Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 326293 times)


Kana

Perdón las faltas. Lo escribí desde mi celular


Nada coincide con el presagio del acontecimiento, sobre todo cuando es tan inexacto.
Kana recién se enteró de ello ese día. Tal vez porque era demasiado egotista no lo notó antes sino hasta ese momento cuando se enfrentaba contra Inui en su entrenamiento.
Sí, se había descontrolado al verse impotente de hacerle frente a los ataques del rubio y como ello de modo arrebatado e iracundo intentó activar sus poderes para tan sólo intentar alejarlo de ella en su próximo ataque.
Pero se paralizó al ver que en su mano no se prendía ninguna clase de luz de energía que indicara que su poder se estaba produciendo para atacar a su enemigo. Kana abrió enormemente los ojos, atónita y quedando completamente en blanco.
Sin embargo, su poder ni siquiera se pronunció y en consecuencia Inui le atinó un golpe certero en el costado de las costillas y la derribó hacia un costado.

La HiME rodó por el piso y estrelló su espalda contra el tronco del árbol, soltando un quejido.

"Tonta..."
"I-Inui..." los mechones plateados desordenados cubrían su rostro dandole un semblante aún más decadente.
"¿...?" La miró con aquella inexpresión propia de su personalidad
"Mis... mis poderes...." balbuceó "Intenté invocarlos para atacarte sin que te dieras cuenta..."
"..." que tipa más tramposa y sabandija.
"Pero... N-No se presentaron mis poderes!" Llevó sus dos manos a cada una de sus mejillas y bajó la mirada, aún con los ojos muy abiertos. "No entiendo que pasa"
"..." el rubio no era precisamente el tipo de persona que pudiera darle apoyo moral o consuelo. Pero... inexplicablemente, algo podía aportar "A alguien que yo conocía le pasó lo mismo..."
"¿Tú... conoces a otra HiME?"
"Algo así..." no quizo dar mayores detalles
"¿Y qué pasó? ¿Por qué los perdió? ¿Cómo los pudiste recuperar?"
"Sólo un día llegó y los perdió. Ella nunca los recuperó. Eventualmente su Rebel aprovechó la oportunidad...."
"Mierda..." Aunque Kana fuera amargada y desagradable, no decía improperios pero en ese momento no pudo evitarlo. "¿Qué puedo hacer?"
"No sé... Deberías preguntarle a otra HiMe" el rubio se ajustó el vendaje de su puño y no supo con qué más aportar. "Me voy"

¿Qué debía hacer? Le incomodaba la idea de molestar a otra HiMe con sus problemas y tampoco quería demostrar debilidad ante otras personas. Pero era una realidad que tenía que buscar ayuda  porque no podía quedarse así.
Kaneki no era una persona que aprovechara su rol de Rebel ni la debilidad de otros para atacar, pero no podía esperar la misma compasición y piedad del resto de Rizembool.

Necesitaba encontrar respuestas




Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

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Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Miyu


6 # I don't believe you, you're a liar. (A).


Esa mañana, Akeno se despertó con un nudo en el estómago. La ansiedad que la había acompañado durante toda la noche seguía presente, enroscada en su interior como una serpiente. Intentó, sin éxito, apartar de su mente la prueba HiME de Koneko, que se llevaría a cabo ese mismo día. El solo hecho de pensar en esa prueba hacía que su corazón latiera con fuerza, lleno de preocupación y temor. No podía evitar sentirse furiosa con Azazel, quien había permitido que una chica tan pequeña y aparentemente desmotivada como su amiga Koneko se viera involucrada en algo tan peligroso. Akeno no podía entender cómo alguien podía ser tan irresponsable.

Aunque el resentimiento hacia Azazel era lo más prominente en su mente, también sentía una pequeña pero persistente molestia hacia Rias. A pesar de que la pelirroja siempre había sido una buena amiga y líder, Akeno no podía evitar culparla, aunque fuera un poco, por lo que estaba sucediendo. Después de todo, Rias también tenía cierta responsabilidad en lo que estaba pasando con Koneko. Akeno sabía que sus sentimientos eran irracionales, pero eso no hacía que desaparecieran.

Con un suspiro profundo, Akeno salió de su cuarto, tratando de mantener la calma. Caminó por el pasillo con tranquilidad, fingiendo una serenidad que no sentía. Estaba tan absorta en sus pensamientos que apenas prestó atención a la presencia de Narumi y Tobio, quienes ya estaban en la sala. Sin embargo, Narumi no tardó en notar su comportamiento y no pudo evitar burlarse de ella.

—Qué raro verte pensativa y no en los brazos de Tobio —comentó Narumi con una risa burlona, claramente disfrutando de la oportunidad de molestarla. Akeno lo miró con desdén, sintiendo cómo su irritación crecía.

Era cierto que ella y Tobio habían compartido momentos de cercanía, besos furtivos y confesiones de atracción mutua, pero hasta ahora no habían avanzado más allá de eso. Su relación era un terreno incierto, algo más que un simple ligue de una noche, pero aún no lo suficientemente definido como para ser algo serio. Akeno no estaba segura de lo que realmente quería con Tobio, y en ese momento, con todo lo que estaba sucediendo, lo último que deseaba era pensar en complicaciones románticas.

Tobio, notando la incomodidad de Akeno, intervino para calmar la situación.

—Oye, Naru —lo empujó un poco el otro joven y lo arrastró hacia la cocina—. Akeno está preocupada por Koneko, hoy es la prueba HiME de esa niña.

Narumi bostezo con desinterés.

—Lo sé, con Azazel iremos a hacer algunas mediciones, ¿sabes? El equipo está listo y en camino a Hanasaki. Si todo sale bien tendremos algo increíble.

La expresión de Narumi cambió ligeramente al hablar de la prueba. Una chispa de curiosidad apareció en su mirada, mostrando que, a pesar de su actitud despreocupada, había algo en todo este asunto que le interesaba profundamente. Akeno, que había estado escuchando en silencio, decidió intervenir.

—Ire contigo a Hanasaki —Akeno apareció al oír la explicación de Gen Narumi.
—Mira, serás un estorbo. Mejor manda un mensaje o se más normal. Las camionetas estarán llenas de personas útiles y equipamiento sofisticado —fue duro con sus palabras, pero, aun así, tenía razón.
—Estarás más preocupada allí e intentarás detener la prueba, es mejor que vengas a Grigori conmigo —Tobio se acercó a ella y le acaricio los cabellos como si de una niña pequeña se tratase.

La pelinegra asintió lentamente, sintiendo cómo una ligera sensación de vergüenza se apoderaba de ella. No era común que se mostrara tan vulnerable, pero el gesto de cariño de Tobio, aunque inesperado, le hizo sentir un calor reconfortante en el pecho.
Sin poder evitarlo, mordió suavemente el interior de su mejilla, un pequeño hábito que tenía cuando intentaba contener sus emociones y evitar que se notaran demasiado. A pesar de la turbación que la invadía, una parte de ella estaba genuinamente feliz por la ternura que su primo le había mostrado. En ese simple toque, había algo que la tranquilizaba, algo que le recordaba que no estaba sola en medio de todo el caos que la rodeaba.

—Está bien —respondió, su voz apenas un murmullo. La palabra salió escueta, casi cortante, pero no porque quisiera ser fría, sino porque no confiaba en su capacidad para articular algo más elaborado sin que su voz traicionara las emociones que luchaban por salir a la superficie.

Luego, en un intento por recuperar la compostura y desviar la atención de su propio desconcierto, Akeno sacó rápidamente su celular del bolsillo. El dispositivo brilló al encenderse, iluminando su rostro con una luz azulada. Sin perder tiempo, empezó a deslizar sus dedos por la pantalla, escribiendo un mensaje a Rias.

06:30 PM.
@QUEEN: Rías, espero estés yendo para casa de Koneko.

A los segundos el celular vibro.

06:31 PM
@KING: Estoy yendo a comprar cafés y unos panecillos. Ya hablé con Azazel y llevaré a Koneko a la U. ¡Buenos días, Akeno! ✨

Akeno suspiro más tranquila y una pequeña sonrisa apareció en el rostro. Era difícil estar enojada con Buchou, especialmente cuando mostraba tanta atención hacia sus amigas como buena líder.

Tobio les hizo el desayuno y después de comer los tres juntos, se despidieron de Narumi, al parecer Azazel lo había venido a buscar.

—Estate tranquila, Akeno —su primo le susurró—. En un rato iremos a Grigori.

Ella asintió, pero pronto una idea más cruzó por la mente de la mujer.

—Tobio onii-san —le susurró acercándose a él con cierta lentitud—. Quizás ya tenga nuevos planes, ufufu. ~

Akeno era difícil de ignorar, su cuerpo bien proporcionado y su voz aterciopelada siempre la hacía irresistible, incluso si solo estaba usando un short deportivo y una remera unisex, sus grandes senos se marcaban en ellos. Tobio de inmediato sintió las mejillas arder y tuvo que desviar la vista hacia otro lado; conocía lo descarada que podía llegar a ser su prima.

—A- —balbuceo—. Akeno, no es momento de bromas.
—¿Ara, ara? ¿Bromas? —dejo escapar una risa seductora, muy baja que llegó a oídos de Tobio, mientras se acercaba para tocarle la mejilla con suavidad.
El hombre se congelo de inmediato por un par de segundos, el tacto suave de ella lo volvía loco.


El celular de él vibro y un pequeño suspiro escapó de sus labios, había sido salvado por esa llamada, aun así, la mirada de él se deslizó por el cuerpo de Akeno, perdiendo un segundo el autocontrol una vez llego a los muslos tersos y bien formados de ella, subiendo lentamente por el trasero redondo.

—Mierda —mascullo antes de atender y salir de la habitación.
—Señor Qian… —el tono en su voz cambio a uno más apagado y sereno—. Estamos preocupados en Grigori por la cadena de eventos que están sucediendo a su alrededor y lo poco ético que parece como colega que es.
—¿Hm? —el hombre del otro lado se rió divertido—. Estoy cumpliendo órdenes, firmando papeles y aconsejando a mí cliente de la mejor manera. Que haya contactado con Beelzebub Anathema y Roxana Agriche es por los deseos de mí cliente. Nada más. El que esté preocupado por mí me conmueve hasta la médula… —respondió con tono irónico y al que le dio algo en la médula fue a Tobio.
—Puede que no me corresponda, ni tenga derecho a hacerle preguntas, aún así le sugiero que evite meterse en problema con mis amigas o usaré todo lo que esté a mí alcance para enviarlo a la cárcel.
—¡Já! —solto Jin Qian—. ¿Un abogado laboral? Dediquese a sus asuntos y dejé a los profesionales penalistas actuar, que el tiro le saldrá por la culata.
Cuando la otra persona cortó, Tobio no pudo evitar apretar el celular entre sus manos y ver una vez más el nombre del remitente de la llamada.
—Esto está bien sucio —murmuro para sí.
—¿Sucio? —la prima y posible amante pregunto con curiosidad.
—Narumi me pidió que investigara a un sujeto llamado Jin Qian, abogado penalista y profesor de cátedra que tuve en Nephlim. El tipo es simplemente jodido y bien sucio, aparenta cosas con una sonrisa amable.
Akeno le acaricio los cabellos azabaches con cuidado, devolviéndole el gesto, se notaba en él la frustración.
—Iré a Rizembool hoy para hablar directamente con él —suspiro sintiendo la cálida y suave mano de Akeno, eso lo reconfortó.
—Ir directo contra un hombre así de nada te servirá, es mejor que busques a los involucrados y llegues a él con pruebas —respondió sin entender del todo por lo que pasaba su primo.
—Tienes razón —contesto rebozando una sonrisa —. Entonces hablaré con Beelzebub y Roxana en Grigori.
Ambos decidieron salir a Grigori en ese momento, tomando un GO para llegar antes.
—Gracias Akeno —en el auto los dos siguieron conversando—. ¿Suzaku te ha dicho algo? Es a la primera que contaremos…
—Ni he mandado nada aun a Suzaku onee-chan. Con la prueba HiME de Koneko estoy algo ausente de mis emociones —confeso la chica—. Estoy pensando en ser una HiME por ella, no puedo dejar que mi amiga de arriesgue sola.
—No —la observo con frialdad—. No puedes aún, necesito investigar.
—¿Confías en Azazel? —le pregunto observando las manos del chico, que se hacían puños ante la repentina pregunta de ella.
—Mas o menos, Aza es un buen tipo —sus ojos grises apuntaron a Akeno, quería verla—. No te lastimaría a ti o a Koneko.

Tobio sabía que Akeno proyectaba una imagen de confianza y coquetería, pero también entendía que, en el fondo, ella era una persona emocionalmente dependiente. Esa dependencia la hacía vulnerable de una manera que solo él parecía notar. Akeno necesitaba a quienes la rodeaban, a quienes amaba, para sentirse segura, para encontrar su equilibrio. Y aunque se mostraba juguetona y provocativa, Tobio podía ver más allá de esa fachada, notando el miedo y la inseguridad que ella intentaba ocultar.

Su preocupación por Akeno no se debía solo a la prueba HiME de Koneko o al caso de Jin Qian; era más profunda, más personal. Le preocupaba la forma en que ella se aferraba a quienes la rodeaban, buscando apoyo y estabilidad. Cada vez que la veía tan afectada por lo que ocurría a su alrededor, sentía una mezcla de dolor y responsabilidad. Quería ser ese apoyo que ella necesitaba, ser alguien en quien pudiera confiar sin reservas.

El hecho de que Akeno fuera tan dependiente emocionalmente le causaba una especie de angustia silenciosa. La veía esforzarse por mantener una apariencia de control, pero sabía que por dentro estaba luchando. Y eso lo hacía sentir aún más protector hacia ella. Quería aliviar esa carga, estar a su lado para que no se sintiera tan sola en medio del caos que parecía rodearla constantemente.

Cuando ella coqueteaba con él, Tobio lo tomaba con una mezcla de diversión y seriedad. Sabía que, en parte, era una forma de Akeno de buscar consuelo, de sentir que había alguien que se preocupaba por ella. Y aunque a veces él mismo se sentía desbordado por la intensidad de sus sentimientos hacia ella, nunca la apartaría. No podía. Su cariño por Akeno lo impulsaba a querer estar cerca, a ser ese pilar que ella tanto necesitaba.

Mientras el auto se dirigía hacia Grigori, Tobio no podía dejar de pensar en lo que le deparaba el futuro a ambos. Sabía que tendría que estar preparado para cualquier cosa, pero también sabía que lo más importante era estar allí para Akeno. Su bienestar y su felicidad eran su prioridad, y aunque no tenía todas las respuestas, tenía claro que haría todo lo posible por protegerla, por ser el apoyo en el que ella pudiera confiar. Porque más allá de todo lo que estaba sucediendo, lo que realmente importaba era que Akeno no se involucrase en cosas peligrosas o él no sabría que hacer… quería evitar tener que confrontar a su mentor, Azazel, no obstante, lo haría por ella.

Tobio hizo un esfuerzo consciente para concentrarse mientras estaban en el GO y se dirigían a Grigori. El reloj marcaba las siete en punto, y aunque intentaba mantener la mente en calma, sus pensamientos continuaban girando en torno a Akeno y todo lo que ella representaba para él. Mientras el auto se movía con rapidez por las calles, comenzó a trazar un esquema mental de lo que debía hacer una vez llegaran a las instalaciones. Sabía que debía centrarse en su trabajo, pero la idea de Akeno queriendo convertirse en una HiME seguía rondando en su cabeza, llenándolo de inquietud.

Por primera vez, Tobio se preguntó si no sería más práctico comprar un auto para él mismo. La posibilidad de tener un medio de transporte propio le daba una sensación de control que en esos momentos necesitaba desesperadamente. Control sobre algo, al menos, en un mundo donde tantas cosas parecían estar fuera de su alcance

Cuando finalmente llegaron a Grigori, Tobio se movió con determinación. Entraron directamente al piso donde se encontraba su despacho, un espacio que normalmente le resultaba familiar y reconfortante, pero que ese día se sentía algo distante, casi ajeno. Sin embargo, la rutina del papeleo le ofrecía un ancla a la que aferrarse. Comenzó a revisar documentos, organizándolos con una precisión inusitada, como si cada hoja que ordenaba pudiera ayudarlo a ordenar también sus pensamientos.

No era que Tobio fuera particularmente metódico por naturaleza, pero ese día sentía que necesitaba apegarse a un plan, a una estructura, para no dejarse arrastrar por la marea de emociones que amenazaba con desbordarlo. Akeno, con su charla sobre convertirse en una HiME, había desestabilizado su equilibrio interior, y la única manera de recuperar algo de paz mental era sumergirse en el trabajo, en las tareas que sabía manejar.

Mientras revisaba algunos expedientes, Tobio se dio cuenta de que Akeno se había ausentado. Recordó que ella había mencionado algo sobre ir a buscar café, y una leve sonrisa cruzó su rostro. Siempre tan atenta a los detalles, siempre buscando maneras de cuidar de los demás, incluso cuando ella misma necesitaba ese cuidado. La imagen de Akeno, con su habitual dulzura y su intento de aparentar fortaleza, se quedó en su mente, mezclando sentimientos de ternura y preocupación.

El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Akeno entró en la oficina con una bandeja en la mano, sobre la que descansaban dos tazas de café humeante. Su presencia, aunque esperada, le causó una sensación de alivio que no había anticipado. Ella le sonrió, esa sonrisa que podía iluminar una habitación entera y que, al mismo tiempo, dejaba entrever la fragilidad que tanto intentaba ocultar.

—Pensé que podrías necesitar esto —dijo Akeno, entregándole una de las tazas.
—Gracias —respondió Tobio, tomando la taza y sintiendo el calor a través de la cerámica. El aroma del café recién hecho llenó el espacio, creando una atmósfera que, por un momento, le permitió a ambos olvidarse del caos que se cernía sobre ellos.

Se sentaron en silencio durante unos minutos, disfrutando de la tranquilidad momentánea. Tobio observó a Akeno mientras ella daba un pequeño sorbo a su café. Había algo en su expresión que lo inquietaba, ella seguramente estaba pensando en la posibilidad de ser una HiME y lo que fuera que sea eso, algo que ni siquiera para él estaba claro las responsabilidades que llevaría dicha decisión.


—Akeno… —comenzó Tobio, rompiendo el silencio—. Sobre lo que dijiste en el departamento, acerca de volverte una HiME…

Ella levantó la vista, sus ojos violáceos reflejando la luz tenue del despacho. No había sorpresa en su mirada, solo una pequeña incomodidad… ¿acaso iban a hablar de ese tema? Si algo le pasaba, si un solo cabello albino era arrancado de la cabeza de Koneko lo empezaría a ver como a un enemigo si se ponía del lado de Azazel.

—Lo estuve pensando, Tobio. No quiero que Koneko pase por esto sola. Si puedo hacer algo para ayudarla, lo haré —su voz era suave, pero había una firmeza subyacente que dejaba claro que había tomado una decisión—. Si pasa la prueba… yo…

Tobio sintió un nudo en la garganta. Quería decirle que no lo hiciera, que era demasiado peligroso, que no soportaría verla arriesgarse de esa manera. Pero también sabía que intentar detenerla sería inútil. Akeno era dependiente, sí, pero cuando se trataba de proteger a quienes amaba, podía ser increíblemente obstinada.

—Solo te pido que no tomes ninguna decisión apresurada —articulo finalmente, eligiendo sus palabras con cuidado—. Vamos a investigar más sobre esto, ver si realmente es la única opción. No quiero que te pongas en peligro innecesariamente.

Akeno asintió, aunque él podía ver que sus palabras no habían cambiado lo que ella sentía. Sin embargo, agradeció que no insistiera en ese momento.
Ambos terminaron sus cafés en silencio, el peso de la conversación colgando en el aire como una sombra. Pero, aunque las preocupaciones no desaparecieron, al menos en ese instante, se sintieron un poco más conectados, más dispuestos a enfrentar lo que venía, sabiendo que estaban juntos en ello.

La oficina de Tobio en Grigori estaba sumida en una tranquilidad inesperada, interrumpida solo por el murmullo ocasional de los documentos que él pasaba con un ritmo casi ritualista. El estrés de la mañana y las preocupaciones que arrastraba parecían haberse aliviado, aunque solo temporalmente. La llegada de Akeno con el café, un gesto sencillo pero cargado de significado, le había dado un breve respiro de la inquietante realidad que enfrentaban.

Ya pasaban de las nueve de la mañana.

El sonido de un mensaje entrante en su celular lo sacó de sus pensamientos. Era de su compañero y amigo, Narumi, avisándole que el abogado Qian Jin había aceptado una reunión. Frunció el ceño al leer el mensaje, ya que Qian Jin era un nombre que había surgido en sus investigaciones recientes como un personaje clave en la red de manipulaciones legales que habían estado tratando de desenmarañar.

—¿Es de Koneko? Aún la Buchou no responde ninguno de los mensajes ni individuales o en nuestro grupo de Whats —su prima levantó la mirada ansiosa, necesitaba saber que todo estaba bien.

Negó con la cabeza y un suspiro salió de sus labios.

—Es sobre la reunión con un colega, Narumi la concreto y debo irme antes del mediodía —espetó Tobio mientras miraba el reloj, que marcaba poco antes de las diez ya. La pelinegra se giró hacia él para observarlo, ya había oído hablar de una supuesta reunión con Qian Jin—. Iré a hablar con dos personas antes. ¿Quieres venir?

Ella asintió.

—No sé qué esperar de todo esto, Tobio. Qian Jin no es alguien a quien tomar a la ligerasegún lo que has dicho —comentó Akeno, mirando a su primo con una mezcla de preocupación y temor por Koneko en sus ojos.
—Lo sé, lo sé… ¡Ahg! —respondió Tobio, asintiendo y llevando ambas manos a ka cabeza para sacudirse los cabellos negruzcos—. Pero tenemos que hacer algo. No podemos permitir que todo esto se salga de control, especialmente cuando está en juego la seguridad de Koneko y la posibilidad de que tú te conviertas en una HiME. Me niego a dejar que algo así como una pelea física co muertos ocurra delante de mis narices y más si te involucra a ti.
—Mejor vamos —Akeno se levantó de su silla, y Tobio asintió con decisión mientras recogía algunos papeles y los guardaba en su maletín. Salieron de la oficina, dirigiéndose hacia el ascensor, primero iría con Beelzebub y luego con Roxana. Durante el trayecto, el aire estaba cargado de una tensión palpable, Tobio desviaba su mirada hacia Akeno de vez en cuando, notando cómo se mordía el labio inferior, una señal clara de su ansiedad.

Cuando el ascensor llegó al piso deseado y las puertas se deslizaron suavemente para abrirse, el sonido del zumbido de un celular rompió el silencio que había envuelto el interior del pequeño compartimiento. Akeno, que había estado distraída con sus pensamientos se detuvo un momento con la mirada del mayor puesta en ella. La vibración del teléfono hizo que sus dedos se movieran instintivamente en busca del aparato.

Ella sacó el celular de su bolso, observando la pantalla con una mezcla de curiosidad y expectativa. Las notificaciones parpadeaban en la pantalla, indicando que había recibido un mensaje.  Akeno deslizó su dedo por la pantalla para desbloquear el teléfono, sus ojos se fijaron en el mensaje que acababa de llegar y en el remitente… Rias…

10:20 AM
@KING: ¡¡PASÓ LA PRUEBA, FUE GENIAL!! Obtuvo algo así como superfuerza o algo en sus músculos. Narumi tiene sus estadísticas y las está analizando en este momento. Iremos a Grigori… después de pasar por el hospital…

10:21 AM
@QUEEN: ¿Qué pasó? ¡¿Hospital?!

10:21 AM
@KING: Sí… Apareció el Rebel de Koneko y nos atacó… también conocimos a quien será su mentor…
 
10:21 AM
@QUEEN: ¿Ella está bien? No entiendo nada de lo que dices…

10:22 AM
@KING: Iremos al Hospital Juntendo, por si quieres venir. Es mejor que te lo diga en persona.

10:22 AM
@QUEEN: Iré, Buchou.

Levantó la mirada del aparato para dirigirla a su primo, quien suspiró con pesadez. Él también había recibido un mensaje de Azazel y otro de Narumi; el de Azazel decía muchas estupideces animadas sobre lo de las HiMEs y su poder, Narumi le pedía específicamente que no dejara ir a Akeno al Hospital Juntendo.

—¿Irás con ellas? —preguntó sin intenciones de detenerla, como le había pedido su roommates.
—Sí —con una mirada gélida volvió dentro del ascensor y sin despedirse se marchó de inmediato. Evidentemente estaba muy molesta.

El pelinegro mensajeo a Narumi:

10:25 AM
@IKUSE TOBIO: Akeno va hacia allá… he, te deseo suerte

10:26 AM
@NARUMI GEN: NOOOOoOoOoOoO, VIEJO TE PEDÍ QUE NO.

Una pequeña risa escapó de los labios de Tobio y guardó el celular en el bolsillo del pantalón. Iba a extrañar a Akeno, pero más quería ver la reacción de Azazel y Narumi teniendo que lidiar con la personalidad de ella enojada.

Inhalo aire y luego exhaló en un intento de recuperar su temple habitual, en momentos así le hubiera gustado poder contar con Azazel, definitivamente su guía le sería de utilidad… no era un niño ya para depender de él, eso lo sabía mejor que nadie.

Avanzó hasta el laboratorio de Beelzebub y llamó a la puerta sin hacer demasiado ruido, tardó unos minutos en abrir la puerta.

—Hola Ikuse —lo saludó sin mucha energía, traía una bata de médico, guantes, cubrebocas y gorro, una apariencia etérea que contrastaba enormemente con las ojeras profusas de los ojos del Beelzebub—. ¿A qué vienes? No recuerdo haber programado nada contigo…

La melodía “Air on the G String” de Sebastián Bach inundó rápidamente los oídos del pelinegro, era tan calmo que parecía una orquesta infernal… no se fiaba de Beelzebub, más si estaba involucrado con Qian Jin y Roxana Agriche.

—No, definitivamente no teníamos ninguna cita —balbuceó sin saber como proseguir—. ¿Estás involucrado con Qian Jin?

Beelzebub abrió más la puerta, mientras de fondo la melodía clásica cambiaba a una de Ludwig van Beethoven, Piano Sonata No. 14, Moonlight Sonata: Adagio Sostenuto, lo reconoció de inmediato,

—Pasa —una sonrisa escueta se formó en el sombrío rostro, supo de inmediato que Tobio sabía el nombre de la canción—. Eres el primero que reconoce la buena música.
—Mi mentor me enseñó, lamentablemente también quiso que supiera sobre el arte de conquistar damas —volvió a reírse algo sonrojado al explicar que no era tan increíble como Beelzebub lo hacía ver.
—Lo pude ver por tu actuación con la hija de Baraqiel la otra noche —el hombre camino hacia el libro de Dante Alighieri—. Ustedes dos serán un buen espectáculo para ver a futuro.

Tobio carraspeó de inmediato, intentando cambiar de tema; ponerse rojo no era algo a lo que estuviera acostumbrado y en cualquier momento eso sucedería.

—Mejor dime de qué sucede entre tú y Qian Jin.
—Ese tema deberías hablarlo con tu mentor —volvió a caminar hacia una mesa de operaciones, estaba en medio de una disección a algo que no era humano—, está mas interiorizado que yo en todo eso.
—¿Serás un problema en el futuro? —preguntó Tobio examinando lo que estaba sobre el frío metal.

La música hizo una última transición a otra de Ludwig van Beethoven: Symphony No 7 In A Major - 2nd Movement – Allegretto.

—Eso depende de ustedes —respondió alzando ligeramente los hombros.
—Lo esperaba… —volvió a reírse con cierta despreocupación—. Fuiste honesto, gracias. ¿Y Roxy?
—Seguramente, está ansiosa por ser reconocida por su querido padre —suspiró y viró la mirada a la mesa—. ¿Sabes quién es Xu Fu Rien? Ella me dio este pequeño amigo…

Al acercarse Tobio, aquella cosa tomó forma como de una masa verdosa y repulsiva. Tobio retrocedió un paso con la cordura agrietándose bajo la presión de lo que veía. Tentáculos carnosos se extendían desde su núcleo, retorciéndose como gusanos ciegos en busca de presa.

Beelzebub tranquilamente se acercó a la mesa de operaciones. Sus manos se posaron sobre una bandeja repleta de instrumentos quirúrgicos. Con una delicadeza macabra, seleccionó un bisturí de hoja curva, su filo reluciendo cortó en dos el núcleo de aquella cosa que siguió moviéndose aún después de ser cortada por la mitad, largando un líquido espeso y verdoso por la mesa.

—Que mierda —susurró el pelinegro con los ojos abiertos.
—Es un bulbo o algo así. La profesora Xu Fu Rien lo describió como un avance tecnológico… —dejó el instrumento filoso y empezó a anotar algunas cosas en una libreta que sacó de la bata.

######



Caminó con prisa por el largo pasillo del hospital, no le importaba nada más que su preciada amiga y el insultar hasta el hartazgo a esos tres imbéciles que habían metido en tantos problemas a una niña que apenas pasaba el metro cuarenta de estatura.

 —¡¡¡TÚUUUUU!!! —gritó con exasperación al ver al bicolor sentado en una de las sillas de espera frente a la habitación de Koneko. De inmediato fue hacia él y le arrancó de manos la Tablet que traía.
—OYE LOCA —de un salto se incorporó e intentó tomar el aparato—. ¡Agh, Himejima!
—¿¡LOCA!? —espetó llena de ira. Una discusión iba a iniciar, hasta que Rias pidió silencio llevando el dedo índice a los labios.
—Koneko está durmiendo —susurró la pelirroja y después se aproximó a Akeno para pedirle el objeto que tomó al chico—. Por favor —extendió la palama de la mano para que se lo diera.
—Está bien, Buchou —a regañadientes y con el entrecejo cruzado le dio la Tablet.
—Akeno senpai —del cuarto salió Xenovia, con un bostezo profundo que sacudió su cuerpo, y sus ojos se entrecerraron por un momento antes de volver a abrirse, llenos de somnolencia.

Las orbes violáceas de la pelinegro apuntaron con sorpresa a la joven de cabellos cortos que traía una pequeña venda en ambas muñecas y una curita en la mejilla, rápidamente miró a Rias con odio… ¿había metido en este lío a Xenovia? Ambas chicas eran sus kouhais

—Tranquila senpai, estoy bien —con una pequeña sonrisa se rascó la nariz—. No esperaba ver a una chica tan tranquila como Himejima enojada —rio un poco antes de que la presencia de la albina se hiciera presente al lado de ella.
—Akeno senpai… —la miró con el mismo rostro somnoliento que Xenovia, ella traía un cuello ortopédico y algunos vendajes en sus piernas y brazos—. No.

El semblante serio de la pequeña enfatizó la negativa, sabía perfectamente lo que estaba pensando Akeno.

Narumi se acercó con la Tablet en manos y le mostró la pelea de Koneko con la marioneta, el poder que obtuvo y el daño que recibió. Era una locura…


« Last Edit: September 15, 2024, 05:12:33 PM by Miyu »


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Cho

He tenido un mes super ocupado, espero poder organizarme mejor para el que viene...

115.1.



La presentación de parte de Miranda Lot había terminado, y así, los presentes eran libres de disfrutar aquella vistosa y elegante inauguración nocturna de las actividades interdisciplinarias de universidades de todo el país.

Sin duda, el catering era uno de los servicios más llamativos, algo por lo cual los asistentes de todas las edades y rubros tenían un interés en común y a su vez facilitaba la comodidad necesaria para que todos pudieran entablar comunicación entre sí.

Por supuesto, había gente que simplemente apreciaba la comida gratis.

“Espere, ¿puedo agarrar otro?” preguntó Sora, quien ni bien probó uno de los bocadillos que había agarrado, supo que mejor se aseguraba a un par más. El mesero con gusto le extendió la bandeja nuevamente y le dejó tomar la cantidad que quería. “¡Gracias!”
“Oye, es apenas la primera tanda de cosas que nos lanzan, ¿no crees que deberías esperar a que haya más variedad?” preguntó Tomaj, encogiéndose de hombros en lo que el mesero continuaba ofreciendo los aperitivos a otros interesados.
“¿Por qué? Estos me gustaron mucho y mejor aprovecho a que todavía hay varios,” le contestó, frunciendo el ceño. “Además ya he asistido a muchas de esas ceremonias en contra de mi voluntad y ahorita se van a poner a servir cosas con caviar, aceitunas negras, anchoas o cáscaras, o quién sabe qué más. No quiero tener que obligarme a comer eso.”
“Hm, entiendo lo de los sabores fuertes, pero si algo aquí tiene cáscaras seguro que ni lo sentirías. Debe estar preparado bien,” observó Kytes, divagando.
“En serio, ¿qué es eso de cáscaras? ¿Acaso no comes frutas?” Riku rodó los ojos.
“¿Es tan raro que a alguien no le guste las cáscaras?” se defendió. “No me juzguen por eso.”
“¡Haha, las alverjas deben ser tu perdición!” Tomaj se rió con ganas. “Está bien, olvida lo que dije. Cómete esa papilla de bebé encima de una galleta que tanto te ha gustado. Aquí nadie te va a juzgar.”
“¡Si es así, déjame en paz!”
“Ehh, ya suficiente, Tomaj, por favor,” Kytes sonrió incómodo.
“Vaya, ustedes nunca van a cambiar,” Riku se dio un facepalm y negó. “Por cierto, ¿qué es de Luso? Llegó aquí con nosotros.”
“Se habrá ido a buscar a sus amigos o algo,” Sora se encogió de hombros. “Mejor para mí, así no tengo que aguantarlo todo el rato.”
“Es un aguante de ambos, los dos son igual de pesados mutuamente,” comentó Riku.
“Pero al menos deberíamos saber por dónde anda, sigue siendo muy joven,” Kytes sacó su celular. “Voy a preguntarle.”
“No, por favor, no lo alientes a regresar todavía,” Sora negó. Este se vio disconforme. “Además, no es por decir que somos remotamente parecidos, pero si te preocupas por él tal vez le fastidies y nos dé la contra.”
“O sea, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, entiendo,” Tomaj asintió.
“…” Sora le miró con recelo. “¿Por qué siento que te burlas de mí?”
“¿Oh? ¿En serio? Pues si lo sientes es porque no lo hice lo suficientemente evidente.”
“¡Oye!”
“Pero sí, deja al pequeño pawadan ser libre, y bien por ti que te libras de él,” Tomaj mantuvo su sonrisa traviesa. “Sólo no vengas llorando a nosotros si se lo come un orphan,” él se extrañó al notar a sus tres amigos mirarle con distintos niveles de espanto y alzó una ceja. “¿Qué? ¡Ah verdad que eso casi ocurrió el otro día haha!” y pasó a entretenerse al notarlos fastidiados. “¿Ahora qué? Yo lo salvé, ¿recuerdan? Tengo derecho a burlarme de eso.”
“No tienes remedio, Tomaj, no es gracioso,” le reprochó Riku, entrecerrando los ojos.
“Todos sabemos que Luso ya ha probado ser demasiado aventurero pese a su edad…” dijo Kytes, visiblemente preocupado.
“Tranquilo, Kytes. Este Sora de acá pasó por varias batallas entre HiMEs y Rebels además de abarrancar su auto cero kilómetros al mar por un puente en construcción y sigue con vida,” le recordó Tomaj, sonriendo sosegado. “Luso tiene su mismo ADN así que estará bien.”
“¡¿Cuándo van a dejarme olvidar eso?!” Sora estalló.
“Ni tu madre lo hará, creo que vi que tiene registrado ese hecho en su calendario del celular como si fuera un cumpleaños…” Riku negó.
“¡¿En serio?!” se quedó en shock.
“¡Haha, classic Julie!” Tomaj rió, y entonces los cuatro notaron a una perdida Hotaru que caminaba hacia ellos.
“Oh, Hotaru, ¿acabas de llegar?” preguntó Sora, sorprendido.
“Eh sí, perdón, tuve una práctica que tardó más de lo esperado…” ella asintió tímidamente.
“No tienes que disculparte con nosotros, está bien,” Riku se extrañó por su actitud.
“Puedes acompañarnos si quieres, todo acaba de comenzar también,” Kytes sonrió.
“Sí, eh, ¿la directora dijo algo?”
“¿Ah? No sé, lo usual de velar por nosotros los jóvenes y alguna otra palabrería,” Tomaj rodó los ojos. “Pero ya, no importa. La reunión va a hablar más sobre esos motivos que palabras en sí.”
“Si bien estoy de acuerdo, no tenías que decirlo así,” Riku dio un suspiro.
“Puedes ver que seguimos siendo disfuncionales como siempre, eh, siento la incomodidad,” dijo Sora, algo frustrado.
“Hehe, está bien,” Hotaru rió un poco. “Los vi conversar tan amenamente que me dio ganas de acercarme, siento si ando importunando. Se nota que son buenos amigos.”
“Supongo, pero más que nada todos se burlan de mí,” Sora sonrió rendido. “Más bien podríamos ir a buscar a los demás. Imagino que la directora habría pedido a que las HiMEs asistan.”
“Sé que sí, Osaka me había dicho sobre eso, así que andarán por algún lado,” Hotaru asintió. “Vamos en marcha. Seguramente Larsa también estará presente.”
“Eh, pues…” Kytes se apenó.
“¿Eh?” Hotaru se alarmó. El humor de los amigos pareció enturbiarse un poco. “¿Pasó algo?”
“No realmente. O sea, le había extendido la invitación a que viniera con otros, pero recién hace unas horas nos canceló. Dijo que se le había presentado un imprevisto con asuntos familiares o qué se yo,” dijo Sora. Se le vio disconforme. “Este Larsa parece que nos evade últimamente.”
“Debe estar lidiando con muchas cosas y no tiene por qué compartirlo con nosotros,” observó Riku. “Ahora no te resientas, no es contra ti.”
“Pero si es nuestro amigo, debería confiar en nosotros al menos, ¿no te parece?”
“Sí, pero… tampoco puede compartir ningún dato sensible…” comenzó Kytes, dubitativo.
“Sora, deja de pretender que sabes de lo que hablas…” Tomaj se encogió de hombros.
“¿Qué? ¿Y ahora qué quieres?” este frunció el ceño.
“Tomaj…” le reprochó Riku.
“¿Qué? Es cierto, y no pretenderé que yo sí sé el caso de tu amigo, pero ya deberías saber qué él tiene muchas cosas con las que cargar.”
“Pues con más razón debería decirnos, ¿no?” insistió.
“Y también que con muchas de esas cosas él nunca buscaría apoyarse en otros,” dijo indistinto, y a la vez con firmeza, a manera de evitar que Sora volviera a buscarle bronca.
“Tsk…” este se fastidió, pero sabía que era cierto. “Qué pesado ese Larsa, él nunca nos habló sobre lo que hacía… veo que no ha cambiado.”
“Sólo espero que no se trate de nada complejo…” Hotaru agachó su cabeza. “Al menos me alivia saber que esté inscrito en Hanasaki, pero siempre puede surgir algo.”
“¿Eh? ¿Te refieres a su afiliación a Rizembool? Pero si eso nunca fue su asunto,” Sora se extrañó. Ciertamente era algo que consideraba imposible a esas alturas. “Los que tenían conexiones con Rizembool eran sus antecesores. Ahora que él es el líder de su familia, ya no tiene por qué seguir con esas cosas.”
“En verdad él fue el aliado que nuestras amigas HiMEs necesitaron, ahora andará muy ocupado con sus obligaciones, pero sé que lo sigue siendo,” Kytes asintió, sonriente.
“…” por su parte, Tomaj y Riku intercambiaron miradas. Ambos sabían que esos puntos de vista eran demasiado simples, además de que ellos dos, como exRebels, tenían una mejor idea sobre la reputación de los Solidor. De todos modos, Riku frunció el ceño y en respuesta Tomaj sonrió entretenido, para entonces negar. No había punto de tocar ese tema.

Ambos sabían que en algún momento irían a oír más detalles de aquel de quien hablaban.

“En fin, yo nunca lo conocí tan bien como ustedes, pero sí sé que es un buen estudiante,” comentó Riku, frustrado. “Se perderá esta ceremonia, pero no toda la actividad. Seguramente nos encontraremos con él en los otros días.”
“Sí, ahora no hagan drama. Demos una vuelta por ahí, a ver si vemos a alguien conocido,” dijo el otro exRebel, en un intento de levantar los ánimos. “Heh, más bien me alegro por el Solidor. Este no tendrá que fastidiarse en corregir todo lo que haces, Sora. Ya te habría llamado la atención por acapararte la primera bandeja de aperitivos.”
“¿Por qué siempre buscas fastidiarme? No lo creo,” el otro se amargó.
“Eh… siento decirlo, pero al menos te habría hecho una observación,” Kytes sonrió apenado.

Hotaru volvió a sonreír. Le regresaban muchos recuerdos de cuando compartía el salón de clases con ellos en la secundaria. Pese a que cada vez se veían menos, seguían igualmente conectados.





“‘…la algarabía que evidencio sólo podría compararse con un goce que parte desde la identidad misma, tanto de la juventud a la cual pertenezco, como de las ilusiones que alimentan nuestros anhelos y esperanzas…’” comentó Hyuuga, mientras tomaba notas en un pequeño bloc en sus manos. Este joven peligris sonreía con humildad mientras observaba a sus alrededores con alegría y dicha, una que bien partía de su propia apreciación de que estaba con vida…
“Argh, ¿cuánto más debemos quedarnos aquí?” se quejó Taikogane, con un tic en la ceja. Sin duda no estaba dispuesto a compartir de aquel ‘goce’ que más bien parecía haberle hecho daño psíquico. El peliazul miró en una dirección, pero notó como la profesora de su aula a cierta distancia pasó de hablar entusiasta con un grupo de profesores de Hanasaki, a lanzarle una mirada de soslayo. Sabía que ni podía escaparse. “Es lo suficientemente malo que tengamos que vernos forzados a asistir. Encima tenemos que escribir un maldito ensayo. ¿Por qué mejor no hablamos sobre esto los primeros diez minutos de nuestra próxima clase y ya?”
“Expresarnos a modo de hablar suena a un ejercicio muy importante que no siempre tenemos el privilegio de hacer,” meditó Hyuuga, amablemente. “Aunque temo que diez minutos por persona tomaría más de una sesión de clase y dudo que tengamos suficiente espacio en el syllabus.”
“Eh, no, o sea, diez minutos en total y no todos hablan…” Taikogane casi se preocupó por pensar que tendría que hablar.
“Ah, pero no nos cuesta preguntarle si puede ser factible, quizás nos dé la razón…”
“¡No, para el coche! ¡Prefiero mil veces entregar un papel que tener que hacer una presentación! ¡Por favor no le des ideas!”

Entonces, Hakata, Shiro y Kuro se acercaron a ellos con varios bocadillos.

“¿Acaso oí que finalmente quieres hacer el ensayo?” preguntó Hakata, contento. “Heh, pues bien por ti, felicidades.”
“No, es Hyuuga acá que nos amenaza con una presentación oral por diez minutos,” reclamó Taikogane. “Y ustedes saben cuánta estima le tiene la maestra como para hacerle caso.”
“Oh, pero esa fue la idea que tú propusiste, Taikogane-san,” Hyuuga se vio confundido.
“Eh, no, pues, sólo esperaba que la gente diga que la pasó bien… ¿sabes qué? Olvídalo,” rodó los ojos. Ese chico de su clase era tan cuadrado y disciplinado que no entendería sus intenciones de haber buscado una salida fácil a la tarea. Dio un pesado suspiro. “Mejor encuentro un hueco donde pueda sentarme a revisar tiktok hasta que esto se termine.”
“No te desanimes, Taikogane-san, eh, esto es para ti,” Shiro le extendió un pequeño plato.
“¡Oh, muchas gracias!” el peliazul se alegró muy súbitamente y lo comenzó a degustar. “Hm, ¡está muy rico! Sé que Micchan va a hacer algunas de las comidas de esta noche, pero no creo que él haya sido responsable de esta… ¡Tendré que ir buscando a todos los meseros para probar todo lo que tienen!”
“Eh, claro, sólo no te olvides de la tarea, a menos que quieras entregar un ensayo culinario,” Hakata se encogió de hombros.
“Oye, déjame al menos alegrarme por algo ahora, no me lo recuerdes…”
“Hm…” Hyuuga bajó su mirada, meditabundo. “Si bien es cierto que un enfoque culinario desentona con el motivo de este encuentro, con un buen argumento y una conexión a nuestra naturaleza humana puede que desarrolles una lectura convincente…”
“No, Hyuuga, si bien suena a un buen desafío, Taikogane definitivamente no tiene la experiencia o el interés para llevarlo a cabo,” Hakata negó. En sí lo había dicho de broma, pero realmente era una meta válida para cualquiera que se lo propusiera. “¿Sobre qué piensas escribir, Shiro?”
“Pues…” este se vio en aprietos y se rascó la nuca. “Ehm… creo que yo… nunca he hecho esto antes…”
“¿Eh? ¿Asistir a una ceremonia como esta?”
“Escribir un ensayo… pero tienes razón, tampoco he venido a un evento así antes…” dijo con timidez y mirando al piso.
“¿En verdad?” Hakata se sorprendió.
“Pues bendito eres tú por llegar hasta este punto de tu vida sin tener que haber escrito un papel aburrido, créeme que no te pierdes de nada,” Taikogane asintió a un confundido Shiro. Entonces, el peliazul vio que, para variar, Kuro le miraba con el ceño fruncido. “¿Qué? Digo la verdad, escribir ensayos es de lo peor. O sea, al menos no hablamos frente a la clase, pero… oh verdad que nunca te he oído hablar, ¿cómo lo harías?”
“Kuro, por favor sé paciente con Taikogane-san, él hablaba con honestidad sobre sus disgustos y los extendía a Shiro de una manera empática, te lo aseguro,” dijo Hyuuga con rapidez y una sonrisa perspicaz. Con su observación, Kuro aligeró un poco su semblante, pero siguió con sus ojos fijos en el peliazul.
“En fin…” al menos Taikogane supo entender que mejor cambiaba de tema. Si había algo que detestaba más que la mirada incesante del mudo o que el lado erudito de Hyuuga, era ese raro lado calculador del mismo. Igualmente, no tenía idea sobre qué hacer. “¿Y qué se supone que hagamos aquí? Medio que las sillas y mesas más cómodas son para profesores y otros invitados adultos, y los otros sitios se ven aglomerados.”
“Pues nos toca pasear por todos lados. A diferencia de ti, yo sí quiero entregar un buen ensayo y necesito recolectar más información,” afirmó Hakata. Este sonrió a Shiro. “Y no te preocupes, todos te ayudaremos a escribir tu ensayo, Shiro. Verás que no es complicado.”
“Eh… sí…” asintió y sonrió un poco. “Muchas gracias.”
“Shiro, la ceremonia que asistimos es una conocida como formal, en la cual debemos interactuar con otras personas de manera cauta y amigable, a manera de mostrarnos positivamente ante otros y facilitar encuentros y conexiones a futuro,” observó Hyuuga, quien pasó a sonreír con algo de dicha. “Sin embargo, esta ceremonia es más libre y amena que la mayoría, debido a que el enfoque yace en los jóvenes quienes todavía no son juzgados al mismo nivel de los adultos. Precisamente, puedo percibir una atmósfera cómoda y festiva que busca hacernos sentir en nuestro elemento, y que a su vez nos hace conscientes sobre nuestras metas personales y posiciones en el ecosistema. Ese parecer es sobre el cual escribiré mi ensayo. Piensa sobre tu propio punto de vista para definir tu propio tema.”
“…sí, lo haré,” Shiro asintió obediente y decidido, aunque era evidente que continuaba algo perplejo del caso. Entonces, Sorita se les acercó corriendo.
“¡Hola, ya los encontré!” exclamó el recién llegado, entusiasmado.
“Ah, Sora, pensé que pasarías el tiempo con tus senpais,” observó Hakata.
“No, no han venido hoy, pero me aseguraré de contarles todo sobre la reunión,” él asintió efusivamente. “¡Haré un ensayo con todo lo que quiero compartir con Shisho y senpai! ¡Ese será mi tema!”
“Haha, pienso que ellos se sentirán muy honorados de leerlo, eres un buen chico,” Hyuuga rió y lo celebró.
“¡Haha, gracias!” dicho esto, Sorita tomó las manos de Shiro. “¡Hay que divertirnos mucho hoy! Veo que estás perdido, pero no te preocupes, ¡verás que la pasarás muy bien! ¡Si tienes alguna duda, puedes preguntarme!”
“Eh…” Shiro sonrió apenado. “Gracias Sora. Lo siento, siempre me estás ayudando mucho.”
“¡Es un placer, somos amigos!” entonces, Sorita se dirigió a Kuro. “¡Y tú también tienes mi ayuda por si la necesitas! ¡Acabo de llegar, pero haré todo lo posible!”
“…” Kuro le miró neutralmente y negó un par de veces.
“Eh, Kuro sí tiene experiencia con este tipo de formalidades, a diferencia de Shiro,” explicó Hyuuga a manera de intérprete. “De todos modos, él aprecia mucho tu voluntad Sora, al igual que yo. Te lo agradecemos.”
“Eh, pero no hay nada de interesante aquí, o sea, es obvio que estas ceremonias son para que los encargados se suban el ego o se hagan ver bien en frente de los demás,” dijo Taikogane, impaciente. “¿Qué se gana en medio de una gala para un evento que tiene competencias de clases o de deportes? Ya casi pareciera que los maestros nos han puesto aquí para aprender una lección que ni se molestaron en decirnos o para torturarnos… ¡oye!” tuvo que parar su lluvia de quejas cuando notó cómo Hyuuga andaba tomando apuntes. “¡¿Estás escribiendo lo que digo?! ¡N-ni se te atreva delatarme con la maestra!”
“Lamento las incomodidades, Taikogane-san, es sólo que valoro el punto de vista de cada uno de ustedes, y supuse que sería vital de comprender para mi ensayo,” contestó con su usual amable sonrisa. “Pero si tú quisieras escribir sobre lo que acabas de decir, entonces respetuosamente rescindiré mis notas.”
“Tch, haz lo que quieras, supongo, sólo no me hagas ver mal…” ya ni quería pensarlo más y resopló impaciente.
“Definitivamente el punto de vista dado con respecto a la utilidad de un evento lujoso para el prestigio de las universidades podría discutirse en una parte del ensayo…”
“¡P-por favor no te pongas a hablar académicamente conmigo! ¡V-vamos a caminar!” fue así que Taikogane terminó por tomar la delantera, nuevamente para descargar un tema por otro.
“Heh…” sin duda al menos Hakata disfrutaba al ver al otro tan ofuscado con formalidades. “Oye, Sora, ¿habrás visto a Onikiri?”
“¡Sí! ¡Parece que es voluntario como uno de los que ayudan a dirigir a los invitados! Lo saludé, pero me dijo que no podía acompañarnos,” contestó alegremente. “¡Pero espero que nos encontremos con él por ahí!”
“Así que voluntariado…” Hakata lo pensó y dio un suspiro. “¿Sabes? Yo había querido apuntarme a ser voluntario en esto también, pero me desanimé…”
“¿Por qué…?” preguntó Shiro, con curiosidad.
“Pues, es que soy muy corto de estatura, en un salón de eventos como este me sería muy difícil desenvolverme y hacer un buen trabajo.”
“Si no me equivoco, Onikiri tampoco es muy alto, aunque puede que su trabajo también se deba a que es un Rebel,” observó Hyuuga, pensativo.
“¿O sea los Rebels andarán por ahí como bouncers o algo? Suena ridículo,” comentó Taikogane. “A continuación veremos a las HiMEs repartir champagne vestidas como conejitas o algo.”
“Huhu, no creo que a mi onee-san le guste,” Sora negó.
“¿Y acaso tú mismo no tienes una prima HiME o algo?” preguntó Hakata. “Seguro que no apreciaría que digas eso.”
“Sólo digo, no hablo en serio, así que ni debería enterarse…” entonces apuntó a Hyuuga acusatoriamente. “¡Y no te atrevas a tomar nota de eso!”
“No lo haría, ¿por qué lo dudas, Taikogane-san?” preguntó el peligris, confundido. “¿Tu nivel de nerviosismo no se deberá a un cargo de consciencia interna? Deberías pensar en ti de ser así.”
“¿C-cómo que cargo de consciencia? ¡Si no he hecho nada malo!”
“Heh, fácilmente se podría argumentar lo contrario, y no se necesita tomar nota de algo así, si es tan fácil recordar,” Hakata rió un poco.
“¡Por favor no me hagan quedar mal!”
“…” Kuro continuó mirándole desaprobatoriamente. Ese mismo peliazul era quien se hacía ver mal, sin ayuda de nadie.



Eureka

LO LOGRÉ






A unos pasos de salir de la universidad, Eureka recordó que los guardias revisaban sus datos (y foto) en la computadora cuando sólo les dictaba su código de alumno.

Era probable que hubieran visto su antigua apariencia…

Pero qué extraño. No habían comentado nada al respecto.

¿Tal vez… aún era reconocible de alguna forma?

Su rostro no había cambiado. Seguía teniendo las mismas facciones de siempre, así como la estatura y contextura. Bueno, tal vez había subido unos kilos de más en los últimos meses. La ruptura y la depresión la habían motivado a salir a comer más a menudo. Aun así, la diferencia era casi imperceptible: sólo ella podía notarla cuando estaba cambiándose frente al espejo y veía que su panza estaba un poquiiito más… ancha de lo normal.

Ningún amigo le había mencionado algo al respecto.

Pero quizás… ¿lo hacían por pena?

¡Imposible!

Qué rabia. El entrenamiento con Mari y Kanan y el resto de chicas la había ayudado a ponerse un poco en onda. Era más ejercicio del que había hecho en los últimos 3 años, pero no bastaba para regular su peso.

“…”

Tenía que consultarle a alguien si se notaba. Eso era más importante que el misterio de los guardias confiados de las puertas de Hanasaki.

¡Ah! Oikawa podía ayudarla. Si mal no recordaba, le había confirmado que era enana y plana sin ninguna pizca de arrepentimiento un par de días atrás. Pero…

…Eureka suspiró al recordar su pequeño “problema”. No sólo le tendría que cuestionar sobre su contextura: el cambio de look también era una gran interrogante en su mente. ¿De verdad le quedaba bien el cabello blanco? ¿Qué tal el corte? ¿Y Los mechones que contorneaban su rostro?

Él sería el primero de sus amigos en verla después de Ryoji, Hizumi y Kanone. Los tres habían acordado en que el nuevo corte y color de cabello le asentaban bien, pero por algún motivo… la opinión de Oikawa le importaba más que la de ellos.

Un momento.

¿Por qué…?

“¡Eureka-chan!”

Una voz la trajo de vuelta a la tierra. En algún momento de su crisis existencial, había atravesado las puertas de salida de Hanasaki.

No demoró en reaccionar ahora que se encontraba fuera del campus de su universidad. Tardó unos instantes en divisar a Oikawa a pocos metros de su posición, ondeándole la mano mientras se acercaba a ella.

“¿¡Me reconoces!?” Le preguntó, muy sorprendida.
“Eh… ¿sí?” Oikawa la observó, extrañado. “¿No debería? ¿Te infiltraste a algún lugar o qué? Pero acabas de salir de Hanasa…”
“No, no. No es una peluca…” Eureka suspiró. “Es mi cabello.”
“¡Ah!” Su expresión se transformó en pura sorpresa. “¡Te cortaste el pelo!”
“Y me lo decoloré. Esa fue la emergencia de la mañana…” La HiME tuvo que luchar contra las ganas de volver a suspirar. “Pero ya luego te cuento todo lo que pasó anoche. ¿Qué me ibas a decir?”
“¡A-ah!” Oikawa saltó en su sitio. “¿Qué tal si te lo digo mientras caminamos a la puerta lateral izquierda? Así estarías más cerca de tu facultad, ¿no?”
“Sí. ¿Estás seguro de que no quieres entrar? Aunque no sé si nos hagan caso. El guardia no me dijo nada cuando le dicté mi código, pero quien sabe si ahora lo hará.”
“No entiendo. ¿No dijiste que era más fácil entrar de esa forma a la universidad?”
“¡Sí! Pero en el camino a darte el encuentro, recordé que ven las fotos y datos de los alumnos. Es probable que hayan visto la mía… y no cuestionaron que me viera tan distinta.”
“Bueno… yo te reconocí.”
“Tal vez porque me ves a cada rato. Y hablando de eso… tengo una pregunta muy importante.”
“¿Qué cosa?” Oikawa ladeó la cabeza, confundido.
“…” Eureka guardó silencio por unos instantes y, luego de suspirar hondamente, se armó de valor. “¿He subido de peso?”
“…”

Oikawa se quedó ahí pasmado… hasta que irrumpió en risas.

“¡PFFF! ¡PENSÉ QUE ERA ALGO IMPORTANTE!”
“¡ES MUY IMPORTANTE, TONTO!” Eureka lo golpeó en el brazo. “¡Siento que he subido unos kilos de más!”
“Yo te veo igual.”
“¡No seas buen amigo! ¡Sé sincero! ¡Como el otro día que me dijiste plana y enana!”
“¡Ah!” Oikawa se llevó la mano a la cara, frustrado. “¡De eso quería hablarte!”
“¿Eh?”
“Pero vámonos… no me gusta que estemos rodeados de tanta gente.”

Tenía razón. Las puertas estaban atiborradas de personas que ingresaban o salían de la universidad. Por darle prioridad a su conversación, ambos habían ignorado los codazos o golpes que habían recibido por parte de alumnos desesperados por escapar del encierro o de llegar a tiempo a sus clases.

“Sí, vamos.”

Oikawa y Eureka caminaron hasta llegar a la calle más aledaña. Guardaron silencio hasta cruzar el paradero, justo donde la zona se despejaba de la gente apurada y la calma se comenzaba a sentir en el aire. Los pocos transeúntes que se encontraban en los alrededores eran completos opuestos a la gente que acababa de pasar por sus lados.

Eureka rio al recordar que ella también debía apurarse: tenía clase en menos de 20 minutos… y estaba lejos de su salón.

Pero prefería perderse los primeros minutos de Realización de Audio y Video antes que dejar pasar la oportunidad de compartir una pequeña charla con Oikawa. Estaba tan acostumbrada a verlo casi todos los días que se le hacía extraño cuando no estaba a su lado.

Y no podía negar que se había distanciado un poco de él desde el lunes para evitar algún “accidente”: no quería mencionar nada sobre el fin de semana.

Lo que menos deseaba era preocuparlo.

Eureka se obligó a ignorar esos pensamientos y retomó la conversación.

“¿Vas a participar en las olimpiadas?” Le preguntó, curiosa.
“No. Mi prioridad es el campeonato.”
“Claro, claro.”
“Aunque si necesitan mi ayuda, no me negaría a darles una mano… ¡Pero!” Oikawa se detuvo en seco. “¡No vine a hablarte de eso!”
“Es cierto. Sigo sin saber qué querías decirme.” Eureka lo observó de reojo y lo imitó, girándose a encararlo.
“Quería…” Oikawa suspiró.

Tal parecía que estaban en competencia de suspiros.

“Quería pedirte disculpas por lo del lunes.”
“¿Eh?” Eureka estaba perdida por completo. “¿A qué te refieres?”
“Te grité cosas feas porque estaba desesperado…” Oikawa desvió la mirada al piso para no verla a los ojos. “Sentí que te atraía el compañero de unit de Haku-chan y eso me descuadró.”
“…” La HiME lo observó, atónita… hasta que algo hizo click en su mente. “…¿¡HiMERU-san!?”
“¡SÍ! ¡ES GUAPO!”
“Es que… no entiendo. ¿Te dio celos?” Eureka arqueó la ceja. “¿Quieres algo con él?”
“¡D-DIOS, NO!” Oikawa se indignó ante el comentario. “Bueno, sí me atrajo… tiene esa belleza etérea que es de mi tipo, supongo.”
“¿Como Souji?”
“Sí, como Souji-chan.”
“Mm.” Eureka asintió. “Te entiendo. Pero yo no quiero nada con él. Sí, como bien dices, es guapo y muy misterioso. Creo que toda la gente que lo ve pasar se enamora de él. Pero yo sólo quería preguntarle sobre Rinne.”
“¿Por qué?” Oikawa la observó, intrigado. “Haku-chan me dijo lo mismo…”
“…” Eureka optó por no cuestionar su comentario sólo para preservar la poca sanidad mental que le quedaba.

Aun así, no podía negar que le daba pena. De seguro el sobrinito de su amigo la vería distinto a partir de ahora gracias a lo que había conversado con el bobo de su tío.

“Espero que no estés hablando mal de mí con Kohaku.”
“¡NO! Sólo le dije que se me hizo raro que le pidieras el número de HiMERU-chan. Y me contó que no le parecía extraño. Tenía sentido que quisieras hablar con él… porque querías preguntarle por Rinne-chan.”
“Y no se equivocó. Es la verdad.” Eureka encontró una excusa rápida y se dio un par de palmaditas mentales en el hombro. “Me enteré… que es rebel.”
“¡¿QUÉ?!”
“¡Exacto! ¿Por qué un idol se metería en esa guerra? No entiendo.” Eureka suspiró por cuadrugésima vez en ese día. “Quise preguntarle sobre eso cuando salí a darle el encuentro en el pasaje el lunes, pero evadió mis preguntas como siempre. Estoy segura de que Niki tampoco sabe nada sobre eso porque Rinne siempre lo ha protegido. Y ¿Kohaku? Peor, aún. Es menor que los dos… no dudo que también le haya ocultado la verdad. Así que… mi única esperanza era HiMERU-san.”
“¿Y hablaste con él?”
“No, nada. Le mandé un mensaje… y no me contestó. Supongo que no se acuerda de mí o quizás anda muy ocupado.”
“Bueno, si gustas, podría decirle a Haku-chan que le hable al respecto.”
“¿Que le pregunte por Rinne?” Eureka ladeó la cabeza, confundida.
“¡No! ¡Que le mencione tu mensaje!”
“¡Ay, no!” Eureka se sonrojó de golpe. “¡Qué vergüenza! ¡No quiero molestarlo!”
“¿Pero no es importante?”
“Sí…”

Era cierto.

Pero le preocupaba sonar fuera de lugar. No lo conocía en absoluto y seguía sin confirmar el grado de cercanía que tenía con Rinne. Esas interacciones entre ambos en el café sonaron como de dos personas desconocidas que se habían visto obligadas a trabajar juntos.

Además, Eureka ya se había dado cuenta que era mejor acorralar al pelirrojo y obligarlo a hablar. Aun si Rinne rehusara dar respuestas y la provocara con una batalla… todo eso era mejor a encarar a Madara o confiarse de la ayuda de un extraño como Aventurine.

“¿Estás bien?” La mirada de Oikawa se veía cargada de preocupación.

Por un instante, vaciló.

Fue sólo por la milésima de un segundo.

“S-sí, claro.”

En silencio, rogó que su amigo aceptara aquella respuesta llena de inseguridad.






Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #1010: September 10, 2024, 12:57:19 AM »

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 3329 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 1582 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 0 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 4593 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Miyu

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #1011: September 10, 2024, 07:51:36 AM »
Un día los haré pequeños (tengo problemas con el tamaño en la note)



6 # I don't believe you, you're a liar. (B)

Tobio se marchó del laboratorio de Beelzebub tras intercambiar algunas palabras más, su mente estaba revuelta y perturbada, llena de malos presentimientos. Esa inquietud se intensificó cuando llegó al piso de Roxana Agriche y nadie respondió a su llamada. Ella no era de las que desaparecían sin dejar rastro; siempre había sido una mujer astuta y codiciosa, conocida por explotar su belleza y el poder de su apellido, perteneciente a una familia de mafiosos con oscuros negocios.

El móvil volvió a vibrar varias veces en el bolsillo del pantalón, interrumpiendo sus pensamientos. Rápidamente lo sacó y revisó las notificaciones.

11:00 AM
@AZAZEL: ¿Estás en Grigori? FUAAA me escapé para no tener que ver a Akeno. La hija de Baraqiel golpea fuerte. Lo sé, AHHHHHH

11:05 AM
@AKENO: MÁS TE VALE NO ESTAR INVOLUCRADO EN ESTO, TOBIO IKUSE.

11:07 AM
@NARUMI: Mi venganza con Aza será cruel… La loca casi rompe mi Tablet.

—¿Tobi? Qué raro verte aquí —la voz de Azazel, inconfundible con su tono despreocupado, resonó en el pasillo vacío.

Tobio se giró y vio al bicolor acercarse, con su habitual aire de superioridad mezclado con una pizca de humor.

—Azazel, necesito hablar contigo. Algo no está bien —dijo Tobio, intentando ocultar su preocupación—. Espero que nada de esto se relacione contigo.

El mencionado lo observó por un momento antes de asentir, comprendiendo que la situación era más seria de lo que parecía.

—Entiendo. Ven, hablaremos mientras vamos a la Universidad de Rizembool. Narumi ya me habló que te reunirías con Qian Jin, y quizás él pueda arrojar algo de luz sobre esto—respondió Azazel, ya encaminándose hacia la salida.

En pocos minutos bajaron por el ascensor y subieron al coche de Azazel, un vehículo elegante y discreto, que pronto se puso en marcha hacia la universidad. Durante el trayecto, Tobio le relató a Azazel sus preocupaciones y la inquietante desaparición de Roxana Agriche, el nombre de Rien Xu Fu y Beelzebub con esa extraña creatura. Azazel escuchó en silencio, sin interrumpir, aunque su expresión se fue endureciendo con cada detalle que su aprendiz compartía.

—Es evidente que algo confuso está ocurriendo —comentó el mayor de ambos finalmente, mientras tomaba un desvío hacia el centro de la ciudad—. Qian Jin está más involucrado en todo esto de lo que aparenta. Tendremos que confrontarlo.

El edificio de la Universidad de Rizembool, imponente en su arquitectura moderna, los recibió con su habitual atmósfera fría y calculada. Un asistente los condujo a una sala de conferencias minimalista, donde cada detalle parecía diseñado para intimidar.

Qian Jin los esperaba allí, sentado en la cabecera de la mesa. Su presencia era tan imponente como su atuendo impecable, y su mirada evaluadora se posó sobre Tobio y Azazel con una mezcla de interés y desdén.

—Bienvenidos —dijo Qian Jin con un tono suave pero firme, se acomodó las gafas cn el dedo corazón y les sonrió—. Me alegra que hayan venido. ¿Supongo que quieren discutir de algo? No me queda claro a que han venido aquí, espero sea un asunto grave o habré perdido valioso tiempo.

Tobio, tratando de mantener la calma, tomó la palabra.

—Sí, señor Qian. Estamos aquí para entender mejor su involucramiento en los recientes eventos que han afectado a nuestras amigas y colegas. Nos preocupa profundamente el impacto que esto puede tener en la vida de ellas —articulo, aunque realmente no sabía que exigirle o preguntarle. Azazel se mantenía al margen acariciando su barba tupida.

Qian Jin esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Ah, la prueba HiME. Un proceso fascinante, ¿no creen? Desafía a los participantes de maneras que pocos pueden comprender. Pero más allá de eso, ¿qué les preocupa exactamente sobre mi rol en esto?

Azazel, que había estado escuchando en silencio, decidió intervenir.

—Qian, hay serias dudas sobre la ética y la legalidad de algunas de las acciones que has tomado. Nos hemos enterado de ciertos acuerdos y manipulaciones que parecen estar en juego. Queremos asegurarnos de que todo esto se maneje de manera justa.

Qian Jin se reclinó en su silla, adoptando una postura relajada que contrastaba con la tensión en la sala.

—Mis acciones están perfectamente alineadas con la ley y los deseos de mis clientes —respondió con frialdad—. La prueba HiME es parte de un sistema más grande, uno que tiene sus propias reglas y dinámicas. Yo no estoy involucrado con nada de eso en Rizembool, por si es lo que les preocupa. Cualquier duda sobre mi integridad, les sugiero que la lleven a los canales apropiados.

La conversación continuó, pero Qian Jin manejaba las preguntas con habilidad elusiva, frustrando cualquier intento de obtener respuestas claras. Cada vez que parecía que estaban a punto de descubrir algo, Qian Jin encontraba una manera de evadir o desviar la conversación.

Al final de la reunión, mientras salían del edificio, Tobio sintió una mezcla de derrota y falta de habilidad. No habían obtenido la claridad que buscaban, pero sabía que no podían rendirse. Azazel, a su lado, también parecía preocupado, pero su mente ya estaba trabajando en lo que debían hacer a continuación.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Tobio, mirando a Azazel.

—Volveremos a Grigori —respondió Azazel—. Necesitamos revisar toda la información que tenemos y preparar un plan de acción.

El viaje de regreso estuvo cargado de una sensación de urgencia. Sabían que el tiempo jugaba en su contra, y las decisiones que tomaran en las próximas horas serían cruciales para el futuro de Koneko, Akeno y quizás muchos más. La batalla por la verdad apenas comenzaba.

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—Un tema algo complicado —Xenovia espetó con el ceño fruncido. Le habían comentado sobre ser una HiME y que Koneko había pasado la prueba—. Ese enano será un problema —suspiró recordando al pequeño ágil que atacó a la pequeña gatita.
—Es culpa de Buchou y Azazel —cruzada de brazos estaba lejos del grupo, con la cabeza girada hacia un costado y negándose a ver a la cabecilla de los Gremory.
—Al menos es un alivio que no me culpes a mí —se mofó el único hombre del grupo.
—Eres alguien insignificante —espetó llena de indiferencia.

Los cinco aún seguían en el hospital, aunque ya se estaban alistando para marcharse de allí.

—Le mandataré un mensaje a Aza —con un suspiro empezó a teclear en el celular.

13:23 PM
@NARUMI: Aza, ya nos estamos por ir del hospital.

—Necesito comer —Koneko puso mala cara y observó al grupo entero—. Mi estómago está al límite. Comida, Co-mi-da.
—Pidamos algo en Grigori —Rias respondió, acariciando la cabeza de la menor.

Xenovia observó a Koneko con una mezcla de exasperación y afecto. Aunque la gatita había demostrado ser una guerrera feroz durante la prueba HiME, seguía siendo la más joven del grupo, y su insistencia en algo tan simple como la comida le recordaba a todos que, a pesar de todo, aún era una niña.

—Vamos, Rias tiene razón. Podríamos pedir algo en Grigori mientras discutimos los próximos pasos y analizo más a fondo las estadísticas de Koneko —sugirió Narumi, guardando su dispositivo en un bolso que traía antes de dirigirse hacia la puerta de la habitación en el hospital.
—Que sea ramen —añadió Akeno con una sonrisa tranquila—. Nada como una buena comida para recuperar energías después de todo lo que ha pasado.
—¿Ramen? —Narumi levantó una ceja, medio sorprendida—. ¿Eso es lo que se te antoja? Y yo que esperaba algo más calórico como hamburguesas del Mc.
—Quiero papas fritas y youkan para el postre —replicó Koneko sin perder su semblante inexpresivo—. O un McFlurry Oreo.

Xenovia asintió con entusiasmo, sus ojos brillando al escuchar la mención de la comida. Aunque las tensiones seguían siendo altas, la idea de una buena comida en compañía parecía aliviar un poco la atmósfera.

—Entonces serán hamburguesas, papas fritas extras, McFlurry Oreo, Ramen de res y youkan —confirmó Rias, sonriendo ante la idea de un pequeño festín—. Vayamos a Grigori y pidamos todo antes de que Koneko empiece a morder a alguien.
—Más te vale que sea buena comida —murmuró la más joven del grupo, apretando los puños como si estuviera lista para enfrentar cualquier cosa que no cumpliera con sus expectativas.

Akeno carraspeó llevando una mano hecha puño a su boca y con timidez habló:
—Un café del Mc Donald’s viene bien también —desvió la mirada para evitar hacer contacto visual con alguno de ellos.

Con el plan establecido, el grupo salió del hospital y se dirigió a Grigori, un lugar que ya se había convertido en una especie de refugio para ellos. Mientras caminaban, Xenocia no pudo evitar pensar en lo que les esperaba. Aunque la prueba HiME había terminado, la verdadera batalla parecía estar a punto de comenzar y de alguna manera se había involucrado en ello… no quería hacer la vista gorda y evadir ese conflicto, más cuando involucraba a Koneko.

Cuando finalmente llegaron a Grigori, el ambiente relajado del lugar contrastaba con la tensión que habían sentido durante las últimas horas. Azazel ya los esperaba en una de las mesas del comedor principal, su expresión despreocupada pero con un brillo en los ojos que indicaba que estaba al tanto de todo lo que había pasado.

—Ah, llegaron justo a tiempo. Ya he ordenado todo y está en camino. Rias me mandó un mensaje —dijo Azazel, levantando una vasija de sake en su dirección—. Ahora, antes de que comamos, ¿por qué no discutimos lo que sigue?

El grupo se sentó alrededor de la mesa, y Azazel tomó la palabra nuevamente.

—Tenemos varias piezas del rompecabezas, pero nos falta la conexión clave entre Qian Jin, Beelzebub, Roxana y Rien —comenzó, mientras tomaba otro sorbo de sake —. Qian Jin no soltó nada en nuestra reunión, pero hay algo que no está sumando. Necesitamos averiguar qué es.

Tobio asintió pensativo.

—Es posible que Beelzebub tenga más información, pero acercarse a él será complicado. Nadie se acerca a ese laboratorio sin una buena razón. ¿Es tu amigo, Narumi?
—No es mi amigo y Roxana Agriche tampoco —añadió Narumi, su voz neutral sin mucha preocupación—. No podemos ignorar que ella podría tener la clave para desentrañar todo esto. Y Rien Xu Fu… da cátedra en Rizembool.

Koneko, mientras tanto, seguía concentrada en la comida que aún no llegaba, pero escuchaba atentamente a cada uno. Finalmente, alzó la vista.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó con la sencillez directa que la caracterizaba.
Azazel dejó su copa sobre la mesa y los miró a todos, su mirada más seria que de costumbre.

Azazel dejó su vasija sobre la mesa y los miró a todos, su mirada más seria que nunca.

—Nos dividiremos en dos equipos. Uno investigará más a fondo en Rizembool, especialmente en el entorno de Qian Jin y sus asociados. El otro intentará localizar a Roxana. Necesitamos respuestas, y las necesitamos ahora.

El plan fue aceptado con unánime acuerdo. Todos sabían que lo que estaba en juego era la vida de sus amigas. Terminaron su comida en relativo silencio, cada uno perdido en sus pensamientos sobre lo que les esperaba. Pero al menos, por el momento, la paella y el youkan habían cumplido su propósito: darles un momento de tranquilidad antes de la tormenta que se avecinaba.

El ambiente en Grigori era relajado, pero la tensión en la mesa se palpaba mientras esperaban la llegada de su comida. Akeno jugaba con su cabello, Xenovia estaba mirando su celular y Rias igual, mientras Koneko miraba con impaciencia hacia la puerta. Azazel seguía tomando pequeños sorbos de su sake, mientras Narumi y Tobio intercambiaban miradas cómplices, ambos conscientes de la gravedad de todo aquello.

Unos minutos más tarde, la puerta del comedor se abrió, y un asistente de laboratorio entró llevando una bandeja enorme llena de comida. Su bata blanca ondeaba ligeramente mientras caminaba hacia la mesa, su expresión seria pero profesional.

El empleado comenzó a colocar cada plato frente a ellos con rapidez, que indicaba su experiencia en el servicio a Azazel y sus inusuales demandas.

Primero dejó las hamburguesas y las papas fritas extras frente a Koneko, después a Rias y Gen Narumi, cuyo rostro se iluminó de inmediato. Las hamburguesas eran jugosas, con queso derretido asomándose por los lados y el pan perfectamente dorado. Las papas fritas crujientes y doradas estaban apiladas en un pequeño cono de papel, acompañadas de varias salsas.

A continuación, colocó un tazón humeante de ramen de res a Tobio, Xenovia y Akeno, quien inhalaron profundamente el aroma reconfortante del caldo rico y especiado. Los fideos, perfectamente cocidos, se mezclaban con finas tiras de carne de res, cebollines frescos y un huevo cocido al punto.

El McFlurry de Oreo fue depositado delante de Azazel, quien tomó inmediatamente la cuchara y sonrió ante la mezcla cremosa y fría, llena de trozos de galleta que prometían un dulce contraste con el helado de vainilla.

Finalmente, el asistente colocó un pequeño plato con porciones de youkan y una taza de café de McDonald’s frente a Akeno. El café humeaba, desprendiendo un aroma familiar que la hizo suspirar de satisfacción. El youkan, una delicada gelatina de frijol rojo, brillaba con una textura lisa y densa, lista para ser disfrutada como un pequeño capricho dulce.

—Eso es todo, disfruten su comida. Más tarde traeré los McFlurry para todos —dijo el asistente antes de retirarse en silencio, dejando al grupo con su festín.

Koneko no perdió tiempo. Agarró una hamburguesa con ambas manos y dio un mordisco grande, cerrando los ojos mientras saboreaba el primer bocado. Las papas fritas pronto siguieron el mismo destino, una tras otra desapareciendo rápidamente. Akeno, por su parte, tomó un sorbo de su café antes de probar el youkan, dejando que la dulzura suave y el sabor terroso del frijol rojo se mezclaran en su paladar.

Azazel disfrutaba su McFlurry a pequeños bocados, añadiendo sake de por medio en su boca mientras Koneko observó el ramen de Xenovia un instante, con algo de envidia, aunque estaba demasiado concentrada en su hamburguesa y las papas. Xenovia, sin embargo, se deleitaba con el ramen, tomando cada bocado con cuidado para disfrutar del caldo sabroso y reconfortante.

La conversación había cesado, y por un breve momento, la única preocupación era disfrutar de la comida frente a ellos. Aunque la amenaza seguía latente, este pequeño respiro en compañía de una buena comida les permitió recargar energías y centrarse en lo que vendría después.

Cuando terminaron, el lugar en la mesa se había suavizado. Aunque la tensión seguía presente, la comida compartida había forjado un lazo más fuerte entre ellos. Sabían que la tormenta aún se cernía sobre ellos, pero por ahora, habían encontrado un breve respiro en medio del caos.

« Last Edit: September 17, 2024, 09:58:15 AM by Miyu »


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