MORE ENERGY! MORE ENERGY!
En busca del Bardo Encantador
Cuando Tanlaus se había planteado crear una Guild para poder mantener el contacto con sus amigos del juego no había tenido en cuenta el volumen de gente que le iba a decir que sí, que querían formar parte de ella.
—Agh, sólo hay veinte espacios… —observó, mordiéndose la uña del pulgar.
—¿Hay alguna manera de obtener más? —preguntó Max, subido a un barril que en realidad era uno de sus robots pero bien plegadito.
—No lo sé, no había pensado que hubiera límite de espacio en las Guilds, y sólo quería hacer una… —suspiró, derrotado—. Soy muy nuevo en todo esto, tendría que haberla hecho Hipo, yo no tengo madera de líder.
Fue entonces cuando Anir decidió darle una palmada en la espada que casi lo mandó de bruces al suelo.
—¿¡Pero qué dices!? ¿Tú ves a toda la gente que se ha reunido aquí porque has preguntado si queríamos hacer una Guild contigo?
Tanlaus se encogió de hombros y ladeó la cabeza como un gato confundido.
—Ni siquiera he pensado un nombre.
Tanlaus se dejó caer sobre la silla que tenía enfrente y poco después apareció una cerveza en la mesa de la taberna.
—Anímate, Tanlaus, ya iremos entrando. O incluso podemos ir rotando. —le dijo MECHANIC07, también conocido como Cloud.
Tanlaus se volvió a encoger de hombros, pero le dio un trago a la cerveza y se le quedó la espuma pegada al labio superior. Tardó un poco en limpiársela con el antebrazo, mirando a la gente que se había reunido en la taberna porque él se lo había pedido.
—¿Y si sólo están aquí para beber?
Max rodó los ojos. Y no quería llamarle idiota, pero Anir lo hizo por él.
—No seas idiota.
—¿¡Y si sólo están aquí por el dragón!? —preguntó ahora, levantando la mano con la que no estaba agarrando la pinta de cerveza rubia.
—¿Desde cuándo se ha vuelto tan dramático? —preguntó Max mientras Tanlaus se escurría por la silla, piernas y brazos estirados y cabeza dejada caer por detrás del respaldo.
Cloud se encogió de hombros y Anir le robó la cerveza a su jefe para darle un trago antes de subirse a la mesa y silbar como un pastor a sus perros.
—¡Atención! ¡Somos muchos y las Guilds sólo tienen 20 slots! ¡Vamos a hacer audiciones!
Tanlaus levantó el brazo y gritó bien en alto: —¡Eso!
Después levantó también la cabeza y miró a los dos otros chicos con los que estaba compartiendo la mesa a la que Anir se había subido.
—Tendría que ser ella la jefa.
Y los dos negaron vehementemente aprovechando que la atención de la chica estaba puesta en otro sitio.
Anir bajó de la mesa y empezó a preguntarle a los demás sus jobs y especialidades y luego los separó en grupos de caza para ver qué tal se les daba su trabajo a cada uno.
—Seleccionaremos quince jugadores en esta ronda, gente que pueda hacer que la Guild suba rápido de nivel, pero damos la bienvenida a todo el mundo a que se una a nuestras parties —después se giró a mirar a Tanlaus con los puños en la cintura, con una sonrisa confiada—. ¿Qué te parece jefe?
Tanlaus, aún medio derrotado en la silla hizo una floritura con la mano.
—Lo que diga la rubia está bien.
Y con esas palabras selló el futuro de la Guild. El clan que llevaría su nombre.
Anir renegó mientras miraba la lista por tercera vez.
—¿Por qué accedí a esto?
Cloud se encogió de hombros.
—Fué tu idea.
Anir le miró de reojo, apretando los labios.
—No me ayudas en nada, eh.
—Yo estoy aquí para acompañarte y vetar a gente, ya hago algo.
Anir suspiró, haciendo desaparecer la lista en un montón de píxeles naranjas y miró a su alrededor.
—¿Me recuerdas a dónde íbamos?
—Estás buscando un bardo, ¿verdad?
Y sí, era más que cierto. La primera fase de empezar la Guild ya estaba casi terminada. Tenían un montón de materiales, había gente preparando tutoriales para los más nuevos y un sistema para subir de nivel y conseguir habilidades especiales en sitio. Sólo les faltaba un job. Un bardo. Pero ninguno de los que se había presentado llegaba a cumplir los estándares de Anir.
El primer bardo de la Guild necesitaba ser especial. Alguien que no sólo inspirase con sus puntos de habilidad, si no que lo hiciera también con su actitud. Alguien que lo diera todo en su trabajo. Con pasión, con energía… alguien que no encontraban.
—¿Y? —preguntó Anir, a la que Cloud había mantenido en intriga desde que había llegado a la taberna que de momento servía como base de la Guild y le había dicho que se levantase y le siguiera.
—Y yo tengo uno en mente.
Anir cerró los puños con fuerza y los mantuvo cerca de su cuerpo para no pegarle.
—¿No podrías haberlo dicho antes?
Los labios de Cloud intentaron dibujar una sonrisa, pero él los detuvo antes de que se formase.
—Está muy solicitado últimamente, no había manera de encontrarlo, pero me ha dicho dónde estaba entrenando y suponía que te gustaría verlo en acción.
—Supones bien.
Anir no pudo decir mucho más, estaba empezando a oír los gritos y el track de batalla de esa zona no muy lejos.
—¿Son ellos? —quiso saber la chica y Cloud miró un momento el mapa antes de asentir.
Se acercaron a escondidas, sin querer provocar a los enemigos, para poder observar bien el trabajo de aquella party.
Lo primero de lo que se dieron cuenta los dos era de que el soldier estaba intentando, sin conseguirlo, darle un espadazo a la mariposa enorme contra la que estaban luchando, la arquera gritaba que necesitaba más precisión para poder darle al monstruo sin matar a su compañero y el healer medio lloraba que no le quedaba más maná para aplicar buffs.
Un monk estaba sentado contra un árbol mientras intentaba curarse a sí mismo con las pocas curas básicas que tenía, gritando que alguien le tirase una poción y en el centro de todo aquel caos… un bardo bailaba con todo lo que tenía.
—¡Venga chicos! Más pasión, ¡más energía!
Y sus encantamientos volaban hacia el soldier, dándole más agilidad para que pudiera seguirle el paso a la mariposa. Y un segundo después ya tenía preparado un segundo buff para el arquero.
—¡Más pasión! … ¡Energía!
Y unas cuantas manzanitas se aparecieron alrededor del monk, que se quedó mirándolas como si no supiera para qué eran.
—¡Me estás poniendo nervioso! —gritó el healer y el bardo, sin dejar de cantar le miró rodando los ojos.
Por fin la arquera decidió tirar su mejor flecha y el soldier remató a la mariposa herida, haciendo sonar la fanfarria de victoria. El healer subió de nivel automáticamente y empezó a curar al monk ahora que tenía el maná a tope.
El bardo agarró aire y cerró la boca, cancelando todos sus encantamientos y mirando hacia el cielo con expresión derrotada.
La arquera le dio un codazo.
—¿Por qué no has hecho nada cuando te estábamos pidiendo ayuda? —siseó.
Anir frunció el ceño y cuando Cloud la notó tensarse no hizo movimiento alguno para detenerla.
—¡Hola! —saludó saliendo de entre los matorrales. Cloud estaba detrás de ella, limpiándose algunas hojas que se le habían quedado pegadas a la ropa.
La party se congeló por un segundo y Anir pudo ver la rabia en los ojos del bardo.
—Hola, hola… —continuó Anir, acercándose a la arquera para apretarle la mano y sacudirla con vigor—. Os hemos visto peleando y no os queríamos hacer steal kill. Parecía que estaba todo controlado.
—Sí, bueno… —murmuró la arquera antes de que el monk ocupase su lugar, ya por fin con la vida llena.
—Gracias por la consideración. Veo que sois tercer nivel. Yo soy el líder de la Guild… bueno, aún somos una party, pero nos gustaría montar nuestro propio clan, pronto.
El monk estaba mirándolos de arriba a abajo, obviamente leyendo la información que tenían pública al mismo tiempo que les hablaba. Anir se llevó una mano enguantada a los labios, sonriendo con ternura.
—Qué coincidencia… Nosotros estamos buscando a los últimos miembros de nuestra Guild. La formamos hace poco, la Guild de Tanlaus, no sé si la conoces.
El monk abrió y cerró la boca y luego miró de Anir a Cloud sin creer lo que estaba escuchando.
—¿Tanlaus, el Jinete Dragón?
Anir asintió y miró de uno a otro mientras Cloud se ponía a su lado, cuadrándose un poco e intentando no hacer contacto visual con el bardo, que lo miraba intrigado.
—El mismo. La verdad es que llevamos un rato ahí atrás y hay alguien que me ha sorprendido mucho, sería la última pieza de nuestra Guild.
Y en ese momento la mayoría de los integrantes de la party empezó a acercarse a Anir.
—Sólo nos queda un hueco, pero los demás no os tenéis que preocupar por quedaros fuera de la Guild. No podemos admitir más miembros oficiales, pero ayudaremos a todo el mundo que se quiera unir en un futuro, cuando se abran plazas.
El soldier parecía un poco incómodo después de eso y Anir supuso que estaba más que dispuesto a dejar atrás a su party si eso significaba que él era el elegido.
—Eso… eso está bien. —contestó el monk mientras el healer le ponía una mano en el hombro al bardo.
—¿Os oído eso?, no te vas a quedar fuera.
El bardo se cruzó de hombros y rodó los ojos y Anir se rió un poco.
—Oh, sí, definitivamente no tiene que preocuparse por eso. ¿Tú eres Manzanita, verdad?
—Me lo quiero cambiar, pero sí, soy yo.
Anir extendió una mano hacia el bardo y por fin dejó aflorar una sonrisa genuina.
—Bienvenido a la Guild de Tanlaus, también le queremos cambiar el nombre, pero nos gustaría que te unieras a nosotros. Eres justo lo que busco.
El bardo empezó a caminar hacia ellos y Cloud levantó la barbilla mientras los demás los miraban anonadados.
—Vamos, Manzanita, es tu hora de brillar.
—Tú, retaco, más te vale que tu Guild mole. Estoy harto de cantar para mentecatos que no aprecian mi arte.
—Al menos te pagan, ¿no? —le preguntó Cloud, empezando a caminar dirección a Prontera.
Y mientras Anir daba saltitos de alegría por haber podido tachar la última línea de su lista y los otros dos hablaban de lo suyo, la party empezó a discutir a gritos entre trinos de pájaros y zumbidos del nido de avispas al que habían despertado con su riña.
Pero eso ya no era problema de Milo. Ahora tenía a otros jugadores de los que preocuparse. Esperaba que por lo menos estos supieran apreciarle.