82.2.
Por otro lado, el grupo de niños estaba hacia las afueras del escenario para no acercarse a las zonas más densas del público.
“Oh, parece que están por comenzar en cualquier momento,” observó Maeda, animado. “Ya están haciendo algunas pruebas de sonido.”
“Sí, en cualquier momento,” dijo Elise, dando saltitos. “No sé qué esperar, pero va a ser muy genial, estoy segura.”
“Sí, pero estamos muy lejos…” Luso se puso de cuclillas, aunque por un grupo de chicos altos no muy lejos no llegaba a ver bien el escenario. “Qué bueno sería estar más cerca.”
“Ya lo decidimos, Luso-san,” Hirano dio un suspiro. “Aún si nos abrimos entre la gente, en estos conciertos siempre existe el riesgo de agresiones y empujones, y nosotros seríamos vulnerables.”
“Sí, pero pensé que en Japón la gente era más decente que en los Estados Unidos…”
“Hehe, no sabría decir a qué te refieres, Luso-san, pero el riesgo está ahí,” dijo Maeda, sonriendo incómodo. “También, por más cerca que estemos, la densidad de personas hará más difícil de que veamos el escenario.”
“Oh, es un buen punto,” Nio asintió.
“Ah, verdad, no lo había pensado,” Luso se sorprendió.
“Está bien, siento que igual disfrutaremos del show,” le aseguró Elise, sonriente.
“Hm, aunque por la hora en que quedamos con los mayores, creo que no nos alcanzará ir a la feria,” Nio se puso a calcular. “¿Qué deberíamos priorizar?”
“No tenemos que quedarnos aquí todo el rato,” opinó Hirano.
“Es verdad, de todos modos venimos por curiosidad,” Luso sonrió ampliamente. “Sé que podemos aprovechar el tiempo, descuiden.”
“Más bien, antes de que comience, podríamos ir a comprar algo de comer o tomar,” sugirió Maeda. “¿Alguien desearía algo?”
“Yo creo que estoy bien…” Elise alzó sus ojos, meditativa. “Esa gaseosa me llenó.”
“También estoy satisfecho,” dijo Luso.
“Yo también,” Hirano asintió.
“Hm, ahora que lo dices…” Nio dio un suspiro. “Sabía que comprarme las palomitas de maíz grandes fue demasiado. Ahora tengo mucha sed…”
“No hay problema, puedo ir a comprarte algo, Nio-san,” se ofreció Maeda.
“No, no, yo voy, ustedes quédense aquí,” dijo la pelimarrón, negando. “Es mi pedido y no puedo permitir que me traten como una damita…” se frustró. “…por más que mi onee-chan insista en que soy una…”
“Haha, estoy de acuerdo contigo, Nio, pero tranquila,” Elise levantó un pulgar. “Al menos Leo no me consiente de ese modo. Me gustaría, pero quiero valerme por mí misma también.”
“Ojalá mi onee-chan pudiera ser un poco así…”
“Bueno, menos mal estamos al costado de la entrada,” observó Luso.
“Sí, no me perderé,” Nio asintió y sonrió. “Vi unas máquinas cerca de la puerta. Iré por una botella de agua. Ahora vuelvo~”
Poco después de que la pequeña Altugle saliera del estadio, Namazuo llegó junto con Naoto y Yoshiko, y a su vez cargando a un Ritsu que había tomado el gorro de Naoto prestado y usaba gafas y una mascarilla para pasar de incógnito.
“¡Ya, llegamos a tiempo! ¡Todavía no empieza!” exclamó Namazuo con sumas energías.
“¡Ihh, la próxima no corras tan rápido!” le recriminó Yoshiko, quien se cayó de rodillas al piso para recuperar aliento. “Y tú estás cargando a una persona en tu espalda. ¿Cómo puedes correr con tanto peso encima?”
“¡Soy de una familia de guerreros!” respondió radiantemente y con mucha dicha. “Hehe esto no es nada, aparte que suelo andar cargando a Ritsu-chan por Rizembool cuando le da mucho sueño, como ahora mismo.”
“Sí… buen chico, Nama-kun…” musitó el idol, quien tenía una cabeza recostada sobre el hombro de su amigo y los ojos cerrados. “…el live me ha dejado extenuado… no podré caminar por un buen rato…”
“Te dije que sería mejor que descanses en tu camerino, Ritsu,” observó Naoto, frustrada y un tanto preocupada. “Podrías agotarte demasiado. Hace mucho calor.”
“Hay brisa, Nao-chan…”
“Aun así.”
“Nama-kun quiso invitarnos a este festival desde hace días y quería honorarlo… también quiero pasar más tiempo con ustedes,” explicó somnoliento. “Por eso no puedo andar durmiéndome a cada rato. La vida se me escapará.”
“…” ella desvió su mirada. “Bueno, comprendo lo que dices…”
“Ohh, ¿en verdad?” preguntó Yoshiko, ilusionada.
“Ah…” Ritsu se le dirigió. “Hablaba sobre Nama-kun y Nao-chan. A ti apenas te comienzo a dar derechos, kouhai.”
“Uhh…” ella frunció el ceño, inconforme.
“Haha, no te lo tomes a mal, Yoshiko-chan. Ya te corresponderá,” le animó Namazuo.
“Ya, está bien…” dio un suspiro, cuando notó algo. “¡Y es Yohane! ¡Ese es mi nombre!”
“S-sí, verdad, perdón,” sonrió incómodo. Entonces, le llamó la atención que Naoto sacara un mini-kit lleno de llaves y desarmadores enanos. “¿Nao-chan? ¿Qué haces con eso?”
“Nada importante,” dijo la chica, quien se quitó el brazalete y empezó a buscar algún lugar por dónde desmantelarlo.
“¿C-cómo que nada?” se rió un poco. “Haha, ¿piensas desarmar estos cool brazaletes que nos dieron a la entrada? Pero si se iluminan con la música. Ya los viste en el live de Ritsu.”
“…” por su parte, Naoto estaba ensimismada en plena labor.
“¿Nao-chan?” se confundió.
“Tengo un presentimiento… es como si estos brazaletes fueran distintos. Sólo deseo satisfacer mi curiosidad, nada más.”
“Eh, pues…” Yoshiko miró el suyo. “Sí son más avanzados y presentables que brazaletes normales de otros eventos, pero no veo por qué serían tan distintos. Más bien espero que no te metas en problemas por deshacerlos…”
“Piensa en las patentes, Nao-chan…” observó Ritsu entre sueños.
“¿Crees que quiero robar secretos de mercado?” la chica alzó una ceja y sonrió con ironía. Sabía que no podía hacerles ver sus sospechas en pocas palabras. “Olvídenlo. No tienen que prestarme atención. De por sí, veo que la forma en la cual han armado este brazalete no es convencional. Han usado llaves distintas. Hmm, tendré que improvisar algo.”
“¡Ah, ya va a comenzar!” exclamó Yoshiko.
Todos vieron que algunos músicos del acompañamiento empezaron a hacer aparición para tomar sus posiciones. La estrella debía estar entrando en cualquier momento.
“Nama-kun…” Ritsu habló en voz baja, por lo cual sólo su amigo le oyó.
“¿Necesitas algo, Ritsu-chan?”
“En el camerino me dijiste que quien te avisó de este festival fue Gocchan, porque él es muy fan de este músico. ¿Por qué no está aquí?”
“Eh, sí, ya te puedes imaginar. Tenía compromisos por los negocios de la familia,” Namazuo sonrió apenado. “Ichi-nii tenía que aparecerse por otro lado y pues, yo no sabría cómo tomar su lugar. A veces quisiera serle de apoyo, pero sé que sería un desastre.”
“Ya veo…”
“Sí…”
“¿De casualidad Gocchan nunca quiso ser un músico?”
“¿Eh? ¿Perdón?” Namazuo se confundió y pasó a reírse. “Haha, sería increíble. Pues, no puedo decirlo con certeza, pero creo que no.”
“Hm, me dio la impresión…” Ritsu se puso a pensar. “Pero olvídalo. Es cierto que tu hermanito tiene muchas cosas que hacer.”
“Un músico…” nunca lo había considerado.
…
Observó a sus ayudantes del día instalarse en sus posiciones y ajustar sus instrumentos. Sería pronto su momento de entrar, algo a lo cual ya estaba más que acostumbrado. Sin embargo, por algún motivo, tal vez por su cumpleaños, pudo sentir una efímera soledad.
Conocido como un lobo solitario, Ranmaru Kurosaki era un joven rockero con una impresionante carrera por detrás y poseedor de un talento inigualable en el rock, el género por el cual vivía, aunque en cuestiones de música podía ajustarse a cualquier plan y colaboración. Músicos jóvenes y mayores por doquier le reconocían y rendían respeto y era una figura a seguir por muchos aspirantes. Su imagen fuerte y autosuficiente era única, con muchos queriendo llegar a esa fama de solista que era muy difícil de alcanzar.
Sin embargo, Ranmaru no había nacido como ese lobo solitario que todos conocían. El mundo y sus complicados humanos fueron quienes le empujaron hacia la solitud, pero ni ello le impidió desarrollarse. Más bien, era una persona fuerte e inquebrantable por las dificultades que tuvo que sortear, y empezaba a gustar de su imperio donde él decidía sus acciones. Depender de los demás siempre le había causado interminables líos.
Entonces, oyó un cántico del público, uno que sobrepasaba gustos musicales y culturas. Sus fans se encontraban entonando una canción por su cumpleaños.
Ello le hizo soltar una corta risa. A fin de cuentas, sólo importaba que siguiera con su género, y poder ver a sus fans disfrutarlo tanto como él mismo lo hacía. Sonrió desafiantemente, apretó su bajo, y salió al escenario.
Las personas exclamaron con más dicha al finalmente ver al famoso músico frente a ellos, quien les saludó rejuvenecido en señal de agradecimiento con un puño y el índice y meñique alzados: el gesto inmortal del rock.
Así, la música comenzó sin preámbulos de por medio. Ese escenario se encendió a la vida entre los instrumentos, la potente voz del intérprete y los llamativos juegos de luz. Todos comprendieron una vez más que estaban frente a una leyenda.
…
“Ahh… ¿ya comenzaron?” se preguntó Nio, inquieta. Las máquinas estuvieron más lejos de la entrada de lo que recordaba y le tocó hacer una cola considerable de varias personas que justamente tuvieron su misma idea de comprar algo antes del show. Por el inicio de la canción, varios se apuraron y algunos desistieron en comprar para correr y no perderse de más. Nio estaba decidida a quedarse, aparte que sólo necesitaba esperar a una persona para que fuera su turno.
Esta se marchó y Nio sacó su pequeña alcancía de su bolsillo, pero su apuro le hizo soltarlo, y este tuvo la mala suerte de caerse a través de una canaleta rejada en el piso, donde sus manos no cabían para alcanzarla.
“¡Ah no!” se horrorizó y sólo le quedó hacer el esfuerzo para intentar agarrar la cuerda con sus dedos, sin fruto. Pasó a sentir a alguien detrás de ella y se inquietó. “¡Ehh, disculpe, p-puede usar la máquina, siento estar en su camino!”
“¿Necesitas ayuda?” era la voz pausada de un chico alrededor de su edad. Nio se giró y no evitó impresionarse un poco. Era un joven pelinegro de ojos grises que vestía completamente de negro, incluso con una capa del mismo color. Su semblante era tranquilo, aunque siniestro, y emanaba seriedad y misterio. Lo que confundió a la pelimarrón fue que este enseñó una ligera sorpresa al observarle, pero rápidamente regresó a su inmutabilidad.
“Eh…”
“Permíteme,” este se arrodilló a su costado y curiosamente sacó un alambre de su manga. Este terminaba en un gancho, con el cual no tuvo problemas jalando el bolsito de su cuerda, y lo recuperó sin inconvenientes. “Aquí tienes.”
“¡Ah, muchas gracias!” Nio lo recibió y se alegró un montón. Ella se levantó e hizo una reverencia. “Gracias, en serio, no sabía qué hacer. Me hubiera tardado la vida en sacarlo de ahí.”
“…” negó. “No es nada…”
“E-espera,” la chica se alertó que este había pretendido irse cuanto antes. “Pues, mi nombre es Nio Altugle. Mucho gusto.”
“Soy Megumi Hanajima,” le correspondió, seriamente.
“Si no tienes a nadie con quien compartir, puedes venir conmigo. Estoy aquí con unos amigos,” le ofreció, sonriente.
“Estoy bien, gracias…”
“O si no, podría comprarte algo para tomar. Hace mucho calor aquí.”
“En serio, no es necesario,” contestó frustrado y un tanto agobiado por la disposición de la otra, levantando ambas palmas.
“Sí, comprendo,” Nio sonrió incómoda al percibir que lo estaba presionando.
“Adelante, ibas a realizar una compra, ¿no es así?”
“Cierto, mis amigos ya estarán preocupados,” Nio regresó su atención a la máquina, y aquello fue suficiente para que el otro se marchara, al no tener más que decirle.
Sólo un rato después, Megumi se volteó, para ver a esa chica correr de regreso al stage principal. Era el inicio. Su percepción le indicaba que ya era inevitable…
…
Por otro lado del festival, en edificios corporativos, varias personas se encontraban corriendo de un lado a otro mientras armaban habitaciones de monitoreo y alistaban cuartos con camillas y todo tipo de instrumentación médica de primeros auxilios. Izumi estaba en plena labor de supervisar a un equipo de técnicos a dejar unos instrumentos armados.
“Tch, no me digan que ustedes fueron educados en Rizembool si necesitaron mi ayuda,” se quejó el peligris, con hastío. “Bueno, ya está. Revisen el protocolo una vez más para que sepan lo que les corresponde hacer.”
“Eh, sí, muchas gracias nuevamente,” uno de ellos asintió respetuosamente.
“Sí, sí, ya, ya…” se dio media vuelta y caminó hacia otro lugar.
Tuvo una mejor suerte de que los otros grupos de técnicos y científicos ya tenían todo listo. En ese aspecto, su trabajo había terminado. Sólo le concernía asegurarse de la apropiada instalación del equipo de Rizembool para lo que estaba por venir debido a sus conocimientos y especialización en la tecnología médica. Fuera de ello, detestaba el simple hecho de tener algo que ver con el verdadero ‘propósito’ de dicho festival.
Vio de reojo a otro grupo de científicos y observándoles se encontraba Ai Mikaze, aquel ‘idol’ que recientemente había aclamado gran reconocimiento por su habilidad de compositor. Seguramente este se encontraba presente a manera de aprender más sobre su realidad, ya que estaba mayormente desligado al lado turbio de Rizembool. No que le importara mucho, realmente. Era difícil sentir verdadera empatía hacia él.
Al acudir a una pequeña sala de estar para despejar sus ideas, se encontró con Yagen Toushirou, quien distraídamente revisaba un reporte en ese espacio. Al verle, Izumi pretendió darse media vuelta, pero este le llamó.
“Oh, Sena-san, un momento, por favor.”
“¿Qué quieres?” le preguntó de mala gana. “No tengo que reportarme directamente contigo, pero he terminado lo que tenía que hacer. Todo está en orden.”
“Es bueno oírlo. Entonces puedes marcharte. No tienes que quedarte aquí,” observó el doctor, sonriendo profesionalmente.
“¿No debía escribir un reporte o algo así?”
“Juzgo que no. Sé que dices la verdad y que has sido responsable con tu trabajo,” comentó con cierta indiferencia.
“Bueno, si dices que me puedo ir, entonces no me haré de rogar.”
“Antes que lo hagas,” Yagen se puso a pensar. “Ahora que lo pienso, hay algo que podrías hacer por mí.”
“Ahh, ¿piensas que soy uno de tus subordinados o algo?”
“Se ha tomado medidas para asegurarse que ciertas personas de interés sean resguardadas, en especial los músicos que vinieron a presentarse hoy. He recibido el informe que los encargados en invitar a Ritsu Sakuma a retirarse y descansar fuera del recinto fallaron en encontrarlo en su camerino, y en el presente no sabemos dónde está.”
“¿Qué dices?” Izumi se quedó frío. “Eso es imposible. Kuma-kun no hubiera sido capaz de moverse fuera de su camerino después de su show. No tendría las energías. Fácilmente colapsaría por cualquier cosa.”
“Sospecho que Namazuo es parcialmente responsable por esto,” observó el doctor, frustrado. “Me harías un favor si ubicas a tu amigo. Ellos deberían marcharse antes de que el siguiente paso de esta investigación dé inicio.”
“Tsk…” Izumi se amargó. Sí, le estaba en cierta forma usando, pero no podía dejar a Ritsu desatendido. “Veré qué hacer, pero qué fastidio…”
El peligris se marchó y Yagen se mantuvo pensativo. Los planes del presente evento habían sido desarrollados con bastante tiempo de anticipación, pero fue recién hace un par de días que se enteró que algunos de sus hermanos estarían presentes. Ante ello, se aseguró de que Namazuo fuera a marcharse junto con sus hermanitos antes de una hora dada bajo insistencias de Honebami. Normalmente confiaría en que sus hermanos serían cumplidos ante cualquier pedido, pero hablaba sobre su distraído y ocasionalmente irresponsable hermano mayor. Honebami tampoco estaba presente como para ayudarle a rastrearlo. Este estaría llegando al inicio del verdadero evento, al estar ocupado en otra labor…
Estaba decidido a velar por sus hermanos, pero lamentablemente tenía también un rol que cumplir en Rizembool y una anonimidad que proteger en el presente. De todos modos, sabía que todo seguía bajo control. Sólo esperaba que los dos menores no fueran a verse impactados por lo que podrían presenciar…
…
Leo y Monoyoshi estaban en plena sesión de práctica, la cual había durado bastante tiempo. Los dos se encontraban cansados, pero era evidente que pese al esfuerzo, sus ánimos habían incrementado considerablemente.
“…” Leo estaba de pie, jadeando un poco, y mirando a su espada de práctica en una mano. Se sentía ligero. Esa sensación de practicar y dar lo mejor de sí le resultaba nostálgico.
“Eres bueno, Leo-san,” comentó Monoyoshi, sonriendo ampliamente y secándose el sudor de su frente. Su amena y servicial sonrisa se encontraba contagiada de una ligera competitividad. “Lo sabía, eres de esas personas que son buenas en todo.”
“Debo admitir que eres mejor de lo que pensé, Monoyoshi,” reconoció, aunque pasó a encogerse de hombros y caminar hacia el costado del ambiente. “Pero ha sido suficiente. Elise estará saliendo del festival y debo estar listo para recibirla.”
“Eh, claro, tiene sentido,” Monoyoshi miró al reloj en la pared. “Vaya, la hora ha pasado volando,” dicho esto, hizo una reverencia. “¡Muchas gracias por el entrenamiento! Ha sido muy divertido y enriquecedor.”
“Pues…” Leo alcanzó su maletín y tomó un sorbo de agua. “Estaría mal de mí no reconocerlo.”
“¿Qué cosa?” preguntó el pelirrosa, también yendo por sus pertenencias.
“Hace mucho que no practicaba así con nadie, al menos no con alguien que pudiera darme un desafío,” miró a su maletín abierto, inmerso en pensamientos. “Había olvidado lo mucho que solía gustarme, y cuánto me despejaba,” cerró sus ojos brevemente. “Aun si las cosas han cambiado mucho desde entonces, no debería dejar pasatiempos como este perderse. Tendría que mantenerlo con vida, como prometí que lo haría…”
“…” Monoyoshi le miró con curiosidad y leve preocupación. Su tono de voz, sus palabras… ambos reflejaban la superficie de un enorme témpano que recién se dejaba mostrar. Vio al otro mirarle, y por primera vez, no era una mirada impaciente o indistinta.
“Muchas gracias, Monoyoshi,” le dijo, con una corta y certera sonrisa. “Siento que encontré algo que había perdido.”
“Ah, no es nada, me alegro de haber sido de ayuda,” le contestó radiante de alegría. “Es más, podríamos repetir esta práctica en otro momento. A mí también me vendría muy bien.”
“Sí, podría ser,” luego de su agradecimiento, regresó a su leve indiferencia, y tomó asiento en su banca para sacar una toalla y comenzar a secarse el rostro. “Pero tendrás que mejorar. Noto que tienes algunas falencias.”
“Podría decir algo similar de ti, Leo-san, pero sí creo que eres más fuerte que yo,” Monoyoshi sonrió incómodo. “O más bien, podría avisarle a alguno de mis amigos. Ellos son más hábiles. Uno en particular me entrena de vez en cuando,” llevó su índice al mentón y se puso a pensar. “A decir verdad, creo que me recuerda un poco a ti. Fudou-kun tiene algunas similitudes contigo.”
“¿A qué te refieres?” Leo se extrañó y frunció el ceño. Veía que el otro ya estaba tomando confianza. No que fuera algo nuevo.
“Hehe, tienen un aura semejante, creo que me costaría explicarlo bien, pero… es como si ambos dieran lo mejor de sí mismos, a su manera,” comentó con una amplia sonrisa. “Aun así, siguen siendo muy distintos.”
“Sí, como digas…”
“¿Y cómo así aprendiste a pelear con espadas, Leo-san?”
“Pues…” el rubio pareció inquietarse mínimamente por esa pregunta tan directa, pero se resignó y se animó a decirle. “Mi hermano mayor me enseñó desde mi infancia. Siempre ha sido algo que solíamos hacer los dos.”
“¡Ah, no sabía que tenías un hermano mayor!” Monoyoshi se sorprendió gratamente y juntó sus palmas. “Ehehe, por la presencia que tienes, debe tratarse de una persona muy profesional e intachable. Ya quisiera conocerle.”
“Sí, pues…” Leo miraba hacia el frente, y sonrió con tristeza. “Lo fue, tal y como dices.”
“Eh…” se quedó en blanco. No había necesidad de preguntar…
“Puedo sentir tu mirada, Monoyoshi,” frunció el ceño y le miró de reojo. “No esperes que hable al respecto.”
“No, no espero que lo hagas, perdón,” dijo el pelirrosa, bajando su mirada. “Lamento haberlo mencionado. Espero no haberte incomodado. Eso es todo…”
“No, descuida,” Leo negó y se puso de pie. Mantuvo su mirada en alto hacia los ventanales superiores del gimnasio que ocupaban. “Ha sido hace mucho tiempo. Por más que a veces quiera negar que mi hermano ya no está entre nosotros, es la verdad, pero ya no me afecta como antes. Ello no quiere decir que él ya no exista,” llevó un puño a su pecho. “Sus hazañas, sus vivencias, su propia imagen e identidad, todo ello queda impreso en mis hermanas y en mí, y en todos quienes lo conocieron. Por eso, lo tengo presente,” sonrió un poco. “Él sigue conmigo en una manera especial. Es mi inspiración. Puedo sentir cómo me alienta todos los días.”
“…” Monoyoshi se sorprendió ante ese mensaje y por inercia llevó sus manos a su pecho. Pudo sentir las palabras resonar, un sentimiento que él mismo no había vivido en su vida, pero ello no le impedía sentir admiración por esa esperanzadora resolución ante lo inevitable. “Eres una persona muy íntegra, muy fuerte…”
“¿Hm?” Leo le miró. El otro había pasado a sonreír con tranquilidad y los ojos cerrados.
“Yo me considero como una persona muy afortunada. Por más que intente ayudar a los demás, pienso que me hace falta fuerza y decisión. No sabría cómo seguir adelante si tuviera que encontrarme con una tragedia,” abrió sus ojos y se enfocó en el piso. “Creo que me paralizaría. Pero, oír lo que dices, me inspira. Eres una persona fuerte, Leo-san, pero más que eso, pienso que eres alguien que puede fortalecer a los demás.”
“¿Eh?” se extrañó.
“Creo que tienes un gran camino por delante. Veo mucho de valor en ti, no sólo en lo académico,” asintió. “Siento que te convertirás en una gran persona.”
“¿Q-qué dices?”
“Sí, será por eso que siento que eres tan semejante a mi amigo. Ambos pueden ser así, porque tienen mucho por dentro, y porque les importan varias cosas más que a la mayoría.”
“No digas tonterías…” empezó a frustrarse. “Eso no es verdad. Pregúntale a Elise. Te dirá que soy un descuidado.”
“Lo siento…” sonrió incómodo. “Es lo que pienso, aunque tal vez no debería ser tan honesto al respecto.”
“Ya comprendo que eres así,” rodó los ojos. Comenzaba a entender que ese chico era realmente una buena persona, fuera de su manera levemente pesada de ser. No podía decir que le caía del todo mal. “En fin, iré a cambiarme. No quiero que se me haga tarde.”
“Buen punto, haré lo mismo.”
El término del concierto de Ranmaru Kurosaki marcó el final de las presentaciones en vivo. Debido a ello, varios de los asistentes procedieron a retirarse, aunque por las actividades, los restaurantes y la feria de juegos, seguía habiendo bastante gente presente. Roxas y los demás chicos fueron a degustar takoyakis en un puesto entre varios.
“¡Ahh, quema, quema!” exclamó Urashima. Este empezó a abanicar su boca.
“Toma esto,” Horikawa le extendió una botella de agua, y el Kotetsu de inmediato tomó la mitad del contenido en un par de tragos. “Ten más cuidado. No es la primera vez que lo comes.”
“Uhh, perdón…”
“Está bien, sólo recuérdalo para la próxima,” le sonrió.
“Ah, sí, la primera vez que probé takoyakis terminé con quemaduras de tercer grado en mi boca,” comentó Sora, incómodo.
“Eh, yo también, siendo sinceros,” Kytes sonrió con torpeza.
“Heh, es inevitable,” Tomaj se encogió de hombros. “Los animes los hacen ver como bizcochos redondos y con relleno. Nunca imaginas que en verdad son masa líquida y ardiente por dentro.”
“Hm, nunca lo pensé. He crecido aquí, así que creo que es conocimiento general que hay que tener cuidado,” dijo Roxas.
“Igual yo, a decir verdad,” Riku se encogió de hombros. “También puede que dependa de cada quien. Sí imagino a Sora intentando tragárselo de una sola.”
“Oh definitivamente, haha,” Tomaj rió un poco.
“¡No seas malo, Riku!” reclamó el susodicho.
“Oh, pero creo que Cho-neechan gustaría de comerlos,” dijo Urashima, ya más tranquilo. “¿No deberíamos comprarle algunos?”
“Sería bueno llamar a las chicas. Si se enfrían, no serán tan ricos,” sugirió Horikawa. “Veré si puedo contactar a Kashuu-san… ¿eh?”
“¿Sucede algo?” preguntó Roxas.
“Es un mensaje del señor Kotetsu. Nos convoca a Urashima y a mí de regreso a la casa,” observó Horikawa, confundido. “Dice que es urgente, qué extraño…”
“Sí, papá no es de emergencias. ¡Ahh, sólo espero que todos en la familia estén bien!”
“Deben estarlo. Si fuera algo de ese tipo, él más bien te contactaría personalmente, Urashima,” le aseguró su amigo. “Hmm, me resulta raro, pero si nos lo pide, debemos hacerle caso.”
“Sí, no se preocupen, yo le aviso a Cho,” Roxas asintió. “Ustedes vayan con cuidado.”
“¡Muchas gracias a todos! ¡Ojalá la próxima vez podamos pasar más tiempo juntos!” se despidió el Kotetsu menor, juntando sus palmas. “¡Sigan degustando de los takoyakis!”
Las despedidas fueron rápidas y Sora pasó a recoger otro takoyaki con un palito de dientes.
“Este se ve apetitoso…” comentó.
“Eh, ten cuidado, Sora,” le pidió Kytes.
“Vamos, no te les unas a los dos. Ya no soy tan descuidado,” le reclamó.
“Lo digo porque no hemos abierto ese para que se ventile,” sonrió incómodo. “Pues, la advertencia no está de más.”
“Bueno, es cierto…” sin embargo, sus planes se cancelaron al recibir una llamada. Revisó y alzó una ceja. “¿Eh? ¿Qué hace mi mamá llamándome a estas horas?”
“Sí, qué raro…” Kytes se preocupó un poco.
“Sora, no te atrevas a colgarle,” dijo Riku.
“¿Eh? ¿Por qué me cuestionas?” este se extrañó.
“Haha, en tu rostro se veía toda la intenciones de hacerlo,” Tomaj rió un poco. “Contéstale o luego tendrás que aguantarle sus reclamos.”
“Ya, lo sé,” dio un suspiro y contestó. “¿Aló mamá?”
“¡Hijo, menos mal me contestas!” exclamó Julie, radiante de alegría.
“Sé que es inesperado, pero es importante.”“Okay…” se quedó a la expectativa.
“Ay, ten mejor disposición. Me animé a irte a visitar de nuevo y estoy en el aeropuerto de Narita. Ven a recogerme.”“¡¿QUÉ COSA?!” gritó en completo shock, el cual fue compartido por todos en la mesa.
“¡¿E-en serio?!” Kytes palideció.
“¡Oh, escucho a Kytes! ¡Dile que ya no puedo esperar a darle un fuerte abrazo!”“I-increíble…” Riku estaba sin palabras, y vio a Tomaj, quien se encontraba un tanto contento. “¿Acaso no has escuchado?”
“Haha, claro que sí, pero Julie es tan divertida que ya muy poco me sorprende de ella,” comentó el exRebel, entretenido.
“¡Esto no es gracioso, Tomaj!” exclamó Sora.
“Ay, ya apúrate, que me aburriré esperándoles,” insistió la madre.
“Y lleva a tu primito que quiero oír qué tal se anda adaptando a su nuevo ambiente. ¡Los espero~!”Cortó la llamada y hubo un corto silencio sepulcral.
“¡Hay que irnos!” Kytes se levantó como resorte.
“Sí, esto es increíble,” Riku negó repetidamente. “Alguien llame a Luso.”
“Ando en eso,” Tomaj buscaba su número de contacto. “Le diré que nos encuentre en la entrada principal. Seguro se apurará cuando se entere que su tía viene, haha.”
“Maldición, no puede andar haciéndome esto a cada rato…” dijo Sora, desposeído. Este pasó a mirar a Roxas. “Ah, y perdón por irme así. Realmente hubiera querido ver a Cho y las demás. Dale saludos de mi parte, ¿de acuerdo?”
“Eh, sí, ustedes vayan a lidiar con esto, y tranquilos, por favor,” le dijo tratando de calmarles.
Así, ellos cuatro partieron a toda carrera, dejando a Roxas solo en una mesa con dos bandejas de takoyaki a medio acabar. Este dio un suspiro. Le gustaba el aperitivo, pero dudaba tener el estómago para comerlo todo. Mejor informaba a Cho sobre los últimos acontecimientos, a ver si podía ir a encontrarse con su grupo.
Mientras tanto, las chicas se encontraban saliendo de una rueda de la fortuna. Cada una de ellas llevaba un algodón de azúcar, una gaseosa o una manzana acaramelada.
“¿A dónde nos subimos ahora?” preguntó Osaka, emocionada.
“Oh, creo que el carrusel anda menos lleno,” observó Tomo. “Ahora no nos tomaría mucho y fácil lo ocupamos entre sólo nosotros. ¿No se animan?”
“Haha, suena muy lindo, Tomo,” Hotaru asintió gustosamente.
“Ah, no sé, chicas, tal vez deba irme. Mi Nio tiene que estudiar,” dijo Ayesha, quien sacó su celular. “Oh, me contestó… hm, pero dice que está acompañando a que vengan a buscar a sus amigos, y no quiere venir hasta despedirse de ellos. Ay, ¿por qué me da tantos problemas?”
“Pienso que es muy lindo de su parte acompañarles,” opinó Cho, animada. “Nio es una pequeña muy simpática.”
“En verdad que sí, no te lo deberías tomar a mal,” dijo Kashuu a la hermana mayor.
“Lo sé y es propio de damitas entretener a sus respectivos amigos y mostrarse amenamente hacia ellos, pero al menos quisiera que me dijera dónde está…” llevó una mano a sus labios, al borde de morderse las uñas.
“Uhh, párala con eso de damita, por favor,” Tomo frunció el ceño.
“Haha, ya, Tomo, no te fastidies,” Marisa rió un poco. “Es evidente que Nio no quiere que hagas algún papel frente a sus amigos. Se nota que está en su fase rebelde. Lo puedo comprender.”
“¡P-pero…!” ello hizo que Ayesha se quedara pasmada.
“Creo que no estás ayudando, Marisa,” observó Youmu, alzando una ceja.
“Va a estar bien. Si quieres, podemos irle a buscar,” sugirió Reimu, tranquilamente.
“Podría ser, pero este lugar es inmenso…” Osaka miró de un lado al otro. “Y los pequeños tan pequeñitos… temo terminar perdiéndome o algo…”
“Sólo hay que pensar en los lugares de encuentro más probables,” dijo Hotaru, pensativa.
“Aun así, dudo que sea tan fácil,” dijo Youmu. “¿No sería mejor llamarla por el intercomunicador?”
“Uhh, no, terrible idea,” Tomo negó. “Si ahora anda un poco rebelde, siento que nunca nos lo perdonaría si le hacemos eso.”
“¡Haha, justo pensaba lo mismo!” exclamó Marisa, entretenida.
“Vaya, tenían que ser un par de chicas rebeldes sin remedio,” Reimu se encogió de hombros.
“¡No digas eso!” reclamaron ambas.
“Diría que le esperemos un poco más. Si pasa mucho tiempo, podemos preguntárselo,” dijo Kashuu. “¿Qué les parece?”
“Pienso que es sensato, buena idea,” Cho asintió.
“Heh, ¿verdad?” el arma se alegró y sonrió autosuficiente. “Me alegra que te parezca, aruji.”
“No lo sé…” Ayesha dio un giro rápido para inspeccionar sus alrededores, aunque al hacer eso, terminó chocándose con un transeúnte que no pudo evitarla. El impacto de costado fue fuerte, y la empujó hasta el piso. “¡Ahh!”
“¡Ayesha!” exclamó Osaka y todos le prestaron atención. “¡¿Estás bien?!”
“Y esa persona ni se paró a ver si estabas bien…” Youmu miró a dicho descuidado individuo con los ojos entrecerrados.
“Ihh, c-creo que sí, pero me impactó en la muñeca,” Ayesha hacía una mueca de dolor.
“Déjame ver,” Hotaru le quitó el brazalete del evento y le inspeccionó. “Creo que la pulsera te hizo presión y te ha hecho doler, pero no te has hecho daño. Descuida.”
“Menos mal sólo fue un susto,” Marisa dio un suspiro.
“Creo que andas muy tensa por tu hermanita,” dijo Reimu. “Vamos a tomar algo a una cafetería cercana mientras escuchamos noticias de ella. Eso te hará bien.”
“Sí, a todas nos vendría bien algo de tomar,” dijo Cho, quien pasó a oír su ringtone. “Oh, esperen un momento… Hola Roxas, ¿qué tal…? ¿Eh? ¿Urashima y Horikawa se marcharon? ¿Sora y sus amigos también?”
“¿En serio?” Tomo frunció el ceño.
“Qué pena, hubiera querido verlos hoy…” dijo Osaka, un poco triste.
“Vaya, qué raras coincidencias…” Cho sonrió un poco ante el increíble relato de la llegada de la madre de Sora. Sin duda oirían más al respecto. “Puedes venir a buscarnos. Vamos a buscar una cafetería cerca de la rueda de la fortuna en la feria. Te paso el lugar exacto cuando encontremos una… ya, nos vemos.”
“Raro, que Urashima y Horikawa se fueran,” comentó Kashuu, perplejo. “¿Tu hermano te dijo algo al respecto?”
“Sólo que el señor Kotetsu les pidió que regresaran,” dijo la HiME, igual de confundida. “Sólo espero que no sea nada serio.”
“Ojalá que no. De serlo, tal vez hubieran llamado a Roxas también,” observó Ayesha, pensativa.
“¡Oh, buen punto!” Osaka asintió. “Así puedo estar tranquila.”
“Bueno, vamos a buscar algún punto, chicas,” les recordó Marisa, con energías.
“Maldición, lo sabía…” se lamentó Hirano, torturado, por enésima vez.
Llevaban varios minutos esperando a que Namazuo se apareciera para buscarlos e irse del festival, pero no había noticias del Toushirou mayor. Incluso su celular parecía estar apagado.
“Mis más sinceras disculpas, Elise-san,” dijo Maeda, haciendo una reverencia. “Tal vez no debí minimizar la importancia de encontrarnos puntualmente.”
“No es tu culpa, Maeda. Nunca podemos predecir a nuestro hermano…” dijo el otro.
“Está bien, siendo sinceros, puedo comprender cómo así se distraería en un festival. Creo que yo lo haría también,” Elise rió un poco y miró en dirección a la todavía lejana salida. “Hm, pero me preocupa. Leo seguramente ya estará esperándome. Tal vez me saldría mejor ir hacia la estación del metro. No está tan lejos de aquí.”
“Podría ser peligroso si fueras sola, Elise-san,” dijo Hirano.
“Oh, si no podrías venir conmigo y onee-chan,” sugirió Nio. “Hmm, ¿pero dónde estará mi hermana? Tal vez debí decirle que viniera desde el inicio…”
“Hehe, mejor espero un poco más,” la rubia rió un poco. “Hay que ser pacientes con nuestros mayores y sé que Leo entiende. Al menos tiene a su compañero para distraerlo. Sólo espero que se hayan llevado mejor hoy.”
“Monoyoshi-san es una buena persona, espero que sí,” Hirano asintió. “En verdad no lo conozco mucho, pero sí apoyo a mi hermano con los estudios cuando se enfermó. Oh, y verdad que es amigo de Gotou-niisan. Es curioso que no lo supiéramos.”
“Gotou-niisan nunca ha sido muy abierto con nosotros,” comentó Maeda, sonriendo, cuando entonces algo le llamó la atención entre la multitud de gente. “¿Eh?”
“¿Maeda?” preguntó su hermano.
“Ah, no es nada, descuida, Hirano,” este negó. “¿Me disculpan un momento? Ahora vuelvo.”
“¿A dónde vas?” preguntó Nio, ladeando la cabeza.
“Me pareció ver a alguien conocido, sólo quiero asegurarme.”
“Claro, ve, pero regresa al toque, ¿sí?” preguntó Elise.
“Por supuesto, no me tardo,” Maeda asintió y se marchó rápidamente.
“Qué raro…” Hirano se puso a pensar. “Es como si Maeda no quisiera que le acompañemos.”
“Tal vez se trate de alguien no muy afín a otras personas, es comprensible,” observó Elise. “Pero no te preocupes por tu hermanito. Ya va a regresar.”
“Sí, pero justo ahora es un mal momento. Ojalá no se vaya a cruzar con Namazuo-niisan o algo…” Hirano se frustró más.
“Haha, ya, tranquilo,” Nio le sonrió y le dio unas palmaditas en su hombro. Ella decidió que terminaría por avisarle a su hermana sobre su ubicación y abrió su celular, aunque otra insistencia de la misma en su pantalla le frustró un poco. Entonces, su atención se fue a la parte de arriba del display. ¿Se estaba quedando sin señal?
…
“Nama-kun… estás tarde…” dijo Ritsu, medio dormido y con los ojos cerrados. Todavía estaba siendo cargado por Namazuo.
“En serio, ¿no tenías que marcharte con tus hermanitos?” preguntó Yoshiko, confundida. “Deben andarte buscando.”
“Uhh sí, se me pasó el tiempo, pero tenía que conseguirles algunos premios de feria,” comentó el hermano, quien además de traer a Ritsu en su espalda tenía una bolsa con algunos peluches pequeños y un par de máscaras vistosas. “Seguro Hirano me tratará con reproche, pero sé que cuando vean lo que les conseguí lo dejará ir.”
“No sé… ese hermanito tuyo es disciplinado…” dijo el idol, sin energías.
“Aún sin serlo, podría hasta preocuparse por tu ausencia,” Yoshiko se cruzó de brazos y dio un suspiro. “Y no sé qué hago llamando la atención a uno de mis senpais. Naoto-san es la que debería estar haciéndolo… ¡¿Ehh?!” ella se quedó en shock al ver que Naoto había logrado desmantelar esa pulsera y se encontraba analizando los circuitos y partes internas. “W-wow, ¿cómo has podido hacer eso?”
“No es difícil, tengo un poco de destreza con dispositivos simples,” comentó Naoto, quien no despegaba su atención de su destruida pulsera. “Aunque tampoco poseo tanto conocimiento de esto. Es un diseño muy complicado… quizás demasiado para ser sólo un brazalete con luces…”
“Realmente eres muy capa, Nao-chan,” Ritsu se asomó a ver lo que estaba haciendo.
“Por cierto,” Naoto le miró de reojo. “Tu celular lleva vibrando un largo rato. ¿No piensas contestarlo?”
“Uh, no, tengo sueño…” dijo perezosamente.
“Puede ser algo importante por la insistencia. Te aconsejo que lo hagas.”
“Vaya…” Ritsu se frustró, pero terminó haciéndole caso y sacó su dispositivo. “Hm, Secchan, qué extraño que llame…” lo contestó. “Aló…”
“¡Tremendo pedazo de idiota!” gritó el peligris por al auricular, lo cual hizo que Ritsu cerrara sus ojos con incomodidad y alejara su aparato de su oído. Los demás no necesitaron el speaker para oírle.
“¡Te llevo timbrando una eternidad! ¡¿Dónde estás?!”“¿Qué pregunta es esa? Estoy en festival donde me iba a presentar…”
“¡¿Pero dónde?!” exclamó y apenas se oyó al mismo chasquear la lengua.
“No, ya no importa. ¡Tienen que irse de aquí cuanto antes! ¡Es una emergencia!”“¿Perdón?” preguntó Naoto, sorprendida, e intercambió miradas con los demás.
“Las líneas de comunicación están comenzando a caer. Pronto será el momento d-de…” comenzaron a oír estática y pese a los intentos de Izumi de continuar explicándose, no llegaron a oír más. La llamada se cortó.
“¿Q-qué significa esto?” preguntó Yoshiko, en blanco. “N-no, me da miedo. Siento que algo terrible está por suceder.”
“¿C-cómo qué?” preguntó Namazuo, impresionado. Él empezó a ponerse nervioso.
“No lo sé, pero en marcha,” dijo Naoto, frunciendo el ceño. “Vamos donde tus hermanos.”
“¿Ah?” Ranmaru dio un paso adelante, a manera de espantar a un par de trabajadores, y les miró desde arriba con desdén. “¿Quieren que me vaya?”
“S-señor Kurosaki, ¿n-no le extendieron esa comida que le iban a invitar en un restaurante de cinco estrellas?” preguntó uno, intimidado y parcialmente resguardado con su propio brazo. El legendario rockstar también era reconocido por su legendaria ira.
“P-podemos escoltarlo hasta la salida…” continuó el otro.
“Tch, esfúmense ustedes. Estoy bien en mi camerino,” declaró indistinto. “Puedo comer en cualquier momento, pero disfrutar de mi bajo en momentos de inspiración son pocos. Ahora déjenme solo.”
“Pero señor…”
“¿Y por qué tanto quieren que me esfume?” les preguntó regresando a su actitud agresiva. “Si es algo importante entonces escúpanlo.”
“Ehm…” ambos intercambiaron miradas, sin saber si debían compartirlo, pero dicha señal de debilidad sólo sirvió para impacientar más a la estrella.
“¡Si sólo pierden mi tiempo váyanse de aquí!” les gritó y pasó a golpear un puño en su otra mano. “¡No les daré otra advertencia!”
“¡S-sí!” así, ambos huyeron despavoridos.
“Tch, imbéciles…” les maldijo y regresó a su camerino, para cerrar la puerta.
Por otro lado, en pleno viaje por el metro, Sora y Luso andaban en un completo shock mientras miraban a la pantalla del celular.
“¡Hahaha fue una broma! ¡¿En serio creyeron que había regresado tan pronto?! ¡Qué divertido!” exclamó Julie, quien se partía de risa.
“…”
“…”
“¿U-una broma?” Kytes ladeó su cabeza. Todos sabían lo disparatada que era la señora, pero eso no tenía precedentes.
“Pero nos dio un tremendo susto,” admitió Riku, dando un suspiro.
“Haha, perdonen, es que no pude aguantarme. Tampoco les dejé creerlo por mucho,” la señora miró a su alrededor.
“Este es el mall cerca de la casa. ¿Acaso no lo reconocieron?”“Ehm, tía, estábamos en pleno festival con amigos…” observó Luso, apenado y un tanto contrariado. “¿…estás bien?”
“Ay, qué lisura, mi Lusito,” frunció el ceño.
“Pero sí espero no haberles arruinado nada. Tomaj me dijo que les llame alrededor de esta hora, así que asumo ya habían terminado.”“Un momento…” Sora regresó a la vida y, al igual que los otros tres, miró desconfiadamente a Tomaj, quien sonreía con gusto e impecabilidad. “¡¿Esta broma fue tu idea?!”
“Haha, y Julie hasta lo dijo sin querer, ya veo,” comentó entretenido.
“¿Por qué harías esto?” preguntó Riku, perplejo.
“¡Maldición, Tomaj!” le requintó Sora. “¡Ya es suficiente que tú me molestes! ¡No enlistes a mi mamá para esto! ¡Uno de estos días me va a dar un ataque al corazón!”
“No te me pongas dramático, hijo,” le reclamó, insultada.
“Yo me moriré primero.”“¡Tú no seas la dramática aquí, mamá!” le gritó a la pantalla mientras Kytes sonreía incómodo.
“Ahh, bueno, esta broma me vino bien. Ahora los dejo en paz. No se vayan a dormir tarde~”“Sigue siendo la tarde aquí, tía…” Luso hizo un suspiro y sonrió cansado. “Pero sí, nos agarraste, fue una buena. Buenas noches a ti, y saludos a mi tío y a Tidus.”
“Aw, tú sí eres lindo, Lusito~” le mandó un beso volado.
“Buenas tardes a todos.”Así, la llamada terminó y hubo un gran silencio en lo que procesaban la realidad.
“Uhh… ¿y ahora?” dijo Sora vacíamente. “¿A dónde vamos?”
“Podríamos ya ir de regreso, pero qué pena…” Kytes dio un suspiro.
“Sí, al menos me hubiera podido despedirme mejor de mis amigos…” se lamentó Luso.
El silencio sólo duro un poco más hasta que Riku decidió romper la burbuja creada por Tomaj.
“Oye, dime,” afiló los ojos. “¿Nos sacaste de ahí a propósito?”
“¿Hm?” Tomaj estaba cruzado de brazos, y le miró de reojo mientras esbozaba una sonrisa autosuficiente. “¿Por qué lo dices?”
“¿Eh?” Kytes se alertó y finalmente pudo percibirlo. “Cierto… suena a algo que harías. No la broma… el hecho que todos nos fuimos de inmediato… y que le dijiste a Julie que nos llamara a esta hora.”
“¿Qué dicen?” Sora se alarmó e intercambió miradas con Luso.
“Bueno, ya estamos en un metro en dirección de regreso, ¿qué me cuesta?” dio un suspiro. “Les diré la verdad…”
…
Faltaba muy poco. Se avecinaba la tormenta…
“¡Megumi-san!” exclamó Maeda, dándole el alcance.
“…” se sorprendió y se dio media vuelta. “Maeda-san… ¿qué haces aquí?”
“No quisiera ser descortés, pero es un poco más increíble que tú estés aquí,” observó amenamente. “Me costó creerlo cuando te vi caminando. Y pues, vine con Hirano y sus amigos de Hanasaki… hm, aunque creo que todavía no conoces a mi hermano…”
“Ya veo…” regresó a su inmutabilidad.
“Supuse que no querrías conocerlos ahora, aunque esperaba al menos saludarte,” dijo con una sonrisa. “¿De casualidad has venido con tus hermanos?”
“No, he venido solo…” negó. No importaba si le dijera algo o no. Por más que fuera a correr desde ese punto hasta la salida, ya no debía tener el suficiente tiempo para escapar…
“Es un poco curioso que vengas a este lugar por tu cuenta, Megumi-san, pero estoy convencido que tienes tus motivos,” observó, y le hizo una reverencia. “Bueno, no te distraigo más. Nos vemos mañana en clases.”
“Maeda-san…” Megumi le detuvo y tensó su expresión.
“Sí…” se confundió. Comenzaba a entender que algo estaba fuera de lugar. “¿Necesitas algo?”
“Tu pulsera, quisiera verla, por favor.”
“Eh, claro, aquí tienes,” se la quitó y la extendió. “Verdad, tú no pareces tener una.”
“…” negó mientras recibía el dispositivo y lo observaba cuidadosamente. “Soy distinto a los demás aquí. He venido para aprender.”
“¿Aprender?” parpadeó perplejo.
“Me pregunto si este es el dispositivo que piensan usar para hacer este experimento más contenible…” se murmuró a sí mismo.
“Megumi-san… ¿qué sucede?”
…
Tomó el último sorbo de té de su taza y procedió a guardar su laptop de repuesto. A pesar de haber aprovechado el tiempo para redactar algunos documentos, no expondría su laptop principal a ninguna clase de peligro.
De su presente estatus, sólo lamentaba el hecho que había tenido que postergar una importante llamada relacionada a la publicidad de su círculo más cercano por la creciente falta de señal en el festival. Ya veía a varias personas caminando quejándose sobre ello y revisando viciosamente sus dispositivos.
Fuera de ello, sentía un inesperado incremento de energías, un frenesí por ser testigo e ‘invitado’ a un evento semejante, aunque ínfimo, a lo que fue el ataque a la ciudad tres años atrás. Rizembool era un pionero en innovación, un patrón para aquellos ambiciosos y con hambre por mucho más que el resto de personas, unos perfectos diablos por disponer de los civiles a su regalado gusto.
Sin embargo, no podía esperar para sentirse iluminado por ellos. En un mundo donde, pese al apego humano, los números reinaban y las finanzas movían montañas, él también debía avanzar y rasgar su camino hacia la cima. Tenía que prestar atención, no sólo por el aprendizaje de dichos principios, mas para comprender su nueva realidad y entorno a plenitud.
Miró la hora en su celular. Era el momento de iniciar. En cualquier instante se daría la orden y todos a su alrededor comenzarían a caer como moscas, un paisaje un tanto desagradable, aunque igualmente emocionante.
…
Se hizo lo que se pudo, estaba seguro de ello. Si algo le ocurría a sus hermanos, sería su responsabilidad. Lo asumía desde ya.
Aunque, a pesar de su preocupación, no se trataba sólo de ellos. Se trataba también de todos aquellos presentes quienes serían victimizados sin haber hecho nada para merecerlo. Se trataba del hecho que la decencia y los derechos humanos sólo eran absolutos si uno los creía como tal. Sin embargo, en Rizembool, como una cuna científica, todo se volvía relativo.
Y a él le tocaba llevar a cabo un rol por encima de quién era, o de quién había sido, en algún momento…
“Doctor Toushirou, ¿comenzamos?” le preguntó un científico, quien trabajaba con otros en un panel de control. Todos estaban al pendiente del dirigente de aquel experimento.
“…” abrió sus ojos y asintió. “Sí, en marcha…”
Había personas saliendo por las tres distintas entradas del festival, aunque el tránsito se cortó forzosamente por una serie de explosiones leves pero impresionantes que dividió la masa de personas como una cortina. La separación entre ambos grupos, aquel espacio vacío y estrecho, igualó a un límite territorial, a una sentencia.
Los asistentes se alejaron de esas rejas deformadas y derribadas en lo que continuaron las explosiones. Por fuera, un grupo aparentemente policial dirigieron a los afectados lejos del festival para resguardarles y a su vez instalar una serie de paredes que obstruyeron y aislaron al lugar por completo.
Por dentro, la mayoría de los encerrados irían a ser mayormente ‘perdonados’ del experimento.
Los brazaletes se activaron e inyectaron un somnífero a las personas por medio de una serie de microagujas indoloras, que les causó grandes mareos y desorientación, para terminar haciéndoles perder el conocimiento.
…
“¿Eh…?” Elise sintió repentinos mareos y se cayó de rodillas al piso.
“¡E-Elise!” Nio se preocupó y se agachó. “Elise, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien?”
“Eh, yo…” sus ojos comenzaron a perder vida.
“¿Q-qué sucede…?” Hirano pasó a desplomarse y caerse boca abajo.
“¡Ah, Hirano!” exclamó la pelimarrón, quien continuó horrorizándose al notar que casi todos a la redonda empezaban a perder el conocimiento como si el propio aire estuviera envenenado.
“Ma…” el pequeño Toushirou extendió su mano en dirección hacia donde su mellizo se había ido, con una desesperación que sucumbió al sueño. “Maeda…”
“…” Elise también procedió a cerrar sus ojos y caer, inconsciente.
“¡Ch-chicos!” Nio exclamó y comenzó a sacudirles. “¡¿Qué les pasa?! ¡Despierten, despierten por favor!” les gritaba y lágrimas empezaron a caer de sus ojos. “¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando? ¿Por qué, por qué?”
Al igual que la pequeña Altugle, las muy pocas personas despiertas entraron en histeria y trataban de cuidar de sus amigos o seres queridos presentes.
Dentro de todos los asistentes al evento, había una reducida minoría seleccionada aleatoriamente entre los civiles o escogida adrede por ser partícipes de la guerra, quienes no fueron puestos a dormir. Estos se convertirían en los conejillos de indias.
Sus brazaletes monitorearían sus signos vitales y otros parámetros medibles como víctimas y sobrevivientes a una catástrofe a menor escala, una simulación de un ataque a la ciudad, con fines de preparación logística en caso fuese necesario…
…
“¡¿Eh?!” su corazón se paró al oír el rugir de una bestia. Nio levantó su mirada y miró de un lado a otro. Repentinamente, vio a una mujer correr por su vida, quien era seguida por un lobo orphan gigante. Otro orphan semejante apareció de otra dirección, lo que causó que los conscientes tuvieran que huir por sus vidas.
Nio tuvo el impulso de hacerlo, pero quiso arrastrar a sus amigos, en vano. No tenía la fuerza. Ni podía levantarlos, tampoco procurar ponerlos a salvo o más inaccesibles. No dejaba de llorar, el corazón le latía a mil. Quiso hacer una llamada, pero no tenía señal. Observó a las bestias perseguir a otros y vio cómo estos parecían desinteresarse por aquellos inconscientes.
“Ihhh… lo siento… lo siento mucho…” sollozó y tuvo que ponerse a correr. Sólo podía creer en que serían dejados ilesos. “Lo siento, Elise, Hirano. ¡Lo siento!”
…
“…” Ayesha temblaba descontroladamente.
La situación era igual a donde se fuera, aunque por la congregación de personas y puestos alrededor de la zona de juegos mecánicos, había más inconscientes, menos visibilidad y mayor incertidumbre.
“Tsk, es obra de Rizembool, no puede ser nadie más,” observó Kashuu, con hastío.
“¿Pero por qué?” preguntó Cho, atenta en caso se acercara un enemigo. Vio otro orphan, pero antes de poder tomar una acción, Youmu se apareció para rebanarlo con sus dos espadas.
“…” la peliblanca se levantó luego de aniquilarlo. “Vienen desde adentro de edificios. Demonios, esto fue planeado.”
“¡Debemos proteger a las personas!” exclamó Osaka.
“No tengo artículos, pero atenderé a quienes salgan heridos,” Hotaru asintió, y se vio incómoda. “Aunque… Tomo perdió el conocimiento al igual que los demás. Qué extraño.”
“Seguramente sólo nos apuntaban a las relacionadas con Hanasaki,” observó Marisa, pensativa.
“Fufu, ni Rizembool la reconoce,” Reimu rió por lo bajo.
“¡Haha, no te aproveches, Reimu!” rió un poco. “Pero Ayesha tampoco fue puesta a dormir.”
“Es por los brazaletes,” dijo Cho, quien de inmediato se quitó el suyo. “No puede ser otra cosa. Por el roce que Ayesha tuvo con ese transeúnte, no pudieron ponerla a dormir. Se había quitado su brazalete luego de ello.”
“Verdad, maldición…” Youmu lanzó el suyo al aire y lo partió en dos con una de sus espadas. Los demás también procedieron a removérselos.
“¡T-tengo que ir a buscar a Nio!” exclamó Ayesha. “¡Por favor, hay que hacerlo! ¡Ella está en grave peligro!”
“¡Sí, cuanto antes!” Osaka asintió. “Eh, pero Tomo-chan…”
“Creo que mejor te quedas con ella, Osaka,” dijo Cho. “Iré con Ayesha. Por favor, alguna HiME cuide de Osaka y Tomo.”
“Yo lo haré,” dijo Youmu, seriamente. “No se preocupen.”
“Yo también me quedaré,” dijo Hotaru, “Aquí es donde había más densidad de personas.”
“Creo que tú también mejor te quedas,” dijo Reimu a Marisa.
“No, voy a acompañarlas,” declaró, frunciendo el ceño y decidida. “Fui una HiME. Puede que las pueda ayudar en algo. Tampoco puedo ser una carga más para Youmu.”
“No lo eres, Marisa,” esta se confundió.
“Bueno, eso es verdad, te tendré que mantener un ojo encima,” Reimu se encogió de hombros.
“¡Ya vamos!” insistió Ayesha.
Así, el grupo se separó en dos, pero incluso esas divisiones no se mantendrían íntegras.
…
“Ihhh…” Yoshiko lloriqueaba mientras sacudía su muñeca, la cual parecía haber recibido algún tipo de quemadura leve. “¿Alguien puede decirme por qué mi brazalete explotó en vez de ponerme a dormir?”
“Shh, silencio,” le pidió Naoto en voz baja. Ella se asomó a una ventana cercana, mientras los cuatro se resguardaban de unos orphans que acababan de perder. Luego de la neutralización de la mayoría de asistentes, sólo les tocó ponerse a salvo y se escondían dentro de un restaurante que felizmente habían podido cerrar. Sin embargo, no podían quedarse ahí.
“Nada…” Ritsu volvió a fallar otra llamada a Izumi. “No tenemos nada de información.”
“Tch… imposible…” Namazuo recién se acordó de prender su celular, pero no había señal. No podía ponerse en contacto con nadie.
“Se fueron, podemos ver qué hacer ahora,” dijo Naoto, tranquilamente.
“¿Cómo que qué hacer?” preguntó Yoshiko, histérica. “¿No estás insinuando en regresar afuera, verdad? ¡Hay monstruos ahí!”
“Tengo que encontrar a mis hermanos,” dijo Namazuo, comprimiendo sus puños a más no poder. “Es mi culpa… no estaríamos aquí si hubiera mantenido mi palabra…”
“Ya no hay punto de recriminarse, Namazuo,” recalcó Naoto. “Y cuentas con nosotros. Te apoyaremos. No estás solo.”
“No tengo energías, pero haré un esfuerzo…” dijo Ritsu, frustrado.
“Si estás cansado, no puedes salir, Ritsu,” insistió la detective, con severidad. “Te puedes lastimar y sólo te pondrás en riesgo.”
“Soy un futuro Rebel, Nao-chan. Esto me concierne.”
“Pero ya nos dijiste que no tienes tus poderes activos ahora,” le recordó. “Esos orphans no te obedecieron.”
“Lo sé…” entrecerró los ojos. “Pero igual tenemos que buscar a los hermanos de Nama-kun. Me sentiré incluso más enfermo si me quedo aquí sin hacer nada.”
“Está bien, no insistiré…” Naoto negó.
“Uhhh, ya pues… si ustedes van yo también tendré que ir,” se resignó Yoshiko, haciendo un puchero, inconforme.
“No tienes que, kouhai,” Ritsu se encogió de hombros. “¿Tanto te aterra estar sola?”
“¡Ihh! ¡C-claro que me aterra! ¡P-pero igual, intentaré no serles un estorbo!” admitió a regañadientes.
“Nuevamente, baja la voz,” Naoto dio un suspiro y miró a Namazuo, quien estaba ensimismado y muy estresado. Lidiar con su desbalanceado estado emocional sería otro problema más.
…
“¡¿Qué está sucediendo aquí?!” exclamó Maeda, quien corría mientras era jalado por Megumi. Había evidenciado la caída de personas, pero el otro estaba enfocado en huir cuanto antes. “¡E-espera, tengo que regresar por Hirano y los demás!”
“No podemos ayudarles, y sospecho que estarán bien…” dijo el pelinegro. Hubo un corto silencio, en el cual bajó su mirada y comenzó a murmurar para sí. “…el doctor minimizaría cualquier daño o fatalidad. Estoy seguro de ello…”
“¿De quién hablas?”
“…no, no es nada,” finalmente, Megumi llegó a la puerta trasera de uno de los edificios más altos del recinto. Esta estaba cerrada con llave, pero sacó un pedazo de alambre de su manga para forzar la chapa. “Aquí debemos estar fuera de peligro, Maeda-san. No te preocupes.”
“Ehm, ¿no crees que pueda haber orphans adentro?” preguntó con leve temor.
“Los orphans no serán nuestro problema…” le comunicó sombríamente, en el momento en el cual la puerta se abrió. “Los mayores enemigos de los humanos siempre han sido los humanos mismos…”
“…” esas palabras le aterraron, pero nuevamente no tuvo tiempo de contemplarlo. Su amigo le jaló para ingresar y cerró la puerta detrás de ambos.
…
Los orphans fueron la apertura del evento, pero ellos apenas causaban daño colateral. El verdadero peligro era humano. Rebels y Princesses pronto harían aparición.
Afuera de la barricada, en un área donde sólo al personal de Rizembool y los agentes encubiertos de la fuerzas del orden, llegó un camión mediano blindado en retroceso. El conductor se bajó para ir hacia las puertas del cargamento. Usó las llaves especiales y empezó a desasegurarlo.
Los trabajadores de la institución miraban atentamente a aquel conductor peliblanco liberar aquel encargo especial del doctor dirigente del ensayo, a aquel Rebel que no podía mostrarse como una persona normal ante los demás y llegar por sus propios medios, un ser desnaturalizado y peligroso de extraordinaria fuerza y características incompatibles con otros.
Y entonces recordaban que el propio conductor era igual a él en todos esos aspectos, con la única diferencia de que el doctor Toushirou había gastado considerable tiempo para condicionarle lo suficiente como para camuflarle en medio de la sociedad, y dentro de su propia familia…
Finalmente, las puertas se abrieron. Ojos rojos luminiscentes provenientes de una figura negra resplandecieron y aterraron a los normales alrededor del par. Izuru Kamukura se puso de pie y caminó al umbral de la parte trasera del vehículo, mirando atentamente a su mentor.
“Hemos llegado,” anunció Honebami.
“…”
“Comencemos…”
…