Con personajes de la mishu <3
agrego iconos en un ratito ;; akshajd falta Fushi y Hanemura ;;
#03Las aves graznaron a medid que los cuatro se acercaron a la iglesia, el lugar parecía concurrido pero eso no le sacó el aura a lugar tenebroso, sin duda parecía que pronto se caería abajo el edificio, que las vigas de deshonoraría y el techo cedería.
Al ingresar notaron un aroma peculiar a limón en todo el ambiente, ninguno dijo nada hasta que las entrañas de Yui y Erio crujieron.
“También tengo hambre” agregó Sister.
“¿Uh-h?” los miró Megumu, en tan poco tiempo los tres ya son amigos, eso le hizo sentir un poco de decepción, él quería llevarse bien con Erio y también con sus compañeros pero no podía socializar como Sister ni las dos chicas.
Las voces de dos mujeres y dos de sexo masculino colmaron el ambiente, las voces parecían tranquilas y las charlas parecían tribales.
“Fushi~” dijo una de las féminas “¿cuánto falta para que esté?”
“Un rato más” respondió alegremente uno de los sujetos.
Cuando entraron al cuarto, Yui se apresuró a todos para abrazar a otra monja, esta no traía el traje de Sister pero el aura que desprendía le recordaba a Megumu alguna princesa de cuentos de hadas.
“Yui chan, ¡mo!” se quejó ella.
“Megu nee, quiero tarta” miró a uno de los chicos y le sacó la lengua “Fushi es un idiota. NADIE ME SACARÁ A MEGU NEE.”
“¿EKKKK―?”se tambaleó la pelirosa con el rostro como tomate y casi tiró a la menor, si no fuera porque golpeó con el trasero la mesa, seguramente hubiera hecho una escena.
“Fushi no entiende de esas cosas, Yui” infló sus mejillas la otra jovencita, esta parecía tener espíritu normal.
“¿Quiénes son, Sister?” el último sujeto, sentado en la mesa y bebiendo café, al fin soltó algo que los demás ignoraron.
“Erio Touwa, es la nieta de Inuyashiki y él es Hanemura Megumu” los señaló e instintivamente hicieron una reverencia los dos chicos. “Nos acompañaran hasta que sea la hora que el viejo esté en casa”
“Un gusto” saludaron los dos al unisono.
“Oh my…! Lo siento, no me di cuenta de ustedes” presurosa tomó una mano de cada uno y los llevó hasta las sillas. “Soy Megumi Sakura, pueden decirme―.”
“Megu nee ” agregó rápidamente Yui sin que la otra pudiera replicar.
“Yo soy Ayano Tateyama” sonrió la de aura normal, traía un lindo kimono rojo y el cabello recogido hacia un costado, parecía salida de un festival. “Él es Belurum Asherah” se aproximó hasta el que se encuentra sentado y se abalanzó sobre la espalda de él.
“¡Oye!” replicó la víctima.
“Mucho gusto, soy Fushi” les sonrió el albino que parecía haber cocinado una tarta de limón o al menos la sacó del horno de barro.
Los ocho se sentaron a comer pero aún Megumu tenían un no sé qué, que le impedía estar amistosamente con los del lugar, todo le traía recuerdos.
“Ya es hora” incorporándose Sister, se levantó del asiento. “Hey, Ayano y Belurum, lleven a los dos mocosos con el viejo.”
“¿Eh?” lo miró confundida Erio y parecía que la mirada profunda que ella tenía no le hacía efecto. “Sistah, acompáñenos.”
“No puedo, si dejo el lugar cosas podrían pasar… el terreno es codiciado y debo cuidarlo.”
“¡No se preocupen! Yo los acompañaré” soltó la castaña que parecía amigable con el albino.
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“¿Y cómo se conocieron?” comenzó a cuestionar la castañaque venía caminando haciendo pequeños saltos.
“¿Hm?” pensó un instante Megumu sin respuesta, ya lo olvidó.
“Muracchin es mi salvador” respondió sin cambiar de facciones. “Él incluso me alimentó.”
“¡Oh!” sonrió traviesamente la chica.
“¿Y USTDES DOS?” gritó como idiota él, tratando de desviar la conversación.
“¿Nosotros?” lo miró a Belurum, el tipo parecía rudo y que todo le valía madres.
“La idiota se mete en problemas siempre, me toca ayudar” habló Belurum, dejando en tanto que ella dependía de él.
“Bue-bueno” golpeó sus manos Ayano. “Llegamos.”
Atrás de ellos ponía imponente un edificio de varios pisos, la fachada parecía occidental mezclada con oriental y las vestiduras eran nuevas. El lugar es hermoso.
“¡Woooh!” sorprendido, Megumo miró con las orbes abiertas exageradamente.
“El viejo es algo importante” soltó encogiéndose de hombros el albino.
“¿Importante?” a ella solo se le había dicho que viviría con su abuelo, persona que no veía desde quien sabe cuándo.