Author Topic: Act 1: Overture  (Read 67146 times)


Cho

Re: Act 1: Overture
« Reply #15: February 25, 2014, 10:18:00 PM »
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El día siguiente había llegado, y luego de salir de dos clases en la mañana, Cho fue a tomar el desayuno que aún no había tenido. Eran las once y los ambientes de la universidad estaban llenos de estudiantes y el bullicio de siempre. Para esas horas, la vida típica y concurrida de la institución ya estaba en movimiento.

Luego de comprar un sándwich y jugo de naranja, fue a tomar refugio en una banca debajo de un árbol y cercana al pequeño e invisible edificio de contabilidad. El ruido y presencia de tantos estudiantes le era demasiado abrumador, y por ello acostumbraba a buscar distintos huecos y ‘refugios’ dentro de la universidad donde apenas se veían a otras personas pasar.

Por su costumbre de comer rápido, no se dio mucho tiempo a relajarse, aun teniendo alrededor de tres horas que esperar antes de su siguiente clase. Su mente seguía atada a la conversación que había tenido la tarde anterior. Estaba consciente de la importancia de salir de la comodidad de su espacio y abrir su camino y ‘mundo’, si es que quería desarrollarse como una cantante en una ciudad con tanta competencia. Ello era algo que había intentado evadir considerar, pero era muy obvio que el aspecto social significaba demasiado en el desarrollo de cualquiera, más si se trataba de una carrera pública.

Al terminar con su improvisado desayuno, salió de su pequeño hueco y pensó en ir hacia la cafetería cerca del área de ciencias. Le podría caer bien hablar con alguien al respecto, y siempre había gustado de hablar con Kurisu. Ella era muy inteligente y podría darle algunas ideas sobre cómo lidiar con su situación.

Sin embargo, cuando llegó al área llena de gente, vio que ella estaba sentada en una mesa y hablando con un par de sus amigos. Por instinto, Cho se dio media vuelta y se fue lo más disimuladamente posible. No conocía a los amigos de la pelimarrón, y sentía que acercarse, interrumpir la conversación y verse forzada a presentarse era demasiado para ese momento. Mejor le buscaba más tarde.

Y cuando se le acabaron las ideas, recordó la normalmente olvidada consejería de la universidad. Dentro y fuera del lugar siempre había folletos y afiches de eventos, voluntariado o cualquier tipo de actividad social. No le dolía revisar, y de paso preguntaría a algún encargado por si había algo de su interés.


“Ah, viene a preguntar sobre eventos musicales,” confirmó una secretaria. “Lo siento, pero aún no empieza la temporada de dichos eventos. Le aconsejo que se suscriba a las noticias de la universidad. Así recibirá información cuando comiencen los recitales, concursos de talento o guerra de bandas.”
“Sí, gracias…” Cho asintió.
“Le recomendaría ir al conservatorio a preguntar por posibles actividades. Ellos están más enfocados en la música.”
“S-sí, ya lo he hecho…” la noche anterior había revisado en la página web del conservatorio, y en general ya había estado familiarizada con la gran mayoría de los eventos que se acercaban. Una buena cantidad no aplicaba a su caso, y sólo había puesto su atención en un par de eventos de las clases de coro a las cuales estaba inscrita. Pero participar en coro no le sacaría de su burbuja, por lo cual buscaba más opciones. “Muchas gracias, estaré regresando si necesito más información.”
“Sí, por supuesto. Que tenga un buen día.”

Cho se despidió y salió de la oficina de la consejera, regresando al pasillo principal de la consejería. Ni bien cerró la puerta notó que una persona cargando una cantidad enorme de papeles se acercaba. Ella no llegó a esquivarle a tiempo y al chocarse, todos los papeles terminaron regados por el piso.

“¡Ahh, p-perdón!” la peliceleste se agachó inmediatamente a recoger el desastre.
“D-descuida,” el chico le ayudó. “No estaba prestando mucha atención al camino, no tienes que disculparte.”
“Y-yo tampoco prestaba atención…” ella terminó de recoger los papeles a su alrededor y recién se fijó en qué eran. Se trataban de afiches en grandes cantidades, y había suficientes para distribuir cómodamente por la universidad. Leyendo el poco texto y viendo la simple imagen, los afiches promocionaban un evento a la comunidad de la limpieza de los parques cercanos, junto con un almuerzo para recaudar fondos para financiar mejor la limpieza de la ciudad…
“Es un evento comunitario este fin de semana,” explicó el chico, sonriendo.
“¿E-eh?” Cho levantó su mirada y vio que el estudiante ya había terminado de recoger los afiches de su lado, y le miraba como si esperara pacientemente a que le devolviera lo que había recogido. “P-perdón, aquí tienes. M-me distraje…”
“No te preocupes, puedes llevarte un volante, justo iba a repartirlos,” le explicó. Ellos se levantaron del piso y Cho le devolvió el gran grupo de papeles. “El evento es el sábado en el parque principal del área, si estás interesada en venir.”
“S…sí…” Cho asintió y desvió la mirada.
“No tienes que venir, sé que estos eventos no son muy populares, sólo decía,” él rió un poco y se vio incómodo. “No intento presionarte ni nada.”
“S-sí, lo sé…” la peliceleste vio a una de las consejeras acercarse, y dirigirse al chico.

“Ah, qué bueno que aún no te retiras,” dijo la señora. “Hablé con el coordinador de biología y me confirmó que los estudiantes tomando la materia van a participar en el evento. Él me pidió que le fueras a visitar para que expusieras la actividad en la clase que tiene hoy en la tarde.”
“Oh, claro, lo haré,” él asintió.
“Jovencita,” la consejera miró a Cho y vio que tenía un afiche en la mano. “¿Será que el evento te llamó la atención?”
“¿Eh? Pues yo…”
“No hay necesidad de presionarle, sólo repartía folletos,” dijo el chico rápidamente, algo frustrado. Esa consejera tendía a presionar a los estudiantes.
“Pero sería un buen evento,” la señora volvió a dirigirse a Cho. “El joven es uno de nuestros estudiantes más activos en eventos del campus, a pesar que ahora sólo está trabajando en su tesis. Oh, y ya tiene un trabajo dentro de un grupo muy notorio en el medio de Eastwood. ¿Habrá escuchado sobre ‘los cuervos de Eastwood’?”
“¡S-suficiente!” el chico pareció tensarse de sobremanera, algo avergonzado. Él se aclaró la garganta y decidió presentarse. “No es nada realmente importante, eh… ¡ah! Mi nombre es Almaz, mucho gusto.”
“Igualmente, mi nombre es Cho,” ella asintió.
“Almaz va a dirigir el evento de este sábado, te recomendaría que fueras. Es una buena oportunidad para involucrarte con la universidad y conocer a más de tus compañeros,” la consejera se dirigió al chico. “No olvides de ir donde el coordinador cuanto antes. Él tiene una reunión de comité en media hora.”
“Lo haré enseguida. Muchas gracias por su apoyo.”
“No hay de qué,” la señora sonrió y se despidió de los dos.

Al salir de la consejería, Cho notó que Almaz estaba algo frustrado. Ella tuvo la intención de preguntarle si algo le incomodaba, pero al parecer él pudo leer sus pensamientos con sólo mirarle.

“No, no es nada… es frecuente que me den cumplidos, pero realmente no he hecho nada muy grande… y menos en el ambiente laboral…” él negó. “Lo siento, no tienes que escuchar más del tema.”
“Pero… no creo que sea nada de qué sentirse mal. Felicidades por estar en la recta final de tu carrera eh… ¿en qué carrera estás?”
“Soy un reportero, y fotógrafo,” le contestó. Almaz sonrió con cierta nostalgia. “No tengo ningún talento estelar, pero por estar en Eastwood, decidí estudiar algo que me involucrara con el medio, y me hiciera estar en muchos eventos y sucesos. Recuerdo que entré a estudiar esperando algún día hacer el mejor reportaje e informar a las masas…”
“…” Cho ladeó la cabeza. Por el tono de sus palabras, parecía que él no había terminado de decir todo lo que tenía en mente. “L-lo dices como si no fuera a ocurrir…”
“No es eso, es que pues…” él desvió la mirada. “He podido colaborar con algunas historias y fotografías pero… aquí, lamentablemente, los reporteros no somos los ‘buenos’ la mayoría del tiempo…”
“Entiendo…” ella comprendió la incomodidad del chico, pero en parte sentía que tal vez no lo comprendía del todo.
“E-en fin, ya me tengo que ir,” él sonrió incómodo. “Perdón, pero el coordinador de biología me espera. Si te animas a venir al evento en sábado, nos vemos ahí.”
“C-claro, hasta luego…” Cho se despidió y vio al chico caminar. A lo lejos, le vio repartir algunos folletos y dar breves explicaciones sobre el evento a otros estudiantes. Como fue de esperarse, al menos la mitad de esos folletos terminaron en el tacho de basura casi de inmediato.

Algo le simpatizó en ese chico, tal vez porque pese a su ocupado horario, familiaridad con otros y actividades que hacer, se notaba algo retraído y humilde. Fue una persona ‘accesible’, en su punto de vista. Volvió a mirar al volante en su mano y meditó más al respecto. No sonaba a nada que ella haría por su propia cuenta o voluntad, pero tal vez no era una tan mala idea asistir. Todavía tenía unos días para meditarlo.

Y pasado ese encuentro, ella continuó con sus quehaceres de la mañana.


Kora

Re: Act 1: Overture
« Reply #16: March 17, 2014, 08:18:53 PM »
Mi primer fic aquí :'> me ha costado decidirme si subía el fic o no, pero aquí lo dejo.

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"¡Hola a todos! Para los que veis mi cara por primera vez, soy KuroKitty. Este vídeo es muy importante para mí porque, para mi sorpresa... ¡esta mañana he visto que ya he llegado a los 750.000 subscribers! Estoy muy, muy contenta de que ya seamos tantos. Aunque no puedo contestar todos vuestros mensajes, los leo todos, y no sabéis cuánto me animáis a que siga adelante con esto. Si cuando empecé a grabarme cantando en el instituto, quizá algunos os acordéis de esa época, me hubieran dicho que llegaría hasta aquí, ¡ni me lo hubiera creído! Muchas gracias a todos por vuestro apoyo, y espero terminar pronto la canción en la que he estado trabajando éstas últimas semanas. Estoy un poco atascada en una frase, quiero traducirla de la forma más fiel posible... bueno, no me voy por las ramas. 750.000 subscribers, casi 100 covers, una veintena fandubs... no puedo creer que todo eso haya sido posible en menos de tres años. ¡Gracias a todos, y nos vemos pronto!"

Tras lanzar un beso a la pantalla como despedida, detuvo la grabación, y dejó caer la cabeza sobre el escritorio con un "clonc". El golpe hizo que soltara un gemido bajito y largo, quedándose en esa posición por unos minutos antes de levantar la cabeza. Mantener su habitual actitud animada mientras grababa le había costado varias tomas y retoques de maquillaje, todo lo que Kora quería hacer era echarse en la cama y dormir mientras esperaba a su inevitable final.

Aunque lo primero que había hecho nada más volver a su apartamento había sido cerrar de un portazo, tomarse un té relajante, darse una ducha mientras lloriqueaba para luego dormir desde las siete de la tarde hasta las nueve de la mañana, Kora todavía tenía la cabeza a punto de explotarle. Al menos la hinchazón de los ojos había desaparecido gracias al antifaz de hielo líquido.

Y todo porque sus padres no tenían nada mejor que ir indagando en su vida. Todavía no podía creerse que la hubieran investigado como si fuera una criminal.

"¿Cómo has podido engañarnos todo este tiempo? ¡Te hubiéramos apoyado si nos hubieras dicho que era ésto lo que querías hacer!"

(Sí, claro. Por eso habían elegido ellos la universidad, la carrera y su futuro puesto en la empresa.)

"¡Se acabó! ¡Se acabó de verdad! ¡Es hora de que aprendas a ganarte la vida y el valor de las cosas!"

(Y eso lo decía alguien cuyo patrimonio familiar estaba valorado en millones de dólares.)

"La universidad, el apartamento, todos tus caprichos... ¿Sabes cuánto dinero nos hemos gastado en ti en estos dos últimos años?

(Más o menos lo mismo que en tu última rinoplastia. ¡Y no es que te haya servido de mucho!)


Tal vez no debería haber dicho la última en voz alta. La discusión había escalado hasta que su padre había cortado por la mitad sus tarjetas de crédito, anunciando que iba a cerrar todas sus cuentas bancarias, que a partir de aquel momento tendría que buscarse la vida sola y por supuesto, que iba a tener que devolverles todo el dinero gastado. Con un pobre esfuerzo para guardarse las lágrimas, Kora había salido de la mansión con un portazo.

Había querido pensar que sólo había sido el calentón de la discusión, pero tras guardar el vídeo para editarlo más tarde, había ido a comprobar su situación bancaria... soltando un grito ahogado al ver que los ceros iban acompañados sólo de otros ceros. Estaba completamente en blanco, y su plan de vida acababa de irse al traste.

Aprovechar el dinero que sus padres le daban para pagar la carrera, 10.000 dólares por curso, para sus propios proyectos no había sido lo más honesto, eso estaba dispuesta a admitirlo. Pero no es como si no tuviera nada pensado: había contactado con alguien que le ayudaba a falsificar los documentos que acreditaban su presencia en la universidad, y éste le habría conseguido la licenciatura. Kora sabía que había elegido al hombre adecuado, al fin y al cabo, él mismo era un abogado con un título falso, y el tipo estaba en la cresta de la ola.

¡No era como si el trabajo que le esperaba fuera especialmente difícil! Había acompañado a su padre al edificio principal de la empresa principal, y lo único que había visto era gente con trajes caros que fingía saber de lo que hablaba. Uno de ellos intentó ligar con ella, y cuando le preguntó en qué trabajaba, sólo le respondió exasperadamente: "por favor..." (tras lo cual había huido al enterarse que era menor).

Todo estaba calculado. Sólo otros dos años, tres si quería añadir un máster a su currículum, y Kora habría seguido con su vida perfecta.

- Al menos terminaré esto... y cuando nadie vuelva a saber de mí, me habré ido creando drama.

Abrió el programa de edición de vídeo para retocar la iluminación y añadir filtros, lo habitual para que los vídeos lucieran lo mejor posible. Ajustar los tonos para que su piel pareciera más blanca pero no se confundiera con su color de pelo y el rojo de sus labios fuera más intenso, mejorar la luz de la habitación... su habitación...

También perdería su habitación, junto con el apartamento. Le encantaba aquel sitio, se había enamorado de él nada más se lo habían enseñado. Grande y con luz, el cuarto de baño principal tenía una bañera jacuzzi, la cocina-comedor era espaciosa para tener un televisor de plasma al que conectar el portátil cuando quería ver una película o jugar un videojuego.

Y sobretodo, la sala de grabación que había instalado. Había costado tres meses terminar de montarlo todo, pero aquel estudio había sido donde había grabado la música que había hecho subir su fama como la espuma. ¿Qué iba a hacer con todo eso?

En cuatro días llegaba el día de pagar el alquiler, y cuando pasara una semana sin hacerlo, le darían tres días para marcharse. El lujo era estricto.

Revisó el vídeo por última vez, sus últimos tres minutos de gloria antes de desvanecerse como una llama.

"...bueno, no me voy por las ramas. 750.000 subscribers..."

750.000 subscribers...

Cualquier persona que navegara por las redes sociales se había topado alguna vez con los típicos posts de recaudación. Desde pagar el tratamiento veterinario de un gatito a ayudar a una persona que necesitaba pasar la semana porque le habían robado la tarjeta del banco.

Aunque llevara años en internet, por su propia seguridad, se había asegurado de no hablar demasiado de quién era en la vida real. A quienes conocía en la realidad procuraba no hablarles de su aficción para evitar ser tachada de friki, y a sus amigos online evitaba mencionar todo el tema de la fuente de dinero.

Se ajustó el pelo con los dedos, y suspirando hondo, formó una expresión serena y humilde. Clickeó para empezar a grabar con la webcam.

--


Jolyne llegó a casa, y dejó la caja que contenía la guitarra sobre la cama, dejando que el placer de una espalda libre de casi cinco kilos la recorriera acompañado de un sonoro crujido de hombros. Los ensayos con el grupo se habían vuelto diarios aquella semana, como siempre que les ofrecían la oportunidad de tocar en algún club… aunque fuera de teloneros de los teloneros.

- Hola... oh.

Puso los ojos en blanco al recordar que ya no tenía compañera de piso. Aunque originalmente ella había sido la compañera de piso, una vez la otra persona había encontrado pastos más verdes (es decir, un novio al que podía gorronear más que a Jolyne), le había faltado tiempo para salir volando de aquel sitio.

Jolyne no hubiera lamentado mucho su pérdida, dormía más tranquila sabiendo que ya no había nadie dándose chutes en el comedor cuando no estaba, si no fuera porque la había dejado con todos los gastos de aquel mes más el alquiler. Algo que desde luego no podía cubrir con su trabajo como camarera.

Cada vez que pensaba en el tema Jolyne echaba humo, su madre le ayudaría encantada con los gastos, pero sería un gasto extra que apenas podría permitirse. Su padre podría pagar perfectamente, pero enseñar los pechos a viejos verdes por webcam le parecía una alternativa más digna a tener que pedirle nada a aquel tipo.

Meow…

La gata saltó del suelo a la mesa de la cocina, maullando para llamar su atención. Acarició su cabeza, y tras poner los restos de pizza en el microondas, le llenó un tuperware mediano a la gata, que tras beber, puso las patas delanteras dentro, chapoteando.

Jolyne palmeó los bolsillos de sus pantalones, sacando el móvil a tiempo para grabar a la gata meter la cabeza en el agua y sacarla para sacudirse, con una sonrisa gatuna satisfecha, antes de volver a la carga intentando meter la parte delantera del cuerpo en el agua.

- Eh, Foo, ya, ya, que me vas a dejar esto hecho un desastre…

Paró el vídeo y apartó a la gata de su querida agua antes de que terminara derramándola por la mesa y el suelo, aquella noche tenía libre y no quería tener que fregar nada que no fuera absolutamente necesario. Con una mirada frustrada, Foo le maulló bajito, y salió corriendo hacia el pasillo.

- Bueno, ya se te pasará.

Se encogió de hombros, riendo mientras sacaba la pizza del microondas, y fue hasta su habitación. Dejó el plato en el escritorio y enchufó el móvil al ordenador, subiendo el vídeo de Foo a Facebook mientras elegía una serie en Netflix. El sonido de varias notificaciones seguidas indicaba que había sido, como siempre, un éxito entre sus amigos.

Si fuera una de esas raritas que le hacen perfiles a sus mascotas, estaba segura de que su gata tendría más amigos que ella.

>FOO!!! la adoro ♥
>que nos vamos a ahogaaaaaar /apm
>Cómo puede gustarle tanto el agua a un gato? jajajaj
>Jol me encanta tu gata!!
>xDDD deberías subir sus vídeos a Youtube, ya verías como se vuelve viral


La mención de Youtube hizo que dejara de masticar por unos momentos, dejando ir un bufido antes de seguir comiendo. Intentar resistirse a la curiosidad o lo que fuera que sentía era imposible, y cuanto antes lo mirara, antes podría seguir con su rutina.

Al abrir el navegador y empezar a escribir la dirección, éste autocompletó con el canal, pero tampoco lo necesitaba; conocía aquel nombre de usuario de memoria. Tal y como esperaba, había un vídeo nuevo, aunque éste parecía uno de sus videologs en lugar de covers de canciones de anime o videojuegos. Aunque sabía que no le interesaba mucho lo que tuviera que decir, abrió el vídeo igualmente.

...y por eso, si podéis ayudarme en esta situación tan desesperada, os lo agradecería. Un sólo dólar me serviría para pagar el alquiler mientras espero a que salga otro trabajo… realmente no tengo nada ahora mismo… oh, no, no, no, no quería llorar, me siento tan patética…

Debía admitir que de todas las cosas que esperaba ver, aquella era la última que esperaba. No quería admitir que si lo que decía era verdad, una parte de ella se alegraba, pero la conocía bien como para saber que estaba ocultando algo. Bueno o malo, no sabría decirlo.

- No es mi problema.

Se apoyó hacia atrás en la silla, dando otro bocado de pizza. Antes de que cerrara la pestaña, Foo saltó al escritorio, y se quedó mirando la pantalla. Al ver a la chica hablar y moverse, la gata dio unos manotazos donde estaban los pechos, que con cada exagerado sollozo reprimido daban un pequeño saltito, haciendo reír a Jolyne hasta que cogió a la gata, dejándola en su regazo y cerrando la pestaña.

Terminó el trozo de pizza, dándole la corteza a Foo a pedazos, y odiándose por ello, pulsó las teclas para abrir la última pestaña abierta.

- En serio, ¿qué tienes en mente…?

Nunca era demasiado tarde para retomar una vieja amistad, ¿no? Además, lo hacía sólo por curiosidad.

--


Aquella mañana era el día que tenía que pagar el alquiler. Se había despertado temprano y no había podido volver a dormir, por lo que llevaba desde las seis de la madrugada en el ordenador. La colecta parecía ir bien, no tan espectacular como esperaba, pero al menos podría salir del paso.

De paso comprobó la bandeja de entrada. Como siempre, los mensajes eran todo lo diversos que podía esperar: usuarios deseándole lo mejor y halagando su voz, otros cantantes online felicitándole por su nueva meta, pedidos y sugerencias de canciones por versionar, el típico friki que no tenía nada mejor que hacerle un test para evaluar cuánto sabía del videojuego del que había hecho una versión lírica del tema principal…

Borró los más molestos y bloqueó al tipo con la foto de perfil con una fedora que no había dejado de acosarla desde que hizo versiones piano de My Little Pony, el cual no parecía comprender que simplemente no estaba interesada en él y por tanto era una calientabraguetas y demás calificativos.

- Lo que tú digas, pero aféitate la barba esa del cuello… – Gruñó. No era el primero ni sería el último.

Al menos había pasado dinero a la cuenta del banco. Viendo que se le habían hecho las once de la mañana, se dio una ducha rápida y se vistió, a pesar de que no esperaba salir de casa en ningún momento.

Tampoco esperaba visitas, no tan temprano al menos.

El timbre la sobresaltó, y brincó de la cama para abrir la puerta. Cuando se asomó por la mirilla y vio quien estaba al otro lado, tardó unos segundos en reconocerla -- los rasgos habían cambiado, el pelo de dos colores despistaba… pero era ella.

Se apartó de la puerta unos pasos, sin saber si debía fingir que no había oído el timbre. Empezó a marearse con preguntas; ¿cómo la había encontrado? ¿iba a desmantelar todo su secreto? ¿qué quería de ella?

En lugar del timbre, oyó unos nudillos contra la madera, y una voz que aunque sonaba ahora tan diferente, le era completamente familiar.

- Sé que estás ahí… lo que no sé es por qué vas con tacones por casa…

Kora tragó saliva, y abrió el pomo de la puerta con el corazón martilleándole en el pecho.

- ¿Jo… Jolyne?
- Hey, ¿qué tal?

Un escalofrío la recorrió, aunque no era miedo, ni incertidumbre, ni nada similar. Habían pasado años desde la última vez que habían hablado, y unos cuántos más desde la última vez que se habían visto. No sabía muy bien qué decir, y sólo boqueó unos momentos antes de obligarse a recuperar la compostura.

- Bien, gracias. – Forzó una sonrisa.
- Nadie diría lo mismo en la situación que cuentas en tu último vídeo. – Jolyne arqueó una ceja, cruzándose de brazos.
- Oh, eso… um…

Lo último que quería era caer más bajo aún. Después de todo el tiempo, que Jolyne la encontrara justo cuando estaba en un momento de crisis era un escenario que no quería vivir. Se cruzó de brazos, ladeando la cabeza.

- Sólo un experimento para ver si la gente daría dinero de verdad. – Se encogió de hombros. – No se lo digas a nadie, ¿vale? Voy a donar todo lo que recaude.

La expresión de Jolyne lo decía todo: “no me trago una sola palabra”. Y justo cuando Kora creía que iba a poder salir del paso, una figura en traje se asomó detrás de su invitada, carraspeando para llamar la atención.

- Señorita Hardy, ha habido un problema a la hora de cobrar el alquiler de este mes. – Jolyne alzó ambas cejas, ensanchando la media sonrisa. – La cuenta está bloqueada, y agradecería que lo arreglara cuanto an-
- ¡¡Un momento!!

Kora salió disparada hacia su habitación, y tras rebuscar en lo que había renombrado como “Cajón de Tiempos Mejores”, sacó una chequera entre tarjetas de crédito, cartillas bancarias y tiquets de compra. Rellenó uno de los cheques a toda prisa, tendiéndoselo a la dueña del edificio.

- He tenido un problema con el banco, no es molestia si pago en cheque, ¿verdad?
- Un poco, pero me alegra ver que no hay ningún problema mayor. – Respondió la mujer, juzgándola por encima del borde dorado de sus gafas. – Avise la próxima vez si planea pagar en cheque o efectivo, por favor.
- Sí, sí, claro… buenos días…

Cuando la mujer desapareció en el ascensor, Jolyne seguía en el marco de la puerta, cruzada de brazos. Kora suspiró, y con un gesto, invitó a la otra a pasar dentro. Quisiera lo que quisiera Jolyne, tanto simplemente comprobar cómo estaba, burlarse de ella, recordar viejos tiempos o chantajearla… Kora tenía todo a su disposición para tratar con ella.

Incluyendo un bate de béisbol.
« Last Edit: June 25, 2014, 06:27:51 PM by Kora »


Cho

Re: Act 1: Overture
« Reply #17: March 28, 2014, 11:30:50 PM »
Hola Kora, qué sorpresa verte por aquí. Espero que te diviertas y te leeré en cuanto me ponga al día... *se marea con los posts*

*Este es un repost del DD pasado así que no cuenta para probaciones*

4

Se acabaron las clases del día en el colegio privado de Eastwood, y como era usual, los estudiantes aprovechaban la excelente ubicación de la institución, sólo necesitando cruzar una de las concurridas y populares avenidas de la ciudad para llegar al tan frecuentado mall. Por la hora de la tarde y la cercanía de muchos centros de estudios, la plaza de comida estaba abarrotada de gente. Luego de haber esperado un rato en línea en distintos puestos de comida rápida y hecho malabares para encontrar una mesa libre, Sora, Reimu y Ryo pudieron comer su almuerzo entre tanta bulla. El muy probablemente terrible resultado en el examen del día era ya un tema recóndito en las profundidades de la mente de Sora, quien terminó su almuerzo comiendo una grande y variada sopa de helado francés mientras sus amigos le esperaron pacientemente, revisando sus apuntes de las clases.

Ya con la comida acabada, fueron caminando por el mall, observando tiendas. Sora se detenía en bastantes, mirando entre ropa, zapatillas, videojuegos y CDs de todo tipo, con las últimas dos categorías siendo compradas hasta por gusto.

“Pensé que ya tenías ese videojuego,” dijo Ryo, sonriendo de que lo comprara.
“Este juego vino con cinco distintos bonus, dependiendo de en qué tienda se vendía,” explicó Sora. “Me faltaba esta tienda, así que finalmente completo la colección.”
“Entonces…” Reimu se puso a calcular. “¿Has gastado alrededor de 249.95 dólares en conseguir las cinco distintas versiones?”
“Ya quisiera,” él dio un suspiro, con pesar. “Una versión se acabó en su tienda y la compré de una secundaria donde me salió veinte dólares más, y la otra la tuve que ganar de una subasta a más de 120 dólares, no tuve de otra.”
“Increíble,” Ryo se rió un poco, aunque también sentía incredulidad por cómo su amigo estaba dispuesto a gastar tanto dinero. Pensando en su situación, al ser mantenido por sus dos hermanos menores que por sus estrellatos tenían bastantes recursos, el dinero debía ser lo de menos importancia para él. “Nunca pensé que esos distintos bonus sí llamaba a personas a comprar múltiples copias del mismo juego.”
“Pero aquel gasto es innecesario y limitante para tu desarrollo personal, arraigándote a fantasmagorías materiales,” objetó Reimu, con un tono de madre enseñando una lección a un niño pequeño. Luego, sonrió pacíficamente. “A eso, tengo una sugerencia, un objeto de apreciación espiritual en el cual existe un gran valor a la inversión.”
“¿De qué hablas, Reimu?” Sora se confundió, y su supuestamente madura amiga sonrió de oreja a oreja, rompiendo aquella solemne paz.
“Dona dinero a mi templo,” declaró ella, levantando su pulgar como si dijera una de las verdades de la vida.
“¡No aproveches este momento!” Sora intercambió miradas con Ryo, quien tuvo que encogerse de hombros.

Por más ‘madura y sabia’ que Reimu podía apuntar a ser a veces, ella también tenía un vicio muy interesante; la ambición y en casos extremos, avaricia. Podría normalmente predicar actuar bien y tener todo el interés de reforzar el buen comportamiento a donde fuera, pero sus amigos sabían muy bien que ella también podía romper su disciplina y lo hacía sin vergüenza cuando se trataban de dos cosas importantes. Una era comer bien, y la otra y mucho más importante, cuando ella tenía en mente a su templo, dispuesta a hacer lo que sea para mantenerlo. Y cuántas veces se había tocado el tema entre los tres sobre donar dinero, con Reimu siendo especialmente insistente con Sora, por obvias razones.

“Vamos, si bien puedes ir a mi templo a rezar y relajarte un rato, o orar un poco, te beneficiaría apoyarlo económicamente. Ryo ha ido, ¿por qué tú no?”
“¿Por qué crees?” Sora negó. “Si voy por esa zona juro que algo malo me va a ocurrir, sé que es peligroso por ahí, y seguro que hay gente que sabe de mis hermanos.”
“P-pues, será la zona de bajos recursos de la ciudad, pero no creo que sea tan malo,” Ryo sonrió, restándole importancia. “No tendrá los lujos, orden o limpieza de esta área, pero en verdad no lo veo tan mal.”
“…” no quería responder a eso, ya que las pocas veces que había pasado por ahí con chofer, se había llevado una mala impresión. La charla de los tres probó distraer a Sora lo suficiente para llegar a la tienda la que había apuntado desde el comienzo; la tienda de instrumentos musicales. “Finalmente llegamos. Tengo que ver qué modelos de bandas para guitarras tienen. ¿Qué tal si se animan a comprarse algo?”
“Es una tienda muy cara, Sora,” respondió Ryo. Como siempre, con paciencia, esos dos sabían muy bien que Sora a veces no se daba mucha cuenta del distinto estado en que estaban, lo cual en su mayoría no era algo que les incomodaba.
“Sí, es verdad, pero al menos podría conseguirles algún detalle. Miren por si algo les llama la atención,” Sora sonrió, animando a sus dos compañeros. Ryo pensó en ver si conseguía nuevos palillos de percusión para poder tener unos de repuesto y Reimu se puso a pensar en una banda también para su bajo, aunque en su caso escogería la más cara, dispuesta a regresar a escondidas uno de esos días para devolverla a cambio de dinero en efectivo.

Se tomaron su tiempo, y ni bien terminaran estarían yendo camino a la casa de Sora, aprovechando no tener muchas tareas ese día. No había muchos eventos estudiantiles ni exámenes muy abundantes o cercanos, por lo cual tendrían más tiempo libre, y eso podría caerle muy bien a su banda en formación. Tendrían que poner de su parte.



La visita al mall se acabó con Sora comprando unos postres para llevar a su casa e invitando a sus amigos con él. Ni bien salieron de la pastelería, el chofer de Sora estaba esperándoles y los llevó a la residencia. Sora vivía con su familia en una lujosa mansión frente al mar, en uno de los lugares para gente adinerada que Eastwood tenía disponible, donde el costo de vida era alto, pero la gente próspera en profesiones de fama no tenía problema alguno para cubrirlo. El plan de ese presente día estaba en ir a comer algo con la madre de Sora y luego subir a su habitación para hablar un poco sobre la banda o tal vez estudiar para el día siguiente, y luego Ryo y Reimu estarían yendo de regreso a casa con la ayuda del chofer.

Bajaron en la entrada de la mansión mientras el chofer siguió con su camino a la cochera. El atardecer era una vista preciosa desde ahí y en la azotea de la mansión se podía admirar a la playa completamente. Los dos visitantes siempre admiraban un poco de la belleza natural y lo bien mantenida que era la mansión en jardines y estructura, pero eso era algo que Sora no prestaba mucha atención. Llevaba ahí años y el impacto se suavizaba. Sería dar por sentado su excelente ritmo de vida, o simplemente haberse acostumbrado a lo que siempre tenía disponible. No se le podía culpar.

Ni bien entraron a la casa y fueron al comedor, oyeron voces de chicas, varias voces.
“…” Sora se detuvo como si hubiera sentido un shock eléctrico, mientras sus dos amigos sonrieron con pena ajena. “M-mejor vamos a mi habitación a comer.”
“Sora, ¿no recuerdas lo molesta que estuvo tu mamá la vez pasada que comiste ahí?” le preguntó Reimu, tranquilamente. “Sé que algo oscuro debe haber pasado en tu infancia para que reaccione tan alarmantemente cuando llevas comida a tu habitación.”
“Tu normal desorden es bastante problema, diría,” comento Ryo, pensativo. Él sonrió un poco. “Si limpiaras tu propia habitación de vez en cuando tendría mejor disposición.”
“N-no cambien el tema…” Sora dio un suspiro. Era suficiente con que su madre le haya dicho a las criadas que no limpiaran su habitación para que él lo hiciera, pero sí, no era el tema a discusión ahora. “El comedor está ocupado, podríamos ir a mi habitación.”
“No, como partidaria de tu madre, no te dejaré,” Reimu habló estrictamente. Sí, Sora tendría que vencerle en algún tipo de partida de danmaku (??) para hacerle cambiar de parecer, así que no tenía de otra.
“Ehh, hay más salas aquí, podemos ir a una de esas,” sugirió Ryo, pero ya había pasado demasiado tiempo frente a la puerta de comedor, y como siempre, una persona fue capaz de oírles. Esta abrió la puerta frente a ellos, y con eso, ya no se podía escapar.

“Ohh, qué maravilla,” dijo ella, con su voz melodiosa y dulce de siempre. Era una alta, esbelta y despampanante rubia de envidiables proporciones, mayor que los tres por varios años y acercándose peligrosamente al final de sus veintes. “Y los tres están aquí. Tanto tiempo sin verles, Ryo, Reimu. ¿Cómo les va en el colegio?”
“Excelentemente, gracias Vert,” contestó Reimu, simpáticamente.
“Espero que también les esté yendo muy bien a ustedes,” dijo Ryo, sonriente.
“Por supuesto, gracias por preguntar. Pasen, justo estábamos discutiendo sobre un contrato de propaganda,” ella agarró a Sora de los hombros para que este no se pudiera escapar y lo empujó lentamente hacia dentro, con sus dos amigos siguiéndoles.

En la gran mesa del comedor estaban unas tres chicas que habían dejado de hablar y les miraban. Ellas sí estaban por el rango de edad de los tres, con una pelinegra de la misma edad y las otras dos algunos años menores. Las conocían muy bien y Sora aun más, ya que la más pequeña era su hermanita, y por bien o mal, vivían en el mismo lugar.

Ellas cuatro eran un reciente pero sumamente popular grupo en Eastwood y que empezaba a ganar notoriedad internacional: The Hearts. La hermanita fue aceptada a la banda como la baterista y cada una de ellas, pese a ser jóvenes, tenían su brillo y talento, y eran muy populares. Vert era un caso distinto, al haber estado previamente en un grupo que le llevó a la fama y le dio experiencia previa, y ya tenía su fama y popularidad desde antes. Por ella, se pudo hacer a ese presente grupo tan conocido y alcanzar tantas oportunidades, algo inspirador, e injusto en el punto de vista de otras personas.

“Sora…” su hermanita le miró ligeramente hastiada. “Pensé que fui clara. Aléjate de mi visita cuando está presente.”
“Ni quería venir…” Sora estaba algo molesto por ese usual trato de ella, el cual era peor cuando ella tenía gente a su alrededor. Casi parecía que le avergonzaba.
“Vamos, Blanc-chan, no seas tan dura con tu hermano mayor,” opinó Vert, con una sonrisa dulce. “Sé que es un buen chico en su corazón y es tan lindo. Casi me recuerda a un suave marshmallow.”
“¡O-oye!” Sora le reclamó pero todos se rieron. Hasta Blanc sonrió un poco con gesto de considerar que Sora había recibido su merecido. La clásica de la hermana y sus amigas burlándose del hermano. “¿P-podrían no tratarme mal por lo menos una vez?”
“¡No, no! ¡Así no actúa un chico!” indicó la pelimorada del grupo, levantando su pulgar. “¡Eres el hermano mayor de Blanc, deberías ser muy cool y awesome! ¡Deberías ser el héroe universal de un universo paralelo que está siendo consumido por oscuridad!”
“Haha, entiendo tu punto, Neptune,” Reimu lo encontró gracioso. “Pero te aseguro que este Sora no está muy relacionado a posibles dimensiones alternas.”
“Ten un poco de fe en mi, Reimu,” Sora dio un suspiro. “Seguro podría ser awesome.”
“¿Ya te adentraste en otros universos?” Ryo se sorprendió de la habilidad de Sora de perderse un poco en cosas épicas o imaginarias.
“Este niño siempre con su cabeza en las nubes,” la pelinegra negó con la cabeza y le miró como no merecedor. “Tu comportamiento me hace pensar que te has quedado atascado en la infancia. ¿Vienes a pedirle dinero a Blanc para comprarte algo sin propósito?”
“¡N-no, pensé que este lugar estaba vacío!” Sora negó. Aunque ahora que se ponía a pensar, tenía que pagar un videojuego que acababa de salir a la venta…
“Seguro que ya estás pensando en algo. Perdón por mencionarlo, Blanc.”
“Descuida Noire, sé cómo la mente de Sora funciona, es inevitable,” contestó ella.
“¡C-cállense!” Sora se dio media vuelta. “Olvídenlo, me voy, no van a tener que verme por aquí, sigan con sus millonarios planes.”
“¡Aww, pero esto está divertido!” comentó Neptune, inocentemente.
“¡No digas eso!”
“¡P-p-pero…!” entonces, ella vio la bolsa que traía, y ese indiscutible logo. “¡OHHH! ¡Pasteles! ¡Han comprado pasteles! ¡Quiero!”
“NepNep, esos son para los tres,” le corrigió Vert, sonriendo. “Podemos llamar a la pastelería para que nos traigan algo. Estarían aquí a más tardar en media hora.”
“B…bueno…” ella quería pasar un momento lindo con todos, aunque a veces para ella, ‘momentos lindos’ incluían algo de discordia. Sería que no se daba cuenta de mucho.
“Nos estamos viendo, gusto verles nuevamente,” se despidió Ryo, amablemente.
“Un gusto también, ustedes dos me caen muy bien,” Noire les sonrió agradablemente. Ella tenía una pulcra y elegante apariencia que la hacía fácilmente la más popular de las tres inexpertas, casi rivalizando a Vert.
“Que les vaya bien en su trabajo,” Reimu dio una reverencia.
“Sí, y gracias por siempre estar ayudando a mi tonto hermano,” dijo Blanc, con expresión seria, pero palabras sinceras. En verdad se llevaba bien con los amigos y sentía que les debía consideración debido a que su hermano necesitaba ayuda para madurar y aunque ellos dos no hacían milagros, también eran amigos suyos y sí le ayudaron a subir un poco más sus notas con algo de tutoría y estudios impuestos. Hasta la madre los reconocía casi de la familia y siempre tenía las puertas abiertas para ellos.
“Sí, ya me voy,” Sora se fue y sus amigos le siguieron. No se completó ese momento que Vert había esperado, al siempre querer que Blanc se llevara mejor con Sora pese a sus diferencias, pero estaba optimista que tomaría más de esos encuentros. Los dos eran sumamente lindos en su punto de vista.

No iban a ir a la habitación a comer por mandato de Reimu, pero irían al segundo piso ya que había una sala de estar no muy frecuentemente usada donde sí tenían el permiso. El día perdía la luz del sol con el pasar de los minutos y todavía tenían algo de tiempo, aunque tampoco mucho para que los invitados no llegaran muy tarde de regreso a sus casas. Seguro que llegarían a hablar algo de la banda, lo cual Sora quería desarrollar.

Como siempre, no llevándose muy bien con su hermanita y amigas pero aun con eso, Sora sí tenía un gran afecto a Blanc, sólo que nunca se daba la oportunidad de demostrarlo y estaban en vidas con encuentros esporádicos de ese tipo. Blanc también le quería aunque tenía tanto que recriminarle que le daba muchos dolores de cabeza. Ella tenía que dejar de tener expectativas de él y dejar de conectarse con lo que le faltaba o en lo que fallaba, y podría aceptarle un poco más.
Aun con todo eso, Blanc era su buena hermanita… ya que el menor de los tres hermanos casi todo un demonio con Sora.
« Last Edit: March 28, 2014, 11:35:26 PM by Cho »


Cho

Re: Act 1: Overture
« Reply #18: March 28, 2014, 11:35:41 PM »
Aquí está mi post del mes, damn tengo que ponerme a trabajar con los icons...

5

Era casi el ocaso y el colegio privado de Eastwood se encontraba terminando con las actividades extracurriculares del día. Sin embargo, por la gran cantidad de ambientes y recursos, era después del cierre de clubs que muchos miembros del colegio pedían aulas o instrumentos prestados. Grupos de estudiantes organizaban sesiones de estudios en salones, personas con trabajos de investigación usaban las enciclopedias en línea exclusivas de la institución, deportistas seguían con su entrenamiento en los gimnasios y hasta algunas organizaciones de alumnos empleaban los patios o salones de audiovisuales para exhibiciones. En sí, gran parte del material y estructura presente en el colegio podían ser usados después de las actividades usuales, y el único requisito era inscribirse previamente en secretaría dando motivos válidos para sacar un cupo y asumir responsabilidad en caso de daños o pérdidas. Un sistema simple, pero con tal demanda que un cupo de pocas horas se tenía que separar a veces hasta con un par de semanas de anticipación.

Y en ese presente día, uno de los salones de música de la escuela fue rentado por un periodo de dos horas por cuatro estudiantes, quienes dieron como motivo de la renta: ‘práctica de la banda musical’. Este cuarteto de chicas era sólo otra banda aspirante más en la inmensa ciudad, quienes como muchos otros jóvenes apenas tenían la idea de convertirse en estrellas, repartirse instrumentos musicales y empezar a familiarizarse con los mismos. Y más que músicos con experiencia, las cuatro eran amigas pasando un buen rato juntas. Ellas eran la banda: Spring Girls, o al menos lo fueron hasta que una integrante dio hincapié a cuán Hippie y Bossa nova sonaba y que el nombre podría no ser el más conveniente para ellas. Esa no fue ni iba a ser la única vez en que cambiaban el nombre de la banda.

A pesar de pertenecer a ese colegio de élite, ninguna de las cuatro pertenecía a una familia de clase alta, por lo cual dependían de esas rentas para poder practicar con instrumentos musicales. Al llegar al aula presentada, cada una fue a recoger su instrumento predilecto, y con ello, estaban listas para comenzar.

“¡Declaro esta junta iniciada!” dijo una chica de cabello marrón corto y temperamento energético. Ella era Tomo, la autoproclamada líder de la banda y quien empujaba a las demás a continuar con el ritmo de las prácticas. Ella bien podía ser la líder debido a que era quien más daba importancia a desarrollar el presente proyecto como si fuera su mayor y única meta en la vida. “Antes de dedicarnos a practicar nuestra música, tengo un anuncio muy importante que darles,” ella tensó su expresión a una muy determinada y habló con un tono decidido. “Desde este momento, seremos conocidas como ‘The Maniacs’.”
“¿Maniacs?” preguntó una integrante de caballo castaño largo que usaba lentes. Ella era Yomi, la amiga de Tomo de la infancia y sin lugar a dudas la más centrada del grupo. Ella alzó una ceja. “¿Ya te viniste con otro nombre?”
“Pues claro, tenemos que definir eso cuanto antes, ya que ‘Spring Girls’ fue rechazado por el comentario de cierta personita,” Tomo miró un momento a dicha personita de reojo, con molestia. “Gracias por nada, Mai.”
“…” la dirigida de cabello marrón oscuro y lentes le miró fijamente. Mai era la callada y ‘monótona’ del grupo al casi nunca romper su nula expresión, pero ello no significaba que fuera tímida en lo absoluto. Más aun, su aparente inhabilidad de filtrar sus directos comentarios solía traer ‘vida’ a la banda. “Fue necesario hablar. Ese nombre no va con nosotras. Tenía que morir.”
“Aww, a mí me gustaba…” otra chica muy parecida a Mai aunque sin lentes y con un rostro expresivo tomó la palabra. Era la prima de Mai, quien todos conocían como Osaka. Por su manera inocente y distraída de ser, era la mascota del grupo. Ella se apenó. “Pero podríamos usar ‘Spring Breeze’…”
“…” Mai negó con solemnidad. “Con ese nombre nos condenaríamos a tocar música ambiental de ascensor o Spa, Osaka.”

“En fin, el punto es que me vine con un nombre completamente diferente y con mucha más energía,” Tomo se llevó las manos a su cintura y sonrió con confianza. “Maniacs definirá nuestra música y espíritu adolescente. También es una sola y corta palabra que trasmite toda la energía en dos sílabas. Y además es tributo al nivel más difícil de los juegos antiguos de DDR: Maniac,” ella se emocionó por su explicación. “El nombre ya tiene vínculos con la música y declara que somos pros. ¿A que no es genial? ¿Qué dicen?”

Ella esperó a los comentarios de sus amigas sobre su fantástico nombre, pero vio a las tres meditar en silencio e intercambiar miradas. Al no ser la primera vez que se proponía un nombre, esa pasividad de la banda era ya muy lamentablemente conocida para Tomo.

“Hm…” Yomi se cruzó de brazos, no convencida. “Siento que esa palabra ya ha sido demasiado usada.”
“A-al menos… ¿podríamos quitarle el ‘The’?” preguntó Osaka, mirando al techo, pensativa.
“Oigan, ¿por qué se quejan?” Tomo pareció verse insultada. “¡El nombre es perfecto! Me quedé pensándolo ayer por casi una hora. Hasta tuve que desempolvar mi diccionario de inglés para encontrar la palabra adecuada. ¿Qué tiene de malo?”
“El nombre suena a uno de esos grupos de anfitrionas infantiles en esos programas colorinches, ruidosos e irritantes de niños que se trasmiten los sábados por la mañana,” expuso Mai levantando un índice, con su clásica monotonía acompañada de un filoso brillo en sus lentes. Sus palabras fueron como una navaja para la ‘líder’.
“Uh…” Yomi desvió su mirada, levemente apenada. Había sido una opinión dura, pero luego de haberla escuchado con lujo de detalles y encontrarle sentido, no podía precisamente refutarla. Mai había confirmado para ella que el nombre no estaba bien.
“¡AHH, ¿por qué siempre intentas anular mis ideas?!” Tomo comprimió sus puños. “No es que sea un nombre taaan malo.”
“¿Con eso estás admitiendo que el nombre sí es malo?” preguntó Mai.
“¡N-no, no tuerzas mis palabras en mi contra!” sí que tenía que cuidarse de ella. “¡Es que es claro que estás exponiendo mi idea de una forma ridículamente negativa! Osaka, ¿acaso no estás de acuerdo que el nombre es genial?”
“No lo sé…” Osaka miró a sus pies, pensativa. “Es que… ¿no deberíamos preocuparnos por posibles infracciones de Copyright?”
“¿Ahh?” de nuevo, la mascota del grupo probaba ser rara y de poco apoyo. “¿Cómo que Copyright?”
“Tú sabes, Tomo-chan, posiblemente alguien ya se haya agarrado el nombre para algo más y tenga mucho derecho sobre este. Hmmm…” Osaka cerró sus ojos con fuerza para meditar, y volvió a abrirlos, viniéndose con algo. “¡Oh! Como los Animaniacs.”
“Si la gente nos asocia con los Animaniacs entonces el nombre puede que no esté tan mal,” Mai asintió. “Siempre he considerado que somos comic relief y contrastamos demasiado con los demás. Es bueno marcar una identidad bizarra.”
“¡O-oye, eso ya no suena tan genial!” reclamó Tomo. Esa debía ser Mai de nuevo intentando molestarle. “Pero como sea. Si tenemos un nombre similar a algo tan conocido como ese cartoon o DDR, la gente nos recordará más fácilmente.”
“Ehh, dudo mucho que DDR sea tan reconocido, más aun ese detalle del nivel de dificultad…” Yomi dio un suspiro. Estaba tan acostumbrada a ver a Tomo defenderse que ya ni le molestaba. “Diría que los juegos rítmicos están desapareciendo.”
“Pues eso me parece demasiado injusto, la gente no aprecia la variedad,” Tomo negó. “De todas formas, nos queda el cartoon, y ser recordadas por este no tiene por qué condenarnos a ser comparadas.”
“¿Tú crees, Tomo-chan?” preguntó Osaka, confundida.
“Obvio, estamos hablando de dos cosas diferentes. Un cartoon infantil de los noventa y una banda de chicas que pronto va a arrasar con el mundo,” sus ojos se iluminaron. “¡Seremos las chicas Maniacs, y le daremos significado musical a esa palabra con nuestro debut al mundo!”

Después de esa tan decidida exclamación, no habría pasado ni cuatro segundos cuando tanto Tomo como Yomi y Osaka escucharon una canción. Ellas se giraron a Mai quien estaba sentada en el asiento de la batería y les mostraba su smartphone. En este, vieron una escena de Flashdance con una chica bailando, junto con una muy conocida canción.

She’s a maniac, maniac on the dance floor
And she’s dancing like she never danced before


“…” Mai miró a Tomo intensamente mientras esta procesaba muy dolorosamente el video de esa tan conocida película, y no tomó mucho más tiempo para que la ‘callada’ del grupo juzgara que su exhibición había sido suficiente para debilitar a su oponente. Con eso, Mai miró a su celular y paró el video, inmutada.
“¡AAAHHH, está bien, ya te pasaste maldita, The Maniacs no va a ser!” gritó Tomo, con tanta fuerza que por poco y lanzaba una mesa por los aires. “¡Con esa imagen tan ochentona de una chica en malla ya me mataste el nombre!”
“Aww, lo siento mucho…” Osaka se apenó.
“Sé que esto te fastidia, pero no te molestes tanto por los nombres,” dijo Yomi. “Es sólo normal que cambiemos de parecer demasiado y que necesitemos de muchas ideas.”
“Ihhh, no me molestaría tanto si ustedes me ayudaran, pero yo tengo que hacer la mayoría del trabajo,” Tomo les miró desafiantemente. “Intenten pensar en nombres, verán que no es tan fácil.”
“…” Mai levantó su mirada al techo, dando la impresión que se encontraba pensando sobre el nombre, pero su acto de consideración duró muy poco y rápidamente volvió a mirar a las demás. “Un nombre para la banda debería incluir algo que nos identifique. Por ello, por la suerte de estar en este colegio pese a nuestra economía familiar, digo que seamos ‘Las Becadas’.”
“Ohh, interesante…” Osaka se vio intrigada. “Nuestro status de becadas seguramente llamará la atención. ¿Será que nuestra necesidad de apoyo económico nos dé facilidades de ganar fans y representantes?”
“Eh, no, no es como si fuéramos a rogar por caridad, ningún músico profesional es mendigo…” Yomi dio un suspiro. Como siempre, nada serio venía de Mai, y la inocencia de Osaka no ayudaba a la situación.
“¿Y así tú me criticas por Maniacs?” preguntó Tomo, molesta. “Ya de por sí te digo que mi nombre es mil veces mejor que el tuyo. ¿Y qué te da derecho a descartar mis ideas con observaciones crueles?”
“Hay una diferencia fundamental entre nuestras ideas,” contestó Mai, ajustándose los lentes lentamente.
“¿Ehh? ¿Y qué vendría a ser eso?”
“Eso es el hecho que tú estás convencida que tu propia idea es buena, a diferencia de mí.”
“…” Tomo se quedó en blanco y al procesar las palabras, se molestó casi al punto de lanzársele encima. “¡AAAHHH, si vas a decir cualquier cosa que ni consideras una buena idea, mejor no hables! ¡Ayuda en algo de una maldita vez!” su cólera sólo se prendió más al ver a Mai mirar su smartphone y teclear en este mientras pretendía ignorarle. “¡Deja de actuar así o te las verás conmigo!”
“¡T-Tomo-chan!” Osaka se levantó y se acercó a su amiga, intentando apaciguarle. “P-por favor, no hay que pelear.”
“Entonces ayúdenme con nombres, por favor…” Tomo tuvo que conformarse con comprimir sus puños.
“Pues, no sé qué decir, no he tenido tiempo de pensar…” Osaka juntó sus palmas. “Aunque estaba pensando que quizás si definimos la temática de nuestra banda, venirnos con un nombre sea más fácil. Por ejemplo… ¿qué tal si somos una banda de idols?” sonrió por la idea. “Sería tan bonito~ cada una tendría su profile page, colores, frutas, colección de videos cotidianos, entre otras cosas. Y la búsqueda de nombres se limitaría a palabras de moda o a nuestras iniciales.”
“Soy indiferente a ser idol o no,” Mai se encogió de hombros mientras revisaba su celular. “Pero ya se habló de esto y se rechazó, no recuerdo por qué.”
“Ahh, cierto,” Tomo recordó y agarró un hombro de Osaka. “Lo lamento mucho, amiga. Yo decidí que no podíamos ser idols porque Yomi es muy gorda.”
“¡¿Qué?!” y la declarada ‘gorda’ se escandalizó y miró a Tomo con ojos en llamas. La mención de su peso era el punto débil de Yomi. “¡¿C-cuándo dijiste eso?!”
“Ya no te preocupes, Yomi,” Tomo sonrió. “Te aceptamos por como eres.”
“¡Oye!” Yomi se levantó. “¡Cuando sugeriste que formáramos la banda, dejé muy en claro que no íbamos a hablar del tema, ¿o acaso lo olvidaste?!”
“Te aconsejo que escuches a Yomi,” sugirió Mai a Tomo, mirándole de reojo. “Ya que tú dependes de ella más de lo que ella depende de ti.”
“¿Qué? ¿Cómo así?” Tomo se confundió.
“Yomi te llama todos los días para despertarte, deja que copies su tarea, te da tutoría, soporta tu existencia, y recientemente aceptó ser la bajista al ya tener algo de dominio con el instrumento. Si ella fuera a dejarnos, nos quedaríamos sin una pieza clave, y sin la banda, tu vida será un completo fracaso.”
“¡¿A-AHHHH?!” Tomo dio un paso hacia atrás por esas palabras tan monótonas, aunque fuertes, de su supuesta amiga. “¡No digas cosas así, eso no es verdad! ¡Todavía puedo ser una supermodelo o agente de FBI!”
“Pobre Tomo-chan…” Osaka ladeó la cabeza, mirando a un costado. “Y a veces yo creo que soy poco realista…”
“¡¿Quieres decir que no estoy siendo realista, Osaka?!” preguntó Tomo.
“No lo eres,” los lentes de Mai volvieron a brillar. “No tienes ninguna materia, actividad escolar o talento en el cual destaques y apenas te mantienes por encima del mínimo para quedarte con la beca. Por lo tanto, si nuestra banda termina en fracaso, las cuatro partiríamos camino. Yo soy una buena estudiante de arte con algunas piezas aclamadas dentro de toda la escuela. Yomi ha probado ser muy inteligente. Y Osaka probablemente sea adoptada por una familia rica a futuro como su mascota,” Mai en ningún momento perdió la seriedad en su voz, aunque todos le miraron raro por la última mención. “Pero tú no tienes ningún plan B del cual aferrarte.”
“¿Mascota?” Osaka levantó su mirada al techo, considerándolo, y terminó sonriendo distraídamente. “Suena genial, hehe… ojalá me compren un kotatsu personal.”
“No se distraigan…” Yomi negó, cruzada de brazos. “Sólo tenemos dos horas para practicar, y la señorita de la secretaría cada vez se muestra más recelosa de concedernos el espacio de práctica. Mejor practiquemos la música y tengamos la charla sobre nuestro nombre en otro momento. No hay que perder más tiempo.”
“Sí, sí…” Tomo estiró sus brazos hacia arriba. “Ya con todo el negativismo de Mai ni quiero pensar en nombres ahora.”
“¡Entonces a tocar!” exclamó Osaka. “Creo que ya he dominado el triángulo. Ahora me toca volverme experta con xilófonos.”
“¿No deberías agarrar un instrumento más convencional?” Tomo se confundió.
“No…” Osaka negó, sonriendo. Ella pasó a mirar a su amiga con certeza. “Estoy segura. Mis instrumentos nos llevarán a la fama.”
“…” Mai tuvo que guardar su celular y agarrar los palitos de la batería.

Sería otra práctica para tocar libremente y agarrar más experiencia. Todavía necesitando un nombre y un género certero, ellas tenían mucho que crecer mientras les tocaba esperar por lo que les esperaba más adelante.

Con el inicio de la práctica, el día siguió con su curso.
« Last Edit: March 28, 2014, 11:43:24 PM by Cho »


Puri

Re: Act 1: Overture
« Reply #19: April 24, 2014, 07:13:18 AM »

“Okay, esto es lo que tienes que hacer”, le dijo Yuichi con tono serio a Jin a través del celular. “Debes llamar a Tegoshi y preguntarle si es que podríiiia hacerme el favor de tener una cita con mi compañera de la universidad, pero no debes decirle que es mi compañera, sino una amiga tuya o algo así”.
“Y yo debo hacerlo porque…”, respondió aburrido mientras jugaba con su 3DS al otro lado de la línea.
“Porque de esa forma te perdonaré el haberme empujado de aquel trampolín en la piscina para ese show de cuando éramos juniors”, murmuró Yuichi entre dientes, aún sin poder superar lo que le hizo su bandmate en aquella ocasión.
“Y yo busco tu perdón porque…”, continuó el otro con el mismo tono, sin quedar convencido.
“Porque si lo haces, prometo invitarte al Tony Roma’s”.
“Oh”, Jin alzó la mirada de su juego y sonrió, a tal punto que Yuichi supo que finalmente le ponía atención. “Si de eso se trata, no hay problema. Pero dime, ¿por qué no le pides a Masu que te haga el favor? ¿No son súper cercanos, acaso?”
“Pues…” Yuichi pensó por un momento explicarle que Masu se reiría de por vida de él, pero darle demasiada información a Jin había resultado perjudicial en un pasado. Sí, como haberle confiado que le tenía miedo a las alturas… A eso se refería con lo de perdonarle el empujón de ese maldito trampolín. “Porque sí, ¿lo harás o no?”
 “Ya, ya”, Jin chasqueó la lengua y dejó el 3DS a un lado. “Llamar a Yuya, preguntarle si me puede hacer el favor de tener una cita con una compañera, anotado”.
“Por favor, no te olvides de hacerlo, es en serio”.
“¿Acaso te he fallado alguna vez, Yuichi?”, sonrió abiertamente aunque sabía que el otro no podía verlo. “Por favor, deberías confiar un poco más en mí”.


“¿Tegoshi? ¿Me hablas de Yuya Tegoshi?” Yuichi no podía creer lo que Sayaka acababa de decirle. Suficiente era con tener que lidiar con el hecho de que podría jalar estadística, pero otra cosa era tener que lidiar con Yuya Tegoshi.
“¡¡Sí!!”, asintió la peliceleste. “O sea, sé que es mucho pedir, sobre todo cuando hace poco que nos conocemos, pero…”
“Pero Sayaka se ha estado esforzando un montón ella sola en estadística”, agregó Tatara, el mejor amigo y roommate de la chica. Yuichi le miró escéptico y se dio cuenta tardíamente de que había caído en la trampa, los dos habían estado planeando esto desde hacía tiempo, al parecer.



“¿Quién era en el teléfono?”, preguntó Kame, quien dejó de revisar los CDs que tenía Jin en su casa y le miraba curioso.
“Oh, era Yuichi”, respondió mientras salía de la pausa y comenzaba a jugar de vuelta, sin prestarle mucha atención a lo que le preguntaba el menor.
“¿Yucchi? ¿Y qué quería? ¿Qué tiene que ver Masu?”
“Ah, es una de esas cosas que solo le pasan a él… Necesita que hable con Yuya y le pida que tenga una cita con una compañera de él. No quiere que le diga nada a Masu porque le da vergüenza”.
“¿Vergüenza?”, Kame rió. “Qué raro que le avergüence hablar de algo tan común con Masu… A menos que…”, el de cabellos castaños se quedó en silencio pensando en algo, a lo que Jin sintió que algo andaba mal y puso en pausa su juego de nuevo para prestarle atención.
“¿A menos que qué?”, le preguntó frunciendo el ceño.
“¿Y si esa compañera es una chica que también le gusta a Masu?” Ante este giro de eventos, Jin se quedó mirando de manera fija a Kame, sorprendido.
“Yuichi no es del tipo que vaya haciendo planes a espaldas de sus amigos y Masu es muy cercano, ¿no?”
“Eso es verdad, pero si tan cercanos son, no habría necesidad de pedirte a ti que vayas donde Yuya”.
“Y encima me pidió que dijera que era mi amiga y no suya…”, ante este pedazo de información, Kame se levantó del piso y le miró mucho más decidido.
“¡Debe ser eso! Tal vez la chica está enamorada de Yuya y no de Masu, por eso Yuichi se avergüenza de ir a decirle a Yuya él mismo…”.
“¡Espera un momento, yo no puedo hacer eso!”, Jin se levantó también de su asiento y se cruzó de brazos. “¿Ir donde un hombre y arreglar una cita, traicionando a la par a otro hombre? Yo no puedo hacer ese tipo de cosas”, el mayor de los dos negó con la cabeza. “No, llamaré a Yuichi y le diré que existe un límite para–”
“¡Jin, espera!”, Kame caminó rápidamente hacia él y le quitó su celular. “Si lo ves por el otro lado, Yuichi le está haciendo el favor a una pobre chica que no sabe cómo hacer para estar con alguien que ama sin herir a otra persona a quien le tiene mucha consideración. En verdad, es algo muy bueno de Yuichi ayudarle a costa de su propia amistad, ¿no crees?”
“… Sabes, esta historia se está volviendo más complicada con cada segundo que te dejo que la analices”.
“Mira, esto es lo que haremos. Yo hablaré con Yuya, ¿te parece bien? Así podré nivelar el terreno para que pueda encontrarse con esta chica y todo salga bien sin que los sentimientos de Masu salgan dañados completamente. Además, esto debe ser tratado con sumo cuidado, es decir, hasta Tegomass podría separarse si los chicos se pelean, ¿no?”
“Maldito Yucchi, dejándome a mí toda esa responsabilidad…”
“Es que aún no te perdona lo del trampolín, ¿recuerdas? Cuando éramos juniors y–”
“Sí, sí recuerdo”, Jin rodó los ojos. “¿Pero entonces yo qué hago?”
“Te diría que hables con Masu, pero eso sería perjudicial en esta situación. Tú quédate tranquilo, yo arreglaré todo con Yuya y ya no habrá problema alguno. Para mañana todo estará bien, ya verás”.


“Tegomass. ¿En serio?”, Yuichi seguía atónito a lo que escuchaba. Entre todos los grupos dentro de su agencia, tenía que ser juuuusto ese dueto: Yuya Tegoshi, señor ego colosal y Takahisa Masuda, ‘Masu’ para los amigos, y uno de sus amigos más cercanos a todo esto.
“¡No es que no me gusten ustedes de KAT-TUN o no quiera conocerlos! P-Pero… Es que a los de Tegomass los conozco desde hace años y siempre me han gustado y—”
“Tiene colgado en su cuarto un poster de Tegoshi semi desnudo que le vino en la revista AnAn”
“CÁLLATE MALDITO HIJO DE PUTA—Quiero decir, es que es una oportunidad única en la vida y yo, yo…”



“¿Qué pasa, Kame?”, Koki se sentó frente a él en la mesa muy preocupado, el menor del grupo había entrado a su cuarto de reposo después de hablar con su manager y tenía el peor humor del mundo.
“¿Qué pasa? Pues el estúpido de mi manager decidió que hoy sería el mejor día para hacer todo el trabajo que le pedí que moviera del jueves y viernes que iré a casa a celebrar el cumpleaños de mi papá… ¡Y justo hoy tenía que hacer algo importante!”
“¿Sabes? Justo me cancelaron un photoshoot, así que si puedo ayudarte en algo, dímelo no más”, se ofreció el rapero, a quien le encantaba ayudar a los demás.
“¿¡En serio!?”, Kame le miró emocionado. “P-Pero es una cosa muy, MUY secreta, ¿ok?”, añadió bajando abruptamente su tono de voz y Koki asintió, acercándose para escucharle mejor. “Y no se lo puedes decir a nadie tampoco, ¿de acuerdo?”
“Mis labios están sellados”. Dicho esto, Kame observó el lugar y tras corroborar que sus demás bandmates ya habían abandonado la habitación, decidió contarle.
“Mira, es una historia un poco rara. Yuichi le pidió a Jin que llamara a Tegoshi para pedirle una cita con su compañera, pero no quiere que Masu se entere porque parece que a Masu le gusta esta chica, pero a ella no, ¿entiendes?”, Koki asintió, aunque no convencido del todo. “Jin me dijo que no lo haría porque no quería traicionar a otro hombre, pero Yuichi se está esforzando para… Espera”, en ese instante sonó el celular de Kame y al ver la pantalla el chico gritó. “¡Maldita sea, el manager ya está en el carro!”, se levantó entonces y buscó apresuradamente sus cosas en la habitación.
“¡Espera!”, Koki se levantó rápidamente de su asiento. “¿Qué hago entonces?”. Kame se quedó pensativo, pero su celular comenzó a sonar nuevamente, por lo que le respondió mientras corría a la puerta y se iba del lugar.
“¡Habla con Tegoshi y pídele la cita! ¡Pero explícale para que no haya problemas con Masu! ¡Me avisas cuando lo hagaaaas!” y dicho esto, Koki se quedó ahí, confundido, sin entender qué había sucedido.


“No, no te preocupes”, le dijo Yuichi sonriéndole levemente. “Si yo estuviera en tu lugar, también intentaría aprovecharlo porque es una oportunidad única en la vida”. Sayaka asintió rápidamente.
“¿¡En serio podrías, Yui—liano!?”, dijo recordando que Yuichi no debía saber que Tatara sabía que él era un idol. Si eso sucedía, adiós a la confianza y a Yuya Tegoshi.
“Pues… Podría intentarlo”.



“¿De qué problemas con Masu habla Kame?”, Koki se volteó y vio en el umbral de la puerta a Junno, quien se había quedado mirando el lugar por donde se fue corriendo Kame.
“Pues… Ok, mira, te lo voy a contar pero no puedes decírselo a nadie, ¿de acuerdo? Necesito que me ayudes con esto porque Kame no me lo dejó muy claro”. Junno sonrió abiertamente y fue a sentarse al sillón, donde le dio palmaditas al espacio a su derecha y Koki se sentó ahí, suspirando resignado. “Hasta donde entendí, Yuichi le dijo a Jin que hablara con Tegoshi para pedirle una cita con una compañera suya…”
“¿Compañera de Tegoshi o de Yuichi? No entiendo, ¿cita con la amiga de quién?”. Ante esto, Koki se quedó pensando…
“Pues, no creo que sea compañera de Yuichi, ¿sino por qué no querría que se entere Masu?”
“¿Yuichi no quiere que Masu se entere?”, Junno elevó las cejas con sorpresa, ya que era conocido que después de Tatsuya, Masu era con quien más paraba el mayor del grupo.
“Kame dijo que a Masu le gusta esa chica, pero que ella no gusta de él… Y al parecer, ¿eso traería problemas con Masu?”
“No, espera, hay algo que no encaja”, Junno se cruzó de brazos y Koki le miró fijamente, esperando a que el de cabellos negros pudiera ayudarle a entender todo el embrollo en el que Kame le había metido. “Si Yuichi quiere salir con la amiga de Tegoshi, de la cual Masu está enamorado, pero ella no le corresponde… ¿Por qué tendrías que hablar tú con Tegoshi sobre todo para que él no tenga problemas con Masu?”
“Porque se estaría poniendo de parte de Yuichi, ¿tal vez?”
“Bueno, en eso tienes un punto”, asintió Junno. “Entonces, ¿se lo vas a decir?”.
“No sé, Kame no me dejó elección porque se fue antes de poder decirle siquiera que me deje el número de Tegoshi”, suspiró. “Debí habérselo pedido cuando me compré mi nuevo teléfono. En fin, ¿no lo tienes tú?”
“No, yo nunca lo tuve”, Junno sonrió y se encogió de hombros. “Aunque…”, murmuró recordando algo. “Si no me equivoco, Yoko lo debe de tener, ¿no? O al menos él debe tener el número de Ryo, quien de todas maneras ha de tener el de Tegoshi, ¿quieres que se lo pida?”
“¡Por favor!”, exclamó Koki juntando ambas manos e inclinando la cabeza. “¡En serio sería genial antes de que Kame me mate!”
“Ok, entonces…”, Junno estaba a punto de levantarse para irse, pero en eso Koki le jaló de la manga de su chaqueta y le obligó a sentarse de vuelta. “¿Eh? ¿Qué pasa?”
“Díselo tú a Tegoshi, yo no puedo, ¿qué tal si no sé cómo decírselo bien y termino empeorando las cosas”.
“¡Pero tú eres el que lo conoce, no yo!”, respondió el chico sin poder creer lo que quería el rubio. “¡Actuaron en un drama juntos, no yo!”
“¡Sí, pero eso lo hace peor! ¿No es acaso más fácil saber cuándo alguien que conoces como actúa ESTÁ ACTUANDO?”, el bailarín de KAT-TUN se mordió el labio inferior para no tener que decirle que sí, podía tener razón, pero Koki siguió insistiendo. “Además, si vas tú y le dices que le haces un favor a Jin porque él no pudo por cualquier razón, Tegoshi no se pondrá todo pretencioso y será rápido, indoloro y efectivo, ¡Todos ganamos!”
“Está bien”, Junno suspiró en derrota y Koki le abrazó fuertemente, repitiéndole lo agradecido que estaba. “Conste que tendrás que decir cosas solo bonitas y geniales de mí en todas las entrevistas venideras”.
“Te convertiré en el miembro más genial de todo KAT-TUN, incluso las fans de Jin comprarán tu merchandise”, repitió Koki con convicción y el otro se echó a reír, asintiendo y yéndose de la habitación.


“¡Te juro que si me logras sacar una cita con Tegoshi jalaré todos mis otros cursos para dedicarme a estadística!”, Yuichi pensó preguntarle que por qué no lo hacía por él que era su supuesto amigo, pero Tatara decidió hablar ahí.
“Sí, cuando Sayaka promete algo en verdad lo cumple”, asintió con una sonrisa que buscaba transmitirle confianza, aunque ni el mismo Tatara se la creía.
“Mira, yo no me hablo mucho con él, pero puedo intentarlo. Tal vez Masu acepte porque—”
“AAAAAAAAAAAAAAAAH, PERO TAMBIÉN QUIERO CONOCER A MASUUUUUUUUUUU”, gritó la otra entrando en un conflicto existencial sobre cuál idol debía ser priorizado.



“¡Uepi!”, gritó Junno emocionado y abriendo sus brazos en par ar al ver a Tatsuya volver a entrar por la puerta de la cochera al edificio donde trabajaban.
“¿Junno?”, preguntó con un poco de sorpresa que se dejó entrever por su tono de voz, ya que el mayor usaba unos lentes oscuros que no dejaban ver su expresión. “¿Aún por acá?”
“Me olvidé de mi 3DS en el camerino”, dijo mientras le mostraba su consola. “¿Y tú?”
“Olvidé mi billetera”, chasqueó la lengua con fastidio al recordarlo. “Intenté comprar en McDonalds y me doy con el fiasco de que no estaba”, todo esto lo dijo mientras seguía caminando en dirección al lugar, pero cuando se dio cuenta que Junno no le seguía, se volteó a mirarle. “¿No me acompañas?”
“Discúlpame, Uepi, pero es que debo hacer una llamada urgente”.
“¿Qué tan urgente puede ser? Solo vamos a ir a buscar mi billetera”, dicho esto, el de cabellos oscuros se cruzó de brazos y se apoyó en un pie, dándole toda una actitud de ‘i don’t care bitch let’s get going before i cut your face’.
“Es que es un favor para un amigo que le pidió el favor a otro amigo que…”
“Oh”, Junno se congeló al escuchar la entonación que usó Tatsuya en esa simple onomatopeya. “Así que estamos hablando de un secreto, ¿eh?”
“N-No, no es que—”, pero ya era demasiado tarde. En menos de un segundo, Tatsuya se le había lanzado encima y había logrado meter su cabeza dentro de un fuerte agarre de brazos, asfixiándole un poco y encorvándole de sobremanera, ya que el pobre era el más grande de la banda. “OW, OW, UE-PIII, SU-EL-TAAA”
“No hasta que me digas tu secreto, Junno~~”, rió macabramente el otro. Aún así, el más alto intentó moverse de todas formas posibles para alejar al mayor, pero esto era inútil porque el más fuerte siempre fue Tatsuya, junto a sus estúpidas clases de boxing. Finalmente, cuando pasaron más instantes llenos de dolor, falta de aire y risas del otro, Junno no pudo más.
“¡Yucchi está enamorado de una amiga de Tegoshi, pero Masu no debe saberlo o sino sus sentimientos se herirán, pero Yucchi quiere que le haga el favor de ayudarle a obtener una cita!”
“Vaya, te doblegaste más rápido de lo que pensé”, Tatsuya rió, dejándole ir y dándole unas palmadas en el hombro mientras el mayor tosía para recuperar el aire. “A pesar de que me siento sumamente ofendido por el hecho de que Yuichi no me ha dicho nada, creo que puedo ayudar a un simple mortal como tú. ¿No quieres que le dé yo el mensaje? Me voy a encontrar con Tegoshi ahora”.
“¡¿EH?!”, dijo el otro, quien no se esperaba que Tatsuya fuera a encontrarse con el chico, después de todo no eran amigos y el mayor odiaba relacionarse con personas desconocidas.
“Me invitaron al programa que dirige él con otros idols, así que me envió un mensaje para encontrarnos ahora y discutir algunos asuntos que serán tratados ese día”, se encogió de hombros. “Nada en especial, pero podría llevarle el mensaje.  Si uno de nosotros ha de lidiar con la reina del drama, mejor que sea yo que tendré que hacerlo de todos modos”.
“UEPI, EN SERIO ERES UN HÉROEEEEEEE”, gritó Junno ahora sí abrazándolo y alzándolo en los aires, a lo que terminó con una patada en la pierna que le hizo recordar por qué no debía hacerle nunca ningún favor a ninguno de sus compañeros. Además, Tatsuya era una persona muy confiable y muy inteligente, además de tener un montón de tacto con las personas con las que no era cercano, por lo que no tenía que preocuparse de que todo saliera bien.


“Ok, sí, quiero conocer a Tegoshi. Si eventualmente le caigo bien también podré conocer a Masu, ¿no?”, se preguntó Sayaka a sí misma, para luego asentir. “Sí, dile a Tegoshi si es que podría ser tan gentil de tener una cita conmigo, sí”, dijo convencida y Yuichi sintió la tentación de reírse en su cara al pensar que Tegoshi solo era “gentil” frente a las cámaras, pero se mordió la lengua.
“Está bien, pero a cambio debes esforzarte mucho más en estadística por los días que yo falte, ¿de acuerdo?”, Sayaka asintió muy emocionada.
“¡Prometo hasta cocinarte el almuerzo si haces eso!”, le dijo más que contenta.



“Un momento”, se dijo a sí mismo Tatsuya cuando paró el carro en un semáforo en rojo. “Si Yucchi está enamorado de una amiga de Tegoshi, pero los sentimientos de Masu se herirán si se entera de eso… ¿Eso significa que Masu está enamorado de Yucchi?”

Pero antes de que pudiera seguir cavilando en la idea, comenzaron a sonar los claxons que le obligaban a que siguiera conduciendo.


“No te tienes que preocupar. Aunque sabes, debo decir sinceramente que no esperaba que fueras una fan de Tegomass, y yo aquí, pensando que podría venderte mi próximo single…”, comenzó a decir como quien no quería la cosa y Tatara se dio cuenta al instante de sus intenciones, pero antes de que pudiera alertar a Sayaka, esta ya se había mandado con todo.
“¡Compraré ese single, Yuliano! En serio, no es que no me guste KAT-TUN, uh, pero digamos que… ¿recién los conozco a fondo? Porque conozco algunas de sus canciones que pasan en la radio… ¡Pero me pondré a investigar sobre su música, lo prometo!”, dijo asintiendo mil veces.
“Ah, eso me alegraría mucho”, le dijo sonriendo el idol, complacido de al menos haber logrado una pseudo pre-venta.



“¿Masu?”, preguntó Tatsuya sorprendido al ver a Takahisa en vez de a Tegoshi en el restaurante en que habían acordado encontrarse.
“Oh, hola Tatsuya”, le saludó con una amplia sonrisa e invitándole con un gesto de la mano a que se sentara en la silla de al frente. “Yuya amaneció hoy con una fiebre muy alta y no fue hasta muy tarde que recordó su cita contigo, así que me llamó a última hora para que venga en su reemplazo y te pida disculpas. Dice que él te enviará más tarde un correo con todas las especificaciones del programa, pero no quería que te quedaras plantado, así que en verdad me mandó a mí para que sea tu compañero de cena hoy día”.
“Vaya, y uno que pensaba que él era el tipo ‘principesco’ solo ante las cámaras”. Masu rió un montón ante esto.
“Eso es verdad, pero el niño es muy respetuoso de la gente mayor que él, así que te tiene un gran respeto”.
“Es bueno saber eso”, Tatsuya asintió y se mordió el labio, pensando en las palabras de Junno y sobre el hecho de que, al parecer, Masu estaba enamorado de Yucchi, pero Yucchi de una amiga de Tegoshi… Menudo triángulo amoroso.
“Uh, ¿qué pedirás?”, le preguntó Masu un poco intimidado por la mirada fija del mayor en él, la cual ni siquiera podía descifrar por sus lentes oscuros.
“Oh”, dijo recordando que debía guardar la compostura. “Pues…”, tomó la carta y se puso a verla. “Creo que pediré tonkatsu, ¿tú?”
“Ya ordené una porción de gyoza, aunque podríamos pedir algo más para compartir los dos”. Ante esto, Tatsuya rió.
“Créeme, lo último que quieres hacer es compartir un platillo conmigo, mejor pedir cada uno otro plato. Yo pediré un plato de curry”.
“Bueno, entonces yo aprovecharé y pediré mejor un postre”, dijo con una amplia sonrisa, aprovechando que no debía compartir nada por cortesía y buscando algo que le gustara en el menú.
“Oye”, comenzó a decir Tatsuya, aunque luego se arrepintió, pero Masu ya le prestaba atención.
“¿Pasa algo?”, preguntó inocentemente y el otro quiso noquearse a sí mismo, pero no le quedaba de otra que seguir adelante.
“Mira, este es un tema… Sensible, por así decirlo, así que discúlpame de antemano si es que te ofendo o algo por el estilo”.
“Uh, ¿bueno?”, su tono inseguro era muy evidente, pero Tatsuya sabía que si no se lo decía ahora, luego sería muchísimo peor. Si bien no había forma de pedirle que le pida el favor a Tegoshi, al menos podría prepararlo para lo que vendría. Ya más tarde le enviaría un mensaje de texto a Junno diciéndole que de todas maneras tendría que contactarse con Tegoshi…
“Verás…  Yo entiendo que el amor es una cosa muy… Peligrosa, es decir, es peligroso en tanto uno no sabe de quién se va a enamorar… Y mucho menos si es que es alguien que… Bueno, que la sociedad no acepta que te enamores”.
“… Tatsuya, no sé si te estoy siguiendo”.
“A lo que me refiero, Masu, es que… Mira, no te enojes con Tegoshi por culpa de Yuichi, ¿ok? O sea, Yuichi no puede controlar la manera en que le dictan sus sentimientos y Tegoshi solo busca ayudar. Sé que debe sonar un poco difícil, sobre todo viniendo de alguien como yo que no tiene vela en el entierro, pero me confiaron que te lo diga para que no te sientas tan mal. Soy tan cercano de Yucchi como lo eres tú de él, por eso, por saber lo buena persona que es él, entiendo cómo debes sentirte al enterarte de esto, pero por favor no te enojes tampoco con él ni le quites el habla… Es un poco egoísta de mi parte pedirte que seas una persona mucho mejor que los dos y sigas adelante, pero sé que la madurez que tienes te permitirá lograrlo”.
“¿Alguien ordenó una porción de gyoza?” y llegó la camarera, quien a los ojos de Masu, era un ángel caído del cielo.


“Yucchi”, dijo la peliceleste en eso con un tono serio de voz, pero acompañado de una sonrisa cálida. “¿Sabes? En serio eres un idol, realmente has cumplido mi sueño. En serio no tienes idea de lo mucho que esto significa para mí, en serio es algo que sé que jamás podré pagártelo y siempre, SIEMPRE, te lo agradeceré”.
… Y ahora sí se había jodido con eso de hacerle la promesa.



“¡Masu!”, chilló el rubio apenas este entró en su casa y se le colgó del cuello, riendo y emocionado. “¡Mira, ya no tengo nada de fiebre!”, no terminó de hablar cuando ya se había descolgado del mayor y empezaba a dar piruetas en la sala de su departamento. “¡Y lo mejor de todo es que ya pedí el día libre, así que podré descansar!”
“No saltes tanto que igual sigues débil”, dijo el pelirrojo sonriendo y caminando hacia la mesa del comedor para dejar las bolsas de compras que tenía en ambas manos. “Y dentro de dos días comienzas a rodar un nuevo drama, ¿no?”
“No, eso lo post-pusieron. La chica que es mi co-protagonista tuvo un percance, se fisuró un hueso del brazo y no podrá actuar hasta dentro de dos meses todavía”.
“Eso es una pena”, comentó Takahisa. “Pero igual no te sobre-exaltes”.
“Como digas, mamá”, dijo rodando los ojos y lanzándose al sofá donde había estado viendo la televisión antes de la llegada de su mejor amigo. “Oh, por cierto, ¿cómo te fue ayer con Ueda? ¿Todo bien?”, al no obtener respuesta, Yuya se levantó del sofá y caminó hacia el comedor, donde Masu se había quedado paralizado observando las bolsas de compras. “Uh, Masu, ¿te pasa algo?”
“Oye, Yuya”, le cortó al menor y luego volteó a verle con un semblante tan serio que no le había conocido nunca. “¿…Estás saliendo con Yuichi Nakamaru, por casualidad? ¿O estás enamorado de él?”
“…”
“…”
“¿Qué?”
« Last Edit: April 27, 2014, 12:39:14 PM by Puri »

Forget all the shooting stars and all the silver moons
We've been making shades of purple out of red and blue


Cho

Re: Act 1: Overture
« Reply #20: April 27, 2014, 11:11:54 PM »
Post... *huye*

6

Llegó el atardecer del día con la mejor vista del ocaso disponible para la ciudad. Era una tarde despejada y por ello, la luz cálida del sol iluminaba el ambiente. La universidad continuaba tan activa como siempre, aunque por la hora de la tarde, los presentes se dividían entre estudiantes estudiando tranquilamente o descanso del atareado día, y otros en toda marcha que todavía tenían evaluaciones o trabajos que entregar antes que sus profesores se retiraran del campus.

Kurisu estaba caminando por uno de los caminos de la enorme universidad, saliendo de su última clase del día. La vista que tenía del cielo era muy agradable, pero ella se sentía desmotivada por saber que fuera de esa pacífica institución le esperaba lo peor del tráfico de la tarde. Quizás lo mejor sería quedarse en la biblioteca a estudiar, pero también tenía que hacer compras en el supermercado. Cenar ramen instantáneo con Dr. Pepper por una semana entera no era precisamente nutritivo.

Ella pasaba al costado de un amplio jardín, cuando en eso, notó a un conocido cerca de un grupo de flores, tomándoles fotos con una cámara profesional. La pelimarrón se sorprendió un poco de verle ahí a esas horas y en la mitad de la semana, considerando que él ya estaba trabajando, pero no iba a perder la oportunidad de saludarle.

Almaz continuaba tomando fotos a las plantas, aprovechando el contraste con el brillante cielo mientras practicaba las diversas funciones de la nueva cámara que su jefa le había dado como parte de su contrato. Él se detuvo un momento para observar sus más recientes tomas, cuando oyó una voz conocida que casi le hace sobresaltarse.

“Almaz, ¿qué haces por aquí?” preguntó Kurisu. Vio a este alterarse, pero al mirarle rápidamente recuperó la compostura. La pelimarrón dio un suspiro. “Me da la impresión que eres de sobresaltarte con más frecuencia últimamente.”
“S-sí…” él se vio aliviado y desvió su mirada con incomodidad. “Es por mi trabajo. Ser paparazzi es cansado y la mitad de las veces o tus oponentes te empujan o te persiguen guardias de seguridad…”
“Vaya, me imagino…” ella se compadeció por su amigo, ya que le conocía y sabía que él no tenía la ‘vocación’ para estar metido en medio de esos asuntos problemáticos. Kurisu se agachó al nivel de su amigo y miró a la cámara que portaba. “Ese es un equipo impresionante. Él lente es enorme. ¿Será de algún tipo especial?”
“Es macro,” respondió Almaz, sonriendo. “Permite tomar las fotos con la mejor nitidez y cercanía posible. En sí, no lo estaré usando demasiado para mi trabajo, pero por haberme vuelto el ayudante más cercano de mi jefa, ella me lo dio de regalo…” su sonrisa se tornó algo incómoda. Su jefa bien podría tener un lado amable, juguetón y ameno, pero ello no le quitaba lo aventada, problemática y controversial que era… “Hoy tenía libre así que vine a hacer distintas actividades por la universidad, y pensé en quedarme a practicar tomas de fotos.”
“Oh, felicidades por ser su ayudante. Eso que recién has comenzado a trabajar.”
“N-no es nada especial, más bien fue un puesto que los demás de mi grupo me impusieron por ser el nuevo… parece que todos ellos tienen sus razones para no tener que estar siempre en contacto con ella…” Almaz dio un suspiro. Mientras no terminara en la cárcel, todo debía estar bien. “Pero entre varias cosas que hice hoy fue colocar varios anuncios de la limpieza en la que participaré el sábado. ¿Al final vas a poner venir al final o tienes algo más que hacer?”
“¿Eh? Pues, el sábado en la mañana tengo una prueba de programación…” Kurisu dijo la verdad, pero por su incomodidad, quedó claro que aunque estuviera libre, no tenía el interés de asistir, algo que Almaz pudo notar.
“Ehh, no te preocupes, no es obligatorio, pero sería genial que participaras en algún evento a futuro. A veces me preocupa que no haces más en la universidad que estudiar.”
“Lo sé…” Kurisu recordó los inicios de la universidad, y como parte de la bienvenida, cada grupo de estudiantes nuevos fue guiado y orientado por otro con varios semestres de experiencia. Almaz fue precisamente su orientador, y desde el inicio él intentó hacerle abrirse más. Tal vez no llegó a internarla en clubs, pero sí le ayudó a hacerse amiga de los otros estudiantes a los que en un inicio orientó. “De todos modos, dos de mis amigos sí van a atender el sábado, así que no vas a estar solo.”
“Ahh, esas son buenas noticias, entonces les esperaré,” Almaz asintió.

Esos pocos minutos del atardecer pasaron rápido y el sol se terminó por ocultar. Los dos se levantaron, y Kurisu se tuvo que despedir debido a que estaba un poco tarde. Almaz fue hacia otra área de la universidad para practicar otras tomas en ausencia de la luz de la tarde, pero ni bien caminaba, su celular en su bolsillo brilló.

Fue como si este le hubiera pasado una fuerte estática, y Almaz se quedó congelado un momento antes de atreverse a mirar aquel mensaje que debió haber recibido. Considerando la hora, sólo podía tratarse de una persona: su jefa.

Dejó de resistir y revisó su teléfono, donde vio el siguiente mensaje:

Te espero mañana al mediodía en nuestros headquarters. Serás mi chofer para una pequeña y linda misión. No te tardes~<3

Corazón. Su mensaje terminó en un corazón juguetón. Ello nunca eran buenas noticias para él. Su jefa debía nuevamente tener algo demasiado ‘creativo’ en la cabeza.

Él tuvo que tragarse el futuro malestar y aceptar las órdenes del día siguiente.


Sayi

Re: Act 1: Overture
« Reply #21: April 27, 2014, 11:39:55 PM »
Bienvenida Kora, que bueno que te inspiró el DD :>

He descuidado este proyecto aquí pero no en mi cabeza y prometo retomarlo como se merece. Este fic iba a ser mucho más largo sorry pudi soooon i pwomise ;_; pero traeré el siguiente muy pronto para que no se me vaya la inspiración kk

Ah y debo comments, pero ya serán el próximo mes :< calculé mal cuanto quedaba antes de probación ash




Medley 3: Summer’s End

Había cruzado la ciudad para llegar hasta el Hard Rock Café, y aún no estaba del todo seguro que le esperaba dentro del colosal edificio. Con la guitarra al hombro y el teléfono a la mano, Kaien cruzó la pista y no tardó en ubicar la ostentosa entrada.

La campanita anunciando un nuevo cliente sonó, pero nadie se acercó a atenderlo. Quizás eran por sus pintas, o el hecho que no aparentaba ser un empresario, pero Kaien le resto importancia. En cambio, empezó a estudiar el lugar. Había poca clientela por lo que ubicó a la única persona que parecía ser a quien estaba buscando.

El sujeto extendió su taza en un ademán de saludo, y cuando Kaien estuvo frente a él confirmo sus sospechas cuando le ofreció estrechar manos.

"Huey Laforet. Un gusto"

A Kaien se le hacía extraña la situación. Los pasados días se le habían ido repartiendo volantes en el apuro de encontrar un bajista y un baterista. Pero cual había sido su sorpresa al recibir una inesperada llamada de este hombre.

En una ciudad tan competitiva uno siempre debía mantener la guardia en alto, pero la ambición hacía difícil resistirse a cualquier cosa que se asemejara a una oportunidad.

Y vaya oportunidad que podía ser esta.

Mientras apoyaba su guitarra contra la ventana, Kaien estudió al hombre. Vestía un elegante terno gris con detalles de líneas verticales, una pulcra camisa blanca y una corbata amarilla —del mismo color de sus ojos. Su cabello castaño estaba bien cuidado y su tersa piel parecía de porcelana. No era ostentoso en su atuendo o joyería, pero el sujeto emanaba sofisticación en el más mínimo movimiento.

"Disculpe señor... ¿por qué pidió reunirse conmigo?" se animó a preguntar, pues la intriga lo estaba carcomiendo. El hombre sonrió levemente "Yo estoy buscando bajistas y bateristas, y en mil años imaginé que me llamaría alguien como usted"
El castaño dejó descansar la taza en el platillo "Llámame por mi nombre por favor, que no estoy para señor todavía" respondió de buen humor "Estoy al tanto del dilema de tu banda, Kaien. He estado observando a los Young Guns desde hace unas semanas"

A Kaien se le detuvo el corazón. Había investigado al hombre por su cuenta, y que alguien como Huey Laforet demostrara interés en Young Guns era sinónimo de ganarse la lotería. El hombre sentado frente a él no era alguien popular, sino de los que trabajan tras bambalinas, pero bastaba con buscar su nombre en google para ver sus vínculos a docenas de músicos influyentes.

El hacía estrellas. Dadas sus credenciales, debía ser la persona más importante en el medio con quien tendría oportunidad de conversar.

Y los había estado siguiendo... cuando pensaban que nadie les prestaba atención en el hueco conocido como Stray Sheep.

Kaien se sintió culpable por no haberles dicho nada a Mine o Sayi, pero quería asegurarse que sus ilusiones tuvieran fundamento antes de crearles esperanzas. Ah, las ganas que tenía de excusarse al baño y avisarles a todo pulmón...

"En el te-teléfono, ¿U-usted menciono algo sobre una propuesta...?"

Kaien a duras penas podía guardarse la emoción, pero si Huey se dio cuenta o no, no había manera de saberlo. El castaño era imposible de leer.

"Se que andan en tiempos difíciles, pero veo mucho talento y me parece el momento propicio. Así es, tengo una propuesta que hacerte"
Kaien retiró su teléfono "Puedo llamar a los otros dos integrantes y vendrán de inmediato, abandonarán lo que sea y--"

Pero Huey Laforet alzó la mano en señal que se detenga. Kaien, obedientemente, dejó el teléfono en la mesa.

"Eso no será necesario. Solo necesito hablar contigo"

Kaien no entendía por qué tanto secretismo. Y no fue mucho después que descubrió la razón.

...

"Tu eres el líder, ¿cierto?"

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Shura

Re: Act 1: Overture
« Reply #22: May 28, 2014, 06:03:13 PM »
Turururuuu, retomo el fic. Creo que llevaba con esta idea tanto tiempo en la cabeza que me quedo algo largo  ;D -Próximamente dedicaré un momento a la parte de músicos para hacer una bio en condiciones de personaje.


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Track .3 # Let Me Entertain You


Como todos los días, el despertador arrancó a Shura a las siete y media de la mañana. La joven se sentía como si la hubiera atropellado un camión. Exhausta pese a las horas de sueño, se arrastró hacía el baño y al mirarse al espejo su animo no mejoro: su ataque de ansiedad del día anterior, había traído consigo un llamativo sarpullido que se extendía desde su garganta hacía su escote. Ignoró el picor que empezaba a invadirla por el descubrimiento, apuntó mentalmente buscar una pomada en la farmacia y se aseo para afrontar el día.

Permaneció algo más de una hora en la cafetería, ella tenía cafetera, pero no se acercaba al fantástico expreso que servían, y a la ventaja de disfrutar de la prensa por el módico precio de la bebida. Directamente leía el periódico del final hacía delante para informarse de las actividades de ocio, siempre había algún concierto o una critica a los mismos. Precisamente el periodista ensalzaba la reciente actuación de uno de los más afamados directores de orquesta, Buccellati.

> Ayer mismo, el publico pudo disfrutar de manera exclusiva de la música clásica, y más extravagante, del maestro Buccellati y las composiciones más famosas para el séptimo arte, el cine.
Buccellati: “Es maravilloso que el publico relacioné grandes películas con mi música, y que la idea de llevar la música en directo tenga una buena acogida. Todos relacionan cada nota con grandes momentos de la escena, pero ahora pueden sentir la vibración de cada instrumento y evocar sus propios momentos y sentimientos.”
Y sin lugar a dudas, el maestro lo consiguió: la sala al completo ovaciono la […] el maestro regresará esta tarde a Europa, donde le esperan más conciertos en...


Shura dejó de leer suspirando largamente. La música de cine no era su favorita (pero era innegable que es una parte fundamental de los filmes), pero ella daría una pierna porque un director como Buccellati, le ofreciera ser su primer violín. Buccellati no se encargaba sólo de la música de cine, aunque esta fuera su faceta más conocida para el público de la calle: hacía conciertos en París, Praga, Viena, hace dos años el concierto de Navidad más famoso del mundo fue orquestado por su batuta. El director era una eminencia, y era el sueño de cualquier músico clásico el formar parte de su banda.
Había hablado hace unos días con el conservatorio para saber si el maestro iba a ofrecer alguna charla, pero aunque el conservatorio se lo había ofrecido, la apretada agenda del director no se lo había permitido, y el orgullo de la chica le impedía ir arrastrándose en su busca para suplicar un puesto como una vulgar groupie.

Regresó a casa fantaseando con la idea de formar parte de una gran banda. Aun eran las nueve de la mañana, no quería empezar a ensayar con el violín porque le picaba demasiado el sarpullido, y el piano de pared quedaba descartado porque aun era temprano y podía molestar a los vecinos. Se dedico al mantenimiento del violín, desmontando el arco para cambiar las barbas por otras que estuvieran limpias de la resina necesaria para hacer roce con las cuerdas y que el violín produjera un sonido adecuado, cuando se disponía a darle resina, llamaron al timbre.

No esperaba ningún paquete ni carta, pero por inercia se acercó a abrir atendiendo al telefonillo.
-¿Quién? -Preguntó de manera automática.
-Soy Rohan.
Shura esperó más información, desconcertada por la voz masculina.
-¿¡Quién!? -Repitió la pregunta hablando más alto.
-¿Acaso esta estropeado el telefonillo? -El tono hastiado e impaciente no dio buenas vibraciones a la chica.
-No, no esta roto. Se ha equivocado -colgó sin dar más explicaciones, encogiéndose de hombros, ignorando lo que acababa de pasar, decidió que aquel momento era tan bueno como cualquier otro para dedicarle un momento a su blog.

##########

x

Rohan apretó los dientes dejando escapar un gruñido. Odiaba la nueva situación en la que se encontraba, indigna, asqueante y humillante. Bruno le debía un favor y por eso se encontraba llamando a las puertas de aquel edificio, pero que le negasen la entrada a él, al gran Rohan Kishibe, era el colmo.

Llamó a otro número, si conseguía que le abrieran la entrada, plantarse en la puerta de Shura y que saliera de su atolondramiento para abrirle, sería fácil. Bruno era una persona de palabra, y le aseguró, que había hablado con alguien que le pagaría el favor que debía a Rohan, en su nombre.
La persona que descolgó fue otra sorpresa desagradable, de fondo de escuchaban los lloros de un bebe y el tono enfadado de aquella mujer, se mezclaba con la somnolencia.
-¿Quién es? ¿Qué horas son estas para llamar?
-Soy Rohan Kishibe, le pido que abra la puerta para ir al apartamento de Shura, sobre la hora no tengo nada que añadir salvó que hace más de tres horas que ha amanecido, quizás aun este a tiempo de aprovechar el día señora -no disimulo el cinismo de cada silaba al decir eso. 
-¿¡Quién!? -Volvió a repetir la mujer, y Rohan contuvo las ganas de dar media vuelta y desaparecer del lugar, había un serio problema con la capacidad de raciocinio en aquella comunidad, pero la mujer continuo hablando -¿Shura? ¿La vecina? ¿Y quien eres tú?
-Su inquilino.
-¿Cómo dices? La “Yoko Ono” no tiene inquilinos.
-Ahora sí -no iba a sacar nada de aquella mujer salvó un interrogatorio de cotilleos, llamó a otro número y el ruido del portero no paso desapercibido para la alcahueta vecina.
-Ahora te abro.
Por fin estaba dentro. Subió hasta el cuarto piso y en el número cuatro llamó al timbre de Shura.

xx

La chica no podía creerlo cuando escuchó el timbre. Se asomó por la mirilla para observar al chico, por la cara de pocos amigos no le costó relacionarlo con la voz por la que había hablado por telefonillo.
-¿Qué quiere? -Habló sin abrir la puerta, convencida de que el otro podía escucharla claramente.
-De momento me conformo con pasar -se acomodo la bolsa de Gucci que colgaba de su hombro y la enorme carpeta de dibujo llena de papeles en su otro hombro.
-¿Nos conocemos?
-No nos han presentado en condiciones, culpa a Bruno y su apretada agenda. Por lo menos esperó que te haya contado sobre mi visita, ¿verdad?

Al escuchar el nombre de Bruno, Shura encajo las piezas: había querido hablar con el chico, algo sobre el secreto del éxito, estaba tan desesperada que actuó sin pensar y le dio su dirección para que viniera un desconocido que iba a ayudarla.
Todo aquello le daba mala espina, pero Bruno parecía una persona de fiar como para traerle a un mal tipo... por lo menos esperaba no estar siendo lo suficientemente inocente e ingenua con alguien con quien apenas había hablado cinco minutos.

Era ridículo, pero abrió la puerta, y aunque aun no lo supiera, aquel fue el comienzo en que su mundo se puso patas arriba.

##########

-Un placer Rohan, si me esperas en el salón te traeré algo para beber, ¿quieres algo?
-¿Un café?
-Sólo tengo instantáneo.
-Suficiente -Rohan se acomodó en el cómodo sofá mirando a su alrededor, había cierta sobriedad en la decoración y el minimalismo delataba la inspiración zen en la que se basaba. El piano era de madera negra y aunque encajaba con el resto, era un elemento pocas veces visto que vestía la estancia.

Shura aprovechó el momento de intimidad en la cocina para enviar un mensaje a Maria, pidiéndole que viniera lo antes posible. Colocó lo necesario para el café y dos sobres del mismo instantáneo, dando la vuelta para entrar al salón. Rohan seguía sentado en el mismo lugar, señalando hacía el piano con curiosidad.
-¿Pianista?
-Sólo como pasatiempo, mi especialidad es el violín. ¿A qué instrumento te dedicas tú, Rohan? -Le dedico una sonrisa cordial.
-Me gusta la música, pero no se tocar ningún instrumento.
No pudo disimular cuando borro la sonrisa de su cara, mirando al hombre que revolvía el contenido del sobre en la taza con gesto relajado.
-Pensaba que venias de parte de Bruno.
-¿Crees que soy alguien de su banda?
Aquello llamó la atención de la chica, pero no era el momento, más apurada por su creciente preocupación con aquel misterioso hombre.
-Bruno me comentó que vendrías de su parte, para hablarme sobre el talento y como llegar a la fama.
-¿Te dijo eso? -Ocultó su sonrisa sorbiendo de la taza, hablando muy dado de sí mismo -entonces has contactado a la persona adecuada. Pero Bruno te habrá dado a entender, que eres tú quien me debe un favor a mi, y no yo a ti.
-¿Y cual es ese favor si puede saberse? -Sus temores fueron sustituidos por el enfado contra aquel tipo y la petulancia que mostraba.
-Quedarme en tu casa hasta que reúna el dinero suficiente para volver a la miá -Rohan habló como quien comenta llover, con la naturalidad propia de quien daba por zanjado un tema, aunque su interlocutora aun estaba encajando la gravedad de sus palabras.
-¿Qué pasó con tu casa? -Ella aun no había tocado su taza mientras que Rohan casi había terminado la suya.
-La vendí.
-¿Por qué?
-Porque tenía que comprar una montaña y con mis ahorros no era suficiente.
 
Mientras hablaba, el teléfono de Shura comenzó a sonar, disculpándose y retirándose al dormitorio para más privacidad, era Maria.
-No puedo ir a tu casa, estoy en el conservatorio, ¿es muy grave? ¿Te encuentras mal?
-No lo sé. No entiendo nada.
-¿Cómo...? -Al otro lado de la linea, Maria parecía tan desconcertada como lo estaba ella, prefirió romper el hielo ahora que se había asegurado de que su compañera estaba bien -¿vas a venir al conservatorio esta tarde?
-¿Debería? -Shura intentó no sonar amargada, pero después del espectáculo de ayer, seguramente era mejor dejar reposar las aguas.
-Después de lo de ayer, no. Pero... si tienes ganas, Lucy parte mañana -estaba claro que no sabía bien las palabras que escoger para no molestarla.
-Iré a despedirla al aeropuerto, con todos. Se merece el reconocimiento que le han dado.
-Tiene suerte, ¿te enteraste? El director Buccellati necesitaba un violín en la reserva y se interesó en ella para su banda.

Menos mal que no había visto la mueca de malsana envidia... estar en aquella banda, aunque fuera en la reserva, sólo por aprender con el mejor, hacía que se la llevaran los demonios.
Pero por otra parte... quizás sólo fuera la mención de la palabra “banda”, Rohan había mencionado la misma palabra, y llevaba desde ayer con la mosca detrás de la oreja por el tal Bruno... todo ello junto con una desagradable sensación de malestar, le hizo preguntar a su compañera:
-¿Cual era el nombre de pila de Buccellati?
-¿Qué? No lo recuerdo... ¿Hugo? ¿O era Bruno...? No me hagas caso, pero casi seguro que era el segundo.

##########

Rohan se mantuvo como un espectador con Shura que se asemejaba a un torbellino descontrolado, saliendo del dormitorio con unos vaqueros en la mano, sacando del bolsillo una tarjeta ahogando un grito, de arriba abajo casi sin respirar, guardando el violín que estaba sobre la mesa y la chaqueta dispuesta a salir de casa como una exhalación.
Hasta que las miradas de los dos chicos se encontraron. Shura vaciló, pero tomó la determinación para aquello.
-Tengo que pedirte que te marches, yo también tengo que irme, es urgente, lo siento pero continuaremos la conversación otro día.
-No ha habido conversación que continuar, sólo te has dedicado a preguntarme, pero no has prestado atención a lo que te he dicho -con solemnidad dejo la taza bacía de café sobre la bandeja.
-No puedes quedarte en esta casa, no tengo un dormitorio de sobra -el sarpullido en su pecho le picaba por el sudor, la impaciencia y el estrés. 
-Puedo dormir en el sofá.   
-Necesito tiempo para pensarlo, y ahora me tengo que ir.
-Puedo esperarte.

La que no podía esperar era ella... un pitido en la calle indicaba que su taxi acababa de llegar. 
-Rohan, eres un desconocido, no puedo permitir que te quedes a solas en mi casa -apeló al sentido común de este como última carta.
-Soy alguien a quien debes un favor.
No iba a moverse del sitio... Shura reprimió las lágrimas desesperadas, para que no se le estropease el maquillaje. Con un envenenado “ya veremos” para el hombre, salio de casa y cerró la puerta dejandole encerrado dentro, por lo menos se aseguraría de que no le robase, ojala no prendiera fuego a la casa... aunque sí así se prendía fuego él, se quitaría un problema de encima. 

##########

xx

Shura llegó para almorzar con Bruno... o mejor dicho Buccellati, afanado director de orquesta.
-Cuando me has llamado me he preocupado: ¿va todo bien con Rohan?
-No he venido por eso, director Buccellati.
-Llamame Bruno, prefiero la formalidad sólo cuando estoy trabajando, ¿qué es lo que te preocupa? ¿Estas bien? Siento no haber podido ir cuando me llamaste ayer.
La chica lo admiraba, era una eminencia pero la trataba con una familiaridad pasmosa, era un líder al cual se podía seguir a todas partes.
Negó con la cabeza sonriendo coquetamente bajando la mirada, reprimiendo sus nervios.
-Bruno, nunca había pedido algo como esto a nadie... ¿quieres tenerme en tu banda?
Pilló al hombre desprevenido, aquella petición en forma de declaración hizo que se le escapase una suave risa, Shura se sonrojó pensando que quizás había ido demasiado lejos y que no iba a tomarla enserio.
-Soy una buena violinista, podría servir como extra.
-Discúlpame, no pretendía burlarme de ti, y eres demasiado valiosa como para considerarte un extra en mi banda.

Le dio un vuelco el corazón de la emoción.

-Entonces... -casi no le salia la voz.
-No tengo sitio para ti en mi banda.
Sus ilusiones se pincharon y explotaron como un globo, anclando sus pies a la tierra.
Bruno había visto muchas veces aquella reacción, era mejor ser claro y directo para que el golpe no fuera tan duro, y terminar con el tema cuanto antes.
-Ha sido un placer hablar contigo, si surge algún problema con Rohan en mi tarjeta tienes mi dirección, también puedes llamar si necesitas instrucciones, pero lo mejor es que tengas paciencia... -cuando iba a levantarse de la mesa (después de dejar un billete que sin lugar a dudas iba a generar una buena propina para aquel día), Shura le agarró de la muñeca, sacando a reflotar su orgullo y determinación.
-¡Hazme una audición!
Bruno se sorprendió por aquella reacción.
-Nada me gustaría más, pero mi taxi esta esperando, voy directo al aeropuerto.
-¡Voy contigo! Puedes escucharme tocar mientras esperas para embarcar -la mente de Shura iba a toda velocidad, pero prácticamente se le abrió el cielo cuando este sonrió.
Bruno conocía la emoción que generaba cada audición y admiraba la falta de miedo por su parte, la tomo de la mano, ofreciéndole el brazo para caminar juntos.
-Vamos.

##########

Era emocionante. El aeropuerto no era el mejor lugar para la música, pero un oído experto como el del director de orquesta, podría reconocer su talento.
-¿Estas nerviosa? -Le ofreció la mano ayudándola a bajar del taxi.
-En absoluto, estoy muy agradecida por esta oportunidad -apretó en su mano el asa del maletín del violín.
-Eres muy condescendiente conmigo, soy yo quien te esta agradecido por recibir a Rohan en tu casa y tan del improvisto.
Con la emoción, ya no se acordaba de Rohan...
-Creo que es un chico peculiar. ¿Te parece ese buen sitió para que pueda tocar?
Al extremo de la zona de embarque de equipaje, cerrada por no coincidir ningún vuelo, era el lugar perfecto, apartado y más silencioso del aeropuerto.

Bruno tomo asiento de cara al asiento que ocupaba Shura, la chica hizo una reverencia, aunque no era el lugar adecuado, la atmósfera entre ambos se torno solemne y profesional.
-Muchas gracias por esta oportunidad, maestro Buccellati.
-Esperó lo mejor de ti.
Shura sacó el violín y tensó el arco al máximo.
-¿Por qué tensas el arco al máximo? ¿Prefieres el sonido que se produce?
Shura vaciló por aquella pregunta. El violín era un instrumento delicado, hay quien prefería no tensar tanto el arco, pero... un instrumento estaba para domarlo y además.
-Los mejores maestros recomiendan tocar de este modo -contesto justó lo que pensó y se relajo cuando Buccellati asintió aprobando su respuesta... aunque estaba convencida de que no era lo que esperaba por su parte.
Se relajo adoptando una posición adecuada, rozo el arco contra las cuerdas... y sintió como si el suelo se abriera a sus pies, cuando el arco patino sobre las cuerdas chirriando.
Como si hubiera pasado meses desde aquello, recordó aquella mañana, a ella misma limpiando el arco, lista para aplicar la resina a las barbas nuevas, uno nunca se olvida de esto para tocar, porque es tan fundamental como tener dedos en las manos para producir las notas.

Tan fundamental y necesario para tocar... que se lo había olvidado en casa.

Tragando saliva, con la mente en blanco, volvió a deslizar el arco sobre las cuerdas, volviendo a resbalar, produciendo un sonido horrible, inteligible, tan roto como se encontraban su determinación y su confianza en ella misma, no parando de tocar pese al ridículo.
Sintiendo la mano cálida de Bruno sobre la mano que sostenía el mástil del instrumento instándola a detenerse, se había quedado helada, y sentía como su cabeza cabeceaba de un lado a otro con una negativa. Por suerte el hombre le sonreía, no se daría cuenta de lo importante que era aquello hasta no superase la vergüenza y pensará en ello.
Bruno le echo el brazo por encima arropándola, esperando hasta el último minuto para embarcar y quedándose a su lado.

##########

De vuelta a casa, Shura pensó en la promesa de Bruno: si mantenía a Rohan en su casa, estaría dispuesto a hacerle una nueva audición sin las molestias y la falta de acústica del aeropuerto... como si la falta de acústica hubiera tenido la culpa. 

En la casa seguía Rohan, sentado en la mesa con lo que parecía una plumilla de dibujo en la mano, levantando la mirada y reconociendo al momento que la chica no estaba para hablar, aunque interpretó por su silencio que no había problemas en su presencia, se tomo permiso para regresar a sus dibujos.
La chica agradeció el silencio, apreciaba la soledad para aquellos momentos, pero que no hablase era lo más cercano a lo que podría aspirar de soledad en aquel momento.
Agarró el taco de resina que había olvidado sobre la mesa, era digno de un principiante o de una dejada, el haberlo olvidado, con unas pasadas al arco, acción que no duró más de dos minutos, su instrumento estaba listo para tocar.
 Parece mentira que por algo tan miserable se le hubiera escapado la oportunidad de su vida, pero así de cruel es la realidad en el mundo de los adultos.
Dejo que su talento se expresará por ella, que la hiciera desconectar del mundo y dar rienda al dolor y arrepentimiento... una melodía llena de melancolía y tristeza que le aliviaba... y que fue interrumpida por un timbrazo a los dos minutos de reloj.

-Perdona, Shura, bonita. ¿No podrías ir a ensayar al auditorio? No escucho las noticias y no quiero subir el volumen del televisor porque mi niño se va a poner a llorar...
Shura estaba que una corriente de aire podía tirarla por los suelos, no digamos ya de comentarios. Incapaz de dar una contestación sin ponerse a llorar, hablando casi de manera infantil.
-Yo... ahora necesito tocar...
Rohan apareció por detrás de la chica, tomando la puerta y cerrando en la cara de la vecina que únicamente atino a sorprenderse por la desconocida presencia del chico.
Shura se giró y ambos se quedaron mirando a los ojos del otro.
-Sigue tocando si es lo que te apetece -se apartó de su lado regresando a la mesa.
Asintió agradecida por la comprensión que le brindaba Rohan en aquel momento. No le conocía de nada, no podía decir siquiera que supiera algo de él. Pero ya tendría tiempo de preguntarle y conocerse. Ahora, debía reconocer, que apreciaba la compañía que este le brindaba en aquellos momentos.
« Last Edit: September 03, 2014, 12:54:56 PM by Shura »


Kora

Re: Act 1: Overture
« Reply #23: June 25, 2014, 06:31:04 PM »
Dejo algo aquí y vuelvo a seguir luchando contra el aporte en el RPG :'>

01

The years have passed so quickly
One thing I've understood
I am only learning
To tell the trees from the wood
I know what's coming down
And I know where it's coming from
And I know and I'm sorry (yes I am)
But I never could speak my mind


- Oye, ¿has oído el cover que han hecho del ending de Brave Fantasy? No está mal, al menos con la letra en inglés puedo ponerlo sin que me llamen weeaboo.
- Ah, la chica esta, tiene otros covers que también están muy bien. Eso sí, está encantada de conocerse, y los fanboys que tiene no ayudan.
- Bueno, mírala. La mitad de su fama puedes ver de donde sale, veinticinco por ciento en cada pecho.
- Eres un salido.
- ¿Qué hacéis?
- Hey, Jolyne. Mirar covers y… ¿Jolyne? ¿Y esa cara?
- ...N-nada. No es nada.


--

Kora nunca había sido buena escondiendo sus emociones, aunque tampoco había que tener una percepción extraordinaria para saber que una persona cruzada de brazos, el ceño fruncido y constantemente pasando el peso de un pie al otro estaba ocultando algo.

- Bonita casa.

No era un halago en falso, aquel apartamento era dos, casi tres, veces más grande que el suyo, y tres veces fijo más limpio. ¿Pero qué podía esperar de la hijita de los Hardy? Le hubiera extrañado más que viviera en un piso compartido.

- Uhh, este es mi cuarto.

Kora abrió la puerta a una habitación del tamaño del comedor de Jolyne. Pósters de anime y videojuegos y estantes llenos de figuritas, hasta el cobertor de la cama era un estampado de alguna mascota de anime y… ¿era aquella una de esas almohadas con un personaje? … Todo digno de alguien cuyo nick online era KuroKitty. Se hizo un hueco entre los peluches sobre la cama, sentándose y maravillándose por unos momentos al no oír muelles chirriar.

- ¿Invitas a todo el mundo a tu habitación así como así?

Recibió como respuesta una mirada enfurruñada, los labios torcidos y una ceja arqueada. Vale, quizá podría bajar un poco el sarcasmo, al menos al principio.

- Era broma...
- ¿Quieres beber algo?
¿Tienes coca-cola?
- Sí, ahora vuelvo.

Jolyne se levantó, examinando la habitación. Una pared entera hacía las veces de armario empotrado, y al lado de la ventana, el escritorio desde donde habría grabado todos aquellos vídeos. Vio que una pestaña parpadeaba constantemente, probablemente de la supuesta colecta de prueba. Iba a echar un vistazo rápido cuando algo más captó su atención -- una puerta.

Había esperado ver simplemente un baño enorme, probablemente hasta jacuzzi, pero lo que encontró al otro lado hizo que se le parara la respiración.

- Jo-der...
- Sólo tengo Zero, supongo que no te impor- ¿Qué haces?

Kora puso el brazo libre en jarras, habiéndola pillado con las manos en la masa. Pero a Jolyne le daba igual tras lo que acababa de ver. Señaló el interior de aquella sala, con los ojos abiertos como platos.

- ¿Esto… esto es tuyo?
- Sí. Ahí es donde grabo canciones… ¿qué pasa?

¿Qué pasaba? Jolyne boqueó, entrecerrando los ojos. En aquella habitación había equipo mucho más superior (y desde luego, en mejor estado) que el estudio que su banda alquilaba cuando intentaba grabar algo. Kora tenía literalmente un estudio profesional a su disposición.

La sorpresa poco a poco desvaneció, y empezó a sentir una familiar sensación de frustración. Por supuesto, Kora siempre tenía que tenerlo todo. Ella se desvivía trabajando y tratando de llevar una banda más allá de tocar por bebidas y ganchitos gratis, grabando temas en un cuarto que se les caería encima en cualquier momento y sólo cuando conseguían ahorrar entre todos, para que les respondieran con el “dais pena” más cortés del mundo…

Y la princesa Hardy habitaba un pequeño palacio moderno, grabando canciones de anime y con más de medio millón de fans, todo ello sin probablemente dar un palo al agua.

Era injusto.

- Nada. Sólo… sólo me había sorprendido.

Cerró la puerta de la sala, un poco más fuerte de lo que debería, y volvió a sentarse en la cama, cogiendo al vuelo el refresco que le pasó Kora. Las dos permanecieron en silencio, con Jolyne empezando a lamentar haber ido allí en primer lugar. Si decía algo, no iba a ser nada bueno.

Un silencio incómodo se interpuso entre las dos, y abrió la lata, casi ahogándose con el primer trago cuando la otra cedió primero ante la presión.

- ¿¡Y bien!? ¿Por qué estás aquí? - Sin darle tiempo a responder, Kora dio unas zancadas delante de ella, quedándose mirándola con los brazos cruzados.

Aquella era una buena pregunta. Jolyne no estaba muy segura de qué responder sin quedar como una idiota.

Admitir que una parte de ella quería ver a Kora arruinada era desagradable. Había seguido adelante con su vida, no era un camino de rosas, pero era una vida si no buena, al menos aceptable. Por inestable que fuera a veces, simplemente se había acostumbrado, y no podía haber ni una sola persona que no admitiera que salir adelante había sido su propio mérito. Y sin embargo…

Algunas heridas no se cerraban, menos cuando le echan sal sobre ellas. ¿Por qué tenía Kora que caer siempre de pie? ¿Cómo era remotamente justo que se lo dieran todo? Si realmente estaba tan mal, tenía que verlo con sus propios ojos. Se lo debía.

- ¿Vas a contestarme o no?
- Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.

Kora se quedó en silencio unos momentos, la impetuosidad en su tono y gesto desapareciendo gradualmente hasta dejarla con una expresión serena, casi triste. La chica descendió hasta sentarse en la moqueta del suelo, con un cojín sobre el regazo. Una punzada de culpa atravesó a Jolyne, quien había respondido con una simple excusa. Una simple excusa.

- ¿De verdad quieres saber lo que pasa?

Con el cojín aferrado entre sus brazos, Kora levantó la mirada, con las cejas casi juntas. Así que sí estaba pasando algo. Jolyne se dio cuenta de que aquella era su última oportunidad para irse y sacar a la chica de su vida para siempre, dejar que tratara con sus problemas ella sola y así, con suerte e intervención divina, maduraría un poco. Al mismo tiempo, quería saber qué pasaba, saber si al final el karma la había alcanzado. Era una sensación odiosa.

- Soy toda oídos. - Respondió, tras un suspiro.

--

- Espera, espera…

Jolyne levantó las palmas de las manos, tratando de procesar la información, tarea que se había vuelto sustancialmente más complicada cuando Kora se había echado a llorar y necesitaba respirar hondo al menos tres veces antes de terminar una frase.

- Has estafado a tus padres, viviendo de su dinero sin que ellos lo supieran, planeado tu futuro en base a otra serie de estafas, ¿y te sorprende que te hayan dado la patada?
- ¡No tenían por qué investigarme! - Replicó Kora con voz ronca, abrazando el cojín. - ¡No es justo!
- ¡¡Tú no sabes lo que es justo!!

Jolyne se levantó, con las manos hundiéndose en el pelo que no estaba sujeto por los moños. Si había podido sentir el más mínimo ápice de compasión por Kora, éste había quedado en nada tras oír la verdad.

- ¡Has estado dos años sin hacer nada más que cantar canciones de anime y comprar figuritas! - Jolyne creía que le iba a estallar la cabeza, aunque no pensaba dejar que implosionara sin antes ahogar a la otra. - ¡Deja de llorar porque de repente ya no te van a regalar todo!
- ¿¡Pero de qué vas!? - Kora se levantó inmediatamente, con las mejillas encendidas. - ¡No eres mi madre! ¡Ni tengo por qué aguantar lecciones de tu parte! ¿¡Crees que me importa!?
- ¡Precisamente lo que te hace falta es una lección!

Negó con la cabeza, y se apartó unos pasos de la otra, quien tenía los labios apretados en una fina línea, casi disimulando un ligero temblor. Pero no, a ella no iba a engañarla con aquella pose, habían pasado años, pero sabía que recurrir a las lágrimas para inspirar pena era una táctica habitual en Kora. Y con lo que acababa de contarle, ya sabía que la chica sólo había refinado sus habilidades para manipular a los demás.

- No sé ni para que me molesto en venir. Sigue estafando a la gente, mentir es lo que mejor se te da. - Cogió su bolsa de la cama, y se la echó al hombro. - Buena suerte, aunque no te la mereces.
- Jolyne… no… no sé qué hacer…

Tenía la mano apoyada en el marco de la puerta, y estaba sólo a unos pasos de salir de aquel apartamento. Sin embargo, se había quedado quieta, esperando a las siguientes palabras de Kora. Era una mentirosa, una niña malcriada que tenía la noción de que todo giraba a su alrededor, y que sólo se interesaba por los demás cuando le eran útiles. No podía dejar que jugara con ella -- ya tenía demasiados problemas en su vida.

- Empieza por buscarte la vida.

Aunque había respondido con un bufido, seguía sin moverse de allí. El estallido al enterarse de toda la historia empezaba a bajar, un poco sólo, pero al menos ya podía hablar sin gritar. Casi estaba cerca del estado en el que podría acercarse a la otra sin tirarle del pelo.

- No sé cómo… - Oyó el suspiro largo, seguido de un silencio. - Tienes razón, nunca he tenido que ganarme nada. ¿Qué voy a hacer?
- ¿Y cómo quieres que lo sepa yo?

Jolyne ni siquiera estaba segura de que ella misma tuviera un sitio donde vivir a final de mes. La diferencia, claro, era que ella al menos estaba haciendo algo para intentar evitarlo que no fuera engañar a otras personas.

- No lo sé. Pero tú… tú nunca te rendías, daba igual la situación. - La voz se le quebró, y no estaba segura de si era fingido o no. - Por favor… ayúdame. Es por eso por lo que has venido, ¿no? Aunque han pasado años...

Aquel había tenido que ser el suspiro más largo de su vida, dejando sus pulmones vacíos. Se giró hacia la otra, caminando lentamente hasta ella.

- Lo siento. No me preguntes por qué he venido, no lo sé. No sé si quería asegurarme de que estabas en una mala situación de verdad y usarlo para sentirme mejor con respecto a la mía… - Los ojos de Kora se abrieron como platos, y frunció el ceño. - …O porque de verdad estoy preocupada. No lo sé, en serio.

Se frotó la sien, intentando poner algo de orden en el caos que tenía en la cabeza en aquellos momentos. “Dame un respiro…”. Kora tenía la cabeza agachada, aún aferrada al cojín, y parpadeaba rápidamente para que no le cayeran las lágrimas. Parecía volver a ser una niña, con las rodillas juntas y los hombros caídos. ¿Era aquella una pose practicada para parecer adorable? ¿O estaba siendo sincera?

- Pero ni siquiera tengo para pagar mi propio alquiler, y lo único extra que tengo es para cuando tenemos que…

Paró a mitad de la frase, ladeando el rostro hacia la puerta. Aquel estudio, mil veces mejor que el que su banda podía permitirse. Volvió el rostro hacia Kora, quien todavía la miraba confundida. Kora, quien tenía un público fijo, un montón de gente capaz de incluso darle dinero por, literalmente, su cara bonita.

¿Cómo no había encajado las piezas? Tenía que haber sido el cabreo del momento.

- ¿Tienes habitaciones de invitados?
- ¿Qué? - Kora frunció el ceño, confundida por la repentina pregunta.
- Es importante.
- Pues… tengo dos habitaciones extra, y en el comedor hay un sofá-cama.

Los números cuadraban. No exactos, pero seguro que tenía alguna habitación para figuritas y-- aquello no era lo importante en aquel momento.

Su madre siempre le había dicho que una mala racha sólo era una oportunidad para un cambio a mejor. Con su historial, Jolyne no podía decir que estuviera del todo de acuerdo. Pero en aquella ocasión…

- ¿Cuánto has recogido ya?
- ¿A qué viene tanta pregunta? - Kora se cruzó de brazos. - Me estás asustando… pero si tanto quieres saberlo, sólo llevo unos 8000 dólares.

Sólo 8000 dólares. Necesitó toda la fuerza de voluntad posible para no echarle las manos al cuello.

- Vale, ¿y el alquiler de este sitio?
- 2000 dólares. - Respondió con naturalidad.
- …¿Vives en un apartamento de 2000 dólares?

Tampoco era de extrañar. Estaba situado en una de las mejores zonas de Eastwood, y no se le había pasado por alto el detalle de la piscina privada. Se mordió el labio inferior. Aquello iba a ser difícil, pero podía salir muy bien. Muy, muy bien.

- Mira, no te prometo nada… pero quizá pueda ayudarte.
- ¿En serio?

La chica abrió los ojos, aunque antes de que pudiera acercarle los brazos para rodearla, Jolyne la sujetó por las muñecas por impulso. Kora se dio cuenta de su reacción, y desvió la mirada, incómoda, mientras se cruzaba de brazos.

- No prometo nada. Que eso quede claro. - Levantó un índice. - Y además, tendrás que hacer… cambios.
- ¿A qué te refieres? - Kora arqueó una ceja.
- Prefiero ver si es posible antes de decirte nada.

No iba a dar ilusiones a ninguna de las dos antes de que las otras partes implicadas supieran al menos que estaban, bueno, implicadas. A Jolyne le parecía un plan perfecto, pero no podía ponerlo en marcha sola.

- Mira, pasado mañana toco con mi banda. Ven a vernos, y hablaremos allí todos.

Kora la miró con los ojos entrecerrados, midiendo las palabras antes de decir nada. Sin embargo, no tenía muchas otras opciones, y dejó ir un bufido corto antes de asentir.

- Vale. No sé si simplemente planeas secuestrarme y vender mis órganos, pero… vale.

Giró ligeramente el rostro, sin apartar sus miradas, y de nuevo Jolyne no podía saber si la otra estaba siendo honesta. Aún así, ahora no tenía mucho que perder.

- ¿Conoces el Stray Cat? - Kora tardó más de cinco segundos en contestar, lo cual significaba que no. - Te dejaré un mensaje con la dirección. El sábado a las once, cuando terminemos de tocar, nos veremos.
- De acuerdo. Estaré allí.

Jolyne asintió, satisfecha. Si todo iba bien...

- Pues… tendré que irme ya. Nos vemos pasado mañana.

Sin esperar respuesta, Jolyne se dirigió a la entrada, seguida por los pasos cortos de Kora. Cuando abrió la puerta, ésta volvió a hablar.

- Jolyne… gracias.

Su voz sonaba algo más grave que de costumbre, dos simples palabras que parecían haberle costado un mundo para pronunciar. Pero no podía dejar que volviera a hacerse un hueco en ella más allá de lo que iba a ser simplemente un intercambio de beneficio mutuo.

- No me las des toda-
- Me… me alegro de haberte vuelto a ver...

No iba a girarse a ver la expresión de Kora. El tono con el que había hablado lo decía todo, y probablemente la chica esperaba una respuesta similar por su parte. Si tan sólo pudiera dársela, lo haría. Si tan sólo no hubieran pasado tantos años entre ellas… si pudiera confiar en ella de la misma forma que una vez lo había hecho...

Lo único que fue capaz de hacer antes de cerrar la puerta tras sí fue murmurar un “lo mismo digo” sin mirar atrás.

--

- En serio, parece que hayas visto un fantasma. ¿La conoces?
- No, para nada.


Sayi

Re: Act 1: Overture
« Reply #24: June 29, 2014, 02:07:49 PM »
I MADE ITTTT me quedo soso pero al menos hice algo ;_;
Tenía esto atorado de hace meses... espero ahora los aportes fluyan más libres kk




Medley 4: Over My Head

Las ventanas del Stray Sheep Bar eran tintadas, por lo que nunca se colaba mucha luz dentro del local. Las sillas estaban sobre las mesas y la vajilla descansaba impecable detrás del mostrador, junto al santiamén de alcohol listo para ser preparado. Todavía no era horario de atención al público, pero eso no era sinónimo que el lugar se encontrase vacío.

Habían dos jóvenes sentados en la barra, y la luz proveniente de la cocina venía acompañada del ligero sonido de una radio. Mientras el dueño del local se encontraba ocupado en la habitación adyacente, los dos hombres se familiarizaban sobre cerveza y cigarros.

Mine se alegraba que Shizuo estuviera ocupado con el inventario y no se encontrara en el salón con ellos. Desde la pelea, y el fatídico desenlace de la rockola, ellos ya daban por terminado su contrato con el bar... pero el rubio había aceptado que continuaran a regañadientes. Fue gracias a las súplicas de Spike -su manager-, y los clientes que frecuentaban los sábados para verlos, que habían podido continuar como el grupo bandera del bar. No eran muchos, pero Shizuo no quería perder a los fans.

Aún así, si bien les permitió quedarse, siempre se sentía una molestia inminente cuando se cruzaban con el bartender…

A Mine se le puso la piel de gallina cuando recordó el estado en el que sus ex compañeros de banda habían quedado. El altercado les había dado un nuevo respeto por Shizuo Heiwajima. Por no decir terror.

...

Pero al menos había una buena noticia que le daba a pensar que no todo estaba perdido, y era el sujeto que tomaba whisky junto a él.

Mine había colgado afiches en todos lados, había entrevistado al menos a diez personas y recorrido la ciudad entera para finalmente dar con Hayato Gokudera —un bajista/guitarrista con una excelente habilidad. El rubio no entendía como alguien con tanta experiencia como Hayato no estuviese ocupado en algún proyecto... pero no era momento de cuestionar una oportunidad. El peliblanco les caía como anillo al dedo, y tenían que presentarse en solo dos días. El joven se veía interesado en su propuesta (obviamente sin idea del pobre estado en el que se encontraban) y era necesario convencerlo para salvar su lugar en Stray Sheep.

"Shizuo no puede percatarse que su rockola ya no funciona, o de lo contrario los dejara patitas en la calle" las palabras de Spike resonaban en su cabeza como una sentencia de muerte.

Tenía una de las dos tareas completadas. Había conseguido una baterista rápidamente... una novata, pero haría el truco.
El asunto ahora era el bajista. Y lo genial de la oportunidad era que Hayato tenía potencial, y no solo para salvarlos.

"Kaien, Sayi, ¿por qué no me respondeeen?" mascullaba Mine mientras les reventaba el telefono a sus amigos a punta de mensajes. Ambos estaban perdidos en el universo "Ellos son mejores para convencer que yo..."

Hayato por su lado aprovechó el silencio para evaluar el local. Habían unas veinte mesas en el lugar, más la barra, un área vacía frente al escenario y obviamente... la tarima. No era un escenario enorme pero era decente, y considerando el tamaño del lugar, era evidente que ningún cliente podría ignorarlos. El bar estaba hecho para observar un show mientras se disfrutaba de un trago, y tener una presentación garantizada todos los sábados era una idea que le interesaba bastante.

"¿Este es tu bajo?" Hayato notó a Mine estudiar su guitarra y eso le hizo regresar a la barra "Whoa, ¡es una Fender!"
"Mírala si quieres" le ofreció el bajista y Mine no demoró en retirar el instrumento y evaluarlo de cerca "Trabajaba en una tienda de instrumentos de segunda mano, y la conseguí a buen precio"
Mine silbó aprobatoriamente, guardando la guitarra en su estuche "Debe tener un sonido excelente... yo estoy ahorrando para una Ibanez, pero de momento estoy con mi fiel Spector de segunda" sonrió animadamente "Pero al menos no estoy como Kaien, que toca una Roland desde siempre..."
"¿Roland? ¿Roland sacó una línea de guitarras?"
"Hace mucho tiempo, pero no les fue muy bien y la descontinuaron" Sopesó el rubio "Su tecnología esta mejor para soporte después de todo"
Hayato alzó las cejas, interesado "Y tu compañero, Kaien. ¿Es buen guitarrista?"
"¿Bromeas? ¡Kaien es el mejor guitarrista!" exclamó Mine "Si no fuera por él nosotros ya estaríamos..." Hayato lo miró inquisitivo y Mine se percató de lo que estaba por decir "eh... mmm... no estaríamos tan bien como lo estamos ahora, pero igual estaríamos bien (??)"
"Ya veo"

El rubio rio nervioso y tomó un sorbo de su cerveza. Definitivamente era el peor para convencer... pero al menos había esquivado una situación peligrosa.
Hayato por su lado había sentido una punzada de envidia, cosa normal cuando alguien osaba a llamar a otro que no fuera él como "el mejor". Al menos lo había camuflado bien, a pesar de tener ahora muchas ganas de conocer al susodicho Kaien.

"Kaien es la primera guitarra y también canta, pero la vocalista principal es Sayi. Ella también toca el piano, pero no tenemos muchas canciones donde lo utilice" continuó explicando el rubio "Tiene una voz peculiar, pero es muy buena... de hecho estaba por irse a estudiar a Suiza antes de dejar el conservatorio"

Mine había contado eso último entre risas, como una anécdota graciosa... pero cuando se giró hacia Hayato la expresión severa en el rostro del peliblanco por poco le hizo caer de la silla.

Sabía que había metido la pata pero no sabía cómo.

"¿El conservatorio? ¿Estuvo en el conservatorio?"
"No, bueno si... y no... lo dejó hace un año..." Quería convencerlo que se quedara, pero no podía actuar naturalmente si le seguía mintiendo. Era incapaz de hacer ambas cosas a la vez "Yo también lo dejé, y Kaien igual..."

El peliblanco no relajaba su semblante. Mine juraba que ya lo había perdido, pero el guitarrista no parecía listo para marcharse.

"Estuvieron en el conservatorio y lo dejaron... ¿por qué?" preguntó Hayato, con una seriedad que Mine sintió lo ponían entre la espada y la pared.

Decidió ser honesto.

"Porque las clases no nos dejaban practicar como banda. Los profesores eran estrictos, las mensualidades un gasto innecesario... lo que queríamos hacer era tener nuestra rockband, y el conservatorio no nos ayudaría a lograr eso"

Mine suspiró. Al menos había sido sincero, y si el guitarrista tenía tanto problema con ellos desde el principio, quizás lo mejor sería cortar por lo sano...
Pero no terminaba de entender qué había hecho mal. ¿Quizás este Hayato solo tenía un temperamento difícil?

El peliblanco se acercó a Mine entrecerrando los ojos, como si le costara entender la situación.

"Dejame ver... ustedes asistieron al conservatorio, pero lo dejaron porque se dieron cuenta que no lo necesitaban" repitió Hayato "¿Es correcto?"
"Básicamente, si"
"Tuvieron la oportunidad de estudiar en el conservatorio, incluso de ir a estudiar al extranjero ...oportunidad por la que muchos matarían... y lo desestimaron todo porque no les podía ayudar con lo que querían"
"...Así es?" Mine pensó que Sayi se sentiría aludida si escuchara esto, pero bueno, era cierto.
"Vaya..." Hayato se reincorporó, tomó su bebida y balanceó el alcohol que tenía dentro "Me parece bien"
El peliblanco ahora sonreía levemente y Mine sabía que estaba a salvo. Solo que no entendía bien... "¿Por qué lo dices?"
"Porque creo que un músico de verdad no necesita de un conservatorio si se esmera lo suficiente" respondió el bajista "Hay una especie de estigma si eres músico y no estudiaste música en un conservatorio... aún si sabes tanto como uno que si entro ahí. Como si un papel hiciera la diferencia..."
"Entiendo" Mine supuso que hablaba por experiencia "Pero eso no se aplica a nosotros"
"Exacto" Hayato extendió su copa y la chocó con la de Mine, que descansaba en la barra "Me gustaría tocar con ustedes. Creo que haríamos un buen equipo"

Mine quiso gritar y lanzarse a llorar a sus brazos, pero logró expresar todo eso y más con un relajado:

"Bienvenido a la banda"
"Gracias" respondió Hayato, estrechando manos con el rubio "¿Entonces tenemos práctica mañana? Me dijiste que nos toca presentarnos en sábado, ¿cierto?"
"Claro que si, mañana siempre hay práctica, de hecho" le respondió, al mismo tiempo que tipeaba GUESS WHAT MANANA HAY PRACTICA A LAS 7 POBRES QUE FALTEN HIJOS DE .... en cierta conversa grupal.
"Genial" respondió Hayato "Por cierto, no me has hablado del baterista. ¿También dejó el conservatorio?"
"No, ella no va... y es excelente" respondió Mine con una amplia sonrisa.

O al menos, esperaba que no asistiera al conservatorio.
A decir verdad, a duras penas y sabía su nombre…


Operación Carapulcra y Sopa seca había sido un éxito.

Tras una brillante escabullida de Horo Miki en la residencia Ayanami, el peliceleste había logrado soplarse media olla en un taper del chifa y salir sano y salvo del cómodo apartamento sin levantar sospechas.

De vuelta en casa de su hermana, el hermano del medio celebraba su triunfo deleitándose con su cacería, mientras sus dos hermanas comentaban anécdotas de los pasados días.

Esta vez era el turno de Sayaka, la dueña de ese apartamento, contar la última novedad que la traía bailando en puntitas.

"Así que solo tengo que esperar a que mi ~nuevo amigo Nakamaru~ me diga cuando podre conocer a Tegomass y..." la peliceleste junto ambas manos y las apoyó contra su mejilla "¡Ta ráaan~! Que pequeño es el mundo ¿cierto?"

Pero sus dos hermanos no respondieron. Estaban muy ocupados comiendo la deliciosa cena que le habían robado a su estudiosa prima como para interesarse en sus johnnys y la oportunidad que se le había presentado en bandeja de plata.

"¿Me escucharon? Dije que conoceré a TEGOMASS. MI FUTURO ESPOSO"
"¿Que era Tegomass?" le preguntó Sayi a Horo.
"Ese justin bieber chino. Del que tiene un poster medio calato en su cuarto"
La mayor asintió, recordando a quienes se refería "Ah... los gorditos esos"
"¡No son gorditos!" reclamó Sayaka, estampando ambas manos en la mesa de la cocina
"Pues sus caras son medias gordis..." continuó Sayi, pero al ver a su hermana maldecirla con la mirada, la joven optó por seguirle la corriente "Pero bueno, me alegra que conozcas a tu ídolo idolatrado. Mamá estará orgullosa de ti"

Los hermanos Miki solían reunirse una vez cada semana para ponerse al día de sus andanzas por Eastwood. No que alguno de ellos tuviera un avance en su respectiva ocupación, pero al menos era divertido compartir chismes entre ellos aunque sea para burlarse.

Sayi, Horo y Sayaka Miki (en orden de edad) eran tres hermanos que habían emigrado de una ciudad llamada Ica a unas cuatro horas de la ciudad. Sus padres eran unos granjeros avícolas, quienes habían apoyado incondicionalmente los sueños que sus hijos querían seguir en Eastwood: Sayi quería estudiar piano y canto en el conservatorio, Horo terminar sus estudios e ingresar una universidad, y la menor, Sayaka, quería estudiar leyes en una de las universidades más prestigiosas del país.

Claro esta, no le tomo mucho a la ciudad para retorcer los sueños y esperanzas tanto de hijos como padres.

Sayi ingresó al conservatorio como lo prometió... pero tres años dentro y con un buen pronóstico por delante, optó por dejarlo para dedicarse a empezar una banda de rock desde cero. Resultado: Desheredada, y sin apoyo económico ni moral de sus padres desde entonces.
Horo ingresó a un instituto y terminó desempeñándose bien en ciencias y matemáticas... pero a los tres meses fue expulsado por conducta, descubrió la música, y decidió convertirse en el vocalista de una banda de hip hop (y divertirse en tiempos libres con sus amigos en un skate park). Resultado: Solo sus dos hermanas reconocen su parentezco.

Sayaka era la única que seguía como pura y santa ante los ojos de sus padres. La benjamina de los Miki seguía fielmente sus estudios de leyes, y, como la última esperanza de esa desgraciada familia, era la única que recibía dinero y ayuda de sus padres.
Por supuesto, sus progenitores no tenían idea de la carrera alterna como actriz que la peliceleste seguía a sus espaldas, y cómo parecía más interesada en ella que en su carrera. A menos que tuviera que ver con conocer Johnnys, por supuesto.

Acababan de terminar la cena robada cuando el teléfono de Sayaka comenzó a vibrar.

"¿Es Tegomass?"
"¿Es Nakamaru?"
"¿El homosexual-no-declarado-de-tu roomie?"
"No, no... y ya te he dicho que Tatara no es gay Sayi" le respondió la peliceleste a su hermana. Revisó el número y sonrió "Adivinen que: Es mamá"

Horo y Sayi guardaron silencio mientras la hermana preferida respondía a la señora Miki.
Aunque de Sayi y Horo, a su madre le bastó un breve informe de 'siguen con vida' de parte de su hermana, a los hermanos mayores no les quedaban de otra que tomarse el asunto con humor. Más bien, la conversación pasó a ser interesante cuando Sayaka no pudo contenerse de contarle su futuro encuentro con Tegomass.

"¿Qué? ¿Que cómo lo conocí?" La peliceleste se puso algo nerviosa. Su mamá debió tomarse la noticia con recelo, y ello ponía en peligro el futuro de su cuenta bancaria.
Los hermanos remedaron a su madre al unísono "Si, Sayaka, ¿cómo lo conociste?" y la menor los fulminó con la mirada.
"Pues, lo conocí cuando fui a una entrevista para una pasantía en el mejor buffet de abogados de la ciudad..."

Pero Sayaka tuvo que continuar su historia en otra habitación, ya que las carcajadas de sus hermanos le impedían continuar de manera creíble.

Con su hermana fuera de la habitación, y su hermano raspando los restos de sopa seca del taper, Sayi decidió revisar su teléfono. Puso los ojos en blanco ante la lluvia de mensajes de Mine, pero el último fue una noticia que no esperaba.

>Ya conseguí baterista y bajista. Más le vale que estén en el bar mañana a las 7 de la noche listos para practicar, par de faltosos
« Last Edit: June 29, 2014, 02:10:55 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Puri

Re: Act 1: Overture
« Reply #25: July 31, 2014, 04:00:15 PM »
edito luegoooo con icooooons



Jueves, once de la mañana y un sol esplendoroso en las calles: Definitivamente un momento de pocos clientes para el bar Homra, lo cual Gajeel apreciaba con toda el alma. Si bien Izumo odiaba tener que confiarle el bar a alguien, Gajeel siempre estaba necesitado de dinero extra y -si es que nadie le hacía enfadar- era el mejor para el puesto, era un barman decente, su exterior intimidaba a aquellos que pensaban irse sin pagar y podía detener cualquier tipo de peleas antes de que estas empezaran. Sí, un buen suplente, mucho mejor que Mikoto, quien prefería tirarse a dormir en un sofá de la esquina.

Pensando en el mejor amigo del dueño, Gajeel no pudo evitar hacer un resoplido de molestia. Conocía al chico desde hacía cinco años aproximadamente cuando se conocieron en una escuela técnica para estudiar mecánica, pero hasta ahora el pelinegro seguía sin poder soportarlo completamente; era el amor por la música el que los había mantenido como algo-cerca-a-amigos-pero-no-exactamente-ahí, además de que el pelirrojo al menos era callado y no significaba molestia alguna, lo cual apreciaba. Sin embargo, a pesar de tener dos puntos muy buenos a su favor, Gajeel encontraba que era su flojera la que arruinaba todo ello, ya que desde hacía cuatro años habían tenido la idea de formar una banda (¿y qué mejor que vivir en esta ciudad? Es decir, si un músico buscaba cumplir su sueño en el mundo, era aquí donde debía de empezar. Nashville era algo del pasado, todo el mundo lo sabe) e Izumo había decidido apoyarles con espacio, incluso por un tiempo tuvieron una mánager... Pero no, la dejadez de Mikoto era lo que truncaba mucho de sus sueños y esperanzas, retrasando entregas de canciones, letras, presentaciones...

Al menos finalmente tenían una vocalista. Hacía una semana Mikoto llegó al bar con una chiquilla de unos veinte años llamada Kyoko, la cual resultaba ser su prima lejana sobrina de una tía segunda hermana del su tía muerta, o algo así, pero la cosa era que eran parientes por algún lado. Si bien en un comienzo la trajo al bar porque no tenía donde dejarla bajo cuidado, la aprovechada tuvo la suerte de convencer a Izumo que la dejara cantar en una noche de bar por unas cuantas monedas y con eso fue que descubrieron lo que necesitaban. Después de todo, Mikoto tenía una voz muy baja y grave como para hacerse escuchar entre el sonido fuerte de su guitarra y el de su bajo, pero la voz de Kyoko destacaba por ser de mujer, grave y alta, un buen balance... Sí, podrían ser el nuevo Paramore, pensó Gajeel con sorna, pero algo era algo, ¿o no?

El problema quedaba en que Kyoko solo aceptó unírseles si es que la cosa de la banda iba en serio y, aparentemente, ninguna banda va en serio sin alguien que toque la batería. Así que ahora su pesadilla era encontrar algún baterista, los cuales en verdad existían como piedras en el camino en la ciudad, pero verdaderos talentos realmente carecían. Si tan solo Gajeel no hubiera perdido contacto con su amigo Lily, estaba seguro que él podría ayudarles, pero no sabía nada del hombre desde hacía casi siete años, además...

"D-Disculpe".

Gajeel se sorprendió al darse cuenta que no había escuchado la puerta principal abrirse, pero lo comprendió apenas vio a la chica en frente de él. Una peliceleste bajita y de cabellos rizados le miraba con miedo y temblando... Típica reacción de alguien que recién le conocía y no había visto que estaba lanzándose al récord guiness de persona con más piercings en la cara.

"¿S-se encuentra Mik-koto S-Suoh?", preguntó bajando la mirada rápidamente. Gajeel arqueó una de sus cejas llenas de piercings, sin entender cómo es que Mikoto tenía amigos además de Izumo, pero en eso escuchó al otro bostezar y levantarse de su sofá en la esquina. La desconocida siguió su mirada y se volteó, relajándose visiblemente al ver al otro.
"Oh, ahí estás". Mikoto se acercó a ellos con su mirada aburrida y le dio la mano a Levy, en un gesto muy formal que indicaba que no eran amigos, lo cual desencajó aún más el análisis que había hecho en su mente sobre la relación de ambos. "Gajeel, te presento a Levy McGarden, nuestra nueva escritora de canciones. Levy, él es el guitarrista de la banda". La chica le miró a Mikoto como si le hubiese dicho que un tornado era inminente y su casa iba a ser destruida, lo cual hizo que Gajeel riera abiertamente, haciendo que la otra dé un paso atrás.
"No te preocupes bajita, no muerdo", le informó Gajeel. Esto solo la hizo palidecer.

Parecía que finalmente Mikoto salía de su letargo y hacía algo.

Forget all the shooting stars and all the silver moons
We've been making shades of purple out of red and blue


Kora

Re: Act 1: Overture
« Reply #26: August 29, 2014, 08:37:40 PM »
02


- ...Y ese sería el plan.

Jolyne miró expectante a los tres chicos frente a ella, quienes estaban aún con los instrumentos por montar. Y a juzgar por su expresión, no le hubiera extrañado que simplemente se fueran por donde habían venido. No esperaba un aprobado general a la primera, pero contaba con poder convencerles.

Ezio tosió, buscando algo que decir con sus habituales maneras suaves, pero antes que nada Fugo le interrumpió.

- ¿Te has escuchado? - El rubio se quitó las gafas, guardándolas en la funda y dejándolas caer en su bolsa de mensajero. - Quiero decir, ¿has escuchado las mismas palabras que nos has dicho?

Jolyne rodó los ojos. Aquel tono condescendiente que usaba Fugo le costaría un puñetazo en el ojo un día, llevara gafas o no.

- ¿Me habéis escuchado vosotros? Tendríais que ver el estudio. Estamos pagando ochenta dólares por sesión de ensayo en un cuchitril, y lo tendríamos gratis. - Miró a Fugo. - ¿Sabes lo que significa gratis?
- ¿Gratis? Para ti gratis significa todo nuestro dinero yéndose a un alquiler. - Fugo arrugó la nariz. - ¿A cuánto has dicho que saldríamos por cabeza?
- ...Cuatrocientos.

De nuevo, el rostro de sus compañeros de banda lo decía todo. Era una negativa clara, y no podía culparlos. Aquello era básicamente su propio sueldo, y los otros tres no es que estuvieran en una situación económica mucho mejor.

- Jolyne, cara mia, ¿no podemos simplemente intentar negociar alquilarle el estudio? - Ezio trató de mediar antes de que Fugo se echara el bajo al hombro y saliera por la puerta, lo cual no sería la primera vez.
- Antes de que se de cuenta, estará en la calle. La cuestión es mantener el apartamento a flote, y con él, el estudio. - Explicó Jolyne.
- Aún así, cuatrocientos sólo de alquiler… ¿cómo comemos? ¿y la luz? Porque usaremos bastante luz. - Ezio frunció el ceño.

Jolyne tenía que admitir que era un plan muy extremo. Si tan sólo confiaran en ella…

- Tenemos… tiene dinero de base. Podemos pasar al menos un par de meses bien, y lo que os digo es a largo plazo. - Extendió las palmas de las manos. - Tenemos un equipo decente, y además… la base de una ciber-famosilla.
- Ah, claro, buenos instrumentos y una youtuber. - Fugo se frotó la sien. - La siguiente parada es el top 100 anual de los Rolling Stones.
- ¡Al menos estoy intentando hacer algo por la banda aparte de quejarme y criticar todo!
- ¿Como arruinarnos?
- Basta.

Wes, hablaba muy poco, o al menos, comparado con el espíritu reactivo de los otros sus intervenciones podían ser escasas... pero no necesitaba alzar siquiera su grave voz para imponerse. Era una mezcla de intimidación por su físico y sobretodo, la necesidad de silencio para escuchar el tono bajo con el que tendía a hablar.

- Creo que Jolyne tiene razón. - La chica ahogó un grito. Sabía que podía confiar en Wes. - Es arriesgado, pero tenemos que movernos.
- Es muy arriesgado. - Corrigió Ezio. - Aunque… puede traer beneficios. Eso no se puede negar, al menos admite eso, Fugo.
- No niego eso, sólo digo que no podemos permitírnoslo.

Se hizo el silencio entre los cuatro otra vez, pero Jolyne estaba más segura de sí misma. El apoyo de Wes parecía arrastrar consigo a los otros dos, y aunque era irritante que pareciera que si lo decía ella no tenía sentido, tenía que centrarse en su objetivo. Jolyne aclaró la garganta antes de seguir hablando.

- Los cuatro estamos aquí porque a pesar de todas las negativas, todos los “la música sólo es un hobby”, todas las veces que nos han rechazado… seguimos queriendo estar en este mundillo. Bueno, entrar al menos. Es un riesgo, es cierto, pero ¿y si funciona? ¿Y si esta es nuestra oportunidad?
- ¿Y qué pasa si no lo es? - Suspiró Fugo. - Suponiendo que seguimos tu plan.
- Volvemos a nuestras vidas de antes. Os lo he dicho, ten- tiene fondo para aguantar al menos un par de meses. No perdemos absolutamente nada.

Perderían su contrato de alquiler, pero eso sólo le afectaba a ella y a Wes. Ezio vivía con sus padres, y Fugo podría volver a los dormitorios de la universidad cuando quisiera. Aún así, dirigió una mirada de reojo a Wes… quien sí era el que podía perder algo en aquella situación.

- No tenemos que decidir ahora mismo. Ni hoy… pero tenemos que considerarlo. Le he dicho a la chica que venga esta noche. - Miró a sus compañeros con la mejor cara de pena que podía mostrar. - ¿Al menos tenemos algo cercano a una respuesta?

El silencio, por breve que fuera, era sobrecogedor. ¿Por qué le latía el corazón tan fuerte?

- Cuando empezamos a tocar, estaba harto de que todo el mundo se echara para atrás cuando venían las dificultades. Quiero que esto funcione. - Ezio asintió. - Así, que, vale, puede que esté dispuesto a hacer el salto de fé. Depende de si está tan buena en persona como en los vídeos.
- Es una locura, Jolyne. - De todos los bufidos que Fugo había dejado ir, aquel tenía que haber sido más largo. - Dame un poco de tiempo para pensármelo.

Jolyne asintió. Un “quizá-sí” que seguramente sería un sí, y un… bueno, no esperaba mucho más de Fugo. Pero suponía que no se echaría atrás al final si el resto aceptaba.

Alzó la mirada hacia Wes, el último voto y el que más en tensión la tenía. Del mismo modo que había conseguido cambiar el rumbo de la discusión antes, podía volver a hacerlo.

- Estoy contigo. - Asintió. - Si sale mal, espero que al menos me ayudes a buscar apartamento.
- No te preocupes… - Jolyne no pudo evitar una sonrisa de oreja a oreja. - Igualmente yo iba a tener que buscar uno ya.
- Oye, ¿esto es sólo porque necesitas un sitio donde vivir? - Fugo la apuntó con el dedo. No se le escapaba ni un detalle.
- Hablando de eso, ¿qué pasa con la chica si al final esto falla?

Las palabras de Ezio hizo que se quedara callada unos momentos, ignorando la acusación de Fugo. Kora desaparecía de la ecuación cuando dejaba de poder proveerlos con el estudio. Parecía cruel, pero no era como si no hubiera pensado en ella mientras tramaba su plan. Le estaba dando una auténtica bolsa de oxígeno para mantenerse unos meses más, ¿qué más podía hacer al respecto?

Ya se habían dejado claro tiempo atrás que cada una sólo trataría de salvar su propio cuello. Jolyne estaba segura de que ya hacía más de lo que debería estar haciendo simplemente por preocuparse.

- Cuando se vea a las puertas de la calle volverá con su familia con la cola entre las patas.

Simplemente se encogió de hombros al responder. Tampoco estaba mintiendo, aunque no entendía entonces por qué se sentía tan incómoda cuando los tres chicos le dirigieron una mirada que podía pasar por

- Es… es un poco borde por tu parte. - Ezio alzó una ceja. - ¿No sois amigas?
- Supongo. Vamos, calentemos un poco antes de que abran.

--


Tuvo que buscar en internet cómo llegar al Stray Cat, lo que incluía, para su disgusto, tener que viajar en metro. Hubiera preferido coger un taxi, pero al menos tenía el sentido común de saber que sería un gasto inútil, sobretodo al darse cuenta de que las donaciones habían empezado a disminuir. Tan sólo de recordar la situación quería rodar los ojos, controlándose para no parecer una rarita en público. Por supuesto, alguien tenía que ir y robarle la idea. Habían pasado un par de días desde que colgó el vídeo, y de repente, otro Youtuber tenía nosequé enfermedad de nosecuantos que curiosamente no le cubría el seguro.

Pues abre tu propio laboratorio de metanfetamina.” había sido su pensamiento inicial. Pero por mucho que no se terminara de creer aquella historia, no cambiaba el hecho de que la caridad había tomado otro rumbo lejos de ella. Si dejaba otro vídeo muy pronto, parecería desesperada, y no sería por haters a los que les faltaría tiempo para ponerla de vuelta y media a la mínima.

Al menos tenía un fondo de casi diez-mil dólares, y sobretodo, tenía la promesa de Jolyne de que ésta intentaría hacer algo.

Para distraerse jugaba con el móvil, dando golpes en la pantalla para avanzar en un beat-em up que había descargado y así batir su puntuación anterior. Por el rabillo del ojo, vio que un chico la estaba mirando fijamente y le dio un codazo a otro a su lado.

- Oye, ¿esa no es…?

No estaba de humor para que la reconocieran; Kora se bajó la visera del gorro, chasqueando la lengua al ver que la distracción momentánea había hecho que perdiera la partida. “Con lo cerca que estaba…”.

Salió a la calle, estaba en una parte de la ciudad que le era completamente extraña por lo que tuvo que revisar las direcciones en el smartphone. El local no estaba muy lejos de la parada, algo que agradeció, ya que el aire que se colaba entre sus piernas era más fresco de lo que esparaba aquella noche.

El Stray Cat tenía aquel ambiente de local clásico… en la versión barata de que estaba claro que simplemente era un sitio en el que nadie se había molestado en reformar. Era espacioso, de techo alto para dar lugar a una segunda planta sobre la barra desde la que se tendría que ver aún mejor el escenario. Quizá con varias capas de pinturas y un poco de reestructuración interna y externa, aquel podría haber sido un buen sitio, pero tal y como estaba, Kora arrugó la nariz nada más entrar.

Buscó sitio en una de las mesas más discretas, cubiertas por el medio techo que formaba el piso superior. No tenía mesas delante, aunque se imaginaba que no iba a llegar al aforo máximo precisamente.

Trajo un refresco desde la barra, acomodándose en su asiento, pero su corazón le dio un vuelco cuando vio salir a Jolyne y otros tres chicos al escenario, los cuales empezaron a montar los instrumentos. No sabía que Jolyne estuviera en una banda, aunque la hubiera invitado a un local simplemente no se había parado a pensar qué era lo que hacía exactamente. Pero tenía sentido.

Mientras colocaba el pie del micrófono, Jolyne la vio. Dubitativa al principio, Kora levantó una mano, agitando los dedos en saludo, y la otra le respondió. Uno de sus compañeros, un chico moreno, le dio un codazo a Jolyne e hizo un movimiento de cabeza, a lo que la chica asintió. Sentirse observada por la banda era incluso más incómodo que lo que había pasado en el metro antes. Kora se obligó a quedarse quieta para no acurrucarse en el asiento, y sacó el móvil para comprobar cualquier cosa.

- Ey, guapa, ¿me puedo sentar aquí?

Distraída revisando los comentarios en el canal de Youtube del chico enfermo, no se había dado cuenta de que las luces del local se habían atenuado, con la luz dirigiéndose al escenario ya montado. Kora volvió la mirada al tipo que le estaba hablando, con una sonrisa boba.

- Hay un montón de mesas libres. - Le respondió, cruzándose de brazos.
- Ya, bueno, pero me quiero sentar aquí contigo.

Éste llevó la mano al respaldo de la silla a su lado, pero Kora la sujetó enganchando una pata con el pie. En respuesta, el chico rió a pesar de que empezaba a estar claramente molesto.

- No seas así, te invitaré a algo.
- No, gracias. - Kora tiró de la silla con el pie, agradecida por las clases de pilates, y devolvió esta a su sitio bajo la mesa.
- Pues vale, tú te lo pierdes.

Kora desconectó cuando empezó a oír “zorra” entre los refunfuñeos mientras se alejaba. Tenía cosas más importantes que atender, ya que el batería, el más alto de los compañeros de Jolyne, empezaba a calentar. Había entrado más gente de la que esperaba en un principio, y aunque no tenían un público especialmente grande, más de un par de ojos estaban en el escenario.

Hubo incluso algunos aplausos cuando Jolyne cogió el micrófono, a los que Kora se unió algo aturdida. Y finalmente, la noche empezaba para el grupo.

Oh, life, is bigger
It's bigger than you and you are not me
The lengths that I will go to
The distance in your eyes
Oh no, I've said too much
I set it up

El vello se le erizó al oír la voz de Jolyne. Había reconocido los acordes nada más empezar la canción, pero no esperaba que la chica pudiera hacerle tanto bien en aquel cover más fuerte.

Por unos momentos, podía ver a la niña que había conocido años atrás, cantando emocionada en el rincón del patio que tenían como refugio. Desprendía la misma intensidad, fuera sobre un banco de piedra como en el escenario. El tiempo parecía no haber pasado para ella desde aquellos días.

El guitarrista hizo una parte del coro, creando un contraste entre ambas voces, las dos melódicas y fuertes en su estilo. Aunque le gustaba cómo lo hacía el chico, a Kora se le hicieron eternos los tres versos antes de que Jolyne volviera a cantar.

Every whisper
Of every waking hour
I'm choosing my confessions
Trying to keep an eye on you
Like a hurt lost and blinded fool
Oh, no, I've said too much
I set it up

Culpaba al tono agridulce de la canción que se sintiera melancólica, removiendo el fondo de su bebida con la cuchara larga. Ella misma estaba tarareando el coro también, yendo al mismo ritmo que Jolyne, y por unos momentos se permitió imaginar cómo sería cantar a dueto con ella. Las únicas veces que había cantado con alguien habían sido simples montajes a través de internet, grabándose para que la otra persona juntara el audio.

Imaginarse en aquel escenario, cantando con Jolyne… le daba escalofríos. No, aquello no era lo que quería, simplemente no era lo suyo. Ni siquiera había ido a verla actuar, sólo estaba esperando a que terminaran para poder hablar con ella en el backstage sobre lo que fuera que había planeado.

Levantó el vaso alargado para dar un trago y terminar la bebida, y al levantar la vista, cruzó la mirada con Jolyne por unos segundos.

That's me in the corner
That's me in the spotlight
Losing my religion
Trying to keep up with you
And I don't know if I can do it

Como si el contacto visual hubiera sido un pinchazo, Kora apartó la vista, agachando la mirada hasta mirar a la mesa. Le daba vergüenza pensar siquiera en la escena que había montado en su mente segundos atrás.

Simplemente se sentaría a disfrutar del espectáculo. No le molestaba admitir que Jolyne lo hacía bien, al fin y al cabo. Pero cuando el guitarrista volvió a hacer los coros, aquel pensamiento volvió a su cabeza:

Tendría que ser yo.

Oh no, I've said too much…
I haven’t said enough


Sayi

Re: Act 1: Overture
« Reply #27: September 28, 2014, 12:20:44 PM »
Me falta un icono x_x lo agrego luego que estoy zzzz


Medley 5: Lounge

“¿Te dijo para encontrarnos en el Mc Donalds?”

Mine asintió con la cabeza y Hayato se dejó caer en el asiento de plástico.  No recordaba la última vez que había consumido algo en el local de hamburguesas —probablemente en su pubertad— y su disgusto por la marca bandera estadounidense no había cambiado en lo absoluto.

El peliblanco se cruzó de brazos y recostó su espalda en el respaldar. Mientras a su lado Mine jugaba con su teléfono, Hayato Gokudera evaluaba a las dos personas sentadas frente a él: Kaien Shiba y Sayi Miki.

“Pues yo no tengo problema, hace tiempo que no comía aquí” respondió Sayi. Entonces tomó una mordida a su hamburguesa y tomó un largo sorbo de soda “Mm… es riquísimo de vez en cuando”
“Tienes razón con eso” respondió Kaien alzando su bebida “Además, si las cosas tampoco funcionan con esta baterista, nuestro encuentro con ella no fue en un lugar caro—OUCH”

Una patada debajo de la mesa hizo el truco de callarlo. Kaien le lanzó una mirada molesta a Mine, pero el rubio siguió jugando tranquilamente con su teléfono.
El pelinegro se había olvidado que tenían que mantener apariencias frente al nuevo bajista, pero vamos…

Hayato los venía estudiando desde que se presentó con ellos hace aproximadamente media hora. Según Mine, Sayi era la pianista de conservatorio que lo abandono por dedicarse a ser vocalista en esa banda. Aún no la había escuchado cantar… pero basándose en lo que veía de ella no parecía una mala opción para formar una banda.

Pero quien si no le terminaba de convencer era el tal Kaien, el supuesto líder, vocalista y primera guitarra.

A Hayato no le había agradado que Mine se refiriera al susodicho como ‘el mejor’ guitarrista. Desde entonces, el peliblanco lo había tomado como un reto demostrar lo contrario. No obstante, había aceptado el reto y estaba preparado para ser completamente objetivo al momento de conocerlo, pues lo importante era ver si valía la pena invertir su tiempo en una banda con él.

Pero desde el momento que lo conoció notó que actuaba extraño, aún si Mine y Sayi no se percatasen de ello. Tenía tics nerviosos, miraba en otras direcciones a menudo, y cuando el grupo reía a él se le borraba la sonrisa casi de inmediato.

Algo no le cuadraba del sujeto, porque era evidente que estaba ocultando algo.

“¡Ahí está! ¡Nuestra baterista estrella!” Mine se puso de pie en un brinco.

Toda la mesa se giró hacia la puerta del establecimiento, donde una chica se había quedado de pie, algo pasmada por la súbita bienvenida a un Mc Donalds.

La nueva baterista se veía joven, pues a simple vista no debía tener más de 18 años. También era baja, lo que agregaba a la idea que podía ser aún menor. Sayi miró a Mine pero el rubio le hizo un ademán de que esperara antes de hablar.

Cuando estuvo en su mesa la chica se presento como Kim Pine. La pelirroja podía ser la más joven del grupo, pero cargaba la expresión de pocos amigos más grande que habían visto.

“Mucho gusto Kim” le saludo Kaien “¿Quiénes comer algo o ya nos vamos a practicar?”

La muchacha se giró para ver el menú y chasqueó la lengua.

“Nada se me antoja aquí” respondió, y Hayato llegó a la conclusión que hasta el momento era quien más le simpatizaba del grupo.
“¿Entonces por qué nos dijiste…?”
“No conozco el área y un Mc Donalds es un lugar céntrico” respondió la pelirroja. Dicho esto se encogió de hombros “Bueno, ¿me enseñan por donde es?”

>Me agrada. Es bossy.

Mine leyó el mensaje que le había mandado Sayi y sonrió.

>Espera que la escuches tocar

“Me parece bien” respondió Kaien, dejando su bebida vacía en la bandeja “Vamos a practicar de una vez, que tenemos que presentarnos mañana y tienen mucho material que aprender” agregó, dirigiéndose a Hayato y Kim.
“Será pan comido” respondió el bajista, aceptando el reto.

La mesa entera levantó la sesión, echaron la basura al tacho y salieron del local. Stray Sheep se encontraba a unas cuatro cuadras, y el frío nocturno les golpeaba como una brisa helada.

Finalmente los Young Guns estaban completos de nuevo. Y esta vez listos para practicar hasta lo que les diera el cuerpo.
« Last Edit: November 28, 2014, 10:54:22 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kora

Re: Act 1: Overture
« Reply #28: September 28, 2014, 02:43:46 PM »
03


No había ningún tipo de seguridad en el backstage, nadie que la detuviera antes de que entrara al cuarto donde debía estar la banda. Kora había salido al poco de que terminara el bis que le había pedido el público, deduciendo tanto por posición como estructura del local dónde podría estar la sala a la que se habían retirado Jolyne y sus compañeros.

Por cortesía, dio unos golpes en la puerta, y casi saltó hacia atrás cuando una figura alta e imponente abrió. Le costó un par de segundos identificarlo como el batería. Se había fijado distraídamente en que era el más alto del grupo, pero en persona era completamente intimidante. El chico la observó en silencio, y Kora se atusó el pelo, tratando de recobrar la compostura.

- Hola. - Parecía que éste le había respondido, aunque hablaba algo bajito para que lo oyera por encima del latir de su corazón. - Quería hablar con Jolyne.
- Tú debes ser Kora. - Lo pudo escuchar aquella vez, con un tono de voz tranquilo y bajo que contrastaba completamente con su apariencia. - Pasa.

El backstage era pequeño, una de sus paredes era todo espejo con una mesa antigua, y el resto del espacio estaba ocupado por ropa y cajas así como los instrumentos de la banda. Tratando de no tropezar con nada, Kora llegó hasta Jolyne, quien la encontró a medio camino.

Era una escena incómoda.

- Hola. - Kora volvió a pasarse una mano por el pelo. A aquel paso, iba a engrasarlo, pero no sabía qué hacer con sus manos. La última vez que había intentado tocar a Jolyne, ésta la había apartado, y prefería no volver a intentar algo tan avergonzante.
- Hey, has venido al final. - Jolyne arqueó la ceja. - Gracias… supongo.

Realmente incómoda, y debía ser obvio para todo el mundo. Un chico moreno, el guitarra que había cantado junto a Jolyne en algunas canciones, intervino. Le tendió una mano a Kora, que aceptó algo dubitativa.

- ¡Anda, eres más guapa en persona! - Le dijo, sonriendo. Kora le devolvió la sonrisa algo incómoda, aunque al menos no parecía tan acosador como simplemente tratando de relajar la situación. - Fan tuyo desde hace tiempo.
- Gracias…
- Kora, este es Ezio. - Jolyne señaló al chico con la mano. - Ezio, ésta es Kora. Se llama Kora. Y Fugo… ¿dónde está Fugo?
- Se está quitando las lentillas en el baño. - Respondió el tal Ezio.

Kora finalmente captó el acento italiano de aquel chico, lo cual explicaría por qué hablaba tan rápidamente. No parecía mala gente, aunque al recordar cómo cantaba con Jolyne, no sabía tódavía lo que sentía por él. Con quien sí tenía claro cómo se sentía al respecto era con el chico alto, a quien casi ni había oído como se acercaba.

- Éste es Wes. - Jolyne dio una palmada en los fuertes brazos del tal Wes, quien le tendió una mano. Kora notó que tanto como lo estaba examinando, él también la estudiaba del mismo modo, y de nuevo, tuvo que hacer un esfuerzo para no encogerse. - Ya os habéis conocido, creo.
- Sí… - Asintió Kora, aunque no le no negó el estrecharle la mano. Era cálida. - Encantada.
- Igualmente.

Del baño salió el chico rubio que tocaba el bajo, con una cajita de lentillas en la mano y una toalla en la otra. Al dejar sus cosas en la mesa, se acercó al grupo, mirando a Kora de arriba a abajo.

- Y este es Fugo. - Jolyne parecía un poco insegura al decirlo, aunque Kora en cierto modo lo entendía. El chico la miraba con recelo, lo cual no entendía. - Ella es Kora.
- Encantado de conocerte, Kora.

A pesar de su desconfianza inicial, Fugo había sido el más formal a la hora de presentarse. Kora no supo si atribuirlo a que era una persona educada de verdad, o simplemente estaba usando la cortesía como barrera.

Los tres chicos miraron a Jolyne por unos momentos, pero antes de que fuera a decir lo que tenía en mente, la puerta del backstage se abrió. Kora se sobresaltó, aunque tan tensa como estaba, simplemente se quedó quieta, girándose lentamente.

- Chicos, muy buen show como siempre, pero traigo malas noticias. - El hombre parecía el encargado del bar, con una barriga enorme a punto de reventar los botones de la camisa que llevaba puesta, y el pelo engominado… al menos esperaba que fuera gomina y no grasa. - Tenemos que hacer ajustes en el presupuesto, y no podemos permitirnos una banda…

Kora miró de soslayo a los otros cuatro, a quienes parecía habérseles caído el mundo encima. Ninguno parecía reaccionar ante la retahíla de excusas de aquel hombre, que agradecía su trabajo pero era imposible ajustar mantener una banda y otras historias.

El portazo podía haberla sorprendido, pero Kora se recuperó más rápido que los otros.

- ¿Queeé? - Su voz sonó aguda y pastosa, y dio unos pasos hacia el encargado. Ni siquiera tuvo que fingir trastabillar, entre todos los trastos de la habitación agradeció mentalmente no caerse. - No puede ser… ¿o sea, van a dejar de tocar?
- Sí, lo siento, precio-
- ¡Pero si he venido a propósito para verlos!

Haber pasado frío en la calle tenía su recompensa. Con su última frase, Kora torció el labio, y se sacudió como lo haría un niño antes de tirarse al suelo con una pataleta… por lo que otras partes de su cuerpo saltaron con ella, llamando la atención del hombre.

- Me gustan un montón… con lo bien que me lo he pasado hoy… - Hizo de tripas corazón, rezando dos avemarías antes de poner una mano sobre el blando pecho del hombre. - Ahora que por fin encuentro un local que me gusta y con buena música…

De puntillas y con los hombros hacia adelante, Kora sabía que lucía más sus talentos naturales, y su pose inocente tirando a chica tonta borracha era un buen combo para debilitar la voluntad de los hombres como aquel. Sin dejar de mirar a su escote en ningún momento, el hombre balbuceó algo, recomponiéndose un poco antes de volverlo a intentar.

- Bueno… sí que atraéis clientela… - Dijo, pasándose la mano por el pelo. Kora quiso callarse el hecho de que había visto un grupo de jóvenes animar durante el concierto, no muchos, pero desde luego la banda de Jolyne tenía atractivo. - Mira, voy a volver a echar cuentas, y a final de mes os lo digo.
- ¿En serio? ¡Qué bien! - Kora dio un saltito, sacándole un grito ahogado al hombre, que se despidió torpemente antes de salir por la puerta. Por fin pudo sacar el aire de sus pulmones y el asco que había estado cont- Ughhhhh…

Miró la mano con la que había tocado a aquel tipo, manteniéndola en alto y lejos de ella. Cuando se acercó al grupo, que no dijo nada, Ezio le tendió una toalla para que pudiera lavarse.

- Tenéis lo que queda de mes, no pienso hacerlo otra vez. - Kora reprimió un escalofrío de repulsión. - Este sitio se está cayendo a pedazos, de todas formas.
- Ahora que lo mencionas… Kora, el grupo y yo lo hemos hablado. - Jolyne puso las manos en las caderas, y Kora por fin recordó por qué estaba allí. - Todavía no estamos al cien por cien seguros, pero podríamos ayudarte con tu situación.

Kora dejó de frotarse la mano con la toalla. Recordaba que Jolyne había mencionado que tenía que hablar algo con “los otros”, y aquellos tres chicos debían ser los supuestos otros. Los que según Jolyne, iban a ayudarla en su situación.

Varios escenarios turbios pasaron por su cabeza, y miró a cada uno. No le harían nada, ¿no? Sintió un poco de alivio al ver que los tres chicos parecían casi tan incómodos como ella, a pesar de que no tenía que ser algo reconfortante precisamente.

- ¿Y bien?
- Nos iríamos a vivir contigo, entre los cinco pagaríamos el alquiler, comida y luz.

Kora se quedó en silencio, entrecerrando los ojos mientras procesaba la información. Hizo los cálculos, saldrían a 400 por cabeza mínimo, pero aquello no era lo que le importaba en aquel instante.

- ¿Qué?

Fue lo único que atinó a decir antes de que Jolyne continuara.

- Tu estudio es mucho mejor que el que alquilamos, así que tendríamos derecho a usarlo para ensayar y grabar maquetas.
- Pero…
- Y un poco de publicidad por tu parte estaría bien.
- ¡Para!

Jolyne parecía sorprendida por la reacción de Kora, aunque el resto simplemente estaban incómodos por la situación. Kora quería pensar que había escuchado mal, o que Jolyne le estaba gastando una broma pesada. Miró a los tres chicos antes de seguir hablando.

- ¿Quieres meterme en casa a tres desconocidos? - Kora se llevó las manos a la cabeza. - ¿Pero estás loca?
- Yo les conozco. - Jolyne se cruzó de brazos.
- ¡¡Pero yo no!!

La poca simpatía que podían haberle transmitido los chicos se disipó, y se convirtió en miedo. No les conocía de nada, nunca les había visto, no sabía ni un sólo detalle de ellos aparte de sus nombres. ¿Cómo esperaba Jolyne que de repente vivieran con ella?

- Oye, Kora, no sé si lo sabes, pero compartir piso es algo que la gente hace de normal. - Jolyne frunció el ceño. - Más cuando estás a un par de meses de irte a la calle, o peor aún-
- Vale, vale, un poco de calma. - Intervino el chico moreno, Ezio, antes de que lo hiciera Fugo, quien bufaba negando con la cabeza. - Mira, Kora, entiendo que te parezca una locura. A nosotros también nos parece extraño, de hecho no estamos del todo seguros…
- ¡Lo siento, pero no!

Se hizo un silencio incómodo entre los cuatro, todo miradas inseguras excepto la de Jolyne que parecía atravesar a Kora, hasta que fue Wes quien habló.

- Podemos beneficiarnos todos. Si te incomoda que seamos tres hombres, te aseguro que no te molestará ninguno de nosotros. - Wes era alto y grande, y sin embargo, la manera suave de hablar que tenía la empezaba a calmar un poco.
- En un mes empieza una competición patrocinada por una discográfica.

Aquella información por parte de Jolyne pareció sorprender a todos, quienes se giraron hacia ella, expectantes.

- ¿Cómo lo sabías? - Le preguntó Fugo. - ¿Por qué no nos lo has dicho antes?
- Porque tenemos que enviar una maqueta antes, y todas nuestras maquetas son una mierda. - Jolyne respondió con exasperación. - Ni siquiera sabía que podríamos entrar… pero con un buen estudio…

Kora se cruzó de brazos también. Jolyne la necesitaba, en cierto modo, y era algo tan extraño. Se había sentido como una cría pidiéndole ayuda, incluso mostrándose vulnerable delante de ella, y Jolyne ni siquiera era capaz de decirle a la cara que podría ayudarle de tal forma.

Si le decía que no, sólo justificaría aquella actitud. Parecía irónico, pero la única forma de devolvérsela era precisamente tendiéndole una mano. Si quería un pulso, lo iba a tener.

- Está bien. - La voz de Kora sorprendió a los otros. - Podéis… podéis venir a mi casa si queréis. Supongo que puedo hacer sitio.
- ¿En serio? - Jolyne abrió los ojos. - ¿Lo dices en serio?
- Sí. - Kora levantó el mentón. - Arreglaré un par de cosas, y esta semana podréis venir a verlo.

Los cuatro la miraron en silencio. Por unos momentos, una sonrisa se dibujó en el rostro de Jolyne, e hizo un movimiento con las manos como si fuera a abrazarla o algo parecido, pero se detuvo enseguida. Sin dejar de cruzarse de brazos, Kora siguió examinando al grupo.

- Es un sitio de nivel, así que espero un mínimo de comportamiento por vuestra parte.
- Oye, que no hemos salido de la selva. - La acusó Fugo, aunque se calló cuando Wes le dirigió una mirada antes de hablarle.
- Gracias, Kora.

Kora sólo asintió antes de murmurar una excusa sobre lo tarde que era, marchándose del backstage con una despedida breve y sin mirar atrás.


Sayi

Re: Act 1: Overture
« Reply #29: November 28, 2014, 11:40:15 PM »

Medley 6: Pink and Green

El Stray Sheep Bar se encontraba más lleno que de costumbre. Era sábado en la noche y el local estaba animado, pero la ausencia de música se sentía por encima de la conversación. En la barra del local, Shizuo Heiwajima, el dueño, rastreaba el escenario con la mirada, observando como el grupo bandera del bar se alistaba para la presentación de esa noche.

Había sido una semana difícil para los Young Guns. Su baterista y bajista habían dejado el grupo, no sin antes pelearse con el resto de la banda y dejar su local hecho un basural. De haber sido por él los hubiera dejado en la calle, pero le había prometido a Spike -su amigo y manager de esa banda- que les daría una segunda oportunidad si lograban presentarse ese mismo sábado, como siempre lo hacían.

Para su sorpresa, los músicos habían logrado conseguir los miembros que les faltaban. Estaban a punto de empezar el show contra viento y marea, y al bartender solo le quedaba esperar si hacerles el favor había valido la pena.

El lugar cayó en penumbras y el escenario se iluminó. Las charlas disminuyeron conforme la atención se volcaba al escenario, donde el grupo de cinco miembros tomaban posición con sus instrumentos.

Como siempre Kaien, siendo el líder, tomó el micrófono y presentó a la banda. Algunos presentes los conocían y vitorearon por él, Mine y Sayi, pero el pelinegro tuvo que presentar a Kim y Hayato como la nueva baterista y bajista respectivamente.

"¡We are the Young Guns!" terminaba Kaien con el preámbulo "Y esto es That Time"

♫♪♫ REGINA SPEKTOR – THAT TIME

La batería empezó a golpetear y casi de inmediato entró él con la guitarra. Kaien miró de reojo a Kim —la baterista apenas había ensayado con ellos la noche anterior y ya le había tomado el truco a todo el repertorio de esa noche.

La pelirroja era joven pero tenía mucha promesa, y eso le había sido evidente desde la primera canción que practicaron juntos.

Hey, remember the time when I found a human tooth down on Delancey?

Kaien seguía la voz de Sayi, mientras a su izquierda Hayato esperaba su entrada con el bajo. No había conversado con el bajista más allá de las instrucciones, pero de todos los músicos con los que había tratado, el peliblanco era definitivamente la persona más ambiciosa que había conocido.

Hey, remember that time we decided to kiss anywhere except the mouth?

El grupo que había iniciado hace dos años finalmente tenía un line-up competente. Y es que la nueva promesa de Kim y Hayato le agregaban un sonido que Mine, Sayi y él no habían conseguido por su cuenta. Kaien se sentía satisfecho… y justo en ese momento Sayi se giró hacia él, sonriente, y el pelinegro supo que su amiga pensaba exactamente lo mismo que él.

Hey, remember that time when my favorite colors were pink and green?

That Time era una canción que había escrito hace un par de años, y una que practicaba con sus amigos desde los días en el conservatorio. A este punto la conocían tan bien como la palma de sus manos, pero…

Hey, remember that month when I only ate boxes of tangerines?
So cheap and juicy
Tangerines…


Lo que no sabía Sayi, ni el resto de la banda, era que esta iba a ser la última vez que iría a tocar con ellos. Y no había manera fácil de decirles por qué.

Hey, remember that time…

<  f  l  a  s  h  b  a  c  k  >


Las salas de prácticas siempre habían sido abierta a los alumnos que buscaban ensayar fuera de sus clases. No habían normas establecidas para su uso salvo ser estudiantes, cuidar tus pertenencias y mantener limpia la sala… por lo que más de uno se aprovechaba de la flexibilidad de las reglas para hacer lo que quisieran.

Hey, remember that time when I would only read Shakespeare?

Ese era el caso de Kaien Shiba, Ryutaro Mine y Sayi Miki, estudiantes de tercer año del conservatorio de música de Eastwood. Casi todos los días después de almuerzo, el trio de amigos conectaban los amplificadores de las guitarras y dejaban de lado la música clásica por una hora.

Hey, remember that other time when I would only read the backs of cereal boxes?

Y durante esa hora, la sala de práctica pasaba a ser una presentación improvisada, con el ocasional público conformado por otros estudiantes sin nada mejor que hacer.

Hey, remember that time I tried to save a pigeon with a broken wing?
A street cat got him by morning, and I had to bury pieces of his body in my building's playground

I thought I was going to be sick


Sayi se tomó del estómago e hizo una mueca de querer vomitar. La letra de la canción era juguetona por lo que se prestaba a actuar un poco. Algunos de los presentes no pudieron evitar reír —después de todo, era inesperado ver a la aplicada estudiante de canto y piano hacer monerías al ritmo de las guitarras.

Hey, remember that time when I would only smoke Parliaments?
Hey, remember that time when I would only smoke Marlboros?
Hey, remember that time when I would only smoke Camels?


Ryutaro Mine era violinista, uno bastante bueno sin lugar a dudas, pero era evidente que se divertia mucho más tocando con sus amigos que en las exhaustivas practicas con la orquesta.

Hey, remember that time when I was broke?
I didn't care; I just bummed from my friends
Bum bum bum bum bum bum...


Por otro lado y a diferencia de los otros dos, el enfoque de Kaien siempre había sido la guitarra. Siendo el más erudito en el género, había sido él quien había animado a sus amigos a formar una banda en sus tiempos libres.

Hey, remember that time when you OD'ed?
Hey, remember that other time when you OD'ed for the second time?


El nombre tentativo del grupo era Young Guns, y aunque nunca habían tocado en un escenario real, las salas de práctica del conservatorio les servía como consuelo. Y si bien la batería dependía de algún percusionista con tiempo libre, Mine y Sayi habían aprendido guitarra de Kaien, y con ello camuflaban un poco la falta de instrumentos.

Well, in the waiting room while waiting for news of you
I hallucinated I could read your mind
And I was on a lot of shit too, but what I saw, man, I tell you it was freaky
Freaky…


Para ser una banda improvisada en su tiempo libre, los Young Guns tenían una especie de fanaticada dentro del propio conservatorio. Acababan de empezar a ensayar y ya habían estudiantes sentados en el suelo, mientras otros de pie en la puerta aprovechaban la pausa para pedir alguna canción que quisieran escuchar.
Bueno, un show gratis a la hora de almuerzo nunca iba a pasar desapercibido.

"Yo solo podré tocar un par de canciones más…” Taro, el baterista, se disculpó con Mine, pero el violinista no estaba dispuesto a aceptar que se fuera temprano.
“¡El quinteto de cuerdas no va a usar la sala hoy!” le recriminó el rubio “¡Bien podríamos practicar dos horas enteras!”
“No lo sé… es que no me esta yendo bien en historia y se acerca el parcial…”
“Dude, anímate” Mientras Kaien conversaba con un par de conocidos, Sayi se acercó a la batería. Al ver que Mine no lograba convencer a Taro solo, la peliceleste puso su granito de arena “Te invito a comer ramen si te quedas las dos horas~”

El percusionista dudó un momento, pero finalmente no pudo resistirse a la presión de sus amigos. Habiéndose asegurado al baterista por esa tarde, Mine volvió a tomar su guitarra y Sayi buscó su termo para refrescarse la garganta antes de la siguiente canción, pero entonces…


Una presencia, helada como un témpano se asomó detrás de la despreocupada peliceleste mientras esta tomaba un prolongado sorbo de agua. Al reconocer al profesor, varios de los estudiantes presentes optaron por tomar sus cosas y marcharse.

El certero golpe de un abanico cayó en la cabeza de la cantante. Por no escupir, Sayi pasó mal el agua y por ende terminó atorándose.

“¿¡Se puede saber que haces aquí!?”

Franz von Stresemann, el renombrado director de orquesta, golpeteaba entre sus manos el harisen responsable mientras su estudiante tosía desaforadamente.

“Teníamos que salir hace media hora a que notaricen tus papeles para el visado ¿recuerdas?” el rubio caminó alrededor de su pupila, evaluándola, y entonces negó vehementemente “Y tu estás hecha un desastre, que vergüenza”
“Me… había olvidado…” la peliceleste buscó retomar un poco de aire, y apenas tuvo suficiente, exclamó “¡Ya te he dicho que usar un harisen no te queda! ¡Eres europeo maldita sea!”
Pero el exabrupto solo le hizo ganarse una segunda bofetada de papel “Mereces que te golpee por haberte olvidado, y la regla prohibiendo disciplinar físicamente a los estudiantes no aplica a los harisen” Y dicho esto continuó golpeándole en la cabeza “ANDA. CAMBIATE. Y. VAMOS. YA”

Mientras Sayi se sobaba la cabeza e iba por sus cosas, Kaien se acercó al iracundo profesor para intentar razonar con él.

“Discúlpenos profesor, solo estábamos practicando…”
“¿Practicando? Estarán practicando cuando practiquen con sus instrumentos”

Franz fulminó a los presentes con la mirada. Mine se dio media vuelta y Taro se escondió tras los timbales. Sayi suspiró cansada… pero Kaien frunció el ceño, molesto ante las palabras del profesor.

“¿Cuál es el problema con que probemos otro tipo de música en nuestro tiempo libre?” se atrevió a preguntarle y todos, hasta el mismo Stresemann, se sorprendieron con la asertividad del muchacho “¿Qué importa si nos tomamos un descanso a lo que estudiamos, si de todas maneras seguimos girando alrededor de la música?”

Sayi se interpuso entre su amigo y el profesor, pero ambos tenían la mirada fija en su objetivo: El obstáculo frente a ellos.

“Déjame decirte lo que están haciendo aquí: Perdiendo el tiempo”
Sayi tensó los labios, incómoda “Milchi, solo estábamos practicando”
“¿Practicando para qué?” le recriminó su tutor “Tu vas estar abordo de un avión con destino a Alemania en tres meses. Deberías practicar tu Rachmaninov y tu Saint-Saënz en lugar de lastimar tu voz cantando esta bazofia que llaman música

La sala quedó en silencio absoluto. Y si bien se sentía le tensión en el aire, ninguno de los expectadores se animó mover un dedo. Varios de los estudiantes que seguían presentes cuchicheaban entre sí, teniendo cuidando de no ser oídos para no quedar en la lista negra del profesor.

Kaien tensó los puños “Todos aquí estamos en nuestra hora libre”
“S-si profesor…” intervino Mine “Podríamos estar jugando Rockband, pero estamos probando nuevos instrumentos y entrenando nuestros oídos…”
“Ese es otro punto” continuó el profesor, y Mine se arrepintió de haberse entrometido “La semana pasada Sayi vino al ensayo de la orquesta con ampollas en los dedos ¡Una pianista de conservatorio con ampollas! ¡Ridículo!”
“Oigan. No se olviden que hay gente presente” susurró la peliceleste, pero su advertencia pasó desapercibida “Tendré más cuidado Milchi, lo prometo”
“¿Y que tiene que ver conmigo lo que Sayi tenga o haga?”

Franz se acercó al pelinegro hasta tenerlo a pocos centímetros de su rostro. Varios no pudieron evitar exclamar en sorpresa: El profesor Stresemann tenía fama de ser bastante ameno, y aquella era la primera vez que lo veían amenazar abiertamente a alguien.

“Se que eres tú quien esta distrayendo tanto a Sayi, como a Ryutaro y a otros estudiantes a quienes metes en este juego de banda. Eres tú quien les enseñas guitarra y los invitas a practicar aquí, en lugar de dejarlos a que se prepararen en paz para su último año en el conservatorio” Franz von Stresemann se giró no solo hacia Mine y Taro, sino que señaló al resto de los presentes “Que les sirva de advertencia: Si no se dedican con sangre y lágrimas, día y noche a lo que vinieron a estudiar aquí, no hay manera que vayan a triunfar en una carrera tan competitiva como lo es la música”
“…”
“Distraerse solo vendrá a morderles en el trasero más adelante” y dicho esto volvió a dirigirse a Kaien. Su rostro estaba contraído en rabia “Deja de imponer tus sueños sobre los demás ¡No hay manera que una disquera venga y contrate a un intento flojo de banda, así que deja de distraer a mis estudiantes con tus estupideces!”


Lo que pasó en esa sala de prácticas termino siendo tergiversado en mil y una maneras por los que estuvieron ahí. Pero en lo que todas las versiones concordaron, fue que el tiempo de Kaien Shiba en el conservatorio había terminado el momento en que su puño golpeó el rostro del profesor.

<  / f  l  a  s  h  b  a  c  k  >


Sábado en la noche y el trabajo no había terminado. O en su caso, por lo menos, no podía permitirse que terminara todavía.

El pelinegro abrió las cortinas de su oficina —un refinado estudio en lo alto de un edificio— y observó el horizonte de Eastwood abrirse a sus pies. Se volvió a sentar en su sillón, cansado, y en su computadora ubicó la siguiente audición que le tocaba escuchar.

La disquera estaba empezando a presionarle con avances de su nuevo disco. La fecha de lanzamiento ya estaba decidida y todavía faltaba tiempo para ese día, pero había cierto material que seguía sin definirse, y este era vital para la campaña del equipo de marketing. Material que dependía de él...

El tercer álbum del cantautor Hwang Tae Kyung estaba siendo esperado con ansias no solo por sus fanáticos, sino por críticos del ambito musical. El músico era reconocido no solo por su distinguida voz y melódicas piezas, sino también por encargarse mayoritariamente él solo de la dirección y arreglos musicales.

Mientras balanceaba una copa de vino entre sus dedos, el pelinegro sonrió irónicamente ante el título de “genio” con el que había sido bautizado por un par de periodistas. “No tiene sentido” pensó en su frustración ”Un supuesto genio no tendría tantos problemas llegando a una decisión”

Le faltaba poco para terminar el setlist de su próxima entrega, pero había una canción –una en especial— que le estaba dando más problemas que ninguna otra. Y es que no sabía por qué pero había terminado escribiendo un dueto, y encontrar una voz que vaya con la suya para esa canción estaba probando ser un reto imposible.

Con ayuda de su manager había conseguido demos de varias artistas dispuestas a trabajar con él, pero si bien habían voces hermosas ninguna terminaba de convencerle. Luego de evaluar varias pistas, había llegado a la conclusión que el problema no era otro sino él.

Tae-Kyung tenía una idea de qué tipo de voz quería para la canción que había compuesto, y al tratarse más de un capricho que algo racional, había tomado como tarea personal encontrar a la voz adecuada.

El pelinegro cerró los ojos, se apoyó en su silla y se recostó hacia atrás. Cuando abrió los ojos y observó el techo, recordó nuevamente la melodía que había escuchado hace unos días, la vez que se había encontrado con el profesor Stresemann en el conservatorio.

La había tenido dándole vueltas en la cabeza desde entonces.

Casi no recordaba la voz, pero si recordaba la corazonada que sintió en ese entonces. Podía tratarse de una ilsión de su propia mente, o quizás a la hora de la verdad la persona cantando no resulte ser lo que esperaba, pero viendo que llevaba semanas en una búsqueda sin frutos, nada perdía con averiguar más al respecto.

Dando por cerrado el trabajo por esa noche, Tae Kyung recogió sus llaves y apago la luz de su oficina. Lo primero que haría el lunes sería visitar a su ex profesor, y solo le tocaba rezar para que Stresemann le sea de ayuda esta vez.


Spike veía gente pasar frente a su negocio, pero ninguno siquiera consideraba entrar a una casa de empeño y dejar algo en prenda. El castaño no los culpaba —de ser por él, un local tan deprimente sería el último lugar donde querría estar también.

Viendo que la posibilidad de hacer negocio era prácticamente imposible, el manager/empresario pensó en cerrar temprano y visitar el bar de Shizuo, su amigo. Y lo habría hecho en ese momento, de no ser porque recordó la última llamada que había recibido de Kaien, el líder de los Young Guns: La banda de la cual era manager.

Desganado, Spike volvió a tomar asiento en su banca y se recostó sobre el mostrador.

El joven guitarrista había sido contactado por nada menos que el dueño de una disquera; un visionario, y una de las figuras más representativas dentro del ámbito en Eastwood. Se le había presentado, en bandeja de plata, la posibilidad de unirse a un proyecto organizado por este hombre y ampliamente financiado por varios patrocinadores. El único problema había sido que el contrato no había sido extendido a ninguno de sus amigos, sólo a él, y pese a que era una decisión muy delicada y difícil, el pelinegro optó por no desperdiciar la oportunidad que se le había presentado.

Y fue por eso que le había llamado hace dos días: A agradecerle por sus atenciones con él y desearle lo mejor. Es decir, a despedirlo.

Spike no había recibido noticia de Sayi, Mine, o de los nuevos integrantes de la banda desde ese entonces, pero el manager se imaginaba que ese grupo había muerto con la partida de su líder. Los Young Guns solían tocar religiosamente todos los sábados en el Stray Sheep; de hecho, ese mismo día se suponía que debían tocar para mantener su puesto, viendo que Shizuo los quería echar y estaba en ellos demostrarle que eran una presencia positiva en el bar.
 
Era una lástima que sus clientes de casi un año se encontraran con ese final, pero la música era un negocio que no conocía la misericordia. Habían veces que tocaba dejar de lado a amistades con tal de salir adelante… y esa era la razón por la que no quería poner pie en el bar esa noche. No quería tener que lidiar con la molestia de Shizuo, ni con la decepción del resto de miembros…

El celular que descansaba sobre el mostrador vibró, avisándole de un nuevo mensaje. Spike pensó en ignorarlo pero pensándolo mejor… no le quedaba nada mejor que hacer que chatear, ¿cierto?

Pero cuál fue su sorpresa al ver que era un mensaje de Sayi, preguntándole dónde estaba y adjuntando una foto, donde salía Kaien tocando junto al resto de la banda.

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