Uhh de nuevo en el último día. Regreso con la segunda parte del fic.
99.1.
Era el inicio de otro día más en Rizembool H. Los estudiantes se encontraban en sus respectivos salones al recién sonar la campana. Si bien en su mayoría cada aula comenzó con clases y direcciones de sus profesores, en una en particular había ausencia de la profesora, por lo cual todavía había conversaciones y cierto desorden.
“Hmm…” una chica peliverde de envidiable figura se notaba perpleja. “Qué raro, y eso que la maestra es muy estricta con la asistencia…” continuó esperando un poco con su mentón apoyado en su mano y miró distraídamente a la ventana a su costado, aunque se acordó de la persona sentada detrás y se giró. “Oye, Kotegiri…”
Como había esperado, ese chico de cabellos negros lacios y ojos verdes no disfrutaba de la llamativa vista de la ventana y más bien yacía torturado con su mirada plantada en su pupitre.
“S-sí, ¿sucede algo, Gumi?” dijo tratando de mantener la calma y dirigiéndosele.
“Oye, no te pongas así,” la otra sonrió amenamente. “Todo va a estar bien. Te has estado preparando meses. Además, recién es mañana…”
“¡Verdad que ahora es mañana! ¡Es un día menos de preparación!” exclamó agarrando su cabeza con ambas manos. “¡Ahh, siento que me olvidaré de todas mis líneas frente a los jueces!”
“Vamos, eso no va a ocurrir, tranquilo por favor,” le aseguró con una sonrisa. “Has estado trabajando muy duro y practicando bastante. Si quieres puedo ayudarte a ensayar en el descanso.”
“¿En serio?” le miró esperanzado y de nuevo agachó su mirada. “Me has ayudado demasiado, Gumi, no sé cómo reponértelo…”
“Haha, no digas eso, es lo que los amigos hacen,” le dio un guiño. “Además sé lo que se siente. Yo también apliqué a ES y sigo siendo una aspirante a idol,” le apuntó con su índice. “Nos toca ir juntos hasta la cima.”
“Sí, tienes razón,” asintió más decidido. “Desde ya muchas felicidades por ser admitida en Shining, ahora me toca a mí entrar a Starmaker.”
“¡Sí, verás que lo harás!”
Fue así que la maestra finalmente llegó al abrir la puerta. Aquella fue suficiente indicación para que todos tomaran asiento y prestaran atención. Como algunos sospecharon, había tenido un motivo en particular para llegar tarde, pero lo que nadie esperó fue ver a la clase de persona que entró junto a la profesora.
Se trataba de una chica de ojos azules y cabellos rubios extremadamente largos con algunos rayos rosas. Pese a vestirse con el uniforme, aquella chica sumamente hermosa y delicada parecía un ángel o un hada que cautivó a los presentes. La nueva estudiante se veía igualmente cautiva por encontrarse frente a un salón de clases y su expresión de ligera inquietud y reserva junto con sus curiosos ojos ampliamente abiertos y receptivos inspiraban un aura de fragilidad y benevolencia, como un ser que debía ser protegido.
“Buenos días, estudiantes, lamento la tardanza, hoy tenemos a una estudiante nueva en nuestro salón,” presentó la maestra, quien se dirigió a la recién llegada. “Por favor, preséntate a tus nuevos compañeros y ubicaré un sitio para ti.”
“Sí,” la chica asintió haciendo una reverencia a su superior y nuevamente dio su atención al público frente a ella. Se vio brevemente corta de palabras hasta que pudo decir su nombre, lo cual le dio el empuje a seguir. “IA… Nevermind,” hizo una pronunciada reverencia. “Es un gusto conocerlos. Espero… espero que nos podamos llevar bien,” al terminar su introducción, la chica sonrió contenta y ligeramente avergonzada.
Ello bastó para conquistar a la gran mayoría de chicos dentro del aula, con algunos de ellos hasta alzando su voz para saludarla.
“¡P-por supuesto!” exclamó uno, quien incluso se puso de pie. “¡Un gustazo, yo soy…!”
“¡Yo te ofrezco toda la ayuda que necesites!” se interpuso otro.
“¡IA! ¡Tienes un nombre muy bonito!” dijo uno más con tanto apuro como si temiera perder la oportunidad de hablarle. “¡¿De dónde eres?! ¡Tenemos mucho de qué hablar!”
“…” la chica miró impresionada y confundida a todos, sin saber a quién dirigirse.
“¡Tomen asiento!” les reclamó la maestra. Ella esperó a ver a esos tres sentarse. “¿Qué les pasa? No les entiendo, pero compórtense, por favor. A ver, busquemos un asiento…”
“¡Aquí hay uno!” esta vez fue Gumi quien alzó su mano. A diferencia de los previos cuestionables, la peliverde se veía contenta, receptiva y dispuesta a ayudar. “¡Profesora, yo me ofrezco a apoyar a nuestra compañera!”
“Ah, muchas gracias por tu ayuda,” sonrió y dirigió a IA a tomar asiento. “Por favor ve donde Nakajima-san, ella es una buena estudiante.”
“Sí…” IA asintió. Vio que esa chica se puso de pie.
“Dime, ¿te gustaría sentarte en la ventana?” le preguntó amenamente. “Yo puedo tomar el sitio libre así te sientas en el mío.”
“¿Eh? Pues…” la tímida recién llegada se vio en el aire.
“¿Qué sucede?” Gumi ladeó su cabeza. “¿No te gusta la ventana?”
“S-sí, me gusta, pero no tienes que…” dijo insegura.
“¡Ah, no te preocupes, yo contenta de darte el sitio! ¡Es un placer!” le dio un guiño y de inmediato pasó sus cosas al sitio de al lado. “¡Ya está!”
“Eh, muchas gracias,” asintió con torpeza y tomó asiento.
“Luego puedo darte un paseo por el colegio.”
“Está bien, ya me dieron un recorrido, por eso llegué un poco tarde. Gracias, eh, Nakajima-san.”
“Llámame Gumi, me gusta mucho más que se dirijan a mí por mi nombre,” dijo contenta.
“Sí, entonces… llámame IA también,” finalmente, la rubia esbozó una sonrisa y las chicas se sonrieron. Luego de eso, la clase continuó de forma mayormente normal.
Kotegiri también se había visto deslumbrado por la hermosa chica, aunque más por el hecho que ella parecía una idol natural sin necesidad de hacer esfuerzo. Anheló algún día poder alcanzar un aura y carisma similares. Con más razón debía pasar la prueba para entrar a ES.
Las clases también comenzarían tarde en un salón de Hanasaki H y por el mismo motivo. En este caso, la maestra les avisó que iría a buscar a una nueva estudiante, quien debía estar terminando su recorrido por el colegio, por lo cual el aula se mantenía llena de expectativas, con muchos preguntándose sobre el tipo de persona que estarían por conocer.
Por otro lado, Leo y Monoyoshi hablaban sobre sus respectivas experiencias el día anterior.
“Eh, pero todo está bien, ¿verdad?” preguntó el pelirosa, atentamente.
“Sí, todo está bien, no tienes que preguntar,” Leo rodó los ojos y frunció el ceño. “Pero ese no es el punto. Elise ayudó a su amiga a irse a quedar donde otro amigo de ellas sin que ningún adulto o supervisor responsable supiera la verdad. Sólo porque nada malo paso no debo tomarlo con trivialidad,” resopló y se cruzó de brazos. “Yo que pensé que Elise ya estaba creciendo,” desvió su mirada. “Y eso que hace poco ocurrió lo del festival…”
“Lo entiendo, Leo-san, fue en verdad una imprudencia,” Monoyoshi sonrió incómodo. “Espero que tu hermana pueda comprenderlo y aprender de la situación. Aun así, no te molestes demasiado con ella o le vas a lastimar. Estoy seguro que ya está muy apenada.”
“Me cuesta creer que aprendió, si cometió semejante imprudencia,” entonces, le miró con reproche. “Y por más buenas intenciones que tengas, tú no tienes el derecho de decirme cómo actuar y disciplinar a mi hermana.”
“Te aseguro que esas no son mis intenciones,” levantó sus palmas. “Eh, lamento si me precipité al hablar, Leo-san.”
“Vaya…” negó frustrado. “Ni es para que te disculpes, sólo aclaraba las cosas. A veces creo que no puedo tener una conversación normal contigo.”
“¿Conversación normal?” Monoyoshi ladeó su cabeza.
“…” continuó mirándole de costado, no convencido. “No pienso que seas tan desubicado e inocente como te muestras. Seguramente andarás pensando en que soy un bruto al hablar o que mis conversaciones son conflictivas o qué se yo.”
“Me preguntaba precisamente a qué te refieres con normalidad, pero entiendo que no tienes malas intenciones, sólo que…” sonrió apenado. “Lo siento, Leo-san, entiendo que eres de esas personas directas y honestas. Siempre he tenido problemas para saber cómo dialogar con esa actitud e informalidad. Supongo te pareces a mi hermano menor en ese aspecto…”
“¿Eh?” se extrañó. “¿Tienes un hermano?”
“Pues sí, ¿no lo mencioné antes?”
“…” Leo alzó una ceja. “No sé, creo que lo hubiera recordado, pero en fin… sólo no me das la impresión de tener hermanos. Pareces hijo único, o al menos un hermano menor.”
“Eh, supongo que sí…” sonrió con torpeza.
“¿Qué supones?” preguntó impaciente.
“Es más bien por mi hermano que ayer me quedé en el apartamento de mi amigo. Medio me forzó a hacerlo.”
“Ah, eso explica por qué aceptaste, tampoco pareces del tipo que incomodaría a otros,” dijo con leve indiferencia. “Suena a que tienes un hermano menor engreído que también te causa problemas de vez en cuando.”
“Realmente apenas nos vemos los rostros, no somos muy cercanos,” comentó pensativo e intrigado. Monoyoshi sonrió. “Y no es que me cause problemas. Espero que no lo hayas dicho pensando en lo de Elise. Estoy seguro que ella se comporta muy bien la mayoría del tiempo.”
“…” Leo no se vio convencido, pero se quedó en silencio en lo que organizaba sus pensamientos y se le pasaba el fastidio. “Ya se me pasará el amargo, pues… tienes razón. Será muy energética y emotiva pero mi hermanita sí suele portarse bien,” sonrió con ironía y le miró de reojo. “Al menos no tendría la indecencia de forzarme a quedarme a dormir en una casa extraña como los hermanos de otras personas.”
“Precisamente, me alegra que lo entiendas,” dijo alegremente.
“Tú…” Leo volvió a mirarle cansado y fastidiado. “Para variar moléstate conmigo por intentar insultar a tu hermano.”
“No percibí que tuvieras el interés de hacerlo, Leo-san. Creo que sólo querías ver una reacción en mí, ¿no es así?” preguntó sin mutar su expresión alegre y amena.
“Molestarte te haría bien, algo me dice que lo necesitas…”
En aquel momento, la profesora retornó acompañada de la nueva estudiante. Se trataba de una chica un poco menor que la mayoría de estudiantes del salón, con cabellos rubios casi blancos y voluminosos que casi le llegaban a la rodilla. La pequeña miró al salón con unos ojos ámbar tranquilos y curiosos.
“Les presento a su nueva compañera, espero que puedan hacerle sentirse en casa,” dijo la profesora. “Por favor, preséntate a la clase.”
“…” ella asintió y miró a todos con reserva, aunque irradiando más formalidad que una verdadera timidez. “Buenos días, mi nombre es Mayu Nevermind, un gusto conocerles.”
“Es un gusto para nosotros también,” le aseguró la maestra. “Hanekawa-san, por favor ayude a Nevermind-san a ponerse al día.”
“Sí, con mucho gusto, profesora,” contestó Tsubasa, amablemente. “Nevermind-san, hay un sitio cerca del mío. Permíteme.”
“…” volvió a asentir. “Gracias, Hanekawa-san,” y caminó hacia ella.
Sin duda la apariencia de la pequeña era llamativa y adorable al ser un poco más joven. Sin embargo, esa chica mantenía una marcada distancia en su actitud, algo entendible al ser nueva, y los presentes irían a respetarle. La clase siguió como usual en lo que Tsubasa le daba simples explicaciones a la nueva chica, quien asentía y contestaba con brevedad y calma.
“Leo-san…” Monoyoshi musitó al haber notado que, a diferencia de los demás, el rubio se había sorprendido ante la llegada. “¿De casualidad la conoces?”
“No, no personalmente, pero sé de ella,” dijo indistinto. “No me sorprende que en Japón no sea fácilmente reconocida, ella o las personas de su familia.”
“¿Cómo así?”
Por otro lado, en Rizembool U, Hotarumaru se encontraba desayunando junto con sus amigos. El pequeño pelicenizo devoraba una enorme pila de pancakes con muchas ganas y alegría.
“Oye, Hotaru-bou, vas a comenzar el día con un entrenamiento, no te llenes el estómago,” observó Tsurumaru, impresionado y sonriendo con ánimos. “Al menos podrías comer algo un poco más balanceado.”
“Está bien~” canturreó contento. “Ehehe, esto no es suficiente para llenarme y sé que quemaré todo en la práctica. Por eso mismo ando comiendo muchas calorías~”
“…” Mai asintió, inmutada. “Los pancakes sirven para ponerte de buen humor. Eso sólo es un buen motivo.”
“Es verdad, Mai-neechan~” el pequeño le sonrió y se confundió cuando esta le abrazó de costado. “Mo…”
“Y tu buen humor es una excelente manera de comenzar el día para mí,” concluyó la chica con un tono tranquilo.
“¡En verdad que sí~!” frente a ellos, Natsuki sonrió conmovido y juntando sus palmas. “Yo también me alegro mucho. Recuerdo que hace poco tenías reservas de tu entrenamiento, pero tus rebosantes energías me dejan saber que todo está bien. Y concuerdo con Mai-chan, ¡te ves muy lindo y adorable!”
“G-gracias, pero…” Hotarumaru se separó de Mai y dio un leve suspiro. “Ando en el proceso de volverme fuerte. No quiero quedarme chiquito o adorable para siempre…”
“…” Mai negó. “Eso no es necesario. Tienes una adorabilidad innata, te conviene aprovecharla.”
“Oye,” Hajime entrecerró los ojos. “Si tanto lo aprecias deberías entender que le fastidia que lo engrían así.”
“En serio,” Syo negó y se dirigió a Hotarumaru con una sonrisa. “Aunque, como Natsuki dijo, sí andas con todas las ganas de entrenar. ¡Pues no hay nada mejor que eso! ¡Confío en que seguirás volviéndote más fuerte!”
“Muchas gracias, significa mucho oírlo de ti,” Hotarumaru asintió decidido. “Felizmente los temores que temía sobre perder a mi maestro fueron un malentendido,” sus ojos brillaron. “Espero seguir entrenando y retarte a una pelea.”
“Alto ahí, Hotaru-bou, que te aseguro que ya eres lo suficientemente fuerte para rebanar a un par de personas de un ataque,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Sigo convencido en que ese oso del bosque no tenía oportunidad contra ti.”
“Todavía no me creo que se encontraron con un oso…” Yukko se estremeció.
“No se puede subestimar al oso,” el pequeño hizo un puchero. “Tampoco haría algo así.”
“Estoy seguro que ya eres muy fuerte, y también me apunto a la pelea, aunque…” Syo sonrió incómodo. “Nuestras disciplinas son distintas. Yo más bien tengo que entrenarme a pelear con espadas,” dicho esto, dio unas palmaditas en la espalda de Shinano, quien andaba echado en la mesa con ambos brazos cubriendo su rostro, como si estuviera durmiendo. “Todavía me debes ese entrenamiento, Shinano. No te olvides que tienes que entrenarme.”
“Uhh…” este soltó un bajo alarido y se mantuvo en esa posición.
La conversación terminó volcándose de regreso al Toushirou, quien ya había sido bastante expresivo sobre el motivo de su presente depresión y desgano. Los demás le miraron entre preocupados o hastiados.
“Ignórenlo,” dijo Mai, retornando su atención a su bandeja de desayuno. “Ya se le pasará el engreimiento.”
“¡Hahaha, viendo el trato especial que este recibe de sus hermanos, dudo que ocurra!” Tsurumaru rió con ganas.
“Ehh, n-no sean tan malos con él, por favor…” pidió Yukko, sonriendo incómoda.
“Hmm, pero parece que ha exagerado un poco…” el niño ladeó su cabeza con curiosidad en lo que miraba al pelirrojo.
“No, definitivamente se ha pasado con esa actitud de su parte,” Hajime frunció el ceño. “Nuevamente, me confunde que el doctor Toushirou tenga hermanos tan bizarros.”
“Uhh…” Shinano levantó su mirada y se dirigió a Hajime con desdicha. “Realmente no sólo es en apariencia… en tu actitud y severidad me recuerdan mucho a Atsushi-nii…”
“¿Quieres pararla con eso?” se quejó. “¿Y acaso no estabas resentido con él o algo?”
“¡Pues sí, y el hecho que te pareces tanto a él me lo recuerda todo el tiempo!” lloriqueó. “¡Todavía no puedo creer que mis dos hermanos organizaron una pijamada a mis espaldas y no me invitaron! ¡Y apuesto a que me negarán una para siempre! ¡¿Por qué me excluyeron?!”
“Shinano-chan, te aseguro que ellos te quieren un montón y no han tenido intenciones de hacerte daño,” dijo Natsuki, atentamente. Asintió y le sonrió con amabilidad. “Sólo tienes que ir donde ellos para hablarles y entender qué fue lo que ocurrió, ¿sí?”
“O sea, supongo, pero conociendo a Shinano tal vez sólo les lance un berrinche,” Syo se frustró un poco. “Que deje pasar un par de días primero. Y sí, no es que nadie vaya a lanzar una pijamada para lastimar a otra persona o algo.”
“Sobreestimas a la humanidad,” dijo Mai, inmutada.
“Tsk,” Syo se fastidió. “Al menos no en el caso de Shinano, ¿de acuerdo?”
“Yo sé que no tuvieron la intención de molestarme, pero al menos me hubieran hecho partícipe. Son unos insensibles a veces…” hizo un puchero. “Puede que no haya sido algo importante para ellos, pero lo es para mí.”
“Más me sorprende que Monoyon fue partícipe de algo así, se lo preguntaré más tarde,” dijo Tsurumaru, quien se sorprendió un poco al ver a cierto par de personas acercándose. “Oh, puede que terminemos escuchando algo más.”
“¿Cómo así?” preguntó Hotarumaru. Él y todos los demás vieron al doctor Toushirou acercarse acompañado de su hermano peliplateado.
“Buenos días con todos,” saludó el doctor, quien mantuvo una prudente distancia de la mesa. “Espero que todo esté en orden con ustedes.”
“Sí, así parece, buenos días a usted,” le saludó Hajime, amenamente.
“Lo mismo para ti, Yagen,” Syo asintió. “¿Todo bien?”
“Podría decirse, gracias por los deseos,” entonces, este miró a Shinano con una profesional neutralidad, aunque había cierto reproche en su expresión. “Mantienes un porte poco ideal y una actitud atípica de ti, Shinano. ¿A qué se debe?”
“Yagen-nii, ¿es que acaso no lo sabes?” dijo afligido.
“Nuevamente, te prohíbo que me llames así, Shinano. Somos iguales.”
“Sí eres tres años mayor que yo, pero bueno,” frunció el ceño. “Es que Gotou y Atsushi tuvieron una pijamada ayer y no me avisaron.”
“…” Yagen alzó una ceja con leve trivialidad. “Lo sé. Atsu me avisó por mensajes. Me comentó que Fudou no tenía dónde quedarse y el Sadamune menor se vino con esa idea repentinamente. No fue nada que planearon con anticipación.”
“¡¿Eh?! ¡¿Lo sabías?!” se quedó en shock.
“Me enteré tarde en la noche. Atsu me escribió antes de dormir,” se encogió de hombros. “Sin embargo, no importa si lo supe de antemano o no. No tiene sentido que te resientas por algo así. En tus ojos y en los ojos del organizador puede que haya sido una pijamada, ¿pero verías a nuestros hermanos apuntarse a esa actividad? Ellos simplemente extendieron una mano a quien no tenía dónde quedarse esa noche. Ahora te recomiendo que lo dejes ir. No hagas de esta situación algo personal cuando fue por el bien de otra persona.”
“S-sí…” Shinano se sorprendió y asintió obedientemente. “Vaya, tienes razón en lo que dices. No había pensado en que había sido por Fudou más que otra cosa… aun así quisiera que me avisaran si algo así ocurre.”
“…” Yagen hizo una breve pausa (tal vez ahorrándose cierta impaciencia). “Si se los explicas con tranquilidad y sin amargarte puede que ellos lo consideren para la próxima. ¿Qué puedo decir? Suena lógico que así sea.”
“Sí, lo haré,” el pelirrojo sonrió contento. “Muchas gracias, Yagen, sí supiste cómo animarme,” se incomodó un poco. “Eh, más bien gracias por no molestarte conmigo, me sorprende que no me estés regañando…”
“Haha, agradece que andamos en Rizembool y Yagen metido en su rol de doctor, de lo contrario ya sabrías lo que te espera,” comenzó Tsurumaru, sonriendo con ironía. “Bueno, doctorcito, ahora que velaste por tu hermanito, ¿tienes algo más que hacer por aquí?”
“No realmente, creo ya haberle prestado la suficiente atención,” Yagen sonrió un poco. “Que tengan un buen día, nos vemos.”
“Espera, Yagen, no te puedes ir así sin al menos presentar a Honebami-nii,” reclamó Shinano. Miró al peliplateado y le sonrió. “Por cierto, me alegro mucho de verte, ¿cómo estás?”
“…” Honebami le miró y negó levemente a manera de dejarle saber que no tenía nada que decir.
“Uhh…” Shinano se lamentó. “Ya veo que no sólo es Yagen siendo profesional. Tú siempre tratas de pasar desapercibido por aquí. No me parece, Honebami-nii…”
“Si nos disculpas, ambos estamos camino a una reunión. Honebami no tiene mucho tiempo que concederte por ahora,” observó Yagen.
“¡Ya, pero antes que se vayan!” Shinano miró hacia Hajime. “¡Dudo que todavía conozcas a Honebami-nii, así que te lo presento!”
“¿Eh? Pues…” Hajime se confundió y miró al peliblanco, quien le dirigía una mirada fría e inexpresiva. No evitaba sentirse intimidado. Por inercia terminó asintiendo. “Creo haberte visto antes, pero mucho gusto. Supongo no hemos sido presentados.”
“…” Honebami se mantuvo inmutado.
“…” Yagen dio un suspiro. “No te cuesta contestarle. Sé cortés, por favor.”
“…” finalmente, el peliblanco asintió con firmeza. “Un gusto…”
“¡¿Y verdad que se parece a Atsushi?!” agregó Shinano, feliz de la vida.
“Compórtate, Shinano, ya sabes que no debes fastidiar a Hinata-kun de esa manera,” Yagen frunció el ceño. “Me voy antes que me hagas perder la paciencia. Con permiso.”
Así, el doctor continuó con su camino acompañado de su hermano mayor.
“Si tanto quieres que tus hermanos te consideren no deberías fastidiarlos tanto,” le reprochó Hajime, frustrado.
“Por cierto, no aprovechaste para presentarme a tu hermano,” dijo Mai, inmutada.
“Ah, eh, cierto, lo siento, Mai,” Shinano sonrió incómodo.
“Descuida,” ella se encogió de hombros. “He asumido que soy la persona aquí a la que menos prestas atención, pero lo puedo ver…” miró fijamente a ese peliblanco alejándose. “…posee un aura peligrosa. Lo mejor es no llamar su atención.”
“Ihh…” Yukko se estremeció y recordó el aterrador primer encuentro que había tenido con él.
“S-siento no presentarte, Mai, no te lo tomes personal,” dijo apenado. “Es que Hajime con frecuencia tiene que reposar o ir a sus chequeos así que no lo veo tan seguido, creo que asumí que ya lo conocías. Y eh… por favor no digas que es peligroso. Yukko ya le tiene miedo.”
“Bien, Hanasaki-chan no lo notaría por su cuenta así que es bueno que ya lo sepa.”
“Oye…” Shinano hizo un puchero.
“Y de paso entiendo tu prioridad en presentárselo a Hajime. Como tu nuevo hermano, es normal que lo introduzcas a la familia.”
“Tú también deja de molestarme con eso, Mai,” Hajime apretó los dientes.
“Hahaha, cambiando de tema,” Tsurumaru se encogió de hombros y miró al pelirrojo. “Ya viste cómo tu pesado hermano hizo una excepción y se nos acercó al verte deprimido. Sólo por eso deberías sentirte un poco mejor.”
“Hehe, es verdad. Yagen también me dijo palabras muy sensatas,” Shinano asintió y sonrió con torpeza. “Gracias a todos por oírme. Lamento por hacerles tanto berrinche.”
“Está bien, lo importante es que lo entiendas, Shinano-chan,” asintió Natsuki, conmovido. “Más bien estuve por proponerte que hiciéramos una pijamada todos nosotros~ podríamos quedarnos a hablar, mirar películas, comer muchos dulces… ¡hay muchas posibilidades!”
“¡Ahh, me encantaría!” Shinano se emocionó. “¡De todos modos, hay que ponernos de acuerdo!” miró a los demás. “¿Se apuntan?”
“Claro que sí, ha sido mucho tiempo,” Syo asintió con energías.
“¿Eh? Pues…” Yukko se confundió. “S-supongo…”
“Lo tendré que pensar…” Mai se ajustó sus gafas. “Pero si acepto y si Ayumu se entera que asistí a una pijamada los haré pagar eternamente.”
“C-claro, descuida, te prometo que lo mantendría en secreto,” el pelirrojo rió un poco. “Verdad que tu prima es como yo. ¿Y tú te apuntas, Hotarumaru?”
“Medio que sale un poco de mi edad…” el pequeño frunció el ceño, no convencido, y se puso a pensar. “Si fuera Maeda quien me invitara aceptaría, pero…”
“¡Lo podemos hacer en mi casa! ¡Así Maeda definitivamente estaría ahí!” Shinano asintió.
El grupo continuó hablando sobre la tentativa pijamada mientras Tsurumaru se mantuvo observándolos. No evitaba sonreír con ironía. Fuera del trabajo que Yagen tenía como doctor en Rizembool, su actitud tan profesional en esa mañana delataba que andaba ocupado con asuntos de Rizembool o, más específicamente, asuntos relacionados a la guerra. Lo mejor era que los demás no se dieran cuenta de ello.
…
“Este contratiempo me retrasó un poco más de lo que estimé,” comentó Yagen, con leve frustración. “Shinano sigue siendo un niño…”
“No estamos tarde…” observó Honebami, con su voz neutral y ida mientras miraba al frente.
“No lo estamos, aun así, me gustaría no tardar demasiado,” el doctor sonrió un poco y volvió a mirar el fólder que traía en sus manos. “La estudiante a la que estamos por conocer, por su historial, sin duda es alguien que llegaría antes de la hora.”
“…”
“Vaya, es un dolor de cabeza tener que supervisarle. Lamentablemente…” se encogió de hombros. “Rizembool tiene razón al darme esta labor, debido a que soy quien supervisa a su Rebel y lo mejor es que facilite la comunicación entre ambos. Acepto la responsabilidad.”
“…” Honebami asintió. “¿Será alguien a quien también deba entrenar?”
“No, por supuesto que no. Tu envolvimiento se limita exclusivamente a Izuru,” dicho esto, Yagen sonrió con tranquilidad y ligera frustración. “En un lugar como Rizembool, donde hay distintos niveles de lo que podría considerarse ‘anormal’, me sabe mal categorizar a las personas como si fueran diferentes. Esta futura Princess se sale de lo que llamaría normal, sin embargo, no llega al nivel de Izuru. Sólo deseo que la conozcas en caso tengas que actuar como un contacto en cualquier situación de emergencia. Presumo que ella vive como una persona común y corriente, y en lo posible, preferiría que se quede así.”
“…”
“Fuera de su decisión de unirse al conflicto, por supuesto…”
…
Se terminó la primera parte del día de clases y llegó la hora del almuerzo. A pesar de ser el primer descanso, la voz había corrido en Rizembool High sobre una deslumbrante y angelical chica que acababa de ingresar, lo cual causó una tremenda intriga en todos los estudiantes. Ello mismo se extendió al salón de Taikogane, y el peliazul andaba con ansias de conocerla.
“¡Vamos, tenemos que ir!” exclamó el peliazul a Sora y Hakata. “¡Nunca antes había corrido tanto un rumor de un nuevo estudiante! ¡Eso significa que esa chica debe ser súper cool!”
“Oye, puedo oír un alboroto en el pasillo, seguro que con las justas saldremos del salón,” reprochó Hakata, impaciente. “Mejor quedémonos a almorzar nomás…”
“¡Pero nos quedaremos sin enterarnos de lo que ocurre! ¡No seas aburrido, hay que vivir la vida que sólo tenemos una!”
“Haha, Sora está de acuerdo, pero si no se puede podemos buscarla después de clases, o cuando haya menos gente,” sugirió amenamente. “No hay que quedarnos sin comer que es importante.”
“¡Claro, claro, podemos comer, no tomará mucho, pero vamos que es primicia y hay que enterarnos ya! ¡Los demás nos van a ganar!” dicho esto, Taikogane miró hacia Hyuuga. “¡¿No estás de acuerdo?!”
Sin embargo, obtuvo su respuesta al notar cómo Hyuuga, Kuro y Shiro acababan de juntar sus mesas para ponerles un mantel encima y estaban a punto de almorzar.
“Ah, mis disculpas, Taikogane-san, ¿decías algo?” preguntó el peligris, con formalidad.
“¡Oye, ¿no quieres ver cuál es el chisme con la nueva chica?! ¡Hay que ir a buscarla!” le reclamó casi indignado. “¡No te pongas a comer como un anciano, se puede hacer después!”
“Taikogane, le vas a insultar…” Hakata entrecerró sus ojos.
“Descuida, Hakata, comprendo que aquel es el ímpetu juvenil que Taikogane posee en demasía. Sus palabras no fueron malintencionadas,” asintió convencido.
“Uhh, ve al grano que ando impaciente,” dijo el peliazul casi dando saltitos apresurados.
“Precisamente pensaba ir junto con Kuro y Shiro a encontrarme con ella luego de almorzar. Presumo que debe encontrarse también almorzando, por lo cual lo más prudente es darle un momento. Si deseas, podemos almorzar todos aquí y vamos juntos. ¿Qué piensas?”
“¡Oh, por mí está bien!” Sora asintió.
“Sí, preferiría eso, o más bien no tengo el interés de escuchar rumores de otros o de ir a buscarla. Ya la veré por ahí…” Hakata se encogió de hombros, aunque tanto él como Sora fueron agarrados de sus muñecas.
“¡No, vamos a verla flash y de ahí almorzamos! ¡Ni que nos vayamos a morir de hambre!” exclamó y terminó jalándoles.
Los tres se fueron corriendo, dejando a Hyuuga confundido, aunque este no tardó en verle gracia y tomar asiento.
“Entiendo que la gente de mi edad actúa de esta manera en ocasiones, me resulta refrescante.”
“No creo haber conocido a nadie tan expresivo como Taikogane-san previamente, Hyuuga,” observó Shiro, sonriendo tímidamente. “Aunque sus emociones parten de lo que dijiste. Es ese ímpetu que le impulsa en la vida.”
“Ciertamente una fuente muy provechosa de vocación si aprende a canalizarla,” asintió y abrió un termo para servir el té.
“…” por su parte, Kuro fruncía el ceño con cierto fastidio.
Luego de toparse con un maestro que fue a dispersar a los estudiantes en el pasillo, Taikogane y compañía no tuvieron de otra que evadir al personal y terminaron trepando un árbol frente al salón de la nueva estudiante para mirarla de lejos.
“¡Ohhh!” Taikogane exclamó con emoción. Veía a la despampanante rubia sentada en su sitio pegado a la ventana en lo que dialogaba con otros dos estudiantes. “¡No estaba equivocado! ¡Es preciosa, y muy linda, y tímida y amigable pero para nada torpe! ¡Es extremadamente cool!”
“Hihi~ me gustan sus colores, Sora siente que es una persona que quiere hacer muchos amigos~” canturreó Sora. “Ojalá podamos aun si no está en nuestro salón.”
“¡De todos modos! ¡Nosotros también somos muy cool, Sora! ¡Vamos a poder!” le aseguró efusivamente y volvió a mirar a la chica, para quedarse anonadado. “Ahh, pero nunca antes había visto a una chica tan hermosa. ¡Es la primera vez que me enfoco en esto! ¡Será que me estoy enamorando o no sé!”
“No soy nada experto en esas cosas, pero algo que dice que sólo dices tonterías,” Hakata le miró con desapruebo. El pequeño no había llegado a trepar ese árbol y les miraba desde abajo. “¿Ya terminaron? Vamos de regreso.”
“¡Pero si no la has visto a nuestra altura! ¡Sube!” le alentó el peliazul.
“No, no puedo. No alcanzo las ramas, sé que me haría daño si lo intento.”
“¿En serio?” Taikogane se extrañó. “Vaya, qué decepción. Y justo Gotou andaba ayer todo orgulloso de ti diciendo que no te subestime. ¿Y ni siquiera puedes trepar este árbol?”
“¡O-oye, ¿cómo te atreves a decir eso?!” Hakata se espantó y se vio afligido.
“¡Muy mal, Taikogane! ¡Sé más amable!” le reprochó Sora.
“Uhh, ya, lo siento. Sé que no pienso mucho en lo que digo…” dijo incómodo.
“¡Hakata!” Sora bajó a la rama más baja y le extendió una mano. “¡Yo te ayudo! ¡Trepar la primera rama es la difícil, pero de ahí es muy fácil! ¡Ven conmigo!”
“Ah, gracias, Sora…” se resignó y aceptó su ayuda, así pudo mirar a la chica. Como esperado, no se notó muy impresionado. “Pues, o sea, es linda, obvio que lo es. Pero no entiendo por qué había tanta gente espiándola desde el pasillo.”
“Ay, es que obvio que eres un niño todavía. Tu enfoque anda en los libros,” Taikogane se encogió de hombros.
“Por cómo actúas, creo que es la mejor elección,” dijo frustrado.
“¿Por qué no pudimos darle la bienvenida en nuestro salón?” se preguntó el peliazul, desanimado. “¿Es que acaso no somos los protagonistas de esta secundaria?”
“¿Qué te ha dado esa idea?” Hakata le miró de reojo y terminó negando. “No, mejor ignórame. Nada de lo que dices tiene sentido.”
“Sora cree que cada uno es el protagonista de su propia historia,” este asintió convencido.
“Pero si quieres ser clasista, cualquiera diría que Hyuuga es más protagonista por cómo su familia es allegada a Rizembool,” agregó el cuatro ojos.
“Ya, está bien, pero aun si le damos el protagonismo a este niño señor de las tinieblas con más razón esta chica debió llegar a nuestro salón, ¿verdad?”
“¿Y ahora por qué le llamas así?” Hakata comenzaba a perder la paciencia.
“Obviamente tiene un estilo medio goth y actúa como un noble de siglos atrás o qué se yo. Es raro. También corrieron rumores de que un raro llegó a nuestra clase y así no es como quiero que nos conozcan,” declaró Taikogane. “Con más razón tenemos que ser cool para compensarlo.”
“Hoho, los rumores no son importantes. Sora piensa que Hyuuga y Shiro y Kuro son muy buenas personas. ¡Es muy divertido tenerlos en nuestra clase! ¡No hay que preocuparnos por lo que los demás piensen!”
“Lo sé… Micchan me dice lo mismo, pero me es inevitable pensarlo, sobre todo ahora que esa chica ha llegado al colegio,” dio un suspiro y volvió a mirar hacia el salón.
“¿Entonces también te vas a unir a ES?” preguntó Kotegiri, impresionado.
“Sí,” IA asintió, sonriendo. “He querido ser idol desde pequeña y ahora que estaré en el Japón por un tiempo es la mejor oportunidad. ES tiene los recursos y la notoriedad, y felizmente ya me aceptaron antes de llegar.”
“Wow, eres un caso especial, yo también tuve que aplicar como Kotegiri,” Gumi se sorprendió.
“S-sí, es que…” la rubia se retrajo un poco, sin saber cómo explicarse, aunque no tuvo que hacerlo, ya que la otra se emocionó.
“¡Pero qué genial! ¡Eso quiere decir que los tres podremos andar de un lado a otro!” celebró efusivamente. “¿Y en qué agencia te han aceptado?”
“Pues, apliqué a Shining…”
“¡Es mi misma agencia! ¡Qué coincidencia!” exclamó sin poder creerlo.
“Haha, me alegro…” IA se veía un poco retraída por los rebosantes ánimos de la otra, pero también se notaba a gusto.
“Cuando quieras te puedo dar un tour por las instalaciones,” le dio un guiño.
“Sí, muchas gracias, Gumi.”
“No hay de qué~ y luego las dos acompañaremos a Kotegiri cuando pase su audición.”
“Ehm, Gumi, aprecio que lo des por sentado, p-pero todavía no lo paso…” dijo el chico, un poco torturado. “Andas poniendo presión en mí. Todavía no me siento listo.”
“Eh, perdón, Kotegiri,” sonrió incómoda. “Pero sé cuánto te has esmerado. No hay forma que no reconozcan tu habilidad. Por eso confío en que te irá bien mañana.”
“Pues gracias, pero sigues presionándome un poco…” dio un suspiro.
“Kotegiri, ¿también has aplicado a Shining?” preguntó IA.
“Oh, eh, en verdad apliqué a Starmaker,” el pelinegro se sorprendió un poco de verse preguntado por la chica y recobró su postura. “Siendo sincero, lo escogí porque tienen el mayor porcentaje de ingreso y no son tan selectivos. Hubiera querido ir por Shining, pero me resultó intimidante.”
“¿Intimidante?” IA ladeó su cabeza.
“Haha, es que Shining tiene a varios actores y cantantes mucho mayores que nosotros, más bien es la agencia con la edad promedio más alta, y no suelen aceptar a postulantes jóvenes sin haber tenido una previa carrera profesional,” explicó Gumi, quien se puso a pensar. “También tienen menos enfoque en la fiebre de idols aunque sé que están comenzando a cambiar de parecer.”
“Hm, ya veo…”
“Pero sí sabrán apoyarte en ser idol, IA. Te aseguro que tengo buenas sesiones de práctica y hay distintos proyectos y trabajos abiertos para nosotras,” Gumi asintió convencida. “¡Ah! Y muchos trabajos cubren todo ES, así que podríamos quedar en algunos con Kotegiri. ¡¿Se imaginan pasar juntos un sábado en la mañana en un mall haciendo trabajos de idols?! ¡Sería un sueño!”
“¡Ohh!” los ojos de Kotegiri se iluminaron. “¡He oído de esos! ¡Puede que vayamos como parte del equipo para armar un stage, o repartir volantes, o animar fiestas infantiles, o hasta tener el privilegio de ser teloneros!” entonces, el pobre chico se puso un alto y pasó a agarrarse la cabeza con ambas manos. “¡Ahh, no, no puedo!”
“K-Kotegiri, ¿estás bien?” preguntó IA, preocupada.
“E-es que sé que me estoy maldiciendo desde ya. Todavía no me aceptan y ya me hago ilusiones de algo que bien no puede suceder,” dijo mirando con horror hacia el piso. “Ahh, espero que no sean sólo ilusiones…”
“Vamos, ya te estresas mucho, no tiene sentido que lo hagas,” dijo Gumi, sonriendo comprensivamente. “Hehe, pero me recuerda a cuando yo apliqué. Tampoco andaba segura de mi audición, aunque no dejes que eso nuble tu mente. ¡Tú puedes!”
“Lo sé, Gumi, eso intento…”
“…” IA los miraba atentamente y se puso a pensar. “Kotegiri…”
“Sí, IA…” le miró y vio a la chica ensimismada.
“No sé consejos para darte, pero…” asintió y terminó por alzar un puño ligeramente en un intento de barra. “Esfuérzate~”
Fue un gesto ligero, reservado, algo torpe y quizás carente de energías, pero la decisión de la chica al hacerlo junto con su expresión inconscientemente infantil resultó adorable en quienes la observaban.
“Eh…” el chico se sonrojó un poco y terminó por reírse. “Haha, muchas gracias, IA. Justo necesitaba oírlo.”
“¡Aww, eres tan bella~!” Gumi no se ahorró las ganas de darle un abrazo de costado. “¡Eso te salió tan natural! ¡Pude sentir las intenciones y amenidad de tu barra!”
“S-sí…” IA se dejó abrazar, confundida. “No fue nada.”
“Más bien, eso demuestra que tienes un aura natural de animadora,” dijo el chico, alegremente. “Es justo como un idol debe ser, así que estás encaminada.”
“…” la rubia se impresionó y terminó sonriendo agradecida con una sonrisa angelical. “Muchas gracias, Kotegiri. Lo mismo digo.”
“De nada, gracias a ti,” no dejaba de sorprenderse por el carisma natural de esa chica. Sin embargo, Kotegiri pasó a sentir miradas encima de él y se asustó al ver chicos curiosos que parecían casi desearle la muerte por acaparar la atención de la nueva. “Ehh…”
“Tú también, Gumi. Sé que harás sonreír a muchas personas,” dijo IA, modestamente y segura de sus palabras.
“¡Pero qué preciosa!” la peliverde llevó ambas manos a su pecho, conmovida. “Espero que así sea, daré lo mejor de mí.”
“Sí, todos juntos,” IA volvió a asentir, ahora con más energías y alegría. En eso, ella vio a unas personas ingresar al salón luego de abrirse paso entre la muchedumbre.
“¡Hyuuga llegó!” reportó Sora, desde el árbol.
“¿Tanto rato ha pasado?” preguntó Hakata, sorprendido. Frunció el ceño. “Sabía que mejor me quedaba a almorzar con ellos.”
“¿En verdad se animó a ir? ¿Y cómo se abrió paso?” Taikogane se extrañó.
“O sea, dijo que iba a ir a verla luego de almorzar,” observó el más pequeño, encogiéndose de hombros. “Pero no se ve del tipo curioso que lo haría, qué raro.”
“Será que se siente especial ya que va a estar en musou…” regañó el peliazul.
“Pero estar en musou debe ser muy divertido,” Sora se quedó perplejo.
“¡Y sí que lo es! ¡Es super cool! ¡Lo que no daría por apuntarme también! ¡Yo quiero!”
“Eh, ¿y ahora de qué están hablando?” Hakata dio un suspiro. Tal vez le venía mejor pasar el tiempo con el otro grupo en su salón.
Al llegar frente a la nueva estudiante, Hyuuga se detuvo a una respetable distancia y procedió a hacer una reverencia. Kuro y Shiro le imitaron por inercia.
“…” luego de su saludo, el peligris ensanchó su sonrisa sin perder su formalidad. “Bienvenida al Japón, IA,” le vio ponerse de pie. “Es un gusto tenerte por aquí…”
Sin embargo, no pudo continuar porque la rubia fue donde él y le dio un fuerte abrazo. Todos los presentes se quedaron en shock. Hasta Kuro y Shiro se sorprendieron e intercambiaron miradas.
“¡¿Qué?!” exclamó Taikogane en la copa del árbol.
“Hoho…” Sora observaba curioso y con mucha atención.
“Ah, se conocen, por eso Hyuuga quería ir a verla,” dijo Hakata, nuevamente no impresionado.
“I-IA…” Hyuuga terminó apartándose y retrocediendo un par de pasos.
“Soy muy feliz de verte, Hyuuga, ha sido mucho tiempo,” dijo la rubia, sonriendo ampliamente. “Hehe, perdón, te sorprendí. Has crecido desde la última vez que nos vimos. Aun así…” volvió a acercársele para mirarle de cerca. “…tus ojos siguen siendo muy lindos.”
“IA, por favor,” el chico sonrió avergonzado. Retornó a su impecable presentación. “No esperaría que se refirieran a mí de aquella manera. A mi parecer, eres quien tiene los ojos cautivadores.”
“No hay nada de malo que los hombres también sean lindos,” dijo alegremente. IA se giró a sus compañeros de clases. “Gumi, Kotegiri, les presento a Hyuuga. Es un viejo amigo.”
“¡Hola Hyuuga, es un gusto!” la peliverde levantó una palma. “¡Llámame Gumi!”
“Soy Kotegiri Gou, mucho gusto,” dijo el susodicho, amablemente.
“Igualmente, un placer. Les agradezco por hacer compañía a IA,” Hyuuga sonrió agradecido y miró a sus acompañantes. “Ellos son unos estimados miembros de mi familia. Les presento a Kuro y a Shiro.”
“¡Aw, son los pequeños que llegaron el otro día~!” Gumi se vio conmovida.
“Finalmente los conozco,” IA asintió alegremente. “Gracias a ustedes por acompañar a Hyuuga.”
“S-sí… un gusto también,” Shiro asintió tímidamente.
“…” Kuro se mantuvo observador e inmutado como de costumbre.
“Lo mismo digo…” comenzó Kotegiri, aunque todos se confundieron al oír pasos apresurados acercarse por el pasillo. Finalmente, Taikogane se abrió camino y se quedó frente al grupo tomando aire. Poco después, Sora y Hakata le dieron el alcance.
“Taikogane-san…” Hyuuga se confundió y lo vio reponerse y de inmediato dirigirse a IA.
“¡Ahh, pero tú debes ser la nueva estudiante del colegio!” dijo en voz alta y sonriendo seguro de sí mismo. “¡Si necesitas ayuda puedes contar conmigo! ¡Mi nombre es Taikogane Sadamune!”
“…” IA le miró perpleja e impresionada por sus energías. Ladeó la cabeza.
“Ya, nos vamos, sólo la vas a espantar,” dijo Hakata, claramente sufriendo de vergüenza ajena.
“¡Espera, si acabamos de llegar!” Taikogane se alertó. Este miró de un lado a otro y finalmente observó a Hyuuga. “O-oye, Hyuuga, ayúdanos.”
“¿Ayudarles?” preguntó este, perdidamente. “¿Qué está sucediendo?”
“Está bien~ es que Sada-chan intentaba encontrar el momento para conocerla, nada más~” explicó Sora, amenamente.
“¡Sí, y como tú la conoces no hubo mejor momento!” el peliazul asintió contento, y volvió a dirigirse a la chica. “¡Eh, perdón, supongo debí mencionarlo, pero soy un buen amigo de Hyuuga! ¡Por eso vine tan apurado!”
“Taikogane-san…” Hyuuga se puso a pensar con una mano en su mentón. “No sé cómo mencionarlo con delicadeza, aunque nosotros no somos amigos…”
“¡¿Qué?!” se espantó y miró al otro par de recién llegados.
“Hyuuga tiene razón, si apenas llegó al colegio el otro día,” dijo Hakata, tranquilamente.
“¡Pero sí somos amigos, ¿verdad Sora?!”
“Huhu, no lo somos aún,” incluso el ameno de Sora terminó dándole la contra, y pasó a sonreír. “Pero sí espero que algún día lo seamos,” asintió y se acercó a Shiro. “¿No es verdad?”
“S-sí, me gustaría…” este asintió, sonriendo tímidamente.
“Ahh, tenían que escoger este momento para no ser delicados, me están haciendo ver mal…” Taikogane se deprimió y dejó caer su cabeza hacia delante, derrotado.
“…” IA le miró con curiosidad y se vio entretenida. Sonrió un poco. “Está bien. Hyuuga no es de hacer amigos o ser muy abierto, pero noto que ya se conocen. Mi nombre es IA Nevermind. Hyuuga es como un hermanito para mí, mucho gusto.”
“¡Ahh, un gustazo! ¡Gracias por apiadarte de mí!” el peliazul se rejuveneció por su amabilidad. “¡Por cierto, tienes un nombre muy lindo y único! ¡Va con tu forma muy cool de ser!”
“¿Cool?” preguntó perpleja. Ella miró atrás de él y se enfocó en los otros dos recién llegados.
“¡Sí, es que ser cool es muy importante y-!”
“Taikogane-san, todavía no le presentamos a nuestros compañeros de clase,” le recordó Hyuuga, amablemente. “El descanso está por terminarse. Démosles una oportunidad de hablar.”
“Ah, sí, perdón,” sonrió incómodo.
Así se dieron unas presentaciones rápidas ya que los tres intrépidos debían regresar a su salón para almorzar con el poco tiempo que quedaba. Finalmente, IA y sus compañeros de clases se alistaron para la próxima hora.
“Hehe, creo que tienes a muchos admiradores,” Gumi sonrió pícaramente.
“¿Tú crees?” IA se confundió y distraídamente miró a sus alrededores, sin llegar a pescar a ninguno de los varios chicos que la tenían en la mira.
“No tiene por qué ser malo, indica que eres una persona con un gran carisma,” afirmó Kotegiri, asintiendo. “Y bueno, tu viejo amigo me dio una buena impresión. Se nota que vino para velar por ti.”
“Sí, espero que lo puedan conocer mejor.”
“Seguro que sí~ también quiero hablar con los pequeños que lo acompañaban~” Gumi se emocionó y agitó sus brazos. “Son tan adorables que podría comérmelos de un bocado~”
“Eh, eso suena a algo que una persona mayor diría, Gumi,” dijo Kotegiri, extrañado.
“…” IA rió para sus adentros. “Pero sí son lindos. Espero que todos podamos ser amigos.”
El día de clases continuó ni bien sonó la campana.
La hora del almuerzo pasó más discretamente en Hanasaki High. Mayu se quedó almorzando en su salón, acompañada de Tsubasa, Saki y Gokotai, quienes hablaron un poco con ella para conocerle mejor.
“Novoselic…” el peliblanco parpadeó confundido.
“Admito que no he escuchado ese nombre antes, pero sí sé que hay muchos países pequeños por Europa,” dijo Saki, indistinta.
“…” Mayu asintió, inmutada. “Sé que no es muy conocido. Se ubica muy cerca de los países escandinavos, en el mar báltico.”
“Ah, debe ser muy frío por esa zona,” Tsubasa sonrió con torpeza. “Yo tampoco había oído de ese país, pero me aseguraré de revisarlo.”
“Está bien,” la chica nueva sonrió cordialmente. “No es importante que lo hagas. Solemos pasar desapercibidos.”
“Me sorprende que haya algo que no sepas, Tsubasa,” observó Saki, con leve juicio.
“Yo sólo sé lo que sé, Hanajima-san,” dijo simpáticamente. “Por cierto, Nevermind-san, tu japonés es perfecto. ¿Has venido al Japón anteriormente?”
“Oh, ahora que lo mencionas…” la rubia se retrajo un poco y terminó asintiendo con una corta sonrisa. “Sí, hace unos años estudié aquí. Lamentablemente tuve que regresar, pero ahora he vuelto junto con mis hermanas,” su sonrisa creció un poco. “Espero poder quedarme mucho más tiempo esta vez.”
“Hehe, yo también quiero mucho a mi país, lo comprendo,” Gokotai sonrió.
“Entiendo que muchos de afuera tienen un gusto por Japón al ser un país muy distinto, pero tampoco somos perfectos,” Saki se puso a meditar. “Algunos aspectos de nuestra cultura son anticuados, las leyes y las costumbres no favorecen a los extranjeros, también hay problemas sociales que suelen ocultarse debajo del tapete.”
“…” Mayu le miraba atentamente.
“No por eso tienes que darle un sermón, Hanajima-san,” le corrigió Tsubasa, alzando su índice. “Nevermind-san sólo anda expresando su parecer.”
“No ha sido mi intención, sólo tengo la tendencia de ver las cosas como son,” Saki negó.
“No me molesta…” Mayu negó. “Y, Tsubasa-san, preferiría que me llames Mayu-san…” frunció el ceño y se ruborizó. “Mi hermana mayor es quien se conocería como Nevermind-san y no quisiera ocupar algo que le corresponde a ella.”
“Sí, lo entiendo, Mayu-san, no te preocupes,” asintió comprensivamente.
“Puedo ver que quieres mucho a tu hermana,” observó el chico, alegremente. “Yo también tengo a mis hermanos que lo son todo para mí. El primogénito de nuestra familia es una persona increíble y le tengo un gran respeto.”
“Ya veo…” Mayu le miró con ojos curiosos.
“Por eso me alegro mucho que estés aquí con tus hermanas. En verdad, no podría imaginarme cómo sería ir a otro país sin mis hermanos. Eres valiente, Mayu-san.”
“Yo…” lo pensó un poco y volvió a asentir con certeza. “Creo que no importa mucho a dónde vaya, siempre y cuando pueda tener a mis hermanas cerca de mí. El destino sería lo de menos.”
“¡Sí, pienso lo mismo!”
“…” Mayu le sonrió un poco, con una expresión tranquila y curiosamente aliviada. “Me alegro que lo entiendas, Gokotai-san.”
“Eh…” este se sonrojó y sacudió sus palmas. “¡N-no, no me llames así, por favor! ¡Soy menor e incluso menor que tú! ¡G-Gokotai está bien!”
“…” ella se sorprendió por su reacción, pero terminó llevando una mano a su rostro para disimular una risita. “Está bien, te llamaré así si tú me llamas Mayu, ¿de acuerdo?”
“S…sí, de acuerdo…” el pequeño asintió algo inquieto. Sonrió apenado. “Es raro dirigirme a alguien mayor sin sufijos, pero lo intentaré.”
“Me es más natural también, descuida.”
En ese momento, Monoyoshi regresó al salón, seguido de Leo, ya que el descanso estaba por terminar. El pelirrosa vio al grupo y de inmediato se dirigió a ellos.
“Hola a todos, espero que hayan tenido un buen almuerzo,” saludó amenamente.
“Sí, senpai, muchas gracias,” dijo Gokotai, alegremente. “Ojalá que tú también.”
“Hubiera pensado que te nos unirías para variar por la nueva estudiante,” observó Saki.
“Eh, lo lamento, es que ayer tuve un contratiempo y no pude prepararme un bento como de costumbre,” sonrió incómodo. “Tuve que apurarme a comprar un almuerzo antes de que se agotaran…”
“No tienes que explicarte, Sadamune-kun. Hanajime-san sólo te tomaba el pelo,” dijo Tsubasa, sonriendo apenada.
“Me harías un favor si no explicaras mis intenciones, Tsubasa,” dijo la pelinegra, mayormente inmutada aunque con un muy ligero orgullo en su expresión.
“Bueno…” el pelirrosa se confundió y entonces reparó en que la nueva chica le miraba atentamente. “Ah, mis disculpas,” dio una reverencia. “Mi nombre es Monoyoshi Sadamune,” dijo con formalidad y buenos ánimos. “Estoy seguro que Hanekawa-san ya te está ayudando en todo lo que necesites, pero también cuentas con mi ayuda, Nevermind-san.”
“…” Mayu asintió. “Sí, gracias, Sadamune-kun. Más bien, llámame Mayu-san, por favor. Tengo una hermana mayor…”
“Sí, lo entiendo,” asintió contento y pasó a mirar a Leo, quien ya estaba alistando su sitio para tomar asiento. “Leo-san, ven un momento por favor.”
“¿Perdón?” este se amargó y le miró impaciente. “¿Qué quieres, Monoyoshi?”
“Nada especial, sólo sería bueno que te presentes a Mayu-san,” observó el pelirrosa. “Tú también provienes de Europa, puede que seas capaz de extender apoyo y simpatía.”
“Dudo que sea así,” pese a su respuesta, el chico se resignó y caminó hacia ellos. Terminó presentándose con desgano. “Leo Benoit. Al igual que tú, prefiero que me llamen por mi nombre.”
“…” la chica asintió.
“Vaya, tremenda presentación para el chico con admiradoras,” Saki sonrió con ironía.
“¿Qué? ¿Acaso crees que yo ando pescando la atención?” le cuestionó el rubio, impaciente. “Más bien sería indecente actuar como un común don juan, sobre todo porque Mayu es muy niña para alguien como yo.”
“Leo-san, intenta ser un poco más amable, por favor,” dijo Monoyoshi, alarmado.
“No he dicho nada indecente, no exageres.”
“Está bien, él tiene razón,” Mayu volvió a asentir, inmutada. “Es muy viejo para mí.”
“¿Q-qué?” Leo se sorprendió y frunció el ceño.
“Fufufu, eso no me lo esperaba,” Saki rió por lo bajo. “Me alegra saber que no sólo eres una chica buena, te felicito.”
“Espero que ni tú puedas negar que te esperaba una respuesta semejante,” observó Tsubasa, sonriendo simpáticamente. “Mayu-san sólo te retornaba el mismo nivel de cordialidad.”
“Él sí es muy viejo para mí, digo la verdad,” comentó la rubia, inmutada y con ojos curiosos. “Y no es de mi tipo.”
“Tsk, ya, entiendo, lo lamento,” dijo ofuscado.
“…” Mayu negó. “No te disculpes.”
“Quizás es bueno que sea honesto, es mejor conocer a la gente como son,” observó Saki.
“¿Qué quieres decir con eso?” cuestionó Leo.
“Por favor, no se pongan a discutir, debemos darle la bienvenida a Mayu-san de la mejor manera,” pidió Monoyoshi.
“Es verdad, compórtense, por favor,” Tsubasa dio un suspiro. “Ya, el descanso terminó, hay que alistarnos para la próxima hora.”
“Sí, enseguida, Hanekawa-san,” Gokotai sonrió y fue obedientemente a su sitio.
Así, los demás no tardaron en seguir las indicaciones de la presidenta de la clase.
Pasaron unas horas y llegó la tarde. Las clases en los colegios debían estar terminando. Mientras tanto, si bien la universidad de Rizembool mantenía su actividad usual a todas horas, algunos estudiantes ya terminaron con sus deberes del día.
Después de salir de una clase en común, Ichigo decidió acompañar a la nueva estudiante de su currículo a la salida. Esta chica, una rubia muy atractiva y vistosa con cabellos sumamente largos y ojos celestes grisáceos, le acompañaba sonriente y agradecida sin perder su recatado carisma.
“¿Seguro que no llegarás tarde a tu tutoría, Ichigo-san?” preguntó nuevamente, curiosa.
“No se preocupe,” este asintió suavemente y le sonrió con cordialidad. “Cuando con el suficiente tiempo. Nuestra clase terminó temprano. También quiero asegurarme que no vaya a tener problemas encontrando la salida. Rizembool puede resultar un laberinto a simple vista.”
“Realmente eres muy amable conmigo, me sabe mal,” admitió la chica, sonriendo con torpeza. “Espero poder regresarte el favor.”
“No lo menciones, somos compañeros,” asintió. “Y sólo puedo imaginar la cantidad de responsabilidades que caen sobre tus hombros, Sonia Nevermind. No hay muchas princesas herederas en el mundo.”
“Realmente no es para tanto. Tengo la fortuna de que mis padres siguen ocupados y saludables en lo que termino mi preparación. Mis responsabilidades diplomáticas continúan siendo pocas,” ella se vio determinada y procedió a alzar un brazo y hacer fuerza en este, semejante a prepararse para una ardua labor. “En el presente, mi responsabilidad más grande y grata son mis hermanitas. Como la hermana mayor, me aseguraré de cuidarlas y cubrirles todas sus necesidades.”
“Eres una hermana muy dedicada, puedo ver el cariño que les tienes. Estoy seguro que ellas no podrían estar en mejores manos,” le aseguró el peliceleste.
“Aprecio mucho tus palabras, pero considero que todavía tengo mucho que aprender. No siempre puedo leerlas tan bien,” comentó apenada. “Más bien diría que tú sí tienes todo el aura de un buen hermano mayor.”
“Debo admitir que poseo una torpeza mayor a la que has mencionado. Con el tiempo, mis hermanos crecen y soy menos capaz de entenderlos a la perfección,” dijo con leve frustración, aunque ello no borraría su sonrisa. Tal y como Sonia, Ichigo se encontraba más que contento en su posición de hermano mayor. “Sin embargo, mi rol de líder en la familia y la habilidad de cuidar de ellos es mi mayor tesoro que sobrepasa todas mis otras responsabilidades. Puede que no sea un ser perfecto, en verdad me considero muy distante a cualquier ideal, pero haré lo humanamente posible por el bienestar de mis hermanos.”
“Es justamente como me siento yo, oírlo de otra persona me inspira mucho más,” los ojos de Sonia brillaron y llevó ambas palmas al filo de su mentón, maravillada. “Cada vez que pienso en mis pequeñas, todos los problemas se me olvidan y me concentro en lo adorables que son y cuánto las quiero~”
“Haha comprendo cómo te sientes.”
“De ser posible, quisiera conocer a tus hermanos. Estoy convencida que serán tan lindos y amables como tú. También quiero que veas lo hermosas que son mis hermanitas,” dijo rápidamente, con muchos ánimos. Sonia juntó sus manos en rezo por la ilusión. “Habrá que quedar en una oportunidad.”
“Me gustaría a mí también, aunque sería un poco complicado reunir a todos mis hermanos,” admitió amablemente. “También tengo a algunos de mis hermanos menores en esta misma universidad. Estoy convencido que habrá muchas oportunidades.”
“Realmente lo espero. Oh…” Sonia reconoció a una persona que le esperaba más adelante y agilizó su paso. ¡Ah, Camus! Muchas gracias por esperarme. Espero no haber demorado.”
“En lo absoluto, señorita,” afirmó esa persona con gentileza y amabilidad, en lo que hacía una impecable y respetuosa venia. “Usted no sería de desperdiciar el tiempo en nimiedades, y de necesitar demorarse, lo comprendo a plenitud.”
Aquel hombre era un rubio muy alto de ojos celestes, una expresión firme y ropas formales con toda la pinta de ser un noble. Su semblante y porte resultarían intimidantes e inaccesibles para cualquiera, quizás esa misma persona prefería no inmiscuirse con la gente común, pero sí se veía muy grato y dichoso de reencontrarse con la princesa.
“Temo que tus expectativas de mi persona sean desmedidas, Camus. Sí soy de dejarme llevar en ocasiones,” admitió Sonia, sonriendo apenada. “Te presento a Ichigo Hitofuri. Comparto algunas clases con él y ha tenido la amabilidad de dirigirme hasta aquí.”
“Es un placer, joven Hitofuri,” siguió Camus con una ligera reverencia. “Le agradezco por cuidar de mi señorita. Yo soy Camus, sirviente de la familia real de Novoselic.”
“El gusto es mío, Camus. En lo posible, quisiera ayudar a mi estimada nueva compañera. Pueden contar conmigo.”
“No tienen que ser tan formales, ustedes dos,” dijo Sonia, amenamente aunque un tanto incómoda. “Bueno, me toca partir, voy a encontrarme con mis hermanitas.”
“Que tengan un buen día, con permiso,” así, Ichigo se despidió con suma formalidad y regresó a la universidad para continuar con su rutina.
“Pues bien…” ni bien Ichigo ando lejos, la cortés sonrisa de Camus se borró y sus ojos fríos le miraron con cierto juicio. Incluso su melodiosa voz se cambió por una seca y cortante. “Temía que te encontraras con algún indebido en tu rutina, aunque aquel Hitofuri parece comportarse con la decencia que le corresponde,” se puso a pensar. “Deberé seguir manteniendo una vigilia sobre él.”
“Camus, Ichigo-san ha demostrado ser una excelente persona, por favor no saltes a ninguna asunción con él,” Sonia se vio cansada. Era de esperarse que su leal mayordomo pensara lo peor de la gente exterior a su círculo. “No quiero tener inconvenientes por favor.”
“Oh, por el contrario, mi presencia es primordialmente para garantizar el bienestar de usted y sus queridas hermanas, mi princesa,” así, Camus regresó a su voz dulce y sonrió con amabilidad y humildad. “Sólo llevó a cabo mi rol de asegurarme que usted no vaya a correr ningún riesgo, por más improbable que pueda ser.”
“A veces siento que te desvives demasiado por nosotras, aunque agradezco tu ayuda. No podría cuidar de mis hermanas yo sola,” Sonia sonrió frustrada y decidió dejar el asunto de lado. “Vamos en marcha, Camus. Quiero ver a mis pequeñas y que me cuenten todo lo que han hecho hoy en sus clases.”
“Enseguida, la limosina nos espera,” él procedió a dirigir a su superior. “Sin embargo, no podemos arrancar aún. Todavía nos queda esperar a una persona más.”
“Ya veo,” Sonia se impresionó un poco. “Espero que todo haya ido bien.”
“Así parece, dice que sólo terminaba con formalidades. Ella también se siente muy mortificada por demorarle a usted, princesa, pero le asegura que ha sido necesario para velar por ustedes.”
“Me pregunto si lo será…” la rubia se vio cabizbaja. “Quisiera saber más de Rizembool para comprender la extensión de su decisión de hacerse Princess y qué debería hacer yo como la líder de nuestro círculo en Japón. Sólo espero que no se precipite.”
“Mi colega ha demostrado ser eficiente y calculadora permanentemente. Confío en que ha medido todas sus acciones,” Camus llegó a la limosina y abrió la puerta. Volvió a sonreír. “Usted no se preocupe. En unos minutos estaremos escuchando su punto de vista.”
“Así es, Camus, gracias por regresarme al presente. No debo precipitarme a pensar en incertidumbres. Sí confío plenamente en ella,” Sonia asintió e ingresó al vehículo.
De todos modos, la princesa no podía estar del todo tranquila, al haber mucho que todavía desconocía de su nuevo entorno. Sólo le quedaba mantenerse firme.
...