Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 254959 times)


Cho

(Me he olvidado de este post por completo, disculpen la demora)


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 838 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 5304 palabras
Kana :: 1021 palabras
Eureka :: 2006 palabras
Puri :: 677 palabras
Mimi Tachikawa :: 0 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna!! perdon por no postear el mes pasado TwT, pero esta vez no se me olvido el dia xDDD aqui les dejo un post <3

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Despues de una noche divertida con sus amigos celebrando el cumpleaños de Anastasia, ya era un nuevo día y Naru se encontraba en su habitación mientras que hablaba por skype con su novio Mika que estaba ocupado con sus deberes de la escuela y como miembro de Valkyrie al lado de Shu

“no te olvides de comer y descansa lo suficiente para que tengas fuerzas para el siguiente día Mika-chan, cada vez que nos vemos te veo más delgado y eso no me gusta”

“Me estoy alimentando bien Naru-chan no te preocupes por mí, en estos días Oshi-san se ha preocupado en mi alimentación ya que tenemos que hacer muchos trabajos que entregar, también tenemos a Shinano-kun que nos ayuda, asi que por esa parte no estaré tan cansado como siempre”

“espero que no te exploten mucho, recuerda que mañana nos tenemos que ver para que puedas conocer a mi papá”

“Mañana llega tu padre??-Mika se sonrojo- ahora que voy a hacer??...-rascándose la cabeza nervioso- “le caeré bien? ¿Me gritara? Ahora si tengo miedo Naru-chan...-

“No tienes porque tener miedo Mika-chan, mi papá es una persona maravillosa y está ansioso de conocerte, el viene hoy, pero como viene de Inglaterra quisiera que descanse bien antes de salir a pasear con nosotros”

“Bueno Naru-chan tengo que irme porque Oshi-san me está llamando para seguir trabajando, cuídate mucho nos vemos mañana- ondeando las manos -”

“Adiós Mika-chan!!” -se despidió de su novio lanzándole un beso volado antes de que se acabara la comunicación

Ahora llamaré a María-chan para saber si sabe algo de Tsubasa-chan que no responde al teléfono- empezó a marcar el numero de la peli rosa para hacer la videollamada

La videollamada se inició y vio que María se encontraba con un buzo de color azul y con el cabello largo amarrado- “Naru!! …-dijo con una suave sonrisa-”

“Parece que estas de bien humor María-chan...no se si lo que te voy a preguntar te cambie el humor, pero necesito saber ...sabes algo de Tsubasa-chan?-”

“Mi buen humor es porque Tsubasa se encuentra bien...ahora está viviendo en la casa de Arjuna, por lo cual dudo que el tonto de Leo quiera ir a pelear contra él-” con una vena en la cabeza

“yo también estoy enojada con nuestro Ousama que como siempre actúa antes de pensar...”-dijo la rubia mientras suspiraba pesadamente- “pero me alegra que Tsubasa-chan este en un lugar donde puedan cuidar de ella hasta que mejore su estado de ánimo que supongo debe de estar bajo”

“Yo también espero eso, afortunadamente ahora está junto a alguien que si la va a poder valorar como debe y no provocarle canas blancas”

“Dentro de un par de días iré a Rizembool a visitar a los chicos, me acompañaras Maria-chan? -”

“Obvio que iré contigo porque tengo tantas cosas que decirle al tonto de Leo “-dijo la peli rosa cruzada de brazos- 

“Querida Maria-chan te voy dejando porque en cualquier momento mi papá va a llegar y tengo recibirlo bien arreglada”-

“Pero si te vez hermosa como siempre Naru”- dijo la peli rosa con una amplia sonrisa- “En cuanto me desocupe de los ensayos que tengo iré a visitarlos para saludar a tu papá y llevarle un par de regalos”

“Te estaremos esperando con los brazos abiertos”- dijo con una sonrisa mientras terminaba la comunicación

Naru salió de su habitación para limpiar la sala y luego acercarse a la cocina y terminar de preparar el almuerzo que le había hecho a su padre 

Es asi que despues de un par de minutos el timbre sonó 

Por fin ya llego!!- Naru avanzo apresurada a abrir la puerta-Daddy!!!

My little Princess...-la persona frente a Naru era un guapo hombre de cabellos largos peli cenizos amarrados en una coleta sus ojos eran verduzcos, se arrodillo ante ella y le dio un beso en la mano derecha- Estas más hermosa que antes mi querida Naru-

Y tú tan caballero como siempre Daddy...-dijo haciendo una reverencia, cuando su padre se levantó lo abrazó cariñosamente- bienvenido a casa!!!...-

Bedivere que era el nombre de su padre, de origen inglés se había casado con una mujer japonesa que conoció cuando estudiaba como alumno de intercambio en Hanasaki, se enamoraron y tuvieron a Naru de jóvenes, pero lastimosamente la madre de Naru murió a los días que ella había nacido, así que era un padre soltero que afortunadamente su familia tenía una buena posición económica y que por supuesto apoyaron mientras terminaba su carrera y empezaba a trabajar, por lo cual Naru siempre había rodeada del amor de familia

¿Como te has portado en los meses que he estado fuera de casa? ¿Como están tus amigos? ¿Todo se solucionó referente al conflicto que había?

Daddy tienes muchas preguntas y ahora no quiero malograr nuestro encuentro, quiero más bien que me cuentes como están los abuelos, me comentaste que fue por esa razón por la cual habías pospuesto varias veces tu llegada-

Tu abuela se había fracturado la pierna al querer limpiar los altos de los estantes de la cocina, como tu abuelo se había ido de viaje de negocios, tuve que quedarme con ella para cuidarla, mientras le comentaba que ya tenías novio y ella quiere que vayas allá con tu novio para que lo presentes oficialmente a la familia, hasta va a ambientar una habitación para que cuando vengan estén cómodos disfrutando de su estancia

La abuela es tan considerada como siempre...-dijo emocionada- me alegra que este mejor y con respecto de ir con Mika-chan a Inglaterra aun no podemos hacerlo, pero haremos una videollamada el dia de mañana para que lo pueda ver al menos por ahí

Imagino que tienen muchas cosas que hacer y seria mejor ir cuando esten un poco mas libres y por lo que me contaste Mika-kun es una persona tímida y seguro se pondría muy nervioso al viajar con nosotros...-

Es verdad, además dudo que Itsuki-kun lo deje ir solo...-suspiro pesadamente- pero por ahora al menos podemos hacer eso- sonrió ampliamente-

Por mientras yo representaré a toda la familia el dia de mañana, ya tengo ganas de verlo en persona con tantas cosas positivas que has dicho de él, seguro será un buen esposo cuando se casen...-le sonrió suavemente- porque me imagino que querrás hacerlo cuando se gradúen verdad? -

Aun no lo tenemos en claro, pero supongo que lo haremos cuando llegue el momento, no quiero presionar a Mika-chan es todo un adorable en serio si lo vieras daddy tendrás una conexión al instante con él-

Eso espero porque quiero saber si es digno de ti o sino no te daré a nadie...my little princess merece lo mejor del mundo-

Eres muy sobreprotector...-rio divertida-bueno bueno dejemos de hablar y vayamos a comer todo lo que te he preparado, espero que te guste …-

Ya quiero probar todo lo que has preparado, así de paso me vas contando que sucede con tus amigos más cercanos-

Sera una charla muy larga...-dijo suspirando – pero lo haré-

Es asi que Naru y Bedivere fueron al comedor tomados de la mano como padre e hija que se querian mucho, mientras que en Rizembool Mika andaba nervioso del solo hecho de conocer a su “suegro”.
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matta ne!!

Mimi-chan


Kana

Es la continuación de este fic: http://write.btproject.org/32/himeverse-episode-v-the-rebels-strike-back-185/msg10130/#msg10130

Es un fic super fumado pero algún día tendrá lógica con toda la historia HiME.
*Después edito con los gráficos.
*EDIT: Sólo coloco los gráficos (hice unos iconos chafas porque son personajes que salen poco) y cambié un nombre.

—Que paranoico eres.— el hombre sonrió suave y despreocupado, aspiró su cigarrillo y botó el humo apoyado en el balcón. —Pero si no fueras así de paranoico probablemente muchos ya se habrían hecho con nuestros bienes. Es verdad, otras familias buscan como acabar con los Lancaster bajo esa falsa premisa de que tu padre los llevó a la ruina para apropiarse de sus fortunas. Mi querido hijo era un genio, era brillante y único. Notoriamente los demás lo culparían de sus fracasos financieros por la envidia que le tenían. Es una lástima que ninguno de mis otros hijos haya sido tan magnífico como tu padre. — acomodó sus mechones blancos hacia atrás en su perfecto peinado. —Es muy útil que te hayas criado con esa vulnerabilidad afectiva, porque te hace desconfiar de todo y eso me sirve para proteger la dinastía y las empresas de nuestra familia. No en vano al primogénito lo desmarcamos de la interacción con sus otros hermanos y padres. Una costumbre que atesoramos desde los tiempos en que éramos reyes. Me pasó a mí, así le pasó a tu padre, a ti… Cuando tengas un hijo, será lo mismo. Esas vivencias nos hace fuerte.
Una sirvienta apareció en el balcón, tenía una bandeja con un par de vasos con whisky. Los dos Lancaster tomaron uno cada uno. La muchacha observó unos segundos al nieto del señor Lancaster, como era nueva en el empleo no lo conocía directamente y se hablaba mucho de él. Al percatarse de la risa suave del señor Gilbert Lancaster por notarla viendo a su nieto la joven se avergonzó y salió de la escena, sonrojada. 
—Esa joven no dejaba de verte. — le celebró. 
—Seguramente se preguntaba como el nieto del gran Gilbert Lancaster no es perfectamente rubio y de ojos celestes.
—Oh, no me salgas con melodramas esta noche. Sabes que me causan mucha gracia, pero hoy no es momento para reírnos de tus chistes.
—…— ¿desde cuando eran chistes?
—De todos modos, no te involucres sentimentalmente con servidumbre. Ya sabes que eso trae problemas, hm. — Gilbert y Cain compartían varios “secretos” familiares, entre esos, la mala experiencia de cierto familiar de ambos debido a sus coqueteos con las sirvientas.  —Cambiando de tema. ¿Ya tienes novia?
—No.
—Tu padre y yo a tu edad ya teníamos esposa e hijos. —
—…— y era muy mala costumbre de su familia casarse muy jóvenes y tener hijos a temprana edad porque, tan traumados estaban con las vivencias de las generaciones pasadas, que creían que morían muy jóvenes presos de una maldición de hace siglos.
—He escuchado rumores de que sales con la chica Mirizè.
—¿Quién? — preguntó, pero luego recordó a quien se refería: Vladilena. —Ah, sólo aparecí en su cumpleaños treinta minutos, le di un obsequio y eso bastó para que inventaran cosas sobre nosotros. — Tampoco era que pudiese llamarlo “ir a su cumpleaños” el ir a dejar un obsequio, estar unos pocos minutos y retirarse sin despedirse. Notoriamente nadie lo esperaba allí –y tampoco encajaba- y eso podía dar pie a rumores sin sentido. 
—Un collar hecho de zafiros azules únicos evaluado en un precio inalcanzable. Eso no se le regala a cualquier persona. Es muy sospechoso que aceptes la invitación de cumpleaños de alguien... Que vive en Rusia. 
—Sólo estaba aburrido…Y aproveché la instancia de ese viaje de negocios en Rusia.— bebió un poco de whisky, indiferente. Vladilena había sido compañera suya en un intercambio a Rusia. Más de eso, nada lo vinculaba a la chica. —Pero no es mi interés aquella chica ni ninguna otra mujer.
—Esas palabras no suenan adecuadas viniendo de un Lancaster. Pensarán que no te gustan las mujeres. No podemos permitir dar una imagen tan nefasta a la sociedad.— terminó el cigarrillo y depositó la colilla en el cenicero. Gilbert sabía que su nieto mayor era excepcionalmente brillante, pero todavía no se explicaba por qué se esmeraba en conservar aquella parte de él que seguía comportándose como un adolescente deprimido. Maldecía las nuevas generaciones de cristales y emocionalmente destructivas —Y yo que tú me apresuro en conseguir heredero. A lo más vivirás un par de años más.
—Precisamente por eso no deseo dejar engendro. Primeramente, porque no tolero la idea, segundo porque sería nefasto dejar “algo” de mi como una extensión de mi propio ego para que sea una proyección mía en el tiempo y condenarlo a una vida desastrosa, y, tercero, pero sumamente importante, simpatizo con la teoría de la eugenesia de raza. De hecho, gracias por insistir en que entrara en Rizembool. He averiguado bastante sobre propagación masiva de esterilización y aborto, incluyéndome, para la no reproducción de humanos y salvar en parte este deprimente mundo.
—Hehe, hoy sí que estas conversador.— el peliblanco soltó una risita, haciendo un brindis e imitando la icónica imagen de Leo Dicaprio con su copa. —Pero ya te dije que no es momento de tus chistes de millennial.
—¿Por qué todo lo que hablo contigo es un chiste? Hablo en serio. Además, si no converso contigo, no hablo con nadie más…
—Supongo que te doy algo de confianza, já. Y es cierto, tienes el mal hábito de no cruzar palabra con el resto. Eso te puede dar una imagen de soberbio terrible. En fin ¿No sabes si Henry tiene pareja? Ése chico es muy reservado y seguramente no nos contaría su vida privada. Me preocupa que vaya por malos pasos y se busque a una plebeya, con lo bondadoso que él es. Ah, y por suerte supongo que es un próvida, a diferencia de su hermano.
—Vaya. — Cain alzó una ceja, meciendo el vaso para mirar el líquido en su interior. —Ya me extrañaba que tu atención en mi durase más de cinco minutos y no preguntaras por tu favorito.
—¿Tiene pareja? — volvió a preguntar, severo y controlador.
—No que yo sepa. ¿Habrá otra pregunta que me quieras hacer que no gire en torno al “Sol de Inglaterra”
—Mhf, tu padre era tan asertivo con sus comentarios. Recuerdo cuando te decía “Eres envidioso y rencoroso como tu madre. Te vas a quedar solo.” Ah, cuanto lo extraño, era tan sabio. — Gilbert miró hacia el cielo, sonriendo con melancolía. —Me hacía tan feliz.
El pelinegro observó al patriarca de los Lancaster mientras pensaba en que, en efecto, a veces su padre tenía palabras tan asertivas como cuando le escuchó decir que Gilbert Lancaster era un “psicópata bastardo”.
Gilbert era un hombre bastante joven como para ser llamado “abuelo”, pese a su cabello completamente blanco. Su porte alto y su carisma peculiar lo hacían ver con una presencia llamativamente interesante, alejado del ejemplo típico de un viejo oxidado. Tal como el padre de Cain, Gilbert se había convertido en padre a temprana edad y eso quizá le daba puntos a favor en el presente para tener una imagen fresca.
—Por cierto, ¿tienes en mente con que heredero rico asociarte para ganar más poder?
—…— se quedó en silencio porque por primera vez no tenía respuesta.
—Oh, ya veo. Eres tan excepcionalmente inteligente, pero para cosas sociales tan simple como esas eres incapaz de gestionar una respuesta. Pensaba que podías aliarte a los Danbury.
—…No sé.
—Supongo que debo aplicar el circuito al inverso: ¿con qué familia rica de la elite jamás te asociarías o harías trato alguno? — estaba haciéndose una expectativa de la larga lista que Cain le entregaría, encabezándola con los Morningstar.
—Creo que… con los Blaiddyd— respondió después de pensarlo.
—¿Eh? Eso es novedoso para mí. — realmente Lancaster no tenía nada en común ni ninguna mísera franquicia asociada con Blaiddyd, incluso rara vez coincidían en un mismo evento social por lo que era natural que no se barajara la posibilidad de buscar una asociación con una familia tan lejana, pero la respuesta no dejaba de sorprenderlo. —¿Por qué no? Son una de las familias más poderosas hoy en día. Si tuvieras una hermana, sería interesante buscar compromiso con uno de los hijos de los Blaiddyd.
—No me agrada el mayor de los hermanos. Es sinuoso y tan siquiera tolerable, y no puedo concebir la idea de pasar más de unos cuantos minutos en compañía de su fatigosa presencia. —
Especialmente porque el mayor de los Blaiddyd solía arruinarle sus momentos de victoria en las apuestas. Toda apuesta era relativa a las matemáticas del azar, pero sentía que tenía más momentos de ventaja sobre Lelouch, con quien llevaba siempre las apuestas. Pero cuando llegaba Blaiddyd le arruinaba el juego. Aquel tipo tenía una suerte única con las apuestas. Definitivamente era un ser aborrecible y Cain tenía la percepción de que ese “don” en las apuestas se debía a una vida de libertinaje y embauques.
—A veces tenemos que aliarnos con gente que no nos cae bien… Deberías pensar mejor respecto a tu postura hacia los Blaiddyd—
—¿Por qué la reunión de hoy es tan importante? — Cain prefirió pasar de temas.
—Entremos. Ya te vas a enterar. 

En Lancannia el castillo principal de los Lancaster en Inglaterra, adecuado con todas las remodelaciones necesarias para hacerlo digno de lujo y admiración, la familia Lancaster en su totalidad estaban reunidos esa noche.

Entre tanta gente perfectamente rubia y angelical, un chico de cabellos violáceos claros caminaba por las salas poniendo particular atención a lo que observaba encontrándose con las distintas postales que podía entregarle sus familiares.
Epel era hijo de Anastacius Lancaster, el tercer hijo de Gilbert Lancaster. Su padre Anastacius emigró a temprana edad a Alemania con la intención de buscar en qué destacar para conseguir ser el orgullo de su padre, fue en ese país que contrajo matrimonio con la hija de unos empresarios alemanes y con ello conseguido aumentar su fortuna personal. Anastacius se había hecho un imperio económico en Alemania, tanto por las empresas de exportación como por su posesión en los medios audivisuales y de espectáculos de dicho país.
Así había nacido Epel y desde pequeño su padre le instó a ser el mejor de todos para conseguir el favor de su abuelo Gilbert.
Por supuesto, Epel a su joven edad era ilustrado e inteligente, destacando en su escuela, pero cuando estaba en Inglaterra y se mezclaba con tanto Lancaster ese brillo propio no era tan luminoso después de todo.

Incluso antes de llegar a Inglaterra su brillo se disminuyó. Aquello pasó cuando cierto joven pelinegro de grandes ojos brillantes y pestañas extensas llegó a Alemania por encargo de Gilbert para que Anastacius lo instruyera en conocimientos que pudiera obtener de Alemania.

Neige era luz. Y al poco tiempo de llegar a Inglaterra Neige se robó toda la atención de los compañeros de Epel quedando anonadados por su encanto personal. Epel más que sentirse envidioso de su primo Neige cayó bajo el mismo encanto del resto y en poco tiempo se volvió muy unido a él. Tanto que le costaba pasar tiempo sin su presencia.
Epel en esos momentos lo buscaba entre los presentes. Apenas había pasado un par de días desde que Epel, su padre y Neige viajaron desde Alemania a Inglaterra, entonces Neige retornó a su casa de nacimiento mientras que Epel y su padre tuvieron que ir a otra mansión. Si bien eran sólo dos días de distanciamiento Epel ya extrañaba a Neige.
Afortunadamente encontró al pelinegro conversando con sus dos hermanos, Leon y Licht, quienes le ponían al día con las noticias más actuales.

 —Epel— lo llamó dulcemente Neige y Epel aprovechó la oportunidad para acercársele fingiendo recién verlos. —Hermanos, ¿si recuerdan a Epel? — miró a los mellizos.
—Por supuesto. El único Lancaster a quien olvidan es a Slaine y dudo que quiera compartir ese mérito con alguien más. — bromeó Leon, siendo regañado suavemente por Neige.
Epel miró con atención la forma tan grácil y dócil que tuvo Neige para amonestar a su hermano Leonhard. Incluso cuando tenía que ser serio era dulce y bondadoso. Epel quedó absorto con el talento del pelinegro, que si bien no veía a sus hermanos hace un buen tiempo estos lo recibían con afecto y familiaridad.
—Epel parece encantado con nuestro hermano. No deja de mirarlo.
—Oh, no exageren. — Neige sonrió 
—Pues, para mi es una dicha estar con otro Lancaster que no sea un calco de toda la familia. — Epel les bromeó sin intención de ofenderlos, pero sabía que los dos mellizos no se sentirían enfadados por un comentario así.
—Mh, bueno. Nuestros hermanos Neige, Cain, Ciel son la excepción a la regla. Oh, y por supuesto tú, Epel. — indicó Licht. —Pero siento que son afortunados de parecerse a sus madres, al menos, no son confundidos por otro hermano u otro primo.
—¿Tal vez deberíamos teñirnos el cabello de otro color? — Leon fantaseó con esa idea. —Hablando de réplicas exactas. — les apuntó con la mirada hacia donde un grupo de familiares estaban juntos en los sillones. —Nuestro hermano, el “Rey” Aunque… Ya no me siento seguro si decir que allí está Henry o nuestro tío Claude.

Epel observó hacia donde Leon les señalaba. En medio del sillón vio que estaba un joven sentado, en efecto, en una posición de “Rey”, con la pierna cruzada sobre la rodilla, el mentón apoyado en su puño y ese mismo brazo apoyado en el respaldo del sillón dándole una actitud absolutista de soberanía mientras observaba hacia el frente como si delante suyo estuvieran todos sus lacayos.
La última vez que había visto a su primo Henry, Epel apenas era un niño y no lo recordaba mucho, pero lo pensaba menos… magnánimo.

¿Qué le pasó a Henry? Seguramente le estaba llegando el “legado Lancaster” violentamente como a todos los Lancaster que llegaban a su edad. Muchos bromeaban que se “transformaban” en una especie de reencarnación de los reyes ingleses y que estos tomaban poder sobre estos cuerpos más jóvenes para seguir haciendo los asuntos pendientes que no lograban concluir desde siglos atrás.  Al lado de Henry estaba alguien físicamente exacto a él, a Epel le costó mucho trabajo hacer una distinción de esos dos cuando cayó en cuentas que estaban juntos, por un momento pensó que se había equivocado y que el anterior no era Henry y sí el que veía ahora, pero al poner más atención (y especialmente por las reacciones circunspectas de su propio padre hacia esa persona) entendió que aquel hombre era su tío Claude.
Claude era idéntico a Henry, ambos muy rubios y de ojos calipsos intensos y brillantes. Era casi imposible encontrar una diferenciación entre esos dos, no sólo por lo físico sino también porque se mimetizaban en sus gestos.
Según le explicó Anastacius, cuando los padres de Henry fallecieron, los hermanos fueron “apadrinados” por el resto de sus tíos y Henry quedó al cuidado de Claude por un tiempo quien lo adiestró durante todos esos años en la esgrima. Por eso era tan bueno en esa disciplina y por eso era demasiado parecido en él en gestos y gustos.

Su padre, Anastacius, estaba detrás de ese grupo comentándoles algo al oído para causar intrigas. Anastacius era tan rubio y de ojos tan calipso como Claude y Henry. Sin duda costaba mucho trabajo diferenciarlos. Según le contó Anastacius, un tiempo se había tintado el cabello negro para dejar de parecerse a Claude, pero ahora que volvía a su cabellera rubia no podía diferenciarse tanto de su hermano menor Claude a quien, evidentemente, no toleraba, ni de su sobrino Henry.

Para poner mayor nivel de dificultad, en el mismo grupo había otro chico igual de rubio que el resto, pero, felizmente, sus ojos eran de un color verde lo que le ayudaba a Epel a reconocerlo como Arthur (eso y la insistencia de Arthur por llamar la atención de Henry. Tal como lo recordaba de niños cuando Arthur demostraba su admiración hacia su hermano y se le pegaba como un chicle) también había otro chico rubio y de ojos calipso, pero Epel no lo reconoció y por algún motivo obvio su presencia.

Epel miró tenuemente a su padre Anastacius y este hizo un gesto con su mirada. Epel lo tradujo: “¿qué estás esperando?” pero el joven alemán tenía curiosidad por ver más de la familia que apenas conocía.

Disimuló una sonrisa cuando notó a Vincent Lancaster, hermano mayor de su padre, apartado de los “divinos”, era triste como se hacía esa diferencia entre apariencias y Epel comenzaba a detestar la supremacía de algunos. Vincent se encontraba cargando a su hija (sí, rubia como sus tíos) y compartiendo con algún primo de éste, sin mucha relevancia para la familia, y a un lado de ellos estaba un chico que no tendría más de catorce años.

—Él es Ciel, no creo que lo recuerdes porque tenía un par de meses cuando lo conociste. — le ilustró Neige. —Y esa niña debe ser la hija del tío Vincent. — supuso Neige, puesto que había partido a Alemania antes de que ella naciera (o más bien que Vincent la revelara ante su familia) miró a sus hermanos y estos asintieron. —Ohw, es un encanto. Muero porque tío Vincent me la presente.
—Es linda, pero no tanto como yo.— Asintió Leonhard.

Henry, Arthur, Leonhard y Licht, Neige, Ciel. Sólo le faltaba uno de los hijos de su fallecido y magnífico tío Alberu.
Con aquel acto su padre por fin dejaría de clavarle la mirada sutilmente para instarlo a que procediera. Epel entrecerró sus ojos, un poco irritado por la insistencia de su progenitor, pero no le quedaba de otra que complacerlo.

—Neige, ¿me puedes llevar con tu hermano Cain? Me gustaría saludarlo.
—Claro. —


—Esta mansión está maldita. Sería interesante vender la historia a alguna plataforma como Netflix para que hicieran una serie de este lugar y su inmunda anatema. Que decir de la historia familiar, digna de unas trece temporadas.—
—¿Tú crees? — Vincent había salido al jardín trasero puesto que su hija Heyrin quería jugar en el laberinto. Por supuesto debía seguirla para prevenir que la pequeña se perdiera dentro del gigantesco laberinto de arbustos. Sintió cierto escalofrío cuando su hermano Anastacius apareció detrás de ellos sorpresivamente, pero fingió normalidad. Anastacius era bastante sigiloso, desde siempre. —Pienso que nuestro padre jamás permitiría que difamaran este lugar y el apellido Lancaster. — sonrió un poco.
—Luces un poco cansado, hermano. Supongo que tener a varios de tus sobrinos intermitentemente en tu casa en Japón debe ser agotador. Sobre todo, porque cada uno de ellos parecen muy peculiares.
—Son unos ángeles, puedo decir que no dan mucho que hacer.
—Me causa intriga el por qué, tan de repente, varios de nuestros queridos sobrinos quisieron visitar el país oriental. Especialmente los mayores, que ya tenían sus destinos planificados aquí.
—Oh, bueno… Son jóvenes y por tanto deben tener curiosidad por conocer otras culturas. — la intromisión de su hermano menor le hizo perderle el ritmo a su hija. —Heyrin, no te alejes.
—Creo que se fue por allá.
—Acabo de ver que se fue por aquí. — Vincent insistió y siguió con su recorrido, pero lamentablemente se alejó aún más de Heyrin. —¡Heyrin! — apuró el paso y luego escuchó a lo lejos la voz de la pequeña llamándolo desde el otro extremo. Vincent y Anastacius se apresuraron en llegar donde la niña puesto que sabían en largo historial de niños extraviados en ese laberinto.
Encontraron a la pequeña Heyrin lejos del laberinto, acompañada y custodiada por un hombre rubio quien dedicó una mirada fría a sus dos hermanos mayores.
—Gracias, Claude. — Vincent le agradeció a su hermano menor que se encontrara con su hija y cuidara que no se alejara más.
—…— Anastacius y Claude no estaban en buenos términos entre ellos y la mirada fría que se dedicaron ambos delataba esa tensión. Quien sabía por qué estaban así entre ellos, pero llevaban muchos años en esa dinámica.
—Por supuesto nuestro perfecto Claude ha salvado a la pequeña Heyrin.
—Debes ser más cuidadoso. — le indicó Claude a Vincent pasando por alto a Anastacius.
—¡Papá! Este señor evitó que me perdiera.
—Ehh…—
—…— Claude y el mismo Anastacius miraron con indignación a Vincent.
—Heyrin, ellos son tu tío Claude y tu tío Anastacius.
—¡Oh! — la niña les hizo una reverencia, anonadada por sus dos bellos tíos. Después de ello Vincent le permitió que jugara alrededor, pero sin alejarse.
—Vincent, ¿hasta cuando aíslas a tu niña de sus familiares? No somos tan retorcidos. 
—¿No lo somos? — Claude miró con desamor a Anastacius.
Los tres intercambiaron diálogos entre ellos, Vincent intentando llevar la paz entre sus hermanos menores y los otros dos prefiriendo enrostrarle a Vincent lo descuidado que podía ser. Después de un momento, los tres hermanos miraron hacia en frente a un camino que conducía a cierto lugar alejado de la mansión.
—¿Deberíamos? — Claude pensó que no tendría respuesta, pero se sorprendió especialmente por quien le secundó.
—Sí, deberíamos visitarlo…— Anastacius dijo con ciertos sentimientos encontrados. —Supongo que no lo “vemos” de hace mucho tiempo.  Yo desde que me fui a Alemania.— observó al mayor de ellos. —¿Tú?
—Oh, no… Tampoco he ido. Nuestro padre dice que no soy digno de “acercarme a él”. Pero no está aquí así que podría aprovechar de ir.
—¿Y la niña? —
—Ella está acostumbrada a acompañarme en mis recorridos nocturnos para las extracciones de muestras botánicas. — les informó a los otros dos. —Así que pensará que vamos a ver las flores del lugar. — tomó a la pequeña en brazos y le fue contando una historia pintoresca mientras iban avanzando alejándose de la mansión.
Tras varios minutos de caminata nocturna por un sendero parcialmente iluminado pero muy silencioso, llegaron a un punto de las hectáreas donde las flores nocturnas abrían sus pétalos lanzando un brillo magnético. Vincent dejo que Heyrin corriera entre las flores siempre manteniéndole un ojo encima y, a la vez, se acercó con sus hermanos hasta una solitaria lápida en medio de tanta flora.
—Todavía no puedo creer que alguien glorioso como él se fuera tan prematuramente. — Anastacius limpió con su mano enguantada el polvo que cubría el nombre de la lápida “Alberu Lancaster” el hermano mayor de los presentes. Se quitó el guante sucio y lo guardó en uno de sus bolsillos.
—Después de la muerte de Alberu y su esposa de algún modo u otro tuvimos que hacernos cargos de sus hijos.— expresó Claude. Aunque actualmente era Cain quien tenía la custodia de sus hermanos menores, pero cuando éste mismo fue menor de edad también recibió cierta ayuda de sus tíos por mucho que se opusiera a ellos.
—Para evitar que nuestro padre Gilbert los contaminara, pero… Lamentablemente Alberu ya les había hecho el daño suficiente para dejar su huella personal antes que nuestro padre.
—Vincent…— Claude le regañó con la mirada.
—¿Qué? Yo amaba a mi querido hermano mayor, pero debemos reconocer que también estaba un poco… raro en el último tiempo. Tal vez se estaba convirtiendo en otro…
—Alberu siempre fue inexorable. Tenía sus motivos para ser así con sus hijos. — aseveró Claude.
—¿Bebiste vino demás? — Anastacius observó a Vincent, juzgándolo por sus comentarios.
—Cierto… Nuestro padre también forjó en ustedes la idea de que soy un perdedor adicto al alcohol. — Vincent sonrió, alzando los hombros y mirándolos con sarcasmo. —¿Todavía quieren saber por qué no dejo que mi hija comparta con el resto de nuestra familia? — precisamente quería alejarla de ese nivel de toxicidad y especialmente de Gilbert.
—Es sospechoso el modo en que murió. — Claude lanzó una flor sobre la lápida.
—No vas a creer en eso de la maldición. — el de cabello oscuro lo miró divertido.
—Algunos dicen que fue su esposa quien inició el fuego. Presa de la ira. Loca de celos.
—Ella no haría eso…— Vincent miró esta vez a Anastacius con seriedad.
—Aunque personalmente me gusta más la teoría de que fue Cain quien incendió la casa y mató a sus padres. Ése tipo se me hace un tanto diabólico.
—Ése “tipo” es tu sobrino, Anastacius, y es muy feo que pienses cosas así de él. —
—Oh, Vincent, querido Vincent… Sólo estoy bromeando. ¿Dónde está tu sentido del humor?
—Ignóralo, Vincent…— recomendó Claude. 

“Pobre chico. Por más que intenta brillar jamás resalta. Es el hijo olvidado del señor Lancaster.”

Slaine deslizó la pelota haciéndola rodar lentamente por el suelo esperando su rebote en la pared para seguir jugando solo, como era frecuente, fingiendo no haber escuchado a las sirvientas cuchichear más atrás de él. Intentaba reprimir esas emociones angustiantes en su pecho, pero en cada ocasión le costaba un poco más lograrlo y terminaba asfixiándose con ellas.

“Lo olvidaron completamente. ¡Qué triste! ¡Como aquella vez que se olvidaron de él en el parque!” 

No era la primera vez que lo hacían. Otra vez se olvidaron de él y lo dejaron en casa mientras toda la familia salía a un evento social de gran importancia.


“Alguien viene” cuchicheó una sirvienta a otra, volviendo a trabajar.

La puerta se abrió y vio que su hermano mayor entró, lo tomó en brazos y lo sacó de allí prontamente a modo protector. Slaine pudo ver como sus padres entraban poco después a esa sala, su madre discutía con su padre y éste la ignoraba mientras cerraba las puertas evitando que la servidumbre se involucrara en sus asuntos. Slaine sólo alcanzó a escuchar que su padre le decía a su madre que no era culpa suya que olvidara a “ese niño”
Ni siquiera le llamó por su nombre. ¿También se había olvidado como se llamaba?


“Más que olvidarme, ellos me ignoraban a propósito. Me esforzaba para ser recordado y amado por ellos, pero me di cuenta de que era una tarea imposible. No solamente ellos me ignoraban, también mis hermanos y la gente a mi alrededor. Incluso llegué a pensar que yo…”
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—No existía. —
—¿Disculpa? —
—…— Slaine observó a la persona que pasó por su lado. No la conocía. Tampoco le podía dar una respuesta a su diálogo porque ni él mismo sabía por qué lo había dicho al aire. —Permiso — se levantó del sillón donde momentos antes estuvo hablando con Arthur, se excusó con esa joven y salió del salón para ir hasta uno de los balcones. Desde allí contempló el jardín perdiendo la vista en el laberinto, sorprendido de ver a sus tres tíos recorrerlo con la hija de Vincent, de regreso al castillo.

¿Por qué aquel recuerdo de infancia le volvió tan repentinamente? Tal vez porque usualmente se sentía olvidado por ser el hermano de al medio.

—Observar desde aquí a las personas en ese laberinto da la sensación de que fuéramos dioses del olimpo expectante por ver qué sucede entre las disputas de los humanos.
Slaine no se percató de la presencia de Gilbert, le dedicó el respeto que el patriarca merecía.
—Slaine. — le habló después de una pausa de silencio.
El rubio notoriamente se sorprendió al escuchar a su abuelo Gilbert llamarlo por su nombre. —¿Si? — suponía que le preguntaría sobre la ubicación de alguno de sus hermanos mayores.
—Me comunicaron sobre tus últimas acciones en Rizembool.
—Disculpa, sé que tenía que cumplir con otras metas per—
—Sólo quería felicitarte. Me alegra que estés siendo una joven promesa en acción. Me has sorprendido gratamente.
—G-gracias. — bajo la mirada. —No quería esperar tanto.
—Y eso está bien. — sonrió, encendiendo un cigarrillo. —Ir por tus convicciones y buscar alcanzar el poder por ti mismo. Eso es lo que se espera de un Lancaster. Me enorgulleces, sigue así, quien sabe que cosas puedas lograr a través de tus esfuerzos. Por mucho tiempo has estado bajo la sombra de tus hermanos, ya es tiempo que tu nombre brille por mérito propio.
—Eso aspiro, aunque a veces se me hace más difícil de lo pensado. — frunció levemente el ceño, molesto.
—Sigue persistiendo, tienes mi apoyo. —
Esas palabras fueron claves para que Slaine sintiera que, por fin, alguien le tuviera algo de fe en su familia. Nunca pensó que esas expectativas vendrían de Gilbert.
—No te defraudaré. — le prometió con convicción. Ahora estaba seguro de que había tomado la decisión correcta y tenía el apoyo de su abuelo.

No los recordaba casi nada. Ellos habían fallecido cuando él era un bebé, sin embargo, estuvieron ausentes desde que tenía pocos meses de vida. De forma patética la imagen paterna que tenía era la de su hermano Henry y, de forma aún más patética, la imagen materna podría representarla Cain. Si bien Cain tenía el carácter firme de su padre, estéticamente se parecía mucho a su madre así que Ciel lo asociaba inconscientemente cuando era niño a su ausente madre. Por otro lado, Henry era cálido, muy distinto a su padre, pero físicamente era idéntico a su progenitor por lo que Ciel podía usar la estética de su hermano para fantasear con la imagen paterna.

Afortunadamente al crecer ya no precisó de esas necesidades afectivas y sus hermanos pasaron de ser la imagen de sus padres a sus simples hermanos mayores a los cuales les encontraba más defectos que virtudes.

Se acomodó un poco más en el elegante sillón. Como su tío Vincent había salido con Heyrin el chico quedó momentáneamente solo y podía dedicarse a observar al resto. Desde su ubicación Ciel contempló a sus hermanos un poco más en esa reunión familiar, todos parecían ensimismados en sus propios asuntos. Neige le volvió a sonreír a lo lejos y Ciel comenzó a creer que su hermano era un poco desesperante (y eso que no llevaba ni unos días de volverlo a ver) Neige, Leon y Licht y él eran de los menores, pero Ciel no le tenía mucha paciencia a ninguno de esos puesto que parecían incluso tener una edad mental menor que la de él.

Entrecerró los ojos sintiendo que el cuerpo se le adormecía. El viaje lo tenía cansado y, quiera o no, todavía no se acostumbraba a estar despierto hasta tarde. Estaba cerrando sus ojos y acomodándose cuando su teléfono vibró. Lo revisó y vio que era esa chica de su clase, Nene Kise, mandándole imágenes por whatsapp.

“Club de misterios. ¿Te apuntas?”

En la fotografía estaba ella, Hanako y aquel “Child”, Ruggie, en una especie de sesión fantasmal con una tabla de ouija rodeada de velas en la escuela, por la noche.

Ni siquiera se molestó en responderle. No tenía tiempo para idioteces.
Volvió a acomodarse, sintiendo que le hormigueaba el cuerpo. Tal vez todavía se podía permitir dormirse en el sillón como si fuera un niño pequeño. Odiaba cuando pasaba eso, pero no podía resistir mucho despierto. Sabía que después Henry lo cargaría a su alcoba y podía confiarse.
Estaba a punto de caer bajo los encantos del dios del sueño cuando reaccionó a un detalle.

“Un momento…” se dijo mentalmente despertándose de golpe como si un balde de agua fría le cayera arriba.

Fijó su mirada en una persona que se le hizo particularmente extraña y a quien jamás había visto antes. La reunión ya llevaba varias horas de iniciarse y durante toda la jornada no la había divisado, ¿desde cuando apareció allí? Aún más extraño ¿quién demonios era? Porque en esa ceremonia sólo se permitían Lancaster de pureza, ni siquiera “las esposas o los esposos” que venían de otras familias podían asistir, entonces era completamente ilógico que esa persona estuviera allí siendo que no pertenecía a la familia.
Ciel se puso en pie y comenzó a seguirla discretamente cuando la vio salir del salón principal en dirección a quien sabe dónde. Era como si levitara. 
La persiguió por el pasillo y se escondió detrás de una escultura de mármol cuando esta persona se volteó a mirar al sentir que no estaba sola.
Por poco lo descubre.

—¡…!— Ciel casi saltó cuando su teléfono sonó, lo agarró con brusquedad y colgó, pero cuando volvieron a llamar tuvo que contestar. —Kise, estoy… ocupado.
—¿Qué estás haciendo, Cieru-kun?
—No puedo hablar contigo ahora.
—¿Por qué hablas tan despacio? ¿Pasa algo?
—N-no. — se asomó por un costado de la escultura de mármol y vio que esa persona todavía no lo notaba. Suspiró aliviado.
—El espíritu de la ouija nos pidió que te llamáramos porque estás envuelto en una gran tragedia. Posiblemente serás poseído por un demonio. — se escuchó a Hanako hablar.
—…— ¿por esa porquería lo llamaron? —Escuchen, tengo que colgar.
—Cieru. Me preocupas. ¿Qué está pasando? —
—Kise, no pasa nada… Sólo. Ah. — les colgó, pero se apresuró en escribirles para que no le volvieran a llamar.

“¡Dime!”
“Estoy persiguiendo a alguien y no puedo perderle de vista”
“¿Por qué?”
“Porque se me hace una persona sospechosa y apareció de la nada.”
“¡Debe ser la entidad maligna de la que nos advirtió el espíritu!”
“Debe ser un espía, más bien. Deja de escribirme o me va a descubrir.”
“Hanako dice: Tómale una fotografía discretamente y mándamela. Sólo si lo haces te dejamos de llamar.”


El peliazul puso una expresión de hastío digna de enmarcar. No tenía por qué hacer estas estupideces, pero sabía cuánto lo hostigarían esos dos (y quizá el tal Ruggie también) si no les mandaba la maldita fotografía. Puso la cámara sin flash y captó una imagen. Como esa persona estaba en el ventanal recibiendo la luz de la luna la imagen no salió oscura, aunque sí un tanto difuminada, se las mandó y pidió que lo dejaran en paz.
Al volver a mirar a esa persona se dio cuenta de que ya no estaba.
¿Cómo había desaparecido?

—¿Ciel? — Arthur volvió a sacudirlo. —¿Ciel?
—¿Q-qué? — despertó con dificultad. —¿Qué pasa?
—Te encontré aquí, al lado de la escultura de Gwenhwyvar. ¿Cómo es que llegaste a dormirte aquí? — el rubio lo miró con preocupación.
—No lo sé. — Ciel se tomó la cabeza con una mano, confundido y mareado.
—¿Qué estabas haciendo?
—Yo…— parpadeó, más aturdido y confundido. —No lo recuerdo. — trató de recordar, pero fue en vano. ¿Tal vez lo olvidó debido al sueño? —Ni siquiera sé cómo llegué aquí.
—¿No estarás… bebiendo a escondidas?
—¡Por supuesto que no! — el chico lo miró indignado. —¿Qué haces tú aquí?
—Yo busco a Henry, ¿sabes dónde estás?
—Oh, deja a Henry cinco minutos en paz… ¿No crees que se desaparece porque necesita que no seas su chicle personal?
—Necesito aprender todo de él. Lamento si lo incomodo…— Arthur bajó la mirada, un poco resignado, pero olvidó la tristeza momentánea y volvió a insistir. —¿Alguna idea de donde puede estar?
—Mh, no sé. ¿No se te ocurre con todos esos años invertidos en estudiar todo de él donde tan siquiera está en su propia casa? Que penoso, Arthur, esperaba más de ti. — Ciel suspiró.
—Que malo…— Arthur lo miró molesto.
—No digo nada que no sea cierto, hermano. — Ciel se aferró al hombro de Arthur, aprovechando que estaba inclinado a su altura, para usarlo de soporte y ponerse de pie. Se limpió el trajecito y metió las manos en los bolsillos de sus pantalones cortos.
—¿Sabes? Es tu actitud la que te hace no tener amigos y ser un anciano atrapado en ese cuerpo de niñito. — lo siguió. 
—No me importa… Al menos no soy una pobre imitación de Henry, pero en una versión barata de optimismo innecesario. Prefiero al Henry autentico antes que tolerar al clon.
—¿Eso piensas? — Arthur era muy paciente con Ciel pero que invalidara sus esfuerzos para ser un ejemplo como su hermano lo ofendió. —Al menos no soy una versión mini-me de nuestro hermano mayor. Hermanito, tienes que cambiar de imagen a seguir o si no…—Ciel lo miró frunciendo el ceño. Arthur infló sus mejillas, aguantando la risa por la expresión del menor. —Te vas a quedar solo y odiado como Cain.
—¡Basta! ¿Cómo me comparas con él? — Ciel se indignó.
—¿Tienes alguna idea donde podamos buscar a Henry?
—Ahg, sólo tienes que pensar en lo lógico. Dos opciones: o está en su cuarto mirando como arde el fuego de su chimenea o está en esa deplorable capilla en el jardín… mirando fijamente el fuego de las velas.
—¿Por qué crees que a Henry le gusta el fuego?
—No sé… He notado que a tío Vincent también.
—Y a tío Claude… Pero lo de tío Vincent es más perturbador. Se queda mirando fijamente el fuego. Quizá en su vida pasada murió quemado.
—No puedo creer que creas en cosas absurdas como vidas pasadas. Que quede claro que se vive una sola vida, se muere y ya dejas de existir. No reencarnas ni nada por el estilo. Sólo somos materia.
—¿Ves que eres igual que Cain, pero en una versión más pequeñita? Piensas, hablas y te comportar igual que él. Sólo te falta ser menos emocional y tener esa expresión fría que te juzga como si fueras inferior e idiota.
—…—
—Allí está. Olvídalo. —Arthur meneó una mano en el aire al ver que Ciel sí consiguió esa expresión después de todo. —Por cierto, creo que a Henry le gusta más el agua que el fuego.
—Curioso, porque si crees en ese absurdo mito de que los “Lancaster estamos malditos y volvemos a lo terrenal una y mil veces a pagar las penas del infierno en vida” a nosotros nos debería gustar más el fuego, puntuando que los reyes Lancaster quemaban vivos a sus adversarios.
—Lo sé, uno de esos Lancaster quemó a Jeanne d'Arc. — se lamentó el rubio.
—No sé quién estaba más loco de esa historia: Si esa mujer, Juana, que tenía delirios místicos religiosos y creía que tenía una misión de Dios en liberar a Francia de Inglaterra, o el Rey Henry de Inglaterra que… También decía escuchar la voz de Dios y estaba con un delirio místico mesiánico mil veces más complejo que Juana. O el Rey Carlos de Francia que sufría ataques de locura tan convulsivos que traumaba a todos. Yo creo, que la quemaron en pacto secreto entre Henry y Carlos por una cosa de ego. “Sólo los reyes tenían el derecho de estar más próximo a Dios.” Que una mujer pueblerina se tomara ese mérito debía ser indignante para esos dos. Cain una vez me enseñó que probablemente los tres eran esquizofrénicos pero el chivo expiatorio fue la plebeya… Siempre se castiga al pueblo después de todo.
 —Ciel, eres muy pequeño para hablar cosas tan morbosas. — Arthur se alarmó por cómo estaba creciendo su hermano con aquella mentalidad de viejo sarcástico. Pero se preocupó de un hecho aún más inquietante. —Pero… Me preocupa esa línea de herencia psicótica. Carlos de Francia, al fin y al cabo, era abuelo de Henry de Inglaterra, entonces, por ambas líneas sanguíneas la carga genética de patología mental era fuerte.
—Afortunadamente después de la desgracia de la “Guerra de las dos rosas” los Lancaster dejaron de casarse entre primos, y no voy a profundizar en el incesto entre hermanos, y muchos de los Lancaster se suicidaron ante la humillación de perder así que la no conserva de la “pura sangre” ayudó a que existiera variación en la estructura genética de los Lancaster. Lo único que lamento son los matrimonios forzosos con los alemanes para evitar la extinción de la casa Lancaster… Los franceses eran locos, pero supongo que los alemanes se me hacen insufribles y finalmente dieron ese toque de frialdad absoluta en los actuales familiares.
—Espero que no sospeches del primo Epel.
—De su círculo cercano. Me temo que Neige es muy ingenuo para darse cuenta, pero sospecho que las familias ricas de Alemania no tienen buenas intenciones con las inglesas. — y algo no le cuajaba de su tío Anastacius.
—Allí estás de nuevo, siendo paranoico como Cain. En serio, está bien que lo quieras, pero no intentes ser como él o terminarás siendo abandonado por tu propia sombra. — Arthur suspiró. —Y es mejor que no hables de estos temas, toda esta historia del pasado, todo este complot mental del presente con el resto de las familias ricas… No son tópicos de conversación para un niño de tu edad.
—Si no lo hablo con ustedes no puedo hablarlo con nadie más. — Ciel hizo una mueca de objeción. —No puedo contar estas cosas tan interesantes en mi escuela. El CI de esa gente es notoriamente inferior.
—Es mejor si hablan de otras cosas.— le acarició la cabeza.
Arthur y Ciel salieron del castillo y fueron hasta el jardín en dirección a la capilla religiosa que estaba en dicho lugar. Era una pequeña fortaleza hecha de piedra y, por las velas encendidas en su interior, supieron que alguien estaba allí adentro.

“Los demás te creen presumido, pero sé que te marginas del resto porque para ti no existe eros, pero sí domina thanatos.”
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¿Un recuerdo?

Los ojos color ámbar de Asmodeus sobre su rostro le hicieron dirigir su atención hacia él. Henry estaba sentado en una banca del jardín, de brazos cruzados observando a los cisnes en el lago del jardín trasero para cuando Asmodeus había interrumpido su momento privado. Morningstar se sentó a su lado.

—Ohh, aquí hay mucha tranquilidad. Es increíble que tu familia tenga todo esto. Castillos, mansiones, miles de propiedades.  Debe ser lo máximo hacer una fiesta en “Lancannia”


¿Cómo Asmodeus entró en Lancannia sin una invitación? Sería un misterio para toda la vida.

—¿Qué haces aquí?
—Bahw, ¿por qué tienes esa actitud fría hacia mí? Yo sólo quería saber si estabas bien. Los chicos en Eton están preocupados por ti. Huh, eres alguien muy importante para ellos, sin que se los pidas, ya tomaron cartas en el asunto. Ustedes dan miedo.
—Les dije que no hicieran nada al respecto. —
—Henry, no quiero que pienses que fui yo o alguien de mi familia. Necesitaba verte para decirte que no tenemos nada que ver con lo que pasó.
—No importa. — el rubio se levantó y fue hasta el lago. Naturalmente Asmodeus le siguió.

—Te ves lindo vestido todo de blanco con ese estilo élfico. Ahhh, y la luz del sol dándote directo al rostro te hace ver deslumbrante. ¿Nos tomamos una selfie?
—…—
—Okay, sólo sigue mirando hacia el frente. — Asmodeus tomó unas fotografías del rubio y de él juntos en esa postal. —¡Listo!
—¿Cómo entraste aquí?
—Me invitó el señor Lancaster.
—…—

—Okay. Sé que nadie es bienvenido aquí y mucho menos un Morningstar. ¡Sobre todo porque los Lancaster de hace siglos persiguieron a nuestra familia en la inquisición por brujería! ¡Que malos somos al pisar el terreno sagrado de los señores divinos! — bromeó Asmodeus sátiro con ese dato histórico. Mientras lo molestaba rodeaba al rubio en una ronda infantil. —Convencí a una sirvienta. Esa es la verdad. No la vayas a despedir, por favor, está linda. — Siguió dando una vuelta alrededor del rubio.   
—…—
—En serio quiero que sepas que no fui yo. — volvió al tema que lo había llevado allí. Se detuvo a un lado del Henry. —Sé que nuestras familias rivalizan, pero yo no te haría eso. Es verdad que te puedo acosar y hacer algunas bromitas que te incomodan, pero no buscaría lastimarte. Me gustas.
—Lo sé. — se mantuvo de brazos cruzados mirando el lago.

—¿Sabes que me gustas? — Asmo sonrió, un poco confundido.
—Sé que no fuiste tú, Asmodeus. Sé quién fue, pero eso no importa. Esa persona puede hacer todo lo que quiera, pero yo no caeré bajo. No me pondré en un nivel inferior.
—¡Ah, me pone feliz que sepas que no fui yo! — se abrazó a Henry, pero el rubio le indicó con la mirada que respetara la distancia. Asmo no le hizo caso y se aferró a su brazo. —¿Vamos a beber con los chicos para distraernos del mal momento?
—No lo creo.— Henry se alejó suavemente de él, siendo cuidadoso con el chico.


Como presidente de curso debía guardar la compostura y dar la mejor imagen posible. Aunque lo que había pasado esa mañana todavía le estaba dando vuelta y… ¿qué más daba? Le habían pasado peores cosas en su vida y nada se comparaba al sufrimiento de otros.

Sin embargo, la imagen se le repetía: la clase de la mañana terminando, él y los chicos yendo al salón de los comedores, un “obsequio para su majestad” escrito en una carta elegante en su puesto, abrir el cloche que cubre la bandeja y encontrarse un ave apuñalada con algunos mensajes típicos que le llegaban a los de su familia “Escoria Lancaster” y cosas por el estilo que le incitaban a “hacer un favor y desaparecer”
Su apellido traía mucha devoción, pero también mucho odio.

Lo había vuelto a tapar y fingió que nada pasaba. Pero el chico que era vicepresidente y otro de sus seguidores lo notaron al estar sentados uno a cada lado. Le juraron que buscarían al culpable y “harían lamentar haber nacido”

Les pidió que no lo hicieran. Pero el fanatismo hacia él les llevó a desobedecer con tal de hacer sentir bien a su líder. Supo poco después del “hostigamiento” hacia el culpable de la broma, concluyendo con la extraña salida de éste de Eton.
El rubio lamentaba que “en su nombre” los otros hicieran cosas que le hicieran daño a alguien, incluso si ese alguien no era una persona decente.


—Asmodeus, no le cuentes de esto a mi hermano…
—Sólo si me llevas a pasear por el jardín. No puedes pedirle algo a un demonio sin darle algo a cambio.
—…—
—Al menos no te pedí que me besaras y era una opción, mh. — se apuntó con su índice sus labios.
—Vamos…


Los pasos detrás de él le indicaron que alguien entraba en la capilla. Henry abrió los ojos, pero continuó en su pose reflexiva, aunque delataba que estuvo orando.
Arthur y Ciel se sintieron cómodos en aquel lugar que preferían evitar de noche porque solía ser aterrador o meramente aburrido. Especialmente Ciel puesto que, cuando era pequeñito, Licht y Leon le jugaron una broma pesada llevándolo a ese sitio de noche y asustándolo haciéndose pasar por fantasmas. Pero al estar en silencio, en contraste a lo que se vivía dentro del castillo Lancannia, y con sólo las luces de las velas iluminando el lugar, les daba una sensación de serenidad.

—Aquí estabas. — Arthur se apuró y se sentó en la misma banca que Henry.
—¿Por qué prendes velas? — Ciel tuvo curiosidad.
—Para pedir a Dios por nosotros.— contestó Arthur por Henry. —¿Cierto? — y miró al rubio para asegurarse.
—Sí. Siempre le pido a Dios que los proteja. Son mi mayor anhelo en esta vida.— asintió, sonriéndoles.
—¿Qué te gusta de mirar el fuego? — insistió Ciel.
—¿Supongo…Me da tranquilidad mirar el fuego?
—Allí está la respuesta al misterio.
—¿Eh? — Henry miró a Ciel.
—Es que teníamos una discusión con Arthur sobre por qué a ti y a los tíos Vincent y Claude les gusta mirar tanto el fuego.
—Pues, es apacible… Tranquilo y a la vez intenso. Y…—

Henry parpadeó un par de veces estupefacto por lo irónico del acontecimiento: el fuego era todo lo malo en sus vidas. Sin ir más lejos, sus padres habían muerto víctimas de un fatídico incendio y, por otro lado, la supuesta maldición sobre los Lancaster venía de haber quemado a Juana de Arco donde se decía que Gilles de Rais ofreció su alma al diablo con tal de hacer pagar a los que mataron a su querida Juana.

—Me gusta el fuego, pero sólo cuando es una pequeña luz que ilumina en la oscuridad. Preferentemente tengo un amor especial por el mar y por todo lo que contenga agua.
—¡Yo tenía razón! — festejó Arthur. Inmediatamente aprovechó de que tenía la atención de Henry para conversar con él de cualquier cosa y para su felicidad la respuesta recíproca de Henry fue bastante activa así que Arthur no podía estar más que encantado con su hermano. No se dio cuenta cuán rápido paso la hora entre conversación y risas con su hermano mayor.
—Ciel se ha dormido. Lo llevaré adentro. — dijo Henry, poniéndose de pie y concluyendo el momento. Fue hasta la banca de atrás donde Ciel yacía recostado y completamente dormido, lo tomó en brazos con cuidado y lo cargo. —Por cierto, Arthur, gracias por este momento tan ameno. Siempre aprecio que me hables y mantengamos estos espacios. —
—¿E-en serio? — el rubio menor parpadeó conmovido. Si bien siempre se sentía muy a gusto cerca de su hermano mayor, a veces tenía la sensación de que lo molestaba con su presencia. —¡Gracias a ti por escuchar! — Arthur le correspondió en la sonrisa, encantado y muy emocionado. —Vamos a dejar a Ciel a su alcoba. — él también se puso de pie.
« Last Edit: August 02, 2021, 07:17:20 PM by Kana »


Kana

*Agregué iconos.
*La chica es una villana de un manhwa que usé como imagen referencial ya que no me la puedo agregar aún en la lista de extras porque estoy sin espacios xD


“Es la víbora”

Conocía prácticamente todos los escondites de Lancannia gracias a su curiosidad innata y a sus deseos de esconderse de sus molestos hermanos menores.
Ese momento era especial, su padre había pedido quedarse con él en Inglaterra (su madre y sus hermanos estaban en Viena, de vacacione familiares.) lo cual lo hacía sentir ligeramente importante por ser escogido por su progenitor.

Pero durante los días siguientes no tuvo contacto con su padre y Cain se quedó solo en Lancannia. Si bien a momentos pensaba que tan hermoso podría ser Viena y anhelaba estar allá, una parte de él agradecía haberse quedado solo en el castillo porque le dio tiempo de recorrer cada circuito interno de la construcción.


Esa noche tenían una ceremonia de adultos en Lancannia, no había más niños y eso también le hizo sentir más tranquilo, la celebración era bastante viva y las botellas de champaña iban y venían.  Por supuesto, él no tenía permitido bajar al salón y se mantuvo en todo momento en la planta superior dando a entender que a esa hora ya se encontraba dormido.

Pero estaba escondido en una habitación de huésped, tratando de asustar a uno de los mayordomos quien lo buscaba desesperadamente. La puerta del cuarto se abrió y Cain pensaba en asustar al mayordomo en un curioso juego infantil, pero se detuvo de salir detrás de la cortina al ver que era su padre y no su mayordomo. Se asomó un poco más y vio que su padre estaba acompañado por una mujer más joven que él. Suponía que le mostraba el palacio, pero minutos después vio que su padre y ella sellaban su charla trivial con un beso coqueto.
Eso lo perturbó. Primero no entendía porque su padre se besaba con otra mujer que no fuera su madre y segundo, no entendía que debía hacer él de ahora en adelante con esa revelación. Se cubrió la boca para evitar ser escuchado y esperó que se fueran, porque era lo mejor fingir que no había pasado nada.


—Veo que te gustó el collar de zafiros azules. Me costó conseguirlo para ti. Luce maravilloso en tu perfecto cuello. — el rubio elogio la apariencia de su joven acompañante.
—Alberu, eres muy detallista. No sabes cuánto me emocioné al recibir este presente, pero lo que más amo es que venga de ti, eso me acelera el corazón. Pero, ¿sabes que me encantaría más? Pasar más tiempo contigo, ¿será posible que el ocupado señor Lancaster esta noche la dedique a su querida amiga?—
—Mh…— tomó su mano y la besó. —Tengo que hablar con los Rosehearts. Nos vemos luego. — le sonrió, dando por terminado el encuentro. La mujer le insistió en que pasaran el tiempo juntos, pero el rubio le dedicó una mirada seria que le indicó que no lo molestara más.
Ambos salieron, la mujer se fue por el pasillo y Alberu esperó un par de segundos antes de servirse whisky del pequeño mueble del pasillo. Mientras estaba en esa tarea escuchó que alguien salía del cuarto donde estuvo, alertándose, al voltearse vio que era su hijo. Al parecer, el menor no se esperaba que él estuviera aún allí y ambos se miraron con incomodidad al ser descubiertos.
Cain se inquietó por el encuentro con su padre, pero fingió que nada pasaba y se fue a su cuarto.
Pensó que con ese descuido, Alberu Lancaster dejaría a esa mujer.
En efecto, nunca más volvió con ella, pero Cain fue bastante estúpido en creer que sería la última en su lista.

Años después. Alberu Lancaster volvía de un viaje de fin de semana. Entró en su despacho y se arregló el nudo de la corbata. Alguien golpeó la puerta, pero esa persona no se molestó en esperar su autorización y entró de todos modos.

—Ah, tú. — miró de soslayo a Cain. —Pensé que estabas en tu paseo escolar, volviste antes por lo que veo. ¿Alguna novedad? — preguntó con tranquilidad.
—Padre, ella lo sabe.
—¿Saber?
—Tu esposa. Viene ahora mismo a pedirte explicaciones.

—Mh…— Alberu no varió en su postura de indiferencia. —¿Qué pasa con eso? Tu madre siempre es igual de inestable. — soltó una risa sutil, denigrando los ánimos de su mujer.
—Sabes a lo que me refiero. Ella sospecha lo obvio, que pasaste el fin de semana con tu amante de turno.
—…— lo miró por unos segundos sin decir nada, luego terminó de arreglar el nudo en su corbata. —Veo que ella te ha lavado el cerebro con sus celos patológicos.
—No necesito de sus celos para eso. Yo… te he visto en varias ocasiones y lo sabes.
—Podríamos terminar con esto ahora mismo, si tanto te inquieta. —Alberu le dio una solución fría. —Sé que ella te cuenta muchas cosas, seguramente te ha comentado que le he pedido el divorcio persistentemente el cual ella se niega a firmar.
—Eso le rompería el corazón. Pero, más importante que eso, tienes una imagen que mantener en el mundo elite donde pertenecemos. Hay que seguir sosteniendo la imagen de “familia perfecta”.
—¿Qué solución propones, entonces? — alzó una ceja, muy tranquilo de sí mismo.
—Te cubriré. — Justo a tiempo.
—¡Alberu Lancaster! — la puerta se abrió de golpe dejando entrar a una mujer de cabello negro muy largo, ojos verdes y tupidas pestañas. —¡¿Dónde está ella?!— le encaró colérica. —¡Me enviaste con mis padres para que no me enterara de tus amoríos con esa basura! —
—Cariño, ¿por qué estás tan agitada? Pensé que el viaje a tu casa de campo te haría bien, pero veo que no puedes controlar tus ánimos. — le sonrió, fascinado.
—¡No te hagas el inocente ni mucho menos te burles de mi! ¡Sé que la escondes por…!— sólo cuando empezó a buscarla en el despacho vio que su hijo mayor estaba presente. —¿Qué haces tú aquí? — ella frunció el ceño, confundida. Hasta donde sabía, su hijo estaba en un paseo escolar con los de Eton. —¿Qué está pasando?
—Volví antes. Me aburrí y preferí usar mi tiempo aquí.— le respondió con natural calma.
—¿Ustedes se quedaron juntos? — La pelinegra miró a Alberu y a Cain por turnos. Sabía que su hijo y su esposo no se llevaban para nada bien. Era sospechoso.
—Le pedí a padre que pasáramos el fin de semana juntos para que me enseñara sobre finanzas. Eventualmente, nos agobiamos el uno del otro y optamos por un pequeño viaje que despejara nuestro malestar. Nos alojamos en el hotel cercano al club del cual somos miembros. — dio una pausa —Debes aceptar que soy muy bueno en tiro al blanco. — esta vez miró a su padre. —Paga tu apuesta. 
—Me sorprendiste gratamente. — en todo sentido de la palabra. Por lo visto su hijo había heredado su talento para resolver las situaciones a su favor.
—Entonces… ¿todo el tiempo estuvieron en el club? — La mujer se sintió ridícula y mal por dudar.
—Lleva a tu madre a pasear por la ciudad y cómprale un bonito vestido. — Alberu meneó una mano en el aire.

“Más profundamente... Debe haber algo más oculto.”

Se escuchaba la música del violonchello del salón dándole al ambiente un escenario de terror psicológico. Cain abrió los ojos con dificultad. ¿Se había dormido en el sillón? Esas cosas no pasaban con él. La oficina estaba en solitario y todo estaba en relativa calma salvo…

Sintió una presencia detrás de él y por un momento percibió que detrás sólo había una mancha de oscuridad creciente. Casi sintió como si alguien tuviera unas heladas manos cadavéricas sobre su cabeza y al voltearse no vio a nadie.

—¿Entonces decidimos Oslo como destino familiar? — Anastacius no estaba convencido.
—Oslo.— dijo Gilbert a su hijo. En la oficina estaba él y los representantes de cada familia de sus hijos, salvo Cain quien estaba allí como representante del difunto Alberu. Gilbert no consideró a Vincent puesto que no encontraba que pudiera dar una opinión válida ni inteligente.
—…— Cain miró hacia el frente, ¿desde cuando estaban ellos allí? Aparecieron en un abrir y cerrar de ojos como adelantándose en una película, pero por como conversaban parecía que estaban allí hace mucho tiempo.
—¿Pasa algo? — Gilbert miró extrañado a Cain.
—…—Claude reaccionó también, como sacado de contexto. Un liguero dolor de cabeza le golpeó intensamente.
—¿Y a ti? — Gilbert ahora miró a su hijo.
—Nada…— Claude no supo que decir. Era como haber estado en un limbo y haber aparecido allí de pronto.
—¿Desde cuando estamos hablando del próximo destino familiar? — interrogó Cain.
—Hace una hora, casi. Ha costado llegar a un consenso. — indicó Anastacius.

¿Cómo así desde hace una hora si hace un par de segundos estaba solo en esa oficina?
¿Y por qué había tenido esos recuerdos tan de pronto?
Volvió a mirar hacia atrás. Allí estaba. Fue inquietante.

—¿Quién eres tú? —


—¿Pensé que nos habían presentado? — una muchacha de larga cabellera rubia y ojos escarlata rodeó el sillón de Cain y se ubicó unos pasos adelante. Cain la siguió con la mirada, suspicaz. La joven mantuvo una enorme sonrisa en su rostro, poniendo los brazos detrás de su espalda. Ella miró a Anastacius con inocencia. —Perdón por sorprenderlos. —
—¿Qué pasa, sobrino? ¿Cómo no recuerdas a Colette? Ha estado en nuestra familia los últimos diez años. Incluso ha venido en más de una oportunidad a las reuniones.
—¿Perdón? — Cain se quedó mirando a su tío Anastacius. —No recuerdo a esta persona de nada.
—¿De dónde salió esta chica? — Ahora era Claude el que encaraba a Anastacius exigiendo una explicación.
—…— incluso Gilbert estaba perplejo, sosteniendo su vaso de whisky. No había notado su presencia en el castillo. —Anastacius, es mejor que me des una explicación clara de esto. — sobre todo porque la chica era perturbantemente idéntica a su hijo Alberu.
—Vincent no es el único que guarda gente en secreto. Para tu tranquilidad ella no tiene sangre Lancaster en sus venas. Sé que te ha deslumbrado su parecido con tu querido hijo Alberu, por eso cuando la vi por primera vez abandonada en Alemania recordé a mi amado hermano mayor y cautivó mi corazón. La adopté como una hija propia, se ha criado junto con Epel y ha cuidado de él como si fuera su propio hermano.
—¿Cómo explicas que ha estado diez años entre nosotros? — indagó Claude, a la defensiva. —Yo no tengo recuerdos de ella. Responde ahora mismo.
—Claude, Claude, Claude. Siempre tan “guardián” para tus cosas. — Anastacius negó con la cabeza, mofándose del oficio de su hermano menor. —Ahh, Colette, ¿me haces los honores? — le pidió el rubio, sonriendo magistralmente.
 —Sí. — Asintió, manteniendo su angelical sonrisa. La joven miró a los presentes y pudieron notar un brillo particular en sus ojos. —Escuché el rumor de que ustedes recordaron todos los momentos que hemos vivido juntos todos estos años y no tienen objeciones de que yo esté aquí pese a que no soy una Lancaster. — recitó con suavidad. Los tres presentes quedaron cautivados por su voz, pero confundidos a la vez, procesando sus palabras.
—¿Recuerdan a Colette? La navidad pasada estuvo con nosotros en la fiesta de noche buena en Yorkshire. — Anastacius rompió el silencio. Era como salir de un shock para los otros presentes. —Me alegra que me permitieran estos cinco minutos de interrupción de nuestra charla para hacerla pasar y presentársela nuevamente. 
—Sí, la recuerdo…— susurró Claude desorientado, haciendo memoria.
—Mh. — Gilbert asintió brevemente y como era de costumbre no le dio mayor interés al asunto.
—¿Cain? — Anastacius miró a su sobrino.
—…— el de ojos verdes claros lo miró sin variaciones, tratando de asimilar. —…Supongo. — asintió, sereno. —Me distraje. — le dedicó una mirada tranquila a la joven.
—Volvamos abajo, quiero escuchar esa pieza musical en persona. — ordenó Gilbert y sus hijos lo siguieron al salir.

Colette les iba a seguir el paso, tranquila y feliz de que la hayan recordado, pero de la nada sintió que alguien la jaló del cuello, la giró y la estampó contra la pared sin reparos.
En poco tuvo a Cain Lancaster acorralándola contra la pared, mirándola fijamente con esos ojos que parecían los de un gato fiero. 

—No sé quién demonios eres, pero lo que sí sé es que no eres nadie benigno y sé que tramas algo. Confiesa quien eres y qué es lo que quieres. Puedo ser piadoso dependiendo de tu respuesta.—
—…— la joven mantuvo la sonrisa y su mirada fija en él. —¿Pasa algo malo? ¿Hice algo que te molestara? Si es así, te pido unas disculpas. Aunque… Creo que tú también me debes una explicación por tu trato violento hacia mí, afectuoso primo político. Sobre todo porque no me esperaba que el heredero Lancaster fuera violento con las mujeres…
—No soy nada tuyo. ¿Quién es tu jefe? Confiesa.—
—¿Si no confieso me asesinarás ahorcandome? —
—Y-yo… no soy de ese tipo de gente— Cain parpadeó, confundido.
—¿Estas seguro? Un Lancaster es capaz de todo.
—No sé de qué hablas…—
—Compruébalo, querido primo. — sonrió. —Sería penoso si me atacaras, ¿qué dirían los demás? Los rumores sobre tu frialdad se harían realidad. Ahora, ¿Qué tal si volvemos con los demás? Eres el próximo líder de la familia Lancaster y es imperioso tu presencia en la reunión.
—¿Quién eres? — se alejó un poco de ella, sin dejar de mirarla con desconfianza. 
—Ya sabes quién soy.
—Cuando descubra la verdad, te destruiré.
—Me encanta. Eres tú nuevamente. ¿Cuántos siglos han pasado? — ella sonrió. —Está bien, será divertido este juego, pero antes— ella se aclaró la voz. —Escuche el rumor de que estás tan absorto en tus muestras químicas que has sentido que las sustancias que emanan te están afectando la mente. Por eso bajarás a la sala a escuchar la pieza de música para relajarte.
—…— no entendió lo que la chica quiso decirle, pero de momento no tenía pruebas contra ella y si la acusaba de la nada lo tacharían de loco.

Se separó de ella y en un abrir y cerrar de ojos estaba solo. Sentado en el mismo sitial donde había estado momentos atrás charlando con los otros Lancaster.

¿Un sueño?

Salió de la sala con una sensación de mareo y dolor de cabeza. Se encontró a su tío Vincent. Él no había estado en la oficina cuando todo ese escenario mareante sucedió así que no tenía por qué recordar a esa persona que él encontraba sospechosa.

—¿Viste a esa chica rubia? ¿La que vino con Anastacius?
—¿Colette creo que se llama? Está abajo.
—¿La conoces?
—¿Tú no? Es la protegida de tu tío Anastacius. La tiene bajo su amparo hace unos años.

Qué diablos.

Sigilosamente bajo y habló discretamente con algunos familiares, pero todos parecían recordar de algo a Colette. Incluso algunos le regañaron por ser de mal gusto que Cain la olvidara. Al día siguiente todos sus hermanos parcialmente la recordaban de algo.

Idiotas. No podía contar con nadie. Todos eran unos ilusos. Eran tan inútiles y manipulables. Siempre tenía que hacer todo solo.
Maldijo a su familia.

Estaba seguro que esa tipa algo malo tramaba. Posiblemente sería una infiltrada de Rizembool. ¿Y si descubrieron que estaba alterando las muestras en la experimentación para buscar un agente recesivo que contrarrestara la fórmula de Liebheart? Seguramente era Liebheart el que estaba detrás de esto y quería jugar con su mente para manipularlo y ponerlo a su favor o simplemente para jugar con él antes de destruirlo.
Sabía que él y ese psicópata lamebotas de Asuka estaban implicados en esto.

Liebheart. Quería que ese bastardo se arrastrase en el piso bajo su propia desgracia y se llevara a ese bufón de Asuka en el camino al infierno.

Estaba en un escenario complejo, donde tenía que luchar contra varios enemigos: los de Rizembool y los enemigos de su familia. Liebheart y Asuka por un lado científico y con planes macabros de manipulación de masas, y, por otro lado, tenía que batallar con los enemigos naturales de los Lancaster: Morningstar que codiciaba los bienes de Lancaster, Rosehearts que estaba resentido por el trato dado por Alberu, Schöenheit quien deseaba tener poder en Alemania e Inglaterra.

Podía con todos, sin duda. Aunque cada vez eran más los obstáculos.

Pero… ¿Y si pasaba un evento centinela del cual debía ocuparse? ¿Con quien podía contar?
¿Podía llamar a Walker? Le había ofrecido su ayuda desde niños, pero Cain la despreció como todas las veces. Quizá esa puerta continuaba abierta, pero Walker era demasiado fácil… Seguramente a la primera oportunidad iría y le contaría a esa “Larva” pelinaranja que su amigo el “Tóxico” estaba volviéndose más salido de “Chernobyl” que nunca. Todavía estaba resentido por ese apodo idiota en su teléfono móvil.

No. Eso lo pensaba porque estaba rencoroso con Walker. Seguramente no le contaría a los demás sus secretos. Pero lo que imperaba era que no quería involucrar a Walker en asuntos que lo pondrían poner en peligro. Si bien se merecía ser masacrado como la cucaracha que era, Cain no permitiría que algo le sucediera a ese idiota por nada en el mundo.


Se sentó, miró el techo de la sala y cerró los ojos. Estaba en un escenario difícil de explicar. ¿Qué podía hacer? Acaso alguien podría ser capaz de salir de esa encrucijada tan complicada. Era la jugada de ajedrez más riesgosa en la que estaba involucrado, cualquier movimiento en falso terminaría en una muerte súbita.

Al día siguiente estaba en el teatro con algunos familiares presenciando una obra gala ballet. Abrió los ojos y todo estaba oscuro, poco a poco una luz cinematográfica se deslizó frente a él y el escenario con la obra de ballet se vio frente suyo como un letargo hipnótico como si estuviera viendo una película de los años 20s.

Sentía que estaba allí pero a la vez no.
Era como estar drogado.

Muy drogado.

Y hasta ahora era el único que tenía esa percepción “paranoica”

Le estaba dando muchas vueltas al asunto, él siempre tenía en control, pero seguramente las últimas semanas donde reinó la falta de sueño y el trabajo excesivo le estaban perjudicando. Sumando el hecho de que estaba conspirando contra Rizembool y… a la vez cooperando con ellos.
Se maldijo mentalmente.

Tal vez si había estado expuesto a muchos químicos en el último tiempo.
Si bien tenía que buscar la fórmula exacta para crear una sustancia que contrarrestara la de Liebheart la cual dominaba el patrón mental de los Rebels a su cargo, Cain pensó que quizá se tomaría unos días sin exponerse a propagaciones de químicos dada la situación y la reacción neurotóxica que estaba teniendo.

“Psicosis tóxica exógena secundaria a consumo de sustancias.” Se dijo en mente. “Eso explicaría todo… No soy un drogadicto, sólo son gajes del oficio.”
—Necesito hablar contigo. —
 “Ya me vas a salir con alguna de tus estupideces” pensó Cain al abrir los ojos y escuchar la voz de su hermano Henry. El rubio se acercó y sentó en la butaca a su lado.
—¿Hablo con mi suave hermano Henry o con el que tiene complejo de Rey?
—…— Henry lo miró confundido antes de mirar hacia la obra de ballet. Quizá Cain seguía molesto por haberse opuesto a sus órdenes aquel día en su mansión. —Tal vez hablas con ambos.—
—Mh. — dejo la pose de ensimismamiento y fingió mirar el ballet también. —¿Qué quieres?
—No te quitaré mucho tiempo. — le indicó al ver que el otro no quería conversar con él y estaba siendo cortante. —Sé que hace años quebré la confianza entre los dos cuando te defraudé con mis actos. Lamento haber quebrado lo poco que podía darte. No pretendía pasar tanto tiempo siendo ausente. 
—Oh, qué bueno que lo mencionas porque…—
—Lo sé, debió ser complicado para ti tener que soportar a alguien como yo. —
—Prometimos no hablar de esto. — siguió mirando la obra.
—Disculpa. No viene al caso de todos modos per--—
—Henry. — Cain le interrumpió antes de que el otro le explicara lo que quería contarle. —¿Estás bien… de salud? El otro día tenías muy alta la temperatura. Y tengo la percepción que sigues siendo… “tu otra cara”
—Ya estoy bien. — de hecho, estaba más preocupado por su hermano. Le tomó de la muñeca. —¿Cómo estás tú? Parece que no has dormido.
—…— Cain lo miró primero al rostro y luego miró su muñeca sujetada por la mano de su hermano.  Quitó su toque con un movimiento suave, casi elegante, si no fuera por el sentimiento de rechazo que le indicaba al otro con aquel gesto. —Estoy bien, no te preocupes.
Henry se entristeció internamente por la reacción arisca de Cain. A pesar de los años, su hermano mayor seguía experimentando rechazo y negatividad hacia su persona. Hiciera lo que hiciera nunca sería suficiente para Cain y nunca podría ganarse su afecto.
Pero el tema del afecto o no afecto no era lo que le preocupaba en ese momento. 
—Tengo que contarte algo.
—…— pensó que quizá lo molestaría con una donación para la caridad o alguna petición estúpida de su parte. Entrecerró sus ojos, indiferente y aburrido antes de tiempo.
—Ella realmente no existe. No está en mis recuerdos y la vi susurrando cosas a los demás para convencerlos de esta falsa historia. Intentó convencerme también y le seguí el juego, pero no es verdad lo que ella dice.
—¿Qué? — el de ojos verdes miró sutilmente a su hermano fijando su mirada en los ojos calipsos del otro. No terminaba de procesar lo que le acababa de decir. ¿Escuchó mal? 
—Puedes creerme loco o incluso estúpido por lo que te digo, pero tienes que creerme y escuchar con atención lo que te diré: Ella no es quien dicen que es. No permitas que entre y te manipule. No sé que… que cosa es, pero ella no es parte de esta realidad. No la dejes entrar. Es alguien muy alejada a Dios.—
El silencio de su hermano mayor le dio la señal de que su propia imagen ante él no podría ser peor a la de ahora. Seguramente lo creería loco o idiota.
—Sólo no le permitas entrar. — hizo el ademán de levantarse cuando se aseguró que menos personas podían notar su partida.
—Henry. — le sujetó del brazo antes de que se levantara. —Tú…—
—Perdón por incomodarte.
—Siéntate. — le ordenó, el rubio le hizo caso.  Por un momento fingieron ver la obra frente a ellos. —Pienso exactamente lo mismo que tú. — confesó después de un par de minutos.
—¿E-en serio? — el rubio quedó en un shock momentáneo, era primera vez que Cain le encontraba la razón en algo y ese algo era lo más freak que le había dicho en la vida.
—Ella no me da confianza. Es extraño que de pronto apareciera y armara una historia de la nada. Pero… todos parecieron tomar con normalidad su existencia recordándola y reconociéndola. Incluso dudé de mis propias facultades mentales hasta hace unos momentos. A menos que esto sea un “folie a deux” me da la impresión de que estamos tratando con alguien sumamente peligroso que trama algo contra nosotros. Puede ser una enviada de alguno de nuestros enemigos.
—¿Qué deberíamos hacer?
—No levantar sospechas. Seguirle el juego, fingir que creemos en su historia. Ver que es lo que quiere y para quien trabaja. Cuando tenga todas las pruebas que necesito, me aseguraré de que no pueda acercarse a nosotros nunca más.
—¿Qué pasa si uno de los dos se convence de su historia? —
—Estaremos perdidos. Así que…— instó a que lo mirara al rostro. —Mantente lo más alejado posible de ella.
—Pienso lo mismo sobre mantenerme lejos. Soy muy manipulable.
—Ella no pudo contigo. Seguramente intentó entrar en tu mente y no lo logró. Incluso yo estuve en jaque... Si uno de los dos puede conservar la verdad, ese serás tú.
—No puedo... 
—Necesito que cooperes. No puedes sólo rendirte antes de empezar.
—Pero…
—…— volvió la mirada hacia el frente, cansado. —Está bien. No hagas nada… Yo me encargaré de esto. —
El rubio articuló una sonrisa triste, Cain jamás esperaba nada de él y él mismo no esperaba nada de sí mismo, pero no podía dejar que su hermano siempre cargara con el peso de la responsabilidad solo.
—No puedo prometerte que lo haré bien, pero intentaré hacerlo lo mejor posible. ¿Qué es lo primero que debería hacer?
—Evita el contacto con ella en lo posible.
—Entiendo. — asintió suavemente. —Me mantendré así entonces. 
—Henry. —
—¿Si?
—…Ten cuidado.— le costó enormemente decirle eso.
Vio que Henry le sonrió conmovido y Cain le dedicó una mirada de reproche advirtiéndole que no se emocionara o lo lamentaría el resto de su vida.

END of first season (?)
*ptos Lancaster, nunca pensé que tendría que manejar a tantos en un fic. En fin, al menos puedo decir que acerté en el casting porque la mayoría son fotocopias(?)
*Se viene la segunda temporada. No se pierda "El bebé de Kanamery"
« Last Edit: August 02, 2021, 07:40:14 PM by Kana »


Eureka

HABEMUS... parte del segundo día. Al menos avanzo ajkldf

Me faltan hacer dos topes pero no estoy segura de que mi laptop viva /le hace cpr

58.1




Había esperado contar con un rendimiento personal óptimo todos los días, pero Oikawa no pudo preveer a tiempo las piedras con las que tropezaría en el camino.

Lo primero que lo sacó de lugar fue el dolor y cansancio que lo levantó en la mañana del segundo día. Los entrenamientos de vóley (y las horas adicionales de su entrenamiento personal) estaban pauteados para no sobreesforzarse y no desgastar al equipo, pero el campamento key lo había tenido entrenando seguido por casi 8 horas… lo que, como era de suponer, lo había dejado un poco matado al final. Leónidas era un hombre de temer y lamentaba no haberse preparado mentalmente para el esfuerzo físico que le impuso a todos.

Aun así, la noche anterior, Oikawa se había acostado pensando que había hecho un buen trabajo. El orgullo propio y la sensación de autocomplacencia le duró casi nada, porque los dolores de la mañana siguiente lo hicieron recapacitar respecto a la grandeza que se autoadjudicaba.

Fue difícil hacerlos a un lado para enfocarse en el entrenamiento que correspondía.

Las actividades del segundo día del campamento se resumían en una carrera de obstáculos que se expandía a través de la zona más espesa del bosque. El reto no sólo implicaba aptitudes físicas como agilidad, destreza, fuerza y rapidez, sino que los obligaba a ser cuidadosos y precavidos puesto que debían cargar con un bebé hasta llegar a la meta: el claro al centro del bosque.

El tiempo otorgado para el reto le pareció… curioso. Tenían hasta el atardecer para llegar y enfrentarse al ‘contrincante’ que se manifestaría al final del trayecto. Al ser una carrera, otorgarían reconocimiento especial a quien llegue primero, pero lo más importante era cumplir por completo con la travesía y terminar el reto. No había opción de quedarse a medio camino.

Oikawa solo se podía imaginar la pista de comandos típica de los ejercicios de educación física propios de la instrucción militar. Por supuesto que estaba sentada la inclusión de elementos mágicos que acrecentarían la dificultad del trayecto, pero definitivamente no esperó ninguna de las sorpresas que lo esperaban cerca de la meta.

Luego de superar varios obstáculos, compartir un breve momento con Kaworu y el pobre bebé que estaba a su cargo, y esquivar trampas y ataques de las marionetas esparcidas por el bosque, Oikawa había continuado con tranquilidad lo que quedaba del camino. Entre la frondosa sombra de los árboles, podía divisar a lo lejos el final del bosque y el inicio del claro.

…O eso creía.

Una pisada en falso lo hizo caer en una trampa subterránea.

Lo primero que atinó a hacer fue proteger al bebé, preocupado de que pueda salir herido por la caída. La profundidad del hoyo lo alarmó, pero no pudo contemplar mucho aquel pensamiento: Oikawa optó por usar sus poderes a su favor, creando un colchón de tierra que los recibió y frenó el momentum. Al incorporarse poco a poco, observó sus alrededores sin mucho cuidado, con la intención de elevarse gracias a su poder y regresar a la carrera… Sin embargo, el paisaje frente a él lo hizo reconsiderar sus opciones.

La cueva subterránea contaba con un pequeño lago y un camino que, a simple vista, se veía sencillo de atravesar. Al otro lado, se podía observar una colina que daba hacia la salida, la que emitía la misma luz del claro que Oikawa había divisado a lo lejos antes de caer en aquella trampa. Si sus cálculos no estaban errados, el trayecto era mucho más corto que el de la superficie.
 
Tenía que decidirse en el acto. Perder tiempo dándole vueltas al asunto iba a ser contraproducente, y quería llegar primero a la meta a cualquier lugar.

Oikawa soltó un hondo suspiro y, luego de darse una breve pep-talk interna, comenzó a atravesar el lago.

Con un pie en el camino, el universo le indicó que las sorpresas no acababan aún.

El cristalino lago cambió de color y tonalidad hasta presentar un matiz púrpura brillante y emanar chispas que iluminaban ligeramente la cueva. Oikawa sintió una corriente eléctrica que lo desorientó, pero su primera preocupación fue el bebé… cuyo llanto no demoró en escuchar. El key pensó en girarse para retomar el camino por la superficie, pero aquel hoyo había desaparecido y se encontró a sí mismo sumido en aquel terreno tan hostil.

“Tal vez debí quedarme con Kaworu-chan…” se lamentó, en medio de los llantos desesperados del bebé.

En esos momentos, ser amigo de Eureka Suoh jugaba a su favor, sin embargo. Estaba acostumbrado a las pequeñas descargas eléctricas que la chica soltaba cuando él la irritaba de alguna forma. Habría esperado que su nueva mejor amiga no lo tratara como Iwaizumi, pero al parecer estaba destinado a recibir violencia física por parte de las personas más importantes para él.

Oikawa rio ante su exageración, y continuó el trayecto aún a pesar del dolor que lo entumecía de a pocos.

Conforme avanzaba, el key logró recuperar la rapidez con la que había atravesado el bosque. Extrañado, le tomó unos breves instantes notar que el dolor había desaparecido: al parecer, su concentración había sido capaz de crear una fina capa de energía elemental que lo protegía del daño continuo de electricidad. No podía prestar mucha atención a su aspecto físico, pero era imposible que aquel resplandor ámbar a su alrededor pasara desapercibido.

Sonrió, un tanto orgulloso de sí mismo. Aquel sentimiento creció al sentir que el llanto del bebé había cesado y estaban, al fin, saliendo de la cueva.

Efectivamente, el claro estaba a un paso de su ubicación. Oikawa saltó por encima de un par de arbustos para regresar al camino principal del bosque que lo llevaría, en cuestión de segundos, al fin de la pista de obstáculos. A sus espaldas, encontró que varios keys estaban por darle el alcance, pero ninguno tenía la ventaja que tenía él: en breves instantes, contaría con el honor de ser el primer key en llegar a la meta.

…Y, por supuesto, ese fue otro error más en la interminable lista de sus metidas de pata.

La presión en su cuello se le hizo extraña, tomando en cuenta que ya había salido de la cueva y, con un par de pasos adicionales, iba a completar el reto. Escuchó que alguien lo intentó llamar a lo lejos, pero la pérdida de aire por estrangulación le impidó percatarse por completo de lo que querían advertirle. Antes de perder la consciencia, Oikawa atinó a agarrar las manos que lo ahorcaban y recién, allí, se dio cuenta de que el jefe final del desafío era nada más y nada menos que… el bebé que había estado cargando durante todo ese tiempo.

Sumó todas sus fuerzas y, con algo de suerte, logró librarse el agarre en su cuello. La marioneta saltó hasta quedar frente a él, mostrando su verdadero aspecto: le hacía recordar a esos maniquís de dibujo anatómico que se habían comprado Sho, Marie y Anemone para un curso de su carrera. Había sido divertido ponerles una faldita idiota y hacerlos posar de maneras extrañas, pero en esos instantes, se arrepentía del karma detrás de sus acciones.

Nunca volvería a verlos de la misma forma.

Un acto reflejo le permitió esquivar el ataque de energía que emanó la marioneta de un momento a otro. Oikawa saltó hacia atrás, acrecentando el espacio entre ambos para prepararse para la batalla. Luego de un corto suspiro, giró levemente sus manos para manejar la tierra bajo sus pies, con la intención de capturar a su enemigo en una prisión improvisada de abono. La marioneta intentó escapar, pero no fue lo suficientemente rápida para ello, y se vio atrapada antes de poder defenderse o huir.

No iba a ganar así de fácil y Oikawa lo sabía, por lo que no le sorprendió en absoluto ver que su contrincante destruyó la prisión fácilmente con una explosión de energía elemental. La tierra saltó hasta su cara y sus brazos no fueron suficientemente rápidos como para funcionarle de escudo. Por unos breves instantes, Oikawa se lamentó por el estado de sus ropas y de su apariencia: su shorts y su polo estaban mojados por el río, sucios por la carrera de barro y, encima, ahora tenía abono en todos lados, hasta en el pelo. El despiste suyo por la tierra y aquellos pensamientos idiotas no le permitieron prepararse para el ataque por detrás que recibió del enemigo.

Oikawa salió volando por el impacto, pero consiguió frenar el momentum al arrodillarse en el suelo y colocar una mano para detener la trayectoria de su cuerpo. Para ese entonces, la marioneta había vuelto a guardar distancia entre ambos. Al key le indignó considerablemente ver que estaba en condiciones óptimas y sin ningún rasguño, a diferencia de su propio estado. El golpe en la espalda le dejaría un moretón y se sentía asqueroso, pero más allá de eso, no tenía heridas graves ni alguna incapacidad que le impidiera pelear, así que no tenía mucho de qué quejarse.

Se levantó, decidido, y volvió a rodearse de la fina capa elemental que lo había protegido en la cueva. Esto lo ayudaría a protegerse del impacto de los ataques y a reducir el daño en su cuerpo. No esperaba salir ileso, pero al menos podría lidiar mejor con el dolor de los golpes la mañana siguiente.

Lo siguiente era de esperarse: una mezcla extraña entre combate cuerpo a cuerpo y de proyectiles a larga distancia se liberó entre ambos, quienes usaron el terreno a su favor para poder tomar por sorpresa al enemigo. O eso quería creer Oikawa, porque al final, era solo él quien caía en las trampas de la marioneta y no al revés. Después de todo, parecía percibirlo por su energía y no mediante sus sentidos, así que esconderse o lanzarle tierra no servía de nada para evadirla.

La marioneta aprovechó un momento de distracción de su parte para acercarse a propinarle un golpe en la cabeza, pero Oikawa se vio protegido no sólo por la capa de energía, sino también por una capa extra de tierra que había convocado a último segundo. Por supuesto, al no ser tan maciza, se destruyó con el ataque y la tierra salpicó por todas partes, irritándolo levemente.

Tenía que encontrar una forma de incapacitarla, o a este paso, iba a terminar enterrado por su propia culpa.

Era difícil pensar en las opciones que tenía en medio de una batalla, más aún tomando en cuenta que no era el único en la zona con aquella situación: poco a poco, habían llegado varios keys al claro y estaban enfrentándose a sus contrincantes al igual que él. Por suerte o por cuidado propio, no se había cruzado en medio de las peleas ajenas, pero no descartaba la posibilidad de que ello sucediera, y aquel pensamiento lo atormentaba junto al resto de preocupaciones que rondaban por su cabeza. Tenía que terminar con su batalla lo más pronto posible, y no se le ocurría alguna forma efectiva de hacerlo.

Se lamentó, en esos instantes, de nunca haberle dado la importancia debida a contar con un arma. Su HiME llevaba un buen tiempo sin una y había reiterado en varias ocasiones la falta que le hacía, pero Oikawa había ignorado aquel detalle por completo.

Ahora la entendía.

Un lapsus de idiotez le hizo imaginar lo que sería contar con la capacidad de invocar un arma en situaciones así de difíciles, pero lo hizo a un lado para esquivar el siguiente ataque de la marioneta. Su intención fue erguir de nuevo una pared de tierra que lo protegiera del impacto, pero cuando escuchó el sonido de la madera quebrándose, Oikawa abrió los ojos para observar, atónito, a la katana que acababa de convocar de un momento a otro. Se trataba de una espada estilizada con hoja de acero bicolor y una empuñadura con detalles púrpuras. De haber sido otra la situación, se habría fijado en más detalles, pero el apuro de vencer a la marioneta primaba sobre cualquier otro tema.

Oikawa dio un par de saltos hacia atrás para tomar distancia nuevamente, y sacudió la espada hacia un lado para deshacerse de las astillas de madera que habían quedado en la hoja. Con un arma y con una nueva técnica de defensa, la balanza de la victoria se inclinaba a su favor y no le parecía soberbio pensar que demoraría poco en resolver el problema.

Una sonrisa confiada se dibujó en sus labios a la vez que se lanzaba al ataque, seguro de su victoria.








Ensemble Square era un sueño.

El presidente, Eichi Tenshouin, había planeado con cuidado la construcción de los espacios dentro de la isla exclusiva de su agencia. La prensa y los medios no sabían mucho de los tratos detrás de la adquisición de aquel terreno, pero nadie se atrevía a cuestionarlo al observar el acabado final de la obra. Extensos bosques rodeaban la diversidad de edificaciones y patios de la isla, que contaban con todo lo necesario para la vida diaria y el entrenamiento de los idols afiliados. Aún en lo poco que Eureka podía observar a través de la luna del carro de Madara, cada detalle del lugar exudaba la elegancia y refinamiento que tanto caracterizaba al presidente de ES.

La alianza entre Tenshouin e Ibara Saegusa, idol y mánager de Eden y ejecutivo de su propia agencia, Cosmic Production, había logrado juntar a más de una docena de agencias como la suya en la alianza bajo Ensemble Square. Ambos estipulaban que revolucionarían la industria idol, junto a la gran variedad de units que tenían a cargo.

Eureka encontraba sentido en el accionar de Tenshouin. Se rumoreaba que pronto debutaría su propia unit, Fine, y era lógico que hubiese creado el espacio idóneo para su desarrollo. Dentro de Ensemble Square —y de su subagencia, Starmaker Production— Fine llegaría a formar parte del top 3 de units en cuestión de meses. Tenshouin había logrado ello años atrás, con dos de los actuales miembros de Eden y un joven de nombre Tsumugi Aoba. No era jalado de pelos pensar que lo volvería a conseguir.

“Yo sabía que nos dejarían entrar sin problemas~☆” canturreó Madara, muy alegre.
“No sé si eso me alegra o me preocupa,” dijo Eureka. “Por cierto, ¿a dónde nos estás llevando?”
“Primero iremos a conversar con Keito-san como quedamos,” dijo Madara.
“Mm. El almuerzo tiene que esperar,” dijo Kohaku.
“Claro.” Eureka asintió. “Uh… ¿Y dónde queda su oficina?”
“En el edificio principal de ES. Ahorita estamos llegando,” comentó Madara.

Eureka alzó la vista en el momento indicado: frente a ella, se erguían dos imponentes edificios cristalinos de altura intimidante. Al pie de ellos, una ostentosa pileta y una rotonda les daba la bienvenida.

Madara parqueó el carro frente a la puerta principal. Luego de apagar el motor, los tres salieron  con rumbo a la entrada. En el camino, el empleado del valet parking recibió del idol las llaves de su carro. Madara le agradeció con una sonrisa y unas breves palabras.

Continuaron el trayecto hacia la secretaría, donde Madara se dirigió a la joven detrás del counter.

“Buenas tardes~☆”
“Oh, Mikejima-san.” La joven sonrió. “Espero este teniendo una tarde agradable. ¿En qué lo puedo ayudar?”
“¡Espero que tú también~♪!” Madara le devolvió la sonrisa. “¿Sabe si Hasumi-san está en su oficina? Me gustaría darle una visita breve.”
“Se lo averiguo, déjeme contactar a su secretaria. Un segundo.”

La chica se dispuso a marcar en el teléfono de su mesa. Madara, Kohaku y Eureka tuvieron la intención de quedarse allí, pendientes a la inminente conversación, pero se distrajeron al escuchar algarabía a lo lejos, proveniente de los pasillos aledaños a la recepción.

“RINNE-KUUUUUN”
“Niki, no entiendo por qué te quejas si te dije que iba a ser algo rápido. No pedí que me acompañes,” le respondió Rinne. “¡No es mi culpa que no te hayas inscrito a los dormitorios!”
“¡No me dijiste que daban comidas gratis!”
“Sólo almuerzo y cena. El resto te lo preparas si quieres.”
“¡Pero eso significa que tienen ingredientes! ¡Qué puedo usar! ¡En vez de gastar dinero! ¡RINNE-KUUUUUUN!”
“Ah.” Madara les sonrió, a la vez que observaba cómo caminaban por el pasillo en dirección hacia ellos. “Rinne-san, Niki-san, buenas tardes~☆”
“¡Mama-chaaan~♪! Oh, y estás con Kohaku-chan, no sabía que se conocían,” Rinne jaló a Niki del agarre que tenía en su cuello. El pobre intentó zafarse, pero se resignó a ser arrastrado en contra de su voluntad.
“Nos conocimos hoy, Rinne-han. Todo gracias a Eureka-han.”
“Yo no hice nada…” comentó Eureka, intentando explicar que había sido coincidencia pura.
“Ohhh, no había tenido el placer de conocerte, onee-san~” canturreó Rinne… y se quedó en silencio de golpe, observándola con curiosidad. “¿…Eureka?”
“¿…?” Eureka le devolvió la mirada, intrigada.
“¿Tú no eres la amiga de Souji?”
“¡…Ah!” Recién ahí, Eureka cayó en cuenta de la verdadera identidad del hombre en frente de ella.

Rinne Amagi, a parte de ser el líder de la unit novata Crazy:B, también era uno de los amigos más cercanos de Souji. Habían perdido un poco el contacto con el debut de la unit, o al menos eso es lo que había escuchado por parte del chismoso de Hizumi… pero recién conectaba todo. Efectivamente, se trataba de la misma persona.

Su culpa por no saber nada de Crazy:B.

No se arrepentía, aún así, porque ya tenía suficiente siendo stan de MaM y Eden.

“Eureka-chan, a los años.” Rinne le sonrió de lado.
“Recién… me doy cuenta de que tú eres… bueno. El líder de Crazy:B.” Eureka rio.
“¡Espera!” Kohaku se turnó en observarlos a ambos, confundido. “¿¡Se conocen!?”
“Los tres, con Niki,” aclaró Rinne.
“Eso… no lo vi venir, la verdad,” confesó Madara. Se veía menos sorprendido que Kohaku, pero Eureka podía notar que andaba intrigado por la historia detrás de aquella revelación.
“Tenemos un amigo en común. Y en secundaria, él paraba mucho con nosotros, así que la conocimos en una salida.”
“Cheesu~ Eureka-chan. ¿Cómo has estado~?” preguntó Niki, muy tranquilo. “Lamentamos haber perdido un poco el contacto.”
“Oh, no se preocupen.” Eureka sonrió. “Estoy bien. Ando en el sexto ciclo de carrera actualmente, pero no veo mucho a Souji porque él siempre anda ocupado con mil cosas.”
“Pues somos tres. Aunque hace un par de días fui a cenar a su casa, por pura coincidencia.”
“Rinne-kun terminó borracho en la colina del río,” contó Niki, entre risas.
“…Classic Rinne-han,” mencionó Kohaku, decepcionado de su líder de unit.
“Souji me encontró y fuimos a cenar a su casa con un oso y su pareja.”
“¿…Oso?” preguntó Eureka, pero Rinne la ignoró.
“¿Tú cómo conoces a Mama-chan, Eureka-chan?”
“Pues tenemos una amiga en común, Nejire-san. ¿De NewDi?” explicó Madara.
“¡Aaaah! ¡Nejire! Ella es amiga de Hiyori-chan. La conozco por él.”
“¿¡Tú también eres amigo de Hiyori Tomoe!?” preguntó Eureka, al borde de una aneurisma. Todos los idols se conocían entre ellos. Era un dato que no debía sorprenderle, pero le indignaba de todas maneras.
“Claro. Aparte de Nejire-chan, hemos tratado por nuestra cuenta por ser líderes de units bajo la misma agencia, CosPro.”
“Hiyori-chan me invita quichés de vez en cuando, me cae bien~” canturreó Niki, a punto de babear al imaginar aquel platillo.
“Pero sin duda lo que más me intriga es… ¿Cómo conoces a Kohaku-chan?” le preguntó Rinne a Eureka, y luego, fue a abrazar al mencionado por los hombros. “Kohaku-chaaaaan, no me digas que fuiste y te conseguiste una novia de un momento a otro~ Cómo no le vas a contar a tu senpai~ ¡Qué falta de confianza!”
“¿¡Q-qué hablas, Rinne-han!?” Kohaku se avergonzó ante aquel comentario idiota. “Eureka-han es la mejor amiga de mi tío.”
“…Ah.” Rinne se separó de él, un tanto aburrido con la explicación. “Tu misterioso tío que sigo sin conocer.”
“Lo hago por el bien de nuestra unit. Si lo conoces… no sé qué sería de nosotros.” Kohaku suspiró.
“¿Por qué lo dices, Kohaku-chan?” Niki se limpió la baba.
“Porque Tooru-han se llevaría *demasiado* bien con Rinne-han. Y debo impedir eso por el bien de la humanidad.”
“Haha~ Kohaku-san tiene razón~♪” canturreó Madara, divertido.
“Disculpen…”

La voz de la secretaria llamó la atención de todos, y Eureka supo en ese instante que había perdido la oportunidad de preguntarle a Madara sobre su amistad con Rinne. Suponía que luego habría momento para ello, pero era realmente curioso ver cómo los idols se relacionaban entre sí.

No debía de sorprenderle tanto, tomando en cuenta que todos pertenecían a Ensemble Square.

“Logré contactar a la secretaria de Hasumi-san. Dijo que podía pasar a visitarlo.”
“Oh, gracias~♪” Madara le sonrió y, luego, se giró hacia Rinne y Niki. “¿Nos acompañan?”
“¿Mm?” Rinne sonrió de lado. “¿Qué van a hablar con el cuatro ojos?”
“Madara-han, no—”
“¿No estás enterado del tema del permiso de Kohaku-san?” le preguntó Madara a Rinne, ignorando las súplicas de Kohaku.
“…” El pelirrosa sólo pudo atinar a suspirar, resignado.
“¿Permiso de qué?” Niki arqueó una ceja.
“Como soy menor de edad, necesito un permiso para poder quedarme en los dormitorios. He apuntado como tutor a mi tío, pero está de viaje.”
“Fue a buscarlo pero le contamos que no estaba en Tokyo,” dijo Eureka. “Me ofrecí a ayudarlo,  y de ahí Mama hizo lo mismo.”
“Hoho~♪” Madara sonrió. “Pero tal vez sería más fácil si dos miembros de su unit avalan por él también.”

“Ah, sólo debiste pedirme ayuda, Kohaku-chaaan~” canturreó Rinne. “¿Por qué tan tímido?”
“…Porque no sentí que podrías ayudarme.” Kohaku entrecerró los ojos.
“¡Me hieres!” dramatizó Rinne. “Pero no, en serio. Debiste avisarme. Podría haberte ayudado. Y… lo haré, igual. Pero no dudes en contar conmigo para la próxima~♪”
“Eso suena muy… falso,” comentó Niki. “¡No le creas, Kohaku-chan!”
“Niki, supéralo.” Rinne rodó los ojos. “No sabía que serías capaz de mudarte a los dormitorios sólo por comida gratis.”
“¡Eso es lo que tú vas a hacer!” le recriminó Niki, indignado.
“¡No me voy a mudar! Sólo me inscribí.” Rinne suspiró. “No soy capaz de abandonarte a tu suerte, Niki-kyuun~♪”
“…No te creo nada.” Niki optó por ignorarlo, para prestarle atención a Kohaku. “¡Te ayudaremos, descuida!”
“…Gracias.” Kohaku no sonaba muy convencido. “…Supongo.”
“Bueno, vamos a buscar a Keito-san que me suena la panza de hambre~☆”

Madara fue el primero en dirigirse hacia los ascensores, y el grupo no demoró en alcanzarlo en cuestión de segundos. Rinne presionó el botón del piso de Keito y las puertas se cerraron ni bien todos ingresaron.

“Mama…” empezó Eureka, una vez notó que Niki, Kohaku y Rinne andaban enfrascados en una conversación sobre el paradero del último compañero de su unit. “¿De dónde conoces a Rinne?”
“¿Rinne-san?” Madara le sonrió. “Fue uno de los primeros amigos que hice en el mundo de idols. Era mi senpai. En ese tiempo, tenía un dúo con Niki-san.”
“¿Pero no son de otra agencia? ¿CosPro?”

“No. Cuando eran sólo un dúo, estaban en NewDi. De ahí se pasaron a CosPro por iniciativa de Ibara-san, quien formó Crazy:B.”
“…Mm…” Eureka asintió. “Osea que son amigos de tiempo.”
“Sí~☆” Madara se vió un tanto nostálgico. “No soy mucho de hacer amistades, pero la gente que he conocido en el medio es muy difícil de olvidar. Rinne-san, Nejire-san, Leo-san, mis amigos de Ryuseitai… todos son muy valiosos.”
“Me alegra que la amistad se mantengan a pesar de los años.” Eureka le sonrió.
“Mm, mm~♪” canturreó Mama. “A mí también~♪”

El sonido del asensor interrumpió a todos, y los movió a salir rumbo a la oficina de Keito. En el camino, los chicos de Crazy:B retomaron su conversación.

“No puedo creer que HiMERU-han también estará en los dormitorios.”
“Merumeru es bien callado respecto a eso, pero sí me lo dijo en privado,” contó Rinne. “No sé si pensó que iba a ser secreto, porque no hay secretos en Crazy:B, pero es muy tarde para eso~♪”
“Igual nos habríamos enterado tarde o temprano. Como eso del… hospital,” comentó Niki, curioso.
“Mm.” El semblante de Rinne se tornó un tanto preocupado por unos instantes… y luego, retomó su sonrisa socarrona de siempre. “Pero bueno. Vamos por partes.”
“Sí, sí~” canturreó Madara, quien se detuvo ante la puerta de la oficina de Keito.

Estaba dispuesto a tocar antes de entrar, pero Rinne la abrió de golpe y entró como pedro por su casa.

“Cheeessu~♪” canturreó, muy campante, ante la indignación de Keito Hasumi. “Qué tal va todo, cuatro ojos~♪”
“¿…Amagi?” Keito arqueó una ceja, confundido. “Mikejima. ¿Qué significa esto?”
“Eh…” Madara se disculpó con una sonrisa. “Queríamos hablar todos contigo, Keito-san.”
“¿…Quién…?” preguntó Keito, observando a Eureka con curiosidad.
“Ella es Eureka Suoh-han,” la presentó Kohaku. “Vino junto a Madara-han y mis compañeros de unit para ayudarme con un tema, Hasumi-han.”
“…Está bien.” Keito asintió, y con un ademán de mano, los invitó a tomar asiento. Rinne ya se había adueñado de uno, así que Madara y Kohaku se apuraron en cederle el que quedaba a Eureka. Antes de que la chica replicara, Niki le robó el asiento, muy tranquilo.
“…” Kohaku se quedó mirándolo por unos segundos. Su atención se derivó hacia Keito cuando recordó el motivo de la cita. “…Hasumi-han, no he conseguido la firma de mi apoderado para el permiso de los dormitorios. Sé que dio un plazo hasta mañana, y me disculpo por no haber conseguido resolver eso a su debido tiempo, pero mi apoderado está de viaje.”
“Por eso estamos aquí,” dijo Rinne. “Hemos venido a firmar en su reemplazo… para que le dejes quedarse al menos hasta que regrese su tío y regularice la firma faltante.”
“…Mm…” Keito se sumió en sus propias reflexiones.
“Keito-san, creo que el líder de la unit de Kohaku-san puede hablar con total seguridad sobre su compañero. Y no llevo mucho tiempo conociéndolo, pero yo también pondría las manos al fuego por él,” dijo Madara.
“Yo también,” dijo Eureka.
“¡Yo también!” anunció Niki. “Rinne-kun es el líder aquí, pero yo conozco a Kohaku-chan. Sé que no ocasionará problemas en los dormitorios.”
“…” Kohaku sonrió levemente, a escondidas de todos.
“…Okay.” Keito asintió. “Gracias por la explicación y la justificación. Aún así, lamento decirles que la firma de cualquiera de ustedes no me sirve de nada,” informó Keito. “Los procesos burocráticos existen por algo. Tengo que mandar a Oikawa de vuelta a su casa.”
“…” Kohaku suspiró.
“Pero… supongo que puedo hacer… una excepción. Aunque me duela.” Keito se pasó la mano por los cabellos. “Le debo un par de favores a Mikejima y si esto llega a oídos de Eichi, no me dejaría tranquilo por ser ‘demasiado estricto’ con un permiso. No le tengo miedo, pero ya tengo suficientes problemas con aquel rumor del animal extraño que ronda por los dormitorios… no quiero otra queja más.”
“¿Animal… extraño?” Rinne sonrió, intrigado.
“No es algo que deba preocuparlos,” dijo Keito. Por unos instantes, se quedó observando a Madara, con una pregunta en la punta de la lengua. Sin embargo, se retractó a hacerla, y sacudió levemente la cabeza. “…Debo estar muy cansado.”
“…Entonces, Hasumi-han,” dijo Kohaku, para traerlo de vuelta a la tierra.
“Entonces te puedes quedar, Oikawa. Sin embargo, ese permiso debe estar en mi mesa el martes en la noche a más tardar.” explicó Keito. “Espero el mejor comportamiento de tu parte. No sé si sea positivo o negativo para ti, pero estarás solo hasta el lunes.”
“¿Cómo así?”
“Tu compañero de cuarto aún no se mudará. Está resolviendo un tema con la transferencia de sus pertenencias, así que tienes el cuarto a tu disposición por mientras.”
“Oh, okay. Gracias, Hasumi-han.”
“No hay problema.” Keito se permitió una pequeña sonrisa. Niki y Madara saltaron del susto, lo que motivó al peliverde a fruncir levemente el ceño de nuevo. “¿…Algo más en que pueda ayudarlos?”
“No, gracias, Keito-s—”
“¡Keito-san! ¡Cierto!” Madara se iluminó de un momento a otro. “¿Eureka-san podrá almorzar en nuestra cafetería?”
“…No veo por qué no.” Keito arqueó una ceja. “Tiene que pagar su almuerzo, por no formar parte de ES, pero más allá de eso, no hay nada que la detenga.”
“Gracias, Keito-san~♪” canturreó Madara.
“¿Yo tengo que pagar almuerzo también?” preguntó Niki.
“…Me temo que sí, Shiina,” dijo Keito. “Pero puedes inscribirte a los dormitorios para tener esas facilidades, tal y como hizo Amagi. Puedes disponer de tu cuarto como gustes, siempre y cuando respetes las reglas de convivencia.”
“¿¡…Dónde firmo!?” preguntó Niki, con los ojos brillando de la emoción.
“Gyahaha!” Rinne soltó una risotada, entretenido con la actitud de su amigo. “Sabía que caerías, Niki.”
“¡Por supuesto!” le respondió él, emocionado.
“La asignación de dormitorios es al azar, ¿no?” preguntó Kohaku.
“Sí. Existen grandes probabilidades de que no compartan cuarto con los miembros de su unit. Eso para facilitar la interacción entre idols y la creación de lazos entre ustedes.”
“¿Tú también tienes cuarto?” preguntó Rinne, sonriendo de lado.
“…Sí.” Keito suspiró. “Pero dispongo de él para las noches llenas de trabajo que me impidan regresar al dojo de mi familia.”
“Yo también tengo el mismo plan,” contó Madara.
“…Empiezo a creer que soy el único que sí piensa vivir en los dormitorios.” Kohaku suspiró.
“Tal vez sí lo eres~♪” Rinne rio levemente.
“¡Definitivamente!” afirmó Niki, sin prestar real atención a lo que discutían. A juzgar por su expresión sonsa y la baba en sus labios, el idol ya estaba en una dimensión muy lejana, soñando despierto con los deliciosos manjares de la cafetería de Starmony, los dormitorios.
“¡Bueno, creo que eso es todo entonces, Keito-san!” afirmó Madara, de un momento a otro. “No me queda nada más que agradecerle por su ayuda~☆”
“Mm.” Kohaku asintió. “Ni bien regrese mi tío, regularizaré el asunto de la firma.”
“Está bien.”
“Rinne-san, Niki-san, ¿quieren venir a almorzar con nosotros~?”
“Sí, justo pensaba en decirte que vayan y los alcanzamos,” dijo Rinne. “Dudo que Niki se demore mucho en esto, pero no quiero retenerlos más. Eureka-chan tiene cara de querer comerse una vaca entera.”
“…No te equivocas.” Eureka sonrió, incómoda. “…Al menos no me rugen las tripas.”
“Las mías van a empezar a rugir si no nos movemos,” suplicó Kohaku. “Rinne-han, Niki-han, les guardamos sitio, entonces.”

“¡Mm!” Niki se limpió la baba.
“De seguro estamos ahí en unos quince, veinte minutos,” contó Rinne. “Eso nos demoraremos, ¿no, cuatro ojos?”
“…” Keito lo observó, extrañado, pero asintió. “Sí.”
“Genial~♪”
“Nos vemos entonces, Rinne-saaan, Niki-saaan~☆” canturreó Madara, y ondeó la mano a manera de despedida. Eureka hizo una leve reverencia, que Kohaku imitó cuando notó que no sólo estaban despidiéndose del resto de Crazy:B.

Keito inclinó levemente la cabeza a manera de respuesta, y los tres salieron de la oficina.

Kohaku soltó un suspiro aliviado ni bien tomaron distancia en el pasillo.

“…Gracias, Madara-han, Eureka-han.”
“Oh, no te preocupes.” Eureka le sonrió. “Creo que quien más ayudó aquí, fue Rinne. Y Mama, por supuesto. Yo… estuve de apoyo moral.”
“Hoho~♪ Pero yo no me habría enterado del asunto de no ser por ti, Eureka-san~~♪”
“…Es cierto.” Eureka suspiró. “Supongo que sí ayudé en algo.”
“Mm.” Kohaku asintió. “Ahora, a esperar el regreso de Tooru-han.”
“Descuida, el lunes estará de vuelta en Tokyo. No pasará de eso. Y… bueno, los lunes no lo veo porque no hay entrenamiento de vóley, pero me aseguraré de hacerle recordar lo del permiso.”
“Sí, te lo agradecería. Yo igual le mandaré un mensaje el lunes en la mañana… O lo llamo, incluso.”
“Entonces, cerrado eso, podemos ir más tranquilos a comer~~♪” anunció Madara, a la vez que llegaban al ascensor.

El grupo se subió al elevador ni bien llegó al piso en el que se encontraban y, entusiasmados, emprendieron su camino a la cafetería de Starmony.







“Listo,” dijo Niki, a la vez que bajaba el lapicero y le entregaba los papeles a Keito.
“Eso es todo, entonces. Eres bienvenido a Starmony de ahora en adelante, Shiina.”
“Yaaay~♪ Puedo usar la cocina del dormitorio como guste, ¿no?”
“Sí, eso está incluido también.” Keito asintió. “A más tardar, el lunes te llegará la notificación de Starmony que indica tu número de habitación y el día en que puedes pasar a dejar tus cosas y mudarte, si es que piensas quedarte aquí.”
“Oh, no, yo solo vengo por la comida.” Niki sonrió.
“No deberías esperar menos del súper idol y chef estrella~♪” canturreó Rinne, divertido.
“¡Exacto!”
“…” Keito se masajeó las sienes levemente. “Bueno. En todo caso, igual vas a tener que pasar por ahí, así que es necesario que vengas ese día para recoger tu tarjeta de ingreso.”
“Está bien~” Niki sonrió. “Gracias, Keito-kun~”
“…” Keito se tragó las palabras en la punta de la lengua. “Si eso es todo lo que necesitan, entonces—”
“Yo tengo algo breve que hablar contigo, Keito-kuuun~” canturreó Rinne, imitando a Niki. “Niki, puedes ir a buscar al resto. Yo les doy el alcance en un rato.”
“…?” Niki ladeó la cabeza, confundido. Aquella expresión le duró tan solo instantes, porque pareció priorizar la comida por sobretodo y asintió furtivamente. “¡Okay!” Se levantó del asiento de un salto, y salió corriendo de la oficina en busca de la cafetería.
“No te quitaré mucho tiempo, cuatro ojos.” Rinne le sonrió, una vez se encontraron a solas. “Sólo tengo… un pequeño favor que pedirte.”
“¿Otro más?”
“El de Kohaku-chan lo hiciste más por Mama-chan que por mí.” Rinne rio. “Así que ese no cuenta.”
“…Debo suponer que está relacionado a HiMERU.”
“Bingo~♪”
“…” Keito suspiró. “…Está bien, escucharé tu petición.”

Rinne esbozó una sonrisa confiada, contento con la respuesta de Keito.

« Last Edit: November 08, 2021, 09:48:10 AM by Eureka »


Puri

El campus de la Universidad de Hanasaki era uno de los más grandes a nivel mundial, por lo cual había optado por decirle a Sayaka que viniera a su departamento. Esto no era lo usual, ya que la menor vivía lejos de la zona y solo iba los viernes para ver películas junto a él y Keith… Pero prefería tener un lugar privado en el cual hablar con ella, y no con miles de estudiantes a su alrededor.

Shiro se sentía tenso.

Si bien conocía a Sayaka desde hacía años, aún no se había sentido cómodo como para contarle sobre su “accidente”. Con Keith había sido distinto. A lo mejor era porque Sayaka siempre había sido tan suave, abierta y risueña, mientras que Keith era todo lo contrario, que había terminado confiando más en el chico… Haberse ganado su confianza no había sido fácil para nada. Su amistad era algo por lo que había luchado y se sentía orgulloso de ella, así que sentía que podía dar todo de sí mismo también, no por obligación, sino porque Keith se lo merecía y sabía que guardaría todo ello para sí.

No quería decir que desconfiara de Sayaka. Cuando volvió a Tokyo después de años, ella se convirtió en su primera amiga, a pesar de los años de diferencia. La conocía desde antes que Keith, y ella misma le confiaba todas sus cosas. Pero sentía que no quería abrumarla con aquellos horrores con los que cargaba, no quería que sintiera pena por él, o que lo viera de una manera distinta. No sabía bien cómo explicarlo, pero al menos le daba tranquilidad el saber que ella no lo empujaría a decirle y que estaba contenta con no saberlo, que no le inquietaba demasiado.

Pero eso cambiaría hoy. Y justamente, sonó la puerta.

“¡Sayaka!”, la saludó con una gran sonrisa apenas abrió la puerta.
“¡Shiroooo!”, gimió la otra y se le lanzó encima, apoyando todo su peso en él. Shiro rio y le acarició la cabeza. “¿Cuánto te tendré que querer para venirme hasta aquí desde tan lejos, eh?”, le dio un golpe amistoso en el brazo y se levantó, para entrar en el departamento y cerrar la puerta. “Y eso que hoy planeaba dormir hasta tardeee”, se quejó mientras se sacaba los zapatos y Shiro tomaba su bolso para colgarlo en el ropero.
“Discúlpame, te prometo que lo recompensaré apenas pueda”. Caminó hacia la cocina, “¿Quieres algo de tomar?”.
“Solo agua”, la otra se dirigió hacia el sillón y se lanzó dramáticamente boca abajo. “¿Hoy no tenías que dictar clase?”
“Tuvimos que cambiar el horario por una dinámica del profesor”, le mintió. La verdad, había cancelado para poder coincidir con el tiempo libre de Sayaka. Y para prepararse para esto. Salió de la cocina y le dejó el agua sobre la mesa pequeña, mientras se sentaba en el sillón en frente de ella.
“¿Y bien?”, Sayaka se volteó lo suficiente para echarle un ojo. “¿Qué pasa?”
“El viernes pasado que no viniste… Keith me contó que se debía a lo que la directora de Hanasaki se te acercó”. Ante esto, Sayaka se sentó y lo miró con atención. Con algo de miedo, susurró:
“¿Tú sabes algo al respecto, Shiro? ¿Sobre el asunto HiME?”

Shiro asintió, pero no dijo nada más. Respiró hondo un par de veces, miró al techo y después de unos minutos, la miró a los ojos.

“Bajo ninguna circunstancia puedes convertirte en HiME, Sayaka”.

Forget all the shooting stars and all the silver moons
We've been making shades of purple out of red and blue


Cho

Uhh. Every. Single. Month. *tired* Termine el fic yaay...

98.3.



Pasó poco más de una hora y luego del brindis y de degustar los bocadillos, la mayoría de los Toushirou se retiraron ya que les esperaba un día de clases en la mañana siguiente. Debido a ello, en el apartamento de Gotou sólo quedaron los Sadamune, Fudou y Atsushi además del dueño de casa, quien con su hermano había estado recogiendo las últimas cosas de la improvisada fiesta.

Sin embargo, ni bien terminaron con lo último y regresaron a la sala, se toparon con un desarrollo inesperado.

“Fudou, aquí hay un poco de comida para que te lleves… ¿eh?” Gotou se extrañó al notar que el pelimorado miraba en shock a su celular. El otro par de hermanos le rodeaban también curiosos de aquel mensaje que le había sorprendido.
“¿Sucedió algo?” preguntó Atsushi.
“Sí, todo bien, Atsushi-san,” le aseguró Monoyoshi, sonriendo incómodo. “Es sólo que Tharja-san nos acaba de informar que tiene planes hoy y pasará la noche fuera de casa.”
“Oh, qué curioso,” Atsushi se sorprendió visiblemente. “Hehe, no es del tipo de socializar mucho así que me alegro que se tome un tiempo para ella misma.”
“¡Ni te atrevas a celebrar sin tener ni idea de lo que va a hacer hoy, Atsu!” reclamó Fudou, colérico y extrañamente en desdicha. Se le notaba muy estresado. “¡Bien podría haber huido de casa, haberse metido con gente dudosa o agarrado algún vicio!”
“¿Por qué lo dices así?” preguntó Taikogane, confundido. “¿No eras tú el que andaba haciendo todo eso hasta hace poco?”
“¿Eh?” Fudou se congeló.
“Uh, eso fue duro, Taikogane,” Gotou negó con desapruebo. “Lo que dices será verdad pero Fudou anda extenuado, dale un respiro.”
“Ehm, Gotou-san, mejor cambiemos de tema…” opinó Monoyoshi, nervioso al ver a Fudou torturarse más.
“¡Ah, perdón, no lo dije con malas intenciones!” dijo Taikogane, apresuradamente. “¡O sea, hoy se va a quedar con ese tal Jiji que conocí el verano y es amigo de ustedes, ¿verdad?!”
“¿Eh? ¿Con Jiji?” preguntó Atsushi, sorprendido.
“¡El que lo conozcamos no lo hace menos inocente!” estalló Fudou, quien apretaba su celular con tanta fuerza que parecía capaz de romperlo en cualquier momento. “¡Ese imbécil es un arrogante narcisista que está bien consciente que la bruja de mi hermana anda prendida de él y que puede hacerle hacer lo que sea! ¡Apuesto a que se le dio por invitarle a quedarse por la razón más estúpida y trivial y la babosa no supo ni cómo negarse!” lanzó su celular al piso y comprimió sus puños. “Y la tonta de paso es una inepta social que no entiende qué sobrepasa los límites y va a quedar mal y va a vivir torturada, ¡y luego yo tengo que soportarla a ella!”
“O-oye, Fudou, no sé bien de qué hablarás, ¿pero no andas siendo muy duro con tu hermana?” preguntó Taikogane, mirándole con incomprensión. Frunció el ceño. “Y luego tú me dices que yo soy el insensible.”
“Fudou-kun dirá palabras frías, pero no es como realmente se siente,” observó Monoyoshi, sonriente. “En verdad está muy preocupado por ella y en su angustia anda pensando y diciendo lo peor que puede ocurrir, pero no te pongas así, por favor. No siento que debas preocuparte tanto, va a estar bien.”
“Tch, eres un optimista, Mono-chan, aprende a no confiar tanto en otros…” dijo el pelimorado con los ojos entrecerrados.
“Hmm…” Taikogane frunció el ceño no convencido y miró a los Toushirou. “Ese Jiji es amigo de ustedes. ¿Creen que sea una mala influencia o algo?”
“No puedo decir que lo conozco bien, pero sí confiaría en él para esto,” Gotou se encogió de hombros. “Pero es todo lo que diré. Ya aprendí en el verano que no puedo defenderle. Fudou reventó en mi cara la vez pasada.”
“Ah, Fudou, aprende a no desquitarte con otros,” Atsushi se dio un facepalm. “Ahora que estás comenzando con la universidad tienes que pensar en cómo actúas. Da una buena impresión.”
“Que estudie y que dé una buena impresión son dos cosas aparte. No esperes mucho de mí,” dijo a regañadientes. Comprimió sus puños. “Tch, iría a buscar a la bruja si el tipo ese no viviera tan lejos, pero…” desvió su mirada, rendido. “Ya que… no tengo dónde quedarme esta noche.”
“¿Cómo así?” Gotou se sorprendió al igual que los demás e intercambiaron miradas.
“¿Qué les pasa? No es como si mi casa se hubiera quemado o algo,” Fudou rodó los ojos. “Al salir se me olvidó mis llaves y la bruja siempre cierra la casa. En teoría ya debería estar ahí como siempre pero sin ella no tengo cómo entrar. Ni las ventanas están abiertas y fácil algún chismoso llama a la policía o algo.”
“Ah, entonces tu sorpresa se debe también a eso,” Taikogane asintió.
“¿Qué? No, ni que me importe. Si tengo que dormir en la calle lo haré,” dijo encogiéndose de hombros. “Es lo de menos.”
“No digas tonterías, Fudou,” Atsushi frunció el ceño. “Me quedé para acompañarte de regreso, pero si no puedes entrar a tu casa con gusto te llevo a la mía. Sabes que eres bienvenido.”
“¡Eso sí que no!” curiosamente, Fudou se espantó, alzó su voz y le apuntó acusatoriamente. “¡Ustedes felices me han estado plagando la vida y recién ahora que me he despedido de tus hermanos ni loco volveré a encontrarme con ellos! ¡Necesito estar solo! ¡Mejor me quedo botado en la calle que rodeado de ustedes!”
“¿Qué tienes con esa actitud?” se impresionó. Cuando eran niños, Fudou había sido mucho más receptivo a pasar el tiempo con ellos. Era un cambio radical.
“¡Lo tengo!” de repente, el peliazul exclamó contento y decidido. “¡Les propongo una pijamada, aquí y ahora!”
“¿Pijamada?” preguntó Monoyoshi, confundido.
“¡No hay que perder la oportunidad de quedarnos una noche en un apartamento moderno en una de las zonas más movidas y ricas del Japón! ¡Quiero el sabor de la vida downtown!” declaró lleno de alegría y se acercó a Fudou tanto que el otro se inclinó un poco hacia atrás. “¡Y es justo lo que tú necesitas!”
“¿Q-qué estás diciendo?” le cuestionó alzando una ceja. “Ni que Gotou aquí anduviera de fiesta en fiesta.”
“¡Obvio que no pero igual tiene el estilo cool y quiero aprovechar! ¡Así también nos divertimos un poco más!”
“Taikogane-san, entiendo lo que dices, pero más bien pensaba que podríamos ir con Fudou-kun de regreso a casa,” observó el pelirrosa, pensativo. “No podemos tomar la decisión encima de Gotou-san y de paso deberíamos alistar nuestros útiles para mañana. No vinimos listos.”
“Ah, no seas tan etiquetoso, Monoyoshi, si estamos en confianza,” dijo trivialmente y llevando sus manos a su nuca. “No seas uncool. Bien queremos animar a Fudou y hay que aprovechar el momento y vivir con nuestros impulsos. ¡Así se vive la vida!”
“Pero…”
“En verdad no me molesta que se queden, son bienvenidos,” dijo Gotou, sin hacerse líos. Sonrió frustrado. “Tampoco es que no haya tenido visitas antes. A veces Shinano o Hakata se quedan una noche. Heh, los ánimos de Taikogane me recuerdan a Hakata. Él también gusta mucho de pasar el tiempo en Ginza.”
“¡Claro, Hakata lo entiende!” asintió Taikogane. “¡Él que va a ser un cool hombre de negocios aprecia la zona por el movimiento y el estilo!” sacó su celular. “¡Entonces llamaré a mi chofer para que nos traiga mudas de ropa y los útiles necesarios! ¡Y de paso haré un pedido de algunos accesorios para conmemorar la situación!”
“Tsk, tremendo niño derrochador,” Fudou le miró impaciente.
“Eh, pero Gotou-san anda muy ocupado…” Monoyoshi se preocupó.
“Ya dije que está bien, Monoyoshi,” le aseguró, amenamente. “Ahora que lo pienso, no has venido antes por aquí, ¿verdad? Hay que divertirnos un poco esta noche, tengo varios videojuegos o podemos ver una película.”
“Eh… bueno, si tú lo dices…” sonrió apenado e hizo una reverencia. “Siento las molestias.”
“Dije que no es nada,” dio un suspiro. “Me vas a molestar, Monoyoshi. Somos amigos.”
“Ya conoces a Mono-chan,” dijo Fudou, rendido. “En fin, me quedaré, ¿qué me queda?”
“Y de paso nos vemos los rostros un poco más, Atsushi,” agregó Gotou, sonriendo con ánimos. “Hemos andado tan ocupados desde tu retorno que sería bueno distraernos para variar.”
“¿Yo también me quedo?” preguntó Atsushi, perdidamente.
“Oye…” Gotou se impacientó y se le acercó para encararlo. “Tú sí que no te pongas suave, ¿de acuerdo? Será mi apartamento pero somos hermanos, así que siéntete en casa.”
“Sí, no que pensara negarme, sólo me aseguraba de entender bien,” sonrió entretenido. Ese temperamento era clásico de su menor. “Ya pues, ¿qué tal si pedimos algo más de comer? Hubo demasiados dulces en la fiesta que ahora quiero una comida salada.”
“¡Totalmente! ¡Yo invito!” exclamó Taikogane. “¡Esperen un momento que ando terminando mi orden de un set de pijamada para Fudou!”
“¡¿Qué carajos?!” estalló el mencionado. “¡¿Qué clase de tiendas por internet derrochadoras estás siguiendo?!” intentó quitarle su celular pero el otro le evadió. “¡No quiero nada! ¡Dame tu maldito aparato!”

Así, ellos acordaron en pasar la noche en el apartamento.




Luego del agitado reencuentro entre las hermanas, todos fueron a tomar el té junto con bocadillos en una habitación específicamente preparada para dicha actividad. Las nuevas visitantes se maravillaron por aquel lugar impecable y tradicional, ostentosamente decorado y amoblado al punto de parecer intangible y prohibido. Esa sala abierta en medio del patio de piedras y cercano a un vistoso jardín a su vez contó con muchas sirvientas que atendieron personalmente a cada uno con sus pedidos particulares, y luego de ser acomodados, fueron dejados solos para conversar entre todos.

Nio estaba meditativa en lo que su hermana mayor continuaba hablando emocionada sobre ese ambiente, algo que ella misma había hecho el día anterior. Los demás le atendían y compartían sus ánimos. Sí que eran una familia muy acogedora. Sin embargo, la pequeña HiME no podía compartir en esa conversación ya que su cabeza yacía fija en la revelación que había dado la otra chica presente, quien estaba sentada a dos asientos a su costado, con Imanotsurugi en medio. Nio le miró sigilosamente y la vio hablando con el pelicenizo con cierta indiferencia y un muy leve fastidio en lo que el pequeño buscaba conversar con ella. Detectaba que esa persona, pese a los intentos de su amigo, se sentía extraña y ajena a ese lugar.

Le daba mucha intriga, quería saber más sobre ella, pero no sabía cómo preguntar.

“Ah, ustedes son tan amables que me siento mal de aceptar su cordialidad de quedarme por la noche,” admitió Ayesha, sonriendo incómoda. “Yo que vine a armar tanto show y no me presenté debidamente a ustedes a mi llegada.”
“Por el contrario, también debimos cumplir con nuestro rol y vigilar más de cerca a Imanotsurugi,” dijo Mikazuki, tranquilamente. “Tu susto fue completamente normal e indica que quieres mucho a tu hermana menor. Ahora dejemos lo sucedido de lado y disfrutemos de esta estadía en conjunto. Son un par de damas muy simpáticas.”
“Ah, muchas gracias, me apena oírlo de tu parte,” rió con torpeza.
“Jiji tiene razón. Tengu-chan tuvo el atino de conocerlas y presentarnos a ustedes,” comentó Higekiri, entretenido, en lo que agarraba una pequeña galleta. Él miró atentamente a Ayesha. “Puedes ser una buena compañía para nuestra hora del té, kotori-chan. Son bienvenidas a visitarnos cuando deseen.”
“¡S-sí, muchas gracias, Higekiri-san!” Ayesha se emocionó y sus ojos brillaron.
“Higekiri está bien, estamos en confianza.”
“Anija, Mikazuki es quien puede invitar a otras personas,” dijo Hizamaru, incómodo.
“¡Haha! No hay problema, Hizamaru. El sentimiento es compartido, por más que nosotros dos, como puedo ver,” dijo Mikazuki, quien asintió pausadamente y esbozó una corta sonrisa. “Tampoco quiero ser el único con voz en esta casa y la compañía nos viene bien,” dicho esto, miró hacia la curiosamente callada hermanita y notó cómo ella miraba a Tharja, quien continuaba apenas contestando las muchas preguntas de Imanotsurugi. Era poseída de una impaciente curiosidad muy entendible por su situación y su edad. Mikazuki percibió que su atención a Nio causó que los demás también le miraran, y siguió con su rol de anfitrión. Habló con un tono un poco más fuerte de voz, a manera de llamar atención. “Imanotsurugi.”
“Oh, sí, Mikazuki-sama,” dijo el pequeño sonriente.
“No acapares a la invitada estrella de esta noche,” le dijo con amabilidad. “Todos queremos hablar con ella.”
“…invitada estrella, ¿dices?” susurró Tharja, bajando su mirada y tensa al punto de apretar los dientes. Al notar la atención de los demás deseó volver a esfumarse.
“Hehe, no fue mi intención, perdón,” se disculpó el pequeño, agarrando su nuca. “Es que justo estaba diciéndole que abrieron una cafetería enorme en esa zona donde fuimos a comprar mis útiles la vez pasada, justo donde nos encontramos con Nio-chan y Ayesha-dono. ¡Hay que repetirlo e ir todos juntos!”
“No estoy interesada,” dijo la pelinegra, frunciendo el ceño.
“Uhh, pero te va a gustar,” le miró con ojos grandes.
“Podemos hablar de eso en otro momento,” observó Mikazuki. “No hagamos a tu amiga esperar. Es mejor tocar el tema cuanto antes.”
“Bueno…” Iwatooshi negó. “Sí, supongo lo mejor es romper el hielo.”
“Eh, pues yo…” Nio se avergonzó y miró a la pelinegra. “L-lo siento, no es que quiera forzarte a hablar o decir algo que no quieres… es sólo que…”
“No te expliques…” Tharja mantuvo su mirada gacha frente a ella, sin mirar a la menor. A pesar de su postura, se le veía tranquila. “Mikazuki es un tirano. Fuerza esta conversación y nos pone en jaque. No te disculpes conmigo.”
“Eh, no es que sea así…” Nio se extrañó y ladeó su cabeza, confundida.
“Pero será que sin ese empuje tampoco sabría cuándo comenzar a hablar, qué sé yo…” oyó los ojos y finalmente le miró de reojo. “No sé qué decir, ni el inicio, ni el final. Soy un desastre para hablar. Tal vez diga algo hiriente o sin sentido…”
“Ehh, Tharja-san, no te recrimines así, apreciamos que te hayas quedado para hablar con nosotras, en verdad,” se apresuró a decir Ayesha. “Hay mucho que todavía no sabemos…” se incomodó y llevó sus manos a la altura de su pecho, lo cual reflejó aflicción. “Mis amigas de la universidad son muy amables y varias de ellas, pese al peligro, están decididas y determinadas. Quiero también escuchar otros puntos de vista. A veces soy capaz de creer que ellas no sienten el mismo temor que yo. Será que son muy fuertes…”
“…” Tharja cerró sus ojos brevemente y terminó posando su vista encima de su té. “Presumo que son nuevas o las HiMEs que ganaron hace tres años.”
“Eh, pues sí…”
“Es normal que una anomalía actúe distinto… no es que hayan ganado en realidad, o esto no estaría sucediendo nuevamente.”
“…” Ayesha se tensó y le miró con atención. Nio observó brevemente a su hermana antes de también mirar a Tharja.
“Yo soy de una generación previa a las ‘ganadoras’, por así llamarlas. Eso que describes es algo que nos corresponde a casi todas desde un inicio, ese deseo de pelear contra los malos y dar lo mejor de nosotras. Los amargos se mezclan con las breves victorias, y todo el ambiente y el mensaje en Hanasaki te hace creer en la causa…” dio un suspiro. “Ni sé si valga la pena que diga más. Mi punto de vista no te será útil.”
“Está bien, quiero saber…” pidió la pequeña. Notó cómo la otra le miró y se quedó en silencio.
“Tharja…” Imanotsurugi le apenó.
“Ah, yo tampoco sé si sería bueno hablar de esto, pero también es justo que no sólo escuchen todo lo bueno,” opinó Iwatooshi, con una mano sobre su sien, confundido. “Esto les puede dar mayor perspectiva.”
“Por eso estamos aquí. Ellas necesitan oírlo todo,” concluyó Mikazuki, con paciencia y sin borrar su sonrisa. “No es por desalentarlas. Es parte de su camino y su crecimiento.”
“…me pregunto si, en algún momento, yo también tuve la expresión que tienes,” murmuró Tharja, con sus ojos fijos en Nio. “Curiosa, con energías, dispuesta a saber más y ver qué puedo hacer y que debo aprender. Lo desconozco ahora, pero habré sido así, a mi manera…” dio un suspiro y luego de darse una pausa, miró a Iwatooshi con fastidio. “Oye tú, eres de mi generación así que bien podrías darme una mano.”
“¿Eh? ¿En serio?” el otro se confundió pero terminó riendo un poco. “¡Haha! Realmente te cuesta expresarte, ¿no? Pues con mucho gusto, pero sigues siendo quien tiene más que decir.”
“…” la otra se tensó y desvió su mirada en señal de derrota y leve vergüenza. “No me recuerdes el presente…”
“Ya, lo siento, Tharja. No fue mi intención fastidiarte ni nada. Supongo me alegro que quieras confiarme algo, nada más,” admitió el pelinaranja, amenamente. “Entiendo que no me ves con buenos ojos desde que fui un Rebel.”
“Es verdad que fuiste un Rebel, Iwatooshi,” Ayesha se quedó el blanco. “Entonces… ¡¿q-quiere decir que los dos se enfrentaron?!”
“Ah, no, no es que hayamos sido el Rebel o la HiME del otro, sólo fuimos nuestros roles al mismo tiempo. Pero igual fuimos testigos de lo que nos ocurrió, al menos un poco,” contestó con ánimos y tranquilidad. Era claramente un pasado que no traía el peso de antes, aunque por una ligera tristeza en sus ojos denotaba que habían sido tiempos duros. “A su vez, entiendo que a Tharja le resulte más difícil hablar sobre todo esto. En nuestro círculo, fue su lado el que tuvo que soportar más derrotas.”
“…” la chica rodó sus ojos con hastío. “Podemos mencionarlo desde ese punto, claro. A fin de cuentas, los resultados son lo más importante aquí.”
“No, no lo son, Tharja,” insistió Imanotsurugi, haciendo un puchero. “Yo sé que debió ser difícil para ti. Está bien que lo expreses, por favor. Estamos aquí para oírte.”
“…sólo porque ustedes quieren oírlo no significa que quiera decirlo, niño,” dijo con una voz sombría e impaciente. Le miró con reproche.
“Pero…”
“Aunque… sí, fue duro para mí por las derrotas,” concluyó mientras mantenía una leve inmutabilidad. Aun así, su voz transmitía soledad. Agarró su taza de té y la miró fijamente para evacuar su visión. “…cada derrota significó perder a una de mis compañeras HiMEs, de las cuales algunas fueron mis amigas.”
“…” Nio se estremeció. Había oído suficientes advertencias sobre ser HiME por varias que habían caído en el pasado, aunque era la primera vez que se encontraba con una exHiME que realmente había perdido a alguien. Sintió un vacío en su pecho.
“No necesitan saber los detalles. Todas fuimos unas niñas ilusas que queríamos detener la guerra y usar nuestros poderes por el bien común. Cada una tenía un rol en nuestro grupo, una familiaridad que se volvió parte de la rutina…” hundió sus ojos en sombras. Su voz empezó a tornarse en susurros. “…cuando algunas comenzaron a hacer falta, fue evidente que nuestros sueños eran mentiras. HiMEs primerizas sin el apoyo que los Rebels tienen en Rizembool no teníamos oportunidades de ganar. Incluso si nuestras metas eran nobles y bienintencionadas, nuestra falta de comprensión de la situación nos jugó más que una mala pasada. Hay manera de hacer las cosas, tal vez todo pudo salir mejor para nosotras, asumo que no vivo en la línea temporal más exitosa para mí… pero además de que Hanasaki falló en prepararnos, nosotras mismas nos dejamos llevar por esos deseos y poderes e intentamos hacer más de lo que nos correspondía.”
“Oye, eso es muy injusto de decir,” opinó Iwatooshi, frustrado.
“No estoy mintiendo.”
“¿Quién dijo que mentías?” se encogió de hombros. “Estás comparando tu realidad con un ideal que no existe. Si te recriminas por no alcanzar tus sueños significa que continúas viviendo en esa nube del pasado. Baja de ella o te lastimarás más.”
“…” le miró de reojo con fastidio aunque no pudo contradecirle. Entrecerró sus ojos. “Es tan fácil decirlo desde afuera…” el otro no se inmutó. Curiosamente, hasta una ausencia de reacción podía tumbarla en momentos así. Tharja volvió a encogerse y mirar su té. “…seguro que esperabas que dijera algo así… pues no tengo remedio, tienes razón, todavía soy una niña que vive en la nube y que no deja ir el pasado…”
“No sólo es esa nube de la que hablan, Tharja,” Imanotsurugi negó dos veces y le abrazó de un brazo.
“O-oye niño,” la otra apretó los dientes.
“Es que piensas en tus amigas que lucharon junto a ti. Es más difícil dejarlo ir porque las tienes presentes y quisieras que las cosas hubieran sido mejor para todas, ¿no es así?” le preguntó, mirándole con ojos curiosos. “No está mal que sigas teniendo deseos, pero no dejes que sean una carga para ti. Tus amigas no querrían verte así.”
“…” Tharja frunció el ceño. Su rostro eran poseído por disconformidad, pero se ahorró palabras. Felizmente el niño le soltó en poco tiempo.
“Quiero que sepas que todos aquí te queremos mucho y nos alegramos que estés aquí con nosotros,” le aseguró con una amplia sonrisa. “No tienes por qué callar estos sentimientos y recuerdos, pero si aun sí no quieres hablar, de todos modos estaremos ahí. No lo olvides.”
“…” desvió su mirada. “…como digas…”

Hubo un breve silencio. Nio entendía que había mucho detrás del semblante reacio, serio y sombrío de esa chica que parecía saber cómo callarse las penurias. Comprendía la existencia de un amplio pasado con varias personas que quizás nunca iría a conocer. Sin darse cuenta, sus ojos se llenaron de lágrimas.

“N-Nio…” Ayesha se preocupó y se le acercó para agarrarle de los hombros. “¿Estás bien?”
“Lo siento, Tharja…” dijo la pequeña, secándose las lágrimas con sus puños. “No quiero que recuerdes estas cosas tristes por mí. Tengo mucha curiosidad por ti, pero no tienes que decirme nada que te duela…”
“…” Tharja le miró con leve incomprensión y terminó mirando a Mikazuki con reproche. “Mira lo que has causado. Sabía que era una mala idea desde el inicio. La iba a hacer llorar.”
“Haha, eres muy buena manteniendo tu severidad, ¿no es así?” preguntó el peliazul, entretenido. “Vamos, no te duele hablar con ella.”
“¿Hablar?” se desconcertó.
“No es que sea su culpa, déjaselo saber.”
“…” respiró profundamente para despejarse y miró a la pequeña. “Ya, no llores, párala… no eres tú quien me ha hecho triste o algo,” vio sus ojos llorosos y atentos. “Pues… no tengo más que decir ahora, las palabras no vienen a mí, pero tampoco me molesta contestarte dudas generales. Yo también fui una HiME y también necesité respuestas…” se encogió de hombros, fingiendo indiferencia. “Al menos puedo hacer eso por ti…”
“…” le observó con curiosidad.
“Sólo te pido que no le digas a nadie que fui una HiME,” la reserva regresó a su rostro y desvió su mirada. “Sigue siendo un tema sensible para mí, no lo he admitido a todos los que conozco.”
“Sí, entiendo…” asintió lentamente.
“Eh, entonces…” Ayesha alzó la voz. Se detuvo brevemente al recibir los gélidos ojos de la pelinegra.
“…” esta se impacientó un poco. “No sé por qué me temes, apenas te miré.”
“P-perdón es que…” miró hacia abajo por un instante para organizar sus ideas. “Ya que dijiste que podíamos preguntarte algunas cosas… sobre ser una HiME…”
“Dime…”
“¿Tienes algún consejo general para nosotras? ¿Alguna observación?”
“…” en medio de su hastiada inmutabilidad, la exHiME mostró leve impresión. “Es una pregunta difícil de contestar tan rápido.”
“S-supongo que lo es…” Ayesha también lo meditó perdidamente.
“…” frunció el ceño. “Las dos me preocupan. Parecen niñas perdidas en el espacio.”
“Ehh…”
“Aunque te ves más prudente que tu hermanita. Se tienen las dos. Será mal que anden metidas en esto, pero al estar en conjunto tienen algo bueno en medio de lo malo… supongo…” sintió un autoreproche por decir algo que seguramente no tenía mucho sentido. “Sólo… nunca olviden quiénes son y qué pueden hacer. Ya les dije que yo y mis amigas fuimos niñas con grandes sueños que nos sobrepasaron. Dudo que piensen que ser HiMEs las haga menos que antes, pero tampoco crean que son más. Ustedes no cambian en nada, ni Hanasaki ni sus poderes alteran quienes son. Recuérdenlo.”
“Sí…” Nio asintió. Le costaba un poco admitirlo. Cuando decidió ser una HiME estaba segura que podría hacer una diferencia, pero desde que tuvo sus poderes todo parecía haberse quedado igual. Entendía que su camino sería uno más complejo de lo que percibió en un inicio.
“Muchas gracias por tus palabras,” Ayesha asintió y sonrió. “Tienes razón. Conozco a muchas compañeras HiMEs, pero nunca pensé en ellas como distintas. Es decir, son mis amigas y especiales para mí, pero aparte de pelear contra Rizembool, ellas son iguales a todos nosotros. Es cierto que eso siempre se mantendrá.”
“…” Tharja alzó una ceja. “Tal vez no deba preocuparme tanto por ti…”

El momento se cortó ya que aparecieron unas sirvientas con unos bocadillos adicionales recién preparados. Aquello sirvió como cambio de tema y el ambiente se aligeró, con todos hablando con más tranquilidad y amenidad, todos a excepción de la pequeña HiME, quien seguía prendida de lo anterior. La conversación aún no terminaba.



La comida llegó y los chicos se pusieron a degustarla en lo que conversaban amenamente.

“No pensé que me gustaría una merienda tan elegante, ¡pero está delicioso!” exclamó Atsushi, quien alternaba entre distintos elementos de una fuente de comida japonesa muy vistosa.
“¡Hehe, no hay nada de malo en verse presentable, más bien eso incrementa el sabor!” declaró Taikogane, con gran orgullo y una amplia sonrisa. “Micchan siempre dice que hay mucho más que el sabor de una cena. ¡Todos los elementos contribuyen a la experiencia!”
“Pucha qué ruidoso eres…” se quejó Fudou, rodando los ojos.
“Pero tiene mucho sentido,” Monoyoshi sonrió alegremente y juntó sus palmas. “Ha sido una excelente elección, Taikogane-san. Muchas gracias por invitarnos la cena.”
“Tch, ¿qué te pasa, Monoyoshi?” ello probó fastidiar al peliazul, quien le miró con reproche. “Somos hermanos así que viene de los dos. Y deja de tratarme como un patrón.”
“Eh, sí, perdón…” se confundió.
“Tampoco es para que te disculpes, en fin…” dio un suspiro y se dirigió a Gotou. “Dime, ¿te gustó? ¿Verdad que valió la pena?”
“¿Eh? Sí que lo valió, gracias por la invitación,” respondió este, quien alzó una ceja. “Pero, ¿todo bien, Taikogane? ¿Por qué lo preguntas?”
“Heh, vamos, tú eres el que vive en Ginza, seguro que andas comiendo las cosas más trendy y cool todo el tiempo, justo por eso quería escuchar qué te parecía,” se explicó sonriente.
“No sé qué imagen tienes de mí. Más bien con frecuencia ando sin tiempo y como cosas rápidas para salir del apuro,” admitió, sonriendo frustrado. “Por eso aprecio darme un gusto con todo lo que han comprado hoy, que por cierto, lo escogieron bien.”
“¡Sí, hasta tus hermanitos tienen buen gusto con esa pastelería del mall! ¡Ha sido una comida exitosa!” celebró el peliazul.
“Fudou, ¿qué le pasa a Taikogane?” preguntó Atsushi a su amigo, en voz baja.
“Ignóralo. Este tiene una fijación en recibir aprobación de la gente que considera ‘cool’,” explicó frustrado. “Sólo espera hasta que lo veas con ese Micchan del que tanto habla…”
“Ya veo,” Atsushi rió para sus adentros y se vio satisfecho. Sin duda decía mucho sobre su hermano que recibiera esas consideraciones. Veía que los dos Sadamune le tenían mucha estima tanto a Gotou como a Fudou. Era un alivio saber que contaban con ellos.
“¿Y dónde nos quedamos para la próxima pijamada?” preguntó Taikogane con energías.
“¿Qué próxima pijamada?” le cuestionó Fudou, con reproche. “Me enferma que hasta te refieras a esto como una pijamada. Yo me quedé fuera de mi casa sin llaves, los Toushirou me recogieron como perro callejero y ustedes dos se sumaron. ¿Acaso somos niñas fresas que nos trenzamos los cabellos y peleamos con almohadas?”
“¡Pelea de almohadas!” Taikogane se quedó en shock y sus ojos brillaron. “¡¿Pero por qué no lo pensé antes?! ¡Y por cierto, te verías mucho más forajido cool si te trenzo el cabello! ¡Ahora mismo te compró una máquina profesional!”
“¡¿Qué?! ¡No te atrevas, miserable!” Fudou se espantó y de inmediato se levantó para tratar de quitarle su celular por enésima vez en el día.
“¡Haha, tú mismo te lo buscaste, Fudou!” Atsushi se rió con ganas.
“Tch,” Fudou apretó sus dientes en lo que arrancó el celular de última generación a su dueño. “En verdad que sí, no puedo darle ideas a este loco.”
“Ya, ya, no te compraré el instrumento, lo juro, ten piedad con mi Smartphone,” dijo Taikogane, asustado. El otro se lo dio de mala gana y procedió a abrazarlo. “Ya, ya pasó.”
“Tsk, no exageres, niño.”
“Ehm, por favor, no hagan mucha bulla, pueden molestar a mis vecinos,” observó Gotou, algo incómodo.
“Pero seguro que un apartamento como este tiene buen aislamiento sonoro,” dijo el peliazul.
“Más me refería a las vibraciones como Fudou saltando para quitarte el celular. A la gente de abajo le podría incomodar.”
“Es muy cierto,” Monoyoshi asintió y sonrió amablemente. “Taikogane-san, creo que por eso también sería lo mejor postergar lo de la pelea de almohadas. Nuestra casa es mucho más amplia y contamos con más almohadas ahí.”
“Cierto, has hecho un buen punto,” el menor asintió y sonrió decidido. “¡Así que les prometo que haré una pijamada específicamente dedicada a esa actividad y será épica! ¡Y también invitamos a más gente! A ver si impulso a Hakata de dejar sus libros de lado y hacer un poco de ejercicio.”
“¿Qué dices?” Gotou sonrió con perspicacia. “No subestimes a mi hermano. Será todavía pequeño y usará anteojos, pero Hakata es el más fuerte de nuestros menores.”
“¡Ohh, ahora sí que estoy intrigado!” se emocionó. “¡Tengo que probar lo fuerte que es!”
“Oigan, ¿seguimos hablando de una pelea de almohadas o se van a matar a cuchillazos?” preguntó Fudou, escéptico.
“No sé por qué piensas lo peor de mí a veces, Fudou,” se quejó el peliazul, encogiéndose de hombros. “Ni que fuera tan irresponsable.”
“Pero sí eres irresponsable, lo estás admitiendo.”
“Oye…” hizo un puchero.
“Hehe, estoy seguro que Taikogane-san sólo piensa jugar en son de paz, Fudou-kun,” le aseguró Monoyoshi, alegremente. “Sólo se expresa con sus rebosantes ánimos de siempre.”
“Sí, eso mismo, pero…” este miró a su hermano mayor con reproche. “De nuevo, no me trates como un desconocido, Monoyoshi…”
“Bueno, no me veo participar en una pelea de almohadas, a decir verdad, pero a mis hermanitos les animaría mucho,” observó Atsushi.
“Sí, lo mismo digo,” Gotou asintió. “Imagino que Gokotai se intimidaría, pero Namazuo sabe cómo ser suave con él y le animaría.”
“Ellos dos se complementan muy bien. Me alegra.”
“Uh, si tu lunático hermano va a ser parte de eso yo me esfumo,” Fudou sintió escalofríos.
“¿Por qué?” Taikogane se confundió. “¿Sigues molesto con él por lo que ocurrió en el tren?”
“¡Ihh!” el pelimorado se sobresaltó por el mero recuerdo.
“Supongo que ‘molesto’ no es la palabra adecuada…” Gotou dio un suspiro, frustrado. “Tal vez no le he llamado la atención a Namazuo lo suficiente. Lo siento mucho, Fudou…”
“¡Pero esta bien! ¡Eso significa que ahora tendré que planear dos pijamadas masivas para acomodar a Fudou, y con mucho gusto lo haré!” declaró Taikogane, de pie y haciendo una v con sus dedos.
“¡No, te he dicho que nada de pijamadas! ¡Ustedes hagan su fiesta de almohadas o lo que sea, pero no me sumen!” luego de reclamarle, Fudou regresó a sentarse y se echó sobre la mesa como si sus reclamos le hubieran chupado toda la vida. “Uhh… estoy muerto, no puedo seguirte la corriente… justo mi hermana bruja tenía que esfumarse a ser stalker esta noche y dejarme sin dónde quedarme… es una desconsiderada…”
“Ni que lo hubiera planeado, a veces las cosas salen así, Fudou,” le recordó Atsushi, incómodo. “Me sabe mal que la critiques tanto.”
“Fudou-kun, tranquilo, por favor,” Monoyoshi se le acercó, sonriente. “Yo sé que no estás molesto con tu hermana. Ella seguro que está pensando mucho en ti.”
“¿Eh…?” Fudou le miró confundido. “¿Qué te traes, Mono-chan? ¿Acaso tienes el deseo insano de defender a todo el mundo fuera de aquí? No seas menso ni hables por ella…”
“Fudou…” Gotou le miró impaciente.
“No es eso, sólo digo lo que puedo entender,” asintió feliz. “Tharja-san te quiere mucho y se preocupa por ti, Fudou-kun, y está muy bien que quieras que ella esté pensando en ti y te considere, porque en verdad es así.”
“¿Qué dices?” el pelimorado se extrañó y se sentó propiamente. “¿Acaso me ves necesitado de atención o algo? ¿Crees que soy un niño que anda detrás de mi mayor?”
“Hehe, no tienes que ser un niño para querer mucho a tu hermana.”
“No, cállate, me repeles,” dijo levantando ambas palmas y apartándose un poco.
“Puede que no sean parte de los Toushirou, pero confío que los dos se quieren tanto como ellos,” afirmó con sus ojos brillantes.
“¡Ahh, no digas eso!” abrió sus ojos como platos.
“¿Eh?” Atsushi ladeó su cabeza y en eso notó a Gotou reírse un poco.
“Haha, ah, ya veo, Monoyoshi,” sonrió frustrado. “Sólo tú podrías fastidiarle así.”
“¡Pues no es gracioso, Mono-chan!” le requintó Fudou, encarándole. “Ando con las baterías en cero por tu incontrolable hermano y esperaba que al menos tú me dejaras en paz. ¡Nunca en la vida sería como esos pinches Toushirou!”
“Hehe, perdón, Fudou-kun,” el pelirrosa rió con torpeza. “Es que te vi tan desanimado que pensé avivarte un poco. Aun así, no hay nada de malo decir que piensas en tu hermana. Te aseguro que ella estará bien, ya no te preocupes.”
“…” desvió su mirada. “Ya… al menos eso último es cierto. Supongo si hubiera hecho algo terrible ya lo sabría…”
“Y no sólo por temor a que se avergüence, más bien porque sí deseas su bienestar. Confía tus pensamientos en la gente cercana,” le alentó con amabilidad y muchos ánimos. “Todos los queremos mucho.”
“Hai hai…”
“Y no hay nada de malo sentir…” sin embargo, se detuvo ya que el pelimorado agarró un sashimi y se lo embutó en la boca.
“Bien, ya entendí, somos amigos yada yada, ahora cierra la boca y come,” dijo impaciente. “Deja de avergonzarme.”
“No seas tan brusco con él,” dijo Gotou.
“Tú no te metas en esto,” Fudou le dio una mirada fría.
“Sí, como sea, yo no te fastidiaría,” se encogió de hombros.
“Claro que no, porque si tú me haces esto ya te habría dado un puñete en el rostro,” dijo mirando a un costado.
“¡¿Por qué siempre eres tan malo conmigo?!” reclamó el dueño de casa. Este vio cómo el otro siguió mirando a las musarañas. “¡No me ignores, te estoy hablando!”

En ese instante, Monoyoshi pasó su comida y de inmediato intervino para evitar que fueran a regañarse. Atsushi observó el intercambio todavía perdido, pero entendía que los tres se trataban con bastante familiaridad y a fin de cuentas fue una conversación amena y normal. Entonces, notó cómo Taikogane también los miraba y a diferencia de él mismo, se notaba inconforme.

El peliazul fue despertado ya que su celular le alertó, lo cual llamó la atención de todos.

“¡Oh! ¡El postre que había pedido acaba de llegar!” exclamó.
“¿Pedimos postre?” preguntó Fudou, quien intercambió miradas con Gotou.
“Mis hermanos nos dejaron un montón de dulces, no sé si sea prudente,” dijo Atsushi.
“Bueno, si ya está pedido no lo vamos a retornar,” Gotou se puso de pie. “Ahora vuelvo.”
“Ya te encargaste de recoger la comida, Gotou-san, puedo ir yo,” se ofreció Monoyoshi.
“¡No, no! ¡Yo lo pedí así que me ofrezco!” dijo Taikogane, quien sonrió incómodo. “Hehe, perdón, es que es un helado muy rico echo con nitrógeno líquido. No pude evitarlo.”
“Tch, derrochador como siempre…” Fudou se exasperó.
“Está bien, Taikogane-san, ya nos has ayudado un montón ayudando a traer la comida también. Esta vez tomaré tu lugar,” dijo su hermano, sonriente.
“Si insistes, acepto tu ayuda, Monoyoshi,” concluyó Gotou. “En marcha.”
“¡Sí!”

Así, los dos se marcharon y hubo un corto silencio. Atsushi de nuevo notó al peliazul fastidiarse por algún motivo.

“Si has comprado un par de galoneras de ese helado te las verás conmigo,” le dijo Fudou con una mirada severa.
“Haha, no, no es para tanto…” contestó sonriendo nervioso.
“Taikogane… ¿sucede algo?” preguntó Atsushi.
“¿Eh? N-nada, ¿a qué te refieres?” este se confundió y ladeó su cabeza.
“¿Cómo que sucede algo?” Fudou frunció el ceño.
“Ah, puede que no sea nada importante, pero justo ahora te viste incómodo o molesto por algo,” se explicó el Toushirou. “Sólo espero que todo esté bien.”
“Eh, pues…” el otro lo pensó un poco, y terminó por rendirse y dar un suspiro. Sonrió apenado. “No quiero fastidiarte ni nada, es que es una nimiedad.”
“¿En serio te pasa algo? ¿No andas feliz con esta pijamada o lo que sea?” preguntó el pelimorado, extrañado.
“Uhh, es lo de siempre, Fudou,” hizo una mueca de dolor. “Monoyoshi no para de tratarme como un desconocido y es todo etiquetoso por más que le diga que no lo sea. ¿Y qué es esto de que va a tomar mi lugar? ¿Es mi sirviente o algo?”
“Ah, eso, claro…” Fudou mostró cansancio e indiferencia. “No lo tomes personal. Mono-chan es amigo de Gotou y yo y ves cómo nos trata con sufijos y todo por más que nos conozcamos desde la primaria.”
“¡Pero soy su hermano! ¡Hemos vivido en la misma casa todas nuestras vidas, ni para decir que estuve en el extranjero o qué se yo! ¡Y para colmo soy menor a él pero por cómo me trata cualquiera pensaría que es al revés!”
“Eh, no…” Fudou negó.
“Pues te ves físicamente menor y eres más bajo en estatura,” observó Atsushi, mirándole atentamente. “También tienes una actitud más afín a la de un hermano menor.”
“Heh, increíble,” Fudou sonrió con ironía. “Mono-chan es el más alto aquí y el que menos actitud tiene, ¿quién lo diría?”
“¡Y-ya, tal vez no lo crean pero igual! ¡¿Qué hermano mayor trata a su menor como si fuera su superior?! ¡Es tan uncool!” requintó agitando sus brazos y terminó por bajar su mirada. “Lo siento, no quería lanzarles esto. Me sabe mal verle ser más familiar con otras personas, será eso.”
“Ya veo, te refieres a cómo intentó fastidiarme,” Fudou tensó sus labios, mostrando algo de empatía. “Sí pues, tu hermano es así, pero no te lo tomes a mal. O sea… los dos son tan diferentes que no saben comunicarse y terminarán fastidiándose sin darse cuenta. Asumo que irán entendiéndose poco a poco.”
“¿Eh? Pero yo no lo fastidio,” se confundió.
“¡¿Y qué son todas esas llamadas de atención sobre él siendo ‘uncool’, ah?!” le preguntó colérico. “¡Ni tu servicial hermano aguantaría muchas de esas!”
“P-pero no es como si se lo dijera para fastidiarle. Lo hago porque sé que puede ser muy cool si se lo propone.”
“…” Atsushi se extrañó. “Igual lo llamas uncool. Si no son cercanos mejor no lo hagas.”
“P-pero no veo que le haga sentirse mal.”
“Si el mismo Mono-chan me dice que él es uncool de vez en cuando,” informó Fudou, cansado. “Más que una corrección estás haciendo que lo internalice.”
“Ahh, ¿pero por qué se lo toma así?” Taikogane se exasperó y se sacudió los cabellos. “¡Qué frustrante, ¿por qué es tan unc-?!”
“¡Alto ahí!” Fudou se paró y le dio un zape.
“¡Ahh, perdón!” agachó su cabeza. “¡Ihh, en serio no tengo malas intenciones, lo juro!”
“Yo sé que no pero aprende a pensar en tus acciones, niño,” negó. “Vaya, a veces me creo más el terapeuta que el amigo de ustedes.”

Justo entonces, los dos ausentes regresaron con un par de bolsas con envases individuales de helado. Estos eran hechos de metal y se veían de muy buena calidad.

“¡Ya llegamos!” anunció Gotou con ánimos. “Heh, me sorprendió oír la explicación del repartidor. Son envases con buen aislamiento y se pueden reusar, qué genial.”
“S-sí, son conocidos por eso…” dijo Taikogane, torturado.
“¿Taikogane-san?” Monoyoshi se confundió. Entonces sonrió, apoyó su bolsa sobre la mesa y sacó uno de los envases para extendérselo con una cuchara. “Aquí tienes. Muchas gracias por el helado, ahora a comer.”
“No me lo agradezcas, tú también come uno,” recibió el empaque.
“¡Sí, enseguida!”
“Atsushi, Fudou, aquí están los suyos,” dijo Gotou al poner ambos envases en sus respectivos sitios. “Admito que me intriga, debe ser muy rico. Sí que sabes escoger marcas, Taikogane.”
“Micchan fue quien me aviso…” Taikogane sonrió frustrado. Lo pensó un poco y dio un suspiro. “Monoyoshi, sobre antes…”
“Oh, Taikogane-san, antes que me olvide,” Monoyoshi se dirigió al dueño de casa. “Gotou-san, ¿es verdad que tienes videojuegos?”
“Tú sabes que sí aunque no los suelo jugar mucho,” contestó Gotou, sonriente. Miró al peliazul. “Monoyoshi me dijo que querías jugar conmigo. ¿Te animas?”
“¡Oh!” con eso, toda la contemplación de la última conversación se fue al tacho. Sus ojos brillaron. “¡Sí he oído de tus hermanos que te gustan los videojuegos! ¡Te reto ahora mismo!”
“¡Haha, acepto!”
“Bueno, duró más de lo que esperé,” dijo Fudou en voz baja, nada impresionado. “Esos Sadamune seguirán siendo disparejos. Todavía son unos niños.”
“Ya veo…” Atsushi se encogió de hombros. En fin, no era su asunto.

Degustaron de aquel postre un poco más antes de pasar a la siguiente actividad.
...


Cho

98.4.


Pasaron las horas y era tarde en la noche, lo suficiente como para que un par de niños de trece años se desvelaran. Sin embargo, por esa inusual noche y el hecho que todos los que les rodeaban eran mayores a ellos, fue inevitable que Nio e Imanotsurugi pudieran quedarse despiertos más de lo usual. Aun así, el par terminó despidiéndose del grupo todavía en la sala de té para irse a dormir.

“Ima-chan, ¿tus parientes suelen quedarse tomando té hasta tarde?” preguntó Nio mientras caminaban por uno de los pasillos externos en esa residencia tradicional japonesa.
“Hmm…” el pelicenizo alzó su mirada hacia el cielo estrellado. “No sabría decirte… al menos no en esa sala. Sé que Higekiri o Mikazuki-sama pueden darse el gusto de tomar té a todas horas, pero ya en la noche o lo hacen de su sitio usual al borde de un pasillo, o en sus respectivas oficinas, dependiendo de lo que estén haciendo.”
“Hehe, suena a que tienes una casa muy acomodada y con pocas reglas.”
“No sé si pocas reglas, sí tenemos que mantener el respeto y algunas etiquetas, aunque es cierto que podemos hacer muchas distintas actividades aquí,” contestó amenamente, para entonces dar un pesado suspiro. “Mikazuki-sama habrá actuado tranquilo y compasivo, pero seguramente me dará un sermón mañana cuando ustedes regresen a casa.”
“Puede ser, sí veo que es una persona con una gran autoridad,” Nio agachó su mirada. “Lo siento, Ima-chan.”
“¿Eh?” le miró confundido.
“Yo causé todos estos problemas. También es cierto que te pedí el favor de quedarme para ver si podía entrenar, por más que tú me habías dicho que no…” admitió con tristeza. “No esperaba que mi onee-chan regresara tan pronto, y aun así, no pensé que sería tan serio. Realmente tengo que pensar las cosas más ahora que soy HiME.”
“No te deprimas, Nio-chan, ehh…” el pequeño se inquietó, y entonces se cruzó de brazos y regresó su mirada a las estrellas. “Pues no es que recaiga todo en ti. Yo que me molesté con Mikazuki-sama cuando admitió haber sabido que tu hermana estaba en camino…” dio un suspiro. “Por mi parte, supe que tenías la idea de entrenar en mente. Va contigo, Nio-chan, no es que lo hayas podido ocultar.”
“Pues…” la otra se avergonzó.
“Pero a su vez estos últimos días has estado muy triste. Ayesha-dono se fue muy repentinamente al campamento al ser una Key y te has torturado y culpado por eso. Todos en el colegio queríamos alentarte así que…” se encogió de hombros y sonrió rendido. “Si bien no iba a darte la razón, quedarte con nosotros era otro válido intento para animarte, Nio-chan. Aquí todos son muy amables y tengo la suerte de tener una familia muy querida, cálida y divertida. Mikazuki-sama insiste en ser un buen anfitrión y todos le seguimos el ejemplo.”
“Ima-chan…” le miró conmovida.
“Así que no te disculpes conmigo que yo también fui parte de la imprudencia y los mentí a todos. Ellos pensaron que teníamos el permiso de tu hermana,” concluyó amenamente. “Pero ahora que está de vuelta, que Tharja-neesan ha hablado contigo y que todos las apoyamos a las dos, ¿me prometes que dejarás de culparte y te sentirás mejor?”
“…” la chica asintió y le dio un fuerte abrazo.
“N-Nio-chan…” se sorprendió.
“Muchas gracias, Ima-chan, eres muy bueno conmigo, hasta para apoyarme con esta travesura,” dijo soltando un par de lágrimas. “Gracias también a todos… no puedo cambiar el hecho que fui yo quien escogió ser HiME y que causé que mi onee-chan sea mi Key… pero todos han sido tan buenos y me han animado… entiendo que no debo culparme y tengo que seguir adelante…”
“Sí, exacto…” dijo y terminó por devolverle el abrazo. “Todos estamos de tu lado, Nio-chan.”
“Entiendo…” ella terminó soltándose y sonrió con lágrimas en los ojos. “Ah, todos son tan buenos conmigo. Gracias, y perdón por estar llorando…”
“Hehe, ¡descuida, estás en confianza!” exclamó el pequeño con alegría. “Tenías que sacártelo de adentro, ¡está bien! Así podrías dormir tranquilamente toda la noche~”
“Hablando de eso…” Nio frunció el ceño con preocupación y miró a la dirección de donde habían llegado. “Onee-chan no debería desvelarse mucho tampoco. No dudo que anda cansada por su viaje y ella duerme un montón. Espero que no me sea difícil levantarla mañana temprano para ir a clases.”
“¿Eh? ¿Tú sueles levantarla a tu hermana?” se sorprendió.
“Mi hermana será la más ‘damita’ y etiquetosa de las dos pero es la que menos ayuda en las tareas de la casa y es una perezosa,” dijo con un puchero. “Sólo espero que su etiqueta le haga portarse bien ahora que andamos de visita.”
“Haha, seguro que sí, no te preocupes por ella,” asintió convencido. “Y descuida. Higekiri seguro que le hará recordar de irse a dormir temprano. Él para soltando consejos.”
“Verdad que está hablando mucho con él. Es como si le hubiera impresionado…” Nio lo pensó un poco.
“Eh, bueno, cuando tu hermana llegó estaba muy molesta así que le pedí a Higekiri que hablara con ella para calmarla,” observó Imanotsurugi. “¿Será que continúa haciéndome ese favor…?”
“Oh, por eso se nos acercó de la nada, él que no parece llamar mucha atención a sí mismo…” dijo la pequeña, con leve impresión. “Sí que todos son buenos anfitriones. Tu pariente cambió el humor de mi hermana por completo…” alzó una ceja. “Casi me da nervios.”
“Descuida~ puedes confiar en Higekiri~ te aseguro que él las estima al igual que todos nosotros~” canturreó juguetonamente. “Ahora sigamos, Nio-chan. Se nos hace tarde.”
“Está bien,” asintió y siguieron caminando. Hubo un corto silencio hasta que Nio alzó su mirada al cielo. “Hm, verdad que Tharja se fue a dormir temprano. Espero que haya podido dormir luego de lo que hablamos.”
“Es cierto…” Imanotsurugi se apenó. “Seguro que sólo quería la excusa para estar un tiempo a solas. Ella es así.”
“Por lo que tuvo que pasar lo entiendo, pero espero que esté bien…”

Esa conversación les llevó a una esquina, la cual al girar les hizo ver a Tharja sentada en el filo de ese mismo pasillo. Los dos intercambiaron miradas y avanzaron rápidamente para darle el alcance. La mayor oyó los pasos y no se vio del todo contenta de verlos, aunque para variar tenía menos frialdad en su expresión. Ella permanecía tranquila y un tanto meditativa.

“Asumo que se están yendo a dormir,” observó inmutada.
“Sí, precisamente, Tharja-neesan,” Imanotsurugi asintió y puso sus manos en sus caderas. “Y tú también vas con nosotros.”
“Te he dicho que no me llames así, niño,” observó entrecerrando los ojos.
“Aw, me sorprende que con tantos Toushirou siempre buscando tu atención todavía te niegues.”
“Entiendo que eres una lapa como algunos de ellos.”
“¿Eh? ¿Toushirou?” Nio ladeó su cabeza. “¿Los conoces a ellos?”
“…” Tharja le miró con leve impresión, para entonces negar frustrada. “Ni preguntaré. Son tantos que seguro estudias con al menos uno de ellos.”
“Pues sí…” asintió con reserva y mirándole atentamente.
“¡Ah, cierto!” Imanotsurugi procedió a pararse entre las dos. “Lo que sucede es que Tharja, nosotros y ellos somos allegados y nos conocemos todas nuestras vidas~ Tharja en sí es más cercana a los Toushirou que a nosotros.”
“…” la mayor se encogió de hombros y miró hacia el frente con desinterés. “Soy más una plebeya que es amiga de los Toushirou y es por ellos que conozco a los Sanjou.”
“Sólo porque tu familia no es adinerada no quiere decir que te tratemos distinto.”
“…sí soy distinta a ustedes, pero no perderé mi tiempo hablando sobre eso con un niño…” negó impaciente.
“…” Nio parpadeó perpleja. “Eh, pues, estudio con Hirano en Hanasaki…”
“Uno de los menores, aun así, ese niño es menor que ustedes… esos Toushirou insanos que tratan de adelantarse los estudios,” dijo frustrada. “Aunque no conozco tan bien a los menores.”
“Ya veo…”
“…” Tharja miró a la pequeña HiME de reojo. La había visto comunicativa y alegre antes de la llegada de su hermana y también la vez anterior en la cual se encontraron en la ciudad, pero desde que le había dicho sobre su pasado como exHiME, no paraba de dirigirle esa intriga. “Entiendo que ahora que sabes que fui una HiME no vas a tratarme normal.”
“Eh, perdón, es que…” Nio se incomodó y bajó su mirada.
“No te lo tomes a mal, Tharja, sé que Nio-chan sólo tiene mucho en lo que pensar y está sorprendida, pero eso es todo,” le aseguró Imanotsurugi.
“No que me lo esté tomando a mal,” dijo tranquila. “Sólo espero que ella no actúe extraño frente a otros como para incriminarme. No muchos saben que fui una HiME.”
“Eh, prometo que no lo haré,” Nio asintió apuradamente. “Debe ser difícil desde ya haber pasado por todo eso y no querer compartirlo. Al menos…” se quedó en silencio en lo que pensaba por algo alentador que decir. Sonrió. “Todos aquí son muy comprensivos. También sé por Hirano que su familia es muy cálida así que cuentas con ellos también.”
“…” Tharja desvió su mirada, claramente incómoda.
“Eh, Nio-chan, espera…” Imanotsurugi se congeló.
“No, los Toushirou no saben que yo fui una HiME, nunca se los iría a decir…” dijo con sus ojos en sombras.
“¿Eh?” Nio se quedó en shock. “¡E-ehh, perdón!”
“No te disculpes por algo natural de decir…” su voz se tornó sombría. “Está bien.”
“…” el niño le miró preocupado.
“Aun así, lo siento…” la pequeña HiME asintió. “Eh, creo que mejor te dejamos sola un poco más. Yo…”
“No…” Tharja dio un respiro y le miró para retomar su tranquilidad. Aun así, su tristeza persistía un poco. “No llegué a decirte mucho durante el té porque no encontré las palabras, pero luego de apartarme, pude ordenar mis ideas. Pueden sentarse a mi lado y escuchar mi historia si todavía quieren oírla.”

Los pequeños se sorprendieron e intercambiaron miradas. Ambos se sentaron a cada lado de la pelinegra y le dirigieron su atención.

“…sigue siendo complicado organizarlo todo, hasta con tiempo…” dijo cansadamente. Pese a la pausa en su voz, se le oía despejada. “Estudié en Hanasaki hace cinco años. Poco después de ingresar, recibí la oferta de ser una HiME…” miró sus manos frente a sí. “No lo pensé mucho, ni lo pensé bien. Fui absorbida por la sorpresa que podía tener poderes. Vi a unas HiMEs entrenar, observé la pelea de una HiME que no tuvo consecuencias, oí las palabras de otras personas a mi alrededor sobre la misión de Hanasaki y la amenaza de Rizembool. Creo que no quise quedarme impotente frente a un peligro, menos si tenía la opción de hacer algo al respecto. También tuve ansias de ver los poderes que podía poseer. Fui cegada por ese anhelo, no lo negaré.”
“…” Nio sintió un leve miedo. Su motivo por ser HiME había surgido de lo ocurrido a su hermana en el festival, aunque no evitaba dudarse un poco. Temía también haber tenido otros deseos o metas infundadas que no quería aceptar.
“Me convertí en una HiME y en un inicio todo parecía seguir igual. Aparte de un entrenamiento que empecé a seguir, continuaba viviendo en mi casa y estando en contacto con todos. Sin embargo, eso terminó relativamente pronto. Mi Rebel apareció a pelear contra mí y no tardé en comprender que terminaría involucrando a los demás, así que acepté a quedarme a vivir en el colegio bajo la excusa de mis estudios…” agachó su cabeza. Tomó un momento de silencio antes de continuar. “…ese corto tiempo como HiME viviendo en Hanasaki equivale a casi toda mi vida en valor y experiencias. Me dio los recuerdos más gratos, los logros más destacados… también las mayores desilusiones y los sucesos más dolorosos. Podría decir que al terminarse todo, si hubiera tenido que morir, tal vez no habría estado opuesta a ello. Había vivido a plenitud…” comprimió sus puños a sus costados. “Tampoco tenía la voluntad de seguir…”

Imanotsurugi frunció aunque no la interrumpió. Sólo atinó a abrazarle de un brazo. Nio le miró preocupada. La tristeza era palpable, hasta en alguien tan reservado como ella.

“…” Tharja retomó su tranquilidad y miró de costado a la pequeña. “Seguramente te preguntarás por qué lo digo, ya dije que diría mi historia, supongo no tengo opción, a cambio de tu silencio.”
“Sí…” asintió mínimamente. “Es por tus amigas… creo…”
“…algo así. No les lanzaría ninguna responsabilidad a ellas, sólo las tengo presentes…” asintió y alzó su mirada al cielo nocturno. Los pequeños la imitaron. “Hasta aquel momento en el cual me vi forzada a vivir en Hanasaki, apenas conocía a la directora y sus ayudantes. Estar en Hanasaki me hizo conocer a otras HiMEs. Será que la urgencia del conflicto hizo que hasta alguien tan solitario y repulsivo como yo conociera a otros. De la nada, tuve amigas que pasaban por lo mismo, HiMEs también dispuestas a vencer a sus Rebels y detener a Rizembool. Ahí comencé a tomar mi situación con más seriedad, me convencí de mi rol, lo miré con decisión. La idea de tener poderes y ser una HiME se convirtió en una misión personal y una gran responsabilidad. Aun así, no fue pesado… tuve a compañeras a quienes asistir y quienes estuvieron ahí por mí. Sólo algo tan importante te uniría de esa manera con desconocidos.”

Los pequeños se miraron entre ellos y volvieron a dirigirle la mirada. Ello fue un respiro para la narradora. Fuera lo que hubiera pasado, describía hechos muy importantes para sí, viejos tiempos valiosos que nada podría quitárselos.

“Creo que… no podría decir desde dónde todo fue para mal, pero ahora que lo miro de lejos, mis arrepentimientos comienzan en un punto en particular, cuando conocí a una de mis más cercanas amigas de aquel entonces…” cerró sus ojos, inmutada. “Tal y como una pelea ajena me inspiró a ser una HiME, un enfrentamiento que tuve contra mi Rebel motivó a una ajena a Hanasaki a unírsenos. Ella…” abrió sus ojos y miró hacia el frente, a la inmensidad del jardín nocturno frente a ella. Tardó en encontrar palabras, fue evidente su ensimismamiento al recordar algo muy personal de su experiencia. “…sonará estúpido, pero era una persona que no tenía comparación con nadie, parecía de fuera de este mundo. Era una miko que vino de otra ciudad apenas por unos días para encargarse de unos asuntos de su familia, pero en su corta estadía nos encontramos. Verme herida le impulsó a buscarme auxilio, y cuando se enteró de la guerra, optó por quedarse para protegernos a todas. La directora encontró que tenía potencial HiME y le ofreció el rol, el cual ella aceptó sin pensarlo dos veces. A pesar de entender que debía pelear contra un futuro Rebel, a diferencia de las demás, ella dijo que su verdadero rol era el protegernos a nosotras, ya que nadie más peleaba por nuestro bienestar.”
“…” Nio le observó anonadada. “Sí suena a alguien increíble…”
“…” Tharja asintió y le miró. “A pesar de su severidad y decisión, probó ser un gran apoyo para todas. Nos hizo más unidas, se encargó de lo que sea que necesitáramos y se volvió nuestra líder de manera natural, sin que nos diéramos cuenta.”
“…” Imanotsurugi se sorprendió. Estuvo por decir algo, pero la mayor le miró fijamente. Ello le hizo cerrar su boca y comprender que no debía decir nada. El pequeño sabía de quién hablaba, pero la exHiME claramente no quería dar mucha información sobre ella. “Entonces…”
“…” Tharja entrecerró los ojos.
“¿Acaso te culpas de que esa amiga haya sido una HiME?” preguntó el pelicenizo con tristeza.
“…” frunció el ceño. “Bien Iwatooshi ya me dijo que sigo viviendo en una nube si me recrimino por lo que paso, y entiendo racionalmente que no fue mi culpa en sí. Yo nunca le pedí que lo fuera, incluso le recordé que debía regresar a su ciudad. De todos modos… puedes imaginar que alguien en mi posición se sentiría mal. De no haber sido yo, seguramente no se habría encontrado con otra HiME.”
“N-no podemos decir que eso sea cierto, no es tu culpa,” dijo Nio, quien se inquietó al recibir su mirada. “Eh, perdón… tampoco puedo hablar por ti. Por supuesto que puedes sentirte triste por el pasado, sólo… no te recrimines tanto, me da pena oírlo…”
“…” se quedó pensando un momento. “Puede que este sea un buen momento para terminar. Les deprimiré si continúo…” iba a ponerse de pie pero terminó siendo sorprendida.
“¡No!” gritaron los dos pequeños a la vez, lo cual le sobresaltó. Observó al par mirarles con una extrema ansia e inquietud.
“¡Quiero escuchar tu historia por favor!” insistió Imanotsurugi. “¡Tú siempre andas callada y manteniendo distancia y quiero oírte! ¡Es muy importante!”
“¡Ahh perdón por pedirlo al recién conocerte, pero yo también quiero saber!” suplicó Nio, juntando sus palmas. “¡Yo recién soy HiME y tengo mucho por aprender y quiero entender lo que has vivido! ¡Por favor dinos todo lo que querías decirnos!”
“…” les miró perdidamente y un tanto perturbada por su previo grito, aunque asintió y se mantuvo sentada. “Son unos niños, por un momento lo olvidé. Tienen muchas energías.”
“Hehe, siento asustarte, no fue nuestra intención,” dijo el chico, sonriendo con torpeza.
“Eh pues…” Nio decidió regresar al tema, por más incómodo que fuera. “Esa amiga, esa HiME que dijo que las protegería…”
“Sin duda hizo lo humanamente posible. Tal vez lo sobrepasó, por saber cómo leernos y cómo reconfortarnos cuando lo necesitábamos. En medio de su seriedad y frialdad, tenía su manera de ser amable y servicial. Fue como una madre para nosotras. Pero, pese a todo, como dije más temprano, HiMEs principiantes no tenían manera de mantenerse a flote en comparación con una institución tan preparada y maquiavélica como Rizembool… una HiME fue asesinada, y otra fue gravemente herida la semana después… otras dos más cayeron el siguiente mes, incluyendo a una más cercana a mí. Ninguna de nosotras pudo hacer nada para evitarlo…” agarró sus manos entre sí y las apretó un poco con sus dedos. Estas le sirvieron de fuga visual. “Nuestro círculo se redujo, nuestras ganas y esperanzas se desquebrajaron. Nos llenamos de angustia y miedo de morir al comprender nuestra realidad… bueno… fueron momentos tensos y amargos. No necesito ir al detalle. Me concentraré en mi propia historia,” por poco y se olvidaba que hablaba con niños. Si bien el miembro de los Sanjou podría digerirlo mejor, debía cuidar sus palabras con la pequeña HiME quien todavía era un pez fuera del agua. “Se acercó el fin del año escolar y ahí ocurrió algo que nunca esperé. Terminé encontrándome con el hermano menor de mi Rebel, quien había querido conocerme.”
“¿Eh?” Nio se sorprendió considerablemente. “¿En serio? ¿C-cómo así…?”
“…” Imanotsurugi apretó sus labios. Pensar que conocía a los personajes sin oír sus nombres…
“Ello lo hizo todo aún más difícil. Entendí que mi oponente era alguien con una familia y personas importantes para él, al igual que yo. Eventualmente, él mismo admitió que era Rebel en contra de su voluntad, más por obligación de su familia allegada a Rizembool que por otra cosa, y que esperaba que nuestra pelea personal no terminara con ninguna fatalidad. Al parecer, hasta él había sido suave conmigo todo ese tiempo y sólo peleó contra mí por las apariencias…” desvió su mirada. “Al final, se vino con un final distinto para nosotros y algo que nos libró de pelear hasta morir…” entrecerró sus ojos con disgusto. “Rizembool se enteró de mis buenas notas y me consideró valiosa como una ayudante. Me dieron la opción de renunciar a ser HiME e ir a Rizembool donde trabajaría como asistente de clases y proyectos no afines a la guerra durante cinco años…” hundió sus ojos en sombras y tembló de ira. “…esos miserables me forzaron a trabajar como una conserje a cambio de mi vida, como si les debiera algo… pero… no tuve opción y terminé aceptando, todo con tal de ya no tener que acabar con mi Rebel… quien había resultado ser una buena persona… como para buscarme ese trato…”
“…” Nio se estremeció y llevó sus manos a su pecho. “No… sabía que eso era posible…”
“No me considero la más conocedora de Rizembool o de Hanasaki, pero hay extrañas excepciones como esas. Igual… otra compañera mía de aquel entonces fue ofrecida esa misma excepción por su intelecto… ella también aceptó con tal de dejar de pelear. Eso fue luego de ver a tantas de nuestras compañeras sufrir y caer, y comprender que nos esperaba el mismo destino, que ya no había sentido en pelear más…”
“…” Imanotsurugi asintió, cabizbajo.
“¿E-entonces… abandonaste Hanasaki? ¿Cómo así?” preguntó Nio, todavía en shock.
“Presenté mi retiro. Ellos se negaron al ser HiME, pero en Rizembool ellos se habrán encargado del papeleo, yo no sé los detalles. Me esfumé, ni me despedí de la directora. Sentí el desdén de otras HiMEs que todavía no perdían las esperanzas. No puedo ni compartir qué habrá sido de ellas, ojalá estén bien, ¿yo qué sé?” se expresó con cansancio y agobio. No quería tener que cargar con aquella incertidumbre. “Sólo… mi amiga, la que nos apoyó a todas, ella continuó estando en contacto conmigo por el resto de ese año para asegurarse que estuviera bien. Comprendió mi decisión… incluso se alegró al enterarse de mis razones y de perdonar y velar por mi Rebel y su familia… sin duda ella me aceptó mucho más que yo a mí misma…” apretó los dientes. “Pero ni ella, siendo la más fuerte de todas, pudo con su Rebel y perdió su batalla.”
“No…” Nio se llevó sus manos a su boca. “Quieres decir…”
“Ella no murió a manos de su Rebel, pero sus heridas bastaron para descalificarla, si eso te preguntas,” continuó Tharja, pausadamente.
“Ah, menos mal…” la pequeña dio un profundo respiro. “¿Entonces está bien…?”
“…”
“…” Imanotsurugi desvió su mirada.
“¿Eh?” Nio volvió a preocuparse.
“…por más que no falleció, ese día en que fue derrotada, algo murió dentro de ella… no volvió a ser la misma desde entonces…” dijo con pesadez, cabizbaja. “Comenzó a maldecir a Rizembool, dejó de enfocarse en proteger y velar por todos y se llenó de amargura por la batalla. Ella, quien se mantuvo tan fuerte y enfocada en su misión de guardiana, se dejó consumir por la impotencia, creo yo… no hubo nada que ni yo ni las otras HiMEs pudimos hacer para consolarle y apoyarle… será que notamos muy tarde que ella también nos necesitaba…”
“Ella…”
“Luego de recobrarse, por más que ya no era HiME, fue un día a Rizembool. No es algo que me consta a mí personalmente… pero desde ese día, nadie más sabe de ella. Desapareció.”
“…” la pequeña se estremeció. “No… ¿n-no regresó a su ciudad?”
“No, sus parientes vinieron a preguntar por ella según oí, pero Hanasaki no supo cómo ayudarles. Eso es todo lo que puedo decir… ahora, podrás comprender por qué cargo con culpa con respecto a su destino, niña…”
“…” Nio asintió. Sus ojos se nublaron de lágrimas. “Todavía creo que no es justo que te culpes. En serio… me doy cuenta de lo especial que fue para ti… pero lo entiendo…” se sobó los ojos. “Lo siento mucho, Tharja…”
“…” ella le miró un poco y volvió a mirar hacia el frente. No tenía nada más que decir.
“¿Acaso… te mantienes en comunicación con alguna de tus amigas, al menos con una?” preguntó la pequeña con urgencia y preocupación. “Está la otra HiME que también fue a Rizembool, ¿no es así?”
“También perdí contacto con ella.”
“¿Por qué? Tú sigues en Rizembool. Entiendo que respetaron tu trato…”
“Me pregunto en qué estarás pensando al decir eso…” le miró de reojo.
“¿En qué… pienso…?” Nio ladeó su cabeza.
“No, olvídalo…” hablaba con una niña, tenía que recordarlo. “Supongo no lo habrás dicho a propósito, pero ella también se esfumó. Si bien no era tan cercana con esa HiME, nos comunicábamos y quejábamos de nuestra realidad con una frecuencia que bajó. De repente, un día en que quise saber en qué andaba, ya no la encontré. Incluso pregunté en secretaría, pero ni ellos parecían saber nada…” dio un pesado suspiro. “Sólo puedo esperar que ella, al haber sido más académica que yo, pudo encontrar un mejor trato como para irse a estudiar en el extranjero. Cualquier lugar sería mejor que Rizembool…”
“Ya veo…” otro misterio. Le sorprendía que haya tanto sin saber de lo que debería haber sido una vida cotidiana en la secundaria. No podía ni imaginarse qué tan difícil habría sido vivir a través de todo eso.
“Ha sido suficiente, niños, váyanse a dormir o será un desafío despertarse mañana,” dijo la pelinegra, quien se puso de pie. Los pequeños la imitaron y fue entonces que vieron que Ayesha les había estado espiando desde la esquina.
“…” al verse descubierta, esta se apresuró a alcanzar a su hermanita y le dio un fuerte abrazo.
“¡O-onee-chan!” exclamó Nio, sorprendida.
“Fue una historia tan triste, ¿estás bien, mi Nio?” le preguntó estrujándole.
“Sí lo estoy, mejor que tú, creo…” dio un suspiro. No podía recriminarle mucho en ese momento. Necesitaba un abrazo después de todo. “Onee-chan, ¿tú estás bien?”
“Sí, y lo vamos a estar, seremos unidas y muy cuidadosas,” Ayesha le soltó para asentirle y luego miró a Tharja. “Gracias por decirnos tu pasado. En verdad tenemos mucho por aprender. Y da miedo, pero haremos todo lo posible.”
“No hagan más de lo posible, recuerden que siguen siendo ustedes,” dijo cansadamente y encogiéndose de hombros. “Ahora a dormir. Niño, guíanos a nuestras habitaciones.”
“¡Sí, enseguida!” Imanotsurugi asintió con grandes ánimos. “Muchas gracias por compartir todo esto con nosotros.”
“Entiendo, ya no me agradezcan,” contestó con leve impaciencia.

Luego de la conversación, los cuatro continuaron caminando. Imanotsurugi se encargó de distraer a Nio con temas más triviales a manera de aliviarle, y así los niños se adelantaron un poco. No tardaron en dialogar amenamente.

“Oye…” Tharja dijo a Ayesha repentinamente.
“Sí, ¿sucede algo?” preguntó la otra. Le vio señalar con su cabeza hacia el frente.
“Mantén a tu hermanita vigilada. Ella tiene muchas energías y una gran voluntad, se le nota. También es demasiado inteligente.”
“Uhh, apenas nos conoces y la has descrito muy bien…” se lamentó Ayesha. “Me cuesta seguirle la corriente… eh…” su rostro se impresionó un poco. “Ahora que lo pienso…”
“…” le miró de reojo.
“Mikazuki dijo que simpatizabas conmigo… también noto que te preocupas por mi Nio y te lo agradezco,” sonrió un poco.
“De nada…”
“¿Acaso tú también tienes una hermana menor?”
“Tengo un hermano menor…” negó frustrada. “Es muy distinto a la tuya, te lo aseguro.”
“Eh, sí…” ladeó la cabeza.
“…” dio un suspiro. “Ya que ando siendo sincera… él también es un recuerdo amargo del pasado. Ser HiME me hizo descuidarlo durante el tiempo en que más me necesitó. Él no ha vuelto a ser el mismo desde entonces.”
“¿Cómo así?” Ayesha se sorprendió.
“No es la gran cosa… sólo entiendo qué es estar preocupado por alguien a quien debes cuidar. Al menos… ustedes dos se tienen mutuamente en medio de esto, hasta tienes poderes para ayudarla, si entendí bien,” miró hacia el frente, indistinta. “Con tus deseos de velar por tu hermana, no tendrás mis mismos remordimientos. Tienes suerte.”
“Sí, haré lo que pueda…” asintió. Hubo un breve silencio y se le dirigió amablemente. “Gracias de nuevo. También te deseo lo mejor con tu hermanito. A veces pueden ser incontenibles y difíciles, pero ellos definitivamente nos quieren mucho.”
“…” para variar, Tharja sonrió un poco. Era una sonrisa burlesca y sardónica. “…como digas, pero no seas ilusa. Por algo te digo que el mío es muy distinto.”
“Hm…” Ayesha se extrañó y se puso a pensar.

Esa conversación sirvió de información y desahogo para los distintos lados. Los cuatro procedieron a dormir profundamente en espera del siguiente día.



Pasó bastante tiempo desde la cena temprana y el grupo continuaba frente al televisor. Ya la hora de dormir se había pasado para uno de ellos.

“…” Monoyoshi dio un sonoro bostezo y se sobó un ojo.
“Te ves muy cansado,” observó Gotou a su costado. “Puedo alistarte una cama para que vayas a dormir.”
“No, está bien, muchas gracias, Gotou-san,” sonrió agradecido y se mantuvo abrazado de un cojín. “No nos vemos tan seguido así que quiero aprovechar este momento en que todos estamos aquí. Sólo un poco más…”
“¡No te atrevas a dormir que la noche es joven!” exclamó Taikogane, quien andaba jugando Fortnite junto con un no voluntarioso Fudou. “¡Oye, Fudou, cúbreme!”
“¡¿C-como se supone que hago eso?!” preguntó este en lo que tambaleaba con los botones.
“¡Se acerca otro jugador!”
“¡¿Eh?! ¡¿Por dónde?!”
“¡A mis espaldas! ¡Construye algo!”
“Ehh, e-espera, ¿cómo era eso de nuevo?”
“¡Ah, me dispararon! ¡Huye, Fudou, huye!”
“¡N-no me dejes solo!” se espantó aunque no pudo hacer mucho. Fueron emboscados y sacados del battle royale.
“Ahh, nos destruyeron, no avanzamos mucho…” Taikogane sonrió algo frustrado aunque sin duda se encontraba divirtiéndose. “¡Pero fue divertido, Fudou, de nuevo!”
“¡No, este juego me va a matar de un infarto! ¡Pon ese de los carritos de Mario al menos!”
“Sí, sabía que era mucho, ni estabas acostumbrado a los controles,” Gotou miró a su hermano. “¿No te animas, Atsushi?”
“No, definitivamente no,” negó todavía impresionado por lo que acababa de ver. “Si Fudou no pudo acostumbrarse yo menos. El último juego que recuerdo era uno de pixeles.”
“Vamos, ni que vinieras de la prehistoria,” Taikogane rió un poco. “Está bien, pongo el Mario Kart. ¡Pero fue muy divertido, Gotou, hacemos un buen equipo!”
“Eres muy bueno, Taikogane. A ver si la próxima ganamos uno de los battle royale.”
“¡De todos modos!”
“A ver si me permiten…” Fudou se puso de pie. “El principito se anda durmiendo y es muy amable como para incomodar. Mono-chan a dormir, no te resistas.”
“F-Fudou-kun, estoy bien…” el pelirrosa sonrió incómodo. “No me trates de príncipe, por favor. Es muy extraño…”
“Tú no eres quién para quejarse de eso,” Taikogane hizo un puchero y le apuntó. “¡Y te viene bien desvelarte así que hoy tú serás el último que se vaya a dormir!”
“¿Q-qué dices, Taikogane-san?” ello le asustó.
“Ah, aprende a reclamarle, Mono-chan, por algo es tan engreído…”
“Pero sí se hace tarde. No me di cuenta de la hora,” Atsushi revisó su celular. “Ustedes tienen clases mañana así que necesitan dormir cuanto antes.”
“Pero ni jugamos Mario Kart…” Taikogane le miró con súplica.
“Déjale jugar un par de carreras y ya, Atsushi,” dijo Gotou. “Que no se quede con las ganas.”
“¡Sí, va a ser rápido, lo prometo!” el peliazul asintió. “¡Fudou, de nuevo!”
“Ahh, ¿por qué yo?”
“Tú eres el que pidió Mario Kart, no lo niegues,” afirmó con una amplia sonrisa.
“Tch, de nuevo, no debo darte ideas… hai… lo haré,” se resignó. Iban a comenzar a jugar, cuando en eso su celular vibró. “¡Oh, recibí un mensaje, un momento!” lo revisó y se vio un tanto frustrado.
“¿Ya terminaste? No creas que te quiero esperar,” regañó Fudou.
“Sí eh… Monoyoshi, ¿puedes jugar un poco por mí?”
“Eh, e-está bien…” este se confundió aunque no se opuso.
“¿Y ahora lo obligas a tu hermano?” reclamó el pelimorado.
“Está bien, Fudou-kun. Este juego no me intimida como el anterior.”

Así comenzaron con la copa. A excepción de Taikogane, los presentes prestaron atención a la partida. Entonces Atsushi no evitó fijarse en el peliazul ya que este ocupada el sitio a su costado. Veía cómo respondía los mensajes con leve impaciencia y finalmente terminó para mirar a la pantalla. Este no tardó en percibir la mirada del otro.

“Oh, eh, todo bien ahora, no es nada,” le aseguró sonriendo.
“Qué bueno, es que te vi frustrado, como si fuera una tarea.”
“O sea, medio que lo fue. Era mi papá recordándome que me vaya a dormir, tú sabes lo que es contestarle a los padres…” Taikogane se congeló horrorizado por lo que acababa de decir. “¡Ah, no! ¡Verdad que ustedes los Toushirou… y Fudou también… son…!”
“Y-ya, no te preocupes, entiendo lo que quieres decir…” Atsushi sonrió incómodo y agitó una palma. “No fue tu intención.”
“Fudou tiene razón al decirme que piense más las cosas, ahh…” se fijo para asegurarse que el susodicho prestaba atención a la carrera antes de continuar. Taikogane sonrió frustrado. “Es que mis padres viven en Singapur.”
“¿En serio?” se impresionó.
“Sí, ahí tienen su centro de operaciones y pues, casi ni los vemos. Ya van varios años. Así que, una vez que me desvelé de pequeño, ellos me llamaron para decirme que estaba mal y yo les insistí que como no estaban ahí para decirme que debía dormir no pensaba hacerlo hasta que me cansara por mi cuenta,” miró su celular. Pese a la labor de contestarles, no se veía del todo fastidiado con el asunto. “Desde entonces me envían un mensaje todas las noches para decirme que es hora de dormir, y si no les contesto me insisten hasta que al menos lo vea.”
“Haha, suena divertido.”
“Uhh, hay días en que son pesados, pero creo que ya me acostumbré. Admito que a veces en verdad me ayudan a recordar que tengo que dormirme.”
“Pero qué bueno que anden al pendiente de ti así.”
“Eh, supongo,” no se vio convencido. “Igual Micchan siempre ha sido más como mi superior. Él y Fudou son mi voz de razón y los conozco mucho mejor.”
“Mitsutada-san parece una gran persona.”
“¡Y sí que lo es!”
“Heh…” Atsushi lo pensó un poco. Vio que Fudou seguía prendido del juego para tocar el tema. “Oye, Taikogane, ¿por casualidad tú sabrás algo de lo que le pasó a Fudou hace cinco años?”
“¿…eh?” el menor casi se asusta y miró al pelimorado brevemente antes de continuar. “¿Cómo que hace cinco años? ¿Pasó algo?”
“Ehm, ¿tú lo conoces desde ese entonces?”
“Pues lo conozco desde hace varios años, más que cinco…” frunció el ceño, haciendo memoria.
“Me refiero a cuando comenzó a tomar.”
“Ah, verdad que el otro día Monoyoshi me dijo que tenía problemas con el alcohol,” sonrió entretenido. “Haha, yo que pensaba que sólo le gustaba tomarlo y ya.”
“Eh… sí los tiene…” ya veía que le preguntaba a la persona incorrecta.
“¿Y qué tiene que ver eso con hace cinco años?”

“Oye, Atsu…” Fudou acababa de pausar el juego. Le miraba con cara de pocos amigos. “¿Se podría saber de qué hablan?”
“Eh, Fudou…” se inquietó.
“¿Es verdad que algo pasó hace cinco años, Fudou?” preguntó Taikogane. “¿Qué cosa?”
“Oye tú…” Atsushi agachó su cabeza, frustrado.
“Hehe, buen trabajo descubriendo al idiota, Taikogane,” Fudou sonrió con ironía. “Pues nada importante. Sólo comencé a tomar por ahí y nada más.”
“Hmm, ¿y cómo así?” preguntó mirándole atentamente.
“Nada, curiosidad, un incauto me dejó comprar un trago y ya,” se encogió de hombros. “Me descontrolé con el tiempo así que ojalá nunca hubiera comenzado, pero fue así de simple.”
“…” Atsushi le miró con seriedad. No, sabía que mentía. “Si esa fuera la historia no la dirías con tan poca importancia.”
“Ya, puedo estar comiéndome detalles, pero entiende que no quiero hablar de eso,” le miró con desapruebo. “Estamos aquí jugando videojuegos y a punto de dormir, y tú más que cualquier otro debería entender el respeto mutuo, ¿no crees?”
“…” frunció el ceño. “Está bien, no te forzaré a hablar si no quieres, pero tampoco lo trivialices. Es importante y quisiera que lo conversaras conmigo algún día.”
“Entonces como mínimo respétame y no andes hablando de eso a mis espaldas,” espetó, entrecerrando los ojos.
“Fudou…” percibió su rechazo. Sí que no había actuado bien.
“Ahh, ya veo, sí recuerdo que te volviste más rudo y cool con el paso del tiempo, ¡eso quiere decir que la experiencia del alcohol te hizo evolucionar!” concluyó Taikogane, con ánimos.
“N-no, no funciona así, Taikogane,” dijo Gotou, nervioso.
“¿Qué tonterías dices, niño?” Fudou le miró con cierto juicio.
“Entiendo que ando diciendo tonterías, pero hay que verle lo bueno al asunto,” dijo despreocupadamente y poniendo sus manos sobre su nuca. “Fudou-kun sí se volvió más fuerte y maduro por ese entonces. Lo sé porque desde ahí que me da zapes en la cabeza, ¡pero está bien! Puede que Micchan no me dé zapes pero sí me hace observaciones severas y Micchan es cool, y ahora Fudou anda siendo cada vez más cool así que va por buen camino,” miró a Monoyoshi. “¿No te parece?”
“Taikogane-san…” Monoyoshi le miró anonadado y asintió contento. “¡Sí, tienes mucha razón! Fudou-kun ha crecido mucho. Si bien siempre he pensado en él como un senpai, cada vez me sorprende más. Hehe, será que ese capítulo en su vida fue como una película dedicada a él.”
“¿Qué cosa?” hasta Fudou se perdió e intercambió miradas con los Toushirou.
“¡Pero claro, su origin story, como si fuera un superhéroe! ¡Nunca me había dado cuenta!” Taikogane sonrió enseñando sus dientes y le apuntó. “¡Con más razón mereces tus capas!”
“¡No, no justifiques tu vicio de capas con disparates!” le reclamó.
“¡Pero si te hacen ver genial!”
“Ya que tocamos el tema, admito que sí te quedan bien, Fudou-kun.”
“¡¿Verdad que sí?!”
“Ay, ustedes…” Fudou agachó su cabeza al darse un facepalm, y terminó por reírse un poco. “Ha…hahaha, tremendos idiotas que son. Ya, gracias por los ánimos. Por algo me llevo bien con ustedes. Son buenitos y saben dejarme en paz.”
“Hmm, supongo habrás dicho lo de buenitos como un cumplido…” Taikogane frunció el ceño.
“Lo siento, Fudou, no debí hablar sobre esto. No es trivial, y precisamente por eso te fastidiaría,” admitió Atsushi, apenado.
“Pues… ya, olvídalo. Entiendo que es la forma enfermiza en que tu familia anda cuidando a otros. Sólo déjalo ir,” Fudou se encogió de hombros.
“No es para que nos vuelvas a criticar,” dijo Gotou, impaciente. “Pero ya, regresen a jugar. Aprovechen esta copa antes de dormir.”
“Sí,” Monoyoshi extendió su control a Taikogane. “Ya estás libre, aquí tienes.”
“¡Gracias! ¡A todo dar, Fudou!”
“Hai…”

El juego se reanudó y Taikogane participó con todas sus energías, hasta le daba consejos a Fudou quien le recordaba repetidamente que se callara. Monoyoshi también se sentó sobre el piso para acompañarles y conversar un poco con ellos.

“Sí que no sabes ser discreto,” observó Gotou, acercándose a su hermano.
“Pensé que no me escucharía,” le miró con reproche. “¿Y qué haces diciéndome eso? Fudou puede volver a oírnos.”
“No, los tres andan distraídos. Antes ni hablaban, pero bueno…” sonrió amenamente. “No te recrimines, Atsushi. Es tu forma de cuidar de otros. Fudou lo entendió. Menos mal los otros dos le pusieron de mejor humor para que te disculpara rápido.”
“…sí que no debe ser nada trivial para que le amargue tanto…” se ensimismó.
“Fudou está por comenzar clases en la universidad. Hay que apoyarle con eso. De ahí, a ver si se anima a decirnos más sobre él,” asintió. Se le veía optimista. “Sé que lo hará. Ya anda sintiéndose cada vez más cómodo. Lo debiste haber visto hace un par de años.”
“Así será, tienes razón,” asintió y sonrió frustrado. “Vaya, Gotou, primero en el campamento y ahora con este tema. Gracias, pero me sabe mal que me aconsejes como si fueras mayor que yo.”
“No hay nada de malo animar a alguien más,” se encogió de hombros. “Pero ya, ¿quieres un poco de agua? Con todo lo que comimos creo que sería lo mejor.”
“Verdad, me vendría muy bien.”
“Listo, iré a traer agua para todos.”
“Ah, te ayudo,” se puso de pie y lo acompañó a la cocina.

De esa forma, terminó esa improvisada noche. Ese cambio de rutina sirvió de alivio y descanso para los partícipes.




Llegó la mañana. Nio se levantó desde temprano muy gustosamente debido a las aves que cantaban por esa residencia a las afueras de la ciudad. La pequeña se alistó y miró por la ventana hacia el bosque que rodeaba la propiedad. Muchas ganas tenía de quedarse a caminar en lo que analizaba las plantas y las aves, pero debía ir a clases. Había otra oportunidad.

Se extrañó de no encontrar a su hermana en su habitación. Ella se había llevado sus pertenencias, por lo cual ya estaría lista. La pequeña se sintió algo derrotada por el hecho que su hermana se levantó primero para variar, aunque sonrió satisfecha. Había sido una riña mental de todas formas. Le tocaba alcanzarla.

Apenas llegó al final del pasillo de habitaciones de huéspedes cuando se topó con Imanotsurugi e Iwatooshi, quienes justo llegaron a buscarla.

“¡Nio-chan, buenos días!” exclamó Imanotsurugi. “¿Qué tal dormiste?”
“Muy bien, Ima-chan, muchas gracias,” contestó alegremente. “¿Y mi onee-chan?”
“Ayesha-dono ya está lista para salir. Tharja también,” reportó Iwatooshi con amabilidad. “Justo veníamos a buscarte, pequeña.”
“Ah, qué vergüenza, les he hecho esperar,” sonrió con torpeza.
“¡No, está bien! ¡Más bien andamos temprano!” el pequeño asintió dos veces. “Queremos asegurarnos de llegar antes para así no tener contratiempos. No olvides que somos anfitriones.”
“Sí que lo hacen muy bien. Entonces vamos.”

Así, los tres avanzaron conversando por los pasillos amplios e impecables del complejo tradicional, con Nio admirando la ambientación y naturaleza visible desde ese punto.

“Espero poder regresar para pasear de día por el bosque, todo es tan lindo,” dijo maravillada.
“Son más que bienvenidas y las acompañaremos ya que es fácil perderse. El bosque es frondoso,” comentó el pelinaranja.
“Está bien. Tengo un buen sentido de orientación y si me pierdo treparé hasta la copa de un árbol,” aseguró Nio, muy decidida de sí misma.
“Oh, tienes el mismo ímpetu que Imanotsurugi, justo es algo que él diría,” se impresionó y pasó a reírse. “¡Hahaha! Pero no te confíes tanto, por eso iríamos todos.”
“En algún momento dije lo mismo, pero trepar hasta la mera cima no es muy seguro ni te deja ver tan bien a veces. Lo digo por experiencia,” comentó el pelicenizo, cabizbajo.
“Hehe, está bien, sé que tengo que portarme bien,” asintió la HiME. “Y eh me sabe mal pedirlo, ¿pero podrían llevarnos un momento a mi casa? Yo tengo mis útiles pero onee-chan llegó con tanto apuro que dudo que tenga sus útiles…”
“Mikazuki-sama ya lo contempló, dijo que es nuestra primera parada,” Imanotsurugi asintió. “De ahí iremos todos a desayunar a Rizembool y finalmente Iwatooshi nos dejará a nosotros y a tu hermana en Hanasaki.”
“¿En Rizembool?” Nio se sorprendió. Lo que antes hubiera sido divertido y emocionante ya no le resultaba igual y se puso nerviosa. “Ehm, muchas gracias, pero ahora que soy HiME no sé lo prudente que pueda ser…”
“Tal vez no deba decirte esto, pero muchas HiMEs van a Rizembool de paseo por tener amigos u otras actividades ahí. Es más seguro de lo que parece,” explicó el mayor. Le sonrió tranquilo. “Al menos todos nosotros las acompañaremos en todo momento y créeme que la gente sabe mejor que buscarnos pelea. ¡Yo las protegeré!”
“¡Iwatooshi, yo también quiero protegerlas!” reclamó Imanotsurugi. “¡No te robes el momento!”
“¡Hahaha, igual va para todos, somos un equipo!”
“Haha, muchas gracias,” Nio rió. Ese par de días que había podido ver la interacción de los Sanjou de cerca le dejaron saber que era muy afortunada de tenerlos como amigos.

Entonces, llegaron hacia la parte delantera de la residencia y se confundieron ya que Mikazuki, Tharja y Hizamaru estaban de pie frente a la puerta de una sala de estar. El primero andaba de pie ocupando todo el espacio mientras los otros dos se asomaban por el filo a manera de espiar lo que sucedía adentro.

“Es un interesante desarrollo, ¿no les parece?” preguntó Mikazuki a los otros dos, sonriente.
“En verdad no sé qué pensar…” contestó Hizamaru, nervioso.
“¿Y qué haces de pie en todo el umbral?” le susurró Tharja, con desapruebo. “Escóndete que te van a ver.”
“Hm,” Mikazuki no se movió y hasta sacó su abanico para cubrir parte de su rostro con el mismo. “Les aseguro que nos notarán u obviarán de la misma manera.”
“¿Qué sucede, Jiji?” preguntó Iwatooshi.
“Eh, buenos días,” Nio hizo una reverencia.
“Buenos días, Nio, espero que hayas descansado bien,” la saludó amablemente y al recibir su afirmación, se dirigió al pelinaranja. “Es sólo que encontramos a otros dos que faltaban. Sírvanse a mirar.”
“¿Qué cosa?” Imanotsurugi se asomó al igual que los demás y vieron una escena curiosa.

Higekiri andaba sentado frente a una mesa de té tradicional en lo que leía un periódico y tomaba sorbos de una taza. A su costado, Ayesha andaba arrodillada y atenta a cada movimiento.

“¿Cómo está?” preguntó la chica, con un tono soñador y una sonrisa sonsa en su rostro.
“Hm,” Higekiri dejó su taza y la miró de costado con una cordial sonrisa. “Está muy agradable, kotori-chan. Muchas gracias por concederme esta bebida para comenzar el día. Presiento que es el inicio ideal de mi rutina.”
“¡Ah, me alegro mucho! ¡Las mucamas fueron muy amables de ayudarme con la preparación y decirme tus gustos!” ella celebró el cumplido. “Eh, yo tengo varios tés que he traído desde Europa que creo que te gustarán también. Y pues…” bajó su mirada, avergonzada. “Me gustaría algún día venir para poder preparártelos, si es posible.”
“Hehe, más que eso, quisiera que me concedas tu presencia, ya que el té se aprecia mucho mejor en compañía, como ahora mismo.”
“¡S-sí, yo encantada, Higekiri-san, muchas gracias!” juntó sus palmas.
“Fufu, no necesitas ser formal conmigo, pero comprendo que va con tu forma de ser,” dijo amenamente. “Está bien, puedes continuar si así prefieres.”
“Sí, es que ‘Higekiri-san’ tiene un tono muy especial y digno de ti…” se avergonzó más y negó. “Ahh, no sé que estoy diciendo…”
“No te avergüences, kotori-san,” le sonrió angelicalmente.

Mientras tanto, Iwatooshi se quedó en una mezcla de petrificación, shock y horror, un sentimiento que parecía compartir con la mayoría.

“Haha, no es para que se pongan así, pienso que ha sido un interesante despertar,” observó Mikazuki, entretenido.
“Solo tú lo verías así…” Tharja frunció el ceño.
“¿Qué está haciendo mi anija?” preguntó Hizamaru, estresado. “Parece que no se da cuenta que anda cortejando con nuestra invitada.”
“P-puede que no sepa lo que hace…” dijo Imanotsurugi, nervioso.
“No, ese Higekiri es más despierto de lo que aparenta,” Iwatooshi negó.
“Eh, pero…” Nio se asustó un poco y miró a todos varias veces. “¿P-por qué se ponen así? ¿Hay algo malo con Higekiri?”
“¡N-no, no es eso! ¡E-está bien, Nio-chan, en serio, en serio que sí!” se apresuró Imanotsurugi, con extremo nerviosismo y forzando una sonrisa.
“¿…por qué no te oyes convencido…?” Nio se estremeció al obviamente no estar convencida. “Por favor, díganme que mi hermana está bien, que no hay nada malo aquí.”
“No lo hay, está bien,” le aseguró Mikazuki, tranquilamente.
“Eh…” por su parte, Hizamaru desvió su mirada.
“…” y Tharja rodó los ojos.
“¡Párenla por favor!” la pequeña tembló.

Aquella imagen se tuvo que romper ya que andaban de salida, y por más que Ayesha pasó de inmediato a prestar atención a su pequeña, Nio continuó con esa duda.

Y continuaría con esa duda por mucho más tiempo…


Mery

Alice se quejó y se retorció en el suelo por un momento que se le hizo eterno, había experimentado diferentes niveles de dolor antes, pero la fuerza de la marioneta dejaba en vergüenza a casi cualquier contrincante que hubiese enfrentado en el pasado. Sin tiempo para reponerse, Alice se obligó a rodar a un lado y su breve acción fue seguida de un fuerte crujido. Al abrir los ojos de nuevo, Alice vio el tacón del stiletto que usaba su adversaria enterrado de forma amenazante justo donde de su rostro había estado segundos antes. La impresión de ver aquel calzado tan cerca le devolvió la lucidez en un instante y reacomodó su posición de un brinco.

Sus ojos viajaron de los pies de la marioneta hasta su rostro, pero no encontró ni un ápice de emoción en ella. Sin embargo, apenas de pie y retrocediendo sin quitarle la vista de encima, Alice sintió que aquella copia de su madre la observaba con desdén.

Al parecer la marioneta sabía que era más poderosa que ella y, por lo mismo, luego de demostrar lo que podía hacer, removió el tacón del suelo sin prisas y un agujero quedó en su lugar. Si no se hubiese movido lo suficientemente rápido, la marioneta literalmente la hubiese aplastado como a un sucio bicho.

Por escuchar un par de oraciones, Alice se había descuidado al punto de cometer un error tan tonto. Decidida a no volver a equivocarse, puso la mente en blanco y volvió a adoptar una postura defensiva. No obstante, la marioneta no parecía querer dejarle las cosas más fáciles y volvió a abrir la boca.

"Te has vuelto una niña malcriada, por lo que veo." Dijo con su voz calmada a la vez que volvía a acercarse para atacar.

La castaña estuvo preparada y esquivó, lanzó un golpe pero la marioneta la detuvo con una de sus manos sin pestañar.

"Débil."

La marioneta intentó golpear su cabeza, pero Alice se agachó y pateó sus tobillos intentando derribarla, pero la otra no se movió.

"Predecible."

Aunque lo intentó, Alice no pudo evitar que le acertara una patada a la altura del estómago que la hizo retroceder casi medio metro.

"Qué decepción."

Alice se mordió los labios y se aferró a la idea de ignorarla, en su mente apenas tenía espacio para evadirla e intentar acabar con ella, pero le estaba resultando difícil.

"No puedo creer que perdí la vida por alguien como tú." Musitó con cierto desprecio. "No ha sido más que un sacrificio en vano."

Alice sintió instantánemente algo hacer clik dentro de ella, como una combinación entre furia, tristeza e indignación que no supo explicar. Fuese lo que fuese, logró encender

"Mi madre nunca diría algo como eso."
"Es lo que dices, pero no estás muy convencida, ¿cierto?"

La marioneta vio su oportunidad en el rostro alterado de Alice y lanzó una patada. No obstante, ésta no conectó y, en su lugar, su pie chocó con algo que la hizo rebotar.

Un haz de luz apareció delante de la joven castaña y en un instante un objeto se fue alargando y tomando forma velozmente. Al terminar de materializarse, el brillo se apagó y Alice tuvo que utilizar ambas manos para sostener el arma frente a ella. Debido a las condiciones especiales en las que se encontraba el auditorio, no había una fuente de luz fuerte, pero la gran cuchilla se iluminó y Alice pudo ver el reflejo del techo a lo largo del filo.

"Oh dear..." Alice miró la guadaña sin realmente creerlo.

Balanceando un poco el mango del arma, Alice dedujo que no debía pesar más de siete u ocho kilos, lo cual era extraño para su gran tamaño, pero no tenía tiempo para buscarle lógica a lo que estaba sucediendo.

Magic!


Kana

*Amo a estos suggar daddies
*Agradecimientos infinitos a Eureka por los iconos<3

Después de cada “gala” donde se reunían los Lancaster, era costumbre que cada uno de los miembros fuera visitando al patriarca de la familia en su despacho para recibir nuevas instrucciones que llevar a cabo.

A los hijos de Gilber Lancaster ya le había tocado a cada uno por separado su cita personal, pero ahora estaban reunidos todos juntos por petición del padre de todos.
Tal parecía que el líder de la familia prefería decirle lo siguiente en grupo para ahorrarse tiempo y no tener que verlos por lo que quedaba de la semana.

Anastacius estaba plenamente recostado en el diván de la enorme oficina. Poco le importaba que los otros hermanos no tuvieran donde sentarte pues tampoco era como si no hubiera más sitiales en la oficina, pero el rubio prefería pecar de egoísta antes de compartir un espacio en ese cómodo diván de mármol acomodado con suaves cojines recubiertos en terciopelo rojo. 
Sintió sobre su persona la mirada reprochadora de su hermano menor, Claude.

“Siempre tan protocolar” pensó con asco, sin borrar su sonrisa.

Todos estaban perfectamente presentables alrededor del escritorio de su padre, algunos sentados en los sitiales, otro hermano observando por el ventanal, y Anastacius echado en el diván sin ninguna clase de etiqueta.
Si bien ninguno parecía atreverse a romper la tranquilidad del momento, estaba clara la palabra deletreada en cada uno de los rostros: Aburrición.
Cada uno de ellos se preguntaban cuánto tiempo más tendrían que esperar a que Gilbert Lancaster terminara de leer todo el papeleo que tenía sobre su escritorio.

—Papá, ¿podemos comenzar ya?— Howl fue quien rompió con el silencio de la oficina. Era el único que podía darse la licencia de llamarlo “Papá” y no “Padre” como el resto de sus hermanos. No era sólo por ser el menor de todos sus hermanos, sino también por el origen de su naturaleza: Era el hijo menor de Gilbert, nacido mucho después de todos sus hermanos, y de una madre distinta, segunda esposa de Gilbert después de haber pasado muchos años de viudez.
Eso no sólo le daba la libertad de ser informal sino también de expresarse más jovialmente hacia los demás puesto que tenía la edad de muchos de sus sobrinos.
—Se paciente, Howl. — le dijo afectuosamente Vincent. De todos los hermanos Lancaster, Vincent era el único que se dirigía a su hermano menor con un poco más de cariño –y paciencia- que los demás.
—…— Claude ni siquiera miró a Howl, poco lo tomaba en cuenta y casi para él no existía al no ser “legal”
—…— Anastacius, en cambio, odiaba que su padre no fuera tan severo con Howl como sí lo era con ellos, pero tenía la misma postura de Claude y prefería ni siquiera mirarlo a menos que quisiera sacar beneficios de su bobalicón hermano menor. Al menos, en eso transaba a diferencia de Claude.
—Si hubieran hecho esto bien, no habrían tenido que esperar…— se quejó Gilbert sobre el oficio de sus hijos. —Por fin…— Gilbert dejó el último documento sobre su escritorio.
—No creo que lo hayamos hecho tan mal…—
—Eres el que menos tiene derecho a decir eso. — Ahora sí, Gilbert miró con severidad a Howl. —Pareciera que esto lo hizo un chico de secundaria en vez de un universitario prestigioso.
—Ahhh. — Howl suspiró, fingiendo tristeza. —No es justo. De verdad me esforcé mucho en revisar esos documentos.
—Tal vez deberías pasar más tiempo con tu hermano Anastacius. De los cuatro, él parece ser quien lleva mejor las finanzas y los negocios personales. — por más que quisiera criticarlo no podía obviar el hecho de que su hijo Anastacius, excéntrico como fuera, era increíblemente talentoso en los negocios en el extranjero (independiente de la forma torcida que los llevara) Su hijo se había ido en rebeldía a Alemania cuando tenía sólo quince años de edad, tiempo después se volvió un empresario exitoso sobre todo en el rubro de los medios televisivos donde cazaba talentos y era dueño de varias cadenas televisivas de dicho país. Como CEO, era un lujo.
—¡¿Viajaré a Alemania?!
—Padre, ¿no crees que ya me das muchas responsabilidades? — refutó sutilmente el rubio, quien jugueteaba con una hoja de maracuyá cubriéndose uno de sus ojos y luego pasándola al otro en un acto ocioso. —Creo que le hará bien a Vincent compartir tiempo con Howl, tiende a ser como su “madre.”
—Precisamente, por eso, no lo dejo a su cargo.
—Entonces, ¿Claude? O sea, sólo se dedica a ser el perro guardián de la reina… Creo que tiene tiempo de sobra para enseñarle a Howl varias cosas.
—Precisamente, por eso, no lo dejo a su cargo. — sonrió, repitiendo sus palabras. —Me esperé una negativa de tu parte por eso pensé en un plan B. — volvió a mirar a Howl. —He hablado con un socio muy ilustrado en el tema a quien le he pedido que te instruya en la materia.
—Pero… ¡papá! — se quejó Howl. —Yo sólo quiero viajar por el mundo, conocer gente y tener muchas aventuras épicas.
—Viajarás con mi socio. Es especialista en negocios internacionales.
—Bueno… No suena tan mal... Mh. — Howl apoyó un dedo en su mentón pensativo en esa propuesta. En eso observó que Vincent lo miró con una ligera preocupación, Howl le dedicó una sonrisa tratando de trasmitirle que estuviera tranquilo aunque Vincent fingió, épicamente al estilo Lancaster, indiferencia hacia él. “Igual me quiere…” rio para sí mismo.
—Eso contigo.— Gilbert pasó su mirada de Howl hacia Vincent. —Tú, me has fallado innumerables veces…—
—Eh, querido padre.— Vincent lo detuvo, sutilmente,  con ambas manos alzadas y sonriéndole amenamente. —Creo que no debes perder tiempo conmigo y mis errores magistrales ya que me los definiste bien en la reunión personal que tuve contigo ayer.
—…— Gilbert se quedó unos segundos pensativos. —…—
—…— Vincent mantuvo su cálida sonrisa.
—Es cierto. — Gilbert sonrió, carismático. —Te omitiré.
—¿Gracias?
—Anastacius y Claude. Ustedes dos llevan siendo viudos demasiados años, es hora de que vuelvan a contraer nupcias con alguna señorita de las familias del círculo dorado. Le pediría eso a su hermano mayor, Vincent… Pero al ser padre soltero y no sabemos de dónde viene su hija, su reputación se fue al inframundo.
—Padre, yo jamás mancillaré el respeto que le tengo a mi difunta esposa Diana. Yo le prometí a Dios cuando me case con ella que siempre sería ella mi único amor.
—Siempre tan patético. — Bufó Anastacius, burlándose libremente de su hermano menor.  —Ya deja a Diana en paz, seguro todavía está en el limbo sin poder irse al cielo… o al infierno… por tus lloriqueos innecesarios.
—¿Qué… dijiste? — Claudio miró con autentico odio a su hermano mayor.
—Lo que escuchaste. Sólo haces perder el tiempo a todos nosotros con tu falsa moralidad. No necesitamos a otro santurrón en la familia a parte del sobrino que, curiosamente, tú criaste.
—Anastacius…— Vincent le llamó la atención al ver que éste estaba provocando a Claude. Howl instintivamente se sentó en el sitio disponible al lado de Vincent, intuyendo que habría problemas.
—Creo que allí te equivocaste de elección, padre…— Anastacius miró ahora a su padre, una vez se sentó, por fin, correctamente en el diván. —Si querías que nuestro querido Henry fuera el prototipo Lancaster, no debiste dejar que Claude lo tocara. El sobrino tiene mas pinta de querer ser sacerdote que de querer buscar esposa y centrarse en su carrera como prometedor político.— volvió a su hermano Claude. Los dos rubios se miraron intensamente.  —En cuanto a lo que te pide nuestro padre, ya cásate de una vez y deja que Diana se va--—
—No te atrevas a decir nada más. — Claude agarró del cuello de la camisa a su hermano Anastacius, mirándolo amenazadoramente. —Que tú seas algo sin alma lleno de oscuridad y que carezca de amor hacia el resto no significa que todos seamos como tú.
—¿Hola, padre? ¿me está atacando? Creo que merece amonestación. — sugirió Anastacius a su padre, sin borrar su sonrisa burlona. Aunque se había inquietado con la agilidad de su hermano menor. “¿Desde cuando éste maldito es ninja?”
—Claude… Ya suelta a tu hermano. — Gilbert meneó una mano, desinteresado.
—Hermanos, por favor…— Vincent se puso de pie y se interpuso entre sus dos hermanos menores. Howl hizo lo mismo, pero tuvo su distancia de esos tres. —Ya son grandes para pelearse como niños. —
—Claude me odia sin sentido… Jamás le he hecho nada.
—¿Te atreves a hacerte la victima cuando tú…?— Claude le apretó más del cuello.
—¿Se puede saber que pasó entre ustedes dos para que se lleven así de mal? — Vincent finalmente perdió la paciencia y los separó. —Cuando eran niños no podían vivir el uno sin el otro. Parecían gemelos.
—Vincent… Te quedaste cuando teníamos cinco años. Por favor. — dijo Anastacius indignado por ese recuerdo de Vincent. Se arregló el cuello de su camisa cuando Claude lo soltó con asco. —Después a los seis ya nos agarrábamos a golpes. Claude no es un ángel. Nunca lo ha sido. Lo que pasa es que ustedes no logran ver su verdadera cara. Pasa lo mismo con nuestros sobrinos Cain y Henry. Se odian y no se pueden ver pero todos ustedes fingen que su relación es muy sana.
—Ellos no se odian. — corrigió Vincent. —Apenas los vuelves a conocer, Anastacius. Tu criterio está lejos de ser el real, porque ellos dos son muy hermanables.
—¿No se odian? ¿Olvidaste como Cain golpeaba brutalmente a Henry cuando niños? ¿O cuando lo quiso vender? ¿O cuando casi lo ahoga de ¨casualidad¨? Seguramente el sobrino Cain no hizo gratuitamente esas cosas… Apuesto que Henry salió más hipócrita de lo que creemos y lo torturaba sin que nos diéramos cuenta y era feliz provocando a Cain hasta que colapsaba. Por eso Cain lo atacaba pero terminaba siendo castigado severamente. Apuesto que Henry era feliz cuando lograba ese propósito. Igualito a Claude conmigo~ se hace el inocente y luego a mi me recriminan. Henry aprendió del mejor.   
—Cain siempre le tuvo envidia a Henry. Así como tú a mí. 
—¿Enviarte? Hahaha, ¿en serio? Bueno…— Anastacius se alzó de hombros. —Si debo admitir que eres más bonito que yo… Aunque prácticamente eres mi copia exacta y hasta en eso no eres original, pero parece que a la gente le gusta deslumbrarse por tu carácter frío y austeros por sobre mi amabilidad.
—Tu amabilidad sólo es instrumental para manipular al resto.
—Ah...— Anastacius se acomodó su cabello hacia atrás. —No nos vemos hace AÑOS y ese es tu recibimiento.
—Padre no debió pedir que asistieras a la ceremonia anual. Estabas bien en Alemania, lejos de todos.
—Padre, por favor…— Vincent le suplicó a Gilbert que interviniera, supuso que estaba gozando con la discordia entre sus dos hijos y así lo confirmó cuando lo vio con una expresión de curiosidad con una sonrisa enmarcada en el rostro.
—Ahem…— Gilbert se aclaró la voz, después de divertirse con el show patético de sus hijos. —Anastacius, tú serás el primero en casarte.
—¿Yo?
—¿Tienes quejas?
—…— Anastacius miró a Claude con rencor.
—A Claude le dejaré su tiempo de adaptación, pero tendrá el mismo destino. Hay que tenerle paciencia por su terquedad.
—Bueno, no me queda de otra, supongo.
—¿Cómo quieres que sea tu próxima esposa?
—Ehhh….— Anastacius comenzó a jugar con uno mechón de su dorado cabello que parecía hecho de oro. Pese a la actitud despreocupada que siempre llevaba consigo, esa pregunta lo dejo un tanto confundido.
—¡Que sea del mundo del espectáculo! Tienes mano allí, hermano. Seguro encuentras una belleza.— Howl fue el primero en saltar emocionado, no en vano lo conocían por ser un “experto” en el amor. —Hasta podría ser una hermosa modelo.
—Yo creo que debería ser una mujer más alejada de los medios para que sea tu equilibrio. — Opinó Vincent. —Alguien que tenga espíritu materno para que sea una grandiosa madrastra para tu hijo Epel.
—Que sea casi una monja para que pueda tener paciencia de santa con él.
—¿Ven como es el santurrón el que empieza? — Anastacius apuntó a Claude.
—¿Entonces? — insistió su padre.
—Ehhh… No sé, me da lo mismo. Tú eres el que me quiere verme casado, busca a alguien que te guste a ti. Yo estoy bien con eso. Tienes buen gusto.

Tras tranzar otros temas de intereses para los presentes, la reunión se dio por finalizada. Salieron de la oficina y Claude se sorprendió de ver a cierta chica rubia esperando fuera de la oficina.

—¿Qué hace aquí?
—Yo le pedí que viniera. — Gilbert le apretó el hombro a Claude, desde atrás. Claude mostró prontamente su rechazo a esa petición. —Tranquilo, Claude, sólo serán unos minutos.
—…—
—¿Mh?
—Que no sean más de quince minutos. — Claude se sentó en una silla fuera del despacho, se cruzó de brazos y piernas y miró el reloj.
—Ah, no es necesario que espere-- a-h, haz lo que quieras. — Gilbert meneó una mano, despreocupado. Miró a la joven frente a él, aquella joven de rubios cabellos estaba bajo la tutela de Claude, quien se hizo cargo de ella cuando el padre de ésta, quien trabajaba con Claude, falleció en un atentado. Como la inteligencia policial no pudo evitar ese atentado, Claude se vio frustrado y lleno de culpa, para compensar de algún modo su error aceptó hacerse cargo de esa joven. —¿Señorita Reiss, cierto? Por favor, pase.
Historia hizo un gesto de respeto hacia el líder de los Lancaster y antes de entrar en su despacho le dio una mirada fugaz al señor Claude, indicándole que no tardaría mucho. Luego tomó asiento frente al escritorio del peliblanco.
—Debo confesar que, en un comienzo me preocupé enormemente cuando supe que mi querido hijo Claude había tomado responsabilidad sobre una joven cuyos padres fallecieron en un atentado que mi hijo no pudo evitar. Los Lancaster somos gente de palabra y pagamos nuestras deudas, debo suponer que Claude algo le habrá prometido a tu padre antes de su deceso, pero, por más que sea fiel a nuestro escudo pensaba: ¿Acaso es correcto que Claude, el más frío de mis hijos, se haga cargo de una joven? tuve mis dudas, porque... si bien tiene responsabilidad en lo que paso, al fin y al cabo, no era su deber hacerse cargo de ti. Pero, mírame ahora, encantado con tu existencia. Lamento haber sido tan crítico en ese entonces. Hoy en día estoy muy orgulloso de lo honorable que es mi hijo. Eres una persona fascinante.
—E-Es un halago, señor Lancaster.  Pero pienso que todas sus grandes expectativas hacia mi pueden quebrarse. La verdad no soy nada fascinante.
—Tuviste las calificaciones más alta en tu escuela. Ahora estás con las calificaciones más altas de tu universidad. Eres pequeña en porte, pero eres rango A en la academia. Eres la persona indicada en mi mente para encargarte algo de importancia. Tengo entendido que tienes una agencia de investigación.
—…— Historia se estremeció. ¿Acaso el señor Lancaster sabía que ella trabajaba junto a Claude en las investigaciones internacionales?
—Una propuesta de agencia de investigación donde intentas darle un rol de importancia a las mentes de las mujeres que se dedican a ese oficio. Interesante, puesto que siempre nos dejamos confiar por la imagen de los varones en cuanto a los trabajos de detectives.
—…— Historia suspiró. Recordó que estaba en una campaña personal para crear ese emprendimiento. Hasta ahora, sólo la habían contratado para investigaciones paupérrimas como: encontrar el paradero de un gato extraviado, saber quien había escrito una  carta de amor para x persona, cual era la dirección actual de x sujeto a quien debían entregarle una correspondencia rezagada de hace años. Nada serio.  —¿Usted quiere disponer de mis servicios?— preguntó curiosa y, por qué no, permitiéndose emocionar con la idea de tener un cliente tan importante como el señor Lancaster.
—Me gustaría contratarla para que investigues a unas personas…
—¿Quién? — Historia se mostró cada vez más interesada.
—Quiero que investiguen a mis nietos.
—¿Para algo con ellos?—
—Resulta que quiero saber si tienen un amorío oculto del cual no me he enterado. Y si no es así, al menos que me puedan ayudar investigando sobre sus gustos en cuanto a las chicas, así puedo hacer de puente en alguien que calce con sus intereses.
—… Es primera vez que me piden algo así.— La rubia le sonrió forzadamente ocultando su gran desilusión. Al parecer era otro contrato por una tarea sin sentido.
—Espero que no sea muy informal.
—No se preocupe, está bien. Suena a un gran desafío sabiendo lo pragmáticos que son los jóvenes Lancaster.— trabajo era trabajo, después de todo. Historia se quedó con la idea que quizá encontraba algo mucho más interesante investigando a esos jóvenes que un simple juego de romance. Quizá encontraba algún negocio oscuro, o un miembro de la familia torcido. —Tomaré el trabajo.
—La paga será muy buena.— Gilbert le sonrió, encantador. —Por cierto, no le digas nada de esto a mi hijo Claude... Es demasiado exigente con la privacidad y seguro se sentirá consternado si sabe que pido que investiguen a los miembros de mi propia familia.
—Esto será totalmente confidencial.— aseguró Historia, muy convincente.

—Padre, ¿puedo ir con Neige a la casa de playa que tien…? AH, no otra vez… ¡Padre! — Exclamó Epel, preocupado. —¿Estás bien, padre?
—¿Qué? — Anastacius lo miró indiferente, sin un ápice de preocupación en su rostro. Pero su único hijo no parecía convencido de que todo estuviera bien, se acercó a él y lo inspeccionó con preocupación mientras Anastacius se secaba el cabello con una toalla después de que terminaran de lavárselo. —Ya basta… Epel. — le ordenó cuando el pelilila lo tomó del brazo instándole a que se sentara en una silla a descansar. —¿Qué es lo que te pasa a ti?
—¿Por qué… el cambio de look? — señaló su cabello.
La rubia, dorada y perfecta cabellera brillante de Anastacius, característica de los Lancaster, ahora relucía en un negro azabache.
Una vez ya había pasado antes: Epel apenas era un niño, Anastacius se había tintado el cabello en esa época causándole shock a Epel al igual que ahora porque había aprendido a entender que eso sucedía cuando su padre tenía un plan no muy convencional en mente o cuando le daba aquella crisis existencial donde buscaba desesperadamente verse distinto a su hermano menor Claude.   
Epel guardó silencio cuando los peluqueros salieron de la otra sala, ya terminados de guardar sus cosas en sus maletas después de atender al cliente, esperó que se fueran para continuar, pero un nuevo rostro, esta vez conocido, apareció.
Un hombre alto, de cabello negro, ojos azules profundos y de apariencia seria entró en la sala con un maletín en mano. Allí él traía todos sus implementos de oficio.
Epel quiso preguntarle si sabía lo que estaba pasando, pero por la efímera expresión confundida en su mirada al ver a su cliente supo que aquel hombre estaba igual de extrañado.

—Sol, qué bueno que llegas a tiempo. — Anastacius se plantó frente al joven, posó cada mano en cada hombro de Sol y lo observó fijamente en silencio por unos momentos lo cual inquietó mucho a Sol y a Epel. —Ahora parecemos hermanos, ¿verdad?-
—S-supongo. — Dijo Sol, saliendo de su perplejidad. Hizo un gesto sutil para apartarse a aquel hombre tan enigmático e inquietante. —Señor Lancaster, ¿está todo bien?
—Toma mis medidas. Necesito que confecciones varios trajes para mí. Ya de por si soy brillante como una estrella, pero de hoy en adelante tengo que brillar como un sol.
—¿Pasó algo…?
—¿Por qué tiene que pasar algo malo para que quiera cambiar de estilo?
—No dije que sea malo…— Sol suspiró, acto seguido abrió su maletín y sacó sus mediciones e implementos necesarios para tomar las medidas de los nuevos trajes de su cliente.
—Yo sí necesito explicaciones, padre. —
—Ah, sigues allí. — se había olvidado de su hijo.
—¿Es algo relacionado con el abuelo?
—Tu abuelo me pidió que me case nuevamente. Así que pronto tendrás una madrastra. — le explicó a su hijo, despreocupado, mientras se miraba su nueva apariencia en el espejo de cuerpo completo que tenía en la sala.
—¿¡Qué!? — tanto Epel como Sol lanzaron la pregunta.

Anastacius podría rodearse de miles de personas y parecer un sujeto extrovertido, amistoso y de muchos amigos, pero verdaderamente no tenía más amigos que Sol, su sastre personal y a quien había conocido en el mundo de la farándula ya que era el diseñador de todas las estrellas alemanas. Sol era un joven de veintitrés años de edad, serio, de pocos amigos, y parco pero que incluso así podía comprender y hacer oídos a lo que le comentaba el señor Lancaster, un señor que, increíblemente tenía treinta y algo, pero… parecía en apariencia tener veinte años.
Pagaba bien, no podía negarlo, pero no era lo único que lo vinculaba a él puesto que sentía que el señor Lancaster, con todas sus peculiaridades y todo, tenía un algo enigmático distinto a todos sus clientes. Era de los pocos que mostraban sano interés por el Lancaster.
Y… Estaba Epel. No podía catalogarse como amigo de Anastacius ya que sería patético tener de amigo a su propio hijo, pero Epel se preocupaba mucho por su padre, muy al contrario que la tradición de la sangre Lancaster donde los hijos odian a los padres.
Epel, sin duda, había sacado toda la bondad de su madre… y cierto lado oscuro de su padre, pero, al menos, la parte cándida resaltaba más. 

—¿Casarte? — Epel no podía creer lo que escuchaba. Frunció el ceño, irritado. —El abuelo no puede hacer eso. Es inaceptable. Debes mantener el respeto hacia mi madre y llevar tu luto hasta el fin de los días. ¿Qué clase de valores tienen en Inglaterra? —
—…— Anastacius miró por el reflejo del espejo a su hijo. Era la viva imagen de su difunta esposa, muy “alemán” para sus cosas. Epel apenas volvía a “conocer” a su abuelo, Gilbert, a quien por última vez vio cuando tenía unos meses de edad, pero parecía que ya tenía discrepancias con el monarca de los Lancaster, eso no era bueno ¿o si? —Él pone las reglas. Ve ventajoso que vuelva a casarme con alguna mujer adinerada, no importa quien sea.
—Eso lo veremos. Iré a conversar con él, no puedo aceptar que mi padre vuelva a casarse como si fuera un objeto de ganancias. — Epel se retiró molesto del lugar.
—Suerte con ello. — susurró burlonamente el ex rubio, sabiendo que su padre no daría el brazo a torcer. Él no se oponía a lo que le pedía su padre, pero ciertamente le fastidiaba tener que vincularse a una mujer. Estaba cómodo siendo soltero. Se acomodó el cabello detrás de la oreja.
—Señor Lancaster, le tomaré sus medidas.
—Bien. — se giró enérgicamente, encantado con la idea mental de sus nuevos trajes.
—Señor Lancaster… ¿Puedo preguntarle algo? — Habló Sol después de unos minutos en silencio donde se había dedicado minuciosamente a tomar las medidas (ya conocidas de memoria) de su clientel.
—¿Qué pasa, Sol?
—¿Está cómodo con el dictamen de su padre? Usted… Adora su libertad. Según recuerdo, me comentó que lo que más le gustaba de Alemania era el hecho de haberse desvinculado de las ordenes de su progenitor.
—Así es. — Anastacius asintió, glacial.
—¿Entonces?
—Un matrimonio no significa nada para mí. Ya me casé una vez para alcanzar fortuna y poder. Puedo hacerlo nuevamente para acaparar aún más poder y ganancias. — le respondió con sinceridad, sin un ápice de tacto. Notó la expresión contrariada de Sol, lo cual le hizo sonreír. —Supongo que mis ideas no tienen lugar con tu estilo, Sol.
—Tal vez soy muy convencional.
—Si mi hermano Claude no me odiara tanto, te lo presentaría. Apostaría a que serían buenos amigos.
—Su hermano Claude parece ser alguien… Muy extremista incluso para mi.
—Sol, ¿te sientes cómodo conmigo?
—¿Por qué me pregunta eso?
—…— Anastacius enredó sus dedos en su ahora negro cabello, distraído. Era un gesto que Sol conocía de memoria en su cliente. —El último amigo que tuve me culpó de “haberle arruinado la vida” y no me dejo de otra que ponerle una orden de restricción de acercamiento después de que intentara atacarme.
—El señor Roger Alpheus…— Sol asintió, recordando ese evento fugazmente: en ese entonces llevaba poco tiempo de conocer al señor Lancaster. El señor Alpheus y el señor Lancaster parecían muy buenos amigos a pesar de que el señor Alpheus fuera unos cuantos años mayor que el señor Lancaster. Nunca entendió como esa amistad terminó en una orden de alejamiento que aún se mantenía vigente. Sol no esperaba que el señor Alpheus, un hombre estoico y de prestigio, terminará perdiendo los estribos con el señor Lancaster a tal punto de parecer un demente cuando se encontraba con él.
—¿Qué será del divertido Roger? A veces lo extraño, por muy masoquista que suene… Compartimos tan íntimamente por tanto tiempo que es como haber perdido a un buen hermano en mi vida. — el ex rubio apoyó las manos en los hombros del más joven cuando éste se inclinó para medirle el largo de las piernas. —¿Crees que nuestra amistad termine en tragedia como pasó con Roger? ¿Acabarás echándome la culpa de tus desgracias? Ahh, sería tan lamentable.
—No lo creo, señor Lancaster.
—¿Cómo estás tan seguro?
—El señor Alpheus y usted, además de buenos amigos, eran socios en los negocios. Cuando hay negocios de por medio pueden pasar tragedias en las amistades… En cambio, usted y yo no compartimos negocios en común.
—Es cierto…—
—¿Quiere preguntarme otra cosa, señor Lancaster? Sino….—
—Lo sé, lo sé. No te gusta que te interrumpa en tu oficio. Mh, ¿qué tal  te ha ido con la chica que me comentaste la última vez?
—Ya no existe esa situación. — Sol suspiró, fastidiado. —Se espantó cuando…—
—Ah, eres un pervertido. — Anastacius le sonrió con picardía.
—…—
—¿Terminaste de medir? —
—Sí. — asintió. —Ya puede estar libre, señor Lancaster.
—Por favor, Sol. Somos amigos, ¿verdad? Deja de llamarme “señor Lancaster”, llámame por mi nombre como yo hago con el tuyo.
—Okay…—
—Iré a tomar una siesta. Cualquier cosa que necesites eres libre de hacer lo que quieras en la casa.
—¿Puedo despertarlo si amerita?
—Mh…— Anastacius pareció reticente a esa petición. —Sólo si es estrictamente necesario. Sabes que no me gusta que interrumpan mi siesta.
—Ahá. —


« Last Edit: August 21, 2021, 10:18:50 AM by Kana »


Cho

(El fic de arriba también cuenta para el presente mes)


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 14731 palabras
Kana :: 12080 palabras
Eureka :: 5562 palabras
Puri :: 575 palabras
Mimi Tachikawa :: 1205 palabras
Mery :: 631 palabras
Apple :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna dejo mi fic del mes:

Era un nuevo día y Sitri estaba rumbo a Hanasaki, como siempre estaba comiendo dulces, siempre iba con su primo Suga, pero este había ido temprano a visitar a Mayura, tampoco se habia encontrado con Mutsuki porque este le dijo que no iba a asistir a clases temprano porque tenia que hacer unos trabajos como idol, asi que el día de hoy se la iba a pasar aburrido en la escuela, al menos tenia a sus fans que siempre lo engreían y estaban al lado de él

Como quisiera tener un novio...-suspiro pesadamente mientras que caminaba todos lo miraban admirados por su belleza pese que aún era un estudiante de secundaria, cuando iba a sacar su otra bolsa de dulces, un ladrón se lo quito de sus manos y se fue corriendo

¡¡¡¡Oye!!!! Ese es mi bolso de dulces!!!...-fue corriendo detrás de él-

¿Que? ¿¿Bolsa de dulces??- dijo el ladrón que se paró en seco y volteo a mirarlo- encima querías engañarme dándome tu bolsa de dulces??...-saco una navaja de su bolsillo- así que ahora me tendrás que dar tu dinero...-soltando la bolsa de dulces-

Nooo mi bolsa de dulces!!!- dijo Sitri molesto, pero luego se asustó cuando aquel hombre le agarro fuerte de la muñeca- oye no me toques con tus cochinas manos!!-

¡¡¡Ahora vas a ver niñito!!!-cuando el hombre iba a lastimar a Sitri con la navaja, una persona vino en su ayuda-

¿¿Como se atreve a lastimar a un niño??...-dijo un joven de cabellos ondulados y ojos de color ámbar tomo de la muñeca del otro – 

¡¡¡Oh no un polizonte!!!...-aquel ladrón al ver el uniforme de aquella persona se asustó y se fue corriendo-

¿¿Estas bien??...- el joven que era mayor que Sitri le extendió la mano tímidamente 

El peli cenizo se sonrojo fuertemente, aquella persona que había salvado su vida era un oficial de policía que era joven y guapo

¡¡¡Muchas gracias por salvarme mi príncipe!!!...- dijo sujetándose del brazo de aquel joven- puedes decirme como te llamas? Tienes novia?? ¿¿Me puedes llevar a mi escuela?? ¿Te parezco guapo? 

Mi nombre es Gray Reverse...-sonriendo nerviosamente cuando Sitri se colgó del brazo- no tengo novia...soy algo tímido...-observo el rostro sonriente de Sitri que se veia emocionado por la respuesta- claro...te llevaré a la escuela. Es mi deber como oficial después de todo...-en la ultima pregunta se sonrojo tímidamente- Si eres muy bello, pero aun eres un niño, yo tengo 26 años...y tu una vida por delante...-

¿Tengo 16 años y ya se mucho de la vida...-dijo canturreando alegremente mientras lo seguía sujetando- así que Gray-san tiene 26 años y es soltero...es mi oportunidad...-sonrió mientras alzaba la mirada para ver lo nervioso que lucía- te vez muy lindo sonrojado, antes de pasar a ser novios podemos comenzar siendo amigos que te parece? Para el amor no hay edad...-

No creo ser una buena opción para tener pareja...- dijo en voz baja- ahora que recuerdo no me has dicho tu nombre, siendo policía no te he pedido tus datos, pero tu si sacaste los míos...-

Yo soy Sitri, tengo 16 años, me gustan las cosas dulces, tengo un primo mayor que yo, en mi salón me tratan como una reina, no suelo enamorarme fácilmente de alguien a menos de que me llamen mucho la atencion, asi que Gray-san es la persona mas afortunada del mundo...- 

 

¿¿Eh??...- dijo avergonzado mientras las personas que caminaban por ahí murmuraban de la buena pareja que hacían, ya que Sitri fácilmente podía hacerse pasar por una mujer, además Gray era de buen ver, solo que no tenía mucha confianza en sí mismo- no sé si sea la persona más afortunada...pero supongo que el día de hoy no me ha ido nada mal-

Lo vez? Eres un chico con suerte...-

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En la casa de la familia Kisaragi

Ai se encontraba en su habitación terminando de alistar sus cosas para ir a Hanasaki, últimamente estaba ocupada con el grupo que había formado con Mafuyu y Ritsuka, al principio los ensayos eran silenciosos ya que los dos jóvenes no eran mucho de conversar, pero cuando Ai empezó a hacerles conversación y pedir ayuda con las cosas que no entendía, la conversación entre los 3 se hizo más fluida , asi que ya se llevaban mucho mejor y algunas veces los tres salian juntos, la pelirosa se habia dado cuenta de la relación de sus dos nuevos amigos y hacía en lo posible por ayudarlos, sentia tristeza de no verlos en la escuela ya que ambos estaban en Rizeembol, pero al menos se sentia mejor de que ahora son amigos

Hablando de relaciones no me he podido comunicar con Yuuta-kun hace más de 1 semana porque estaba ocupada en mis presentaciones, dentro de 2 dias cumplimos otro mes de ser novios, espero que piense que no lo quiero por no vernos, pero nos hemos escrito en esos dias, eso cuenta verdad??

Ai suspiro pesadamente-debo de preparar algo especial para celebrar nuestro mes...- dijo un poco mas animada- afortunadamente se preparar dulces y se manualidades, asi que haré que nuestro mes sea el mes mas especial del mundo mundial...-saco su celular- pero primero ire corriendo a clases que se me hace tarde!!

Ya camino a Hanasaki estaba caminando animadamente , despues de todo por fin iban a tener dias libres y relajados y podrán tener una cita como se debe en compensacion de los meses que no han podido hacerlo, despues de todo Ai nacio el dia 14 de febrero, el mes del amor.


------------------

matta ne


Cho

Uhh de nuevo en el último día. Regreso con la segunda parte del fic.

99.1.


Era el inicio de otro día más en Rizembool H. Los estudiantes se encontraban en sus respectivos salones al recién sonar la campana. Si bien en su mayoría cada aula comenzó con clases y direcciones de sus profesores, en una en particular había ausencia de la profesora, por lo cual todavía había conversaciones y cierto desorden.

“Hmm…” una chica peliverde de envidiable figura se notaba perpleja. “Qué raro, y eso que la maestra es muy estricta con la asistencia…” continuó esperando un poco con su mentón apoyado en su mano y miró distraídamente a la ventana a su costado, aunque se acordó de la persona sentada detrás y se giró. “Oye, Kotegiri…”

Como había esperado, ese chico de cabellos negros lacios y ojos verdes no disfrutaba de la llamativa vista de la ventana y más bien yacía torturado con su mirada plantada en su pupitre.

“S-sí, ¿sucede algo, Gumi?” dijo tratando de mantener la calma y dirigiéndosele.
“Oye, no te pongas así,” la otra sonrió amenamente. “Todo va a estar bien. Te has estado preparando meses. Además, recién es mañana…”
“¡Verdad que ahora es mañana! ¡Es un día menos de preparación!” exclamó agarrando su cabeza con ambas manos. “¡Ahh, siento que me olvidaré de todas mis líneas frente a los jueces!”
“Vamos, eso no va a ocurrir, tranquilo por favor,” le aseguró con una sonrisa. “Has estado trabajando muy duro y practicando bastante. Si quieres puedo ayudarte a ensayar en el descanso.”
“¿En serio?” le miró esperanzado y de nuevo agachó su mirada. “Me has ayudado demasiado, Gumi, no sé cómo reponértelo…”
“Haha, no digas eso, es lo que los amigos hacen,” le dio un guiño. “Además sé lo que se siente. Yo también apliqué a ES y sigo siendo una aspirante a idol,” le apuntó con su índice. “Nos toca ir juntos hasta la cima.”
“Sí, tienes razón,” asintió más decidido. “Desde ya muchas felicidades por ser admitida en Shining, ahora me toca a mí entrar a Starmaker.”
“¡Sí, verás que lo harás!”

Fue así que la maestra finalmente llegó al abrir la puerta. Aquella fue suficiente indicación para que todos tomaran asiento y prestaran atención. Como algunos sospecharon, había tenido un motivo en particular para llegar tarde, pero lo que nadie esperó fue ver a la clase de persona que entró junto a la profesora.

Se trataba de una chica de ojos azules y cabellos rubios extremadamente largos con algunos rayos rosas. Pese a vestirse con el uniforme, aquella chica sumamente hermosa y delicada parecía un ángel o un hada que cautivó a los presentes. La nueva estudiante se veía igualmente cautiva por encontrarse frente a un salón de clases y su expresión de ligera inquietud y reserva junto con sus curiosos ojos ampliamente abiertos y receptivos inspiraban un aura de fragilidad y benevolencia, como un ser que debía ser protegido.

“Buenos días, estudiantes, lamento la tardanza, hoy tenemos a una estudiante nueva en nuestro salón,” presentó la maestra, quien se dirigió a la recién llegada. “Por favor, preséntate a tus nuevos compañeros y ubicaré un sitio para ti.”
“Sí,” la chica asintió haciendo una reverencia a su superior y nuevamente dio su atención al público frente a ella. Se vio brevemente corta de palabras hasta que pudo decir su nombre, lo cual le dio el empuje a seguir. “IA… Nevermind,” hizo una pronunciada reverencia. “Es un gusto conocerlos. Espero… espero que nos podamos llevar bien,” al terminar su introducción, la chica sonrió contenta y ligeramente avergonzada.

Ello bastó para conquistar a la gran mayoría de chicos dentro del aula, con algunos de ellos hasta alzando su voz para saludarla.

“¡P-por supuesto!” exclamó uno, quien incluso se puso de pie. “¡Un gustazo, yo soy…!”
“¡Yo te ofrezco toda la ayuda que necesites!” se interpuso otro.
“¡IA! ¡Tienes un nombre muy bonito!” dijo uno más con tanto apuro como si temiera perder la oportunidad de hablarle. “¡¿De dónde eres?! ¡Tenemos mucho de qué hablar!”
“…” la chica miró impresionada y confundida a todos, sin saber a quién dirigirse.
“¡Tomen asiento!” les reclamó la maestra. Ella esperó a ver a esos tres sentarse. “¿Qué les pasa? No les entiendo, pero compórtense, por favor. A ver, busquemos un asiento…”
“¡Aquí hay uno!” esta vez fue Gumi quien alzó su mano. A diferencia de los previos cuestionables, la peliverde se veía contenta, receptiva y dispuesta a ayudar. “¡Profesora, yo me ofrezco a apoyar a nuestra compañera!”
“Ah, muchas gracias por tu ayuda,” sonrió y dirigió a IA a tomar asiento. “Por favor ve donde Nakajima-san, ella es una buena estudiante.”
“Sí…” IA asintió. Vio que esa chica se puso de pie.
“Dime, ¿te gustaría sentarte en la ventana?” le preguntó amenamente. “Yo puedo tomar el sitio libre así te sientas en el mío.”
“¿Eh? Pues…” la tímida recién llegada se vio en el aire.
“¿Qué sucede?” Gumi ladeó su cabeza. “¿No te gusta la ventana?”
“S-sí, me gusta, pero no tienes que…” dijo insegura.
“¡Ah, no te preocupes, yo contenta de darte el sitio! ¡Es un placer!” le dio un guiño y de inmediato pasó sus cosas al sitio de al lado. “¡Ya está!”
“Eh, muchas gracias,” asintió con torpeza y tomó asiento.
“Luego puedo darte un paseo por el colegio.”
“Está bien, ya me dieron un recorrido, por eso llegué un poco tarde. Gracias, eh, Nakajima-san.”
“Llámame Gumi, me gusta mucho más que se dirijan a mí por mi nombre,” dijo contenta.
“Sí, entonces… llámame IA también,” finalmente, la rubia esbozó una sonrisa y las chicas se sonrieron. Luego de eso, la clase continuó de forma mayormente normal.

Kotegiri también se había visto deslumbrado por la hermosa chica, aunque más por el hecho que ella parecía una idol natural sin necesidad de hacer esfuerzo. Anheló algún día poder alcanzar un aura y carisma similares. Con más razón debía pasar la prueba para entrar a ES.



Las clases también comenzarían tarde en un salón de Hanasaki H y por el mismo motivo. En este caso, la maestra les avisó que iría a buscar a una nueva estudiante, quien debía estar terminando su recorrido por el colegio, por lo cual el aula se mantenía llena de expectativas, con muchos preguntándose sobre el tipo de persona que estarían por conocer.

Por otro lado, Leo y Monoyoshi hablaban sobre sus respectivas experiencias el día anterior.

“Eh, pero todo está bien, ¿verdad?” preguntó el pelirosa, atentamente.
“Sí, todo está bien, no tienes que preguntar,” Leo rodó los ojos y frunció el ceño. “Pero ese no es el punto. Elise ayudó a su amiga a irse a quedar donde otro amigo de ellas sin que ningún adulto o supervisor responsable supiera la verdad. Sólo porque nada malo paso no debo tomarlo con trivialidad,” resopló y se cruzó de brazos. “Yo que pensé que Elise ya estaba creciendo,” desvió su mirada. “Y eso que hace poco ocurrió lo del festival…”
“Lo entiendo, Leo-san, fue en verdad una imprudencia,” Monoyoshi sonrió incómodo. “Espero que tu hermana pueda comprenderlo y aprender de la situación. Aun así, no te molestes demasiado con ella o le vas a lastimar. Estoy seguro que ya está muy apenada.”
“Me cuesta creer que aprendió, si cometió semejante imprudencia,” entonces, le miró con reproche. “Y por más buenas intenciones que tengas, tú no tienes el derecho de decirme cómo actuar y disciplinar a mi hermana.”
“Te aseguro que esas no son mis intenciones,” levantó sus palmas. “Eh, lamento si me precipité al hablar, Leo-san.”
“Vaya…” negó frustrado. “Ni es para que te disculpes, sólo aclaraba las cosas. A veces creo que no puedo tener una conversación normal contigo.”
“¿Conversación normal?” Monoyoshi ladeó su cabeza.
“…” continuó mirándole de costado, no convencido. “No pienso que seas tan desubicado e inocente como te muestras. Seguramente andarás pensando en que soy un bruto al hablar o que mis conversaciones son conflictivas o qué se yo.”
“Me preguntaba precisamente a qué te refieres con normalidad, pero entiendo que no tienes malas intenciones, sólo que…” sonrió apenado. “Lo siento, Leo-san, entiendo que eres de esas personas directas y honestas. Siempre he tenido problemas para saber cómo dialogar con esa actitud e informalidad. Supongo te pareces a mi hermano menor en ese aspecto…”
“¿Eh?” se extrañó. “¿Tienes un hermano?”
“Pues sí, ¿no lo mencioné antes?”
“…” Leo alzó una ceja. “No sé, creo que lo hubiera recordado, pero en fin… sólo no me das la impresión de tener hermanos. Pareces hijo único, o al menos un hermano menor.”
“Eh, supongo que sí…” sonrió con torpeza.
“¿Qué supones?” preguntó impaciente.
“Es más bien por mi hermano que ayer me quedé en el apartamento de mi amigo. Medio me forzó a hacerlo.”
“Ah, eso explica por qué aceptaste, tampoco pareces del tipo que incomodaría a otros,” dijo con leve indiferencia. “Suena a que tienes un hermano menor engreído que también te causa problemas de vez en cuando.”
“Realmente apenas nos vemos los rostros, no somos muy cercanos,” comentó pensativo e intrigado. Monoyoshi sonrió. “Y no es que me cause problemas. Espero que no lo hayas dicho pensando en lo de Elise. Estoy seguro que ella se comporta muy bien la mayoría del tiempo.”
“…” Leo no se vio convencido, pero se quedó en silencio en lo que organizaba sus pensamientos y se le pasaba el fastidio. “Ya se me pasará el amargo, pues… tienes razón. Será muy energética y emotiva pero mi hermanita sí suele portarse bien,” sonrió con ironía y le miró de reojo. “Al menos no tendría la indecencia de forzarme a quedarme a dormir en una casa extraña como los hermanos de otras personas.”
“Precisamente, me alegra que lo entiendas,” dijo alegremente.
“Tú…” Leo volvió a mirarle cansado y fastidiado. “Para variar moléstate conmigo por intentar insultar a tu hermano.”
“No percibí que tuvieras el interés de hacerlo, Leo-san. Creo que sólo querías ver una reacción en mí, ¿no es así?” preguntó sin mutar su expresión alegre y amena.
“Molestarte te haría bien, algo me dice que lo necesitas…”

En aquel momento, la profesora retornó acompañada de la nueva estudiante. Se trataba de una chica un poco menor que la mayoría de estudiantes del salón, con cabellos rubios casi blancos y voluminosos que casi le llegaban a la rodilla. La pequeña miró al salón con unos ojos ámbar tranquilos y curiosos.

“Les presento a su nueva compañera, espero que puedan hacerle sentirse en casa,” dijo la profesora. “Por favor, preséntate a la clase.”
“…” ella asintió y miró a todos con reserva, aunque irradiando más formalidad que una verdadera timidez. “Buenos días, mi nombre es Mayu Nevermind, un gusto conocerles.”
“Es un gusto para nosotros también,” le aseguró la maestra. “Hanekawa-san, por favor ayude a Nevermind-san a ponerse al día.”
“Sí, con mucho gusto, profesora,” contestó Tsubasa, amablemente. “Nevermind-san, hay un sitio cerca del mío. Permíteme.”
“…” volvió a asentir. “Gracias, Hanekawa-san,” y caminó hacia ella.

Sin duda la apariencia de la pequeña era llamativa y adorable al ser un poco más joven. Sin embargo, esa chica mantenía una marcada distancia en su actitud, algo entendible al ser nueva, y los presentes irían a respetarle. La clase siguió como usual en lo que Tsubasa le daba simples explicaciones a la nueva chica, quien asentía y contestaba con brevedad y calma.

“Leo-san…” Monoyoshi musitó al haber notado que, a diferencia de los demás, el rubio se había sorprendido ante la llegada. “¿De casualidad la conoces?”
“No, no personalmente, pero sé de ella,” dijo indistinto. “No me sorprende que en Japón no sea fácilmente reconocida, ella o las personas de su familia.”
“¿Cómo así?”





Por otro lado, en Rizembool U, Hotarumaru se encontraba desayunando junto con sus amigos. El pequeño pelicenizo devoraba una enorme pila de pancakes con muchas ganas y alegría.

“Oye, Hotaru-bou, vas a comenzar el día con un entrenamiento, no te llenes el estómago,” observó Tsurumaru, impresionado y sonriendo con ánimos. “Al menos podrías comer algo un poco más balanceado.”
“Está bien~” canturreó contento. “Ehehe, esto no es suficiente para llenarme y sé que quemaré todo en la práctica. Por eso mismo ando comiendo muchas calorías~”
“…” Mai asintió, inmutada. “Los pancakes sirven para ponerte de buen humor. Eso sólo es un buen motivo.”
“Es verdad, Mai-neechan~” el pequeño le sonrió y se confundió cuando esta le abrazó de costado. “Mo…”
“Y tu buen humor es una excelente manera de comenzar el día para mí,” concluyó la chica con un tono tranquilo.
“¡En verdad que sí~!” frente a ellos, Natsuki sonrió conmovido y juntando sus palmas. “Yo también me alegro mucho. Recuerdo que hace poco tenías reservas de tu entrenamiento, pero tus rebosantes energías me dejan saber que todo está bien. Y concuerdo con Mai-chan, ¡te ves muy lindo y adorable!”
“G-gracias, pero…” Hotarumaru se separó de Mai y dio un leve suspiro. “Ando en el proceso de volverme fuerte. No quiero quedarme chiquito o adorable para siempre…”
“…” Mai negó. “Eso no es necesario. Tienes una adorabilidad innata, te conviene aprovecharla.”
“Oye,” Hajime entrecerró los ojos. “Si tanto lo aprecias deberías entender que le fastidia que lo engrían así.”
“En serio,” Syo negó y se dirigió a Hotarumaru con una sonrisa. “Aunque, como Natsuki dijo, sí andas con todas las ganas de entrenar. ¡Pues no hay nada mejor que eso! ¡Confío en que seguirás volviéndote más fuerte!”
“Muchas gracias, significa mucho oírlo de ti,” Hotarumaru asintió decidido. “Felizmente los temores que temía sobre perder a mi maestro fueron un malentendido,” sus ojos brillaron. “Espero seguir entrenando y retarte a una pelea.”
“Alto ahí, Hotaru-bou, que te aseguro que ya eres lo suficientemente fuerte para rebanar a un par de personas de un ataque,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Sigo convencido en que ese oso del bosque no tenía oportunidad contra ti.”
“Todavía no me creo que se encontraron con un oso…” Yukko se estremeció.
“No se puede subestimar al oso,” el pequeño hizo un puchero. “Tampoco haría algo así.”
“Estoy seguro que ya eres muy fuerte, y también me apunto a la pelea, aunque…” Syo sonrió incómodo. “Nuestras disciplinas son distintas. Yo más bien tengo que entrenarme a pelear con espadas,” dicho esto, dio unas palmaditas en la espalda de Shinano, quien andaba echado en la mesa con ambos brazos cubriendo su rostro, como si estuviera durmiendo. “Todavía me debes ese entrenamiento, Shinano. No te olvides que tienes que entrenarme.”
“Uhh…” este soltó un bajo alarido y se mantuvo en esa posición.

La conversación terminó volcándose de regreso al Toushirou, quien ya había sido bastante expresivo sobre el motivo de su presente depresión y desgano. Los demás le miraron entre preocupados o hastiados.

“Ignórenlo,” dijo Mai, retornando su atención a su bandeja de desayuno. “Ya se le pasará el engreimiento.”
“¡Hahaha, viendo el trato especial que este recibe de sus hermanos, dudo que ocurra!” Tsurumaru rió con ganas.
“Ehh, n-no sean tan malos con él, por favor…” pidió Yukko, sonriendo incómoda.
“Hmm, pero parece que ha exagerado un poco…” el niño ladeó su cabeza con curiosidad en lo que miraba al pelirrojo.
“No, definitivamente se ha pasado con esa actitud de su parte,” Hajime frunció el ceño. “Nuevamente, me confunde que el doctor Toushirou tenga hermanos tan bizarros.”
“Uhh…” Shinano levantó su mirada y se dirigió a Hajime con desdicha. “Realmente no sólo es en apariencia… en tu actitud y severidad me recuerdan mucho a Atsushi-nii…”
“¿Quieres pararla con eso?” se quejó. “¿Y acaso no estabas resentido con él o algo?”
“¡Pues sí, y el hecho que te pareces tanto a él me lo recuerda todo el tiempo!” lloriqueó. “¡Todavía no puedo creer que mis dos hermanos organizaron una pijamada a mis espaldas y no me invitaron! ¡Y apuesto a que me negarán una para siempre! ¡¿Por qué me excluyeron?!”
“Shinano-chan, te aseguro que ellos te quieren un montón y no han tenido intenciones de hacerte daño,” dijo Natsuki, atentamente. Asintió y le sonrió con amabilidad. “Sólo tienes que ir donde ellos para hablarles y entender qué fue lo que ocurrió, ¿sí?”
“O sea, supongo, pero conociendo a Shinano tal vez sólo les lance un berrinche,” Syo se frustró un poco. “Que deje pasar un par de días primero. Y sí, no es que nadie vaya a lanzar una pijamada para lastimar a otra persona o algo.”
“Sobreestimas a la humanidad,” dijo Mai, inmutada.
“Tsk,” Syo se fastidió. “Al menos no en el caso de Shinano, ¿de acuerdo?”
“Yo sé que no tuvieron la intención de molestarme, pero al menos me hubieran hecho partícipe. Son unos insensibles a veces…” hizo un puchero. “Puede que no haya sido algo importante para ellos, pero lo es para mí.”
“Más me sorprende que Monoyon fue partícipe de algo así, se lo preguntaré más tarde,” dijo Tsurumaru, quien se sorprendió un poco al ver a cierto par de personas acercándose. “Oh, puede que terminemos escuchando algo más.”
“¿Cómo así?” preguntó Hotarumaru. Él y todos los demás vieron al doctor Toushirou acercarse acompañado de su hermano peliplateado.
“Buenos días con todos,” saludó el doctor, quien mantuvo una prudente distancia de la mesa. “Espero que todo esté en orden con ustedes.”
“Sí, así parece, buenos días a usted,” le saludó Hajime, amenamente.
“Lo mismo para ti, Yagen,” Syo asintió. “¿Todo bien?”
“Podría decirse, gracias por los deseos,” entonces, este miró a Shinano con una profesional neutralidad, aunque había cierto reproche en su expresión. “Mantienes un porte poco ideal y una actitud atípica de ti, Shinano. ¿A qué se debe?”
“Yagen-nii, ¿es que acaso no lo sabes?” dijo afligido.
“Nuevamente, te prohíbo que me llames así, Shinano. Somos iguales.”
“Sí eres tres años mayor que yo, pero bueno,” frunció el ceño. “Es que Gotou y Atsushi tuvieron una pijamada ayer y no me avisaron.”
“…” Yagen alzó una ceja con leve trivialidad. “Lo sé. Atsu me avisó por mensajes. Me comentó que Fudou no tenía dónde quedarse y el Sadamune menor se vino con esa idea repentinamente. No fue nada que planearon con anticipación.”
“¡¿Eh?! ¡¿Lo sabías?!” se quedó en shock.
“Me enteré tarde en la noche. Atsu me escribió antes de dormir,” se encogió de hombros. “Sin embargo, no importa si lo supe de antemano o no. No tiene sentido que te resientas por algo así. En tus ojos y en los ojos del organizador puede que haya sido una pijamada, ¿pero verías a nuestros hermanos apuntarse a esa actividad? Ellos simplemente extendieron una mano a quien no tenía dónde quedarse esa noche. Ahora te recomiendo que lo dejes ir. No hagas de esta situación algo personal cuando fue por el bien de otra persona.”
“S-sí…” Shinano se sorprendió y asintió obedientemente. “Vaya, tienes razón en lo que dices. No había pensado en que había sido por Fudou más que otra cosa… aun así quisiera que me avisaran si algo así ocurre.”
“…” Yagen hizo una breve pausa (tal vez ahorrándose cierta impaciencia). “Si se los explicas con tranquilidad y sin amargarte puede que ellos lo consideren para la próxima. ¿Qué puedo decir? Suena lógico que así sea.”
“Sí, lo haré,” el pelirrojo sonrió contento. “Muchas gracias, Yagen, sí supiste cómo animarme,” se incomodó un poco. “Eh, más bien gracias por no molestarte conmigo, me sorprende que no me estés regañando…”
“Haha, agradece que andamos en Rizembool y Yagen metido en su rol de doctor, de lo contrario ya sabrías lo que te espera,” comenzó Tsurumaru, sonriendo con ironía. “Bueno, doctorcito, ahora que velaste por tu hermanito, ¿tienes algo más que hacer por aquí?”
“No realmente, creo ya haberle prestado la suficiente atención,” Yagen sonrió un poco. “Que tengan un buen día, nos vemos.”
“Espera, Yagen, no te puedes ir así sin al menos presentar a Honebami-nii,” reclamó Shinano. Miró al peliplateado y le sonrió. “Por cierto, me alegro mucho de verte, ¿cómo estás?”
“…” Honebami le miró y negó levemente a manera de dejarle saber que no tenía nada que decir.
“Uhh…” Shinano se lamentó. “Ya veo que no sólo es Yagen siendo profesional. Tú siempre tratas de pasar desapercibido por aquí. No me parece, Honebami-nii…”
“Si nos disculpas, ambos estamos camino a una reunión. Honebami no tiene mucho tiempo que concederte por ahora,” observó Yagen.
“¡Ya, pero antes que se vayan!” Shinano miró hacia Hajime. “¡Dudo que todavía conozcas a Honebami-nii, así que te lo presento!”
“¿Eh? Pues…” Hajime se confundió y miró al peliblanco, quien le dirigía una mirada fría e inexpresiva. No evitaba sentirse intimidado. Por inercia terminó asintiendo. “Creo haberte visto antes, pero mucho gusto. Supongo no hemos sido presentados.”
“…” Honebami se mantuvo inmutado.
“…” Yagen dio un suspiro. “No te cuesta contestarle. Sé cortés, por favor.”
“…” finalmente, el peliblanco asintió con firmeza. “Un gusto…”
“¡¿Y verdad que se parece a Atsushi?!” agregó Shinano, feliz de la vida.
“Compórtate, Shinano, ya sabes que no debes fastidiar a Hinata-kun de esa manera,” Yagen frunció el ceño. “Me voy antes que me hagas perder la paciencia. Con permiso.”

Así, el doctor continuó con su camino acompañado de su hermano mayor.

“Si tanto quieres que tus hermanos te consideren no deberías fastidiarlos tanto,” le reprochó Hajime, frustrado.
“Por cierto, no aprovechaste para presentarme a tu hermano,” dijo Mai, inmutada.
“Ah, eh, cierto, lo siento, Mai,” Shinano sonrió incómodo.
“Descuida,” ella se encogió de hombros. “He asumido que soy la persona aquí a la que menos prestas atención, pero lo puedo ver…” miró fijamente a ese peliblanco alejándose. “…posee un aura peligrosa. Lo mejor es no llamar su atención.”
“Ihh…” Yukko se estremeció y recordó el aterrador primer encuentro que había tenido con él.
“S-siento no presentarte, Mai, no te lo tomes personal,” dijo apenado. “Es que Hajime con frecuencia tiene que reposar o ir a sus chequeos así que no lo veo tan seguido, creo que asumí que ya lo conocías. Y eh… por favor no digas que es peligroso. Yukko ya le tiene miedo.”
“Bien, Hanasaki-chan no lo notaría por su cuenta así que es bueno que ya lo sepa.”
“Oye…” Shinano hizo un puchero.
“Y de paso entiendo tu prioridad en presentárselo a Hajime. Como tu nuevo hermano, es normal que lo introduzcas a la familia.”
“Tú también deja de molestarme con eso, Mai,” Hajime apretó los dientes.
“Hahaha, cambiando de tema,” Tsurumaru se encogió de hombros y miró al pelirrojo. “Ya viste cómo tu pesado hermano hizo una excepción y se nos acercó al verte deprimido. Sólo por eso deberías sentirte un poco mejor.”
“Hehe, es verdad. Yagen también me dijo palabras muy sensatas,” Shinano asintió y sonrió con torpeza. “Gracias a todos por oírme. Lamento por hacerles tanto berrinche.”
“Está bien, lo importante es que lo entiendas, Shinano-chan,” asintió Natsuki, conmovido. “Más bien estuve por proponerte que hiciéramos una pijamada todos nosotros~ podríamos quedarnos a hablar, mirar películas, comer muchos dulces… ¡hay muchas posibilidades!”
“¡Ahh, me encantaría!” Shinano se emocionó. “¡De todos modos, hay que ponernos de acuerdo!” miró a los demás. “¿Se apuntan?”
“Claro que sí, ha sido mucho tiempo,” Syo asintió con energías.
“¿Eh? Pues…” Yukko se confundió. “S-supongo…”
“Lo tendré que pensar…” Mai se ajustó sus gafas. “Pero si acepto y si Ayumu se entera que asistí a una pijamada los haré pagar eternamente.”
“C-claro, descuida, te prometo que lo mantendría en secreto,” el pelirrojo rió un poco. “Verdad que tu prima es como yo. ¿Y tú te apuntas, Hotarumaru?”
“Medio que sale un poco de mi edad…” el pequeño frunció el ceño, no convencido, y se puso a pensar. “Si fuera Maeda quien me invitara aceptaría, pero…”
“¡Lo podemos hacer en mi casa! ¡Así Maeda definitivamente estaría ahí!” Shinano asintió.

El grupo continuó hablando sobre la tentativa pijamada mientras Tsurumaru se mantuvo observándolos. No evitaba sonreír con ironía. Fuera del trabajo que Yagen tenía como doctor en Rizembool, su actitud tan profesional en esa mañana delataba que andaba ocupado con asuntos de Rizembool o, más específicamente, asuntos relacionados a la guerra. Lo mejor era que los demás no se dieran cuenta de ello.



“Este contratiempo me retrasó un poco más de lo que estimé,” comentó Yagen, con leve frustración. “Shinano sigue siendo un niño…”
“No estamos tarde…” observó Honebami, con su voz neutral y ida mientras miraba al frente.
“No lo estamos, aun así, me gustaría no tardar demasiado,” el doctor sonrió un poco y volvió a mirar el fólder que traía en sus manos. “La estudiante a la que estamos por conocer, por su historial, sin duda es alguien que llegaría antes de la hora.”
“…”
“Vaya, es un dolor de cabeza tener que supervisarle. Lamentablemente…” se encogió de hombros. “Rizembool tiene razón al darme esta labor, debido a que soy quien supervisa a su Rebel y lo mejor es que facilite la comunicación entre ambos. Acepto la responsabilidad.”
“…” Honebami asintió. “¿Será alguien a quien también deba entrenar?”
“No, por supuesto que no. Tu envolvimiento se limita exclusivamente a Izuru,” dicho esto, Yagen sonrió con tranquilidad y ligera frustración. “En un lugar como Rizembool, donde hay distintos niveles de lo que podría considerarse ‘anormal’, me sabe mal categorizar a las personas como si fueran diferentes. Esta futura Princess se sale de lo que llamaría normal, sin embargo, no llega al nivel de Izuru. Sólo deseo que la conozcas en caso tengas que actuar como un contacto en cualquier situación de emergencia. Presumo que ella vive como una persona común y corriente, y en lo posible, preferiría que se quede así.”
“…”
“Fuera de su decisión de unirse al conflicto, por supuesto…”






Se terminó la primera parte del día de clases y llegó la hora del almuerzo. A pesar de ser el primer descanso, la voz había corrido en Rizembool High sobre una deslumbrante y angelical chica que acababa de ingresar, lo cual causó una tremenda intriga en todos los estudiantes. Ello mismo se extendió al salón de Taikogane, y el peliazul andaba con ansias de conocerla.

“¡Vamos, tenemos que ir!” exclamó el peliazul a Sora y Hakata. “¡Nunca antes había corrido tanto un rumor de un nuevo estudiante! ¡Eso significa que esa chica debe ser súper cool!”
“Oye, puedo oír un alboroto en el pasillo, seguro que con las justas saldremos del salón,” reprochó Hakata, impaciente. “Mejor quedémonos a almorzar nomás…”
“¡Pero nos quedaremos sin enterarnos de lo que ocurre! ¡No seas aburrido, hay que vivir la vida que sólo tenemos una!”
“Haha, Sora está de acuerdo, pero si no se puede podemos buscarla después de clases, o cuando haya menos gente,” sugirió amenamente. “No hay que quedarnos sin comer que es importante.”
“¡Claro, claro, podemos comer, no tomará mucho, pero vamos que es primicia y hay que enterarnos ya! ¡Los demás nos van a ganar!” dicho esto, Taikogane miró hacia Hyuuga. “¡¿No estás de acuerdo?!”

Sin embargo, obtuvo su respuesta al notar cómo Hyuuga, Kuro y Shiro acababan de juntar sus mesas para ponerles un mantel encima y estaban a punto de almorzar.

“Ah, mis disculpas, Taikogane-san, ¿decías algo?” preguntó el peligris, con formalidad.
“¡Oye, ¿no quieres ver cuál es el chisme con la nueva chica?! ¡Hay que ir a buscarla!” le reclamó casi indignado. “¡No te pongas a comer como un anciano, se puede hacer después!”
“Taikogane, le vas a insultar…” Hakata entrecerró sus ojos.
“Descuida, Hakata, comprendo que aquel es el ímpetu juvenil que Taikogane posee en demasía. Sus palabras no fueron malintencionadas,” asintió convencido.
“Uhh, ve al grano que ando impaciente,” dijo el peliazul casi dando saltitos apresurados.
“Precisamente pensaba ir junto con Kuro y Shiro a encontrarme con ella luego de almorzar. Presumo que debe encontrarse también almorzando, por lo cual lo más prudente es darle un momento. Si deseas, podemos almorzar todos aquí y vamos juntos. ¿Qué piensas?”
“¡Oh, por mí está bien!” Sora asintió.
“Sí, preferiría eso, o más bien no tengo el interés de escuchar rumores de otros o de ir a buscarla. Ya la veré por ahí…” Hakata se encogió de hombros, aunque tanto él como Sora fueron agarrados de sus muñecas.
“¡No, vamos a verla flash y de ahí almorzamos! ¡Ni que nos vayamos a morir de hambre!” exclamó y terminó jalándoles.

Los tres se fueron corriendo, dejando a Hyuuga confundido, aunque este no tardó en verle gracia y tomar asiento.

“Entiendo que la gente de mi edad actúa de esta manera en ocasiones, me resulta refrescante.”
“No creo haber conocido a nadie tan expresivo como Taikogane-san previamente, Hyuuga,” observó Shiro, sonriendo tímidamente. “Aunque sus emociones parten de lo que dijiste. Es ese ímpetu que le impulsa en la vida.”
“Ciertamente una fuente muy provechosa de vocación si aprende a canalizarla,” asintió y abrió un termo para servir el té.
“…” por su parte, Kuro fruncía el ceño con cierto fastidio.

Luego de toparse con un maestro que fue a dispersar a los estudiantes en el pasillo, Taikogane y compañía no tuvieron de otra que evadir al personal y terminaron trepando un árbol frente al salón de la nueva estudiante para mirarla de lejos.

“¡Ohhh!” Taikogane exclamó con emoción. Veía a la despampanante rubia sentada en su sitio pegado a la ventana en lo que dialogaba con otros dos estudiantes. “¡No estaba equivocado! ¡Es preciosa, y muy linda, y tímida y amigable pero para nada torpe! ¡Es extremadamente cool!”
“Hihi~ me gustan sus colores, Sora siente que es una persona que quiere hacer muchos amigos~” canturreó Sora. “Ojalá podamos aun si no está en nuestro salón.”
“¡De todos modos! ¡Nosotros también somos muy cool, Sora! ¡Vamos a poder!” le aseguró efusivamente y volvió a mirar a la chica, para quedarse anonadado. “Ahh, pero nunca antes había visto a una chica tan hermosa. ¡Es la primera vez que me enfoco en esto! ¡Será que me estoy enamorando o no sé!”
“No soy nada experto en esas cosas, pero algo que dice que sólo dices tonterías,” Hakata le miró con desapruebo. El pequeño no había llegado a trepar ese árbol y les miraba desde abajo. “¿Ya terminaron? Vamos de regreso.”
“¡Pero si no la has visto a nuestra altura! ¡Sube!” le alentó el peliazul.
“No, no puedo. No alcanzo las ramas, sé que me haría daño si lo intento.”
“¿En serio?” Taikogane se extrañó. “Vaya, qué decepción. Y justo Gotou andaba ayer todo orgulloso de ti diciendo que no te subestime. ¿Y ni siquiera puedes trepar este árbol?”
“¡O-oye, ¿cómo te atreves a decir eso?!” Hakata se espantó y se vio afligido.
“¡Muy mal, Taikogane! ¡Sé más amable!” le reprochó Sora.
“Uhh, ya, lo siento. Sé que no pienso mucho en lo que digo…” dijo incómodo.
“¡Hakata!” Sora bajó a la rama más baja y le extendió una mano. “¡Yo te ayudo! ¡Trepar la primera rama es la difícil, pero de ahí es muy fácil! ¡Ven conmigo!”
“Ah, gracias, Sora…” se resignó y aceptó su ayuda, así pudo mirar a la chica. Como esperado, no se notó muy impresionado. “Pues, o sea, es linda, obvio que lo es. Pero no entiendo por qué había tanta gente espiándola desde el pasillo.”
“Ay, es que obvio que eres un niño todavía. Tu enfoque anda en los libros,” Taikogane se encogió de hombros.
“Por cómo actúas, creo que es la mejor elección,” dijo frustrado.
“¿Por qué no pudimos darle la bienvenida en nuestro salón?” se preguntó el peliazul, desanimado. “¿Es que acaso no somos los protagonistas de esta secundaria?”
“¿Qué te ha dado esa idea?” Hakata le miró de reojo y terminó negando. “No, mejor ignórame. Nada de lo que dices tiene sentido.”
“Sora cree que cada uno es el protagonista de su propia historia,” este asintió convencido.
“Pero si quieres ser clasista, cualquiera diría que Hyuuga es más protagonista por cómo su familia es allegada a Rizembool,” agregó el cuatro ojos.
“Ya, está bien, pero aun si le damos el protagonismo a este niño señor de las tinieblas con más razón esta chica debió llegar a nuestro salón, ¿verdad?”
“¿Y ahora por qué le llamas así?” Hakata comenzaba a perder la paciencia.
“Obviamente tiene un estilo medio goth y actúa como un noble de siglos atrás o qué se yo. Es raro. También corrieron rumores de que un raro llegó a nuestra clase y así no es como quiero que nos conozcan,” declaró Taikogane. “Con más razón tenemos que ser cool para compensarlo.”
“Hoho, los rumores no son importantes. Sora piensa que Hyuuga y Shiro y Kuro son muy buenas personas. ¡Es muy divertido tenerlos en nuestra clase! ¡No hay que preocuparnos por lo que los demás piensen!”
“Lo sé… Micchan me dice lo mismo, pero me es inevitable pensarlo, sobre todo ahora que esa chica ha llegado al colegio,” dio un suspiro y volvió a mirar hacia el salón.

“¿Entonces también te vas a unir a ES?” preguntó Kotegiri, impresionado.
“Sí,” IA asintió, sonriendo. “He querido ser idol desde pequeña y ahora que estaré en el Japón por un tiempo es la mejor oportunidad. ES tiene los recursos y la notoriedad, y felizmente ya me aceptaron antes de llegar.”
“Wow, eres un caso especial, yo también tuve que aplicar como Kotegiri,” Gumi se sorprendió.
“S-sí, es que…” la rubia se retrajo un poco, sin saber cómo explicarse, aunque no tuvo que hacerlo, ya que la otra se emocionó.
“¡Pero qué genial! ¡Eso quiere decir que los tres podremos andar de un lado a otro!” celebró efusivamente. “¿Y en qué agencia te han aceptado?”
“Pues, apliqué a Shining…”
“¡Es mi misma agencia! ¡Qué coincidencia!” exclamó sin poder creerlo.
“Haha, me alegro…” IA se veía un poco retraída por los rebosantes ánimos de la otra, pero también se notaba a gusto.
“Cuando quieras te puedo dar un tour por las instalaciones,” le dio un guiño.
“Sí, muchas gracias, Gumi.”
“No hay de qué~ y luego las dos acompañaremos a Kotegiri cuando pase su audición.”
“Ehm, Gumi, aprecio que lo des por sentado, p-pero todavía no lo paso…” dijo el chico, un poco torturado. “Andas poniendo presión en mí. Todavía no me siento listo.”
“Eh, perdón, Kotegiri,” sonrió incómoda. “Pero sé cuánto te has esmerado. No hay forma que no reconozcan tu habilidad. Por eso confío en que te irá bien mañana.”
“Pues gracias, pero sigues presionándome un poco…” dio un suspiro.
“Kotegiri, ¿también has aplicado a Shining?” preguntó IA.
“Oh, eh, en verdad apliqué a Starmaker,” el pelinegro se sorprendió un poco de verse preguntado por la chica y recobró su postura. “Siendo sincero, lo escogí porque tienen el mayor porcentaje de ingreso y no son tan selectivos. Hubiera querido ir por Shining, pero me resultó intimidante.”
“¿Intimidante?” IA ladeó su cabeza.
“Haha, es que Shining tiene a varios actores y cantantes mucho mayores que nosotros, más bien es la agencia con la edad promedio más alta, y no suelen aceptar a postulantes jóvenes sin haber tenido una previa carrera profesional,” explicó Gumi, quien se puso a pensar. “También tienen menos enfoque en la fiebre de idols aunque sé que están comenzando a cambiar de parecer.”
“Hm, ya veo…”
“Pero sí sabrán apoyarte en ser idol, IA. Te aseguro que tengo buenas sesiones de práctica y hay distintos proyectos y trabajos abiertos para nosotras,” Gumi asintió convencida. “¡Ah! Y muchos trabajos cubren todo ES, así que podríamos quedar en algunos con Kotegiri. ¡¿Se imaginan pasar juntos un sábado en la mañana en un mall haciendo trabajos de idols?! ¡Sería un sueño!”
“¡Ohh!” los ojos de Kotegiri se iluminaron. “¡He oído de esos! ¡Puede que vayamos como parte del equipo para armar un stage, o repartir volantes, o animar fiestas infantiles, o hasta tener el privilegio de ser teloneros!” entonces, el pobre chico se puso un alto y pasó a agarrarse la cabeza con ambas manos. “¡Ahh, no, no puedo!”
“K-Kotegiri, ¿estás bien?” preguntó IA, preocupada.
“E-es que sé que me estoy maldiciendo desde ya. Todavía no me aceptan y ya me hago ilusiones de algo que bien no puede suceder,” dijo mirando con horror hacia el piso. “Ahh, espero que no sean sólo ilusiones…”
“Vamos, ya te estresas mucho, no tiene sentido que lo hagas,” dijo Gumi, sonriendo comprensivamente. “Hehe, pero me recuerda a cuando yo apliqué. Tampoco andaba segura de mi audición, aunque no dejes que eso nuble tu mente. ¡Tú puedes!”
“Lo sé, Gumi, eso intento…”
“…” IA los miraba atentamente y se puso a pensar. “Kotegiri…”
“Sí, IA…” le miró y vio a la chica ensimismada.
“No sé consejos para darte, pero…” asintió y terminó por alzar un puño ligeramente en un intento de barra. “Esfuérzate~”

Fue un gesto ligero, reservado, algo torpe y quizás carente de energías, pero la decisión de la chica al hacerlo junto con su expresión inconscientemente infantil resultó adorable en quienes la observaban.

“Eh…” el chico se sonrojó un poco y terminó por reírse. “Haha, muchas gracias, IA. Justo necesitaba oírlo.”
“¡Aww, eres tan bella~!” Gumi no se ahorró las ganas de darle un abrazo de costado. “¡Eso te salió tan natural! ¡Pude sentir las intenciones y amenidad de tu barra!”
“S-sí…” IA se dejó abrazar, confundida. “No fue nada.”
“Más bien, eso demuestra que tienes un aura natural de animadora,” dijo el chico, alegremente. “Es justo como un idol debe ser, así que estás encaminada.”
“…” la rubia se impresionó y terminó sonriendo agradecida con una sonrisa angelical. “Muchas gracias, Kotegiri. Lo mismo digo.”
“De nada, gracias a ti,” no dejaba de sorprenderse por el carisma natural de esa chica. Sin embargo, Kotegiri pasó a sentir miradas encima de él y se asustó al ver chicos curiosos que parecían casi desearle la muerte por acaparar la atención de la nueva. “Ehh…”
“Tú también, Gumi. Sé que harás sonreír a muchas personas,” dijo IA, modestamente y segura de sus palabras.
“¡Pero qué preciosa!” la peliverde llevó ambas manos a su pecho, conmovida. “Espero que así sea, daré lo mejor de mí.”
“Sí, todos juntos,” IA volvió a asentir, ahora con más energías y alegría. En eso, ella vio a unas personas ingresar al salón luego de abrirse paso entre la muchedumbre.

“¡Hyuuga llegó!” reportó Sora, desde el árbol.
“¿Tanto rato ha pasado?” preguntó Hakata, sorprendido. Frunció el ceño. “Sabía que mejor me quedaba a almorzar con ellos.”
“¿En verdad se animó a ir? ¿Y cómo se abrió paso?” Taikogane se extrañó.
“O sea, dijo que iba a ir a verla luego de almorzar,” observó el más pequeño, encogiéndose de hombros. “Pero no se ve del tipo curioso que lo haría, qué raro.”
“Será que se siente especial ya que va a estar en musou…” regañó el peliazul.
“Pero estar en musou debe ser muy divertido,” Sora se quedó perplejo.
“¡Y sí que lo es! ¡Es super cool! ¡Lo que no daría por apuntarme también! ¡Yo quiero!”
“Eh, ¿y ahora de qué están hablando?” Hakata dio un suspiro. Tal vez le venía mejor pasar el tiempo con el otro grupo en su salón.

Al llegar frente a la nueva estudiante, Hyuuga se detuvo a una respetable distancia y procedió a hacer una reverencia. Kuro y Shiro le imitaron por inercia.

“…” luego de su saludo, el peligris ensanchó su sonrisa sin perder su formalidad. “Bienvenida al Japón, IA,” le vio ponerse de pie. “Es un gusto tenerte por aquí…”

Sin embargo, no pudo continuar porque la rubia fue donde él y le dio un fuerte abrazo. Todos los presentes se quedaron en shock. Hasta Kuro y Shiro se sorprendieron e intercambiaron miradas.

“¡¿Qué?!” exclamó Taikogane en la copa del árbol.
“Hoho…” Sora observaba curioso y con mucha atención.
“Ah, se conocen, por eso Hyuuga quería ir a verla,” dijo Hakata, nuevamente no impresionado.

“I-IA…” Hyuuga terminó apartándose y retrocediendo un par de pasos.
“Soy muy feliz de verte, Hyuuga, ha sido mucho tiempo,” dijo la rubia, sonriendo ampliamente. “Hehe, perdón, te sorprendí. Has crecido desde la última vez que nos vimos. Aun así…” volvió a acercársele para mirarle de cerca. “…tus ojos siguen siendo muy lindos.”
“IA, por favor,” el chico sonrió avergonzado. Retornó a su impecable presentación. “No esperaría que se refirieran a mí de aquella manera. A mi parecer, eres quien tiene los ojos cautivadores.”
“No hay nada de malo que los hombres también sean lindos,” dijo alegremente. IA se giró a sus compañeros de clases. “Gumi, Kotegiri, les presento a Hyuuga. Es un viejo amigo.”
“¡Hola Hyuuga, es un gusto!” la peliverde levantó una palma. “¡Llámame Gumi!”
“Soy Kotegiri Gou, mucho gusto,” dijo el susodicho, amablemente.
“Igualmente, un placer. Les agradezco por hacer compañía a IA,” Hyuuga sonrió agradecido y miró a sus acompañantes. “Ellos son unos estimados miembros de mi familia. Les presento a Kuro y a Shiro.”
“¡Aw, son los pequeños que llegaron el otro día~!” Gumi se vio conmovida.
“Finalmente los conozco,” IA asintió alegremente. “Gracias a ustedes por acompañar a Hyuuga.”
“S-sí… un gusto también,” Shiro asintió tímidamente.
“…” Kuro se mantuvo observador e inmutado como de costumbre.
“Lo mismo digo…” comenzó Kotegiri, aunque todos se confundieron al oír pasos apresurados acercarse por el pasillo. Finalmente, Taikogane se abrió camino y se quedó frente al grupo tomando aire. Poco después, Sora y Hakata le dieron el alcance.
“Taikogane-san…” Hyuuga se confundió y lo vio reponerse y de inmediato dirigirse a IA.
“¡Ahh, pero tú debes ser la nueva estudiante del colegio!” dijo en voz alta y sonriendo seguro de sí mismo. “¡Si necesitas ayuda puedes contar conmigo! ¡Mi nombre es Taikogane Sadamune!”
“…” IA le miró perpleja e impresionada por sus energías. Ladeó la cabeza.
“Ya, nos vamos, sólo la vas a espantar,” dijo Hakata, claramente sufriendo de vergüenza ajena.
“¡Espera, si acabamos de llegar!” Taikogane se alertó. Este miró de un lado a otro y finalmente observó a Hyuuga. “O-oye, Hyuuga, ayúdanos.”
“¿Ayudarles?” preguntó este, perdidamente. “¿Qué está sucediendo?”
“Está bien~ es que Sada-chan intentaba encontrar el momento para conocerla, nada más~” explicó Sora, amenamente.
“¡Sí, y como tú la conoces no hubo mejor momento!” el peliazul asintió contento, y volvió a dirigirse a la chica. “¡Eh, perdón, supongo debí mencionarlo, pero soy un buen amigo de Hyuuga! ¡Por eso vine tan apurado!”
“Taikogane-san…” Hyuuga se puso a pensar con una mano en su mentón. “No sé cómo mencionarlo con delicadeza, aunque nosotros no somos amigos…”
“¡¿Qué?!” se espantó y miró al otro par de recién llegados.
“Hyuuga tiene razón, si apenas llegó al colegio el otro día,” dijo Hakata, tranquilamente.
“¡Pero sí somos amigos, ¿verdad Sora?!”
“Huhu, no lo somos aún,” incluso el ameno de Sora terminó dándole la contra, y pasó a sonreír. “Pero sí espero que algún día lo seamos,” asintió y se acercó a Shiro. “¿No es verdad?”
“S-sí, me gustaría…” este asintió, sonriendo tímidamente.
“Ahh, tenían que escoger este momento para no ser delicados, me están haciendo ver mal…” Taikogane se deprimió y dejó caer su cabeza hacia delante, derrotado.
“…” IA le miró con curiosidad y se vio entretenida. Sonrió un poco. “Está bien. Hyuuga no es de hacer amigos o ser muy abierto, pero noto que ya se conocen. Mi nombre es IA Nevermind. Hyuuga es como un hermanito para mí, mucho gusto.”
“¡Ahh, un gustazo! ¡Gracias por apiadarte de mí!” el peliazul se rejuveneció por su amabilidad. “¡Por cierto, tienes un nombre muy lindo y único! ¡Va con tu forma muy cool de ser!”
“¿Cool?” preguntó perpleja. Ella miró atrás de él y se enfocó en los otros dos recién llegados.
“¡Sí, es que ser cool es muy importante y-!”
“Taikogane-san, todavía no le presentamos a nuestros compañeros de clase,” le recordó Hyuuga, amablemente. “El descanso está por terminarse. Démosles una oportunidad de hablar.”
“Ah, sí, perdón,” sonrió incómodo.

Así se dieron unas presentaciones rápidas ya que los tres intrépidos debían regresar a su salón para almorzar con el poco tiempo que quedaba. Finalmente, IA y sus compañeros de clases se alistaron para la próxima hora.

“Hehe, creo que tienes a muchos admiradores,” Gumi sonrió pícaramente.
“¿Tú crees?” IA se confundió y distraídamente miró a sus alrededores, sin llegar a pescar a ninguno de los varios chicos que la tenían en la mira.
“No tiene por qué ser malo, indica que eres una persona con un gran carisma,” afirmó Kotegiri, asintiendo. “Y bueno, tu viejo amigo me dio una buena impresión. Se nota que vino para velar por ti.”
“Sí, espero que lo puedan conocer mejor.”
“Seguro que sí~ también quiero hablar con los pequeños que lo acompañaban~” Gumi se emocionó y agitó sus brazos. “Son tan adorables que podría comérmelos de un bocado~”
“Eh, eso suena a algo que una persona mayor diría, Gumi,” dijo Kotegiri, extrañado.
“…” IA rió para sus adentros. “Pero sí son lindos. Espero que todos podamos ser amigos.”

El día de clases continuó ni bien sonó la campana.



La hora del almuerzo pasó más discretamente en Hanasaki High. Mayu se quedó almorzando en su salón, acompañada de Tsubasa, Saki y Gokotai, quienes hablaron un poco con ella para conocerle mejor.

“Novoselic…” el peliblanco parpadeó confundido.
“Admito que no he escuchado ese nombre antes, pero sí sé que hay muchos países pequeños por Europa,” dijo Saki, indistinta.
“…” Mayu asintió, inmutada. “Sé que no es muy conocido. Se ubica muy cerca de los países escandinavos, en el mar báltico.”
“Ah, debe ser muy frío por esa zona,” Tsubasa sonrió con torpeza. “Yo tampoco había oído de ese país, pero me aseguraré de revisarlo.”
“Está bien,” la chica nueva sonrió cordialmente. “No es importante que lo hagas. Solemos pasar desapercibidos.”
“Me sorprende que haya algo que no sepas, Tsubasa,” observó Saki, con leve juicio.
“Yo sólo sé lo que sé, Hanajima-san,” dijo simpáticamente. “Por cierto, Nevermind-san, tu japonés es perfecto. ¿Has venido al Japón anteriormente?”
“Oh, ahora que lo mencionas…” la rubia se retrajo un poco y terminó asintiendo con una corta sonrisa. “Sí, hace unos años estudié aquí. Lamentablemente tuve que regresar, pero ahora he vuelto junto con mis hermanas,” su sonrisa creció un poco. “Espero poder quedarme mucho más tiempo esta vez.”
“Hehe, yo también quiero mucho a mi país, lo comprendo,” Gokotai sonrió.
“Entiendo que muchos de afuera tienen un gusto por Japón al ser un país muy distinto, pero tampoco somos perfectos,” Saki se puso a meditar. “Algunos aspectos de nuestra cultura son anticuados, las leyes y las costumbres no favorecen a los extranjeros, también hay problemas sociales que suelen ocultarse debajo del tapete.”
“…” Mayu le miraba atentamente.
“No por eso tienes que darle un sermón, Hanajima-san,” le corrigió Tsubasa, alzando su índice. “Nevermind-san sólo anda expresando su parecer.”
“No ha sido mi intención, sólo tengo la tendencia de ver las cosas como son,” Saki negó.
“No me molesta…” Mayu negó. “Y, Tsubasa-san, preferiría que me llames Mayu-san…” frunció el ceño y se ruborizó. “Mi hermana mayor es quien se conocería como Nevermind-san y no quisiera ocupar algo que le corresponde a ella.”
“Sí, lo entiendo, Mayu-san, no te preocupes,” asintió comprensivamente.
“Puedo ver que quieres mucho a tu hermana,” observó el chico, alegremente. “Yo también tengo a mis hermanos que lo son todo para mí. El primogénito de nuestra familia es una persona increíble y le tengo un gran respeto.”
“Ya veo…” Mayu le miró con ojos curiosos.
“Por eso me alegro mucho que estés aquí con tus hermanas. En verdad, no podría imaginarme cómo sería ir a otro país sin mis hermanos. Eres valiente, Mayu-san.”
“Yo…” lo pensó un poco y volvió a asentir con certeza. “Creo que no importa mucho a dónde vaya, siempre y cuando pueda tener a mis hermanas cerca de mí. El destino sería lo de menos.”
“¡Sí, pienso lo mismo!”
“…” Mayu le sonrió un poco, con una expresión tranquila y curiosamente aliviada. “Me alegro que lo entiendas, Gokotai-san.”
“Eh…” este se sonrojó y sacudió sus palmas. “¡N-no, no me llames así, por favor! ¡Soy menor e incluso menor que tú! ¡G-Gokotai está bien!”
“…” ella se sorprendió por su reacción, pero terminó llevando una mano a su rostro para disimular una risita. “Está bien, te llamaré así si tú me llamas Mayu, ¿de acuerdo?”
“S…sí, de acuerdo…” el pequeño asintió algo inquieto. Sonrió apenado. “Es raro dirigirme a alguien mayor sin sufijos, pero lo intentaré.”
“Me es más natural también, descuida.”

En ese momento, Monoyoshi regresó al salón, seguido de Leo, ya que el descanso estaba por terminar. El pelirrosa vio al grupo y de inmediato se dirigió a ellos.

“Hola a todos, espero que hayan tenido un buen almuerzo,” saludó amenamente.
“Sí, senpai, muchas gracias,” dijo Gokotai, alegremente. “Ojalá que tú también.”
“Hubiera pensado que te nos unirías para variar por la nueva estudiante,” observó Saki.
“Eh, lo lamento, es que ayer tuve un contratiempo y no pude prepararme un bento como de costumbre,” sonrió incómodo. “Tuve que apurarme a comprar un almuerzo antes de que se agotaran…”
“No tienes que explicarte, Sadamune-kun. Hanajime-san sólo te tomaba el pelo,” dijo Tsubasa, sonriendo apenada.
“Me harías un favor si no explicaras mis intenciones, Tsubasa,” dijo la pelinegra, mayormente inmutada aunque con un muy ligero orgullo en su expresión.
“Bueno…” el pelirrosa se confundió y entonces reparó en que la nueva chica le miraba atentamente. “Ah, mis disculpas,” dio una reverencia. “Mi nombre es Monoyoshi Sadamune,” dijo con formalidad y buenos ánimos. “Estoy seguro que Hanekawa-san ya te está ayudando en todo lo que necesites, pero también cuentas con mi ayuda, Nevermind-san.”
“…” Mayu asintió. “Sí, gracias, Sadamune-kun. Más bien, llámame Mayu-san, por favor. Tengo una hermana mayor…”
“Sí, lo entiendo,” asintió contento y pasó a mirar a Leo, quien ya estaba alistando su sitio para tomar asiento. “Leo-san, ven un momento por favor.”
“¿Perdón?” este se amargó y le miró impaciente. “¿Qué quieres, Monoyoshi?”
“Nada especial, sólo sería bueno que te presentes a Mayu-san,” observó el pelirrosa. “Tú también provienes de Europa, puede que seas capaz de extender apoyo y simpatía.”
“Dudo que sea así,” pese a su respuesta, el chico se resignó y caminó hacia ellos. Terminó presentándose con desgano. “Leo Benoit. Al igual que tú, prefiero que me llamen por mi nombre.”
“…” la chica asintió.
“Vaya, tremenda presentación para el chico con admiradoras,” Saki sonrió con ironía.
“¿Qué? ¿Acaso crees que yo ando pescando la atención?” le cuestionó el rubio, impaciente. “Más bien sería indecente actuar como un común don juan, sobre todo porque Mayu es muy niña para alguien como yo.”
“Leo-san, intenta ser un poco más amable, por favor,” dijo Monoyoshi, alarmado.
“No he dicho nada indecente, no exageres.”
“Está bien, él tiene razón,” Mayu volvió a asentir, inmutada. “Es muy viejo para mí.”
“¿Q-qué?” Leo se sorprendió y frunció el ceño.
“Fufufu, eso no me lo esperaba,” Saki rió por lo bajo. “Me alegra saber que no sólo eres una chica buena, te felicito.”
“Espero que ni tú puedas negar que te esperaba una respuesta semejante,” observó Tsubasa, sonriendo simpáticamente. “Mayu-san sólo te retornaba el mismo nivel de cordialidad.”
“Él sí es muy viejo para mí, digo la verdad,” comentó la rubia, inmutada y con ojos curiosos. “Y no es de mi tipo.”
“Tsk, ya, entiendo, lo lamento,” dijo ofuscado.
“…” Mayu negó. “No te disculpes.”
“Quizás es bueno que sea honesto, es mejor conocer a la gente como son,” observó Saki.
“¿Qué quieres decir con eso?” cuestionó Leo.
“Por favor, no se pongan a discutir, debemos darle la bienvenida a Mayu-san de la mejor manera,” pidió Monoyoshi.
“Es verdad, compórtense, por favor,” Tsubasa dio un suspiro. “Ya, el descanso terminó, hay que alistarnos para la próxima hora.”
“Sí, enseguida, Hanekawa-san,” Gokotai sonrió y fue obedientemente a su sitio.

Así, los demás no tardaron en seguir las indicaciones de la presidenta de la clase.


Pasaron unas horas y llegó la tarde. Las clases en los colegios debían estar terminando. Mientras tanto, si bien la universidad de Rizembool mantenía su actividad usual a todas horas, algunos estudiantes ya terminaron con sus deberes del día.

Después de salir de una clase en común, Ichigo decidió acompañar a la nueva estudiante de su currículo a la salida. Esta chica, una rubia muy atractiva y vistosa con cabellos sumamente largos y ojos celestes grisáceos, le acompañaba sonriente y agradecida sin perder su recatado carisma.

“¿Seguro que no llegarás tarde a tu tutoría, Ichigo-san?” preguntó nuevamente, curiosa.
“No se preocupe,” este asintió suavemente y le sonrió con cordialidad. “Cuando con el suficiente tiempo. Nuestra clase terminó temprano. También quiero asegurarme que no vaya a tener problemas encontrando la salida. Rizembool puede resultar un laberinto a simple vista.”
“Realmente eres muy amable conmigo, me sabe mal,” admitió la chica, sonriendo con torpeza. “Espero poder regresarte el favor.”
“No lo menciones, somos compañeros,” asintió. “Y sólo puedo imaginar la cantidad de responsabilidades que caen sobre tus hombros, Sonia Nevermind. No hay muchas princesas herederas en el mundo.”
“Realmente no es para tanto. Tengo la fortuna de que mis padres siguen ocupados y saludables en lo que termino mi preparación. Mis responsabilidades diplomáticas continúan siendo pocas,” ella se vio determinada y procedió a alzar un brazo y hacer fuerza en este, semejante a prepararse para una ardua labor. “En el presente, mi responsabilidad más grande y grata son mis hermanitas. Como la hermana mayor, me aseguraré de cuidarlas y cubrirles todas sus necesidades.”
“Eres una hermana muy dedicada, puedo ver el cariño que les tienes. Estoy seguro que ellas no podrían estar en mejores manos,” le aseguró el peliceleste.
“Aprecio mucho tus palabras, pero considero que todavía tengo mucho que aprender. No siempre puedo leerlas tan bien,” comentó apenada. “Más bien diría que tú sí tienes todo el aura de un buen hermano mayor.”
“Debo admitir que poseo una torpeza mayor a la que has mencionado. Con el tiempo, mis hermanos crecen y soy menos capaz de entenderlos a la perfección,” dijo con leve frustración, aunque ello no borraría su sonrisa. Tal y como Sonia, Ichigo se encontraba más que contento en su posición de hermano mayor. “Sin embargo, mi rol de líder en la familia y la habilidad de cuidar de ellos es mi mayor tesoro que sobrepasa todas mis otras responsabilidades. Puede que no sea un ser perfecto, en verdad me considero muy distante a cualquier ideal, pero haré lo humanamente posible por el bienestar de mis hermanos.”
“Es justamente como me siento yo, oírlo de otra persona me inspira mucho más,” los ojos de Sonia brillaron y llevó ambas palmas al filo de su mentón, maravillada. “Cada vez que pienso en mis pequeñas, todos los problemas se me olvidan y me concentro en lo adorables que son y cuánto las quiero~”
“Haha comprendo cómo te sientes.”
“De ser posible, quisiera conocer a tus hermanos. Estoy convencida que serán tan lindos y amables como tú. También quiero que veas lo hermosas que son mis hermanitas,” dijo rápidamente, con muchos ánimos. Sonia juntó sus manos en rezo por la ilusión. “Habrá que quedar en una oportunidad.”
“Me gustaría a mí también, aunque sería un poco complicado reunir a todos mis hermanos,” admitió amablemente. “También tengo a algunos de mis hermanos menores en esta misma universidad. Estoy convencido que habrá muchas oportunidades.”
“Realmente lo espero. Oh…” Sonia reconoció a una persona que le esperaba más adelante y agilizó su paso. ¡Ah, Camus! Muchas gracias por esperarme. Espero no haber demorado.”
“En lo absoluto, señorita,” afirmó esa persona con gentileza y amabilidad, en lo que hacía una impecable y respetuosa venia. “Usted no sería de desperdiciar el tiempo en nimiedades, y de necesitar demorarse, lo comprendo a plenitud.”

Aquel hombre era un rubio muy alto de ojos celestes, una expresión firme y ropas formales con toda la pinta de ser un noble. Su semblante y porte resultarían intimidantes e inaccesibles para cualquiera, quizás esa misma persona prefería no inmiscuirse con la gente común, pero sí se veía muy grato y dichoso de reencontrarse con la princesa.

“Temo que tus expectativas de mi persona sean desmedidas, Camus. Sí soy de dejarme llevar en ocasiones,” admitió Sonia, sonriendo apenada. “Te presento a Ichigo Hitofuri. Comparto algunas clases con él y ha tenido la amabilidad de dirigirme hasta aquí.”
“Es un placer, joven Hitofuri,” siguió Camus con una ligera reverencia. “Le agradezco por cuidar de mi señorita. Yo soy Camus, sirviente de la familia real de Novoselic.”
“El gusto es mío, Camus. En lo posible, quisiera ayudar a mi estimada nueva compañera. Pueden contar conmigo.”
“No tienen que ser tan formales, ustedes dos,” dijo Sonia, amenamente aunque un tanto incómoda. “Bueno, me toca partir, voy a encontrarme con mis hermanitas.”
“Que tengan un buen día, con permiso,” así, Ichigo se despidió con suma formalidad y regresó a la universidad para continuar con su rutina.
“Pues bien…” ni bien Ichigo ando lejos, la cortés sonrisa de Camus se borró y sus ojos fríos le miraron con cierto juicio. Incluso su melodiosa voz se cambió por una seca y cortante. “Temía que te encontraras con algún indebido en tu rutina, aunque aquel Hitofuri parece comportarse con la decencia que le corresponde,” se puso a pensar. “Deberé seguir manteniendo una vigilia sobre él.”
“Camus, Ichigo-san ha demostrado ser una excelente persona, por favor no saltes a ninguna asunción con él,” Sonia se vio cansada. Era de esperarse que su leal mayordomo pensara lo peor de la gente exterior a su círculo. “No quiero tener inconvenientes por favor.”
“Oh, por el contrario, mi presencia es primordialmente para garantizar el bienestar de usted y sus queridas hermanas, mi princesa,” así, Camus regresó a su voz dulce y sonrió con amabilidad y humildad. “Sólo llevó a cabo mi rol de asegurarme que usted no vaya a correr ningún riesgo, por más improbable que pueda ser.”
“A veces siento que te desvives demasiado por nosotras, aunque agradezco tu ayuda. No podría cuidar de mis hermanas yo sola,” Sonia sonrió frustrada y decidió dejar el asunto de lado. “Vamos en marcha, Camus. Quiero ver a mis pequeñas y que me cuenten todo lo que han hecho hoy en sus clases.”
“Enseguida, la limosina nos espera,” él procedió a dirigir a su superior. “Sin embargo, no podemos arrancar aún. Todavía nos queda esperar a una persona más.”
“Ya veo,” Sonia se impresionó un poco. “Espero que todo haya ido bien.”
“Así parece, dice que sólo terminaba con formalidades. Ella también se siente muy mortificada por demorarle a usted, princesa, pero le asegura que ha sido necesario para velar por ustedes.”
“Me pregunto si lo será…” la rubia se vio cabizbaja. “Quisiera saber más de Rizembool para comprender la extensión de su decisión de hacerse Princess y qué debería hacer yo como la líder de nuestro círculo en Japón. Sólo espero que no se precipite.”
“Mi colega ha demostrado ser eficiente y calculadora permanentemente. Confío en que ha medido todas sus acciones,” Camus llegó a la limosina y abrió la puerta. Volvió a sonreír. “Usted no se preocupe. En unos minutos estaremos escuchando su punto de vista.”
“Así es, Camus, gracias por regresarme al presente. No debo precipitarme a pensar en incertidumbres. Sí confío plenamente en ella,” Sonia asintió e ingresó al vehículo.

De todos modos, la princesa no podía estar del todo tranquila, al haber mucho que todavía desconocía de su nuevo entorno. Sólo le quedaba mantenerse firme.

...


Apple

Super tarde y super atrasada u_u

Chapter #?: Test


Clare se había levantado temprano el día de su prueba HiME. Al inicio todo lo que Miranda le había dicho le había parecido una broma- el hecho de que seres humanos pudieran desarrollar poderes, acompañados de criaturas mágicas y armas...

Aún no se había decidido a ser HiME, el hecho de que su medio hermano fuera Rebel la hizo poner muchas cosas en perspectiva. También estaba Souji, y a Clare le dió la impresión de que trataba de llamar la atención de Souji aunque ella misma trataba de engañarse con mil excusas. Ella era una persona práctica y pragmática, no iba a pretender que le interesaba el bien común o mantener los ideales de la bondad y esas ridiculeces. Sí bien era una persona extremadamente privilegiada, a su edad Clare ya había experimentado muchas cosas y sabía que la vida no era de color de rosa por mas dinero, atractivo físico y ventajas se tuviera.

¿De verdad se volvería una HiME solo por Souji?

Cuando Clare salió de la ducha el cielo apenas comenzaba a iluminarse. Se vistió con un atuendo deportivo que le pareció sería indicado para la prueba HiME. Ni Miranda, ni su asistente Fran le dieron mucha información sobre la prueba.

Cuando salió a la cocina para preparar el desayuno, Aramis ya estaba ahí con un croissant y café frente a él. No se inmutó ni le dijo buenos días cuando la vió llegar.

-Tenemos que hablar- dijo Clare. Le costaba asimilar el hecho de que Aramis era un Rebel pero no le sorprendía.

Él la miró como siempre lo hacía, con un deje de resentimiento.

-¿De qué querida hermana?- contestó él, fingiendo inocencia.

Lo que le daba a entender a Clare que ya sabía que le habían propuesto ser una HiME.

-HiMEs y Rebels.

-La merde- murmuró Aramis en francés. No creyó que Clare fuera a acceder. Pero si quería hablarlo significaba que ya había tomado una decisión o estaba considerándolo seriamente.

-Clare, no te metas en esto. Es peligroso- advirtió el rubio.

-Ya lo sé. Si es tan peligroso ¿por qué te volviste un Rebel?- lo enfrentó ella.

-Tu no tienes que demostrar nada, ni justificar tu existencia- explicó Aramis, antes de dejar la taza de café a medio acabar sobre la barra de la cocina.
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Ok, las conversación con Aramis había salido mal. No era de sorprenderse pero a Clare le hubiera gustado saber algo más sobre el asunto HiME/Rebel.

Mientras caminaba hacia la oficina de Miranda para comenzar la prueba se sentía más decidida. Llegó a la oficina donde la secretaría de Miranda le indicó que entrara. Ya la estaban esperando Miranda y Fran, después de intercambiar saludos les informó de la situación con Aramis.

-Mi hermanastro es un Rebel.

-Lo sabemos- contestó Miranda. Sus labios se tensaron antes de seguir hablando. -Es el Rebel de una HiME llamada Sheryl Matsumoto. Hasta donde sé ya han tenido un par de enfrentamientos. Lamento informarte que Aramis formó parte de un ataque el semestre pasado que dejó a varios heridos y muertos.

Clare se mordió el labio. Hasta ahora desconocía los detalles, pero no le estaba gustando lo que oía.

-Lo lamento- continuó Miranda. Clare no estaba segura de sí Miranda lamentaba lo que había pasado o que su hermano fuera un Rebel. O que ella hubiera sido la que tuviera que decírselo.

Clare sacudió la cabeza. No valía la pena darle vueltas a un asunto del pasado, en especial si ella no había estado presente.

-No pasa nada- afirmó la rubia. -¿Cómo es la prueba HiME?

-Es una prueba tanto física y como psicológica. Se lleva a cabo en uno de nuestros auditorios. Básicamente, tienes que entrar y te enfrentarás con una marioneta. Lamentamos no poderte dar mas detalles, pero es necesario que resuelvas algunas cosas por ti misma.- explicó Fran.

Clare asintió pensativa ¿de verdad quería hacer esto?

“Solo hazlo” se dijo a sí misma. “Si Sheryl pudo hacerlo, tú también podrás”

Sheryl… era la primera vez que pensaba en ella. De hecho, a pesar de ser algo así como su rival, Clare no había pensado demasiado en ella. Tomó un respiro y pensó en el encuentro que tuvo con Souji hacía unos días, después de que anunció en público que tomaría la prueba HiME. Término por no hacerlo ese día, después de hablar con él, lo que significaba que ya había pospuesto la prueba una vez…

flashback


-No puedes tomar esa decisión a la ligera. Ser HiME no es poca cosa.- la regañó Souji.

Era casi mediodía en Hanasaki. Souji había llevado a Clare a una de las cafeterías para hablar con tranquilidad. Después de los hechos del día anterior estaba convencido de que era su responsabilidad impedir que alguien más arriesgara su vida siendo HiME.

-Ya tomé mi decisión- le respondió Clare sin titubear. Aunque quería a Souji bastante le molestaba mucho su falta de apoyo. Después de todo ya había decidido que sería su Key, y ni los Rebels ni Sheryl podían impedírselo.

Trás su llegada a Japón se había enterado de la presencia de Sheryl en Hanasaki. Por la forma elusiva en que Souji había actuado desde su regreso, su atracción- casi fetichismo por las rubias y las fotos en la casa de su hermano Clare había armado el rompecabezas que era el corazón de Souji. Se decía a sí misma que todo había sido un romancillo de adolescencia, un crush infantil y que Sheryl no era más que una amiga de la infancia.

Y claro, no pretendía competir con una amiga. No había necesidad de hacerlo; Sheryl era el pasado pero Clare era el presente de Souji.

-¿Sabés que Aramis es un Rebel?- le comentó Souji, en un intento de desanimarla.

-No me sorprende- respondió Clare estoica. Aramis tenía sus problemas internos y familiares, intentando demostrarle a su padre que era digno de ser reconocido como un hijo legítimo y poder heredar algún día su imperio bancario.

-Nunca me dijiste cómo regresaste a Hanasaki… Siento mucho que te hayan expulsado por mi culpa.

-Déjalo, ya pasó y no tiene importancia. Me costó mucho convencer a Miranda eso sí.

-No imagino lo mucho que tuviste que rogar- río Clare.

-En fin entiendo que hayas tomado ya tu decisión pero te pido que reconsideres… Ser HiME no es cosa fácil. Ayer casi matan a Sheryl.

-¿Eres su Key?- preguntó Clare. No le interesaba lo más mínimo lo que le pasará a Sheryl.

-No lo sé- admitió Souji. -Pero Miranda me aceptó de vuelta bajo la premisa de que la apoyaría mientras fuera HiME.

-¿Me apoyarías a mí también?

-Haré lo que pueda- prometió Souji. No le podía decir que no. De verdad había querido a Clare, y era lo menos que podía hacer por ella.

/end flashback

¿Fue algo en la respuesta de Souji lo que la desanimó en esa ocasión? O simplemente, ¿aún no estaba segura? Ni siquiera se sentía segura ahora, pero ahí frente a Miranda y Fran sentía que hacía lo correcto.

-Lo haré- dijo al final, mientras Fran y Miranda la miraban expectantes. -Haré la prueba HiME. Quiero ayudar.

« Last Edit: August 31, 2021, 09:25:28 PM by Apple »


Mery


Tener algo con qué defenderse le elevó el espíritu y a la vez calmó su fuero interno, logrando que dejase de lado los pensamientos negativos.

Alice sujetó el arma y la blandió hacia su contrincante, obligándola por fin a retroceder, pero al hacer esto también sintió que su cuerpo se inclinaba a un lado. Al instante se dio cuenta que se debía al desvalance de peso y corrigió la posición de sus manos.

Años atrás, Alice había probado suerte con el esgrima y el kendo, pero no consideró que fuesen su fuerte y poco después encontró mayor interés en otras disciplinas. Sin embargo, el manejo de la katana era la especialidad de Glen, por lo que éste entrenó en casa desde muy joven y en varias ocasiones la invitó a practicar con él. Si bien Glen no logró despertar en ella la pasión que él sentía por las artes marciales japonesas, su guía y constantes sermones no serían fáciles de olvidar.

En definitiva las dimensiones de una espada eran muy diferentes a las de una guadaña, pero tenía que encontrar el equilibrio al sujetarla y adaptarse; después de todo, el arma debía ser una extensión de sus propios brazos.

Adivinando que tenía dificultades, la marioneta se apresuró a volver a atacar. Alice alzó la cuchilla frente a ella para cubrirse y su adversaria la llenó de una lluvia de contundentes golpes en un intento de hacer que soltara la guadaña. Para el tipo de arma que tenía, los ataques a larga distancia eran los más adecuados, pero la marioneta estaba empeñada en reducir más y más el espacio entre ellas, sin darle la comodidad necesaria para manipular el mango y cambiar la dirección de sus movimientos.

De un momento a otro, la marioneta logró sujetar la cuchilla con una mano e intentó arrebatarle el arma a Alice con la otra. La joven en un instante vio el movimiento de una pierna de la marioneta y supo que la patearía para alejarla, así que apretó los dientes y el estómago antes de tirar del arma tan fuerte como pudo.

Esperó perder el aire nuevamente, incluso caer y perder el control, pero lo que no esperó fue que la presión contra el arma desapareciera y que al abrir los ojos la marioneta estuviese a unos seis metros de distancia.

La propia marioneta se veía desconcertada, el impulso de su último ataque la hizo caer al suelo, precisamente en el lugar donde Alice se supone que debería encontrarse. Sin embargo, la realidad era que Alice ya no estaba allí, aunque ella misma no había movido ni un pelo. Tan rápido como si hubiese cambiado de lugar una simple pieza en un tablero de ajedrez.

Temiendo perder aquel golpe de suerte, Alice aprovechó tener nuevamente espacio y arremetió contra la marioneta. Así empezaron una persecución, Alice intentaba acertarle cortes al torso de su contrincantes y ésta esquivaba y retrocedía sin dejar de darle cara.

Tras algunos intentos, Alice logró rasgar su piel por encima de la cadera, manchando el vestido blanco con sangre. La marioneta dio un paso atrás e intentó bloquear otro ataque, pero obtuvo otro corte en el estómago. En un intento de probar algo diferente, Alice dejó a la marioneta alejarse un poco más de ella para hacer girar la guadaña y usar la parte superior de su cuerpo para dar impulso y acertar un corte más grande a la altura de las piernas de la marioneta.

¡AHHHHHHHH!

La marioneta, que anteriormente había recibido golpe tras golpe sin siquiera chistar, soltó un alarido de dolor tan estruendoso que le heló la sangre.


×××



Alexy intentaba mantenerse calmado, realmente lo intentaba. En un inicio creyó que la prueba de Alice rondaría los veinte o cuarenta minutos como mucho, pero el tiempo seguía corriendo y desde el exterior no se percibía ni un solo ruido que pudiese darle una idea de cómo iba la pelea en el auditorio.

Además, la presencia de la mujer a cargo del examen lo ponía de los nervios. Fran parecía una inmutable y elegante estatua, y si no fuese porque él mismo la vio parpadear, Alexy hubiese creído que ésta se había congelado hace mucho.

Quería preguntar si todo iba bien adentro o si el tiempo que había transcurrido estaba en el rango de lo normal en estos casos, pero una mirada a su rostro lo hacía reconsiderarlo. Siendo que él no sabía nada y ella debía ser una experta, prefirió no tentar su suerte y verse como un tonto.

¿Lo peor de todo? Alguien había estado mandándole mensajes desde hace un cuarto de hora. Por precaución, Alice le entregó su celular junto al resto de sus pertenencias antes de empezar la prueba, por lo que el sonido de las notificaciones lo tomó desprevenido y lo hizo dar un brinco, lo que hizo que Fran alzara una ceja en su dirección.

Alexy trató de verse digno y toció un poco. No quería espiar pero, por la insistencia y la posibilidad de que se tratara de una emergencia, decidió retirar el teléfono del bolsillo en el que se encontraba y ojear la pantalla principal cuando otro mensaje llegó. Al cerciorarse de que era el hermano mayor de Alice preguntando por su último examen y avisándole que se quedaría hasta tarde en la universidad para estudiar, Alexy dejó salir un suspiro de alivio.

Seguramente Glen no insistiría más, pero por las dudas decidió apagar el celular, ya le diría luego a Alice que fingiera que se le acabó la batería. En verdad él no sabría qué hacer si a Glen decidía llamarla, menos aún si -al ver que ésta lo ignoraba- se le ocurría llamar al propio Alexy para llegar a ella. Mentir no era difícil, por supuesto, ¡pero la incertidumbre lo tenía inquieto!

Sentado en el suelo, porque se rindió hace mucho de esperar parado, pidió mentalmente que su amiga saliera de allí pronto y en una sola pieza.
« Last Edit: October 02, 2021, 12:20:57 PM by Mery »