Uhh dejo una parte en lo que retomo la corriente.
104.1.
Flashback
Hace cinco años…
Era una extraña excepción, sin embargo, fue permitido visitar a su amigo. Los últimos meses habían sido llenos de incertidumbre y noticias trágicas y desalentadoras, las cuales no les concernieron a ellos personalmente, pero lo evidenciaron a su alrededor.
En el presente… la calma del bosque en la parte trasera de la residencia de los Sanjou representaba a cierta medida la realidad. Se percibía una paz imperturbable, los cánticos de las aves como murmullo usual y trivial de aquellos vivientes, pero, sobre todo, un silencio abrumador y omnipresente.
Megumi observó aquel tributo escondido en un lugar privado del bosque. Su amigo pelicenizo se acercó a dicha tumba simbólica con una flor y la depositó en medio de otras. De paso, removió un par ya muy marchitas. Seguido a ello, cerró sus ojos y dedicó una corta oración silenciosa. El invitado esperó a que terminara con su dedicación y sólo miró a esa tumba atentamente.
Por más que lo podría conocer como el alma de la fiesta o el payaso de la clase, Imanotsurugi siempre había tenido un lado meditativo y melancólico. Incluso de no haber sido así, luego de lo sucedido, era de esperarse que lo manifestara. No sólo era él, ni ellos dos… Megumi se preguntaba cuántas más personas se encontrarían lidiando con los rezagos de esa guerra. Las inmedibles consecuencias eran más grandes de lo que cualquiera podría percibir.
“Megumi…” Imanotsurugi se giró y le sonrió amenamente. “No te pierdas en tus pensamientos ahora. Ya terminé.”
“…” el pelinegro se mantuvo inmutado, ligeramente sorprendido de haberse vuelto a distraer. Asintió un poco. “No me había dado cuenta. Estoy bien.”
“Creo que no debí haberte traído aquí, en verdad es mi responsabilidad como el dueño de casa de entretenerte,” admitió incómodo. “Lo siento mucho, Megumi.”
“No, está bien…” este negó tranquilo. “El hecho que te sientas con el deber de tratarme de alguna manera específica implica que somos diferentes, o que me debes algún tipo de consideración, y eso no es verdad…”
“Hehe, no lo es, tienes mucha razón. Somos amigos~” canturreó alegremente.
“…” Megumi retornó su mirada a esa tumba, la cual estaba hecha apenas con rocas, ramitas y tierra del bosque, algo sin duda personal de su acompañante. Su atención bastó para retornar a ese tema.
“…” Imanotsurugi borró su sonrisa y también miró a esa pequeña estructura. “Realmente no sabía qué más hacer… esto es lo único que pude dedicarle, y que ni puedo compartir con ella.”
“…” Megumi cerró sus ojos. “No sabemos si ella está muerta, Imanotsurugi-san.”
“Sí, lo sé, creo que una tumba para una persona que sigue viva puede significar un insulto,” sonrió incómodo. “La puedo ver llamándome la atención o diciéndome qué debería hacer en un momento como este. Ella siempre supo más de estas cosas.”
“…” miró a su amigo de reojo.
“Pero… ella perdió un montón en su guerra personal,” el chico se sentó sobre el piso y apoyó su cabeza en sus rodillas, desanimado. “Por lo último que hizo, por cómo todo se acabó… creo que terminó por perderse a ella misma. Creo que con esto quiero lamentar lo que pasó, velar por eso que extravió, decirle ‘lo siento mucho, no pude ayudarte’…”
“…”
“Kikyo-san no merecía esto…” terminó por enterrar su cabeza en sus brazos por un momento, casi dando la impresión que estaba a punto de ponerse a llorar.
“…” asintió. “Nadie lo merecería… lo siento…”
Fue apenas un momento, e Imanotsurugi se levantó y sonrió incómodo, con un par de lágrimas en sus ojos.
“Ehh, perdón de nuevo,” dijo con torpeza y secándose dichas lágrimas luego de haberse podido detener a tiempo. “No es que tenga que ser un buen anfitrión ni nada, pero ahora que finalmente has podido visitarme, deberíamos pasar el tiempo haciendo algo más.”
“No necesitas considerarme, Imanotsurugi-san,” le recordó tranquilamente. “Te sientes mal, necesitas desahogarte. Como tu amigo, quiero oírte.”
“Sí,” asintió y le dio un fugaz abrazo, algo que descuadró al otro. “Muchas gracias, Megumi. Eres un gran amigo para mí.”
“N-no lo menciones…” dijo perdidamente y terminó por apartarse a un costado. Luego de oírle, el pelinegro bajó su mirada y hundió sus ojos en sombras. “No nos queda más por hacer que entender lo que nos pasó, y sobrellevarlo. Nosotros somos apenas niños que lamentamos lo que les ocurrió a nuestros mayores… es inevitable…”
“Eso no es verdad,” Imanotsurugi negó y le dio una sonrisa alentadora. “Tu hermano y su HiME están bien gracias a ti. Es porque tú quisiste conocer a la HiME que se dio la oportunidad de que terminaran de otra forma.”
“No…” Megumi negó. “Lo que hice no hizo una diferencia. Ellos fueron quienes tomaron la decisión que los salvó a los dos. Yo sólo lo intenté sobrellevar de la mejor forma, aunque debo haberles causado problemas…”
“No lo creo, Megumi,” le aseguró su amigo, y amplió su sonrisa. “Me alegro mucho que tu hermano esté bien, que nada malo le haya pasado.”
“Gracias, está bien, en lo posible.”
“Y también estoy feliz que él haya podido salvar a su HiME,” Imanotsurugi bajó su mirada sin borrar su sonrisa. “Ella es una persona difícil y huraña. Nunca ha querido acercarse a nosotros, pero aun así…” volvió a mirarle, contento. “Es como una hermana para mí, como parte de nuestra familia.”
“…” regresó su atención a la tumba. “Imanotsurugi-san…”
“Sí, ¿qué sucede?” le miró con curiosidad.
“Entiendo que ya está decidido. A partir del próximo año, estudiarás en Hanasaki.”
“Sí,” asintió. Se vio decidido y borró su sonrisa. “Luego de lo que pasó con Iwatooshi, de notar cuánto daño podemos hacer sin darnos cuenta, no quiero prestar mi fuerza ni mi nombre a Rizembool. No quiero lastimar a una HiME, tampoco quiero lastimar a un Rebel. No quiero causar que nadie más sufra en esta guerra.”
“Entonces lo mejor sería que tampoco estés en Hanasaki.”
“No, no puedo irme del todo,” negó. “Tengo a personas cercanas a mí que todavía están próximas al conflicto. Si ellos fueran a necesitarme, quisiera estar ahí por ellos,” asintió y sonrió. “Tú eres uno de ellos, Megumi.”
“…” se impresionó un poco y dio un suspiro. “Que estés en Hanasaki significa que podríamos ser enemigos algún día, Imanotsurugi-san. Imagino que lo entiendes.”
“Haha, sólo si fuera a convertirme en el primer OuJI en la historia~”
“No es tan simple…” negó frustrado. “En fin… es lo mejor que ya no estés en Rizembool, me alegro por eso. Tú tienes la opción de salir y debes tomarla.”
“¿Opción?” se confundió. “¿Qué quieres decir?”
“Olvídalo…” alzó su mirada a las ramas de los árboles. “Hubiera esperado que pudieras alejarte más. Sayo-san y sus hermanos se fueron de la ciudad. Ha sido lo mejor.”
“…” Imanotsurugi se angustió un poco. “Es verdad… espero que esté bien… no sé qué le habrá pasado a Sayo, pero entiendo que algo horrible debe haber ocurrido.”
“Yo tampoco lo sé…”
“Ojalá lo podamos ver algún día y se encuentre mucho mejor,” asintió y agarró a Megumi de los hombros.
“Eh…” este se alertó mínimamente.
“No te gustan las muestras de afecto, ¿verdad?” le preguntó amenamente. “Sólo quiero decirte que nosotros siempre seremos amigos, sin importar lo que fuera a ocurrir. Eso nadie lo va a cambiar. No permitiré que el pasado vuelva a repetirse.”
“…” le miró con leve incomprensión. “Espero que tengas razón, Imanotsurugi-san…”
…
Fin del Flashback
Era temprano en la mañana de un nuevo día de clases, y Yukko y sus amigos se reunieron en una cafetería cerca del área de artes escénicas para desayunar. Los estudiantes de ciencias se toparon con la sorpresa de ver a Shinano recostado sobre la mesa, aparentemente muerto.
“Hehe, me alegro que pudieron venir hoy,” celebró Natsuki, sonriendo emocionado.
“Sí, yo también,” Hotarumaru asintió. “Los pancakes que comí de esta cafetería la vez pasada estuvieron muy deliciosos. Tenía que volver a probarlos.”
“Son ricos, aunque no consideraría que los estés probando con esa cantidad,” Hajime alzó una ceja en lo que miraba el cerro de pancakes que fácilmente eran para tres personas.
“P-pues…” el pelicenizo se avergonzó un poco y desvió su mirada. “Es que… son ricos y necesito muchas energías para comenzar el día…”
“Come a tu gusto,” dijo Mai, asintiendo inmutada. “No dejes que la chusma te fastidie.”
“¿Chusma?” el otro se amargó y dio un suspiro. “No que lo esté juzgando, sólo me sorprende.”
“Hehe…” Yukko sonrió incómoda y volvió a mirar hacia el derrotado Shinano con su rostro estampado sobre la mesa y ocultado por sus brazos. “Ehm… ¿seguros que está bien?”
“Sí, Shinano sólo anda descargándose, pero ya se recuperará,” le aseguró Syo, quien pese a verse optimista pasó a frustrarse un poco. “Pobre, realmente tiene a un mentor muy exigente.”
“Pero si no se levanta pronto su desayuno se va a enfriar,” Natsuki lo meditó y pasó a agarrarle de costado para abrazarlo. Fue curioso cómo lo cargó como si fuera un costal de plumas. “¡Déjame darte un power hug, Shinano-chan, para que comiences un día maravilloso!”
“Ihh… g-gracias, Natsuki…” Shinano se dejó abrazar y al ser soltado se mantuvo sentado, aunque algo cabizbajo. “Aunque realmente no me faltan ganas de irme a dormir desde ya…” dio un sonoro bostezo. “Me levanté a cuarto para las cinco hoy…”
“¿Por qué tan temprano?” Hotarumaru ladeó la cabeza.
“Uhh… Itsuki-senpai desaprobó la lavandería que había hecho ayer y dijo que necesitaba las cosas impecables y bien presentadas porque son para un trabajo que tiene que entregar hoy… así que sufrí dos horas con sus constantes observaciones y todo lo que hacía mal…”
“Suena duro, lo siento,” Hajime hizo una expresión de dolor.
“Yo me desesperaría en tu lugar, Shinano,” Syo se estremeció un poco. “Aunque bueno… tal vez no vayas a hacer lavandería todas las madrugadas, pero igual tendrás que despertarte muy temprano y perder el sueño en ocasiones en tu carrera…”
“¡Pero no tiene sentido alguno!” terminó por estallar con desesperación y ojos desorbitados. “¡Si tanto necesitaba que todo estuviera en orden mejor que mandara el trabajo a que algún profesional lo haga! ¡O bien él mismo o no sé! ¡Y seguro que sueno engreído y que no tengo el derecho de lanzarle ese trabajo si ando bajo su tutela, pero en todas las sesiones no he sido más que una mucama para él! ¡A estas alturas voy a desarrollar ojeras permanentes!”
“Ya, ya, Shinano-chan, ven aquí,” Natsuki volvió a abrazarle de costado con paciencia. “Ya pasó, ya aprendiste y no va a ocurrir, no de la misma manera. Puedes desconectarte.”
“S-sí…” dijo casi a punto de llorar. “Gracias Natsuki, me gustan tus abrazos de oso…”
“Natsuki tiene razón,” Hotarumaru asintió y sonrió inspirado. “Es cierto que las cosas pueden ser muy duras la primera vez, pero de ahí se vuelve más fácil y ya sabes cómo manejarlo.”
“Realmente es en todas las disciplinas,” Mai comió una galletita antes de continuar. “…igual, siempre oigo que los modelos y idols pueden sacrificarse un montón.”
“Pues sí, hay momentos muy duros, uno da mucho de uno mismo, se vuelve bastante personal sin que te des cuenta,” Syo rascó su cabeza. “Shinano recién anda adentrándose más al medio así que le costará un poco, pero confío en él. Lo podrá sobrellevar.”
“Uhh…” Yukko soltó ese pequeño alarido meditativa y notó cómo por este todos la miraron. “¡Eh, ah, n-no me presten atención! ¡S-solo pensaba que igual es duro, o-o sea, Hibiki-senpai parece hablar sobre Itsuki-senpai con tanto estima como cuidado!”
“Sólo me alegro que no lo conozcas, Yukko, no es para todos…” dijo Shinano, cansadamente.
“Sin duda no es para ti, Shinano,” Mai se encogió de hombros.
“Ihhh…”
“¿Y ahora quién vendría a ser la chusma, Mai?” Hajime le miró con juicio, de reojo.
“Por mi parte, yo espero con muchas ansias poder conocerle,” observó Natsuki, con grandes ánimos y juntando sus manos en palmas. “Suena a una persona sumamente dedicada a su arte y la gente así es bondadosa y muy auténtica.”
“Creo que tú eres el único que tomaría lo dicho así, Natsuki,” Syo se confundió, aunque sonrió frustrado. “Pero entiendo. Si es alguien que recibe tanto reconocimiento de Hibiki-senpai, realmente debe merecerlo.”
“Estará bien, Shinano,” le alentó Hotarumaru, sonriendo amenamente. “Yo hace poco era el que estaba preocupado por mi entrenamiento, así que entiendo lo desalentador que es, pero verás que valdrá la pena. Te felicito por estar dando todo de ti.”
“Hehe, muchas gracias, Hotarumaru,” Shinano sonrió un poco. “Realmente eres un niño muy lindo. Tienes razón, tengo que seguir,” entonces notó cómo Mai abrazó al pelicenizo de costado.
“Mo…” Hotarumaru se confundió. “Mai-neechan, ¿qué sucede?”
“Pienso que él no necesita de tu aliento demasiado, ya es muy engreído,” dijo la chica, casi como si defendiera a su pequeño de un desconocido.
“Bien eres tú quien lo acapara…” Syo alzó una ceja.
“Está bien, Mai, yo sé bien que Hotarumaru es tu pequeño, nunca te lo quitaría,” Shinano sonrió incómodo (e inconsciente de una triste Yukko ya resignada a esa realidad (?)).
“…” Mai asintió y soltó al pequeño. “Bien, me alegro que seas razonable. Si andas con ganas de mimos, mejor vete a buscar a tu hermano Overlord por ahí. Parece que le importas.”
“¿Eh? ¡Por supuesto que le importo a mi hermano!” Shinano frunció el ceño y se puso a pensar. “Hm, ni sé qué andará haciendo Yagen a estas horas… pero sí, podría encontrarme con uno de mis hermanos, ellos siempre me animan,” dicho esto, pareció venirse con algo y miró hacia Hajime con ojitos soñadores.
“Tsk, ¿qué quieres ahora?” le reclamó. Ya casi se había olvidado que ese pelirrojo buscaba engreírse con él obstinadamente.
“Ahh, lo siento mucho es que me recuerdas tanto a Atsushi, él totalmente reaccionaría así,” dijo juntando sus manos en rezo y todavía mirándole con añoranza.
“¡Ya te he dicho que no soy tu hermano!”
“Hm…” Mai asintió. “Está bien, puedes engreírte con Hajime.”
“¡Y tú no decidas por mí, Mai!”
“Ehh, Sh-Shinano… sé que tus hermanos te quieren mucho, pero recuerdo que el doctor se molestó mucho contigo por comportarte así…” le advirtió Yukko, sonriendo incómoda.
“Sí, no quiero que eso vuelva a suceder…” Shinano se vio aprehensivo, pero hizo un cambio radical y se puso de pie con grandes energías. “¡Ya sé! ¡Verdad que dije que iba a hacer que ustedes se conocieran! ¡De todos modos tengo que traer a Atsushi a Rizembool, no creo que se haya dado un paseo por ahí aún!”
“Ohh, me da curiosidad,” Hotarumaru asintió atentamente. “Todavía no lo conozco. Ehehe, lo esperaré con ansias.”
“Se parece a Hajime y actúa como él, no creo que te pierdas de mucho,” observó Mai.
“¿Por qué siempre tratas de fastidiarme?” le cuestionó el referido, impaciente. “No lo sé, trae a tu hermano si quieres, pero yo no tengo nada que ver con esto. Sólo déjame en paz.”
“…” Shinano le miró impresionado y pasó a morderse su puño. “Tsk, no puede ser, realmente te comportas como él. Al menos tú te contienes y no me das zapes cuando me porto mal…”
“Oh, mira, te está validando,” dijo Mai, inmutada. “Golpéalo cuando quieras.”
“No lo haría, pero ganas no me faltan…”
“¡N-no por favor, apuesto a que pegas tan duro como él!”
“Suficiente, Shinano, deja a todos desayunar,” le corrigió Syo, frustrado. “Tú también desayuna que se pasa la hora.”
“¡Hehe, mis abrazos le regresaron la vida!” celebró Natsuki.
“Creo que te pasaste, a decir verdad…” Syo negó.
“Sí, ahora mismo como,” Shinano volvió a sentarse y con rapidez y gusto separó sus palitos descartables para comer en lo que se rumoreaba cuándo podría traer a su hermano.
Yukko se animó al verle de nuevo alegre y tan atento como siempre. Era curioso cómo la simple mención de sus hermanos podía regresarle las energías. Así, el desayuno continuó más amenamente y sin ningún contratiempo.
…
Era la segunda hora de clases en la mañana en Hanasaki Middle y el salón de Nio tuvo un pequeño paseo por los invernaderos dentro de la escuela. Los pequeños curiosos seguían a la profesora de ciencias quien les daba un pequeño paseo por los distintos cultivos.
“Y aquí llegamos a los tomates,” explicó la maestra. “Está será sin duda la cosecha de verano más popular y conocida por todos aquí. El departamento de agricultura de la universidad anda preparando la venidera cosecha de este mismo cultivo. Si se animan, permiten visitantes después de terminadas las clases,” sonrió. “Con esto terminamos el recorrido, así que pueden elegir la cosecha que más les llamó la atención para completar la tarea individual que les dejé. Bien, les daré tiempo para que se paseen, pero pórtense bien y no toquen ningún cultivo, ¿entendido?”
La clase en general asintió y pasaron a disfrutar el momento de libertad en lo que volvían a pasearse por las distintas áreas de los amplios invernaderos. Como la maestra sospechó, varios optaron por irse por lo conocido y ya andaban tomando notas de unos letreros que explicaban más detalles sobre los tomates, pero también había otros que preferían darse un paseo por su cuenta antes de tomar una decisión.
“Ahh, no había querido escoger a los tomates, pero estos tomates cherry son tan adorables~” canturreó Elise, quien les tomaba múltiples fotos.
“Hehe sí son muy lindos,” Imanotsurugi se acercó a mirarlos de cerca. “Puede que también lo haga, no sé en verdad.”
“Haha, se parecen mucho a tus ojos, tienen el mismo color,” Luso rió un poco.
“Oh, ¿tú crees, Luso?”
“Claro, mira,” Luso agarró una rama y la acercó a un costado del rostro del otro. “¿No ven?”
“¡O-oye!” Nio se espantó y se puso en medio de Luso y la planta para que la suelte. “Nos vas a meter en problemas, Luso. Ya nos dijeron que no podemos tocarlos.”
“V-verdad, no me había dado cuenta,” Hirano se inquietó.
“Ah, perdón, pero está bien,” Luso sonrió restándole importancia y se rascó la nuca. “Miren, la maestra anda hablando con el encargado. Ni miraba en esta dirección.”
“¡Ah, buen trabajo!” Imanotsurugi se emocionó y levantó un pulgar. “¡Revisando si no hay moros en la costa! ¡Es un buen instinto!”
“Vaya, realmente son unos revoltosos,” la pequeña HiME dio un suspiro.
“Está bien, Luso fue cuidadoso, no te estreses, Nio,” le animó Elise. “Más bien nos estabas contando sobre la nueva HiME mentora. Suena a una persona muy linda. ¿Y ya comenzaron a hacer entrenamientos?”
“Oh, eh, pues todavía pero ya nos dijo que estaba viendo para separar un espacio en un dojo en la universidad,” Nio asintió y sonrió incómoda. “Es algo intimidante porque todas son mayores que yo, pero con más razón tengo que esforzarme mucho.”
“Te entiendo, yo no tengo parientes de mi edad y paso mucho tiempo con mi primo y sus amigos, a veces notas que andas un poco atrás,” Luso dio un suspiro. “Pero no te desanimes. Si puedo apuntarme a algunos de tus entrenamientos, me encantaría ir.”
“¡Ah, yo también!” exclamó Elise. “¡Al menos para conocer a tus compañeras HiMEs!”
“Ehh, preguntaré si es posible…” Nio sonrió incómoda. “Pero no sé si a tu hermano le vaya a gustar la idea.”
“Oh, le meto un cuento que voy a estudiar después de clases o algo, descuida,” guiñó un ojo.
“Uhh, pero onee-chan sigue molesta conmigo por nuestra travesura del otro día…”
“…” Hirano dio un suspiro en lo que escuchaba a sus compañeros hablar. Luso continuó tratando de animarla ya que la idea era muy divertida. Entonces, el pequeño Toushirou miró a su costado y vio cómo Imanotsurugi miraba perdidamente hacia otro lado en el invernadero. “Imanotsurugi-san, ¿estás bien?”
“Oh, Hirano-chan, ¿qué sucede?” se despertó y le sonrió.
“Eh, supongo que este tema de conversación te resulta incómodo, ¿no es así?” preguntó el pequeño. Este frunció el ceño. “Me alegro de ver que todos andan felices como siempre, pero me resulta difícil digerir que no le den mucha seriedad,” bajó su mirada. “Yo que apenas aprendo a pelear, pero entiendo que es un tema serio. Seguro que lo entiendes mejor que yo…”
“…” el pelicenizo le sonrió y le dio una palmada en un hombro.
“Eh…”
“Pues sí, me es incómodo, es lindo que puedas leerme tan fácil, quiere decir que te preocupas por mí y soy feliz por eso.”
“Imanotsurugi-san…”
“Hmm…” le soltó y pensó duramente, con un leve aire juguetón. “Pero, ¿qué podría decirte, Hirano-chan? Por mi familia y educación yo sé varias cosas que me sobrepasan en edad y te sobrepasan a ti también. Ando preguntándome qué hace Hanasaki o qué hace Rizembool, de qué manera Nio-chan recibirá ayuda o cómo le educarán a actuar en su situación. También, yo no puedo decir que sé ninguna respuesta y sería irresponsable que dijera algo, por eso prefiero no participar en esto…”
“T-tiene sentido…” se quedó perplejo por esa rápida lluvia de ideas.
“Pero~ no te preocupes por mí, lo último que haría es cargarte de algo con lo que tú tampoco sabrías cómo lidiar,” concluyó con una amplia sonrisa.
“Lo entiendo, pero a veces creo que debería aprender más de ti, Imanotsurugi-san, y de la situación en sí,” Hirano frunció el ceño. “Luso-san lo acaba de decir. Yo también me siento atrasado con mucha frecuencia y no quisiera estarlo si es que algo importante ocurre.”
“Pues sí…” se cruzó de brazos. “No sé qué decir, pero lo hablaré con Mikazuki-sama. Él siempre tiene algo intrigante qué decir~” concluyó alegremente.
“Intrigante…” el menor se preocupó un poco. Sabía que dicho amigo de su familia no era la persona más directa del mundo.
“Por cierto, ¿ya has escogido qué cultivo vas a estudiar?”
“A decir verdad, sí, desde el inicio,” Hirano sonrió contento. “Yo también tengo un invernadero y cultivos en mi casa y justo hay unos melones amargos que están por salir. Noté que no a muchos les llamaron la atención, así que quisiera hacer mi reporte en ellos y si los días coinciden tal vez traiga uno para enseñarle a la clase.”
“¡Ohh, qué genial!” Imanotsurugi se emocionó y le dio un fugaz abrazo. “¡Siempre serás tan lindo, Hirano-chan, pensando desde ya en todos nosotros! ¡Lo esperaré!”
“Eh, si es que no madura para entonces, estás invitado a visitarme, ya lo sabes bien.”
“¡Claro que sí!”
Entonces, la maestra se acercó a ese grupo.
“¿Y cómo les va? A diferencia de los demás no se han movido de aquí,” observó con leve juicio. “No todos van a escribir sobre los tomates, ¿verdad?”
“Eh, no sabría decirlo, maestra, pero en mi caso quisiera enfocarme específicamente en los tomates cherry,” reportó Elise, contenta y respetuosamente. “Puede que me encuentre con variedades que ni están en este invernadero.”
“Ah, me encanta la idea, por supuesto que sí,” la profesora se maravilló. “¿Alguno más tiene lo que va a hacer? No se distraigan mucho que sólo tenemos esta hora de clase.”
“Eh, sí, creo que me daré otro paseo por el invernadero,” dijo Nio.
“¡Oh, profesora, Hirano-chan dice que quiere escribir sobre los melones amargos!” exclamó Imanotsurugi, agarrando un brazo de Hirano y alzándolo. “¡Dice que ya los conoce porque también tiene su invernadero en casa!”
“¿En verdad? Pero qué impresionante, es un excelente pasatiempo,” la maestra se impresionó y sonrió al pequeño. “Muy buen trabajo, Toushirou-san. Confío en que entregará un trabajo tan dedicado y pulcro como siempre.”
“Eh, s-si, muchas gracias, profesora, haré lo mejor posible…” Hirano se soltó y se cohibió al no haber pensado que llamaría tanto la atención.
“¿Y usted, joven Sanjou?” la profesora miró al pelicenizo con leve juicio. “¿De qué va a tratar su trabajo? No me olvido de usted.”
“Ehh… y-yo también preferiría pasear un poco antes de decidirme…” se puso nervioso.
“¡Yo también!” Luso pareció listo para ponerse a correr.
“Un momento, Clemens-san,” la maestra pasó a poner sus brazos en sus caderas y mirarle con mayor demanda. “Su última entrega fue apresurada en incompleta. Esta vez sí va a entregar un trabajo apropiado, ¿no es así? Da la impresión que lo deja para la última hora.”
“Ehh, e-es que… b-bueno, soy todavía nuevo al país y todavía no me aprendo todos los kanji…” comenzó a excusarse incómodo.
“…” sin embargo, la mayor estuvo lista para sus excusas y sonrió decidida. “Descuide que me adelanté a usted. Le pedí al señor del invernadero que le ayude a escoger una planta cuya información sea fácil para usted. Por favor, venga conmigo que le guiaremos toda la hora.”
“¿P-perdón?” Luso palideció.
“Vamos, no tenemos todo el día,” la maestra incluso le agarró de la muñeca para prevenir que tratara de escaparse.
“Pero…” el pobre miró a sus amigos con súplica, pero nadie podía contradecirle y sólo les tocó despedirse con leve pena.
“Uhh, nos toca esforzarnos si no queremos terminar como él,” observó Elise con leves nervios.
“Descuida, Elise-san, tus trabajos siempre son muy buenos e interesantes,” le alentó Hirano. “Lo mismo puedo decir de Nio-san.”
“Aw, gracias, Hirano, y lo mismo digo de los tuyos. Hasta la maestra te reconoció,” observó Nio, conmovida por el cumplido.
“Es verdad, más lo decía por Imanotsurugi,” agregó Elise y todos le miraron.
“¡O-o-oigan, más que nada soy malo en matemáticas, les prometo que no me meteré en problemas!” agitó sus palmas con incomodidad. “S-sí, mejor me pongo las pilas y me doy otra vuelta, ¿qué tal?”
“Espero que sí, yo me quedaré a estudiar más de los tomates,” dijo Elise.
“Y yo iré donde los melones amargos, tengo que revisar la información,” Hirano asintió.
“Bien, entonces yo me encargaré de que hagas tu trabajo, Ima-chan,” declaró Nio, decidida.
“Hehe gracias por el favor~” Elise rió un poco.
Así, Nio e Imanotsurugi continuaron con el recorrido de los dos invernaderos que tenían abiertos. Terminaron por ir al segundo donde había menos compañeros de clases en lo que Nio revisaba cada cultivo con detenimiento y tomaba algunos apuntes.
“Hmm…” la pequeña fruncía el ceño. “No lo sé… me gusta mucho la jardinería y conozco bien a la mayoría… si quiero hacer un buen reporte tengo que tenerle interés y no encuentro nada que sea un desafío…” se desanimó y en eso oyó que su amigo se puso a silbar. “¿Ima-chan?” se extrañó y vio cómo este andaba distraído silbando a unas avecitas fuera del invernadero las cuales cantaban a su mismo ritmo. “¡OYE IMA-CHAN!”
“¡WAAHH!” el otro se asustó al punto de caerse. Incluso varios de sus compañeros le miraron para entonces reírse por entender qué había pasado y regresar a sus debidas tareas.
“Yo que ando tomándome esto en serio y tú le cantas a las aves. ¿Así quieres evitar volver a quedarte un fin de semana castigado estudiando?” le recriminó ofuscada.
“Aw lo siento, Nio-chan, sólo pensé que esas aves seguro querrían entrar…” este se levantó y se llevó una mano a la nuca, arrepentido.
“No, ya nos dijeron que no podemos dejar a las aves entrar o se comerían la mitad de las cosas aquí, hay que concentrarnos,” dio un suspiro. “Pero si no te inspiras puedes ir por los tomates. No creo que la maestra se moleste contigo mientras hagas un buen trabajo y debe ser el cultivo con información más fácil de conseguir.”
“Hehe, ya no se oía muy feliz de que fuera el caso, así que mejor escojo algo más,” observó sonriendo incómodo. “Realmente no sé qué elegir, pero seguiré buscando… oh…”
“¿Hm?” Nio vio a su amigo avanzar por su cuenta y vio cómo este se acercó al peliazul reservado de su clase, quien andaba tomando notas frente a un árbol de ciruelas.
“¡Sayo!” Imanotsurugi se le acercó y se paró a su costado.
“…” el dirigido se estremeció ligeramente por el susto de oír su fuerte saludo tan repentinamente, y le miró de reojo. “Imanotsurugi-san… ¿qué haces por aquí?”
“Hmm, es que no sé qué elegir así que estoy caminando hasta que algo me inspire,” pasó a mirar el árbol. “¿Has escogido los ciruelos?”
“…” Sayo asintió y desvió su mirada, incómodo. “Es lo que me resulta más familiar… temo no hacer un buen trabajo de lo contrario…”
“¡Pero por supuesto que lo harás!” le alentó amenamente, dándole unas palmaditas en la espalda. “Además tu hermano mayor es muy conocedor y podría ayudarte si tienes problemas.”
“Preferiría no incomodarle con esto.”
“¡Pero si hablar con los demás es la mejor manera de hacer las cosas!”
Nio miraba perdidamente a los dos. Aquel huraño peliazul siempre le había causado un ligero rechazo y buscaba aislarse de los demás. Sin embargo, Imanotsurugi podía acercársele sin que el otro huyera. Iba con su desenvuelto amigo poder congeniar con la gente y buscarles conversación, pero a veces no evitaba pensar que se perdía de algo. Entonces, ella miró al letrero de bamboo en un costado que detallaba información sobre dicho árbol de frutas y se acercó para leerlo detenidamente.
“Ume…” musitó para sí y se vio intrigada.
“¡Nio-chan!” le llamó Imanotsurugi. “Es un bonito árbol, ¿verdad?”
“Sí…” contestó mirando perdidamente a las ramas y los frutos en ella. “Hay frutos así en mi país, pero estos se ven un poco diferentes, deben ser una especie distinta. Y me gusta su nombre. ‘Ume’…” lo dijo y sonrió dichosa. “Hehe, no sé, se me hace muy lindo.”
“…” Sayo le miró atentamente.
“¡Bingo! ¡Creo que hemos encontrado tu cultivo, Nio-chan!” celebró Imanotsurugi. “¡Seguro que tienes razón y son distintos, así que puedes estudiar esta variedad japonesa!”
“¡Ahh, es una excelente idea!” los ojos de Nio brillaron y juntó sus palmas. “¡Me encantaría!” entonces, observó a Sayo quien se retrajo y desvió su mirada, así que ella también lo hizo. “Eh, p-pero creo que tu amigo ya va a escribir sobre este así que…”
“No, está bien…” Sayo negó y se mantuvo cabizbajo y con su mirada perdida en un costado. “No hay límite por persona, puedes hacerlo…”
“Eh, bueno…” dijo y asintió mínimamente. No podía leerle bien.
“Hm, sospecho que ustedes no se han hablado hasta ahora,” Imanotsurugi frunció el ceño, no convencido, y pasó a sonreír. “Nio-chan, este es Sayo, es un amigo de hace años.”
“Sayo Samonji…” murmuró el otro, incómodo.
“S-sí, mucho gusto, yo soy Nio Altugle…” la HiME sentía una gran incomodidad por la poca recepción de ese chico y hizo lo posible por buscar una conversación. “Oh, eh, así que te conoces con Ima-chan desde hace varios años, ¿verdad? Hehe, ya me parecía.”
“Sí,” Sayo asintió, mirándole fijamente.
“Sí…” de nuevo los nervios. Sonrió nerviosa. “P-pues es que también soy nueva por aquí, supongo no lo sabría, eh… hehe…”
“Imanotsurugi-san,” Sayo miró al pelicenizo con reproche. “¿De casualidad no estarás prolongando tu propio trabajo? Tienes que escoger algo antes de irnos.”
“No, no es mi intención, en serio,” Imanotsurugi se puso nervioso por la acusación (mientras Nio agradeció por dentro ya no estar en esa sumamente intimidante situación). “Realmente quiero que conozcas a mis amigos, Sayo. Ya lo sabes.”
“Ahora no es el momento,” negó pacientemente. “¿Por qué no escribes sobre las sandías?”
“¿Qué?” se sorprendió. “¡¿Hay sandías aquí?! ¡¿Por dónde?!”
“Eh, estuvo por el inicio del recorrido, ¿no te diste cuenta?” preguntó Nio en voz baja.
“No te distraigas así, Imanotsurugi-san,” dicho esto, Sayo le agarró de una muñeca. “Yo te llevo a ellas, vamos.”
“P-pero no sabes si quiero escribir sobre ellas.”
“…” alzó una ceja. “Pero sí quieres o no hubieras reaccionado así.”
“¡Ahh, se nota que me conoces bien para que lo digas!” exclamó el pelicenizo, contento. “¡Pues sí, justo pensaba en que podría pedirle a Iwatooshi que me compre una sandía grandototota en lo que hago la tarea!”
“Entonces vamos, deja de perder el tiempo…” dijo frustrado y se puso a caminar.
“Eh…” Nio pensó en seguirles, pero vio al peliazul dirigírsele. Notó cómo este, a pesar de su mirada fruncida, parecía tan incómodo como ella.
“Puedes tomar los datos del árbol… yo ya terminé…” dijo en un torpe intento de amabilidad, aunque también discretamente haciendo un poco de distancia entre ellos.
“S-sí…” Nio asintió.
“Ah…” Imanotsurugi dio un suspiro y sonrió apenado. “¡Lo siento, ahora vuelvo, Nio-chan!”
Fue así que la pequeña se quedó tomando apuntes y luego algunas fotos de ese árbol. Al estar sola, se dio cuenta de la calma y quietud usuales en ese espacio. Era refrescante e inspirador. La vista de aquel árbol con el techo del invernadero de fondo le hizo aspirar vida y sentirse conectada con la naturaleza en lo que la propia luz solar le alimentaba de la misma manera que los cultivos. Sin duda la naturaleza siempre había sido una parte de ella.
Terminó con su labor y supuso que se quedaría ahí en lo que su amigo regresaba, por lo cual miró a sus alrededores. Vio a uno que otro compañero a lo lejos inspeccionando su cultivo elegido y pasó a mirar hacia fuera, donde había un pequeño bosque adjunto a dichos invernaderos. Entonces, hubo un punto de oscuridad en esa dirección que se movía, lo cual le llamó la atención.
Nio se sorprendió al ver al niño con el cual se había topado en el festival, quien le había ayudado a recuperar su monedero. Ladeó su cabeza confundida por reconocerle y todavía con su atuendo completamente negro, cuando entonces le vio caminar hacia el bosque. Sin comprender su aparición, decidió ir detrás de él antes de perderle de vista…
…
Mientras tanto, en Rizembool U, un chico caminaba junto con un profesor mayor, en lo que escuchaba las indicaciones de su superior.
“Presumo que ha entendido lo que espero de usted,” observó el catedrático.
“Por supuesto,” contestó ese chico. Era un joven de cabellos negros y ojos verdes afilados, quien se expresaba con una voz clara y fuerte. Usaba una capa negra cuyo cuello le cubría la mitad inferior de su rostro y portaba un sombrero, aunque no por ello fallaba en expresarse decidido. “El proyecto que le espera a sus estudiantes es demandante y el rendimiento del pasado ha dejado mucho que desear, pero descuide, yo personalmente me encargaré de asesorarles para que den una debida impresión a sus superiores.”
“Es preciso que lo hagas. Rizembool no da muchos permisos para que estudiantes de pregrado trabajen con compañías ajenas a su círculo, por lo cual nuestro renombre está en juego.”
“Lo entiendo,” asintió severamente. “Basado en mi revisión preliminar, las propuestas de trabajo no contentaron a los encargados de supervisión. Fueron propuestas bien argumentadas a mi humilde parecer, sin embargo…”
“Sin embargo…” ese maestro agitó su índice con fuerza para recalcar esas últimas palabras y miró al estudiante desde arriba. “¿Es usted capaz de ver el problema, Hanajima?”
“Por supuesto que sí,” asintió con solemnidad. “No puedo evitar ver que en los esfuerzos bienintencionados de sus alumnos se olvidaron del lado más pragmático de nuestra sociedad. Rizembool nos enseña la optimización, nuestros ideales nos ruegan que velemos por el bienestar de otros, pero no podemos olvidar los propios cimientos de la sociedad y las costumbres y psicología de quienes pertenecemos en ella.”
“…” el señor alzó mínimamente sus cejas.
“Apartándonos de la enseñanza explícita de Rizembool, debemos recordar primordialmente de conectar con nuestro público y especialmente con aquellos quienes están en el poder,” frunció el ceño con determinación. “En este trabajo cooperamos con miembros del gobierno japonés y si no congeniamos con sus pareceres con mayor precisión y sutileza, todo nuestro impecable trabajo se echará a perder. Hace falta garantizar en primer lugar que esta ventana de oportunidad se mantenga abierta y cumplir con aquellas que son sus prioridades.”
“Precisamente,” concluyó el maestro, satisfecho. “Me sabe casi mal despertar a mis inocentes estudiantes de sus burbujas, pero es necesario sacarles de la teoría y enfocarles en la práctica, para que sepan que su trabajo posee un componente muy importante de diplomacia. Puedo tener mucho en contra de las visiones de nuestros contratistas para este proyecto. No obstante, son ellos quienes lo dirigen y no podemos perder esta oportunidad.”
“Sus visiones pueden criticarse como anticuadas y sus expectativas de nosotros triviales. No obstante, pienso que Rizembool es un lugar que también respeta sus propias tradiciones y nos toca rendir importancia a las mismas.”
“Tradiciones, lo has dicho muy bien,” sonrió complacido. “Entonces lo dejo en tus manos, confío en que les guiarás bien antes de mi próxima evaluación. Ciertamente, no pude haber pedido a un mejor jefe de práctica para un proyecto acorde a nuestros ideales como Rizembool.”
“…” el chico asintió. “Es un honor oír sus palabras, sólo hago lo posible.”
“Su líder, Minamoto no Yorimitsu, realmente lo ha instruido bien. Hágale presente mis saludos. A veces me olvido que un hombre brillante como él solía ser un estudiante mío.”
“Se lo haré presente,” hizo una respetuosa reverencia.
“Esperaré mejores resultados, continúa con tu alto rendimiento. Que tenga un buen día.”
“Igualmente, un agrado platicar con usted,” volvió a hacer una venia en lo que dicho estricto maestro continuó con su camino.
Así, el joven se fue por el suyo, con dicho porte inflexible e impecable que apartaría a cualquiera. Ello duró hasta dar una vuelta por un edificio, en un punto donde ya no podría ser visto por su previo acompañante. Ese recio joven relajó considerablemente su postura y dio un cansado y aliviado suspiro, pero su tranquilidad duró muy poco.
Una repentina patada desde atrás le golpeó en la nuca y lo envió de bruces al piso.
“¡AAHH!” exclamó en plena caída y el pobre se quedó estampado en el piso. Casi pareció que en vez de levantarse y huir, utilizó la técnica de hacerse el muerto, o simplemente resignarse ante su agresor, ya que sólo una persona lo atacaría de ese modo.
“Tsk, ponte de pie, Suishinshi,” Tharja le miró con fastidio. “Tenemos que hablar.”
“…” este apenas se sentó sobre el piso y llevó una mano a su nuca, para expresarse acongojado. “¿…qué sucede, Tharja? ¿Por qué te molestas conmigo esta vez…?”
“Es sobre Saki,” dijo y finalmente le vio levantarse y dirigírsele.
“Sí… supongo vendrías a mí por eso…” el chico desvió su mirada al piso. A pesar de sus ojos fríos, se notaba lamento en estos. “Tengo un poco de tiempo, está bien…”
Ellos apenas se adentraron un poco al parque frente a donde se encontraron, donde no les prestarían mucha atención.
“¿Y bien?” concluyó Tharja, sentada en una banca al costado del otro, quien andaba apoyando sus brazos en sus piernas y miraba al suelo. “¿Qué piensas hacer? Ella vino a mí con sus inquietudes, pero no me corresponde decirle nada.”
“Sinceramente, me odiarás por decirlo, pero concuerdo con mi hermana, Tharja,” concluyó el chico, desanimado y cansado por el tema. “Tú eres la persona más apropiada que ella conoce para decirle qué debe hacer.”
“Yo no soy su hermana.”
“Pero fuiste una HiME, y no es lugar de un exRebel como yo decirle sobre qué debe hacer…” frunció el ceño. “Menos luego de los problemas que ella tuvo por mi culpa.”
“No creo que esto tenga tanto que ver sobre los roles, y no te culpes todo el tiempo,” le empujó de un hombro, pero vio cómo no se inmutó y mantuvo su desaire. “Esto es peligroso. Ella no puede saltar al peligro por una corazonada.”
“Tú lo hiciste.”
“Tch, ¿quieres otra patada?” se impacientó.
“Por eso tú eres quien puede hacerle entender su situación,” Suishinshi alzó su cabeza para dar un respiro y mirarle debidamente. “Yo nunca tuve elección. Fui destinado a ser Rebel de nacimiento y mi alianza se ubica en Rizembool hasta que yo deje de existir. Saki es libre de mis ataduras. Por supuesto que he recalcado el peligro de su predicamento y le he rogado que no sea HiME para proteger a Tsubasa, pero no puedo conectar con ella,” frunció el ceño. “Sonará ridículo, yo sé bien que así no funcionan las cosas, pero las HiMEs viven con la remota posibilidad de proteger a alguien, y si ese alguien te importa en demasía, por supuesto que lo pensarías, por más peligros que te esperen.”
“Tsk…” Tharja entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, para desviar su mirada. “Entonces yo tampoco puedo decirle qué hacer, Suishinshi. Yo me sumé a la guerra por cosas mucho más triviales que proteger a una amiga. Igual, es una estúpida razón y te ruego que la detengas.”
“Se lo dije al jefe de mi familia. Él podría prohibirlo.”
“¿Y?”
“No tuve suerte…” volvió a bajar su mirada, frustrado. “Él sólo contempló la idea de condiciones si es que Saki fuera a aceptar a ser HiME, pero en ningún momento dijo que se opondría, por más que seamos afiliados a Rizembool. Saki seguramente tendría regulaciones si es que acepta, y temo pensar de qué se tratarían.”
“Tsk, tienes una familia terrible, entonces…”
“Lo siento, no sé qué más hacer.”
“…” le observó. El pelinegro se notaba extenuado por sus propios pensamientos. Fuera de su impresión de un joven certero y severo, Suishinshi realmente era muy distinto a ese comportamiento y porte de un agente de Rizembool. Debajo de ello existía una persona mucho más meditativa, insegura y sensible que no dejaba de lamentarse de su situación, y su familia. Él mismo le había dicho que su elección de usar un gorro y esconder la mitad de su rostro le servían para ocultar sus expresiones visibles, las cuales siempre habían sido ‘contraproducentes’ según su crianza.
Tharja todavía no podía creer que un chico tan simple y debilucho le había intimidado al haber sido Rebel cinco años atrás.
“Gracias por venir, Tharja,” dijo tranquilamente y con solemnidad.
“¿Tanto te gustó que te dé un golpe?” se extrañó.
“Eh, no eso, por supuesto que no,” frunció el ceño y dio un suspiro. “Te agradezco por tu preocupación por Saki, también por recibirla en tu casa. Ella está pasando por un momento en su vida en que puede liberarse y comenzar a tomar sus decisiones. Lamentablemente, yo no puedo encontrarme en el lugar de velar por mis hermanos, así que aprecio que otros lo hagan por mí.”
“Dudo que seas tan impotente como dices,” le miró con cierto juicio.
“También está el hecho que ellos no me rinden respeto. Nunca me oirían.”
“Sí, no con esa actitud.”
“L-lo sé…” jaló el cuello de su capa para ocultar más su rostro por un momento. “Igual… no sólo es Saki por quien estoy preocupado ahora…”
“¿Qué quieres decir?”
“…él está comenzando siendo más joven que yo en ese entonces. Temo por lo que le espera…”
“…” se quedó en shock. “¿Quieres decir que…?”
…
“¡Espera!” Nio exclamó a ese chico. Ella había terminado por comenzar a adentrarse en el bosque hasta que el otro pareció oírle y se detuvo. La pequeña HiME recuperó un poco su aliento antes de continuar.
“…” el otro se mantuvo dándole la espalda.
“Eh, tú eres… tú eres ese chico que me ayudó en el festival, ¿no es así? Recuerdo que te vestiste de esa manera,” observó.
“…” finalmente se le dirigió. “¿Qué haces aquí?”
“¿Qué hago aquí?” por algún motivo, dicha pregunta y aquel tono profundo y tétrico del otro le dio escalofríos. Sonrió perpleja. “Eh, yo estudio aquí, ando en medio de una clase. Más bien, no creo haberte visto en Hanasaki previamente. ¿Por qué…?” se asomó para ver más allá de él. No había nada distinguible. “¿Por qué andas caminando por el bosque? Tampoco estás vestido de un uniforme escolar.”
“Tengo el día libre.”
“Eh, p-pero…” su incomprensión crecía. Comenzaba a entender que esa persona no iría a explicarse directamente. Tal vez le estaba tomando el pelo. “Espera, ¿por qué caminas por el bosque? ¿Qué haces tú aquí? Algo sucede, ¿no es así? ¿Por qué no me lo dices?”
“…” Megumi se vio frustrado y un poco apenado, antes de regresar a su inmutabilidad. “No lo entiendes, ¿no es así?”
“¿Eh? ¿Qué debería entender?” preguntó perdida.
“Has venido porque me viste caminar, me reconociste, y quisiste ver qué estaba haciendo aquí, ¿no es verdad?” le cuestionó, apuntándole. “Te causaría extrañeza, incluso visto con el mismo atuendo de aquel día. Querrías respuestas, y no lo pensaste dos veces al venir sola.”
“Eh.”
“Lo sé, por eso esperé a que me vieras antes de adentrarme al bosque.”
“¿Eh?” se asustó e instintivamente dio un paso hacia atrás. “Tú… ¿quién eres?”
“Llámame Megumi,” asintió respetuosamente, sin perder su frialdad. “Un gusto, Nio-san.”
“¿C-cómo sabes mi nombre…?” sintió su corazón palpitar a mil.
“No te recomiendo que tomes esta insensatez nuevamente. No espero que lo vuelvas a hacer, de todos modos, pero que te sirva de lección,” llevó una mano a su mentón, pensativo. “Uno podría pensar que como una HiME serías la primera en responder ante una situación anómala o un desconocido que aparezca a Hanasaki. Tendría sentido.”
“Eh, p-pero, no es que sea parte de la guardia. N-no creo que eso me corresponda…” negó. ¿Es que acaso…?
“Sé que no lo pensaste, pero está bien que sepas que no eres una guardiana cualquiera. De todos modos, aprende a pensar como una HiME, por tu propio bien,” dio un suspiro y llevó una mano por debajo de la manga de la otra.
“¿Qué haces?”
“…” él sacó un puñado de agujas y le miró con ojos gélidos y penetrantes. “Porque tu Rebel ya está entrenado a pensar como uno.”
“!!!”
En los invernaderos, los niños distraídos y entretenidos de repente fueron alertados ya que muchas aves huyeron despavoridas desde el bosque simultáneamente, lo cual resultó en un fuerte y desconcertante estruendo.
“Estudiantes, cálmense, por favor. Todos reúnanse al frente,” les instruyó la maestra en voz alta en lo que todos corrían para detenerse frente a ella. Muchos murmuraban entre sí perdidos.
“¿Eh? ¿Sucede algo malo?” Luso se notaba confundido. Vio a Hirano acercarse junto a Elise.
“Las aves no actuarían así, debe haber ocurrido algo en el bosque,” observó el menor.
“Todo bien aquí, ¿verdad?” preguntó la rubia, mirando de un lado a otro a sus compañeros. Vio cómo pasado dicho sonido la mayoría empezaba a relajarse. “Eh… tal vez fue una falsa alarma.”
“Déjenme contarlos a todos, no se muevan, por favor,” dijo la profesora, quien intercambió miradas con el encargado del invernadero. Por sus trabajos de varios años en Hanasaki, no era la primera vez que evidenciaban algo anormal, y estaban listos a temer lo peor.
Y aquello estaba por confirmarse.
“¡Maestra!” exclamó Imanotsurugi, quien venía corriendo junto a Sayo, ambos asustados. “¡Nio-chan no está por ningún lado! ¡Nos separamos de ella y ahora no la podemos encontrar!”
“¿Qué dice, joven Sanjou?” palideció y pareció a punto de desfallecer. “No, no puede ser…”
“¡No, Nio!” Elise de inmediato corrió hacia el bosque.
“¡Elise-san, espere!” Hirano corrió para intentar detenerla y Luso se le sumó. Ante ello, Imanotsurugi y Sayo intercambiaron miradas y corrieron detrás de los tres.
“¡Esperen!” el encargado se frustró. “¡Maestra, quédese con sus estudiantes y avise a secretaría! ¡Yo iré por ellos!”
“¡AAHHH!” Nio gritó en lo que apenas pudo esquivar unas agujas, pero su sobreesfuerzo le hizo caerse sentada.
“…” Megumi se acercó un poco, pero se detuvo a una prudente distancia, y se limitó a mirarle.
“¡¿Por qué estás aquí? ¡¿Por qué me atacas?!” le preguntó aterrada.
“¿Por qué? Porque eres una HiME, por supuesto,” lo contestó como lo más natural del mundo.
“¡Pero eso no tiene sentido!”
“Es su propio sentido. Las HiMEs existen para pelear contra los Rebels y viceversa. Es todo.”
“¡Esa no es una razón!”
“No es personal, por cierto, es una lástima que tengamos que pelear, pero así es,” dijo distraídamente en lo que sacaba más agujas.
“Ihh…” Nio se paralizó.
“De todos modos, no estoy yendo seriamente contra ti, apenas me estoy presentando,” dijo, mirándole nuevamente armado. “Las aves han hecho ruido, no tardarían en darse cuenta que no estás. Ni bien vengan testigos me iré. Sólo vengo a darte el mensaje.”
“¿Me…mensaje…?”
“Tienes un Rebel y eso no lo puedes cambiar,” miró al bosque a su alrededor. “Una lástima, por cierto. Sé que controlas la naturaleza. Aquí debería ser yo quien corra por su vida.”
“¡E-espera!” Nio se puso de pie. “¡Ese día del festival… ¿acaso tú sabías que iba a ser tu HiME?! ¡¿Ya te habían asignado a mí?!”
“No había una asignación aún, pero era tentativa. Rizembool sabía que podías ser HiME y tenían la mira encima de ti. Yo fui informado sobre ti, pero nada estaba decidido aún.”
“…” Nio comprimió sus puños con rabia e impotencia. Entonces ese Rebel de Youmu pudo haber tenido razón. “¿E-eso quiere decir que Rizembool de todos modos iba a apuntarme sin importar mi elección?”
“…” Megumi le miró con leve incomprensión. “No lo sé.”
“¿Cómo que no lo sabes? ¿Es que no sabías sobre mí desde entonces? ¿Acaso no cuenta?”
“No sabría decirlo. Sólo puedo decirte que no me habían dado ninguna indicación, pero no hablaré en lugar de ellos.”
“Pero…”
“Y tampoco puedo decir si tu percepción de ser víctima de Rizembool sea cierta. No creo que tú seas importante para ellos. Presumo que de serlo tu situación sería otra…”
“¿Eh? ¿Y eso qué significa?”
“Tampoco lo sé…”
“¡Ahh, no haces sentido!” reclamó colérica y agitando sus brazos con impotencia. “¡Primero actúas como si pudieras leer todos mis movimientos y ahora resulta que no sabes nada! ¡No comprendo lo que dices!”
“No espero que lo hagas,” asintió y alzó sus agujas. “Eres nueva aquí, ¿no es así?”
“Tsk…” tembló. No tenía ningún tipo de arma. En su estado emocional, ni podía tratar de brotar las hierbas del piso, en caso que eso pudiera ayudarle.
“¡Nio!” oyeron a una chica gritar, una voz de alguien a quien todavía no podían ver.
“¡Oh! ¡E-Elise!” Nio gritó de vuelta, y vio cómo una aguja pasó por el costado de su rostro, la cual le abrió una mínima herida.
“No te distraigas o no llegarás muy lejos,” le advirtió inmutado.
Nio tuvo que regresar a correr e intentar abrirse paso por la frondosidad del bosque. Corría y buscaba refugio de tronco en tronco. Sin embargo, a diferencia de antes, más agujas apenas le rozaron en sus piernas y empezaba a ver cortaduras leves en los costados. Se preguntaba si su Rebel comenzaba a apuntar mejor, o si más bien aumentaba su precisión adrede. Casi parecía que se divertía discretamente con ella.
“Deberías hacer más si en verdad piensas vivir…”
“¡Ahh, cállate!” gritó con lágrimas en los ojos mientras corría. “¡Ya basta, por favor!”
“No esperes que sean amables contigo. Este es apenas el comienzo…” comentó con un tono monótono y siniestro.
“¡Por favor suficiente!”
Nio ya no pudo correr más. Se tropezó con una raíz sobresaliente y se cayó de bruces. Sus cortes en las piernas se rasparon y la pequeña se quedó sufriendo del dolor mientras lloraba. Megumi la miró a distancia desde arriba y se mantuvo paciente en lo que esperaba el final del asunto.
“¡Nio!” Elise se detuvo a mayor distancia, aterrada por observar a un niño de negro de apariencia lúgubre. Fácil podía creer que se trataba de un espíritu maligno.
“¡Oye, deja de hacerle daño, abusivo!” reclamó Luso, colérico y haciendo puños.
“…” el Rebel les miró inmutado.
Tanto Imanotsurugi como Sayo se quedaron en shock al reconocerle. Sintieron escalofríos. Fue como si sus realidades de hace cinco años regresaran… no, ahora a uno de ellos parecía tocarle ser parte del conflicto, sin que pudieran hacer nada para evitarlo.
“¡Niños, no se separen de su clase, es peligroso!” exclamó el encargado del invernadero, pronto a darles el alcance.
“…” Hirano estaba aterrado y su cuerpo temblaba. Instintivamente, agarró su tantou escondida en su camisa y la desenvainó, para apuntarla al enemigo. “¡D-deja a Nio-san ya!”
“Hm…” Megumi le miró con leve intriga.
“¡Hirano-chan, no! ¡No te metas!” Imanotsurugi de inmediato fue a abrazar al pequeño. “¡Esta no es tu pelea, por favor!”
“Tsk, si no sabes cómo usar tu espada mejor no la traigas al colegio,” le reprochó Sayo a Hirano.
“¡P-pero Nio-san…!” Hirano comenzó, pero rápidamente algo más acaparó la atención de todos.
“¡Miserable!” sin pensarlo dos veces, Luso fue corriendo hacia el Rebel para propinarle un puñete.
“¡Espera!” gritó Elise. Imanotsurugi y Sayo pasaron a correr detrás del intrépido.
“¡¿Cómo te atreves a lastimar a alguien que ya está en el piso adolorida?!” exclamó en plena corrida. “¡Te pondré en tu lugar!”
“…” Megumi cerró sus ojos y levantó una palma.
Repentinamente, apareció una densa oscuridad frente a Luso, a la cual entró corriendo antes de poder frenar. El par que le seguían se detuvieron apenas antes de tocarla.
“¿Qué es esto?” preguntó Sayo, desconcertado.
“¡E-espera un momento, Megumi, no le hagas daño!” exclamó Imanotsurugi.
“No es mi intención,” murmuró apenas y vio cómo un desubicado Luso salió corriendo por el otro extremo hacia él.
“¡No me vas a detener!” declaró este, quien se notaba algo confundido y mareado. Luso concretó su puñete, pero por su repentina torpeza, Megumi lo esquivó con facilidad y le dio una patada en el abdomen que le hizo caer derrotado. “Tsk… no puedo levantarme…”
“…” Nio miró todo ello con terror.
“Como dije antes, Nio-san,” comentó el Rebel, tranquilamente. “Los testigos han venido, es hora de irme.”
“N-no lastimes a mis amigos… por favor…” la HiME se sentó sobre el suelo con mucho esfuerzo.
“Él estará bien en unos minutos, descuida,” entonces, Megumi miró a los demás y entrecerró sus ojos. “La pelea es sólo entre nosotros dos. Eso es lo que pienso respetar, pero si alguien más me ataca, no dudaré en responder,” miró a Hirano. “¿Entendido?”
“Tch…” este estaba muy intimidado como para siquiera decirle algo.
“Maldito Rebel… maldito abusivo…” se quejaba Luso, quien seguía esforzándose para levantarse en vano. “Eres un miserable… un idiota…”
“…” le miró atentamente.
“No creas… que te perdonaré… no te saldrás con la tuya, desalmado…”
“Sí… supongo que soy eso para ustedes, ¿no es verdad?” de repente, Megumi sonrió, una sonrisa siniestra y malévola, además de su tono de voz tornándose más grave. “Un simple demonio… no lo olviden.”
“Megumi…” Imanotsurugi se afligió.
“No… ¡no dejaré que lo digas!” exclamó Sayo, sorprendiendo a los demás por alzar su voz. El usualmente callado peliazul pareció poseído por una incontenible rabia. “¡No permitiré que te vuelvas un demonio para justificar lo que sea!”
“…te ves bien, Sayo-san,” Megumi dejó de sonreír. “Me alegra…” se dio media vuelta.
“¡Oye!” Sayo pensó alcanzarle, pero esta vez la oscuridad rodeó a Megumi. Esta no tardó en esfumarse y el Rebel desapareció.
Todos miraron a los alrededores, y luego de cerciorarse que ya no había señales del invasor, Elise se acercó a su amiga.
“Nio, ¿cómo estás?” le preguntó y le ayudó a levantarse con cuidado.
“Ihh…” esta se quejó un poco. “P-pues… creo que estoy bien, las heridas me arden, pero no me lastimé mucho…” bajó su mirada y sus ojos se nublaron de lágrimas. “C-creo que fue más la impresión… perdón, perdón por causar problemas.”
“No, no es tu culpa, Nio,” Elise le dio un abrazo. “Sé que hiciste lo que pudiste. Estamos felices que estés bien.”
“Uhh… tengo unas nauseas…” Luso movía su cabeza casi en círculos en lo que el jardinero comenzaba a cargarle.
“Cómo me asusté cuando vi esa oscuridad, necesitas reposo,” dijo Hirano, preocupado.
“Ehh, supongo, pero he salido peor de algunas montañas rusas,” Luso sonrió con torpeza. “Oh, pero verdad, si eso me deja dormir en la enfermería hasta el almuerzo mejor me hago el moribundo.”
“Haha, ¿qué dices?” Elise rió un poco.
“Creo que con ese comentario me dejas saber que estás bien,” Nio sonrió ampliamente y se secó sus lágrimas. “Gracias por venir a mi rescate, Luso. Te prometo que me haré más fuerte.”
“Heh, no es nada. La próxima sí le pego de verdad.”
“Sayo…” Imanotsurugi se mantuvo al costado del peliazul, en el punto donde vieron la oscuridad previamente.
“¿Por qué…?” este temblaba de ira e impotencia, con sus puños comprimidos a más no dar. “¿Por qué él…? ¿Por qué Rizembool…?” cerró sus ojos con fuerza, apretó los dientes y finalmente se marchó corriendo.
“¡Sayo!” el pelicenizo corrió detrás de él.
“Estos niños…” el señor negó. “Vamos todos, nos están esperando.”
“S-sí…” Nio asintió y miró en la dirección por donde se habían marchado.
“Parece… que ellos dos conocen tu Rebel, ¿no?” preguntó Elise.
“Debe ser, Ima-chan lo llamó Megumi… así me dijo que se llamaba…” Nio se afligió. Llevó sus manos a su pecho. “Por cómo puede pelear… por las historias que escuché en su hogar… por conocer a mi Rebel… me pregunto cuánto Ima-chan sabrá de todo esto…”
“…” Hirano se alertó. Su amigo realmente conocía a un Rebel tan terrorífico como aquel. No evitaba preguntarse lo mismo que Nio.
Aquella sería una primera experiencia que daría mucho que pensar para la pequeña HiME. También, era el comienzo de tanto por venir, tanto que cambiaría, tanto que crecería, y al final, tanto que se escaparía de las manos de todos.
Como siempre, no habría manera de anticiparse a nada de ello.