Author Topic: neverland 1.1: you can (not) escape  (Read 113983 times)


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #165: September 17, 2015, 03:36:01 PM »
Capítulo 23: Egg hunt: Green dragon, red dragon




El Dark Knight abrió los ojos con sorpresa y luego alzó la cabeza hacia el nuevo dragón que rugía en el cielo. Era de un color rojo sucio, como patinado de bronce y con algunas púas y manchas en las alas de color negro formando patrones circulares.

El monstruo echó una llamarada hacia el suelo, sin descender y sin que pareciera importarle a quien le diera. Sheba llegó a tiempo de alcanzar al Beast Master y empujarle al suelo antes de que el fuego les pasase por encima. Desde allí, escuchó un crepitar, el sonido de piedra agrietarse, y le llegó el olor a hierba y cabello quemados.

Mientras tanto, el Dark Knight se había recuperado de la impresión inicial y trataba de decidir cual tenía que ser us siguiente curso de acción. La sonrisa le había desaparecido de los labios y alternaba la vista entre ellos y la bestia con odio. Tras su mirada escarlata, casi se podía ver como los engranajes de su mente trataban de idear un plan astuto.

Sin embargo, Sheba fue más rápida que su mente y conjuró un hechizo de rayo contra él antes de que actuara. El Dark Knight recibió el ataque de lleno y se sacudió con la descarga, retrocediendo peligrosamente en dirección al acantilado. Y antes de que lograra recuperarse, Sheba se acercó y le dio un golpe con el extremo del bastón, manejándolo como si fuera una maza.

El ataque le golpeó en plena cara y el otro giró el rostro por la fuerza y trastabilló. Pero su mano fue veloz y se agarró al arma, volviendo la mirada hacia Sheba en un gesto rígido y amenazador.

La Black Mage, casi únicamente por instinto, soltó el bastón y saltó hacia atrás. El otro había dado un mandoblazo rápido como el rayo en su dirección, cortando el aire allí donde había estado ella. Su extremo de la vara cayó y golpeó el suelo con un ruido seco de madera. Sin miramientos, el Dark Knight lo tiró por el peñasco, donde cayó dando vueltas como una hélice.

Viéndose sin arma y en un gran aprieto, fue el turno de Sheba de retroceder todavía más, empezando a sudar frío mientras el otro daba el primer paso en su dirección. Entones, un silvido rasgó el aire y un dardo fue a clavársele al enemigo en el abdomen, que soltó una corta exclamación de dolor.

Una vez dio en el objetivo, el Beast Master volvió a bajar la ballesta, resollando a pesar de irse recuperando de sus heridas poco a poco gracias a una poción. No tuvo tiempo de cargar el arma con un nuevo dardo, pero, ya que el dragón rojo aterrizó a su lado y levantó un golpe de aire que le hizo tener que sujetarse el sombrero y plantar los pies firmemente en el suelo para no salir volando.

Esa fue su perdición, ya que la bestia dio una vuelta sobre sí misma y le golpeó con la cola robusta, enviándole unos cuantos metros más allá.

Con su aliado fuera de combate, Sheba estaba indefensa delante del Dark Knight, que se rompió el extremo exterior de la saeta sin sacársela. Alzó la espada, y cargó contra ella como un relámpago.

Pero hubo otro acero que se interpuso con el suyo. El filo afilado de la katana de Shruikan, que había aparecido rauda como un rayo de entre los árboles, con Seras, Ulquiorra y Fenris siguiéndola más atrás.




—¡Tócale un pelo a Sheba y te mato! —le gritó, cambiando la postura de los pies y empujando lejos al otro.

Después, cambió la postura rápidamente, avanzando la pierna derecha y levantando la espada a la altura de los ojos, señalando con la punta en dirección al otro. El filo arrancó un destelló de luz.

Tras un par de segundos completamente inmóvil, se lanzó contra él con una tormenta de estocadas veloces que el otro consiguió parar, aunque se veía que le costaba más moverse igual de rápido que antes. La sangre emanaba de su herida en el costado, y la flecha se clavaba más cada vez que se movía.

Con un gruñido de frustración, el Dark Knight aprovechó un momento que sus espadas estaban entrecruzadas para activar una de sus técnicas. La espada blanca se cubrió de una brillo oscuro que terminó rodeándole el brazo entero. Gracias a eso, su velocidad volvió a aumentar e hizo una floritura con el arma en el aire antes de cortarle a la Samurai en el torso.

El ataque atravesó el peto de la armadura y llegó a la piel de debajo, aunque por suerte de forma bastante superficial. El metal quedó hendido por una linea clara y limpia en dirección horizontal.

Aunque el golpe no había sido particularmente poderoso, si lo suficiente como para que ella perdiera la postura y dejase un espacio abierto en su guardia, que se basaba en la ofensiva.

Otro movimiento brillante, y la espada enemiga le atravesó el abdomen de lado a lado sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

Shruikan ni siquiera gritó; sólo pudo elaborar una exclamación muda de sorpresa antes de apretar los dientes con fuerza. Aumentó la fuerza del agarre sobre la katana, que seguía en alto, y la esgrimió contra el otro en respuesta.

Ahora que él estaba más cerca, poco podía hacer para evitar el golpe. Y el Dark Knight tuvo suerte de que no le cortara la cabeza con esa estocada. Sin embargo, al echar el cuello hacia atrás, el filo del arma aún le alcanzó en la cara, rasgándole desde la mejilla derecha a la ceja izquierda. El corte le hirió el puente de la nariz y le tocó el ojo, e inmediatamente sacudió la cabeza con un grito, apartándose y retirando la espada del cuerpo de la otra.

Shruikan cayó al suelo de rodillas y trataba de mantenerse firme utilizando la espada como apoyo mientras la sangre se acumulaba a sus pies. El otro seguía sorprendentemente en pie; la sangre le caía en regueros anchos y abundantes, y el rojo contrastaba con la palidez de su rostro. Junto al color de sus cabellos y sus ojos era como si toda su cabeza estuviera ensangrentada.

Dispuesto a acabar lo que había empezado, hizo ademán de levantar el brazo armado. En su rostro había una mueca de odio terrible que consiguió que a Shruikan se le encogiera el corazón, atemorizada. Sin embargo, el miedo le duró poco cuando sintió un tirón en la pierna y algo la arrastró hacia atrás.

Hubo un estallido de luz y fuego y algo pasó por encima de ella, muy rápido. Notó que la tierra temblaba cuando una de las patas del dragón golpeó el suelo muy cerca de ella. Se hizo un ovillo como pudo y se protegió la cabeza, esperando que el monstruo por algún milagro no la aplastara.

Algo sucedía a su alrededor entre rugidos y olor a humo, y de pronto alguien la agarró por debajo de los brazos para levantarla. Gracias a eso consiguió ponerse en pie con esfuerzo, presionándose la herida del abdomen con la mano armada, sin soltar la katana. Reconoció enseguida el perfil de Sheba, que prácticamente la arrastró lejos de allí y del peligro inmediato del monstruo.

A la que estuvieron a una distancia segura, Shruikan volvió a dejarse caer en el suelo, quedando sentada y respirando con dificultad. Casi inmediatamente notó como algo se le quebraba contra la coronilla, como si le cascasen un huevo en la cabeza, y se desparramaba un líquido sobre ella.

—Au —exclamó, llevándose la mano a los cabellos pero el líquido no se le pegó a los dedos y daba la impresión de que se evaporaba en pocos segundos. Echó la mirada hacia atrás y vio a Ulquiorra con su cara de siempre.

—De nada.
—No me vengas con eso. Deja de lanzarme cosas por la cabeza de una vez.

Sin embargo, notó la mejoría casi al instante y el flujo de sangre disminuyó mientras recuperaba puntos de salud.

Volvió la mirada al frente; la batalla proseguía entre el Dark Knight, visiblemente debilitado, contra Fenris y Seras, que se arriesgaba dándole apoyo con su cuchillo. El Beast Master parecía que también había utilizado algún objeto de recuperación y volvía a estar de pie, pero no fue a combatir junto a ellos. Daba la impresión de estar haciéndole algo al dragón, que permanecía quieto delante de él.

Tampoco parecía necesario que interviniese, ya que su enemigo estaba cada vez más acorralado. El Dark Knight era consciente de ello, se le notaba en la cara ensangrentada y cada ve más marcada por la desesperación.

Gritó de rabia al desviar uno de los golpes de Fenris que, a pesar de que su arma era mucho más grande, retrocedió por el impacto cuando su arma fue empujada hacia atrás.

—Si no hubieseis aparecido —murmuró, con una ira helada —... Os mataré a todos.

Quien respondió a su provocación, fue el Beast Master en la distancia.

—Has perdido tu oportunidad.

Se escuchó el sonido del disparador y una saeta brillante cruzó el aire, clavándosele al otro en el pecho. La coraza cedió bajo la potencia con un crujido acompañado de una inhalación entrecortada cuando la punta perforó un pulmón.

Dio un solo paso atrás, ya demasiado cerca del borde del acantilado. Perdió el equilibrio, justo en el mismo momento en el que la figura del dragón verde volvía a aparecer desde a bajo, volando. Se detuvo a sus espaldas, con las alas extendidas de forma imponente.

El Dark Knight solamente pudo echar un vistazo antes de que el monstruo lanzara un mordisco en su dirección. Se escuchó un crujido mucho más alto que el anterior cuando los dientes perforaron la armadura y rompieron las costillas. Hubo un chasquido, un estallido de sangre, y medio cuerpo cayó por la empinada ladera de roca.

—Ahí te han dado, cabrón —dijo Sheba, en una muestra de crueldad poco propia de ella.

Pero sus problemas no se habían terminado. El dragón verde aterrizó al lado del otro, con el que pareció comunicarse durante unos momentos mediante gruñidos y los dios se volvieron hacia ellos de forma amenazante. Cualquier cosa que hubiese hecho antes el Beast Master para mantenerlos a ralla, había dejado de funcionar ahora.

Sin embargo, éste se interpuso entre ellos y los demás. Alzado entre las manos, se encontraba el enorme huevo, milagrosamente intacto.

—¿Esto es lo que queréis, verdad? —les gritó —. Es vuestro. ¡Llevároslo e id en paz!

Lo depositó en el suelo delante de los monstruos y retrocedió. El dragón verde avanzó de un salto y se puso encima del huevo en actitud protectora, alargando el cuello para rugir en amenaza, pero no atacó. Después bajó la cabeza para tocarlo con el morro, mientras el otro hacía lo mismo, olfateándolo.

Al final, la bestia verde tomó el huevo con mucho cuidado, guardándolo en la boca, antes de alzar el vuelo de un salto. El rojo tardó un poco más y se quedó mirándoles unos momentos. Sus ojos azules quemaban mientras parecía analizarles, tratando de decidir si comerles a ellos también o no. Terminó gruñendo, soltando una llamarada de advertencia y se fue.

Aliviados, el grupo observó como la silueta de los dragones se alejaba en el cielo hasta perderse en las montañas.

—No ha sido de las mejores excursiones al bosque, que digamos —comentó Shruikan. Nadie le dijo que no.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #166: September 24, 2015, 06:50:20 AM »
Y otro día menos! *tacha el calendario con satisfacción*


Capítulo 24: A la orilla del fuego





Había caído ya la noche, pero en vez de hospedarse en Eruyt Village como había sido su intención, terminaron en una cabaña en medio del bosque. Era sorprendente lo rápido que había pasado el tiempo cuando estuvieron bajo ataque, y a la que por fin consiguieron regresar al camino ya se estaba empezando a poner el sol.

El Beast Master les había invitado después de lo ocurrido y que hubiera quedado más que claro que no tenían intención de pelear, para que se recuperaran de sus heridas. Los otros no sabían a donde les llevaba, pero estaba claro que no hacia el pueblo.

—Soy N —se presentó, con un nombre que no habían tenido ocasión de comprobar en la agitación del combate.
—¿N? Vaya nick más raro —comentó Shruikan, comprobando su autenticidad con la omnitool —. ¿Es un diminutivo de algo?
—... Sólo llámame N.

Lo dijo con una sonrisa, aunque había un deje de tristeza en ella. No volvieron a hablar del tema, y N les guió a través del bosque, montado en su halla, a la que le había curado la pata poco antes de emprender la marcha.

La cabaña estaba algo alejada del camino, cerca de un riachuelo y de una pared escarpada no demasiado alta. La casa no era muy grande, aunque una vez dentro descubrieron que cabían todos con comodidad. Parecía estar hecha del único tocón de un árbol gigantesco, cortado tiempo atrás. El techo era de ramas, hojas y hierba seca, con forma cónica. En la parte más alta, había unas aberturas que hacían de chimenea y por las que empezó a salir el humo cuando se pusieron a preparar la cena.

Al preguntarle por la casa, N dijo que no la había construido él, que se la había encontrado allí y que lo único que había hecho había sido limpiarla y decorarla un poco. Quién la había construido, era un misterio incluso para él, pero por lo que decía llevaba abandonada ya mucho tiempo cuando la encontró.

Lo cierto es que a pesar de todo había conseguido darle un aspecto agradable y acogedor. Por fuera se veían las ventanas redondas y la puerta baja. Varios tiestos de flores y plantas (la mayoría de las cuales era medicinales y podían utilizarse en alquimia, como bien les informó Ulquiorra) decoraban los bordes de la casa y el alféizar.

Dentro, había un hogar central, situado por debajo del nivel del suelo, y era la única parte que no estaba hecha de madera pulida y barnizada si no de piedra. Varios utensilios a su alrededor servían para cocinar, y una rato después ya había una olla hirviendo sobe el fuego.

El mobiliario era mas bien escaso, la mayoría curvado para adaptarse a la forma de la vivienda: los muebles más grandes eran solamente una cama estrecha y un armario. Había varias encimeras que también podían utilizarse para guardar cosas en sus cajones, pero poco más. Para compensar eso, había una gran cantidad de ganchos en las paredes que servían para colgar cosas.

N los había utilizado básicamente para colgar tapices de colores a lo largo de la pared y que también adornaban el suelo junto con varios cojines cuadrados y planos. Había varios ganchos vacíos al lado de la puerta y que utilizó para colgar el sombrero y la ballesta al llegar, y ese rincón terminó acumulando todas las armas.

Sheba recordó en ese momento que había perdido su bastón y torció el morro, haciendo nota mental  de conseguir otro tan pronto como fuera posible.

Hablaron de muchas cosas, durante largo rato. N les contó sobre los dragones, Rathian y Rathalos, que su única intención había sido proteger sus huevos de los ladrones. Claro que eran peligrosos ya de por sí, y solían atacar a todo aquél que se acercase demasiado a su morada. Él había evitando que la gente pasara por allí, no sólo por su propia seguridad si no también para proteger el nido, algo que al parecer consideraba su deber moral.

—Debo daros las gracias por vuestra ayuda —les dijo cuando ya estaban cenando, inclinándose de forma respetuosa. Lo cierto era que una vez fuera de peligro y resueltos todos los malentendidos, había resultado ser un muchacho bastante alegre y educado, de sonrisa fácil y mirada brillante —. Si no fuera por vosotros, seguramente se me habrían escapado o hubiese muerto en el proceso. Espero que ahora os sintáis mejor de vuestras heridas.

Curarse había sido lo primero que habían hecho una vez terminada la batalla, pero fueron sólo primeros cuidados. Al llegar a la cabaña y encontrarse a salvo de monstruos, habían seguido con el proceso, aunque los que se encontraban peor habían sido Shruikan, Sheba y el propio N. Ulquiorra se ofreció a sanarles a todos, pero le convencieron de que era mejor guardar sus granadas curativas para el combate. Obviamente, tenía otros objetos con los que tratar heridas, como bien hizo en recordarles, pero no volvió a insistir. Si no le conocieran, dirían que estaba ofendido y todo.

—Tal y como estaban las cosas, doy las gracias por no haber terminado muerta yo. Que bien me podrías haber matado tú como ellos —dijo Shruikan. Parecía bastante recuperada a pesar de todo; cansada, sí, pero eso no le impedía devorar su plato de caldo de arroz con pescado y tomate, cortesía de Fenris. La verdad era que él cocinaba mejor que los demás.

N le dirigió una sonrisa de disculpa mientras él también seguía comiendo a su ritmo.

—Ese Dark Knight daba miedo —comentó Seras entonces, pensativa, revolviendo el plato con la cuchara.
—También parecía que le conocías de antes —añadió Sheba, la única que había sido testigo de la conversación entre ambos, lanzándole una mirada penetrante.

El rostro del otro se ensombreció y bajó la cuchara. Estaban sentados en círculo alrededor del hogar y el fuego era prácticamente todo lo que iluminaba la única estancia. Las llamas proyectaban una luz cambiante y las sombras danzaban en el rostro del Beast Master.

—Sí. Su nombre es Durza... y es una de las personas más malvadas que me he encontrado hasta ahora dentro del juego. —Su voz reflejaba el desprecio que sentía por ese hombre. Era curioso como N podía pasar de la amabilidad al odio en cuestión de segundos —.  Ha pasado varias veces por aquí, y siempre ha sido cruel tanto con las personas como con los animales. No se molesta en ocultar que disfruta matando y es astuto y vil. He conseguido echarle de aquí en muchas ocasiones, pero siempre vuelve con un nuevo plan cada vez.

—Parecía querer llevarse ese huevo. ¿Qué tiene que sea tan importante? —pregunto la Black Mage.
—Nada —respondió él, negando con la cabeza —. Sólo el valor al venderlo. Es un huevo de wyvern, difícil de conseguir porque los padres están siempre vigilando. Él ya había intentado conseguirlo un par de veces antes utilizando a sus secuaces, y había sido capaz de evitarlo... hasta ahora.

—¿Por qué? —La pregunta vino de Ulquiorra. Había sido el primero en terminar de comer, ya que sólo se había servido con lo justo y ahora se sentaba de rodillas, un poco alejado. Sus ojos verdes brillaban en la penumbra —. Viendo el funcionamiento del juego, se puede decir que el único propósito por el que ese huevo existe es, precisamente, para que alguien se lo lleve. ¿Por qué tratar de impedirlo entonces?

N puso mala cara, frunciendo el ceño. Era la misma expresión que tenía cuando se habían quejado de que nos les dejaba cazar la halla dorada. Parecía muy concienciado con el tema.

—Sólo porque una cosa esté ideada de un modo no significa que no pueda hacerse de otra forma. No me parece correcto que alguien trate de robar las crías de un animal sólo por dinero. Eso no está bien bajo ninguna circunstancia.

—Tu declaración es exagerada —insistió el otro —. Son datos. Programas. No están vivos de verdad y su único propósito es servir a la intención a que se les ha dado.

—Te equivocas —N parecía furioso, y sujetaba la cuchara con fuerza. Daba la impresión de que se contenía para no lanzársela al otro —. ¿Cómo puedes decir que no están vivos? Cuando los cortan sangran. Tienen miedo, hambre y sed. Sienten, piensan y aprenden. ¿Cómo eso no es estar vivo? ¡Son iguales que tu o yo aquí dentro, están tan vivos como nosotros! ¿Qué derecho tenemos entonces a tratarles como herramientas y objetos? Si el que los creó pensaba eso de ellos entonces esa persona es el mayor monstruo de todos.

Todos estaban más o menos sorprendidos por la pasión en sus palabras, aunque era raro verlo de forma tan evidente en el rostro de Ulquiorra. El Alchemist apartó la mirada, sin argumentos para seguir y murmurando algo ininteligible por lo bajo. No volvió a hablar hasta un rato después, sumido en sus pensamientos.

—Oye, que me harás sentir mal, ¿eh? —interrumpió Shruikan, relamiéndose los dedos sucios —. Me siento como una asesina en serie, tal y como lo pones. Pero bien tenemos que subir de nivel y hacernos más fuertes, ¿no? ¿De qué otra forma vamos a hacerlo si no?

—Matando jugadores. Así lo hice yo —dijo él, sin tapujos. Tras recibir varias miradas suspicaces, el Beast Master se apresuró a añadir —: claro que las circunstancias son distintas ahora, con el asunto de las vidas limitadas. La gente está más tensa. Tienen miedo de lo que pueda pasar y a la vez menos miramientos a la hora de actuar.

—¿Y tú no tienes miedo? —le preguntó Seras, con sinceridad —. Estamos todos atrapados al fin y al cavo.
—¿Miedo? No. —Negó con la cabeza, sacudiendo sus cabellos verdes —. En realidad estoy bastante cómodo aquí. No me importa mucho lo que pase fuera.

Los otros se dirigieron varias miradas silenciosas.

—Parece que no has tenido muchos problemas en adaptarte a la nueva situación —comentó Fenris. Había un algo en su tono de voz que tanto podía ser sarcasmo, admiración o sospecha —. No pareces muy preocupado al menos. Pero bueno, ¿que haremos mañana? Se suponía que íbamos a pensarlo al llegar a Eruyt Village, pero parece que no vamos a ir. ¿Alguien tiene un plan?

—Ir al norte. —Ulquiorra interrumpió su silencio para aportar esa idea. Antes de que alguien le preguntara, empezó a contar su plan —. Cerca de la zona de Sanctuary es donde se realiza la quest para los homúnculos de los Biochemist.
—¿Pero por qué quieres ir allí si todavía no eres...? Un momento. ¡¿Desde cuando eres Biochemist?! —Shruikan le señaló con un dedo acusador.

Ulquiorra parpadeó.

—Desde Columbia.
—!¿Y por qué no dijiste nada?!
—Pensé que os daríais cuenta enseguida.

La Samurai giró el rostro para buscar apoyo en sus compañeros, aunque no encontró demasiado. Las caras de Sheba y Fenris le decían que ellos ya se habían dado cuenta mucho antes y Seras tampoco parecía sorprendida. N sólo sonreía, ajeno al drama.

—Si vais de viaje, me gustaría acompañaros —dijo —. Como compensación por vuestra ayuda.
—¿Estás seguro? —preguntaron los otros, tras unos instantes de reflexión grupal.
El otro asintió. —No será tanto tiempo, además... Siempre me he preguntado como crean a los homúnculos. Tiene que ser muy emocionante.

Había verdadera ilusión en sus ojos, como la de un niño esperando recibir el juguete que había pedido por Navidad. Aceptaron, al final, siempre y cuando N prometiera no dar problemas innecesarios.

—¿Dónde tenemos que ir exactamente? —preguntó Seras, sacando el mapa en su Omnitool.

Ulquiorra se acercó y puso la punta del dedo sobre una montaña en la zona norte, solitaria y escarpada, al oeste de Sanctuary.

—A la Garganta del Mundo. Hará frío, así que mejor que llevéis ropa de abrigo.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #167: September 30, 2015, 03:49:31 PM »
~+18~



De repente el nuevo enemigo dejó de gritar como si estuviera poseído por un espíritu de la guerra, aunque no hizo ademán de bajar el arma y Kíli, con los ojos como platos pudo comprobar que se trataba de una chica. Una chica que tenía el pelo largo y dorado, tiraba más bien a esbelta y pequeñita, pero desde el suelo y herido como estaba, su presencia resultaba altamente aterradora.

—¡Tu nombre! —exigió imperiosa.

—¡Kíli! —respondió él como si estuviera siendo interrogado por un instructor militar.

Airin no había llegado a perder el conocimiento, pero el fuerte golpe la había dejado aturdida y mareada. Se sentó tras su compañero, apoyando una mano en su espalda mientras se llevaba la otra a la cabeza, tocándose el cráneo con cuidado.
La recién aparecida pareció desinflarse un poco, soltando el hacha y procediendo a revisarlos con su omnitool, observando después sus presuntos bots que rondaban por los alrededores.

—¿Estás bien? —preguntó el arquero en un susurro, girándose para agarrar la mano libre de Airin.

—Nuh. —murmuró ella cerrando los ojos frente al asalto de colores del paisaje.

La chica nueva parecía sentirse culpable aunque no hubiera sido ella la causante de sus heridas. Empezó una disculpa agachándose junto a ellos, pero en ese momento escucharon la voz alarmada de Fíli llegando a todo correr. Con los bigotes aún alborotados se apresuró a examinar el brazo herido de su hermano, y después se apartó un poco, posando una mano con suavidad sobre la cabeza maltratada de su compañera.

—¿Estáis bien? —preguntó con preocupación evidente.

Airin negó de nuevo en silencio, y Kíli sonrió contrito y dolorido. El knight se mordió el labio inferior y estiró de uno de sus bigotes con impotencia.

—Toma, lo necesitáis —habló la desconocida tendiendo unas cuantas pociones de cura hacia él.

—¿Eh? —Fíli arqueó las cejas sorprendido.— Y esto... ¿por qué?

La chica no pareció tomarse muy a bien el ser cuestionada y sacudió las pociones frente a él.

—Uno, porque lo necesitáis, dos, porque les he robado el monstruo y tres, porque sí.

El rubio ni siquiera tuvo la posibilidad de negarse porque la chica (Neko, había visto su nick), insistió con cierta violencia. Los heridos se encogieron ligeramente ante la mención de estampar algo más y finalmente se repartieron las pociones de cura. Pero entonces desde detrás de los árboles hizo aparición alguien que bien podría haber sido Rambo desatado en un ataque de ira, lo que hizo que Kíli se atragantase del susto y Fíli se lanzase sobre él intentando protegerlo de un peligro que no existía realmente. Hasta la chica de pelo dorado se puso en guardia, pero Airin parpadeó cansinamente mientras daba otro trago de su botella, esperando con pereza las imprecaciones del gunslinger.

—¿¡Dónde coño os habíais metido, panda de…!? —y ahí estaban, con su dueño arrugando la nariz y probablemente rascándose el trasero, ofendido.

Airin aprovechó para echar un vistazo a su omnitool y escanear nicks al ver que la otra muchacha bajaba los puños y no parecía que fuera a haber pelea inminente, mientras los dos hermanos se volvían a sentar carraspeando e intentaban recuperar su apariencia de personas normales. Pero algo le hizo girar la cabeza tan rápido que el mareo estuvo a punto de volver.

—¿Pip? —preguntó Neko con tono incrédulo— ¿Bernadotte?

« Last Edit: October 12, 2018, 05:19:26 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #168: September 30, 2015, 03:54:39 PM »
VENGO CORRIENDO. YA PONDRÉ AVATARES :v omg cuanta gente, es el día 12 HA LLEGADO. Bosses: 1, 2


43. Equipo amarillo. Aceptamos rubios


Era una mañana tranquila en la base de los Crimson Raiders. Nadie había prendido fuego a la cocina, no había explotado ningún laboratorio y parecía que las mejoras que Firehawk esperaba de parte del equipo de mecánicos, que cada día crecía un poquito más, iban viento en popa.

La mujer estaba respirando el aire helado de Sanctuary, justo en la entrada de la Guild, con una mano en la cintura.

—Aaah, me gusta cuando las cosas van bien. —dijo la mujer, bajando las gafas de sol que tenía apoyadas en la cabeza para que le tapasen los ojos.

—Si fueran tan bien, no estaríamos aquí dentro. —se oyó una voz detrás de ella.

Lilith no tenía que girarse para saber quién era. Con los nuevos reclutas era un poco más difícil seguir la pista de todos los miembros de la Guild, pero a aquel lo conocía bien.
Ella rió, cruzándose de brazos antes de mirarle de soslayo, por encima de su hombro ligeramente levantado.

—Estarías en la estepa, cazando monstruos para practicar tu puntería, soldado.

El suspiro de Nightwing fue sutil, pero la forma suave en que negó la cabeza no pasó desapercibida. Una sonrisita cariñosa se apoderó de sus labios antes de cambiar la expresión por una más neutral y dar los pocos pasos que le separaban de ella para unirse a su observación de la ciudad.

—O ahí dentro jugando a cartas con los demás. —continuó ella.

—O en mi casa, durmiendo. O tal vez trabajando, ahí fuera. Que me guste el juego no significa que este sea el mundo donde quiero vivir.

Lilith chistó, asintiendo con la cabeza para darle la razón. Lo que más le disgustaba del asunto no era estar dentro del juego, era que le hubiesen arrebatado su poder de decisión. Pero saldría de ahí a como fuera posible.

Se quedaron unos minutos en silencio antes de hablar suavemente sobre la manera en que los nuevos miembros cambiaban la dinámica de la Guild, las necesidades de la misma y las misiones en las que se encontraban los Crimson Raider que no se hallaban en Sanctuary en ese momento.
La gran mayoría de los novatos se encontraban fuera, casi todos acompañados de algún miembro de alto rango y experiencia en el juego, pero justo ese día casi toda la Guild estaba en casa.

—Será mejor que reforcemos el sector norte, los monstruos cada día se acercan más a la ciudad.

Lilith estaba a punto de afirmar y proponer un nuevo turno de rotaciones cuando sintieron la explosión antes de oírla.
Los dos miraron instintivamente hacia el lugar de donde provenía la sacudida y el ruido. Pronto más gente empezó a salir de la Guild y no tardaron en ver la cabeza de un monstruo colosal asomándose por encima de los edificios, en el horizonte.

El monstruo era blanco y cuando abrió la boca para rugir enseñó sus dientes afilados. Parecía que de repente hacía más frío en Sanctuary.

—¿Pero qué? —preguntó Lilith antes de ser interrumpida.

El monstruo terminó su rugido y se dejó caer sobre las patas delanteras. Su larguísima cola, cubierta de hielo y escarcha ondeó tras él y de un latigazo derribó el piso superior de un edificio.

—¡Nos atacan! —gritó una chica que entró a la base de la Guild con las manos en la cabeza, sólo para salir cinco segundos después con un garrote gritando y sacudirle a una bola de nieve demasiado grande y saltarina.

—¡Boss y séquito! —gritó Nightwing, activando su omnitool para poner en marcha una estrategia básica y dar las órdenes precisas a sus compañeros de Guild—. Es de hielo.

—Entonces, ¡es mío! —gritó Lilith, sacando pecho, con una sonrisa ladeada en sus labios.

Había dado dos pasos antes de empezar a correr, aunque no le dio tiempo a alejarse cuando Nightwing gritó que esperase.

—Otros miembros dicen que hay un segundo Boss en el otro lado de la ciudad y que se acerca rápidamente. Es un reptil de agua y es rápido. No puedes ir hasta allí sin refuerzos.

—¡Maldita sea! —gritó Lilith, notando un escalofrío recorrerle la espalda— Bien, pues me pido el primero.

—Pero da más XP… —se quejó Dick mientras acababa de leer los mensajes que aparecían en el chat de la Guild.

Otros miembros de alto nivel se habían agrupado alrededor de la puerta de la Guild y defendían su sede, esperando a que los líderes decidieran cual era el plan a seguir.

—Separémonos en equipos: ¡Equipo rojo! —dijo Lilith.

—Equipo azul —contestó Nightwing después de arrugar la nariz.

El coloso de hielo se había quedado en el borde de la ciudad, invocando varios monstruos de tipo hielo e inundando la ciudad con ellos.
La gente había empezado a gritar en que equipo querían estar cuando apareció el monstruo de agua, un reptil mutante gigante y azul, pegado a una de las casas. Siseó antes de bajar rápidamente y justo cuando el bicho había echado la cabeza hacia atrás, preparando un ataque de agua y Nightwing se había movido para proteger a Lilith de un ataque que podría matarla un borrón saltó desde un lado, golpeando al monstruo en la garganta.

El monstruo cayó hacia atrás. Encima de sus escamas chispeaban rayitos amarillos.

Lilith apartó a Nightwing de un empujón, quería a quien hubiese hecho eso en su equipo.

—¡Mío, equipo rojo! —dijo ella.

—¡No, para el equipo azul! —dijo Nightwing, casi inmediatamente.

La sombra agazapada de su salvador se irguió y dos jugadores más aparecieron tras ella. Eran Neko, Starkrimson y Crane, preparados para la guerra.

Milo ya tenía la guitarra en alto y Crane se acababa de equipar uno de sus trajes más vaporosos. Neko apretó el puño enguantado y dio un paso hacia el Boss de agua, que seguía aturdido en el suelo.

—¡Ey, espera! —dijo Lilith— Antes de atacar… ¿en qué equipo estás?

Lilith se cruzó de brazos y levantó una ceja y Nightwing le sonrió suavemente. La chica del garrote pasó gritando mientras blandía su arma a diestra y siniestra, hubiera o no enemigos delante.

Neko sonrió de vuelta y la falda de colegiala ondeó sobre sus muslos.

—Equipo amarillo —declaró mientras se ajustaba el guante a la muñeca y añadía con tono juguetón—. Aceptamos rubios

Uno de los healers dio un paso adelante para unirse al grupo, pero Lilith le puso la mano en el pecho.

—¡Claro y te quedas con todos los clerics! —gritó Lilith mientras Neko se reía desde su lugar, empezando a invocar a Atom.

Equipaje, el baúl con patas que Neko había atrapado unos pocos días antes, salió de dentro de la Guild a la carga, persiguiendo monstruos de nieve.
Tiró a uno de espaldas al suelo y lo lamió y mordió como si de un helado se tratase. En un momento dado paró su ataque para sacudirse como si se le hubiera congelado el cerebro, antes de saltar hacia otra bola gigante, con la lengua colgando y sus patitas musculadas en perfecta sincronización.

El boss de hielo rugió otra vez antes de cargar contra otro edificio, al parecer aburrido por la poca acción. El de agua se empezaba a levantar, sacudiendo la cabeza para quitarse el estado de aturdimiento de encima.

—¡De acuerdo, Crimson Raiders! —exclamó Lilith para toda la Guild a través del chat, antes de dar una palmada al aire— ¡Se acabó la guasa, a trabajar! ¡Magos de fuego, summoners con ataques de fuego, snipers con balas de fuego! ¡Cualquiera que pueda servir para derrotar el coloso de hielo, conmigo! ¡Equipo rojo!

—¡Primeros niveles cerca de la puerta, os encargaréis del séquito! —Nightwing indicó un par de healers y tanques de nivel alto que hicieran de niñeras y después continuó con las órdenes—. ¡Segundos niveles, limpiad las calles! Cualquiera de tercer nivel que no le sirva a Lilith, conmigo! ¡Equipo azul!

—¿Y los demás tanques, buffers y healers, qué hacemos? ¿Equipo amarillo?—preguntó un chico al fondo, levantando un bastón.

—¡Repartíos! ¡Tenéis experiencia, ya sabéis cuando hay gente suficiente en algún lado! El boss de hielo tiene nivel más alto, Lilith necesitará mayor cobertura.

Lilith esperó a tener a todo su equipo alrededor antes de inflar el pecho y salir a pisando fuerte de la base de la Guild. Algunos segundos niveles ya se habían desplegado por las calles, pero una de las avenidas principales seguía colapsada por muñecos de nieve y bolas saltarinas.

—¡Jefa! Sería mejor ir por otro sitio… —sugirió Notathief, que titubeó al ver la expresión de Firehawk.

—No será necesario —dijo ella con autosuficiencia, levantando la mano despacio antes de bajarla con fuerza.

Flechas de fuego bajaron del cielo, cortando el aire a su paso, ganando velocidad antes de chocar contra los monstruos que se chocaban unos con otros mientras se derretían.
Ver la nieve arder siempre le producía algún tipo de satisfacción oscura.

—Adelante, equipo —masculló Lilith, continuando con su camino hacia el gigante de hielo.

Darkguardian rió sutilmente con un dedo sobre sus labios antes de levantar una ceja hacia Notathief.

—Mira que es presumida… —murmuró el stalker antes de despedirse a la elementalist a su lado con algo parecido a un saludo militar—. Mejor me voy al otro equipo.

—Si no te das prisa, no te dejaran nada. —le avisó Darkguardian antes de seguir los pasos de su jefa.

El stalker se trepó a una de las casas por la cañería, evitando el grueso del séquito al saltar de tejado en tejado hasta llegar a la plaza donde el boss de agua había arrastrado al equipo azul… amarillo. ¿Verde?

Atom inmovilizaba al bicho, agarrándolo por el cuello, pero el monstruo estaba enroscado alrededor del robot y parecía a punto de soltarse de su agarre. Mientras, otros elementalists con electricidad, lo debilitaban con sus ataques.

Los tanques se estaban dedicando a proteger la zona de cualquier monstruo pequeño que intentase acercarse y los de apoyo tomaban turnos para que todo el mundo estuviera en su mejor forma.

—Todo controlado por aquí… —murmuró él, trepándose a lo más alto de una chimenea para informar a sus compañeros de la situación general vía chat.

Los Crimson Raiders siempre habían funcionado como una máquina bien engrasada y aunque las nuevas piezas aún tenían que encontrar su lugar, parecía que estaban encajando perfectamente una detrás de otra.
Locke sólo esperaba que siguiera siendo así por mucho tiempo, si querían sobrevivir todos.
« Last Edit: August 30, 2020, 09:48:47 AM by Neko »


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #169: October 17, 2015, 05:50:36 PM »
Capítulo 25: Montañas y monstruos





—Joder, me estoy congelando —se quejó Shruikan, con los dientes que le castañeteaban y tiritando. Escondía las manos debajo de las axilas para protegerlas del frío, aunque eso era prácticamente imposible.

El viento soplaba con fuerza; nevaba y los copo se clavaban en la piel como agujas de hielo.

—Estas escaleras no se terminan nunca —dijo Fenris, más atrás. Tenía que alzar la voz para que se le oyera por encima del clamor del viento. Tenía un brazo levantado para protegerse los ojos.

Habían llegado a la Garganta del Mundo el segundo día de viaje. Habían decidido tomarse su tiempo, de modo que el día anterior sólo llegaron hasta Prorencia. La montaña no estaba muy lejos de la ciudad, así que se habían imaginado que no sería una travesía muy complicada.

No se esperaban que una vez en la Garganta del Mundo tuvieran que subir siete mil escalones en medio de una ventisca.

—¿Alguien lleva la cuenta? —preguntó una de las chicas. Era difícil de decir quien con ese viento.

—Entre unos... 5713 y 5740, creo —respondió N. Tenía la nariz roja debajo del sombrero y soltando volutas de vapor con cada resoplo. Había dejado su Halla a los pies de la montaña para que no pasara frío.

Al principio había sido algo tolerable, incluso hacía sol. Pero a medida que iban subiendo el clima había empeorado.

—Nunca había tenido tanto frío dentro de un juego. Creía que no era posible —dijo Sheba, que temblaba incontrolablemente.

La cosa mejoró un poco cuando Ulquiorra volvió de su posición de avanzadilla y les repartió pociones de resistencia al frío para todos.

—Ya nos las podrías haber dado antes —se quejó Shruikan, sintiéndose mejor tras haberse tragado el líquido rojo. El efecto era parecido a tomar un trago de alcohol fuerte pero sin perder lucidez de mente, y el calor se extendía por todo el cuerpo.

—Dijisteis que estabais listos. Asumí que tendríais vuestras propias pociones, pero veo que me equivocaba.

Ulquiorra se mantenía impasible en el viento y la nieve. Su abrigo blanco y su piel pálida hacían que se confundiera con el entorno si se le miraba desde cierta distancia. Sus ojos brillaban como siempre, pero, y en ese lugar resultaba algo siniestro.

—Teníamos, pero el efecto no ha sido suficiente para subir hasta aquí. No creíamos que la montaña fuera tan alta —explicó Sheba.

A su lado Seras asintió. Ella había sido quien había comprado las pociones, pero había calculado mal y la duración había sido demasiado corta para el camino que tenía que ascender. Ni siquiera N lo había medido bien, ya que como les había dicho en cierto momento, no estaba acostumbrado a los viajes tan al norte.

—Hemos recorridos unos dos tercios del camino aproximadamente —explicó el Biochemist cuando le preguntaron si faltaba mucho  —. El terreno no es tan escarpado más adelante, aunque el clima se mantiene. Además hay monstruos: espectros del hielo, lobos de las nieves y troles.

—No parece algo difícil de manejar —dijo Sheba, sacando su bastón. En Prorencia había tenido la oportunidad de comprar uno nuevo para reemplazar el que había perdido. Era diferente al anterior, de metal, con un tono entre cobre y dorado. Tenía un cristal claro e iridiscente en la punta y varias zonas estaban gravadas con filigranas en espiral.

—Las criaturas de esta zona son débiles al fuego. Estad atentos.

El último tramo de la ascensión no fue tan rápido como hubiesen querido. La ventisca les dejaba con poca visibilidad y había zonas en las que los escalones se hacían difíciles de discernir. Además, Ulquiorra no les había engañado y los monstruos les atacaban con frecuencia, silenciosos como sombras. No les veían venir hasta que ya se les lanzaban encima.

Finalmente, las escaleras se terminaron. Llegaron delante de una enorme puerta de piedra, grabada con relieves decorativos erosionados por el viento y el tiempo.

—¿És aquí? —preguntó Seras, que poco a poco iba volviendo a volviendo a notar el efecto del frío en la punta de los dedos.

—Sí —respondió Ulquiorra —. Es el refugio de los Barbas Grises, que poseen el conocimiento secreto de la creación de homúnculos. El Laboratorio de la Big MT.

Pese a lo grande y pesada que era, la puerta se abrió sin esfuerzo cuando la empujaron. Ni siquiera hizo ruido salvo un ligero y grave chirrido. El interior estaba oscuro y no se veía nada a primera vista  por el contraste de luz, aunque había antorchas ardiendo en las paredes.

Cuando las puertas se cerraron detrás de ellos, era difícil decir si dentro hacía igual de frío que a fuera o por contra era más cálido, aunque extrañamente más húmedo.

Una sola persona salió a recibirles. Llevaba una pesada túnica gris oscuro, con adornos de metal colgados en el cuello. Tenía el rostro oculto tras una capucha, pero por la obertura se llegaba a ver una barba canosa y espesa.

El hombre susurró algo. Ulquiorra iba delante, y avanzó más para escucharle. El encapuchado habló con él unos momentos, sin alzar el volumen de voz en ningún momento y sólo el Biochemist le alcanzó a oír. Pareció que le preguntaba algo, porque Ulquiorra lo único que dijo fue un firme y escueto “Sí”.

Entonces, el viejo se dio la vuelta y les hizo señas para que le siguieran.

—Este lugar no tiene mucha pinta de laboratorio —comentó Shruikan, mirando a un lado y a otro, donde sólo había viejos muros de piedra fría y oscura.

Por el camino se cruzaron con otros sujetos encapuchados. Ninguna palabra fue dirigida hacia ellos, pero casi podían sentir el peso de su mirada invisible mientras se alejaban.

Llegaron a unas escaleras de caracol que les hicieron bajar. Era un poco claustrofóbico, con los mismos muros de piedra oscura que reflejaban la luz de las antorchas como si fueran de cristal.

Y al final, tras descender durante lo que pareció una eternidad, llegaron a una obertura por la que salía tanta luz de un azul pálido que se quedaron deslumbrados por unos instantes. Y cuando recuperaron la vista y vieron lo que había más allá, se les quedó la boca abierta.

Delante de ellos había una sala enorme que parecía tan alta como la montaña misma, y en la que arriba del todo brillaba un cielo estrellado propio. Abajo, pero, la piedra que conformaba el suelo y los pilares que sostenían la construcción brillaban con una intensa luz. Por toda la sala había montones de grandes y altos tubos llenos de líquidos de todos los colores (algunos incluso con algún bichejo dentro), tuberías que escupían vahos de vapor y máquinas y aparatos imposible de saber para que servían.

—Vaya —fue la exclamación de Sheba que resumió bastante bien sus impresiones.

El encapuchado no les dio tiempo a recuperarse de la impresión y siguió abriéndoles paso, con Ulquiorra siguiéndole el paso y que en ningún momento habría despegado los ojos de su espalda.

Andaron un buen tramo en línea recta hasta que llegaron bajo una gran esfera flotando en medio de un lago lleno de un líquido espeso y cerúleo. Estaba unida a tierra por una ancha escalera, a los pies de la cual su guía se detuvo. Volvió a dirigirse a Ulquiorra en susurros, tras los cuales el otro simplemente asintió y después se giró hacia los demás.

—Debo subir allí arriba.  El acceso está restringido sólo a los Biochemist, así que tendréis que esperar aquí.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó la Samurai, poniendo los brazos en jarras.
—El homúnculo. Es un proceso secreto.
—¿Así que no se puede ver? —preguntó N, decepcionado —. Que pena.

—Volveré enseguida —dijo mientras empezaba a subir las escaleras.

Pues bien, había pasado hora y media y Ulquiorra aún no daba señales de vida.

—“Volveré en seguida” y un cuerno —masculló Sheba, sentada en las escaleras, aburrida y hastiada a más no poder.

A su lado, Fenris estaba tan callado que bien podría haberse quedad dormido. Los otros tres se habían levantado hacía un rato para ir a curiosear por el lugar. Se podía ver a Seras y N contemplando una hilera de tubos y hablando con su encargado. Shruikan se había separado de ellos antes y no se la veía por ningún lado hasta que apareció de un salto delante del par en las escaleras.

—¡Tachán! —exclamó con los brazos alzados. Llevaba una máscara extraña y fea de metal merde cubriéndole la cara y una capucha de con dibujos de espirales.

—¿Qué rayos es eso? —preguntó Fenris.
—No lo sé, la he encontrado por ahí —respondió ella, alzándose la máscara —. Pero es un objeto raro y mola, ¡no voy a dejarlo tirado para que se lo quede otro!

Sheba y Fenris encontraron miradas mientras ella se sentaba, canturreando feliz por su nueva adquisición. Un par de minutos más tarde, echó un vistazo por encima del hombro.

—Sí que tarda, ¿no?
—Y que lo digas.
—Es peor que una mujer en el baño —fue el comentario desacertado de Fenris, que terminó recibiendo las protestas de sus compañeras.

—¿Qué ocurre aquí? —preguntó Seras cuando llegaron con N y vieron como los otros tres se dedicaban a pellizcarse mutuamente.

—Nada, que Ulquiorra no sale —dijo Sheba, frotándose el brazo dolorido.
—A lo mejor le ha pasado algo.
—Se acabó, voy a llamarle.

Shruikan trasteó con su Omnitool para iniciar la llamada de voz. Ulquiorra tardó un rato en contestar.

¿Qué pasa?
—Eso digo yo. ¿Tú qué, se puede saber qué haces? —le reprochó la Samurai.

De nuevo, silencio.

Es... complicado.
—¿El qué, hacer el homúnculo?
No, ya lo tengo aquí, pero... me pide un nombre.

Los otros se miraron entre ellos.

—No me digas que has estado todo este rato decidiéndote por un nombre.
Aún no lo he decidido.
—¿Qué más da? —gruñó Fenris, poniendo los ojos en blanco —. Cualquiera estará bien.

No. —La réplica de Ulquiorra sonaba firme incluso al otro lado de la llamada —. Tiene que ser adecuado.

—Ay, señor. A ver, que te doy ideas. —Shruikan levantó los dedos —. Kerumato, Frufrú, Topler, Zanahoria...

—¿Cómo es el homúnculo? —interrumpió N, inclinándose sobre la Samurai —. ¿A qué se parece?

Ulquiorra tomó aire un par de veces a juzgar por si respiración y respondió:
Un murciélago.
—Ahí lo tienes. —N sonrió, satisfecho —. Si parece un murciélago, llámale así.
—¿Eso no es un poco insulso? —comentó Shruikan, un tanto escéptica con la idea, pero a Ulquiorra pareció gustarle.
Tiene sentido.

Después de eso terminó la llamada.

—¿Seguiste esa lógica a la hora de llamar Halla a tu halla? —La Samurai levantó la cabeza para dirigirse al otro.
—Sí. Poner un nombre a un animal es una señal de posesividad. No se debería objetivizar algo que no nos pertenece. Eso es anteponernos a su voluntad y restringir su libertad de ser.

La Samurai negó enérgicamente con la cabeza.

—Tío, tu estás muy mal. Si los animales no pueden hablar, ¿cómo vas a saber como se quieren llamar?
—Precisamente.
—Menuda chorrada más grande —comentó Fenris.

Antes de que la discusión fuera a mayores, Ulquiorra por sin salió del cubículo. Sobre el hombro llevaba una criaturita que efectivamente se parecía a un murciélago. Tenía las orejas grandes y el pelaje negro a excepción de un manojo blanco que le crecía alrededor del cuello. Lo más curioso pero, era que sus ojos amarillos y perezosos se parecían mucho a los de su sueño.

—Hombre, ya era hora —dijo Sheba, poniéndose de pie y desperezándose.
—Que cosa más mona. —Seras se acercó para inspeccionar el homúnculo, que olfateó con curiosidad —. ¿Murciélago al final?
—Sí. Murciélago.

El animal les miró, y en sus ojos abría un brillo sumamente inteligente.

"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #170: November 08, 2015, 05:06:02 PM »
Capítulo 26: No es oro todo lo que reluce





Al día siguiente, Naoya llamó.

Hola, “socios”. —Su tono era tan condescendiente al pronunciar la última palabra que cualquiera diría que le estaba hablando a un puñado de niños —. Veo que aún estáis vivos y... con nuevas adquisiciones.

Casi parecía más interesado en el homúnculo de Ulquiorra que en N, a quien a penas le hecho un vistazo desde el holograma.

Has conseguido el homúnculo; bien, bien. Cuando vuelvas le podremos echar un vistazo... —Su tono aterciopelado, daba a pensar que ese vistazo poco tenía que ver con atusarle el pelo al animal —. Pero vayamos al grano. Tengo trabajo para vosotros.

—Pues espero que sea mejor que el último —comentó Shruikan, de brazos cruzados y dedicándole una mirada llena de suspicacia. Naoya le respondió con una simple sonrisa de suficiencia y siguió hablando.
—Estáis en Prorencia, ¿cierto?

Habían pasado de nuevo allí la noche después de regresar de las montañas y pasarse lo que quedaba de la tarde haciendo el tonto por la ciudad. Fue un rato que disfrutaron, buscando los entretenimientos absurdos que ofrecían los NPC a los jugadores y gastando sin pensar el dinero que tenían (que gracias a la gestión de Ulquiorra, no estaba tan mal como antes). Quizá el que se había mostrado más entusiasta había sido N, que se abría cada vez más a ellos a medida que pasaban las horas. Descubrieron que era fácil hacerle sonreír, como a un niño. No habían dejado ni un rincón de la ciudad sin explorar.

Necesito que vayáis a un sitio. No está muy lejos, a cierta distancia hacia el oeste, cerca de las montañas.
—¿Y qué hay que hacer? ¿Matar un monstruo otra vez? —preguntó Fenris, cuya actitud y semblante eran muy parecidos a los de Shruikan.

Naoya se rió, haciendo un gesto de desdén con la mano.

Ni siquiera eso. Veréis, en esa zona hay un valle, oculto entre las montañas. Allí solía aparecer un boss de zona custodiando un tesoro, pero prácticamente desde que el GM cerró el juego que no ha vuelto a salir. Quiero que vayáis y descubráis que ha sucedido con él.

—Suena demasiado fácil. ¿Dónde está la pega? —Sheba no se fiaba, sobretodo después de lo que habían pasado con el primer encargo recibido de Naoya, en el que éste les había enviado aún sabiendo que seguramente iban a morir.

El Summoner le lanzó una sonrisa ladina.

Ah, la pega. Siempre debe haber una, ¿verdad? —Se rió —. Lo cierto es que aunque el boss no aparezca, sí parece que hay algo que ha estado matando a todo aquel que se ha acercado a la zona. Algo que seguramente esté relacionado con el suceso, así que también os corresponde descubrir que es. Al fin y al cabo, se os da bien sobrevivir a situaciones adversas, ¿no es así?

Después de eso, terminó la llamada, sin darles tiempo a decir nada más. Era obvio que daba por hecho que iban a cumplir su petición por mucho que protestasen... con lo que no se equivocaba demasiado.

—¿Quien era? —preguntó N con el ceño fruncido.
—Naoya —bufó Shruikan —. Nuestro “socio”.
—Nuestro negrero, dirás —la corrigió Fenris con todo el cinismo del que era capaz.

El Beastmaster sacudió la cabeza.

—No me gusta. ¿Por qué estáis con alguien así?
—Eso me pregunto yo. —Sheba suspiró —. Vamos, te lo contaremos por el camino.

Hicieron las últimas preparaciones y abandonaron Prorencia, dirigiéndose al oeste. Bien equipados y con fuerzas tras el descanso, el camino no se hizo demasiado largo hacia la formación montañosa que se encontraba al oeste de la ciudad. Desde luego, no era nada comparado con la caminata que se hicieron ayer hasta la Garganta del Mundo.

—Tu homúnculo es la mar de mono —comentó en cierto momento Seras, que parecía haberse encariñado rápidamente del animalillo. N también lo miraba mucho, aunque no parecía atreverse a acercase demasiado a su dueño ahora que conocía sus orígenes).

Murciélago le devolvió una mirada perezosa a la chica y Ulquiorra no dijo nada. Casi ni parecía darse cuenta de que le estaban dirigiendo un comentario positivo.

—Ya no queda mucho —dijo Shruikan, mirando el mapa. Naoya le había mandado las coordenadas del lugar al que tenían que ir —. No más de media hora, creo. És entre esos dos picos de allá.

El resto de la ruta fue bastante apacible. No se desviaron mucho del camino así que no se encontraron demasiados monstruos hasta que ya finalmente se dirigieron al interior estrecho del valle, que era como un gran pasadizo entre dos paredes de roca irregulares.

Pero ni siquiera allí encontraron monstruos al acecho, y eso era raro. Podían ver perfectamente algunos en las cimas de los riscos o en los alrededores, pero el valle en sí estaba desierto.

—Que raro... —murmuró Sheba, mirando alrededor, pero en esa zona no parecía haber ni una sola criatura hostil. Por lo general, donde había un boss de zona siempre solían aparecer muchos mobs. Que no hubiera ninguno podía ser buena señal para ellos... o una de muy mala.

El valle proseguía, estrechándose un poco para volver a ensancharse a medida que iban avanzando. En esa zona empezaron a encontrar viejas ruinas de piedra gris, paredes que no se alzaban más de medio metro del suelo. Fueron creciendo en altura a medida que seguían adelante.

—Esto está muy tranquilo.

Murciélago daba vueltas a su alrededor y prácticamente el único sonido que les acompañaba era el aleteo de sus alas membranosas y la música de fondo. No había ni un pájaro cantando en las cercanías.

—¿Qué es eso?

Un destello entre las rocas llamó la atención de Seras, que se desvió a la derecha y se agachó al borde de una pared, buscando entre los matorrales. Después soltó una exclamación de sorpresa.

—¡Aquí hay oro!

—¿Oro? —La cabeza de Shruikan se volvió inmediatamente en su dirección.
—Sí, varias monedas. Pero por alguna razón no puedo cogerlas.

Sus dedos parecían resbalar sobre la superficie de las monedas, que ni siquiera de movieron del suelo. Un sonido estridente que salía de la nada les indicaba que esa acción no era realizable.

—A ver, déjame probar —dijo la Samurai, agachándose a su lado pero sin más éxito que su compañera.
—Hay más en los alrededores —anunció Ulquiorra. Murciélago revoloteaba un poco más adelante, parándose unos momentos en un sitio, luego en el otro, y emitiendo un chirrido suave y corto entre uno y otro —. El antiguo monstruo que habitaba este lugar era un dragón malévolo que custodiaba un enorme tesoro.

—¿Un dragón? No sé de qué me suena esta historia...
—Sí —prosiguió él —. Como Naoya ha dicho, dejó de aparecer poco después del encierro. Su tesoro perdura, aunque sin monstruo que derrotar no se puede acceder a él.

—Pues vaya gracia —comentó la Samurai, poniendo los brazos en jarras y mirando los montoncitos de oro con anhelo —. Tanto oro a la vista ni no poderlo coger...
—¿Por qué siempre hay que matar algo para quedarse con lo que es suyo? —preguntó entonces N, planteándoles un importante dilema moral mientras oteaba alrededor con renovada suspicacia.

—Sigamos avanzando. Puede que más adelante encontremos alguna pista de lo sucedido con el monstruo.

Sheba no se mostraba para nada inquieta. Más bien ponía cara de querer terminar con eso cuanto antes y volver rápido a Prorencia, lo que fuera para no sentir que estaba trabajando para Naoya. Todos aceptaron sus palabras y prosiguieron. Sin embargo, las sorpresas no habían terminado, y más adelante empezaron a encontrar formaciones cristalinas de un material desconocido, rojo como la sangre y brillante.

—Esto no debería estar aquí —comentó Ulquiorra, quien después de preguntárselo tampoco sabía de que clase de objeto se trataba.

—¿Qué quieres decir com eso? —preguntó el Beast Master. Alargó el brazo e iba a tocar el misterioso cristal, pero el Biochemist se lo impidió agarrándole firmemente de la muñeca.
—No lo toques —le advirtió. Una advertencia que iba apara todos.

—Hay algo... maligno en ellos —reconoció Fenris, que contemplaba el rojo con desagrado.

Todos podían notarlo. El misterioso cristal irradiaba una energía desagradable que parecía susurrar palabras oscuras en las profundidades de la mente. No parecía sensato acercarse mucho a ellos.

—Los perduscos estos son nuevos, ¿verdad? —lle preguntó Shruikan a Ulquiorra, que negó con la cabeza —. Una cosa nueva de la que informar. Aunque seguimos sin saber de donde han salido o qué ha pasado aquí. Debe-... ¿Qué ha sido eso?

Giró la cabeza hacia la derecha, pero allí sólo había más cristales y grandes rocas, con montones cada vez mayores de oro y gemas. Frunció el ceño.

—¿Qué pasa? —le preguntó Sheba, apoyándose en un muro cercano.
—Me ha parecido ver algo que se movía... —respondió. Siguió escudriñando el lugar, aunque el movimiento no se repitió —. Puede que me lo haya imaginado.

Bajó la mirada y se rascó la nuca, dándole vueltas al asunto. Se disponían a seguir, aunque no había mucha más que ver: el valle terminaba abruptamente en una explanada. Pero entonces, fue N quien habló.

—Esperad. ¿No oís eso?

Los otros se detuvieron. En efecto, se escuchaba un ruido de fondo, como un zumbido grave. Su origen era difícil de localizar t lo estuvieron buscando unos segundos hasta que Fenris gritó:

—¡Cuidado!

Empujó A Shruikan, que estaba a su lado, y él mismo se apartó de un salto antes de que una espada enorme y roja hendiera el suelo en el sitio en el que estaban. Quien la empuñaba, era una mujer rubia de mediana edad y la cabeza cubierta con una capucha roja. Su armadura era de acero pesado y adornado con telas también rojas.


—¡Intrusos! —gritó al tiempo que se incorporaba. Sus ojos eran de un azul muy claro, pero estaban empañados de una luz roja maligna, la misma que procedía de los cristales, y su mirada reflejaba la locura —. ¡Culpables! ¡Yo os condeno a todos!

Hizo un movimiento circular con el brazo armado y a su alrededor se formó un círculo de energía roja que les empujó en todas direcciones. N fue el único que cayó sobre sus pies e inició su contraataque sin perder ni un solo segundo, enfriando su mirada.

Las saetas salieron volando, pero fueron detenidas por un mandoblazo rapidísimo. La espada de la mujer, que parecía contener el mismo cristal rojo de los alrededores, era la que producía el zumbido que habían escuchado antes.

—¡Culpables! ¡Culpables todos! ¡Vuestra sed de poder y avaricia os ha corrompido, criminales! ¡Débiles, engendros, abominaciones! —Aunque les gritaba, daba la sensación de que no se estaba refiriendo a ellos realmente. Era imposible de saber, su mirada estaba demasiado turbia —. ¡Os condeno a muerte a todos, escoria! ¡Recibid mi justicia!

Se abalanzó sobre N, con la espada en alto. Él tuvo el tiempo justo de esquivarla y el arma golpeó el suelo, lanzando fragmentos de roca y oro por los aires. La halla se encabritó y retrocedió, asustada.

—¿Quién es esta chiflada? —gritó Shruikan, por fin en pie y espada en mano.
—Esto es inusual —comentó Ulquiorra, que parecía inquieto. Murciélago revoloteaba en círculos por encima de su cabeza —. No es un NPC: Pero tampoco la detecto como una jugadora.
—¿Cómo que no? ¿Entonces que es?
—No lo sé.

Esas palabras, viniendo de él, sonaban más descorazonadoras de lo que eran.

Pero no podían distraerse. En el tiempo en el que hablaron, N había tenido que retirar su halla del combate o de lo contrario hubiera terminado partida en dos. Sin embargo, eso sólo hizo que terminara recibiendo una patada de la guerrera que le sacó una cantidad desproporcionada de vida.

—¡No podemos luchar, es demasiado peligroso! —gritó Sheba, que con eso comprendió la desmesurada diferencia de poder que había entre ellos. Si N, el más fuerte de su equipo, caía de esa manera, ellos no tenían ninguna posibilidad.

—¡Ni hablar! — Shruikan agarró una piedra y se la lanzó a la mujer e la cabeza. El golpe pareció que solo conseguía enfurecerla más, pero por lo menos no hizo realidad sus intenciones de degollar a N, al que agarraba por el cuello —. ¡Eh, bruja! ¡Suéltale!

La mujer picó el anzuelo. Soltó al Beast Master como si de un fardo se tratara y empuñó la espada roja, lanzándose contra ella.

Shruikan no se lo pensó dos veces y echó a correr en dirección contraria, saltando a tiempo para ocultarse tras un muro. A sus espaldas escuchó el ruido de la espada golpeando el suelo, pero hubo algo que desvió su atención.

Con los ojos muy abiertos, contemplo al par de individuos escondiéndose detrás de la pared y que le dirigían una mirada muy parecida. Al menos una de los dos, porque el otro tenía la parte superior del rostro oculto bajo el ala de un sombrero ancho y feo.

—¡La ostia! ¡¿Y vosotros quienes sois?!
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Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #171: November 30, 2015, 03:13:33 PM »
Este es mi último post aquí ;w; Con esto ya paso al otro capítulo.
A ver si me doy tiempo y pongo títulos de capítulos y cosas así xD

44. Nos han traído la raid a casa

Aunque hacía unas semanas que ninguno había jugado con una Guild grande, caer en la rutina no le fue difícil a ninguno de los antiguos miembros de Night Fury.

Milo y Crane confiaron en su nueva guild, sin salir de su modo de apoyo en ningún momento. Ni cuando una rana saltó directo a ellos con la boca abierta y fue aplastada contra el suelo a medio metro de ellos dos.

Neko estaba cerca de ellos, en el cerco de protección que los tanques habían delimitado, asegurándose de que la lagartija gigante estuviera bien quietecita para que el resto del equipo acabase con ella más pronto que tarde.

Todo fue sobre ruedas y la gente se felicitó entre vítores. Parecía que allí no había muerto nadie.

Los más altos niveles se dirigieron a ayudar en la batalla contra el coloso de hielo, que ya empezaba a flaquear, mientras segundos y primeros niveles se unían a la protección de la Guild y de las calles de la ciudad.

————

La batalla en Sanctuary había durado poco más de una hora. Y aunque la ciudad había sido invadida por monstruos, los daños no eran tantos como podrían haber sido gracias a la estrategia de la Guild residente.

—Hoy ha sido un buen día —dijo Firehawk mientras caminaba por las calles de Sanctuary con la barbilla alta, pisando por encima de los escombros—. Nos han traído la raid a casa.

—El drop ha sido bueno, jefa —informó notathief con una sonrisa pilla en los labios—. Aunque nos han dejado la ciudad hecha unos zorros.

Lilith pareció darse cuenta en ese momento de los daños reales. Había trozos del pavimento levantados, cañerías y ventanas rotas y dos edificios derrumbados.
Se encogió de hombros.

—Podría haber sido peor. Habrá que limpiar las calles principales y asegurarnos de que no hay ningún hueco en nuestra defensa. Y quiero saber porque los vigilantes no han visto a los bosses acercándose.

—Fácil, aparecieron de repente. Los habrán invocado ahí mismo —ahora fue Nightwing el que respondió, a través del chat—. La incógnita es quién. Podría ser alguna Guild rival que quiere nuestro territorio.

Lilith asintió, llevándose una mano a la barbilla antes de fruncir el ceño.

—De momento centrémonos en hacer el balance real de pérdidas y ganancias —contestó Lilith antes de agarrar a notathief del brazo y dirigirse a él, aún con los ojos puestos en su ciudad—. Quiero una reunión con los niveles más altos y gente de confianza en quince minutos. Avisa a todos.

—¡Marchando! —aseguró Locke antes de ponerse a teclear como un loco.

Aunque no tuvieron a más. La voz del GM resonó en toda la ciudad con un mensaje aterrador.
« Last Edit: August 30, 2020, 10:04:39 AM by Neko »


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #172: November 30, 2015, 04:50:32 PM »
~+19~



—Me estáis jodiendo un poco ya, eh.

Las tres risitas mal calladas y peor disimuladas que recibió Airin como respuesta hicieron que por fin se diera la vuelta y levantase la espada con aire amenazante. E inefectivo.

—Pero vamos a ver, ¿vosotros sois hombres, o babuínos?

—Hombre, —Fíli se señaló a sí mismo con una amplia sonrisa, y después apuntó hacia Pip y Kíli respectivamente mientras añadía— Babuíno. Salchichón.

—¡AAARGHH! —la chica levantó los brazos al cielo con un gruñido exasperado y siguió avanzando y mutilando ramas a su paso con su arma, indiferente ante las protestas y pellizcos que le llovían al knight.

Después de un par de puñetazos que habían dejado a su hermano frotándose el brazo, Kíli correteó hasta alcanzar a la muchacha, caminando a su lado.

—Pero no te enfades mujer, si estás guapa con cualquier cosa —dijo mirándola de reojo con una leve sonrisa.— además sólo van a ser unas cuantas horas, en cuanto se pase el efecto ya está.

Airin se reajustó la manta en torno al cuerpo por enésima vez, y le dedicó una mirada cargada de rencor desde detrás del flequillo que cubría su cara.

—Te odio. —dijo con ardor.

—Sabes que eso no es cierto. —contestó el chico pasando un brazo por encima de sus hombros.

—Te odio, —repitió la pelirroja,— a tí, a tu hermano y al idiota de Pip, odio esta puta quest, odio este puto juego, y como pille al gamemaster de mierda le voy a meter la espada por el-mh!

Kíli le puso la mano sobre la boca, cortando su tirada eficientemente sin perder la sonrisa.

—Me gusta cuando me hablas sucio, Airi, pero a este paso voy a tener que lavarte la boca con jabón.

La chica no dejó de mirarle con intensidad y él no quitó la mano, pero el brillo en sus ojos cambió ligeramente su expresión. Notó como ella abría los labios y tomaba aliento, y por un momento pensó que iba a increparle. Pero en vez de eso sintió su exhalación y una lengua húmeda y caliente dibujando espirales contra su piel, explorando los callos en los montes de su mano, y acariciando el centro de su palma.
Kíli tragó saliva con dificultad, intentando relajar la respiración que en algún momento había llegado a contener sin darse cuenta. Apartó la mano con suavidad, deslizando los dedos por la barbilla de la pelirroja, intentando en vano que no le temblase el pulso.

—A-Airin...

—Si yo voy a estar incómoda, vas a estar incómodo. —y con las mejillas igual de coloradas que el arquero, pero mucha más maldad en su alma, fue besando las yemas de sus dedos una por una, mordisqueándolas suavemente. Acto seguido se soltó la manta que la cubría y de un tirón enérgico la estampó contra el pecho del muchacho.— Ten, que igual te hace falta unas cuantas horas.

Y mirándolo por entre sus espesas pestañas se apartó la melena pelirroja de los hombros haciéndola caer en cascada por su espalda, se ajustó el infame bikini de cuero, placas metálicas y correas tachonadas que pretendía hacerse pasar por armadura y se apartó de Kíli moviendo las caderas con determinación.

—Oh dioses voy a morir —masculló el arquero entre dientes, apretando la manta hecha un gurruño contra su cintura.

Su hermano se colgó de su cuello y Pip le revolvió el pelo divertido.

—No te preocupes enano, que en cuanto se pase el efecto ya está. ¡Ouch!

—¡Huye Fíli, corre, que él no puede! ¡Eh, auh! ¡Oye!

—No jodamos, ¿eh? ¡No jodamos! —Kíli podía llegar a intimidar bastante cuando se enfadaba de verdad, pero su indignación resultaba demasiado entretenida para los dos mayores.

—Tú desde luego no~ ¡Oye vale ya, que duele!

—Pip, eres una mala influencia —dijo Fíli escapando de los codazos de su hermano entre risas.— Hablas como el puto culo.

—Y vaya culo... ¡Kíli joder, que no la estoy mirando a ella!




« Last Edit: October 12, 2018, 05:20:04 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #173: January 17, 2016, 08:17:37 AM »
Esto estaba listo del mes pasado y no lo colgué. Bleh. Blah. :v Ha quedado más corto de lo que pensaba.



Capítulo 27: Sierva del tiempo y hoja escondida



La chica desconocida se alarmó cuando Shruikan les gritó y se llevó un dedo a los labios para pedir silencio. Parecía bastante joven, con el cabello negro muy largo y ondulado que le enmarcaba el rostro. Su única vestimenta era una túnica más bien sencilla y roja.

—¡Sssh! ¡Nos vas a descubrir!

La Samurai iba a decir algo más, pero justo entonces el muro detrás del cual se habían estado ocultando, estalló en mil pedazos.

Sobresaltada, tuvo el tiempo justo de saltar a un lado antes de que la enorme espada roja cortara el espacio, quedando incrustada en medio de las dos chicas.

Shruikan vio la mirada alarmada en los ojos de la otra muchacha y sin pensarlo se echó hacia delante, agarrándola por el brazo y llevándosela de allí.

—¡Corre por tu vida!

No tuvo que decírselo dos veces. La chica empezó a correr detrás de ella. La mujer giró la cabeza hacia ellas con una mirada rabiosa justo antes de que uno de los proyectiles de N la golpeara y desviara su atención.

—¿Quién es? —preguntó Sheba, que fue a buscar a la Samurai y reparó en que iba a acompañada.

La chica se presentó directamente.

—Handmaid. Time Mage.

Shruikan recordó entonces que al principio había visto dos personas y no sólo una detrás del refugio y preguntó, volviendo la cabeza atrás:

—¿Dónde está tu amigo?
—Oh —hizo la otra, levantando la cabeza —, está allí.

El muchacho se encontraba detrás de Sheba. Como había llegado allí era un misterio, y la Dark Mage pegó un bote, sobresaltada.

—Tenemos que irnos de aquí —musitó él, con voz suave.
—¿Cómo? Esa mujer parece capaz de perseguirnos hasta el fin del mundo.

Sheba miró con preocupación como Shruikan se lanzaba a ayudar a N contra su enemiga. Fenris también participaba, pero parecía que ni con la fuerza combinada de los tres eran capaces de superarla.

—Puedo intentar detenerla en el tiempo —dijo entonces Handmaid —. De hecho lo he intentado antes, pero no conseguíamos que dejara de atacarnos el tiempo suficiente para canalizar el hechizo completo.

—Si la distraemos, ¿crees que podrías hacerlo? —preguntó Sheba. Aunque la otra parecía tener sus dudas, asintió.

La Black Mage apretó los labios e hizo girar la vara. A su lado, la otra maga empezó a canalizar energía.

—Hechizos de hielo —susurró una voz muy cerca de su oído, y volvió a sobresaltarse —. Eso funcionará.

Vio como el muchacho del sombrero daba unos pasos hacia delante y luego desaparecía. “Un Stalker”, pensó, mientras hacía como le habían dicho y lanzaba un ataque de hielo en área. Del suelo emergieron cristales que perforaron y se aferraron a las piernas de su enemiga. Ésta gritó y soltó el cuello de Fenris, al que había apresado. Sin embargo la restricción duró muy poco, y la mujer rompió el hielo de una patada.

—¡Vuestra resistencia es inútil! ¡Clavaré vuestras cabezas en una estaca para que todos los muertos puedan veros!
—Ugh, ¡cierra el pico de una vez!

Shruikan la atacó, dando un elegante arco con la espada que dejó un trazado luminoso a su paso, pero la otra tuvo suficiente con alzar la mano para detenerla.

—Insolente.

Le dio una patada en el vientre y la lanzó por los aires. La katana rodó por el suelo con un tintineo. La mujer empezó a avanzar en su dirección, con los ojos azules brillantes de locura, pero justo entonces un reloj de luz roja brillante apareció a sus espaldas, y la mujer se quedó congelada a medio movimiento.

—¡Ahora, corred!

Shruikan tosió y se levantó como pudo, y antes de que hubiera terminado de hacer el gesto, apareció el muchacho fantasmal, sujetándola para que no cayera.

—Date prisa —le dijo, devolviéndole la espada.

Shruikan asintió, y tras unos primeros pasos tentativos, echó a correr junto a los demás.

No se detuvieron hasta que hubieron dejado el valle atrás, olvidando todo el oro y los misteriosos cristales. Miraron por encima del hombro, temiendo que su enemiga les persiguiera al finalizar el hechizo que la retenía, pero la mujer no apareció, ni siquiera después de largos minutos.

—Parece que la hemos dejado atrás —comentó la Samurai, recuperando el aliento.
—Gracias a dios. —Handmaid suspiró de alivio, dejando caer los hombros. —Creí que nunca podríamos salir con vida de ese lugar. Meterse allí fue un grave error. Menos mal que habéis aparecido.

—¿Sabéis quien era? —preguntó Seras. La chica negó con la cabeza.

—No. Cuando llegamos allí ella ya estaba y empezó a atacarnos sin razón aparente. Creía que era uno de estos jugadores que disfrutan matando a otros, pero ahora no estoy tan segura. Aparte de que parecía estar loca, no podía ver sus datos ni leer su información en la Omnitool aparte de su nombre.

—¿Crees que eso tenga que ver con lo que vinimos a investigar? —le preguntó Shruikan a Sheba. La Black Mage se encogió de hombros.

—En fin, no sé por qué habéis venido vosotros, pero sin duda ha sido un regalo del cielo. —La Time Mage se llevó la mano al pecho —. Soy Handmaid, como ya he dicho antes, aunque podéis llamarme Aradia.

Hizo un ademán con la mano para señalar a su acompañante, que había llegado a su lado sin que nadie se diera cuenta.

—Y él es...
—Cole.

El nombre salió de los labios de Ulquiorra, demasiado frío, demasiado tenso incluso para ser él. Como si hubiera una sentencia implícita en él.

—Ulquiorra... —le llamó el otro de vuelta, con un tono de voz que parecía casi resignado.
—Creía que estabas muerto. Te fuiste. No suelen durar mucho cuando desobedecen y se van.

Su tono era el mismo de siempre, pero venía cargado con algo difícil de descifrar. Desde el hombro de Ulquiorra, Murciélago le lanzaba una mirada parecida al reproche.

—No lo entiendes. —Cole negó con la cabeza —. Tenía que irme. No podía quedarme; no era justo. Ni por nosotros ni por nadie. ¿Por qué hacerlo y servir a uno cuando hay tantos que necesitan ayuda? Puedo ayudar. Podemos ayudar.

Ulquiorra entrecerró los ojos de forma casi imperceptible.

—Te has dejado llevar por vanas ilusiones. No seas ridículo. Te engañas a ti mismo.
—No, eres tú el que no quiere verlo. —Cole dio un único paso adelante —. Podemos ser más de lo que somos, de aquello por lo que nos concibieron. ¿De verdad no lo ves o es que tienes miedo? ¿Temes que puede ser de ti sin servirle a alguien? ¿O es que realmente no sientes nada?

La expresión de Ulquiorra cambió y por un instante pareció incluso enfadado. Luego el instante pasó y volvió a ser el mismo de siempre. El cambio había sido tan rápido que hacía dudar de que hubiera sucedido en primer lugar.

—No necesito sentir —dijo, despacio, sin emoción alguna —. Haz lo que quieras. Yo haré lo que debo.

Dio media vuelta, dando la conversación por terminada. Sus compañeros le vieron alejarse.

—Vaya. ¿Qué ha sido eso y por qué no he entendido nada?

Cole suspiró de forma casi imperceptible y Aradia le agarró suavemente del antebrazo.

—¿Le conoces?
—Es una larga historia —respondió él, dando a entender que no iba a entrar en detalles —. Es incapaz de salir de los límites impuestos por su propia mente. Es incapaz de verse a sí mismo por lo que es ahora. Pero no es culpa suya.

Su compañera negó con la cabeza.

—No lo entiendo. Tendrás que explicármelo mejor o pensaré que lo que pasa es que es corto de miras.

—Un poco sí, la verdad —comentó Shruikan, con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando a Ulquiorra a lo lejos —. A veces creo que tiene 10 años, lo juro.

Sheba se rió de forma irónica. Handmaid también se rió pero parecía más bien porque no sabía que decir.

Siguieron hablando un rato más, y la tensión tras la discusión fue disminuyendo. Luego, la Time Mage anunció que tendrían que irse.

—De nuevo, muchas gracias por vuestra ayuda. ¿Os importa que me quede con vuestros nombres? —preguntó, abriendo su Omnitool —. Algún día os daré las gracias como se debe, lo prometo. ¿Vosotros vais a algún lado?

—Supongo que nos toca ir a Sin City de nuevo —dijo Sheba, aunque la desgana se percibía en su voz.
—Mmm... nosotros queríamos ir en dirección contraria, a Sanctuary. Lástima. —Agarró la mano de Cole, dedicándole una sonrisa —. Vamos.

Él asintió. Miró por encima del hombro, hacia los otros y por debajo del sombrero se pudo apreciar por primera vez el chispazo de uno ojos azules muy pálidos.

—Tened cuidado con Naoya —les advirtió, suavemente —. Tiene mucho poder. Y por eso puede ser un hombre peligroso y terrible.
—Sí, lo sabemos —comentó, Shruikan —. No te preocupes que no nos va a pillar con la guardia baja.

Él asintió de nuevo, como si esperara esa respuesta, y luego partieron.

Ellos no tardaron mucho tampoco en emprender la marcha hacia el sur. El último en moverse fue Fenris. No había mediado palabra en todo el rato y se quedó mirando el sitio por el que habían desaparecido los otros dos con los ojos entrecerrados y gesto pensativo.

Cuando le llamaron, finalmente se giró y se fue con los demás.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #174: February 14, 2016, 03:49:21 PM »
woot, más de 1K \o/ raspadito, pero estoy exprimida ;v; ha merecido la pensa escribir a pedazos durante varios días *baws*


~+20~



—¿Te duele?

—Nah.

—¿Te dejo en evidencia si te escaneo los puntos de vida con la omnitool?

—Gghh, probablemente. No lo hagas.

—Te duele.

El gunslinger detuvo sus pasos, suspiró y se pasó las manos por la cara, frotando hacia arriba y hacia abajo un par de veces antes de hablar.

—Sí, Airin, me duele, —dijo mirándo a la chica fijamente,— PERO no es para tanto, he pasado por cosas peores sin pociones ni anestesia ¿vale? Y no, no me mires con esa cara, que no ha sido culpa tuya.

—Pero... —intentó ella

—Ni peros ni peras —zanjó Pip. Después echó una ojeada a su alrededor y se sentó en una roca medianamente plana que había en una formación junto al camino, sacando el paquete de tabaco del bolsillo, y encendiendo un cigarro,— Pásame un vendaje si tienes alguno en inventario, y mientras me arreglo el destrozo aprovecháis para recuperar maná.

Airin abrió su inventario con la omnitool sin rechistar, y buscó lo que el gunslinger le había pedido. Fíli y Kíli se acercaron también y el rubio se sentó junto a Pip, ofreciéndole una botella pequeña y de color verdoso. El mayor la observo con cara de sospecha pero terminó por aceptarla, dándole un trago largo y sacando la lengua con asco inmediatamente.

—¿Qué mierdas es esto, veneno? —Pip se frotó la lengua contra los dientes un par de veces y escupió con cara de repugnancia, sorbiendo del cigarro con ansias para quitarse el sabor.

—¿Qué quieres, Ceregumil con sabor a canela? Antibiótico diluído. —bromeó Kíli agachándose junto a él e inspeccionando su pierna— Igual es como tú dices, y puede que no sea para tanto. Pero desde luego por la pinta que tiene no lo juraría.

El gunslinger frunció el ceño pasándose el dorso de la mano por los labios y después se rasgó un poco más la pernera del pantalón, toqueteando la herida cuidadosamente con las yemas de los dedos.

—Si has pasado cosas peores que esa, a pelo, has tenido que ser una auténtica amenaza de niño, o haber tenido una infancia horrible. —comentó Fíli mirando la mezcla de tejido desgarrado, sangre coagulada y suciedad acumulada con aire ofendido.

—Amenaza. —confirmó el mayor con orgullo.— Definitivamente una auténtica amenaza.

El arquero resopló con humor y cruzó una mirada llena de significado con su hermano.

—Yo solía ser un aventurero, como tú, —comenzó Kíli con grandilocuencia trágica,— pero un día me hirieron con una flecha en la rodill-AY!

—Aparta. —Airin lo quitó de en medio con un golpe de cadera contra el hombro y se arrodilló junto a la pierna herida del gunslinger, depositando toda una brazada de vendas y rollos en el regazo de éste.— Casi habría sido preferible una flecha, los mordiscos son de todo menos limpios, además de que a saber qué llevaría el bicho en la boca. Y la rodilla duele que te gustaría morirte.

Kíli se frotó el hombro e hizo un gesto de angustia, y Pip le palmeó la cabeza.

—¿Vas a quitarme los pantalones, preciosa? —preguntó con una sonrisa sesgada, mordiendo el cigarrillo.

—Nop, eso lo hace Kíli —respondió la chica. El aludido abrió mucho los ojos y la miró fijamente negando con la cabeza.— Si, si, yo tengo las manos más pequeñas, me caben en el agujero del pantalón para sujetar la piel mientras tú bajas la tela.

—Odio cuando usas argumentos lógicos —refunfuñó el arquero con un mohín terco. Su hermano se echó a reír mientras la pelirroja se encogía de hombros.

Para cuando hubieron lavado y atendido la herida de Pip de acuerdo a las exigencias de la chica, Fíli había reorganizado su inventario, catalogado todas aquellas piezas de las que quería deshacerse, y estudiado a conciencia distintas rutas para la quest que llevaban en curso.

—¿Y todo esto era necesario? En un par de horas probablemente se me habría curado por sí sola —dijo Pip levantándose y flexionando la rodilla vendada, probando a cargar el peso sobre esa pierna.

—Pero tal vez no. ¡Ya lo sé! Ya sé que soy una paranóica, pero es que... —Airin estiró de una de las correas de su infame bikini-armadura temporal que colgaba sobre su muslo desnudo y Kíli no pudo evitar seguir el gesto con la mirada.

—Eh, yo aún recuerdo la primera noche que pasamos juntos. —dijo pasando un brazo sobre los hombros de la chica y apretándola un poquito contra él, pero la risa contenida de su hermano le hizo repensar sus palabras.— Espera, eso ha sonado mal. Me refiero a cuando... ¡es que no hay forma de hacer que no suene mal!

—¿Dormimos en las ramas de un árbol porque el sitio de acampada me daba mala espina? —explicó Airin frotándose un nudillo contra la nariz, con gesto ligeramente avergonzado.

—¡Exacto! No es exagerado pecar de precavidos tal y como están las cosas. —Kíli miró a Pip con el ceño fruncido, como desafiándole a llevar la contraria.

—Mi hermano tiene razón. —dijo Fíli. Y aparentemente con eso zanjó el asunto y siguieron su marcha en dirección al siguiente punto de quest.

—Si ahora pudiera recuperar mi ropa sería genial. Mi túnica, mis leggings y mi cota de malla que pesa un quintal pero me tapan el culo. —rezongó lastimeramente la chica mientras caminaban.

—Tengo que reconocer, que me das un poquito de frío cada vez que te miro. —comentó Kíli sin haberla soltado aún.— Tan destapada.

—Piff, embustero —susurró la pelirroja con un poquito de maldad.— De todo menos frío, que os he oído.

—¡Oye, oye! No mezcles conceptos que yo no he confundido. —se quejó el chico con las mejillas sonrojadas.— Que lo cortés no quita lo valiente, pero esta vez sabes perfectamente a qué me refiero.

—Eres un caradura y una amenaza. —dijo ella dándole golpecitos y apretando con su índice contra el costado del pecho del chico.

—Eso también. ¿Pero a que doy calorcillo? —Kíli sonrió con picardía, la cara colorada y los ojos brillantes.

—Meh. —Airin arrugó la nariz y levantó la barbilla con mucha dignidad, pero no hizo ademán de apartarse de él.


~*~


« Last Edit: October 12, 2018, 05:20:35 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #175: February 24, 2016, 05:15:26 PM »
Capítulo 28: Es divertido... ¿verdad?



 


—¿Y de qué os conocíais exactamente?
—Es una larga historia.
—Vamos Ulquiorra, no seas así.

Llevaban un buen rato tratando que el Biochemist les explicara su relación con el muchacho Stalker (al menos Shruikan seguía insistiendo), especialmente porque jamás le habían visto reaccionar así con nadie, pero no soltaba prenda.

—¿Sois familia? —preguntó N en cierto momento, montado en la halla.

Nadie sabía qué se lo había hecho pensar, pero pareció haber dado en el clavo. Ulquiorra tardó un rato en responder, evitando sus miradas, y cuando lo hizo, lo único que dijo fue:

—Es complicado.

—Claro que lo es —reafirmo el Beast Master, dando un cabezazo para enfatizar sus palabras, con cierta satisfacción por haber acertado —. La familia es complicada.

Fenris rió por debajo de la nariz con sorna.

—¿Hablas por experiencia?
—Sí —respondió N con sinceridad, y su expresión de desagrado revelaba que no mentía. Luego le lanzó una pregunta de vuelta a su compañero —: ¿También te discutes con ellos?

Fue el turno de Fenris de poner mala cara. Daba la impresión de que el chico tenía una sobrada intuición. Por su parte, Ulquiorra parecía casi aliviado de que la conversación hubiera dejado de girar entorno a él.

—No vivo con ellos —respondió, simplemente. No terminó de satisfacer al otro, pero N se conformó con ello.

—Que suerte. Ya me gustaría a mí estar lejos de mi padre. —La forma en la que pronunció “padre” estaba cargada de un no precisamente velado resentimiento y sus ojos se estrecharon en dos rendijas azules.

—Siempre puedes independizarte, ¿sabes? —le dijo Shruikan.
—No, no puedo. No soy mayor de edad.

Hubo un jadeo de sorpresa y unos segundos de silencio interrumpido por el piar de los pájaros y la música de fondo.

—¿En serio? ¿Cuántos años tienes?
—Dieciséis.

—¡Qué?! —exclamó ella —. ¡Pero si eres un crío!
—Eh —protestó él ante ese exabrupto, ofendido —. No soy un niño. No soy inmaduro.
—¡Pero es que tienes diez años menos que yo! —dijo ella como si fuera algo dramático —. Bueno, nueve.

—Creía que eráis más mayores —reconoció Seras. Luego preguntó, un tanto temerosa —: ¿Soy la más vieja del grupo entonces?
—¿Cuantos años tienes? —preguntó la Samurai.
—Veintinueve.

La otra se quedó boquiabierta.

—Yo tengo veintiocho —canturreó Sheba, quitándose de encima la responsabilidad de ser la mayor.

—... Veintitres —dijo Fenris por lo bajo.
—¿Ves? ¡Fenris también es pequeñajo!
—Cállate.

Luego todos las miradas se posaron en Ulquiorra, que no pareció darse cuenta hasta que Murciélago le llamó la atención.

—Soy lo suficientemente mayor como para ver lo inútil de esta conversación —respondió en uno de sus arrebatos más puros de insensibilidad verbal.

—¿Pero trabajas al menos? —le preguntó Sheba. Internamente sospechaba que el chico era uno de esos frikis que no salía nunca de casa.
—... Hago computación.

Por lo que vio, no iba muy desencaminada.

—¿Vosotros a qué os dedicáis? —preguntó N, cuya curiosidad parecía insaciable... como la del niño que decía no ser.

—Yo estudié ciencias políticas —respondió Sheba con un gesto de la cabeza —. Trabajo en el consulado.

Na pareció impresionado pero antes de que pudiera hacer un comentario al respecto, Shruikan le interrumpió.

—Lo vas a flipar chaval: soy quinto dan en kendo y tengo un título en esgrima tradicional —dijo, sacando pecho con orgullo.
—¿Y eso te da para vivir? —preguntó extrañado el Beast Master.
—¡Pero por supuesto! —Exclamó ofendida —. Doy clases y participo en competiciones, ¡soy una profesional! ¡Que estuve en el nacional, ¿eh?!
—Me apiado de los niños que estudien contigo —comentó Fenris, ganándose una mirada airada de la Samurai.

—¿Tú a qué te dedicas, Fenris? —preguntó N, siguiendo con su investigación.
—Estudio.
—¿Y qué estudias?
—Cosas —respondió simplemente, de una forma que quería cortar la conversación allí, pero el otro no se dio por vencido tan fácilmente esta vez.

—¿Qué cosas?
—Cosas como a enseñar a un niño a no meterse en asuntos que no le conciernen.

Se ganó un codazo con ese comentario, aunque no parecía muy arrepentido.

—Eh, vale —gruñó N, molesto porque le llamaron niño otra vez. Dejó de insistir y levantó la mirada hacia el horizonte —. A mí me gustaría trabajar con animales o algo en el bosque. —Con esas ambiciones, no era raro que hubiera escogido el camino del Beast Master —. Lo que sea, aunque mi padre no quiera.

—No te llevas bien con tu padre, ¿eh? —comentó Shruikan, señalando lo evidente. El chico hizo una mueca.

—Le odio —respondió, frío como el hielo —. Es cruel y manipulador. Para él no soy más que otro de sus empleados, otra de sus... herramientas.

—¿Y eso es malo? —intervino Ulquiorra, un poco más seco que de costumbre —. Él te crió al fin y al cabo, ¿me equivoco?

—Ulquiorra... —le llamó Sheba en tono de advertencia viendo como se estaba echando de cabeza en terreno pantanoso.

—No lo entiendes —respondió N en tono cortante —. Esa no es la forma en la que debería comportarse un padre. Da igual que me diera sus genes si no sabe actuar como tal.

No dijo nada más y nadie comentó nada al respecto. Aunque tuvieran algo que decir, el tema resultaba demasiado espinoso como para que alguien se atreviera a hablar de ello. Y sin detalles concretos, cualquier comentario hubiese podido sonar fuera de lugar.

Entonces Seras carraspeó, llamándoles la atención.

—Bueno, como nadie ha preguntado —empezó, y su voz tenía un tono de fingido reproche —, os diré que soy policía, para quienes no lo sepáis.

—¿En serio? —exclamó Fenris, verdaderamente sorprendido.
—Sí. Creía que ya lo sabias.
—No. No das muchos aires de policía —dijo, echándole una ojeada, mirándola con nuevos ojos.

—Bueno... No he estado en mi entorno aquí dentro —comentó, un poco cohibida —. No conocía nada de este mundo cuando empecé a jugar. Pero... creo que he ido aprendiendo. Y a pesar de todo, es divertido... ¿verdad?

Abrió y cerró la mano y en sus labios había una sonrisa, sincera aunque algo triste.

“A pesar de todo”. A pesar de estar encerrados y aislados del mundo real. A pesar de ser víctimas de los delirios de un loco.

Era cierto, no podían negarlo: era divertido.

- - -




—Bueno, volvemos a vernos. ¿Quién lo hubiese dicho, verdad?

Así les recibió Naoya, con su típica sonrisa, cuando llegaron a Sin City. Había salido a encontrarles en la puerta de su local, algo que se les hizo extraño. No parecía un gesto propio de él. Demasiado considerado.

—Ahórrate el sarcasmo, ¿quieres? —le dijo Shruikan de mala gana cuando entraron a la ya conocida sala de bar. Estaba igual de vacía que la última vez, con el mismo camarero limpiando el mismo vaso mugriento.

Terminaron sentados de nuevo en los sillones de cuero rojo. Esta vez incluso les ofreció algo para beber, y en unos minutos estaban todos con sus vasos y jarras delante mientras terminaban de contarle a Naoya lo que habían descubierto.

—Curioso —comentó. Tenía la cabeza apoyada en un puño y los ojos ligeramente entrecerrados —. Cuando os mandé allí creía que la desaparición del boss tenía que ver con las acciones del GM. No creo que estuviera muy desencaminado pero esto... Esto cambia las cosas y abre nuevas incógnitas. Que interesante.

Era difícil decir si estaba entusiasmado o molesto por ello.

—¿A qué te refieres? —preguntó Sheba, dándole un sorbo a su té de jazmín. Interiormente, daba las gracias de que las condiciones higiénicas no afectaran el sabor de la comida y la bebida allí dentro.

—Piensa en ello —dijo el otro, llevándose un dedo a la sien —. La mujer que os encontrasteis, ¿era un NPC? ¿Era una jugadora? Habéis dicho que no podíais leer sus datos pero que sus patrones de ataque eran demasiado complejos para tratarse de una simple inteligencia artificial, ¿verdad?

—Era muy fuerte —reconoció Shruikan —. Y rápida. Nunca he visto a un enemigo que no fuera un jugador que se moviera así.

—Lo cual me lleva a pensar que se trata de algo nuevo. —El Summoner golpeó la mesa con la punta del dedo —. Algo que el GM ha sacado ahora que empezó el encierro. Me han informado de casos similares en otras partes del mundo, así que tengo la certeza que no se trata de un incidente aislado. Hay algo en movimiento.

Hubo unos instantes de silencio.

—¿Sabes quienes son? ¿Qué son? —preguntó Seras, con cautela.

Naoya se echó hacia atrás, recostándose contra el sillón.

—En el mejor de los casos serán un nuevo tipo de NPC enemigos. Algo, quizás, que el GM ha diseñado para las últimas etapas del encierro. Enemigos mortíferos para acabar con aquellos jugadores que lleguen hasta allí. No parece que haya una movilización evidente todavía, así que creo que debe ser eso. En el peor de los casos...

No terminó la frase. Se quedó con aire ausente, pensando.

—¿En el peor de los casos qué? —le dijo la Samurai, devolviéndole a la realidad.
—Oh. Nada. Aún no estoy seguro —dijo, aunque era una respuesta extraña viniendo de él.

Luego Ulquiorra le llamó la atención.

—Naoya. Encontramos a Cole en la guarida.
—Oh, ¿aún sigue vivo? —comentó, con una sonrisa de suficiencia, acariciándose la barbilla.

—Sí —respondió el otro, que no parecía demasiado contento por ello —. Pensé que te habías deshecho de él.

—¿Què? —preguntaron Seras y N a la vez con distintos grados de incredulidad, pero Naoya les ignoró descaradamente.

—No vi razón para ello —explicó —. Oh, no pongas esa cara. Ya me conoces. Pero me pareció más interesante dejarle ir y ver lo que hacía después.

—¿Estás hablando en serio de cargarte a alguien? ¿De verdad harías eso? —preguntó Sheba entonces, con la voz dura. A su lado, Seras ponía la mayor cara de pocos amigos que le habían visto nunca.

Naoya simplemente las miró de forma penetrante con una sonrisa torcida.

—Mirad. Creo que ya os advertí al respecto: no tolero nos fracasos ni los traidores. No tengo por qué conservar algo que ya no me es útil, y si ese algo además se gira en mi contra pues me deshago de ello. No hay leyes que valgan en este mundo, y menos ahora. Sólo matar o morir. La ley del más fuerte.

Nadie dijo nada, pero la tensión era palpable y densa en el aire. De nuevo, Naoya parecía estarles acorralando como una enorme serpiente. Interpretó su silencio como una respuesta a una pregunta que no había formulado y relajó un poco su postura. Sólo un poco.

—Vivís ahora en un mundo salvaje, chicos —les dijo —. Más os vale no olvidarlo.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #176: February 29, 2016, 03:55:49 PM »
Estoy que no me creo :_D


~+21~




Rodó la espada entre ambas manos y bloqueó la embestida con un movimiento ascendente, girando después en media vuelta sobre sus talones y estirando del arma hacia abajo para desengancharla de su enemigo. El monstruo rugió y se revolvió, atacando otra vez, pero Airin lo esquivó haciendo una finta hacia un lado y levantando la pierna con rapidez le propinó una tremenda patada en el costado del hocico.

—¡Peleas sucio pelirroja! —exclamó Fíli con algo que se habría podido confundir con orgullo mientras azuzaba a la bestia por el flanco contrario.

—Si estás esperando que se siente a devolverte el saludo con honores, caballero, —comentó la chica entre jadeos— vas muy dado. Tch, paladines.

Por respuesta el knight mostró una sonrisa feroz llena de dientes y ansias de batalla.

—A ver si va a resultar que la maldición del cambio de equipo le tenía que haber caído a tu hermano... —dijo Pip desde su puesto de francotirador junto al arquero— No sería taaan agradable a la vista, pero yo lo veo, eh, con hachas, minifalda y a lo loco.

Kíli resopló y soltó la cuerda del arco con un tañido resonante; la flecha alcanzó al respawn de uno de los monstruos que los atacaban por influencia del instinto de manada.

—No sé quién de todos lo iba a disfrutar más. Airin que tiene vergüenza de todo pero a la hora de la verdad no se corta un pelo para nada, yo porque es mi hermano y el que mola mola y mi tato iba a molar lo que no está en los escritos, o tú que eres un energúmeno y te gusta el follón más que a un tonto un lapicero.

El gunslinger le echó una ojeada fugaz y sólo un poco sorprendida.

—Deberías de haberte puesto de nick Ojo de Halcón, no se te escapa una.

—Nah, ya estaba cogido, además queríamos algo que fuera en pack. —dijo Kíli sin dejar de disparar

—¿Sóis como los zumos? —Pip se echó a reír.

Batidos, no agitados, él vainilla y yo chocolate —contestó el arquero con una sonrisa de oreja a oreja.— ¡O  sea que sí eres un energúmeno!

—Detaaalles... —se caló bien el sombrero, se encendió un cigarro con la chispa de un casquillo de bala, y lanzó una granada a sus espaldas que hizo temblar hasta el suelo con la fuerza de la explosión resultante y dejó en el aire un persistente y satisfactorio olor a pólvora recién quemada.

—¿Te das cuenta de que así puede arder el bosque entero? —señaló Kíli intentando recobrar el equilibrio, pasándose una muñequera por la frente para quitarse el sudor.

—Tampoco ha sido para tanto, ni que hubiese quemado Palanthas —el gunslinger se encogió de hombros y retomó el rifle semi automático, poniendo un par de cargadores nuevos llenos.

—Joder, qué peligro —masculló el moreno entre dientes.

Los monstruos empezaban a disminuir la frecuencia de respawneo, y con la ayuda de los tiradores de rango largo los dos espadachines se manejaban bien en el campo, unas veces cada uno por un lado y otras atacando en tándem a la misma bestia.

—¡Fíli, abajo! —gritó Airin.

El chico no se lo pensó dos veces cuando oyó la advertencia y se agachó doblando el torso hacia adelante, casi en horizontal, y acercando los brazos contra el cuerpo. Una enorme zarpa llena de garras afiladas pasó sin llegar a tocarle justo por encima de su espalda, donde había estado antes erguido. No le dio tiempo a levantarse sin embargo, porque de repente notó el peso de la pelirroja sobre su cuerpo y rodando como un rodillo por encima de él. Por el rabillo del ojo la vio aterrizar con la espada dispuesta y de nuevo una pierna extendida hacia delante, buscando el punto débil de una articulación.

—¿Qué job tenías antes? —preguntó Fíli después de haber atacado con un mandoble cruzado tan potente que el monstruo contra el que peleaban se desplomó definitivamente y no volvió a levantarse.

La chica se acercó hasta él con la mano sobre el pecho, intentando calmar su respiración, y se apoyó sobre su hombro no acorazado mientras esperaba a que su corazón bajase un poco el ritmo. Fíli sacudió la espada y para terminar de limpiarla por el momento la restregó contra la piel del bicho.

—Era monk, —dijo por fin ella, imitando el ejemplo del rubio— de nivel bastante alto.

—¿Básicamente, casi champion? —inquirió Fíli con sorpresa.

—Básicamente —corroboró Airin.

—¡Por eso luchas así! —ahora le cuadraban ciertas cosas al knight, había movimientos que no estaban relacionados con según qué skills que la chica parecía usar casi por instinto.

—¿Pero eso no te lo impide el juego? —preguntó Kíli acercándose a su hermano con la pantalla de la omnitool abierta y revisando el drop.

—Nnnno, porque como ha dicho antes Fíli, peleo sucio. —Airin se llevó una mano al cogote e intentó poner orden en aquella masa rebelde de pelo rojo— no estoy usando skills de monk, simplemente estoy acostumbrada a combinar ciertos movimientos. El juego no puede controlar tanto tu decisión de ataque, y quería probar qué tal... con espada todo es distinto.

—A mí me gusta, independientemente del job es útil saber sacudir con eficiencia. —dijo Pip dando una calada al cigarro que tenía entre dientes.

—La eficiencia es sexy, —murmuró Kíli mirando a la chica de reojo y llevándose un codazo cómplice de su hermano.

—Ajá —comentó Airin con cara de póker.

—No niego que el bikini-armadura ayuda, pero no es la esencia. —el arquero se llevó las manos a la cara y frotó varias veces— Me voy a callar ¿vale? Vale, gracias.

—Vaya, que te van bruticas —rió Pip ante las caras de distintos grados y motivos de ultraje de los más jóvenes

—No te hagas ilusiones, que por muy energúmeno que seas no eres mi tipo —Kíli, haciendo gala de su  madurez, le sacó la lengua como un niño de cinco años.

—Fíli, ¿te importa? —Airin se giró hacia el knight con dulzura, y éste empezó a reírse, sacudiendo la cabeza yendo en pos de su hermano.

—Claro que no, preciosa, me gusta cuando peleas sucio.

—¿Qué...? —Pip no pudo terminar su pregunta porque la chica le quitó el sombrero y le dio un sonoro golpe con él en la cara,  continuando su asalto hasta que le hizo perder su cigarro.— ¡Oye que esto ya es maltrato!

—Hn!


~*~
« Last Edit: October 12, 2018, 05:21:09 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #177: March 13, 2016, 01:42:43 PM »
Capítulo 29: Raíles entre la duna (part 1)


 


Se quedaron a pasar la noche de nuevo en Sin City, aunque nadie del grupo estaba especialmente entusiasmado con la idea. Esa ciudad siniestra y gris parecía una jaula cuando la miraban a través de las ventanas sucias, y Naoya ocupaba el papel de su captor.

Se llevó a Ulquiorra cuando terminaron su charla con intenciones de echarle un ojo al homúnculo. Sonreía de una forma que no presagiaba nada bueno. Se compadecieron del pobre animal, que no parecía darse cuenta de lo que se le venía encima.

No volvieron a verles hasta horas después, cuando ya era de noche. Quien sabía lo que habían estado haciendo hasta entonces. Naoya parecía satisfecho, aunque Murciélago se balanceaba un poco sobre el hombro de Ulquiorra, desorientado. Al Biochemist no pareció importarle.

—Tienes la lista —le dijo Naoya, señalándose la frente —. Acuérdate.

Ulquiorra asintió. Fuera lo que fuese lo que había ocurrido o de lo que aquello se tratase, ninguno de los dos lo compartió con el resto.

—Por qué tiene que ser tan desagradable —se quejó Shruikan una vez a resguardo en la habitación.
—Lo dices como si esperaras lo contrario —le replicó Fenris, apoyado en el alfeizar de la ventana, viendo llover —. ¿Qué te crees? El mundo está lleno de gente como él.

—Bueno, quizás sí. —Shruikan balanceaba una pierna que colgaba más allá del borde de la cama. Desde allí sentada, echó una mirada por encima del hombro: Seras y Sheba hablaban enrtre ellas en voz baja y N estaba tumbado en su propia cama, acariciándole la cabeza a la halla.

Se había negado a retirarla o dejarla fuera por alguna razón. Seguramente porque Naoya no le caía especialmente bien.

—Pero me gusta pensar que no es tan imbécil como da a entender y que aún hay algo de decencia en él.

Fenris bufó por debajo de la nariz y gruñó algo ininteligible, suficiente para dar a entender que no compartía la misma opinión. Tras unos instantes de silencio, dijo:

—La chica de esta mañana, Handmaid... Es la misma de la que habló Astaroth.
—¿Eh? —Shruikan no parecía saber de lo que hablaba.
—Astaroth dijo que si alguna vez encontrábamos una Time Mage llamada Handmaid que no le dijéramos que la conocíamos —le recordó él —. Parecía asustada entonces. Pero tras conocer a Handmaid, me pregunto por qué.

—La chica no daba la impresión de ser especialmente peligrosa, la verdad —asintió la Samurai —. Ni tampoco el primo-hermano de Ulquiorra, o lo que fuera. —Ladeó un poco la cabeza —. ¿Te preocupa?
—No especialmente. Pero me hace pensar que hay muchas cosas que no son lo que parecen. El desconocimiento, la ignorancia... son peligrosos. Es muy fácil engañar a la gente.

—Sí te preocupa —afirmó ella, pero lo quitó importancia —. No te comas la cabeza. Nosotros te protegeremos esta vez, pequeño saltamontes.
—Anda y vete a dormir.

Por el tono de voz, era difícil decir si estaba molesto o si en realidad estaba riendo.

- - -

A la mañana siguiente, partieron otra vez. Naoya no les dio un nuevo encargo, aunque sí les pago por los servicios realizados. Y les pagó una burrada de dinero.

—No tengo ningún artículo que os pueda interesar ahora mismo, pero creo que con esto estaréis más que satisfechos —les explicó —. Que no se diga que mis tratos no son justos.

Nadie se atrevió a replicarle lo contrario. Desde luego, no podían quejarse. Se trataba de una cantidad sumamente exagerada por el simple trabajo de inspección que habían hecho, aunque casi se jugasen la vida en ello.

—Imagínate todas las cosas que podremos comprar —comentó Shruikan entusiasmada una vez que ya estuvieron fuera de la ciudad. Todos estaban contentos en mayor o menor medida de poder dejar Sin City atrás —. Armas y armaduras molonas. Oh, ¡oh! ¡Deberíamos comprar un coche! ¡Una caravana!

—Ya, ya, para el carro y no te emociones tanto —le dijo Sheba, aunque ella también sonreía. La perspectiva de tener mucho dinero por una vez era agradable y ofrecía posibilidades muy atractivas.

—Por cierto, ¿vas a seguir acompañándonos?
—¿Mmm? —N levantó la mirada cuando le hicieron esa pregunta. El encuentro en persona con Naoya y la estancia en Sin City parecían haberle opacado el humor y se le veía mustio —. ¿Qué quieres decir? ¿Me estáis echando?

Se puso tenso, a la defensiva, y la Black Mage se apuró a aclararse.

—¡No, no! No es eso. Pero cuando empezaste a venir con nosotros creía que sería algo temporal.

N le dirigió una mirada fría por debajo del sombrero, como si no terminase de creerla, y Sheba se sintió un poco intimidada por ella. No se le había olvidado que el muchacho era mucho más poderoso que ella.

—No te estamos echando. Eres libre de quedarte si quieres —reafirmó Seras, sacando del apuro a su amiga. Nadie negó sus palabras, así que entendió que su opinión era unánime y siguió —. Lo cierto es que tu ayuda nos ha ido muy bien y te estamos agradecidos por ello.

Le estaba haciendo un poco la pelota, pero eso pareció aplacar al chico de momento. Sí era cierto que N era un aliado potencial y les convenía tenerlo de su lado, más aún cuando habían visto que no tenía reparos en acabar con la gente contraria a él.

—En realidad, no pretendía quedarme. Al principio —reconoció —. Pero he cambiado de opinión. Supongo que sois gente agradable, aunque hagáis negocios con gente turbia.

—Sí, bueno. Esperamos que eso no se convierta en costumbre. No vamos a ser los esclavos de Naoya para siempre.
—Que aceptasteis hacerlo desde buen principio es lo que me preocupa —confesó N, casi como un acusación —. Hace que vuestra moralidad sea cuestionable. Pero tras estos días, creo que no vais a defraudarme. Confío en vosotros.

La forma en la que lo dijo era sincera, pero daba la impresión de que también escondía una velada amenaza de lo que podría pasar si esa confianza era traicionada. Algo que no les asustó, pues no era una cosa que pensaran hacer.

Empezaron a moverse, aunque no tuvieron muy claro hacia donde querían ir a continuación. Pero no tenían verdaderas intenciones de volver sobre sus pasos, y terminaron dirigiéndose hacia el norte. Eso les llevaba a seguir internándose en el desierto, un territorio que no pisaban desde el día en el que conocieron a Ulquiorra.

—Procura no perderte esta vez, ¿vale, Fenris?
—Mejor procura que no seas tu la que termine cayendo por uno de esos agujeros —respondió él a modo que sugería que podía ser bien capaz de echarla él mismo de cabeza si le tocaba demasiado las narices.

—Sí seguimos en esta dirección llegaremos a Einbroch y Mos Eisley, ¿cierto? —comentó Seras, mirando el mapa en su Omnitool y luego alzó la vista para observar a su alrededor —. Es difícil orientarse aquí. Todo parece igual.

—El truco está en encontrar las vías —dijo Sheba. Llevaba el báculo sobre el hombro, ya que éste se hundía en la arena y le estorbaba al caminar.
—¿Qué vías?
—¿Ves eso? —le dijo, señalándole una línea más o menos ovalada en el mapa —. Es un tren que hace ruta por el desierto y cercanías. Desde él se puede llegar a la mayoría de ciudades de por aquí, o al menos acercarse bastante. Sólo hay que seguir las vías.

—También podríamos, no sé, coger el tren para variar —dijo Shruikan, encogiéndose de hombros —. Al fin y al cabo, ¡ahora tenemos dinero! No nos vendrá de ahorrarnos un viaje o dos.

—Oh, cierto —exclamó la otra, sorprendida incluso, de no haber pensado en esa posibilidad. Aún no se había quitado el hábito de procurar por el dinero.

—Podríamos ir a Einbroch o incluso a Mos Eisley y luego coger el tren y luego dar una vuelta hacia Amarillo o Colorado —sugirió Seras, resiguiendo el recorrido con el dedo —. Hay un montón de ciudades en el desierto, por lo que veo.
—Tenéis muchas ganas de subir a ese tren, ¿verdad?

—Nunca he subido a un tren —fue el comentario final de N, la guinda del pastel. Parecía ilusionado con la idea. No fue difícil dejar el plan establecido después de eso: seguir hacia el norte hasta Einbroch.

Tomaron la ruta que les pareció más corta, con las vías de referencia, siempre a la derecha. Pero era difícil avanzar por el desierto. Casi lo habían olvidado. Tras un par de horas, su entusiasmo se había transformado en una marcha penosa bajo un sol abrasador.

—Joder, qué calor... —Si hubiese llevado camiseta, Shruikan se la habría sacudido —. Ulquiorra, ¿no tienes otra de esas bebidas frías?
—Aún te dura el efecto de la última. Tu calor es psicosomático y te quejas sin razón —fue la respuesta del Biochemist. Pero a pesar de sus palabras, él también estaba sudado y su piel cetrina daba un extraño efecto de porcelana pulida. Murciélago estaba encogido como un trapo arrugado sobre sus hombro.
—¡Pero aún sufro por ello! —protestó la Samurai.
—El efecto no es acumulable. No puedo hacer más.

La otro soltó un quejido lastimero.

—¿Falta mucho? —preguntó N. Había retirado la halla porque el animal parecía estar sufriendo y ahora avanzaba a pie al lado del resto, aunque sus pasos se mantenían firmes, dando largas zancadas sobre la arena.

—Un poco —respondió Seras, que iba abriendo el mapa de vez en cuando para comprobar que efectivamente estaban avanzando y en la dirección que tocaba.

—Es por esto que la gente va en tren —masculló Fenris, encorvado hacia delante.

El trayecto se les estaba haciendo penosamente largo, y justo cuando empezaban a pensar que Einbroch no existía y era una ciudad espejismo, vislumbraron un edificio en la distancia.

Al acercarse vieron que se trataba de una especie de posada o taberna. Un edificio grande de madera, con sólo dos pisos y un gran porche con mesas en la entrada. En una de esas mesas estaba sentada una chica, una Duelist de pelo rojo y muy largo recogido en una coleta alta. Estaba afilando una espada con cara de aburrimiento hasta que levantó la vista y les vio.


—Oh, ¡hola! —Su mirada se iluminó y les saludó con alegría —. ¿Sois viajeros?

Parecía tener ganas de hablar; su llegada debía ser lo más interesante que había visto en días, porque era raro mostrar ese entusiasmo por unos desconocidos.

—Dime una cosa —fue lo primero que dijo Shruikan, casi con la lengua fuera —. ¿Tienen refrescos en este sitio?
—¡Claro! ¿Os habéis quedado sin stamina al cruzar el desierto? Pasad, pasad.

La Duelist, de nick MoonPrincess, les abrió la puerta y entraron al interior del edificio. El frescor fue un alivio inmediato, y dieron las gracias por poder esconderse del sol ardiente.

Dentro sólo había dos personas más: un hombre que innegablemente era el posadero y luego un chico rubio sentado en una mesa y rodeado de lo que parecía un inmenso montón de trastos y chatarra.

El grupo que directamente a la barra a pedir algo para aliviar la sed y el calor. MoonPrincess entró detrás de ellos y fue hacia el chico de la mesa, que estaba distraído fabricando algo. Le dijo algo y el Mechanic levantó la cabeza y les miró.

Se pasaron un rato cuchicheando entre ellos, mirándoles de vez en cuando de una forma que no les pasó desapercibida. Al final, el chico se aclaró la voz y se atrevió a hablarles.


—¡Ey, hola! —les saludó, llamándoles la atención —. Esto... Me estaba preguntando si queríais hacer alguna reparación o alguna mejora a vuestro equipo. Como veis, soy Mechanic. —Sus stats no lo negaban, y señaló la chatarra para más énfasis. Su nick era WrenchAce —. Puedo haceros un buen trato.

Los otros se miraron entre ellos, y una duda surgió a raíz de sus palabras.

—¿Cuándo hace que no reparamos el equipo?
—Yo creo... que una eternidad —respondió Shruikan, mirándose a sí misma como si ahora justo se diera cuenta del estado en el que se encontraba su equipo —. Desde antes del encierro seguro.

—¿Y sales a pelear con una armadura que podría romperse en cualquier momento? —inquirió Ulquiorra. Habló con su tono de siempre, cosa que hizo que el reproche sonara casi peor —. Tu temeridad ralla la estupidez.
—Oye, sin insultar, ¿eh? Hoy parece que te hayas visto el culo. Que un descuido puede tenerlo cualquiera.

Ofendida, se acercó con la botella de refresco en la mano a la mesa donde estaban el otro par.

—A ver —dijo al sentarse y dar una palmada de énfasis sobre la mesa —. ¿Qué me ofreces, chaval?

El Mechanic miró a su compañera y luego le sonrió.

—Creo que tengo una propuesta que te puede interesar.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

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Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #178: March 31, 2016, 03:53:13 PM »
Romper portátil, arreglar portátil, perder aportes, y llegar a tiempo de poner a Mr. Armitage on endless loop :v *muere pa siempre*


~+22~




Más allá de frías montañas, profundas cuevas y mazmorras, hay que cruzar sin más tardar, y nuestro oro recuperar…

La voz grave de Kíli resonaba en el interior de la caverna, rebotando en las paredes de piedra y reverberando por las paredes que se adentraban bajo la montaña; creando un ambiente que de forma involuntaria rayaba en lo solemne. Hacía un rato que Airin había dicho que el aire tenía una textura extraña, y Fíli, en un intento por hacerlo menos opresivo había empezado a tararear con suavidad.
A los pocos minutos de eso, su hermano le había agarrado de la mano y ambos habían canturreado varias nanas que recordaban de cuando eran pequeños. Airin, agradecida, se había unido al coro de “quien canta su mal espanta” y había contribuído con sugerencias y puntuaciones varias.

No había sido hasta que se les había apagado la antorcha que llevaban que se había hecho el silencio de nuevo. Y con el brillo anaranjado de la llama del cigarro de Pip alumbrando débilmente en la oscuridad de las cuevas que exploraban, Fíli había empezado a entonar una melodía lenta y pesada, al ritmo inconsciente de sus pasos.

Airin sintió un escalofrío en la nuca que le recorrió la espalda y siguió bajando hasta sus piernas; y Fíli, que probablemente se había dado cuenta, tiró de ella hasta rodearla con un brazo, haciendo que la chica recostase la cabeza contra su hombro sin dejar de caminar, notando la vibración de su voz a través de su cuerpo. Kíli le apretó la mano cuando a su otro lado Pip encendió una pipa con la brasa casi extinguida de su cigarro, y de forma casual redujo la distancia de sus zancadas hasta quedar a la par, apoyando un codo sobre él.

Airin sonrió escondiendo la cara contra las pieles de Fíli, concentrada en sus voces y el sonido de Kíli en la penumbra. Todas las quests anteriores que había tenido que hacer siempre en solitario ahora parecían un recuerdo extraño, casi lejano en el tiempo. Se le hacía difícil cree que hubiera pasado tan poco desde entonces, a ratos hubiera podido jurar que era con ellos tres con quién había pasado toda su vida, y en según qué momentos realmente habría preferido que hubiera sido así.

Inspiró profundamente resuelta a sacar cosas inútiles de su cabeza y prestar atención a lo que hacía en esos instantes; sin darse cuenta habían ido avanzando por los túneles que descendían hacia el interior de la montaña. Lo que antes eran pasillos largos y aparentemente sin final, ahora se abrían a una gran sala con inmensas columnas de piedra. Pesadas antorchas de hierro colgaban de ellas, y Pip no perdió el tiempo en encender al menos un par de las que tenían más cerca.

—¿No tienes la sensación, —Kíli tragó saliva, apegando su cuerpo casi por completo al de su hermano,— de que deberíamos tener algún recuerdo de éste lugar, a pesar de no haber estado nunca antes aquí?



~*~
« Last Edit: October 12, 2018, 05:23:42 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #179: April 20, 2016, 02:45:49 PM »
Capítulo 30: Raíles entre la duna (part 2)




           
—Lo cierto es que ha sido una suerte. Jamás pensé que de verdad tuvierais un núcleo mejorado.
—Dale las gracias a Ulquiorra. Es él el que tiene de todo.

En realidad, todos deberían darle las gracias a Ulquiorra. Cuando WrenchAce les propuso el precio del pago de la reparación de todo su equipo les ofreció además un descuento importante si a cambio le daban alguno de los objetos que pidió.

Resultó que el Biochemist tenía uno de ellos, el núcleo mejorado. Se lo había comprado, dijo, a una Mechanic con la idea de revenderlo más tarde a mejor precio. No parecía considerar que ofrecerlo ahora a cambio de los servicios del otro fuera un buen negocio y puso mala cara, pero aparte de eso no protestó demasiado.

—Tengo mejores piezas —dijo. Sin embargo, advirtió que esas no estaba dispuesto a compartirlas a cambio de nada (al fin y al cabo, él ya tenía el equipo reparado y mejorado). Ya acababa de perder suficiente dinero.

—Me llamo Max —se presentó el Mechanic cuando se puso manos a la obra —. Ella es Mónica.

La Duelist saludó con la mano, sentada al lado de su compañero. Mientras reparaba, el chico siguió dándoles conversación; parecía que igual que la otra antes, estaba aburrido de no tener a nadie con quien hablar.

—Siguen faltándome algunas piezas, pero el núcleo era lo esencial —explicó, trasteando con la armadura de Shruikan, que miraba atentamente su trabajo por si acaso se le iba la mano —. Creo que con esto ya podré terminar el Ridepod.
—Que bien, ¿no, Max? —dijo Mónica. Él asintió.

No había mucho que hacer mientras esperaban a que hiciera su trabajo, así que terminaron todos sentados en la misma mesa, haciéndose compañía mutuamente. Los únicos que no lo hicieron fueron Ulquiorra, que seguía de morros y al parecer estaba atareado mirando algo en su Omnitool, y Fenris. Éste estaba cerca de una de las ventanas, con una pequeña botella de vino en la mano. No estaba mirando, observando alguna cosa al otro lado del cristal, pero escuchaba desde lejos. Al fin y al cabo, también iban a reparar su equipo.

—¿Qué es un Ridepod? —preguntó Seras quando Max lo mencionó.
—És un robot-vehículo de combate. Para una o dos personas como mucho. Llevo queriendo construir uno desde que entré a jugar. Es casi como... una especie de traje blindado. O un tanque individual. Depende de la forma que le des.
—Mola —exclamó Shruikan y se giró hacia sus compañeros —. Quizás deberíamos comprar uno. Así N ya no sería el único que no va a pie.

El Beast Master respondió al comentario ligeramente acusador de la Samurai con una mirada inocente y una sonrisa encantadora.
—Mis botas ahora mismo están tan llenas de arena como las tuyas —comentó como quien no quiere la cosa.

—Desgraciadamente —se apresuró a aclarar el Mechanic —, comprar uno entero suele ser muy caro.
—¿Por eso te construyes tú el tuyo? —preguntó Seras.
—En parte. Como ya he dicho, me hacía ilusión. Las piezas de Ridepod son caras, así que haciéndolas por mí mismo me ahorro un dineral. Lo único que me faltaba para construirlo era el núcleo. Quería ponerle uno mejorado para empezar y tener un poco de ventaja, pero sólo tengo nivel para fabricar uno básico. Así que he estado buscando a ver si alguien lo tenía.

—Ya veis, es todo un manitas —comentó MoonPrincess, apoyando las manos sobre la mesa —. Y también un entusiasta. Me ha arrastrado por medio mundo buscando chatarra.

—Anda, Mónica. No es chatarra —protestó Max, aunque no negó lo otro. Luego se dirigió a los demás —: Creo que si vais en grupo numeroso os convendría más pagar por un vehículo que no por un Ridepod. Le sacaríais más provecho.
—¿Te refieres a uno de esos coches y motos? —preguntó Shruikan.
Seras la miró sorprendida. —¿Hay de eso?

Max le explicó:
—Sí, aunque ésas no son las únicas clases de vehículo. Están los airships o las caravanas. Hay barcos para ir por mar, e incluso una variedad para navegar por las arenas del desierto. ¡Tienes casi todo lo imaginable!

—Mola —repitió la Samurai. Cualquier cosa parecía convencerla con tal de que tuviera por lo menos dos ruedas y una potencia destructiva apabullante —. Deberíamos tener uno. Un todoterreno. Un tanque y empezar a aplastar cosas a nuestro paso...
—Sí, sí, tú sigue fantaseando —le dijo Sheba, dándole unas palmadas de consuelo en la espalda.

—No es una mala idea a largo plazo —comentó N, haciendo tamborilear los dedos sobre la superficie de su vaso de limonada, pensativo —. Aunque comprar un vehículo para los seis puede salirnos caro.

Escucharon como Mónica suspiraba.

—Si nuestra guild aún estuviera en funcionamiento os diría que hablaseis con Tanlaus o alguno de los veteranos. Ellos os hubiesen podido hacer un buen trabajo.

—¿Estabais en una guild? —preguntó Seras, curiosa, ya que desde su encuentro con GreedyFox no habían vuelto a sacar el tema de los gremios. Era como una especie de tema tabú.

Max y Mónica intercambiaron una mirada de circunstancias. Luego, ella dijo:
—Técnicamente, aún estamos en la guild. Se llama Night Fury. Quizás os suene, es... era una guild especializada en Mechanics.

Shruikan se encogió de hombros y Sheba negó con la cabeza, pero Fenris dijo, aún cierta distancia:
—A mí sí me suena. Su líder era Tanlaus, al que han mencionado antes.

—Vaya, para ser alguien a quien no le gustan las guilds estás muy enterado, ¿no? —inquirió la Samurai. El otro simplemente respondió, tomándole el pelo:
—Hay que conocer al enemigo. Además, Tanlaus es muy conocido.

—Es cierto —dijo Mónica, dándole la razón —. Pero eso de un par de semanas antes de que el GM cerrara el juego, Tanlaus desapareció. Después de eso, muchos miembros de la guild empezaron a disgregarse. No se juntaban tanto, aunque Max y yo no eramos de los más antiguos ni de los más fuertes. No conocíamos a todo el mundo.

—No —prosiguió el Mechanic, con la vista fija en su labor —. Cuando vimos que la gente empezaba a irse, nos ocultamos porque nos daba miedo vernos mezclados en un conflicto interno de poderes. Luego cerraron el juego y, bueno, el resto es historia.

—Vaya. Imagino que no debéis ser los únicos a los que les ha pasado algo así —comentó Sheba, con los brazos cruzados y un gesto grave en el rostro. Luego Seras preguntó:
—¿No volvisteis a saber nada de ellos?

Mónica negó con la cabeza.

—Quedan muy pocos en Night Fury, y nadie a quien conozcamos. Así que ya veis; la guild sigue existiendo porque Tanlaus no la borró, pero a efectos prácticos, está muerta.

—Que triste cuando pasa eso —comentó Shruikan. Fenris bufó desde su sitio, pero ella le ignoró y siguió hablando —: ¿Y por qué no la abandonáis si no hay nadie dentro?

—Bueno, lo cierto es que esperábamos que quizás alguno de los que conocíamos volviera a aparecer. Y conservando el nombre de la guild seríamos más fáciles de localizar.
—Teníamos mucho apoyo de nuestros amigos de Night Fury, así que apañárnoslas por nuestra cuenta ha sido algo difícil al principio. Pero creo que lo hemos llevado bien.

Mónica le puso una mano encima del hombro a su compañero, que le devolvió una sonrisa.

Cinco minutos después, el Mechanic le devolvía el equipo a su dueña con las explicaciones pertinentes.

—He reparado la armadura y he añadido algunas mejoras de defensa. Lo mismo con la katana: la he encantado con daño elemental de rayo y le he puesto algunas cosas para mejorar el ataque. Aún así, para tu nivel estaría bien que pronto consiguieras un equipo mejor. Hasta entonces, creo que te las podrás apañar con lo que tienes.

—Esa era la idea —dijo la Samurai, poniéndose la armadura de nuevo.

Cogió la espada y se puso de pie, dando algunas estocadas en el aire para probarla. Asintió, satisfecha, al comprobar que el manejo seguía siendo el mismo.

—¿Quién es el siguiente?

Uno a uno, Max fue reparando y mejorando el equipo de todos, incluso encontrado tiempo para admirar el de N entre el resto.
—Vaya, ¿es un artículo limitado? No había visto antes este tipo de traje.

—Sí —explicó el Beast Master —. Era uno de los premios de un evento para Archer que celebraron en Eruyt Village. No fue fácil conseguir el set completo.
—Tiene buenos stats —comentó el otro, analizando uno de los guanteletes —. Te servirá bien.

Pasó bastante tiempo hasta que hubo terminado de modificar todo el equipo (menos el de Ulquiorra, que tuvo que esperar pacientemente a que terminara). El sol ya empezaba a ponerse cuando estuvo todo listo, y el calor del desierto había disminuido los suficiente como para que al menos no necesitaran pociones para avanzar.

Shruikan se desperezó en el porche, oteando después el horizonte con los ojos entrecerrados para no deslumbrarse.

—No creo que deba quedar mucho ya. Con suerte llegaremos a Einbroch antes de que se haga de noche del todo.

Max y Mónica salieron a despedirse de ellos.

—Nosotros tampoco nos quedaremos mucho más ahora que Max tiene la pieza que buscaba. Mañana como muy tarde. Puede que nos volvamos a encontrar algún día —dijo la Duelist, con las manos en la cintura.

—Estaría bien —respondió la Samurai, con un gesto de cabeza.
—¡Muchas gracias por todo! —exclamó Seras, despidiéndose.

Los otros dos les saludaron mientras se alejaban. En el momento en el que la primera estrella apareció en el cielo, el edificio que dejaban atrás no era más que una silueta oscura en el horizonte.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"