Con el cielo ya en la hora más oscura del atardecer, Kora entró en el cuartel acompañada de Milo y Yuzuriha. El bardo apenas había terminado de contarle una historia sobre algo que pasó cuando estaba en su antigua guild, y la chica estaba todavía riéndose cuando abrió la puerta.
A aquellas horas muchos de los Crimson Raiders que estaban en Sanctuary habían vuelto al cuartel, y cuando pasó por delante de lo que era una pequeña sala de estar donde un grupo de jugadores jugaba al minijuego de cartas oficial de la realidad virtual. Kora se sintió observada y estudiada por ellos, y tragó saliva.
No necesitaba examinarlos con la Omnitool para ver que muchos de ellos habían llegado al job superior de su clase; no sólo su equipo denotaba su nivel, sino que muchos de ellos le transmitían un aire de seguridad que sólo podría tener alguien que sabe que no tiene muchos números para perder en aquella situación.
Milo le puso una mano en el hombro, empujándola suavemente hacia delante, y Kora se acercó más a él.
- Moonshine.
La voz familiar le hizo levantar la vista, y sonrió al ver al samurai. Antes de poder saludarlo, Raiden miró a Milo y a Yuzuriha, y habló primero.
- Ven conmigo.
Milo abrió la boca, pero la dancer fué más rápida.
- Nos íbamos a descansar ya. – Dijo Yuzuriha, moviendo a Milo hacia las escaleras.
- Eh... ¡Buenas noches!
Milo agitó un brazo mientras subía, y Kora se despidió de ellos de la misma forma. Sin embargo, Raiden no tardó en mascullar un “
ven conmigo”, e inmediatamente siguió sus pasos.
Lilith y Asami les esperaban alrededor de una mesa, conversando distraídamente. Asami había parecido cambiar la máscara por unas gafas de aviador, pero lo que más destacaba era su brazo derecho, el cual estaba cubierto por un guante mecánico que llegaba hasta la mitad del antebrazo. “
¿Es eso lo que estaba construyendo?”
- Ya veo que no has perdido ni un momento para cambiarte. – Dijo la líder cuando vio a Kora, quien soltó una risita. – En fin, ya estamos todos. Ya sabéis que salís mañana, así que supongo que los tres habéis terminado lo que tuvierais que hacer, ¿no?
Los tres asintieron conforme Lilith iba pasando la mirada de uno a otro, siendo Kora la última y la más efusiva (a pesar de que realmente no había tenido nada importante que hacer).
- El guante funciona perfectamente.
Asami extendió el brazo enguantado, con la palma hacia arriba. Formó un puño con la mano, y cuando extendió los dedos, un pequeño generador relucía chisporroteando en la palma, irradiando una tenue luz azulada.
- Conforme suba de nivel podré mejorarlo. Causa daño eléctrico, así que tengo posibilidad de causar parálisis. – Asami movió los dedos, y la electricidad en su palma pareció agitarse. – De momento podré defenderme.
- Bien, bien. – Asintió Lilith, satisfecha. – En fin, el viajecito a Columbia. Tendréis tres objetivos principales.
Para remarcar sus palabras, levantó un dedo.
- Primero, Kora no sólo tiene que subir de nivel, sino que en Columbia podrá ver los jobs de Black Mage. – Se giró hacia ésta – ¿Sabes al menos cuales son?
- Uh... ¿no consiste en lanzar hechizos elementales?
Kora se sonrojó. Había jugado videojuegos en su vida, a menudo a costa de sus responsabilidades, pero no se había documentado a fondo antes de entrar en el famoso juego de realidad virtual.
- Esperaba tener más tiempo... ya sabes.
- Bueno, ahora no lo tenemos. – Lilith se cruzó de brazos. – Ya sabes que soy Elementalist de fuego, los hechizos de éste elemento no sólo no me afectan sino que hasta me curan. Sin embargo, soy débil al agua. Un Elementalist de agua de mi nivel podría eliminarme con uno o dos ataques fuertes.
Kora asintió, tragando saliva. Parecía mentira que Lilith fuera tan fácil de vencer, aunque al menos entendía mejor a los Elementalists.
- Podría también haberme diversificado en los demás elementos y eventualmente volverme casi inmune a ellos. Supongo que eso es lo más ‘clásico’ de los Black Mages. – Sacudió la cabeza. – Pero hay más opciones. Summoner, Illusionist...
- No sé realmente... – Kora se mordió el nudillo. – No había decidido nada aún... ¿cuál sería el job que más beneficiaría a la guild ahora?
- Aprecio la mentalidad, pero si es por diversidad, tenemos todos los jobs cubiertos por ahora. Sin embargo, nunca vamos cortos de White Mages que llegan a Clerics, es decir, para curar... y Mechanists.
No era la primera vez que oía la preferencia a la hora de reclutar de Lilith.
- ¿Por qué Mechanists? Entiendo la necesidad de curarse, pero...
- ¿De dónde crees que salen cosas como el coche con el que os recogí? – Explicó la mujer. – Cuanto mayor y más capacidad tenga un vehículo, más Mechanists se necesitan para construirlo. Si tenemos suficientes, podremos construir desde aeronaves a un buen arsenal de torretas.
Lilith entrecerró los ojos, formando un puño, capturada en la intensidad del momento.
- No hay mejor defensa que tener preparada una buena ofensiva.
- Entiendo... – Kora asintió. – Pero yo...
- No te estoy pidiendo que te cambies de job. – Lilith se frotó una sien. – Conviértete en una Blackie decente, y será más que suficiente. Y cómo iba diciendo...
Esta vez, la mujer levantó dos dedos.
- Segundo, aunque contamos con algunos Alchemists y Geneticists, las guilds especializadas en ello y las tiendas pueden tener cosas interesantes. Traeréis todas las que podáis para nuestro arsenal.
- Raiden y yo podremos cargar con bastantes con nuestra fuerza. – Corroboró Asami, y Raiden asintió.
Satisfecha, Lilith levantó un tercer y último dedo.
- Y para terminar, si encontráis algún novato con potencial, o alguien sin guild... traedlo. – Concluyó Lilith. – Allí os encontraréis con una Crimson Raider, Maya.
- ¿Phaselock? – Preguntó Raiden, levantando una ceja.
- La misma. – Asintió. – Así podréis luchar por el amor y la justicia juntos.
Raiden frunció el ceño y apretó los labios, apartándole la mirada a Lilith. Asami le dedicó una media sonrisa, y Kora supo que había un chiste interno allí que se le escapaba. “
¿Otra Samurai...?”, se preguntó.
- Quien además, podrá aconsejar a Kora en jobs mágicos.
- ¿Eh? – Kora sacudió la cabeza, confundida.
- Ella también es una Black Mage. – Intervino Raiden.
“
¿Entonces...?”
- Ya lo entenderás cuando llegues.
Lilith terminó la discusión, y estiró los brazos, tensando sus hombros. Kora no sabía qué había hecho a lo largo del día, pero suponía que ‘nada’ no era una de las posibilidades.
- Hay una partida empezada, pero podemos meternos aún. – Lilith señaló con el pulgar hacia la zona donde Kora había visto al grupo de Crimson Raiders jugando.
- Parece divertido. – Asami se encogió de hombros. – Aunque estoy un poco cansada, no aguantaré mucho.
- Yo... – Kora se mordió el labio. – No tengo dinero para jugar.
Lilith sacudió la mano, chasqueando la lengua.
- Si pierdes, escribe un I.O.U. y ya está. – La mujer puso una mano en la espalda de ambas chicas, empujándolas suavemente a la otra zona. – Lo importante es que conozcas a la gente y que te suenen luego sus caras.
- Bueno... vale.
Aunque Lilith las dirigía a la otra parte, Kora giró la cabeza hacia Raiden. El movimiento no le pasó desapercibido a la mujer.
- No te preocupes, Raiden siempre dice que no al principio, pero al final se une. – Lilith apoyó un brazo en el hombro del otro.
- Lo dices como si me dejarais otra opción. – Raiden bufó y negó con la cabeza.
- Vamos, Kora. – Asami se dirigió a la chica, tirando suavemente de su brazo. – Te presentaré al resto, la mayoría llevan en la guild desde hace bastante, si no desde casi el principio.
No negaba que ir con Asami le hacía sentirse más tranquila, pero no sabía si iba a encajar con los Crimson Raiders veteranos. Y ni siquiera tenía idea de cómo jugar al minijuego de marras...
- Me siento como la chica nueva en el instituto... – El comentario hizo que Asami riera suavemente.
- Yo también tenía esa sensación al principio. – Le explicó la chica. – Pero... son todos buena gente, ya verás como enseguida te sientes como en casa.
“
Como en casa... esta es mi nueva casa, de hecho.”
Raiden y Lilith vieron como las dos chicas giraban y desaparecían de su vista. La mujer apartó el brazo del hombro de Raiden, con una media sonrisa.
- ¿Entonces, Jack, lo has aclarado todo con ella?
- Sí. Estará bien. – Raiden frunció el entrecejo, aunque la otra asintió, satisfecha.
- Lo estará. – Aunque fuera de metal, el gesto fue instintivo, y Lilith apretó su hombro. – Es lo más seguro que podría haber hecho.
Raiden sólo se cruzó de brazos, apoyándose en la mesa.
- Entonces... ¿tanquear a una novata es mi nueva función en la guild? – Lilith se encogió de hombros.- ¿Y hacer propaganda de la guild? También podrías haber preparado folletos, ya que estabas.
- De hecho...
Con una ceja alzada, Raiden se giró hacia la pelirroja, quien se repasaba las uñas distraídamente.
- …No puedes hablar en serio...
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Sentada en una de las plazas más alejadas del centro de Columbia, bajo una gran estatua de un gran alquimista, Elizabeth leía un libro tranquilamente. Había preferido irse a las partes con menos jugadores para evitar verse en alguna escaramuza.
No toda paz dura para siempre.
- Eh, Merchie, ¿qué tienes en el carro?
Elizabeth levantó la mirada del libro. Una de las cosas que apreciaba del juego era que hasta el mínimo detalle estaba cuidado, y había encontrado en la biblioteca de Columbia algunos tomos bastante interesantes.
Algunos explicaban la larga enemistad entre magos y alquimistas desde la creación de Columbia, otros contaban historias sobre guerreros que formaban parte del lore del juego, y otros... bueno, se había quedado con aquel libro sobre el príncipe y su escudero por pura curiosidad.
- Pociones de HP, MP, y algunos vigores de fuego.
Por supuesto, eso no era todo lo que llevaba en el carro, pero prefería guardarse la mercancía especial para gente más amable. Aquella Sharpshooter le había hablado como a un perro, y sus dos compañeros, un Soldier y un Acolyte la miraban con una media sonrisa que no le gustaba para nada.
- Tsk... esperaba algo más. – El Soldier chasqueó la lengua.
- Da igual, eso nos servirá. – Le regañó la Sharpshooter. – Tú, Merchie, danos todo lo que tengas.
- ¿Todo? – Elizabeth alzó las cejas. – Os va a salir bastante caro.
La Sharpshooter soltó una risa, pasándose la mano por el pelo rojo.
- ¿Caro? Siempre podemos regatear... voy a poner mi primer precio: tu vida.
“
Oh.” Elizabeth se mordió el labio. “
Así que así están las cosas.”
- E-está bien... supongo que no puedo hacer nada... – Cerró el libro, dejándolo al lado del banco donde estaba sentada.
- Venga, date prisa, no tenemos todo el día. – Le dijo el Acolyte.
- Sí... sí...
Elizabeth se giró, y rebuscó en su carro rápidamente. Sus dedos se cerraron sobre una botella redonda con un líquido plateado. Miró de reojo a los tres delincuentes, quienes estaban confiados, y no parecían prestarle demasiada atención. Con esa actitud, seguramente se habían ganado algún que otro enemigo.
Detrás de ellos había uno de los zepelines que servían de transporte entre los islotes. Un pitido agudo indicaba que iba a partir pronto.
Con un movimiento de muñeca rápido, lanzó la botella al suelo, entre ella y los otros tres. Una densa nube de humo se alzó, y Elizabeth, asiendo un mango con una mano y apartando al Acolyte, corrió en dirección hacia la aeronave.
Cuando el humo se disipó, los tres miraron a su alrededor lanzando improperios. Elizabeth estaba apoyada en la borda del zepelín, el cual había empezado a moverse. La Sharpshooter le disparó, pero el humo le había irritado los ojos, y la flecha pasó a medio metro del objetivo.
Elizabeth no se molestó en disimular una risa.
- ¡Lo siento, no hay trato!