95.2.
Llegó el descanso del mediodía a Rizembool H. Si bien Taikogane sería usualmente uno de los primeros en salir disparado del salón a almorzar y encontrar algún lugar donde pasar el tiempo libre, el presente día estaba resignado a servir de guía y se encontraba en plena labor de guardar sus útiles con la cabeza gacha y lentitud al no sentirse bajo apuro.
“Oye, cualquiera diría que se te murió un pariente, Taikogane,” observó Hakata, acercándose a su sitio.
“¿Eh? Pues, quizás se me haya muerto uno, ¿qué se yo…?” dijo sin prestar atención, mirando hacia abajo.
“Uh sí que eres crudo con tus comentarios…”
“Tú también, ¿no? Además fuiste quien comenzó.”
“Hablaba hipotéticamente, tú eres quien me dio esa respuesta,” el menor se encogió de hombros. “Pero ya, al ver que no te tomaste lo de los parientes en serio, te lo traduciré. Ehem, cualquiera diría que se te murió ese Micchan…”
“¡N-no bromees con eso!” ello bastó para sobresaltar al peliazul quien miró al otro espantado y las energías se le retornaron de golpe. “¡Micchan no se moriría de la nada! ¡Y que yo sepa tú no tienes la libertad de llamarle Micchan!”
“¡Hehe, misión cumplida!” celebró Hakata, levantando un pulgar y sonriendo con orgullo.
“¡¿Q-qué clase de misión, Hakata?!” le reclamó. “¡Le diré a Gotou que te enseñe modales!”
“No es para tanto, tranquilo,” dio un suspiro. “Es sólo que no puedes quedarte desanimado por algo tan trivial. Habrá muchos recreos, y siento decirlo, pero es bueno tratar más con la gente y conocer a otros, en especial a alguien de una familia como los Masamune,” dijo con completa naturalidad. “Tú eres más rico que yo, ¿lo recuerdas? Te concierne más a ti.”
“Ihh, no digas esas cosas de apariencias o trabajo o lo que sea, se me hace tan uncool…” se quejó con pesar y se estremeció. “No tengo ni interés ni experiencia en esas cosas y se nota que ese nuevo es de esos etiquetosos que son súper aburridos. Pero ya que, di mi palabra y Micchan siempre insiste que tengo que cumplirla.”
“No que la hayas dado precisamente, pero sí, entiendo,” le restó importancia y miró hacia la puerta. El salón ya estaba casi vacío. “Pero no es que sea tan difícil de tratar. No que le haya hablado mucho aún, pero parece agradable. Dale una oportunidad.”
“Hai, hai, lo haré…” rodó los ojos e hizo un puchero. “Pero como mínimo pudo aprovechar saltearse una clase. ¿Por qué desperdicia su descanso?”
“Sinceramente yo habría hecho lo mismo, no le juzgues,” dijo despreocupado. “Ahora vamos. Me dijo que nos esperarían afuera.”
“¿Eh?” Taikogane se confundió y miró a sus alrededores.
“¿Qué te pasa?” Hakata alzó una ceja.
“¡Se fue! ¡Ese chico que se sienta detrás de mí ya no está!”
“Ehm…” le miró con recelo. “¿Recién te has dado cuenta?”
“¡No entiendes! ¡Él me mira feo y me ha tenido todas las clases preguntándome a mí mismo si me va a clavar una daga en la espalda! ¡De por sí sus ojos me dan miedo! ¡No sé por qué me mira así!”
“¿Qué le habrás hecho?” preguntó frustrado.
“¡Nada, en serio que nada! ¡¿Por qué tiene que ser así?!”
“Pues no sé, pero vamos, nos está esperando también. No le des más razones de que te odie o algo.”
“¡Que no le he dado razones!”
“Ya, está bien, esta vez yo me pasé, perdón,” admitió frustrado y se puso a pensar. “No lo conozco, pero pues, desde ya dijeron que ese chico no habla y parece que tiene una condición por lo que dijo la profesora. Habrá que ser pacientes con él.”
“Hmm tal vez…” Taikogane alzó su mirada, no del todo convencido.
Mientras tanto, Hyuuga estaba en el pasillo cerca del salón de clases y mirando por los ventanales al patio adjunto al edificio donde se podían ver varios estudiantes. Era acompañado por Shiro y Kuro. Los tres estaban en silencio y Hyuuga alternaba su atención entre los dos. Luego de darles un momento de observar al mundo de afuera, decidió tomar la palabra.
“Quisiera saber en qué estás pensando, Shiro,” admitió, sonriendo tranquilamente.
“…” Shiro le observó con curiosidad.
“Los pensamientos de Kuro también, por supuesto, pero esta es tu primera vez en un lugar como este, si no me equivoco,” se explicó. “Un lugar de estudios, con personas cercanas a nuestra edad, viviendo parte de su formación en un ambiente mayormente protegido.”
“…” Kuro también miró a Shiro, inmutado.
“…yo…” el pelinegro bajó su mirada brevemente y retornó su atención hacia fuera. Su expresión era seria y tranquila. “Estamos en otro lugar de Rizembool. Siendo sincero… no pensé que sería tan pacífico.”
“¿Quieres decir…?”
“Todos los que he visto hasta el momento son personas ordinarias. No hay Rebels en nuestro salón…” frunció el ceño y volvió a mirar al peligris. “Hyuuga-san, puedo hacer un recorrido. No creo que pueda averiguar mucho por mi cuenta, pero sería de utilidad.”
“Sólo llámame Hyuuga, y no, no hay necesidad que lo hagas,” este negó sin mutar su sonrisa. “De necesitar información así, podría conseguirla con facilidad. Es cierto que tú posees conocimiento inusual sobre Rizembool, pero como máximo me gustaría que me des tu parecer con respecto a mis decisiones. Kuro y tú están bajo mi cuidado. Sólo preocúpense en coexistir con los demás,” miró hacia el cielo, con un gesto esperanzador. “Y por sobre todo, no se sientan como extraños. Ustedes pertenecen a esta secundaria tanto como todos aquí.”
“Hyuuga…” Shiro se sorprendió.
“¡Sí! ¡Es cierto!” exclamó Sora, alegremente. El rubio probó sorprenderles un poco y de inmediato recibió sus miradas, lo cual le confundió. “¿Hoho~? ¿Les interrumpí? ¡Lo siento! Sora sabe que tiene que disculparse si hizo mal.”
“Eh, no te preocupes, Sora-kun. Nos sorprendiste, pero no es que estuvo mal. Más bien, es grato contar con tu presencia,” observó Hyuuga, cordialmente. “Debemos comenzar a adaptarnos a nuestro nuevo ambiente.”
“¡Por supuesto! ¡Por eso Sora y mis amigos les ayudaremos!” exclamó estirando sus brazos. Acto seguido, Sora se acercó a Shiro y le agarró de ambas manos.
“¿…?” Shiro le miró perdidamente.
“¡Todo está bien, Shiro-kun! Sora entiende,” afirmó con una amplia sonrisa. “Sora también es nuevo aquí. Sora siempre ha tenido sus problemas conociendo a otras personas y haciendo amigos, pero no tengas miedo. Ese color oscuro que te rodea,” negó. “No es necesario. Confía en mí. Quiero que nos conozcamos y que seamos amigos. ¿De acuerdo?”
“Eh…” el pelinegro miró a sus manos siendo sostenidas y se avergonzó un poco, pero volvió a mirar al rubio y sonrió tímidamente. “Sí… en verdad… eres muy amable, Sora-kun…”
“…” Hyuuga sonreía con calidez al ver al pelinegro expresar una sutil dicha en su expresión. Entonces fue su turno ya que Sora pasó a tomarle de ambas manos. “Oh…”
“¿De acuerdo, Hyuuga-kun?”
“Heh, de acuerdo, Sora-kun, con mucho gusto,” le contestó, sonriendo con torpeza.
“¡Igualmente!” finalmente, Sora fue donde Kuro para también tomarle de las manos. “¿De acuerdo, Kuro-kun?”
“…” curiosamente, esa acción del rubio hizo que Kuro saliera un poco de una especie de sueño despierto. Sus ojos denotaron un ligero asombro y por un instante pareció a punto de decir algo, pero ese momento terminó ya que llegaron Taikogane y Hakata.
“Ya pues, ya estoy aquí, terminemos con este paseo…” dijo el peliazul de mala gana.
“Oye, no seas así,” le reprochó Hakata, mirándole de reojo. “Sora andaba dándoles la bienvenida y conversando con ellos.”
“Sí, perdón, creo que ando con hambre…”
“…” Kuro le miró y volvió a fruncir el ceño con desaprobación.
“Eh…” Hakata de inmediato lo notó y sonrió rendido. Ahí estaba la explicación de su mirada. “Bueno, no te culpo,” murmuró por lo bajo.
“¡Detente ahí!” Sora levantó una palma a Taikogane justo frente de su rostro. “¡Tienes que sonreír! ¡Hay que tratar a la gente como quieres que te traten! ¡Senpai me ha enseñado eso!”
“Ahh, lo sé, lo sé, estoy siendo muy borde,” admitió el peliazul, quien se dio un par de palmadas en su rostro. Ello probó darle más energías y enderezó su postre. “¡Okay, ya estoy listo! Vamos de una vez. ¿Qué quieren ver?”
“Un descanso alcanza para los edificios de clases más importantes, así que concentrémonos en aquellos contemplados en nuestro horario de clases, por favor,” sugirió Hyuuga, con una mano en su mentón. “Ruego que terminemos pronto. Nos vendría bien darnos una corta merienda antes de nuestro próximo curso. Me sabría mal dejarte sin tu hora de comer, Sadamune-san.”
“Eh, claro, o sea, no dije eso de que tenía hambre seriamente. Sólo lo dije por decir,” admitió, sonriendo incómodo.
“¿En verdad?” Hyuuga se vio intrigado. “¿Será alguna expresión o modismo el cual desconozco?”
“N-nada de eso, eh…” Taikogane sonreía pero por dentro estaba frustrado y un tanto impaciente de que no captara que lo había dicho como arranque para expresar su desgano. “O-olvídalo. En marcha. Si sólo son esos edificios, terminaremos al toque.”
El grupo dio una vuelta por los edificios académicos del colegio, apenas ingresando a un par para ubicar salones adicionales a los que acudían pocas veces a la semana. Ni bien terminaron con el último lugar de interés, dieron apenas una vuelta por un trayecto donde se podía ver el área de educación física, camino a un kiosco donde se comprarían un ligero almuerzo.
“¡Pregunta!” Sora alzó su brazo. “Hyuuga-kun, ¿cómo así se conocen?”
“Es una buena pregunta, Sora-kun,” el dirigido asintió y sonrió con ligera perspicacia. “Los detalles son superfluos, pero Shiro y Kuro son mis protegidos. Son casi como familia para mí, por lo cual estoy a cargo de cuidar de ellos.”
“¿Cuidar de ellos? ¿En serio?” Taikogane se extrañó. “Tú también eres muy joven, ¿no?”
“Pese a mi edad, soy el presente líder de mi familia,” declaró con firmeza y naturalidad. “Por supuesto, mi deber sería imposible de llevar a cabo sin la ayuda de mis ayudantes y consejeros, pero sigo siendo aquel que lleva las riendas bajo mi nombre. Es por querer ser un líder y guardián responsable que he decidido ingresar a la escuela junto a ellos.”
“Wow, ¿en verdad?” Hakata se impresionó y se puso a pensar. “Hmm, para andar siendo el líder, según lo que sé de tu familia, debes haber tenido una educación especial.”
“Tienes razón, Hakata-kun. Por más que sea afiliado a Rizembool, no he tenido la oportunidad de estudiar en mi supuesta alma mater,” admitió, sonriendo incómodo. “Habré contado con algunos profesores y científicos de Rizembool como mis tutores personales, pero mis padres siempre consideraron que las enseñanzas del colegio eran ineficientes para mí.”
“¿Y acaso ellos están bien de que hayas elegido rebelarte y estudiar aquí ahora?” preguntó Taikogane, quien rápidamente lamentó la pregunta ya que todos a su alrededor tuvieron reacciones inmediatas. Shiro se espantó, Kuro le miró con mayor intensidad y tanto Sora como Hakata le dieron un codazo por lado. “¡Ah, ¿qué dije?!”
“¿Acaso no tienes sensibilidad alguna?” le cuestionó el Toushirou, con desapruebo.
“Tenemos que leer la atmósfera antes de hablar. Shisho siempre dice eso,” explicó Sora.
“Está bien, no teman tocar el tema. No es que sea tan fácil de deducir, descuiden,” Hyuuga sonrió torpemente. “Puede que mis padres fueran a desaprobar muchas de las decisiones que he tomado en su ausencia, Sadamune-san, más bien estoy seguro de ello, pero me resulta inevitable. He sido preparado toda mi vida para esta labor y fuera de la formación que ellos me dieron, debo ser honesto conmigo mismo y seguir con mis creencias y estándares. Es todo lo que me queda por hacer a partir de ahora,” miró hacia una cancha de atletismo a distancia. “Ellos ya no están, así que es mi turno de decidir qué hacer.”
“…” ello terminó por informar al peliazul aquello tan obvio que ni se molestó en pensar. “Tch, lo siento, no pensé que eras el líder porque tus padres… ¡ah!” se agarró los cabellos y los desbarató ofuscado. “¡Perdón, fue un grave error de mi parte! ¡En serio lo siento!”
“Ya dije que está bien, Sadamune-san. No te sientas mal, lo comprendo,” le aseguró amablemente. “Fue una gran pérdida para mi persona y algo por lo cual puedo lamentarme, pero ello no cambia la función que debo llevar a cabo en nombre de mi familia. De todos aquí, estoy seguro que tú lo entiendes.”
“¿Eh? ¿Entender qué?” se confundió.
“Mi familia es una antigua y con gran renombre, pero estoy consciente del poderío económico de los Sadamune a nivel global. En el aspecto monetario, ustedes son superiores a nosotros, así que también debes tener una debida preparación en caso de cualquier indeseable suceso.”
“Pues…” entrecerró sus ojos y desvió su mirada. “N-no, para nada…”
“Pero son unas de las familias más ricas del Japón. Entiendo que hasta llegan al mismo rubro que los Tenshouin. Es más…” llevó una mano a su mentón. “¿No son allegados entre ustedes?”
“Eh, ¿supongo? O sea, he visto al heredero un par de veces, pero son mis hermanos mayores quienes tratan con esa familia. Yo no sé ni pío de nada…” dio un cansado suspiro. “Creo que soy el Sadamune de adorno. Ni rindo importancia a esas cosas…”
“Ya veo…” Hyuuga le miró perplejo.
“Uhh, seguro que tenías una impresión incorrecta sobre mí siendo un joven de negocios o no sé. Puedes irte desilusionando desde ya.”
“No digas esas cosas, Sadamune-san,” el peligris disimuló una risita. “Cada familia tiene una manera distinta de manejarse. El propio valor de cada quien no se define por factores externos a quiénes son. No existen motivos por los cuales debamos juzgarte.”
“Eh, ajá, si tú lo dices…” apreciaba las palabras, pero Taikogane se estaba cansando de tratar con ese chico tan innecesariamente formal. No eran compatibles a simple vista. “Ehm, ¿podrías no llamarme Sadamune-san? Taikogane está bien…” desvió su mirada. “Sadamune-san es usualmente alguien a quien prefería no estar asociado…”
“Está bien, si así me lo pides, Taikogane-san,” Hyuuga asintió. “Ah, ya no nos falta mucho. Presumo que ese es el kiosco del que hablaron.”
“¡Sí! ¡Qué suerte, casi no hay gente!” exclamó Sora, contento. “¡Apurémonos!”
“Tsk…” Taikogane vio a los demás apurar el paso y renegó por lo bajo. “¿Por qué sólo yo soy llamado con ‘-san’?”
Al llegar al kiosco, pudieron pedir sin necesidad de hacer fila. Había la suficiente variedad entre almuerzos tradicionales y comida chatarra, aunque por la poca bebida de cortesía que venía con el menú, Sora se animó a invitarles bebidas de una máquina dispensadora.
“Ahh, todo se ve muy rico, provecho,” dijo Hakata, ni bien separó sus palitos.
“¡Provecho!” exclamó Taikogane, quien dio una gran mordida a la enorme hamburguesa que había pedido.
Los chicos ocuparon una mesa al aire libre bajo un techo semi-traslúcido. Sora estuvo por acompañar a sus amigos a comer, cuando notó algo al otro lado de la mesa. Ladeó su cabeza por ver tanto a Hyuuga como a Shiro perplejos con las latas de gaseosa frente a ellos. El peligris la había agarrado y la inspeccionaba de pies a cabeza, incluso la golpeaba con una uña como quien probaba el material del cual estaba hecha.
“Hoho~” se confundió casi tanto como ellos. Vio que Shiro miró a Kuro, quien a diferencia de los dos no había tenido problemas jalando el anillo de la lata para abrirla y tomar un sorbo. Luego de verlo, Shiro intentó jalar la suya, pero se veía inseguro de usar fuerza para hacerlo. Sora sonrió y se asomó hacia él. “¡Déjame enseñarte!”
“¿Enseñar?” preguntó Hakata, quien junto con Taikogane recién se dieron cuenta. “¿Eh? ¿Acaso nunca se habían topado con una lata previamente?”
“No puede ser,” Taikogane casi se indignó. “¡Hablamos de gaseosas! ¡No puede ser que se han perdido de las gaseosas! ¡N-no, olviden eso! ¡No puede ser que ni conozcan una lata de bebida!”
“Estoy consciente de la existencia de las gaseosas, aunque siendo sincero, nunca había tomado una,” se explicó Hyuuga, ahora acercando la lata a su oído en lo que tanteaba sacudirla ligeramente. “Efectivamente la bebida está adentro, pero me pregunto por qué será necesario emplear un empaque de aluminio junto con un gatillo para disponer del producto.”
“Oye, no puedes hablar en serio…” reclamó el peliazul, impaciente.
“Me expreso con honestidad, Taikogane-san,” contestó tranquilamente.
“Pero no es nada fuera de este mundo,” agarró su propia lata ya abierta e hizo el ademán de abrirla. “Sólo jala el anillo así y ya.”
“¿Así?” Hyuuga le hizo caso.
“¡E-espera!” Hakata se alarmó al haberle visto agitarla. Tal y como temió, ni bien la lata se abrió, el líquido salió volando y le baño el rostro.
“Eh…” Taikogane se quedó congelado por lo que acababa de causarle.
“¿Q-qué pasó?” preguntó Shiro, sorprendido. Hubo un silencio sepulcral con todos mirando al desafortunado peligris. Aquel era un buen momento para observarle perder su característica paciencia y ponerse de mal humor, pero no fue así. Ocurrió algo distinto.
“Pfff, ¡hahahaha!” Hyuuga comenzó a reírse con ganas. Dejó la lata sobre la mesa y llevó un brazo a su estómago en lo que procesaba lo que acababa de ocurrir. “¡¿Qué es esto?! ¡Hahaha, ¿en verdad a la gente joven le gustan bebidas tan peligrosas como estas?! ¡No puede ser!”
“Ehm, no que sean peligrosas… no siempre al menos…” dijo Taikogane, sonriendo nervioso. Él compartía la confusión de los demás por verle reaccionar así, pero para variar se llevó una buena impresión, ya que ese chico formal sí tenía un sentido del humor como para reírse de sí mismo.
Pasado ese percance, los chicos continuaron con ese almuerzo antes de la siguiente clase.
Era otro día más, y lo que para algunos sería una vida de logros y ensueño, para otros era parte de una demandante rutina. Reiji Kotobuki se encontraba terminando su aparición de guest star en un programa de radio, lugar que contaba con ventanales para que sus fans pudieran verlo en vivo.
“La idea de aparecer en otra película es algo muy intrigante,” comentó Reiji, alzando su mirada en modo soñador, con una simpática y juguetona sonrisa. “Han sido años desde la última, y en verdad que de todos mis trabajos, las películas son las más comprometedoras.”
“¿Cómo así, Kotobuki-san?” preguntó la entrevistadora.
“Quiero decir, es como si entrara a un nuevo mundo, a una aventura llena de otras personas tan inspiradas con quienes tengo que cooperar para darle a ese nuevo mundo un cierre. Tipo, como si fuera un héroe de isekai,” él dio un guiño y pasó su mano por sus cabellos a manera de arreglárselos y levantar su frente hacia arriba. “Dime, ¿te doy esa impresión?”
“Hahaha, no es una mala comparación,” la anfitriona se rió. “Pero sí te va. Creo que entre yo y las fans presentes hoy, podemos decir que además del look tienes la personalidad de un héroe de ese género de anime.”
“¿En verdad lo piensan? Haha, me hacen muy feliz~” Reiji celebró casi de manera infantil para entonces mandar un beso volado a través de la ventana. “Ah, pero en una nota más seria, un proyecto como una película, por la cantidad de actores, profesionales y el presupuesto termina convirtiéndose en parte de tu vida. Siempre es un desafío pero me ha encantado tomarlos. Claro, como variety idol soy más de apariciones públicas, aunque todavía no me rindo y espero a que me llamen para una película o serie de televisión de drama.”
“¿De drama?” preguntó sorprendida.
“Ay, no sé por qué siempre reaccionan así cuando lo digo,” dijo con un reproche juguetón e hizo ojitos. “¿Será que no tengo el look de un actor dramático?”
“Aquí entre nos me toca ser sincera y decirte que no. No dudo que lo puedas hacer, pero no va con la impresión global que tenemos de ti.”
“Aw, qué mala. Yo que había comenzado con mi carrera esperando actuar en obras de Shakespeare en algún momento.”
“¡Eso sí que son noticias!”
“¿No te lo había dicho? Ahh, será por eso que te sorprende.”
“Pero confío en ti, Kotobuki-san. Todos te deseamos lo mejor.”
“¿En serio?” le miró con leve desconfianza, casi como un niño resentido. “Si ya confesaste que no tengo ese look…”
“¡En serio en serio!” afirmó alegremente y miró al público al otro lado de las ventanas. “¿Verdad que sí, chicas? ¡Mira, todos te animan! ¡Tus fans esperan ver mucho más de ti!”
“¡Ahh, qué lindas todas!” el chico se levantó un instante para saludarlas con sus palmas. “¡Gracias, Reiji Kotobuki lo hará todo por ustedes! ¡Las quiero~!” les dio otro beso volado, esta vez con ambas manos.
La entrevista no tardó en terminar con una última pregunta relacionada a sus proyectos a futuro, a lo cual Reiji dijo que no podía compartir mucho aún, pero que en poco tiempo tendría un anuncio muy grande por hacer, y que lo esperaran con ansias. Luego de una cálida despedida con aquella entrevistadora a quien ya conocía muy bien, el idol salió a saludar a las fans que lo habían estado esperando para compartir un par de frases con cada una y darles autógrafos personalizados. Con su aparición pública, se despidió alegremente de sus admiradoras y regresó dentro del edificio.
Fue ahí que se topó con Ranmaru. El rockero le recriminó por tomarse de más en terminar y dejarle esperando, y luego de una simpática disculpa de Reiji, fueron en el Volkswagen del idol a almorzar, tal y como habían quedado.
Ambos eran estrellas con una larga carrera profesional y la suficiente notoriedad como para ser reconocidos a donde fueran. Al pertenecer a la misma agencia y haber iniciado casi al mismo tiempo, los dos estaban bastante familiarizados entre ellos por más que solían trabajar en áreas muy distintas en el mundo del espectáculo. Ranmaru era casi una leyenda viviente del rock a pesar de su joven edad y estaba enfocado en componer sus propias canciones, hacer colaboraciones con otros músicos o participar de conciertos y programas en vivo relacionados a su fuerte. Por otro lado, Reiji era una estrella de la televisión, habiendo tenido su propio segmento de radio el cual a veces retomaba e incluso oportunidades de ser el anfitrión de eventos de la farándula a gran escala, sin mencionar sus múltiples apariciones como invitado y algunas oportunidades de actuación. Por la experiencia y versatilidad de los dos, había ocasiones en las cuales salían de sus zonas de confort y tomaban trabajos en el área del otro. Era por esas oportunidades que Reiji había podido conocer mejor a Ranmaru, sea para buscar su ayuda o viceversa, y apreciaba mucho tener a alguien de su mismo nivel con quien conversar, por más que el otro solía preferir apartarse de él.
“¡Ran-Ran, lo prometido es deuda! ¡Escoge lo que quieras del menú!” exclamó Reiji sonriendo satisfecho ni bien llegaron al restaurante. “Había pensado en invitarte un Kotobuki bento de la mejor calidad, pero recordé que te gustaba la carne así que te traje para acá.”
“Más te valía,” dijo malhumorado y revisando el menú con desinterés, como quien esperaba que ese panfleto le sorprendiera. “Hm, no es un mal restaurante para comer carne, lo reconoceré.”
“¡Hehe~! Yo sé que no, si me aseguré de confirmarlo.”
“Aunque tampoco es de los mejores, pero ya, como vas a pagar no me quejaré.”
“Hmm, y aun así te quejaste antes de decir que no lo harías, bien pensado,” Reiji sonrió con perspicacia. “Lo tenías fríamente calculado, Ran-Ran.”
“¿Eh? ¿Qué insinúas?” alzó una ceja.
“¡Nada!” exclamó alegremente. “Vamos, Ran-Ran, sólo me divertía un poco. Y ya que fuiste a la radio a esperarme, seguro tú también has tenido la oportunidad de encontrarte con algún fan. Espero que hayas estado entretenido en lo que terminaba.”
“No me lo recuerdes, yo que prefiero pasar desapercibido…” rodó los ojos. “Pero cada vez es más difícil. Tampoco soy de tu tipo teatrero que vive de llamarle la atención a todos. Un par de chicas me pidieron autógrafo y cuando pensé que dentro del edificio estaría libre, vino un trabajador de la misma radio que intentó hablar conmigo. Tch…” frunció el ceño, con fastidio. “Menos mal llegó otro del lugar a llevárselo antes de perder la paciencia.”
“Ahh, suena a que eres exigente con tu público,” observó sonriendo aunque un poco frustrado.
“Más bien quisiera que la gente fuera razonable y no me fastidiara. No que les pertenezca. Sólo me molestaría hablar con alguien que también fuera músico y rockero y tuviera los mismos intereses que yo,” miró al otro con impaciencia. “¿Acaso es mucho pedir?”
“Creo que nuestra profesión implica que a veces estemos más al pendiente de los demás de lo que quisiéramos, Ran-Ran,” opinó Reiji, de buenos ánimos. Sonrió ampliamente y abrió sus palmas en un intento de animarle. “No te duele agradecerle un poco a esas fans que hacen de tus logros realidad~”
“Payaso…” murmuró fastidiado. “Justo lo que dije. Prefiero hablar con gente más afín a mí, así que apuremos esto. Dijiste que tenías algo que decirme. ¿Y bien? ¿De qué se trata?”
“Aw, tan impaciente~ y yo que estoy feliz de hablar contigo~” hizo un puchero y ojitos tristes. “¡Ran-Ran malo!”
“Tch, no me pruebes, imbécil…” sintió un tic en la ceja.
“Hehe, al menos imagino que tu hambre de carne y mi consideración de invitarte te harán quedarte hasta el final, por lo cual no tengo problemas de conversarlo contigo desde ya,” observó, sonriendo gustosamente y terminando con su previo acto. “Como sabes, a diferencia del cool y distante Ranmaru Kurosaki que aclama respeto entre los músicos, yo soy el alma de la fiesta y amo de acercarme a los demás. Por eso me llevo de maravilla con todo el personal de la agencia y me quedo conversando largos ratos con las secretarias.”
“Ajá, ¿y tenías que invitarme carne para decirme eso? Suenas ególatra.”
“Oye, todavía ando en el preámbulo, sé paciente,” le pidió con amabilidad. “Lo que sucede es que por eso suelo enterarme de muchos chismes y secretos de cosas por venir, y para variar, escuché algo que nos concierne a los dos. En un inicio pensé que se habían equivocado al decirme, pero no, tal parece que va a ocurrir.”
“¿De qué hablas?” preguntó con desgano.
“Dime, Ran-Ran, hasta para un rockstar como tú, es evidente que los idols están en cuesta para arriba en popularidad, ¿verdad? Los vemos en todos los medios, desde los convencionales como la televisión, hasta los más recientes como las redes sociales. Hasta tienen gran presencia en los juegos de gacha.”
“Sí, obvio…” se encogió de hombros. “Bien por ti porque eres una especie de idol, pero mientras haya personas que aprecien el rock, no podría importarme menos.”
“Un variety idol no es el mejor encaje en la fórmula de ahora, aunque los singles que he sacado sí estuvieron orientados en la definición más global de lo que un idol es para el público. Aunque, ya, yendo al punto…” Reiji le apuntó. “¿Qué me dirías si la agencia comenzara con un ambicioso nuevo proyecto en el cual los dos cooperaríamos para formar un grupo de idols?”
“¿Qué dices?” ello probó deshacer el desinterés y aburrimiento generalizado de Ranmaru, quien abrió sus ojos con una sorpresa que rápidamente se cambió por indignación. “¿Estás mal de la cabeza? ¿Acaso me ves como uno de esos fresitas?”
“Ran-Ran, no digas fresitas,” le pidió juntando sus palmas. “Suenas chapado a la antigua.”
“Tch, no me lances rodeos, Reiji. ¿Hablas en serio? ¿Y por qué demonios tendríamos que trabajar en eso? ¿Acaso tú estás bien tirando tu horario al tacho por algo así?”
“Espera, espera, no te precipites,” levantó sus manos para apaciguarlo. “Puede que haya este proyecto, pero no lo va a ser todo para nosotros. Una secretaria me aseguró que seguiríamos con nuestros trabajos como solistas. Es sólo algo más que hacer y experimental, nada más.”
“A ver…” el peligris se ofuscó y llevó una mano a su frente para descansar su mente de aquellas noticias. “Por un momento me diste un tremendo susto. Saber que sólo es algo paralelo me alivia. Igual…” negó y volvió a dirigírsele. “¿A quién se le ha ocurrido que tenernos como uno de esos grupos de idols de niños más jóvenes que nosotros sea una buena idea?”
“Hasta veteranos como nosotros tenemos que modernizarnos a veces, ¿no crees? No me parece tan malo a mi parecer,” opinó tranquilo y quizás hasta con ánimos. “Haha, te admito que cuando oí el chisme también me preocupé, aunque más por temer que me asignarían idols nuevos y distintos a mí, como si tuviera que trabajar a la par con mis kouhais en un mismo grupo. Más bien, si tengo que hacer algo como esto, no me opongo trabajar contigo, Ran-Ran. ¿No piensas igual? ¿No le ves potencial?”
“Tsk, no digas tonterías. Eso de modernizarse para un rockstar como yo equivaldría a vender mi estilo musical e imagen por tratar de copiar a otros, lo cual condeno hasta el infinito,” desvió su mirada y enseñó algo de incomodidad. “Y pues, no me sorprendería que termine por decepcionar a más de uno de mis propios fans.”
“Está bien, está bien, digo que es un proyecto experimental porque en Shining todavía lo están ideando y quieren asegurarse de no entrometerse en nuestros caminos y carreras. Bueno, yo sólo te aviso. Ni yo tendría que saberlo, pero creo que es bueno que al menos lo veas venir.”
“Más que sentarme a verlo venir, no creas que me quedaré de brazos cruzados,” frunció el ceño.
“¡Ah, e-espera! ¡No causes un revuelo o nos meterás a los dos en problemas!” se asustó.
“No me lloriquees.”
“Para variar no te estoy lloriqueando. En verdad temería que te metas con la persona equivocada,” dijo sonriendo cansado. “Ten un poco más de fe en Shining. No dudo que estén haciendo los estudios necesarios para garantizar un proyecto fructuoso, sobre todo si tienen a dos de sus profesionales más remunerados en el mismo. No te opongas tan abiertamente.”
“…” alzó su mirada y lo meditó un poco, para encogerse de hombros. “Ya, pasada la sorpresa, veo por qué algo como esto sería planeado. Podría ir bien y se ve que esperan mucho de nosotros. Al menos puedo sacar algo de experiencia útil.”
“¡Sí, ese es el espíritu!”
“Pero si yo tengo algo que ver con otro grupito de idols que agrupan por las razones más triviales, quiero al menos tener algo que decir,” afirmó decidido e indignado. “Tendré un contrato con Shining, pero demando que me consulten cuando mi imagen esté en juego. Tengo entendido que es parte del trato.”
“Tal vez todavía andan terminando la propuesta inicial. No te apresures tanto,” le pidió algo nervioso. “Las pobres secretarias te tienen un poco de miedo. No las asustes.”
“No digas tonterías, el trabajo es trabajo, y me lo tomo muy en serio,” apoyó sus codos sobre la mesa y entrelazó sus dedos en lo que meditaba. Apenas notó de reojo cómo una mesera del restaurante había querido acercárseles para tomarles la orden, pero esta pareció intimidarse y se marchó hacia otra mesa. Al notarlo, Ranmaru se extrañó y miró a esa pobre mesera con incomprensión, para resoplar frustrado.
“Bueno, no te sientas mal, no es que hayas querido asustarle,” dijo Reiji, sonriendo apenado. “Este trabajo te ayudará a mostrar un rostro menos intimidante.”
“No es que no pueda hacerlo frente a las cámaras, no me menosprecies,” contestó bruscamente, esperando dejar ese asunto de lado. “Como sea, cuando dices grupo de idols, asumo que seríamos más que nosotros dos. ¿Quiénes son los otros?”
“Ah, sí, un buen punto de tocar,” asintió. “No sé el nombre de uno de ellos, pero es un idol de un país del norte de Europa y conocido por ese continente.”
“¿En serio?” se sorprendió. “¿Y qué hace un extranjero por aquí?”
“No lo sé, también creo que todavía no llega, pero que yo sepa, ya hizo su trato con Shining, así que deberíamos verlo por la agencia en un futuro cercano,” comprimió sus puños con emoción. “¡Ya no puedo esperar, suena interesante!”
“Más bien creo que intentan armar a un grupo lleno de raros y opuestos,” observó incrédulo. “Seremos todo un freakshow.”
“¡Sé más positivo, Ran-Ran! ¡Si Shining anda tan metido en esta idea es porque se trata de un proyecto muy ambicioso y único! Y bueno, el otro sí es un idol ya en nuestro medio, pero a decir verdad, es más joven que nosotros. Aunque, si no me equivoco, ha estado produciendo canciones muy populares últimamente, por lo cual en eso nos podría ayudar un montón.”
“¿Quién es esa persona?”
“A ver, aquí tengo una foto de él,” Reiji sacó su celular y al encontrarlo, le mostró la pantalla. “Míralo. ¿No se ve adorable?”
“…” Ranmaru se sorprendió de sobremanera al ver una foto de Ai en alguna aparición en público. Su comentario de un ‘freakshow’ le regresó a la mente, aunque no bastaba para describir las circunstancias. En verdad, como Reiji le había informado, ese proyecto era experimental, en todo sentido de esa palabra. “Ese chico…”
“¿Ran-Ran?” le miró con curiosidad. “¿Qué te pasa? ¿Lo conoces de antes?”
“Pues…” desvió su mirada, inconforme. Pese a la voluntad de Reiji de mantenerle informado, no podía decirle la verdad. Él no sabía nada sobre Rizembool y sólo le tocaba mantener silencio hasta que fuera a conversarlo con ese ‘Ai’ en persona. “Nada… es como dices. Es muy joven, puede que sea un kouhai al que apoyar.”
“Aw, habré dicho eso, pero si resulta tan bueno sintonizando con los fans más jóvenes y enseñándonos algo, va a ser muy provechoso,” asintió con energías. “Y si él nos necesita, le demostraré que puedo ser un buen senpai para él,” volvió a hacer puños y sonrió con determinación. “¡Reiji-niisan al rescate!”
“De nuevo diciendo tonterías,” negó frustrado. “Pero ya, llama a alguien a que nos atienda. Te harán más caso a ti.”
“Ya no te sientas mal por eso, Ran-Ran. No siempre tenemos nuestros mejores rostros.”
“Que no me siento mal por eso,” se amargó.
“¡Mesera, una consulta!” exclamó el pelimarrón, alzando un brazo.
El almuerzo siguió y Reiji continuó divagando sobre los tipos de trabajos que podrían terminar haciendo si ese futuro cuarteto se concretaba. Sus ánimos e ideas ofuscaban al otro, a quien le tomaría más tiempo acostumbrarse.
El proyecto se volvería oficial dentro de poco y, como Ranmaru se imaginaba, se saldría de las expectativas de todos de maneras todavía inesperadas.
Llegó el fin de clases del día y los chicos de la secundaria de Rizembool estaban saliendo del campus. Hyuuga ubicó la limosina que le llevaría de regreso junto con Shiro y Kuro, y antes de ingresar, decidió despedirse de los demás.
“Entiendo que están camino a la universidad de Rizembool,” observó meditativo.
“¡Claro que sí! ¡Hoy me encontraré con Micchan ahí!” exclamó Taikogane, sonriendo.
“Ah, cierto, ese amigo del cual me comentaste durante el almuerzo…”
“¡Voy a encontrarme con shisho y senpai!” reportó Sora, alegremente. “Sora tiene todavía mucho que aprender de los dos para ser un idol a futuro.”
“Sí,” Shiro asintió. “Ehm, muchos ánimos con la práctica, Sora-kun.”
“¡Haha! ¡Muchas gracias!” asintió. “¡Un día tenemos que ir juntos, Shiro-kun!”
“Eh, pues…” miró perdidamente a un costado.
“¡Estará bien! ¡Será divertido si vamos todos! ¡Te lo prometo!”
“Pienso lo mismo, tendría que hacer un espacio en mi horario,” Hyuuga asintió y miró a Hakata. “¿También tienes planes por allá?”
“Hoy es sólo encontrarme con mis hermanos para regresar, pero te haré saber que tres días a la semana asisto a clases en la universidad,” declaró sonriendo con orgullo. “Estoy adelantando algunos cursos para comenzar el próximo semestre arrasando.”
“Efectivamente, eres muy inteligente, Hakata-kun,” observó gustosamente.
“Hm, supongo que mi apariencia lo delata,” dijo, aunque el Toushirou parecía comprender que el otro lo dijo por algún otro motivo.
“Nos vemos, les agradezco nuevamente por un día tan placentero,” dijo Hyuuga, haciendo una reverencia.
“Sí, muchas gracias,” dijo Shiro tímidamente, asintiendo.
“Me divertí mucho en el almuerzo, aunque siendo honesto, tendré que acostumbrarme a ese peculiar sabor de la gaseosa,” dijo el peligris, sonriendo con torpeza. “Creo que la impresión al abrirla fue lo más productivo para mi persona.”
“Eh, supongo que para alguien que no ha tomado gaseosa antes tomaría tiempo en acostumbrarse,” dijo Taikogane. “Y pues, perdón por decirte que la abras sin pensar dos veces. Te causé ese accidente…”
“Haha, no lo menciones. No tuve problemas consiguiendo una muda de ropa,” se acercó a la limosina y el chofer abrió la puerta para que entre. “Vayan con cuidado.”
Luego de la despedida, la limosina partió y los otros tres comenzaron su usual caminata hacia la universidad.
“Ahh, ya nos estamos acostumbrando a su formalidad,” Taikogane se sacudió los cabellos, exasperado. “¿Qué clase de estudiantes de secundaria somos si nos andamos despidiendo con tanta etiqueta y frente a una limosina? Ihhhh,” sintió escalofríos.
“No es para tanto,” Hakata rodó los ojos.
“Son buenas personas,” Sora asintió, alegremente. “¡No puedo esperar para verlos el lunes!”
“Es verdad, tú de inmediato te ofreciste para ayudar a Shiro-kun,” observó Hakata. “¿Cómo así te animaste a hacerlo?”
“Es que su color, lo conozco muy bien,” Sora asintió y miró al cielo. “Cómo lo explico… es un color triste… hm, creo que Shiro-kun tiene mucho miedo. Este miedo es algo que yo también he sentido, así que lo entiendo…” asintió y miró a Hakata, sonriente. “Por eso quiero enseñarle que no tiene que tener miedo, que todo está bien. Por favor, hay que hacerlo, Hakata.”
“Eh… sí…” se perdió por ese comentario y lo pensó. “No soy muy bueno con esas cosas, pero haré lo que pueda.”
“Ese chico con las justas habló, pero se ve como buena gente. Creo que nos llevaremos bien,” dijo el peliazul.
“¡Sí, de todos modos!” exclamó Sora.
“Al menos no se hace el interesante como Hyuuga.”
“No es que se haga el interesante. Ahh…” Hakata dio un suspiro. “Se nota que ha tenido una formación muy distinta. Él mismo lo dijo. Y ser el líder de su familia es un gran peso. Yo ni puedo imaginarlo.”
“Pero sí actuaba muy formal. Dudo que su familia sea tan distinta a otras. Creo que los tres también somos adinerados y nos considero bastante normales,” Taikogane lo pensó y frunció el ceño. Sí pensaba que Sora también era peculiar, pero al menos no de la manera extremadamente formal y frustrante del otro.
“Él ya dijo que no juzgaría a nadie, así que tú tampoco lo hagas, pero en fin…” Hakata se encogió de hombros y decidió ahorrarse la palabrería. “No me sorprende que no lo sepas, pero los Masamune son una familia ancestral. En particular, son reconocidos desde hace siglos como una de las tres familias más aclamadas al hacer katanas y armamento de guerra. Esto ha llegado hasta el presente y ahora son la familia del Japón más modernizada en esa misma área, capaces de diseñar los instrumentos y vehículos bélicos más desarrollados, al igual de capacitar y educar a los técnicos y operadores de las mismas. Entiendo que ellos invierten gran parte de su capital en investigaciones y sus invenciones están presentes por todas partes del mundo.”
“¡¿Qué cosa?!” Taikogane se quedó en shock.
“Ohh, eso lo explica,” Sora abrió sus ojos ampliamente y asintió. “Por eso Hyuuga-kun llamó al abridor de lata como gatillo.”
“Haha, buen punto,” Hakata rió un poco. “Debe haberse quedado muy sorprendido de que la gente promedio ande tomando bebidas de granadas. Yo también me habría reído así en su lugar.”
“¡N-no, esperen!” el peliazul alzó sus palmas, aterrado. “¡¿Me están diciendo que somos amigos de los malos?!”
“¿M-malos?” el Toushirou le miró con reproche.
“¿Cómo así?” preguntó Sora, con curiosidad.
“¡Si la profesora dijo que era allegado a Rizembool y todo! ¡O sea es muy posible que ayude con investigaciones para dar poderes y armas a los Rebels! ¡Tiene todo el sentido del mundo!” se abrazó a sí mismo en medio de su ataque de histeria (?). “¡Y ni hablamos de algún viejo malvado y aburrido! ¡Es un niño menor que yo con muchas de sus creaciones por distintas partes del mundo! ¡Podría tener un botón en su escritorio que si presiona destruiría hasta ciudades! ¡Tiene demasiado poder! ¡Necesitan darle un nerf ya, es muy peligroso!”
“Pero no es un personaje de videojuego…” Sora ladeó su cabeza.
“Ahh, no sé qué decirte sobre su afiliación con Rizembool, pero fuera de eso, todo lo relacionado a tecnología y tácticas de guerra es muy serio y tratado con responsabilidad. No hay forma que fuera a tener el poder que dices. No sobreactúes, Taikogane,” le miró impaciente. “¿Y no eras tú quien antes de conocerlo andaba diciendo que los Rebels son cool?”
“¡E-eso es muy distinto!”
“Sólo sigamos caminando,” dio un pesado suspiro. “Al menos tienes todo el fin de semana para que se pase ese pensamiento.”
“P-pero…” seguía algo inseguro.
“No te preocupes,” Sora asintió, sonriente. “Son buenos, te lo aseguro.”
“Espero…” se rindió y continuó el camino.
…
“Este primer día ha sido tranquilo,” observó Hyuuga, mientras los tres estaban dentro de la limosina. El peligris se mostraba satisfecho con los resultados. “Tengo que admitir que temía cometer una ligereza al introducirles a ese ambiente. No obstante, presumo que podemos confiar en nuestros compañeros de clase.”
“No tienes que temer tanto, Hyuuga…” Shiro negó y bajó su mirada. “Ya has hecho mucho por nosotros…”
“Aquel no sería un motivo válido para no preocuparme por ustedes o por quien sea. Aun así, gracias por tu atención hacia mí, Shiro,” asintió y sonrió un poco, para mirar a sus acompañantes. “Los tres estamos unidos en esto. Y descuiden, prometo que sus vidas sólo mejorarán a partir de ahora. Cuentan con mi protección.”
“…” Kuro miraba al piso. Estuvo a punto de asentir, cuando Shiro habló.
“No es justo, Hyuuga.”
“Shiro…” el peligris le miró atentamente, algo sorprendido.
“Dices que estamos unidos, pero seguimos en posiciones y roles muy distintos,” observó el pelinegro, mirando hacia el frente. “Eres nuestro protector. Tú has decidido resguardarnos, así que… si en algún momento fuera a ocurrir una situación de emergencia, una que demandara tu responsabilidad a nosotros y a tu familia, ya no seríamos esa unión que dices que somos…” cerró sus ojos. “Tú sólo lo dices para calmarnos, pero no me puedes mentir. Lo sabes bien, Hyuuga. Nadie puede mentirme.”
“…”
“Yo… no quiero dejarte solo…” abrió sus ojos tristes y llevó una mano a su pecho. “Sé que nunca dejaré de tener mi vida afectada por la guerra, que pretender ayudarte sólo me hará más vulnerable… que seguramente no hay nada que yo pueda hacer… pero… tampoco quiero que me resguarden sin poder ayudar de vuelta, o que otros se metan en problemas por mi culpa.”
“Shiro, resiento lo que dices,” Hyuuga frunció el ceño. “No permitiré que te responsabilices en lo más mínimo del pasado.”
“Sólo…” Shiro agachó su cabeza y entrecerró sus ojos. Parecía estar a punto de llorar. “…quiero que estés bien, Hyuuga…”
“Eh…” ello le congeló y se apenó. “He sido duro contigo. Lo lamento.”
“…” el pelinegro negó. “Sé que lo haces porque te preocupas por mí…” entonces, levantó su mirada al notar que Kuro le había abrazado el brazo.
“Shiro…” Kuro finalmente habló con una voz lenta, rasposa y muy grave. Él negó.
“…” su amigo asintió. “No quieres que llore. Sí, lo siento, Kuro…” le miró y sonrió un poco. “Estoy bien, no fue nada.”
Siguió un corto silencio. Shiro miró a Hyuuga y le vio pensativo, con una mano en su mentón. Su semblante era inmutable, pero percibía un vacío e incertidumbre en su interior. Pese a no conocerlo por mucho, ese sentimiento interior era casi una huella digital. Lo portaba consigo todo el tiempo y aun así se mantenía firme y listo a tomar sabias decisiones. Le resultaba un misterio. Le era incomprensible.
Había sentido y visto a tantas personas con sentimientos parecidos quebrarse frente a sí, pero él seguía de pie, más seguro e íntegro que los demás…
“¿Qué puedo decir?” preguntó el peligris al aire.
“…” Shiro esperó. El líder de los Masamune estaba a punto de sonreír con tranquilidad, tal vez hacer un sutil ademán de guardar una discreta risa, y mirarle de reojo con ojos comprensivos. Sí, fue tal cual.
“Heh, no puedo ocultarte lo que llevo dentro. Tengo que aprender a obviar pleitesías contigo,” comentó con calma y leve gracia. “Lo que dices es verdad. En el fondo, soy el líder de los Masamune. Ustedes dos son seres por quienes me preocupo, y ahora que hice los papeles para que sean parte de mi familia y mi nombre, son mis protegidos. Pretendo que seamos una unidad a menos que ocurra una situación la cual considere únicamente mi responsabilidad,” miró hacia la ventana y borró su sonrisa, ensimismándose. “Pretendo llevarme bien con todos en la secundaria, quizás entablar buenas relaciones con algunos, pero nunca buscaría involucrar a nadie en mis asuntos. Estoy preparado a establecer barreras y límites con los demás. Entiendo bien que soy distinto que la mayoría. Lo he comprendido muchas veces…”
“Hyuuga…” Shiro bajó su mirada, estresado.
“Dicho eso…”
“…” el vacío se aligeró apenas un poco.
“Sigo siendo un niño con mucho por aprender, y ahora que he conocido a dos personas que me acompañarán, por más que esté reacio a cambiar los puntos de vista de mis progenitores, sí estoy dispuesto a oír lo que tienen que decirme. Puede que sea bueno para mí, y para ustedes,” admitió con humildad. “Ya he comenzado a tomar decisiones distintas a las de mis padres. Los tiempos cambiarán, el rumbo de mi familia puede que sea distinto y yo debo ser la persona indicada para hacerlo funcionar de todas maneras…” asintió. “Sé paciente conmigo. Te admitiré que hay mucho que no sé y que todavía no tengo decidido. Espero poder llegar a tomar una decisión que sea la mejor para todos, y ojalá sea algo que también te dé alivio y comprensión. La necesitas.”
“Tienes demasiado de lo cual encargarte todo el tiempo. Yo… espero no ser otra carga más para ti,” dijo, cabizbajo.
“Por el contrario. Contar con ustedes dos ha abierto mis ojos,” admitió Hyuuga, amablemente. “Soy un niño con una visión limitada y mucho por entender. Quiero oír lo que tienes que decir. Quiero también ver más allá que mis predecesores. Una persona privilegiada en mi posición con frecuencia puede perder el contacto con la realidad y ser ciega a las necesidades más básicas de otras personas. He decidido venir a este colegio para aprender de Rizembool, pero también de su ecosistema y absorber la mayor cantidad de información posible. También cometí el ligero atrevimiento de darles una pequeña libertad para estudiar junto a mí. Vivir en sociedad es algo que todos necesitamos, por más que temía ser imprudente. Aunque…” ensanchó su sonrisa. “Fui sorprendido. Sora-kun parece haber visto a través de ti, Shiro.”
“S-sí, eso creo,” asintió un tanto sorprendido. “Él parece poder conectar con otros a su manera.”
“Es algo en lo que se parecen. Has encontrado a alguien como tú.”
“Puede ser…” Shiro desvió su mirada y sonrió un poco. “Es… reconfortante…”
“Lo es, realmente que lo es…” Hyuuga sonrió con leve añoranza. Encontrar a alguien semejante… no evitó pensar en su breve reunión con el líder de los Solidor. Por más que no estuvieran conectados y vivieran vidas partes, había sido agradable.
“Yo…” Kuro volvió a hablar y recibió la mirada de los dos. “…soy un problema para ustedes… soy… un peligro…”
“No lo eres, Kuro. Soy responsable, como bien lo saben, y me aseguré de corroborar el hecho que tú no presentas peligro para nadie en situaciones normales. Confía en mí,” afirmó el peligris, decidido. “Más bien, nos ayudarás a estudiar, ¿verdad? Eres muy inteligente.”
“…” este desvió su mirada.
“Ehm, y Kuro…” Shiro juntó sus palmas. “Taikogane-san es inocente. No te dejes llevar por su comportamiento,” asintió. “Lo puedo sentir. Es una buena persona.”
“Sí parece que le has agarrado leve antipatía,” Hyuuga lo pensó un poco.
“…” Kuro frunció el ceño. “Son muy pacientes… él pensará que somos villanos…”
“No sé por qué sacaría dicha conclusión, haha,” Hyuuga rió con torpeza. “Y aun así, no hay que preocuparnos por impresiones infundadas. No lo pienses mucho. Es recién el comienzo.”
“Lo es… eso espero…” Shiro llevó sus manos al pecho. “Espero… realmente espero… que las cosas continúen así.”
“Que así sea,” Hyuuga asintió. Veía de nuevo esperanza en el chico. Era un alivio.
La limosina siguió con su camino. Fue el primer día, el primer paso y les esperaba mucho por delante.