Hmn, sólo dos cosas que traer, esta es la guitarra que Milo equipa al final de su escena:
1,
2,
3. Y
ESTO es un garabato de lo que vendría a ser la ropa. No lo he coloreado, pero es negro con los dibujos en plateado y turquesa oscuro, a conjunto con la guitarra :3 Se me olvidó ponerle el sombrero vaquero xD
20. No entiendo nadaEra pronto por la mañana, al menos según los dictados de aquel mundo virtual. Fuera de la base de los Crimson Raiders el sol empezaba a iluminar la ciudad, aunque no calentaba demasiado y un pajarito aventurero piaba desde el alféizar de una ventana, saltando de un lado a otro entre sus gorjeos.
Hyoga bajaba las escaleras con un trote comedido, ajustándose un guante mientras hacía memoria, recordando la pequeña visita guiada que le ofreció un miembro de la guild el día anterior.
Había dormido bien y ahora necesitaba comer algo antes de averiguar qué hacer. Subir de nivel fue uno de sus primeros pensamientos mientras conseguía algo de desayuno y se desplazaba hasta un salón pequeño para comer.
Se sentó en una mesa, con el batido de fresa y el paquete de galletas, y jugó un poco con la pajita antes de insertarla en el tetrabrik. Se quitó los guantes, dejándolos a un lado, y se llevó la pajita a los labios, observando a los pocos miembros con los que compartía el salón en aquel momento.
Reconoció a un jugador de la noche anterior, pero nada más. Con un suspiro continuó su comida.
Y aún tenía que darle su regalo a Shun.
Milo podía ser muchas cosas, pero había una, sobre todas ellas, que era la que mejor le definía: contradicción. Así que cuando abrió la puerta de la habitación de Yuzuriha y se tiró encima de ella para despertarla, aunque normalmente Milo no era una persona mañanera, Crane no se sorprendió. No demasiado.
Unos minutos después, Starkrimson cargaba una de sus guitarras a la espalda mientras Crane bostezaba detrás de su bufanda, los dos entrando a uno de los salones de la base del clan.
—Ey —le llamó la atención el bardo, dándole un codazo suave— ¿Ese no es uno de los chicos de ayer? El que iba en party con Bennu y su hermano.
Ante la mención de Bennu, Crane arrugó los cejas, pero no dijo nada más sobre el tema. Asintió con la cabeza y no le quedó más remedio que seguir la estela de Milo, que ya había llegado junto al chaval.
—Buenos días —canturreó al apoyarse en la mesa y ponerse la guitarra delante, empezando a afinar las cuerdas—. ¿Qué tal?
Milo sonrió, dando un acorde armonioso al mismo tiempo en que Crane llegaba a su lado.
—Ahm… buenos días —contestó el mago negro, con los ojos entrecerrados en clara sospecha dubitativa.
—Yo soy Starkrimson y esta es Crane, no nos presentamos anoche.
—Yuzuriha y Milo —contestó la dancer, señalándose a sí misma primero y a su compañero después.
Hyoga asintió y Milo se le adelantó antes de decir nada más.
—Tu nombre era Hyoga ¿verdad? Me refiero al nombre, al de fuera.
El mago se puso un poco más recto y carraspeó, pero asintió una sola vez antes de hablar.
—Sí, el segundo.
—¿Y el primero? —preguntó Yuzuriha, sentándose en una silla libre a su lado y colando una de las galletas de Hyoga entre su bufanda. ¿Cuándo se la había quitado?
Hyoga miró su paquete de galletas y luego a Milo, que volvía a tocar unos pocos acordes en su guitarra.
—Aleksei —contestó con voz clara pero bajo volumen.
—¿De qué conoces a Bennu? —preguntó Milo, ganándose una mirada reprobatoria de parte de su compañera de dúo.
Milo se encogió de hombros, evidentemente no arrepentido por sus indagaciones.
—Ah… en realidad de poco. Un día después del anuncio él y su hermano me rescataron de un boss.
Crane y Stark se miraron durante un momento antes de que Milo hiciera como que seguía afinando su guitarra y Yuzu carraspeara suavemente, haciendo un gesto hacia las galletas, como pidiendo permiso a Hyoga para coger más. El mago acercó el paquete hacia la dancer.
—Típico de Bennu —compartió Crane. Su voz sonaba bajita, pero probablemente tenía más que ver con la barrera que suponía su bufanda—. Lo raro es que se quedara contigo después.
—Ah, no. Eso fue cosa de Andromeda —apuntó Hyoga antes de dedicarle una sonrisita a ella y comerse una última galleta después.
Pasó casi un minuto entero antes de que Stark levantara la cabeza de su guitarra y gritara con entusiasmo y deleite, sobresaltando a sus compañeros de mesa.
—¡Ya está, listo!
—¿Qué está listo? —preguntó Crane, tentada a darle un golpe a Milo con su bufanda.
Milo levantó la guitarra, que desapareció en el aire entre píxeles dorados. Otra tomó su lugar. La nueva era azul turquesa con remaches y ornamentos en plateado, tenía algunos detalles en madera clara, probablemente de haya blanca y el mástil era negro.
Su equipo también cambió: Gorro vaquero, abrigo largo y pantalón pegado. Las botas y los mitones tenían detalles que recordaban a la guitarra, al igual que los dibujos en los hombros y la espalda del abrigo.
—Estaba buscando este equipo, pero no es eso. ¡Está decidido!
—¿El qué? —volvió a preguntar Crane, inclinándose un poco hacia Milo.
Stark sonrió de oreja a oreja mientras se colgaba la guitarra a la espalda y agarraba a Hyoga de los hombros, poniéndolo de pie.
—Eres nuestro hijo.
—¿¡Qué!? —gritó Hyoga con tono agudo.
—No estamos casados —replicó Yuzu, poniéndose de pie.
—¡No importa! Mira este pelo, estos ojos… Es nuestro hijo. Si alguna vez tuviéramos uno, sería así.
Yuzuriha rodó los ojos y se levantó también, cruzando los brazos debajo del pecho.
—¡Vamos chaval! —gritó Milo dándole un golpe amistoso en el brazo a Hyoga que hizo que flotara un ciento tres a su lado— Tú necesitas entrenar y yo me aburro.
—Auh… —se quejó Hyoga antes de que le apareciera una invitación a una parte en su omnitool— Espera… Ya estoy en party, no entiendo nada.
Milo estaba saliendo del salón a zancadas, hablando solo.
—Acepta —le dijo Crane—, cuando a Milo se le pone algo en la cabeza no hay manera de quitárselo. Y no podemos ayudarte si no estamos en la misma party. Está en no compartir experiencia.
Hyoga se lo pensó dos segundos más, antes de ver volver a Milo con la misma energía con la que se había ido. Aceptó la solicitud y sonrió con algo de miedo hacia el bardo. Yuzu le puso las manos en los hombros a Milo, le hizo darse la vuelta e hizo un gesto para que Hyoga les siguiera.
—Conozco un sitio estupendo para subir de nivel para alguien de tu especie. Confía en mí.
Y Hyoga no supo si estaba haciendo bien siguiendo a aquel chalado, pero parecía que sabía de lo que estaba hablando. Confió en él.
Después del desayuno, Shun había decidido que, aprovechando que su hermano estaba ocupado, explorar la base de la guild por su cuenta era una buena opción. Así fue como, atraído por los ruidos de metal contra metal que salían de una puerta entreabierta se asomó y vio a Neko con las manos metidas dentro de una masa de placas de un material que no tenía muy claro qué era o qué sería cuando terminara con ello.
Shun abrió la puerta un poco más y chocó su puño contra la puerta.
—Hola —saludó desde el quicio con una sonrisa, en cuanto Neko levantó la cabeza.
La chica se quitó las gafas de aviador de la cara, dejándolas sobre la mesita. Tenía una máscara de limpieza alrededor de la suciedad de sus mejillas que hizo que Shun riera un poquito.
—¿Pasa algo? —preguntó Anir, con el ceño fruncido.
—Tienes… algo en la cara —dijo Shun, acercándose a ella.
—¿El qué, dónde? —preguntó Neko, llevándose una mano hasta una de sus mejillas.
—Por casi toda la cara —señaló Shun, haciendo un gesto con la mano para enfatizar sus palabras—. Creo que es mugre.
Neko suspiró, dejando caer la mano y buscando un pañuelo algo sucio que colgaba de su cinturón de mecánico y empezó a limpiarse, restregándose el trozo de tela sobre la piel.
—¿Ya? Si que me he ensuciado pronto esta vez —se encogió de hombros antes de añadir—. Los gajes del oficio ¿Qué se le va a hacer?
Shun rió un poco y se sorprendió cuando Neko se unió a sus risas. Terminó por sonreír dulcemente. Podía ver a su hermano siendo amigo de alguien así.
—¿Puedo sentarme o estás muy ocupada? —preguntó Shun, buscando algún sitio donde descansar en aquel taller.
Neko le acercó un taburete y le indicó que tomara asiento.
—Si no te importa que siga con esto, puedo hablar mientras tanto. La verdad es que es bienvenida la compañía —le confesó.
—¿Qué es? —curioseó Shun señalando con lo que Neko trasteaba.
—¿Esto? Será el pectoral de una armadura cuando la acabe. Ésta en concreto es parte de un set, pero el pectoral sólo puede ser fabricado, no se vende en tiendas ni se consigue como drop.
—Oh… —dijo Shun, empezando a mover las piernas.
Su mascota saltaba desde el suelo, haciendo ruiditos agudos e intentando alcanzar su regazo. Shun estiró los brazos para atraparlo a la altura de sus rodillas y le rascó entre las orejas en cuanto acomodó al conejo.
Después de que Marshi le mordisqueara los dedos, Shun activó su omnitool para buscar comida para mascotas en su inventario.
—Toma, dale esto —le dijo Neko, llamando la atención del chico antes de echarle una zanahoria al vuelo.
Shun la cogió a duras penas y miró la zanahoria, analizándola. No era como aquella multicolor que le había dado su hermano para atrapar a su querido conejo. Era naranja, pero su forma era demasiado perfecta, no se parecía a ninguna zanahoria real que hubiera tenido entre sus manos. Hasta conservaba las hojas.
—Es un alimento especial para mascotas de ese tipo —explicó Neko mientras sus manos trabajaban de forma automática—. Si le das eso en vez de la comida básica para mascotas, te da varios bonus: gana más cariño por tí, le llenas más el hambre… cosas así.
Shun asintió y acercó la zanahoria al morro de Marshmallow, que ya le había apoyado las patitas delanteras en el brazo para olisquear aquel manjar. El conejo chilló con deleite antes de disponerse a darse un banquete con la zanahoria.
Shun acarició su pelaje blanco y sonrió contento.
—Gracias, no lo sabía.
Neko se encogió de hombros.
—Eres nuevo, hay muchas cosas que no sabes, es un hecho.
Shun se rió un poquito, algo afectado por la brusquedad de las palabras de la chica, pero no le dio importancia. Ahora sí que podía ver a su hermano y a la mecánico siendo amigos. Totalmente.
—¿Tú tienes alguna mascota? —quiso saber Andrómeda.
Neko se lo pensó un poco antes de contestar, aunque en un principio sólo se encogió de hombros y parecía no ir a añadir nada más. Pero terminó hablando.
—Se puede decir que sí… Cuando tenía poco nivel quería mascotas, pero no tenía muy claro cómo cuidar de esos bichitos, así que esperé a subir más de nivel antes de decidirme —comenzó su explicación—. Una vez que ya conocía el sistema de mascotas, se me cruzaron otros proyectos por delante, así que abandoné la idea y me centré de lleno en la vida de un mechanic en el juego.
Shun asintió, satisfecho con la información.
—¿Cómo se llama? —preguntó ella, levantando la barbilla hacia su mascota virtual.
Neko miró hacia sus manos mientras las sacaba de dentro de lo que sería un pectoral y se quitaba los guantes, dando una pausa a su trabajo.
Shun tardó unos segundos en responder, acariciando al conejo y disfrutando de verlo tan feliz con su comida.
—¡Marshmallow! —exclamó— Así es como la llamo.
Shun seguía con la vista puesta en su conejo cuando escuchó el sonido de algo metálico al caer al suelo desde poca altura. Levantó la cabeza y centró la mirada en Neko.
La placa que había vuelto a coger después de quitarse los guantes estaba entre las piernas de la chica, aunque sus manos estaban en alto. Los ojos turquesa de la mecánico estaban muy abiertos y mantenía los labios apretados. Le temblaron las cejas.
—Ah… —dijo Shun, parpadeando y apretando al conejito entre sus dedos.
Se sentía como si hubiera metido la pata, pero no tenía idea de cómo ni porqué.