102.1.
Llevaba tiempo avanzando hasta llegar a una calma desconcertante. Podía oír goteras que retumbaban con discreción y a su vez llenaban el ambiente. La luz estaba limitada al foco de su casco el cual le permitía el avance. Sin embargo, a su vez, temía que dicha ayuda le hiciera ignorar cualquier otra fuente de luz, por más mínima que fuera.
La luz equivalía la vida y, en este caso, la actividad sospechosa de sus enemigos. La peliblanca alta, esbelta y de envidiable figura permanecía determinada e inmutable en lo que continuaba con su camino.
“…” eventualmente, resopló con impaciencia. “Estos sótanos se extienden demasiado. Me cuesta pensar que fueron un verídico centro de acopio.”
“Lo fueron aunque no contradigo tu parecer, querida,” por su auricular, una voz sosegada y amena entretuvo sus palabras. Se podía oír una sonrisa indiferente de su tono de voz.
“Tal parece que es una de las muchas construcciones ahora anticuadas que se originaron antes de la burbuja económica del Japón. No son más que cementerios de los anhelos pasados en el presente, una pena.”“Sin embargo, suena a que te entretiene.”
“Oh ho, sabes que comentar sobre la naturaleza humana es uno de mis pasatiempos favoritos,” rió un poco.
“A su vez, por su locación, infraestructura y profundidad, sería toda una inversión tornarlo en algo más, por algo ha sido mayormente olvidado, apenas cerrado con un cerco que cualquier colegial puede perpetrar.”“Tsk… es una tremenda negligencia. De lo contrario, no estaríamos aquí investigando,” llegó al final del pasillo y estudió ambas direcciones hasta que ubicó las próximas escaleras, y avanzó hacia ellas. “Nada todavía, pero sí vi unos rastros de que ha habido ingreso reciente de otras personas. Es posible que me lleve con una sorpresa en cualquier momento.”
“Oh, estoy segura~ sin embargo, por más fe que tenga en ti, no te excedas ni te sobreestimes,” dejó sus ánimos de lado un momento para hablarle en un tono más serio.
“Entre las ya escasas HiMEs, no tenemos a otra experimentada como tú para nuestro departamento, y a Hanasaki le conviene que te mantengas a salvo, Suzuka. Nunca lo olvides.”“Lo sé, pero sé lo que hago. Tampoco puedo dejar que Rizembool se salga con las suyas,” llegó a las escaleras, pero mientras bajaba, se detuvo al notar lo que parecía una muy tenue luz fría, y decidió apagar el foco de su casco.
“Oye, ¿qué haces?” le cuestionó la voz, impresionada.
“Shh…” Suzuka agudizó su visión y lentamente vio mayor, aunque todavía mínima, claridad. “Hay una luz en el piso inferior.”
“Será mínima porque no la veo, pero la cámara del robot que te di tiene mejor resolución. Usa ello antes de bajar tú.”“No confío en tus invenciones, dudo que esa cosa sea más discreta que yo,” dicho esto, Suzuka saltó y se escondió detrás de un tubo salido del aire condicionado en lo que se aclimataba a la luz. Esta salía de las comisuras de las puertas de algún otro almacén, el cual estaba cerrado. Obvio algún comentario sobre su característico e inflexible ímpetu y observó lo que pudo más allá de la puerta de interés. Ese sería un buen punto para retirarse y pedir por refuerzos o más herramientas de investigación, pero necesitaba al menos sacar algo de su llegada. Su ubicación y recorrido ya estaban registrados por la otra persona, y al no ver más de interés fuera de dicha ominosa puerta, se concentró en la misma. Se echó frente a esta, sin llegar a ver cuál era el origen de la luz blanca por la rendija, y sacó un micrófono y cámara diminutas para pasarlas por debajo de la puerta. “Estaré activando los dispositivos. Dime lo que ves y veré cómo actuar.”
“Eres rápida, los refuerzos todavía no llegan…” lamentó frustrada aunque igualmente entretenida.
“Los esperaré si eso es lo que concluyes…” rodó los ojos. Casi parecía su madre. Entonces, se alarmó al oír un simple respiro rápido de sorpresa de la otra.
“¡Suzuka, aléjate de inmediato!”“¿Qué?”
Ese monosílabo apenas terminó cuando un orphan grande destrozó la puerta de una embestida. Suzuka apenas pudo impulsarse a un costado y evadió ser aplastada por las masivas puertas casi de milagro. Se puso de rodillas en lo que la bestia soltó un alarido tan estruendoso que estremeció a la HiME e incluso causó una molestosa estática en su audífono. Suzuka no tuvo de otra que arrancárselo para no quedarse sorda.
Miró de reojo al espacio ahora ampliamente abierto y su sangre se heló. Había decenas de orphans, todos despertándose como si su intrusión acabara de activar algún sistema para reavivarlos. La fría y tranquila luz blanca se cambió a una sirena roja que probó exasperar a esos seres tanto como a ella misma.
“¡Orphans desatendidos! ¡¿Qué demo-?!” su shock le costó caro ya que su primer enemigo llegó a embestirle. Su primer reflejo había sido blandear su arma, aunque recordó con frustración que no la tenía, ni podía invocarla a tanta distancia. No puedo evadir del todo y terminó chocándose contra la pared. Suzuka se recobró lista para atacar, aunque se sorprendió, y consternó de ver cómo dicho orphan corrió hacia las escaleras para escapar. “¡No lo harás!”
Ella lanzó una pequeña bolita de concreto sólido de su bolsillo, la cual ni bien pasó por delante del orphan, selló el pasillo por completo. Este se estrelló contra la nueva maciza pared y tardó en recuperarse, lo suficiente para que la HiME tuviera una ventaja definitiva.
“¡Ahhh!” ella lanzó unos tres dardos insignificantes en tamaño, los cuales en el aire crecieron en masa enormemente y empalaron al orphan, el cual cayó muerto de inmediato. Fue una victoria limpia… tanto que se había olvidado momentáneamente de los otros muchos orphans.
Los observó y se llevó con la amargura de notar que estos, al igual que el recién derrotado, tenían como prioridad escapar, y algunos ya lo hacían por los ductos de aire acondicionado del suelo y techo, y hasta otra puerta igual de grande al fondo de su visión.
No podía ni esperar a los refuerzos, quienes eran principalmente más personas normales enfocadas en información que otra cosa, mucho menos dejar que esas alimañas escaparan. Jaló las ahora lanzas del orphan muerto y con fuerza las lanzó hacia los ductos del techo. En el trayecto crecieron más y destrozaron dicho techo, lo cual provocó la caída de algunos orphans que ya habían escapado, además de aplastar a otros en el caótico ambiente. Parte de las luces rojas se apagaron y Suzuka prendió nuevamente su luz del casco. Era demasiado pronto para cantar victoria.
Haría lo posible para pelear contra todos los orphans, pero desde ya contaba con la alerta de su superior, quien seguramente reclutaría a otras HiMEs para aquella emergencia.
…
Hace unas horas…
Fudou cruzó las puertas grandes de Hanasaki U, esta vez acompañado por Atsushi y ya no en aquel aplastante momento del examen de admisión. Parpadeó un par de veces para demostrar que no soñaba, ya de manera compulsiva y sin realmente tener un motivo. Obviamente se encontraba en la línea temporal donde contra todo pronóstico lo acababan de aceptar ahí.
“Bueno, hemos llegado,” declaró Atsushi, satisfecho y llevando sus manos a sus caderas. “Esta es tu nueva alma mater,” le vio desinteresado y dando un bostezo. “Heh, ya no tienes el nerviosismo del otro día,” se alegró y levantó un pulgar. “¡Muy bien, quiere decir que ya te sientes en casa!”
“Tch, cállate, sólo porque bostezo no quiere decir que estoy tranquilo,” le recriminó, mirándole con cara de pocos amigos. Desvió su mirada. “Uhh… no dormí bien. Tú andarás feliz en tu vida esplendorosa, pero yo no doy cosas por sentado… tal vez me expulsen o qué se yo…”
“¿Eh? No es que lo haga,” alzó una ceja y negó frustrado. “Yo que pensaba que habías dejado de hacerte el difícil.”
“Se ve que no me conoces…” bajó su mirada, aunque se sobresaltó porque el otro le dio una fuerte palmada en la espalda. “¡Ah!”
“¡Pero ya, tienes que salir de tu hueco mental y espabilarte!” le alentó.
“¡Casi me dejas sin aire!” le reclamó. Bien pudo ver que el otro se mantuvo entretenido.
“No es para que tengas sueño si hoy comienzas clases tarde.”
“Igual estamos aquí antes de mis clases, ¿por qué?” sintió un tic en la ceja.
“Pues obvio, es para darte un tour por tus futuras clases,” declaró contento. “Yo también sigo siendo nuevo, pero le pedí a un amigo que me ayude. Oh…” miró hacia el frente y sacudió una palma. “¡Y hablando del diablo! ¡Ibara, por aquí!”
“…” Fudou se extrañó y miró fijamente a ese pelimagenta que no tardó en darles el alcance. Sintió una alergia preventiva al tratarse a simple vista de un ser humano hiperfuncional. Vaya, en caso no tuviera suficientes motivos para sentirse fuera de lugar…
“¡Buenos días, Atsushi, andas con excelentes ánimos, como puedo ver!” exclamó Ibara, quien le dedicó un saludo militar con una de sus amplias sonrisas. “¿Y qué es eso de diablo?”
“¡Haha, es una broma, no te lo tomes en serio!”
“Fufu, más bien me decepcionas, mi estimado amigo,” Ibara se cruzó de brazos. “Y yo que pensaba que finalmente reconocerías la descarada víbora que soy, pero debí suponer que mantendrías tu fe en la humanidad. Esas cosas se hablan a las espaldas de otros,” entonces se dirigió al pelivioleta. “Ah, aunque mis disculpas, amigo de Atsushi, ya te vas a llevar la peor impresión de mi persona,” bajó sus ánimos rebosantes y le extendió una mano. Sonrió profesionalmente. “Me llamo Ibara Saegusa y fui compañero de Atsushi en la academia militar. ¡Es un placer ayudarte el día de hoy!”
“Eh, claro… soy Fudou Yukimitsu…” dijo en voz baja y miró la mano extendida del otro con perplejidad. “¿Es necesario que sacudamos manos? No estamos haciendo negocios o algo.”
“Vamos, Fudou, no te cuesta,” le reprochó Atsushi.
“¡Oh, no es ningún problema, lo entiendo perfectamente!” Ibara rió abiertamente y recogió su mano para llevarla detrás de su nuca en un gesto de torpeza. “¡Lo lamento mucho, estoy acostumbrado a situaciones formales y precisamente a los negocios y a veces mis gestos se adelantan a la norma social! Muy bien, Yukimitsu-kun, es un gusto. ¿Comenzamos con el tour?”
“Fudou está bien, en serio…” este se estremeció por dicha formalidad.
“¡Entendido, de igual manera puedes llamarme Ibara!” declaró con alegría. Este pasó a observar a Fudou detenidamente por un par de segundos antes de darse media vuelta.
“…” ante aquello, Fudou se confundió y le miró con recelo. Conocía bien ese gesto juicioso de que lo estuvieran analizando o ‘fichando’, como si dicho pelimagenta hubiera captado el tipo de persona que era.
“¡Comencemos que nuestra alma mater no se camina sola!” dijo a todo pulmón.
Fue así que Ibara les llevó atentamente y con dedicación por los edificios de interés. Comenzó el camino por una reseña histórica de la universidad, algo que frustró a Fudou mientras que Atsushi se rió por la ocurrencia, y luego compartió detalles importantes, como la ubicación de librerías cercanas o cafeterías que él recomendaba personalmente.
“Y este sería el último lugar por enseñarte,” Ibara se detuvo frente a un edificio grande de estudios generales. “Aunque si no me equivoco, el propio Atsushi tiene un curso aquí. Seguramente él conoce el interior mucho mejor que yo.”
“¡Ah, entonces este es el curso que vamos a tomar juntos!” concluyó el pelinegro. “Heh, qué bueno, es un electivo bastante fácil. Está orientado a medicina, aunque es más conocimientos generales y una guía a nutrición y ejercicio que otra cosa.”
“Hai, hai…” Fudou miraba en otra dirección, desinteresado. “Mientras sea fácil…”
“Perdona el atrevimiento, aunque no te percibo muy entusiasmado de encontrarte aquí,” observó Ibara, con curiosidad. “Al menos espero que mis instrucciones te hayan servido para algo.”
“Eh, pues sí…” se cohibió un poco. “Gracias, supongo, es sólo que…”
“Fudou anda estresado, todo fue muy súbito para él, pero descuida,” le aseguró Atsushi. “Él se hace el difícil, pero en verdad le importa.”
“…” el pelimorado quiso recriminarle por su elección de palabras, aunque el otro fue rápido en continuar la conversación.
“¡Ah, lo entiendo, es que sí ha sido de un día para otro, a veces me olvido que recién acabas de llegar a la ciudad también, Atsushi!” Ibara sonrió y se dirigió a Fudou. “¡Lamento mucho dudar de tu disposición, pero qué atrevimiento de mi parte!”
“No, no te disculpes…” el otro resopló.
“Sólo quiero que sepas que, como un compañero de tu alma mater, me preocupo sinceramente de tu desarrollo y formación en un futuro profesional. ¡Mis palabras no tuvieron más que buenas intenciones, te lo aseguro!”’
“…” ya estaba cansado de esas rebosantes (y un tanto falsas) energías. Le miró con reproche. “Eso no te lo cree ni tu madre.”
“¿Oh?” Ibara se impresionó.
“F-Fudou, ¿qué dices?” preguntó Atsushi, sorprendido. Sin embargo, Ibara rápidamente se rió.
“¡Hahaha, siento decepcionarte, pero yo carezco de una figura materna en mi vida!” Ibara rió con ganas y miró a Fudou con leve juicio. “Puedo perdonar una asunción como tal sin problemas, aunque por tener a un amigo huérfano, cualquiera diría que lo pensarías dos veces.”
“Ah, eh…” Atsushi sonrió incómodo. Parecía que los ánimos seguían altos, pero no sabía cómo leer la atmósfera. “Ehm, pues, Fudou también es huérfano y antes que yo.”
“Oh, pero qué interesante,” Ibara se vio intrigado y se puso a pensar. “Hm, la proporción de huérfanos y padres ausentes en Hanasaki según mi experiencia me resulta alarmante. Es sin lugar a dudas una institución que brinda facilidades a este tipo de personas. ¿Será por eso que habrá tantas HiMEs aquí?”
“¿Eh? ¿De dónde salió eso?” Atsushi se confundió más.
“¡Hahaha, casi me olvidaba que estabas aquí, mi buen amigo!” Ibara sonrió con leve autodecepción. “Sin duda mi indirecta de una posible institución que engatusa a chicas jóvenes y necesitadas a pelear a cambio de recursos voló por encima de tu cabeza. No eres propenso a pensar en estas cosas, aunque posees un amigo con una buena dosis de desconfianza,” miró a Fudou fijamente. “Fufu, podrías hacerme el favor de enseñarle un poco, tú sabes.”
“¿Sé qué?” preguntó alzando una ceja, aunque la conversación se cortó porque el celular de Ibara empezó a sonar.
“Ah, lo lamento, ustedes dos, tengo que excusarme un momento por esta llamada,” dijo apresuradamente. “¡No tomaré ni un minuto, ahora vuelvo!”
El pelimagenta apenas se alejó un poco y se detuvo debajo de un árbol para contestar dicha llamada. Por la abundancia y movimiento de otros estudiantes, no se le podía oír, aunque su semblante se mantuvo normal. Felizmente no se trataba de una emergencia.
“Ya me parecía raro que no le llamara nadie, siempre anda ocupado,” miró a Fudou, quien nuevamente observaba a sus alrededores, en su propio mundo. Dio un suspiro. “Oye, Fudou, entiendo que su personalidad sea muy distinta a la tuya, pero sé más amable con él. Desde ya te está haciendo un favor.”
“…” miró al otro de reojo. “No es un mal tipejo, pero es raro. Me cuesta que seas amigo de alguien así.”
“Fue inevitable, si entrenamos por años en el mismo sitio,” Atsushi se encogió de hombros.
“Tiene sentido, no es que hayas tenido mucha elección.”
“Oye…”
“Igual conmigo, qué raro que pretendas ayudarme.”
“¿Qué dices? Si somos amigos, y nos conocemos de toda la vida.”
“Sí pues, tampoco tuviste elección conmigo. Pobre de ti por estar estancado con nosotros.”
“Fudou…” entrecerró los ojos. “Me vas a molestar así.”
“Pero en serio, él es distinto a ti. Obvio que es falso.”
“¿Te refieres a su cordialidad?” le preguntó confundido. “Ibara siempre ha sido más dedicado a la información y la diplomacia. No andará diciendo la verdad todo el tiempo y se enfocará en su presentación y apariencia, pero es sólo cortesía. No hay nada de malo en eso. Igual pudo decirme que no, pero sí tuvo la intención de ayudarnos.”
“Eh, pienso que por algo lo hará, y no lo digo precisamente por esa ‘cortesía’… pero ya, olvídalo,” Fudou se encogió de hombros, indistinto. “Tampoco te digo que no seas amigo de él. Se lleva bien contigo y todo. Sólo déjalo ir.”
“¿Qué insinúas? Dilo,” se impacientó un poco.
“Ese Ibara ya lo ha dicho a tu cara varias veces, así que pierdo el tiempo contigo,” comentó indistinto. “Hay algo medio turbio en él, parece del tipo listo a buscar la ventaja o a tomar cualquier oportunidad a cualquier costo, pero no te concierne a ti. Serías tal vez el último en darse cuenta de cosas así y ese tipo lo sabe.”
“¿Eh? No creo que sea así…”
“Atsu…” Fudou negó como si el otro no tuviera remedio, y para variar, sonrió con decepción. “Está bien, lo que sucede es que tú eres el gemelo del malvado, por lo cual tu sensor de maldad nació averiado. Pero se entiende, o de lo contrario no habrías sobrevivido esos nueve meses de proximidad. Fue una necesidad.”
“¿Qué cosa?” se escandalizó.
“Esperaba no tener que decirlo, pero no puedo hacerlo más claro que eso. Por eso eres un desastre para juzgar la sutileza de los demás.”
“¡¿Qué es esto del sensor de maldad averiado?!” preguntó Ibara, quien había regresado de su llamada en el momento preciso. Él también se vio entretenido. “¡Pero si esto explica años de confianza ciega y una increíble falta de sospecha en los demás! ¡Muchas gracias, estimado Fudou, por abrir mis ojos a la realidad! ¡Así que su gemelo le chupó todo ello!”
“Heh…” Fudou sonrió con leve burla y desvió su mirada.
“Oigan, no se burlen de mí,” Atsushi frunció el ceño. “Y ni que Yagen fuera tan malo. Te aseguro que es una buena persona, Ibara.”
“Eh, mejor tú llévate tu propia impresión,” sugirió Fudou al aire.
“¡Sin duda es una de mis especialidades, aunque con más razón lo haré ahora! ¡Ahora temo de la posible alimaña que plaga la vida del honesto y bienintencionado Atsushi!”
“Tsk…” Atsushi escuchó a Fudou soltar una corta risa y rodó los ojos. Así no era como quiso que se llevaran bien. “Ya párenla, no es que sea tan desorientado con otros.”
“Tal vez algún día vayas a Rizembool y te terminas haciendo amigo de los Rebels,” dijo Fudou, nuevamente al aire y sin dignarle la mirada.
“¡Oh, pero eso sería extremadamente productivo para esos Rebels!” Ibara se emocionó y sonrió satisfecho. “¡Como un cadete militar tendrías mucho que enseñarles!”
“¡Dije que basta!” reclamó.
“Ahh, lo lamento mucho, Atsushi, ha sido un momento ameno, pero ciertamente es sólo justo que tú también seas partícipe del mismo,” se disculpó Ibara, sonriendo con torpeza. “Si no queda más que mostrarles, permítanme dirigirles hacia mi cafetería favorita. Lastimosamente algo se presentó en ES por lo cual prefería atenderlo de inmediato.”
“¿Eh? ¿Todo bien?” Atsushi se alertó.
“No es nada urgente, sólo un visitante importante de hoy va a adelantar su llegada. Tampoco es necesario que yo me encuentre presente, pero quisiera atenderle personalmente por motivos de cordialidad.”
“¿Eh? ¿En serio eres algo de negocios?” preguntó Fudou, confundido. “¿No sólo te haces?”
“Fudou…” Atsushi dio un suspiro.
“No me sorprende la desconfianza ya que somos cercanos en edad, pero sí tengo varias responsabilidades. Habrá otra oportunidad para comentarlo,” Ibara miró su reloj y se vio pensativo. “También espero que Tomoe-dono se encuentre bien. Ella hubiera querido acompañarnos hoy.”
“Cierto, creo que había dicho algo así, me pregunto qué será de ella…” observó el Toushirou. “¿Acaso le ocurrió algo?”
“Ah, descuida, Atsushi, siento si mis palabras sonaron inquietantes, pero en verdad se debe a unas buenas noticias para su círculo. Dice que hoy iba a llegar una nueva mentora a Hanasaki para sus compañeras HiMEs y fue a conocerla,” Ibara se encogió de hombros. “Quisiera sonar más entusiasmado, pero desconozco el sistema y me pregunto cuán bueno será para ella andar al pendiente de esas personas…”
“¿Eh?” Fudou se desconcertó. “¿Son amigos de una HiME? Atsu, dije que no eres bueno juzgando a las personas, pero…”
“Eh, no es así…”
“Quisiera entretener tu desconfianza, pero Tomoe-dono es apenas una amiga de algunas HiMEs, y sin duda una persona con buenas intenciones, al igual que Atsushi aquí,” observó Ibara. “Es sólo cuestión de que la conozcas. Solemos almorzar con ella en ocasiones.”
“…” frunció el ceño. No le gustaba la idea de inmiscuirse con esas personas involucradas en aquellos asuntos. Sobre todo, esperaba que su despistado amigo no fuera a ofrecerle ayuda de ningún tipo.
En fin, no era su asunto, así que mejor lo olvidaba. No pensaba hacer nada en Hanasaki que fuera a causarle problemas.
Un par de horas más tarde, llegó la hora de salida para los colegiales. Saki había sido sorprendida con una invocación a la universidad de Hanasaki, algo que, según los vastos rumores a su alrededor, sólo podía significar una cosa. Igual, no era algo que fuera a inquietarle en lo más mínimo. Pensaba ir, encontrarse con la directora, darle su veredicto, y retirarse de inmediato.
Sin embargo, su simple y callado quehacer terminó complicándose ligeramente cuando un par de sus compañeros de clases le siguieron obstinadamente. La pelinegra dio un suspiro y volvió a mirarles, inmutada.
“Ustedes…” comenzó, pero Tsubasa levantó su índice y casi le cerró los labios con el mismo. Saki se impresionó levemente y se hizo hacia atrás.
“No, ya no tenemos que oírlo, te acompañaremos, Hanajima-san~” canturreó contenta. “Gokotai-kun y yo nos sorprendimos cuando te llamaron de la dirección y sabemos que este asunto puede ser intimidante. Somos tu apoyo.”
"Sí,” Gokotai asintió decidido, sin perder su leve timidez de siempre. “Ehh, sólo espero que te sientas bien. Pues… no hay mucho que yo pueda hacer, pero… quiero acompañarte.”
“Nunca van a cambiar…” Saki negó lentamente. Pese a desaprobar su acción, terminó sonriendo un poco. “Pero gracias por preocuparse por mí, por más que no sea necesario.”
“No podemos vivir únicamente de lo necesario, Hanajima-san, por supuesto que nos acompañaríamos. Somos amigos,” le recordó Tsubasa. “Y este tema es importante para ti.”
“…” Saki siguió avanzando en silencio, con la mirada fija hacia delante. No debían estar muy lejos de la universidad. “Creo que a estas alturas estoy en paz con ello. Mi familia es allegada a Rizembool, sin embargo, estudio en Hanasaki. Cuando mi hermano mayor fue un Rebel, muchos compañeros dudaron en mí e inevitablemente terminé siendo víctima de su odio infundado,” asintió y miró hacia el piso. “No diré que perdonaré a esas personas ni estaré conforme con la naturaleza humana, pero lo comprendo, entiendo por qué ocurrió. Yo no podré cambiar que otras personas se dejen llevar así…” regresó su mirada hacia el frente. “…y Hanasaki tampoco cambiará el hecho que yo no quiera ser una HiME. Nunca aceptaría, ni por mí, ni por nadie más. Sólo iré a dejárselo claro a la directora, nada más.”
“Me parece muy bien, Hanajima-san,” Tsubasa sonrió comprensiva y gustosamente. “Habiéndote conocido desde aquel entonces, me da mucha dicha oírte decir estas palabras con tanta tranquilidad. Has crecido un montón, y como tu amiga, me siento muy orgullosa.”
“Diría que te esperes hasta que perdone a los demás, pero te quedarías esperando toda tu vida,” comentó con leve gracia.
“Lo que celebro es tu realización interior de lo que has vivido. No hay punto de pedir más que ello, y lo sabes bien,” Tsubasa se mantuvo sonriendo con amabilidad y una pizca de entretenimiento. “Hay cosas que nunca van a cambiar en ti. Tu tendencia a bromear, además de reflejar tu sentido del humor, te permite ocultar lo más auténtico de tu ser. Está bien que te sientas feliz por tu conclusión y por mis felicitaciones, Hanajima-san. No tienes por qué avergonzarte.”
“Y tú nunca cambiarás tu tendencia a meter tu nariz donde no te concierne, Tsubasa,” Saki dio un suspiro y negó frustrada, aunque tranquila. Claramente se encontraba cómoda a pesar de las observaciones de su amiga. “Sólo tengo momentos para hablar las cosas.”
“Y eso está muy bien,” la otra asintió.
“Ehehe, las dos son muy unidas,” comentó Gokotai, contento. “Me alegro que se tengan mutuamente. Hanekawa-san es una gran compañera de clase que nos ayuda un montón, pero Hanajima-san es una amiga muy buena y atenta. Soy feliz por conocerlas.”
“Si hablas de bondades, pienso que tú calificas mejor, Gokotai,” observó Saki, inmutada. “Puede que seas aquel quien sí perdonaría a sus agresores,” llevó una mano a su mentón. “Sería bueno en principio, pero más bien me hace preocuparme un poco por ti.”
“¿Eh? ¿Por qué?” Gokotai se alertó un poco.
“Descuida, Hanajima-san sólo posee un poco de desconfianza en otras personas, pero sé que estarás bien,” le aseguró Tsubasa. “Sigues recién conociendo a la gente y con el tiempo aprenderás a leerles mejor. De igual forma, cuentas con muchos cercanos a ti, por lo cual no me preocuparía mucho de ser tú.”
“Eh, pues sí, soy afortunado de tener a muchos hermanos,” sus ojos brillaron.
“Me parece que lo engríes un poco, aunque bueno, puede que tengas razón,” Saki decidió dejar el asunto como terminado.
Las puertas grandes de la universidad aparecieron frente a ellos en poco tiempo. Felizmente, las oficinas de admisiones y administrativas se encontraban cerca de la entrada y así llegaron a la entrada, donde se encontraron con una secretaria presentable con ropas tradicionales.
“Eh, buenas tardes, ¿cómo puedo ayudarles?” les saludó Ritsu Sohma, sonriente.
“Vengo porque recibí una invitación de la directora,” dijo Saki. “Soy de la secundaria…”
“¡Ah, es cierto! La estábamos esperando,” la secretaria asintió. “Le dejaré saber de inmediato para que pueda atenderla. Ehm… ¿podría darme su nombre, por favor?”
“Saki Hanajima…”
“Ehm, disculpe…” Gokotai alzó la voz, aunque se cohibió de inmediato. “Ehh… no sé si debo, pero… ¿p-podríamos acompañar a nuestra amiga… por favor?”
“Eh, p-pues…” Ritsu se detuvo de llamar y le miró perdidamente. “L-lo siento, no sé si sería lo mejor, en verdad…”
“Y-ya veo…”
“Parece que no se oye muy convencida, si me permite,” le cuestionó Tsubasa, con leve curiosidad. “¿Podría preguntarle a la directora? Realmente querría acompañar a Hanajima-san.”
“Ehh…” la secretaría bajó la mirada, incómoda y musitó para sí. “¿…qué debo hacer…? Sé que no debo incomodar a la directora si no es necesario, pero… pero entiendo cómo se sienten…”
“Tsubasa, Gokotai, ustedes espérenme en la sala de espera. Saldré de inmediato,” declaró Saki. “No son partícipes de esto ni quiero causar más incomodidades aquí.”
“¡N-no es que los esté causando, en serio, se lo aseguro!” Ritsu se asustó y negó repetidamente. “¡Más bien lo siento, siento no saber qué hacer en este momento específico!”
“…” Saki le miró con leve incomprensión.
“N-no, no se disculpe,” le pidió Gokotai, inquieto. “Ehh… e-es porque yo pregunté y pues… s-supongo que asumí que sería algo formal… p-pero puede que no entienda la situación, ni sepa del protocolo…” se afligió y dio una reverencia. “¡Lo siento mucho!”
“¡Ahhh! ¡No te disculpes conmigo, por favor, yo soy la secretaria inepta que no sabe lo que hace!” estalló Ritsu, ya sin poder ocultar su energía nerviosa y torturada.
“¡N-no diga eso, por favor, estoy seguro que es una excelente secretaria! ¡Más bien yo soy un niño que todavía tiene mucho que aprender!”’
“¡Pero ha hecho una pregunta que tiene mucho sentido, por supuesto que se preocupa por su amiga! ¡Yo más bien soy quien debería saber qué hacer y no lo sé! ¡Lo sientooo!”
“¡N-no se aflija, no es su culpa!” siguió Gokotai, aterrado.
Ambos continuaron en aquel círculo vicioso de culparse a sí mismos y hacer lo posible por levantarle los ánimos al otro. Saki andaba frustrada a mil y Tsubasa estuvo por alzarles la voz, cuando entonces vieron a una mujer de apariencia resaltante llegar al ambiente. Fran, la ayudante de Miranda, les hizo una seña para que se acercaran.
“Pude sentir su llegada, bienvenidas,” dijo Fran, quien miró a Saki. “Hanajima-san, la estábamos esperando. Pido disculpas por Ritsu, ella tiene las mejores intenciones, pero no la manera ideal de expresarlo todo el tiempo.”
“No se disculpe…” pese a decirlo, Saki le miró con leve juicio. “Sólo espero que le den la atención que merece y que no tenga un ambiente de trabajo muy estresante.”
“…” Fran le miró inmutada. “No lo tiene, ella no está involucrada en nuestros asuntos. Ahora síganme, por favor, Miranda las espera.”
“Eh, ¿está bien que los dejemos así?” preguntó Tsubasa, incómoda y apuntando a los dos que no dejaban de disculparse.
“Descuiden, presiento que estarán bien,” Fran se dio media vuelta. “En marcha.”
El camino a la oficina de Miranda fue corto. Saki sintió unos extraños escalofríos. No tenía motivos por sentirse así, ya que tenía su decisión hecha y firme, pero había cierta incertidumbre en su interior que no podía disipar, como si algo se estuviera escapando de sus manos.
Llegaron frente al escritorio de la famosa Miranda Lot, una mujer elegante, aunque delicada, con un rostro extenuado, pero sonriente, y unos ojos compasivos y atentos. ‘Como una madre’ había oído decir a una exHiME, y no podía estar más de acuerdo, pero a su vez, era una madre que no dejaba de reclutar a más hijas para batallar contra Rizembool. Se preguntaba cuán redimible podría ser una persona así, sin importar sus intenciones.
“Buenas tardes a ambas, señorita Hanajima, señorita Hanekawa,” les saludó cordialmente y mirándolas respectivamente al decir sus nombres. Tsubasa se impresionó un poco.
“Buenas tardes, directora,” dijo haciendo una reverencia, y sonrió con torpeza. “No hubiera imaginado que sabría mi nombre. Siento venir también. Entiendo que esta fue una reunión para mi compañera.”
“Nadie dice que todavía no puedes irte, Tsubasa,” le recordó Saki, pacientemente. “Ya has hecho suficiente acompañándome hasta aquí.”
“No tengo ningún inconveniente con los amigos y familiares de los citados acompañándolos a verme,” observó la directora, contenta. “Sólo te pediría que te marcharas si es que la persona en cuestión prefiriera que no estuvieras aquí.”
“Es muy sensato y razonable, pero Hanajima-san es demasiado orgullosa para admitir que quisiera compañía,” argumentó la cuatrojos. “En ese caso, quisiera pedirle el favor de apoyarme en quedarme aquí.”
“…” Saki dio un suspiro. “‘Orgullosa’ no es la palabra que usaría…”
“Veo que se llevan muy bien,” Miranda se vio perpleja y sonrió apenada. “No las conozco bien, pero presumo que, si su amiga quisiera echarle, ya lo habría hecho. A mi parecer, eres bienvenida de quedarte, Hanekawa-san.”
“Muchas gracias,” volvió a hacer una reverencia.
“Pues está dicho, había esperado que la directora te echara, pero si cae en mis manos, no veo por qué debería hacer el esfuerzo,” Saki se mostró algo indiferente y pasó a mirar a la directora. “Creo que mejor hay que ir al punto.”
“Me parece bien,” la mayor asintió. “Sabes bien por qué te he llamado aquí.”
“…tus palabras me lo confirman, directora, pero usted debe saber sobre mi familia y orígenes,” Saki miró de reojo hacia atrás y vio a Fran parada al frente de la puerta. Casi se sintió atrapada, pero negó para despejarse. Por lo que sabía, era completamente opcional. “No soy afiliada a Rizembool ni les debo algún tipo de trabajo o lealtad. Sin embargo, mis hermanos sí lo son, es algo que nunca pudo evitarse,” dio un suspiro. “Yo tuve problemas con algunos estudiantes cuando mi hermano fue Rebel hace cinco años porque no confiaban en mí. Creo que, además de saber las ataduras de mis parientes con Rizembool, todo este asunto es una mancha en mi vida.”
“Lamento oír ello, señorita,” Miranda borró su sonrisa y se apenó.
“Eso no es algo que le concierne a usted. Lo menciono porque, a diferencia de esas personas, ni Hanasaki como institución ni sus maestros o personal me cerraron las puertas. Le agradezco por darme la bienvenida, pero es por mi familia que no puedo aceptar a ser una HiME. Tampoco es algo que yo quisiera hacer personalmente.”
“Lo entiendo, y aprecio mucho que me haya dicho todo ello. Le prometo que atenderé el asunto para asegurarme que otros estudiantes como usted sufran consecuencias ajenas,” Miranda asintió pronunciadamente. “Asumí que se negaría por su historial familiar, pero de todos modos quise hacerle la oferta personalmente.”
“Tiene sentido…” dijo indistinta. Sabía que no había nada más que decir, pero era como si algo no estuviera terminado todavía… “Supongo ya puedo irme.”
“Sí, usted puede irse, pero…” ahí, Miranda volvió a borrar su sonrisa, ahora más cansada y apenada. “Pero seguramente querría quedarse un momento más.”
“¿Por qué?” preguntó alarmada. Escuchó a Fran caminar y rápidamente la vio detenerse de pie al costado de Miranda.
“Verá, las convocaciones a las calificadas a ser HiME se hacen de manera individual para asegurarnos de atender cada caso como se merece. Sin embargo, había otra estudiante de Hanasaki con el potencial a quien esperábamos invitar el día de mañana,” Miranda sonrió incómoda, aunque con amabilidad. “No hubiera esperado que las dos serían amigas.”
“¿Perdón?” Tsubasa se sorprendió.
“E-espere…” Saki sintió su sangre congelarse.
“Fui a inspeccionar la secundaria la semana pasada mientras se encontraban en clases y detecté el potencial de las dos,” explicó Fran, quien se dirigió a Tsubasa. “Teníamos pensado extenderte la invitación mañana temprano para conversar, pero podemos hacerlo ahora si gustas.”
“Yo… ¿una HiME?” musitó Tsubasa, sin disipar su sorpresa.
“…” Saki le miró de reojo, con nervios.
“Tampoco tenemos que conversarlo ahora. Es una sorpresa y nunca pediríamos a alguien a que nos diera una respuesta sin darle el tiempo suficiente para que lo considere,” explicó Miranda. “También siéntete libre de hacernos todas las preguntas que necesites…”
“Directora…” Saki dio un paso adelante y encaró a la mayor con decisión. Negó en un intento de ahorrarse su repentino fastidio. Conociendo a su amiga, si perdía su calma, intentaría excusarla y ‘compensarlo’ siendo más asequible con sus oyentes, lo cual no podía permitir. Mantuvo el ceño fruncido, pero se calmó y se presentó lo más neutral posible. “Es porque conozco a Tsubasa que quisiera terminar con la reunión ahora. Ella lo necesita pensar y regresará lo antes posible con su respuesta. Por favor…”
“…sí, lo entiendo. Estás velando por tu amiga, así que lo dejaré en tus manos, señorita Hanajima,” Miranda percibió su inquietud y decidió cumplir con sus pedidos. Sonrió amablemente. “Muchas gracias a las dos por venir, siento mucho tener que ponerlas en esta situación. Esperaré su respuesta, señorita Hanekawa.”
“Vámonos,” Saki agarró el brazo de su amiga, pero esta no evitó dar un par de pasos hacia la directora. Alzó su brazo a manera de expresarse a formular una pregunta, lo cual causó que se soltara de Saki.
“Directora, a decir verdad, durante mucho tiempo me he estado preguntando sobre el conflicto, ahora que ha regresado luego de tres años…” comenzó a decir.
“Tsubasa…” Saki frunció el ceño. “No es el momento de…”
“Está bien, Hanajima-san,” Tsubasa le sonrió comprensivamente. “Gracias por preocuparte por mí, pero estoy bien. Sí tengo varias preguntas que hacer.”
“…”
“Claro, estoy aquí para asistirte,” la directora asintió. “Adelante.”
“Los Rebels han regresado. Creo que todos suponemos que nos encontramos en el mismo estado de hace años, pero… ¿en verdad es así? Si no me equivoco, hubo un ataque a la universidad. Percibo incertidumbre a mis alrededores. Todo pareciera indicar que Hanasaki está lidiando con una situación que se sale de su control y de su conocimiento más de lo usual…” dijo tranquila y atentamente. “directora Lot, ¿eso es verdad?”
“…” Miranda asintió con pesar. “Está en lo correcto, señorita. Hanasaki se encuentra en medio de una investigación para comprender el nuevo modus operandi de nuestros enemigos, quienes comienzan a expandir sus actividades sigilosa y alarmantemente. Ese ataque fue un ejemplo. Ha habido otros movimientos menores y que no corresponden a las HiMEs que también lo indican. Ciertamente, lo que hacemos al reclutar a HiMEs es prepararnos para proteger a Hanasaki y a los inocentes con estudiantes listas y preparadas para la defensa, pero no puedo describir cuánto más podríamos tener que hacer de aquí a futuro, con o sin la ayuda de las HiMEs.”
“Lo supuse,” Tsubasa frunció el ceño y lo meditó un poco al cerrar sus ojos. Se quedó en esa contemplación e hizo un alcance hacia dentro, uno con una convicción que sobrepasaba la de una persona promedio. “Ustedes velan por Hanasaki y piden la ayuda de otras personas para llevarlo a cabo. Esto no es algo que debe imponerse. Nadie les debe ser una HiME e incluso las propias HiMEs no pueden sentir que todo está sobre sus hombros y que tienen un rol que cumplir a la perfección. Ellas que poseen poderes mágicos a lo mucho le deben responsabilidad con su asignación, pero siguen siendo merecedoras de comprensión y derechos al igual que los demás. Yo… yo soy la presidenta de mi clase porque quiero velar por los demás y apoyarles en lo que necesiten. Ya muchas veces me he puesto a pensar qué hacer si la guerra llega a nuestra aula, y cómo podría cumplir con mi rol como una estudiante normal, sea ayudando a los demás a huir y resguardarse,” asintió. “También he considerado cómo sería si yo pudiera ser una HiME. Yo… quisiera poder ayudar a los demás también de aquella manera.”
“T-Tsubasa…” Saki se estremeció.
“No sé cómo podría pelear en una guerra, pero siento que hay un lugar para alguien como yo, y espero poder ayudar a las HiMEs que necesitan de mi ayuda,” explicó Tsubasa, sonriente y decidida. “No pretendo derrotar a los Rebels o salvar a Hanasaki de Rizembool, pero hay HiMEs afuera que necesitan de alguien y quisiera estar ahí por ellas.”
“Señorita…” Miranda se impresionó y conmovió con sus palabras. “Usted… ¿está segura?”
“Así es, saber que puedo hacerlo es todo lo que necesito…” hizo una reverencia. “Déjeme apoyarles, directora. Sería un gusto colaborar con ustedes.”
“…” Fran asintió. “Tu decisión es inquebrantable. No percibo temor ni inquietud… eres una joven atípica.”
“Eh… ¿usted lo cree?” Tsubasa se confundió y ladeó su cabeza.
“Apreciamos tu interés y cometido, pero necesito recalcarte que ser una HiME sí significará que Rizembool te asignará un Rebel,” observó la peliblanca con frialdad. “Si lo que deseas es apoyar a las HiMEs, hay otras maneras de hacerlo sin ser una de ellas. Piénsalo bien.”
“No se preocupe,” Tsubasa negó y sonrió. “Hay cosas que sólo una HiME puede hacer por otra HiME, y como HiME puede que también pueda ayudar a los demás de otras maneras. No me gusta la situación por la que está pasando Hanasaki y si soy capaz de apoyarles, al menos un poco, realmente quiero hacerlo.”
“Señorita Hanekawa…” Miranda le miró perdidamente y se puso de pie, para asentir pronunciadamente. “No merezco su generosidad. Realmente no poseo manera de agradecérselo debidamente, pero se lo pido con todo corazón…” extendió sus manos y esperó a que Tsubasa le correspondiera, para tomarlas con cuidado. “Ayúdennos, por favor. Le prometo que de igual forma cuidaremos de usted.”
“Tsubasa, espera, tú no tienes que hacer esto,” le insistió Saki, estresada. Era tan propio de ella. Ni bien alguien le lanzaba una obligación o favor, en particular uno tan desvivido y ‘noble’ como tal, ella no podía negar, incluso se comprometía por completo. “Por favor, al menos piénsalo una noche, al menos considera si tú siendo HiME es realmente lo que deberías hacer o si hay una manera mejor de actuar en tu posición. Yo… no creo que esto sea para ti.”
“No temas por mí, Hanajima-san, entiendo que es peligroso, pero si te soy sincera, siempre quise poder hacer algo por todos en este conflicto,” le aseguró, tranquila y sonriente como siempre. “No te lo tomes personal, no te sientas con la responsabilidad del caso. Por supuesto que quieres resguardarme como tu amiga, pero esto es algo que sí quiero hacer. Te prometo que tendré mucho cuidado.”
“Pero…”
“Directora, sé que me toca la prueba HiME,” volvió a mirar a su superior. “Tengo tiempo ahora. ¿Podría tomarla de una vez?”
“No hay problema, sígueme, te llevaré,” Fran asintió.
“Pero… es muy pronto…” Saki frunció el ceño.
“Lo siento mucho, Hanajima-san, no hubiera podido evitar que te preocupes por mí. No tienes que venir conmigo.”
“Tsk…” quiso recriminarle. Ahora era su amiga quien le decía eso, casi parecía una cruel broma. “Por supuesto que te acompañaré, tú no cuidas de ti misma.”
La reunión en la oficina de la directora se terminó y las amigas siguieron a Fran por las escaleras para retirarse del edificio. Al llegar al primero, observaron de lejos a Gokotai hablar con la secretaria. Como Fran había dicho, el par en algún momento percibió los mejores deseos del otro y los dos inquietos terminaron por conversar amenamente y en sintonía como dos personas extremadamente sensibles, pero con buenas intenciones. Tsubasa sonrió gustosamente y opinó que no les incomodaran. Saki negó con culpa. No quería dejar al pequeño de lado, pero a su vez, tampoco quería exponerlo a la realidad o se sentiría igual de responsable. Le estaría enviando un mensaje más tarde para decirle dónde estaban.
Continuó acompañando a su irremediable amiga, deseando fútilmente que alguien la despertara de esa pesadilla. No podía disuadirle y ni sabía qué más podría intentar hacer.
…
Por otro rincón de Hanasaki U, en la casa de las HiMEs dentro del campus, había una reunión en una sala pequeña en el primer piso para dicho fin. Era un salón amplio y hogareño con algunos sillones espaciosos y cómodos, unas mesitas pequeñas, estantes, decoraciones que le daban una pinta elegante y acogedora, y a su vez un proyector y otros instrumentos de multimedia, los cuales no estaban siendo utilizados en esa ocasión. Ese espacio contaba con puertas de vidrio abiertas que extendían el ambiente de reunión a un jardín cerrado.
Luego de dedicarse algunos días a la mudanza y otros papeleos, Enmusubi finalmente llegó a la universidad para poder conocer a todas las HiMEs de las cuales se haría cargo. La pequeña y entusiasta mentora congenió bien con las presentes y se encontraban dialogando sobre temas ligeros para conocerse mejor.
“Hehe, me alegro que seas tan joven,” comentó Nio, alegremente. “Realmente me empezaba a sentir un poco fuera de lugar porque soy pequeña, pero ahora no me siento tan sola.”
“Eh, pues…” Enmusubi hizo una expresión de dolor y sonrió incómoda. “En verdad soy mayor a ustedes. Nunca llegué a crecer mucho y pues… me gusta no verme mayor, pero también me veo demasiado pequeña…”
“Ahh, no te sientas mal, Enmusubi, te aseguro que mi Nio te daba un cumplido,” Ayesha se inquietó y pasó a dirigirse a su hermanita con severidad. “Nio, ten cuidado con lo que dices.”
“Lo siento, no fue mi intención,” se apenó y bajó su mirada.
“No, no, está bien. Te oyes honesta y tienes una muy buena disposición para tu edad. Eres una joven muy prometedora,” le alentó Enmusubi, alegremente. “Tu hermana me habló un poco sobre tus poderes, y como tienes una orientación mágica, estoy segura que puedo ayudarte.”
“Significaría un montón para mí, muchas gracias, sensei~” canturreó la menor.
“Esas son muy buenas noticias,” Marisa sonrió enseñando los dientes. “Puede que pelear contra los Rebels requiera mucha habilidad física, pero lo más difícil que una HiME tiene que aprender es a familiarizarse a su magia. Se los digo por experiencia.”
“Hm, tiene mucho sentido,” Osaka miró al piso y lo pensó muy profundamente. “Creo que yo nunca entendí mis poderes, no puedo decir si realmente los usaba bien, a veces creo que se activaban solos… pero tenía una capacidad tan sutil que ojalá nunca haya hecho nada malo…” las demás la miraron con leve preocupación y en eso Osaka volvió a mirar a todas. “Oh, ¿de qué hablábamos? ¡Ah, cierto, ahora van a poder entrenar mejor, me alegro mucho!”
“S-sí, yo también,” Youmu alzó una ceja. Dio un suspiro. “…en verdad espero que no hayas tenido que preocuparte por tu capacidad, sea cual sea…”
“Ehm, bueno, era sutil en efecto también así que lo dudo,” Hotaru sonrió incómoda.
“También me alegro mucho de conocerlas a ustedes tres,” continuó la nueva mentora a las acompañantes de las presentes HiMEs. “No pelearán en el campo de batalla, pero su presencia significa un montón y hacen una gran diferencia. Qué bueno que sean tan cercanas a sus amigas,” alzó un índice y se mostró decidida. “La fortaleza más importante de cualquier persona son sus lazos y conexiones con los demás, y es algo aun mucho más cierto en Hanasaki. Si sabemos cómo canalizar y enriquecer nuestros vínculos, tendremos un poder que podrá enfrentarse al de Rizembool, estoy convencida de ello.”
“El poder de vínculos…” musitó Cho, pensativa. Confiaba en sus palabras, pero no estaba segura cómo podría servirle.
“Entiendo que no puedan tener mucha fe aún en mis palabras, pero se los demostraré conforme comencemos a entrenar,” les aseguró Enmusubi. Pasó a mirar a Cho. “Así que no te preocupes. Deja que mis acciones te lo enseñen.”
“Eh, sí, no es que dude de su conocimiento, lo siento…” la peliceleste se incomodó.
“Vamos, no tienes que ponerte así. Seré mentora de ustedes, pero más quisiera que me traten como una amiga, así realmente podré ayudarlas,” dijo con grandes ánimos. Entonces, miró al acompañante de esa HiME reservada. “Esta es una reunión de chicas, pero veo que tenemos a un muchacho aquí. ¿Y quién vendrías a ser? ¿Serás el Key de tu compañera?”
“¿Yo? No, por supuesto que no,” Kashuu se sorprendió y negó, para sonreír con orgullo. “Yo soy su leal arma, mi nombre es Kashuu Kiyomitsu. Entiendo que es una reunión de HiMEs, pero me gusta acompañar a mi aruji a donde sea que vaya.”
“¡Ohh, ¿su arma?!” Enmusubi le miró con sorpresa, al punto de ponerse de pie e inspeccionarle de pies a cabeza. Kashuu no evitó mirarle con curiosidad por su reacción. “¡Pero si te ves tan humano! ¡La magia de Hanasaki es sin duda increíble!”
“Sí que hay muchas cosas que no podemos entender, pero tú también tienes magia de Hanasaki, si no me equivoco,” observó Reimu, confundida.
“Oye, nos habrá dicho que la tratemos con confianza, pero no te pases,” le sugirió Marisa, sonriendo nerviosa. “Cuidado con fastidiar a la maestra.”
“Hehe, tienes razón, pero no hay nada de malo con sorprenderse. Realmente vivimos en una realidad muy increíble,” admitió Enmusubi, con torpeza. “Sobre todo no debería sorprenderme a mí porque tengo una habilidad muy similar.”
“¿Cómo así?” preguntó Nio, quien se vio tan intrigada como los demás presentes. De un momento a otro, Enmusubi pareció desaparecer en una nube de humo poco duradera, y todos vieron a un gatito negro con unos cascabeles tomar su lugar. “¡Ohhh!”
“¿En serio?” Youmu abrió sus ojos con gran impresión.
“¿Se puede transformar en un gato?” preguntó Hotaru.
“OHMAIGAH” exclamó Osaka, boquiabierta.
“¡¿Tenemos una mentora child o algo así?!” exclamó Marisa, quien chasqueó los dedos con autodecepción. “¡Maldición, ya me dan ganas de ser HiME de nuevo!”
“Ehm, es increíble, pero esa no sería una buena razón, Marisa,” Reimu le juzgó un poco.
“Onee-chan, ¿podemos quedárnosla?” preguntó Nio, quien agarró al gatito y lo cargó en ambos brazos. “¡Por favor, te prometo que le daré de comer y la cuidaré!”
“¡N-Nio, no la levantes así!” exclamó Ayesha, todavía espantada por la demostración.
“No te preocupes, me levantó bien,” habló Enmusubi pese a andar en su forma de gato.
“¡Wah!” sin embargo, ello sorprendió a Nio, quien la soltó repentinamente. Para variar, los demás vieron a un gato que no cayó de pie.
“Uhh… más cuidado por favor…” se lamentó la diminuta maestra.
“¿S-se encuentra bien?” Cho se le acercó, pero volvieron a ver la nube de humo y Enmusubi apareció como humana nuevamente.
“P-perdón, me asusté…” Nio rascó su nuca, apenada.
“Ahh, ya veo que tengo que ser más metódica con ustedes…” Enmusubi dio un suspiro y se puso de pie, para volver a sonreír. “Pues, mi habilidad es un poco más compleja que transformarme en gato,” dicho esto, hubo una pequeña nube de humo en su hombro y todos vieron a un gato negro igual al anterior aparecerse ahí. Esta vez sí parecía más un gato por sus movimientos. “Puedo invocar a un gato que es como una mascota a la cual puedo controlar, similar a un child, aunque no tiene capacidades de pelea. Mi transformación ocurre cuando yo poseo al gato y me adentro dentro de él. Con esto espero tener facilidades para movilizarme y pasar desapercibida.”
“Hm, es interesante, pero me alegra saber que no soy el único que puede cambiar su apariencia,” opinó Kashuu, intrigado. Asintió. “Es muy útil en algunas ocasiones.”
“Realmente todos nuestros poderes son útiles, y verán cuán más fuertes se volverán conforme entrenemos juntas,” les alentó la mentora. “Podemos ir hablando un poco sobre sus poderes para comenzar a aprender sobre ellos.”
Todas se animaron por la sugerencia y de inmediato comenzaron a llover respuestas y a la vez preguntas sobre los poderes que todavía no manifestaban, o con los cuales poseían problemas. Enmusubi mantuvo su sonrisa y buena disposición, pero ya empezaba a marearse un poco. Ella podría todavía necesitar aprender a cómo ser una eficiente profesora, pero confiaba plenamente en que podía darles una mano.
Repentinamente, oyeron que alguien tocó la puerta del interior del edificio y en poco tiempo se asomó Lince, la ama de casa. Ella se enseñó tímida, pero a su vez muy gustosa.
“Ay, espero no estar interrumpiéndoles nada divertido que me alegro un montón ver a tantas HiMEs juntas en su propia casa,” comentó conmovida y miró a un papel que tenía consigo. “Vengo para llamar a la señorita Tanaka y la señorita Konpaku. Miranda dice que las necesita inmediatamente en el departamento de inteligencia.”
“¿P-perdón?” Cho se confundió e intercambió miradas con la peliblanca.
“¿Dónde sería ese departamento?” preguntó Youmu. “¿Sucedió algo?”
“Lamento decirlo, pero no sé qué ocurre, aunque con gusto las acompaño hasta allá. Vamos, vamos, que sonaba urgente.”
“Si es urgente, tal vez podamos ayudar…” dijo Reimu, quien se puso de pie.
“Me temo que sólo me pidieron que fueran las dos que llamé, pero muchas gracias por la oferta. Prometo que las mantendré al tanto conforme vaya averiguando más.”
“Uhh, es un mal timing, pero les deseo lo mejor, chicas,” dijo Enmusubi, quien sonrió decidida. “Me dijeron que ustedes son las dos de este grupo con mayor experiencia, así que confío en que todo estará bien.”
“Eh, muchas gracias,” Cho asintió. Vio a su arma y Youmu levantarse, e hizo lo mismo. “Enseguida volvemos.”
Esa sala se sumergió en un leve misterio e inquietud, pero Enmusubi decidió calmar a las presentes y recordarles que no tenían nada de qué temer. Hanasaki no les dirigiría a las dos a una emboscada, por lo cual no debía ser algo tan peligroso como pelear contra sus Rebels. Sólo les quedó creer en eso y regresar a la previa actividad.
Mientras tanto, Roxas caminaba por los alrededores de la casa HiME, cabizbajo y pensativo, apenas luego de haber saludado a Enmusubi. No evitó sentirse fuera de lugar, aparte que podría jurar que esa ama de casa no le miraba con buenos ojos. Vio una banca vacía y la tomó, cuando entonces vio a una cara familiar avanzar rápidamente hacia él.
“¡Oye!” le llamó Sohayanotsurugi, alzando una mano. Este sonrió y se invitó a sentarse a su costado. “Así que por aquí estabas. ¿Por qué te fuiste tan rápido?”
“Eso podría preguntártelo a ti, tú que eres otro mentor,” Roxas le miró de reojo con cierto juicio.
“Haha, yo que pensé que ya no me tratarías así,” rió un poco y se encogió de hombros. “No lo sé, fuera de las presentaciones, lo demás me aburre, aparte que yo soy más entrenador de combate físico. A eso le agrego que la sirvienta de las HiMEs me miraba ruinmente.”
“Eh, veo que a ti también,” se sorprendió. “¿Qué le pasará…?”
“Ah, no es nada, una de las exHiMEs por ahí comentó que siempre hace eso con los hombres, que es su manera de proteger a las HiMEs. Será que no hay que tomarlo personal… pero igual es cansado que te miren así…”
“Eh, entonces es por eso…” Roxas alzó una ceja.
“Pero tú tienes más tiempo que yo, ¿no lo sabías?”
“P-pues no…” frunció el ceño, frustrado. “Realmente no fui de ir a la casa HiME en el pasado tampoco, apenas la conozco.”
“Hm…” el mentor le miró con leve extrañeza y pasó a darle un leve zape en la cabeza.
“¡Oye tú, ya te he dicho que no me hagas eso!” Roxas estalló y se puso de pie para reclamarle.
“Ya, ya, tranquilo, no es nada…” dijo despreocupado.
“¡No tienes derecho de decirlo!”
“¿Qué te pasa? Te noto más desanimado que la vez anterior. Has estado así todo el rato.”
“Tsk…” quiso reclamarle más, pero se quedó de pie incómodo. Desvió su mirada. “No es nada, sólo es el arma de mi hermana siendo tan rudo conmigo todo el tiempo… hace poco me hizo unas observaciones que no pude refutarle…”
“¿Hm?” se confundió y le miró más extrañamente. “¿Tienen un arma parlanchina?”
“¿Qué?” Roxas se extrañó. “Pues sí, era el otro chico de ojos rojos que estaba ahí.”
“¿Dices que ese era un arma? Yo que pensé que sería el Key de la peliceleste.”
“Ehm…” comenzó a molestarse. “No, la peliceleste es mi hermana, y yo soy su Key, por cierto.”
“¿Esa era tu hermana? ¡Yo pensé que sería la rubia que estaba ahí!” comenzó a reírse con ganas. “¡Pero si no se parecen en nada!”
“Bien dices que sólo te quedaste para las introducciones, pero claramente no prestaste atención,” le recriminó.
“¡Haha, ya, perdón, perdón!” dijo entre risas. “Te prometo que no me lo olvidaré a partir de ahora,” se le pasó la risa y notó cómo el otro se ofuscó con la mirada gacha. Dio un suspiro. “Vaya, andas deprimido, pues…” se puso a pensar. “No le conozco, pero ese tipo sí se veía algo difícil de tratar, pese a su actitud con tu hermana. Pues mi consejo es que no le hagas caso. Lo que sea que fuera a decirte dice más de él que de ti, ¿capische?”
“No sé cómo interpretar eso…” se confundió.
“Ya pues, entonces simplemente ignóralo o, de nuevo, no te lo tomes personal. Casi actúas como si fueras un patito feo en el asunto de las HiMEs y eso no tiene sentido,” sonrió apenado. “Esa actitud no te llevará a ningún lado. Le diré a Enmu que te dé una buena charla más tarde.”
“No, no hagas eso, no es que lo necesite,” se asustó por esa casi amenaza. Frunció el ceño. “Más bien que se la dé al arma para que deje de ser tan insoportable conmigo.”
“Ya parece que tendrá que ser una terapia de familia,” se encogió de hombros. “Pero no es mi fuerte, sólo te puedo aconsejar que lo olvides. Silencia cualquier pensamiento que te haga sentir mal, que no hace más que hacer eso.”
“Pues…” tenía sentido, aunque tampoco se sentía con el derecho de hacerlo. El desdén de Kashuu hacia él, por más reincidente y fastidioso que fuera, sí tenía bases lógicas. Roxas sentía que nunca terminaría de pagar por la distancia que tuvo de su hermana hace varios años…
…
“Oh, pero, ¿qué tenemos aquí?” preguntó una voz retumbante y juguetona detrás de los dos, quienes se sobresaltaron repentinamente. Se trataba de un hombre rubio de cabellos irregulares y ensortijados, con ojos celestes casi blancos. Les miraba con la misma amenidad de su tono de voz, también con ligera calidez y empatía. A simple vista, era una persona mayor a los dos y tenía un aire extranjero. Este sacó un abanico doblado y se tomó la libertad de apenas tocar un hombro de Roxas con el mismo. “¿Por qué andas tan afligido, my boy?”
“Eh…” le miró perplejo y sin saber qué decirle.
“No necesitas sentirte incómodo conmigo, puedes confiar en mí,” llevó su abanico a la base de sus labios. “Quisiera proveerte de algún consejo, pero nuestro acompañante aquí ya te dijo el más valioso y elemental, ¿no es así?” le dio un guiñó al otro.
“¿…qué estás haciendo?” preguntó Sohayanotsurugi, con leve desconfianza.
“No me mires así, sólo soy un anciano que vela por la nueva generación,” explicó alzando su cabeza y sonrió tranquilamente, mientras se encogía de hombros. Se le notaba muy a gusto con sus palabras, pero sus ademanes le presentaban más como un viejo ocurrente que otra cosa. Regresó su atención a Roxas, sin borrar su sonrisa. “Me aflige verte tan consternado cuando no percibo más que buenas intenciones. Suena a que te has escapado de un lugar donde en verdad quisieras estar. No dejes que tus sentimientos sean heridos por tus ideas y anda en búsqueda de lo que significa mucho para ti,” ensanchó su sonrisa y salió de detrás de la banca para alejarse un par de pasos. A esa distancia, le extendió una mano. “Ven, te acompaño.”
“U-usted…” Roxas le miró raro y pasó a dirigirse a Sohayanotsurugi. “¿Quién es ese?”
“¿Eh? ¿Acaso tú no lo conoces? Yo ni idea.”
“P-pensé que tú lo conocías…” ambos terminaron mirando al tercero con gran confusión.
“Ambos se notan tan directos y puros en su manera de ser. Son simplemente adorables y buenos de corazón,” declaró y dejó de ofrecer su mano para abrir su abanico y cubrir la parte inferior de su rostro con el mismo. Sin su sonrisa visible, sus ojos adoptaron ligera frialdad y característica calculadora. “Me hacen querer animarles aún más, sólo les deseo lo mejor.”
“Usted…” Roxas no sabía cómo interpretar a ese desconocido. Había algo en él que no le cuadraba.
“Pero ya no hay que distraernos más. My boy, si fueras a retornar a la casa HiME ahora, ¿quizás tu hermana ya no se encuentra ahí?”
“¿Qué dices?” se alertó y se puso de pie. Comprimió sus puños. “¿Quién se supone que eres?”
“Ohh, tremenda reacción a mis palabras, posees una pasión envidiable,” cerró su abanico y sonrió satisfecho. “Nuevamente, ¿qué tal si me acompañas? Te llevaré donde ella,” miró al otro. “¿Tú también te apuntas por un paseo?”
“…” Sohayanotsurugi le miró más detenidamente. “Tú… no eres una persona normal…”
“¿Qué?” Roxas se alarmó.
“Tranquilos,” este sacudió sus palmas. “Estoy de su lado. Los vine a buscar porque, a diferencia de los demás, yo no me olvidé de ustedes,” vio cómo el Key se retrajo un poco y volvió a sonreírle amablemente. “Ah, pero no es contra ti, sólo fue una emergencia. Estoy aquí para que no te quedes atrás, después de todo, peleamos en nombre del amor.”
“Eh…” Roxas le miró con incomprensión.
“Creo que andas senil, viejo,” le juzgó el mentor.
“…” el otro sólo ensanchó su sonrisa. “¿Y bien? ¿Comenzamos?”
…