Author Topic: neverland 1.1: you can (not) escape  (Read 115587 times)


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #180: April 30, 2016, 03:48:57 PM »
~+23~



El lancer miró la pantalla de su omnitool con frustración creciente, y volvió a introducir el nombre letra por letra. Tras unos instantes apareció el mismo mensaje de antes con el fondo iluminado.

«Ese jugador no existe.»

Frunció el ceño, molesto, y lo intentó por cuarta vez.

«Ese jugador no existe.»

—¿No contesta? —el ninja moreno y dolorosamente guapo que le había preguntado, miraba ahora por encima de su hombro, clavándole la barbilla puntiaguda justo sobre el tendón.

—Quita Yumi, —rezongó el lancer haciendo rodar el hombro.— No es que no conteste, es que me dice que no existe.

—¿Cómo que no existe? No lo estarás escribiendo mal ¿verdad? —dijo el moreno apartándose de la cara la trenza que llevaba en el lado derecho de ésta con expresión de fastidio preocupado.

—¡Joder Yumichika, que lo he probado cuatro veces ya, y me dice que el jugador no existe! ¡Y claro que lo estoy escribiendo bien, son cinco putas letras! —exclamó el lancer pasándose una mano primero por la cara y luego por la cabeza afeitada.— ¿Quieres probar tú a ver si tienes más suerte? Por mí perfecto. Venga, inténtalo.

El ninja le dedicó una mirada altiva, pero pese a ello desplegó la pantalla de su omnitool e introdujo cuidadosamente las cinco letras de rigor.

«Ese jugador no existe.»

—¡La puta que lo..! ¡Ikkaku, que no sale!

—Ya te lo he dicho. —el lancer se frotó la parte posterior del cuello con cansancio.— Puede que se borrase la cuenta.

—Pero dijiste que la habías visto conectada.

—Ya.

Ikkaku y Yumichika se miraron entre ellos con seriedad y gesto sombrío, a sabiendas de que la gente no desaparecía sin más y sin dejar rastro sin un buen motivo, y que los resultados con mayor posibilidad estadística apuntaban a que la persona que buscaban hubiera sido una de los primeros caídos en la locura del GM.

—Pero debería haber salido en las listas. —la cabeza sin pelo del lancer no podía dejar de darle vueltas al asunto, primero de un lado, luego de otro, volviendo una y otra vez a los detalles que no  encajaban en el cuadro final.

—¿Y no está en ninguna? —el ninja se aferraba a las incongruencias con la misma tenacidad que su compañero.

—En ninguna, he ido mirando varias veces todos los días. —y según lo decía, Ikkaku iba repasando los nombres nuevos que habían aparecido el último día.— Nada, nada de nada. Como si se la hubiera tragado la tierra.

—Entonces es que algo ha hecho para salir. —sentenció Yumichika.— Probablemente habría borrado su cuenta. Yo desde luego lo habría hecho después de semejante follón.

—Si llego a estar... te aseguro que las cosas no... —Ikkaku se interrumpió cuando una idea peregrina tomó forma en su mente. — Oye, oye, y si?!

—Y si qué, termina de hablar, que van a llegar en seguida —el moreno miraba sus alrededores con impaciencia, pero se giró a mirar al lancer cuando éste no siguó hablando.— ¿Se puede saber a qué viene esa cara?

—A que conociendo a Raiko, capaz y después de bloquear a su hermano se hizo un reset para seguir jugando en solitario. —La mirada de Ikkaku no dejaba lugar a dudas de su convencimiento.

Yumichika se llevo una mano a la boca, que había ido abriendo progresivamente según procesaba la verdad de las palabras de su compañero.

—Jo-der.

—Ya te digo.


« Last Edit: October 12, 2018, 05:24:47 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #181: May 11, 2016, 10:32:04 AM »
Capítulo 31: La tormenta (part 1)





—¡Uooo! ¡Rabanastre es lo más!

Después de hacer una ruta en tren por las ciudades del desierto durante los últimos días, por fin habían llegado  su última destinación: Rabanastre. Y ni Sin City, ni Colorado, ni Einbroch tenían nada del esplendor radiante que encontraron en esa ciudad.

Altos y decorados edificios, fuentes y acueductos... Rabanstre era un ciudad floreciente en un oasis, lleno de plantas, de comercio, de bullicio.

—Me recuerda un poco a Columbia —comentó Seras, con la cabeza levantada y sin saber donde mirar.
—Es bonita —reconoció N —. Creía que ninguna de las ciudades del desierto era así. Tan bonitas.

—Rabanastre es un importante centro comercial, no sólo de esta zona, si no de todo Neverland —informó Ulquiorra —. Es sede también de una de las guilds más antiguas y conocidas, Indigo. Es una guild de Dancers.

—¿Sólo de Dancers? —preguntó Seras, extrañada.
—Sï. Alquilan sus servicios a grupos de party.
—Que mal suena eso... —comentó Fenris.
—Tú, que eres un guarro.

Shruikan recibió una patada en la espinilla por esas palabras. Todos parecían animados tras haber llegado a una ciudad así.

—Deberíamos mirar si hay alguna quest que podamos tomar en la ciudad —propuso Sheba —. Hace días que no hacemos alguna que sea divertida.
—Totalmente. —Shruikan rápidamente se sumó a la idea —. ¿Habrá alguna de buena para nuestras clases?

—Es más que probable que haya quests importantes de Archer —comentó Ulquiorra —. En concreto, específicas para Dancer. Pero es imposible que no haya para otras clases también. Puedo investigarlo, si lo deseáis.
—Estaría bien, sí.

Mientras Ulquiorra abría su Omnitool, Seras le habló a N.

—Si esta ciudad tiene misiones de Archer importantes, ¿has hecho alguna de por aquí?
—No —respondió el Beast Master, negando con la cabeza —. Nunca he estado en Rabanastre. Las únicas misiones que he hecho han sido las de Eruyt Village y Prorencia.

Lo cual daba más mérito a que tuviera tanto nivel si sólo había hecho unas pocas misiones y básicamente sólo se hubiese dedicado a pelearse con otros jugadores.

—Me pregunto si tendrán alguna para Merchant en algún sitio —comentó la otra.
—Seguro que sí —dijo Sheba entonces —. Aunque creo que ya va siendo hora de que subas a Machinist.

—¿Sí? —quiso confirmar Seras, aparentemente emocionada por las palabras de su amigo. Había estado esperando la aprobación de sus compañeros para tomar esa decisión.
La Black Mage asintió.

—Claro. Si quieres podemos ponernos a ello una vez dejemos la ciudad.
—¡Genial! —exclamó ella. Y luego, como dándose cuenta cuenta de una cosa, añadió —: ¿Y tú no piensas subir de job?

—Eso, Sheba. ¿Cuando vas a dejar el mediocre oficio de Black Mage? —Saltó Shruikan, poniéndose una mano en el hombro.
—Subir de job contribuiría al desarrollo del equipo, ciertamente. —Incluso Ulquiorra puso su grano de arena.

—Bueno, bueno —exclamó la susodicha, sacudiendo la mano —. Os diré que sí; tras mucho pensarlo, he decidido que lo mejor será convertirme en Time Mage.

—¿Time Mage? —preguntaron Shruikan y Fenris, al unísono, extrañados.
—Que raro.
—No es nada propio de ti.

La otra soltó un suspiro exhasperado.

—Ya lo sé. No es la opción que tomaría normalmente pero creo que tal y como estamos ahora sería una buena elección para el grupo.
—Time Mage tiene técnicas de apoyo —informó su Biochemist —. Apoyo es lo que falta para equilibrar el equipo.
—Bueno. Si tu crees que es lo adecuado, no me voy a quejar. —La Samurai después miró a Fenris —. ¿Y tú qué?
—¿Yo qué de qué?
—¿Cuando vas a subir de job?

De pronto, cinco miradas expectantes cayeron sobre el Knight, el cual simplemente se las quitó de encima poniendo los ojos en blanco.

—Cuando llegue el momento.
—Es la respuesta más lamentable que he oído en la vida.

Al Knight no parecía importarle la opinión de su amiga. Su cabezonería no tenía límites.

Empezaron a deambular, pues, por las calles de la ciudad, siguiendo simplemente el flujo de la gente.

—Creo que en el bazar quizás encontremos quests de Merchant, Seras —dijo Sheba, mirando el mapa —. Está siguiendo hacia el barrio alto. Aunque creo que lo mejor sería buscar toda la ciudad. ¿Sabíais que Rabanastre tiene un barrio bajo subterráneo?

El barrio pobre, según el lore. Y aunque oscuro y en cierto modo decadente, había incluso allí parte de la radiancia que parecía ser endémica de la ciudad. También allí se encontraba la entrada a una Dungeon, pero eso no les interesaba de momento.

Siguieron, pues, los caminos al aire libre, observando las curiosidades que se encontraron a su paso.

—El bazar es por aquí. —Cuando pasaban por un puente, Sheba señaló hacia una calle que se encontraba más abajo, plagada de tenderetes.

Pasaban ahora por la otra rama del distrito comercial. Ambas, ésta y el bazar, se comunicaban al norte en un círculo de calles. Allí habían los edificios y palacios para los usuarios y las guilds. Tenían que cruzar esa zona para pasar de una rama a la otra.

—Está lleno de jugadores de nivel alto... —murmuró Seras, mirando a la gente con la que se cruzaban.
—Sí. Aquí y en la entrada es donde hay más. Son los centros sociales, por así decirlo.
—En la mayoría de ciudades es lo mismo —confirmó la Merchant —. Es curioso.

Llegaron al bazar sin más incidente que Shruikan tropezándose con un Shapeshifter por el camino. El chico le puso mala cara un momento y luego prosiguió su camino, como si no hubiera pasado nada.

—Que maleducado —se exclamó la Samurai, de vuelta con sus compañeros.

En el bazar cogieron alguna que otra misión de poca importancia, a excepción de una misión de Merchant para Seras.

—¿Por qué todas estas quests me obligan a cruzar medio mundo? —dijo, revisando los detalles.
—Es lo que tiene ser Merchant. La senda del comercio es dura, cruel y triste —se exclamó Shruikan,  llevándose la mano al pecho en un gesto sentido.

—Anda, no exageres —la reprendió Sheba, dándole un codazo.

Después del bazar terminaron yendo al barrio bajo, par hacerse una idea de como era. La cantidad de niños mendigando allí era asombrosa, correteando por las calles con sus pies descalzos.

—Incluso en este mundo hay gente que vive así... —se lamentó Seras, viéndoles jugar en una plaza.

—No tienen opción. Fueron programados para ser así —dijo Ulquiorra —. Hay jugadores que les dan limosna, pero eso es tirar el dinero. No van a usarlo ni a llevar una vida mejor. Esos actos inútiles de caridad no tienen sentido.

—Eso no es cierto —dijo entonces N. No era la primera vez que sus opiniones chocaban, pero sí en la que el Beast Master parecía más calmado al respecto —. Pude que al ser NPC el dinero no les sirva, ¿pero eso no hace eso que donarles dinero sea un acto de caridad más admirable?

—¿Admirable? —repitió el Biochemist, sin comprender —. No veo que hay de admirable en la estupidez.

—Porque tú solo piensas en los beneficios —le acusó —. No entiendes que las personas son capaces de ayudarse unas a otras sin esperar nada a cambio. Que son estos pequeños actos de piedad los que nos hacen humanos.

Ulquiorra no dijo nada después, aunque no parecía convencido.

Después de dar vueltas se detuvieron a descansar en una pequeña plaza con una fuente de agua limpia. Había luz del exterior filtrándose a través de un reja alta, proyectando una sombra cuadriculada.

—¿Crees eso, Fenris? —preguntó Shruikan, sentada al borde de la fuente —. ¿Que la piedad nos hace humanos?
—¿Estas teniendo una crisis de conciencia? —respondió, dando un sorbo a uno de los zumos que habían comprado en un tenderete cercano. Tenía un sabor fuerte y afrutado.

—No, no es eso —dijo la otra. Estaba más seria de lo habitual —. Pero N siempre está hablando de estas cosas. Y lo tiene tan claro... Me hace sentir un poco como si me estuviera regañando, y eso que es sólo un crío.

Fenris abrió la boca para decir algo, pero se interrumpió cuando Sheba se acercó. Al parecer había escuchado toda la conversación.

—No te comas la cabeza —le dijo, apoyando el brazo en su hombro —. Cada quien es como es. Nosotros te queremos aunque no seas una lumbreras.
—Oye, ¿me estás llamando tonta?
—No, no —respondió la otra con tono suave, acariciándole la cabeza —. Tonta no. Impulsiva y atolondrada quizás.

Shruikan hizo un puchero y le dedicó una mirada de desconfianza tal que a su lado Fenris se rió.

—Qué. Tú no te rías. Tú eres casi tan malo como yo. —La Samurai le señaló con un dedo acusador.
Fenris se encogió de hombros despreocupadamente.
—Al menos yo tengo estilo.

Siguieron hablando, entre puyas y risas. No muy lejos, Ulquiorra les miraba. Su rostro estaba inexpresivo como siempre, aunque sus ojos refulgían con un extraño interés. Murciélago silbó ligeramente sobre su hombro y frotó la cabeza contra su mejilla. El Biochemist levantó la mano y le acarició el pelaje de forma mecánica, pero pareció que eso era todo lo que el animal buscaba y cerró los ojos, contento.

Luego Ulquiorra desvió la mirada hacia Seras y N, arrodillados al lado de uno de los canales de agua limpia. Hablaban y miraban algo del fondo con aparente interés. A su lado, unos niños les gritaban y se reían.

Era una imagen extraña para él, aunque la hubiese visto montones de veces. Había algo ahora que la hacía distinta y no conseguía comprender qué era. Se los quedó mirando fijamente un buen rato, tratando de descubrirlo hasta que de pronto levantó la cabeza hacia la claraboya enrejada.

Sobre su hombro, Murciélago abrió los ojos de golpe.

Y el suelo empezó a temblar.

Las paredes se sacudieron y cayó polvo del techo, pero el Barrio Bajo no cedió. Se rompieron jarrones y macetas, y el flujo del agua de la fuente se interrumpió por unos instantes. Lejos, en la superficie y aún ahogado por la distancia, se escuchó un grito agudo y estridente.

—¿Qué ha sido eso? —dijo Shruikan, sujetándose al bordillo.

La luz que se filtraba desde el exterior se había vuelto más difusa, como si una densa nube lo cubriera. Incluso bajo tierra llegaba el ruido ahogado de una tumulto en las calles. No se lo pensron demasiado.

—Vamos.

Subieron corriendo las escaleras hasta volver a aparecer en las calles del barrio residencial. Tenía un aspecto completamente distinto por la nube de arena que había en el aire y que lo ensuciaba todo de un color rojizo y lúgubre. No había música, y el viento soplaba con fuerza. Mucha gente, incluso los NPC, tenían la vista fija en el cielo.

—¿Qué está pasando? —preguntó Seras a sus compañeros, sin saber si eso se trataba de un evento programado.

Sin embargo sus caras le informaron de que estaban tan desconcertados como ella.

—No lo sé —respondió Sheba, con la voz contenida.

Ulquiorra era el único de ellos que no tenía la cabeza alzada si no que miraba a su alrededor con atención. Al final detuvo la mirada en una punto, aunque no había nada en esa dirección.

—Algo se acerca —dijo. Shruikan, que estaba a su lado, le escuchó y frunció el ceño.
—¿El qué?
—No lo sé.

Cada vez que el Biochemist decía eso sonaba mucho más catastrófico de lo que debería haber sido.

Luego volvió a escucharse el grito. Era lo suficientemente potente como para que se escuchase por toda la ciudad, imposible de haber sido formulado por una garganta humana. Vino acompañado de un estruendo, como de roca golpeando roca y otro temblor.

—¡La hostia! —exclamó Shruikan, inclinándose y sujetándose a lo que tenía más cerca (que resultó ser el brazo de Ulquiorra) para no caer.

—¿Qué demonios es eso? —preguntó Fenris, que había utilizado su mandoble de apoyo.

La respuesta no tardó en llegarle en forma de un gusto de alarma que se alzó desde el inicio de la calle.

—¡Monstruo! ¡Hay un monstruo gigante atacando las murallas!

Las palabras vinieron acompañadas de unos instantes de ominoso silencio hasta que éste fue interrumpido por un nuevo rugido.

Cunado las murallas recibieron un nuevo golpe, toda Rabanastre tembló.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #182: May 28, 2016, 03:49:10 PM »
~+24~




—Pues si no te gusta, ya sabes lo que tienes que hacer. —el knight dio una sacudida a su espada, haciendo que la sangre resbalase de la hoja de una sola vez y salpicase el suelo con un chasquido.

Ninguno de los presentes habló durante unos momentos, la pretendida indiferencia del knight sólo avivaba la tensión; hubo ojeadas furtivas y nerviosas, un cruce de miradas fijas cargadas de significado y un leve asentimiento.

—Hm. Probablemente esto es lo que tendría que haber hecho hace ya un tiempo —comentó el lancer con aire serio de cansancio. Y como si fueran uno solo, tanto él como el ninja se salieron de la party en el mismo segundo.

El característico sonido de timbre resonó apagado en el ambiente sobre ellos.

«Ichiban ha abandonado el grupo.»
«DeadlyNightshade ha abandonado el grupo.»


El knight había tardado muy poco en cambiar su indiferencia por completa indignación, empezando incluso a enrojecer por la rabia. Si las miradas pudieran matar, probablemente a ellos los hubiera fundido en menos de un parpadeo.

—¿Pero..? ¡Pero... no, chicos! Podemos hablar las cosas, no hace falta que lleguemos a esto —la chica miraba de unos a otros con sus grandes ojos castaños llenándose de lágrimas.

El rogue alto y delgado que tenía a su lado le pasó el brazo por los hombros y la apretó un poco contra él.

—No llores Orihime, cariño, déjalo que lo arreglen entre ellos —dijo murmurando contra la coronilla de la muchacha. Benitora sabía que la bronca llevaba tiempo cociéndose, desde antes de que ellos dos se hubieran unido al grupo, y que no tenía nada que ver con ellos. Él había visto la tormenta en el horizonte y pese a todo se había apuntado al bombardeo.

—Sois unos hijos de puta. —el knight habló por fin, siseando su ira en un esfuerzo notable por no estallar a gritos— Unos malnacidos de mierda, jodidos traidores, éso es lo que sois.

Orihime se llevó las manos a la boca en una inhalación entrecortada de sorpresa, y se dejó llevar cuando Benitora retrocedió un par de pasos, apartándose de los otros tres por lo que pudiera pasar. Pero ni el lancer ni el ninja ofrecieron la primera reacción lógica y evidente para cualquiera que los hubiera tratado un par de veces.

—¿Algo más? —preguntó Yumichika con voz sedosa y batiendo sus largas pestañas con un ademán dulce y seductor.— ¿No te falta nada? ¿Ni un poquito? ¿Alguna cosita que se te haya pasado, algo pequeño e insignificante?

El knight apretó los puños hasta que sus nudillos se vieron blancos por la presión, la tensión que vibraba en su cuerpo visible en las venas que se marcaban en sus antebrazos.

—Eres un cobarde. —espetó entre dientes.

—¡Ohó! Ya sabía yo que te dejabas algo... —el ninja se pasó la lengua por los dientes, dejando escapar una risita sardónica que delataba la falsedad de su pretendido gesto obsceno. Su sonrisa se fue ensombreciendo y ensanchando hasta mostrar una peligrosa cantidad de dientes.— Te reto a duelo. A muerte. Aquí y ahora.

—No, no, no, no, no, no, —se podía oír de fondo el murmullo angustiado de la chica.

—Oi, Yumi... —el lancer amonestó al moreno, aunque no le puso demasiado énfasis.

—¿Hay alguien más que esté de acuerdo con nosotros en que esto NO es una buena idea?—Benitora tragó saliva cuando la mirada oscuramente entretenida del lancer se posó sobre él.— A ver, que sois adultos irresponsables y libres de mataros cuando y como queráis, ¿pero tiene que ser precisamente aquí y ahora?

Mientras el ninja observaba a su hasta hacía poco compañero de party como si fuera un ave de presa sobrevolando a su víctima, Ikkaku se encogió de hombros con despreocupación.

—Hay cosas que acaban siendo inevitables. —comentó pasando su escrutinio de vuelta al knight.— Además, el cobarde es él.

—¿Qué pasa, tú también quieres? —la mirada del pelirrojo ardía como si llevase su propio infierno dentro.

—Asúmelo, Red Menace. —Ikkaku respondió cruzando los brazos sobre el pecho y echando los hombros hacia atrás al tiempo que adelantaba ligeramente la cadera.— Eres un cobarde y siempre lo has sido, por eso siempre culpas a otros de todos tus errores.

En las décimas de segundo que le tomó al knight desenvainar su espada y embestir contra el lancer cegado por la rabia, Yumichika hizo uso de sus habilidades y apareció a su espalda tan rápido que el aire a su alrededor se vio borroso y presionó la hoja curvada de un cuchillo contra su garganta descubierta, apretándose sobre el cuerpo del knight.
Las mismas décimas de segundo exactas que le había tomado a Benitora interponer su arma en el camino del sable del knight frente al cuerpo de Ichiban, y a Orihime castear su hechizo más potente de cura en área. Era una lástima que formasen tan buen equipo.

—Renji, Renji, si no tienes nada que hacer conmigo, ¿qué esperas hacer contra Ikkaku? —la voz oscura y aterciopelada del ninja contrastaba dolorosamente con el acero frío y reluciente que se clavaba en su cuello.

—No tienes ni media ostia que recibir, como me ponga contigo. Yo lo sé, tú lo sabes, todos lo sabemos; así que bájale el tono chiquitín. —el lancer ni siquiera se había movido de su posición arrogante.

Con mirada angustiada pero decidida Orihime volvió a repetir el encantamiento cuando terminó su duración. Benitora se apartó para dar espacio a su compañero, y finalmente éste bajó la espada. Sólo cuando Renji hubo envainado de nuevo dejó de sentir el filo del cuchillo de Yumichika cortando la piel de su garganta.

El ninja volvió junto a Ikkaku, y se apoyó sobre el hombro de éste como si no tuviera preocupación alguna en la vida.

—Si nosotros somos unos jodidos traidores, —canturreó observando las reacciones de los presentes entre las pestañas de sus ojos entrecerrados— qué tendría que decir tu hermana pequeña de tí, si es que aún se encuentra en condiciones de poder decir algo.

Benitora y Orihime se miraron con aprensión repentina, y Renji tuvo que bajar la cabeza para no volver a repetir la escena anterior.

—Eso no os importa. —dijo ofendido.

—Te equivocas chaval, —dijo Ikkaku mirándole muy seriamente,— nos importa, y nos importa mucho.



*
« Last Edit: October 12, 2018, 05:26:02 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #183: June 26, 2016, 10:01:47 AM »
Monstruos, monstruos. :D Este es el Jhen Mohran y estos los delex. Me ha dado pereza subirlos a un servidor de imagenes, lol. Anyway, enjoy the blood. :3

Capítulo 32: La tormenta (part 2)





El caos que siguió al anuncio no se hizo esperar.

La gente gritaba y correteaba por las calles tratando de encontrar refugio. Pero incluso sus gritos de terror quedaban ahogados cada vez que el monstruo que atacaba Rabanastre chillaba. Era un sonido que lo devoraba todo, estridente y ominoso.

El grupo se apartó de la calle, quedando refugiados bajo un porche para no ser arrastrados por la marabunta aterrorizada de jugadores e, incluso, NPC.

—¡¿Qué hacemos?! —preguntó Sheba, alzando la voz para hacerse oír por encima del tumulto.
—¡Deberíamos buscar refugio! —exclamó Seras, que llevaba su arma en la mano.

Shruikan propuso lo contrario.
—¡Hay que derrotar al monstruo!

—¡¿Què?! ¿Estás loca? —protestó la Black Mage —. ¿Acaso oyes como suena ese bicho? ¡Debe ser enorme! ¡No tenemos ninguna posibilidad!
—¡Precisamente! Si realmente hay un monstruo gigante atacando las murallas y logra entrar en la ciudad, ¡no habrá ningún lugar seguro! ¡Si atacamos entre todos los jugadores podremos derrotar a esa cosa!

—¡Si vamos nos matarán!
—¡Y si no vamos también!

Los otros observaron la discusión en silencio. Seras miraba a su alrededor nerviosamente, Y Fenris tenía el ceño profundamente fruncido, atento a las otras dos. N observaba a algún punto en la lejanía con cara de preocupación y Ulquiorra parecía desinteresado incluso en esa situación.

Sheba gimió exasperada, levantando los brazos al cielo.

—¡¿Quieres hacer el favor de escucharme?!

Se adelantó un par de pasos y le tomó violentamente de la muñeca. Shruikan arrugó la frente de manera peligrosa.

—Usa el sentido común por una vez. No podemos para a esa cosa. —Lo dijo recalcando muy bien cada palabra, asegurándose de que quedaba claro —. Sea lo que sea.

La expresión de la Samurai se mantuvo impasible por unos pocos y largos segundos. Después habló, con voz cortante:

—Quizás tengas razón —dijo —. Pero no pienso quedarme aquí de brazos cruzados a averiguarlo.

Sheba soltó una exclamación de sorpresa cuando la otra se zafó de su agarre de un tirón.
—¡No! —gritó al momento en el que la Samurai daba media vuelta y echaba a correr.

Hubo unos instantes de aturdimiento general hasta que, después de mascullar una sarta de improperios en su idioma materno, Fenris salió corriendo tras ella.

Fue el detonante de una extraña reacción en cadena; el florecimiento de un malsano sentimiento de responsabilidad que les obligaba a permanecer unidos.

N y Seras sorprendentemente salieron corriendo detrás del Knight.
—¡Hará que la maten! —exclamó la Merchant con evidente preocupación.
—¡Se lo tiene merecido! —dijo la Black Mage, incrédula mientras todos sus compañeros la dejaban atrás.

Todos menos Ulquiorra, quien se puso a su lado con tranquilidad.
—Es probable —fue lo único que comentó. Sobre su hombro, Murciélago movía las orejas de forma nerviosa, pero por lo demás mantenía la misma expresión imperturbable que su dueño.

Sheba le miró con recelo y luego volvió la vista de nuevo en la dirección en la que se habían marchado los demás. Terminó soltando un suspiro exasperado.

—Juro que cuando esto termine —dijo con la voz grave por la amenaza que cargaban sus palabras —, esta mujer y yo vamos a tener una charla muy seria.

Echó mano a su vara y empezó a andar con paso firme, furibunda. Tras un lánguido parpadeo, Ulquiorra la siguió y se encaminaron hacia las murallas.

Nunca llegarían a encontrarse con el resto.

- - -


Shruikan corría, acercándose cada vez más a la muralla este de la ciudad. No fue difícil puesto que allí se encontraba una de las puertas principales de Rabanastre y muchas de las calles conducían a ella.

Tuvo que esquivar varias veces a confusos y asustados transeúntes (NPC y jugadores por igual), mientras el cielo se ponía cada vez más turbio. Parecía que se avecinaba una tormenta de arena.

Le pareció oír a alguien que gritaba su nombre a sus espaldas, pero como estaba segura que sería con el propósito de detenerla, hizo caso omiso. Siguió adelante por mera cabezonería.

El suelo había temblado un par de veces más antes de que por fin alcanzara las murallas. Poca gente permanecía allí; aquellos que, como ella, estaban dispuestos a enfrentarse a lo que se acercaba.

Tenía que ser un monstruo gigantesco, de eso no quedaba la menor duda. Se le hizo un nudo en el estómago de imaginárselo, de nervios, emoción y también de miedo. Tomó aire profundamente y cerró los ojos, volviéndolos a abrir de golpe poco después cuando alguien dejó caer una pesada mano sobre su hombro, sobresaltándola.

—¡¿Es que acaso se te ha caído el cerebro?!

Fenris le gritaba; tardó algunos segundos en procesarlo. Hubiese respondido algo si el otro no estuviera gastando ya todo el aire y arrastrándola lejos de las murallas.

—¡Cuando decías luchar no esperaba que quisiera decir coger tíquet para la primera fila de los mártires! ¡Te creía más inteligente que eso!

Shruikan trató de protestar y zafarse de su agarre, pero no podía hacer las dos cosas al mismo tiempo.

—¡Espera, Fenris...!
—¡No, espérate tú! —le escupió él. No la soltó hasta que estuvieron a varios metros de la muralla —. Mira, no me importa seguir el plan de atacar, pero al menos hagámoslo de una forma en la que no terminemos todos m-...

No pudo terminar la frase porque justo entonces, el muro de la ciudad estalló.

El estruendo fue ensordecedor. Bloques enormes de piedra salieron despedidos hacia la ciudad, cayendo sobre los edificios y las calles. Al estallido inicial se le sumó el ruido de las construcciones al romperse y el grito agudo de una criatura, cuya silueta enrome se apreciaba entre la nube de polvo.

El aire mismo pareció estremecerse con el impacto. Inconscientemente, Shruikan se inclinó hacia Fenris, buscando refugio contra su cuerpo. El Knight hizo lo mismo en un principio y luego levantó la mirada, protegiéndose la cara con el brazo. Abrió mucho los ojos por lo que vio.

—¡Cuidado!

Tiró de la Samurai, empujándola al suelo para protegerles a ambos de la lluvia de escombros que se les vino encima. Éstos cayeron en el suelo con fuerza  y rodaban una larga distancia, arrollándolo todo a su paso.

Fenris y Shruikan tuvieron suerte de que no les cayó ninguno encima directamente. Los bloques les pasaron por encima mientras seguían rodando por las calles.

Sin embargo, hubo otros menos afortunados. N y Seras, que les seguían, se encontraron frente a frente con el alud de piedra.

Y aunque pareció que el Beast Master pudo reaccionar con más rapidez, la otra no tuvo esa oportunidad. Miró arriba con horror antes de que los escombros golpearan el suelo y las paredes de los edificios de alrededor, que se desmoronaron sobre la calle.

Seras aún tuvo tiempo de intentar apartarse frenéticamente antes de que que la aplastara el muro.

Shruikan lo vio desde el suelo, entre el polvo. Pasó tan rápido y de forma tan inesperada que su mente parecía incapaz de procesarlo. En su rostro había pintado el más puro desconcierto.

Allí donde había estado su amiga, ahora no había más que un montón de escombros bloqueando el camino.

Pero antes de que se hiciera a la idea de que acababan de perder a Seras de forma absurda, otro asunto más urgente reclamó su atención.

El suelo tembló cuando el monstruo que había conseguido romper las murallas por fin empezó a adentrarse en la ciudad. Era gigantesco, más grande que ninguna criatura a la que se hubieran enfrentado hasta ahora. Parecía una mezcla de ballena y cocodrilo con piel de piedra y dos grandes y largos colmillos extendiéndose hacia delante desde l boca. Con cada uno de sus lentos y pesados pasos parecía que fuera a hundir la tierra.

A la Samurai se le cayó el alma al suelo. ¿Cómo se suponía que podían hacerle daño a esa cosa? Su espada ni siquiera perforaría la piel, inútil como una aguja.

Antes de que empezara a plantearse una estrategia alternativa, el monstruo chilló de forma corta y estremecedora. Por el hueco que había creado en las murallas empezaron a entrar más monstruos pequeños y rápidos, parecidos a peces con el morro largo y una gran aleta azul en el dorso.

—¡Delex! —exclamó Fenris a su lado, reconociéndolos y provocándole un sobresalto.

Se apresuraron a levantarse, porque aquellas criaturas se movían rápido incluso fuera de la arena y no tardarían en estar peligrosamente cerca. Cuando quisieron darse cuenta, había varios delex acechándoles ya, saltando conra ellos con tal de atraparles entre sus grandes fauces de dientes puntiagudos.

Con un grito furioso, Fenris descargó el primer mandoblazo contra una de las criaturas que se atrevió a acercarse a él. Shruikan hizo lo propio, aunque tardó un poco más en reaccionar.

La piel de los delex era blanda en principio, pero resbaladiza y difícil de cortar desde según que ángulo. Aún así, consiguieron abatir a varias de las criaturas fácilmente, aunque no con la rapidez suficiente.

Frustrada, Shruikan comprobó que por cada monstruo que mataba había dos más ocupando su lugar. No tardaron demasiado en estar rodeados, espalda contra espalda, mientras sufrían el embate incesante de los delex.

—¡Mierda! —maldijo la Samurai. La cosa no estaba saliendo para nada como ella había planeado.

Y entonces, algo (o más bien alguien) golpeó con un rugido a algunos de los delex que les rodeaban, enviándoles por los aires. Como salida de la nada, una mujer Berserker había empezado a deshacerse de los monstruos que les acosaban con una facilidad pasmosa.

Consiguió abrirles un camino por el que pudieron dirigirse a una zona más despejada, aunque comprobaron que en aquel sitio los delex casi habían llegado a todas partes.

Su salvadora se dirigió a ellos luego con la mirada encendida. Era alta y de cuerpo robusto, plagado de cicatrices. Su largo cabello oscuro ondeaba a sus espaldas al ritmo de sus movimientos. Se enfrentaba a las criaturas sin más arma que sus propios puños enfundados en unos guantes metálicos ahora cubiertos de sangre. La armadura, típica de su clase, era un simple set de dos piezas de piel, cuero y metal que a penas protegía su cuerpo, aunque no parecía necesitarlo.

—¡Largaos! —les gritó —. ¡Quedarse cerca del Jhen Mohran no es seguro! ¡Id a refugiaros al otro extremo de la ciudad!

Mientras hablaba, un delex tuvo la imprudencia de acercarse a ella más de lo que le convenía. La Berserker lo cazó en el aire cuando intentaba atacarla y, con la simple fuerza de sus brazos, partió al animal por la mitad, despidiendo sangre y trozos de carne a su alrededor.

—¡Largo! —repitió, lanzando el cuerpo del monstruo al suelo y levantando los puños para seguir peleando.

No tuvo que repetirlo una tercera vez. Superando su estupor, Fenris agarró a Shruikan de la mano y echaron a correr.

No podían volver por donde habían venido, así que tuvieron que buscarse una ruta alternativa. Buena parte de los alrededores habían quedado dañados o destruidos, y el único camino viable parecía el que seguía las murallas por el sur.

Ni así los delex les dejaron en paz. Tuvieron que detenerse varias veces para deshacerse de todos los que les acechaban y poder continuar.

Mientras tanto, el Jhen Mohran seguía su marcha lenta pero inexorable hacia el centro de la ciudad, como si algo le atrajera hacia allí. Los edificios parecían de cartón contra su pesado cuerpo, con nada capaz de detenerlo.

Hasta que una rápida y gran figura apareció de entre las calles y se le echó al cuello.

Entre la confusión y las decenas de monstruos a su alrededor, Shruikan pudo reconocer la forma de un Espíritu del Desierto, aunque bastante más grande que aquel contra el que se habían enfrentado días atrás. Por alguna razón no atacaba a los jugadores si no a los monstruos. El Jhen Moran tuvo que echar su enorme cabeza atrás con su embate, deteniendo sus pasos.

Tras eso, Shruikan se hizo consciente del enorme caos que había a su alrededor; la marabunta de monstruos y todos aquellos que estaban allí para enfrentarlos. El ruido era enorme y ensordecedor, los gritos y rugidos mezclándose con el estruendo de las habilidades lanzadas y los hechizos.

Se sintió como si la ciudad entera se estuviera derrumbando sobre ellos.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #184: June 30, 2016, 01:31:35 PM »
Pista que voooooooy :v Vengo con enlaces: Ropa de Ikki, ropa de Shun.
Echaba de menos postear en este tema :3


45. El problema es que yo no quiero un ewok, prefiero un wookie

—¡Pero hermano! —exclamó Shun, tirando de la manga de su camisa para atraer su atención—. ¡Me lo prometiste!

Ikki giró su cabeza muy poco a poco, temiendo lo que iba a ver cuando sus ojos dieran de lleno con el rostro de Shun. Y allí estaba, como había supuesto desde un principio: una expresión capaz de derretir al más duro guerrero, al más aguerrido de los hombres; quien, obviamente, era él.

Ikki suspiró, intentando separar las manitas de Shun de la tela de su camisa.

—Está bien —aceptó al final—, pero no te separarás de mí en ningún momento. ¿Entiendes?

Shun le sonrió con la misma potencia que le había puesto ojitos y asintió con la cabeza de forma vehemente, más que de acuerdo con las condiciones.
Y aunque Ikki se disponía a cambiar su equipo de principiante por su querida armadura oscura, lo que sacó del inventario fue un gorrito blanco con un ribete rojo y un equipo de armadura ligera con las telas en negro y los cueros en marrón, que cubrió su cuerpo en un remolino de píxeles.
Le puso el gorro a su hermano para completar el conjunto que le había acabado de dar y se puso las manos en la cintura para ver bien a Shun.

—Sabía que te iba a quedar bien. —sentenció antes de empezar a caminar hacia la salida de la Guild.

Era pronto por la mañana y los pasos de Shun correteando detrás de su hermano resonaron en los pasillos.

—¿No vas a tener frío así? —preguntó Shun, ajustándose los guantes rojos.

La camisa de Ikki estaba abierta, dejando ver su pecho moreno. El Caballero Oscuro se ajustó la espada en uno de sus cinturones y torció el morro.

—No. —dijo de forma seca antes de salir a la calle, donde les recibió el cierzo nuclear silbando entre los edificios de Sanctuary.

Shun le miró preocupado, pero le siguió todo lo rápido que pudo hasta el warp.
Se miró las botas rojas nuevas, creyendo haberlas manchado al pisar un charco sin querer, pero para su sorpresa estaban limpias.

—Vamos, no tenemos todo el día. —le dio prisa Ikki, con el dinero preparado para pagar el warp para los dos.

—En realidad, sí lo tenemos —replicó Shun—. Apenas ha salido el sol.

Ikki chistó e hizo saltar a su hermano antes de entrar él en warp.

Al otro lado le recibieron los trinos de los pájaros y un rayo de sol se colaba entre los matorrales para iluminar el suelo de piedra de la plaza del pueblecillo.
Shun no había perdido el tiempo y Marshmallow ya se encontraba entre sus brazos, moviendo la nariz, interesado en los olores nuevos que le traía el aire.
Shun abrazó al conejo antes de dejarlo en el suelo y caminar detrás de sus saltos.

—¡Es precioso, hermano! —exclamó Shun, dando una vuelta sobre sí mismo antes de buscar a Marshmallow con la mirada.

Ikki se llevó una mano enguantada a la sien, masajeándola. Ya empezaba a notar el dolor de cabeza, aunque suponía que si no hubiese sucumbido a los deseos de Shun todavía habría sido más fuerte.

Y ahora se encontraban en la Aldea de las Mascotas, paseando al conejo de Shun mientras veían como las luces del alba teñían el paisaje idílico con su calor.

Shun había vuelto a coger a Marshmallow entre sus brazos mientras observaba con curiosidad el mapa del pueblo, señalando los sitios que le causaban más interés y planificando una ruta a seguir.
Ikki se quitó los guantes, guardándolos en el inventario sin pensar mucho en el efecto de los píxeles en sus manos, más que acostumbrado a ello.

—No vamos a quedarnos aquí todo el día, Shun. Tienes que entrenar —le recordó Ikki, con el ceño fruncido—. Dos horas son más que suficientes.

Shun arrugó las cejas, entrompando los labios y rehaciendo su ruta para que fuese algo más corta.

—Quiero ver el lago, la pradera y las tiendas de animales. —señaló por fin.

Ikki le miró extrañado.

—¿Las tiendas? —preguntó.

Shun asintió con la cabeza, rascándole la cabecita a un impaciente Marshmallow antes de dejarlo de nuevo en el suelo.

—Dicen que tienen los mejores accesorios para mascotas y comida especializada —informó Shun, empezando a caminar por el sendero que les llevaría al lago—. Así ahorraré espacio y maximizaré el efecto de la comida.

Shun parecía convencido e Ikki se encogió de hombros antes de dejarse llevar por el camino de baldosas azules.


————

La visita al lago había ido bien. Si uno no contaba la desesperación de Shun cuando Marshmallow se había lanzado al agua y como a Ikki le había tocado lanzarse al lago para sacar al animal, siendo atacado por un par de cisnes contra los que no había podido hacer nada más que correr con el conejo en un brazo y Shun agarrado con la mano libre.

La pradera había sido más tranquila. Ikki se había dedicado a secarse al sol de la mañana mientras un ciervo curioso intentaba comerse la tela de sus pantalones y algún que otro cinturón.
Marshmallow había terminado por espantar al ciervo al intentar jugar con él. Y por segunda vez Ikki se había sentido orgulloso de la bola de pelo blanco asesina.

Ahora, Ikki se entretenía dando golpecitos con un dedo en el cristal de un acuario, mirando como los pececitos se alejaban de las vibraciones. Aunque si dejaba el dedo quieto y lo movía por el cristal lo seguían, intrigados por el movimiento.

—Creo que ya lo tengo todo. —afirmó Shun, apareciendo a su lado.

—Ya era hora —suspiró Ikki, girándose para mirar a su hermano—. ¿Qué has comprado?

Aunque Ikki intentaba conseguirle los mejores equipos a su hermano y le pagaba la mayoría de necesidades, nunca había aceptado el poco dinero que Shun había ido ganando con sus entrenamientos y éste podía usarlo tan libremente como quisiera.
En aquel momento Ikki se preguntó si no habría sido mejor supervisar sus compras.

—¡Pues muchas cosas, mira! —exclamó Shun, emocionado.

Agarró a su hermano del brazo para apartarlo, llevándolo hasta una mesa vacía donde descargó sus compras desde el inventario.
Había ropa para el conejito, así como collares nuevos y productos para su cuidado. La comida para conejos era algo que se había esperado y hasta aprobó algunas zanahorias especiales, aunque a él le parecían demasiado caras para el presupuesto de Shun.

Arrugó la nariz ante tanto verde y rosa, aunque apartando algunas cosas se dio cuenta de algo.

—Shun, te has equivocado —le dijo con tono neutro—. Esto de aquí es comida de perro.

Cuando levantó la mirada, Shun clavaba sus ojos en él con esa sonrisa de ilusión a la que nunca había podido decir que no. Ikki entrecerró los ojos.

—Shun. —advirtió Ikki.

—¡No me he equivocado! —dijo Shun, todo amor y caramelos.

—Shun… —repitió Ikki—. Dime que no has comprado un perro.

Shun abrió la boca, tomando aire. No parecía arrepentido de nada.

—No he comprado un perro. —respondió obediente.

Ikki no acababa de creérselo, pero por norma general su hermano no le mentía.

—Dime que es verdad.

Shun dio un pequeño saltito, haciendo que se pelo verde rebotase contra sus hombros. Las mangas de farol le quedaban tan bien.

—¡Claro que es verdad! —reclamó, con un mohín demasiado adorable, aunque intentaba transmitir que se sentía ligeramente ofendido—. Lo vas a comprar tú.

Pasaron los segundos. Ikki se cruzó de brazos, raspando la piel de sus manos contra las hebillas del chaleco marrón.

—¿Qué has dicho? —quiso saber.

—Que lo vas a comprar tú —repitió Shun, totalmente serio—. Ven, mira.

Con un movimiento de la mano, todos los objetos tirados por la mesa volvieron a caer en el inventario de Shun, mientras con la otra agarraba a su hermano, tirando de él para llevarlo por delante de la caja, donde un npc les sonrió amablemente, hasta un pasillo donde los ladridos agudos le dijeron a Ikki que iba a encontrar: perritos.
Habría estado bien poder decir que eran de todos los tamaños y colores, pero principalmente eran… pequeñitos.

—¡Mira que preciosidades, Ikki! ¡Necesitas uno!

Ikki arrugó la nariz, ya había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho hoy y ni siquiera era la hora del almuerzo.
Miró incómodo hacia una camada de cachorritos que se perseguían los unos a los otros, tropezándose con patas y colas que no tenían muy claro a quién pertenecían, pero que todos estaban seguros de que querían morder.

—No necesito un bebé del que estar pendiente. —se quejó Ikki, suspirando por la nariz.

Si hubiese querido una mascota se habría hecho con una de quest. Algún bicho grande y temible, algo que diese tanto miedo como él, o más si era posible.
Un lobo, un pájaro de presa o incluso algún tipo de dragón bebé era una elección más acertada que un perrito.

Shun le hizo un puchero e Ikki le quitó el gorro para rascarle la cabeza.

—Tú no eres un bebé del que estar pendiente —le dijo antes de volver a ponerle el gorrito blanco—. Tú eres mi querido hermanito.

Aunque en su interior estaba pensando que sí era un bebé. Un bebé perfecto. Un rollito de canela demasiado puro para este mundo.

—¡Estos no son cachorritos! —insistió, arrastrándolo un poco más al fondo antes de añadir en voz baja—. Y por lo visto es una oferta limitada en la tienda, en realidad son mascotas de quest.

Eso le llamó la atención y miró con curiosidad hacia el lugar que le señalaba Shun, donde unos cuantos pares de ojos oscuros le miraban. Sus patas peludas rascaban el cristal tras el cual se encontraban y más de una lengua colgaba a un lado.

Los animales tenían puesta su atención en él y alguno gimió antes de tumbarse en el suelo de su compartimento.

Ikki miró a Shun. Miró a las mascotas. Miró a Shun.

—Parecen ewoks. —dijo Ikki.

—¿No son preciosos? —preguntó Shun.

—El problema es que yo no quiero un ewok, prefiero un wookie.

Shun le estiró de la manga. Ikki echaba de menos su armadura más que nunca. Tal vez aquella que venía con antifaz incorporado en el casco le vendría bien ahora.

—¡Pero, Ikki!

—¡Ni pero Ikki ni pero Ikka! No quiero un pomerania.

Shun le dedicó una sonrisa de triunfo.

—Si hasta te sabes el nombre de la raza.

Ikki rodó los ojos, quejándose con un gruñido antes de darse la vuelta, arrastrando a Shun que le agarraba con las dos manos del bíceps.

—¡Ikki! —se quejó de nuevo Shun—. ¡Por favor!

Ikki se paró en seco, mirando a su hermano que intentaba recomponerse. Marshmallow levantó la cabeza antes de apoyarse en sus dos patas traseras, mirándolos atentamente desde la guardería de mascotas en la entrada de la tienda.

—Si tanto lo quieres, cómpratelo tú.

Shun dejó caer la cabeza entre los hombros crispados. Ikki dio un pasito atrás. Oh, no.
Pero en vez de los lloros que el Dark Knight estaba esperando oír, sólo llegó un suspiro cansado y otro mohín de tristeza.
Ikki no tenía claro que era peor.

—Es que es muy caro. —explicó.

Ikki cambió el peso de pie, cruzándose de brazos otra vez.

—¿Quieres que te lo compre? —ofreció.

Shun le miraba aún con esa carita de tristeza, tirando de los guantes y volviéndoselos a poner.

—Yo sólo quiero que seas feliz, hermano —murmuró Shun, haciendo que a Ikki le doliera un poco el pecho—. Y pareces triste.

Ikki se relajó, poniéndole una mano a Shun sobre el gorro y agachándose para mirarle a los ojos. Esos ojos que brillaban igual, fueran azules o verdes.

—No estoy triste, Shun. Tú me haces feliz.

Shun infló un poco el pecho, pero aún no sonreía.

—Estás triste, hermano. —insistió.

Ikki suspiró, echando la cabeza hacia atrás.

—Estoy enfadado con la vida, es diferente. Vivo así.

Shun se cruzó de brazos y le señaló, a todo Ikki entero.

—Y esa no es manera de vivir. Un perro te hará bien. Como el que teníamos cuando éramos pequeños.

Ikki ladeó la cabeza, soltando a Shun de su agarre. Lo miró de arriba a abajo y, obviamente coaccionado a ello por el chantaje de Shun, accedió.

—Pero lo que teníamos era un San Bernardo. Aquello sí era un perro digno. —se quejó otra vez Ikki, en busca de alguna mascota que pudiera contentarlos a los dos.

Y recordando a la que fue su niñera pensó que Niebla no sólo había sido un perro digno, si no un Santo.

« Last Edit: August 30, 2020, 10:17:07 AM by Neko »


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #185: July 30, 2016, 06:00:51 PM »
Murder, death, destruction :v


Capítulo 33: La tormenta (part 3)




N tosió levantándose del suelo entre los escombros. Aún había una nube de polvo flotando en el aire y sonidos de batalla que llegaban distorsionados por la distancia y los edificios.

Se levantó con cierto esfuerzo, algo aturdido y con un pitido constante en los oídos. Su sombrero no estaba por ninguna parte. Lo que sí se veía, sin embargo, era un charco de sangre fluyendo por debajo de las rocas.

Sintió un escalofrío y se apresuró a alejarse de allí. Su mirada quedó clavada en la sangre durante unos instantes. Recordó lo que había pasado y comprendió cual era su procedencia.

Seras, pensó. La chica estaba con él hasta que cayeron los escombros sobre ellos. Ni siquiera vio qué había pasado, solo las piedras rodando contra ellos, derrumbando los edificios a su alrededor. Que él hubiera sobrevivido había sido una mezcla de suerte y habilidad. No había sucedido lo mismo con su compañera.

N no era tan iluso como para creer que podía estar viva cuando todas las señales indicaban lo contrario. Había sucedido de forma tan rápida e inesperada que casi no sintió nada hasta que poco a poco una profunda tristeza fue abriéndose paso.

Luego oyó gritos.

Las calles estaban casi desiertas; a su alrededor no se veía ni un alma, y las pocas personas que alcanzaba a ver no parecían ansiosas de quedarse. Podía escuchar el ruido de la batalla a cierta distancia.

El primer delex no tardó en aparecer tras una esquina, seguido de muchos más.

N sacudió la cabeza y sacó su ballesta. Luego llamó a la halla, que apareció a su lado como si siempre hubiese estado allí. Le acarició el cuello con afecto, sintiéndose reconfortado por su presencia, y se le subió sobre el lomo con un único y fluido movimiento.

No había ni rastro de sus compañeros, ni siquiera de Sheba y Ulquiorra, que se habían quedado atrás. Tendría que encontrarlos a todos, pues, aunque sospechaba donde podían estar Shruikan y Fenris. Miró por encima del hombro con tristeza, hacia el montón de escombros bloqueando la calle a sus espaldas.

No podía entretenerse demasiado. La halla se encabritó cuando un dele se acercó demasiado, y N la arreó para que saliera al galope.

El monstruo chilló cuando las patas de la montura le pasaron por encima, atropellándole y lanzándole rodando por el suelo.

Al menos habían dejado de llover piedras, aunque no se sentía especialmente a salvo. El ruido de las habilidades y los gritos era alarmante, así como el de un cuerpo grande y pesado chocando contra el suelo. La tierra temblaba con demasiada frecuencia para ser seguro y la bestia seguía gritando, tan potente que podría escucharse por toda la ciudad.

Sus compañeros, si es que habían sobrevivido, deberían estar peleando contra ese monstruo. Al menos la mitad de ellos, y estaba claro que necesitarían su ayuda.

La ruta por la estaba yendo en un principio había quedado cortada, así que tuvo que buscar sendas alternativas.

Dirigió la halla hacia el norte, buscando un camino que le permitiera llegar a las murallas y luego bajar de nuevo hacia el sur. La única calle principal que se dirigía a la puerta este había quedado bloqueada y no le quedó más remedio que recurrir a los callejones, retorcidos como un laberinto.

No encontró a muchas personas más por el camino, aunque sí más rastros de sangre. La mayoría de ellas huían del lugar al que pretendía llegar, cosa que no les podía reprochar. Corrían de forma tan frenética que incluso estuvo a punto de llevarse por delante a alguna.

Le ocurrió entonces al doblar una esquina. Apareció una persona de improvisto delante de él. La halla se encabritó, alarmada, y el desconocido retrocedió unos pasos.

La cosa hubiese terminado sin más incidente que ese sobresalto inicial si realmente seu hubiese tratado de un desconocido.

N soltó un jadeo de sorpresa al reconocer al Dark Knight. Durza, por su parte, entrecerró sus ojos rojos en una mueca amenazadora.


—¡Tú!

El Beast Master hizo maniobrar rápidamente a la halla, aunque no los suficiente como para evitar del todo la estocada que le dirigió el otro. El animal chilló de dolor cuando la espada le cortó en el pecho. Trastabilló y cayó al suelo.

N saltó antes y rodó por el suelo, evitando ser aplastado por su propia montura y poniéndose en pie rápidamente. La ballesta ya estaba en sus manos cuando se incorporó.

Durza no se había acercado a él, desaprovechando esos instantes de ventaja. Estaba quieto, mirándole con una profunda ira reflejada en su rostro. Tenía la mandíbula trabada, como si quisiera decir algo pero no le salieran las palabras. Finalmente, levantó la espada en su dirección, señalándole de forma amenazadora.

—No tienes ni idea de por lo que tuve que pasar por tu culpa —le dijo, con palabras sibilantes —. Estaba deseando encontrarte de nuevo para hacerte probar el sabor de la sangre. No tendrás tanta suerte como la última vez.

No esperó a que N le diera una respuesta. El Beast master saltó inmediatamente hacia atrás cuando el otro se abalanzó sobre él, ballesta en mano. Disparó rápidamente contra su adversario, que desvió uno de los dardos con facilidad.

El otro le dio de lleno en el hombro, pero ni se inmutó. Terminó de cerrar la distancia que había entre ellos y blandió la espada contra N, dibujando un arco de luz rojiza en el aire.

El Beast Master consiguió evadir el ataque pero no pudo contraatacar de ese modo. Durza aprovechó y le lanzó una patada en el estómago, dejándole sin aire. Le tiró del cabello y le empujó hacia el suelo. Le habría cortado el cuello allí mismo si no fuera porque la halla le embistió, encabritándose luego para golpearle con los cascos.

El Dark Knight se apartó con un grito frustrado mientras N se ponía de nuevo en guardia. Disparó otra vez contra el otro, pero sus ataques fueron esquivados con facilidad.

Durza aprovechó entonces para arrancarse la saeta del hombro con un gruñido.

—¿Sabes cuanto vale una vida aquí dentro? —le preguntó —. No tiene precio. Es la posesión más valiosa que se puede tener, irrecuperable, y por tu culpa tengo una menos.

Mientras hablaba hacía rodar la espada por la empuñadura, nerviosamente. Sin embargo, sus ojos permanecían fijos en él, concentrados.

—Eso deberías haberlo pensado antes —le respondió N, todavía con la ballesta alzada y la halla a su lado —. No me culpes a mí de tus errores.

El otro soltó un siseo de desprecio.

—Haré que sepas lo que se siente.

Hizo un movimiento rápido, apuntando la espada hacia atrás y dirigiéndola luego en un hacia hacia delante. Lanzó una ráfaga de energía oscura contra N y éste se apartó, aunque el ataque le siguió, desgarrando el suelo.

Tuvo que saltar en el aire para esquivarlo completamente, lo cual le dejaba vulnerable para cuando volviese a caer al suelo. Aunque también le daba la oportunidad de preparar un contraataque.

Todavía en el aire, cargó un dardo, distinto a los anteriores. Éste, empezó a brillar y zumbar cuando todavía estaba en la ballesta, cargando potencia.

Estando a punto de tocar el suelo, N disparó el proyectil hacia los pies del enemigo que se lanzaba contra él. No dio en el objetivo, pero al impactar, la saeta provocó una luminosa explosión en zona, agrietando y hundiendo el suelo.

Durza fue lanzado hacia atrás, momento en el que la halla volvió a cargar contra él. Su brillante pelaje blanco estaba manchado de sangre, pero sus heridas no le impidieron atacar con fiereza.

—No tengo tiempo que perder contigo —le dijo N a su oponente, cargando su arma de nuevo —. Mis compañeros me necesitan.

Durza soltó un grito airado, lanzando una estocada contra la halla que falló pero que hizo que el animal se retirase. Luego le dirigió una mirada furibunda al Beast Master.   

—Morirán igual que tú.

Después de eso, las palabras sobraron.

N contaba con la ventaja de atacar a distancia y con la ayuda de la halla, aunque no estaba resultando ser tan eficaz como cabría esperar. Durza era rápido, lo sabía, y consiguió acercarse lo suficiente varias veces como para herirle.

Era una batalla de desgaste más que de potencia, y en ese sentido el Dark Knight contaba con la ventaja gracias a sus habilidades de robo de vida. N sabía que no podía huir del combate si la situación se volvía en su contra, aunque una parte de él tampoco quería hacerlo.

El rencor que sentía hacia el otro no había disminuido desde la última vez pese a la victoria que había conseguido, y la posibilidad de darle su merecido una segunda vez era demasiado tentadora.

Aún así, no estaba resultando ser un objetivo para nada fácil.

Durza parecía haber aprendido de su último enfrentamiento y se mostraba más cauto, parando especial atención a la halla. Aprovechaba sus escasas habilidades a distancia siempre que podía, seguidas de rápidos ataques cuerpo a cuerpo.

A N le resultaba difícil protegerse de los primeros, que conformaban su principal desventaja junto a la capacidad de curación del otro.

En una ocasión el Beast Master recibió un corte especialmente feo en el torso en una ocasión en la que no pudo evitar que su oponente se acercara demasiado. Consiguió ensartarle luego un par de saetas, pero el mal ya estaba hecho.

Con cada una de sus heridas, Durza recuperaba parte de salud, cosa que hacía que aquel combate se volviera largo y tedioso.

Al Dark Knight no parecían importarle sus propias heridas. Atacaba con férrea determinación, convencido de su victoria. Incluso llegó a utilizar su propia sangre como arma en una ocasión, lanzándola a los ojos de N, pegajosa y cálida. Le enturbió la vista por unos instantes, y si no hubiese sido por la halla, el Beast Master seguramente hubiese terminado con una herida fatal.

—Condenado animal —masculló Durza, frustrado.
Sus ojos rojos siguieron a la halla mientras esta rodeaba al galope la pequeña plaza que les servía de campo de batalla. Esa distracción le costó una herida más cuando N le disparó otro dardo.

Airado, se arrancó la flecha del pecho y se puso en postura de batalla. Su mirada permaneció inquieta, oscilando entre N y su montura. Eso debería haberle servido de señal de advertencia al Beast Master, pero no lo supo ver, demasiado concentrado en sus propios ataques.

Preparó de nuevo uno de sus proyectiles más potentes, alejándose para aprovechar el tiempo de carga de la habilidad y disparó. Como la ve anterior, no apuntaba a Durza si no a sus pies, aunque en esta ocasión el Dark Knight supo verlo.

Saltó hacia atrás para evitar la explosión, pero la halla le estaba esperando. Agachó la cabeza, dispuesta a embestirle con sus cuernos.

Sin embargo, Durza se giró rápidamente hacia ella, demasiado rápidamente.

—¡¿De verdad crees que iba a caer de nuevo en algo así?!

Esquivó la embestida con un giro del cuerpo y lanzó un estocada de abajo hacia arriba. El golpe acertó a la halla en el cuello, cortando profundamente la carne.

El animal soltó un chillido terrible y cayó al suelo, donde permaneció retorciéndose y pataleando, sangrando terriblemente.

N lo vio horrorizado.

—¡NO!
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #186: July 31, 2016, 01:55:43 PM »
Presentando a Lulú.

46. Usaremos a tu conejo para que los atraiga

Para cuando Ikki y Shun se dirigían al warp, todavía era pronto. Tendrían tiempo de sobra para entrenar e Ikki decidió el destino.

—¿Lavender Town? —preguntó Shun—. ¿Otra vez?

Marshmallow movió la nariz, olisqueando los dedos de Shun, que lo volvía a llevar en brazos.
Ikki le sonrió con algo de malicia.

—Esta vez no vamos a las catacumbas ni al cementerio.

Y ahora Shun le miró con curiosidad antes de saltar por el remolino de píxeles hacia su siguiente destino.
Ikki no perdió el tiempo, guiándolos fuera de Lavender Town y Shun miró hacia el cielo, preguntándose qué estaría haciendo Hyoga en ese momento. Ahí fue donde lo conoció, después de todo, no era raro que pensase en él.

—¿A dónde me estás llevando? —preguntó Shun, dejando que Marshmallow corretease por el suelo y toqueteando sus ajustes.

—Todavía no tienes nivel para entrar en Glastheim —explicó Ikki—, pero de camino hacia allí hay no-muertos, entre otras cosas.

Los ojos de Shun fueron abriéndose poco a poco, a la vez que su boca dibujaba un círculo, formando una mueca sorprendida.

—¡Glastheim! —exclamó con una sonrisa esperanzada.

Ikki rodó los ojos.

—¿Pero es que no me has oído? No vamos a Glastheim.

—¡Pero iremos! ¡En algún momento! —contestó Shun, apretando el paso.

—¡Ey, oy!

E Ikki tuvo que cogerlo de los hombros para redirigirlo por el camino correcto.


————

Cruzar el río había sido más fácil que despistar a los cisnes de esa mañana, sobretodo porque Ikki sabía perfectamente dónde estaban los puentes, aunque fuesen puentes colgantes de cuerda. Después de todo, aquella era una de sus zonas favoritas de caza.

—Por allí —señaló Ikki—. El rebaño de zombies no debe de estar lejos.

Shun ladeó la cabeza, se le hacía curioso que les llamase rebaño.

—¿Es que los pastorean? —quiso saber el jovencito.

Ikki estaba a punto de decir que no, ¿qué tontería era aquella? Pero luego recordó el día en que Anir tuvo que salir corriendo por patas con treinta zombies siguiéndola mientras él los mataba uno a uno, conforme bien podía.
Habían muerto varias veces en aquella pradera. Aquello había ocurrido en tiempos más difíciles, no tenían tanto nivel ni un buen equipo.

Así que se encogió de hombros y siguió hacia delante.

—Tal vez, a veces, alguna gente. —respondió, a la vez que le daba largas.

Shun no pudo evitar la risita, aunque se puso alerta cuando Ikki cambió su vestimenta por la armadura completa.

—Ahí están. —avisó, señalando hacia la depresión del valle.

No estaban cerca, pero se les veía desde lejos. No se movían muy deprisa, aunque eso no quería decir que no pudiesen correr llegado el momento. Toda precaución era poca.

Ikki se arrodilló en el suelo y Shun se acuclilló junto a él.

—Escucha, usaremos a tu conejo para que los atraiga —explicó Ikki, señalando a la pelusa blanca que se estaba lamiendo el pelaje—. Tú te encargas de los que la bola de pelo traiga. Uno a uno, nunca más ¿entendido?

Shun asintió, recolocándose un poco mejor. Y agarró a su hermano por el brazo cuando intentaba levantarse.

—¿Y qué pasa con ella?

Ikki volvió a hincar la rodilla y lo miró confundido. Shun miró a Marshmallow y luego volvió a mirar a Ikki, levantando las cejas.

—Tu ‘ella’. —aclaró el chico.

Las cejas de Ikki se dispararon y pensó en negar vehementemente, pero al final soltó el aire por la nariz y protestó serio.

—Aún no está preparada para salir, tiene poco nivel.

Shun arrugó sus cejitas. Y ya que estaba entrompó los labios.

—Pero tú siempre vas a sitios con mucho nivel, así nunca la entrenarás y yo quiero que salga. ¡Sácala a jugar, hermano!

Ikki frunció el ceño, pero aquello no servía con su querido hermanito, estaba demasiado acostumbrado a verlo así.
Shun señaló el suelo con los ojos y lo volvió a mirar e Ikki gruñó enfurruñado.

—Está bien…

Tuvo que activar la omnitool para buscar su más reciente adquisición y poco después la mascota que habían elegido apareció entre efectos de luz y sonido.
Su lengua colgaba a un lado y sus patitas apenas se veían entre la hierba del suelo. Pronto se lamió el morro y cerró la boca, sentándose y mirando hacia su amo. Ella ladeó la cabeza y el colgante rosa en forma de hueso con su nombre escrito, cortesía de Shun, se movió contra su pecho peludo.

Lulú abrió la boca otra vez, respirando alegre. La perrita adelantó un par de pasos antes de volverse a sentar, lamiéndose el morro de nuevo y gimiendo bajito.

Shun dejó de mirarla para mirar a Ikki, con suplica en sus ojos. Esta vez Ikki suspiró e indicó a Lulú que se acercase.
La perra se dio la vuelta y empezó a andar en otra dirección.

—¡Maldita perra! —masculló Ikki, yendo detrás de ella para agarrarla por la panza y levantarla del suelo.

—¡Hermano! —exclamó Shun, llevándose las manos a la boca— ¡Ese lenguaje!

Ikki giró la cabeza poco a poco hacia Shun, luego miró a Lulú, a la que dejó en el suelo y después a Shun.

—Es una perra, Shun. No hay más.

Y dicha perra estaba olisqueándole los dedos. Ikki se volvió a arrodillar al lado de Shun, pensando en la configuración que debería de darle a Lulú para que no molestase demasiado durante el entrenamiento.
Ikki dejó a la perrita en el suelo e, inmediatamente, Lulú puso sus patas delanteras en el pie de Ikki, mirando hacia el horizonte mientras la brisa le despeinaba el pelo marrón.

—Empezad, yo me quedaré por la zona para acabar con cualquier zombie que se acerque demasiado.

—De acuerdo —dijo Shun, antes de rascarle la cabeza a Marshmallow y levantarse, buscando algo con la mirada—. Hermano… ¿Y Lulú?

Ikki le miró sin comprender. La perrita estaba ahí, encima de su bota… sólo que cuando miró hacia abajo había dejado de estar ahí.

—¿Lulú? —preguntó Ikki, mirando a un lado y a otro, hasta que oyó un ladrido agudo más abajo, y avistó una bolita de pelo saltando por la fuerza de su ladrido.

Shun también miró hacia allí, Marshmallow se levantó sobre sus patas traseras y todos los zombies de la pradera se giraron lentamente para ver qué era eso que sus oídos putrefactos oían.
Algún zombie empezó a moverse hacia ella y Lulú siguió ladrando.

—Hermano, ¿no le has cambiado la configuración? —preguntó Shun, algo lívido, sufriendo flashbacks de guerra.

A Ikki se le había ido el color de la cara.

—Pues igual no… —murmuró viendo como el rebaño de zombies empezaba a tomar velocidad a trompicones.

La perra aún se acercó más, ladrando histéricamente.

—¡Pero que mierda...! —gritó Ikki, bajando a todo correr hacia Lulú.

—¡Hermano! —Shun salió detrás de él, conjurando su bastón y agarrándose el gorro para no perderlo en la bajada.

Marshmallow siguió a su amo a saltos agigantados, estirando su cuerpecito esponjoso lo más que podía, con las orejas pegadas al cuerpo.

El zombie más rápido estaba a punto de alcanzar a Lulú, que se había puesto a dar vueltas y saltos sobre sí misma en un baile estrambótico.

Ikki se tiró al suelo, dejándose resbalar por la hierba hasta que agarró a Lulú con las manos. Shun casteó un escudo y el zombie se chocó contra él.
Ikki levantó la cabeza, mirando a la perra con odio. Lulú le lamió la nariz y Marshmallow saltó por encima del escudo, llevándose un pedazo de zombie con los dientes antes de correr en la misma dirección por la que había venido.

El zombie siguió al conejo con más ahínco y Shun empezó a aplicar curas sobre el no-muerto.
Ikki se puso de pie, apartando a Lulú de su cara mientras hacía muecas e invocó su espada justo a tiempo. El segundo zombie no pudo hacer mucho, Ikki lo cortó por la mitad, empuñando su espada con una mano y retrocediendo, viendo como todos los zombies del valle se acercaban hacia ellos.

Reculó, haciendo una floritura con la mano que acabó con la sangre del zombie partido por la mitad regando el suelo en vez del sable de su espada.

—¡Shun, nos vamos de aquí! —gritó Ikki, viendo como el zombie caía agonizante a los pies de su hermano.

Marshmallow ya estaba saltando encima de otro zombie para atraerlo hacia Shun.
Ikki dió un par de sablazos al aire, emitiendo energía oscura que acabó con otro zombie y dejó maltrechos a tres más.
Lulú jadeaba satisfecha en la mano de Ikki, dando algún ladridito que intentaba evolucionar en aullido sin llegar a conseguirlo.

—¡No! —dijo Shun, mirando a Ikki con fiereza antes de preparar su cura más grande y acabar con su enemigo—. ¡No nos vamos!

Ikki abrió la boca, la cerró, la volvió a abrir y negó con la cabeza.

—¿¡Quién te entiende!? —masculló.

Antes de que pudiese hacer nada, Shun le señaló.

—¡Y Lulú se queda!

—¿¡Qué!? ¿Pero quieres que la maten o qué?

Shun levantó el bastón, lanzando la siguiente cura contra otro zombie, sacando una poción de maná de su cinturón y preparándose para usarla mientras Marshmallow mordía los tobillos del zombie que estaban atacando en ese momento, haciéndolo caer.
Shun desvió sus ojos hacia los de Ikki, sonriéndole.

—Sé que no nos van a matar, confío en tí.

Ikki tenía las palabras en la lengua: Entonces vámonos. Pero no salían de su garganta. Lulú le lamió los dedos y miró hacia arriba, abriendo la boca y dejando que su lengua cayera donde le diese la gana. E Ikki no pudo hacer otra cosa que chistar.

—Será mejor que te portes bien.

Y dejando a la perrita en el suelo pensó que si tenía que ser su mascota, iba a dar tanto miedo como él. Aunque tuviese que cubrirla con una armadura y subirla al máximo nivel.

Ikki agarró su espada con las dos manos y en pocos minutos acabó con los zombies más rápidos.
Todavía no había visto las habilidades de Lulú, pero suponía que la de cebo le venía por defecto, así que empezó a correr hacia la izquierda, alejándose de Shun.

Lulú le seguía el paso, saltando entre la hierba y las piedras. Ikki derrapó en el suelo y Lulú trastabilló, rodando por el suelo hasta chocar contra su tobillo, quedando con la cabeza en el suelo. Se intentó morder la cola.

—Vamos. Ladra, perra. —ordenó Ikki.

Lulú le miró ladeando la cabeza e intentó ponerse de pie. Cuando lo logró, se apoyó en su pierna con sus dos patitas delanteras y ladró hacia él.

—¡A mí no, a los zombies! —gritó Ikki, señalando la horda.

Lulú miró hacia los zombies y gimió, antes de alejarse un poco de su amo. Se sentó en el suelo y se mordió la pata trasera.

—¡Aaaargh!

Ikki, desquiciado, empezó a trastear con su omnitool, buscando la habilidad. Poco después, Lulú ladraba a toda potencia, como si de una alarma de emergencias se tratase.

Shun se había alejado un poco, pero se volvió a acercar en cuanto oyó los ladridos. Ikki podía oírle reír, aunque estaba demasiado ocupado poniendo su mejor sonrisa de asesino, tomando posiciones y preparando uno de sus mayores ataques.

Cuando los primeros zombies llegaron corriendo a veinte metros de Ikki, Lulú se escondió detrás de sus tobillos, aún ladrando.
Ikki tomó aire por la boca y cerró los ojos. La empuñadura de su espada parecía envuelta por llamas negras y violetas.

Lulú dio un último ladrido ahogado antes de caminar unos cuantos pasos hacia atrás y tumbarse en el suelo, con el culo en alto y la cabeza entre sus patitas. Se lamió el morro antes de gemir.
Y justo en ese momento, cuando el primer zombie que había llegado hasta Ikki estiraba su brazo, el Caballero Oscuro balanceó la espada hacia abajo, para después dar un sablazo ascendente que dejó surco en la tierra, marcando el camino que había tomado su ataque.

Ikki balanceó la espada otra vez, de nuevo hacia abajo, dando un paso al frente, marcando con una equis el suelo.
Partes de zombie volaron por todos lados y Lulú salió encantada de su escondite a sacudir una mano que aún se quería mover.

Ikki apoyó su sable en el hombro, con la otra mano en la cintura, para observar su obra maestra.
Se bebió una poción de maná y después de secarse los labios con el dorso de la mano se puso a silbar ‘Don’t stop me now’, definitivamente de mucho mejor humor.
« Last Edit: August 30, 2020, 10:29:28 AM by Neko »


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #187: July 31, 2016, 03:42:27 PM »
~+25~




—Total, un drama. —comentó Yumichika resoplándose el pelo fuera de los ojos.— Y ya ves para qué, semejante berrinche. Cualquiera diría que va a ser samurai y le ofende en su honor. Qué despago.

Ikkaku esbozó una sonrisa sarcástica mientras escribía algo en su cuaderno de notas virtual, pulsando con rapidez las teclas brillantes y semi transparentes de su omnitool.

—Lo que le ofende es que se lo hayas dicho a la cara, y delante de los chavales —dijo el lancer.— Que se pensaba que no había huevos y buscando buscando se ha ido a encontrar con la docena entera.

—En parte me molesta por ellos.

—¿En parte?

—Si, en parte. Porque por un lado es algo que no tiene nada que ver con ellos dos, pero por el otro creo que deberían saber lo cerdo que puede llegar a ser Renji a veces, y así por lo menos avisados quedan. —El moreno se encogió de hombros.— Por quien realmente estoy preocupado es por Raiko.

Ikkaku levantó la cabeza de sus apuntes para observar a su compañero. No era habitual que sintiera la necesidad de justificarse frente a él, y que admitiera preocupación por algo que no fuera el estado de su bolsillo era directamente raro. Pero tampoco se hallaban en una situación precisamente común, y entendía que a su amigo los cambios fuera de su control le sacaban de quicio. La seriedad de su expresión se correspondía con sus propios sentimientos al respecto.

—Debería haber hecho algo antes. —Ikkaku era capaz de admitir sus errores, pero eso no significaba que no le hicieran sentir igual de culpable— Tendría que haberle parado los pies a tiempo.

—¿Deberías? —Yumichika se indignó.— ¿Qué responsabilidad tienes de que el imbécil de Ren no pueda pensar con otra cosa que no sea la polla? A ver, explícamelo, porque si recuerdo bien era él quién se estaba dejando sorber el cerebro por el rabo y no tú.

—Yumi... —el lancer se frotó una mano por la parte trasera de su cabeza sin pelo, exasperado.— Eres más bruto que un condón de esparto.

El moreno rodó los ojos con contundencia mientras agitaba una mano en el aire con aspavientos lánguidos, como si su grosería fuera algo nuevo y no el pan nuestro de todos y cada uno de los días.

—Irrelevante, tengo razón y lo sabes. Como si hubiéramos podido competir en ese departamento con la lagarta insidiosa. —Ikkaku le dirigió una mirada con la ceja arqueada, cargada a partes iguales de resignación, humor negro e incredulidad.

—Bueno, a lo mejor yo sí. —admitió Yumichika.— No tengo esas tetas, ni me arrastro de rodillas por cualquier mindundi de medio pelo, pero si quisiera probablemente podría. Que no quiero. Pero por poder...

—Me queda claro.

El ninja frunció el ceño lleno de contrariedad, con la sensación de que no había disipado el problema de fondo de forma suficientemente eficaz, pero sin demasiadas ganas de insistir en los motivos de su compañero.

—¿Y qué se supone que estás haciendo ahora, no deberíamos empezar a buscar?

—¿Tú te has parado a ver el mapa del mundo? —el gesto totalmente inexpresivo de Ikkaku le dio la respuesta a su pregunta.

—Ah, mierda.

—Eso mismo.

—Bueno, da igual, por algún sitio hay que empezar, la cuestión es ponerse. No me has dicho qué escribes. —Yumichika estiró la cabeza por encima del hombro del lancer intentando distinguir los contenidos del texto que seguía abierto.

—Es una lista del dinero en pociones que le debo a Orihime, y las armas que le prometí a 'Tora. —contestó el otro inclinando la pantalla para que el ninja pudiera leer.

—¿Y eso? —preguntó señalando un párrafo a parte aparentemente lleno de palabras sin sentido.

—Posibilidades. —dijo Ikkaku con voz dura y mirada decidida.— Tú mismo lo has dicho, la cuestión es ponerse.

El moreno observó la pantalla con gesto ligeramente confundido, hasta que empezó a ver los cabos que se ataban unos a otros entre sí.

Nicks.



*
« Last Edit: October 12, 2018, 05:26:50 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #188: August 30, 2016, 12:59:19 PM »
Tengo que hacer y poner más avatares <_<

47. ¡Un golpe rápido y contundente!

En un pequeño valle rocoso, entre Lavender Town y el castillo de Glastheim, Shun e Ikki habían hecho un alto en su entrenamiento para almorzar algo y reponer energías.
Algunos zombies volvían a aparecer en el horizonte, rellenando de nuevo la llanura que habían vaciado entre los cuatro.

Sí, los cuatro.

—¡Lulú, aquí! —llamó Shun, recibiendo a la perrita con las manos abiertas.

Lulú ladeó la cabeza antes de acercarse a él, cola en alto y lengua colgando a un lado. Le olisqueó la mano y le lamió los dedos.
Shun se rió y Marshmallow se estiró para apoyar sus patitas en la muñeca de su dueño, olisqueándole el brazo, lo que sacó más risitas a Shun.

—¡Hermano, hermano! —llamó el mago blanco, saltando sobre la roca en la que estaba sentado—. ¿Y si le enseñamos trucos a Lulú?

Ikki levantó una ceja, masticando su bocado despacio antes de tragar. Se encogió de hombros, agarrando una lata y quedándose con cara pensativa antes de beber.

—¡Venga, será divertido! —insistió Shun, estirando las manos— Dame las galletas de premio, a ver qué podemos hacer.

Ikki rodó los ojos, dejando la lata en el suelo antes de buscar en su inventario y lanzarle el paquete a su hermano, que lo cogió al vuelo.
A Ikki no le quedaban muchas fuerzas para protestar. Se sentía cansado y no tenía nada que ver con la sesión de caza de zombies intensa que acababan de tener, no. Era más bien algo del alma.

Tomó aire y lo dejó salir de golpe por la nariz mientras masticaba un nuevo bocado.
Lulú daba vueltas sobre sí misma mientras Shun sostenía una galleta en alto. Marshmallow había optado por tirarse de espaldas contra uno de los pies de Shun, moviendo su naricita rápidamente mientras estiraba las patas por encima de su cabeza blanca.

Lulú se levantó sobre las patas traseras, estirando las delanteras varias veces, casi como rogando por la galletita en forma de hueso.
Shun bajó la mano, dejando que la perra comiese de su palma. Lulú robó la galleta y se tumbó en el suelo, atrapando el manjar entre sus patas para roerlo feliz, moviendo la cola de vez en cuando.

La perra había alcanzado un nivel considerable después de su entrenamiento y había adquirido alguna habilidad nueva que otra.
Ikki todavía no había explorado a conciencia la pestaña de skills de Lulú, pero de momento, al menos, parecía que la mascota no había sido un total derroche de dinero. Y ver a Shun reír mientras Lulú volvía a suplicarle por otra galleta le hacía sentir un calorcito agradable en el pecho.

Acabaron de almorzar con tranquilidad e Ikki se estiró en el suelo, compartiendo con Shun un té de bobas que había estado atesorando en su inventario.

—¿Y ahora qué, hermano? —preguntó Shun, acariciando a Marshmallow que estaba estirado en su regazo.

Lulú estaba restregándose por el suelo, panza arriba, dando topetazos con el morro en el muslo de Ikki, lamiendo de vez en cuando el metal oscuro y brillante de su armadura.
Ikki le rascó las axilas perezosamente.

Ya era casi mediodía y el sol estaba en uno de sus puntos más altos en el firmamento.

Ikki echó un vistazo a Shun. Agarró el vaso de plástico y sorbió el té, llevándose unas cuantas bobas a la boca. Las aplastó contra el paladar mientras pensaba.
Tenía la esperanza de estar todo el día fuera, pero Shun necesitaba socializar con más gente y se había mostrado especialmente valiente hoy. Shun necesitaba su propio premio.

—Volveremos a la base de la Guild. —dijo Ikki, arrastrando un poco las palabras, como si le costase, como si en realidad no quisiera.

Shun le sonrió de oreja a oreja e Ikki rodó los ojos. Discutieron sobre cual sería el mejor camino a seguir y Shun convenció a Ikki de usar un warp portable para llegar a Sanctuary desde donde estaban.

—Me sigue pareciendo un desperdicio de dinero. —comentó Ikki entre dientes, seleccionando el objeto en su inventario.

Aunque cuando intentó usarlo, no funcionó. Ikki frunció el ceño.

—¿Qué pasa? —preguntó Shun, algo confundido.

Lulú ladró, Marshmallow dio un salto hacia Ikki y él continuó apretando el botón sin lograr resultado alguno.

—No lo sé —dijo Ikki, pensando—. ¿Un asedio?

Durante un asedio, si una Guild intentaba robar la base a otra Guild, los warps se desactivaban temporalmente. Pensó y pensó, ¿a quién podría llamar para que confirmase o desmintiese su sospecha?

Shun ya estaba tecleando furiosamente en su omnitool, mirando a la pantalla con aprensión. Se mordía el labio inferior, esperando una respuesta.
Boqueó sorprendido y levantó la cabeza para mirar a su hermano.

—Hyoga está en Columbia y dice que hay monstruos atacando la ciudad.

Ikki frunció más el ceño. ¿Monstruos atacando ciudades? ¿Y si estaba pasando en todos lados?
Había sido una suerte que ellos hubiesen salido tan pronto de Sanctuary.

Shun se inclinó sobre Ikki y le agarró del brazo, sacándolo de sus cavilaciones.

—¡Tenemos que ayudar, hermano!

—¿Qué? —preguntó Ikki, echándose un poco hacia atrás.

—¡Tenemos que ir a Columbia a ayudarles! —informó, levantándose y echando a andar por la dirección en la que habían venido—. Podemos coger el warp en Lavender Town.

—¡Shun, no! —advirtió Ikki, levantándose para agarrar a su hermano del hombro y darle la vuelta.

Craso error. Shun le miraba dolido y decidido. E Ikki cayó en su trampa, suspirando y dejándole ir. Maldito altruismo el de Shun.

—¡Por ahí no, por el otro lado!

—Ah…

Shun cambió de rumbo, por donde su hermano le indicaba, apretando a Marshmallow contra su pecho.
Si las sospechas de Ikki eran ciertas, se encontrarían con otro asedio de monstruos en Lavender Town. Y probablemente no podrían tomar el warp.

Ikki revisó los objetos en su inventario, preparándose para una lucha difícil por si acaso.


————

Ya antes de llegar a Lavender Town se podía adivinar que las cosas no iban bien. Era la tensión en el aire, la falta de monstruos en las inmediaciones, los ruidos que provenían de la ciudad…

—¿Qué ocurre? —preguntó Shun, preocupado, aligerando el paso.

Cuando se acercaron al borde del bosque lo pudieron ver. Un monstruo gigante caminaba entre los edificios de la ciudad, con una sonrisa en su cara blanca. El cuello y el gorro de marinerito le daban un aspecto más estrambótico si cabía.
Cientos de fantasmas planeaban de un lado a otro, sobrevolando la ciudad y cayendo en picado allá donde les parecía.

—Lo que me temía… —dijo Ikki antes de suspirar y cruzarse de brazos—. No es solo Columbia, parece un ataque sincronizado a todas las ciudades.

Shun se paró durante un momento, temblando. Ikki no tenía muy claro si era de impotencia, de miedo o de rabia.
Pero tan pronto como se había parado, se repuso, tomando aire y agarrando a su hermano de un brazo.

—¡Vamos, tenemos que ayudar!

Ikki se dejó arrastrar, a punto de trastabillar con los primeros pasos.

—¡Shun!

—N-no son nuestros amigos, pero tenemos que hacer algo… por alguien. Por quien sea. ¡Por los que no podemos!

—¡Shun, suelta! —repitió Ikki, tirando de su brazo para lograr que lo soltase.

Shun le miró, con lágrimas mojando las comisuras de sus ojos. Ikki se irguió y entrecerró los ojos.

—Puedo caminar solo. —anunció mientras retomaba la marcha hacia la ciudad, liderando su pequeño equipo de cuatro.

Shun se quedó mirándolo por un momento, antes de limpiarse los ojos y corretear detrás de él.
Una de las cosas que más le llamó la atención a Shun fue la gente que se encontraba descansando entre el bosque y la ciudad. Pequeños grupos de jugadores aquí y allá parecían reponerse mientras otros los protegían, encargándose de los pequeños demonios y fantasmas que salían de Lavender Town.

Shun se adelantó a su hermano, con Lulú pisándole los talones y Marshmallow descansando sobre su cabeza, moviendo la naricita mientras aplastaba el gorro rojo del mago blanco con su peso.

—¿Qué ha pasado aquí? —le preguntó a una chica de pelo azul oscuro con dos trenzas, que estaba curando a un chico tirado en el suelo.

—Hace… hace unas horas —dijo la chica, con voz dulce, casi en un susurro—. Los monstruos aparecieron de repente.

El chico gimió, quitándose el brazo de la cara y parpadeó al ver al recién llegado.

—Ey, ¡tienes un conejo en la cabeza! —le sonrió, intentando incorporarse.

Otra chica dio un par de pasos hacia ellos y rodó los ojos.

—A ti el cerebro todavía no te funciona, Spark —le puso un pie en el hombro, intentando tumbarlo de nuevo—. Estás confundido.

La maga blanca dejó de curarle, quitándose el sudor de la frente. La otra muchacha parecía magullada, pero en mejor estado que el chaval.
Shun les miró con decisión y se levantó las mangas de la chaqueta.

—¿Necesitáis ayuda?

La maga asintió, con una sonrisita.

—Mi nombre es Aya —se presentó, mientras buscaba alguna habilidad para quitarle el estado alterado a su paciente—. Gracias.

—Yo soy Shun —saludó él, con una sonrisa propia—. ¿Y tus amigos?

—No somos amigos —dijo la otra chica, con los brazos cruzados—, nos acabamos de conocer. Mi nick es Thunderstruck, pero podéis llamarme Thunder, él es Spark.

Señaló al chico en el suelo y empezó a caminar como un león enjaulado.

—¿Esa cosa lleva ahí mucho tiempo? —preguntó Ikki, que se había quedado detrás de Shun, observando la escena.

—No lo sé… tal vez dos o tres horas —contestó Aya, aplicando la skill que había estado buscando en Spark mientras Shun insistía en revisar las heridas de Thunderstruck.

—¿Y todavía no se lo han cargado? —murmuró Ikki, sorprendido.

Decidió escanear al monstruo, viendo que era una versión mejorado de un miniboss al que ya se había enfrentado en otras ocasiones. Todavía le quedaba algo menos de la mitad de la vida.
Cuando bajó un poco más absorvió algunos de los fantasmas de su alrededor, recuperándose. Ikki se mordió un costado del labio inferior.

—Oh, vaya.

—Ya, ¿eh? Pues así llevamos toda la mañana—confesó Thunder al notar que Ikki se había dado cuenta de lo que hacía el boss y luego le echó una mirada rápida a su interlocutor—. ¿Y tú cómo te llamas?

—Bennu. ¿Y los magos blancos? —quiso saber—. Con un ataque combinado se lo podrían cargar.

Spark se incorporó de nuevo, encontrándose mucho mejor. Su voz, aunque más centrada, sonaba igual de alegre que la primera vez que les había hablado.

—¡Un golpe rápido y contundente! —dijo antes de dar un golpetazo al suelo con una mano enguantada, de la que salieron pequeñas chispas de electricidad—. Cargárselo antes de que se pueda recuperar.

Ikki miró de reojo a Spark. Su felicidad le hacía sospechar, pero asintió porque a fin de cuentas estaba de acuerdo.

—Ya, sí, pero hay un problema —dijo Thunder, señalando toda la explanada con su brazo—. Todos los magos blancos están aquí.

Ikki chistó, pensando que aquello no era eficiente. Tanto los demonios como los fantasmas eran débiles a las habilidades de los magos blancos.

—Pero… —susurró Aya-chan, que había parado de curar a Spark por un momento—, somos todos de nivel bajo. Los magos blancos de alto nivel entrenan en otros lugares.

—Tiene sentido —dijo Shun, bajando sus manos para parar la cura—. Tú mismo me lo dijiste, hermano.

Spark miró de uno a otro.

—¡Anda! ¡También son hermanos! —trinó él, mirando a Thunder, que suspiró mientras miraba a la ciudad con los brazos cruzados.

Shun miró a Ikki con una sonrisa ilusionada y él decidió evitar sus ojos, imitando la postura de la chica rubia.

—Tal vez… si nos juntásemos todos —dijo Aya, echando un ojo a su alrededor—. Cuento más de veinte magos blancos aquí. ¿Pero quién se atrevería a liderar un grupo de magos blancos de poco nivel contra un boss fantasma de esa envergadura y poder asegurar que nos sacaría de allí a todos vivos?

Ikki sintió un escalofrío y supo inmediatamente que Shun le estaba mirando con insistencia.

—Creo… —oyó Ikki a su hermano, y para desgracia suya tenía una ligera idea de lo que iba a decir a continuación—, creo que conozco a alguien. ¿Verdad, hermano?
« Last Edit: August 30, 2020, 10:38:31 AM by Neko »


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #189: August 30, 2016, 01:56:22 PM »
Más muerte, such sadness :<
Presentando a los cephalos, bichos adorables.



Capítulo 34: La tormenta (part 4)




N se acercó corriendo al animal moribundo, sin importarle quedar vulnerable frente a su enemigo. Al contrario de lo que cabría esperar de él, Durza no aprovechó aquella oportunidad para atacarla, si no que rápidamente puso distancia entre ellos.

El Beast Master se arrodilló en el suelo y trató de cubrir la herida con las manos. Recordó demasiado tarde que en ese mundo virtual había formas más eficaces de sanar. Pasaba tanto tiempo allí que llegaba a confundirlo con la auténtica realidad, y aunque terminó sacando la Omnitool, buscando algún objeto para curar su monstruo, ya no había nada que hacer.

La herida era demasiado profunda y ancha, sangraba demasiado rápido. El animal murió, sacudiendo la cabeza un par de veces, mirándole con ojos vidriosos en busca de ayuda y consuelo hasta que finalmente se quedó inmóvil.

—No, ¡no!

Las lágrimas le cubrieron los ojos mientras acariciaba el pelaje blanco de su compañera. El cuerpo del animal empezó a deshacerse en píxeles y unos segundo más tarde, los brazos de N quedaron abrazando el vacío, manchados de sangre. Soltó un sollozo ahogado.

Pareció que los segundos se alargaban de forma casi sobrenatural, como la nota sostenida de un violín. Había silencio, interrumpido solamente por los ruidos de batalla a lo lejos, atenuados como si se encontraran separados por un muro de agua.

N sintió el dolor como una ola, lenta, que amenazaba con arrastrar todo lo que llevaba dentro y crear un vacío.  Y en ese hueco, una vez hubo pasado la ola, resonó un sonido como la vibración rápida del metal.

Lentamente, el Beast Master levantó la cabeza. Miró por encima del hombro hacia su enemigo. Por sus mejillas corrían lágrimas, de tristeza y de rabia, y sus ojos miraban con odio al verdugo de su montura.

Durza le observaba desde arriba con frío desprecio. Poco a poco, sus labios se curvaron en una sonrisa torcida, mostrando sus dientes inusualmente puntiagudos. Se estaba burlando de él. Se regodeaba en el dolor que le había causado, y no tenía ningún reparo en mostrarlo.

—¿Cómo te sientes, niño? —susurró con delicia.

El Beast Master le devolvió un grito de cólera. Se puso de pie, alzando el arma y disparando automáticamente contra el otro. El Dark Knight esquivó el ataque, dando un salto hacia un lado para interponer más distancia entre ellos. Seguía sonriendo, moviendo la espada en pequeños círculos sobre el suelo mientras todavía goteaba sangre.

N nunca había sentido tanta rabia como ahora, ni siquiera cuando...

La voz de su padre hizo eco en su memoria. Su mente bloqueó las palabras antes de procesarlas, y fue como escuchar ruido blanco. Aún así, recordaba bien la sensación de aquel entonces, y le hizo sentir un nudo terrible en el estómago de nuevo.

Apretó los dientes y preparó la ballesta. Las lágrimas le molestaban, así que sacudió la cabeza para deshacerse de ellas, aunque los ojos continuaron escociéndole. Pero no era eso lo que le afectó más la puntería.

Las emociones le nublaban el criterio y el sentido común. Atacaba sin tener en cuenta la distancia o los movimientos del otro, movido sólo por el puro deseo de hacerle daño fuera como fuera, desesperadamente.

Era fácil para Durza aprovecharse de la situación, y pesar de que seguía teniendo que esforzarse para esquivar los ataques del otro, cada vez estaba más cerca. Peligrosamente cerca. Él también se arriesgaba, puesto que los dardos de N seguían siendo tan poderosos como antes y tiraba a matar.

En una ocasión, tardó sólo un segundo en agacharse para esquivar una saeta y esta terminó perforándole parte del hombro, arrancándole carne y sangre. Siseó entre dientes, pero al igual que en ocasiones anteriores, no dejó de arremeter.

Su espada centelleaba con reflejos plateados y rojos en el aire, y allí donde conseguía cortar a N dejaba trazos finos de color carmesí. Sin embargo, la locura que se había apoderado del Beast Master le hacía incapaz de retroceder ni de tener en cuenta sus propias heridas.

Todo lo que quería era venganza, al precio que fuera.

Era un deseo que le ofuscaba demasiado y que terminó demostrando ser su perdición. Tras lanzar un ataque a Durza, este se le acercó sin previo aviso y sin que pudiera esquivarlo a tiempo, le hizo un corte en el brazo.

N notó como de golpe la ballesta le pesaba más y su brazo terminó cayendo hacia abajo, todavía con el arma firmemente aferrada. Trató de apartarse pero entonces el otro dio una estocada de izquierda a derecha, a la atura de su cabeza. El golpe le alcanzó en la cara, cortándole bajo los ojos y a través del tabique de la nariz.

El chico se dobló de dolor, cerrando los ojos y llevándose una mano al rostro.

Y justo entonces sintió otro dolor penetrante en el pecho, frío como el hielo.

Se le cortó la respiración. Miró hacia a bajo, aunque la sangre se le acumulaba en los parpados y lo veía todo borroso. Tenía la espada del Dark Knight clavada hasta la empuñadura en el lado izquierdo del pecho.

Abrió la boca para respirar pero a penas pudo tomar aire. Los pulmones se le encharcaron de sangre y tosió, y la ballesta se escurrió finalmente de entre sus dedos, cayendo sobre el suelo con un golpe seco.

Levantó la mirada y se encontró con el rostro de Durza luciendo una sonrisa triunfante, igual que cuando había acabado con la halla. Verle esa expresión le provocó una nueva ráfaga de repulsión e ira.

Apretó los dientes y subió la mano hasta cubrir la del otro. No pudo hacer que apartara el arma, ya que no tenía fuerza suficiente más que para apretar los dedos y clavar las uñas en piel ajena.

Y entonces Durza hizo un movimiento ascendente, cortando la carne hasta que la espada salió por encima del hombro.

N se desplomó con un jadeo cuando sus puntos de vida llegaron automáticamente a 0. Murió en un instante, y cayó como un fardo al suelo, con una rapidez escalofriante.

Durza se alejó un par de pasos y sacudió la espada, dejando un reguero de sangre en el suelo. Que quedo quieto a observar como el cuerpo de su oponente se deshacía en píxeles, listo para reconstruirse en otro sitio.

Se quedó hasta que hubo desaparecido del todo, dejando sólo un charco de sangre en el suelo. Su rostro reflejaba frialdad, nada de la satisfacción que realmente sentía. Chistó, haciendo un movimiento de la barbilla.

—Nuestra deuda está saldada, chaval.

Enfundó la espada, dio media vuelta y se fue, dejando en la plaza sólo restos de sangre y silencio.

- - -



—¡Tenemos que encontrar a los demás!
—¿Sí? ¡¿Y por dónde sugieres que empecemos si se puede saber?!

Shruikan iba a contestarle a Fenris, pero justo entonces algo estalló en uno de los pisos de un edificio cercano y se apresuraron a resguardarse para que no les cayeran los escombros encima.

—¡Maldita sea! —exclamó el Knight —. No hay ni un jodido rincón a salvo en esta ciudad.

Ambos respiraban agitadamente después de pasarse los últimos minutos corriendo y luchando contra delex con ansias de devorarles.

—No sólo hay delex ahora —murmuró la Samurai, mirando hacia arriba.

De entre la nube de polvo que se alzaba en el boquete reciente del edificio sobresalía la cabeza chata i triangular de un cephalos, observando a su alrededor con sus ojos pequeños, redondos y fríos como los de un pez.

—¿Como ha llegado ese bicharraco allí arriba? —se preguntó —. No pasa por la puerta ni de coña.
—¡¿Qué más da eso?! —respondió su compañero, irritado —. Da las gracias que no está aquí abajo.

Shruikan se mordió el labio inferior, dándole la razón al otro. Ya era suficientemente complicado moverse por allí entre la gente aterrorizada, los escombros y los delex saltándoles encima cada dos por tres. Los cephalos eran grandes y torpes cuando estaban fuera de la arena, pero seguían siendo una molestia, y fuertes.

—Al menos no es un Cephadrome...

Fue decirlo e instantes después vieron la silueta del monstruo obstruyendo una de las calles, olfateando con la cara de pescado levantada. Era mucho más grande que sus congéneres, y también mucho más peligroso.

—¿Decías? —murmuró Fenris, con todo ácido. Shruikan maldijo entre dientes.

Ahora que por fin habían logrado alejarse un poco del epicentro del cataclismo... o lo que era lo mismo, de la zona que el Jhen Mohran estaba arrasando sin contemplación. Parecía que nunca que les acababan los problemas.

—Necesitamos encontrar a Sheba —repitió, con convicción —. ¿Crees que nos habremos cruzado con ella?

Centrarse en encontrar a su amiga y asegurarse de que estaba bien le daba excusas para no pensar en... lo que le había pasado a Seras. Habían perdido de vista a N, aunque era probable que él también hubiese terminado sepultado bajo los escombros.

Tenía claro que no quería acabar como ellos. El instinto de supervivencia era tan fuerte que iba más allá del simple miedo, convirtiéndose en una febril determinación.

—No te olvides del otro —dijo Fenris mientras echaba un ojo a la calle para ver si era seguro. El monstruo seguía rondando por allí, así que era poco probable que consiguieran escabullirse sin presentar batalla. No estaba claro que entre los dos pudieran derrotar a un cephadrome, menos aún con delex y otros cephalos por la zona, pero quizás al menos conseguirían mantenerle suficiente a ralla como para huir.

—Claro que no me olvido de Ulquiorra. Pero parece más capaz de apañárselas él solo.
—Que forma más bonita de decirlo.

Empuñó su mandoble y lo hizo girar nerviosamente entre las manos, flexionando las piernas.

—¿Estás preparada?

Shruikan alzó la katana a la altura del pecho. —Adelante —anunció.

Ambos salieron corriendo calle abajo. El cephalos que estaba encima del edificio les vio y saltó, cerrándoles la ruta por detrás en el caso de que decidieran dar media vuelta y volver por el mismo camino. A ambos lados había callejones bloqueados, por lo que no les quedaba otro remedio que continuar recto hacia la calla más ancha donde se encontraba el cephadrome.

El monstruo estaba distraído cuando le alcanzaron, mirando con el cuello alzado a algún punto hacia su derecha. Era tan grande que Fenris pudo pasarle entre las piernas solamente agachándose un poco y sin dejar de correr. Shruikan aprovechó el momento para lanzar un corte a la barriga del animal.

La piel era resbaladiza y blanda, pero consiguió perforarla con la punta de la katana. El cephadrome soltó un gruñido agudo y trastabilló, y ambos aprovecharon para correr lejos de su alcance.

Sin embargo, había otro cephalos en las cercanías, deslizándose por el suelo y saltó hacia ellos sin que lo vieran a venir. Atrapó a Shruikan por la cintura con sus fauces de tiburón. La Samurai soltó un sonido de sorpresa antes de que la bestia la empujara hacia el suelo un par de metros más allá.

—¡Shruikan!

Ella escuchó el llamado de Fenris, pero no le podía ver. Con los dientes apretados, alzó la espada para defenderse del ataque del monstruo, que se cernía sobre ella con la boca bien abierta.

Aunque no llegó a morderla de nuevo. Antes de que lo lograra, un rayo le cayó encima desde la nada, creando una red de chispas que le cubrieron la piel. Soltó un gimoteo que sonó parecido al de un perro, y Shruikan logró escabullirse, arrastrándose lejos.

—¿Pero que hacéis, almas de cántaro? ¡Marchaos de aquí, rápido!

Quien había hablado era un Black Mage, terminando de hacer rodar el báculo después de lanzar el hechizo y golpeando el suelo con la punta. Estaba delante de un muy confundido Fenris, como si quisiera protegerle con su cuerpo del cephadrome que les miraba, moviéndose de forma amenazante.

—¡Así no es como funcionan los magos! —exclamó Shruikan desde el suelo, antes de que el monstruo atacara.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #190: August 30, 2016, 03:15:41 PM »
~+26~




—Posibilidades. —dijo Pip revisando una tabla de probabilidades y estadística— En realidad las posibilidades si que existen, están ahí si sabes cómo llegar a ellas.

—Como tus cabañas —comentó Airin con algo de sorna.

—¡Exacto! Eh... bueno, no exactamente igual, pero parecido. Hay una serie de caminos que te acercan más o menos al resultado.

—Hmm, —murmuró Kíli,— caminos y posibilidades... Como cuando eliges una opción y ésta a su vez se desdobla en otras y según vas escogiendo alternativas el abanico se abre cada vez más y más hasta que al final tienes un mapa lleno de rutas no tomadas. Eso son muchas posibilidades para abandonar.

El gunslinger palmeó el hombro del muchacho con cariño.

—Tú eres de los que no les gusta dejar nada sin explorar ¿verdad? —dijo con una sonrisa pícara, girándose después a mirar a Fíli.— Por eso mismo, si tienes todo el mapa de posibilidades, es más probable que puedas calcular la ruta que te da mejores resultados con menores riesgos.  A eso se le llama optimizar recursos.

—¿Pero ésto es una quest o un curso de márketing? —Airin arrugó las cejas con gesto de confusión y se removió sobre la roca en la que estaba sentada, pero no dejó de toquetear la cabellera rubia de Fíli.

Éste echó la cabeza hacia atrás, dejándola reposar sobre las rodillas de la chica y sonriendo al verse mutuamente del revés.

—A ti te gustan más las cosas tangibles, es cierto.

—Pues hombre, si le puedo pegar una sola vez y no se levanta, lo prefiero a tener que calcular el porcentaje de éxito y el número de golpes. —dijo Airin estirándole de una trenza sin acabar.— La estadística me abruma un poquito.

—O se junta mucho con gamblers, o el tío Pip es corredor de bolsa —el knight dejó escapar una risita al ver cómo su compañera arrugaba también la nariz y cabeceaba negativamente.

—Yo voto más por publicista, —Kíli miró de reojo al gunslinger mientras sujetaba las remeras flojas al mástil de la flecha que tenía entre manos, con la punta de la lengua asomando entre los dientes— son gente maligna.

—Sóis lo peor, eh. —Pip se levantó del suelo y se sacudió los pantalones; con las manos en la cintura observó al trío de jóvenes que lo miraba de vuelta desde abajo, y pateó una de las botas sucias de Fíli, estirando también un brazo para revolver los cabellos pelirrojos de Airin. —Soy mecánico, que lo sepáis.







—¿Pero tú estás seguro de ésto? —Yumichika miraba al lancer con una ligera actitud de desprecio y los ojos entrecerrados.

—¿Tú te crees estoy seguro de la mitad de mierda que pasa en mi vida? No, pero qué remedio joder. Si hay que hacerlo hay que hacerlo, y mejor hacerlo pronto que esperar a que sea inevitable. —Ikkaku se cruzó de brazos, marcando sus músculos e irguiéndose todo lo alto que era.— No te veo regalando ideas precisamente.

—Eh, Mister Proper, relájate un poco ¿quieres? Que sólo he preguntado.

—Ya, sólo has preguntado, y yo me hago trenzas con el pelo de las pelotas —Ikkaku resopló y empujó a su amigo con el hombro.

El ninja sonrió ladino y se reacomodó el pelo alrededor del rostro.

—¿Entonces vas a dedicarte a mandar mensajes privados a todas las jugadoras que encajen en la fecha de creación y con nicks que te parezcan suficientemente apropiados para ella? Suenas un poquito a exnovio acosador, cariño.

—Seh, ya, supongo que tú sabes más de eso.

—Además de calvo, tontolaba.  Eeehh!! —Yumichika esquivó la colleja a tiempo y se llevó una mano a la cabeza para proteger su cabellera oscura— ¡No desfigures mi belleza, troglodita!

—Calva tu madre. —dijo el lancer sin perder la compostura— Si encuentras una forma más efectiva de dar con ella que no sea enviar cientos de "Hola, ¿eres Raiko? ¿te acuerdas de mí?" y esperar a que suene la flauta, ya me contarás cuál es.

—Pero Ikkaku por el amor de Dio, no vas a entrar así al trapo, que te veo en las peores listas al amanecer, y lo digo en serio. —Yumichika le puso una mano en el antebrazo y apretó los dedos en torno a él.— Déjame que haga una criba en condiciones, y si de ahí no sale nada, ampliamos las listas de objetivos.
 
El mayor subió una de las comisuras de sus labios con gesto algo cansado y volvió a empujarle con el hombro.

—Tú aquí has venido a mandar y si no te dejan hacerlo no eres feliz, ¿eh? —Ikkaku se frotó la nuca con la mano, apretando sobre los tendones cervicales.— Gracias, Yumi.

El moreno le guiñó un ojo y puso morritos con alevosía.

—No sólo soy un hombre tremendamente hermoso y con atractivo físico sin par, también soy un genio de las matemáticas.

—Y lo de modesto ya si eso lo dejamos para otro día.

—Oh, trae aquí ese montón de probabilidades y ríndeme pleitesía.
« Last Edit: October 12, 2018, 05:27:56 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Neko

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #191: September 30, 2016, 01:50:23 PM »
Y aún no he hecho los avatares >_>

48. ¿Vas a liderar a un grupo de novatos hacia la muerte?

Ikki no lo tenía muy claro. Era una misión suicida, con certeza de muerte y mínima esperanza de éxito.

—¿Qué demonios? —murmuró el Dark Knight— ¿A qué esperamos? Hay que reunir a toda esta gente. ¡Shun!

El chico se puso un poco más recto.

—¿Sí? —preguntó con una sonrisa inquieta en la cara.

—Pregunta por allí —señaló vagamente hacia varios grupos de jugadores que estaban descansado de la lucha—. A ver quién se apunta.

La chica rubia se llevó las manos a la cintura, ladeando la cabeza. Sus coletas rubias se movieron sinuosamente.

—¿¡Vas a hacerlo!? —inquirió—. ¿Vas a liderar a un grupo de novatos hacia la muerte?

Ikki se encogió de hombros mientras Shun correteaba, con las manos sobre Marshmallow, que seguía tumbado encima de su gorro.

—O hacia la gloria, ¿quién sabe? —le contestó, con una sonrisa torcida.

Thunder negó con la cabeza y rodó los ojos.

—Estás loco —le advirtió, invocando su arma, un katar, y se llevó el mango hasta el hombro—. Me apunto.

—¡Iré a preguntar por allá! —avisó Spark, corriendo en dirección contraria a Shun y agachándose para hablar con el primer grupo de heridos que encontró.

Ikki ahogó una risa en el fondo de la garganta y miró hacia la maga blanca. Aya tomó aire, sus facciones se volvieron más duras y asintió con la cabeza.

—Voy a prepararme el inventario. —dijo la chica, mientras su omnitool aparecía.

—Nos vendría bien algún alchemist con pociones de maná —Ikki se quedó por unos momentos mirando la ciudad y después echó un vistazo rápido hacia Thunder—. ¿Job?

—Assassin, acabé la quest ayer. Mi hermano es BeastMaster.

Ikki asintió, intentando pensar en una estrategia. Nunca había intentado liderar un grupo. Él era más bien de ir en solo, pero aún recordaba como tanquear.
Neko, ella era buena en eso. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Estaría a salvo? ¿Qué haría ella en su lugar?

Por un momento recordó su última interacción con la chica y chistó. Aunque de una cosa estaba seguro, así que empezó a buscar en su inventario mientras le preguntaba a Aya por su nivel.

—¿Por qué? —preguntó ella, después de responderle de todas maneras.


—Para saber si te puedes equipar esto —respondió—. Es el antiguo equipo de Shun, es mejor que lo que llevas ahora. El te puede prestar un báculo cuando vuelva.

Aya aceptó el regalo, equipándose la túnica y alisándola cuando apareció encima de su cuerpo. Y volvió a preguntar por qué.

—Más posibilidades de sobrevivir. —respondió Thunder.

—Eso mismo.

Spark no tardó en volver, con un equipo de ocho personas: cinco magos blancos de bajo nivel, un soldier, un mago blanco y por suerte un alquimista.

—¿Cómo estás de pociones de maná? —le preguntó al alchemist, que le miró con cara de tacaño, aunque confesó que tenía unas cien para usar.

Ikki asintió, dándole unas veinte más mientras Shun llegaba con un gritito de satisfacción. Detrás del mago blanco le seguían doce personas: ocho magos blancos, dos soldiers, un knight y un archer.

—Bien, veamos… —murmuró Ikki, con la mano en la barbilla.

—¿Pero estáis seguros que saldremos de ahí con vida? —preguntó alguien, dentro del grupo de recién llegados.

—¡Ya te lo he dicho! —exclamó Shun— ¡Hace un rato nos hemos enfrentado a una horda de zombies enorme! Y aquí estamos. ¡Mi hermano puede con todo!

Alguien más se quejó por atrás, agitando al resto, pero antes de que la cosa fuera a más y cuando Ikki estaba empezando a pensar en ladrarles un poco, Spark levantó la manos.

—¡Venga, calmaos un poco! Si estáis aquí es porque habéis querido! Hay gente que ha dicho que no —añadió, señalando a otras personas que seguían sentadas por los alrededores—. Yo estoy seguro de que podemos hacerlo.

Ikki empezaba a pensar que aquel chaval podía hasta caerle bien, pero dejó de pensarlo cuando le dió una palmada con fuerza en la espalda.

—¡Venga, líder! ¿Qué hacemos?

Todos los ojos estaban sobre él e Ikki se enderezó, aclarándose la garganta.

—Lo primero es formar una party —y movió los dedos sobre la omnitool, enviando invitaciones a los presentes para unirse a su party—. Casi todos sois primer job, necesito saber si tenéis especialidades ya.

La charla llevó unos buenos quince minutos, pero poco después, Ikki separó a la party en secciones.
Tres de los magos blancos y el alchemist conformaban el equipo de soporte, se dedicarían a mantener la party con buffs y cura. Por supuesto el alchemist tenía la importante misión de no dejar que decayera el MP de los magos blancos del equipo de ataque.
Los soldiers y el knight serían los tanques, protegiendo al grueso del equipo de cualquier monstruo que se acercase demasiado.
El arquero, el mago negro y Spark eran de rango largo, así que, llegado el momento su misión era desviar la atención del boss.

—¿Y yo? —preguntó Thunder.

—Tú y yo seremos la avanzadilla, abriré camino. Tú deberías de ser rápida así que te necesito en todos los flancos una vez lleguemos al boss.

Thunder miró hacia el cielo antes de asentir.

—Puedo hacerlo.

—Shun, usa a Marshmallow para protegerte, cámbiale la configuración.

—¿Y Lulú? —preguntó Shun mientras tecleaba en la omnitool.

—¿Quién es Lulú? —quiso saber Spark.

A Ikki le costó responder, pero le dijo que no era nadie.

—¡Oh, venga, hermano! Ha hecho un buen papel antes, sácala.

Dudó por un momento, pero terminó por volver a invocar a la perrita, que dio un par de vueltas en el suelo y se sentó sobre su culo peludo, con la lengua colgando y mirando a Ikki con cara de devoción.
Lulú se lamió la nariz y ladeó la cabeza.

—Eh, bueno… —empezó Ikki, aunque no pudo continuar porque la mitad de la party estaba haciendo ooohs y aaahs ante la ternura de su perrita y ahora no podía volver a meterla al inventario—. Ya veré que hago con ella.

Thunder le dio una patada en la espalda a Spark mientras Ikki explicaba a un grupo de tres magos blancos que deberían de alternar entre curar al equipo y atacar al boss.

—Tú tendrías que llamar a tu mascota.

Spark dejó de mirar mal a su hermana por la patada para ilusionarse con la idea de llamar a su mascota.

—¡Es cierto!

—¿Qué tienes? —le preguntó Ikki mientras Lulú le lamía la nariz a Aya, que había recogido a la perrita del suelo.

—Un pájaro eléctrico. —contestó todo contento, señalándose con el pulgar.

Ikki miró a Thunder, Thunder se encogió de hombros.

—Eres un poco rarito. —dijo Ikki a Spark.

Él pareció tomárselo como un cumplido, asintiendo con la cabeza feliz. Ikki tosió un poco y le señaló con la mano.

—Si en algún momento lo crees conveniente o de ayuda, úsalo. —y aunque acababa de ordenarle aquello, no estaba muy seguro de su orden. Un vistazo rápido a Thunder, que sonreía con los brazos cruzados, asintiendo con la cabeza, le dejó un poco más tranquilo.

—Tranquilo, Bennu —habló Spark, poniendo una mano sobre la hombrera de la armadura de Ikki antes de decirle con convicción—. Lo haré.

Ikki se giró para mirar a las personas que se habían reunido ahí para terminar con aquella especie de marinerito feliz y gigante que lentamente iba aplastando la ciudad.
Sus valientes. Debería de dedicarles unas palabras. Se lamió los labios y abrió la boca. Tomó aire y lo dejó salir poco a poco, pasando la mano por el pelo antes de invocar su casco y ponérselo.

Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la ciudad.

—Vamos a morir como putas. —murmuró Thunder, siguiendo al líder de la party.

—Nah, no creo, hermanita. —contrarió Spark, con una sonrisa en los labios y los ojos brillando con anticipación.

Se hizo el silencio en la explanada mientras la party marchaba, tomando su formación antes de encontrarse con el grupo de jugadores que intentaban mantener a los fantasmas a raya.
Casi todos los observaban. Veinticinco jugadores, un conejo y un perrito que se dirigían a una muerte segura.

Ikki agarró del hombro a un Knight que se preparaba para atacar a un demonio riente. Los ojos de Bennu enrojecieron y el demonio cayó al suelo antes de desaparecer.
Levantó la espada que había arrastrando los últimos metros, formando un círculo en el aire con ella antes de dejarla caer en un ataque que cortó todos los enemigos que se encontró en diez metros en línea recta. Levantó la cabeza y sonrió.

Llovieron flechas a su alrededor e Ikki empezó a correr, dando espadazos a un lado y a otro. Alguien le adelantó, saltando en una pirueta por encima de su espada antes de lanzar cuchillos y aterrizar un poco más adelante a su derecha, clavando el katar que llevaba en el brazo en un demonio.
Thunderstrack le sonrió antes de salir corriendo en otra dirección, con los brazos hacia atrás y las coletas flotando en el aire.

Un fantasma intentó agarrar a Ikki de las axilas para levantarlo y cuando ya estaba pataleando a un palmo del suelo, una bola de fuego dio contra la espalda del fantasma, haciendo que lo soltase.
Ikki aterrizó con una rodilla en el suelo y se giró para asegurarse de que el grupo principal seguía intacto.

El mago negro hizo un ataque de zona algo débil que logró terminar con tres de los fantasmas con los que se estaban enfrentando el grupo de tanqueo.
Parecía que se las apañaban bien, así que siguió hacia delante, separándose un poco más de ellos.

—Podemos hacerlo. —masculló cuando giró una calle, pero Thunder llegó, agarrándole del brazo.

—¡Es mejor esta ruta! —le indicó—. Damos más vuelta, pero hay menos monstruos, lo he visto desde los tejados.

Ikki asintió y se quedó donde estaba.

—Protegeré esta salida hasta que el grupo pase.

Thunderstruck asintió y se dio la vuelta para correr en sentido contrario.
Un pitido le indicó a Ikki que tenía una notificación. La miró lo más rápido que pudo. Spark y SleepingBeauty le habían agregado a su lista de amigos y SleepingBeauty quería hablar con él.

—¿Qué? —preguntó, sin saber quién era, activando la mensajería de voz.

—Soy Aya, ¿por qué te has parado? —preguntó la chica.

—Para proteger la retaguardia, girad a la derecha cuando lleguéis a mi altura. —contestó, aceptando las solicitudes de amistad.

—Gracias, Bennu. —Ikki podía adivinar la sonrisa en su voz y apretó las manos contra el mango de la espada antes de levantarla.

—Es mi trabajo.

—Por agregarme a tus amigos.

Ikki dio una estocada contra un demonio y encadenó tres más contra un fantasma antes de terminar con el demonio a base de absorber el HP que le quedaba.
Algo saltó sobre su espalda, pero cuando se giró vio a Marshmallow con los dientes clavados en el cuello de otro demonio mientras Lulú le ladraba.

Las mascotas se fueron corriendo detrás del grupo de magos blancos e Ikki continuó defendiendo su punto durante unos minutos antes de preguntar cuál era la situación.

—Estamos avanzando por la calle, de momento estamos bien, ninguna baja. —le dijo Shun.

—Podemos hacer esto —murmuró Ikki de nuevo, acabando con un para de monstruos y esperando para ver si se acercaba alguno más antes de darse la vuelta y correr hacia el grupo de magos blancos—. Podemos conseguirlo.

Saltó un cascote y levantó la espada al ver a tres fantasmas perseguir a su party. Saltó sobre un banco para aparecer detrás de los monstruos gritando para usar la provocación justo antes de darles un espadazo a los tres.

Aterrizó con poca gracia, pero usó la espada para bloquear al primer fantasma. El segundo le hirió en el brazo, pero el tercero no llegó a dañarle, una flecha que parecía bendecida se clavó en el fantasma, envenenándole desde dentro de su cuerpo traslúcido y haciéndole explotar.
Los otros dos fantasmas buscaron al atacante de su compañero e Ikki bufó desde el suelo antes de levantarse y prepararse para atacar, gritando otra vez, con todo lo que tenía.

Cuando los fantasmas intentaron atacarle con furia ciega, Ikki sonrió, dando un paso, dos y tres. Una estocada tras otra.
Sus enemigos cayeron, deshaciéndose entre gritos agónicos.

Terminó con tres demonios que estaban atacando al grupo, absorbiéndoles, y una poción de maná cayó a sus pies, recargándole el MP.
Su herida se curó entre los brillos azules de la poción.

Casi había olvidado lo que era jugar con un grupo grande. Y cuando no te fallaban se sentía tan bien que podía volverse adictivo.

Que peligroso…

—Podemos hacer esto. —repitió.
« Last Edit: August 30, 2020, 10:50:48 AM by Neko »


Airin

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #192: September 30, 2016, 03:28:12 PM »
~+27~



—¿Ni siquiera vas a preguntarme cómo es que soy tan fantástico y genial? ¿No piensas hacerlo? —reclamó el ninja con los brazos en jarras y los puños en la cintura.

—Pues no. —el lancer se llevó el meñique al pabellón auditivo e introdujo el dedo en su oído, frotando con desinterés.

—¿Y por qué no, si puede saberse? Deberías. Halágame, es una orden.

—Por el mismo motivo que no me extraña que me pique un mosquito, —comentó Ikkaku oteando la distancia sobre el mapa.

Descolocado por la respuesta, Yumichika se acercó a su compañero.

—¿Y qué motivo es ese? —preguntó con desconfianza.

—Que los dos sóis plagas que os alimentáis de mi sangre y sufrimiento. —Ikkaku esbozó una sonrisa cabrona ante la indignación del moreno, y echó a andar camino adelante.— Al menos tú eres bonito.

—Soy perfecto, gilipollas. ¿Hacia dónde vamos primero? —Se apresuró a cortar la réplica antes de recibir algún otro comentario ingenioso por parte del calvo.

El lancer tuvo a bien no soltar siquiera uno de sus habituales murmullos abiertos a interpretación, creyendo que había incordiado lo suficiente a su amigo. Además era cierto que se merecía ser consentido en sus caprichos, cuando los resultados de su búsqueda se habían reducido de unos cuantos cientos, a apenas un puñado literal. El único problema era que sus objetivos se hallaban desperdigados por el continente en todas direcciones, y ninguno cerca.

Ikkaku levantó los brazos entrelazando los dedos de ambas manos y se inclinó hacia atrás, arqueando la espalda y estirando los músculos todo cuanto pudo, hasta conseguir que la tensión hiciera crujir varias de sus articulaciones. Cuando relajó su cuerpo y volvió a una postura normal, recogió su lanza y la pasó sobre su hombros, dejando reposar las muñecas en perpendicular sobre el mástil.

—¿A dónde te apetece más ir primero? O menos. —dijo mirando de reojo a Yumichika.

Éste se encogió de hombros, observando sus puntos de interés brillando de colores sobre el mapa que había desplegado desde su omnitool.

—Todos los sitios me dan igual de pereza, están todos a tomar por saco.

—Bueno, ¿pues qué nick te parece más afortunado de investigar?

—Todos son igual de tristes.

—Joder Yumi, no ayudes, eh. —Ikkaku rodó los ojos de lado a lado.

—No me has pedido ayuda, has preguntado mi opinión.

El lancer pasó de rodar los ojos a entrecerrarlos, e inhaló con profundidad, armándose de paciencia.

—Mira, ¿sabes qué? Voy a tener suerte, —dijo estirando un brazo sobre su lanza y señalando con el índice un punto de color rojo al este del mapa del continente.— Aquí, este mismo.

—¿A Palanthas? —preguntó Yumichika arqueando una ceja al observar la localización del punto rojo.

—Mismo. ¿Cuál es el nick? —quiso saber Ikkaku, poniéndose en marcha hacia el warp más cercano en aquella dirección.

Su compañero empezó a seguir tras sus pasos, pasando de una pantalla a otra mientras buscaba su lista de comparaciones entre los archivos guardados en su omnitool.

—Hmm, Brightblade.


*
« Last Edit: October 12, 2018, 05:28:53 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #193: September 30, 2016, 03:56:44 PM »
sgscydgyudsguy avatares luego :v


Capítulo 35: La tormenta (part 5)




No fue el mago el que detuvo el ataque del cephadrome, aunque por su pose heroica bien parecía que hubiese sido esa su intención. Fue un Dragoon el que se interpuso entre él y la bestia, recibiendo toda la fuerza de la embestida, pero a la vez consiguió clavarle la lanza en un costado, cerca del inicio del largo cuello del monstruo que flaqueó.

—No es momento para juegos, Dorian —le dijo, serio, retrocediendo un par de pasos, todavía interponiéndose entre el monstruo y el Black Mage.

El otro hizo una mueca, de forma que su lustroso bigote se torció hacia un lado.

—¿Y qué te hace pensar que estoy jugando, querido amigo? —Hizo rodar la vara y avanzó hasta ponerse a un lado del otro —. ¿Me ves lanzando confeti, haciendo brillar chispitas de colores?

Shruikan, que estaba levantándose del suelo, casi se atraganta con todo el sarcasmo que había en esa frase. Sin embargo, el hombre al que iba dirigido, el Dragoon llamado CaptainJustice, no pareció darse por aludido y se mantuvo impasible.

—Tú quédate detrás.
—A sus órdenes, mi capitán.

Mientras discutían, el cephadrome, hizo ademán de volver a arremeter y fue Fenris quien le detuvo, lanzándole una estocada en el mismo sitio en el que antes le había punzado la lanza, haciéndole trastabillar.

Luego el Knight pasó por su lado para ayudar a Shruikan a terminar de levantarse y apartarse de allí corriendo.

—Un “gracias” no hubiese estado de más —les gritó el Black Mage mientras se apartaban.

—No podemos irnos así —protestó Shruikan, intentando zafarse del agarre de su amigo.
—Claro que podemos —dijo él, tenso. Dejó escapar un gemido exasperado y luego la soltó con brusquedad, girándose para mirala —. ¿Qué obsesión tienes hoy por luchar batallas que no puedes ganar? ¿Tantas ganas tienes de que te destripen, eh?

Parecía verdaderamente molesto, y Shruikan frunció el ceño. Con un movimiento seco, consiguió zafarse de la mano de Fenris, cosa que no hizo si no empeorar el gesto huraño en la expresión del otro.

—Mira, lo del monstruo atacando las murallas ha sido un error, lo reconozco. Pero esta gente nos ha salvado. —Señaló hacia el par a sus espaldas que ahora se las apañaban solos contra el monstruo del desierto —. ¿Acaso es demasiado devolverles el favor?

Por unos instantes, el rostro de Fenris se mantuvo impasible y rígido, como si fuera de roca.

—¿Acaso me tomas por estúpido? —escupió luego, dejando desconcertada a la Samurai —. ¿Crees que no te conozco? Puedes decir todo lo que quieras, pero tanto tú como yo sabemos que no lo lucharías por ellos. Lucharías por ti misma.

Shruikan sintió una oleada de contrariedad en su interior, pero cuando fue a protestar no pudo. Tenía un nudo en la garganta.

—Lucharías porque te gusta, porque disfrutas blandiendo esa espada y matando cosas. Y no me importa, no en general, ¡pero mira donde estamos! ¡Este lugar es un desastre!

Hizo un gesto con el brazo para abarcar el espacio que les rodeaba. La otra no siguió el gesto con la mirada, pero sabía muy bien qué estaba señalando Fenris. Todos esos monstruos y toda esa muerte incontrolada, en un lugar que en principio era un refugio para los jugadores.

Un ataque a traición por parte del GM, que jugaba a ser dios en ese mundo virtual mientras sus habitantes sufrían.

—Puedes hacer lo que quieras. —El tono de Fenris era firme, controlado, pero dejando entrever la rabia que se removía debajo —. Pero si vuelves ahí, vas a hacerlo sola. No voy a morir por tu egoísmo.

Por primera vez, Shruikan tuvo ganas de pegarle un puñetazo. Se sentía dolida, pero lo peor era que no podía decirle a Fenris que se equivocaba.

—Pues vete —le dijo, seca.

Era obvio por el rictus que le arrugó la nariz que esa no era la respuesta que Fenris esperaba. Por un momento pareció profundamente disgustado hasta que su expresión volvió a ser la de antes, dura, aunque en sus ojos brillaba una pizca de desprecio que era incapaz de disimular.

—Bien —dijo, con voz glacial —. Pero no me vengas llorando cuando mueras.
—Tú eres el que siempre está lloriqueando —protestó Shruikan, en un arrebato de rabia.

Le clavó el dedo en el pecho, aunque el otro ni lo notó a través de la armadura.

—Siempre te quejas cuando las cosas no salen como quieres, pero luego no haces nada para remediarlo. Te alejas o ignoras las cosas que no te gustan, o las destruyes. Me dices egoísta, ¡pero en el fondo tú eres igual!

—¡¿Se puede saber que demonios te pasa?! —Fenris perdió la poca paciencia que tenía —. ¿Por qué esto, por qué esta obsesión? ¿Es acaso algún tipo de justicia, de venganza poética por los que han muerto?
—¡Se le llama tener un poco de decencia hacia los demás! —gritó la otra de vuelta, empujándole.
—¡Tú no tienes de eso!

Fenris la empujó a su vez, y ella perdió el equilibrio por unos momentos. Luego levantó la barbilla y le dirigió una mirada furibunda.

—Eres lo peor. Vale. Muy bien, hagamos las cosas a tu manera —concedió, con una cordialidad bañada de acidez.

Fenris entrecerró los ojos y abrió los ojos para decir algo, pero le interrumpió el grito de una voz que ambos conocían bien.

—!Shruikan! ¡Fenris!




Ambos se giraron para ver como Sheba se acercaba a ellos, seguida de Ulquiorra a un par de metros de distancia. Cuando les alcanzó se dobló sobre si misma, sujetándose a un costado y resoplando.

—Gracias a dios... que estáis bien —dijo, recuperando el aliento —. ¿Dónde están Seras y N?

—Pregúntaselo a ella —dijo Fenris, señalando a la Samurai con la cabeza —. ¿Dónde están, eh, Shruikan?

Ahora era ella la que empezaba a perder la paciencia.
—Urgh, ¡eres...! ¡Están muertos, sí, vale! ¡¿Vas a decirme que es culpa mía?!

—¿Muertos? —repitió Sheba con un hilo de voz, quizás de la impresión o porque todavía no se había recuperado de la carrera —. Pero... ¿Cómo? ¿Qué ha pasado?

Su tono era entre preocupado y enfadado. Emociones que nacían de la confusión y que no tardarían en germinar en tristeza.

—Les cayó un edificio encima. Hay un monstruo gigante destruyendo Rabanastre, supongo que ya lo has visto —dijo Shruikan, seca, intentando no proyectar su enfado contra ella.

Sheba se la quedó mirando unos instantes como ida, confusa, sin saber qué decir o qué pensar. Sus labios se abrieron un par de veces sin pronunciar sonido alguno, y finalmente a la tercera todo lo que dijo fue:

—Tenemos que irnos de aquí.

Fenris la señaló y miró a la Samurai con cara de “te lo dije”, cosa que no hizo más que aumentar las ganas que tenía ella de saltarle al cuello y empezar a pegarle. Shruikan le señaló de forma amenazadora.

—Me cago en la puta, no digas ni una sola palabra, pedazo de...

Se escuchó un chillido y el suelo tembló bajo sus pies. El cephadrome al que habían dejado atrás se acercaba corriendo a ellos, sacudiéndose mientras intentaba apagar el manto de llamas que le chisporroteaba en el lomo. Se sacudía contra las paredes de los edificios y contra el suelo. Daba la impresión de que no se había fijado para nada en ellos cuando se les acercó de esa manera.

—¡Tened cuidado!

Quien dijo eso fue el Black Mage de antes, seguido del Dragoon, que ponía una ligera cara de alarma.

Fue Ulquiorra quien tiró del cuello de la ropa de Sheba para apartarla de la carrera frenética del animal, y Shruikan y Fenris se apartaron por su cuenta. La Samurai rodó por el suelo, volviéndose a levantar poco después con un grito de rabia, expresando la frustración de los últimos minutos.

—¡Se acabó! ¡Vas a morir, bestia!

El cephadrome, que había conseguido apagar las llamas después de retorcerse en el suelo, levantó la cabeza, la miró, y rugió.
« Last Edit: November 01, 2016, 03:17:36 PM by Shruikan »
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Shruikan

Re: neverland 1.1: you can (not) escape
« Reply #194: October 31, 2016, 03:22:26 PM »
Avatares luegoooooo


Capítulo 36: La tormenta (parte 6)



—Parece ser que no os vais a librar de ésta —comentó SummumArcanii, con una sonrisita ladeada. Sin embargo, en su mirada no había diversión alguna.

Tampoco los otros parecían estar especialmente divertidos. El Cephadrome les miraba, moviéndose lentamente de lado. No parecía que la bestia estuviera dispuesta a huir o rendirse.

Shruikan tenía la katana levantada en su dirección, con un brillo amenazador en los ojos.

—Me da igual. Voy a cortarle la cabeza —dijo.
—Vaya, vamos fuertes, ¿eh? Ése es el espíritu.

El Black Mage levantó entonces la vara y un flujo de relámpagos fue a golpear el costado del monstruo, levantando chispas al impactar. El Cephadrome se encogió un poco por el impacto pero a parte de eso no se vio muy afectado. Volvió a erguirse, abriendo la boca para soltar un gruñido grave.

SummumArcanii chistó, al tiempo que retrocedía un paso. El monstruo vio entonces su oportunidad para atacar, y aprovechando la proximidad que había entre ellos, les embistió con el costado del cuerpo, más rápidamente de lo que cabría esperar de su enorme figura.

Los que estaban más lejos pudieron evitarlo, pero tanto el Black Mage, como Shruikan y Sheba recibieron el golpe. CaptainJustice recogió a su compañero antes de que cayera al suelo, sujetando la lanza con la otra mano.

—Quédate atrás —le dijo, incorporándose y blandiendo la lanza. El otro no se lo discutió esta vez, apoyándose en su propia arma.

Shruikan se levantó inmediatamente después de caer el suelo, y se abalanzó contra el monstruo con un grito de furia. Aprovechó el tamaño del Cephadrome para atacarle en puntos vulnerables: la parte inferior del cuello y las patas.

La criatura se agitó cuando la sangre empezó a brotar de sus heridas, y hubiese sido un hecho decisivo para el combate si luego no se hubiese dejado caer sobre la Samurai. Shruikan sólo tuvo tiempo de soltar un jadeo de sorpresa antes de que todo el peso del monstruo le aplastara la mitad inferior del cuerpo. Y lo peor es que no se estuvo quieto.

Cada vez que el monstruo se movía, notaba el borde de sus finas escamas clavándosele allí donde la armadura no protegía. Apretó los dientes y contuvo un grito de dolor. Luego alzó el brazo y clavó la espada en en lomo del monstruo, aunque eso sólo pareció conseguir que se agitara con más violencia.

Los movimientos bruscos del Cephadrome terminaron por arrancarle el aire de los pulmones y hubo un momento en el que su vista y su oído se desvanecieron entre el dolor de su cuerpo. De alguna forma, sus dedos se mantuvieron cerrados alrededor de la empuñadura de su espada, y seguía sujetándola cuando recuperó los sentidos.

Sheba la arrastraba lejos y le gritaba algo que era incapaz de comprender aún, ahogado como si le hablara bajo el agua. Delante de ella veía la figura borrosa de Fenris encarándose con la mancha marrón que era el Cephadrome.

Luego algo frío y líquido se le derramó por encima de la cabeza y se sintió mucho mejor.

—¡Podrías haber hecho eso desde el principio! —gritó Sheba, con reproche, aunque sus palabras no iban dirigidas a ella.
—Era peligroso —escuchó que decía Ulquiorra a sus espaldas.

Shruikan gimió, sacudió la cabeza y trató de levantarse.

Fenris y el Dragoon se enfrentaban directamente contra el monstruo, dividiendo su atención mientras el Black Mage les daba apoyo desde la distancia, siguiendo con sus hechizos de rayo. El Dragoon lanzó entonces una técnica con la que empaló al Cephadrome con una luz brillante, y la bestia volvió a caer al suelo, esta vez sin nadie debajo.

Los guerreros aprovecharon entonces para interponer distancia.

—No le queda mucha salud —comentó CaptainJustice, mirando a Fenris —. Tenemos la ventaja en estos momentos; si nos coordinamos entre todos lograremos abatirle en poco tiempo.

El Knight hizo un sonido de reconocimiento y luego echó una mirada por encima del hombro hacia sus compañeros. No dijo nada y volvió a ponerse el guardia, interponiendo el mandoble entre el Cephadrome y él. Por alguna razón, su indiferencia hirió a Shruikan.

—¿Algún plan? —preguntó Sheba, acercándose un par de pasos, con el báculo bien sujeto en ambas manos.

—Anticiparse a sus movimientos —respondió el Dragoon —. Mantener la distancia para evitar sus golpes y atacar cuando no pueda defenderse.
—Es más vulnerable en la cabeza y la parte inferior del cuerpo —añadió Ulquiorra —. Y al elemento rayo.

Eso pareció todo lo que la Black Mage necesitaba oír para que la punta de su vara empezara a brillar con chispas violetas.

—Entendido —dijo, con una firmeza que ocultaba una rabia y una impotencia que no dejaba traspasar a la superficie.

Shruikan avanzó sin decir nada, notando el cuerpo algo entumecido aún a pesar de la ayuda de Ulquiorra. Se detuvo a un lado de Fenris, un sólo paso más por detrás, y levantó la katana, sujetándola con ambas manos en una pose más defensiva. Parecía que hubiese un muro, invisible y frío, interponiéndose entre ellos.

Nadie se movió por unos instantes, los pocos que tardó el Cephadrome en volverse a levantar, con la rabia brillando en sus ojos pequeños y claros. Pareció que se agachaba un poco antes de embestir, con las aletas extendidas y la garganta hinchada, mostrando todo sus dientes afilados.

No fue tan fácil de evitar como cabría esperar debido a la estrechez de la calle, pero no golpeó directamente a ninguno. Shruikan, la más rápida, repitió su estrategia de cortar el vientre del monstruo por debajo y Fenris, atacando poco después, lanzó un golpe de mandoble desde a bajo que le seccionó un pedazo entero de cola. El Cephadrome chilló de dolor, y trató de girarse, momento que CaptainJustice aprovechó para atacarle con la lanza.

Fue un movimiento fluido y preciso, fuerte, y el arma atravesó por completo el cuello largo de la bestia. Fue como si hubiesen congelado al animal; tembló de pies a cabeza y boqueó, con un sonido gutural y húmedo escapándosele de la garganta.

Y entonces, dos hechizos de rayo cayeron sobre él desde direcciones opuestas, sumado a una de las granadas elementales de Ulquiorra y el Cephradrome chilló de agonía. Tembló de nuevo y sus patas se doblaron. Se derrumbó en el suelo, con destellos recorriendo todavía la superficie de su piel y el cuerpo se contrajo en varios espasmos hasta que dejó de moverse.

Cuando empezó a desvanecerse entre píxeles brillantes, los demás se relajaron. Shruikan miró el cadáver con el ceño fruncido, insatisfecha a pesar de la victoria. Aún había tensión en su piel, cosquilleándole en los dedos, y sacudió la katana antes de guardarla en la vaina.

Sheba se le acercó entonces, con gesto grave. Ulquiorra las miraba desde cierta distancia, y Murciélago revoloteaba sobre él. Fenris le daba la espalda, haciendo como que no la veía.

La Black Mage le tomó del brazo entonces, con firmeza pero también con algo de vacilación. Abrió la boca para hablar y Shruikan pudo ver por un instante el dolor en sus facciones.

Sus primeras palabras quedaron ahogadas por un estruendo ensordecedor.

Les dio el tiempo justo de levantar la cabeza para ver como los edificios a su alrededor de derrumbaban, acompañados por el rugido agudo del Jhen Mohran. Podían ver su cabeza levantada entre las siluetas de los monumentos, con los largos colmillos apuntando hacia el cielo.

Habrían estado en peligro de morir aplastadas si de pronto alguien no las hubiera agarrado a las dos y se las hubiera llevado en volandas. Era la misma Berserker que ya les había ayudado antes, con la cara manchada de sangre y perlada de sudor. Shruikan alcanzó a ver sus ojos brillantes entes de que la mujer les echara al suelo.

Se habían alejado hacia otra plaza, aunque no parecía que el lugar seguro fuera a durar demasiado teniendo en cuenta la proximidad del monstruo gigante.

—¡Crimson! —La llamó el Black Mage, que había conseguido huir, agitando la mano para apartar la nube de polvo —. ¿Qué está pasando? ¡Se supone que debíais retener a la criatura!

La Berserker se levanto. A pesar de las heridas que le cubrían el cuerpo, sus movimientos aún eran firmes, como si el dolor y la pérdida de sangre no la afectaran en absoluto.

—No hemos podido —explicó —. El jefe lo ha conseguido durante un buen rato, pero la destrucción que causa el Jhen Mohran por si solo es demasiado grande. No podemos evitar que se mueva.

SummumArcanii frunció el ceño, mostrando por primera vez una expresión realmente preocupada.
—¿Y los demás?

La Berserker señaló hacia el monstruo.

—Franky ha sacado los barcos para tratar de impedir que los monstruos entren a la ciudad desde fuera, pero parece que también reaparecen alrededor del Jhen Mohran. Es una pesadilla.

—¿Cuál es el plan, entonces? —preguntó el Dragoon, apareciendo de entre la niebla. Se sujetaba una herida muy fea en el brazo, con sangre chorreándole hasta los dedos, pero aún así su voz sonó calmada.

—Atacar. Cuanto antes muera, antes evitaremos que se siga destruyendo la ciudad.

Sus últimas palabras sonaron un poco más graves, y cuando terminó de hablar, se equipó un par de guanteletes, oscuros y con pequeñas garras en los nudillos, afiladas y brillantes.

—No parece que nos quede otra, ¿verdad? —comentó SummumArcanii, con un suspiro, golpeándose un par de veces el hombro con la vara.
—Deberíais iros —dijo la Berserker, mirando a Shruikan y a los demás —. Este sitio ya no es seguro. Corred antes de que...

Se interrumpió y giró de nuevo la cabeza hacia delante cuando hubo otro estruendo y una de las patas del Jhen Mohran apareció de entre el polvo que alzó al derrumbar la pared. Y el cuerpo, y su enorme tripa. Y encima de la cabeza, sobre los grandes colmillos, dos ojos amarillos brillaban entre la tormenta.
« Last Edit: November 01, 2016, 03:19:47 PM by Shruikan »
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"