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Listas y Probaciones / Re: Reto Anual 2024
« Last post by Cho on January 01, 2025, 09:25:31 PM »Reto Anual: Resultados
Hola, chicas, ya terminó el año y vengo con los resultados del reto. Hemos tenido un año muy consistente entre todas, las felicito por su gran trabajo~
Sayi: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Kora: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Cho: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Kana: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Eureka: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Puri: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Mimi: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Neko: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Airin: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Miyu: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Ganadores del Reto Anual Hard Mode Edition
@Cho, @Kana, @Eureka, @Neko, @Airin, @Miyu
¡Felicidades por su gran esfuerzo! A partir de ahora, cuentan con un espacio en la oficial más tres espacios de extras adicionales.
Ganadores del Reto Anual Bishoujo Team Classic
@Mimi Tachikawa
¡Muy buen trabajo! Ahora tienes la opción de escoger un espacio en la oficial o tres espacios de extras. Puedes avisar en este tema o en el de Canje de Palabras cuál premio deseas.
En los próximos días vendré con el tema para el reto de este año. Felicidades a todas y a ponerle ganas nuevamente~
Hola, chicas, ya terminó el año y vengo con los resultados del reto. Hemos tenido un año muy consistente entre todas, las felicito por su gran trabajo~
Sayi: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Kora: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Cho: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Kana: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Eureka: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Puri: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Mimi: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Neko: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Airin: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Miyu: Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Ganadores del Reto Anual Hard Mode Edition
@Cho, @Kana, @Eureka, @Neko, @Airin, @Miyu
¡Felicidades por su gran esfuerzo! A partir de ahora, cuentan con un espacio en la oficial más tres espacios de extras adicionales.
Ganadores del Reto Anual Bishoujo Team Classic
@Mimi Tachikawa
¡Muy buen trabajo! Ahora tienes la opción de escoger un espacio en la oficial o tres espacios de extras. Puedes avisar en este tema o en el de Canje de Palabras cuál premio deseas.
En los próximos días vendré con el tema para el reto de este año. Felicidades a todas y a ponerle ganas nuevamente~
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Reglas, Guías y whatnot / Re: Canje de palabras
« Last post by Cho on January 01, 2025, 09:20:27 PM »Hola a todas, les deseo un feliz año nuevo~ espero que lo hayan pasado muy bien.
Vengo a avisarles que, al igual que los años anteriores, extenderé el canje de espacios del 2024 un par de semanas. Por lo tanto, si quieren escribir para hacer canjes de espacios del 2024, contaré todos los fics posteados hasta el jueves 16 de enero a las 10:00pm hora México d.f.
Con esos fics, actualizaré el conteo de palabras del primer post, y el canje de espacios del 2024 terminará el sábado 18 de enero a las 10:00pm hora México d.f. A partir de esa hora, comenzará el canje de espacios del 2025.
Nota: Estas fechas corresponden al canje de espacios en las listas. Cualquier otro canje sigue activo como siempre.
Muchos ánimos con sus fics y siéntanse libres de pasar por aquí en caso tengan alguna duda. Que estén bien, chicas~
Vengo a avisarles que, al igual que los años anteriores, extenderé el canje de espacios del 2024 un par de semanas. Por lo tanto, si quieren escribir para hacer canjes de espacios del 2024, contaré todos los fics posteados hasta el jueves 16 de enero a las 10:00pm hora México d.f.
Con esos fics, actualizaré el conteo de palabras del primer post, y el canje de espacios del 2024 terminará el sábado 18 de enero a las 10:00pm hora México d.f. A partir de esa hora, comenzará el canje de espacios del 2025.
Nota: Estas fechas corresponden al canje de espacios en las listas. Cualquier otro canje sigue activo como siempre.
Muchos ánimos con sus fics y siéntanse libres de pasar por aquí en caso tengan alguna duda. Que estén bien, chicas~
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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Cho on January 01, 2025, 09:13:29 PM »
Hello gals <3
Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.
Sin más preámbulos~
*top 4*
*conteo*
Sayi :: 447 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 5307 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 0 palabras
Puri :: 598 palabras
Mimi Tachikawa :: 2221 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 4783 palabras
*conteo*
Sayi :: 447 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 5307 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 0 palabras
Puri :: 598 palabras
Mimi Tachikawa :: 2221 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 4783 palabras
Now, let's carry on with those big HiME dreams...
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Listas y Probaciones / Re: New Probation Time!
« Last post by Cho on January 01, 2025, 09:11:56 PM »Este es el conteo total del mes de Diciembre 2024
Main Projects
A continuación el conteo para los proyectos principales:
Side Projects
Y ahora el conteo para los proyectos secundarios~
Las palabras se agregarán a su contador y podrán ser usadas en el tema de canje de palabras.
Happy writing~
*header*
Quote
Sayi :: 447 palabras
Kora :: 821 palabras
Cho :: 5307 palabras
Kana :: 1050 palabras
Eureka :: 1897 palabras
Puri :: 598 palabras
Mimi Tachikawa :: 2221 palabras
Neko :: 1435 palabras
Airin :: 1042 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 4783 palabras
Main Projects
A continuación el conteo para los proyectos principales:
![]() MMORPG: Neverland C O N T E O | ![]() República de las Naciones Unidas C O N T E O | ![]() One-Shot Project C O N T E O |
Kora :: 0 palabras Neko :: 1435 palabras Airin :: 1042 palabras Shruikan :: 0 palabras | Eureka :: 0 palabras Puri :: 0 palabras Mimi Tachikawa :: 0 palabras Mery :: 0 palabras Apple :: 0 palabras | Sayi :: 0 palabras Nite :: 0 palabras Cho :: 0 palabras Kana :: 0 palabras Eureka :: 0 palabras Puri :: 0 palabras Mery :: 0 palabras Neko :: 0 palabras Apple :: 0 palabras |
Side Projects
Y ahora el conteo para los proyectos secundarios~
![]() HiMEverse C O N T E O | ![]() Downtown District C O N T E O | ![]() Seeds in the Garden C O N T E O |
Sayi :: 447 palabras Nite :: 0 palabras Cho :: 5307 palabras Kana :: 0 palabras Eureka :: 0 palabras Puri :: 598 palabras Mimi Tachikawa :: 2221 palabras Mery :: 0 palabras Apple :: 0 palabras Miyu :: 4783 palabras | Sayi :: 0 palabras Kora :: 0 palabras Nite :: 0 palabras Cho :: 0 palabras Kana :: 1050 palabras Eureka :: 0 palabras Puri :: 0 palabras Mimi Tachikawa :: 0 palabras Apple :: 0 palabras Miyu :: 0 palabras | Kora :: 821 palabras Neko :: 0 palabras Airin :: 0 palabras Shruikan :: 0 palabras |
![]() Moonlight Garden C O N T E O | ![]() Patio de Juegos C O N T E O | ![]() Actividades C O N T E O |
Eureka :: 1897 palabras | ||
Las palabras se agregarán a su contador y podrán ser usadas en el tema de canje de palabras.
Happy writing~
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Listas y Probaciones / Re: New Probation Time!
« Last post by Cho on December 31, 2024, 11:00:13 PM »
Probaciones pronto.
¡Feliz año nuevo a todas!
96
HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Sayi on December 31, 2024, 09:05:39 PM »Yoruichi miró el reloj y apretó los labios en una fina línea. Al planear el reencuentro con su exalumna HiME, jamás imaginó que terminaría con dos HiMEs tiradas en el suelo, inmersas en un trance, justo en el centro de su sala.
Sayi había respondido a su invitación muy emocionada, pues no había tenido chance de verla desde que Yoruichi había regresado en el break de su maestría. La pelirroja había estado lidiando con sus propias dificultades tras el brutal asedio de su nuevo Rebel, y ahora que se encontraba más recuperada las estrellas se habían alineado para poder, finalmente, ponerse al tanto con sus respectivas vidas.
La última vez que Yoruichi había visto a Sayi había sido mucho antes del último llamado de Miranda a luchar contra los Rebels. En ese entonces, la pelirrosa se encontraba ocupada con sus estudios en la facultad de arte, y algo preocupada por la distancia en su relación con Taikoubou, con su ex-Key viviendo en Beijing…
Y ella… pues se encontraba lidiando con la incertidumbre de su nueva vida en Sudáfrica.
Sin duda alguna, como cambiaban las cosas con el tiempo.
Sus ojos se movieron hacia la segunda persona tirada en el piso. Una ex-HiME, así como ella, quien no había conocido muy bien en el conflicto hace tres años, pero sentía que se encontraba en pleno curso intensivo de semejante personaje.
Cuando abrió la puerta para recibir a su amiga, a su lado se encontraba una castaña que se introdujo como Suiseiseki X, estudiante de Antropología, amiga cercana de Sayi y así como ella, HiME actual. Le había parecido una muchacha interesante, de gustos curiosos, y mucho carisma… y la razón por la que se encontraba en su puerta ese día era porque tenía mucho interés en aprender sobre su experiencia en Sudáfrica.
Y había traído pisco iqueño como ofrenda por colarse en su reunión con Sayi.
La tarde había sido bastante amena, pero tomó un curso irrepentino cuando Yoruichi mencionó ciertas hierbas de cualidad exótica que había traído de Ciudad del Cabo.
“¿¡DURBAN POISON~DESU!? ¡HE ESCUCHADO MARAVILLAS DE ESOS TRIPS ~DESU!”
Y tras insistirle e insistirle a Sayi que la acompañara con un enrolladito, en cuestión de media hora habían llegado a la situación actual: Suiseiseki X y Sayi, disfrutando de semejante trip que si no mal recordaba, tardarían al menos un par de horas más de bajar.
Yoruichi, por su lado, había optado por tomar la oportunidad y ponerse al día con House of the Dragon. Después de todo, alguien tenía que quedarse fuera de la influencia para poder ofrecer ayuda, si es que la necesitaban.
“No… dejen entrar a la… vieja…~desu”
”Dori… Times New Roman… que verguenza...”
Sayi había respondido a su invitación muy emocionada, pues no había tenido chance de verla desde que Yoruichi había regresado en el break de su maestría. La pelirroja había estado lidiando con sus propias dificultades tras el brutal asedio de su nuevo Rebel, y ahora que se encontraba más recuperada las estrellas se habían alineado para poder, finalmente, ponerse al tanto con sus respectivas vidas.
La última vez que Yoruichi había visto a Sayi había sido mucho antes del último llamado de Miranda a luchar contra los Rebels. En ese entonces, la pelirrosa se encontraba ocupada con sus estudios en la facultad de arte, y algo preocupada por la distancia en su relación con Taikoubou, con su ex-Key viviendo en Beijing…
Y ella… pues se encontraba lidiando con la incertidumbre de su nueva vida en Sudáfrica.
Sin duda alguna, como cambiaban las cosas con el tiempo.
Sus ojos se movieron hacia la segunda persona tirada en el piso. Una ex-HiME, así como ella, quien no había conocido muy bien en el conflicto hace tres años, pero sentía que se encontraba en pleno curso intensivo de semejante personaje.
Cuando abrió la puerta para recibir a su amiga, a su lado se encontraba una castaña que se introdujo como Suiseiseki X, estudiante de Antropología, amiga cercana de Sayi y así como ella, HiME actual. Le había parecido una muchacha interesante, de gustos curiosos, y mucho carisma… y la razón por la que se encontraba en su puerta ese día era porque tenía mucho interés en aprender sobre su experiencia en Sudáfrica.
Y había traído pisco iqueño como ofrenda por colarse en su reunión con Sayi.
La tarde había sido bastante amena, pero tomó un curso irrepentino cuando Yoruichi mencionó ciertas hierbas de cualidad exótica que había traído de Ciudad del Cabo.
“¿¡DURBAN POISON~DESU!? ¡HE ESCUCHADO MARAVILLAS DE ESOS TRIPS ~DESU!”
Y tras insistirle e insistirle a Sayi que la acompañara con un enrolladito, en cuestión de media hora habían llegado a la situación actual: Suiseiseki X y Sayi, disfrutando de semejante trip que si no mal recordaba, tardarían al menos un par de horas más de bajar.
Yoruichi, por su lado, había optado por tomar la oportunidad y ponerse al día con House of the Dragon. Después de todo, alguien tenía que quedarse fuera de la influencia para poder ofrecer ayuda, si es que la necesitaban.
“No… dejen entrar a la… vieja…~desu”
”Dori… Times New Roman… que verguenza...”
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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Puri on December 31, 2024, 07:58:43 PM »@Sayi
Sayi no entendía a ciencia cierta qué era lo que sucedía.
En un momento tenía en frente a Suiseiseki con un machete. En cuestión de segundos, ésta la empujaba adentro de la tienda de novias diciéndole que ‘todo bajo control~desu’ y ‘prepárate para atender bien a la doris~desu, que la suegra shall not pass~desu’. Y un minuto más tarde, entraba Deidara con gafas oscuras y la capucha de una hoodie negra tapándole el cabello rojo.
Detrás de ella, en la calle, se escuchaban gritos.
Antes que pudieran cruzar palabra, la encargada de la tienda las recibió y las llevó hacia la parte de la tienda donde les atenderían. Después de confirmar que sólo ellas verían el tema y que no esperaban a nadie más, la joven se apresuró en darles dos copas y servirles champaña. Les dijo que en breves momentos volvería junto a la modista, quien se encontraba terminando de arreglar la selección que les mostraría hoy.
Las dos se quedaron solas y Sayi sentía que pronto se le iba a bajar la presión.
“No puedo creérmelo,” fue lo primero que le dijo Deidara apenas se quitó las gafas. “Lo que he visto afuera con el machete. No me lo creo.”
“Dori, yo—” Sayi estaba al borde del llanto, lista para renunciar y ofrecerle mil disculpas de todo corazón, pero fue interrumpida rápidamente por su amiga de antaño.
“Qué servicio para más eficiente.” Sayi se quedó toda ?!!??!? pero Deidara no lo notó, ya que siguió hablando. “Si te soy sincera, por muy amigas que seamos no me había convencido en un inicio la idea de contratar a alguien para que me ayudara con la boda. No fue hasta que mi suegra empezó a meterse de más que decidí que lo mejor sería llamarte y así descansar de que la señora esté jodiendo todo el santo día. Pero lo del tema del vestido era algo que no sabía cómo hacer para quitármela de encima y vosotras lo habéis logrado a la perfección. Sóis unas genias.” El brillo que tenía en los ojos era algo que Sayi no había visto en su amiga desde aquel día en que le mostró con las manos qué tan grande la tenía Zoro.
“Sí,” sólo atinó a responder. “Eso. Ajá. Tal como nos pediste.”
“No había visto a Suiseiseki en tu página de instagram, pero madre mía. Qué gran socia que tienes.” El tic en el ojo de Sayi empezó a temblar más de lo que ya estaba temblando desde aquel fatídico día en el café. A lo lejos, se escuchaba el sonido de la sirena de un carro de policía acercarse. “Pero ya, aprovechemos el tiempo que nos queda para ver lo del vestido de una vez.”
“Es cierto,” Sayi salió de su ensimismamiento y volvió a su modo business. “Había visto tu moodboard de pinterest y llamé con antelación para separar unos cuantos vestidos que iban acorde a tu tema y los colores, pero… Mencionaste algo de un tatuaje en la llamada, ¿no?”
Con la mera mención del tatuaje, los colores desaparecieron del rostro de Deidara. Había una palidez en ella casi antinatural, como si presintiera que un rebel fuera a aparecerse ahí mismo listo para el ataque.
“Está bien si no quieres mostrármelo, sólo tienes que decirme en qué parte—”
Pero antes que pudiera seguir, Deidara se había sacado su hoodie y comenzaba a desabrocharse los primeros botones de su blusa. Con un gran sonrojo, murmuró:
“No puedes decírselo a nadie.”
En Bold Times New Roman Font 72, encima de las tetas de Deidara iba escrito:
PROPIEDAD DE ZORO RORONOA
Sayi no entendía a ciencia cierta qué era lo que sucedía.
En un momento tenía en frente a Suiseiseki con un machete. En cuestión de segundos, ésta la empujaba adentro de la tienda de novias diciéndole que ‘todo bajo control~desu’ y ‘prepárate para atender bien a la doris~desu, que la suegra shall not pass~desu’. Y un minuto más tarde, entraba Deidara con gafas oscuras y la capucha de una hoodie negra tapándole el cabello rojo.
Detrás de ella, en la calle, se escuchaban gritos.
Antes que pudieran cruzar palabra, la encargada de la tienda las recibió y las llevó hacia la parte de la tienda donde les atenderían. Después de confirmar que sólo ellas verían el tema y que no esperaban a nadie más, la joven se apresuró en darles dos copas y servirles champaña. Les dijo que en breves momentos volvería junto a la modista, quien se encontraba terminando de arreglar la selección que les mostraría hoy.
Las dos se quedaron solas y Sayi sentía que pronto se le iba a bajar la presión.
“No puedo creérmelo,” fue lo primero que le dijo Deidara apenas se quitó las gafas. “Lo que he visto afuera con el machete. No me lo creo.”
“Dori, yo—” Sayi estaba al borde del llanto, lista para renunciar y ofrecerle mil disculpas de todo corazón, pero fue interrumpida rápidamente por su amiga de antaño.
“Qué servicio para más eficiente.” Sayi se quedó toda ?!!??!? pero Deidara no lo notó, ya que siguió hablando. “Si te soy sincera, por muy amigas que seamos no me había convencido en un inicio la idea de contratar a alguien para que me ayudara con la boda. No fue hasta que mi suegra empezó a meterse de más que decidí que lo mejor sería llamarte y así descansar de que la señora esté jodiendo todo el santo día. Pero lo del tema del vestido era algo que no sabía cómo hacer para quitármela de encima y vosotras lo habéis logrado a la perfección. Sóis unas genias.” El brillo que tenía en los ojos era algo que Sayi no había visto en su amiga desde aquel día en que le mostró con las manos qué tan grande la tenía Zoro.
“Sí,” sólo atinó a responder. “Eso. Ajá. Tal como nos pediste.”
“No había visto a Suiseiseki en tu página de instagram, pero madre mía. Qué gran socia que tienes.” El tic en el ojo de Sayi empezó a temblar más de lo que ya estaba temblando desde aquel fatídico día en el café. A lo lejos, se escuchaba el sonido de la sirena de un carro de policía acercarse. “Pero ya, aprovechemos el tiempo que nos queda para ver lo del vestido de una vez.”
“Es cierto,” Sayi salió de su ensimismamiento y volvió a su modo business. “Había visto tu moodboard de pinterest y llamé con antelación para separar unos cuantos vestidos que iban acorde a tu tema y los colores, pero… Mencionaste algo de un tatuaje en la llamada, ¿no?”
Con la mera mención del tatuaje, los colores desaparecieron del rostro de Deidara. Había una palidez en ella casi antinatural, como si presintiera que un rebel fuera a aparecerse ahí mismo listo para el ataque.
“Está bien si no quieres mostrármelo, sólo tienes que decirme en qué parte—”
Pero antes que pudiera seguir, Deidara se había sacado su hoodie y comenzaba a desabrocharse los primeros botones de su blusa. Con un gran sonrojo, murmuró:
“No puedes decírselo a nadie.”
En Bold Times New Roman Font 72, encima de las tetas de Deidara iba escrito:
PROPIEDAD DE ZORO RORONOA
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SeeDs in the Garden / Re: SeeDs in the Garden – revival
« Last post by Kora on December 31, 2024, 10:58:37 AM »Felis navidad tarde (?)
A cualquier persona de Balamb que le preguntaras, diría que una de las pocas cosas buenas que habían traído de Aetheria era la Navidad. Época de pasar tiempo con los seres queridos, de poner luces de colores y guirnaldas por doquier, y especialmente para los estudiantes, de vacaciones. Para los SeeDs de Balamb, las vacaciones eran probablemente su parte favorita.
Y aquella Navidad, además, tenía un extra: con cerca de catorce años, los jóvenes SeeDs se consideraban ya lo suficientemente mayores, y eso significaba que necesitaban costumbres de gente adulta.
Como por ejemplo, un intercambio de regalos de Navidad secreto como el que los profesores e instructores hacían entre ellos.
No estaba muy claro de quién había sido la idea (aunque Kora juraba que había sido ella quien lo había propuesto primero), pero el grupo enseguida había aceptado.
-Regalos gratis, ¿no? -había dicho Dante, encogiéndose de hombros con una sonrisa.
Dos semanas más tarde, llegó el día antes de Navidad. A un lado del enorme árbol de Navidad de la entrada estaban los regalos para los estudiantes, al otro el de los profesores, y los jóvenes estudiantes prácticamente se abalanzaron sobre su pila como si estuvieran en un mercadillo, buscando la caja empapelada con su propio nombre.
-¡Una cámara de fotos! -Shura sonrió al abrir su regalo, y se giró para probarla inmediatamente con Kora.
-¡Shu, no me hagas fotos sin avisar! -se quejó Kora, que aún estaba peleándose con el empapelado de su regalo.- Si salgo con papada la borras inmediatamente, ¿eh?
De no ser porque todos estaban centrados en abrir y maravillarse (o en el caso de Neko, rodar los ojos) ante su regalo, se hubiera podido apreciar como Dante miraba de reojo a Yuri mientras abría el suyo.
Cinco minutos más tarde, Yuri y Dante nunca habían estado tan cerca el uno del otro, pero tampoco es que estuvieran del todo incómodos.
-Pues oye, se está bien calentito aquí dentro. -comentó Dante, rodeando a Yuri con el brazo libre y apretando su cintura.
Yuri se mordió el labio inferior, entrecerrando los ojos mientras lanzaba dagas con ellos en dirección a Kora, que estaba sentada en una de las sillas de la cafetería, tapándose esa sonrisa ladina que le había salido con una mano delicada. Seguro que estaba contenta.
-Yuri, sonríe, ¡que estáis monísimos! -exclamó Shura desde detrás de la cámara, haciendo fotos casi que sin parar.
Yuri rodó los ojos pero acabó sonriendo, más que nada porque Dante le estaba intentando hacer cosquillas por debajo de la batamanta que estaban compartiendo. ¿A qué santo se le había ocurrido decir que él creía que cabían los dos en la triple equis ele?
-Pero a ver, ¿para quién es el regalo, para mí o para él? -preguntó Yuri, que lo tenía complicado para hacer que Dante dejase de hacerle cosquillas en la cintura-. Más que nada porque no tengo claro quien está difrutando aquí.
-En la etiqueta ponía tu nombre. -comentó Neko, que estaba intentando no reírse. Ella llevaba un cascabel enorme al cuello porque a alguien le había parecido bien regalarle una campanita al gato.
Yuri suspiró y acabó devolviéndole las cosquillas a Dante, que se rió entredientes.
-Para el año que viene nada de intercambio secreto de regalos, para el año que viene tenemos que poner quien ha dado qué regalo. ¿Eh, Kora?
Kora se encogió de hombros, poniéndose la boa de plumas rosa un poco mejor sobre los hombros y ajustándose las gafas redondas de colorines como la diva que era.
-A mi no me mires, yo te habría regalado otra cosa con más gusto.
-A tí te he tocado yo, estoy segura. -dijo Neko con el morro torcido y Shura le tocó el cascabel para hacerlo sonar.
-Pero si estás monísima.
-También podría haber sido Ikki. -dijo Kora, encogiéndose de hombros.
Los dos hermanos se habían ido justo después de abrir sus regalos, porque Otacon había llamado a Shun e Ikki se había ido detrás como el perrito guardián que era.
-Ikki tiene mala leche, pero no tiene mala idea. -replicó Neko.
Kora abrió la boca pero Dante le ganó.
-Bueno, bueno, menos discusiones que los protagonistas de la sesión de fotos somos nosotros.
-Uy, ¡pero bueno!
-Ya la hemos liado... -murmuró Shura, que aún así no dejó de hacer fotos de como Kora se levantaba para ir a decirle un par de cosas a la batamanta de dos cabezas.
Unos días después el precio de la progresión de la escena de como Yuri-Dante acaban rodando con Kora en el suelo de la cafetería mientras Neko se subía a una silla estaba por las nubes. La más vendida fue la autofoto de Shura con la mano de Kora en la cara de Yuri y Dante posando como una chica francesa.
Si no hubiera sido porque Kora consiguió hacerse con el cincuenta por ciento de los beneficios, Shura podría haberse pagado el viaje de fin de curso.
A cualquier persona de Balamb que le preguntaras, diría que una de las pocas cosas buenas que habían traído de Aetheria era la Navidad. Época de pasar tiempo con los seres queridos, de poner luces de colores y guirnaldas por doquier, y especialmente para los estudiantes, de vacaciones. Para los SeeDs de Balamb, las vacaciones eran probablemente su parte favorita.
Y aquella Navidad, además, tenía un extra: con cerca de catorce años, los jóvenes SeeDs se consideraban ya lo suficientemente mayores, y eso significaba que necesitaban costumbres de gente adulta.
Como por ejemplo, un intercambio de regalos de Navidad secreto como el que los profesores e instructores hacían entre ellos.
No estaba muy claro de quién había sido la idea (aunque Kora juraba que había sido ella quien lo había propuesto primero), pero el grupo enseguida había aceptado.
-Regalos gratis, ¿no? -había dicho Dante, encogiéndose de hombros con una sonrisa.
Dos semanas más tarde, llegó el día antes de Navidad. A un lado del enorme árbol de Navidad de la entrada estaban los regalos para los estudiantes, al otro el de los profesores, y los jóvenes estudiantes prácticamente se abalanzaron sobre su pila como si estuvieran en un mercadillo, buscando la caja empapelada con su propio nombre.
-¡Una cámara de fotos! -Shura sonrió al abrir su regalo, y se giró para probarla inmediatamente con Kora.
-¡Shu, no me hagas fotos sin avisar! -se quejó Kora, que aún estaba peleándose con el empapelado de su regalo.- Si salgo con papada la borras inmediatamente, ¿eh?
De no ser porque todos estaban centrados en abrir y maravillarse (o en el caso de Neko, rodar los ojos) ante su regalo, se hubiera podido apreciar como Dante miraba de reojo a Yuri mientras abría el suyo.
Cinco minutos más tarde, Yuri y Dante nunca habían estado tan cerca el uno del otro, pero tampoco es que estuvieran del todo incómodos.
-Pues oye, se está bien calentito aquí dentro. -comentó Dante, rodeando a Yuri con el brazo libre y apretando su cintura.
Yuri se mordió el labio inferior, entrecerrando los ojos mientras lanzaba dagas con ellos en dirección a Kora, que estaba sentada en una de las sillas de la cafetería, tapándose esa sonrisa ladina que le había salido con una mano delicada. Seguro que estaba contenta.
-Yuri, sonríe, ¡que estáis monísimos! -exclamó Shura desde detrás de la cámara, haciendo fotos casi que sin parar.
Yuri rodó los ojos pero acabó sonriendo, más que nada porque Dante le estaba intentando hacer cosquillas por debajo de la batamanta que estaban compartiendo. ¿A qué santo se le había ocurrido decir que él creía que cabían los dos en la triple equis ele?
-Pero a ver, ¿para quién es el regalo, para mí o para él? -preguntó Yuri, que lo tenía complicado para hacer que Dante dejase de hacerle cosquillas en la cintura-. Más que nada porque no tengo claro quien está difrutando aquí.
-En la etiqueta ponía tu nombre. -comentó Neko, que estaba intentando no reírse. Ella llevaba un cascabel enorme al cuello porque a alguien le había parecido bien regalarle una campanita al gato.
Yuri suspiró y acabó devolviéndole las cosquillas a Dante, que se rió entredientes.
-Para el año que viene nada de intercambio secreto de regalos, para el año que viene tenemos que poner quien ha dado qué regalo. ¿Eh, Kora?
Kora se encogió de hombros, poniéndose la boa de plumas rosa un poco mejor sobre los hombros y ajustándose las gafas redondas de colorines como la diva que era.
-A mi no me mires, yo te habría regalado otra cosa con más gusto.
-A tí te he tocado yo, estoy segura. -dijo Neko con el morro torcido y Shura le tocó el cascabel para hacerlo sonar.
-Pero si estás monísima.
-También podría haber sido Ikki. -dijo Kora, encogiéndose de hombros.
Los dos hermanos se habían ido justo después de abrir sus regalos, porque Otacon había llamado a Shun e Ikki se había ido detrás como el perrito guardián que era.
-Ikki tiene mala leche, pero no tiene mala idea. -replicó Neko.
Kora abrió la boca pero Dante le ganó.
-Bueno, bueno, menos discusiones que los protagonistas de la sesión de fotos somos nosotros.
-Uy, ¡pero bueno!
-Ya la hemos liado... -murmuró Shura, que aún así no dejó de hacer fotos de como Kora se levantaba para ir a decirle un par de cosas a la batamanta de dos cabezas.
Unos días después el precio de la progresión de la escena de como Yuri-Dante acaban rodando con Kora en el suelo de la cafetería mientras Neko se subía a una silla estaba por las nubes. La más vendida fue la autofoto de Shura con la mano de Kora en la cara de Yuri y Dante posando como una chica francesa.
Si no hubiera sido porque Kora consiguió hacerse con el cincuenta por ciento de los beneficios, Shura podría haberse pagado el viaje de fin de curso.
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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Miyu on December 31, 2024, 10:23:47 AM »Veo si puedo terminar el cap
6.5 # Paella y yokan.
Rias Gremory's Peerage
KING ha añadido a Ikuse Tobio
KING ha añadido a Shindou Irina
KING ha añadido a Narumi Gen
KING ha añadido a Kiba Yuto
KING cambió el nombre de Ikuse Tobio a PAWN1
KING cambió el nombre de Narumi Gen a PAWN2
KING cambió el nombre de Shindou Irina a BISHOP2
KING cambió el nombre de Kiba Yuto a KNIGHT1
QUEEN: ¿Por qué Tobio onii-sama es PAWN1? Él debe ser King. ¡MHPH!
KING: Akeno, tú sabes que los peones tienen la característica promoción
KING: Cuando un peón logra llegar hasta la última fila del tablero enemigo, puede transformarse en cualquier otra pieza (como una reina, torre, alfil o caballo), excepto en el rey. Casi siempre se elige convertirlo en reina porque es la pieza más fuerte del juego.
KING: ¿Entiendes, Akeno? Tobi es una pieza fundamental y fuerte, de las más útiles.
QUEEN: No le digas Tobi a onii-sama, Rias.
KING: ¿Puedes controlar a tu prima, @PAWN1?
PAWN1: Es algo imposible, Rias, estoy en el trabajo ha ha.
KNIGHT1: Tiempo sin verlos chicos ^^. ¿Cómo están?
KNIGHT1: Las cosas parecen más animadas jaja, suerte Tobio-san.
KNIGHT2: ¿BROOO? ¿KIBA? ¡¿Regresaste a Japón?!
KNIGHT1: No, no. Sigo en el Vaticano. Espero regresar el año que viene, Xenovia ^^
KNIGHT2: Ah compa, creí que podríamos entrenar juntos. El dojo de la U es aburrido sin mi digno rival
BISHOP1: Bienvenidos chicos, que Dios los bendiga a todos y que esta pequeña reunión sea útil para todos. ¡Auch!
KING: ¿Estás bien Asia? Ahhh
BISHOP1: Oré pensando en Dios, perdón Rias senpai
KING: Ten más cuidado, como mi preciada amiga debo velar por ti.
BISHOP1: Ah, gracias senpai. <3
BISHOP1: ¡AUCH! Ah, oré de nuevo por la amabilidad de senpai.
PAWN2: ¿Qué es este grupo?
ROCK1: Hacen que vibre mucho mi celular e intento descansar…
ROCK2: Estoy dando clases, me van a quitar el móvil siendo que soy la profesoraaaaa.
QUEEN: Está el modo “no molestar” aunque un pequeñín como Narumi-chan no lo sabría jamás, fu fu.
PAWN2: ESTA ESTÚPIDA. ¿Es tu prima, Tobi? Si, si lo debe ser…
PANW1: Calma, calma, Narumi.
PAWN2: Me cuentas más tarde de que va todo esto, Tobi. Muchas mujeres, me dan repelús,
PAWN2 abandonó el chat.
KING: ¡Basta chicos! Normalmente este es un grupo de mujeres y Yuto, en esta ocasión los hemos agregado a Tobi y Narumi para celebrar que Koneko es una HiME oficial y entró a Hanasaki U como estudiante. ¡VIVA!
BISHOP1: ¡FELICIDADES KONEKO-CHAN! ¿HiME es algo de honor?
QUEEN: …
KNIGHT2: ¿Vas a contarnos qué es lo que ocurrió hoy en la entrada de la U, Rias senpai?
KING: Sí. Hemos hecho una reserva para comer paella cerca del mar. Vengan todos los que puedan e informaré por mail a Yuto e Irina.
KNIGHT1: Debe ser algo serio si nuestro Rey está siendo tan seria.
QUEEN: Tiene mucho que explicar.
PAWN1: Tengo curiosidad.
ROOK2: ¿COMIDA Y BEBIDA GRATIS? ME APUNTOOOO. ¡RENUNCIO YA A KUOH!
ROOK1: Desinvitada.
ROOK2: NooOoOOo
KING: Basta, basta. Ahí les paso las coordenadas y la reserva.
RIAS NARUMI
Rias Gremory apagó el celular después de enviar la ubicación del restaurante y coordinar cómo el chofer los recogería. La familia Gremory, de alto prestigio, podían permitirse el lujo de poseer autos elegantes y, por supuesto, choferes personales para todo tipo de situaciones como esa tan inusual. De cierta manera se sentía culpable de haber metido a Koneko Toujou en tantos líos.
La pelirroja, de porte elegante incluso en ropa deportiva, estaba a punto de empezar a correr en una de las caminadoras que se encontraban en la sala de ejercicios de su lujoso departamento. El sitio estaba decorado con una alfombra roja amplia, agregando el toque de nobleza a cada paso; al frente del cuarto amplio, grandes ventanales ofrecían una vista espectacular de la ciudad de Tokio, dejando que la luz natural inundara el espacio.
Ella se veía hermosa, como siempre, con su larga cabellera escarlata recogida en una alta coleta que cae en cascada hasta la más allá de su espalda y trasero, resaltando el brillo escandinavo de la sangre que corre por sus venas. Enfunda un conjunto de ropa deportiva que combinaba su propia elegancia y sensualidad: una ajustada camiseta sin mangas de color negro con detalles en rojo que delinean su figura totalmente curvilínea, apretando sus senos un poco y resaltando su figura atlética y unos leggings a juego que acentúan sus largas piernas y firme trasero.
Estaba preparada, punto de empezar a correr en una de las caminadoras que se encontrar en la sala de ejercicios de su lujoso departamento. Alrededor, había una variedad de máquinas de ejercicio: bicicletas estáticas, pesas bien organizadas en un estante metálico y un área de yoga equipada con colchonetas y pelotas. El ambiente estaba impregnado de un aroma fresco y limpio, y el tenue sonido del aire acondicionado añadía una atmósfera relajante al lugar.
Era un espacio que reflejaba perfectamente el estilo de vida de Rias: sofisticado, moderno y cuidado al detalle, justo como ella misma.
— ¿Qué puedo hacer? —se cuestionó la pelirroja mientras se sube a la corredora, modificando la velocidad y el peso.
Las imágenes que vio más temprano la dejaron intranquila, después de todo si Koneko resultaba herida en alguna pelea contra su Rebel, ella jamás se lo perdonaría. El chico albino que se identificó como Gabimaru parecía decidido a atacar y matar a su preciada amiga. ¿Por qué? ¿Quién es Qin Shi Huang? ¿Y el otro albino?
Suspiró mientras comenzaba a correr y a mover sus extremidades lentamente.
Por primera vez se dio cuenta de la posición en que había puesto a Koneko y sus habilidades parecían ser del tipo ofensivas, como un tanke en los moba. Exhaló aire frustrada, si ella no le hubiera dicho que participara en la prueba HiME, las cosas no estarían así.
— ¡QUÉ FRUTRACIÓN! —gritó golpeando el mando de la máquina, el ruido se oyó abruptamente, cargando de tensión el aire pacífico y silencioso—. ¿Y si muere?
Imaginó la sangre de la pequeña gatita tiñendo de rojo sus manos mientras sostiene el cuerpo helado, no. Simplemente la perturbó. Imaginó la sangre de la pequeña gatita tiñendo de rojo sus manos mientras sostenía su el diminuto cuerpo frío y sin vida. Ese pensamiento llegó tan rápido y tan lleno de desesperación, cargada de inesperadas y brutal imágenes vívidas y aterradoras que coparon la mente de Rias. No. Simplemente la perturbó.
El solo hecho de imaginar esa escena le provocó un escalofrío que recorrió la columna, la dejaba helada, después de todo no podía creer que dos niños se estuvieran a punto de batir en duelo a muerte. ¿Por qué? Cerró los ojos vedárseos con fuerza, tratando de desterrar esa visión, pero era imposible que los colores y las formas no se grabaran en su subconsciente pues ver a Koneko a punto de ser herida y salvada tanto por Xenovia Quarta y aquel hombre misterioso llegado de china, Quin Shi Huang, parecían haberse quedado tatuados en su mente.
negándose a desvanecerse y presente para recordarle que lo que le pasara a Koneko Toujou era su culpa. ¿Por qué algo tan horrible se había quedado en su cabeza? Ella adoraba a la pequeña gatita, con sus pequeñas actitudes salvajes y de vagancia, pidiendo siempre youkan y diferentes tipos de comida; con esos ojos dorados llenos de vagancia y desinteres. Era impensable que alguien a quien adoraba tanto como una hermanita pequeña le pudiera acabar en un escenario tan macabro como el que su mente había ideado.
Respiró hondo, obligándose a concentrarse en el presente y en la tarea que estaba haciendo: ejercitando su cuerpo. La habitación estaba en calma, los últimos rayos de sol se filtran por la ventana, bañando de luz cálida el espacio del gimnasio y creando reflejos dorados en las máquinas. Podía escuchar el ruido de sus pasos a trote fuerte y las gotas de sudor bañando la piel tersa en su cuerpo, hasta tener la ropa ceñida al cuerpo. Quería estar completamente ajena de los pensamientos oscuros que habían atravesado su mente por tanto tiempo y la culpa que la corroía por dentro. Era irónico cómo algo tan insignificante, un pequeño tropiezo mental, podía desencadenar una cadena de imágenes tan desgarradoras.
Continuó corriendo media hora más, respirando hondo y exhalando hasta el cansancio, luego fue levantar pesas se dirigió primero al rincón donde tenía una toalla preparada, el celular resguardado y una botella de agua fría ya con gotas de agua cayendo por el plástico. Tomó la tomó con cuidado la botella, sintiendo el peso del líquido y su cuerpo helado y el movimiento rítmico del hielo que se agita cuándo ella lo toma. La sensación fue refrescante al llevar sus labios al pico e inclinar ligeramente la botella para que el agua llegue a sus labios y garganta. Una sensación refrescante que la dejó relajarse un par de minutos y estabilizar sus pensamientos de que todo estaba bien, de que la imagen que había visto no era más que una pesadilla diurna, un producto de su imaginación descontrolada.
El gimnasio del departamento se sentía vacío, perfecto para que los demonios internos la acechen en la cabeza y sin nadie que haga ruido constante en las máquinas o música sonando a tope estaba apacible. Ella, una joven elegante y decidida generalmente, llevaba más de una hora corriendo en la cinta, las mejillas sonrojadas, casi como su cabello, por el esfuerzo de correr en diferentes velocidades y con mechones rojizos adheridos a su frente sudorosa. Su respiración dejaba al descubierto unos hombros fuertes y unas piernas tonificadas a cada paso. Apretó la botella de agua con fuerza, hasta retorcerla entre sus dedos y la tiro aun cesto de basura.
Caminó hacia el área de pesas con la misma energía intensa y la determinación de seguir su entrenamiento una hora más, como mínimo. En una esquina, flexionaba las piernas, sosteniendo una barra cargada con discos. Su respiración seguía siendo profunda, acompasada, mientras sus músculos trabajaban y el sudor seguía cayendo perlando la piel palida de Rias; cada gotas de sudor recorrían su piel, marcando líneas brillantes sobre su espalda y sus brazos.
Por fin ruidos de ella, los sonidos barras chocando contra el suelo y respiración forzada coparon el departamento, pero las vibraciones desde la toalla que aún no había usado, cortó la concentración. El celular vibraba y empezó a sonar con mensajes y llamadas repentinas, había silenciado el grupo de WhatsApp con sus amigas, por lo que no podían ser ellas.
La pelirroja se enderezó, aun sujetando la barra por unos instantes y soltó un suspiro entre jadeos al darse cuenta de que no iba a poder terminar su rutina ese día, nadie la iba a molestar por algo sin importancia. Dejando el peso con cuidado, caminó hacia dónde dejó el móvil, con su pecho subiendo y bajando con rapidez mientras tomaba el teléfono, preguntándose quién interrumpiría justo ahora.
Vio las notificaciones, sorprendida de que quien la andaba acosando era Gen Narumi. Lo recordaba brevemente de la prueba para ser HiME de Koneko y también de las pocas interacciones que tuvieron en el departamento de Akeno y Tobio.
Repasó rápidamente los mensajes, aunque no entendió nada. Era muy lacónico para expresar y monosílabo, no le entendió ni un carajo.
El primer mensaje que vio la hizo arquear una ceja.
"Hablar".
No era un saludo ni una introducción, simplemente una palabra seca, seguida de otra notificación:
"Tonta".
Rias parpadeó, desconcertada. Su pulgar se deslizó por la pantalla, revelando varios mensajes más. Ninguno de ellos tenía sentido.
"Mierda".
"Responde".
"Las mujeres son idiotas".
“¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, PRINCESA?”.
Su mandíbula se tensó al leer eso dos último. Aunque el contenido era ofensivo, había algo en la forma errática y brusca de los mensajes que le resultaba entre patético y extraño; con palabras llenas de frustración y ningún tipo de coherencia para ella. Por un momento, estuvo a punto de ignorarlo por completo. No conoce lo suficiente a Narumi como para responderle o que le hable con ese tono. ¿Princesa? ¿Y él? Akeno lo mencionó como alguien vago y ególatra.
Gen Narumi.
Un nombre que no esperaba ver para nada entre los mensajes que le llegan a diario. Tenía mails y whats en general de su familia y amigas. No habían intercambiado muchas palabras y sus interacciones habían sido escasas y, para ser francos, irrelevantes. A su vez no tenían una conexión real entre ellos.
Rias dejó escapar un suspiro y se dejó caer en el banco junto a la toalla, sosteniendo el celular en la mano. Repasó nuevamente los mensajes, esperando que se detuvieran con un segundo vistazo, algo hiciera clic en su mente. Pero no, seguían siendo igual de crípticos, igual de cortantes. Sus labios se torcieron en una mueca entre la confusión y el disgusto.
— ¿Qué demonios quiere este tipo? —murmuró para sí misma, dejando que el teléfono descansara en su muslo por un momento, luego de poner “no molestar” en los mensajes para evitar que siguiera sonando, aunque estaba atenta por si algo más llegaba.
Una ridícules total en todo el asunto de los mensajes tan cortos; si de verdad quería decirle algo, ¿no podía usar una oración completa al menos? O mejor aún, ¿por qué siquiera estaba escribiéndole? No eran amigos, tampoco eran conocidos lejanos. Gen Narumi no era más que una figura algo lejana en su vida, hasta se había salido del grupo de Whats dónde es moderadora y KING. Su presencia apenas registró después de esa desfachatez que hizo de rechazar su invitación al grupo.
Pensó en responder, aunque únicamente para decirle que dejara de escribirle tonterías, aún así desechó la idea rápidamente, no valía la pena. Ignorar era la mejor respuesta en este caso, y se sentiría ridícula dándole más atención de la necesaria. Si tenía algo que decirle, que lo hiciera en la noche, en la reunión para comer paella.
Volvió a dejar el teléfono sobre la toalla limpia y se levantó, dispuesta a continuar con su rutina de entrenamiento. Sin embargo, no pudo evitar que su mente volviera a esos mensajes, especialmente al tono agresivo y la elección de palabras, ¿y si tenía algo que ver con Koneko? ¿Hanrá descubierto algo sobre el Rebel o las habilidades de su amiga? Algo era inquietante, aunque también un poco patético, en esa necesidad desesperada de llamar su atención.
— ¿Responderle será lo correcto?
Sacudió la cabeza, intentando despejar las preguntas que la inundaron y tomó la barra para comenzar otra serie de flexiones, justo cuando había empezado una vez más el entrenamiento, el timbre del teléfono volvió a sonar, esta vez no era una notificación, sino una llamada.
Rias dejó caer la barra con un golpe secoo y giró hacia la banca de madera. Su corazón latía con más fuerza de lo normal, sin estar segura si era por el ejercicio o la incomodidad de la situación. Caminó hacia el móvil, respirando profundamente mientras lo tomaba. El nombre en la pantalla confirmó lo que ya temía: Gen Narumi.
El objeto vibraba en su mano, con insistencia de las llamadas de Narumi; Rias dudó en responder, podía dejarlo sonar y seguir ignorándolo, fingir que no había visto ni escuchado nada. Algo dentro de ella le hizo tener un presentimiento, una mezcla de curiosidad y frustración la impulsó a actuar.
Deslizó el dedo por la pantalla y llevó el teléfono a su oído. Su voz salió firme, aunque ligeramente irritada, muy pocas personas lograban sacar ese lado de ella y, por lo general, era su mejor amiga Akeno Himejima.
—¿Qué quieres, Narumi?
El silencio se extendió al otro lado de la línea, roto solo por una respiración pesada y errática que la puso aún más en guardia. Entonces, una voz grave y un tanto desordenada respondió.
—¿Por qué no respondes? Te estuve escribiendo. ¿Acaso la princesita está muy ocupada?
Rias apretó los labios, su paciencia colgando de un hilo y un segundo de colgar.
—Tal vez porque no entiendo nada de lo que dices. Si tienes algo importante que decir, dilo ahora, o no vuelvas a molestarme.
El silencio que siguió fue tenso y asfixiante. Rias pudo imaginar a Narumi tratando de encontrar las palabras y eso solo la hizo sentir más incómoda. Finalmente él habló pero lo que dijo no hizo más que aumentar la confusión.
—No puedo decirlo por teléfono, por si nos están rastreando. En este punto puede que ellos ya sepan nuestros números y estén analizando nuestros pasos. PIENSA.
Que idiota, es lo primero que pensó la pelirroja por un instante, para empezar inundarla de mensajes para decirle que necesitaban verse a solas. ¿A solas? Eso quería decir… en primer lugar una cita con él la iba a rechazar monumentalmente.
—¿Estás bien? —escéptica le preguntó.
—¿Escuchas lo que digo, Gremory?
Rias casi sintió lástima por él, pero la manera en que había elegido expresar su frustración le impedía bajar la guardia. No era su responsabilidad lidiar con los problemas de alguien que apenas conocía, especialmente si ese alguien decidía empezar con insultos.
—Hablar no es insultar, Narumi. Busca a alguien más para tus crisis. Está Tobi y Akeno —su tono fue cortante, definitivo, y no dejó espacio para que él replicara antes de cortar la llamada.
Rias dejó caer el teléfono, su corazón todavía latiendo con fuerza. Se pasó una mano por el cabello, apartando los mechones sudados de su rostro y respiró profundamente, tratando de calmarse.
—Qué manera de arruinar un buen entrenamiento —susurró para sí misma, volviendo hacia la barra. Sin embargo, esta vez, el peso en su pecho era más difícil de ignorar que cualquier carga física. Aún tenía sus dudas si Narumi quería decirle algo importante sobre Koneko.
En las instalaciones de Grigori.
Narumi se encontraba totalmente inquieto, moviéndose de un lado a otro.
La atmósfera del laboratorio, cargada del zumbido monótono de las luces LED, junto con el constante ritmo de sus propios pasos sobre el suelo de granito blanco, exacerba su impaciencia. La lujosa instalación de Grigori, repleta de equipos de punta tecnológica. Cada superficie relucía bajo la luz artificial y en cada rincón había alguna pantallas flotantes que mostraban información cifrada y gráficos de datos que se deslizaban a través de los monitores.
—Esa idiota, ¿qué le pasa? —refunfuñó con los brazos cruzados. Seguía caminando de un lado a otro sin comprender por qué Rias Gremory lo había mandado al diablo y es que, para él, sus mensajes habían sido totalmente claros y nada ofensivos. Así trataba a todas las mujeres…
La angustia en el pecho de Narumi era casi insoportable. Cada segundo que pasaba repasando lo que escribió y habló con la pelirroja le traía jaquecas, no la entendía y tampoco quería comprenderla, ¿por qué hacerlo? Los mensajes que le había enviado, las llamadas que había realizado todo había sido ignorado por la princesa mimada. Caminaba de un lado a otro por el laboratorio, su respiración entrecortada, su mente dando vueltas a todas las posibilidades.
—Habla con Akeno —Tobio le sugirió, pues ella la conocía mejor que nadie.
Frente a él, el pelinegro permanecía sentado junto a la mesa de cristal, tomando un sorbo de su café con una tranquilidad que parecía inmutable y no solo en esta ocasión, sino siempre. Narumi evitaba mirarlo directamente, necesitaba concentrarse y la quietud de Tobio no hacía más que recordarle lo mucho que las cosas estaban fuera de control y lo nervioso que esta.
Finalmente detuvo sus pasos y giró hacia él, su frustración evidente en la expresión de su rostro y la línea fina en que se convirtieron sus labios.
— ¿No te preocupa nada de esto? — inquirió, su voz más fuerte de lo que había planeado desde un principio— Los mensajes, las llamadas... algo está mal. Ella no debería ignorar así a un superior, Tobio. Esto no tiene sentido.
Tobio alzó la mirada con calma y apoyó una vez más la cerámica contra sus labios para beber otro sorbo de su café antes de responder.
— Tranquilo, Narumi. Hay demasiados factores en juego. Si Rias no responde, debe tener sus razones. Las cosas no siempre funcionan de manera inmediata, ella es una mujer inteligente y sagas, va a pensar en tu llamada.
Narumi apretó los puños hasta dejar los nudillos blancos, sintiendo cómo el ansia crece con cada palabra que le dice su amigo y roommates. Esperar no era una opción para él. La idea de que estuvieran siendo observados, de que alguien pudiera estar interceptando sus mensajes o llamadas, lo carcomía. Se giró para observar el laboratorio, cada pantalla y cada máquina como un posible peligro más porque ahora mostraban estadísticas de Koneko Toujou y el incremento notable en sus capacidades físicas después de la prueba HiME y Azazel le dijo que no se preocupara.
—No es solo eso —indicó en voz baja, aun con un tono que demostraba toda la tensión que sentía y también cierta curiosidad—. Creo que nos están vigilando. Pueden estar escuchando cada cosa que hacemos con nuestros celulares y tener nuestras ubicaciones en tiempo real. ¿No lo ves? Esto no es normal.
Tobio inclinó ligeramente la cabeza, evaluando las palabras del cabellos bicolor sin mostrar ninguna señal de alarma.
—Es posible. Sabemos que estamos en el radar de cierta organización que no entendemos, Rizembool. Pero eso no cambia lo que debemos hacer ahora. Hay prioridades más urgentes que alarmar a Rias y Koneko.
Narumi respiró hondo en un intento inútil de calmarse, cosa que claramente no podía hacer; el deber de su propia paranoias y la intriga de querer saber lo que iban a enfrentar desde hoy lo llenaba por dentro.
—No podemos simplemente ignorar esto —insistió, con un tono más bajo, más para convencerse él mismo que para hablar con Tobio y seguía lleno de tensión. — Estamos en peligro. Si Rias está siendo observada, si esos mensajes están siendo rastreados, podría significar que nuestra seguridad está comprometida. No podemos seguir actuando como si nada estuviera pasando, que Toujou Koneko sea una HiME significa estar bajo ataque.
Tobio dejó su taza en la mesa, el suave tintineo del vidrio resonando en el silencio del laboratorio. Sus orbes se fijaron en los de Narumi más serios ahora.
—Lo sé, Narumi. No hay qie dejaranos que el miedo nos consuma, aparte que eso va contra la ley, hay muchas formas de enjuiciar a Rizembool, no creo que esto vaya más allá de las HiME, por lo que hay que centrarse en la seguridad de Koneko-chan y no podemos actuar basándonos en suposiciones. Necesitamos información sólida antes de movernos.
Dignas palabras de un abogado recibido y en pasantía.
Narumi asintió lentamente, reconociendo la lógica detrás de las palabras de Tobio. Sin embargo, eso no hacía que su ansiedad disminuyera; podía hablarle a Akeno, la prima de Tobio, y preguntarle que opinaba de que Rias le hubiera tratado tan fatalmente.
Ah, de pronto se dio cuenta que estaba demasiado interesado en Rias, ¿por qué?
El laboratorio estaba sumido en un silencio inquietante y más ahora que se cuestionaba el por qué estaba siendo tan insistente con Rias Gremory. Miró al otro de nuevo y después se giró para suspirar; para empezar le había dado el número a Rias, algo que jamás hacia con mujeres porque odia lo ruidosas que son y lo inútiles que son, la prueba de ello es Akeno Himejima. Odiosa, bromista y en celo por su primo segundo…
—Con Gremory vimos lo que le paso a esa enana albina, es imposible no preocuparme por ella, cuándo soy parte del proyecto de investigación de Aza —volvió a hablar de manera más tranquila—. Tienes razón, Tobi. Estoy exagerando.
Aunque el sonido chirriante de las máquinas y cada destello de las pantallas le cargaba el ambiente de tensión, el pesar en los motivos de por qué se preocupaba de la pelirroja lo hizo analizar las cosas de manera más lógica, como mencionó Tobio Ikuse. Narumi se frotó las sienes, tratando de despejar su mente.
Entonces, el sonido del teléfono hizo que ambos hombres miraran el objeto sobre la mesa de vidrio, al lado de la taza de café ya frío. Narumi se giró hacia la mesa dónde vibraba, iluminando la pantalla con un nombre que había estado esperando durante hora y media.
Rias Gremory.
El corazón de Narumi se aceleró. Por fin, después de tanto silencio, ella lo estaba llamando. Sin embargo, una parte de él no podía ignorar la sensación de que esto no iba a traer las respuestas que tanto buscaba.
Tomó el teléfono con una mano y deslizó el dedo en la pantalla para atender el llamado; su mente inundada de preguntas sobre sus sentimientos y la preocupación que sentía por ambas chicas, pero sobre todo en la pelirroja escandinava. Al contestar, apretó los dientes y se preparó para hablar.
—Mierda, ¿por qué tardaste tanto? —dijo con urgencia, sin esperar siquiera un segundo a que lo saludara.
—… —el silencio que emitió desde el lado de la línea fue como un golpe. Por un momento, creyó que la llamada se había cortado, entonces finalmente se escuchó su voz—. Narumi… —la palabra llegó finalmente, con un tono que era diferente, con aprensión y algo más relajada. No tenía el calor que oyó furiosa. Era frío o distante, diferente a cuando habla con sus amigas o Tobi— ¿Qué quieres? Explicate, en poco tendré que salir a la reserva del restaurante.
Narumi sintió un nudo en el estómago. Las palabras que había preparado en su mente se desvanecieron velozmente ante el tono que ella usaba y se trabo con la lengua.
—Gremory, yo… he estado preocupado —expresó él cabellos bicolor, con el fleco tapando los ojos, paso su mano libre por la frente para descubrirse la mirada violácea.
—¿Qué pasa?
Narumi suspiró con cierto disgusto, sin entender sus emociones; Tobi por su lado se levantó al oír que tocaban la puerta del laboratorio, el sonido fue tan suave que apenas lo escuchó.
—¿Estás molesta porque me sali de tu grupo de Whats? —exhalo aire otra vez—, no soy bueno en grupos y me molesta el ruido, trabajo bastante en el proyecto HiME con Aza y me pone de malhumor.
Hubo una pausa en ella. Un vacío en la conversación que era peor que cualquier respuesta. Cuando ella volvió a hablar, sus palabras fueron más amables ya siendo ella misma.
—Si me molestó —le contestó después de un momento—. Si lo explicas así está bien, espero verte en el restaurante con Tobi. ¿Algo más descubrste?
—Algo así, tengo información de esos dos hombres que vimos en Hanasaki y también un poco de datos nuevos de Toujou —esta vez lo espetó con seriedad—. Tengo motivos para pensar que esos hombres nos podrían vigilar.
—¿Por eso quieres verme? —del otro lado ya empezaba a sonar nerviosa—. En el restaurante podemos charlar con tranquilidad y de paso me ayudarás a explicarles a las chicas lo que estamos medios ahora.
—¿Crees que es buena idea meter a todo tu grupo en esto? —rebatió Narumi sonando desconfiado de los planes de la contraria al teléfono.
—Somos amigas de hace años, si no les digo se enojarán conmigo y Xenovia ya ha visto las habilidades de Koneko y la defendió. Entre todas cuidaremos de nuestra preciada amiga.
—… —suspiró pesadamente, que estupidez querer meter a todo su grupo en peligros que no necesitaban y todas siendo mujeres—. Suenas más como tú ahora.
—¿Eso es un halago? Qué raro de tu parte Narumi —largó una pequeña risa—, si tuviera que decirlo eres bastante tosco y tienes una lengua bastante filosa.
—No te halagué, pero gracias a ti por los tuyos —también se rió el chico.
—Te espero en la paella, te envío la ubicación por Whats. Es un lugar lindo y también irá Tobi.
—Ah, algo me comentó Tobi —bajo la vista a sus pies y luego se giró para buscar a Tobio, aunque él ya no estaba en el cuarto. Le pareció raro, pero logró escuchar también la puerta, supuso que estaría hablando con otra persona fuera del laboratorio.
—Te espero —con tono calmo Rias seguía agregando—, por cierto, soy Rias. Gremory es algo raro para una extranjera.
—Rias —dijo, probando el nombre con su voz—. Nos vemos allá, Rias.
—Bien, nos vemos.
La llamada fue cortada por la misma Rias al terminar de despedirse. Se notaba un poco más nerviosa al último.
Narumi miró la pantalla del teléfono, incrédulo. El silencio que dejó esa llamada fue extraño y ¿dulce? Ahh, estaba preocupado de haberla cagado de nuevo. Sintió cómo el miedo y la incertidumbre se apoderaban de él otra vez, necesitaba de Tobio Ikuse, aún así él no estaba ya allí.
—Las mujeres solo traen problemas— murmuró, sin apartar la mirada del teléfono y con una mano tapando la boca—. Y no sé si voy a salir de esta.
TOBIO AKENO
El laboratorio le parecía a Tobio algo inerte, frío y estéril, en verdad no le gustaba trabajar ahí en Grigori o más bien pasar tiempo de más entre la cantidad de laboratorios e investigaciones que realizaban en esas instalaciones. Las paredes blancas, impecables, reflejaban la luz de las lámparas empotradas en el techo y el leve ruido de las máquinas llenaba el ambiente con una serenidad que odiaba, en general sabía que, pese a ser horas dónde ya no debería haber nadie, cada cuarto estaba lleno de científicos y ayudantes en batas blancas.
Tobio estaba sentado junto a una mesita de vidrio transparente, sus dedos descansando con calma sobre una taza de porcelana blanca que contenía un café oscuro y humeante. Observaba el líquido, inmerso en sus pensamientos, dejando que el aroma fuerte y reconfortante lo rodeara. Un momento de paz que se extendía por siempre en él. Prefería el aroma a café que al aire cargado con la fragancia metálica de los instrumentos y el aroma extraño de los desinfectantes denso y al que aún no encontraba ningún tipo de acostumbramiento.
Sus dedos acariciaron la taza de porcelana, tibia al tacto y llevó la humeante bebida a los labios. El café amargo y reconfortante es la bebida favorita y el aroma preferido de entre todas las sensaciones que lo inundan. Observó la superficie oscura, viendo en ella reflejos borrosos de las luces LED que cuelgan sobre el techo y de sí mismo, perdido entre los pensamientos de las preocupaciones de Narumi.
Estaba convencido que Akeno, su prima segunda, iba a aceptar la propuesta hecha por la directora de Hanasaki. ¿Qué iba a hacer él? Bebió un sorbo de café algo intranquilo, ala vez que en el exterior parecía imperturbable, a diferencia de Narumi que se arrastra por el cuarto molesto y con los brazos cruzados.
“Akeno, Akeno, Akeno” era en lo unico que lograba resonar en su mente pues estaba preocupado por ella, su rostro se formaba claro y persistente. No quería que ella se metiera en algo tan peligroso por eso las facciones de ella se tornaba discordantes a la versión real o tal cual la recuerda. ¿Aceptaría ser una HiME? La pregunta, antes una mera curiosidad, se había transformado en una obsesión que lo consumía por completo dentro. Se llevó la taza de porcelana a los labios, el calor del café tibio contrastando con la gélida inquietud que le helaba el estómago. Observó la superficie oscura de la bebida, buscando en sus remolinos alguna respuesta, algún presagio que le dijera que debía hacer como primo de Akeno…
¿Tenía derecho a imponerle algo? Después de todo él no había estado en la vida de su pariente hasta adultos, el clan Himejima siempre había sido cruel con los que son expulsados de la línea principal y más si son hijos de gaijins como lo es la pelinegra… incluso corrían rumores de que Shuri, la madre de ella, había sido asesinada por alguien del clan, como si fuera un anime o película… esperaba que no fuera cierto.
En el exterior miraba a Narumi aparentando una calma imperturbable, una máscara cuidadosamente esculpida para ocultar la tormenta de sentimientos internos con los que carga; su mente, por el contrario, estaba llena de pensamientos contradictorios que pugnaban por hacerse oír. ¿Qué haría si ella accedía? ¿Y si rechazaba la propuesta? Las posibilidades se bifurcaban ante él y no podía decidir que hacer… la iba a acompañar, de eso está seguro.
Frente a la mesita de vidrio, su roommates, Narumi, a veces compañero de fatigas y confidente, se retorcía parado, la frustración marcando su rostro mientras hablaba con Rias al teléfono. Tobio conocía bien cada mueca de su amigo, había visto a Narumi así en innumerables ocasiones y hoy esa familiaridad le resultaba extraña, casi ajena, estaba fuera de sus cabales el sujeto.
Las palabras que Narumi y Rias intercambiaban le pareció ajena a las típicas cosas que el genio solía decir y de inmediato entendió que su amigo tenía un crush con la pelirroja; no lo culpaba, Rias Gremory debía ser la segunda belleza que conocía entre todas las mujeres… debajo de Akeno, claro. Akeno… volvió a pensar en ella… ¿Qué clase de futuro le esperaba a Akeno en esa institución? ¿Sería capaz de soportar la presión a la que sería sometida? Tobio conocía a su prima, sabía de su inteligencia, de su tenacidad, pero también de su fragilidad. ¿Podría enfrentarse a un Rebel? Akeno iba a estar en constantes ataques
Un escalofrío recorrió su espalda. Se sentía como un espectador impotente, condenado a presenciar un drama que no podía controlar ni inmiscuirse. La decisión de Akeno marcaría un antes y un después en sus vidas, y él, a pesar de su deseo de protegerla, se sentía incapaz de influir en su destino. Esperaba que rechazara ser una HiME, aunque estaba convencido que aceptaría para así proteger a Koneko Toujou y no podía culpar a esa niña de lo que su prima decidiera.
Al otro lado del laboratorio, su roommates Narumi seguia hablando por teléfono con la pelirroja. Su tono era bajo pero urgente, una mezcla de inquietud y ansiedad que Tobio decidió ignorar, él debería resolver sus asuntos solos y darse cuenta de sus emociones. Había aprendido a no dejarse afectar por los estados emocionales de los demás; mantenerse alejado era una habilidad que había perfeccionado con el tiempo, especialmente en circunstancias como esta.
Mientras Narumi caminaba de un lado a otro, con el teléfono pegado a la oreja y el ceño fruncido, Tobio se llevó la taza a los labios y tomó un sorbo más. El calor del café era un contraste bienvenido con la frialdad aséptica del laboratorio y el aire acondicionado a veinte grados. Observó la mesa de vidrio, con la taza de café de Narumi ya enfriándose y aún sin ser tocada. Ahh, le dio pena porque perfectamente la hubiera tomado él.
Pronto un golpeteo firme en la puerta rompió la quietud del momento, fue suave, tímido e indeciso, solo él lo escucho o así supuso ya que Narumi no levantó la vista, aún seguia hablando por teléfono y no hizo ningún intento de moverse o mirar a la puerta. El mayor que ya había colocado su taza de nuevo en el platillo con un movimiento delicado, se levantó sin prisa y sin decir nada. Sus movimientos eran deslices sin mucha prisa, cada paso estaba perfectamente calculado. Cruzó el laboratorio, sus zapatos sin cortar la escena del otro hombre hablando con Rias, fue hacia la puerta y giró el pomo con lentitud. Le pareció extraño que alguien estuviera llamando tan tarde la puerta.
Al abrirla, lo primero que vio fue un destello de cabello negro azabache que brilla bajo las luces del pasillo. Akeno Himejima estaba allí, de pie, con una sonrisa tímida y algo nerviosa, pocas veces la había visto así y eso hizo que su corazón empezara a latir fuerte. Su cabello largo estaba recogido en una coleta alta que cae sobre su espalda siendo seda negra hermosa y delicada, y enfundando una falda larga ajustada y una camisa de hombros descubiertos; era una combinación de elegancia y descaro total, se veía adulta y refinada, el abogado tragó saliva muy fuerte, convencido de que Akeno vio como la manzana de Adam se movía de arriba abajo. Tobio sintió que el corazón le daba un vuelco, aunque su expresión permaneció tranquila y con una pequeña sonrisa.
—Hola, Tobio —saludó Akeno, su tono ligero y algo timido, ella no sabía bien por qué había venido allí. El viaje desde los departamentos de Grigori hasta los laboratorios era casi de una hora en GO.
Por un momento, Tobio no supo qué decir. Su mente, usualmente tan clara y ordenada, ahora atrapada en una maraña de emociones que prefería no analizar a profundidad. Finalmente, logró recuperar la compostura.
—Akeno —le respondió, inclinando ligeramente la cabeza a modo de saludo. Su voz era tranquila, aunque notó que su mano aún se aferraba al pomo de la puerta, estaba algo nevioso ¿y quién no lo estaría? necesitaba anclarse a algo para mantenerse firme—. No esperaba verte aquí.
Ella se encogió de hombros, con una sonrisa que bordeaba lo travieso.
—Tampoco yo esperaba venir, de pronto solo quise. Ya sabes, Tobio onii-sama, las cosas cambian, fu fu~. ¿Puedo pasar, o planeas dejarme en el pasillo toda la noche?
Ella sabía que estaba con alguien ahí, escuchó la voz de una mujer y eso la hizo sentir celosa, ya se habían besado, ya habían avanzado en su relación y se atraían mutuamente. He ahí el problema, no habían vuelto a tocar el tema una vez más.
Tobio no se hizo a un lado para permitirle entrar, su mirada no se apartó de ella ni por un momento, parecía embobado por la sacerdotisa. Había algo en la presencia de Akeno que lo desarmaba, algo que siempre lo ha dejado sintiéndose un poco más vulnerable de lo que estaba dispuesto a admitir y de lo que quería estar.
—No puedes —suspiró—, de algún modo Narumi está hablando con Rias por celular.
—¿Oh, la Buchou? —sus ojos recorrieron el cuerpo de su primo de arriba abajo, el cuerpo tan tonificado y masculino de él le encantaba—. ¿No me estás mintiendo?
Él negó con la cabeza repetidas veces y cerró la puerta detrás de él, sin dejar que Akeno observara el cuarto; si veía todas las estadísticas de Koneko en las pantallas o decidía hablar con Narumi, estaba seguro que no dudaría en ser una HiME.
—No tengo motivos para mentirte —sacudió las manos, finalmente alejándose de la puerta—. ¿Viniste por algo específico? Tu padre y Aza no están, se fueron a beber o algo así. También quieren festejar de una manera más “adulta” que Koneko se haya convertido en la primera HiME que Grigori puede estudiar.
—¿También lo festejarás? —comentó con un toque de burla, mientras daba un pequeño paso para mirarlo de frente.
—¿Es algo para festejar? —preguntó, bajando ligeramente la voz como si estuviera compartiendo un secreto consigo mismo.
—No lo sé —respondió ella, cruzando los brazos y poniendose más cerca de él, sus senos casi rozando el pecho del contrario.
Tobio sintió la presión del momento caer sobre sus hombros, pero mantuvo su compostura. El pasillo se extendía en ambas direcciones, vacío y silencioso, salvo por el eco leve de sus propias voces y los pasos ocasionales de alguien en un laboratorio lejano. Las luces del techo emitían un resplandor uniforme, proyectando sombras suaves en el suelo brillante de mármol.
—¿No lo sabes? —repitió él, retrocediendo ligeramente su cuerpo para evitar que sus cuerpos se rocen. La cercanía de Akeno lo ponía inquieto, tanto para retroceder o estaría atrapado en sus juegos de seducción.
—Quizás sí, quizás no —alegó ella con una sonrisa juguetona. Sus ojos brillaban amatistas con ese destello travieso que lo desarmaba cada vez que la veía. Dio otro pequeño paso hacia él, invadiendo su espacio personal sin reservas—. Aunque parece que tú tampoco tienes clara tu postura. ¿Te molesta que Koneko sea una HiME o… te preocupa algo más?
Tobio dejó escapar un suspiro, desviando la mirada momentáneamente hacia el final del pasillo antes de volver a fijarla en ella. Ah, realmente le gustaba mucho Akeno.
—No estoy seguro de que me guste la idea de que una niña tenga que enfrentarse a algo tan peligroso. Y tú... —se detuvo, consciente de que había empezado a decir algo que no debía.
—¿Y yo qué? —inquirió ella, arqueando una ceja mientras daba un paso aún más cerca, tan cerca que Tobio podía oler el leve perfume floral que llevaba. Su voz bajó de tono, adquiriendo una cadencia más íntima y aterciopelada—. ¿Qué pasa conmigo, Tobio onii-sama?
Él tragó saliva. Sabía que debía medir sus palabras, pero cada fibra de su ser le pedía ser honesto con ella y tomarla de la cintura… besarla.
—No quiero que te veas arrastrada por esto. No quiero que tomes una decisión solo porque crees que debes proteger a alguien más. Akeno, tú... —su voz vaciló un momento antes de continuar—. Tienes demasiado valor para mí.
El aire entre ambos pareció hacerse más pesado. Ella lo miró fijamente, su sonrisa habitual transformándose en algo más suave, más sincero y sus mejillas se tiñeron de rojo. Nunca nadie le había dicho algo tan lindo y cerró sus ojos.
—Eso suena casi como si estuvieras preocupado por mí —habló ella, su tono juguetón matizado por una nota de ternura. Levantó una mano, dejando que sus dedos rozaran suavemente el brazo de Tobio—. Es lindo, aún asi sabes que puedo cuidarme sola, ¿verdad?
—No lo dudo —respondió Tobio rápidamente. Sus ojos bajaron por un instante, siguiendo la línea de su brazo hasta sus dedos, antes de volver a mirarla a los ojos de ella, que abrió lentamente. Lo hipnotizaba tan facil—. Precisamente por eso, no significa que quiera que te pongas en peligro innecesariamente, Akeno.
Ella inclinó ligeramente la cabeza, su coleta oscura cayendo hacia un lado mientras sus labios se curvaban en una sonrisa que parecía mezclar desafío y ternura.
—¿Y qué harías si me pusiera en peligro? —cuestionó, bajando la voz hasta casi un susurro.
Tobio sintió un nudo en el estómago. Sin pensar, su mano se movió instintivamente hacia ella, rodeando su muñeca con una firmeza y la atrajo hacia él de un tirón. Su prima quedó prácticamente contra el cuerpo ajeno y lo tuvo que abrazar para sostenerse.
—No lo permitiría —con tono grave, deicido a no dejar que ella se ponga en ningún tipo d edificultad. Su mirada era intensa, fija en los ojos de Akeno—. No mientras esté cerca de ti.
En ese momento el mundo se redujp a los dos. Akeno lo miró con una mezcla de sorpresa y algo más que Tobio sabía lo que era… deseo, amor y lujuria. Todo en él la deseaba y sabía perfectamente.
—Tobip onii-sama —empezó a decir ella, su voz un poco más seria ahora. Sin embargo, no apartó su muñeca, dejando que él mantuviera el contacto.
Antes de que pudiera decir algo más, Tobio dio un paso hacia adelante, acortando aún más la distancia entre ellos. Su otra mano se movió con la misma firmeza controlada, apoyándose suavemente en la cintura de Akeno, deteniéndola antes de que pudiera retroceder.
—No me importa lo que pienses de mí después de esto —con su voz baja pero firme—, quiero que sepas que no estoy listo para dejar que te expongas a algo que pueda lastimarte. Incluso si eso significa enfrentarme a tus decisiones.
Akeno lo miró fijamente, sus ojos amatistas buscando algo en los de él. Por un momento, la sonrisa en sus labios pareció desvanecerse, reemplazada por una expresión de genuina emoción.
—¿Te estás confesando, Tobio onii-sama? —inquirió finalmente, estaba sorprendida de lo honesto y directo que estaba siendo su primo.
Tobio dudó, su mandíbula tensa mientras buscaba las palabras adecuadas. Finalmente, optó por no responder directamente, inclinándose ligeramente hacia ella, a pocos centímetros de besar los labios contrarios y lo suficiente para que sus respiraciones se mezclaran.
Akeno se quedó helada, al final él era quien siempre tomaba la delantera.
—Eres tan serio... Pero, ¿sabes? Esa es una de las cosas que más me gustan de ti.
Sus palabras fueron como un golpe directo al corazón de Tobio, quien sintió cómo el calor subía a su rostro. A pesar de ello, no retrocedió ni apartó las manos de ella. En cambio, su agarre se mantuvo firme, transmitiendo una resolución que no había sentido en mucho tiempo.
—Y tú eres la persona más peligrosa que conozco —respondió él finalmente, su voz teñida de una sinceridad que lo desarmaba tanto como lo fortalecía.
La sonrisa de Akeno volvió, esta vez más seductora. Levantó una mano y la apoyó suavemente en el pecho de Tobio, justo sobre su corazón.
—Entonces parece que estamos en el mismo problema, ¿verdad? —ella expresó, sus palabras apenas un susurro contra sus labios.
El aire en el pasillo parecía haberse detenido. Ambos primos permanecieron inmóviles por un instante casi eterno, sus miradas conectadas ambos ojos violáceos y lleno de emociones aún contradictorias al ser parientes. El mundo a su alrededor se desvaneció; no existía el laboratorio estéril detrás de ellos ni la posibilidad de ser descubiertos. Solo estaban ellos dos frente a frente y a punto de dejarse llevar por todas las emociones acumuladas estas semanas.
Cuando sus labios finalmente se encontraron, una chispa se encendió, al instante un fuego voraz que los consumía desde que se conocieron. El contacto no fue suave ni titubeante; fue urgente, desesperado, ambos deseando desesperadamente ese contacto íntimo. Tobio sintió cómo el calor de Akeno lo envolvía, su sabor inundándolo por completo mientras su mano, firme no obstante protectora y posesiva, se deslizó hacia la larga melena negra que cae como una cascada sobre la espalda de ella. Sus dedos se enredaron en su cabello sedoso, tirando ligeramente para acercarla aún más.
Akeno dejó escapar un suave gemido, apenas un susurro contra sus labios, que hizo que el corazón de Tobio latiera con más rapidez. Sus brazos se alzaron para rodear el cuello de él, presionándose contra su cuerpo quería fundirse con él. Sus labios se movieron con fervor, devorándose el uno al otro con una pasión que habían mantenido contenida durante demasiado tiempo. La forma en que Tobio la sostenía, con una mezcla de necesidad y cuidado, hacía que Akeno se sintiera al mismo tiempo deseada y protegida, su primo logró transmitir todas sus emociones a la perfección, junto a una sensación que nunca antes había experimentado con tanta intensidad en la vida Akeno.
Las manos de Tobio comenzaron a explorar con cautela, bajando desde su cabello hasta la curva de su espalda. Una de ellas se detuvo en su cintura, manteniéndola cerca, mientras la otra se apoyó ligeramente en su mejilla. Sus dedos rozaron la piel cálida y suave de Akeno, trazando un camino que envió un escalofrío a través de su cuerpo.
Por su parte, Akeno no se quedó atrás. Sus labios se entreabrieron, permitiendo que sus lenguas se encontraran en un baile íntimo y lento que pronto se tornó más apasionado. Sus alientos se mezclaron, sus respiraciones se volvieron irregulares, y sus salivas se unieron en un intercambio tan íntimo que les permitió borrar cualquier barrera que hubiera existido entre ellos hasta ese momento. Los digitos de Akeno se tocaron con suavidad el cabello oscuro del contrario, tirando de él ligeramente mientras lo guiaba más profundamente en el beso.
Cada movimiento, cada susurro de sus labios al separarse brevemente solo para volver a encontrarse con más fervor, era una declaración de algo que ambos habían intentado negar durante demasiado tiempo. Ahora se encontraban sumidos en la temporalidad del momento, pues ambos sabían que eran primos e ir más allá de eso era desafiar a todo el clan Himejima, cuándo ellos solo eran unos rechazados y negados de esa familia.
Finalmente, después de lo que parecieron horas pero que en realidad fueron solo unos minutos, ambos comenzaron a desacelerar. Sus labios se separaron lentamente, aunque ninguno de los dos se apartó del otro. Sus frentes se apoyaron juntas, sus respiraciones al compás de la otra, mientras trataban de recuperar el aliento. Tobio mantuvo su mano en la cintura de Akeno, sus dedos apenas rozando la tela de su camisa, mientras que la otra seguía descansando suavemente en su mejilla.
—Akeno... —murmuró él, su voz ronca. No sabía qué más decir, cómo expresar todo lo que sentía en ese punto.
Ella sonrió, una sonrisa dulce pero también llena de travesura y dejó que sus dedos trazaran un leve camino por su mandíbula antes de apoyarlos en su pecho.
—No tienes que decir nada, Tobio —respondió suavemente, aunque sus ojos brillaban con algo más profundo—. Yo también lo siento.
Ambos permanecieron así, inmóviles pero conectados, disfrutando de la cercanía y el calor del otro un tiempo más. El silencio cómodo entre ambos se vio interrumpido por un suave sonido metálico que resonó a sus espaldas. La manija de una puerta giró lentamente y antes de que pudieran reaccionar, esta se abrió con un chirrido que contrastó con la intimidad del momento.
De pie en el umbral, Gen Narumi se encontró con una escena que no esperaba presenciar, aunque ya sabía del tipo de relación que sus roommates mantenían. Sus ojos, apenas entrecerrados por el cansancio, se abrieron por completo al ver a Tobio y Akeno tan cerca. Las manos de ambos todavía descansaban en el otro, mientras sus frentes permanecían juntas en un gesto tan tierno que le dio arcadas.
Por un instante, Gen quedó paralizado. No era alguien que se impresionara fácilmente, pero la intimidad palpable en la escena lo dejó sin palabras. El calor subió rápidamente a sus mejillas, un rubor incómodo que se mezclaba con la molestia de sentirse intruso en algo tan personal.
Sin pronunciar palabra, Gen retrocedió un paso, su mano aun sujetando la puerta. Su mente parecía debatirse entre aclarar su presencia o simplemente desaparecer sin dejar rastro. Optó por lo segundo. Con un movimiento torpe y silencioso, cerró la puerta con un golpe suave que resonó como un eco contenido en el pasillo.
Tobio y Akeno, sobresaltados por el sonido, se finalmente, rompiendo aquel momento. Ambos giraron la cabeza hacia la puerta, sus ojos encontrándose por un instante en una mezcla de sorpresa y una pizca de nerviosismo. Éñ frunció ligeramente el ceño, mientras ella, con una expresión que oscilaba entre la diversión y la vergüenza, dejó escapar un leve suspiro.
Del otro lado de la puerta, Gen apoyó la espalda contra la pared del pasillo, llevando una mano a su rostro a la vez que murmuraba en voz baja:
—No vi nada, no vi nada —repetía para sí mismo, intentando borrar la imagen de su mente, aunque el rubor persistía en sus mejillas. No podía creer lo descarado que era su amigo para estar haciendo ese tipo de cosas en el trabajo, por eso odiaba a las mujeres también.
Por su parte, Tobio y Akeno se miraron nuevamente. Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de ella, mientras Tobio sacudía ligeramente la cabeza, soltando un suspiro que parecía contener tanto alivio como resignación.
—Parece que logramos incomodar a Gen-chan —se rió Akeno, rompiendo el silencio con una voz suave y llena de humor—. ¿Dijiste que habló con Rias? ¿Por qué motivo?
Tobio no pudo evitar sonreír de lado, no podía creer lo descarada que era su prima y eso lo atraía.
—No tengo idea de cómo vamos a explicar esto —cuchicheó, su tono una mezcla de exasperación y diversión.
Ambos rieron por la situación, la tensión del momento anterior transformándose en algo más ligero.
—Narumi estaba diciendo de querer hablar con Rias de algo importante.
Antes de que él dijera algo más, Akeno infló sus mejillas en un puchero tan infantil y extraño para la personalidad madura de ella que se quedó viéndola de más.
—Rias, Rias, Rias —se cruzó de brazos y giró la cabeza hacia un costado—. Ya deja de llamarla tan informal, Tobi.
El hombre no pudo contener la risa y la abrazó nuevamente, atrayéndola a él.
—¿Celosa ittoko-san? —le habló con cierta malicia y ella como respuesta se sonrojó terriblemente.
—… —asintió, deslizando las pupilas amatistas a su casi pareja—. ¿Está mal, Tobio onii-sama?
El mencionado recordó que, aunque a veces Akeno Himejima podía ser una mujer fuerte, decidida, encantadora, maliciosa y una onee-chan que admirar, también tenía ese lado dulce y puro de una adolescente y ahora joven adulta.
—Me gusta este lado infantil tuyo —susurró, abrazándola un poco más, dejando que la cara de ella se esconda en el hueco del cuello—. Si quieres, le diré Gremory.
—Lo siento Tobi, estoy siendo injusta contigo —exhalo aire un poco nerviosa, envolviéndolo con sus brazos nuevamente—. Es algo inevitable que llames a Buchou, “Rias”.
De pronto, la puerta se volvió a abrir detrás de ellos y Narumi salió un poco, empujando a ambos chicos de allí.
—Si van a hacer ese tipo de cosas, vayan a otro lado —traía el fleco hacia atrás y en punta, por lo que su personalidad cambió a algo más decidida.
—Gen-chan, no estés celoso fu fu~ —lo miró por encima del hombro de su primo y el otro entrecruzó las cejas.
—¿Celoso del besuqueo entre primos? —con indiferencia caminó hacia una de las maquinas expendedoras de energizantes y sacó su celular para que le descontaran el monto de su cuenta bancaria—. Idiotas.
—Lo siento Narumi, las cosas pasaron así —se rió despreocupadamente el otro chico.
—Has sido intoxicado y engatusado por esa mujer —después de guardar el celular y tomar la lata con una mano, señaló a Akeno.
—¿Qué querías hablar con Buchou? —cambió de expresión por completo al hablar de su mejor amiga—. Si la vas a molestar con idioteces, ella es una persona muy ocupada.
—Sobre Toujou Koneko —bebió un trago del energizante y en ese momento, ella se abalanzó sobre él.
—¿Qué es? Necesito saber —el rostro de ella pasó de las risas a uno serio y urgente, si algo compete a Koneko, también a ella y ahí se dio cuenta que Tobio la estaba intentando protegerla, incluso evitando que ella entrara al laboratorio.
Narumi asintió y volvió a entrar al labora tío, esta vez seguido por ambos Himejimas.
XENOVIA YUTA ASIA
La joven de cabello azul corría con un ritmo acelerado a lo largo del sendero del parque. Su respiración se hacía más fuerte con el golpeteo de sus pies contra el suelo, un sonido cansado pero persistente que acompañaba a los sonidos de la naturaleza y a aquellas personas que cuchicheaban em los asientos o en el césped. Su cabello, corto y sedoso, se movía con cada zancada, reflejando la luz de la tarde intentando capturar la energía del sol. Vestía ropa deportiva sencilla, diseñada para la comodidad y la movilidad, con un ajuste que permitía libertad de movimiento sin resultar restrictivo, algo muy típico de Xenovia que siempre solía usar conjuntos ceñidos a la figura.
El parque estaba tranquilo a esa hora. El sol, ya inclinado hacia el horizonte, bañaba el lugar con tonos cálidos y calurosos aún. Las sombras de los árboles se alargaban sobre las hiervas, creando patrones bonitos en el suelo y grava. El aire tenía un aroma fresco, con un leve toque de humedad y se sentía una brisa ligera que mitigaba el calor de la tarde. Algunos pájaros cantaban desde las ramas, sus trinos entrelazándose con el sonido distante de risas infantiles y conversaciones dispersas.
La joven mantenía una postura erguida mientras corría. Sus brazos se movían más rápido a cada curva que tomaba, doblándolos en un ángulo cómodo para ella y sus piernas se impulsaban con fuerza controlada. El sudor brillaba en su frente y en su cuello, indicando el esfuerzo que estaba realizando. Aunque su expresión era serena, sus ojos mostraban una leve preocupación, estaba centrada en cada paso, cada respiración, y su mente dispersa en lo que vio en la universidad ese día: Koneko siendo atacada por un niño.
A medida que la joven avanzaba, su mente divagaba brevemente hacia el dojo al que se dirigía. Pensaba en su instructor, Michikatsu Tsugikuni y en las lecciones que la esperaban. Sabía que el entrenamiento sería exigente, como siempre, pero también era consciente de los avances que había logrado bajo su tutela. El dojo era un lugar que asociaba con disciplina y mejora personal y aunque el camino hacia la maestría era arduo, también era gratificante.
Recordó cómo ese niño había destrozado la espada de bambú con solo los pies y creado un hueco alrededor del pavimento, las manos aún resonaban y cosquilleaban por la fuerza que tuvo que soportar para que Koneko no saliera lastimada. ¿Acaso lo de HiME estaba relacionado en todo eso?
Al acercarse al final del sendero principal del parque, su ritmo empezó a desacelerarse. Los últimos rayos del sol iluminaban su figura, proyectando una sombra larga frente a ella, esta vez una llena de incertidumbre, ¿Rias y Azazel tenán algo que ver con ese ataque en la U? Su respiración se volvió agitada y no comenzaba a estabilizarse mientras reducía gradualmente la intensidad mientras iba finalizando su carrera. Sus pasos ahora eran más ligeros, pero sus pensamientos más intensos y las escenas en su mente más vividas. Al llegar a una pequeña fuente en el centro del parque, se detuvo completamente.
Llevó sus manos a las rodillas, inclinándose ligeramente hacia adelante mientras recuperaba el aliento. Una gota de sudor rodó desde su sien hasta su mejilla antes de caer al suelo. Permaneció así por un momento, permitiéndose sentir el esfuerzo en sus músculos y la satisfacción de haber completado varias millas de carrera. Después de un rato, se enderezó y se llevó una mano al cuello para secarse con una toalla que había llevado consigo en una mochila.
El dojo no estaba lejos del parque. Desde donde estaba, podía ver el comienzo del camino que llevaba a su lugar de entrenamiento. Las lámparas del parque comenzaban a encenderse, emitiendo una luz cálida que contrastaba con el azul profundo que comenzaba a dominar el cielo. Las primeras estrellas aparecían en el firmamento, anunciando la llegada de la noche.
Sacó el celular de la mochila para ver la cantidad de pasos que había hecho y después de comprobar, se fue a los mensajes y el primer remitente era Kiba Yuto, su rival y mejor amigo, habían entrenado juntos ek Kuoh Academy y también en competiciones dobles ambos habían estado codo a codo, como los KNIGHTS de Rias Gremory que son.
“Xenovia, ¿cómo has estado?”
Le escribió y le adjunto la foto de la estatua del Arcángel Miguel, eso le arrancó una sonrisa a Xenovia; Kiba se había ido al Vaticano por asuntos familiares hacía dos años y desde entonces pocas veces intercambiaron mensajes. Le pareció perfecto a ella, pues así iba a entrear muy duramente para ser más fuerte que ese rubio con aires de princeso.
“Muy romántico, bro” le contestó la peliazul.
Cuando iba a guardar el celular en la mochila, sonó con el timbre característico de llamada y rápidamente vio que era Kiba, apretó el botón de los auriculares inalámbricos para atender y guardó finalmente el objeto.
—¿Hey? —lo saludó, caminando hacia el dojo.
—Xenovia, quería escucharte —desde el otro lado habló rápidamente—. ¿Cómo estás?
—Bien, bien —su voz aún sonaba agitada—. ¿Has estado entrenando todo este tiempo?
—… —hizo una pausa él, para oír la voz de su amiga—. Al igual que tú. Tu voz se oye anormal, ¿has estado corriendo?
Ella se detuvo y levantó la vista a una de las farolas recién encendidas que iluminaban la calle de finales de verano. Algunas personas ya empezaban a ponerse abrigos y otros aprovechando el momento para abrazarse.
—Lo hice, recién termino —cerró los ojos oyendo la voz de él, quien llegó a tiempo para tranquilizarla.
—Suenas preocupada, ¿pasa algo? —del otro lado el tono de Kiba se escuchaba sereno y preocupado, una extraña combinación.
Ella dejó que una sonrisa se posara entre sus mejillas, era increíble como la conocía tan bien.
—Sí —contestó escueta, aún caminando por las calles de Tokio—, de hecho sucedió algo importante con Koneko. ¿Buchou ya te lo contó, Kiba?
—Ahh —suspiró sin mostrar nerviosismo—. Algo así, también me comentó que fuiste atacada.
—A mí no fue —sonó más firme y preocupada al mismo tiempo—. Ese niño casi lastima a Koneko y mis manos…
Xenovia bajó la mirada a sus extremidades. Los dedos estaban algo hinchados y con manchas moradas que empezaban a volverse más visibles. Sentía un entumecimiento extraño, como si sus manos no le pertenecieran del todo, mezclado con un dolor extraño que aumentaba si intentaba moverlos. Cerró la mano lentamente, pero no llegó a cerrarla del todo antes de detenerse; cada articulación parecía resistirse, en una protesta por el esfuerzo que hizo para evitar que Koneko resultara herida.
Sus pies no estaban mejor. La piel estaba enrojecida, con pequeñas marcas donde las astillas de la madera rota habían dejado su rastro. Aún podía sentir el impacto del salto, la presión que había soportado al caer con toda su fuerza para detener los pies desnudos del chico que amenazaba a su amiga. Había sido un acto impulsivo, casi instintivo, pero verlo rendirse había valido la pena, incluso si ahora le costaba moverse.
—Tengo un poco de miedo —masculló sin mucha emoción, que ella tuviera miedo era casi irreal—. Miedo por Koneko y Buchou.
Kiba se lamentó del otro lado del teléfono por estar tan lejos y no poder ayudarla.
—Eres fuerte, estoy seguro que podrás hacer algo —pronunció intentando darle ánimos, lo único que podía hacer por ella en ese instante.
—… —otro silencio largado por la peliazul—. Es fácil decirlo desde otra parte del planeta.
—Tienes razón —calmo le contestó, hasta en una situación así Kiba no perdía los estribos—. Si me lo pides, regresaré a Tokio, a tu lado.
—Eso es —antes que respondiera, vio los cabellos largos y dorados de Asia Argento mientras veía el escaparate de una tienda de ropas—. Lo siento bro, voy a molestar a Asia.
Le cortó la llamada, huyendo de los sentimientos egoístas que tenía. Quería decirle a Kiba que regresara, no solo por los acontecimientos de estos últimos días, sino por algo más profundo que aún no está dispuesta a revelar.
—¡Asia! —agitó una mano para llamar la atención de la rubia que seguía con sus pípilas verdes atrapadas en un lindo vestido blanco.
—¿Xenovia-chan? —se giró al escuchar como gesticulaban su nombre y le sonrió, aunque realmente no se lleva tan bien con Xenovia por pervertida. Aunque como italianas, ambas compartían una conexión única.
—Ese vestido te quedará hermoso, ¿por qué no entramos? —la animó viendo que se había perdido en la boutique de una tienda—, aparte en dos horas tenemos la reserva de Buchou, será un bonito atuendo.
—¿Qué? No, no —negó con la cabeza—. No necesito algo tan caro.
Bajo la vista al suelo, en general ella buscaba una vida austera dónde la palabra de Dios guie su camino. Su aspiración era consagrar su vida a Dios y unirse a una orden religiosa de manera formal y no como catequista ad honorem.
—¿Ehhh? —le sonrió con una expresión divertida—. Qué lástima, es un vestido que podrás usar en varias ocasiones.
Asia empezó a mover los dedos de manera nerviosa, llevando de
6.5 # Paella y yokan.
Rias Gremory's Peerage
KING ha añadido a Ikuse Tobio
KING ha añadido a Shindou Irina
KING ha añadido a Narumi Gen
KING ha añadido a Kiba Yuto
KING cambió el nombre de Ikuse Tobio a PAWN1
KING cambió el nombre de Narumi Gen a PAWN2
KING cambió el nombre de Shindou Irina a BISHOP2
KING cambió el nombre de Kiba Yuto a KNIGHT1
QUEEN: ¿Por qué Tobio onii-sama es PAWN1? Él debe ser King. ¡MHPH!
KING: Akeno, tú sabes que los peones tienen la característica promoción
KING: Cuando un peón logra llegar hasta la última fila del tablero enemigo, puede transformarse en cualquier otra pieza (como una reina, torre, alfil o caballo), excepto en el rey. Casi siempre se elige convertirlo en reina porque es la pieza más fuerte del juego.
KING: ¿Entiendes, Akeno? Tobi es una pieza fundamental y fuerte, de las más útiles.
QUEEN: No le digas Tobi a onii-sama, Rias.
KING: ¿Puedes controlar a tu prima, @PAWN1?
PAWN1: Es algo imposible, Rias, estoy en el trabajo ha ha.
KNIGHT1: Tiempo sin verlos chicos ^^. ¿Cómo están?
KNIGHT1: Las cosas parecen más animadas jaja, suerte Tobio-san.
KNIGHT2: ¿BROOO? ¿KIBA? ¡¿Regresaste a Japón?!
KNIGHT1: No, no. Sigo en el Vaticano. Espero regresar el año que viene, Xenovia ^^
KNIGHT2: Ah compa, creí que podríamos entrenar juntos. El dojo de la U es aburrido sin mi digno rival
BISHOP1: Bienvenidos chicos, que Dios los bendiga a todos y que esta pequeña reunión sea útil para todos. ¡Auch!
KING: ¿Estás bien Asia? Ahhh
BISHOP1: Oré pensando en Dios, perdón Rias senpai
KING: Ten más cuidado, como mi preciada amiga debo velar por ti.
BISHOP1: Ah, gracias senpai. <3
BISHOP1: ¡AUCH! Ah, oré de nuevo por la amabilidad de senpai.
PAWN2: ¿Qué es este grupo?
ROCK1: Hacen que vibre mucho mi celular e intento descansar…
ROCK2: Estoy dando clases, me van a quitar el móvil siendo que soy la profesoraaaaa.
QUEEN: Está el modo “no molestar” aunque un pequeñín como Narumi-chan no lo sabría jamás, fu fu.
PAWN2: ESTA ESTÚPIDA. ¿Es tu prima, Tobi? Si, si lo debe ser…
PANW1: Calma, calma, Narumi.
PAWN2: Me cuentas más tarde de que va todo esto, Tobi. Muchas mujeres, me dan repelús,
PAWN2 abandonó el chat.
KING: ¡Basta chicos! Normalmente este es un grupo de mujeres y Yuto, en esta ocasión los hemos agregado a Tobi y Narumi para celebrar que Koneko es una HiME oficial y entró a Hanasaki U como estudiante. ¡VIVA!
BISHOP1: ¡FELICIDADES KONEKO-CHAN! ¿HiME es algo de honor?
QUEEN: …
KNIGHT2: ¿Vas a contarnos qué es lo que ocurrió hoy en la entrada de la U, Rias senpai?
KING: Sí. Hemos hecho una reserva para comer paella cerca del mar. Vengan todos los que puedan e informaré por mail a Yuto e Irina.
KNIGHT1: Debe ser algo serio si nuestro Rey está siendo tan seria.
QUEEN: Tiene mucho que explicar.
PAWN1: Tengo curiosidad.
ROOK2: ¿COMIDA Y BEBIDA GRATIS? ME APUNTOOOO. ¡RENUNCIO YA A KUOH!
ROOK1: Desinvitada.
ROOK2: NooOoOOo
KING: Basta, basta. Ahí les paso las coordenadas y la reserva.
RIAS NARUMI
Rias Gremory apagó el celular después de enviar la ubicación del restaurante y coordinar cómo el chofer los recogería. La familia Gremory, de alto prestigio, podían permitirse el lujo de poseer autos elegantes y, por supuesto, choferes personales para todo tipo de situaciones como esa tan inusual. De cierta manera se sentía culpable de haber metido a Koneko Toujou en tantos líos.
La pelirroja, de porte elegante incluso en ropa deportiva, estaba a punto de empezar a correr en una de las caminadoras que se encontraban en la sala de ejercicios de su lujoso departamento. El sitio estaba decorado con una alfombra roja amplia, agregando el toque de nobleza a cada paso; al frente del cuarto amplio, grandes ventanales ofrecían una vista espectacular de la ciudad de Tokio, dejando que la luz natural inundara el espacio.
Ella se veía hermosa, como siempre, con su larga cabellera escarlata recogida en una alta coleta que cae en cascada hasta la más allá de su espalda y trasero, resaltando el brillo escandinavo de la sangre que corre por sus venas. Enfunda un conjunto de ropa deportiva que combinaba su propia elegancia y sensualidad: una ajustada camiseta sin mangas de color negro con detalles en rojo que delinean su figura totalmente curvilínea, apretando sus senos un poco y resaltando su figura atlética y unos leggings a juego que acentúan sus largas piernas y firme trasero.
Estaba preparada, punto de empezar a correr en una de las caminadoras que se encontrar en la sala de ejercicios de su lujoso departamento. Alrededor, había una variedad de máquinas de ejercicio: bicicletas estáticas, pesas bien organizadas en un estante metálico y un área de yoga equipada con colchonetas y pelotas. El ambiente estaba impregnado de un aroma fresco y limpio, y el tenue sonido del aire acondicionado añadía una atmósfera relajante al lugar.
Era un espacio que reflejaba perfectamente el estilo de vida de Rias: sofisticado, moderno y cuidado al detalle, justo como ella misma.
— ¿Qué puedo hacer? —se cuestionó la pelirroja mientras se sube a la corredora, modificando la velocidad y el peso.
Las imágenes que vio más temprano la dejaron intranquila, después de todo si Koneko resultaba herida en alguna pelea contra su Rebel, ella jamás se lo perdonaría. El chico albino que se identificó como Gabimaru parecía decidido a atacar y matar a su preciada amiga. ¿Por qué? ¿Quién es Qin Shi Huang? ¿Y el otro albino?
Suspiró mientras comenzaba a correr y a mover sus extremidades lentamente.
Por primera vez se dio cuenta de la posición en que había puesto a Koneko y sus habilidades parecían ser del tipo ofensivas, como un tanke en los moba. Exhaló aire frustrada, si ella no le hubiera dicho que participara en la prueba HiME, las cosas no estarían así.
— ¡QUÉ FRUTRACIÓN! —gritó golpeando el mando de la máquina, el ruido se oyó abruptamente, cargando de tensión el aire pacífico y silencioso—. ¿Y si muere?
Imaginó la sangre de la pequeña gatita tiñendo de rojo sus manos mientras sostiene el cuerpo helado, no. Simplemente la perturbó. Imaginó la sangre de la pequeña gatita tiñendo de rojo sus manos mientras sostenía su el diminuto cuerpo frío y sin vida. Ese pensamiento llegó tan rápido y tan lleno de desesperación, cargada de inesperadas y brutal imágenes vívidas y aterradoras que coparon la mente de Rias. No. Simplemente la perturbó.
El solo hecho de imaginar esa escena le provocó un escalofrío que recorrió la columna, la dejaba helada, después de todo no podía creer que dos niños se estuvieran a punto de batir en duelo a muerte. ¿Por qué? Cerró los ojos vedárseos con fuerza, tratando de desterrar esa visión, pero era imposible que los colores y las formas no se grabaran en su subconsciente pues ver a Koneko a punto de ser herida y salvada tanto por Xenovia Quarta y aquel hombre misterioso llegado de china, Quin Shi Huang, parecían haberse quedado tatuados en su mente.
negándose a desvanecerse y presente para recordarle que lo que le pasara a Koneko Toujou era su culpa. ¿Por qué algo tan horrible se había quedado en su cabeza? Ella adoraba a la pequeña gatita, con sus pequeñas actitudes salvajes y de vagancia, pidiendo siempre youkan y diferentes tipos de comida; con esos ojos dorados llenos de vagancia y desinteres. Era impensable que alguien a quien adoraba tanto como una hermanita pequeña le pudiera acabar en un escenario tan macabro como el que su mente había ideado.
Respiró hondo, obligándose a concentrarse en el presente y en la tarea que estaba haciendo: ejercitando su cuerpo. La habitación estaba en calma, los últimos rayos de sol se filtran por la ventana, bañando de luz cálida el espacio del gimnasio y creando reflejos dorados en las máquinas. Podía escuchar el ruido de sus pasos a trote fuerte y las gotas de sudor bañando la piel tersa en su cuerpo, hasta tener la ropa ceñida al cuerpo. Quería estar completamente ajena de los pensamientos oscuros que habían atravesado su mente por tanto tiempo y la culpa que la corroía por dentro. Era irónico cómo algo tan insignificante, un pequeño tropiezo mental, podía desencadenar una cadena de imágenes tan desgarradoras.
Continuó corriendo media hora más, respirando hondo y exhalando hasta el cansancio, luego fue levantar pesas se dirigió primero al rincón donde tenía una toalla preparada, el celular resguardado y una botella de agua fría ya con gotas de agua cayendo por el plástico. Tomó la tomó con cuidado la botella, sintiendo el peso del líquido y su cuerpo helado y el movimiento rítmico del hielo que se agita cuándo ella lo toma. La sensación fue refrescante al llevar sus labios al pico e inclinar ligeramente la botella para que el agua llegue a sus labios y garganta. Una sensación refrescante que la dejó relajarse un par de minutos y estabilizar sus pensamientos de que todo estaba bien, de que la imagen que había visto no era más que una pesadilla diurna, un producto de su imaginación descontrolada.
El gimnasio del departamento se sentía vacío, perfecto para que los demonios internos la acechen en la cabeza y sin nadie que haga ruido constante en las máquinas o música sonando a tope estaba apacible. Ella, una joven elegante y decidida generalmente, llevaba más de una hora corriendo en la cinta, las mejillas sonrojadas, casi como su cabello, por el esfuerzo de correr en diferentes velocidades y con mechones rojizos adheridos a su frente sudorosa. Su respiración dejaba al descubierto unos hombros fuertes y unas piernas tonificadas a cada paso. Apretó la botella de agua con fuerza, hasta retorcerla entre sus dedos y la tiro aun cesto de basura.
Caminó hacia el área de pesas con la misma energía intensa y la determinación de seguir su entrenamiento una hora más, como mínimo. En una esquina, flexionaba las piernas, sosteniendo una barra cargada con discos. Su respiración seguía siendo profunda, acompasada, mientras sus músculos trabajaban y el sudor seguía cayendo perlando la piel palida de Rias; cada gotas de sudor recorrían su piel, marcando líneas brillantes sobre su espalda y sus brazos.
Por fin ruidos de ella, los sonidos barras chocando contra el suelo y respiración forzada coparon el departamento, pero las vibraciones desde la toalla que aún no había usado, cortó la concentración. El celular vibraba y empezó a sonar con mensajes y llamadas repentinas, había silenciado el grupo de WhatsApp con sus amigas, por lo que no podían ser ellas.
La pelirroja se enderezó, aun sujetando la barra por unos instantes y soltó un suspiro entre jadeos al darse cuenta de que no iba a poder terminar su rutina ese día, nadie la iba a molestar por algo sin importancia. Dejando el peso con cuidado, caminó hacia dónde dejó el móvil, con su pecho subiendo y bajando con rapidez mientras tomaba el teléfono, preguntándose quién interrumpiría justo ahora.
Vio las notificaciones, sorprendida de que quien la andaba acosando era Gen Narumi. Lo recordaba brevemente de la prueba para ser HiME de Koneko y también de las pocas interacciones que tuvieron en el departamento de Akeno y Tobio.
Repasó rápidamente los mensajes, aunque no entendió nada. Era muy lacónico para expresar y monosílabo, no le entendió ni un carajo.
El primer mensaje que vio la hizo arquear una ceja.
"Hablar".
No era un saludo ni una introducción, simplemente una palabra seca, seguida de otra notificación:
"Tonta".
Rias parpadeó, desconcertada. Su pulgar se deslizó por la pantalla, revelando varios mensajes más. Ninguno de ellos tenía sentido.
"Mierda".
"Responde".
"Las mujeres son idiotas".
“¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, PRINCESA?”.
Su mandíbula se tensó al leer eso dos último. Aunque el contenido era ofensivo, había algo en la forma errática y brusca de los mensajes que le resultaba entre patético y extraño; con palabras llenas de frustración y ningún tipo de coherencia para ella. Por un momento, estuvo a punto de ignorarlo por completo. No conoce lo suficiente a Narumi como para responderle o que le hable con ese tono. ¿Princesa? ¿Y él? Akeno lo mencionó como alguien vago y ególatra.
Gen Narumi.
Un nombre que no esperaba ver para nada entre los mensajes que le llegan a diario. Tenía mails y whats en general de su familia y amigas. No habían intercambiado muchas palabras y sus interacciones habían sido escasas y, para ser francos, irrelevantes. A su vez no tenían una conexión real entre ellos.
Rias dejó escapar un suspiro y se dejó caer en el banco junto a la toalla, sosteniendo el celular en la mano. Repasó nuevamente los mensajes, esperando que se detuvieran con un segundo vistazo, algo hiciera clic en su mente. Pero no, seguían siendo igual de crípticos, igual de cortantes. Sus labios se torcieron en una mueca entre la confusión y el disgusto.
— ¿Qué demonios quiere este tipo? —murmuró para sí misma, dejando que el teléfono descansara en su muslo por un momento, luego de poner “no molestar” en los mensajes para evitar que siguiera sonando, aunque estaba atenta por si algo más llegaba.
Una ridícules total en todo el asunto de los mensajes tan cortos; si de verdad quería decirle algo, ¿no podía usar una oración completa al menos? O mejor aún, ¿por qué siquiera estaba escribiéndole? No eran amigos, tampoco eran conocidos lejanos. Gen Narumi no era más que una figura algo lejana en su vida, hasta se había salido del grupo de Whats dónde es moderadora y KING. Su presencia apenas registró después de esa desfachatez que hizo de rechazar su invitación al grupo.
Pensó en responder, aunque únicamente para decirle que dejara de escribirle tonterías, aún así desechó la idea rápidamente, no valía la pena. Ignorar era la mejor respuesta en este caso, y se sentiría ridícula dándole más atención de la necesaria. Si tenía algo que decirle, que lo hiciera en la noche, en la reunión para comer paella.
Volvió a dejar el teléfono sobre la toalla limpia y se levantó, dispuesta a continuar con su rutina de entrenamiento. Sin embargo, no pudo evitar que su mente volviera a esos mensajes, especialmente al tono agresivo y la elección de palabras, ¿y si tenía algo que ver con Koneko? ¿Hanrá descubierto algo sobre el Rebel o las habilidades de su amiga? Algo era inquietante, aunque también un poco patético, en esa necesidad desesperada de llamar su atención.
— ¿Responderle será lo correcto?
Sacudió la cabeza, intentando despejar las preguntas que la inundaron y tomó la barra para comenzar otra serie de flexiones, justo cuando había empezado una vez más el entrenamiento, el timbre del teléfono volvió a sonar, esta vez no era una notificación, sino una llamada.
Rias dejó caer la barra con un golpe secoo y giró hacia la banca de madera. Su corazón latía con más fuerza de lo normal, sin estar segura si era por el ejercicio o la incomodidad de la situación. Caminó hacia el móvil, respirando profundamente mientras lo tomaba. El nombre en la pantalla confirmó lo que ya temía: Gen Narumi.
El objeto vibraba en su mano, con insistencia de las llamadas de Narumi; Rias dudó en responder, podía dejarlo sonar y seguir ignorándolo, fingir que no había visto ni escuchado nada. Algo dentro de ella le hizo tener un presentimiento, una mezcla de curiosidad y frustración la impulsó a actuar.
Deslizó el dedo por la pantalla y llevó el teléfono a su oído. Su voz salió firme, aunque ligeramente irritada, muy pocas personas lograban sacar ese lado de ella y, por lo general, era su mejor amiga Akeno Himejima.
—¿Qué quieres, Narumi?
El silencio se extendió al otro lado de la línea, roto solo por una respiración pesada y errática que la puso aún más en guardia. Entonces, una voz grave y un tanto desordenada respondió.
—¿Por qué no respondes? Te estuve escribiendo. ¿Acaso la princesita está muy ocupada?
Rias apretó los labios, su paciencia colgando de un hilo y un segundo de colgar.
—Tal vez porque no entiendo nada de lo que dices. Si tienes algo importante que decir, dilo ahora, o no vuelvas a molestarme.
El silencio que siguió fue tenso y asfixiante. Rias pudo imaginar a Narumi tratando de encontrar las palabras y eso solo la hizo sentir más incómoda. Finalmente él habló pero lo que dijo no hizo más que aumentar la confusión.
—No puedo decirlo por teléfono, por si nos están rastreando. En este punto puede que ellos ya sepan nuestros números y estén analizando nuestros pasos. PIENSA.
Que idiota, es lo primero que pensó la pelirroja por un instante, para empezar inundarla de mensajes para decirle que necesitaban verse a solas. ¿A solas? Eso quería decir… en primer lugar una cita con él la iba a rechazar monumentalmente.
—¿Estás bien? —escéptica le preguntó.
—¿Escuchas lo que digo, Gremory?
Rias casi sintió lástima por él, pero la manera en que había elegido expresar su frustración le impedía bajar la guardia. No era su responsabilidad lidiar con los problemas de alguien que apenas conocía, especialmente si ese alguien decidía empezar con insultos.
—Hablar no es insultar, Narumi. Busca a alguien más para tus crisis. Está Tobi y Akeno —su tono fue cortante, definitivo, y no dejó espacio para que él replicara antes de cortar la llamada.
Rias dejó caer el teléfono, su corazón todavía latiendo con fuerza. Se pasó una mano por el cabello, apartando los mechones sudados de su rostro y respiró profundamente, tratando de calmarse.
—Qué manera de arruinar un buen entrenamiento —susurró para sí misma, volviendo hacia la barra. Sin embargo, esta vez, el peso en su pecho era más difícil de ignorar que cualquier carga física. Aún tenía sus dudas si Narumi quería decirle algo importante sobre Koneko.
En las instalaciones de Grigori.
Narumi se encontraba totalmente inquieto, moviéndose de un lado a otro.
La atmósfera del laboratorio, cargada del zumbido monótono de las luces LED, junto con el constante ritmo de sus propios pasos sobre el suelo de granito blanco, exacerba su impaciencia. La lujosa instalación de Grigori, repleta de equipos de punta tecnológica. Cada superficie relucía bajo la luz artificial y en cada rincón había alguna pantallas flotantes que mostraban información cifrada y gráficos de datos que se deslizaban a través de los monitores.
—Esa idiota, ¿qué le pasa? —refunfuñó con los brazos cruzados. Seguía caminando de un lado a otro sin comprender por qué Rias Gremory lo había mandado al diablo y es que, para él, sus mensajes habían sido totalmente claros y nada ofensivos. Así trataba a todas las mujeres…
La angustia en el pecho de Narumi era casi insoportable. Cada segundo que pasaba repasando lo que escribió y habló con la pelirroja le traía jaquecas, no la entendía y tampoco quería comprenderla, ¿por qué hacerlo? Los mensajes que le había enviado, las llamadas que había realizado todo había sido ignorado por la princesa mimada. Caminaba de un lado a otro por el laboratorio, su respiración entrecortada, su mente dando vueltas a todas las posibilidades.
—Habla con Akeno —Tobio le sugirió, pues ella la conocía mejor que nadie.
Frente a él, el pelinegro permanecía sentado junto a la mesa de cristal, tomando un sorbo de su café con una tranquilidad que parecía inmutable y no solo en esta ocasión, sino siempre. Narumi evitaba mirarlo directamente, necesitaba concentrarse y la quietud de Tobio no hacía más que recordarle lo mucho que las cosas estaban fuera de control y lo nervioso que esta.
Finalmente detuvo sus pasos y giró hacia él, su frustración evidente en la expresión de su rostro y la línea fina en que se convirtieron sus labios.
— ¿No te preocupa nada de esto? — inquirió, su voz más fuerte de lo que había planeado desde un principio— Los mensajes, las llamadas... algo está mal. Ella no debería ignorar así a un superior, Tobio. Esto no tiene sentido.
Tobio alzó la mirada con calma y apoyó una vez más la cerámica contra sus labios para beber otro sorbo de su café antes de responder.
— Tranquilo, Narumi. Hay demasiados factores en juego. Si Rias no responde, debe tener sus razones. Las cosas no siempre funcionan de manera inmediata, ella es una mujer inteligente y sagas, va a pensar en tu llamada.
Narumi apretó los puños hasta dejar los nudillos blancos, sintiendo cómo el ansia crece con cada palabra que le dice su amigo y roommates. Esperar no era una opción para él. La idea de que estuvieran siendo observados, de que alguien pudiera estar interceptando sus mensajes o llamadas, lo carcomía. Se giró para observar el laboratorio, cada pantalla y cada máquina como un posible peligro más porque ahora mostraban estadísticas de Koneko Toujou y el incremento notable en sus capacidades físicas después de la prueba HiME y Azazel le dijo que no se preocupara.
—No es solo eso —indicó en voz baja, aun con un tono que demostraba toda la tensión que sentía y también cierta curiosidad—. Creo que nos están vigilando. Pueden estar escuchando cada cosa que hacemos con nuestros celulares y tener nuestras ubicaciones en tiempo real. ¿No lo ves? Esto no es normal.
Tobio inclinó ligeramente la cabeza, evaluando las palabras del cabellos bicolor sin mostrar ninguna señal de alarma.
—Es posible. Sabemos que estamos en el radar de cierta organización que no entendemos, Rizembool. Pero eso no cambia lo que debemos hacer ahora. Hay prioridades más urgentes que alarmar a Rias y Koneko.
Narumi respiró hondo en un intento inútil de calmarse, cosa que claramente no podía hacer; el deber de su propia paranoias y la intriga de querer saber lo que iban a enfrentar desde hoy lo llenaba por dentro.
—No podemos simplemente ignorar esto —insistió, con un tono más bajo, más para convencerse él mismo que para hablar con Tobio y seguía lleno de tensión. — Estamos en peligro. Si Rias está siendo observada, si esos mensajes están siendo rastreados, podría significar que nuestra seguridad está comprometida. No podemos seguir actuando como si nada estuviera pasando, que Toujou Koneko sea una HiME significa estar bajo ataque.
Tobio dejó su taza en la mesa, el suave tintineo del vidrio resonando en el silencio del laboratorio. Sus orbes se fijaron en los de Narumi más serios ahora.
—Lo sé, Narumi. No hay qie dejaranos que el miedo nos consuma, aparte que eso va contra la ley, hay muchas formas de enjuiciar a Rizembool, no creo que esto vaya más allá de las HiME, por lo que hay que centrarse en la seguridad de Koneko-chan y no podemos actuar basándonos en suposiciones. Necesitamos información sólida antes de movernos.
Dignas palabras de un abogado recibido y en pasantía.
Narumi asintió lentamente, reconociendo la lógica detrás de las palabras de Tobio. Sin embargo, eso no hacía que su ansiedad disminuyera; podía hablarle a Akeno, la prima de Tobio, y preguntarle que opinaba de que Rias le hubiera tratado tan fatalmente.
Ah, de pronto se dio cuenta que estaba demasiado interesado en Rias, ¿por qué?
El laboratorio estaba sumido en un silencio inquietante y más ahora que se cuestionaba el por qué estaba siendo tan insistente con Rias Gremory. Miró al otro de nuevo y después se giró para suspirar; para empezar le había dado el número a Rias, algo que jamás hacia con mujeres porque odia lo ruidosas que son y lo inútiles que son, la prueba de ello es Akeno Himejima. Odiosa, bromista y en celo por su primo segundo…
—Con Gremory vimos lo que le paso a esa enana albina, es imposible no preocuparme por ella, cuándo soy parte del proyecto de investigación de Aza —volvió a hablar de manera más tranquila—. Tienes razón, Tobi. Estoy exagerando.
Aunque el sonido chirriante de las máquinas y cada destello de las pantallas le cargaba el ambiente de tensión, el pesar en los motivos de por qué se preocupaba de la pelirroja lo hizo analizar las cosas de manera más lógica, como mencionó Tobio Ikuse. Narumi se frotó las sienes, tratando de despejar su mente.
Entonces, el sonido del teléfono hizo que ambos hombres miraran el objeto sobre la mesa de vidrio, al lado de la taza de café ya frío. Narumi se giró hacia la mesa dónde vibraba, iluminando la pantalla con un nombre que había estado esperando durante hora y media.
Rias Gremory.
El corazón de Narumi se aceleró. Por fin, después de tanto silencio, ella lo estaba llamando. Sin embargo, una parte de él no podía ignorar la sensación de que esto no iba a traer las respuestas que tanto buscaba.
Tomó el teléfono con una mano y deslizó el dedo en la pantalla para atender el llamado; su mente inundada de preguntas sobre sus sentimientos y la preocupación que sentía por ambas chicas, pero sobre todo en la pelirroja escandinava. Al contestar, apretó los dientes y se preparó para hablar.
—Mierda, ¿por qué tardaste tanto? —dijo con urgencia, sin esperar siquiera un segundo a que lo saludara.
—… —el silencio que emitió desde el lado de la línea fue como un golpe. Por un momento, creyó que la llamada se había cortado, entonces finalmente se escuchó su voz—. Narumi… —la palabra llegó finalmente, con un tono que era diferente, con aprensión y algo más relajada. No tenía el calor que oyó furiosa. Era frío o distante, diferente a cuando habla con sus amigas o Tobi— ¿Qué quieres? Explicate, en poco tendré que salir a la reserva del restaurante.
Narumi sintió un nudo en el estómago. Las palabras que había preparado en su mente se desvanecieron velozmente ante el tono que ella usaba y se trabo con la lengua.
—Gremory, yo… he estado preocupado —expresó él cabellos bicolor, con el fleco tapando los ojos, paso su mano libre por la frente para descubrirse la mirada violácea.
—¿Qué pasa?
Narumi suspiró con cierto disgusto, sin entender sus emociones; Tobi por su lado se levantó al oír que tocaban la puerta del laboratorio, el sonido fue tan suave que apenas lo escuchó.
—¿Estás molesta porque me sali de tu grupo de Whats? —exhalo aire otra vez—, no soy bueno en grupos y me molesta el ruido, trabajo bastante en el proyecto HiME con Aza y me pone de malhumor.
Hubo una pausa en ella. Un vacío en la conversación que era peor que cualquier respuesta. Cuando ella volvió a hablar, sus palabras fueron más amables ya siendo ella misma.
—Si me molestó —le contestó después de un momento—. Si lo explicas así está bien, espero verte en el restaurante con Tobi. ¿Algo más descubrste?
—Algo así, tengo información de esos dos hombres que vimos en Hanasaki y también un poco de datos nuevos de Toujou —esta vez lo espetó con seriedad—. Tengo motivos para pensar que esos hombres nos podrían vigilar.
—¿Por eso quieres verme? —del otro lado ya empezaba a sonar nerviosa—. En el restaurante podemos charlar con tranquilidad y de paso me ayudarás a explicarles a las chicas lo que estamos medios ahora.
—¿Crees que es buena idea meter a todo tu grupo en esto? —rebatió Narumi sonando desconfiado de los planes de la contraria al teléfono.
—Somos amigas de hace años, si no les digo se enojarán conmigo y Xenovia ya ha visto las habilidades de Koneko y la defendió. Entre todas cuidaremos de nuestra preciada amiga.
—… —suspiró pesadamente, que estupidez querer meter a todo su grupo en peligros que no necesitaban y todas siendo mujeres—. Suenas más como tú ahora.
—¿Eso es un halago? Qué raro de tu parte Narumi —largó una pequeña risa—, si tuviera que decirlo eres bastante tosco y tienes una lengua bastante filosa.
—No te halagué, pero gracias a ti por los tuyos —también se rió el chico.
—Te espero en la paella, te envío la ubicación por Whats. Es un lugar lindo y también irá Tobi.
—Ah, algo me comentó Tobi —bajo la vista a sus pies y luego se giró para buscar a Tobio, aunque él ya no estaba en el cuarto. Le pareció raro, pero logró escuchar también la puerta, supuso que estaría hablando con otra persona fuera del laboratorio.
—Te espero —con tono calmo Rias seguía agregando—, por cierto, soy Rias. Gremory es algo raro para una extranjera.
—Rias —dijo, probando el nombre con su voz—. Nos vemos allá, Rias.
—Bien, nos vemos.
La llamada fue cortada por la misma Rias al terminar de despedirse. Se notaba un poco más nerviosa al último.
Narumi miró la pantalla del teléfono, incrédulo. El silencio que dejó esa llamada fue extraño y ¿dulce? Ahh, estaba preocupado de haberla cagado de nuevo. Sintió cómo el miedo y la incertidumbre se apoderaban de él otra vez, necesitaba de Tobio Ikuse, aún así él no estaba ya allí.
—Las mujeres solo traen problemas— murmuró, sin apartar la mirada del teléfono y con una mano tapando la boca—. Y no sé si voy a salir de esta.
TOBIO AKENO
El laboratorio le parecía a Tobio algo inerte, frío y estéril, en verdad no le gustaba trabajar ahí en Grigori o más bien pasar tiempo de más entre la cantidad de laboratorios e investigaciones que realizaban en esas instalaciones. Las paredes blancas, impecables, reflejaban la luz de las lámparas empotradas en el techo y el leve ruido de las máquinas llenaba el ambiente con una serenidad que odiaba, en general sabía que, pese a ser horas dónde ya no debería haber nadie, cada cuarto estaba lleno de científicos y ayudantes en batas blancas.
Tobio estaba sentado junto a una mesita de vidrio transparente, sus dedos descansando con calma sobre una taza de porcelana blanca que contenía un café oscuro y humeante. Observaba el líquido, inmerso en sus pensamientos, dejando que el aroma fuerte y reconfortante lo rodeara. Un momento de paz que se extendía por siempre en él. Prefería el aroma a café que al aire cargado con la fragancia metálica de los instrumentos y el aroma extraño de los desinfectantes denso y al que aún no encontraba ningún tipo de acostumbramiento.
Sus dedos acariciaron la taza de porcelana, tibia al tacto y llevó la humeante bebida a los labios. El café amargo y reconfortante es la bebida favorita y el aroma preferido de entre todas las sensaciones que lo inundan. Observó la superficie oscura, viendo en ella reflejos borrosos de las luces LED que cuelgan sobre el techo y de sí mismo, perdido entre los pensamientos de las preocupaciones de Narumi.
Estaba convencido que Akeno, su prima segunda, iba a aceptar la propuesta hecha por la directora de Hanasaki. ¿Qué iba a hacer él? Bebió un sorbo de café algo intranquilo, ala vez que en el exterior parecía imperturbable, a diferencia de Narumi que se arrastra por el cuarto molesto y con los brazos cruzados.
“Akeno, Akeno, Akeno” era en lo unico que lograba resonar en su mente pues estaba preocupado por ella, su rostro se formaba claro y persistente. No quería que ella se metiera en algo tan peligroso por eso las facciones de ella se tornaba discordantes a la versión real o tal cual la recuerda. ¿Aceptaría ser una HiME? La pregunta, antes una mera curiosidad, se había transformado en una obsesión que lo consumía por completo dentro. Se llevó la taza de porcelana a los labios, el calor del café tibio contrastando con la gélida inquietud que le helaba el estómago. Observó la superficie oscura de la bebida, buscando en sus remolinos alguna respuesta, algún presagio que le dijera que debía hacer como primo de Akeno…
¿Tenía derecho a imponerle algo? Después de todo él no había estado en la vida de su pariente hasta adultos, el clan Himejima siempre había sido cruel con los que son expulsados de la línea principal y más si son hijos de gaijins como lo es la pelinegra… incluso corrían rumores de que Shuri, la madre de ella, había sido asesinada por alguien del clan, como si fuera un anime o película… esperaba que no fuera cierto.
En el exterior miraba a Narumi aparentando una calma imperturbable, una máscara cuidadosamente esculpida para ocultar la tormenta de sentimientos internos con los que carga; su mente, por el contrario, estaba llena de pensamientos contradictorios que pugnaban por hacerse oír. ¿Qué haría si ella accedía? ¿Y si rechazaba la propuesta? Las posibilidades se bifurcaban ante él y no podía decidir que hacer… la iba a acompañar, de eso está seguro.
Frente a la mesita de vidrio, su roommates, Narumi, a veces compañero de fatigas y confidente, se retorcía parado, la frustración marcando su rostro mientras hablaba con Rias al teléfono. Tobio conocía bien cada mueca de su amigo, había visto a Narumi así en innumerables ocasiones y hoy esa familiaridad le resultaba extraña, casi ajena, estaba fuera de sus cabales el sujeto.
Las palabras que Narumi y Rias intercambiaban le pareció ajena a las típicas cosas que el genio solía decir y de inmediato entendió que su amigo tenía un crush con la pelirroja; no lo culpaba, Rias Gremory debía ser la segunda belleza que conocía entre todas las mujeres… debajo de Akeno, claro. Akeno… volvió a pensar en ella… ¿Qué clase de futuro le esperaba a Akeno en esa institución? ¿Sería capaz de soportar la presión a la que sería sometida? Tobio conocía a su prima, sabía de su inteligencia, de su tenacidad, pero también de su fragilidad. ¿Podría enfrentarse a un Rebel? Akeno iba a estar en constantes ataques
Un escalofrío recorrió su espalda. Se sentía como un espectador impotente, condenado a presenciar un drama que no podía controlar ni inmiscuirse. La decisión de Akeno marcaría un antes y un después en sus vidas, y él, a pesar de su deseo de protegerla, se sentía incapaz de influir en su destino. Esperaba que rechazara ser una HiME, aunque estaba convencido que aceptaría para así proteger a Koneko Toujou y no podía culpar a esa niña de lo que su prima decidiera.
Al otro lado del laboratorio, su roommates Narumi seguia hablando por teléfono con la pelirroja. Su tono era bajo pero urgente, una mezcla de inquietud y ansiedad que Tobio decidió ignorar, él debería resolver sus asuntos solos y darse cuenta de sus emociones. Había aprendido a no dejarse afectar por los estados emocionales de los demás; mantenerse alejado era una habilidad que había perfeccionado con el tiempo, especialmente en circunstancias como esta.
Mientras Narumi caminaba de un lado a otro, con el teléfono pegado a la oreja y el ceño fruncido, Tobio se llevó la taza a los labios y tomó un sorbo más. El calor del café era un contraste bienvenido con la frialdad aséptica del laboratorio y el aire acondicionado a veinte grados. Observó la mesa de vidrio, con la taza de café de Narumi ya enfriándose y aún sin ser tocada. Ahh, le dio pena porque perfectamente la hubiera tomado él.
Pronto un golpeteo firme en la puerta rompió la quietud del momento, fue suave, tímido e indeciso, solo él lo escucho o así supuso ya que Narumi no levantó la vista, aún seguia hablando por teléfono y no hizo ningún intento de moverse o mirar a la puerta. El mayor que ya había colocado su taza de nuevo en el platillo con un movimiento delicado, se levantó sin prisa y sin decir nada. Sus movimientos eran deslices sin mucha prisa, cada paso estaba perfectamente calculado. Cruzó el laboratorio, sus zapatos sin cortar la escena del otro hombre hablando con Rias, fue hacia la puerta y giró el pomo con lentitud. Le pareció extraño que alguien estuviera llamando tan tarde la puerta.
Al abrirla, lo primero que vio fue un destello de cabello negro azabache que brilla bajo las luces del pasillo. Akeno Himejima estaba allí, de pie, con una sonrisa tímida y algo nerviosa, pocas veces la había visto así y eso hizo que su corazón empezara a latir fuerte. Su cabello largo estaba recogido en una coleta alta que cae sobre su espalda siendo seda negra hermosa y delicada, y enfundando una falda larga ajustada y una camisa de hombros descubiertos; era una combinación de elegancia y descaro total, se veía adulta y refinada, el abogado tragó saliva muy fuerte, convencido de que Akeno vio como la manzana de Adam se movía de arriba abajo. Tobio sintió que el corazón le daba un vuelco, aunque su expresión permaneció tranquila y con una pequeña sonrisa.
—Hola, Tobio —saludó Akeno, su tono ligero y algo timido, ella no sabía bien por qué había venido allí. El viaje desde los departamentos de Grigori hasta los laboratorios era casi de una hora en GO.
Por un momento, Tobio no supo qué decir. Su mente, usualmente tan clara y ordenada, ahora atrapada en una maraña de emociones que prefería no analizar a profundidad. Finalmente, logró recuperar la compostura.
—Akeno —le respondió, inclinando ligeramente la cabeza a modo de saludo. Su voz era tranquila, aunque notó que su mano aún se aferraba al pomo de la puerta, estaba algo nevioso ¿y quién no lo estaría? necesitaba anclarse a algo para mantenerse firme—. No esperaba verte aquí.
Ella se encogió de hombros, con una sonrisa que bordeaba lo travieso.
—Tampoco yo esperaba venir, de pronto solo quise. Ya sabes, Tobio onii-sama, las cosas cambian, fu fu~. ¿Puedo pasar, o planeas dejarme en el pasillo toda la noche?
Ella sabía que estaba con alguien ahí, escuchó la voz de una mujer y eso la hizo sentir celosa, ya se habían besado, ya habían avanzado en su relación y se atraían mutuamente. He ahí el problema, no habían vuelto a tocar el tema una vez más.
Tobio no se hizo a un lado para permitirle entrar, su mirada no se apartó de ella ni por un momento, parecía embobado por la sacerdotisa. Había algo en la presencia de Akeno que lo desarmaba, algo que siempre lo ha dejado sintiéndose un poco más vulnerable de lo que estaba dispuesto a admitir y de lo que quería estar.
—No puedes —suspiró—, de algún modo Narumi está hablando con Rias por celular.
—¿Oh, la Buchou? —sus ojos recorrieron el cuerpo de su primo de arriba abajo, el cuerpo tan tonificado y masculino de él le encantaba—. ¿No me estás mintiendo?
Él negó con la cabeza repetidas veces y cerró la puerta detrás de él, sin dejar que Akeno observara el cuarto; si veía todas las estadísticas de Koneko en las pantallas o decidía hablar con Narumi, estaba seguro que no dudaría en ser una HiME.
—No tengo motivos para mentirte —sacudió las manos, finalmente alejándose de la puerta—. ¿Viniste por algo específico? Tu padre y Aza no están, se fueron a beber o algo así. También quieren festejar de una manera más “adulta” que Koneko se haya convertido en la primera HiME que Grigori puede estudiar.
—¿También lo festejarás? —comentó con un toque de burla, mientras daba un pequeño paso para mirarlo de frente.
—¿Es algo para festejar? —preguntó, bajando ligeramente la voz como si estuviera compartiendo un secreto consigo mismo.
—No lo sé —respondió ella, cruzando los brazos y poniendose más cerca de él, sus senos casi rozando el pecho del contrario.
Tobio sintió la presión del momento caer sobre sus hombros, pero mantuvo su compostura. El pasillo se extendía en ambas direcciones, vacío y silencioso, salvo por el eco leve de sus propias voces y los pasos ocasionales de alguien en un laboratorio lejano. Las luces del techo emitían un resplandor uniforme, proyectando sombras suaves en el suelo brillante de mármol.
—¿No lo sabes? —repitió él, retrocediendo ligeramente su cuerpo para evitar que sus cuerpos se rocen. La cercanía de Akeno lo ponía inquieto, tanto para retroceder o estaría atrapado en sus juegos de seducción.
—Quizás sí, quizás no —alegó ella con una sonrisa juguetona. Sus ojos brillaban amatistas con ese destello travieso que lo desarmaba cada vez que la veía. Dio otro pequeño paso hacia él, invadiendo su espacio personal sin reservas—. Aunque parece que tú tampoco tienes clara tu postura. ¿Te molesta que Koneko sea una HiME o… te preocupa algo más?
Tobio dejó escapar un suspiro, desviando la mirada momentáneamente hacia el final del pasillo antes de volver a fijarla en ella. Ah, realmente le gustaba mucho Akeno.
—No estoy seguro de que me guste la idea de que una niña tenga que enfrentarse a algo tan peligroso. Y tú... —se detuvo, consciente de que había empezado a decir algo que no debía.
—¿Y yo qué? —inquirió ella, arqueando una ceja mientras daba un paso aún más cerca, tan cerca que Tobio podía oler el leve perfume floral que llevaba. Su voz bajó de tono, adquiriendo una cadencia más íntima y aterciopelada—. ¿Qué pasa conmigo, Tobio onii-sama?
Él tragó saliva. Sabía que debía medir sus palabras, pero cada fibra de su ser le pedía ser honesto con ella y tomarla de la cintura… besarla.
—No quiero que te veas arrastrada por esto. No quiero que tomes una decisión solo porque crees que debes proteger a alguien más. Akeno, tú... —su voz vaciló un momento antes de continuar—. Tienes demasiado valor para mí.
El aire entre ambos pareció hacerse más pesado. Ella lo miró fijamente, su sonrisa habitual transformándose en algo más suave, más sincero y sus mejillas se tiñeron de rojo. Nunca nadie le había dicho algo tan lindo y cerró sus ojos.
—Eso suena casi como si estuvieras preocupado por mí —habló ella, su tono juguetón matizado por una nota de ternura. Levantó una mano, dejando que sus dedos rozaran suavemente el brazo de Tobio—. Es lindo, aún asi sabes que puedo cuidarme sola, ¿verdad?
—No lo dudo —respondió Tobio rápidamente. Sus ojos bajaron por un instante, siguiendo la línea de su brazo hasta sus dedos, antes de volver a mirarla a los ojos de ella, que abrió lentamente. Lo hipnotizaba tan facil—. Precisamente por eso, no significa que quiera que te pongas en peligro innecesariamente, Akeno.
Ella inclinó ligeramente la cabeza, su coleta oscura cayendo hacia un lado mientras sus labios se curvaban en una sonrisa que parecía mezclar desafío y ternura.
—¿Y qué harías si me pusiera en peligro? —cuestionó, bajando la voz hasta casi un susurro.
Tobio sintió un nudo en el estómago. Sin pensar, su mano se movió instintivamente hacia ella, rodeando su muñeca con una firmeza y la atrajo hacia él de un tirón. Su prima quedó prácticamente contra el cuerpo ajeno y lo tuvo que abrazar para sostenerse.
—No lo permitiría —con tono grave, deicido a no dejar que ella se ponga en ningún tipo d edificultad. Su mirada era intensa, fija en los ojos de Akeno—. No mientras esté cerca de ti.
En ese momento el mundo se redujp a los dos. Akeno lo miró con una mezcla de sorpresa y algo más que Tobio sabía lo que era… deseo, amor y lujuria. Todo en él la deseaba y sabía perfectamente.
—Tobip onii-sama —empezó a decir ella, su voz un poco más seria ahora. Sin embargo, no apartó su muñeca, dejando que él mantuviera el contacto.
Antes de que pudiera decir algo más, Tobio dio un paso hacia adelante, acortando aún más la distancia entre ellos. Su otra mano se movió con la misma firmeza controlada, apoyándose suavemente en la cintura de Akeno, deteniéndola antes de que pudiera retroceder.
—No me importa lo que pienses de mí después de esto —con su voz baja pero firme—, quiero que sepas que no estoy listo para dejar que te expongas a algo que pueda lastimarte. Incluso si eso significa enfrentarme a tus decisiones.
Akeno lo miró fijamente, sus ojos amatistas buscando algo en los de él. Por un momento, la sonrisa en sus labios pareció desvanecerse, reemplazada por una expresión de genuina emoción.
—¿Te estás confesando, Tobio onii-sama? —inquirió finalmente, estaba sorprendida de lo honesto y directo que estaba siendo su primo.
Tobio dudó, su mandíbula tensa mientras buscaba las palabras adecuadas. Finalmente, optó por no responder directamente, inclinándose ligeramente hacia ella, a pocos centímetros de besar los labios contrarios y lo suficiente para que sus respiraciones se mezclaran.
Akeno se quedó helada, al final él era quien siempre tomaba la delantera.
—Eres tan serio... Pero, ¿sabes? Esa es una de las cosas que más me gustan de ti.
Sus palabras fueron como un golpe directo al corazón de Tobio, quien sintió cómo el calor subía a su rostro. A pesar de ello, no retrocedió ni apartó las manos de ella. En cambio, su agarre se mantuvo firme, transmitiendo una resolución que no había sentido en mucho tiempo.
—Y tú eres la persona más peligrosa que conozco —respondió él finalmente, su voz teñida de una sinceridad que lo desarmaba tanto como lo fortalecía.
La sonrisa de Akeno volvió, esta vez más seductora. Levantó una mano y la apoyó suavemente en el pecho de Tobio, justo sobre su corazón.
—Entonces parece que estamos en el mismo problema, ¿verdad? —ella expresó, sus palabras apenas un susurro contra sus labios.
El aire en el pasillo parecía haberse detenido. Ambos primos permanecieron inmóviles por un instante casi eterno, sus miradas conectadas ambos ojos violáceos y lleno de emociones aún contradictorias al ser parientes. El mundo a su alrededor se desvaneció; no existía el laboratorio estéril detrás de ellos ni la posibilidad de ser descubiertos. Solo estaban ellos dos frente a frente y a punto de dejarse llevar por todas las emociones acumuladas estas semanas.
Cuando sus labios finalmente se encontraron, una chispa se encendió, al instante un fuego voraz que los consumía desde que se conocieron. El contacto no fue suave ni titubeante; fue urgente, desesperado, ambos deseando desesperadamente ese contacto íntimo. Tobio sintió cómo el calor de Akeno lo envolvía, su sabor inundándolo por completo mientras su mano, firme no obstante protectora y posesiva, se deslizó hacia la larga melena negra que cae como una cascada sobre la espalda de ella. Sus dedos se enredaron en su cabello sedoso, tirando ligeramente para acercarla aún más.
Akeno dejó escapar un suave gemido, apenas un susurro contra sus labios, que hizo que el corazón de Tobio latiera con más rapidez. Sus brazos se alzaron para rodear el cuello de él, presionándose contra su cuerpo quería fundirse con él. Sus labios se movieron con fervor, devorándose el uno al otro con una pasión que habían mantenido contenida durante demasiado tiempo. La forma en que Tobio la sostenía, con una mezcla de necesidad y cuidado, hacía que Akeno se sintiera al mismo tiempo deseada y protegida, su primo logró transmitir todas sus emociones a la perfección, junto a una sensación que nunca antes había experimentado con tanta intensidad en la vida Akeno.
Las manos de Tobio comenzaron a explorar con cautela, bajando desde su cabello hasta la curva de su espalda. Una de ellas se detuvo en su cintura, manteniéndola cerca, mientras la otra se apoyó ligeramente en su mejilla. Sus dedos rozaron la piel cálida y suave de Akeno, trazando un camino que envió un escalofrío a través de su cuerpo.
Por su parte, Akeno no se quedó atrás. Sus labios se entreabrieron, permitiendo que sus lenguas se encontraran en un baile íntimo y lento que pronto se tornó más apasionado. Sus alientos se mezclaron, sus respiraciones se volvieron irregulares, y sus salivas se unieron en un intercambio tan íntimo que les permitió borrar cualquier barrera que hubiera existido entre ellos hasta ese momento. Los digitos de Akeno se tocaron con suavidad el cabello oscuro del contrario, tirando de él ligeramente mientras lo guiaba más profundamente en el beso.
Cada movimiento, cada susurro de sus labios al separarse brevemente solo para volver a encontrarse con más fervor, era una declaración de algo que ambos habían intentado negar durante demasiado tiempo. Ahora se encontraban sumidos en la temporalidad del momento, pues ambos sabían que eran primos e ir más allá de eso era desafiar a todo el clan Himejima, cuándo ellos solo eran unos rechazados y negados de esa familia.
Finalmente, después de lo que parecieron horas pero que en realidad fueron solo unos minutos, ambos comenzaron a desacelerar. Sus labios se separaron lentamente, aunque ninguno de los dos se apartó del otro. Sus frentes se apoyaron juntas, sus respiraciones al compás de la otra, mientras trataban de recuperar el aliento. Tobio mantuvo su mano en la cintura de Akeno, sus dedos apenas rozando la tela de su camisa, mientras que la otra seguía descansando suavemente en su mejilla.
—Akeno... —murmuró él, su voz ronca. No sabía qué más decir, cómo expresar todo lo que sentía en ese punto.
Ella sonrió, una sonrisa dulce pero también llena de travesura y dejó que sus dedos trazaran un leve camino por su mandíbula antes de apoyarlos en su pecho.
—No tienes que decir nada, Tobio —respondió suavemente, aunque sus ojos brillaban con algo más profundo—. Yo también lo siento.
Ambos permanecieron así, inmóviles pero conectados, disfrutando de la cercanía y el calor del otro un tiempo más. El silencio cómodo entre ambos se vio interrumpido por un suave sonido metálico que resonó a sus espaldas. La manija de una puerta giró lentamente y antes de que pudieran reaccionar, esta se abrió con un chirrido que contrastó con la intimidad del momento.
De pie en el umbral, Gen Narumi se encontró con una escena que no esperaba presenciar, aunque ya sabía del tipo de relación que sus roommates mantenían. Sus ojos, apenas entrecerrados por el cansancio, se abrieron por completo al ver a Tobio y Akeno tan cerca. Las manos de ambos todavía descansaban en el otro, mientras sus frentes permanecían juntas en un gesto tan tierno que le dio arcadas.
Por un instante, Gen quedó paralizado. No era alguien que se impresionara fácilmente, pero la intimidad palpable en la escena lo dejó sin palabras. El calor subió rápidamente a sus mejillas, un rubor incómodo que se mezclaba con la molestia de sentirse intruso en algo tan personal.
Sin pronunciar palabra, Gen retrocedió un paso, su mano aun sujetando la puerta. Su mente parecía debatirse entre aclarar su presencia o simplemente desaparecer sin dejar rastro. Optó por lo segundo. Con un movimiento torpe y silencioso, cerró la puerta con un golpe suave que resonó como un eco contenido en el pasillo.
Tobio y Akeno, sobresaltados por el sonido, se finalmente, rompiendo aquel momento. Ambos giraron la cabeza hacia la puerta, sus ojos encontrándose por un instante en una mezcla de sorpresa y una pizca de nerviosismo. Éñ frunció ligeramente el ceño, mientras ella, con una expresión que oscilaba entre la diversión y la vergüenza, dejó escapar un leve suspiro.
Del otro lado de la puerta, Gen apoyó la espalda contra la pared del pasillo, llevando una mano a su rostro a la vez que murmuraba en voz baja:
—No vi nada, no vi nada —repetía para sí mismo, intentando borrar la imagen de su mente, aunque el rubor persistía en sus mejillas. No podía creer lo descarado que era su amigo para estar haciendo ese tipo de cosas en el trabajo, por eso odiaba a las mujeres también.
Por su parte, Tobio y Akeno se miraron nuevamente. Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de ella, mientras Tobio sacudía ligeramente la cabeza, soltando un suspiro que parecía contener tanto alivio como resignación.
—Parece que logramos incomodar a Gen-chan —se rió Akeno, rompiendo el silencio con una voz suave y llena de humor—. ¿Dijiste que habló con Rias? ¿Por qué motivo?
Tobio no pudo evitar sonreír de lado, no podía creer lo descarada que era su prima y eso lo atraía.
—No tengo idea de cómo vamos a explicar esto —cuchicheó, su tono una mezcla de exasperación y diversión.
Ambos rieron por la situación, la tensión del momento anterior transformándose en algo más ligero.
—Narumi estaba diciendo de querer hablar con Rias de algo importante.
Antes de que él dijera algo más, Akeno infló sus mejillas en un puchero tan infantil y extraño para la personalidad madura de ella que se quedó viéndola de más.
—Rias, Rias, Rias —se cruzó de brazos y giró la cabeza hacia un costado—. Ya deja de llamarla tan informal, Tobi.
El hombre no pudo contener la risa y la abrazó nuevamente, atrayéndola a él.
—¿Celosa ittoko-san? —le habló con cierta malicia y ella como respuesta se sonrojó terriblemente.
—… —asintió, deslizando las pupilas amatistas a su casi pareja—. ¿Está mal, Tobio onii-sama?
El mencionado recordó que, aunque a veces Akeno Himejima podía ser una mujer fuerte, decidida, encantadora, maliciosa y una onee-chan que admirar, también tenía ese lado dulce y puro de una adolescente y ahora joven adulta.
—Me gusta este lado infantil tuyo —susurró, abrazándola un poco más, dejando que la cara de ella se esconda en el hueco del cuello—. Si quieres, le diré Gremory.
—Lo siento Tobi, estoy siendo injusta contigo —exhalo aire un poco nerviosa, envolviéndolo con sus brazos nuevamente—. Es algo inevitable que llames a Buchou, “Rias”.
De pronto, la puerta se volvió a abrir detrás de ellos y Narumi salió un poco, empujando a ambos chicos de allí.
—Si van a hacer ese tipo de cosas, vayan a otro lado —traía el fleco hacia atrás y en punta, por lo que su personalidad cambió a algo más decidida.
—Gen-chan, no estés celoso fu fu~ —lo miró por encima del hombro de su primo y el otro entrecruzó las cejas.
—¿Celoso del besuqueo entre primos? —con indiferencia caminó hacia una de las maquinas expendedoras de energizantes y sacó su celular para que le descontaran el monto de su cuenta bancaria—. Idiotas.
—Lo siento Narumi, las cosas pasaron así —se rió despreocupadamente el otro chico.
—Has sido intoxicado y engatusado por esa mujer —después de guardar el celular y tomar la lata con una mano, señaló a Akeno.
—¿Qué querías hablar con Buchou? —cambió de expresión por completo al hablar de su mejor amiga—. Si la vas a molestar con idioteces, ella es una persona muy ocupada.
—Sobre Toujou Koneko —bebió un trago del energizante y en ese momento, ella se abalanzó sobre él.
—¿Qué es? Necesito saber —el rostro de ella pasó de las risas a uno serio y urgente, si algo compete a Koneko, también a ella y ahí se dio cuenta que Tobio la estaba intentando protegerla, incluso evitando que ella entrara al laboratorio.
Narumi asintió y volvió a entrar al labora tío, esta vez seguido por ambos Himejimas.
XENOVIA YUTA ASIA
La joven de cabello azul corría con un ritmo acelerado a lo largo del sendero del parque. Su respiración se hacía más fuerte con el golpeteo de sus pies contra el suelo, un sonido cansado pero persistente que acompañaba a los sonidos de la naturaleza y a aquellas personas que cuchicheaban em los asientos o en el césped. Su cabello, corto y sedoso, se movía con cada zancada, reflejando la luz de la tarde intentando capturar la energía del sol. Vestía ropa deportiva sencilla, diseñada para la comodidad y la movilidad, con un ajuste que permitía libertad de movimiento sin resultar restrictivo, algo muy típico de Xenovia que siempre solía usar conjuntos ceñidos a la figura.
El parque estaba tranquilo a esa hora. El sol, ya inclinado hacia el horizonte, bañaba el lugar con tonos cálidos y calurosos aún. Las sombras de los árboles se alargaban sobre las hiervas, creando patrones bonitos en el suelo y grava. El aire tenía un aroma fresco, con un leve toque de humedad y se sentía una brisa ligera que mitigaba el calor de la tarde. Algunos pájaros cantaban desde las ramas, sus trinos entrelazándose con el sonido distante de risas infantiles y conversaciones dispersas.
La joven mantenía una postura erguida mientras corría. Sus brazos se movían más rápido a cada curva que tomaba, doblándolos en un ángulo cómodo para ella y sus piernas se impulsaban con fuerza controlada. El sudor brillaba en su frente y en su cuello, indicando el esfuerzo que estaba realizando. Aunque su expresión era serena, sus ojos mostraban una leve preocupación, estaba centrada en cada paso, cada respiración, y su mente dispersa en lo que vio en la universidad ese día: Koneko siendo atacada por un niño.
A medida que la joven avanzaba, su mente divagaba brevemente hacia el dojo al que se dirigía. Pensaba en su instructor, Michikatsu Tsugikuni y en las lecciones que la esperaban. Sabía que el entrenamiento sería exigente, como siempre, pero también era consciente de los avances que había logrado bajo su tutela. El dojo era un lugar que asociaba con disciplina y mejora personal y aunque el camino hacia la maestría era arduo, también era gratificante.
Recordó cómo ese niño había destrozado la espada de bambú con solo los pies y creado un hueco alrededor del pavimento, las manos aún resonaban y cosquilleaban por la fuerza que tuvo que soportar para que Koneko no saliera lastimada. ¿Acaso lo de HiME estaba relacionado en todo eso?
Al acercarse al final del sendero principal del parque, su ritmo empezó a desacelerarse. Los últimos rayos del sol iluminaban su figura, proyectando una sombra larga frente a ella, esta vez una llena de incertidumbre, ¿Rias y Azazel tenán algo que ver con ese ataque en la U? Su respiración se volvió agitada y no comenzaba a estabilizarse mientras reducía gradualmente la intensidad mientras iba finalizando su carrera. Sus pasos ahora eran más ligeros, pero sus pensamientos más intensos y las escenas en su mente más vividas. Al llegar a una pequeña fuente en el centro del parque, se detuvo completamente.
Llevó sus manos a las rodillas, inclinándose ligeramente hacia adelante mientras recuperaba el aliento. Una gota de sudor rodó desde su sien hasta su mejilla antes de caer al suelo. Permaneció así por un momento, permitiéndose sentir el esfuerzo en sus músculos y la satisfacción de haber completado varias millas de carrera. Después de un rato, se enderezó y se llevó una mano al cuello para secarse con una toalla que había llevado consigo en una mochila.
El dojo no estaba lejos del parque. Desde donde estaba, podía ver el comienzo del camino que llevaba a su lugar de entrenamiento. Las lámparas del parque comenzaban a encenderse, emitiendo una luz cálida que contrastaba con el azul profundo que comenzaba a dominar el cielo. Las primeras estrellas aparecían en el firmamento, anunciando la llegada de la noche.
Sacó el celular de la mochila para ver la cantidad de pasos que había hecho y después de comprobar, se fue a los mensajes y el primer remitente era Kiba Yuto, su rival y mejor amigo, habían entrenado juntos ek Kuoh Academy y también en competiciones dobles ambos habían estado codo a codo, como los KNIGHTS de Rias Gremory que son.
“Xenovia, ¿cómo has estado?”
Le escribió y le adjunto la foto de la estatua del Arcángel Miguel, eso le arrancó una sonrisa a Xenovia; Kiba se había ido al Vaticano por asuntos familiares hacía dos años y desde entonces pocas veces intercambiaron mensajes. Le pareció perfecto a ella, pues así iba a entrear muy duramente para ser más fuerte que ese rubio con aires de princeso.
“Muy romántico, bro” le contestó la peliazul.
Cuando iba a guardar el celular en la mochila, sonó con el timbre característico de llamada y rápidamente vio que era Kiba, apretó el botón de los auriculares inalámbricos para atender y guardó finalmente el objeto.
—¿Hey? —lo saludó, caminando hacia el dojo.
—Xenovia, quería escucharte —desde el otro lado habló rápidamente—. ¿Cómo estás?
—Bien, bien —su voz aún sonaba agitada—. ¿Has estado entrenando todo este tiempo?
—… —hizo una pausa él, para oír la voz de su amiga—. Al igual que tú. Tu voz se oye anormal, ¿has estado corriendo?
Ella se detuvo y levantó la vista a una de las farolas recién encendidas que iluminaban la calle de finales de verano. Algunas personas ya empezaban a ponerse abrigos y otros aprovechando el momento para abrazarse.
—Lo hice, recién termino —cerró los ojos oyendo la voz de él, quien llegó a tiempo para tranquilizarla.
—Suenas preocupada, ¿pasa algo? —del otro lado el tono de Kiba se escuchaba sereno y preocupado, una extraña combinación.
Ella dejó que una sonrisa se posara entre sus mejillas, era increíble como la conocía tan bien.
—Sí —contestó escueta, aún caminando por las calles de Tokio—, de hecho sucedió algo importante con Koneko. ¿Buchou ya te lo contó, Kiba?
—Ahh —suspiró sin mostrar nerviosismo—. Algo así, también me comentó que fuiste atacada.
—A mí no fue —sonó más firme y preocupada al mismo tiempo—. Ese niño casi lastima a Koneko y mis manos…
Xenovia bajó la mirada a sus extremidades. Los dedos estaban algo hinchados y con manchas moradas que empezaban a volverse más visibles. Sentía un entumecimiento extraño, como si sus manos no le pertenecieran del todo, mezclado con un dolor extraño que aumentaba si intentaba moverlos. Cerró la mano lentamente, pero no llegó a cerrarla del todo antes de detenerse; cada articulación parecía resistirse, en una protesta por el esfuerzo que hizo para evitar que Koneko resultara herida.
Sus pies no estaban mejor. La piel estaba enrojecida, con pequeñas marcas donde las astillas de la madera rota habían dejado su rastro. Aún podía sentir el impacto del salto, la presión que había soportado al caer con toda su fuerza para detener los pies desnudos del chico que amenazaba a su amiga. Había sido un acto impulsivo, casi instintivo, pero verlo rendirse había valido la pena, incluso si ahora le costaba moverse.
—Tengo un poco de miedo —masculló sin mucha emoción, que ella tuviera miedo era casi irreal—. Miedo por Koneko y Buchou.
Kiba se lamentó del otro lado del teléfono por estar tan lejos y no poder ayudarla.
—Eres fuerte, estoy seguro que podrás hacer algo —pronunció intentando darle ánimos, lo único que podía hacer por ella en ese instante.
—… —otro silencio largado por la peliazul—. Es fácil decirlo desde otra parte del planeta.
—Tienes razón —calmo le contestó, hasta en una situación así Kiba no perdía los estribos—. Si me lo pides, regresaré a Tokio, a tu lado.
—Eso es —antes que respondiera, vio los cabellos largos y dorados de Asia Argento mientras veía el escaparate de una tienda de ropas—. Lo siento bro, voy a molestar a Asia.
Le cortó la llamada, huyendo de los sentimientos egoístas que tenía. Quería decirle a Kiba que regresara, no solo por los acontecimientos de estos últimos días, sino por algo más profundo que aún no está dispuesta a revelar.
—¡Asia! —agitó una mano para llamar la atención de la rubia que seguía con sus pípilas verdes atrapadas en un lindo vestido blanco.
—¿Xenovia-chan? —se giró al escuchar como gesticulaban su nombre y le sonrió, aunque realmente no se lleva tan bien con Xenovia por pervertida. Aunque como italianas, ambas compartían una conexión única.
—Ese vestido te quedará hermoso, ¿por qué no entramos? —la animó viendo que se había perdido en la boutique de una tienda—, aparte en dos horas tenemos la reserva de Buchou, será un bonito atuendo.
—¿Qué? No, no —negó con la cabeza—. No necesito algo tan caro.
Bajo la vista al suelo, en general ella buscaba una vida austera dónde la palabra de Dios guie su camino. Su aspiración era consagrar su vida a Dios y unirse a una orden religiosa de manera formal y no como catequista ad honorem.
—¿Ehhh? —le sonrió con una expresión divertida—. Qué lástima, es un vestido que podrás usar en varias ocasiones.
Asia empezó a mover los dedos de manera nerviosa, llevando de
100
HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Cho on December 31, 2024, 01:47:20 AM »Quería escribir más, pero mejor me aseguro, y se vienen escenas más largas así que... hasta el próximo mes~
115.5.

“…” Fudou dio un suspiro por enésima vez. “Ya, les daré crédito. Tienen un buen servicio de catering, pero… ¿qué se supone que hacemos aquí?”
“¿Qué dices? Justo es el momento en que puedes revisar sobre las competencias a las cuales te has inscrito y quizás apuntarte a más,” dijo Atsushi, animado. “¡Vamos! He visto que van a hacer competencias de kendo, ¿no te animas?”
“¿Eh? Paso…” rodó los ojos. “Esas cosas de confraternidad no me quedan. Apenas me apunté al examen global…” rechinó los dientes. “Y eso porque no tuve opción.”
“Vaya, deberías no tomarlo en serio. O sea, serán actividades de la universidad, pero nada de lo que hagamos aquí trascenderá mucho. Diviértete un poco.”
“Tch, no creas que soy funcional. La bruja ni vino y bien por ella que no tiene a alguien que la jale a cosas.”
“Hm,” Atsushi se puso a pensar. “Sí lo veo más difícil convencerla a ella que a ti, ni mis hermanos se atreverían… Ichi-nii podría intentarlo, pero es muy amable para presionarle.”
“Heh, quizás la bruja se lo come vivo. Él no la espanta,” Fudou sonrió con ironía.
“¡Oh, pero podríamos pedirle a Jiji!” se animó.
“¿Q-qué?” esa mención hizo que el maki que Fudou estuvo por comer casi se le escape, Luego de ese gesto torpe, el pelimorado le miró de soslayo. “Tch, odio que tengas razón, pero ni menciones a ese creído. Al menos ese tipo para tan satisfecho consigo mismo que ni prestará atención a mi hermana.”
“Haha, siento el susto, aunque qué bueno que no le digas bruja para variar,” Atsushi asintió con gran gusto.
“¡Maldición, no me fastidies!” se ofuscó. “Tsk, pesado tenías que ser. Mejor ve a buscar a tu hermano mayor al igual que todos los niños y déjame solo.”
“Ya, perdón,” se encogió de hombros. “Pero he oído que Ichi-nii suele parar rodeado de gente en Rizembool y no quiero la misma atención. Además, yo sí quiero revisar las actividades y si paro con mis hermanos puede que no tenga tiempo.”
“Pues bien por ti. Únete a esa competencia de kendo o qué se yo.”
“Oh, definitivamente no, medio que estoy en un nivel más alto al promedio, y como un soldado siento que no debo participar de eventos así,” negó y sonrió incómodo. “Ahh… además Yagen me dijo que puedo perder el cuidado si algo me fastidia.”
“Tsk…” Fudou le miró con reproche. “No creas que me he olvidado de cómo me has estampado contra el piso dos veces, insensible.”
“Hai, hai, lo lamento, en serio…” agachó un poco su cabeza.
“Y ni menciones a ese demonio. No está aquí así que ni lo convoques, ¿ya?”
“Con tantos profesores hubiera imaginado que lo vería hablando con ellos, pero ni se apareció para eso,” a diferencia del malhumorado de Fudou, Atsushi se notó desanimado. “Ya ha estado excusado varios días de casa. A mis hermanitos les hubiera gustado verle.”
“La directora dijo que este evento es para los jóvenes, y el imbécil anda tan metido en los calabozos de Rizembool que será más de mil años de viejo por dentro,” resopló. “¿Ahora podemos hablar de otra cosa?”
“Fudou…” Atsushi alzó una ceja. No se molestaría a protestar. Le costaba creer que con ya poco más de un mes de regreso ni había visto al par presentes en un mismo sitio y todavía temía presenciarlo. “En fin, ya estamos donde los puestos de las actividades. ¡A ver si encontramos algo para los dos!”
“Deja de sumarme así, en serio…” le regañó.
El par avanzó un poco, pero antes de llegar a las pancartas con los detalles de las competencias, se toparon con Monoyoshi.
“Oh, Fudou-kun, Atsushi-san, buenas noches,” les saludó amenamente.
“Ah, Monoyoshi, que coincidencia,” el Toushirou se alegró. “¿Vienes a ver las competencias?”
“Hehe, si bien ya me he inscrito en varias, sí quiero revisar si algo más me interesa.”
“Curioso que el señorito no ande en su modo profesional en un evento así,” Fudou alzó una ceja. “Tenía entendido que andarías con la gente de tu clase.”
“Eh, pues…” sonrió incómodo. “Hanajima-san y Hanekawa-san fueron convocadas con las otras HiMEs. Gokotai creo que iba a darle el alcance a sus hermanos y Leo-san… pues creo que está molesto conmigo ahora.”
“Hm,” Atsushi se vio intrigado. Sin duda había bastante que desempacar de esas palabras, pero definitivamente le daba más curiosidad lo de las HiMEs.
“Como sea, al menos no se te dio por perseguir a esas heroínas o como se quieran llamar,” a Fudou le llegó altamente.
“¿Acaso algo sucede entre Hanasaki y Rizembool ahora?” preguntó Atsushi.
“¿Qué sabremos nosotros?” Fudou se encogió de hombros. “En teoría lo único que sucede es que los dos andan en un pacto de hacerse los buenitos frente a las masas con este evento. Tch…” chasqueó la lengua con gran disgusto. “Y conociendo a tu prima y sus allegadas bien serán las verdaderas revoltosas aquí.”
“Eh, no podemos hablar en su lugar, imagino que será complicado, pero sí confío en que las HiMEs tienen las mejores de las intenciones aquí,” el pelirrosa asintió convencido.
“Claro, y lo dices sin prueba de nada, eres demasiado idealista…”
“Bueno, no nos corresponde, no hay punto de pensarlo,” Atsushi dio un suspiro. “Vamos a ver las actividades. Ah, Monoyoshi, y si puedes ayudarme a escoger alguna para Fudou, lo apreciaría.”
“Oh,” el pelirrosa se sorprendió y pasó a sonreír con alegría e ilusión. “¡Sí, con mucho gusto, es una excelente idea!”
“¡Atsu, no le des ideas a este niño!” el pelimorado se amargó. Ahora le tocaba aguantar a dos overachievers esperando mucho de él.


“Ahh…” Hotarumaru abrió su boca ampliamente y se tragó un takoyaki de un solo bocado. El pequeño pelicenizo pasó a sonreír con una dicha inigualable. “Hmm~”
“¿Están ricos, cierto?” le preguntó Mai, atentamente.
“Heh~ hace tiempo que no comía unos takoyakis tan deliciosos,” dijo alegremente. “Tienes que probarlos, Mai-neechan.”
“…” ella negó y, para variar, sonrió mientras le extendía su bandeja. “Estaba pensando buscar otra cosa, así que te dejaré comerte los míos.”
“¡Oh!” los ojos del tranquilo, aunque entusiasta, pequeño se iluminaron. Pasó a mirar a su amiga con curiosidad. “¿En serio? ¿Segura que no quieres comerlos? Si están tan ricos.”
“Tú los disfrutarás mucho más que yo, adelante.”
“Ehehe, muchas gracias, Mai-neechan,” asintió contento y recibió los takoyakis para de inmediato ponerse a comerlos.
“Aw…” Yukko también miraba la escena conmovida. Casi tenía ganas de darle sus propios takoyakis, aunque con su bandeja ya medio comida supuso que sería de mal gusto.
“Haha, Hotaru-bou encantándolas como siempre,” se rió Tsurumaru. Él se encontraba junto con sus kouhais en una de las muchas mesas del recinto en lo que degustaban sus hallazgos del catering. “Pero me sorprende la voracidad que se traen. Asumo que los servidores han dejado enfriar los takoyakis antes de servirlos.”
“Sí, no están muy calientes,” Yukko asintió. “¿No quieres comer algo, Tsurumaru?”
“Más tarde lo haré, sólo pensaba acompañarles un rato,” dijo amenamente. “De paso los uso de conejillos de indias en caso algo esté envenenado.”
“¿Q-qué?” Yukko se pasmó.
“¡Haha, tan atenta con mis ocurrencias como siempre, Hanasaki-chan~!” rió con ganas.
“No digas cosas así, no se bromea con la comida…” Hotarumaru le miró con reproche.
“Sí, lo lamento, Hotaru-bou…” el peliblanco agitó una palma en señal de disculpa, sin borrar su tranquila sonrisa. “No puedo olvidar lo voraz que eres. No te quitaré el gusto que te estás dando.”
Entonces, una quinta persona se apareció frente a ellos.
“Buenas noches, siento incomodarles, pero…” comenzó Komaeda, quien llegó con una bandeja con varios bocadillos. “No encuentro una mesa libre. ¿Podría acompañarles?”
“Oh, eh, hola…” Yukko parpadeó confundida. “Sí puedes, pero… ¿acaso no hay lugares especiales para Rebels?”
“Supongo que no, no podría decir que he notado una gran presencia de Rebels por alguna zona en particular…” Komaeda lo meditó. “Pero tampoco he visto a muchos Rebels que conozca, así que podría haber algo de lo cual no he sido informado…”
“Me sorprende que te dignes a hablarnos sin la presencia de tu sugar baby entre nosotros,” comentó Mai, inmutada.
“¿Perdón?” Komaeda se confundió.
“¡Sugar baby, hahaha!” Tsurumaru se puso a reír.
“Hajime realmente resentiría eso...” por su parte, Yukko dio un suspiro.
“Eh, espero no haberles hecho sentir menospreciados, nunca sería mi intención,” comentó el Rebel, alarmado, y pasó a agachar su mirada con gran autodecepción. “En verdad es lo opuesto. Sinceramente me considero una escoria de Rebel que ni merece llamarse como tal. Si hay una convocatoria especial de Rebels ahora, tiene sentido que no me hayan dejado saber…”
“Por favor no tomes a Mai-neechan en serio, puedes sentarte con nosotros, Komaeda,” Hotarumaru asintió con toda naturalidad. “Mientras más seamos, mejor será.”
“Ah, siempre tan amable, Rai-kun, muchas gracias,” asintió con dicha y tomó asiento. “¿Han oído algo de Hinata-kun? Intenté llamarle, pero no me ha contestado.”
“Hm, chisme de tu sugar baby, tiene sentido…” Mai asintió como si acabara de responderse su duda inicial.
“¿Chisme? N-no, prometo que no participaría en algo de mal gusto que importunara a Hinata-kun o a ustedes,” dijo el Rebel, en aprietos. “S-sólo espero que se encuentre bien.”
“Lo vimos con pocas energías en la última clase de hoy, así que nos dijo que descansaría el resto del día. Quizás esté durmiendo ahora…” Yukko se puso a pensar.
“Si algo urgente fuera a ocurrir, apuesto a que alguno de nosotros ya lo sabría,” Tsurumaru sonrió con ironía y se encogió de hombros. “Es más. Seguro que, en el peor de los casos, Yagen me avisaría para yo decirles a ustedes.”
“Oh, es cierto, Yagen es responsable de él,” Hotarumaru asintió.
“Ah, por supuesto, confío en que el doctor tiene la mejor de las intenciones con todos nosotros,” aquello probó animar y aliviar a Komaeda. “Muchas gracias, Kuninaga-kun.”
“No necesitas ser formal conmigo, es lo menos que podría hacer por mis kouhais,” le restó importancia.
“Tus bocadillos se ven muy ricos, pero te recomiendo que busques los takoyakis,” observó el pequeño, mientras miraba la bandeja de Komaeda con curiosidad. “Son mis favoritos hasta ahora.”
“Haha, muchas gracias por la recomendación, lo haré si todavía me quedo con hambre,” sonrió amablemente y pasó a impresionarse. “Hm, veo que te has acabado dos bandejas y varios otros aperitivos. ¿Será que no almorzaste lo suficiente? Por favor no descuides tu alimentación.”
“Eh…” Hotarumaru bajó su mirada con ligera vergüenza. “Sí comí unos platos enteros en el almuerzo y dulces en el lonche…”
“No hay nada de qué avergonzarse, Hotarumaru. Estás en la edad en que debes comer mucho para crecer,” le aseguró Mai.
“Es su apetito de siempre, y lo considero una bendición. A todos nos gustaría tener tantas ganas de comer tanto,” comentó Tsurumaru, entretenido. “Además que es parte del encanto de Hotaru-bou, ¿no es verdad, chicas?”
“Hehe, sí da gusto verle comer tan feliz,” Yukko rió un poco. Sin duda lo adorable que Hotarumaru se veía al comer también era parte del encanto.
“Ah, siento incomodarte, Rai-kun. Me alegro mucho que seas alguien tan saludable, yo no podría comer ni la tercera parte de lo que comes, ya quisiera poder hacerlo también,” Komaeda asintió convencido. “Definitivamente podrías ser un Rebel ejemplar cuando crezcas…”
“Strike one!” exclamó Mai en lo que apuntaba al Rebel acusatoriamente.
“¿Eh?” Komaeda se asustó y pasó a notar como las chicas se habían alertado, con Yukko nerviosa y Mai mirándole con unos ojos nulos llenos de frialdad.
“Si llegas al strike three te botaremos a patadas,” sentenció.
“E-espera, no lo dije con malas intenciones…”
“Ya te lo he dicho en algún momento. Necesitas dejar de desear que la gente sean Rebels tan abiertamente…” Hotarumaru negó. No era la primera (ni la quinta) vez que Komaeda le calificaba con ese destino, lo cual el pequeño simplemente tomaba como un desatinado cumplido de su parte. “Está bien, Mai-neechan, ya saben que nunca lo seré.”
“Heh,” Tsurumaru apoyó el filo de su rostro en una mano. Esas energías de sus kouhais siempre le caían bastante bien. Entonces, desvió su mirada a poca distancia y detectó a otra persona que, si bien tampoco era desconocida, era mucho más extraña a ellos que el Rebel. “Hm, parece que los de Hanasaki perdieron a alguien…”
“¿Cómo así?” Komaeda fue el primero en reaccionar y, sin duda, era a quien más le concernía identificarla. “¿Altugle-san?”
El Rebel se levantó con la intención de darle el alcance, pero ni bien Ayesha se percató de él, fue ella quien se apresuró a manera de no importunarle al hacerle alejarse de su sitio. La rubia procedió a saludar a todos con una cortés venia.
“Buenas noches, vaya coincidencia,” comentó ella alegremente. “¿Cómo les va?”
“Hm, nada nuevo,” Mai se encogió de hombros.
“Como siempre, es un privilegio que nos encontremos, Altugle-san, me alegro de verte,” dijo Komaeda, asintiendo.
“Haha, tan caballeroso como siempre, Nagito, me avergüenzas un poco,” ella rió con torpeza. “El gusto es todo mío. Justo buscaba una mesa donde comer bocadillos con Nio. ¿Estaría bien si los acompañamos?”
“Sí, por supuesto, será un gusto,” Hotarumaru sonrió, aunque pasó a mirar los asientos vacíos. “Hm, hay espacio para las dos, pero no sé si podrán entrar más personas.”
“Sólo somos Nio y yo, muchas gracias por la consideración,” Ayesha asintió. “Mis amigas de Hanasaki están ocupadas con una actividad por ahora, así que no nos acompañarán.”
“Ah, ya veo,” Yukko asintió. “Eh, espera, con actividad…”
“¿Acaso las intrépidas HiMEs andarán haciendo alguna travesura?” divagó Tsurumaru.
“Eh, no es nada como eso, sólo… querían dar una vuelta al recinto por afuera, pero mi Nio y yo decidimos quedarnos. Tengo que apoyarla con su tarea.”
“Seguramente,” Mai evitó comentarios. De lo poco que conocía a la pequeña, dudaba que también haya sido su decisión. “¿Habrá algún grupo de no HiMEs que se está dando una bocanada de aire fresco? Podría interesarme en salir un rato.”
“¡Oh, justo es el grupo de tu prima!” Ayesha sonrió.
“Ya veo… paso,” negó rendida.
“Hehe, seguro que Osaka se alegraría mucho de verte, Mai…” Yukko sonrió incómoda.
“Por cierto, tanto hablas de tu hermanita, pero, ¿dónde está?” preguntó Tsurumaru, con curiosidad. “No se te vaya a perder.”
“No te preocupes, Nio justo estaba por conseguirnos gelatinas, es que la cola es larga…” Ayesha se giró en dirección al puesto cercano de ese postre… y, como la mayoría sospechó, no había señales de la pequeña. “¿Eh?”
“…” Hotarumaru dio un apenado suspiro.
“Eh, t-tranquila, Ayesha, s-seguro que te estará buscando…” comenzó Yukko.
“Ehm, Altugle-san…” Komaeda apuntó al puesto de gelatinas. “Hay una bandeja abandonada ahí. ¿De casualidad…?”
“¡¿Qué?! ¡Si esa es su bandeja!” la pobre rubia se agarró los cabellos con ambas manos. “¡¿A dónde se fue mi Nio?!”
“T-tranquila, Altugle-san, te ayudaré a buscarla,” le aseguró Komaeda, también un poco alarmado, en lo que los otros cuatro intercambiaron miradas.
“Seguramente se habrá encontrado con algún amigo y se distrajo,” supuso Hotarumaru. “Creo que buscar a sus compañeros es un buen punto de inicio.”
“Bien pensado, Hotaru-bou. Tú sabrías mejor cómo piensa la pequeña,” Tsurumaru sonrió con ironía. “Ya he oído lo traviesa que es esa pequeña HiME de Jiji, así que no me sorprende.”
“Ay, yo que pensé que se portaría bien. ¿Por qué me hace esto?” se preguntó la hermana mayor, con desdicha.
“Eh, te podemos acompañar, no te preocupes,” dijo Yukko.
“…” Mai negó. Ya veía que los demás del grupo tenían todas las intenciones humanitarias de auxiliar a esa aliada de Hanasaki por más que no tenían obligación, quizás a excepción de Tsurumaru quien seguramente sólo lo encontraba entretenido. “¿Qué más da? Demos una vuelta, a ver si la ubicamos.”
“Muchas gracias de todo corazón, prometo que se los repondré,” dijo la rubia, conmovida.
…

“Hmm… ya se desaparecieron,” Marisa miraba hacia los alrededores con una palma por encima de su vista a manera de cubrir sus ojos de los postes. Ella caminaba junto con Osaka y Kosuzu a los alrededores del gran estadio donde la mayoría de gente disfrutaba de la apertura de las venideras competencias. Ellas se quedaron cerca del edificio a diferencia de los demás grupos de HiMEs quienes sí se aventuraron más hacia la noche.
“Hehe, les ha venido bien el aire fresco de la noche, ¿verdad?” Osaka sonrió ampliamente. “Ahh, qué lindo sería si comenzara una tormenta torrencial. Eso completaría lo divertido de hoy.”
“¿Eh? Pero si no está predicho, no creo que nadie haya traído paraguas,” Kosuzu ladeó la cabeza.
“Haha, eso quiere decir que te gusta la lluvia, ¿no, Osaka?” Marisa se entretuvo. “Seguro que sería divertido ver correr a todo el mundo camino a casa, pero también imagino que Reimu no pararía de quejarse de regreso al templo. Y bueno, aguantarla es el problema.”
“Reimu-san no gustaría de una sorpresa así, pero por más que se ponga de mal humor, nunca deja de dar lo mejor de sí,” Kosuzu asintió inspirada.
“Qué linda, veo que la conoces bien,” Marisa asintió.
“¡Sí! Reimu-san es conocida en mi pueblo por ser una miko tan trabajadora desde pequeña, y pues, tampoco somos muchos ahí así que somos como una comunidad.”
“Eso suena genial, espero que algún día podamos ir todos de visita para allá~” canturreó Osaka.
“Ehh, realmente me gustaría, pero…” la pequeña sonrió en aprietos. “Temería llevar el conflicto para allá si somos tantas HiMEs, así que no sé si sería prudente…”
“Pues sí, es un mal timing también…” Marisa negó. “Y, por cierto, Kosuzu-chan, ¿te sientes bien? Sé que te llevaste una gran impresión.”
“Todavía tengo mucho sobre lo que pensar, pero sí estoy bien, al menos físicamente…” asintió, aunque pasó a cohibirse y bajar su cabeza. “Sólo espero poder ser una HiME fuerte como las demás. Ellas parecen que barren con la mayoría de orphans y a mí casi me come uno débil.”
“Descuida, sé por mi primo que estás entrenando muy duro y confío que te volverás muy fuerte con esas ganas,” Osaka asintió. “Ahora que tienen a dos mentores que les ayudan van a poder hacer más que nosotras en el pasado.”
“¿Tú lo crees?” preguntó Kosuzu, con ilusión. “¿Acaso no tenían mentores antes?”
“Haha, no, para nada. Medio que Fran se prestaba a veces para la mayoría de HiMEs, pero ella es una y creo que hubo una superhiperinflación de HiMEs hacia el final de nuestra batalla hace tres años,” comentó Marisa, riéndose. “Para nuestra situación de pubertas con poderes mágicos repentinos, teníamos menos recursos que mendigos de la calle.”
“Wow, me cuesta creerlo. Enmusubi parece que tiene mucha experiencia.”
“Ehh, pues…” Marisa casi quiso decir ‘¿en serio?’ ya que a su parecer la bienintencionada de esa mentora, fuera de sus poderes prometedores, también tenía la personalidad entusiasta y despistada de una primeriza, pero definitivamente era mucho mejor que nada, aparte que no quería inquietar más a la pequeña Kosuzu. “Sí, o sea, uno oía de HiMEs que venían de familias de HiMEs pasadas que contaban con sus senpais o de millonarias que se costeaban sus entrenadores personales, pero nada que venía de Hanasaki directamente.”
“Lo que sí tuvimos siempre era una casa HiME tal y como la mansión de ahora, pero me hubiera gustado contar con Enmu-chan como mentora cuando solía batallar. Presiento que todas las HiMEs seremos más unidas gracias a su enfoque en que seamos hermanas~” celebró Osaka.
“Sí, ya espero pasar muchos tiempos lindos con todas y aprender un montón de ellas, y de ustedes también como mis antecesoras,” Kosuzu asintió un par de veces con energías.
“Ah, eso de antecesoras me hace sentirme vieja, haha,” Marisa rascó su nuca. Sabía que la menor tenía las mejores intenciones, pero ya podía ver por qué exasperaba tanto a Reimu. Sin duda tenía demasiadas energías.
“Pero… tengo una duda…” entonces, la menor volvió a apagarse y bajó su mirada. Detuvo su andar, lo cual hizo que las dos le esperaran. “Chicas, ¿ustedes también tuvieron sucesos como el del puerto hace tres años?”
“¿Eh?” Osaka se sorprendió e intercambió miradas con Marisa.
“O sea…” la rubia apretó los labios y sonrió apenada. “Tuvimos algo parecido. Unos Rebels fueron a atacar parte del centro de la ciudad y las HiMEs de inmediato acudimos para pararlos y proteger a los civiles. Eso fue un desastre y sin duda de mucha más escala que lo ocurrido en el puerto, pero sí involucró a un área fuera de Hanasaki o Rizembool y a inocentes…”
“Creo que algo así me habían comentado…” Kosuzu asintió, pensativa. “Pero en ese evento, las HiMEs fueron las buenas, las que pelearon por el bien, como debería de ser.”
“Kosuzu-chan…” Osaka se preocupó.
“Ahh… pues…” Marisa negó y desvió su mirada. “A nosotras no nos tocó vivir un suceso tan gris como este último, si a eso te refieres.”
“Todavía no sé qué pensar sobre lo sucedido. Nuestra presencia esa noche causó un conflicto tan severo que perjudicó a todos esos trabajadores, y sé que todas tuvieron buenas intenciones, pero… yo no quiero cometer alguna acción por la cual alguien más salga herido,” musitó cabizbaja. “Ese es mi mayor temor ahora. Yo quiero ayudar a otros, y no ponerlos en riesgo.”
“Eh, sí, entiendo…” Marisa se cruzó de brazos y dio un profundo suspiro. “Vaya, en cierta forma me alegra no haber sido parte de ello, lamento todo el lío. Las chicas todas deberán tener esas mismas dudas que tú, así que no estás sola en ese temor.”
“Sí, seguramente…”
“Pero eso es bueno, no estás sola, Kosuzu-chan,” le alentó Osaka. “¿Sabes? No sé si Cho te habrá comentado, pero yo le di un susto a todos cuando fui una HiME. Por un tiempo todos pensaron que había sido derrotada por mi Rebel y creyeron que estaba muerta.”
“¡¿Q-qué?!” ello probó aterrar y congelar a la niña, quien le miró atónita.
“Ehh… Osaka, Kosuzu-chan medio que todavía no se acostumbra…” comenzó Marisa, sonriendo incómoda.
“En verdad no sé cuántos líos habré causado, pero sí entiendo que Cho y los demás estuvieron más que desconsolados por mí, y yo quise ir a buscarles y decirles que estaba bien, pero al final tuve que esconderme un tiempo para mantenerme segura, y también, para ayudar a todos mis amigos en los momentos más difíciles, ya que nadie esperó que yo volviera a aparecer,” asintió decidida. “Tengo otra prima aparte de Cho que también fue HiME, ella siempre me dice una y otra vez que no debí haber hecho eso, que debió haber otra manera, que le afecté mucho a ella, que mis padres no sabían que hacer, seguro que hay más cosas que nadie me ha dicho, pero aun así, todos hacemos lo mejor que podemos, y veo esas ganas en ti, Kosuzu-chan.”
“Eh…” la pequeña estaba perdida, todavía impresionada, pero a la vez cautivada. Eran unas palabras casi infantiles, quizás desconectadas y un poco ilusas, pero que a la vez reconocían su falta de tacto y se escuchaban como honestas. Asintió lentamente. ‘Todos hacen lo mejor que pueden’ recordó esas palabras de ese incógnito en el puerto que le había salvado.
“No creo que las cosas salgan perfectamente. Cho estudia mucho pero no saca cien en todos los exámenes. Nuestras amigas se entrenan y se lucen en sus quehaceres, pero todas nos equivocamos, y por más que lo hagamos, aun si no podemos hacer nada para evitarlo, siempre hay la oportunidad de ver cómo compensarlo, de alguna manera,” volvió a asentir.
“Eso es muy cierto, estoy totalmente de acuerdo,” Marisa se animó. “¡Eres tan linda, Osaka! ¡Creo que tienes que decírselo a nuestras amigas cuando regresen! ¡Seguramente Enmusubi las ha sacado a dar vueltas precisamente para retornarles esas esperanzas!”
“Hehe, seguro que sí, muchas gracias,” Kosuzu se alivió un poco. Todo lo vivido continuaría dando vueltas en su cabeza, pero debía recordarse de mantenerse con la mente positiva. Tenía que hacerle frente a su presente realidad y hacer su mejor esfuerzo. No podía desalentarse tan rápido luego de un traspiés, apenas estaba comenzando. Ella hizo una breve venia. “Entonces, prometo dar lo mejor de mí, muchas gracias por sus palabras y sus cuidados hacia mí. Espero pronto tener tantas añoranzas como HiME al igual que ustedes.”
“¡Sí, de todas maneras!” exclamó Osaka. “Hehe, esperaré a oír tus anécdotas.”
“Uff, y Osaka y yo de por sí tenemos varias. Si quieres te digo algunas de las mías.”
“¡Me encantaría!” juntó sus manos con ilusión.
De esa manera, las tres chicas continuaron con esa amena caminata que iba a rodear el estadio de la reunión.
…

Ni bien ellas se alejaron y dieron la vuelta a la gran construcción, un par de niños salieron de su escondite en unos arbustos cercanos a una de las entradas secundarias del recinto.
“Vaya, pensé que nunca se irían,” dijo Luso, quien vio el momento en el cual esas chicas desaparecieron de su campo de visión.
“Uhh, mis piernas casi se entumecen,” Nio se las sobó un poco y se sacudió unas hojas secas de su falda para finalmente ponerse de pie. Dio un suspiro. “Nee-chan ahora se va molestar también por ensuciar mi atuendo…”
“Por lo que me dijiste, ella era la que estaba siendo injusta, además, ¿acaso ensuciarse las ropas no es lo mínimo que le pasa a las HiMEs?” el niño le levantó un pulgar. “¡Pues haces bien!”
“Ay, Luso,” Nio le miró con cansancio, pero a la vez sonrió agradecida.
“¡Ya te ganaste la libertad de tu estricta hermana y yo de mi pesado primo, somos libres!” celebró con ambos brazos hacia arriba y le agarró de una muñeca, para jalarla consigo y ponerse a correr hacia la noche. “¡Ahora vámonos antes que alguien nos vea!”
“¡Espera, no tan rápido!” pidió sorprendida.
Flashback
Hacía un marcado puchero mientras esperaba que esa larga fila de las gelatinas avanzara. Su hermana ya debía estar recibiendo los flanes y a punto de dar vueltas por esa área llena de gente para buscar algún sitio donde sentarse, pero luego del desplante que esta le había causado, Nio sólo quería ir a saludar a sus amigos de la escuela y regresarse a la casa. Sabía muy bien que ser HiME había sido su propia idea y que su hermana mayor intentaba darle el mejor apoyo a su manera, pero resentía cómo esta se había negado a la mera oportunidad de una simple caminata con sus colegas. Así nunca podría ponerse al nivel de las demás.
Terminó llegando cabizbaja y contrariada al frente de la fila y fue despertada por las insistencias de la persona a cargo del puesto.
“¡Oh, p-perdone!” exclamó la pelimarrón, en aprietos. “¡Dos, por favor!”
Apenas recibió el par de gelatinas en su bandeja, procedió a salir de la fila, pero ni bien lo hizo, se encontró cara a cara con Luso.
“¡Nio, qué coincidencia!” le saludó su compañero de clase, amenamente. “También vengo por gelatinas. Dime, ¿las has probado o también acabas de llegar?”
“Justo las acabo de recibir, no podría decirte, perdón Luso,” sonrió apenada. “Pero todo lo que he comido hasta ahora ha estado tan delicioso que seguro estas serán iguales.”
“Heh, es verdad, ¿no?” llevó sus manos a su nuca. “Estás con tu hermana, si no me equivoco. Por cierto, me escapé de mi primo tonto, ¿podría unirme a ustedes?”
“Eh, pues…” Nio desvió su mirada.
“Y me apena admitirlo, pero podría usar un poco de ayuda para hacer la tarea de describir el evento de hoy. Creo que nuestra profesora me tiene en la lista negra o algo, así que tengo que escribir algo más creativo que ‘la directora dijo blah y la gente estaba bien vestida’. En serio no tengo más que decir.”
“Luso, tienes que hacer más que ese esfuerzo, tampoco esperes que haga tu tarea por ti,” le observó Nio, juiciosamente.
“Hehe, sí prometo que lo haré, bromeé con eso, pero en verdad apreciaría al menos un prompt, que no me puedo enfocar en nada,” sonrió ampliamente, sin ninguna preocupación en el mundo.
“Pues…” algo le hacía dudarle. “Hm… realmente para lenguaje, Ima-chan es mucho mejor que yo…”
“¿En serio? Haha, nunca lo hubiera imaginado, él que huye de las matemáticas.”
“E-es un poco difícil de creer, lo sé,” se animó un poco, aunque continuaba algo frustrada con su presente situación. “Lo siento, Luso, no quiero hablar de la tarea. También me está resultando difícil, por otros motivos…”
“¿Eh? ¿Por qué? ¿Todo bien?” ladeó su cabeza, perdidamente. “¿Estás bien, Nio? O sea, tú la tienes mucho más fácil que yo, eres una HiME…”
“…” justo tenía que darle en la llaga.
“¡Y le puedes dar ese trasfondo de luchadora de Hanasaki y de lo que todo significa para ti! ¡Eso seguro que será divertido!”
“Luso… es que…” Nio le paró. “Verás…”
Terminó por contarle lo que acababa de ocurrir.
“Hm…” Luso llevó una mano a su mentón y meditó con el ceño frunció y los ojos hacia arriba. “O sea tu hermana dice que por tener que hacer tu tarea no puedes salir a pasear con las otras HiMEs, pero que tú estás convencida que lo hizo para resguardarte, y que ni te dio espacio para opinar…”
“Esa es la historia de mi vida, claro, recién soy HiME, pero ante la menor acción de querer hacer algo ‘que no haría una dama’,” rodó los ojos. “de inmediato se cierra y me sugiere hacer otra cosa que sí va con su idea de lo que yo debería ser.”
“¿Por qué? ¿No es tu hermana? ¿Acaso los hermanos no deberían apoyarse en sus travesuras o al menos poder hablar como iguales?” preguntó confundido.
“Pues, es que mi nee-chan medio me cuidó desde que nací. Yo no llegué a conocer a nuestros padres y nuestros abuelos nos consienten, así que ella siente que tiene que educarme bien…”
“Hm, suena difícil, lo siento, Nio…” hizo una mueca de dolor.
“Pero aun así…”
“¡Pero aun así es injusto!” concluyó su amigo. “Y si ella quiere ser como tu madre, pues entonces lo es y ahora mismo puedo decir que está mal y que es terrible que te censure de esa manera. Si ella tenía la idea de que te quedaras dentro del estadio, al menos debió haberte dado espacio para decir tu parecer, ¿no lo crees?”
“Eh…” Nio se vio perdida y asintió anonadada.
“Pero no lo hizo y ahora te arruinó la noche y tus propios planes que ella ni se molestó a saber,” Luso asintió indignado. “Suena igual de densa que mi primo, así que ni es el momento de decir nada que no te va a oír.”
“Sí, eso supuse…” desvió su mirada.
“¡Por eso nos vamos a fugar, Nio!”
“¿P-perdón?” ella se quedó en shock.
“¡Claro! ¡Déjame ayudarte a tener tu noche de HiME y a hacer tu tarea desde el punto de vista que te mereces!” exclamó inspirado y con grandes ánimos. “¡Va a ser muy divertido, además ya me aburría de esta gala! ¡Y si necesitas apoyo te prometo que cuentas conmigo!”
“E-está bien, tú no tienes que defenderme de mi nee-chan ni nada…” negó en apuros.
“¿Entonces te apuntas a mi idea?”
“Eh, pues, c-creo que sí…”
“¡Ya, vamos!” Luso tomó su bandeja y la dejó sobre una mesa cercana. “¡Aprovechemos que no veo a tu hermana!”
“Ehh…”
“Ah, pero antes…” recordó tomar el par de gelatinas en un brazo y la jaló. “¡Ya, ven conmigo!”
Fin del Flashback
Y fue así que comenzó esa inocente, aunque desenfrenada noche. Nio no sabía si le dolía más desobedecer a su hermana o haber dejado su bandeja de comida abandonada para echarla a perder, pero por más incómoda que se sentía, en parte rebelarse ante el usual gaslighting de su superior le dio una bocanada de aire fresco que le había hecho mucha falta.
Sólo esperaba que fuera a ser una noche tranquila y sin nada que lamentar. Necesitaba sentirse alentada y finalmente bajo control de sus propias decisiones para variar.
...
115.5.



“…” Fudou dio un suspiro por enésima vez. “Ya, les daré crédito. Tienen un buen servicio de catering, pero… ¿qué se supone que hacemos aquí?”
“¿Qué dices? Justo es el momento en que puedes revisar sobre las competencias a las cuales te has inscrito y quizás apuntarte a más,” dijo Atsushi, animado. “¡Vamos! He visto que van a hacer competencias de kendo, ¿no te animas?”
“¿Eh? Paso…” rodó los ojos. “Esas cosas de confraternidad no me quedan. Apenas me apunté al examen global…” rechinó los dientes. “Y eso porque no tuve opción.”
“Vaya, deberías no tomarlo en serio. O sea, serán actividades de la universidad, pero nada de lo que hagamos aquí trascenderá mucho. Diviértete un poco.”
“Tch, no creas que soy funcional. La bruja ni vino y bien por ella que no tiene a alguien que la jale a cosas.”
“Hm,” Atsushi se puso a pensar. “Sí lo veo más difícil convencerla a ella que a ti, ni mis hermanos se atreverían… Ichi-nii podría intentarlo, pero es muy amable para presionarle.”
“Heh, quizás la bruja se lo come vivo. Él no la espanta,” Fudou sonrió con ironía.
“¡Oh, pero podríamos pedirle a Jiji!” se animó.
“¿Q-qué?” esa mención hizo que el maki que Fudou estuvo por comer casi se le escape, Luego de ese gesto torpe, el pelimorado le miró de soslayo. “Tch, odio que tengas razón, pero ni menciones a ese creído. Al menos ese tipo para tan satisfecho consigo mismo que ni prestará atención a mi hermana.”
“Haha, siento el susto, aunque qué bueno que no le digas bruja para variar,” Atsushi asintió con gran gusto.
“¡Maldición, no me fastidies!” se ofuscó. “Tsk, pesado tenías que ser. Mejor ve a buscar a tu hermano mayor al igual que todos los niños y déjame solo.”
“Ya, perdón,” se encogió de hombros. “Pero he oído que Ichi-nii suele parar rodeado de gente en Rizembool y no quiero la misma atención. Además, yo sí quiero revisar las actividades y si paro con mis hermanos puede que no tenga tiempo.”
“Pues bien por ti. Únete a esa competencia de kendo o qué se yo.”
“Oh, definitivamente no, medio que estoy en un nivel más alto al promedio, y como un soldado siento que no debo participar de eventos así,” negó y sonrió incómodo. “Ahh… además Yagen me dijo que puedo perder el cuidado si algo me fastidia.”
“Tsk…” Fudou le miró con reproche. “No creas que me he olvidado de cómo me has estampado contra el piso dos veces, insensible.”
“Hai, hai, lo lamento, en serio…” agachó un poco su cabeza.
“Y ni menciones a ese demonio. No está aquí así que ni lo convoques, ¿ya?”
“Con tantos profesores hubiera imaginado que lo vería hablando con ellos, pero ni se apareció para eso,” a diferencia del malhumorado de Fudou, Atsushi se notó desanimado. “Ya ha estado excusado varios días de casa. A mis hermanitos les hubiera gustado verle.”
“La directora dijo que este evento es para los jóvenes, y el imbécil anda tan metido en los calabozos de Rizembool que será más de mil años de viejo por dentro,” resopló. “¿Ahora podemos hablar de otra cosa?”
“Fudou…” Atsushi alzó una ceja. No se molestaría a protestar. Le costaba creer que con ya poco más de un mes de regreso ni había visto al par presentes en un mismo sitio y todavía temía presenciarlo. “En fin, ya estamos donde los puestos de las actividades. ¡A ver si encontramos algo para los dos!”
“Deja de sumarme así, en serio…” le regañó.
El par avanzó un poco, pero antes de llegar a las pancartas con los detalles de las competencias, se toparon con Monoyoshi.
“Oh, Fudou-kun, Atsushi-san, buenas noches,” les saludó amenamente.
“Ah, Monoyoshi, que coincidencia,” el Toushirou se alegró. “¿Vienes a ver las competencias?”
“Hehe, si bien ya me he inscrito en varias, sí quiero revisar si algo más me interesa.”
“Curioso que el señorito no ande en su modo profesional en un evento así,” Fudou alzó una ceja. “Tenía entendido que andarías con la gente de tu clase.”
“Eh, pues…” sonrió incómodo. “Hanajima-san y Hanekawa-san fueron convocadas con las otras HiMEs. Gokotai creo que iba a darle el alcance a sus hermanos y Leo-san… pues creo que está molesto conmigo ahora.”
“Hm,” Atsushi se vio intrigado. Sin duda había bastante que desempacar de esas palabras, pero definitivamente le daba más curiosidad lo de las HiMEs.
“Como sea, al menos no se te dio por perseguir a esas heroínas o como se quieran llamar,” a Fudou le llegó altamente.
“¿Acaso algo sucede entre Hanasaki y Rizembool ahora?” preguntó Atsushi.
“¿Qué sabremos nosotros?” Fudou se encogió de hombros. “En teoría lo único que sucede es que los dos andan en un pacto de hacerse los buenitos frente a las masas con este evento. Tch…” chasqueó la lengua con gran disgusto. “Y conociendo a tu prima y sus allegadas bien serán las verdaderas revoltosas aquí.”
“Eh, no podemos hablar en su lugar, imagino que será complicado, pero sí confío en que las HiMEs tienen las mejores de las intenciones aquí,” el pelirrosa asintió convencido.
“Claro, y lo dices sin prueba de nada, eres demasiado idealista…”
“Bueno, no nos corresponde, no hay punto de pensarlo,” Atsushi dio un suspiro. “Vamos a ver las actividades. Ah, Monoyoshi, y si puedes ayudarme a escoger alguna para Fudou, lo apreciaría.”
“Oh,” el pelirrosa se sorprendió y pasó a sonreír con alegría e ilusión. “¡Sí, con mucho gusto, es una excelente idea!”
“¡Atsu, no le des ideas a este niño!” el pelimorado se amargó. Ahora le tocaba aguantar a dos overachievers esperando mucho de él.






“Ahh…” Hotarumaru abrió su boca ampliamente y se tragó un takoyaki de un solo bocado. El pequeño pelicenizo pasó a sonreír con una dicha inigualable. “Hmm~”
“¿Están ricos, cierto?” le preguntó Mai, atentamente.
“Heh~ hace tiempo que no comía unos takoyakis tan deliciosos,” dijo alegremente. “Tienes que probarlos, Mai-neechan.”
“…” ella negó y, para variar, sonrió mientras le extendía su bandeja. “Estaba pensando buscar otra cosa, así que te dejaré comerte los míos.”
“¡Oh!” los ojos del tranquilo, aunque entusiasta, pequeño se iluminaron. Pasó a mirar a su amiga con curiosidad. “¿En serio? ¿Segura que no quieres comerlos? Si están tan ricos.”
“Tú los disfrutarás mucho más que yo, adelante.”
“Ehehe, muchas gracias, Mai-neechan,” asintió contento y recibió los takoyakis para de inmediato ponerse a comerlos.
“Aw…” Yukko también miraba la escena conmovida. Casi tenía ganas de darle sus propios takoyakis, aunque con su bandeja ya medio comida supuso que sería de mal gusto.
“Haha, Hotaru-bou encantándolas como siempre,” se rió Tsurumaru. Él se encontraba junto con sus kouhais en una de las muchas mesas del recinto en lo que degustaban sus hallazgos del catering. “Pero me sorprende la voracidad que se traen. Asumo que los servidores han dejado enfriar los takoyakis antes de servirlos.”
“Sí, no están muy calientes,” Yukko asintió. “¿No quieres comer algo, Tsurumaru?”
“Más tarde lo haré, sólo pensaba acompañarles un rato,” dijo amenamente. “De paso los uso de conejillos de indias en caso algo esté envenenado.”
“¿Q-qué?” Yukko se pasmó.
“¡Haha, tan atenta con mis ocurrencias como siempre, Hanasaki-chan~!” rió con ganas.
“No digas cosas así, no se bromea con la comida…” Hotarumaru le miró con reproche.
“Sí, lo lamento, Hotaru-bou…” el peliblanco agitó una palma en señal de disculpa, sin borrar su tranquila sonrisa. “No puedo olvidar lo voraz que eres. No te quitaré el gusto que te estás dando.”
Entonces, una quinta persona se apareció frente a ellos.
“Buenas noches, siento incomodarles, pero…” comenzó Komaeda, quien llegó con una bandeja con varios bocadillos. “No encuentro una mesa libre. ¿Podría acompañarles?”
“Oh, eh, hola…” Yukko parpadeó confundida. “Sí puedes, pero… ¿acaso no hay lugares especiales para Rebels?”
“Supongo que no, no podría decir que he notado una gran presencia de Rebels por alguna zona en particular…” Komaeda lo meditó. “Pero tampoco he visto a muchos Rebels que conozca, así que podría haber algo de lo cual no he sido informado…”
“Me sorprende que te dignes a hablarnos sin la presencia de tu sugar baby entre nosotros,” comentó Mai, inmutada.
“¿Perdón?” Komaeda se confundió.
“¡Sugar baby, hahaha!” Tsurumaru se puso a reír.
“Hajime realmente resentiría eso...” por su parte, Yukko dio un suspiro.
“Eh, espero no haberles hecho sentir menospreciados, nunca sería mi intención,” comentó el Rebel, alarmado, y pasó a agachar su mirada con gran autodecepción. “En verdad es lo opuesto. Sinceramente me considero una escoria de Rebel que ni merece llamarse como tal. Si hay una convocatoria especial de Rebels ahora, tiene sentido que no me hayan dejado saber…”
“Por favor no tomes a Mai-neechan en serio, puedes sentarte con nosotros, Komaeda,” Hotarumaru asintió con toda naturalidad. “Mientras más seamos, mejor será.”
“Ah, siempre tan amable, Rai-kun, muchas gracias,” asintió con dicha y tomó asiento. “¿Han oído algo de Hinata-kun? Intenté llamarle, pero no me ha contestado.”
“Hm, chisme de tu sugar baby, tiene sentido…” Mai asintió como si acabara de responderse su duda inicial.
“¿Chisme? N-no, prometo que no participaría en algo de mal gusto que importunara a Hinata-kun o a ustedes,” dijo el Rebel, en aprietos. “S-sólo espero que se encuentre bien.”
“Lo vimos con pocas energías en la última clase de hoy, así que nos dijo que descansaría el resto del día. Quizás esté durmiendo ahora…” Yukko se puso a pensar.
“Si algo urgente fuera a ocurrir, apuesto a que alguno de nosotros ya lo sabría,” Tsurumaru sonrió con ironía y se encogió de hombros. “Es más. Seguro que, en el peor de los casos, Yagen me avisaría para yo decirles a ustedes.”
“Oh, es cierto, Yagen es responsable de él,” Hotarumaru asintió.
“Ah, por supuesto, confío en que el doctor tiene la mejor de las intenciones con todos nosotros,” aquello probó animar y aliviar a Komaeda. “Muchas gracias, Kuninaga-kun.”
“No necesitas ser formal conmigo, es lo menos que podría hacer por mis kouhais,” le restó importancia.
“Tus bocadillos se ven muy ricos, pero te recomiendo que busques los takoyakis,” observó el pequeño, mientras miraba la bandeja de Komaeda con curiosidad. “Son mis favoritos hasta ahora.”
“Haha, muchas gracias por la recomendación, lo haré si todavía me quedo con hambre,” sonrió amablemente y pasó a impresionarse. “Hm, veo que te has acabado dos bandejas y varios otros aperitivos. ¿Será que no almorzaste lo suficiente? Por favor no descuides tu alimentación.”
“Eh…” Hotarumaru bajó su mirada con ligera vergüenza. “Sí comí unos platos enteros en el almuerzo y dulces en el lonche…”
“No hay nada de qué avergonzarse, Hotarumaru. Estás en la edad en que debes comer mucho para crecer,” le aseguró Mai.
“Es su apetito de siempre, y lo considero una bendición. A todos nos gustaría tener tantas ganas de comer tanto,” comentó Tsurumaru, entretenido. “Además que es parte del encanto de Hotaru-bou, ¿no es verdad, chicas?”
“Hehe, sí da gusto verle comer tan feliz,” Yukko rió un poco. Sin duda lo adorable que Hotarumaru se veía al comer también era parte del encanto.
“Ah, siento incomodarte, Rai-kun. Me alegro mucho que seas alguien tan saludable, yo no podría comer ni la tercera parte de lo que comes, ya quisiera poder hacerlo también,” Komaeda asintió convencido. “Definitivamente podrías ser un Rebel ejemplar cuando crezcas…”
“Strike one!” exclamó Mai en lo que apuntaba al Rebel acusatoriamente.
“¿Eh?” Komaeda se asustó y pasó a notar como las chicas se habían alertado, con Yukko nerviosa y Mai mirándole con unos ojos nulos llenos de frialdad.
“Si llegas al strike three te botaremos a patadas,” sentenció.
“E-espera, no lo dije con malas intenciones…”
“Ya te lo he dicho en algún momento. Necesitas dejar de desear que la gente sean Rebels tan abiertamente…” Hotarumaru negó. No era la primera (ni la quinta) vez que Komaeda le calificaba con ese destino, lo cual el pequeño simplemente tomaba como un desatinado cumplido de su parte. “Está bien, Mai-neechan, ya saben que nunca lo seré.”
“Heh,” Tsurumaru apoyó el filo de su rostro en una mano. Esas energías de sus kouhais siempre le caían bastante bien. Entonces, desvió su mirada a poca distancia y detectó a otra persona que, si bien tampoco era desconocida, era mucho más extraña a ellos que el Rebel. “Hm, parece que los de Hanasaki perdieron a alguien…”
“¿Cómo así?” Komaeda fue el primero en reaccionar y, sin duda, era a quien más le concernía identificarla. “¿Altugle-san?”
El Rebel se levantó con la intención de darle el alcance, pero ni bien Ayesha se percató de él, fue ella quien se apresuró a manera de no importunarle al hacerle alejarse de su sitio. La rubia procedió a saludar a todos con una cortés venia.
“Buenas noches, vaya coincidencia,” comentó ella alegremente. “¿Cómo les va?”
“Hm, nada nuevo,” Mai se encogió de hombros.
“Como siempre, es un privilegio que nos encontremos, Altugle-san, me alegro de verte,” dijo Komaeda, asintiendo.
“Haha, tan caballeroso como siempre, Nagito, me avergüenzas un poco,” ella rió con torpeza. “El gusto es todo mío. Justo buscaba una mesa donde comer bocadillos con Nio. ¿Estaría bien si los acompañamos?”
“Sí, por supuesto, será un gusto,” Hotarumaru sonrió, aunque pasó a mirar los asientos vacíos. “Hm, hay espacio para las dos, pero no sé si podrán entrar más personas.”
“Sólo somos Nio y yo, muchas gracias por la consideración,” Ayesha asintió. “Mis amigas de Hanasaki están ocupadas con una actividad por ahora, así que no nos acompañarán.”
“Ah, ya veo,” Yukko asintió. “Eh, espera, con actividad…”
“¿Acaso las intrépidas HiMEs andarán haciendo alguna travesura?” divagó Tsurumaru.
“Eh, no es nada como eso, sólo… querían dar una vuelta al recinto por afuera, pero mi Nio y yo decidimos quedarnos. Tengo que apoyarla con su tarea.”
“Seguramente,” Mai evitó comentarios. De lo poco que conocía a la pequeña, dudaba que también haya sido su decisión. “¿Habrá algún grupo de no HiMEs que se está dando una bocanada de aire fresco? Podría interesarme en salir un rato.”
“¡Oh, justo es el grupo de tu prima!” Ayesha sonrió.
“Ya veo… paso,” negó rendida.
“Hehe, seguro que Osaka se alegraría mucho de verte, Mai…” Yukko sonrió incómoda.
“Por cierto, tanto hablas de tu hermanita, pero, ¿dónde está?” preguntó Tsurumaru, con curiosidad. “No se te vaya a perder.”
“No te preocupes, Nio justo estaba por conseguirnos gelatinas, es que la cola es larga…” Ayesha se giró en dirección al puesto cercano de ese postre… y, como la mayoría sospechó, no había señales de la pequeña. “¿Eh?”
“…” Hotarumaru dio un apenado suspiro.
“Eh, t-tranquila, Ayesha, s-seguro que te estará buscando…” comenzó Yukko.
“Ehm, Altugle-san…” Komaeda apuntó al puesto de gelatinas. “Hay una bandeja abandonada ahí. ¿De casualidad…?”
“¡¿Qué?! ¡Si esa es su bandeja!” la pobre rubia se agarró los cabellos con ambas manos. “¡¿A dónde se fue mi Nio?!”
“T-tranquila, Altugle-san, te ayudaré a buscarla,” le aseguró Komaeda, también un poco alarmado, en lo que los otros cuatro intercambiaron miradas.
“Seguramente se habrá encontrado con algún amigo y se distrajo,” supuso Hotarumaru. “Creo que buscar a sus compañeros es un buen punto de inicio.”
“Bien pensado, Hotaru-bou. Tú sabrías mejor cómo piensa la pequeña,” Tsurumaru sonrió con ironía. “Ya he oído lo traviesa que es esa pequeña HiME de Jiji, así que no me sorprende.”
“Ay, yo que pensé que se portaría bien. ¿Por qué me hace esto?” se preguntó la hermana mayor, con desdicha.
“Eh, te podemos acompañar, no te preocupes,” dijo Yukko.
“…” Mai negó. Ya veía que los demás del grupo tenían todas las intenciones humanitarias de auxiliar a esa aliada de Hanasaki por más que no tenían obligación, quizás a excepción de Tsurumaru quien seguramente sólo lo encontraba entretenido. “¿Qué más da? Demos una vuelta, a ver si la ubicamos.”
“Muchas gracias de todo corazón, prometo que se los repondré,” dijo la rubia, conmovida.
…



“Hmm… ya se desaparecieron,” Marisa miraba hacia los alrededores con una palma por encima de su vista a manera de cubrir sus ojos de los postes. Ella caminaba junto con Osaka y Kosuzu a los alrededores del gran estadio donde la mayoría de gente disfrutaba de la apertura de las venideras competencias. Ellas se quedaron cerca del edificio a diferencia de los demás grupos de HiMEs quienes sí se aventuraron más hacia la noche.
“Hehe, les ha venido bien el aire fresco de la noche, ¿verdad?” Osaka sonrió ampliamente. “Ahh, qué lindo sería si comenzara una tormenta torrencial. Eso completaría lo divertido de hoy.”
“¿Eh? Pero si no está predicho, no creo que nadie haya traído paraguas,” Kosuzu ladeó la cabeza.
“Haha, eso quiere decir que te gusta la lluvia, ¿no, Osaka?” Marisa se entretuvo. “Seguro que sería divertido ver correr a todo el mundo camino a casa, pero también imagino que Reimu no pararía de quejarse de regreso al templo. Y bueno, aguantarla es el problema.”
“Reimu-san no gustaría de una sorpresa así, pero por más que se ponga de mal humor, nunca deja de dar lo mejor de sí,” Kosuzu asintió inspirada.
“Qué linda, veo que la conoces bien,” Marisa asintió.
“¡Sí! Reimu-san es conocida en mi pueblo por ser una miko tan trabajadora desde pequeña, y pues, tampoco somos muchos ahí así que somos como una comunidad.”
“Eso suena genial, espero que algún día podamos ir todos de visita para allá~” canturreó Osaka.
“Ehh, realmente me gustaría, pero…” la pequeña sonrió en aprietos. “Temería llevar el conflicto para allá si somos tantas HiMEs, así que no sé si sería prudente…”
“Pues sí, es un mal timing también…” Marisa negó. “Y, por cierto, Kosuzu-chan, ¿te sientes bien? Sé que te llevaste una gran impresión.”
“Todavía tengo mucho sobre lo que pensar, pero sí estoy bien, al menos físicamente…” asintió, aunque pasó a cohibirse y bajar su cabeza. “Sólo espero poder ser una HiME fuerte como las demás. Ellas parecen que barren con la mayoría de orphans y a mí casi me come uno débil.”
“Descuida, sé por mi primo que estás entrenando muy duro y confío que te volverás muy fuerte con esas ganas,” Osaka asintió. “Ahora que tienen a dos mentores que les ayudan van a poder hacer más que nosotras en el pasado.”
“¿Tú lo crees?” preguntó Kosuzu, con ilusión. “¿Acaso no tenían mentores antes?”
“Haha, no, para nada. Medio que Fran se prestaba a veces para la mayoría de HiMEs, pero ella es una y creo que hubo una superhiperinflación de HiMEs hacia el final de nuestra batalla hace tres años,” comentó Marisa, riéndose. “Para nuestra situación de pubertas con poderes mágicos repentinos, teníamos menos recursos que mendigos de la calle.”
“Wow, me cuesta creerlo. Enmusubi parece que tiene mucha experiencia.”
“Ehh, pues…” Marisa casi quiso decir ‘¿en serio?’ ya que a su parecer la bienintencionada de esa mentora, fuera de sus poderes prometedores, también tenía la personalidad entusiasta y despistada de una primeriza, pero definitivamente era mucho mejor que nada, aparte que no quería inquietar más a la pequeña Kosuzu. “Sí, o sea, uno oía de HiMEs que venían de familias de HiMEs pasadas que contaban con sus senpais o de millonarias que se costeaban sus entrenadores personales, pero nada que venía de Hanasaki directamente.”
“Lo que sí tuvimos siempre era una casa HiME tal y como la mansión de ahora, pero me hubiera gustado contar con Enmu-chan como mentora cuando solía batallar. Presiento que todas las HiMEs seremos más unidas gracias a su enfoque en que seamos hermanas~” celebró Osaka.
“Sí, ya espero pasar muchos tiempos lindos con todas y aprender un montón de ellas, y de ustedes también como mis antecesoras,” Kosuzu asintió un par de veces con energías.
“Ah, eso de antecesoras me hace sentirme vieja, haha,” Marisa rascó su nuca. Sabía que la menor tenía las mejores intenciones, pero ya podía ver por qué exasperaba tanto a Reimu. Sin duda tenía demasiadas energías.
“Pero… tengo una duda…” entonces, la menor volvió a apagarse y bajó su mirada. Detuvo su andar, lo cual hizo que las dos le esperaran. “Chicas, ¿ustedes también tuvieron sucesos como el del puerto hace tres años?”
“¿Eh?” Osaka se sorprendió e intercambió miradas con Marisa.
“O sea…” la rubia apretó los labios y sonrió apenada. “Tuvimos algo parecido. Unos Rebels fueron a atacar parte del centro de la ciudad y las HiMEs de inmediato acudimos para pararlos y proteger a los civiles. Eso fue un desastre y sin duda de mucha más escala que lo ocurrido en el puerto, pero sí involucró a un área fuera de Hanasaki o Rizembool y a inocentes…”
“Creo que algo así me habían comentado…” Kosuzu asintió, pensativa. “Pero en ese evento, las HiMEs fueron las buenas, las que pelearon por el bien, como debería de ser.”
“Kosuzu-chan…” Osaka se preocupó.
“Ahh… pues…” Marisa negó y desvió su mirada. “A nosotras no nos tocó vivir un suceso tan gris como este último, si a eso te refieres.”
“Todavía no sé qué pensar sobre lo sucedido. Nuestra presencia esa noche causó un conflicto tan severo que perjudicó a todos esos trabajadores, y sé que todas tuvieron buenas intenciones, pero… yo no quiero cometer alguna acción por la cual alguien más salga herido,” musitó cabizbaja. “Ese es mi mayor temor ahora. Yo quiero ayudar a otros, y no ponerlos en riesgo.”
“Eh, sí, entiendo…” Marisa se cruzó de brazos y dio un profundo suspiro. “Vaya, en cierta forma me alegra no haber sido parte de ello, lamento todo el lío. Las chicas todas deberán tener esas mismas dudas que tú, así que no estás sola en ese temor.”
“Sí, seguramente…”
“Pero eso es bueno, no estás sola, Kosuzu-chan,” le alentó Osaka. “¿Sabes? No sé si Cho te habrá comentado, pero yo le di un susto a todos cuando fui una HiME. Por un tiempo todos pensaron que había sido derrotada por mi Rebel y creyeron que estaba muerta.”
“¡¿Q-qué?!” ello probó aterrar y congelar a la niña, quien le miró atónita.
“Ehh… Osaka, Kosuzu-chan medio que todavía no se acostumbra…” comenzó Marisa, sonriendo incómoda.
“En verdad no sé cuántos líos habré causado, pero sí entiendo que Cho y los demás estuvieron más que desconsolados por mí, y yo quise ir a buscarles y decirles que estaba bien, pero al final tuve que esconderme un tiempo para mantenerme segura, y también, para ayudar a todos mis amigos en los momentos más difíciles, ya que nadie esperó que yo volviera a aparecer,” asintió decidida. “Tengo otra prima aparte de Cho que también fue HiME, ella siempre me dice una y otra vez que no debí haber hecho eso, que debió haber otra manera, que le afecté mucho a ella, que mis padres no sabían que hacer, seguro que hay más cosas que nadie me ha dicho, pero aun así, todos hacemos lo mejor que podemos, y veo esas ganas en ti, Kosuzu-chan.”
“Eh…” la pequeña estaba perdida, todavía impresionada, pero a la vez cautivada. Eran unas palabras casi infantiles, quizás desconectadas y un poco ilusas, pero que a la vez reconocían su falta de tacto y se escuchaban como honestas. Asintió lentamente. ‘Todos hacen lo mejor que pueden’ recordó esas palabras de ese incógnito en el puerto que le había salvado.
“No creo que las cosas salgan perfectamente. Cho estudia mucho pero no saca cien en todos los exámenes. Nuestras amigas se entrenan y se lucen en sus quehaceres, pero todas nos equivocamos, y por más que lo hagamos, aun si no podemos hacer nada para evitarlo, siempre hay la oportunidad de ver cómo compensarlo, de alguna manera,” volvió a asentir.
“Eso es muy cierto, estoy totalmente de acuerdo,” Marisa se animó. “¡Eres tan linda, Osaka! ¡Creo que tienes que decírselo a nuestras amigas cuando regresen! ¡Seguramente Enmusubi las ha sacado a dar vueltas precisamente para retornarles esas esperanzas!”
“Hehe, seguro que sí, muchas gracias,” Kosuzu se alivió un poco. Todo lo vivido continuaría dando vueltas en su cabeza, pero debía recordarse de mantenerse con la mente positiva. Tenía que hacerle frente a su presente realidad y hacer su mejor esfuerzo. No podía desalentarse tan rápido luego de un traspiés, apenas estaba comenzando. Ella hizo una breve venia. “Entonces, prometo dar lo mejor de mí, muchas gracias por sus palabras y sus cuidados hacia mí. Espero pronto tener tantas añoranzas como HiME al igual que ustedes.”
“¡Sí, de todas maneras!” exclamó Osaka. “Hehe, esperaré a oír tus anécdotas.”
“Uff, y Osaka y yo de por sí tenemos varias. Si quieres te digo algunas de las mías.”
“¡Me encantaría!” juntó sus manos con ilusión.
De esa manera, las tres chicas continuaron con esa amena caminata que iba a rodear el estadio de la reunión.
…


Ni bien ellas se alejaron y dieron la vuelta a la gran construcción, un par de niños salieron de su escondite en unos arbustos cercanos a una de las entradas secundarias del recinto.
“Vaya, pensé que nunca se irían,” dijo Luso, quien vio el momento en el cual esas chicas desaparecieron de su campo de visión.
“Uhh, mis piernas casi se entumecen,” Nio se las sobó un poco y se sacudió unas hojas secas de su falda para finalmente ponerse de pie. Dio un suspiro. “Nee-chan ahora se va molestar también por ensuciar mi atuendo…”
“Por lo que me dijiste, ella era la que estaba siendo injusta, además, ¿acaso ensuciarse las ropas no es lo mínimo que le pasa a las HiMEs?” el niño le levantó un pulgar. “¡Pues haces bien!”
“Ay, Luso,” Nio le miró con cansancio, pero a la vez sonrió agradecida.
“¡Ya te ganaste la libertad de tu estricta hermana y yo de mi pesado primo, somos libres!” celebró con ambos brazos hacia arriba y le agarró de una muñeca, para jalarla consigo y ponerse a correr hacia la noche. “¡Ahora vámonos antes que alguien nos vea!”
“¡Espera, no tan rápido!” pidió sorprendida.
Flashback
Hacía un marcado puchero mientras esperaba que esa larga fila de las gelatinas avanzara. Su hermana ya debía estar recibiendo los flanes y a punto de dar vueltas por esa área llena de gente para buscar algún sitio donde sentarse, pero luego del desplante que esta le había causado, Nio sólo quería ir a saludar a sus amigos de la escuela y regresarse a la casa. Sabía muy bien que ser HiME había sido su propia idea y que su hermana mayor intentaba darle el mejor apoyo a su manera, pero resentía cómo esta se había negado a la mera oportunidad de una simple caminata con sus colegas. Así nunca podría ponerse al nivel de las demás.
Terminó llegando cabizbaja y contrariada al frente de la fila y fue despertada por las insistencias de la persona a cargo del puesto.
“¡Oh, p-perdone!” exclamó la pelimarrón, en aprietos. “¡Dos, por favor!”
Apenas recibió el par de gelatinas en su bandeja, procedió a salir de la fila, pero ni bien lo hizo, se encontró cara a cara con Luso.
“¡Nio, qué coincidencia!” le saludó su compañero de clase, amenamente. “También vengo por gelatinas. Dime, ¿las has probado o también acabas de llegar?”
“Justo las acabo de recibir, no podría decirte, perdón Luso,” sonrió apenada. “Pero todo lo que he comido hasta ahora ha estado tan delicioso que seguro estas serán iguales.”
“Heh, es verdad, ¿no?” llevó sus manos a su nuca. “Estás con tu hermana, si no me equivoco. Por cierto, me escapé de mi primo tonto, ¿podría unirme a ustedes?”
“Eh, pues…” Nio desvió su mirada.
“Y me apena admitirlo, pero podría usar un poco de ayuda para hacer la tarea de describir el evento de hoy. Creo que nuestra profesora me tiene en la lista negra o algo, así que tengo que escribir algo más creativo que ‘la directora dijo blah y la gente estaba bien vestida’. En serio no tengo más que decir.”
“Luso, tienes que hacer más que ese esfuerzo, tampoco esperes que haga tu tarea por ti,” le observó Nio, juiciosamente.
“Hehe, sí prometo que lo haré, bromeé con eso, pero en verdad apreciaría al menos un prompt, que no me puedo enfocar en nada,” sonrió ampliamente, sin ninguna preocupación en el mundo.
“Pues…” algo le hacía dudarle. “Hm… realmente para lenguaje, Ima-chan es mucho mejor que yo…”
“¿En serio? Haha, nunca lo hubiera imaginado, él que huye de las matemáticas.”
“E-es un poco difícil de creer, lo sé,” se animó un poco, aunque continuaba algo frustrada con su presente situación. “Lo siento, Luso, no quiero hablar de la tarea. También me está resultando difícil, por otros motivos…”
“¿Eh? ¿Por qué? ¿Todo bien?” ladeó su cabeza, perdidamente. “¿Estás bien, Nio? O sea, tú la tienes mucho más fácil que yo, eres una HiME…”
“…” justo tenía que darle en la llaga.
“¡Y le puedes dar ese trasfondo de luchadora de Hanasaki y de lo que todo significa para ti! ¡Eso seguro que será divertido!”
“Luso… es que…” Nio le paró. “Verás…”
Terminó por contarle lo que acababa de ocurrir.
“Hm…” Luso llevó una mano a su mentón y meditó con el ceño frunció y los ojos hacia arriba. “O sea tu hermana dice que por tener que hacer tu tarea no puedes salir a pasear con las otras HiMEs, pero que tú estás convencida que lo hizo para resguardarte, y que ni te dio espacio para opinar…”
“Esa es la historia de mi vida, claro, recién soy HiME, pero ante la menor acción de querer hacer algo ‘que no haría una dama’,” rodó los ojos. “de inmediato se cierra y me sugiere hacer otra cosa que sí va con su idea de lo que yo debería ser.”
“¿Por qué? ¿No es tu hermana? ¿Acaso los hermanos no deberían apoyarse en sus travesuras o al menos poder hablar como iguales?” preguntó confundido.
“Pues, es que mi nee-chan medio me cuidó desde que nací. Yo no llegué a conocer a nuestros padres y nuestros abuelos nos consienten, así que ella siente que tiene que educarme bien…”
“Hm, suena difícil, lo siento, Nio…” hizo una mueca de dolor.
“Pero aun así…”
“¡Pero aun así es injusto!” concluyó su amigo. “Y si ella quiere ser como tu madre, pues entonces lo es y ahora mismo puedo decir que está mal y que es terrible que te censure de esa manera. Si ella tenía la idea de que te quedaras dentro del estadio, al menos debió haberte dado espacio para decir tu parecer, ¿no lo crees?”
“Eh…” Nio se vio perdida y asintió anonadada.
“Pero no lo hizo y ahora te arruinó la noche y tus propios planes que ella ni se molestó a saber,” Luso asintió indignado. “Suena igual de densa que mi primo, así que ni es el momento de decir nada que no te va a oír.”
“Sí, eso supuse…” desvió su mirada.
“¡Por eso nos vamos a fugar, Nio!”
“¿P-perdón?” ella se quedó en shock.
“¡Claro! ¡Déjame ayudarte a tener tu noche de HiME y a hacer tu tarea desde el punto de vista que te mereces!” exclamó inspirado y con grandes ánimos. “¡Va a ser muy divertido, además ya me aburría de esta gala! ¡Y si necesitas apoyo te prometo que cuentas conmigo!”
“E-está bien, tú no tienes que defenderme de mi nee-chan ni nada…” negó en apuros.
“¿Entonces te apuntas a mi idea?”
“Eh, pues, c-creo que sí…”
“¡Ya, vamos!” Luso tomó su bandeja y la dejó sobre una mesa cercana. “¡Aprovechemos que no veo a tu hermana!”
“Ehh…”
“Ah, pero antes…” recordó tomar el par de gelatinas en un brazo y la jaló. “¡Ya, ven conmigo!”
Fin del Flashback
Y fue así que comenzó esa inocente, aunque desenfrenada noche. Nio no sabía si le dolía más desobedecer a su hermana o haber dejado su bandeja de comida abandonada para echarla a perder, pero por más incómoda que se sentía, en parte rebelarse ante el usual gaslighting de su superior le dio una bocanada de aire fresco que le había hecho mucha falta.
Sólo esperaba que fuera a ser una noche tranquila y sin nada que lamentar. Necesitaba sentirse alentada y finalmente bajo control de sus propias decisiones para variar.
...