Bishoujo Team

Pole! Dedicado con amor a todas las dueñas de perro :') perdón por lo cursi.

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Kora no recordaba siquiera cuándo había llegado a casa después del trabajo. Había tenido que quedarse más horas preparando testimonios para su jefa, lo cual implicaba siempre revisar papeles hasta horas inhumanas, pero al menos su trabajo en el caso terminaba allí y no tendría que volver al bufete hasta que la llamaran. Ni siquiera había tenido ganas de hacerse la cena, sólo calentó un croissant en el horno y se sirvió whisky en un tazón de leche para ver un capítulo de su serie favorita antes de dormir. Al calor de la comida se unió el calor del cuerpo de Ky, su precioso y dulce Golden Retriever, quien subió al sofá junto a ella, acostándose en su regazo hasta que ambos se quedaron dormidos mientras Kora le rascaba detrás de las orejas cada vez más lánguidamente.

Cuando Kora salió de su sueño, era bien entrada la mañana, y dejó que pasara un rato más mientras terminaba de despertarse. Todavía tenía a Ky sobre ella, con los dedos entre el pelaje… el cual parecía un poco más largo. Rascó un poco para palpar la cabeza de su perro, la cual se le iba haciendo cada vez más extraña, y terminó por abrir los ojos para ver qué había pasado.

El grito agudo que soltó hubiera levantado a los muertos de su tumba, aunque creía que estaba bien justificado: sobre su regazo había un chico rubio completamente desnudo a excepción de dos orejas caídas de perro a los lados de su cabeza.

- ¿¡PERO QUÉ…!?

Éste se apartó de ella con un respingo, quedándose de rodillas en el sofá mientras Kora se apartaba de él todo lo que podía hasta quedar con medio cuerpo por fuera del reposabrazos. Con el brazo alargado buscó el objeto contundente que tuviera al alcance.

- ¡Espera! ¡No te asustes! - El chico levantó ambas manos y las orejas se le echaron hacia atrás al ver que Kora había alcanzado un libro bastante pesado. - ¡No me pegues!
- ¿¡Quién eres!? ¿¡Qué haces aquí!? ¿¡Cuándo has entrado!? - Kora sólo tenía preguntas. - ¿¡Por qué estás desnudo!?
- ¡Ama, soy yo, Ky!  ¡Soy yo! - Insistió el chico, alzando las cejas hasta que casi se tocaban. - ¡Por favor, escúchame, ama!
- ...Tengo que estar borracha. Joder, trabajo demasiado. 

Todavía agarrando el libro con fuerza, lo bajó poco a poco. Quizá sólo estuviera hasta soñando, y en aquella situación, lo único que podía era dejar que aquel rarito se explicara.

- Eso es verdad, ama, trabajas demasiado y pasas mucho tiempo fuera de casa. - El chico bajó el rostro, con sus orejas cayendo. - Pero soy yo, Ky, de verdad.
- No quiero discutírtelo, pero Ky es un perro, y tú eres un… un…  - Kora gesticuló con la mano hacia él, recordando que no llevaba absolutamente nada. - ¡Cristo, si estás desnudo!
- Oh… ¡Oh! ¡Lo siento! ¡Es la costumbre! - El supuesto Ky agarró el cojín más cercano, cubriéndose sus partes privadas pudorosamente mientras un rubor cubría sus mejillas. - Lo siento, ama, pero no sabes lo contento que estoy por poder hablar contigo de verdad…

Su ahora humanizado perro todavía tenía una cola al final de la espalda, la cual agitó suavemente al hablar, y Kora cada vez estaba más convencida de que aquello no podía ser real.

- Vale, digamos que te creo… - Se frotó las sienes con los dedos. - ¿Cómo te has transformado? ¿Qué magia funciona aquí?
- Ésta es mi verdadera forma, ama. - Explicó Ky, sonriendo levemente. - Pero sólo podemos convertirnos cuando tenemos un vínculo afectivo muy fuerte con un humano.
- ...Qué cursi, parece de una película de Disney. - Respondió Kora por instinto, y Ky dejó ir un suspiro. - Espera, ¿eso significa que te has enamorado de mí o algo?
- No, ama, el amor de un perro a su dueño es diferente del afecto entre humanos. No sé cómo explicarlo… pero siempre intento hacerte llegar mis sentimientos. - Los ojos azules de Ky parecían brillar aún más al hablar, y sus orejas se alzaron. - Desde la primera vez que me sostuviste en brazos supe que eras mi humana, y desde entonces cada segundo que pasamos juntos es lo más valioso para mí.

Kora apartó la mirada, sintiéndose abrumada por las palabras de Ky.

- Pero… ¿cómo ha pasado? ¿De la noche a la mañana? - Todavía tenía preguntas. No recordaba nada especial de la noche anterior - ¿Por qué hoy?
- Nunca se sabe cuándo pasará. - Respondió Ky, encogiéndose de hombros. - Sólo podemos esperar junto a nuestro humano hasta que finalmente lleguemos a ese punto, como el agua rebosando el bol donde bebo.
- ¿Y has podido entenderme todo este tiempo? ¿Los perros podéis entendernos?

Como toda respuesta, Ky asintió efusivamente.

- ¿Y los gatos también nos entienden?
- Sí, ama, aunque los gatos son una especie alienígena. - Explicó Ky. - En un principio querían conquistar el planeta pero se acomodaron cuando vieron que los egipcios los trataban como dioses.

El ex-perro movió la cola, mirándola con sus inocentes ojos azules como si no acabara de confirmar teorías sobre la influencia alienígena en las antiguas civilizaciones.

- Espera… has podido entenderme todo este tiempo, ¿¡y aún así te quedabas en mi cuarto cuando me cambio!? - Aunque estaba completamente vestida, Kora se cubrió los pechos con una mano mientras blandía el libro con la otra al recordar todas las veces que se había desnudado delante de Ky.
- ¡A-Ama! - Ky levantó las orejas en sorpresa, agachándolas inmediatamente ante la amenaza que se cernía sobre él. - ¡No significa lo mismo para un perro! ¡Los humanos no sois atractivos para nosotros!
- ¿¡Piensas que soy fea!?
- ...No, ama, eres la criatura más bonita del mundo para mí. - Ky se inclinó hacia ella, y apoyó una mano sobre las suyas. - Lo único que sé es que mi amor por ti hace que pueda tener también una forma física en la que pueda ayudarte en el día a día.

Kora notó cómo era ella la que ahora se sonrojaba. Ky había dicho que los humanos no tenían atractivo para los perros, pero aquel cuerpo humano estaba muy en forma gracias a los largos paseos que procuraba regalarle cuando tenía la ocasión.

- ¿El día a día? - Kora cambió de tema. - ¿Como las tareas del hogar?
- ¡Sí! ¡Eso! - Ky movió la cola entusiasmado. - ¡Te recibiré todos los días con la casa limpia, y así tendremos toda la tarde para ir al parque!

Aquel sí que era el sueño.

Para Werner la vida era compleja aquí y en mil universos paralelos.

No calzaba con los adolescentes. Mientras los chicos de su clase fantaseaban con los pechos de la madre de John, Werner se fascinaba por la teoría de los universos. Si la mayoría de sus compañeros de clases tenían en sus cuartos posters de chicas desnudas como decorativos, Werner decoraba sus paredes con afiches de revistas científicas y postesr de Schrödinger, Hawking, y Heisenberg. Sí, su padre le había puesto su nombre en honor a éste físico. 

No encajaba con sus compañeritos. Las únicas veces que le hablaban era para ser blanco de burlas y el contacto físico con ellos se transaban en golpes de parte de los matones. Para colmo, Werner era un ñoño. Y de esos ñoños horrorosos. Usaba frenillos gruesos, de esos que los alambres rodean el rostro, porque su inglesa dentadura era peor que la de Bowie. También usaba un corrector de postura por lo que siempre estaba bien derecho. Era cuatro ojos, sus gafas eran redondas y de gruesos marcos negros. Siempre usaba el peinado perfectamente reluciente con la partidura al medio. 

—¡Maldito padre! ¡Me has hecho un ñoño! ¡Y un ñoño rechazado!— Había sido idea de su padre lo de los frenillos, el corrector de postura, los lentes y toda la pulcritud que relucía en él.

Su única amiga era una ñoña  como él pero sus padres no la dejaban salir después de las seis de la tarde por lo que sólo se encontraban en el LoL y en la escuela  más que en otras circunstancias.   Suspiro. Quizá estaba condenado a no tener amigos y terminar casándose con su nerd amiga.
Lo que más odiaba era ser vecino del chico más popular de la escuela. La música de la fiesta de ése lunático le estaba triturando los tímpanos. Gruñó y murmuró maldiciones, para colmo sus padres no estaban y no les podría echar la culpa a ellos si llamaba a la policía. Tuvo que armarse de valor e ir a la casa de al lado.
Como siempre, tuvo que abrirse paso entre adolescentes borrachos besándose entre ellos,  un olor fuerte a hierba lo marea y tuvo que dar saltos cada vez que una chica con su torso descubierto chocaba con él.

—¿H-hola? ¿William?— Buscaba al dueño de casa pero la fuerte música no permitía que lo escucharan. Sí fue escuchado por el grupo de matones que lo golpeaban en la escuela y cada vez que aparecía cerca de la casa del capitán del equipo de fútbol esos matones lo lanzaban a la basura.
—¡A él!—
—Hey, chicos… Déjenlo en paz.— Un chico de cabellera rubia, físico bien trabajado y olor a cerveza apareció. Era William, el dueño de casa. Tal como el caso de Werner, sus padres nunca estaban en casa. –Que hay, vecinito. ¿Te unes?—
—¿A qué?— Inocentemente pensó en una partida de ajedrez.
—A la fiesta, ¿Qué más?— Sonrió William… Werner supuso que ya estaba drogado por aquella sonrisa de bobalicón. El rubio era bueno para la hierba. Quizá era parte de su cultura surfista.
—Tengo compromiso. ¿Puedes bajarle al volumen? —
—Después te vas a jugar minecraft y esas mierdas de niñitos.—
—¡No juego minecraft!— Y por supuesto no se quedaría. Nada de allí le gustaba… Nada excepto Barbara, la chica más bella de la escuela. Por unos segundos, se quedó embobado al encontrarla en la fiesta. Claro, un ñoño como él no era más que un baboso para la chica plástica.
—Como sea, eres mi invitado. Pero no puedes estar así vestido.— William lo llevó a su cuarto a empujones. Cuando salieron, Werner no llevaba gafas sino lentes de contacto ópticos, el cabello estaba más alborotado y William le quitó los frenillos. Al menos, aquellos que rodeaban el rostro. Le había prestado algo de ropa juvenil y en pocas palabras era otro.

Y esa noche fue la noche más loca para Werner. Los otros chicos le dieron el visto bueno a su cambio de look y las chicas parecían mirarlo con otros ojos. Incluso Barbara se acercó a él y era muy amable. Lo estaba pasando muy bien, bailó con algunas chicas, jugó a la lucha libre con los chicos. Se empinó una y otra botella de alcohol en la competencia de quien bebía más (!).

Era la primera vez que se divertía tanto. Esperaba que la noche durara por siempre.

Y luego despertó. ¿En serio era sólo un sueño? Pero se encontró en un cuarto lleno de gente semi desnuda, rodeado de botellas vacías y nachos. Se puso de pie horrorizado y sintió como si un hacha se le clavara en la cabeza. Corrió al baño al sentirse mareado y vomitó. Después de lavarse salió corriendo del lugar pues pensaba que se iba a morir. Le dio un ataque de pánico y el asma apareció. Fue a puerta de salida pero un chico  se interpuso.

—Hey, Werner.— Alzó la mano perezosamente, saludándolo.
—¿William?— Había olvidado que estaba en su casa.
—No. Messi, en persona.— Giró los ojos. –Lo pasaste bien.—
—¿A qué te refieres?— Gruñó frunciendo el ceño. –No recuerdo nada. Sólo sé que salí de mi cuarto y luego desperté aquí. Me duele la cabeza, me siento enfermo y posiblemente tengo algún grado de contaminación toxica. ¡Mi inhalador!—
—Ah, si quieres te refresco la memoria.— Sonrió amistosamente. Sacó su Iphone, ilustró a Werner.
—¿Qué… Mierda?— El chico empalideció, casi se desploma allí mismo: foto de él besando a una chica que no conocía, foto de él vomitando sobre otra persona, foto de él toqueteándose con Barbara, foto de él en coma en el piso  —¡No se lo digas a mis padres! ¡Te lo ruego!—
—Ay, Wernie… Pero si ya toda la escuela lo sabe.— Alzó los hombros. –Estas fotografías las subí a mi Instagram y pues tengo muchos seguidores. —
—…— El ritmo cardiaco le aumentó. –Dime que no consumí cannabis…—
—Viejo, eso fue lo más suave que probaste.— Le dio palmaditas en la cabeza. –Relax, hermano. Lo pasamos bien.— Rio –Te conocí un poco más. Me caes bien, viejo. Hablas cosas tan tan tan locas. Me gustó la charla sobre los alienígenas. Siento que no soy el único. A veces tengo encuentros con seres extraterrestres. Una vez estuve con una alienígena y fue una experiencia cósmica.—
—Ah...— Suponía que esos encuentros eran gracias a ciertas sustancias. —¿Te caigo bien? Pensé que me odiabas.—
—Nah, no odio a nadie. Amor y paz.— Hace el signo de paz. —¿Amigos?—
—C-claro.— Sonrió un poco. William no parecía ser tan malo.
Desde ese día Werner y William se hicieron mejores amigos pese a que eran polos opuestos. Esos los volvió inseparables y amigos de verdad.



Mihael Keelh recibía persistentemente esos mensajes por WhatsApp de quien por muchos años consideró su enemigo y blanco de bulliyng: Cain Hargreaves. Lo siguiente que hizo fue bloquear el número.

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La luz de aquella mañana de verano, entraba a través de la ventana, Shura permanecía en aquel estado de duermevela, no quedaría mucho para que su perro carlino de cuatro años, Sol, reclamase que era su hora de desayunar y pasear.

Agarrotada de haber pasado la noche en posición fetal cuando Sol, recostado a los pies de su cama reclamaba más espacio, intentó estirarse lo justo para volver a rozar la piel cálida de este, moviendo los dedos de los pies para sentir la suavidad y la piel, dormida casi no se percataba pero tenía que estar acariciándole la barriga, porque no sentía pelo.
Pasó casi un minuto agradable hasta que sintió que quería estirarse.

-Gordi… déjame un hueco… -”Gordi”, era uno de los apelativos cariñosos que Shura utilizaba con Sol. Pero aunque buscase un hueco por donde pasar las piernas, la cama a sus pies estaba totalmente ocupada.

Shura se dejó vencer por el sueño, sintiendo como Sol comenzaba a moverse hacia la parte de arriba de la cama, quizás con más peso del debido, tendría que empezar a ponerlo a dieta.

La rutina de Sol siempre era la misma, sentir su aliento muy cerca de la cara en una observación muy larga, y después apoyar las dos patas sobre ella para despertarla; pero en vez de sentir esa respiración mezclada con ronquidos, y el hocico húmedo, quien estaba a su lado era silencioso, y muy pesado.
Dos grandes manos la inmovilizaron contra el colchón, abriendo los ojos por la sorpresa y viendo a un tipo enorme que la miraba fijamente.

El grito inicial quedó en exclamaciones entrecortadas por la falta de aire producto del susto, pateando las sábanas hasta deslizarse fuera de la cama, cayendo de espaldas con las piernas al aire lanzando un quejido de dolor que la tuvo unos segundos completamente desorientada. ¿Había tenido una pesadilla?   
-De modo que el hechizo se ha roto -la voz grave de un hombre fue acompañada cuando esté asomó la cabeza por el borde de la cama, quedando los dos mirándose fijamente.
Shura se permitió gritar libremente, provocando que Sol se tapase sus pequeñas orejas peludas, igual que las de un carlino, apartándolas en el acto.
-¡NO! ¡El hechizo no se ha roto del todo! -Sol miró hacia atrás, además de las orejas, aún conservaba la rizada colita peluda-. ¡Aún estás ahí!
Dio vueltas sobre sí mismo en el intento de atrapar su propia cola con la boca.   

Shura se había ido apartando progresivamente observando una escena fuera de lo común, pero cotidiana en su aspecto más primitivo.
-¡PARA! -Le gritó la orden, y el hombre se detuvo sentándose en la cama muy erguido- ¿quién... eres?
Le miraba de arriba abajo, aquel tipo no llevaba nada de ropa, así que comenzó a hacer un esfuerzo titánico por mantener la mirada fija sólo en sus ojos, unos ojos cobrizos que le resultaban familiares.
-Soy yo, Sol.
-¿Pero cómo…?
-Si aún tienes dudas, sé que lo que más te gusta es tocarme la colita cuando estamos en el sofá.
-Vale, vale, te creo, eres Sol -ese rabito enrollado era la perdición de su dueña, pero era algo que sólo sabía ella… bueno, y el perro.
-Bueno, pues esperó que estés lista para lo siguiente -Sol se puso en pie caminando alrededor de Shura que aún estaba tirada por el suelo y en shock por la clara visión de aquel cuerpo desnudo-. Vengo de otra dimensión, en una batalla los monjes guerreros lanzaron mi esencia por el espacio tiempo, hasta quedar encerrada en el cuerpo de la criatura que era antes… de algún modo, has logrado romper el hechizo.
Se colocó en cuclillas justo enfrente de la chica, moviendo las aletas de la nariz como olfateando el aire a su alrededor.
-¿Cómo lo has hecho?
-No entiendo nada de lo que has dicho… ¿¡por qué estás en pelotas!?
-Pff… humanos, criaturas primitivas… -Sol se apartó de su lado, tumbándose en la cama y comenzando a rascarse la tripa distraídamente, cada vez rascándose con más énfasis, acabando por quedar tumbado en lo que parecía un ritual del rascarse la tripa, hablando con una voz impregnada en felicidad-. ¿Por qué los humanos no estáis haciendo esto siempre?

Un ruido en la ventana, distrajo a Sol, dejándole en alerta.
-¿¡QUÉ ha sido ESO!?
-Uhhhh…. ¿una ardilla? Oye Sol, ¿puedes ponerte algo y hablamos? -Shura se pusó en pie de manera cautelosa.
-Ardillas… se creen que las amas del lugar, pero no dejaré que entren en mi casa… -cumpliendo, se quedó clavado de pie frente a la ventana.
-¡Apártate! ¡Alguien podría verte! -Shura, apurada, intentó echar la cortina. 
-No te preocupes mi gordi, todos saben que tienes perro -Sol bostezo en actitud pasiva.
-Perro sí, pero no… espera -Shura cambió su tono asustado, por uno de amenaza-, ¿qué me has llamado?
-Mi gordi… -Sol bajo las orejas en instinto canino-, es lo que me dices muy a menudo.
-A.mi.no.me.llames.gordi -su cara cambio en un semblante asesino.
-Pero… pensé que era algo bueno…
Aquel tinte de tristeza en sus ojos, aquella caída de hombros casi lánguida, casi, porque de ser un perro mini, se había convertido en un tiarron… bueno, el caso, era sin lugar a dudas su perro, en versión humana, pero su gordito Sol. No podía enfadarse con él
-Bueno sí, es algo bueno… pero sólo si te lo digo yo -aquello pareció animarle-. ¿Quieres que desayunemos algo?
Sol salió disparado rumbo a la cocina.
-¡Pero ponte algo de ropa!

Shura se asomó a la cocina… pero no había nadie, Sol no estaba por ninguna parte, ¿era posible que todo fuera un sueño?
Se sentó en la mesa de la cocina, notando enseguida algo cálido y grande recorriendo su pierna.
-¿Tienes algo para desayunar?

Después del susto inicial, Shura se dio cuenta de que se trataba de Sol, que aun en versión humana, seguía con aquella mala costumbre de cuando era can, de esperar alguna sobra de la comida escondido bajo la mesa.
-¡Ahora mismo preparo algo! ¡Pero sal de ahí!
-En cuanto desayunemos -obedeció mientras hablaba- investigaremos cómo has roto el hechizo.
Sol con una mano se rascaba detrás de las orejas, mientras que la otra la mantenía apoyada en su cadera, por supuesto, aún no se había puesto nada de ropa encima.
-Echo de menos a mi perro…

Shura quiso seguir lamentándose, pero Sol comenzó a rascarle detrás de las orejas, como había hecho ella en tantas ocasiones con su perro.
-Pues mira, esto no está tan mal.

Me quedo algo raro pero estoy feliz de que por fin escribí algo SherylxSouji nunca lo había hecho. Solo por si acaso, me quedo algo +18 pero no mucho, asi que juzgen ustedes.


-¡No puedo creerlo!- chillaba Sheryl mientras Souji la ayudaba a entrar en el asiento del pasajero en el carro.

-¡No puedo creerlo!- volvió a quejarse mientras el chico le hacia una mirada de "ya se, no tienes que repetirlo" y le decía que se quedara ahí quietecita mientras el iba por "municiones".

La rubia encendió un Camel, empezaba a sentirse muy borracha (¿que esperaba después de casi botella y media de vodka?) y lo que acababa de ver le estaba dando un mal viaje. Su crush de toda la vida, el mismo que le había prometido la próxima semana salir a tomar un café con ella había tenido el descaro de presentarse a la fiesta con otra y encima se andaban besuqueando y abrazando como que si fueran unos recién casados.

-Que dramáticos- dijo ella mientras tiraba el cruzaba los brazos y hacia una mueca de desdén.

-¿Más que tu?- dijo Souji con sarcasmo mientras el acomodaba  en el asiento del conductor. En la mano llevaba dos botellas de cerveza y una de agua minera que le dio a Sheryl.

-¿Y esto que es?- pregunto la rubia con disgusto mientras recibía la botella -¡yo te pedí una botella de vodka! ¡Souji idiota!- grito mientras le daba un débil golpe en el brazo.

-Es agua mineral. Lo que tenia tu vodka Rickey solo que sin el vodka. Tómatelo, te hará bien. Estas demasiado ebria y harás armaras un lio-

Sheryl abrió la botella y tomo un buen trago; el tenía razón, no era bueno para su hígado si bebía y se enojaba tanto al mismo tiempo. Y encima Souji estaba molesto esa noche, no enojado pero parecía que algo lo incomodaba. Ella mejor encendió otro cigarrillo mientras el la imito encendiendo un Lucky Strike y ambos quedaron en silencio por un rato, pero ella empezó a sollozar de nuevo.

-¿Que acaso no soy deseable?- pregunto directamente a su mejor amigo con lagrimas en los ojos.

-¿Eh?-

-Haga lo que haga el no me mira más que como una amiga- gimoteó ella al borde de la histeria -Creo ser bonita, hago ejercicio, mi ropa y mi maquillaje son impecables y aunque mis pechos no son muy grandes yo... ¡¿OYE PERO QUE HACES?!-

-Te demostraré que si eres deseable- le contesto con una seriedad inusual el ojiverde mientras se desabotonaba la camisa.

-No, no, ¡No hagas eso!- grito ella mientras se cubría los ojos y sentía que sus mejillas ardían tornándose rojas.

-Hey, cálmate Nome- dijo el mientras le apartaba las manos de la cara y la veía con cariño- Me sacrificaré para que le des celos a ese tipo y sepa de lo que se esta perdiendo. Le daremos una lección al muy imbécil- aseguro el mientras sonreía pícaramente, algo muy típico de Souji Okita. Lo que la sorprendió fue el tono de voz con el que dijo eso, que dejaba muy claro que sentía celos.

Ella quiso objetar pero era demasiado tarde, el ya la estaba besando.

El, como era de esperar, tenía una técnica impecable para besar. Lo hacia de una manera lenta pero asertiva, reclamando los labios de ella con ferocidad y ocasionalmente mordiéndolos suavemente. Por un momento se sintió como una novata y lucho por mantener el ritmo del beso que se acaloraba cada vez más, mientras el la abrazaba por la cintura y ella ponía sus manos tras el cuello de el acercándolo y enredando sus dedos en los suaves mechones de pelo castaño que caían por la nuca. "Besarlo no se siente tan mal... de hecho es excitante. Lastima que solo sea mi amigo... ¡wait! ¡ES MI JODIDO MEJOR AMIGO!"

-No, ¡Deja Souji!- grito ella empujándolo deliberadamente y rompiendo con ello el beso.

-¿Que?- le pregunto Souji, lamiéndose los labios que habían quedado impregnados con sabor a brillo labial de cereza.

-Souji somos amigos. Tú eres mi mejor amigo desde primaria. Esto NO puede pasar, se jodera nuestra amistad-

-Tengo una solución para ello- contesto el simplemente mientras se acercaba a ella de nuevo -seamos amigos con beneficios- las ultimas palabras se deslizaron de su boca como una pecaminosa y lujuriosa invitación al tranvía del deseo. Ultima parada: el asiento trasero del Ford Mustang '75 Cobra de Souji Okita.

Sheryl lo miro desconcertada... ¿amigos con beneficios? Nunca se hubiera imaginado que Souji le propondría algo así pero era una oferta tentadora, aún más que la de darle celos al sujeto de cuyo nombre ya-ni-se-acordaba.
 
-Hecho- acepto ella antes de tomar la iniciativa y volverlo a besar. Sintió un escalofrió y una oleada de calor simultaneos cuando los dedos de el empezaron a desabrochar los botones de su blusa que en unos pocos segundos quedo en el tablero del carro. "Menos mal traigo falda" pensó ocurrentemente mientras otra inquietud venia a ella.

-¡Espera, espera Souji!- dijo ella interrumpiendo el beso de nuevo

-¿Ahora que?- pregunto el arqueando una ceja cuando de pronto se acordó de algo -Si te preocupa traigo protección, esta en algún lugar de la guantera...- y empezó a hurgar entre cosas que guardaba ahí encontrando por fin lo que buscaba.

Mentalmente Sheryl agradeció que Souji se encargara de ese detalle que ella totalmente había pasado por alto pero no era lo que tenia en mente.

-Souji tu tomaste y... yo me preguntaba si...- comenzó la chica dudando si continuar mientras el la miraba con perplejidad ¿Comenzaría con esas tonterías de "solo te acuestas conmigo porque estas borracho"? ¡Porque diablos no se daba cuenta de una vez que el estaba loco de amor y de deseo por ella, joder!

-Bueno... yo me preguntaba si podrías... ya sabes, hacerlo mientras estas ebrio... por que leí que mantener una erección en ese estado era compli...-

El la interrumpió en ese momento con otro beso para que ella no viera que se había sonrojado, mientras la empujaba suavemente al asiento trasero del auto.

-Nunca subestimes el poder de Okita Jr...- le aseguro el- ahora solo por eso el no te dejará en paz por toda la noche.

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—¡Por favor! ¡Ve un poco más lento!  ¡No! ¡No! ¡No! ¡Suelta eso! — La voz suplicante de la joven estremecería a cualquiera, menos a él. —¡No persigas a Rasputín! ¡N-N-o marques allí! ¡Basta! —

Era cómico ver como esa delgada muchacha era arrastrada por todo el barrio aferrándose a la correa del perro gracias a la adrenalina de su enorme husky albino.
Después del paseo diario, ama y mascota entraron en el hogar. El husky subió directamente por las escaleras. Antes de cerrar la puerta ella dio un vistazo fugaz a su vecindario; parecía una escena sacada de la película Pelotón: destrucción, gente arrojada al piso (aquellos que fueron arrastrados por la correa o fueron derribados por su perro) agua por todas partes (porque su perro había mordisqueado el sistema de regadío de un vecino), jardines destrozados, animales, bicicletas y vehículos atacados por el perro y una horda de vecinos quejándose.
Kana soltó un suspiro al momento que apoyó la espalda en la puerta de entrada, su traje estaba lleno de lodo, su cabello era una maleza de enredones, tenía las mejillas rojas por la agitación y había perdido un zapato en el paseo. Así era todos los días que paseaba a su querida mascota.

En ese momento el timbre de la puerta retumbó en el interior del hogar. La chica pasó saliva por su garganta rezando para que no sea uno de los vecinos que viniese a reclamar porque su mascota mató a su perro, gato o cualquier otro animalejo que su perro solía canibalizar. Ignoró la puerta.

—…— Sacudió la cabeza y comenzó a caminar en busca de su mascota. —¿Dónde está mi lobito huargo? — En el segundo piso se encontró con el regalito de encontrar una paloma y un felino que pasaron a mejor vida gracias a las fauces de su perro. —Seguramente fue sin querer…— Entró con una sonrisa materna a su cuarto. Allí le encontró, masticando sus zapatos nuevos después de descuartizar su peluche de Moomin. —¡Haine, Nooooooo! —

Minutos después de ducharse, Kana bañaba a su mascota en la tina con agua tibia. Era increíble lo sucio que le gustaba estar. No importaba lo mal que se portara, ni que la mayoría de las veces lo encontrara con el hocico blanco manchado con sangre ajena, para ella su husky era un inocente.
Y es que esa sonrisilla (Sí, ella juraba que su perro le sonreía) maligna y sádica con el que el perro la miraba cada vez que hacía una de sus fechorías la obligaba a perdonarlo.

—Quédate unos momentos aquí.— La chica se puso de pie y fue a buscar al tendedero la toalla de su perro pero al volver al baño Haine ya no estaba. La chica ladeó el rostro y lo apoyó en su mano. —Parece que ya se fue a la calle. — Los Huskys era una raza reconocida por su gusto de escapar y ser callejeros. A veces su mascota no volvía en días. —Sólo espero que si encuentra novia no sea una poodle. — Kana sonrió un poco. Era la raza que menos le gustaba.
—Que no, idiota. —
—¿Ah? — La chica se volteó a escuchar una voz masculina. Cuando volteó, se encontró con un hombre detrás de ella quien le miraba con una sonrisa socarrona. El sujeto estaba mojado y completamente desnudo, del cabello blanco le escurrían gotas de agua y todo el cuerpo estaba mojado.
—Te he pillado— El sujeto la abrazó efusivamente restregándose contra ella. —Te he pillado, te he pillado. Gallina. —
Kana soltó un chillido. —¡AHHH! ¡ALEJATEE!—  Pero el tipo seguía frotando su desnudo y  mojado cuerpo contra el de ella —¡HAINE! ¡UN TIPO SE HA METIDO EN CASA! ¡SALVAME! —
—¿Quién? — El sujeto se apartó de ella comenzando a buscar con la mirada amenazante a todos lados. —¿A quién mato? —
—Haineee! — Seguía llamando a su perro pero éste no aparecía. Se llevó ambas manos a sus mejillas. —¡¿No habrás matado a mi perrito?!  ¡HAINEEE! ¡HAINEE! — Seguía llamando desesperada a su perro.
—¡Ya te oí! —
—HAINEEEEE—
—¡Que ya te oí, loca! — La sacudió por los hombros. —Ya te escuché. Voy a matar a ése invasor… ¿Es ese gato de nuevo? —
—¿Q-qué? — La chica abrió los ojos como plato. El sujeto que tenía en frente quizá parecía esquizofrenia porque tenía un discurso incoherente.
—Te protegeré. — El tipo salió corriendo en… ¿Cuatro patas? Y desnudo y Kana en shock. A lo lejos escuchaba como quebraba un montón de cosas. Kana bajó al primer piso encontrándose a ese tipo raro… Comiéndose el alimento Pedigree de su perro.
—¿Qué haces? —
—Tengo hambre. Y no había ningún invasor. ¿Me das bistec? —
—…— Hipnóticamente sacó el bistec crudo que solía darle a su perro cada día. El sujeto se lo devoró manchando su cara de color rojo. Kana lo observó, hacía exactamente lo que su perro solía hacer. —¿Quién eres? —
Se apuntó un collar con una placa que tenía en el cuello. Hasta ahora Kana no había reparado en qué era lo único que tenía puesto. —Así me llamaste. —
—¡No puedes ser Haine! ¡Haine es un perro! ¡Y tú! ¡Y tú….! ¡Un hombre desnudo! — Se cubrió los ojos. —Tengo que conseguirte ropa. —
—Ni intentes ponerme un hoodie de Sailor Moon otra vez o lo destruiré como todos. —
—¡N-n-no puede ser cierto! — A la chica una ráfaga de electricidad la invadió. Haine era el único que sabía ese detalle pues el hoodie nadie más lo alcanzó a conocer ya que lo había destruido prácticamente apenas ponérselo. —¿He tenido un humano de mascota todo este tiempo? ¡Dios mío! ¿A qué toxina me he expuesto para tener alucinaciones así? —
—Hm…— El supuesto Haine la miró con esa sonrisa sádica y maligna que era característica de su perro. —Ven aquí. — Palpó el sillón. —Has estado bajo mucho estrés por los exámenes. — Kana se sentó a su lado.
— ¿Puedes ponerte algo? — La chica sintió como su rostro se enrojecía al estar sentada al lado de un hombre desnudo. El sujeto a su lado la ignoró, se miraba sus propias manos.
—Parece que he sido liberado del hechizo. —
—¿Hechizo? — Bien, las cosas se ponían cada vez más bizarras.
—Una gitana. — La observó con sus ojos rojos. —Me lanzó este hechizo cuando le mordí la yugular a su hermana de ¨casualidad¨ y la idiota se le ocurrió morir. Entonces me convirtió en perro—
—Un momento ¿Mordiste a su hermana siendo humano? —
—Eso no importa. ¡Ahora soy libre! — Sonrió siniestramente. —Debo agradecértelo, sea lo que sea que has hecho. Como recompensa, viviré contigo y dejaré que me mantengas. —
—¡Haine, eso no es un trato justo! — Parpadeó al darse cuenta que lo  reconocía como su mascota.
—Bien. — Asintió con la cabeza. Se puso de pie y caminó hasta la puerta. La abrió y se asomó a la calle. —Daré un paseo, necesito aire. —
—¡Depravado! — Gritó una vieja histérica más allá.
—¡Haine no puedes salir así! ¡Está bien! ¡Está bien! Acepto tu trato pero por el amor de Dios entra. — Su rostro no podía estar más rojo cuando jalaba a su mascota al interior del hogar.
—Ama, tengo hambre… La basura sabe bien pero… ¿Crees que podrías traerme unas cuantas hamburguesas del Burger King? —
—Si te pones ropa, podemos ir los dos y te compraré todo lo que quieras. — Como último recurso para que se vistiera…. Aunque la visión de su cuerpo bien trabajado no estaba mal. Sacudió la cabeza, nerviosa.

De este modo ella tuvo que acostumbrarse a su nueva vida viviendo con un hombre salvaje con actitud de perro. Extrañaba a Haine perro pero en el fondo… Ése Haine humano era lo mismo, sólo que no tenía su cuerpo cubierto de pelos y a su alimentación se había sumado su nueva especie humana.

Es chiquito y horrible pero qué vamos a hacer u_u
Iba a poner topes pero recordé que estuve dibujando este Allen desde hace días así que lo pongo a él de tope. tbh el dibujo me quedó mejor el fic (...)

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Todos sus amigos estaban en la onda de irse a estudiar a otros países y la curiosidad llegó a picarle tanto que accedió a postular a una beca a Japón. Su promedio era el requerido y tenía todos sus papeles en regla, además del apoyo económico (no faltaba el dinero en casa, por más de que eran tres hijos).

No esperaba ser aceptado tan rápido, y cuando al mes llegó la invitación de la Universidad de Tokyo, se sorprendió, y recién procesó los hechos: ¡tres años lejos de Inglaterra y su maldito tráfico! Tres años lejos de sus hermanos que lo tenían hasta la coronilla. Extrañaría a sus papás y a su perro, pero de ahí, nada más. Era la oportunidad perfecta para probar si podía vivir por su cuenta en un futuro.  Debía empezar de alguna manera, y una residencia era el mejor lugar para hacerlo.

…O eso creía.

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La verdad había sido otra. A sus espaldas, su padres habían solicitado que una familia anfitriona cuidara de su bebé, y por eso estaba conviviendo con cinco personas salidas de una revista Vogue versión japonesa.

Le sorprendió que, al igual que su familia, los hijos fueran trillizos. La diferencia era que todos los Kanda eran seres perfectos, desde el papá hasta el trillizo menor. Todos hablaban inglés nativo, Allen presumía que era por el padre, quien venía de Estados Unidos.

Habían sido producción en masa: los tres hijos eran muy idénticos y eran una mezcla de los progenitores. La cara y el cabello de la mamá; las expresiones y el cuerpo del papá. La familia llamaba la atención a donde iba por su belleza y actitud, atributos que todos los miembros compartían…

…excepto por Yuu Kanda.

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Yuu era el trillizo del medio. En apariencia, era idéntico al resto de los Kanda. En actitud… era lo opuesto. Antipático, arrogante, de pocos amigos y muchos insultos, a Allen no le cabía en la cabeza como un ser tan despreciable era parte de una familia salida de un comercial de productos del desayuno. Todos eran amables, tal vez un poco serios, pero serviciales. Yuu no. Yuu merecía la muerte.

Sus padres postizos le decían que no le hiciera caso, pero era inevitable prestarle atención cuando Yuu compartía habitación con él y estudiaban en la misma carrera.

Sin embargo, el problema principal era que Yuu… le gustaba. Estuvo negándolo por mucho tiempo hasta que un día se levantó de golpe y se fue al baño gritando todo el recorrido. Mirándose al espejo, repitió la frase en su mente y quiso pegarse un tiro. La muerte antes de enamorarse de Yuu Kanda.

Se dio cuenta de su actitud inmadura e irrespetuosa y fue a disculparse con sus ‘padres’ anfitriones, quienes no demoraron en perdonarle.

Vaya suerte, Allen.

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“¿Allen?”
“Oh, Kuroh, ¿sucede algo?”
“…Te ves… cansado.”
Allen suponía que sus ojeras lo decían todo. “Se me han juntado dos finales en un día y encima tengo examen de japonés al día siguiente. ¡Yay me!” Kuroh notó la taza vacía de café y la señaló. Allen entendió el gesto y asintió, por lo que su anfitrión fue y la rellenó de nuevo, posándola en frente del peliblanco. “Gracias.”
“No hay problema. Suerte con los estudios.”
“¿Tú ya terminaste finales?”
“Sí, ayer.” Luego de unos instantes, Kuroh volvió a hablar. “¿Oye, por qué no estudias con Yuu? Ya que ustedes están en la misma carrera y eso.”
“…Me encantaría, pero tu hermano es un poquito… difícil…”
“No pierdes nada con intentarlo.”
“Mm, tienes razón.” Dijo, aunque tenía la cabeza en otro lado.

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“Ayúdame.”
“¿Eeeeehhhh? ¿Con qué— Espera, ¿POR QUÉ DEBO AYUDARTE?”
“Porque sí, carajo. Necesito un 16 para aprobar mate uno, y como eres medio chancón, eres perfecto para el puesto de tutor. Estoy desesperado, como verás.” 
“¡Así no me vas a convencer!”
“…” Yuu se cruzó de brazos, con visible irritación en su expresión. Por unos instantes, sólo intercambiaron miradas de disgusto, hasta que el japonés tomó su mentón, pensativo. “¿Cuál es tu comida favorita?”
“¿Eh?”
“Responde la pregunta, imbécil.”
Estaba a punto de soltarle algún insulto, pero debía admitir que la curiosidad le carcomía. Le seguiría la corriente para dar con las intenciones de su anfitrión. “Si tuviera que elegir… ¿mitarashi dango? También me gusta el cevi—”
“Okay. Sabes que Kuroh está estudiando para ser chef, ¿no? Le pediré que te prepare dango si me ayudas.”
“…Trato hecho.”

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“¿Qué haces?”
“Estoy cocinando, bestia, ¿o acaso estás ciego?”
“…” Allen frunció el ceño: sus ganas de entablar conversación con Yuu se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos.

A veces le sorprendía lo rápido que el hombre podía sacarlo de sus casillas.

“Kuroh anda ocupado, así que estoy preparándote el dango que te prometí.” Dijo Yuu, aún sin voltear a encararlo. Desde su punto de vista en la entrada de la cocina, sólo podía ver su espalda, pero escuchaba los sonidos de la sartén y el fuego de las hornillas.
“Y… ¿aprobaste?” 
“Sí.”
“…Oh, qué bueno.” Allen escuchó un gruñido por respuesta. “¿Dijiste algo?”
Yuu volteó a mirarlo, sonriendo ligeramente. “Gracias.”

Le sorprendió su sinceridad, pero prefirió no hacer comentario sobre ello.
Ya luego lo jodería con eso.

“¡De nada!”

Y le sonrió de vuelta.

Tengo como dos prompts empezados en los que llevo un tiempo atascada… así que me los guardo para la ronda extra~ Por ahora, el que me pareció prompt obligatorio de la ronda
Hacía tiempo que no escribía a Luffy y me pareció el ideal <3


Deidara adoptó un gato cuando se mudó a su actual apartamento, unos tres años atrás. Cuando lo adoptó, era una bolita pequeña y negra como el carbón. Decidió llamarle Luffy. Lo único que hacía Luffy las primeras semanas era dormir… la cosa pronto cambió, hasta el punto que Deidara se preguntaba si de verdad había adoptado a un gato o a un saltamontes, porque su gato no actuaba como tal. Inquieto, todo el día de arriba para abajo, juguetón a más no poder. A veces le volvía loca, pero en el fondo no sabía qué haría sin él.

Luffy tenía la costumbre de saludarla en el portal siempre, tras un largo día de trabajo. Se acercaba a Deidara, se restregaba contra su pierna y luego corría a la cocina, a pedir más comida. Sólo que esa noche, Deidara llegó a casa y no recibió su típica efusiva bienvenida, lo cual le extrañó. También le extrañó que no estuviese en la cocina, haciendo lo que más le gustaba, que era comer. Algo iba mal, pero no estaba segura qué era… 

Cayó en ello cuando escuchó ruidos provenientes de su habitación. Se dirigió hacia allí, y la escena casi hizo que se le parara el corazón.

“¿¡Quién eres?!”

Había alguien, un chico, rodando sobre su colchón. Llevaba puesta una de sus sudaderas de estar por casa. ¿Qué estaba pasando?

No se lo pensó mucho. Cuando cumplió la mayoría de edad, su tío le llevó a un campo de tiro, y luego le compró una pistola. Llevó a Deidara durante semanas a aquel campo, hasta convertir a la chica en una experta, su puntería casi perfecta.

Su tío siempre decía, ‘dispara primero, pregunta luego’. Pero aquella era una de sus sudaderas preferidas…

“¡Dei! ¡Ya has llegado, llevo todo el día esperándote! ¡Por fin he encontrado la solución!” El desconocido gateó sobre la cama, hasta que estuvo lo suficientemente cerca de Deidara. No llegó a abrazarla, la cual parecía ser su intención, porque ésta fue rápida en apartarse.
“Se puede saber qué-- ¿¡dónde está Luffy?!”
“¡Yo soy Luffy!” Nada tenía sentido ahora. Y eso que hoy no había bebido.
“Eres, pero, eres… ¿¡te crees que soy idiota?! Dime ahora mismo qué le has hecho a Luffy o te juro que…”
“¡Soy yo, Dei! Llevo tres años en mi forma gatuna, pero por fin he descubierto cómo puedo transformarme a mi forma humana. El destino quiso unirnos, que tú fueses la que se encargase de cuidar de mí. Y ahora que por fin lo he hecho, ¡podrás ayudarme a encontrar la cura para el resto de mis hermanos!”
“Espera… ¿cómo?” Lo peor de todo, es que se lo estaba creyendo. Aquel chico, que decía llamarse Luffy… se daba demasiado un aire a él.
“Siglos atrás, los egipcios descubrieron la forma de transformar a los humanos en gatos, por eso fuimos adorados por ellos… lo que no descubrieron, fue la forma de revertir la transformación. Llevamos siglos intentándolo, pocos lo han conseguido… sé que un ingrediente es el amor humano, creo que otro es la ropa interior sucia—”
“¿¡Por eso llevas semanas intentando robar mis bragas usadas?!
Luffy asintió. Unas semanas atrás, tuvo a un chico pasando la noche en casa, quien tuvo que irse al día siguiente sin sus calzoncillos, porque había desaparecido. Ahora tenía sentido. “Todo por una buena razón, Dei.”

Deidara dejó de lado su pistola, y suspiró mientras se dejaba caer en el suelo, derrotada. Aquello estaba siendo demasiado para ella. Nada tenía sentido, estaba segura que iba a volverse loca.

“Creo que me gustabas más como gato.”
Luffy le echó los brazos alrededor del cuello. “Ahora no tendrás que pasar las noches jugando al solitario, ¡podremos usar el Monopoly que lleva meses sin estrenar! Aunque echaré de menos las cosquillas en la barriguita… ¿crees que podrías—”
Deidara ni le dejó acabar. “No. Rotundo no, nunca.” Por ahí no pasaba.
Luffy hizo un puchero. “Jo.”

No iba a abandonar a Luffy así como así, no iba a ser tan cruel con su… ¿amigo? Pero, últimamente iba justa con el alquiler. Tal vez podría buscarle un trabajo, ganar así un poco de dinero extra…

Se vio interrumpida por Luffy, quien le estiró de la camiseta unas cuantas veces.

“¿Qué?”
“Entonces… ¿puedo coger tu ropa interior? Zoro, el gato del vecino, me dijo que le ayudase…”

Así que… esa iba a ser su vida ahora.