Author Topic: neverland 2.2: you can (not) fight  (Read 61468 times)


Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #90: June 30, 2020, 04:41:50 PM »
Por fin se acaba la batallaaargh

71.

Mientras Aya parpadeaba le pareció que el tiempo se ralentizaba. La Reina de Hielo sonreía satisfecha y sus ojos —uno azul y el otro rojo— reflejaban la flecha de hielo mientras se creaba entre sus dedos. El agua del ambiente se condensaba, formando pequeños cristales de hielo que se iban uniendo y alineando en aquella saeta letal.
Dominich tomó aire y Aya apoyó una mano en su pecho, cerró los ojos y tensó los hombros mientras se inclinaba hacia él, esperando el ataque inminente.

Escuchó al proyectil silbar y todo el resto de ruidos parecieron apagados en comparación a aquel sonido agudo y cortante. Apenas le dio tiempo a empezar un rezo, tan sólo había pronunciado una palabra cuando la flecha llegó a su destino, explotando contra el escudo y levantando una niebla sobrenatural que se disipó segundos después.

La Reina del Hielo esperó ese momento a ver el resultado del ataque, esperando con una sonrisa triunfal encontrarse con los cuerpos de los dos magos empezando a desvanecerse entre volutas de píxeles.
¡Ahora sólo necesitaba concentrarse en el maldito adepto y ese rogue entrometido!

Un golpe seco y metálico contra el suelo le cambió los planes. Delante de ella, alguien dejaba caer un pesado escudo plateado con un dragón negro pintado al frente. Estaba abollado justo en el frente y totalmente congelado.
Un chico se asomó desde detrás, levantándose del suelo y dejando la protección del escudo. Era castaño, desgreñado y tenía una sonrisa algo nerviosa.

—Ah, Reina de los Hielos. Mira… perdón, jefa —le dijo, rascándose el cogote—. Pero… no puedo dejar que mates a mis amigos.

Elsa frunció el ceño, confundida y molesta. ¿De dónde salía este mendrugo? ¿¡A estas horas de la batalla!?

Aya abrió los ojos y vio los cristales de su escudo mágico empezando a deshacerse en el suelo. Al girarse pudo ver la espalda de Hipo, que empezaba a levantar su espada de fuego para levantarla bien alto.

—¿Qué te parece si te metes con alguien de tu nivel? —preguntó Hipo.

Elsa sonrió. Aquel chico estaba tan expuesto y era tan orgulloso que lo mataría con un sólo hechizo. Después invocaría otro séquito y empezaría la caza de las dos ratas cobardes que se le habían escapado.
Una ruda lanza de hielo, rápida y certera salió disparada de entre los dedos de Elsa mientras empezaba a reírse, pero la risa se cortó de inmediato cuando notó las dos dagas clavadas en su espalda.

¡Crítico!, felicitó el juego. Elsa se llevó las manos al frente, donde podía ver dos manchas de sangre mojarle el vestido negro. Al gotear la sangre golpeó el suelo, tiñéndolo de rojo brillante.
Hasta que Locke no extrajo las dagas, Elsa no cayó al suelo, derrotada.

La experiencia se sumó a los marcadores de los jugadores y Elsa seguía allí, consciente cuando debería haberse convertido en un montón de píxeles. Su consciencia debería haber desaparecido ya… Estiró el brazo derecho hacia el frente, donde veía a los demás arremolinarse, pero sus dedos temblorosos cayeron sobre el hielo y cerró los ojos dispares por lo que esperaba que fuera la última vez.

—¿Estáis bien? —preguntó Shun, usando la poca magia que le quedaba para sanar a los miembros de su equipo.

—Dominich está exhausto, ¿cómo se quita ese estado?

—Descansando —dijo Locke, echándole un vistazo rápido—. Lo mejor es que lo subamos a rastras, no se va a despertar pronto. ¿Agarras tú a su mascota, preciosa?

Aya miró al tótem de Dominich e intentó levantarlo del suelo, pero acabó por caerse de culo sin mucha gracia.

—Ay… ¿Pero cómo pesa tanto?

Shun y Locke ya tenían a Dominich agarrado por las axilas cuando Hipo carraspeó.

—Necesito ayuda. —dijo, señalándose las piernas totalmente congeladas.

Locke le echó un vistazo de arriba a abajo y de vuelta.

—¿Y si te las amputamos y te ponemos ruedas? —le preguntó, con algo de sorna.

Hipo abrió la boca y la volvió a cerrar.

—Oye, pues es una idea.

Locke chistó y Shun intentó aplacar los ánimos un poco. De repente, el tótem de Dominich se empezó a mover y le dio un cabezazo al hielo que mantenía a Hipo atrapado, resquebrajándolo. Bostezó y empezó a caminar hacia la salida con sus patitas cortas y su culo peludo moviéndose de un lado a otro.

—Oh… gracias, supongo. —habló Hipo, sacudiéndose una pierna y luego la otra.

Y cansados, pero contentos, el grupo siguió al animalito hacia el último piso de la torre.


————

Las luces se encendieron, los monstruos desaparecieron con grititos agonizantes, convirtiéndose en confeti y Hyoga miró confundido a su alrededor. ¿Qué demonios acababa de pasar?

Tomó aire y se frotó la cara, volviendo a consultar el mapa que les había facilitado Watari. Estaba subiendo al último piso, la sala del Boss no debía estar muy lejos, de hecho la encontró unos diez minutos después.
Estaba hecha un desastre, con columnas caídas y las paredes goteando de la escarcha que se derretía cada vez más deprisa. Hyoga podía ver agujeros en el suelo, baldosas quemadas y vueltas a congelar, pero ni rastro de sus compañeros de party.

En un giro extraño de los acontecimientos, el cuerpo de la boss seguía allí en medio y por mucha curiosidad que aquello le causara a Hyoga, también tenía la cautela suficiente como para no investigar más allá tan cerca de la salida. Lo observó por unos segundos, eso sí. La boss tenía el pelo blanco, casi platino y el traje azul estaba desgarrado en varias partes. Había caído con la cabeza de lado y sus ojos azules estaban empañados y fijos en algún punto de la pared, casi parecían de cristal.

Un escalofrío se adueñó de él y Hyoga sacudió ligeramente la cabeza antes de caminar a paso ligero hacia la salida, repasando en su mente cómo le iba a decir a Shun que no había podido salvar a su hermano. El único consuelo que le quedaba es que aquel maldito capullo engreído aún tenía tres vidas cuando murió. Y había usado una para salvarlo





Airin

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #91: June 30, 2020, 06:23:03 PM »
 hola, vengo a morir con el cerebro exprimido




~+60~


—¿Entonces te vas?

Sephiroth asintió mientras echaba una última ojeada a su inventario para asegurarse de que todo estuviera en orden. A su lado, Airin abrió su omnitool y desplegó un mapa del mundo del juego.

—¿Hoja de ruta? —preguntó la chica estudiando el holograma.

El samurai dejó que las comisuras de sus labios se curvasen en la más mínima expresión parecida a una sonrisa.

—¿Tienes que estar siempre en todos los fregados? —comentó apoyando el codo sobre el hombro de la pelirroja.

—En todos no, —respondió ésta moviendo los dedos dentro y fuera del holograma,— pero no puedo resistirme a investigar.

—Oh, no me digas. —Sephiroth le pellizcó una mejilla, cargado de sarcasmo, pero luego concedió,— Snowbelle, primero. Está cerca de aquí, y de ahí puedo ir hasta Sanctuary sin problema aunque no haya warps.

—Sin problema, —repitió Airin incrédula.

El hombre ladeó la cabeza con un gesto de duda, que sin embargo se despejó enseguida.

—Ah, que tú no lo has visto. —dijo como si eso aclarase todo.

—Me he perdido. —dijo la chica levantando una ceja.— Y tengo un mapa delante.

—¡Exactamente igual que tío Thorin! —la exclamación de Kíli y la consiguiente risita mal disimulada de Fíli hicieron que los otros dos se girasen hacia ellos, el uno con más entendimiento que la otra.

—¿Thorin? ¿Thorin Oakenshield? —la mirada intensa y afilada de Sephiroth cortó de raíz el jolgorio de los hermanos, haciéndoles tragar saliva de forma no sólo metafórica.

—Ahora sí que ya no entiendo nada. —murmuró la chica volviendo la vista al mapa semitransparente.

—Estos dos, —dijo el samurai señalando a los muchachos más jóvenes,— son familia de alguien de quien… he oído hablar. Dentro del cuerpo.

En su mente juzgó que había poca gente en el entorno que no hubiera oído hablar del legendario Capitán Oakenshield, pero eso no tenía por qué contarlo.

—¡Aaahhh! Ya veo. —Airin miró intermitentemente de Fíli a Kíli, sospechando de su repentina seriedad y del tono evasivo de Sephiroth, pero lo dejó estar en favor de seguir con su conversación previa.— ¿Y qué es lo que no he visto?

Sephiroth se llevó la mano izquierda al hombro derecho y tamborileando con los dedos sobre la pieza de su armadura, esta vez esbozó una sonrisa amplia, gatuna y resabiada.

—Presta atención, pequeña soldier.

Y tras decir eso un ala enorme y negra se materializó a su espalda saliendo en efecto de su hombro derecho y extendiendo sus plumas casi con pereza.

Kíli abrió mucho la boca, Fíli se la cerró empujando con una mano bajo su barbilla y Airin retrocedió un par de pasos, entrecerrando los ojos, ladeando la cabeza y arrugando la nariz.

—¿En serio llevas un ala de buitre?

Obviamente, aquella no era la respuesta que el samurai había estado esperando. Su sonrisa se enfrió.

—Son las aves de presa más grandes.

—Carroñeros oportunistas. —la chica se cruzó de brazos, juzgándolo, sin percatarse de la mirada maravillada y llena de estrellas que le dirigía el arquero.

—Depredadores inmunes a prácticamente todo.

—Misma diferencia.

Sephiroth no rodó los ojos pero estuvo cerca de hacerlo. En vez de eso desplegó el ala completamente, en un movimiento lateral repentino y violento, golpeando directamente en la cara de Pip por su lado ciego.
Sus tres espectadores rompieron a reír a carcajadas casi histéricas, agarrándose entre ellos.

—¡¡Phfhfff!! ¡¡Eeehh!! ¡Qué gracioso! Kawensuput… —indignado, Pip se recolocó el parche y recogió el sombrero que se le había caído, sin dejar de mascullar blasfemias entre dientes.

Sephiroth rodó los hombros lleno de satisfacción, y se volvió a guardar su ás VIP en la manga.

—Bueno, vale, tengo que reconocer que eso ha molado, —Airin le palmeó en el brazo mientras se limpiaba el rastro de lágrimas con el dorso de la mano.

—De alguna forma tenía que equilibrar casi dos metros de espada, —concedió el samurai ladeando la cabeza y dejando que el flequillo le ocultase la expresión divertida del rostro.

—¿Entonces? De aquí a Snowbelle, Sanctuary… ¿Y luego? —insistió la pelirroja.

—No tengo plan más allá de eso todavía, pero si quieres te aviso.

—Si porfa. Y mándame mensajes.

Sephiroth accedió a sus demandas aún a sabiendas de que no iba a ser capaz de cumplirlas todas. En realidad los dos lo sabían, pero tampoco había nada malo en aferrarse a algo de normalidad. Haría lo que pudiese, y para Airin sería suficiente porque lo había intentado conscientemente, tuviera más o menos éxito en su empeño. Siempre había sido así entre ellos, la chica apreciaba más el hecho de que se tomase la molestia de hacer algo por ella que de salir con beneficios obvios.
El hombre no estaba ciego al hecho de que con el paso del tiempo y sus propias relaciones personales, había descuidado algo que en su momento había considerado una labor importante para sí mismo, pero a la vez no quería mantenerse al margen sin intentar averiguar qué demonios estaba ocurriendo con aquel juego macabro del que no podían salir excepto muriendo literalmente, y cómo hacer para pararlo.

Era consciente de que como mínimo iba a necesitar establecer una red de contactos repartidos por todo el terreno para controlar qué estaba ocurriendo y de qué manera en casi cualquier momento y cualquier lugar del mapa. Como mínimo. O reunir a su alrededor a cierto número de jugadores con unas redes interpersonales suficientemente extensas. Quizás eso tenía más posibilidades de éxito. Gente como Pip o Ikkaku, con carisma, descaro y capacidad de liderazgo, solían ser del tipo que siempre conocía a alguien en alguna parte.
Pero por muy alta que fuera la torre planeada, todo debía empezarse desde una base.

Por un lado, no estaba seguro de poder poner fin a la locura; por otro, no estaba dispuesto a detenerse, y todos los que le conocían podían dar fé de que era infernalmente obstinado. Ya que había tenido una lista de sorpresas agridulces al encontrar caras conocidas ahí dentro, no pensaba estarse quieto sin llegar al fondo del asunto, y conservar a salvo a todos cuantos fuese capaz de abarcar.

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« Last Edit: August 30, 2020, 11:18:47 AM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #92: July 31, 2020, 04:40:47 PM »
Socorro, quiero terminar este arco.

72.

Habían arrastrado a Dominic hasta una pared y en cuanto lo habían dejado sentado apoyado contra ella, su tótem se había acomodado en su regazo, subiendo lentamente con pereza. El bicho había bostezado y ahora estaba hecho una bola inamovible encima del mago.

No habían pasado ni dos segundos cuando Locke tenía el filo de unas de sus navajas pegada al cuello de Hiksti y Shun se levantó para calmar los ánimos, agarrándose de uno de los brazos de Locke.
Aya se había quedado al lado de Dominic, aunque miraba hacia los demás chicos con algo de ansiedad en sus ojos oscuros.

—Y ahora me explicas qué ha sido lo de antes.

Hiksti tenía las manos levantadas y no intentó moverse más que para hablar.

—Pues estaba tanqueando a los magos para darte tiempo a atacar al boss. —dijo Hiksti, mirando de Locke a Shun, que estaba pidiéndole a Locke que al menos bajase el arma.

—¡Eso no! ¡Ya tenía al otro boss cuando me has atacado! —le acusó Locke, que quitó la daga del cuello de Hiksti pero le empujó por un hombro—. ¿¡En qué mierdas estabas pensando!?

—No lo entiendes. —dijo Hiksti, con tono triste y la cabeza gacha.

—Pues explícamelo porque estoy a punto de provocar un accidente.

—Tal vez pueda explicarlo yo… —se oyó una voz baja, algo rasposa y con tono de incertidumbre.

La daga de Locke se clavó al costado de la cabeza del recién llegado, en el marco de la entrada a la torre.

—¡Ey, ey! ¡Wow! ¡No hace falta tanta violencia! —dijo él, que se había agachado justo a tiempo.

—¡Tú! —gritó Locke mientras Shun se llevaba las manos a la boca.

—¿Jack? —preguntó Hiksti, mirándolo como si estuviera viendo un fantasma.

El susodicho Jack se asomó y tocó la daga, que estaba bien clavada en la pared, haciéndola vibrar. Era nada más y nada menos que el primer boss al que se habían enfrentado. O al menos eso parecía. Ahora tenía el pelo blanco y su sudadera era azul en vez de negra pero seguía cubierta de escarcha.

Jack se giró a mirarlos con una sonrisa pilla y una inclinación zalamera que no pasaba por reverencia por mucho que lo intentase.

—¡El mismo! —saludó antes de añadir:— Creo.

—Jack, ¡Jack! —exclamó Hiksti, aunque el brazo extendido de Locke delante de él le impidió correr hacia su amigo—. ¿Te acuerdas de mí?

Jack se apoyó en su bastón, con un dedo en la barbilla.

—¿Tú padre sigue regalando cervezas? Porque entonces sí que me acuerdo.

Hiksti se desinfló, agarrándose al hombro de Shun para no caerse. Tenía ganas de llorar y de pegar a Jack todo al mismo tiempo.

—¿Alguien puede explicar lo que está pasando? —preguntó Shun y Hiksti señaló a Jack entero con un movimiento de la mano.

—Jack es mi amigo. No es un boss, es un jugador y es mi amigo.

Locke le miró como si estuviera loco y después miró a Jack.

—Pues ahora mismo… es una mascota —les llegó la voz de Aya desde atrás. Cuando todos se giraron a mirarlo se dieron cuenta de que tenía la omnitool activada y en dirección al recién llegado—. O eso dice la lectura.

Locke invocó su omnitool para hacer lo mismo y cuando la pantalla cargó vio que la chica tenía razón. No es que no se fiase de ella, pero necesitaba verlo con sus propios ojos.

—¿Pero qué mierda?

—No entiendo nada. —dijo Shun, parpadeando confuso.

—A mi no me preguntes, recuerdo haberme conectado y estar aquí farmeando y ya está.

Cuando Hiksti le preguntó la fecha del último día, la respuesta les dejó claro que le faltaba una semana de memoria, justo cuando los mensajes de texto que le mandaba a Hiksti habían empezado a escasear.

—Te has perdido muchas cosas —le dijo Hiksti mientras Jack ladeaba la cabeza aún más—. Y no son buenas noticias, pero me alegro de que estés bien.

Locke suspiró y bajó el brazo que tenía extendido, después se acercó a Jack con una mirada de sospecha.

—¿Estás seguro de que es él y no una trampa? —preguntó, sacando su daga de la pared y volviéndola a meter en el inventario.

Jack le sonrió y se encogió de hombros.

—Sé lo que sé, pero no tengo ni idea de lo que no me acuerdo.

Hiksti se había ido acercando y le agarró de la nuca antes de juntar sus frentes. Jack se rió mientras Hiksti le apretaba con fuerza el cuello.

—Sea lo que sea lo averiguaremos juntos. —le dijo el mecánico con los ojos cerrados.

—¿Qué está pasando aquí?

Hiksti abrió los ojos al mismo tiempo en el que Jack se giraba hacia la voz. Hyoga tenía los brazos levantados y un hechizo de hielo a punto de terminar le congelaba los dedos, dejando rastros de vapor en el aire.

Hiksti levantó una mano despacio hacia él, con gestos tranquilizadores, intentando escudar a Jack con su cuerpo. Hyoga parecía dispuesto a atacarles de todas maneras.

—¡Hyoga! —saludó Shun, acercándose con una sonrisa feliz en el rostro—. ¡Estaba preocupado!

Hyoga lo miró con un sentimiento en sus ojos que Shun no supo muy bien cómo catalogar. ¿Confusión, dolor? ¿Arrepentimiento?
Fue entonces cuando Shun se dio cuenta de algo.

—¿Dónde está mi hermano? —pregunto Shun. Hyoga dejó caer las manos un poco, el hielo empezó a desaparecer de sus dedos.— ¿Y mi hermano?

La plaza del último piso de la Torre de la Insolencia estaba bien iluminada y a Shun le costaba ver los cambios de expresión de Hyoga, arropado por las sombras del interior. Fue por eso que tampoco vio la figura que estaba acercándose a Hyoga por detrás, en silencio. Una mano blanca se levantó hasta agarrarse del hombre de Hyoga que se dio la vuelta y volvió a levantar las manos.

La chica que le había tocado se apartó, con los ojos muy abiertos.

—¿Quién eres, qué está pasando? —preguntó ella, con un tono que demandaba respuesta. Entonces se tocó la sien, apretando los dientes—. Me duele la cabeza…

—¿Pero qué? —preguntó Hiksti y Jack se asomó desde atrás de él.

—¡Ey, Reina! —saludó con una mano en alto y una sonrisa contenta en los labios—. ¿Te acuerdas de mí?

La boss parpadeó y gruñó un poquito. Jack se giró a mirar a Hiksti.

—Creo que sí que se acuerda de mí.

Hiksti rodó los ojos y Jack se encogió de hombros, poniéndose las manos detrás de la nuca. Su vara se quedó de pie, ahí tan tranquila.

—Jack, ¿qué has hecho esta vez, dónde está mi hermana?

—¡Ey, yo no he hecho nada! —replicó Jack.

—Yo ya no quiero saber nada. —dijo Locke, dándose la vuelta para ver que tal estaban Aya y Dominic.

Mientras los dos ex-bosses se dedicaban a reñir, Hyoga caminó despacio hacia Shun, tirándose del cuello de borreguito para separarlo un poco de la piel.

Shun se llevó un puño al pecho, esperando aún la respuesta de Hyoga, que se paró delante de él y le miró con cara triste. Shun tomó aire y se llevó las manos a la cadera.

—Está bien. ¡Está bien! —dijo antes de dejar salir el aire de golpe y mirar hacia otro lado, con los ojos clavados en las nubes encima de ellos—. ¿Teníamos tres vidas, verdad? No está muerto de verdad.

Hyoga levantó la mano y la dejó cerca del hombro de Shun, al final le dio un golpe suave con el puño en el hombro.

—Estará abajo, quejándose. Seguro.

Shun se rió y se llevó el puño a los labios, notando los ojos húmedos pero sin querer reír.
Locke empezó a hacer el recuento y fue entonces cuando preguntó.

—¿Dónde se ha metido Neko?


Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #93: August 30, 2020, 08:34:27 AM »
Ya falta pocoooo.

73.

Neko había perdido la cuenta de las misiones que habían hecho ya en Rift of Heaven, lo que sí sabía era cual estaba haciendo en ese momento. La que menos le gustaba: Proteger la Torre central de veinte malditos, enormes y muy, pero que muy bien musculados ángeles en diminutos ropajes y casi inexistentes armaduras.

—¡Que te quedes quieto! —gritó Anir mientras daba un golpe al aire y Atom le asestaba un derechazo al ángel más cercano—. ¡Seis!

Otro ángel se deshizo en píxeles después de un abrazo cariñoso de Baymax y Hiro gritó que llevaba siete.

—¡Aún quedan siete más! —recordó Anir, que los tenía a todos localizados con sus bots.

—Je, je… ¿que te apuestas que mato más que tú? —le preguntó Hiro, dejándose caer a su lado.

Neko le miró con una ceja levantada y arrugó la nariz.

—Vale, cuando gane cogeré lo que quiera de tu inventario.

—¡Hecho! —respondió Hiro, dándole una palmada en el hombro, aunque su sonrisa se borró de inmediato—. ¿Cómo que cuando gane?

Neko le miró con los ojos entrecerrados y luego sonrió. Y su sonrisa no prometía nada bueno, al menos no para Hiro. Anir levantó una mano y chascó los dedos. Un segundo después las bombas empezaron a explotar y Hiro abrió la boca, sin creer lo que estaba pasando.

—¿¡Los tenías trampeados!? —exclamó mientras las explosiones se sucedían a su alrededor—. ¿Y a qué Santo estaba yo pegándome con ellos?

—Encima de que te dejo ganar experiencia… —contestó Anir, mirando su omnitool para ver si todos habían muerto—. En serio que ahora son más fáciles de matar. Antes les habría hecho algún que otro rasguño con las bombas, pero han muerto cuatro yo.

Hiro parpadeó y de repente salió volando.

—¡Me pido los otros tres, empate! ¡No me robas nada!

Neko rodó los ojos, pero le dejó hacer con una sonrisita entretenida. Fue entonces, mientras miraba su omnitool, que recibió un mensaje. Neko levantó una ceja al ver el nombre del remitente: notathief. ¿Locke ya había salido de la Torre de la Insolencia?
Anir se resguardó bajo el porche de la puerta principal de la torre que estaban defendiendo y le dio a play.

—¿Dónde estás? Hemos salido ya de la Torre. Tenemos bajas.

Bajas. ¿Quién habría muerto? Neko supuso que alguno de los chicos de nivel más bajo, aunque no podía descartar a nadie.

—Estamos en el Rift of Heaven. Tengo al chico conmigo. —envió mientras veía caer a dos de los ángeles en su monitor. Sólo faltaba uno.

Anir estaba pensando si matarlo o no, sólo por molestar al renacuajo, cuando le llegó otro mensaje de parte de Hiksti.

—¿Estáis bien? Hiro no me contesta. —escuchó la chica, haciéndole reír un poco.

—Sí, sí. Tu hermano se está pegando con un ángel, pero no te preocupes, les han bajado el nivel, no sé por qué.

De fondo se podían oír los gritos de euforia de Hiro, que volaba en remolinos en ese momento. Neko llamó de vuelta a Atom, decidiendo que Hiro podía quedarse con el último Divine Angel y luego buscó a ese maldito npc con la mirada.
Cuando no lo vio, Anir se llevó las manos a la boca y tomó aire antes de gritar.

—¡Non Playing Character!

El ángel se materializó detrás de Anir en un santiamén.

—Prefiero Heavenly Rift Guide Arushinai, si no te importa.

Anir se rió un poco y se llevó una mano a la barbilla, ladeando la cabeza para mirar hacia Arushinai, así de reojo.

—¿Tú antes no eras un enano?

El guía se llevó una mano enguantada a la banda metálica que le cubría el cinturón de Adonis y poco más. Cambió el peso de pie, ladeando la cadera.

—Bueno, desde que empezamos a existir hasta ahora hemos sido cambiados poco a poco según las necesidades de nuestro amado padre, el Game Master —empezó a explicar el npc—. Nuestros requisitos se ajustan, nuestras apariencias cambian. Todo para hacer la experiencia del jugador más dinámica, mejor…

Anir le miró con cara de palo.

—Tú antes eras un enano.

Arushinai apretó los labios, que era lo poco que se podía ver de su cara.

—Antes era un enano. —afirmó.

Neko sonrió y se apartó un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Verás, mis amigos ya han salido de la Torre de la Insolencia y nosotros llevamos aquí horas. —Anir le metió un montón de énfasis a la palabra, a ver si así el guía se daba cuenta de lo harta que estaba— ¡Horas! Se supone que cada grupo puede hacer una quest y yo ya no sé cuantas llevamos.

—Diecisiete. —contestó el guía.

—Diecisiete… bien. ¿Nos podemos largar ya? —y añadió con la voz más dulce con la que pudo canturrear—. No te olvides de nuestro drop.

—Bien, en cuanto acabéis esta, me parece justo. —contestó el guía.

Hiro gritó de forma triunfal antes de gritar diez y Arushinai chistó antes de suspirar.

—Por favor, volved pronto.

Neko se encogió de hombros.

—Es posible ¿Quién sabe?

De repente, un montón de objetos empezaron a caer en su inventario y el guía extendió sus alas y señaló hacia el cielo.

—¡El emperador está satisfecho, este es vuestro pago! —y se llevó la mano al pecho, en una pequeña reverencia—. Los cielos os han bendecido.

Después todo se convirtió en luz blanca y para cuando Anir pudo volver a ver, se dio cuenta de que estaba en el interior de algún edificio. Las paredes le eran familiares.

—¡Neko! ¿Te has muerto?

Anir parpadeó mientras Hiro gritaba y daba puñetazos al aire. Milo la estaba mirando preocupado.

—¡Estamos fuera, fuera!

Yuzuriha se puso mejor la bufanda y Watari dejó caer sus cartas. Monica y Max se miraban entre ellos y a un lado Ikki, que estaba tumbado en el suelo, se incorporó.

—Ay madre, que nos ha echado fuera el capullo —dijo Anir, bajando de la plataforma, señalando a Ikki—. ¿¡Te han matado!?

Ikki apretó los labios y se volvió a tumbar, cerrando los ojos. Anir simplemente esperaba que los números cuadrasen para que todo el mundo pudiera bajar.


Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #94: September 30, 2020, 05:11:24 PM »
74.

Locke miró al grupo entero, haciendo recuento mental de cuantos eran: ocho. Y aún faltaban Neko y el chiquillo por llegar. Iban a tener que planear muy bien la salida.

—No, espera, ese tipo es una mascota ahora… —murmuró Locke para sí mismo, llevándose la mano a la barbilla mientras fruncía el ceño.

—¡Dominic se está despertando! —avisó Aya, que estaba agarrando a su compañero de las mejillas—. ¿Estás bien?

—Hmm… ¿qué ha pasado? —quiso saber Dominic.

—Te has quedado sin puntos de magia y estás agotado, pero estamos todos bien.

Hubo otro momento de confusión cuando Dominic vio a los bosses, pero no tardaron mucho en aclarar el entuerto.

—¿Entonces podemos bajar ya? —preguntó Dominic, abrazando a su tótem.

—Primero tenemos que esperar a que Neko y Hiro bajen de Rift of Heaven. —señaló Hiksti, mirando la bandeja de entrada de sus mensajes—. ¿Por qué no han bajado aún?

—Estaban acabando una misión, dales un poco de tiempo. —recordó Locke, rodando los ojos.

Hiksti asintió con la cabeza, mordisqueándose los labios. Tenía cara de estar calculando y Locke supuso enseguida el qué.

—Somos ocho. —le oyó decir y Locke le dio una patadita en el pie.

—Tu amigo es una mascota ahora mismo.

—Ya, pero…

Ping.

Hiksti miró hacia su brazo, donde su omnitool seguía activada. Ping, ¡ping!, sonaba el cacharro con insistencia.

—Estamos abajo. La mierda de Guardián ese nos ha sacado de la Torre. ¿Estáis bien? —leyó Hiksti en alto y miró alrededor, haciendo contacto visual con todos y cada uno de los presentes—. Entonces… Anir y mi hermano están abajo.

—Eso nos deja a ocho aquí arriba… —comentó Hyoga, cruzándose de brazos.

—Siete, él es una mascota. —apuntó Aya, que había sido la primera en darse cuenta.

—¿Una mascota? —preguntó Dominic, que seguía sentado en el suelo, un poco desubicado.

—Eso parece. —respondió Jack, encogiéndose de hombros.
—¿Y tú? —fue la pregunta de Shun que tomó por sorpresa a todo el mundo, haciendo de la Reina de Hielo el centro de atención—. ¿Tú también eres una mascota?

—¿Por qué tendría que serlo? —dijo ella con expresión preocupada, agarrándose una mano con la otra.

Su actitud no se parecía en nada a lo que habían visto hacía sólo unos minutos.

—Pues estaría de lujo, porque así seríamos seis y podríamos bajar todos tranquilos —dijo Jack, sonriendo de oreja a oreja—. No es mala opción. ¿Verdad, Reina?

La chica rodó los ojos y se cruzó de brazos, mirando hacia la baranda de piedra que los separaba de una caída mortal.

—Sí, supongo…

—¿Alguien tiene un… Cristal del Corazón Congelado? —preguntó Aya de repente.

—No me suena ese drop —comentó Locke, aunque empezó a mirar en su inventario—. ¿Para qué lo quieres?

—Es lo que me dice la BIO de IceQueen que necesito para atraparla y hacerla mi mascota.

—¿Un qué? —preguntó ella, ahora interesada.

—Cristal del Corazón Congelado —contestó Hyoga—. Lo tengo, me ha caído antes de que… nos separásemos.

—¡Oh! ¿¡Cuál es el mío, cuál es el mío!? —exigió saber Jack, emocionado.

—Cristal del Espíritu Congelado. —contestó esta vez Shun.

—Cómo mola, ¿no? ¿Alguien lo tiene?

Hiksti levantó la mano.

—Me lo han dado cuando, eh, cuando la hemos derrotado —explicó, suavizando lo que en realidad iba a decir mientras señalaba a IceQueen con un movimiento vago de la mano—. Te lo voy a echar.

—¡Tíramelo! —le respondió Jack, haciendo desaparecer su bastón.

Jack flexionó las rodillas y levantó las manos, como preparándose para coger una pelota o un frisbee.
Hiksti se rió entre dientes antes de lanzarle el objeto, que se incrustó en su pecho antes de hacer aparecer un montón de cristales azules y blancos a su alrededor, congelando el suelo con escarcha fresca. Después, el cartelito de “¡Conseguido!” brilló encima de Jack, que aplaudió antes de ir hasta Hiksti para echarse en sus brazos.

Hyoga miró a su alrededor y le preguntó bajito a Aya si quería el cristal. Aya asintió feliz, pero cuando Hyoga lo intentó vio que el objeto era intransferible.

—¿A qué esperas? —preguntó la antigua Boss de Hielo, dejando caer los brazos y echando los hombros hacia atrás, con la barbilla bien alta.

—A nada, supongo. —comentó Hyoga, mirando el cristal que tenía entre los dedos, pensando qué hubiera pasado si no le hubiera tocado ese objeto.

Negó con la cabeza, cerró los dedos encima del cristal y lo lanzó con fuerza hacia la chica. El cristal se clavó en su pecho y IceQueen se llevó las manos hasta ese lugar, con los ojos bien abiertos.

Poco después la explanada entera se llenó de cristales azules y copos de nieve congelados en suspensión, que desaparecieron en volutas de luz mientras sonaba la musiquita de victoria.
IceQueen todavía tenía la mano sobre el pecho cuando el brillo azul desapareció y Hyoga ladeó la cabeza, mirándola con una expresión neutra que era capaz de poner nerviosa a mucha gente. Pero no a ella.

—Hecho —dijo IceQueen—. Nos podemos ir.


Airin

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #95: September 30, 2020, 06:48:32 PM »
Me autoquoteo el formato de mis propios posts y por eso a veces me salen churros con el número de aporte equivocado?  SI
dos temblores en mi región en menos de 1h? temporada spooky, begin! :v
OK EDIT: VAN TRES, POR FAVOR YA, QUE ME MAREO EN TODO LO QUE SE MUEVA, INCLUIDO EL SUELO orz


~+62~


—Soy un adulto mayor de edad y tu no eres mi tutor legal, no necesito que me des permiso.

Nyx frunció el ceño y soltó el abrazo con el que mantenía al muchacho apretado contra él para agarrarlo por los hombros, y agitarlo. Con un poco de saña, a ver si así esas dos únicas neuronas que parecía tener a veces le chocaban y hacían contacto.

—¿Pero tú estas tonto?! —exclamó preocupado y exasperado a partes iguales.

—Aahh… —el rubio se llevó una mano a la frente y puso la otra contra el pecho del mayor, apartándolo un poco más.— Ni siquiera me has oído aún.

—No tengo que escucharte para saber cuando tu idea brillante va a ser un desastre, te lo veo en la cara.

—¡Venga ya Nyx!

—Como los brownies en taza. ¿Te acuerdas de los brownies en taza?

—¡No fue mi culpa que explotasen! —Prompto negó con la cabeza, abriendo mucho los ojos con indignación.

—No, claro, lo hizo un mago —contestó Nyx sardónico, llevando una mano a su flequillo rubio y estirando hacia abajo como recriminación.

—¿Vas a recordármelo siempre?

—Pregúntale a Libertus por la cerveza destilada en casa. —dijo por toda respuesta.

Prompto rodó los ojos con hartazgo sin querer sonreír, aunque era una anécdota de las andanzas de su vecino previas a formar parte de las fuerzas de la ley y el orden que nunca fallaba en provocarle carcajadas y agotamiento de músculos abdominales.

Los ruidos de estática crujieron en el auricular de Nyx que conectaba con la frecuencia que estaba usando su jefe.

—¿Ulric? —escuchó la voz profunda de su capitán.

—En el sitio, con el chico. —contestó Nyx.— Parece que esto está realmente vacío salvo por nosotros dos. Y la gente que sigue en las cápsulas.

—De acuerdo, estaré allí en seguida, tengo que encargarme de un asunto pero puedo hacerlo en el coche, dame unos diez minutos más o menos. 

—Vale jefe, ¿hago reconocimiento del lugar?

Tras unos segundos en los que sólo se pudo escuchar pasos, la voz del capitán sonó de nuevo.

—Si, asegúrate de que el resto del local esté… bueno, iba a decir vacío, pero ya me entiendes. Si hay alguien más en condiciones de que nos pueda dar un testimonio, reténlo. Cualquier otra cosa, estáte atento al canal privado.

—¿Al privado? A la orden. —Aquello lo descolocó, y se levantó arrastrando consigo al muchacho rubio.

Nyx cortó la comunicación de la llamada, pero abrió la línea privada con Thorin, para poder estar pendiente sin que hubiera un registro oficial rastreable. Llevar una investigación por un canal privado normalmente significaba que las cosas no deberían estar en sus manos, sino en las de otra gente concreta y muy probablemente comprometida de alguna forma. Si ya era una situación difícil de creer, tenía la sensación de estar al borde de un estanque de paranoia, metiendo los pies poco a poco y preparándose para darse un baño y zambullirse por completo. Nyx no quería coger la sombra de una sospecha sin base, aún sin precisar, y echar a correr sin rumbo con ella. Ya había suficientes pollos sin cabeza dando vueltas por ahí, gracias.

Pasó el brazo por encima de los hombros de Prompto.

—Vas a tener el dudoso honor de echarme una mano, compañero.

—¿Qué tengo que hacer? —preguntó el chico sin titubear.

De verdad que para Nyx no era físicamente posible quererlo más.


Thorin marcó uno de los números que se sabía de memoria, y esperó de nuevo a que diera señal. Un tono, dos tonos, tres tonos. Se puso el abrigo sujetando el aparato entre el hombro y la oreja, pero el ‘tuuut’ intermitente continuaba sonando sin que nadie descolgase.

Apretó la pantalla táctil para cancelar la llamada, y probó con otro contacto.

El número solicitado está apagado o fuera de cobertura en este momento… —le informó una voz robótica y artificial con una expresión demasiado falsa y alegre.

—Ni que fuera algo raro. —gruñó Thorin entre dientes mientras esperaba el ascensor. Por algún extraño misterio del universo Kíli siempre acababa con el móvil sin batería y sin darle importancia. 

Volvió a probar con el mayor de sus sobrinos, aunque ya estaba seguro de que tampoco tendría suerte. Fíli solía poner el móvil en silencio por la noche, y a esas horas era más que probable que estuviera ya en la cama. Pero lo que no era habitual es que no devolviera la llamada. Tenía la costumbre de dejar el aparato cerca de la almohada y tantos intentos seguidos habrían acabado por despertarlo.
Pero para eso primero debía estar en condiciones de despertarse.

Entró al coche, cerró la puerta, se puso el cinturón, y agarró el volante con ambas manos, apretando hasta que sus nudillos quedaron prácticamente en blanco. Respiró un par de veces con profundidad antes de arrancar y salir en dirección a las salas de juego. No dejaba de llamar a sus sobrinos, primero a uno y luego a otro, pero a pesar de ello seguía sin obtener respuesta.

El número solicitado está apagado o fuera de cobertura en este momento…

A veces Thorin odiaba su instinto de perro viejo y esa condenada manía que tenía de llevar siempre la razón; deseaba que por una vez no fuera así.


.

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #96: October 31, 2020, 06:04:00 PM »
back on track. orz


~+63~


—¿Entonces?

—Seh, yo creo que se puede. —Ikkaku se frotó la barbilla, entrecerrando los ojos.— Ahora que somos seis, y teniendo un porcentaje de niveles más altos, no es algo descabellado.

El ninja resopló por la nariz ahogando una risita ante la pulla auto-infligida de forma completamente involuntaria.

—¿Qué?

—Nada, que tienes razón. —corroboró mordiéndose el labio para aguantar la sonrisa, que se contagió a Kíli, quien se agachó fingiendo que se ataba bien las botas.

El lancer miró con sospecha a su compañero, pero intuyendo cansancio mental a la vuelta de la esquina, lo dejó estar.

—¿Entonces...? —comenzó de nuevo Airin, dándole una patadita traviesa al arquero y mirando el mapa del mundo desplegado en la pantalla de su omnitool,— ¿A Glastheim primero?

—Si, ¿no? —Fíli le pasó el brazo por los hombros a la pelirroja y se acercó un poco al holograma.— Nos pilla de camino hacia Themyscira para que él pase de lancer a dragoon, y a lo mejor con un poco de suerte puede que tú consigas llegar a pasar la quest de knight.

—¿Dónde se hace? —preguntó Airin arrugando la nariz. Era cierto que no le quedaba mucho para cambiar de nivel.

—De Glastheim, bajando hacia el sur este, cerca de la punta más interior de la bahía de Palanthas, en unas ruinas que hay junto a una laguna.

—Oh, es verdad, tú la has tenido que hacer antes.

El knight le estiró suavemente de un moflete a pesar de las protestas de la chica, y palmeó la cabeza de su hermano, haciendo que se levantase por fin.

—De ahí todo lo demás creo que nos queda al oeste, pero esta vez que el VIP nos invite a warps, porque yo no pienso hacer otra ruta de travesía escénica por las montañas.—dijo Fíli recordando las malas experiencias anteriores que habían estado a punto de acabar de forma más bien trágica.

—No jodas que os cruzásteis las montañas a pie. —el rubio asintió ante la sorpresa de los dos miembros más nuevos y el ninja frunció el ceño.— Pero si hay una llanura de paso entre Prorencia y Lavender Town… Ah! Mierda, ya caigo.

Yumichika estuvo a punto de que le entrasen los sudores solo de acordarse del bicho al que habían tenido que enfrentarse ellos dos a solas. Ikkaku lo miró de reojo, y se giró a los demás.

—Pues aún hicisteis bien, nosotros nos encontramos con un Khorkhoi y no fue bonito.

—¿Un qué? —poniéndose pálida Airin agarró el brazo de Kíli con fuerza, y el arquero se encogió un poco.

—¿Qué es eso?

—Es un gusano, gigante. —resumió la chica uniéndose al club de escalofríos en el que se había instalado el ninja.

—Un khorkhoi, —empezó a explicar Pip con gesto de asco apropiadamente impresionado,— es una especie de gusano gigante con dientes del tamaño de un hombre, que suele pulular por la zona chunga entre Mos Eisley y Rabanastre. He oído las historias de terror que circulan de guild en guild sobre encontronazos por el desierto con esos bicharracos.

Los tres integrantes más jóvenes de la party se acercaron entre ellos hasta apretujarse casi por instinto.

—La primera noche que acampamos juntos nos atamos a las ramas de un árbol porque Airin insistió, —Kíli tragó saliva discretamente.

—Porque no me fío de nadie, ¡he visto muchas películas de terror y sé cómo funcionan!

A Ikkaku se le escapó una risotada, y restregó los nudillos por el flequillo de la pelirroja aligerando sin darse cuenta el ambiente que se había ido tensando.

—¡Mente brillante, p’arriba y p’alante! Venga chavales, a subir de nivel.

—Pues vamos tirando. —Pip apagó el cigarro, se puso de nuevo el parche en su sitio y se ajustó el sombrero.— ¿A pata o en ruedas?

—¿En ruedas? —preguntó Yumichika mirando de hito en hito.

—Ooohhh… vale, pues te explico.




Mientras caminaba alejándose de las inmediaciones de la ciudad, Sephiroth se recogió el pelo en un moño algo chapucero pero lo suficientemente firme como para aguantar el combo de baches y velocidad sin deshacerse, intentando evitar que le golpease en la cara mientras conducía.
Cuando creyó estar fuera de la vista general pero con salida al camino, desplegó el panel de su omnitool, buscando entre los objetos de su inventario.

—Debería de estar por aquí… —refunfuñó el hombre desplazando la vista del holograma.— ¡Ah!

Con un comando de atajo rápido se aseguró de tener todo en orden, y sacó a su alcance una enorme motocicleta grisácea. Sephiroth frunció el ceño al ver la cantidad de mugre que la cubría, sin recordar cuándo había sido la última vez que la había usado. Si Cid hubiera visto el estado en que la había guardado, le habría dado tal patada en el trasero que lo hubiera puesto en órbita. Recordaba las indicaciones que le había dado su cuñado cuando le enseñó a conducir siendo él aún un crío sin haber acabado la academia.

—Bueno, a ver si me acuerdo de cómo se hacía esto... —murmuró con duda, montando sobre el vehículo y probando el arranque. Supuestamente, montar en bici era algo que no se olvidaba nunca. Ir en moto debía de ser algo parecido.

Después del primer latigazo de velocidad, apenas le hizo falta tiempo para retomar la soltura que había tenido previamente.


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~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #97: October 31, 2020, 10:08:25 PM »
Luken se preguntaba qué le había llevado a seguir a ese muchacho.

La respuesta más obvia era que le caía bien a Rosie y bueno, si alguien le gustaba a Rosie, por fuerza tenía que gustarle a él también.

La otra, menos obvia, era que el chaval le daba algo de lástima. Se había presentado como N, alto y educado, y con una sonrisa triste. Le había contado lo que había ocurrido en Ding Dong Dell, y el BeastHunter a su vez le habló escuetamente de lo ocurrido en Rabanastre.

Luken no era una persona a la que llamarían buena o caritativa. Muchos insistirían más bien en lo contrario, que pese a su rostro agraciado era un ser vil y retorcido. Él les daría la razón de pleno. Pero eso no significara que, al ver al chico a punto de llorar mientras acariciaba a Rosie en ese banco, no se hubiese conmovido un poco.

Era por eso que había accedido a acompañarle hacia el bosque, hacia su cabaña. Había caído la tarde y el atardecer teñía las hojas de los árboles, normalmente de verdes, de un dorado intenso, casi dándoles un resplandor propio. Habían estado charlando, con Rosie en brazos de N, hasta que el BeastMaster parecía haber olvidado un poco su tristeza.

—Así que tu eras el Cazador Verde, ¿eh? —Comentó Luken —. Quien lo iba a decir. Te ganaste muy mala fama atormentando a los jugadores de esta zona, ¿sabes? —Se rió, entretenido —. Nadie quiere venir a levelear por aquí.

N imitó el gesto, moviéndose con pasos más alegres, como un bailarín sobre la hierba.

—Es su problema —dijo, con tono más alegre del que hubiese debido, quizás. A Luken no le molestó —. Aunque no he matado a nadie desde el encierro. Mis compañeros dijeron que no estaba bien. Ellos también vinieron aquí.

—Tus compañeros… ¿tu Party en Rabanastre?

El BeastMaster asiente. Le ha hablado de ellos. La Samurai faltona. La Black Mage mandona. El Warrior gruñón. El raro y callado Alchemist. y su amiga Merchant. No tardaron mucho en llegar a la cabaña, el tocón de un viejo y gran árbol que había sido rehabilitado como hogar.

Sin embargo, al llegar a la puerta, N se quedó paralizado, dejando atrás el poco carácter risueño que había logrado recuperar.

—Alguien ha entrado en mi casa —. Exclamó, en un susurro, con el mismo tono de un niño que se da cuenta de que alguien ha estado tocando sus juguetes sin permiso.

—¿Cómo? —preguntó Luken, extrañado.

—Esto no estaba —señaló a una guirnalda en forma de pluma adornando el marco de la puerta. — Ni eso —Un taller de oficio montado frente a la entrada —. ¡Ni eso! —A la ropa tendida bajo la ventana.

Luken siguió su dedo con confusión y una mano en la cintura, Rosie correteando hacia él y dando vueltas alrededor de sus pies.

—Pues no sé, chico. ¿Quizás haya sido…?

No tuvo tiempo de terminar antes de que N fuera a pasos largos hacia la puerta, abriéndola de golpe. Su refugio estaba más o menos igual, con los muebles en su sitio, aunque con evidentes señales de que alguien había estado ahí. La ropa secándose frente a la ventana, los platos de comida vacíos, las sábanas nuevas y, sobretodo, al chico sentado en la mesa al centro, que giró el rostro en su dirección al escuchar el ruido.

Un bardo, de apariencia no mucho mayor que el BeastMaster, con un cabello de rojo intenso y las mejillas pecosas hinchadas con el bol de fideos que se estaba comiendo. Ambos se miraron largo rato.

—Tú. —El tono de N era glacial —. ¿Qué haces en mi casa?

El bardo pareció sospesar sus opciones en silencio. Luego levantó una mano, como pidiendo tiempo y apartó la cabeza para terminar de tragar. Cuando volvió a levantarla, lucía una ancha y blanca sonrisa.

—¡Hola! —les saludó con gesto amistoso y una ancha sonrisa. —Me llamo Kvothe, y antes de que me digas algo, te puedo asegurar que todo esto tiene una explicación.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #98: November 30, 2020, 06:11:45 PM »
75.

Los supervivientes de la Torre habían bajado para reunirse con el grupo entero. Shun había corrido a abrazar a su hermano y Milo se había echado encima de Hyoga antes de levantarlo por la cintura y darle un par de vueltas.

—¡Hijo mío!

IceQueen se había cruzado de brazos, levantando una ceja hacia su nuevo dueño.

—Deja al chico en el suelo, los demás también lo queremos abrazar. —dijo Crane, que al final sólo le palmeó la cabeza mientras Neko le daba una palmada en el hombro.

Hyoga sonrió, contento con la bienvenida. Después, sus ojos se cruzaron con la mirada intensa que Ikki le estaba echando, aún con Shun colgado del brazo mientras SleepingBeauty y DeadEnd le ponían al día.

Monica, Max y Watari estaban hablando con Hiksti, Jack y Hiro unos pasos más allá. Neko suponía que los dos hermanos tenían mucho de lo que hablar entre ellos.
Y estaba el tema de las mascotas. Lo ideal sería averiguar qué les había pasado. ¿Cuánto recordarían?

—¿Y ahora qué, jefa? —preguntó Locke, apoyando el codo en el hombro de Neko, que levantó una ceja antes de mirarlo.

—Ahora nos vamos.




Habían tenido que repartirse en cuatro coches, pero con tanto mecánico en el grupo, tampoco había sido difícil encontrar vehículo extra y conductor.

—¡Puedo conducir o ir volando en B-Max! —había asegurado Hiro mientras Hiksti señalaba el interior de su coche—. Tampoco vamos lejos.

Hiksti había abierto la puerta del copiloto y había levantado una ceja.

—Date prisa antes de que te robe el asiento Jack.

Hiro había chistado, pero había acabado corriendo al ver que Jack estaba muy contento con la idea de ir delante.

Por su lado, Neko había insistido en invitar a la recién llegada al asiento de copiloto.

—Te conozco. —le había dicho después de arrugar la nariz.

—Eso me han dicho… —había murmurado Elsa, sentándose lo más modosita que podía en el coche.

—No, de antes de que te tiñeras de negro, no te había reconocido. Eras amiga de Tanlaus. ¿No sabrás dónde está, verdad?

Ella negó con la cabeza y clavó su mirada en sus propias rodillas, crispando un poco los hombros.

—No… tampoco me acuerdo muy bien de quién es. Lo siento.

Neko negó con la cabeza mientras la suave voz de Milo cantando llenaba el automóvil.

—Tranquila, ya aparecerá.

En el tercer coche, Locke había echado la cabeza hacia atrás en su asiento y se había quedado dormido al instante. Mientras tanto, Max y Monica mantenían una conversación  a susurros para no despertarle.

En el último coche, Watari estaba de morros porque al ir el último de la cola no creía que le dejasen correr. Ikki estaba de brazos cruzados a su lado mientras Shun y Dominic se habían dormido cada uno contra una ventanilla.

Aya suspiró.

—Bueno, ¿de qué queréis hablar? —había preguntado la chica, sin esperanzas de una conversación demasiado animada.

—Ahora que lo dices… ¿quieres ver unos videos muy interesantes de la última dungeon en la que estuve? —preguntó Watari—. Hay un número de música y todo.

Si Neko se enteraba, probablemente acabaría de nuevo en el interior de Equipaje, pero todos necesitaban reír un poco después de lo que habían pasado. Y Hyoga estaba super cuqui con pantalones cortos.




La bandeja de entrada de Neko estaba que ardía, así que la había revisado nada más bajar del coche. Muchos de los mensajes eran de GoldenLion, aunque no todos. Empezó a contestarlos con una sonrisita apoderándose de sus labios mientras entraba a la posada de Snowbelle.

La idea era parar a repostar, hacer noche y planear qué hacer después. El grupo estaba bastante animado para haber salido de una dungeon con varias muertes a sus espaldas —tal vez la perspectiva de comer y dormir en un lugar cómodo les había puesto de buen humor— y Neko empezó a quedarse atrás poco después de entrar por la puerta de la taberna.
Sus compañeros ya habían juntado varias mesas para sentarse todos juntos cuando Anir levantó la vista y vio a alguien ajeno a su party de espaldas, pagándole algo al tabernero. Anir frunció la nariz. Aquel ratio hombros-cintura lo conocía demasiado bien y el moñete en lo alto de su cabeza le era muy, pero que muy familiar.

—No puede ser… —murmuró antes de hacer desaparecer la omnitool.

Ni siquiera sabía si jugaba o no, pero… la manera de moverse. Era él, estaba segura. ¡Tenía que ser él!

Neko sacó una sola moneda dorada de su inventario y la echó hacia el hombre extraño. Rebotó en su bota rodando un poco más allá.
El hombre miró al suelo y luego se giró un poco para seguir el trayecto de la moneda con la mirada. Aquella nariz… Ya no cabían dudas.

Anir levantó la mano y señaló con un dedo acusador al otro jugador.

—¡Brujero!

Y Sephiroth levantó la cara, clavando sus ojos verde pálido en los de su sobrina.

—Vaya. Hacía mucho que no te veía, Anir.


Shruikan

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #99: November 30, 2020, 07:44:24 PM »
Aporte de hablar, buh buh

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—...y la actuación de la soprano fue catastrófica; no es que cantase mal, entiéndeme, pero no había nada de entusiasmo en su canción. Se notaba sobremanera que no estaba metida en el papel, ¡no había pasión ahí!

Gesticulaba animadamente en el aire mientras hablaba, lo cual era un tanto preocupante teniendo en cuenta la velocidad a la que conducía (Artoria se aseguró de tener su cinturón de seguridad bien abrochado). Su malhumor había quedado momentáneamente olvidado cuando vio la oportunidad de hablar de la última ópera que se había estrenado en la ciudad una que, por lo que parecía, había visto muchas veces en distintas ocasiones, las suficientes como para poder compararlas.

—No lo sabría decir —respondió ella, educadamente —. Nunca me ha interesado la ópera especialmente.

—¿Ni aún cuando estás casada con la familia dueña del Liceo y del Gran Teatro? —parecía sorprendido, si no indignado, por tamaña revelación. Artoria se rió un poco sin pretenderlo.

—Pues no. No fue por eso que me casé con Gwyndolin.

Génesis le lanzó una mirada de reproche e hizo un claro esfuerzo por morderse la lengua antes de devolver la atención a la calle. Por suerte para ellos aún era demasiado tarde (o temprano, según como se viese) para que hubiera mucho tráfico. Artoria se preguntó si al detective le llegaban multas por exceder el límite de velocidad pese a ser policía.

—¿Puedo preguntar en qué necesitas mi ayuda exactamente? —su ligera sonrisa se esfumó cuando decidió devolver la conversación a asuntos más serios. Génesis hizo lo propio —. No creo que sea muy convencional, por no decir otra cosa, inmiscuir a civiles en investigaciones secretas de la policía.

—Como ya sabrás, no soy un policía convencional. —Pese a la seriedad en su rostro había una arrogancia en su voz tan interiorizada que hizo que Artoria rodara los ojos.

Artoria había descubierto en las escasas horas en las que le conocía que Génesis que, efectivamente, no era un detective convencional, aunque lo cierto es que eso no era nada nuevo. El señor Rhapsodos se había hecho célebre en la ciudad tanto por los casos que había resuelto como por su excentricismo, y el número de criminales que, con sus palabras textuales, “había destruido y enviado a los confines más oscuros del sufrimiento humano”, era sólo superado por su amor por lo lujoso. Y el teatro. Sobre todo el teatro.

En esas circunstancias, no era extraño que conociera muy bien la familia de su mujer y también la identidad de Artoria sin que ella hubiese tenido que contarle nada. Pero eso tampoco era nada nuevo. Los Pendragon eran demasiado conocidos para su propia conveniencia; lo había dicho su padre muchas veces y ella no podía estar más de acuerdo.

—Eres una Pendragon. —Decidió explicar él al final, tras unos segundos de silencio. Artoria contuvo un suspiro. —. Lo que significa que tienes influencia. Y eso puede venirme… venirnos —se corrigió—, más que bien. Dime, ¿qué sabes del juego de Neverland?

—¿Aparte de ser un juego de arcade que secuestra gente? —respondió, con sarcasmo. Tomó aire y luego volvió a responder —. Sé que usa una tecnología llamada drift neuronal. Por lo que tengo entendido, fue uno de los programas pioneros en utilizarla de forma tan completa y extendida. Hasta que salió el juego solo se había usado para simular instancias cortas o sesiones de preparación, no una realidad entera.

Génesis pareció satisfecho con su respuesta, haciendo un ruido de aprobación mientras giraba el volante. Había descendido la velocidad, lo que debía indicar que se estaban acercando a donde fuera que se dirigieran.

—Eso es. Desde que ha empezado este jaleo hemos estado investigando no solo los locales, sino también a los propietarios, tanto de los salones de juego como de las máquinas. De momento ha sido imposible contactar con el fabricante. Han dicho que es por cosas de la diferencia de horarios, pero yo no me lo trago.

Sus palabras dejaban entrever que tenía una teoría al respecto, una de esas que solían poner toda una investigación secreta en movimiento en las películas. A pesar del gesto expectante de Artoria, Génesis no habló hasta que hubieron aparcado el coche en una calle ancha de casas pequeñas pero lujosas. Le recordaba un poco a su propio barrio.

—Dime, ¿te suena el nombre de Feanaro Curufinwe? —le preguntó, mirándola directamente por primera vez.

Ella frunció ligeramente el ceño. Lo cierto es que sí le resultaba un nombre familiar.

—¿No es ese el famoso inventor desaparecido? El que desarrolló la energía termolumínica con los árboles que encontraron en otro planeta.

—Así es. —Génesis comprobó si quedaba algo de su segunda lata de cerveza, agitándola un poco. Se bebió los escasos restos antes de continuar —. Feanaro Curufinwe Finwion; Feanor para los amigos. Desapareció hace unos… veinte años, más o menos. Los suficientes para habérsele declarado oficialmente muerto.

—¿Y qué tiene que ver él en todo esto? —exigió saber Artoria, demasiado impaciente para tanto preámbulo.

Génesis hizo un gesto exagerado con la mano, uno de tantos. Al menos esta vez no estaba conduciendo.

—Pues verás, hace tiempo alguien puso una denuncia a la compañía desarrolladora, poco después de que Neverland fuera puesto en fase beta. Normalmente suelen suceder esa clase de cosas entre rivales en el sector; peces gordos mordiéndose la cola unos a otros y eso. ¡Pero! —Levantó un dedo en un gesto brusco, haciendo que Artoria diera un bote en el asiento —. En este caso la denuncia fue realizada de forma individual por un ciudadano que argumentaba que habían estado usando tecnología robada. Y quien hizo la denuncia no fue otro que uno de los muchos hijos de Curufinwe.

—Quieres decir… ¿qué Feanor puede estar relacionado con el caso? —Génesis asintió, satisfecho.

—Puede que no directamente. Lamentablemente, la denuncia que puso su familia cayó en saco roto, porque aunque sí había pruebas de que Feanor había estado desarrollando tecnología de drift neuronal, no había nada que le asociase directamente con el proyecto de Neverland. Es decir, había mucha gente investigando lo mismo de forma paralela, y sus estudios eran demasiado rudimentarios todavía para ser poco más que una base. Estamos hablando de tecnología de hace más de dos décadas.

Se frotó el entrecejo, frustrado con el asunto como si se tratase de alguna chapuza de la oficina    que le hubiese tocado arreglar. Suspiró y la miró, muy serio.

—Su familia puede que sepa algo; puede que no sobre lo que está pasando directamente, pero sí sobre la tecnología que usan los puertos de juego. Y quizá puedan ayudarnos a acceder a las máquinas…

—...Y así sacar los jugadores de dentro. —Terminó ella. Génesis le sonrió. Pareció a punto de hacer un gesto pero se contuvo, tratando de conservar la profesionalidad detectivesca. —Algo me dice que tus compañeros de trabajo no estaban muy de acuerdo con tu teoría.

Génesis bufó con desdén.

—¡Bah! Siempre hacen lo mismo. Siempre soy yo el que tiene que tomar riesgos. Y sí, a veces la cago, pero eso no justifica quedarse de brazos cruzados.

Por primera vez y quizá verdaderamente, Artoria sintió verdadera simpatía por ese hombre que solo había visto en retazos de periódico hasta entonces.

—Y esta vez es personal —dijo, más por intuición que otra cosa.

Génesis la miró, sorprendido en un inicio y luego entrecerró los ojos.

—Sí. Esta vez es personal.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #100: December 31, 2020, 05:17:33 PM »
76.

—¡Sí que eres tú! —grito Neko con los ojos muy, pero que muy abiertos.

Sephiroth se acuclilló despacio, con toda la elegancia de la que era capaz y agarró la moneda entre los dedos enguantados. La miró con curiosidad y levantó una ceja mientras volvía a ponerse en pie. Hizo volar la moneda en el aire y apretó el puño sobre ella. Cuando abrió la mano ya no estaba la moneda.
Anir se cruzó de brazos, entrompando los labios.

—Te la has puesto en el inventario, no me vengas con truquitos de magia.

—¿Eso crees? O igual la tienes detrás de la oreja.

Anir apretó los labios, cerrando las manos en puños para no llevarlas hasta detrás de su oreja.

—Ya no soy una cría de cinco años. ¿Y a qué santo te pones a hacer trucos de magia en esta situación?

—Tú me has tirado la moneda. —contestó Sephiroth, encogiéndose de hombros—. ¿Tu padre sabe que estás aquí?

Anir sacó otra moneda del inventario, lanzándola hacia su tío que la cogió al vuelo. Abrió la mano, un dedo tras otro y enseñó la palma cubierta de cuero negro pero sin moneda.

—Sólo tienes dos orejas, contesta mi pregunta.

—¿Tu gato sabe que estás aquí?

—Es un animal muy inteligente, pero no creo que sepa donde estoy ni que le importe demasiado. Por fortuna cuenta con un dispensador de comida automático y una fuente de agua que le durará el suficiente tiempo antes de que su verdadero dueño necesite cambiarla. —contestó Sephiroth, acercándose a Anir con pasos lentos y decididos mientras se quitaba los guantes con movimientos bruscos pero bien medidos.

—Dispensador y fuente que le compraste tú. Pídele de salir ya a tu vecino… o a su gato. No sé cual te gusta de los dos, nunca me queda claro. —dijo Anir, mirándose las uñas distraídamente. Así que no se dio cuenta cuando el índice de Sephiroth se acercó para golpearle con cariño la nariz.—. ¡Ay!

—Anir… —le avisó por última vez.

Anir estaba frotándose la nariz, enfurruñada, pero contestó entre dientes.

—¿Cuántas galletas de chocolate te tengo que hacer para que no le vayas con el cuento?

Sephiroth chistó y acabó por palmear la cabeza de la chica, despacito.

—Aceptaré el soborno habitual.

Acarició el pelo de Anir y cuando sacó la mano de detrás de su oreja izquierda, tenía una de las monedas entre sus dedos.

—Esto es tuyo.

Anir la aceptó de vuelta, un poco reticente y Sephiroth se giró para volver a la barra donde había estado antes.

—¿Y ya está? —preguntó Anir, acercándose—. ¿Aceptas mi soborno y si te he visto no me acuerdo? ¿No me vas a reñir más?

Los hombros de Sephiroth parecieron relajarse mientras Neko correteaba para ponerse a su lado.

—¿De qué serviría decirte que no juegues a un juego que han prohibido por su peligrosidad y al que tienes que acceder a través de una red de arcades ilegales cuando no puedes desconectarte? —le preguntó en un tono neutro mientras terminaba las transacciones que estaba haciendo con el NPC antes de que Anir llegase a la posada.

—También es verdad. Tampoco me lo habría tomado muy en serio sabiendo que tú también juegas.

—Pero yo soy policía.

Anir se agarró a la barra con las dos manos y se agachó un poco para conseguir más efecto dramático, mirando directamente a los ojos de Sephiroth, que estaba ordenando cosas en su inventario.

—¿Estás aquí en una misión especial? ¿Vienen a rescatarnos? —preguntó Anir en un susurro, con la cara completamente seria.

—Estoy aquí porque el sistema de combates es de lo mejor que he probado y no es tan caro como otros métodos para quitarme el estrés del trabajo.

Anir se echó hacia atrás, mirando al techo y fijándose en las vigas de madera mientras suspiraba. Una era ligeramente más oscura que las demás.

—Eso es que no.

El silencio se apoderó de su conversación por casi un minuto. Sephiroth seguía ensimismado con lo que estuviera haciendo y Neko simplemente estaba contenta de poder beber de algo tan familiar como su presencia.

—¿Y qué haces en Snowbelle? No es que haya muchas cosas aquí.

—Estoy de paso. Quiero averiguar más sobre… todo esto. —comentó, señalando vagamente con la mano hacia todas partes—. Necesito recabar información que nos ayude a salir o al menos a resistir mejor, saber cual es el estado de los jugadores, crear una red de contactos…

—Tú no dejas de ser policía nunca, ¿verdad?
—No es lo que hago, es lo que soy.

Anir le palmeó la espalda.

—Pobre gato, él esperando a que vuelvas todas las noches y tú casado con tu trabajo… ¿ya le has dicho que es el otro?

Sephiroth no pudo detener la sonrisilla y Anir le dedicó una radiante, llena de orgullo.

—Si buscas información y contactos tal vez te venga bien sentarte en nuestra mesa. —le dijo Anir, señalando con el pulgar hacia el rincón más animado de la taberna—. Hemos estado un poco en todas partes desde que esto empezó y nos han pasado cosas muy raras. Seguro que te interesan.

—Dame un ejemplo. —preguntó Sephiroth, ladeando la cabeza.

—¿Los dos del pelo blanco? Eran jugadores convertidos en bosses y re-convertidos en mascotas. Y de repente los mechanics estamos muy solicitados.

Una libretita se materializó entre los dedos de Sephiroth, que la abrió con un movimiento de muñeca muy practicado.

—Cuéntame más.


Airin

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #101: December 31, 2020, 07:21:24 PM »
Feliz año nuevo. MEJOR AÑO QUE EL '20 orz


~+64~


Sephiroth desmontó de la moto en cuanto llegó a Snowbelle y la guardó en su inventario antes de entrar al pueblo, por lo que pudiera pasar. Siempre había sido desconfiado por naturaleza, y los eventos de los últimos días no es que le hubieran quitado razón precisamente.
Se rascó el cuero cabelludo bajo la goma con la que llevaba el pelo recogido en lo que Airin había llamado con burla un “moño de hombre” y entró a la posada, donde se dirigió directamente a la barra y pidió algo caliente para cenar. Podría haber usado objetos de su inventario, pero prefería no gastar recursos si podía no hacerlo. No bien había pagado su transacción que notó algo pequeño y metálico rebotar contra su calzado.

Sephiroth miró hacia abajo, viendo como la moneda que le había intentado agredir sin éxito se alejaba rodando, y atisbó su dirección de origen, sabiendo que no le iba a gustar lo que estaba por encontrarse a continuación. Retuvo el suspiro cansado que quería dejar escapar.

—¡Brujero! —Maldita fuera su estampa. Iba a pillar a ese condenado Game Master y lo iba a dejar hecho tal macramé decorativo que no lo iba a querer reconocer ni su madre.

Cuando Sephiroth levantó la vista se encontró frente a frente con la hija de su cuñado, adoptada por su hermano.

—Vaya. Hacía mucho que no te veía, Anir. —dijo con tono plano pese a la aparente frivolidad de sus palabras.

Mientras su sobrina gritaba al confirmar su reconocimiento, el hombre se agachó con lentitud y recogió la moneda del suelo, intrigado por saber si con una moneda del juego podría hacer alguno de los simples trucos de magia que había aprendido cuando era un chaval. Lanzó la moneda al aire, atrapándola en su puño acto seguido con un movimiento ágil y haciéndola desaparecer de la vista.
Sin embargo Anir torció el morro y se cruzó de brazos, acusándole de haber guardado el metal en su inventario. Mocosa de poca fé, tantos videojuegos claramente habían hecho estragos, aunque Sephiroth estaba seguro de que en el fondo se estaba aguantando las ganas de buscar el engaño tras sus orejas como cuando era una cría.

—Tú me has tirado la moneda. —contestó él ante sus reclamos, mientras se encogía de hombros, y lanzó su propio dardo sin pensar, porque después de todo era un adulto responsable y preocupado,— ¿Tu padre sabe que estás aquí?

También atrapó en el aire la siguiente moneda que le lanzó la chica, sin estar muy seguro de si era una respuesta o una represalia. De igual forma, abrió la mano despacio, mostrando su palma vacía.

—Sólo tienes dos orejas, contesta mi pregunta. —insistió Sephiroth con una de las comisuras de sus labios curvándose ligeramente hacia arriba.

La chica lo miró fijamente frunciendo el ceño.

—¿Tu gato sabe que estás aquí? —Dijo esquivando de nuevo; lo que venía a ser que no, Cid probablemente no tenía ni idea. Y que los pillasen confesados a todos como se enterase. Mejor dicho, cuando se enterase.

Qué manía con el gato, pensó el hombre, cuando el bicho ni siquiera era suyo.

—Es un animal muy inteligente, pero no creo que sepa donde estoy ni que le importe demasiado. Por fortuna cuenta con un dispensador de comida automático y una fuente de agua que le durará el suficiente tiempo antes de que su verdadero dueño necesite cambiarla. —Sephiroth se quitó los guantes de cuero mientras se acercaba a su sobrina de forma moderadamente ominosa.

—Dispensador y fuente que le compraste tú. Pídele de salir ya a tu vecino… o a su gato. No sé cual te gusta de los dos, nunca me queda claro.

Definitivamente el gato, pero eso decidió omitirlo, y como respuesta al incordio de su sobrina, el hombre le golpeó suavemente la punta de su casi inexistente nariz con la yema de un dedo.

—Anir… —el tercer aviso era el último y la chica lo sabía. Pero Sephiroth prometió aceptar su soborno habitual de galletas de chocolate a cambio de no ser él quien informase a su cuñado de las idas y venidas de la joven. Por un lado porque tenía que ganarse su puesto de tío favorito, y por otro lado porque así se ahorraba los gritos hacia su persona, total tarde o temprano Cid se iba a enterar igual.

Le habría gustado poder hacerle algún tipo de recriminación por jugar a un juego cuestionablemente legal y hacerlo debatiblemente a escondidas, pero tampoco habría servido de nada sabiendo que él mismo participaba a pesar de su cargo. O por lo menos poder decir que había ido a sacarles de ahí, y no que él también se encontraba atrapado conectado a una estúpida máquina porque la mayoría de sus días acababan con la imperiosa necesidad de dejarse llevar por la ira y descargar de forma física la frustración que le carcomía. Entrenar en el gimnasio y con las máquinas de simulación hacía tiempo que no resultaba lo suficientemente agotador y distractorio para su cuerpo y mente por igual.

Después de varios minutos de ordenar su inventario en silencio, Anir por fin se decidió a preguntar.

—¿Y qué haces en Snowbelle? No es que haya muchas cosas aquí.

Y Sephiroth, que antes de ser policía había sido un muchacho creador de problemas para otros y experto desvanecedor de su propio rastro y había desarrollado un sentido del tiempo y la ocasión casi impecable, vio su oportunidad frente a él.


.

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #102: January 31, 2021, 01:41:31 PM »
La cosa se pone fea... para el GM XD
77.

—¿Tenéis todos vuestra llave? —preguntó Milo, contando las que le quedaban en la mano, sólo dos.

Milo acababa de alquilar habitaciones para todos con los fondos de la guild mientras Monica se hacía con una mesa y unos cuantos menús. El plan era descansar, hacer inventario y pensar en un nuevo plan de acción.
Lo que definitivamente no había entrado en el plan era que Neko se encontrase con alguien nada más entrar en la taberna y los abandonase a todos. Aunque Milo tenía una idea de quién podía ser el hombre atractivo y misterioso con el que estaba hablando su líder.

—¿Le conoces? —preguntó Max, levantando una mano de la que colgaban sus llaves y señalando con la cabeza hacia Neko.

—No, pero… le ha llamado brujero, ¿verdad? —preguntó Milo, arrugando la nariz.

Max asintió mientras caminaba hacia la mesa con Milo.

—Entonces creo que sé quién es. —contestó Milo al tomar asiento.

—¿De quién habláis? —preguntó Monica.

—¿Qué no es obvio? De él. —especuló Aya, mirando abiertamente hacia Neko.

Dominic levantó la cabeza del menú y miró en la misma dirección.

—¿No sabéis quién es? —curioseó, mirando hacia su izquierda, donde Ikki, Shun y Hyoga habían tomado asiento.

—No. —fue lo único que contestó Ikki.

—Parece que lo vamos a conocer pronto. —comentó Jack, que ya estaba robándole las patatas recién llegadas a Hiksti.

Y casi como si los hubiera invocado, Neko y el desconocido llegaron a la mesa. El hombre tenía una libretita bien agarrada entre sus dedos largos.

—¡Chicos! Este es Sephiroth. —presentó Neko.

—¡Lo sabía! —gritó Milo desde su silla, dando un puñetazo a la mesa y asustando al npc camarero que le estaba dejando la bebida—. ¡Eres el tío policía de Anir!

—¿La policía se ha infiltrado en el juego? —preguntó Hiro, con los ojos muy abiertos.

—¿Se sabe ya qué está pasando? —quiso saber IceQueen, que ya se había presentado como Elsa durante el viaje en coche.

—¿Vamos a salir de aquí? —dijo Shun, agarrando la mano de Ikki y apretando bien fuerte.

—Ey, ey, no… —empezó Anir, levantando las manos para parar más posibles preguntas—. Mi tío es policía, pero es un jugador como nosotros, estaba jugando cuando cerraron el servidor.

Las palabras de Anir tuvieron efecto sobre la mesa, desinflándolos a todos un poco. Sephiroth le palmeó el hombro a Anir y dio un paso al frente.

—Ahora mismo lo importante es sobrevivir y recabar información. Muchos de los jugadores son víctimas de perfil alto y una desaparición en masa no va a pasar desapercibida. No hay que perder la esperanza.

—¿Y si hay gente del gobierno implicada? —preguntó Jack entre patata y patata, levantando las cejas.

—El juego es global, tendrían que estar todos los gobiernos del mundo metidos en el ajo. —rebatió Neko, quitándole una patata de las manos y sacándole la lengua antes de comérsela.

—Algún medio acabaría sacando la noticia… —colaboró Hyoga, con un batido de vainilla bien frío entre las manos. Un poco del sirope de caramelo se resbalaba lentamente por la copa y Yuzuriha lo limpió antes de que le tocase la mano.

—Podríamos especular por horas, pero eso no va a ayudar al señor agente, ¿verdad? —apuntó Yuzuriha—. ¿Qué tipo de información te parece relevante?

—Comportamientos extraños en las últimas semanas antes del cierre, cosas que parezcan bugs… Me interesa mucho la historia de vuestras dos mascotas. —informó girándose a mirar a Jack y Elsa.

—Será mejor que todos pidáis cena, creo que esto va a ir para largo —comentó Neko, poniendo sin ningún miramiento un menú en las narices de su tío—. Venga pide, que yo te pago.

Y Sephiroth se rió con un sonido desde el fondo de la garganta, incrédulo.

—Me puedo pagar mi propia cena —aseguró antes de palmear la cabeza de Anir—. Tú estás chiquita y yo soy VIP.

—Malditos VIPs, todos igual. —refunfuñó Neko antes de abrir la boca bien grande porque Milo le estaba acercando un perrito caliente mientras decía “aaaah”.

Fueron horas de conversación en las que Jack y Hiksti volvieron a contar los sucesos ocurridos antes de la desaparición de Jack. La historia de Elsa se parecía lo suficiente, con la diferencia de que ella había perdido a sus padres hacía poco y su hermana estaba en otra ciudad, en su primer año de universidad y habían tenido una gran pelea. Ese era su último recuerdo fuera del juego.

—¿Y aquí dentro? ¿Algo que puedas recordar? Empecemos, después de la riña con tu hermana… ¿cuándo fue la siguiente vez que te metiste en el juego?

—Justo después, tengo una unidad en mi casa. Sé que quería calmarme… Recuerdo que estaba llorando de rodillas después de haber matado a un boss. Y luego nada.

—¿Qué boss era? —continuó Sephiroth con el interrogatorio.

—Es un boss secreto que está al este de la Torre de la Insolencia. Dentro de una cueva, la entrada tiene forma de calavera.

—¿Devil’s Mouth? Eso estaba en la beta, lo busqué cuando abrieron los servidores oficiales, pero no lo encontré.

—No está exactamente en el mismo sitio, lo encontré de casualidad hace un tiempo… El boss que digo ni siquiera está dentro de la cueva, está en la cima de esa montaña, hay que subir y subir. Prácticamente sólo puedes acceder ahí con una combinación de buffs específica.

—¿Podrías marcarlo en un mapa? —preguntó Sephiroth.

—Te podría llevar hasta allí. También tengo screens de cómo llegar.

—Eso me servirá. —asintió Sephiroth, sin querer poner más vidas en peligro.

—¿Y Tanlaus?

Parte de la mesa se quedó en silencio y los miembros más antiguos de Night Fury miraron a Hiksti.

—¿Qué pasa con Tanlaus, dónde se ha metido ese cabrón? —preguntó Jack, al que ya se le hacía raro no haberlo visto.

—Lleva semanas desaparecido —explicó Yuzuriha—. ¿Creéis que tenga que ver con todo esto?

Sephiroth cambió de página y empezó por apuntar el nick y subrayarlo dos veces.

—Seguro que vale la pena investigarlo —les dijo antes de ladear la cabeza—. Y ahora empezad a hablarme de vuestro amigo.

—Líder. Tanlaus es nuestro jefe y también nuestro cemento —habló Anir, mirándose las manos—. Night Fury era él. Es él.

Tomó aire y levantó la cabeza.

—Y como el hijo de puta del Master le haya hecho algo, ya se puede ir preparando.


Airin

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #103: January 31, 2021, 06:38:20 PM »
Otra vez los memes de la cosa, i blame Kora :v  corre como el viento GM XDD
algún día pondré el numero de cap bien... pero hoy no es ese día orz


~+65~


Sephiroth buscaba tener la suficiente información como para construir al menos un diagrama mental elaborado con el que orientarse. Dirigir la situación se le hacía un objetivo no alcanzable por el momento. Dentro del disgusto que era encontrarse a su sobrina atrapada en aquel lugar virtual, tenía claro que la chica que poseía carisma innato y hacía amigos con facilidad podía ser un pequeño trampolín en su objetivo.
Calibrando la idea, el hombre se aguantó un suspiro. No tenía un grupo precisamente grande de allegados, pero era como si la mayor parte de la gente que le importaba de alguna u otra forma hubiera acabado arrastrada hasta allá.

Por los comentarios de Anir, parecía que antes de que los jugadores se vieran incapaces de desconectar del juego ya había habido ocurrencias extrañas. Materializó una pequeña libreta desde su inventario, consciente de la ironía de haberla puesto como una broma y que sin embargo en esos momentos un gesto tan practicado y familiar fuera tan reconfortante para su instinto.

—Cuéntame más. —dijo, tomando nota de las palabras de su sobrina y apuntando sus propias ideas en abreviaturas en los márgenes del papel.

Por las miradas que podía sentir sobre su persona y los cuchicheos provenientes de la mesa del rincón cada vez más repleta de gente, Sephiroth no tuvo ninguna duda de que aquel era el grupo de jugadores de Anir.

El que estaba seguro de que era un bardo de nivel alto aporreó la mesa como un energúmeno, destapando a gritos su identidad como agente de la ley, y ejerciendo la de todo bardo que se preciase, como agente del caos.

—¡Eres el tío policía de Anir!

Sephiroth dejó salir el aire de sus pulmones muy despacito, mirando a su sobrina de reojo y medio escondido tras su flequillo gris, claramente juzgando las compañías en las que se mezclaba la chica. Allá vamos, pensó resignado.

Por suerte para él Anir cortó la rueda de prensa improvisada con rapidez, desinflando los ánimos con la soltura de un ingeniero experimentado en una reunión ejecutiva. No, no estaba en ninguna misión policial como infiltrado; no, no sabía si los hechos ya eran conocidos fuera, (pero quería creer que a esas alturas había compañeros de profesión trabajando en el caso. Definitivamente quería creerlo.)

—¿Y si hay gente del gobierno implicada? —preguntó el muchacho de pelo blanco entre mordiscos, el que había sido convertido en mascota.

Irónicamente o quizás precisamente por las cosas que había visto en su campo de trabajo, Sephiroth compartía parte de esa aparente desconsideración hacia los altos órganos oficiales; pero como argumentaron otros después, no era factible mantener algo tan grande y polémico en secreto.

Cuando la dancer preguntó qué tipo de información creía más relevante, Sephiroth supo que su idea inicial de seguir su instinto estaba bien encaminada, y que había tenido suerte al encontrarse un grupo como aquel tan pronto. Le vendría bien conocer situaciones extrañas en las últimas semanas antes del bloqueo, cosas que pudieran parecer fallos del juego o bugs, y sobre todo le interesaba mucho la historia de cómo dos jugadores reales habían sido convertidos en sendas mascotas.

Sin avisar pero con la excusa de que tenían rato por delante, Anir le estampo un menú de la taberna en plena cara. La absurda y ridícula idea que iba a pagar ella hizo que a Sephiroth se le escapase la risa.

—Tú estás chiquita y yo soy VIP. —dijo frotando su mano contra la cabeza de la chica, que refunfuñó gruñona, pero de igual forma se dejó alimentar al morro por el bardo follonero con el que compartía equipo.

Mientras se aseguraba de conseguir algo más que llevarse a la boca en previsión de lo que fuera a durar aquella charla, Sephiroth no pudo evitar las comparaciones en su mente, entre el grupo con el había estado esa misma mañana y con el que se encontraba en esos momentos. Ambos tenían gente capaz, y en ambos había personas preciadas para él. Pensó que Anir y Airin podrían haber sido buenas amigas si hubieran tenido la oportunidad de llegar a conocerse en la vida real fuera del juego, estaba seguro de que a las dos les habría venido bien, aunque pobre del resto de la humanidad. Por otro lado ahora era él quién tenía la oportunidad de presentarlas, y aunque conociendo a sus padres sólo uno de ellos tendría dolores de cabeza al respecto, el hecho de ser y saberse el culpable definitivo de ello era un resultado más que satisfactorio.

Tras varias horas de conversación, con multitud de paréntesis para esclarecer detalles e intercambiar apoyos de información, Sephiroth empezaba a ser consciente del mapa mental de sucesos que tomaba forma poco a poco en su cerebro. Y creía tener una pista de qué, o mejor dicho a quién debía buscar si quería desenmarañar aquella trama.
Con los ojos ligeramente entrecerrados y haciendo tamborilear los dedos sobre la mesa, el samurai miró su libreta de detective, donde el apodo subrayado de Tanlaus conectaba mediante una línea al nombre de la antigua guild.

Que todos los dioses cogieran confesado al cabrón desafortunado que se hubiera atrevido a hacer algo a una persona que Anir quisiera, porque si por sí misma podía ser una fuerza a tener en cuenta, Sephiroth no tenía ninguna duda de lo que podía llegar a provocar con el respaldo de gente suficientemente motivada. Como ellos, por ejemplo.


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~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
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Neko

Re: neverland 2.2: you can (not) fight
« Reply #104: February 28, 2021, 02:15:22 PM »
Gracias @Eureka por el préstamo <3333

78.

Milo estaba arrastrando a Hyoga hacia la zona de las habitaciones, aunque parecía que el chaval no tenía muchas ganas de irse a dormir ya. Estaban pasando cosas en la mesa del comedor… Sephiroth parecía interesante y Hyoga sólo había podido cruzar
un par de palabras con su nueva mascota.

—Vamos, tenemos una habitación de cuatro para nosotros. —le dijo Milo, agarrándole del brazo para hacerle avanzar.

—De cuatro. ¿Con quién compartimos? —preguntó con curiosidad.

Milo señaló con la cabeza hacia IceQueen, que estaba recibiendo La Mirada de Yuzuriha, aunque la estaba contrarrestando con La Ignoración. Hyoga no tenía claro en ese momento si se iban a llevar bien o mal, pero de lo que sí que se había dado cuenta, con escalofrío corporal incluído, era que si conseguían hacerse amigas no las iba a parar nadie.

Yuzuriha se unió al grupo justo cuando abrieron la puerta.

—¿Y la nueva? —quiso saber Milo.

—Está dándole instrucciones al tío de Neko para ir a por el boss del que ha hablado antes.

La habitación era espaciosa y contaba con una pequeña salita, un baño y dos cuartos separados para las camas, uno con una cama doble y otro con dos individuales.

—¿Cómo nos repartimos? —preguntó Milo, abriendo todas las luces antes de ponerse a buscar el minibar.

—Tampoco es que importe mucho, aunque dejaría una cama individual para Elsa —comentó Yuzuriha, quitándose la bufanda y doblándola con cuidado sobre sus rodillas—. Esas cosas son caras.

Milo se encogió de hombros, dándole un trago a la bebida que había acabado de sacar.

—Soy VIP, me salen gratis. ¿Queréis algo?

Hyoga se sentó al lado de Yuzuriha, se miró las manos y empezó a jugar con sus dedos.

—Ser más fuerte. Si fuera más fuerte podría haber hecho algo en la Torre…

—No te preocupes —le dijo Milo, tendiéndole lo que parecía un botellín de leche con cacao—. Si farmeamos fuerte podemos ir a hacer las quest del siguiente job en nada.

Hyoga aceptó el regalo, sacudiendo el botellín antes de abrirlo.

—Vosotros estáis cerca, yo apenas acabo de subir de job.

—Tenemos nuestros métodos… —comentó Yuzu, bebiendo del té relajante que le había acabado de dar Milo.

Hyoga les miró con curiosidad, aunque acabó por reclinarse en su asiento, recordando un dato de la conversación que acaban de abandonar en el comedor.

—Oye, ¿vosotros jugasteis la beta?

—Yo sí, ¿qué quieres saber? —dijo Milo, ladeando la cabeza.

—Ese sitio del que ha hablado IceQueen… ¿Devil’s Mouth? Es muy duro.

La risa de Milo le dijo todo lo que necesitaba saber, pero aún así el bardo siguió hablando.

—Es de los sitios más duros de todo el juego. Al menos en la beta. —La voz de Milo bajó hasta un sonido plagado de memorias que tal vez no quería recordar— Esta plagado de monstruos con más nivel del que tú podrías alcanzar, es un suicidio ir ahí solo. Creía que lo habían eliminado en la versión final, no sale marcado en el mapa.

—Pues parece que todavía está. —respondió Yuzuriha, echando un vistazo por la ventana que tenían detrás.

La nieve caía perezosa sobre la aldea, tiñéndola con un bonito manto blanco. Yuzuriha pensó que estaría bien tomarse un rato libre a la mañana siguiente, pero empezaba a sospechar que eso no entraba en los planes de su, ahora oficialmente, jefa. O sí, ¿quién sabía con estos merchants locos?




Estaban tan arriba en la montaña que habían dejado abajo las nubes de tormenta que habían acabado de atravesar. Albedo se ajustó mejor la bolsa y reprimió las ganas de sacar su libreta de bocetos para pintar aquel cuadro maravilloso que se plantaba ante sus ojos.
Tenía una misión y no había subido hasta aquel maldito pico para hacer unos pocos bocetos. Tal vez luego, cuando ya hubieran encontrado a quien estaban buscando.

—Klee, no te quedes atrás.

La niña se había parado en un recodo del camino y estaba pisando con fuerza el suelo.

—Esta tierra está muy dura para cavar. —informó y las campanitas de alarma empezaron a sonar en la cabeza de Albedo, que le ofreció la mano a su compañera.

Klee sonrió y correteó hasta agarrarse de la mano con obvia felicidad. Albedo empezó a caminar con cuidado por el sendero abrupto y rocoso, manteniendo un ojo en Klee todo el rato.

—¿Qué querías enterrar? —preguntó, sin tener claro si en realidad quería saberlo.

—Mis nuevos tesoros. ¡Pesan mucho! —Y Klee levantó un poco la mochila mágica que llevaba a la espalda, probablemente repleta de bombas—. Quería dejar unos pocos ahí para recogerlos luego.

—Siempre se te olvida volver a por ellos y luego le haces daño a otra gente. —le recordó Albedo.

—Pero esa no es mi intención…

Albedo frenó de repente, mirando hacia enfrente, hacia un pilar que parecía salir de la nada entre tanta roca natural. El sol del atardecer le daba de cara, pero aún así reconoció la figura arriba del todo.

—¿Qué os trae por aquí? Devil’s Mouth está mucho más abajo. —habló la voz cantarina.

—Venti —saludó Albedo—. Supongo que no te has enterado de nada.

—¿Enterarme de qué? —preguntó el chico de verde justo antes de saltar del pilar al suelo con una agilidad envidiable—. ¿A qué te refieres?

Klee se llevó un dedo a los labios, ladeando la cabeza.

—No podemos salir. —canturreó la chiquilla y Venti parpadeó con fuerza antes de intentarlo.

—¿¡Pero qué m-!? —Los ojos de Albedo se entrecerraron, Venti miró hacia Klee y se rió antes de corregirse—. ¡Mal! ¡Qué mal!