Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 340308 times)


Sayi

HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Topic Start: March 01, 2015, 07:56:40 PM »

                 

______Bienvenidas sean HiMEs, HiME-prospects y gheis de todas partes a HiME Wars Episode V: Rizembool Strikes Back, el tema principal del College HiMEs fic.

En este post vendrán cosas gheis que se nos ocurran luego, pero como primero hay que cocinar antes de poner la mesa...

¡A sus marcas, intro, write!

Agradecimiento especial a Allen por el fabuloso header <3
« Last Edit: March 06, 2015, 01:46:22 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Sayi

Himeverse - Prólogo
Three years later, in a university far far away...

El papel se arrugaba entre sus dedos. La noticia reverberaba en su cabeza, y con su mano libre tanteó el aire hasta apoyarse en su escritorio.

No quería aceptarlo, pero el ultimatum encogiéndose en su puño era el punto al final de una inevitabilidad: La manifestación de una discordia que había permanecido escondida, pero latente, pese a los sacrificios hechos para terminar una guerra sin sentido. 

Miranda Lot tensó su expresión y miró alrededor de su espaciosa oficina. En medio de muebles y documentos había varias fotos colgadas en la pared, pertenecientes a estudiantes de Hanasaki tan solo tres años atrás. Algunas de las jóvenes seguían presentes y otras se habían marchado, pero por la inminente situación, no había más remedio que contactar a quienes aún podían regresar.

La directora no veía otra salida. Supo que el reencuentro sería agridulce, y que habría la necesidad de arrastrar a nuevas jóvenes al peligro que había acechado a Hanasaki durante toda su existencia.

Buscando reafirmar su decisión, Miranda tomó una prolongada bocanada de aire.

"Espero que me perdonen, HiMEs"


En el momento en que venimos al mundo se marca nuestro destino.
Y continuaremos creciendo mientras seamos persistentes en la búsqueda de este.

Nuestro destino...

Sin duda esta podía considerarse una de las ideas más estúpidas que había tenido en toda su vida. Pero no había vuelta atrás, ¿No es así?

Podía ver el sitio donde estudiaría (si es que podría llamarse siquiera a lo que haría cuando se hubiese adaptado al lugar) y no le parecía nada encantadora la idea. Sí, bueno, los edificios parecían llamativos y había un algo que los hacía ligeramente particulares, quizá el hecho de ser una institución realmente planificada hasta cierto punto. Nuevamente "no hay vuelta atrás", pensó.

Lo único que quedaba era seguir adelante y ver qué podría sacar de provecho de tan poco prometedora experiencia.

¿Posiblemente la muerte?

La idea pasó fugaz por su cabeza y no dudo en considerar que el destino era tan caprichoso como un manga. La trágica historia de un héroe (en su caso heroína pero bueno) que se vería envuelto en una maraña de misterios que desencadenarían en un plan para salvar al mundo y donde su sacrificio podría ser la única forma para llegar a dicho fin. ¿O quizá sería del tipo asesinato misterioso? No, lo que había ocurrido después de esa prueba no parecía encajar con ese tipo de trama.

"Ahhh...",suspiró resignada. La última vez que vio algo parecido, era con dos personajes de un videojuego. Un clásico cliché, elemento producto de una muy bien trabajada (y poco relacionada) mercadotecnia, le hizo comprarlo y aceptar que el final  había sido la recompensa después de un mal habido desarrollo de la trama. Claro, lo más relevante había pasado después de los  créditos pero benditos sean los escritores y guionistas, totalmente merecían un espacio en esa lista.

¿Qué importaba a estas alturas? Posiblemente no vería en mucho tiempo ese videojuego o alguno de ellos así que, más valía que lo que ganara al terminar en ese sitio fuera más que simple experiencia. De cualquier forma, todo le seguía sonando a una especie de estafa planeada. Recordaba la cara de la persona que le había hecho pasar por tan humillante prueba y lo que había ganado a partir de ahí... aparte de un dolor de cabeza, un"¿Cómo rayos explico a mi familia que no fue un accidente?" y la no tan agradable solución a sus nuevos problemas.

Nunca entrar a un instituto de élite (ni por que digan que eres adecuada para él)... nunca más.




Cada quien posee su propio destino. Lo único imperativo es seguirlo y aceptarlo, sin importar a dónde pueda dirigir.
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Sonrió al ver todo el correo que tenía en sus manos. En una se veía la capilla de Sacre Coeur y varias personas sentadas afuera, conversando, caminando, entre otros. La mala letra de atrás le hizo reír levemente, era apresurada y le decía que la odiaba por su nueva obsesión de coleccionar postales, suficiente había tenido el año pasado cuando se le ocurrió que le enviaran hojas secas para tener un herbario de todo el mundo. En los últimos renglones le decía que estaba bien y que Argentine seguía siendo el mismo desgraciado de siempre, pero todo bajo control.

Estaba acostumbrada a las cartas intempestivas y sin previo aviso de su mejor amiga, así que la dejó en la mesa y abrió otra que sí sabía que iba a llegar a sus manos.

Lo que le sorprendió; sin embargo, fue ver que no sólo era una, sino dos cartas dentro del mismo sobre. Adjunta iba una foto de sus otras dos mejores amigas abrazadas de lado y sonriendo a la cámara. Empezó a leer ambas misivas y no pudo evitar reírse al leer sobre cómo habían decidido encontrarse un fin de semana en Escocia para rememorar ese viaje que habían hecho las tres años atrás y que incluso sus rebels les habían seguido para fastidiarlas.

Al terminar ambas cartas y tomarle una foto a donde Lelouch había escrito 'Aún te odio' para subirla luego al instagram, pasó a otra postal que venía desde Egipto. Emocionada, vio cómo su amiga le decía que extrañaba ser la HiME del hielo porque le serviría demasiado ese poder en aquel lugar infernal, pero que aparte de eso se sentía feliz allí afuera, viajando por el mundo.

Por último, vio que quedaba otra postal que venía desde Pekín.

¿Sorpresa? No. Era cuestión de tiempo, pensó con un suspiro.

Atrás sólo decía que le habían comentado que estaba coleccionando postales. Nada más, no le decía cómo se encontraba el remitente ni le preguntaba nada tampoco. Sí, le había enojado que le enviara una postal (y ya planeaba gritarle a Faith por skype porque de seguro era quien le había pasado la voz), pero no ganaba nada confrontándolo por internet. Y tampoco quería hacerlo porque no se lo merecÌa. No se merecía que le fastidiara tanto el que se haya ido.

Pero era cierto que casi todos se habían ido y ella seguía ahí.

Guardó todo en el bolso, salió del café y volvió a Hanasaki, preguntándose todavía si es que al escapar años atrás de su casa en verdad le había dado la libertad que buscaba de joven. O si es que había caído nuevamente en otro ciclo sin querer.




Pero, a menudo, una persona se enfrenta a su destino en el camino que eligió para evitarlo.
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"Debo irme. Tengo un examen mañana temprano"

Sayi sonrió entristecida, pero esas palabras no le habían tomado por sorpresa.
El silencio tras las risas había sido un claro aviso de despedida. Y si algo había aprendido con los años era el poder leer las expresiones de Taikoubou.

Aún si estas venían a través de un monitor.

"Ya veo, bueno, te escribo pronto" le prometió la pelirrosa, agitando una mano en señal de despedida. Su novio le correspondió el gesto.
“Salúdame a Ichigo, ¿sí? Hasta luego”
“Bye bye~”

El rostro del peligris desapareció y la joven se quedo sola en su habitación.

Taikoubou y Sayi llevaban cinco años juntos. Tras un inicio rocoso, su trato prosperó entre clases de arte y salidas con amigos, y como era común en personas compatibles, su amistad terminó dando hincapié a algo más.
Ya sea por buena o mala suerte, su relación creció entre la adversidad de las peleas HiME versus Rebel. Taikoubou se desempeño como Key de Sayi, y gracias a él la pelirrosa pudo invocar a su Child: Hige, un huargo que tomaba forma humana cuando no necesitaba luchar.

Los días angustiantes eventualmente quedaron atrás: Los Rebels fueron detenidos y sus poderes HiMEs terminaron extintos… aunque, para su propia tristeza, ello conllevara la desaparición de su Child también. Hasta ellos como pareja habían sufrido altibajos a lo largo del conflicto, pero una vez Rizembool dejó de ser una amenaza constante, el par se asentó en una tranquila rutina por lo que restó del instituto.

Pero hace dos años que Taikoubou se había ido a estudiar al extranjero, y si bien inicialmente la pareja le había puesto empeño a mantener la relación fresca, la desidia por la distancia era evidente.

Desde hace meses, sus conversaciones duraban cada vez menos y terminaban por algún motivo aparentemente impostergable: Estudios, salidas, reuniones… y aunque Beijing estaba una hora más temprano que Tokyo, con el tiempo Sayi se había acostumbrado a no protestar solo por hablar unos minutos más con su novio.

Después de todo, si ambos tenían cosas más importantes que hacer…

La pelirrosa cerró la laptop, la hizo a un lado y se recostó en su cama. En un rincón de la habitación descansaban su portafolio y caballete, intactos desde la última clase de retrato. No había hecho planes por el resto de la tarde, pero realmente no tenía ganas de avanzar con su tarea.

Últimamente, el terminar de conversar con Taikoubou ya no la dejaban con una sensación de tranquilidad o nostalgia— sentimientos que antes le eran muy familiares. Ahora, en cambio…

Sayi se puso de pie, dejó su teléfono sobre la cama y abandonó la habitación.




Hay quienes creen que el amor es nuestro verdadero destino.
Que no encontraremos el sentido de nuestras vidas por nuestra cuenta, sino junto a las personas cercanas a nosotros.

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Deidara nunca había tenido claro su futuro, pero no se veía volviendo a vivir a Barcelona. Como una cobarde, huyó de sus responsabilidades y su vida en Hanasaki. Dejando todo atrás. Las HiMEs. Los Rebels— toda aquella historia que parecía de cuentos de princesas mágicas. Sus estudios, sus amigos…

Su sueño de futuro no había sido un trabajo de becaria en Barcelona, pero era mejor que estar recordando día tras día lo pasado en Hanasaki. Deidara necesitaba ese break del mundo real.

De vez en cuando enchufaba su teléfono móvil de Japón y leía los mensajes que iba recibiendo de ellos, pero nunca contestaba. Quería dejar todo aquello atrás, pero no podía evitar sentirse mal al no responder los mensajes de Mitsui, Luffy, Sanji… Zoro. De vez en cuando, le iba preguntando cómo le iba, él le contaba estúpidos detalles de su vida que al menos le hacían sonreír. Pero no iba a volver, así que no tenía sentido responder.

Sabía que iba a pasar un largo día en el trabajo, así que se metió su móvil de Japón en la mochila para echarle un ojo en el descanso. Los típicos mensajes de Mitsui y todas las selfies que le enviaba, comida que Luffy había tenido el placer de disfrutar, cortos mensajes de Zoro…

Sanji le había enviado unos diez mensajes. Lo cual no era preocupante, pero sí el hecho que se los hubiese enviado todos el mismo día.

’Tienes que volver’
‘Ha habido problemas
’NECESITAMOS ayuda.




A veces, es difícil encontrarle relación a ciertos eventos, lugares y gente... y solo podrás hallarle motivo viendo las cosas en retrospectiva.
Es por eso que debes confiar en que eventualmente todo tendrá sentido. Confiar en los presentimientos, en el karma, en las estrellas
—en tu propio destino.

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Había sido ya varios años, pero al mismo tiempo, todo lo vivido se encontraba más presente dentro de ella que su tranquila rutina diaria en la universidad.

Mientras esperaba, la joven peliceleste miraba perdidamente hacia el cielo, ocupando una mesa en la cafetería. Había olvidado su jugo predilecto a cambio de sumergirse en el inmenso mar que era su pasado.

Recordó su tiempo en la secundaria, las muchas personas que conoció en aquel entonces, los momentos de alegría y tensión debido a los conflictos con Rizembool, y visualizó los rostros de amigos con los que vivió esos días, varios de ellos ya no presentes a su alrededor.

Nunca pasaba mucho tiempo sin recordar brevemente esa historia mágica e imposible, la cual había vivido junto con familia y conocidos, pero recientemente todos esos pensamientos habían tomado mayor posesión de su cognición. A veces no evitaba pensar que, aun sin poderes, aun habitando en un pacífico Hanasaki con varias personas nuevas, continuaba siendo una HiME.

Ella no llegó a distraerse más porque la persona que estuvo esperando hizo aparición.

“¡Oye Cho!” llamó un chico de cabellos rubios desde lejos. Él se acercaba a paso apurado hacia la joven.
“…” la dirigida se despertó y sacudió su cabeza como gesto de ordenar sus ideas. “Oh, finalmente llegas, Roxas.”
“Perdón, pero la clase se alargó. Mi profesor de cálculo es tan viejo que ni presta atención a la hora,” él le dio el alcance, pero no tomó asiento al esperar que su estancia en la cafetería duraría poco. “El siguiente profesor tuvo que entrar e interrumpirle.”
“Ya veo…” la peliceleste contestó en voz baja, mirando hacia un costado. Al verle meditativa, Roxas dio un suspiro.
“No me digas. ¿Pensando en el pasado de nuevo?” este negó, frustrado.
“Tú sabes que no puedo evitarlo. Pero estoy bien, sólo sentí un poco de nostalgia. Ahora que todos estamos en la universidad, siento que nos estamos distanciando con nuestros amigos. Lo que extraño del colegio era lo unidos que solíamos ser.”
“Pues sí…” Roxas se sentía incómodo. A decir verdad, fue Hanasaki lo que los distanció a los dos, algo que ni esos tres años pudieron arreglar del todo. Parte de la razón por la cual no recordaba el asunto de las HiMEs con la misma nostalgia. “Pero podemos invitar a todos a nuestro nuevo apartamento ni bien nos mudemos. Sabes que estamos muy ocupados, y si distraemos a Sora de sus clases quizás vuelva a repetir de año.”
“C-cierto,” Cho no esperó ese comentario y se rió un poco. Ello también animó a su hermano. “Creo que lo vi jugando con su 3DS hace media hora.”
“No me sorprendería. En fin…” Roxas se dirigió a su hermana con energías. “Vamos ya, tenemos que continuar guardando cosas y limpiando. Osaka nos espera.”
“Sí,” la joven se levantó. Ella recogió sus artículos y los dos caminaron hacia la salida de la universidad para ir a su vieja casa.

Prometía ser un día tranquilo, parte de aquella simple rutina que pronto dejaría de existir.




Cuando una situación interna no se presenta como consciente, aparece en el exterior en forma del destino.
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-Señorita Hamasaki –el trajeado secretario, asomó la cabeza mirando a la mujer que permanecía elegantemente sentada en la acogedora recepción -.El presidente la recibirá enseguida.
-Muchas gracias.

Shura estaba tranquila, sabiendo que manejaba la situación, había ganado seguridad en sí misma a lo largo de los años.
Había sido una dura lucha para reclamar como suyo, el trabajo de su padre de las manos de Sephiroth. Aún pensaba que era una cría y que él tiraba de los hilos. Con el tiempo, la línea de poder no estaba tan clara, y ahí se encontraba ella. En sus manos estaba que aquel proyecto saliera adelante.

Iruka por otra parte, no paraba de ir de arriba abajo, nervioso.

-Tengo un mal presentimiento.
-Relájate, si sale mal, todas las culpas caerán sobre Seph. Mientras que si sale bien, será mi cara la que recuerden.
-Shura, cada vez te pareces más a tu madre, -su fugaz sonrisa, volvió a ser sustituida por el gesto de preocupación-. Ese tipo siempre me ha dado mala espina.

Ya eran años escuchando lo mismo.

Pensando en el pasado, como una señal, su teléfono vibró con un mensaje.
-¿Más vidas al Candy Crush…? –Iruka detuvo su broma al ver la cara de la chica.
Sentada en el sillón de cuero marrón, clavó las uñas nerviosa, mientras en su cara se iba dibujando una sonrisa radiante.

-¿Shura… qué pasa?
-¡Iruka! ¡Me voy! No me sigas, alguien tiene que quedarse en Washington. Y eres tú en la única persona en quien confío.
-¿Y el presidente…?
-¡Obama puede esperar!
Tomó sus cosas sintiendo como el corazón le martilleaba de la emoción. Saliendo por la puerta, como si la Casa Blanca fuera su segundo hogar.

-Pero… ¿¡qué era ese mensaje!?




Debes recordar avanzar siempre a paso firme, con la convicción de afrontar lo que el destino nos depare más adelante.
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-Está bien que me pagas y todo… ¿pero por qué debemos hacer esto en un lugar tan desolado?-

Su figura, como siempre, no denotaba gran entusiasmo en particular.

-¿Otra vez con eso?  Te dije que no cambiaríamos lugar, ya no preguntes por qué.-

Un lugar que podría considerarse bastante cliché en las historias ambientadas en Japón. Debajo de un puente, a la orilla de un río.

-Hace rato que nadie corta este pasto. Ya la otra vez pisé mierda de perro ¿al menos buscar un lugar mejor mantenido? Ya que no quieres hacerlo en tu casa.-
-Ya te dije que mi casa es off limits. Y cuanto menos cuidado esté el lugar, mejor es para mi.- Ya que significaría que menos gente transita por allí.


Porque en esta época, practicar las actividades que Gin cada semana me enseñaba, era visto de un modo bastante… particular.

-Es porque tus padres son ricos, ¿no? Seguro que tus padres son ricos y si son ricos seguro tienes un dojo. ¡Sería mucho más fácil allí!-
-Aunque tuviera una casa con dojo no te dejaría usarla. Seguramente te tirarías al piso y no harías más nada. Al menos aquí tienes el miedo de no saber lo que hay en el piso…-

Gin sostenía su espada de madera como si de un palo se tratase, y la hacía girar entre sus dedos. -Entonces voy a tener que empezar a cobrarte más.- Y dicho eso, dejó de jugar con su espada de madera y velozmente procedió a atacarme sin dejarme la oportunidad de responderle.

Sus ataques eran como los de siempre, y por lo tanto lograba defenderme perfectamente. No era la primera vez que trabajábamos en la defensa, pero cuando él veía que era impenetrable, proseguía a subir el ‘nivel’ de sus ataques.
Y como esta era la tercera vez que no lograba romperla, comencé a preguntarme si estaría jugando conmigo o si el nivel ya no subiría.
Pero por supuesto, era imposible que el nivel no subiera.
Fue cuando ese pensamiento pasó por mi cabeza que su espada, la cual yo creí dirigirse hacia mi estomago, se encontró enseguida a pocos centímetros de mi mejilla.

Y entonces bostezó. -Te queda bastante trabajo en las fintas.-
-Si.- No podía que darle razón. -Gracias.-
-Mientras que pagues.-
-¿Qué? ¿Ya terminamos?-
-Te dije que te cobraría más.-
-Que me cobrarías más, no que entrenaríamos menos.-
-Ah… pues a mi me conviene más esto.-
-…- Las ganas de sorprenderlo con un ataque a la espalda mientras procedía a subir la colina no me faltaban, pero no solo el código samurai no lo permitía, si no que también estaba segura de que habría sido en vano, y yo habría terminado tirada en el piso.

-Te pago mañana.- Le dije y él se giró para mirarme con desconfianza. –Ni que fuera a escaparme… o mejor dicho, no creo que tú lo permitirías.-




Los vientos del destino golpean cuando menos se les espera.
A veces con la furia de un huracán, y otras como una imperceptible brisa. Pero el viento no puede ser negado, pues avisa de un destino imposible de ignorar.

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En la sala de estudio, el grupo de alumnos universitarios, se había apropiado del lugar, y como en otros años, discutían por cualquier trivialidad.
-¡No! Tenemos que buscar más clases todos juntos, mirad mi plan –Ringo desplegó una libreta con todos los horarios, marcados con un corazón las clases en las que coincidían.
-Voy a ser médico, ¡no tengo que estudiar español!
-¡La cuestión no es salvar vidas! ¡Es estar todos juntos!
-Igualmente, -Joseph intervino- sí que tendríamos que preocuparnos por nuestras vidas, ¿no habéis escuchado la leyenda urbana de Hanasaki? Hacían experimentos con sus alumnos, este podría ser el último año que estuviéramos con vida.
- Otra vez con tus historias, Jojo, a mí todavía no se me ha olvidado el tener que pasar la aspiradora el año pasado. - Ringo entrecerró los ojos.


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- ¡Jojo! ¿Qué haces? - Yendo a la puerta, Ringo puso los brazos en jarras. - ¡Esto es propiedad de la universidad!
- ¿No te has enterado? ¡Han visto un wendigo en el bosque de Hanasaki! Tenemos que quedarnos aquí esta noche.

Y así, Joseph siguió creando su perfecta barrera a base de echar sal por los bordes de la sala de estudio.

- ¡Jojo, es Halloween! - Insistió Ringo. - ¡Es un disfraz, como el de Rise!
- ¡Han dicho wendigo, no fantasma putilla! ¡AY! ¡Para! ¡¡Rissette, para, os estoy salvando la vida!!

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-¿¡Y qué les pasaba!? ¿Los servían para la hora del almuerzo en la cafetería? –Rise se inclinó hacia delante, intentando bromear, pero acabando metida en su historia-. Y luego, los profesores zombis camparan por el campus, esta sala quizás se convierta en nuestro único refugio…
-¡No! ¡No! Rissete, para. Es como aquella vez que nos convenciste de irnos de aquel bar sin pagar. ¡No hay nada más triste que un simpa por una coca-cola!

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Sentados alrededor de la mesa de un bar, los jóvenes estudiantes se miraban los unos a otros con expresiones indescifrables. El silencio se cernía sobre ellos, y probablemente hubieran permanecido en silencio otros veinte minutos hasta que Rise dijo lo que todos estaban pensando.
 
- No llegamos ni a 80 céntimos. ¿Alguien quiere pasarse la tarde fregando platos?
- Claro que no, hoy hacen Anatomía de Grey. - Respondió Gyro.
- ¡Pues a correr!

El grupo saltó de la silla como si quemara, excepto Ringo. Al menos Joseph tuvo la consideración de volver y cargarla al hombro mientras ésta les recordaba que si les pillaban, iba a ir todo a su expediente.

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-¡Qué ataque tan gratuito! - Rise se cruzó de brazos. - Peor fuiste tú, Gyro, cuando nos quitaste los bolígrafos porque creías que te habíamos robado el tuyo.
-¡Esa fue Ringo!

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- ¡¡NO!! ¡Nadie se larga de aquí hasta que me déis los malditos bolis!

Subida a la mesa, Ringo sujetaba un oso de peluche, apuntando al cuello de éste con un cúter.

- ¡Ringo, por favor! - Suplicó Gyro! - ¡A mi osito no!
- ¡Que me déis los bolis! ¡Ya estoy harta de que me estéis pidiendo bolis prestados y luego no los devolváis! ¡¡Ya basta!! ¡Hoy saldáis vuestra deuda, o me la cobro en sangre!
- Vale, vale, te daremos los bolis… pero no le hagas daño al Señor Osito…

Al ver que incluso Joseph había cedido, Rise entrecerró los ojos, vaciando su estuche para separar todos los bolígrafos que tuviera y pasárselos a Ringo, la cual los iba barriendo hacia ella con su pie.

- Cómo se nota que eres italiano, que sepas que aquí no negociamos con terroristas.

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-¡Pues tú! Túuu…

Aunque había mil cosas que pudiera decir en contra de cualquiera de los otros tres, Ringo sólo atinó a gritar en plena rabieta.

- ¡Habéis hecho llorar a mi hermana! - Rise dio un manotazo en la mesa.
- ¡Cualquiera lloraría si te tuviera de hermana! - Joseph la señaló.
- ¡No discutáis! ¡Sólo estamos a principio de curso!
- No, Gyro, discutamos, así lo airearemos todo. - Gritó Rise para hacerse oír sobre el chillido incesante de Ringo.
- ¡¡Eso nunca ha funcionado!!

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- ¡Se llaman clásicos de culto por algo, Rissette!
- ¡Una película no es buena sólo porque la sacaran antes de que nacieras!
- Gyro, ¡tiene razón! ¡He perdido noventa minutos de mi vida!
- ¡Y yo pierdo miles de minutos de mi vida hablando con vosotros sobre éstas cosas! ¡Incultos!
- ¿¡Qué me has dicho!? ¡Repítelo, que creo que no te he oído bien!
- ¡No, Jojo, mejor que lo soltemos todo ahora! ¿Así que eso es lo que piensas sobre nosotros, Gyro? ¡Pues que sepas que tú-!

Después de haber permanecido en absoluto silencio que salieran los títulos de crédito, Ringo sólo dejó ir un chillido.

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Mezclándose gritos, reproches y anécdotas descabelladas, el grupo siguió discutiendo hasta que alguien notó el hilillo de sangre que empezaba a caer de la nariz de Ringo.

- ¡Ringo! - Rise se giró hacia su hermana, sacudiéndola hasta que dejó de gritar.
- ¿Véis como no sirve de nada discutir? - Insistió Ringo, con la voz algo ronca después de haber estado gritando durante al menos minuto y medio. - ¡Discutimos porque discutimos por discutir! ¡Siempre igual!
- ¿Y entonces qué? - Gyro se cruzó de brazos. - ¿Este es el año en el que no habrá grupo de estudio?
- No, siempre decimos eso, y al día siguiente volvemos. - Rise puso los ojos en blanco. - Hagamos lo de siempre, nos vamos ahora un rato, decimos que nuestra amistad se ha terminado, y mañana haremos como que no ha pasado nada.

Los otros dos se quedaron en silencio, y Gyro empezó a recoger sus cosas. Después de que Rise metiera un trozo de papel como tapón en la nariz de Ringo, las hermanas imitaron a su compañero, sin mediar palabra mientras iban poniendo las carpetas y libros en su mochila.

Joseph soltó un bufido al ver cómo sus compañeros se marchaban murmurando despedidas a su lado, y antes de que pasaran por el marco de la puerta, su sangre Joestar hizo el resto.

- Esperad, chicos. - Los tres se detuvieron. - Antes de que os vayáis, hay algo que quiero decir.
- Jojo, que no pasa nada, que mañana nos habremos perdonado. - Ringo suspiró. - No hace falta que nos salves con un discurso.
- No, en serio, quiero decir algo…

Demostrar que podemos pelear, es demostrar que somos un gran grupo. ¡Qué podemos hacer grandes cosas juntos! ¡Que incluso ya las hemos hecho! Tu Gyro, aunque no sepas español, puedes mirar a los ojos de tus futuros pacientes, y saber que necesitan: siempre has sido el más intuitivo de todos.
-Nyo~n -sonrió de aquella manera tan característica, encogiéndose de hombros resuelto.

-Si no fuera por el despreocupado punto de vista de Rise, no hubiéramos salido de más de un aprieto.
-Es cierto… así que podría decirse que me debéis la vida.
-No -Jojo fue tajante al respecto-. Y tu Ringo.
Su compañera le sonrió tímidamente sin que Joseph pudiera evitar devolverle primero la sonrisa.
-Eres quién más se esfuerza de todos, y por todos.
Hubo un “ohh” generalizado, los tres asintieron a las palabras de su amigo.

-Aunque no estemos en las mismas clases, y ahora falte gente aquí, si seguimos compartiendo estos momentos, en esta misma sala, juntos seremos más fuertes… porque eso hacen las familias.
-Claro -Rise señaló hacía Ringo -como que somos hermanas.
-¡No me refiero simplemente a eso! A nosotros nos unen lazos más fuertes que la sangre… o las coletas. Y este año, ¡este año algo me dice que este año será un gran año!

El sonido de dos teléfonos móviles, se adelantó a la ovación que sus compañeros iban a darle a Jojo por su discurso.
Rise fue la más rápida en leer.
-Un mensaje de la directora.




Muchos sucesos se quedan en el pasado, mientras los más importantes están destinados a repetirse.
El destino es el cual se crea a partir de ellos.

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Se levantó por el insistente toque del timbre: para su mala suerte, uno de los intercomunicadores estaba en su cuarto y todo el sonido retumbaba en sus tímpanos. Vino a su mente el vago recuerdo de Yoite y Miharu avisándole que irían a comprar los víveres para la semana, y entornó los ojos: de seguro que nadie más se había despertado, y ella era la única desdichada escuchando aquellos estruendosos ruidos. Justo cuando se alzaba de la cama y reposaba sus codos en esta, la casa se sumó en un sepulcral silencio. Intuyó que el visitante se había cansado de tocar y que se iría. Esbozó una sonrisa y se acurrucó en su cama, pero su Iphone empezó a sonar.

“Ábreme”

 Escuchó ni bien respondió la llamada de… Lelouch vi Britannia, su enamorado.

“¿Qué pasó con tu llave?”
“Dejé la mía en la mesa de la entrada y Hizumi se la robó. Él perdió la suya… ¿Creo que Haru le robó a él? Ya ni sé qué pasó.”
“Sácale copiaaaa”
“Ya, pero ábreme”
“Tengo sueñooo”
“EUREKA ES LA UNA DE LA TARDE”
“FINE”

Atinó a extender su brazo y presionar el botón del intercomunicador que abría la reja y la puerta principal. En otra ocasión tal vez hubiera salido a recibir a su enamorado, pero prefería el calor y la comodidad de su cama. Se envolvió en las colchas, dispuesta a seguir durmiendo, pero al cabo de unos minutos Lelouch ya estaba entrando a su cuarto y tirando su morral en el sofá rojo de la esquina de su cuarto.

“Oa” Eureka le saludó infantilmente, tapando todo su cuerpo con las sábanas, a excepción de sus ojos. Lelouch se sentó en el filo de la cama: su expresión denotaba cansancio. “Deberías tomar una siesta, estás hecho mierda.” Comentó, observándolo fijamente.
“Las clases de derecho son un asco y lo sabes.”
“¿Por qué pensé en seguirte a esa maldita facultad?”
“No me preguntes.”
“Me alegra que luego de tooodo ese drama al fin encontré mi carrera.”
Lelouch rio. “Al menos aprendiste algo.”
“…Yyyy estoy llevando sólo un curso por eso.”
“True, that. Oye, ¿no tienes hambre?”
“Sí, pero me da flojera pararme… Siéndote sincera, estaba dormida hasta que me reventaste los tímpanos. ¿No hay nadie más en la casa?”
“Supongo que no. Vine de frente a tu cuarto ni bien entré. Yoite y Miharu están en el Supermarket, ¿no?”
“¡Ajá!”
“Hazme un espacio que quiero descansar un rato.”
“Noooo, de ahí te duermes en mi cama y no podré sacarte de aquí hasta que te levantes en la nocheee” Aun cuando se quejaba, se movió un poco y su enamorado se echó a su lado.

Hacía ya un par de años desde que la ex-Hime y su mejor amiga, Haruhi, se habían mudado a vivir junto a la mitad de la familia Vi Britannia que se quedó en Japón. La otra mitad había regresado a Inglaterra o bien para conseguir trabajo allá, o bien para estudiar en alguna universidad londinense. Lelouch, Simon, Yoite y Miharu prefirieron Japón, y a raíz de que sobraban tantos cuartos en la ‘pequeña’ mansión, optaron por ofrecerles tres a Eureka, Haruhi y a Illya (la hermana menor de esta última) y rentar el resto. Al cabo de un tiempo, otros dos cuartos fueron ocupados por Hizumi, uno de los mejores amigos de Eureka, y Kagari, un muchacho que también estudiaba en la misma universidad que el resto. La casa había vuelto a ser igual de ruidosa que antes, con las ocurrencias de todos.

Eureka había caído en una rutina pacífica que consistía en salir con sus amigos, dormir, dibujar, estudiar de vez en cuando y asistir a clases.  Realmente, podía afirmar que las cosas habían mejorado. Sus días se pasaban rápidamente, pero sin mayor preocupación, salvo por los trabajos en la universidad y alguno que otro problema que surgía en su grupo de amigos.

No tenía ni la menor idea de lo que le esperaba en el futuro.

Su Iphone empezó a sonar de nuevo y palpó varias veces la superficie de la cama buscando su celular. Cuando lo halló, revisó de qué se trataba.

Era un mensaje de Miranda Lot, con quien no había tratado en absoluto luego de lo que sucedió en su primer año de Highscool.

Angustia y preocupación la llenaron al abrir la conversación.




Es de sabios resignarse al destino que nos toca. Es de tontos esperar poder cambiarlo.
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“¿Cómo has estado? No hemos hablado en mucho tiempo.”

Haruhi arqueó una ceja al revisar su celular y toparse con un sorpresivo mensaje de texto por parte de Kamina, chico con el que se había visto involucrada en una agitada vida que tenía apuntado en la lista poderes mágicos, estudiantes psicópatas y criaturas nacidas del vínculo entre dos personas.

“…” Sus dedos pensaron en tipear una respuesta que quedó en eso para luego soltar un suspiro y lanzar el móvil a la cama como si nada. Kamina había querido mantener una buena relación con la chica después de haber cortado su relación hace ya más de un año. Por el lado de Haruhi, toda la situación le estaba causando más angustia por el mero hecho de intentar mantener una amistad que además ya estaba deteriorada por la distancia que les separaba.

Él en Inglaterra y ella todavía instalada en Japón. En un principio fue soportable y posteriormente comenzó a costarle sonreír con naturalidad. Claramente romper había sido lo más sano pero no menos deprimente.

“¿Haru?”
“…” No hubo respuesta de su parte, su vista siguió fija hacia el paisaje fuera de la casa hasta que recibió de proyectil una almohada directo a su cabeza. “¿A-Ah? ¿Qué pasó Illya?”
“Nada, te hice bajar a la tierra. ¿Todo bien?” Su hermana menor perezosamente tomó asiento en la cama de la ex HiME.
Haruhi se pasó la mano por la cara y se masajeó las sienes. “No es nada, lo que pasa es que ayer me quedé hasta tarde haciendo un trabajo y ahora pensaba en que tendré que ir a comprar materiales que me saldrán un ojo de la cara.”
“Mm… si te falta, dile a papá que deposite antes.”  Illya comenzó a rodar sobre el colchón, ociosa.
“Sí, parece lo mejor.” Haruhi se estiró y se puso de pie, alcanzando a tomar su teléfono antes de que su hermana menor lo aplastara. “Voy a la librería y vuelvo.”
“Okis. Si pasas por afuera de la tienda, ¿me compras una Aquarius?”
Haruhi tomó una chaqueta del armario antes de salir y asintió. “Trataré de no olvidarlo.”

Bajó las escaleras con tranquilidad. Justo cuando planeaba llegar a la primera planta del edificio, el teléfono comenzó a sonar otra vez.
“¿Y ahora qué?” Refunfuñó al buscarlo en su bolsillo. A como se tratase de algún nuevo mensaje del Key apagaría el teléfono por un rato…

O esa era la idea.

Tuvo que pestañear un par de veces para procesar el remitente como el contenido del mensaje. Las dudas se agolparon en su cabeza rápidamente y no tardó  en pronosticar que por la urgencia del llamado, las cosas eventualmente podrían ponerse mucho más serias.

“Claro, tan oportuno no podía ser.”

La caminata hacia la librería sería algo mucho más apresurada y  quizás… el encargo de Illya tendría que esperar.




No siempre el camino correcto es el más fácil. Escucha con detención y serás consciente de que eres quien forja el camino a su propio destino.
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Mayura se encontraba sentada en uno de los bancos del parque de la ciudad, sin apartar de vista de su celular, y de paso mirando a varios lados

Creo que he venido muy temprano...-

La joven estaba muy emocionada porque veria a su persona especial despues de casi 2 meses de comunicacion nula, propuesta de la pelirosa para no interferir con los deberes de su novio, pero ahora estaba muy emocionada que solamente deseaba verlo

Mayura!!! -

La joven salio de sus pensamientos y al ver una silueta conocida, se levanto y guardo su celular para correr a su encuentro

Otoya!!...- salto hacia él y le abrazo fuertemente- te extrañe mucho...-

Yo tambien lo hice Mayura...-dijo el joven pelirojo visiblemente sonrojado, aferrandose el abrazo de la joven-pero finalmente estoy de vaciones por una semana del trabajo, asi que tendremos tiempo para pasarla juntos...-

Eso me alegra de veras...- se separo de él y le sonrio, para luego sacar una revista- acabo de comprar el ultimo magazine donde sales en la portada como el idol revelacion del año, estoy muy orgullosa de ti, el esfuerzo valio la pena...-

No digas eso que me averguenzo...- dijo sonriendo nerviosamente-ademas como no iba a esforzarme si me la pasaba solamente pensando en ti...-dijo hablando mas para si mismo que para la joven pelirosa-

Eh? dijiste algo?...-

No...no no dije nada...-

Bueno vamos a casa que mamá ha preparado una rica comida para los dos..-le dijo para tomarle de la mano-

Espera...Mayura...- se aferro de la mano de su novia y la jalo suavemente hacia él- te quiero...-

Y yo tambien...-

Aquella declaracion fue sellada con un dulce beso,luego empezaron a caminar tomados de la manos, Mayura le contaba lo que habia hecho esos dos meses que no se vieron, de la misma manera Otoya le contaba de las giras de los conciertos que tenia programado,mientras que el celular ahora ignorado de la joven ex-hime empezaba a sonar incesantemente.....




Cuando menos te lo esperas el pasado puede venir a remover el presente, y nunca sabes a donde te va a llevar, sólo puedes confiar en que sea un sitio al que deseas ir.
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Uh, el mago... —Hizo un ruido chasqueando la lengua, mientras movía lentamente la cabeza.

Si bien la chica a la cual estaba atendiendo no se abalanzó sobre ella, Nozomi podía asegurar que la tenía sobre toda su cara. Intentó tomar un poco de distancia, al mismo tiempo que la otra balbuceaba incoherencias. —P-PERO ¿¡¿¡¿¡¿ESO QUE SIGNIFICA?!?!?!? ¿ES MALO, ES BUENO?

Uh, era la viva expresión de la desesperación, la chica sonrió simpática. Casi benevolente. Por supuesto que la ayudaría a comprenderlo. —Lamentablemente, en esta posición es mala. —Le mostró las cartas que había estado tirando en su pequeño puesto de lectura de cartas, había formado un escalón y aquella era la última en salir.  —Con este lanza de aquí, significa que alguien a quién crees apreciar y confiar, te traicionará… —Le señaló y la otra chica no pudo más que asentir frenéticamente, escuchando cada palabra suya como si fuera cierta.

LOL, pensó Nozomi, esto es siempre divertido. —Pero tranquila cariño, con un amuleto a módico precio, verás que podrás detener las vibras malignas de esa persona. —Sacó un papel con un dibujo extraño. —Está ciento por ciento recomendado. Compra, compra, compra, compra, compra, compra, se repitió mentalmente Nozomi.

Podía leer indecisión en la chica, ¿pero cuánto le iba a doler unos $50 menos en su bolsillo? Tsk, la gente rica realmente necesitaba chillear un poco. Finalmente le ofreció el dinero que apuntaba en la etiqueta del amuleto y charlaron un rato sobre cómo usarlo, hasta que se fue. Se quedó mirándole ir, casi pillando que tenía una buena vista de atrás ah… y recordó el extraño paquete que le habían traído esa mañana. Se sumergió en esa camioneta diminuta que tenía y desenvolvió el papel enrollado a este, ni siquiera parecía tener forma. Demasiado misterioso, ¿y si se trataba de una bomba? Aunque no recordaba tener enemigos. Bueno tal vez alguna venganza por una de sus víctimas. El mercado de lectura del futuro estaba muy devaluado y poco respetado en esos días. Sin embargo, lo que vio fue una sencilla carta oculta detrás de toda esa envoltura. Se podía observar la elagencia y escéptica sobre todo.

¿Por qué ella? No era precisamente una santa de devoción. Abrió el sobre sin cuidado y abrió la carta. Lo primero que vio fue una enorme firma que se identificaba como Miranda Lot. Comenzó a leerla rápidamente, interesada por aquel giro.

'Me enorgullece enviar esta carta a Nozomi...'




Los errores nos eligen, para bien o para mal.
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Un individuo recorría a paso seguro los pasillos de una ordenada residencia en busca de una habitación en particular, encontrándola abierta. Típico. Sin abandonar la entrada, recorrió velozmente la habitación con la vista hasta dar con una figura femenina trepada sobre una gran maleta en el suelo, aparentemente para forzarla a cerrarse bajo su peso.
 
"No vas a utilizar ni la mitad de lo que llevas." Anunció cruzándose de brazos.
La chica de largos cabellos oscuros se giró rápidamente al oír su voz y le dirigió una sonrisa socarrona al reconocerlo. "Aww, Levi, no me digas que has venido a ayudarme a empacar~"
"No tienes tanta suerte." Contestó cortante.
Ella simplemente se alzó de hombros y le dio la espalda. "Igual no te necesito."
 
Lo dudo, pensó Levi, y no era necesario hacer una inspección minuciosa para saber que era cierto. La habitación pedía a gritos un poco de organización. Empezando por la cantidad exagerada de maletines tirados en el piso, pasando por los libros y cuadernos colocados pobremente sobre los muebles, para acabar en la ropa desperdigada sobre la cama. Era un completo caos.
Levi hizo una mueca de desagrado.
 
"¿Hablaste con tu padre?"
La castaña se tomó un momento antes de contestar mientras cerraba la maleta y procedía a sentarse sobre la alfombra a los pies de la cama.
"¿Puedes creer que aún no me habla?" Resopló. "Si Glen, teniendo sólo quince años, pudo irse a estudiar al extranjero, ¿por qué no podría hacerlo yo?"
Levi alzó una ceja "¿Porque las circunstancias eran otras?" Dijo, empezando a enumerar con los dedos. "¿Porque él es el primogénito? ¿Porque es varón, es más responsable que tú y posee liderazgo nato? ¿O acaso porque tiene la confianza absoluta de tu padre?" Levi la observó con el rabillo del ojo. "¿Quieres que continúe, Alice?"
La chica apretó los dientes. "Tengo tanto derecho como él de decidir mi propio futuro."
"¿Y por eso piensas largarte sola a otro continente? So wise."
"¡No me voy sola, Alexy viene conmigo!"
"El otro mocoso, sí, excelente garantía."
"¿Es necesario el sarcasmo?"
Levi chasqueó la lengua. "¿Qué te dijo Glen?"
Alice soltó una risotada al recordar la última llamada de su hermano mayor. "¡Me mandó a la mierda!"
"¿Otra novedad?"
"¡Ya tiene todo el papeleo listo para que me integre!" Sonrió victoriosa. "Aunque debo hablar con alguien del plantel en cuanto llegue, pero es pura formalidad."
 
Levi eligió ese momento para abandonar el marco de la puerta e ingresar por fin a la habitación.
"¿Sabes realmente en lo que te estás metiendo?" El tono serio en su voz hizo que la sonrisa en el rostro de Alice se desvaneciera.
"Entiendo que el resto cuestione mi decisión porque, sí okay, parece precipitado, ¿pero tú, Levi?" La chica hizo una pausa, dirigiéndole una mirada cargada de frustración. "Eres mi entrenador, deberías saber que puedo con esto, ¿o no crees que sea capaz?"
"Físicamente, sí."
Alice frunció el ceño. "¿Y mentalmente?"
"Tengo mis dudas." Levi vio que la castaña estaba a punto de protestar y se le adelantó. "Aunque si usas la cabeza podrías salir bien librada, probablemente." Aclaró.
Suspirando con pesadez, la menor continuó. "Si piensas eso, ¿por qué la insistencia?"
"Quiero asegurarme de que tomes una decisión de la que no te arrepientas.” Dijo firmemente.
 
Alice apretó los labios y sostuvo la penetrante mirada de Levi todo el tiempo que pudo antes de colocar la cabeza sobre sus rodillas.

"No tengo idea de qué pasará a partir de este punto, pero si de algo estoy segura es que no voy a echarme para atrás. Eso jamás."
"Hablamos de algo que cambiará el rumbo de tu vida por completo."
"Lo creas o no, soy consciente de ello, pero quiero hacerlo." Murmuró alzando la vista hacia él. "Quiero arriesgarme... ¿crees que me equivoco?"
"No puedo asegurar que estés cometiendo un error o no, el futuro es incierto." Dijo agachándose para quedar a su altura y colocar una mano sobre su cabeza. "Pero si ésa es tu resolución, síguela, porque si el momento llega y tienes que afrontar las consecuencias de tus actos, sabrás que hiciste lo que creías que era correcto y superarlo será más fácil. Después de todo, es humano equivocarse."
Alice asintió fijando la vista en el suelo. "Gracias, en serio."

Levi sólo asintió, revolviéndole suavemente los cabellos de forma amistosa, casi fraternal.
Hasta que utilizó esa misma mano para aplastarle la cabeza.
Fuerte.

"Ahora quiero que arregles esta maldita pocilga y parezca que quien vive aquí es una señorita y no un puerco. Porque tú no vas a dejar esta casa hasta que yo lo diga, ¿he sido claro?"




El destino no es una cuestión de suerte, es una cuestión de elección; no es algo que se gana, es algo que se logra.
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Se puede controlar el futuro, mas no el destino. El futuro se te presenta con opciones, pero el destino no ofrece bifurcaciones ni desvíos.

Nuestro futuro puede llegar tanto a cumplirse como a ser interrumpido. Pero, nuestro destino, y la influencia que traeremos a las vidas a nuestro alrededor… ello siempre estará sellado.



La rueda del destino ha comenzado a moverse.
« Last Edit: August 13, 2017, 01:16:10 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Shura

*Tira confeti* Felicidades por el nuevo fic!  ;D

Dejo mi aporte, es continuación de mi anterior historia, aprovecharé para de vez en cuando meter aportes así con los que até cabos del final del fic anterior porque cada vez que no terminas un fic, Itachi mata un gatito
Y ya en el siguiente me subo al barco con Ringo y compañía.

*y edito con iconos y título*



Cap 1.


El vuelo fue largo, aunque Shura no tuvo ocasión para aburrirse. Había comprado un nuevo ordenador aprovechando el viaje para ponerlo al día con todo lo que iba a necesitar en un futuro, y a su filial en Japón, le había pedido máxima discreción en su llegada.

El mensaje de Miranda, simplemente de que se reunieran en Hanasaki, había sido poco menos que emocionante.
Siendo Hime había vivido muchas cosas. Pero por algún motivo, había preferido enterrar esas cosas. Y con aquel mensaje tan imprevisto, podría decirse que había pateado su conciencia, el pasado siempre regresa para recordarnos quienes somos.
-Recuerda quién eres…
Puso los ojos en blanco, se le había escapado en voz alta sin querer. A fin de cuentas, sólo habían pasado tres años, había tenido que crecer rápido, pero hay cosas que nunca cambian.

La azafata de su vuelo privado, le indicó que estaban a punto de llegar, informando que todos los protocolos que había exigido ya estaban en funcionamiento, y que un trabajador de la empresa la esperaba para recogerla.

A su salida del aeropuerto, busco a quien tuviera un cartel con su nombre, no esperaba que alguien la hubiera reconocido antes.
-Con que aquí esta, señorita Hamasaki.
Antes de poder verle, tomándola del codo, Shura giró sorprendida y a la defensiva. Si no hubiera sido suficiente el susto inicial, aún le quedaba la mejor sorpresa. Por suerte, el individuo parecía conocer el efecto que su presencia iba a causar, y ya la había tomado del codo anticipando, que como mínimo, le temblarían las rodillas.
-¡SOL!

El hombre le sonrió, complacido además de porque le reconociera, por la reacción de Shura.
-Ha pasado mucho tiempo, Shura.
-Cualquiera diría con el susto que me has dado, que el tiempo no pasa por ti, -le dedicó una sonrisa-, sigues siendo un niño.

Logró el efecto que esperaba soltándola, pero a cambio el silencio cayó sobre ambos.
En el pasado, Sol también había pertenecido a su misma escuela, Hanasaki, y a su mismo curso. Conocía todo lo relacionado con el tema Hime y la había ayudado en estos términos de manera voluntaria, luchando como su Knight.
Con el tiempo, cuando se marchó de Japón, Shura llegó a comprender, modestia aparte, que Sol sentía algo por ella. Pero desaparecidas sus obligaciones con la escuela, todo aquello había quedado muy atrás.
Y ahora no era el momento de retomar el pasado.

-Disculpa Sol, no he venido por turismo. Tengo trabajo que hacer.
-Por supuesto, el coche nos esta esperando.
Parpadeó sorprendida.
-¿Cuándo se van a terminar las sorpresas? ¿Eres mi chófer? ¿Trabajas en mi empresa?
-No soy tu chófer, estoy en I+D, ¿no decías que querías discreción?
-¡En investigación y desarrollo! -Shura le tomó del brazo y empezó a empujarlo hacia la zona de parking, no quería llamar la atención, pero no podía dejar aquel tema pasar-. ¿Pero cómo es posible? Deberías estar terminando la carrera.
-¿No se supone que tú tendrías que hacer lo mismo?

La hizo sentir como si los dos se hubieran saltado una clase del instituto, chasqueando la lengua antes de apretar los labios en una sonrisa.
-Touché, olvidaba que eras un gran estudiante de ciencias, y si estas ayudando a mi empresa, tengo que darte las gracias. Me alegra de verte Sol, y de que hayas venido a buscarme, de verdad.
-De nada.
Shura no rompió el contacto, apoyándose en su brazo. No había cambiado en absoluto, quizás algo más endurecido por lo que mostraban sus ojos cobrizos, pero siempre con ese aire de estar por encima de las cosas porque estas eran demasiado insignificantes para él. 

Llegaron al automóvil, un Mercedes de color negro.
-¿Esto es lo que entiendes por “no llamar la atención”? -Shura tomó asiento en la parte de atrás, ignorando que Sol pusiera los ojos en blanco por no sentarse de copiloto, al final sí que tendría que hacer de chófer.

-¿A qué clase de trabajo has venido? -Sentía curiosidad. Cualquier tema de la empresa que requiriese discreción, lo llevaría a cabo un inspector y no la dueña viniendo de propio desde América.
-Claro, a tí te lo puedo contar -cruzó las piernas, inclinándose con el codo apoyado en la rodilla y su mentón sobre sus manos, tomándose su tiempo para crear la atmósfera de misterio que esperaba, ya era hora de ser quien diera las sorpresas en vez de ser blanco de recibirlas-. Miranda me ha mandado un mensaje… por lo que puedo deducir, lo ha hecho con todas las que fuimos Himes.

-¿¡Qué!? -Sol giró sorprendido sin creer lo que había escuchado, apretando los dientes cuando la única respuesta por parte de Shura fue una enigmática sonrisa. Por supuesto sobraban las respuestas a cosas como “¿vas a  hacerlo?” o “¿estás loca?” Shura no hubiera venido desde tan lejos si ambas respuestas no fueran afirmativas.

-La princesa viene reclamando su tiara… y me decías que yo era un niño -resopló, poniendo en marcha el coche.
-¿Qué has dicho? ¿Puedes repetirlo? -Apoyó los pies en el suelo, abriendo los ojos con una mirada de curiosa inocencia.
-¿El qué?
-Lo de princesa… -No pudo evitar que una larga sonrisa se dibujase en su cara -.Ahora que trabajas para mi, creo que te obligaré a que me llames así… princesa… -paladeo la palabra-. Quizás reina esté mejor.
-¿Y a dónde quiere que le lleve su alteza? Supongo que a la escuela -harto de aguantar aquello, salió a toda velocidad del parking rumbo a la autopista.
Para Sol, era difícil adivinar hasta qué punto parecía haber cambiado. Desde luego antes, no era tan mordaz hablando, y con lo que habían agradecido que todas las obligaciones Himes terminasen… ¿por qué había vuelto?

-No… aun no vamos a Hanasaki. Quiero visitar a un amigo -sintió la mirada de Sol por el retrovisor, sosteniéndola un momento-. Hace casi tres años que no habló con él. Pero si quiero ser Hime, primero necesito recuperar mi Key.
-¿Supongo que tendría que recordarlo? -Arrugó el labio sin disimular su desprecio.
-Así es.
-¿Y sabes donde vive?
-No. Pero tu sí.



Asegurándose de que su aspecto era impecable, se dejó guiar por la secretaría hasta el despacho. Shura hubiera sentido deseos de reír al leer el nombre de “Sparda” sobre la placa dorada de la puerta. Jamás se hubiera esperado, que cumpliera con aquella tontería que dijeron en la mesa del comedor de hacerse fiscal.

Abrió la puerta, entrando.
-Hola Vergil, ¿te acuerdas de mi?

Tras la mesa de su despacho, dejando de lado un dossier, Vergil Sparda levantó la mirada clavando sus fríos ojos azules en Shura. Inexpresivo, siempre controlando sus emociones y pareciendo que tenía todo bajo control. El tiempo le había hecho perder esa expresión de desamparo que la había atraído, pero no era eso lo que había roto su corazón en el pasado. Ahora las heridas estaban curadas, pero la emoción que le producía verlo era igual que hace años.

Vergil rompió el contacto visual, dedicándole una nostálgica sonrisa.
-Claro que me acuerdo de ti, ¿qué tal va todo Shura? 
Salió de detrás de la mesa, Shura se tomo la libertad de abrazarlo fraternalmente y darse dos besos en la cara, por supuesto, había sido ella la que había tenido que iniciar aquello. Pero él la invitó a café, sentándose uno enfrente del otro alrededor de una acogedora mesilla para estos casos, aprovechando para ponerse al día.

-Debes tener un buen tutor Vergil, me alegra que estés cumpliendo tu sueño y hayas llegado tan lejos.
-¿Y tú Shura? También has llegado lejos, ¿qué te ha hecho regresar?
-Directo al grano -le sonrió sin sentirse decepcionada, pero deseando provocarle- ¿qué te parecería si dijera que he regresado por ti?

Vergil no cayó en aquel juego, endureciendo la mirada, adivinando que Shura le ocultaba algo.
-Aunque eso es sólo una verdad a medias. Escucha Vergil, he regresado porque recibí un mensaje de Miranda.
-Miranda… ¡la directora! -Se puso aún más rígido de lo que estaba, sorprendido con la revelación.
Por fin una reacción…
“Pero con la chica equivocada” -pensó, era para llevarse un chasco.
-Exacto. Creo que es un llamamiento general a las Himes, y quería preguntarte si tú…
-Silencio.

Vergil se había puesto en pie. No era el modo que esperaba que la interrumpiera.
-No digas nada más Shura. Ahora, debo rogarte que te marches.
-No quería ofenderte Vergil, ni obligarte a nada que tu no quisieras, pero me gustaría saber si puedo contar conti-
-No me has entendido -volvió a interrumpirla-, no quiero saber nada de ti.

Ese si fue un duro golpe. Vergil seguía inmutable como una estatua después de haberle dicho aquello, mientras que Shura sentía como viejas heridas se abrían. A lo largo de tres años, había aprendido a enmascarar sus emociones, como cambiar la tristeza por la frialdad. Lo que se preguntaba es cuanto aguantaría.
-¿Quién te crees que eres para hablarme así?

Vergil chasqueo la lengua nervioso, no era tan idiota como para no reconocer que se había extralimitado con aquel comentario, pero ojala con eso, pudiera disuadirla de cualquier relación con Hanasaki. Había esperado que la distancia, hubiera disuadido a Hanasaki de llamarla, pero estaba claro que se equivocaba.
Él había sido su Key, la persona que proporcionaba a la Hime, la habilidad de invocar una criatura. Estaba la probabilidad, quizás, si ellos dos no se juntaban, si ella no tenía todos sus poderes, quizás no se inmiscuyera.
-Márchate -Vergil fue hasta su mesa, sentándose tras esta como un rey que hubiera dictado sentencia, vigilando que el dossier permaneciera en su sitio

Shura por supuesto, tras aquel insulto no permaneció impasible, acercándose a su mesa y apoyando las palmas justo enfrente suyo.
-Te he preguntado, ¿qué quién te crees que eres para hablarme así? Ten el valor de decírmelo a la cara.
-Márchate, aquí no se te ha perdido nada. Regresa a América -le sostuvo la mirada sin que esta reculase por sus palabras, ahora mismo, estaba tan cerca… tan cerca del dossier que…

Sin querer, al pensar en el papel, no pudo evitar apartar los ojos un instante hacía la carpeta.
Más rápida que él, Shura siguió la dirección de aquella mirada, arrancándole de la yema de los dedos la carpeta que había estado a punto de alcanzar, quedando Vergil con medio cuerpo sobre la mesa en un fallido intento por recuperarla, y demasiado separado de ésta para evitar que ella la abriera y mirase en su interior. Esperando incómodamente mientras se pasaba la mano por el pelo a que esta terminase.

-Pero… ¿qué es esto? -Miró incrédula hacía Vergil-. ¿Por qué recopilas información sobre Rizembool? ¿Y Hanasaki? La directora, Fran, Leonidas, ¡hijo de…! ¡Incluso de Iruka!
Tiró los papeles contra Vergil revolviéndose y quedando esparcidos por la mesa. Por supuesto no hizo falta decir nada para adivinar sus auténticas intenciones.
-¿¡Por esto te hiciste fiscal!? ¡Para llevártelos a todos por delante!
-¿Crees que es justo lo que hicieron con nosotros? No éramos más que unos niños, nos mezclaron en su guerra. Y tienes el valor, de venir a pedirme que regrese, sabiendo todo lo que perdí.
-¡No fuiste el único! ¡Y éramos los únicos que podíamos hacerlo! -Apretó el gesto de frustración.

Vergil respiró profundamente, aquello únicamente acabaría en una guerra de gritos que no llevaría a ninguna parte. No debería habérselo ocultado, pero ya era tarde para lamentarse, lo mejor era explicarse.
-No hay noche, desde hace más de tres años, que no piense en todo lo sucedido, también en nosotros… -intentó que la palabra calase en Shura, pero esta se había cerrado en banda-. Nos robaron mucho más de lo que crees, quizás los que pudieron ser los mejores años de nuestras vidas; nos utilizaron como cobayas, sin que les importara que cada día nos preguntásemos si ese día, un Rebel iba a venir a matarnos. Nos… -escupió la palabra- utilizaron, en una guerra donde la única recompensa era conservar la vida. ¿Y aun quieres defenderlos?

Shura retrocedió, asintiendo como si hubiera llegado a una conclusión.
-¿Ha bajado el coeficiente intelectual mientras yo no estaba? -Una amarga satisfacción, la recorrió cuando vio su expresión decepcionada-. Éramos voluntarios, conscientes de lo que hacíamos… y aunque tuvieras razón, ¿a cuantos piensas hacer pagar por sus crímenes?
-A todos -no dudo en su respuesta.
-Claro. Ahora lo recuerdo, yo te vi Vergil… en la última batalla contra Rizembool, te vi -sonreía sin gracia, como si entre sus manos jugase con una bomba- nunca perdonarás lo que sucedió a tu madre y de poder, preferirías matarlos a todos con tus propias manos. Incluso a mí.

Shura no iba a perder más el tiempo si no iba a conseguir hacerle entrar en razón.
-Haces bien en no querer saber nada de mí, ¡yo tampoco quiero saber nada de ti! 
-¡Espera! -Salió tras ella, agarrándola de la muñeca para detenerla.
Como si su contacto fuera una corriente eléctrica, igual de rápida fue ella en girarse y con la mano libre darle una sonora bofetada.
-No me toques. Ya me has insultado suficiente.

Vergil la dejó marchar, echando también a la secretaria que, sorprendida, había ido a inspeccionar lo que sucedía. De manera metódica, regresó a su mesa de trabajo, ordenando los papeles que Shura había tirado.
No había día en que no pensará en el pasado, de que no reflexionará en sus motivos y en la motivación que le movía.
-También hago esto por ti.



La primera señal de que las cosas se habían torcido, estaba en que Shura entró en la parte delantera del copiloto.
-Me siento ridícula -se llevó la mano a la frente arrugando el labio-, ¡he montado una escena!

-¿Has ido a pedirle ayuda y le has cruzado la cara? -Sonriendo y sin disimular la satisfacción que le producía, Sol había tomado lo más elemental del resumen que le había hecho y que le había servido para desahogarse.
-¡No tiene ninguna gracia! -Que Shura se enfadase, sólo provocaba que Sol se divirtiera más.

Poniendo los ojos en blanco, bufando en lo que parecía una risa entrecortada. Shura se fue relajando, acabando por sonreír, contagiándose por la despectiva y burlona risa de Sol, acabando por llevarse la mano al pecho para controlar el ataque de risa que le había entrado. Y es que la situación vista desde fuera, era como una parodia. No valía la pena darle más vueltas, seguiría siendo tan ridículo y simple como lo había planteado Sol.

-Dios, si hace tiempo que no me reía tan a gusto -fue tranquilizándose poco a poco, mientras golpeaba con teatral represalia el brazo de Sol.
-¿Y ahora qué princesa? ¿Vamos a Hanasaki?
-No… tengo otra idea.

Tomó la mano de Sol cuando este iba a arrancar el coche, sosteniéndola junto a la suya, el hombre la dejó hacer sin mostrar reacción por el gesto y la cara de concentración de la chica.
-Antes, podía absorber la energía de los demás mediante el tacto, tenía que estar siempre concentrada para no provocar ningún accidente.
-Lo recuerdo -correspondió cuando esta entrecruzo sus dedos, su gesto era ahora preocupado.
-Enterré mi pasado para seguir hacía delante, pero iba a volver a Hanasaki, no sabía porque esperaba esa llamada, pero creo que ahora lo entiendo... quizás, quería arreglar algo de ese pasado. Vergil tiene razón en una cosa: no hicimos bien, luchar por sobrevivir no era la solución, así no.
-Escucha, todo lo que hiciste en el pasado, todo esta bien. Porque sin eso, no estarías hoy aquí con vida.
Shura soltó un bufido despectivo.
-No voy a decir que echase de menos tu filosofía de andar por casa -como si acabase de percatarse, miró hacía sus manos entrelazadas-. Oye Sol… ¿me acompañarías en una locura?

No respondió, pero que aún estuviera ahí era suficiente para ella.
-No vamos a regresar a Hanasaki, no voy a negar mi pasado nunca más, pero desenterrarlo así… -cerró los ojos arrugando la frente-, no voy a cometer los mismos errores que en el pasado. Las Himes pueden servir para mucho más que para destruir.
-Shura, siempre estaré contigo.
-Gracias -intentó no mostrarse tan conmovida como se sentía, esperando que su mirada ausente a través de la ventanilla, fuera tan sofisticada y creíble como el de esas actrices de películas en blanco y negro.
 
Soltándose de las manos con Sol arrancando el coche mientras ella le miraba a hurtadillas a través del reflejo en el cristal y terminando por caer en la cuenta de algo esencial.
-Ahora que no voy a estar en la mansión Hime, necesito instalarme. Esperó que el hotel pueda traerme todo el sistema informático y de investigación que necesito. Diablos, tardaré al menos una semana en ponerme al día con todo lo que voy a necesitar…
-¿Por qué no te instalas en mi apartamento? 

Aquello sí que la pilló desprevenida, sobresaltándose como una colegiala, no había sido su intención al quejarse. Pero, si lo pensaba, eran todo ventajas. Y no solo por todo el material que necesitaba.
-Vale.


« Last Edit: March 02, 2015, 05:56:22 PM by Shura »


Sayi

Ha sido un gusto leer de Shura y shurasolyahsjkslfmemoriesss;_; pero ya comentaré con calma luego xD

Traigo primer fic para empezar con el pie derecho. Ha sido super relajante retomar estos personajes, y ando ansiosa por seguir explotándolos en sus shenanigans <3

Y sin más preámbulos vamos con el KICKOFFFFF



Episode 1 — Break the Internet Sayi Mio!

Las risas de sus hermanas fue lo primero que escucho al abrir la puerta de su casa.

Tras dejar su mochila junto a la entrada, Ichigo caminó hasta la sala y las encontró ahí: Tsukino riéndose de Kano, la menor de las hermanas Mio, quien posaba elegantemente para que Sayi, su hermana mayor, la retratara en su bloc de dibujo.

"Si no dejas de reírte vas a salir con una cara rara" le advirtió la pelirrosa sin despegar la vista del papel "Y estos retratos los van a calificar frente a toda la clase"
"¡Pues es culpa de Tsukino! ¡Ella no deja de decir tonterías!"
"I want you to draw me like one of your french girls~" la pelinegra se recostó dramáticamente en el sofa. En ese momento pareció recordar algo y corrió hacia las escaleras "¡Kano! ¡Espera te traigo ese pendiente de corazón de Cyzone que se parece al del Titanic!"

Su hermana no aguanto más las bromas y también salió corriendo tras ella. Sayi puso los ojos en blanco.

Mientras sus hermanas se correteaban en el segundo piso, la pelirrosa arrancó la hoja del bloc y la arrugó en una bola de papel. Ichigo aprovechó el descanso para entrar a la sala y sentarse frente a su hermana.

La historia de la familia Mio-Kurosaki era un excelente rompe hielo cada que conocían nuevas personas. Sayi e Ichigo se conocieron en el instituto mediante el mejor amigo del rubio (y quien terminó siendo novio de Sayi): Taikoubou Shizuka. Los tres se hicieron inseparables, pero por más que convivieran en el instituto, no hubo manera de predecir que la guardiana de Sayi, su tía Izumi Mio, terminaría conociendo y enamorándose de Hiroyuki Kurosaki, el papa de los mellizos Ichigo y Kaien— todo esto a sus espaldas.

Cuando se percataron de la relación de los adultos la boda ya era inevitable y, por azares del destino, los amigos terminaron siendo hermanos por ley.

El drama HiME que vivió Sayi dio hincapié a varios sucesos entre el grupo. Pero con Hanasaki versus Rizembool ahora en el pasado, su convivencia había vuelto a la tranquilidad del día a día.

Con unos cuantos cambios, por supuesto.

"¿Cuántos retratos llevas hechos?"
"Uno" respondió "Vi a Cho en la cafetería el otro día, y como se quedó media hora perdida en sus pensamientos me dio tiempo suficiente para retratarla (y sin que ella se enterase)"
"Ah" Ichigo observó el retrato de Cho, la ex-HiME que hace algunos años se la tenía jurada con él por cierto suceso en cierto festival cultural... "Bueno, ¿y por que no me dibujas a mí?" se ofreció el joven, acomodándose en el sofá "Soy bastante fotogénico"
"Pero me temo que no dibujogénico" rió Sayi "Siempre me sales raro. Pensaba usar tu cara como modelo cuando tenga que dibujar a un bebe renacentista"
"He... graciosa" el teléfono de Ichigo vibró y el rubio lo reviso en el acto. Una sonrisa iluminó su rostro "¡Kaien pasó sus midterms! ¡Papá lo va a dejar venir en vacaciones! ¡OMG esto es GRANDE!"
Sayi sonrió divertida "Aunque hubiera sido bueno irlo a visitar a Australia, ¿no? La última vez que lo vi tenía este amigo salvavidas que estaba..."

Pero antes que pudiera terminar esa oración, Ichigo le robó su bloc de dibujo y le pegó con él en toda la cara.

“¿¡CUAL ES TU PROBLEMA!?”
“¡BAD SAYI BAD!” le llamó la atención “Tienes PROHIBIDO hablar así de otro hombre que no sea Bou y lo sabes”
“Ayparfavar”
Ichigo la señalo con el índice, advirtiéndole “Sayi, si sigues así…”
“Pues sería bueno que el hiciera un esfuerzo en interesarse en mí o algo”
“…vas a perder a TU LLAVE---” al notar el semblante de su amiga, el rubio hizo a un lado las bromas “Espera, ¿pasó algo?”

No era agradable hablar del asunto, pero sabía que necesitaba desquitarse e Ichigo era la única persona que podía entender sus problemas con Bou. Además de Suiseiseki claro esta, dado que los ‘Keys’ de ambas se habían ido a estudiar a la misma universidad en Beijing.

“Y luego que me cortara diciendo que tenía un examen…” la pelirrosa le resumía lo sucedido más temprano “Entro a Facebook y lo veo ahí, dándole like y comentando feliz de la vida las fotos que su amigo el coreano había subido de una fiesta o algo así”
Ichigo tensó los labios, incómodo “Pues no se que decirte…”
“Exacto. Me mintió porque no quería hablar conmigo”
“Esta bien” Ichigo puso una mano en el hombro de Sayi “Solo por esta vez te dejo lustear al amigo australiano de Kaien”
“¡No dude! Escucha, serás el mejor amigo de Bou pero no puedes justificar este tipo de cosas” le dijo Sayi. Ichigo le respondió con una expresión adolorida “Nueve de cada diez veces soy yo quien le dice para skypear, soy yo quien aún le manda mensajes de buenos días y buenas noches…”
“Pues… las últimas veces que he ido a Beijing no has querido acompañarme” le recordó Ichigo “Y la última vez que viste a Bou en persona fue como hace cuatro meses…”

En los dos años que Taikoubou llevaba estudiando en China, Sayi debía haber visitado la capital por lo menos unas veinte veces. Dado que el papá de Ichigo, su tio-padrastro-parentezcoquesea tenía bastante dinero, la pelirrosa había podido visitar Beijing cuantas veces quisiera… cosa que había aprovechado en un inicio.

Los primeros meses habían sido un solo de viajes, pues acompañada de Ichigo y Taikoubou había ido a todos los atractivos turísticos que la capital china tuviera por ofrecerle. La ciudad prohibida, la plaza de Tiananmen… se había recorrido la gran muralla hasta el cansancio y hasta había ido al palacio de verano en invierno solo para patinar sobre el lago congelado.

“La verdad, estoy esperando que recupere el interés en mi antes de hacer el esfuerzo de ir”
“Sayi, el pasaje tE SALE GRATIS”
“ESTOY CANSADA y punto. Moving on, había algo que si quería decirte”
Ichigo puso los ojos en blanco, pero tampoco era que pudiera entrometerse tanto en la relación de sus amigos “¿Si? Y eso es…”
“Pues ayer tuve la cita con mi terapeuta…” empezó Sayi con una sonrisa “Y bueno, ambas coincidimos que he estado muy bien los pasados meses. Estamos pensando que lo mejor sería suspender las sesiones, ¿puedes creerlo?”
“Que tan mal le caes a esta mujer para que te diga que ya no necesitas pagarle por terapia… d-digo, ¿estás segura? Terminaste muy mal luego de todo el asunto HiME/Rebel”
“Si es que… alucina que me he estado sintiendo muy bien conmigo misma” la pelirrosa observó el cielo azul a través de la ventana “Ya no estoy alerta las veinticuatro horas del día como si aún fuera una HiME. Puedo saludar casualmente a Miranda cuando me la cruzo en la universidad, y ya no me despierto gritando en las noches”
“Classic Sayi”
“Creo que finalmente estoy en paz con todo lo que paso, ¿sabes?” la joven suspiró tranquila “Agregar a Soujirou al Facebook fue muy terapéutico también. Siempre me gana en Preguntados, pero me ayuda saber que aprendía cosas en Rizembool en lugar de siempre planear mi muerte”
“…Bien, me alegra saber eso” asintió Ichigo “¿Y sabes quien se alegraría de saber esto? Taikoubou”

Y Sayi le estampó la palma de su mano en todo el rostro.

En ese momento, tanto Ichigo como Sayi escucharon pasos descender por las escaleras. Eran Kano y Tsukino, pero había algo diferente en los semblantes de sus hermanas. Ambas estaban en silencio, y con una expresión solemne caminaron a pasos pequeños hasta llegar a su hermana mayor.

“¿Qué paso?” preguntó Ichigo, cruzando miradas suspicaces con Sayi “¿Rompieron algo?”
“Sayi, tu teléfono estaba vibrando y…”

En la pantalla bloqueada descansaba un mensaje de Miranda Lot, el cual solo decía un ‘Llámame en cuanto puedas, por favor’

Sayi sonrió tiernamente. Si bien ella ya podía sentirse cómoda con su pasado como HiME, sus hermanas menores también habían sido espectadoras de todo su sufrimiento. Mientras la pelirrosa había desligado la palabra ‘peligro’ de Miranda por lo mucho que la veía, para Tsukino y Kano esa mujer de negro no había dejado de ser un mal augurio.

“No es nada, no se preocupen” las animó su hermana “Miranda a veces me escribe por cosas zonzas de la universidad. ¡Ah! Quizás esto sea por el cuy que se me escapó en la kermesse pasada”

Sus hermanas rieron más tranquilas mientras Sayi desbloqueada su teléfono y llamaba a la directora.

“Voy por algo de tomar~” y dicho esto la pelirrosa se fue a la cocina.
“Oigan” Ichigo aprovechó para compartir las buenas nuevas “Kaien pasó sus exámenes, así que seguro vendrá por vacaciones y podremos irnos de viaje”
“¡Genial!” celebraron las hermanas, pero entonces Tsukino agregó “Ahora solo depende si pasas tus examenes…”
La sonrisa de Ichigo se cambio por una mirada de soslayo “¿Qué tanto saben?”
“Pues…”
“¿¡Q-QUE!? ¡¡NO PUEDE SER!!”

Los gritos de Sayi debían escucharse hasta la calle. Tsukino, Kano e Ichigo saltaron del sofá y corrieron directo a la cocina.

“¿¡Qué paso?!”
“¿¡Qué te dijo Miranda!?”

Con el teléfono en mano, Sayi tenía la boca entreabierta y los ojos como platos. Su mirada se enfocó en los tres— y en especial en sus hermanas, quienes habían preguntado lo último buscando confirmar sus sospechas.

“N-no p-puede ser que…” la pelirrosa metió el teléfono al bolsillo y retrocedió hasta chocar con el mostrador “…quE HAYAN CUCARACHAS EN ESTA COCINA ¡LAS ODIO! ¡Me a-a-acabo de cruzar con una y…!”
Kano suspiró relajada “Ah, ni que fuera para tant---“
“ICHIGO” la pelirrosa saltó del mostrador, llegó a zancadas a la puerta de la cocina y tomó al rubio del brazo. Sus uñas se clavaron en el antebrazo de su amigo “ACOMPAÑAME POR INSECTICIDA”
“Pero creo aún había en el baño...”
“¡¡AHORA!!”

Sin lugar a más peros, la pelirrosa jaló a su hermanastro hasta salir por la puerta principal de su casa. A duras penas Ichigo cerró el portón y, sin decir palabra, continuó siendo llevado por Sayi por un par de cuadras más.

Recién cuando estuvo segura que sus hermanas no podían seguirle fue que la pelirrosa se detuvo. Se dio media vuelta, e Ichigo no pudo evitar asustarse ante lo desencajado que estaba el rostro de su amiga.

Solo el miedo podía causar algo así.

“Miranda me pidió…” era un murmuro casi inaudible “…que sea HiME de nuevo”
« Last Edit: August 13, 2017, 01:17:50 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Is this real life...?

Ahh, siento que he reabierto un lado olvidado de mi frikiness. Luego tengo que ponerme a leer todo y dejarles comments, pero por mientras dejo el primer fic. Es sólo una escena de cuatro pero ya estaba muy largo y debería agarrar la costumbre de postear menos, así que... start! *agita bandera* (?)

Gracias infinitas a Sayi por los gráficos~ *reverencia*

1



El camino de regreso a casa fue rápido por la disponibilidad del bus de la ciudad, y el par de hermanos llegó al portón de su casa en menos de lo esperado. Roxas sacó sus llaves y abrió la enorme casa que pronto estarían vendiendo. Él y Cho ingresaron por las puertas y caminaron el acostumbrado y largo camino hacia la casona al fondo del jardín delantero. La siempre larga y tediosa caminata empezaba a sentirse nostálgica, ya que ambos sabían que sus días en ese ambiente tan familiar estaban contados.

“Aún no puedo creer que nos vamos a mudar,” dijo Cho, mirando a los árboles que les proveían sombra. La peliceleste siempre estaba al pendiente del mantenimiento del jardín y la casa, pero al ser sólo dos en un amplio terreno dejado por sus padres, no había mucho que podía hacer. Seguramente el nuevo dueño aprovecharía la casa mejor que los dos.
“Sí, y extrañaré el vecindario… pero ya era hora,” Roxas sonrió y se encogió de hombros. “Es como tú dijiste. Este espacio es demasiado para nosotros y mejor hay que mudarnos a algo más pequeño y más accesible al resto de la ciudad. Además nos van a pagar bastante por esta casa y ya comenzaban a acabarse los ahorros que nuestros padres nos dejaron hace años.”
“Lo sé…” la hermana desvió su mirada hacia un punto del jardín. Ese año ya no vería a esas flores anuales florecer. Mucho se iba a quedar atrás con esa casa, pero aparte de tristeza, también se sentía animada por el cambio de rutina.

Ambos terminaron ese camino y llegaron a las puertas de la casona. Ni bien lo hicieron, vieron que estas se abrieron ampliamente y su prima salió del interior.

“¡Cho! ¡Roxas!” Osaka corrió donde sus primos con los ánimos de siempre. “Hehe, ya me estaba preocupando.”
“Sabes que no tienes por qué, Osaka,” Roxas saludó con su mano. “Trajimos donuts para comer cuando terminemos con nuestro trabajo de hoy. Espero que te gusten.”
“Por supuesto que sí,” la pelimarrón asintió. “Un segundo postre siempre es bienvenido.”
“¿Eh? ¿Segundo?” Cho ladeó la cabeza.
“Claro, acabamos de ordenar pizzas con palitos de canela. Estarán aquí en como cuarenta y cinco minutos,” reportó Osaka, contenta.
“¿Acabamos?” preguntó el rubio. Entonces, una segunda persona salió de la casa.
“¡Hola, par de primos!” Tomo salió, tomando una lata helada de Ginger Ale. “Oigan, tienen excelentes snacks y bebidas, pero no lo suficiente para saciar el hambre. Luego nos dividimos el costo por la pizza en cuatro, ¿de acuerdo?”
“N-no esperaba verte aquí, Tomo…” Cho miraba fijamente a la lata que la chica tenía en su mano. Había tenido la idea de tomar dicha lata ni bien regresara, y sabía que era la última en la casa, por lo cual se había desanimado.
“Osaka me dijo que les iba a ayudar a limpiar, y como no tenía nada que hacer, decidí acompañarla,” Tomo sonrió. “¡De nada! Saben que siempre me gustó su casa pese a que no saben mantenerla, está bajo un mal estado y ni siquiera tienen piscina pese a tener suficiente terreno para una. Bah, quien sea que la va a comprar puede reparar todo eso.”
“Hmm…” Roxas entrecerró los ojos. Esa Tomo siempre había sido así, y aunque no era la primera vez que les ayudaba, su presencia muy frecuentemente sólo entorpecía el trabajo y distraía a Osaka más de lo que ella se distraía por su cuenta. “Entonces tenemos cuarenta y cinco minutos para limpiar antes que llegue la pizza.”
“¡Sí! ¡Hay que trabajar!” declaró Osaka, tratando de atarse una bandana en la cabeza.
“Hm, mejor cuarenta y tres,” dijo Tomo. Ella negó frustrada. “Es una larga caminata de aquí al portón y la última vez el repartidor de pizzas se impacientó y se fue antes de que llegáramos a atenderle. Hay que esperar al costado de la puerta.”
“Está bien…” Cho dio un suspiro. Tomo se expresaba tan dura como siempre pero había hecho un buen punto. La peliceleste vio que Osaka tenía problemas con la bandana y fue a ayudarle. “Pero tenemos que empezar de una vez. Todavía hay mucho que hacer y nuestra fecha de entrega se aproxima.”
“Hehe, gracias,” Osaka sonrió a su prima. “¡En marcha!”

Pasaron alrededor de unos cuarenta minutos productivos mientras limpiaron un par de salas de estar. Roxas fue necesitado varias veces para matar arañas, cucarachas y algunos otros bichos de identidad desconocida, pero lo dejaron relativamente presentable en el tiempo que habían calculado. Ellos tenían que dejar la casa en un estado presentable o de lo contrario el dinero que ganarían sería disminuido por gastos de mantenimiento, y ya de por sí estaban contando con pérdidas.

Pasado el tiempo, Tomo reunió todo el dinero para las pizzas y mandó a Cho, bajo la excusa que Roxas era quien mataba los insectos, Tomo se había venido con la brillante idea de la pizza y Osaka no era fiable. Por ello, la peliceleste tuvo que esperar un poco más de cinco minutos al costado de la puerta principal y sacar la propina de su bolsillo. En verdad no le apetecía ser mandada así, pero nunca había sido buena para reclamar.

Ni bien Cho regresó cargando tres envases de cartón y una botella de Sprite de tres litros, ella encontró la mesa del comedor servida y preparada para los cuatro, con todos listos para devorar las tan anticipadas pizzas y las dos variedades de postres.

“¡A comer!” Tomo dio la orden y todos agarraron sus trozos predilectos entre Hawaiana, Pepperoni, Americana y Meat Lovers. Una inocente Osaka pasó a servirse gaseosa, pero al ser la primera en agarrar la bebida, se vio presentada de los vasos vacíos de sus acompañantes, viéndose obligada a servirles a todos.

Pasó un rato de degustación, y luego de que cada uno comiera un par de trozos, la velocidad de la merienda bajó, permitiendo un poco de conversación trivial en la mesa.

“Son buenas elecciones,” dijo Roxas, sacando una segunda de Meat Lovers para él.
“Sí, y lo mejor del caso es que somos cuatro,” Tomo asintió, satisfecha. “Así nos corresponden exactamente cuatro tajadas a cada uno.”
“Hehe, yo estoy bien con dos, no como mucho,” Osaka sonrió torpemente.
“Siempre puedes comer lo que te falta más tarde,” ofreció Cho. “Tenemos bastante espacio en la congeladora.”
“Cierto, pero las pizzas recalentadas no son igual,” comentó Roxas.
“Oh, no necesito recalentarla,” Osaka negó y sonrió con seguridad. “A mí me fascinan las pizzas congeladas.”
“¿Q-qué?” Tomo se hizo para atrás y los primos se confundieron. “O-oye, está bien que seas rara, pero hay extremos.”
“Uhh, ¿pero qué tiene de malo?” Osaka hizo un puchero. “Las pizzas son ricas, tanto frescas como almuerzo, y congeladas como postre. ¿Acaso nunca se han puesto a pensar en lo genial que sería tener un helado pastel salado?” sus ojos brillaron de emoción. “Es una idea que vale un millón de dólares…”
“Bueno, si eso te hace feliz…” Roxas sonrió comprensivamente.
“Eh, estaba pensando que ya es hora del postre,” sugirió Cho. “No podemos llenarnos con pizza. Hay palitos de canela y donuts. Tenemos que comerlos.”
“Cierto, bien pensado,” Tomo asintió. “Encárgate de llevar las pizzas y traer los postres de la cocina, Cho. ¡Chop, chop!”
“No soy una criada…” Cho le miró con leve molestia pero comenzó a recoger las cajas.
“Yo te ayudo,” Roxas se levantó y ambos fueron hacia la cocina.

La breve ausencia de los dos en el comedor causó una pequeña pausa, en la cual Osaka esperó pacientemente y Tomo terminó sus últimos mordiscos de Pepperoni. Fue también un momento de paz que misteriosamente marcó la transición hacia una nueva etapa en la vida de los cuatro presentes…

“¿Hm?” Osaka sintió su celular vibrar en su bolsillo y lo sacó para verlo. “Oh, parece que he recibido un nuevo mensaje… pero estoy segura que no me he pasado de mis megas mensuales esta vez…”
“¿Qué esh?” preguntó Tomo, masticando su último gran trozo de pizza.
“Ohh…” Osaka abrió sus ojos con sorpresa. “Es Miranda…”
“¿Miranha? ¿Hishisce alho malho?”
“Dice que necesita mi ayuda. Que quiere verme. Puede que vuelva a ser HiME.”
“¡¿Q-q-qué?!” la sorpresa hizo que Tomo tragara ese bocado sin terminar, y comenzó a asfixiarse. Su rostro se puso azul de inmediato.
“¡AAHHH, Tomo-chan!”

Osaka se levantó para ver qué hacía por su amiga quien intentaba respirar. La pobre Tomo hacía el ademán de rasgarse el cuello y miraba hacia arriba suplicante. Su amiga intentó sacudirle y le miró de todos los ángulos, y cuando oyó a Tomo tratar de gritarle para que reaccionara, Osaka terminó dándole un descomunal golpe en la espalda por el terror que sentía. Con este, Tomo cayó de rostro a la mesa, casi en coma.

“¡WAHH, perdón!”
“¡¿Qué pasó?!” exclamó Roxas, regresando corriendo con los postres con Cho.
“¡Tomo-chan se asfixia!”
“¡Y-ya estoy bien!” Tomo se levantó y respiró profundamente. Ella se notaba muy alterada, y miró a Osaka como si la hubiera traicionado. “¡Pero tú de nuevo quieres ser una HiME sin mí!”
“¿HiME?” preguntó Cho, confundida.
“Sí, mira,” Osaka alcanzó su celular a su prima, mostrándole el mensaje. “Lo acabo de recibir, es de Miranda.”
“Imposible…” Roxas se quedó helado.
“¿Tú no habrás recibido un mensaje, Cho?” preguntó Osaka.
“Ehh no sé…” la peliceleste sacó su celular. Lo había puesto en no molestar para no distraerse en sus clases temprano, y al prender el display, vio que sí había recibido un mensaje hace como cinco minutos. Era de Miranda, exactamente el mismo.
“¿Q-qué está pasando aquí?” Tomo se veía consternada.
“¿Los Rebels… han regresado?” preguntó Roxas, sin creerlo.
“…” Cho no sabía qué responder. Sinceramente, no había otra posibilidad.
“Cho…” Osaka llamó la atención de su prima. Se notaba más seria de lo usual. “Tenemos que ir a Hanasaki cuanto antes.”
“…” Cho asintió, nerviosa.
“N-no pueden hablar en serio,” el rubio negó varias veces. “¡No, son mi familia! ¡Ustedes ya han estado bajo mucho peligro! ¡No pueden aceptarlo!”
“¡Exacto!” añadió Tomo, indignada. “¡Déjenme ser HiME de una buena vez!”
“¡Tomo, no ayudas!” reclamó el chico.
“Pero… si tenemos la habilidad de proteger Hanasaki, es nuestra responsabilidad,” dijo Cho, con un tono bajo y dudoso. Ella no parecía estar muy convencida de las palabras.
“Pienso lo mismo,” Osaka asintió. “Tendremos que dejar el postre para después.”
“¡P-pero Osaka!” Roxas se interpuso, alarmado. “¿Acaso no recuerdas todo lo que pasó? No todo fue placentero, y aun si ustedes terminaron sobreviviendo y ganando la batalla, también hubo muchos caídos. Si de nuevo hay peligro, ¿qué les hace pensar que Rizembool no va a estar más preparado esta vez?”
“Pero… Rizembool está poniendo en peligro a nuestra universidad y a todos dentro de la misma…” Cho desvió su mirada. “No voy a negar que tengo miedo y quisiera saber qué ocurre. Y si lo mismo se vuelve a repetir, sé que va a ser muy intenso, pero… nosotras tenemos una responsabilidad, y no podemos abandonar a nuestros amigos cuando más nos necesitan.”
“¿Por qué dices eso?” Roxas se desanimó y bajó su mirada. Comprimió sus puños. “¿Quién dice que ustedes tienen que hacer algo? ¿Por qué se van a arriesgar por problemas ajenos, y una segunda vez, para empezar? No quiero que esto vuelva a ocurrir, no quiero tener que preocuparme por ustedes… no quiero que me vuelvan a dejar de lado, y me hagan sentir impotente una vez más…”
“Roxas…” Osaka se afligió. Ella se quedó en silencio buscando por palabras, y cuando organizó sus ideas, sonrió tranquilamente. “No te preocupes por eso. Ahora va a ser muy diferente. Si tenemos que volver a ser HiMEs, nos volveremos más unidos que nunca. Siento que Cho y yo cometimos muchos errores en el pasado, y al final logramos sobrevivir porque unimos fuerzas en la última batalla y planeamos todo estratégicamente. Por eso sé que podremos hacerlo mejor. No tienes que preocuparte por nosotras. Es algo que tenemos que hacer, y esta vez lo haremos todos juntos. ¿Verdad, Cho, Tomo-chan?”
“Claro, cuenten conmigo,” Tomo se encogió de hombros. No había terminado de quejarse, pero tenía que seguir el juego de Osaka para animar al primo sobreprotector. “Si en la vez pasada hasta fui tu Princess y te ayudé al final.”
“Hehe, exacto,” Osaka asintió.
“Quiero…” Cho bajó su mirada, apenada. “Que esta vez podamos arreglar todas nuestras diferencias, Roxas. Tengo que afrontar este inconveniente, sé que es algo que debo hacer, y como Osaka dijo, esta vez será diferente.”
“Chicas…” Roxas negó, frustrado. Se había quedado sin palabras, pero no estaba de acuerdo con lo que habían dicho. “Quisiera poder detenerles… pero sé que no llegaré a cambiarles de parecer…”
“Ven con nosotras,” Osaka sonrió. “No vamos a ir donde Miranda sin ti.”
“¡Ah, yo también voy! ¡Quizás sí haya esperanzas para mí después de todo!” exclamó Tomo. “¿Qué tal si llamamos a un taxi?”
“Son muy caros. Mejor tomemos el bus,” sugirió Cho. La presente situación se había resuelto muy superficialmente. Todavía había mucho que resolver y analizar, pero si los Rebels en verdad iban a regresar para causar estragos en Hanasaki, no quería quedarse con los brazos cruzados.

La resolución llevó a todos a postergar la reunión y fueron camino a la universidad, a ver lo que el destino les deparaba.

« Last Edit: March 01, 2016, 04:39:46 PM by Cho »


Sayi

Is this just fantasy?

Ok, con esto ya me quedo tranquila por un rato :>


Episode 2 — The Good, the Bad, and the Strawberry

Con el pánico inicial superado, Sayi e Ichigo optaron por encontrar un lugar donde pudieran poner en orden sus ideas. En su casa estaban Tsukino y Kano –y Sayi estaba decidida a no decirles nada hasta estar segura de que hacer- por lo que los amigos siguieron caminando hasta salir del condominio. El strip mall más cercano tenía un Starbucks, y la pelirrosa no declino la invitación de su hermanastro.

Necesitaba un lugar donde martillearse la cabeza, y pronto.

Por teléfono, Miranda había sido tan concisa como siempre: Rizembool había reanudado, de alguna manera, la guerra contra Hanasaki. Los Rebels volverían a atacar, y la universidad necesitaba defenderse del inminente ataque. La directora se había visto obligada a contactar a toda estudiante con potencial HiME… lo que evidentemente llegó a ella: Una ex HiME con la experiencia bajo el brazo.

Sayi estaba tan ocupada escribiendo en su celular que no se percato cuando Ichigo colocó su Frappuchino frente a ella.

“¿Le estás avisando a Taikoubou?” preguntó, pero la joven negó con la cabeza “¿Le estas preguntando a otra ex HiME que planea hacer?”

De nuevo una negativa.

“¿Entonces qué?”
“No creo que sea prudente hablar con las chicas ahora. Si Miranda las ha contactado, seguro están ocupadas pensándolo así como yo estoy ahora. No quiero interrumpirlas, así que esperaré a que me hablen en todo caso” la pelirrosa terminó de escribir algo y dejó su celular en la mesa “Quiero cerciorarme de una cosa antes de hablar con Miranda, y dijo que estaría aquí pronto”

Ichigo iba a preguntar a quien se refería, pero en ese momento Sayi dejó caer su cabeza sobre la mesa.

“Pues… siempre puedes negarte, ¿cierto?”

Era verdad, y Miranda había sido bastante explicita con eso. Nada la ataba a volver a pasar la prueba y recuperar sus poderes. No tenía por qué volver a estar al pendiente de un ataque sorpresa, o preocuparse por entrenar para mantenerse al nivel de su Rebel. Hanasaki la necesitaba, pero ella ya había servido y cumplido con su tiempo.

Sayi sonrió, apesadumbrada. Había bastado una llamada de Miranda y diez minutos con la idea rondando su cabeza, y los tres años de terapia habían desaparecido por completo.

Ahí estaba, la mentalidad HiME.
¿Acaso había dejado de ser una en algún momento?

Sayi se enderezó y tomó su Frappuchino entre manos “Es difícil, Ichigo” la pelirrosa se giró a la izquierda y observó a la gente transitar frente a la tienda “Creo que hay dos puntos de vista para esto: Soy una veterana, y la guerra que supuestamente gané se ha reanudado. Puedo A) ignorar que me necesitan, pues ya cumplí con lo necesario, o B) volver a participar, pues mi trabajo no ha terminado. Hay chicas que han muerto siendo HiMES, y ellas no tuvieron oportunidad de decir no. Se me hace injusto que yo siga viva y no termine este asunto por ellas”
“Creo que te estas asignando una carga que no te corresponde” comentó Ichigo “Nadie tiene razón para estar en una posición donde su vida corra riesgo. Y de estar en una situación así, yo no se la desearía a alguien más. Vamos, no es como si Miranda le pagara a las HiMEs por sus servicios”
La joven sonrió al escuchar eso “Deberíamos formar un sindicato HiME” sugirió, sacudiendo su Frappuccino “¿Un recibo por honorarios por cada pelea sobrevivida?”

Ichigo se quedó en silencio. Observó a Sayi tomar un sorbo a su bebida, y volvió a hablar solo cuando la pelirrosa le preguntó el por qué de su silencio.

“Te acabas de referir a ti misma como HiME”

No se había percatado de eso. Pero, a decir verdad, aún no estaba del todo segura.
Su teléfono vibro en ese momento, y bastó un vistazo a la alerta para saber qué traía consigo ese mensaje.

La puerta del local se abrió y un muchacho delgado ingresó con móvil en mano. Sayi lo divisó a lo lejos, y aunque su corazón saltó al reconocerlo sabía que no tenía nada que temer. Al menos no por ahora.

El recién llegado no demoró en ubicarla. Y, con su característica sonrisa, el ex Rebel caminó a paso seguro hasta darles el alcance.

“Buenas tardes, Sayi” la saludó Soujirou “Ha sido mucho tiempo”


Ichigo no pudo ocultar su asombro al ver a Soujirou Seta, el ex Rebel de su amiga, de pie junto a ellos.

“¿¡Que hace él aquí!?”
“Lo cité hace un momento” le explicó Sayi “No te dije nada porque sabía que reaccionarías así”

Su hermanastro la asesinaba con la mirada, pero la pelirrosa ignoró el gesto e invito a Soujirou a sentarse. El ex Rebel y la ex Hime intercambiaron cortesías, y aún dentro de su sorpresa, Ichigo no podía concebir cómo la pelirrosa podía estar tan tranquila frente a él.

Hace unos diez minutos andaba fuera de sí, y ahora… ¿cómo podía estar tan tranquila estando él presente?

Era el mismísimo Soujirou Seta: su Rebel. El castaño de engañosa apariencia que tanto sufrimiento le había causado a Sayi tan solo unos tres años atrás.

Pero bastaron unos pocos segundos para caer en cuenta de algo. Aquella no era una reunión amical, sino de negocios. Sabía que Sayi y Soujirou tenían una relación cordial —hacer las paces con el enemigo había ayudado bastante a su hermanastra— pero no pensaba que su amiga se hubiera vuelto lo suficientemente loca como para pedirle ayuda a su ex Rebel.

¿Cierto?

“¿Falta alguien más, Sayi?” le preguntó Ichigo, intercambiando miradas entre la pelirrosa y el castaño “¿No falta un Don Francisco que re-introduzca a otro villano? ¿Hitler quizás?”
“Ichigo, todavía no he tomado la prueba HiME. No tengo poderes, y hasta ese momento no estoy bajo amenaza” le explico Sayi “Además, si Soujirou quisiera atacarme me lo hubiera dicho apenas me vio”
El castaño rió para si mismo “Me conoces bastante bien”
“Este es el Rebel que me invitó a bailar antes de pedirme que sea su HiME. Para el comeback me esperaría un viaje a las islas Fiji como mínimo”
“Lo del baile es una gran historia…” agregó Soujirou.

El joven parecía disfrutar las observaciones de su ex HiME, pero como el fastidio de Ichigo no le permitía relajarse, el castaño decidió ir al grano.

“Me sorprendió tu mensaje, Sayi” dijo el ex Rebel “Y me sorprendió aún más que quisieras reunirte conmigo, de entre todas las personas”

El ambiente se tornó tenso de inmediato. Aún si lo que Sayi decía era cierto, y que ninguno de los dos tenía motivo para lanzarse al cuello del otro, súbitamente todos se percataron de lo extraño que era estar compartiendo esa mesa.

“Me han pedido que considere ser HiME de nuevo” asintió la pelirrosa “Y ahora te pregunto, y se sincero por favor, ¿Rizembool se ha contactado contigo?”
“¿Vas a ser su Rebel de nuevo?”

La pregunta de Ichigo era la más precisa. Sayi intentaba ser diplomática, pero en su mente agradeció al rubio por su franqueza.
Soujirou se quedó en silencio un par de segundos. Entonces miró a Sayi fijamente a los ojos antes de responder:

“Rizembool no me ha contactado. Y si me contacta si es que decides hacerte HiME, no pienso volver a ser tu Rebel”

La noticia iluminó el rostro de la pelirrosa. Un enorme peso acababa de levantarse de esa cafetería.

“¿Es en serio?” Ichigo no estaba del todo convencido “Siempre me pareció que disfrutabas ser un Rebel, y me cuesta creer que ignores esta oportunidad”
“¿Es en serio?” Sayi hizo la misma pregunta pero en un tono completamente diferente “¡Estoy TAN feliz! ¿Me lo prometes? ¿Me lo juras?”

Soujirou sonrió ante ambas preguntas. La noticia había sido inesperada, sí, pero no tan inesperada cómo lo que agregó a continuación.

“Disfruté ser tu Rebel y todo lo que conllevaba, pero eso está en el pasado y no quiero regresar a él” comentó el castaño “Y si me permites opinar, Sayi, creo que tu deberías hacer lo mismo”

La respuesta dejo callados tanto a Ichigo como a Sayi. La expresión de Soujirou se había tornado seria de pronto.

“Aunque yo no sea tu Rebel, si vuelves a ser HiME te asignarán a alguien nuevo” Sayi sintió un retortijón en el estómago. Ese era un pequeño detalle que había pasado por alto “Y si Rizembool viene a vengarse, no me sorprendería que sea un enemigo formidable. Sobretodo cuando se trata de derrotar a una de las HiMes que ‘triunfaron’ la última vez”

Ichigo miró de reojo a Sayi. Si bien la pelirrosa parecía haberse decidido minutos atrás sobre el asunto, las palabras de Soujirou traían un peso que su hermanastra no había considerado del todo.

“Tendrías que prepararte bastante. Estas oxidada me imagino, y ya no eres tan joven como entonces” Soujiro vio un tic molesto en el rostro de su ex HiME y rió “No es por llamarte vieja, pero la edad juega mucho en la efectividad física”
“Hm…”
“Además está el dicho que no puedes enseñarle trucos nuevos a un perro viejo”
“¡Pues ahora sí me llamaste vieja! ¡Y perra!”
“Sayi” Ichigo interrumpió el exabrupto para encarrilar la conversación “¿Por qué quieres volver a ser una HiME?”

Era una situación que no se habría imaginado ni siquiera en sueños.
Estaba ahí, sentada en una cafetería, conversando sobre si volver a ser HiME o no con su Rebel (Soujirou), y con el mejor amigo de su Key y hermano de su Meister (Ichigo). Y no sólo eso, sino que ambos le recomendaban dejar el asunto en paz mientras ella era la única que consideraba volver a ser HiME.

“Esto ya no se trata de ser veterana y vengar HiMEs muertas como dijiste antes. Ni siquiera se trata de que Miranda te pague por honorarios” Ichigo se cruzó de brazos “¿Por qué quieres pelear de nuevo?”

Podía no ser lo más sano querer volver a una época tan peligrosa, pero en verdad no se trataba de las peleas o defender la escuela. Extrañaba todo lo que tenía cuando era una HiME; cuando convivía con sus compañeras en la mansión HiME, los días en los que conoció a sus mejores amigos y la responsabilidad de proteger todo ello con sus poderes.

Conocía bien a sus compañeras HiMEs y lo más probable era que, de tener oportunidad, ellas no se quedarían con los brazos cruzados ante la amenaza de Rizembool. Y si al final del día ella era la única que retomaba su papel… pues al menos se encargaría de mantenerlas a salvo.

Quería volver a ser una HiME.
Pero eran demasiadas razones como para explicarlas en ese momento... así que optó por decirle la que quizás era la más contundente de todas.

“Si recupero mis poderes volveremos a ver a Hige”

Ni siquiera Ichigo pudo seguir cruzado de brazos ante esas palabras. Hige era el child huargo de Sayi que tomaba forma humana cuando no necesitaba luchar. El vivaracho humano se había ganado en corazón de todos durante el periodo HiME versus Rebel, por lo que costó demasiado despedirse de él el día que Sayi perdió sus poderes.

Recuperarlo era una razón muy, demasiado fuerte. Pero aún así…

“¿Estás segura?” le preguntó el rubio. Soujirou compartió la inquisitiva con la mirada.
“Segura” sentenció Sayi “Ire a Hanasaki para hablar con Miranda”
“Entonces no hay nada más que discutir” y diciendo solo eso, el ex Rebel recuperó la sonrisa de siempre “Si me disculpan tengo que irme. Tenía un compromiso desde antes, pero como podrán ver, esto tomó prioridad”
“Gracias Soujirou”

Ver al castaño marcharse luego de terminar oficialmente su relación como HiME y Rebel le trajo una enorme tranquilidad. Ello no duraría mucho sin embargo, pues con la decisión hecha no tardaría mucho en preocuparse por un nuevo enemigo.

Ichigo terminó de tomar su bebida y la dejó sobre la mesa.

“¿Quieres ir ahora?” le preguntó su hermanastro “Dijiste que Miranda estaría a la espera de ustedes, ¿cierto?”
Sayi sonrió ante la prontitud de su amigo “Mírate ahora. Listo para acompañarme a Hanasaki”
“Pues creo que nada puedo hacer para cambiar tu opinión” Ichigo suspiró rendido “Además, me compraste con eso de volver a ver a Hige, you sneaky you”

La pelirrosa rió y entonces se puso de pie, llevándose la cartera al hombro.

“Aún creo que deberías decirle a Bou”
“Le diré cuando me parezca apropiado. Y ni se te ocurra adelantarte eh, que esto me corresponde a mi” le respondió la pelirrosa “Ahora, deberíamos pedir un taxi para…”

Pero no pudo acceder a la aplicación para pedir un coche, dado que su teléfono se bloqueó con el aviso de una llamada entrante.

No recordaba la última vez que había visto ese número en su pantalla, y sonrió al sentir un punzón de nostalgia darle en el estómago.
« Last Edit: August 13, 2017, 01:19:01 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kana

— Chapter  00

Los dulces caminos de la fantasía onírica le mecían gentilmente acariciando su rostro y sacudiendo su cabello suavemente cuando su figura se hallaba en la cima de un monte en donde un par de cerezos se deshojaban lentamente creando un baile de escarlatas hojas danzarinas a su alrededor. La situación le era familiar al igual que el lugar, una instancia de paz ilusoria que se le obsequiaba como un mensaje casi divino. Al voltearse, se encontraba con la torre de Tokyo y las hojas de los cerezos rodearla desde la punta hasta su base. Su alma se sentía completamente en paz pero un presentimiento extraño le punzaba filosamente en el pecho.
Lentamente iba subiendo los pisos de la torre de Tokyo y siempre que llegaba a cierto nivel se encontraba con la silueta de una dama de negro.

❝Jamás duermes… Todo es irreal...❞

Le escuchaba decir en un susurro dirigido para ella o para la luna que se asomaba en lo alto. Después de eso, todo terminaba.
El ronroneo de Arashi le disipó aquel sueño que de vez en cuando solía repetírsele pero nunca llegaba a conocer su final pues por algún motivo siempre alguien o algo se interponía despertándola de su apacible sueño. El felino insistió en despertar a su humana por muy terca que ésta fuera, Arashi se aproximó a su rostro y le lamió la mejilla.

—Vete… — La chica se dio media vuelta en la cama e intentó seguir durmiendo pero Arashi, siendo gato y haciendo fiel doctrina de lo que esto conllevaba, saltó al otro lado de la cama y posó su mirada calipso fijamente sobre la chica, la cual sintió un escalofrío en la espalda. —Está bien, está bien. Ya me he despertado. — Se movió un poco más en la cama, estiró los brazos y bostezó para desperezarse. Acto seguido alcanzó a Arashi y lo abrazó con cariño. —Buenos días. — Le saludó con una sonrisa dibujada en los labios, el gato en su pose señorial se limitó a un único maullido de supremacía. —Hm, ¿Qué hora será? — Alcanzó su teléfono móvil que descansaba sobre la cubierta de un mueble al lado de su cama. Al ver la hora, la chica abrió los ojos como plato y salió de la cama de un salto erizando al felino que acababa de acomodarse para dormir. —¡No puede ser que sea tan tarde! ¡Dios mío! ¿Por qué nadie en esta casa tiene la decencia de quererme un poco y despertarme? ¿Por qué nadie me despertó? — Tenía un montón de primas que se levantaban tempranos para sus deberes y ninguna tuvo la delicadeza de despertarla.

La muchacha corrió de un lado a otro en su habitación, abría y cerraba la puerta del armario buscando ropa en el camino de aquí para allá mientras se peinaba y entraba al baño para asearse. Después de lavarse, volvió a su cuarto y se sentó frente al espejo de su mueble, agregó rubor a sus mejillas y un brillo labial a sus labios, se fijó también en que los listones de su cabello estuvieran alineados uno en cada lado. Tomó unas cuantas cosas y las metió dentro de su mochila, salió de su cuarto y bajo las escaleras a toda velocidad casi dándose de tropezones. Al parecer no había nadie en casa a esa hora por lo que se había percatado. Lógicamente nadie estaría a las ocho y media de la mañana allí siendo que la jornada estudiantil y laboral de los moradores de esa casa comenzaba antes de las ocho de la mañana.

— ¡Miserables! Se fueron sin mí. — Apretó un puño inflando las mejillas.

Cogió un galletón de miel y avena de la cocina antes de salir corriendo de la casa. Corrió una cuadra antes de detenerse en seco frente al ciclo vía en el instante que un chico pasaba por allí a velocidad moderada con su bicicleta escuchando música ignorando al mundo. Lo reconoció.
Era la última persona en el mundo a quien pediría ayuda, pero no tenía otra opción.

—¡JIRO! — Gritó su nombre fuerte para que la oyera. Tuvo que correr un par de metros detrás de él hasta que el chico se detuvo, no por haberla escuchado sino porque se le desconectó el audífono del iphone. —¡JIRO!
—¿Hm? — El chico de cabellos negros y ojos bicolor se giró alzando una ceja. Vio a una chica que conocía, era la hermana menor del mejor amigo de su hermano. —¡Ah! Nene-chan, eres tú. — Sonrió de lado un poco para no mostrarse tan agresivo. Jiro no era del tipo de chicos que le agradaran a los demás y por tanto tenía poco tacto con las personas pero intentaba ser gentil con aquella chica no sólo porque fuese la hermana menor de un conocido sino también porque algo se conocían entre ellos.  —¿Qué hay? —
—Jiro-kun, ¿Me puedes llevar en tu bicicleta? Es que me han abandonado y estoy tarde. — Se apresuró a pedirle. El chico pasmó una expresión de sorprendido que era digna de retratarla.
—¿No te sentirías incómoda en ir en bicicleta? —
—Ryo-nii a veces me llevaba así a clases antes de que se graduara de secundaria. No me incomoda pues estoy acostumbrada. Además, Ichiro-san solía llevar a Ryota en su bicicleta... Creo que tú podrías imitar el gesto de tu hermano mayor. — Y con ella se vería menos gay la cosa que con su hermano mayor. Pensó.
—Cierto… Ha pasado tiempo desde la última vez que los vi juntos yendose a la escuela... — Se pasó una mano por la nuca, nostálgico, recordando esas memorias donde estaba su hermano Ichiro y Ryota, el hermano mayor de Nene, riendo y dándose algún coscorrón antes de subir a la bicicleta de Ichiro e irse juntos a la escuela. Parecía tan lejano... —Sube. — Jiro se inclinó un poco más en su bicicleta para que Nene tuviera más espacio en la parte trasera cediéndole el sillín. La muchacha de cabellos rubios se subió con cuidado y se abrazó de joven con suavidad. Un leve rubor rosa cubrió las mejillas de Jiro al sentir el contacto de Nene. —Mejor te sujetas un poco más fuerte en vista de la hora. —
—Ay, esos desalmados. — Maldijo a sus familiares nuevamente apuntándolos como únicos culpables de su irresponsabilidad. —¿No viste a Ryota hoy? — Se le hacía ilógico que Ichiro haya llevado a Ryota a clases y que Jiro ahora estuviera dando vueltas sin sentido en la calle sin seguir a su amado hermano Ichiro. A menos que estuviera de vago, como siempre.
—Lo vi temprano en la mañana. Estaba practicando basketball en la cancha antes de irse a clases. Me volví a casa a buscar los audífonos porque los otros se estropearon y cuando llegué a la cancha ya no estaba. Seguramente se ha ido en autobús.
— ¿Por qué no me despertó? Últimamente me llamaba por teléfono para hacerlo.— Nene alzó la vista hacia el cielo, pensativa.
—Está muy ensimismado en su mundo de balón y canasta últimamente. Ryota y nii-san se están esforzando mucho por sus metas.— Alzó los hombros. — ¿Te sabes algún atajo para llegar a tu escuela? ¿Academia Kamome, cierto?—
—Hehe. — La chica infló las mejillas. Sonriendo orgullosa. —Hanasaki. Jiro, que despistado. Me cambiaron de escuela hace muchos años.—
—¿Cómo? — Parpadeó incrédulo. Hace tan poco tenía la noción de ver a Nene en esa escuela. —Ah, creo que Ryota habló algo de que te transfirieron de escuela por mérito académico o algo así. Felicidades… Supongo. —
—Ahá— Asintió un par de veces moviendo su cabeza de arriba abajo en gesto afirmativo. —El día de ayer hemos recibido en nuestro hogar la visita de la directora Miranda Lot y ella le ha explicado a las mujeres de mi familia que existe la posibilidad de que el próximo año tenga un cupo especial en Hanasaki U, más ahora que gané el segundo lugar en las nacionales estudiantiles de literatura, así que estamos pensando en la posibilidad de tomar esa invitación. Ahora tengo una cita con la señorita Miranda en su oficina, creo que me explicará todo de una forma más detallada y personalizada. 
—¿Miranda? Creo que vi a esa vieja terrorífica entrar a tu casa. Debí de suponer que sería ella, ¿Quién más es tan sombría? Esa bruja siempre me ha dado mala espina. — Frunció el ceño y torció el labio inferior hacia abajo en un gesto de desagrado. Jiro tenía sus motivos, había tenido conocidos en Hanasaki que no terminaron muy bien por vincularse a los asuntos con esa mujer.
—¿Por qué te desagrada, Jiro-kun? Parecía ser una mujer educada y muy culta. Además, no parece vieja. Parece una mujer joven con un gusto elegante en vestir. El negro siempre inspira intelectualidad. — Nene se había fascinado con los modales e inteligencia de la dama de negro. Tal vez algún día podría ser una persona interesante como ella... Aunque con un look más fresco. —¿Por qué no te gusta?— Insistió después de los segundos de silencio que dedicó en pensar en la importancia de Miranda.
—Pues…— Comenzó a pedalear lentamente. —Tal vez tengo un mal presentimiento...—
—Pero debe haber un motivo en específico.— Insistió
—Pehw. Iba en la escuela de Hanasaki y me expulsaron. No me tuvieron paciencia y pues les tengo rencor.
—Pero ahora estás en Rizembool. Incluso un marginal como tú ha logrado reinvicarse. — A ella se le hacía extraño que un desaliñado como Ichiro estuviera retomando estudios.
—Nene-chan, a veces eres muy cruel conmigo. Deberías dejar de creer que soy un caso perdido— Puso los ojos en blanco.
—Lo siento, Jiro-kun, rompiste mil veces tus promesas sobre cambiar. Me es difícil creer en tu palabra. — Se le asomó por el hombro derecho
—Uhm…— Ladeó el rostro hacia atrás para mirarla a los ojos encontrándose con el rostro de la muchacha cerca del suyo. —¿Qué tengo que hacer para que creas en mi, Nene-chan?— Bajó la vista un poco incómodo. Miró hacia el frente y siguió pedaleando.
—¿De verdad quieres tratar de que vuelva a creer en ti, Jiro-kun?— habían sido muchos años en que Nene gastó energía y emociones tratando de que Jiro no fuera un pandillero problemático y que volviera a sus clases, pero Jiro siempre la defraudaba y Nene optó dar por perdida la misión. Pero ahora estaba un poco más tranquilo, al menos. —Si es así... ¡un año!
—¿Un año?—
—Si me pruebas que en un año no te expulsan de la escuela ni te metes en graves problemas, tal vez vuelva a confiar en ti.
—No suena tan complicado... Además.—
—¿Además?
—¿A quién le interesa recuperar tu confianza?— soltó una risita, apretando los dientes y divirtiendose con la reacción de Nene.
—¡Eres un pesado!— dijo enojada. Fue rápida en sujetar la gorra de Jiro evitando de que ésta volara con el viento al bajar a gran velocidad por una perpendicular en caída.
—¡Gracias, Nene!— le dijo, aliviado. —¡Sujétate bien!— dicho esto, pedaleó con más rapidez y fue conduciendo magistralmente por la bajada de las calles de la ciudad, evadiendo personas y vehículos y encontrando rutas alternativas que les dieran, además de un atajo, una vista agradable de la ciudad en la mañana.
—¿Jiro-kun, haz jugado al juego del "teléfono"? — Apoyó la mejilla en la espalda del chico al sentir que aumentaba la velocidad.
—Noupe, ¿Cómo se juega? —
—El juego inicia con una historia en una ronda de personas y la primera persona inventa una historia y debe contársela a la siguiente en el oído y así sucesivamente. Cuando se llega a la última persona la historia ha cambiado diabólicamente y es muy gracioso en lo que queda.
—Nene, ¿A qué viene eso?— Levantó la vista hacia el cielo, como si buscara algo entre las nubes, como si de verdad y una explicación al comentario fuera de lugar de la chica. Siguió pedaleando sin detenerse.

Jiro siempre había conducido su bicicleta rápidamente y se batían en carreras con otros chicos, llegar a cierto punto le significaba hacerlo en una fracción menor de tiempo que otros chicos. Nene se aferró fuertemente a su cintura, la peligris sabía el nivel de velocidad a los que su hermano, Ichiro y Jiro estaban acostumbrados pero era un riesgo que debía de tomar considerando la hora. 

—¿Si tuvieras la posibilidad de escoger algo que va a cambiar radicalmente tu vida lo tomarías?— Nene lanzó la pregunta que le calaba hondo en los últimos minutos. Antes había estado tan emocionada y orgullosa de sí misma que su decisión había sido un sí definitivo. Pero ahora que las cosas se habían calmado, pensaba más fríamente las cosas. Ella quería tomar esa opción, porque la dejaba de posicionar en un rol pasivo y olvidado pero tal era su confusión en esos momentos que le preguntaba, quizá, a la persona menos indicada.
—¿Eh?
—Ya no estoy tan segura... — Ocultó su rostro en la espalda del chico como una niña pequeña que no sabe qué hacer.
—Yo... No soy el más adecuado para aconsejar.— Dijo Jiro sonriendo algo apenado. —Creo que quizás debas preguntarle a una buena amiga.
—Me gustaría saber que opinas tú.
—¿En...serio?— Jiro intentó voltear para verla, sin caber en su sopresa, pero era un conductor prudente y se limitó en mirar hacia adelante. —Y-yo creo... Que deberías hacer lo que tu corazón te dicte. Probar esa experiencia nueva y si no resulta bien, siempre puedes dejarlo. No es bueno quedarse en donde no te sientas bien.
« Last Edit: August 09, 2020, 04:58:14 PM by Kana »


Puri


"Ya lleguéeeeee", gritó desde el umbral de la puerta con celular en la mano, pero la recibió el ringtone de a quien intentaba llamar desde otro cuarto, así que no pudo hacer nada más que fruncir el ceño con enojo y dar un portazo.

En serio, lo peor de vivir con Suiseiseki después de que dejara todo el baño mojado tras usar la ducha, era tener que soportar todas sus fases ~espirituales~, como la actual, en la que había decidido desactivar todas sus redes sociales y dejar de llevar el celular consigo para no dejarse influenciar por las 'terribles influencias globalizadas de occidente~desu'...

O como Jubilee solía llamarlo, la fase 'no quiero hablar ni encontrarme con Duo~desu'.

En fin. Lo que le fastidiaba ahora era que había quedado con Suiseiseki para ver juntas el estreno de House of Cards y se había pasado todo el día desesperada para que la hora llegara como para que la de ojos bicolor la plantara sin aviso alguno. No, no se dejaría volver a influenciar por sus palabras dulces y llantos fingidos, ya no más. Así, después de dejar su saco en el perchero, Jubilee prendió el Netflix y puso a cargar el nuevo episodio.

Pero al presionar play, el celular de Suiseiseki comenzó a sonar. Decidió ignorarlo, poner pausa y aprovechar de servirse algo de comer mientras el móvil dejaba de sonar; sin embargo, cuando hubo acabado de calentarse las sobras de ayer, este siguió sonando. Esperó pacientemente, pero sonó una tercera vez.

Extraño. Ni siquiera Duo era tan insistente cuando le daba la regla, apodo cariñoso que Jubilee le había puesto a su fase mensual de extrañar a su amiga y llamarla desesperado y triste como gato bajo la lluvia.

Cuarta vez sonando. Jubilee decidió entrar al cuarto de su amiga y apagarlo para que no siga fastidiándole, así que sin ver quién era quien acababa de llamar, apagó el móvil y lo metió dentro de uno de los cajones del escritorio. Después de todo, no era como si Suiseiseki fuera a extrañarlo de todos modos.

Ahora sí, con todo el tiempo del mundo en sus manos y con comida rica y caliente a su costado, Jubilee presionó play.

Y sonó su celular.



"Mira", comenzó fastidiada. "Suiseiseki no se encuentra y además, está en una fase espiritual de desconexión de mundo, así que no creo que puedas contactarte con ella por el momento, Duo-"
"¿Señorita Lee?", fue interrumpida por una voz de mujer conocida, aunque no lograba identificar quién era en realidad.
"Uh, ¿ella habla?".
"Habla la Directora Miranda Lot. Si la señorita X no se encuentra, ¿podría dejarle un mensaje con usted?".


"¡Jubilee~desu!", gritó Suiseiseki con emoción y procedió a cerrar la puerta. "Perdón por llegar tan tarde para nuestra cita con el presidente~desu, pero es que después de redactar mi correo tuve mi sesión de counseling de parejas hime-rebel con Osaka~desu e Yzak llegó tarde, así que lo estuvimos esperando~desu. Luego cuando nos fuimos pasamos por Santa Natura y no tienes idea de las ofertas que tenían de galletas con chía~desu y..."
"Suiseiseki", su amiga sabía que darle la noticia sobre la llamada de la directora acabaría con su buen ánimo, pero sabía que una noticia así no podía esperar. "Llamó Miranda a mi celular, quería hablar urgentemente contigo".
"¿Miranda~desu?", por un momento el semblante de su amiga mostró temor, aunque logró esconder eso rápidamente bajo una sonrisa y una actitud confiada. "¡Ah! Debe ser que está supervisando el trabajo de Osaka~desu, pero en verdad es impecable, desde que Yzak y yo vamos a terapia compartida nuestra relación y desempeño como seres humanos ha mejorado mucho~desu u_u la próxima semana lo llevaremos a jugar con gatitos bebé a ver si ya está listo para volver a interactuar con niños~desu (??)".
"Deberías llamarla, entonces. El presidente puede esperar, no?". Tras un silencio breve, pero tenso, Suiseiseki asintió.
"Claro~desu".

Apenas su amiga se fue,  Jubilee se dio cuenta que Suiseiseki en ningún momento cuestionó cómo era que la directora conocía que ambas vivían juntas, lo cual la dejó sintiéndose incluso peor que en un primer momento. Si Miranda podía obtener información como esa... Eso significaba que el asunto HiME en realidad nunca había quedado enterrado, no? Porque en teoría no tendría por qué seguirle la pista a las ex HiMEs... Y a decir verdad, Suiseiseki siempre había utilizado la risa para olvidarse de aquellas memorias, por lo que si lo poco que ella sabía ya le parecía aterrador, no estaba segura de querer saber lo que había sucedido en realidad durante aquellas épocas.

Y de manera sorpresiva, por el poco tiempo que estuvo al teléfono, Suiseiseki volvió a la sala. Pálida, pero con semblante decidido.

"¿Y?", preguntó presintiendo la respuesta.
"Quiere que vuelva a ser HiME~desu".
"¿Eso significa que Yzak...?"
"No~desu", lo negó rápidamente. "Él ya no va a Rizembool~desu. Sólo obtuvo la beca durante su época de rebel, nunca más volvió allá, así que no hay problema~desu".
"Espera un segundo", se paró rápidamente sin poder creérselo. "No pensarás en volver, ¿no?"
"No, no, claro que no~desu..."
"Ah, menos mal, porque-"
"SI ELLOS ME QUIEREN DE VUELTA VAN A TENER QUE CUMPLIR TODAS MIS CONDICIONES~DESU >( Y ESTA VEZ SÍ NO VOY A ACEPTAR SI ME PONEN LA CLÁUSULA DE NO TENER RELACIONES PORQUE SE ME VAN LOS NANOCHIPS CON MIS PODERES NO SÉ QUE WADA~DESU"
"Wait wat, ¿¿¿nanochips???"
"Sí ya sabes~desu, eso que te conté de la chica que tuvo relaciones con su Key dos días antes de la pelea HiME y se quedó sin poderes~desu".
"VERDAAAAAAAAAD, ¿cómo se llamaba? Sayaka..."
"Sayi, Sayi Mio, te la presenté el otro día, esa chiquilla que estudia artes contigo~desu".
"AAAAAAAAH, ya, ya... NO, WAIT, FOCUS"
"Foco~desu D:?"
"ENFÓCATE", renegó recordando lo inepta que era esta para el inglés. "¿¿¿En serio volverás a ser HiME???", la china no se lo podía creer, pero el semblante confianzudo de su amiga no traicionaba sus palabras.
"Jubi, Jubi, Jubi. No volveré a ser Hime~desu. ELLOS ROGARÁN PARA QUE VUELVA A SER UNA~DESU".



"Déjeme ver si entendí", murmuró Miranda mientras se masajeaba las sienes con ambas manos. "¿Suiseiseki X ha puesto condiciones para volver a ser HiME?".
"Mi cliente ha sido muy explícita en esto. De denegarle los beneficios que ella busca obtener de volver a pasar por una experiencia tan traumante como esta, simplemente no volverá a ser HiME".
"¿Qué beneficios busca su cliente, si se puede saber?".
"Los que una situación como esta amerita. Seguro de vida con extensión a familiares, seguro de salud, seguro oncológico, plan dental, beca de alimentación y un chocolate en su almohada cada mañana en la Mansión HiME".
"Sabe que ella es la única HiME que ha venido con este tipo de requisitos, ¿no? No creo que podamos hacer una sola excepción con tantos pedidos".
"Mi cliente está enterada que varias antiguas HiMEs han rechazado su oferta de volver a tomar el título y esto lo sabe de primera mano por sus amigas más cercanas, quienes se comunicaron con ella y negaron volver a Japón", Miranda frunció aún más el ceño. "Así que es mi deber recordarle que una HiME menos es algo que no puede costearse en esta época de necesidad".
"Ya veo". Miranda se cruzó de brazos y se recostó en su sillón. "Veo que ejerce de gran manera su título de leyes, joven Tao".
"Soy un egresado de la Universidad de Hanasaki, después de todo", sonrió con sorna. "Me instruyeron para ser el mejor y eso es lo que hago, Miranda".
"Cría cuervos...", sonrió levemente. "Bien, podrá acceder a todos los beneficios menos el plan dental. Hasta puedo comprender el pedido del chocolate, pero no eso".
"De acuerdo. Comunicaré su decisión a mi cliente y me reuniré con usted apenas pueda. Con su permiso", Ren se levantó y le extendió la mano, a lo que la directora se la estrechó aún incrédula. Todavía no se podía creer que una HiME hubiese decidido mandarle un abogado... Pero bueno, estos eran otros tiempos.

Y era verdad. No podía permitirse una HiME menos.
« Last Edit: April 30, 2016, 04:35:58 PM by Puri »

Forget all the shooting stars and all the silver moons
We've been making shades of purple out of red and blue


Deidara

EEEEEE 8) primer aporte! Como de costumbre, me falta editar con los iconitos. Pero -3- quería dejarlo, y como tengo que partirlo, dejo una parte ahora y el resto el finde.
Mucho drama as usual


#1 back to the roots

Todo estaba muy silencioso. Por alguna extraña razón… echaba de menos las voces. Aquellas voces que había escuchado durante tanto tiempo en su cabeza, que había logrado controlar con el tiempo. Aquellas voces que escuchaba gracias a sus poderes telepáticos. Todo era tan distinto sin ellas.

# # #


Deidara había estado cientos de veces en el hospital general de Hanasaki. Era lo que tenía ser una HiME. Pero, tal vez, ésta iba a ser la última vez que tenía que presentarse aquí. Al menos, con un brazo fracturado, dos costillas rotas, un tobillo torcido y cinco puntos en la frente.

Los Rebels habían sido vencidos por las HiMEs, y Miranda les había dicho que aquel había sido el fin de los Rebels, que ya no iban a regresar nunca más. Deidara no creía en la palabra ‘nunca’, pero, al menos por hoy, le gustaría creer que así iba a ser.

Las enfermeras que ya conocía la llevaron a una habitación, por fin fracturas escayoladas, puntos en su lugar, vendas comprimiendo todas sus heridas desinfectadas. Ahora, lo único que le quedaba hacer era disfrutar de su nueva vida, de que todo había cambiado, por fin volvería la tranquilidad…

Si sólo fuese tan fácil. Había pasado por mucho, mucho había cambiado en sus años en el instituto Hanasaki. ¿Cómo iba a olvidarlo tan fácilmente? Lo único que quería hacer Deidara era huir, escapar de su pasado, y ahora también, del presente. Olvidar todo lo relacionado con las HiMEs y cómo había puesto en peligro a tanta gente. Al menos para ayudarle tenía un buen empujoncito, como eran las tarjetas de crédito de su padre…

Alguien golpeó la puerta, y Deidara esperó encontrarse a Mitsui, que le había prometido que pasaría a visitarla… pero no, Zoro era el que estaba esperando para ser invitado.

“Zoro… p-pasa.” Deidara se sentó, cómoda, en su cama, ojos fijados en las sábanas blancas del hospital. Las cosas con Zoro habían sido… raras, últimamente. Zoro había estado ahí, en el combate, ya que él era su Key y Meister, pero… apenas habían hablado de lo que significaba que Zoro fuese su key.
“¿Cómo estás?” Preguntó Zoro, tras un minuto de silencio.
Deidara no sabía ni por dónde empezar. Decidió que lo mejor, por ahora, sería encogerse de hombros, lo que hizo que le dolieran las costillas. “Au— he estado mejor,” simplemente dijo. Mucho mejor que estaría en su habitación de la mansión HiME, viendo series en su portátil…
“¿Durante cuánto vas a tener que quedarte?”
“Probablemente esta semana, como mínimo. Imagino que querrán tenerme vigilada, asegurarse que todo va bien.”

Era lo que solían hacer en estos casos. Y Deidara estaba empezando a perder sus poderes. No sabía si eso era bueno o malo, si debería comentar eso con alguien… ¿tal vez eran los efectos de la derrota de los Rebels? ¿Existía algo así? Debería buscar a alguna HiME más tarde por los pasillos para saber si era la única que se sentía así.

Ninguno de los dos habló durante un largo periodo. Después de todo el tiempo que hacía que se conocían, todo lo sufrido juntos, era algo normal entre ellos. Aunque esta vez, era distinto. Las voces se apagaban, Deidara ya no podía colarse en la mente de los demás— algo que, por mucho que fuera su poder, siempre había respetado.

Zoro acabó por el que cortó el silencio al cabo de los minutos, preguntando algo que Deidara temía y en lo que no quería ni pensar.

“Dei, cuando salgas de aquí, crees que podríamos—“
“Zoro, no sé si voy a quedarme.”

Salió de la nada, pero… era algo que había estado pensando ya desde hacía un tiempo. No era la primera vez que huía de un lugar, ni sería la última, pero estaba cansada, agobiada. Necesitaba un cambio, y Hanasaki no ayudaba mucho. Tal vez, volver a Barcelona… Kurogane podría volver con ella.

La noticia no pareció sorprenderle a Zoro, pero tampoco agradarle. Frunció el cejo y clavó su mirada en el suelo.

“Oh… ya,” murmuró. “Entonces, cuando vuelvas, ¿eh? No tengo adónde ir.”

# # #

Casi tres años habían pasado ya. Tres años, desde que Rizembool fue derrotado por Hanasaki, los Rebels puestos en su lugar, las HiMEs extintas. Tres años desde que Deidara dejó de ser una HiME y decidiese que hasta allí había tenido suficiente.

Ser HiME había sido muy complicado, no sólo por el esfuerzo físico que había requerido, sino por cómo le había afectado psicológicamente. Miranda había ofrecido a todas las, en aquel entonces, HiMEs, asistencia psicológica gratuita si la necesitaban. Sabía Deidara que muchas de sus compañeras la habían aceptado—incluso algunos de los Keys y Meisters. Deidara, en lugar de aceptar la tendida de mano, había decidido que lo mejor para ella era escapar de allí. Un cambio de aires, algo que le ayudase a despejarse durante un tiempo, al menos hasta que las pesadillas dejasen de perseguirla. No sólo las pesadillas, sino también todas las preocupaciones, los miedos—porque no iba a admitirlo, pero había llegado a tener miedo. Miedo, de despertarse una noche, indefensa, y encontrarse con su Rebel frente a ella, quien le mataría al no tener Deidara métodos para defenderse ni sus poderes de vuelta. Miedo a que los de su alrededor o sus seres queridos muriesen por su culpa.

Por eso lo mejor había sido escapar durante un tiempo, y qué mejor lugar que huir que Barcelona, ciudad en la que había vivido durante muchos años, y donde su hermano Kurogane disponía de una residencia. Al principio, Deidara había estado sola en Barcelona. Sólo se iba a tratar de unas semanas al fin y al cabo, al menos un tiempo de descanso y de poner las cosas en orden y en su sitio, al menos hasta que la situación en Hanasaki y en su cabeza se calmase.

Sólo que, lo que se suponía que debía ser unas semanas, acabó convirtiéndose en unos meses.

No contactó con nadie, al fin y al cabo, se trataba de desconectar. Su teléfono no se encontraba disponible, no mantuvo contacto con nadie. Se pasaba los días encerrada en casa, haciendo la compra por internet, como máximo saliendo dos veces por semana. Salir a fuera sin poderes… era difícil. ¿Y si le pasaba algo? ¿Y si le atacaban? No tenía método de defensa. Sí, conocía varias artes marciales, pero desconocía si eso iba a ser suficiente.

A los cuatro meses, Kurogane volvió a Barcelona, cargado con maletas. Traía dulces y regalos para Deidara. También traía preguntas, propias y de sus amigos. Deidara apenas había mantenido el contacto con él, tanto su otro hermano, Near, como Kurogane querían saber qué pasaba. Todos sus amigos habían preguntado por ella pero Kurogane no había sabido qué responder.

También, Kurogane había vuelto con la intención de arrastrar a Deidara a casa. Sólo que ésta no se había dejado llevar. No podía volver, sabía que no iba a poder soportar la presión. Necesitaba más tiempo.

Sólo que, el más tiempo, acabó convirtiéndose en un año, y luego hasta tres. Y ya era tarde para volver, porque sabía que lo había hecho mal, y ahora que no tenía sus poderes, seguro que no la necesitaban.

# # #


Tras leer los mensajes de Sanji, Deidara volvió a apagar su teléfono. No quería pensar en ello.

Al llegar a casa más tarde ese día, se metió en su habitación a dormir. No quería volver a salir de casa. No logró llegar a dormirse. Ni a calmarse. Que Kurogane llegase horas más tarde y abriese su puerta sin siquiera preguntar, no ayudó. Menos que llegase con ganas de hablar, porque a pesar que tenía los ojos cerrados y la habitación estaba oscura, claramente notó el peso de su hermano hundirse junto a ella, y después claridad— porque obviamente, Kurogane tenía que empeorar la situación al enchufar la lamparilla.

No dijo nada durante largos segundos. “¿Y bien?” Deidara se imaginaba qué hacía Kurogane aquí. Mejor que lo dijese ya.
“Sabes qué… me han preguntado por ti.”
“No quiero.”
“Deidara—“
“No quiero. No quiero ir. No puedo volver.”
“No te estoy pidiendo que vayas. Simplemente, diles que no. diles que no estás interesada y ya está. No puedes pasarte toda tu vida huyendo.”
Deidara sabía que Kurogane tenía razón. Eso, ayudaba todavía mucho menos. Deidara rió, cansada. “Doy pena. No puedo creerme que tres años más tarde, y ni pueda hablar del tema.”

Kurogane no respondió, dándole un tiempo a Deidara por si quería seguir hablando. Pero ésta calló.

“Mira,” empezó su hermano, suspirando. “Sé que no te gusta hablar de ello. Pero han pasado tres años. Sé que no te gusta estar aquí, porque sé lo mucho que en verdad quieres a esta ciudad. Y ahora no estás cómoda, porque estás usando Barcelona como tu método de escape. Deberías hacer las paces con tu pasado— poner punto y final. Olvidar todo el tema HiME,” Deidara no pudo evitar estremecerse un poco ante la palabra, “sé que será difícil. Pero puedes arreglar el resto. Coge el teléfono, llama a Miranda y dile que sea lo que sea que necesiten, no puedes ayudar. Llama a tus amigos, diles que sientes haber desaparecido durante tres años.”
“¿Sabes qué es lo peor? Que me gustaba el poder. Saber que podía con todo y mucho más, que podía fácilmente con cualquiera. Y, cuando he leído los mensajes de Sanji… he pensado en qué pasaría si tuviese ese poder de vuelta, en qué podría hacer con él.” Deidara se mordió el labio, por fin incorporándose en su cama. “Que me haría sentir más poderosa, que esa sería la única manera de arreglarme. Creo que hasta ahora no me había dado cuenta de lo mal que estoy.”
“Necesitas ayuda.”
“Ya lo sé. Creo—creo que tengo que hacer algo. Ya. No puedo pasarme así el resto de mi vida, tienes razón. Mierda.”

Deidara se levantó a toda prisa de la cama, tan rápido que casi se marea. Ya era hora de arreglar las cosas.

“Joder, vale, esto— necesito dinero. ¿Dónde está mi— está caducado mi pasaporte?”
« Last Edit: October 24, 2015, 11:21:58 AM by Deidara »


Cho

Antes que nada, bienvenida de nuevo Kana~ Esto me recuerda a los viejos tiempos... *daydream*

Ahora me toca continuar con más chars. Nuevamente muchas gracias Sayi por todo tu apoyo gráfico (y perdón por ser abusiva con personajes (...))

2


El día en Hanasaki U continuaba tan placentero como siempre. En medio de uno de los jardines de la universidad, Sora yacía recostado contra el tronco de un frondoso árbol, muy ocupado en un juego en su Vita. La hora del almuerzo se acercaba, pero el pelimarrón no parecía interesado en prestar atención a sus alrededores. La pequeña pantalla de su consola le había acaparado completamente, y ello le dejó vulnerable a cualquier suceso externo…

De repente, él se vio despojado de su entretenimiento, lo cual le despertó bruscamente a la realidad. Sora se quedó en shock, pero al mirar frente a él, vio la presencia de una persona muy familiar.

“¿Vita? Oye Sora, ¿desde cuándo que tienes una?” preguntó el chico, mirando al aparato con mínima curiosidad. Era un chico alto de cabellos marrones y ojos verdes, a quien el menor miró con cierta antipatía.
“¡No me asustes así, Tomaj!” reclamó el dueño. Se levantó del piso esperando recuperarla pronto.
“Siempre te veo con una 3DS así que esto es novedad.”
“Pues la mía se quedó sin baterías, pero no te incumbe,” él notó cómo el otro había pasado su atención a la pantalla para ver lo que estaba jugando. “¡Déjalo!”
“Espérate un poco,” Tomaj se alejó y luego de subir el brillo del display, llegó a ver claramente lo que su amigo jugaba. Sonrió con leve burla. “¿Acaso esto es un dating sim? ¡Haha, qué increíble!”
“¡N-no es que juegue esto frecuentemente! ¡Sólo estoy probando el género a ver qué me parece!” Sora se frustró bastante. Escogió el peor día para tratar ese juego, ya que no veía al otro dejarlo ir en un futuro cercano.
“Sí, está bien que experimentes. Estás en college,” Tomaj se encogió de hombros y leyó el juego. “Ah, con que estás hablando con una chica débil y de anteojos que no deja de llamarte ‘sempai’. Pues buenas tardes, Noriko-chan…”
“¡Ya!” Sora llegó a quitarle el juego y apagó la pantalla. “¿Qué haces aquí? Ni siquiera asistes Hanasaki.”
“Tal vez seré ajeno a este lugar, pero yo tengo más derecho que tú de estar deambulando sin nada que hacer,” observó el mayor. “Deberías estar en tu clase de composición a esta misma hora.”
“¿C-cómo sabes eso?”
“Por favor, faltas tanto a clases que nuestro estimado Kytes tuvo que poner tu horario en Internet para que todos te controlemos. Sólo tú tienes a un amigo prodigio en tu misma carrera que ha tomado todos tus cursos y te ha ofrecido sus notas, y aun así jalas tu primer año en la universidad. ¿Acaso estás esperando pacientemente para que eso mismo vuelva a ocurrir?”
“Uhh…” Sora le miró cansado. “No pude dormir bien y en mi primera clase del día no paraba de dormirme. Sé que no hubiera podido hacer nada de asistir ahora.”
“Pero pese a tu sueño, has estado lo suficientemente despierto para trabajar en tu historia de amor con tu kouhai Noriko, ¿verdad?”
“¡Te digo que sólo estoy probando el juego, ¿de acuerdo?!”
“En general no me importaría si lo juegas o no. O sea, es entendible que alguien sin novia real como tú pase todo su tiempo buscando una sustituta virtual…”
“¡Cállate!”
“Pero al menos piensa un poco en tu amigo que sí se preocupa por ti y en tus padres,” Tomaj sonrió con desinterés. “Tu hermano mayor se fugó de casa para ser una estrella, así que eres el único heredero que les queda.”
“Ihh, no me lo recuerdes…” Sora sintió escalofríos. Desearía ser libre de perseguir lo que sea en vez de tener que encargarse del negocio de sus padres en el futuro, y aunque ni tenía idea de qué quería hacer en verdad, definitivamente odiaba lo que se encontraba haciendo con su vida. Ese gran desaire era su principal razón de ni querer asistir, aparte que las clases en la universidad se le hacían más difíciles que las de secundaria. “Ahora mencionaste de un amigo que se preocupa por mí.”
“Kytes, ¿quién más?”
“Entendí eso,” el menor negó y miró al otro con impaciencia. “¿Entonces qué demonios haces aquí? Tú no vendrías a ayudarme o disciplinarme.”
“Vengo por otro motivo, y sinceramente funciona que estés disponible ahora porque puedo hablar contigo al respecto. Pese a que me fastidias bastante, sigo considerándote mi raro amigo.”
“Esas son mis palabras…”
“Sería bueno que Kytes estuviera aquí, pero al menos le puedes dejar el mensaje,” Tomaj se encogió de hombros. Era un tema muy grande y sabía que iba a dejar un impacto, pero sentía que tenía que compartirlo con sus dos amigos precisamente por esa razón: para que estuvieran preparados. “Verás Sora…”

Pero antes de poder hablar, ellos oyeron a un par más de personas acercarse. Se trataba de Kytes, quien traía a otro estudiante de Hanasaki, uno que por su apariencia y grandes ánimos, se veía como estudiante de primer año.


“Finalmente te encuentro, Sora,” Kytes dio un suspiro. Él había ido a buscarle a su clase, pero debió haber imaginado que no lo encontraría ahí. “Shouyou me llamó por teléfono porque dice que necesita tu ayuda.”
“Sí, me citaron y dicen que tengo que ir a la oficina de un profesor…” el otro chico era bajo de estatura y tenía unos cabellos alocados y anaranjados, dándole una apariencia bastante energética. Él revisó su celular y mostró el mensaje a Sora. “Aquí están los datos de la oficina a la que tengo que ir, pero no conozco esa parte de la universidad…”
“Ah, ok…” Sora lo vio y supo dónde era. Debido a que su primer año en la universidad había sido catastrófico, Sora recibió el consejo de compensar su bajo rendimiento académico con trabajos a la comunidad para así mejorar su presencia en su currículo. Por ello, ni bien comenzó el año escolar, él se inscribió para ser el estudiante asesor de un nuevo estudiante con quien, por repetir, se encontraba en la mitad de sus clases. “Sí lo conozco, ¿pero no deberías seguir en la clase de composición?”
“No, el profesor tuvo una reunión así que terminó temprano…” Shouyou ladeó la cabeza. “¿Y por qué no fuiste?”
“Ehh…”
“Tu asesor tenía una cita con una kouhai muy especial…” observó Tomaj.
“¡N-no, cállate!” reclamó Sora.
“Pues… sea lo que sea…” Kytes dio un suspiro y miró a Sora con súplica. “Por favor deja de faltar a clases. Recuerda que la universidad te ha dado un ultimátum de que pases todas tus clases este semestre. Y también tienes que ser más responsable. Shouyou me dijo que te ha estado llamando y no le respondiste, por eso me contactó.”
“Uhh, perdón. Mi celular se quedó sin baterías…” Sora se disculpó apenado. A ese paso, Kytes más parecía ser el asesor. Sora se dirigió al pelinaranja. “Vamos, sé a dónde tienes que ir. Sígueme.”
“Está bien,” Shouyou sonrió y miró a Kytes y Tomaj. “Eh, gracias y con permiso.”

Sora se marchó junto con su compañero de clases, dejando a sus dos amigos detrás. Una vez el problemático se alejó, Kytes soltó un pesado suspiro.

“Psicológicamente cansado, me imagino,” Tomaj se encogió de hombros, indiferente.
“Me pregunto si Sora aprenderá a ser responsable algún día,” Kytes negó. “Felizmente a Shouyou no le molesta mucho.”
“Ese pequeño se ve como un buen chico. Lástima que le tocó a Sora.”
“¿Y qué haces aquí? No es normal verte por Hanasaki a plena hora del día… y mucho menos hablando con Sora.”
“Sí, supongo sigo molesto con él desde todo lo ocurrido hace tres años, pero en fin,” Tomaj sonrió. “Nunca nos hemos llevado bien, así que esto no es diferente.”
“No puedo creer que pese al pasado, te hayas quedado en Rizembool…” Kytes se veía preocupado. Esa institución les había causado más que dolores de cabeza, y hasta el mismo Tomaj les dijo repetidamente que se alejaran.
“Lo que más me sorprende es que ustedes se hayan quedado en Hanasaki. Yo no soy una persona muy coherente, pero al menos tú sí lo eres. Pero para responder tu pregunta, vengo hoy porque tengo algo que decirles.”
“¿Has venido hasta aquí para decirnos algo?” Kytes se extrañó. Era atípico de su amigo, quien normalmente preferiría enviar un mensaje o llamarles por teléfono.
“Es una de esas cosas que mejor compartir en persona, para que no se lleven una idea errónea del asunto,” hizo una pausa para marcar la seriedad del asunto. “Ha habido muchos rumores en Rizembool recientemente, y hoy pude confirmar que son verdad porque me encontré con mi maestro.”
“¿Eh?” para escucharle hablar de una persona como ‘su maestro’, debía de ser alguien especial.
“Sí. Shinkouhyou, ¿lo recuerdas?”
“…” el menor sintió escalofríos correr por su cuerpo. Aquella misteriosa figura que convenció a Tomaj unirse a Rizembool y le enseñó a ser un Rebel, pero que había desaparecido en la batalla final. “I-imposible…”
“Los Rebels han regresado.”
“…” fue lo que menos hubiera deseado oír. “Y… ¿acaso tú…?”
“No, ya me retiré. Y vine hasta aquí para mantenerles comunicados,” el mayor adoptó una rara seriedad en su expresión. “Y al igual que yo, espero que ustedes se alejen de esta guerra lo más posible. Es mejor que el pasado no se vuelva a repetir.”
“…” Kytes bajó su mirada al piso, consternado. Eran noticias preocupantes para él.
“Mientras no se involucren, no hay nada de qué preocuparse. Deberías dejar de tomarlo todo con tanta alarma, no es saludable para ti,” Tomaj negó y sonrió con indiferencia. “Se ve que no has cambiado en todos estos años, Kytes. Pero te prometo: esta vez no vamos a ser enemigos.”

Seguía siendo muy inquietante. En aquel entonces, Kytes creyó que todo iba a terminar definitivamente con la batalla final, y que todos estarían a salvo. Pero de nuevo iba a ocurrir esa guerra sin sentido, y como siempre, serían las HiMEs las que lo lamentarían más. No podía comprender por qué su amigo lo tomaba con tanta trivialidad.

“Tu silencio sepulcral casi me da nervios,” observó Tomaj. Él ya había dejado la discusión de lado, inafectado. “Hm, tengo hambre. ¿Me recomendarías algún puesto cercano?”


Habían llegado a la dirección de la universidad, y Osaka fue a hablar primero con Miranda, mientras los demás esperaban en los sillones frente a la oficina. Con la pequeña animadora fuera del mapa, los otros tres presentes estaban sentados y sumergidos en un silencio incómodo. Tomo jugaba con su smartphone, mientras los dos hermanos estaban congelados en sus sitios, mirando a puntos aleatorios del espacioso salón. El asunto seguía muy sensible y nadie quería traerlo a flote aún.

La tensión terminó cortándose por la llegada de una persona a la escena. Era una pequeña pelinegra que entró a paso apurado, claramente alarmada por las noticias.

“Perdón por la tardanza,” se disculpó Hotaru con una rápida reverencia. “¿Están todos bien? ¿Y Osaka?”
“Está hablando con Miranda, tranquila,” dijo Tomo con cierto hastío. “Y no te disculpes. Sabemos que tienes un horario muy ajustado.”
“Me cuesta creerlo…” la pelinegra se afligió. “Siempre tuve miedo que esto volviera a suceder… pero…” ella tensó su expresión, mostrando cierta convicción. “Si vuelven a necesitar mi apoyo, saben que pueden contar conmigo.”
“Muchas gracias,” Cho asintió. “Creo que nunca te he agradecido lo suficiente por haber estado ahí por Osaka.”
“No tienes que agradecer, somos amigas,” Hotaru sonrió un poco. “Esto será muy inquietante, pero sólo nos toca afrontarlo juntos y esperar lo mejor. Tengo muchas esperanzas de todos nosotros.”
“…” Roxas se vio inseguro al respecto, pero dio un suspiro. Sus palabras sí le hicieron sentir un poco mejor. “Gracias por estar aquí.”
“Nunca les dejaría de lado,” asintió, convencida.

Entonces, las puertas se abrieron, y Osaka salió junto con Miranda. La aparición de las dos llamó la atención de los demás, quienes se levantaron y caminaron hacia el par.

“¡Hotaru-chan, qué alegría verte!” Osaka abrazó a su amiga. “Esperaba poder hablar contigo así que es un timing perfecto.”
“Es también un gusto verte, Osaka,” Hotaru asintió. “¿Necesitas que te apoye de nuevo para ser HiME?”
“Eso no será necesario,” dijo Miranda con seriedad. Los demás se sorprendieron por la resolución de la directora.
“¿Eh? ¿Osaka no va a ser una HiME?” preguntó Tomo, extrañada.
“Analicé el historial de su compañera, y aunque aún tiene cierto potencial para desarrollarse como HiME, sentimos que no se encuentra en su mejor momento. Sería irresponsable dejarle participar a estas alturas,” explicó Miranda. “Sin embargo, sí esperamos que Osaka nos apoye de una forma distinta.”
“¡Sí!” Osaka asintió y dio un saludo militar con todas sus energías. “Soy una HiME veterana con experiencia y muchos ánimos. Por eso apoyaré en instruir a nuevas HiMEs y ofrecer apoyo psicológico y emocional a todas. Así que seré una asesora y consejera HiME a partir de ahora. Hotaru-chan, como tú siempre estuviste conmigo y también tienes mucha experiencia esperaba que fueras mi asistente. También va muy bien con tus estudios de medicina y sé que puedes enseñarme bastante.”
“Oh, sería un placer,” Hotaru sonrió confundida, pero estuvo de acuerdo. “Creo que es la mejor forma en la que puedo ayudar.”
“Bueno, admito que me alegro que Osaka no me vuelva a dejar atrás por poder ser HiME, así que si en algún momento necesitan mi ayuda, pueden contactarme,” agregó Tomo.
“Por supuesto~” contestó Osaka llena de felicidad.
“Ahora me toca hablar con la siguiente HiME,” Miranda miró a la peliceleste. “Tanaka-san, venga conmigo por favor.”
“Sí,” dijo Cho.
“Déjenme hablar con ustedes también,” pidió Roxas.
“Pero, Roxas…” su hermana sintió nervios, pero se sorprendió al oír a la directora.
“Adelante. Como hermanos, esta conversación les concierne a ambos…”
“Mucha suerte, Cho,” Osaka sonrió. Vio a su prima asentir incómoda y entró junto con su hermano y Miranda a la oficina, cerrando las puertas.

Ni bien el par de hermanos se retiraron de aquella sala de estar, la tensión bajó considerablemente. Por la decisión de Osaka de ayudar y de pedir asistencia de sus amigas, ellas tenían mucho de qué hablar.

“Podemos comenzar a venirnos con ideas para nuestro nuevo rol,” sugirió Hotaru.
“Sí, pero también hay que hablar con la directora por posibles ganancias,” Tomo sonrió por imaginar las posibilidades.
“Hehe, Miranda dijo que podría proveernos de algo, pero que no esperemos mucho,” dijo Osaka, sonriendo. “Aunque nuestra ayuda a la directiva y al campus se verá excelente en nuestros historiales, o algo así.”
“Seguramente, y debemos concentrarnos en ayudar a la mayor cantidad de personas posibles,” la pelinegra se vio animada. “Por mis estudios, les puedo enseñar algunos procedimientos de primeros auxilios.”
“¡Excelente! ¡Aprenderé a ser enfermera sin estudiar mucho! ¡Yay!” celebró Tomo.

A pesar de las circunstancias, ellas tres iban a tomar un rol de apoyo en la pelea y tratarían de ayudar a las futuras HiMEs en como les fuera posible.
« Last Edit: March 01, 2016, 04:44:43 PM by Cho »


Deidara

siento como si estoy abusando -33- pero quería acabar el aporte y postearlo yaaa. qué bien sienta esto de escribir tanto en una semana ;_;
dedicado a sayi gracias por dejarme usar a tus pjs ♥ espero que todo esté bieeeen


#2 japan.



La idea era simple.

Se presentaría en Japón. Iría a Hanasaki, haría una visita a Miranda. Le diría que no, que ni hablar, que le borrase de sus contactos porque no iba a prestarle su ayuda. Imposible, por mucho Rizembool que amenazase con destruir el mundo.

Luego, tal vez—y solo tal vez (no, debía convencerse que eso algo que tenía que hacer), vería después de tres años a sus antiguos compañeros de instituto, pediría perdón, pero aun así acabaría volviendo de nuevo a Barcelona, porque todo estaba pasando demasiado de golpe y no estaba preparada para volver.

Antes de que el avión aterrizase, Deidara tenía que hacer una llamada. No estaba lista como para poner pie en tierra y encontrarse sola. Necesitaría algún apoyo. Cogió su móvil, echó un vistazo a sus contactos.

(Descartó a Zoro al primero)

Se preguntó si sus amigas exHiMEs la odiarían. Sólo había una manera de saberlo.

# # #



Sólo llevaba una maleta de mano. No es como si pretendiese quedarse mucho más de una semana. No necesitaba nada más, todo lo necesario podía guardarse en diez quilos de peso.

Japón.

Ya nada más poner un pie en tierra, notó la diferencia. Los olores, la vestimenta de la gente, su forma de comportarse… le traía muchos recuerdos, y a Deidara le costó horrores no derrumbarse. No dejó ir su maleta, sintiendo que sus pertinencias eran lo único importante en aquel momento. Logró abrirse paso entre la gente, pasar el borde sin problemas. El agente que comprobó su pasaporte le miró con cara rara. ¿Tanto se notaba lo mal que lo estaba pasando?

Nada más llegar a la zona de recibidas, Deidara buscó cabellos rosados. No tardó en encontrarlos (y suspiró agradecida al ver que no había ningún cartel de ‘BIENVENIDA DEIDARA GENBAKU’ esperándola. No le hubiese extrañado).

“¡Deidara!” En pocos segundos, se encontraba rodeada por dos brazos que le abrazaban con fuerza; los de Sayi. Deidara devolvió el abrazo, costándole algo reaccionar. Bueno, no parecían odiarle por su desaparición, ¿no? “¿Cómo estás? No estaba segura que—has cambiado. ¿Te has hecho algo en el pelo? ¿Has hecho alguna dieta o algo? Oh, mi hermanastro ha venido conmigo—hey, ¿verdad que está más sexy?”
Deidara rodó los ojos. No estaba segura que hubiese habido tanto cambio en su apariencia, pero agradecía el cumplido. Tras ella estaba—Deidara siempre había confundido a los gemelos, pero estaba casi segura que aquel era Ichigo, no Kaien. Sí, definitivamente era la ‘fresita’. “Le vas a hacer arrepentirse volver,” dijo él con una risa, apretando el brazo de Deidara amistosamente a la vez que cogía su maleta. “¿Qué tal el vuelo?”
“Sin turbulencias, así que no ha ido mal,” contestó, encogiéndose de hombros. “Gracias por haber venido a buscarme, siento que haya sido tan repentino…”
“No te preocupes, para eso están las amigas. Es genial volver a tenerte por aquí.”
Deidara no comentó que tal vez no se quedaría durante mucho tiempo. Seguramente. Imaginó que Sayi pensaba que habría vuelto para aceptar la oferta de Miranda. Seguro que ella también la había recibido. Se alegraba de ver a Sayi, pero, necesitaba ir a algún sitio más tranquilo. Tanta muchedumbre le estaba agobiando. “¿Crees que podríamos ir a otro lugar?”

Sayi le ofreció ir a su casa donde estarían más tranquilos y podrían pasar un rato charlando y descansando del viaje.

# # #

Durante el viaje en coche no hablaron mucho, Deidara casi se mareó. Tal vez demasiado tiempo viajando.

Una vez en casa de Sayi, se libraron de la maleta de Deidara y chaquetas y decidieron tomar algo para merendar— Deidara pidió un café ya que estaba cansada y necesitaba algo de cafeína, así que pusieron en marcha la cafetera.

El café estaba caliente, así que Deidara lo usó para calentarse las manos. Siempre notaban los cambios de temperatura muy fácilmente. Mientras, Ichigo y Sayi comían un helado. Imaginó que sería buen momento para ponerse al día con sus amigos.

“¿Cómo van las cosas por aquí?”
Ichigo sonrió, “no van mal, la verdad. Sayi aquí presente es la futura Van Gogh, está estudiando arte.”
“Exagerado,” bufó Sayi, aunque visiblemente alagada y algo sonrojada. “Pero me alegra haber entrado al curso de arte. Prometo que si me hago famosa algún día no me olvidaré de vosotros ni de mis humildes raíces.”
“Espero que en tu primera exposición expongas nuestros retratos,” bromeó Deidara.
“Sólo si me dejáis dibujaros desnudos.”
Deidara rió. Dio un sorbo a su café. “Entonces, tú y Bou…”
El semblante de Sayi cambió entonces. Tema complicado, al parecer. “Bueno… ahí vamos. Bou se fue a estudiar a China hace dos años.”
“Oh.”
“Ajá. ¿Recuerdas a Duo? Ambos se fueron a la misma universidad en Beijing. Al principio no iba tan mal, manteníamos el contacto y nos visitábamos más, pero últimamente… supongo que las cosas hubiesen ido mejor si se hubiese quedado, pero bueno, la distancia es complicada.”
“Ya, imagino…”
Ichigo dijo que iba a buscar algunas galletas o algo para picar, dejando a las dos chicas solas durante un rato.
“Pero bueno, imagino que tú y Zoro…”
“Sayi—” Deidara no le gustaba de todo el tema, pero sabía que era mejor que hablar de Miranda y las HiMEs.
“Ichigo dice que Luffy dijo que Zoro dijo que las cosas no acabaron bien entre vosotros dos. ¿Decidisteis dejarlo?”
“Nunca estuvimos juntos,” bufó Deidara. ¿Por qué todo el mundo asumía eso sobre ellos? Sí, tal vez pasaban mucho tiempo juntos, y alguna que otra vez se besaron, y el chico le caía bien, era guapo, además buen jugador de baloncesto, algo que Deidara siempre había apreciado, y en definitiva, se llevaban muy bien, pero… no, definitivamente, o al menos, ella creía que no estaban juntos. “No hemos hablado desde que me fui.” ‘Desde la batalla’, fue lo que no quiso decir. Lo hacía sonar todavía peor.
“¡Entonces le has hecho un Bou a Zoro!”
“¡Hey!”
“Pero en todo un nuevo nivel. Te vas y ni le hablas. Eres cruel.”
“Supongo que un poco sí,” Deidara rió. Sabía que Sayi tenía razón. Tal vez había sido un error, pero en aquel momento, fue lo que le pareció mejor decisión. Y era tarde para hacer algo al respecto.
“¿Sabe que estás por aquí?” Preguntó Sayi, acabando su helado.
“No lo sé. Eres la única a la que he hablado desde que me fui. Supongo que las noticias habrán corrido así que… al menos sabrá que han contactado conmigo.”
“No sé si Ichigo habrá dicho algo a Luffy o alguno de sus amigos. Puedo decirle que no se lo cuente a nadie, si prefieres.”
La pelirroja se encogió de hombros. “No importa. Se acabarán enterando.” Hanasaki estaba lleno de cotillas.

Sayi sonrió, algo apenada. Justo en ese momento volvió Ichigo, cargado con una bandeja de galletas de chocolate, que los tres sabían que no iban a durar mucho. Se las comieron mientras hablaban— de cualquier cosa menos de Hanasaki. Deidara agradeció que no se tocara el tema.

Empezaba a hacerse de noche, y Deidara probablemente debería ir marchándose.

“¿Dónde piensas pasar la noche?” Preguntó Ichigo.
“Pensaba buscar algún hotel.” Era tarde, sería difícil buscar alguno a buen precio a estas horas.
“¿Cómo? No, no,” Sayi negó con la cabeza, “los Mio-Kurosaki estamos orgullosos de ser unos grandes anfitriones, y no vamos a dejar a nuestro huésped pasar la noche en un hotel. ¡Pasa aquí la noche!”
“No querría abusar—”
“¡Para nada! De verdad. Sin problemas. Mañana me invitas a un Starbucks y en paz.”

Deidara sonrió. A pesar de no haberse hablado en años, parecía que las cosas no habían cambiado,  y agradecía mucho que Sayi no le hubiese echado en cara el haber desaparecido así sin más. La ex-HiME parecía entender que Deidara hubiese necesitado huir durante un tiempo.

“Y también si me cuentas el secreto de tu cabello. ¿Usas Lush?”

Iba a ser una noche larga, pero al menos, entretenida.
« Last Edit: October 24, 2015, 11:27:17 AM by Deidara »


Puri

Quería hacer un aporte que explicara bien la situación de estos personajes, así que salió súper introspectivo y darks u_u perdón *rincón*


Después de haber pasado todo el día juntas, Chun se despidió con un fuerte abrazo de Pilika, una de sus mejores amigas, y le prometió que terminada la primera semana se juntarían de todas maneras para tomar un café y discutir todo lo que conllevaba haber sobrevivido la primera semana de clases universitarias en sus vidas. Después de asegurarse que la peliceleste tomara su bus y se alejara, Chun miró con molestia sus maletas, postradas a sus pies en el asfalto y sin mostrar signos de querer pararse y llevarse solas hasta la habitación que alquilaba en Tokio. Lo problemático de haber estado con Pilika todo el día desde que había llegado era que habían podido dejar las maletas en la casa de una tía de ella, pero ahora que Pilika se había ido, también se fue con ella la hospitalidad.

Fue en eso en que barajó la posibilidad de hacer esa llamada… Pero decidió no hacerlo. No, todavía no era el momento.

Después de lograr llevar sus maletas hacia el Starbucks más cercano con la ayuda de un transeúnte, Chun finalmente pudo sentarse a descansar y tener un tiempo para sí misma. Tomó la carta del menú y después de pedir un frappuccino de fresa, dio una larga mirada a sus alrededores. No, al parecer, Tokio no había cambiado tanto desde hacía cerca de tres años. Sin duda había más gente, pero en lo esencial, le parecía la misma ciudad asfixiante y con pocos rastros de vida; es decir, para una persona que había vivido la mayor parte de su vida en Lisboa, Tokio no era una ciudad muy llena de vida como ella estaba acostumbrada, por así decirse.

Además, otro elemento que llevaba a que contemplara la ciudad con cierto desdén era recordar su época de HiME. En aquel entonces había sido una niña de apenas 16 años que creía que con volverse una heroína lograría que su hermano mayor dejara de ser un rebel y así no se tuviese que atormentar con la tarea de asesinar a quien era su mejor amiga de la infancia… Pero no, claro que conllevaba mucho más que eso y no se había dado cuenta. Su rebel de aquel entonces, Sou, no había tenido ningún problema en ir en contra de ella, su hermano no había dejado de ser rebel ni siquiera por contemplación hacia su persona, había involucrado a una de sus amigas más cercanas en volverse su Meister, su elemento había resultado ser el fuego y nunca pudo controlarlo en un 100% a decir verdad… Y también estaba ese otro asunto que aún le dolía. Que desde que todo ese embrollo hubiese acabado, Mariemaia nunca más le había hablado. Un día encontró que ella y su hermano se habían largado del país y ninguno de los medios de comunicación que mantenía con ella le devolvió algún mensaje jamás.

Así que sí, Chun se sentía completamente justificada a la hora de mirar con molestia la ciudad de Tokio.

Pero por otro lado, tampoco podía negar que Japón en sí mismo era uno de los mejores lugares para estudiar la educación universitaria. Además, después de todo el fiasco con Hanasaki, descubrió al volver a Portugal un gran amor por el dibujo, lo cual la llevó a soñar en un futuro con estudiar animación… Para luego descubrir, de manera muy irónica, que la Universidad de Hanasaki ofrecía una de las mejores currículas para esa carrera.

Y al haber cumplido como HiME, siempre tuvo abierta una beca de estudios para lo que ella desease dentro de las instituciones afiliadas a Hanasaki, así que a pesar que prevalecían demasiados malos recuerdos, la tentación fue mayor.

Mientras cavilaba en aquellas memorias, la camarera se acercó con su pedido y Chun se dispuso a beber su bebida, la cual sentaba buenísimo en un día soleado como ese. Tras sacar su celular para ver qué hora era se percató que tenía un nuevo mensaje en su bandeja de entrada, así que lo abrió para ver de qué se trataba.

“Disculpa que me haya demorado, la terapia se extendió un poco. ¿Dónde estás? ¿Sigues con Pilika? Llámame para darte el encuentro.”

No pudo evitar ruborizarse de la vergüenza que sentía al leer aquel mensaje. Su hermano estaba preocupado por ella, había comenzado a ir a terapia para superar varias de las cosas que acarreaba para sentirse mejor en su compañía y aquí estaba ella, sentada, juzgándolo todavía por no haber dejado de ser rebel a pesar de haberse enterado luego del chantaje por el cual pasaba. Tipeó rápidamente su respuesta.

“Estoy en el Starbucks de la estación de metro de Harajuku, Pilika recién acaba de irse. Te espero.”

Después de dejar Tokio tras acabado el asunto HiME, Chun no había vuelto a ver a Yzak. Sin contar las videollamadas de Skype, esta sería la primera vez en tres años que se verían… Y no podía evitar sentirse nerviosa. Una vez la alegría de ganar la batalla se dispersó, Chun e Yzak se dieron cuenta que desconocían completamente al otro; y era verdad, no importaba cuánto se quisieran como hermanos, Chun había entrado al sistema legal de adopción de Bélgica teniendo once años y había sido adoptada con mucha suerte a los doce, ya que varios niños de su edad terminaban quedándose en el sistema hasta la mayoría de edad. Por otro lado, Yzak había terminado en un centro de reclusión juvenil, en el cual le imposibilitaron cualquier tipo de conexión con su hermana y no supo nada más de ella hasta que se la encontró en Hanasaki casi 5 años después… Y por eso mismo, una vez se acabó la alegría de la reconciliación y la alegría que conllevaba el final de una guerra, los choques empezaron a darse. Y las secuelas de lo vivido empezaron a manifestarse.

Por un lado, a Chun misma le había chocado demasiado la desaparición de su mejor amiga y, sumado a eso a los recuerdos previos de separarse de Yzak, la ojiazul había desarrollado cierta ansiedad respecto a separarse de otras personas. Haberse ido de Japón había ayudado hasta cierto punto con eso, ya que reconoció la dependencia que había empezado a formar con varias personas y tuvo que cortar con todo eso para sentirse mejor. Por el otro lado, todos los esfuerzos que Yzak había hecho durante años para aprender a manejar su ira se habían ido al traste, reaccionando de pésima manera a su hermana en los momentos en que más se sentía afligida y comenzando así miles de peleas que terminaron por separarlos de nuevo. Otra pelea fue, además, el hecho que Yzak se negara a volver a Bélgica y quisiera quedarse en Japón, donde Chun no quería estar por nada del mundo; así que la única solución fue despedirse.

Fue todo un año el que no se hablaron, hasta que Yzak la buscó y le dijo que haría todo el esfuerzo posible para volver a tenerlo todo bajo control y Chun le prometió que haría lo mismo; así, quedó entre ambos el volverse a ver cuando estuvieran anímicamente en un mejor lugar.

Y Chun se encontraba en un mejor lugar, de eso estaba completamente segura, así que verse con Yzak, a pesar que le daba cierto temor, era algo que tenía que hacerlo. Se lo debía a él y se lo debía a ella misma.

En eso, su celular comenzó a sonar. Era un número desconocido.



Chun tuvo que cortar la llamada apenas sintió un ataque de pánico. Nunca pensó que Miranda Lot tendría las suficientes agallas de llamarla para pedirle que sea una HiME nuevamente, pero acababa de suceder y era algo que por más que quería, su cerebro no podía procesar en el momento. No, lo único que sentía era miedo, las llamas quemándole, su Knight protegiéndola, los ataques incesantes de Sou, todas las veces que le lloró a Mariemaia que se detuviera…

Su celular sonó nuevamente y contestó. Al borde de las lágrimas, no pudo evitar gritar.

“¡NO! ¡NO VOLVERÉ A SER UNA HIME!”
“¡Chun, cálmate! ¡No tienes por qué ser una, no va a pasar nada malo!”, aquella voz… Sintió que le faltaba el aire.
“¿Marie?”, susurró atónita, pero en ese momento unas manos la tomaron de los hombros y la zarandearon, lo cual le hizo darse cuenta que había tenido una baja súbita de la presión porque no podía escuchar nada. El pitido fue distanciándose y pudo volver a enfocar la mirada, encontrándose frente a ella a un desesperado Yzak que le preguntaba qué pasaba, preguntas que se replicaban desde el móvil también. Cortó la llamada.
“Yzak”, murmuró comenzando a sollozar. “Me llamó. Miranda llamó. Dijo que quiere que vuelva a ser una HiME”, sin decir nada más, su hermano se acercó y la abrazó fuertemente. Tras unos segundos, Chun le devolvió el abrazo.
“No pasará nada”, le reconfortó el mayor. “No tendrás que vivir nada de eso, nada de nada”.

Todo esto distaba demasiado de la reunión ideal que Chun había tenido en mente y probablemente distaba también de lo que su hermano había imaginado para ambos. Pero en ese momento, resguardada del mundo dentro de sus brazos, no podía ocurrírsele un mejor escenario.
« Last Edit: April 30, 2016, 04:37:49 PM by Puri »

Forget all the shooting stars and all the silver moons
We've been making shades of purple out of red and blue


Sayi

Gracias Dorki por dejarme usar a Dori en este fic -3-



Episode 3 — Welcome Back, HiME Times!

Sayi había decidido ir a hablar con Miranda, cuando en eso recibió la llamada que cambió sus planes por esa tarde. La ex HiME aún pidió un taxi, como tenía previsto, solo que este partió en dirección al aeropuerto en lugar de hacia Hanasaki.

Nada menos que un fantasma había regresado: Sayi se acordó de Deidara cuando recibió la noticia de Miranda, pero nunca se imaginó que la pelirroja se comunicara específicamente con ella. Hasta donde sabía, la HiME de la fuerza había estado aislada de todos desde que terminó el conflicto contra Rizembool, y que reapareciera en ese momento solo hacía más verídica la inminente lucha que venía por ellas.

Sin embargo, bastaron un par de minutos para darse cuenta que su amiga no venía dispuesta a tomar las armas. Su poco equipaje había sido una señal, y el cómo su mirada se volvía esquiva cada que se mencionaba Hanasaki era suficiente para saber que Deidara tenía otros asuntos en mente.

Un largo viaje entreverado con el aviso de Miranda era ya demasiado como para sumarle sus propias dudas, así que Sayi desistió a preguntarle por razones, y en lugar a ello se propuso a entretener a su amiga.

Aprovechando que Deidara ocupaba el baño de visitas, Ichigo y Sayi comentaban sobre la recién llegada.

“DUDE”

La pelirrosa reía ante el asombro de Ichigo.

“Me imagino lo que te esta costando mantenerte casual, eh”
“DUDE” junto a ademanes exagerados, Ichigo intercambiaba miradas entre Sayi y la puerta del baño “¿¡PERO QUE COMEN LAS MUJERES EN BARCELONA!?”
“No lo sé… ¿patatas bravas?” pero la respuesta no convenció al rubio. Después de todo, no había comida que explicase el cambio corporal que había sufrido Deidara en tres años “No se cual será su secreto, pero planeo preguntarle de eso cuando te vayas a dormir”
“¿A dormir? ¿Qué no puedo acompañarlas?” se quejó Ichigo con un puchero “Vamos Sayi, luego de tantos años y todo lo que hemos pasado, creo que todas las HiMES y allegados somos ya como hermanos ¿no?”
“Un hermano incestuoso es lo que eres si te preguntas tanto por el cambio de tu supuesta hermana” y dicho esto Sayi tocó un par de veces la puerta del baño “Ghei, voy preparando tu habitación ¿si? Te espero allá~”

Un ‘okk’ de su amiga bastó para que la pelirrosa emprendiera camino rumbo a la habitación de huéspedes. Ichigo le hizo unas últimas súplicas, pero estas fueron recibidas por la indiferencia de su hermanastra. Lamentando su mala suerte, al rubio no le quedó de otra que regresar de mal humor a la cocina.

Cuando Deidara abrió la puerta de su habitación, la pelirroja fue recibida por lo que parecía ser una pijamada improvisada. En esa enorme recámara, su maleta descansaba sobre su cama, pero alrededor de esta habían tres colchonetas en el suelo. Y, apiñadas en una de ellas, las tres hermanas Mio-Kurosaki parecían ocupadas viendo lo que parecía ser un libro.

“¡No puede ser!”
“¡¿Pero cómo…?!”
“Que les dije, eh”
“…” Deidara no sabía cómo interrumpir a sus anfitrionas. Con cuidado, y cargando las ropas que acababa de cambiarse, la pelirroja caminó en cuclillas hacia su cama.

Cuando la ropa golpeó el cobertor, las tres hermanas alzaron la mirada y se encontraron con la pelirroja, de pie frente a ellas. Las dos hermanas de Sayi observaron a Deidara de pies a cabeza, intercambiando miradas de asombro ante lo que tenían al frente comparado con lo que veían en el libro.

“¿Qué…” la pelirroja finalmente se atrevió a preguntar “…es lo que están viendo?”
“¡Encontré el anuario de hace cuatro años!” le explicó Sayi sonriente “Quería mostrarles cuánto habías cambiado”
Tsukino exclamaba incrédula “¿¡Cómo es posible que eso…” y dicho esto señaló a Deidara “…ahora sea ESTO!?”


“…”
“Has crecido en donde importa, que suerte…” murmuraba Kano “Sayi solo ha crecido en talla de pantalón”
“ESO si que no es importante haha…ha” de un manotazo, la pelirrosa les quitó el anuario a sus hermanas “Bueno, tenemos mucho de que hablar…”
“¿Van a estar cómodas en esas colchonetas?” preguntó Deidara. Lo que en verdad quería preguntar era por qué estaban todas en un solo lugar, teniendo una casa tan grande con varias habitaciones “Yo les he caído de improvisto, en todo caso yo debería dormir en el suelo”
“¡Claro que no! Tu acabas de llegar de un largo viaje y necesitas dormir cómoda”
“Hace tanto tiempo que no se quedan amigas a dormir~” canturreó Tsukino “Nos gusta la idea de hacer una pijamada como en los viejos tiempos~”
Kano sonrió divertida “Es decir, como cuando éramos pobres y dormíamos todas en la misma habitación”
“Oh, tiempos de abstinencia” Sayi recordó cuando compartía una pequeña casa con su tía y sus hermanas “Pero bueno, ahora si en serio Dori, ¿cómo hiciste para cambiar así?” entonces agregó en un susurró “¿No te operaste ni nada, cierto?”

Deidara sonrió rendida. Si bien ella no pensaba que había cambiado tanto, al parecer no había persona que pasara por alto la aparente transformación de la que ella no se había percatado. No le caería mal practicar un par de respuestas, ¿cierto?

“No hice nada. En Barcelona no salía mucho, pero iba al gimnasio a menudo” respondió, encogiéndose de hombros “No comí nada especial, no seguí ningún régimen, y no… no me hice ninguna operación”
“Ya veo…” Kano aún la miraba en admiración “Supongo que hay personas con mejores genes que otros ;_;”
“¡Pero-pero! ¡Explícanos tu cabello! ¡Y tu maquillaje!” le pidió Tsukino “¿Hay ALGO que puedas recomendarnos a nosotras, causas perdidas?”
“No son ninguna causa perdida. Yo aprendí de un par de tutoriales en youtube, pero nada que me tome más de media hora” les respondió Deidara “Les puedo mostrar los videos luego, si gustan”
“Así que además de ser existencialista e ir al gimnasio ¿no hiciste mucho más en Barcelona?” preguntó Sayi “Y… ¿no conociste a nadie interesante en Barcelona?”
“UUUuuhhh”

El enfoque en la nueva apariencia de Deidara cambió por uno más novedoso, y las tres hermanas la miraron con sonrisas traviesas.

“No… creo que les interese que hice o no hice”
“Aw, vamos Deidara cuéntanos…”
“¡AY POR FAVOR! ¿¡Es en serio!?” la puerta se abrió de golpe e Ichigo entró a la habitación “¡Llevo veinte minutos escuchando y hasta ahora no dicen nada interesante!”
“¡Ichigo te dije que NO!” la pelirrosa le aventó el anuario pero su hermanastro se hizo a un lado “¿No tienes algo mejor que hacer?”
“¡Pues no! Ya me aburrí de los videojuegos, de refrescar Facebook y ver Netflix... déjenme quedarme ¿sí?”
Deidara y Sayi intercambiaron miradas cansadas, y ambas le respondieron con un rotundo “NO” al mismo tiempo.
“Ah pues que pena” Ichigo tomó asiento en una de las colchonetas “porque esta es la casa de MI padre y yo soy el legítimo heredero…”
Su hermanastra aguzó la mirada “No te pongas todo Game of Thrones-y conmigo, Ichigo” le amenazó la pelirrosa “Bien, quédate un rato y de ahí te vas. De todas maneras se esta haciendo tarde. Deidara tiene que dormir y yo quiero ir a Hanasaki temprano”

Se le había escapado. Apenas se giró a ver a su amiga, Sayi reconoció la incomodidad en el rostro de la pelirroja.

“Hey Dori, quizás sea bueno que duermas hasta tarde. Esta es tu casa así que descansa, ¿sí?” le aseguró la pelirrosa “Puedo ir por mi cuenta un rato, y de ahí regreso y vamos a pasear. No tengo clases mañana después de todo”
“No, me gustaría acompañarte” le respondió la ex HiME, para sorpresa de Sayi “Pero no creo que vea a Miranda aún, creo…”
“¿Eh? ¡¿Miranda?!” esta vez fueron Tsukino y Kano quienes se preocuparon por la peligrosa mezcla de Hanasaki, ex HiMEs y Miranda “¡¿Entonces Miranda SI te dijo algo Sayi?!”
“NO, QUE NO” se apresuró a responder a la pelirrosa. Entre tener cuidado con Deidara o sus hermanas, Sayi se maldecía: Why can’t I hold all these angstss “Miranda me llamó porque vamos a organizar una reunión de exHiMEs, ¡Si, eso! Haha, por eso Deidara vino desde Barcelona y yo grité en la cocina… me había olvidado de reservar el servicio de catering y conseguir los toldos y las mesas y eso”

Las hermanas de Sayi aún la miraban de soslayo, pero aparentemente creyeron su excusa. Después de todo, Miranda había prometido que los Rebels habían sido derrotados, y que Hanasaki era pacífica hasta el final de los tiempos amén.

…¿Verdad?

Ichigo no se quedo mucho tiempo más en la habitación. En una media hora de bromas, dimes y diretes, la tensión se había disipado y las chicas estuvieron listas para irse a dormir en una nota más agradable.

Pero si bien el ambiente se había calmado para Tsukino y Kano, la idea de volver a ser HiME era una verdad que pesaba en las mentes de Deidara y Sayi. Para la pelirrosa, al menos, era la primera vez en más de tres años en la que se acostaba con la noticia en su cabeza.

Mañana hablaría con Miranda y le diría que estaba dispuesta a tomar el papel de nuevo. Tendría que dar ese examen de iniciación, y luego explicarle a su familia y amigos que una vez más, volvería a luchar por Hanasaki. Quizás se animaría a decirle a Taikoubou luego, aunque lo más probable es que sea Hige quien la obligue a contarle las ‘buenas nuevas’ a su novio una vez se manifestara.

Sayi se dio media vuelta en su colchoneta, buscando una posición que la ayudara a conciliar el sueño. Cerca suyo sintió la respiración de sus hermanas menores. Su ritmo era descansado y uniforme, así que lo más probable era que ya estuvieran dormidas.

La tenue luz que se colaba por la ventana delineaba la figura de Deidara, quien se había acomodado de costado. Sayi recordó a la Deidara de los tiempos HiMEs —la Deidara malhumorada que no aceptaba pulgas de nadie. A decir verdad, la pelirrosa se moría de ganas por preguntarle cuál había sido su reacción al recibir la noticia de Miranda. ¿Habría entrado en pánico como ella? ¿Habría pensado las cosas lo suficiente, midiendo los detalles en su balanza imaginaria, así como ella había hecho?

Aceptara la petición de Miranda o no, los tiempos HiMEs estaban de vuelta. Habrían ataques de Rebels, y la universidad estaría en peligro junto a sus estudiantes.

Quizás lo más valiente y abnegado era aceptar y no pensarlo demasiado.

Solo que esta vez, Sayi sabía de primera mano lo que era el aceptar ser HiME. Y, siendo honestas, parte de ella tenía mucho, mucho miedo.

Y no podía evitar preguntarse si para Deidara era igual.


Un taxi vino a recogerlas a la mañana siguiente. Poco antes de las nueve, Deidara y Sayi dejaron la casa de los Mio-Kurosaki y partieron con destino a Hanasaki.

Por primera vez desde que habló con Miranda, Ichigo no había venido con ella. Su hermanastro prometió darle el alcance en una hora pero, si tenía que ser sincera, la pelirrosa ya extrañaba sus comentarios desatinados pero ocurrentes.

Sayi recién caía en cuenta lo mucho que su amigo había intentado hacerla reír ayer, y por ello ya lo echaba de menos.

“¿De verdad no piensas decirle nada a Taikoubou?” le preguntó Deidara.

La pelirrosa no pudo evitar reír. Si bien Ichigo no estaba con ella, su amiga le había hecho la misma pregunta con la que el rubio venía acosándola desde ayer.

“No. No tengo ganas de hablar con él”
“…Entiendo eso, pero creo que deberías ponerte en sus zapatos, fuera del hecho que no se portara bien contigo” opinó la pelirroja “Vas a ponerte en peligro de nuevo, y el fue tu Key en ese entonces. Y ahora siguen siendo novios, es evidente que el se sentirá responsable por más que le digas que no”
“Creo que él me pediría que no lo haga. Es más, estoy segura” agregó Sayi “Pero yo quiero hacer esto. Para ser sincera, prefiero disculparme con él luego que pedirle su opinión ahora”

Deidara sonrió levemente. En parte entendía las ganas de retomar sus poderes, pero, por otro lado…

El trayecto tomó unos diez minutos más. No hablaron mucho más después, pues cada una tenía sus propias decisiones tomando forma en sus cabezas. Al compás del sonido del motor y la radio del taxista, para Deidara el recorrido fue uno tranquilo y nostálgico hasta que el vehículo se detuvo en su destino.

Finalmente, frente a ellas estaba la Universidad de Hanasaki.

Una vez fuera del taxi, Sayi miró de reojo cómo su amiga observaba las facultades visibles desde el portal. De seguro Deidara había visitado la universidad antes, viendo que estaba cerca del instituto… pero, considerando que su amiga estuvo fuera más de tres años, a la pelirrosa le pareció apropiado una presentación más contundente.

“Bienvenida a Hanasaki U, Princess Dori” celebró la pelirrosa con una reverencia y un elegante ademán de mano, invitándola a dar el primer paso dentro de la casa de estudios.

Deidara respondió negando burlonamente con la cabeza. Pero entonces Sayi se enderezó y, con una sonrisa comprensiva, le preguntó:

“La oficina de Miranda esta en la administración pero... ¿me quieres acompañar hasta allá?”
« Last Edit: August 13, 2017, 01:21:07 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Otro fic~ *siente que abusa*

3



Miranda dio la bienvenida a los hermanos Tanaka para hablar sobre aquel tema tan inquietante que resurgía después de tres largos años. No había pasado mucho tiempo, prácticamente sólo segundos, desde que la directora les pidió que se sentaran frente a su escritorio, pero la tensión entre los hermanos lo hizo sentir mucho más largo. Cho miraba hacia el piso sin querer levantar su mirada. Sabía que Roxas no estaba nada cómodo con el asunto pero no sabía qué decirle para animarle. Por ello, deseaba intensamente que la directora sí tuviera palabras más adecuadas.

“Vayamos al punto,” dijo Miranda con paciencia. Cuando ella se sentó en su asiento con el historial de Cho en su mano, ninguno de los dos le estaba mirando, por lo cual tuvo que cortar el silencio. “Ustedes deben tener muchas preguntas y comentarios que hacer. Comprendo que mi llamado fue inesperado, así que aprovechemos este momento para hablar.”
“¿Por qué…?” preguntó Roxas, molesto. “¿Por qué las volvió a llamar?”
“…”
“¿Por qué a ellas? ¿Por qué quieres que vuelvan a pasar por todo este sufrimiento? ¿Acaso ya no hicieron suficiente por Hanasaki y por todos en el pasado?”
“Las HiMEs hicieron lo imposible por nosotros, y siempre lo tendremos presente.”
“¿Entonces? ¿Qué demonios es esto? ¿Por qué han traído esta guerra de vuelta?”
“Fue Rizembool quien volvió y ellos nos enviaron una amenaza. No tenemos de otra que responder y defendernos…”
“¡Eso no es lo importante!” Roxas se hartó y se puso de pie. Él encaraba a la directora con gran cólera. “Osea, ¿sólo porque Rizembool envía a una horda de inmorales a atacar significa que Hanasaki tiene que poner sacrificios? ¿Por qué no llaman a la policía?”
“Si fuera tan simple, Hanasaki habría reportado el asedio hace muchos años,” Miranda negó pausadamente. “Rizembool es muy peligroso y siempre han contado con muchos recursos y gran tecnología. Recientemente, lo último se ha vuelto más importante que nunca. Si intentamos cualquier otro método aparte de lidiar con este problema por nuestra cuenta, puede que nos enfrentemos a algo mucho peor.”
“Aun así, no pienso dejar que haga lo que quiera con mi hermana.”
“…” Miranda dio un suspiro, organizando sus ideas. “Roxas, por favor, tome asiento.”
“No, creo que ya hemos discutido lo suficiente.”
“No hemos terminado aún. Le pido paciencia.”
“¡Usted no va a hacer que mi hermana regrese a este horrible juego de ustedes!”
“Detente, por favor,” esta vez, Miranda se le dirigió con algo de severidad. “Entiendo que estés velando por tu hermana, pero ya has agotado tu turno para hablar.”
“¿Qué dices?” Roxas entrecerró sus ojos.
“Ya entiendo qué está ocurriendo aquí,” la directora miró a ambos presentes. “Roxas, dices que quieres proteger a Cho y mantenerle alejada del peligro. Piensas que velas por sus mejores intereses, ¿pero acaso le estás dejando hablar?”
“¿Q-qué?” él se sorprendió por esa pregunta. “E-ese no es el punto.”
“Sí lo es, porque sea cual sea, la decisión termina dependiendo de tu hermana, no de ti. Cho no es una persona muy decidida y siempre te ha tenido en consideración, por lo cual veo muy difícil que quiera contradecir lo que dices. Y ya que no ha dicho nada hasta ahora,” la directora miró a la peliceleste. “…debe significar que tiene algo completamente diferente que decir a lo tuyo.”
“…” el hermano se sintió incómodo y desvió su mirada. No quería admitirlo, pero ya sabía lo que Cho quería decir, y no estaba de acuerdo. La conversación con Osaka en su casa lo hizo demasiado evidente.
“Yo…” Cho sintió que era su momento de hablar. Se sentía un poco agradecida con la directora por permitirle expresarse, pero tampoco estaba completamente segura sobre su decisión. “Todavía tengo mucho que pensar y considerar, pero… siento que lo mejor sería que vuelva a ser HiME.”
“…” Miranda le miraba atentamente.
“Fui una HiME hace tres años, y pese a que tuve muchos inconvenientes, al final pude sobrevivir y cumplir con mi misión. Tengo experiencia, y antes de poner a alguien nuevo en peligro, quisiera retomar mi posición. No puedo seguir estudiando en Hanasaki sabiendo que va a estar bajo peligro de ataques, y que no podré hacer nada al respecto.”
“Pero Cho…” Roxas negó y miró a su hermana como quien intentaba razonar con ella. “Fue una completa pesadilla. Estuviste bajo mucho peligro y de no ser por una ayuda providencial, ninguno de los dos hubiéramos salido vivos de la batalla final. Tampoco me parece justo que quieras proteger a otras personas del trabajo de HiME. ¡No estás siendo justa contigo misma!”
“Roxas, por favor…” Miranda comprendió que no iba a haber una respuesta inmediata, y lo mejor era dejar a ese par de hermanos decidir qué harían por su cuenta. “Tú no puedes entender el punto de vista de una HiME, pero en algún momento también fuiste un Knight, así que deberías tener una idea. Es una responsabilidad personal, casi un llamado. No importa cuánto intentes racionalizarlo, es una decisión que va más allá.”
“Pero Miranda…”
“Aun así, tú también tienes algo de razón, Roxas,” la directora asintió. Los dos hermanos no evitaron sorprenderse y se dirigieron a Miranda. Esta miró fijamente a Cho. “Acabas de decir que ‘lo mejor sería que fueras HiME’. ¿Mejor para quién, Cho? Tus palabras no tuvieron mucha convicción, e inmediatamente pasaste a decir que eras un mejor sacrificio que una persona nueva e inocente. No estás hablando como una persona cometida, mas como alguien que debe hacer lo que otros dicen, y que debe seguir la corriente. No quiero que aceptes a ser HiME así.”
“…” Cho no supo qué decir. Quiso contestar, pero la directora se le adelantó.
“No voy a cerrarte las puertas si es que quieres regresar, pero siento que este no es el momento para que me des tu decisión final. Piénsalo más y averigua qué es lo que quieres hacer. Porque por más que necesite HiMEs ahora, no obligaré a nadie. Lo más importante es que tomes la decisión que menos vas a arrepentir, y debes admitir que si aceptas incorrectamente a ser HiME, esa es la peor, y más peligrosa, decisión de las cuatro posibles. Regresa cuando resuelvas tus conflictos. No importa qué vayas a decidir, no me voy a molestar.”
“…”

La conversación terminó abruptamente y los hermanos terminaron despidiéndose y saliendo de la oficina de la directora. Esperándoles estaban Osaka, Tomo y Hotaru, quienes detuvieron su lluvia de ideas sobre counseling al ver a par salir.

“¡Hola!” Osaka les saludó, sonriente y sin ningún tipo de tensión.
“Momento de la verdad,” Tomo dio un paso adelante y miró a Cho intensamente. “¿Eres una HiME de nuevo o no?”
“Ehh…” Cho desvió la mirada. “N-no lo sé aún…”
“Está bien, es mejor que tomes tu tiempo para decidir,” Hotaru asintió, sonriendo comprensivamente. “¿Qué tal si vamos a tomar un refresco para relajarnos?”
“¡Excelente idea!” Tomo levantó un pulgar, entusiasta. “¡Así nos estamos entrenando a reconfortar a personas y seremos de gran ayuda para HiMEs!” miró a Roxas. “Oh, y familiares también, por supuesto. ¿A dónde quieres ir dentro del campus?”
“…” Roxas le miró con leve reproche y terminó por marcharse. “Con permiso.”

Él se retiró, internando a las demás en un silencio incómodo.

“¿Pero cuál es su problema?” Tomo negó, hastiada. “Sólo quería ayudar.”
“Roxas…” Osaka bajó su mirada con pena. Cho también se incomodó. Realmente no sabía qué hacer.


Pasaron alrededor de tres horas, y luego de la hora de almuerzo, dos amigos se reunieron para una pequeña conversación. Fuera de una de las cafeterías había un área exterior con muchas mesas, donde además de comer, los estudiantes tenían la opción de estudiar o conversar y socializar libremente, lo cual la hacía un área propicia para muchas personas. Sólo que este par iba a tocar un tema más delicado.

“Me cuesta creerlo…” el peliblanco estaba sorprendido por lo que acababa de oír.
“Lo sé, por eso necesitaba hablar con alguien. Y como Kytes está en medio de clases, me alegra que hayas estado disponible,” Sora dio un suspiro. Su amigo le había enviado un mensaje, donde le contó todo lo que Tomaj le había dicho. “No lo sé… la idea de que los Rebels hayan regresado fue como un gran golpe. Casi volví al pasado…”
“Quizás fue muy ilógico pensar que todo terminaría con el ataque final.”
“Pero sí destruimos los laboratorios de Rizembool. Esa era su central.”
“Hm, en verdad no,” Ryo sonrió como siempre. “El centro nunca está en el lugar, sino en las personas, y gente tan dedicada como los miembros de Rizembool pueden levantarse luego de una derrota.”
“Ahh, ahora no quiero que actúes todo maduro y analizador. Estamos hablando de los malos de la historia,” Sora sintió escalofríos.
“Haha, perdón, no fue mi intención.”
“Vaya…” el pelimarrón sintió escalofríos, pero pudo sentir que su tensión estaba bajando. Los permanentes buenos ánimos de Ryo le habían ayudado en algunos de sus peores momentos, y aunque los dos estaban en distintas carreras y con distintos horarios, siempre que se encontraban se trataban con la misma familiaridad de siempre. “Quisiera saber qué esperar, pero siento que esta puede ser una nueva generación de HiMEs. Es probable que ya no estemos tan involucrados.”
“En verdad no lo sé. Yo más bien creo que no vamos a estar libres del todo. Ya estuvimos envueltos, así que es un poco inevitable. Pero sí me preocupo por las HiMEs. Ellas siempre fueron las que tuvieron más dificultades.”
“¿Tú crees que algunas HiMEs regresen?” preguntó Sora. “Creo que sería una muy mala idea, y dudo que lo piensen. Bueno, quién sabe lo que Osaka va a hacer, pero HiMEs como Cho deberían saber mejor que aceptar. Al menos me alegro que la HiME de Kytes se encuentra lejos de aquí. Los dos pasaron por mucho…”
“¿Y Tomaj no piensa ser un Rebel de nuevo?”
“N-no…” Sora miró a Ryo con terror. “Kytes me aseguró que él no está interesado y me alegra que así sea. No quiero que ese demente vuelva a andar por todos lados con su pistola. Suficiente con lo pesado que es.”
“Hahaha…”
“En verdad… es casi como si nada de tiempo hubiera pasado. Todo lo ocurrido sí fue una gran parte de nuestras vidas. Pero…” Sora bajó su mirada. “Al mismo tiempo, también hubo víctimas. Realmente fue muy peligroso, y quizás no sé cuán suertudo soy realmente de estar bien.”
“Cierto…” Ryo por poco y pierde su sonrisa, y sus ojos se contagiaron de tristeza. “Casi no pareciera que han sido tres años desde la última vez que hablé con mi primo. Me da un poco de pena…”
“Tú siempre has sido el único que le recuerda con tanto cariño,” Sora rodó sus ojos. Él no tardó en notar que había minimizado las palabras de su amigo, aunque le vio sonreír comprensivamente. “Eh, perdón…”
“No, está bien. Tus riñas con él también son muy nostálgicas. Pero sé que regresará algún día, es un presentimiento…”

Siguió un corto silencio donde ambos notaron a los demás estudiantes que les rodeaban. Fue como si ambos hubieran puesto sus pies en la tierra después de perderse en el pasado. Sus vidas eran diferentes, pero todo lo ocurrido en el pasado seguía siendo muy importante para ellos. Por la tranquilidad, ambos notaron algo que faltaba.

“Siento que hay una persona ausente,” comentó Ryo.
“Sí…” Sora negó, un poco triste. “Realmente no ha sido lo mismo desde que Larsa se fue hace tres años. Era pesado conmigo, pero debo admitir que se deja extrañar. ¿Él todavía sigue sin Facebook?”
“Sí.”
“Ah, qué atorrante.”
“Hahaha, cuando le pregunté me dijo que no le gustan las distracciones. Pero deberías mantenerte en contacto. Hay otras formas.”
“No puedo. Tenía su correo en uno de mis emails, pero este se cerró cuando se metió spam malicioso a mi bandeja de entrada. Más que nada sé de él por lo que me cuentas.”
“Yo tampoco hablo mucho con él. Ha estado muy ocupado, así que se entiende.”
“En fin…” Sora se encogió de hombros. “Se fue ni bien terminó la batalla, supongo ya lo habrá dejado detrás.”
“Hm, no tanto así,” Ryo sonrió pacientemente. “A decir verdad… no me sorprendería si lo fuéramos a ver pronto.”
“¿Eh?” el pelimarrón se extrañó. “¿Me estás ocultando algo?”
“No, claro que no, sólo intuición,” el peliblanco sacó su teléfono y buscó entre sus contactos. “Voy a comunicarme con Osaka. Seguramente ella tiene más información.”
“Espero que no vaya a ser HiME de nuevo. Roxas estuvo mortificado cuando todos la dimos por muerta…”
“Hahaha, verdad…”
“¡E-eso no es gracioso, Ryo!” Sora le reclamó, y también se desconcertó por la reacción de su amigo.
“Perdón, supongo tres años fueron suficiente para mí como para reírme.”
“Eres raro…” Sora sintió escalofríos.

Los dos siguieron hablando por un poco más antes de continuar con sus actividades. Era el comienzo de una nueva etapa para todos, incluyéndolos, y aunque sí sería distinto, también podría resultar más similar al pasado de lo que esperaban.
« Last Edit: July 08, 2017, 10:33:11 PM by Cho »


Kana

— Chapter  02

Tecleó distraídamente las letras del teclado de su Android respondiendo mensajes de Facebook como manera de pasar los minutos de manera menos latosa. De vez en cuando de manera mecánica y sin muchas ganas daba un like a alguna fotografía que aparecía en su inicio. Generalmente, no dedicaba tiempo en atender su Facebook, la red social no le atraía mucho y por éste motivo la ignoraba gran parte del tiempo. Cuando se conectaba, los contactos parecían oler su presencia y le hablaban por chat. Más bien, era el mismo chismoso Facebook que la anunciaba online.

—…Estoy aburrida. — Musitó para sí misma cuando dejó descansar el aparato tecnológico sobre su regazo.

Observó a un trio de chicas que conversaban animadamente de un tema que parecía ameno para las tres. Ellas estaban de antes que Lilina llegara a Hanasaki así que pensó que también estaban esperando su turno para hablar con la Srta Miranda Lot. La oficina estaba ocupada de hace minutos, quizá la charla en el interior de la oficina de la mujer tendría para largo tiempo más, según lo visto.
Justo cuando iba a tomar nuevamente su teléfono celular, la puerta de la oficina de la directora se abrió y de su interior aparecieron dos jóvenes que parecían llevar la palabra confusión en sus rostros a flor de piel. Era una chica de cabellos celeste y ojos marrones, ella iba acompañada de un joven de cabellos rubios que parecía un tanto disconforme con sea lo que sea que hablasen adentro con la directora.
Las tres chicas que hace unos instantes charlaban entre ellas salieron al encuentro de ese par de jóvenes, luego de un cruce de palabras el grupo se disipó. Lilina notó que el único hombre de ese grupo optó por seguir otro camino.
La muchacha se puso de pie antes de que Miranda Lot se volviera a encerrar en su despacho. Miranda pareció estar pensando en los asuntos que antes habló con los dos chicos anteriores porque tuvo que parpadear un par de veces al ver a la joven de cabellos rubios en frente de ella.

— ¿Le puedo ayudar en algo? — La mujer de oscuros cabellos analizó a la chica meticulosamente. Llevaba un vestido casual, el cabello suelto decorado por cintas y parecía ser de aquellas jóvenes que se preocupan bastante por su apariencia. No recordaba tener ninguna cita con una joven de esas características. Además, no tenía pinta de ser universitaria.
—Buenos días, señorita Lot. — Lilina hizo una reverencia. —Lamento haber llegado tarde a la cita, espero que perdone mi impuntualidad pero me temo que sufrí un liguero percance en el camino. — Cada palabra la seleccionaba meticulosamente para que el dialogo fuese el adecuado. Parecía muy bien preparada para un fino trato social. Claro, no le quedaba más que usar palabras suaves y educadas pues, ¿Acaso no se vería burdo decirle que un tipo la trajo en bicicleta pues se quedó dormida como toda una irresponsable? —Mi nombre es Lilina Arima. Usted me citó a una cita para este día. —
—Oh, señorita Hagiwara. — La directora sintió como un golpe en la nuca al olvidar por completo a esa muchacha. Hace tan sólo unos días atrás ella misma había ido a la residencia de la chica para hablar con sus padres sobre una posibilidad de ser transferida a la universidad de Hanasaki. Por supuesto, también había olvidado que tenía una cita con ella. Miranda abrió más la puerta de su despacho y la invitó a pasar. —Adelante, tome asiento. —
—Gracias. — La rubia se sentó con delicadeza en una de las sillas en frente del gran –y copado de papeles- escritorio de la directora.
—Como bien sabes, estamos interesados en que alumnos como tú progresen efectiva y rápidamente a lo largo de la vida académica. Como lo hablamos la semana pasada, nos gustaría que pensaras en la posibilidad de tomar una decisión importante en cuanto a dar un gran paso estudiantil. No quiero que te presiones a decidir precipitadamente, esta cita es para entregarte estos documentos que te pueden interesar respecto de la universidad de Hanasaki. — La directora le extendió una carpeta que Lilina recibió y comenzó a hojear los documentos en su interior. Carreras, profesores de excelencia, manufactura de nivel, altas tecnologías, promesas de ofertas laborales satisfactorias, entre otros tantos atractivos que Hanasaki podía entregar a sus futuros estudiantes. —Quisiera que leas con detenimiento cada documento del interior del portafolio y cuando estés segura vuelvas con tu respuesta. Lo importante es que tú estés convencida de lo que quieres.—
—Muchas gracias. — Lilina miró sin observar un par de hojas antes de cerrar el portafolio. —Señorita Lot, no quiero parecer grosera ni ansiosa en partir, pero, ¿Hay algo más que debamos discutir en esta cita acordada? Es que tengo que ir a otro lugar en estos momentos y estoy un poco tarde. — Sonrió un poco.
—Puede retirarse ya si usted gusta. — Dijo Miranda entrelazando sus dedos. —Creo que todo lo que necesita saber está en esos portafolios. Si tiene cualquier duda puede llamarme al número que le registré en su interior. —
—Gracias. Que tenga buen día. — La chica se puso de pie, hizo una reverencia precipitada y salió del despacho como quien alguien la persigue con un cuchillo. Al pasar por la puerta casi choca con una mujer alta de cabellos grisáceos. —Disculpe. — Dijo sin detenerse. La mujer de cabellos grises la miró de reojo antes de que la chica se perdiera entre los pasillos de Hanasaki. Después de aquello, la mujer entró en la oficina de Miranda.
—Hoy han sido muchas visitas en un día. —
—Sí… Y aún tengo cita con unas cuantas chicas más, Fran. — Miranda dejo escapar un suspiro cansado.
—Esa chica…— Fran entrecerró los ojos. —¿Estás segura que la quieres dentro de todo esto? No parece cumplir con los requisitos. —
—Por ahora no le hablé en lo absoluto del asunto HiME… Sólo hemos hablado sobre la tentativa de transferirla a Hanasaki. —
—No es la única chica que saca buenas notas… De hecho, sus notas están muy por debajo de grandes genios que hemos preferido pasar por alto y no permitirles promoción de grado. Hay algo más en ella que te hizo llamarla. También está el hecho de que quieres reclutarla como HiME… ¿Qué tiene ella que no tengas los demás chicos para ser promovidos? —
—Jamás se te escapa ningún detalle. — Miranda sonrió rendida a su asistente. —Hagiwara no parece ser el tipo de chica adecuada para ser una HiME… Incluso a simple vista se le nota que es un tanto despistada y centrada en su propio mundo. Cuando tuve la reunión con sus padres… Eh, con su singular familia, ella pareció emocionada cuando les di la noticia pero al poco instante noté que ya no me prestaba atención a todo lo que le hablé. Sin duda, ella comenzó a centrar atención a otros asuntos en su mente. — La directora se puso de pie y caminó hacia la ventana de su oficina. Comenzó a observar a través del cristal mientras mantenía los brazos cruzados detrás de su espalda.
—¿Entonces? —  Fran era la menos convencida del asunto pero notaba que Miranda estaba bastante determinada a seguir adelante.
—Hagiwara estuvo presente… En… Ese incidente. —
—¿Tú… Sugieres que tuvo algo que ver con ello? —
—Creo que hubo un traspaso. — Miranda se dio la vuelta y clavó los ojos en la mirada seria de su asistente. —Y puede que sea significativo. — Finalizó convencida de sus hipótesis.


Hanasaki era inmenso, demasiado y vilmente inmenso. Daba una vuelta en un pasillo y se topaba con un cruce de tres caminos. Llevaba varios minutos perdidos yendo de un lugar a otro sin éxito. ¡Y las escaleras! Esas eran las peores. Era como estar en la escuela de magia y hechicería de Harry Potter. Ya se veía a ella misma sobre una escalera rotante. Lo más agobiante de todo es que estaba segura de haber tomado un camino correcto y llegaba a una biblioteca, a un piso de aulas, al comedor, y a todas partes pero menos a la salida.
No le quedaba más remedio que pedirle ayuda a algún estudiante que se topara en el camino. Encontró a una chica platicando con otra, ninguna de las dos parecía tener cara de pocos amigos así que se acercó a ellas para preguntarles cómo salir de allí.

—Disculpen… Me podrían ayudar con…— Las dos chicas miraron extrañadas a Lilina cuando les habló. Esperaron saber en qué les podían ayudar pero la chica se había quedado mirando un punto fijo ignorándolas por completo.
¿Sería posible? Era difícil de sentenciar si era él o no. Estaba de espalda pero una corazonada le decía que era él. El cabello oscuro, la misma pose despreocupada y algo distante que solía tener de siempre, su silueta. Todo era idéntico salvo que ahora era mucho más alto.
—¿Mabuchi-kun? —
Susurró pasando por alto a las chicas y dejándolas atrás. Se fue acercando a aquel joven que parecía ignorar a todos los de su alrededor. Incluso al joven que le conversaba tan animadamente. Lilina extendió su mano para tocar su espalda y alertarlo de su presencia pero llevó luego esa misma mano a su boca prefiriendo no arriesgarse a equivocarse.
No. No era posible que fuese él. Habían pasado muchos años. Ese chico era un poco mayor que ella e iba en la escuela en que Lilina estudiaba. Siempre pareció ser frágil como un ángel, Lilina estimó que sería de porte pequeño como aquel hombre de cabellos rizados y oscuro que vio barriendo felizmente la entrada de Hanasaki.
Habían pasado tantos años desde que él se cambiara de escuela que ninguno de los dos volvió a retomar la amistad… ¿Amistad? ¿Alguna vez fueron amigos? No. Ni siquiera habían sido amigos. Sólo tenían una relación social torpe, apenas se miraban y cuando se topaban reaccionaban torpemente. Pero, ¿Por qué se sentía tan emocionada de verlo –o suponer que era él?
Cuando se disponía a regresar en sus pasos y desaparecer de ese lugar, el chico que charlaba con él alertó al joven  de la presencia de la rubia.
—Hola, ¿Eres nueva? — Habló el joven de cabellos rubios
— ¡Ah! No, yo no. — Balbuceó cuando sintió la mirada del joven de cabellos oscuros clavada en ella. Bajo la mirada al piso y prefirió caminar rápido alejándose de ellos. Además, el supuesto Mabuchi no demostró notar su existencia si bien la había mirado. Era como si mirase hacia un vacío donde no encontraba a nadie. No. No era él. Por más que el chico fuese siempre un enigmático joven con aires de melancolía, habría reaccionado de otro modo. Tal vez.
Después de unos cuantos pasillos más de suplicio. Al fin encontró la salida o eso pensó. Llegó a un jardín enorme y era muy bonito estar allí hasta que se dio por enterada que era un patio más de Hanasaki.
— ¡Maldición! — Gruñó ya exasperada. —Maldita  Hanasaki, malditos familiares que no están para acompañarme y malditos estudiantes nulos de conocimientos de su propia universidad. — Porque, sí, se había atrevido después a preguntar en donde estaba la salida y al final los otros se mostraban tanto o más confundidos que ella.
— ¿Maldiciendo tan temprano? Eso no es correcto…— Alguien susurró desde una ventana de Hanasaki.
—…—  se dio la vuelta para dedicarle una mirada enfadada pero se topó con la mirada ausente del chico de cabellos negros de hace un rato. Parpadeó un par de veces al mirarlo desde tan cerca. Quiso preguntarle si era el condenado Mabuchi o no pero prefirió guardar silencio.
—Llevas mucho tiempo perdida… La salida queda por el otro lado… Al contrario de la información que te dieron esos dos chicos de primero. —
—¿Me has estado siguiendo? —
—No…—
—Si sabías que yo estaba mal, ¿Por qué no me dijiste nada? —
—No te conozco. ¿Por qué habría de hablarle a una extraña? —
—…— Lilina frunció el ceño. Ese sujeto despreciable no podía ser el tímido y torpe Mabuchi. Ella se dio la vuelta y comenzó a caminar.
—No es por allí. — Volvió a hablarle el chico.
—Si eres tan experto, ¿Por dónde tengo que ir? —
—…— Movió el rostro hacia un costado apuntando con la mirada.
—¿Seguro? —
—Ahá. —
—¿Cómo sé que no estás confundido? No pareces estudiante de aquí. —
—Puedes irte por donde desees. — Sonrió, pero no con una sonrisa burlona sino más bien con una sonrisa ausente. Lilina entonces supo que era él. —Me voy. — Comenzó a alejarse de la ventana en donde se apoyaba desde el interior de Hanasaki mientras la chica estaba en el exterior.
—¡Espera, Mabuchi! — Se sorprendió de su repentino coraje por llamarlo por su apellido. El chico se detuvo pero no se volteó. —Quiero ir contigo…— No sabía si era exactamente lo correcto pero  era mejor que seguir  deambulando erróneamente por Hanasaki. —No te molestaré en el camino— Susurró, desviando la mirada hacia un costado.
—¿Cómo estas segura de que soy ése tal Mabuchi? —
—No lo sé. — Era muy distinto. —Sólo… Es una corazonada. — Sonrió torpemente.
—Entra. —
—Ok. — Justo cuando iba a volver por la gran salida por donde llegó al exterior, la campana de la hora de descanso sonó y una multitud de jóvenes comenzó a salir por esa misma puerta. Parecía una estampida enardecida humana que chocaban unos con otros. —Se tardarán milenios en salir todos ¡Y estoy tarde!. —  Los maldijo mentalmente.
—Dame tus manos. —
—¿Eh? — Lilina vio que Mabuchi estaba de nuevo en la ventana. Tenía ambas manos extendida hacia ella. La chica posó sus manos sobre las del chico y éste las tomó con firmeza ejerciendo fuerza hacia él y levantando a la muchacha por la ventana haciéndola entrar de esta manera clandestina.
—Ahora ya sabes cómo evitar las estampidas en este sitio. — Alzó los hombros caminando con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
—Gracias. — Aún seguía asombrada mirando la cantidad de personas que asistían a Hanasaki. Se sentía casi una extraterrestre pues jamás había escuchado hablar de la escuela Hasanaki ni de la universidad con el mismo nombre.
—¿Estas tarde para qué? —
—Ah… Eg…— Se encogió de hombros. —Trabajo — Sin duda, por ser tan irresponsable en todos lados podría ganarse una medalla deshonrosa.
—....—

« Last Edit: May 03, 2016, 06:29:13 PM by Kana »