Author Topic: Shot thru' the heart..! 🌠 (and you're to blame..)  (Read 12928 times)


Airin

No sé que ha pasado este mes, Noviembre ha sido raro de coj*nes =__=
Kind of segundo capítulo de este prompt? Otro fic que continuará *sigh*

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.




Deep down my Soul 
- [Hearts Awakened, Live Alive] -

     



—Pues tampoco da tanto miedo —la voz femenina de tono alegre que sonó desde el jardín hizo que varias sombras se amontonasen junto a las ventanas desde el interior de la mansión.

—Eso lo dices ahora, porque no has visto la cantidad de mugre que hay dentro —rió Airin sacando bultos del remolque de la furgoneta que habían dejado aparcada a un lado de las puertas de hierro de la propiedad.

—Nah, si es por mugre creo que ya soy inmune.

—¿Lo dices por tu cuarto o por tu cara sucia?

—¡Mira eeeh!

La chica esquivó a carcajadas la patada torpe en su dirección, desconocedora de las risitas que había provocado en el recibidor de la casa.

—¿Tiene hermanas?

—No sé si eres consciente de cómo suenas.

—Oh, cállate.

—¡Sshh, van a entrar! —después de aquello, la sala quedó completamente inerte, al menos en apariencia.

Tras un par de empujones la puerta se abrió con un chirrido.

—El otro día no hacía eso. Bueno, lo de no rodar si, lo del ruido no. —Airin se remangó y puso un tope metálico sujetando el portón para que quedase abierto de par en par.

—¡Ooohhh! Que mal rollero y halloweenesco, mola. Cuando venga mi hermano no va a querer salir del coche.

—Anda, ayúdame a limpiar los goznes y a engrasar las bisagras Anir-sin-miedo.

—¡Valep!

Cuando la recién nombrada desconocida volvió a salir al exterior, varias de las figuras incorpóreas fueron detrás como si les hubieran atado una cuerda y algo les estirase de ella.

—¿No te recuerda…?

—Tiene el pelo casi tan dorado...

—Es muy bajita.


Mientras las dos muchachas perdían un par de horas esforzándose por desincrustar los años de telarañas, polvo, y hasta hojas acumulados en el hueco de la puerta, varios de los espectros que habían optado por quedarse ahí flotaban a su alrededor, rememorando el pasado antiguo con media oreja puesta en la conversación.
Los que habían aprovechado para curiosear fuera, iban y venían por el jardín, intentando averiguar sin mucho éxito qué serían aquellos bultos metálicos empaquetados en lonas azules.

—Habría que arreglar un poco el jardín.

—No creo que les corra demasiada prisa cuando la casa se cae a pedazos.

—No exageres, que no está tan mal, me encargué del tejado.

—Curvo, mira.

Uno de los espectros señaló hacia donde un nuevo vehículo de carga entraba a la propiedad. La furgoneta gris esquivó el campamento improvisado y aparcó entre la vieja fuente de piedra llena de malas hierbas y la entrada del edificio, haciendo sonar el claxon dos veces antes de bajar la ventanilla del conductor.

—¡Prompto!

—¡No pienso salir de la furgo!

Airin se echó a reír, tirando el trapo sucio en dirección a la otra chica y correteando hasta el vehículo sin que la retribución  mugrienta llegase a darle.

—¿Quién es mi rubio favorito? —preguntó la pelirroja morriteando colgada del hueco de la ventanilla abierta.

—¡Yo! —protesto la otra muchacha desde el recibidor de la casa.

—Dijo la que “no es rubia”, según ella, —replicó el recién llegado con sorna.

—Debí de haberte absorbido cuando éramos embriones y aún estaba a tiempo. —la chica rodó los ojos con cara de hartazgo infinito, a lo que su hermano respondió sacándole la lengua con cara de asco.

Las sombras que flotaban alrededor de los jóvenes se aquietaron, dirigiendo su atención a dos de ellas en particular.

—¿Todos los gemelos son iguales?

—Obvio, si no serían mellizos. —los dos observados chocaron sus manos incorpóreas y salieron revoloteando sobre el jardín, mientras el resto procesaba distintos grados de suspiros o gruñidos exasperados.

Mientras tanto Airin había conseguido abrir la puerta del conductor y tiraba de Prompto pese a sus reniegos.

—¡Vamos hombre no seas miedica!

—¡Pero que aquí tiene que haber fantasmas! ¿Por qué tantas ansias de morir jóvenes? ¡Un cadáver bonito no sirve de nada!

Varios de los espectros parpadearon divertidos ante las afirmaciones del chico. No porque tuviera miedo sus palabras dejaban de ser verdades casi absolutas.

—Prom, créeme, ya sé que hay fantasmas. —por unos instantes el rubio se dejó arrastrar sin oposición, boquiabierto y con cara de susto.— Pero hazme caso ¿vale? No te van a morder, son muy majos, ya verás. ¡Que son mis ancestros!

—Si son tus ancestros entonces muerden fijo. —masculló entre dientes mirándola de soslayo repetidas veces.

—¡Serás cabrón! —exclamó Airin pegándole en el brazo con la mano abierta.

—¡Ouch! ¿No sé qué más podrías esperar de alguien que tiene a Anir como su hermana gemela…? —Prompto se frotó con dramatismo el brazo magullado, mientras dicha hermana asentía con una risita.— Ahora no vayas a lesionarme, que tengo que usar maquinaria pesada.

Ai! —musitó una de las sombras— Aníra.

—¿Eso es Sindar?

—Podría. Tal vez. Es... muy curioso.

—¿Moryo?

Las exclamaciones de alegría de las dos jovencitas sacaron a los espectros de sus cavilaciones e hipótesis.

—¡Yay, desbrozadora! Mi mejor amiga~

—Vale, pues que te invite ella a comer, mi cartera y yo aceptamos gustosas la rebaja de rango, —comentó Airin con desprecio casual.

Anir abrió mucho la boca, la cerró, hinchó los mofletes y puso morritos enfurruñados en una sucesión de perfecta continuidad.

—Puti. —insultó la chica abrazando la máquina.

La pelirroja se encogió de hombros con una sonrisita satisfecha, y haciendo un esfuerzo bajó dos garrafones de gasolina. Destapó una de las lonas azules y empezó a verter el combustible en el tanque de una de las máquinas.

—¿De dónde has sacado generadores? ¿Para esto querías la gasofa? —Prompto revoloteó intrigado alrededor de las herramientas.

—Oh, los compré ayer después de clase, no veas la cara que puso Ravus cuando le dije que los necesitaba para iluminar la oscuridad de su estupidez. —Airin rió al recordar la indignación de su compañero forzoso.

Los fantasmas, que también curioseaban, compartieron carcajadas con el muchacho.

—Cómo te pasas con el pobre capullo, eres una salvaje.

—Eh, él insistió en venir conmigo a supervisar lo que hacía, si no está preparado para recibirlas que no esté tan dispuesto a soltarlas, a ver si se piensa que porque le llego al hombro le tengo que tener miedo. —los espectros asintieron con gesto de sabiduría, a la par que su descendiente se encogía de hombros.

—Eso también es cierto, se lo tiene muy creído.

—Prom, corazón, no quiero decir nada… pero tú le tienes miedo.

—¡Pero es una función de equilibro, yo tengo todo el miedo que no tiene mi hermana! Deberías saber que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. —Airin rodó los ojos con una sonrisa sesgada.
 
—Señor Parker, deja de esnifar la gasolina y ayúdame a rellenar los tanques, anda.




tbc
« Last Edit: January 19, 2024, 02:30:33 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Prompity prompt! (Qué hambre me ha hecho pasar el fic ;; voy a buscar mi cena.)
While putting your favorite condiment on a sandwich, you accidentally make a magical occult symbol and summon a demon.



I’ll make you say wow
- [Rules no more, here is chaos] -




Cinco años partiéndose el lomo trabajando más horas al día de las que cabían en un reloj, para que la echasen a la calle porque al director artístico no le gustaba la iluminación del último reportaje. Lo que no le gustaba es que Airin hubiera insistido durante cinco años en negarse a trabajar en minifalda y escote.

Pues si en algún momento habían creído que iba a ceder en su cabezonería, verdes las habían segado, pensó la joven volteando el bacon en la sartén una última vez antes de pasarlo al plato. Ah, había hecho demasiado, como siempre que le podía el cabreo. No había nada que calmase los males como un bocadillo de bacon con queso. O dos, porque a este paso según iba montando su cena y apartando las raciones sobrantes estaba calculando que comería lo mismo también al día siguiente. Bueno, tampoco eran malas sobras.

En una muestra de exceso y decadencia decidió ponerle también salsa barbacoa porque, por qué no, e hizo una floritura decorativa sobre el pan antes de cerrar el bocadillo.

De repente notó algo a su espalda y un extraño desplazamiento de aire que hizo que se pusiera el vello de punta. Airin se giró despacio, dispuesta a defender su persona y su cena de cualquier amenaza imaginable dentro de un registro razonable.

Un hombre que definitivamente no era humano; porque uno, los humanos normalmente no tenían el cabello de color gris metálico como el mercurio, ni los ojos de color agua brillante hasta el punto de la fluorescencia, y mucho menos un par o más de cuernos que se alargaban sobre el cráneo estriados y ligeramente enroscados sobre sí mismos, y dos, había aparecido literalmente de la nada en su cocina diminuta; y la observaba fijamente con la cabeza levemente ladeada en su dirección.

Airin lo observó de vuelta, parpadeando con lentitud. Amenaza imaginable dentro de un registro razonable. No estaba segura de que aquel ser pudiera contar como ninguna de las categorías previas. Porque si no era una amenaza precisamente imaginable, quedaba claro que estaba fuera de todo registro razonable.
La chica miró de nuevo a su cena con ojos entrecerrados. Qué demonios.

Montó otro bocadillo, tuvo cuidado de hacer solo rayas anodinas y ningún garabato artístico con la salsa, y en un arranque sobrenatural de generosidad volcó también un puñado de patatas fritas de bolsa sobre el plato, que ofreció sin mediar palabra al enervante espectador.
 Éste agarró el plato con delicadeza entre garras oscuras y afiladas, cabeceó en una inclinación educada también en silencio, y desapareció presuntamente de vuelta por donde había venido, dejando sólo volutas de humo y un extraño olor a pólvora.

Qué. Coño. Místico. Ha sido eso.

Huh, ¿no se suponía que los demonios olían a azufre? Tampoco iba a quejarse, prefería infinitamente la pólvora, pensó sentándose en su cama que hacía las veces de sofá en su minúsculo estudio de una sola habitación. Quitó la pausa a la serie que estaba viendo en el portátil y mordió su cena mientras lamentaba la pérdida de las sobras para el día siguiente. Tendría que salir a hacer la compra y contar las monedas. Ugh, y hacer llamadas y hablar con gente.

Cuando por fin se metió en la cama para dormir después de haberse dado una ducha, decidió que aquella noche extraña no había ocurrido. Al fin y al cabo si total nadie iba a creerla si lo contaba, para qué darle mas vueltas; que otro ser en el universo por potencialmente imaginario que fuera apreciase su comida de apoyo emocional, era suficiente.


Sephiroth se lamió la salsa que manchaba las comisuras de sus labios y suspiró con la boca llena del último bocado de pan con bacon. Hacía siglos literales que no probaba un manjar tan simple y reconfortante, con la carne bien hecha y abundancia obscena de queso a medio derretir. Hacía más tiempo aún que eso desde la última vez que nadie le había ofrecido comida casera recién hecha.

Si bien no había esperado una invocación a esas horas, menos aún habría sido capaz de imaginar un intercambio tan pacífico teniendo en cuenta el carácter absolutamente accidental del conjuro. Quizás la joven había supuesto que si presentaba un tributo comestible listo para el consumo así no sería ella la cena. Hmm, pero no había parecido aterrada, solamente sorprendida. Y desde luego se lo había pensado bien antes de rendir parte de su alimento, aunque el aporte aparentemente desinteresado de patatas fritas hacía todo mucho más interesante.

Ahora le picaba la curiosidad, pensó el demonio tamborileando con suavidad sobre su estómago agradablemente lleno. Eso y la posibilidad de más invitaciones en un futuro. Hmm, tanta curiosidad.


Airin se despertó con el almohadón completamente marcado en la cara y un reguerito pegajoso a lo largo de su barbilla, con la sensación de que algo que no había sido su alarma la había sacado a la fuerza de su sueño. Se pasó las manos por la cara como si intentase esparcir su cerebro de vuelta a donde debería estar y bostezó sacando un pie fuera de las sábanas.

Mientras pasaba la vista a su alrededor vio que en algún momento de la noche el portátil se había terminado de cargar del todo, y después se encontró con que su teléfono móvil yacía en el suelo junto a la cama. Probablemente el ruido al caer al suelo había sido lo que le había despertado.
Una llamada perdida de un número desconocido le hizo arrugar la nariz con gesto de sospecha. Le puso volumen al aparato y se levantó dispuesta a desayunar y hacerse pasar por persona funcional hasta el punto incluso de maquillarse para ir a hacer la compra.

El tono de llamada entrante la sobresaltó cuando buscaba unos vaqueros cómodos que ponerse y estuvo a punto de caerse y tirar un puñado de perchas.

—¿Sí, dígame? —Su voz sonó perfectamente compuesta y profesional a pesar de estar apoyada contra la puerta del armario.— Oh, lo siento estaba atendiendo un asunto, pero ya estoy libre.

Si Airin quería usar atender un asunto como eufemismo de estar dormida y soñando con piratas, nadie tenía por qué saberlo nunca.

—Sí, por supuesto que conozco la revista The Star. ¡Oh! ¿Mi portfolio? No hay problema, —la joven se pellizcó en la pierna y gateó hasta su pequeño escritorio, donde buscó una memoria USB en concreto.—  Hhmm, hoy debería tener el resto del día libre. Ajá, de acuerdo. Entonces en seguida nos vemos, muchas gracias.

A pesar del tono enérgico de su voz al colgar la llamada, Airin se dejó escurrir hasta el suelo como si se le hubiera escapado el alma por las orejas. Después de los dos minutos que se había concedido para dudar si era una alucinación o seguía todavía dormida y soñando, su móvil sonó de nuevo, ésta vez con un mensaje de ubicación.

Ver las coordenadas señaladas en el mapa le hizo levantarse como si le hubieran prendido mecha, y plantarse de nuevo frente al armario abierto.

—¡Cambio de planes! —exclamó guardando los vaqueros y sacando unos pantalones de cuadros príncipe de gales blancos y negros, una blusa verde agua y la cazadora de cuero.— ¡Uniforme de profesional creativo!

Mientras se aseguraba de meter en la mochila todo lo que necesitaba y se cambiaba de ropa, por mucho que había decidido olvidarla, Airin no podía dejar de pensar en la extraña ocurrencia de la noche anterior. Debía tener algo que ver. No había un contrato, ni tan siquiera habían intercambiado palabras. No había ninguna prueba de algo que no estaba segura de que hubiera sido real. Pero por si acaso pensaba rellenar la despensa y hacerse otro bocadillo para cenar.

Se puso colonia y sus botines más confiables de hebillas y tachuelas, y se miró al espejo antes de salir. Sabía lo que le quedaba bien. Se puso sus gafas de filtro azul como diadema y se soltó el pelo.

—¡Vamos allá!




tbc?
« Last Edit: September 29, 2023, 01:46:06 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Para Neko porque el ataqué llegó en mayo, y como estaba de oferta, ataque gratuito ♥ (coordinado con Kora, misión de equipo XD)
Tirando de prompt porque me hizo mucha gracia cuando lo vi, sorrymiaus por no tener iconos de tus jijos u3u

“I’m just here to tell you that you need to stop taking showers at 3 a.m. Get your shit together, you nerd.”




Hellish hours
- [Shower you with love] -

 



Milo intentó encajar la llave en la cerradura por segunda vez, de nuevo sin éxito. Miró a la llave como si le hubiera traicionado gravemente, observándola con decepción hasta que se dio cuenta de que el pedazo de metal que empezaba a robar el calor de su mano pertenecía a la cerradura del portal. Entrecerró los ojos en un gesto que seguramente hubiera querido expresar odio e infinito desprecio, pero sólo consiguió transmitir confusión.
Con un suspiro rebuscó de nuevo en entre el manojo de llaves que colgaba de su cadena hasta dar con la adecuada, que esta vez sí le dejó abrir la puerta de su apartamento.

Se quitó los zapatos, que dejó tirados de cualquier forma frente al pequeño armario de la entrada, y toqueteó con un pie encalcetinado al gato que se había acercado a darle la bienvenida.

—Hola Gato. —murmuró mientras hacía esfuerzos por sacar los brazos del abrigo. El animal se dedicó a mordisquear la punta floja de su calcetín, y estirar de él hasta que se lo robó.— Adiós calcetín.

Dejó el abrigo sobre el sofá, y movió el otro pie.

—Aún me queda otro, ¿no lo quieres? —pero el gato no le hizo caso, así que se lo quitó él mismo, y lo lanzó por ahí hecho una bola.

Milo llegó hasta su dormitorio, se quitó las partes del uniforme de trabajo que todavía llevaba puestas y lo que le quedaba de ropa bajo aquello, lo dejó sobre la silla, y se encaminó al baño bostezando como si se le acabase el oxígeno en el cuerpo.
Se metió en la ducha, y había abierto ya el grifo del agua caliente cuando se dio cuenta de que aún llevaba el pelo recogido.

—Ah, mierda. —tiró de la goma que sujetaba sus rizos en un moño desordenado a la altura de su nuca hasta liberar su cabello. Necesitaba quitarse toda la mugre que llevaba encima.

Su gato maulló cuando las tuberías empezaron a sonar. Era un ruido desagradable, como un gemido profundo y lúgubre en mitad de la noche, pero si el mantenimiento del edificio dejaba que desear, no era culpa suya. No estaba seguro de que las conducciones del agua hicieran el mismo ruido en todos los pisos. Además a las tres de la mañana no habría mucha gente despierta a la que molestar.
Y el agua caliente al final de su jornada de trabajo era una necesidad a la par con el café a primera hora del día. Negárselo iba en contra de los derechos humanos. O algo por el estilo. Estaba seguro.


Kanon abrió los ojos sobresaltado. Otra vez aquel sonido condenadamente tétrico. Se apartó del escritorio de un empujón, haciendo rodar por la mesa el vaso de whisky vacío de hacía horas; juró entre dientes y miró a su alrededor. Seguía estando en el rincón de su salón que había adoptado como zona de trabajo. Y aquel escándalo siniestro y macabro que producían las tuberías del agua había vuelto a despertarle de madrugada.
Daba igual que estuviera despatarrado en la silla con un reguerito de baba adornando su barbilla, vencido indignamente por el sueño y el alcohol, en lugar de plácidamente en su cama como cualquier humano sensato.
Ya estaba harto.
No sabía quién era su vecino de arriba. No le importaba. O mejor dicho, no le había importado hasta ahora. Pero él era un hombre serio, con un trabajo serio, y un futuro brillante como escritor de éxito; no pensaba consentir ese tipo maltrato por parte de un presunto niñato que probablemente no tenía otra ocupación que perder el tiempo con videojuegos hasta horas intempestivas de la madrugada.

Kanon se limpió el rastro de saliva con el puño arrugado de la camisa de pijama que llevaba puesta y se levantó, alisando su ropa en vano, y poniendo un poco de orden en su pelo revuelto. A la luz amarillenta y un poco decaída de su escritorio, la maquina de escribir parecía hacerle burla con un triste párrafo a medias. Buscó las zapatillas de casa a tientas, y guardando las llaves en el bolsillo del pantalón se encaminó con decisión en busca del vecino que todas las noches desde hacía dos semanas convertía ese lado del edificio en el estudio de grabación para la casa del terror.
Se iba a enterar de quién era. Él. O el vecino. No lo tenía muy claro.



En realidad Kanon tardó más de lo que le habría gustado en encontrar la puerta que necesitaba aporrear. Para cuando hubo llegado al piso de arriba, la ducha de la malignidad nocturna ya había dejado de hacer aquellos horrendos ruidos, así que prefirió asegurarse por completo del número que buscaba antes de despertar a ningún otro residente de bien.
Y cuando lo tuvo por cierto llamó. Con el puño contra la madera, repetidas veces. Hasta que la puerta se abrió, procurándole una imagen bienvenida y gratamente recibida, pero nada esperada.
Un hombre joven, probablemente algo más joven que él, de unos veintitantos si se atrevía a aproximar su edad. Ataviado solamente con unos pantalones de pijama y una toalla al hombro, que dejaba al descubierto un torso aún húmedo, y musculado en las proporciones y medidas exactas para no resultar exagerado, pero que habría hecho llorar de envidia a un guerrero griego. A Kanon ciertamente lo que le estaba provocando no era envidia.

Cuando consiguió apartar la vista de los alrededores de aquel maravilloso plexo solar, Kanon se encontró con el ceño fruncido del hombre. Volvió a mirar el número de puerta temeroso de haberse confundido, pero no, era el correcto. Hacía horas de su vaso de whisky, no estaba ni remotamente borracho. Resuelto a ignorar como su vecino de arriba se restregaba perezosamente sus rizos húmedos con la toalla, inspiró en profundidad, como si buscase su indignación distraída.

—Esto tiene que acabarse.—sentenció con gravedad.

—¿Eh? —fue la respuesta del otro. Seguida de un sinsentido.—No, Gato, vuelve. Gato, adentro.

Entonces Kanon se percató del animal pequeño y peludo que husmeaba sus zapatillas de casa, por más que el pie descalzo de su vecino intentaba apartarlo de vuelta a la vivienda. El gato levantó la cabeza, miró de su dueño al visitante, y después de maullar suavemente, se restregó por las piernas de Kanon.

—Mira, vecino. Sólo he subido a decirte que esto tiene que acabar. —Kanon prosiguió inexorable, resistiendo los encantos del felino (y su dueño) y su instinto infantil que le hacía querer acariciarlo (también a su dueño).— Tienes que dejar de hacer estas cosas, las tres de la mañana no son horas para darte una ducha. Vuelve a la realidad, pon tu vida en orden.

El joven lo miró con un cansancio que iba más allá de lo puramente físico y negó con la cabeza, poniéndole una mano en hombro con pesadez. Kanon no quiso fijarse demasiado en aquel brazo bien torneado, no fuese a perder el hilo de la situación.

—¿No crees que ya lo sé? Y créeme que lo siento, ya sé que los ruidos que hace mi ducha dan ganas de llamar a un cura en vez de a un fontanero, que pensándolo bien, no sería mala idea y tendría que hacerlo el casero. —Su vecino hizo una mínima pausa para tomar aire y siguió con su arrancada.— El caso es que no pensaba que hubiera gente despierta a estas horas tan estúpidas, pero es que necesito, ne-ce-si-to quitarme la mugre y la sangre y el olor a desinfectante en cuanto llego a casa o me dará algo.

—¿S-sangre? —Kanon se replanteó entonces todas las formas posibles en que aquello podría acabar saliendo de una forma que no había planeado, y entonces sería él el cuerpo de un misterioso asesinato sin resolver, en vez de un escritor en dique seco con aspiraciones a gran novelista de ficción policíaca.

Su vecino asintió.

—Llevo dos semanas de guardias horribles en urgencias. No sé por qué demonios la gente prefiere el turno de séis a dos para romperse la crisma, coleccionar fracturas abiertas, arrancarse dedos varios de pies y manos haciendo cosas que cualquiera debería imaginar que no acaban bien, y, y... de los coches estrellados ya ni hablo, esos son de todos los días a todas horas.

Kanon tuvo que reagruparse mentalmente durante unos breves momentos. Urgencias. Fracturas abiertas.
Su vecino no era un ni-ni cualquiera. Era un médico. Había subido envuelto en su capa mágica de superioridad con toda la intención de afear su comportamiento incívico a un profesional que se dedicaba a salvar vidas.
Mientras Kanon sufría una crisis de honor invisible, el joven seguía hablando.

—Y es que a pesar de llevar la bata y el uniforme, pues a veces hay cosas que salpican y, urgh. Y todavía me quedan otras dos semanas más hasta el día quince en el turno de tarde-noche y… ah, esto, me llamo Milo, por cierto…

—Estamos a ocho. —Kanon salió de su deshonra para apuntar la fecha al pobre doctor agobiado.— Bueno, estábamos. Técnicamente ya es nueve. Eso es menos de dos semanas.

—¡Oh, estupend-! ¿Qué? ¿Cómo que nueve? —Milo abrió tanto los ojos en la semi-penumbra del rellano que Kanon pudo distinguir una tonalidad azulada, pero inmediatamente se dio la vuelta para entrar en su casa y buscar su teléfono móvil con desesperación.

Kanon miro al gato, que le maulló otra vez, y al que finalmente se acabó rindiendo. Cogió en brazos al animal, y entró en el piso, cerrando la puerta tras de sí. Mentalmente reprendido por su conciencia no quiso juzgar la apariencia desastrada de la vivienda, era algo justificable en un médico de urgencias que lo justo parecía tener tiempo para saber en qué día vivía.

—¡Si que es nueve! —Milo se lamentó agitando el móvil

—¿Pasa algo? —preguntó Kanon rascando la cabeza del gato, que empezó a ronronear como un motor encendido.

Milo miró a su mascota con expresión herida.

—¡Pasa que el ocho es mi cumpleaños! ¡Hoy! ¡Ayer! ¡Fue! ¡Lo que sea! —se dejó caer hacia atrás sobre el sofa, y tuvo que removerse para sacar el abrigo de donde se le estaba clavando. Al final acabó por sentarse bien.

—Ah, —dijo Kanon, siempre elocuente. Los hombros desnudos de su vecino rodaron, haciendo resaltar su anchura.— Hm, ¿felicidades?

—Gracias, supongo. —contestó el joven arrugando los labios hacia afuera.

—Eh, tengo whisky, si quieres celebrarlo.

Kanon lo ofreció con cautela, era caro y miembro útil de la sociedad o no, en realidad no conocía a Milo. Aunque le gustaría. Oh.
Dejó al gato en el suelo, que correteó mordiendo y cazando algo que parecía un calcetín, y fijó su vista en su vecino.
Su vecino que le observaba con los ojos muy abiertos (sí, eran turquesas) y una pequeña sonrisa impaciente en los labios.

—¿Cuenta como una cita? —preguntó Milo levantando una ceja traviesa, apartándose los rizos de la cara.

—¿Una qué? —Kanon tragó saliva.

—Una cita, ya sabes. Por mi cumpleaños. —Milo se enrolló un pequeño mechón de pelo en un dedo.— Y así me cuentas de qué estás escribiendo.

—Oh. ¿Qué? ¿Cómo sabes que escribo?

Milo dejó escapar una risa suave que le hizo verse ridículamente adorable. Un hombre adulto no debería tener derecho a resultar adorable con aquellos abdominales, maldita sea.

—Porque te oigo rabiar. Antes de entrar a trabajar, te dedicas a despotricar de tus personajes que no quieren escribirse. Reconozco que al principio me alarmé al oír cosas sobre asesinos, detectives y material genético. Pero cuando tienes la ventana abierta y no hay nadie más se oye la máquina de escribir.

Oh. Ooohh. No había que dejar pasar las oportunidades.

—Entonces, subo el whisky. Y te cuento de que va mi próxima novela, pero tienes que guardarme el secreto ¿eh? —Kanon sonrió con su mejor ejemplo de carisma ganador, y vio cómo tenía éxito cuando su vecino se sonrojó.

—Ehh, yo… ¿me adecentaré un poco?

—¡No! No, estás perfecto como estás, así… así estás bien. Ahora vuelvo. No tardo nada. —Kanon salió con rapidez antes de que el subconsciente le traicionase y consiguiera espantar a su prospecto de cita.

Cuando hubo cerrado la puerta y se oyeron sus pasos apresurados por las escaleras, Milo miró a su gato.

—Debería despejar la cama ¿verdad? ¡Oh por favor, que el vecino de abajo sea mi regalo de cumpleaños!

.


« Last Edit: September 29, 2023, 01:53:15 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Prompity prompt-O! (harhar. Últimamente tengo dos modos, piratas y sobrenaturales. Demon Line it is!)




I dream in a dream every night
- [the dream I can never wake from] -




Airin no era una persona a la que le costase demasiado quedarse dormida. De hecho se dormía en cualquier rincón que encontrase. En el tren, en el bus, encima de una maleta, dentro de una maleta, bajo la cama, a los pies de un árbol, ¡en las ramas de un árbol! Sobre la mochila de un desconocido, en clases, sobre el escritorio de su casa, en la biblioteca, en la bañera, contra una pared en una casa ajena… y la lista continuaba. A veces incluso, también se dormía en camas.

Pero el problema no era dormirse, no… el problema era mantenerse dormida. Así que cuando algo hizo que su edredón se moviera —permitidme un inciso, pero en pleno enero con noches de grados a bajo ceros, Airin no dormía con la ventana completamente abierta, sólo un poquito de la más mínima rendija; no había posibilidad de corrientes de aire— todos los sentidos de alerta se encendieron como lucecitas de navidad.

—¿Qué? —llegó a decir antes de notar que algo se cerraba sobre su tobillo desnudo.

Y de repente un tirón.

Ahora bien, quedaba claro que el ser de turno no había hecho los deberes o habría estado preparado para la reacción que cualquier persona que conociese un poquito a la chica hubiera esperado. Le dio una patada.

—Ouh, ¡ay! ¡Ey!

—¡¿Pero qué mierdas?! —preguntó Airin, recogiendo la pierna dentro de la cama y haciéndose una bolita hostil contra la almohada—. ¡Me había acabado de dormir!

—¡Lo sé! ¡Llevo como tres horas esperando a que sueltes el móvil! ¡Tu horario no es nada sano!

La joven se apartó el pelo de la cara y estiró una mano para encender la luz mirando a todas partes, pero parecía estar sola en su habitación. Por un momento pensó que la locura familiar por fin le había alcanzado o que estaba teniendo algún tipo de alucinaciones extremadamente vívidas.

—No tendría que haber aceptado esas galletas… —murmuró para sí misma, alcanzando el cuchillo de cazador que tenía en la estantería sin dejar su colchón.

Si el intruso era de verdad, Airin estaba segura de que se estaba escondiendo debajo de su cama. El problema era que debajo de su cama había otra cama… ¿cómo es que alguien cabía ahí dentro? Igual se trataba de un gato.
¿Pero desde cuando los gatos hablaban? Igual era un gato demonio. Y si era un gato demonio… ¿podría hacerlo su familiar? ¿No debería primero ser una bruja? Bueno, un poco bruja ya era.

—Sal de donde estés. —y después de pensarlo bien añadió—. Despacito y con esas zarpas en alto.

Y desde luego las zarpas aparecieron despacito y justo desde donde ella creía que estaban, debajo de su cama. Airin tragó saliva. Las manos negras como si estuvieran manchadas de pintura hasta daban la impresión de ser tímidas, pero aquellas garras también parecían hechas para hacer daño. Mucho daño.
 Después el resto del cuerpo fue terminando de emerger, aunque Airin no podría haberlo descrito muy bien. Primero porque… palabras, ¿cómo se usaba eso? Y segundo porque su cerebro debía de haber sufrido un cortocircuito por un momento, porque no estaba segura de poder comprender lo que estaba viendo.
De todas maneras cuando el ser por fin se plantó entero delante de ella, Airin tuvo que parpadear y morderse la lengua para no demandar ofendida cómo se podía ser tan bonito. Todo lleno de pecas y con una barbita de chivo rubia de la que daban ganas de estirar.

—Bueno, ¿y tú qué quieres?

—Eh, em… pues esto. Llevarte al infierno. —y el ser se encogió un poquito de hombros como si intentase parecer más pequeño—. ¿Si quieres? Le debo un favor a tu padre y me va a arrancar el rabo si no te llevo para allá.

La chica ladeó la cabeza, viendo como el ¿demonio? se recogía con timidez la cola de vaca que tenía colgando del trasero.

—El problema es que no sé cual de los dos rabos me quiere arrancar, y algún día moderadamente lejano me gustaría tener hijos y tal.

Airin carraspeó y volvió a mirar a la cara al joven.

—Mira, chaval. No sé quién eres, son las cuatro de la mañana y tienes aspecto de haber salido de la pesadilla de alguien y yo sigo teniendo sueño. Te agradecería que volvieses al agujero del que has salido y que me dejases dormir.

—Pero mi rabo…

—Tengo un cuchillo. —le recordó la chica, moviéndolo un poco hacia él— Y mi padre lleva años encerrado en un psiquiátrico.

El presunto demonio se mordió el labio inferior y luego suspiró.

—Vete antes de que te ponga nombre y me encariñe contigo como con una mascota. —le dijo Airin, señalando debajo de su cama, pero él sonrió todo ilusionado.

—¡Tengo de eso! Nombre… Me llamo Prompto. —contestó con orgullo— ¡Ahora me quieres y vendrás conmigo!

Airin parpadeó confundida.

—Las cosas no funcionan así, Prompto. Y sigo teniendo un cuchillo.

Prompto ladeó la cabeza, como sopesando qué sería peor, si el cuchillo de Airin o lo que fuera que le esperase al otro lado.

—Y tu padre es el rey de los demonios. Y sinceramente, sin ofender eh?, pero creo que él da más miedo que tu cuchillo.

Airin miró su cuchillo con atención.

—¿Por qué me traicionas así?

Y de repente, todo se volvió negro.





tbc?
« Last Edit: September 29, 2023, 01:47:33 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

This is Halloween, Halloween, HA-LLO-WEEN! \o/ (los iconos que faltan otro día, que no tengo hechos para todos xD)




I dream in a dream every night
- [I can’t go back to the way it was] -




—¡Ouch! ¡Otra vez no! —se quejó el rubio frotándose la mandíbula con cara de fastidio.

—No se lo tengas en cuenta, Prompto, querido… —Ardyn le dio un par de palmaditas amistosas mientras lo alejaba del borde de la cama,— la pobre duerme poco y tiene mal despertar, es cosa de familia.

El joven sólo rezongó entre dientes, mirando a la figura que parpadeaba sentada entre las sábanas con el pelo alborotado y sin parecer consciente del todo a pesar de su puño certero.

—¿Papá? —la chica se frotó los ojos entrecerrados con un nudillo,—¿cuándo te han dejado suelto? ¿o se me ha ido la pinza del todo a mí?
Ardyn resopló una risita mal contenida mientras le ordenaba el pelo con delicadeza.

—No princesa, ni se te ha ido la pinza a ninguna parte ni a mi me han tenido en ningún sitio. Ya les gustaría poder hacerlo.

Todavía con los ojos pegados, Airin miró hacia arriba arqueando una ceja. Si realmente su padre no había estado en un psiquiátrico, y aquello no era la alucinación más elaborada jamás soñada… si de verdad su padre, como parecían indicar los cuernos que se arqueaban hacia atrás por encima de su cabeza, era un auténtico demonio de carne y hueso y tal vez hasta azufre… El muy cabrón se había pasado casi diez años pululando por quién sabía dónde sin dar señales ni de humo.

Airin cogió una de las almohadas que tenía alrededor y la abrazó, apretando la cara contra el tejido como si quisiera imprimirse en la piel la textura de las fibras. Diez años. Un demonio real. Inspiró profundamente.
Diez años.
Sin mediar advertencia la chica estampó la almohada contra la cara de su padre con toda la fuerza que le proporcionaban la ira y el rencor acumulados en tanto tiempo sin saber de él.
Ardyn se vio impulsado hacia atrás por la violencia del golpe.

Yeet, —murmuró Prompto apretándose contra la pared de la estancia con los ojos muy abiertos.

—¡Ni princesa, ni leches! —bramó la pelirroja poniéndose en pie sobre el colchón y agitando los brazos.— ¿¡Se puede tener tan poca vergüenza de aparecer así después diez putos años haciendo el muerto?! ¡Y encima para venir a joderme el fin de semana, que lo estoy viendo, demonios!

—Sólo una de esas cosas es técnicamente cierta cariño,—Ardyn se levantó como buenamente pudo, rodó el cuello de lado a lado hasta que algo le hizo un ‘crack’ ligeramente más perturbador que relajante, y frotándose la mandíbula se acercó y agarró a su hija del brazo con suavidad,— y bájate de ahí que te vas a caer.

Airin frunció el ceño pero se dejó maniobrar de vuelta al suelo sin oponer resistencia.

—¿Dónde estamos?

—Es… al mismo tiempo simple, pero complicado de explicar, verás…

—¿Dónde estamos? —la chica ignoró a su padre en mitad de los rodeos y se giró a preguntar al ¿demonio? que la había sacado literalmente a rastras de la cama.

—En el infierno, —Prompto se encogió de hombros aún apoyado contra la pared, pero más relajado ahora que el estallido de furia parecía haber sido pagado con su responsable legítimo.— Aunque por lo que sé no tiene mucho que ver con lo que os cuentan por allá.

—Vale. —para indignación de Ardyn, Airin aceptó la respuesta tal cual.— ¿Y por qué?

Ambos hombres se miraron entre ellos.

—Quiero decir, dijiste que le debías un favor a éste impresentable, —Airin agitó la mano desmereciendo el ruido ofendido de su padre— y algún motivo tendrá que haber para que decida cobrárselo precisamente ahora ¿no?

—Soy inocente, —el rubio se defendió tan rápido que estuvo a punto de atragantarse con su propia saliva.

—Eres un demonio, —puntualizó la chica llevándose un nudillo a los labios con una mirada intencionada.

—¡Pero me tienes cariño! —morriteó Prompto poniendo una cara de cachorrito abandonado que debería haber sido ilegal en todos los planos de existencia.

—¿De dónde has sacado tú eso?

Mientras Prompto murmuraba entre dientes algo sobre mascotas, Airin se percató de que en el rincón del techo una sombra más oscura que las demás parecía revolverse y culebrear hasta desintegrarse. En cualquier otro momento anterior de su vida no le habría dado mayor importancia, estaba mal acostumbrada a que sus ojos le jugasen pasadas cuestionables después de muchas horas de trabajo y los puntos negros en el borde de su visión eran compañeros de migrañas ampliamente conocidos. Pero por motivos obvios, ya no era así.

—¿Este es el cebo vivo? —preguntó con voz cantarina una muchacha rubia que apareció de la nada junto a Ardyn. Ah, ahí estaba.

El silencio incómodo repentino se rompió con el carraspeo igualmente incómodo de Ardyn.

—A joderme el fin de semana, si ya sabía yo...—murmuró la pelirroja con desidia.— ¿Y tú eres…?

—Anir, —dijo la recién aparecida con una sonrisa llena de dientes y colmillos afilados, y señaló a Prompto,— su hermana.

—Ajá, ¿entonces tú eres el demonio de encima del armario? —la pelirroja no pudo aguantarse la ironía, pero Anir se llevó las dos manitas acabadas en uñas afiladas a la boca muy abierta con una exclamación.

—¿Como lo supo?!

Airin tuvo que reconsiderar su postura por unos instantes. ¿Misma cantidad de pecas y rabito de vaca, orejas alargadas como un borreguito y ojos turquesa inhumanamente brillantes? Esta si era la cosa más bonita que había visto. Pero antes de nada tenía asuntos importantes que aclarar.

Papá, ¿qué quiere decir con “cebo vivo”?

—Oops, —dejó escapar Anir teleportándose detrás de la espalda de su hermano.

Ardyn se rascó la barbilla con una mano y levantó la otra en un gesto apaciguador.

—Nada que te vaya a poner en peligro real, pero te lo cuento sólo si te portas bien, que está muy feo pegar a un padre.

—¿Más que abandonar a tus hijos? —apuntó Airin con tono cáustico.

Ardyn suspiró, y saliendo de la habitación hizo un gesto para que lo siguieran.

—Es largo de contar.

Airin se miró el pijama y encogió un hombro.

—Pues empieza, que ya voy cómoda.





tbc!
« Last Edit: September 29, 2023, 01:48:41 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Título y avatares en condiciones otro día, acabando mermay TvT




Oceanide
- [ I ] -

   



—Es una bruja, ¿lo ves? Nadie tiene el pelo de ese color, ni… —el joven agitó la mano con un gesto nervioso en la dirección hacia donde señalaba— eso… así.

El otro chico le miró sin decir nada, pero su expresión escéptica hablaba alto y claro por él.

—¡No pero escúchame! —susurró el primero abriendo mucho sus ojos violetas,— está hablando con algo… ¡o alguien! ¿Y si es una de sus pobres almas en desgracia?

—Te cuelas demasiado en el teatro, —el segundo suspiró suavemente con tono resignado en su voz grave.

—Ay, no, pretenderás que pague.

—¿O sea que además de mirón, maleante?

Como respuesta a la voz femenina que sonó sobre su cabeza, Suigetsu se zambulló de un salto con una exclamación vulgar y aterrorizada. Snake se quedó aferrado a la roca como estaba, y sin saber muy bien qué hacer tragó saliva y se rascó una mejilla.

—Ah, perdón, es idiota.

—¿Y... medio pez? —la voz temblorosa hizo que Snake ladease la cabeza para poder ver sin que el pelo se le metiera en los ojos.

Y lo que vio fue una joven claramente humana con piernas y todo, el pelo color cobre y una tela mojada colgando de las caderas que parecía imitar los dibujos de un pulpo.

—Aunque tampoco es una raya precisamente. —Snake no estaba muy seguro de cómo reaccionar al movimiento tan poco hostil de taparse la cara y respirar profundamente que hizo la chica, pero un ruido a medio camino entre bebé y gaviota llamó su atención.— ¿Qué es eso?

Se levantó más sobre los brazos para poder ver con claridad, y la joven se sentó sobre sus piernas dobladas con la misma energía tambaleante que si hubiera recibido un golpe. ¿Debería preocuparse?

—Esta es Anir, —dijo la chica levantando un animal pequeño y peludo entre sus brazos,— que además de fisgona es otra maleante.

Esa frase le valió otro ruido que sonó indignado y una pata de aspecto esponjoso en la barbilla.

—Y es un gato.—aclaró. Y después complicó,— más o menos.

En realidad eso no le aclaraba mucho, porque Snake nunca antes había visto un gato, fuera para más o para menos. Pero parecía suave y quería tocarlo.
Hizo fuerza para subirse a la roca y poder sentarse en condiciones, enroscó la cola ligeramente bajo su cuerpo y con lentitud estiró un brazo con la mano abierta. Igual que solía hacerlo con las morenas del arrecife, había acariciado a muchas y todavía no le había mordido ninguna.

—Hola gato, —dijo y después se corrigió,— hola Anir.

El animal se escabulló del agarre de la chica y correteó hasta la mano del joven, frotando la cabeza una y otra vez y gorjeando con ruiditos agudos mientras se dejaba acariciar con entusiasmo.

—¿Y tú? —habló la joven después de unos minutos— ¿Qué eres? ¿Cómo te llamas? O te llaman.

—Seire. —levantó ligeramente la aleta caudal, haciéndola visible para la chica, y rascó la barbilla del gato con una sonrisa— Me llamo Snake.

—¿Y tu idiota? —aquello hizo reír a Snake.

—Suigetsu, técnicamente seire, pero en realidad puede que sea pez luna. —dijo éste con una sonrisa sesgada.

Y aquello hizo reír a la muchacha, así que supuso que la fama de peces estúpidos también era reconocida en tierra seca.

—Yo soy Airin. ¿Humana?

—¿Lo dices como si fuera una pregunta?

—Creo que más bien un tecnicismo. —dijo ella apartándose el pelo rojizo de la cara con ojos entrecerrados.

—No sabría distinguir, mi idiota insistía en que tenías … —Snake hizo un gesto hacia su cola, meneando los dedos,— tentáculos, en vez de piernas. Como una bruja de cuento.

Airin se miró las piernas, agarró la falda del pareo mojado y frunció el ceño.

—Podría entender por qué. Es curioso, porque no encajo con las brujas clásicas de cuento aquí arriba.

Aquello hizo que Snake la observase con los ojos dorados muy abiertos y la boca a medio camino. Anir le lamió la barbilla, requiriendo su atención de vuelta.

—Anya Irina, no seas descarada. —dijo la chica dándole al gato con el dedo en una oreja. El gato se limitó a restregarse la pata por la cara con gesto satisfecho.

El sonido de chapoteo y agua revuelta hizo que dos de los tres presentes se girasen a mirar hacia el borde del espigón, por donde asomó otra cabeza de pelo blanco y piel pálida y mirada enfurecida.

—¡No se te ocurra pensar que vas a robarle el alma, bruja!

Airin parpadeó un par de veces y se volvió a mirar al seire de ojos dorados con expresión atónita. Snake resopló.

—¿Y para que se supone que quiero yo eso?

—¡Para cambiarla por piernas y engañarlo para que te de su magia, obvio! —exclamó Suigetsu arrastrándose hasta interponerse entre ambos.

—Err…

—¡No me mires así!

—¿Como si fueras tonto? —La joven pelirroja rodó los ojos con una sonrisa traviesa.— A ver, desde luego tampoco eres ninguna raya precisamente.

El sonido de ofensa aspirado y agudo que dejó escapar el recién llegado le hizo saber que el dardo había dado en la diana.

—¿Pero tenéis magia? —preguntó Airin a Snake, ignorando por completo los farfulleos de Suigetsu.

—No.

—Ah. ¿Y tú?

—Tecnicismos, si me entiendes.

Suigetsu se acercó más aún, mirándola fijamente pero con más curiosidad que ira o miedo.

—Entonces, SÍ que eres una bruja bruja. —parecía igual de satisfecho que Anir cuando se salía impune con sus crímenes.

—En realidad eso es lo único cierto de todo tu cuento. Y tampoco me gusta el pescado, así que vete olvidando de que te coma.

Suigetsu se atragantó.




« Last Edit: September 29, 2023, 01:51:21 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

TERRIBLE TERRIBLE BRAINROTTTTTTT,
vengo a soltar esto rápidamente y me voy a vestir que tengo boda literal asjdggfñadsflhf
ale xiao vueloo~ :DD




No matter what I’m going my way
- [-] -




Ser la más joven del grupo no había entrado en los planes de Aerin. Nop, para nada. Supuestamente debía ser la bola de energía que mantenía a todo el mundo contento, pero no estaba en su naturaleza comportarse así.

—Venga, haz cosas de maknae. —le dijo Alex, dándole una patadita suave con su pie descalzado.

Aerin le quitó el calcetín y lo lanzó con fuerza, pero al no haberlo hecho una bola se cayó al suelo indignamente un poco más allá. Alex y Aerin se quedaron mirando unos segundos antes de que Alex se subiera las gafas y dejase a un lado el libro que estaba leyendo y Aerin saltó del sofá tan rápido que parecía haber usado un resorte.

—Niñas, no rompáis nada —dijo Yeorum sin tan siquiera dejar de mirar la uña que se estaba pintando—. Sobre todo vuestras cabezas.

—¡Ey! ¡Una de las que está corriendo es tu mujer! —dijo Mei indignada, con los brazos en alto, intentando que ninguna de sus dos compañeras de grupo le tirasen la taza de cereales.

—¿Ya empiezan tan pronto por la mañana? —preguntó Haru, bostezando y frotándose un ojo.

—No es pronto, es que os habéis levantado tarde —le contestó Niri, palmeando la cabeza de su mejor amiga antes de darle un beso en el pelo—. Que bonita eres.

—Tengo que serlo, soy idol. —le dijo Haru, haciendo una uve con dos dedos justo debajo de un ojo.

Alex atrapó a Aerin en un abrazo apretado y Aerin se revolvió entre sus brazos quejándose como un husky en la bañera, lo que hizo al resto de las chicas reír hasta que Yeorum ordenó paz, asegurándose de que todas sus hijas hubieran desayunado antes de empezar con sus compromisos del día.

Bueno, Aerin creía que no sabía cómo energizar al grupo, pero eso era mentira.



Las chicas estaban estirando después de una buena sesión de práctica, charlando animadamente aún después de la paliza que se habían metido.

—¿Y si vamos a tomar algo? Me muero de hambre. —propuso Niri, rodando por el suelo de la sala de práctica.

—Tú siempre tienes hambre. —le dijo Aerin, tirándose encima de ella e interrumpiendo su rodaje sin fin.

—Ay… mi croquetismo. Se acabó. —se quejó Niri con dramatismo, llevándose la mano a los ojos para mayor efecto.

Aerin le puso la nariz en la axila sin querer y se levantó de golpe, sacudiendo la cabeza.

—Hueles mal, así no vamos a ninguna parte.

—¡Ey!

Yeorum agarró a Aerin del brazo y le dio una patadita a Niri, urgiéndole a levantarse.

—Aerin tiene razón, nos damos una ducha antes de salir, que luego el manager se queja de que le apesta el coche, aunque no sea verdad.

—Pero manager-nim es un quejica… —empezó Aerin y Yeorum le dio un besito en la mejilla a lo que Aerin respondió haciendo caras, aunque no se apartó—. Ew.

—Y segundo…

—No sabía que había un primero. —dijo Niri estirándose en el suelo, Yeorum le picó el costado con el pie y Niri empezó a rodar por el suelo otra vez, alejándose—. Croquetaaaaa.

—¡Segundo! Mañana empezamos a grabar el programa ese de estar casados por un día, a las cuatro ya tenemos que estar despiertas.

—Pero si son casi las nueve… —recordó Aerin, dejando caer la cabeza.

Yeorum le apretó un poco el brazo.

—¡Exacto! A la cama pronto.

—Dios, qué cruz.

Y Aerin arrastró los pies hasta el vestuario y luego hasta el coche y luego hasta el apartamento, para el entretenimiento de sus compañeras de grupo.



A veces Aerin odiaba ser idol.

—Odio ser idol. —dijo en alto.

—No, odias levantarte pronto porque anoche perdimos la escalerita y ahora son las cinco de la mañana y nos están pintando para que después lleguemos al set y nos quieran repintar los estilistas del programa. —le corrigió Mei.

—Ah, no. ¡Eso sí que no! —contestó el chico que estaba maquillando a Mei—. Me voy con vosotras, no voy a tolerar eso.

—Lo mismo digo —se sumó la maquilladora de Aerin—. No me he despertado a las cuatro y venido corriendo después de un café para que destrocen mi obra de arte.

—¡Aerin, estarás contenta! Vuestro color de hoy es el verd- ¿qué pasa que estáis todos enfadados? —preguntó la chica que se ocupaba de elegirles la ropa— ¡Levantad el ánimo, que hoy las casan! ¡Es un buen día!

—Odio ser idol… —insistió Aerin sin casi mover los labios mientras seguían maquillándola, aunque levantó las cejas al ver lo que le iban a poner—. Pero me gusta el outfit.



—Haru, escóndeme. —dijo Aerin, agachándose tras ella.

Haru se puso de puntillas, incluso puso los brazos en jarras para ocupar más espacio.

—¿Has vuelto a enfadar a la lideresa? —preguntó Haru, buscándola con la mirada.

Aerin se rió entre dientes, recordando el día que había estado llamándola así todo el rato sólo para enfadarla. Le había dolido tener que emplear tanto una palabra errónea, pero había sido divertido.

—No… —susurró detrás de Haru, que pestañaeó confundida y con interés.

—¿Niri? —intentó de nuevo.

—No, de hecho me está ayudando también. ¿Ves dónde está?

Haru escaneó el set y la vio más adelante, hablando con un chico que estaba de espaldas a ellas dos.

—Sí, está hablando con mi alguien, pero no le reconozco. Aunque por la ropa que lleva diría que es otro idol. ¿Será guapo? —Haru giró la cara un poquito hacia Aerin, sin dejar de mirar a la espalda del chico—. Tal vez me casen con él.

Aerin rodó los ojos.

—Claro, que es guapo, es mi ex.

—Oh, definitivamente te van a casar con él. —dijo Haru y Aerin se puso recta y le dio un guantazo en el brazo—. ¡Ouh!

—¡No seas gafe!

Haru se frotó el brazo antes de empujar un poquito a Aerin como reprimenda, aunque al final acabaron por escabullirse hacia un costado, cerca de donde estaban sentadas las dos chicas mayores de su grupo.

—No, pero ahora en serio, de los que has visto por aquí con quien quieres que te casen por un día. Porque hay cada pretendiente… no sabría elegir. —preguntó Haru en voz baja, cuchicheando con Aerin.

Mei se había ido con la excusa de buscar a Niri, pero en realidad estaba socializando con las demás idols invitadas. Aerin la estaba viendo sonrojarse y ponerse el pelo detrás de la oreja mientras hablaba con una rapera que conocía de sus días de trainee.
Aerin señaló con la cabeza hacia esas dos.

—Alguien tiene un crush muy fuerte… Tal vez Mei prefiere que la casen con ella antes que con un chico.

Haru miró hacia su mejor amiga y levantó una ceja.

—Ah si, no eres la única con ex en este programa. ¡No me cambies el tema!

Aerin se rió un poco pero acabó por mirar hacia un ladito, donde a un chico con el pelo rojo brillante le estaban retocando el maquillaje.
Haru se llevó la mano a los labios y abrió mucho los ojos.

—¿Hayoon de Teen Mix? Aaah, tienes buen gusto.

Y es que la mitad de la industria tenía un crush en él.

—Aaah, quien sea su esposa hoy va a tener un muy buen día. —continuó Haru.

—¿De quién habláis? —preguntó Niri, apareciendo de repente y levantando un pulgar hacia Aerin—. Ya me he deshecho de Minjae, que pesao que es, no me soltaba nunca.

Aerin notó un pinchacito en el corazón, pero no dijo nada.

—No paraba de hablar de tí. —añadió Niri y Aerin miró al horizonte como si no le afectara, aunque se sintió contenta por un momento.

—Hablábamos de con quién queremos que nos casen hoy.

Niri las abrazó a ambas y después de llorar porque no iban a casarla con ninguna de las dos dijo que en realidad no le importaba con quien la casasen mientras no fuera con Minjae.

—Definitivamente te van a casar con él. —dijo Haru y se ganó dos guantazos, uno en cada brazo, de parte de sus compañeras.

—¡No nos pueden casar a las dos con él! —gritó Aerin.



—Definitivamente odio ser idol. —murmuró Aerin entre dientes mientras miraba el papel que tenía delante.

Y es que hacía unos minutos habían casado a Niri con su ex y ahora a ella le tocaba irse a una habitación de la mano de ni más ni menos que Hayoon de Teen Mix, aguantando las miradas de celos de la mayoría de las chicas y algún que otro chico. Y lo peor de todo, los hoyitos de Hayoon de cerca. Los quería tocar.

—¿Quieres decir algo antes de entrar en la habitación? —le preguntó uno de los asistentes del programa, sosteniendo una cámara.

—¿Socorro? —preguntó Aerin y Hayoon se puso a reír antes de asegurar que la iba a cuidar muy bien.

Bueno, al menos el programa iba a tener un buen episodio viendo a Aerin ser torpe alrededor de su crush. Estupendo.






~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Ava-qué? Títulos, qué son títulos? TvT




Oceanide
- [  I I  ] -

   



—¿Quieres más?

—¡Hmm! —Snake asintió con las mejillas llenas.

Airin le ofreció el resto de la bolsa de palomitas.

—Acábatelas que yo no quiero más, me llenan en seguida.

El seire abrió mucho los ojos y agarró el paquete con las dos manos y una sonrisa pequeñita pero encantadora, y procedió a meterse otro puñado de palomitas hasta hacer que sus mofletes se hinchasen como los de un hámster. La chica se llevó una mano a la boca para tapar el ruidito de adorabilidad que amenazaba con escaparse.

Si alguien le hubiera dicho hace varios meses que iba a llegar a tener amigos de especies subacuáticas, Airin habría buscado (y encontrado) la forma de rodar los ojos hasta el borde del universo y recordado que uno: ella no era una princesa de dibujo animado, y dos: lamer ranas en busca de efectos alucinógenos era un pasatiempo realmente peligroso. Aunque quizás tendría que haber especificado mejor; un amigo, y un incordio perpetuo. Eso ya parecía más parte del proceso habitual.
Miró de reojo al gato peluchoso que rodaba al sol sobre la madera caliente del muelle. A veces hasta era un pack dos en uno.

Una salpicadura mojó sus piernas cruzadas y le empapó los calcetines. Ah, hablando de incordios.

—¿No hay comida para mí? —el recién llegado abrió mucho la boca dejando ver un montón de dientes inhumanamente afilados.

Snake agitó la cabeza de forma negativa mientras se apartaba hacia atrás para intentar acabarse todas las palomitas de maíz sin verse obligado a compartir.  Suigetsu le dio un manotazo en la cola y el otro seire replicó con un coletazo en la cara de éste sin soltar su preciada merienda. Airin estiró las piernas en medio de ambos e interrumpió la pelea antes de que escalase, sabía como acababa el programa y no quería terminar en el agua ella también.

—¿No que eras un gran depredador del mar abierto? —dijo la chica tocándole con un calcetín mojado.— No sabía yo que los tiburones comían palomitas de maíz.

—Los tiburones comemos todo lo que podamos digerir, —refunfuñó Suigetsu sobándose la mandíbula con una mano y agarrándola del pie con la otra.

—Ah…. ¿Brócoli? —aventuró Airin escurriendo el pie con una risa y dejándole el calcetín mojado en la mano.

—¡Eso no, qué asco! —el seire hizo gesto de repugnancia y hasta sacó la lengua para dejar claro su punto de vista, pegándole con la prenda como castigo a tal ofensa.— ¿Quién en su sano juicio comería árboles en miniatura?

—Eh, yo no, me dan cosita.

Humana e inhumano se giraron a observar al otro seire con cara de prejuicio. Snake se encogió de hombros.

—Yo no soy un tiburón. Y asados con salsa están buenos. Son… interesantes.

La cara de Suigetsu dejaba patente su opinión al respecto del asunto. Por su salud mental decidió seguir ignorando los gustos más que cuestionables de su amigo y centrarse seriamente en sus deberes como incordio.

—¿Qué, cuántas almas has robado esta semana? —preguntó con una sonrisa puntiaguda aupándose hasta el muelle y recostándose como si fuera una chica francesa de esas que en otros siglos pintaban en cuadros.

Hasta el borde del universo iba a rodar los ojos Airin, y ya que estaban podían arrastrar con ellos al merluzo ese también.

—Cuántas veces te tengo que decir que no robo almas, que a mí no me sirven de nada… Qué pesado eres de verdad. Ochenta kilos de rodaballo.

Snake se atragantó con las palomitas.

¿¡CÓMO QUE RODABALLO?! —Suigetsu rodó y se agitó indignado, sacudiéndose hasta poder encararse apropiadamente con la chica— ¡Con lo feos que son los cabrones! ¡Tú no has visto un bicho de esos en la vida!

—Cada vez que voy al mercado, en la pescatería, con hielo y perejil, —dijo Airin sonriendo con cara de revancha satisfactoria.

Suigetsu boqueó lleno de dientes brillantes como el terror acuático que era y manoteó contra Snake sin conseguir que el otro seire dejase de toser y reírse entre migas de palomitas. Se arrastró hasta la muchacha que se doblaba en carcajadas y la agarró de la muñeca para que no escapase.

—¡Tócame la cola! —exclamó lleno de indignación estirando del brazo de la chica hacia sus propias escamas mojadas,— ¡TÓCAMELA!

El ruido que hizo Airin bien podría haberlo hecho una tetera hirviendo al fuego; a ella también se le escapó el aire de golpe. Su risa aumentó en tono y volumen de forma incontrolable y culebreó sin éxito como una anguila intentando escurrirse de un depredador.

—¡Pero no seas indecente! —consiguió decir la chica entre lágrimas e hipídos de risa— ¿Cómo me dices esas cosas así sin más, aquí mismo?

Snake dejó escapar una especie de trino agudo que sonó burbujeante y rodó por el borde del muelle dejándose caer al agua con palomitas y todo, presa de un histórico ataque de risa.

Suigetsu miró de donde había caído uno, a otra, y se puso como una gamba primero blanco y luego rojo. Para su vergüenza las burbujas y las palomitas no dejaban de brotar desde el agua junto a ellos.

—¡No no no no! !NO! —gritó zarandeando el brazo de Airin sin que esta pudiera dejar de reír y llorar,— ¡ESO NO! !ASÍ NO!





« Last Edit: September 29, 2023, 01:54:19 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Yo pensaba que tenía avatares para todos PERO NO. Porque los maleantes son de Neko. orz tbh yo tambien soy presa del odio algunos días, EN FINS




Don't call my name
- [  It's Trouble  ] -

 



—¡Es la décima vez que me invocan ya ésta semana y estamos a miércoles! ¡¡A miércoles!! —rugió la figura que entró dando un portazo.

Afrodita se apartó un mechón de cabello celeste de la cara con un gesto encantador, arrugando la nariz en una expresión adorable y ladeando la cabeza tentadoramente.

—Como vuelvas a desencajarme la puerta del quicio te voy a dar una patada en el culo que te va a hacer cruzar más planos que a un arquitecto. —su voz sensual y aterciopelada contrastaba notoriamente con la hostilidad de sus palabras.

Kanon movió una mano desestimando la amenaza y se dejó caer con pesadez sobre el sofá de su amigo.

—¿Puedes cerrar esa cortina? Me está dando el sol —balanceó un pie por encima del reposabrazos del mueble mientras se removía en su asiento de modo cómico, hasta que una forma larga, oscura y sinuosa se escurrió de entre su trasero y los cojines.

—¿Y? El sol con moderación es sano, vitamina D.

—Soy un demonio de sombras, —recordó Kanon rascándose perezosamente el rabo de apariencia serpentina.

—¿Y? —volvió a preguntar Afrodita con un desdeño cautivador, como todo lo que le concernía.— No eres fotofóbico que yo sepa.

—Que me adormece, y estoy indignado y quiero disfrutar de mi enfado. —Se giró a mirarle con sus pupilas verticales casi completamente contraídas. El verde de sus ojos era muy brillante a la luz del sol.

—Eres un puñetero gato, —rió Afrodita corriendo la cortina lo justo para dejar su sofá en la sombra. Tenía una risa clara y tintineante, exquisita como el sonido de campanillas; pero por naturaleza los íncubos eran una delicia para los sentidos en todas sus expresiones.

—Mmhmm, a veces. —Kanon suspiró un poco aliviado cuando la luz dejó de darle de forma directa. En verdad estaba indignado y no quería perder la oportunidad de despotricar a placer.— Diez veces ya, maldita sea. Y hoy dos antes del almuerzo, ¿estamos locos?

Afrodita asintió mientras regaba con ojo crítico una de sus macetas, volviendo a su sesión de jardinería repentinamente interrumpida. Era la ventaja de no estar atado a hechizos de sumoneo, él mismo decidía cuándo, cómo y a quién aparecerse, y qué hacer con ellos. Por supuesto las líneas de su especie eran mucho más simples y difusas de lo que los humanos se habían empeñado en creer durante siglos; íncubos, súcubos, en realidad eran todos lo mismo, solo que cada quién elegía libremente cómo presentarse ante el mundo y disfrutar de sus preferencias. Pero las criaturitas mortales eran condenadamente tercas en sus costumbres, y pobre del que osase llevarles la contraria.

—Lo del lunes lo comprendo, porque es lunes, y todos estamos llenos de odio, —Kanon proseguía con su letanía de quejas,— ¿pero el martes? ¿Cómo leches explicas cinco invocaciones un martes?

Afrodita se llevó un dedo a los labios posándolo rítmicamente contra ellos un par de veces, y se encogió de hombros.

—¿El rencor sobrante del lunes? —conjeturó.

—¡Y además estúpidas! —el demonio agitó brazos, piernas y cola airadamente desde el sofá.— No “deshazte de mis enemigos y a cambio tendrás mi alma” o “cumple todas mis oscuras intenciones e intentaré escapar en vano porque solo un idiota o un desesperado hace un pacto con un demonio”. ¡No! ¡Ya no hay nada interesante!

El íncubo resopló por la nariz divertido, retirando las hojas muertas de su rosal.

—Son todo estúpidas estupideces. “Mata a mi suegra” Ok, bueno, ese es lógico, pero “ráyale el coche al vecino sin que sepa que he sido yo”, “quiero follarme a la mujer del jefe”, “hazme rico”. ¡Hazme rico! ¿Qué pasa, que tengo cara de ser el Banco Mundial? ¡Hhhghssgsrrghh! —Kanon dejó crecer sus uñas hasta convertirlas en garras y mostró sus colmillos afilados en una mueca de enfado.

—Encanto, comprendo que estés cabreado, pero no me arañes el sofá, —recriminó Afrodita.— Además cuando haces eso pareces un gato intentando escupir una bola de pelo, es muy poco atractivo.

Kanon gruñó un poco más, mirando a su amigo con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados.

—Disculpa, —dijo por fin, desinflándose blandamente como un gran felino peludo.

—Disculpado, —contestó alegremente el íncubo.— Debe ser por Samhain, que les altera. Cuanto más se acerca la noche de ánimas más se descontrolan. ¿Estás mejor ahora?

El demonio respondió con un ruido indeterminado, habiéndose fijado en el plato rebosante de galletas que presidía el centro de la mesa de café, olisqueando con atención.

—¿Y esto? —preguntó estirándose a coger una y saboreándola con gusto tras el primer mordisco. Agarró otra galleta con un brillo avaricioso en sus ojos verdes.

—Oh, de la zorra de la esquina.

Kanon parpadeó confuso durante unos momentos, con las migas del dulce esparcidas sobre la pechera de su camisa.

—La zorra de la esquina, —repitió.

—¿La cafetería a la vuelta de la manzana? ¿La chica con la cola de zorro? —comentó Afrodita,— Creo que no te he llevado nunca, tendremos que ir. Hacen unos postres riquísimos.

—Aaahh, entiendo, —Kanon se relamió los labios con una lengua inhumanamente larga y azul, encajando las piezas mentales del puzzle.— ¿Estás liado con ella ahora? ¿No andabas con el ninfo, silfo, lo-que-sea ese de las manzanas?

Afrodita se llevó una mano delicadamente al pecho, donde su camisa se abría de forma sugerente para descubrir el hueco en la base de sus atractivas clavículas.

—Obviamente no entiendes nada, querido. —dijo con condescendencia divertida.— Yo soy un ser libre y retozo con quien quiero, cuando quiero.

—Osea, que estáis a ratos. —Kanon descifró cogiendo otra galleta más.— Mmm, están buenas.

—Bueno, ya estará bien de que te robes mis ofrendas. —resopló el íncubo apartando el plato de las zarpas literales del demonio.— ¿No tienes más almas que consumir por hoy?

El demonio dejó escapar un suspiro cargado de hastío.

—Al paso que vamos reventaré de empacho antes del domingo, creo que no es mala idea ponerme a dieta. —rodó los ojos y se levantó del sofá de su amigo, estirándose como un gato y haciendo crujir su columna vertebral de una forma ominosa y perturbadoramente fascinante.

Afrodita lo observaba con los ojos muy abiertos y una expresión encantadoramente solemne, que si uno se fijaba bien, hacía esfuerzos por no traicionar una sonrisa que en realidad tiraba a cabrona.

—Kanon, —llamó.

—¿Qué?

—Está volviendo a pasar. —contestó el íncubo señalándolo a todo él con un gesto suave.

—¿Qué? —el demonio miró hacia la parte inferior de su cuerpo, donde efectivamente un brillo rojizo y chispeante delataba la formación de un círculo de invocación sobrenatural.— ¡No! ¡Otra vez hoy NO!

—Al menos ya has almorzado, —dijo Afrodita con sorna.

—¡NOOOOOOOOOooooooooo! —El bramido cargado de frustración de Kanon desapareció con el hechizo que lo arrastró una vez más de vuelta al plano mortal, migas y todo.

El íncubo meneó la cabeza agitando su cabello azulado de una forma que encendía las pasiones de hombres y mujeres, y siguió atendiendo a sus plantas.






« Last Edit: September 29, 2023, 02:50:10 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Yo pensaba que tenía avatares para todos PERO NO.
Acabo antes si me auto-cito *sighhhh* Y sigo sin tenerlos, pero no voy a hablar de cuántos meses me cuesta acabar estas cosas porque tengo dos neuronas y a una se la lleva el aire lol.




Don't call my name (II)
- [  It's Trouble  ] -

 



—¡Ya estoy harto malditos sean todos los planos! ¡Ahora verás, miserable humano! ¡Estúpido mortal indig-...y a tí se puede saber qué demonios te pasa? —sin haber dado dos pasos fuera del portal mágico Kanon ya tenía al pobre desdichado agarrado por el cuello de la camisa y con los pies en el aire. Lo que le sorprendió fue encontrárselo ya lloroso y magullado antes de que hubiera llegado a ponerle la mano encima.

Bajó al hombre de vuelta al suelo, casi con cuidado de no estropearlo más. Antes de tiempo al menos. Echó una ojeada al lugar, esperando un dormitorio lúgubre y aburrido, o un ático polvoriento lleno de trastos, como era lo habitual últimamente. Pero parecía encontrarse en una biblioteca. Las paredes estaban ciertamente repletas de estanterías plagadas de libros. Reconocía algunas ediciones de valor incalculable, y otros tantos presuntamente esotéricos que no habrían servido ni como lectura de baño. O papel higiénico.
Pero eso que brillaba metálico a la luz de las velas era una puerta acorazada. Vaya vaya, a lo mejor hasta podría ser medianamente interesante. Balanceando la cola de lado a lado volvió a poner toda su atención en el humano, que lo observaba intentando recuperar el aire.

—P-por favor… —además de unos ojos de un fascinante tono malva que no hubiera pensado que se daba entre los mortales, el hombre parecía ser consciente de con quién estaba tratando, y eso le complació.— Por favor, ayúdame.

—¿Y por qué debería? —Kanon empezó a pasear en torno a su presa, rondándolo de manera obvia, acariciando uno de aquellos rizos esponjosos con una uña afilada que hizo que el humano tragase saliva.— Me has sacado de mi descanso, para arrastrarme aquí.

Quizás estaba echándole más drama del necesario al asunto, pero era una forma como cualquier otra de juzgar si era un trabajo que mereciese la pena. Una cosa era que no pudiese evitar ser invocado si lo hacían correctamente, y otra que el hechizo le atase a algo en contra de su voluntad. Estaría bueno.

—¡Por favor, por favor, te lo suplico! —para sorpresa de Kanon, el hombre… no, el muchacho, cayó de rodillas en tierra, estirando una mano hacia él, pero sin atreverse a tocarlo.— Sácame de aquí, sácame antes de que sea demasiado tarde.

Kanon frunció el ceño. ¿Qué llevaría a un joven apuesto como aquel a pedir auxilio a un ser sobrenatural? Un demonio de sombras nada menos. El humano interpretó su gesto como una negativa, y se mordió el puño de una manga sucia y desastrada en un intento por silenciar sus lágrimas.

—¿Qué me ofreces a cambio? —era en esa parte en la que si les daba suficiente cuerda, Kanon tenía más que comprobado que se acababan ahorcando ellos solitos.

—N-no tengo nada. Sólo a mí mismo. ¿Mi alma, si la quieres? Lo que pueda darte, lo que sea, te lo daré. —el muchacho se sorbió los mocos con vehemencia desesperanzada. Kanon entrecerró los ojos, observándolo a la luz de las velas, mientras el joven miraba con aprensión hacia la puerta acorazada de la estancia, y luego de vuelta a él.— Te lo imploro, no dejes que me lleven con ellos.

Aquello bastó para decidirlo.

—¿Tu nombre? —inquirió agarrándole de la barbilla y levantando su rostro para verle la cara. Aquellos ojos malva se abrieron de par en par.

—¡Sorrento! —Kanon palmeó su cabeza como haría uno con un niño pequeño o una mascota obediente.

—Pues bien, Sorrento, —dijo agarrando su mano y ayudándole a levantarse del suelo,— ahora vas a hacer lo que yo te diga. Agarra una de esas velas, y quédate en el rincón más alejado de la puerta. Y estate muy quieto.
El muchacho obedeció sin rechistar, y Kanon procedió a frotar la suela de su bota sobre el dibujo del suelo mediante el que había sido invocado, deshaciendo la tiza y emborronando el hechizo más allá del reconocimiento. Apagó  el resto de las luces con un gesto descuidado de muñeca, dejando la estancia en penumbra casi completa, y sonrió con muchos dientes brillantes y afilados.

—Es hora de jugar con los niños grandes~ —canturreó. La forma en que su voz reverberó por las paredes, viniendo de todas partes y ninguna al mismo tiempo erizó el vello de Sorrento, que tragó saliva tembloroso.

La puerta empezó a abrirse poco a poco, ominosa, y el sonido de la agitación exterior se derramó dentro. Cualquiera con un mínimo de sentido común habría notado el ambiente enrarecido y se lo habría pensado dos veces antes de meterse en un sitio así, pero Kanon contaba con que no iban a ser seres del todo… racionales, los que iban a entretenerle en pocos segundos.
Y probando estar en lo correcto, la algarabía de voces discordantes no tardó en asomarse a la cámara.

—¡Aquí está! ¡Vamos, no dejéis que vuelva a escapar!

—¿A dónde creías que ibas, chiquillo estúpido? —Un par de hombres portando antorchas y encapuchados con túnicas largas se adentraron entre las estanterías. Kanon, oculto a su vista, se relamió los labios.

—¡No estropeéis a mi niño! —recriminó una voz de mujer con aire santimonioso.— Si el sacrificio no está en buenas condiciones el dios no descenderá.

De repente una de las figuras que se asomaban en el quicio de la puerta dejó salir un ruido sofocado, húmedo y gorgoteante, y pareció consumirse sobre sí misma, deshaciéndose en volutas de humo oscuro que dejaron caer las ropas al suelo en un gurruño descuidado. Kanon se dejó entrever sin tomar cuerpo del todo sólido, lamiéndose la sangre espesa que goteaba de sus dedos con aquella lengua larga y azul, de todo menos humana.
Aquello atrajo la atención de los incautos de forma efectiva. Empezaron los gritos y el miedo. Y aunque el banquete fuese de una calidad discutible, el espectáculo de caos y tumulto no fallaba en ponerle de buen humor.

Sorrento no alcanzó a ver cómo el demonio que había invocado acababa con los miembros de la secta a la que pertenecía su madre, estaba muy oscuro para su vista. Pero no apartó los ojos cuando a la luz de la única vela que él portaba. Kanon desgarró la garganta de la mujer y sorbió su alma con una sonrisa amplia, demasiado amplia, mientras su cuerpo se agitaba en convulsiones, hasta finalmente desaparecer. Después se giró hacia el muchacho, limpiándose los labios y la barbilla meticulosamente con los restos de la túnica, y lo que vio le llenó de satisfacción.

—¿Ahora me toca a mí? —preguntó ya sin atisbo de miedo, con resignación.

Kanon resopló por la nariz, divertido, y levantando un dedo elegante le indicó que se acercase a él. Y Sorrento se acercó. El demonio puso el libro de conjuros en sus manos, y sopló la vela, dejándolos completamente a oscuras. Llevó una mano con uñas largas pero ya no garras hasta su nuca, enredando los dedos entre sus rizos, y lo atrajo hacia él.
El muchacho notó el aliento húmedo y cálido contra su boca, y por reflejo entreabrió los labios.

—Si necesitas algo de mí, dentro de límites razonables, ya sabes cómo encontrarme. —los dientes afilados de Kanon mordisquearon el labio inferior del joven, que gimió sintiendo la lujuria apoderarse de él.

El demonio lo besó entonces, rudo, forzoso, con lengua, mucha lengua, y mordiscos propietarios marcando su nuevo territorio, invadiendo su sangre con una ola caliente y libidinosa que se extendió por todo su ser, arrasando cualquier rastro de coherencia en su mente.

—Y si simplemente quieres hablar, —aquella lengua azul lamió el rastro de saliva que manchaba las comisuras de sus labios, con la misma expresión  traviesa y juguetona que danzaba por el rostro de Kanon,— llámame, suelo tener los viernes libres.

Y con un guiño y un beso al aire, desapareció en un remolino de sombras extrañamente chispeantes.
Y Sorrento se quedó ahí, terriblemente confuso ante su destino y con una erección de lo más incómoda, pero apretando el libro de hechizos contra su pecho.


.


« Last Edit: September 29, 2023, 02:49:32 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Aporte de Jalowín, (que lleva una semana esperando y casi se me olvida subir :_D) Casa Encantada Tercer Capítulo.
Literalmente en mi doc se llama (Fëanorian Haunted House AU) xDDD
Las dos partes anteriores enlazadas aquí .




Deep down my Soul 
- [Hearts Awakened, Live Alive] -

   



El ruido de un motor potente por el camino de grava hizo que Airin levantase la cabeza de las tejas que estaba arreglando;  el claxon que sonó rítmicamente siete veces hizo que soltase todo con prisas y estuviera a punto de caerse al vacío hacia atrás desde el tejado.

—¡IIIhhhh jod-!! —una corriente repentina de aire frío la empujó contra el saliente de una de las ventanas y se agarró al postigo como una ardilla.

—¡Que se mata!

Oscuridad, qué susto me ha dado. —maldijo el espectro que se había puesto en medio.

—¿Pero está bien?

—Ok, ok, estoy entera, estoy entera, —murmuró la chica como si estuviera respondiendo a su pregunta. Por algún extraño motivo hacía eso con frecuencia.

Agarró la escalera que se apoyaba contra la cornisa con el pulso todavía errático, pero en cuanto vio quién se asomaba por la verja de hierro se dejó deslizar hasta abajo como si fuera un tobogán y se soltó las cuerdas de seguridad a trompicones, echando a correr hacia las puertas.

—¿Está mi princesa en este castillo? —sonrió un joven moreno y de cabello tirando a largo y despeinado.

—¡Noooct! —Airin abrió la verja y se le colgó del cuello de un abrazo, a lo que el chico respondió dándole vueltas en el aire entre risas.

Todos los fantasmas que se habían ido congregando poco a poco en torno a la entrada observaban en silencio, mirando de reojo de vez en cuando al más alto de ellos.

Cuando por fin la dejó en el suelo Airin le pegó en el hombro señalando hacia el tejado con la mano libre.

—Que sepas maleante, que casi me matas de un susto. Eres una amenaza Noctis Lucis Caelum.

—¿Lucis Caelum? No me lo puedo creer ¿Es literalmente su nombre?

—Shhh!

El joven se puso más pálido de lo que ya era, y le agarró la cara con las dos manos.

—¿Pero estás bien? —Varios de los espectros asintieron con aprobación, el chaval parecía decente pese a todo.

—No te preocupes, solo ha sido el susto, —Airin le quitó importancia.— Además sé que tú nunca me dejarías colgada.

—Eres. Horrible. —Noctis la empujó con cara de asco, y aunque la chica se echó a reír varias de las figuras transparentes se agruparon entre ellas con preocupación.

—¿Nelyo?

El aludido negó con suavidad flotando con un aire de nostalgia.

—Finno y yo también bromeábamos así de vez en cuando.

—Noct de verdad, no es para tanto, fue un accidente tonto y ya no me dan tanto miedo las alturas. —la chica le estiró de un mechón suelto.

—Yo que venía a rescatar a una princesa encerrada en la torre y resulta que te habían encerrado pero por amenaza. ¿Qué demonios haces colgándote de los tejados? —dijo él rodando los ojos enfurruñado y analizando la casa con gesto crítico.— Dice Prom que tu herencia viene con fantasmas.

—No todos tenemos dinero como para contratar un equipo profesional. —Airin se encogió de hombros.— Claro que viene con fantasmas, ¿si no de qué me iba nadie a dar una casa en propiedad? Algo turbio tenía que tener.

El joven dejó de sacar las bolsas de supermercado del coche para mirarla muy serio.

—¿Pero son tus antepasados?

—Si. —la chica asintió con sencillez, y sacó el móvil del bolsillo dándoselo con la carpeta abierta.— Antes de que digas nada, mira las fotos que hice a las pinturas.

—¡Ooss- curidad! —exclamó Noctis llevándose una mano a la boca.

—¡Ese lenguaje! —Amonestó el último aparecido.

—Como si tú pudieras hablar, Curvo.

—¿Qué? —comentó Airin abriendo una caja de palitos cubiertos de chocolate y metiéndose tres en la boca.

—Qué fuerte. Que podríais pasar por hermanos. Este de aquí casi tiene tu cara. O tú su cara, lo que sea. ¿Cuántos siglos lleva tu familia fotocopiándose?

Airin hizo ademán de darle una patada, pero se contuvo y en vez de eso le empujó con el hombro.

—Mira, Centésimo Décimo Cuarto Heredero de la Sangre de Lucis, no te pego porque eres mi primo.

—¿SU PRIMO?

—Nienna dame paciencia, no otra vez.

—Y cuanto más primo más me arrimo. —sin embargo la sorna del muchacho hizo reír a unos cuantos de los espíritus.— ¿Aunque sea político y de segunda mano?

—Qué le vamos a hacer, eres idiota pero te quiero. —Airin se encogió de hombros.

—Le dices lo mismo a Prom. —comentó Noctis mordisqueando él también un palito de chocolate.

—Se aplica el mismo principio. Estoy rodeada de idiotas, una vez lo tuve asumido las cosas empezaron a rodar solas. Será tu mejor amigo, el amor de tu vida y tu futuro marido cuando le eches huevos, pero es que estáis al mismo nivel de idiota.

El chico se atragantó y los fantasmas se agitaron con tanto revuelo que una corriente de aire frío hizo arremolinarse un puñado de hojas junto a ellos.

—¡Airin! —tosió Noctis acalorado.

—¿Era un secreto? —preguntó la chica momentáneamente confundida.

—¡Moryo!

—¿Qué tengo yo que ver en eso?!

El moreno sólo escupió migas y se tapó la cara con las manos agachándose de espaldas a ella.

—Noct, Noctis corazón, —Airin se agachó a su lado agarrando sus manos y apartándoselas para poder mirarle la cara,— mi príncipe, mi caballero de brillante armadura, única persona normal de mi último curso, te juro por lo que quieras que no iré diciéndolo por ahí ni te haré bromas si hay más gente y te avergüenza. Pero yo pensaba que ya estabais juntos.

—¡SIN JURAMENTOS MALDITA SEA! —se irguió el más antiguo de los espectro como un vendaval

¡PADRE YA BASTA! —el más alto se enfrentó directamente a él con un crujido humeante en el aire.

El fogonazo brillante de algo que parecía una bengala prendiendo de imprevisto lo envolvió todo por un segundo, en el que Noctis cogió a la chica entre sus brazos y rodó hasta detrás del coche, apartándolos del estallido.

—¿Qué demonios ha sido eso…?

—No. No. —sentenció Airin apartándose el pelo de la cara en el silencio súbito, con una mirada de furia que amedrentó e hizo retroceder a aquellos a los que ni siquiera podía ver. Se levantó y caminó despacio de vuelta a la verja de hierro señalando hacia dentro de la casa como si fuera una figura de fuego divino que había alcanzado el límite de su paciencia con ese juicio.— Me cago en mis muertos frescos y viejos, aquí se han acabado las tonterías. Es MI casa, y es MI herencia, y haré y diré LO QUE ME DÉ LA GANA, CON QUIÉN ME DÉ LA GANA Y SI NO OS GUSTA ME DA IGUAL Y SI NO VAIS A RESPETARLO ENCONTRARÉ LA FORMA DE METEROS PARA SIEMPRE JAMÁS EN EL SÓTANO Y PERDER LA LLAVE HASTA QUE SE ACABE EL MUNDO, ¿ME HABÉIS OÍDO, PAJARRACOS DE MAL AGÜERO?

Sus palabras resonaron por el jardín llegando lejanas pero claras hasta dentro del edificio, donde ocho figuras semitransparentes se agolpaban en un rincón sin decir nada pero con distintos grados de la misma expresión desorbitada.


La joven resopló, repentinamente cansada, y se apoyó contra la puerta cerrando los ojos.

Noctis se dejó caer sobre el capó del coche con esfuerzo y miró con lástima los palitos de chocolate esparcidos por el suelo.

—Venga ya. Heredas una casa encantada y asustas tú a los fantasmas.

—De casta le viene al galgo, y tal. —murmuró Airin sin energía.

—Pff, casi me dan pena de la que se les viene encima, pero algo habrán hecho. ¿Les das tiempo a que se escondan y te invito al burger?

—Porfa, sí. —La chica se dejó abrazar y llevar hasta el coche, mientras el más alto de los espectros observaba a través de una ventana.



—Cuervos de Mandos, después de todo. —el espíritu meneó la cabeza mirando las bolsas de compra abandonadas junto a la verja de hierro con una sonrisa agridulce.

—Lo siento tanto, Nelyo… —murmuró el otro a su lado.

—Deberías probar a demostrarlo padre. Todo es distinto ahora, el mundo no funciona igual.

—¿Tú la has visto?

—Ha pasado demasiado tiempo para que sigan existiendo Palabras de Poder. Aunque es obvio que es de nuestra sangre, de alguna forma.

—Nelyo, ¿tú..?

—No. Nunca de sangre.

—Hm, ¿Entonces quién?

—Tienes cinco hijos para elegir, y puede que hasta un nieto.

¿Tyëlpe? ¿Tú crees que fuese suya?

El espectro se encogió de hombros con un parpadeo de luz, observando cómo las hojas caían de los árboles arrastradas por la brisa.

—Solo Vairë podría decirlo, si es que aún existe.





tbc

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

¿Yo teniendo iconos ya hechos? No me reconozco xD
Este es el mes en el que Milo BRILLA. Es la estrella de todos los memes lol.




Baby, the Stars Shine Bright
- [-] -

 



Milo llevaba la cuenta de los compases de la música en su cabeza, midiendo el tiempo para voltearse con el ritmo adecuado en el momento preciso y hacer que sus cabellos rizados ondeasen suaves pero seductores al viento proporcionado por un par de ventiladores estratégicamente colocados algo más atrás que las cámaras.
La luz de los focos le deslumbró y entrecerró un poco los ojos sin querer, pero no llegó a fruncir el ceño ni cambiar el gesto.

—¡Así así! —oyó exclamar al director, y de repente. — ¡No no no, corten! ¡CORTEN! ¡La luz está mal, es fría, DEMASIADO fría!

Milo, que estaba a dos pasos de ser considerado un bocado de freidora embadurnado de aceite y brillando asfixiado pero hermoso bajo la potencia de los focos, tenía una opinión muy distinta al respecto de la temperatura.

—Señor dame paciencia, —murmuró entre dientes intentando sacarse de la boca un pelo pegado a los labios.— Ugh.

—No te preocupes Milo, la culpa es de estos ineptos que me han endosado en iluminación, —el director de rodaje se le acercó con un rollo de papeles bajo el brazo y afortunadamente no intentó tocarle porque se habría quedado pegado,— tú lo estás haciendo estupendamente, te esfuerzas y además tienes un talento claramente innato.

—Ay gracias, se intenta. —dijo Milo haciendo un ademán blandito con la mano al cual el director sonrió complacido.

No sabía qué clase de talento había que tener para poner cara de idiota intensito en tres cuartos frente a la cámara, más allá de ser razonablemente guapo y dejarse vestir, peinar y maquillar hasta la incomodidad. Igual era el trato con la gente, pero la verdad es que todos en el equipo de grabación habían sido bastante agradables.



Desde que Milo se había mudado a la ciudad su carrera parecía haber despegado con el infinito como horizonte. Tenía que reconocer que Luken había estado en lo cierto, aunque aún no sabía como sentirse al respecto del cambio. Tampoco es que tuviera mucho tiempo libre como para detenerse a sentir conscientemente, sus días se medían en jornadas de trabajo de doce horas mínimas y el trajín constante de idas y venidas entre estudios, decorados, exteriores y salas de peluquería y maquillaje. Los días afortunados podía escamotear una siesta a escondidas bajo la capucha y con los auriculares puestos.

—Ahora eres una estrella cariño, —había dicho Luken esparciendo polvo iluminador dorado por sus clavículas desnudas,— te acostumbrarás.

—Yo no estoy tan seguro. No pretendía que todo fuera tan… —Milo había señalado vagamente a su alrededor con ambas manos en un gesto de impotencia, haciendo reír a su novio.

—Eso es porque estás en plena subida meteórica, en cuanto la histeria se tranquilice y tu sitio se asiente todo será más tranquilo. Además eres un encanto, todos van a querer cuidar bien de ti.

Milo no había contestado más a eso porque el jefe de edición había considerado su maquillaje suficientemente deslumbrante y lo habían encaminado de vuelta al set. Sí que era cierto que todos solían ser amables con él.



Desde la terraza del ático de Luken se podían ver las luces del centro económico de la ciudad, emitiendo un resplandor que hacía que el azul oscuro del cielo nocturno se destiñese en tonos cobres y rosados al otro lado de la bahía. Milo exhaló, apoyado contra la barandilla, y observó el vaho de su aliento desvanecerse en el aire.

—¿Qué haces ahí fuera? Te vas a enfriar. 

—Dice el que va descalzo.

Luken se encogió de hombros sin darle importancia a la temperatura de las baldosas; tenía los pies hechos polvo, el frío en las plantas le resultaba aliviante. Pero igualmente abrazó al otro cuando éste escondió la cara contra su cuello.

—¿Qué haces mañana?

—Nada. —murmuró Milo con satisfacción.— Y tú tampoco, lo he mirado en tu agenda.

—Hmm, ¿y si nos vamos esta semana a tu pueblo?

—¿Eh? —Milo levantó la cabeza para mirar a Luken con gesto confuso.— ¿Y eso? ¿No decías que se te quedaba pequeño?

—Y sigue igual, pero como vacaciones no estaría mal.

—Desconectar un rato…

—Es lo que tiene la falta de cobertura, —refunfuñó el mayor con una media sonrisa. La brillante estampa multicolor del panorama urbano reflejada en los ojos de Milo era hermosa, pero Luken aún tenía el recuerdo de su figura recortada contra el cielo estrellado de la campiña.— Además, aquí no se ven las estrellas.

—¿No soy suficiente estrella para tí? —bromeó Milo mordiendo su hombro suavemente.

—Eres la constelación entera, cariño, una súper estrella. Brillas tanto que apagas mi propio resplandor, y no puedo tolerar eso. —respondió Luken pellizcándole en el costado al mismo tiempo que rodaba los ojos.

—No no, no podemos tolerar eso, de ninguna manera. —rió Milo. —¡Más glow!

—Ugh, eres lo peor, —protestó su novio dirigiéndole una mirada altiva por encima de su nariz,— recuerda quién te descubrió, no estarías en el firmamento si no fuera por mí. Sólo por burlarte me llevo la lamparita de noche.

—¡No no no, la que proyecta en el techo no! ¡Mi prueba cósmica de amor eterno! Está bien, ser caprichoso, escapémonos unos días fuera de la civilización.

Luken le besó la nariz con una sonrisa.







~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Prompity prompt! (Qué hambre me ha hecho pasar el fic ;; voy a buscar mi cena.)
While putting your favorite condiment on a sandwich, you accidentally make a magical occult symbol and summon a demon.
SI. EL HAMBRE. QUE PESADILLA DE HOMBRE CON SU ODA AL PUTO SANDWICH. (y que lo diga yo... lol)
Segunda parte de esto de quién sabe cuántas, como todo aquí :_D



I’ll make you say wow
- [And we are out of control] -




No sabía a quién se le había ocurrido aquello de que los demonios se deleitaban con las almas de los inocentes, pero claramente se lo había sacado de la manga. No había nada que saborear en ellas, eran insípidas como un vaso de agua embotellada de mineralización débil. Eran valiosas como monedas de cambio, sí, pero poco más. Las almas de los culpables sin embargo, eran en verdad las que resultaban nutritivas para los seres de su clase.
Aunque empezaba a tener sospechas de que más que hubiera pocos que pudieran contarse como de su clase, él fuese su propia categoría a parte. En realidad Sephiroth tampoco había notado grandes diferencias en dejar de consumir la esencia de otros. Tal vez menos cambios de humor bruscos, pero siendo sincero consigo mismo los estallidos de odio ira y destrucción le resultaban tan agotadores que eso sólo podía contarlo como un beneficio a largo plazo.

Y como ya le importaba más bien poco lo que otros entes de su presunta especie y plano habitual pudieran pensar de él, si tenía que elegir, donde estuviera la comida mortal excesivamente dulce, salada o refrita y llena de grasa no había comparación.

De hecho aún seguía pensando en aquel bocadillo de bacon con queso bañado en salsa dulce y ahumada que le había manifestado en una invocación por accidente. Y estaba seguro de que había sido un accidente porque la muchacha había parecido más sorprendida e indignada por las apariciones a altas horas de la noche que aterrada de encontrarse ante su presencia. Y había consentido en compartir parte de su cena, aunque la manera en que lo había hecho le recordaba más a un pacto mutuo de no agresión entre depredadores que al debido pago por su desplazamiento.

Sea como fuese el caso es que Sephiroth se había quedado plenamente satisfecho con la consecuencia, y lleno de curiosidad al respecto. Si había enredado hilos a cambio no era para tanto, después de todo, favor con favor se paga.
Pero había pasado más de un mes y no había vuelto a saber nada de invocaciones, ni de la cortés joven, ni mucho menos de manjares fundidos obscenamente exquisitos. Y además de la gula le carcomía la necesidad de fisgar, y tener el plato vacío ahí a la vista como recuerdo constante no era productivo para mantenerse a raya.

Y como no tenía nadie a quien deberle explicaciones por qué no dejarse arrastrar de nuevo por la curiosidad, pensó localizando en su mente las coordenadas del lugar donde había ingerido aquel último obsequio de leyenda.


—¡Aaahhh! ¡Joder joder un fantasma! ¡Socorro! ¡Atrás Satanás! —una especie de humo negro que parecía al mismo tiempo deshacerse y enroscarse en volutas electrificadas con un extraño brillo metálico fue creciendo hasta formar una figura humanoide de apariencia cada vez más sólida.— ¡Aaahhh! ¡AAARGHGGHH! ¡SORROCO! ¡ASDHFFjdskdhfaaahh?!

Descontento pero entretenido Sephiroth observó al pobre desgraciado correr como un pollo sin cabeza desgañitándose hasta alcanzar un registro poco habitual en las cuerdas vocales humanas antes de encerrarse en el cuarto de baño lloriqueando de forma patética y avergonzante.
La minúscula vivienda no tenía el mismo aspecto que la primera y última vez que se había encontrado en ella. Eso quería decir que su objetivo ya no residía allí, y que iba a tener que hacer un esfuerzo extra por dar con ella de nuevo. El demonio frunció el ceño con fastidio, y llamó dos veces a la puerta del baño, de donde solo salieron gemidos aterrorizados.

Cambiando de planes, Sephiroth rodó los ojos con infinito desprecio y perdió corporeidad con lentitud, intentando hacerse con un rastro de la esencia que buscaba mientras se desvanecía del lugar.
Ah, tal vez esa…


Airin tenía todas sus cosas en cajas de cartón aún sin desempaquetar y le daba igual. Le daba tan igual que se había pedido una pizza familiar aberrante con extra de colesterol para ella sola y pensaba comerla en el suelo entre los montones de embalaje aún precintado, porque tenía tres días libres pagados consecutivos y el colchón nuevo esperando ser estrenado. Y estaba tan cansada de arrastrar paquetes que también le daba igual dormir en la indignidad dentro de su nuevo apartamento de cocina-salón y una (1) habitación por una noche. O las que hiciera falta.

Pero la pizza primero.

Abrió la tapa y observó fascinada la unión sobrenatural de la mozzarella fundida entre el queso de cabra y la cebolla caramelizada con el jamón, el bacon, el maíz y el pollo con salsa de barbacoa; semejante perversión alimentaria iba a ser su cena, desayuno y siguiente comida de mediodía si llegaba. Muerte y destrucción con matrícula de honor.

Levantó el cuchillo, porque los pobres no tenían para cortador rotativo y ella aún estaba saliendo de ello, estudiando con detenimiento por dónde partir el primer pedazo cuando le pareció escuchar una especie de siseo amortiguado.
Airin entrecerró los ojos. Tenía un arma punzante en la mano y hambre suficiente para cometer uno o varios crímenes si el universo decidía intentar estorbar su cena.

La sensación del movimiento del aire le llegó al mismo tiempo que alcanzó a ver un rastro de neblina oscura deshaciéndose en torno a la figura de un hombre. Un hombre que no era tal porque tenía cuernos y uñas que acababan en garras negras, una coloración que no era posible en un ser humano sin edición digital, y ojos brillantes que le observaban con una pupila vertical haciéndose cada vez más redonda, como si fuera un gato interesado.
Un ser humanoide de apariencia masculina que llevaba un plato en las manos.

Airin lo miró con sospecha de abajo a arriba. Un registro razonable, susurró su mente recordando el día de su auto-despido apenas un par de meses atrás. Con bacon y queso.

—Venga ya, qué cara más dura. —dijo la joven con incredulidad hostil y sin bajar el cuchillo.— Y además ese plato es mío.

Los labios del hombre se curvaron ligeramente hacia arriba en una sonrisa pequeña y satisfecha, y estiró la mano hacia ella, tendiéndole el plato.
Airin rodó los ojos hasta el infinito con un resoplido de hartazgo, cortó la pizza por la mitad y señaló hacia el trozo opuesto con un gesto de cabeza.


Sephiroth se dejó caer sentado con las piernas cruzadas en un movimiento fluido y grácil, y juzgando con prudencia esperó a que la joven hubiera cortado varios trozos y soltado el cuchillo antes de estirar la mano hacia la comida. Sin mediar ningún accidente que subsanar había vuelto a compartir su alimento con él a pesar de haberse manifestado por iniciativa propia, aunque esta vez la muchacha sí que iba armada y definitivamente no le tenía miedo.
Hmm. Era todo muy, pero que muy  interesante. Y la pizza desprendía un aroma exquisito.






tbc... again?

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~