Vengo corriendo corriendo :>
He andado algo ocupada estos días pero no me olvido de los comments, así que soon *hides*
Bakery o Coffee shop AU
Sayi observó su reloj por décimo quinta vez en esa hora, alzó la mirada y sonrió al ver que solo faltaban dos clientes para poder cerrar la pastelería.
Las ventas del día habían sido un éxito –como solía ser casi siempre– y la joven dueña se llevó ambas manos a la cintura y estiró una sonrisa de oreja a oreja: ¿Qué diría la gente que se rió de su idea de una bollería? Nadie pensó que le iría tan bien en poco tiempo, ¿verdad? Ni que andaría considerando un local más grande, ¿cierto?
Los aparadores se encontraban prácticamente vacíos, y aunque restaran unas dos o tres piezas al día, de todas maneras el precio compensaba los gastos por mucho. La pelirrosa estaba ganando bien con su arrebato de negocio, y se sentía complacida con lo bien recibida que había sido en esa comunidad.
“Oh, si papá Acurio se enterara de lo bien que me esta yendo…”
Pero conforme vaciaba los aparadores de la mercancía restante, Sayi se topó con el momento bajo del día: Las magdalenas de zanahoria, como siempre, apenas y se habían vendido.
¿Al parecer había cierta resistencia a los dulces con vegetales?
Pero si las magdalenas de zanahoria eran sus favoritas…Solo había una persona en toda la ciudad que le compraba las magdalenas de zanahoria, y solía venir exclusivamente por ellas. Como era el único cliente de esos cupcakes la pelirrosa siempre se aseguraba de tenerlos hechos, aunque al final del día lo más probable era que terminara comiéndoselos ella.
Bueno, y es que el joven era muy simpático como para no querer darle el gusto. No se atrevía a preguntarle su nombre, pero siempre se alegraba cuando lo veía acercarse al mostrador.
Un golpeteo de la ventana llamó su atención. La hora de cerrar había pasado hace mucho y la puerta se encontraba con seguro. Sayi estuvo por hacerle un ademán de que se marchara cuando alzó la cabeza y lo reconoció.
Era él, el chico de las magdalenas de zanahoria.
“Hola, disculpa que venga a esta hora” Antes de darse cuenta Sayi ya le había abierto la puerta “Necesito algo con urgencia”
“Me parece raro que quieras cupcakes de zanahoria a esta hora” rió la pelirrosa mientras regresaba atrás del mostrador. Entonces se quiso golpear: ¡Ahora sabía que estaba pendiente de él!
Cuando se atrevió a encarar a su cliente, lo vio sonreír algo nervioso.
“Esta vez no vengo por ellos. Mi mamá esta de visita y me pidió una torta con fresas…” pidió el joven “…aunque me has antojado una magdalena, si aún te queda alguna”
La pelirrosa le alcanzó una por encima del mostrador “Te la regalo. Ya las iba a tirar”
“¿Por qué?” El rubio parecía muy sorprendido “¡Pero si son deliciosas!”
“Pues al parecer a no mucha gente le gustan”
salvo a ti y a mi “Y como siempre vendo productos del día…”
El cliente chasqueo la lengua “Si no fueran malas para mi régimen vendría todos los días a comprar las que te quedaron”
La pelirrosa sonrió de oreja a oreja… y para evitar que se diera cuenta corrió a la puerta de la cocina y le pidió a su único empleado que le trajera un pastel de fresas.
“¿Cómo te llamas?” se animó a preguntarle. Era difícil no hacerlo al verlo disfrutar tanto de ese cupcake.
“Hibito” respondió el rubio, y Sayi le alcanzó otra magdalena. El joven rió y le agradeció “Al final creo que te terminaré comprando todas”
“Hahaha…”
“Jefecita, le traje lo que me pidió. ¿Ya me puedo ir?” el panadero dejó la torta a un lado e intercambio miradas con el cliente. El pelinegro sonrió divertido “Hibito, ¿eh?”
“Shinobu, ¿me puedes alcanzar el chisguete para escribir en el pastel?”
El pelinegro caminó a uno de los estantes y tras revisar un par de cajones encontró lo que Sayi pedía. Mientras tanto en el mostrador, la pastelera ya tenía el frosting hecho para aplicar.
Shinobu dejó el chisquete a un lado de su jefa, y mientras esta conversaba con el cliente, el panadero se acercó a susurrarle:
“Te gusta, ¿no? ¿Quieres que te ayude?”
“SHINOBU YA PUEDES IRTE” gritó la pelirrosa, y cuando se percató de su exabrupto solo atinó a reír torpemente. Era la primera vez que entablaba conversación casual con él, y no pensaba que el indiscreto de su panadero buscaría divertirse con ella justo. en. ese. momento.
“Terminare de limpiar aquí y me iré~” canturreó el panadero mientras se alejaba del mostrador.
Mientras Sayi escribía la palabra “Bienvenidos” en el pastel, Hibito comía su cuarta magdalena y observaba la parsimonia con que la pelirrosa dibujaba cada una de las letras.
“Vaya, eres muy buena para escribir con crema” la elogió el rubio
La pelirrosa sonrió nerviosa, pero entonces…
“PUES DEBERIAS VER LO BUENA QUE ES ESCRIBIENDO SU NUMERO DE TELEFONO” Shinobu gritó de tal manera que el chisguete por poco explotó. Sayi pudo controlarse a duras penas, pero eso no evito que su rostro se tornara tan rojo como el frosting con el que escribía “Bienvenidos”
No era muy profesional que digamos despedir a un empleado en el momento, ¿cierto?
“Ignóralo, por favor” No hubo necesidad de despedir a nadie, pues justo en ese momento Shinobu tomó todas sus cosas y se marchó.
No sin antes darle un guiño a tal Hibito y darle una manotada en el hombro a su jefa.
Hibito recibió la caja con el pastel, y entonces Sayi le alcanzó una segunda caja llena del resto de magdalenas de zanahoria.
“Tómalas gratis por favor. Considéralas una disculpa por la indiscreción de mi panadero” le dijo entre dientes “Espero… vueltas pronto”
Debía ser en vano. Shinobu se había asegurado de que su cliente estrella nunca más pisase su tienda. Quizás y esta había sido una señal. Señal de que ya era hora de rendirse con las magdalenas de zanahoria y reemplazarlas por algo más popular.
Pero Hibito dejó las cajas descansar en el mostrador. Entonces retiró un papel de su bolsillo, tomó un lapicero, y sonrió al ver a Sayi abrir los ojos como platos.
“Ya que no me das tu número supongo que tendré que darte el mío, ¿cierto?”