6 # I don't believe you, you're a liar. (A).Esa mañana, Akeno se despertó con un nudo en el estómago. La ansiedad que la había acompañado durante toda la noche seguía presente, enroscada en su interior como una serpiente. Intentó, sin éxito, apartar de su mente la prueba HiME de Koneko, que se llevaría a cabo ese mismo día. El solo hecho de pensar en esa prueba hacía que su corazón latiera con fuerza, lleno de preocupación y temor. No podía evitar sentirse furiosa con Azazel, quien había permitido que una chica tan pequeña y aparentemente desmotivada como su amiga Koneko se viera involucrada en algo tan peligroso. Akeno no podía entender cómo alguien podía ser tan irresponsable.
Aunque el resentimiento hacia Azazel era lo más prominente en su mente, también sentía una pequeña pero persistente molestia hacia Rias. A pesar de que la pelirroja siempre había sido una buena amiga y líder, Akeno no podía evitar culparla, aunque fuera un poco, por lo que estaba sucediendo. Después de todo, Rias también tenía cierta responsabilidad en lo que estaba pasando con Koneko. Akeno sabía que sus sentimientos eran irracionales, pero eso no hacía que desaparecieran.
Con un suspiro profundo, Akeno salió de su cuarto, tratando de mantener la calma. Caminó por el pasillo con tranquilidad, fingiendo una serenidad que no sentía. Estaba tan absorta en sus pensamientos que apenas prestó atención a la presencia de Narumi y Tobio, quienes ya estaban en la sala. Sin embargo, Narumi no tardó en notar su comportamiento y no pudo evitar burlarse de ella.
—Qué raro verte pensativa y no en los brazos de Tobio —comentó Narumi con una risa burlona, claramente disfrutando de la oportunidad de molestarla. Akeno lo miró con desdén, sintiendo cómo su irritación crecía.
Era cierto que ella y Tobio habían compartido momentos de cercanía, besos furtivos y confesiones de atracción mutua, pero hasta ahora no habían avanzado más allá de eso. Su relación era un terreno incierto, algo más que un simple ligue de una noche, pero aún no lo suficientemente definido como para ser algo serio. Akeno no estaba segura de lo que realmente quería con Tobio, y en ese momento, con todo lo que estaba sucediendo, lo último que deseaba era pensar en complicaciones románticas.
Tobio, notando la incomodidad de Akeno, intervino para calmar la situación.
—Oye, Naru —lo empujó un poco el otro joven y lo arrastró hacia la cocina—. Akeno está preocupada por Koneko, hoy es la prueba HiME de esa niña.
Narumi bostezo con desinterés.
—Lo sé, con Azazel iremos a hacer algunas mediciones, ¿sabes? El equipo está listo y en camino a Hanasaki. Si todo sale bien tendremos algo increíble.
La expresión de Narumi cambió ligeramente al hablar de la prueba. Una chispa de curiosidad apareció en su mirada, mostrando que, a pesar de su actitud despreocupada, había algo en todo este asunto que le interesaba profundamente. Akeno, que había estado escuchando en silencio, decidió intervenir.
—Ire contigo a Hanasaki —Akeno apareció al oír la explicación de Gen Narumi.
—Mira, serás un estorbo. Mejor manda un mensaje o se más normal. Las camionetas estarán llenas de personas útiles y equipamiento sofisticado —fue duro con sus palabras, pero, aun así, tenía razón.
—Estarás más preocupada allí e intentarás detener la prueba, es mejor que vengas a Grigori conmigo —Tobio se acercó a ella y le acaricio los cabellos como si de una niña pequeña se tratase.
La pelinegra asintió lentamente, sintiendo cómo una ligera sensación de vergüenza se apoderaba de ella. No era común que se mostrara tan vulnerable, pero el gesto de cariño de Tobio, aunque inesperado, le hizo sentir un calor reconfortante en el pecho.
Sin poder evitarlo, mordió suavemente el interior de su mejilla, un pequeño hábito que tenía cuando intentaba contener sus emociones y evitar que se notaran demasiado. A pesar de la turbación que la invadía, una parte de ella estaba genuinamente feliz por la ternura que su primo le había mostrado. En ese simple toque, había algo que la tranquilizaba, algo que le recordaba que no estaba sola en medio de todo el caos que la rodeaba.
—Está bien —respondió, su voz apenas un murmullo. La palabra salió escueta, casi cortante, pero no porque quisiera ser fría, sino porque no confiaba en su capacidad para articular algo más elaborado sin que su voz traicionara las emociones que luchaban por salir a la superficie.
Luego, en un intento por recuperar la compostura y desviar la atención de su propio desconcierto, Akeno sacó rápidamente su celular del bolsillo. El dispositivo brilló al encenderse, iluminando su rostro con una luz azulada. Sin perder tiempo, empezó a deslizar sus dedos por la pantalla, escribiendo un mensaje a Rias.
06:30 PM.@QUEEN: Rías, espero estés yendo para casa de Koneko.
A los segundos el celular vibro.
06:31 PM@KING: Estoy yendo a comprar cafés y unos panecillos. Ya hablé con Azazel y llevaré a Koneko a la U. ¡Buenos días, Akeno! ✨
Akeno suspiro más tranquila y una pequeña sonrisa apareció en el rostro. Era difícil estar enojada con Buchou, especialmente cuando mostraba tanta atención hacia sus amigas como buena líder.
Tobio les hizo el desayuno y después de comer los tres juntos, se despidieron de Narumi, al parecer Azazel lo había venido a buscar.
—Estate tranquila, Akeno —su primo le susurró—. En un rato iremos a Grigori.
Ella asintió, pero pronto una idea más cruzó por la mente de la mujer.
—Tobio onii-san —le susurró acercándose a él con cierta lentitud—. Quizás ya tenga nuevos planes, ufufu. ~
Akeno era difícil de ignorar, su cuerpo bien proporcionado y su voz aterciopelada siempre la hacía irresistible, incluso si solo estaba usando un short deportivo y una remera unisex, sus grandes senos se marcaban en ellos. Tobio de inmediato sintió las mejillas arder y tuvo que desviar la vista hacia otro lado; conocía lo descarada que podía llegar a ser su prima.
—A- —balbuceo—. Akeno, no es momento de bromas.
—¿Ara, ara? ¿Bromas? —dejo escapar una risa seductora, muy baja que llegó a oídos de Tobio, mientras se acercaba para tocarle la mejilla con suavidad.
El hombre se congelo de inmediato por un par de segundos, el tacto suave de ella lo volvía loco.
El celular de él vibro y un pequeño suspiro escapó de sus labios, había sido salvado por esa llamada, aun así, la mirada de él se deslizó por el cuerpo de Akeno, perdiendo un segundo el autocontrol una vez llego a los muslos tersos y bien formados de ella, subiendo lentamente por el trasero redondo.
—Mierda —mascullo antes de atender y salir de la habitación.
—Señor Qian… —el tono en su voz cambio a uno más apagado y sereno—. Estamos preocupados en Grigori por la cadena de eventos que están sucediendo a su alrededor y lo poco ético que parece como colega que es.
—¿Hm? —el hombre del otro lado se rió divertido—. Estoy cumpliendo órdenes, firmando papeles y aconsejando a mí cliente de la mejor manera. Que haya contactado con Beelzebub Anathema y Roxana Agriche es por los deseos de mí cliente. Nada más. El que esté preocupado por mí me conmueve hasta la médula… —respondió con tono irónico y al que le dio algo en la médula fue a Tobio.
—Puede que no me corresponda, ni tenga derecho a hacerle preguntas, aún así le sugiero que evite meterse en problema con mis amigas o usaré todo lo que esté a mí alcance para enviarlo a la cárcel.
—¡Já! —solto Jin Qian—. ¿Un abogado laboral? Dediquese a sus asuntos y dejé a los profesionales penalistas actuar, que el tiro le saldrá por la culata.
Cuando la otra persona cortó, Tobio no pudo evitar apretar el celular entre sus manos y ver una vez más el nombre del remitente de la llamada.
—Esto está bien sucio —murmuro para sí.
—¿Sucio? —la prima y posible amante pregunto con curiosidad.
—Narumi me pidió que investigara a un sujeto llamado Jin Qian, abogado penalista y profesor de cátedra que tuve en Nephlim. El tipo es simplemente jodido y bien sucio, aparenta cosas con una sonrisa amable.
Akeno le acaricio los cabellos azabaches con cuidado, devolviéndole el gesto, se notaba en él la frustración.
—Iré a Rizembool hoy para hablar directamente con él —suspiro sintiendo la cálida y suave mano de Akeno, eso lo reconfortó.
—Ir directo contra un hombre así de nada te servirá, es mejor que busques a los involucrados y llegues a él con pruebas —respondió sin entender del todo por lo que pasaba su primo.
—Tienes razón —contesto rebozando una sonrisa —. Entonces hablaré con Beelzebub y Roxana en Grigori.
Ambos decidieron salir a Grigori en ese momento, tomando un GO para llegar antes.
—Gracias Akeno —en el auto los dos siguieron conversando—. ¿Suzaku te ha dicho algo? Es a la primera que contaremos…
—Ni he mandado nada aun a Suzaku onee-chan. Con la prueba HiME de Koneko estoy algo ausente de mis emociones —confeso la chica—. Estoy pensando en ser una HiME por ella, no puedo dejar que mi amiga de arriesgue sola.
—No —la observo con frialdad—. No puedes aún, necesito investigar.
—¿Confías en Azazel? —le pregunto observando las manos del chico, que se hacían puños ante la repentina pregunta de ella.
—Mas o menos, Aza es un buen tipo —sus ojos grises apuntaron a Akeno, quería verla—. No te lastimaría a ti o a Koneko.
Tobio sabía que Akeno proyectaba una imagen de confianza y coquetería, pero también entendía que, en el fondo, ella era una persona emocionalmente dependiente. Esa dependencia la hacía vulnerable de una manera que solo él parecía notar. Akeno necesitaba a quienes la rodeaban, a quienes amaba, para sentirse segura, para encontrar su equilibrio. Y aunque se mostraba juguetona y provocativa, Tobio podía ver más allá de esa fachada, notando el miedo y la inseguridad que ella intentaba ocultar.
Su preocupación por Akeno no se debía solo a la prueba HiME de Koneko o al caso de Jin Qian; era más profunda, más personal. Le preocupaba la forma en que ella se aferraba a quienes la rodeaban, buscando apoyo y estabilidad. Cada vez que la veía tan afectada por lo que ocurría a su alrededor, sentía una mezcla de dolor y responsabilidad. Quería ser ese apoyo que ella necesitaba, ser alguien en quien pudiera confiar sin reservas.
El hecho de que Akeno fuera tan dependiente emocionalmente le causaba una especie de angustia silenciosa. La veía esforzarse por mantener una apariencia de control, pero sabía que por dentro estaba luchando. Y eso lo hacía sentir aún más protector hacia ella. Quería aliviar esa carga, estar a su lado para que no se sintiera tan sola en medio del caos que parecía rodearla constantemente.
Cuando ella coqueteaba con él, Tobio lo tomaba con una mezcla de diversión y seriedad. Sabía que, en parte, era una forma de Akeno de buscar consuelo, de sentir que había alguien que se preocupaba por ella. Y aunque a veces él mismo se sentía desbordado por la intensidad de sus sentimientos hacia ella, nunca la apartaría. No podía. Su cariño por Akeno lo impulsaba a querer estar cerca, a ser ese pilar que ella tanto necesitaba.
Mientras el auto se dirigía hacia Grigori, Tobio no podía dejar de pensar en lo que le deparaba el futuro a ambos. Sabía que tendría que estar preparado para cualquier cosa, pero también sabía que lo más importante era estar allí para Akeno. Su bienestar y su felicidad eran su prioridad, y aunque no tenía todas las respuestas, tenía claro que haría todo lo posible por protegerla, por ser el apoyo en el que ella pudiera confiar. Porque más allá de todo lo que estaba sucediendo, lo que realmente importaba era que Akeno no se involucrase en cosas peligrosas o él no sabría que hacer… quería evitar tener que confrontar a su mentor, Azazel, no obstante, lo haría por ella.
Tobio hizo un esfuerzo consciente para concentrarse mientras estaban en el GO y se dirigían a Grigori. El reloj marcaba las siete en punto, y aunque intentaba mantener la mente en calma, sus pensamientos continuaban girando en torno a Akeno y todo lo que ella representaba para él. Mientras el auto se movía con rapidez por las calles, comenzó a trazar un esquema mental de lo que debía hacer una vez llegaran a las instalaciones. Sabía que debía centrarse en su trabajo, pero la idea de Akeno queriendo convertirse en una HiME seguía rondando en su cabeza, llenándolo de inquietud.
Por primera vez, Tobio se preguntó si no sería más práctico comprar un auto para él mismo. La posibilidad de tener un medio de transporte propio le daba una sensación de control que en esos momentos necesitaba desesperadamente. Control sobre algo, al menos, en un mundo donde tantas cosas parecían estar fuera de su alcance
Cuando finalmente llegaron a Grigori, Tobio se movió con determinación. Entraron directamente al piso donde se encontraba su despacho, un espacio que normalmente le resultaba familiar y reconfortante, pero que ese día se sentía algo distante, casi ajeno. Sin embargo, la rutina del papeleo le ofrecía un ancla a la que aferrarse. Comenzó a revisar documentos, organizándolos con una precisión inusitada, como si cada hoja que ordenaba pudiera ayudarlo a ordenar también sus pensamientos.
No era que Tobio fuera particularmente metódico por naturaleza, pero ese día sentía que necesitaba apegarse a un plan, a una estructura, para no dejarse arrastrar por la marea de emociones que amenazaba con desbordarlo. Akeno, con su charla sobre convertirse en una HiME, había desestabilizado su equilibrio interior, y la única manera de recuperar algo de paz mental era sumergirse en el trabajo, en las tareas que sabía manejar.
Mientras revisaba algunos expedientes, Tobio se dio cuenta de que Akeno se había ausentado. Recordó que ella había mencionado algo sobre ir a buscar café, y una leve sonrisa cruzó su rostro. Siempre tan atenta a los detalles, siempre buscando maneras de cuidar de los demás, incluso cuando ella misma necesitaba ese cuidado. La imagen de Akeno, con su habitual dulzura y su intento de aparentar fortaleza, se quedó en su mente, mezclando sentimientos de ternura y preocupación.
El sonido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos. Akeno entró en la oficina con una bandeja en la mano, sobre la que descansaban dos tazas de café humeante. Su presencia, aunque esperada, le causó una sensación de alivio que no había anticipado. Ella le sonrió, esa sonrisa que podía iluminar una habitación entera y que, al mismo tiempo, dejaba entrever la fragilidad que tanto intentaba ocultar.
—Pensé que podrías necesitar esto —dijo Akeno, entregándole una de las tazas.
—Gracias —respondió Tobio, tomando la taza y sintiendo el calor a través de la cerámica. El aroma del café recién hecho llenó el espacio, creando una atmósfera que, por un momento, le permitió a ambos olvidarse del caos que se cernía sobre ellos.
Se sentaron en silencio durante unos minutos, disfrutando de la tranquilidad momentánea. Tobio observó a Akeno mientras ella daba un pequeño sorbo a su café. Había algo en su expresión que lo inquietaba, ella seguramente estaba pensando en la posibilidad de ser una HiME y lo que fuera que sea eso, algo que ni siquiera para él estaba claro las responsabilidades que llevaría dicha decisión.
—Akeno… —comenzó Tobio, rompiendo el silencio—. Sobre lo que dijiste en el departamento, acerca de volverte una HiME…
Ella levantó la vista, sus ojos violáceos reflejando la luz tenue del despacho. No había sorpresa en su mirada, solo una pequeña incomodidad… ¿acaso iban a hablar de ese tema? Si algo le pasaba, si un solo cabello albino era arrancado de la cabeza de Koneko lo empezaría a ver como a un enemigo si se ponía del lado de Azazel.
—Lo estuve pensando, Tobio. No quiero que Koneko pase por esto sola. Si puedo hacer algo para ayudarla, lo haré —su voz era suave, pero había una firmeza subyacente que dejaba claro que había tomado una decisión—. Si pasa la prueba… yo…
Tobio sintió un nudo en la garganta. Quería decirle que no lo hiciera, que era demasiado peligroso, que no soportaría verla arriesgarse de esa manera. Pero también sabía que intentar detenerla sería inútil. Akeno era dependiente, sí, pero cuando se trataba de proteger a quienes amaba, podía ser increíblemente obstinada.
—Solo te pido que no tomes ninguna decisión apresurada —articulo finalmente, eligiendo sus palabras con cuidado—. Vamos a investigar más sobre esto, ver si realmente es la única opción. No quiero que te pongas en peligro innecesariamente.
Akeno asintió, aunque él podía ver que sus palabras no habían cambiado lo que ella sentía. Sin embargo, agradeció que no insistiera en ese momento.
Ambos terminaron sus cafés en silencio, el peso de la conversación colgando en el aire como una sombra. Pero, aunque las preocupaciones no desaparecieron, al menos en ese instante, se sintieron un poco más conectados, más dispuestos a enfrentar lo que venía, sabiendo que estaban juntos en ello.
La oficina de Tobio en Grigori estaba sumida en una tranquilidad inesperada, interrumpida solo por el murmullo ocasional de los documentos que él pasaba con un ritmo casi ritualista. El estrés de la mañana y las preocupaciones que arrastraba parecían haberse aliviado, aunque solo temporalmente. La llegada de Akeno con el café, un gesto sencillo pero cargado de significado, le había dado un breve respiro de la inquietante realidad que enfrentaban.
Ya pasaban de las nueve de la mañana.
El sonido de un mensaje entrante en su celular lo sacó de sus pensamientos. Era de su compañero y amigo, Narumi, avisándole que el abogado Qian Jin había aceptado una reunión. Frunció el ceño al leer el mensaje, ya que Qian Jin era un nombre que había surgido en sus investigaciones recientes como un personaje clave en la red de manipulaciones legales que habían estado tratando de desenmarañar.
—¿Es de Koneko? Aún la Buchou no responde ninguno de los mensajes ni individuales o en nuestro grupo de Whats —su prima levantó la mirada ansiosa, necesitaba saber que todo estaba bien.
Negó con la cabeza y un suspiro salió de sus labios.
—Es sobre la reunión con un colega, Narumi la concreto y debo irme antes del mediodía —espetó Tobio mientras miraba el reloj, que marcaba poco antes de las diez ya. La pelinegra se giró hacia él para observarlo, ya había oído hablar de una supuesta reunión con Qian Jin—. Iré a hablar con dos personas antes. ¿Quieres venir?
Ella asintió.
—No sé qué esperar de todo esto, Tobio. Qian Jin no es alguien a quien tomar a la ligerasegún lo que has dicho —comentó Akeno, mirando a su primo con una mezcla de preocupación y temor por Koneko en sus ojos.
—Lo sé, lo sé… ¡Ahg! —respondió Tobio, asintiendo y llevando ambas manos a ka cabeza para sacudirse los cabellos negruzcos—. Pero tenemos que hacer algo. No podemos permitir que todo esto se salga de control, especialmente cuando está en juego la seguridad de Koneko y la posibilidad de que tú te conviertas en una HiME. Me niego a dejar que algo así como una pelea física co muertos ocurra delante de mis narices y más si te involucra a ti.
—Mejor vamos —Akeno se levantó de su silla, y Tobio asintió con decisión mientras recogía algunos papeles y los guardaba en su maletín. Salieron de la oficina, dirigiéndose hacia el ascensor, primero iría con Beelzebub y luego con Roxana. Durante el trayecto, el aire estaba cargado de una tensión palpable, Tobio desviaba su mirada hacia Akeno de vez en cuando, notando cómo se mordía el labio inferior, una señal clara de su ansiedad.
Cuando el ascensor llegó al piso deseado y las puertas se deslizaron suavemente para abrirse, el sonido del zumbido de un celular rompió el silencio que había envuelto el interior del pequeño compartimiento. Akeno, que había estado distraída con sus pensamientos se detuvo un momento con la mirada del mayor puesta en ella. La vibración del teléfono hizo que sus dedos se movieran instintivamente en busca del aparato.
Ella sacó el celular de su bolso, observando la pantalla con una mezcla de curiosidad y expectativa. Las notificaciones parpadeaban en la pantalla, indicando que había recibido un mensaje. Akeno deslizó su dedo por la pantalla para desbloquear el teléfono, sus ojos se fijaron en el mensaje que acababa de llegar y en el remitente… Rias…
10:20 AM@KING: ¡¡PASÓ LA PRUEBA, FUE GENIAL!! Obtuvo algo así como superfuerza o algo en sus músculos. Narumi tiene sus estadísticas y las está analizando en este momento. Iremos a Grigori… después de pasar por el hospital…
10:21 AM@QUEEN: ¿Qué pasó? ¡¿Hospital?!
10:21 AM@KING: Sí… Apareció el Rebel de Koneko y nos atacó… también conocimos a quien será su mentor…
10:21 AM@QUEEN: ¿Ella está bien? No entiendo nada de lo que dices…
10:22 AM@KING: Iremos al Hospital Juntendo, por si quieres venir. Es mejor que te lo diga en persona.
10:22 AM@QUEEN: Iré, Buchou.
Levantó la mirada del aparato para dirigirla a su primo, quien suspiró con pesadez. Él también había recibido un mensaje de Azazel y otro de Narumi; el de Azazel decía muchas estupideces animadas sobre lo de las HiMEs y su poder, Narumi le pedía específicamente que no dejara ir a Akeno al Hospital Juntendo.
—¿Irás con ellas? —preguntó sin intenciones de detenerla, como le había pedido su roommates.
—Sí —con una mirada gélida volvió dentro del ascensor y sin despedirse se marchó de inmediato. Evidentemente estaba muy molesta.
El pelinegro mensajeo a Narumi:
10:25 AM@IKUSE TOBIO: Akeno va hacia allá… he, te deseo suerte
10:26 AM@NARUMI GEN: NOOOOoOoOoOoO, VIEJO TE PEDÍ QUE NO.
Una pequeña risa escapó de los labios de Tobio y guardó el celular en el bolsillo del pantalón. Iba a extrañar a Akeno, pero más quería ver la reacción de Azazel y Narumi teniendo que lidiar con la personalidad de ella enojada.
Inhalo aire y luego exhaló en un intento de recuperar su temple habitual, en momentos así le hubiera gustado poder contar con Azazel, definitivamente su guía le sería de utilidad… no era un niño ya para depender de él, eso lo sabía mejor que nadie.
Avanzó hasta el laboratorio de Beelzebub y llamó a la puerta sin hacer demasiado ruido, tardó unos minutos en abrir la puerta.
—Hola Ikuse —lo saludó sin mucha energía, traía una bata de médico, guantes, cubrebocas y gorro, una apariencia etérea que contrastaba enormemente con las ojeras profusas de los ojos del Beelzebub—. ¿A qué vienes? No recuerdo haber programado nada contigo…
La melodía “Air on the G String” de Sebastián Bach inundó rápidamente los oídos del pelinegro, era tan calmo que parecía una orquesta infernal… no se fiaba de Beelzebub, más si estaba involucrado con Qian Jin y Roxana Agriche.
—No, definitivamente no teníamos ninguna cita —balbuceó sin saber como proseguir—. ¿Estás involucrado con Qian Jin?
Beelzebub abrió más la puerta, mientras de fondo la melodía clásica cambiaba a una de Ludwig van Beethoven, Piano Sonata No. 14, Moonlight Sonata: Adagio Sostenuto, lo reconoció de inmediato,
—Pasa —una sonrisa escueta se formó en el sombrío rostro, supo de inmediato que Tobio sabía el nombre de la canción—. Eres el primero que reconoce la buena música.
—Mi mentor me enseñó, lamentablemente también quiso que supiera sobre el arte de conquistar damas —volvió a reírse algo sonrojado al explicar que no era tan increíble como Beelzebub lo hacía ver.
—Lo pude ver por tu actuación con la hija de Baraqiel la otra noche —el hombre camino hacia el libro de Dante Alighieri—. Ustedes dos serán un buen espectáculo para ver a futuro.
Tobio carraspeó de inmediato, intentando cambiar de tema; ponerse rojo no era algo a lo que estuviera acostumbrado y en cualquier momento eso sucedería.
—Mejor dime de qué sucede entre tú y Qian Jin.
—Ese tema deberías hablarlo con tu mentor —volvió a caminar hacia una mesa de operaciones, estaba en medio de una disección a algo que no era humano—, está mas interiorizado que yo en todo eso.
—¿Serás un problema en el futuro? —preguntó Tobio examinando lo que estaba sobre el frío metal.
La música hizo una última transición a otra de Ludwig van Beethoven: Symphony No 7 In A Major - 2nd Movement – Allegretto.
—Eso depende de ustedes —respondió alzando ligeramente los hombros.
—Lo esperaba… —volvió a reírse con cierta despreocupación—. Fuiste honesto, gracias. ¿Y Roxy?
—Seguramente, está ansiosa por ser reconocida por su querido padre —suspiró y viró la mirada a la mesa—. ¿Sabes quién es Xu Fu Rien? Ella me dio este pequeño amigo…
Al acercarse Tobio, aquella cosa tomó forma como de una masa verdosa y repulsiva. Tobio retrocedió un paso con la cordura agrietándose bajo la presión de lo que veía. Tentáculos carnosos se extendían desde su núcleo, retorciéndose como gusanos ciegos en busca de presa.
Beelzebub tranquilamente se acercó a la mesa de operaciones. Sus manos se posaron sobre una bandeja repleta de instrumentos quirúrgicos. Con una delicadeza macabra, seleccionó un bisturí de hoja curva, su filo reluciendo cortó en dos el núcleo de aquella cosa que siguió moviéndose aún después de ser cortada por la mitad, largando un líquido espeso y verdoso por la mesa.
—Que mierda —susurró el pelinegro con los ojos abiertos.
—Es un bulbo o algo así. La profesora Xu Fu Rien lo describió como un avance tecnológico… —dejó el instrumento filoso y empezó a anotar algunas cosas en una libreta que sacó de la bata.
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Caminó con prisa por el largo pasillo del hospital, no le importaba nada más que su preciada amiga y el insultar hasta el hartazgo a esos tres imbéciles que habían metido en tantos problemas a una niña que apenas pasaba el metro cuarenta de estatura.
—¡¡¡TÚUUUUU!!! —gritó con exasperación al ver al bicolor sentado en una de las sillas de espera frente a la habitación de Koneko. De inmediato fue hacia él y le arrancó de manos la Tablet que traía.
—OYE LOCA —de un salto se incorporó e intentó tomar el aparato—. ¡Agh, Himejima!
—¿¡LOCA!? —espetó llena de ira. Una discusión iba a iniciar, hasta que Rias pidió silencio llevando el dedo índice a los labios.
—Koneko está durmiendo —susurró la pelirroja y después se aproximó a Akeno para pedirle el objeto que tomó al chico—. Por favor —extendió la palama de la mano para que se lo diera.
—Está bien, Buchou —a regañadientes y con el entrecejo cruzado le dio la Tablet.
—Akeno senpai —del cuarto salió Xenovia, con un bostezo profundo que sacudió su cuerpo, y sus ojos se entrecerraron por un momento antes de volver a abrirse, llenos de somnolencia.
Las orbes violáceas de la pelinegro apuntaron con sorpresa a la joven de cabellos cortos que traía una pequeña venda en ambas muñecas y una curita en la mejilla, rápidamente miró a Rias con odio… ¿había metido en este lío a Xenovia? Ambas chicas eran sus kouhais
—Tranquila senpai, estoy bien —con una pequeña sonrisa se rascó la nariz—. No esperaba ver a una chica tan tranquila como Himejima enojada —rio un poco antes de que la presencia de la albina se hiciera presente al lado de ella.
—Akeno senpai… —la miró con el mismo rostro somnoliento que Xenovia, ella traía un cuello ortopédico y algunos vendajes en sus piernas y brazos—. No.
El semblante serio de la pequeña enfatizó la negativa, sabía perfectamente lo que estaba pensando Akeno.
Narumi se acercó con la Tablet en manos y le mostró la pelea de Koneko con la marioneta, el poder que obtuvo y el daño que recibió. Era una locura…