Author Topic: neverland 1.1: you can (not) escape  (Read 113976 times)


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #105: September 28, 2014, 03:44:57 PM »
Estas cosas que ocurren con la misma frecuencia que un eclipse, pero voy muy atrasada ;v; *sindrome del conejo blanco*

~+08~



No le gustaba dormir dentro del juego. Pese a que como mal necesario, estuviese lleno de ventajas con respecto a la vida real. Te quedabas dormido, pasaban un número de horas en el que te subían los puntos de stamina, te despertabas y fin de la historia. No había noches de insomnio porque cada vez que estabas a punto de caer dormido oías un ruido extraño y sin explicación que te hacía entrar en modo alerta de forma constante. No había mil horas de vuelta hacia un lado, y luego vuelta hacia el otro intentando desesperadamente encontrar postura. No había mantas escapistas o robadas. No había patadas. No había ronquidos.
Pero la sensación de recuperar la consciencia de la nada totalmente en un segundo se le hacía terriblemente perturbadora. Como morir y volver a nacer. Al menos era un hecho matemático que siempre te ibas a levantar habiendo descansado.

Normalmente tenía por costumbre levantarse nada más volver al mundo de los conscientes, pero desde fuera aún llegaba el sonido de la lluvia, y no había mucho que hacer ni a dónde ir.  Estaba perezosa y decidió que podía permitirse hacer el vago una mañana; además aunque hubiera querido moverse tampoco habría podido. Airin se encontró con que estaba aprisionada entre dos bloques sólidos que irradiaban calor y tenía algo pesado por encima.

Se restregó un nudillo por la cara mientras bostezaba, y cuando se hubo quitado suficientes legañas abrió un ojo. Y lo que vió fue la barbilla de Fíli. Abrió el otro ojo y enfocó la vista. La mandíbula barbuda del chico seguía estando ahí. Mirándolo así, tumbado sobre su costado con los largos bigotes colgando de lado resultaba una imagen bastante cómica. Sobre todo porque dichos bigotes se movían temblorosos con su respiración.
Airin sonrió en silencio, aguantando las ganas de estirarle de las cuentas metálicas que llevaba en ellos, hasta que se dio cuenta de que el brazo extendido de Fíli era lo que le había estado sirviendo de almohada durante un número indeterminado de horas.
Cerró los ojos, apretando los párpados con fuerza y dejó pasar unos segundos antes de volverlos a abrir. Si aquello fuese la vida real podría haberlo atribuído a que la gente se mueve en sueños, y no habría tenido el menor problema. Pero recordaba que ella había sido la primera en irse a dormir, y cuando todo se oscureció  los chicos aún seguían hablando en voz baja. Tenía que haber sido algo premeditado. Y siguiendo con las anormalidades del día, en vez de molestarle las confianzas, se sentía culpable de que quisieran protegerla.
Le rondaba la culpabilidad por sentirse aliviada de que no hubieran cortado la cuerda para librarse del lastre cuando se vio colgando sobre el vacío.

Decidió que aquella no era buena forma de empezar el día, y desalojando pensamientos inútiles a toro pasado, se arriesgó a levantar un poco la cabeza. Echó una ojeada a su alrededor, y su vista reparó en el brazo que tenía en torno a la cintura. Ah, eso explicaba el peso.
Reconoció la mano de Kíli, y entonces se hizo consciente de la respiración lenta y cálida que había tenido junto a su nuca todo ese tiempo. Algo a lo que se negó a ponerle nombre le revoloteó por dentro, y por un momento deseó poder hacerse pequeñita y esconderse, pero después se lo pensó mejor.
Se removió con cuidado, intentando pese a todo no zarandear demasiado a sus acompañantes de cama. ¿Y qué tal sonaba eso? Resopló incrédula, y dobló poco a poco el brazo de Fíli junto a su rostro, queriendo dejar al chico en una posición que no le fuera incómoda. Sus bigotes descolocados seguían siendo una estampa graciosa.

Airin levantó con suavidad la manta que la cubría, así como el brazo izquierdo de Kíli alrededor de su torso, y en un arrebato de temeridad se arrimó más hacia el cuerpo del arquero, volviendo después a colocar colcha y extremidad en su sitio.  Notó el calor extenderse por su piel en cuanto su espalda entró en contacto con el pecho del muchacho, el peso sobre su cintura una sensación reconfortante. Se encogió de hombros levemente, y el gesto hizo que su cuello desnudo rozase contra los labios relajados de Kíli, el tacto áspero de su corta barba provocándole escalofríos. Llevó una mano hacia la del arquero, titubeando con timidez, antes de rozar suavemente los nudillos del chico con las yemas de sus dedos. Tal vez había cosas que aún podrían merecer la pena.
Se acomodó bien para pasar un rato indefinido hasta que sus compañeros despertasen, y Airin se sorprendió a sí misma esperando con candidez que fuera un rato largo.
~~

Lo primero de lo que Kíli fue consciente, fue un aroma dulce y afrutado. Lo segundo, una textura suave y tal vez rojiza frente a su rostro. Y lo tercero, algo cálido, sólido y apretable junto a su cuerpo y bajo su brazo. Y como en su mente aún no operativa parecía reunir todo el conjunto de las cualidades ideales, agarró más fuerte el objeto de su bienestar y frotó su cara contra ello, murmurando negativas de no querer despertar y menos aún salir de la cama.
Solo que un ruidito agudo y aparentemente cohibido le hizo entrar en funcionamiento de nuevo, un ruidito que se repitió al apretujar otra vez aquello que tenía entre manos.

—Kíli. —de acuerdo, aquel era su nombre— ¡Kíli!

Quiso preguntar qué ocurría, pero de su boca salió algo parecido a "mhurrrghn". Aquello le hizo volver a la realidad de golpe, pues ya estaba despierto y en el universo del juego no tenía la misma transición de sueño a vigilia que en la vida real. Miró hacia abajo y se encontró con la melena pelirroja de Airin. Suspiró, eso era lo que no le había dejado hablar con claridad. Y en ese momento se dio cuenta de qué, o más bien quién tenía aprisionada entre sus brazos, aferrado a la chica como si se fuera a acabar el mundo. Aunque realmente, esa parecía ser la situación actual.
Se incorporó con torpeza, enredado como estaba, y al girarse a mirar a Airin las pupilas dilatadas de la soldier le obligaron a dejar de divagar.

—Ehrm, yo... —todo elocuencia, como de costumbre.— ¿Llevas mucho tiempo despierta?

—Un rato —contestó ella agurruñando la manta bajo su barbilla.

Kíli frunció el ceño.

—¿No hay nadie más despierto aún? —miró a su alrededor y pudo comprobar que efectivamente, tan sólo ellos dos estaban conscientes.— Psh, mira Pip, así hace la guardia estupendamente.

Y cierto era, el gunslinger estaba en el mismo lugar que dónde se había asentado la noche anterior, pero con el mentón prácticamente apoyado sobre el pecho, y el sombrero de infantería australiano que llevaba siempre caído sobre un lado de la cara.

Airin bostezó, se estiró y rodó entre las mantas de Kíli, y el chico dirigió su vista de vuelta a ella como atraído por un imán.

—Ahúm —carraspeó un poquito avergonzado— Que... a lo mejor, podríamos desayunar y ver qué tenemos que nos pueda ser útil en los inventarios, ¿te parece?

—Hmm, es una buena idea, y cuando tu hermano y el abuelo éste decidan que ya han dormido suficiente, planificamos la bajada. —dijo la chica, recogiéndose el pelo en una trenza.— Mira, parece que ya ha dejado de llover.

« Last Edit: October 12, 2018, 04:58:10 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #106: October 02, 2014, 09:20:10 AM »
Durrrr, esto iba a estar antes, pero empezaron a surgir ideas y mini subtramas y personajes que querían aparecer fuera como fuera, y entre eso y que me he perdido en el espacio continuo de algún que otro fandom, se me ha hecho Octubre ¡v¡



Capítulo 3: Trouble in the clouds: La ciudad de las nubes




A la mañana siguiente, partieron hacia Columbia. Trataron de seguir el camino de la costa evitando las zonas con monstruos de niveles más altos y pasando por la ruta de Acre y Fisherman's Horizon siguiendo la costa. Se detuvieron en ambas para aprovisionarse de las pociones y otros menesteres que iban gastando, evitando permanecer en ellas más de lo necesario, especialmente la primera, que solía atraer un volumen mayor de visitantes.

Sólo con entrar ya les habían informado de que se habían dado peleas entre jugadores de forma creciente, que poco a poco iban escalando en brutalidad. Sin embargo, el caso de Acre no se podía comparar con otras ciudades como Columbia misma o la inefable Sin City.

—Eso es justo lo que nos convendría evitar. No deberíamos entretenernos aquí más de lo necesario—fueron las palabras de Fenris en cierto momento. Su tono era más amargo que de costumbre, sumido en sus propios pensamientos—. Es repugnante lo bajo que caen los hombres. Lo fácil que ceden a la codicia y la crueldad.

Esas palabras pesaron sobre ellos como un triste recordatorio de su posible destino mientras circulaban por las calles de Acre, y sirvieron para que se dieran todavía más prisa en abandonar la ciudad antes de que se vieran involucrados con alguien.

Tardaron un poco más de medio día en llegar al Faro de Columbia a pie como iban, dando un largo rodeo para no cruzar las Esther's Plains donde aparecían monstruos de nivel demasiado alto para ellos. Aún así, el trayecto y las bestias a las que sí se habían podido enfrentar les habían servido para subir algún que otro nivel y conseguir objetos de botín.

—Podemos vender lo que hemos conseguido en Columbia y ganar algo de dinero. La mayoría de objetos no valen un duro y sólo nos los comprarán los NPC, pero tenemos algunos ingredientes interesantes que pueden ser útiles para la alquimia. Y mira por donde, vamos a la ciudad de los Alchemists—. Sheba le explicaba todo aquello a Seras mientras se acercaban a la figura del Faro sobre el acantilado—. ¿Qué te parece, Seras? Podría ser tu primer trabajo como Merchant.

Le guiñó un ojo de forma cómplice, pero la otra no la estaba mirando para apreciar el gesto. Parecía estar buscando algo en los alrededores de la costa de roca escarpada y pelada contra la que golpeaban las olas de un mar oscuro.

—¿No debería haber una ciudad por aquí?

Entonces Sheba y Shruikan se rieron, como si hubiese dicho algo gracioso que no terminaba de comprender con exactitud. Notó como le subían los colores a las mejillas y encogió la cabeza entre los hombros, claramente avergonzada. La Samurai avanzó para dedicarle un par de palmadas en la espalda.

—No te preocupes. Pronto la verás.

Por fin llegaron a la altura del Faro, y descubrieron que no eran los únicos que se encontraban allí, lo cual no era nada raro teniendo en cuenta lo concurrida que era Columbia. Aunque la mayoría de gente prefería utilizar el warp para llegar ahí.

Los otros eran un grupo de cuatro personas, dos hombres y dos mujeres. Las chicas eran una Archer y la otra una Thief a juzgar por sus ropas. Llevaban conjuntos ligeramente parecidos y charlaban entre ellas en murmullos, echando ojeadas de reojo de vez en cuando.

Uno de los chicos era el White Mage del grupo, esa túnica fea además de incómoda le delataba. Estaba recostado contra la pared, tenso y con cara de desear estar en cualquier lugar menos ése.

El último componente era el que tenía el nivel más alto y una expresión corporal que denotaba prepotencia. Esas cosas parecían indicarle como el líder, un Lancer de pelo corto y cara poco amigable que se levantó del suelo cuando ellos se acercaron. A la que se disponían a entrar dentro del edificio, les bloqueó la puerta en las narices con un brazo.

—Ei. ¿Vais a Columbia, amigos? —les dijo, con un tono amigable que sonaba forzado y una sonrisa que no prometía nada bueno—. Tenéis que pagar el peaje primero.

Si las miradas matasen Fenris ya habría degollado a ese tipo tres veces. El resto se habían quedado congelados en su sitio cuando el desconocido les habló, tensos, obviamente intuyendo la amenaza. La hostilidad que se había alzado entre ambos grupos era evidente.

Las otras dos chicas se acercaron a su líder para infundir más presión mientras el White Mage se quedaba atrás. Era una forma como cualquier otra de indicarles que se podían meter en problemas si se resistían.

—Lo siento, amigo —dijo entonces Shruikan con el mismo tono que había utilizado antes el otro—, pero con todo el dinero que tenemos ni siquiera te llegaría para alquilar la gallina en el burdel más cercano, así que te sugiero amablemente que no pierdas el tiempo.

Fue a intentar abrir la puerta de nuevo, pero el Lancer la seguía bloqueando con insistencia.

—Chorradas. Si no tenéis dinero entonces podéis darme también vuestro equipo. Quizá con eso os llegue.

Fenris tenía la mano peligrosamente cerca de la empuñadura de su mandoble, y por contra las dos chicas rivales también estaban a punto para empuñar sus armas. Sheba se había interpuesto entre los demás y Seras, que era Novice y por tanto el miembro más vulnerable del grupo, alzando la vara en actitud protectora.

Shruikan seguía manteniendo una feroz cara de póquer sin dejar de enfrentar la mirada del otro.

—Muy bien —dijo al final—. Como quieras. ¿Ves esta mano?

Alzó un puño en el aire. El otro desvió la vista hacia él; hacia un rato que su sonrisa se había esfumado, y ahora observaba ese gesto con los ojos entrecerrados en sospecha, sin entender. Ella aprovechó la distracción para darle una fuerte patada en la entrepierna con su agilidad de Samurai.

El Lancer dejó escapar una exclamación de dolor seguida por una ristra de improperios mientras se sujetaba las partes vulneradas y su medidor de salud disminuía. La Thief enemiga reaccionó enseguida, sacando un puñal corto y abalanzándose contra ellos, pero Fenris la vio venir. Levantó la pierna para darle su propia patada en el vientre que la mandó rodando escaleras abajo. Casi inmediatamente se escuchó un silbido y una saeta cruzó el aire muy cerca de la cabeza del Knight hasta estrellarse contra el muro del Faro.

La Archer ya volvía a cargar una flecha en el arco para cuando repararon en ella, y el White Mage se apresuraba a terminar de ayudar a su dolorido líder.

—¡Matadles!

—¡Rápido, a dentro!

Sin tiempo que perder, se metieron en el interior del Faro, y Sheba conjuró un muro de fuego que bloqueó la entrada justo cuando los otros iban a por ellos. Más allá del crepitar de las llamas, se escucharon voces de sorpresa y frustración.

—¡Adiós, pringados! —les gritó Shruikan cuando se subieron a la lanzadera.

Instantes después eran propulsados hacia el aire y por encima de la exclamación de sorpresa de Seras, todavía pudieron oír un grito airado.

- - -


—Por que poco —comentó Sheba una vez la lanzadera se detuvo sobre tierra firme. Normalmente el trayecto desde el Faro hacia Columbia era lo suficientemente agitado para dejarles el pulso a cien, pero en su caso, ya lo tenían así desde antes.

—Maldita panda de imbéciles —masculló Fenris, mirando hacia atrás con desprecio—. Podrían habernos matado. Deberíamos irnos de aquí rápido, puede que nos sigan.

—Ellos sabrán lo que se hacen —comentó Shruikan—. Si vienen, tendrán lo que se merecen y les daremos una tunda.

Le dio un codazo amistoso al Knight y pareció que la tensión del otro se rebajaba un poco. Por otra parte, Seras también disminuyó la fuerza con la que venía sujetándose al brazo de Sheba desde que había subido a ese trasto infernal al que llamaban ascensor y empezaba a observar a su alrededor con menos miedo y un asombro creciente.

—¡La ciudad estaba en las nubes!

Y ahí estaba, Columbia. Una ciudad suspendida en el cielo en enormes islas flotantes, de jardines, plazas y edificios estilizados que no se encontraban en ninguna otra parte, repartidos en toda su extensión. En el cielo, por encima de ellos, varios dirigibles cruzaban el aire, yendo y viniendo de un lado a otro, el medio de transporte que usaban los ciudadanos de Columbia para viajar entre islas.

—¡Es una pasada!

—Bienvenida a Columbia, querida —rió Sheba—. Famosa, a parte de las razones evidentes, por sus mercancías, su delicioso algodón de azúcar, sus preciosas plazas...

—Y por la gran amistad entre sus Alchemists y Mages —interrumpió Fenris su alegre discurso, añadiendo un tono de acidez al conjunto.

—Sí, bueno, también por eso —reconoció la otra, el entusiasmo en su voz algo más apagado que hacía unos instantes.

—¿Qué pasa con ellos? —preguntó la Novice mientras en su cara aparecía la preocupación. Era evidente por el tono de sus compañeros que no se trataba precisamente del asunto amistoso que pretendían señalar.

—Una guerra —explicó el Knight—. Aunque nada que vaya más allá de una entrañable hostilidad y de escaramuzas sin importancia de vez en cuando. Al principio sólo era algo que formaba parte de la ciudad, una historia que contaban los NPC para darle algo más de trasfondo. El problema llegó cuando algunos jugadores empezaron a tomárselo más a pecho de lo que deberían.

—Hay muchas guilds de Mages y Alchemists en Columbia —continuó Sheba—, y a veces se enfrentan entre ellas, aunque ninguna de las dos facciones es mejor que la otra. Ambas están llenas de la misma clase gente.

—Ya veo... —murmuró Seras, observando las calles concurridas como si pudieran asaltarles en cualquier esquina. Sin embargo, no había signos de hostilidad en los otros transeúntes, y la ciudad estaba animada transmitía cierta atmósfera de cotidianidad. Aunque eso podía cambiar de un momento a otro.

—A ver... —Sheba abrió un mapa de la ciudad con su Omnitool mientras iban caminando por las calles—. El gremio de Merchants para conseguir la job está en otra isla. Tendremos que coger alguno de los dirigibles que pasen por ahí. ¿Quieres hacerlo sola o prefieres que te acompañe?

Seras ya negaba con la cabeza antes de que hubiese terminado de hacer la pregunta.

—No quiero perderme estando sola.

Sheba rió suavemente.

—A veces no pareces la mayor de las dos. Pero tienes razón, no deberíamos ir cada uno por su cuenta. ¿Vais a venir? —les preguntó al otro par, que se encogieron de hombros casi al mismo tiempo.

—No hay mucho más que hacer. Podemos aprovechar para vender y comprar cosas. Puede que cerca de la guild de los Merchants tengan objetos interesantes. Y quiero ver si encuentro alguna armadura decente.

—Vamos, entonces.

Cinco minutos más tarde, ya estaba sobrevolando la ciudad rumbo a su nuevo destino.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #107: October 05, 2014, 01:00:27 PM »
Hoy sí que vengo con cositas :DDD YAY. Primero, Afrodita va más o menos ASÍ. Por otra parte, su homúnculo mandrágora es ESTE. El traje que lleva Yuzuriha es algo ASÍ. Y ESTO es para que os hagáis una idea de como suena Master of Puppets en violín.





28. ¿Cómo llamamos a la party?


Afrodita se tomó su tiempo para mirar a los ojos a cada uno de los integrantes del grupo sentado alrededor de su mesa.
Después se encogió de hombros y revolvió lo que quedaba de su cóctel con la pajita, observando las ondas de la superficie del líquido con desinterés.

—Los monstruos de la zona han subido de nivel —explicó—. Llevo aquí desde que cerraron el juego.

—¿Materiales para homúnculo? —preguntó Anir, relajando los hombros y curioseando un poco.

Milo y Yuzu se miraron entre ellos y Hyoga se hundió un poco en su asiento, pensando que ahora sí que iba a ser una lacra para su party.

—Ajá —admitió Afrodita, moviendo la cabeza de arriba a abajo suavemente.

Anir sonrió y puso los codos en la mesa, estirando los antebrazos por encima del mueble.

—¿Qué tipo de homúnculo te quieres hacer?

—Ah, no. Ya lo tengo —explicó el biochemist—. Lo que quiero es evolucionarlo. Es una mandrágora y quiero que sea un molbol cuando gane toda la experiencia que necesita.

—Yo tengo un robot.

Afrodita miró con un ligero interés a Anir.

—¿Mechanic? No lo pareces… —señaló su ropa— ¿Llevas equipo de poco nivel a propósito?

Anir frunció el ceño.

—Perdone, señor, pero mi equipo está muy bien refinado.

Los dos se enzarzaron en una pequeña pelea verbal hasta que llegaron los pedidos y empezaron a comer.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Hyoga a Yuzuriha.

La dancer había dejado la bufanda encima de sus muslos para no mancharla mientras comía, aunque su expresión era igual de enigmática que siempre. Pasaron unos segundos en los que Yuzu miraba a Hyoga, sin saber qué decir hasta que Milo colaboró.

—Supongo que necesitaremos una o dos personas más para estar más seguros —Milo se llevó un pedacito de carne a la boca y masticó.

—Lo más sensato sería ponerse en contacto con la Guild —continuó después Yuzuriha.

—Yo podría acompañaros.

Los cuatro Crimson Raiders miraron a Afrodita sin decir nada. Luego se miraron entre ellos.

—Soy biochemist de alto nivel y voy bien equipado. Podría garantizar vuestra seguridad, sobre todo la del mago —le señaló con un cabeceo—, por un módico precio.

La risa se atragantó en la garganta de Neko, que se la aclaró de inmediato.

—¿Por qué debería pagarte? —preguntó ella— Tú lo que quieres es conseguir los materiales que te faltan sin morir en el intento.

Afrodita se encogió de hombros y se terminó su bebida de un trago.

—No me puedes culpar por intentarlo.

—Está bien —contestó Neko.

—¿Está bien? —preguntó Milo— ¿Le vas a pagar?

Anir asintió con la cabeza antes de aclarar lo que quería decir exactamente.

—Si cae cualquier material que necesites te lo daremos.

—¿Cualquiera? —indagó Afrodita mientras se erguía un poco, algunos podían ser muy caros en el mercado.

Hasta sentado se notaba que Afrodita era alto, probablemente tan alto como Milo.
Anir asintió otra vez.

—Cualquiera —afirmó antes de sonreír con algo de malicia.

—Soy tu hombre —le contestó, devolviéndole el gesto.

Hyoga miró en silencio como los dos se daban la mano. Habría pensado que Afrodita estaba haciendo un pacto con el demonio si no fuera porque él mismo parecía uno.



Aunque el juego ofrecía varios estilos de danza para las bailarinas, era evidente que Yuzuriha tendía más hacia la danza del vientre, uno de los más clásicos.

—Tribal Fusion —especificó Yuzuriha cuando Afrodita le preguntó por la rama que había elegido.

—Es instructora de yoga y artes marciales fuera del juego —completó Milo—, el baile es una de sus aficiones.

—Parecéis un grupo muy unido… —observó Afrodita, ajustándose el guante— Menos él.

Hyoga levantó una ceja y Milo le agarró de los hombros con un brazo, apretándolo contra su pecho.

—No te metas con mi niño, acabo de adoptarlo —chistó el bardo.

—Parece que estamos todos llenos de energía —dijo Neko cuando llegó hasta su grupo.

La comida y una pequeña siesta había repuesto parte de su vigor.

—Será mejor que os equipéis ahora, el resto del camino lo haremos a pie.

—Pero aún se puede subir un poco más con el coche ¿no? —gruñó Milo en protesta.

—Sí, pero él necesita la experiencia —señaló a Hyoga y después a Afrodita— y él los materiales. Además, así podemos ver como trabajamos en equipo.

Neko activó su omnitool y empezó a trastear con ella. Yuzuriha se encogió de hombros cuando Milo la miró en busca de apoyo, sin conseguirlo.

—Lo que diga la rubia… —murmuró Afrodita, asegurándose de que llevaba equipado todo lo necesario para sobrevivir a la jungla.

—Soy pelirroja —apuntó Neko—, la rubia es Milo.

Milo suspiró, pero no negó las palabras de Neko, sabiendo que llevaba las de perder, de todas maneras. Neko levantó la cabeza de su omnitool.

—¿Cómo llamamos a la party? Aún no la tenemos hecha.

Milo abrió la boca.

—No —dijo Neko rotundamente.

—¿Pero por qué te metes conmigo hoy? ¿Qué te he hecho yo? —gimió Milo.

Neko le respondió con una sonrisa traviesa.

—¿Rescate, Massasi, molbol? —preguntó Hyoga, haciendo aparecer el bastón que le había dado Neko de la nada.

Era simple y bonito, negro y azul como la casaca sin mangas que llevaba puesta y la bola de cristal que lo remataba parecía contener un líquido espeso dentro, creando formas según lo movía.

—¿Dancing away? —dijo otro, viendo de reojo como Yuzuriha preparaba algunos buffs básicos.

—¿Pet rescue? —por fin dijo Milo.

—Oh, mira, pues sí que me gusta —Neko volvió a fijar sus ojos en la omnitool mientras preparaba las opciones de la party y mandaba invitaciones.

—Mechanic de poca fé…

Neko le sacó la lengua y después señaló a Yuzuriha con un dedo, levantando las cejas para dar más énfasis a sus palabras.

—Es hora de que te pongas bonita.

Yuzuriha asintió y pensó los números de los accesos rápidos donde había puesto los equipos que le había entregado Neko esa mañana.
Una flor roja apareció en su pelo cuando la maraña de píxeles se hubo disipado. El top negro estaba decorado con dos tiras de monedas plateadas y la cinturilla de su falda negra con líneas grises, de un color casi metálico, empezaba muy, muy abajo.
Milo silbó.

—No estoy acostumbrado a verte con maquillaje —explicó señalando la cara de Yuzu con un movimiento circular de su dedo índice.

—Cosa de Neko —se encogió de hombros.

—Es que le da un pequeño bonus de defensa y ataque mágico… Bueno, vámonos, que se nos hará tarde.

Y así, Pet Rescue se adentró en la jungla, con dos carritos de merchant, algunos buffs conjuntos de bard y dancer y un mago negro que apretaba su vara rezando porque no se le notaran los nervios.

—Si hubiera sabido antes que este juego me iba a hacer rezar tanto, me habría hecho mago blanco… —murmuró Hyoga para sí mismo.



El camino hacia Massassi Temple se estaba haciendo más largo de lo que Neko había calculado. No sólo los enemigos tenían más nivel, si no que eran más en cantidad.

Neko blandió su hacha, aprovechando la inercia para rotar unos cien grados y darle a otro de los monos con el carro. El bicho soltó la banana que tenía en la mano y desapareció con un ruidito agonizante.

—Me estoy cansando ya de los monos, eh —gruñó ella, mientras la mandrágora de Afrodita saltaba encima de uno de los macacos y le mordía una oreja.

El monito rodó por el suelo y la mandrágora movió las hojas largas encima de su cabeza, feliz, aprovechando su peso y fuerza para mantener al monstruo pegado al suelo mientras finas pero robustas raíces crecían desde su cuerpo blanco y verde, enjaulando al mono en menos de diez segundos.
Los dientes afilados de la mandrágora seguían mordiendo al mob, tiñendo sus raíces marrones de rojo.

Afrodita lanzó una poción para devolver la salud de su homúnculo al máximo, asegurándose de que el vencedor de la batalla fuera la mandrágora y no su contrincante.

—¡Cuidado! —se oyó la voz de Milo, que había hecho un pequeño alto en su música para señalar hacia los árboles.

Cinco o seis monstruos más saltaron desde los árboles hacia la batalla que se estaba dando a ras de suelo. Algunos incluso usaban lianas para moverse de un lado a otro.

—¿Desde cuando los bichos estos son agresivos? —bufó Milo, volviendo a acomodar su violín debajo de su barbilla.

—No son agresivos, tienen instinto de manada —rectificó Yuzuriha, con las manos en la cintura y un pequeño hilo de sudor corriéndole por la espalda.

Estaba tomándose lo que parecía ser un café, pero no tardó mucho en dejar el vaso con tapa en el suelo y levantar las dos manos a la misma altura, encima de su cabeza. Adelantó un pie y bajó la altura de su cadera usando las rodillas.

Hyoga había aprovechado ese tiempo para usar los anillos de hielo recién aprendidos sobre el total de monos que les atacaban, paralizando a cuatro de ellos y ralentizando a un par más. Sólo quedaban dos sueltos, sin contar el que la mandrágora de Afrodita estaba acabando de mordisquear.

Neko atacó de nuevo al mono que tenía en mira, consiguiendo un crítico que lo partió en dos antes de que desaparecieran sus píxeles.

—Uno menos… —murmuró la chica, pasándose la mano enguantada por la mejilla.

—¡Replegaos! —ordenó el bardo.

Los dedos de Milo volaron sobre el mástil del violín, el arco frotó las cuerdas con fuerza, sacando sonidos rápidos y agudos del instrumento. El bardo llevaba el ritmo de la música con el pie.
La melodía era escandalosamente conocida para Hyoga.

—¿Eso es Master of Puppets? —preguntó el mago.

Milo sólo le sonrió en respuesta y un aura rojiza empezó a salir en círculo desde sus pies, extendiéndose por el suelo.

De repente, los cinco miembros de Pet Rescue se encontraban dentro del círculo que la habilidad de Milo estaba creando. Yuzuriha empezó a bailar y otra aura, esta blanca, se sobrepuso a la de Milo.
Hyoga notó un calorcito agradable antes de ver como sus puntos de vida subían despacio pero constantemente. El baile de Yuzuriha era lento y fluido, casi sin moverse de su lugar, aunque a veces el diafragma de la bailarina se movía tan rápido que era difícil de percibir.

El homúnculo de Afrodita soltó las raíces una vez terminó con el mono y correteó con saltitos felices hacia su dueño, se sentó en el suelo y jadeó cansado, dejando que la magia de Yuzuriha le curara. A Hyoga le recordó a un carlino.

En cuanto Neko estuvo dentro del aura de buffs, cambió su hacha por otra que parecía mucho más ligera y sonrió con malicia, pasándosela de una mano a la otra antes de agarrarla con las dos.

—Vamos pequeño… —murmuró cuando el único mono que aún se podía mover libremente se acercaba a ella con su banana en la mano.

El monito gritó y Neko le gritó de vuelta, lanzando un hachazo tras otro con una velocidad que Hyoga aún no le había visto alcanzar.

—¿Eso es lo que hace tu buff? —preguntó a Milo, señalando a Neko con la barbilla.

—¡Exactamente! —rugió el bardo por encima de las notas de su violín.

—¿También sirve para el casteo? —preguntó Hyoga hacia Yuzuriha, que cabeceó una vez afirmativamente entre los movimientos de sus brazos y hombros.

—¡No os olvidéis de mí! —exclamó Afrodita antes de echar un par de botellas con un líquido verde a la vez.

Las dos dieron de lleno en los monos ralentizados, explotando encima de ellos e hiriéndolos considerablemente, aunque el calor les devolvió su agilidad natural.

Hyoga se mordió el labio inferior antes de fijarse en la situación y empezar a invocar uno de sus hechizos más largos.

—¡Haz lo mismo a los otros cuatro! —gritó Hyoga.

Afrodita le miró como si estuviera loco, pero decidió probar al ver la confianza en los ojos del mago. Sería divertido ver el resultado.
Luken lanzó cuatro ácidos más, uno detrás de otro, dando en el blanco cada vez.

Neko había interceptado otro de los monos y estaba acabando con él y la mandrágora estaba echada de espaldas en el suelo, agotada. La música de Milo subió más de velocidad si cabía y los monos que habían estado congelados chillaban como locos mientras saltaban hacia ellos, lanzando sus bananas.

Poco antes de que los monstruos llegaran hasta ellos, el casteo de Hyoga terminó y un círculo de aire se congeló en el cielo. Estalactitas cayeron del círculo como lanzas, hiriendo de gravedad a todos los monos, e incluso matando a algunos.

Yuzuriha cortó su propia magia para agarrar a uno de los monos con su bufanda, enrollándolo con ella, levantando su cuerpo y dejándolo caer al suelo un par de veces hasta que desapareció. Milo remató otro más con una flecha lanzada desde su violín y Afrodita usó la maza para golpear a otro.

Neko miró a su alrededor.

—Ya no hay más… —suspiró y con las manos en la cintura comentó satisfecha— Pues no hacemos mal equipo.


Shura

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #108: October 05, 2014, 05:43:01 PM »
Pues aquí el aporte semanal  ;D al final lo he tenido que partir en 2, megs...

-Eider, cualquier cosa, lo hizo un mago. Aunque me lo pase toh bien ahí planeando que putadas hacer para los que suben a Knight jijiji, toh las ganas de leerte cuando llegue el momento.

-El guardián de la tumba +aspecto por dentro del castillo es este.

-La entrada al castillo es tal que así.

-Y creo que anteriormente no lo he mencionado, pero la espada de Nero =Red Queen.



#25.

xx
xx

Hace rato que había amanecido, pero no había el habitual movimiento ni preparativos. Aquel día no iban a subir de nivel, la Party se mantenía silenciosa, casi meditando, esperando a que Nero tomase una decisión aún en su habitación.
Había sido una noche tensa, Sol no se había andado con rodeos, compartiendo con todos que había una probabilidad de que Nero muriese al hacer la prueba para Knight. Una probabilidad que antes del cierre no suponía nada, pero ahora era un mundo. Sobre todo cuando Nero ya había perdido una vida.

Estaba en el puesto más alto de la clasificación de Soldier, desde luego que aún podía subir más de nivel, o seguir con su job, aunque no podía mejorar en sus habilidades que ya estaban prácticamente al límite. Pero ninguno iba a juzgarle si decidía que no quería arriesgarse a subir a Knight, o si prefería subir un poco más antes de intentarlo. Moralmente no podían intervenir en su decisión y detenerle, tampoco había valor para animarle, porque si se equivocaban, supondría una carga emocional demasiado grande.   

Sol los dejo, intentando desprenderse de la tensión, yendo directo a la habitación de Nero.
No llamó a la puerta, entrando directamente, sabía que lo encontraría exactamente así, sentado en la cama, con los brazos apoyados en las rodillas y el mentón sobre sus nudillos. El Paladin había escuchado un “clack-clack-clack” antes de entrar, pero Nero había detenido su pierna inquieta a causa de los nervios, cuando sintió su presencia. Con los dos en silencio, Sol esperó pacientemente a que Nero hubiera tomado su decisión.
Poniéndose en pie, encarando al Paladin con el rostro pálido y ojos decididos.
-Estoy listo.

---

Prefirieron ir caminando por la ciudad, las calles adoquinadas dejaron atrás las murallas, iglesias y el castillo, para acercarse a las ruinas de un viejo castillo, los NPC Knight delataban que ahí cerca se tenía que hacer la susodicha Quest.
El camino terminaba en las ruinas de una muralla llena de hiedra, unos árboles de enormes troncos daban paso a las columnas que conducían hacia la entrada de las ruinas de un castillo de piedra marrón, había enormes ventanas con cristalera encima del arco de granito de la puerta, pero no se lograba ver nada de dentro, como si en el interior ni llegase la luz.
-No os preocupéis por eso, dentro se puede ver con claridad, es así para evitar curiosos, ¿estás seguro de esto Nero?
-Lo estoy, Sol -salir de la habitación le había venido bien, al menos había recuperado el color de la cara. Miró a sus compañeros, sacudiendo la cabeza confundido al verlos tan preocupados, sonriendo finalmente para transmitir más calma de la que él mismo sentía.

-No os preocupéis por mí, de verdad. Gracias por haberme acompañado hasta aquí, si queréis nos vemos después en la taberna.
-¿Qué dices Nero? Nosotros te esperamos aquí -Shura puso una mano en sus caderas, relajando la pose, dispuesta a esperar todo lo que hiciera falta.
-Por supuesto -Joseph le alzó el pulgar-, es lo que hacen los amigos.

Era lo mismo que les había dicho Nero en Columbia a la hora de la Quest de Doppio en Time Mage. Parecía que había pasado una eternidad desde entonces.
El Soldier sonrió, escapando de sus labios una risa nerviosa, masajeandose la nuca y apartando la mirada, sintiendo como parte de ese temor inicial, era sustituido por la confianza que habían depositado en él y en el sentimiento de no defraudarles.
-Ey, Nero, no tienes porque estar nervioso, recuerda que es una Quest que se hace con el culo y estás más que preparado.
-¡Mucha suerte!
-Gracias, Sol, Doppio y al resto, ¡no os defraudaré!
A partir de ahí estaría él solo, sus compañeros le habían provisto con todas las pociones y vigores que pudiera llevar sin entorpecer sus movimientos, y antes de atravesar las puertas Doppio y Shura dejaron caer sus hechizos de apoyo sobre él.

---


Sol no le había mentido antes, el lugar por dentro estaba iluminado por la luz que llegaba a entrar por las ventanas además de por las antorchas y lámparas. Por dentro era de la misma piedra marrón con figuras de guerreros a caballo talladas en lo alto de las columnas.
La mayoría de NPC eran todo guerreros con yelmo, había uno de armadura negra que había confundido con una bolsa de basura por estar en el suelo contra la pared sin brazos ni piernas, era el NPC que auguraba que ese era el destino de los que fallaban la prueba.
-Sólo es un arañazo.
A Nero le resultó más cómico que terrorífico, pero no iba a bajar la guardia. Por lo que se informó, tenía que bajar a las catacumbas del castillo, encontrar la necrópolis y derramar su sangre sobre el Caballero ahí enterrado.

Al principio de las catacumbas había enemigos no muertos, zombies y esqueletos que apenas resultaron una molestia y eran muy parecidos a los que había visto y peleado en Lavender Town.
No malgastó tiempo ni habilidades necesarias, moviéndose alrededor de ellos, esquivando los ataques que se le antojaban lentos y torpes, hasta que consiguió que todos se reunieran. Eran dos zombies y tres esqueletos, apretando los dientes y dirigiendo su energía hacía la espada, la hoja de Red Queen brillo roja, y con un saltó, en un mandoble alcanzó a todos los enemigos, que derrotados se deshicieron en datos antes siquiera de caer al suelo.
Estos primeros enemigos habían surgido de manera aleatoria, y Nero se consideró afortunado por haber peleado anteriormente contra ellos y haberlos podido derrotar sin complicaciones.

Ya sin enemigos en la sala, descubrió el siguiente camino hasta la necrópolis, sin estar seguro de si había aparecido o siempre siempre había estado ahí sin llegar a verlo.
Descubriendo las ruinas de la necrópolis, era un lugar oscuro apenas iluminado por una luz mortecina que reflejaba contra la bruma que flotaba por el suelo, el mausoleo era fácilmente reconocible, era el edificio de mármol blanco que parecía no caerse a pedazos como el resto.

Tenía que vigilar sus pasos para no tropezar con las lápidas caídas y las espadas melladas y oxidadas tiradas por todas partes, el silencio era sepulcral, a cada paso que daba crecía su meditación con todo el simbolismo de aquel lugar.
A medida que se acercaba al mausoleo, unas palabras brillaban sobre sus muros, parecía que susurradas por el viento en un idioma inteligible pero que dentro de él podía comprender.

Quién a hierro mata, a hierro muere… no es la gloria, sino la tumba, nuestro destino… somos herramientas…

Era bastante desalentador, pero Nero no buscaba gloria, ni mucho menos la tumba; quería hacerse fuerte. Atravesó las puertas hasta llegar a la tumba del caballero, una escultura tumbada que sostenía su espada con manos fuertes como si estuviera preparado para blandirla en cualquier momento, pero, bajo el velo de piedra, se distinguía el perfil de un cráneo con un aro a modo de corona, el caballero llevaba muerto mucho tiempo.

Desprendete de tu armadura. Hazte digno. Muestra tus respetos.

Nero utilizó la configuración de la Omnitool para quitarse la armadura… pero el mensaje seguía insistiendo.
-¿Qué pasa? -Habló en voz alta, pero el mensaje simplemente se repetía, y no podía demorarse si quería superar la prueba, aunque no perdiera una vida al fallar por alcanzar el tiempo límite, si volvía a intentarlo puede que no tuviera tanta suerte con los monstruos iniciales.
Viendo que ni aunque volviera a ponerse la armadura y se la quitase por sus propios métodos, dejando las piezas de cuero en el suelo, nada de eso parecía funcionar, miró a su alrededor sintiéndose avergonzado y casi señalado por la idea que se le había pasado por la mente… pero no había nadie que lo observará ni le juzgará, finalmente optó por quitarse el chaleco y la camisa, quedándose con el pecho al descubierto, no podía llamarse precisamente una armadura, pero a saber que interpretaba aquella prueba como armadura.
Pareció funcionar, el mensaje había cambiado.

No hay lugar para la debilidad. Sólo los duros y los fuertes pueden llamarse a sí mismos Knight.
Sólo los duros. Sólo los fuertes.

Escuchó un ruido a su espalda, un escalofrío le recorrió la columna y la sensación de mal presagio se instaló en su nuca, girando para ver de qué se trataba, una armadura flotante, dorada y con espadas en vez de extremidades. Esperaba, pero estaba viva, respiraba y desprendía un poderoso aire de amenaza.

Enfréntate contra el guardián de la tumba. Gana tu lugar entre nosotros, o al lado de los muertos.

Mientras aquellas palabras resonaban, Nero agarró su arma justo a tiempo de bloquear el primer ataque desde el suelo, apartando de una patada a la criatura para ganar espacio, sintiendo como algo había arañado su tobillo, pero por lo menos ganando distancia cuando rodó por el suelo poniéndose en pie y recuperando una pose apta para la batalla.

No había forma física de ponerse la armadura, tenía que pelear a pecho descubierto, sin nada de defensa, un golpe fallido y le atravesaría la piel…

Pero no podía pensar en la derrota, utilizaría todas sus habilidades de Soldier, apretando el mango de su espada, llenó de valor y determinación, se abalanzó contra la criatura, arrastrando la punta de su espada por el suelo, desprendiendo la gravilla que golpeó a su rival antes de realizar su ataque ascendente. Anclando sus pies al suelo, sin retroceder un milímetro, agarrando el arma con las dos manos y como si fuera un bate, estrellándolo contra este que permanecía con la guardia cubierta cruzando las espadas para proteger su cuerpo. Nero utilizando la inercia del movimiento, giró sobre sí mismo repitiendo el golpe, gastando puntos de habilidad en detenerse en seco, cuando el arma impacto, retrocediendo con la fuerza del golpe y volviendo a ganar espacio para su estrategia. 

Apenas había causado daño en su enemigo.

Tomar distancia había sido de utilidad para ambos, aunque aquella vez fue el ser quien tomó ventaja, levantando uno de sus brazos por encima del yelmo, y el otro preparado para un ataque horizontal. Nero se encogió, inclinando el arma, intentando defenderse de aquel ataque en cruz, consiguió parar el que iba dirigido a su cabeza, pero solo pudo frenar y el arma que le cortó en el costado.

El dolor fue… las armas del monstruo no eran tan finas y afiladas como las de una katana, habían penetrado y tirado de su carne, rasgando como si fueran las fauces de un animal. En una sacudida dolorosa, Nero no pudo pensar en otra cosa que en retroceder, en ganar distancia.
Sujetándose el costado, empapado de sudor, quiso tomar una poción. Pero en el amago de acudir al inventario, el enemigo se volvió a abalanzar contra él, describiendo una voltereta en el aire, atacando con las cuchillas en sus pies que describieron una estela azul. Nero se cubrió parando el golpe, pero igualmente sintió que le había cortado en la cara,  volviendo a retirarse.

Las rodillas le temblaban, y la duda de que no iba a superar la prueba, se instaló en él.
La duda que reafirmaba el sentirse pequeño, que no pintaba nada en medio de aquel caos y de que no marcaba la diferencia… igual que cuando peleaba solo.


« Last Edit: October 05, 2014, 05:53:48 PM by Shura »


Shura

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #109: October 05, 2014, 05:49:23 PM »
Y la 2º parte, aprovecho ya lo de 2 aportes por semana.



#26.


Pero, ya no luchaba solo, recordando la primera vez que participo activamente en una Guild, en su primera Guild War… había sentido lo mismo.
Pensando que le iban a derrotar, pero acabando por alzarse victorioso de una manera tan sencilla, que no terminaba de creerse que él hubiera podido ser quién la ejecutase.
No podía adivinar que cara había puesto en aquel momento, pero había escuchado la risotada de Sol por su reacción.

“Mucho mejor que matar conejos, ¿eh, boy?”
“Puedes… llamarme Nero.”
“Quizás empiece a hacerlo, si te ganas tu sitio entre los Made in Heaven.”


Nero se pasó la punta de la lengua por la comisura del labio, notando el sabor de su propia sangre, mordiéndose el labio y sonriendo.
No había llegado hasta ahí para perder, no era el mismo que era fuera, aquel juego era lo mejor que le podía haber pasado, y no iba a rendirse por tan poca cosa, quería todo lo que estaba sucediendo, el miedo, el dolor… pero también alzarse sobre ellos y superarlos.

-Eh, tu... cosa rara -señaló hacia el monstruo, haciendo gestos con la mano llena de sangre con la que se cubría el costado, para provocar y atraer su atención-, espero que no creas que esto se ha terminado. Aún nos queda otro baile.
Con la mano libre, apretó el mango de su espada cuando la criatura se preparó para su siguiente ataque, acercándose hacia él y poniendo sus armas en forma de cruz, era el mismo ataque de antes, pero esta vez no iba a atraparle.

“Atacará primero a la cabeza…”

Tenía unos segundos para cubrirse el costado, podía hacerlo, podía hacerlo…
El primer golpe cayó como un mazazo, le chasquearon los dientes por la fuerza, a punto de despistarse, aunque bajase el arma para cubrir su costado, no iba a tener la fuerza de detener el golpe, el metal estaba cada vez más cerca… pero lo hizo.

Nero sonreía victorioso con sus ojos azules vibrando llenos de determinación, clavando una rodilla en el suelo, clavando su arma en el suelo, ambas cosas reforzaron su posición deteniendo el metal. Y dándole una nueva e inesperada posición para atacar, justo cuando su enemigo planeaba volver a girar sobre sí mismo para atacar con las espadas de sus pies.
-¡Esta vez no!
Se impulsó hacia arriba, abriendo la guardia del monstruo cuando el mango de la espada había golpeado el arma con la que había atacado, acertando en el yelmo, y con un grito contenido, activando el manillar de su espada, liberando llamas que agravaron su ataque.

El monstruo echó la cabeza hacía atrás, le parecía imposible que pudiera irse al suelo, por eso no tenía dudas de que tenía que seguir atacando, echándose hacia atrás lo justo para darle un mandoble que obligó a la criatura a bloquearse. Otro ataque dirigido hacia su cabeza que le obligó a cambiar la guardia, un ataque a su costado, otro sobre el pecho.
No se detenía por nada en aquella lluvia de golpes, no pararía para darle tregua, no si quería hacerse más fuerte.

Libero un grito cargado con toda la fuerza en su último golpe de espada, ensartando al guardián de la tumba por el pecho, creando una herida de la que comenzó a manar una luz dorada que le cegó obligándole a cerrar los ojos… cuando la luz desapareció, la criatura también había desaparecido, dejando tras de sí motas de la misma luz dorada que flotaban a su alrededor, intentando atraparlas con la mano, pegándose a las yemas de sus dedos antes de que perdieran su resplandor.

Respirando alterado, aun intentando recuperar el ritmo normal de latidos en su corazón, miró a su alrededor para asegurarse de que no había ninguna otra amenaza, liberando un suspiró y acabando sentado en el suelo.
Estaba agotado, pero sabía que era a causa de la herida, sacando del inventario un par de pociones y bebiéndolas despacio, sintiendo como se cerraba la herida y regresaban a él las fuerzas.

Necesito una tercera poción para llenar un poco más de la mitad de su barra de vida, entendía que era porque estas no eran de las mezclas más potentes, por otra parte, no hace tanto que con dos pociones ya se habría recuperado del todo. Sonriendo por el dato, sabía que cada vez se estaba haciendo más fuerte.
Al mirar la herida ya cicatrizada, sonrió al darse cuenta de que le había dejado marca en casi la mitad de su costado… Shura se pondría como loca si la veía, aunque al ser una herida cubierta, sólo había un modo en que esta pudiera verla. Se le escapó una risilla casi infantil, rascándose la nariz al pensar en la probabilidad de que algo así fuera a suceder.

Ya prácticamente restablecido, regresó hacia la tumba del Knight a por su armadura, le parecía extraño que después de la batalla no hubiera subido de rango, sobre la tumba brillaban las últimas palabras para cumplir con su misión.

Sella el pacto. Entrega tu sangre de caballero al Caballero.

-¿Cómo? -Aunque estaba bastante claro el mensaje y ya sabía lo que había, la idea de autolesionarse se le hizo incómoda, mirando a su alrededor avergonzado de lo que el resto pudiera decir si le veía… pero por otra parte, era parte del código para sellar el pacto, todos lo que querían convertirse en Knight tenían que pasar por lo mismo, ¿no?

Haciendo de tripas corazón, apretó el filo de la espada, siseando, cortándose en la palma de la mano, dejando que un charco de su sangre se acumulase, antes de abrir la mano y derramarla sobre las palabras doradas. Gota a gota, tiñéndose de rojo, Nero no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado para llegar hasta ahí:

En todos los que se habían quedado fuera, en los que seguro que se habrían unido a ellos en el cierre del juego, en las nuevas alianzas, en la revelación de Sol al contarles que era un player killer, en cómo había perdido su primera vida y todas las noches en que seguía preguntándose qué pasó en aquel momento, en su reencuentro con Dante, y ahora… ahora sabía que estaba cumpliendo su objetivo, una mirada al pasado era saber que se estaba haciendo fuerte para el futuro.

A hierro matamos, a hierro protegemos.
No buscamos la gloria, porque esta nos acompaña, es nuestra aliada y nuestro escudo.
Somos el pilar que sostiene el grupo, somos su espada y su escudo, somos su guía, somos quien abre camino, somos quien jamás tiene miedo. Somos KNIGHT.

El pacto está sellado, bienvenido, hermano de sangre.


La luz de la tumba brillo envolviendo su cuerpo.

---

xx
xx

-¿Pero va a tardar mucho más? -Joseph estaba cruzado de brazos, dando golpecitos con la puntera del pie, impaciente.
Sol no le dedicaba más atención, sentado con los brazos apoyados en las rodillas y fumando, rogando por más paciencia que fuerza, porque como tuviera fuerza, lo iba a matar en cuanto abriese de nuevo la boca.
Doppio estaba sentado abrazándose las rodillas, con un aura de tristeza y separado del grupo.
-A mi sólo me espero Nero cuando hice mi prueba… ninguno más se quedó.
-Oye, oye, Sol, ¿qué es eso de que la prueba se hace con el culo y que ya estaba preparado? -Shura se tapó la boca sonriendo traviesa, sintió como Jojo se colocaba a su lado dándole codazos en complicidad y también tapándose la boca para ocultar una sonrisa muy similar a la de la chica.
-Ha sonado tan mal.
Se acabó la paciencia.

-¡Nero!
Caesar fue el primero en reconocer al recién llegado, como si hubiera salido de un Warp dorado, justo delante de la puerta del castillo donde se hacía la prueba de Knight, su amigo apareció vistiendo una armadura ligera propia de los de su rango recién adquirido.   
Se hizo el silencio en el grupo, con Nero sintiéndose incómodo de que todos le observasen, su salud se había restablecido, e interiormente, dio las gracias por no aparecer a pecho descubierto delante de todos.
-Hm, hola, ya he terminado mi prueba -Nero rompió el hielo, mirando hacía el suelo mientras se rascaba debajo de la oreja de manera distraída-. Veo que al final os habéis quedado… de verdad que no hacía falta chicos, aunque me hace ilusión teneros aquí, muchas gracia-
Enmudeció con el abrazo de Jojo y Shura, con la chica abrazándole por los hombros y Jojo por el pecho, quizás con los dos apretando demasiado a causa de la emoción.
-¡Sabía que lo conseguirías!
-¿Estas bien? ¿Te han hecho daño?
-Buen trabajo, Nero -Sol se acercó y los dos chicos le dejaron espacio para que también pudiera felicitar a su compañero, el Paladin le alargó el brazo, antes de que Nero pudiera tomarle de la mano para estrecharla, que Sol le agarró del antebrazo, apretándolo en un saludo más habitual de los guerreros. Nero le apretó con fuerza, sonriendo.

-Bienvenido, Nero.
« Last Edit: October 05, 2014, 05:53:18 PM by Shura »


Shura

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #110: October 05, 2014, 05:52:48 PM »
*El 27 y 28 son aportes del mes pasado, lo dejo subido ya para continuar la semana que viene.



El bicho en cuestión que aparece en Prorencia es Berial de DMC4

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X

#27.

Día doce.

La Party continuaba en Prorencia, Sol había decidido que, ya que Shura  estaba a punto de subir de Job a Acolyte en unos cuantos días, no valía la pena cambiar de ciudad.

Nero no se sentía en lugar de quejarse, aunque rogaba por un poco de acción, aceptaba la decisión del grupo. Aprovechando de buena mañana para acercarse al mercado por un poco de fruta fresca antes de que esta subiera de precio o perdiera cualidades a lo largo del día, también optó por revisar los anuncios de la ciudad, por ver si de un día a otro habían cambiado o añadido alguna Quest. Obvio acercarse al muro de agua de la ciudad, aún no quería revisar si alguien a quien conocía había sido tachado de este, aunque revisar no fuese a cambiar nada, era más feliz en la ignorancia.

Sol paseaba a su lado, generalmente en silencio, ambos despidiéndose de algunos jugadores con los que llevaban días cruzándose en aquella rutina. Nero reparó en el detalle.
-¿Últimamente no hay demasiados jugadores en la ciudad?
-Muchos tienen Partys demasiado débiles para aventurarse en las Dungeon, o son demasiado cobardes para alejarse de la seguridad de las ciudades. Pero coincido en que Prorencia es un buen sitio para instalarse.
-Es la mejor ciudad de todas -Nero sonrió. El clima, el amplio mercado, la seguridad de aquella ciudad. Prorencia no era destino de iniciados y novicios por nada, pero también contaba con los job de apoyo y ataque más poderosos de todo el juego.
-¿Sabes si el payaso de las pistolas también se ha instalado en la ciudad?
-¿Dante?
Nero agradecía que Sol mostrase su rechazo por el Gunslinger, por mezquino que sonase, le parecía justo que Dante tuviera un poco de su propia medicina y no todos le rieran la gracia. Pero por otra parte, no entendía porque le tenía tanta manía cuando apenas se habían tratado.

Sol no contestó dejando claro que no podía referirse a otra persona.
-No le tengo agregado a mi lista de contactos, así que no se cual será su posición. Pero de haberse quedado en la ciudad, nos lo habríamos cruzado en alguna ocasión.   
-Llevo un par de días pensando, que pasó algo raro en el combate contra Nightmare…
-¿A qué te refieres?
-¿Sabes cual es una de las características de los Bosses de Zona? No luchan solos, tienen monstruos que le ofrecen apoyo atacando en el combate, creo que los de Nightmare eran seres de piedra con distintos tipos de combate a espada, o hombres lagarto, no los recuerdo bien; llega un momento donde esos cabrones me resultan todos iguales.
-Pero Nightmare iba solo… ¿puede que Dante acabará con ellos y por eso no los vimos?
-¿Él solo? Puede, eso explicaría que se quedará sin balas, pero…
-¿Puede que Dante hubiera ido con alguien más en Party? ¿Te refieres a eso? -Nero captó a lo que quería referirse Sol, negando con la cabeza antes de dar una respuesta -Dante entraba con sus amigos para jugar, pero nunca escuché que fuera parte de alguna Guild, tampoco parecía que hubiera dejado a nadie atrás, cuando nos despedimos en la Dungeon.
-Ese niñato no parece tener demasiadas luces para darse cuenta de los detalles -Sol confiaba en su instinto de jugador, y aquella vez su instinto le decía que...
-Espera, no entiendo, ¿a qué te refieres?
-Que Redgrave no iba solo, tenía a alguien dándole apoyo. Alguien que ni él ni nosotros llegó a ver, y de ser así, te aseguró que era alguien con un buen nivel como para tener esta habilidad tan desarrollada.

Nero sacudió la cabeza, encajando aquella información.
-¿Sabes si el Gunslinger conocía a alguien así?
-No. Bueno, no lo sé… -aunque de verdad no supiera nada, tampoco podría asegurarlo tajantemente. 
Sol resopló largamente.
-Esta bien. Esperemos que de existir esta persona, se haya marchado de la ciudad igual que Redgrave -desistiendo del tema, aunque sintiera curiosidad por ello, no iba a ganar nada presionando a su amigo.
-Pero, ¿sí había alguien así por qué no intervino para ayudar cuando maldijeron a Dante?
“Porque estábamos nosotros ahí para salvar el día.” Sol sólo pudo pensar en aquello, o en la posibilidad de que hubiera muerto en combate, guardandolo para él, como único modo de zanjar el tema.

-No lo sé Nero, olvida lo que he dicho, me estoy volviendo paranoico -le dio un codazo amistoso en el brazo, para terminar de romper con aquel ambiente tan incómodo, pasándole el brazo por encima y apretándole el cuello -ahora deberíamos pensar en nuestra futura Acolyte, tienes que subir de nivel y encargarte de hacer de tanque para ella, a las mujeres les gustan esas cosas.
-Espera, ¿eso es una broma? -Nero se sentía incómodo de tener a Sol tan cerca, sonriendo sin que adivinase lo que se le pasaba por la cabeza al Paladin.
-Todos vimos como te defendió en la cueva, ¿por qué no le dices algo? No le eres tan indiferente como te piensas -le sonrió, pero Nero, quiso distinguir algo en su sonrisa, como si en vez de esperar una respuesta, estuviera estudiando sus reacciones.
-No no no, yo… ¡uffgh! -Se había mordido la lengua hablando, llevándose la mano a la boca, mientras a Sol se le escapó una risa entrecortada por su reacción tan natural.
-Tranquilo Nero, era una broma. Pero tendrías que recordar que esto también es sólo un juego, y si no apuestas, no tienes nada que ganar -le dio una palmada en la espalda, animándole, mientras encabezaba la marcha.
-Ya… -Nero no sabía por qué aquel comentario de Sol le había dejado con aquel desasosiego. Recordando lo de la apuesta que había mencionado… en ocasiones no era ganar o perder, lo mejor era lo que ya se tenía. Se acercó a Sol en unas zancadas colocándose a su altura cuando este se detuvo mirando al cielo.
-Mira eso...

Fue entonces cuando sucedió.

Había unas pocas nubes en el claro cielo de Prorencia que comenzaron a arremolinarse, primero lentamente, ganando velocidad, como si se estuviera formando un tornado y toda Prorencia estuviera en el ojo de la tormenta. Dentro de este círculo de nubes, se dibujaron líneas blancas, formando símbolos que ninguno reconoció, brillando como un relámpago mientras caía sobre la ciudad en forma de lágrima. Explotando finalmente en una honda expansiva de olor a ozono y revelando a la enorme criatura que apareció ahí donde había caído esa materia blanca.

Nero y Sol se habían cubierto, alerta frente a la honda expansiva, mirando petrificados la aparición, apenas a unos veinte metros de ellos y que se alzaba por encima de alguno de los edificios.
La criatura era negra como de piedra negra que se abría mostrando el fuego en su interior, que ardía incinerando el suelo que pisaba con sus cuatro patas. Tenía cabeza de león con una protuberante cornamenta, su torso y brazos humanos terminaban donde comenzaba un cuerpo de dragón, con alas de fuego y una larga cola que se sacudía amenazante. Si no era bastante intimidatorio y poderoso de por sí, en una de sus manos sostenía una espada envuelta en llamas.
La criatura llamada Berial, aspiro el aroma de la ciudad, levantando la espada y dejándola caer sobre las casas, derribandolas de un simple golpe.
Cundiendo el caos en la ciudad.


X

Poco antes del ataque…

Caesar y Shura desayunaban en la terraza junto a la pensión donde se habían instalado, disfrutando de una agradable conversación acompañada de café, bollería, zumo y cereales, un completo desayuno mediterráneo. Joseph y Doppio aún no habían bajado para desayunar, mientras que Nero y Sol habían salido temprano aquella mañana, así que la mesa era un auténtico banquete y la compañía grata y tranquila para comenzar el día.
-¿Por qué te hiciste Black Mage, Caesar? A mi me pidieron hacerme Withe Mage, pero creo que me hubiera acabado decidiendo por Soldier, Archer o algo por el estilo.
Hablo por romper el silencio y dar conversación, Shura se sentía muy cómoda en aquel ambiente.
Caesar fumaba mientras esperaba que el café solo, estuviera a una buena temperatura, reflexionando con una media sonrisa al comentario de Shura.
-Es una pregunta complicada, pero te diría casi seguro, que no se trata tanto de una elección, como de la personalidad de cada uno. Creo que los magos son una clase superior a cualquiera porque se basa en habilidad, resistencia mental e intuición, pero si Sol estuviera aquí, intentaría desmentirlo en cualquier caso.
A Shura se le escapó una risa con aquello último, asintiendo para darle la razón.
-Entonces, ¿esas son tus cualidades? ¿Por eso te hiciste Black Mage?
-Más o menos, no quisiera que pensaras que soy un engreído por esto.
-Ni pretendía insinuarlo, creo que va contigo ser Elementalist, y lo hiciste bien contra Nightmare.
-Gracias, ¿y tu Shura? Normalmente quién elige Soldier es porque es más físico que mental, ¿no te sientes cómoda dando apoyo?
-No sé, creo que me he resignado, nada más -se encogió de hombros bebiendo de su café con leche para no dar demasiadas explicaciones.
-Aun estas a tiempo de hacerte Monk, creo que va contigo, no te sentaría mal acabar con algunos monstruos -Caesar se sintió satisfecho por verla sonreír, utilizando los mismos argumentos que ella.
-Escuché a Kora hablar de los Monk y Champion… pero no me he informado mucho al respecto.
-Toda la información esta en Two Rivers. Pero ahora que hablas de Kora, ¿qué tal le va? ¿No sigue en Prorencia, o sí? -Apagó el cigarrillo, tomando su café y bebiendo en sorbos cortos.
-Diría que no… tampoco he hablado mucho con ella -sintió una punzada de culpabilidad.
-Mamma mia, ¿y a que esperas?
Shura asintió, decidiendo mandarle una foto que seguramente gustaría a su amiga… la mesa del desayuno ahora que aún seguía completa. Preparó la Omnitool, Caesar salía en la imagen, pero él le dio permiso para enviársela así, apoyando la cabeza en la palma y sonriendo, posando de manera natural para la foto.

>Hola Kora! ¿Has visto qué menú de buena mañana? Desayuno italiano jijiji. Saludos desde Prorencia!


X


-¿Qué estáis haciendo? ¿No me habéis esperado para desayunar?
-Buenos días JoJo -Shura ocultó el mensaje para que sólo pudiera leerlo Kora, ahora que Joseph se había despertado, se acababa la calma.
-Los dormilones no se merecen desayuno, pero estas de suerte, no hemos podido con todo y aun quedan sobras.
-Que gracioso -Joseph se inclinó para darle un beso de buenos días en la mejilla a la chica que sonreía por el gesto, mientras JoJo miraba a su compañero que apartaba la vista mirando si había noticias o mensajes en su Omnitool -.Va Caesar, que para ti también hay.
Le agarró de la barbilla con una mano, moviendole la cabeza hasta que su mejilla quedó a la altura adecuada para darle un beso de buenos días, la cara de Caesar era un poema, recibiendo el beso con gesto entre sorprendido y enfurruñado, pero sin resistirse.
Shura tomó otra fotografía de aquello para su compañera.

-JoJo, ponte que mando una foto a Kora -disimulo el gesto cuando Caesar le mandó una mirada envenenada, probablemente deduciendo que le habían tomado una foto a traición, por lo menos con aquello se relajó y no pareció darse cuenta de la travesura de la chica.
-¿Así? -Se agachó abrazando con un brazo a Caesar mientras que la otra mano se la llevaba a la frente a modo de saludo, sonriendo a la cámara de la Omnitool -.¿Qué tal le va? ¿Esta en Prorencia?
-No que yo sepa, aun no me ha respondido… -Shura miró detrás de sus compañeros reconociendo al recién llegado -¡buenos días Doppio!
JoJo tomó asiento y Doppio le imitó, hablando de cómo habían descansado aquella noche mientras desayunaban.

Listos para marcharse y esperar a Nero y Sol en la pensión, Doppio fue el primero en fijarse en como el cielo comenzaba a cambiar… sacudidos por la honda expansiva con olor a ozono.
-¿¡Qué está pasando!?

« Last Edit: October 05, 2014, 05:56:16 PM by Shura »


Shura

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #111: October 05, 2014, 05:55:16 PM »
#28

xx

-¿¡Qué está pasando!?

El grupo miró en dirección a la aparición de Berial, estaban lejos como para distinguir algo que no fuera la cornamenta y las alas de fuego del monstruo por encima de los edificios.
Caesar había protegido a Shura cuando la onda expansiva, con sus manos apretándole los hombros con fuerza, sintiendo como esta temblaba, él también temblaba, ¿qué significaba aquella aparición?
-¿¡Qué es eso!? ¿Doppio? -Joseph agarró a su compañero, tirando y haciendo señas a Caesar para que le siguiera a la carrera, tenían que alejarse de la calle principal antes de que los jugadores a la carrera los arrollasen en su huida. Entrando en un callejón para ponerse a salvo el tiempo justo de saber que es lo que estaba sucediendo.
-No lo sé, no lo sé -Doppio se agarró la cabeza, inclinándose para contenerse, respirando para calmarse-, no sé lo que esto significa…
-¿Es normal que aparezcan monstruos en las ciudades? -Shura se sentía mareada por el giro que había tomado la situación.
-¿Uno como ese? ¡Nunca había pasado! -Caesar   nunca había vivido un momento como ese, intentando recordar si alguien había hablado alguna vez de un evento como ese. Cayendo en la cuenta.

“Evento…”

-¿¡Es cosa del GM!? -JoJo se sujetó al muro, mareado por la probabilidad al llegar a la misma conclusión que su compañero, el resto recibió la noticia con un escalofrío.
El GM, la persona que controlaba sus vidas… ¿y sí había decidido que llegase la hora de terminar el juego? ¿Y sí había pasado algo fuera y fueran ellos quien lo iban a pagar…?
-¿¡Y de quién si no!? -Caesar intentaba pensar a toda velocidad, calculaba que Nero y Sol estaban peligrosamente cerca de donde había aparecido aquel monstruo.
-¡Tenemos que salir de la ciudad! ¡Organizarnos con los que ya han salido y atacar todos juntos! -Joseph apoyó sus palabras haciendo señas para prepararse y salir a la carrera, Caesar le agarró de la muñeca.
-No podemos marcharnos sin saber si Nero y Sol pueden estar involucrados en la batalla, no tenemos tiempo para organizarnos.
-No podemos ir a lo loco para comprobarlo, no vale la pena que los seis nos pongamos en peligro por salvar a dos, ¡ellos estarían de acuerdo!
-¡Pues yo no estoy de acuerdo! -Caesar apretó los dientes enfadado, haciendo fuerza sobre la muñeca de JoJo y acercándose a un paso de él -. Jamás perdonaría que alguien te abandonase a tu suerte… ¡ni a ninguno de vosotros!

Joseph se sintió como si le hubieran dado una bofetada, relajándose y sintiendo como Caesar le soltaba de la mano, acercándose para hablar con Doppio. Su plan era más sensato que el del Elementalist… entendía aquel sentimiento pasional de su amigo, por una parte lo admiraba. Pero era una locura y alguien tenía que tener los pies en la tierra, por el bien de los que aún estaban a salvo. 
Le puso una mano en el hombro para que su compañero girase la cabeza.
-No los estamos abandonando, pero tenemos que organizarnos, si vamos a lo loco no vamos a salir bien parados y podemos ser un estorbo. Tranquilízate y piénsalo.
-¡Estoy tranquilo! ¡No me hables como si fuese un inútil! -Se lo sacudió de encima, enfadado, apretando el puño listo para golpearlo.
-¿Tu solo contra esa bestia? ¿¡Bromeas!? ¡Pues claro que eres un inútil!
 La respuesta que le siguió a la provocación de Joseph, fue el puño de Caesar contra su mandíbula, echándole la cabeza hacía atrás por el golpe, se hubiera ido al suelo de no ser porque Shura le sujetó a duras penas.
-¡Caesar! ¡Basta!
El Elementalist abrió la boca, acabando por apretar los dientes frustrado, apretando el puño un instante para acabar señalando hacia el exterior del callejón a la calle principal.
-Prestad atención un momento.

Era más poderosa una imagen que mil palabras, enseguida lo vieron, ya no quedaba nadie corriendo para escapar de la ciudad, pero los primeros jugadores empezaron a correr en dirección al monstruo, Joseph abrió la boca sorprendido.
-Vosotros dos, tenéis que comprender, que ahora mismo este es nuestro mundo, porque es donde podemos morir; pero también podemos vivir, y el único modo de vivir es jugando, aceptando sus normas.
-¿Las normas de quién? ¿Del cabrón que nos ha encerrado aquí? -JoJo se frotaba la mandíbula comenzando a despejarse tras el golpe.
-Nadie de fuera va a poder sacarnos, Jojo… -no disimulo el tono apesadumbrado, de todos modos era una verdad a gritos que todos preferían ignorar-, si el GM quiere que juguemos, hay que jugar. Demostrarle que no hay nada que pueda hacer para que nos pueda detener, demostrarle que jamás podrá doblegarnos.
-Caesar… -el Thief apretó los puños, dispuesto para pelear, no le importaba lo que pudiera decir su amigo, o incluso quedar como un cobarde, era más más importante asegurar su supervivencia.
-¡Nosotros no somos juguetes de nadie! ¡Caesar! -Shura insistió queriendo ayudar a Joseph para que entrase en razón, pero antes de poder decir nada más, Shura noto sus manos empapadas como si tocase la superficie del agua, apartándose de Joseph y cayendo hacia atrás, justo cuando este quedó atrapado en una burbuja creada por el mago.
-¡No! -Shura intentó meter las manos y ayudar a salir a su amigo, pero era como intentar atravesar un globo, la pared de agua cedía lo justo para tocarse, pero no lograba cerrar los dedos para alcanzarlo.
-¡Caesar! ¡Sácale de ahí! -Incapaz de sacarlo por su cuenta, la chica se preparó para encarar al Elementalist, girando y apretando los puños aunque no tuviera ninguna oportunidad. 
-¿De verdad los dejarías a su suerte, Shura? ¿Dejarias a Nero y a Sol para que murieran? ¿O a mi?
-¡Jamás! -No vacilo al dar su respuesta.
-Me alegra escuchar eso -La fina línea de una sonrisa se dibujó en su cara, aliviado por escucharlo decir con tal determinación.

-Pero… hay otra manera de hacerlo, por favor -Shura iba desinflándose por aquellas palabras.
-Esta vez no hay otra manera, te lo aseguro, pronto lo entenderás -le puso la mano en el hombro, sonriendole.
-No lo entiendo -dio un paso atrás para quitarse aquella mano de encima, arrugando la frente, apretando los dientes y los párpados.
Caesar suspiró paciente, inclinándose para acercarse a su oigo.
-Conviértete en Monk; recuerda que no es una elección, es lo que nosotros somos. De verdad que acabarás por entender de lo que hablo.
Se apartó de su lado, mirando hacía Joseph que seguía luchando por salir de su hechizo, estaría a salvo, y tenía control suficiente sobre el mismo para que no le faltase el oxígeno, además, si estaban él y Shura juntos, tendrían más oportunidades de sobrevivir por su bajo nivel que luchando en aquella batalla.
-Por favor, Shura, quédate a su lado.
Se dio la vuelta hablando un momento con Doppio antes de que los dos se unieran a la batalla contra Berial.

Un escalofrió recorrió la espalda de la chica con aquella despedida… nadie podía hablar así, nadie habla así a menos que esté resignado a morir. ¿Y sí Caesar pensaba de verdad que no iba a salir del juego? ¿Y sí pensaba que se sacrificaba por ellos? ¿Qué era su deber? 
-Esto… esta mal.
No había tiempo para pensar, intentó con todas sus fuerzas sacar a Joseph del hechizo de agua, tenían que ir a ayudarlos, Caesar tenía razón, no podían dejarlos a su suerte.
Gritando con todas sus fuerzas, arañando el agua inútilmente intentando abrir una brecha para sacar a Joseph, aunque se dirigieran a una muerte segura, no podían quedarse al margen, no cargaría con la culpa por la indecisión, prefería morir con todos que vivir con eso.
Pero por más que lo intentase, no había manera de liberar a Joseph del hechizo, perdiendo demasiado tiempo en el intento… si no era Caesar o Doppio, podían ser Sol o Nero quienes en aquellos momentos…
-¡Por favor! ¡Necesitamos ayuda! -Desistió de intentar liberarlo por su cuenta, gritando y girando en busca de alguien, pero no había nadie lo suficientemente cerca para escucharla, ni nadie que pudiera pararse para ayudarla, igualmente insistió-. ¡Que alguien nos ayude!



Fue como si una corriente de aire hubiera entrado desde el callejón, Shura sintió una presencia a su espalda, muy cerca de Joseph, se giró encontrando a un tipo que le daba la espalda, vestía un traje chaqueta y tenía la cabeza rodeada de vendajes, pero lo que produzco un escalofrío en la chica, era la katana que este sostenía y en como el filo estaba apuntando a la frente de Joseph, lo miraba sin mover un músculo, con ojos fríos como si el metal les hubiera quitado el brillo en estos.

Shura ahogó un grito, incapaz de respirar, segura de que aquella arma había cumplido su cometido de llevarse una vida…
La burbuja que rodeaba a Joseph explotó, el Thief cayó al suelo saliendo del hechizo, recuperando la respiración a causa del limitado oxígeno que tenía encerrado, la chica se acercó a su lado y su primera reacción fue abrazarle, aliviada de que estuviera bien, separándose para dejarle sitio para respirar y que ella dejase de temblar.
Miró al hombre de la katana, deduciendo por su arma de que se trataba de un Samurai. Le avergonzaba confesar, que tenía que hacer un esfuerzo extra para sostenerle la mirada, aquel vendaje le hacía intimidante, solamente pudiendo prestar atención al brillo en su mirada. El tipo en cuestión no tenía ningún tipo de osadía en aplastarla con su mirada, haciéndola sentir asustada, pero resistiendo y aguantando su mirada igualmente.
-Gracias, estoy en deuda contigo -fue lo único que se le ocurrió decir a Shura, por más escalofriante que resultará, aquel tipo les había prestado su ayuda, acertó en mirar en su Omnitool el nick de este, Nelo Angelo, estaba claro que era un jugador. El hombre simplemente observaba sin que en apariencia le importaran las palabras de esta.

A Shura y JoJo no les quedaba nada por hacer en aquel sitio, y el Thief ya estaba recuperándose de aquel encierro, inclinando la cabeza a modo de saludo ante el Samurai, ambos se prepararon para ir a por sus compañeros.
-De modo, que al final si que vas a seguir el juego del GM, vas a intentar ir a por tus amigos.
La voz del Samurai le produjo un escalofrío, era fría y cortante como una katana bien afilada. Sabía que hablaba por ella, pero no pudo dejar de notar, que Nelo Angelo había utilizado las mismas palabras que habían usado antes, estaba claro que les habían estado escuchando, no era capaz de adivinar los motivos de este.
-Estoy cansada de juegos, si voy a la batalla, es por mí -intentaba contenerse, hablar con calma, pero estaba enfadada por como se había portado Caesar con ellos. Aunque no fuera justo que aquel desconocido lo pagase, no podía remediar que la rabia le arañase la piel pugnando por salir.
-Nadie va a jugar conmigo, el GM no decide nada, ¡no tiene poder sobre mi! Y por eso, ¡voy a luchar! ¡Soy yo la que controla mi vida!
Eran unas palabras más empujadas por la rabia que como discurso, el Samurai no hizo amago de reaccionar ante ellas.
-Ya veremos, si eres tu la que controla su destino…
Del mismo modo en que había aparecido, desapareció de su vista en un parpadeo, como si nunca hubiera estado ahí, ni JoJo ni Shura podían explicárselo… pero en aquellos momentos, no podían pararse a preguntar quién era o qué había pasado.

La vida de sus amigos, estaba en peligro.


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #112: October 07, 2014, 04:41:17 AM »
Yay, more! Este aporte iba a ser más largo, pero ya me pasaba de las palabras. xD He sudado para reducirlo a 2000. Y más personajes, yupi!



Capítulo 4: Trouble in the clouds: GreedyFox




—Explícate.

El Lancer tragó saliva. Detrás de él, sus tres compañeros seguían sin mediar palabra y con la cabeza gacha, temerosos. Su jefe estaba sentado de forma casual encima de un montón de cajas en ese viejo almacén abandonado, sin tan siquiera mirarles y jugando a lanzar un cuchillo en el aire que arrancaba destellos cada vez que caía de nuevo en su mano. El rostro del hombre mostraba una expresión apacible, aunque sus ojos rojos estaban tan afilados como el arma entre sus dedos.

—¿No? ¿Nada? ¿Qué pasa, se te ha comida la lengua el gato?

Por un par de segundos no se escuchó otro sonido que el de la cuchilla cortando el aire.

—Entonces, déjame que lo adivine. —Detuvo el movimiento del cuchillo, agarrándolo con una mano y haciéndolo rodar entre los dedos—. Te pareció que, mientras os esperabais a que os diese la señal para subir a Columbia, sería divertido revivir los viejos tiempos de bandido y empezar a asaltar a la gente por el camino, ¿verdad? Tú, pequeño capullo ingrato.

Se levantó, y el otro dio un pequeño brinco hacia atrás, sobresaltado.

—¿Acaso no os dije, a todos vosotros, que nada de vandalismo? ¿Nada de buscarse problemas? ¿Qué queréis, que no nos vuelvan a aceptar en la guild?

—Pero jefe, yo...

Fue interrumpido por un rápido movimiento, el sonido del cuchillo cortando carne y un grito ahogado. El Lancer no se dio cuenta de lo que había sucedido hasta que se llevó la mano a la oreja y le quedó la palma impregnada de sangre.

—La próxima vez que no hagas caso de lo que te digo te cortaré la otra —dijo el jefe, haciéndose oír por encima de los gritos de dolor—. Lo mismo va para el resto de vosotros. Y si no os gusta, habéroslo pensado antes de asociaros con GreedyFox.

Avanzó por la habitación y los demás se apartaron dejándole paso, con el miedo reflejado en sus ojos. Se detuvo frente al White Mage y le tendió la oreja recién rebanada que había estado sosteniendo entre los dedos prácticamente limpios de sangre.

—Guarda esto —le dijo en un tono que no admitía réplica.

Después se puso las manos en los bolsillos y GreedyFox abandonó el edificio, alejándose mientras silbaba una canción que lentamente se perdía en la distancia.

- - -


—Odio ser pobre.
   
Shruikan miraba un mostrador repleto de armas y armaduras de Soldier de alto nivel con deseo.

—¿Debería prostituirme por una de ésas?

—Qué pasa contigo y las putas, últimamente —dijo Fenris, comparando los stats de una espada frente a él con los de su arma actual—. Al tipo de ahí abajo también le dijiste algo de un burdel. ¿Acaso es una señal de algo, Shruikan?

—Cállate. A lo mejor debería hacer que te prostituyeras tú. Seguro que ganaría un dineral con todas las mujeres desesperadas que se entregarían a tus pies, atraídas por tu cara bonita y tus encantos sin parangón.

—Que te den —le devolvió él, aunque tenía una sonrisa asomándose por la comisura de los labios.

Estuvieron un rato en silencio, hundidos entre el jaleo organizado por los Merchants que trataban de vender sus mercancías y los jugadores que venían a comprar y se esforzaban para conseguir mejores precios.

—Oye, Fenris, ¿no estás preocupado? —le preguntó ella un poco después.

El otro levantó la vista del arma y la miró de soslayo.

—¿Preocupado por qué?

—Ya sabes, por todo. Por el hecho de estar encerrados dentro de un juego sin posibilidad de escapatoria ni de contactar con el mundo exterior. Sin dinero, sin buen nivel... y pudiendo morir ante cualquier despiste.

—Descrito así, no es tan diferente de la vida real —se sonrió él, con sorna—. Sólo que fuera debo tener aún menos dinero que aquí y una vida en vez de tres.

—Hablo en serio, Fenris.

El otro suspiró. Su sonrisa se esfumó tan rápido como había aparecido.

—Claro que me preocupa. Pero sé que sólo con desearlo no se resuelven los problemas. Ahora mismo, lo que podemos hacer es limitado. ¿Qué sentido tiene comerme el tarro con cosas que no puedo solucionar? Lo importante ahora es centrarnos en cosas que sí podamos resolver.

—Y no dejar que el pánico nos domine, ¿verdad?

—Exactamente. El miedo es algo inútil, te impide ver las cosas de forma clara. Y la gente lo nota. Cuanto más miedo tengas, más probabilidades hay de que un tipo te clave la espada por detrás.

—That's what she said —se escapó de los labios de Shruikan antes de que pudiera evitarlo y Fenris bufó mientras se le escapaba una risa.

—Estás realmente enferma, ¿lo sabías?

—Es culpa tuya, amigo. Sacas lo peor de mí.

Estuvieron un rato más curioseando por el mercado, y sólo compraron un par de objetos y algunos accesorios a muy buen precio. No pasó mucho tiempo antes de que Sheba les mandara un mensaje para reunirse de nuevo.


Encontraron a las dos chicas sentadas cerca de una fuente igual a las que había repartidas por todas las ciudades del mundo, en el centro de una plaza. Por encima del agua, habían aparecido varias listas de nombres en distintos colores, aunque ninguno de ellos sabía lo que significaban.

—Habéis tardado mucho —les dijo Shruikan una vez que estuvieron lo suficientemente cerca.

—Estábamos haciendo la quest —explicó la Black Mage, incorporándose de su postura anterior, con los codos apoyados sobre las rodillas—. No sé como se lo ha hecho esta chica, pero ha tenido una suerte de mil demonios. Se supone que hay una serie de objetos que hay que conseguir y entregar a varios NPC repartidos por todo el mundo. Pues bien, a Seras los tres primeros le han tocado en Columbia, uno detrás de otro, de entre todos los lugares.

Sheba la señalaba, visiblemente orgullosa, y la Novice hizo un gesto como para desmerecer ese hecho, pero era obvio por su expresión que estaba satisfecha con el resultado.

—El último NPC está en Prorencia, pero. Queda un poco lejos y luego habrá que volver para que complete la quest y me conviertan en Merchant. O algo así.

—Pues vaya peñazo de quest —comentó Fenris—. En la de Soldier no tocaban tanto los cojones.

—A lo mejor es para que se acostumbren a ir de un lado a otro. Antes que un Novice viajara sólo para hacer la quest no era tan peligroso como ahora, mientras no te perdieras y terminaras en una dungeon llena de monstruos.

—En fin. —Sheba se levantó, quitándose el polvo inexistente de su falda azul marino—. Cuanto antes nos pongamos a ello antes terminaremos. Con suerte, quizá llegamos a Prorencia antes de que anochezca.

—¿Soy la única a la que no le apetece cruzar medio mundo andando? —dijo la Samurai, mientras se ponían en marcha.

—Deja de quejarte, Shrui. Te recuerdo que te acompañamos a Amatsu desde Snowbelle. A pie. Así que menos rezongar, y ma-...

Su discurso se vio interrumpido cuando se dio de bruces contra alguien. El golpe fue suficientemente fuerte para hacer retroceder a Sheba un par de pasos de rebote. La otra persona, un hombre alto de cabello blanco vestido con ropas ligeras en rojo y oscuro, a penas se había movido, pero dejó escapar una exclamación de puro desconsuelo cuando la jarra que llevaba resbaló de entre sus dedos y se estrelló contra el suelo, desparramando el contenido.


—¡Mi birra!

—¡Vaya, lo siento! ¡Lo siento mucho! —se apresuró a disculparse la Black Mage—. ¿Te encuentras bien?

El hombre aparentemente no le hizo caso y siguió contemplando abatido los restos de su cerveza.

—Oye, de veras, lo siento —insistió ella ante esa falta de reacción—. Deja que te invite a otra.

El desconocido levantó la cabeza de golpe con esas palabras, mirándola con sus ojos rojos muy abiertos.

—¿De verdad?

—Claro, ha sido culpa mía. Es lo mínimo que te debo.

E ignorando las miradas de advertencia y desconfianza que le dirigían sus amigos, Sheba acompañó al desconocido a por otra cerveza en el bar más cercano. El otro salió más feliz que un niño con una piruleta enorme.

—Vaya, gracias. Es raro recibir un gesto amable en estos días. LegendaryQueen, ¿cierto?

—Puedes llamarme Queen, simplemente —respondió Sheba con una sonrisa algo forzada. Lo cierto es que la forma en la que le miraba le ponía nerviosa.

—Queen. Reina. Suena bien. —Estrechó la mirada en un gesto de interés. Luego señaló con la cabeza al resto del grupo—. ¿Vas con ellos?

Ella asintió. Shruikan aprovechó el momento para acercarse disimuladamente a su amiga y tirarle de la parte trasera de su túnica de mago.

—Sheba, ¿qué estás haciendo? —le susurró sin dejar de observar al desconocido con sospecha—. No es momento de ligar.

—¡No estoy ligando! —contestó en el mismo tono, aunque con clara indignación—. Estoy siendo educada.

—Formáis un grupo interesante —la voz del hombre puso fin a su corta discusión en voz baja. Se sentó en una de las mesas exteriores, y golpeó la mesa con una mano—. ¡Sentaos! Vamos a hablar.

Con cierta reticencia, obedecieron. Shruikan aprovechó el momento para escanear los datos del desconocido con su Omnitool. Su nick era GreedyFox, un assassin de nivel medio-alto. Podía darles bastantes problemas si decidía enfrentarse a ellos, aunque hasta el momento había mostrado una actitud bastante amistosa a pesar de que nada en él incitaba a la confianza.

—Desde que el hijo de puta del GM hizo su anuncio no he visto muchos grupos dispuestos a cargar con Novice en el equipo. Muchos se han juntado con usuarios más fuertes o se han unido a guilds. No es vuestro caso, por lo que veo.

Él también había abierto su Omnitool y les estaba escaneando sin disimularlo ni un ápice.

—No nos gustan mucho las guilds —comentó Shruikan, aunque principalmente esa fuera la opinión de Fenris.

GreedyFox rió de forma seca y breve, y le dio un trago a su bebida antes de hablar.

—No está tan mal una vez te acostumbras a ello, ¿sabes? Yo no soy un gran jugador en equipo, pero hey, tiene sus ventajas.

Se encogió de hombros y Shruikan frunció el ceño.

—Pero no estás registrado en ninguna guild.

En su perfil no salía señalada ninguna. Como ellos, era un jugador que iba por su cuenta. El hombre hizo un gesto de la mano, restándole importancia al asunto. Sin embargo su sonrisa era un poco menos entusiasta y más afilada, como uno de los cuchillos propios de su job.

—Estaba en una, hasta hace poco. Hice un par de cosas que al boss no le hicieron mucha gracia. Y no perdona ni una. Esto —se señaló la cicatriz de la mandíbula que iba cuello abajo—, fue su regalo de despedida.

—O sea, que te echaron.

—Ahá. ¿Qué puedo decir? Soy un rebelde. Pero me he estado portando bien. Con suerte si se lo demuestro y le lloro un poco, el boss haga la vista gorda. No es seguro que uno vaya solo por ahí.
Y mejor rebajarse a eso que terminar como uno de ellos.

Señaló la fuente, a la lista de nombres que brillaban en el agua.

—Los nombres dorados son de aquellos que ya han perdido todas sus vidas y han muerto en el mundo real. Es difícil darse cuenta, porque, bueno, son solo nombres. Hasta que una mañana levantas la vista y ves que uno de ellos es de alguien a quien conocías. Un buen tipo al que ya no volverás a ver, ni hablar con él, ni ayudar con el tráfico de mercancías o lo que sea. —Levantó la jarra de cerveza en dirección a la fuente—. ¡A tu salud, amigo! ¡Y por todos los que han caído y caerán!
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #113: October 12, 2014, 11:41:54 AM »
Tengo cositas para dejar, pero no me da la vida. Hace un día raro y me duele la cabeza. A ver si me acuerdo de traer las imágenes para el próximo aporte =-=

*Vengo para añadir cosossss. DE ESTE ESTILO son las botas que lleva Yuzuriha. Y gracias muchas a Airi por encontrarme la imagen del CHALECO Y CINTURÓN DE YUZU.
Por otro lado, Neko va ASÍ, pero con camisa y creo que pantalones a rayitas.






29. ¿Todos preparados?


Pet Rescue caminaban en formación. Neko y sus bots abrían el camino; Stark, Crane y Hyoga le seguían, con el mago en medio, mientras que Afrodita cerraba la comitiva, con su homúnculo descansado tirado encima del carro.

—¿Qué miras? —preguntó Milo, levantando una ceja e intentando curiosear lo que Hyoga toqueteaba en su omnitool.

El mago se rascó la mandíbula mientras ladeaba la cabeza y fruncía el ceño.

—Estoy intentando averiguar qué habilidad tomar, he subido de nivel otra vez.

—¡A este ritmo podrás hacer la quest de cambio de job dentro de unos pocos días! —exclamó Neko desde unos metros más allá.

Hyoga sonrió y desactivó la pantalla de su omnitool.

—¿Falta mucho para llegar? Es casi de noche —observó Hyoga, mirando hacia el cielo, donde algunos pedazos de cielo se recortaban entre las palmas de las palmeras.

—No, ya estamos cerca —dijo Afrodita, que se había acercado un poco más—. Muy, muy cerca. De hecho, estamos ya.

Neko apartó unas pocas lianas que colgaban de un árbol y un claro les dio la bienvenida. Delante de ellos se erguía orgullosa una pirámide de aspecto americano precolombino. La vegetación cubría parte de sus paredes y casi parecía abandonada. Hyoga supuso que la habían diseñado así.
Algunos pájaros con brillantes y largas plumas volaron desde un árbol hacia otro en un revuelo de chillidos y alas y después se volvieron a oír los monos y unas risas macabras en la distancia.

—Y llegamos justo a tiempo —dijo Neko, dándose la vuelta hacia su grupo después de señalar el sol poniéndose por el horizonte con la barbilla—. No tengo ningunas ganas de encontrarme con lloronas, soucouyant ni con cumacangas. Vamos dentro.

Hyoga agarró a Milo del codo para llamar su atención.

—¿De qué me suenan esos nombres? —preguntó.

—Espíritus de folklore y leyendas, aquí son monstruos que salen de noche en esta zona. Créeme, no quieres verlas de momento.

Hyoga le creyó.

No tardaron mucho en encontrar una entrada. Afrodita aseguró que había más, pero esa era la más segura.

—Es tarde y estamos cansados —señaló Neko, empezando a desengancharse el carro—. Descansaremos aquí y continuaremos mañana a primera hora.

—Me parece sensato —contestó Afrodita, mirando al techo alto mientras hacía lo mismo que ella—. Está seco, escondido y tenemos sitio para hacer fuego. ¿Quién hace la primera ronda?

—Tú y yo —continuó Neko—. La segunda la pueden hacer Stark y Crane.

—¿Y yo? —preguntó Hyoga—. También puedo hacer una guardia…

Neko sacó un par de troncos del carro y dejó el haz de leña que llevaba en la otra mano en el suelo antes de suspirar y observar a Hyoga.

—No es que no confíe en tí, pero tienes menos nivel —Hyoga arrugó las cejas y abrió la boca para contestar, pero Neko se explicó primero—. ¡Además eres mago! Lo que quiero decir es que necesito que estés a tope mañana. Cuanto más descansado estés, tu maná se recuperará más pronto, estarás más ágil y podrás seguirnos el ritmo. Lo has hecho muy bien ahí fuera esta tarde.

—Sí, el chico tiene buen ojo para la estrategia. Y calcula bien su ritmo, casi tanto como Milo —añadió Afrodita mientras se quitaba los guantes.

—Te dije que será un buen mago —murmuró Yuzuriha, que había cogido los troncos partidos para moverlos al círculo de piedras—. Tiene talento.

—¡Claro que es tan bueno como yo! ¡Es mi hijo! —Milo le revolvió el pelo, haciendo que Hyoga agachara la cabeza entre los hombros.

Neko se había cruzado de brazos y asentía a cada uno de los comentarios.

—¿Ves? No te hago de menos, te hago de más —le sonrió antes de dar una palmada—. ¿Tenemos todos saco? ¿Quién se encarga de la comida?

Cuando cada miembro empezó a instalarse Hyoga se tomó un momento para observar como todos encajaban. Dio un paso al frente y otro, y otro más hasta corretear hacia el saco que Milo había puesto junto al suyo.
Se apartó un mechón de pelo de la nariz y preguntó:

—¿Ese es mi saco?

Milo palmeó encima de las mantas.

—Claro que sí, entre Yuzu y yo —y le volvió a revolver el pelo, riéndose de los “quita” que Hyoga le gruñía entre dientes.

El mago se sintió como en casa.



—¿Cómo es que tienes una canción como Master of Puppets como skill? —preguntó Hyoga después de tragar el trocito de albóndiga que acababa de masticar—. La que sube la agilidad.

—También sube el porcentaje de críticos en niveles altos. La tengo al nivel más alto para bardos —señaló Milo, moviendo su cuchara antes de enterrarla en el estofado—. Aunque esa no es la canción que va con Sunset.

—Él la tiene porque es VIP —explicó Anir, metiéndose en medio de la conversación y dejando de lado los temas de mecánicos y alquimistas que había estado discutiendo con Luken.

—¿Ah, sí?

—Mmhum… —murmuró Milo mientras masticaba y continuó cuando tuvo la boca libre de comida—. Como VIP y bardo puedo elegir qué partitura usar con qué skill.

—Vaya, eso es… curioso —admitió Hyoga.

—Y útil en un player versus player. El enemigo no detecta tus encantamientos a la primera, tiene que pararse a mirar el efecto. Milo ha ganado más de un pwp así —añadió Afrodita—, no me gusta admitirlo, pero es buen jugador.

—Gracias por lo que me toca… —murmuró Milo.

Hasta Yuzu sonrió abiertamente de la pataleta de Milo.

—Bueno, chicos… cuando acabéis de comer a la cama —ordenó Anir, levantándose y estirando los músculos un poco, recibiendo un par de abucheos y unas risas de parte de su grupo—. Voy a patrullar las zonas de alrededor y asegurarme de que no hay monstruos antes de volver aquí para empezar la primera guardia.

La mitad de la party levantó la mano para despedirla, incluida la mandrágora de Luken. Hyoga y Yuzu cabecearon hacia ella y Anir se marchó con pasos rápidos y cuatro bots de vigilancia siguiendo sus movimientos.

Una vez se alejó lo suficiente redujo la marcha, dejando que sus bots le avisaran de cualquier peligro mientras revisaba sus mensajes privados. Necesitaba concretar cosas con Watari para ver dónde estaba exactamente y trazar una ruta segura para llegar hasta él, aunque un mensaje privado que no había visto llamó su atención.

—GoldenLion… —musitó antes de dejar que sus labios se expandieran en una sonrisa pequeña—. Otra vez tú.

Acarició el aire, donde la pantalla holográfica debería de estar y su sonrisa se ensanchó cuando leyó el mensaje.

—Luego te contesto… promesita —murmuró otra vez antes de abrir su conversación con Watari—. ¿Sigues vivo y en Massassi Temple? Por favor, dime que sí.

La contestación no tardó en llegar y tampoco tardó demasiado en acabarse, no teniéndose mucho más que decir que la coordenadas exactas de su paradero. Neko cortó a Watari cuando éste empezó a divagar sobre los materiales que había encontrado.

—Sé que son fascinantes y te aseguro que hablaremos largo y tendido sobre ello cuando estemos los dos en un sitio seguro, pero tengo que ir a montar guardia y descansar —explicó la chica—. Descansa tú también, Watari, mañana nos vemos.

¿Seguro que no quieres enterarte de las propieda-?

—¡Sí que quiero! ¡Mañana! —gruñó Neko exasperada, pero se rió un poco cuando Watari empezó a renegar— Mañana.

—Mañana —repitió Watari antes de despedirse.

Anir dio media vuelta, explorando otro de los pasillos cercanos a su campamento y aprovechando esos minutos a solas para saludar a Fíli y contarle en qué follón la habían metido ahora.



—¿Qué nos vamos a encontrar ahí dentro? —preguntó Hyoga mientras se ajustaba los guantes y guardaba la cruz de oro por dentro de su casaca sin mangas.

El mago estaba echando un vistazo a uno de los largos y oscuros pasillos que conducía a las entrañas del templo.

—Hay un poco de todo —empezó Neko—. Jaguares, hombres jaguar, sacerdotisas, algún tipo de espectro… también hay unos bichos mecánicos, pero esos déjamelos a mí o a Luken

—Rose puede crear terremotos metiendo sus raíces en el suelo —explicó, acariciando a la mandrágora.

—Y yo puedo desarmarlos con un poco de suerte, no me vendrá mal recoger algunas de las piezas que sueltan… —notó Neko, alegrándose evidentemente al darse cuenta—. Tú nos vendrás bien con los bichos de tipo pájaro, tu hielo les hará un buen daño.

Hyoga asintió e infló un poco el pecho.

Yuzuriha, Milo y Neko habían cambiado de equipo, optando los tres por armaduras ligeras que les darían más defensa que la ropa ligera que llevaban el día anterior, sacrificando algo de su agilidad.

La dancer vestía una falda mucho más corta por delante que por detrás, con volantes por todas partes y unas botas de altas abiertas por delante y cordadas hasta arriba. Parecían de cuero suave y aunque andaba la mayoría del tiempo de puntillas, no tenían tacón. El cinturón, con grandes remaches de metal, iba a juego con las botas y el chaleco, también marrón, estaba igual o incluso más adornado que el cinturón de la bailarina. Una camisa color crudo y muchos brazaletes y pulseras completaban el atuendo, junto con la diadema ancha y el coletero en forma de plumas que llevaba en la cabeza.
El pelo caía suelto en una cascada desde lo alto de la coronilla y se movía de un lado a otro con sus pasos casi silenciosos.

—Las de clase dancer no soléis llevar mucha ropa… —dijo Hyoga, ladeando la cabeza— Creo que es lo más tapada que te he visto.

Yuzuriha levantó una ceja y se pasó las manos por la cara, equipando el set de maquillaje que tenía preparado.

—Lo suplimos con accesorios —se encogió de hombros antes de levantar una mano y hacer sonar sus pulseras con un movimiento experto.

—Ya veo.

Milo vestía parecido a Yuzuriha, probablemente era el mismo set que llevaba ella, pero para bardo. Con su chaleco, camisa, pantalones y cinturón con los mismos motivos que Yuzu. Llevaba un flautín celta en el interior del chaleco y un violín con motivos celtas grabados en la tapa armónica.

—Sí, es apropósito. Mismo set, más bonus —explicó Milo cuando Hyoga les miró sin saber bien qué decir—. Es cosa de bailarinas y bardos.

Milo levantó un dedo, también llevaba mitones de cuero suave, y le guiñó un ojo.

—Ya estamos jefa. ¿Cuál es la dirección, arriba o abajo? —habló Milo hacia Neko.

—Abajo. Watari está en un pasillo, entre la tercera y la cuarta sala del segundo sótano, pero para ir ahí hay que bajar del todo y volver a subir —suspiró con las manos en la cintura—. Nos va a tomar al menos medio día llegar hasta él.

—¿Entonces el plan es ir, volver y hacer noche aquí? —preguntó Yuzu, acercándose al grupo de nuevo.

—El plan es ir y ya veremos.

Hyoga se llevó la mano a la frente, estaba notando cómo le subía la presión arterial y eso que su cuerpo era un montón de píxeles. Milo y Yuzu estaban compartiendo miraditas.

—No, tiene razón —intervino Afrodita—. Según en qué punto exacto esté, tal vez sea más fácil salir por otro camino. Una vez allí os puedo decir si conozco una salida más cercana.

—Lo hablamos anoche —aclaró Neko—. Durante la guardia.

La mechanic se dirigió a su carro sacando el arnés para ponérselo por encima del corsé anaranjado. Ató las correas y las ajustó.
El cinturón de trabajo le pesaba más del lado derecho que del izquierdo y lo movió un poco para equilibrarlo antes de ponerse bien la diadema y echarse hacia delante las trenzas que se había hecho esa mañana.

—¿Todos preparados? —preguntó mientras se subía los mitones y movía sus deditos impacientemente.

Dejó que su mirada se encontrara con cada uno de los componentes de su party antes de sonreír de costado y señalar hacia el inquietante pasillo detrás de ella.

—¿Pues a qué esperamos? ¡Vámonos!

Anir se giró y se encaminó hacia la oscuridad a buen paso, con sus compañeros pisándole los talones detrás de ella, listos para entrar en acción una vez más.
« Last Edit: February 08, 2015, 01:34:13 PM by Neko »


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #114: October 19, 2014, 02:49:13 PM »
Sigo debiendo imágenes de vestuario, pero vengo a ambientar otra cosa que entenderéis al final de la primera escena :DDDD 1, 2.





30. Yo sólo espero que no requiera algún sacrificio…


Hyoga se dejó caer al suelo con un suspiro, quitándose el sudor de la frente con el dorso de la mano.

—Eso ha estado cerca —observó Afrodita, palmeando el hombro del mago y sentándose cerca de él después de desenganchar el carro.

Hyoga inspiró profundamente, asintiendo.

—¿Es que aquí los bichos no se acaban nunca? —preguntó Hyoga, dándole las gracias a Yuzuriha cuando le tendió una poción.

—Hay más de los que recordaba —informó Neko antes de hacer una seña para indicar que iba a ponerse en contacto con Watari—. No toquéis nada. ¡Nada!

Hyoga suspiró otra vez y estiró los brazos por encima de su cabeza y después observó la sala.

Estaban en lo que parecía ser una especie de sala del tesoro. El sitio era grande y tenía pilares con joyas expuestas aquí y allá. Las paredes estaban pintadas con murales y el mago se levantó para mirarlos más de cerca. Hyoga reconoció pájaros, dragones y grandes felinos, además de unas figuras humanas con capas.

—¿Qué es eso? —le preguntó a Yuzuriha, que se había acercado a mirar con él.

La chica se encogió de hombros.

—No sé, pero es bonito.

Mientras tanto, Anir volvió a repetirle a Watari donde se encontraban.

No os debe faltar mucho —le comunicó Watari—. ¿Tal vez una hora con el ritmo que lleváis?

Neko suspiró cansada.

—No es nuestra culpa, vamos rápido, pero tenías razón. Si hubieras intentado salir por aquí de Massasi Temple tú sólo habría sido un suicidio. Y conforme están las cosas no nos lo podemos permitir.

Watari sonrió en la pantalla holográfica y se removió un poco en su escondrijo. Asintió y volvió a explicarle cómo llegar hasta su situación actual.

Milo había estado demasiado callado desde que habían accedido a la sala, así que Yuzuriha miró a su alrededor para asegurarse de que estaba bien. Que Milo estuviera callado por mucho tiempo solía ser una señal mala, hasta de catástrofe.
No estaba sentado con Afrodita, que le estaba dando de comer a su homúnculo, ni con Hyoga y ella, apreciando las pinturas. Tampoco estaba rondando alrededor de Neko ni podía oír los acordes de alguna de sus guitarras.

Cuando Yuzuriha lo vio de pie, tras un pilar, acercando las manos hacia una de las joyas expuestas, supo que su sexto sentido para detectar el apocalipsis seguía funcionando.

—¡Milo! —advirtió, pero él ya estaba levantando la tiara de oro amarillo.

Afrodita miró hacia Yuzu al oír el grito y Hyoga salió corriendo hacia ella, siendo sorprendido por un sonido que sólo podía clasificar como explosión típica de serie sentai, con humo de colorines incluido y todo.

—¡Me cago en la puta! ¡Milo! —gritó Neko, señalando hacia el suelo con las dos manos.

Afrodita se había levantado y su homúnculo estaba gruñendo desde su hombro, agarrado con sus raíces y enseñando sus dientes afilados.

—¿Qué… qué pasa? —Hyoga no veía nada, mientras el humo se disipaba, pero escuchó cómo algo se acercaba a él.

El mago se preparó para el ataque, pero nunca lo llegó a recibir. Yuzuriha empezó a reírse por lo bajo, con una mano tapando sus labios y Afrodita había bajado a la mandrágora de su hombro y se reía despacito mientras acariciaba sus hojas.
Neko volvió a gritar.

—¡Milo!

Y Hyoga reconoció el ruido que había oído como zarpas sobre el suelo. Cuando bajó la mirada, un perrito amarillo, con una tiara de oro puesta, daba vueltas alrededor de él.
Neko se había desenganchado el carro e intentaba cogerlo, pero el perro, una especie de bola de pelos a la que no se le veían los ojos, con la lengua colgando se escondía siempre al otro lado de las piernas de Hyoga.

—¡Que te quedes quieto, te he dicho!

Milo ladró. Y le sacó la lengua mientras jadeaba contento. Y luego se volvió a esconder cuando las manos de Neko estuvieron a punto de atraparlo.
El perro gimió, intentando treparse a Hyoga antes de salir corriendo de nuevo en dirección a Yuzuriha, con la mechanic persiguiéndolo.

Yuzuriha no tuvo problema en coger a Milo y en cuanto lo tuvo en las manos, Neko agarró la tiara y tiró de ella, arrancándosela al perro que chilló desesperado.
Cuando el humo se volvió a disipar, Milo tenía forma humana y Yuzuriha lo estaba agarrando de la cintura.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Hyoga, descolocado.

Neko caminó golpeando el suelo con los pies hasta la repisa para dejar la tiara en su sitio, moviéndola un poquito más para dejarla perfectamente encuadrada.
La joya estaba diseñada para cubrir las mejillas y la frente y tenía una cola formada por esferas que bajaba por la parte trasera de la cabeza, terminando en una especie de aguijón de oro.

—Es una joya maldita —levantó la mano hacia Milo, señalándole—. ¡Lo he dicho! ¡He dicho que nadie tocara nada!

Milo parpadeó y cuando abrió la boca tomó aire antes de empezar a hablar, porque había estado a punto de dar un ladrido.

—Me estaba llamando… —se intentó excusar— La oía en mi cabeza, es como si estuviera hecha para que la llevara yo.

—A mi me parecía una cucada —murmuró Yuzuriha.

—Desde luego le quedaba bien la forma —se rió un poco Afrodita, levantando una ceja.

Milo levantó un dedo y abrió la boca.

—No nos la vamos a llevar, Milo. Quítatelo de la cabeza.

Milo terminó por apretar los labios en un gesto infantil de decepción.



Neko levantó la maza y la dejó caer con un grito de guerra. El androide que la había estado acosando se partió en mil pedazos, dejando caer piezas por aquí y por allá y el pájaro que estaba preparando un ataque en picado fue ensartado en la pared por una de las lanzas de hielo de Hyoga.
El mob aleteó contra la pared y un par de flechas de Milo remataron la faena.

—¿Ese era el último? —preguntó Afrodita, que tenía preparado otra bomba casera en la mano.

Yuzuriga asintió, con las manos en la cintura, descansando de la danza que había estado regenerando los puntos de magia del equipo.

—Y no sólo eso —se giró Neko, con el drop en la mano—. Creo que esto es para tí, como habíamos quedado.

Afrodita recogió uno de los materiales que le ayudarían a evolucionar a Rose y lo guardó con recelo en su inventario.

—Y ya no queda casi nada para llegar hasta donde está Watari.

Hyoga se llevó la mano hasta la cruz por costumbre y dio gracias por estar a punto de terminar ese infierno. Milo le vio mirar hacia el techo y mover los labios sin decir nada y ladeó la cabeza, intrigado.

—Vamos, es por aquí —indicó Neko, repasando otra vez su conversación con Watari en la omnitool.

Un par de salas y veinticinco enemigos después, en el recodo de un pasillo, Neko dio un par de golpes en la pared y pidió silencio.
Se oyeron un par de golpes de respuesta desde dentro y Neko sonrió.

—Ahí está.

Watari le envió un mensaje privado y Neko le confirmó que eran ellos.
Entre Watari y el equipo Pet Rescue no tardaron mucho en derribar la pared del pequeño fuerte que se había construido el mechanic.

—¡Watari! —exclamó Neko cuando por fin el hueco era lo suficientemente grande como para verle la cara y la mitad del torso.

—¡Anir! —exclamó Watari de vuelta, levantando los brazos y recibiendo un abrazo de parte de su amiga.

Anir tiró de él y acabaron los dos en el suelo, riéndose.

—Este no es el lugar ni el momento apropiado para revolcarse de felicidad —adivirtió Afrodita con una probeta en la mano y echando miraditas desde el recodo para ver si se acercaba algún monstruo.

—Jefa, el alquimista tiene razón —dijo Milo, con las manos en las rodillas, ligeramente encorvado.

—Biochemist —corrigió Afrodita.

Milo rodó los ojos, moviendo la mano hacia un lado para quitarle importancia a su error.
Neko, entre risas, se levantó, agarrando las manos de Watari para ayudarle a levantarse también. Yuzuriha y Hyoga estaban acabando de abrir el agujero.

—Mal que me pese, tienen razón. Será mejor que vayamos yéndonos.

—Espera, tengo que recoger mi carro…

Watari caminó entre los escombros, entrando de nuevo a su escondite.

—¿Cómo demonios has acabado aquí, si se puede saber? —preguntó Anir desde fuera, escuchando a Watari trastear.

—Oh, es una historia que te gustará… pero te la contaré en otro momento, lo que nos interesa ahora… —contestó Watari desde dentro y luego asomó la cabeza, levantando un libro— ¡Es esto!

—¿Qué es eso? —preguntó Hyoga, quitándole el polvo a la bola de cristal que remataba su bastón de mago.

Watari salió del agujero con el carro enganchado al corsé que llevaba debajo del chaleco y con un libro enorme, con grabados parecidos a los dibujos de los murales que habían ido encontrando por todo el templo.

—Esto es el libro guía de Massassi Temple, sólo hay uno y sólo se puede usar aquí dentro —explicó Watari, subiéndose las gafas con un nudillo.

—¿Qué me dices, lo has conseguido? ¿Pero existe? —curioseó Anir, acercándose a mirar el libro y levantando las manitas, dispuesta a arrebatárselo a Watari.

Watari levantó el libro un poco y Neko dio una patadita al suelo, cruzándose de brazos. El mechanic carraspeó, abriéndolo.

—Este… libro —dijo después de hacer una floritura con la mano— te da toda clase de información sobre la dungeon y me costó dios y ayuda conseguirlo.

—Por eso estabas encerrado aquí, seguro que ahí pone todos los materiales raros y como conseguirlos —barboteó Anir, ansiosa por saber todos los secretos del libro guía.

—Exacto, mi querida aprendiz —confirmó Watari.

Neko levantó un puño y lo dejó caer mientras se mordía el labio inferior.

—¡Lo sabía!

—¿Y tu libro mágico te dice cual es la salida más cercana? —preguntó Afrodita desde la esquina— Yo había pensado en seguir por aquí, pero me lo estoy replanteando.

Afrodita señaló hacia delante y la party se acercó para echar un vistazo. Unos metros más allá, cinco hombres-jaguar y dos sacerdotisas paseaban libremente.

—Y es posible que un par de salas más allá nos encontremos con algún boss o miniboss —anadió Afrodita para explicar sus dudas.

Los seis se miraron entre ellos, cada cual ponderando la situación para sí mismo.

—Dejadme ver —Watari se volvió a ajustar las gafas y empezó a pasar las hojas del libro, buscando una sección en concreto—, desde que me dijiste que vendrías a por mí he estado pensando en una cosa.

Watari bajó un poco más el libro para que todos pudieran ver de qué hablaba. Señaló un mapa.

—No muy lejos de aquí hay una salida —les enseñó, acariciando el papel con el dedo sobre la ruta elegida—. Sólo se puede abrir desde dentro y hay que ejecutar un pequeño ritual, pero no debería de ser un problema con todos juntos. Es muy sencillo, nada que perder.

Los cinco integrantes de Pet Rescue, que habían formado un círculo junto con Watari se miraron entre ellos. La ruta que proponía Watari era más corta que la que había comentado Afrodita cuando se estaban acercando al pasillo en el que estaban, además de parecer ligeramente más segura.
Y empezaron a asentir, al principio tímidamente, pero no tardaron en hacerlo con vigor.

Neko dio una palmada y todo el equipo se irguió de repente.

—¡Muy bien, chicos! Y Yuzu. Entonces vamos a seguir la ruta que Watari ha señalado en el mapa y cuando lleguemos allí veremos quien hace la ceremonia.

—Yo sólo espero que no requiera algún sacrificio… —murmuró Afrodita.

—Tranquilo, no lo es —aseguró Watari con una sonrisa.

Afrodita asintió aún con algo de duda, pero no tardó en dirigirse hacia el camino correspondiente. Mientras el grupo se preparaba, Neko invitó a Watari a la party y después se acercó los dos pasos que le separaban del que una vez fue su maestro y le agarró de los brazos, justo debajo de los hombros, clavó sus ojos turquesa en los cafés de él y le dijo despacio:

—Estamos confiando en tí, Watari.

El ‘más te vale que todo esto salga bien’ quedó implícito.
« Last Edit: February 08, 2015, 01:31:27 PM by Neko »


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #115: October 19, 2014, 05:37:25 PM »
Por fin! Me ha costado mil años terminar esto TvT Y de nuevo he tenido que reducir las palabras. But finally! I'm done with it.


Capítulo 5: Trouble in the clouds: Malas compañías





Estuvieron hablando un rato más, de su situación actual, de juegos pasados, de las guilds y del Game Master. También de muchas cosas banales, y los minutos pasaron hasta que el cielo empezó a teñirse con el rosado claro del atardecer.

GreedyFox resultó ser un tipo majo a pesar de su apariencia intimidante, al que le gustaba hablar y beber con entusiasmo y que además estaba repleto de anécdotas. Les habló de su amplia experiencia con el juego, fruto de un largo tiempo jugando. Les comentó cosas interesantes, aunque muchas no se podían considerar propias de un jugador honorable, y casi se podía ver como Seras tomaba notas mentalmente con sus palabras.

—...y luego se quejaron de que no podía ir por la vida apuñalando a la gente y robándoles el inventario. Y fue como un, tíos, soy una Assassin, ¿qué esperáis que haga? ¿Que reparta tarjetas diciendo “hola, voy a atacarte por la espalda cuando menos te lo esperes”? Eso va en contra el código de cualquier ladrón que se precie.

—Ahà —comentó Fenris, que hacía un rato había decidido que la única forma en la que podía soportar aquella conversación era con su propia bebida en la mano. La cosa iba para largo. No iban a  llegar a Prorencia antes de que fuera de noche ni en sueños.

—Ser Thief es difícil. —Por su parte, Shruikan parecía bastante entretenida, y escuchaba con atención, apoyando la cabeza en ambos brazos sobre la mesa—. Lo intenté una vez en otro juego. No terminó muy bien.

GreedyFox rió levemente.

—Es cuestión de práctica. Y de habilidad. Al principio es un poco difícil, cierto, pero cuando ya tienes unos cuantos niveles resulta... muy gratificante. —La forma en la que pronunció eso último delataba un sincero placer.

—Parece que lo disfrutas.

—Por cierto —interrumpió entonces Sheba—, antes no has dicho el nombre de la guild en la que estabas.

El otro ladeó la cabeza.

—¿Te interesa?

La Black Mage torció ligeramente los labios.

—Es sólo para tenerlo en cuenta.

GreedyFox la miró intensamente por unos instantes, con el rostro imperturbable. Luego, rió entre dientes antes de responder.

—Es la de los Señores del Desierto. Tienen la base en Rabanatre.

—Me suena —dijo Sheba—. ¿Pero no era una guild casi exclusivamente de Merchants?

—La palabra clave es “era”, Reina. Cambiaron algunas cosas cuando el boss se hizo con el mando, aunque el comercio sigue siendo un pilar importante. Puede que sea un estirado, pero al menos sabe hacer las cosas. Trajo orden, disciplina y sentido común, además que al parecer consiguió hacer las paces con las otras guilds de la ciudad. A parte de eso, es como cualquier otro sitio, con su proporción entrañable y perfecta ente locos, tipos duros y gente que no sabe donde se mete.

—Parece que se lo han montado bien.

—Sí bueno, no a todo el mundo le gustó. Pero también es cierto que nunca se puede tener a todos contentos.

—¿A ti tampoco te gustó?

—¿A mí? —GreedyFox rió y apoyó la barbilla sobre la palma de la mano—. No me importa quien lleve la batuta mientras quede un espacio para mi en las filas del fondo. Aunque me gustaba el sitio, por eso estoy intentando que me dejen volver a entrar—. Arqueó las cejas y su expresión cambió, volviéndose más amigable—. Sabes, sois buena gente. Me invitáis a beber, os quedáis a charlar conmigo... tengo que pagároslo de algún modo. Me habéis dicho que debíais ir a Prorencia, ¿verdad?

Se puso a hurgar en su inventario hasta que sacó un cristal que dejó caer sobre la mesa. Era de color azul, con muchas caras, y rodó un poco por la mesa, arrancando destellos de la luz del atardecer pero a la vez parecía brillar con una luz interior.

—¿Qué es eso? —preguntó Seras, mirándolo con curisidad.

—Un warp —respondieron sus compañeros al unísono en un coro que mezclaba la sorpresa, la desconfianza y la incredulidad.

—Es una muestra de mis buenas intenciones. Quedároslo.

—Mmm... gracias, pero... —habló Sheba, con cierta inquietud—, no podemos aceptar algo así...

—¿Por qué no? Nos ahorraríamos una caminata. —La Samurai al golpecito al cristal y este centelleó con docenas de destellos.

—¡Shrui!

—Insisto —dijo GreddyFox, levantando una mano para dar a entender que no aceptaría un no por respuesta.

—¿Por qué? —preguntó Fenris entonces, mirándole con el ceño fruncido. El otro arqueó las cejas y estrechó los ojos, pero sus sonrisa no se desvaneció. Era una expresión extraña, afable e intimidante a la vez.

—Me caéis bien. Y parece que necesitáis un poco de ayuda. A mi parecer es razón suficiente.

El Knight no parecía convencido, pero no insistió. Se contentó con seguir observándole con los brazos cruzados sobre el pecho. Shruikan por su parte, alargó la mano y cogió el warp con tal cautela que parecía que lo estuviera robando en vez de aceptándolo. Era como si temiera que fuera estallarle entre los dedos.

—Bueno, entonces gracias, supongo.

—Ni lo menciones. Tampoco es que lo necesitase de todas formas.

—Me imagino que ahora somos nosotros los que estamos en deuda contigo. Es un poco jodido, porque no tenemos nada que...

—¡Jefe!

Shruikan interrumpió su discurso para observar a los recién llegados. Un grupo de cuatro personas que le resultaba muy familiar. Y a juzgar por la expresión de intenso desagrado que cruzó el rostro del Lancer que los dirigía, él también les reconoció.

—¡¡Vosotros!!

Ambos grupos gritaron al unísono. GreedyFox pasó la vista de unos a otros con sincero desconcierto.

—¿Os conocíais?

—¡Son los capullos del faro! ¡Trataron de robarnos!
—¡Ellos nos atacaron!

—Un momento, un momento. —El Assassin levantó los brazos, imponiendo paz por un momento, pero su mirada se había enturbiado a medida que las piezas fueron encajando en su cabeza—. ¿Ellos son a los que intentasteis robar? —preguntó, mirando al grupo detrás de él. Luego, sus ojos se dirigieron hacia Shruikan y sus compañeros—. ¿Son los que os machacaron?

Hubo silencio e intercambio de miradas, y un leve “no nos machacaron” susurrado en voz baja. El ambiente agradable de momentos atrás había quedado completamente destruido y todos parecían pendientes de GreddyFox, como si de su reacción dependiese el resultado de ese encuentro. Ya no sonreía y eso, en vez de arreglar las cosas, lo hacía aún más perturbador. Su expresión ahora era imposible de leer.

Lo primero que hizo fue suspirar.

—De verdad que no me gusta esto —dijo, y se levantó de forma aparentemente casual. Casi inmediatamente, todos se pusieron de pie después de él. Los otros le observaban con cautela—. Pero tengo mis obligaciones, ¿sabéis? ¿Qué clase de líder no defiende a los suyos?

Y luego pasaron muchas cosas al mismo tiempo.

GreedyFox deslizó sus manos con habilidad, pero antes de que pudiese hacer algo, Fenris levantó la mesa de forma que actuaba de escudo entre ellos y los demás. Un instante después se escuchó el sonido de la madera resquebrajarse y partirse por la mitad cuando una lanza la atravesó de un lado a otro.

Los trozos del mueble aún no habían terminado de tocar el suelo cuando una figura roja se abalanzó sobre ellos y Shruikan, que era la más rápida del grupo, a penas pudo desviar la cuchilla antes de que la ensartase en el esternón. Aún así no pudo parar el segundo golpe, y la hirió el brazo allí donde no la protegía la armadura.

—¡Creía que te gustábamos! —exclamó, llevándose una mano a la herida, consciente de que lo he había dado en las costillas de milagro.

—Y me gustáis —respondió GreedyFox, haciendo rodar el cuchillo ensangrentado entre sus dedos—. ¿Por qué crees que aún no te he apuñalado por la espalda?

—¿Debería sentirme agradecida por eso? —La Samurai volvió a dirigir la mano a la empuñadura de su katana, poniéndose en una posición defensiva aunque sabía que no le iba a servir de mucho si el otro decidía ir en serio.

—¡Shrui!

Supo ver la flecha venir, y dio un salto hacia atrás para esquivarla. De reojo, vio como Fenris blandía su mandoble que fue detenido a duras penas por la lanza de su rival. Y entonces escuchó la voz de Sheba otra vez, y el lugar donde estaban sentados momentos antes estalló en llamas.

Estaban montando un buen número en medio de la plaza, y no le pasaron desapercibidas las exclamaciones de sorpresa y los gritos de peligro de los otros transeúntes. Aún así no gozaba de tiempo para distraerse, y esos segundos de desatención le pasaron factura cuando otra flecha la golpeó en la cadera. La armadura paró el golpe y la saeta lo llegó a penetrarla, pero no por eso le dolía menos.

—¡Mierda!

Se lanzó sobre la Archer enemiga, que soltó un grito y volvió a cargar su arco, pero no logró disparar otra vez. Shruikan dio una estocada y le hizo un corte que le atravesó en diagonal la mitad del vientre. No era profundo aunque sí ancho, y por la expresión que puso la otra, sin duda debía doler.

La golpeó en las piernas, haciéndola caer, y aprovechó ese breve instante para dar un vistazo a su alrededor. Fenris parecía que se defendía bastante bien, y Sheba lanzaba un hechizo tras otro. Seras era la que parecía estar en problemas ya que con su vulgar cuchillo de novicio a penas podía defenderse del ataque de la Thief enemiga. No fue capaz de localizar a GreedyFox en su campo visual, y eso la perturbó.

Esa sensación no desapareció cuando fue a socorrer a su compañera, alejando a la atacante de una patada.

—¿Estás bien? — le preguntó mientras la ayudaba a levantarse.

Seras asintió, aunque estaba pálida y tenía una herida bastante fea en el muslo. Otras manchas de sangre en su ropa revelaban más heridas de poca importancia. Agarraba su cuchillo con tanta fuerza que tenía los nudillos blancos. La miró en el rostro y luego a sus espaldas, y en su rostro apareció la alarma.

—¡Cuidado!

Shruikan tuvo el tiempo justo para girarse antes de que se le clavase una cuchilla en el vientre. De nuevo, la coraza la protegió, pero esta vez la hoja la atravesó parcialmente y sintió el frío del acero en su carne. Soltó una maldición, e iba a contraatacar, pero antes de que terminara de alzar la espada Seras se le adelantó y le pegó un puñetazo a la otra en el rostro, con tanta fuerza y de forma tan imprevista que logró aturdirla.

—¿Estás bien? —Fue su turno de preguntar.

—Eso creo.

Escucharon un grito y levantaron la cabeza justo para ver como GreedyFox sujetaba a Sheba y la apuñalaba por detrás, en el hombro, hasta que la hoja sobresalía por delante.

—Lo siento, Reina —le dijo la oído—. Ojalá las cosas no hubiesen terminado así, pero... tus hechizos son un incordio.

Se separó de ella a tiempo para esquivar el golpe de Fenris, tan fuerte que agrietó el suelo. El Knight la sujetó, protegiéndola contra él mientras la Black Mage se cubría la herida que empezaba a teñir sus ropas azules de color oscuro.

—¡Fenris! —Shruikan le llamó para que se acercase. Era obvio que tal y como iban las cosas, no saldrían bien librados de ésta. En el Faro tuvieron suerte, algo de lo que ahora carecían además de estar en evidente desventaja frente al Assassin. Tenían que salir de allí enseguida.

Rebuscó en su inventario y sacó el warp que poco antes les había dado GreedyFox. Era un tanto irónico en realidad que utilizaran su regalo para huir de él, pensó, antes de que por fin Fenris las alcanzara, y rompió el cristal que les engulló con su luz para llevarles lejos de allí.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #116: November 06, 2014, 05:26:44 PM »
Vengo a dejar aporte antes de morir y recordarme a mi misma que debo postear en otros hilos también. Anywaiiiiiiis, here we go.



Capítulo 6: Un poco de acción no nos hará daño




—¡Au! ¡Eso escuece!

—¿Quieres hacer el favor de estarte quieta? —Fenris exclamó al final, exasperado, mientras seguía aplicando el paquete de sanación a las heridas de su amiga—. Como sigas así te juro que voy a echarte sal.

Shruikan masculló algo entre dientes, pero se esforzó en quedarse sin moverse mientras el otro terminaba de curarle el brazo.

—Aprende un poco de Sheba. Sus heridas son peores y no ha dicho ni mu.

La mirada de la chica se alzó hacia la Black Mage sentada en la otra cama de la habitación que habían alquilado al caer la noche, poco después de llegar de golpe a la ciudad gracias al warp. Sheba estaba con las manos encima de las rodillas mientras recibía las mismas atenciones que ella por parte de Seras que, a pesar de la cara de preocupación que ponía, parecía desenvolverse bastante bien con los cataplasmas y las vendas.

—¿Te duele mucho, Sheba? —le preguntó Shruikan—. Nunca creí que llegaría a apuñalarte de verdad. Mira que parecía majo.

La otra, que había estado la mayor parte del rato con los labios apretados y la tez algo pálida, sonrió levemente.

—No es nada. Y supongo que es lo justo después de que intentara hacerle estallar en llamas. Creo que eso no le hizo mucha gracia.

—Los hay de rencorosos, ¿eh? —Siseó entre dientes—. ¡Fenrisssss!

—¡Ya está, mujer! Mira que eres quejica.

Sacudió las manos una vez terminó, y con el tratamiento aplicado, los puntos de salud reducidos de Shruikan empezaron a recuperarse lentamente.

—Gracias a dios— suspiró, y se echó de espaldas encima de la cama mullida y de sábanas agradables al tacto. Luego volvió a sisear porque había caído sobre sus heridas sin darse cuenta—. Propongo no volver a Columbia en un par de días —dijo, con la voz entrecortada.

—Como mínimo —comentó Fenris, que había ido a sentarse en una de las sillas libres de la habitación—. Lo que sea para no encontrarnos con ese tipo de nuevo.

—Era muy fuerte... —murmuró Seras, que también había terminado de tratar a su amiga—. ¿Creéis que hubiéramos podido con él?

—Si fuese cuatro contra uno puede que sí. —Sheba se palpó la zona vendada, haciendo una mueca cada vez que tocaba la herida—. Pero siendo cuatro contra cuatro y uno de los nuestros una Novice... sin ánimo de ofender pero lo teníamos difícil. No podíamos pararles a todos.

—Razón de más para que la chica suba de job cuanto antes —dijo Shruikan incorporándose de golpe—. Lo primero que deberíamos hacer mañana es ir a hablar con ese NPC. Luego ya veremos si volvemos a Columbia enseguida o nos esperamos un tiempo. De momento, lo importante es dormir.

—Ya empezaba a creer que no lo dirías.

Sólo había dos camas en la única habitación que habían podido alquilar, y no eran suficiente para todos. Normalmente solían resolver esa clase de dilemas con reñidas competiciones a piedra-papel-tijeras, pero por una vez acordaron dejar las tradiciones de lado y ceder el sitio privilegiado a las chicas más malheridas. Los otros dos tuvieron que contentarse en encontrar un rincón cómodo en el suelo o donde fuera.

No pasó mucho tiempo antes de fueran quedándose dormidos, derrotados por las emociones del día y el cansancio.

- - -

A la mañana siguiente se despertaron frescos como una rosa gracias a la magia de los videojuegos que decía que cada vez que duermes en una cama recuperas la salud y curas tus estado alterados. Las heridas ya no dolían aunque quedaron algunas cicatrices un tanto feas.

Siguieron con el plan original de encontrar el último NPC de la quest de Seras. Fe un tanto difícil debido a la cantidad de gente que había en Prorencia, ciudad de amplias calles y aspecto solemne, pero al final con ella: una aprendiz de Black Mage que les cedió uno de los ingredientes que vendía.

—Gracias —respondió de forma automática Seras una vez le dieron dicho objeto a pesar de que seguramente a la NPC le diera igual si se las daba o no. Regresó con sus compañeros que le esperaban no muy lejos.

—¿Ya lo tienes? —le preguntó Sheba, y la Novice asintió.

—Entonces ahora nos queda volver a Columbia.

—Eh, bueno, creía que habíamos dicho que no nos andaríamos con prisas en eso —comentó Shruikan—. ¿Pensaba que a nadie le hacía gracia volver tan pronto?

—No digo que vayamos directos —se quejó Fenris, con los brazos cruzados sobre el pecho—. Podemos tomarnos nuestro tiempo. Dar un rodeo, quizás.

—¿Tienes algo en mente? —preguntó Sheba, que ya empezaba a conocer cuando su compañero tenía una propuesta bailoteándole en la lengua.

—De camino hacia el sur hay una mazmorra de relativamente bajo nivel. Nosotros fuimos poco después de empezar el juego, ¿te acuerdas, Shruikan? —La Samurai asintió—. Está en el bosque, un poco antes de llegar a Eruyt Village. Los monstruos son bastante fáciles de derrotar y el boss de la Dungeon suelta algunos objetos interesantes. Hay un drop especial suyo que si nos tocara podríamos vender por una buena cantidad.

—¿No sería mejor quedárnoslo si es un objeto bueno? —preguntó Seras.

—Es un ingrediente para alquimia y fabricación. Útil si eres un Alchemist, Mechanic o algo parecido, pero para nosotros es inútil... a no ser que quieras dedicarte a eso.

—Mmm... estuve mirando un poco las jobs de Merchant —explicó Seras—. Son interesantes pero no, creo que no. Lo mío no es... fabricar cosas, realmente.

—Además, si es un objeto de buena calidad y en el caso de que Seras escogiera una de esas ramas, aún tardaría en poder utilizarlo —añadió Sheba.

—Ahora que habláis de esto... —interrumpió Shruikan y se puso a hurgar en su inventario—. Fenris y yo ayer compramos algunas cosas pero entre una cosa y otra se me fue de la cabeza.

—Cierto —dijo él—. Se me había olvidado.

—Son cuatro tonterías, unos accesorios para cada uno.

Extendió la mano en la que aparecieron cuatro pulseras. Estaban hechas de cintas de distinto color cada una: rojo, azul, amarillo y blanco. De ellas colgaba una cristalina del mismo color que su pulsera, talladas en formas distintas.

—Éste es el tuyo, Fenris, y éste el de Sheba—. Shruikan le tendió la pulsera roja a su amigo y la azul a la Black Mage.

—¿Para qué sirven? —preguntó Seras, observando los accesorios con curiosidad.

—La de Fenris sube un poco la salud y la fuerza, la de Sheba los PM y el poder mágico.  La mía —levantó la pulsera amarilla —, es sobretodo para velocidad y evasión. Ésta es la tuya.

Le lanzó la pulsera, que la otra alcanzó a coger por poco después de que le rebotara en el pecho y antes de que cayera al suelo. Se ató la pequeña joya blanca en la muñeca, y enseguida pudo ver como las estadísticas de suerte y salud en su perfil subían un par de puntos.

—Esto también es para ti. —Shruikan le ofreció un objeto más, un cuchillo largo en su vaina de piel curtida marrón con detalles en metal incrustado y el mango recubierto de cuero oscuro.

—Es un poco mejor que el que tienes ahora. Sigue siendo sencillo, pero te servirá un poco más, supongo.

—Gracias. —Seras agarró con fuerza el arma con ambas manos antes de recordar que debía abrir el inventario para poder guardarla.

—¿Entonces queréis ir a la dungeon? —preguntó Sheba, observando el nuevo accesorio colgando de su muñeca.

—Suena bien, ¿no? Un poco de acción no nos hará daño.

—Te recuerdo que ayer ya tuvimos acción más que suficiente, Shrui —la reprendió la Black Mage—. Y para mí ya fue suficiente por un par de días al menos, pero si os hace ilusión ir... ¿Dices que es una mazmorra fácil, Fenris?

—Como dar un paseo por el bosque... más o menos. El único que podría darnos problemas sería el boss, pero creo que entre los cuatro podremos controlarlo.

Sheba soltó un suspiro de resignación, pero en sus labios lucía una sonrisa divertida. Miró a Seras, que asintió enérgicamente, y luego dijo:

—En fin, de acuerdo, no se hable más. Hacia la dungeon se ha dicho.
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Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #117: November 24, 2014, 05:02:34 PM »
Traigo thingus this time! :v Monstruos varios que aparecen por aquí: la mayoría de ellos creo que no merecen explicación. Supongo que la mayoría sabréis mejor que yo lo que es un oso-buho xD. La planta que causa cegera que se menciona es este monstruo llamado Himarra del Dark Chronicle. Luego, como invitado especial, tengo a Maokai del League of Legends haciendo de boss. :3 La apariencia que tiene sería una mezcla entre su forma normal y su skin de Haunted Maokai. Enjoy it!



Capítulo 7: In the deep deep forest: Tener amigos para esto




Estuvieron andando un rato relativamente en calma, siguiendo el camino que conducía hacia el sur. Pronto los campos que rodeaban la zona de Prorencia fueron convirtiéndose en bosque, con altos cipreses y sauces allí donde transcurría un riachuelo, y grandes robles y saucos donde la flora  crecía más alta y abundante.

Llegaron a un cruce del que salía un pequeño camino hacia la izquierda que serpenteaba hasta internarse en el bosque.

—Es por aquí —dijo Fenris, señalando hacia esa dirección—. Ya no falta mucho.

El suelo empedrado del camino se vio sustituido por tierra áspera, y luego por un fino manto de hojas caídas. El cielo sobre sus cabezas poco a poco fue ocultándose tras una cúpula de follaje verde. Y la senda seguía adelante por aquel lugar hasta que, casi barrándoles el paso, encontraron el gran arco de piedra de una antigua puerta. Era lo que quedaba de un muro que antaño hubiese conformado la alta pared de un edificio pero ahora era poco más que roca cubierta de hiedra, con sus arcaicos relieves perdidos hacía mucho.

—Ya hemos llegado.

Se hizo notorio que entraban en una zona distinta cuando cruzaron el umbral de la puerta y empezó a sonar una música diferente, suave y con cierto aire místico y misterioso. La densidad de monstruos también había aumentado, y aunque algunos de ellos eran los mismos que habían ido encontrándose por el camino, la mayoría eran nuevos, distintas clases de lobos, osos-buho y otros animales y plantas monstruosas.

Sin embargo, tal y como había anunciado Fenris el día anterior, no eran criaturas con las que fuese difícil lidiar. Había cierto tipo, una especie de girasol medio humanoide, que causaba el estado alterado ceguera escupiendo su savia y era ciertamente molesto cuando les atacaban en grupo, pero por lo general el resto de monstruos dependían sólo de técnicas y fuerza bruta.

—El sitio es agradable —comentó Sheba en cierto momento—. Si no fuera por los monstruos, darían ganas de montarse una casita por aquí.

—Yo no consideraría una dungeon como el mejor sitio para irse a vivir, precisamente.

—Es extraño que no estés de acuerdo, Shruikan. Normalmente las ideas más locas suelen salir de ti —añadió Fenris por su parte—. Pero lo cierto es que sí es un sitio agradable.

—¿Es cierto lo que oigo? —dijo la Samurai, llevándose una mano a la oreja en un gesto exagerado para enfatizar sus palabras—. ¿Fenris no está llevando la contraria ni siendo negativo en algo? ¡Debe ser el fin de los tiempos!

—Que te den —gruñó él—. Anda y vamos a ver si resolvemos esta dungeon.

Como la mayoría de mazmorras, el bosque formaba un complejo laberíntico que incluía un intricado juego de puzzles, puertas, palancas y, especialmente, monstruos y trampas. Por suerte, la experiencia era una virtud, y el que dos de los miembros ya hubieran estado antes allí les facilitaba mucho el recorrido. Aún así, parecía que cada vez que tocaban algo tenía que caerles encima un nido de serpientes, una manada de zorros o un par de osos rabiosos.

—¡Demonio de bichos! —refunfuñó Shruikan mientras le cortaba la cabeza a una víbora de gran tamaño.

A su lado, Seras se deshacía de otra serpiente algo más pequeña con su nuevo cuchillo, que le sirvió para ensartar al monstruo de un lado a otro.

—Hay muchas bestias —comentó—. Pero Fenris tenía razón, no son muy difíciles de vencer.

—Lo cierto es que no sabía que hubiese una dungeon aquí —dijo Sheba cuando ya se deshicieron de todos los enemigos y manipuló un misterioso objeto circular de piedra, antiguo y cubierto de líquenes, que brilló con el contacto haciendo reaccionar un plafón en la pared—.Está a medio camino entre Prorencia y Eruyt Village, así que supongo que es normal que sea de nivel relativamente bajo. Me pregunto si viene mucha gente por aquí...

Se acercaron al pedazo de pared del que tomaron una llave pequeña y la roca brilló una última vez con un color anaranjado, dejándoles un mensaje en letras luminosas antes de apagarse.

—Es guai como primera mazmorra. Además tiene como una mini-historia oculta. Sobre un mago que se corrompió por poder y terminó destruyendo este lugar o algo así. Seguro que te gusta todo el rollo del mago loco, ¿verdad, Fenris? —dijo Shruikan con complicidad.

—Malditos magos —exclamó él con fingida irritación y un asomo de sonrisa en los labios mientras abría la puerta a la siguiente zona con la llave que acababan de encontrar—. Se creen mejores que el resto del mundo sólo porque pueden echar chispitas por los dedos y hacerle cosas muy feas a la cabeza de la gente.

—¡Abajo con los magos!

De nuevo, el sitio al que entraron estaba lleno de monstruos y tuvieron que limpiar el camino antes de poder hacer otra cosa.

—Ah no, ya os conozco a vosotros dos. ¡No empecéis otra vez con lo de los magos!

Sheba conjuró una bola de fuego que lanzó contra un oso-buho, y su pelaje o plumaje ardió.

—Mmm... ¿ocurrió algo con los magos? —preguntó Seras, pateando a una rata enorme en el proceso.

—En el anterior juego en el que estábamos los tres Fenris tuvo una experiencia traumática con los magos —explicó Shruikan, y limpió la sangre que había quedado impregnada en la espada contra la hierba que, por suerte, crecía en todas partes.

—Yo no diría traumática —se defendió él—, pero realmente fue algo desagradable.

No parecía muy contento de recordar el asunto, y tenía una expresión un tanto agria en el rostro al momento en el que sacudió su mandoble enérgicamente antes de volver a colgárselo en la espalda.

—Tampoco era porque fueran magos. Sólo eran un grupo de imbéciles que se lo tenían muy creído y les gustaba joder a la gente. Si quieres un consejo, nunca te fíes de alguien a quien no conoces o te apuñalarán por la espalda.

—Esa es una forma un tanto pesimista de pensar, Fenris.

En esta nueva sala había un par de palancas. Sheba fue hacia una con Seras mientras que Shruikan y Fenris se encargaban de la otra.

—Mejor estar advertirlo que aprenderlo por las malas —concluyó él, haciendo fuerza para levantar la palanca.

—¿Significa eso que no te fías de nosotras? —preguntó la Samurai, y él se rió.

—Ni siquiera un loco se fiaría de alguien como tú. Estás enferma.

—Oh, uau, ¿has oído eso, Sheba? ¿Has visto las cosas que me dice?

—A decir verdad —dijo la Black Mage, terminando de levantar su palanca con la ayuda de su amiga, y la puerta al fondo de la sala se abrió con un grave chasquido de sus bisagras de piedra—, cuando te conocí pensé “oh, dios mío, ¿tengo que hacer party con ésta de aquí? Mal lo llevamos”. Seguro que Seras también lo pensó.

La mencionada no dijo nada, pero en el rostro lucía una sonrisa medio divertida y tímida. Shruikan, por su parta, rezumaba indignación.

—O sea, ¡no puedo creerme lo que estoy oyendo! ¡Sois lo peor, malditos! ¡Mal amigos!

—Si fuéramos malos amigos no estaríamos ahora aquí contigo.

Fenris le dio palmadas de confort en el hombro que no fueron muy bien recibidas y se detuvo en el umbral de la puerta.

—Ya falta poco. En la siguiente zona está la puerta al boss de la dungeon. Os dije que no era difícil.

—¿Cómo es el boss? —preguntó Seras mientras cruzaban a la siguiente sala y se acercaban a la puerta en el muro opuesto.

—Grande. Y viejo. Es como un árbol que se ha tomado algo malo para desayunar —fue la explicación de Shruikan que no hizo mucho para aliviar las dudas de Seras.

—¿Cómo?

—El árbol es duro, pero lo que sobretodo da problemas son los pimpollos que van saliendo y que explotan cuando te acercas.

—¿En serio? —Esta vez fue el turno de Sheba de mostrarse escéptica, ya que ella tampoco había estado en esa mazmorra.

—Sí, y tocan mucho las narices. Aunque son muy monos. En cuando al boss... en fin, ya lo veréis.

Sacaron del inventario la llave de la puerta que habían encontrado un rato atrás en un cofre tras pelearse con una manada de lobos rabiosos, liderados por un alfa enorme y monstruoso. La llave encajó perfectamente en el cerrojo cubierto de hiedra, soltando un chasquido, y las vetas grises de la piedra empezaron a brillar con una luz dorada. La puerta empezó a abrirse.

Al otro lado había una gran y calmo claro circular, cubierto de hierba verde, en el centro del cual se encontraba un enorme árbol grueso y nudoso. Parecía estar muerto, porque no había ni una hoja que creciera en él y la madera estaba resquebrajada y gris, con hongos y hiedra creciendo sobre ella.

Una vez estuvieron dentro del claro, la puerta se cerró tras ellos y una suave brisa fría recorrió el lugar. El suelo tembló ligeramente. De la grietas y huecos del gran árbol empezó a emanar una luz azul pálida y el cielo se oscureció. Los nudos y la corteja empezaron a moverse, y en la madera oscura aparecieron un par de ojos y una boca torcida que resplandecían con la luz en su interior.

La criatura soltó un gruñido al reconocer su presencia que sonó igual que el crujir de la madera y se movió, levantándose sobre un par de extremidades hechas de raíces y unos brazos, uno de ellos tan ancho como un tronco. Entonces, del suelo, empezaron a brotar unas pequeñas criaturas rechonchas y parecidas a pequeños brotes, hechas de la misma madera gris y encantada del gran árbol.

Sacaron sus armas cuando el boss soltó un grito que retumbó por todo el claro, dando así inicio a la batalla, y la música de combate empezó a sonar en el aire.
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Kora

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #118: November 25, 2014, 07:41:25 PM »
Detalles para cuando llegue el momento: Mistral, Monsoon y Sundowner.


033waiting for you (2/2)

El silencio había caído sobre los tres como una losa. Lilith caminaba por delante, girándose ocasionalmente para comprobar que no se habían vuelto a escapar. Aunque técnicamente no hubiera hecho nada, lo que en sí mismo ya era algo negativo, Kora no podía evitar sentirse culpable cada vez que lo hacía. Trató de buscar algo de consuelo en Raiden, pero el Samurai tenía la vista perdida, sumido en sus pensamientos. Desde su fallido duelo con Sam no había mediado una palabra, ignorándola incluso cuando había intentado ayudarle a levantarse.

Qué desastre…”. Había sido un fracaso en todos los sentidos. No había podido detener a Raiden, y apenas habían llegado a escuchar algo de la conversación. Raiden debería haber dejado más tiempo para que Sam hablara, aunque mejor sería no decirle nada al Samurai.

- Vamos a la ciudad.

Lilith se giró hacia ellos. Cuando Kora levantó el rostro, vio en la cercanía un gigantesco muro de piedra en el que una entrada se abría como la boca de un monstruo, adornada por banderas con cruces y vigilada por caballeros.

- ¿No volvemos a Sanctuary?

Kora parpadeó, confundida. Había supuesto que buscarían el Warp más cercano para volver a la guild, pero estaban a las puertas de la ciudad. No era la mejor noticia: ya estaba temblando con sólo pensar que aquello significaría una regañina en privado.

- ¿Tienes prisa? – Fue la única respuesta de la mujer.
- No... no realmente.

No queriendo contradecirla más, obvió que quizá debería ir a subir de nivel con sus compañeras de equipo, y no comentó nada mientras se introducían en la ciudad. Si Florencia le había deslumbrado con su esplendor europeo, Acre la había bajado a la tierra de golpe. El aire austero y serio de la ciudad empeoraron aún más su humor, encogiendo los hombros debajo de los muros de piedra. Instintivamente, se acercó más a Raiden, que chasqueó la lengua. Al menos sacó una reacción de él.

La parte del puerto era un poco más animada, o al menos tenía más vida en comparación con el resto. Había puestos y tiendas, además de la base de alguna guild. Lilith saludó a un par de jugadores antes de sentarse en el borde de piedra que delimitaba el rústico paseo marítimo. Con un gesto de la mano, les indicó que la imitaran, aunque Kora dudó unos instantes.

- No tendríais que haber venido hoy. – Dijo Lilith sin mirarles.
- ¿Sólo nos has traído para regañarnos? – Raiden dejó ir un bufido.
- No realmente. Sólo quería estar un rato tranquila sin que se me hiele el culo.

Lilith cerró los ojos justo cuando una ola chocó contra las rocas bajo ellos, haciendo que la brisa oliera aún más salada por unos momentos. Era cierto lo que decía, el clima seco y templado tenía un contraste notable con el ambiente de Sanctuary, aunque Kora no hubiera podido decir si le gustaba más o menos, o si simplemente era una cuestión de dónde preferiría estar.

- Lilith... no deberías confiar en Sam tan fácilmente. – Raiden retomó la conversación, y Lilith sólo rodó los ojos, mascullando un "y dale". – ¿Y si él es una de las personas que simpatiza con el GM?
- Ha dicho que es neutral, ¿o es que sólo espías en las partes que te interesan?
- No sería la primera vez que te miente.

Kora observó el debate en silencio. Raiden, por primera vez en todo el día, sonaba verdaderamente sincero. Ni cegado por la rabia ni consumido por el rencor, simplemente parecía preocupado. Aquello no debió escapársele a Lilith, que se giró con una ceja alzada, mirándolo sin decir nada. De repente, Kora se sintió muy fuera de lugar. Desvió la vista hacia el mar, preguntándose si habría playa en algún punto de aquella rocosa costa. Quizá el agua estaba demasiado fría.

Ver cierta vulnerabilidad en los ojos de Lilith le había dejado algo alterada. Estaba tan acostumbrada a verla siempre en el centro de la acción, dirigiendo a sus compañeros o rematando a un boss, que recordar que era una jugadora más le suponía volver a la realidad de forma brusca. ¿Qué había pasado entre aquellos tres? Aquel Samurai... ¿qué podía haber hecho a Raiden y Lilith como para afectarles tanto? 

- ...y no importa ahora. Eh, Kora. – Pareció despertar cuando oyó su nombre de los labios de la mujer. – ¿Cuándo subes de nivel?
- Oh... – Estaba ya a punto de llegar al segundo job, si las cuentas de Elizabeth no fallaban. – Pronto. Queríamos rematar la faena esta tarde, Elizabeth ya puede pasar a Alchemist, y pensábamos ir a Columbia juntas.
- Qué bonito, una maga y una alquimista unidas en Columbia.

Lilith le dirigió una media sonrisa más típica, volviendo a su actitud habitual. Aquello la hizo sentirse algo más segura, aunque quizá era también un poco injusto por su parte.

- ¿Ya te has decidido por un segundo job? – Le preguntó, asomándose por delante de Raiden.

Kora dejó pasar unos segundos antes de contestar.

- Cuando entré, ni siquiera me había planteado eso. Elegí Black Mage para empezar con un poco de ofensiva, y porque… – Le daba un poco de reparo admitirlo. – ...básicamente, porque me parecía el más ideal de todos. Ni siquiera sabía qué ramas había.
- Es por eso que fuistes a Columbia. – Le recordó Lilith, y Kora asintió.
- Sí. Todavía no me puedo creer que puedo llegar a ser tan poderosa algún día, pero quiero ser fuerte. Luchar al lado de todos, y mantener a nuestros enemigos a raya. Y además, Lilith, cuando te he visto hoy...

Recordaba claramente cómo había detenido a Sam y Raiden antes de que llegaran a tocarse siquiera, convertida en una nube de fuego.

- Creo que me gustaría ser así. Poder proteger a mis amigos incluso de sí mismos.

La Elementalist sonrió, satisfecha con la explicación. A su lado, Raiden hizo una mueca, sin añadir nada más, dándose por aludido. No buscaba pincharle aquella vez, aunque sus palabras pudieran haberle molestado. Kora colocó un mechón detrás de su oreja, esperando el juicio de la líder.

- Vas a ser Elementalist, entonces. – Concluyó Lilith, y Kora asintió. – Genial. Te enseñaré algún día a hacer lo que he hecho antes.

--

Asami se ajustó el cuello de la chaqueta hasta que las solapas le tapaban casi hasta la nariz para protegerse de una racha de aire especialmente fría. Debajo de ella, la ciudad de Sanctuary se movía lenta bajo el sol de mediodía, adormecida hasta que empezara a anochecer.

- La vista es una pasada. – Murmuró Jolyne a su lado, balanceando las piernas en el aire.

Subir a los tejados había sido idea de la Monk, la cual había querido hacerlo desde que vio a unos jugadores en lo alto. Estaban en uno de los edificios más altos de la ciudad, casi a la altura de los muros que la rodeaban, y Jolyne parecía bastante emocionada por estar allí. Asami agradecía su nivel y stats superiores, ya que de otro modo, le habría costado seguir el ritmo de su compañera de equipo.

- Has estado aquí antes, ¿no? – Jolyne se giró hacia ella.
- La verdad, sólo una vez. – Admitió Asami. – Una de las quests de la ciudad es buscar las partes de un robot que ha estallado, y uno de los trozos cae por los tejados. Oh, tsk, podrías haberla pedido… lo siento, no me he acordado.
- No pasa nada, podemos ir más tarde.

Jolyne se encogió de hombros, observando en silencio la ciudad por unos momentos. Parecía haber un altercado en la plaza, aunque por el momento no pasaba de unos cuantos gritos.

- Entonces… ¿supongo que hoy no entrenamos? – Comentó Jolyne al rato. – Quiero decir, Kora se ha escapado, y tampoco he visto a Elizabeth.
- Elizabeth está en la base, la he visto hablando con otros de la guild un rato. Pero… supongo que hoy es día libre.
- Tienes todo controlado, mamá pato.

Las mejillas se le encendieron como fogones, y desvió la mirada hacia el horizonte. Era cierto que siempre procuraba saber dónde estaban sus amigas, pero tan sólo quería que todas estuvieran bien, no alzarse como la madre del grupo. Oyó cómo Jolyne se reía por lo bajo, aunque no sonaba maliciosa. Al menos parecía mucho más relajada a su alrededor, a diferencia de la actitud tensa que mostraba cuando se unió a ellos.

- Perdón… en realidad, es admirable que te preocupes por los demás. – Suspiró Jolyne, terminando la broma.
- Tenemos que cuidar los unos de los otros ahora. – Asami se encogió de hombros. – Es lo normal, ¿no?

Jolyne fue quien se quedó en silencio, apartando la vista tras murmurar un “me imagino”. Asami no era tonta. Su desconfianza inicial hacia las intenciones del grupo, el asombro que no terminaba de ocultar cuando veía la camaradería entre los miembros de la guild, y sobretodo, la manera en que cambiaba de tema cuando la conversación parecía acercarse a qué había hecho en el juego antes de que se encontraran…

Quizá algún día se sacaría aquella espina, pero por el momento, estar en los tejados de Sanctuary con una amiga parecía ser suficiente.

--

Amatsu, lo más cercano a un hogar que Sam llamaría en el juego, estaba a un par de horas de camino. Lamentaba no haber podido hablar más tiempo con Lilith, aunque al menos había podido pasarle la información que quería. Lo que decidiera hacer… era cuestión suya. Ahora, su preocupación era retomar su camino, y ver qué le depararía la ciudad oriental.

No iba a ser un viaje tranquilo, sin embargo. Algo llevaba acechándolo un buen rato. Al principio pensaba que algún monstruo trataba de emboscarle, o que incluso Lilith o Jack habían conseguido seguirle el rastro, pero había pasado demasiado tiempo. A aquellas alturas, sentía más curiosidad que otra cosa. Llevó una mano al mango de su fiel katana, deteniéndose en seco en un claro.

- Es hora de que salgas.

Finalmente salieron de entre el denso bosque. Eran tres jugadores, aunque algo en ellos parecía inhumano, más allá de sus obvias modificaciones físicas.


La más llamativa era la mujer, quien tenía unos pocos brazos de más saliendo desde su espalda, pasándose una lanza de una de las numerosas manos a otra. El segundo imponía por su físico, grande como un armario y sujetando dos enormes espadas aserradas como si fueran cuchillos de plástico. A su lado, el tercero parecía incluso pequeño, armado con un katar en cada mano, con sus extremidades separadas pero flotando unidas por una corriente púrpura.

Sam alzó una ceja al mismo tiempo que los estudiaba con la Omnitool. Mistral, Sundowner y Monsoon, respectivamente. Lo único que mostraba la Omnitool eran sus nombres… y una barra de vida imposible para un jugador normal. Asió el mango de su katana, desenvainándola en un segundo.

En respuesta, Mistral se movió a su alrededor mientras se pasaba una lanza de una mano a otra, Sundowner dejó que su armadura se alzara en paneles para abarcar más espacio, y Monsoon desapareció en una nube de humo violácea.

Estaba rodeado, pero no le importaba. No iba a perder su primera vida sin dar una buena pelea antes.
« Last Edit: November 25, 2014, 07:43:11 PM by Kora »


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #119: November 27, 2014, 04:01:12 PM »
Aaaaaaaand nuevo aporte. :D La mayoría de referencias ya se dieron en el anterior capítulo. Sólo comentar que el objeto que aparece al final es parecido a éste sólo que sin estar unido a un váculo lol sólo esférico y del color que se menciona. :3 Enjooooooooooy



Capítulo 8: In the deep deep forest: El Guardián corrupto




—Vamos —dijo Shruikan. Hizo girar la katana entre sus manos y se lanzó contra el árbol encantado. La madera de su cuerpo era dura y densa, y el corte de la espada hizo poco más que un rasguño sobre la superficie.

El boss estrechó sus ojos huecos y levantó el brazo derecho, más grueso que el izquierdo, con gran rapidez a pesar de su tamaño y golpeó el suelo frente a él. Pese a que no la alcanzó directamente, el choque del impacto fue suficiente para mandar a Shruikan rodando hacia atrás mientras se reducían sus puntos de vida.

—¡¿Qué haces, Shruikan?! —la regañó Fenris mientras daba un golpe de mandoble al boss. En su caso, su ataque no estaba tan basado en el corte como en el propio poder de penetración del golpe, y pareció que si ofensiva resultaba más efectiva que la de la Samurai.

Uno de los pimpollos del boss se acercó a él y se le agarró con fuerza de la pierna, y Fenris tuvo el tiempo justo para sacárselo de encima y evitar que le estallara en las narices y le arrancase la extremidad de cuajo. Aún estaba cerca cuando se dio la explosión, y perdió algunos puntos de salud  por el impacto, protegiéndose de los trozos de corteza que salieron disparados en todas direcciones.

Por su parte, Sheba trataba de reducir a las pequeñas criaturas en la medida de lo posible con su magia, ya que al atacar a distancia era la que tenía menos probabilidades de recibir su ataque.

—¿Hay algo que pueda hacer? —le preguntó entonces Seras, que sujetaba con fuerza su cuchillo mientras observaba con cierta impotencia como sus compañeros se debatían en esa lucha contra el boss.

—¡Ayúdame con los pimpollos! —le dijo Sheba—. Explotan cuando te tocan, pero siguen siendo más débiles que el jefe. No creo que aún seas lo suficientemente fuerte para enfrentarte directamente a él. Si te quedas con poca salud, ¡aléjate!

Seras asintió. Un rayo salió disparado de la vara de la Black Mage por encima de su cabeza y golpeó a uno de los monstruosos brotes, que se desplomó entre chispas. Ella atacó a otro de los pimpollos, apuñalando su cuerpo rechoncho por detrás, y la punta del cuchillo sobresalió entre los ojillos de la criatura, que soltó un quejido lastimero.

Mientras tanto, los guerreros del equipo seguían encargándose del jefe. Shruikan, tras el primero ataque inicial, había adoptado una actitud más precavida, y esperaba a que el jefe atacara primero para aprovechar después su mayor rapidez para ir infligiéndole heridas antes de que el árbol pudiera contraatacar. Sin embargo, debido al tipo de defensa del boss y el bajo nivel de perforación de sus estocadas, el daña resultaba poco más que ínfimo.

Fenris parecía estar consiguiendo mejores resultados con su mandoble, aunque le era más difícil evitar los ataques. Debía depender de su fuerza y resistencia para mantener el ritmo durante la batalla. Poco antes había recibido el golpe del gran brazo derecho del árbol, y pese a que no había permitido que el considerable daño recibido le perturbase y que ya se había tomado una poción, cada vez que levantaba los brazos hacía una mueca de dolor.

Justo entonces, aprovechando que el árbol había desviado su atención hacia Shruikan, alzó su espada y con un grito feroz descargó un golpe contra una de las piernas del monstruo. El mandoble quedó clavado casi a la mitad del grosor de la madera y el jefe se tambaleó.

—¡Sheba! —gritó, y la Black Mage dejó de atacar a los monstruos menores para conjurar una bola de energía que lanzó contra el boss. Al impactar hubo un estallido de luz y el sonido de madera quebrada junto con el grito grave del árbol. Su cuerpo de madera echaba chispas y humo con algunas nuevas gritas en la superficie que reflejaban la disminución de su salud.

Shruikan aprovechó entonces para saltar sobre el boss, trepando por el ancho tronco que era su cuerpo y, cuando estuvo encima de la joroba de su espalda, alzó la katana y la clavó en el corto cuello de la criatura, justo en la base de su enorme cabeza.

El árbol gritó y se revolvió. Shruikan se tambaleó y cayó, con la mala suerte que su arma siguió clavada donde estaba. El boss levantó ambos brazos y golpeó el suelo, creando un impacto que sacudió la tierra y los tumbó e hizo retroceder a todos al mismo tiempo en el que los pimpollos estallaban a la vez.

Shruikan estaba muy cerca cuando sucedió, y su salud se vio críticamente mermada con el ataque. Se forzó a retroceder enseguida que pudo hacia los límites del caro, sujetándose uno de los costados. Los demás se levantaron del suelo. Fenris se apoyó en su gran espada antes de volver a alzarla de nuevo.

El boss estrechó los ojos. Nuevos pimpollos surgieron del suelo y agarró uno de ellos para lanzarlo en dirección a sus rivales. El monstruo hizo un gran arco en el aire con un grito agudo antes de caer muy cerca de Seras y estallar. La Novice, que acababa de levantarse, volvió a ser empujada hacia el suelo, recibiendo un impacto crítico en su salud.

El jefe enseguida había echado mano de otro de sus brotes, preparándose para lanzarlo de nuevo. Sheba consiguió levantar a su amiga y conjurar una barrera defensiva a tiempo para evitar que el pimpollo cayera encima de Seras y realizara un daño fatal.

Fenris consiguió detener el tercer lanzamiento golpeando al árbol en su brazo grueso. No consiguió perforar la madera esta vez, y el boss se giró hacia él, furioso, antes de golpear en su dirección.

Shruikan, por su parte, había logrado recuperar buena parte de su salud a base de pociones y rebuscaba en el inventario una arma para reemplazar la que había perdido.

—Aquí estás, bonita —dijo, cuando encontró la espada que había estado llevando antes de convertirse en Samurai—. Sabía que no venderte fue una buena decisión.

En vez de ir de nuevo a pelear contra el boss, fue hacia sus dos compañeras, ayudándolas a deshacerse de la creciente cantidad de pimpollos que las rodeaban. Cortó un par antes de podr alcanzarlas.

—Ve a ayudar a Fenris, Sheba. Yo me quedaré con Seras.

La Black Mage asintió como toda respuesta, y cogió con fuerza su vara antes de saltar para esquivar las criaturas y acercarse al boss. Mientras tanto, Seras se iba incorporando, recuperando salud gracias a las pociones y con el brazo extendido, interponiendo su cuchillo entre ella y los monstruos.

—¿Estás bien? —le preguntó Shruikan. Ambas estaban espalda contra espalda, así que Seras tuvo que completar su golpe de cabeza con una respuesta en voz alta si quería que la otra la recibiese.

—Eso creo.

Las dos pelearon como pudieron contra los insistentes brotes explosivos. Mientras tanto los otros trataban de acabar con el boss cuya vida ya estaba en las últimas. Los insistentes golpes de Fenris habían ido mermando su vida, y la magia de Sheba había sido el empuje final que necesitaban para decidir aquella batalla.

Todo terminó cuando después de golpear con el mandoble el tronco central del árbol, lanzando pedazos de madera y astillas, la Black Mage levantó un brazo, conjurando de nuevo un rayo que fue a impactar contra la katana olvidada en la espalda del monstruo, ejerciendo de pararrayos.

Eso acabó con la agonía del jefe, agotando sus puntos de vida, y el árbol gritó por última vez antes de que la luz de su interior se apagase. La madera, ahora sin vida, se desplomó, levantando una nube de hierba, esporas y polvo. Los pimpollos abandonaron el claro corriendo, y la luz del día regresó, trayendo consigo la calma y la música propia de la mazmorra.

—Buf, ¡eso ha sido intenso! —exclamó Shruikan, bajando su espada—. En algún momento he llegado a creer que no lo contaba.

—Y que lo digas... —dijo Seras a su lado débilmente, con las manos apoyadas sobre las rodillas y el cuerpo inclinado hacia delante, con un evidente alivio ahora que la pelea había terminado.

—Ei, lo has hecho muy bien —la felicitó la otra, dándole unas palmadas en la espalda. Luego fue hacia el otro par, acercándose al cuerpo caído del boss—. ¡Y tú, Sheba, mala pécora! ¡Como le haya pasado algo malo a mi katana te mato!

—Oh, ¡cállate! —Sheba golpeó el suelo con la punta de la vara sin saber si enfadarse o reír—. Gracias a eso, el boss está muerto.

—El boss está muerto porque he estado recibiendo casi todos sus malditos golpes, muchas grácias por el mérito —exclamó Fenris con un suspiro.

—Ya, ya, dejad de llorar.

Shruikan arrancó la katana del montón de madera muerta. Entonces, algo captó su atención de entre los restos, y saltó del cuerpo del boss para acercarse al objeto esférico y brillante del suelo.

—¿Qué es eso?

Lo levantó. Era grande y esférico, un poco más pequeño que una pelota de fútbol, hecho de alguna especie de cristal o resina delgado y translúcido, con vetas de madera rodeándolo como si se tratase de una especie de red. En su interior, había una especie de neblina que se iba moviendo lentamente al mismo tiempo en el que despedía una luz azulada y pálida, la misma que salía del interior del boss.

—Eso es el drop especial —dijo el Knight, con evidente asombro—. Nunca creí que nos fuera a salir de verdad. A ver si va a ser cierto que tienes una suerte legendaria —añadió, girándose hacia Seras.

Semilla del Guardián corrupto —leyó Shruikan en la descripción del objeto—. Que bonito.

Entonces se escuchó el sonido de la puerta al abrirse.

Todas las miradas se centraron en el individuo que acababa de entrar con la vista fija en el suelo y que se quedó quieto como una estatua cuando se percató de su presencia allí. Era obvio por la ligera forma en la que las cejas descendieron sobre sus ojos que no esperaba encontrar compañía en ese lugar.

Un silencio tenso se apoderó de la calma del claro mientras al fondo, seguía sonando la música a toque de flauta y violín.
« Last Edit: November 27, 2014, 04:03:05 PM by Shruikan »
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"