Finalmente termino este fic (...) Es antes del campamento. Espero iniciar con este en el próximo.
Gracias Mimi por dejarme usar a Mika~
94.2.
Después de separarse de Syo y Natsuki, tuvo un corto camino restante que recorrer hacia la oficina de Shu Itsuki. Todavía mantenía algunas dudas aunque la conversación con sus amigos le había dado más ánimos y un verdadero deseo de dar lo mejor de sí. Era cierto que tenía que aprovechar la valiosa oportunidad de aprender de alguien como él y por lo tanto no podía esperar que le diera algún trato especial. Tenía que ser fuerte para así seguir adelante con sus metas.
Se detuvo brevemente frente a la puerta y luego de dar un profundo respiro, tocó el timbre. No esperó mucho hasta que la puerta se abrió suavemente. Al igual que la vez anterior, se trataba de Mika, quien en el presente sí estuvo informado sobre su presencia al mostrarse más animado y receptivo ese día.
“Ah, hola de nuevo,” le saludó el pelinegro con una amena aunque reservada sonrisa, mientras levantaba una palma. “Pasa, qué bueno que llegaste a tiempo.”
“Gracias, Mika-senpai,” Shinano sonrió y asintió, para pasar. “¿Itsuki-senpai se encuentra presente?”
“Por supuesto. Oshi-san te ha estado esperando desde temprano. Él no se olvidaría que venías,” contestó con cierto orgullo dirigido hacia su superior. “Por eso mismo está bien que vengas temprano. Así oshi-san no se va a molestar.”
“S-sí, lo imaginaba…” sonrió incómodo. “Ehm, ¿se encuentra en un buen humor hoy?”
“¿Hm?” Mika se confundió y ladeó la cabeza, para meditarlo. “Que yo sepa sí. Nada especial ha ocurrido, aunque tampoco anda frustrado con sus trabajos. Creo que es un día normal. ¿Por qué lo preguntas?”
“Ehh, por nada en particular, sólo esperaba que estuviera bien…”
“Hehe, lo está, gracias por preguntar,” agradeció Mika sonriendo inocentemente. “Me alegro mucho que te preocupes por oshi-san.”
“S-sí, claro…” Shinano más lo preguntaba por sí mismo al temer su temperamento, pero algo le decía que no podría evitar su mal humor por más buenos ánimos que este pudiera tener.
Mika condujo al pelirrojo al segundo piso y llegaron a uno de los ambientes de costura donde Shu terminaba de poner alfileres en unas telas medidas y marcadas con tiza. Pese a todavía no recibir la mirada del severo pelirrosa, Shinano se congeló en su sitio instintivamente. Ni sabía qué esperar, pero tenía que continuar, por más miedo que tuviera.
“Veo que estás temprano,” comentó Shu, al terminar con su labor, sin dignarse a mirarle. Este sacudió la tela hacia arriba para dejarla estirada y apoyada sobre la mesa, y se puso de pie. “Kagehira, continúa con este traje. Ya marqué las siluetas que tienes que cortar y coser.”
“¡Enseguida, oshi-san!” exclamó Mika alegremente y este fue con rapidez a realizar el pedido con grandes energías. Shu pasó a su costado camino hacia fuera del estudio.
“Sígueme,” dijo secamente hacia Shinano mientras atravesaba el umbral.
“S-sí,” Shinano le dio una última mirada a Mika, quien como la vez anterior se había quedado obedeciendo a su senpai sin objeción y desconectándose de lo demás. Entonces, siguió a su nuevo mentor por el pasillo.
“Has llegado temprano, justo para cuando terminé lo que tenía pendiente,” comentó y le miró de reojo. “No está del todo mal. Te elogiaré al menos por ello.”
“Eh, g-gracias…” apreciaría algún indicio de sonrisa pero ya veía que no era así. “Eh, Itsuki-senpai…”
“Has traído los útiles que te pedí, ¿verdad?” preguntó cortándole.
“Oh, eh, sí, los traigo en mi mochila…” al menos ello estaba relacionado a su pregunta. “Ehm… Itsuki-senpai…”
“¿Qué sucede?” espetó, impaciente. “Ya me has llamado, ¿por qué te repites?”
“E-es sólo…” ‘porque tú me cortaste’ quiso decir, pero obviamente no lo haría. “Tenía dudas con respecto al material para hoy…”
“Lleguemos al piso inferior, ahí me explicaré.”
Shinano tuvo que recorrer el mismo camino en reverso, y esta vez se le hizo más lento por la tensión a su alrededor. El recio pelirrosa caminaba con rapidez y pulcritud, claramente cómodo en aquel lugar que parecía ser su reino. Sólo le quedaba seguirle y ver cómo adaptarse a ese nuevo ambiente. Shinano se alentó a sí mismo al considerarse relativamente bueno para ajustarse a las nuevas circunstancias y al trato de cada persona. Fuera de la actitud fría del otro, no tenía por qué ser tan difícil, al menos no en ese aspecto.
Eso era lo que quería creer.
Una vez llegaron al amplio ambiente común del primer piso, Shu Itsuki acudió a la mesa del comedor donde había una bolsa oscura junto con un clipboard, el cual tomó de inmediato.
“Procederé a evaluar las cosas que has traído para la lección del presente día, pero antes de empezar,” Shu levantó su mirada y finalmente se le dirigió con severidad. “Dijiste que tenías dudas. ¿A qué se debe, Toushirou?”
“Ehh, pues, son ‘útiles’ que no pensé que serían para entrenamiento de idol…” Shinano sonrió nervioso y sintió un tic en la ceja. “P-pero, ¿podrías no llamarme por mi apellido, Itsuki-senpai? En mi familia somos un montón.”
“Pues eres el único Toushirou aquí, ¿no es verdad?” le cuestionó mirándole con desdén.
“O sea, sí, pero…”
“No te fijes en esa trivialidad,” para variar, Shu se encogió de hombros con leve cansancio. “Ni nos conocemos para ser más informal contigo y rechazo el concepto de dar apodos como capricho. No creerás que soy frívolo como Wataru. Kagehira tampoco recibe un trato especial en ese aspecto,” dicho esto, le miró con cierta demanda. “¿Qué te hace pensar que tú te lo mereces, si recién has llegado aquí?”
“Entiendo, pero…” dio un suspiro. Sí que no le gustaba que le llamaran así. Le hacía sentir impersonal y con todo el peso de su familia.
“No tienes remedio. Ya, ¿cuál es tu duda? Dímelo de una vez, Toushirou.”
“Ehh…” no, no le gustaba. “Es básicamente eso. Casi sentí que era la compra para un día de limpieza en la casa, como si fuera a ser un conserje…” sonrió con torpeza. “Pero eso no tiene sentido, ¿verdad? Hehe…”
“No sólo los conserjes tienen que limpiar cosas, ¿o es que acaso eres un niño engreído?”
“Ehm…” no sabía cómo tomarse sus muy frecuentes y discretas llamadas de atención. “E-entonces…”
“Presumí que era implícito, pero antes de atreverme a darte el más rudimentario entrenamiento, tengo que entrenarte para que seas una persona digna y apropiada,” frunció el ceño y negó. “Por supuesto que no podría hacer a alguien promedio y común pretender ser algo que no es por dentro. O sea, sí puedo porque un gran talento como yo es capaz de realizar los trajes más vistosos y mi gusto estético es inigualable,” alzó su mentón y sonrió con autosuficiencia.
“Eh…” ya veía el tipo de ‘sonrisas’ que le esperaban.
“Sin embargo, aunque la mona se vista de seda, mona se queda, y yo nunca me dignaría de vestir a ningún mono como algo que no es,” se expresó con disgusto, borrando su fugaz buen ánimo. “Va en contra de mis estándares. En
My Fair Lady, Eliza Doolittle no sólo cambió sus ropas para convertirse en una dama de clase. Su transformación tomó arduo esfuerzo en diversas áreas de su vida. Pues eso es precisamente lo que tengo en mente contigo.”
“¿Cómo así?” ladeó su cabeza.
“¡Mantén tu porte! ¡Tu estética apunta a más que la de un niño confundido! ¡Ya te dije previamente que no toleraré debilidad en tu actuación y tono de voz!” exclamó apuntándole.
“¡S-sí!” se hizo un poco hacia atrás.
“Para contestarte debidamente, tus útiles del día de hoy son en su mayoría artículos y productos de limpieza porque pretendo observar tu maniobrabilidad y costumbres a la hora de limpiar y ordenar. No creas que actos tan básicos como ellos no reflejan nuestro trato. Uno debe ser firme y correcto hasta en los momentos más inconscientes. Es más, por ser inconscientes es que más verdad se puede observar detrás de los mismos.”
“S-supongo…” Shinano comenzaba a marearse y asustarse más.
“Bueno ya, vayamos al punto que sé que no contamos con mucho tiempo hoy,” Shu agitó su mano con exasperación como quien dejaba ese asunto de lado. “Posiciona tus útiles encima de la mesa. Cuando termines con eso…” tomó la bolsa encima de la mesa. “Tengo un traje listo para ti. Te lo probarás y de inmediato regresarás para evaluarte.”
“¿Me has hecho un traje?” se sorprendió.
Luego de todo ese discurso, Shinano debió haber comprendido que le había hecho un traje simple de mayordomo. El pelirrojo fue a un simple baño en ese mismo piso y se miró al espejo con sentimientos encontrados. En parte se alegraba que una persona tan habilidosa y ocupada como su nuevo maestro le dedicara algo así en el primer día y podía ver que era una prenda bien hecha de un buen material. Sin embargo, luego de aquel comentario sobre negarse a vestir monos como algo que no eran…
“…” dio un pesado suspiro y negó su cabeza para intentar espabilarse. No podía concentrarse en eso. Por más rudo que el pelirrosa fuera, no percibía en él un interés de atacarle o tener malas intenciones. Esperaba estar en lo correcto.
Shinano regresó y vio a su mentor hacer checks y anotaciones en su clipboard mientras analizaba los útiles que había traído. Sí que era alguien que se preparaba al ya tener alguna especie de forma para incluso evaluar sus compras. El pelirrojo decidió seguir esforzándose con energías para honorar su atención al detalle.
“Ya estoy listo. Ya veo por qué pediste que te enviara mis medidas,” dijo Shinano, sonriente y haciendo una leve venia. Esperaba al menos poder darle una buena impresión, pero sus esperanzas se derrumbaron cuando su mayor le miró y frunció el ceño.
“Tch…” chasqueó la lengua, dejó su clipboard sobre la mesa y fue a darle el alcance.
“Eh… senpai…” quiso retroceder por inercia pero se confundió de sobremanera cuando lo primero que Shu hizo fue agarrar el traje que vestía de las costuras para acomodárselo en cada área debidamente.
“¿Es que acaso te vistes en la oscuridad o qué?” se quejó Shu en plena faena de darle pequeños jalones y ajustes al traje. “Las costuras y los encajes están para algo, Toushirou. Bien te advertí que mantengas atención en los momentos más inconscientes y ni te has vestido apropiadamente. ¡No eres un niño de cinco años como para cometer semejante error!”
“¿Error?” Shinano se alertó y vio al otro retroceder para mirarle.
“Ya, ahora sí estás bien,” murmuró con una mano en su mentón y sonrió para sí. “Puedo darme una palmada en mi propio hombro por atinar tu talla tan correctamente sin haberte tomado las medidas yo mismo,” negó desilusionado. “Aunque con tu falla de no usar mi obsequio como deberías era fácil creer que no había sido el caso.”
“Ehh… Itsuki-senpai, no sé si debería preguntar…” bajó su mirada con horror al tener un mal presentimiento. “Pero… o sea, entiendo lo de las costuras, pero no creo que haga una gran diferencia, no ahora al menos…”
“¿Qué barbaridades dices, insolente?” Shu comprimió sus puños y terminó por golpear una palma encima de la mesa, haciendo un enorme estruendo. “¡La gente no se lanza la ropa encima! ¡La atención a los acabados hace toda la diferencia entre una persona con educación y un pordiosero! ¡Si realmente quieres ser un modelo y una figura pública por nada del mundo puedes dejar que te atrapen vistiéndote de cualquier manera! ¡Peor aún, tú no puedes fallarte a ti mismo por tu falta de juicio y principios! ¡¿Has entendido?!”
“¡S-s-sí!” exclamó con un hilo de voz.
“Eres imposible, no sé ni por qué me esmero en ayudar a un inconsciente como tú,” Shu se dio un facepalm, tomó de nuevo su clipboard y caminó hacia la cocina. “Como sea, sígueme. Comenzaremos con los ejercicios de limpieza.”
“Ehh, ¿llevo las cosas que compré?”
“¿Qué dices?” Shu le miró con extrañeza.
“…” ‘¿ahora qué?’ pensó entre impaciente y aprehensivo. Shinano sabía que había hecho una pregunta perfectamente entendible.
“¿Crees que te dejaré usar tus utensilios y productos dentro de mi espacio? ¡Non! La compra fue para evaluar tu elección en marcas, tipos y porciones. Dejé todo lo suficientemente ambiguo para dejarlo bajo tu juicio y es ello lo que me interesaba de ti,” rodó los ojos y siguió caminándolo. “Puedes llevártelo y usarlo en tu hogar o como quieras.”
“…” sintió que algo estuvo por quebrarse dentro de él, no sabía si por fastidio o desesperación. Fácil una mezcla de ambos. Se preguntaba si podría mantenerse firme y cuerdo por todo el rato que le quedaba.
…
“…el siguiente ítem en la lista era un lavavajillas,” continuó Shu en lo que le daba su evaluación de los útiles del día. “Compraste una cantidad desproporcionalmente grande de este en comparación con los otros limpiadores, cuando es el que menos podrías haber esperado usar,” se encogió de hombros. “Ciertamente mi falta de explicación te da un margen de error, aunque si tu lógica fue comprar más del más producto más barato entonces lo condeno por completo.”
“…” Shinano estaba estresado por seguir oyendo todas sus observaciones en lo que enjuagaba una vajilla que fácilmente había estado limpia para empezar. Al terminar con ello, llevó el plato al secador al costado del caño.
“¿Desperdicias el agua? Cierra el caño si no estás lavando nada, ya te lo dije.”
“S-sí, iba a comenzar con el siguiente.”
“Si apenas has terminado el primero. Increíble…” Shu se molestó en cerrarlo. “Toushirou, ¿me puedes asegurar que ese plato se encuentra limpio?”
“Eh, sí, en serio que sí,” contestó confundido y asintiendo.
“Huélelo.”
“¿Qué?”
“No me hagas repetirme,” frunció el ceño. “Si está limpio, quiero que lo huelas.”
“¿Eh? Pero a lo mucho olerá al lavavajillas… ¡uhh!” Shinano lo olfateó de cerca y se espantó por un olor desagradable. “¿Qué es esto?”
“Lo sabía,” Shu dio un suspiro. “Apliqué un simple químico con mal olor. Si tuvieras la costumbre de limpiar como debes y enjuagar por completo no habría quedado rastro alguno. Yo mismo me di la labor de comprobarlo. Bien pues, continúa lavándolo. No debe oler a nada.”
“Ehh…” le miró en shock.
“¡Apúrate que no tenemos tiempo!”
…
“Fui al menos considerado al decirte que compres apenas porciones mínimas para lavar la ropa, y si bien apruebo tu decisión de conseguir un suavizante sin habértelo pedido, me alarma que no hayas pensado en el almidón,” observó el pelirrosa, siguiendo las notas de su clipboard.
“…” Shinano miraba con horror una camisa blanca tendida encima de una mesa para planchar, con una plancha ya esperándole para dar inicio. Todavía no se recobraba de una previa llamada de atención cuando pretendió planchar con la plancha recién prendida y sin estar cargada de agua (y luego cuando pretendió cargarla con agua de caño). Ya veía que todo lo relacionado a la ropa era sagrado para su mentor.
“Comienza que la plancha ya está caliente.”
“S-sí…” tragó saliva y tomó la plancha con una mano temblorosa. Sentía la mirada penetrante del otro y se acercó para pretender comenzar por algún lado.
“¿Es que acaso no sabes planchar? ¡Por ahí no se inicia!”
“¡Ehh!” Shinano se estremeció asustado. Terminó por rendirse y dejar de nuevo la plancha en su soporte para hacer una reverencia. “¡Perdón senpai pero creo que no sé la forma correcta de planchar una camisa! ¡O-o sea en algún momento he tenido que hacerlo, p-pero…!”
“Si ni pensaste en el almidón no me sorprende. Me compadezco de tus camisas.”
“L-lo siento…” bajó su mirada.
“En fin, te haré saber que se comienza por el extremo de las mangas y el collarín. Ahora hazlo.”
“Ya veo…” se quedó en blanco. No pensó que le ayudaría. Decidió volver a intentarlo.
“Ni has desabotonado la manga, ¿qué haces?”
“¡Enseguida!” exclamó y lo hizo frenéticamente, para entonces volver a tomar la plancha y comenzar.
“¡Nunca, pero nunca, se planchan los botones!”
“¡AAHHH, perdón!”
…
“Me preocupa la cantidad de detergente que pretendiste usar,” observó Shu, con el ceño fruncido. “Y peor aún. La marca que habías comprado posee una gran cantidad de enzimas que destruyen la tela. Si no te molestas en aprender estos datos, envejecerás tus atuendos más rápido de lo que deberías.”
“…” ¿enzimas? Eso era completamente nuevo para él. Shinano ni estaba seguro qué era una enzima precisamente, y ya sabía que mejor se callaba algunas cosas.
“Tch, apuesto a que ni sabes lo que es una enzima, Toushirou,” dijo despectivamente.
“Uhh…” agachó su cabeza. Eso le dolió.
“No seré yo quien te lo explique, pero además de ese aditivo en tu detergente, compraste una marca con pobres reviews en internet. Lo dejaré ir esta vez y te enviaré una dirección de una página donde puedes revisar datos semejantes, aunque ahora necesito que continúes fregando ese secador. Veo que el colorante magenta que le apliqué sigue presente.”
“En eso estoy…” dijo agotado mental y espiritualmente. Sus manos estaban aturdidas, arrugadas y juraba que perdía sensibilidad en ellas. Esa labor le estaba costando mucho más que todo lo anterior, pero el color magenta de esa toalla blanca no se iba. Dudaba que realmente fuera un colorante acuoso y temporal.
“Toca hablar sobre el ambientador, pero eso será cuando te toque el baño.”
“¡¿Tengo que limpiar el baño?!” exclamó en shock.
“¿Por qué reaccionas así?” el pelirrosa le miró desde arriba con desdén. “No creas que yo no mantengo mi baño impecable si aquel es tu temor. Tampoco creas que esta es la única vez que harás todas estas tareas. No te estoy enseñando una labor,” entrecerró sus ojos. “Estoy inculcando nuevas costumbres y cambiando tu forma de pensar mediante la práctica. Tampoco esperes que sea tan paciente como lo estoy siendo hoy. Demuéstrame que no me harás perder el tiempo, Toushirou.”
“Eh…” ¿en serio él pensaba que estaba siendo paciente?
“¡No me mires desorbitado y continúa! ¡No creas que te dejaré ir a tus clases si no me dejas este secador blanco como cuando comenzamos con este ejercicio! ¡Apresúrate!”
“…” continuó, pero su mente empezaba a desconectarse y tratar de encontrar un rincón seguro donde escapar su presente.
Aquel sólo era el primer día, y uno bastante corto. El pelirrojo vivió una buena demostración de lo que le esperaba, pero de igual forma todavía había muchos desafíos que ni esperaba.
Bajo las insistencias de Ibara, los tres fueron a dicha cafetería cercana para almorzar. Ese lugar era bastante discreto y escondido por una facultad menor y menos frecuentada, por lo cual ocuparon un ambiente despejado y tranquilo. Fue ahí que tanto Ibara como Hotaru relataron a Atsushi sobre los eventos vividos en el ataque al festival de hace dos semanas, al ser donde ambos se habían conocido.
“Increíble…” fue apenas lo que atinó a decir. Ni sabía por dónde comenzar a cuestionarles.
“Como un nuevo aquí, mi estimado Atsushi, me corresponde advertirte que la guerra entre ambas escuelas no es algo que se puede tomar con ligereza,” concluyó Ibara, ágil y profesionalmente. Se ajustó sus gafas. “Ya te he hecho entender que Rizembool es un enemigo al cual no deberías enfrentarte, aunque en lo más mínimo podemos alegrarnos que no hubo heridos de gravedad. Recolecté la información relevante y tal parece que los más afectados fueron precisamente los guerreros de nuestro lado en Hanasaki.”
“Eso será cierto, pero los asistentes normales fueron borrados la memoria…” Hotaru agachó su cabeza, incómoda. “Uno puede imaginar que no recordar lo sucedido sea lo mejor para su salud mental y tranquilidad, pero Rizembool igual causó todo esto y luego decidió sobre sus recuerdos sin considerarles.”
“Ahh, es verdad, luego de cualquier altercado, es una lástima que la anonimidad prime por encima de los derechos de las personas, tienes mucha razón,” Ibara adoptó una expresión de frustración y mínimo lamento. “Lo observamos en nuestro mismo grupo, Tomoe-dono. Una de tus amigas se confundió entre los civiles y tuvo su memoria borrada también. Por cierto, ¿cómo se encuentra? No me olvido que su hermana menor estaba mortificada.”
“Eh, Ayesha está bien, no es que le haya causado algún daño y la directora y su asistente la examinaron y pudieron descartar cualquier mal,” Hotaru sonrió levemente, agradecida por la pregunta, aunque volvió a desanimarse. “Aun así, sigue siendo un poco fresco…”
“Vaya, lo siento mucho, debió haber sido muy duro…” Atsushi se incómodo y desvió su mirada.
“Descuida, tal vez no debería decirlo, pero no es la primera vez que nos enfrentamos a una situación así, por más que yo no sea una luchadora,” la chica negó tranquilamente. “Tengo varias amigas HiMEs y pese a lo difícil e incierto que es, todas nos apoyamos mutuamente. Admiro mucho la vocación de servicio que tienen para protegernos de Rizembool, y por eso mismo yo también quiero poner de mi parte. Bueno… no es que haya sido de mucha ayuda esta vez, pero nunca las abandonaría.”
“Heh, es admirable,” Atsushi sonrió con leve impresión y alegría. “Comparto ese sentimiento. Estoy seguro que tus amigas lo aprecian un montón.”
“Tomoe-dono demostró tener temple y dedicación de velar por las amigas que la acompañaban ese día,” Ibara sonrió con perspicacia. “Y puede que uno no siempre sea capaz de aportar con acciones, aunque no se debe negar la importancia de un eficaz apoyo moral. Noté cómo tus compañeras se alegraron de verte y algunas también necesitaron tus palabras de aliento. Seas HiME o no, te aseguro que sí haces una diferencia.”
“Eh, g-gracias Ibara…” ella se avergonzó un poco.
“Ahh, mis disculpas, no es que quiera incomodar a una dama como tú,” el pelimagenta llevó una mano a su nuca y rió abiertamente, con torpeza. “Hahaha, sólo me encontraba regresando el aliento que has dado a otros. ¡Mis intenciones de hoy sólo han sido amenizar el día y tener un tranquilo diálogo! ¡Confío en la gente apta y prometedora que asiste Hanasaki!”
“Haha, ya te estás pasando, Ibara. ¿Ves que puedes ser un poco atropellador?” Atsushi rió un poco. No podía negar que su amigo había logrado su cometido. A pesar de oír más del ataque, saber que había personas como esa chica que estaban cometidas a velar por los demás y a cooperar para enfrentar y solucionar los problemas le daban esperanzas. Sí detectaba que era el lado ‘más bueno’ de la guerra, al menos hasta el momento.
“Siempre me he considerado más meditativo que tú, así que si me das una observación de sobrepasar mis límites, debería considerarlo muy seriamente,” Ibara se puso a pensar. “No puedo decir que me alegro de oírlo de ti.”
“¿Eh? ¿Dices que no me doy cuenta de las cosas?” Atsushi se vio perplejo y entonces desvió su mirada. Le hizo recordar al paseo que acababa de tener con su familia. Podía ser algo cierto…
“No es precisamente lo que dije pero ya que tú mismo lo mencionas aprovecharé para darte la razón. Ah, pero no te nos vayas,” agitó una palma para despertarle. “Tomoe-dono y yo te hemos contestado tu duda sobre cómo nos conocimos. Ahora entiendo que nuestra estimada acompañante tenía algo que preguntarte.”
“¿Eh? Pues…” Hotaru lo pensó un poco y no tardó en acordarse. “Oh, es cierto. Ehm… es verdad que eres un Toushirou. Me había dado curiosidad…”
“Ah, sí, eso,” el pelinegro sonrió amenamente. Notaba lo reservada que era esa chica. “Descuida, no es que sea un secreto. Más bien me pregunto con cuál de mis hermanos te habrás encontrado, y también cómo así ya que ninguno estudia en esta universidad.”
“Sí, fue en una donación de sangre. Uno de los doctores que atendían a las personas se apellidaba Toushirou. Estaba ahí con algunos estudiantes protegidos de él…” Hotaru asintió y sonrió un poco. “Puede que sea alguien de mi edad, pero ya es un doctor y estaba ahí instruyendo a los voluntarios y ayudando a las personas. Fue una inspiración.”
“Vaya, sin duda hablas de Yagen. Hmm…” frunció el ceño y alzó su mirada, pensativo, para entonces dar un cansado suspiro. “Conque llevó a estudiantes practicantes o algo. Increíble… creo que me sobrepasa por mucho…”
“Perdonen la interjección, pero recuerdo que mencionaste a dicho hermano doctor en el pasado, Atsushi,” recordó Ibara. “¿Acaso ese hermano en particular no era tu mellizo?”
“¿Eh? ¿En serio?” Hotaru se sorprendió.
“Eh, sí, lo es,” sonrió incómodo. “No me gusta que nos comparen. Seremos mellizos, pero somos bastante distintos. Aunque bueno… yo también quiero estudiar medicina, pero antes de apoyarme en él prefiero trazar mi propio camino.”
“Ya veo…” Hotaru ladeó su cabeza, confundida.
“Suena a que hay una rivalidad entre los dos…” musitó Ibara, meditativo.
“¿Sonó así? Ehh, no precisamente,” agitó sus palmas y desvió su mirada con leve incomodidad. “Creo que me siento un poco en su sombra. Tampoco sé qué andará haciendo. Se ha alejado de la familia demasiado durante mi ausencia y vuelto un dolor de cabeza. A veces ni sé qué pensar sobre él…”
“…” los otros dos intercambiaron miradas.
“Aun así, Yagen sigue siendo la persona más cercana a mí y confío en él,” afirmó volviendo a mirarles y sonriendo con certeza. “Es muy propio de él prestarse para un voluntariado así. Creo que me fui por las ramas, pero me alegra saber que te lo hayas topado en una actividad como esa. Eso quiere decir que no para encerrado en su laboratorio todo el tiempo. Heh, sí suena inspirador, también quisiera hacer algo así.”
“Lo mismo digo…” Hotaru sonrió tímidamente. Notaba lo honesto que era ese chico, también el hecho que fuera de sus quejas sí era apegado a su hermano y su familia.
“…” Ibara se encogió de hombros y se reservó comentarios. Era entre lamentable y gracioso evidenciar la lealtad e ingenuidad del otro. Fuera del campo de batalla también había una guerra que luchar. Tal parecía que el pelinegro no estaba consciente de ello aún.
“Esa vez también había dos hermanos acompañándole,” recordó Hotaru. “Uno de ellos era muy ameno y hablador. Creo que le estaba causando problemas al doctor. Otro era bastante callado.”
“Haha, sé de quienes hablas,” rió un poco. “El hablador debe ser Namazuo. Pues dudo que Honebami quiera conocer a gente abiertamente, aunque siempre podía pedirle a Namazuo que se dé una vuelta por aquí. Seguro que te recuerda.”
“Ehh, s-seguro…” la pelinegra sonrió incómoda. “Podría avisarle a mis amigas. También se llevó muy bien con ellas.”
“Es por estos comentarios que no quiero que seas tú quien me diga que sobrepaso límites, Atsushi,” observó Ibara con una sonrisa perspicaz. “Ahora eres tú quien se encuentra inquietando a la delicada Tomoe-dono, ¿no te das cuenta?”
“Ahh, sí he sido un poco impulsivo, perdón,” admitió el Toushirou, sonriendo con torpeza.
“Eh, no, no, está bien,” Hotaru asintió. “A decir verdad, una amiga HiME es de un linaje guerrero y tenía mucha curiosidad por el tuyo, ya que nos comentó que también lo son. Creo que le gustaría conocerle.”
“Oh, interesante…” se extrañó un poco. Era curioso, y algo preocupante, oír sobre una persona con afinidad guerrera participar en el conflicto, pero imaginaba que no era un caso aislado. “Me pregunto quién será. No estoy muy informado de linajes, pero a mí también me gustaría conocerla si es posible.”
“¡Sí, por supuesto!” se animó.
“Veo que los dos se llevan bien. Nada mal, Atsushi, has encontrado a una persona con la cual conversar en tu primer día en tu facultad,” observó Ibara. “Aunque me sabe mal tener que cortarles. No nos queda mucho tiempo de descanso. Tenemos que terminar nuestras meriendas.”
“Es cierto,” Hotaru se impresionó. El tiempo se había pasado volando.
“Siempre podemos conversarlo después,” Atsushi asintió. “Más bien tengo que buscar dónde me toca la siguiente clase.”
“Claro, te ayudo después del almuerzo.”
“Heh, muchas gracias.”
Así se concluyó ese almuerzo que conectó a los tres mutuamente.
Luego de partir camino con Shinano, Syo y Natsuki salieron de la universidad donde esperaron al bus para ir a su agencia y asistir a su reunión con aquel idol que sería su supervisor. Ambos idols, pertenecientes a la agencia Shining, una de las agencias con mayor antigüedad y reputación del país, recién iban acostumbrándose al cambio de instalaciones ya que esta agencia se había unido a varias otras para conformar Ensemble Square, o ES. Además de ser el centro de operaciones de varias agencias conformadas por personas talentosas, ES también tenía dorms, áreas de esparcimiento y entrenamiento, sin mencionar el bus que comenzaba y terminaba su trayecto en las instalaciones.
Si bien Syo gustaba de contar con ese lugar donde podría encontrarse con varias personas con su misma meta, no evitaba sentirse aún un tanto extraño. Si bien su agencia todavía tenía a su disposición algunos ambientes antiguos, entendía que era más que nada una lenta transición. A su costado Natsuki no paraba de maravillarse con cada detalle en ES, y Syo se alegraba de que su amigo siempre tuviera tan buena disposición, aunque no evitaba celarle un poco. Si tan sólo él pudiera tener tan pocas preocupaciones como él…
Recibió algo de alivio al reconocer a una de las secretarias de Shining ser quien les daba la bienvenida al primer piso de esa agencia dentro del gran edificio central. Esta les indicó el salón donde tenían su reunión, además de avisarles que Ai Mikaze ya se encontraba esperándoles, por lo cual el par de inmediato acudieron al sitio.
“Ya tengo mucha curiosidad,” dijo Natsuki sonriendo alegremente y juntando sus palmas. “Siento que me gustaría hablar mucho con él y preguntarle sobre algunas de sus composiciones,” alzó su mirada perdidamente al techo. “Había una que iba algo como tu~ tu~ turuturu~… algo así. ¡Hehe, me encantó! Quisiera saber su proceso creativo para hacer una canción tan linda y pegajosa como esa.”
“Me pregunto de cuál hablarás, Natsuki,” Syo le miró de reojo con escepticismo, aunque se frustró y sonrió cansadamente. “Bueno, pero entiendo. No negaré que tiene algunas buenas canciones, aunque concéntrate. Si él va a ser un superior o algo, tampoco podemos andar en plan de amigos con él.”
“¿Por qué no?” Natsuki ladeó su cabeza perdidamente. “Podremos haber sido asignados a él, pero si nos volvemos abiertos y unidos podemos aprender mucho más,” asintió convencido y con los ánimos en alto. “Anímate, Syo-chan.”
“Veremos…”
Finalmente llegaron al salón y Syo abrió la puerta para ingresar junto con Natsuki. No llegó a hacer ninguna observación ya que el peliceleste tomó la palabra.
“Están tarde,” observó Ai, quien estaba de pie al frente de la entrada con los brazos cruzados. “La hora de inicio era dos minutos atrás.”
“¿Eh? ¿En serio?” Syo se sorprendió y lo confirmó por el reloj en la pared. Tan preocupado había estado con su cambio de rutina que se había olvidado de la hora. Agarró su nuca con inquietud. “Uhh lo siento.”
“Lo sentimos, Mikaze-senpai,” Natsuki hizo una venia. “No calculamos bien el tiempo. Sin duda hay mucho que recorrer aquí en ES, pero te prometo que no sucederá nuevamente.”
“Sí… aunque ‘senpai’ es un poco…” Syo frunció el ceño, inconforme.
“…” Ai dejó de cruzar sus brazos y les miró neutralmente por un par de segundos antes de continuar. “Percibo impresiones muy distintas entre los dos. Fui informado que se conocen de antemano y han tenido que trabajar juntos en el pasado, aunque son personas diferentes. En fin, comprendo que acomodarlos a los dos sigue siendo mi responsabilidad.”
“¿Acomodarnos?” Syo se extrañó.
“¡Sí, es un gusto trabajar contigo!” dijo Natsuki, animadamente.
“A diferencia de tu compañero, entiendo que rechazas la asignación que tenemos entre los tres, Syo,” dijo Ai sin dar rodeos. “También te muestras incrédulo ante mi deber de encargarme de ambos. Ello quiere decir que tu punto de vista debe ser uno que desaprueba mi labor. En particular, no pareces dispuesto a llamarme senpai. No tengo ningún apego al título, aunque por motivos de la etiqueta y nuestro trabajo en conjunto, te exijo que te adhieras a las normas esperadas de ti, ¿de acuerdo?”
“¿P-perdón?” Syo se impresionó por su repentina severidad y su adherencia a las reglas. Se mostró cansado y agobiado, pero no tenía intenciones de resistir. “Pues todo esto me parece un poco extraño y repentino, pero ya, entiendo…”
“Al menos no te haces de rogar,” dicho esto, Ai adoptó neutralidad. “Habiendo dejado las cosas en claro, es adecuado respetar estas normas. Como ya lo saben, yo soy Ai Mikaze. Estaré a cargo de ustedes dos y les ayudaré a mejorarse en lo posible. Espero la colaboración de ambos.”
“Es un gusto. Yo soy Natsuki Shinomiya,” el más alto sonrió con humildad y asintió. “¡Descuida! ¡Syo-chan y yo estamos encantados de conocerte!”
“No necesitas hablar por él, Natsuki, aunque aprecio el gesto,” Ai miró a Syo.
“Sí, lo sé,” no estaba muy convencido de necesitar presentarse si el otro hasta lo había llamado por su nombre, pero mejor se evitaba problemas. “Soy Syo Kurusu, un gusto. Y pues, dirás que tenemos que ser respetuosos contigo, pero sin siquiera presentarnos ya me llamaste por mi primer nombre.”
“Tiendo a dirigirme a todos de manera directa. No considero que cambiar mis modales sea algo necesario o apropiado bajo estas circunstancias,” contestó inmutado.
“¿En serio?” Syo le miró escéptico. Casi parecía que se contradecía a su favor personal.
“Más bien percibo juicio en tu tono de voz, Syo,” Ai frunció el ceño y llevó sus manos a las caderas. “Es válido que realices esta observación, sin embargo, según la impresión que das casi lo has hecho más por cuestionarme obstinadamente que por tener un verdadero interés o curiosidad en mi manera de ser. Si continúas comportándote de manera rebelde podría verme obligado a tomar represalias en tu contra.”
“O-oye, tranquilo…” Syo se alertó. “S-sólo pensé que es un poco injusto, pero…”
“Syo-chan, descuida, estoy seguro que Mikaze-senpai tiene las mejores intenciones,” le aseguró Natsuki. “Vamos, hay que llevarnos muy bien. Sé que podemos sacar algo muy provechoso.”
“Bueno… Ai-senpai, ¿qué tal?” preguntó Syo.
“Está bien, lo dejaré ir,” Ai se encogió de hombros.
“¡Entonces también te llamaré Ai-senpai!” se sumó Natsuki con grandes energías.
“Ahh, sabía que la formalidad te duraría poco, Natsuki…” observó Syo, frustrado.
“Suficientes rodeos, concentrémonos de una vez,” Ai caminó hacia una mesa donde había un par de agendas. “Esta es apenas una reunión preliminar, y pretendo que nuestras juntas en un inicio sean apenas para mantenernos al tanto en lo que recolecto datos de cada uno de ustedes. Por mientras, uno de mis talentos que ha sido más reconocido aquí en Shining es mi habilidad de organización, por lo cual les ayudaré a organizarse mejor y a su vez instruirles a usar una agenda cada uno. En cada una de nuestras juntas me aseguraré a revisar sus agendas para evaluar sus anotaciones y ver cómo van en sus actividades,” agarró una agenda por mano y se las extendió. “Aquí tienen. En breve les daré pautas para que comiencen con este simple ensayo.”
“¡Muchas gracias!” Natsuki recibió la suya y de inmediato la abrió para revisarla y observarla de todos los ángulos. “¡Ahh, está muy linda! ¡Tiene una cobertura acolchonada y suave y limpia y muy hermosa! ¡Lo aprecio mucho!”
“Organización, ya veo…” Syo miraba a la suya en sus manos, y dio un suspiro. Tal vez había estado preocupándose demasiado con esa asignación. Ai no parecía tener intenciones de meterse en sus asuntos o ser alguna especie de jefe. Sonrió incómodo. “Pues, admito que sí me vendría bien organizarme mejor. Siento haber dudado de ti previamente.”
“No veo por qué debas disculparte de mí, aunque olvídalo,” Ai negó. “He oído de algunas secretarias aquí que a no eres precisamente puntual o estás al tanto de los horarios, motivos por el cual decidí comenzar por esto. Por lo tanto, sí sabía sobre tus problemas de organización y esta tarea ha sido necesaria.”
“Eh, claro…” Syo se impacientó un poco. Ya veía que era alguien sincero.
“Natsuki no es muy distinto a ti. Sé que es una persona que fácilmente se distrae y por más que sea un buen compositor, puede olvidarse de asuntos importantes.”
“Es verdad. Syo-chan me ayuda un montón en eso,” admitió Natsuki, alegremente.
“Espera, Natsuki y yo somos dos casos distintos,” aclaró Syo. “Te aseguro que yo no ando perdido en las nubes como él.”
“No suena a una distinción importante.”
“¡Sí lo es! ¡No es que yo me pierda en la ciudad o me olvide qué tenía que hacer!”
“Los casos de ambos pueden corregirse mediante el mismo ejercicio de mantener una agenda y organizarse mejor. Los detalles de cada uno no son necesarios de atender a estas alturas. Más bien,” Ai frunció el ceño. “Realizar estos comentarios posiblemente infames de tu compañero es una falta de respeto y una brecha a su privacidad. Te pido que te comportes mejor, Syo.”
“Eh, pues…” este se incomodó y dio un pesado suspiro. “Ahh, no es que haya tenido malas intenciones, Natsuki, perdón…”
“¿Hm? ¿Por qué te disculpas, Syo-chan?” preguntó su amigo, confundido.
“Ehh, nada…” de nuevo no prestó atención.
“Ya comienzo a entender que esta actitud reactiva está muy arraigada en tu persona,” Ai llevó una mano a su mentón. “Puede ser un próximo punto a atender. Tendré que ver cómo monitorear y corregir tu comportamiento en cada momento…”
“N-no, te prometo que me comportaré, lo juro, no tienes que hacer eso,” Syo se asustó. Casi sonaba que ello sí haría a Ai como ese jefe entrometido que había temido tener.
“Ciertamente no me precipitaré por las primeras impresiones. A diferencia de ti, suelo actuar con prudencia y luego de haber procesado la debida cantidad de información relevante,” observó Ai, inconsciente del hecho que el otro se había amargado un poco por su comentario. “Comencemos. No contamos con mucho tiempo y estoy al tanto de sus clases en Rizembool. Les explicaré al detalle lo que espero de ambos con sus agendas y cómo organizarse.”
…
Fue una breve clase, aunque muy metódica e incluso con diapositivas de powerpoint, y una vez Ai terminó con sus indicaciones dio la junta por terminada. Sin embargo, Natsuki le invitó a que los acompañe a almorzar en la cafetería de ES para así hablar y llegar a conocerle mejor. Para incomodidad de Syo, Ai aceptó neutralmente y así los tres caminaban por uno de los pasillos camino a dicho lugar.
“Ehh, no tenías que venir con nosotros,” dijo Syo confundido. “Pensé que dijiste que ya habías almorzado.”
“Ya te contesté antes, Syo,” observó Ai, mirándole con un muy leve juicio pese a tener un rostro inexpresivo. “No necesitaré almorzar, pero concuerdo con el pedido de Natsuki de conocernos mejor. En este instante no tengo nada urgente que atender, así que continuar una exposición mutua podría brindarme de mayor información para leerlos debidamente. Eso es algo que tú mismo podrías aprovechar.”
“Creo que puedo leerte lo suficiente…” dijo frustrado. Sería una persona bastante racional y lógica, pero… no, quizás no había peros, era esa extrema racionalidad y organización de su ahora senpai la que desentonaba con sí mismo.
“Aquella actitud derrotada y cerrada es algo que te pido que deseches. No te servirá.”
“Sí, lo sé, lo haré…” dijo a regañadientes.
“Hehe, algo me dice que seremos los mejores amigos~” canturreó Natsuki feliz de la vida, y llevando ambas manos encima de su corazón. “Podemos aprender un montón de Ai-chan-senpai y espero también serle de ayuda.”
“¿Qué te habrá dado esa impresión?” Syo le miró con recelo. “¿Y ahora le llamas con ‘chan’ también? Siempre te tomas tantas libertades, Natsuki.”
“Su tono de voz y ánimos señalan que no lo hace con falta de respeto. Natsuki continúa dirigiéndome la misma atención y consideración, la cual sigue siendo mayor que la tuya, Syo,” recalcó Ai, quien sonrió impecablemente y miró a Natsuki. “Así que no tengo ningún problema con ello, Natsuki. Adelante.”
“¡Hehe, me alegro mucho!”
“Uhh, creo que ya sabemos quién es el favorito aquí…” Syo dio un suspiro.
Los tres continuaron conversando, ahora con Ai haciéndole entender que no había favoritismos y que su recepción positiva era recíproca de un buen comportamiento de parte de Natsuki lo cual continuó frustrando a Syo cada vez más. Ellos cruzaron una intersección con otro pasillo en pleno camino, y fueron vistos brevemente por otra persona.
Ranmaru salía de una sesión en un gimnasio común de ES y observó a dicho peliceleste acompañado de ese par de idols. Había oído que ellos tres iban a ser asignados a trabajar juntos y realmente no sabía ni qué decir. Luego de lo sucedido en el ataque al festival, se preguntaba cuán prudente era que Rizembool soltara a aquel idol inhumano a interactuar con los demás…
Su ensimismamiento se cortó al oír una voz juguetona que conocía demasiado bien.
“¡Ran-Ran!” oyó a sus espaldas.
“…” Ranmaru frunció el ceño instintivamente. Le tocaba aguantarle un poco. Se giró apenas de perfil para mirar de reojo a un pelimarrón de ojos grises correr saltando de un pie hacia él. “Tch, ¿qué quieres, Reiji?”
“¡Qué coincidencia! ¡De todos los gimnasios donde pudiste haber estado!” exclamó con alegría. “¡No nos vemos desde hace años! ¿Qué te trae por aquí?”
“Entreno, ¿qué más sería?” contestó de mala gana. “Y nos vimos cuando inauguraron este edificio, lo cual fue hace muy poco. No hagas drama.”
“Aw, Ran-Ran~ me hieres los sentimientos~” canturreó juguetonamente y sin dejar de sonreír.
“Tch…”
“Justo pensaba enviarte un mensaje, pero ahora que estamos cara a cara, no tengo que hacerlo. Tengo algo que decirte.”
“¿Qué?”
“¡Quiero invitarte a un almuerzo conmigo mañana!” exclamó abriendo sus brazos de lado a lado, gesto que fue recibido con Ranmaru dándole la espalda y continuando con su camino. “Oye…”
“No gracias…”
“Ran-Ran, ni me has escuchado,” dijo caminando a su costado y mirándole con súplica.
“Dijiste almuerzo y digo que no.”
“No, no, es que no es toda la historia,” Reiji sonrió con perspicacia. “Heheheh, he oído chisme que creo que te gustaría saber de antemano y un almuerzo es el perfecto lugar para contártelo.”
“Tú serás el chismoso, yo no.”
“Habré dicho chisme, pero no es tanto eso, al menos no para nosotros dos,” admitió sonriendo apenado. “Hehe, quise ser muy juguetón, ¿pero me crees capaz de invitarte y ocupar tu tiempo para darte un chisme sin que te gusten los chismes?”
“Sí.”
“¡Aw Ran-Ran, no puede ser que tengas tan poca fe en mí~!” se puso a lloriquear. Reiji vio al otro dejar de caminar y se detuvo también. Le vio mirarle enfadado.
“Me estás enfureciendo, Reiji,” le advirtió. “No ando de humor para soportarte, así que dime lo que tengas que decirme.”
“Tú nunca estás de ánimos para soportar nada, pero insisto que sería bueno que nos juntemos. Te aseguro que no será una pérdida de tiempo,” asintió, sonriendo con certeza. “Es más, yo te invito el almuerzo. Vamos, ¿qué tienes que perder?”
“…” desvió su mirada. “No estoy interesado.”
“No tomará mucho,” veía que no le faltaba mucho para convencerle. Ya lo conocía, así que le dejaría animarse por su cuenta. “Bueno, me avisas si cambias de parecer, pero te aseguro que es por una buena razón, ¿sí? Contrario a lo que tú crees, nunca te fastidiaría sin motivo alguno.”
“¿Eh? ¿Acaso eso no es lo único que haces?” le cuestionó impaciente.
“Ahh, duele, Ran-Ran…” sonrió incómodo e hizo el ademán de haber recibido un cuchillazo en su abdomen.
“…” el otro alzó su ceja y negó ofuscado.
“¡Bueno, tengo que correr! ¡Espero que nos veamos mañana! Bye-bye~!”
“…” le miró escéptico en lo que se marchaba corriendo. “¿Qué querrá este imbécil…?”
Siguió su camino, y tal y como el otro había descifrado, terminó por aceptar su invitación por celular, sin olvidar de darle la advertencia que no le hiciera perder su tiempo.
Pasaron unas horas y Cho y Ayesha se encontraban terminando la práctica de laboratorio del día. Con la labor terminada, sólo necesitaban limpiar el equipo que habían usado.
“Menos mal todo nos fue bien hoy, Cho,” comentó la rubia, sonriendo con algo de torpeza, en lo que terminaba de limpiar un vaso de precipitados en el caño. “No hemos tenido ningún accidente el día de hoy y tampoco somos las últimas en terminar.”
“Eh, es cierto, tienes razón,” la HiME sonrió incómoda. Era curioso cómo su amiga de inmediato pensaba en lo peor, aunque tampoco podía culparle. Tenían varias experiencias negativas con otros laboratorios, en especial rompiendo cosas (y en particular por culpa de Ayesha aunque Cho misma había tenido unos contados accidentes).
“Más bien me sorprende que Kashuu no haya venido hoy,” Ayesha alzó su mirada para revisar los alrededores. “Sé que la profesora suele dejarle entrar para ayudarnos a limpiar.”
“Pues, Kashuu se inscribió a un par de clases este semestre. A decir verdad, no debería estar tan al pendiente de mí y asistirlas más seguido.”
“Oh, no lo sabía,” Ayesha se impresionó y miró a su amiga anonadada.
“Me alegra mucho que se haya animado ni bien Miranda le dio la opción. Él podrá tener un vínculo a mí, pero también es su propia persona y no le veía seguir química como yo,” Cho sonrió. “Me está acompañando en mi clase de audiovisuales y a esta hora tiene una de fotografía. Se nota que tiene una afinidad más artística.”
“En verdad que sí, tiene toda la pinta,” rió un poco. “También me alegro mucho por él. Suena justo a su medida.”
“Aun así, quiere estar cerca para mantenerme vigilada y a salvo. Es una gran ayuda, y me sabe un poco mal que se preocupe tanto,” Cho dio un suspiro. “Le repito que puedo invocarlo si en algún momento se presenta el peligro, pero aun así no se siente seguro.”
“Es una gran ayuda que puedas invocarle, aunque conociéndole, diría que sus temores no son del todo infundados,” Ayesha llevó un dedo a su mentón y alzó su mirada. “Creo que sí evitarías invocarle a menos que sea una gran emergencia.”
“Ehm, pues sí, tienes razón…” la HiME desvió su mirada. “Hablamos de hacerle desaparecer y aparecer en otro sitio. Quién sabe el caos que podría causar por desvanecerse. Sin duda preferiría enviarle un mensaje de texto para asegurarme que es prudente antes de hacerlo, aunque Kashuu no estaba muy convencido con esa demora…”
“Se nota que tienen mucho en qué pensar y coordinar, es intrigante,” admitió Ayesha sonriendo pacientemente. “Pero sé que estarán bien. Ya les he visto coordinar y son un buen equipo. Por mi parte…” se desanimó y miró al vaso que todavía raspaba para remover la suciedad. “Mi Nio es todavía una pequeña muy impulsiva. No debe tener tu prudencia y le hace falta experiencia también… si tan sólo pudiéramos tener a alguien como Kashuu a su lado que la apoye y se preocupe por ella…” agachó más su cabeza con tortura interna. “Uhh… ella no quiere hacerme mucho caso. Desde que es HiME se ha vuelto más difícil…”
“No te desanimes, nos tienen a todas,” le aseguró Cho, quien pese a tratar de animarla también se preocupó un poco. En verdad esa pequeña tenía toda la seguridad, valentía y decisión que le faltaba a su hermana. “El inicio va a ser difícil, pero estoy convencida que podremos ayudar a Nio y hacerle enfocarse en cómo ser HiME. Será muy valiente, pero también es inteligente. Estoy segura que nos comprenderá.”
“Eso espero. Tienes razón, Cho…” Ayesha miró a su amiga, ya más aliviada. “Muchas gracias por tus palabras. No puedo desanimarme. Yo también tengo que poner de mi parte. Así será,” asintió decidida y trajo sus manos hacia sí para comprimirlos y alentarse. Sin embargo, se olvidó del vaso y por el movimiento este se le escapó. “¡Ah, no!”
Hizo un movimiento rápido para atraparlo en el aire, pero al ser un vaso tan pequeño y delgado, terminó haciéndolo reventar en su palma.
“¡A-Ayesha, ¿estás bien?!” Cho se alarmó y vio cómo el vidrio había pasado a través de su guante. Se encontraba sangrando.
“Ahh, qué horror…” se asustó, pero la peliceleste de inmediato abrió el caño al máximo.
“Vamos, hay que enjuagar tu herida. Yo llamo a la profesora,” dijo Cho apuradamente en lo que llevó la mano de Ayesha encima del agua.
“¡E-espera, voy a sacarme el guante!” la rubia se lo removió para así deshacerse de los posibles trozos impregnados a este. Apenas lo hizo, tanto ella como Cho vieron que los varios cortes en su palma estaban regenerándose a una velocidad inconcebible. En unos segundos, estas heridas habían desaparecido sin dejar rastro.
“A-Ayesha…” Cho se quedó en shock.
“¿Q-qué… qué fue eso…?” Ayesha miraba su mano de todos los ángulos y la palpaba con la otra. “N-no estoy herida… ni siento dolor… ¿qué ocurre?”
“…” la HiME sintió sudor frío. No podía creer que no lo había pensado antes, pero tenía demasiado sentido…
Pocos segundos después, Astrid llegó al haber sido alertada por otros estudiantes. Comprendió por la sangre aunque ausencia de una herida y el estado de asombro del par y de compañeros que algo mágico acababa de ocurrir. A la profesora sólo le quedó negar frustrada y sonreír con pena. La valiente Nio había aceptado ser HiME para proteger a su hermana después de lo ocurrido en el festival… y, al hacerlo, también la había jalado al campo de batalla.
Sólo quedaba informarle a la directora inmediatamente.