Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 406697 times)


Sayi

Flashfic!




Sayi había anticipado la pregunta de Haru más de una vez. Y, más de una vez se había preguntado si debería ser honesta o recurrir a una mentira piadosa

Pero respetando el aire de franqueza que su había marcado su conversación, decidió ser sincera, confiando en que Haru la recibiera con empatía.

Después de todo, quisiera o no, la sola existencia de Hige la delataba.

“Haru, te mentiría si dijera que no siento nada por Bou, pero no puedo olvidar lo que vivimos juntos. Mi Child existe a raíz de lo que aún siento, pero” se detuvo, estudiando el rostro de la castaña “Nuestra relación como pareja terminó en Beijing, y no tengo intención ni esperanza alguna de volver a estar con él. Si me das algo más de tiempo…”

Se detuvo. Le gustaba pensar que, con el paso del tiempo, estaría garantizado que no sentiría nada más por Taikoubou. Pero ni de eso tenía certeza, era tan solo una teoría…

Haru bajó la mirada, tomando la taza entre sus manos.

“…Lo sé. No puedes apagar lo que sientes. Y, como dices, ni siquiera se ha cumplido un año desde que ustedes terminaron” agregó con calma “No hay un cronograma escrito en piedra para superar una relación… y debió haber sido una relación realmente especial, si Taikoubou estuvo dispuesto a regresar para honrarla.”
Sayi asintió, agradecido “Gracias por tu empatía, Haru. Pero te prometo, no tengo ningún diseño sobre Bou. Es un buen amigo, y así planeo que se quede. Si hubiera manera de cerrar este ciclo y terminar esta guerra HiME/Rebel, lo haría sin dudarlo.”
“Agradezco tus palabras, pero no te preocupes por mi. Yo entiendo” le respondió “No te habría creído si me hubieras dicho que no sientes nada por él, pero tu sinceridad me dice mucho de ti.”

Ahí estaba. Sayi decidió creer en sus propias palabras. Al decirlas frente a Haru, sentía cómo se asentaban en su corazón.
Su historia con Bou ya estaba escrita, y lo único que quedaba era terminar este conflicto para poder continuar con sus vidas; esta vez, como amigos.

Una ola de nostalgia llenó su pecho, pues este momento se sentía como un punto final a sus esperanzas con el peligris. Su amigo. Y ahora, finalmente, podía mirar hacia adelante.

“¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? Con todo este asunto HiME…” le preguntó Haru, y Sayi le sonrió, pensando en cuánto ya le había ayudado con solo hacer la pregunta.

Pero no tuvo tiempo a responder, pues su teléfono comenzó a vibrar. La pelirrosa se disculpó mientras lo tomaba, y Haru le hizo un gesto indicando que no era problema alguno.

La voz de Ichigo llenó su oído.

“¡¡SAYI!! ¡¡KAIEN!!” exclamó el rubio, al otro lado de la línea “¡Kaien regresa a Japón, permanentemente!”

Y hablando de nostalgia…

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna aqui vengo con el fic del mes, con la introduccion de Haruka, un niño un poco especial....

advertencia: el capi contiene habla acerca de asesinatos y de una mente retorcida.

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Haruka Sakurai no era diferente por elección, sino por condena. Desde muy pequeño, algo en él no encajaba del todo con el mundo que lo rodeaba. Mientras otros niños de su edad corrían, reían, aprendían con facilidad y se adaptaban a los ritmos esperados por la sociedad, Haruka parecía vivir a contratiempo. Su mente vagaba en caminos lentos y confusos, donde las instrucciones simples se volvían laberintos y las expectativas ajenas eran imposibles de cumplir. Sus padres, Sumiko y Daichi Sakurai, alguna vez soñaron con un hijo brillante, un reflejo de sus propios logros. Pero pronto, esos sueños se vieron reemplazados por la frustración, el silencio y la negación.

A los siete años, Haruka fue diagnosticado con un trastorno del desarrollo que dificultaba su aprendizaje y habilidades sociales. La noticia golpeó a sus padres como una sentencia vergonzosa que preferían ocultar. Desde entonces, en casa se hablaba poco de Haruka, aunque él estuviera presente. Su existencia se volvió una sombra entre las agendas laborales, las reuniones sociales y las exigencias de un mundo que no tiene tiempo para los que se quedan atrás. Su habitación, siempre cerrada, era una cápsula de soledad. Y en esa soledad, Haruka empezó a construir una realidad alterna, donde él no era el problema, sino la víctima de un mundo injusto.

La escuela tampoco fue un refugio. Los profesores lo etiquetaban como "lento", los compañeros lo evitaban o se burlaban de su torpeza, y la administración lo mantenía apenas al margen, lo suficiente para llenar una cuota de inclusión. Haruka nunca tuvo un amigo real. Cada intento de socializar terminaba en rechazo o incomodidad. Sus notas eran mediocres, su autoestima inexistente. Pero dentro de su mente, se gestaba algo más: una rabia silenciosa, alimentada día a día por la indiferencia.

Conforme pasaban los años, esa rabia se convirtió en una necesidad: ser visto, aunque fuera por miedo. Ser escuchado, aunque fuera a través del horror. Haruka no quería ser un monstruo, pero tampoco podía soportar seguir siendo invisible. A los 15 años, se encontraba atrapado entre la desesperación y la necesidad de gritar. Y en un momento de quiebre, descubrió que la oscuridad que tanto lo consumía podía convertirse en un arma.

La primera vez no fue planeada. Fue un impulso, una reacción desbordada contra alguien que lo humilló en público. Lo que siguió fue una mezcla de pánico, euforia y, sobre todo, atención. Por primera vez en su vida, alguien preguntó por él. Se habló de Haruka. Los ojos se posaron sobre su existencia. Y eso, por enfermizo que parezca, le dio sentido.

A partir de ahí, cruzar la línea fue cada vez más fácil. Cada acto, más meticuloso. Cada víctima, un símbolo de los que lo ignoraron, lo minimizaron o lo borraron. Haruka no asesinaba por placer, sino por desesperación. Para él, cada crimen era una carta abierta, una súplica distorsionada de ayuda. Pero el mundo, en su ceguera, solo veía a un joven trastornado. Nadie se preguntaba por qué.

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El cuerpo yacía inmóvil en el callejón, envuelto por la oscuridad de una noche sin luna. Haruka lo observaba en silencio, con las manos aún manchadas de sangre tibia y un leve temblor recorriéndole los dedos. No era miedo lo que sentía. Tampoco culpa. Era algo mucho más profundo, más antiguo. Como si su alma hubiese estado esperando este momento toda su vida.

El muchacho a sus pies se llamaba Takumi. Era uno de los que se reían de él en el instituto. Siempre el primero en empujarlo en los pasillos, en ocultarle los libros, en imitar su manera de hablar con esa voz pastosa que Haruka odiaba escuchar en sí mismo. Esa noche, Haruka lo siguió. No planeaba matarlo. Solo quería… confrontarlo. Pero algo dentro de él cambió cuando lo vio solo, vulnerable, sin público, sin risas. En ese instante, la rabia reprimida por años encontró una salida, y sus manos actuaron antes que su mente.

Lo extraño fue lo que sintió después.

No fue alivio. No fue miedo.

Fue claridad.

Mientras se limpiaba las manos en la camiseta del muerto, sintió que algo encajaba dentro de él, como una pieza perdida que finalmente encontraba su lugar. Por fin había hecho algo que nadie podía ignorar. El lunes siguiente, todo el instituto hablaba del asesinato. Las noticias mencionaban a un joven asesinado a cuchilladas, sin móviles claros. La policía buscaba pistas. Nadie sospechaba de Haruka. Nadie jamás lo haría. Él era invisible.

Y ahora, por primera vez, eso jugaba a su favor.

Haruka empezó a llevar un diario. No uno cualquiera, sino uno escrito con una tinta oscura, obsesiva, hecha de pensamientos retorcidos, dibujos de rostros distorsionados y frases repetidas como mantras:
"Si no me ven, los haré mirar. Si no me escuchan, los haré gritar."

El siguiente objetivo fue más fácil de elegir: una profesora que lo había humillado durante años, cuestionando su inteligencia frente a toda la clase, tratándolo como si fuera menos que humano. Haruka la estudió durante días, observando sus rutinas, sus horarios, sus distracciones. No quería improvisar esta vez. Quería que doliera. Quería que fuera un mensaje.

Y lo fue.

Su cuerpo fue encontrado en su coche, la garganta cortada con precisión quirúrgica, y una nota escrita con la misma tinta que Haruka usaba en su diario:
"Uno por cada año de silencio."

Ahora sí, las noticias ardían. La policía hablaba de un posible asesino serial. Un joven, probablemente. Inteligente, metódico. El terror se esparció por la ciudad como una infección sin cura. Padres no dejaban salir a sus hijos. Escuelas cerraban temprano. Alarmas de seguridad se instalaban en cada esquina. Pero nadie miraba hacia Haruka. ¿Por qué lo harían? Él siempre fue un cero a la izquierda. Una sombra.

Haruka fue capturado en otoño, una estación que odiaba. Las hojas muertas caían como los secretos que intentó enterrar. Fue un error simple. Una cámara de vigilancia que no debió estar ahí. Una gota de sangre en el lugar equivocado. Su rostro, por primera vez, fue identificado. Y así, el chico invisible se volvió el monstruo que todos querían ver enjaulado.

Tenía quince años cuando lo arrojaron a una celda. Demasiado joven para la prisión de adultos, pero demasiado peligroso para un centro juvenil común. Lo enviaron a una institución especial: un lugar gris, clínico, con pasillos que olían a desinfectante y desesperanza. Le pusieron una camisa blanca, le rasuraron el cabello, le dieron pastillas para "calmarlo", y lo encerraron con el título oficial de "psicópata juvenil". Pero Haruka no gritó. No lloró. No suplicó. Estaba acostumbrado a vivir en una celda; esta solo tenía barrotes visibles.

Y entonces, apareció ella.

Junko Enoshima era un enigma con labios rojos y ojos que brillaban como cuchillas afiladas. No era doctora. No era policía. No era familiar. Pero logró entrar. Dijo tener autorización para “observar al paciente 103-11” como parte de una iniciativa psicológica experimental. Y nadie se atrevió a cuestionarla. Su manera de hablar hipnotizaba, su presencia exigía respeto, y sus métodos... no estaban en ningún manual.

La primera vez que se vieron, Haruka no dijo nada. Ella, en cambio, sonrió como si lo conociera de toda la vida.
—Así que tú eres el pequeño Haruka. Te imaginaba más... roto. —dijo, sentándose frente a él con las piernas cruzadas y la mirada como un bisturí.

—¿Quién eres tú? —susurró Haruka, con una voz que no usaba desde que estaba libre.

—Soy lo que tú podrías ser... si dejaras de esperar que alguien te salve.

Junko lo visitaba cada semana. Luego cada día. Las sesiones se volvieron confidenciales. Los doctores desaparecían del cuarto cuando ella entraba. Pronto, Haruka comenzó a hablar. Luego a confiar. Luego a depender.

Junko lo entendía de una forma que nadie más lo había hecho. Ella no lo corregía. No lo medicaba. No lo juzgaba. Le hablaba como a un igual. Le enseñaba que el mundo era una mentira construida por los que fingen ser normales. Que su rabia no era una enfermedad, sino una respuesta lógica. Que la oscuridad no debía ser escondida, sino celebrada.

Haruka, por primera vez, sintió algo similar al amor.

Pero no un amor sano.

Junko se convirtió en su guía, su voz interna, su nueva realidad. Con palabras dulces y veneno disfrazado de afecto, lo moldeó como arcilla. Y en un acto que parecía imposible, logró convencer al instituto de salud mental de que Haruka debía estar bajo su tutela “para una rehabilitación integral en entorno controlado”. Lo presentó como un caso de estudio, un experimento viviente.

Y lo consiguió.

Haruka fue liberado bajo supervisión directa de Junko Enoshima.

Vivía ahora con ella, en una casa que parecía sacada de una película: ordenada, limpia, con paredes llenas de fotografías... y secretos. Junko lo llamaba "mi niño" frente a los pocos visitantes. Le cocinaba, lo cuidaba cuando tenía pesadillas, lo abrazaba cuando temblaba. Pero también lo entrenaba. Lo exponía a ideas retorcidas. Lo hacía leer libros sobre manipulación, control mental, asesinos históricos. Haruka, roto por dentro, absorbía todo como un niño pequeño que finalmente recibe atención.

Y en su corazón, confundido, crecía la certeza de que por fin alguien lo amaba.

—Haruka —le susurró Junko una noche, mientras él descansaba la cabeza sobre sus piernas—. El mundo nunca te quiso. Pero yo... yo sí. Y tú me perteneces.

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matta nee

« Last Edit: April 30, 2025, 08:56:40 PM by Mimi Tachikawa »


Cho

Uhh quiero avanzar más rapido, el próximo mes me desquito. Regreso con el icon que falta.

115.9.




“Hmm… creo que mejor vamos de regreso, ¿no lo creen? No hay nada que hacer aquí,” comentó Tenshi al aire a su grupo. Ellos andaban caminando por un sendero cercano al estadio, casi oscurecido por completo por las otras estructuras cercanas.
“Pienso que ha sido un simple ejercicio, tienes razón,” Suzuka asintió, y entonces dio un suspiro. “Aunque siendo sincera, prefiero estar aquí afuera que regresar a la inmensidad de gente.”
Debo admitir lo mismo,” Roxas desvió su mirada.
“Ah, ciertamente me preocupa que la juventud de ahora se aísle tanto,” Norimune expresó su lamento a pesar de mantener su sonrisa. “Y en particular que mi bella hija haya comenzado con dicho desdén…”
“Eh, no, sólo decía mi punto de vista,” Roxas se confundió.
“Por favor no le tomes en serio,” Suzuka negó y miró a su arma con desapruebo. “No hay nada de malo preferir las afueras, Norimune, por favor no intentes comenzar drama ahora.”
“Reconozco que soy culpable de querer fastidiarte un poco para ver tu reacción, mi estimada,” este se encogió de hombros. “Pero igual me preocupa saber que salvo la buena Tenshi, los demás parecen ser más reclusos.”
“Apuesto a que fuera de tus observaciones tú tampoco eres de participar en eventos así, no creas que no me di cuenta de que evadiste mencionarte,” le reprochó Kashuu. Este terminó por sonreír con autoconfianza. “Y para tu información, sé que puedo desenvolverme en un ambiente social si es necesario, simplemente estoy más satisfecho acompañando a mi aruji a donde sea que vaya.”
“Por algo eres un buen bouzu cuando deseas serlo, bien hecho,” le felicitó como si reconociera una ocurrencia positiva de su nieto.
“Qué pesado que eres, kuso jiji,” entrecerró los ojos. “Aunque estoy de acuerdo que este paseo se ha prolongado mucho. Nos haría bien cambiar de actividad,” entonces, se giró a Cho. “Aruji, ¿qué te parece?”
“…” por su parte, Cho miraba hacia un costado, perdidamente. Se le notaba algo pálida.
“Aruji…” Kashuu se alertó y caminó para estar en su campo de visión. “¿Te sientes bien?”
“Eh… yo… perdón,” Cho terminó agarrando su frente con una mano con pesar, como si sufriera de un debilitante dolor de cabeza. “Es sólo que… hay una extraña niebla, ¿no les parece?”
“¿Niebla?” Tenshi se extrañó. Ella junto con los demás miraron a sus alrededores. “Hm… no puedo decir que veo nada.”
“…” Norimune frunció el ceño y abrió su abanico, con el cual cubrió medio rostro en plena meditación. “Es una niebla roja, ¿no es así?”
“Roja…” Roxas invocó una keyblade y la usó para invocar un haz de luz. Con este, los demás pudieron finalmente notar cierta difusión en el aire, producto de una muy leve manifestación. “Sí hay algo…”
“Realmente no podría verlo si es que no fuera por tu elemento, Roxas,” Suzuka se puso a pensar. “Pero el color es preocupante. ¿Acaso es obra de un Rebel?”
“¿Tú crees?” Tenshi se alertó. “Pues si es así, no hay forma que le dejemos hacer lo que plazca. Habrá que ver si podemos deshacernos de la niebla. Ehh… ¡Cho! ¿Crees que puedes quemarla?”
“¿Y-yo?” ella ladeó la cabeza.
“Oye, espera un momento,” Kashuu miró a la peliazul con reproche. “No creas que puedes mandar a mi aruji. Ella no se siente bien, para empezar.”
“Tranquilo, no es que la obligue,” Tenshi alzó una ceja. “Sólo vale el intento.”
“Como siempre admiro tu ímpetu, pero tengo que tomar el lado de bouzu aquí,” comentó Norimune a la joven HiME. “Antes de pretender buscar a cualquier causante de esta posible niebla mágica, opino que lo mejor es llevar a nuestra aliada de vuelta al estadio para que descanse un poco.”
“E-eh, estoy bien, no se preocupen por mí,” Cho se alertó y agitó sus palmas.
“No, es verdad, por favor no te esfuerces,” le pidió Suzuka, todavía pensativa. “Si tu debilidad se debe a esta niebla para empezar, no podemos ignorar el posible peligro.”
“Pues…” la peliceleste se vio perdida. No creía que su fuerte dolor de cabeza se debía a la niebla en sí, más presentía que se trataba del daño que había sufrido en el puerto. Sin embargo… “Ustedes dicen que esta niebla apenas se puede ver, pero… es bastante densa para mis ojos.”
“Aruji, ¿en serio?” Kashuu se alarmó.
“Cho…” Roxas también se mostró preocupado. En eso, el grupo fue alcanzado por Reimu y Youmu, quienes llegaron corriendo.

“Oigan, ¿de casualidad ustedes también pueden ver una rara niebla aquí?” preguntó Youmu.
“No parece muy notoria, pero al usar la luz pude detectarla,” dijo Reimu, pensativa.
“Sí, justo acabamos de verlo, Roxas nos lo mostró,” contestó Tenshi. “Eh, un momento, ¿dónde están Enmusubi y Sohaya? Pensé que las habían acompañado.”
“Surgió una emergencia,” comenzó Youmu, pensativa. “Eh, no es nada serio, supongo, pero Ayesha llamó a Enmusubi para reportar que Nio se había separado de ella, así que los dos fueron de regreso para ayudarle.”
“Ah, es una pena, aunque viendo el rostro de disconformidad de la pequeña, no puedo decir que me sorprende del todo,” comentó Norimune, con algo de gracia y frustración.
“Es mejor que no saquemos conclusiones, puede que no haya sido su intención,” dijo Suzuka.
“Eh, no, conociéndola imagino que sí se escapó…” Kashuu dio un suspiro.
“Aun así, Nio parece ser bastante sensata, dudo que haya hecho algo imprudente… pero…” Cho bajó su mirada. Podía imaginar lo consternada que se encontraba Ayesha, además del hecho que algo extraño parecía ocurrir en esos instantes.
“¿Qué deberíamos hacer ahora?” preguntó Roxas. “Imagino que nuestros mentores se encargarán en el estadio. ¿Deberíamos dar otra vuelta en caso veamos a Nio?”
“Sí, justo eso pensaba. El perímetro es bastante amplio,” observó Tenshi, algo impaciente y esperando poder moverse pronto.
“Oigan, mis estimados, no se olviden que nuestra compañera no se siente muy bien,” observó Norimune, sonriendo con paciencia. “Voto a que regresemos al estadio primero antes de decidir qué más podemos hacer.”
“¿Quién se siente mal? ¿Ocurrió algo?” preguntó Reimu.
“Eh, estoy bien, sí me duele la cabeza, pero velar por Nio es más importante ahora,” dijo Cho, decidida. “No se preocupen por mí.”
“Insisto, no estamos en plena emergencia, al menos tú ve a descansar. Deja que bouzu te acompañe, ¿no te parece?”
“Pero…” la peliceleste se sintió con cargo de consciencia. Esa arma tenía una extraña autoridad detrás de su actitud sosegada. Aun así, no evitaba pensar en esa situación como su responsabilidad por tratarse de la hermanita de su amiga…






“Deténganse, gente de Hanasaki.”

De la nada, una voz seria se hizo oír, seguida de la aparición de un joven apenas un poco mayor que la mayoría presente. Este pelinegro estaba vestido de negro con un saco cuyo cuello le cubría la mitad inferior del rostro. Debido a su severidad y apariencia, su público pasó a mirarle con desconfianza y suma atención.

“¿Quién vendrías a ser tú?” le cuestionó Kashuu, alzando una ceja.
“Es obviamente de Rizembool por cómo nos habló,” Roxas frunció el ceño.
“¿Acaso tú eres el responsable de la niebla roja?” preguntó Tenshi, inquisitoriamente.
“Niebla roja…” ese individuo se oyó meditativo. “Será que algo ya se está manifestando…”
“¿Es que acaso eres un Rebel?” Youmu invocó sus espadas.
“Oye, un momento, Youmu,” le recriminó Reimu. “Se verá sospechoso, pero todavía no sabemos si es un enemigo.”
“Cierto, no podemos saltar a atacar aún, hay que ser cuidadosos,” Suzuka se puso a pensar. “No sabemos si él es el responsable.”
“Esperen, yo no soy el responsable de ninguna niebla,” recalcó esa persona, quien se dio el momento de mirar juiciosamente, y quizás algo alarmado, hacia Youmu. “¿En serio tomó sólo eso para que saques tus armas? No sean impulsivos, por favor.”
“¿Q-qué dices?” la susodicha pareció en aprietos, sin saber si reclamarle la observación o disculparse.
“Fufu, estoy de acuerdo con usted, joven. Temo que mi querido elenco aquí todavía tiene mucho que aprender,” Norimune se tomó la libertad de avanzar casi como si estuviera en pleno diálogo social y libre de estrés. “No obstante, por tratarse de personas inmersas en una pelea incierta, es normal que busquen tener mucho cuidado. Por favor explique su presencia aquí, así podemos calmar las aguas.”
“…” este miró a Norimune con algo de extrañeza, pero terminó asintiendo y encaró al grupo en general. “No he visto la niebla roja personalmente, pero he venido a comunicarles que existe un peligro latente en los alrededores del estadio esta noche. Tienen razón al concluir que soy de Rizembool, pero no soy un Rebel activo y meramente estoy ayudando con el control de la paz del evento. Por eso estoy aquí hablando con ustedes.”

Luego de sus palabras, los demás intercambiaron miradas. Pese a su brusca llegada, al mantenerse serio y concentrado en el punto, no daba la pinta de ser algún impulsivo o peligroso Rebel. Realmente sonaba a alguien dedicado a la vigilia. De todos modos, no era como si pudieran cerciorarse de eso.

“Me pregunto si nos puedes confirmar lo que dices,” preguntó Roxas, no convencido.
“Entiendo que ese es un dilema, pero si dicen que han podido ver una extraña niebla, pienso que les haría bien oír lo que tengo que decir,” argumentó el otro.
“Eh, claro, pero o sea si la niebla ya se está manifestando a nuestro alrededor en este momento, ¿de qué nos sirve escuchar a alguien que sólo es alarmista?” preguntó Tenshi, encogiéndose de hombros.
“Ehm, pues, no es que le hayamos dado mucho espacio para explicarse todavía…” comentó Cho, dubitativamente.
“¿Dicen que esa niebla nos está rodeando?” preguntó dicho muchacho, algo sorprendido.
“Hm, parece que ni vino listo a investigar por su cuenta,” concluyó Kashuu, con indiferencia y cierto desdén.
“Tsk…” Suishinshi pasó a entrecerrar sus ojos. “¿Entonces qué hacen teniendo esa actitud? Deberían alejarse de aquí lo antes posible.”
“Estábamos decidiendo qué hacer, ¿pero por qué reaccionas así? ¿Es tan serio?” preguntó Reimu.
“Dígame usted,” Norimune sacó su celular y usó su linterna al espacio entre todos. Era más difícil de visualizarlo con esa luz más tenue y de menor amplitud, pero esa difusión roja igual pudo manifestarse lo suficiente. “Ahora que lo puede ver, ¿podría explicarnos lo que sabe?”
“…” afiló sus ojos. “Síganme, caminemos hacia el estadio inmediatamente.”
“Espera, nosotros podemos pelear, ¿busca resguardarnos?” preguntó Tenshi, impaciente. “Si podemos hacer algo lo antes posible.”
“Podemos hablar mientras caminamos… sinceramente…” aseveró su tono de voz. “¿Crees que puedes ganarle una pelea al aire? Les conviene oír la información que poseo.”

Así, este joven caminó hacia dicho estadio, el cual seguía bastante lejos del claro donde estaban. La mayoría se vio confundida, aunque luego de que Reimu se mostrara ambivalente como para seguirle y Norimune terminara por alentar a los demás con un movimiento de su cabeza, ellos siguieron a ese joven, en un inicio en silencio hasta que, luego de que este mismo comprobara que ya no había niebla con su propio celular, él decidiera esperarles.

“Entiendo que ustedes no ven con buenos ojos a Rizembool y tienen razones muy válidas para desconfiar de gente como nosotros, pero al menos espero que entiendan que cualquier alboroto tendría repercusiones severas para ambas instituciones esta noche, y es por eso que les pido que trabajemos juntos en este instante,” dijo nuevamente adoptando neutralidad en su voz. El grupo igual continuó caminando lentamente de regreso al estadio.
“¿Qué es lo que sucede?” preguntó Suzuka.
“Uno de los principales encargados del control de daños en Rizembool nos ha informado que hay un individuo, un prospecto a Rebel, quien podría desencadenar una pelea en los alrededores al estadio,” informó sin rodeos ni titubeos. “También nos dio más detalles sobre el modus operandi de dicha persona, motivo por el cual les he pedido que me sigan.”
“Modus…” comenzó Youmu, ladeando su cabeza.
“Es decir, la forma en la cual aquel Rebel opera. Quizás cómo se comporta, cómo apunta a sus víctimas, o qué estrategias toma…” explicó Cho, pensativa. Esa densa niebla había sido dejada atrás, pero todavía notaba indicios de la misma. No dejaba de preguntarse por qué ella podía verla más que los demás.
“Es correcto, pero además de ello, sé cómo este usa su magia y la forma en la cual puede desencadenarse,” Suishinshi asintió. Dio un suspiro antes de continuar. “Parece que nos hemos alejado una buena cantidad de nuestro punto de encuentro. Ahora que guardamos esta distancia, me toca ser sincero con ustedes.”
“¿Cómo así?” Tenshi le miró con desconfianza. “¿Nos estás intentando engañar?”
“…se nota que realmente miran a Rizembool con malos ojos, pues, no que no esté acostumbrado desde ya…” negó. “Ese individuo busca ocasionar una pelea con personas que usan poderes. La niebla que hemos visto debe ser el medio sobre el cual oí, cómo el principal poder del prospecto de Rebel se trata de invocar a orphans del mismo aire.”
“¿Orphans?” Roxas se sorprendió. “Si es necesario, podemos pelear contra estos.”
“No, les pido que desistan,” estresó el pelinegro. “Les saqué de esa área porque ustedes no saben cómo lidiar con la amenaza de esta noche. Esos orphans son peligrosos porque son tan indestructibles como el mismo aire, y si pelean contra estos sólo fomentarán la formación de más orphans. La situación podría salirse de control muy rápidamente.”
“Suena a que tenemos las manos atadas, pero esto no puede quedarse así,” reclamó Reimu. “Si dices que una persona que monitorea lo que la gente hace en Rizembool te informó de esto, ¿por qué no han cortado el problema de raíz? Si esperas que nosotros en Hanasaki no nos involucremos, ¿qué están haciendo en Rizembool para ponerle un alto a esto?”
“Entiendo tu punto de vista, pero puedo asegurarte que hay encargados que son parte del control de daños quienes tomarán acción y buscarán detener a esa persona,” contestó decidido. “Sé que hay Rebels preparados quienes tienen experiencia suficiente para lidiar con este problema, por eso les pido que sean pacientes y se mantengan al margen.”

Nuevamente hubo otro intercambio de miradas de los demás. Por el incremento de detalles, sonaba cada vez más difícil de creer sin mayores pruebas.

“Nada mal, si me permite,” Norimune asintió con aprobación al término de la explicación. “Una duda, en caso de que haya personas que estén por llegar tarde al evento, o quizás el mero hecho de algún transeúnte merodeando cerca del área que hemos abandonado, ¿se podrá garantizar que estarán del todo a salvo bajo esta amenaza? ¿Qué tan rápido se piensa resolver el problema?”
“…” Suishinshi asintió antes de contestar. Por esa ligeramente larga pausa, pareció que él mismo buscó cuidar sus palabras. “No soy la única persona que he sido contactado para guiar a otros fuera del perímetro. Hay otros voluntarios redirigiendo a personas, por lo cual hemos evacuado esa zona lo mejor posible. No puedo garantizar que no habrá problemas, tampoco puedo hablar en el lugar de aquellos encargados en controlar los daños, no tengo un contacto con ellos, pero entiendo que la obligación que todos tenemos aquí es no complicar el asunto con nuestra presencia, por eso les pido que le escuchen.”
“Hm, ya veo…” ensanchó su sonrisa, con ligero entretenimiento.
“…me da la impresión que usted no confía en lo que digo, entiendo que no he podido abogar por mi rol o mi conocimiento, pero…”
“Oh, no, descuide, yo personalmente le creo. Puedo ver que trabaja muy duro para mantener el orden y a todos nosotros a salvo,” Norimune rió para sus adentros. “Sólo me pregunto por qué no se ha presentado por su nombre, o más bien, por su conexión con alguien a quien sí conocemos.”
“Norimune…” Suzuka se confundió. Como siempre, su espada parecía poseer un conocimiento que trascendía lo que este debería saber.
“U-usted…” el pelinegro pareció sorprenderse un poco. “¿Usted sabe sobre mí? ¿Acaso… ella le ha dicho? Me suena increíble…”
“Pienso que nunca he hablado con ella fuera de comentarios sueltos en medio de aliados de Hanasaki,” concluyó alegremente. Norimune miró fijamente al otro. “Yo más bien sé de usted por medio de otra persona. Ciertamente, a mi parecer, usted es alguien dedicado a su rol y a sus responsabilidades, quizás todavía con mucho por recorrer, aunque igualmente noto su seriedad y decisión a ser lo mejor posible. Por supuesto, no podría no reconocerle por las múltiples admiraciones de un amigo de usted, quien parece verle como un ejemplo a seguir.”
“¿De quién habla…?” para variar, su serio tono de voz se contagió de ligeros nervios.





Sin embargo, dicha conversación no continuó ya que otras tres personas finalmente le dieron el alcance.

“¡Suishinshi!” exclamó Taikei, feliz de la vida. Junto con él venían Saki y Tsubasa, la primera claramente cansada de aguantar al niño y la segunda sonriendo nerviosamente al notar que habían interrumpido un momento serio.
“Taikei, ¿qué hacen fuera del estadio? Te dije que se pusieran a salvo,” le reclamó.
“Y lo intenté, pero tu hermanita estaba super preocupada por ti~” contestó el peliazul, en un tono juguetón. “Yo le insistí que debía resguardarse adentro, pero ella estuvo toda ‘noo~ a mi hermano se lo van a comer las HiMEs~ no quiero que lo maten~-AHHH”
“Si no te callas ya, te mato,” Saki terminó jalándole de ambas orejas a la vez, irradiando un aura apropiadamente asesina.
“Eh, hola a todos, veo que también los han evacuado,” saludó Tsubasa, amenamente.
“¿Qué está pasando aquí?” Reimu alzó una ceja.
“¿Acaso Saki realmente dijo eso?” Youmu se puso a pensar muy severamente.
“Ehm, oye, obviamente el otro la fastidiaba,” Tenshi negó frustrada.
“Entiendo que Taikei exageró sus expresiones, pero no tenías que buscarme, Saki,” dijo Suishinshi a la menor, en lo que su amigo se sobaba sus orejas. “Ya no seré un Rebel, pero tengo más experiencia que tú. Sé arreglármelas.”
“…” esta dio un suspiro. “No me preocupa tu habilidad de sobrevivir por tu cuenta. Vine a buscarte porque eres tan serio y seco que podrían malinterpretar tus palabras, y también porque podrían no tomarte en serio. Apuesto a que ni les dijiste de nuestro parentesco.”
“No pienso apoyarme en tu reputación, Saki. Es más que un tabú que una HiME esté relacionada a un exRebel.”
“No es que tenga una reputación para empezar,” ella negó y le miró cansadamente. “Deja de caminar entre vidrios rotos conmigo. Todos aquí saben que soy la hermana de un exRebel. No quiero que te compliques la vida intentando cuidarme, por favor.”
“Saki…” el otro se sorprendió. Para variar, era como si viera a su hermanita haber crecido y dejado sus problemas del pasado detrás. Al menos le aliviaba verla superar esos inconvenientes de hace años. Terminó por asentir, y volvió a mirar a los demás. “Lamento no ser del todo honesto con ustedes. Llámenme Suishinshi, soy el hermano mayor de Saki.”
“Vaya, hubiera sido más fácil haberlo sabido, pero bueno,” Kashuu sonrió con ironía. Luego de aquel preámbulo del par de parientes dialogando entre sí, este pudo probarse como más que un honesto guardián en el evento. Realmente había llegado con buenas intenciones.
“¡Y yo soy Taikei Naotane, un amigo!” exclamó el chico menor, extendiendo sus brazos en una pose. “¡Un gustazo! ¡Seguro que Suishinshi ya les explicó todo el rollo, pero fuera del lío, me alegra que trabajemos juntos hoy!”
“No hay necesidad de trabajar en sí, siempre y cuando nos quedemos fuera del perímetro,” le recordó Suishinshi, pacientemente. “Por favor no alientes ninguna acción innecesaria.”
“Awn~ no tienes que ser serio todo el tiempo, especialmente si hablas con amigos de tu linda hermanita~” insistió juguetonamente.
“Pues, fuera de Tsubasa no consideraría a nadie aquí mis amigos, si apenas los conozco,” dijo Saki, encogiéndose de hombros. “Así que mejor nos comportamos bien.”
“Awn~ deberían divertirse un poco, ustedes dos~” continuó suplicando.
“Fufu, da la impresión que tenemos a nuevos integrantes en nuestro grupo, al menos su mera presencia será muy entretenida,” comenzó Norimune al aire, sonriendo con aprobación.
“Eh, supongo, aunque qué lástima que no hagamos nada esta noche,” Tenshi dio un suspiro. “Y, por cierto, ¿cómo dijiste que conocías al hermano de Saki desde antes?”
“Eso quiero saber, a veces pienso que debería encerrarte de noche,” Suzuka le miró de reojo.

Cho observó con leve entretenimiento a Norimune desviar la conversación como siempre y aprovechar otro momento más para fastidiarla como su querida hija. Tal parecía que, pese a la incertidumbre de un radical libre de Rizembool causando revuelos, todo estaba bajo control, o al menos, era algo de lo que no debía responsabilizarse. Luego de los sucesos del muelle, debía reconocer qué caía bajo su responsabilidad, y para variar, le tocaba tener fe en que Rizembool podría resolver el problema por su cuenta.