Author Topic: Act 1: Overture  (Read 108183 times)


Kora

Re: Act 1: Overture
« Reply #120: September 30, 2024, 11:45:46 AM »
Kaeya iba a ser un problema.

Apenas se habían conocido, pero Diluc no necesitaba saber nada más para estar segura. Los hombres atractivos siempre traían complicaciones, y jamás había visto a un hombre tan enigmático y atractivo. Con su sedoso cabello azul, oscuro como la noche más profunda, y esos ojos afilados que parecían ver más allá de las apariencias, Kaeya no era alguien que se pudiera ignorar fácilmente. ¿Y ahora que lo pensaba, se delineaba los ojos? Aquella línea oscura acentuaba aún más su mirada afilada, que se posaba sobre ella con una mezcla de curiosidad y astucia. Con sus pómulos altos y su sonrisa misteriosa, bien podría haber sido modelo y posar para todas las marcas de moda de renombre internacional... pero en cambio, iba a ser el guardaespaldas de la que, posiblemente, fuera la chica más valiosa de toda la ciudad.

Sí, valiosa. No la más rica, aunque, probablemente, tuviera uno de los patrimonios netos más elevados de toda la región. Porque Diluc sería una tonta si alguna vez se creyera que ella era algo más que otra posesión, un activo para que su padre exhibiera como lo hacía con sus acciones en la bolsa o con su carísimo reloj suizo. ¿Estaba siendo injusta con él? Tal vez. Después de todo, sabía que su padre la quería más que a nada en el mundo, pero claramente no lo suficiente como para dejarla elegir con quién se casaría (el heredero Gunnhildr, que era tan hetero como un arcoíris en un día lluvioso) o quién sería la sombra que acompañaría cada uno de sus movimientos.

Así que ahí estaba Kaeya, el flamante guardaespaldas, contratado para protegerla de quién sabe qué amenazas reales o imaginarias. Nadie debía conocer a la verdadera mujer que se ocultaba detrás de esa cara elegante y serena que mostraba al mundo. Nadie podía ver los moretones en sus nudillos, siempre cubiertos con guantes de seda, o las cicatrices en su estómago, marcas de una vida que ella había escogido vivir en la sombra, donde la realidad se mezclaba con sus deseos más oscuros.

Las chicas perfectas no recurrían a la violencia como vía de escape para su frustración. Las chicas perfectas no practicaban sus patadas y golpes en secreto, siempre buscando llegar más y más lejos, golpear más y más fuerte. Y ciertamente, las chicas perfectas no se escapaban por las noches para pelear en arenas clandestinas, donde el sudor y la sangre se convertían en la única catarsis posible.

Pero Diluc no era una chica perfecta, y eso era algo que nadie debía descubrir nunca... mucho menos su nuevo guardaespaldas. Al menos, Kaeya era agradable a la vista, lo que hacía su presencia un poco más tolerable, aunque no menos inquietante. Cada vez que pensaba en él, un leve rubor teñía sus mejillas, lo cual la irritaba profundamente. No tenía tiempo para esa clase de distracciones.

Espero no ser una molestia para ti. Lo único que me importa es tu seguridad.

Por supuestísimo que no se estaba sonrojando al recordar la sonrisa que le había dedicado en ese momento, una sonrisa que ocultaba tanto como prometía. Kaeya era un buen actor, tenía que concederle aquello al menos. Diluc le había sonreído con rigidez, ocultando sus pensamientos detrás de una máscara estoica a la que ya se había acostumbrado como si fuera una segunda piel. Si Diluc no fuera una mentirosa también, podría haber caído en su tono suave y falsa sinceridad. Su voz no había vacilado ni un momento, sin embargo, su mirada, clavada en la de ella, la estaba estudiando como un rapaz analiza a un pequeño roedor antes de abalanzarse sobre él.

Pero lo único que Diluc tenía en común con un pequeño roedor era la capacidad de esconderse rápidamente y navegar por la oscuridad. Cuando llegaba la noche, se escabullía por la ventana de su habitación, de la misma manera que había aprendido a hacerlo cuando tenía dieciséis años y escapaba de su jaula dorada, bailando y divirtiéndose hasta el amanecer, conociendo el calor de otros cuerpos y la libertad de hacer lo que realmente deseaba, aunque solo fuera por unas horas.

Ahora, sin embargo, lo hacía por razones completamente nuevas y con mucha más seguridad. Los romances de verano no tardaron en volverse demasiado superficiales cuando la gente se dio cuenta de que una mera foto del rostro de Diluc garantizaba clicks y likes. Todo el mundo era un aspirante a paparazzi en la era de las redes sociales, donde cada movimiento suyo podía ser capturado y analizado al detalle. Así que, si no podía aliviar la presión que su padre ponía sobre sus hombros a través de besos apasionados con chicos y chicas cuyos rostros olvidaba al día siguiente, lo haría a base de golpes. De todos modos no era tan diferente: una pelea por la dominancia que siempre ganaba, un recordatorio de que, al menos en esa arena, ella tenía el control.

Y así, vestida con una sudadera grande que la cubría por completo, y una máscara negra que ocultaba la parte inferior de su rostro, Diluc caminó el camino que conocía de memoria durante una hora entera antes de llegar a la primera estación de metro. Desde allí, podía ir a Penacony, un lugar que casi nadie conocía y donde podía liberar el fuego que había contenido todo el día tras una expresión serena. El rugido de los trenes y el murmullo constante de la ciudad eran el telón de fondo perfecto para lo que estaba a punto de hacer.

Mientras caminaba, sentía una extraña sensación, como si alguien la estuviera observando. Se detuvo un momento y miró a su alrededor, pero no había nadie. El sentimiento persistente de ser observada no la abandonó, pero decidió ignorarlo. Después de todo, este era su territorio. Conocía cada rincón, cada callejón oscuro, y sabía cómo moverse sin ser vista.

Cuando llegó al andén, el lugar estaba desierto. Solo el eco de sus pasos resonaba en las paredes de cemento. Subió al tren y se acomodó en uno de los asientos vacíos, mirando su reflejo en el cristal de la ventana. La chica que le devolvía la mirada parecía tranquila, pero debajo de esa superficie calmada, el fuego ardía intensamente.
Kaeya probablemente la estaría esperando en casa cuando regresara, con una sonrisa y una mirada que sugerían que sabía más de lo que decía. Pero eso no importaba ahora. En las próximas horas, nada de eso importaría. Lo único que importaba era el próximo combate, el próximo oponente que tendría la mala suerte de enfrentarse a ella.

Cuando llegó a su destino, las luces de la ciudad habían cambiado. Las sombras eran más largas, y la atmósfera estaba cargada de anticipación. Diluc respiró hondo, dejando que el aire fresco de la noche llenara sus pulmones. Este era su mundo, el único lugar donde podía ser realmente ella misma, lejos de las expectativas y las apariencias. Penacony estaba escondido en lo más profundo de la ciudad, un lugar donde solo los que sabían qué buscar podían encontrarlo. La entrada era discreta, casi invisible para el ojo inexperto. Diluc se dirigió hacia allí, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a correr por sus venas. En unos minutos, todo el estrés, la frustración, y el enojo acumulado durante el día se transformarían en fuerza bruta.

Dentro, el ambiente era eléctrico. Las luces parpadeaban, y el ruido de la multitud llenaba el aire. Este era el lugar donde se sentía más viva, donde todas las máscaras caían y solo quedaba la verdad de sus puños y su determinación.

Sabía que después de esta noche, volvería a su jaula dorada, pero por ahora, era libre.


Kana

Re: Act 1: Overture
« Reply #121: October 28, 2024, 04:22:51 PM »
Antes que se me pase el mes.

—Chigiri
—¿Qué? —el aludido mira a Sakura, el de cabello bicolor lo observa unos momentos sin decirle nada, así que el pelirrojo volvió a mirar las cuerdas de su guitarra con la intención de afinarlas, pero Sakura insistió en llamar su atención.
—¿Por qué siempre te vas solo?
—¿Eh?
—Eso. — desvió la mirada, incómodo. —Siempre andas solo.
—¿Y eso qué?
—Puede ser peligroso para ti.
—¿Por qué para mí sería peligroso? Ni siquiera soy el que tiene más popularidad en esta banda. No hay peligro.
—No me refiero a eso…— cada vez se manifestaba más cohibido.
—…— El pelirojo de larga cabellera más o menos tenía una idea de a dónde iba su compañero de banda. Hizo una expresión de seriedad entrecerrando los ojos. —¿Es por mi apariencia?
—¡N-No! ¡No lo veas así, por favor! — movió las manos, ansioso. Sakura siempre era rudo, arisco y parecía tener cara de pocos amigos, pero cuando era descubierto en situaciones así se tornaba discretamente avergonzado con un sutil rubor que escondía tras su expresión de fastidio. —Sólo que… hay muchos criminales… Huh…— se encogió de hombros, prefiriendo no seguir con el tema. Tomó las baquetas y comenzó a hacer un ritmo al chocarlas entre ellas, distraído. Luego, de la nada, aunque esperable, se enojó. —¿Por qué no terminamos ya con el ensayo? Gojo nos tiene aquí desde hace horas ensayando. Ya estamos todos cansados y él ni siquiera se está esforzando… sólo está viendo su estúpido teléfono.
—Hm…— Chigiri miró hacia sus mayores, como ya habían ensayado las canciones durante todo el día, ahora cada uno estaba en su espacio personal sacando temas con sus instrumentos y, en el caso de Gojo, repasando la letra de la última canción leyéndolas en su teléfono y respondiendo uno que otro mensaje, quizá de su novia o quizá aun lloriqueándole a alguien del pasado cuya anécdota toda la banda la conocía para desgracia de Gojo. —Quizá ya estemos por terminar, ten paciencia. Todos parecen distraídos o cansados. — dijo con su tono calmo, volviendo a mirar las cuerdas de su guitarra.
—No sé cómo puedes estar tan sereno— Sakura observó a Chigiri un poco más, el tono de voz suave del pelirrojo era relajante, pero estaba seguro que esos otros viejos no los dejarían en paz aún —Bah, ya me aburrí. — Sakura sacó su teléfono celular para mirar el feed de su Instagram. Mala idea, lo primero que le salió fue una publicación de un conocido suyo que a esa hora se encontraba en otra parte de la ciudad dedicándose a su nueva actividad. —…—

A Sakura le incomodaba ver en qué estaba su amigo Suou, porque primero que todo saldría que vio su historia y no quería que pensara que le interesaba su vida, porque no le interesaba. Segundo, justo era el peor momento para abrir esa historia porque era de cierto modo un tema un tanto sensible justo ahora donde estaba.
Pero justo cuando iba a bloquear su pantalla para tratar de que su falta pasara desapercibida, su pesadilla Amemura le pilló. Parecía que el pelirrosa tenía por gusto personal cagarle la vida.

—Tiene talento. — le dijo, sorprendiéndolo de improvisto, provocando que su incómodo irrespeto por el espacio personal lo perturbara. —Hace buen cover de Blurry Eyes—
—Shhh, Amemura. — Sakura le pidió, iintranquilo. —Aquí no se habla de Lost Heaven
—¿Qué tiene? Pensé que no se hablaba de la banda sin nombre. Si nos siguen poniendo tabúes vamos a terminar mudos.

En realidad, ¿Qué tiene de malo que alguien opine que Suou Hayato canta bien un tema de la mítica banda Lost Heaven? Debería ser algo bueno, ¿no? Y nunca nadie en MoonLight le dijo a los demás que era un tema prohibido o que reaccionaran mal al respecto, pero, de una forma interna, era como una especie de suposión compartida por todos de manera mágica.
Sakura sentía que justamente al ex miembro de Lost Heaven que tenían allí le enojaba en silencio que alguien hablara de algo relacionada con su antigua agrupación.

Y fue tonto quedarse mirando a Kazutora, sin antes bloquear su teléfono celular en el cual estaba aún la historia de Suou cantando el tema de Blurry Eyes, escuchándose claramente en la sala. Era como invitarlo a que escuchara con él. El ex guitarrista de Lost Heaven siguió tocando en silencio un tema, parecía no importarle que hablaran de su antigua banda, tampoco era tan inmaduro como para gritarle a los mocosos de la banda. No estaba en su estilo explotar por detalles y ser inmaduro, según la imaginación de Kazutora.

—Es bueno que los jóvenes se inspiren con la música de los más grandes. — dijo el pelirosa
—Tiene buena voz. — se integró Chigiri. —Ojalá los de Lost Heaven vean la historia de tu amigo.
—De hecho…— pasó saliva por su garganta, sin dejar de mirar con respeto a Kazutora a lo lejos. Sakura era rudo y agresivo, pero por cosas como esas tenía cierto recelo de no comportarse como idiota. Pues dentro de todo era empático y no quería hacer sentir mal a uno de sus mayores —Compartió otra historia después de esta diciendo que estaba feliz porque la cuenta oficial de Lost Heaven le dio like a su publicación.
—Eso suena bien. Quizá le llegue el comentario a Mikey, aunque dicen que se ha aislado de redes sociales y de todo en general.
—Pero que la cuenta oficial le de like no es menor. — Chigiri se acomodó la trenza hacia un costado. —Quizá lo llamen con ellos para integrarlo a la banda. 

Y las inquietudes de Sakura se hicieron reales. Vio que Kazutora detuvo toda actividad con su guitarra de golpe, con la música de su ex banda de fondo, parecía haber entrado en una especie de trance. La verdad, que todos parecían estar en una especie de trance nostálgico con la música de Lost Heaven.
Sakura entendió que no era el momento ni el lugar para hablar de esa banda. Bloqueó torpemente por fin la pantalla de su celular.

Definitivamente, no se habla de Lost Heaven allí.


—Oye, disculpa si interrumpimos tu ensayo con nuestra bulla de fondo. — atinó a decirle Sakura a Kazutora.
—Lost Heaven está muerto…— Dijo con la mirada oscurecida y fría. —Tu amigo es estúpido si cree que van a poder encontrar un reemplazo para esa banda de mierda. — apretó el cinto que sujetaba su guitarra.
—Hey, no hemos terminado por aquí. — Hua Cheng dio un par de aplausos para volver a centrar la concentración de Kazutora, porque justamente estaba practicando con él. —Y ustedes, deberían estar repasando su parte y no interrumpirnos. —Hua Cheng tenía un rol de directriz en la banda, sobre todo cuando Gojo se dedicaba a concentrarse en sí mismo egocéntricamente, pero no era común que tuviera que mandar a los chicos a seguir tocando en sus breves descansos.
—Ya hemos tocado TODO el jodido día. — se quejó Asuka, hastiado y ya olvidando la vergüenza pasada hace un rato con el momento tenso.
—¡Sakura! — Chigiri lo miró con total desaprobación. —No digas esas palabras a nuestro superior.
—Pero estoy aburrido… y tengo hambre.
—Y seguro quieres ir a meterte a una pelea a golpes sin sentido con tus amigos delincuentes. —
—C-Cállate, Ramuda.
—El idiota tiene razón. Ya tocamos todo el día y seguimos siendo basura. MoonLight da asco. — Kazutora sonrió socarronamente, se quitó la guitarra y sólo la tiró sin interés sobre el sofá. Los demás no lo conocían mucho a fondo, pero Hua Cheng que lo conocía de un poco más sabía interpretarlo mejor y no era buena señal. —Me largo.
—Espera, Kazutora.
—Déjalo. — Gojo apretó el hombro de Hua Cheng para que éste no persiguiera a Kazutora. —Está cabreado y hay que darle espacio. Que vaya a tomar aire y a jugar con la luz de un láser o lo que hagan los felinos salvajes. Por hoy terminamos. Lo hicimos bien chicos, Ramuda, Hua Cheng, y los niños tienen que volver temprano a casa, Chigiri acompaña a Sakura a su casa para que no haga tonteras en el camino.
—¿Ah? — Fue la respuesta al unísono de todos. Sorprendidos porque el esclavista Gojo le estuviera dando el resto de la noche libre. Eso era raro, porque siempre los sofocaba con ensayos eternos para MoonLight o bien los seguía negreando con pedidos personales para él. Esa sospechoso que les diera libre.
—Un momento, dudo que nos estés despachando porque tengas misericordia por nosotros, viejo. — Sakura lo miró con los ojos entrecerrados, suspicaz. —Tú no eres así de bueno
—¿Por qué siempre piensas cosas tan feas de mí, gatito?
—¡No somos tus animales! — gruñó Sakura. —Y no es justo que sólo a mí y al otro nos llames por animales. Deberías ponerle un apodo igual de denigrante a Ramuda, Chigiri y a Hua Cheng.
—Mh…— miró a esos tres. —Quizá Ramuda podría ser una ovejita rosa.
—…— Pese a la sonrisa amigable en el rostro de Ramuda, en su mente ya había pensado mil quinientas y una forma de asesinar a Gojo. ¿Cómo que ¨ovejita¨?
—Hua Cheng no se me ocurre nada y ¿Chigiri? ¿Qué criatura se puede asemejar a sus características? — puso un dedo en su mentón, pensativo. —¿Un periquito rojo? Bueno, Chigiri ni habla mucho así que no puede ser un periquito… Quizá un pecesito, o una mariquita con puntos negros o… ¿Pantera Roja? No, ese definitivamente no. Suena a apodo o slogan de lucha de Nigg—vio que Hua Cheng lo miraba con esa expresión de “no digas una pendejada funable” —¿Qué tal florecita de cerezo?
—Prefiero mi apellido, si no es molestia…
—No. — El peliblanco negó. —Sakura tiene razón. Estoy siendo injusto con el resto porque no les dedico tanta atención como a ellos. Se van a sentir menos queridos si no les dedico un bonito apodo.
—Eso no es poner atención, ¡eso es tratarnos como tus mascotas! — Reclamó Sakura.
—Bueno, ya pensaré en un apodo para Hua Cheng y Chigiri. Me tengo que ir.
—Por eso nos diste el resto de la noche libre. Ya decía yo…— Hua Cheng soltó un suspiro. —Tienes planes para ti.
—Pues, sí. Tengo una cena con mi novia y eso es más importante que estar con ustedes. Iremos a un bonito lugar.
—¿Le vas a proponer matrimonio? — Preguntó Ramuda.
Todos conocían a la adorable y linda Kotone y se preguntaban qué era lo que veía en Gojo. Bien, podría ser un hombre guapo y talentoso, pero era insoportable. La pregunta del matrimonio vino porque esa pareja ya llevaba un buen tiempo juntos y no podían negar que se veían bien y enamorados. Quizá si Gojo se casaba, se calmaría un poco.
—Porque si es así que no sea en un perímetro cercano a un KFC. — Touché de Ramuda que se la estaba guardando desde que le dijo lo de “oveja rosa”
—…Muy gracioso Ramuda. — miró que el resto soltó una risotada cómplice con el comentario de Ramuda. —Sí, sí. Ríanse de su sempai. Cuidado con el karma eso sí.


Al principio salió con toda la dignidad posible del lugar, caminando con esa pose de modelo de pasarela arrogante, borde, insuperable e inalcanzable, pero esa faceta fue consumida cuando la ansiedad le aprisionó el pecho. De la nada se puso a correr para así dejar todo atrás.
¿Por qué reaccionaba así de caótico sin que pudiera controlarse? Era algo inconsciente.
No supo cuánto tiempo corrió a lo loco por las calles, sin ningún tipo de glamour en su huida, abandonando por complejo todo el aire de “modelo de Vogue” y chocando con las personas de la calle, botando algo en el camino, quizá una pila de revistas de un puesto, escuchando como un automóvil tocaba la bocina cuando cruzó la calle en rojo, hasta que su frenética carrera se trabó de golpe cuando se tropezó con el pavimento en mal estado y estampó las manos y el rostro sobre el piso de concreto.
¿Todo esto por escuchar un tema de Lost Heaven? Vaya, sí que era patético.

En ese momento sólo pudo escuchar su respiración acelerada. Poco después cuando por fin se dio cuenta de que estuvo corriendo invocó la preciada cordura. Se levantó del piso y sacudió su ropa, luego miró las palmas de sus manos las cuales estaban rasmilladas y rojizas por el golpe. Por suerte su rostro parecía intacto. Esperaba que nadie lo haya visto caerse. Que ridículo. 
Era mejor fingir que no pasó nada y ver qué hacer en esa calle para parecer casual. Al ladear la vista a su costado vio que estaba frente a un Pub VIP. No le importaba gastar dinero con tal de pasar desapercibido. Esperaba que nadie lo haya visto caerse de hocico hace un rato.

Entró.

El lugar lo conocía porque en alguna ocasión ya había ido allí antes en su etapa de integrante de Lost Heaven, pero no le gustaba mucho porque a veces gente conocida de la socialité iba allí.
La luz tenuemente cálida, la música suave de fondo, la barra totalmente iluminada con las botellas de alcohol destellando a la vista, era atractivo. Aunque parecía que justo ahora a muchos se les había ocurrido ir allí porque veía muchas mesas llenas en grupos.

En fin, fue hasta la barra y se sentó allí.  ¿Y ahora que hacía? Bueno, tenía que parecer casual, ¿no? Quizá debía intentar ligarse a la chica que estaba sentada a su costado en la barra.
La miró de reojo, usaba un traje color blanco con estampados en plateado, algo con estilo tradicional asiático, si lo pudiera describir tal vez su atuendo era como una mezcla entre un hakama y un qipao si eso pudiera ser posible de confeccionar, ya que la parte de abajo era parecida a un hakama japonés y la parte superior como un qipao chino.
Usaba tacones del mismo tono y detalles, llevaba joyas y el cabello rubio y largo suelto.

Kazutora tenía buen gusto, así que si se iba a ligar a alguien para pasar desapercibido debía ser una tipa guapa como esa. 
El problema era que… La rubia mantenía su rostro estampado en la barra, mirando al lado opuesto de Kazutora. Con un dedo jugueteaba tocando la punta de su vaso casi vacío. Usaba un anillo de oro bastante peculiar, tal vez de confección de Vivienne Westwood.

¿Cómo podía iniciar algo con alguien que estaba medio muerta sobre la barra? Además, si él tenía un aura deprimente, esa chica irradiaba mucha más depresión que él mismo y eso era sorprendente.

Quizá debía salir de allí… No era bueno meterse con gente viciosa y deprimente. Pero necesitaba la coartada de llegar al día siguiente con los idiotas de MoonLight diciendo que se fue porque fue a ligar una chica.

Lleno de dudas, con su dedo índice punzó un par de veces el brazo de la rubia, costó que captara su atención o estaba haciéndose la indiferente quizá. Entonces después de insistir un poco más, la rubia se volteó y Kazutora sintió como un balde de agua con hielo de Siberia le callera sobre la cabeza. Estaba seguro que sufrió un microinfarto cardiaco.
Más pálido que un muerto y tartamudeando, Kazutora casi se ahoga con su propia saliva, ¿cómo mierda no se dio cuenta que era esa persona?

—¿Kazutora? — la mirada hostil que le dedicó al comienzo cuando no sabía que era él cambio a una más amigable cuando reconoció a Kazutora.
—H-Hola, Inui…— tragó saliva. Muerto de la vergüenza. Su rostro era una hoja de papel en ese momento. Demonios, había confundido a Inui con una mujer.
—¿Estás bien? Te vez un poco pálido. —
—Es que me caí de hocico afuera de Pub. — pasó una mano por su nuca, despeinando torpemente sus cabellos negros y largos. Era mejor decirle eso a decirle que lo confundió con una mujer y tenía intenciones de “ligársela”
—¿Y estás bien? — lo miro de arriba abajo, como buscando alguna lesión o herida.
—Sí, sólo me rasmillé las manos…Hm. — hizo un rictus con la boca. Lo miro de nuevo. —¿Y tú estás bien? — notó que las mejillas de Inui estaban algo sonrojadas por efecto del alcohol, además hablaba un poco enredado, evidentemente estaba algo ebrio y… aún era temprano.
—Sí…— asintió, llenándose el vaso con la botella de whisky que tenía solo para él. Le pidió un vaso al barman y se lo llenó a Kazutora. —Es del mejor que hay.
—Hm…— dio un sorbo e inmediatamente se quemó la garganta. —Joder, Inui, esta mierda está fuertísima. ¿Te has tomado casi toda la botella tú solo? — casi tocio, lo cual causó una risa en el rubio que a Kazutora le molestó.
—Debilucho.
—No es cosa de ser débil o no. Esta putada no se la toma ni el diablo. ¿De verdad te has tomado todo eso tú? — preocupado.
—¿Y con quien más me la voy a tomar? Siempre estoy solo… Siempre vengo y tomo esta mierda solo. Supongo que le repugno a la gente.
—No te quieras tanto, hombre…— dio otro sorbo. Todavía lo sentía fuerte pero no podía negar que la calidad del whisky era magnífica. —Al menos puedes decir que no estás bebiendo solo… Estás bebiendo con un amigo.
—…—
—…—
—¿Eres de verdad Kazutora o un impostor?
—Soy yo…— giró los ojos, aburrido. —Ya deberían dejar de verme como el hijo de puta que era en el pasado…
—Tu yo del pasado no era malo… Sólo eras intenso. Adorable a tu modo...Supongo. Te mal juzgaron. El hijo de puta era otro. — tomó whisky.
—Coincido. — chocó su vaso con el del rubio. Soltó una risa porque evidentemente Inui estaba muy bebido puesto que el Inui sobrio apenas habla. Incluso le daba vergüenza admitirlo, pero cuando lo conoció por primera vez pensó que era sordo mudo y buscó algo relacionado con lenguaje de señas… Pero Inui no era sordomudo, esa era su personalidad. —¿Y qué tal todo con EroGion?
—… Supongo que bien.
—¿Supones? Son la jodida banda sensación del momento. Es increíble lo popular que son. O sea, todos quieren ir a sus conciertos.
—Ah, sí…— no parecía muy animado con EroGion.
—¿No te caen tus compañeros? — En contexto, Kazutora e Inui fueron antiguos integrantes de Lost Heaven en sus orígenes, pero Inui fue el primero que se fue de la banda incluso mucho más antes de cuando pasó ese evento que desarticuló a Lost Heaven. Inui se fue porque no congeniaba especialmente con Mikey.
—No. O sea…— miró con discreción a sus costados. —¿Te confío algo? — sí, definitivamente estaba muy ebrio y por eso se sinceraba. —No es como lo que me pasó con Lost Heaven… Porque en realidad no me sentía cómodo con Lost Heaven porque todos ya se conocían de antes menos yo y no le caí ni le caigo bien a Mikey… Pero, al menos, podía estar tranquilo contigo y con Draken. EroGion es… un maldito caos. Todos son intensos y exigentes, y sólo me quedo en un rincón a seguir órdenes mientras todos discuten entre ellos.
—Como un perro.
—…—
—¿Qué? Siempre te dije que ese maldito libertino de Ran no tenía buenas intenciones. Es increíble que sigas haciéndole caso. Es un flojo y explotador.
—Sí sé… Pero gano mucho dinero con él. — se alzó de hombros dando a entender al otro que no saldría de ese lugar decadente de momento. —¿Qué tal te va a ti con esa nueva banda? ¿Moonie?
—Es MoonLight. — le dijo burlesco.
—Eso dije…
—No. Dijiste Moonie o alguna caca como esa porque apenas se te entiende.
—¿Quieres que te agarre a golpes para que veas que no estoy nada ebrio?
—Jaja, seguro terminas en el piso apenas levantarte… Ya voy viendo que te tendré que llevar a casa.
—Jódete, Kazutora. Como se llame tu nueva banda, ¿va todo bien?
—¿Te puedo ser sincero ahora yo? — bebió más whisky, marcando una sonrisa irónica y soberbia. —Yo sobro allí. — dijo sincero. —MoonLight ya existía de antes que cuando Hua Cheng me llevó a MoonLight. Supongo que me metió por lástima allí porque se preocupó de que me deprimiera después de abandonar Lost Heaven. — bebió más. —Y cuando llegué allí todos se comportaban como una familia entre ellos, se apoyan a su modo, se critican y pelean, pero son todos una unidad y evidentemente yo soy el ogro extraño que no encaja para nada. No soy parte de esa “familia” no me siento parte de MoonLight, sobro y estorbo. Los líderes sólo me tienen porque ya tengo algo de “fama” por Lost Heaven y supongo que es difícil conseguir a un guitarrista decente, los más jóvenes me ven como una especie de yokai que les va a comer las almas y sólo me quedo allí por inercia porque, si no voy, Hua Cheng me va a buscar y si eso no pasa me quedo todo el día mirando el techo de mi cuarto implorando, suplicando, que me dé un derrame cerebral y me saque de esta pesadilla absurda.
—…— Inui lo miró en silencio, pese a que podía estar todo lo ebrio que quieran seguía siendo un tipo de mirada muy fría y eso inquietaba incluso a Kazutora, pero un halo de preocupación se notó en él cuando procesó las palabras de su ex colega. —Eso suena… Muy deprimente. Incluso para mí.
—En realidad lo que nos pasa es muy similar… Así que… Me alegro estar bebiendo contigo este maldito whisky que vale más que mi departamento entero, aquí en este Pub exponiendo nuestras miserias y… me alegro de no haberme volado los dientes cuando me caí de hocico. — “ni haber intentado ligarte pensando que eras mujer”
—Salud por eso. — chocaron sus vasos y dieron un trago.

Siguieron conversando como unos extraños y peculiares amigos, mientras bebían y se pasaba la noche. Ponerse al día de sus vidas, hablar un poco del pasado, del futuro, hablar sobre la fórmula uno, deportes, sacar una ecuación matemática sin sentido alguno solo para probarse, hablar sobre sus intereses y así mil temas más.
Cuando dieron las 03:00 de la madrugada y Kazutora notó que sería complicado llevarse a Inui dio por finalizada la noche.

—¿En qué andas?
—En motocicleta…
—Pásame las llaves.
—Kazutora… Tú manejas súper mal. No te confiaría mi motocicleta.
—Entonces pediré Uber. — notó que Inui lo miraba resistente, no iba a dejar su maldita motocicleta botada. —No te pongas cabrón o te reviento la botella en la cabeza y te llevo a rastras de aquí.
—¿Ya se van? Pero si la noche es tan joven.

Aquella voz interviniente sobresaltó a Kazutora, pues, para su desgracia, la reconoció. Observó seriamente a esa nueva persona llegada que se postulaba entre ellos, sonriéndoles angelicalmente. Llevaba un traje igual de elegante que el de Inui, sólo que, a su propio estilo, donde era una especie de kimono de Geisha pero confeccionado tan exquisitamente que fuera distintivo de que no era una y que era diseñado para un varón. El traje era en color magenta con detalles dorados, estilos orientales. Un poco más extravagante que el de Inui. Muy clásico y esperable de un integrante de EroGion, cada uno de ellos tenía ese estilo por la tendencia de su banda, era su marca, su esencia, su distinción suprema. EroGion era a otro nivel de impacto social, tenían a uno de los mejores diseñadores de la ciudad confeccionándoles cada uno de sus trajes a medida, a características de cada uno y con extravagancia para resaltar entre el resto. No por nada eran tendencia en moda.

El cabello lo llevaba suelto, la larga cabellera rosa caía por sus hombros tan lisa y bien cuidada como siempre. Sus ojos grandes y color turquesa eran decorados y definidos por unas tupidas y largas pestañas frondosas que le daban una mirada seductora e hipnótica.
Si bien Inui con su apariencia un tanto “femenina” podía hacer confundir, de todos modos y de una forma particular se notaba que era hombre. Sin embargo, a esta nueva persona había que mirarla varias veces para saber que no era mujer. Era por mucho más andrógeno que Inui.

Decoraba su rostro con una sonrisa ladina y llena de orgullo, pese a que intentara verse amigable, Kazutora sabía que detrás de esa máscara se escondía mucha malicia.

Ese era el maldito lunático de Sanzu Haruchiyo. El vocalista de EroGion. Un enfermo sádico y despreciable y por supuesto, “pegote” que era lo peor de todo. Como nadie lo quería ni soportaba, se volvía un chicle de ellos.
Como todo “Diva” buscaba atención.
—Podemos ir al segundo nivel donde hay una fiesta VIP de esas que duran hasta el amanecer. Yo los puedo llevar, la pasaremos bien.
—Piérdete de mí vista, Sanzu…Ve a molestar a alguien más con tu existencia— agarró a Inui del brazo. —Nosotros ya nos vamos.
—Uhu… Que mal educado eres, Kazutora. Pensé que habías tenido redención después de todo.
—No me hables como si nos conociéramos. Apenas hemos cruzado palabras.
—Bueno, si quieres te vas a sufrir solo por allí, pero Inui se queda conmigo.
—No. Se va conmigo. — miró a Inui, seguro de que el rubio prefería mil veces comer vidrio molido que quedarse con Sanzu. Pero increíblemente Inui parecía dudoso. —¿Qué? — en shock.
—Así es. Inui debe cuidarme.
—Si no lo acompaño se va a meter en problemas.
—¡¿Y que mierda importa?! ¡No es un puto niño al que cuidar! Está bastante grande para saber lo que hace.
—Pero yo soy EroGion y si algo me pasa a mi EroGion se afecta. Así como pasó con tu banda, Kazutora, deberías tener más empatía por tu experiencia.
—Inui… Sanzu definitivamente no es nada parecido a lo que pasó con Baji. No sientas culpas ni remordimientos pagándolos con Sanzu. 
—Disculpa, Kazutora… Pero me quedaré.
—Esto es lo que hacen los buenos amigos, apoyarse y no dejarse solo. Es algo que deberías aprender. — Sanzu se burló de Kazutora, pero Inui le jaló el cabello y le dijo que se callara el hocico.
—…—
—…—
—…—
—¿No que te ibas? — Sanzu le mira molesto.
—Iré con ustedes. Cambié de parecer. —
—Ah, ya veo que te va gustando la idea de las fiestas de EroGion. Si es así, bienvenido. — le sonrió.

La verdad, sólo los siguió con el fin de llevarse a Inui. Que Sanzu se pudra.
No era como él decía, no volvería a dejar a un amigo solo.

Ya en el segundo nivel entraron en una sala VIP donde sólo gente famosa estaba presente. Kazutora supo inmediatamente el grave error que había cometido al meterse allí con esa gente porque eran de aquellas fiestas donde había mucha perdición entre gente rica. Apenas llegar le pasaron una botella de alcohol para él solo, Sanzu no tuvo ningún cuidado en beberse la suya siendo animado por un grupo de amigos de él. Había gente besándose, otras muy alcoholizadas, otras drogadas…

—Sólo díganme que no es una fiesta de Diddy…— Kazutora se estaba arrepintiendo. No quería meterse en un escándalo.
—No. No negros, por favor…Esto es un lugar lujoso y decente.—
—Sanzu, no digas cosas así.— Inui lo miró entrecerrando los ojos. —Acuérdate de..- —
—Sí, sí… La demanda por clasismo y racismo. Ya. — Sanzu giró los ojos.

A esa altura de la noche, Kazutora recién notó que tenía varias llamadas perdidas. Algunas eran de Hua Cheng, otra era de su ¿tío? Seguro se confundió de número, y una era de ella.

Imposible.
Y claro que era imposible. No era una llamada que ella le hizo a él, sino que estúpidamente su teléfono marcó sólo su número y la llamó. Por suerte, ella no le contestó.

—¿Te están controlando? — Sanzu miró su teléfono, burlesco.
—Deja de husmear. — le pegó con un par de dedos en la respingada nariz.
—¡Oye!
—¿Y por qué Inui tiene que cuidar a alguien tan crecidito? ¿Sigues metiéndose en cosas, Sanzu? Más bien, ¿Sigues metiéndote cosas?
—…— El rostro de Sanzu se pulverizó en un color rojo, colérico y notoriamente molesto. —¿Qué insinúas?
—Já. Lo que todos sabemos. — dio un sorbo a la botella. —A poco no te hizo nada la rehabilitación que la cubrieron como “viaje espiritual” al Tibet. Yo sé que te fuiste a una clínica. — Estaba en su máximo momento de disfrutar la humillación que le estaba dando a Sanzu, pero de pronto se sintió raro. Miro su mano y se dio cuenta que estaba viendo extraño, como si esta se difuminara y se reflejara como mil veces hacia su costado. —¿What the fuck?
—Ah, te vi algo tenso y te di algo. Ahora si te vas a poner más simpático.
—I-Idiota…—
—¿Sanzu? ¿Qué pasa? — Inui volvió con ellos, se había distraído mirando a otra persona.
—No sé. ¡Vamos a divertirnos! — Sanzu agarró a Inui y Kazutora.

¿Qué debía hacer? Una parte de él le decía que se detonara allí, que se autodestruyera porque se lo merecía, en parte, quería distraerse y perderse. Pero por otro lado tampoco podía llegar a esos extremos.
Quizá sí debía llamar a alguien para tener la excusa de irse. Pero era tarde y no quería molestar a nadie.






 
« Last Edit: October 29, 2024, 11:52:33 AM by Kana »


Apple

Re: Act 1: Overture
« Reply #122: November 30, 2024, 09:19:29 PM »
#11

El Carlyle era uno de los hoteles más glamurosos del mundo, y uno de los más legendarios también.  Si bien era sabido que el Carlyle el New York City fue el hotel predilecto de la princesa Diana y en la actualidad era favorecido por los príncipes de Gales y miembros de la familia Coppola, el Carlyle de Eastwood tenía poco que envidiarle.

Todos los días el restaurante, bar y café del hotel eran visitados por figuras del mundo del entretenimiento, así como por políticos y otros personajes ilustres. No hacía falta decir que los muros del hotel, principalmente las habitaciones, habían sido testigos de hechos que escandalizarían a cualquiera y que le haría agua la boca a cualquier editor de revistas de chismes.

La familia Fujiwara habían sido clientes VIP del Carlyle desde hacía tres generaciones. Gin recordaba cuando su abuelo había adquirido una suite permanente para la familia en el hotel, un símbolo de estatus entre los ricos y un lugar donde los Fujiwara pudieran descansar en los días demasiado ocupados; después de todo las oficinas de Neko Entertainment estaban a un par de calles del Carlyle.

Gin Fujiwara era un hombre de negocios nato, y odiaba perder el tiempo. Debido a su ocupado horario favorecía la residencia que su familia tenía en el hotel y prácticamente vivía ahí. Le daba la oportunidad de estar cerca de los cuarteles de su empresa y se ahorra tiempo en el tráfico. También favorecía al Dowling’s, el restaurante del Carlyle, y almorzaba ahí casi todos los días. La comida era excelente, así como el servicio- tanto que los meseros ya conocían su orden usual de almuerzo.

Gin usualmente utilizaba el almuerzo para tener pequeñas reuniones, raramente almorzaba solo. Hoy lo acompañaba Sakuya. Gin quería saber cómo había ido la reunión que Sakuya tuvo con su familia, amigos y compañeros de banda para anunciarles su compromiso.

–¿Cómo reaccionaron los demás? – preguntó Gin después de que les sirvieron su entrada.

–Lo tomaron bien. Estaban sorprendidos pero nadie parecía molesto.

Gin estaba pensativo. Aún el futuro de DeViLS pendía de un hilo. Como hombre de negocios estaba disgustado con la decisión de Sakuya, pero como alguien que había crecido con él… no podía odiarlo por su decisión.

–Hoy graban “Aegen”.

Sakuya asintió. Por un momento creyó que era una pregunta, pero cayó en cuenta de que Gin estaba al tanto de todo lo que pasaba en su empresa.

–No te costó trabajo convencer a Hijikata…

De nuevo otra afirmación que sonaba como pregunta.

–No. El ama esa canción, y aunque sea una adición de última hora los fans lo apreciaran mucho.

–Me parece acertado. El disco ya es excelente, pero esa canción definitivamente le dará un plus. ¿La agregarán al setlist de la gira?

Gin sabía que Hijikata había renunciado a la música para enfocarse en su carrera cineasta. Aún como director era representado por Neko Entertainment, y ellos eran los que manejaban sus relaciones públicas y contratos, entre otras cosas.

–De hecho– Hijikata hizo una breve pausa para encender un Parliament –Hijikata y Aioros estuvieron de acuerdo en unirse a nosotros en algunas fechas de la gira. Aioros nos acompañará en su mayoría, tiene la idea de hacer un documental.

Gin asintió de nuevo. Esta gente hacía lo que quería, pero al igual que Hijikata, Aioros también tenía un contrato con Neko Entertainment y el proyecto sonaba prometedor. De igual manera harían lo que quisieran, así que lo mejor que podía hacer era apoyarlos.

–Arreglaré con Matt para que lo ayude con la producción.

Hijikata sonrió ligeramente. Sabía que Gin aprobaría el documental.

–Y Hijikata prometió que estará en el primer concierto aquí en Eastwood y en el final en Tokio. Depende de su agenda para unirse a los demás conciertos.

–Mi jet privado estará a su disposición, los fans estarán felices cuando aparezca para cantar Aegen.

–Vaya que estás generoso hoy– comentó Sakuya.

–Esta gira es importante.

–No es la última gira de DeViLS.

–Es TU última gira con DeViLS– hizo énfasis Gin.

–He hablado con Tasuku. Él se encargará de todo.

Gin encendió un cigarrillo también.

–Con respecto al disco, la próxima semana saldrá el primer sencillo… Supongo que será la canción de Tasuku.

–Sí. Es realmente buena, y con ella abriremos los shows.

–Es evidente que quieres que Tasuku esté al frente de todo.

–Creo que es lo más conveniente por ahora y– Sakuya fue interrumpido.

–Gin Fujiwara y Sakuya Ookochi… es un placer como siempre.

Gin y Sakuya estaban tan enfocados en su conversación que no se percataron que dos hombres se acercaron a su mesa.

–Uchiha– saludó Gin sin mucho entusiasmo.

–Buenas tardes, Itachi, Sasuke– Sakuya fue más cordial en su saludo.

–La estrella del momento, es un placer verte Sakuya– dijo Itachi. –No puedo esperar a escuchar el siguiente disco de DeViLS, soy un fan desde muy joven.

Ni Sakuya, ni Gin supieron decir si Itachi era sincero. Itachi Uchiha era el CEO de Uchiha Entertainment, uno de los mayores competidores de Neko Entertainment, pero nunca por encima de ellos.
Hasta ahora…

Uchiha Entertainment había lanzado a una nueva banda no hacía mucho. Eran dos muchachitos coreanos, dos querubines vestidos a la última moda y con el estilo que todos los jóvenes imitaban. No eran competidores directos de DeViLS, ya que la música era bastante diferente pero había sido un éxito instantáneo.

–Esperamos no decepcionar a los fans con el próximo disco– admitió Sakuya.

Gin sonrió con la falsa modestia de Sakuya.

–De hecho es un disco jodidamente bueno. El primer sencillo sale la siguiente semana pero te enviaré una copia este sábado Uchiha, estoy seguro que como fan de DeViLS lo disfrutaras.

A Sasuke no le gustó el tono arrogante con el que habló Gin y levantó una ceja. Era un tipo jodidamente arrogante y presumido.

–No puedo esperar– respondió con cordialidad Itachi. –Debo admitir que he comprado tickets para uno de los palcos para el concierto de DeViLS aquí en Eastwood… no han sido nada baratos, ni fáciles de conseguir.

–Me hubieras podido llamar, pude haber arreglado eso para ustedes.

–No quería molestarte, entiendo lo ocupado que estás… Yo estoy en la misma posi-

Esta vez Itachi había sido él interrumpido. Una voz femenina lo llamó desde la entrada del restaurante. 

–¡Uchiha-oppa! ¡Ya llegamos! – anunció una chica de manera poco discreta. Varios se volvieron a verla. 

Era Green Nam, junto a Zack Lee. Los únicos miembros de So-Ju, la novedad ultra popular de Uchiha Entertainment. Los chicos se acercaron, y Sakuya de manera instantánea entendió su atractivo. Eran jóvenes, los dos bien parecidos, con un aire de cool que solo los músicos innatos tenían- los Beatles lo tuvieron, Hendrix y Led Zeppelin lo tuvieron y… DeViLS lo tenía.

“Estos chicos llegarán lejos” pensó Sakuya.

–¡Waaaaahhh Sakuya-oppa! – dijo la chica en cuanto se percató de quienes estaban en la mesa.

–Ustedes deben de ser So-Ju – Sakuya se levantó de la mesa para saludar a los recién llegados –Me gusto mucho su cover de Lana del Rey.

–¡¿Oíste eso Zack?! ¡Tenemos la aprobación de Sakuya de DeViLS! – dijo la chica dando golpecitos de emoción al brazo de su compañero de banda y primo.

–Nos alegra mucho escuchar eso– dijo Zack mientras inclinaba la cabeza ligeramente. El chico era menos efusivo que Green pero estaba ligeramente sonrojado.

Itachi sonrió complacido, pero Gin permaneció serio.

–Espero que eso les sirva de motivación chicos.

La charla continuó unos minutos con Green alabando a Sakuya en su mayoría, pero pronto Sasuke los urgió para ir a su mesa y dejar a Sakuya y Gin en paz.

–Espero que no sea mucha molestia… pero ¿podría tomarnos una foto con Sakuya? Me gustaría recordar este momento y compartirlo en mi insta…

–No creo que sea apropiado Green– dijo Itachi.

–No hay problema– dijo Sakuya ajustando la chaqueta de su traje, preparándose para las fotos.

Green sacó su teléfono sin perder el tiempo y se tomó un par de selfies con Sakuya. Tras cerciorarse de que salieron bien, el grupo de Uchiha entertainment se retiró a su mesa.

Más tarde Gin, mientras DeViLS estaba en el estudio grabando Aegen, le pidió a su asistente Miwako que buscara el instagram de Green.

En efecto, la chica había posteado las selfies con Sakuya. En un par de horas la foto había tenido más de 500k likes y la mayoría de comentarios eran positivos, algunos pidiendo una colaboración de Sakuya con So-Ju (a pesar de ser géneros y estilos totalmente diferentes).

Gin suspiro apesadumbrado. De verdad que se notaría la ausencia de Sakuya en el medio…


Kana

Re: Act 1: Overture
« Reply #123: December 26, 2024, 06:16:26 PM »

—Un poco más de rubor nunca va a ser un pecado— La rubia curvó las cejas y apretó los labios en una línea recta, demasiado concentrada para prestar atención en otra cosa que no fuera el rostro de la estrella sentad frénele a ella. —¡AH!
—¿Qué pasa?— Alissa pregunta preocupada, el gritillo de Misa la perturbó.
—¡Es que soy la mejor maquilladora de todas!— deja la brocha sobre el tocador, toma su teléfono celular y comienza a grabar un Live. Pone la cámara en selfie y se graba a ella y a Alissa, para luego dar vueltas en círculos. —Aquí estoy de nuevo! Como pueden ver, ya he terminado de maquillar a la hermosa Alissa quien está lista para su presentación de hoy. Denme like si les gustó mi trabajo y síganme para que no se pierdan mis videos. Xoxo!— cortó la transmisión —Muchas personas están viendo los videos.—
Misa era la mas emocionada con esas oportunidades. Era una influencer en ascensión y maquilladora. Por otro lado, contaba con la ventaja de ser amiga desde la escuela de la cantante Alissa.
—Gracias por maquillarme, MisaMisa— sonrió Alissa, la joven se contempló en el reflejo del espejo fijándose que todo estuviera en orden.
—Me encanta maquillarte, ya sea para una presentación como cantante o como cuando te quieres infiltrar en la ciudad como ciudadana común y corriente. ¿Cómo te fue en tu última escapada?
—Bien, se podría decir.
—Uy, no suenas muy convencida.
—O sea, nadie me descubrió. Pero tuve que compartir mesa con un chico en la tienda de udon y yo quería privacidad. Me hizo preguntas y no estuve tan cómoda pero después no sé como terminé conversando con él.
—¡Que bien, Lissa-chan! Puede ser la oportunidad para que conozcas a un buen chico.
—Oye, tampoco seas tan drástica.
—No es ser drástica, solo que…— la rubia bajo su efusividad —Puede ayudarte a superar lo que pasó
—Todavía es muy pronto para ir a conocer a otro chico, Misa— Alissa suspiró, entendía que las intenciones de Misa eran buenas pero ella iba a un ritmo más cuidadoso que el que esperaba la rubia.
—Bueno, cambiando de tema. Espero que destruyas a esa bitch de Asuka en el ranking. Siempre fuiste la mejor de la banda y esas envidiosas
—¡Estoy hecha todo nervios! Sólo te lo digo a ti, pero me pone ansiosa tener que salir Justo después de Lillia, mi ex bandgirl. Uff, fuera de aquí tengo que seguir mostrándome fuerte y engreída para que no se sientan superior a mi.
—Haberte hecho solista las llenó de envidia.— Misa se rio de esas tontas.
En ese momento, un coordinador golpeó la puerta indicándole a Alissa que ya debía salir. Alissa dejo su teléfono celular sobre el tocador, Misa la siguió y la grabaría tras bambalinas.



—¡Woah! Esa presentación fue fantástica— Misa todavía flasheaba con el show de su amiga Alissa. Las dos entraron de regreso en el camarino de la cantante. —Todos mis seguidores amaron la presentación. Simplemente eres grandiosa y Misa-chan tiene mucho que ver en tu éxito.
—Así es— le dio unas palmaditas en la cabeza de la rubia —Gracias MisaMisa por tu apoyo. — Alissa fue hasta el tocador y tomó su teléfono celular el cual había dejado allí. Chequeó todas las interminables llamadas y mensajes que tenía allí, mientras pasaba el dedo por la pantalla y su rostro se iluminaba por el brillo del teléfono, notó un número que no tenía registrado pero que se lo sabia de memoria.

Hace un año que no se comunicaban ninguno de los dos, ¿por qué él la llamaría? Dudo si devolverle la llamada. Quiza marcó por equivocación.
Pero una corazonada fue más potente que la razón. Llamó al número sin mucha fe, puesto que la llamada que él le hizo fue hace horas.
Abrió los ojos sorprendida cuando le contestaron después de un rato. No iba a negar que tenia miedo, su corazón le latió rápido y un temblor se apodero de su cuerpo. Estaba angustiada, tenia miedo del contenido de esa llamada.
—¿Hola?
—¿…Kazutora?— Alissa se demoró en hablar. —¿Por qué me llamaste? — preguntó seria la cantante, aunque por dentro tenia mucho miedo. La ultima vez que Kazutora la llamó esa llamada la destrozó por dentro cuando le comunicó una terrible noticia.
Esos recuerdos volvieron a su mente. Una noche de lluvia, una llamada de madrugada, Kazutora comunicándole la peor noticia del mundo, ella cayendo de rodillas en shock sin contener las lágrimas.
Era imposible que le dijera hoy algo peor que esa vez.
—…Lo siento, me equivoqué de número.— respondió ronco, después de un momento demasiado largo de silencio. —Perdón
—Entiendo.
—Adiós
—¿Estás…bien?—
Lo escuchaba arrastrando las palabras, con la voz apagada y extraño. No hablaba con él hace años, pero intuía que algo le sucedía. No quería pensar que Kazutora estuviera en problemas a esa altura, el chico rebelde y autodestructivo desapareció después de irse de Lost Heaven, sabia por otros que en MoonLight Kazutora estaba más tranquilo y maduro. Pero escucharlo así, le recordó a esos tiempos de antaño cuando se hacia daños a si mismos con conductas de riesgo.
—Sí
—¿Seguro?
—…— De nuevo una pausa demasiado larga que crea incertidumbre —La verdad…no. Pienso en él a menudo… Me siento culpable, Alissa, por él y por ti. Hoy lo recordé más que nunca… Y no sé si estoy en el lugar correcto.
—¿Dónde estas?
—Alissa… No quiero que pierdas el tiempo.
—Dame la dirección— El tono de Alissa fue tajante y severo. Kazutora dudo mucho en responder a su pregunta pero se decidió después a darle una ubicación. Alissa le cortó no sin antes indicarle que no se moviera de allí. —Misa
—Dime—Se estaba entreteniendo comiéndose los bombones que le mandaron a Alissa pero no pasó por alto la preocupación de su amiga en toda la llamada que tuvo.
—Necesito que me acompañes a un lugar ahora.
—¡P-Pero, p-ero!— Casi se atraganta con un chocolate —ahora viene tu entrevista y después la fiesta VIP, ¡no puedes dejar a los reporteros botados!
—Es una emergencia.— tomó su abrigo y sus cosas, fue hasta la puerta. —Tienes que venir conmigo porque no puedo ir sola a esos lugares… Además, me lo vas a agradecer cuando veas con quien me voy a reunir.— sonrió, encantadora como siempre.
« Last Edit: February 15, 2025, 08:09:32 PM by Kana »


Kana

Re: Act 1: Overture
« Reply #124: February 15, 2025, 09:00:35 PM »

—¿En serio a nadie le perturba de que Kazutora no aparezca desde hace más de una semana? No es que él me importe… Pero, si hacemos como si nada pasara es igual de incomodo a cuando está presente.

Pese a que Sakura Haruka era el integrante más arisco y amargado de MoonLight quien por lo demás se empeñaba en hacer entender a los demás integrantes que ellos no le interesaban en lo más mínimo, parecía que era el único al que se le hacía bizarro que un miembro de la banda haya desaparecido sin dejar rastro alguno.

Le parecía insólito que los demás integrantes de MoonLight ensayaran con tanta tranquilidad y normalidad cuando un miembro de la misma no daba señales de vida.

Pese a su reclamo, los otros siguieron practicando con sus instrumentos y el vocalista ensayando la nueva canción del grupo.
A Sakura se le hacía como un capítulo perturbador de “Black Mirrow” o cualquier serie inquietante de Netflix donde hacen desaparecer a alguien y todos actúan con normalidad. La actitud de sus compañeros lo estaba poniendo paranoico.

Chequeó sus redes sociales en el teléfono móvil. Por supuesto, no seguía con ninguna de sus cuentas a Kazutora y no es que éste último sea activo en las redes sociales. Ni siquiera tenía una cuenta.
Pero a veces se enteraba de las actividades de Kazutora por medio de cuentas de otros músicos o fanáticos que publicaban fotografías con él en alguna fiesta o encuentro casual.

Nada. Ni siquiera un rastro.

Tenía entendido que Kazutora odiaba que lo expusieran en las redes sociales, pero nadie le hacía caso así que dudaba que de pronto todos se pusieran a obedecerle y evitar subir imágenes donde aparecía él.

Tampoco tenía WhatsApp así que no podía verificar si estaba en línea.

—¿Acaso a nadie le importa? A mí me da igual, pero se supone que al menos uno de ustedes es su amigo. — observa específicamente a Hua Cheng con mirada juzgadora.
—Aw, Sakura-kun se preocupa por sus mayores.
—No digas pendejadas, Gojo. — el joven frunció el entrecejo mirando con hastío al peliblanco. —Pero si falta uno de nosotros, ¿cómo carajos vamos a ensayar bien? Se supone que debemos progresar como banda y nos falta uno y ni sabemos si está vivo o muerto.
—Kazutora debe estar bien. — Dijo tranquilamente Amemura, degustando un caramelo distraídamente mientras afinaba su instrumento.
—¿Cómo estás tan seguro de eso? — le preguntó Sakura incrédulo.
—Fácil. Si hubiera muerto habría aparecido en las noticias. Es el famosillo de la banda, así que si apareciera de pronto flotando sin vida en el río los medios lo publicarían. Así que podemos estar tranquilo
—Hm...— De verdad que a veces ese pelirosa además de sacarle de quicio le perturbaba. A Sakura se le hacía que Amemura no era tan inocente como intentaba aparentar ser. —¿Saben qué? Si ése idiota no está no encuentro chiste de seguir ensayando. Me largo.
—Espera, Sakura-kun, no importa si Kazutora no está, tú tienes que seguir practicando.— dijo Gojo
—¿Y por qué me explotas a mí?
—Porque Kazutora es un músico con experiencia así que un par de días sin ensayar no lo van a perjudicar. En cambio, tú, eres novato y te equivocas con frecuencia y puedes arruinarnos como banda, así que un día que no ensayes es fatal para todos nosotros. Eres nuestra desgracia si no te adiestras.
—Pues dile a alguno de tus amigos viejos que me reemplace por hoy. No pienso quedarme aquí como si nada mientras todos ustedes actúan tan normales. Nos vemos.

Sakura agarró sus cosas y se fue dejando a los demás mirándolo en silencio hacia la dirección que se esfumó.

—¿Deberíamos preocuparnos por Sakura? — preguntó Hua Chen un poco intranquilo, aún sin inmutarse mucho.
—Si le pasa algo lo sabremos en los noticieros. — le respondió Amemura.
—No creo… A Sakura nadie lo conoce. No es famoso como Kazutora.
—No es famoso, pero es un delincuente. Si lo matan aparecerá en los noticieros algo como “rufián con extraño cabello muere a balazos por provocar conflicto” y sabremos que es él.



Sakura todavía estaba enojado con sus compañeros de banda. Le parecía insólito que mostraran tanta indiferencia con la desaparición de un miembro de la banda. No es como si Kazutora le importara en lo más mínimo, pero el comportamiento despreocupado de ellos le parecía insoportable y dejaba mucho que desear. Una curiosidad le invadió, ¿los idiotas de la banda sin nombre eran así de despreocupados entre ellos? a Sakura le daba la impresión de que entre ellos eran muy unidos y empáticos pese a que tenían sus caracteres.

Caminó por casi dos horas para despejarse. Llegó al distrito por donde vivía y no tardó en entrar en un bar abandonado que usaba como refugio.

Se echó en el suelo quedando sentado sobre una caja de metal, abrió su mochila y sacó una lata de cerveza que le robó a Gojo y la bebió mientras seguía revisando las redes sociales.

Todavía ni rastros de Kazutora. El sujeto no era ni su amigo, pero quizá Sakura no tenía nada mejor que hacer que investigar su desaparición.

Tal vez eso pasaba porque hace tiempo no se encontraba con su amigo Hayato Suou así que le quedaba mucho tiempo libre para perderlo en idioteces.
¿Qué estaría haciendo Suou en estos momentos?

Justo en ese momento, como si lo hubiera llamado con la mente, un mensaje en el chat de Instagram precisamente de Suou le paralizó el tiempo.

“Hola, veo que estás en línea más de lo normal y ni un saludo por aquí”

Lo había pillado.
La verdad, es que estaba evitando a Suou desde que…

“Hola… ¿Todavía estás con los lunáticos?”
“Jaja, algo así… Después de que la cuenta de Mikey le pusiera like a mi video donde salgo cantando Niji, uno de sus agentes me invitó a conocer Lost Heaven en persona. Mikey me preguntó si quería participar en el ensayo y creo que le caí bien porque me invitó para una segunda ocasión.”


Precisamente por ese detalle estaba evitando a Suou. Si Kazutora se enteraba que cualquiera de MoonLight tenía relación con su ex banda, se lo tomaba a personal.

De verdad que le importaba poco Kazutora, pero soportar su mal genio por algo tan estúpido era como una patada en el culo. Por este motivo, Sakura evitaba a toda costa que Kazutora se enterara de que era amigo de Suou quien pasaba tiempo con Lost Heaven.

“Escuché que esa gente es antipática.”
“No sé quién te haya dicho eso, pero no es así. Son muy amables conmigo y con el chico que es el nuevo guitarrista de la banda.”


Habían reemplazado a Kazutora. Quizá a Kazutora no le importaba que lo reemplazaran a él, pero si se enteraba que alguien ocupaba el lugar del vocalista seguro estallaría. 

“¿Qué me cuentas de tu vida? ¿Cómo va todo con MoonLight?”
“Bien… Tenemos una presentación dentro de pronto y nos toca ensayar. Es difícil soportar a esta gente, pero todos se esfuerzan”
“Qué bien! Estaré atento para asistir y verte.”
“Ni de joda… No te voy a decir la fecha ni el lugar”
“Que tierno”


Sakura dejo en visto el resto de mensajes que Suou le envió. Quedó pensativo, hace tiempo que no veía al pelicastaño y parecía estar feliz de su nueva progreso musical pero no dejaba de preocuparle que algo le pasara a Suou en Lost Heaven. Sakura en secreto fue muy fanático de esa banda, creció con sus canciones y acudió cuando pudo a alguno de sus conciertos, por eso mismo tal vez sentía algo de "familiaridad" con Kazutora siendo que ni se dirigían la palabra pero al ser Sakura seguidor de la banda Lost Heaven donde Kazutora fue guitarrista, escuchar sus canciones y seguir sus conciertos, le daba la sensación que "lo conocía"

Por eso mismo le preocupaba que Suou frecuentara a la gente de Lost Heaven y que estos tuvieran interés en el pelicastaño. Alguien tan dañado como Kazutora debía tener su explicación en lo que vivió en esa banda y temía que a Suou le pasara lo mismo que a Kazutora, que a Inui o incluso peor... Que a Baji Keisuke.
« Last Edit: February 16, 2025, 10:10:22 AM by Kana »


Kana

Re: Act 1: Overture
« Reply #125: March 31, 2025, 03:20:58 PM »

Giró la tapa de la botella de agua mineral sin gas, dando un sorbo enorme. La resaca y dolor de cabeza lo estaba matando, así que no puso reparos cuando ella le pasó una píldora para dichos malestares. Puso la píldora en su lengua y se la tragó.

Aunque tenía los ojos cerrados, podía “ver” perfectamente la silueta de la joven frente suyo, de brazos cruzados y expresión frustrada.

—Alissa-chan, ya deja de mirarme así… De verdad que no te quería llamar. No sé qué mierda pasó.
—Por supuesto que no sabes lo que pasó. — la chica hizo sonar su tacón en el suelo. —Tienes mucha suerte de que te sacara de ese antro. No puedo creer que hayas ido con Sanzu después de todo lo que pasó con…—
—¿Lo que pasó con qué? — por fin abrió los ojos, una punzada le taladró la sien por la resaca, pero no fue suficiente para evitar mirarla feo. —¿Con Baji? Él era lo suficientemente adulto para tomar las decisiones de su vida. Ni que Sanzu le haya puesto una pistola en la frente para obligarlo…
—Claro que Sanzu tiene que ver. Baji se metió en ese mundo oscuro porque él lo llevó a esos sitios y lo mismo hace contigo. Bueno, ¿qué me importa a mí? Eres tú el que me llamaste para ayudarte —

Alissa se había molestado con el comentario de Kazutora. Hace varios años que no se veían precisamente desde lo sucedido con Keisuke Baji y ahora que tenían la oportunidad de cruzar palabras sinceramente era desastroso. Era algo que ambos se esperaban después de todo, quizá por eso evitaban verse.

Inconscientemente ambos se culpaban mutuamente por lo sucedido con Keisuke, Alissa culpaba a sus amigos por llevarlo a los vicios aunque estaba consciente de que Kazutora no tenía que ver pero pudo haber hecho más para sacarlo de ese mundo y Kazutora ocultamente le guardaba resentimiento a Alissa por inducir a los estados melancólicos de Baji. Por ese entonces cuando sucedió todo, las culpas de todos se dispararon en distintas vías, varios culpaban a Alissa por dejar que Keisuke se sumiera en la angustia y lo dejara solo, otros culpaban a Kazutora de involucrar mucho a Baji en sus problemas y caótica vida, otros decían que el responsable era Mikey por su ambición a más y absorber para él a Keisuke y el principal defensor de esa hipótesis era Kazutora.

Pero lo cierto era que ninguno era responsable de las acciones del pelinegro y en el presente eran lo suficientemente adultos para aceptar esa realidad.

—¿Cómo tienes mi número?
—Me lo dio un cantante en una fiesta. Dijo que te conocía de una presentación de los premios musicales y me hice el tonto fingiendo que no te conocía. — dejó la botella sobre el mueble cerca suyo. En ese momento, una chica rubia entró en la habitación y entre cruzó miradas con Kazutora. —…— el joven de cabello bicolor le desvió la mirada, todavía era muy torpe socialmente. En cambio, la rubia le miró más que fascinada, ella le dejo otra botella de agua y antes de retirarse miró a Alissa, suplicante.
—Ah… Antes de irte, ¿puedes firmarle un autógrafo a mi amiga Misa? Ella es fanática de tu banda…. Y si puedes, le pides a Inui que le deje un autógrafo también. Misa también es fanática de su banda.
—Creo que me acuerdo de ella. Era la rubia que siempre iba a las tocatas y te llevaba a rastras con ella a todas partes en Harajuku.
—Ahá. — Alissa asintió, tomando asiento en un sitial. Miró su reflejo en el espejo, con algo de nostalgia. —Extraño esos tiempos…
—Yo también. — Kazutora bajó la mirada, melancólico. Tristemente nunca podrían volver a esos tiempos donde fueron felices. —Alissa-chan… Gracias por ir por mí. No quise molestarte. Supongo que una parte de mi inconsciente pensó que eras la única que podía ayudarme y guardar el secreto. — su mirada cambió a una de preocupación. —Aunque no sé si tu amiga…—
—Ella es de confianza. — dijo Alissa, con tranquilidad.
—¿Dónde está Inui? — se acordó del rubio.
—Está en la otra sala. Todavía duerme.
—Apenas se despierte nos iremos.
—¿Sabes? Puedes llamarme sin necesidad de que estés en riesgo. A veces es de buena educación preguntar a tus amigos como están.
—Pensé que ya no éramos amigos. — dijo con seriedad, cosa que molestó a la joven. Kazutora prefirió cambiar de tema. —Supe que tendrás un gran concierto dentro de lo pronto. Has crecido mucho.
—…— Alissa se ensimismó ante el rechazo de Kazutora, pero después de todo, el joven tenía razón. Ya no eran amigos. Así que prefirió fingir estupidez al igual que él. —Sí. Es todo un desafío. Desde que me independicé de Lillia he sentido bastante presión. De mi representante, de mis fans, de mis ex compañeras. — suspiró —Siento que mis ex compañeras están esperando que fracase.
—Eran unas idiotas. Nunca entendí por qué aguantaste tanto tiempo con ellas. — el joven se puso de pie, con la intención de ir a la sala de al lado a despertar a Inui. —No importa lo que ellas crean, son envidiosas e intentarán hacerte sentir mal así que sólo ignóralas. Eres una Idol digna de admiración, métete eso en tu cabeza.

Alissa quedó en shock por las palabras de Kazutora pues el joven no era mucho de dar ánimos ni mucho menos decir cosas buenas de los demás. Quizá era la primera vez que le decía algo “lindo” antes de que el guitarrista saliera de la sala, lo llamó:

—Kazutora.
—¿Ah?
—No te olvides del autógrafo. — le apuntó una libreta y una lapicera.
—Ah… Sí. — no pudo escaparse de eso. Kazutora era de esos músicos despreciables que no le daban ni la hora a sus fans. Le dolió en el alma dejar su autógrafo en ese papel. —Ya. Para que no ande diciendo nada de mí, ¿ok?


Kana

Re: Act 1: Overture
« Reply #126: July 30, 2025, 06:35:36 PM »

El aire en el "Neon Garden", un pub de luces tenues y aroma a cerveza y sueños viejos, vibraba con una mezcla de expectación y el susurro de conversaciones a media voz. Era viernes por la noche, y la banda "MoonLight estaba a punto de subir al pequeño escenario. Seis siluetas se movían entre cables y amplificadores, cada una con su propio universo gravitando alrededor del inminente show, cada uno ensimismados en sus pensamientos.

Sakura, el baterista, era un cúmulo de mal humor encapsulado en una sudadera oscura. Su presentación personal era de lo más sencilla, pues carecía de ese toque de glamour característico en otros miembros. Sus baquetas tamborileaban impacientes contra sus muslos mientras revisaba su set. Mañana tenía una clase de cálculo a primera hora, una que no podía permitirse perder. Estaba al borde del fracaso académico, ¡otra vez! y la idea de trasnochar, por mucho que amara la música, le carcomía los nervios. "Solo una vez más", murmuró para sí mismo, como un mantra o una maldición.

A su lado, Gojo, el vocalista, se reía despreocupadamente, su cabello plateado brillando bajo las luces del escenario le daba un aire de ser estelar tocado por el brillo iluminado de la luna. Un séquito de "fangirls" se agolpaba cerca de la tarima, susurrando y riendo cada vez que él les dedicaba una mirada o una sonrisa. Gojo era el epítome del carisma, nacido para el escenario, su voz suave y melódica, perfecta para el estilo que definía a la banda. Para él, cada presentación era una fiesta, una oportunidad para conectar con la energía de la gente, era el más entusiasmado en cada presentación ya sea en un bar de moderada popularidad o sobre un escenario de importancia.

Kazutora, el guitarrista principal, ajustaba su correa con una lentitud casi meditativa. Sus ojos, normalmente llenos de un brillo ámbar enigmático, tenían una pátina de melancolía. Había estado perdido durante varios días, sumergido en un torbellino de fiestas y noches sin fin. En una de esas noches, se había reencontrado con una chica de su pasado, un encuentro fugaz que, sin querer, había abierto una vieja herida. La conversación sobre viejos tiempos lo había transportado a un lugar agridulce, recordándole a su mejor amigo fallecido, Baji, y los sentimientos de culpa nuevamente volvieron a agolparse en su pecho. La guitarra era su refugio, el único lugar donde podía traducir ese nudo en el pecho en algo tangible y hermoso.

Justo por ello, acudió a última hora a la presentación, cuando ya todos los miembros de MoonLight pensaron que el del tatuaje de tigre no llegaría. Varios comentarios de distintas características se entrecruzaron entre los demás integrantes de MoonLight y entre los fans del público cuando vieron a Kazurota subir a la tarima a último momento cuando ya sus compañeros estaban instalados allí. El joven contaba con un plus extra de popularidad, gracias a su pasado exitoso en la banda LOST⭒HEAVEN.

HuaCheng, ya con su bajo en mano, era el ancla de la banda, el más maduro de los seis. Con una calma casi sobrenatural, revisaba cada cable, cada conexión, cada afinación. Su mirada era aguda, su mente organizada. Se preocupaba por cada detalle, desde el balance del sonido hasta la comodidad de sus compañeros. Para HuaCheng, la música era un edificio, y él era el arquitecto que aseguraba que los cimientos fueran sólidos. Sus principales focos de atención suelen ser que Gojo no se descontrole, que Kazutora no explote, que Sakura no haga arder el mundo, y, por supuesto, que Ramuda no provoque a los últimos dos. Afortunadamente con Chigiri tenía descanso, porque el chico era tranquilo y quitado de bulla aunque HuaCheng comenzaba a sospechar que Chigiri debía tener un lado temperamental que ocultaba.

Ramuda podía ser toda una comedia, que por lo demás era totalmente impredecible. Pero de lo que podían estar tranquilos con el pelirosa es que era muy responsable con su rol en la banda.

Y luego estaba Chigiri, el joven tranquilo de cabellera roja, que simplemente observaba. Su presencia era como una brisa suave, un contrapunto a la energía a veces caótica del resto de integrantes de MoonLight. Su guitarra rítmica se sentía como una extensión de su propio ser, un latido constante que complementaba la melodía. No hablaba mucho, pero su música lo decía todo.

—¿Listos, chicos?— preguntó HuaCheng

Gojo asintió con una sonrisa radiante enamorando aún más a sus fanáticas. Haruka suspiró algo gruñón, pero tomó sus baquetas con firmeza. Kazutora dio un último rasgueo a su guitarra, una nota solitaria que se disolvió en el aire y sacó una exclamación absurda de admiración entre los presentes. Chigiri simplemente levantó su pulgar, moviendo su cabellera roja hacia un lado.

Las luces se atenuaron, y un foco azul bañó el escenario. Los primeros acordes de "Ao no Sumika", su tema de apertura, flotaron en el aire. Era una melodía suave y envolvente, con un ritmo de batería preciso y un bajo profundo que sentaba las bases. La guitarra de Kazutora añadió un arpegio brillante, y la voz de Gojo, aterciopelada y nostálgica, llenó el espacio.

La música era puro estilo japonés: melodías pegadizas, sintetizadores que evocaban el brillo de Tokio por la noche, ritmos funky que invitaban a mover el pie con cada acorde. Era una banda sonora para paseos nocturnos en bares, para reflexiones bajo la luz de los neones. No en balde los dueños de los bares invitaban a Moonçlight a tocar en sus negocios para atraer personas.

Gojo se movía con gracia en el escenario, estaba hecho para ser una estrella, su micrófono en mano, interactuando con las miradas de sus fangirls, lanzando guiños que provocaban suspiros ahogados. Su voz era impecable, cada nota en su lugar, transmitiendo la ligereza y la melancolía de sus letras.

Haruka, al principio, mantuvo una expresión tensa, su ceño fruncido mientras sus baquetas golpeaban con precisión militar. Pero a medida que la música lo envolvía, el ritmo se apoderó de él. Sus movimientos se volvieron más fluidos, su cuerpo se balanceaba al compás. Por un momento, el cálculo y el examen desaparecieron de su mente, reemplazados por la pura alegría de la percusión. Sus ojos brillaron con una intensidad diferente, una que solo la música podía encender.

Kazutora cerró los ojos durante su primer solo, dejando que sus dedos bailaran sobre el diapasón. La melodía era una cascada de notas, algunas brillantes, otras teñidas de una tristeza sutil. Era su forma de hablar, de procesar el recuerdo. En cada bending, en cada vibrato, había un secreto eco de Baji, una catarsis silenciosa que solo él entendía.

HuaCheng, con su bajo, era el latido constante de la banda. Sus líneas eran intrincadas pero nunca intrusivas, un colchón rítmico que sostenía a todos los demás. Observaba a sus compañeros con una expresión de tranquila satisfacción, ajustando mentalmente el volumen, asegurándose de que la armonía fuera perfecta. Él era el pegamento, el que mantenía la nave a flote. Sólo en ese momento, cuando tocaban todos juntos, lograban convertirse en una sola voz, en una sincronía perfecta, en un mar calmo rodeado por letras musicales. Jamás le deja de impresionar lo sanadora y apaciguadora que la música es para todos ellos. Su presencia era un recordatorio de que la fuerza de la banda residía en la suma de sus partes, en la forma en que cada uno contribuía a la atmósfera general.

Chigiri, en su rincón, se movía apenas, pero su guitarra rítmica era el pulso constante de la banda. Sus acordes eran limpios y precisos, un contrapunto perfecto a los solos de Kazutora y la voz de Gojo, sus dos grandes referentes.

A medida que la noche avanzaba, la energía en el "Neon Garden" crecía. La gente gozaba del espectáculo, algunos cantaban animados, otros simplemente se dejaban llevar por el ritmo. La banda tocó sus temas más conocidos, cada uno una pequeña joya de sonido. Probablemente, alguien escribiría una nota de cinco estrellas por su presentación.

Llegó el momento de "Flower", una balada que era un favorito de los fans. Gojo bajó del escenario y cantó entre la multitud, las chicas casi se desmayaban cuando él estaba cerca, sus ojos encontrándose con los de sus admiradoras, creando un momento íntimo en el bullicioso pub. Kazutora tejió un solo de guitarra que emocionaba a los presentes. Haruka mantuvo un ritmo delicado, casi susurrante, con sus baquetas, mientras HuaCheng y Chigiri construían una base sólida y conmovedora acorde con las mezclas musicales de Ramuda.

Cuando la última nota se desvaneció, el pub estalló en aplausos. La banda hizo una reverencia, sus rostros iluminados por una mezcla de sudor y satisfacción.

Haruka se estiró, sintiendo el cansancio, pero también una extraña ligereza. La clase de cálculo seguía ahí, pero por un par de horas, la música había sido su única realidad, ¡Que importaba el trasnoche y la vida nocturna si la pasaba secretamente bien con ellos! Gojo estaba radiante, rodeado por sus fans, firmando autógrafos improvisados. Kazutora guardó su guitarra y fiel a su personalidad huraña, se distanció del resto yendo hacia el fondo del escenario. La melancolía no había desaparecido del todo, pero la música le había dado una forma de lidiar con ella tal y como HuaCheng le decía, una promesa de que el arte podía transformar el dolor. HuaCheng observó la escena, su rostro sereno, satisfecho con el rendimiento impecable. Chigiri, como siempre, fue el primero en empezar a desconectar su equipo, moviéndose con una eficiencia tranquila.

Mientras las luces del "Neon Garden" volvían a encenderse y la gente comenzaba a dispersarse, los "MoonLight" se quedaron en el escenario desmontando, antes de irse, beberían unos tragos en el pub para celebrar el reencuentro.
Cada uno con sus propias batallas y sueños, pero por unas horas, habían creado algo hermoso y reconfortante, un eco musical que resonaría en los corazones de quienes los escucharon. Y aunque Haruka se enfrentaría a su examen en unas horas, y Kazutora seguiría lidiando con sus fantasmas, por esta noche, el ritmo de la música había sido suficiente.
« Last Edit: July 30, 2025, 06:37:28 PM by Kana »


Miyu

Re: Act 1: Overture
« Reply #127: July 31, 2025, 02:52:51 PM »
Y no lo terminé jajaja



Prólogo.
¿De qué está hecha la suerte? Algunos dicen que es un hilo invisible que ata lo que somos con los acontecimientos que nos suceden; otros, que es una ruleta ciega que gira sin preguntar nombres ni motivaciones. Yo prefiero imaginarla como un color que alguien, en algún momento, nos pasa del corazón al corazón.
“Let me pass my color to your heart”, susurra quien se va, convencido de que, aun muerto, seguirá defendiéndonos “at any cost”.
Pero ese color puede teñirse de sombra. La misma mano que reparte la bendición suele ocultar una maldición en el dorso de la palma. Porque la suerte no siempre sabe distinguir entre quien la merece y quien no; a veces ama a los necios y a quienes corresponde, odia.
La suerte nunca llega sola. ¿Bendición o advertencia? Muchos creen que la fortuna es un regalo que se recibe y punto; otros, que es una herencia que se gana a fuerza de audacia.
Así, la misma palabra que pronunciamos con esperanza “suerte” se dobla en dos y resuena como desgracia.
Un corredor veloz cae por un tropiezo ajeno; un rey invencible muere por una flecha que nadie apuntó. La fortuna es ciega y loca.
Son eventos aleatorios que se salen del control humano, y ese azar, esa aleatoriedad, puede transformarse en algo negativo; esa línea entre la fortuna y el infortunio es tan delgada que incluso puede perjudicarte, como lo hizo conmigo.
¿De qué está hecha la suerte?
No es un don de los cielos ni una moneda al aire.
Es sangre seca en un vinilo.
Son ciento cincuenta y siete almas que no volvieron a casa para que una chica sobreviviera.
¿Cómo se consigue?
Se compra con silencios.
Se roba en pasillos oscuros de Chinatown.
Se firma con contratos donde las cláusulas son lágrimas.
Tú... ¿obtendrías suerte a costa de otros?
Vein lo hizo. Liu Xiao lo hace cada día.
Ellos arrancan alas para fabricar escaleras...
Y le llaman “éxito”.
¿Sacrificarías a otros para obtenerla?
La pregunta real es: ¿a cuántos usarías de chivos expiatorios para lograr esa fortuna manchada en sangre?
Si es Vein quien responde, dirá que es lo normal para destacar en este mundo que brilla con luces sintéticas de neón; Xavier se reirá en tu cara y se hará el inocente, mientras manipula a la gente a su alrededor para lograr su objetivo. Para ellos, no somos más que marionetas que giran en un rondó irregular, mientras ellos danzan con máscaras.
¿Cómo usarías esa suerte?
Mitsuko la convierte en acordes distorsionados.
Tianxi en mutismo.
Ling luchando por la felicidad de sus amigos.
Yo… en consuelo para los que el mundo marcó como defectuosos.
Porque la verdadera suerte no es sobrevivir, es atreverse a devolverle color al mundo, aun cuando el final esté escrito por aquellos que controlan el azar.


1 # El color de la suerte.

Eastwood, 2005.
“Noticia urgente. Se ha producido un accidente aéreo; el avión iba desde Shanghái hacia Eastwood. Aún no tenemos las cifras exactas de los fallecidos, pero debido a la gravedad del accidente, se rumorea que no hay supervivientes.”

La televisión del orfanato no era más que un ruido blanco entre los pasos apresurados del director y los encargados. Todos corrían por los pasillos sin detenerse hasta entrar al despacho del director.

—Tiempo sin vernos, Qian Jin —el director, un hombre calvo ataviado con un traje que dejaba ver su barriga, le tendió la mano al hombre que lo esperaba.
—Sí, definitivamente. Ha pasado bastante tiempo —una sonrisa con desdén se dibujó en el semblante del hombre, acomodando con cuidado la montura de las gafas sobre el puente de la nariz.
—¿A qué debo tu visita? Desde que renunciaste a la policía, no hemos vuelto a hablar. Supongo que debe ser algo importante para que tú mismo vengas aquí —indagó con astucia el otro varón.
—Já. Me duele que un viejo colega y amigo piense tan mal de mí —su sonrisa se ensanchó. Ambos habían sido policías hacía diez años, cuando Qian Jin renunció para dedicarse a la abogacía, y su compañero, para abrir un orfanato luego de ver tantos casos de niños abandonados o huérfanos.
—Por favor, Qian Jin, sé que estás ocupado siendo un importante abogado de derechos en el entretenimiento —tomó asiento en la silla giratoria ubicada tras el escritorio.
—Es cierto, la vida ha sido bastante buena conmigo después de renunciar a la policía —una pequeña risa escapó de sus labios—. En fin, venía para hacerte una propuesta… ¿Oíste sobre el accidente aéreo? La noticia es de hace horas, pero la anunciaron recién para evitar mala publicidad a la familia Liu, dueños de esa aerolínea y de la mitad de Eastwood, prácticamente.
—Oh —musitó, sorprendido—. No me sorprende tanto como esperaría… los Liu han hecho cosas terribles para que su apellido y sus negocios sean conocidos. ¿Qué tiene que ver con un humilde orfanato?
—Encontramos a una niña… niña que no está en el registro de pasajeros debido a su edad.
El otro sujeto apoyó los codos sobre la caoba oscura.
—Ya entiendo —asintió con la cabeza—. Pero el orfanato necesita una buena contribución para encargarse de la niña.
Qian Jin soltó una risa estrepitosa y levantó un maletín grueso del suelo.
—Mi buen amigo, incluso los Liu comprarán tu silencio. Esa niña es un gran problema para nosotros, para la imagen que hemos construido ante el público, y pagarán lo que sea necesario.
—Lo que es el dinero —reflexionó el contrario mientras abría el maletín.
—Así funciona el mundo para los Liu —le mostró el dinero que esa familia está dispuesta a pagar por su silencio—. ¿Aceptas?
—Lo haré por nuestra larga trayectoria como compañeros y amigos —tomó el objeto, con la mirada de sus ayudantes sobre él.

Diez años más tarde.

"Na na na na naaa
Na na na na naaa~
Estás bendecida con suerte
Te daré todo mi amor
Na na naaa 
Déjame pasar mi color a tu corazón”.

Las notas suaves resonaban por los largos pasillos del orfanato, mezcladas con los tarareos débiles de una voz masculina. El sonido recorría las paredes inmaculadas, deslizándose con gentileza por las habitaciones de puertas entreabiertas; la melodía se filtraba por cada rendija, flotaba un instante en el aire y se desvanecía. Era una canción tranquila, cargada de recuerdos que fluían desde sus dedos al rozar las cuerdas; sonaba amarga y dolorosa, aunque nunca lograba completarla. Siempre quedaba en un esbozo de lo que alguna vez fue.
El joven permanecía sentado en el mismo escalón, con la guitarra apoyada sobre su muslo izquierdo. Sus dedos índice y medio se desplazaban con lentitud por el diapasón, haciendo brotar acordes bajos y pausados. Algunos se interrumpían antes de concluir porque su mano oscilaba levemente. Tarareó con la garganta oprimida: "mi historia a tu corazón".
Cerró los ojos e intentó el estribillo nuevamente, esta vez solo con el instrumento.
—Hmm —la niña que lo escuchaba apoyó un dedo en el mentón—. Estoy segura de que esa no era la letra, Luo.
—¿Ehhh? —él puso cara de dramatismo mientras interrumpía la música—. Es mi canción; sé que es así, Cyan.
—Préstame la guitarra —extendió los brazos hacia el joven, quien se quitó la correa para entregarle el instrumento—. "You’re blessed with luck. I’ll give you all my love".
Sus movimientos eran algo torpes, propios de alguien que empieza a aprender, pero su tono resultaba perfecto para aquella melodía que ambos habían bautizado como "my color".
—"Déjame pasar mi color a tu corazón. Mi historia se queda en ti; algún día, espero que tú también lo sientas..." —continuó Luo.
El varón terminó la última frase mientras los dedos de Cyan pulsaban la cuerda más grave. Vibró en el silencio del pasillo, más nítido que cuando su amigo tocaba.
—... "Mi historia se queda en ti" —susurró ella, devolviendo la guitarra—. Siempre olvidas esa parte.
Luo recibió el instrumento con una sonrisa ganadora. Sus manos, ahora quietas sobre la madera, parecían frágiles bajo la luz de la luz de la luna que bañaba al orfanato.
—Quizá... —respondió, pasando el pulgar por las cuerdas metálicas sin hacerlas sonar—. O quizá la letra siempre fue como la canté. Digo, es mía… ¡sé lo que hago!
Cyan se sentó a su lado en el escalón desgastado.
—Lo único seguro es tu nivel de seguridad —ella se rio con ganas, apuntando el dedo a él—. El engreído número uno del orfanato.
—Oye, más respeto. ¿Quién te enseñó a tocar, Cyan?
—Ehh- —lo miró con atención, por algún motivo siempre terminaba con sus ojos apuntando a él—. Será mejor que me vaya, no quiero que me reten.
—Espera —Luo la agarró de la muñeca sin dejar de sonreír—. Aún no hemos terminado la lección.
Cyan se detuvo, mirando la mano de él sobre su piel. La luz de la lámpara apenas delineaba sus siluetas en el pasillo vacío mientras las copas de los árboles se balanceaban ligeramente.
—¿Lección? —preguntó ella, levantando una ceja—. ¿O excusa para que no me vaya? ¡Seguro quieres que nos castiguen a ambos!
—Ambas —respondió él, soltando suavemente—. Ven, siéntate de nuevo. Las reglas están hechas para romperse, ¿sabes?
Cyan suspiró, no obstante, volvió al escalón. El pelinegro colocó la guitarra sobre las piernas de su amiga y la invitó con un gesto a poner los dedos sobre las cuerdas mientras él sostiene el mástil.
—Hoy vamos a trabajar en el cambio de acorde. Empezamos en Sol.
—Espera —Luo la agarró de la muñeca sin dejar de sonreír—. Aún no hemos terminado la lección.
Cyan se detuvo, mirando la mano de él sobre su piel. La luz de la lámpara apenas delineaba sus siluetas en el pasillo vacío.
—¿Lección? —preguntó ella, levantando una ceja—. ¿O excusa para que no me vaya?
—Ambas —respondió él, soltando suavemente—. Ven, siéntate de nuevo. Solo cinco minutos más.
Cyan suspiró, pero volvió al escalón. Luo colocó la guitarra sobre sus piernas y la invitó con un gesto a poner sus dedos sobre las cuerdas.
—Hoy vamos a trabajar en el cambio de acorde. Empezamos en Sol.
—¿En serio? —ella frunció el ceño—. Ayer casi me duermo en las prácticas del coro.
Luo soltó una risa.
—¡Con lo aburrido que es, ya me imagino! —le señalo la guitarra eléctrica—. Vamos, prometo que será poco tiempo.
Cyan colocó sus dedos con cuidado; Luo se inclinó ligeramente, ajustando con gentileza la posición de la mano izquierda de su amiga.
—Aquí —musitó él, tocando el dorso del dedo índice de ella—. No tan recto. Relaja el pulgar.
Cyan lo imitó. El acorde sonó limpio, sin vibraciones extrañas.
—¡Lo logré! —exclamó, sorprendida por haber hecho ese pequeño progreso.
—Síp. Lo lograste —confirmó él, con una sonrisa más pequeña, más cómplice—. Ahora mantenlo... y cuenta hasta cuatro.
Cyan contó en voz baja. “Uno, dos, tres, cuatro”. El acorde salió en el silencio como una brisa nocturna.
—¿Y ahora? —cuestionó ella.
—Ahora —respondió Luo, inclinándose hacia adelante—, cierra los ojos. Imagina que estás tocando para alguien que no está. Alguien que se fue. ¿Quién es?
Cyan bajó la mirada.
—No lo sé.
—¿Eras muy pequeña? —volvió a preguntar lleno de curiosidad—. Recuerdo ligeramente a mis padres, sus instrumentos, las canciones… Tú… también debes tener algo…
Ella se quedó en completo silencio.
—No —negó con la cabeza—. ¿Es malo? Aquí te tengo a ti, a las personas y amigos del orfanato…
—Entonces toca para mí, el orfanato. Y cuando estés lista, cambia el acorde. Sol a Re. Sin miedo.
Cyan respiró hondo. Sus dedos temblaron, pero se movieron. De Sol a Re, el cambio fue imperfecto pues era su primera vez.
—Bien —la elogió Luo—. Ahora canta. Una palabra, una línea… algo.
Ella negó con la cabeza.
—No puedo.
—Sí puedes, Cyan —insistió—. La misma que antes. "Mi historia se queda en ti".
Cyan abrió la boca con miedo. Sus labios temblaron al principio, luego su voz se volvió más segura y firme:
—"Mi historia se queda en ti... y algún día, espero que tú también lo sientas..."



« Last Edit: July 31, 2025, 07:43:50 PM by Miyu »


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Miyu

Re: Act 1: Overture
« Reply #128: August 31, 2025, 06:05:20 PM »
Voy a terminar el cap hoy.
Spoiler: no xd



A la mañana siguiente, el sol brillaba con fuerza. Cyan estaba sentada frente a su espejo, cepillándose el cabello. Su pelo largo y de color cian brillaba bajo la luz tenue del sol; cuando terminó de desenredarlo, lo dividió en dos secciones, para tomar el pelo de cada lado de su cabeza y atarlo con una liga, formando dos pequeñas coletas.

Cyan se observó un momento en el espejo y giró la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro, estudiando su reflejo. Asintiendo levemente, satisfecha con el resultado. El peinado le favorecía definitivamente y la hacía ver hermosa y a la moda.

Aquel día era uno normal, con un calor agradable que se colaba por la ventana y Cyan recordó que la esperaban para practicar en el coro del orfanato. Tomó su mochila y salió de su habitación, dejando atrás el espejo y la luz del sol que seguía iluminando el espacio vacío.

A Cyan rara vez le gustaba asistir a esas prácticas, prefería ir con Luo a pasar el rato como cualquier niña, aprender nuevos acordes o cantar canciones de moda.

Suspiró antes de comenzar a caminar por los pasillos del orfanato, el intenso blanco de las paredes le recordaba a un hospital, frío y impersonal, a pesar de los dibujos infantiles que intentaban, sin éxito, darle algo de calor. Hasta los adultos parecían adornos en ese lugar, que rara vez interactuaban con los niños. Cada paso que daba hacia el salón de ensayos era un paso que la alejaba de donde realmente quería estar: con Luo. Su nombre era algo dulce en su mente, un bálsamo contra la monotonía de aquel lugar, de su realidad; él ya no estaba en el orfanato, seguramente estaría haciendo travesuras en la ciudad o andando en los patines con la mejor sonrisa y burlándose de ella por no animarse a escapar un par de horas.
Ella se preguntó entonces cuándo los días serian teñidos de color, como la canción que suelen cantar. Luo era el único que entendía su aversión por el coro, por las reglas, por la estricta rutina de la Hermana Soria. Juntos, se escapaban a la vieja sala de almacenamiento, donde Luo tocaba una guitarra y Cyan cantaba baladas de rock que aprendían de la radio.

Al llegar a la puerta del salón, el sonido de las escalas vocales, dirigidas con rigor por la Hermana Soria, ya se oían como reproche. Cyan se detuvo un instante, apoyando la frente en el marco de la puerta, fría al tacto. Cerró los ojos e intentó imaginar que las voces no eran un ejercicio de disciplina, sino una canción de aquellas que ella y Luo inventaban, aún así no pudo. Eran perfectas, afinadas y vacías.

—Cyan, llegas tarde —la voz de la profesora resonó en el aire, era un tono de reproche—. Por favor, ocupa tu lugar. Hoy trabajaremos en el himno para el festival de la próxima semana.

Asintió en silencio y se deslizó hacia su sitio entre las sopranos. La mirada de la mujer, tras sus gruesos lentes, nunca perdía detalle. Cyan sintió cómo su espalda se tensaba bajo esa vigilancia y abrió la boca para cantar, pero su voz sonó débil, desconectada de su cuerpo. Su mente estaba en otra parte, en una habitación llena de cajas viejas y luz de atardecer, donde una melodía imperfecta sonaba a libertad.

El ensayo fue una sucesión interminable de repeticiones. “Más diafragma, cyan”, “Afilen esa nota, no es un lamento, es un canto de alegría y amor”. Cada corrección le taladraba los oídos y la desanimaba más. Queria escapar.

Por la ventana alta del salón, podía ver un pedazo de cielo azul intenso, del color de su cabello, e imaginó que era el mar. Se visualizó nadando en él, lejos de allí, con Luo esperándola en la orilla con su guitarra y los patines que tanto amaban ambos.

La hora finalizó con un último acorde que la profesora de canto consideró “aceptable”. Las demás chicas se alborotaron inmediatamente, hablando de sus cosas, formando grupos para ir a merendar.

—La práctica de hoy fue más intensa.
—Sí. Se nota que la Señorita está nerviosa por la próxima presentación.
—Igual tenemos a Cyan, a ella vienen a ver cantar.
—Eso da un poco de alivio, no temo fallar.

La risa de las chicas resonaba en los pasillos exteriores y Cyan se encogió en su asiento… quería irse, desaparecer de una vez. 

—Hoy estuviste más apagada —la monja se acercó, acomodando las gafas en el puente de la nariz—. Concéntrate, falta muy poco para el festival.
—… —bajó la mirada hacia las partituras en su falda, nerviosa de que descubriera sus pensamientos—. Sí. Lo siento mucho, hermana.
La mujer exhaló aire pesadamente y se giró para volver al escritorio. Recta y fría, con mira en sus propios objetivos.
—Ve a almorzar —le ordenó y la chica asintió.

Tomó su mochila, recogiendo sus cosas y salió sola, sintiendo el contraste entre el bullicio que se alejaba y el silencio que la acompaña.

En lugar de dirigirse al comedor, tomó el camino contrario, hacia el patio trasero. Allí, escondido tras un viejo roble, había un banco de madera gastada que era su lugar favorito; su refugio. Se sentó y dejó que la calidez del sol, ahora más fuerte, acariciara su rostro y cerró sus ojos.

“Sometimes things may be so tough
Feels like everything is enough
But you can overcome it, use your own gift”


—Oh, ¿practicando sin mí? —su amigo salió de entre los arbustos, extendiendo los patines hacia ella—. Pensé en salir un rato. ¿Qué dices, Santa?

Ella le hizo un mohín, tomando con ambas manos los zapatos con rueditas.

—No me llames Santa, es un apodo estúpido.
—Si te escapas conmigo lo haré. Hehe. ~

La sonrisa de él brillaba más que el propio sol y fue tan contagiosa que la comisura de sus labios se levantó en una pequeña sonrisa.

—Pero no me quiero meter en problemas —susurró, aunque ya se andaba calzando los patines.
—Si no miras al salir por las puertas, no es como escaparte —la señaló y extendió la otra mano—. Aparte nunca te castigarían. Eres el eje de este lugar, Cyan.
—Tonto —susurró, continuando con el puchero en sus mejillas—. Esa lógica funciona con el rey de lo creídos.
—Haha, puede que tengas razón —respondió divertido, tomando la mano de Cyan y obligándola a ponerse de pie—. Así es más divertido, querida Santa.
—Moo, ya te dije que no me llames así.



Entrelazó sus dedos a él.
Bajo sus pies, las ruedas de los rollers zumbaban contra el asfalto caliente que todavía guardaba el calor del día. Luo, con su cabello oscuro rebelde y su piel tostada, apretó la mano de Cyan y señaló con la barbilla hacia la loma que se alzaba frente a ellos.

—¿La saltamos? —preguntó, y su sonrisa era de diversión pura.
Cyan, con su melena cian ondeando como una bandera, sintió el familiar vuelco en el estómago y la adrenalina que sentía a las travesuras de él. Pero la mano de Luo, firme y segura alrededor de la suya, le devolvió un poco de su valor.

Asintió, una leve inclinación de la cabeza, y apretó los dedos en respuesta.
Aceleraron.

El viento le agitó el flequillo sobre la frente y le silbó en los oídos, ahogando todo menos el sonido de sus propias ruedas y la respiración acelerada; la pendiente los empujó, ganando velocidad con cada metro. Los olores del parque se intensificaron: el polvo levantado por sus ruedas, el aroma dulzón de los pinos que bordeaban el camino, el perfume limpio de la hierba recién cortada…
Ese momento era de ellos. Ese instante uno que ambos querían que durara hasta la eternidad.
Sus cuerpos se alzaron, suspendidos en el aire.
El cabello oscuro de Luo se erizo hacia arriba con el aire, al igual que la larga melena celeste verdosa, que se mecía hacia arriba con la fricción.
Aterrizaron con un suave golpe seco, las ruedas absorbiendo el impacto con un traqueteo; Luo soltó una carcajada. La chica se quedó sin aliento, rió también, una risa que le salió sin permiso, liberadora a más no poder.

—Eso fue increíble. Muy inesperado para la Santa —siguieron patinando, sin detenerse ni soltarse.
—… —enmudeció un instante, antes de soltarle la mano y detenerse—. Dijiste que ya no me llamarías así. Mentiroso.
—Oye —movió sus pies alrededor de ella, rodeándola varias veces—. Para ser tan bajita, tienes bastante memoria.
—Eso suena tonto —se cruzó de brazos.
—¿Qué tal si vamos a comer algo? ¿Eso te hará sentir mejor? —volvió a tomar la mano de ella—. Venga, vamos.

Luo siempre lograba arrastrarla hacia los problemas y, de alguna forma, a la felicidad.
Patines, golosinas, comida rápida, cosas bonitas y de moda, la música… todo eso la hacia sentir normal y quien le daba esa normalidad debía ser su amigo.
Después de pedir un par de hamburguesas, papas fritas y refrescos, ambos se sentaron en una banca del parque y Luo señaló hacia un hombre que estaba tocando la guitarra en medio de la plaza, dónde la gente le dejaba algunas monedas en el estuche.

—Hay que intentarlo —los ojos oscuros del varón brillaron con intensidad ante la idea, pues generalmente debía trabajar en el orfanato para ganar algo de dinero a cambio.
—¿Tú crees? —ella tenía la hamburguesa entre sus manos—. No lo sé.
—¡Vamos! No perdemos nada y podemos ahorrar para… —miró hacia Cyan, quería decirle huir de ese lugar, juntos.
—Hmm. Si el Director se entera estaremos en grandes problemas.
Mordisqueó el pan, saboreando el bocado con delicadeza.

La sonrisa de Luo se ensanchó.

—Grandes problemas son mi especialidad, Santa. Además, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Que nos manden de vuelta al orfanato? Ya estamos ahí —dio un mordisco enorme a su hamburguesa, hablando con la boca llena—. Podríamos comprar esos patines nuevos que tanto te gustan. O irnos a la costa, nunca hemos visto el mar.
Cyan miró la guitarra del hombre en la plaza. Las notas eran simples, pero sonaban libres y auténticas, tan diferentes de las partituras rígidas del coro.
—Podríamos tocar nuestras propias canciones —murmuró, casi para sí misma y tragó saliva—. Las que inventamos… “my color”.
—¡Exacto! —Luo chocó su puño suavemente contra el hombro de ella—. Podríamos juntar suficiente para... ya sabes —bajó la voz, aunque nadie alrededor parecía prestarles atención—. El plan.

El Plan. Esa palabra que se oyó entre ellos, cargadas de emoción y, a la vez, tan aterradoras. Era un sueño que compartían y que Luo hizo a detalle en el escondite del almacén: un viaje en tren hacia ninguna parte en particular, un departamento pequeño cerca del mar donde el sonido de las olas ahogaría el eco de los himnos y días enteros para tocar música y ser ellos sin que nadie los regañara por llegar tarde o no hacer lo que les indicaban.

—Tendríamos que ser rápidos —musitó Cyan.
El miedo se apoderaba de su estómago, pero era un miedo distinto al que sentía bajo la mirada de la Hermana; este era eléctrico, prometedor y cargado de emoción—. Y cuidadosos.
—Por supuesto que cuidadosos! Santa, yo tengo todo calculado —Luo sacó de su bolsillo trasero un mapa arrugado de la ciudad, marcado con rutas en rotulador rojo—. He cronometrado los turnos de los guardias, las cámaras junto al muro este están rotas desde hace semanas y sé dónde venden los boletos de tren más baratos.


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