Los recién graduados Seed se habían reunido aquella mañana en la cafetería, jugando algunos a las cartas (tenían la esperanza de que algún día podrían desafiar al mismísimo Club de Fumadores si seguían así), y otros simplemente cotilleando. Después de un par de horas de relajada conversación, las latas de bebida y bolsas de aperitivos se acumulaban en la mesa.
- ...y, por eso, creo que deberíamos ir... ¡a la piscina! - Dante fingió que cerraba un portátil imaginario, tras lo cual se cruzó de brazos.
- Eso me recuerda, quiero comprarme un bikini que vi el otro día. - Kora miró de soslayo a todas las chicas de la mesa y a Shun. - ¿Alguien me acompaña?
- Sí, pobrecita, tienes que tener el armario vacío. - Remarcó Yuri. - Yo también voto por la piscina.
- ¡Kora Lionheart!
Las cuerdas de acero de Apollo sobresaltaron no sólo a Kora, sino a toda la mesa. El secretario parecía nervioso, y antes de que nadie pudiera recriminarle la pérdida parcial de audición que probablemente les acababa de provocar, siguió hablando:
- Lionheart, ¿sabes dónde está tu hermano? No ha venido aún, y no sé por qué pero Franziska va a culparme a mí de todo esto.
- ¿Qué? ¡No! No sé nada de Graham desde... antes de ayer. - Kora entrecerró los ojos. Empezaba a disparársele una alarma en la cabeza, y era de las malas. - ¿¡Dónde está Graham!?
- ¡Eso acabo de preguntarte!
Con una fiereza en su voz que hacía parecer que rugía en vez de hablar, Kora se había levantado, dejando caer sus cartas al suelo. Graham no había faltado ni un sólo día desde su nombramiento como Comandante, dejando a un lado su rendimiento laboral en la oficina. Y la chica estaba segura de que hubiera avisado a alguien si hubiera surgido una urgencia.
- Kora, tranquilízate... - Shura le puso una mano en el antebrazo. - A lo mejor tiene días libres.
- No, no lo tiene. - Apollo negó con la cabeza. - Vale, ire a avisar a dirección. Espera aquí.
- ¿Esperar aquí?
El tono de Kora sirvió para paralizar a Apollo en mitad del movimiento, quedando con medio cuerpo girado, dispuesto a partir rápido a informar a la subdirectora. La chica tenía los brazos en jarras, y lo miró con ojos entrecerrados.
- Mi hermano ha desaparecido, inútil, ¿y crees que me voy a quedar sentada esperando?
Sin mediar palabra, Kora dio media vuelta sobre sus talones, y empezó a caminar en dirección al pasillo, apartando de un empujón a Apollo, que casi cayó a la mesa donde estaban los Seeds, volcando latas vacías.
- ¡Kora, espera!
Shura y Yuri fueron los primeros en salir tras ella, terminando de empujar a Apollo, y tras unos momentos de mirarse entre ellos, el resto de recién graduados que había en la mesa los siguió. Apollo sólo agradeció que tuvieran la decencia de esquivarlo mientras trastabillaba hacia atrás.
Kora ya había recorrido la mitad del pasillo que unía el comedor con el primer piso con sus largas y rápidas zancadas, aunque no tenía claro a dónde iba a ir siquiera. Yuri la alcanzó, sujetándola del brazo para que frenara.
- ¡Quieta, fiera! Ni siquiera sabemos si le ha pasado algo a Graham. Cálmate, ¿quieres?
- ¡No! - Kora se sacudió para soltarse del agarre. - Ha pasado algo. Graham no se iría sin explicación o sin avisar antes. Vamos a buscarlo.
- ¿Dónde, si puede saberse?
- ¡No lo sé! - Retomando su rápido ritmo, Kora siguió recorriendo el primer piso, en dirección al centro. Yuri mantuvo el ritmo a su lado, y pronto les alcanzó Shura.
- ¿Hablaste con él antes de ayer? ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?
- Lo vi a por última vez a mediodía. - Contestó Kora. - No dijo nada en especial.
Cuando llegaron al vestíbulo, Kora se detuvo. Pasó su vista de la salida al exterior al ascensor, cada uno a un lado. No tenía claro por dónde empezar a buscar, lo único que entendía era que tenía que encontrar a su hermano cuanto antes...
“Antes de que ocurra una desgracia.”, terminó el pensamiento sin poder evitarlo.
- ¿De qué va todo esto? - Preguntó Neko al alcanzarla.
- No te preocupes, Kora, te ayudaremos a encontrar a Graham. - Le animó Shun.
- Yo sólo digo que como simplemente esté haciendo pellas vamos a quedar como los tontos del pueblo... - Intervino Dante.
Kora no tuvo tiempo de contestar a los comentarios de sus compañeros. Al poco de haber llegado ellos al vestíbulo, por la puerta de la entrada vio pasar una figura familiar. Le había costado unos momentos reconocerla, ya que no llevaba gafas, y la manera de caminar, erguida y con el mentón alzado, era completamente diferente de la que recordaba.
- Tú... - Murmuró, entrecerrando los ojos.
La chica llegó hasta la altura en que el pasillo del vestíbulo se unía con el anillo que era el círculo del primer piso, con pasos cortos y rítmicos. Allí, miró a su alrededor, cuando su mirada se cruzó con la de Kora.
- ¿Qué te pasa? - Preguntó con una media sonrisa. - ¿Buscas algo?
- ¿¡Qué le has hecho a mi hermano!?
Kora, escapándose por unos centímetros del agarre de Yuri, se encaró hacia la otra chica. Tenía los dedos de las manos estirados, empezando a concentrar calor en la palma. Pero la chispa que llegó a encender murió rápidamente, ya que si bien su compañero no había conseguido detenerla, lo que la desconocida le mostró hizo que frenara en seco por puro instinto.
No había nada sospechoso en el teléfono que la chica sostenía en la mano, con una corta secuencia de números escrita en la pantalla, pero un Seed sabía perfectamente que en algunos casos, una simple llamada podía tener consecuencias fatales. Con el tiempo, los rudimentarios detonadores de bombas con un brillante botón rojo habían terminado por ceder el paso a simples aplicaciones de teléfono móvil.
La actitud de Kora había llamado la atención en un principio, haciendo que algunos presentes se quedaran por el morbo que producía siempre una pelea entre estudiantes. Pero las palabras que pronunció hizo que se hiciera el silencio entre los presentes.
- No te muevas, o te aseguro que no volverás a verlo.
- ¿Qué le has hecho a mi hermano? - Masculló Kora, entre dientes.
- Nada en comparación a lo que se merece… - La chica dio unos pasos hacia el centro del vestíbulo, colocando una mano en la cadera. - ...Todavía.
- ¿Qué está pasando aquí?
De entre la multitud de estudiantes y Seeds que se habían reunido en el vestíbulo, silenciosos ante la amenaza directa de la desconocida, salió Date. El instructor frenó en seco, manteniendo una distancia prudencial de la chica al ver el aparato en sus manos. Al verlo, tan sólo le dedicó una mirada cargada de rabia, apretando la mandíbula en una sonrisa amenazadora antes de dirigirle la palabra.
- Vaya, vaya, instructor Masamune... cuánto tiempo, ¿no?
Las palabras de Tsubaki parecieron confundir al hombre por unos momentos, y ante la atónita mirada de todos los presentes, la joven empezó a cambiar su apariencia. La piel se ondulaba, retorciéndose sobre sí misma al tiempo que se amoldaba a un cuerpo más ligero y alto, sus rasgos faciales se reajustaban rápidamente sobre el rostro, y el cabello se alisó, cayendo en una cascada rojiza por su espalda.
- Pero si eres… Tsubaki… Tsubaki Yayoi. - Dijo Date.
- ¿Te acuerdas de mi padre? - Tsubaki entrecerró los ojos. - Claro que te acuerdas... pero serás uno de los pocos. Si no, ¿cómo habríais puesto a su asesino como Comandante del Jardín?
Se empezó a oír un murmullo entre la multitud. Todos los Seeds, eventualmente, terminarían matando a alguien. No serían pocas las misiones que obligarían a terminar con la vida de algún objetivo, o en algunas ocasiones, los daños colaterales eran inevitables.
- Sé lo que estáis pensando. - Tsubaki se dirigió a la multitud, cambiando su posición para enfrentarse a ellos. - Estáis muy equivocados. Graham Aker mató a mi padre por sus propios motivos. Vuestro Comandante no es más que un maníaco capaz de quitar de en medio a quien haga falta para conseguir lo que quiere.
Las voces de los presentes se alzaron ligeramente. La historia de Tsubaki había pasado de ser relativamente plausible a sonar como una venganza desesperada.
- ¡Lávate la boca antes de hablar de mi hermano!
Kora había avanzado unos pasos, cegada por la rabia momentáneamente, siendo detenida por el agarre de Date. Tsubaki le dirigió una mirada de desprecio, aunque parecía divertirle la desesperación que mostraba la chica.
- ¿Qué es lo que quieres? - Le preguntó el instructor.
- Me alegra ver que estáis tan dispuestos a negociar. - Tsubaki fingió una sonrisa. - Es muy fácil. Quiero que el Jardín de Balamb destituya inmediatamente a Graham Aker como Comandante y que sea justamente castigado por el asesinato de mi padre.
Tsubaki dejó que pasaran unos segundos de silencio antes de terminar su oferta.
- Si no, cuando haga esta llamada, Graham Aker morirá y le haré un gran favor al mundo. Y más vale que no intentéis nada.
- Si quieres que te tomemos en serio, deberías ser más comedida a la hora de hablar de nuestro Comandante.
La voz de Auron, con su tono rasposo y seco, no era la más alta del lugar, pero sus palabras parecieron resonar en todo el vestíbulo. El antiguo Comandante se abrió paso entre la multitud, quedando a unos pasos de Tsubaki. Iba acompañado de dos hombres vestidos con el uniforme de Balamb, uno de ellos con gafas y pelo castaño corto, y el otro alto y de piel oscura, destacando por unas rastas rojizas atadas en una coleta. Tsubaki entrecerró los ojos al verlos, con los labios apretados en una mueca de odio.
- Tú eres el peor de todos. - Tsubaki siseó primero, dirigiéndose a Auron, pero la rabia en su voz no tardó en escucharse. - Y vosotros dos lo encubristeis... ¡No sólo dejasteis que Graham saliera impune, sino que además el Comandante lo premió con el rango de Seed! ¡Graham es un asesino, y todos tienen derecho a saberlo!
El silencio se hizo más profundo si era posible. Las miradas recayeron sobre Auron, que permaneció en silencio unos momentos antes de responder nada. Si estaba meditando sus palabras o esperaba que el silencio sacara lo peor de Tsubaki era algo imposible de descifrar.
- Lo que ocurrió aquel día fue un accidente, Tsubaki.
- ¡No es verdad!
Y como era de esperarse, los murmullos se encendieron como una chispa. Auron no había rechazado completamente la versión de Tsubaki, sino que había ofrecido una versión mucho más subjetiva.
- ¿Accidente? ¡Graham mató a mi padre cuando le dijo que había suspendido la prueba Seed! ¿Qué accidente ves tú en eso? - Tsubaki se giró hacia la multitud, con una sonrisa perversa en el rostro. - ¡Vuestro patético Comandante ni siquiera pudo pasar la prueba!
Era casi imposible oírse los unos a otros entre la multitud, de tan altos que eran sus murmullos. Las palabras de Tsubaki empezaban a tener un sentido macabro y las piezas de su versión empezaban a encajar, poco a poco. Parecía difícil de creer que el mismo Graham al que tanto admiraban fuera capaz de un crimen tan egoísta, pero la vehemencia con que Tsubaki defendía su caso empezaba a calar entre algunos.
- ¡Eso es mentira, Tsubaki! ¡Graham pasó la prueba con nosotros!
Esta vez había hablado el hombre de gafas, apuntando con el dedo a la chica.
- Has tardado mucho en salir a defender a tu amiguito... Howard Mason. - Tsubaki entrecerró los ojos en amenaza, siseando el nombre del SeeD. - Graham suspendió, ¡y cuando mi padre se lo dijo-!
- Graham pasó su prueba Seed junto a Howard y Daryl. - Interrumpió Auron. - Pero tu padre decidió suspenderlo.
- ¿¡Y por eso merecía morir!?
Los ojos de Tsubaki empezaron a llenarse de lágrimas. Cada vez estaba más nerviosa, y la mano con que sujetaba el dispositivo temblaba, pero sus dedos de momento estaban lejos del botón. El silencio había vuelto a hacerse entre los Seeds, que esperaban una nueva versión de los hechos.
- Tú no estabas allí aquel día. - Continuó Howard. - No desde el principio. Graham no tiene la culpa de lo que pasó.
- ¡No pienso escuchar más mentiras y excusas!
- Todos te hemos escuchado a ti. - Dijo Auron. - Ahora, nos toca hablar a nosotros.