Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 268983 times)


Kana

Se supone que tiene continuación pero no me dio tiempo para terminarla hoy.

Luego edito


—¿Cuándo vuelves?
—No lo sé…
—Hm, ¿Seguro no sabes? Eres el ser más calculador y obsesivo que conozco. Dudo que “no sepas” cuando será tu retorno a Japón.
—Tengo cosas que atender en Inglaterra. Son las que me importan.


Y la llamada telefónica no tuvo más sintonía.
Allen supo que no lograría sacar más diálogo a Cain. No era como si el pelinegro fuera el maestro del diálogo, mucho menos fuera un verborréico que comunicara toda su vida en una simple llamada telefónica, pero esperaba que le conversara un poco más.
De cierto modo la amistad entre ellos ya no era la misma de cuando tenían nueve años. Ya no eran los niños que se pasaban todo el día juntos y compartían todas sus cosas, en el presente cada uno tenía muchos deberes y obligaciones que atender como para estar pendientes uno del otro, pero Allen, mínimo, esperaba algo más de decencia en una relación de muchos años.

Un ¿Cómo estás? y un poco de comunicación no era mucho para pedir.

Cain era muy complicado. Lo conocía de muchos años, pero hasta la fecha no sabía cómo llevarlo bien. A veces estaba bien y simplemente no le hablaba mucho, otras veces no le hablaba porque estaba enojado con él y Allen ni se enteraba del por qué estaba enojado con él hasta que su nivel de desprecio era muy evidente para él.

—¿Estás enojado conmigo? ¡Y no me digas un “tú deberías saber por qué estoy molesto”! Si estás enojado, sólo dímelo. A ver si puedo hacer algo al respecto…— mintió en lo último, pero la intriga era más grande que la dignidad.
—No estoy enojado contigo.
—¿Ah, ¿no? ¿Estás seguro? Siempre te enojas conmigo…—
Allen no recibió ninguna otra respuesta, hasta sentía que el otro le quería colgar. —Pensé que podías estar molesto porque he estado saliendo más seguido con Lavi. Y como te cae mal y lo bloqueaste de MI teléfono, pensé que te sentirías ofendido.
—No me importa.
—¿Qué?
—No me importa…
—Oye… No te creo que el señor rencores esté tan tranquilo… ¿Estás saliendo con alguien?
—¿Qué?
—Porque es la única explicación que se me viene a la cabeza para entender que estés más relajado.
—Que básico y pobre de mente eres si crees que yo cambiaría mi personalidad sólo por estar saliendo con alguien…
—¿Te reconciliaste con Kana? —
preguntó con notoria emoción.
—No.
—Bueno, se vale soñar. —
soltó un suspiro. —Pero me preocupas, ¿seguro que está todo bien?
—Sí, Walker… Sólo estoy pasando tiempo con mi familia. No es algo fuera de lo común.
—JUSTO eso. A ti no te gusta pasar tiempo con tus familiares.
—Pero cuando llegas a cierta edad tienes que hacerlo para quedarte con todos sus bienes, ¿has pensado en eso? Quizá este consejo te sirva a futuro: pasar tiempo con algún tío viejo y moribundo para volverte su heredero por sobre sus hijos.

—Y-Yo no tengo ese tipo de mentalidad, Cain.
—Tengo que irme.
—Esper—-


Escuchó a Allen quedar con la palabra inconclusa. Colgó antes de que pudiera decirle algo más, pero, esta vez, no porque estuviera enojado con él sino porque realmente fue necesario colgarle.
Justo en ese momento, su abuelo entró en el despacho de la oficina, si tenía suerte no lo habría escuchado… Sobre todo, la parte de “quedarse con los bienes de un familiar viejo”

—¿Con quién hablabas?
—Con un socio.
—¿Quién?
—…— Una de las cosas más molestas de ser parte de la familia Lancaster era ser constantemente controlado por el patriarca de esta. —Creo ser lo suficiente mayor para llevar mis negocios en privado. — dijo tranquilo.
—Siempre tan desafiante…— Gilbert soltó un suspiro, sonriéndole a su nieto. —Un consejo. Procura que tus amistades sean dueños de franquicias a la par que las tuyas. Los amigos de infancia sólo son muestra de sentimentalismos y debilidades, más si sus cuentas bancarias están muy por debajo de la tuya.
—Ah, sí. Por eso no tengo amigos. Ni ningún Lancaster tiene un amigo, realmente…— “Incluido, tú”
—¿Qué haces ahora? — notó que Cain se concentraba en una pila de documentos sobre su escritorio.
—Analizo las estadísticas de los ingresos y egresos de Lancaster Banks.
—Bien allí. — No podía negar que le gustaba ver que Cain se concentrara en los negocios familiares y que dejaba de lado aquella idiotez infantil de “haber sido médico” afortunadamente, nunca se le permitió ejercer su primera carrera y desde siempre, aunque lo negara, pareció muy interesado en las inversiones de los Lancaster. Sin embargo, su joven nieto se pasaba mucho tiempo entre estadísticas, planificaciones, reuniones con socios y, sí, tenía muy poca vida social. Lo cual no era malo si quería que fuera una máquina de producir dinero, pero si no era muy sociable se ganaría el repudio y el chismerío de los rivales. —Tómate el día libre.
—¿Por qué? — no quitó la mirada de su lectura.
—Porque no quiero que tengas una crisis como lo tuvo tu tío Anastacius a tu edad.
—El tío Anastacius tiene cierta predisposición a estados mentales más frágiles. ¿Ya viste que se tintó el cabello negro después de que le negaste Rhisper Corporation? 
—Sí lo noté… Supongo que le hace mal hacerle ver por mi parte que no lo considero apto para heredar mis bienes… Y supongo que obligarlo a que se case después de su viudez también puso su granito de arena en su inestabilidad. Pero eso comprueba que siempre he tenido la razón sobre que no está listo. Aunque ahora se muestre maduro y superior, sigue afectándose por cosas básicas.

Cain pensó en que realmente el hecho de que Gilbert Lancaster tratará de idiotas a todos sus hijos y que desde el nacimiento de cada uno los humillara y los invalidara hasta el día de sus muertes era una gran clave para que cambiara ciertos patrones generacionales de siglos de existencia de los Lancaster. Pero no quería lo suficiente a su tío como para arriesgarse a defender su estado anímico y convertirse él mismo en daño colateral por parte de Gilbert (que ya de por sí recibía cierto maltrato psicológico, pero, bueno, era parte de la ¨tradición familiar¨)
Además, Cain no creía en que hacerle caso a la salud mental fuera un buen método para mejorar, ya que eso era símbolo de debilidad tal y cual como decía Gilbert.

—Sal.
—¿Qué?
—No sé, sal a tomar aire.
—Estoy bien.
—No quiero que piensen que tienes depresión o estás psicótico o algo así.
—Ese es Henry. — aprovechó de humillar a su hermano frente a Gilbert, sabiendo que éste le tenía mucha fe.
—Ah, Cain… Ya deja de ser tan rencoroso con tu hermano. Él no tiene la culpa de haber nacido después de ti, ¿Has pensado eso?
—No tiene la culpa de haber nacido exactamente un año después de mí y arruinar mi momento de haber sido hijo único. Pero si tiene la culpa de brillar más que yo, llevarse todo lo mío y ser el sol de los Lancaster.
—Henry es más querido por el resto porque…
—Es más bonito que yo.
—Eh, bueno… Aparte de eso.
—No es más inteligente que yo…
—Pero si es más amable y no tiene esa mirada de snob pedante que sin decirlo te hace entender su pensamiento de “eres inferior a mí y ojalá que dejes de existir porque malgastas mi oxígeno” ser amable ayuda a tener buenos lazos y gente que te sirva para futuro. Por unos años fuiste carismático y amable, aunque era una hipocresía de tu parte para hacerse de vínculos a los que pudieras usar y es la táctica que todos los Lancaster usamos, pero parece que después te cansaste de fingir tanto y ahora eres… Esto.
—Muy lejano a mi fantástico e idolatrado padre. Que decepción.
—Noto que sarcasmo en tus palabras. Pero, aunque no te guste la imagen de tu padre, debiste seguir su ejemplo. Ahora supongo que es tarde, por eso es que quiero que seas menos arisco con Henry.
—¿Desde cuando te importa que los hermanos se lleven bien en tu familia?
—Porque tú eres el que va a llevar todos los negocios, y Henry es “El sol frente la luna” será el rostro amable de nuestra familia. Inevitablemente, los dos se necesitan para seguir adelante.
—Me siento enfermo y mareado.— las charlas de Gilbert de cómo debía ser lo estresaban.
—Siempre te sientes así cuando te doy un consejo con respecto a tu hermano.
—Quizá era más fácil matarlo como lo hiciste con el tuyo.
—Esos son rumores mal intencionados. Esa gente que trata de crear noticias falsas sobre nuestra familia tiene mucha imaginación. — Le quitó el documento de la mano. —Como veo que ofrecerlo con amabilidad no repercute en ti tendré que cambiar el tono. Sal de aquí. No es una petición, es una orden.
—Pero… Tengo entrenamiento de tenis en treinta minutos más.
—Lo suspendí.
—…— Esa mierda de tener todo programado para ser “perfecto” era lo peor del mundo. Sobre todo si el encargado de manipular los tiempo de todos los Lancaster era Gilbert.
—Y ya que eres poco creativo con tu tiempo libre te voy a dar dos opciones: La primera es que pases tiempo con Ciel y lo ayudes con sus propuestas. Debo admitir que al ser el crio menor lo tenemos bastante olvidado y si bien ha demostrado ser brillante no lo conocemos mucho.
—¿Cuál es la otra opción?
—Mh, tengo curiosidad. Si fuera por tu elección y demostrarme una propuesta interesante de qué hacer en tu tiempo libre que no sea darte un balazo en la cabeza para terminar con tu estrés o drogarte para tener un efecto placebo, ¿Qué sería para ti una buena opción?
—…Eres bastante hiriente sin proponértelo.
—Vamos, eres un animalito sin emociones ni sentimientos. — rio, divertido de su broma. —Esas palabras no te afectan.
—¿Animalito?
—Sí. — asiente con su mentón. —Eres como un gato. Un gatito pequeño.
—¿Por qué haces tan miserable comparación, abuelito?
—Ah, veo que andamos de ofender. — A Gilbert no le gustaba que lo trataran de abuelo, mucho menos de “abuelito” era un diminutivo que sonaba débil.
—Una bestia como tú no tiene sentimientos ni emociones, abuelito. — sonrió falsamente, devolviéndole la basura que le acaba de tirar encima hace un momento.
—Bien, esa falsa sonrisa me gusta más que esa frialdad. Úsala más a menudo y te irá mejor. Dejandonos de bromas, volvamos a tu tiempo libre. La segunda opción no me gusta para nada, pero supongo que te hará bien algo de distracción y es-—
—Ni siquiera me dejaste proponer algo.
—Agotaste tu tiempo para una propuesta decente y lo malgastaste con sentimentalismos baratos. En fin, la segunda opción es que salgas con la chica que está abajo e insiste en verte. Parece mundana y la despaché hace un momento porque no puedo ver que nada beneficioso salga de una amistad con ella, pero es persistente en querer verte en persona. Supongo que te hará bien salir un momento con ella y despejar los rumores de que el Lancaster mayor es un déspota con la gente común como ella. Debo admitir que su insurrección y pobre existencia me desagradó, pero si está allí a pesar de todo supongo que tiene algo importante que decirte. No dio su brazo a torcer y sigue insistente en que no se irá sin antes hablar contigo. 
—…— 

Esa información resultó sorprenderlo porque no esperaba que una persona, precisamente una chica, insistiera en verlo. Cain inmediatamente pensó en que podía tratarse de Kana cuando pensó en una “Lacaya” como describía su abuelo. Kana siempre fue insurrecta y persistente, por lo que pensó en ella en esos momentos. Nadie más sería tan molesta como ella y, aunque ahora ella lo odiara, seguía insistiendo en verlo para molestarlo con toda esa porquería de Hanasaki y Rizembool.

—Parece que te da curiosidad ver quién es esa persona. Que extraño, por lo general es lo contrario.
—Simplemente me parece más emocionante pasar mi día con la lacaya que estar con mi hermanito Ciel.

Tuvo que persuadir y convencer a Gilbert que realmente no le importaba esa persona para que no pusiera todo su interés en averiguar quién era ella. Luego bajo al primer nivel en dirección al Hall para encontrarse con Kana pero para su desconcierto no acertó en su hipótesis y se trataba de otra persona. Aquella joven tenía el cabello platinado igual que Kana y por una fracción de segundo casi se convence de que era ella, pero su confusión se disipó luego.
El rostro de la joven pasó de mantenerse serio y molesto a una expresión de alivio y pequeño goce. 

—¿Señorita Milizé?
—Señor Lancaster. — Sólo lo llamó de ese modo porque estaba en presencia de más personas y era necesaria la formalidad. Sólo dio una fugaz sonrisa antes de volver a su expresión neutra, aquella tenue felicidad llamó la atención de Cain ya que Milizé suele ser más bien seria.
—¿Pasó algo? — Porque no se imagina que exista motivo que emocione o anime a la joven para ir a darle una visita “ocasional” a un ex compañero de intercambio.
—Quería saber de ti. ¿Podemos ir a pasear?
—Estoy un poco…— Iba a decirle lo ocupado que estaba, después de todo hizo la pausa pensando que era la fastidiosa de Kana y al ver que ella no era lo normal es que retornara a su rutina, pero sabía que Gilbert lo jodería y, además, tenía cierta condescendencia, por no decir respeto a una mujer rusa que era cinturón negro, a Milizé. —Está bien.
La respuesta del joven Lancaster llamó la atención del mayordomo presente que hacia guardia a la ¨invasora¨. Pero no era momento para sentirse desconcertado por la repentina amabilidad de uno de sus patrones. —Señor Lancaster, además de la señorita Milizé, tiene una visita.

Debe ser el eclipse.

Tanto Cain, como Gilbert (quien bajó al Hall para espiar) mostraron una liguera sorpresa en sus miradas al enterarse que el primero era tan siquiera visitado por alguien.

—¿Yo?
—Sí, señor. Usted.
—Supongo que el señor Lancaster es muy solicitado por sus socios. — dijo Milizé. Pese a notar la solicitud de la presencia de su ex compañero, no se iría de allí sin antes conversar con él. Ella cruzó miradas con el señor Gilbert, quien parecía decirle con burla “le dije que estaba muy ocupado como para atenderla a usted”, los dos se miraron con rechazo. Evidentemente ella le cayó mal al patriarca de los Lancaster por su insistencia, y él le desagradaba a Milizé por su falsa amabilidad.

Cain miró a la otra persona presente en el Hall, que acaba de ser revelada por el mayordomo. Era una joven delgada, de largo cabello verde claro y ojos color ambar. No la conocía, según él y la observó cómo exigiendo una explicación porque… De verdad que no la conocía. Tal vez el mayordomo se confundió y en realidad esa joven buscaba a alguno de sus hermanos.

—Tal vez no me recuerda, pero soy allegada de su primo. — pronunció la joven de cabello verde.
—…— Cain entrecerró sus ojos, no porque estuviera despreciándola antes de tiempo, sino porque se dio cuenta de algo muy vergonzoso: parece que su vista ya no era tan buena como antes porque de lejos no vio bien su rostro. Ni idiota usaría lentes, de todos modos. Ahora que la veía bien, era aquella chica que frecuentemente estaba con su primo Lelouch. No se sabía su nombre. —¿Buscas a Lelouch? Me temo que pierdes el tiempo, él no frecuenta estos lugares.
—No. Venía a conversar algo con usted, será breve y no pretendo quitarle su tiempo mucho más que un par de minutos.

Gilbert miró con curiosidad a Cain y éste le devolvió la mirada con desinterés. Sabía que luego el viejo lo molestaría con cualquier canallada. Le pidió a Milizé que lo esperara unos momentos para atender a la chica de cabellos verdes. No se le ocurría para qué pudiera querer hablar con él en vez de su primo.
Ya en el despacho, la invitó a apresurarse con lo que quería hablar. Cuando hizo su presentación como “C.C” y confiarle lo que quería, el inglés se preguntó por qué se lo pedía a él.

—Creo que eso deberías pedírselo a mi primo.
—Entiendo que debe ser extraño que se lo pida a usted en vez de a Lelouch, pero si se lo pido a él lo refutará y lo anulará como las veces anteriores. Se opone a que sea Princess y no va a cambiar de parecer. Para poder ingresar al cargo necesito que alguien de confianza de Rizembool firme esta carta ya que, lamentablemente, una de mis ex compañeras de fracción fue HiME en secreto y Rizembool es muy estricto con los vínculos. El único modo que puedan aceptarme es si una de las familias allegadas a Rizembool da su visto bueno. Evidentemente Lelouch no dará el suyo y pensaba que quizá usted pudiera firmar la carta ya que su familia es allegada de Rizembool, no tendrían objeciones para aceptarme como Princess. 
—No puedo ir contra la voluntad de mi querido primo… Me temo que tendrás la misma respuesta de mi parte.— Falso. Si algo gozaba en la vida era ver la forma de picar a ese pariente suyo. Si bien siempre los dos fingían tener un trato cordial y fraternal entre ellos, era imposible evitar que fueran competitivos y boicotiadores entre ellos. Además, el maldito de Lelouch había ganado la apuesta contra él aquella vez en la reunión de familiar ricas, en ese espectáculo ridículo en la piscina por parte Dimitri, cuando eses bufón de Wolfgang arruinó su apuesta a favor de Lelouch.
—Sé que tienen lealtad entre ustedes y que no se meten en los problemas del otro, pero esta es mi última opción. No quería molestarlo a usted por este capricho si no fuera radicalmente necesario. Además entiendo que debe ser complicado aceptar algo así cuando puedo perjudicar su nombre con Rizembool si es que fallo, pero pretendo ser la mejor Princess que imagine.
—¿Esto es ser como su benefactor? — Estuvo a punto de darle el visto bueno para ir contra Lelouch hasta que leyó eso en la carta.
—Sí, pero no se preocupe. No tendrá que invertir ni una moneda en mi porque me auto financiaré. Sólo aparecerá allí como mi representante, el único riesgo es que falle como Princess o me una a Hanasaki y eso no sucederá.
—Esto es complicado para mí. No quisiera ofender a mi pariente.
—No tiene que enterarse de que usted firmo. Será nuestro secreto.
—Aunque jures eso, debes saber que firmar este documento y no pensar en los riesgos no es algo que se tome a la liguera.
—…— C.C bajó la mirada. No era una tonta, sabía con quién estaba tratando. Tenía que darle algo a cambio. —Puedo ofrecerle un trato.
—¿…?— fingió distracción. 
—Puedo darle información importante sobre Rizembool antes de que sea divulgada.
¿Qué podía darle esa chica que él no supiera antes? Trabajar en las investigaciones de Rizembool tenía sus ventajas y eso era enterarse de cosas antes que los demás y Cain ya tenía esa ventaja.
—Me pongo en riesgo a mí misma al revelarle esta información, pero incluso sin entrar en Rizembool he averiguado que…— parece que tenía la atención del otro. —Que uno de sus hermanos es Rebel.
—Si me dices el nombre de mi hermano que es Rebel te creeré. — ahora fingía que sabía cuál era el Rebel, pero, para su propia herida narcisista, él no estaba en conocimiento de cuál de sus hermanos era un Rebel.

Una de las desventajas de ignorar a sus hermanos era que le salieran con pendejadas como esas de convertirse en Rebel para llamar la atención. Sólo tenía una pequeña fracción que estaban en edad de serlo, ¿Henry? Imposible, era muy suave para serlo, a menos que… No, sabía que Henry tenía una faceta muy oculta que Cain se esmeraba con revelar a los demás respecto a que Henry era un ser maldito detrás de esa máscara de amabilidad, pero todavía no tenía ni una prueba de ello para comprobar su hipótesis. Y ser Rebel… No, no era lo de Henry. ¿Arthur? Menos, ése hacía todo lo que Henry pensaba que estaba bien y ser Rebel iba en contra de su “religiosidad” ¿Neige? Ése estaba hasta hace poco en Alemania y ahora estudiaría en Inglaterra.
—Es Slaine Lancaster.

Slaine. Rayos, siempre anulaba la existencia de ése hermano suyo. No era a propósito, pero siempre se olvidaba de Slaine.

—Supongamos que mi hermano fuera Rebel y has acertado con la información, ¿qué me garantiza que firmar esta carta no nos meterá en problemas?
—Porque fallar no está en mi idiosincrasia. — vio que eso no era suficiente para convencerlo. —Puedo… Actuar de espía de su familiar para informarlo a usted. — C.C no sabía que ese ofrecimiento era como hacer pacto con el diablo. Después de varios minutos de intriga y tratar de convencerlo, finalmente logró algo.
—Sólo firmaré porque me preocupa el bienestar de mi hermano y tener a alguien dentro que lo vigile es un favorable acierto. —
—Gracias. — C.C ocultó su alivio y felicidad detrás de su rostro tranquilo. —No voy a fallar.
—No hay modo de que falles.
Por un momento C.C se ilusionó con la idea falsa de que el otro confiaba plenamente en sus capacidades, pero al verlo detenidamente entendió que era una especie de advertencia. No importaba, ya por fin podía ser Princess y no fallaría.
—Es difícil poner confianza en alguien que se hace llamar “C.C”… — arqueó una ceja cuando firmaba el documento. La carta aseguraba confidencialidad de parte de Rizembool por lo que su nombre como “benefactor” —Supongo que con el tiempo podrías decirme tu verdadero nombre.
—Con el tiempo, lo haré. — C.C podía haberle vendido el alma, pero también sabía cómo protegerse ella misma en caso de cualquier cosa.
—¿Puedo pedirte un favor? — otra vez con falsa humildad.
—Sí, lo que sea.
—Si logras ser Princess, me gustaría que fueras la Princess de mi hermano.
—Haré todo lo posible por hacer que eso suceda, lo prometo.
—Gracias.
—Y procuraré ser yo quien acabe con la HiME asignada para que su hermano quede exonerado de todo.
—Sólo evita meterte en problemas. — No era necesario eliminar a nadie… Aunque la mayoría pensara que él era como su abuelo en cuanto a lo drástico, no estaba en su idiosincrasia “borrar” a alguien de la faz de la tierra. Lo que ella hiciera no le importaba. Incluso no le importaba que su hermano saliera perjudicado porque debía asumir la responsabilidad de sus actos. Sólo le importaba no tener que limpiar todo el desastre que se podía producir por las acciones de ese par de chicos.
« Last Edit: April 30, 2022, 07:44:51 PM by Kana »


Cho

*nervous breakdown* Uhh... ya está...

Regreso con los icons que faltan.

104.2.


Llegó la hora de salida y Tsubasa era acompañada por Saki hacia Hanasaki U.

“Ya que te estás dando el camino, sería bueno que te nos unas,” dijo Tsubasa, sonriente y amenamente. “Es un poco intimidante ser nueva ahí porque todas se conocen.”
“Si es intimidante para nuestra eficiente, servicial y sabia presidenta de la clase, yo tendría problemas respirando el mismo aire de las HiMEs, Tsubasa,” contestó Saki, con simpleza y resignación, aunque tranquila. “Además…” bajó su mirada. “Hoy es un mal día para aparecerme. Seguramente no estarían contentas de conocerme.”
“¿Por qué lo dices, Hanajima-san?” Tsubasa se confundió, aunque notó que la otra se mantuvo reservada e inmutada, lo cual le hizo entender que no le contestaría. Sólo le quedó sonreír frustrada y dar un suspiro. “Bueno, no te forzaré. Sé que tienes tus reservas con el tema por tu familia y el pasado, pero ve internalizándolo porque te aseguro que todas son muy buenas chicas. Te haría bien conocerlas.”
“Será, tú lo sabrías mucho más que yo.”
“Tampoco lo sé todo, sólo sé lo que sé,” dijo simpáticamente. “Pero que salgas de tu burbuja sería un alivio y rompería tu esquema mental. Por más que ellas sean HiMEs y estén del lado de Hanasaki en el conflicto, seguramente ellas entenderían más sobre los problemas irracionales que esta situación causa y serían las más abiertas a confiar en ti y en entenderte.”
“Pienso que tienes mucha fe en la humanidad.”
“Pues, no las conozco bien aún, pero hay una HiME mayor ahí que sí me dio esa impresión,” sonrió con torpeza. “No se veía muy abierta y buscaba un poco sus palabras al hablar, pero pude entender que es alguien con experiencia y que ve las cosas de manera tranquila.”
Lo pensaré, pero te reprocharé por andar pensando en mí ahora, Tsubasa,” le miró de reojo. “Eres la nueva HiME y quiero que estés más al pendiente de ti misma.”
“Lo estoy, y es por eso que estoy yendo a reunirme con ellas. No te preocupes,” le aseguró con una sonrisa, aunque pudo ver a la otra agachar su cabeza y bajar su mirada. “Hanajima-san, en verdad, no te preocupes por mí. Esta fue una decisión que yo tomé y que hubiera tomado aun si no te acompañaba esa tarde. No es tu culpa en lo absoluto, ni es que haya a quién culpar.”
“…” dio un suspiro. “Entiendo eso, pero… temo por que no sepas atenderte, no con tu tendencia de siempre cuidar por otros.”
“Pero lo haré, sí me cuidaré, sí seré responsable con este rol tan serio e importante, y sí te tengo a mi lado, ¿verdad? Eso es todo lo que necesito,” asintió. “Muchas gracias, Hanajima-san. Ahora déjame también poner de mi parte y demostrarte que lo tengo bajo control.”
“…supongo…” sonrió frustrada. “Nunca cambiarás, es evidente…”

Si bien podría confiar y contar con Tsubasa para lo que fuera, Saki no creía del todo en sus palabras. No la sentía capaz de velar por sí misma, y eso la aterraba…




Las clases habían terminado hace alrededor de una hora. Si bien Hirano solía regresar solo a su hogar en la mayoría de ocasiones, por lo sucedido por los invernaderos, Namazuo había ido a recogerle para tranquilizarle y hacerle regresar con la certeza que estaría bien.

“¡Listo~! ¡Llegamos a casa~!” declaró el hermano mayor, canturreando y señalando al hogar con ambas manos como presentador de televisión. “¡Adelante todo el mundo~!”
“Eh, y-ya estoy bien, Namazuo-niisan,” Hirano sonrió incómodo y asintió respetuosamente. “Muchas gracias por tu compañía, me ayudó un montón.”
“Ay ni lo menciones~” el mayor se agarró los cachetes, maravillado por su pequeño. “Estoy feliz de cuidar de todos ustedes y sobre todo de ti que por más chiquito que seas sueles ser muy independiente. ¡Nunca te olvides que tienes hermanos mayores que te quieren un montón y quieren ayudarte cuando lo necesites!”
“Sí, tienes razón,” se animó un poco más. “Es cierto que soy muy afortunado por la familia que tengo. Realmente lo aprecio.”
“Aw, por supuesto que sí~”
“Aunque…” desvió su mirada, preocupado. “Pensar que Nio-san tiene que hacerle frente a un Rebel ahora, uno que es mucho más fuerte que ella… realmente me pregunto qué debería hacer.”
“Hm, es difícil, ¿no?” Namazuo frunció el ceño, se cruzó de brazos y se puso a pensar con seriedad (lo cual por su forma de ser le hizo verse algo perdido). “De por sí, Imanotsurugi me dijo que casi saltas a defenderla del Rebel y pues eso no es algo que deberías hacer.”
“Lo sé, pero…” Hirano se confundió. “Nosotros somos de una familia de guerreros y entiendo que tenemos la responsabilidad de proteger y ayudar a quienes no pueden defenderse.”
“Pues sí, pero también tienes que entender por dónde va tu responsabilidad, y aprender a escoger las batallas… hm… algo así…” Namazuo terminó dando un suspiro, cansado, y volvió a pensar críticamente (y con la misma perplejidad). “Ichi-nii me gana en estos discursos, no sé si puedo explicártelo tan bien… sólo recuerda que por más que quieras y estés dispuesto a ayudar a tu amiga HiME, la pelea en sí estaría fuera de tu alcance. Las cosas pueden complicarse si actúas sin pensar y podrías causarle problemas a tu amiga, ¿de acuerdo, Hirano?”
“Sí, lo entiendo, eh, perdón…” desvió su mirada, apenado. “Sí actué sin pensar…”
“No, no, está bien, es normal que el pequeño guerrero que tienes dentro haya querido hacerle frente a un bravucón. Hasta puedo sentirme orgulloso de mi hermanito héroe porque eso sí que toma agallas~” regresó a su voz juguetona y sonrisa amplia y amigable. “Sólo nos toca aprender a cómo lidiar con lo que nos rodea. No creas que eres el único que sigue aprendiendo.”
“Sobre eso, ¿cómo están las cosas en la universidad, Namazuo-niisan?” preguntó con curiosidad. “Entiendo que debe haber muchos más Rebels en tu entorno.”
“Hm, curiosamente no es que me haya topado con uno…” lo pensó con la mirada perdida en el cielo. “Todo anda tranquilo.”
“Aunque Ritsu-san es un Rebel ahora…”
“¿Eh? ¿En serio?” Namazuo se quedó en shock.
“Namazuo-niisan, ¿no recuerdas en su cumpleaños en que lo declaró ante todos antes de soplar las velas y sus amigos de inmediato estamparon su cara contra la torta?” preguntó con leve incomprensión ya que parecía haberlo olvidado.
“¡Oh, oh verdad que eso pasó! ¡Pues ni que Ritsu ande torturando a alguna bienintencionada HiME como para acordarme! ¡Verdad que fue ahí que Gokotai tuvo una fuerte alergia y eso ocupó toda mi atención!”
“Eh, bueno, supongo eso lo explica…” verdad que su hermano andaba un tanto fuera de control por su preocupación así que tenía sentido, pero mejor no lo mencionaba.
“Vaya, tengo que preguntarle a ese Ritsu cómo anda ese asunto, no debería desentenderme de eso…” Namazuo llevó sus manos a sus caderas, y entonces recordó que andaba acompañando a su menor, y volvió a sonreír, ahora con torpeza. “Ehh, creo que ya entiendes que yo tampoco tengo todas las respuestas, pero descuida que somos una familia y estamos aquí para apoyarnos. ¡Y definitivamente te protegeré de todos los Rebels habidos y por haber! ¡Estate tranquilo!”
“Sí, Namazuo-niisan, muchas gracias por tu ayuda,” Hirano sonrió agradecido y volvió a asentir.
“Pero ya mucho preámbulo, entremos,” dijo y finalmente retomaron lo poco del camino para ingresar a la mansión. “No te olvides que Maeda ha invitado a sus amigos del colegio esta tarde por un trabajo grupal y él esperaba que los conocieras.”
“Tienes razón, sólo conozco bien a Nagisa y Aizen, ya es hora que conozca a los demás,” sonrió apenado. “Maeda ya conoce a mis amigos en Hanasaki y no puedo dejar que mi aversión a los Rebels me haga descuidar a sus amistades. Tengo que expresarles mi agradecimiento por cuidar de nuestro hermano.”
“Aw eres un hermoso polluelo por andar tan al pendiente del polluelo menor~” canturreó Namazuo, en el momento en que entraban al edificio. “Bien, ellos andan en la sala de estar más grande del primer piso. Tengo algo de tareas que hacer, pero siéntete libre de llamarme por si me necesitas~”
“Gracias, pero estoy bien, y realmente no quiero distraerte de tus tareas.”
“Eh, podrías hacerlo, estamos en confianza,” comentó casi como si buscara un favor.
“Ehm, Namazuo-niisan…” Hirano alzó una ceja, perplejo. “Realmente espero que no estés diciendo eso para evadir tus responsabilidades de la universidad. Necesitas estudiar.”
“Uhh, sí, lo sé, haré un esfuerzo…” dio un suspiro y nuevamente sonrió. “Entonces espero terminar para ver a sus amiguitos antes de que estos se vayan. ¡No tardaré!”
“Toma el tiempo que necesites, no es urgente,” le pidió con ligera súplica.
“Hai~ hai~ como tu mayor, no te defraudaré~” asintió y finalmente se retiró en dirección a su cuarto en el segundo piso.

Hirano le vio irse y pese a haber sido un poco demandante con su caótico hermano, terminó por sonreír tranquilo y seguro luego de la compañía que este le brindó. Namazuo seguía siendo su mayor, alguien con más experiencia que sí mismo, y con palabras y meditaciones importantes que tenía que considerar.

Se aseguraría de aprender para no volver a tomar una acción impulsiva que causara tanta preocupación de parte de Imanotsurugi y el resto de sus amigos. Tenía que ser responsable con la situación de Nio, no podía actuar de cualquier manera, y le tocaba entenderlo mejor por más extraña que fuera su presente realidad.

Luego tendría que ver cómo tocar el delicado tema del conflicto con Maeda y los demás menores de su familia, pero no era el momento. Caminó hacia dicha sala para saludarlos a todos y por un momento librarse de su nueva bizarra rutina.

Sin embargo, recién estaba por entender cuán incomprensible su nueva normalidad iba a ser…




Entró a dicha sala donde los presentes rodeaban una mesa baja central, con la mayoría sentados sobre cojines en el piso y degustando varios dulces en lo que trabajaban en su trabajo escolar… cuando entonces, Hirano reconoció a dicho tétrico y amenazador Rebel sentado al costado de su mellizo, con ambos hablando entre sí en lo que leían un libro de su clase.

“Dudo que lo que tengamos hasta ahora sea suficiente material, Maeda-san,” observó Megumi, en voz baja, mientras revisaba el resumen del capítulo.
“Tienes razón, Megumi-san. Pienso que Monaca-san tuvo una buena idea cuando sugirió que usáramos una cartulina más grande, para poder organizarlo mejor,” el niño castaño asintió.
“Hehe, así también podremos decorarlo de muchas más maneras, no puedo esperar~” canturreó Monaca, gustosamente y sonriendo ampliamente. La peliverde se encontraba en su silla de ruedas a diferencia de los demás. Ella pasó a mirar al pelirrojo presente. “Uhh, pero ya es hora que todos nos pongamos las pilas, ¿verdad? Te veo muy distraído, Kunitoshi-kun. ¿Acaso te resulta un tema tan difícil después de todo?”
“¿Por qué insistes en que no puedo hacer mi trabajo?” preguntó Aizen, fastidiado. Dio un suspiro. “Se me hace lioso, pero te aseguro que soy más capaz de lo que crees.”
“Eh, d-descuida, Aizen, Monaca-chan sólo tiene las mejores intenciones, te lo aseguro,” observó Nagisa, nervioso y alzando sus palmas. “No te lo tomes a mal, por favor.”
“Tú eres el que no anda siendo menospreciado todo el tiempo, no entenderías…” alzó una ceja.
“Hehe, pero sí lo menciono porque sólo quiero lo mejor para todos mis amigos,” agregó Monaca, con una amplia sonrisa. “¡Podría llamar a Rai-kun para que te dé la ayuda que necesitas! Oh, pero Rai-kun está muy ocupado con la universidad, no es justo para él…”
“No tienes que compararme con Hotaru a cada rato, por cierto,” Aizen frunció el ceño.
“Eh, pues, supongo a veces resulta difícil no hacerlo, por lo distintos que son…” murmuró Nagisa, pensativo, cuando en eso se dio cuenta del estado anímico del otro. “Ehh, n-no lo digo con malas intenciones, Aizen, perdón. Y sin duda Monaca-chan tampoco lo haría.”
“No tienes por qué hablar en su lugar todo el tiempo, Nagisa-san. Créeme, no te conviene,” observó Megumi, inmutado.
“Y-ya, todos a estudiar, por favor,” pidió Maeda, sonriendo incómodo. “Recuerden que este proyecto es para pasado mañana y tenemos que exponerlo en clase. No hay que fastidiarnos mutuamente tanto.”
“Puede que tengas mucha fe en nosotros, Maeda-san…” observó Megumi, quien muy oportunamente alzó su mirada y reconoció al recién llegado, el cual sin duda le miraba en shock y sin poder procesar su presencia.
“¡Eh…!” Hirano dejó escapar un alarido. Ello bastó para que los demás se dieran cuenta.
“Oh, Hirano, bienvenido,” saludó Maeda, quien se puso de pie y fue donde su mellizo mayor. “Hehe, me alegra que finalmente puedas encontrarte con mis amigos en nuestra casa. Ya conoces a Shingetsu-kun y Kunitoshi-kun de las vacaciones. También nos encontramos con Monaca-san en el cumpleaños de Ritsu-san.”
“Casi ni tuvimos la oportunidad de hablar, pero mucho gusto, Hirano-san,” dijo la peliverde.
“Y te presento a Megumi-san. Estoy seguro que se llevarán muy bien,” asintió con ánimos.
“M-Maeda…” Hirano miró a su hermanito horrorizado.
“H-Hirano, ¿te sientes bien?” Maeda se impresionó. “¿Sucedió algo?”
“¿P-pero qué clases de amigos tienes en tu colegio…?” murmuró con gran incomprensión.
“Hmm, y yo que fui buena y me presenté tan bien,” Monaca hizo un puchero. “¿Qué quiere decir sobre nosotros?”
“Seguro que tiene algún motivo para decirlo, Monaca-chan, y no sería por ti. No te angusties por favor,” dijo Nagisa, apaciguándole.
“…” Megumi asintió para sí y se puso de pie.
“¡Ehh!” Hirano instintivamente retrocedió un poco.
“Maeda-san, como les dije previamente, no consideraba apropiado que viniera hoy,” observó el Rebel, tranquilamente. “Es inevitable que tu hermano reaccione así.”
“¿Eh?” Aizen se sorprendió. “¿Acaso te refieres al motivo por el cual faltaste a clases hoy?”
“E-es cierto que nos dijiste que serías un Rebel,” recordó Nagisa, quien se sorprendió. “¿Eso quiere decir…?”
“Supongo puedo terminar con mi parte por mi cuenta,” continuó el pelinegro. “Mañana nos reuniremos donde Aizen-san para juntar nuestras partes. Sería lo mejor.”
“…” Hirano se confundió. A diferencia del Rebel que había lastimado a Nio y Luso e intimidado a los demás, el pelinegro se comportaba con reserva y tranquilidad. Le sorprendía que hasta tuviera la voluntad de irse…
“Eh, no, por favor, si ya estás aquí y realmente esperaba que pudieras visitarme,” le suplicó Maeda a su amigo. “No sueles tener la oportunidad, además esperaba que pudieras conocer a mis aves, sé que lo apreciarías.”
“Pienso que sería una imposición…”
“No, definitivamente no, ehh…” Maeda se vio incómodo y se giró a su mellizo. “Hirano, yo… entiendo que no puedo verlo de tu punto de vista. Megumi-san sí nos avisó que iría a hacer una aparición como Rebel hoy en vez de ir a clases. No pensé que estaría dirigido a tu grupo.”
“¿En serio?” Hirano se sorprendió.
“Pero, por más difícil que sea la situación, Megumi-san es un buen amigo y no tiene malas intenciones. Te prometo que no causará problemas.”
“Maeda…” Hirano estaba en blanco. Realmente tenía muchos reclamos que hacer, pero no podía en frente de la visita. No le cabía en la cabeza lo que su menor le decía. “Entiendo que es tu amigo, pero…” desvió su mirada, en conflicto. “¿No es muy ideal que lo sea?”
“¿Por qué lo dices?” se confundió. “Es un tema complejo, pero que sea un Rebel no cambiaría las cosas.”
“¿No las cambiaría?” se extrañó con leve indignación.
“Maeda-san, creo que pides mucho de tu hermano,” interrumpió Megumi. Este miró a Hirano y notó cómo se puso tenso e inquieto. “Puede que no oigas mis palabras, aunque te prometo que no estoy aquí para causar problemas. Eso sería todo. Tú no estás conforme con la situación y no hay nada de malo con ello. No espero que lo estés.”
“Eh…” nuevamente no sabía cómo leer a ese Rebel.
“Entonces…” Megumi negó y regresó a su sitio. “Terminemos con esto de una vez. No creo que deba alargar mi estadía.”
“¡Espera, yo quisiera saber qué fue lo que hiciste como Rebel!” exclamó Monaca, entusiasmada y con sus manos en puño frente a su pecho. Sus ojos brillaban. “¡Suena emocionante!”
“M-Monaca-chan, no creo que sea el mejor momento,” pidió Nagisa, nervioso.
“No lo es, lo hablaremos en el colegio…” murmuró Megumi, buscando en qué parte del libro se había quedado.
“Vaya, sí tiene sentido que reacciones así, Hirano, ehh, siento que esto haya ocurrido…” Maeda dio un suspiro y sonrió incómodo. “Nos concentraremos en terminar el trabajo de hoy rápidamente. Descuida, todo está bien y lamento mucho ponerte en estos apuros.”
“P-pero…” Hirano no veía suficientes motivos para negarse y esa persona sí se veía completamente razonable en el presente, aunque continuaba inquieto. “¿Qué dirán nuestros hermanos? No sé si Namazuo-niisan tenga alguna observación.”
“Algo me dice que Namazuo-niisan entendería y no se opondría.”
“Sí, supongo…” se exasperó. Era su hermano mayor más relajado después de todo.
“Hablando de nuestros hermanos…” sin embargo, Maeda no terminó porque Houchou de inmediato entró con una enorme bandeja llena de bocadillos dulces.
“¡Ya los desempaqué! ¡A comer!” exclamó Houchou, feliz de la vida por las múltiples cosas deliciosas que habían traído los presentes.
“¡Yay~! Muchas gracias por tu ayuda, Houchou-senpai~” canturreó Monaca, sonriente y aplaudiendo en celebración.
“Vamos, no soy un senpai, sigo siendo pequeño,” dijo luego de poner la bandeja en medio de la mesa y se rascó la nuca algo avergonzado.
“Hehe, sólo digo la verdad, puedo aprender de ti,” continuó la peliverde. “Como te gustaron tanto los dulces que preparé, con gusto traeré muchos más la próxima.”
“¡Eres muy buena con la repostería! ¡Siento que podríamos llevarnos muy bien!”
“No te recomiendo que te encariñes mucho con ella,” Megumi dio un suspiro.
“Uhhh…” Monaca hizo un puchero. “Qué malo eres conmigo, Hanajima-kun.”
“Tú eres la difícil, Monaca, deja de ser así…” observó Aizen, frustrado.
“E-esperen, no discutan, por favor,” pidió Nagisa.
“¡Definitivamente no con estos dulces! ¡Hay que comerlos de una vez!” así Houchou se invitó a sentarse en la misma mesa y se puso a degustarlos. “¡Qué ricos!”
“Ahh…” Hirano se frustró tremendamente de ver la trivialidad de su otro hermano. Ni tenía los ánimos de explicarle lo que ocurría en ese momento. “Maeda, ¿me prometes que todo estará bien? Recuerda buscarme si me necesitas.”
“Claro que todo estará bien, son mis amigos,” le aseguró con buenos ánimos. “Ah, aunque con tantos dulces debería ir a preparar un té para todos.”
“Tú andas trabajando en tu proyecto, te puedo ayudar con eso,” se ofreció. “¿Algún té en particular o traigo una selección?”
“Creo que rooibos sería excelente para todos ahora, muchas gracias,” dijo alegremente y asintió. “Agradezco tu paciencia.”
“S-sí, no lo menciones,” sonrió incómodo. Realmente no podía ser muy duro con su hermano. Sólo le quedaba confiar en que todo estaría bien.





Mientras tanto, aquel salón de estar en la casa HiME nuevamente se vio ocupado por el mismo grupo, salvo algunos ausentes. Yuyuko se encontraba como la maestra de ceremonia y en ese instante andaba prestando su atención a la pequeña Nio junto a la mayoría, luego de que esta narrara su experiencia de aquel día.

“Ya pasó, pequeña, no tienes que afligirte más,” le consoló la pelirrosa amablemente y abrazándola de costado. “La primera vez puede realmente ser muy sorprendente, pero verás que te harás más fuerte, te podrás defender y todo va a estar bien.”
“S-sí, justo lo que Yuyuko-san dice,” Ayesha asintió decidida, pese a todavía no andar acostumbrada a la idea de que su hermanita fuera a entrenar. Ella ocupaba el otro sitio al costado de su pequeña. “Sólo me alegro en demasía de que estés bien y tu misma escuela me prometió que serían más cuidadosos, ya no te angusties.”
“Gracias, es sólo…” Nio andaba cabizbaja. “No lo sé, siento que estoy causando muchos más problemas. Realmente quise ser HiME para ayudar y ando haciendo lo contrario.”
“No te sientas mal, Nio-chan, todas comenzamos con torpeza,” le aseguró Osaka, sonriente. “Créeme que podrás superarte, sólo mantente dando lo mejor de ti. Hehe, y todas te conocemos y sabemos que eso mismo es lo que haces.”
“No puedes pensar que sólo tendrás logros en tu vida. No es un pensamiento saludable ni para una HiME, ni para nadie,” afirmó Enmusubi, decididamente, y le sonrió con ánimos. “Ha sido un traspiés, pero lo mejor de todo es que fue una experiencia que tuvo un costo muy bajo. Impresiona bastante, pero por encima de todo, es una situación que nos permite evaluar tu rol como HiME y tu propio Rebel. Pienso que podemos sacarle mucho más provecho del que te pueda parecer ahora.”
“¿Tú crees?” Nio le miró con leves esperanzas.
“¡Claro! Desde ya sabemos bastante de cómo es tu Rebel y su arma y uno de sus poderes, ¿verdad?” la pequeña mentora sonrió con perspicacia. “Pienso que la osadía de tu Rebel le costará caro, porque ahora sabemos bastante de su tan breve aparición.”
“Es un buen punto, a decir verdad,” Youmu se vio sorprendida. Ella estaba de pie junto con Reimu y Marisa frente a las otras tres, atentas a la conversación. La peliblanca no se había visto tan optimista como las demás hasta ese momento. “Debo admitir que todavía no conozco mucho de mi Rebel y presiento que ni sé sobre todas sus capacidades, por más que ya haya tenido varias peleas contra él. En tu caso es verdad que has visto bastante sin necesitar pelear de verdad.”
“Sí, es un buen punto,” Reimu se cruzó de brazos, ofuscada. “Yo todavía no entiendo los poderes de esa Seija. La tipa es un dolor de cabeza. Así que desde ya andas bien posicionada.”
“Uh, sí, ¿qué andará tramando esa loca?” Marisa rodó los ojos y volvió a sonreír y encarar a Nio. “Pero sí, es justo como Osaka y yo lo pensamos. Como exHiMEs, esa oscuridad que viste es justo ese mismo elemento. Tu amigo se cansó mucho al atravesarla y apareció confundido. Son efectos secundarios normales que felizmente pasan rápido con poca exhibición al poder.”
“Sí, precisamente,” Osaka asintió. “Roxas tiene ese mismo poder, por eso lo conozco bien.”
“Me alegro que apenas haya sido síntomas breves, fue un alivio ver a Luso recuperarse al toque,” Nio sonrió con torpeza. “Muchas gracias a todas, significa mucho que estén aquí.”
“Aw, realmente todas están en buenas manos por lo unidas y lindas que son~” canturreó Yuyuko, conmovida. “Yo que de nuevo las junté después de clases para que sigan confraternizándose, aunque supongo no necesitan de mi ayuda.”
“¡Aww, pero siempre eres bienvenida!” Osaka se lanzó a Yuyuko y la abrazó de su costado libre. “Hehe, nos divertimos mucho contigo. Hotaru-chan piensa igual, es una pena que ande con muchos deberes hoy, pero les manda un abrazo a todas.”
“Sí, a decir verdad, yo debería estar en un laboratorio de química ahora,” Ayesha sonrió incómoda. “Cho se ofreció para cubrirme. Menos mal que Kashuu estaba ahí y le dejaron ayudarle. Ella también hubiera querido venir.”
“Oh, tener un arma como él sí que viene útil, yo a veces no sé qué haría sin que mi Youmu estuviese tan al pendiente,” observó Yuyuko, quien miró a su subordinada. “Y ahora que lo pienso, sería muy lindo que tuvieras a un ayudante arma como tu amiguita. Incluso tienes dos espadas, ¿no sería posible?”
“Eh, Yuyuko-sama, eso no depende de mí. Parece ser más una excepción,” contestó Youmu, algo perpleja.
“Pero…” Nio volvió a bajar su mirada, ahora más contemplativa que deprimida. “Ese Rebel se apareció frente a mí el día del festival, antes de que fuera HiME.”
“Oh, ¿en serio?” Yuyuko se sorprendió e intercambió miradas con las demás.
“Eh, yo tenía entendido que los Rebels eran asignados luego de que las HiMEs pasaran la prueba HiME, ¿o será que no siempre es así?” preguntó Enmusubi, pensativa.
“Pues, no sé cómo será, pero por lo que he oído de Rizembool, ellos parecen alistarse de antemano,” observó Reimu.
“Cierto, suena a que ya tendrían Rebels en espera y al tanto de candidatas,” Youmu frunció el ceño. “No me parece. Se tratará de un niño, pero estoy en contra de que un Rebel ya activo ande detrás de una chica inocente.”
“¿C-cómo así ya habías conocido a tu Rebel? N-no puede ser,” Ayesha se petrificó.
“Eh, veo que no te lo había dicho…” Marisa sonrió incómoda. Sí que Nio a veces descuidaba un poco en decirle cosas a su hermana.
“Sí, o sea…” Nio desvió su mirada. “Fue extraño. Se me acercó, pero realmente no es que haya actuado en mi contra, no que yo sepa…” frunció el ceño. “A decir verdad, mi monedero se había caído dentro de una rendija y me ayudó a recuperarlo. Eso fue todo.”
“¿Y no te habló ni te preguntó nada?” le cuestionó Reimu. Vio a la pequeña negar, y alzó una ceja. “Hm, no parece muy sospechoso. Puede que sí se te haya acercado por reconocerte o algo, pero tampoco es que haya sido un Rebel en ese momento.”
“Heh, sólo porque sea un Rebel no quiere decir que tiene que ser malo en todo momento del día,” Marisa sonrió con leve gracia. “Y hablamos de un niño. Tal vez te vio por ahí, te reconoció y tuvo curiosidad. Puedo pensar en encuentros tan triviales entre HiMEs y Rebels como ese.”
“Eh, supongo que tiene sentido, pero me extraña que piensen en un encuentro con un Rebel como algo normal…” Ayesha dio un suspiro, todavía extenuada.
“¿Acaso tú no eres amiga del Rebel de Cho?” le cuestionó Youmu, confundida. “Tampoco me parece lo correcto, pero no es que sea raro para ti, Ayesha.”
“B-bueno, n-no puedo negarlo, pero…” tembló ligeramente. “Ahh, lo siento, no tengo el derecho de decirlo, es que hablamos de mi Nio…”
“Claro, se entiende, no te aflijas por eso. Las cosas no tienen por qué ser en blanco y negro,” Yuyuko asintió y miró a Youmu haciendo un puchero. “Intenta ser más amable, Youmu. Nuestras amigas andan todavía impresionadas por lo de hoy.”
“Eh, no es que haya querido ser dura, Yuyuko-sama…” la peliblanca se extrañó. “Sólo hacía una observación…”
“…” Nio asintió para sí. “Sí, supongo si estuviera en su lugar y supiera de alguien, también me daría curiosidad… sólo me preocupa un poco que Rizembool estuvo detrás de mí aun sin haber sido HiME…”
“Sí es desconcertante. Sohaya no deja de decirme que no hay que subestimar a Rizembool y cada vez lo entiendo más,” Enmusubi dio un suspiro. “Pero no hay por qué pensarlo. No es algo que cae en tu responsabilidad, y agotarte prestando atención a algo que no te corresponde no te servirá de nada. Tú tranquila, Nio, que sin importar cuál sea el caso, no nos pueden subestimar.”
“Es cierto, no puedo dejar que me preocupen así. Con más razón debo tomarlo con seriedad,” Nio frunció el ceño y asintió con fuerza. “Ya quiero entrenar contigo, maestra. ¿Cuándo podemos comenzar?”
“Ando viendo cuándo pueden darme un cupo para uno de los gimnasios, pero me dijeron que muy pronto, no te preocupes. En lo posible espero que podamos acomodar a todas las HiMEs ese mismo día.”

Ellas siguieron hablando y animando a la pequeña. Mientras tanto, Suzuka y Tsubasa estaban sentadas a un rincón del ambiente. Luego de saludarlas y sin saber qué decirles, Suzuka simplemente había esperado distanciarse, pero notó cómo Tsubasa hizo lo mismo que ella y apenas dio un acto de presencia al llegar para también ocupar un asiento en esa esquina. Al oír que la conversación de había aligerado, la HiME senpai prestó un poco más de atención a la HiME de la secundaria y se sorprendió un poco de verle aparentemente molesta.

“Tsubasa… ¿todo está bien?” preguntó perpleja y rompiendo el silencio.
“Uhh, en lo posible lo está…” Tsubasa negó e hizo un puchero. “Esta Hanajima-san, ¿cómo pudo ocultarme algo así?”
“¿Hm?”
“Es que…” Tsubasa negó y sonrió incómoda. “Eh pues, no sé si deba decirlo tan abiertamente, pero… ese Rebel de Nio-san… yo lo conozco. Sé que es el hermano menor de mi mejor amiga.”
“…” Suzuka se sorprendió, aunque mantuvo la voz baja y la discreta presencia. “¿En serio?”
“Sí, definitivamente se trata de él… ya veo por qué mi amiga no quería venir hoy…” negó nuevamente, frustrada, y bajó su mirada. “Verás… Hanajima-san pertenece a una familia afiliada a Rizembool. Si bien ella misma no está involucrada con ellos, sus hermanos están forzados por Rizembool a ser Rebels. Nunca hubiera pensado que su hermano menor ya iba a serlo. Él apenas tiene la misma edad que Nio-san… o sea, la propia Nio-san es una HiME… ahh, qué desastre.”
“Tsubasa…” andaba algo sorprendida de ver esa tranquila y optimista chica tan ofuscada.
“No me siento cómoda hablando sobre ello. Apenas conozco a las demás aquí y pues… realmente ese chico no es una mala persona. Lo conozco lo suficiente para saberlo,” confesó y sonrió apenada. “Sin duda Hanajima-san no quiso hablar sobre esto por ser un tema tan sensible. Apuesto a que tampoco quiso decírmelo por ser HiME ahora…”
“Esa amiga tuya…” comenzó Suzuka. Había llevado una mano a su mentón y miraba atentamente al otro grupo que continuaba buscándole conversación a la pequeña. “Suena a que estudia en Hanasaki pese a la afiliación de su familia, y por más que no ande atada a ningún lado, ha vivido expuesta a ambas partes.”
“Pues sí, por su conexión con Rizembool, ha habido momentos en que estudiantes de Hanasaki también la han tratado mal injustamente. Por ser chica, no ha tenido la obligación de ser un Rebel, pero a su vez eso debe excluirla de algunos asuntos familiares. No sé esto con certeza, es lo que puedo adivinar por conocerla,” Tsubasa miró al piso. “Encima de todo esto, Hanasaki también le ha informado que tiene el potencial para ser HiME, aunque ella ya lo rechazó.”
“Ohh,” Suzuka se impresionó y miró a la otra. “Suena realmente complejo. Lo siento mucho por tu amiga, Tsubasa.”
“No soy yo quien puedo pasarle tus palabras, ojalá te escuche decirlo, pero… muchas gracias por simpatizar con ella, Suzuka-senpai. En verdad significa mucho oírlo,” Tsubasa alzó su mirada y se le dirigió para sonreír aliviada. “Al venir hacia aquí, confiaba en que las propias HiMEs pudieran comprender mejor los problemas de alguien como Hanajima-san, aunque también temía que hubiera algunas que escogieran tenerle recelo por su familia.”
“Creo que depende de quién hables, pero lo entiendo, descuida,” le sonrió un poco. “Seré una HiME con experiencia que ayuda al departamento de inteligencia a seguirle la pista a Rizembool, pero aun así comprendo que hay todo tipo de personas en ambos lados de la guerra. No tengo sospechas de tu amiga. Incluso de darse el caso que aquellos que desconfían de sus raíces tengan razón y que ella ayuda a Rizembool, entiendo que su situación es demasiado compleja y no sería su culpa,” dejó de sonreír y frunció el ceño, con calma, aunque decisión. “Todo es culpa de Rizembool… me compadezco de ella, no puedo ni imaginar cómo sería estar en su lugar.”
“Suenas muy razonable, me alegro mucho,” Tsubasa sonrió agradecida.
“Si a ello le sumas que ella tenga el potencial de HiME, quizás en medio de una vida en la cual ella más que otros odia lo que Rizembool hace por la proximidad que le da su familia… aun si ella fuera a escoger ser o no ser una HiME, temo que su simple potencial le cause problemas.”
“Hanajima-san no tendría motivos para ser HiME. Es como dices, su potencial le va a causar líos personales, pero no tiene razones válidas para ser HiME y por lo tanto no necesita ni entretener esa idea,” afirmó Tsubasa, sonriendo tranquilamente. “Hanajima-san quiere mucho a su familia y a sus hermanos y ser HiME incrementaría la brecha con su familia más de lo que ya está. Ellos que son los más importantes para ella estarán bien si ella se mantiene alejada del lado de Hanasaki. Me puedo alegrar de que lo entienda. Fue justo la respuesta que le dio a la directora cuando le ofrecieron la oportunidad.”
“Suena a que el asunto está claro, entonces,” Suzuka asintió y se vio satisfecha. “Me alegro de oírlo. En tu caso, ¿estarás bien de saber que el hermano de tu amiga sea un Rebel?”
“Es preocupante, no queda de otra. Al menos sé que él es una persona sensata,” sonrió incómoda. “Me sabe mal decirlo, pero presumo que su aparición ante Nio-san, pese a asustarla, fue una cortesía, como una manera de llamarle la atención a su nueva realidad sin hacerle daño. Suena a algo que él haría.”
“Sí que es preocupante, si es que hay Rebels forzados que se comportan así. Me hace temer más a Rizembool por lo que hacen…”
“Por eso mismo tampoco quiero hablar sobre el tema. No es el momento de que las demás vean al pequeño como yo lo hago. No puedo minimizar cómo Nio-san se siente y decirle que su Rebel no es malo. Ella tiene mucho con lo que lidiar. Supongo podré hablarle de eso en otro momento.”
“Me parece lo mejor, gracias por estar al pendiente.”
“No es nada, Suzuka-senpai,” Tsubasa sonrió inspirada. “Más bien gracias a ti por ser tan buena senpai. Esperaré aprender de ti.”
“Eh, mejor olvídense que soy una senpai, no puedo con esa presión…” la susodicha se vio frustrada y negó repetidamente.
“Hehe, no te lo tomes a mal, es sólo porque tienes más experiencia…” entonces, Tsubasa vio a las demás deshacer su círculo, con Osaka de inmediato llamándoles para que se unan. “Ah, van a comenzar con el té. Vamos, senpai.”
“Ahh, vamos, supongo…” ya veía que tendría que acostumbrarse a ese término.

Se pusieron de pie y se unieron a las demás para continuar ese breve compartir.


No había pasado mucho tiempo y Hirano estaba alistando una bandeja en la cual llevar tazas, platillos y utensilios para servir el té. El agua estaría hirviendo en cualquier momento así que debía apurarse. Sólo le faltaba sacar la tetera para sumergir la infusión, aunque ahí reparó en que necesitaría ayuda para llevarlo todo. Supuso que tendría que incomodar a Maeda para ello, o tal vez le alcanzaba llevar las cosas antes del té…

Se encontraba perdido en sus pensamientos cuando en eso oyó a alguien ingresar a la cocina. Por los pasos discretos de inmediato pensó en su mellizo.

“Ah, Maeda, qué bueno que vienes,” dijo mientras bajaba de un peldaño que había usado para alcanzar la tetera. Empezó a girarse. “Necesito que me ayudes…”

Sin embargo, se trataba del Rebel, quien estaba parado apenas cruzando el umbral.

“¡Ahh!” Hirano se espantó y terminó por soltar la tetera y su plato de apoyo.
“…” Megumi se impresionó un poco, pero fue rápido. Con un veloz movimiento de una mano, lanzó varias agujas hacia Hirano.
“¡Ihhh!” este cerró sus ojos con temor y se quedó congelado. No oyó ni sintió nada suceder, ni la tetera caerse. Al nuevamente abrir los ojos, se sorprendió de ver la tetera, su tapa y su plato suspendidos en el aire por dichas agujas que habían cambiado su forma para amoldarse a estos objetos, los cuales eran sujetados por las mismas. “Q-qué…”
“Deberías tener más cuidado,” le reprochó Megumi mínimamente. Dicho esto, los objetos que levitaban fueron llevados por dichos metales a la superficie más cercana y puestos con cuidado. Acto seguido, las agujas volaron de regreso hacia dentro de la manga del pequeño Rebel. “No puedo recriminarte por tu actitud hacia mí, pero incluso así, no es la forma de actuar. Podrías hacerte daño.”
“…” Hirano le miró perdidamente y notó cómo este chico se acercó a la bandeja.
“Presumo que esto es con lo que necesitas ayuda, ¿no es así?”
“S…sí…” frunció el ceño. No estaba convencido, pero tampoco podía llamarle la atención luego de su inesperada ayuda. “Lo que hiciste… ¿qué fue eso?”
“Controlo el metal.”
“¿Eh? P-pero, vi que atacaste a Nio-san, aunque…”
“No te dio la impresión que hacía más que lanzar agujas sin controlar su movimiento o forma,” Megumi se encogió de hombros en lo que acomodaba la bandeja antes de cargarla. “Puedo hacer más que eso, como lo has podido notar. Puedes decírselo a tu amiga. No me importa mucho que ella lo sepa.”
“E-entonces, ¿por qué no…?”
“…” Megumi le miró y alzó una ceja. “¿Por qué no le ataqué usando mi poder a plenitud? Nio-san sufrió algunos cortes por mis agujas al apenas lanzarlas. Si hubiera hecho más con su nula preparación, le habría hecho mucho más daño,” le miró con leve juicio y sombríamente. “Eso no es algo que quisieras, ¿o sí?”
“Eh…”
“Tiene sentido, ¿no es así?”
“…” Hirano frunció el ceño y comprimió sus puños. “No… no tiene sentido. No entiendo la clase de persona que eres, pero eres un Rebel y lastimaste a mi amiga. Serás amigo de Maeda, pero no te perdonaré.”
“…” dejó de prestar atención a la bandeja y le miró más debidamente, inmutado.
“Y desde ya, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Por qué has venido detrás de mí si sabes que no estoy conforme con tu presencia?”
“Venir… detrás de ti…” Megumi llevó una mano a su mentón. “Me pregunto por qué harás está pregunta, no le encuentro mucho sentido…”
“¿Cómo encontraste la cocina, para empezar?”
“Todos paramos aquí al llegar. Tu hermano mayor nos encontró aquí y se quedó desempacando los dulces hasta que tú llegaste…” dijo tranquila y meditativamente, con algo de trivialidad. Alzó su mirada, distraídamente. “Sobre por qué estoy aquí… Maeda-san insistió en traer una jaula con una de sus aves favoritas y Aizen-san le acompañó. Maeda-san expresó que debía venir a ayudarte, pero Monaca-san le aseguró que ella se encargaría. Ni bien él se fue, Monaca-san nos hizo su usual recordatorio que por estar limitada a su silla de ruedas no podría cumplir dicho favor con facilidad. Nagisa-san quiso hacerlo, pero Monaca-san le pidió ayuda con parte de nuestro proyecto. Mientras tanto, tu otro hermano estaba tan enfocado en comer los dulces que me encontré en la posición de cumplir con el favor que Maeda-san nos encomendó.”
“…” Hirano se extrañó por dicha descriptiva narración de los eventos y terminó por frustrarse. “Houchou, ¿qué se supone que haces? ¿Acaso no tienes tareas que hacer…?”
“Creo entender que desconfías de mi presencia como si fuera un ser que asecha a cada persona proveniente de Hanasaki, Hirano-san…” observó con leve juicio. “Lo mejor es que no lo pienses ni actúes así,” se encogió de hombros. “Puede que me den ganas de fastidiarte…”
“¿Qué dices?” preguntó confundido y con desconfianza.
“También, ahora que viste lo que hice,” le apuntó con un índice, lenta y lúgubremente. “Debes saber que no puedes lastimarme con tu arma. Te aconsejo que no andes amenazando a otros con esa posesión tuya. Sólo empeorarás cualquier situación en la que te encuentres.”
“Tsk…” sintió escalofríos. Realmente era un chico aterrador. No entendía cómo podía llevarse bien con ese grupo.
“Dicho esto…” bajó su mano y miró de reojo a la bandeja. “Estoy aquí para ayudar. Si llevo esto donde los demás, ¿habré cumplido con lo que tenía que hacer?”
“…”
“…” volvió a mirarle. Megumi asintió y se quedó callado. Se quedó esperando a ver qué tenía que decirle.
“Tú… Maeda dice que son amigos, pero…” Hirano seguía frustrado y enfadado con la situación. Bajó su mirada frunciendo el ceño. “Que Maeda diga que nada tiene por qué cambiar por más que seas un Rebel… no me parece… no me gusta que Maeda sea amigo de alguien como tú.”
“…” volvió a asentir. “Como dije antes, no está mal que lo pienses.”
“¿Y acaso está bien que Maeda piense lo contrario?”
“…” le miró atentamente.
“¿Y bien?” comprimió sus puños.
“En verdad, por más que ustedes sean mellizos, son personas muy distintas,” afirmó tranquilamente. “Digo que no está mal que pienses de cierto modo porque no es un error, porque tiene sentido. Fuera de eso, no te voy a decir qué es lo mejor. Maeda-san desea seguir llevándose bien con mi persona y aprecio su voluntad. Él no se involucrará en mis asuntos. Vivimos en mundos apartes. Ciertamente, me inquietaría que alguien con su idealismo fuera a inmiscuirse en esta guerra, pero eso es todo. Si yo fuera alguien que tuviera malas intenciones, sería incorrecto que buscara mi amistad. Una relación simple y satelital, por otro lado, no tiene por qué importar mucho. Descuida, no pretendo más. Yo sé que un Rebel no puede andar haciéndose amigo de muchas personas.”
“…” no se veía convencido. “Aun así… dices que puede no importar, pero… Maeda no es del tipo al que no le importarían sus amigos. ¿Y si le pasa algo? ¿Serías tú el responsable?”
“No, ya le advertí y he sido claro sobre mi situación con él. Desde mi punto de vista, es todo lo que puedo hacer por él. Lo demás se saldría de mis manos,” contestó sin hacer rodeos. Se le notaba demasiado calmado, extremadamente lógico, algo que parecía impacientar a Hirano más y más. “Espero que no pretendas responsabilizarme del mundo entero sólo por ser un Rebel.”
“Tsk… tú no actúes como si ser un Rebel no fuera algo malo.”
“No lo hago. Es como dije, soy un demonio, un ser que viene a torturar a una chica indefensa al punto de las lágrimas y que amenaza a los demás si osan de meterse en su camino,” le miró desde arriba, con frialdad y desdén. “Aun así, soy un demonio que debe pelear contra su HiME y no tengo el interés de lastimar a nadie más. Tampoco es personal contra Nio-san. Es sólo mi situación en particular.”
“Tú…” se estremeció de cólera.
“Maeda-san no tiene que ver en esto. Es entre Nio-san y yo.”
“¡Nio-san es inocente!”
“…” Megumi le miró un momento, y volvió a llevar una mano a su mentón, para desviar su mirada. “Pero, ¿cuánto lo será realmente? ¿Será si no que Nio-san es una niña ilusa con deseos desproporcionados y la percepción errónea de ser una heroína cuyo rol como HiME de inmediato disminuye la humanidad de su agresor a cero? ¿Será que ella se convencerá que el bien justifica los medios para finalmente apuntar a una meta que carece de bien, que no posee propósito alguno y que sólo irremediablemente causará problemas a los demás? ¿Será que hubo un niño que tuvo que ser un Rebel prematuramente por el simple hecho que de la nada una niña irresponsable quiso ser una HiME a como diera lugar?”
“¿Q-qué…?” Hirano se quedó en shock. “¿Qué estás diciendo?” no podía leerle. La tranquilidad y trivialidad de su gesto y tono de voz desentonaban enormemente con lo que decía.
“…no, olvida lo que dije,” finalmente, Megumi dio un suspiro. A pesar de no mostrar emociones, su respiro sí pareció liberar un poco su interior. Miró fijamente al otro. “Lo mejor para ti será conocerme como el demonio. Eres inocente, Hirano-san, y un amigo cercano de mi HiME. Es lo más fácil en tu situación.”
“…” frunció su ceño. No sabía qué decir.
“No te sientas en el lugar de simpatizar con alguien como yo o de entenderme. Algunas cosas son mejores no entender. Puede que el deseo de Maeda-san de ser amigo de alguien como yo sea una de esas. Son personas distintas, no hay nada de malo en ello,” le vio impaciente. “Pero, ya que tú no eres un Rebel, espero que sí puedas cuidar de tu hermano. Una amistad con un Rebel es realmente insignificante, pero yo tampoco tomo mis amistades con trivialidad.”

La conversación se terminó ya que ambos oyeron unos pasos apurados y la puerta de la cocina fue abierta de un empujón. Maeda llegó junto a Aizen. El menor se veía alarmado.

“Veo que están aquí, ¿todo bien?” preguntó apresuradamente.
“Oigan, al menos apaguen la tetera o mojarán la pared,” dijo Aizen, quien de inmediato fue a apagarla.
“Eh, pues…” Hirano se vio despertado, recién notando el silbido de la misma.
“¿Sucede algo, Maeda-san?” preguntó Megumi.
“No a mí. Me asusté de oír que los dos estarían en la cocina al regresar,” dijo angustiado y terminó haciendo una reverencia. “Lo siento mucho. Sé que las cosas son difíciles y no quiero incomodarlos más de lo que ya están.”
“N-no te disculpes, Maeda, no tendrías esa intención, lo sé bien…” dijo Hirano.
“…Hirano-san y yo conversamos. Es precisamente por nuestras diferencias que tuvimos que hacerlo, pero no te preocupes,” dijo Megumi, inmutado. “Estamos de acuerdo en que no estaremos de acuerdo. Somos incompatibles y nada más. Eso no nos impide coexistir,” le miró de reojo. “¿No es así, Hirano-san?”
“Eh, pues, s-sí, supongo…” no podía decir que ya había llegado a esa resignación, pero tampoco iría a preocupar más a su mellizo.
“Me sabe mal oír eso, pero entiendo que es complicado. Al menos me alegra saber que pudieron dialogar,” Maeda sonrió apenado. “Vayamos donde los demás que nos esperan. Ya deben estar empalagados con los dulces.”
“Eh, ¿qué hago con el agua caliente?” preguntó Aizen, quien sostenía la tetera por encima de la hornilla para que deje de hacer ruido. “Ehm, está que quema.”
“C-cierto, perdón, se supone que ya debí haber remojado el rooibos,” Hirano de inmediato tomó la tetera del pelirrojo.
“Está bien, no requiere de mucho tiempo, vamos en camino,” Maeda asintió.

Aquella conversación terminó, aunque el asunto recién comenzaba. Hirano se encontraba todavía sumergido en interrogantes. No podía estar conforme. Por más que sabía que había mucho por aprender, no podía aceptar la situación al igual que los demás.

Se preguntaba si podría resignarse como ese Rebel, al cual descalificaba precisamente por esa actitud pasiva y resignada…


“…” Sayo estaba agachado al borde de la pequeña laguna de su jardín y miraba incesantemente a las aguas frente a él.
“Sayo…” Imanotsurugi andaba a su costado y observaba a su amigo con preocupación.
“…” cerró los ojos. “No hay nada que se pueda decir para cambiar la situación, Imanotsurugi-san…” volvió a mirar a las aguas, más tranquilo, aunque apenado. “Lo siento, no tenías que hacerme compañía.”
“No tenía que, pero por supuesto que lo haría,” el pelicenizo sonrió ampliamente y extendió sus brazos a los costados. “Eres mi amigo y te viste muy consternado y preocupado hasta al terminar las clases. Ya le dije a Iwatooshi que viniera a buscarme así que no hay ningún problema.”
“…”
“Es que realmente me sorprendiste. No sé qué te sucedió hace cinco años, pero sé que lo tuviste muy duro, y verte tan alterado me hizo saber que algo te cayó muy mal.”
“…” Sayo se cohibió un poco. “Es… un poco vergonzoso que me hayan visto así.”
“Si algo te afecta, lo mejor es que no lo escondas, tiene sentido,” asintió. Imanotsurugi borró su sonrisa y también miró a las aguas, con curiosidad y ligera incomprensión. “Es que… fue tan específico. Sayo, ¿por qué reaccionaste así cuando Megumi se llamó a sí mismo un demonio?”
“…” Sayo frunció el ceño y se vio imposibilitado de responder.



“¿Oh? ¿Qué hacen aquí?” Souza se detuvo en lo que llevaba una cesta de ropa. De inmediato la apoyó a un costado y se les acercó. “Oí la palabra demonio. Tan sólo espero que pequeños como ustedes no estén asechados por uno.”
“No, no es eso, no hay ningún demonio aquí,” Imanotsurugi negó y agitó sus palmas, sonriendo incómodo. “Más bien, Sayo no quisiera que hablemos sobre él así.”
“¿Hm?” Souza se confundió y ladeó su cabeza.
“Es uno de nuestros amigos, Souza-niisama,” Sayo dejó de estar agachado y se levantó para dirigirse a su mayor debidamente. “Megumi-san fue nuestro compañero de clases hace cinco años, cuando estudiábamos en Rizembool. Él…” bajó su mirada. “Es un Rebel ahora, y se llamó a sí mismo de esa manera.”
“Un demonio, ya veo…” Souza se puso a pensar.
“Sayo se sintió muy mal por eso. Yo tampoco estoy feliz de que sea un Rebel,” Imanotsurugi también se levantó. “Me preocupé por los dos. Sé que las cosas no están bien.”
“Hmhm,” Souza rió para sí y sonrió al pelicenizo amablemente. “Muchas gracias por cuidar de O-Sayo de esa manera, pequeño. El colegio es uno de los lugares a los que ni Kousetsu-niisama ni yo podemos entrar.”
“Eh, no es que haya podido hacer nada, no lo menciones.”
“¿Pero están bien? Hubo un ataque de ese amigo Rebel de ustedes, ¿no es así?”
“No fue un ataque,” Sayo negó rápidamente, restándole importancia. “No se asemejó a nada que vimos hace cinco años. Megumi-san apenas se presentó a sí mismo.”
“Eh, bueno, Nio-chan y los demás igual se asustaron mucho, no podemos ignorarlo,” Imanotsurugi sonrió incómodo. Dio un suspiro. “Ahh, me sabe mal que ellos dos tengan que ser enemigos. No quiero involucrarme con esta guerra y ahora esto lo hace aún más complicado.”
“Lo lamento mucho, quisiera que ustedes no tuvieran que presenciar esto, pero no podemos anticiparnos a este conflicto que es mucho más grande que nosotros,” Souza dio palmaditas en las cabezas de los dos en lo que les sonreía con leve pena. “Sólo ruego que ustedes se mantengan seguros y a salvo. Ninguno tiene responsabilidad sobre lo que ocurre.”
“Tampoco quiero preocuparte a ti, Souza-niisama…” murmuró Sayo, cabizbajo.
“Por el contrario, estoy aquí para oírte. Hasta las cosas más inalcanzables se vuelven llevaderas si confiamos nuestras penas en otros. Kousetsu-niisama no deja de decirlo. Asegúrate de hablar con él más tarde.”
“Sí, así lo haré.”
“Sayo, estaba pensando en ir a buscar a Megumi para hablar con él, ¿te animas a ir conmigo?” preguntó Imanotsurugi.
“¿Por qué?” Sayo se extrañó. “Es… muy súbito que lo digas.”
“No creo que lo sea. Sería bueno que hables con él y veas lo no demonio que sigue siendo. Hehe, además es nuestro amigo también y sería bueno hablar entre todos luego de mucho tiempo~”
“…” Sayo asintió. “Tengo que ordenar mis pensamientos, pero le buscaré uno de estos días.”
“¡Sí! Tómate el tiempo que necesites.”
“Puede que te haga mucho bien, O-Sayo,” Souza asintió y recogió la cesta. “Ya se han dado mucha meditación aquí. Vayan donde el comedor, les serviré unos bocadillos cuando termine con esto.”
“Yo puedo encargarme de eso, Souza-niisama,” se ofreció Sayo. “Te esperamos.”
“Oh, muchas gracias, O-Sayo, me haces muy feliz. Sí, enseguida voy.”

Fue así que fueron a tomar un pequeño refrigerio antes de que Iwatooshi llegara para buscar a Imanotsurugi. El pelicenizo no sabía el motivo de la alarma de su amigo, aunque pese a no saberlo, se aseguraría de velar por su bienestar.


Las horas pasaron y llegó la noche. La casa de los Hanajima era pequeña y austera, aunque lo suficiente espaciosa y cómoda para los integrantes de esa familia. Megumi ocupaba la mesa tradicional de la sala en lo que revisaba su libro para el trabajo en grupo. Todavía faltaban algunos detalles que terminarían al día siguiente donde Aizen. Si bien lo que tenía por hacer era poco, esta labor se extendió algo más debido a que su hermano mayor había llegado para hablar con él. Megumi no tuvo de otra que contestarle sus evidentes interrogantes.

“…eso fue todo lo que pasó,” dijo Megumi mientras leía su libro distraídamente. “Te dije toda la historia, no creo que haya más que decir…”
“Megumi…” Suishinshi se frustró y tomó un poco en encontrar sus palabras. “Estoy seguro que, para tu edad, andas muy consciente de este asunto, pero hasta tú podrías no darle mucha importancia. No tienes que actuar de una manera tan intimidante, necesitas ser más profesional con tu actuación de Rebel.”
“Ser profesional es lo que te define, hermano,” comentó en lo que pasaba una hoja de su libro. “No es que yo intente ser intimidante, pero es natural en mí. Y pues…” se encogió de hombros. “Sirve, ¿verdad? Así la gente sabe que no debe acercarse.”
“Esa distancia es muy aparte del efecto que puedes tener en otros. Necesito que lo entiendas.”
“No veo a Rebels mayores que yo comportarse mejor o más correctamente…”
“Pues ellos están mal, Megumi,” insistió.
“…” finalmente le miró. “¿Entonces qué te detiene de ir a llamarles la atención a todos ellos? ¿Qué tal si les recuerdas que no deben ser sanguinarios o pleitistas?”
“O-oye…” de inmediato se intimidó. “N-ni que me fuera a meter con ellos…” desvió su mirada. “Algunos están dementes…”
“Sí pues…” Megumi regresó su atención a su libro.
“¡Oye, pero tú no lo estás! ¡No desvíes la conversación!”
“No sé qué más podría hacer si no asusto a otros. Es una salida poco pensada, pero una simple y fácil. Tal vez no sea la mejor, pero me es útil como mínimo…” dijo cansadamente. “Tendrás que ser paciente conmigo… Yorimitsu-sama me dio su aprobación. Dice que iré mejorando mi comportamiento conforme pase el tiempo.”
“Yorimitsu-sama dijo eso…” Suishinshi dejó caer su cabeza hacia el frente, rendido. “No sé por qué no me sorprende…”
“Te preocupas de más por mí por ser tu hermano menor. Gracias, pero no tienes que hacerlo. Hago lo que puedo y seré cuidadoso…” dio un suspiro. “Sabes que puedes preguntarme lo que sea sobre mi labor de Rebel. Ya lo hemos acordado.”
“Megumi…” le miró con preocupación. Era típico de su edad que fuera un tanto impulsivo y decidido. Esperaba al menos poder guiarle en medio de su obligación.

Entonces, Saki ingresó a dicho ambiente.

“No levantes la voz a estas horas, Suishinshi,” observó la chica, inmutada. “Espero que nuestra dedicada madre no se alerte por ti y se levante para buscarte.”
“Eh, c-cierto, perdón…” el mayor se avergonzó y agachó su cabeza.
“Pensará que te topaste con una araña o algo…”
“¡N-ni que me sigan dando tanto miedo!” exclamó incómodo.
“Baja la voz…” observó Megumi, frustrado.
“Tsk… sí, sí…” frunció el ceño. Como siempre, sus menores tenían que tratarle así. Olvidó su fastidio para dirigirse a su hermana. “¿Cómo estás, Saki? Tharja me buscó hoy. Dijo que fuiste a hablar con ella.”
“Veo que te lo dijo…” observó en lo que tomaba asiento en la misma mesa.
“…” Megumi se impresionó. “Saki, ¿cómo está Tharja-san? Verdad, hace mucho tiempo que no la veo…”
“Se encuentra bien. Sigue quejándose sobre su hermano, aunque se le nota más positiva. Parece que está en un mejor lugar en el presente.”
“Ya veo, es bueno oírlo.”
“De paso me encontré con el susodicho por primera vez.”
“…” el pequeño se vio intrigado. “Tanto oímos sobre él por más que no lo conozcamos. ¿Qué te pareció?”
“Hm, se parece a ella,” se encogió de hombros, indistinta. “Y a Suishinshi a la vez. Es fácil de inquietar y torpe en su reactiva manera.”
“Oh, interesante…”
“¿Por qué siempre son tan crueles conmigo, hermanos?” preguntó el mencionado, torturado. “Es suficiente que Tharja me agreda cada vez que la veo.”
“Es por tu forma de ser,” dijo Saki, inmutada. “Deja de ser tan nervioso todo el tiempo y no te molestará así.”
“Veo difícil que cambies. Ni ser Rebel te hizo favores. Por eso Yorimitsu-sama te toma tanto el pelo,” agregó Megumi.
“Tsk…” de inmediato recordó cómo la misma Tharja le hizo exactamente la misma observación, aunque en su caso era explicando por qué sus hermanos menores no le rendían respeto. “Uhh… ¿…es que soy una persona tan fallada…?”
“No lo tomes en serio, bromeábamos,” concluyó Saki, nuevamente sin mostrar mayor emoción (lo cual entendiblemente confundiría a cualquiera). Ella dio un suspiro y se quedó en silencio. Dicha pausa causó que ambos le prestaran atención.
“Saki, ¿qué haces aquí?” preguntó el pequeño.
“Me preocupa que no lo hayas dicho todavía…” el mayor frunció el ceño. “Sé que estás muy incómoda por tu amiga y por la oferta que te hizo Hanasaki. Por favor, ya no lo consideres.”
“No estoy aquí para hablar sobre mi decisión, Suishinshi… yo…” Saki miró fijamente a la mesa. Comprimió sus puños. “Ya me decidí y ustedes serán los primeros en oírlo. Seré HiME.”

Silencio. Megumi soltó su lápiz e intercambió miradas con su hermano mayor, igualmente sorprendidos. Luego, ambos miraron a la chica.

“La falta de palabras dice mucho, por supuesto que no es fácil para ustedes. Tampoco lo es para mí, pero… tengo que ser HiME o no viviré conmigo misma, sin importar qué suceda…” frunció el ceño y levantó su mirada. “No estoy aquí para discutirlo. Les estoy dejando saber. Pienso comenzar con eso mañana mismo.”
“¡S-Saki!” Suishinshi se detuvo por el volumen de su voz. “Espera… tú no sabes lo que dices.”
“Puede que no, pero no me importa. No quiero que Tsubasa sea una HiME sola y yo no esté ahí para apoyarla. Ella es mi mejor amiga y le debo un montón del pasado. La guerra no me importa en lo absoluto, sólo quiero estar de su lado.”
“No, no es así. Ser HiME no te ayudará a proteger a otros de esa manera tan personal, eso es asumiendo que en verdad puedan proteger algo.”
“No importa lo impotente que sea. Hacer lo más mínimo es suficiente para mí.”
“¡Pero puede que ni hagas diferencia alguna!” exclamó en susurros.
“…” Megumi se encontraba meditabundo, con ligera contrariedad en su expresión.
“¡Apuesto a que ni tu amiga quiere que hagas esto!”
“No se trata de lo que ella quiera.”
“¡Entonces ni estás velando por ella! ¡Su situación debe ser ya muy pesada!”
“Es un bien que ella no va a escoger, pero eso no descalifica mi misión. Que esté molesta conmigo… Tsubasa es tan buena que para variar debería darse el lujo de estarlo.”
“¡Saki!”
“…lo que Suishinshi dijo tiene razón. Saki, tú no vas a hacer ninguna diferencia en el camino de Hanekawa-san,” observó Megumi, tranquilamente y cabizbajo. Al hablar, notó que los otros dos le prestaron atención y se quedaron callados. “Ella seguirá siendo HiME y peleando contra algún Rebel que desconocemos. Cuando le toque pelear, seguramente tú no podrás ayudarle, y de intentarlo, puede que te detengan, sea por lado de Hanasaki o de Rizembool.”
“…” Saki le miró inconforme, aunque atentamente.
“El hecho que tú seas HiME también te dará responsabilidades y problemas por los cuales Hanekawa-san puede que decida ayudarte. Si aceptas ser HiME, habrá mucho más que vas a tener que atender. Serlo no te dará más poder que responsabilidades. Seguramente será lo contrario… seguramente encontrarás muchos momentos en los cuales no tendrás poder alguno, por más de tratarse de la guerra, por más que seas HiME…”
“Megumi…” se impresionó un poco.
“Y si algo le pasa a Hanekawa-san, tú tendrás tan poco que ver en eso como todos los demás. Que seas HiME te dará responsabilidades personales, pero no te hará compartir las que tu amiga ya tiene… ustedes siguen siendo dos personas distintas.”
“…”
“Si aceptas a ser HiME, lo único que podría cambiar es que tú te encuentres compartiendo un campo de batalla con Hanekawa-san o simplemente la veas en medio de uno con mayor cercanía…” alzó su mirada y miró detenidamente a su hermana. “Saki, espero que entiendas eso, que en verdad no estás cambiando la situación de tu amiga…”
“…”
“Aun luego de todo lo que dije… ¿aceptarías?”
“Sí,” Saki asintió con firmeza. “Ya lo he decidido. No me importa lo mínimo que pueda hacer.”
“…” Megumi cerró sus ojos. “No tengo más que decir, entonces…”
“¿Eh? ¡¿Tú también, Megumi?!”
“Ya conoces a Saki, ella no cambiará su parecer, y pues… simpatizo con lo que dice,” desvió su mirada. “Venimos de una familia en la que no tenemos control sobre nuestras vidas. Será que me he acostumbrado a pelear por motivos tan mínimos…”
“Ahh, pero Saki sí tiene más libertades. Yorimitsu-sama nunca le ha pedido que haga nada.”
“Rechazo esa libertad si me impide cuidar de Tsubasa. Sé que ser HiME me meterá en este asunto, pero no me importa…”
“¡Pero sí debería importarte!”
“Saqué una cita con ese tal Yorimitsu para mañana. No aceptaré tus negaciones, Suishinshi.”
“¡¿Qué?!”
“¿Eh? ¿Ya le habías dicho?” Megumi alzó una ceja, con indiferencia. “Pensé que dijiste que éramos los primeros. Qué lástima, por un momento me sentí importante…”
“No especifiqué por qué, aunque tal vez lo sospeche, en fin…” se encogió de hombros.
“¡Pero esto es serio! ¡Ahh!” el hermano mayor se agarró el rostro con ambas manos. “Maldición…”

Ya no sabía si se moriría primero por las decisiones de sus hermanitos o por la futura agresión de Tharja ni bien se enterara. No le tocaba de otra que estar detrás de los dos desde ese momento.
« Last Edit: May 31, 2022, 06:03:51 PM by Cho »


Mery

Originalmente, Alice había pensado dar una vuelta por las instalaciones para despejar su mente, pero Alexy la detuvo y le sugirió amablemente que primero se dirigiera al baño. Aunque era bastante obvio que no podría ocultar que había estado en una pelea, Alice había creído que lo había disimulado decentemente cuando su amigo ingresó al auditorio… viendo su reflejo con detenimiento, la HiME supo que no pudo estar más equivocada.

Si bien cada prenda estaba en su lugar, unas estaban arrugadas por un lado o rasgadas por otro, en especial sus pantalones. Su cabello, aunque aún permanecía sujeto en dos coletas, se veía algo desprolijo por el continuo jaleo con la marioneta. No saltaba escandalosamente a la vista, en especial porque la mayoría de los estudiantes estaban demasiado ocupados por los exámenes para prestarle atención, pero de igual forma era bochornoso.

Alice se lavó el rostro y rehízo su peinado con rapidez; quizás para el resto de estudiantes fuese algo cotidiano ver a alguien en un estado similar por todo el asunto de las HiMEs y rebels, pero no estaba del todo segura. Acomodando sus pertenencias dentro de su mochila, Alice localizó su celular y lo observó con recelo. Era consciente de que no estaba apagado por casualidad, ella misma se aseguró de que tuviese suficiente batería para durar hasta la noche antes de ir a tomar la prueba. Sin embargo, la posibilidad de verse abordada por su hermano en ese preciso momento le parecía agotadora, por lo que dejó ese asunto para después.

Alexy sonrió satisfecho al verla regresar y le entregó una botella de agua.

“¿Te sientes mejor?” Preguntó el chico.
“Y más decente, sí.” Dijo Alice terminándose el contenido de la botella en cuestión de segundos. “Pero tal vez sea mejor que nos vayamos. No quiero arriesgarme a cruzarme con Glen o alguno de sus amigos.”
Alexy asintió. “Como gustes, de todos modos sólo hay zombis por el campus ahorita mismo.”

El camino a la salida se le hizo más largo de lo normal a Alice, sus músculos estaban extenuados y sus pasos se sentían pesados. Por su afán de ponerse al día con las clases había descuidado su entrenamiento físico y ya sentía las consecuencias. La marioneta la había puesto en una mala situación y le hizo darse cuenta de que si realmente deseaba desempeñar un buen papel como HiME, debía estar mucho mejor preparada.

Mientras avanzaban, Alexy saludó a una que otra persona, pero Alice estaba demasiado sumida en sus pensamientos como para notarlo. No tenía idea de cómo sería el rebel al que tendría que enfrentarse, ni mucho menos en qué momento aparecería. Tendría que volver cuanto antes para hablar con la directora, aún tenía preguntas pendientes sobre su madre y los antecedentes de ésta y las HiMEs que la antecedieron…

“¡Hey!”

De un momento a otro, Alice sintió que la sujetaban del brazo y era empujada hacia atrás. Alice soltó un quejido de dolor sin poder evitarlo. En su distracción, Alice casi se había tropezado con alguien que venía en dirección contraria cargando lo que parecían ser materiales para una maqueta.

“Perdón.” Alexy la soltó y la miró sintiéndose culpable.

El joven frente a ellos asomó el rostro entre el montón de cosas en sus brazos y los miró con sorpresa.

“Es mi culpa, no estoy viendo por donde voy, lo siento.” Tratando de mover la cabeza en modo de disculpa, se le cayó una caja de cartón. “Ah-¡rayos!”
“No es nada, chill.” Alice se agachó para recoger el objeto y lo colocó en su lugar, pero al hacerlo se dio cuenta de que el otro muchacho parecía mirarla con cierta preocupación. “Disculpa, los exámenes me tienen mal.” Trató de excusarse haciendo un gesto con la mano para restarle importancia; sin embargo, aquel chico pareció más alarmado que antes.
“Gracias, pero oye, ¿no deberías ir a la enfermería?”
Alice y Alexy se miraron rápidamente y la HiME se aclaró la garganta.
“No, sólo necesito dormir.”
El chico hizo una expresión incrédula. “Pero tu brazo…”
Siguiendo su mirada, Alice notó que una manga se había movido de lugar y, de hecho, se asomaban unos moretones en su muñeca. Cortesía de la marioneta.
“¡No no, eso ya lo tenía de antes! No te preocupes.”
El chico no parecía del todo convencido, pero aún tenía prisa por seguir su camino, así que no insistió.
“Ok, entonces me retiro. Perdón de nuevo.”
“Sí, ¡suerte!”

Con un sentimiento de incomodidad, ambos vieron al chico casi correr hacia su destino.

“Llama a un taxi, Alexy, a la próxima voy a atropellar a alguien y no tengo cabeza para inventarme excusas.”
El peliceleste se giró a verla. “Ok ok, ¿mi casa?”
“Hasta la pregunta ofende.” Alice rodó los ojos, aunque aún así sonrió. “¿Te imaginas que mi hermano me vea así? No sólo va a sospechar, no tendrá dudas. Se me ocurrirá algo luego de dormir un rato.”
“O después de un trago.”
“Si consigues que nos vendan algo, encantada.”


Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 10046 palabras
Kana :: 3781 palabras
Eureka :: 1741 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 1087 palabras
Mery :: 830 palabras
Apple :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Cho

Uhh finalmente. Ahora a poner icons por ahí...

105.1.


Era temprano en la mañana y prometía ser un día movido y complejo para Megumi y sus hermanos. Sus mayores debían estar camino a su reunión, en caso no estuvieran ahí aún. Mientras tanto, él ya había llegado a su primer destino.

“Entonces…” Yagen se expresó con leve cansancio, aunque se mantuvo inmutado, en lo que realizaba una sencilla labor de organizar algunos archivos en una de sus estanterías. Aparte de los dos, su espacioso laboratorio no albergaba a nadie más de momento. “Recuerdo que lo comentaste la vez anterior, aunque no esperé que vinieras a confirmar tu pedido.”
“Lo comenté precisamente porque supe que luego regresaría a hacerlo formal, doctor,” se expresó el pequeño, con su inmutabilidad y actitud lúgubre de siempre. “Mi mención fue una cordialidad para lo vaya asimilando…” desvió su mirada, con una muy leve incomodidad. “Podríamos decirlo…”
“Hmhm…” el otro rió para sus adentros y le miró de reojo. “Eres un miembro de tu familia, quienes están relacionados al ilustre Minamoto no Yorimitsu. No soy la única persona que podría realizarte este favor. Siendo él quien está a cargo de ti y quien también posee voz y relativa autoridad con asuntos de Rizembool, podrías haberle hecho el pedido.”
“Lo sé, es que…” frunció un poco el ceño con disconformidad.
“Estoy al consciente que dicha persona tiene grandes expectativas sobre ti y tu pedido sería razonable como el Rebel que eres,” Yagen llevó una mano a su mentón en lo que inspeccionaba los archivos frente a él. “Podría hasta decir que tu preferencia a contactarme me pone en ligeros aprietos. Siendo él tu superior como el joven Rebel que eres, que yo realice esto por ti me resulta incómodo, como si estuviera yendo a sus espaldas. Hablamos de alguien muy despierto y sabio. No tardaría en notarlo.”
“Incluso así, la decisión podría venir de tu persona, doctor,” observó el pequeño, tranquilamente. “Puedes recalcar que eres tú quien decidió conseguir a esa Princess para asistirme, que consideraste que haríamos una buena dupla. A su vez, ella fue de interés como el científico que eres…” bajó su mirada, perdiendo un poco su decisión. “Supongo… podría decirse que yo te comenté cómo la conocí y te di la idea de reclutarla, y luego se dio que me ayudaría…”
“…” Yagen volvió a mirarle, sonriéndole con leve simpatía. “No te atreves a decirlo del todo, el hecho que no quieres contar con la ayuda de tu superior, Megumi.”
“No es que no quiera hacerlo, creo que estoy acostumbrado a no decirlo,” asintió con pesar. “Yorimitsu-sama es una persona inflexible y caprichosa que no inspira confianza. Es normal que prevea qué decir y cómo actuar por encima de hablar sobre mis sentimientos o pareceres.”
“Un hábito común en Rizembool, diría yo.”
“Siendo sinceros…” desvió su mirada, con leve nostalgia. “No confiaría en él con esa chica. Yo quiero sacarla de aquel calabozo, pero si hago que la asignen a mi superior, temo que con el tiempo su calvario sea peor al presente,” dio un suspiro, con ligero alivio de haberse sincerado, y regresó su mirada al otro. “Usted es el adulto en mi entorno en quien más puedo confiar, doctor, por eso le pido el favor. Necesito su aprobación.”
“Heh, lo siento mucho por ti, pequeño,” lo comentó con leve gracia y terminó dando un suspiro. “Es en verdad una incomodidad por donde lo vea. Aparte de mi intromisión en tu desarrollo, tampoco veo ganar algo de gran valor. A su vez, comprende que esa chica será vista como una Princess y tendrá que desempeñar su rol como tal esporádicamente. Además de ello, sería mi deber velar por ella y su caso en particular, lo cual todavía no tengo esclarecido. No puedo ver cómo podría sacar un debido provecho o intercambio por mi esfuerzo.”
“…” se puso a pensar. Realmente no podía decirle nada. Lo había contactado con la simple expectativa que sus propias buenas intenciones serían el único motivo que necesitaría.
“Pero ya que…” finalmente, Yagen se encogió de hombros y sonrió entretenido. “Puede que necesite un cambio de rutina y algo más que hacer.”
“Entonces…” se mantuvo atento y muy ligeramente ilusionado.
“Yo también me compadezco de esa persona, podría hacer el intento, si es que realmente seré capaz de ayudarla,” se rindió. “No te puedo prometer que realmente podré hacer lo que me pides y hacer que te asignen a esa persona como Princess. Todo depende de cómo vaya mi evaluación y el alcance que puedo tener en su caso.”
“…” frunció el ceño, casi sintió ligeros escalofríos al notar cómo había recibido la aprobación que tanto había esperado. Sus palabras eran condicionales, pero no se sentían así. Megumi asintió solemnemente. “Muchas gracias, doctor. Será injusto decirlo, pero si usted está dispuesto a dar el intento, presumo que no tendrá inconvenientes. Ella no podría estar en mejores manos.”
“Agradezco las palabras, pero no me dirijas tanta fe aún,” sonrió un poco. “Eres un niño sensato y un buen amigo de Maeda, por quien todavía te debo por cuidar durante el ataque al festival. Me es difícil negarte un pedido.”
“Maeda es una buena persona. Me sorprende que no me juzgue por ser un Rebel, a decir verdad,” lo pensó un poco. “Incluso para defenderme con su mellizo…”
“…” Yagen se vio perplejo. “Veo que has conocido también a Hirano.”
“…” asintió con frustración. “A simple vista se parecerán, aunque son seres muy distintos.”
“…” el doctor sonrió con cansancio. “No dudo que Hirano sea una persona que rechace todo aquello que rompe el molde de la sociedad. De realmente conocerme, yo sería alguien más a quien él rechazaría, pero no lo tomes a mal. Es su manera firme y justa de ser, de velar por un ideal, lo cual hace con las mejores intenciones. En ese aspecto, se parece a mi propio mellizo.”
“Lo vi un instante antes de retirarme, aunque él no me dio la misma impresión…”
“Atsu posee a la experiencia de su lado, incluso una persona firme aprende a mirar el mundo con más humildad y comprensión conforme pasa el tiempo. También habrá notado tu naturaleza.”
“…” alzó una ceja. Se preguntó cuál sería su ‘naturaleza’.
“Por cómo has faltado a tus clases de hoy, imagino que querrás ir por ella cuanto antes.”
“No necesariamente. Vine ahora mismo para mostrar mi decisión…” entonces, pareció cuestionarse internamente por cómo una ligera confusión en su expresión se hizo notar. “En sí, si hablamos de liberar a una persona, sí debería haber rapidez…”
“Te entiendo, descuida,” Yagen sacó su celular. “De ser así, tendremos que ir con una tercera persona. Espera a que lo contacte, por favor.”
“Sí…” asintió y esperó un poco. Vio cómo le envió un mensaje y esperó a que le contesten. “Si puedo preguntar, ¿a quién está llamando?”
“A un Rebel que sí está bajo mi comando,” explicó el doctor, pacientemente. Él mantuvo una sonrisa neutral y pragmática. “La persona a la cual vamos a buscar ha sido catalogada como problemática y él posee el poder preciso para estas circunstancias,” se detuvo al notar que su celular se iluminó. “Está en camino. Partiremos cuando llegue.”


Mientras tanto, Tsubasa se encontraba en plena labor de limpiar su salón de clases antes de que comenzara el día. La chica recolectaba el polvo que había podido barrer con la ayuda de un recogedor, cuando entonces vio a Monoyoshi llegar por la puerta.

“Buenos días, Hanekawa-san,” le saludó el pelirrosa, haciendo una reverencia.
“Sadamune-kun, buenos días también, ¿qué haces aquí tan temprano?” le cuestionó impresionada. “Hoy no te toca la limpieza antes de clases.”
“Lo sé, pero me sabe mal que tengas que hacerlo sin ayuda,” admitió, sonriendo con torpeza. “Ahora eres también una HiME y yo como el otro representante de la clase tendría que apoyarte con esto.”
“Vamos, no es que tengas que hacerlo,” Tsubasa sonrió frustrada. “Siempre realizas tus labores al pie de la letra y haces mucho por el salón. Sólo el hecho que sea HiME no me excusa de mis deberes cotidianos. Con mucho gusto los hago.”
“Aun así, quiero que sepas que cuentas con mi apoyo, al igual que con los demás.”
“Sadamune-kun…” Tsubasa negó y le apuntó acusatoriamente.
“Eh…” Monoyoshi se confundió e inclinó un poco hacia atrás.
“¿Acaso tu acción parte de la sugerencia de nuestros compañeros de que tienes que ayudarme por ser el vice-presidente de la clase?” le cuestionó con firmeza. “Por ningún motivo debes sentir que me debes atención o auxilio. Pueden haber tenido buenas intenciones al decirlo, pero no es justo para ti tampoco.”
“Eh, n-no, te prometo que no es eso,” sonrió nervioso y agitó sus palmas. “Será que yo también quiero ayudarte y ver cómo reaccionar ante nuestra nueva realidad, supongo…”
“Bueno, no puedo desmentir mis sospechas con facilidad,” la chica dio un suspiro y sonrió apenada. “Quiero que sepas que aprecio la intención, pero no espero que atiendan mi caso. Mi responsabilidad como HiME no es algo que tengamos que compartir entre todos. Quisiera que no se incomodaran tanto por mí…”
“Hehe, pienso que es genial que todos queramos apoyarte, Hanekawa-san,” Monoyoshi sonrió ampliamente. “Ello sólo refleja lo mucho que todos te estiman y te respetan.”
“Haha, ¿acaso no estás siendo muy directo, Sadamune-kun?” Tsubasa se rio un poco. “Si se lo hubieras dicho a otra chica de nuestra clase seguro le habrías hecho avergonzarse.”
“Eh, ¿por qué?” el chico ladeó su cabeza, confundido. “Sólo digo la verdad…”
“Hehe, olvídalo,” Tsubasa rió para sí. “A excepción de Hanajima-san. Sé que ella te recriminaría un poco…”
“Hm, no sabría por qué…” lo pensó un poco y volvió a sonreír. “Aun así, Hanajima-san también te estima un montón, Hanekawa-san. Podría no estar de acuerdo con mi manera de decir las cosas, pero sé que pensaría lo mismo que yo.”
“Es posible…” entonces, Tsubasa dio un suspiro y se vio algo preocupada. “Por eso mismo, me pregunto cómo se estará tomando que sea HiME. Está preocupada por mí, no deja de preguntarme cosas o pedirme que me cuide. Sólo… espero que esté bien.”
“Sí, es evidente que te tiene mucha consideración. Eres su mejor amiga, tiene sentido,” Monoyoshi asintió. Su sonrisa se contagió de leve pena. “No puedo ponerme en su lugar. Me daría mucho miedo si alguien cercano a mí estuviera involucrado con este conflicto. Es algo que no se puede evitar.”
“Supongo que no, realmente es mi único arrepentimiento de ser HiME. Temo que Hanajima-san se lo tome personal o como si fuera su responsabilidad…”
“Sí… se siente así porque eres alguien importante para ella…”
“Pues no es lo correcto, ella no me debe nada por mi decisión,” Tsubasa frunció el ceño y asintió para sí, convencida.
“Eh, no creo que sea bueno que reacciones muy fuerte tampoco,” el pelirrosa sonrió incómodo. “Lo mejor sería que hablen tranquilamente y sean abiertas. Presiento que no se han comunicado lo suficiente con respecto a este tema.”
“Ya ni sé qué decirle, sigo recalcando que estaré bien y me cuidaré y seré responsable… pero supongo es la repetición lo que le hará entender,” miró hacia las ventanas de la clase. “Hablaré con ella en el descanso. Seguro que Gokotai-kun también anda muy inseguro y él pueda necesitar más explicaciones de mi parte.”
“Ah, es una buena idea,” Monoyoshi asintió, animado. “Por favor, Hanekawa-san.”
“Ya que me pides dicho favor, quisiera que tú también andes al pendiente de él, Sadamune-kun,” observó tranquilamente. “Él no te llama senpai por nada. Es obvio que te tiene en gran estima.”
“Hehe, no sé por qué lo hace, no recuerdo haber hecho nada que lo merezca, pero sí estoy al pendiente de él,” asintió con gusto. “Claro que sí, Hanekawa-san. Después de todo soy el vicepresidente de la clase.”
“Lo pido más que por dicha función que tienes, aunque es un inicio…oh,” miró al reloj de la clase. “Ah, tanta charla me ha retrasado un poco. Siento pedirte el favor, pero tengo que terminar con la limpieza cuanto antes.”
“Claro, con mucho gusto. Lamento la distracción.”
“Está bien, gracias por la compañía.”

De esa manera, los dos terminaron con dicho quehacer antes que los demás compañeros llegaran para iniciar el día.

Lamentablemente, Tsubasa no iría a tener dicha conversación…


La imponente entrada de la residencia de los Minamoto se encontraba frente a Saki y Suishinshi. Era una zona a las afueras de la ciudad, desolada, privada y protegida por vigilancia particular. La ausencia de vehículos o personas en la calle, además de no haber nadie fuera del recinto para recibirles, les dio un momento de pausa previo a ingresar.

“…” Suishinshi dio un gran suspiro. “Saki… no tienes que hacer esto.”
“No estoy aquí para discutirlo, Suishinshi,” la chica estaba cabizbaja, pero decidida. Tenía ambas manos agarradas entre sí, y apretó un poco dicho agarre.
“Sí, lo sé, ya me lo has dejado claro…” el chico desvió su mirada.
“…”
“Me refiero a que podrías ser HiME sin deberle nada a Yorimitsu-sama.”
“¿Qué dices?” ello le agarró desprevenida y miró a su hermano con extrañeza.
“…” su mayor se mantuvo incómodo y mirando en la dirección opuesta a su hermana. “No me cabe duda que Yorimitsu-sama velará por ti ahora que has venido a hablar con él sobre esto, pero… puede que haya cosas más importantes que tu seguridad, Saki. Tú… no quieres involucrarte con él al igual que Megumi y yo.”
“Suishinshi…” eran casi noticias. Sabía sobre el peso que sus hermanos tenían que cargar, pero tal vez desconocía la dimensión.
“Si eres una HiME y le explicas tu situación a Hanasaki, ellos te proveerán los estudios y tu alojamiento. Incluso yo podría ver cómo velar por tu bienestar, por más mínimo que sea. Sigues siendo allegada a los Minamoto y ellos no quisieran que una de sus miembros caiga, por más desligada que te encuentres, más por orgullo y preservación que por otra cosa.”
“…” continuaba impresionada por sus palabras. “¿Dices que… me aleje de ustedes?”
“No me malinterpretes, Saki,” él volvió a mirarle. Fruncía el ceño. Su cuello alto cubría la mitad de su rostro como siempre, pero su hermana notaba lo nervioso y atento que se mantenía. “Si en verdad quieres ser HiME y te vas a involucrar con este asunto, es un recurso que te apartes de nosotros por un tiempo. Tendrás libertad y autonomía, y cuando todo se normalice, puedes regresar a casa. Lo sugiero por tu bien, ya que si te quedas puede que ya no seas libre de las obligaciones de nuestra familia.”
“Suishinshi, tú…” parte de ella quiso renegarle por recién decirle todo eso en un momento tan incómodo, pero sabía de dónde partía. Ni tenía tiempo para meditarlo. No conocía su realidad del todo, sólo podía mantenerse firme y seguir el camino que había escogido. Bajó su mirada al piso. “Te entiendo, velas por mí, por supuesto que lo haces, sé que esa es tu intención.”
“…”
“Pero suena a que no puedo desentenderme de lo que ustedes hacen. No pienso desligarme de ustedes por ser HiME sólo porque me conviene. Si intercambio el cuidado de Tsubasa por el cuidado de ustedes, no tendría sentido lo que estoy haciendo.”
“No, Saki, no se trata de eso,” Suishinshi agarró a su hermana de los brazos. “Quiero que lo entiendas bien. Nosotros no necesitamos de tu ayuda. Nuestra única preocupación es que tú estés bien. Si decides quedarte, esa no debe ser tu razón. No creas que tienes que andar protegiéndonos por ser una HiME. No creas en el cuento que los que pelean por Hanasaki pueden proteger al mundo entero.”
“Supongo… no hablé bien,” tenía sentido. Saki aligeró su expresión. Agradecía haberlo oído desde tan temprano y saber que ese no era el enfoque que debía tener. Sonrió frustrada. “Gracias por hacérmelo notar, Suishinshi. Me mentiría a mí misma si no me alejo de ustedes por eso. Creo que… simplemente no quiero alejarme de Megumi y de ti. Son mis hermanos y los más cercanos a mí, es por eso que estoy aquí hoy.”
“Saki…” Suishinshi se sorprendió. Le soltó y se mantuvo quieto. No pudo contestarle a tiempo. “Por supuesto que lo haces, pero…”




Los portones se deslizaron y un grupo de personas desde el interior de la enorme propiedad se hizo ver. Entre todos había una única persona con una presencia y autoridad por sobre las demás, acompañado de varios de sus subordinados. Este señor peliblanco con mechones rojos, rostro severo, y actitud altanera y demandante les miraba con expectativa.

“Y bien, ¿cuándo pensaban presentarse ante mí?” les cuestionó con una voz fuerte y casi burlona en lo que sonreía con ironía. “Están tarde, me han hecho esperar.”
“…” Saki le observó casi ausente. Recordó sus observaciones personales sobre Miranda, quien era una figura maternal, aunque dispuesta a lanzar a sus HiMEs a la hoguera. En comparación… este ser quien había sido un constante asecho en su vida no tenía ninguna característica redimible. Las HiMEs sí estaban en mejores manos que ella misma.
“¡Sí!” Suishinshi de inmediato asintió apresurado y se arrodilló frente a él con sumo respeto. “Lamento mucho la tardanza, Yorimitsu-sama. No tenemos excusa.”
“Olvídalo, no me importa mucho,” el señor caminó pasando por el costado del chico y miró a la joven de más cerca. “Saki Hanajima… no recuerdo la última vez que nos encontramos. Has crecido, veo que varios años han pasado.”
“Yorimitsu…sama…” dijo alzando una ceja, no convencida. Frunció el ceño. “¿Estuvo espiando nuestra conversación?”
“¡S-Saki!” Suishinshi se puso pálido y se paró de resorte.
“¡Haha! Tienes agallas, nada mal. Me recuerdas a tu hermano menor,” Yorimitsu sonrió complacido. “Lamento que él no les esté acompañando este día.”
“¿Era necesario que él viniera?” preguntó Saki, impaciente. “Megumi recién es un Rebel. Estoy segura que tiene mucho por hacer.”
“Y qué mejor manera de hacerlo que hablando con su superior, diría yo. Aquel niño posee un pasivo ímpetu, y me correspondería vigilarle de más cerca. Suishinshi no parece ponerle en su lugar, y presumo que tú serás igual, Saki.”
“Estoy aquí porque es un líder y nuestra familia está sujeta a usted, no pretendo más que eso,” recalcó la chica.
“Sí deberías pretender más si deseas ser una HiME y seguir ligada a una familia enraizada en Rizembool. Baja de tu nube y aprende a oír lo que tus superiores tienen que decir,” ensanchó su sonrisa, pero sus ojos eran fríos y severos. “Las HiMEs son niñas idealistas y no pretendo que tú también lo seas. No mientras representes ínfimamente a los Minamoto.”
“Yo no les represento…”
“¡Saki, e-espera!” el pobre de Suishinshi parecía próximo a un paro cardiaco.
“Estamos dialogando, Suishinshi, tu hermana no me ha molestado,” recalcó entretenido. “Obviamente no tiene costumbre a dirigirme el debido respeto. Soy razonable. Las formalidades pueden esperar ya que tenemos algo importante que hablar, ¿no es así?” se dio media vuelta. “Sí les espié, pero hablemos sobre eso adentro. Démosle la atención que merece.”

El peliblanco se puso a caminar, seguido y rodeado de sus subordinados. Un par de los mismos instruyeron a los hermanos a seguirle y así fue que ingresaron a la residencia. Saki ya se encontraba mentalmente cansada, pero entendía que su estancia recién había iniciado.


El destino se encontraba dentro del mismo Rizembool de donde habían partido, pero por el largo camino y descenso al mundo subterráneo de esa institución, Megumi casi podía creer que en algún momento habían cruzado un umbral a otra dimensión. No era la primera vez que accedía a esa área, aunque no terminaría por acostumbrarse.

Además del doctor, había un chico rubio de ojos ámbar brillantes y penetrantes alrededor de la edad de su hermana, quien caminaba con ambos brazos detrás de su nuca y no paraba de dar comentarios triviales. Megumi no podía decir que lo conocía, pero lo había visto anteriormente.

“Me alegro que hayas podido venir con tan poca antelación,” observó Yagen. Este caminaba al costado del pelirrubio, y seguido del pequeño pelinegro.
“Eh, pues, no tenía nada mejor que hacer, y no todos los días tendría el permiso de entrar a ese calabozo,” comentó, en un inicio con indiferencia, aunque terminó sonriendo con ironía. Miró al otro de reojo. “Me sorprende que hayas pensado en mí, pero gracias por hacerme partícipe. Estoy seguro que será muy divertido.”
“Supongo divertido no es la palabra que usaría, pero sí rompe con la rutina,” Yagen dio un suspiro y le devolvió la mirada de costado. “Y sobre no tener nada mejor que hacer, apuesto a que no asistías a tus clases.”
“No es justo que apuestes por algo que es un hecho, doctor,” dijo alzando su mirada al techo en ese largo y oscuro pasillo. “A Rizembool no le importa que pase las materias o no. Lo único que esperan de mí es ser un Rebel. Pues bien, me alegra, yo no soy un intelectual, esas cosas me llegan altamente.”
“Sería lo mejor que le dieras la mínima atención, tienes la seguridad que Rizembool soportará tus bajas notas por el rol que sí les debes, así que ni bien pases a la universidad puedes buscar algo académico que te sea de más agrado.”
“Eso si es que realmente podría hacer algo normal con mi vida…” dijo con gran indiferencia, rodando los ojos. Sonrió entretenido. “Ni usted podría asegurar ello, lo apuesto. En fin, no me quejo, diría…” ensanchó su sonrisa. “…que estoy muy satisfecho siendo un Rebel y torturando a algunos por ahí. Es lo que me viene bien, mi especialidad, mi naturaleza. Usted mismo lo mencionó en su momento, ¿no es así? Fue un gran alivio para mí en ese entonces, doctor.”
“Vaya…” Yagen dio un suspiro, con leve frustración. “Por más que sea cierto, si te dejas llevar por ello, terminarás teniendo menos control sobre ti mismo de lo que quisieras. Aprende a balancear tu vida e instintos, Hannya.”
“Heh, no lo haría de la manera que la mayoría esperaría, eso es fijo,” su tono se volvió burlón. Ese rebelde e instigador Hannya parecía menospreciar las palabras del doctor. Sin embargo, Megumi pudo ver que, en los ojos del mismo, dicha persona se notaba tranquila y de buen humor. Su personalidad no negaba el hecho que si respondía al doctor Toushirou y le consideraba como alguien en quien confiar.
“Hablando sobre ello,” Yagen prefirió dejar el punto de lado. “¿Cuándo piensas presentarte ante tu HiME?”
“¿Tan impaciente se encuentra de que haga llorar a una niña engreída?” preguntó Hannya, con leve maldad. Se entretuvo por ver al doctor mirarle con leve impaciencia. “Descuide~ no me presento aún, pero me encuentro estudiándola. Cuando haya aprendido lo suficiente de ella, apareceré y le daré un escarmiento.”
“Hm, entiendo que desees observarle de lejos, va contigo…” Yagen se puso a pensar.
“Y me aseguraré de divertirme. Si soy muy eficiente y la mato, tal vez ya no tenga tanto uso para Rizembool, o hasta demasiadas expectativas y tareas que me matarían,” mencionó con agobio en lo que movía sus hombros como si disipara su estrés. “Si ni Izuru Kamukura tiene esperado matar a su HiME aún, yo también puedo darme libertades, ¿no es así?”
“Cierto, realmente me trae sin cuidado el deber de los Rebels. Pienso que esta guerra es lo que hace a Rizembool tan tecnológicamente avanzado, por lo cual llegar a un desencadenante y la derrota de las HiMEs va en contra de lo que nos conviene, al menos de momento,” observó el doctor, inmutado. “Es un status quo que estoy dispuesto a mantener.”
“Heh, yo también,” Hannya sonrió traviesamente. “En mi caso, si tomamos las cosas más seriamente contra Hanasaki, ya no sería tan divertido. Quién diría que un científico como usted sería compatible con alguien como yo, doctor.”
“Es apenas una coincidencia fortuita que nuestros puntos de vista sean compatibles, Hannya,” Yagen sonrió un poco, entre entretenido y cansado.
“…” Megumi caminaba cabizbajo, escuchando la conversación y reservándose su parecer. Sin embargo, no podría estar del todo ajeno a lo que hablaban.
“Ah, casi me olvido de ti, niño,” Hannya miró por encima de su hombro y terminó por detenerse y dirigírsele debidamente. Sonreía entretenido. “¿Qué piensas tú? ¿No es excelente que esta guerra continúe indefinidamente? ¿No es divertido poder disfrutar de habilidades especiales y recursos y hacer lo que se nos plazca en nombre de una institución que se lleva toda nuestra responsabilidad y renombre?”
“…” Megumi alzó su mirada y observó al rubio con reproche. “No quisieras escuchar mi parecer, entonces.”
“Megumi, no tienes que responder a Hannya,” dijo Yagen, tranquilo e inmutado. “Es evidente que busca fastidiarte.”
“Vamos, doctor, si es divertido~” canturreó el rubio. “Ya que este niñito nos ha traído hasta aquí, no es que sea del todo ajeno al asunto, ¿no? Por supuesto que quiero oírle.”
“Yo no quiero que la gente siga sufriendo por una guerra sin sentido. Eso es todo,” resumió el pequeño, manteniendo su inmutabilidad y severidad. Asintió para sí mismo. “Soy parte de esto en contra de mi voluntad. He decidido que lo sobrellevaré y haré lo que considere justo, no tengo de otra.”
“…” Hannya borró su sonrisa y le observó un momento en silencio. Terminó por soltar sus brazos y dejarlos caer fuera de su nuca. “Hm, qué aburrido. Esperaba un punto de vista más interesante de tu parte, si es que quisiste venir aquí…”
“Si es que la guerra no existiera, este lugar al que vamos tampoco lo haría,” Megumi bajó su mirada. “Rizembool ya no tendría por qué tratar a personas como subhumanos y encerrarlos en ese calabozo por motivos injustificables…”
“…” Yagen le observaba, inmutado.
“Las cosas que dices son de un mundo que no existe, niño,” observó Hannya. A diferencia de su actitud previa, le miraba desde arriba, indistinto, irritado, impaciente, con un tono profundo y tranquilo, pero molesto a la vez. “La realidad es que ese lugar existe, y si fuera a dejar de existir al finalizar la guerra, Rizembool seguramente se encargaría de borrarlo del mapa, a ese y a toda la gente que ahora anda dentro del mismo, porque sus vidas no valen nada…”
“Eso no es verdad…” Megumi frunció el ceño, pero se mantuvo cabizbajo. “No hay diferencia entre ellos y nosotros. Eso debes entenderlo.”
“Oh, entiendo lo que dices. Eso de ‘todos nacemos iguales’ o algo, ¿no?” Hannya sonrió con leve maldad, sin perder su impaciencia. “Eso lo creo, en el hecho que la teoría dice que es así. Sin embargo, tú lo dices como si fuera un hecho, como si al demandarlo se tuviera que cumplir. Pues, esa no es nuestra realidad. Un niño con familia y nombre como tú tiene valor, algo que Rizembool tendría difícil borrar. Mientras tanto, yo podría ser decapitado de un día para otro si es que a Rizembool se le ocurre. E incluso yo, por estar fuera de ese recinto, podría ser extendido algo de empatía y notoriedad porque de la nada ya no estoy aquí. Por otro lado, la gente de ese lugar se desvanece sin que seamos informados…”
“Hannya, suficiente,” Yagen frunció el ceño. “Megumi es apenas un niño. Él tiene mucho por comprender de este lugar. No te desquites con él.”
“Hai… tal vez he sido algo duro con él, no es mi intención,” el rubio terminó por morder uno de sus dedos, con fastidio. “Tsk, lo lamento. Es sólo que esa inconsciencia, ese idealismo… realmente me enferma…”
“…” Megumi se mantuvo cabizbajo, meditativo. Hubo un corto silencio durante el cual se sintió en falta, puesto a que no había podido entender el punto de vista de ese rubio. Al mismo tiempo, no se sentía en el lugar de arrepentirse de sus palabras. Realmente las creía. No iba a dejar que Rizembool le convenciera de lo contrario…
“Bueno~” Hannya rodó los ojos y regresó a expresarse con trivialidad y buenos ánimos. Se veía algo frustrado, aunque terminó por sonreír al menor. “Pese a tu forma idealista de ver las cosas, me corresponde darte algo de crédito. Tú eres quien nos ha traído a este lugar y hasta me has hecho partícipe para sacar a una chica encerrada ahí, ¿verdad?” le vio dirigírsele y Hannya se tomó la libertad de darle unas palmaditas en la cabeza. “Buen chico, eres lo suficientemente despierto para abogar por ella mediante un posible uso de sus poderes y no por sus derechos. También me has dado la oportunidad de ayudar a sacar a una pobre alma de ese calabozo. Si bien suelo velar sólo por mi propio bienestar, realmente quiero ayudarla…” se alejó de Megumi, miró hacia el camino que les tocaba seguir, y borró su sonrisa. Se le vio meditativo. “Ella y yo fuimos víctimas del mismo monstruo que nos dejó encerrados ahí, ni bien él nos quebró y ya no fuimos útiles para él… sería casi como salvarme a mí mismo.”
“…” Megumi desvió su mirada. “Lo siento…”
“No lo sientas, el único que puede sentirme lástima soy yo, hazme ese favor,” le corrigió, esta vez con paciencia.
“Hace tiempo que ya no estás encerrado, Hannya, y pronto ella tampoco lo estará,” observó Yagen, tranquilamente. “Estamos en camino. Terminaremos con esto de una vez.”
“Hai~ con gusto, doctor,” volvió a sonreír y continuaron caminando. “Puede ver que esto es mucho más divertido que asistir a clases, aunque ya me aburre caminar. ¿No se podía pedir que nos dieran un carrito de golf o algo?”
“Hmhm…” Yagen rió por lo bajo. “A diferencia de ti quien recorre de un lado a otro en la ciudad, yo suelo estar enclaustrado en laboratorios. La caminata me viene bien para variar. Espero no serles una incomodidad en esta preferencia.”
“Eh, no que me importe, ahora que usted dice lo que dice, me da lástima, doctor.”
“…tampoco me incomoda, estoy bien,” Megumi se extrañó por la libertad del otro de decir esas palabras al doctor Toushirou, aunque veía que al superior no le importaba. “Más bien… me sorprende que su hermano mayor no nos acompañe, si es que lidiamos con una persona que no puede controlar sus poderes…”
“…” Yagen sonrió frustrado y dio un suspiro. “Es por tratarse de una persona que no puede controlarse que no pude traer a Honebami conmigo. Si mi hermano la considera peligrosa, quién sabe lo que podría hacerle. Puede que ni yo sea capaz de detener sus impulsos.”
“Pienso que no se da mucho crédito,” Hannya se encogió de hombros. “Asumo que sabría cómo controlarlo si se lo propone.”
“Incluso si fuera así, tengo la obligación de estar al pendiente de lo que ocurre, y puede que Honebami acapare mucho mi atención,” Yagen miró a Hannya de reojo. “Si bien tengo cierta reputación de poder mantener a especímenes bajo control, en cuestión de habilidades, tú eres el más apropiado para anular a otros, Hannya. Por eso consideré imperativo que nos acompañes.”
“Así que seré la mano derecha del doctor hoy, ya veo,” Hannya sonrió con ironía. “¡Haha, ¿quién diría que este día iba a llegar?!”
“¿Qué es lo que puedes hacer, Hannya-san?” preguntó Megumi.
“Elimina el sufijo, niño, esas cosas me revuelven el estómago,” dijo con agobio. Al pasarle el amargo, sonrió simpáticamente. “Ya lo verás, no es nada especial, pero es útil.”




Saki se encontraba sentada en el piso al costado de su hermano, frente al dueño de casa y líder de los Minamoto, quien contaba con un sirviente por lado además de algunos más en el perímetro de esa amplia habitación de reuniones tradicional. El lugar era impecable y opresivo. Suishinshi se mantenía cabizbajo y atento a las palabras de su superior, en un gesto solemne. Por su parte, la menor comprendía que era ajena a ese lugar. No había crecido con la misma afiliación que sus hermanos y no pretendía ponerse al día con ello, si es que era capaz de evitarlo.

“Yorimitsu-sama, antes que se me olvide…”
“¿Qué, Suishinshi?” preguntó el líder, alzando una ceja.
“…sí,” fue cortado, pero igual asintió ante la pregunta. “El profesor al cual ayudo como jefe de práctica le manda saludos. Ha vuelto a recalcar que reconoce su talento como uno de sus estudiantes predilectos.”
“Ah, ese señor, veo que sigue con vida,” sonrió indistinto. “Eres cumplido por molestarte en ser de mensajero, aunque lo que diga de mí me trae sin cuidado. Siéntete libre de corresponder los saludos, si es que prefieres.”
“Sí, así lo haré.”
“¿Acaso no es ese mismo profesor el que te tenía frustrado por el excesivo trabajo que te lanzaba encima?” preguntó Saki. “Oírte hablar así me hace creer que realmente le respetas.”
“Saki, por favor, no es momento para esos comentarios…” se vio torturado.
“Lo es, no pretendo que no seas honesto conmigo sobre cómo lo ves. Ese profesor sí fue conocido como un esclavizador de sus estudiantes en mis tiempos, y sin duda no iría a cambiar,” Yorimitsu no inmutó su sonrisa tranquila y perspicaz. “Pero no hay punto de hablar de pretensiosos pobres diablos aquí,” vio al chico erizarse por tremendo comentario. “Tu hermana quiere hablar conmigo sobre su decisión de ser HiME. Concentrémonos en eso.”
“…” Saki vio a esa persona dirigirle la atención.
“No me hagas esperar más. Quieres ser HiME. Vienes a hablar conmigo por ser el líder de los Minamoto y la autoridad de tu familia. ¿Qué tienes que decirme?”
“…” frunció el ceño. “Sí, quiero ser una HiME. Vengo a aclarar que no me interesa pelear contra Rizembool o darle la contra a mi familia o los Minamoto. Sólo quiero hacerlo porque una amiga muy importante para mí se ha involucrado, y no dejaré que ella cargue con esto sola. Aun así, por estar ligada a ustedes, entiendo que mis decisiones no son tan simples o individuales. De todos modos…” comprimió sus puños. “Me he decidido. Pienso ser una HiME.”
“Hm, ya veo…” Yorimitsu se inclinó un poco hacia delante. Su sonrisa se ensanchó. “Es interesante, nunca pensé escuchar una mezcla tan inesperada de ilusiones y pragmatismo. Saki Hanajima, ¿qué te hace pensar que ser HiME será de ayuda en el caso de tu amiga? No pienses que serlo hará alguna diferencia significativa. ¿No lo has considerado?”
“Megumi dijo algo parecido…”
“Tu hermano menor es más realista que tú, entonces,” dicho esto, volvió a pararse derecho y dio un par de palmadas. “Pero felicidades por recordar algo de cortesía a tus raíces y venir a hablar. Por supuesto, tu decisión no es completamente individual. Nos correspondía oírla. Me correspondía procesarla y establecer las condiciones.”
“…” no le parecía. “Si soy una HiME, no tengo por qué aliarme con Rizembool. Puede ser algo que le corresponde a usted, pero no a mí.”
“¿Acaso eso es lo que crees que los Minamoto hacemos?” preguntó Yorimitsu, sin borrar su sonrisa. “No todos seguimos lo que Rizembool dicta al pie de la letra, no estamos sujetos a ellos. Por supuesto, no pretendo explicar los detalles de la situación a alguien como tú. Apenas tienes el talento de ser HiME. Ello no amerita que te guarde confianza.”
“…” Saki se mantuvo firme, pero había una clara confusión en su expresión. “Sea como sea, si fuera a prestar ayuda a Rizembool de cualquier forma, no haría más que causar problemas. La directora seguramente…”
“Dile a la directora lo que te voy a decir de tu rol de HiME, sácalo del camino y mira si ella está dispuesta a aceptarte pese a eso. Ya que tan decidida estás de ser una, no te detendré, pero tengo algunas condiciones que explicarte. Verás…” se vio satisfecho y le observó fijamente. “Me haces un favor. Tengo a un Rebel a punto de integrarse a Rizembool como estudiante y si tú eres HiME, puedo formalizar que ustedes estén asignados mutuamente.”
“¿Perdón?” la chica se sorprendió. Por un momento se había olvidado sobre la asignación de un Rebel. Sin duda no lo había esperado.
“Yorimitsu-sama…” Suishinshi se quedó igual de perplejo. “¿Quiere decir…?”
“Exacto. Onikiri sería su Rebel. Como bien sabes, será Rebel para continuar su entrenamiento,” explicó sin rodeos. Movió una mano a manera de restarle importancia. “Él anda ocupado con los preparativos, por lo cual no puede acompañarnos hoy, pero ambos lo conocen desde ya.”
“Onikiri… él es un guardaespaldas de usted…” Saki se vio en aprietos.
“Eh, Saki, no te tienes que inquietar por ello…” comenzó su hermano.
“Como Suishinshi claramente lo entendió, la asignación mutua servirá principalmente para permitir un ambiente en el cual los Minamoto tengamos a dos miembros activos en el conflicto que no deben pelear entre ellos. Puede que no le llegues a Onikiri a los talones en habilidad, pero es lo de menos. El simple hecho de ser Rebel le permitirá desarrollar su potencial sin trabas ni limitaciones de parte de Rizembool. Por otro lado, garantizaré tu seguridad como un miembro más de mi familia e incluso permitiré que Onikiri te enseñe a pelear y a defenderte,” explicó tranquilamente. “Por supuesto, hay algo que debes ofrecer a cambio. Por tu habilidad sobrehumana como una HiME, tendrás cierto deber de ayudarnos.”
“¿Qué tipo de ayuda?” preguntó con desconfianza.
“Lo explicaré debidamente más adelante, pero no tendrá que ver con tu rol en Hanasaki. No ayudarás a Hanasaki más de lo que lo harás como HiME. Tampoco auxiliarás a Rizembool ni te volverás en una especie de doble agente. Dependiendo de cuáles habilidades desarrolles, apoyarás a nosotros los Minamoto con asuntos alejados de la guerra. Tú todavía desconoces sobre nuestras obligaciones, pero no estamos tan inmersos en Rizembool como pareces creer.”
“Suena a que usted espera que entrene como HiME con tal de ser una miembro más de su familia extendida que le ayudará…”
“Eso es lo que tus hermanos han tenido que hacer desde nacimiento. Tu caso sería similar. La única diferencia es que tendrás menos que ver con la guerra entre Rizembool y Hanasaki que ellos. Una vez opte por terminar la asignación entre Onikiri y tú, serás libre del caso y pasarás a trabajar como parte de los Minamoto como una persona normal.”
“…” Saki sintió algo hundirse dentro de ella. Pudo notar cómo su hermano a su costado se tensó y reservó sus palabras. Era la primera vez que oía sobre un futuro donde ella también tendría que responder a la rama central de su familia. Si bien siempre supo que no podría desligarse de los Minamoto del todo, sonaba a que ahora se estaría sumando a ellos por completo y sin escapatoria. Sonaba a un contrato con el diablo…
“Saki… no tienes que hacer esto…” le susurró Suishinshi, mirándole de reojo.
“Tsk…” tragó saliva.
“Estas son las condiciones que te esperan. De lo contrario, no permitiría que seas una HiME. Tampoco te obligaré si es que deseas pensarlo más tiempo, o si cambias de parecer y eliges mantenerte fuera de este asunto,” recalcó Yorimitsu. Él parecía ser incapaz de dejar de sonreír con suma certeza y relativa trivialidad, como si nada pudiera escaparse de su control. “Reincidiré en tu comprensión que tu decisión de ser HiME trasciende tu persona. Es un tema serio para nosotros y como tal las condiciones son precisamente severas. Una persona que sale del rebaño no regresa a ser igual a los demás, y mucho menos dentro de nuestra familia. Si aceptas, no hay marcha atrás, y te tocará seguir un camino en el cual serás entrenada al igual que tus hermanos.”
“…” Saki recordó el comentario de Suishinshi sobre ir donde Hanasaki para ser HiME y pedir resguardo. Se preguntó si todavía podía tomar esa elección… si es que había sido posible en un inicio. Con ese líder de su familia, empezaba a dudarlo…
“Con esto, espero que entiendas que tu sacrificio por una amiga tiene más desencadenantes de los que imaginabas, y que no puedes tomar la decisión sólo por un parecer personal. Hay mucho más detrás de cada una de tus acciones.”
“…” ello le hizo recordar por qué había aceptado ver a esa persona de la cual siempre huía, por qué era tan importante…
“No pareces estar lista para tomar una decisión ahora y sería irresponsable de mí presionarte,” dicho esto, el peliblanco hizo un gesto con su mano para indicarles que se marcharan. “Pueden irse, regresa cuando tengas una respuesta.”
“S-sí,” Suishinshi de inmediato se puso de pie y asintió. “Muchas gracias por su atención, Yorimitsu-sama…”
“No… no hemos terminado…” la menor también se levantó y comprimió sus puños. “Minamoto no Yorimitsu… más le vale que no haya mentido y mantenga mi caso lo más lejos de Rizembool. No quiero ser parte del complot que ha secuestrado a Suishinshi y Megumi todas sus vidas…”
“¡S-Saki, ¿qué dices?!” exclamó su hermano mayor, asustado.
“Con esas palabras atrevidas, ¿insinúas que estás dispuesta a aceptar mis condiciones?” preguntó el líder, sonriendo entretenido.
“…”
“Saki, por favor no, no sabes a lo que te metes…”
“Quisiera pedir un pequeño cambio…” Saki miró al piso. “¿Acaso… no podría ser Onikiri el Rebel de mi amiga?”
“¿Por qué?” Yorimitsu se mantuvo inmutado y atento.
“¿No puede ser ella quien tenga la protección de los Minamoto y un Rebel que no atentará contra su vida? Si pueden facilitarme ello, no tendré problemas aceptando lo demás.”
“¡E-espera!” Suishinshi andaba con los nervios de punta. “¡Ni sabes lo que dices!”
“Heh…” Yorimitsu ensanchó su sonrisa. “Me niego. Mis términos se mantienen.”
“¿Por qué?” Saki se sorprendió y volvió a apagarse. Por supuesto que esa diminuta esperanza no iba a vivir por mucho.
“Fui claro en resaltar que la asignación entre Onikiri y tú es para poseer a dos miembros de mi familia activos en la guerra. No sólo es por la utilidad de tenerlos entrenando, mas por la seguridad que se brindarán entre ustedes,” se explicó con suma tranquilidad. “No doblaré las reglas de Rizembool más allá de velar por una HiME de mi propia familia. No es una situación que lo amerita, no ganaremos nada de ello, podría hasta causarnos problemas. Realizar una excepción así sólo lo valdría si es que la persona que lo pide mereciera dicho atrevimiento y, tal y como estás, tú no tienes ningún mérito que deba reconocer aún.”
“…”
“Saki…” su hermano se preocupó.
“…” ella apretó sus puños. “¿Qué debería hacer para merecerlo… Minamoto no Yorimitsu?”
“Olvídalo, eres apenas una niña. Es como si te ordenara que derrotaras a tu propio hermano en una pelea de espadas aquí y ahora.”
“¡Y-Yorimitsu-sama!” Suishinshi se escandalizó. “¡N-no habría forma que accediera a eso! ¡Nunca lastimaría a mis hermanos!”
“¿Podría intentarlo luego de pasar la prueba HiME?” preguntó la chica.
“¡¿Q-QUÉ?!” el pobre hermano mayor terminó casi saltando a un costado.
“¡Haha! Eso te pasa por ser muy blando, Suishinshi,” luego de reírse brevemente, Yorimitsu también se puso de pie. Miró fijamente a la aspirante a HiME. “Aprende a evaluar tu situación y aceptar lo que te toca vivir. Estás en una posición privilegiada. Ahora niégate a esperar más y comienza a pensar sobre cómo lidiarás con tu situación. Tomando en consideración todo lo que hemos hablado, ¿realmente quieres ser una HiME?”
“…”



Cho

105.2.




Para tratarse de algo semejante a un calabozo, era tan iluminado, limpio y silencioso como cualquier otra área subterránea de Rizembool. Yagen había sido dado la bienvenida por una de las encargadas de turno de dicha subdivisión, quien muy respetuosamente conducía al doctor hacia la celda de interés. Detrás de ellos, Hannya y Megumi les seguían a una distancia prudente.

Megumi se limitó a observar sus alrededores. Apenas había acudido a ese lugar un par de veces, pero la simple imagen le hacía recordar esos breves instantes con gran detalle. Acababa de pasar una zona más abierta, con ambientes cerrados que se trataban de espacios de entrenamiento. Por la tecnología e ingeniería empleados, dichos lugares podían contener gran cantidad de habilidades y maquinaría fuera de lo común. Seguramente también funcionaban como lugares donde los ‘prisioneros’ eran estudiados antes de ser diagnosticados como perdidos…

“Casi parecen oficinas, ¿verdad?” preguntó Hannya, por lo bajo, a manera de no interrumpir la elocuente y profesional conversación que el doctor mantenía con la encargada. El rubio no se notaba particularmente entretenido. Mantenía una actitud aparentemente trivial, aunque a la vez solemne y reservada. Se refería a las puertas que tenían a ambos lados del pasillo. Estas se notaban durables y poseían una falsa puerta en el centro, semejante a una ventana sellada. “Pero no hay nombres, ni siquiera fichas o clips con información. No podemos ni saber si estas están ocupadas en este instante. Sólo alguien con un lector del código de barras al costado de la entrada podría decírnoslo. Bueno, o podríamos abrir la puerta, pero, por supuesto,” sonrió con ironía. “Eso es casi imposible, no se pueden forzar.”
“…” Megumi le miró.
“Tú pareces conocer este lugar de antemano, ¿no, niño? Para que pidas venir aquí, para que el doctor te haya dado permiso.”
“…” asintió. “Hace tres años. Quise regresar más recientemente, pero no me dieron permiso.”
“Un misterio que lo hayan hecho siendo incluso más joven,” alzó una ceja.
“…” desvió su mirada. “Es una larga historia…”
“Supongo que esa vez que pudiste, conociste a la que venimos a buscar.”
“…” volvió a asentir, ahora cabizbajo.
“…otra larga historia, será…” musitó, insatisfecho por verle reservarse. Hannya pasó a mirar la puerta a su costado. Incluso se detuvo un momento y la miró ensimismado.
“…” Megumi se sorprendió un poco y se detuvo a su costado. Era otra puerta más, sin ningún tipo de marca o indicación que la distinguiera. Sin embargo, sabía por qué ese rubio le prestaría una atención especial…



“Hannya, Megumi,” les llamó Yagen, quien notó que se detuvieron. “No se queden atrás. Estamos a punto de llegar.”
“Hai~” dijo Hannya con gran pereza. Se puso a caminar con ambos brazos detrás de su nuca, distraídamente. “Sólo me preguntaba si habría alguien ahí, ni que quiera saberlo…”
“…” Megumi tuvo que seguir avanzando.



Flashback

“De ninguna manera, joven Hanajima,” exclamó un encargado de dicho lugar, hace alrededor de tres años. “Esa chica por poco te hace un gran daño. ¿Cómo podría permitir que la volvamos a sacar? ¡Si algo te ocurre no sabríamos cómo encarar a Minamoto no Yorimitsu!”
“Él mismo fue quien pidió esta excepción,” observó el niño, tranquilo, en voz baja, pero decidido. “Entiendo que el permiso continúa vigente…”
“Aun así, depende también de nuestro juicio y en tu visita anterior hasta nuestras precauciones faltaron para velar por tu bienestar,” negó rotundamente. “Rizembool se encuentra debilitado luego de la derrota que sufrió por Hanasaki y de ninguna manera pondremos en riesgo a un futuro y prometedor Rebel a manos de… una anomalía como ella.”
“Esa chica posee una versión avanzada de mis habilidades…”
“Habrá otras maneras de entrenarte, joven Hanajima,” le aseguró otra encargada, con más amabilidad. “Si te preocupas por ella, está bien, nos aseguramos de mantenerla alimentada y saludable. No necesitas preocuparte por ello.”
“Eso es verdad, no te corresponde. Concéntrate en tu propio crecimiento,” el señor asintió con determinación. “Dele mis saludos a Minamoto no Yorimitsu, y mis disculpas por negar su pedido, pero es necesario. Sólo hacemos lo mejor en nuestra posición. Puede retirarse.”

No había más punto de decir más. Megumi se despidió y se fue caminando. Era apenas un niño que quizás había sido expuesto a algo que sobrepasaba su edad. El encargado tenía mucha razón al decir que no era su responsabilidad. Él sabía que no era su deber velar por otra persona, en particular alguien que hasta Rizembool consideraba peligroso. Sin embargo… le sabía mal. Temía haber hecho la situación de esa persona incluso peor por lo sucedido el otro día.

Hasta había intentado hablar con el líder de su familia luego de ese suceso, en caso él pudiera pedir la libertad de esa chica. Minamoto no Yorimitsu estaba de acuerdo con Megumi en que había sido un accidente y quizás Rizembool exageraba con el trato que le daban, pero a su vez no estaba cometido en sacarla de ahí ni agregar otra responsabilidad a sus obligaciones. No de momento. Él simplemente le dijo a Megumi que, cuando a este le tocara ser un Rebel, estaría dispuesto a hacerle dicho favor, y no antes de eso.

¿Pero quién sabía cuánto tomaría eso? ¿Qué podría sucederle si es que en dicho lugar la trataban como un espécimen? Incluso si no lo hacían, ¿acaso estar encerrada en un confinamiento solitario por tanto tiempo no sería lo peor para su propia salud? Por otro lado… si Minamoto no Yorimitsu amanecía un día con el extraño capricho de sacarla de ahí, ¿quién podría asegurar que este no continuaría tratándole como subhumana? Megumi había evidenciado lo suficiente para sospechar que aquel no sería el caso. Si no era alguien de su familia, a ese perverso líder podría no importarle menos.



Su caminata cabizbaja se detuvo al notar una extraña muchedumbre frente a él, quienes estaban congregados y atentos a una habitación abierta. Megumi alzó su mirada y se confundió de notar varios científicos con batas blancas tal vez tan perplejos como él mismo. Desconocía que esas personas tuvieran la humildad de sorprenderse y mostrar dicha reacción. Algo anómalo ocurría, y por la rara oportunidad de observar el interior de una de esas habitaciones, Megumi se asomó entre dos científicos para apenas mirar por un reducido espacio.

Había otro científico adentro, uno sorprendentemente joven, tal vez de la edad de su hermana. Este no había sido acompañado por nadie, y estaba frente al prisionero de la habitación. Vio a un rubio de la misma edad con ojos ámbar alterados, de pie dispuesto a hacerle frente a ese intruso, pero claramente nervioso y asustado, como una alimaña amenazada por un depredador, la cual había perdido las esperanzas, pero estaba decidida a luchar hasta las últimas consecuencias. Megumi se asustó al notar que el rostro de ese rubio estaba rasgado y sangriento, y al ver sus manos sucias y oscuras, comprendía que era daño autoinfligido.

¿Por qué clase de ‘bienestar’ se suponía que esos científicos realmente velaban?

“Ya no te resistas, Hannya,” declaró Yagen, firmemente frente al otro. Su tono de voz y porte demostraban autoridad y certeza, algo que hasta los demás científicos parecían carecer. El joven doctor sonreía con tranquilidad. “Como he dicho, he venido a sacarte de aquí. No tomaré un no como respuesta.”
“…” el otro se mantuvo quieto y temblando mínimamente, listo para arremeter si es que el otro se atrevía a acercarse.
“Hm…” Yagen se vio ligeramente confundido y ladeó un poco su cabeza. “Qué extraño, según puedo entender, los encarcelados aquí esperan ser liberados lo antes posible,” notó cómo la furia del otro incrementaba, como esperó. “¿A qué se debe tu rechazo?”
“...n-no eres una mosca muerta, m-monstruo…” respondió con una voz temblante de cólera. “S-si voy contigo… me esperará algo peor… eso lo sé… ustedes dos son iguales…”
“Con ‘otro’… supongo te referirás a mi senpai, a tu previo superior,” Yagen le miró atentamente. “¿Qué te hace pensar que somos iguales?”
“Odio, odio, odio, esos malditos sufijos, ¡son una falsedad, una pretensión! ¡No creas que te debo respeto alguno, miserable!” gritó con cólera, con una voz rasposa, dolorosa, agotada. “¡No me convertirás en un muñeco! ¡Yo no soy el juguete de nadie! ¡Antes muerto antes de hacerlo! ¡Por eso vienes, ¿verdad?! ¡Porque crees que te soy útil!”
“Vengo porque me puedes ser útil, Hannya, y ahí hay una gran diferencia,” contesto sonriente.
“¡Primero te degollaré con mis propias manos!” Hannya estiró sus garras, listo para atacar.
“¡Atrás!” gritó otro de los científicos, armado de algo que parecía ser una pistola de dardos.
“No se metan en esto, por favor,” pidió Yagen, tranquilamente y sin dejar de mirar a Hannya. “Estamos hablando. Es en su naturaleza comportarse así. Es su motivo principal por estar encerrado aquí, ¿no es así?”
“Ehm, no precisamente, doctor Toushirou…” dijo una científica, dubitativa, con un historial en sus manos. “Por más que algunas de sus habilidades sean útiles, este chico posee una que ocasiona severos y posiblemente irremediables daños cognitivos en otras personas, lo cual los hace incontenibles y rebeldes, hasta puede influenciar a personas bajo su habilidad…” leyó un poco más. “¡Doctor, se encuentra muy cerca! ¡Él podría intentar influenciarle!”
“Sí, lo está intentando.”
“…” los científicos se asustaron por esas palabras.
“Pero no es nada, mi campo de especialidad me permite resistirle sin mayor esfuerzo, es apenas un silbido en mis oídos,” observó Yagen, sin perder su tranquilidad. Sonrió con ironía al rubio. “Mi senpai también sería inmune a tu habilidad, Hannya. ¿Por eso también nos asemejas?”
“¡¿T-te estás burlando de mí?!” se erizó, listo para atacarle, aunque conteniéndose.
“Sabes que no puedes ganarme. Si me atacas, te sedarán, y puede que algo más te suceda. Eso es algo que tampoco deseo, así que te pido que seas paciente, por favor.”
“Tsk…” entrecerró sus ojos. “¿Qué derecho tienes de decirlo…?”
“…” sonrió entretenido. “Hannya, si el poder que mi colega ha descrito sólo hace lo que ella dice, no estarías encerrado aquí. Mi senpai te hubiera encontrado útil y habría canalizado tu crecimiento para que seas un Rebel de temer. Es en los detalles de tu habilidad que yace el problema, lo cual te ha llevado a este punto.”
“…” apretó sus dientes y los enseñó como una fiera asustada e inconforme.
“Todos somos diferentes, hasta en el ámbito de una habilidad como la tuya nadie puede igualarse con otros en su manera de emplearla. Sin embargo, hay ciertas cosas que, en medio de la diferencia de personas, han sido aceptadas como inmutables, ciertas y correctas. Tú has sido descrito como contrario a lo que se considera aceptable, como un mal elemento, como alguien incompatible que sólo lastimará y entorpecerá a otros, imposible de contener y de maniobrar de una manera que Rizembool pueda tolerar, debido a la naturaleza que posees…” levantó sus manos a la altura de sus oídos, como quien señalaba unos audífonos inexistentes sobre sus orejas. “Percibo una fuerza que pretende infestar mis pensamientos y sentimientos. Es un odio, un resentimiento profundo, un caos interno que amenaza con nublar la razón y poseer con tal de dominar por completo. Es algo que esparces con lo cual puedes debilitar a otros. Sin embargo…” bajó sus manos lentamente. Su sonrisa perdió la ironía y se mostró frustrada. “No detecto maldad en tu acción, sólo normalidad. Es algo que haces por ser quien eres, es tu ser, es una acción que no ha sido evaluada justamente, Hannya, y a mi parecer no justifica que estés encerrado aquí.”
“…” sus ojos se abrieron ampliamente, en gran desconcierto. No dejó de temblar de impotencia.
“Tú eres más diferente que las normas aceptadas por todos y un caso que muchos evadirían al no comprenderte ni saber cómo lidiar contigo, pero yo difiero,” Yagen asintió y borró su sonrisa para adoptar seriedad. “Mi maestro me dejó con un camino incompleto y una obligación de desarrollar mi área de estudio y mi potencial, con el cual pretendo comprender y desarrollar aspectos que bordean el límite de la humanidad. No cabe duda que eres alguien que sobresale del montón, al punto en el cual mi senpai decidió que ya no iría a invertir en ti. Sin embargo, yo sé que puedo trabajar en tu caso. Esa tendencia a susurrar rencor y penurias dentro de otros, esa naturaleza tuya que se enriquece y crece mediante dicha discordia…” volvió a sonreír con certeza. “Quiero conocer a un Hannya que lo desarrolle a plenitud y lo controle completamente.”
“¿…eh…?” abrió sus ojos en asombro, por primera vez iluminándolos del más ligero brillo de esperanza.
“Estoy aquí porque me puedes ser útil. Realmente no te necesito, pero es una oportunidad para encontrarte un rol aquí en Rizembool, una razón de estar afuera con los demás. Confío plenamente en que puedo hacerlo,” ensanchó su sonrisa, con amplia seguridad en sus palabras. Veía que el recelo y la cólera de su principal oyente había disminuido considerablemente, y extendió una mano hacia él.
“¡…!” este se sobresaltó.
“Y ahora que existe esa oportunidad, no dejaré que te niegues. Ven conmigo, Hannya.”
“P-pero…” se transformó. Su lucha había terminado. Desarmado, Hannya tembló más, con terror, incertidumbre, vulnerabilidad, un latente y creciente auto odio que no podía procesar lo que oía. Negó en desesperación. “N-no, yo… n-no sólo s-soy yo…” llevó ambas manos a sus cachetes ensangrentados. “Y-yo… estoy aquí… porque lastimo a otros…” frunció el ceño. “…me vas a volver a encerrar ni bien no puedas contenerme… ¿c-cómo esperas ser responsable por lo que hago…?”
“Eso lo veré yo, ya lo he pensado. No por nada soy el heredero de mi maestro.”
“¡Pero…! …pero…” entonces, Hannya volvió a rasgarse sus cachetes, causando mayor sangrado. Claramente era un mecanismo de estrés propio de él. Su voz se volvía aguda. “…yo… como estoy… estoy roto, fallado… yo…”
“Detente, te hieres,” Yagen mostró impaciencia. “He venido aquí por ti, por tu caso en particular, por lo tanto, eres precisamente lo que deberías ser ahora. No busco a nadie más.”



Megumi vio a ese rubio comenzar a derramar lágrimas. Tomó un poco más de diálogo antes de que el doctor reincidiera en tomar su mano para sacarle de ahí. Ni bien ello ocurrió, este pidió asistencia de los presentes para que primero curaran las heridas del chico y de paso le alistaran una habitación fuera de dicho complejo. Todo fue rápido y, en poco tiempo, Megumi fue conducido fuera de ese lugar por un científico sin siquiera poder ver a ese par de más cerca, lo cual le hizo pasar desapercibido.

Se sintió temblar camino a casa ese día. El estado de ese desconocido espécimen, el daño físico que se hacía, la gran indiferencia de los demás cuando le vieron rasgarse… al mismo tiempo, Megumi se sorprendió por ver cómo un chico que no podía ser mucho mayor que Saki poseía mayor autoridad que los adultos presentes y fue capaz de conectar y en cierta forma rescatar a ese rubio de su martirio.

No podía estar completamente seguro de sus intenciones, pero creyó en sus palabras. En ese día, al haber sido presentado otra situación más que se salía de sus manos, Megumi sólo pudo desear dentro de sí que, para variar, ocurriera lo mejor. Hasta un futuro Rebel como él mismo podía ser capaz de velar por alguien de manera simbólica, por más inútil que fuera.

Desde esa vez, en medio de todas las incógnitas de lo observado, hubo una pregunta que resonó incesantemente en su cabeza… ¿qué era lo que tomaba para poseer la autoridad de sacar a alguien de ese lugar como aquel joven científico?

Fin del Flashback



Había sido un alivio ver a Hannya en el presente. Por más inoportuno que haya sido hacerle visitar su previa prisión, dicho rubio se notaba tranquilo y bajo control de la situación. ‘Me alegra que estés bien ahora’ había querido decirle Megumi. No obstante, tal vez lo mejor que podía hacer era respetar su deseo de que nadie más que él mismo debía sentirle lástima.

Tanto tiempo había pasado y Megumi no había crecido de su incapacidad original. Continuaba siendo alguien sin voz como para buscar a alguien de ese lugar sin ayuda externa. Sin embargo, era lo de menos. Se alegraba mínimamente de que ese mismo doctor de aquel entonces había accedido a su pedido. Tal vez en algún momento podría hacer algo más por aquellos que necesitaban ayuda, que eran considerados fallidos por Rizembool y que serían eliminados por Hanasaki por culpa de la asociación con sus enemigos. Si es que le tocaba ser un Rebel más, Megumi sólo podía desear que, en medio de su reprochable rol, pudiera hacer lo más mínimo por alguien, por más que ello le costara su propia integridad, por más que ya hubiera gente en Hanasaki que lo viera como un monstruo…

“Llegamos,” dijo Yagen, lo cual sirvió para que el meditabundo pequeño alzara su mirada.

El destino… realmente no era llamativo en lo absoluto. Se trataba de una habitación más que se veía como las otras, como la de Hannya, como la de cualquier otro que pudiera o no pudiera estar atrapado en ese lugar. Sólo habían dado una vuelta a una esquina para llegar. La encargada se contactó con alguien por medio de su celular y al recibir la confirmación de su reporte procedió a escanear el código de barras. En poco tiempo, la puerta se desaseguró sola y se abrió un poco.



Esta misma fue abierta por la encargada, quien se quedó cerca del umbral. Todos vieron el ambiente con una luz apagada y una silueta huir despavorida desde el piso en el centro del espacio a sentarse en posición fetal encima de una camilla a un rincón. Se trataba de una chica con cabellos azules caóticos, ensortijados y extremadamente largos hechos una gigante maraña. Su piel pálida contaba con un tono amarillento por la falta de luz solar y su complexión era extremadamente delgada, al punto en que sus brazos y piernas huesudas preocuparían a cualquier doctor ético.

Ella se mantuvo en posición fetal, con ambas manos agarrando su cabeza y sus brazos cubriendo su rostro. De entre estos, miraba a los recién llegados con un ojo, claramente atenta y asustadiza. A simple vista, se sospecharía que se trataba de los primeros hombres que vivieron en cavernas.

“¿…quién está aquí?” preguntó en voz baja, con desconfianza, pero a la vez sin energía alguna de resistirse o buscar pleitos. “¿…quiénes son ustedes…?”
“…” Megumi tuvo el impulso de ingresar lo suficiente a la habitación para observarla en plenitud. Era poco extensa, contaba con luz, una camilla y un rústico baño sin división al extremo opuesto. En una de las paredes había algo que se asemejaba a una pantalla integrada apagada. También vio un reloj y una cámara de vigilancia en el techo. Realmente nada más…
“¡J-joven, no ingrese, por favor!” exclamó la encargada, nerviosa. Esta persona se sobresaltó al apenas ver a la peliazul bajar sus brazos para mirar confundida al pequeño.
“Creo… que te he visto antes…” dijo ladeando su cabeza. “¿Quién eres…?”
“…” Megumi apenas asintió. La miró y se quedó sin palabras inmediatas ni manera de explicarse. “Estás más delgada, parece que no has dormido bien, tu rostro está demacrado…” en eso, se detuvo al oír un estómago rugir con furia.
“¡AAHH!” la peliazul se sobresaltó y apretó su propio estómago a más no poder. “¡Perdón, perdón! ¡E-es que… tengo tanta hambre!”
“¿Acaso no le brindan suficiente comida?” preguntó Yagen a la encargada.
“N-no es eso, doctor, le aseguro que ella recibe tanta comida como los demás. De ningún modo les haríamos pasar hambre,” contestó apresuradamente, con nervios.
“Cabe resaltar que los requisitos alimenticios pueden variar entre personas, más aún en casos de especímenes con necesidades y metabolismos posiblemente alterados…” dicho esto, Yagen también ingresó y pasó por un lado de Megumi para acercarse un poco más a la chica. A diferencia del caso del menor, esta se alertó por su vestimenta.
“A usted no lo he visto antes… ¿quién es?” preguntó abrazando sus piernas y mirándole con leve aprehensión.
“Mi nombre es Yagen Toushirou, me pregunto si habrás oído sobre mí,” dijo y no notó reacción, lo cual sirvió como respuesta. “Es un gusto. Tú eres Shion Yorigami, ¿correcto? He venido a sacarte de este lugar.”
“¡¿Ehh?!” ella se quedó en shock y negó repetida y efusivamente. “¡N-no, no quiero irme!”
“…” Megumi frunció el ceño.
“¿Por qué?” preguntó Yagen, inmutado.
“¡E-es una terrible idea! ¡Yo estoy aquí por una buena razón!” exclamó y retrocedió en su cama para alejarse lo más posible, por lo cual terminó sentada sobre su camilla en el mero extremo de ese rincón. Sus ojos se inquietaron al ver al par atentos y no convencidos. Agitó sus brazos. “¡Tienen que creerme! ¡Si me sacan de aquí quién sabe lo que podría ocurrir! ¡Váyanse antes de que se metan en problemas!”
“Debo decir… que me sorprende tu consideración, Shion,” Yagen asintió y sonrió frustrado. “Sé de tu caso. Lo dices por nuestro bienestar. Agradezco el sentimiento. De todos modos, ¿qué hay de tu persona? ¿Acaso te encuentras conforme en esta prisión?”
“¿Qué importa lo que yo quiero?” Shion volvió a abrazar sus piernas y miró a la pared a su costado, con gran desinterés. “He causado demasiados problemas y aquí ya no los causo. No sólo lo digo por ustedes…” dio un suspiro. “…ver que gente a mi alrededor termina sufriendo una fatalidad, saber que yo soy el motivo, que me culpen o que no me culpen, que se alejen y me dejen sola o que no lo hagan y todo vuelva a ocurrir… ya estoy cansada de ese ciclo. Aquí nada sucede, nadie me rodea, nada puede sorprenderme… no me gusta, pero me agrada al menos…”
“…” Megumi comprimió sus puños. “¿Cómo eso te puede agradar…? No tiene sentido.”
“Ustedes no entienden, váyanse…”
“No, apenas comenzamos a hablar…” dijo el doctor. Sin embargo, dicha conversación estaba por ser interrumpida.
“¡Uhh!” Shion apretó su estómago con una expresión de dolor, pero esta vez no oyeron el rugido.

En vez de ello, sus cabellos azules invocaron un aura luminosa del mismo color, con cabellos de fuego rodeándole y entreverándose entre los otros. Fue como una onda expansiva. Un poco de pintura de los tubos de la camilla se desprendió, unas rajaduras del piso incrementaron. Yagen vio uno de los vidrios de sus lentes agrietarse. Además de ello, los presentes sintieron un bajón de energías y una extraña pesadez en el propio aire que respiraban. La encargada corrió y activó un botón cercano en el pasillo, con el cual inició una fuerte alarma.

“…” Yagen se quitó sus gafas y las observó. “Interesante…”
“¡Váyanse ya!” suplicó Shion, quien se cubría los oídos y cerraba sus ojos. “¡Odio ese ruido! ¡Si no estuvieran aquí a nadie le importaría que volviera a perder el control! ¡Si persisten terminarán muertos por mi poder!”
“Verdad que vine por un motivo…” finalmente, Hannya se abrió paso.
“¡No se acer-! ¿Eh?” Shion le miró y se sorprendió. “Tú eres… ¿Hannya?”
“¿Eh? ¿Te acuerdas de mí por más diferente que me vea ahora? Gracias, Shion-chan~” canturreó. Dicho esto, el rubio alzó una mano al aire e invocó unas máscaras que levitaron rodeando a Shion. Como resultado, el aura de la chica disminuyó considerablemente y con ello el aire también se aligeró.
“¿Q-qué haces?” preguntó en shock.
“Soy un anulador, y uno de los mejores según el doctor aquí. Puedo negar tu poder temporalmente,” explicó. Sonrió con nostalgia. “A diferencia de mí, aparte de una pinta poco saludable, sigues igual. Hmm… sólo que no te recordaba solitaria, pero supongo lo has estado ya tres o cuatro años encerrada aquí, ¿será?”
“…” al oír ese comentario, Shion volvió a bajar su mirada y perderla en la pared, con tristeza y ligero rencor.
“Pues es una fortuna que te deshagas de los que te pusieron aquí a que te pudras,” concluyó el rubio. Este ignoró cómo llegaron unos de seguridad, pero al notar que la chica estaba siendo anulada decidieron quedarse al margen. La alarma se apagó. “A diferencia de esos monstruos, nosotros vinimos aquí a darte otra oportunidad. ¿Qué dices?”
“Pero… sé que sólo causaré problemas. De nuevo me arrepentiré…” dijo casi sin vida. “Ya no quiero arrepentirme…”
“Entonces deja que los que te sacaron de aquí sean los que se arrepientan en vez de ti. Si es que realmente soy incapaz de lidiar con tu caso, es algo que me merecería, Shion,” declaró Yagen. “No dejes que algo que escapa tu control se convierta en tu cruz. Ciertamente quienes no pueden ayudarte lo permitirán y te encerrarán, pero estamos aquí para darte otra opción.”
“Es que… ¿en verdad hay otra opción…?” preguntó perdida y vacantemente.
“Por favor, hay que intentarlo…” pidió Megumi.
“Eh…” la chica nuevamente ladeó su cabeza, evidentemente confundida de ver a un niño ahí. Miró a Yagen y a Hannya con dicha desorientación como quien buscaba respuestas, y finalmente bajó su mirada, cansada y resignada. “Hagan lo que quieran, sé que no puedo negarme a nadie. Si no funciona, tráiganme de vuelta aquí, está bien…”
“Bien, era todo lo que necesitamos,” Hannya sonrió y extendió su mano hacia las máscaras levitantes. Estas se fusionaron en una que el chico de inmediato puso sobre el rostro de la peliazul. “Así podremos transportarte sin ningún contratiempo. Vamos…” ensanchó su sonrisa, satisfecho. “Es mi turno de sacar a alguien de este lugar…”




Suishinshi permanecía en shock, cabizbajo. Estaba hecho. Su hermana lo había confirmado y la conocía lo suficiente para saber que no se retractaría, al menos no inmediatamente… menos lo suficientemente rápido.

“Que aceptes mis términos con tal rapidez en nombre de otra persona… no sé si deba reconocer tu dedicación o reprender tu idealismo, Saki Hanajima,” observó Yorimitsu, sonriendo satisfecho y mirando al par de hermanos desde arriba. “Es un gran atrevimiento, reprochable, ciego e impulsivo. Quizás debería estar más al pendiente de externos a los asuntos familiares como tú para evitar que vuelva a repetirse.”
“No veo que me impida hacerlo, si es que es tan importante para usted,” reprochó la chica.
“Como dije antes, me haces un favor, y puede que sea beneficioso desde un punto de vista práctico para la familia en general, mas no para ti misma,” contestó a secas y con severidad. “Que pagues con tu comodidad por tu osadía me parece razonable. Pues bien, ya no pretendo ser paciente contigo. Aprende a dirigirte a tus superiores con el respeto que les debes.”
“…” le miró inconforme, pero mantuvo silencio. No le convenía darle la contra. Ya había probado las aguas demasiado.
“A continuación, te explicaré lo que espero de ti a partir de ahora. Una vez terminemos aquí…” ensanchó su sonrisa. “Ya sabes qué hacer.”
“…” Suishinshi se estremeció y no pudo contenerse. Él le dio un fuerte abrazo a su hermana.
“O-oye…” la chica se congeló.
“Ya es demasiado tener a Megumi como Rebel… Saki… por favor, cuídate,” la estrujó un poco. “Todavía no entiendes tu situación. Dudo que entiendas lo serio que todo es ni que lo puedas hacer en poco tiempo… no lo menosprecies, ni por un segundo, por favor…”
“…” aquel fue un remordimiento, el primero de tantos que le esperarían. Saki sintió por un instante el peso que su hermano mayor tenía que cargar, el cual acababa de incrementarse…



Pasaron unas horas y llegó el atardecer. Miranda ocupaba su oficina en plena labor de revisar papeleos con la ayuda de Fran. De repente, las puertas se abrieron con brusquedad. Ambas encargadas alzaron su mirada y reconocieron a Saki, quien recuperaba su aliento. Detrás de ella, la secretaria también se apareció.

“¡N-no tenía que correr, señorita! ¡Y-yo pude haberles pedido una cita!” exclamó la secretaria, mortificada. Ella pasó a hacer múltiples reverencias a la directora. “¡Lo siento, lo siento!”
“Hanajima-san…” Miranda se encontraba sorprendida. “Puedo ver la seriedad en su expresión. ¿Qué sucede? ¿Por qué acude a nosotras?”
“Directora…” Saki se dio un respiro antes de continuar. “Tengo mucho que decirle. Tenemos que hablar…”




Era temprano, el siguiente día llegó y los estudiantes de Hanasaki H esperaban al venidero timbre para comenzar con las clases. Sin embargo, la atención de todos en un salón en particular se había desviado a los últimos acontecimientos.

Los rumores se esparcieron con rapidez. Tsubasa salió corriendo a todo dar del salón del consejo estudiantil camino a su clase. Se abrió paso entre estudiantes confundidos y recién llegados, quienes le miraron marcharse con desconcierto al ver a la señorita correcta incumplir una de las normas más básicas del comportamiento del colegio. Sus prioridades claramente no estaban ahí. Debía escucharlo ella misma.

“Sólo quiero asegurarle que Hanasaki velará por usted, Hanajima-san,” dijo la profesora a la pelinegra. Esta había llegado antes de la campana al tratarse de una situación especial. “La directora Miranda Lot me informó que su caso es particular. No me dio más detalles, pero eso no importa,” le sonrió amablemente. “Como una HiME, le agradezco de parte de todo el personal y le deseo lo mejor. Puede pedirme comodidades si es que las requiere.”
“…” Saki negó frustrada. “Si se negó a facilitar exámenes más fáciles para mí, dudo necesitar otra cosa.”
“Ya sabe usted que los asuntos académicos son aparte,” comentó como si le hubiera dicho un chiste. “Además es una amiga cercana de Hanekawa-san, cuyo alto rendimiento se extiende a todas las materias.”
“Sí, pobrecita de ella que debe hacerme estudiar cada vez…” intentaba minimizar el asunto, pero por más buenas intenciones que la maestra había tenido, su repentina aparición y conversación sobre su nuevo estatus de HiME fue lo que hizo correr los rumores. Saki había esperado decírselo a Tsubasa en persona antes que a nadie más, pero ya no podría hacerlo. Ella debía ya estar en el colegio, y ya lo habría escuchado.

Efectivamente, Tsubasa ingresó apresurada y se sorprendió al reconocer a la profesora.

“Oh, Hanekawa-san, se le ve agitada, ¿se siente bien?” le preguntó la maestra. “Es tan atípico verle correr en los pasillos.”
¡L-lo siento mucho, profesora!” se disculpó con torpeza y rapidez. Entonces miró a Saki y frunció el ceño. “¡Hanajima-san, tenemos que hablar!”
“…” Saki dio un suspiro con pesar. “Puede esperar al receso, aquí todos nos prestan atención.”
“¡No puede ser que seas una HiME considerando tus hermanos y tu propia visión del asunto! ¡¿Acaso tú… acaso… ya eres HiME?!”
“Lo soy, di la prueba ayer, luego de una larga conversación con la directora. Incluso ella intentó decirme que no lo hiciera,” desvió su mirada.
“…” se quedó helada.
“Yo… no puedo decir que lo tengo todo bajo control, Tsubasa. Nos mentiría a todos, pero…” asintió para sí y miró a su amiga decidida. “Eso es lo que estoy intentando hacer, estoy haciendo el mayor esfuerzo que puedo. Espero ser tu compañera, Tsubasa, y no una carga para ti.”
“Hanajima-san-”
“Llevo siendo una carga para todos toda mi vida, estoy cansada de eso…”
“¡Eso no es verdad, nunca lo has sido! ¡Me aterra pensar que lo haces porque te preocupas por mí! ¡Sí que me aterra porque es la verdad por más que quisiera negarlo! ¡Hanajima-san!” los ojos de Tsubasa se llenaron de lágrimas por su desesperación, pero estos no cedieron al llanto. Su cólera resurgió. “¡Es una tremenda imprudencia! ¡Es algo por lo cual mereces que te llame la atención muchas veces!”
“Sí…” sonrió apenada. “Sabía que te ibas a molestar.”
“¡Y sí que estoy molesta! ¡No puedes hacer eso! ¡Ese no es el motivo por el cual quise ser una HiME! ¡Querrás decirme que ese no es el punto, pero sí lo es! ¡Eres una HiME ahora, y… ¿qué se supone que debo hacer?!” llevó sus manos a su rostro y se cubrió con estos. “¡¿Qué significa para ti o para tu familia?! ¡¿Acaso hubo una forma de evitar esto?!”
“Estamos hablando del pasado, Tsubasa…”
“¡Yo lo sé, sé que no se puede hacer nada ahora!”

Ella siguió llorando y la maestra decidió meterse en la conversación para calmar a las chicas y consolarlas. Saki observó su segundo arrepentimiento frente a ella. Había esperado que la correcta y decidida Tsubasa le llamara la atención, pero verle llorar con tal angustia fue una estaca a su pecho. No era ni capaz de aliviarle, no siendo quien la había llevado a quebrarse.

A diferencia de su remordimiento el día anterior, tenía la esperanza de poder revertir esa reacción, que, siendo una HiME al costado de su amiga, pudiera rendir utilidad a su decisión y reparar su atrevimiento. Con un poco de fe, podría hasta ayudarle más de lo que hubiera podido sin unírsele en el campo de batalla. Esa tendría que ser su meta.



Los demás estudiantes siguieron llegando y enterándose de las noticias, para ver al par de HiMEs del salón todavía movidas y consternadas. Esa realidad se extendería a los compañeros, quienes pronto pasarían a conocerlas como una unidad, un par de HiMEs que se ayudarían mutuamente. La decisión de sus miembros de velar por la otra sería indudable. La integridad de dicha unión iría a ser puesta a prueba por asuntos que aún no eran observables. Con respecto a la durabilidad de la misma… sólo el tiempo lo diría.

Y este mismo siguió con su curso.


Eureka

No está terminado, pero... más adelante ._.

EDIT: el stop me agarró en el justo momento en que editaba esto para cerrar bien el fic, pensé que tenía más tiempo. Estoy marcando con otro color lo que no cuenta para estas probaciones uwu


59.2




“Fue extraño.”

Extraño no era la palabra más atinada para describir lo que había sucedido entre ella y Madara, pero Oikawa suponía que la HiME tenía otro tipo de prioridades.

O… para su suerte, simple y llanamente no sentía ningún tipo de atracción por el cantante.

“No te veo tan entusiasmada como pensé que andarías con algo de esta magnitud.”
“Es que no tengo tiempo para estas cosas,” confesó ella, observando el cuenco vacío de sopa en frente suyo. “Acabo de salir de una relación hace poco y no me siento capaz de poder dar lo mejor de mí así como si nada.” Suspiró.
“¿Pero no te gusta Mama-chan?” Oikawa analizó su expresión con visible curiosidad. Había algo en el rostro de la HiME que hablaba más por ella de lo que sus palabras podían decirle. “¿No es tu idol favorito?”
“Lo es, y por eso mismo, me cuesta imaginarme con él.” Eureka apoyó su mentón en su mano, recostándose sobre la mesa. “Para un fan, es difícil pensar en un escenario así. No son cosas que sucedan en absoluto. ¡Solo pasan en los reader inserts!”
“¿Reader… insert?” Oikawa entrecerró los ojos y arqueó una ceja, confundido. “¿Qué es eso?”
“…No… necesitas saberlo.” La HiME se tapó el rostro. “¡EL PUNTO ES! Que no puedo. Madara es el chico perfecto. Sé que me cuidaría muy bien, pero no me siento a su nivel ni en la capacidad de poder estar ahí para él ahora. Nuestras vidas son muy distintas… no sería justo para ninguno.”
“Y, sin embargo, se está haciendo un espacio para ti,” comentó Oikawa. No le agradaba la idea de apoyar al ‘enemigo’, pero no podía demeritar sus esfuerzos por tener momentos para compartir con la chica que le gustaba.
“¡Y yo para él!” recalcó la HiME. “Pero no puedo… involucrarlo en todo esto.”

Algo en la pesadez de sus palabras bastó para que Oikawa uniera las piezas del rompecabezas.

“¿Qué pasó el sábado?” Su expresión seria la sacó de lugar, pero Eureka hizo un esfuerzo por aparentar que tenía todo bajo control. “Aún no me has contado nada de eso.”
“…Ah, nada, nos encontramos con un orphan.”
“¿Fueron a investigar el callejón, entonces?”
“Sí, pero no fue nada grave.” Sonrió. “Tuvimos una pelea y salimos algo heridos, pero el domingo lo pasamos en la clínica y todo bien.”
“¿Dónde está Mama-chan ahora?”
“Trabajando. Hoy tenía varios compromisos, de lo que sé. Recién lo veré de nuevo mañana, en el primer ensayo del club de música.”
“…Oh, okay.” Oikawa asintió. “Bueno. Yo te quería hablar sobre algo importante. Nos conseguí un nuevo entrenador.”

El cambio radical de tema de conversación era necesario para su sanidad mental. Eureka nunca le había escondido algo: procesar que lo estaba haciendo por primera vez era muy difícil. Pero tenía que ser paciente, aún si no le gustaba la idea. Tal vez, en un futuro, su amiga sería capaz de contarle lo que había ocurrido en realidad ese día.

La paciencia no era su virtud más característica, pero era lo mínimo que podía hacer por ella.

Wow, Oikawa merecía un estatua en su imagen y un premio nobel al mejor amigo del mundo.

“¿Cómo así? ¿En el campamento?”
“¡Ajá!” Oikawa sonrió. “Bueno, ‘conseguir’ es una palabra… poco atinada. Él se autoadjudicó el rol. Es un profesor de Hanasaki, se llama Satoru Gojo.”
“Ah. Creo que dicta en mi facultad.” Asintió. “¿Y cómo así se interesó en entrenarnos? Espera.” Eureka se interrumpió a sí misma. “¿Cómo haremos con Mari y las chicas?”
“Gojo-sensei me dijo que hablaría con ellas. No las has visto estos días, ¿no?”
“No. Les conté que andabas de campamento, así que pedí que retomáramos los entrenamientos el miércoles o jueves.”
“Pues puede que ya no tengamos que ir a entrenar con ellas,” comentó Oikawa. “Peeero, conociendo a Gojo-sensei, hará un trato con Mari-chan para poder utilizar el complejo.”
“Entonces… ¿Tenemos que esperar su llamada?”
“Exacto. Supongo que será durante la semana.”
“…” Eureka suspiró pesadamente. “Okay, está bien.”
“¿Eh?” Oikawa ladeó la cabeza. “Imaginé que me harías problema por ello.”
“Si llamaste la atención de uno de los profesores del campamento, significa que vas bien.” Eureka sonrió. “Al contrario, eso me alegra mucho.”
“J-jeje.” El key infló el pecho, orgulloso de sí mismo. “Estuve a punto de morir en un par de ocasiones, pero el duro esfuerzo valió la pena~”
“¿Que estuviste qué?”
“Haha~ Te cuento ahorita, Eureka-chan~ Por cierto, ¡tengo que mostrarte algo!”

Eureka ni siquiera tuvo tiempo de cuestionarle más al respecto, porque en cuestión de segundos, Oikawa se había levantado de la mesa para correr a rebuscar entre sus pertenencias. De un momento a otro, sacó una espada del bolso grande de ropa que había llevado para el campamento.

“¡Mira!” Oikawa la desenvainó, mostrando su fina hoja y los exquisitos detalles en el mango.
“¿Te la regalaron?” preguntó, a la vez que recibía la espada de sus manos. En su posesión, fue más sencillo para ella notar el impecable trabajo del herrero detrás de aquella katana.
“¡No, fue la magia HiME!” afirmó él. “Apareció frente a mí cuando más la necesitaba.”
“…Curioso.” Eureka se llevó una mano al mentón, pensativa. “No te conté porque me distraje, pero ahora tengo una capacidad adicional.”

“¿Cuál?”
“Velocidad.”
“¿Surgió en la batalla del sábado?”
“Sí. ¿La espada cuándo salió, en tu caso?”
“En la tarde.”
“…” Eureka tuvo la intención de que la sinapsis de sus neuronas diera resultados. Pero el cansancio y la flojera primaron sobre todo, y optó por dejar a un lado ese asunto. “Ah… luego nos preocupamos por eso. Es algo positivo, así que tampoco debemos de darles muchas vueltas.”
“¡Mm, mm!”

Junto con la desaparición de Morgana, la lista de misterios cada vez aumentaba más y más.







Ese idiota lo tenía hasta la coronilla.

Era insoportable, arrogante, roncaba en decibeles difíciles de llegar para los humanos e INCLUSO tenía… el descaro de retarlo a un juego de mahjong para resolver el tema de su petición.

“Dejaré que retomes tus actividades como solista solo si me ganas,” le había dicho, con esa sonrisa desagradable y confiada en su rostro.

HiMERU había esperado llegar a un acuerdo civilizado con él: su charla del sábado había sido un buen indicio de que tal vez Rinne Amagi tenía aún algunas neuronas restantes luego de incontables tardes en el pachinko. Lamentablemente, había sacado conclusiones precipitadas: el pelirrojo estaba empedernido en hacerle la vida imposible. Primero, siendo su líder; luego, siendo su compañero de cuarto y, ahora, siendo un completo dolor de cabeza.

“…” HiMERU observó las fichas de mahjong en el tablero y se aguantó las ganas de suspirar. Su suerte —y comprensión del juego— no eran tan terribles como las de Niki, pero no significaba que estuviera más cerca de ganar.
“¡Y… trece huérfanoooos!” anunció Rinne, volteando sus fichas y mostrando su jugada perfecta. El grito ahogado de Niki a su lado y el suspiro pesado de Kohaku fueron reacciones que él habría manifestado, también, de no ser por su intensa sed de homicidio.

Y las apariencias que debía guardar, claro.

“Estás acabado, Niki~ Y ahora, como se estipuló al inicio del juego, ¡darás inicio al tan ansiado striptease que nos debes~! ¡Que se saque todooo, todooo!” canturreó Rinne, emocionado.
“¿¡N-NOOOO!? ¡NUNCA ACCEDÍ A ESO! ¡NO VOY A—!” Niki se vio interrumpido por su amigo.
“Niki, en serio. No eres una doncella virginal. ¿Qué te cuesta mostrarnos tus—?”
“Esto es ridículo,” comentó HiMERU, observando disgustado el espectáculo que sus compañeros de unit andaban armando. Rinne se había movido de su silla para intentar sacarle el polo al cocinero.
“Opino lo mismo,” lo acompañó Kohaku.
“¿Es que no les da asco comportarse así en público? Shiina, estamos en tu trabajo part-time.”
“¡YO NO ESTOY HACIENDO NADA! ¡RINNE-KUN ES EL QUE ME QUIERE DESVEST—!”
“No te haría nada si te sacaras la ropa y me hicieras cas—”
“¡En serio!” Niki se zafó, empujándolo a un lado. “¡Ya llevamos más de medio año pasando varias tardes a la semana aquí! ¡Deberíamos buscar otro lugar para las reuniones!”
“Pero Cinnamon es un sitio agradable,” comentó Kohaku.
“Mm, HiMERU también piensa igual.” HiMERU asintió, con una pequeña sonrisa en los labios.
“¡Exacto, exacto~! ¡No soy el único que piensa eso!”
“Qué terrible es la influencia de Rinne-kun en la gente.” Niki suspiró.
“Cinnamon queda cerca de ES y es el lugar donde la gran mayoría de nuestros colegas se reúne,” dijo Rinne. “¿Por qué deberíamos buscar otro spot, eh? Además, sé que todos lo hacemos por ti, Niki.”
“¡Eso suena más bondadoso de lo que realmente es!”
“Pero sí lo es. Es más sencillo para ti llegar a tiempo a las reuniones si las hacemos aquí.” Kohaku le sonrió.
“Mm… Es cierto.” Niki se mostró pensativo —y hasta enternecido, por unos instantes—… hasta que recordó su enojo. “¡Igual! ¡No me van a convencer con sus ojos tiernos y sus comentarios considerados! ¡Mi jefe se queja día y noche de ustedes!”
“Pero aún no nos bota, porque le conviene. Atraemos mucha clientela.”
“HiMERU lamenta darle la razón a Amagi, pero sí es cierto que… hay más clientela de lo usual desde que empezamos a reunirnos aquí,” dijo, observando las mesas a su alrededor.

Muchas de las fans de los idols de Ensemble Square se habían enterado de lo sencillo que era encontrarse con ellos al visitar Cinnamon, aquel café donde trabajaba Niki. El tip lo había dado un idol novato de la generación nueva de trainees que, curiosamente, también era un fanático obsesionado con las celebridades y, en especial, los idols de ES. Irónico, tomando en cuenta que pronto formaría parte de aquel grupo.

“De todas formas, ¡deberíamos buscar otro punto de encuentro!”
“Podría ser tu departamento, Niki,” sugirió Rinne, sonriendo de lado. “Si tanto insistes en ello.”
“¡NO!” fue la respuesta tajante del peligris. “¿¡PARA QUE ME LO DESBARATEN!? ¿¡ASÍ COMO HACEN CON CINNAMON!? ¡¡¡NOOO!!!”
“Cualquiera que te escucha, pensará que eres el dueño del local. Kokoko~” Kohaku rio.
“¡No puedo creer que Rinne-kun les ha pegado todas sus tácticas de bullying!” se quejó Niki, indignado.
“A HiMERU no lo metas en el mismo saco que a Amagi, Shiina.”
“Awn. Y yo que pensaba que ya nos estábamos llevando de maravilla, Merumeru~”
“Lo haríamos, si respetaras la decisión de HiMERU de retomar sus actividades de solista.”
“Ahh. No, no puedo.” Rinne sonrió. “Les dije a todos desde el inicio: somos una unit, ya no hay espacio para eso.”
“Y HiMERU no respetará tu orden. HiMERU debe continuar como la estrella del proyecto solista al que pertenece. Medio año ha tolerado tu mediocre liderazgo, pero—”
“¡¡¡AAAAAAHÍ ESTÁAAAAAAAAAS!!!”

HiMERU maldijo internamente ante aquel grito desatinado que interrumpió su conversación. Al girarse todos, encontraron que había surgido de un pequeño chico pelirrosado que se acercaba hacia ellos con pasos fuertes y decididos.

No demoró en reconocerlo: era Tori Himemiya, miembro de Fine, unit que acababa de debutar hacía una semana. Aunque, en teoría, eran novatos por el poco tiempo de actividad que presentaban, la prensa y los fans los trataban como veteranos, al ser la unit de Eichi Tenshouin, famoso idol y el presidente de la alianza de agencias detrás de Ensemble Square.

Extraño. ¿Qué quería un chico de aquel círculo con la gente que se juntaba en Cinnamon? Hasta HiMERU no le veía sentido a ello.

“¡AL FIN TE ENCONTRÉ! ¡Sabía que Crazy:B se juntaba en este lugar! ¡Ahora deberás contarme todo con lujo de detalles… Rinne Amagi!”

« Last Edit: May 15, 2024, 07:32:39 AM by Eureka »


Kana

Borro porque estaba feo
« Last Edit: August 30, 2022, 08:47:09 PM by Kana »


Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

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Sayi :: 0 palabras
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Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Eureka

Lo he escrito en una hora y media no sé como no pregunten AJSDKLAsDK

Ojalá algun dia topes


59.3




“¿Te perdiste en el camino al kínder, pequeño?” mencionó Rinne.

Aunque Tori le llevaba altura al estar parado, la mirada intimidante de Rinne lo obligó a retroceder un par de pasos.

La reputación de Crazy:B dentro de Ensemble Square no era muy positiva del todo: se escuchaban historias de terror acerca del terrible manejo de su líder, de su falta de profesionalismo y de sus delirios de grandeza. Y eso no era ajeno para el pelirrosa: al ser parte del círculo íntimo de Eichi, estaba enterado de todo con lujo de detalles. Rinne Amagi podía ser el payaso más gracioso del circo o un bribón temible dependiendo del día y de su estado de ánimo. Por supuesto, su unit hablaba positivamente de él, pero el resto de gente que había tenido un contacto directo con el líder de Crazy:B, decía lo contrario.

O tal vez habían excepciones: el tal HiMERU parecía estar siempre en desacuerdo con su líder, aunque nunca vociferaba su discordia.

“Amagi, no seas grosero,” lo corrigió HiMERU, y Tori agradeció en silencio el gesto. Su orgullo le impedía hacerlo público, por supuesto.
“Ehhhh, ¿cuándo te convertiste en mi mamá, Merumeru?” le reclamó Rinne. “Aunque no tienes instintos tan maternales. Me venderías al mejor postor si eso te da una ganancia a cambio,” lloró, abrazándose a sí mismo con un llanto fingido.
“…” HiMERU solo suspiró, resignado. “Himemiya. Intuyo que estás aquí por un motivo en especial.”
“¡…SÍ!” afirmó Tori, de nuevo concentrado en sus propios objetivos. “¡Amagi sabe sobre el paradero de mi hermano! ¡Yo lo sé!”
“¿Tu hermano?”
“Ramuda Himemiya,” comentó HiMERU.
“¡AH! ¡El diseñador de modas!” anunció Niki, emocionado.
“¿Cómo te acuerdas de él, Niki-han?” Kohaku se veía muy confundido.
“¡Me regaló una paleta!” anunció Niki, muy feliz. “Los bolsillos de sus chompas siempre son muy largos y tiene dulces por todas partes~”
“¡Entonces sí saben dónde está!” afirmó Tori. “¡Llévenme con él!”
“Ah… no creo.” Niki sonrió, un poco incómodo. “Eso que dije fue por las veces que me he encontrado con él. ¡Pero no tengo idea de su paradero!”
“Yo tampoco,” contó Rinne. “Y creo que Kohaku-chan y Merumeru están en las mismas.”
“Mm,” fue la respuesta escueta de HiMERU.
“La verdad, ni lo ubico muy bien que digamos, lo siento.”
“¡No importa! ¡No me voy de aquí hasta que me den información!” insistió Tori, a punto de hacer berrinche.
“Jala una silla y cuéntanos qué pasa, Tori-chan~” canturreó Rinne. “Porque como te habrás dado cuenta, nadie te entiende ni pito de lo que hablas.”
“…” HiMERU se llevó la mano a la frente.
“Así lo vas a espantar, Rinne-han.”
“Kyahaha~ ¿Solo por decir un par de groserías? Dudo que eso lo asuste.”
“…” Tori cargó una de las sillas libres de la mesa contigua y la colocó entre la de Rinne y la de Kohaku, en una esquina de la mesa de Crazy:B. “Okay.”
“Tenemos un miembro honorario hoy, queridos amigos,” anunció Rinne. “Por favor, sean cordiales y amables con él~”
“Te ayudaremos, Tori-kun,” ofreció Niki, con una sonrisa. “Pero Rinne-kun tiene razón, sería bueno que nos cuentes qué pasó. ¿Hace tiempo que no ves a Ramuda-kun?”
“…” Tori quiso rehusarse a tratar con él, pero suspiró, resignado. “Debo estar muy desesperado como para pedirle ayuda a ustedes, ¿no?”
“Pues… no te lo niego. Pero tomando en cuenta de que de seguro lo hiciste porque has escuchado de mi amistad con Ramuda-chan… no puedo culparte~” Rinne esbozó una sonrisa. “Ahora sí, ¿nos cuentas?”
“…” HiMERU se levantó de la mesa de un momento a otro. “Disculpen, pero HiMERU no tiene tiempo que perder. Esta reunión es completamente innecesaria si hoy no podrá resolverse el tema de su petición.”
“Merumeru, ¿dónde quedaron tus modales?”
“…” HiMERU agachó la cabeza, excusándose en silencio.

La mesa se confundió al ver como, en el transcurso de unos segundos, el peliceleste vio algo a lo lejos que lo motivó a retomar su asiento.

“¿…No que te ibas?” preguntó Rinne, arqueando una ceja.
“…HiMERU prefiere quedarse. Hace mucho sol.”
“Bueno, es cierto, hoy ha salido muy fuerte,” le dio la razón Niki. “Raro, porque ya estamos otoño.”
“Mm.” HiMERU alzó levemente la cabeza para ver detrás de Rinne. Suspiró, aliviado, y se cruzó de brazos. “En fin. Disculpen a HiMERU. Pueden seguir charlando.”
“Ooooookaaaaay, haremos como que no vimos nada~” canturreó Rinne. “Y, Tori-chan, ¿nos cuentas?”
“¡CIERTO!” gritó Tori, recordando el motivo de su presencia allí. “Lo siento, son tan extraños que a veces me quedo mirándolos y pensando: ‘Wow, cierto que estos raritos están también en ES’.”
“Estos raritos le dan de comer a tu líder, gracias.” Rinne sonrió de lado.
“¿¡CÓMO TE ATREVES A HABLAR ASÍ DE EICHI-SAMA—!? ¡¡LE CONTARÉ LO QUE HAS DIC—!!”
“Ah, ahora soy yo el que interrumpirá todo esto, disculpen.” Kohaku se levantó de su sitio, y le sonrió a su unit. “Ya vuelvo.”

Rinne, Niki y HiMERU hicieron caso omiso a las quejas y griteríos del hermano de Ramuda para darle prioridad a la escena a unos metros de allí: en la puerta de la cafetería, Kohaku saludaba a dos personas que uno de los miembros de Crazy:B nunca había visto en su vida: un joven alto de cabellos castaños y actitud confianzuda y una chica bajita de mirada cansada. Antes de que HiMERU pudiera seguir espiándolos, los dos extraños ingresaron al local y caminaron frente al menor, quien no tuvo de otra que indicarles la ubicación de la mesa de sus amigos.





“Oh, ¡Eureka-chan!” Rinne la saludó, ignorando el berrinche de Tori a su lado. “¿Qué te trae por aquí? Intuyo que ese es el tío de nuestro hijo~”
“Con nuestro te refieres a…” empezó Niki, inseguro.
“Niki, si no quieres admitir la paternidad de tu bebé, Merumeru y yo nos haremos cargo de él. ¡Yo sabía que lo ibas a negar! ¡No quieres formar una familia a diferencia de nosotros!”
“¿Pero no son dos papás? ¿Por qué tendría tres?” La confusión de Niki quedaba muy clara en su tono de voz y su mirada perdida.
“¿Porque somos una trieja?”
“…” HiMERU se llevó, por enésima vez en el día, la mano a la frente. “Disculpen a Amagi. Es una vergüenza compartir con él.”
“A-ah…” La chica negó con la cabeza, sonrojada. A su lado, el otro desconocido también se veía igual de colorado e idiota que ella. “N-no hay… problema.”
“…” Rinne arqueó una ceja. “¿Qué pasa aquí?”
“¡NADA!” gritó la joven. “D-digo. Nada.” Sonrió. “Mi nombre, como dijo Rinne, es Eureka. Eureka Suoh. Este bueno para nada es Tooru Oikawa, el tío de Kohaku.”
“¡Bueno para nada!” se quejó Oikawa. “¿Qué reputación tendré ahora frente a…?”
“…” Eureka lo codeó. “Cállate.”
“¡P-PERO!”
“¡BASTAAAAAAAAAAAAA!” el grito ensordecedor de Tori los hizo saltar a todos. “¡SARTA DE IDIOTAS! ¡SABÍA QUE NO PODÍA CONTAR CON USTEDES! ¡¡¡NO HACEN MÁS QUE DISTRAERSE Y HABLAR Y HACER BROMAS SEXUALES Y—!!!”
“…Pero si nosotros recién llegamos,” contó Oikawa, confundido. “Y no sé quién eres, chiquito.”
“¡DEJEN DE LLAMARME ENANOOOOOOO! ¡TENGO 19 AÑOS! ¡SOY INCLUSO MAYOR QUE ÉL!” Tori señaló a Kohaku. “¡ESTOY HARTO DE QUE ME SUBESTIMEEEEEEN!”
“Niki, traele un milkshake, por favor,” le rogó Rinne. “Porque si no calmamos a la bestia, ahora sí nos van a botar.”
“¡CORRIENDO!” anunció Niki, y se levantó de su sitio en un santiamen. En el camino a la barra, se ajustó de nuevo el mandil que había dejado colgado en el respaldar de su silla.
“Mira, Tori-chan, yo quiero mucho a Ramuda-chan y por eso te voy a invitar ese milkshake. Pero necesito que cooperes. No eras la prioridad de esta reunión y HiMERUcchi tenía razón cuando hizo su berrinche de querer irse.”
“No fue berrin—” HiMERU se aguantó las ganas de rodar los ojos. “Oikawa mayor, Suoh, pueden tomar asiento con nosotros si gustan.”
“…” Los dos saltaron en sus lugares.
“¿N-No interrumpimos nada?” preguntó Oikawa, sonriendo como estúpido.
“No, claro que no. HiMERU imagina que deben estar curiosos por la dinámica de grupo de Oikawa.”
“Wow. Es tan raro escuchar que alguien se refiera a Kohaku de esa forma,” comentó Eureka, confundida, mientras se acercaba donde Oikawa a jalar sillas de una mesa libre para llevarlas a la de Crazy:B. Una vez en sus agarres, las colocaron en la esquina entre HiMERU y Kohaku, y tomaron asiento.
“Por cierto, HiMERU se disculpa. No pudo presentarse antes,” dijo, al mirarlos. “Pero debe suponer que ya saben cuál es su nombre.”
“Mm.” Eureka asintió.
“Me alegro.” HiMERU les sonrió. “HiMERU está dispuesto a ayudarlos en lo que sea. Si necesitan más introducciones, puede presentar al resto.”
“Eh, qué amable, Ohime-sama~” canturreó Rinne. “Pero yo te ayudo con eso, no me gustaría que cargues con todo en tus hombros~”
“…Gracias, Amagi.” El tono sarcástico habló más por él que su sonrisa fingida.
“El que se acaba de ir es mi buen amigo Niki, aunque Eureka-chan ya lo conocía.”
“Mm. Él es amigo de Souji, al igual que Rinne,” le explicó la mencionada a Oikawa y este asintió.
“¿Souji? ¿Lo conoces, Tooru-chan?”
“¡Claro! ¡Es mi mejor amigo!”
“¿En serio? ¿De la universidad, supongo?”
“¡Exacto!” Oikawa sonrió. “Estudia con mi amigo de la infan—”
“¡YA ES SUFI—!” El grito de Tori se vio interrumpido por la cañita de milkshake que se manifestó en su boca gracias a Niki. “Wow, ¡es de fresa~!” canturreó, feliz.
“Gracias, Niki-han.” Kohaku suspiró. “Siento que te habrían despedido si no desactivábamos esa bomba a punto de estallar.”
“Dímelo a mí.” Niki dejó la cucharita del milkshake junto con una servilleta encima de la mesa y se dio la vuelta para retornar a su asiento. “Okay, ¿en qué estaban~?”
“HiMERU sugiere que resolvamos las dudas de Himemiya para que pueda irse en paz a su dormitorio lo más pronto posible.”
“¡Mm, mm!” Tori sonrió inocente, feliz de la vida con el milkshake en frente de él. “Ah, cierto, tengo que contarles.”
“Uh… disculpen, Eureka-han, Tooru-han. Esto no debió haber ocurrido, pero se escapa de mis manos,” susurró Kohaku.
“No te preocupes, Kohaku.” La joven le esbozó una sonrisa. “Vinimos de improvisto y hasta pensamos que no nos dejarías pasar. No te habríamos culpado si no lo hacías… quedamos a una hora y llegamos un poco tarde.”
“¡Mm, mm! Aunque yo quería conocer a tus miembros de unit. ¡Y tenía derecho de hacerlo! Después de todo, soy tu guardián~” se jactó el mayor, inflando el pecho.
“Fufu~” HiMERU soltó una risita. “HiMERU intuía que así era por el tema del permiso, pero le sorprende ver que alguien tan joven esté a cargo de Oikawa.”
“…Sigo sin procesar que hay gente en este mundo que dice ‘Oikawa’ para referirse a alguien válid—”
“EUREKA-CHAAAN”
“No, te equivocas, HiMERU-han. Tooru-han no me ha criado, es solo mi tío. Pero confío más en él que en mi mamá, mi papá o mi abuela, por eso le pedí que fuese mi guardián.”
“Mm, no hay problema en ello, Oikawa.” HiMERU le sonrió al menor de Crazy:B. “Entiendo que a veces los familiares más cercanos a nosotros no son nuestros padres.”
“Oi, oi, secretos en reunión es mala educación~” canturreó Rinne.

Sus ojos lloraban por piedad: al parecer, había intentado distraer a Tori durante aquellos momentos, pero se notaba que estaba a punto de llegar a su límite.

“BUENO,” empezó Tori, por centésima vez en esa tarde. “De seguro ya saben que hace poco, Fine debutó. Y fue todo un éxito.”
“Mm.” HiMERU asintió. “Se promocionó su debut por todos lados.”
“Sí, así escuché,” comentó Kohaku.
“Yo también,” dijo Eureka.
“¿¡Y NO TE HAS DADO CUENTA DE QUIÉN SOY!?” reclamó Tori, indignado.
“Sí lo noté, pero este café está lleno de idols,” explicó Eureka. “Ustedes están sentados aquí, y por allá está el dueto Re:Vale de lo más tranquilo, en otra mesa está Tatsumi Kazehaya, ese superidol de Reimei—”
“…” HiMERU saltó en su sitio levemente.
“¿Y? No te has sentado con ellos.” Tori la miró con recelo.
“Ah…” Eureka sonrió, un poco irritada. “Es que no soy muy fan de tu unit, disculpa.”
“¡¿CÓOOOOMOOOO VAAAAS A DEC—?!”
“Tori-chan.” Niki suspiró. “No te distraigas. ¿No es más importante tu hermano?”
“¡Claro que sí! ¡Pero no voy a permitir que chusma como esta hable mal de mi unit!”
“¡Pero no dije nada malo de Fine!” replicó Eureka, indignada.
“¡Pero no eres nuestra fan!”
“¡Y tampoco lo soy de Crazy:B y no los ves quejándose de eso!”
“Ouch, eso dolió, Eureka-chan.” Rinne se llevó la mano al pecho. “Ya me había dado cuenta de eso, pero eso me da curiosidad. Entonces, ¿qué idol sí te interesa? Aparte de Mama. Porque ese te interesa de todas las formas—”
“¡RIIIIIINNEEEEEEEEE!” Eureka se aguantó las ganas de abalanzarse a estrangularlo.
“¿…Cómo así, Rinne-chan?” preguntó Oikawa.
“Ah, no, yo no cuento los secretos de una dama~” canturreó el pelirrojo. “Pero bueno, sigamos escuchando a Tori-chan.”
“¡Pensé que ya se habían olvidado de mí!”
“…” se escuchó el suspiro pesado de HiMERU.

Esa tarde, a ese paso, sería eterna.

No cabía duda de ello.

« Last Edit: May 15, 2024, 07:33:32 AM by Eureka »


Cho

Uhh estoy tarde. Luego edito.

106.1.




Era el viernes de una semana que se había sentido extremadamente larga. Precisamente por ello, Taikogane caminaba agotado por el pasillo de su colegio camino a su clase. Sora le hacía compañía quien, a diferencia del peliazul, se encontraba tan atento y curioso como siempre.

“Hoho, ¿estás bien, Sada-chan?” le preguntó.
“Ahh… sí, supongo, sólo no puedo esperar a que se acaben las clases…” dijo desanimado.
“Hm, pero si el día acaba de comenzar…”
“No me lo recuerdes, por favor…”
“¡Eso no está bien, Sada-chan! ¡Necesitas una actitud más positiva!” exclamó y Sora pasó a sonreír y apuntar ambos índices en los extremos. “¡Tienes que sonreír! ¡Haha, una sonrisa te dará toda la energía que necesitas!”
“Ehh…” el peliazul sonrió incómodo. “Qué bueno sería que fuera cierto.”
“¡Lo es si quieres que lo sea!” asintió dos veces. “¡Hmhm, Sora te lo asegura!”
“Aunque es verdad que no puedo mostrarme así,” Taikogane llevó una mano a su mentón. “Hm, Micchan siempre se ve tan profesional y animado y listo para enfrentarse a lo que sea,” pasó a hacer sus manos en puño y alzar su mirada con inspiración. “Él es tan cool en todo lo que hace así que debo seguir su ejemplo y ser tan cool como él.”
“¡Sí, Micchan es una gran inspiración para ti, Sada-chan! ¡Hehe, tal y como maestro y senpai lo son para mí!”
“Tienes razón, tenemos que dar lo mejor de nosotros,” declaró sonriente y determinado.
“¡Sí!”
“Heh, gracias por los ánimos, Sora. Puede que ser un idol realmente sea lo tuyo.”
“¡Un idol que hace sonreír a los demás! ¡Sora está feliz por el reconocimiento!”
“Pero en verdad es raro,” Taikogane volvió a pensar ensimismado “Ha sido una semana muy larga y recién estamos a inicios de semestre. Incluso la llegada de nuestros nuevos compañeros de clases se siente que fue el siglo pasado. Me alegro que pronto me graduaré del colegio y podré estudiar en la misma universidad que Micchan, pero casi temo que a este ritmo nunca llegaremos a ese futuro…”
“Hoho…” Sora le miró con curiosidad. Entonces, oyeron otra voz.
“En vez de quejarte que pasa mucho tiempo y no sucede nada, sería bueno que hagas algo para variar,” observó Hakata, quien les había dado el alcance, recién llegando.
“Eh…” Taikogane se incomodó.
“¡Hakata, buenos días!” le saludó Sora, efusivamente. “¡Me sorprende que no estés esperándonos en el salón!”
“Sí pues, anoche casi me amanecí terminando una tarea de la universidad y me quedé dormido,” dio un suspiro. “Ah, menos mal pude llegar apresurándome.”
“¡Muy bien trabajo! ¡Sora sabe que te esfuerzas un montón, pero recuerda dormir más!”
“No es que no quiera hacer nada, Hakata, es que no hay nada interesante que hacer,” se lamentó Taikogane. Se encogió de hombros. “No todos somos estudiosos como tú ni tenemos esa inclinación. Y sí cumplo con mis clases y cosas así, pero hacer más de eso sería uncool.”
“Ignorando el hecho que llames a gente como yo uncool…” Hakata le restó importancia, ya acostumbrado a la simpleza del peliazul. “Está el equipo de kendo entre otras cosas a las que podrías inscribirte. Creo entender que ese mismo club es reconocido a nivel nacional y si destacas bien podrías recibir paso a la categoría de la universidad desde ahora.”
“¡Oh, kendo suena cool!” se emocionó y entonces se detuvo. “Hm, pero ya entreno con Micchan cuando él tiene libre. No es una mala idea, Hakata, pero supongo tampoco es lo mío.”
“Comienzo a sospechar que lo tuyo es divertirte y no disciplinarte a nada,” Hakata negó y le apuntó con un índice. “Estamos prontos a graduarnos. ¿Acaso no te has puesto a pensar qué deberías estudiar y qué serás de adulto?”
“Eh…” volvió a incomodarse y desvió su mirada. “Prefiero no pensar en eso…”
“Huhu…” Sora le observó ladeando la cabeza.
“Por mi parte, mantengo un buen rendimiento en mis clases universitarias y en las de aquí, además de continuar con los trabajos relacionados al proyecto de sistemas expertos de Yagen-nii,” declaró Hakata, con el pecho lleno de orgullo y autosuficiencia. “Todo ello es apenas el inicio de mis distintas ambiciones académicas, pero ha sido una semana muy productiva.”
“Eh, verdad que andas trabajando con ese hermano tuyo,” Taikogane se extrañó. “¿Todo bien con eso? Tantas veces he oído a Fudou y Gotou quejarse de él que no sé qué pensar.”
“Suena a que no conoces a Yagen-nii,” Hakata se confundió. “Pues sé que ellos andan con sus líos, pero en el ámbito académico es evidente que Yagen-nii es un genio, ¡y como el otro genio de mi familia es un gran ejemplo a seguir!”
“¡Haha, Sora está feliz que hayas podido colaborar con él, Hakata! ¡En verdad lo esperabas!” Sora se puso frente a sus dos amigos. Para variar, se le vio serio y decidido. “Ahora nada más de discusiones, ¿está bien? Los dos son muy diferentes pero muy decididos e inspirados por sus metas,” volvió a sonreír. “¡Empecemos un día lindo de paz y démosle la bienvenida al fin de semana de la mejor manera posible!”
“S-sí…” Hakata alzó una ceja.
“¿Estás bien, Sora?” preguntó Taikogane, confundido.
“¡Estoy bien si ustedes lo están! ¡Sigamos!”

Siguieron su camino al salón y al llegar notaron que Hyuuga yacía parado frente a los ventanales del salón, acompañado de Shiro y Kuro como siempre. Sora se apresuró a dejar sus útiles en su pupitre y se les acercó de inmediato.

“¡Buenos días!” les saludó efusivamente. Ello hizo que los tres se voltearan.
“Ah, buenos días, Sora-kun,” le saludó Hyuuga, con una sonrisa amable.
“Buenos días…” dijo Shiro, haciendo una leve y torpe reverencia. Kuro asintió.
“¡Hihi~ parece que la vista les ha gustado mucho! ¡Sora puede ver un color muy lindo en ustedes!” continuó el alegre rubio.
“Podrías decirlo,” Hyuuga sonrió con torpeza y llevó una mano al borde de sus labios para parar una leve risita que no se dio. Volvió a mirar hacia el cielo. “Más bien es la realización que comienza otro día más lleno de posibilidades, o en lo más mínimo, un día placentero, en el cual, si decidimos observar, ubicaremos la dicha de estar con vida.”
“Hoho…” Sora se quedó anonadado.
“Pues…” Shiro sonrió incómodo y decidió traducir. “Estamos felices de estar aquí hoy y tener otro día más entre todos, ¿no es así, Sora-kun?”
“¡Sí, Sora comprende!” sus ojos se iluminaron y asintió decidido. “¡Estoy de acuerdo!”

Hakata los observó y sonrió de lado, no sorprendido de esas palabras de aquel peligris. Fue entonces que notó cómo Taikogane a su costado rodó sus ojos y volvió a frustrarse de sobremanera.

“¿Qué es esta vez?” le cuestionó el cuatro ojos, impaciente.
“…no entiendo cómo ese chico siempre anda diciendo esas cosas etiquetosas o de gente anciana. Estamos comenzando clases en el colegio, ¿de qué se alegra…?” dijo en voz baja y torturado. Taikogane se agarró su cabeza con ambas manos. “Ahh… quiero dormir…” entonces vio cómo, para no variar, el silencioso Kuro le miraba con fastidio y ojos gélidos y penetrantes. “¡Ihh!”
“Y luego te preguntas por qué te mira así…” Hakata negó frustrado y se encogió de hombros. “Ah, y cualquiera diría que yo debería ser el más inmaduro aquí por mi edad…”
“Oh, ¿sucede algo?” preguntó Hyuuga, confundido. “Taikogane-san, ¿te sientes bien? Te percibo más desanimado de lo usual.”
“Eh, ¡n-no, no es nada!” este sacudió sus palmas apresurado. Dio un suspiro y le miró con reproche. “Sólo me pregunto qué comerás para andar todo el tiempo tan formal…”
“¿Qué… comeré?”
“Ay, y no puedo creer que lo hayas admitido,” Hakata se dio un facepalm.
“Sada-chan, compórtate, hay que comportarnos con los demás,” afirmó Sora.
“Hehe,” por su parte, Hyuuga se vio entretenido. “No se preocupen por mí. Taikogane-san no me ha faltado el respecto. Aprecio su honestidad. Debería decir que sus palabras han resultado iluminadoras.”
“¿Qué?” Taikogane frunció su ceño, visiblemente extrañado.
“Se dice que la nutrición personal define mucho más que nuestra apariencia o salud, o más bien, los efectos en la misma son extremadamente variados,” observó con una mano en su mentón. “La alimentación en muchos casos contribuye a la manifestación de enfermedades hereditarias, algo por lo cual deberíamos preocuparnos, aunque a su vez no todos conocen su composición genética, y está el argumento del genoma humano sobre si las personas tienen el derecho a decidir si saber o no saber…”
“Eh…”
“Y por supuesto, no puedo olvidarme de la microbiota en nuestro sistema digestivo, la cual se dice tiene un gran impacto en nuestro comportamiento,” continuó, asintiendo. “A su vez, sin enfocarnos en los otros organismos vivos dentro de nosotros, una dieta balanceada con los suficientes nutrientes para nuestras distintas necesidades es algo que se toma por sentado y a lo cual no le damos la suficiente atención. Hmm… hace poco leí un estudio científico preocupante que demuestra la poca consciencia que tenemos y los efectos negativos que ignoramos sobre este mismo tema…”
“Ehh…” Taikogane palideció, completamente perdido.
“Por eso mismo me has hecho entender que sí debo prestarle atención. Será que todos necesitamos un recordatorio y otro punto de vista para hasta internalizar conceptos ya conocidos por uno mismo, por lo cual te agradezco, Taikogane-san,” sonrió con humildad.
“¡N-no, espera!”
“Ese artículo científico suena interesante…” Hakata se puso a pensar. “Hyuuga-kun, si todavía lo tienes por ahí, ¿podrías pasármelo por favor? Siempre sospecho que Gotou-nii no se preocupa por lo que come así que ahora tendría pruebas irrefutables para que le dé atención.”
“Ah, sería un placer, Hakata-kun,” Hyuuga asintió gustosamente. “Luego de que lo leas, me haría feliz si pudiéramos dialogar al respecto.”
“Heh, claro, con mucho gusto.”
“Uhh…” Taikogane casi sintió a su microbiota patearle el estómago por dentro.
“Ahora comenzamos con clase de biología, ¿no es así? Podríamos darle el tema a la profesora a ver si todos podemos dedicarle una debida meditación…”
“¡Y-ya suficiente, por favor!” suplicó el peliazul. “¡A eso no me refería! ¡Quiero decir que estoy agotado mentalmente como para escuchar palabras así en la mañana, Hyuuga!”
“¿Será que no desayunaste bien?” preguntó el peligris, curiosamente. “Ese mismo artículo describe la falta de concentración mental como uno de los principales síntomas de una alimentación deficiente…”
“¡Ya basta con la alimentación, por favor!”

Los demás se vieron entre perplejos y entretenidos por la conversación de los dos. Era curioso que Hyuuga, a pesar de poseer características que exasperaban al extremadamente honesto Taikogane, no se incomodara por sus comentarios con poca delicadeza. Más bien, el hecho que Hyuuga fuera el que accidentalmente fastidiara al otro resultaba casi refrescante.

En poco tiempo, la campana sonó y la maestra se apareció. Sin embargo, no vino sola, ya que era acompañada de un joven pelinegro de ojos rojos. Este tenía cabellos lacios y cuidosamente nivelados que le llegaban al mentón, además de un semblante serio, tranquilo e inmutable. Sin embargo, sus brillantes ojos escarlatas y decidida atención de los mismos resultaban algo desconcertantes para algunos.

“Buenos días a todos, como pueden ver, tenemos a un nuevo compañero,” dijo amablemente, para dirigirse al mismo. “Adelante, puedes presentarte.”
“Sí…” asintió sin despegar su mirada del salón y dio un paso adelante. “Mi nombre es Onikiri. Prometo que seré un buen compañero para ustedes. No obstante, es mi deber informarles que soy un Rebel, por lo cual, puede estar en su mejor interés no socializar conmigo. Mucho gusto.”

El casi inexistente murmullo entre los estudiantes se calló por completo por dicha honestidad. La impresión tajante de ese nuevo chico se intensificó, por más que pareciera unos años más joven que la mayoría.

“Ehh, su compañero sí es un Rebel, pero les aseguro que no tienen que preocuparse por ello,” concluyó la maestra, sonriendo incómoda. “Él proviene de una familia allegada a Rizembool con prestigio, por lo cual confío plenamente en él,” pese a sus buenas intenciones, fue evidente que aquel dato sirvió para alertar más a todos. “Ehh…” escaneó rápidamente el salón hasta ver una cara curiosa. “Ah, Harukawa-san, ¿podría hacerme el favor de guiar a Onikiri-san durante el descanso? Él todavía no conoce las instalaciones.”
“¡Hai! ¡Con mucho gusto!” Sora alzó su mano y se puso de pie.
“Maestra, le aseguro que no es necesario,” dijo Onikiri, negando.
“Ah, siendo ahora un estudiante no tan nuevo, quisiera ayudar con dicha labor,” Hyuuga sonrió intrigado y también se levantó, para hacer una reverencia. “Onikiri…san, ¿no es así? Mi nombre es Hyuuga Masamune. Te doy la bienvenida a nuestro salón.”
“¿Masamune?” finalmente, Onikiri se vio impresionado.
“El descanso será un buen momento para dialogar, espero no haya problemas.”
“Eh, n-no, si insisten…” dijo algo incómodo y terminó asintiendo con torpeza.
“…” Taikogane alzó una ceja. Era extraño que dicho frío Rebel se impresionara tanto por el peligris. De nuevo pensó en esa idea que había tenido sobre este siendo algún tipo de overlord. En fin, no era un tema que le correspondía…
“Me alegro,” Hyuuga asintió y miró a Taikogane, con la mejor de las sonrisas. “Taikogane-san fue quien me dirigió a mí el primer día, su ayuda sería de lo más apreciada.”
“Espera, ¿qué?” este se despertó bruscamente y sacudió su cabeza.
“¡Haha! ¡Esta es una buena oportunidad de conocer a un amigo, Sada-chan!” exclamó Sora, asintiendo. “¡Sí, Sora lo aprueba!”
“Oigan, no estoy aquí para hacer amigos…” Onikiri se impacientó un poco.
“Ya que, yo me apunto también, puede ser interesante,” dijo Hakata, tranquilamente.
“¡Oye!” Taikogane se sorprendió.
“Muchas gracias a todos, aprecio el ofrecimiento,” dijo la maestra. “Onikiri-san, por favor tome el asiento disponible detrás de ellos.”
“Enseguida,” este asintió y caminó a su sitio.
“…” por su lado, Taikogane volvió a frustrarse por nuevamente tener su descanso atado a hacer algo que no quería.
“Maestra, si me permite…” comenzó Hyuuga.
“Adelante, Masamune-san, ¿qué desea?”
“Antes de la clase estuve teniendo una conversación iluminadora con Taikogane-san sobre el rol de la alimentación en nuestro organismo. ¿Podríamos ahondar en el tema durante la clase de biología?”
“Me parece bien, no tenía mucho planeado para hoy. Incluso podría ser un buen tema para un proyecto,” se vio satisfecha.
“Uhhh…” Taikogane soltó un leve alarido que pasó desapercibido. No podía estar teniendo una peor mañana… y de inmediato se aterró si es que andaba condenándose más por esas palabras.

Felizmente no ascendería a más. Sólo le tocaría aceptar su presente realidad.



Pasaron unas horas y llegó el descanso. Saki había estado incómoda por la reacción de Tsubasa ante su decisión, aunque luego de las primeras clases del día, su amiga había regresado a su actitud decidida y demandante de velar por ella como siempre. No le sorprendía mucho, aunque algo de ello no le convencía del todo.

“Imagino que sabes que no dejaré de reclamarte por tu decisión, Hanajima-san,” observó Tsubasa con el ceño fruncido, en lo que las dos y Gokotai almorzaban en sus pupitres en el salón. “Sin embargo, ya que eres también una HiME, me corresponde hacerte entender algunas cosas.”
“Supongo no podría evitar tus observaciones, Tsubasa,” Saki se encogió de hombros, rendida.
“Para empezar, ya no puedes desentenderte de las otras HiMEs en Hanasaki,” alzó su índice. “Ellas son muy unidas y se ayudan entre todas, lo cual es de vital importancia para nosotras dos también. Ellas van a tener una reunión mañana en la mañana por ser sábado para entrenar y es imperativo que las dos nos apuntemos.”
“¿Mañana?” Saki dio un suspiro. “Recién soy una HiME, es muy pronto para preocuparme por esas formalidades…”
“¡No lo es!” Tsubasa estampó sus palmas sobre la mesa, lo cual causó que Gokotai se estremeciera. “Ser HiME no sólo se trata de lo que quieras lograr con el rol. También tienes que ser muy responsable y atenderlo como se debe. ¡Es simple!”
“Asustas a Gokotai, baja la voz…”
“E-ehh, n-no se preocupen por mí, yo estoy bien…” dijo el chico, apuradamente y agitando sus palmas con leve incomodidad.
“Vaya, veo que quieres evadir la conversación a como dé lugar. Aun así, Gokotai-kun es un buen y sensato chico que estaría de acuerdo con mi parecer.”
“No lo tienes que meter en este asunto, Tsubasa.”
“P-pues yo…” el peliblanco se atrevió a hablar, cabizbajo. Ambas lo observaron. “…pienso que esto da mucho miedo. S-sé que no puedo decirlo yo porque no soy HiME, perdón, pero sí temo por ustedes y espero que estén bien…” levantó su mirada y observó a Saki con leve súplica. “Por eso, por favor, intenta conocer a las otras HiMEs, Hanajima-san.”
“…” Saki se frustró un poco y terminó por darle un par de palmaditas en la cabeza. Sonrió rendida. “Lo sé, no es que vaya a seguir negándome. Ahora sí que no tengo excusa de no ir.”
“S-sí…” le miró con curiosidad.
“Gracias por preocuparte por nosotras. Más bien, es una pena que tengas que hacerlo. Iremos en el mismo año, pero en edad somos tus senpais, y es reprochable que nos comportemos así.”
“No me parece que nos pongas en el mismo saco, Hanajima-san,” Tsubasa dio un suspiro.
“Puedes argumentarlo como gustes, pero no cambia el hecho que los demás se preocupen.”
“E-en verdad no se inquieten por mí o por otros, por favor…” dijo Gokotai, inquieto.
“Ya, tiene sentido, no lo puedo negar. Y por eso mismo es que mañana iremos a la reunión de las HiMEs y todas te conocerán ahí,” Tsubasa asintió y volvió a sonreír.
“Esto terminó dando una vuelta, ya veo…” Saki se lamentó. En eso, vio de reojo que alguien se acercó.

Los tres vieron a Mayu ingresar al salón. Esa ilustre chica curiosamente había podido pasar desapercibida luego de su primer día de clases hasta para incluso negarse cordialmente a las invitaciones de pasar el almuerzo con ellos. Por ello mismo, notar cómo se les acercó les resultó algo sorpresivo. La misma Mayu se veía algo reservada.

“Mayu-san, es un gusto verte por aquí, ¿necesitas algo?” preguntó Tsubasa, amablemente.
“No, estoy bien,” dijo tranquila. Ella desvió su mirada, algo insegura de sí misma. “Es sólo… quería decir algo, si es no está de más.”
“S-sí, no tendría por qué estarlo, eh,” Gokotai asintió. “Por supuesto.”
“Supongo puede haber muchos comentarios que estarían de más y la única forma de saber si lo están o no es escucharlos,” observó Saki, pensativa. “Parece que no tenemos opción.”
“Hanajima-san, no intimides a nuestra compañera,” observó Tsubasa, algo impaciente.
“Está bien, no es que me intimida, pienso que tiene mucha razón,” Mayu asintió. “Es sólo que…” miró fijamente a Saki. “…creo que ya todos se han enterado, cómo así eres una HiME porque quieres apoyar a Tsubasa-san.”
“…” ella asintió.
“Pues, no somos cercanas como para decirlo, pero…” asintió para sí, decidida. “Te admiro por eso, Saki-san. Tuviste la oportunidad de tomar esa decisión de velar por ella y lo aceptaste. No sé si será algo que otros vean como correcto o no… pero admiro lo que has hecho,” asintió y sonrió un poco. “Te deseo lo mejor, tú puedes.”
“Sí…” Saki se descuadró y avergonzó un poco. Dio un suspiro y sonrió rendida. “Muchas gracias, espero no estarte inspirando para hacer algo tan irresponsable…”
“Descuida,” Mayu negó tranquilamente. “Si es que fuera a hacer algo irresponsable no sería causado por ti. Sólo noto que valoras mucho a tu amiga. No lo sé, creo que lo comprendo mucho. Puedo sentirme identificada por ello.”
“Ya veo.”
“S-sí, puedo decir lo mismo…” Gokotai sonrió un poco. “Hehe, es verdad. Recuerdo que nos dijiste que quieres mucho a tus hermanas, eh… Mayu…” se avergonzó un poco por no dedicarle honoríficos, aunque sólo cumplía con el pedido de la chica. “Eso lo entiendo también.”
“Ay, ustedes…” Tsubasa se frustró. “Les ruego que sean responsables, por favor. No dejaré que nadie cometa imprudencias si puedo evitarlo. Mayu-san, me preocupa que no rechaces la idea de cometer una imprudencia.”
“Perdón, Tsubasa-san,” la chica cubrió su boca con una palma en un gesto de ahorrarse una risa.
“Para variar, es refrescante ver que alguien más te toma un poco el pelo, Tsubasa,” dijo Saki. Sí había sido un poco extraño oír esas palabras de Mayu, pero igualmente las apreció. Como ella misma dijo, se sentía comprendida…



En ese momento, a cierta distancia, había una persona en la azotea de un edificio cercano quienes les espiaba con unos binoculares.

“Hmm…” se le notaba altamente desinteresado. “Qué aburrido… así que me ha tenido que tocar al estereotipo de HiME más predecible del montón…” se fijó en Tsubasa dando un sermón a las otras chicas. “Una señorita perfecta, una que irradia un aura impecable y que todos escuchan con detenimiento y devoción… me revuelve el estómago…”

Hannya dejó de espiarla y se puso de pie. Miró al cielo despejado y sintió una leve brisa en lo que esperaba a que llegaran las ideas.

“Heh…” sonrió con maldad. “¿Podré hacerla yo menos repulsiva…?”




El descanso de Megumi se retrasó un poco. Debido a sus ausencias, el pequeño fue a la oficina de una profesora, quien le facilitó las tareas y el contenido de las clases de los días pasados.

“Nuevamente, si tienes alguna pregunta, no dudes en acudir a mí o a tus otros profesores,” dijo amablemente. “Todos estamos informados sobre tu trabajo como un joven Rebel y esperamos acomodarte en lo posible.”
“No tienen que tratarme distinto, está bien,” contestó el pequeño, inmutado.
“Fuera de nuestro trabajo en Rizembool, velamos por un joven como usted que se pone en tal riesgo. Puedo desconocer los detalles, aunque espero que se mantenga a salvo, Hanajima-san.”
“…” él asintió y desvió su mirada. “Si, tiene sentido.”
“Debe ser incómodo hablar sobre ello, así que no tenemos que hacerlo,” sonrió comprensivamente. “Puede ir a disfrutar de su descanso.”
“Igualmente, con permiso,” asintió y se marchó.

Sí era incómodo, pero fuera de ello, no había esperado que la profesora fuera honesta y directa en simplemente desearle bienestar ignorando todo lo demás. Realmente era difícil saber quiénes eran partícipes del complot de Rizembool de endiosar a los Rebels y, para variar, le agradaba escuchar palabras de alguien que no pensaba así, ni tampoco le juzgara por ello.

De repente, al llegar a las escaleras para descender, hubo una especie de sombra que se abalanzó sobre él y le jaló con tal de hacerle subir. Megumi se impresionó, aunque no reaccionó y se dejó llevar. Podría no haber ocurrido desde hace mucho, pero supo el motivo.

Una vez en la solitaria azotea de ese edificio, el pelinegro miró frustrado y perplejo al pelicenizo que lo había traído en contra de su voluntad.

“…” entrecerró sus ojos. “¿Se podría saber qué haces aquí, Imanotsurugi-san?”
“Hehe~ ¡hola Megumi!” le saludó efusivamente, con mucha alegría. “Siendo sincero, esperaba verte más sorprendido.”
“Espero no tener que repetirme…” dio un suspiro. “No tienes remedio alguno. Además, ¿por qué estás vestido del uniforme de este colegio? ¿Cómo lo conseguiste?”
“¡Le pedí uno prestado a Maeda-chan! Él no sabe por qué lo quería, pero sí le prometí que lo cuidaría mucho.”
“Imanotsurugi-san…”
“¿Por qué más vendría ahora?” preguntó tranquilo y distraídamente. Ensanchó su sonrisa. “Me escondo hasta que pases cerca y de inmediato te traje a un lugar vacío. ¡Obviamente vengo a visitarte!”
“Ello no significa que puedes infiltrarte al colegio en horas de clase. Nada te detenía de al menos esperarme al costado del portón a la salida, o algo igualmente sensato.”
“Sí, lo entiendo,” asintió un par de veces e hizo una v con sus dedos. “¡Entonces te prometo que la próxima vez te esperaré afuera!”
“Eh, no…” volvió a frustrarse y mirarle con reproche. “No te estoy invitando, por favor. Lo menos que quiero hacer es llamar la atención a los demás. También piensa que puedes meterte en problemas. Más de un estudiante aquí te puede reconocer y reportar.”
“Estará bien~”
“No tienes certeza de eso.”
“Y si no lo está ya veré cómo solucionarlo, no te preocupes,” le aseguró con una radiante sonrisa.
“…” ya ni tenía palabras para decirle.
“¡Oh, más bien, si llega ese momento de dificultad, tú puedes proteger a Rizembool del invasor!” exclamó inspirado y contento. “¡Eres justo el Rebel que responderá ante la amenaza!”
“…creo entender que tú eres el invasor y amenaza en ese escenario,” sintió un tic en el párpado.
“¡Hehe, pero yo estaré bien, y al mismo tiempo tú te harías una buena fama con los demás!” hizo sus manos en puños y luego el ademán de golpear el aire. “¡Todos andarían viéndote defenderles de mí y alentándote! ¡‘Pégale duro’ te dirían!”
“…” negó repetidamente.
“¡Pero así Rizembool estaría a salvo del impostor que lleva infiltrado dos días sin que nadie se diera cuenta!”
“¿Dos días?” se sorprendió.
“Eh, sí, es que parece que ayer no viniste, así que volví a intentarlo hoy,” sonrió incómodo.
“Imanotsurugi-san…” dio un pesado suspiro y caminó frustrado hacia las rejas de la azotea. “Comprendo que te encuentras aligerando la situación en un intento de animarme, pero no está funcionando. Me siento mentalmente cansado…”
“Oh,” el otro se detuvo y lo miró preocupado. El pelinegro se detuvo frente a las rejas para mirar hacia abajo y el pelicenizo de inmediato le dio el alcance. “Es cierto, si no viniste es porque seguro tenías cosas que hacer, tal vez algo relacionado a ser Rebel.”
“No necesariamente, pero tienes razón esta vez…” Megumi asintió y le miró de reojo. “Desde aquí todos te pueden ver.”
“Haha, creo que Maeda-chan sería el único que podría reconocerme con tanta distancia.”
“No sólo sería él. Tienes una apariencia muy distinguible.”
“¡Oh!” se agarró los cachetes. “¿Quieres decir que soy bonito~?”
“Imanotsurugi-san…” le miró con reproche.
“Perdón, no pude evitarlo~” el pelicenizo dio un respiro y sus buenos ánimos desistieron un poco. Su sonrisa se contagió de leve tristeza. “Tú no querrías ser un Rebel por tu propia cuenta. Creo que se me pasó esa vez, hace cinco años. Cuando me dijiste que tenía la opción de no ser Rebel… supongo que hablabas por ti también, ¿verdad?”
“…” asintió y miró hacia el resto del colegio frente a ambos. “Tu familia se sentó y decidió que tú no serías un Rebel, por lo cual te cambiaste de escuela a Hanasaki. Mi familia también se sentó y decidió lo contrario. Eso sería todo.”
“Uhh…” Imanotsurugi se afligió y bajó su mirada. “Nunca lo supe. Perdón…”
“Nunca lo dije tampoco…” se mantuvo inmutado. “Tal vez estuvo en mi responsabilidad decírtelo antes que lo averiguaras así, o no. Realmente ya no sé qué podría considerarse correcto o responsable,” desvió su mirada. “…si es que soy un Rebel…”
“No, no, tú no eres responsable del mundo entero,” el pelicenizo negó un par de veces y le sonrió con certeza. “Y esto puede tratarse de ti, pero tampoco nos debes tantas consideraciones. Decir estas cosas sensibles es peligroso y tú también tienes derecho a guardarte asuntos así. Aquí no importa lo que se considera correcto. Creo que eso es menos importante que los casos personales.”
“…” Megumi le miró con una ligera sorpresa.
“Lo siento mucho, Megumi, debes estar tan cansado y agobiado por todo y dudo ser capaz de ayudarte con eso, realmente quisiera,” Imanotsurugi sonrió apenado. “Pero es por eso que estoy aquí para verte. Si es que no puedo hacer nada, puedo al menos oírte.”
“No tengo nada que decir, mi mente está en blanco…” dijo inmutado.
“Bueno, si vas a ser así…” hizo un puchero y rápidamente regresó a sus grandes ánimos. “¡Entonces te haré hablar un poco, lo que sea para descargar tu mente! ¿Puedo preguntar sobre lo que hacías ayer? ¿Todo bien?”
“Ayer…” la pregunta era en pasado, pero en verdad el asunto continuaba. “Puedo comentarte al respecto, al menos algunos detalles. Sólo te pido que no lo divulgues a otros.”
“¡Claro, puedes confiar en mí~!” exclamó estirando sus brazos hacia arriba.
“Esto sonará muy extraño. Por más que sea una idea que tenía de hace mucho, todavía lo es para mí. Siento que cometo un atrevimiento que me supera en edad y sabiduría, pero…” Megumi llevó una mano a su mentón y se quedó cabizbajo, meditativo, algo impresionado por su realidad. “…ayer fui a conocer a una chica quien será mi Princess, una persona con habilidades similares a las mías y alguien que Rizembool no pensaba utilizar ni siquiera para eso. Por ser Rebel, tuve la posibilidad de pedir que le dejen libre a cambio de que sea mi Princess.”
“¿E-ehh?” Imanotsurugi se impresionó y dio un par de pasos hacia atrás. “¿Hablas en serio? ¿Fuiste a recoger a una Princess? ¿Convenciste a Rizembool de que lo fuera? ¡¿C-cómo así?!”
“…verte a ti tan en shock por mis palabras me hace entender que efectivamente es más que una imprudencia…” dio un suspiro. “Es una larga historia, pero creo que esa chica es una especie de experimento de Rizembool. No lo sé, sólo sé que era problemática por su difícil control de sus poderes, y pensé que podría darle una mano para que ya no esté encarcelada por ellos. He podido convencerles que le den una oportunidad, al menos de momento…”
“…” Imanotsurugi se veía sorprendido y asintió.
“Eso fue lo que hice ayer. Ahora que terminen las clases debo ir a visitarla, ojalá que todo siga en orden…”
“Sí, entiendo…”
“Ahora parece que eres quien no tiene palabras…”
“Eh, es un poco difícil de procesarlo, pero lo entiendo,” Imanotsurugi asintió y alzó su mirada, inspirado. “Lo haces para ayudarla, porque siendo Rebel es que puedes dar ese tipo de ayuda. Es algo que harías, Megumi.”
“…te debo sonar un iluso.”
“Ehh, pues, admito que me da miedo lo que me dices, eso que sea una persona que gente más experimentada que tú considere problemática y que tú no sepas sobre ella ni la conozcas, si no me equivoco…” sonó inquieto y sonrió nervioso, pero intentaba mantenerse delicado y optimista con el asunto. “Eh, al menos, asumo que Rizembool no te ha dejado completamente a cargo de ella, ¿verdad? No sería justo que te hagan el único responsable.”
“Sería imposible para mí,” asintió. “Un científico y otro Rebel me están dando una mano. Ese científico es el principal responsable.”
“Ah, eso es un gran alivio,” el pelicenizo dio un suspiro. Entonces, repentinamente, se dio la libertad de darle un abrazo.
“Oye…” frunció el ceño, pero no se resistió. Al menos el otro le dejó casi de inmediato.
“Me preocupas un montón. Lo que me has dicho me preocupa más, ¿pero sabes? También me da mucha alegría,” afirmó sonriente y un poco conmovido. “Eso es porque sigues siendo el mismo de siempre, Megumi, porque quieres mucho a los demás y porque te preocupas un montón. Ser un Rebel no lo cambiaría por nada.”
“Para, por favor,” se frustró y frunció el ceño. “Mi reputación de Rebel está en riesgo.”
“Pues debería estarlo porque no me gustó para nada que te autodenominaras como un demonio frente a los demás en Hanasaki,” le reclamó haciendo un puchero. “Ya es suficiente que debas ser un Rebel en contra de tu voluntad. No convenzas a los demás que eres malo. Eso será más difícil para todos.”
“No, lo hago por ellos, Imanotsurugi-san,” Megumi negó, tranquilamente. “Es más fácil que aquellos en Hanasaki no tengan ninguna simpatía por mi persona. No tengo el poder de cambiar la situación ni estoy en la posición de hacerles ver las cosas como son. Nio-san tiene que tomarse su situación seriamente y los demás podrían ni comprender la posibilidad de que ningún lado tiene la razón y que le deben alguna remota consideración a alguien de Rizembool. Ellos corren el riesgo de cargar con más de lo que deben si fueran a preocuparse por alguien como yo. Supongo es más fácil para mí también si otros no esperan nada de mi persona.”
“Tú sabes que yo sí lo hago.”
“Tú sí entiendes nuestra realidad y sí estás ajeno y neutral al asunto, como debe ser. Nunca esperaría que mi HiME lo vea así y no pretendo darle esa dificultad tampoco. Ella debe velar por su propio bienestar…” hundió sus ojos en sombras. “…porque digo que no quiero lastimarle, pero tampoco sé lo que nos depara el futuro o qué eventualmente me vería forzado a hacer.”
“Lo sé…” Imanotsurugi se desanimó y también agachó su cabeza. “Aun así, por más duro que sea… pienso que sí mereces que otros te conozcan y sí sepan la verdad…”
“Como dije, yo no estoy en la posición de hacérselos ver,” regresó su atención hacia fuera. “Ya me encontré con Hirano-san fuera de Hanasaki. Puedo ver por qué mi antagonismo es importante. Él no me vería de otra manera, ni podría procesarlo, y sus palabras tienen sentido.”
“…”
“Lo siento, tendrás que soportarme.”
“No creo que hacerle ver a alguien cómo son las cosas sea tan difícil,” observó el pelicenizo. “Tal vez no los convenzas y eso está bien. Nadie tiene que estar de acuerdo con nadie, pero sí podrían entender al menos un poco… pero sé lo que dices, el hecho que es difícil apenas intentar comprender la situación. Puede que sí sea duro para ellos. Lo fue para nosotros cinco años atrás. Sayo también lo sufrió a su manera…”
“…” Megumi asintió.
“Y sí está fuera de tu lugar, nunca te exigiría que hagas algo además de lo que ya tienes que hacer,” frunció el ceño. “Pero estaré en desacuerdo contigo, Megumi. No tienes que jugar esta charada y pienso que lo mejor a largo plazo sería que fueras honesto, por más que no lo parezca en el presente.”
“Estaremos en desacuerdo, Imanotsurugi-san.”
“Veo que no queda de otra…” sonrió apenado. “Pero, Megumi, si es posible, me gustaría que fueras a buscar a Sayo y le explicaras tu situación.”
“…decir que Sayo-san se enfadó de que fuera un Rebel sería menospreciar su reacción.”
“Sayo no se molestó contigo, eso fue obvio para mí. Él podrá negarlo y alejarse de todos, pero es nuestro amigo y sé que está muy preocupado por ti,” le aseguró con una sonrisa. Imanotsurugi bajó su mirada, apenado. “Pero sí me inquietó ese día. Sayo fue lastimado por Rizembool de una manera que desconocemos y eso debió tener algo que ver, me imagino. Por eso, quisiera que los dos pudieran hablar para dejar las cosas en claro.”
“No tengo motivos que presentar, pero presiento que Sayo-san no querría tener nada que ver con Rizembool. Fuera de conocerle previamente, el simple hecho de presentarme ante él podría resultarle amargo en más de un sentido.”
“No lo podemos decir con certeza.”
“Por eso dije que no tengo nada que presentar, pero eso asumo…” desvió su mirada, incómodo.
“Bueno, los dos son así, nunca se animarían a hablar. Yo siempre he tenido que ser el que les empuja a que lo hagan.”
“Al menos agradezco que no lo hayas traído hasta aquí.”
“¡Definitivamente no, sé que es menos paciente que tú!” le aseguró casi en aprietos, para verse meditativo. “Hmm, y por su reserva del pasado, seguro no le haría nada bien tampoco.”
“Tiene sentido.”
“Ahora te dejaré almorzar tranquilo, no te queda mucho tiempo, ¿verdad?”
“…” Megumi dio un suspiro. “Imanotsurugi-san, puedo teletransportarte para que salgas del colegio. Te sería más fácil.”
“¡Ohhh, ¿en serio?!” sus ojos brillaron, aunque se detuvo y sonrió incómodo. “Ehh, está bien, no quiero causarte problemas ni tomar más de tu tiempo. Hay que comer bien. Mikazuki-sama siempre observa que la alimentación es uno de los hábitos más importantes que tenemos.”
“Sería sumamente rápido. Créeme que tener tiempo para comer cómodo es una de mis menores preocupaciones ahora. Y en verdad no quiero que te metas en problemas,” negó. “Habrás bromeado con eso de que elimine al invasor, pero si fuéramos a pelear tú me darías una paliza.”
“¡Haha, pero nunca lo haría, no es para que lo tomes seriamente!”
“Creo que yo también acabo de bromear,” lo meditó, inmutado y distraídamente. “Y te viste curioso de probar ese poder, ¿no es así? Me agrada la idea de que mis habilidades sean de utilidad a alguien más.”
“Aw, si lo pones así sin duda no puedo negarme~” canturreó contento. “¡Claro, con mucho gusto, por favor!”
“Sí, entonces acércate.”
“Pero antes de eso,” Imanotsurugi le apuntó con decisión y buenos ánimos. “Megumi, sin importar lo que pase, recuerda que siempre seremos amigos. Aun si fuera a suceder algo aterrador e incierto, me aseguraré de ir a buscarte, y cuando necesites decir o compartir algo, siempre me encontraré a tu lado.”
“Dices algunas cosas vergonzosas sin pensarlo dos veces,” observó con leve juicio, aunque se encogió de hombros. “¿Qué más da? Pese a tu actitud, eres más sensato de lo que pareces,” desvió su mirada, con leve reserva. “Supongo puedo soportarte de vez en cuando… por más abrumador que puedas ser.”
“Hehe, creo que me merezco oír eso por esta sorpresa,” sonrió apenado.
“Vámonos.”
“¡Sí!”

Imanotsurugi vio que su amigo fue rodeado de un aura oscura que se expandió un poco. Se impresionó ante ello.

“No temas, se verá igual, pero no uso la oscuridad para teletransportarme. No te hará daño.”
“Eh, ahora que lo mencionas, intenta no volver a usar la oscuridad con los compañeros de Nio-chan, por favor.”
“Apenas fue una lección,” frunció el ceño. “Ese chico tan impulsivo terminará mal si no piensa en lo que hace.”

El pelicenizo finalmente se acercó lo suficiente para alcanzar esa aura. En poco tiempo, su cuerpo se aligeró y de un momento a otro ambos desaparecieron en una oscuridad que no tardó en desvanecerse. Dicha azotea se quedó vacía.




La hora del almuerzo llegó, y luego de una breve recorrida por los puntos más importantes de la escuela, Hyuuga llevó a todos a tomar el refrigerio. Sin embargo, el destino no fue una de las varias cafeterías estudiantiles.

Taikogane no dejaba de mirar de un lado a otro como si estuviera en severos aprietos. No le cabía en la cabeza que el peligris los había llevado a la propia cafetería de los maestros y el personal del colegio, y todos ocupaban una mesa amplia y lujosa que contaba con asientos cómodos y acolchados.

“Taikogane-san, ¿te sientes bien?” preguntó Hyuuga, con leve curiosidad. “¿Estás buscando a alguien o se te ha perdido algo?”
“¡N-no, o sea-!” empezó a explicarse, pero al notar a un maestro a lo lejos mirarle con reproche por su volumen de voz, bajó su intensidad. “…o sea, ¿qué hacemos aquí? ¿Cómo estamos comiendo entre toda la gente importante de la escuela?”
“Si nos enfocamos en la meta de una institución estudiantil y la profesión de servicio de los maestros, aquellos con mayor importancia serían los estudiantes…”
“Tsk, ¡o-obviamente no me refería a la teoría!” reprochó susurrando impaciente. “¡¿Cómo así el portero te dejó pasar?! ¡¿Por qué nadie viene a echarnos de aquí?!”
“En ocasiones almuerzo aquí con Kuro y Shiro cuando no hacemos planes con ustedes,” contestó Hyuuga, con toda naturalidad. “Es un lugar tranquilo, cómodo y propicio para el estudio. Puedo adivinar que se debe a la afiliación de mi familia con Rizembool porque no somos los únicos estudiantes con este permiso,” Hyuuga se dirigió a Onikiri. “Presumo que tú también deberías contar con dicho permiso, Minamoto-san.”
“Onikiri, por favor, que me llames así me pone la piel de gallina,” admitió con leve inquietud.
“Vaya, nunca hubiera imaginado que una afiliación con Rizembool podría afectar tanto las reglas,” Hakata se puso a pensar y sus lentes brillaron. “Hmhm, es verdad que Yagen-nii sí pudo escoger mi horario tal y como le pedí, pero me pregunto cuánta más vara tendrá aquí…”
“…” Kuro miró a Hakata detenidamente.
“¿Hoho?” Sora se confundió por la repentina atención del usualmente tranquilo y desconectado de Kuro.
“Ehh, S-Sora-kun, ¿ya escogiste qué quieres comer?” preguntó Shiro, apresuradamente y sonriendo incómodo.
“Eh…” por instinto miró a la carta en sus manos y asintió sonriente. “¡Sí, la lasagna suena rica!”
“Incluso nos toman el pedido a la carta, no puedo creerlo,” Taikogane hizo su cabeza hacia atrás. “No puede ser, es más lujo del que he tenido en mi vida…”
“¿No eres tú el que para derrochando dinero en caprichos, rentaste una mansión en el verano y vienes de una familia más rica que todos nosotros?” preguntó Hakata, confundido.
“¡P-puedo estar sorprendido igual, Hakata!” reprochó en aprietos (y de nuevo bajó su voz cuando algunos mayores le miraron feo). “Estamos en el colegio y este pase no se compra con dinero.”
“Oh, tienes mucha razón, heh, perdón no lo había pensado,” Hakata se vio entretenido y se ajustó sus gafas. “Ese es el poder de las conexiones, Taikogane. Algún día crecerás y tendrás que aprender sobre ellas para moverte con tu vida. Seguro tus hermanos y padres tendrán algo que enseñarte de eso.”
“Uhh, qué tedioso, déjame ser niño aún, por favor…” rodó los ojos.
“Dice el que tiene tres años más que yo, pero está bien,” se encogió de hombros.

En poco tiempo, llegó un mozo que tomó sus pedidos. Ni bien se fue, Hyuuga se dirigió a Onikiri. Ambos se encontraban sentados en los extremos de la mesa.

“Minamoto no Onikiri, ¿no es así?” comenzó de buenos ánimos. “Antes que nada, quisiera extenderle un saludo cordial al líder de tu familia. He escuchado cosas sorprendentes de él.”
“Preferiría no actuar como su mensajero, pero supongo lo mencionaré… ¡Espera!” Onikiri se espantó, se puso de pie y golpeó ambas palmas sobre la mesa. “¡¿De dónde salió eso de Minamoto?! ¡En ningún momento me presenté con ese nombre!”
“Oh, pero presumo que no me equivoqué, considerando tus palabras,” observó Hyuuga, atentamente.
“¡¿C-cómo así sabes de mis orígenes?!” le cuestionó, ignorando una llamada de atención de una mesa aledaña.
“Cálmate, por favor,” Hyuuga levantó una palma, sin inmutar su sonrisa. A pesar de mantenerse tan amable y apacible como siempre, había cierta chispa, sabiduría y perspicacia en su semblante. “Digamos que tengo mis recursos para saberlo. Encontrar información sobre tu persona no fue difícil en lo absoluto. Siento la invasión de privacidad, pero todo está bien,” señaló el asiento del otro. “Tome asiento, por favor.”
“Tsk… ya veo que eres de la misma especie que él…” Onikiri frunció el ceño, pero accedió a sentarse.

Mientras tanto, los demás en la mesa se confundieron e incomodaron. Incluso Shiro y Kuro miraron a Hyuuga con leve perplejidad.

“Uhh, tal vez sí seas algún overlord…” murmuró Taikogane, no convencido.
“Eh, supongo he contribuido en incomodarlos a todos ustedes, y por ello me disculpo. Sólo estuvo en mi interés averiguar sobre nuestro nuevo compañero ni bien él mismo se presentó como un Rebel. Es por mi afiliación con Rizembool que poseo información al respecto y presumo que está bajo mi responsabilidad a cierta medida. Eso es todo,” se explicó de manera impecable y con una amena sonrisa que había perdido su previa intensidad, para retornar a su semblante usualmente humilde.
“Si lo pones así, no puedo reprocharte del todo. Sí es lo mejor que los demás sepan sobre con quién están lidiando,” Onikiri dio un suspiro. “Yo mismo dije que lo mejor es que no se involucren conmigo, ni que pueda reprocharlo…”
“Oh, por el contrario. Si deseas amargarte por mi comportamiento, está en mi interés mantener una relación honesta contigo y que te expreses debidamente. No soy tu superior ni pretendo serlo,” le aseguró Hyuuga de buenos ánimos. Nuevamente, sus ojos zafiro le observaron detenidamente y con convicción, junto a una sonrisa certera y bajo control. “Debe ser complicado hasta para un Rebel con preparación mantenerse en su posición y contar con una estancia en Rizembool ideal y sin contratiempos. En este momento, quisiera extender mi comprensión y ayuda para asegurarme de velar por el pacífico status quo de nuestro salón, por lo cual, si en algún momento ocurre un suceso inesperado, te ruego que cuentes con mi ayuda.”
“Eh, pues…” Onikiri frunció el ceño. “Aprecio lo que dices. C-creo entender que quieres mantener todo en su lugar, y asegurarte que mi rol no cause problemas,” se vio perdido, pero asintió con seriedad. “Si es así, no podría estar más de acuerdo.”
“Bien, sabía que nos comprenderíamos,” Hyuuga casi pareció celebrar por aligerar su voz y expresión.
“Aunque me pregunto cuánto podría hacer un joven como tú.”
“Es verdad que tengo mucho por crecer y aprender sobre mi propio rol aquí, aunque admito mis limitaciones y me aseguraré de conversarlo con tu propio líder. Veré si es que puedo facilitar una conferencia con el ilustre Minamoto no Yorimitsu, si es que un joven inexperto como yo puede merecer aquel elogio…”
“Pues…” Onikiri se vio cansado y desvió su mirada, frustrado e impaciente de oír cómo exaltaban a su líder. “…espero que no esperes mi ayuda con eso, no soy de esas formalidades.”
“Yo me encargaré, descuida,” le aseguró contento. “Gracias por la atención.”

Hakata sabía que se perdía de algunas cosas. A su costado vio a Taikogane harto de esas formalidades, pero decidido a mantenerse al margen. Fuera de esa esperada actitud del peliazul, el cuatro ojos más bien no dejaba de confundirse por cómo Sora reaccionaba. Ese rubio alegre que siempre celebraba a los demás y hasta dio la bienvenida a Shiro con los brazos abiertos sin conocerle no dejaba de quedarse anonadado con Hyuuga. Sora parecía leer bien a los demás y aceptar a otros a pesar de sus idiosincrasias, por lo cual se preguntaba cómo lo vería al peligris para no saber cómo actuar con él.

Sin embargo, la formalidad se quebró ni bien algo llamó la atención de Taikogane, quien se levantó como resorte.

“¡Carrito de postres!” exclamó y acudió a este como si su vida dependiera de ello.
“¿Eh? Pero si ni hemos almorzado aún,” observó Hakata.
“¿Y? Podemos escogerlos desde ya.”
“Eh, son bienvenidos, pero quiero recordarles que los postres no son cortesía del menú, se pagan aparte,” explicó la moza, con amabilidad.
“Claro, no hay problema,” Taikogane asintió y miró a los demás. “¿Quieren algo? Yo invito.”
“¡Ohh, gracias!” Sora también le siguió.
“Sí, supongo yo invito la próxima,” dijo Hakata.
“Shiro, Kuro, ¿quisieran un postre? Son bienvenidos,” invitó Hyuuga, amablemente.
“¿Seguro?” preguntó Shiro. “Eh, ¿tú quisieras algo, Hyuuga?”
“Lo agradezco, pero tengo un régimen alimenticio que seguir. Puede que sea en otra ocasión,” vio a Shiro dudar al principio para luego asentir y ni bien este se fue al carrito, Kuro le siguió. Como había esperado, Onikiri era ajeno a la actividad y se mantuvo mirando a los demás, pero sin interés de unírseles.
“Ehm… Hyuuga…” le llamó Onikiri, no seguro si podía llamarle así.
“Dime, Onikiri-san.”
“¿Tienes algo más que decirme? Ahora que los demás no nos prestan atención.”
“De ser así, podría reservarme hasta una futura reunión con tu superior,” se explicó con tranquilidad. Hizo una pausa y ensanchó su sonrisa. “Pero si insistes, sólo quiero reiterar mi apoyo. Minamoto no es ni un apellido para ti, es apenas una formalidad para ser un estudiante matriculado en Rizembool. Lo sé, averigüé lo que eres.”
“…” Onikiri se vio más serio. “Ya veo.”
“Pero no te inquietes. No discriminaré contra ti por ello. Es justamente por lo que eres que quiero ayudarte. Verás…” miró a los demás preguntar sobre los distintos postres a la camarera. Hyuuga aligeró su expresión y sonrió con leve pena. “…Shiro y Kuro tampoco son seres normales y es por eso que cuido de ellos. No creo que haya problemas admitiéndolo a ti.”
“…” se sorprendió un poco. “Entonces ellos… ¿ellos qué son?”
“Espero que te lleves bien con todos, en lo posible. Te agradezco por ser un Rebel prudente,” dijo Hyuuga amenamente, justo cuando los demás regresaban. Así pudo camuflar lo que acababa de decir.
“¡Onikiri-kun, te traje un postre!” dijo Sora, extendiéndole una crema volteada.
“Eh, g-gracias…” dijo perdido y lo recibió por inercia. Miró esa masa que se sacudía y se resignó.

Pensar que tenía que encontrarse con su HiME más tarde, pero ese almuerzo era el que le estaba quitando años de vida. Tal vez ser un Rebel no sería tan simple como lo había pensado…

...
« Last Edit: August 08, 2022, 12:54:19 PM by Cho »


Sayi

Holaaaaa, worst fic ever pero aquí sigo nadando Y SALGO DE MI LETARGO kk luego editos con icons



Cuando Sayi llego a la casa de sus padres, sus hermanas la recibieron en la sala, con el ring light al frente y el teléfono grabando uno de los famosos bailes de TikTok.

“¡¡Sayi Sayi!!” La llamaron ambas “¿Nos ayudas a grabar unos videos?”

Su hermana las miró aburrida y dejó su mochila en un sofa. La negativa le otorgó un puchero en respuesta.

“¿De que sirve tu bachiller en bellas artes si no nos ayudas a grabar TikToks?”
“¿Están Hige y Taikoubou en el segundo piso?”
“Ajá” respondió Tsukino “Es solo por Bou que nos dignas con tu presencia, ¿no? Mala hermana :(
“No tonta” dijo Sayi, pero tras pensarlo por 2 segundos se encogió de hombros “Bueno, puede que si”
“UUUUUUUUUUᵘᵘᵘᵘᵘᵘᵘᵘᵘᵘᵘᴴᴴᴴᴴᴴᴴᴴᴴᴴᴴ”
“PERO NO POR ESA RAZON... Bou y yo no hemos tenido opción de conversar como amigos y bueno, si él va a estar en Japón por unos meses, me gustaría-“
“¿¿SALIR CON EL??”
“¿¿CONTRAER MATRIMONIO??”
“¡¡CUMPLIR TU SUENO DE SER UNA TROPHY WIFE!!” declararon las dos
“PARA SU INFORMACION planeo ejercer mi carrera luego de graduarme”
“Si claro 9_9”

Sayi tensó los labios en una sonrisa y subió las escaleras hacia el segundo piso. Empezó a escuchar la música de Smash Bros y sintió la nostalgia golpearle. Hige, Ichigo y Bou solían jugar Smash todo el tiempo durante la preparatoria— durante su primer stint como HiME. Ella prefería jugar algún RPG en su handheld, y aunque no compartía en sus partidas, le gustaba escuchar las discusiones que tenían entre ellos, y reírse de las promesas de venganza cuando alguno sufría una derrota desbaratante.

Se detuvo frente a la puerta por unos segundos antes de entrar. ¿Qué era lo que planeaba hacer? Lo dicho a sus hermanas cargaba con mucha verdad, pues en verdad quería ser parte de la dinámica de amigos, con Bou, con Hige y con Ichigo. Pero si lo pensaba bien, sería una mentira si no cargaba con una pequeña, minusculísima esperanza… que ella bien sabía era una perdida de tiempo, pero la sola existencia de Hige delataba su sentir. “Y francamente, da una vergüenza…” pensó para si misma.

Pero bueno, extrañaba su grupo de amigos y haría lo necesario para recuperarlo. Aunque si era sincera… la última vez que había sido estrictamente amiga con Taikoubou había sido antes de empezar a salir juntos. Con todo lo sucedido, la pregunta quedaba de cómo ser su amiga sin romance de por medio.

Finalmente entro, y vio a Child y Key discutir sobre la tabla de personajes. Sin hacer ruido, Sayi camino hasta el sofá y los observó en silencio.

“¿¡Kirby!?” Le reclamó Hige “Papi, ¿¿desde cuándo eres Kirby en Smash?? ¡Tu eras invencible como Samus!”
“Decidí probar Samus cuando jugué en China y me gustó más su versatilidad”
“Va a ser sencillo vencerte >:D
“Ya verás~~”

En ese momento, las voces de Kano y Tsukino se escucharon a gritos desde el primer piso. Al parecer Ichigo acababa de llegar, junto a alguien que parecían no conocer.

En ese momento, su celular se iluminó con un mensaje de Kano.

“ALERTA ALERTA. ICHIGO ESTA AQUI CON LA NOVIA DE BOU!!!”

Sayi abrió los ojos como platos. Alzó la mirada y la cruzó con Taikoubou, quien acababa de percatarse que ella estaba ahí.

El peligris alzó las cejas, como preguntándole si sabía a qué se debía el alboroto.

“Oh boy” dijo Sayi “Pues… al parecer tu novia esta aquí”
“que”

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Apple

Vengo a hacer la walk of shame :(



Sheryl y Kallen habían quedado con Green para reunirse en la  entrada de Hanasaki por la tarde, al finalizar las clases. Minmay y Bulma se unirían en Ginza para ir de compras y a cenar.

Las dos HiMEs estaban ahí esperando a que la coreana apareciera y pedir un uber.

–¡Sheryl! ¡Kallen! – Green se acercó corriendo –perdón por la tardanza, ¿las hice esperar mucho?

–No, no te preocupes, aseguró Kallen.

–Voy a pedir el uber– informó Sheryl, sacando su teléfono.

–¡Oh Sheryl, espera ahí! ¡Quédate quieta! – Green dijo al mismo tiempo que ajustaba su cámara y sacaba una foto de Sheryl.

La rubia se quedó perpleja,  todavía estaba acostumbrada al flash de las cámaras pero hacía ya bastante tiempo que no se tomaba una foto. Esa etapa de su vida había quedado en el pasado, pues la habían fotografiado lo suficiente como para durar una vida entera.

–¿Qué-qué fue eso? – le preguntó a Green.

–No pude evitarlo, me encanta fotografiar a mis amigos– explicó Green. –Fotografía, retratar, hacer croquis, etc. Es la vida de un artista~ Además, ¿no te han dicho que deberías ser modelo? Tienes muy buen perfil y eres fotogenica.

Las palabras fueron como un golpe en el estómago para Sheryl. Green de seguro no tenía idea de lo que había pasado, ni había mala intención en sus palabras. Después de todo las modelos iban y venían en esta época de Instagram y nepotismo, y ya hacía casi un año del retiro de Sheryl. Todo era como un sueño ahora.

–Eh… no lo sé. Soy muy tímida y no sé posar jaja– fue la única respuesta que se le ocurrió.

–Creo que nuestro Uber ya viene chicas– interrumpió Kallen fijándose en el teléfono. –Creo que es ese carro que viene por ahí.

Después de verificar que el auto fuera el indicado las tres chicas se acomodaron en la parte de atrás y en el trayecto la incomodidad de hacía un momento se había disipado. Eran de nuevo chicas en sus primeros años de universidad; ilusionadas por ir de compras, haciendo bromas y embobadas con la promesa de pasar una tarde de ocio y hedonismo femenino.

El Uber las dejó en una de las principales avenidas de Ginza, donde se juntarían en un restaurante de moda con Minmay y Bulma para almorzar antes de iniciar la maratón de compras. Como siempre el distrito estaba lleno de personas indulgentes cargando grandes bolsas de compras. Las tiendas en las calles, los grandes almacenes y los bistros modernos llamaban la atención y le daban un toque glamoroso a las calles. Sobre los edificios, pancartas publicitarias pasaban vídeos con hermosas modelos de piel perfecta promocionando Shiseido. Entre todo el glamour, estaban los edificios históricos con estilo europeo que le daban un toque exotico y aún más costoso al lugar.

Las chicas encontraron el bistro decorado con luces neón y colores estridentes donde Minmay y Bulma las esperaban. Green, con su energía y carisma natural, no tardó en integrarse al grupo y pronto fue como que todas se hubieran conocido desde la preparatoria.

Por acuerdo silencioso Kallen y Sheryl habían quedado con Minmay que ocultarían el tema de HiME de Bulma y de cualquiera de sus conocidos. Después del ataque a Hanasaki y en la casa de vacaciones de los Hijikata era mejor mantener un perfil bajo. No les costó darse cuenta de que los Rebels irían por sus aliados y personas queridas.

Para Kallen todo ese secretismo estaba bien. Le daba una excusa para no visitar a su madre y mantenerse alejada. Todavía se sentía molesta por el hecho de que su madre le ocultó la identidad de su padre y hasta la fecha se rehusaba a revelarsela. Sin contar las penurias economicas que tuvieron que pasar por el tonto orgullo de su madre… Lo único bueno que podía sacar la chica de la situación era que tenía el dinero acumulado a lo largo de 18 años, que además seguía llegando puntual cada mes, que le aseguraba poder costear los gastos que su beca no cubría en Hanasaki y darse unos lujos de vez en cuando. Si todo iba bien podría costearse una vida en Tokyo después de graduarse hasta que consiguiera un empleo.

Las chicas acabaron su almuerzo y se dirigieron a Matsuya, una de las tiendas departamentales más grandes y cool de Ginza. Para llegar a la tienda desde el restaurante tenian que pasar por la enorme, lujosa tienda de Louis Vuitton- Sheryl tenía mucho tiempo sin entrar a esa tienda, Kallen nunca había entrado.

La mujer que salió con una bolsa de compra de compra de la tienda era una clienta frecuente.

–¿Megumi?

Megumi, tan hermosa como siempre. El grupo de chicas eran muy guapas pero se quedaban como unas chiquillas junto a Megumi y su imponente elegancia y belleza.

La mujer se quitó los lentes de sol que llevaba y observó al grupo. Sheryl aún no tenía idea de que era la hermana mayor de Souji pero definitivamente había deducido que era una hostess. No le avergonzaba lo que hacía de ninguna manera, pero no quería que eso perjudicara a Souji de ninguna manera.

–Sheryl… tanto tiempo– la saludo Megumi. –Veo que hoy estás con amigas.

–Eh sí, vamos de compras.

Sheryl no había visto a Megumi desde su encuentro en la tienda de conveniencia de Kabuki-cho, hacía ya una eternidad. De vez en cuando se enviaban mensajes por Line pero sus horarios nunca coincidían para reunirse.

–Ellas son mis amigas– explicó Sheryl sonrojándose con timidez. Presentó a Megumi primero al grupo y luego a cada una a la hostess.

De manera instantánea todas hicieron conexión. 

–¿Quieres ir con nosotras de compras Megumi? – la invitó Green.

–Oh no… no quiero molestarlas, pensaran que su madre las acompaña.

–¡Para nada! de seguro pensaran que eres nuestra tía cool – mencionó Bulma.

–Si no está ocupada le agradecería que nos acompañe — afirmó Kallen.

–¡Si! ¡Vamos de compras y después a comer! – la invitó Minmay.

Los ojos de Megumi se encontraron con los de Sheryl y la rubia encogió los hombros.

–Nos encantaría que nos acompañaras si puedes– dijo la rubia.

Y con eso Megumi accedió a ir de compras con las chicas.


Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 568 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 7972 palabras
Kana :: 968 palabras
Eureka :: 2153 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 0 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 1030 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Kana

Vengo con fic. La verdad estaba pensando si seguir o no en el BT porque mi inspiración murió pero se me hace difícil despegarme de todo lo que significa el BT y de ustedes u_u


Flash Back
Es tan dulce aroma de las flores de cerezo en el suave y tranquilo ambiente que el ensueño la aborda en una fantasía apaciguadora.
Pocas veces tenía oportunidad de disfrutar momentos tan exquisitos como aquel, donde se siente templada y con la percepción de que el tiempo se ha eclipsado a su favor.
Un suave pétalo cayó sobre su frente, el fino roce de la flor que albergaba el rocío de la mañana le dio una sensación gratificante. Abrió suavemente sus cerrados parpados, sintiendo la luz sueva del sol de primavera sobre su rostro, instintivamente se cubrió sus ojos con su antebrazo. Sólo unos momentos, hasta que se acostumbró a la luz. Después bajó su brazo y le permitió a sus ojos contemplar con mayor visión el ambiente.

Que agradable era el toque del sol de primavera en su rostro. Tan reconfortante.
Le gustaba mucho más los climas fríos como los de otoño-invierno, pero la calidez de la primavera le sentaba bien en esas temporadas.

Estiró sus brazos, desperezándose.

—¿Despertaste?
—Sí…— La voz serena de su amigo le provocó una agradable sensación. Le gustaba mucho su acento inglés y que siempre fuera tan calmo. La joven siguió recostada, mirando las flores de cerezo del árbol que les brindaba sombra. —Ha sido un largo sueño
—¿Qué soñaste?
—No podría explicarlo. — toma con la punta de sus dedos el pétalo de la flor. —Es muy extraño. Era una mezcla de muchas cosas, en un principio estaba en Hanasaki y después había un salto recursivo a mi infancia y luego hacia el futuro.
—¿Ah, sí? ¿Y qué había en el futuro? — el pelinegro sigue leyendo el libro que tiene en sus manos, mirando de vez en cuando a la chica a su lado.
—No lo recuerdo bien… Lo siento. — suspira. Después de una pausa, se sienta al fin. Su amigo la observa y ella también, Kana sonríe dulcemente y estira su mano para dejar el pétalo de la flor en el cabello oscuro del inglés. —Tienes un montón de florecitas rosas.
—No me di cuenta. —
—No te las saques, se ven bien. — le reclama cuando ve que trata de sacárselas. En eso ve la hora en el reloj de pulsera del joven. —Ha pasado mucho tiempo. — no parecía creer que esa era la hora. —¿Por qué no me despertaste, Cain?
—Lo hice, pero dejé de insistir a la segunda ocasión. No eres de sueño pesado, pero hoy no has despertado a pesar de que intenté hacerlo, entonces pensé que quizá estabas cansada.
—Jeje, me gusta como hablas.
—¿Perdón?
—Tu acento inglés, además de tu forma de hablar. Lo haces como un personaje de los libros de Jane Austen, como un elegante caballero o como un investigador demasiado protocolar.
—Eh, nunca lo pensé así.
—Insisto en que debiste despertarme. Debemos aprovechar el tiempo.
—El tiempo es relativo… Infinito y finito.
—Sea como sea, tenemos que aprovecharlo. — se estiró un poco más. —Porque tienes que volver a Inglaterra y no sé en cuanto tiempo más nos veamos.
—Mh. — cierra el libro, voltea para ver a la chica de cabellos platinados. —Respecto a eso… Creo que será complicado.
—No es como si no nos volveremos a ver nunca más, ¿o si? Quita esa expresión taciturna y melancólica. La primera vez que nos conocimos fue cuando éramos pequeños y viniste por un viaje de tus familiares. Ahora nos volvimos a encontrar ya más de grandes y tengo la convicción de que nos encontraremos miles de veces más. Estamos destinados a hacerlo.
—¿Tal vez? No puedo dar una respuesta con total exactitud a lo que dices.
—¿Lo ves? Como un señor demasiado protocolar o un científico estricto.
—Eh…— entrecierra sus ojos, la interrupción de Kana de todos modos no lo distrajo del tema central. —Lo digo porque soy tu Key y si bien no he sido un Key de utilidad, supongo que irme a Inglaterra y no aportarte en tan siquiera un poco no es muy caballeroso de mi parte.
—Je…— Kana articula una sonrisa suave. Cain era muy amable con ella, pero a veces sospechaba que no era realmente auténtico en sus emociones. Hasta ahora demostraba ser un joven educado y decente, y si bien se conocían en distintos parámetros de sus vidas seguían existiendo detalles totalmente desconocidos del uno a la otra. —No lo digas así. Entiendo que tengas una idea así respecto a tu rol, pero en serio que evito que tengas que enfrentar a mi Rebel o a mi Princess. No quiero que te lastimen o algo.
—Si tú quisieras también podría ayudarte en ello.
—No. Con tu presencia ya me ayudas mucho. Gracias a ello he podido desarrollar mi elemento y mi arma. No es necesario que te involucres en una pelea física con esta gente.
—Me tratas como si fuera una cosa frágil…— expresa un suspiro, defraudado.
—N-No pienso que seas débil. Sólo que temo que te pase algo.
—Fui campeón nacional de esgrima.
—¿Sí?
—Ahá…— asiente, tranquilo. —También de tiro al blanco y equitación. 
—¿Por qué nunca me cuentas de estas cosas de ti? Sólo sé que vienes de Inglaterra.
—No son la gran cosa…— inmediatamente se vio contrariado de contarle esos detalles de su vida a la HiME. Tal vez era un error revelar mayores detalles de su vida.
—Sé que eres de Inglaterra. — Kana siguió. —Y ahora sé que eres campeón nacional de muchos deportes. También sé que tienes el primer lugar en tu clase aquí en Hanasaki, y que tienes mi edad pero vas tres cursos más adelante. Eres un genio, en resumen, pero estas aquí en Hanasaki sin poder irte a tu próximo intercambio porque me estás ayudando siendo mi Key. Eres además todo un caballero, ¿qué más puedo saber de ti? ¿Tienes hermanos? Ah, no. Verdad que me contaste que eres hijo único.
—Eres muy dispersa… Volvamos al tema central.
—Verdad…— Ni se dio cuenta de que Cain dijo eso para eludir contarle más respecto a él. —¿Qué es lo que más te preocupa de irte?
—Que el conflicto de Hanasaki y Rizembool no ha acabado. Entonces, si soy tu Key y me voy tendrás más desventaja considerando que eres una HiME que no ha desarrollado del todo su potencial.
—Lo sé…— no era incomodo tocar ese tema ya que Kana era consciente de que de las HiMEs era una de las más poco desarrolladas ya que no podía hacer mucho con su poder puesto que no lo controlaba.
—Si esto no acaba y me voy, quizá sea ventajoso que, o busques a otro Key, o, renuncies a ser HiME.
—No y no.
—…—toma unos segundos para darse cuenta de que el no de Kana iba en serio. —Es en serio, Kana… Las probabilidades de ser un blanco destruible aumentan de 50 a 90 por ciento. 
—Deja de sobre pensar tanto en las posibilidades. No todo es una ecuación matemática. Además… Siempre está Manjiro.
—…—
—¿Qué? Entiendo que no te cae bien pero no es malo. Siempre ha estado apoyándome al igual que tú.
—Ese sujeto sólo muestra una falsa cara ante ti.
—Mh, lo sé.
—¿Qué?
—Lo sé. O sea, sé que Mikey no es un santo, tampoco soy tan tonta y ciega, pero es un buen amigo y ha resultado ser un excelente Knight. En la última pelea con mi Rebel fue él quien se encargó de darle batalla mientras yo estaba complicada.
—A él si lo dejas actuar. Considerando que es un enano, resulta incluso más ofensivo que esté más valorado que yo.
—Es que Mikey es pequeño de estatura, pero es una maldita máquina letal.
—Eso ratifica mis sospechas hacia su salud mental.
—No seas malo. — Kana le pone otro pétalo en el cabello. —¿Sabes hacer trenzas? — le muestra su larga cabellera.
—…No.
—Inténtalo, ¿si? Tengo clases en un rato más y mi cabello es un verdadero desastre.
—Siempre estás desordenada, Kana.
—¿Te incomoda? Es que… Eres demasiado correcto, todavía no sé cómo terminas juntándote con un desastre como yo.
—Yo tampoco. — lo dice con sinceridad, sin ánimos de ofender, puesto que para él también es un misterio. Toma el largo cabello de la HiME y trata de trenzarlo como puede. Es sedoso, largo, de un tono muy bonito, casi es un efecto hipnótico tenerlo entre sus dedos. —Voy a hacer lo mejor que pueda. No puedo prometer nada
—Si tuvieras una hermana sabrías como hacer una trenza.
Fin Flash Back



“Ese sujeto sólo muestra una falsa cara ante ti.”

Kana abrió los ojos los cuales los mantuvo cerrados mientras descansaba en la puerta del templo de Yato. Curiosamente soñó con un recuerdo de su pasado y si bien ahora no soportaba a Cain, no podía obviar y negar que en el pasado fue alguien importante para ella.

Incluso fue su Key.

—¿Por qué la gente de mi pasado se está manifestando en mi presente?

Primero Cain, quien fue su Key en el pasado y la apoyó en su proceso como HiME de Hanasaki, ahora nuevamente volvió de Inglaterra, pero al nefasto Rizembool. No sabía si era un neutral o un villano, porque actualmente su verdadera faceta era espectacular para ser un villano en potencia sólo que no le daba el tiempo para serlo.
Luego Kazutora… Quien en su pasado fue un conocido suyo cuando estuvo bien involucrada en el mundo de las pandillas gracias a Manjiro y su periodo como Sukeban. Kazutora pasó de ser el amigo de Mikey a convertirse inesperadamente en su Rebel y un enemigo que dejo bastantes traumas tanto en ella como en todos lo que le conocían. Ahora resultaba ser un ex convicto rehabilitado que atendía una tienda de mascotas e intentaba reparar todos los daños que ocasionó en su pasado. Tampoco podía definirlo como un random o como un villano encubierto porque Kazutora siempre había sido peligroso y además estaba mal de la cabeza así que de él se podía esperar cualquier cosa en su pasado, en su presente y en su futuro.

Y finalmente estaba Manjiro Sano “Mikey”, con quien en su pasado compartió momentos de oro ya que cuando escapó del distrito Nakiri y se involucró en el mundo de las Sukeban, fue Manjiro quien le prestó mucha asistencia y apoyo. Estaba segura que si él no la hubiera recibido en su casa ella sería una situación calle cualquiera. Cuando ella fue HiME, Mikey voluntaria y honorablemente se convirtió en su Knight. Fue un gran apoyo para ella en todo momento y aunque sospechaba que con el tiempo el rubio se iba fracturando hasta convertirse en alguien muy peligroso e impredecible, tontamente lo seguía defendiendo y fingiendo creer en su “buena persona” no porque fuera una tonta realmente, sino más bien por la lealtad que sentía hacia su persona debido a lo bien que se comportó con ella en su pasado.

—Ahhh, como me gustaría que desaparecieran todos.
—¿Quiénes? — Yato apareció poniendo su rostro muy cerca del de la HiME.
—Yato… metro cuadrado, ¿lo recuerdas?
—Ah, sí. Verdad. — el peliazul se rio por la incomodidad de la chica.
—Oye… Tú estás en Rizembool, debes saber algo de ellos. ¿Sabes si Hanemiya Kazutora es Rebel de nuevo?
—Oh, mierda…— Yato chasqueó los dedos.
—¿Lo conoces?
—No en persona, pero cualquiera que vaya en Rizembool sabe quien es. Fue uno de los Rebel más locos y descarriados de hace tres años, le trajo muchos beneficios a Rizembool por su poder de control mental y reemplazo de realidades, pero también fue un dolor de culo para los encargados de Rebels. Hasta la fecha, muchos hablan con preocupación de él.
—Suena como una buena carta para Rizembool en el presente. Están tan desesperados que no dudo que lo tienen en sus filas.
—Que yo sepa, no es Rebel. Ni siquiera parece estar vinculado a Rizembool en el presente. Después de ser Rebel desapareció… ¿Por qué sabes de él?
—El mundo es pequeño… Fue mi Rebel.
—¡QUE! — Yato exclamó, sin poder creerlo. —¿Cómo es que sigues viva si fue tu Rebel?
—Me pregunto lo mismo. Bueno, la verdad es que en más de una ocasión me mandó al Hospital. Diría que fueron muchas veces y de todas ellas tuve suerte con salir viva…
—Kazutora era terrible. Y estaba loco. Era como si tuvieras a Ivar de Vikings como Rebel.
—Eh, algo así. — asiente.
—¿Sabes por qué dejo de estudiar en Rizembool?
—Pues… Estuvo preso por un tiempo.
—Vaya, tengo muchas ideas en mi mente del por qué, pero, ¿cuál fue el motivo de su arresto?
—Ni idea… Me dijo que, por homicidio, pero no sé de quién.
—KHE
—Sí, quedé igual… Porque cuando me lo contó lo dijo sin ninguna resonancia afectiva, como si me contara algo súper normal y típico de cada día.
—Es esperable de ese sujeto. Si te tranquiliza en el presente no está registrado como Rebel, pero si quieres puedo averiguar más al respecto. Tengo mis contactos entre los encargados de los Rebels.
—Debiste ser un Rebel muy importante como para que te tengan tanta confianza.
—Je, ¿sí, verdad? — Yato era otro que no le gustaba hablar de su pasado.

Kana no era quien para juzgar a nadie. Kazutora había matado a alguien, pero ella había matado a su Rebel. Yato había matado a su HiME, pero Mikey había matado a muchos enemigos. Sus conocidos y ella misma no estaban libres de tener sangre en sus manos.

Sólo a una persona porque le resultaba el más hipócrita y mentiroso.

—¿Sabes algo de Cain Lancaster? ¿Está involucrado con el tema de los Rebels? — porque en su imaginación nunca estuvo verlo convertido en un Rebel. No necesariamente porque fuera débil, sino por lo déspota que era. Cain odiaba a la gente que era manipulada para ser usada por otros, para él HiME y Rebel eran idiotas por igual. Pero, ¿y si era aliado de Rizembool? Porque notoriamente le gustaba el dinero, quizá Rizembool le ofrecía dinero para su colaboración ya que era un maldito genio detrás de su actitud snob.

—Creo que tenemos varios Lancaster en Rizembool. ¿Cómo es él específicamente? Porque los que he visto la mayoría son clones entre ellos.
—Ah, Cain es distinto. Es pelinegro, ojos verdes y grandes enmarcados por unas pestañas largas y tupidas. Es delgado y alto, aunque es más bajo que su hermoso hermano Henry.
—Ya vas a empezar con tus tonteras con ese tipo. Wait, ¿el rubiecito bonachón tiene su gente en Rizembool? Yo que tú sospecharía de Henry.
—Henry es bueno. Demasiado bueno. No tiene nada que ver con su familia.
—…— Yato la miró molesto. —Ojalá hablaras de mi así con los demás.
—Tú eres tonto y molesto.
—¡Tengo una horrible cicatriz en mi abdomen por ti!
—Ah, no te pedí que te metieras cuando salió mi Rebel.
—¡Kana-chan! — la zarandea sin lograr que la pacífica chica se exasperara. —Ay, aunque seas así de mala y fría conmigo, yo seguiré siendo un buen amigo. — hace un gesto dramático colocando su brazo en su frente, fingiendo dolor emocional. —Investigaré si ese tal Cain Lancaster “pestañas largas” está involucrado con los Rebels.
—Gracias.
—¿Sólo eso?
—¿Qué quieres?
—Mínimo “Gracias, Yato-sama, ¿qué sería de mi sin mi amado amo?”
—Wtf, ¿de dónde sacas esas ideas tan locas? — en ese momento su celular vibra. Ve que es un número desconocido y cuelga, pero el número vuelve a insistir. Los dígitos los recordaba de algo, pero… ¿de qué? Luego de golpe lo recuerda. Se ve contrariada de contestar frente al chismoso de Yato, con un gesto le dice que se comporte. —¿Hola?
—Kana-chan. — dice una voz armoniosa.
—Mikey, hola.
—¿Mikey el mafioso? — Yato recibe un golpe de parte de Kana.
—¿Estás ocupada, Kana-chan?
—Eh, sólo tengo que ver unas tareas pendientes para la universidad.
—Ah.
—¿Por?
—Es que estoy abajo.
—¿A-Abajo? ¿De a dónde?
—Al principio del templo. Yo y Ken-chin, de hecho. Las escaleras son muy largas para subirlas y estoy a punto de obligar al tótem que me lleve en su espalda hasta ti.
—Está aquí. — Kana tapa el teléfono.
—No quiero mala fama en mi templo. Si ven marginales nadie va a venir.
—De todos modos, nadie viene aquí. — la HiME le frunce el ceño a Yato. —Dame unos minutos, bajaré.
—¡Yay~! Te esperamos