Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 246935 times)


Sayi


Hello gals <3

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






Sayi :: 1617 palabras
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Apple :: 4398 palabras
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Now, let's carry on with those big HiME dreams...

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho





“…”

Habían transcurrido unas inciertas horas para la directora Miranda Lot, quien había permanecido a las afueras del gimnasio de partida para vigilar a los estudiantes caídos mientras deseaba con fervor el bienestar de sus HiMEs. Ella había llamado a paramédicos y ayudantes afiliados a Hanasaki, quienes se encontraban terminando la labor de llevarse a los muertos y limpiando el ambiente de todo rastro de lo que acababa de suceder para así comenzar con un nuevo día ni bien pasara la noche.

Ello era porque el tiempo seguía avanzando segundo a segundo para los demás todavía con vida y era el deber del personal acomodar a sus estudiantes, pero ahora la universidad y principalmente la directora nunca dejarían que lo sucedido en la presente noche se perdiera en el olvido.

Mientras supervisaba el trabajo frente a ella, vio que Fran alzó su mirada hacia el cielo oscuro. Se le notaba atenta y ensimismada, delatando que utilizaba sus habilidades para monitorear la situación dentro de Hanasaki a distancia. Finalmente, la peliblanca se dirigió a su superior.

“No detecto más peligro en el ambiente. Los Rebels invasores se han retirado,” reportó.
“Es un alivio,” Miranda asintió y dio un leve suspiro. “¿Cómo se encuentran las HiMEs?”
“Hay HiMEs heridas y agotadas. Es cuestión de atenderlas lo antes posible. Al menos no hubo mayores pérdidas que las experimentadas aquí.”
“Sí…” la directora adoptó seriedad y solemnidad en su expresión. “Tenemos que contactar a las familias de los caídos inmediatamente. Prepararemos un velorio y una dedicatoria especial. También… sus parientes necesitan saber lo que sucedió.”
“Tiene sentido. El tema tendrá que tratarse con delicadeza. Mientras tanto, habrá que mantener discreción. Muchos de nuestros estudiantes todavía no están informados sobre el conflicto.”
“Cierto. Es nuestro deber informar a los miembros de Hanasaki sobre el fallecimiento de sus compañeros, aunque tendremos que reservar la verdad mientras comunicamos a todos sobre nuestra guerra con Rizembool.”
“Aquellos ya involucrados y al tanto de nuestros enemigos comprenderán la verdad,” comentó la asistente, inmutada. “Es natural. Es como siempre ha sido en nuestro entorno.”
“…” Miranda asintió con pesadez e hizo una pausa. A pesar de que la guerra de las HiMEs había sobrepasado varias generaciones, regresar al mismo estado de guerra en el exterior y en su propio interior le demandaba grandes energías. No sabía por cuánto más tendría que continuar con su ardua labor, pero era su deber y voluntad persistir incluso si tuviera que costarle su propia vida. “Y pensar que el pasado se ha vuelto a presentar… esta vez será más complicado…”
“Nuestros enemigos son más despiadados, pero sigue siendo lo mismo en el fondo,” Fran miró hacia una de las direcciones donde las HiMEs se habían dividido para combatir el peligro. “Tenemos que pelear.”
“Tenemos que mantenernos unidas y fuertes, por encima de todo. No podemos dejar que este atentado nos debilite. Será lo opuesto,” Miranda reunió fuerzas y frunció el ceño con gran decisión y su inquebrantable vocación a ser la supervisora y protectora de Hanasaki. “Vamos a reforzar la seguridad del campus e investigar lo que Rizembool tiene en mente. También es nuestra meta apoyar y fortalecer a nuestras valientes HiMEs más que nunca. Y, de igual forma, tenemos que velar por su bienestar y protección.”
“…” Fran asintió.
“Ayúdame a buscar a las HiMEs que nos necesitan. Contacta a Lince también, por favor.”
“Enseguida…”

Las encargadas se encaminaron hacia donde eran necesitadas para auxiliar a las HiMEs que acababan de proteger a su institución y a sus compañeros al ponerse en la línea de fuego. El ataque seguiría siendo un punto incierto y amargo en sus recuerdos, pero marcaba el reinicio de la interminable rivalidad con Rizembool, y hacía recordar a Hanasaki el peligro que su enemigo significaba para otras personas.

Los atentados de esa noche serían un recordatorio sobre la dificultad y el sacrificio que significaría para cada HiME el llevar a cabo su rol, pero también les enseñaría a continuar y no darse por vencidas puesto a que tenían mucho valioso que proteger y, mientras mantuvieran sus fuerzas de voluntad en alto, serían capaces de resguardar a otras personas y detener la constante amenaza contra Hanasaki.

Pero era sólo el comienzo, y a todas les tocaría mantenerse alertas y con los pies firmes en la tierra. Una tormenta desconocida, aunque familiar, empezaba a envolverles silenciosamente…







Hello HiMEs!

A partir de este momento por favor procuren aclarar si dejan un fic que aún es parte del ataque.

De tener cualquier duda, siéntanse bienvenidas a visitar el foro de planeación <3

Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Cho

Se siente raro postear tantas veces seguidas but I'm finally done with this! Yay~ *dies*

38.1.


El camino desde el aeropuerto tomó un poco más tiempo del esperado debido al tráfico de la mañana, aunque el recién llegado a la ciudad alcanzó a arribar a su destino puntualmente, como era costumbre en él. La universidad de Rizembool era un sitio que no había pisado previamente, pero su estructura y presencia se le hacía muy reconocible y hasta familiar. Nunca hubiera esperado menos de Rizembool en ese aspecto.

Uno de los vigilantes de la universidad le dio una cortés bienvenida y le dirigió hacia la oficina del profesor quien había solicitado la reunión entre ambos. El señor caminó siguiendo a su guía y observó inmutado a aquel mundo tecnológico y moderno al cual acababa de llegar, hasta detenerse frente a la puerta de un gran laboratorio de computación, donde era esperado. El guardia hizo una reverencia y se retiró para continuar con sus quehaceres.

El invitado a Rizembool ingresó sin anunciarse, al saber que el profesor muy probablemente no se dignaría a contestar la puerta o, seguramente, encontraría esa labor inútil e innecesariamente tediosa. Al ingresar, miró superficialmente a aquellas computadoras y equipos electrónicos que dejarían en shock a otras personas, y se concentró en la única persona presente. Se trataba de aquel profesor de cabello marrón que portaba unas ropas cómodas, aunque presentables y unas gafas tintadas. Ese individuo también mostraba una característica inexpresión, pero irradiaba un aura de frialdad, distancia y rechazo. No que le pareciera extraño.

“Ha sido mucho tiempo, Gendou,” saludó el invitado con una voz cadenciosa y neutral. El dirigido dejó de prestar atención a su computadora para mirarle casi con desinterés, sin dignarse a levantarse de su asiento.
“Te ves igual, Taroutachi. Menos tu elección de vestirte con ropas blancas,” le contestó. “Asumo que tu sedentaria vida te debe haber quitado el filo que poseías durante tu juventud.”
“No siempre estoy vestido para pelear, ni en aquel entonces,” negó. “Sin embargo, debo declarar que nunca dejaré mi habilidad ni disciplina de lado. Está en mi propio linaje.”
“…” el otro asintió y regresó su mirada a la computadora. “Entonces hice bien en llamarte.”
“Dijiste que querías que entrenara a uno de tus aprendices…” Taroutachi levantó una ceja.

Los dos habían sido compañeros durante la secundaria hace ya muchos años. En aquel entonces, Taroutachi perteneció al grupo de los Rebels y fue conocido como uno de los mejores de su generación por su gran fuerza y habilidad, pese a que no llevó a cabo el deber de matar a su HiME. Por otro lado, Gendou había llegado a Rizembool por su reputación como un instituto tecnológico y rápidamente se interesó en unirse a la institución como un científico a futuro. Debido a ello, los dos terminaron familiarizándose entre ellos ya que tuvieron que mantener contacto bajo pedido de sus profesores en ese entonces. Taroutachi nunca mostró interés en la ciencia y Gendou siempre miró a los luchadores de la institución como piezas de ajedrez e instrumentos muy por debajo de los científicos quienes hacen a los Rebels realidad, pero los dos terminaron reconociéndose mutuamente como los mejores en sus respectivos círculos. Realmente no llegaron a desarrollar una amistad, aunque sí hubo un mutuo respeto entre ellos, y pese a todo el tiempo transcurrido desde su juventud, mantuvieron un contacto esporádico…

…hasta ese mismo momento, en el cual Gendou le pidió el favor de regresar a Rizembool para que sirviera como el maestro de un prodigio bajo su tutelaje. Pese a que nunca fueron cercanos, cada uno sabía bastantes idiosincrasias del otro, casi a un nivel estratégico. Taroutachi nunca había sido una persona descortés, pero siempre se había negado a entrenar a otros Rebels o a cualquier otro individuo que se lo pidiera, por un simple motivo: a excepción de su familia de sangre, él sólo mostraba interés en aquellos que peleaban con oodachis.

“Lo que te pido no es irracional,” comentó el profesor mientras continuaba con el trabajo en su ordenador. “Mi estudiante es un joven que pelea con una oodachi y, pese a su temprana edad de doce años, todos aquellos que saben sobre el tema juzgan que es un luchador innato,” se ajustó sus gafas. “Por más que mi interés yace en su gran inteligencia, pienso que sería una pérdida no conseguirle al mejor maestro del área, a quien conozco desde hace tiempo.”
“Doce años…” lo meditó. “Suena irresponsable que decidas exponer a un pequeño a mi estilo de pelea, y a mi nivel de entrenamiento.”
“Te llamé porque supe que te interesaría, por tu arma.”
“Tienes razón en eso,” Taroutachi se tomó la libertad de caminar por el ambiente y mirar distraídamente hacia los calendarios y planificadores colgados en la pared. “Las oodachis son armas muy arcaicas y complicadas de maniobrar. Son también difíciles de conseguir y, en los tiempos más recientes, se les considera obras de arte o espadas espirituales que resguardan lugares sagrados. Como armas, se encuentran casi en peligro de extinción,” regresó su mirada a su viejo colega. “Sin embargo, ello no es indicación alguna de su utilidad en el campo de batalla. Manejadas bien, las oodachis son armas extremadamente mortales. Como un portador y maestro de oodachis, deseo velar por mi linaje.”
“Eso es evidente,” fue tajante con leve cansancio al no haber necesitado oír toda esa palabrería. “Conozco tu particularidad y severidad con tus aprendices. No desperdiciaría mi tiempo buscándote ni tu tiempo viniendo si no considerara que este aprendiz mío lo vale.”
“Eso también lo comprendo,” asintió profundamente. “Tengo una pregunta al respecto. No considero que tu interés en desarrollar a un futuro intelectual en un futuro luchador sea simplemente por velar por sus habilidades. ¿Qué planes tienes con este joven? ¿Está en tu interés convertirle en un Rebel?”
“Mis intenciones son neutrales. Simplemente, necesito que este aprendiz mío sea eficiente y con múltiples aptitudes por si en algún futuro todo ello me sea de utilidad,” contestó sin hacer rodeos. Notó que el otro se mantuvo inmutado y desconectado, como lo había esperado. “Tengo a otro estudiante que haría un formidable Rebel si deseo que ello ocurra, pero no me gusta la idea de inmiscuirme en aquel lado de Rizembool si puedo evitarlo. No de momento, al menos.”
“Lo comprendo.”
“¿Acaso el hecho que pueda desear tornar a tu futuro aprendiz en un Rebel significa problemas?”
“No,” negó. “Seré yo quien juzgue si este joven es digno de maniobrar una oodachi. Ello dependerá de su carácter, disciplina y personalidad. El hecho que pueda ser un Rebel me trae sin cuidado. Sólo deseo velar por que su oodachi esté en buenas manos. Era una simple curiosidad.”
“…” Gendou mostró una leve impaciencia en su expresión mientras continuaba trabajando.
“Tu trabajo como siempre es lo que te causa el mayor interés,” observó Taroutachi, inmutado. “Seguirás trabajando con tus proyectos de genética.”
“Estás desactualizado. He dejado la genética hace varios años. Terminé con todo lo que me interesó de esa rama. Ahora me enfoco en la ciencia de la computación.”
“Ya veo…”
“Terminemos con esta junta. Por un incompetente alumno, no poseo mucho tiempo para entretenerte.”
“Ello nunca ha sido tu mejor habilidad tampoco.”
“¿Aceptas mi pedido? Y si aceptas, ¿qué quieres a cambio?”
“Aceptaré encontrarme con e instruir a tu aprendiz. Juzgaré su valor con unas sesiones. Si lo apruebo, continuaré con el entrenamiento. Con respecto a algo a cambio…” él se mantuvo en silencio, meditando la situación. “Sí es prudente que pida algo a cambio.”
“…”
“Mi estadía en esta ciudad se presta también por razones familiares, por lo cual quedarme no será una mayor inconveniencia para mí. No deseo nada personal,” el pelinegro negó nuevamente y continuó hablando. “Deseo inmunidad hacia mis parientes.”
“…” frunció el ceño mientras continuaba mirando a la pantalla de su computadora. “¿Qué quieres decir con ello?”
“Hay Kotetsus en Hanasaki. Simplemente te pido que no se vaya a actuar contra ellos siempre y cuando ellos se mantengan alejados del conflicto. Sé que hice fama a mi nombre en el pasado, y por ello mismo espero que Rizembool no se envuelva con mi familia. Eso es todo.”
“Suenas paranoico,” negó ofuscado. “Estudiantes no envueltos en la pelea no tienen de qué preocuparse. Me tomé la labor de buscar a tus allegados, y ya hay dos personas directamente envueltas en la pelea. Obviamente no esperes nada por ellos. De los demás, no te preocupes. Así no es como opera Rizembool.”
“Conozco a Rizembool mucho mejor que la mayoría,” por primera vez, Taroutachi sonrió con ironía al encontrar una rara gracia al asunto. “Rizembool tiene una forma muy caprichosa de ser. Me he enterado gracias a Shinkouhyou que hace dos días hubo asesinatos de estudiantes inocentes dentro de Hanasaki. También conozco lo suficiente de tus estudios de genética para saber el punto de vista que Rizembool tiene con respecto a su eterno rival.”
“…”
“Aquellos allegados a mí que no están envueltos en la pelea se deben mantener al margen de todo. No espero que intercedas por mí, pero es lo menos que puedo pedir.”
“…” Gendou tecleó en silencio por un momento, inmutado. Su acompañante sabía que se encontraba considerando su pedido y viniéndose con una alternativa. Y fue así. “Efectivamente, tú no tienes voz para dictar qué tiene Rizembool en mente. Ni yo puedo controlar lo que mis allegados hacen.”
“…”
“Sin embargo, sí tengo comunicación con ellos. Te aseguro que nadie está interesado en tu linaje. Pero te ofrezco esto: si en algún momento escucho planes o tengo sospechas de que este status quo está por cambiar, te advertiré. Ello te permitirá mantenerles un ojo encima.”
“Es justo,” el exRebel asintió, complacido.
“Y déjame agregar algo más a mi acuerdo,” continuó inmutado. “Por más que seamos contactos y que te encuentres haciéndome un favor, nunca te metas en mi camino.”
“Te conozco muy bien. Nunca lo haría.”
“No tenemos más de qué hablar.”
“Contáctame para organizar el primer entrenamiento con tu aprendiz.”

Todo había sido dicho y Taroutachi se dio media vuelta para retirarse. Iba a poner sus pertenencias en orden antes de pasar por Hanasaki, donde tenía un pendiente muy importante.


Pasaron un par de horas y eran alrededor de las diez de la mañana. La práctica del equipo de kendo masculino de Hanasaki iría a empezar dentro de poco y, mientras Urashima y Horikawa se encontraban desayunando en un puesto cercano al área de deportes, recibieron una sorpresa.

“¿Hm?” Horikawa levantó su mirada al haber detectado una silueta muy familiar con el rabillo del ojo y rápidamente mostró sorpresa. “¡Kotetsu-san!”
“¡¿Eh?!” Urashima soltó su leche en cajita de inmediato y se giró para comprobar el reporte.

Efectivamente, se les acercaba un hombre fornido de gran estatura de cabellos negros y puntas rubias. Pese a su imponente apariencia, esa persona caminaba relajadamente y mantenía una tranquila sonrisa en su rostro. Horikawa se levantó inmediatamente para darle un cordial y respetuoso saludo, pero, como lo pudo imaginar, Urashima se le adelantó al saltar de su sitio y correr a toda carrera.

“¡Nagasone-niichan~!” exclamó el rubio, quien no se reservó abrazar al mayor con fuerza.
“¡O-oye!” este agarró la cabeza del otro e intentó empujarle suavemente para que se apartara. “Vamos, ya no eres un niño, Urashima.”
“Hehe, ¡siempre seré un niño para ti!” le soltó, pero inmediatamente se aferró de uno de los brazos de su hermano mayor. “¡Estoy muy feliz de verte! ¡Kamekichi también!”
“Supongo que nunca cambiarás, ¿eh?” Nagasone sonrió frustrado y revolvió los cabellos de su hermanito.
“Buenos días, Kotetsu-san,” saludó Horikawa, dando una reverencia. “No había esperado contar con su presencia hoy.”
“No seas tan formal conmigo, Kunihiro. Eres parte de la familia,” dijo el mayor, con un tono ameno. “Yo más bien estoy en gran deuda contigo. Tengo que agradecerte por cuidar tan bien de mi hermanito. Sus ánimos me dejan saber que ha recibido de tu apoyo.”
“No es nada. Realmente no he hecho la gran cosa…”
“Eso no es verdad. ¡De no ser por ti, me habría perdido desde el primer día y nunca hubiera llegado al hotel después de clases! ¡Tal vez también me hubiera muerto de hambre en poco tiempo!” comentó Urashima con una sonrisa.
“¿Cómo puedes verte tan feliz luego de decir eso?” su amigo dio un pesado suspiro.
“Haha, tan sólo espero que tu salida al mundo exterior te haga encargarte de ti mismo poco a poco,” Nagasone se soltó del menor. “¿Y cómo así no están en práctica?”
“Empieza un poco más tarde,” reportó Horikawa. “Es una sorpresa verle aquí.”
“En verdad que lo es,” Urashima miró a su hermano con un puchero. “¿Por qué no me dijiste que estabas en camino? Te hubiera dado una mejor bienvenida.”
“Fue un tanto inesperado para mí también, pero papá me convocó para que llegara lo antes posible,” le contestó, encogiéndose de hombros. “Realmente no sé lo que tendrá en mente, pero insistió que llegara hoy ya que él planea venir a esta universidad más tarde.”
“¿Eh? ¿El señor Kotetsu se aparecerá hoy día?” Horikawa se sorprendió.
“¡Esa es otra sorpresa!” Urashima le acompañó en el gesto. “¡Recién lo esperaba la próxima semana!”
“Yo también, pero ya sabes cómo es él. No podemos predecirle,” Nagasone sonrió. “Pero no importa, ¿cierto? Estaremos juntos y él se encargará de poner todo en orden. Además, ya es hora que nuestro querido hermano sepa la verdad sobre sus orígenes.”
“Cierto,” Horikawa asintió, con seriedad. “Sé que el señor Kotetsu lo arreglará de la mejor forma posible. Es muy razonable.”
“Sí, ¿verdad?” pese a sus palabras, Urashima bajó su mirada y se vio ligeramente inquieto y desanimado, lo cual llamó la atención de su hermano.
“Oye, ¿qué te pasa?” le preguntó agarrándole de un hombro y sonriéndole. “¿No eras tú el más emocionado con este momento? Ni bien tuvimos la última confirmación del detective, empacaste tus cosas y fuiste en contra de nuestra familia para venir a Hanasaki.”
“P-por supuesto que estoy contento. He esperado toda mi vida para reunirme con nuestro hermano, es sólo que…” desvió su mirada. “Perdón, Nagasone-niichan…”
“¿Por qué te disculpas?” tanto él como Horikawa se impresionaron.
“Desde que salí de casa, estaba convencido que las noticias no serían más que positivas y que podría darle la bienvenida a nuestro hermano, pero… estos últimos días me han demostrado lo sensible del tema,” negó con leve frustración. “Nunca esperé que estas noticias le caerían tan mal a su hermana… también noto que Roxas ha tenido una vida dura y no he pensado las cosas muy bien. Y me ando preguntando qué se supone que debo hacer por ellos…” comprimió sus puños. “En verdad quiero estar ahí para apoyarles, pero… ¿qué tal si no es lo mejor para los dos?”
“¿Por qué te vienes con todo esto ahora?” su hermano rió por lo bajo y sacudió un poco a Urashima al agarrarle de los brazos. “Sí estoy informado que se te escapó la verdad. No es como si no lo hubiera visto venir, Urashima.”
“Nii-chan…”
“Sí es un tema sensible, pero estoy seguro que con el tiempo nuestra unión será muy positiva para ellos. Y si nuestro hermano ha tenido dificultades en el pasado, entonces estamos en el momento de darle una mano. Además…” le revolvió los cabellos con fuerza. “No hay forma que no te lleves bien con nuestro hermano, ya que siempre has sido el mejor apoyo y la persona más alegre en nuestro entorno. También confía en nuestro padre. Sé que él sabrá cómo lidiar con la situación y limar las asperezas. Y Kunihiro y yo te daremos una mano para lo que necesites.”
“En verdad que sí,” Horikawa sonrió. “Además las noticias no han sido únicamente controversiales. Sabes que a Osaka y a varios de nuestros amigos les ha caído bastante bien.”
“¿Varios?” Nagasone se confundió y frunció el ceño. “¿A cuántas personas les han contado?”
“P-pues… nuestra futura prima no es la mejor guardando secretos…” Urashima dio un suspiro y se tensó un poco. “¡A-aunque todos me han asegurado que nuestro hermano no sabe nada!”
“Esperemos que sea así. A él hay que explicarle bien las cosas.”
“Ehh, Kotetsu-san, ¿desea que le vaya a comprar un desayuno?” se ofreció Horikawa. “Siento mucho no haber podido prepararle algo más balanceado…”
“Me aparecí repentinamente, y no tienes obligación alguna de atenderme, Kunihiro,” contestó con paciencia. “Desayuné antes de venir. Ahora quisiera que me mantuvieran al tanto de cómo les va en esta universidad. Estaré pasando bastante tiempo con ustedes, así que tengo que familiarizarme un poco.”
“¡Esas son buenas noticias!” Urashima regresó a sus grandes ánimos de siempre. “¡Todavía ando conociendo Hanasaki, pero puedo intentar darte un tour!”
“No tenemos tiempo para eso ahora,” Horikawa negó. “Pero podríamos comenzar hablando con respecto a la rivalidad que Hanasaki tiene con Rizembool.”
“Ah, buen punto,” el rubio asintió y dejó hundir sus hombros con cansancio. “Ahh… ni quiero imaginar cómo se lo explicaremos a papá… espero que no me obligue a cambiarme de universidad cuando se entere…”
“¿Por qué lo dices?” el mayor se extrañó.
“Será un poco difícil de creer, pero tiene que confiar en mí, Kotetsu-san…” Horikawa se aclaró la garganta mientras meditaba por dónde comenzar.


Por otro lado, Roxas se había encontrado con Larsa luego de que este último le hubiera pedido una reunión antes de su práctica de kendo. Los dos se encontraban en una cafetería donde el exRebel había estado estudiando. Este le informó que estaba al tanto de su encuentro de ayer.

“A veces pareciera que no existen más secretos…” Roxas mostró impaciencia y desvió la mirada.
“Me encuentro ayudando a Horikawa como consejero debido a que es nuevo en Hanasaki, y él me comunicó lo ocurrido ayer. Sé que te encontraste con Axel, más que nada ello…” Larsa dio un suspiro y miró al Key atentamente. “Te he llamado únicamente para saber cómo te encuentras. Imagino que no te sentó muy bien.”
“Eso es inevitable…” negó, aunque se vio un poco más cómodo con el asunto. Era de esperarse que Larsa se dedicara a velar por sus amigos de aquel modo. De todos modos, Roxas estaba un tanto ofuscado y no sabía qué comentar al respecto, pero luego de una noche de descanso ya se sentía mejor para afrontar lo sucedido. “Fue desagradable… aunque supongo que este encuentro tenía que ocurrir tarde o temprano…”
“…”
“Estoy bien… creo que comprendo un poco más a Cho luego de lo de ayer… y que lo sucedido hace tres años no puede seguir siendo una carga para mí. Es hora que lo deje de lado,” Roxas bajó su mirada. “Me he estado aferrando a todo lo malo que he estado descuidando a mi hermana. También es evidente que nunca fui el mejor apoyo para ella… le hubiera podido ayudar tanto en aquel entonces…”
“Ya no se puede hacer nada con respecto al pasado, Roxas,” le aclaró Larsa, tranquila y pacientemente. “Lo importante es que estés al tanto de ti mismo, y de todos modos hay mucho que se puede hacer en el presente. No lo olvides.”
“Es un poco difícil pensar que debo encarar a Cho y ponerme a hablar de nuestros problemas… Cho tampoco ha querido ser abierta conmigo… ha intentado rechazarme últimamente…”
“Aun así, tienes que intentarlo. No sólo por ella, sino también por ti. Te haría bastante bien.”
“Tienes razón…”
“Pero debo admitir que me alivia verte decidido a trabajar en tus inquietudes,” Larsa sonrió un poco. “Desde hace mucho tiempo ando preocupado por ti, ¿sabías?”
“¿Eh?” Roxas le miró confundido y ladeó la cabeza.
“Desde aquella vez que me pediste ayuda para estudiar e ingresar a Hanasaki, supe que traías algo muy pesado por dentro. También estabas peleado con tu hermana y trataste de mantener una distancia. Cuando el tema de las HiMEs, de Tanaka-san o de Rizembool salían a flote, te enojabas y te cerrabas como si intentaras resguardarte de algo. Recientemente, también te viste reacio a aceptar la realidad de que Tanaka-san ha vuelto a ser una HiME y nuevamente dejaste que tus emociones te cegaran. Al parecer, sí estuvo bien volverte a encontrar con tu exRebel.”
“…” Roxas desvió su mirada, apenado. “Lo lamento.”
“No te disculpes, es normal que uno se preocupe por sus amigos, ¿cierto? Si yo tuviera dilemas, tú también te preocuparías por mí.”
“Pues sí…”
“También, lo más importante ahora es que ustedes se mantengan juntos. Lo entiendes muy bien,” recalcó Larsa. “Recuerdo que los dos estuvieron solos durante el conflicto anterior. Tanaka-san tenía varias responsabilidades, entre resguardarse de su Rebel y proteger y apoyar a sus primas para que se fortalecieran como HiMEs. Por otro lado, te vi a ti mirando todo desde una distancia. Ayudaste a tus primas en ocasiones, pero te mantuviste lejos de tu hermana.”
“…”
“Pero no es como si Tanaka-san te hubiera dejado de importar en ningún momento. Incluso en tus momentos de mayor molestia, supe que te preocupabas por ella.”
“Yo…” Roxas negó. “No lo sé… en ese entonces, no sé ni qué pasaba por mi cabeza…”
“Fui testigo de ti, Roxas. En aquellos momentos en que Tanaka-san te necesitó, te viste en conflicto, inquieto, insatisfecho con la situación. A veces parecías listo para tomar alguna acción, pero siempre te detenías. Fue como si resintieras algo muy profundamente… o como si tuvieras miedo de ser lastimado. En aquel entonces, te sentías herido por Tanaka-san, ¿cierto?”
“…” el rubio desvió su mirada, incómodo. Su brusco gesto pareció que dio en el clavo. “Sí, ya no puedo huir de esto… estuve convencido que Cho me lastimó por mantenerme al margen y ocultarme el peligro por el que pasaba en Hanasaki, y también con otros asuntos familiares. El hecho que ella se quedara en la mansión HiME y ya no regresara a casa me hizo quedarme solo… terminé convenciéndome que me había abandonado…”
“Asumo que Axel entró en medio de todo ello de algún modo…” Larsa le vio comprimir sus puños. “Ya es suficiente, Roxas. Este es tu pasado, esto es lo que ocurrió. No fue lo ideal y los dos terminaron lastimados por las circunstancias. Pero el hecho que lo reconozcas y que decidas compartirlo conmigo significa que ya no huyes de lo sucedido y que estás en el proceso de superarlo y seguir adelante. Y tengo que felicitarte por ello, además de hacerte recordar que tú en verdad nunca abandonaste a tu hermana. Ella siempre fue importante para ti y la pesadez que has estado cargando al respecto lo demuestra.”
“…” Roxas se notó un tanto sorprendido.
“Y Tanaka-san también siempre se ha preocupado por ti. Conociéndola, ella debe sentirse en falta contigo. Esconderte todos los problemas del pasado y la falta de comunicación de su parte fue en parte su responsabilidad. Si ella no quiere hablar contigo es porque tampoco sabe cómo lidiar con lo que trae por dentro, y es por ello que este es el momento en que ustedes deben ser honestos mutuamente. Ahora más que nunca,” dijo Larsa, con una leve urgencia en su tranquilo todo de voz. “Sabes que sucedió un ataque dentro de la universidad hace dos días. Este conflicto recién está arrancando, y es la oportunidad para que ambos estén finalmente en paz.”
“Entiendo…” la mención de ese ataque le puso un poco nervioso, aunque fue ello lo cual terminó por convencerle de tragar su vergüenza y orgullo e ir a hablar con su hermana. “Gracias, Larsa. Iré a encontrarme con Cho para el almuerzo. Los dos debemos estar libres para esa hora.”




“Sé que alguien como yo no debería sugerir acciones a personas excepcionales como ustedes, pero a mi parecer este tema no debería postergarse hasta entonces,” comentó Komaeda con suma tranquilidad, apareciéndose repentinamente frente a los dos. Sin lugar a dudas, terminó sorprendiendo a ambos. El Key se levantó de su asiento inmediatamente.
“T-tú…” Roxas se tensó y comprimió sus puños. “¿Qué haces aquí?”
“Venía para probar algunos rumores que he estado oyendo últimamente. No hay necesidad de actuar con tanta aprehensión hacia mí,” el peliblanco sonrió muy alegremente. “Mi existencia como un Rebel no es más que inevitable.”
“Si bien comprendo por qué lo dices, debes entender por qué algunos te guardarían recelo,” dijo Larsa, levemente frustrado. “Estás hablando con el Key de tu HiME, para empezar.”
“Para alguien que vivió y triunfó en el conflicto de hace tres años, mi existencia como Rebel debería ser mayormente normal e indiferente a estas alturas,” deseo Komaeda, cruzado de brazos y con una leve decepción en los ojos. “En fin, si ser tan agresivo hacia mí te será de utilidad a la hora de la pelea en un futuro cercano, asumo que es esperado de mí aceptarlo completamente.”
“¿De qué hablas?” preguntó Larsa, levemente confundido.
“¿No lo has escuchado, Solidor-kun?” Komaeda se emocionó. “Luego del ataque de hace dos días, nosotros en Rizembool hemos oído sobre varios rumores de que los Keys finalmente están desarrollando poderes y ayudando a sus HiMEs. Sí recuerdo que mi estimado Roxas lo había mencionado, aunque fallé garrafalmente por no darle el interés ni la veracidad que se merecía,” él negó con una pesada autodecepción. “Cuándo no, causando inconvenientes y transmitiendo desprecio a mis valorados rivales.”
“Tsk…” Roxas entrecerró sus ojos con hastío. “No te creo para nada… sé que tú sólo actúas cortésmente para buscar un punto de debilidad en nosotros…”
“Con ese comentario entiendo bien que tú no me comprendes. Es una pena, porque yo sí creo comprenderte a plenitud,” Komaeda sonrió con cierta tristeza. “Pero no es la primera vez que me malinterpretan, y por el bien de nuestros institutos y nuestra rivalidad personal velaré por llevarme contigo de la mejor manera posible.”
“¡Maldición, cállate!”
“Haz lo que desees, Komaeda, pero si sigues diciendo cosas así sólo harás a otros molestarse más,” Larsa negó y dio un suspiro. “Sería mejor que te reserves esos comentarios.”
“Tú sí pareces entenderme muy bien, Solidor-kun. Oiré tus palabras,” Komaeda asintió y regresó su atención a Roxas. “Si bien es evidente hasta para mí que no pareces haber desarrollado tus poderes, te considero un gran candidato por lo que significas para mi HiME. Esta es una de las razones por la cual estoy aquí hoy.”
“¿Qué tienes en mente?” Roxas de inmediato interpretó las palabras de su enemigo como una declaración de un ataque y se tensó. “¿Acaso piensas pelear contra mí?”
“No hay forma que lo pudiera hacer y vivir con mi consciencia. Ni te he dado la oportunidad de originar y crecer tus poderes, para empezar,” contestó con una sonrisa incómoda y levantando sus palmas para aclarar el malentendido. “Quisiera que, si tú fueras a mostrar tu potencial, lo hicieras en un momento en el cual tu vida no pudiera ponerse en riesgo, de ser posible.”
“Pero sé que no has venido únicamente para hablar conmigo…”
“No lo podrías saber, aunque en este caso tienes mucha razón,” asintió. “Después de todo, sí tengo una oponente con su magia desarrollada que necesita probarme que realmente vale ser una HiME, y quien sí tiene toda la responsabilidad de poner su vida en riesgo…”
“¿Qué dices?” Roxas se quedó frío. “¡¿Acaso no te fue suficiente con el atentado que hubo hace dos días?! ¡Estoy seguro que ya le has hecho sufrir bastante!”
“Nuestra relación HiME/Rebel depende del desafío, y sí es cierto que ella tuvo más problemas deshaciéndose de un orphan que debió haber derrotado más fácilmente,” comentó el Rebel, con toda simpleza. “Pero le estuve observando, y comprobé que el conflicto es finalmente lo que le hace brillar más. Me llevé la impresión que está finalmente despertando sus poderes, y por ello tengo que seguir trayendo complicaciones para ver si continúa creciendo. Además, ¿por qué piensas que yo como Rebel soy quien tiene que velar por su bienestar?”
“Miserable… ¡no se te ocurra hacerle nada!”
“También tengo grandes esperanzas que ella sólo continuará sorprendiéndome desde ahora. Hace poco tuve una muy animada conversación con unos visitantes a Rizembool que me hicieron comprender que mi HiME tiene que sortear sus obstáculos para desarrollarse más, y es por esos deseos que me encuentro aquí ahora. Claro…” le sonrió con cierto afecto fraternal. “No quisiera que te ocurriera nada a ti a estas alturas, así que mantente lo más alejado de mi ataque de hoy, ¿has comprendido?”
“¡N-ni te atrevas!” Roxas le reclamó, pero Komaeda terminó sacudiendo una palma en señal de despedida y se teletransportó fuera del área. El Rebel estaba en movimiento, y eso le hizo sentir a Roxas completamente impotente. “Maldición…”
“…” Larsa negó. Muy aparte del hecho que el peliblanco no tenía tacto con otras personas y tendía a molestarles sin intentarlo, sabía que esa vez lo había hecho a propósito. Era como si esperara definitivamente que el Key tratara de meterse en la pelea. “Antes que nada, tienes que mantener la calma, Roxas. No puedes dejar que él se meta en tu cabeza.”
“Lo sé…” comprimió sus puños. “Pero tampoco me quedaré con los brazos cruzados. No sé si puedo hacer algo por Cho a estas alturas, pero no pienso dejarle sola.”
“Por favor, ten mucho cuidado. No puedo permitir que ocurra algo similar a la pelea dentro del museo…”
“¡Sí comprendo eso! ¡Pero no puedes detenerme!”

Roxas se impacientó y se fue corriendo. No sabía dónde encontrar a Cho a esas horas, pero imaginaba que estaría por la facultad de química ya que tenía una clase ahí en menos de una hora. Si no, le tocaría ir hacia la mansión HiME aun si fuera necesario arremeter contra la ama de casa de ese edificio.

Por su parte, Larsa tuvo que recoger sus útiles para retirarse. El rubio se había marchado con gran rapidez y los múltiples edificios y puestos de comidas cercanos le dificultarían seguirle. Consideró que era mejor ir hacia donde estuviera Cho, y tendría que ponerse en contacto con Osaka ya que ella debía saber dónde se encontraba su prima mejor que nadie.



Mientras tanto, Osaka era acompañada por Tomo, Reimu y Marisa. Ellas acababan de despedirse de Youmu, quien había ingresado a su práctica de kendo, y caminaban entre los dojos para salir del área de deportes y encaminarse hacia los edificios donde tendrían las primeras clases del día. Los ánimos del grupo se encontraban bastante altos en general, aunque Osaka se mostraba un poco inquieta y disconforme.

“Uhh, Tomo-chan, por favor,” le volvió a suplicar.
“Ya te dije que no,” le reclamó su amiga. “No te puedo devolver tu celular hasta que este secreto sea divulgado a tu primo. Ya lo esparciste demasiado.”
“Por favor, en serio que aprendí mi lección. Tomo-chan, no puedo vivir sin mi celular.”
“Sí, tremenda viciada que anda prendida de chismes.”
“Uhh…”
“Si bien entiendo por qué lo haces, no seas tan mala con Osaka,” sugirió Marisa, sonriendo incómoda. “Y parece que Osaka sí que depende de su aparato. Casi diría que está experimentando algún tipo de withdrawal.”
“Eso es un poco preocupante,” comentó Reimu.
“Es que aquí en Hanasaki uno no se puede mantenerse sin comunicación. ¿Qué tal si me llega algún importante mensaje?”
“Tu celular no dejó de vibrar por propagandas que llegaron a tus correos y muchos tontos mensajes de tus conversas en Line y Whatsapp con desconocidos sobre fan clubs o noticias de animes y series de televisión.”
“¡Ahh, estoy atrasada!” exclamó la exHiME.
“Shh, me despertaron a medianoche. Tuve que ponerlo en no molestar.”
“¡¿E-e-entonces no sabes qué más me pudo haber llegado?!” Osaka se puso a temblar. “¡Por favor! ¡Quizás Cho quiera hablar conmigo o está en peligro! ¡Tienes al menos que revisarlo!”
“¡No quiero! ¡Cállate, tonta!”
“¡¿EEHHH?!”
“Sólo mira la pantalla para ver que no hay nada urgente. No duele,” Reimu se encogió de hombros, frustrada.
“Tsk, okay,” Tomo sacó el celular de Osaka de su mochila y lo prendió. Vio algunas notificaciones que seguramente eran la punta del iceberg, pero su atención se fue a un mensaje de parte de Larsa que había sido enviado hace apenas un par de minutos. Menos mal, porque si no nunca lo habría visto y estaría perdido en medio de todo el spam. “Hm, parece que Larsa te ha enviado algo…”
“¡OHMAIGAH!” Osaka se abalanzó sobre la otra y le pudo quitar el celular, para mirarlo atentamente. Entró a su conversación con él y leyó el breve mensaje, al igual que sus curiosas amigas a sus costados.
‘Buenos días, Kasuga-san. Necesito saber dónde puedo encontrar a Tanaka-san en este momento. Por favor, es urgente.’
“Wow, good call, Osaka,” Marisa le dio unas palmaditas en la cabeza. “Esto suena importante.”
“Sí, ese Larsa o es un ayudante o el que trae sorpresas,” dijo Tomo. “Pero pues, ¿qué estará haciendo Cho a estas horas? Si no estuviera dándote la ley del hielo, tal vez nos habría acompañado a desayunar.”
“Uhh, pues…” Osaka agachó su mirada por esa mención de Tomo. “Era el turno de Cho para ir a nuestros huertos y regar nuestras papas. Estará allá o en camino.”
“Si no me equivoco, tiene clases pronto, así que debe estar de regreso,” dijo Reimu, pensativa. “Ojalá ya esté por llegar a su facultad.”
“Sí, pero no sabemos,” Osaka contestó a Larsa diciéndole sobre los huertos. “Tengo un mal presentimiento. ¿Qué tal si Koma-chan ha venido para atacar a Cho?”
“Sí, suena posible,” Marisa asintió. “¿Deberíamos ir a investigarlo?”
“¿Cómo que deberíamos?” Tomo se indignó por la duda de la rubia. “¡Por supuesto que debemos! ¡Ir detrás de la acción y los nuevos acontecimientos entre las HiMEs y los Rebels es nuestro propósito como estudiantes de Hanasaki!”
“¡Hahaha! Tienes razón, estoy de acuerdo.”
“Y luego te quejas que Osaka es chismosa~” canturreó Reimu.
“¡Cállate tú! ¡Esto es completamente diferente!”
“No hay que tardarnos más,” dijo Osaka, con urgencia. “¡Los huertos están lejos de aquí! ¡Tenemos que apurarnos!”

Las chicas avanzaron sólo un poco de distancia antes de encontrarse con los Kotetsus y Horikawa, quienes habían llegado a la zona de gimnasios y dojos para la práctica que estaba por comenzar.




“¡Ohh, buenos días, chicas!” Urashima saludó a todas con grandes energías. “¡Qué sorpresa verlas por aquí! ¡Miren, tengo que presentarles a mi hermano mayor!”
“Hola a todas,” dijo Nagasone, sonriéndoles y levantando una palma. “Soy Nagasone Kotetsu. Comprendo que son amigas de mi hermanito, ¿no es así?”
“Sí, es un gusto conocerle,” Reimu asintió con cortesía. “Yo soy Reimu Hakurei.”
“Llámame Marisa~” dijo la rubia haciendo una v con sus dedos.
“Sí, y yo Tomo y a esta de acá se le conoce como Osaka,” dijo la exPrincess con leve impaciencia. “No tenemos mucho tiempo. Algo serio acaba de ocurrir.”
“¿Serio?” Horikawa se impresionó. “¿Qué sucede?”
“Ehh, Larsa me pidió que ubicáramos a Cho urgentemente. Parece que su Rebel acaba de aparecer,” dijo Osaka, preocupada.
“Eso es problemático,” el pelinegro se puso a pensar. “Y él justo debería estar hablando con Roxas en estos momentos. Los dos habían acordado en encontrarse.”
“¡OHMAIGAH!”
“Bueno, ahora tiene más sentido,” Tomo se encogió de hombros. “Larsa nunca nos había dado una advertencia de este tipo sólo por un ataque de un Rebel. Si lo hizo será porque teme que Roxas se vaya a meter en la pelea.”
“¡AHHH! ¡Espero que no!” Urashima se alarmó.
“Vaya, no pensé que tuvieras masa gris,” Reimu miró a Tomo de reojo con una sonrisa irónica.
“¡Cállate, estúpida miko!”
“Quizás podríamos ir todos juntos como apoyo moral,” sugirió Marisa. “Sin duda ustedes también se notan preocupados.”
“Sí, me parece necesario,” Horikawa asintió y se giró hacia Nagasone. “Temo que este es un momento inoportuno. También comprendo que no se vio convencido con nuestra explicación sobre los Rebels atacando Hanasaki…”
“¿Dices que eso mismo está ocurriendo ahora?” preguntó el mayor, escéptico.
“Sí, y lo mejor sería quizás que usted no se viera involucrado con este tema.”
“No, no, si algo le está ocurriendo a Roxas, también me concierne. Vayamos.”
“Ahh, claro,” Marisa sonrió. “Usted también vendría a ser un hermano de Roxas, cierto.”
“Sí…” este se vio incómodo y miró a Urashima con incomprensión. “¿Acaso ellas también saben sobre esto?”
“Ehh… pues sí, Nagasone-niichan… perdón…” el rubio agachó su mirada, apenado.
“Es poco ortodoxo, pero preocupémonos por esto después,” dijo Reimu.
“¡Sí! ¡Sí! ¡En marcha, todos!” exclamó Osaka.

El grupo se puso a correr hacia la zona de los huertos de la universidad. Por la inmensidad del campus, el tiempo estaba en su contra y todos intentaban ir lo más rápido posible.


Roxas había llegado a la facultad de química y se había paseado a paso rápido por los pasillos para ver si encontraba a Cho. Tuvo suerte de que se tratara de una facultad un poco más reducida que otras carreras más populares, y que los salones y laboratorios contaran con varias ventanas que le permitieron revisar con mayor rapidez. No vio a su hermana por ningún lado, así que caminó hacia la salida para ir a su segundo punto de búsqueda, pero se encontró con Ayesha a las afueras del edificio.

“Buenos días, Roxas,” le saludó Ayesha, sonriente. “Me sorprende verte por aquí, ¿se te ofrece algo?”
“Hola Ayesha, eh, sí…” el Key estuvo a punto de decirle que Cho iba a recibir un ataque por su Rebel, pero se detuvo ya que ella seguramente se preocuparía de sobremanera, aparte que era amiga del Rebel en cuestión. Roxas sacudió su cabeza para disipar sus preocupaciones. “Estoy buscando a Cho, pero parece que no está aquí, ¿sabes dónde puedo encontrarla?”
“Eh, sí. Si no me equivoco, le tocaba ir a cuidar de sus huertos antes de clase,” le contestó, pensativa. “No debería tardar en llegar, aunque en una ocasión sí llegó un poco tarde. Ese lugar debe estar un poco lejos.”
“S-sí, si no me equivoco…” cierto, se había olvidado de ese electivo. Ello le hizo caer en cuenta que hubiera podido contactar a Osaka en vez de andar corriendo por todos lados, aunque felizmente ya sabía la posible ubicación de su hermana. “Muchas gracias.”
“Ehh, un momento…” Ayesha le detuvo. La rubia bajó su mirada y se llevó una mano al pecho con leve inquietud. Pese a que Roxas había evadido decirle qué sucedía, la chica pudo captar la urgencia de la situación y temía lo peor. “Pues… espero que todo esté bien y mucha suerte. También cuídate, por favor.”
“Sí, descuida.”
“Sé que mi lugar está en asistir a clases. Fui asignada como compañera de Cho para apoyarle académicamente,” ella volvió a mirar a Roxas y asintió decidida. “Aunque pienso que tú sí deberías estar a su lado. Cho ha estado un poco preocupada estos días, y por eso sé que tú puedes ayudarle mejor que nadie. Por eso les deseo lo mejor.”
“Gracias, Ayesha,” Roxas sonrió un poco. “Me alegro que estés ahí por ella. Sin lugar a dudas, Cho es afortunada de tenerte como amiga.”
“Qué cosas dices, es lo menos que puedo hacer,” Ayesha sonrió incómoda y algo avergonzada. “Cuando veas a Cho, por favor dile que le puedo prestar mis apuntes más tarde.”
“Lo haré,” asintió y se puso a correr.

Felizmente sabía en qué dirección estaban los huertos y su búsqueda no había sido del todo inútil porque había avanzado un poco en la dirección correcta. De todos modos, le tocaba apurarse.




En esos instantes, Cho salía del área de Hanasaki U donde se ubicaban los huertos y otros campos y edificios de carreras asociadas a la agricultura, ganadería y veterinaria. Ella surcaba un sendero en un bosque amplio con algunos árboles frondosos que le llevaría de regreso a la parte más ‘urbana’ de la universidad. Había podido cumplir con su labor de regar los sectores del huerto que le correspondían a la gente de su grupo, pero se encontraba un tanto preocupada porque le había tomado más tiempo del esperado. Ella miraba a su reloj de pulsera y estimaba que estaría llegando unos cinco minutos tarde. La distancia que le faltaba era también demasiado larga como para ponerse a correr, aparte que todavía tenía ciertos achaques por el enfrentamiento contra el orphan. Sabía que contaba con su estatus de HiME para ausentarse, pero no iba a descuidarse de sus estudios si podía evitarlo.

Lamentablemente, esas precisas circunstancias se saldrían de sus manos.

“Buenos días,” le saludó Komaeda a sus espaldas.
“…” la voz de su Rebel le hizo sentir que su corazón se detenía y ella se sobresaltó y se giró a toda velocidad. No cabía duda. Su enemigo personal se había aparecido, y por encontrarse en Hanasaki y a solas con ella sabía que venía con motivos bélicos.
“¿Por qué reaccionas así? No deberías tener esos reflejos. El hecho que yo esté o no esté aquí no tendría que causar un gran impacto en tu estado anímico,” comentó, sonriendo torpemente. “Vamos, no es muy saludable para ti…”
“…” Cho frunció el ceño.
“Espero que algún día me veas con mejores ojos. Quizás eso ocurra cuando desarrolles mejor tus poderes. Me mantengo esperando ello de ti. En verdad confío mucho en tu potencial.”
“¿Qué quieres…?” le preguntó con un tono de voz pasivo, aunque cauteloso. “¿Has venido tan pronto para pelear?” ella miró a sus alrededores. “Si bien estamos lejos de otras personas, este bosque es un frágil ecosistema… espero que no hayas vuelto a plantar otra mina.”
“A mí también me sabría mal ocasionar una explosión en un ambiente con tanta naturaleza como este,” comentó el Rebel, viéndose algo entretenido por el comentario de la HiME. “Desde mi atrevimiento de atacarte en ese museo lleno de personas, he estado meditando posibles alternativas sobre cómo mantener nuestras peleas discretas y entre nosotros. También he tenido el suficiente tiempo para practicar con mis habilidades de Rebel y, para el alivio de los dos…”

Komaeda alzó su mano derecha y chasqueó sus dedos. De repente, Cho notó que una niebla negra se manifestó y comenzó a rodearles. Esta se expandió hasta ya que la HiME ya no fue capaz de distinguir los árboles cercanos, y se sintió momentáneamente desorientada y sin piso. Poco a poco, observó que su amorfo ambiente empezó a tomar la apariencia de una pequeña habitación, una relativamente ‘familiar’…

“E-esto es…” Cho se sorprendió.
“Otro poder que poseo es abrir una dimensión alterna. Más bien, tengo la habilidad de ‘crear’ una confinada realidad virtual,” comentó el Rebel, con toda comodidad. “He estado practicando al crear pequeñas habitaciones para acostumbrarme y expandir mi poder, pero alguien tan limitado y discapacitado como yo no es capaz de realmente crear un universo que no existe. Lo único que he podido hacer es replicar un lugar existente que he conocido anteriormente…” él miró a sus alrededores ni bien la niebla se disipó y dio lugar a una habitación pequeña. Había una ventana reducida donde se podía ver el atardecer en el cielo y, en la tierra, un vecindario muy conocido para la HiME.

Los dos estaban en una de las habitaciones menores de la enorme residencia de los Tanaka, la cual tanto el Rebel como los muchos otros invitados habían visitado durante la labor de limpieza hace casi dos semanas.

“Este es tu hogar, mi estimada HiME,” comentó Komaeda. “O, más bien, es una copia de tu casa. Este lugar se siente real porque fui capaz de abrir un espacio alterno que lo contiene. Sin embargo, aparte de la ausencia de personas, hay dos diferencias. La primera es que lo único que existe es la casa. Tú no serías capaz de ir corriendo hacia tu jardín. Hay un límite que no te dejaría pasar. Y la segunda diferencia es que los umbrales de cada ambiente, es decir, las puertas y ventanas, no conducen hacia donde lógicamente conducirían.”
“¿Q-qué significa eso?” Cho se sintió perdida.
“Dejaré que lo compruebes por ti misma,” Komaeda le sonrió y entonces se vio sorprendido. “Ah, cierto. Hay una tercera diferencia. En esta casa he soltado a varios orphans. No son tan fuertes como el del otro día, pero es un peligro latente, y están constantemente buscándote.”
“…” la HiME miró hacia la cerrada puerta con aprehensión.
“Considero que lo que viviste durante el ataque todavía tiene repercusiones, así que pensé que un ejercicio como este te vendría mucho mejor que una directa pelea contra mí,” comentó Komaeda, transmitiendo un saludable entretenimiento y cierta gracia. “Tu meta es llegar al interior de la entrada principal de tu casa, en el amplio espacio luego de cruzar las puertas el edificio. El ‘lobby’, para ser exactos. Hasta que no llegues al lobby, no podrás escapar de tu casa, y los orphans no dejarán de venir hacia ti.”
“¿Q-qué clase de concurso en televisión es esto?” preguntó Cho, en shock por la definición de su Rebel.
“Es sólo un ejercicio. Con toda honestidad, deseo fortalecerte, y este desafío te ayudará. Estoy seguro de ello,” él sonrió alegremente. “Mucha suerte. Te espero en la meta.”

Dicho esto, el Rebel se teletransportó, dejando solo a Cho. Ella no supo ni qué decir en ese momento, pero comprendía que no podía quedarse tranquila si en verdad estaba en un lugar lleno de orphans. El atardecer en el cielo le aseguraba que el Rebel no le había simplemente transportado a su hogar. De todos modos, la HiME se acercó a la ventana para abrirla y cerciorarse que efectivamente era el atardecer…

Y ni bien realizó la acción de abrir la ventana y asomar su cabeza, Cho notó que había cambiado de ambiente. Sintió cómo acababa de entrar en la habitación de Osaka por medio de la puerta de su baño personal, la cual se cerró antes de que la peliceleste pudiera mirar el interior. Eso le dejó en blanco y sintió unos increíbles escalofríos. ¿Acaso todas las puertas y ventanas estaban conectadas al azar en ese duplicado de casa? De ser así y tener que apuntar al lobby de su hogar, teniendo una casa con tantas puertas y ventanas en los dos pisos, azotea y sótano, ¿cómo iba a dar con las pocas puertas que conectaban a ese ambiente?

Antes de entrar en pánico, Cho hizo una pausa y pensó críticamente en lo que tendría que hacer. El lobby contaba con ocho puertas, sin incluir el portón principal el cual asumía que era su vía de escape. Tres de las puertas conducían a salas de estar grandes y una cuarta daba a la enorme sala donde se reunían con sus invitados. Las otras cuatro puertas daban a los pasillos del primer y segundo piso. Las ventanas que se podían abrir eran todas adyacentes al portón principal, así que muy probablemente no podría contar con ellas. Así que, en total, tenía ocho posibles salidas… ¿de cuántas totales? La HiME se agarró la frente con enorme frustración y cansancio y negó varias veces. Había alrededor de veinte habitaciones por piso, sin contar los armarios, baños, almacenes y todas las ventanas que claramente estaban mezcladas con las puertas. No quería ponerse a pensar en las probabilidades de acertar su vía de escape, pero no evitaba obsesionarse con la simple idea de hacer semejante laberinto…

Pero su ensimismamiento se cortó porque vio a un pequeño orphan en forma de lagarto cruzar la puerta del baño de Osaka y saltar hacia ella. Cho invocó el fuego y tuvo que lanzarse a un lado y rodar en el piso mientras el orphan era consumido por las llamas. Menos mal que la llamarada fue suficiente para deshacerlo en unos segundos, pero de descuidarse en verdad podría salir bastante lastimada. Se levantó y apagó el fuego que la cama había captado y fue rápidamente a la puerta que daba hacia el pasillo para buscar la salida…

Y terminó entrando a la cocina en el primer piso desde la puerta que daba al jardín. Cho volvió a agarrar su cabeza con tanta consternación y pesadez como si temiera perder la cordura. Antes de continuar su adivinanza, regresó por donde había llegado y observó que nuevamente se encontraba en la habitación de Osaka. Hasta vio la cama parcialmente quemada. Al menos con ello sabía que las conexiones entre las puertas eran fijas, y volvió a la cocina para continuar avanzando en aquel incierto y peligroso laberinto.

Cho se sentía contra el reloj y muy asechada. Había intentado prender la luz de la cocina, pero esta no funcionó y, si el cielo era alguna indicación, no sabía si debía temer la llegada de la noche. Se movió con rapidez temiendo toparse con más sorpresas que sabía que no podía controlar, mientras deseaba que sus energías le duraran lo suficiente para derrotar a todos los orphans en su camino…


Cho

38.2.


Roxas corría por medio del sendero del bosque hasta que vio una extraña neblina oscura a un lado del camino. Frunció el ceño. Era muy probable que fuera una manifestación del poder del Rebel, y por ello saltó hacia la niebla.

Pese a que dicha niebla fue de un reducido tamaño y profundidad, cruzarla le envolvió por completo y terminó llegando a lo que era el lobby de su casa.

“¿Q-qué demonios?” Roxas se detuvo y miró atentamente a los alrededores. Sí, indudablemente era su casa, pero sabía que había algo malo porque no veía los indicios de la pelea entre Youmu y su Rebel, y porque al girarse notó que en vez de la puerta y las ventanas estaba esa niebla oscura que había atravesado…
“Ah, bienvenido, Roxas,” le saludó Komaeda, apareciéndose repentinamente y dirigiéndole la mejor de sus sonrisas.
“K-Komaeda…” él se impresionó un poco. “¿Qué es esto? ¿Qué está ocurriendo aquí?”
“Tengo que tranquilizar tus dudas, antes que nada. Hoy he decidido que no pelearé directamente contra tu hermana. Pienso que esta semana ya ha sido muy dura para ella. Así que le he dado el desafío de encontrar la salida de este laberinto.”
“¿Laberinto? ¿De qué hablas?” preguntó Roxas, visiblemente confundido.
“Como Rebel, tengo la habilidad de crear dimensiones reducidas y he copiado la casa de los dos. Mientras Cho pueda llegar al lobby, todo estará bien.”
“¿A qué te refieres con que ‘todo estará bien’?” Roxas se tensó.
“Como parte del desafío, hay varios orphans sueltos en este lugar que se encuentran buscándole. Eso es todo,” comentó el Rebel, como quien intentaba disipar la preocupación del Key. “Sólo eso, no hay más de qué preocuparse.”
“¡¿Cómo que sólo eso?!” reclamó Roxas. En ese instante, Larsa atravesó la niebla y se encontró con los dos.
“Finalmente les doy el alcance,” Larsa negó y miró a Komaeda con reproche. “Tu idea fue convocarnos hasta aquí, ¿no es cierto?”
“Ciertamente, mi idea era atraer a Roxas. No hubiera imaginado que nos seguirías, Solidor-kun,” respondió Komaeda, de buenos ánimos. “Pero no insinúo que no eres bienvenido. Es más, me alegra mucho tener a más personas con quienes conversar mientras espero a mi HiME.”
“¿Qué es lo que sucede?”
“Este chiflado dice que Cho está atrapada en esta réplica de nuestra casa infestada de orphans y que tiene que llegar a este ambiente para escapar,” abrevió Roxas con leve impaciencia. Él comprimió sus puños. “¡Pues no pienso quedarme con los brazos cruzados!”
“Si tanto quieres buscarla, puedes ingresar a tu hogar por cualquiera de las puertas, pero…” Komaeda vio que Roxas de inmediato comenzó a subir las escaleras para tomar una de las puertas hacia los pasillos.
“Roxas, espera, hay orphans en ese lugar,” le advirtió Larsa.
“A-además no te he explicado las reglas,” Komaeda se inquietó.
“¡No hay tiempo!” exclamó el Key, quien ingresó a dicha entrada y salió del ambiente.

Hubo un momento de silencio que confirmó que Roxas no se hizo marcha atrás y luego de la pausa Larsa miró a Komaeda de reojo.


“¿A qué te refieres con ‘reglas’?” le preguntó con cierta desconfianza.
“No tienes que mirarme así,” el peliblanco sonrió incómodo. “Para hacer que esta residencia sea un laberinto para los hermanos, he alterado la correspondencia entre las puertas y ventanas de la residencia. Es decir, cruzar una puerta o una ventana te puede llevar a un lugar completamente aleatorio. No hay un orden lógico sobre qué puerta o qué ventana les conducirá a este lobby, y en el camino tendrán que lidiar con todos los orphans.”
“Eso quiere decir que tomar una ventana les puede dirigir a uno de los pasillos en vez de al exterior,” dijo Larsa a lo cual el Rebel asintió. El exRebel dio un suspiro. “Es una idea un tanto maligna, a mi parecer. No me sorprende que te hayas venido con esto. Sólo espero que Tanaka-san no agote sus energías.”
“La cantidad de iteraciones que mi HiME tendrá que realizar para alcanzar este ambiente es extremadamente grande. A menos que tenga la suerte para lograrlo en pocos intentos, sí es probable que los orphans la agoten,” comentó el peliblanco, mirando hacia la puerta por donde se había retirado Roxas. “Por ello mismo es que incité a que su hermano viniera. Ella necesitará toda la ayuda posible, y me parece que es un buen momento para que los dos finalmente cooperen, sobre todo ahora que los Keys ya pueden participar directamente en la pelea.”
“Sin embargo, Roxas todavía no ha desarrollado sus poderes,” negó frustrado. “Siempre has sido de jugar apuestas riesgosas, Komaeda.”
“No sólo es una apuesta, estoy consciente que los dos han estado tratando trabajar en sus problemas durante la semana, y es mediante el riesgo y la urgencia que tendrán que empujarse para ir más allá.”
“Aunque no llegaste a explicar a Roxas sobre las reglas de tu juego.”
“Había esperado que se diera media vuelta y regresara para al menos demandarme qué estaba ocurriendo, pero se nota lo testarudo que es para ni pensarlo dos veces,” Komaeda se vio entretenido y se encogió de hombros. “Está bien. Su agilidad y necesidad puede servirle mientras esquiva a los orphans en su camino.”

Larsa asintió y también miró hacia la puerta que había tomado el Key. Siguió un momento de silencio entre ambos mientras el recién llegado meditaba lo que estaba sucediendo en ese lugar. Había pensado en un inicio seguir a Roxas para detenerle o quizás ayudarle a lidiar con los orphans, pero sabía que muy probablemente se convertiría en una carga adicional para la HiME y, luego de oír la explicación de Komaeda sobre el laberinto, comprendía que era muy riesgoso. Sólo le quedaba esperar que los hermanos pudieran encontrarse y cooperar mientras se protegían de los orphans y encontraban la salida…

“Komaeda…” de repente, Larsa pareció comprender algo y miró a su amigo de reojo.
“Dime.”
“Esta conexión bizarra entre puertas y ventanas se limita únicamente a esas dos vías de acceso, ¿no es así?”
“¿Hm?” pese a ladear su cabeza, el peliblanco se mostró extrañamente complacido. “Si existe una forma de cambiar de habitaciones además de cruzar puertas o ventanas, entonces sí. Eso no estaría afectado por la magia del lugar y uno puede ir entre espacios adyacentes mediante aquella tercera vía de acceso en la cual estás pensando.”
“Lo supuse. Tus reglas tenían un sentido oculto.”
“Realmente siempre me has impresionado por lo analítico que eres, Solidor-kun,” Komaeda se alegró bastante. “Sólo debo agradecer que no hayas decidido seguir a Roxas, o este acertijo habría sido resuelto inmediatamente y mi HiME no hubiera sido desafiada.”
“…” Larsa alzó su mirada al alto techo del lobby. “La azotea está directamente encima de nosotros. En general, esperaría que fueran a usar esta vía de acceso, pero…” él bajó su mirada y dio un suspiro. “Tanaka-san es una persona inteligente, pero sería la última en pensar en esta solución por su manera de ser.”
“Lo mismo digo,” Komaeda asintió. “Por ello mismo es que su hermano le puede ayudar. Él es mucho más precipitado que ella y se toparía con la respuesta con más facilidad…”
“Sólo espero que tu diversión no les cause muchos problemas…”

En ese instante, los dos notaron a un grupo más grande atravesar la niebla y unirse con ellos en aquella impuesta meta.




“¡Cho! ¡Roxas!” exclamó Osaka ni bien llegó al lobby. La exHiME miró el ambiente algo extrañada, pero no tuvo aliento para hacer observaciones y respiró agitada y profundamente.
“¿Q-qué está pasando aquí?” entendiblemente, Nagasone se notaba muy perplejo por aparecer tan repentinamente en ese lugar.
“¡AHH! ¡Es como la casa de Roxas pero una versión oscura!” exclamó Urashima, quien se colgó de su hermano mayor. “¡Nii-chan, tengo miedo!”
“Compórtate, Urashima,” le dijo Horikawa, quien miró hacia el Rebel. “Buenos días. ¿Podría explicarnos qué está sucediendo aquí?”
“Buenos días también,” le dijo el Rebel como si saludara a un estimado amigo. “Con gusto se los explicaría, pero veo que han traído a una persona mayor que no tiene vínculos ni con Hanasaki, ni con Rizembool. Considero que ello es inaceptable.”
“E-está bien, es mi hermano,” dijo Urashima, de manera suplicante. “Por favor, no nos expulse de aquí.”
“Sé quién es, me aseguré de revisar tu historial hace un par de días,” dijo Komaeda un tanto preocupado y frustrado. “Pero sigue siendo inaceptable a mi parecer.”
“¿P-podrías no investigar mi historial la próxima vez…?”
“Lamento la descortesía, pero me fue inevitable,” el Rebel asintió, sonriendo un tanto incómodo. “Luego de que mi querida Osaka me dijera sobre el parentesco que tienen con Roxas, supe que estaba en mi obligación aprender más sobre los Kotetsu.”
“¿Tú también sabes sobre todo esto?” preguntó Larsa al Rebel, sorprendido.
“¡Osaka! ¡¿Cuándo demonios se lo dijiste?! ¡Te quité tu celular justamente para evitar algo así!” reclamó Tomo, iracunda.
“¡Ehh, perdón Tomo-chan! ¡L-le dije ni bien me enteré, poco después de convocar la reunión en el apartamento de Ryo!” dijo la exHiME, temerosa.
“Okay, todos tranquilos, ya nada se puede hacer,” dijo Reimu, también un tanto frustrada, aunque intentando mantener la paz en sus alrededores.
“Y bueno, ¿qué ocurre?” preguntó Marisa.
“Supongo me tocará explicárselos,” Komaeda se encogió de hombros. Ya empezaba a hacérsele cansado tener que repetirse. “Verán, los dos hermanos están en una versión laberinto de su hogar, y tienen que llegar a este ambiente para escapar. Sin embargo, hay varios orphans sueltos en las habitaciones y los pasillos, por lo cual tienen que sortear sus caminos y tener mucho cuidado. Ya de por sí, encontrar la salida les resultará muy difícil.”
“¿Orphans?” preguntó Nagasone, confundido. “Kunihiro, ¿son esos monstruos de los cuales me hablaste?”
“Sí, precisamente,” contestó Horikawa, incómodo. “Roxas debe estar en peligro.”
“¡Tengo que ayudarle!” exclamó Urashima.
“¡N-no entres, Kotatsu!” le dijo Osaka, alarmada. “¡Los orphans son muy peligrosos y es mejor sólo hacerles frente con magia!”
“No tendré magia, pero puedo pelear,” el Kotetsu menor desenvainó su wakizashi y pretendió correr hacia la puerta más cercana, pero su hermano mayor lo cargó con un brazo y se lo llevó a un hombro a manera de restringirlo. “¡AAAHH! ¡Suéltame! ¡Nagasone-niichan, no es justo!”
“No esperes que te deje saltar a un ‘laberinto mágico’ o lo que sea que esto es,” le reclamó el mayor, quien no tenía problemas sosteniendo a Urashima pese a que este se sacudía como si estuviera haciendo una pataleta. De inmediato, Horikawa le quitó la wakizashi a su amigo y Reimu recibió a Kamekichi del hombro del chico el cual estuvo por caerse por todo el movimiento. “Todavía hay mucho que no entiendo, así que te mantendré a salvo y de paso me ayudas a comprender lo que ocurre.”
“¡Ihh, pregúntale a Horikawa! ¡Yo todavía estoy asustado por la niebla!”
“¿Y así pretendías internarte al laberinto?”
“¡Pero nuestro hermano está ahí y va a necesitar de ayuda! ¡No podemos abandonarle!”
“Ehh, siento decirlo, pero nos toca tener fe en él,” dijo Marisa, sonriendo incómoda. “Yo fui una HiME y estoy consciente de lo peligroso que esto puede ser. No dudo de tu habilidad, pero no todos los orphans son fácilmente derrotados por ataques físicos.”
“Estoy de acuerdo,” Larsa asintió. “Nos toca esperarles.”
“Pero, ¿cómo así esto es un laberinto?” preguntó Tomo. “O sea, es el hogar de los dos. Suena un poco ridículo que se vayan a perder aquí.”
“Tendré que explicárselos. Al menos el tema nos entretendrá un poco mientras ellos vienen, ¿no?” preguntó el Rebel con los mejores ánimos.

Él comenzó a darles la explicación, esperando a que todos pudieran comprenderle.


Si bien en un inicio había podido tratar varias posibles puertas y ventanas sin dificultades, Cho notaba cómo los orphans parecían capaces de rastrear su presencia y perseguirle cada vez más. Acababa de derrotar a un grupo de cuatro monstruos para finalmente continuar con su camino y tomar la puerta de otra habitación menor. Esta vez, al igual que muchas entre sus varios intentos, había llegado a uno de los pasillos al ser estos recipientes de varias puertas. La HiME reconoció que se encontraba dentro del pasillo este en el segundo piso, donde ya había estado previamente. Ella observó a las varias puertas cerradas a los dos lados del pasillo que silenciosamente le daban la bienvenida. Se quedó quieta un momento para ver si podía recordar precisamente cuál puerta ya había utilizado, pero ello le costó que unos orphans le descubrieran a sus espaldas y corrieran hacia ella. Cho los oyó y se giró para hacerles frente.

Eran unos cuarto orphans de un tamaño pequeño y apariencia de reptiles, al igual que todos los sueltos en la residencia. Cho invocó llamaradas que envolvieron a sus enemigos y dos fueron derrotados con ese hechizo, pero otros dos probaron ser más resistentes a la magia y corrieron hacia la HiME mayormente inafectados. Ella persistió en utilizar su elemento, pero aquello no tuvo mucho efecto, y luego tuvo que abandonar sus intentos para huir antes que le dieran el alcance y le atacaran.

Se sentía altamente frustrada por sólo poder contar con su elemento luego de que su naginata se desintegrara durante el ataque de Rizembool hace un par de días. Cho había tratado de invocar un arma repetidamente, pero aquello todavía no ocurría. Por ver que los reptiles eran más rápidos que ella, no tuvo de otra que tomar la primera puerta que vio disponible. Hacer ello lamentablemente le regresó casi a su punto de partida, puesto a que salió por la puerta frente a la cual de donde había salido antes.

Ella tuvo la mala suerte de que los dos orphans también cruzaron la puerta que ella cruzó y le sorprendieron a una distancia bastante reducida. Por ello, Cho tomó la puerta aledaña, pero tampoco tuvo suerte porque inmediatamente llegó a uno de los clósets del pasillo que contenían artículos de limpieza. Debido a ello, sólo tenía la opción de regresar por donde había llegado.

Los orphans fueron persistentes y se aparecieron junto a la HiME en aquel reducido espacio. Cho se aterró y llegó a patear a uno, pero un orphan en forma de serpiente llegó a morderle en el brazo en plena huida.

“¡AAAAHHH!”


“¿Cho?” Roxas pudo oír ese grito por encontrarse dentro de una de las habitaciones de aquel pasillo. Él instintivamente cruzó la puerta para salir, pero ello le llevó a uno de los balcones del pasillo oeste.

El Key dio un pesado suspiro e intentó saltar entre los balcones para acercarse. Sin embargo, por sus múltiples experiencias apareciendo en todos lados, sabía que ingresar a cualquier habitación desde los balcones nuevamente le transportaría a un sitio aleatorio fuera de su control. Lo único que podía desear era que su hermana eventualmente saliera al exterior de la casa o a uno de esos balcones donde encontrarse con ella sería más simple, pero luego de oírle gritar sabía que no podía darse el lujo de esperarle. Tuvo que dar un pesado suspiro y cruzar la ventana del balcón al cual había llegado… el cual irónicamente terminó siendo un umbral reflejo porque le hizo salir por el mismo punto donde había entrado.

“¡Maldición!” reclamó iracundo y tuvo que saltar a otro balcón. No avanzó mucho porque vio a un orphan llegar a unos balcones a distancia, así que le tocaba huir mientras esperaba dar con el paradero de Cho.


Aquellos orphans definitivamente tenían algún sexto sentido que le permitían rastrearle porque, ni bien Cho regresó al pasillo, observó que otros cuatro orphans más se acercaban a toda velocidad.

Ella tuvo que sacudir su brazo y pegar con mucho dolor la cabeza del orphan hasta que este le soltó, pero por hacer ello un orphan en forma de un sapo gigante saltó encima de su espalda y le hizo caer hacia el piso.

Cho se rodeó de llamas para prevenir que los orphans se le acercaran. Vio a la mayoría aprehensivos, aunque el sapo persistía en inmovilizarla y la serpiente nuevamente se acercó hacia ella. La HiME intentó al menos mover sus brazos cuando notó que esa mordedura en su brazo empezó a dejar de dolerle… y, desafortunadamente, sintió una somnolencia y falta de energías que comenzaban a cobrar efecto en ella. Sus articulaciones empezaron a pesarle y entumecerse y ya no se sentía capaz de realizar movimientos bruscos. El fuego también perdía fuerza e intensidad y sintió apenas cómo la serpiente se ensortijó en su cuello y empezó a ahorcarle.

“…” trató de moverse, pero apenas y sentía una presión sin dolor mientras comenzaba a quedarse sin aire. Cho se aterró pensando que se desvanecería para siempre, pero estaba completamente inmovilizada…
“¡Cho!”
“…” oyó la voz de Roxas a distancia y ello le despertó un poco, pero sintió cómo era incapaz de vocalizar algo o ponerse de pie. Ya no sentía que se desfallecería, pero una nueva sensación de que su cabeza estallaría por la presión sanguínea fue evidente. ¿Tanto se encontraba siendo ahorcada por aquel reptil?




De repente, la presión paró bruscamente y Cho vio a la cabeza cortada de la serpiente rodar en el piso frente a sus ojos, la cual no tardó en deshacerse por completo. Acto seguido, sintió que el sapo fue pateado fuera de su espalda y vio cómo una espada atravesó su cabeza para aniquilarlo y desintegrarlo. La HiME pasó a sentir como una persona la levantó del piso y la apoyó en sí mientras los otros orphans les miraban con aprehensión.

“¿Estás bien, aruji?” le preguntó esa persona al oído, en voz baja.
“…” Cho respiraba agitadamente sin poder contestar, y recordó que ella continuaba rodeándose con su elemento, pero su salvador no era lastimado por su poder…
“Perdón, pero no puedo pelear solo contra estas criaturas. Necesito de tu ayuda.”
“T-tú…” el efecto de la mordedura empezaba a desvanecerse lentamente y Cho pudo pararse por su cuenta a duras penas. Fue ahí que miró a quien acababa de aparecer.

Se sorprendió un poco porque se trataba de un joven de cabellos oscuros y ojos rojos que tenía una deslumbrante apariencia y vestía con ropas elegantes e impecables. Este traía consigo una katana ligera que mantenía lista para atacar. Al igual que ella, era rodeado por el fuego a manera de protección. El chico vio que otro reptil saltó para atacarles, pero rápidamente contraatacó y lo impulsó con fuerza hacia un costado. Pese a que el golpe había sido hecho con el filo de la katana, el orphan no había sido cortado, como si fuera inmune al ataque físico.

“Ahh, lamentablemente, mis propios ataques están al nivel de un humano promedio,” se lamentó, sonriendo con cierta decepción.
“¿Q-qué quieres decir…?” preguntó Cho, confundida. “¿Quién eres?”
“Mi nombre es Kashuu Kiyomitsu,” se presentó ante la HiME con una reverencia. “Y existo para servirte como tu arma, aruji. Por favor, cuida muy bien de mí a partir de ahora.”
“¿Mi… arma?” la HiME no podía creerlo. “¿P-por qué me llamas así?”
“Eres mi aruji. Mi ama. Eso es todo,” él dejó de sonreír y miró de reojo hacia los orphans, con hastío. “Presiento que estamos por ser atacados. Debes usarme. En tus manos dejo de ser un arma convencional.”
“¿Ehh?”

Cho no llegó a decir más porque el chico brilló de una luz cegadora hasta que sólo la katana quedó. Ni bien ella la tomó, notó que los orphans volvieron al ataque. Ella utilizó una combinación del fuego y ataques de su nueva arma, y vio cómo el orphan anterior sí pudo ser derrotado por su arma cuando le llegó a impactar. Por la combinación de ataques físicos y mágicos, la HiME logró deshacerse de todos sus enemigos, aunque terminó un poco cansada y notó que había causado unos cortes en el suelo y la pared.

En ese momento, pudo oír la voz de su arma resonar en su cabeza…

“Soy una parte de ti y comprendo que nunca has tenido un entrenamiento propio para manejar espadas, pero como una katana delicada puedes hacerme daño si me maniobras sin medida.”
“Ehhh, p-perdón…” dijo Cho apresuradamente y algo avergonzada. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿En verdad tenía un arma que se comunicaba telepáticamente con ella?
“Está bien. Mientras tú existas, me puedo regenerar infinitas veces. Sólo es una observación. Tenemos que continuar.”
“C-cierto…”

Con el camino despejado, Cho pudo meditar un poco mejor sobre a dónde ir y tomó otra puerta para continuar con el laberinto.


Por otro lado, Roxas se encontraba facepalmeándose luego de haber caído en un loop entre unas puertas. Estaba dentro de la lavandería en el sótano de la residencia y las puertas y armarios disponibles terminaron por darle vueltas y regresarle a ese punto.

Él se encontraba muy preocupado por su hermana porque ya no había podido escuchar más de ella, y no sabía cómo interpretar ese grito. No quería ni pensar en lo peor, por lo cual sólo le tocaba continuar indefinidamente.

Entonces, vio que un orphan salió de uno de los armarios y corrió donde él. Roxas agarró una escoba y lo golpeó para alejarlo, pero aquel orphan no fue afectado y se notaba incluso más veloz e iracundo por la agresión. Este intentó atacarle y logró quebrar la escoba en dos. Ante esto, el Key se asustó y miró a sus alrededores. Lo único que no había tratado era una ventana al filo del techo, aunque esta era rejada y no podía pasar por ahí. El orphan por poco y le agarra, y Roxas tuvo que saltar desesperadamente hacia la secadora para buscar refugio.

Sorpresivamente, la puerta circular de la secadora también sirvió de umbral y notó que regresó a uno de los varios balcones en el segundo piso. Roxas respiró profundamente, pero de inmediato saltó hacia otro balcón que no había probado antes porque asumía que el orphan no tardaría en dar con él. Se detuvo brevemente para observar si había movimiento o rastros de su hermana en el exterior de la casa, pero al no notarla tuvo que continuar.

La entrada del balcón le llevó a otro de los cuatro pasillos principales. Dio un pesado y agobiado suspiro al no tener ni la más mínima idea sobre qué podía hacer. Tampoco recordaba sobre cómo regresar al lobby porque eso había sido hace muchas puertas y ventanas pasadas. Sólo le tocaba continuar, ya que su prioridad era dar con Cho. Luego pensaría en lo demás.

Roxas vio que unos tres orphans corrían hacia él a distancia, así que tuvo que huir mientras elegía una puerta al azar en su camino. No podía hacer nada por su cuenta, por lo cual tenía que mantenerse a salvo.




Mientras tanto, las personas esperando en el lobby habían continuado hablando entre sí. Había cierta incertidumbre por los hermanos internados en aquel laberinto infestado de orphans, pero en general todos se encontraban moderadamente tranquilos.

“Uhh, todavía no hay noticias…” dijo Urashima, quien seguía encima del hombro de su hermano. “Oye, Nagasone-niichan. ¿Podrías bajarme?”
“No, te creo capaz de escaparte,” le contestó tranquilamente, y luego negó. “Sé que he presenciado suficientes pruebas por haber cruzado la niebla, pero todavía no puedo creer que todo esto esté sucediendo.”
“Efectivamente, y no existe ningún otro lugar en el mundo capaz de hacer magia de este tipo,” reportó Komaeda con gran alegría. “Lo que siento por Rizembool y Hanasaki por todas sus hazañas y tremendo potencial es inigualable.”
“Pero tú eres el Rebel,” dijo el mayor, y vio al peliblanco asentir. “¿Acaso no eres el enemigo de todos nosotros y no estás poniendo en peligro la vida de los dos justo ahora? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo y cómo todos pueden aceptar lo que estás haciendo?”
“Créeme que usualmente el caso es que los Rebels y las HiMEs tienen relaciones muy bélicas,” informó Larsa, un tanto frustrado.
“Pero Koma-chan es diferente,” dijo Osaka. “En general, él es muy amable y dice que quiere ayudar a que Cho sea más fuerte mucho antes de aprovecharse de sus debilidades. Por ello es que tiene toda mi confianza.”
“No puedo creer que acabas de decir eso,” Tomo negó exasperada.
“Pero Osaka tiene mucha razón,” declaró Komaeda, animado. “A diferencia de otros Rebels con intenciones más agresivas, yo simplemente quiero que los dos nos volvamos más fuertes y que termine ganando el mejor. Les aseguro que esa es mi meta y que pienso ser un Rebel muy amigable y servicial. Es mi forma de ser. ¿No es así, Solidor-kun?”
“Uhh, me reservo comentarios…” Larsa mostró un gran pesar y negó repetidamente. Si bien Komaeda solía ser alguien educado y respetuoso de otros, lo conocía suficiente para entender que el peliblanco no era tan inofensivo como él mismo insistía serlo. Sólo esperaba que nadie fuera a olvidar aquella vez que Komaeda lanzó a Roxas desde el quinto piso en el museo hacia el jardín… y obviamente era un tema muy complicado de siquiera mencionar frente a los Kotetsu. “Sólo diré que a ustedes les viene bien llevarse de buena manera con Komaeda. Los Rebels no tienen motivos de ir en contra de personas no involucradas en la pelea, y es conveniente tanto para ustedes como para Tanaka-san y Roxas. ¿Han comprendido?”
“Por supuesto, ya me sé toda la etiqueta~” Marisa dio un guiño, entretenida. “Además, nuestro resident Rebel sí ha demostrado ser buena gente y comprensible con nosotros los Muggles.”
“No puedo dejar que te refieras a ti misma como Muggle, siendo una gloriosa exHiME.”
“Hahaha, me halagas, pero en verdad no hice mucho~”
“¿Y cuánto tiempo va a tomar este laberinto?” preguntó Tomo cruzada de brazos. “Al menos debería haber pantallas que transmitan lo que sucede.”
“No tengo la habilidad suficiente para implementar aparatos tecnológicos aquí,” reportó el Rebel. “Pero, por todas las puertas y ventanas, podría tomar bastante tiempo.”
“Aunque…” Horikawa frunció el ceño. “Siendo este un lugar ficticio… ¿no sería más fácil destruir todas las paredes para llegar a la meta?”
“Eh, ¿ehh?” Urashima se inquietó un poco por esa teoría.
“¡Ohh!” mientras que Komaeda se entusiasmó. “Al igual que Solidor-kun, eres muy analítico, ¿no es cierto?”
“¿Q-cómo?” preguntó Tomo, casi atragantándose.
“Ohhh…” Reimu pareció comprender el caso y sonrió. “Ya veo. En ningún momento dijeron que no se podía atravesar paredes, ¿verdad?”
“Paredes, piso, mientras no sean puertas y ventanas no están bajo el hechizo,” reportó Komaeda, encogiéndose de hombros.
“Sobre todo el piso,” Larsa miró hacia el techo. “El lobby tiene como techo la azotea. Si bien sólo la puerta de las escaleras lleva directamente hacia la azotea, es fácil trepar al techo de la casa desde cualquiera de los balcones del segundo piso. Tanaka-san no tiene poderes muy agresivos, pero si fuera a atacar el piso de la azotea insistentemente con llamas de fuego, podría debilitar la estructura lo suficiente como para hacerla colapsar y acceder a este ambiente.”
“¡Ohhh, suena divertido!” Marisa sonrió ampliamente. “Hehe, ya me dio nostalgia. En mis tiempos de HiME no habría tenido problemas destruyendo paredes con mis hechizos.”
“Hehe, y yo habría desintegrado materia con suma facilidad,” dijo Osaka.
“¡Chócala!” la rubia le extendió una palma.
“¡Yay!” y Osaka le correspondió.
“Tsk, malditas exHiMEs…” dijo Tomo a regañadientes.
“…” Nagasone miraba a las chicas hablando muy acostumbradas a esa bizarra e inaceptable realidad. Le costaba creer lo que sucedía, pero ahí nadie estaba bromeando, y en verdad se encontraba preocupado por aquel mundo al cual habían llegado a parar.
“Kotetsu-san,” Horikawa se dirigió hacia él. “Tiene que mantenerse tranquilo. Esto es mucho que asimilar, pero le aseguro que todo estará bien. Hablaremos al respecto.”
“Ni sé cómo se lo mencionaremos a mi papá…”
“Quizás eso no sea tan complicado como usted lo cree…”
“¿Eh?” el mayor se confundió. “¿Por qué lo dices, Kunihiro?”
“Sólo una corazonada,” Horikawa desvió su mirada. Estaba casi seguro que el señor Kotetsu estaba más involucrado en el asunto que ellos, pero no iba a decir nada en medio de las presentes circunstancias. “De todos modos, nos toca hablar con él pronto.”
“Ehh, ¿no deberíamos hacernos a un lado si es que Cho y Roxas van a caer encima de nosotros?” preguntó Marisa, sonriendo preocupada.
“Sería una caída muy fea si lo hacen sin pensar. Estarían a tres pisos de altura,” observó Reimu. “Esperemos que aterricen a la cima de las escaleras.”
“También espero eso, pero no sé cuánto podrán calcular desde la azotea,” comentó Komaeda. “Hay que estar atentos.”


Luego de eliminar a otro grupo de orphans, Cho corría a la par con la forma humana de su arma por uno de los pasillos del primer piso.

“Este juego de puertas y ventanas no tiene fin, aruji,” comentó Kashuu, quien sonreía con leve frustración. “¿No tendremos otra opción?”
“No sé qué esperar de Komaeda, honestamente…” Cho dio un pesado suspiro. “Y no puedo pensar en nada.”
“Nos tocará continuar. ¿Qué puerta tomamos?”
“Pues…” la HiME se sintió tentada en tomar la puerta al final del pasillo que teóricamente debería dar al lobby, aunque las probabilidades de acertar eran las mismas que cualquier otra. Inmediatamente se desanimó cuando vio a un orphan entrar por esa misma puerta y se giró a la primera a su alcance. “Por aquí.”

Ellos cruzaron esa puerta y tuvieron la mala suerte de ser transportados afuera de una ventana del segundo piso que no contaba con balcón. Ello significó una caída libre a uno de los arbustos en el primer piso aledaños a una puerta que llevaba a la amplia cocina.

“Ihh…” Cho se levantó con mucho dolor entre las delgadas ramas del arbusto que había quebrado con su caída. Era increíble la realidad de ese ambiente supuestamente falso. Al menos con salir había podido comprobar que ese atardecer no se había movido, por lo cual no debía temer a la noche, pero tampoco debía prolongar su tiempo ahí porque empezaba a cansarse.
“Aruji,” Kashuu extendió su mano para ayudarle a salir del arbusto.
“Gracias,” la HiME aceptó su ayuda. Pese a la incierta situación, admitía que se sentía mucho más segura y cómoda por tener a alguien que le apoyara. Ella pudo salir del arbusto con facilidad y se paró por su cuenta. Cho miró un poco curiosa cómo su arma inmediatamente empezó a sacudir sus ropas con incomodidad y cierta molestia.
“Haré pagar a nuestro Rebel por este maltrato. Arruinando mi atuendo así…” renegó en voz baja.
“E-está bien, podemos siempre conseguir más ropas…”
“Sé que no es el momento para preocuparse por esto, aruji. Seré paciente,” se vio rendido y asintió. “Tenemos que seguir huyendo.”
“Sí,” Cho asintió.

Entonces, los dos vieron que dos orphans salieron desde la misma ventana encima de ellos. Otro orphan surgió de la puerta de la cocina, así que no iban a poder huir sin pelear antes.

Por la presencia de enemigos, Kashuu volvió a convertirse en una katana y Cho se preparó para pelear contra las criaturas oscuras. Pese a poder lidiar con ellas una a la vez, más orphans comenzaban a aparecer. Uno un momento de calma, pero otros dos orphans más aterrizaron de la ventana. Definitivamente se encontraban cazándola, así que decidió huir antes de que aparecieran más. No podía quedarse quieta y gastar sus energías sin ponerse a seguir buscando por la salida.

Cruzó la puerta a la cocina y regresó al último pasillo donde había estado. Por una de sus primeras puertas, supo que no llegaría a la cocina, pero eran malas noticias regresar a un punto espacioso en el cual había estado previamente. Como imaginó, había un grupo de orphans que inmediatamente levantaron sus cabezas como quienes detectaban el aroma de la HiME, y corrieron hacia ella.

Cho comprendía que la batalla sería difícil. Ya estaba casi al punto en el cual no sabía si había tomado una puerta u otra, y prefería guardar su aliento para continuar con sus intentos. Tenía que mantener su frustración al mínimo mientras eliminaba a la mínima cantidad necesaria de orphans para continuar sin mayores problemas.

Los orphans no dejaban de aparecer de otras puertas, y la HiME decidió huir de inmediato al verse acorralada. Ella tomó la puerta más disponible y terminó entrando a la azotea desde la puerta de las escaleras.

Pese a que todavía no encontraba una de las salidas, seguía siendo un tanto conveniente ya que en un espacio más abierto podría pelear mejor. De todos modos, eventualmente tendría que apuntar a uno de los balcones en el piso inferior para regresar al edificio. Cho inmediatamente se alejó de la puerta y llegó al centro de la azotea entre los rieles para colgar la lavandería. Ella vio que los orphans le siguieron por la misma puerta donde había llegado y se alistó para derrotarlos antes de continuar con su travesía.

La labor empezó a complicársele por una falta de energías y no muchos recursos. Los orphans que eran derrotados por el fuego resultaron ser pocos y la mayoría requirió que blandeara su nueva arma la cual todavía no sabía manejar bien. Pelear físicamente también le exponía a los orphans y pese a tratar de mantener una prudente distancia, Cho empezaba a recibir empujones y golpes de las oscuras criaturas. Su número de enemigos bajaba lentamente, pero ya no contaba con las suficientes energías para lidiar con los más problemáticos.

De repente, otro orphan apareció desde la puerta de la azotea que pudo pasar desapercibido de la HiME y terminó por caerle encima. Cho apenas pudo mantenerse de pie, pero la impresión le hizo entrar en pánico y terminó por soltar un grito. El orphan en forma de un cocodrilo se había aferrado a ella con fuerza y la HiME sentía sus garras abriéndole heridas. Ella agachó su cabeza esperando que aquel orphan que tenía resistencia al fuego no llegara a morderle, aunque eso seguramente terminaría ocurriendo.

Y ella se sorprendió de nuevamente oír la voz de su hermano, quien había podido dar con ella por el ruido de la pelea y su exclamación.

“¡Cho!”


Roxas llegó al trepar desde uno de los balcones hacia la azotea. Notar que su hermano estaba presente dentro de esa azotea le dio escalofríos y, como temió, los orphans que le asechaban a ella optaron por apuntar a él primero.

“¡Roxas! ¡Corre!”

El corazón de Cho empezó a latir a mil. También vio que orphans perseguían a su hermano desde los balcones. Pese a que Roxas no contaba con poderes, él demostró ser bastante ágil para poder esquivarlos mientras avanzaba hacia su hermana, aunque Cho no tardó en ver que unos estaban por atacarle desde detrás. Ella se despertó y corrió hacia él mientras volvía a invocar el fuego para arremeter contra los orphans.

Quizás por la urgencia o la presencia del Key, Cho sintió que su hechizo incrementó en fuerza y pudo eliminar a la mitad de los orphans, mientras hería y propulsaba al resto fuera de la azotea. Sin embargo, ese desesperado ataque le dejó sin energías y le hizo caerse de rodillas en el piso mientras respiraba profundamente.

Luego del ataque de la HiME, Roxas necesitó un par de segundos para estabilizarse luego de aquella fugaz onda de calor, y siguió corriendo hacia Cho para arrodillarse frente a ella.

“Cho, ¿estás bien?” le preguntó.
“…” Cho estaba cabizbaja y temblaba ligeramente. La HiME sintió ese instintivo impulso de recriminar a su hermano por ponerse en peligro y rechazar su ayuda, pero luego de los últimos eventos aquello había pasado a segundo plano. Ella estaba profundamente alegre y aliviada de ver a Roxas y no se reservó las ganas de darle un fuerte abrazo.
“Ehh…”
“Lo siento… lo siento mucho…”
“¿D-dé qué hablas…?” le preguntó, perplejo. Él sintió que su hermana se puso a llorar.
“Sé que he sido imposible estos últimos días… yo…” apretó su abrazo. “No tengo excusa. Temo mucho que algo te ocurra y por eso no quiero que te involucres… p-pero también me avergüenza admitir que sí quiero tenerte cerca, tenerte de mi lado… perdón por hacerte esta situación tan complicada… tengo miedo… quiero protegerte… p-pero no puedo hacer esto sin tu presencia, sin tu ayuda…”
“Cho…” Roxas se separó de su hermana y le agarró de los brazos. Le entristeció verle llorar, aunque sus palabras terminaron levantándole un peso de encima. “Sé cómo te sientes… yo también temo mucho por ti, y en el fondo quería hacer lo mismo. Pese a no ser HiME, apuntaba a ser yo quien se pusiera en riesgo y quien peleara en tu lugar… por eso me molesté tanto contigo cuando saltabas al peligro…” bajó su mirada. “También he estado resintiendo tantas cosas del pasado que no he prestado atención a lo que está ocurriendo a mi alrededor… todo por lo que pasamos… el hecho que no fuimos unidos y que no estuve ahí por ti…”
“Perdón por dejarte de lado…”
“No te disculpes,” le sacudió un poco. “Lo entiendo ahora. Los dos cometimos errores, caímos víctimas de lo que sucedía, pero nunca dejamos de ser importantes el uno para el otro,” él sonrió. “Eso es lo que más importa. Y en el presente nos toca aprender del pasado y ser finalmente un equipo. El equipo que éramos antes de llegar a Hanasaki. Yo confío en ti, Cho. Y, por favor, ahora confía en mí. Ya no soy el niño del cual tenías que encargarte. Pase lo que pase, debemos estar del mismo lado, y luchar juntos. Por eso estoy aquí. Déjame ayudarte, por favor…”
“…” la visión de Cho se nubló de lágrimas y ella terminó asintiendo. Ya no iba a negar a su hermano. Era evidente que no quería hacerlo, y las palabras que le acababa de decir resonaron en su pecho y en sus pensamientos. Ella sentía lo mismo…

El momento se cortó porque los orphans no tardaron en regresar, y en mayor cantidad. Cho miró de un lado al otro y comprendió que se encontraban rodeados. Los dos se levantaron y Roxas adoptó una posición de defensa, determinado a proteger a su hermana.

Cuando entonces, finalmente sucedió. Roxas sintió un surgimiento de poder que le regresó mentalmente a su pasado como Knight. Él extendió sus brazos y se sorprendió al ver a sus dos keyblades materializarse.

“R-Roxas…” Cho se quedó en shock.
“…” él mismo se mantuvo inmóvil mientras procesaba lo que acababa de ocurrir, y rápidamente apretó el agarre en sus armas y se preparó para pelear. Miró de reojo a su hermana. “Cho, no te muevas. Yo me encargo.”
“¿Eh?”

La HiME vio a su hermano correr hacia un grupo de orphans y muy fácilmente deshacerlos con una serie de golpes. Conforme iba atacando, Roxas demostró volverse a acostumbrar a sus poderes e incrementar su velocidad con suma rapidez. Cho observaba a los reptiles intentando ir hacia ella, pero el Key era muy ágil y atento para correr y deshacerse de la amenaza. Mientras veía cómo su hermano lidiaba con los enemigos a base de limpios y efectivos ataques, la HiME no podía esconder su sorpresa. Ella no había llegado a ver a su hermano en acción atentamente hace tres años y sólo había oído las anécdotas que Osaka le había comentado en ocasiones. Acababa de comprobar la rumoreada fuerza y destreza que él tenía, y se sentía muy lejos de siquiera llegarle a los talones. Cho comprimió sus puños, y declaró que se esforzaría para poder ser más fuerte y digna de su ayuda.

En medio de uno de sus ataques, Roxas golpeó el piso de la azotea y observó que causó una grieta, donde vio de reojo el interior de la casa. Él se sorprendió por notar el pasillo precisamente en el lugar en donde debía estar.

Se detuvo mientras analizaba su hallazgo y bajó su guardia que casi le cuesta recibir un ataque. Roxas tuvo que despertarse y detener con sus armas el ataque de un persistente orphan que había sido reincidente. Al entender que este no caería con ataques físicos, rodeó su keyblade blanca de una luz cegadora y envió una onda incandescente hacia ese orphan. Este y otros en el camino fueron barridos y se desintegraron. Acto seguido, terminó con los últimos orphans con ataques simples y acabó con la amenaza en la azotea.

“…” Cho observó a su hermano quien se había quedado mirando a la grieta en el piso. “Roxas, ¿sucede algo?”
“Déjame probar algo,” dijo él, quien atacó a otra posición de la azotea. La HiME se sobresaltó por el ataque y la destrucción que causó, y vio parte del pasillo y una habitación del segundo piso por medio del hueco. Roxas asintió y miró a la peliceleste. “Cho, creo que será más fácil movernos si destruimos esta estructura. Tal vez no nos vamos a transportar aleatoriamente si saltamos desde ahí.”
“¿H-hablas en serio?” la HiME se sorprendió. Eso le hizo recordar que Komaeda había mencionado únicamente las puertas y ventanas, pero, ¿en verdad destruir la casa había sido una opción? Nunca lo hubiera pensado. No estaba en su naturaleza destruir cosas, menos su casa. “Se siente raro destruir este sitio…”
“Al menos, después de todo esto, ya no me molesta tanto la idea de vender la casa,” Roxas negó.
“…” eso hizo a Cho sonreír un poco. “Tiene sentido… eh, para salir debemos llegar a la entrada de la casa.”
“La azotea se conecta directamente, ¿cierto?” Roxas estuvo por apuntar hacia el centro de la azotea.
“¡E-espera!” Cho le detuvo. “Son tres pisos de alto. Tenemos que apuntar a donde están las escaleras.”
“Ah, cierto,” ello inquietó un poco al rubio, quien claramente no lo había pensado. “Entonces vamos cuanto antes. No sabemos si hay más orphans que nos persiguen.”
“Sí…”





Luego de haber podido oír los múltiples impactos durante la pelea en la azotea, el grupo en el lobby observó cómo una onda brillante abrió un hueco en la mitad de la subida de las escaleras y tanto Cho como Roxas saltaron hacia abajo. La HiME tuvo una caída un tanto accidentada al haber aterrizado piso y medio abajo, y fue ayudada por su hermano.

“Cuidado, supongo que fue un poco brusco para ti,” le dijo.
“Estoy bien, gracias,” Cho asintió.
“¡Primos!” exclamó Osaka, emocionada, quien de inmediato corrió donde ellos. Ella fue seguida de los demás y terminó llegando a la par con Urashima quien finalmente fue liberado por su hermano mayor al ya no haber peligro.
“¡Senpai! ¡Cho! ¡Se encuentran bien!” exclamó el rubio menor, visiblemente aliviado.
“¿Q-qué hacen todos aquí?” Roxas se extrañó.
“Yo les terminé avisando,” reportó Larsa, quien notó que la atención del Key había pasado al nuevo del grupo.
“U-usted es…”
“¿Me reconoces?” Nagasone se vio animado. “Finalmente nos encontramos.”
“S-sí… Urashima, ¿qué hace tu hermano aquí?” preguntó Roxas, casi recriminándole. “No deberías revelar todo esto a alguien que no está inscrito en Hanasaki.”
“Pienso lo mismo, con toda honestidad,” Komaeda negó.
“Ehh…” y Cho se extrañó de que su Rebel estuviera inmerso en su círculo.
“P-pues senpai, es una larga historia,” Urashima desvió la mirada y se incomodó.
“Me cuesta creer que sigues llamándole senpai,” comentó Tomo, algo frustrada.
“No es que se pueda cambiar aún,” le recordó Marisa.
“Siento que nos estamos mareando un poco entre todos,” dijo Reimu, sonriendo incómoda.
“Sí, quizás lo mejor sería salir de aquí,” opinó Horikawa.
“Es verdad. Ya que este desafío ha sido apropiadamente resuelto por mi HiME, no existe más punto de quedarnos aquí,” comentó Komaeda, tranquilamente. “Me alegro sin lugar a dudas que los dos hayan podido cooperar, y que Roxas haya despertado sus poderes.”
“¿En serio?” preguntó Tomo, alzando una ceja.
“Sí, esa energía que causó la destrucción del techo vino de él. Es uno de sus poderes del pasado,” reportó Larsa.
“Lo recuerdo bien,” Osaka asintió. “¡Yay! ¡Ya era hora!”
“¡Me alegro que todo haya podido salir bien, senpai!” exclamó Urashima, contento. Él agarró el hombro de Roxas. “¡Felicidades!”
“Sí, gracias,” este se vio un poco confundido, aunque terminó por sonreír y asentir. “También muchas gracias por tu apoyo estos últimos días.”
“¡No hay de que!”
“¿Él tiene… poderes…?” Nagasone todavía trataba de procesar lo que ocurría, pero luego de haber llegado a esa extraña casa encantada y ver la destrucción en el techo, sentía que todo el asunto era más peligroso de lo que pensaba…

Cuando entonces…






“Su persistencia en este lugar es entretenida, por decir poco…” comentó Shinkouhyou.
“Siguen siendo jóvenes…” agregó Taroutachi, inmutado.

Las voces de esas dos personas ingresando al ambiente alertaron a los demás, quienes se voltearon. Para los Hanasakienses, detectar a Shinkouhyou era un sinónimo de que estaban siendo observados y debían permanecer atentos (a excepción de Osaka), y el hecho que acompañaba a aquel señor alto de cabellos negros y ojos ámbar indicaba que el desconocido era una persona de interés y posiblemente peligrosa. Sin embargo, tanto Horikawa como los Kotetsu se sorprendieron de sobremanera al reconocerle inmediatamente, y más cuando fue Komaeda el primero en separarse del grupo y caminar hacia los dos como quien les daba la bienvenida.

“Esta es una grata sorpresa,” comentó el Rebel, sonriendo. “Bienvenidos a este espacio, aunque… debo admitir que me da vergüenza mostrarles a los dos este lugar tan mal construido. Sigo siendo un principiante, y quizás siempre me falte mucho para estar al nivel de ustedes…”
“…” Taroutachi le miró atentamente. “Tú eres el Rebel de la presente HiME. Lo comprendo.”
“Exacto. Debido a unos recientes eventos, terminé investigando datos sobre su destacada familia, y comprendo que usted también tiene unos cercanos vínculos con Rizembool.”
“Precisamente…”
“Ehh…” Urashima y Nagasone intercambiaron miradas. Por su lado, Horikawa asintió al haber podido descifrarlo por su cuenta.
“Si tanto respeto le tienes a tus superiores, lo mejor sería que te retiraras,” comentó Shinkouhyou, sonriendo con simpleza. “Después de todo, él ha venido por asuntos familiares.”
“¡Me lo imaginaba!” Komaeda juntó sus palmas y asintió. “Sí, es muy importante. Quizás su presencia en esta ciudad termine siendo positivo para mi HiME a largo plazo. Entonces me retiró. Este espacio también ha perdido todo valor. Les regresaré a la realidad.”

Dicho esto, el Rebel desapareció y todos fueron cubiertos de la oscura niebla que no tardó en disiparse y regresarles al sendero en el bosque. Taroutachi miró de reojo a Shinkouhyou quien se despidió de él con una palma y también desapareció en el acto.

“Usted…” Roxas le miraba con aprehensión. “¿Quién es?”
“Mi nombre es Taroutachi Kotetsu,” se presentó pausadamente y le miró con sus ojos fulminantes que le causaron impresión. “Estoy aquí para hablar con ustedes.”
“…” la mención de aquel que resultó ser el señor Kotetsu hizo que Cho retrocediera un paso y se llevara una mano a su pecho. Al verse retraída y un tanto amenazada por la presencia del líder de esa familia, notó que su arma volvió a aparecer.
“Así que eres tú quien en cierta forma asechaba a distancia…” comentó Kashuu, posicionándose frente a la HiME a manera de protección. Él adoptó una actitud indiferente y calmada, pero que no se dejaría intimidar, e ignoró las sorpresas de todos los demás. “Te tomó bastante aparecerte por aquí.”
“¿Vendrías a ser el Child de tu HiME?” le preguntó Taroutachi, alzando una ceja.
“Soy su arma,” contestó encogiéndose de hombros y miró de reojo a Roxas con indiferencia. “Por ello, no estoy vinculado al Key ni a nadie más a parte de mi HiME.”
“El arma…” para variar, el señor se vio entretenido y sonrió un poco. “Interesante. Esta generación de HiMEs ha aumentado su variedad de poderes…”
“Presumo que tu generación era distinta…” siguió Kashuu, mirándole con desconfianza.
“Podemos hablar sobre todo ello con calma. No estoy aquí para antagonizar a tu ama. He venido en paz y con intenciones de ayudar, por más que las sorprendentes noticias de mi familia puedan dar mucho de qué hablar.”
“Supongo no duele oírte…”
“Y, principalmente, he venido por ti…” Taroutachi regresó su mirada a Roxas, quien se confundió bastante. “Tengo mucho que comunicarte, y también debes tener tanto que decirme a estas alturas. Es hora que lo resolvamos.”
“Ehh…” este ladeó su cabeza y miró a todos sus amigos a su alrededor, para regresar al señor frente a él. “Ehm… ¿de qué habla? ¿Q-qué vendría a tener yo que ver con usted…?”
“¿Oh?” el mayor se vio ligeramente sorprendido, y dio una rápida mirada a los demás. “¿Todavía no lo sabes? Tenía entendido que el secreto había sido divulgado… ¿acaso eres la única persona presente que no ha escuchado la verdad?”
“E-efectivamente…” respondió Horikawa, quien agachó su cabeza. “Siento mucho las incomodidades, señor Kotetsu.”
“No eres el responsable de todo esto, Kunihiro. Lo comprendo,” le contestó con cortesía. “Retirémonos del bosque. Es momento de una reunión muy importante.”

El fatídico encuentro se acababa de dar, y era el inicio de un cambio de vida y de un nuevo entorno para los dos hermanos…


Cho

Okay, sé que esto es overkill *hides in shame* pero quiero quitarme el bichito y pronto se me acabarán los días libres *breathes in*

39




La bizarra aparición de Komaeda había sido dejada atrás y había llegado el momento en el cual los Kotetsu finalmente explicarían todo el asunto a los hermanos Tanaka. Al regresar a la parte céntrica del campus de Hanasaki, el señor Kotetsu instruyó que iba a ser una conversación privada para aquellos con vínculos familiares en el asunto, por lo cual los primos tuvieron que despedirse de sus amigos y siguieron al respetable señor para ir hacia un punto donde ocurriría el diálogo.

Por los eventos más recientes, hubo cierta tensión en el aire y no se compartieron muchos detalles. Taroutachi se limitó a informarles a todos que él había estudiado la secundaria en Rizembool y había sido un Rebel en aquel entonces, pero que ya no tenía vínculos con la institución y era simplemente un neutral con experiencia. Y, específicamente, un ‘neutral’ con el interés en apoyar a quienes estaban bajo su responsabilidad. Sus hijos sólo alcanzaron a expresar confusión, aunque se reservaron comentarios durante el camino en limosina por la ciudad.

El silencio abundó en muchas oportunidades. Osaka se mostró un tanto nerviosa cada vez que los demás callaban y trató de traer pequeños temas de conversación ligeros a flote. Horikawa le contestó con ánimos y amablemente al comprender su inquietud y también con el interés de velar por aliviar el ambiente. Ambos sí ayudaron un poco con ello, y a veces lograban hacer que los hermanos Kotetsu contribuyeran a la conversación. Por su lado, Roxas miraba de un lado a otro y se notaba ofuscado porque comprendía muy bien que todos le ocultaban algo importante que habían decidido conversar en su destino. De vez en cuando miraba a Cho quien estaba perdida en sus pensamientos, y notaba un tanto confundido cómo aquella nueva ‘arma’ al costado de la HiME le correspondía la mirada con una extraña indiferencia. Por su lado, Cho sentía que el trayecto duraba una eternidad y tenía tantas dudas sin saber cómo comenzar a preguntarlas. Ocasionalmente miraba a los demás disimuladamente como quien no quedaría ser percibida, pero más miraba hacia el señor Kotetsu. Este estaba sentado al costado de una ventana y tenía su mirada fija hacia el exterior, completamente inmutado. Su semblante y postura lo hacían completamente indescifrable para ella.

Eventualmente, la limosina abandonó las vías rápidas y llegó a una zona residencial de casas grandes y amplias, quizás no del tamaño de la casa que los hermanos Tanaka estarían prontos a vender, pero más modernas. La limosina ingresó a una casa de tamaño mediano de tres pisos que contaba con una pequeña piscina a espaldas de la estructura. Una vez en el recinto, todos bajaron de la limosina e ingresaron a la casa, dirigidos por el señor Kotetsu.

“Adelante,” les dijo, sin voltearse mientras abría la puerta.
“Hmm, es extraño no ser recibidos por empleados,” comentó Urashima, sonriendo. Notó que su padre le miró de reojo. “Ehh, n-no que esté mal, sólo imaginé que ibas a contratar a personas aquí también. Me parece raro pensar que no vas a tener asistentes.”
“Cuento con un chofer que me asistirá en mis asuntos. Aparte de eso, pienso que recurrir a sirvientes sería contraproducente para ustedes, especialmente para ti, Urashima,” le contestó Taroutachi, calmadamente. “Tu decisión de salir al mundo exterior vendrá atada a la necesidad de colaborar con las labores del hogar.”
“Ehh, t-tiene sentido…”
“Claro que sí,” Horikawa asintió, sonriendo. Sus ojos le brillaron de emoción. “Es el momento perfecto para enseñarte a limpiar bien y a cocinar. A Kotetsu-san también.”
“Eh…” eso agarró de sorpresa a Nagasone, quien sonrió frustrado. “Vaya, no puedo negarme. Supongo no dolerá.”
“Hm, bonito lugar…” Kashuu se tomó la libertad de dar unos pasos alrededor de la sala que venía justo después de la entrada mientras miraba con una pizca de curiosidad como quien le daba el visto bueno. Sin duda no era una residencia con un ostentoso lobby ni muchas salas de estar sin propósito alguno, pero los ambientes eran espaciosos y daba la impresión que había varias habitaciones en los pisos superiores. Él miró al señor Kotetsu. “Debes tener un buen motivo para invitarnos a lo que vendría ser tu propio hogar, ¿no es así? ¿Qué tal si vamos al grano?”
“Oye, ¿no eres un poco directo?” le preguntó Roxas, quien no evitaba sentirse intimidado por aquella persona y por el hecho de estar en un hogar ajeno. “No deberías faltarles el respeto.”
“Ah, si me encuentro faltando el respeto, mis disculpas,” confesó, encogiéndose de hombros y sonriendo con ironía. “Pese a mi refinada apariencia, carezco de cierta etiqueta social.”
“Lo comprendo,” Taroutachi asintió. “Entonces, vayamos al comedor. Antes de continuar hablando sobre esta residencia, sí necesitamos esclarecer ciertos temas.”

Todos siguieron al dueño de casa por un pasillo que les llevó a un amplio comedor. Pese a la apariencia moderna y occidental de la casa con varias ventanas, el comedor era más bien de un estilo japonés, con la mesa baja y cojines que servían de asientos. Los Kotetsu y Horikawa se sentaron con toda comodidad, mientras los otros invitados se vieron un tanto confundidos por la elección, pero no tardaron en imitarlos. Las visitas al templo que ahora ocupaba Reimu sí les había dado experiencia, aunque les tomaría un poco acostumbrarse a hacerlo rutina.

“Si esto no se les acomoda, mandé a instalar un comedor occidental de menor tamaño en la cocina,” informó el señor, inmutado.
“Ehh…” Roxas no comprendió por qué esa persona hablaba sobre ‘acomodarles’…
“¡¿Sería posible instalar un kotatsu en este comedor durante el invierno?!” exclamó Osaka sumamente emocionada repentinamente.
“O-Osaka…” Cho se dio un facepalm. “Hay cosas más importantes ahora…”
“Pero si es la familia Kotatsu…”
“Osaka, ¿podrías no decirlo frente a mi papá?” le pidió Urashima, sonriendo nervioso.
“¿Por qué lo pides, Kotatsu?”
“¿Ella te llama Kotatsu?” preguntó Nagasone a su hermanito.
“Pues…”
“Por supuesto,” Osaka asintió, animada. “Y tú vendrías a ser Mada Kotatsu. Mucho gusto.”
“¿Perdón?”
“Osaka…” Roxas negó sumamente frustrado.
“Con respecto al tema del kotatsu…” el señor Kotetsu alzó una ceja. “Ello sería más apropiado en la sala. Se vería en su momento.”
“¡Ah! ¡Cierto!” la exHiME asintió respetuosamente. “Muchas gracias, señor Kotetsu.”
“…” los demás se miraron entre sí por cómo Osaka muy particularmente sí llamaba al señor Kotetsu como debía ser. Lamentablemente, ni sus primos comprendían cómo el cerebro de su prima especial funcionaba.
“Retomando el tema…” Taroutachi miró fijamente a Roxas, quien se sintió casi en la mira. Ese individuo era una persona demasiado impresionante, pero, como sus familiares habían confiado en él, le tocaba prestar atención y averiguar el secreto. “Ahora que me encuentro presente, es momento de informarte qué es lo que ocurre aquí. Cómo nosotros estamos involucrados contigo y por qué has llegado a conocer a mis hijos en Hanasaki.”
“Eh…” Roxas miró a Urashima con leve sorpresa. ¿En verdad la razón de que él hubiera ingresado a Hanasaki se debía a sí mismo?
“Nosotros los Kotetsu somos una familia tradicional del Japón desde hace muchas generaciones, de un linaje de guerreros de élite. Llega al punto de ser impensable que personas de nuestra familia se involucren fuera de su ambiente para internarse en la sociedad. Nuestra presentación ante ustedes es por un motivo muy importante para nosotros. Un momento por el cual sinceramente hemos esperado por casi dos décadas,” recalcó. Hizo una breve pausa para organizar sus pensamientos y continuó. “Siendo directos, nuestra familia ha deseado fervientemente encontrarte durante muchos años y para tal fin realizamos una intensa búsqueda que con el tiempo nos llevó a esta ciudad, y hacia ti.”
“¿A mí? ¿Por qué?” preguntó Roxas, perplejo por aquella descripción.
“Hace dos décadas, debido a un terrible suceso en nuestra familia, perdimos a uno de los nuestros en medio de un ajuste de cuentas entre otras dos familias, algo que nunca nos correspondió a nosotros para empezar. Yo perdí a uno de mis hijos,” a pesar de aquella cruel e injusta historia del pasado, Taroutachi continuaba hablando inmutado y con la misma cadencia que le caracterizaba, sin dejar de mirar hacia su oyente. “Hicimos todo lo posible por dar con el paradero de quien fue arrebatado de nosotros, sin importar el tiempo y los recursos necesarios, hasta que luego de una extensa investigación finalmente dimos con él,” cerró sus ojos momentáneamente y volvió a mirar al Key con más intensidad. “Roxas, tú eres el Kotetsu que desapareció hace muchos años.”
“…” el dirigido se quedó en shock y se tensó de pies a cabeza, al punto de no poder formular ni una sola palabra. “¿Q-q-q…?”
“Tú eres mi hijo, a quien perdimos y por quien hemos dado todo por recuperar,” Taroutachi levantó su mirada y los demás notaron al chofer quien inmediatamente dejó un fólder frente al sitio de Roxas. Este dudó en alcanzarlo, pero finalmente lo tomó y comenzó a ojear una serie muy variada de documentos que juntos parecían pintar una muy compleja y verídica imagen, pero que en su presente estado no podía siquiera ponerse a analizarlo. Los demás le observaron pasar entre las múltiples hojas con la visión perdida, y el señor Kotetsu continuó hablando. “Es algo que sabemos con absoluta certeza. Los múltiples estudios e investigaciones que ahora tienes en tu poder concuerdan, al igual que las pruebas de ADN que mandamos hace poco.”
“¿Eh?” Roxas despertó y nuevamente miró a todos. Él se encontraba en un estado de shock y giraba su cabeza a manera de responder a fuertes impulsos eléctricos. “E-esperen, ¿qué es todo esto? ¿E-es verdad?” él se giró a Osaka y Cho. “¿A-acaso ustedes sabían de antemano?”
“S-sí… también fue un gran shock para mí… n-no supe cómo decírtelo…” dijo la HiME, bajando su vida, apenada.
“Yo me enteré ayer,” reportó Osaka, quien más bien se veía contenta. “Y entiendo perfectamente que te inquiete, pero te aseguro que todo es cien por ciento verdad. Ryo se encargó de corroborar que era cierto, y tú sabes lo bien tech savvy que es.”
“¿É-él también sabe? ¿Larsa, Reimu y Marisa también? P-pero, ¿en serio?”
“¡Sí es cierto!” exclamó Urashima, contento. “¡Me moría de ganas de decírtelo, pero supe que mejor lo dejábamos a papá!”
“…” Roxas le miró en shock por aquella libertad del otro de hablar.
“¡Por todo esto puedes imaginar lo feliz que estoy de que finalmente la verdad se descubra! ¡Tú eres mi hermano mayor! ¡Este es un momento tan especial para mí y para todos!”
“E-espera, por favor…” pidió, frenando las ganas que aquel ‘hermanito’ transmitía. Roxas se encontraba muy confundido y un tanto incómodo y desubicado.
“Eh…” eso también causó confusión en Urashima, quien se preocupó un poco. “Pero, ¿cuál es el problema? Si somos hermanos.”
“N-no puedo simplemente digerirlo, ni aceptarlo tan así…”
“¿Por qué…?”
“¿Q-qué es todo esto?” preguntó Roxas casi a la defensiva, regresando su mirada a quien supuestamente era su padre. Su shock transmitía una vulnerabilidad hacia quienes acababan de llegar a su vida. “¿Qué es lo que esto significa? ¿Qué quieren decir con que yo sea un Kotetsu como ustedes? ¿Qué… qué es…?”
“Mantén la calma,” recalcó Taroutachi. Él resumió las dudas que su heredero no podía comunicar de la manera más directa y simple. “Para nosotros, significa que tú eres parte de nuestra familia y una persona importante. Para ti, esto no tiene que significar nada en lo absoluto.”
“¿Q-qué?” la respuesta le dejó helado.
“Nosotros siempre hemos estado en la posición de buscar por ti y velar por tu bienestar durante muchos años para mí, y prácticamente toda la vida para mis hijos. Nosotros sentimos una obligación hacia ti como una persona que ha sido una parte vital de nuestra familia incluso si siempre estuvimos separados. En cambio, comprendemos completamente que tú no sientes lo mismo hacia nosotros, y sería injusto de nuestra parte esperar que tú te sientas comprometido por nuestra conexión de sangre,” explicó con suma calma. “No te demandaremos ser uno de los herederos ni llevar nuestro apellido. Tampoco esperamos que nos veas como una familia tan súbitamente. No hemos venido con nada de ello en mente.”
“…” Roxas bajó su mirada, todavía perdido y con leve angustia.
“Roxas, siempre ha sido mi meta y obligación velar por ti al igual que por tus hermanos, y este es un sentimiento incondicional que siento por ti. Por mi linaje y mi experiencia dentro de esta ciudad, mis recursos y sabiduría me permitirán extenderte una mano en estos tiempos tan inciertos. Pero, tal y como pienso ayudarte, espero ayudar a quienes son importantes para ti y gran parte de tu vida. Con ello, me refiero a tus parientes. Esa es la razón por la cual les he traído aquí. Esta casa acaba de ser amoblada y equipada como un hogar para tus hermanos y para Kunihiro. De igual forma, les extiendo la invitación.”
“Ehh…”
“Comprendo que ustedes están en el proceso de vender su antigua casa y necesitan un lugar donde quedarse. El apoyo monetario también les vendría bien y, por estar involucrados con el conflicto entre Rizembool y Hanasaki, aquello debería ser lo último en sus mentes.”
“…” Roxas escuchaba todas las razonables palabras de aquella persona. Si bien estaba de acuerdo y no había nada incorrecto (y más bien mucho correcto e ideal) en lo que decía, continuaba sintiéndose sin piso y extrañamente vulnerable ante él. Él entrecerró sus ojos con gran conflicto. “Entiendo… entiendo todo, pero…”
“…” Taroutachi asintió. “Hay muchas inquietudes que pueden estarte incomodando. No puedo hacer nada al respecto, pero sí quisiera que nos acompañaran al menos mientras organizan sus propios asuntos. Como dije, ustedes son bienvenidos indefinidamente, y por nuestra conexión contigo queremos al menos ofrecer una ayuda familiar hacia ustedes…”
“¡Muchas gracias por el gesto!” exclamó Osaka, quien asintió y se vio muy contenta. Su elección de hablar rompió un poco el hielo y sorprendió a los demás. Sin duda sobresaltó un poco a su primo. “Todos ustedes en verdad me dan unas vibras muy cálidas. Sé que nos vamos a llevar muy bien entre todos y realmente aprecio toda la ayuda que nos dan.”
“Es sólo natural que lo hagamos,” contestó Horikawa, alegremente. “Y también tengo un buen presentimiento de todo esto.”
“…” Cho sentía un gran alivio por todo lo discutido, aunque también estaba comprensiblemente escéptica y algo tensa por la bienvenida. Sin embargo, era reconfortante saber que la familia de su hermano también la aceptaban a ella y no tenían intenciones de separarlos a los dos. “G-gracias…”
“Esto es bastante gentil de su parte. Es un poco difícil de digerir,” admitió Kashuu, quien se veía algo más cómodo frente a ellos. “También aprecio el apoyo.”
“Hm…” luego de oír a los demás, Roxas tuvo que dejar su tensión de lado y aceptar la invitación de quedarse. Admitía que tenía una gran curiosidad por todo lo que acababa de oír. No había forma de que todos le mintieran y, por lo que podía captar de los múltiples documentos frente a sus ojos, la sorpresa era una verdad absoluta que debía acoplar en sí mismo. “Entiendo… ehh… p-perdón, seguramente ustedes esperaban algo distinto de mí… n-no sé qué decir de todo esto.”
“Tú tranquilo,” le dijo Nagasone, sonriéndole. “Te caímos de sorpresa. Sólo concéntrate en sentirte cómodo aquí, ¿de acuerdo? Puedes contar conmigo para lo que necesites.”
“S-sí…” y definitivamente no se le hacía nada normal tener a aquel famoso y renombrado kendoka como un hermano mayor.
“Nagasone te será de gran ayuda,” comentó Taroutachi, inmutado. “Shinkouhyou me explicó que los Keys son ahora parte fundamental de la pelea. Tanto por ello como por tu vocación a practicar el kendo, tu hermano mayor puede darte clases intensivas.”
“Oh, estoy completamente de acuerdo,” dijo Horikawa, convencido.
“¿En serio?” Roxas no lo podía creer.
“¿Por qué sigues sorprendido?” le preguntó Urashima. “¡Claro que sí! ¡Yo también te puedo ayudar con eso!”
“¡Ahh, muchas gracias a todos!” exclamó Osaka, juntando sus palmas.
“Ya que están en el tema, podrían apoyar a mi aruji con su entrenamiento,” sugirió Kashuu.
“¡E-está bien!” Cho se sobresaltó por el comentario de su arma y movió sus palmas avergonzada. “T-tengo una compañera HiME que me ha estado ayudando, y-y también es kendoka…”
“Kotetsu-san también te ayudaría mucho, o si no yo me ofrezco a hacerlo,” dijo Horikawa, sonriendo amablemente.
“Oigan, yo también puedo,” Urashima hizo un puchero. “¿Por qué nadie me sugiere a mí?”
“¿Has aprendido a controlar mejor tus impulsos, Urashima?” le preguntó su padre con paciencia.
“P-pues ando en eso…” el chico se encogió. “Aunque al menos puedo ayudar a Roxas-niichan, ¿no es verdad?”
“Eh…” Roxas se incomodó por aquel modo en el cual el otro se refirió a él. “S-supongo…”
“¿Sucede algo?” le preguntó su hermanito, confundido por aquella reacción.
“Luego de esta conversación, podría hacernos muy bien comer algo,” dijo Horikawa, quien se levantó de su sitio. “Puedo intentar cocinar. No tomaré mucho tiempo.”
“Por la hora, sería mejor salir a comer, o pedir algo a domicilio,” dijo el señor Kotetsu.
“Me ajusto a lo que decidan,” comentó Nagasone. “¿Tienen ideas?”

Hubo una corta conversación sobre qué podrían comer para el almuerzo en la cual Cho revisó su celular. Ahí, vio un tanto sorprendida que había recibido un mensaje de Fran convocándola a la oficina de la directora en la brevedad posible.

“¿Qué sucede, aruji?” preguntó Kashuu, asomándose al aparato electrónico.
“Ehh, tengo que retirarme. Miranda desea hablar conmigo…”
“¿La directora?” preguntó Horikawa.
“Sí…” Cho asintió, incómoda. “Seguramente por lo ocurrido…”
“Por hoy, puedes ir en la limosina,” le dijo Taroutachi.
“E-está bien…”
“Estos asuntos no deben postergarse. Te esperaremos antes de almorzar.”
“Ehh, n-no. Coman sin mí, no sé cuánto me tomará. P-puedo comer al regresar,” Cho asintió. Al final no pudo negarse por el transporte, y en verdad le era cómodo porque esa casa estaba un tanto lejos de la universidad y en una zona donde no conocía las rutas de bus.
“Voy contigo,” dijo Kashuu. “Dejemos que los demás continúen con su reunión.”
“E-esperen,” Roxas quiso sumarse, pero Osaka le agarró del brazo.
“No, tú y yo nos quedamos aquí,” declaró su prima sonriéndole. “Además tengo la impresión que vamos a comer muy rico.”
“O-Osaka…” Roxas pasó a mirar a su hermana, quien le asintió.
“Descuida, regreso pronto,” le dijo sonriendo en un intento de darle algo de tranquilidad.

La HiME se despidió de todos y fue dirigida por el chofer de regreso a la limosina. Ello se le hizo un tanto incómodo e intimidante, pero tener a su más asertiva arma a su costado atenta hacia ella le daba bastante tranquilidad. Por ello mismo, estaba extremadamente agradecida de que él hubiera aparecido y le sirviera de un soporte adicional que parecía comprenderle bien y saltar en su defensa en cualquier momento dado, y casi tenía el impulso de abrazarle por su apoyo moral del presente día, pero no estaba segura si este apreciaría mucho el gesto.



No pasó mucho tiempo luego de la partida de Cho y Kashuu y los demás optaron por ordenar de un restaurante lujoso a domicilio, para así tener comida para los dos que regresarían dentro de un rato. Después de esa conversación seria e intensa, el grupo se había movido a la sala en lo que esperaban la orden realizada por teléfono. Ahí habían prendido el enorme televisor plasma y el programa levemente educativo de NHK sirvió para amenizar la habitación en lo que todos continuaban hablando.

“Ehm, señor Kotetsu…” Osaka se dirigió al mayor, quien le miró. “Sé que recién nos conocemos, pero tengo mucha curiosidad. ¿Cómo así conoce a Shinkouhyou?”
“Él fue mi maestro Rebel durante mi juventud,” contestó con simpleza.
“¡¿Q-qué?!” Urashima se sobresaltó.
“Pero eso es imposible, si parece más joven que tú,” recalcó Nagasone.
“¿Acaso su apariencia juvenil está asociada a sus poderes como un Rebel?” preguntó Horikawa, pensativo.
“Exacto,” asintió. “Pese a su apariencia, él es mucho mayor que prácticamente todos de Rizembool, y estuvo envuelto desde los inicios de esa institución. A ello se debe su gran fuerza, experiencia y conocimientos.”
“…” ello tensó a Roxas. Siempre supo que aquel peliblanco era una gran amenaza, pero posiblemente nunca estuvo consciente sobre cuánto lo era.
“¿Y cómo así preguntas por él, pese a ser de Hanasaki?”
“Es que yo fui HiME, y Shinkouhyou mi Rebel,” contestó con alegría.
“Ya veo…” Taroutachi se mostró mínimamente impresionado. “Aquella no es una hazaña que muchas HiMEs podrían reconocer, y menos con tu presente gesto. Ello denotaría que fuiste una HiME de gran fuerza.”
“¡Ohh! ¡¿Usted lo cree?!”
“Ehm…” Roxas frunció el ceño. Pese a su incomodidad, debía aclarar la situación lo antes posible. “No, Osaka realmente no es que haya sido una HiME fuerte. M-más bien siento que fue su Rebel quien no fue en serio contra ella…”
“Entiendo…”
“Ehh, pero…” Urashima estaba un tanto confundido y miró a su padre. “O sea, ya entiendo que fuiste un Rebel, pero… ¿eso significa que también tuviste a una HiME? ¿Llegaste a herir a una persona bastante? Y eh… ¿la familia sabe todo esto?”
“Nuestros allegados cercanos sí estuvieron conscientes de todo. Sólo lo mantuve en secreto de ustedes. Ni su madre ni yo quisimos que fueran a enterarse de este pasado por su bien, a menos que en algún momento fuera a ser necesario.”
“¿Mamá sabe?” preguntó Nagasone, perplejo.
“Hm…” para variar, Taroutachi sonrió entretenido. El señor no era una persona que sonreía con frecuencia y, por tratarse de un gesto humorístico e irónico, aquellos que le conocían sabía que tenía algo interesante y resaltante que compartir. Y sí, definitivamente no estaban equivocados por pensar así… “Mi HiME… ¿cómo piensan ustedes que conocí a su madre?”
“¡¿E-ehh?!” incluso Horikawa fue agarrado de improviso por esas noticias. “¿A-acaso ella…?”
“¡¿Mi mamá fue una HiME?!” exclamó Urashima.
“¡¿Hablas en serio?!” se le unió Nagasone.
“¡OHMAIGAH!” Osaka se llevó las manos a su boca y terminó estallando con gran felicidad. “¡Increíble! ¡Amor entre rivales! ¡Esta es la historia más positiva que he oído! ¡Yay~!”
“Eh… eh…” para Roxas oír que tenía un padre Rebel y una madre HiME se salía de todos los parámetros establecidos. Él mostró impaciencia. “N-no puede ser, un momento…”
“Suena increíble, pero es la verdad. Ambos nos conocimos por el conflicto, pero terminamos acordando en retirarnos luego de dos años de pelear. Eventualmente formamos una familia años después.”
“Los dos me deben tantas explicaciones…” Nagasone negaba compulsivamente mientras se agarraba su frente como quien sostenía su cordura como si su vida dependiera de ello.
“Esto tengo que preguntárselo a mamá, de eso no hay duda,” declaró Urashima, quien agarró a su tortuga. “¿Oíste, Kamekichi? No está nada bien que nos mantengan tantos secretos.”
“Eh, y…” Roxas no se ahorró la curiosidad. “¿Qué vendría a ser de ella…?”
“Cierto,” se sumó Osaka. Fue evidente hasta para ella que hubo un muy breve, aunque existente, silencio que siguió a la pregunta.
“Tu madre y yo nos separamos hace muchos años. Ella radica en los Estados Unidos, su país de origen y donde vive su familia,” respondió el padre.
“De mamá hemos sacado nuestros looks,” agregó Urashima a su hermano, con una sonrisa. “¡Pero por encontrarte va a venir a visitarnos dentro de muy poco, lo sé!”
“Sí, todavía no sé cuándo, pero hace un par de días me comunicó que ya anda organizando sus asuntos antes de viajar,” resumió Nagasone, animado. “Será una reunión como habíamos esperado durante tanto tiempo.”
“Comprendo…” Roxas sonrió un poco. Pese a no estar todavía en sintonía con ellos ni esperar estarlo en un futuro cercano, podía sentir la alegría y calidez del ambiente y los buenos deseos de sus ‘hermanos’ y su ‘padre’, además de la suma felicidad de su prima hacia él.
“¿Sora también vendrá?” preguntó Horikawa.
“¡Pues espero que sí! ¡Más le vale!” exclamó Urashima, entusiasmado.
“¿Quién es Sora?” preguntó Osaka.
“Es otro hermanito,” contestó Nagasone. “Él no es un Kotetsu, pero es nuestro hermano de parte de nuestra mamá, y el menor de nosotros.”
“Sí tenemos espacio para él aquí, ¿verdad?” preguntó Urashima a su padre.
“Él siempre será bienvenido, incluso si no está relacionado con mi linaje. Lo sabes bien,” le contestó, inmutado y pacientemente.
“¡Sí, lo sé! ¡Será muy divertido!”
“Aw, todavía no lo conozco, pero ya ansío hacerlo~” admitió Osaka. “Hehe, y será un poco confuso porque tenemos a un amigo que se llama así, pero eso sólo lo hará más divertido.”
“Otro hermano…” Roxas se sentía un tanto abrumado por las noticias, pero era difícil no contagiarse al menos un poco por el positivismo de los demás.
“Y claro, ahora que todos estamos juntos, Osaka también va a ser una prima,” declaró Urashima. “Kamekichi está de acuerdo.”
“¡Yay!” la mencionada alzó un puño al cielo. “Tengo a otra primita que pronto está regresando de unas terapias en el extranjero. ¿Podría quedarse con nosotros también? Ehh, juro que sus padres pueden ayudarnos a cubrir los gastos. Y los míos también pueden hacerlo.”
“Eso se puede arreglar,” Taroutachi asintió. “Lo único es que se volverá necesario que algunos de ustedes compartan habitaciones.”
“¡Oh, eso no es un problema para mí!”
“Y claro, tu hermana es ahora nuestra hermana también,” observó Nagasone. “Haha, es raro pensar en que ahora tengo a una hermanita, aunque me gusta la idea.”
“¡Sí, ¿verdad?! ¡Va a ser mi onee-chan!”
“Siento que a Cho le va a dar un ataque si lo dices…” Roxas se confundió.
“Uhh, ¿por qué dices eso? Estamos en confianza…”
“…” Horikawa miraba a todos hablar bastante animado. Se sentía muy a gusto por saber que, pese a las dificultades durante la semana, esta reunión había podido darse de la mejor manera posible. Ver a los Kotetsu en un solo sitio y de buen humor era también gratificante para él. Ellos eran muy cercanos y muchas veces se sentía casi en una obligación de ayudarles y servirles por toda su atención hacia él mismo. Entonces, decidió interrumpir la conversación para hacer una debida pausa. “Disculpen, ¿quisieran que les sirva algo para tomar? Por más agradable que esta conversación ha resultado ser, pienso que es apropiado que ingieran bebidas.”
“Ohh, es una buena idea,” Osaka asintió.
“Enseguida lo preparo.”
“Déjame ayudarte. No puedo dejar que siempre nos atiendas así…” dijo Nagasone.
“¡Ah! ¡Nosotros también ayudamos!” se sumó Osaka jalando a Roxas del brazo.
“Será lo mejor ir a la cocina por las bebidas,” opinó el señor Kotetsu. “Debe haber suficiente variedad de bebidas en la refrigeradora.”

Dicho esto, el grupo terminó por levantarse para ir a ese nuevo ambiente donde todavía no habían estado. El señor Kotetsu esperó a que los demás fueran a investigar aquella cocina que les esperaba y les siguió desde atrás, pero se extrañó un poco al notar que Urashima no había sido contagiado por el espíritu de aventura y había optado por esperarle.

“¿Sucede algo?” le preguntó.
“Ehh, quizás el timing no es bueno para tocar este tema y todo, pero…” el menor sonrió incómodo y juntó sus palmas. “¿Puedo pedirte algo, papá?”
“¿Qué deseas?”
“Ehh… con toda esta conversación sobre nuestra familia expandiéndose y aceptando a más personas en casa…” desvió su mirada, mostrando una extraña nostalgia y tristeza en sus ojos. “Y con toda la investigación para finalmente encontrar a Roxas-niichan… ¿sería mucho pedir que le pidieras a mi tío que investigara sobre los orígenes de mi hermana? Pienso que sería algo importante para ella, lo quiera admitir o no.”
“…” sabía que, con ‘tío’, Urashima se refería al detective que había hecho posible el reencuentro. El propio señor Kotetsu había tenido una pizca de interés en el asunto, pero no por ello tuvo la intención de realmente investigarlo. Sin embargo, lo iba a considerar al ser uno de sus hijos quien se lo había pedido. “Lo conversaré con él. Es muy probable que nunca se encuentre una respuesta.”
“Sí, comprendo eso.”
“Descuida, veré lo que hago.”
“¡Gracias!” Urashima entonces fue corriendo hacia la cocina para no quedarse atrás.

Sería un largo día mientras todos se acostumbraban a su nueva realidad, en un nuevo ambiente y con una nueva y expandida familia.


La hora del almuerzo también había llegado a Rizembool, aunque antes de concederse a comer, Yukko se encontraba intentando resolver uno de los ejercicios con los cuales la clase de cálculo del día acababa de terminar. Pese a no querer sacrificar su momento de descanso, con el más reciente tema de la clase ya podía sentir que se quedaba atrás y empezaba a tener complicaciones siguiendo bien la materia. A su costado se encontraba Hotarumaru quien le observaba detenidamente y de vez en cuando decidía intervenir para darle consejos y pistas sobre cómo resolver el problema.

“Uhh…” Yukko había tratado de resolver una integral que le había parecido conocida, pero luego de escribir lo que vendría a ser la solución general, notó que había hecho un error garrafal en la sustitución. “Ehh… ¿c-cómo…?”
“Yukko,” el pequeño pelicenizo tomó un lápiz y comenzó a hacer apuntes a un costado de su solución. “Al momento de sustituir, no realizaste bien el cambio de variables y dejaste la diferencial sin corrección. Mira, ni bien derivas x según v para hallar dv, la sustitución de este por el término dx te permitirá cancelar los x remanentes de la previa expresión. Es sólo mediante un cambio completo de variables sin x que puedes resolver el ejercicio.”
“Ahh, ya veo. Sí, tienes razón…” la chica comenzó a escribir la nueva expresión. Finalmente fue capaz de venirse con algo que tuvo sentido y comenzó a sustituir las variables por los límites de la integral, pero Hotarumaru volvió a detenerle.
“Yukko, recuerda que al cambiar variables tienes que cambiar los límites de la integral también según la relación entre x y v,” dijo de manera analítica y sencilla.
“¿E-en serio?” ella se sorprendió ya que no recordaba ese detalle por más que haya intentado prestar la mayor atención posible a la clase. “Pero en el ejercicio anterior a este el profesor no tocó estos límites para nada.”
“Es porque hay dos opciones. La primera es resolver el ejercicio con la nueva variable v y ajustar los límites de la integral, mientras que la segunda es volver a cambiar v por x y resolver el ejercicio con x y sus correspondientes límites. Eh…” entonces, Hotarumaru se mostró apenado y agachó su mirada. “Hm, ahora que lo pienso, el segundo método es el único que nos han enseñado hasta ahora. Perdón, Yukko. No quiero marearte con todo esto…”
“¡N-no, está muy bien! ¡Estoy aprendiendo mucho y en verdad aprecio tu ayuda!” la mayor se inquietó al ver al otro afligido por ella. “Más bien sí me hiciste recordar que el profesor volvió a cambiar variables. Muchas gracias.”
“De nada, me alegro de poder ayudarte.”
“Okay, ahora…” Yukko siguió resolviendo el ejercicio al nuevamente cambiar variables. Luego de lograr la expresión final, empezó a sustituir los límites y, a la mitad del desarrollo, volvió a oír al pequeño.
“Oh, ten cuidado con los signos. Los menos del segundo término se cancelan y se vuelve positivo,” comentó.
“¡Verdad!” Yukko corrigió el pequeño detalle. “Ehh gracias, siento este error.”
“Descuida, es un error muy común con integrales. Créeme que me equivoco con signos con frecuencia también.”
“Hehe me cuesta creer eso, eres tan inteligente,” le comentó con una sonrisa tonta por siempre encontrar a su hermoso amigo tan perfecto y adorable. “Si no me equivoco, tú ya sabes todo esto, ¿cierto?”
“Sí,” asintió. “Tomé clases avanzadas cuando todavía estaba en middle school.”
“Increíble, yo nunca habría podido resolver todo esto a tu edad,” Yukko dio un pesado suspiro.
“No te desanimes, te aseguro que las integrales son difíciles para todos por igual,” dijo Hotarumaru, sonriéndole. “Incluso para los que estudian matemáticas puras, pese a ser muy abundantes y necesarias nunca dejan de complicarse. Es completamente normal, pero uno les agarra el truco poco a poco. Sólo dale tiempo.”
“Gracias, pequeño. Me alivias bastante…”
“Te ves un poco desanimada, Yukko. ¿Todo está bien?”
“Sí, es sólo que…” ella negó con pesadez. “Cada vez todos los cursos se vuelven más pesados pese a estar haciendo un esfuerzo para ser disciplinada como debería. E incluso si fuera a agarrarle truco a todo me siento sin inspiración. Siento que no me gusta mucho… me pregunto si lo mío son realmente las ciencias…”
“Yukko…” Hotarumaru le miró atentamente.
“¡Ehh, n-no te preocupes por mí, estoy bien! ¡Por favor no te inquietes, sólo digo tonterías!” exclamó sonriendo nerviosamente y agitando tus palmas. “Tú ayudándome y yo diciendo estas cosas, ehh perdón…”
“Espero que puedas encontrar algo que te guste y te inspire, Yukko. En verdad,” el pequeño asintió y le sonrió un poco. “Sé que es posible por lo inmensa que es esta universidad. Solo tienes que buscar algo para ti, y ponerte primero. Dale tiempo y no lo pienses mucho, ¿sí?”
“Eh, sí…” ese simple y ligero, aunque muy verdadero, consejo de parte del pelicenizo le dejó algo impresionada, y también le animó un montón. Le encantaba poder contar con él y tener la posibilidad de ser amiga de alguien tan lindo.



Entonces, los dos fueron acompañados por Mai y Tsurumaru quienes regresaron a la mesa con sus bandejas llenas de comida.

“¿Todavía estudiando?” preguntó el peliblanco a Yukko, un tanto sorprendido. “Pese a ser la esperanzada Hanasaki-chan de nuestro entorno, nunca te había dado por una persona estudiosa.”
“Definitivamente no lo es,” declaro Mai, ajustándose las gafas. “Asumo que su fijación con la clase de hoy demuestra un acto desesperado de mantenerle el hilo a los temas.”
“Uhh…” Yukko agachó su cabeza. Pese a ser parte del grupo y sus amigos en algún remoto sentido de la palabra, ella como siempre terminaba siendo torturada de algún modo u otro por los dos. “E-está bien, ya resolví los ejercicios… mejor guardo mis útiles.”
“Por favor, no sean tan duros con ella,” pidió Hotarumaru, desanimado.
“Haha, tú tranquilo,” Tsurumaru extendió su mano para revolver los cabellos del menor. “Sin duda Hanasaki-chan es afortunada de contar con un alma tan caritativa como tú.”
“Ahora que lo pienso, tú deberías ser quien tendría que darle tutoría, como asesor,” Mai miró a Tsurumaru de reojo. “Es parte de tu deber.”
“Mi rol de asesor no incluye la tutoría, eso es completamente opcional,” Tsurumaru se cruzó de brazos, para entonces sonreír con ironía y frustración. “Tampoco querrían que fuera a ayudarle con los temas. Pese a ser un programador, detesto mi campo de estudio y las estúpidas matemáticas envueltas en todo esto…”
“Ihh…” Yukko sintió unos leves escalofríos por sentir un aura maligna en el mayor. “B-bueno… no que te pueda culpar. Es difícil y confuso andar cambiando variables en integrales.”
“¿Eh?” Tsurumaru se sorprendió un poco y pasó a sonreír como si hubiera oído la cosa más adorable. “¿Recién andan ahí? Ohh, eso es tan antiguo y simple en cálculo que se me hace hasta lindo. Hahaha, todavía no sabes lo que te espera.”
“¿Q-qué?”
“Es evidente que recién nos andan presentando las integrales con la clase de hoy,” Mai negó, impaciente. “Deja de actuar como una víctima y hacer drama, Hanasaki-chan.”
“Ahh…” Yukko se desanimó de sobremanera y echó su cabeza dentro de sus manos cruzadas.
“Mai-neechan…” Hotarumaru hizo un puchero.
“No quiero verte así, pequeño,” Mai negó. “Reconozco que estoy siendo un poco más dura de lo usual. Me es inevitable. Algo sumamente inaceptable y molesto ha ocurrido en mi círculo, así que he estado de muy mal humor este par de días…”
“¿A qué te refieres, Mai?” le preguntó Yukko, levantando su cabeza y mirándole con curiosidad.
“Sí, nuestra estimada Mai no paró de quejarse conmigo durante la espera por la comida justo ahora,” Tsurumaru se encogió de hombros y sonrió. “Es con respecto a su prima Osaka no sabiendo guardar secretos. Ustedes también deben tenerla como contacto, así que imagino que sabrán las resaltantes noticias.”
“Pues…” Yukko se puso a pensar, visiblemente confundida y extrañada. “Sí recuerdo que exclamó algo en un mensaje con respecto a un chico siendo el hermano de otro chico que lo ha estado buscando hace muchos años, pero no conozco a nadie en el tema y ni sé el contexto, así que no sé cómo tomarme el asunto.”
“Sí,” Hotarumaru asintió y desvió la mirada. “Comprendo que no era algo que nosotros debimos haber recibido.”
“¡Hahaha! ¡Me encantan cómo lo han descrito!” Tsurumaru se rió con ganas. “También vi el mensaje y tuve una reacción similar, pero creo comprender más o menos por dónde viene el asunto. En fin, me alegro por Osaka, aunque es triste (y humorístico) ver a nuestra Mai tan afectada por el asunto.”
“Tú apenas la viste una vez y ni que hayas hablado mucho con ella, pero aun así también te tiene de contacto,” Mai miró de reojo al asesor con desaprobación.
“Ella fue quien insistió en agregarme, y no parece una mala persona.”
“Tengo que darle un café por esto…” negó.
“Pero cambiando de tema, ustedes tienen que comer o el break se les hará corto,” dijo Tsurumaru a los otros dos.
“Cierto, tengo que ir a comprar mi almuerzo,” Yukko se levantó.
“Yo traje un obento, así que estoy bien,” Hotarumaru sacó un contenedor con un obento que parecía lo suficiente para alimentar a dos personas. El pequeño agarró unos palitos y lo abrió para revelar un almuerzo muy bien preparado. “¡Gracias por la comida~!”

Ellos continuaron con el almuerzo mientras Yukko iba a conseguir algo. Como esperó, las líneas de estudiantes en la cafetería habían incrementado bastante y tuvo que escoger la más corta, donde servían una comida que no era mucho de su agrado, pero que tendría que soportar para no tardarse mucho tiempo. Pronto les tocaba el siguiente curso del día.



La limosina llevó a Cho y Kashuu de regreso a Hanasaki U. Una vez en el lugar, acudieron a la oficina de la directora. No tuvieron que esperar puesto a que Miranda se encontraba disponible y la conversación comenzó. Ahí, Cho reportó brevemente todo lo que había ocurrido hace apenas un par de horas. Cómo Komaeda la encerró en un espacio alterno, cómo su nueva arma cobró vida y cómo Roxas despertó sus poderes como Key. Ante la pregunta de por qué no había ido con su hermano, Cho también tuvo que reportarles sobre los más recientes acontecimientos en su familia.

“…” Miranda asintió con leve pesadez mientras apoyaba su rostro en sus manos cruzadas, y cerró sus ojos momentáneamente al meditar sobre lo recién averiguado. Ella volvió a mirar a Cho para continuar con la conversación. “Esta sin lugar a dudas ha sido una semana muy intensa para ti, señorita Tanaka. No puedo imaginar el estrés por el cual debió haber pasado.”
“No se preocupe. Comprendo que usted tiene más deberes que nosotras las HiMEs,” dijo Cho.
“Sin embargo, todo pinta un panorama positivo para ti y para tus allegados. Suena a que es una gran oportunidad,” opinó la directora. “También me alegra saber que la familia de tu hermano te ha ofrecido ayuda y comprensión. Puedo investigarles desde el punto de vista de Hanasaki si eso es lo que deseas.”
“E-está bien. Realmente siento que puedo confiar en ellos,” Cho asintió. “Ah, y eh… el padre es un Rebel del pasado, y al parecer la madre fue una HiME en Hanasaki…”
“¿En verdad?” preguntó Miranda.
“Directora,” Fran se le acercó para extenderle un archivo de hace muchos años, donde la superior fue capaz de revisar esa información.
“Vaya, tienes razón. Ello ocurrió antes de tomar el rol como la directora de Hanasaki. Por ello no estuve al tanto de esto.”
“Ahora que tu arma es una katana, te será más fácil recibir entrenamiento. Tu compañera HiME es muy hábil y nuestros programas de kendo tienen a varias personas capaces. También asumo que tus nuevos allegados pueden darte una mano,” observó Fran, inmutada.
“S-sí…” Cho asintió nuevamente. En verdad, todo sonaba demasiado bueno para ser cierto, al punto en el cual casi le daba temor creerse la pintura total del asunto.
“Te hemos llamado también para formalizar los papeles de tu nueva arma,” comentó Miranda.
“¿Eh? ¿Yo?” Kashuu se vio perplejo. “¿Tengo algo más que hacer aparte de servir a mi aruji?”
“Para que puedas andar por la ciudad y pertenecer a la sociedad, es necesario prepararte documentación,” contestó la directora. “También te ofrecemos una beca para que estudies aquí como un estudiante especial y siguiendo cualquier carrera que desees.”
“¿Pueden hacer eso?” preguntó Cho, sorprendida.
“Por supuesto que sí. Tu arma no es el primer poder HiME que adquiere una forma y consciencia humanas, y a todos los hemos acomodado para que se integren en nuestro círculo,” Miranda sonrió. “Después de todo, nosotros somos una gran familia aquí en Hanasaki, y es lo menos que podría hacer por ustedes.”
“Bueno, lo aprecio,” el chico se encogió de hombros y sonrió un poco. “Recibir consideraciones de quien vendría a ser la ‘boss’ es siempre agradable.”
“Deberán empezar por llenar datos personales. Contacten a Ritsu para que les brinde las formas. Una vez entreguen los documentos llenados, nosotras les mantendremos al tanto sobre el proceso de inscripción,” resumió Fran.
“Gracias por venir. Pueden retirarse,” dijo la directora, sonriéndoles.

La reunión fue bastante breve y ellos salieron para ir a secretaría. Cho había temido inicialmente que las superiores se hayan molestado por no haber acudido hacia ellas en un inicio, aunque aquello no sucedió. En verdad las dos eran bastante empáticas con las HiMEs.

“Documentación significa que necesitarán una foto mía, ¿no es así?” preguntó Kashuu al aire, y dio un suspiro. “Vaya, luego de la pelea y el movimiento por la ciudad dudo tener la mejor apariencia. Aruji, ¿tendrás un espejo a la mano?”
“¿Eh? Pues, no…” Cho se extrañó por el pedido y las prioridades de su arma.
“¿En serio?” este se sorprendió de sobremanera y negó. “No puedo dejar que andes sin un espejo, es un objeto tan esencial. En fin, me conformaré con detenerme en un baño por un segundo. Como tu arma, necesito lucir muy bien.”
“Kashuu…”
“¿Sí?” él le miró atentamente, al no haber esperado que su HiME se le dirigiera en ese momento. “¿Sucede algo?”
“No, no es eso,” Cho negó y le sonrió. “Sólo quiero agradecerte por haberme salvado durante el laberinto. De no ser por ti, no estaría aquí ahora. Y gracias también por estar de mi lado y brindarme de tanto apoyo. Realmente quería decirte todo esto.”
“…” el chico se impresionó un poco y no tuvo palabras inmediatas para contestarle, aunque se vio bastante a gusto y le sonrió animado. “No lo menciones. Yo debo ser útil para ti.”
“También espero no decepcionarte. Tengo que entrenar para poder maniobrarte mejor. Y no quiero que pienses en ti mismo sólo como mi arma. Somos un equipo, ¿sí?”
“Comprendido,” le contestó de buen humor, y se mostró complacido. “Vaya, si recibo un cumplido de tu parte es porque estoy haciendo un buen trabajo, ¿no es así? Entonces sólo me toca seguir con el mismo ritmo~”
“Hehe…” ello le dejó entender a Cho que Kashuu sí apreciaba gestos amables y cálidos de su parte. Por primera vez, pese a ser personas distintas, sintió una conexión con su nueva arma ya que entendía muy bien aquel deseo de ser reconocido y apreciado que él acababa de transmitirle tácitamente. Ella en el fondo era igual.

Los dos continuaron caminando hacia la secretaria para formalizar los papeles.




Pasaron alrededor de un par de horas y Ayesha llegó a una reunión de sus amigos junto con su hermanita a quien acababa de recoger de su colegio. La convocatoria fue un tanto sorpresiva para las hermanas Altugle y por los estudios de ambas no habían podido compartir con los demás desde más temprano, aunque lo importante era que se encontraban presentes para una reunión de todos que al parecer no volvería a darse en un tiempo.

La ambición de Kibi de desarrollarse como una idol, algo en lo cual había estado trabajando intensamente luego de terminado el conflicto hace tres años, finalmente acababa de dar frutos y ella firmó un contrato con una disquera muy famosa y popular en Corea del Sur. Pese a que ello la haría más famosa y ganaría un salario envidiable significaba que necesitaría despedirse del Japón y de todos sus amigos para iniciar con su carrera allá.

“Quiero aprovechar para brindar por mi muy querida Kibi~♥” exclamó Dakki. Todos habían acudido a su apartamento, algo que sin duda no ocurriría por ningún otro motivo, ya que la pelirroja no se molestaría en ser la anfitriona para otra ocasión. Todos brindaron con unas copas de un muy fino cristal, aunque para tranquilizar a la muy dedicada Ayesha, no habían destapado una bebida alcohólica bajo la presencia de su preciada Nio, y por ende todos se reservaron a brindar con ginger ale.
“Que te vaya muy bien, Kou-san,” le deseo Komaeda, sonriéndole dulcemente. “Ha sido muy genial verte luego de un tiempo y te deseo lo mejor.”
“Aw, gracias, Komaeda,” Kibi asintió efusivamente. “Pese a que eres un raro sin remedio, sin duda aprecio tus deseos~☆”
“Ehh…” él sonrió incómodo.
“Si bien comparto tu parecer, deberías encontrarte más agradecida ante él, Kibi,” opinó Larsa.
“Y si bien también lo comparto, quizás no deberíamos ser tan honestos al respecto,” agregó Hajime, dando un suspiro. “Aunque todos lo que lo conocemos sabemos que es inevitable.”
“¡Ohohoho, tan cierto~♥!” Dakki se puso a reír.
“I-imposible, ¿les estoy dando tan mala impresión?” Komaeda se angustió.
“Ehh, tranquilízate, por favor, Nagito…” Ayesha se compadeció de él y le agarró de un hombro. “Yo no pienso lo mismo. Todos somos distintos, pero seguimos siendo amigos.”
“Eso es muy cierto,” Nio asintió, convencida, y volvió a tomar un sorbo de su copa. “Hmm~ nunca había probado una soda así. ¡Es tan rica~!”
“Nio, te he dicho que no puedes tomar bebidas tan rápidamente. No es apropiado y gaseosas pueden ser un poco fuertes para ti.”
“Yo sé, pero estoy bien, onee-chan.”
“Sé que no es mi lugar, pero pienso que deberías dejar que Nio-chan corra con más libertad,” opinó Kibi, sonriente. “Tampoco pido mucho, pero me sorprende que nunca haya tomado una ginger ale antes.”
“Ehm, es que es una gaseosa empleada para hacer una gran variedad de bebidas alcohólicas,” explicó Ayesha, quien mostró indicios de ser acosada por alguna especie de terror interno. “Ihh, pensar que ello podría abrir a tantas terribles oportunidades para mi Nio…”
“Te aseguro que eso no ocurrirá. Nio-chan es tan inteligente como tú, y siempre la acompañarás, así que nunca será vulnerable,” Kibi asintió repetidamente. “Eres una buena hermana, por eso lo digo. Confío mucho en ti.”
“Gracias por tu apreciación, Kibi,” Ayesha le agarró de las manos, conmovida. “Significa mucho para mí que me lo digas. Aww, en verdad te voy a extrañar. C-creo que voy a llorar…”
“V-vamos, me vas a contagiar a mí también,” la exPrincess sonrió incómoda y rió un poco. “Hehe, nos podemos llamar por Skype de vez en cuando. Verás que estaremos más cerca de lo que crees. ¡Y por supuesto, no olviden en seguir mi carrera, que se la dedico a ustedes~!”
“¡Por supuesto!” exclamó Nio, emocionada. “¡Ahh, es tan genial~! ¡Una de mis nee-chans va a ser una idol internacional!”
“Kibi se volvió muy popular en las redes sociales de Corea del Sur pese a siempre haber radicado en Japón, así que fue el destino,” Dakki abrazó a Kibi con gran fuerza. “Vas a mostrar tu hermosura lejos de mí. Es un poco inaceptable, pero estoy tan orgullosa~♥”
“Onee-sama…me… asfixias…”
“Debo admitir que me inquieta un poco saber que te irás a vivir sola en un país desconocido,” comentó Larsa. “No te olvides de llamarnos con frecuencia para reportarte, ¿entendido?”
“Onii-chan, no te preocupes tanto por mí, estaré muy bien,” Kibi le dio un guiño. “Además, como exPrincess, todavía tengo mis habilidades para luchar. Mis posibles secuestradores no saben lo que les espera~☆”
“Pero procura no meterte en líos. Es importante que reconozcas tus límites.”
“Sí, sí…” rodó los ojos.
“Yo sé que mi hermosa Kibi va a estar excelentemente bien, Larsa,” le aseguró Dakki.
“¿Ves? ¡Tengo la bendición de onee-sama!”
“Por supuesto, porque con su contrato va a estar a salvo del peor enemigo de la humanidad,” la pelirroja hizo una pausa y pasó a sonreír con suma dicha. “¡De los pretendientes~♥!”
“¿…eh?” Kibi se confundió y ladeó su cabeza mientras los demás intercambiaron miradas.
“¡Con el contrato sellante y limitante que Kibi se ha ganado tiene explícitamente prohibido estar en una relación y la propia empresa tomará medidas para que eso se cumpla!” exclamó Dakki con suma felicidad. “¡Así mi linda Kibi será linda e inocente y un rayo de sol puro por el resto de su vida, como debe ser~♥!”
“O-Onee-sama…” ella comenzó a temblar.
“¡Tú tranquila que te espera una gran felicidad sana en Corea~♥!” le guiñó. “Patrocinado nada más y nada menos que por mí~♥ Ni loca hubiera aceptado algo distinto y tus managers estuvieron de acuerdo cuando les envié una carta sugiriéndoles los términos de tu contrato~♥”
“¡¿Ehh?! ¡¿Tú les dijiste que pusieran todo eso?!” Kibi se quedó en shock.
“¡Ohohohoho~♥!”
“E-eso es demasiado…” Hajime negó. Por más que apreciara a sus amigas, las dos parecían ser hermanas muy sobreprotectoras.
“Supongo no debo meterme en estos asuntos, aunque me da mucha alegría que recibas tan buen cuidado de parte de Sou-san,” comentó Komaeda.
“Sí, este no es tu asunto, Komaeda,” Kibi hizo un puchero.
“Ehm, pero Kibi algún día debe buscarse a una persona a su medida con quien congeniará muy bien,” sugirió Ayesha a Dakki, algo nerviosa. “N-no sería justo negarle ese derecho…”
“Pero no es el momento, mi querida muñequita,” contestó Dakki con la más hermosa de sus sonrisas, aunque sus ojos traían perspicacia y estos de inmediato fueron aplicados a sus palabras. “¿O es que acaso aceptarías que nuestra adorable Nio-chan vaya a conseguirse un pretendiente dentro de su colegio~♥?”
“¡AAAHHHHH!” Ayesha agarró sus cachetes y dejó escapar un grito que ella misma catalogaría como inapropiado para las damas. Acto seguido, negó muy efusivamente mientras sus ojos perdidos se expandían como platos. “¡No! ¡Es imposible! ¡No puede ser! ¡Mi Nio todavía no tiene la mayoría de edad!”
“N-no puedes hablar en serio, onee-chan…” Nio dio un suspiro. Ella se asustó un poco cuando su hermana le agarró con fuerza de uno de sus brazos. “¡Ahh! ¡¿Qué haces?!”
“¡Nio, no me hagas esto! ¡No me abandones, por favor!”
“T-tranquila. Te juro que no me gusta nadie y nunca he sido de esas niñas enamoradizas. La sola idea me repugna, en serio,” rodó los ojos.
“Q-qué alegría…” dijo Ayesha con los ojos llorosos y todavía sollozando mientras los demás se extrañaban por su elección de palabras. “Y… n-no digas repugna, por favor… esa palabra es casi como un insulto…”
“Uhh, ya, perdón…”
“Me alegro que Nio-chan no ande buscando a nadie,” Dakki sonrió. “…aún~♥”
“¡AAAHHH!”
“¡Ya es suficiente, Dakki!” reclamó Larsa, impaciente. Sin lugar a dudas, él era el único que le hacía frente y también el único a la cual la problemática exPrincess se dignaba a escuchar en ocasiones. El exRebel dio un suspiro. “Ayesha, tranquilízate, por favor. Sabes que no debes tomar a Dakki muy en serio, es su sentido del humor.”
“S-sí,” Ayesha asintió.
“Y Kibi, mantenme al tanto sobre cómo te va en Corea. Si sientes que los términos de tu contrato son injustos o incómodos para ti, veré qué puedo hacer. Sabes que siempre velo por ti.”
“Sí… gracias, onii-chan…”
“Ohoho~♥ ahora sí tendrás a Kibi reportándose por cada cosa,” canturreó Dakki. “Puedes agradecerme después~♥”
“No bromees…” Larsa le miró con cansancio.
“¿No se supone que este debe ser un encuentro ameno entre amigos?” les recordó Hajime, frustrado. “Por favor, hagamos esta fiesta de despedida agradable para Kibi. Eso es lo más importante ahora.”
“En verdad que sí, Hajime-niichan tiene mucha razón,” insistió Nio, impaciente.
“Comparto el sentimiento~♥” Dakki alzó su copa. “¿Qué tal si volvemos a brindar? Hagámoslo mejor esta vez~♥”

Esa sería la despedida de Kibi, quien iría a vivir una experiencia inolvidable como una futura idol famosa, pero quien definitivamente no olvidaría a sus amigos, los cuales habían estado con ella en las buenas y en las malas, y por ello siempre los tendría presentes.




Después de la conversación con Miranda y de cumplir con la parte del papeleo, Cho recibió un mensaje de Osaka que le informaba que se estarían quedando en la casa de los Kotetsu esa misma noche, y que por ello pasara por mansión HiME para traer pijamas para ella misma y también una que pudiera prestarle. Cho dio un pesado suspiro por aquella decisión tan típica de su prima, pero supo que no había de otra. Al menos, mientras Osaka estuviera presente en esa casa facilitándole la vida tanto a ella como a Roxas, todo debía estar bien.

Al llegar, Cho fue bienvenida por su prima, quien le llevó a la cocina para darles tanto a ella como a su arma la comida que había sido comprada para ambos. La HiME pudo oír que el señor Kotetsu se excusó al tener algunos asuntos que atender y, luego de terminar de comer, Cho y Kashuu subieron a los pisos superiores para ver el tema de las habitaciones que tomarían.

“¿Ehh? ¿Tengo que compartir habitación con alguien más?” preguntó el arma, casi indignado. “Yo estaría perfectamente cómodo durmiendo en el mismo cuarto con aruji.”
“¿Crees que te permitiría hacer eso?” Roxas frunció el ceño. “Eres un chico, es inaceptable.”
“No seas ridículo. Soy un arma y mi deber es proteger a aruji de su Rebel,” insistió. “Por ello es completamente lógico que desee compartir el mismo espacio que ella, ¿no es así?”
“Horikawa, ¿esto es un reflejo del recelo que hermanos deben tener hacia sus hermanas que he visto en televisión?” preguntó Urashima, contento.
“No lo digas así…” su amigo dio un suspiro.
“Mantengan la calma. No tienen que hacerse tantos líos por quiénes ocupan qué habitación,” dijo Nagasone, de buen humor y cruzado de brazos. “Quizás les venga bien que los dos terminen compartiendo la misma, ¿no lo creen?”
“¡No bromees así!” le reclamó Kashuu. “¡Lo vuelvo a decir! ¡No soy el Child! ¡A mí no me importa el Key en lo absoluto!”
“Sí, eh, todavía no sé qué significa todo eso…” negó frustrado.
“¿Qué problema tienes conmigo?” preguntó Roxas a Kashuu, confundido e impaciente. “No has dejado de enviarme miradas conflictivas desde hace un rato.”
“Sólo pienso que podrías ser un mejor Key, dejémoslo así,” le contestó desviando su mirada y restando importancia a la situación con un gesto de su mano, lo cual molestó más al susodicho.
“¡¿Qué dices?!”
“¡Por favor, no prolonguen esto!” Horikawa se interpuso y encaró al arma. “Kashuu-san, con gusto compartiré habitación contigo. Comprendo que acabas de aparecer y siento que soy capaz de extenderte una gran ayuda. Te apoyaré lo mejor posible.”
“Hm,” Kashuu alzó una ceja y terminó sonriendo con aprobación. “Eres del tipo servicial y útil, ¿no es así? Me agradas. Entonces acepto tu invitación.”
“¿En verdad fue tan fácil?” Roxas se extrañó.
“Aruji, iré a inspeccionar mi habitación. Te visitaré enseguida,” se reportó y siguió a Horikawa.
“Como siempre, Kunihiro sabe lidiar con cada situación,” observó Nagasone.
“Sí, no sé cómo lo hace,” Urashima asintió. “¡Ohh! ¡Verdad que vi helados en la nevera! ¿Qué tal si vamos por el postre?”
“Sí, en un momento,” Cho asintió. “Iré a ver mi habitación.”
“Por aquí está,” Osaka empezó a dirigirle.

Las primas llegaron a una habitación amplia que contaba con una cama y un escritorio. Faltaban muchos detalles que se irían completando con el tiempo. Roxas también había optado por seguirles.


“Ehm, chicas…” este se les dirigió incómodo.
“¿Qué pasa, Roxas?” preguntó Osaka. “Te ves incómodo.”
“E-estoy en mi derecho,” este le miró con reproche. “¿Cómo así se enteraron sobre esto?”
“Oh, yo oí una conversación que no debí junto a las chicas,” contestó la exHiME, sonriente. “Kotatsu justo se lo reveló a Larsa.”
“¿Cómo así?”
“Pues no sé, sólo comprendo que Larsa les ha estado ayudando con algunas cosas de Hanasaki, y creo que tanto Kotatsu como Horikawa habían estado tratando de aprender más sobre ti y sobre lo que te sucedió. No tengo más información.”
“Ya veo… no me sorprendería.”
“Pues yo…” Cho se inquietó. “Hace unos días, Urashima se acercó para hablarme sobre ti y pedirme que cooperáramos juntos durante la pelea. Cuando no quise oírle y le pedí que no se involucrara, él me contó la verdad…”
“…” en verdad, todo ese tiempo, ese par había estado velando por él, por más que haya sido de un modo accidentado. “Cho… imagino que ello te debe haber afectado mucho…”
“¿Eh?” Osaka se confundió.
“Por supuesto que sí,” desvió su mirada. “Q-quizás es vergonzoso y tonto decirlo a estas alturas, pero… cuando me enteré, temí que terminarías yéndote de mi lado, y que nunca más nos volveríamos a ver… supe que el que tú adquirieras una familia era lo mejor para ti… y me sentí diminuta en comparación a ello…”
“¿Qué cosas dices?” Roxas se impacientó y agarró a su hermana de sus hombros. “Cho, yo nunca haría algo así, sin importar qué. Lo sabes, y ahora quiero que lo internalices.”
“Sí… gracias…”
“Siendo sincero, me aterra pensar en lo que viene después de todo esto. Los Kotetsu son buenas personas, pero no me siento parte de ellos… no del modo en el cual ellos me ven, y sólo por eso me siento indigno…”
“N-no digas eso, Roxas,” Osaka negó. “No es verdad.”
“Pero… sí es agradable pensar que algún día nosotros podríamos ser parte de esta familia, y es verdad que necesitamos de su ayuda. Aunque… yo sólo estaría cómodo si ustedes dos permanecen a mi lado. No estoy listo para abrirme hacia ellos y, aun si eso fuera a ocurrir, no me sentiría bien si ustedes me faltaran. Primero son las dos antes que lo demás.”
“…” Cho asintió. “Gracias… lo siento igual… me alegra que estemos juntos.”
“A mí también,” Osaka miró a su prima. “Cho, perdón por hacerte molestar.”
“D-descuida, eso ya pasó. Lo importante es que todo está bien.”
“¿De qué hablan?” preguntó el Key, confundido.
“Hehe, secreto~” Osaka decidió no compartirlo con él. “¡Oh, nos esperan! ¡Vamos!”

Los primos salieron de la habitación camino hacia la cocina para disfrutar de los postres.


Ni bien recibió una respuesta positiva a su pedido, Taroutachi salió a un café localizado en la ciudad para reunirse con aquel que ya se había convertido en su viejo amigo. El detective Dojima tomó asiento en la misma mesa, y los dos terminaron disfrutando de su infusión favorita mientras intercambiaban palabras.

“Déjame darte la bienvenida a la ciudad,” dijo el detective de buen humor. “Aunque asumo que estoy un poco tarde en el gesto.”
“Sigue siendo mi primer día.”
“Sé que no está en mi lugar meterme en los asuntos de tu familia más allá de mi profesión, pero espero que todo haya ido bien durante el reencuentro con tu hijo.”
“Felizmente todo estuvo bien, gracias por preguntar,” Taroutachi asintió y le miró a los ojos. “Siempre estaré agradecido por tu ayuda. Nada hubiera sido posible sin ti.”
“No me agradezcas. Lo importante para mí es haber solucionado el caso,” sonrió un poco. “Ha sido un largo, aunque agradable, trayecto. Asumo que ya no mantendremos el mismo contacto.”
“No el mismo, pero tengo otro pedido que hacerte.”
“¿A qué te refieres?” le mostró interés por no haberlo esperado.
“Quisiera que realizaras una investigación similar para encontrar los orígenes de Cho Tanaka. No tienes que contactar a sus familiares ni ser tan preciso como en el caso de mi hijo. Contestar algunas respuestas con respecto a su pasado será más que suficiente.”
“…entiendo,” Dojima asintió con leve solemnidad, meditabundo. “Parte de la investigación por su hijo en cierto modo cubrió a ella. Sé por dónde empezar. Estimo que la búsqueda tomara un tiempo, pero te mantendré al tanto.”
“Sí, gracias nuevamente...”


Eureka

Aprovecho en dejar esto antes de que me olvide u_u

Dos cosas: a) El mes pasado deje la primera escena de este fic, pero por el límite de caracteres en cada post, se cortó gran parte así que la borré u_u y b) Es mi último aporte del ataque uwu



27.3 




“Esto es…”
“Un mensaje… ¿de la rectora?” Keith completó la frase de Lance.

Los cuatro releyeron varias veces el mensaje en sus celulares, sin creer lo que decía. Hablaba de un atentado al campus, y la rectora exhortaba a sus alumnos a mantener la calma, buscar el refugio más cercano y esperar a un nuevo aviso. Ellos, que estaban justo en su spot favorito de la universidad haciendo hora hasta que se despejaran las estaciones de tren, se quedaron perplejos y demoraron unos instantes en retomar la conversación.

“¿Saben… si Allura está en Hanasaki?” preguntó Hunk.
“Puede estar en peligro,” dijo Keith, preocupado.

Todos recordaron la conversación que habían tenido hacía una semana, e inmediatamente se pararon. La preocupación por su amiga era tal que prevalecía antes que la preocupación por sí mismos: temían que, además de las HiMEs actuales, Allura fuese uno de los objetivos, al haber sido una HiME que venció a su rebel en el conflicto pasado. Dudaban que Rizembool no haya tomado en cuenta la oportunidad de deshacerse de todas esas HiMEs que habían ganado pero no habían retomado sus puestos en esa ocasión. De seguro, para ellos, mejor era librarse de una amenaza que podía volverse más peligrosa a futuro.

“¿Allura?” Pidge fue quien la llamó.
¡Pidge!” su amiga sonaba muy aliviada. “¿Están bien? ¿Dónde están ahorita?
“A espaldas de la facultad de Derecho, en ese spot donde pasamos los huecos. ¿Tú?”
Busquen un refugio cercano, me dijeron que hay uno en el auditorio de Derecho. Voy por ustedes, estoy cerca de ahí.
“¡No! Está bien, quédate donde estás. No te preocup—”

Pidge no pudo terminar su frase: se quedó helada al ver a un hombre con espadas gemelas corriendo hacia ellos a toda velocidad. Cuando parpadeó, el sujeto se encontraba a menos de un metro. Él dio unos pasos y saltó, blandiendo una de las espadas con la intención de cortarla a ella en dos.

“PUTAMADRE,” la rápida e inteligente respuesta de Lance fue gritar aquella lisura y empujar a Pidge al suelo. Keith, por su lado, tomó de la muñeca a Hunk y lo jaló lejos de ellos.
“Tsk,” el hombre chasqueó la lengua ni bien aterrizó en el piso, y se sacó un par de conejos del cuello a la vez que se paraba de nuevo. Al girarse, el grupo lo pudo observar con más detalle: toda su apariencia gritaba ‘rebel’ por doquier. La cicatriz en forma de “x” en su rostro y las katanas gemelas de filo dentado en sus manos era más que suficiente para confirmar sus sospechas.

En el silencio de la noche, lo único que se podía oír eran los gritos desesperados de Allura, que intentaba comunicarse con ellos mediante el celular de Pidge. No perdieron más tiempo y empezaron a correr en el sentido contrario del rebel, con la intención de escapar.

El sujeto rodó los ojos, y en cuestión de segundos, los alcanzó hasta cerrarles el paso.

“Mierda,” el rebel sonaba irritado. “¿Qué de entretenido hay en matar gente que ni se puede defender? No entiendo cómo le han dado esta misión a varios rebels. Vaya manera de desperdiciar su tiempo.”
“¿Quién… eres?” preguntó Lance. Keith, Hunk y Pidge se aguantaron las ganas de ahorcarlo ahí mismo.
“Sh— ¡Espera! ¡No tengo por qué decirte quién soy!” le respondió, mientras lo señalaba.
“Eres un rebel, ¿no?” preguntó Keith.
“Sí, pero no tengo HiME aún.”
“Entonces… ¿por qué estás aquí?” esta vez fue Hunk el de las preguntas.
“Uhhh, ¿estaba aburrido? No me asignaron nada para este ataque. Igual salí: era mejor que quedarme en la clase de Ilustración.”
“Bueno, ya que te diste cuenta de que es súper, súper aburrido meterse con gente indefensa, supongo que nos dejarás ir, así que adiós~” Hunk le sonrió muy nervioso, y tomó de los brazos a sus amigos para que corrieran en la misma dirección que él.

Esta vez, sin embargo, la adrenalina les permitió ir a mayor velocidad. Aún así, el rebel iba detrás de ellos, cada vez acercándoseles más y más.

“Hay que separarnos,” dijo Lance. “Es la única forma de salirnos de esta, no nos puede seguir a todos al mismo tiempo.”
“No,” Keith se detuvo. “Vayan ustedes, yo voy a pelear.”
“Espera, Keith,” Lance también dejó de correr. “No seas idiota, no vas a poder contra él…”
“Habrá que intentarlo,” Keith le sonrió de lado, y adoptó una postura de batalla con dirección hacia el rebel. Sobre el hombro, le habló: “cuida de Hunk y Pidge por mí.”
“¡No te voy a dejar solo!” le dijo Lance, y se giró hacia Pidge y Hunk. “¡Vayan por Allura!” les gritó y, al ver que le hicieron caso, se colocó al lado de Keith, imitando su pose de artes marciales. No sabía nada sobre defensa personal, pero tal vez podía improvisar: era su única manera de sobrevivir.
“Lance, no seas cojudo, anda con ellos…” Keith sonaba entre preocupado e irritado con la actitud de Lance.
“No, no voy a dejar que te lleves el crédito tú solo.” Lance le sonrió. Luego, con la mirada, le indicó que rodeara al rebel por la derecha ni bien se les acercara.

El rebel, en esos instantes, los alcanzó. Keith y Lance tensaron sus puños, esperando lo peor, pero el enemigo optó por pasar de lado y seguir con su camino, prefiriendo a Hunk y a Pidge como objetivos.

“¿Huh?” Lance arqueó una ceja. “¿¡Quién se cree ese idiota!?” dijo, al procesar lo que había sucedido.
“Lance, vamos,” Keith empezó a correr, siguiendo al rebel.

Lance bufó, pero fue detrás de él.




   

Pidge y Hunk se habían metido a la facultad de Derecho, que en esos momentos yacía completamente vacía. Intuían que todos los alumnos habían buscado refugio en los salones más cercanos o el auditorio que estaba a un paso de allí.

Observaron que, en el sentido contrario de donde habían llegado, se asomaba una silueta por el pasillo de ingreso a la facultad. Al reconocerla, se alegraron: Allura corría hacia ellos, aliviada de ver que se encontraban en buen estado.

“¡Allura!” gritó Pidge, y junto con Hunk, le dieron el alcance. La mencionada rodeó sus cuellos con sus brazos, y suspiró, más tranquila.
“Esperen. ¿Dónde están Keith y Lance?”
“AQUÍIII”

Y cuando voltearon, Pidge y Hunk empalidecieron al ver que el rebel estaba a pocos metros de su posición. Detrás de él, Lance y Keith corrían a toda velocidad.

Bastó que Allura viera las katanas del pelirrojo que corría hacia ellos para asociarlo con Rizembool.

“Hunk, Pidge, métanse a uno de los salones,” les avisó, a la vez que se acercaba hacia el rebel. Este se detuvo a unos pasos de ella, observándola con curiosidad.

“¿Eres HiME?” le preguntó, visiblemente interesado en esa posibilidad.
“No.”
“Tch,” el rebel chasqueó la lengua. Su expresión denotaba aburrimiento puro. “Y yo que creía que tendría una batalla decente.”
“Que no lo sea no significa que te dejaré pasar. No voy a dejar que le hagas daño a nadie.”
“No tienes poderes, ni arma. ¿Cómo piensas defenderte?”
“Mm,” Allura sonrió, confiada. “Buena pregunta.”

El rebel saltó unos pasos hacia la derecha ni bien sintió un ataque cercano, y con eso, logró esquivar el puñetazo de Keith, quien finalmente lo había alcanzado por detrás.

“Todos ustedes están locos,” el rebel empezó a reírse a carcajadas. De sus manos emanaron llamas de fuego azul, que se extendieron hasta rodear sus katanas por completo.

Lance y Keith se colocaron detrás de él, con las poses de combate de hace unos instantes.

Hunk y Pidge observaron cómo Allura los imitó, y se sintieron avergonzados consigo mismos: le habían prometido que la apoyarían. Estaban seguros de que involucrarse en la batalla sería perjudicial, pero no podían buscar refugio y dejar a sus amigos a su suerte. Los dos intercambiaron miradas, y luego de asentir, se colocaron a unos metros de Allura.

Con ello, los cinco formaban un círculo alrededor del rebel.

Allura concibió la idea de obligarles a salir de allí, pero las expresiones decididas de su hermano y sus amigos le indicaron que sería imposible moverlos de sus lugares. Estaban dispuestos a ayudarla, por más de que sabían que saldrían heridos.

Allura suspiró, y en esos instantes, se arrepintió de no haber dado la prueba HiME cuando pudo haberlo hecho.

Pero ya no había tiempo para lamentarse: tenía que fabricar un plan que les facilitara el escape.








Midoriya y sus amigos habían salido a buscarlos ni bien recibieron la alerta de la rectora. Ninguno de ellos sabía que era rebel, por lo que se justificaba la preocupación que sentían por Noriko, Saeran y él.

Ambos grupos se habían encontrado a medio camino, en uno de los comedores del campus.

“Mejor es que nos refugiemos aquí, por mientras,” comentó Noriko, observando que algunos alumnos habían hecho lo mismo bajo las mesas dentro del comedor. Este yacía en prenumbras, presuntamente para dar la sensación de que nadie andaba ahí adentro y pudiesen pasar desapercibidos ante el enemigo.
“Sí, tienes razón,” dijo Ochako.

Ochako, Saeran y Kenma abrieron las puertas del comedor. Los alumnos los urgieron a entrar con gestos y susurros, pero a unos metros de ellos, un camino de fuego azulado empezó a acercárseles a gran velocidad, con la intención de cerrarles el paso e impedir su ingreso. Ochako, Kenma y Saeran fueron los únicos que pudieron entrar antes de que el camino de fuego les sirviese de barrera, separando al grupo en dos.

“Qué…” Todoroki se giró a observar de dónde había provenido el ataque. La piel se le escarapeló al reconocer al hombre que se acercaba al grupo con pasos calmados.



   
Fushimi tenía cierta fama por ser parte del grupo de alumnos que siempre se veía involucrado en los conflictos con Hanasaki. Shouto recordaba haber oído sobre esto en su primer año de Highschool, cuando empezó sus estudios en Rizembool: justo le había tocado en el mismo salón que Fushimi, por lo que los rumores que lo involucraban eran incluso más frecuentes y llegaban a sus oídos a cada rato. Lo curioso era que el afectado parecía darle poca importancia a estos, puesto que los ignoraba por completo. Sólo cuando le preguntaban acerca de ellos es que realmente reaccionaba: su actitud aburrida, junto a la mirada fría que lanzaba, conseguían alejar a la gente interesada por el chisme.

Ya en la universidad, esta situación no había cambiado. La popularidad de Fushimi era tanta que hasta él había escuchado rumores nuevos por más de que estaban en distintas facultades. Decían que esta vez, además de ser rebel, se dedicaba a conseguir información de las HiMEs a cambio de elevadas sumas de dinero. Lo peor era que Todoroki no dudaba de esto: al contrario, lo veía muy factible.

Todoroki, en cuestión de segundos, analizó los posibles resultados de una hipotética batalla contra su colega rebel, y supo de inmediato que estaba en desventaja: en todos salía perdiendo por la admirable fuerza y experiencia de su contrincante. Lo único que quedaba era tomar su lado, pero si Fushimi estaba ahí era para atacar a los civiles, todo se tornaba más complicado de lo que ya era. Lamentablemente, veía poco probable que su motivación fuera distinta.

“Todoroki, ¿no?” lo llamó.

Por unos instantes, se le hizo extraño… pero de ahí recordo que todos los invitados de la fiesta de derecho debían acordarse de él, porque había sido el anfitrión. Y si mal no recordaba, Fushimi había asistido, aunque sólo lo había visto por un par de horas.

“Y Sonozaki, qué sorpresa.” Fushimi sonrió al cruzar miradas con Noriko. Luego, notó a Midoriya, a quien no reconocía.
“¿Necesitas ayuda con algo?” le preguntó Noriko, intentando distraerlo.
“No,” Fushimi negó con la cabeza. “Vine a esta zona porque me habían dicho que había una HiME por aquí,” dijo, un poco irritado, y rodó los ojos. “Pero entré buscando cobre y encontré oro.” Fushimi vio de reojo a los alumnos que se escondían dentro del comedor.
“A mí no me dieron ningún encargo, así que por eso no he—”
“Todoroki-kun, tú…” susurró Midoriya, pero la voz potente de Fushimi opacó la suya.
“Eso nadie lo ha respetado,” contó Fushimi. “Me contaron que varios rebels que se iniciaron hace poco igual han venido a apoyar de todas formas. Me parece un poco idiota por la falta de experiencia, pero eh, allá ellos.” Fushimi se encogió de hombros. “Supongo que igual sirve de práctica.”

Las llamas de fuego en el piso tomaron un desvío, ingresando por la puerta del comedor. Todoroki, preocupado por sus amigos y los alumnos de adentro, extendió su mano derecha en la dirección de la puerta, y de esta surgió una serie de carámbanos de hielo que congelaron el fuego, impidiéndole el ingreso.

“…Mejor vamos por la HiME,” dijo Todoroki. Fushimi lo miró, extrañado, pero asintió.
“Todoroki,” Noriko se veía preocupada.
“Todoroki-kun,” Midoriya se había quedado estupefacto ante lo que había visto.

Todoroki optó por no prestarles atención, y antes de caminar hacia Fushimi, le susurró a Noriko.

“Cuide de Midoriya y del resto, presidenta,” le rogó, y luego, se reunió con el otro rebel.





     
La reacción inmediata del grupo fue acercarse al rebel y lanzar puñetes y patadas sin discreción. Sin embargo, el pelirrojo era demasiado rápido para ellos, y esquivaba todo sin ningún problema. En estos breves momentos, Keith y Lance se quemaron con las espadas, Allura recibió un corte con quemadura en el brazo derecho y Pidge y Hunk un par de golpes por parte del rebel.

Pero esos minutos de batalla le habían servido de mucho al mismo rebel, quien notó un patrón en los ataques del grupo de Allura, y consiguió que terminaran atacándose entre ellos. Allura chocó contra Keith, Pidge y Hunk se patearon al mismo tiempo, y Lance, que se había lanzado a embestirlo, cayó de bruces al suelo ni bien el rebel desapareció del panorama.

Los cinco recuperaron el equilibrio, y volvieron a prepararse para la batalla, formando un círculo.

“¿Están bien?” preguntó Keith, mirándolos de reojo. Varios miembros del grupo se quejaban del dolor, mientras que otros, como Allura, habían improvisado vendas para sus heridas con sus mismas ropas. Por esto mismo, la falda larga de Allura estaba rasgada, y la casaca de Lance había pasado a mejor vida.
“Sí,” dijo Lance, y le extendió un pedazo de tela a Keith. Este le agradeció con la mirada, y prosiguió a cubrir su quemadura con eso.
“He estado mejor en otras ocasiones.” Hunk suspiró. “Pero eso no es lo que importa ahora. ¿Dónde está…?”
“Prepárense,” advirtió Pidge. “Ahí viene.”

Y justo como ella predijo, el rebel se mostró en frente de ellos de un momento a otro. Su ataque desde los aires dividió en dos al grupo: Keith y Hunk por un lado; Lance, Pidge y Allura por el otro. La fuerza con la que blandió sus katanas destruyó parte del suelo con el que estas entraron en contacto, dejando un hueco lleno de fracturas en el cemento.

El rebel optó por perseguir al grupo de Allura, que corrió hacia los salones de la facultad. Allí, Allura y el resto notaron que algunos alumnos habían salido a observar la pelea.

“¡Regresen a los salones!” les urgió Allura. Pidge y Lance la imitaron, y con gestos, mientras corrían, les pidieron que busquen refugio.

Entre los alumnos, sin embargo, Allura reconoció a Garnet, quien le sonrió y le lanzó un estuche de flechas y un arco. La exHiME los atrapó rápidamente.

“¡Gracias, prometo cuidarlo!” le gritó Allura.

Abrió el estuche de las flechas y se lo colgó de manera cruzada. Sacó una, y la colocó en el arco. Se detuvo en seco, permitiendo que Pidge y Lance  pasaran por su lado y continuaran con su camino.

“¡Allura!” escuchó que Lance la llamó, pero ella lo ignoró.

Soltó un suspiro largo, y apuntó al rebel. La flecha fue deflectada por las katanas que él portaba, las que le sirvieron de escudo. Allura probó con otra flecha más, y el daño fue mínimo: solo logró hacerle un corte pequeño en la mejilla.

Para su mala suerte, la distancia entre ellos se había acortado, y para ese entonces era imposible que Allura lograra defenderse o pudiese buscar algún tipo de refugio.

Su último recurso fue protegerse con el arco, el que terminó recibiendo el impacto de una de las katanas.

Pero ese contacto hizo que Allura y el rebel percibieran cómo sus alrededores empezaron a desvanecerse. En frente de ellos, miles de imágenes de lo que parecía ser un futuro cercano empezaron a mostrarse a gran velocidad, hasta cortarse abruptamente de un momento a otro.

Sin embargo, había sido más que suficiente para llegar a varias conclusiones.

Ambos cayeron de rodillas al suelo luego de procesar tanta información. Una migraña fuerte los conectó, y se retorcieron de dolor mientras sostenían sus cabezas.

“Tú…” Allura optó por hacer a un lado su dolor, dándole prioridad a la revelación que había presenciado. Se levantó mientras lo observaba. “Tú vas a ser mi rebel.”
“Allura,” mencionó su nombre el rebel mientras volvía a pararse, y sonrió de lado. “No pensé que te encontraría antes de que te asignaran a mí, la verdad.”

Así como él sabía su nombre, ella también había conseguido aprender el suyo en medio de las premoniciones. El pelirrojo en frente de ella se llamaba Sho Minazuki.   




“¿No preferirías una batalla luego de que consiga mis poderes?” le ofreció. “Al menos… eso es lo que ví. Nuestra primera batalla no será acá. Tú también lo viste, ¿no?”
“Mm,” Sho asintió.

De lo que había observado en las premoniciones, Sho no era de rendirse tan fácilmente. Se veía como un chico sumamente impulsivo y terco, pero cuyas habilidades resaltaban a simple vista. Había presenciado varias peleas entre ellos, y aunque en la mayoría el resultado era un empate, notaba que el potencial de Sho crecía conforme el tiempo pasaba. Sho era de aprovechar las oportunidades que se le presentaban. En cierta manera, era muy parecido a Keith, y eso lo hacía un poco más cercano a ella. 

Se le hacía muy extraño que optara por hacerle caso. Pero suponía que se debía a algo más, porque parecía preocupado por algo. De todas maneras, la primera batalla entre ellos, según las visiones, iba a ocurrir varios días después del ataque, así que estaba dicho que no pelearían esa noche.

“Será más entretenido que estar persiguiéndote a ti y a tus amigos,” dijo Sho, medio irritado.

Por el rabillo del ojo, Allura vio que su hermano y sus amigos se habían reagrupado a unos metros de ella, y la observaban con visible preocupación en sus rostros.

“Parece que tienes la habilidad de predecir lo que se viene,” comentó ella, muy curiosa.

Sho la ignoró, y apagó el fuego en sus espadas, guardándolas en las fundas debajo de la polera que tenía atada a la cintura. Le dedicó una última mirada antes de correr hacia las áreas verdes atrás de la facultad de derecho.

Ni bien lo perdió de vista, Allura volvió a caer al suelo producto del cansancio y el estrés.

Pudo suspirar tranquila, puesto que sabía con certeza de que Sho no volvería.

“¡Allura!”


     

Sus amigos se le acercaron rápidamente, rodéandola. Keith y Hunk la ayudaron a pararse de nuevo, y Allura les sonrió a todos.

“Gracias,” les dijo, muy sincera. “Aprecio que hayan cumplido con su palabra.”
“Tú fuiste la que nos ayudó a nosotros, realmente,” dijo Hunk.
“¿Estás bien?” le preguntó Pidge, y Allura asintió.
“Sí, un poco agotada, adolorida y con migraña, pero no hay problema,” dijo Allura.
“Oh, justo leí de que aplicar presión en la segunda o tercera vértebra te puede aliviar de las migrañas,” dijo Lance. Todo el grupo lo miró con sospecha. “No lo decía con esa intención, chicos,” y rodó los ojos. El resto del grupo se rió en conjunto, y Lance no dudó en unírseles. “Pero no. En serio.”
“Lo intentaré cuando llegue a casa,” dijo Allura. “Gracias, Lance.”
“¿Qué pasó con el rebel?” preguntó Hunk. “No volverá, ¿o sí? Ya no puedo pelear ni correr ni un segundo más.”
“Pues… él va a ser mi rebel,” contó Allura. “Cuando me atacó, pudimos ver al mismo tiempo varios momentos del futuro de ambos, pero en especial el suyo. Aprendí su nombre, también. Se llama Sho Minazuki. Me sorprendió lo parecido que es a Keith,” y miró a su amigo con una sonrisa.
“¿A mí?” Keith arqueó una ceja.
“Es muy terco e impulsivo como tú,” dijo Allura. “Pero posee un inmenso potencial. No pudieron asignarme un mejor rebel, creo yo.”
“Pensé que estarías más asustada…” dijo Pidge.
“Ver el futuro me ha dado una gran sensación de calma. Sé…” Allura hizo una pausa. “Sé que voy a ser una buena HiME.”
“¿Viste algo de tu key?”

Allura recordaba haber visto a sus amigos luchando contra Sho en algunas de las visiones. Pero un hombre más, al lado de Keith, había aparecido en varias de las premoniciones. Sentía que lo había visto antes, pero no podía hacer memoria de su nombre.

“Ví… a un hombre, aparte de ustedes. Él tenía poderes, y parecía cercano a ti, Keith,” Allura miró al mencionado.
“Uh… ¿no tengo amigos más que ustedes?” Keith se veía confundido. “A menos de que sea alguien que conoceré en un futuro. Eso, o es Jay,” dijo, cruzándose de brazos.
“¿Jay?” preguntó Pidge.
“Mi hermano mayor,” dijo Keith.
“¿No sabíamos que tenías hermanos?” Lance se mostró muy sorprendido.
“Uh, yo sí sabía, y Allura también,” dijo Hunk. “Pero Keith se lleva mal con el menor, y el mayor se mudó fuera de su casa hace cinco años, por eso es que nadie ha escuchado sobre ellos.”
“…Jason,” murmuró Allura para sí misma, mientras intentaba recordarlo.

La familia de Keith nunca había sido muy cercana de la de Allura y Hunk: el padre de Keith era un empresario dedicado a su trabajo, y a diferencia de los hermanos Maheswaran, Keith y sus hermanos habían perdido a su madre cuando eran niños. Por ello, nunca habían tenido mucho contacto, y no se habían forjado lazos entre las familias aparte de la amistad entre Keith, Hunk y Allura.

Pero Allura recordaba haber visto a Jason y a Damian al menos unas cuantas veces durante su adolescencia, cuando iba a recoger a Hunk a la casa de Keith. Cada Kogane era único a su manera: Keith era el más solitario y sincero de todos, Damian se caracterizaba por su orgullo y su actitud altanera y Jason… Jason le caía muy mal.

Lo cierto era que no había tratado con él por más de 8 años, por lo que no sabía nada acerca de su personalidad actual o cúal era su apariencia. Sin embargo, no podía negar el parecido entre Keith y el hombre a su lado en las visiones. La probabilidad de que fuera Jason Kogane era muy grande.

Le intrigaba mucho la idea de volverse cercana a él dentro de poco. No sabía de dónde brotaría esa amistad, ni tenía idea de cómo llegaría a ser su key.

“¿Alto, ojos azules, cabello negro con un mechón blanco?”
“Sí.”
“Era Jay, entonces,” dijo Keith. “Pero… ustedes no son amigos. ¿Cómo va a ser tu key?” preguntó, muy confundido.
“Ohh, tal vez Allura se enamora de él~” canturreó Pidge.
“¡Pidge!” Allura se mostró muy avergonzada.
“Hablando de fuertes revelaciones,” empezó Lance. “¿Sabían que Pidge es chica?”
“…Qué,” Pidge lo miró, incrédula.
“Es que cuando te empujé al suelo, de casualidad… uh…” Lance se sonrojó. “Disculpa.”
“¡Carajo, Lance!” Pidge lo pateó en la pantorrilla, y Lance empezó a saltar en un pie, intentando sobarse la pierna.
“AY PIDGE, MIERDA”
“Bueno, a mi me había contado,” dijo Keith.
“Yo lo sospechaba,” mencionó Hunk.
“Yo también,” dijo Allura, y sonrió.
“…Qué,” Lance los observó a todos, decepcionado. “¿Yo soy el único que no sabía?”
“Nadie te dijo nada porque sabíamos que eras el que haría más alboroto por esto,” dijo Keith.
“¡PERO! SOMOS AMIGOS POR… ¿cuántos años? ¿Dos, tres? ¿Y NUNCA SUPE NADA? ¿¡ES CHICA!? ¡ESO CAMBIA TODO!”
“No cambia nada, Lance,” Hunk rodó los ojos, a la vez que empezaba a caminar hacia las escaleras que daban al segundo piso de la facultad.
“Sí, supéralo,” dijo Keith, siguiendo a Hunk.
“Qué lento eres,” Allura se rio.
“¿Vamos a meternos a cualquier salón, no?” preguntó Pidge, detrás de ellos.
“Sí, al menos hasta que nos confirmen que ya no hay rebels en los alrededores,” dijo Allura.
“¡Espérenme!” Lance fue detrás del grupo.


 



En su mente, Todoroki había planeado hacerse pasar por un rebel muy inexperto para frustrar los ataques de Fushimi. En parte, era cierto, porque aún no conseguía manejar bien su lado izquierdo, que controlaba el fuego. Pero su motivo principal no era ese: la verdad era que no se sentía cómodo atacando a una HiME, menos si no era la suya. En esos instantes, se preguntaba cómo haría en un futuro cercano, cuando le asignaran una… pero mejor era dejar esa preocupación para después.

Fushimi y Todoroki encontraron a la HiME cerca del comedor: era de estatura pequeña, cabellos lilas y ojos carmín. Parecía que ya había luchado contra su rebel, puesto que se veía agitada y contaba con varios cortes y golpes en el cuerpo. Sin embargo, eran muy superficiales, lo que indicaba una posible victoria. Distraída por su celular, no se había percatado de que ambos se acercaban a ella raudamente.

El gato a su lado maulló cuando los vio. La HiME, inmediatamente, metió el celular en su bolsillo y alzó su oz, girándola en sus manos a una gran velocidad, protegiéndose así de la llamarada de fuego que le lanzó Fushimi y de los carámbanos de hielo de Todoroki.

“Tch,” Fushimi chasqueó la lengua.
“Mona, apóyame,” dijo la HiME, y su Child asintió. El gato adoptó su forma verdadera, y con un leve movimiento de sus patas convocó ráfagas de viento que dirigió hacia ellos. Todoroki estuvo a punto de ser arrastrado por una de no ser porque Fushimi apareció detrás de él y, del cuello de su camisa, lo jaló fuera del peligro. Fushimi lo depositó en el suelo, y se quedó parado a su lado.

Todoroki se mostró sorprendido ante la velocidad de su compañero. Sin embargo, le sorprendió más notar que Fushimi se había quedado estupefacto en su sitio, observando a la HiME. Y era algo mutuo: ella también lo observaba, como si se hubiese topado con un fantasma.

“…” Fushimi suspiró. “Mierda.”
“…?” Todoroki se levantó, y lo miró con curiosidad.
“Vámonos.”

Fushimi se giró, y empezó a correr en la dirección contraria. Todoroki lo siguió muy de cerca.

“¿Qué pasó? ¿La conoces?” preguntó.
“No,” dijo Fushimi.

Sin embargo, Todoroki sabía que mentía. La reacción de Fushimi ante la chica había sido muy rara.

Aún así, Todoroki prefirió no darle mucha importancia a eso: más preocupado estaba por las siguientes acciones que llevarían a cabo. Fushimi podía sugerir regresar al comedor y acabar con todos los alumnos de allí, después de todo.

Pero la HiME de hacía un rato se apareció en frente de ellos, cerrándoles el paso. Entre asustada y decidida –su expresión parecía fluctuar entre ambos estados—, demostraba con su postura rígida que estaba dispuesta a hacer de todo por impedirles que siguieran recorriendo el campus a su antojo.

De un segundo a otro, Fushimi desapareció: cuando lo volvió a ver, lo encontró justo detrás de la joven, a punto de golpearla en la nuca. Pero la HiME consiguió darse cuenta del peligro en el mejor momento, y saltó para crear distancia entre ambos. Todoroki juró ver un tanto de sorpresa en el rostro del otro rebel, pero por la distancia a la que se encontraban, no se sentía muy seguro de ello.

“…” Fushimi chasqueó la lengua, y rodó los ojos. “No voy a pelear contigo,” dijo, luego de unos segundos de silencio.
“¿Por qué?” le preguntó, curiosa, aunque no descuidó su postura rígida.

Por un momento, Todoroki juró que se iniciaría una batalla entre ambos y que, lamentablemente, tendría que apoyar a su colega rebel. Grande fue su sorpresa al ver que Fushimi sólo la observó por sobre el hombro, y se giró para continuar con su camino. Con un gesto de su mano, llamó a Todoroki, y él lo siguió.

La velocidad que tomaron aumentó considerablemente en el transcurso del trayecto, hasta que perdieron por completo a la HiME de hace un rato.

“¿Y ahora?” le preguntó Todoroki.
“Regresemos a Rizembool,” fue lo último que esperó oír de los labios de Fushimi, pero eso le había dicho el pelinegro.
“…No entiendo.”
“Iba a sugerirte regresar al comedor de hace un rato, pero noté que tienes amigos entre los estudiantes.”
“¿Cómo…?” Todoroki no comprendía.
“Planeaba sacártelo en cara, pero yo también he hecho a un lado mi deber por motivos especiales.”

Ah. Se refería a la HiME de hace un rato.

“¿Entonces?”
“Nada, volvemos a Rizembool y nunca más hablamos de esto.”

Todoroki observó el rostro imperturbable del otro rebel, y asintió, sin dudarlo.

Ese secreto quedaría entre ambos.
« Last Edit: January 08, 2018, 12:28:20 AM by Eureka »


Mimi Tachikawa

Capitulo 35:


La peliazul se encontraba en la puerta de la escuela , respiro ondo y desenvaino su espada

No pensé que volveria a Hanasaki para volver a enfrentarme a mi pasado…-cerro los ojos lentamente –papá…mamá esta vez no los decepcionaré…-

La peliazul empezo a recorrer por toda la escuela, observando como algunos alumnos estaban siendo evacuados al mismo momento que observaba a Himes peleando defendiendo su escuela

Parece que no debi de preocuparme mucho…ellas ya lo tienen todo bajo control…-siguio haciendo el recorrido hasta que se detuvo cuando  observo a Rei, Kanata y Chiaki que a duras penas podían luchar contra Yuuto-Ahí están!!!...-

Tsubasa corrió rápidamente y cuando vio que los orphan que peleaban contra sus amigos iban a volver a atacarlos se lanzo hacia ellos y con su katana los logro alejar

Vaya vaya…parece que ha sido un dia de encuentros…- el rubio observo a Tsubasa que estaba delante de sus amigos- una exhime viniendo a defender a su escuela…y para proteger a sus amigos que la ayudaron a escapar hace un par de años…-rio divertido- que cosas de la vida…-

Rei-san…Chiaki-san…Shinkai-san…están bien??-

No son daños graves pero ahora no podemos movernos…-dijo Rei que estaba en el suelo sin tener fuerzas para levantarse-

Sentimos no ser de mucha ayuda…- hablo Chiaki mientras tenia a Kanata entre sus brazos que estaba malherido-

Al contrario fueron de mucha ayuda…ya que personas como él hubieran matado sin piedad a los demás…ahora Tsubasa Kazanari tomara la posta y peleará contra él…-

No me sirves para nada si no eres ahora una Hime…quieres volver a sufrir la misma humillación de hace un par de años??

Esta vez será diferente…-

Lo dudo…-sacó su latigo- con esto será suficiente…-

Ambos jóvenes empezaron a pelear, a pesar de que Tsubasa habia mejorado en sus habilidades en la espada no era rival para Yuuto que tenia el poder y fuerza superior hasta incluso de la ultima pelea que tuvo con Mayura donde fue derrotado por ella

Eres muy fuerte…pero esta espada no se oxidará ante ti…-empezo a volver a pelear

Pero esta vez Yuuto uso el 50% de sus habilidades para partir en dos la katana de la cual Tsubasa estaba orgullosa

No puede ser…-dijo sorprendida para luego ser lanzada lejos por una patada del rubio-

Gracias por permitirme cumplir mi misión …hoy por fin acabare con mis dos molestias del pasado…y luego ire por mi otra molestia…-

Te refieres a Mayura Daidoji no??...- dijo la peliazul levantándose y tratando de mantener el equilibrio- pero no te lo permitiré …-

Aquí acaba todo…- saco una pistola y disparo contra Tsubasa, pero el disparo salio desviado- era broma…-sonrio- vuelve a ser hime y trata de detenerme….-guardo su arma- bueno fue muy divertido volverlos a ver…espero volver a jugar con ustedes nuevamente…y no te preocupes Rei…que cuidaremos perfectamente de Ritsu…-

No creo que te sea fácil manipular a mi Ritsu…-dijo aun en el suelo esbozo una suave carcajada-

Eso lo veremos…-

Ondeo su mano y desapareció de la escena

Tsubasa se dejo caer de rodillas y empezo a golpear el suelo con sus puños- Aun no soy lo suficientemente fuerte …-
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Mientras tanto…

Mayura estaba muy malherida pero no era la única ya que Flaffy estaba inconsciente y ya no podía levantarse, la pelirosa apenas podía ver a Shun que estaba de pie con sus brazos cruzados y como las flechas de hielo que lanzaba contra ella, sangraba por todos lados, la falta de entrenamiento y sus dudas habían logrado disminuir el nivel de pelea de la pelirosa que no era ni la sombra de la joven estudiante de secundaria que se enfrento a Yuuto

Ya no podía levantarse-Este…sera…mi …fin…-botando sangre de la boca-

Es una lastima que una hermosa joven como tu tenga que morir ahora mismo…queria jugar un rato mas contigo…- empezo a caminar hacia donde estaba ella-

Otoya-kun…-dijo el nombre de la persona que mas amaba en el mundo, cerro los ojos, si ese era su fin entonces queria al menos tener la imagen de aquel pelirojo en su mente antes de morir-

Mayura!!...-

Shun volteo a girar y observo que un pelirojo habia llegado a escena, estaba visiblemente agitado y sorprendido al ver a su novia tirada en el suelo malherida

Asi que el príncipe vino a rescata….-

Maldito!!!!...- con un fuerte impulso se lanzo hacia el albino y  al querer darle un puñetazo sintió como una espiral de fuego empezo a nacer de su puño lanzando al albino lejos, para tener la oportunidad de ir hacia su novia-

Mayura!!! Mayura!! Resiste …- no podía creer que su hermosa, amable y alegre novia estaba tan malherida la cogio entre sus brazos al ver que Flaffy se acerco a duras penas a su dueña para ponerse encima de ella-

Otoya-kun…-abrio los ojos lentamente- no te preocupes…estoy bien …-dijo hablando a duras penas

Eres un chico muy fuerte mi querido Otoya Ittoki…-

Ya no lastimes a Mayura!!!...- grito para evitar que Shun se acerque mientras que alrededor de los dos jóvenes se formo un circulo de fuego- Que es esto??-

Otoya-kun puedes usar poderes??...-

Asi que inconscientemente estas liberando tu fuerza interior para proteger a la persona que amas…sera mejor que lo dejemos por el dia de hoy no se de lo que podrias hacer con este poder, pero no se preocupen nos volveremos a ver cuando la linda Mayura se recupere…-

Shun se retiro y detrás de él estaba un joven rubio que lo seguía muy de cerca

No crees que te has excedido con tu pequeño saludo??

Lo sé …tampoco lo tenia planeado…pero al menos era necesario…-

Tu y tus comentarios nada entendibles…-

Estoy muy cansado vamos a casa a dormir…-

Debo de ir a ver a …-

Lo se lo se…a ver a tu princesa de cristal…

No entiendo lo que ha sucedido, pero ahora vamos a la  enfermería de la escuela para que puedan curar tus heridas o ir al hospital mejor…-el pelirojo lucia visiblemente nervioso al ver a su novia en ese estado-

Quedense tal como están ahora la ambulancia esta viniendo para llevarse a los heridos…-dijo Miranda la directora de Hanasaki al ver su hime lastimada- luego hablare contigo Otoya Ittoki…-

El pelirojo asintió y solamente esperaron a que llegara la ambulancia para llevarse a Mayura

Y es asi que la noche de terror en Hanasaki se habia acabado pero las ruedas del destino de las tres jóvenes habia empezado…

Continuara…
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Cho

Uhh, otro fic más, espero venir con la segunda parte pronto. Gracias a Sayi por los icons~ Como siempre, mis sábados son largos, con razón soy tan perezosa los domingos (??) okay ya.

40.1.


La cena había pasado y todos habían podido degustar uno de los platillos preparados por Horikawa. Roxas fue capaz de comprobar las declaraciones al respecto de parte de Urashima y Osaka, y hasta le dieron ganas de pedirle que le enseñara a cocinar, aunque prefirió guardarlo en secreto ya que temía posiblemente lamentarlo después por comprometerse a esas clases. Era bastante temprano para irse a dormir, aunque ya todos se habían despedido por el día y se encontraba dentro de su habitación. De todos modos, admitía que para haber sido un día con pocas actividades se sentía muy cansado.

Su mente todavía continuaba dándole vueltas y seguía sintiéndose completamente fuera de lugar o en una realidad alterna. No tenía razón alguna para desencantarse con esa familia que le había dado la bienvenida con los brazos abiertos. En verdad los apreciaba y casi ni podía comprender cómo podían ser tan amables tanto con él como con Cho y Osaka. Él se incomodó. Su yo del pasado hubiera sido igual de receptivo y optimista que Osaka, y lo hubiera considerado como completamente entendible y normal. Sin embargo, mucho había ocurrido en los cruciales años de la secundaria afectados por el enfrenamiento entre las escuelas que le habían removido gran parte de su original fe en la humanidad.

También le tomaba demasiado digerir que, en ese mismo reducido día, había desarrollado poderes mágicos para ayudar a su hermana en la batalla y luego fue sorprendido por aquel señor y las noticias que le trajo, para invitarle a quedarse en ese hogar como si fuera su propia casa. Se sentía agotado y perturbado, por decir poco.

Roxas se levantó de su cama para caminar hacia el balcón de su habitación. Desde ahí, podía ver la piscina y el jardín de atrás. Era una casa más pequeña, pero mucho más cómoda, moderna y mejor mantenida. En verdad que era un sitio acogedor y comprendía que los Kotetsu le extendieron la invitación a quedarse indefinidamente sin condiciones y con toda la alegría del mundo al ser en el fondo uno de ellos. Sin embargo, se sentía fuera de lugar. Sentía que no pertenecía, ni que lo merecía. En su mente, no era más que un polizonte, invasor, o impostor…

Desde su balcón, podía ver los de las habitaciones de Cho y Osaka. Su hermana también debía estar despierta por tener la luz prendida, mientras que su prima ya estaría durmiendo. Sonrió un poco. Como era de esperarse de ella.

De repente, pudo oír que alguien llamó su puerta. Inmediatamente, reconoció la voz de su hermano mayor.

“Roxas, ¿puedo pasar?”
“Sí, adelante,” le dijo en voz alta para dejar oírse. Vio a Nagasone ingresar y levantar una palma en señal de saludo.
“Hola, espero no incomodarte. Como vi tu luz prendida supuse que estarías disponible.”
“No te preocupes por eso,” negó. Extrañamente, sentía que podía hablar mucho más fácilmente con Nagasone que los demás pese a recién haberlo conocido ese mismo día. Sin duda Horikawa había tenido razón al decir que él inspiraba confianza. “¿Necesitas algo?”
“No en verdad. Sólo pasaba por aquí a ver si estabas cómodo en tu habitación.”
“Ustedes han sido muy amables conmigo. No les pediría más,” negó, frustrado.
“Como digas, no duele preguntar,” su inmutable actitud animada y sosegada que no daba mayor importancia a las cosas hacía a Roxas sentirse cómodo con él. Percibía una extraña mezcla de que el mayor comprendía la seriedad de su situación, pero no se hacía líos al respecto y trataba de mantenerlo lo más simple posible. “También me preguntaba si tenías algún sitio al que querías ir mañana. Como vamos de paseo, quiero coordinar el horario.”
“Estoy bien. En verdad no puedo pensar en nada. Además, tú eres nuevo aquí. Preferiría que me dijeras por si hay algo que quieres ver.”
“No conozco nada todavía. Recibo sugerencias,” Nagasone se encogió de hombros, sonriendo frustrado. “Así que ambos estamos sin ideas. No importa. A veces los mejores planes salen así.”
“¿Y cómo así te animaste a pedirme que saliéramos los dos mañana?”
“Acabo de llegar y quería hablar un poco contigo. No tengo más razones,” contestó con simpleza. “No siempre estaré en la ciudad y estoy justo en un par de semanas libres, por lo cual espero aprovecharlo un poco. Además, quiero conocerte mejor. No es ninguna presión. En parte es porque estaremos entrenando kendo juntos, y quiero amenizar el ambiente.”
“Tiene sentido…” Roxas asintió y desvió su mirada. “Ehh, no es que quiera decir que está mal o que no me parece, en serio…”
“¿Por qué te andas sintiendo mal? Te entiendo bien. Todo esto es un gran shock para ti. Yo no sabría cómo me lo tomaría en tu lugar tampoco,” le contestó comprensivamente. Le dio un par de palmadas en un hombro y caminó de regreso hacia la puerta. “Trata de descansar. Nos vemos mañana para el desayuno.”
“Sí, buenas noches…”

El mayor se retiró y cerró la puerta de la habitación detrás de él. Roxas dio un suspiro. De nuevo volvía a sentir que ellos eran demasiado amables con él, y continuaba con la inquietud al sentir que él no les reciprocaba lo suficiente. Sacudió su cabeza y volvió a recostarse. Debía hacer un intento para borrar los planes que tenía para el día siguiente de su cabeza. No sabía qué esperar, pero aquel hermano mayor le daba una buena impresión, aparte del hecho que sí estaba animado y un poco emocionado por saber que él le daría clases de kendo.

Trató de recordarse que las cosas no podían volver a cambiar tan súbitamente en tan poco tiempo e intentó conciliar el sueño, pese a que ello no iba a ser tan fácil.


Después de atender a quien sería su roommate indefinidamente, Horikawa fue a visitar a Urashima en su habitación. Le encontró con la luz apagada, aunque supo que este seguía despierto sin molestarse a preguntar. Su amigo estaba recostado sobre su cama con su tortuga encima de su pecho, a la cual acariciaba y miraba con una sonrisa.

“¿Horikawa?” el rubio se sentó sobre su cama y agarró a su tortuga para que no se le cayera. “¿Qué haces aquí?”
“Supuse que seguías despierto,” comentó, sonriéndole con cierta demanda. “Tienes que irte a dormir. Se te hace tarde.”
“Me parece que la gente de la ciudad no se va a dormir tan temprano, Horikawa,” hizo un puchero. “Además ya no soy un niño.”
“Sigues siendo un niño en muchos aspectos, y es mi deber cuidar de ti.”
“¿Por qué siempre dices eso? Somos amigos, pero a veces actúas como si fueras mi sirviente o algo así…”
“Tú sabes que me gusta ayudar a las personas,” sonrió ampliamente.
“¿Y cómo te va con Kashuu?”
“Bien, ya se fue a dormir. Dice que no puede desvelarse porque es malo para la piel y tiene que mantener su apariencia.”
“Hehe, qué curioso. No habría esperado ese comportamiento de un arma.”
“Bueno, hay todo tipo de personas,” Horikawa se animó. “Al menos me alegra saber algunas recetas para lociones y mascarillas caseras con las que puedo ayudarle. Justo andaba mencionándole sobre una que quiere probar mañana.”
“¿Eh?” Urashima se sorprendió. “¿Cómo sabes hacer esas cosas?”
“¿Por qué te sorprendes? Las pocas veces que he visto a tu madre, también le he dado una mano con este tipo de recetas. En verdad son muy buenas y refrescantes, podrías hacer el intento.”
“N-no gracias,” negó un tanto nervioso. “Esas máscaras me dan miedo. Me andaría asustando a mí mismo en el espejo.”
“Y luego dices que no eres un niño…” dio un suspiro.
“¡Oh! ¡Pero si mamá viene con ánimos de hacerse una mascarilla, puedo unirme a ella!” exclamó, entusiasmado, y levantó a su tortuga. “¿No te parece, Kamekichi? Además, muchas de esas fórmulas se hacen con productos naturales. Quizás quede una ensalada para ti.”
“Haha, se lo puedo mencionar,” Horikawa asintió.
“No sé si Sora se vaya a animar, aunque seguro que sí. Él siempre ha sido adorable,” Urashima amplió su sonrisa. “Estaba pensando en decirle a papá que consiga una cama adicional para poder compartir habitación con él mientras nos visita. Siento que tenemos mucho que compartir. Hace un buen tiempo que no nos vemos.”
“Es una buena idea, aunque…” Horikawa desvió su mirada. “No sé si tu madre quiera hospedarse en esta casa. Puede ser un poco incómodo para ella.”
“Hmm…” Urashima comprimió sus labios mostrando inconformidad y bajó su mirada. “Sí, tiene sentido… es la casa de papá, después de todo…”
“Parecen estar en buenos términos, pero aun así…”
“En fin, lo más importante es que los vamos a ver, y no puedo esperar por ello,” sonrió ampliamente. “Ojalá en algún momento tenga la oportunidad de vivir con Sora como hermanos, tal y como está sucediendo con Roxas-niichan justo ahora.”
“Sí, hay que mantenernos optimistas,” el pelinegro asintió con energías y entusiasmo, pero entonces notó que su amigo se notaba algo preocupado. “¿Qué sucede?”
“No, no es nada…” Urashima sonrió incómodo y forzadamente y desvió la mirada. “Es sólo que… él no se ve muy a gusto con nosotros. Creo notar que está inquieto e incómodo. Quisiera poder ayudarle con todo esto, hacerle notar que todo está bien, que no tiene por qué sentirse así… pero siento que no puedo hacer nada al respecto.”
“En eso tienes razón, no hay nada que puedes hacer. Esto no es como cuando fuimos a hablar con el exRebel para que aclarara las cosas con Roxas. Este asunto es interno, es más personal,” recalcó Horikawa con seriedad, pero rápidamente sonrió un poco. “Aunque no te preocupes. Son de las cosas que toman tiempo.”
“Sí, lo sé…” Urashima asintió. “Estoy preocupado por él. Por lo sucedido con el exRebel, sé que él ha pasado por muchas cosas duras en todos estos años, pero apenas estoy consciente de lo más superficial… como familia, nosotros podemos estar ahí para ayudarle en todo, pero él no está listo para confiar en nosotros…” dejó su tortuga a un costado de su cama y abrazó sus piernas. “Me sabe mal decirlo, pero… saber que él rechaza un poco mi trato de hermano hacia él me duele un poco…”
“Sé que has tenido grandes esperanzas y razones por las cuales has esperado este momento con tanto anhelo, pero también le entiendes. Sólo sé paciente,” le animó su amigo. “Incluso si no hay nada que puedes hacer para cambiar las cosas, créeme que ya has hecho bastante por él. Sólo te toca seguir estando de su lado como el hermano que eres,” Horikawa cerró sus ojos y llevó una mano a su pecho. “Yo sé, por la forma cálida y receptiva en la cual todos ustedes siempre han sido, que Roxas eventualmente los verá como familia, los querrá y los aceptará. Los reciprocará a su propio modo. Confía en mí.”
“Horikawa…”
“Más bien concéntrate en el hecho que tienes a tu hermano de vuelta,” le recordó. “En verdad debes estar muy feliz por eso, y feliz de también haber conocido a la familia que Roxas ha tenido todos estos años. Y, en general, debes sentirte afortunado siempre por todo lo que tienes.”
“Por supuesto, en verdad estoy muy feliz por todo. Siempre he sido afortunado, sin importar todas las dificultades que ha habido,” Urashima asintió y se emocionó al punto de levantarse de un salto y abrazar a su amigo. “¡Gracias por hacérmelo recordar! ¡Sí que sabes levantarme los ánimos, muchas gracias!”
“¡O-oye, baja la voz o alertarás a los demás!” le recriminó con susurros.
“Hehe, perdón,” le soltó. “Pero tienes mucha razón. Tengo que sacudirme todo este negativismo. Ya ni sé de dónde salió, yo no soy así.”
“No te preocupes por ello, entiendo,” le sonrió un poco. Horikawa sí sabía de dónde había salido, pero no había punto de mencionar ciertas cosas del pasado en esos instantes… “Y, como siempre, recuerda que me tienes a tu lado y que puedes contar conmigo.”
“Por supuesto. Y sé que no te llego ni a los talones en utilidad, pero quiero dejarte saber que también puedes confiar en mí para lo que sea,” asintió dos veces seguidas con decisión.
“Gracias, siempre lo tendré en cuenta,” el pelinegro asintió. “Por cierto, quería avisarte sobre algo que acabo de arreglar para mañana.”
“¿Arreglar?” Urashima ladeó su cabeza. “Esa es una palabra rara, Horikawa. Te hace sonar un poco sospechoso.”
“No es mi intención,” él encontró esa mención de su amigo un tanto cómica. “Es sólo que tenemos un plan para mañana, ya que Kotetsu-san hizo sus planes privados con Roxas.”
“Uhh, en serio, no es justo,” hizo un puchero. “Ya lo anda acaparando.”
“Kotetsu-san acaba de llegar hoy, tiene sentido que lo haga. También me parece bien que quiera hablar con él porque es una persona muy sabia,” Horikawa se vio convencido y amplió su sonrisa. “Para ti he planeado algo que habías querido.”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?”
“¿No me dijiste que querías conocer a un Toushirou?”
“¡Ohh! ¡¿En serio?!”
“S-sí…” le contestó haciéndole el gesto de que bajara el volumen de su voz con sus palmas. “Sólo llegué a hacer planes con uno de los dos, pienso que el otro es un poco imposible invocarlo por motivos sociales.”
“Está bien, ya es bastante. Gracias, en serio.”
“De nada, así también tenemos algo divertido que hacer,” asintió. “Ahora ve a dormir, ¿sí?”
“Hmm, va a ser más difícil ahora…”
“Ahh, supongo no me sorprende,” dio un suspiro.

Luego de esa conversación, los dos amigos se despidieron para descansar por lo que quedaba de la noche. Les esperaba un día bastante divertido.


Los demás ya se encontraban en sus respectivas habitaciones, pero Cho se sintió un tanto abrumada y optó por salir y caminar por el primer piso de la casa. No dejaba de sorprenderse de aquel lugar tan bien ordenado y con muchos muebles y decoraciones que le daba la impresión de ser una casa piloto. Supuso que era su responsabilidad ordenar y ambientar su habitación en ese sitio a su gusto, aunque dudaba sentirse lo suficientemente cómoda como para hacerlo en algún futuro cercano.

Su caminata le llevó a abrir unas puertas de vidrio que conducían hacia un área enlozada antes de llegar a la piscina y al jardín de atrás. La HiME alzó su mirada para observar a la luna encima de ella y sentir la brisa fresca de la noche. Estar en aquel abierto y natural ambiente le relajaba, y también apreciaba mucho que aquel lugar por más nuevo que fuera siguiera siendo tan callado como su presente casa. Una de las cosas que había temido de mudarse había sido el ruido de la ciudad, después de todo.

Cho se quedó estática apreciando la luna y la brisa a orillas de la piscina por un corto tiempo indefinido, hasta que una voz que provino desde sus espaldas la sacó bruscamente de su ensimismamiento, al punto de asustarle.

“Sigues despierta,” comentó el señor Kotetsu.
“¡…!” la peliceleste se sobresaltó y se volteó bruscamente para dirigírsele, pero fue un giro atolondrado que terminó haciéndole caerse hacia la piscina. Cho temió empaparse por completo, aunque se sorprendió bastante de que el mayor lograra agarrarle del brazo con suma rapidez antes de que fuera a tocar el agua.
“Ten cuidado,” le aconsejó, inmutado, mientras la alzaba para regresarla al filo de la piscina.
“Ehh…” Cho sintió nervios por notar cómo el otro le había levantado por completo al agarrarle del brazo sin hacer ningún esfuerzo visible. Ello fue un tanto aterrador, y le hizo entender que aquel señor poseía una considerable fuerza física. “P-perdón, me distraje…”
“No te disculpes,” negó, pacientemente. “Lo entiendo. Yo también soy una persona que se distrae con facilidad.”
“N-no da la impresión…”
“Estoy consciente de ello,” luego de aquel accidentado encuentro, él también optó a pararse a orillas de la piscina. “Aprovecho este instante para recordarte que tienes nuestro apoyo en tu pelea contra tu Rebel.”
“Eh, sí…” Cho contestó con una voz incómoda y dudosa, y miró a las aguas de la piscina con inquietud. “Lo siento, seguramente no está contento de que envuelva a Roxas en esto.”
“No soy quién para juzgar. Fui un Rebel durante mi juventud.”
“S-sí…”
“Esta es una batalla que los dos deben enfrentar. Es un asunto personal, y estoy consciente de lo envolvente que es. Incluso si no vamos a involucrarnos en medio de la batalla, cuentan con nuestra ayuda para su preparación.”
“Gracias por esto… por todo esto… en serio…”
“…” él le miró de reojo. La HiME sonreía con cierto conflicto e incomodidad, y comprendía bien por qué lo hacía. “Tomará un tiempo para que nos veas como personas en las cuales confiar a plenitud. De ello no te inquietes.”
“…” ella asintió.
“Hablé momentáneamente con Kunihiro luego de la cena, y él me contó un poco sobre la clase de Rebel que te han asignado.”
“¿Eh?” aquella observación le sorprendió levemente. No habría esperado que Horikawa estuviera realmente al tanto de su situación, por más que haya estado ayudando a Roxas.
“No te sorprendas mucho. Con el tiempo comprenderás que Kunihiro es el tipo de persona que se prepara y actúa de la manera más eficaz y útil. Él fue a Rizembool hace unos días y conversó con tu Rebel para comprender su punto de vista sobre la pelea. Ello solo ha dicho bastante de su persona.”
“…”
“Al parecer, tu Rebel lucha con intenciones de desarrollarte a ti y a él en lo que él considera como miembros funcionales de sus instituciones, y el como ‘símbolos de esperanza’. Kunihiro también mencionó que lo más probable es que tu propio Rebel haya conversado contigo al respecto previamente.”
“…” Cho asintió.
“No declararé que le entiendo bien, pero ese Rebel ha dado una pinta de ser irracional e inestable. También… admito que no comprendo el valor en lo que ve de la guerra. Él pelea por la esperanza, para cultivar fuerza y e inquebrantable voluntad. Luego de este trabajo en conjunto que él menciona con respecto a crecer contigo, él desea llegar al desencadenante de la batalla para decidir cuál de los dos es quien más merece vivir al final.”
“…” la HiME desvió su mirada. Sí sonaba mucho a su Rebel.
“Es preocupante… como persona que decide que esa es su meta, es preocupante…”
“¿Q-qué quiere decir…?” había comprendido que la ‘preocupación’ del mayor no iba por el lado de temer una pérdida humana. Tenía sentido, al tratarse de alguien que había sido parte de la guerra en su vida.
“Su propósito para pelear es algo que surge del simple hecho de pelear. Tener esperanzas, metas, ideales, desarrollarse a sí mismo… uno no pelea por eso. Uno nace con ello o lo crece con la experiencia…” cerró sus ojos, tranquila y solemnemente. “Tu Rebel no tiene una verdadera meta en sus acciones…”
“…” Cho se vio intrigada por aquel punto de vista.
“Él sólo busca algo que es la consecuencia de luchar por una meta personal…” volvió a abrir sus ojos para mirar al reflejo de la luna en las aguas. “Me pregunto si existe algún tipo de victoria al dejar que alguien como él gane la batalla… si él desea esperanzas tan fervientemente… ¿significará que por dentro él no posee esperanza alguna? Entonces… ¿estará convencido que sus roles son inhumanos y que ustedes son herramientas de la esperanza?”
“…”
“Heh…” para variar, Taroutachi sonrió con ironía. “Al menos en lo de herramientas no se equivoca…”
“¿Eh?” Cho se confundió y le vio negar, borrando su sonrisa.
“Sea cual sea el trato hacia las HiMEs en Hanasaki, tanto las HiMEs como los Rebels son herramientas por sus habilidades y roles. Sin embargo, ignorando lo que significan para sus respectivas instituciones, uno debe luchar por sus propias convicciones y por uno mismo, por su valor personal,” le miró de reojo. “Tú no eres dependiente de cómo otros te ven y nunca te dejes llevar ni impresionar por alguien como tu enemigo. También espero que alguien como tú pueda ganar a un oponente vacío como tu Rebel.”
“…” la HiME tardó un poco en contestarle, y lo hizo al asentir. “Sí… gracias…”
“Para ello, cuentas con mi hijo mayor, y también con Kunihiro,” comentó, inmutado. “Este último ha entablado una buena relación con tu arma, y pienso que es compatible contigo.”
“Horikawa sí da la apariencia de ser una persona muy eficiente… eh… sería bastante ayuda…” Cho no sabía si debía expresarse con tanta soltura, ya que no quería sonar como que se aprovechaba de la nobleza de todos ellos. “B-bueno, no quiero imponer nada, perdón…”
“No te preocupes,” el señor negó. “Kunihiro es una persona muy servicial que siente placer al ayudar a otras personas y relacionarse con ellos. Además de ello, también es paciente y pienso que sería muy comprensivo con una persona que todavía no sabe pelear.”
“Y-ya veo…”
“Él también tiene varias habilidades, y podría ayudarte con otros aspectos de la pelea,” Taroutachi cerró sus ojos y sonrió un poco. “Kunihiro pudo deducir mi pasado como Rebel y está al tanto de varias cosas que ocurren a nuestros alrededores a pesar de recién haber llegado. Siento que él tiene la inteligencia y las habilidades para ser un formidable Rebel. Sin embargo, su espíritu y principios básicos son más compatibles con Hanasaki, y él nunca sería de sumarse a una guerra sin sentido como esta.”
“…” Cho estaba un tanto sorprendida. Esas eran prácticamente las mismas descripciones que encajaban con Larsa. Sí sentía que los dos eran demasiado parecidos, y al parecer ellos ya estaban en contacto mutuo.
“Te recomiendo que intentes descansar ahora,” habiendo terminado lo que tenía que decir, el mayor se dio media vuelta para caminar de regreso al interior de la casa. “Buenas noches…”
“Ah, s-sí… buenas noches…” Cho se giró e hizo una reverencia que el otro no vio al estar dándole la espalda.

Aquel señor le era un tanto temible y aterrador por su semblante, apariencia y tono de voz severo, pero había una extraña dedicación y paciencia en su forma de ser que no le hacía sentirse completamente apartada. Quizás con el tiempo se iría acostumbrando a su presencia.

Cho esperó un poco más afuera para no tener que cruzarse con él o con nadie más y fue a descansar. Iba a tener un paseo con amigos al día siguiente, así que le tocaba dormir bien.



La mañana siguiente había llegado y luego de un saludable y delicioso desayuno cortesía de Horikawa, los distintos grupos se organizaron para la salida. Nagasone ofreció llevar a Cho, Osaka y Kashuu al punto de encuentro donde se veían con sus amigos antes de irse a pasear por la ciudad con Roxas. El señor Kotetsu había sido el primero en marcharse debido a que tenía varios asuntos que atender, y posiblemente no regresaría hasta unos días después.

Por su parte, Horikawa se quedó para encargarse de lavar los platos y también instruir a Urashima sobre cómo hacerlo eficientemente. El rubio, pese a no haber esperado esa labor, lo realizó con bastantes energías, aunque por ello terminó rompiendo un par de platos. Su amigo, luego de frustrarse un poco y limpiar los fragmentos, simplemente recalcó que era cuestión de práctica y que tarde o temprano se acostumbraría.

Pasada la labor, los dos también se alistaron para su propia salida.

“Horikawa, ¿a dónde tenemos que ir?” preguntó Urashima. “Se está haciendo un poco tarde y por la inmensidad de este complejo residencial nos tomará llegar al paradero.”
“No te preocupes,” Horikawa sonrió. “Ayer estuve hablando con Namazuo para ver dónde nos encontrábamos y él se ofreció a pasar por aquí para buscarnos.”
“¿En serio?” se sorprendió.
“Me sabe un poco mal que lo vaya a hacer, aunque él sonó muy animado y voluntarioso,” entonces, Horikawa recibió un mensaje en su celular. “¡Oh! Dice que está en la puerta. Vamos saliendo.”
“¡Enseguida!”

Los dos salieron de la casa y Horikawa utilizó su celular para activar y abrir el portón principal, así dejándole entrar con su vehículo para ahorrar la caminata a la casa. Tanto él como Urashima vieron que el chico conducía un Porsche deportivo de dos puertas de color rojo que fácilmente resaltaría en cualquier situación. Este se detuvo y el conductor salió de su sitio casi de un salto para encontrarse con los dos chicos.

“¡Hola a los dos!” les saludó efusivamente.
“Buenos días,” Horikawa asintió y sonrió torpemente. “Lamento mucho que tengas que darte la molestia de venir hasta acá.”
“Hehe, no digas eso. A decir verdad, vivo cerca de aquí,” él miró a Urashima. “¡Oh, tú debes ser el amigo de Horikawa! Mi nombre es Namazuo Toushirou, mucho gusto.”
“¡Urashima Kotetsu!” le correspondió el saludo con las mismas energías, y entonces vio que una persona salía muy lentamente del copiloto, como quien no estaba seguro si era prudente salir. “Oh, ¿vienes acompañado?”
“¡Sí, quiero presentarles a uno de mis hermanitos!” se alegró mucho por la pregunta y se giró, para ver al pequeño utilizar la puerta del carro como una especie de pared donde esconderse. De inmediato fue a darle el alcance y le habló con una voz más amable y dulce. “No tengas miedo, Gokotai. Ellos son buenas personas. Ven, preséntate.”
“S-sí…” el pequeño asintió y salió del auto. Era un pequeño con cabellos rubios casi completamente blancos y ojos grandes de color miel, con pecas en su rostro. Su estatura era promedio para alguien de su edad, aunque era muy delgado y de apariencia escuálida y débil. Ello, junto con un tono de voz muy bajo, agudo y dulce, lo pintaba como un niño sensible y quizás un poco enfermizo. Él se quedó parado frente a los dos y sólo mirarles fue mucha tensión para él, por lo cual se sonrojó y bajó su mirada. “Ehh… m-mucho… gusto… m-mi nombre es… G-Gokotai Toushirou…”
“Yo soy Horikawa Kunihiro, igualmente,” él le sonrió, aunque se sorprendió al ver que nada más y nada menos que un cachorro de tigre blanco salió del carro y rápidamente se subió al hombro del pequeño peliblanco. “Wow, ¿tienes un tigre de mascota?”
“¡S-sí!” respondió el pequeño casi sobresaltado por la pregunta y asintiendo bruscamente, para entonces agarrar a su mascota y abrazarla. Gokotai se veía algo temeroso. “Ehh… n-no le tengan miedo, por favor… Tora-kun es muy buena gente…”
“¡Pero qué genial!” Urashima se emocionó y sus ojos brillaron. “¡Nunca le tendría miedo! ¡Me alegro de ver a un tigre en persona! ¡Ahh y se ve tan adorable! Las mascotas también son los mejores amigos, ¿no es así?”
“S-sí, en verdad lo creo…”
“Gokotai tiene cinco tigres pequeños en casa,” explicó Namazuo, animado. “Así que los turna para sacarlos a pasear. Por ello me alegra un montón que haya tenido tan buena recepción.”
“¿Cinco? Increíble…” Horikawa se impresionó.
“Hehe, entiendo el cariño que se les tiene a las mascotas,” Urashima agarró a su tortuga de su hombro y la extendió a Gokotai. “¡Mira! ¡Este es Kamekichi! ¡Yo también lo llevo a todos lados donde sea posible!”
“Ehh, mucho gusto, Kamekichi-san…” el pequeño hizo una reverencia y miró a la tortuga atentamente, admirándola. Luego volvió a mirar a Urashima, quien le sonreía ampliamente. Gokotai pudo sentir la calidez y los ánimos de ese chico y terminó sonriendo un poco. “Hehe… Tora-kun, te presento a Kamekichi-san. E-espero que se lleven muy bien…”

El tigre fue acercado un poco a la tortuga. Este miró a dicho reptil con curiosidad y una pizca de picardía, la cual demostró al darle un par de manotazos juguetones, pero fuertes al tratarse de un pequeño tigre. De inmediato, todos se alertaron y Gokotai abrazó a su tigre con fuerza y lo alejó.

“¡Ahhh, T-Tora-kun, c-compórtate, por favor!” le reclamó asustado y nervioso.
“¡K-Kamekichi!” por su parte, Urashima se aseguró que su querida tortuga estuviera bien. Esta había optado por resguardarse en su caparazón y felizmente no sufrió ningún daño. “Ahh… qué susto… está bien…”
“¡L-l-lo siento mucho!” se disculpó el pequeño sumamente apenado y haciendo una rápida y pronunciada reverencia. Gokotai se veía casi al punto de llorar y fue abrazado de costado por su hermano mayor.
“Tranquilo, no volverá a suceder…” le aseguró Namazuo, sonriéndole.
“Sí, no pasó nada tampoco,” dijo Urashima, moviendo sus manos para tranquilizarle. “Kamekichi está de regreso a mi hombro y ya salió de su escondite, ¿ves?”
“H-hm…” Gokotai asintió y desvió su mirada. “Gracias por la comprensión…”
“Quizás deberíamos ir en camino,” sugirió Horikawa.
“Cierto,” Namazuo asintió. “Quiero mostrarles una genial heladería que no queda muy lejos de aquí. Hasta podrían ir caminando si se animan en algún momento.”
“¡Oh, gracias por el dato!” exclamó Urashima, asintiendo.

Luego de ponerse de acuerdo, todos fueron a subirse al auto deportivo. Urashima y Horikawa tuvieron que entrar primero para acceder a los asientos de atrás, los cuales tenían espacio reducido tanto en las piernas como por encima de sus cabezas. Sin duda, no era la opción más cómoda para un paseo con varias personas, aunque seguía siendo un tanto pasable.

“Listo~” Namazuo acababa de subir y alistarse para encender el carro. “Abróchense los cinturones…”
“¡Ihhh!” Gokotai dejó escapar un casi insonoro alarido mientras sus temblantes manos terminaban de asegurar su cinturón de seguridad. Acto seguido, se aferró a su tigre como si su vida dependiera de ello.
“Ehm…” Urashima había sentido cierta aprehensión del gesto del pequeño y, por precaución, bajó a Kamekichi de su hombro y lo sostuvo en sus manos.

Efectivamente, Namazuo arrancó y todos pudieron experimentar la aceleración digna de una maquinaria alemana de gran calidad, semejante al sentimiento de una centrífuga de alta potencia o de una caída en una montaña rusa. Pese a que Horikawa activó la reja para que se abriera con anticipación, la velocidad del auto por poco y casi hace que se estrellen contra esta.

Luego de poder evadir aquel primer ‘obstáculo’, el grupo fue conducido a toda velocidad por esas calles residenciales vacías. El carro surcaba con suma agilidad y suavidad, aunque la velocidad mantenía a los pasajeros con los pelos de punta. La normalmente larga salida de dicho vecindario iba a ser cubierta en un santiamén.

“N-n-n-nii-san…” Gokotai habló casi inaudiblemente mientras compartía la aprehensión con su mascota que también se había aferrado con fuerza a sus ropas. “C-c-cuida-do…”
“Tú tranquilo, Gokotai,” le contestó Namazuo, feliz de la vida. “Todos sabemos que no existen calles más seguras que las de una zona residencial~”

Y ni bien dijo esto, ellos llegaron a una intersección donde vieron a un ciclista cruzarse en su camino. Por la velocidad, el carro no fue capaz de frenar y al pobre ciclista le tocó hacer una forzada maniobra de vuelta en U y terminó cayéndose a un arbusto adjunto a la vereda. Los tres pasajeros miraron con terror a dicho ciclista, el cual felizmente ya iba saliendo de la maleza sin mayores daños.

“¡Oh! ¡Lo siento~!” exclamó Namazuo desde la ventana de su carro con buenos ánimos y ondeando su mano al caído en señal de saludo. Los demás se extrañaron por la felicidad que este expresó en su acción.
“¡L-l-luz roja!” gritó Gokotai, muerto de miedo.
“¡Ohh!” el Toushirou mayor frenó instintivamente y regresó su mirada hacia el frente, donde efectivamente había un semáforo en rojo que conectaba la salida del complejo con una avenida principal. “Hehe, nice catch, Gokotai. Casi me iba de frente.”
“Ihh… n-no quiero morir…” el peliblanco se encogió en posición fetal. Todo ello le hizo recordar por qué sus otros hermanos mayores nunca le dejaban conducir cuando todos salían juntos a algún lado.
“N-no falta mucho para llegar, ¿cierto?” preguntó Horikawa, un tanto afectado por lo recién vivido.
“¡Ah! ¡Kamekichi volvió a esconderse!” exclamó Urashima, notando que su tortuga se había ocultado dentro de su caparazón. “No es justo, Kamekichi. Yo no tengo un caparazón donde pueda encogerme, y acabo de ver mi vida pasear frente a mis ojos.”
“Ehh…” Namazuo comenzó a comprender que los demás no estaban disfrutando el paseo tanto como él y sonrió incómodo. “Perdonen todos. Es que todavía me ando acostumbrando a mi nuevo auto, es muy genial. Pero intentaré contenerme.”
“S-sí, por favor… Namazuo-niisan…”
“Cierto, tengo que recordar lo extremadamente adorable y sensible que eres…” el mayor revolvió los cabellos de su lindo hermanito y le sonrió. “Tú tranquilo. Estamos a punto de llegar y te compraré todo lo que quieras.”
“E-está bien…” Gokotai asintió, más calmado.

Luego de ese intercambio, siguió un silencio que sirvió de respiro para los demás. Sin embargo, no duró mucho porque notaron que Namazuo aceleró pese a que el semáforo seguía en rojo.

“¡N-n-nii-saaan!” Gokotai volvió a encogerse y vio cómo el carro empezó a avanzar. Felizmente este invadió la intersección en el mismo momento en que la luz cambió a verde y no hubo nada que lamentar.
“Está bien, es que me he vuelto adepto a calcular cuándo se pondrá verde al mirar al semáforo del otro sentido de reojo,” Namazuo miró a su hermanito y le guiñó.
“N-n-no c-creo que d-debas hacer eso, Namazuo-niisan…”
“¡Listo! ¡La heladería está en ese complejo comercial que ven en la siguiente cuadra! ¡Hemos llegado!” anunció con muchos ánimos.

De este modo, acababa de terminar un muy corto, aunque sumamente intenso, recorrido.




Mientras tanto, Cho, Osaka y Kashuu acababan de encontrarse con su grupo de amigas de Hanasaki con quienes iban a dar un paseo por la ciudad. El motivo del encuentro era principalmente para informarles sobre lo ocurrido ese último par de días con la familia de Roxas, aunque también resultó ser el momento propicio para que todas conocieran al arma que acababa de aparecer.

El grupo se encontraba en una esquina de un área comercial de varias tiendas y restaurantes llamativos donde había varios grupos de universitarios también pasando un buen rato.

“¡Chicas, por aquí!” exclamó Osaka, saludando a sus amigas al agitar su mano. Ello fue suficiente para que ellas los vieran.
“¡Pues era hora!” Tomo se acercó primero a zancadas y se alistó para hacer reclamos. “¡Luego de lo de ayer se desvanecieron bajo la excusa de ‘family only’ y nos dejaron en el aire! ¡Demando todos los detalles posibles!”
“Ehh, poco a poco, Tomo-chan…” Osaka le pidió calma con un gesto de sus manos.
“En verdad, tranquilízate que sólo andas perturbando a tu amiga del alma,” comentó Reimu quien sin duda tenía a otro asunto como el más importante, razón por la cual se acercó hacia Cho y su arma con una sonrisa. “Por el ajetreo de ayer no nos llegamos a presentar bien. Mi nombre es Reimu Hakurei, es un placer.”
“¡Cierto!” Marisa llegó al lado de su amiga miko de un par de saltos y realizó un saludo más efusivo. “¡Y yo soy Marisa Kirisame! ¡Un gusto!”
“V-verdad,” Hotaru hizo una rápida reverencia. “Soy Hotaru Tomoe. Siento tardarme tanto tiempo en saludarte…”
“Tranquilas, tranquilas,” Kashuu movió sus manos para apaciguarles mientras sonreía comprensivamente y sin duda a gusto por toda la atención. “Mi nombre es Kashuu Kiyomitsu. Espero llevarme bien con ustedes a partir de ahora.”
“S-sí, igualmente. Yo soy Youmu Konpaku,” saludó la HiME con leve torpeza al haberse tardado en integrarse a las presentaciones.
“Será muy fácil. Kashuu ha resultado muy lindo~” comentó Osaka, alegremente. “Pienso que es una gran adición a nuestra creciente familia.”
“Ya, ahora que tocaste ese punto, en serio, dinos qué ha pasado hasta ahora,” volvió a insistir Tomo, impaciente por oír detalles. “¡No puede ser que ustedes se reserven los jugosos detalles!”
“…” Cho dio un suspiro por aquella actitud de su cuestionable amiga, aunque nuevamente contó con el apoyo de su arma y se ahorró las palabras.
“Sé paciente, ¿es que acaso tienes una fijación insana sobre lo que ocurre en la vida personal de mi aruji?” le preguntó con un tono inquisitorio y las manos en las caderas. “Deberías tratar a tus amigas con mayor respeto.”
“Uhh, c-cállate arma…” renegó Tomo por lo bajo.
“Hehe~” y Reimu se vio extrañamente encantada. “No lo pude haber dicho mejor~”
“Ya, no se anden peleando entre ustedes…” Marisa sonrió incómoda por comprender que Tomo bien podría ganarse a otro enemigo personal si no tenía cuidado. “¡Ya que estamos aquí tenemos que ver qué vamos a hacer primero! ¿Alguna idea?”
“Ehm…” Youmu levantó su mano con solemnidad y reserva, aunque expresando un claro interés en llamar la atención de los demás pese a sus dificultades personales de alzar la voz en un grupo. “Si me permiten, quisiera poder evaluar al arma de Cho. La directora me comentó que ahora maniobra una katana, y quisiera saber cómo ser de ayuda a la hora de entrenar.”
“Eh, hmm, s-sí, tiene sentido…” Cho asintió un poco perpleja por aquel repentino pedido y miró a su arma con algo de vergüenza. “P-pues, no sé si estás de acuerdo…”
“Eres mi aruji y no es un pedido extraño para mí en lo absoluto,” Kashuu se encogió de hombros y miró a Cho con una sonrisa, para entonces dirigirse hacia la otra HiME. “Yo soy una manifestación corpórea de una katana, pero sigo siendo capaz de invocar mi yo de arma siendo humano. Sin embargo, bajo mis manos no es más que una katana normal. De todos modos, puedes evaluarla para juzgar sus características físicas.”
“Entendido…” Youmu asintió.
“Sólo que…” el chico miró de un lado a otro. “¿Saben si hay algún lugar cercano donde no haya tanta gente? No sería prudente invocar mi katana en un espacio abierto.”
“S-sí, hay un pequeño parque con mucha vegetación cruzando este strip de tiendas,” contestó Hotaru, rápidamente. “Ahí será fácil ubicar unas bancas rodeadas por arbustos.”
“Vayamos entonces,” él asintió, con una sonrisa aprobatoria.

El grupo siguió el plan y llegaron a dicho parque. Tuvieron la suerte de encontrar uno de esos grupos de bancas disponibles, y todos formaron un círculo para mantenerse al tanto de los transeúntes. Ni bien confirmaron que nadie les estaba mirando, Kashuu invocó la katana envainada en una funda roja escarlata y se la extendió a Youmu.

“Gracias,” ella la recibió y la desenvainó para observar el filo, la forma y también blandearla suavemente a manera de medir su inercia y peso. Su apreciación duró poco tiempo al no necesitar dar una muy detallada evaluación. “Ya veo…”
“Ehh, ¿alguna observación en particular?” preguntó Cho, un tanto expectante.
“Pues, la primera impresión es que podrás maniobrar esta arma mucho mejor que aquella pesada naginata que no estaba dirigida hacia ti.”
“Esas son buenas noticias,” comentó Hotaru, un poco aliviada.
“Sin embargo, tampoco es un arma que puedes tratar descuidadamente,” recalcó la peliblanca.
“Obviamente no,” Kashuu se encogió de hombros. “Merezco ser cuidado muy meticulosamente. Soy una katana delicada.”
“¿Eh?” Osaka ladeó su cabeza. “¿Eso qué significa?”
“Supongo no debería extrañarme por oír esta pregunta. Imagino que la gente promedio no sabe ni lo más básico sobre el mantenimiento y la preservación de las armas,” Youmu soltó un leve suspiro exasperado y negó antes de continuar con la explicación. “A diferencia de las series o películas de acción donde se ven a katanas cortando troncos de árboles o derribando puertas, las katanas son instrumentos sumamente frágiles y que deben ser utilizados de una manera apropiada. De lo contrario, uno echa a partir una muy valiosa herramienta. Todas esas escenas vistas en televisión son ficticias. Si uno no cuida bien a una katana, dura muy poco.”
“…” Cho asintió. Tenía sentido, aunque quizás nunca se había puesto a meditarlo con seriedad.
“Y debo hacer una observación especial para esta katana,” mencionó Youmu mientras envainaba el arma en su funda. “Es un arma muy delgada, de poco peso y bastante fácil de blandear. Sin embargo, si bien digo que es ‘fácil’ blandearla, quiero decir que ofrece poca resistencia y es maniobrable, al costo de que es una katana particularmente frágil que corre el riesgo de quebrarse incluso durante su uso común.”
“E-eso quiere decir…” la peliceleste se notaba un tanto aprehensiva por el veredicto. Era como si le hubieran dado a cuidar y mantener una muy fina e impecable fuente de plata pura que se oxidaba con sólo estar expuesta al aire…
“Tienes que practicar técnica de combate, mucho más que fuerza o agilidad. Si quieres utilizar esta katana como una apropiada arma, necesitas aprender la técnica necesaria que preservará su integridad y que al mismo tiempo sacará el mayor provecho durante la pelea,” Youmu extendió la katana de regreso a Kashuu y cerró sus ojos con solemnidad. “Si bien será más fácil para ti utilizarla que la naginata, debo aclarar que un uso ideal y correcto de esta katana se puede realizar sólo luego de mucho entrenamiento. Katanas de este tipo en el pasado sólo eran empleadas por los mejores espadachines porque eran muy frágiles para la gente promedio.”
“Ehh…”
“Si bien estoy de acuerdo…” Kashuu hizo desaparecer su arma y negó con leve frustración. “Espero que no te encuentres desanimando a mi aruji con tus explicaciones. Como un arma mágica, me puedo regenerar infinitas veces siempre y cuando mi aruji tenga suficientes energías en el momento dado. También soy un poco más duradero y afilado durante un combate. Eso sí, concuerdo en que entrenamiento es necesario si es que voy a ser empleado en una pelea muy peligrosa o de gran dificultad para sacar mi verdadero potencial a flote.”
“No es mi intención desanimar a nadie,” Youmu se vio un poco sorprendida por dicha observación y negó. “Sólo digo las cosas como son. Es importante hacerlo.”
“S-sí, lo comprendo. Gracias, Youmu,” Cho asintió. En verdad sí se había sentido desanimada y un tanto inquieta. Ya no era como los viejos tiempos con su péndulo donde se sentía completamente cómoda demandando mucho de su arma al punto en la cual vio la cadena romperse repetidas veces. Ahora le tocaba también velar por la integridad de su arma, principalmente porque tenía una forma humana que se estaba volviendo muy cercana a ella.
“Sin duda hay muchas cosas que uno no sabe,” Reimu sonrió. “Ha sido iluminador.”
“¿Iluminador? Pff,” Tomo se impacientó y miró a Cho. “Claro, era de esperarse de una dramaqueen como tú que desarrollaría un arma pro que ni puedes usar bien. ¿Por qué las HiMEs siempre terminan complicándose la vida?”
“T-Tomo…” Hotaru extendió una mano hacia ella en un gesto de suplicarle que no fuera dura. Ella fue la única preocupada, ya que los demás miraron a la exPrincess con desaprobación.
“Uhh, esa es una frase tan noHiME de decir…” Marisa negó.
“En verdad,” Osaka asintió, mirando a Tomo casi como si la hubiera defraudado. “No tiene el espíritu de amistad, compañerismo y superación personal que las HiMEs traemos por dentro.”
“Vaya manera de apoyar a tu amiga,” comentó Youmu, entrecerrando sus ojos.
“Fufufu, y luego te preguntas por qué nunca fuiste HiME,” Reimu rió discretamente luego de llevarse una mano encima de su boca.
“¡N-no se pongan en mi contra así! ¡Sólo decía!” reclamó Tomo. “¡Y tú no eres una HiME así que no te metas!”
“Ya me siento más HiME que tú, kukuku…”
“¡P-párala!”
“Aruji, te recomiendo que escojas a tus amigos con más cuidado,” dijo Kashuu, mirando a Tomo con cierta desconfianza.
“Pues, es un tema delicado…” Cho negó. Por no decir que sólo trataba con Tomo porque Osaka la designaba como amiga.
“¡Ahh, no me destierren de su mundo! ¡Ya, perdón! ¡Saben que no tienen que hacerme caso!”
“¿Oyeron? No tenemos que hacerle caso,” Reimu sonrió ampliamente.
“N-no hablaba contigo, maldita miko…” Tomo entrecerró sus ojos.
“Vamos, hay que mantener la paz aquí,” dijo Osaka. “Tenemos que ir a pasear. Quiero comprarle a Kashuu su primer celular.”
“¿Un celular para mí?” preguntó el arma, sorprendido.
“¡Claro! Sé que irá muy bien contigo por ser tan fashion y lo apreciarás. Además, así nos mantendremos comunicados,” le contestó alegremente.
“Gracias, Osaka. Te tomaré la palabra,” él le sonrió con gusto.
“¡Oh! ¡Tenemos tantos apps y cosas curiosas que enseñarte!” exclamó Marisa, entusiasmada.

Por su parte, Cho se sentía aliviada al notar cómo Kashuu se estaba llevando bien con todas ahí. En un inicio había temido que él tuviera problemas adaptándose a otras personas por la forma en la cual actuaba con su hermano o cómo se presentó ante el señor Kotetsu, aunque felizmente ello sólo había sido una primera impresión ruda que no tardó en deshacer ni bien empezó a sentirse en confianza. Lamentablemente, Cho notaba que Kashuu sí mantenía cierta frialdad y antipatía hacia Roxas. Recordaba cómo ayer había dicho algo con respecto a su hermano ‘pudiendo ser un mejor Key’, pero le daba la impresión que ello no era más que un pretexto…

“Aruji…” el susodicho la despertó de su ensimismamiento al llamarle.
“Oh, eh, sí, ¿qué sucede?”
“Tenemos que ir de regreso,” le dijo pacientemente y con buenos ánimos. “Hace un buen día.”
“Sí,” Cho asintió.

Después de la breve evaluación del arma, el grupo regresó hacia el área de tiendas para buscar aquel celular antes de continuar con el paseo por dicha zona popular de la ciudad.


Por otro lado, Hotarumaru se encontraba dirigiendo a sus dos amigos fuera de la universidad de Rizembool para lo que sería un simple paseo por las cercanías a pedido de Monaca. La entrada de la universidad se encontraba más vacía de lo normal durante días de semana, lo cual se les acomodaba bastante para movilizar a su amiga con su silla de ruedas.

“Muchas gracias por sacarme, chicos~” dijo Monaca por enésima vez con la más brillante de sus sonrisas. “Hehe, uno se cansa de la monotonía de ir a clases y regresar a mi apartamento en la universidad por el resto del día. Ahora mismo no tengo ninguna meta ni función en mente y es muy agradable.”
“De nada, Monaca-chan, ya sabes que es mi placer serte de escolta,” contestó Nagisa respetuosamente y con su usual serio semblante, aunque dedicando a su muy especial amiga la atención que siempre le daba.
“Lo sé muy bien, pero nunca está de más expresar lo agradecida que estoy hacia ti por tu dedicación. Y claro, a Rai-kun por su amabilidad en acompañarnos pese a haber estado ayudando a Tsuru-niichan con su trabajo,” la pequeña ensanchó su sonrisa con muchos ánimos. “Aparte de almorzar, podríamos ir a comprar un montón de dulces para regresar y compartirlos con Tsuru-niichan y Yagen-niichan ni bien terminen con su proyecto.”
“Es una buena idea y todo…” Hotarumaru negó y dio un frustrado suspiro. “Aunque lamentablemente parece que no te acuerdas por qué decidimos salir ahora. Yagen prácticamente nos echó de su laboratorio luego de que le colmaras la paciencia, Monaca.”
“Aw, es que Yagen-niichan no tiene un buen sentido del humor cuando está molesto con Tsuru-niichan~” Monaca llevó su índice a una mejilla e hizo el ademán de meditar sobre la situación con mucha inocencia. “Ehehe, aunque como mi nii-chan sé que me perdonará y por eso cuando regresemos nos dará la bienvenida con los brazos abiertos~ ¡Vamos por esos dulces!”
“No, no lo hará, al menos no en su laboratorio…” el pelicenizo bajó su mirada. “Es una lástima. Quería quedarme para prevenir que los dos terminaran desencadenando alguna pelea. Honebami está con ellos, pero él nunca se mete en sus asuntos.”
“Muy cierto,” Monaca asintió con suma alegría. “Aquel instrumento de Yagen-niichan sólo sirve para asegurarse de que Tsuru-niichan no lo mate por accidente. Oh, pero no es una queja. Eso es muy importante porque Tsuru-niichan sí es muy fuerte.”
“M-Monaca-chan,” Nagisa se alarmó. “Ehm, no es que quiera cuestionarte o incomodarte ni nada, pero la última vez que te referiste a él como un instrumento Yagen se molestó mucho y te dio un severo castigo. Por favor, ten cuidado.”
“Por eso lo estoy diciendo a ustedes dos, mis muy queridos amigos~” canturreó la chica, con grandes ánimos. “Muchas gracias por tu gran preocupación hacia mí, Shingetsu-kun.”
“Para empezar, no es cortés llamar a nadie un instrumento,” mencionó Hotarumaru, desanimado. No era como si pudiera cambiar el parecer de la chica.
“Puede sonar denigrante, pero con toda honestidad sí considero a aquel instrumento como muy eficiente y útil. Mi elección de palabras no es más que un cumplido, especialmente en este mundo con tanta gente que no da lo mejor de sí,” Monaca miró a Nagisa con su simpática sonrisa de siempre. “¿No te parece, Shingetsu-kun?”
“¿Eh? Bueno…” Nagisa desvió su mirada un poco avergonzado al no ser capaz de contradecir a su linda y encantadora amiga. “D-de todos modos… llamarle un instrumento… él que es uno de tus tutores y todo…”
“¿Ehhh?” Monaca cambió su brillante sonrisa por una expresión de shock y algo de indignación que sin duda sobresaltó al peliceleste.
“M-Monaca-chan…” este se preocupó por verla así.
“¿Tú no crees que yo no tengo los mejores intereses en mente con otras personas? ¿Dices que no tengo respeto por mis senpais? P-pero si siempre ando siendo lo más agradable y buena posible y me desvivo para llenar a la gente de mimos y prepararles galletas caseras…” los ojos de Monaca empezaron a llenarse de lágrimas.
“¡N-no, no llores, Monaca-chan, por favor!” le suplicó Nagisa.
“¡Y pensé que Shingetsu-kun era mi querido amigo! ¡Pensé que él me entendía bien!”
“¡Ahhh! ¡L-lo siento mucho!” el niño peliceleste hizo una reverencia rápida. “¡P-por supuesto que sé que eres muy buena y amable e intachable! ¡Tú eres una de las mejores personas que existen, Monaca-chan!”
“¿E-en serio…?” le preguntó mientras se secaba sus lágrimas y le miraba con pena.
“¡C-claro que sí! Yo…” Nagisa desvió su mirada claramente ruborizado. “Y-yo lo sé, porque eres muy buena conmigo… y yo…”
“¿Tú me quieres, Shingetsu-kun?” le preguntó Monaca sin rodeos y adoptando una pizca de picardía y un tono juguetón a su pregunta.
“¿E-ehh?” ante la pregunta, el pobre Nagisa se ruborizó aún más y se afligió como quien era incapaz de ocultarse debido a su vergüenza. Ante la duda, Monaca frunció el ceño y mostró señales de ponerse a llorar.
“¿Eh? ¿Será que tú no me quieres?”
“Y-yo…” por la presión, él tuvo que reunir fuerzas y admitirlo mientras desviaba su mirada y hablaba haciendo un puchero. “Y-yo te q-quiero, Monaca-chan…”
“¡Ohh!” Monaca levantó sus brazos en señal de alegría y victoria y dio unos aplausos. “¡En serio me alegro mucho! ¡Es muy genial sentirse querido por alguien! ¡Muchas gracias por este momento, Shingetsu-kun!”
“¿G-gracias…?” él se quedó helado.
“Por supuesto, por dejarme sentirme querida,” ella le dio un guiño. “Eres un buen chico, así que espero que algún día tú también puedas sentirte querido por alguien. Es un bonito sentimiento y te lo mereces~”
“Eh…” para todos menos Monaca (quizás) fue evidente que el corazón del peliceleste acababa de hacerse trizas.
“¡Sigamos con nuestro paseo!” la peliverde utilizó el control de su silla de ruedas para moverse velozmente en dirección al cruce peatonal más cercano.

“Nagisa…” y Hotarumaru atinó el momento preciso para darle a su amigo el pésame. Lamentablemente, todos en su grupo de amigos de middle school estaban muy al tanto de los sentimientos del peliceleste hacia Monaca, y ya habían evidenciado varias escenas similares en las cuales la chica le daba un rato difícil y le forzaba hacer o decir cosas que no quería. “Siento mucho las penurias, en verdad…”
“N-no hagas eso,” Nagisa rechazó su mano, un tanto ofuscado y todavía avergonzado. “S-supongo tampoco debí haber sido tan duro con ella. Monaca-chan es muy delicada.”
“Ahh, eres muy buena persona, Nagisa…” comentó el pelicenizo, negando con tristeza y frustración. Y, quizás por esos sentimientos que le guardaba, Nagisa era el menos consciente que Monaca no era para nada perfecta. Hotarumaru desvió su mirada al piso, con leve tristeza. “Ahora que me he transferido a la universidad ya no puedo estar tan al pendiente de ustedes. Espero que Monaca no te esté dando muy malos ratos. Siento no estar ahí por ti…”
“N-no te preocupes, todos somos amigos,” Nagisa le miró con incomprensión y negó con leve impaciencia. “Tampoco tienes que cuidarme tanto. No es justo para ti.”
“Es que eres demasiado buena gente. Casi eres como mi hermanito.”
“Yo soy mayor que tú, Hotaru…” le recordó, entrecerrando los ojos con leve molestia.
“No tiene mucho que ver con la edad, ¿no lo crees?” Hotarumaru no evitó sonreír por aquella respuesta de su amigo. “Sólo sé que Monaca tiende a darte este trato mucho más que los demás, por eso estoy al pendiente de ti.”
“Sí es un poco particular,” Nagisa lo meditó y terminó asintiendo decisivamente. “Entonces puede que también me considere alguien especial en el fondo. No debo rendirme.”
“Ehh…” el pelicenizo ladeó su cabeza al no entender mucho la lógica del otro.
“¡Chicos~! ¡Apúrense que no debo cruzar sola!” les llamó Monaca a lo lejos. Ni bien ella vio que sus amigos le miraron, observó a la luz peatonal que estaba en rojo y muy felizmente movió su silla hacia delante con lentitud.
“¡Ahh! ¡Monaca-chan! ¡Ten mucho cuidado!” asustado, Nagisa se apuró para darle el alcance y protegerle debidamente. Hotarumaru le siguió dando un suspiro.

Los amigos iban a disfrutar de un tranquilo paseo para degustar algunos bocadillos y conversar un poco entre ellos antes de regresar, y antes de tener un breve y significativo encuentro con otro par de personas…
« Last Edit: December 04, 2017, 10:37:49 AM by Cho »


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna!! aqui dejo un fic compartido con Cho!! gracias por escribir conmigo mi letra sera esta Mimi<3 <3

Capitulo 36:



Era alrededor del mediodía y acababa de terminar otra interminable clase de cálculo en la universidad de Rizembool. Los estudiantes en general se dirigían a las distintas cafeterías por ser la hora del almuerzo, las cuales comenzaban a llenarse.

Un par de amigos también iban en dirección a tener un almuerzo, aunque ellos apuntaron por uno de los puestos menos conocidos y más escondidos de la universidad, debido a la particularidad de uno de ellos de evadir la avalancha de personas en horas puntas. Ahí, los dos iban a encontrarse con una amiga más en lo que iba a ser una comida sin inquietudes, al menos hasta el momento.

“Uhh…” un chico de cabellos negros cortos y desordenados con ojos rojos carmesí dio un sonoro bostezo antes de apoyarse en el hombro de su amigo en un intento fallido de dormir, pese a que los dos se encontraban caminando. “Nama-kun, tengo sueño…”

“Tranquilo, Ritsu, ya casi llegamos,” le alentó Namazuo, con una sonrisa. “Al menos tenemos dos horas de hueco. Luego te puedes dormir en el jardín que está cerca.”

“Siento que tengo más ganas de dormir que de comer…”

“Wow, ¿en serio?” le preguntó su amigo, un tanto sorprendido. “Y eso que te quedaste dormido toda la clase.”

“Tengo grandes necesidades de reposar y dormir, eso es algo que gente joven y con muchas energías como tú no entendería,” luego de otro bostezo, Ritsu sonrió gatunamente. “Felizmente siempre puedo contar contigo como almohada, y también para copiar tus apuntes, Nama-kun.”

“Ehh, n-no que mis apuntes sean los mejores tampoco… sabes que me estoy atrasando en esa clase…” el chico sonrió nerviosamente.

“También le podemos pedir a Hone-kun. Él ya tomó el curso…”

“Hehe, siento que nos estamos apoyando mucho en él últimamente…”

Con ese intercambio de palabras, los dos llegaron a aquel puesto. Como era esperado, dicho lugar tenía varios sitios libres pese a ser de un tamaño pequeño, y ahí pudieron divisar a una chica de cabellos y ojos azules, la amiga con quien iban a compartir el almuerzo. Ni bien ella les vio, se levantó de su asiento en señal de querer hablar con ellos con leve urgencia. Ese fue un gesto que hizo que el par intercambiara miradas.

“Hola, Nao-chan, parece que tienes algo en mente,” le saludó Ritsu.

“Así es, y no me llames así,” Naoto frunció el ceño. “En la madrugada me topé con información preocupante y he dedicado la mañana para investigarlo debidamente…”

“¡Oh! ¡Vamos a presenciar tus habilidades de detective~!” exclamó Namazuo, claramente emocionado quien sin querer terminó cortando a lo que la chica iba a decir. “¡Ya sabes que si necesitas mi ayuda, puedo ser tu Watson personal~!”

“Estoy bien, gracias,” ella dio un suspiro antes de continuar. “La noche anterior ocurrió un ataque de Rizembool dentro de Hanasaki en el cual los Rebels utilizaron sus poderes y a orphans para atacar la universidad rival.”

“¿En serio?” preguntó Ritsu. Él alzó sus cejas a manera de mostrar una simple sorpresa e interés en el asunto, pero no fue algo que le quitó su constante apariencia distraída y somnolienta. “Hm, entonces esta guerra sí anda reiniciándose como decían los rumores…”

“Me cuesta creer que todas esas cosas locas ocurrieron hace tres años, pese a haber sido estudiante aquí,” comento Namazuo, confundido. “Espero que no haya sido muy terrible para Hanasaki.”

“Pues…” Naoto desvió su mirada e hizo una pausa para evitar opiniones personales y continuar con los hechos. “Hubo estudiantes caídos y también varios heridos por las batallas que surgieron, o por el simple ataque de algunos Rebels hacia estudiantes. En lo que sé de las batallas del pasado, esto es un poco ‘nuevo’ por la cantidad de estudiantes inocentes afectados.”

“Sí suena muy serio…” Namazuo se tensó.

“Pues…” Ritsu se encogió de hombros en un intento de dejar la noticia de lado. “Siempre me ha costado creer todo lo que ocurre entre Rizembool y Hanasaki, aunque también me pregunto si no será responsabilidad de Hanasaki por dejar que eso ocurra. No es por ser antipático, pero toda la guerra sucede por allá. Es como si ellos no quisieran tomar tantas cartas en el asunto al modo en el cual los Rebels lo hacen.”

“Ritsu…” Naoto dio un suspiro.

“O-oye, no andes deseando que lo mismo ocurra aquí,” le pidió Namazuo, un tanto nervioso e impaciente por aquella actitud. No que no lo hubiera esperado, por cierto motivo…

“Ustedes saben bien que no me gusta hablar de Hanasaki, Nama-kun, Nao-chan. Espero dejar este chisme de lado lo antes posible,” recalcó Ritsu desviando su mirada y cruzándose de brazos con indiferencia. “Es lamentable, sí, pero no es algo que me concierne,” entrecerró sus ojos. “Especialmente si mi anija ha decidido involucrarse tan irresponsablemente con ese lugar al punto de abandonar sus orígenes, y sé que de él no tengo que preocuparme…”

“Ritsu, por algo lo he mencionado,” dijo la chica, quien sacó una hoja entre sus cuadernos de clase y se la extendió. El otro tomó la hoja, viéndose algo perplejo.

“¿Y esto qué es?”

“Es la lista de los estudiantes internados en el hospital afiliado a Hanasaki al final del ataque. Mira hacia el final.”

No bastaron más palabras y Ritsu vio un nombre en específico que le causó mostrar una sorpresa con mayor alarma, y algo que terminó por vencer la indiferencia que había elegido adoptar para las noticias. Sin embargo, él decidió reservarse comentarios o mostrarse muy afectado en frente de sus amigos para prevenir que se involucraran con el tema.

“Sakuma…” leyó Namazuo. El apellido fue suficiente para saber que se trataba de aquel hermano mayor de Ritsu con quien el susodicho tenía una complicada relación.

“Sé que no te gusta ni mencionarle, pero supuse que estaba en mi deber decírtelo,” dijo Naoto.

“Sí, entiendo…” Ritsu dio un suspiro mientras le devolvía la hoja. Con el respiro era capaz de mantenerse inmutado frente a ellos. “Gracias por el dato, aunque siento no poder quedarme para compartir del almuerzo.”

“R-Ritsu…” Namazuo de inmediato se preocupó. “¿Vas a ir a verle? Espera, puedo ir contigo.”

“No gracias.”

“No digas eso, somos tus amigos. En serio, Nao-chan y yo con gusto te acompañamos.”

“Tú tampoco me llames así…” ella entrecerró sus ojos.

“Está bien, Nama-kun,” Ritsu le sonrió dulcemente. “Saber que estás consternado por mí significa un montón, en verdad. Es más que suficiente.”

“Ehh…”

“También preferiría ir solo. No quiero que las cosas se compliquen más. Con permiso.”

Él no cambió de parecer y se marchó sin dar más vueltas al asunto. Los otros dos sólo le vieron irse y Naoto tuvo que detener al otro chico al mencionar que era algo personal y que lo mejor para él era enfrentarlo por su cuenta. Más tarde se asegurarían de encontrarse con él para cerciorarse de que las cosas estuvieran bien.

En el hospital privado de Hanasaki donde varios estudiantes de dicho lugar estaban internados por el incidente que hubo el dia anterior, habian padres de familia desesperados por la situacion de sus hijos, mientras que los otros recibían las malas noticias,las himes heridas tambien estaban siendo atendidas con prioridad numero 1 al ser las mas afectadas por las peleas contra los rebels por lo cual el traquilo hospital estaba hecho un caos

En una de las habitaciones se encontraban Rei, Kanata y Chiaki. El peliazul se encontraba con vendas en la cabeza y uno de los brazos tambien, Rei tenia la pierna fracturada y pequeños rasguños en el rostro, mientras que Chiaki tambien estaba con el brazo con vendas y un collarin en el cuello

Ya me aburri de estar encerrado así no puedo ser util ayudando a la escuela- hablaba el Ryusei Red mientras miraba a todos lados ansioso

Chiaki debemos de esperar para... poder... continuar- canturreo el Ryusei Blue

Como siempre Morisawa-kun no puede estar tranquilo-

No se ustedes pero ya no puedo estar aqui...- se levanto de su asiento y se acercó a la ventana- ire a ayudar nos vemos!!!

Salto hacia afuera y vio como las enfermeras corrian detras de él

Rei rio divertido y Kanata se movia de un lado a otro

Debido a lo ocurrido la noche anterior, Rei había sido dado una cama del hospital donde tendría que reposar durante unos días por su condición. Por su lado, Kanata se encontraba en mejor estado, pero iba a quedarse para descansar y también para darle una necesitada compañía a su amigo en lo que recuperaba su salud.

De todos modos, ellos iban a recibir una visita de parte de amigos con quienes siempre estaban en contacto a pesar de estudiar en Rizembool U. Repentinamente, los presentes en la habitación notaron las ventanas abrirse de par en par y una persona muy habilidosamente aterrizar en el piso desde afuera. Se trataba de un chico con largos cabellos plateados y unos ojos lilas que contagiaban misterio, aunque ello no le quitaban toda la energía y amenidad que le caracterizaban. A diferencia de cualquier otra persona, Rei y Kanata giraron sus miradas al recién llegado con completa naturalidad como quienes prestaban atención a una suave brisa. Eso era porque, en contraste con la gente común, ellos eran especiales tanto en sus formas de ser como de pensar, y aquella rareza era sólo una manera de comunicación y de saber que estaban en compañía.

“¡Buenas tardes mis estimados!” exclamó el peliplateado quien extendió sus brazos hacia el techo del cuarto a modo de asemejarse a una bailarina de ballet. Acto seguido, movió sus brazos para saludarles en una reverencia y luego de ello adoptó una posición más normal. “¡Estoy aquí para enterarme de todo el chisme! ¡Nunca en la vida hubiera pensado que ustedes dos me ganarían en el sentido de aventura! ¿Cuántas cabezas se ganaron en el ataque? ¡No se ahorren ningún detalle!”

“No me molestaría amenizar el ambiente contigo, Wataru,” Rei se cruzó de brazos y rió por lo bajo. “Aunque antes de empezar te recomiendo que bajes la voz. Las enfermeras fácilmente podrían echarte de aquí.”

“Fufufu~ ellas deberían saber que lo más importante ahora es una dosis de positivismo~”

“Estoy muy de acuerdo…” Kanata asintió y luego dio un suspiro. “Pero yo no soy de colectar cabezas… la historia no será tan romántica como crees, Wataru…”

“No hay problema, sólo díganme todo lo que tienen,” este agarró una silla pegada a la pared y la puso frente a él para sentarse al revés apoyando sus brazos sobre la cabecera. Les dio un guiño. “¡Nosotros estamos aquí para las buenas y las malas, pero en el fondo siempre que nos vemos son unas excelentes! ¡También oí rumores que se enfrentaron sin back-up ante mismísimos orphans y ganaron a varios!”

“Kukuku, tan bien informado como siempre, tus orejas son muy receptivas,” Rei sonrió. “Incluso un vejestorio como yo todavía posee la fuerza y osadía de mi juventud, así que no decepciono tus expectativas en lo absoluto.”

“Amazing! ¡Como era de esperarse de ti!”

“Y ahora que dices nosotros, ¿quiere decir que no eres el único que nos visita?” preguntó el peliazul.

Ni bien Kanata realizó la pregunta, ellos oyeron la puerta abrirse. Ahí entraron dos personas. El primero y quien abrió la puerta era un pelirrosa muy alto con ojos azules y una expresión severa y quizás ruin que no relajaba ni en presencia de sus conocidos, pero que pese a su actitud traía consigo a una muñeca muy hermosa y presentable en una de sus manos. La otra persona era un pelirrojo de menor edad con mechones blancos y ojos miel que traía una actitud más tranquila y con leve perspicacia. Este fue el primero en dejarse oír de lo que vendría a ser una conversación entre ambos previo a la llegada.

“Te dije, llegó antes que nosotros,” comentó.

“Ah, Natsume, verte me conmueve en lo más profundo. Eres uno de mis preciados hijos, después de todo,” comentó Rei al pelirrojo con una sonrisa más gentil en su expresión.

“Para variar, me alivia mucho verte. No sabes lo que me preocuparon los dos ni bien me enteré de las noticias,” declaró el pelirrojo con cierta incomodidad. Él negó y les sonrió un poco. “Por eso me alegro de estar aquí, Rei-niisan, Kanata-niisan.”

“Ahh~” Kanata movió sus brazos a sus costados con gran alegría. “Es también muy lindo verte, Nacchan~ Ven, siéntate a mi lado~”

“Prefiero mantener mi distancia, gracias…”

“Aunque en serio, habría esperado este estúpido atrevimiento de enfrentarse a un Rebel de Wataru,” se quejó el pelirrosa con exasperación.

“Hicimos lo que tuvimos que hacer. Hanasaki está muy vulnerable y no tienen la habilidad o el conocimiento con el cual nosotros contamos, Shu,” le recordó Rei, firmemente. Él mantuvo una meditativa sonrisa y un tono tranquilo muy típico de él. Como siempre, servía como la voz de sabiduría y liderazgo dentro de su estimado grupo de excéntricos. “Aunque es cierto que podríamos prepararnos mejor a partir de ahora. Ha sido un riesgo grande y es posible que las cosas empeoren más.”

“Malditos Rebels, osarse a hacerles esto a mis senpais…” Natsume agachó su cabeza y comprimió sus puños.

“Tranquilo, Natsume-kun~” canturreó Wataru. “Fufufu, tú sabes que nosotros no somos fáciles de destruir.”

“No bromees con eso, Wataru-niisan…”

“Los Rebels son lo que son, no les des el gusto de afectarte de ningún modo, Natsume,” espetó Shu, sin dar rodeos.

“Ahora lo más importante es que estamos todos aquí~” declaró Kanata con alegría y moviendo sus brazos. “Pero Nacchan… ¿qué haces cargando esas cestas? Se ven pesadas… descansa tus brazos, por favor…”

“¡Ohh! ¡Ese es nuestro regalo hacia ustedes!” Wataru saltó de la silla y agarró a Shu de los hombros, quien se sacudió para librarse del agarre. “¡Shu y el que les habla les preparamos una muy deliciosa y muy nutritiva merienda! ¡Hemos traído un montón de comida y los platos y vasos para compartir todos! ¡Seguro que es mucho más rico que lo que hay aquí!”

“Y sí, es pesado…” Natsume finalmente apoyó los paquetes en el piso y miró a los otros dos visitantes de reojo. “Pero Wataru-niisan no puede ser confiado con cosas frágiles y Shu-niisan insistió en traer a Mademoiselle y por ello tenía sus manos ocupadas.”

“No te quejes. Mademoiselle estaba tan preocupada como nosotros,” Shu desvió su mirada con un gesto de indignación.

“Sí, como digas…” y el menor rodó los ojos. Todavía no se acostumbraba a que Shu tratara a esa muñeca como un ser con vida e incluso hablara a través de ella ocasionalmente.

“Y seguramente Wataru hubiera podido ayudarte de no ser porque quería hacer su hazaña de saltar por la ventana.”

“No lo veo particularmente malo,” dijo Rei, entretenido por la discusión frente a él. “Sé que se trata de nuestro Wataru por su elección de no utilizar la puerta.”

“Sí, es bienvenido~” Kanata asintió.

“¿Y cómo así llegaste aquí antes que nosotros?” preguntó Shu a Wataru, escéptico. “Te desapareciste ni bien la recepcionista nos dio el número de la habitación y por fuera las ventanas no dan indicación alguna de los cuartos.”

“Fufufu…” el peliplateado se cruzó de brazos y rió para sí antes de contestar. “Nunca te olvides que soy un mago y tengo mis secretos,” dicho esto, sacó una varita negra e hizo varios giros tipo una Sailor Scout. “¡Yo estoy aquí para vivir la vida sin frenos y entretenerlos a todos con mis trucos! ¡Soy su estimado Wataru para servirles!” dicho esto, se detuvo y al terminar su pose aparecieron mágicamente unas palomas blancas que completaron su pirueta.

“¡Demonios! ¡Ya te dije que no trajeras tus palomas al hospital!” le recriminó el pelirrosa.

“Fufufu, ellas se encontraban tan preocupadas como Mademoiselle, tenía que traerlas~”

“¡Tch-! ¡¿C-cómo te atreves?!”

“Ahh, mis nii-sans con sus inútiles juguetes…” Natsume se cruzó de brazos y dio un frustrado suspiro. “Aunque al menos Rei-niisan y Kanata-niisan se ven entretenidos…”

Claro es una buena ocasión para celebrar nuestro encuentro aunque sea en estas circunstancias...- hablo el pelinegro mientras observaba como las palomas estaban tomando posesion de su habitacion-

puka...puka...- moviendose de un lado a otro- como siempre... Wataru es increible... si hubiesen venido un par de minutos antes hubieran podido ver a Chiaki...-

Es verdad Morisawa-senpai estuvo ahi...no se supone que deberia estar aqui con ustedes??

Fufufu...conociendo a Morisawa-kun decidio irse corriendo sin importarle nada...es un chico muy interesante...- usando su varita sacando de la nada una bandeja de té y tazas para los presentes-

No creo que debas depender mucho de el Rei-niisan... no se...- se cruzo de brazos- Uhmmm no tendria por que no confiar en el mi querido hijo...- le dijo mientras le acariciaba los cabellos- además...- logro conseguirme el album de fotos de Ritsu cuando era pequeño y lo necesitaba y mucho-

Y ya comenzaste con tu Brocon...- hablo el pelirosa-

Y como no hacerlo si mi querido Ritsu es tan adorable...- mostrando el album para que todos lo vieran-

Oigan no deberiamos tomar el té que hizo Wataru-niisan para nosotros??- hablo Natsume observando como la bandeja de té fue echada a un lado-

Fufufu.... como me lo esperaba del hermano menor del vampiro y protegido del emperador...-

Si dejaras de mencionar a tu emperador....- hablo en tono de molestia Shuu, Rei tambien iba a decir que no lo mencionara pero bueno era Wataru y sabia el aprecio que este tenia con el misterioso rubio estudiante de Rizembool-

Mi Ritsu es tan adorable hasta ahora lo es....- mostrando su celular las fotos que todos le habian pasado de Ritsu

Mis palomas tambien son adorables...- sacando de su sombrero varios albumes de fotos de cada una de sus palomas-

Es en serio Wataru-niisan??....- dijo Natsume mirando algo sorprendido y esperando alguna mirada de sorpresa de los demas pero para ellos no era nada y como si fuera algo normal-


“Sí, adelante, miren las múltiples generaciones de palomas que han servido ante mí. Estas son herederas de una enorme fortuna que viene de palomas que me han acompañado en conciertos y espectáculos de magia a lo largo de los años~” Wataru mostró aquellos álbumes de fotos salidos de la nada donde se apreciaban dichas aves blancas en todas las poses imaginables. Justo una de las palomas se paró en su hombro y se frotó en su cuello en señal de cariño. “Ahh, con ellas conmigo me siento en casa…”

“Te entiendo muy bien, Wataru~” Kanata movió sus brazos con una sonrisa simple que expresaba dicha y alegría. “Yo también me siento a gusto con mis peces y animales acuáticos~ Oh…” él de inmediato sacó su celular y les enseño una galería de fotos con mucho gusto. “Miren~ este es el nuevo display de mis peceras~ ¿No se ven mis peces aún más felices de lo usual~?”

“Ehh…” Natsume volvió a retraerse por ver a alguien más compartir fotos.

“Amazing!” Wataru exclamó y se puso a reír entusiasmado. “¡No hubiera pensado que mejorarías tu organización pero lo hiciste! ¡Tenemos que irte a visitar uno de estos días! Ahh… puedo sentir el amor que tienes por tus criaturas marinas…”

“Siempre son bienvenidos~…”

“Sí es más tolerable de ver para los ojos que tu última organización…” comentó Shu, alzando una ceja.

“Kukuku, para que nuestro perfeccionista Shu diga algo así significa que el acuario de Kanata es simplemente deslumbrante,” Rei rió por lo bajo y sonrió gentilmente. “Y como siempre, admiro la cantidad de peces que mantienes todos los días. Muchos de esos son de agua salada y difíciles de preservar, pero lo haces espectacularmente.”

“Hehe~ yo los entiendo y ellos me entienden a mí~” Kanata volvió a mover sus brazos a sus costados con suma alegría.

“Como es de esperarse de nuestro rey de los mares que habita entre la multitud de personas pero que nunca pierde su conexión con el océano,” continuó el pelinegro.

“Y no sólo tengo peces~” él les mostró una imagen de una preciosa y colorida medusa dentro de una pecera individual. “Es hermosa~ tienen que ir a conocerla~ creo que ya averigüé qué peces son sus favoritos para alimentarle~”

“Hmm…” para variar, Natsume se vio mínimamente interesado. “Una medusa, ¿ah? Buena adquisición. ¿Será venenosa?” sonrió un poco. “Amaría llevarme una muestra para realizar un análisis y ver cómo funciona.”

“No digas cosas así, Nacchan…” Kanata negó preocupado. “Ella sólo hace cosquillas cuando la toco… es casi inofensiva…”

“Nuestro lindo Natsume-kun es tan afilado y letal como siempre~” comentó Wataru con un tono juguetón y afectivo.

“¡Ahh, me siento renovado! ¡Hemos compartido nuestros tesoros entre nosotros! ¿Ustedes no tienen nada que compartir, Shu, Natsume-kun~?”

“Sabes que no, Wataru-niisan…” el pelirrojo negó. Él no participaría e imaginaba que Shu entre todos tendría la decencia de no jugar aquel vergonzoso juego. Y tenía razón, Shu no lo jugaría… pero alguien más sí lo haría…

“Fufufu~ gracias por la invitación, Wataru-kun~”

“…” Natsume se heló por oír esa forzada y aguda voz hablar con un tono femenino y animado. De inmediato miró de reojo a Shu, quien esos instantes no era Shu ya que su mente se encontraba impersonando a su muñeca, Mademoiselle.

“¡Ah, Mado-chan!” Kanata sonrió como quien saludaba a una vieja amiga. “¡Buenas tardes!”

“Sí que es agradable verte,” Rei asintió, sonriendo perspicazmente. “Gracias por cuidar tan de cerca a nuestro Shu.”

“Oh, no no~ gracias a ustedes por ser tan buenos amigos de Shu-kun~ Él estaba preocupado por los dos así que dejó sus quehaceres de hoy para venir cuanto antes~” se expresó el pelirrosa con esa voz aguda, aunque haciendo movimientos de su muñeca a manera de recrear sus gestos. “Fufufu~ y también tengo una foto que compartir con ustedes. Shu-kun no andaría con cosas así, por lo que es muy importante.”

“¡Muéstranos, mi estimada, que ya no puedo esperar~!” exclamó Wataru a todo pulmón. Ellos vieron a Shu sacar una foto impresa desde el interior de su saco y observaron a un chico de cabellos negros y con ojos de dos distintos colores vestir un atuendo muy presentable y formal pero de alta complejidad y envidiable confección.

“Este es el último atuendo de Mika-chan que Shu-kun ha terminado~ ¿No le queda perfecto? Yo estoy muy orgullosa de nuestro kouhai~”

“Sí le queda divino~” Kanata movió sus brazos con alegría. “Mika-kun también se ve muy feliz~”

“No he conocido a ningún confeccionador que se compare a nuestro Shu en toda mi carrera, y con el tiempo continúa mejorando,” Rei miró la foto y le dio el visto bueno. “También sé que tu querido kouhai se encuentra en las mejores manos posibles.”

“Amazing! ¡Tienes que mostrarme este atuendo en persona la próxima que vaya a visitarlos a su estudio!” exclamó el peliplateado. “¡Yo también tengo pedidos a futuro para trajes para mis obras! ¡Les daré los detalles cuando pueda!”

“Fufufu, Shu-kun estaría feliz de ayudarte, pero tienes que convencerle primero~”

“Esa siempre es la parte difícil, ¿no es así?” Wataru dio un guiño a la muñeca mientras devolvía la foto al susodicho. “Pero si cuento con tu ayuda puede que él no se resista por mucho a mis pedidos, ¿verdad?”

Hubo un corto silencio, y todos vieron un cambio de expresión en el pelirrosa. El relajado semblante que adoptaba cuando traía a Mademoiselle a la vida había desaparecido y volvió a fruncir el entrecejo como era habitual, para dirigirse a Wataru con impaciencia y recelo.

“¿Qué tonterías estás diciendo, Wataru?” le preguntó en su voz grave de siempre. “Un exhibicionista sin vergüenza como tú se viene con las obras más ridículas que no están al estatus de mi trabajo.”

“Ahh, Shu, y me encontraba teniendo una agradable conversación con Mado-chan…”

“¡No te atrevas! ¡Mademoiselle está hablando conmigo ahora!” se defendió.

“Shu-niisan…” Natsume negó con gran frustración y pudo apenas oír a Kanata mencionar a Rei que seguramente el deseo de Shu de compartir las últimas noticias de Mika fue lo que hizo que Mademoiselle se apareciera momentáneamente.
Natsume miró a Shu hablar con Wataru con leve preocupación. Por más que en su mayoría Shu pareciera ser el más cuerdo de sus senpais, la sola existencia de Mademoiselle le hacía preocuparse por su cordura, ya que esa personalidad alterna había surgido de un momento muy difícil en su vida…

“¿Qué miras, Natsume?” le preguntó Shu luego de sentirse observado.

“No es nada,” este desvió su mirada. “Sólo que no puedo creer que ustedes anden enseñándose fotos como ancianos.”

“Fufufu~ ansío el día en el cual tú tengas algo preciado para ti que quieras compartir,” mencionó Wataru gustosamente. “Cuando llegue ese momento, seré todo oídos.”

“En ese día deberíamos hacer una fiesta~” declaró Kanata.

“Sí, también lo esperaré,” Rei rió un poco y pasó a ruborizarse levemente. “Ya estás tan crecido, Natsume. Es hora que me honres y me des a un nieto uno de estos días~”

“¡N-no digas cosas tan vergonzosas, Rei-niisan!” el menor se vio ofuscado. Pese a ser sólo un año menor que sus senpais, en momentos así se sentía décadas más joven.

“En serio… es como si no tuvieras vergüenza alguna, anija…”

Los cinco presentes en la habitación no habían sentido que una persona había abierto la puerta y les miraba desde el umbral. Ritsu llegó para presenciar a aquella sarta de excéntricos ser efectivamente esa palabra y entrecerró sus ojos tanto por aquel comentario de su hermano como por reconocer ese álbum de sus propias fotos que no había visto hace varios años. También entendía que estaba fuera de lugar por cómo prácticamente todos le miraban con tanta rareza como si fuera un unicornio en el mundo real.

“¡Ohh, Ritsu!” Rei no pudo ocultar su sorpresa al ver a alguien que no había esperado en su estadía en el hospital y sonrió conmovido. “Qué alegría verte. Iluminas mi tarde con tu presencia~”

“…” pero este ya se sentía agobiado por todo lo visto y se dio media vuelta. “Estás vivo. Me voy.”

“¡E-e-espera!” Wataru llegó donde él de un par de brincos y le agarró de un hombro. “Ya que has hecho el viaje hasta aquí, al menos habla con tu hermano.”

“Suéltame…”

“Si prometes que te quedarás,” le dijo con un tono juguetón y una sonrisa. El Sakuma menor le miró con cansancio, aunque el hecho que no haya dado una negativa era algo bastante positivo viniendo de él.

“Les dejaremos solos,” dijo Shu, encogiéndose de hombros. “Esto no nos concierne.”

“Sí, tiene sentido,” Natsume estuvo de acuerdo.

“Oh, vi una fuente en uno de los jardines. Vamos a buscarla~” declaró Kanata.

Así, los otros cuatro se despidieron momentáneamente de su amigo para darle paso a aquel elusivo y especial hermanito que en general prefería ignorar la existencia del mayor. Wataru terminó por soltar a Ritsu y a la vez darle un pequeño empujón para hacerle ingresar a la habitación y entonces cerró la puerta para darles privacidad. Ya no tenía escapatoria.

Hubo un silencio cuando los otros chicos se fueron, solo se escuchaban a las palomas canturreando alrededor de la habitación, Ritsu como siempre no iba a ser el que romperia el hielo, asi que ese trabajo era para el mayor de los Sakuma

Me alegra que hayas venido a verme Ritsu...- dijo mostrando una suave sonrisa- has crecido mucho en este tiempo que no nos hemos visto-

Queria saber si estabas vivo...- bostezando para sentarse muy lejos de la cama- después de todo eres mi anija...-

Entonces me alegra mucho el estar lastimado para poder verte...-

En serio siempre tienes que hacer algo que rompe la tranquilidad de la conversacion...- lo dijo con enfado por las palabras de su hermano mayor-

Y No piensas preguntarme el motivo del porque no nos hemos visto?...- dijo observando cada expresion de su hermano menor, en verdad nada habia cambiado deseaba estar siempre asi a su lado pero era algo imposinble por ahora-

No tengo porque preguntarte nada...despues de todo te fuiste y te olvidaste de todos a los que dejaste atras ...como siempre rompiendo tus promesas...-

Tengo una razon muy poderosa... pero creo que no serias capaz de entenderlo... al menos por ahora...-

Suspiro el menor pesadamente- Aún me sigues tratando como un niño

“Sigues siendo un niño en muchos aspectos, mi querido Ritsu,” Rei le sonrió cálidamente y se vio entretenido por su propia afirmación. “Tal vez puede que esté en mí verte siempre como aquel pequeño que seguía mis pasos y que siempre buscaba mi atención. A fin de cuentas, los pequeños nunca dejan de serlo para sus mayores…”

“Aquel yo ya no existe, anija…” el menor se impacientó y negó rotundamente.

“Pero no hay punto de hablar de asuntos que prefiero no tocar, y a los que tú prefieres no prestar atención.”

“…” Ritsu dirigió su atención a las ventanas abiertas de la habitación y caminó un poco hacia ellas. Ahí podía ver la tarde iluminada con el sol que poco a poco descendía, y detuvo su avance antes de que los rayos solares le cayeran directamente a los ojos. Necesitaba perder su mirada en el cielo, pero no iba a exponerse ante ese sol que tanto él como su hermano odiaban. Luego de una breve meditación, cerró sus ojos. “No estoy aquí para hablar de asuntos secundarios, anija. Estoy por lo básico. Por como te conozco, tú eres muchas cosas. Eres rebelde, desafiante, astuto, un tanto impertinente y con gran habilidad para impacientar a otras personas. También demostraste ser poco confiable con el paso del tiempo. Eso es algo en lo cual he elegido enfocarme, por mi bien, para prevenir que vuelvas a decepcionarme.”

“…” su hermano le miraba atentamente.

“Pero…” volvió a abrir los ojos, esta vez enfocado en el piso. “Si hay algo en lo que podía confiar de ti hasta hoy era que nunca debía preocuparme por tu bienestar. Tú eres una peste inmortal e imborrable en mi vida y alguien tan molesto como tú tiende a tener la inteligencia para saber perdurar incluso en nuestro bélico ambiente.”

“…” Rei sonrió para sí y soltó una disimulada risa gutural. “¿De qué te preocupas? Aun luego de hacer lo que hice, estoy perfectamente bien y saldré del hospital en menos de lo que imaginas.”

“Sea lo que sea por lo cual actúas o tus razones que prefieres guardarte, más te vale que no decepciones esa poca confianza que todavía te guardo. Eso es a lo que vine,” declaró, mirando de frente a su hermano mayor casi de manera desafiante, y luego desvió la mirada con una pizca de incomodidad. “No quiero ser el único vejestorio en mi entorno…”

“Fufufu…” al oír esas palabras, Rei sintió un deseo de revolver los cabellos de su hermanito, lo que no ocurriría porque estaba inmovilizado en la cama y porque Ritsu mantuvo una prudente distancia de él. “Pese a nuestra lejanía, seguimos teniendo demasiadas similitudes, Ritsu. Nuestra identidad con la noche y con el más allá es nuestra perpetua conexión. Me alegro de notarlo.”

“Anija…” Ritsu se tensó.

“Te he oído fuerte y claro. No te inquietaré más. Pienso ser más cuidadoso con mis acciones de aquí en adelante. Tú lo dijiste, soy una persona astuta, y esta ha sido una apropiada lección para mí,” le contestó con un tono tranquilo y manteniendo su sonrisa. “Este ha sido un momento muy agradable. Verte me ha regresado las energías. Espero que se vuelva a repetir en otras circunstancias más amenas, Ritsu…”

“…” el otro no se animó a decir más y caminó hacia la puerta pretendiendo irse de inmediato.

“Pero ahora que estás consciente de que el conflicto se ha reanudado, ten cuidado. Yo también me preocupo por ti, lo sabes bien.”

“…” Ritsu acababa de girar la manija de la puerta y se detuvo para formular una respuesta, la cual dijo en susurros y sin dignarse a mirar a su hermano. “…si todos tus pretextos y caprichos se derivan por velar por mí o por decir que soy un niño… entonces abandóname y déjame en paz de una buena vez…”

Con eso último, Ritsu finalmente se retiró de la habitación y dejó a su hermano a solas. Rei dio un pesado suspiro y sonrió frustrado. Había mucho que no iría a compartir con su hermanito. Él estaba involucrado en distintos asuntos que no justificaban siquiera mencionarle, aparte que los dos por más de ser hermanos habían permanecido separados ya varios años y formado mundos diferentes. No era justo para él enterarse de detalles que no le correspondían ni verse envuelto en una vida ajena. Rei estaba muy al tanto de Ritsu y comprendía que pese a ser estudiante de Rizembool no estaba bajo riesgos. Con amargura, admitía que la amistad de su hermano menor con aquel problemático y conflictivo ‘emperador’ en Rizembool lo mantendría a salvo hasta próximo aviso.

Sin embargo, su instinto de hermano mayor sí le daba ciertas preocupaciones. Ritsu se había vuelto más taciturno y cargaba una tenue pero creciente amargura consigo. A Rei sólo le tocaba confiar en que su hermanito contaba con amigos positivos y un buen ambiente que le sirvieran de apoyo, mientras él mismo no fuera capaz de reparar su presente relación con él.

Pero, con Ritsu fuera del mapa, a Rei le tocaba esperar a que sus muy leales y unidos amigos regresaran. Era el momento de atender otros asuntos importantes…

Ritsu... ya llegara el momento de volver a estar juntos otra vez...- saco su movil y observaba las noticias que circulaban en torno al incidente de Hanasaki que solamente fue tomado como un ataque terrorista, el mismo tiempro revisaba el estado de salud de las 3 chicas que habian llamado su atención

Tsubasa Kazanari tenia lesiones leves pero tenia que estar en observacion por un dia además de tener una conversación privada con la directora Miranda explicandole el motivo de su repentina aparicion la cual no era permitida por el momento debido a los riesgos que conllevarian el saber que estaba viva

De Ai Kisaragi solo supo que tuvo un fugaz encuentro con un rebel nuevo de Rizembool pero que no paso nada y que esta a salvo en casa junto a su hermano gemelo

La que si tenia lesiones de consideracion era Mayura Daidouji, ya que el enfrentamiento contra Shun fue demasiado duro para ella y aun no recuperaba la consciencia, el pronostico por ahora era reservado, lo que llamo poderosamente su atencion fue la intervencion de su pareja Otoya Ittoki y como este uso magia para lograr alejar a Shun de la escena de combate

Viendo las estadisticas....- observando tambien las noticias de las otras Hime- La balanza esta vez podria irse para el lado de Rizembool...- suspiro pesadamente- ahora lo que faltaria investigar es acerca de este repentino ataque

Justo en el momento en que estaba sumergido en sus averiguaciones aparecieron los 4 chicos que llevaban mas bolsas de comida y regresaban conversando amenamente

fufufu... parece que el vampiro mayor empezó con el siguiente tema...- hablo Wataru mientras las palomas volaron alrededor de él y empezaron a desaparecer una a una-

Justo en el momento que te ibamos a preguntar que tal te fue en la conversacion con Sakuma otouto-san...- dijo Natsume observando el semblante tranquilo del pelinegro-


“Aprecio tu dedicación, Natsume. Fue un encuentro enriquecedor,” Rei sonrió y se ahorró mayores detalles para iniciar con el presente interés de los cinco. “Por mi estado, sólo he podido informarme mediante las noticias que he recibido en mi celular, pero confío plenamente en que ustedes tres han funcionado como nuestros ojos estas últimas horas.”

“No esperes que logremos la misma cobertura que ustedes. No radicamos en Hanasaki, para empezar,” comentó Shu, quien miró de reojo a Wataru. “Tú tienes el reporte, si mal no recuerdo.”

“¡Exacto!” el peliplateado sacó un fólder manila desde atrás de su espalda y muy rápidamente lo abrió para comenzar a leerlo. Pese a sus iniciales ánimos, él rápidamente dio un solemne suspiro y se encogió de hombros para transmitir cierta inquietud. “Vaya, es cierto lo que dijo Kanata con no poder hacer este relato muy romántico. Hubo estudiantes de Hanasaki asesinados en el suceso.”

“Lamentablemente no hubo mucho que pudimos hacer,” el peliazul bajó su mirada con tristeza. “Incluso con nuestra decisión de hacerle frente a unos orphans, nuestra cobertura fue muy limitada…”

“Pese a que ello es cierto, no puedes restar lo que sí lograste,” le aseguró el pelinegro, tranquilamente. “Además, esto es algo que cae en nosotros dos.”

“Ahórrense ese lamento, Kanata, Rei,” Shu negó repetidamente y movió una palma como quien restaba importancia al asunto, para mirarles con una inmutada severidad. “Estos asesinatos son del tipo premeditados y realizados antes de siquiera haber sospechas del ataque. Los estudiantes fallecidos a los cuales Wataru se refiere fueron aniquilados previo al ataque para lo que vendría a ser una estrategia psicológica en contra de las HiMEs.”

“¿Premeditado?” Kanata se vio sorprendido y ladeó su cabeza.

“Tal y como Shu-niisan lo acaba de exponer con precisión y frialdad,” comentó Natsume, frunciendo el ceño. “A diferencia de estudiantes que no participan en el enfrentamiento pero son heridos por fuego cruzado, Rizembool se salió de su usual modus operandi para atacar específicamente a terceros, asesinarlos, y luego depositar los cuerpos frente a la sala de reuniones donde las HiMEs habían sido invocadas.”

“Suena problemático…” Rei borró su sonrisa para darle una mayor seriedad a ese reporte. Era un detalle que no habría sido captado con facilidad por los medios de comunicación y que Hanasaki trataría de mantener en secreto de todos aquellos no directamente involucrados. Y ello mismo reflejaba lo urgente que era.

“En el pasado, lo más semejante al ataque a inocentes ocurrió en el atentado contra la ciudad,” comentó Wataru, quien llevó una mano a su mentón. “Y hasta en aquel entonces los ataques de Rizembool estuvieron más dirigidos a edificios que a las personas en sí.”

“Ello quiere decir que hemos perdido gran cantidad de certeza y habilidad de predecir lo que puede suceder de aquí a futuro,” comentó el pelirrojo, frustrado. “O más bien que tenemos que estar listos a esperar más cosas de los Rebels.”

“Es muy cierto, pero no hay por qué perder la fe…” Kanata les sonrió un poco con intenciones de animarlos. “A pesar de haber notado cierto ritmo en la forma de funcionar de Rizembool al igual que varios conocedores de la guerra, todos siempre hemos sabido que el lado de los Rebels no es de fiar. Mientras recordemos eso y nos mantengamos alertas, nos podremos preparar bien para lo que sea…”

“Para mí el problema no tiene dicho enfoque,” comentó Shu, quien se notaba inmerso en sus pensamientos. “Sólo pónganse a pensar en la logística del ataque en sí. Rizembool fue capaz de plantar una bomba y burlar todo tipo de seguridad dentro de Hanasaki tanto para realizar esa acción como para reunir a aquel número de estudiantes asesinados y trasladar sus cuerpos a ese sitio de interés sin siquiera levantar sospechas. No sé si responsabilizar a la directiva de Hanasaki o elogiar a los demonios detrás de aquel macabro plan, pero sea cual sea la situación nos deja saber que Rizembool tiene todas las herramientas para preparar una guerra que va mucho más allá de la supremacía del más fuerte.”

“Ciertamente serías tú quien se concentra en la logística del asunto,” Rei se vio entretenido. “Está bien. Como el equipo que somos, cada uno tiene su propio parecer y realiza sus propias observaciones. Has hecho un punto muy válido.”

“Aunque a estas alturas no podemos hacer más que imaginar los pequeños infiernos que cada Rebel en Rizembool cultiva en sus cabezas,” comentó Wataru, quien regresó su atención al reporte. “Aparte de esto, informo que no hubo fatalidades entre las HiMEs. Sí se reportaron daños menores en la infraestructura de la universidad, pero nada alarmante o que Hanasaki mismo no esté acostumbrado a reparar.”

“Eso es un alivio,” dijo Kanata.

“Sólo puedo imaginar cómo esto ha impactado a las HiMEs y a la directiva de Hanasaki en sí. No quisiera estar en sus zapatos…” Rei se encogió de hombros. “Pero nos ha tocado vivirlo y estar al tanto de todo esto. Rizembool acaba de enviar un mensaje claro a cada uno de nosotros, y debemos acomodarnos a ello, ¿no les parece?”

Eso es cierto mi querido Rey vampiro...- dijo Wataru mientras acomodaba todos los papeles que habia sacado para exponer sus ideas-

Lo unico que podemos hacer es seguir actuando como lo estamos haciendo hasta ahora...- hablo el ojirojo mientras suspiraba pesadamente- además hay interferencias externas.... pero para eso ya tenemos a mas colaboradores...- alzando su mirada al techo- Hanasaki o Rizembool quien saldrá victorioso esta vez?-

Supongo que deberia de usar mi magia para poder ver el futuro...- dijo el pelirojo con mirada brillosa-

Mi pequeño Natsume esta creciendo...- hablo el pelinegro con tono de orgullo-

Mejor no pierdas tu tiempo...y solo preparemonos para lo que pueda venir...- hablo el pelirosa de mirada seria cuando acariciaba los cabellos de su fina muñeca a la cual movia de un lado a otro con sus manos-

Puka...puka...- dijo el peliazul- Rei...seria bueno ayudar a mejorar a Tsubasa y a las demas chicas...-

Por ahora hay que dejar que todo se normalice al 100% para luego tomar las acciones pertinentes...ahora si nuestra reunion acaba de terminar...-

Es mejor dejar a nuestro Rey vampiro a descansar ya que nos hemos pasado casi todo el dia en este lugar....- se levanto el peliblanco mientras sus palomas volvian a aparecer- luego empezar a sospechar y eso no nos conviene...-

Fue un dia muy fructifero y espero volver a reunirnos nuevamente...-hablo el pelinegro con una suave sonrisa mientras dejaba su movil a un rato y prendia el televisor de su habitacion

Rei-niisan... Kanata-niisan cuidense y nos veremos muy pronto- hablo el pelirojo

Y ojala no nos volvamos a reunir tan pronto...- hablo Shuu mientras emprendia el camino lejos de la habitacion-

fufufuf... es hora de volver a encontrarme con el emperador para ver como van las cosas por allá-

Aunque no me lleve con él espero que siga cuidando de Ritsu como lo hace hasta ahora... se los encargo...- Los tres chicos se retiraron, claro que Wataru salio de la habitacion por la ventana como siempre siendo el unico especial del grupo

en la habitacion solo quedaron Kanata y Rei, el peliazul se acomodo en el sofá de la habitacion y se echo a dormir, lo mismo hizo el pelinegro, acomodo su almohada y se quedo dormido, despues de todo habia sido un dia agotador para ambos


Terminada la reunión, Shu y Natsume caminaron por los pasillos del hospital en dirección a la salida. Habían sido unas horas desde que habían llegado y se notaba un ambiente más ordenado y bajo control, aunque el sentimiento de incertidumbre e inquietud perduraba en el mismo aire. La peor situación de otras personas internadas o fallecidas en el evento era un hecho lamentable para cualquiera, quienes sin duda extenderían sus condolencias en silencio y dentro de sí mismos, aunque tampoco darían rodeos ante lo inevitable.

“Habremos terminado consumiendo menos de la mitad de la comida que prepararon,” comentó el menor, quien nuevamente cargaba las cestas con la merienda hecha en casa y con las vajillas y utensilios que habían usado. Él sintió un tic en la ceja. “Sigue pesado.”

“Yo le dije a Wataru que exageró a la hora de comprar los ingredientes, pero él insistió,” se quejó el pelirrosa, quien movió su mano libre en el aire en un gesto exasperado. “Rei come menos que las aves de Wataru, para empezar.”

“Tú también comes menos que ellas,” negó, frustrado. Era un tanto molesto cómo su senpai tenía mente para ponerse a renegar, pero no para considerar en ofrecerle una mano. “En fin, puedo ver a Wataru-niisan compartir esta comida con la gente de su club de drama, a menos que tú tengas un uso también.”

“No me dignaría a las sobras. Además, tengo que preparar algo más acorde a Mika. Cada vez lo veo más delgado.”

“Sé que sólo te parece,” le miró extrañado, pero se encogió de hombros.

Siguió un silencio mientras terminaban de salir del edificio. Al llegar al exterior, observaron que el atardecer estaba por oscurecerse completamente. Habían terminado prolongando la visita más de lo que habían pensado, incluso quizás pasado un poco la hora de visitas, pero no era un asunto inquietante para ellos al estar dispuestos a ajustar sus horarios para unos de sus muy pocos y cercanos amigos.

“Hm… es preocupante…” comentó Natsume, bajando su mirada. El otro le miró de reojo. “Para que Rei-niisan y Kanata-niisan se involucren así y se arriesguen por vidas ajenas…” entrecerró sus ojos. “Siento que no puedo confiar en ellos. Ha sido un acto impertinente e injustificable.”

“…” el otro regresó su mirada al camino, inmutado. “Pero les oíste. Para ambos, sonó que su sacrificio valió la pena. Están convencidos que habían hecho bien…” negó. “No puedes hacer nada al respecto, Natsume. Para el ser humano nada vale más que su propia resolución.”

“Tiene sentido, pero…”

“Es su propia pelea. Pase lo que pase, depende de ellos solamente.”

“Nosotros no somos héroes, Shu-niisan…”

“No tienes que decírmelo a mí,” frunció el ceño, con leve impaciencia. “Efectivamente, no lo somos. Todos no somos más que imperfectos y molestos seres humanos. Si en algún momento Rei o Kanata deciden hacerse los héroes, es porque sus humanidades decidieron serlo. Incomodará, pero es su propio asunto. Tú ocúpate de los tuyos y a lo mucho estate presente en momentos como el que acaba de terminar.”

“Tus palabras son frías como siempre…” desvió su mirada. “Tengo el presentimiento que ese Morisawa es un mal elemento para los dos. Él tiene la mentalidad de héroe, y seguramente Kanata-niisan está siendo afectado por él…”

“Quizás, pero confío más en nuestros afiliados como para que sus sacrificios dependan únicamente de ese torpe y no refinado ícono de la justicia, o como se haga llamar.”

“Ryusei Red, no que importe mucho…”

“Y al menos puedes estar tranquilo recordando que ellos dos no serían del tipo de héroes idealistas y brutos que uno ve en la televisión. Hay que tener algo de fe en ellos.”

“Sí, es un buen punto…”

Repentinamente, los dos oyeron bastante movimiento en frondoso árbol encima de ellos. Desde la cima, un muy conocido peliplateado realizó un salto con volteretas y aterrizó de pie con sus brazos extendidos a los lados frente a los dos.

“¡Ta-da! ¡Su estimado Wataru para servirles!” anunció él con una impecable sonrisa.

“La reunión que tuvimos hoy también servirá como un incentivo para mantenernos más al tanto de lo que sucede y evitar mayores lamentos,” continuó Shu, ignorando olímpicamente al recién aparecido y pasando caminando a su costado.

“Cierto, aparte que nosotros mismos podemos servirles al menos fuera de sus asuntos en términos de recursos…” Natsume siguió el juego al pasar por el otro lado y continuar caminando con el pelirrosa.

“¡E-e-e-esperen!” exclamó Wataru, quien dio zancadas para alcanzarles y agarrarles de un hombro cada uno. “¡No sean así de crueles! ¡Ustedes saben que no tolero que me ignoren!”

“S-suéltame,” Shu sacudió la mano del otro y le miró con suma impaciencia. “Estamos teniendo una conversación seria. No esperes que te prestemos atención a menos que tengas algo que aportar.”

“Aparte que te hemos visto aparecer de un sinfín de maneras, y esta es una de tus menos originales,” comentó el pelirrojo.

“¡Entendido! ¡Entonces para la próxima vez…!”

“¡Tampoco te pedimos que intentes superarte, Wataru-niisan!” le resondró.

“Ahh, los humores están bajos aquí, como puedo observar…” el peliplateado caminó a la par con ellos para continuar con el regreso en compañía. Sonrió un poco. “Pero déjame aclararte algo, Natsume-kun. No es tanto que ellos deseen jugar un papel de héroe. Será difícil de comprender para ustedes, pero de la misma forma en la cual ustedes son leales a nuestro reducido y selecto círculo, ellos dos han decidido ampliar los propios límites de quiénes consideran importantes, o significantes. También sabes que Rei ha guardado un interés especial en aquella HiME desde hace años. Todo eso se puede atribuir más a un capricho personal que a un deseo de velar por Hanasaki. Y nadie sabe lo que Kanata está pensando. Pero no te olvides que los cinco somos meramente observadores en el fondo.”

“Entonces tú también lo eres, asumo,” comentó Natsume, mirándole con cierta expectativa. “De haber un ataque en Rizembool, tú no saltarías a pelear con orphans o lo que sea.”

“Siento que este comentario es un gesto de preocupación hacia mí, mi querido Natsume-kun. Fufufu~ me haces feliz~” rió un poco. “A pesar de considerarme mucho más sociable y empático que ustedes, un anfitrión y artista como yo no puede tomar lados. De venir el armagedón podría auxiliar a otros a huir, mas nunca pelear. ¡Aunque claro, si alguien le hace algo a mi Natsume-kun me lanzaría a un volcán con tal de solucionar tus problemas!”

“N-no digas cosas sin sentido…” el menor se ofuscó y desvió su mirada. “De todos modos, no soy tan indefenso como lo parezco.”

“Ahh, eres demasiado refinado como para recurrir a barbaries, Natsume. No te avergüences,” Shu negó.

“Es sólo en caso de emergencia, Shu-niisan,” sonrió un poco. “Como el científico entre nosotros, mi mayor interés de la guerra es el conocimiento y la verdad. Deseo saber qué andan haciendo los científicos de Rizembool detrás de cámaras. Por pura curiosidad y también por si ellos me servirán de inspiración personal,” él levantó su mirada hacia el cielo, donde comenzaban a aparecer las primeras estrellas de la noche. “Deseo conocer las maquinaciones dentro de Rizembool que les permite poner aquel gran espectáculo con los Rebels, y hacernos creer que en verdad existe la magia en dicha universidad. Hmhm… como un científico en la universidad y un mago en el escenario, me considero un vínculo apropiado para ambos espectros normalmente incompatibles, pero cuya sinergía no tiene precedentes.”

“Ya has demostrado tu proeza en el pasado,” el pelirrosa se vio inmutado, pero sus palabras claramente eran aprobatorias.

“¿Y cuál es tu meta, Shu-niisan?”

“Información también, aunque más por la primordial razón de supervivencia. No tengo grandes inspiraciones de por medio,” le restó importancia.

“Tiene sentido, viniendo de ti,” Wataru sonrió pícaramente. Su sexto sentido le daba el hint que Shu podría tener más intenciones, aunque él prefirió guardarse los detalles. “Yo seré el único sin intereses personales, pero sé que mis musas me visitarán algún día. ¡Mientras tanto vivo cada día con suma euforia, sea encargándome de mi club de drama, alimentando a mis palomas o visitándoles en sus rincones de la universidad!”

“Eres muy simple, Wataru-niisan…” le miró con extrañeza.

“Es la mejor forma de ser~” le dio un guiño.

Los tres continuaron caminando por aquel sendero rodeado de árboles de regreso hacia Rizembool U, el lugar que, contra todo pronóstico, habían logrado convertir en un hogar. Les tocaba regresar a sus rutinas con el constante y más palpable recuerdo de la guerra entre las universidades, la cual observarían desde una segura distancia.

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Matta ne!!

Mimi-chan
« Last Edit: August 23, 2017, 02:14:54 PM by Cho »


Kora

Este fic debía haber ido con el anterior y terminar el evento pero me quedé sin fuelle hasta mediados de éste mes hacía tiempo que no escribía 5k en un día WOW u u
Como me quedó muy largo y prefiero dejar mis aportes "cortos" (...he), lo dejaré en dos posts.
Gracias Kana por dejarme usar a tus personajes <3



15. (1/2)


Al entrar a la habitación, Madoka estaba sentada en su futón, cabizbaja y sosteniendo un folio de papel entre sus manos. Por unos segundos, Kora se sobresaltó, pensando que los resultados del test genético habían llegado antes de tiempo, pero recordó que le habían prometido toda la confidencialidad posible y el profesor Lancaster aún no se había puesto en contacto con ella. Además, la manera en que los dedos de Madoka apretaban el papel le indicaba que era algo que le afectaba a ella.

- ¿...Madoka? - Preguntó con incertidumbre. Era extraño ver a la chiquilla, siempre llena de energía, con un aura tan sombría. - ¿Pasa algo?
- No es nada.

La respuesta llegó después de unos segundos de silencio, tras los cuales Madoka se pasó el dorso de la mano por los ojos. Con una plegaria interior, Kora pidió que no estuviera llorando: consolar a los demás no era lo suyo, y más cuando habían lágrimas de por medio.

- Entonces… ¿por qué estás…?  - Kora hizo un gesto con la mano, sacudiéndola en el aire en un giro. - ¿...así?
- ...Nino se ha ido.
- ¿Qué? ¿Quién?
- Nino. Nino Okamura. La HiME que me daba clases de Química.
- ¿En serio?

Kora abrió los ojos como platos al entender finalmente lo que acababa de escuchar. Necesitaba más información. ¿No estaría refiriéndose a que Nino se había ido de verdad? Si una HiME había muerto tan pronto, lo que podría significar para el caso… no, se detuvo inmediatamente. El pensar en aquella niña asustadiza siendo asesinada por su Rebel era enfermizo, y un escalofrío la recorrió.

- No puede seguir siendo HiME. - Continuó Madoka, después de unos momentos de silencio, en los que había empezado a doblar el papel en sus manos.
- Oh. - Siempre era un alivio que una chica joven no hubiera muerto. - Bueno, no todo el mundo está hecho para ser HiME.

Añadió la última frase con un encogimiento de hombros. No estaba muy segura de qué decir, con su mente intentando recopilar y poner en orden todos los detalles de lo que había ocurrido con aquella chica para informar a Elizabeth Straits. Pero inmediatamente, Madoka levantó la vista, dirigiéndole una mirada entrecerrada, apretando el papel en sus manos.

- ¿Qué quieres decir con eso?
- …¿Nada malo? - Kora intentó rectificar inmediatamente al volver a la realidad. - Ser HiME no es un camino de rosas, ni ser una magical girl que vive una vida de heroina shoujo con un final feliz garantizado. Su Rebel le rompió el brazo, ¿no? Es normal que se haya asustado y haya huido.
- Qué fácil es que tú digas eso, Kora. - Le espetó Madoka.
- ¿Perdona?

Aún en mitad de la reconstrucción de los hechos que estaba llevando a cabo, Kora captó la indirecta inmediatamente, y la rabia la recorrió hasta llegar ardiendo a sus mejillas. Puso una mano en su cintura, alzando el mentón. Sabía por dónde estaba tirando Madoka: era la misma provocación con la que le había desafiado su marioneta durante la prueba HiME.

La voz de Ky, teñida de una malicia que no era propia pero sí familiar, resurgía en su mente. ”Oh, Kora… diría que estás oxidada, pero seamos honestos… tú nunca has sido quien se ha encargado de luchar. Para eso estábamos Madoka, tu Knight como-se-llamara… y yo, ¿verdad?”

Oír aquella acusación viniendo de Madoka, sin embargo, le provocaba un enfado irracional. Madoka no era quién para juzgarla. Se suponía que tenía que enseñarle a manejar una kodachi, protegerla-- ¡ni siquiera era HiME! ¿Qué iba a saber?

- Nino no tenía Key, ni Knight, ni a alguien como yo que la protegiera todo el día. - Al decir aquello, Madoka se levantó, encarándola.
- ¿Y yo tengo la culpa? ¿Tendría que haberme dejado matar? Además, ahora no hay Knights, ni Meisters.
- ¡Eso no tiene nada que ver! ¡Tú estabas segura siempre, hasta cuando no tenías poderes! Ky e Ishara, o Yuri, o yo… alguien siempre estaba cerca para apoyarte por si pasaba algo.
- ¡No es mi culpa que esa niña no tuviera amigos!

Kora era medio consciente de que estaba alzando la voz, pero no podía parar. ¿Cómo podía echarle Madoka en cara algo así? Estaba llamándola débil en su propia cara sólo para pagar la frustración porque su nueva amiguita HiME había salido con la cola entre las patas.

- ¡Lo que fue tu culpa es que tuviste que escaparte de todos nosotros para que tu Rebel te encontrara! ¡Nino no tenía alternativa, pero tú básicamente le pediste a gritos a tu Rebel que te atacara! - Madoka se levantó de su futón, apretando el papel en sus manos. - ¡Y todavía tienes la poca decencia de burlarte de ella!
- ¿...Es eso lo que siempre has pensado de mí?

Así que Madoka pensaba que la vez que su Rebel la había derrotado-- no, humillado, casi matándola, era su culpa. No era culpa de Rizembool, de Hanasaki o del estúpido conflicto entre ambos, resultaba que simplemente, había sido estúpida e incompetente.

Kora entrecerró los ojos. La rabia que le había venido había pasado de ser una furia ardiente a una extraña serenidad fría. No tenía nada que justificar ante a Madoka. ¿Aquella niña sabía algo más de ella más allá de su identidad como HiME?

No era sólo Madoka. No tenía nada que justificar ante nadie. Había hecho lo que era necesario para aguantar en un conflicto en el que se había jugado la vida sin mucho sentido, había vuelto para jugarse el cuello otra vez. Y aquel era el agradecimiento que le daban.

Patético. Para todo el entusiasmo que le echaba al asunto, Madoka no había entendido nada.

Pero no importaba. Una vez todo aquello terminara, cuando se realizara el juicio, cuando Elizabeth Straits le diera su carta de recomendación y pudiera ir a Estados Unidos a trabajar… o si Akio era su hermano y podía tomar el puesto que le pertocaba en una familia poderosa…

Hanasaki, las HiMEs, el conflicto: todo aquello volvería a ser un recuerdo lejano, tal y como debía ser.

- Kora… no quiero decir nada de lo que pueda arrepentirme. - Madoka negó, sacudiendo el pelo suavemente. Al igual que Kora, parecía haberse calmado tras el breve arranque de rabia.
- Así que eso es un sí. Crees que soy débil y que no merezco ser una HiME, ¿no?
- Soy… soy tu maestra y protectora… hasta el final. - Las dichosas palabras que tanto repetía, vacías de cualquier sentimiento en aquellos momentos. - Pero, ¿recuerdas lo que hablamos la otra noche?
- ¿El qué? ¿Lo de mi actitud sobre ser una HiME? - Kora no pudo contenerse, y entornó los ojos. Casi quería decirle que le había vendido humo al respecto sólo para que Madoka volviera a la realidad.
- Quiero creer de verdad que te importa serlo. De verdad… me gustaría tanto creer que eres consciente de que tienes una responsabilidad tan importante…

Madoka avanzó unos pasos hacia ella, mirándola fijamente con sus ojos oscuros brillando, quizá por lágrimas contenidas. Se detuvo a unos pasos de ella, sin entrar en el espacio personal que Kora había delimitado claramente. Cerró los ojos, y apretó los labios antes de hablar, tomando aire.

- Pero… Kora, eres una HiME horrible, y no mereces serlo.

No me importa.
No quiero serlo.
No me siento una.
No estoy aquí para eso.
Nunca he encajado en ningún sitio, de todas formas.

Había tantas cosas que le hubiera gustado decir en aquel momento, y sin embargo, Kora sólo pudo quedarse quieta, en silencio. Las palabras habían sido quedas, en un tono de voz normal, casi sereno, pero las había notado como una bofetada que le había dejado en estupor. Madoka aprovechó aquellos momentos para salir de la habitación, dejándola sola.

Tardó unos segundos en salir del ensimismamiento.

- ¿...Y qué? - Terminó por admitir a nadie en particular, en el silencio de la habitación.

Si Madoka tan sólo supiera la verdad de por qué estaba allí, probablemente le hubiera puesto la espada al cuello.

Qué niña tan tonta. ¿De verdad era tan fascinante ser HiME? ¿O simplemente lo parecía desde fuera? Kora sólo lo sentía una carga, y no podía ser la única si un bufete de abogados internacional podía construir un caso contra Hanasaki y Rizembool.

Pero todo tenía sentido, por infantil e hiriente que fuera la situación. Madoka era todavía una chiquilla, sacada de una familia japonesa tradicional y que apenas empezaba a conocer el mundo exterior. Probablemente la tal Nino era una de las pocas amigas que había hecho, y era normal que le afectara que se marchara. Mezclado con su frustración por su imposibilidad por ser HiME, por supuesto que iba a tener una pataleta algún día.

¿Qué sabía Madoka de ella? Que la juzgara todo lo que quisiera.

Antes de sentarse en el escritorio, vio que Madoka tenía aún todas sus pertenencias en la habitación, y con una media sonrisa irónica, decidió dejar aquella rabieta en un “ya volverá”. Al fin y al cabo, Kora ya tenía cosas que hacer.

Abrió el ordenador, y empezó a escribir el e-mail a Elizabeth Straits.

---

Al salir de la habitación de Kora, Madoka finalmente dejó que cayeran un par de lágrimas por sus mejillas, frotándose la cara con el dorso de la mano, y un hipido escapó de su pecho. Pudo controlarse al poco, pero las piernas le temblaban después del arranque.

Todavía tenía la carta de Nino en las manos, en la que se despedía y le agradecía el tiempo que habían compartido tanto como tutora y alumna así como compañeras HiME. La volvió a releer una última vez antes de doblarla y guardarla en el bolsillo de su camisa, sintiendo aquella mezcla explosiva de emociones con cada palabra. Era injusto.

No tardó en salir de la mansión, y cuando hubo puesto un poco de distancia, echó la vista atrás. La nueva mansión, pero el mismo concepto de hogar de las HiMEs. ¿Realmente pertenecía allí? ¿Tenía sentido que se aferrara al propósito de ser una HiME aún cuando nada indicaba que pudiera despertar aquel supuesto potencial? Qué crueles eran los dioses, dejándole un propósito lo suficientemente cerca para verlo, pero sin que pudiera llegar a tocarlo.

Aún estando desarmada, sus pasos la llevaron al bosque de Hanasaki, y sus esperanzas no fueron en vano.


Como la mayor parte de las tardes, Azura se encontraba en el pequeño lago, entrenando sus poderes. Algunas veces danzaba con la naginata en mano al mismo tiempo que el agua que hacía chapotear saltaba y flotaba en gotas gruesas y densas, otras simplemente controlaba su elemento cantando con su delicada voz.

Aquella tarde había optado por una práctica tranquila, dejando su arma y zapatos a un lado, con los pies tocando la orilla mientras movía el agua en tubos pequeños que giraban sobre sí mismos mientras cantaba.

La melodía pronto hizo efecto, y aunque la opresión en el pecho de Madoka parecía dispuesta a no marcharse, parecía un ápice más ligera al escucharla. Pero espiar sería de mala educación, y contaba con permiso de Azura para unirse a sus prácticas fuera como espectadora o participante, por lo que simplemente avanzó hacia el claro. La HiME dejó su canto cuando Madoka estaba a unos pasos de ella, a pesar de que probablemente la había detectado mucho antes.

- Hola, Madoka. - Le saludó Azura, ladeando el rostro hacia ella, mirándola bajo sus lánguidos párpados. - Pareces… confusa. ¿Quieres sentarte?
- Sí… gracias. - Madoka la imitó, descalzándose y sentándose al lado de Azura, mojando sus pies en el agua fresca del lago. - ¿Es muy obvio o has usado tus poderes?
- Las dos cosas. Claramente, no estás tan animada de costumbre, y también puedo notar energía negativa proviniendo de ti. Si puedo ayudarte…
- Te he oído cantar, Azura, ya me siento un poco mejor.
- Ah, Madoka… si tan sólo una canción pudiera quitarnos las tristezas para siempre… - La mirada de Azura se perdió en el horizonte durante unos instantes, suspirando antes de volver su atención a ella. - Pero entiendo si no quieres hablar de ello.
- No, tienes razón… pero… - Madoka se mordió el labio inferior. - Umm… ¿sabes que una HiME se ha retirado?
- No, no lo sabía. - Azura sacudió la cabeza. - Qué triste… pero puedo entenderlo. ¿Erais amigas?

Madoka apretó la mano en un puño. “¿Era tan difícil?”.

- Sí… un poco… me daba clases particulares en las asignaturas de ciencias, y hablábamos, y… esas cosas… - Haber pasado tiempo con Nino había sido agradable, y recordar las tardes en las que la ex-HiME había mostrado paciencia y amabilidad con su torpeza en Química era agridulce. - Pero su Rebel la atacó, y-- no lo entiendo, pensaba que Nino se sobrepondría… pero-- pero hoy me ha dejado una carta diciéndome que se marcha…
- Es normal tener miedo, Madoka. - Azura respondió con solemnidad. - Ser HiME no es fácil. Es un sacrificio.
- ¡Pero también es un honor! - Replicó Madoka, inmediatamente. - Sólo las HiMEs pueden derrotar a los Rebels… Azura, tú fuiste HiME. Rizembool es… es una amenaza. Y ahora que han vuelto…
- …Lo sé, Madoka…

Azura bajó la vista al decir aquello, recordándole a Madoka cómo alguna vez Shigure había insinuado que la época de HiME de su hermana había tenido su parte dolorosa. Pero ambos eran igual de inescrutables, una auténtica tumba respecto a sus secretos, y no había podido sacarle a su compañero de clase ningún detalle.

Sólo había una cosa que sabía: si alguien entendía qué era ser una HiME, era Azura.

- Madoka, ¿estás enfadada con Nino?
- ¿Qué? ¡No! ¡Claro que no! - La repentina pregunta de Azura le pilló desprevenida. - ¿Cómo podría…?
- No es nada malo. - Azura puso una mano en su hombro. - Incluso las personas que queremos pueden sacar sentimientos negativos de nosotros. Es natural.
- Pero… pero no culpo a Nino… - Madoka agachó la mirada. No podía hacer algo así. No después de lo que le había pasado a la pobre Nino.
- No he dicho que la culpes. He dicho que puede que estés enfadada con ella.
- ¿...Por qué? - Era una pregunta sincera. ¿Por qué albergaba algo así dentro de ella? - Es injusto…
- Bueno… crees que ser una HiME es tanto una oportunidad como un deber, y es algo que deseas de corazón, ¿verdad? - Ante la pregunta de Azura, Madoka asintió. Era cierto. - Y entonces, Nino rechaza ambas cosas. Desaprovecha una oportunidad que tú no tienes, e incumple un deber que es casi su destino… cuando tú, si pudieras, cumplirías al máximo…
- No… eso es-- es injusto… - Madoka miró a la superfície del agua al bajar la mirada, pensando en aquellas palabras durante unos segundos. Era desagradable verse a sí misma de aquella forma. - ¿Soy así, Azura?
- Madoka… sólo estás siendo humana. ¿Por qué crees que mi poder existe? Los sentimientos más turbios, la fuente de esas energías negativas… no aparecen de la nada. Están en nosotros, y a veces, se alimentan de nuestras debilidades para crecer.
- Nuestras debilidades…

Madoka repitió aquellas palabras observando su reflejo distorsionado en el agua. Siempre había creído que era fuerte, que su disciplina le permitiría sobreponerse a las frivolidades que tentaban a los demás. Era hija de la casa Mawari, prodigio en el arte de la espada, heredera de siglos de tradición. Tenía habilidad y talento. Ser HiME parecía el paso natural en su vida, luchar contra la amenaza de Rizembool no podía ser sino su propósito.

Pero sólo podía encontrarse a sí misma en el reflejo distorsionado en el agua, sin forma, sin sentido.

- Es mi teoría. - Azura concluyó su explicación. - Lo que quiero decir es que… quizá puedas entender mejor tus sentimientos si sabes de dónde provienen.
- No soy… no soy nada… - Murmuró Madoka. Su reflejo cada vez era más borroso, difuminándose por las lágrimas que se agolpaban en sus ojos. - Tienes razón, Azura… estoy enfadada con Nino, con Kora… hasta le he dicho que no merece ser HiME… y a veces, hasta siento que te tengo envidia… ¿por qué…?
- No eres nada. Aún si tus poderes nunca despiertan, eres una aliada de las HiMEs, Madoka Mawari. - Azura puso otra mano sobre la de Madoka. - Estás dispuesta a proteger a Hanasaki sin poderes, has enseñado a una HiME a usar la espada para proteger su vida… unos pocos sentimientos complejos no cambian eso. Ser una HiME a veces… te hace sentir tan sola, tan desprotegida… contar contigo vale más de lo que puedes imaginar.

La sonrisa de Azura era suave, pero alcanzaba sus ojos dorados, haciendo que Madoka se sintiera un alivio aún mayor que el que le había provocado su canción. Con la otra mano, se frotó los ojos, intentando no humillarse aún más delante de la HiME. Los poderes de Azura estaban en total harmonía, pensó Madoka, al verla serena como el mismo lago en el que estaban, y capaz de calmar incluso su corazón con sólo sus palabras.

- Haz las paces contigo misma, y perdónate por tus propios sentimientos para dejarlos atrás. - Continuó Azura. - Es mucho mejor que cualquier canción.
- Azura… tienes razón, gracias… gracias por escucharme…

Madoka asintió, decidida a reflexionar sobre todo aquello. Tenía mucho en lo que pensar, y no sabía si podría llegar a entenderse a sí misma… pero sólo podía intentarlo.

Además, aún quedaban otros problemas.

- También tengo que hablar con Kora… - Dijo, con un suspiro. - A lo mejor… a lo mejor no quiere volver a hablar conmigo.
- Estoy segura de que has hecho bastante por ella como para que pueda dejar vuestra discusión atrás. - Asintió Azura. - Pero si crees que ha sido algo serio, tal vez debas dejar un poco de tiempo para que las emociones se enfríen.
- Oh… no había pensado en eso aún. Creo que tengo una habitación asignada en los dormitorios de estudiantes.
- No hace falta que te vayas tan lejos. Puedes quedarte en mi habitación, si quieres.
- ¿En serio? - Madoka abrió los ojos en sorpresa. Azura era tan misteriosa que le parecía surreal que le invitara a pasar la noche en su cuarto con tanta naturalidad. - Pero… no quiero molestarte más, Azura… has hecho mucho ya hoy por mí.
- ¿Quién ha dicho que sea una molestia? - Azura cerró los ojos, negando con la cabeza. - Hay futones extra en la mansión, creo que en mi armario hay uno. Mañana, cuando se enfríen los ánimos, puedes ir a hablar con Kora.
- Azura… ¿por qué haces todo ésto por mí?
- ¿Hm? - La chica abrió los ojos, mirándola con el rostro ladeado. - No creo que necesite una explicación para ayudar a nadie, pero si quieres un motivo… me caes bien, tratas bien a mi hermano, eres una buena aliada para las HiMEs… no veo por qué tendría que dejarte de lado cuando necesitas a alguien.
- O-Oh… - Al oír que “necesitaba a alguien” se había sentido algo avergonzada, pero parecía natural para Azura. - Gracias, Azura.
- No hay de qué, Madoka. Además… me hace un poco de ilusión pasar la noche con una amiga… - Azura admitió aquello con una sonrisa tímida, con sus mejillas ligeramente coloradas. - Espero no ser muy aburrida.
- ¡Claro que no!
- Entonces, está decidido. ¿Quieres quedarte aquí un poco más?

Pensativa, Madoka movió los pies en el agua. Empezaba a caer el sol, reflejándose en el lago en tonos naranjas y rojos, y no tenían prisa. Azura le había dicho que tenía que resolver sus propios sentimientos por ella misma, lo cual era cierto…

- Aunque sé que no va a resolver mis problemas… no me importaría oírte cantar un poco más, si no te molesta…
- Muy bien. Un rato más, entonces.

Al mismo tiempo que Azura cantaba y movía sus manos, arqueando y extendiendo sus dedos en ondas, el agua empezó a moverse. Primero como una onda en la superficie, como si alguien hubiera tirado una piedra, para separarse con una ola en dos círculos. En el centro de éstos, el agua empezó a acumularse, hasta alzarse como dos tubos girando sobre sí mismos, bailando uno alrededor del otro.

Pero la muestra de control sobre los elementos, por sobrenatural a la par que elegante que fuera, no era lo principal. Madoka apoyó la barbilla sobre las rodillas, dejándose llevar por la voz de Azura. Hasta que el cielo empezara a oscurecerse, indicando que ya era hora de regresar a la mansión, aprovecharía cada segundo de paz.

---

Kora dejó ir un suspiro largo tras enviar el e-mail, después de haber tenido el cursor sobre el botón durante casi un minuto de indecisión.

Escribir el informe le había costado más de lo que pensaba, intentado exprimir cada detalle en un esquema principal que tardó tiempo en convertirse en una carta legible. Había remarcado todo lo que había visto relacionado con las HiMEs en su estancia, haciendo hincapié en el caso de Nino Okamura, y filtrando los rumores que le llegaban hasta ella.

Sólo había dejado un asunto fuera: la existencia de Akio. Todavía no sabía qué hacer al respecto. Si de verdad era su hermano, quería investigar qué era de su familia paterna antes de comprometer cualquier vínculo que pudiera tener con ésta.

Madoka no se equivocaba. Realmente era una HiME terrible, tenía que admitirlo.

Antes de cerrar el portátil, vio que tenía un e-mail en su bandeja de entrada. El corazón le dio un vuelco de pensar que ya tenía una respuesta por parte de su jefa, pero pronto vio que no era sino otra de las causas de su ansiedad. El profesor Lancaster le anunciaba que ya tenía los resultados de las pruebas, y si quería, podía ir ella misma o si estaba muy ocupada, enviaría a Alice.

Estaba hecho. Estaba determinado.

Los dedos le temblaban cuando escribió la respuesta, agradeciéndole su rapidez y consideración, avisándole de que estaría allí en menos de media hora.

Apenas se sentía consciente durante el trayecto. El corazón le latía fuerte, pero su mente estaba nublada, y el temblor en manos y piernas casi las hacía entumecerse. Cuando llegó al despacho, no estaba segura de si había golpeado la puerta con los nudillos demasiado fuerte o demasiado suavo.

El profesor fue tan amable como durante la visita anterior, aunque su voz le llegaba algo lejana. Kora podía oírse responder con formalidades en acto reflejo.

- ...los materiales están en una bolsa de plástico, y aquí tienes el sobre con los resultados oficiales…
- Gracias, profesor Lancaster.
- Si necesitas algo más, el departamento está siempre a tu disposición.
- E-Espero que no… pero gracias.

Le estrechó la mano al hombre, excusándose para recoger la bolsa con todo y salir de allí cuanto antes. Sus pasos acelerados la devolvieron a la mansión pronto, subiendo los escalones hasta el tercer piso de dos en dos.

Estaba anocheciendo cuando entró a la habitación, y vagamente se dio cuenta de que Madoka todavía no había vuelto, pero su mente estaba en otra parte. Casi tiró la bolsa con lo que quedaba de los pañuelos con sangre, cada uno guardado en su respectivo paquete hermético, y se sentó en la cama con el sobre en las manos.

Inhaló varias veces antes de abrirlo con un movimiento rápido, desdoblando el folio anterior.


Muestra A - 46, XY; Muestra B - 46, XX
La coincidencia del material genético es del 25%. A y B tienen consanguinidad de segundo grado.
Procedimiento realizado: Análisis de STRs autosómicos
Conclusión: A y B comparten el mismo padre, con un margen de error de 0.01%.
Procedimiento realizado: Análisis de ADN mitocondrial
Conclusión: A y B no comparten la misma madre, con un margen de error de 0.01%.


Era cierto. Lo que Akio le había dicho era completamente cierto. Eran medio hermanos, sin trampa ni cartón. Ella misma había recogido la sangre de él, y había puesto la suya. La prueba la habían realizado en Hanasaki.

A y B comparten el mismo padre.”.

Se dejó caer en la cama, dejando el papel a un lado, tapándose la cara con las manos. Aquello lo cambiaba todo. ¿A qué había vuelto a Japón? ¿A espiar para el bufete? ¿A buscar su fortuna con su familia? No dejaba de repetirse que no perdiera de vista el objetivo, pero la idea de que Akio fuera su hermano y que su familia paterna tuviera dinero y poder parecían fantasías irreales.

Había pensado qué hacer si fuera real, siempre desde la idea de que probablemente no lo sería. Su Rebel sólo estaba jugando con ella, provocándola a que hiciera algo estúpido.

Respiró hondo, intentando poner en orden sus pensamientos. Tenía que contar con el hecho de que debía combinar ambos objetivos, y tenía que hacerlo por ella misma. Era su destino lo que estaba en juego, dándole una nueva carta para su mano.

Todo hubiera sido mucho más sencillo si se hubiera quedado en Francia. A aquellas horas, estaría almorzando con Ky, conversando sobre su día en la academia o el último caso que les había dado Lisa Lisa…

Cerró los ojos, pensando en aquellos recuerdos que si bien parecían lejanos, apenas hacía semanas de la última vez que había hablado con Ky, la última vez que había mirado a aquellos ojos azules y verdes a la vez, la última vez que le había oído reír.

¿Qué le habría aconsejado en aquellos momentos? ¿Qué opinaría del hecho de que su nuevo Rebel resultara ser su hermano perdido? ¿Qué diría si supiera que iba a tratar de planear su regreso a la familia con Akio?

Probablemente, algo sensato.

Pero aquel plan era para proteger también a Ky, y cuanto menos supiera, mejor. No podía contar con él tampoco. Era hora de buscar sus nuevos aliados, por cuenta propia.

Era casi de noche, y al no tener nada más que hacer aquel día, el agotamiento por fin cayó sobre ella como una piedra. No eran horas para lidiar con Akio. El tiempo apremiaba, sin embargo, y al día siguiente, cuando hubiera pensado algo coherente que decir, tendría que llamarlo.

Tendría que encarar a su hermano.

---

La habitación de Azura era tan modesta como cabía esperar de su habitante. Apenas había ocupado el escritorio, no había ropa dispersa por el suelo o la silla del escritorio, y las estanterías o cajoneras sólo tenían algunos libros o figuras en ellas. El único tono de color era el cobertor azul de la cama, que por supuesto, estaba hecha.

Azura la invitó a entrar, y procedió a colocar su naginata en unas pequeñas perchas doradas en la pared.

- Hay un futón extra en el armario. Puedes ir preparándolo mientras me ducho, si quieres. - Azura señaló con la mano el espacio libre entre la cama y la pared, perfecta para colocar un futón. - Tardaré un poco… cuidar el pelo largo es difícil a veces.
- Claro, no hay problema. - Asintió Madoka. - Yo me encargaré.

Satisfecha, Azura se dirigió al baño tras sacar un pijama de debajo del cojín de la cama, dejando a Madoka sola en la habitación. Colocar el futón no le costó mucho, y pronto se sentó en él, sin nada que hacer. Su teléfono estaba en la habitación de Kora, donde no le apetecía volver por el momento, además de que no tenía a quien contactar. A lo sumo perdería puntos en uno de sus juegos de idols, pero podría recuperarlos otro día.

El sonido del agua de la ducha se oía en la lejanía, y si prestaba la suficiente atención, el murmullo de Azura. Sus propios problemas a un lado, tenía curiosidad por la HiME, y se levantó para inspeccionar de cerca la habitación de ésta.

Los libros que tenía eran en su mayoría teoría y historia de música o danza, algunos con ilustraciones, aunque le sorprendió ver que algunos eran antologías de relatos de terror. Las figuras eran elegantes representaciones de figuras danzando, quizá coleccionables de algún tipo. No había nada fuera de lo común.

En el escritorio sólo tenía una tablet, y un pequeño corcho colgado en la pared a baja altura, bastante vacío. Un par de fotos de Azura y Shigure, otra con una mujer de mirada severa pero cuyo parecido con los dos hermanos indicaba que sería pariente suyo… había enganchado al corcho algún que otro colgante y un atrapasueños de plumas azules.

Éste último, se dio cuenta, tapaba una última foto. Al moverlo, vio a Azura, sentada en unos escalones, con un perro que parecía un Husky sentado entre ella, y detrás de ella, una figura de hombros anchos. Apenas tuvo tiempo de levantar más las plumas para tener un atisbo del rostro, cuando oyó el pestillo del baño abrirse.

Madoka se apartó del escritorio, dando un paso atrás hasta caer sentada en la cama de Azura. Ésta salió del baño con el pijama puesto y la toalla enrollándose sobre su cabeza de forma casi cómica.

- Disculpa si he tardado mucho.
- N-no, no importa. - Respondió Madoka. - ¿Puedo ducharme yo ahora?
- Por supuesto. Hay toallas en el armario, y puedes usar lo que quieras del baño. 

La ducha de Madoka duró bastante menos, aunque se atrevió a usar uno de los acondicionadores que Azura tenía en los estantes, con olor a grosellas. Para cuando salió, se dio cuenta de que había anochecido, y la habitación estaba iluminada por la lámpara de la mesita de la cama.

Azura estaba sentada en su cama, con el pelo húmedo peinado cayendo a un lado, enrollado sobre sí mismo sin llegar a ser una trenza. Tenía el teléfono en la mano, mirando la pantalla con el ceño fruncido.

- ¿...Ocurre algo?
- Oh, Madoka. - Azura dejó el teléfono a un lado. - Acaban de llamar a las HiMEs… La directora quiere hablar con nosotras.
- ¿En serio? ¿Ha ocurrido algo?
- No. No que sepamos… - Azura se llevó el índice. - Por el contenido del mensaje, parece que sólo quiere hablar con nosotras. ¿Quizá van a ponernos al día de lo que está sucediendo con Rizembool?
- ...Así que lo mejor es que no vaya. - Madoka asumió aquello como un hecho, aunque no pudo evitar que sus hombros cayeran al afirmarlo.
- Aún si te sientes mal por eso, Madoka, es mejor que alguien como tú pueda cuidar de la mansión si ocurriera algo. - Azura trató de sonreírle, y puso una mano en su hombro. - Espero que no sea muy largo. Si tienes sueño, no me esperes despierta ni nada.
- Vale…

Tras volverse a vestir, Azura le dirigió una última mirada antes de marcharse por la puerta. Madoka suspiró, sin saber muy bien qué hacer. A pesar de todo lo que le había dicho Azura, se sentía excluida por parte de las HiMEs. Si pudiera desarrollar el potencial dentro de ella…

No, no podía dejarse llevar por aquellos pensamientos. Aquello era lo que le había llevado a sentir frustración hacia las otras chicas. Tenía que empezar por aceptar sus límites, y hacer lo posible dentro de ellos.

Pero no se sentía menos agitada. Y de nuevo, aunque sentía que estaba haciendo algo muy reprochable, volvió al escritorio de Azura, apartando las plumas del atrapasueños. Aquella vez pudo ver bien la foto: sentados en una cadena, con Azura en medio, un chico la abrazaba por detrás al mismo tiempo que Azura tenía sus manos en el lomo del perro. No podía saber de cuándo era la foto, ya que como muchas de las que habían colgadas, estaba impresa sin fecha, y el rostro de Azura no era muy diferente.

Le sorprendía el hecho de que Azura tuviera otra persona tan cercana, alguien a quien nunca había mencionado… O tal vez era parte de su angustioso y secretivo pasado HiME. El hecho de que la foto estuviera tapada le daba a entender que era mejor si no preguntaba al respecto. Quizá podría preguntar a Shigure sutilmente.

Con su curiosidad algo saciada, aunque con más preguntas que respuestas, Madoka se sentó en el futón, con las piernas cruzadas. Dejó su mente en blanco, tratando de encontrar su centro mientras su cuerpo se relajaba. Respirando hondo y profundo, se dejó llevar por la calma.

Su trance, parte de su entrenamiento como espadachina, surgió efecto, y perdió cuenta de cuánto tiempo llevaba en aquel estado hasta que a lo lejos, oyó la explosión.
« Last Edit: August 28, 2017, 05:21:35 PM by Kora »


Kora

Y con esto, termino mi parte del evento del ataque HiME  8)



16. (2/2)



Kora salió del auditorio con los oídos aún zumbándole, tratando de procesar lo que acababa de ver.

Rizembool les había atacado. La amenaza era real, y acababa de llamar a las puertas de Hanasaki de forma directa. Había contado por encima cuántos cuerpos habían dejado a su vista simplemente para horrorizarlas, intentando no marearse al reconocer a un compañero de clase. Si el caso que estaban construyendo Elizabeth Straits y sus asociados conseguían desmantelar todo aquello, aunque se llevaran a Hanasaki por delante, probablemente le estarían haciendo un favor a todo el mundo.

Pero al salir a la noche, donde la luz artificial hacía que los edificios de Hanasaki crearan sombras donde podría esconderse cualquier peligro, Kora tenía otra amenaza en mente en aquellos momentos. A lo lejos, oía gritos y rugidos de vez en cuando, deduciendo que al menos había Orphans en la cercanía. Y no era difícil deducir que los Rebels no estarían lejos.

Akio no sería menos. Tenía que estar allí, esperándola.

Justo el día en que confirmaba su parentesco, Rizembool atacaba Hanasaki. Era imposible que una organización entera se ajustara a su rutina, pero aún así, el destino parecía burlarse de ella al encadenar los acontecimientos de aquella forma.

A pesar de que la adrenalina no había conseguido sacar el cansancio y la confusión de aquel día de su mente, Kora sacó su kodachi del bolso. No había contado con que algo así ocurriera en las mismas instalaciones de Hanasaki, simplemente, llevar su arma en el bolso se había convertido en una costumbre. La corta espada cabía, y a menudo, prefería dejarla allí para no estar guardándola en su habitación constantemente.

Por una vez, tenía algo que agradecer a sus descuidos.

Al ver a las otras HiMEs dispersarse, tomó una de las vías que las otras chicas no habían elegido. Durante un rato, vagó por Hansaki al trote, espada en mano y escondiéndose para evitar cualquier encontronazo con Rebels u Orphans que no fueran a por ella.

Algo que parecía un felino mecanizado pasó a unos metros de ella cuando se apoyó en una esquina, y Kora inmediatamente apretó la espalda contra la pared para entrar dentro del afilado ángulo de la sombra que caía del edificio. Era una noche peligrosa.

Una vez quedó libre el camino, se dio cuenta de que iba a ser inútil correr en círculos, y buscó un sitio alto. Por lo menos, podría ver si Akio estaba cerca Entró al edificio de clases que tenía más cercano, reventando la cerradura con el pomo de la kodachi, y subió las escaleras hasta poder asomarse por uno de los balcones del tercer piso.

Estaba cerca de la entrada de Hanasaki, viendo en la distancia los jardines principales, y el aparcamiento. Le vino al instante a la mente el descapotable rojo y su último sueño profético, donde Akio la esperaba en su coche. No era lo más fiable que tenía, pero por el momento, era la única pista que podía seguir. 

A la carrera, se dirigió al aparcamiento.

Durante la noche, las luces permanecían apagadas a excepción del mínimo, y durante el ataque, Rizembool parecía haberse encargado de cualquier fuente de iluminación que había encontrado a su paso para hacerles la vida aún más complicada. Kora avanzaba entre una densa penumbra al acercarse a los coches aparcados.

- ¿¡Hay alguien ahí!? - Preguntó, alzando la kodachi.

Lo único que podía oír eran sus pasos sobre el asfalto, la batalla principal parecía estar librándose en la lejanía. Era una auténtica locura, pero su intuición le decía que podría estar allí.

La luz la cegó de repente, y Kora giró sobre sí misma, tapándose los ojos con el brazo hasta acostumbrarse a la iluminación. Una vez sus ojos no le ardían ante la repentina luz, parpadeó, para ver a unos metros de ella a Akio, apoyado en el capó del descapotable con los faros delanteros encendidos. Éste dio unas palmadas sarcásticas al verla, dejando ir una risa grave y baja.


Del mismo modo que lo había visto la vez anterior, vestía con ropa elegante, y su cabello caía recogido en una coleta a un lado. La más notable diferencia era la espada que colgaba de su cintura.

- Me alegra volver a verte, mi querida hermana.
- …Akio… - No estaba segura de qué decirle en aquellos momentos, pero recolocó su kodachi en posición de ataque.  - Si has venido a luchar, déjate de juegos, y ponte a ello. No tengo toda la noche.
- Quizá más tarde. Primero deberíamos hablar, ¿no crees? - Éste seguía apoyado en el capó, sin inmutarse por la postura agresiva de Kora. - ¿Has comprobado nuestro parentesco? El corte fue más molesto de curar de lo que creía, no me gustaría que hubiera sido en vano.
- Sí. Sí, somos medio hermanos, ¿y qué? Has venido igualmente al ataque a Hanasaki. ¿Es ahí donde termina la hermandad para ti?
- Kora, por favor, no seas ignorante. - Akio rió. - Deberías saber ya que hay muchos Rebels que tienen relaciones, digamos… complicadas… con sus HiMEs. Para algunos esto sólo es una cita con morbo añadido. En nuestro caso, simplemente, tenemos que hablar. Quiero saber qué vas a hacer al respecto.
- ¿Al respecto de qué? ¿Dónde quieres que vaya siquiera con… con ésto? - Gruñó Kora, gesticulando con su mano libre. - Oh, soy la medio hermana de Akio Ohtori, por favor, dadme tierras y acciones.
- Ahh, mi corazón se rompe al ver que sacas tu lado espinoso conmigo, pero al mismo tiempo, me alivia ver que no te has vuelto completamente blanda. Es realmente un sentimiento contradictorio.
- Ven aquí, y verás lo poco blanda que me he vuelto.

Kora hizo girar la kodachi en el aire con su amenaza. Akio tenía razón, sin embargo. Estar cerca de él hacía que por fin pudiera sacar una parte de ella que llevaba tiempo escondida. La amabilidad que mostraba con Ky, la humildad ante Elizabeth Straits, el distante compañerismo con Maya… era verdad, sentía que había perdido su agresividad por el camino, y con el tiempo pensaba que no había podido ser tan malo. Había aprendido a contener su furia, y mostrarla sólo en dosis pequeñas.

No era consciente de que lo había echado de menos hasta que Akio había vuelto para pulsar sus teclas sólo con unas palabras. Hacía mucho tiempo de la última vez que había podido rugir y pelear. Era algo casi liberador.

- No aceleremos acontecimientos. - Akio levantó una mano. - Primero, respóndeme a ésto… ¿quieres ser parte de la familia? ¿Reclamar la verdadera herencia de tu apellido?
- ¿Qué quieres decir con eso? La última vez también me lo dijiste. No significa nada, estás diciendo que el hecho de que me meta en la familia es un problema, y que la única solución es meterme en la familia. - Kora ladeó el rostro. - Lo único que dices es que prometes protegerme.
- Y mantendré mis promesas. Si me apoyas, te meteré poco a poco en la familia. Incluso puede que nuestro padre te acepte, si haces lo que digo.
- ¿Y qué obtendré a cambio?
- Un puesto en la herencia, por supuesto. Todos los lujos que se te han negado hasta ahora… los recuperarás. - Akio sonrió. - Creéme, Kora, si tan sólo supieras lo que tienes al alcance de la mano…
- Hay una cosa que no entiendo… ¿por qué? ¿Por qué de repente me ofreces algo así? ¿No tienes más que perder? - Kora entrecerró los ojos. Akio parecía sincero en su oferta, pero no tenía sentido lo que decía.
- Oh, Kora, ¿de verdad te parezco el tipo de persona que perdería a propósito? - Akio sonrió. - Pero creo que no entenderás nada hasta que lo veas con tus propios ojos… hagamos un trato. Demuéstrame tus habilidades, y te traeré como invitada a una fiesta la semana que viene. Podremos hablar con más calma.

Kora permaneció en silencio, sopesando sus opciones. Tenía que averiguar qué pretendía Akio, ahora que sabía que eran medio hermanos. Si éste quería matarla, aquel ataque era la ocasión perfecta, por lo que sólo tenía que sobrevivir al encuentro.

- Muy bien. Ven, entonces, estoy lista. - Kora ladeó la cabeza. Llevaba lista para la pelea bastante tiempo.
- Hmm, tentador, Kora, pero verás que nos parecemos en más cosas de las que crees. Por ejemplo, yo también prefiero que peleen por mí si la situación lo permite. - Akio extendió su brazo, con el que sujetaba una larga cadena. - ¡Ángel, ven!

Con la luz de los faros deslumbrándola, Kora apenas podía ver dónde iba aquella cadena. Lo único que atisbó a ver fue como alguien parecía levantarse del asiento trasero, apoyando unas manos temblorosas sobre el cabezal del asiento delantero hasta incorporarse, y entonces, saltó. El salto la elevó un par de metros sobre el coche, y allí se quedó, flotando.


Su cuerpo femenino estaba cruzado por unas tiras de cuero horizontales unidas por una en vertical, que parecían servir más para reforzar la forma de su esbelto cuerpo que para cubrirlo. Una última tira de cuero cubría sus ojos, adornado con un símbolo en blanco de un ojo iluminado. Una mata de cabello rubio ondeaba en el aire alrededor de su cabeza, pero lo más llamativo eran las alas blancas que la mantenían a flote, agitándose perezosamente.

Entonces fue cuando Kora pudo ver donde iba la cadena de Akio: a un collar de cuero negro al cuello del ángel.

- ¿Eso… eso es tu Orphan?

En respuesta, Akio sólo sonrió.

Al mismo tiempo, el ángel levantó un brazo en el aire, gesticulando con los dedos. Un haz de luz salió de su mano, directo hacia Kora, que lo esquivó justo a tiempo. El asalto del ángel, sin embargo, sólo había empezado. Con una risita, se dirigió hacia Kora, lanzándole otro haz de luz, y la HiME tuvo que tirarse al suelo para esquivarlo.

Rodó sobre sí misma para esquivar otro nuevo golpe, cuando el ángel pasó a métodos más físicos al acercarse a ella. Abalanzándose sobre Kora con los brazos extendidos, ésta se la pudo quitar de éncima con una patada en el estómago, intentando ponerse en pie inmediatamente. Aquello pareció no sentarle bien al Orphan, quien se llevó una mano a donde había recibido el golpe, levantando la otra. Con un dedo trazó un círculo en el aire, y paralelamente, un círculo luminoso se empezó a formar debajo de Kora. Ésta se apartó de un salto antes de ver cómo un haz de luz se alzaba de aquel círculo, con símbolos similares al de la cinta que cubría los ojos del ángel.

Lejos de las dos, Akio dio otra vez unas palmadas. Apoyado contra el capó, volvió a cruzarse de brazos cruzados, sin soltar la cadena con la que controlaba al ángel.

- Bien hecho, Kora, eso podría haberte matado.

Pero el combate parecía no haber terminado. Kora decidió que había estado en la defensiva por suficiente tiempo, y era su turno de contraatacar. Saltó hacia el ángel, blandiendo su kodachi, y el primer golpe fue esquivado con gracia. El segundo pareció costarle más, y pronto Kora pudo encadenar varias estocadas, que si bien no parecían llegar a tocar al Orphan, el ángel empezaba a torcer la boca en una mueca de frustración. En una ocasión, Akio tuvo que tirar de su cadena para que pudiera esquivar a Kora a tiempo.

Al contraatacar, el ángel se lanzó sobre Kora desde una posición elevada, enganchándola de un hombro. Kora giró sobre sí misma para tratar de redirigirla cuando notó que la mano del ángel empezaba a quemarle en su hombro. Asustada, llevó una mano al rostro del Orphan para apartarla de ella cuanto ántes, y entonces, la sorpresa fue mayor.

Por unos segundos, la sensación fue extrañamente familiar. Su apariencia había engañado a su subconsciente, y no hubiera pensado en usar su elemento, pero al tocarla, a presencia luminosa del ángel parecía llamarlo. Tratando de ignorar la quemazón en su hombro, hundió los dedos en la cara del ángel con fuerza, buscando la oscuridad que podía haber en el Orphan.

Para sorpresa de Kora, usar su elemento en otro ser no era tan diferente de cuando lo había hecho con Ky. Como si sus dedos estuvieran sosteniendo una masa gelatinosa entre ellos, trató de tirar de ésta, sintiendo una pesadez viscosa como resistencia.

Llevándose las manos a la cabeza, el grito que el ángel dejó escapar fue desgarrador, haciendo que le pitaran los oídos al estar tan cerca, y Kora se apartó unos pasos para cubrirse. Frente a ella, el ángel estaba jadeando fuertemente, hinchando y deshinchando frenéticamente su pecho casi descubierto, todavía con una mano entre su cabello dorado. Kora alzó la kodachi, lista para el segundo asalto.

Echó un vistazo rápido a Akio, quien no parecía muy alterado, pero había llevado su mano libre al mentón. Kora no estaba segura de si estaba preocupado o entretenido, y no tenía mucho tiempo para pensarlo.

Elevándose unos metros sobre Kora, el ángel sobrevoló a su alrededor unos instantes en los que Kora trató de seguirla con la mirada, antes de dejarse caer en un ángulo casi vertical. Lista para recibir el impacto, Kora trató de propinarle una estocada, pero aunque pareció hundir la hoja en la carne, el ángel la atacó también. Ambas gritaron al sentir las respectivas heridas, y Kora giró sobre sí misma, llevándose la mano al hombro.

El ángel había clavado sus uñas, más afiladas y duras de lo que parecían, en el punto donde hombro y cuello conectaban, y la sangre salía espesa y caliente. Kora había conseguido dejarle un corte a lo largo del brazo, pero aunque la herida en el Orphan parecía mayor, la de la HiME podía ser más grave a la larga.

- Ten cuidado, Kora, sería una lástima que te desangraras ahora.

Ignorando la provocación de Akio, Kora esquivó otro rayo de luz, centrándose en sus poderes de nuevo.

Acercándose con unos pasos ligeros, buscó el aura del Orphan, hasta que sintió que su propia consciencia tocaba la parte más oscura del ángel, agarrándose a ésta con fuerza. Podía sentir un atisbo de miedo y desesperación, aunque no podía entender bien aquellos sentimientos.

El ángel gritó de nuevo, y Kora aprovechó para acercarse más. Sin embargo, cuando estaba a punto de levantar la kodachi de nuevo, un dolor agudo emanó de su herida, y perdió el control que tenía sobre el ángel. Ésta, furiosa, no dudó en propinarle un golpe con la mano abierta, arañándole la mejilla y tirándola al suelo.

Kora trató de agarrar su kodachi como fuera para defenderse del ángel que se abalanzaba sobre ella, pero el golpe nunca llegó. En lugar de ello, oyó la alarma de un coche dispararse al mismo tiempo que alguien saltaba por encima de ella, propinándole una estocada certera al ángel y salpicando el asfalto con sangre.

Aprovechando que en medio de la confusión tenía un poco de libertad de movimiento, Kora se inclinó sobre sus codos para levantarse.

- ¿¡Madoka!?


La chiquilla había empezado un asalto contra el Orphan, saltando sobre coches y esquivando al ángel con movimiento de pies perfecto. Al mirar a Akio, vio que éste tuvo que tirar de la cadena del ángel más de una vez para poder esquivar una estocada que podría haber sido la definitiva, y finalmente el Orphan tuvo que elevarse para escapar de Madoka, aleteando furiosamente a un par de metros mientras se cubría una herida en el pecho con las manos.

Madoka lanzó una estocada al aire, frustrada, buscando con la mirada al Orphan, hasta que su vista se posó en Akio.

- ¡Tú! - Gruñó Madoka, alzando la espada. - No voy a escapar después de lo que habéis hecho…
- ¿Ah, sí? Pero yo no soy tu Rebel… espera, ¿eres una HiME? - El tono de Akio parecía más divertido de lo que debía ser en aquella situación. - Creo que no…
- Puede que no sea una HiME, pero puedo luchar como una. - Respondió Madoka, alzando su espada contra Akio. - Mejor aún… ¡Puede que si mate a un Rebel, me convierta en una!
- ¿...Madoka? - Aunque sabía de la determinación de Madoka respecto a Rizembool, había algo en ella que no terminaba de encajar para Kora.
- ¡Cállate! - Le espetó Madoka. - ¡Ni siquiera puedes terminar con tu Rebel! ¡Siempre tengo que venir a acabar tu trabajo!
- Vaya, vaya, cuánta violencia y cuánta desesperación para una niña… - A pesar de que Akio parecía divertido, sacó su espada también. - Ven, Madoka.

Al desafío le siguió un breve momento de silencio que fue interrumpido con un grito cuando Madoka se lanzó hacia Akio.

Éste encajaba bien sus golpes, esquivando y contraatacando en los momentos adecuados. Madoka era claramente una profesional, pero aparentemente Akio no se quedaba atrás, y la repentina fiereza de la chiquilla era más bien un deterrente para ella. Estando a un nivel de habilidad similar, Akio, más calmado, podía controlar mejor aquel combate. El ritmo era frenético, con las espadas chocando cada pocos segundos en una continua explosión de chispas y golpes.

- ¡Parad! - Insistió Kora, tratando de avanzar hacia ellos. No podía permitir que Akio matara a Madoka, pero tampoco podía dejar que Madoka matara a Akio sin que le diera respuestas. - ¡Madoka, no es tu lucha!
- ¿Ah, no? ¡Tengo que protegerte y enseñarte! ¡Tengo que proteger Hanasaki! ¡Incluso si no soy una HiME, esta es mi lucha!
- ¡Madoka… no tienes que hacer ésto!
- ¿¡Por qué no!? ¡Tú, desde luego, no vas a hacerlo!

Casi rugiendo, Madoka redirigió su atención hacia Akio, abalanzándose sobre él con una estocada que obligó al hombre a retroceder unos pasos. Por primera vez en todo el encuentro, Akio parecía realmente preocupado. Podía estar más tranquilo que Madoka, pero claramente, se cansaría antes que ella, y por pura habilidad y rabia, Madoka no tardaría en dar por finalizado aquel combate.

Y por su actitud, tenía la impresión de que Madoka estaba decidida a terminar el combate de forma permanente.

Kora observó el combate con ansiedad. Nunca había visto a Madoka luchar así. Tres años antes, las veces que Madoka se había enfrentado a su Rebel para proteger a su HiME habían sido usando sus habilidades de forma digna y serena, blandiendo su espada siempre de forma controlada. Aquella vez, aunque reconocía los pasos y movimientos por su entrenamiento, salían de Madoka en una secuencia rápida, sin orden, sin más motivo aparente que ensartar a Akio con su arma cuanto antes.

Cuando ambos espadachines pasaron por su lado, obligándola a retroceder, Akio le dirigió una mirada.

- Hazlo, Kora. Párala.
- ¿...Qué?

Párala.

Aquella situación le era familiar. Alguien fuera de control, luchando a muerte por ella.

No. No puede ser.

Pero cuando extendió su consciencia hacia Madoka, sintió que tocaba algo oscuro. Una oscuridad que era única en sí misma, y a la vez, familiar. Era la oscuridad que resonaba con su elemento. Con un último esfuerzo, trató de asir los bordes de la consciencia de Madoka, tirando de ellos con todas sus fuerzas, hasta que ambas estaban gritando. A diferencia del ángel, si tuviera que definirlo como una sensación física, no estaba sujetando algo viscoso y resbaladizo, sino sólido y pesado.

Entre quejidos Madoka trastabilló, casi cayendo de rodillas al suelo, apoyándose en un coche mientras se llevaba una mano a la cabeza, sacudiéndose como si tratara de quitarse algo de encima. Kora se preparó para saltar y proteger a Madoka en caso de que Akio aprovechara aquel momento de debilidad, pero el hombre colocó su espada en la funda que colgaba de su cintura, apartándose el pelo con un orgullo que realmente no pertocaba a alguien que había estado a punto de ser cortado en trizas por una niña.

- Salvada en el último momento… pero no has estado del todo mal. - Mientras trataba de ponerse en pie e ir hacia Madoka, Kora escuchó la voz de Akio alejarse. - No te olvides de enviarme un mensaje.

Las luces del coche las enfocaron, cegándolas por un momento, y Kora apenas tuvo tiempo de extender el brazo para agarrar a Madoka de la muñeca y tirar de ella para sacarla del trayecto del descapotable. Intentando recuperar el aliento, Kora se apoyó con fuerza en el capó del coche tras el cual se habían escudado, gimiendo al notar el dolor en su hombro.

- ...Kora… no puedo dejar que-- que se escape… - Balbuceó Madoka, con los ojos cerrados, a punto de caerse al suelo. - No dejes que…

Pero Madoka no llegó a terminar la frase, perdiendo la consciencia completamente. La espada que portaba cayó de sus manos y su cuerpo se hubiera deslizado hacia el suelo también si Kora no la hubiera sujetado, apretando la mandíbula para soportar el dolor en su hombro.

En la distancia, la batalla parecía estar apagándose, al menos lo suficiente para que el regreso fuera seguro.

Tras recoger el arma de Madoka y su bolso, arrastró a ambas hasta la mansión HiME. El trayecto fue largo, con Kora buscando siempre los caminos más apartados del conflicto, pero ambas ya habían hecho su parte. No tenían más que luchar aquella noche.

Cuando se estaba acercando a la mansión, una voz masculina la sobresaltó.

- ¿¡Madoka!?


Kora se puso en guardia, sujetando su kodachi como pudo, y un chico de cabellos azulados se acercó hasta ellas. Llevaba una naginata, y al ver la postura defensiva de Kora, alzó una mano.

- No soy un Rebel.
- ¿Quién eres?
- Mi hermana es una HiME, estoy defendiendo la mansión con ella… - Explicó el chico. - Madoka… es compañera mía de clase…
- ¿No es mucha coincidencia? - Replicó Kora, todavía blandiendo la kodachi, calculando el movimiento.
- ¿Shi… Shigure…? - Murmuró Madoka a su lado, sin ponerse en pie y apenas levantando la cabeza.
- ¡Madoka!

Kora intentó incorporarla, y el chico la ayudó, tomando el peso de Madoka en sus hombros. A pesar de que no se fiaba de él, quitarle a la chica de encima fue todo un alivio. Pero para cuando estaba en una posición remotamente cómoda, Madoka había vuelto a quedarse inconsciente, colgando del hombro del tal Shigure.

- Vamos dentro. - Le indicó éste.

En la sala de estar, Shigure colocó a Madoka sobre uno de los sofás, y salió fuera de la mansión otra vez. Kora se dejó caer en un sillón al costado, dándose cuenta de hasta qué punto estaba agotada, pero no pudo pararse a descansar. Shigure no tardó en volver con una chica de cabello largo y del mismo tono que él, quien también blandía una naginata. Ésta se dirigió inmediatamente al lado de Madoka, agazapándose junto a ella para comprobar su estado.


- ¿Qué le ha pasado? - La chica se dirigió a Kora.
- No lo sé… - Respondió Kora, dudando de qué decirle a aquella chica. No confiaba en ella, por mucho que pareciera conocer a Madoka. - Mi Rebel usó sus poderes en ella y se desmayó.
- Shigure dice que la reconoció. - Continuó la otra HiME, moviendo el rostro de Madoka suavemente.
- Hm, sí.
- Lo mejor será dejarla despertar por sí misma… - La chica se giró hacia Kora. - Y tú necesitarías algo para tu hombro.
- Oh, esto… no es nada… - Kora intentó mover el hombro donde tenía el zarpazo, pero le dolía más de lo que esperaba, y se le escapó un gemido. - Igualmente, puedo curarme sola, pero gracias.
- Si necesitas algo, avísanos. - La chica asintió. - Eres Kora, ¿verdad? Madoka me ha hablado de ti.
- Oh… sí, soy yo. - Si no hubiera estado tan cansada, habría añadido un “y no ha dicho nada bueno, supongo”.
- Soy Azura Mizutani. Ojalá nos hubiéramos presentado en mejores circunstancias. - Suspiró la chica. Así que al fin conocía a la susodicha Azura. - Madoka iba a quedarse en mi habitación, pero voy a estar vigilando un rato más. ¿...Es mucha molestia que se quede contigo? Al menos hasta que se despierte.
- ¿Qué? N-no, pero… - No imaginaba que Madoka iba a llegar al punto de no dormir en la habitación. - No, para nada.
- Shigure, ayuda a subir a Madoka a la habitación de Kora, por favor. - A su lado, el chico asintió, cargando a Madoka a hombros.
- ¿Y tú? ¿Vas a quedarte? ¿Qué ha pasado con tu Rebel? - Preguntó Kora, levantándose.
- Mi Rebel… por suerte o por desgracia todavía no ha aparecido, así que estoy vigilando la mansión y alrededores, por si alguien necesita ayuda. - Azura bajó la mirada. - Si hubiera ido con Madoka…
- No hace falta. Madoka estará bien… - Replicó Kora. - Gracias, y ten cuidado.

Azura respondió con un asentimiento de cabeza antes de volver a salir a la noche, y Shigure llevó a Madoka cargándola en la espalda hasta el tercer piso. Aunque era más fuerte de lo que parecía, el chico no parecía tener mucha conversación, y Kora tampoco tenía ganas de hablar, por lo que simplemente dejaron a Madoka en su futón en silencio.

Después de darle las gracias, Shigure se marchó, y Kora entró al baño para limpiarse las heridas. Como pudo, se tapó la herida del hombro con vendas y esparadrapo que había en el botiquín, y volvió a la habitación.

--


Qué desastre.”, pensó, dejándose caer en la cama con un suspiro. El informe que le había enviado a Lisa Lisa quedaba en nada después de lo que había pasado aquella noche. Tendría que informarla cuanto antes.

- ¿Kora…? - Madoka empezó a incorporarse en su futón.
- ¡Madoka! - Kora se levantó de la cama, acercándose al futón. - ¿Estás bien?
- Sí… creo… me duele la cabeza. - Murmuró ésta, llevándose una mano a la sien. - ¿Qué ha pasado…?
- Esperaba que me lo dijeras tú… ¿qué recuerdas?
- Estaba en la mansión cuando ocurrió la explosión… Azura y otras HiMEs vinieron, entonces salí a buscarte… - Kora apartó la vista, murmurando un “gracias”. - No conseguía encontrarte, hasta que empecé a buscar por la entrada de Hanasaki. Recuerdo que el Orphan con alas te había tirado al suelo, y entonces… entonces…

Sin poder terminar la frase, Madoka se llevó ambas manos a la cabeza, contrayendo su rostro en una mueca de dolor. Kora sintió una opresión en el pecho. Aquel comportamiento le era demasiado familiar.

Era exactamente lo que había pasado con Ky, tres años atrás. Todo era demasiado parecido: la furia repentina, la necesidad de usar su elemento como HiME para devolverlos a su estado normal y la pérdida de memoria posterior. Si Madoka estaba pasando por lo mismo, ¿qué significaba para ella? ¿Qué significaba para Ky?

Sopesó hasta qué punto debía contarle la verdad. No podía mantener muchos más secretos. Mucho menos aquella noche, cuando su mente estaba tan saturada que no estaba segura de hasta qué punto podría seguir sus propias mentiras. Y quizá saber la verdad podía ayudar a Madoka a entender lo que había pasado.

- No puedo recordar nada más… sólo que de repente me estabas sosteniendo…
- ¿De verdad? ¿No recuerdas a mi Rebel? - Insistió Kora.
- ¿Tu Rebel? No… no recuerdo haber llegado a verlo.
- Luchaste con él. - Kora tenía que hacerla recordar. Madoka no podía estar mintiéndole. - Madoka… estabas completamente ida, creía que lo ibas a matar.
- ¿En… en serio? - Madoka parpadeó. - Pero… no puedo recordarlo.
- Tuve que pararte, y aún así, mi Rebel salió con el rabo entre las piernas.

Kora dejó ir una risita baja. Ahora que todo parecía estar en calma, en la quietud de la habitación, podía regodearse en la satisfacción de recordar cómo Akio se había visto contra las cuerdas ante el asalto de Madoka.

Pero la diversión terminó pronto. Cada vez tenía menos dudas de que Madoka estaba haciendo algo parecido a lo que Ky había hecho en el pasado, y la imagen de éste hundiendo la espada en el cuello de la Princess hizo que Kora se sintiera mareada.

- Entonces, ¿por… por qué me paraste? Kora, podría haber… - Madoka se detuvo a media frase, dándose cuenta de repente del peso de sus palabras. - Aún así… tendría que…
- Madoka… no parecías tú misma, ni siquieras recuerdas lo que pasó… - Kora bajó la vista. - Además, esta es mi batalla. Si alguien tiene que acabar con mi Rebel, soy yo.
- Kora… ¿es por lo que he dicho antes…?
- No, de verdad es porque tengo que hacerlo. No como hace tres años… - Esperaba que aquello fuera suficiente para que Madoka recordara también lo que ocurrió con Ky.
- O-Oh… Pero a pesar de todo, Kora, quería hablar contigo mañana, aunque ya que lo he mencionado… - Madoka cerró los ojos, suspirando antes de volver a abrirlos. - Siento lo que he dicho esta tarde. Lo de que eres una HiME terrible. Me había perdido en mi propia frustración por no poder ser HiME, y… lo he terminado proyectando en ti, y en Nino… No eres una mala HiME. Lo hiciste bien contra el Orphan.
- Oh. Oh… - Sorprendida por la disculpa, Kora parpadeó varias veces antes de responder. - Bueno, está bien. Es agua pasada… además, tú tampoco lo has hecho mal como HiME. Realmente le has dado una lección a mi Rebel…
- Y si vuelve, le daré otra. - Asintió Madoka. - No sé qué es lo que ha pasado esta noche, pero… no me arrepiento de haberle plantado cara a un Rebel.
- Ya te he dicho que esa es mi responsabilidad. - Suspiró Kora. - Ahora, descansa. Mañana será otro día, y podremos hablar más.

Aunque Madoka asintió en respuesta, tardaron un par de horas en quedarse dormidas. Más de una vez Madoka sugirió que podía ir con Azura y las otras HiMEs, a lo que Kora se negó rotundamente considerando su estado.

Por su parte, Kora no podía dejar de darle vueltas al hecho de que Madoka había tenido un episodio demasiado parecido a los de Ky. Siempre había atribuido aquello a una segunda personalidad que surgía por el estrés, y el hecho de que no hubiera vuelto a aparecer en los últimos tres años había sido suficiente alivio en sus vidas, ya complicadas de por sí, como para reconsiderarlo demasiado.

Pero tan pronto como Kora había vuelto a Hanasaki, Madoka experimentaba algo parecido. Kora estaba segura de que no le había hecho nada a Ky o a Madoka para que experimentaran tales cambios, en todo caso, detenía a aquellas “personalidades”.

Y por supuesto, no podía descartar la opción más simple: Madoka había sucumbido a la presión después de un día largo, y todo aquello había sido un ataque de histeria, la amnesia posterior siendo por lo tenso de la situación, o porque Madoka realmente no quisiera admitir que se había dejado llevar por sus emociones.

Fuera como fuera, tendría que echarle un ojo a Madoka en el futuro, por si algo así volvía a ocurrir.

La chiquilla eventualmente dejó de asomarse a la ventana para caer en su futón, y Kora, poco después, cedió al agotamiento en su propia cama.


Eureka

Me odio porque tenía más cosas que escribir pero la inspiración recién regresó en estos últimos días de agosto y no tenía tiempo para nada u__u

28.

   


Cuando despertó, le tomó unos instantes reconocer sus alrededores.

En la oscuridad, era casi imposible discernir en qué locación se encontraba, pero algunos detalles característicos del departamento de Adachi, alumbrados por la luz que provenía del balcón, le permitieron identificar el lugar. Cualquiera pensaría que la decoración del departamento sería propia del dueño, pero lo cierto era que el caso de Adachi era singular: mucha de la decoración del lugar era idea de Souji, o bien planeada por él, o bien cosas que había dejado en la casa de Adachi y que no las recogía. Lo más resaltante, por ejemplo, era la fascinación que Souji tenía por los gatos, por la que muchos de los accesorios de la estancia contaban con elementos alusivos a estos: las dos tazas que pertenecían a la pareja, el reloj celeste colgado en la pared, uno que otro muñeco que había colocado en la mesa al lado del televisor, etc. La alfombra de color azul y la manta con la que lo habían arropado tenían a Souji como dueño, también.

Aún no comprendía por qué no vivían juntos. Pero de ahí recordaba a los padres estrictos de Souji y al tío que odiaba a Adachi y bueno, todo tenía sentido.

Se levantó, buscando con la mirada a sus amigos. Finalmente, se percató de una tenue luz que emanaba de uno de los cuartos del pasillo: se asomó a la estancia, y le sorprendió encontrarse con que Iwaizumi, Souji y Adachi andaban jugando una partida de mano nerviosa. Souji era el único que estaba frente a la puerta, por lo que fue el primero en notarlo parado ahí en el marco.

“Qué bonita manera de cuidarme, eh~”

Su voz socarrona causó que Adachi e Iwaizumi se giraran, y al escucharlo, los tres soltaron sus cartas para ponerse de pie y saludarlo.

“Qué bueno que estás bien,” Souji lo abrazó, aliviado de verlo en buen estado.

Oikawa sonrió, y lo rodeó con sus brazos. Al separarse, Iwaizumi le dio unos suaves golpes en el hombro, y le sonrió de lado.

“¿Cuánto tiempo he estado dormido?” les preguntó Oikawa.
“Unas cuantas horas, ya estamos de madrugada. Aunque hace media hora te levantaste, pero Hajime estaba tan enojado contigo que te golpeó en la cara y volviste a caer inconsciente.”
“…” Iwaizumi tenía la mirada fija en la pared, como para evitar una confrontación por sus acciones. “Disculpa,” dijo, aún a pesar de ello.
“¿Estás bien?” contra todo pronóstico, fue Adachi el que le preguntó eso.
“Sí, creo. Me duele todo el cuerpo, y siento como si hubiese corrido una maratón, pero sobreviviré~”
“Es natural,” dijo Souji. “No sólo tuviste tu primera batalla, sino que además… tuviste eso de los sueños, que aún no entiendo muy bien. ¿Qué pasó antes de que despertaras, por cierto?”
“Ah, eso… fue raro. Apareciste tú, Sou-chan. Querías darme a entender de que Eureka-chan podía traicionarme en cualquier momento… Y te creí… hasta que, de un momento a otro, todo cambió. Me di cuenta de que se trataba de un impostor. Resultó ser Kuro, el chico de la máscara. Tuvimos una pelea, pero él tenía la ventaja: Eureka-chan, su Child y su arma ya no estaban conmigo, y como aún no sé controlar bien mis poderes, me fue difícil defenderme. Parece que en la desesperación, convoqué un orphan, y Kuro se mostró sorprendido por su existencia. Le disparó, y luego, escapó. El orphan desapareció, y ahí mismo, perdí el conocimiento.”
“Ese 'orphan'… ¿cómo era su apariencia?” le preguntó Adachi.
“Ah… ¿era medio humanoide?” contó Oikawa. “Sólo recuerdo algunas cosas, pero algo que se me quedó grabado es que el orphan tenía alas en los ojos, por más raro que suene,” Oikawa parecía muy confundido.
“Mm…” Adachi asintió. “Okay. Tengo una idea de qué pasó, pero mejor sería confirmarla. Souji, ¿crees poder pedirle un favor a Fushimi?”
“¿Ah? Bueno, puedo intentarlo. Dudo que esté disponible ahorita, pero a ver…” Souji tomó su celular de la pequeña mesita donde andaban jugando cartas. Ingresó a Whatsapp y mandó un saludo tentativo. “Esperemos a ver qué nos dice. Pero igual, pienso que deberías contarnos si sabes algo.”
“Espera. ¿¡Cómo le puedes pedir favores así no más a Fushimi-chan!?” dijo Oikawa.

Sentía un poco de indignación al recordar que él iba a gastar gran parte de sus ahorros en pedirle información sobre los horarios de Eureka. A estas alturas del partido, le parecía que era un poco innecesario porque podía preguntárselo a ella misma, pero luego de lo vivido aquella noche, tenía muy presente la obligación de respetar los procedimientos comunes para conseguir información acerca del enemigo.

Por más de que Eureka nunca había sido una amenaza para él, y nunca lo sería.

“Somos amigos,” respondió Souji, muy tranquilo. Ante la visible incredulidad en los rostros de Iwaizumi y Oikawa, suspiró. “…O algo así.”
“No hay forma. Fushimi no tiene amigos,” comentó Iwaizumi.
“Pues es uno de los rumores sobre él, pero no es cierto. Anemone y Sho también son sus amigos,” contó Souji.
“Eso es… peculiar,” comentó Iwaizumi, incrédulo.
“Sou-chan, ¿podrías pedirle que regrese al equipo de vóley?” dijo Oikawa. “Fácil a ti si te hace caso.”
“…Estaba a punto de golpearte, pero tienes razón. Sería bueno que Fushimi regrese…” habló Iwaizumi.
“Intentaré, aunque estoy seguro de que no piensa volver. No creo que quiera—” Souji se cortó, y sacudió la cabeza. “No importa eso ahorita. Tohru, cuéntanos tu idea.”
“Ah, cierto.” Adachi asintió. “Cuando estuve en el comité, me enteré de que esta vez serían más estrictos respecto a los nuevos rebels. Se vio en la guerra pasada que muchos desertaron y se pasaron al bando de Hanasaki, y si bien Rizembool intentó arreglarlo mediante la eliminación de los ‘traidores’, creo que para el final de la guerra se encontró una manera más económica de evitar ese tipo de escenarios.”
“¿Qué cosa?”
“Era… un cambio de cognición, no sé cómo explicarlo. Lo hacían ni bien el rebel se mostraba dudoso de mantenerse en el puesto, sea por el motivo que sea. Y claro, sólo si rendía según los estándares que Rizembool establecía.”
“Tooru,” Souji se dirigió hacia Oikawa. “Eureka nos contó que querías renunciar.”
“Sí, es cierto. Pero es algo que he estado contemplando desde hace tiempo. Y más allá de eso, no entiendo. Hasta ahora no he retado a mi HiME a una batalla o algo así…”
“No sirve de nada darle vueltas a ese tema. Siento que lo que nos cuentas encaja muy bien con lo que dice Tohru,” dijo Souji. Su celular vibró, mostrando una respuesta parca por parte de Fushimi. “Oh, ya respondió,” dijo Souji, e inmediatamente se dispuso a formularle una pregunta respecto al tema.
“Shittykawa, ¿tienes sed?”
“¿Eh?”
“Pregunto si tienes sed.”
“¿…No?” Oikawa ladeó la cabeza, confundido.
“Sí, sí tienes sed. Vamos por agua,” Iwaizumi lo jaló del cuello de su saco y lo arrastró a la cocina.



“Ay, Iwa-chan, que si querías hablar a solas conmigo lo podías decir no más~”

Oikawa observó de reojo a Iwaizumi y supo que, de ser rebel, su mirada sería su mejor ataque. Agradecía que fueran amigos y que ese no fuera el caso, porque le sorprendió darse cuenta de que el miedo que le instigaba era mayor que, por ejemplo, enemigos realmente peligrosos como Kuro, aquel personaje misterioso que le había ocasionado tantas complicaciones a Eureka y a él.

“Quiero ser muy sincero contigo,” dijo Iwaizumi, a la vez que se servía agua del bidón de la cocina. “Aún no entiendo por qué eres tan bestia. Sé que te preocupas por el equipo, y sé que lo haces por todos. Antes de que llegáramos nosotros, el equipo de vóley de Rizembool no figuraba en ninguna parte, y por más de que hayamos cambiado eso, el presupuesto que nos dan cada año siempre ha sido muy pobre. Por eso sé que tu intención es buena. Han renovado el equipamiento, y parece que eso ha motivado a todos, junto a la victoria contra Hanasaki y con la llegada de Ushiwaka.” Iwaizumi rodó los ojos. “Por más de que eso último no me guste del todo. Pero…”
“Pero es muy peligroso, hoy lo he visto todo, sí.” Oikawa se apoyó en la pared, cruzándose de brazos. “Lo sé. Por eso mismo quería renunciar. Lo había estado considerando desde que me contaron lo que tenía que hacer en el ataque, pero… no sé, sentía que aún no podía desligarme de todo. Pensé que lo mejor era discutirlo primero con mi HiME, y… resultó ser peor.”
“Has estado en contacto con ella desde el inicio, ¿no?”
“Sí, somos amigos. Es de confianza.”
“Sí, te creo. Se veía muy preocupada por ti cuando se dio cuenta de que tú aún no despertabas. Lo sentí muy genuino, y creo que eso fue lo que me confundió un poco. Pero ahora que me entero de que han sido amigos, pues tiene sentido. Pero no dejo de sentir que la he visto antes en alguna parte, eso sí…”

Oikawa notó que era completamente innecesario seguir guardándole el secreto sobre la mánager del equipo. Iwaizumi ya la había conocido, y todo indicaba que no sentía ningun tipo de animosidad o recelo hacia ella.

“Eh… de hecho, ¿te acuerdas… del secuestro y todo el asunto de aquella boda en el que me involucré?”
“Claro, no te dejé entrar al apartamento durante todo el día.” Iwaizumi asintió. “Era ella, ¿no? Salió en las noticias contigo.”
“Sí, desde ese entonces la conozco. Uh… estaba desesperado, y le pedí que me ayudara siendo la mánager del equipo. Pero pasó lo de las noticias y sabía que si iba a apoyarnos, la podrían identificar. Más aún, siendo mi HiME y todo. De ahí me la encontré en la fiesta en la casa de Todoroki y estaba disfrazada… y eh…” Oikawa rio, nervioso. “eurekaesshinoaje”
“¿…Qué?”
“QueeurekaesshinoaJEJE”
“Deja de hablar tan rápido y dímelo claro, mierda.”
“Eureka es Shinoa, Iwa-chan~ Son la misma persona.”

El silencio que siguió a aquella revelación lo llenó de nervios. Sólo bastó con ver la expresión de Iwaizumi para saber que pronto explotaría. Era algo que había visto venir desde que Eureka accedió a ayudarlo con el puesto de mánager, pero nunca nada lo había preparado emocionalmente para la reacción de Iwaizumi.

“…Tu HiME ha sido nuestra mánager todo este tiempo.”
“Sí~” dijo Oikawa, y empezó a agrandar la distancia entre ambos.
“…Y tu enamorada, supuestamente.”
“Ese fue mi error~” Oikawa se colocó detrás de la barra de la cocina. “Tú sabes que soy de decir estupideces de vez en cuando. Y en serio quería escapar de esas chicas que me siguen a todos lados. Son muy lindas, y saben cocinar genial, pero—”
“ven acá TREMENDO COJUDO”
“EEEEK”

Oikawa aprovechó que ya estaban a metros de distancia para correr hacia el cuarto donde estaban Adachi y Souji. Los encontró conversando, y aprovechó que justo Souji estaba cerca de la entrada para esconderse detrás de él.

“Souji, apártate. Oikawa necesita dormir unas horas más,” dijo Iwaizumi, remangándose la camisa.
“…¿Ahora qué hizo?” preguntó Souji.
“¿Tú sabías que su HiME ha sido nuestra mánager todo este tiempo?”
“Ah, sí.” Souji sonrió. “Oikawa la delató. Y como la conozco de antes, sabía que era ella.”
“…” Iwaizumi suspiró. “Okay, okay, no me sirve de nada enojarme más,” dijo, intentando calmarse a sí mismo.
“De hecho, no tienes motivo,” dijo Oikawa. Iwaizumi lo fulminó con la mirada, y el rebel optó por encogerse detrás de Souji, tomándolo de los hombros. “Digo, porque no es peligrosa y de hecho nos ha apoyado.”
“Tooru tiene razón, Hajime,” dijo Souji.
“Souji-chan, ¿Fushimi-chan te respondió?” preguntó Oikawa. 
“Oh, pues me dijo que lo revisará cuando tenga tiempo. Recien está regresándose a su departamento, luego del ataque.”
“No me quiero imaginar lo que le ha hecho a su HiME,” dijo Oikawa. “Me da escalofríos.”
“…A mí también,” dijo Souji. “Aunque me pregunto cuáles serán sus motivaciones, como para participar siempre del conflicto. Es algo que cumple sin falta, o al menos eso dicen los rumores.”
“Quién sabe. Yo no quiero saber,” Oikawa se abrazó a sí mismo. “Más bien, Sou-chan, Adachi-san. Iwa-chan y yo ya nos vamos.”
“Claro, ya es tarde. ¿Les pido un uber?”
“Sí, por favor,” dijo Iwaizumi.

Souji asintió en silencio, sacando su celular y abriendo la aplicación para pedir una carrera nueva en uber. El grupo se dirigió a la sala, para despedir a Iwaizumi y Oikawa.

“Viene en dos minutos,” dijo Souji, y luego, le mostró la pantalla a Oikawa. “Escribí bien la dirección, ¿no?”
“Sí, gracias Souji-chan~”
“Ni bien nos responde Fushimi, te avisaremos,” dijo Souji. “Deberías descansar unos días de los entrenamientos.”
“No hay fo—”
“Lo obligaré, no te preocupes,” lo interrumpió Iwaizumi.
“¡Iwa-chan! ¡No puedo faltar!”
“Luego de todo lo que ha pasado hoy, necesitas descansar. No sabemos qué otros efectos podrán tener en ti los poderes del tal 'Kuro',” dijo Adachi.
“Sí, sería mejor que te cuides por mientras. Además, no sé qué tan seguro sea que vayas por ahí. Ten cuidado con tus interacciones con Eureka, también,” dijo Souji. “Puede que el rebel vuelva a intentar manipularte o algo así.”
Oikawa asintió. “Lo tendré en cuenta. Me avisan, por favor.”
“Sí, no te preocupes. Cuídate, Tooru. Igual tú, Hajime.”
“Gracias por todo, Souji, Adachi-san,” Iwaizumi hizo una leve reverencia.

La despedida fue rápida y pronto Iwaizumi y Oikawa se encontraron en el uber camino a casa. Parecía que Iwaizumi ya no quería hablar con él, por lo que Oikawa respetó su decisión y mantuvo el silencio que se había formado entre ambos.

“Oye,” y no, se había equivocado. Iwaizumi aún quería hablar con él. “Quiero… disculparme contigo.”
“¿Aaaah?” Oikawa arqueó una ceja y abrió los ojos como platos. “¡Tú, tú nunca me pides disculpas! ¿¡Qué está pasando!?”
“Cállate y escúchame, mierda. No me dejaste terminar hace un rato.”
“Oh, okay, okay.” Oikawa asintió.
“A veces te ganas el premio a la persona más idiota del universo, porque lugar a donde vayas sólo consigues meterte en problemas, y de las maneras más cojudas. Pero… siento que no reaccioné de la mejor forma cuando me contaste que eras rebel. Nunca hice el esfuerzo de estar al tanto de eso, sólo lo tomé como lo que era: una mala decisión tuya y ya. Hoy me di cuenta que es más que eso. Que realmente estás en peligro, por más de que no sea por tu HiME y sea por el mismo Rizembool.”
“Bueno, sí, ese es un giro que nadie vio venir.”
“Lo que quiero decir con esto es que, lamento no haber estado ahí para ti. Tal vez si hubiese estado más pendiente de eso, no habrías corrido tantos riesgos hoy.”
“Mm, tienes razón. Eres como mi mamá, después de todo.”
“…” Iwaizumi suspiró, y optó por ignorar su comentario. “Si pasa algo, cuenta conmigo.”

Oikawa se mostró sorprendido, pero le esbozó una sonrisa de agradecimiento. Aquellas palabras valían un mundo para él.

“Gracias, Iwa-chan. Pero… preferiría que no te involucraras. No quiero que te pase algo mal—” Iwaizumi lo interrumpió al golpearle en el hombro. “OKAY OKAY LO QUE TÚ DIGAS”

Iwaizumi sonrió para sí mismo. No estaba muy seguro de cómo podría apoyar a Oikawa, pero ya buscaría la manera. Sabía que, de todas formas, su amigo necesitaría su ayuda.
 






Hanasaki había demorado unos días en retomar las clases luego del ataque. Era de esperarse, considerando los daños que el campus había recibido. Al regreso, aún habían facultades que contaban con zonas en reconstrucción, y por esto, ciertas clases tuvieron que cambiar de salones. Todo era un caos.

La institución aún no se pronunciaba acerca de los estudiantes que habían perdido la vida en la batalla. De sólo recordarlo, la sangre le hervía de la rabia y Eureka sentía que las ganas de buscar venganza la cegaban por completo. Alguno de esos alumnos podía haber sido amigo suyo, o un conocido de su carrera. Eran personas con familias, amigos y rutinas tranquilas que habían sido arrastrados al conflicto sin sentido alguno.

Pero no podía dejarse llevar por sus sentimientos. Lo importante ahora era proteger al resto del alumnado.

No sabía bien de qué, porque su rebel… no era parte del lote común, pero ese era un detalle.

Eureka suspiró: Oikawa era otro problema. No sabía nada de él desde el ataque. No le contestaba las llamadas ni los mensajes por el app de Seven. Encima, se ausentó de los entrenamientos con el equipo de vóley. Conocía un poco al resto del equipo, pero debía admitir que sin su rebel por ahí, se sentía un poco fuera de lugar.

Pero más que eso, una inmensa preocupación no la dejaba en paz. Temía que por la intervención de Kuro en su subconsciente, algo hubiese cambiado dentro de él.

Iwaizumi le contó al equipo que Oikawa andaba muy enfermo y el resfrío que tenía era contagioso: por ello, se ausentaría de los entrenamientos de aquella semana.

Por otro lado, Souji le dijo que él tampoco había visto a Oikawa en días.

El misterio de su paradero sugería la posibilidad de que estuviese relacionado a Kuro. De que, tal vez, Oikawa aún no podía despertar.

Pero no le servía de nada andar tan ansiosa. Era por gusto.

Se levantó de la cama, se cambió de ropa y caminó hacia la puerta sigilosamente. Antes de salir, sin embargo, escuchó un maullido muy particular detrás de ella.

“¿A dónde vas tan tarde? ¿No estás cansada?”

“Uh…”

Se giró, encontrándose con la silueta de su Child, quien andaba sentado en la ventana.


Eureka sonrió. Morgana la juzgó con la mirada.

A su lado, el gato de Kanone, Aka, intentaba persuadirlo a jugar con él, pero Morgana lo pateaba de vez en cuando para alejarlo de sí.

“¡Que no!” le gritaba, enojado.

Eureka intentó aprovecharse del despiste de su Child, pero este volvió a prestarle atención.

“¡Eureka-dono!” le reclamó.
“Ya, ya,” la HiME suspiró, rindiéndose.

Morgana era completamente diferente a sus antiguos Childs. Si los anteriores le habían hecho honor a su nombre al aparentar ser mascotas o ‘hijos’ suyos, Morgana más parecía un maestro. Era cierto que de vez en cuando se ablandaba un poco, pero siempre andaba un paso delante de ella, como lo había demostrado en su primera aparición. Morgana la había ayudado a reconocer el espacio donde Kuro los había encerrado y, de haber sido una pelea común, no dudaba que los poderes de su Child hubieran sido de gran ayuda, puesto que una vez fuera del sueño, Morgana le había demostrado sus habilidades en la pseudo-pelea contra los dos rebels cerca a la facultad de Artes. Era capaz de controlar el viento y, además, afirmaba que podía usar armas de ser necesario.

Llevaba menos de una semana con él y, a la vez de que sentía que siempre había estado a su lado, no dejaba de sorprenderse por cada cosa suya… como su afán por dormir temprano y, a su vez, obligarla a ella a descansar a una hora prudente. Morgana hacía énfasis en el descanso y en lo importante que era para el buen rendimiento mental y físico, más aún en el caso de que este último sea necesario para la batalla. Sin embargo, el Child dudaba que eso sucediera en un futuro cercano: admitía que Oikawa parecía ser digno de su confianza, y dudaba mucho de que traicionara a su HiME.

“¿Estás preocupada por él, no?” le preguntó Morgana, y Eureka entendió inmediatamente a quién se refería. “Ya han sido días del ataque y nada.”
“Un poco más y se cumple una semana, de hecho,” Eureka se apoyó en la puerta. “Pero… hay otra cosa más que no me cuadra.”
“¿El rebel que te encontraste después?”
“Sí.”

Recordaba que su apellido era Fushimi: Oikawa lo había señalado como un rebel muy peligroso en reiteradas ocasiones. Pero por más que intentaba, no comprendía por qué no la había atacado. Carecía totalmente de sentido, tomando en cuenta las historias que había oído acerca de su nivel, su eficiencia y su fuerza. Por respeto o por miedo no podía ser: Eureka no era una gran contrincante. Ella misma admitía que le faltaba mucho por mejorar.

Por estos motivos, todo se hacía mucho más extraño. Fushimi podría haberla incapacitado fácilmente, como cuando intentó dejarla inconsciente al golpearle en la nuca. Pero luego de aquel intento frustrado, se esfumó junto al otro rebel que lo acompañaba.

Unos suaves golpes en su puerta despejaron sus pensamientos, y recíen ahí notó que se había quedado recostada sobre esta mientras hablaba con Morgana. Se giró, y la abrió, esperando toparse con Yoite, Lelouch, o alguno de los residentes de la mansión, pero se quedó estúpida al ver a Oikawa ahí, con una de sus típicas sonrisas brillantes.






“Yahoo~” le canturreó en una voz muy bajita, ondeando la mano y guiñándole un ojo.
“…¿Qué haces aquí?” dijo la HiME.

Luego del shock inicial, se aguantó las ganas de saltar y propinarle un puñete, prefiriendo hacerlo pasar, por precaución. No sabía si había más gente en la mansión, por lo que debía tener cuidado.

Ni bien Oikawa ingresó, Eureka cerró la puerta de su cuarto con prisa.

“Oikawa,” Morgana se quedó también sorprendido por su visita.
“Oh, hola Mona-chan,” le saludó el rebel. De ahí, pareció percatarse de que Morgana tenía otra forma, y en vez de mostrarse sorprendido ante esto, soltó una risa despreocupada. “Resulta que al final si eras un gato~”
“¡NO! Esta forma… ¡No sé por qué estoy así! ¡Pero sigo siendo cualquier cosa menos un gato!” se quejó el Child, y saltó de su puesto en la ventana para ingresar al cuarto. El gato de Kanone quiso seguirlo pero una mirada de Morgana fue suficiente para disuadirlo, y abandonó la ventana de Eureka.

Los accesorios que Oikawa portaba para esconder su identidad (unos lentes oscuros y una gorra azul marino) desentonaban completamente con su vestimenta, que contaba con ese toque de elegancia y estilo que lo caracterizaba. Oikawa, usualmente, vestía con pantalones oscuros y sacos, camisas de marca y zapatos formales. Sólo durante los entrenamientos se le veía con buzos, polos manga corta y zapatillas.

Su rebel sabía vestirse muy bien, y al parecer, no lo descuidaba ni aunque se tratase de una situación complicada… aunque si era sincera consigo misma, no entendía la necesidad de ocultar su identidad. Suponía que luego él mismo le explicaría.

Oikawa caminó por el cuarto hasta sentarse en la cama. Eureka ignoró ese detalle: la preocupación se apoderó de ella, y primó sobre su posible irritación.

“¿Estás bien? ¿Dónde estuviste toda esta semana? ¿Cómo entraste?” le bombardeó de preguntas la HiME, tomando asiento a su lado. Morgana se le acercó hasta saltar y tomar asiento en su regazo, desde donde observó a Oikawa con curiosidad.
“Wow, wow, vamos por partes,” mencionó Oikawa, mientras se sacaba la gorra y los lentes, y los dejaba a un lado. “Empiezo con lo último: dije que era amigo tuyo y me abrieron la puerta.”

Eureka hizo una nota mental de hablar con Yoite acerca de eso cuando lo viera luego.

“Okay. Vamos con la segunda.”
“Estoy bien, gracias por preocuparte.” Oikawa le esbozó una sonrisa muy sincera. “Debo… agradecerte también por lo que pasó con Kuro. Reaccionaste de la mejor manera aún cuando te atacaron, y bueno, me ayudaste.”
“Pero no sirvió de nada. Tú te quedaste atrás,” mencionó Eureka, angustiada. “¿Qué fue lo que pasó?”
“Recuerdo sólo pedazos. Kuro intentó hacerse pasar por Sou-chan con la intención de hacerme dudar de ti… cuando noté que no era el verdadero Souji, pues… hubo una batalla. Algo… alguien me defendió, era como un orphan. Luego, perdí el conocimiento. Cuando desperté, estaba en el departamento de Adachi-san. Él y Souji-chan han investigado acerca de lo que pasó, y parece que ya tenemos una idea más clara de todo.”
“¿Qué encontraron?” preguntó Morgana.
“Adachi-san tenía una idea. Gracias a un contacto de Sou-chan, uh… ¿Te acuerdas de Fushimi-chan?” Oikawa le preguntó a Eureka. Le sorprendió ver cómo ella se tensó ante la mención del rebel. “Oh, ¿todo bien?”
“…De ahí te cuento. Nos encontramos con él durante el ataque…”
“¿No les hizo nada?”
“No, y eso es lo que no nos cuadra… pero más me intriga lo de Kuro. ¿Quién es?”
“Bueno, Souji-chan le pidió a Fushimi-chan que investigase al respecto. No sabemos exactamente quién es Kuro, pero la información que nos dio Fushimi-chan indica que Kuro forma parte de un pequeño grupo de estudiantes relacionados a un comité de científicos detrás de los experimentos de los rebels.”
“¿Cómo así?” dijo Morgana.
“Uh… la función de este grupo, básicamente, es cambiar la cognición de los rebels que quieren renunciar o cambiarse de bando. Pero sólo ocurre con los que consideran indispensables para la lucha contra Hanasaki. No entiendo por qué quieren hacerlo conmigo, considerando que me he pasado un mes haciendo de todo menos entrenar para nuestras peleas, y bueno, a diferencia de rebels como Sho-chan, no estoy tan emocionado con tener el puesto ni lo que implica.”
“Sólo lo hacías por el presupuesto adicional, ¿no?”
“Exacto,” Oikawa suspiró.
“¿Consiguieron averiguar acerca del proceso?” preguntó Morgana.
“Ah, ¿de cómo cambian el parecer de la gente? Pues ingresan a través de los sueños al subconsciente del rebel en cuestión. Aún no me queda claro de quién exactamente es el sueño, porque si fuese mío, hubiese tenido más control sobre el ambiente y los objetos, pero Kuro podía moldearse a la forma física que el deseaba, y… no entiendo mucho de eso.”
“¿Eh?” Eureka se mostró muy confundida.
“Eso es lo que dije hace un rato de que intentó hacerse pasar por Sou-chan. Tomó su forma y todo, era Sou-chan a simple vista. Me engañó,” Oikawa se llevó una mano al mentón, pensativo. “Pero… algo cambió de un momento a otro. No sé, realmente. Me di cuenta de todo y lo encaré.”
“Y ahí es que nos dices que algo te protegió, ¿no?”
“Mm,” Oikawa asintió. “Es… muy borroso todo,” comentó. “Pero en fin~ ¡Imagínate! Hasta el mismo Rizembool me persigue ahora.” Su semblante cambió a uno más alegre.
“¿Supongo que eso se relaciona con cómo viniste vestido? Me refiero a la gorra, los lentes…”
“Desde que desperté esa noche del ataque me siento observado por alguien. Deben ser Kuro y su grupo. No te quería comprometer ni poner en peligro, por eso tomé tiempo en venir a verte. Pero hoy justo logré que Luciel-chan me ayudara: me trajo hasta acá y me ayudó a perder a la gente que me seguía.”
“¿Pero y su app? ¿No podías hablarme por ahí?”
“Teníamos miedo de que pudiesen hackearlo. Por eso no me arriesgué a hablar contigo por ahí, y cuando lo hice con él, cuidé no mencionarte a ti ni nada que te implicara. Confío en Luciel-chan… por más extraño que sea,” Oikawa rio. “Pero no confío en Rizembool. Pueden hallar la forma de ingresar y ver nuestras conversaciones. Hasta que no tenga garantías de la seguridad de esa aplicación, no voy a usarla contigo. Luciel-chan ya me prometió que revisará eso… a cambio de un progreso más rápido con lo de Saeran-chan. Pero con lo del ataque, creo que tenemos temas en común, así que debemos aprovecharlo.”
“Oh, entonces te enteraste de que Saeran estuvo en el ataque.”
“¿Quién es Saeran?” preguntó Morgana, turnándose en mirarlos a los dos.
“Larga historia.” Eureka rio. “Le debemos un favor a alguien… que consiste en hacernos amigos de su hermano gemelo perdido.”
“Y ese es Saeran-chan~”
“¿Por qué no va de frente él a encararlo?”
“Porque Luciel-chan tiene miedo de que lo rechace.”
“Parece que no se separaron en buenos términos.”
“…Ya,” Morgana asintió, medio extrañado.
“Pero bueno, en el entrenamiento de mañana habrá que acercarse a él con cuidado.”
“Sí,” Eureka asintió. “Espera. ¿Retomarás los entrenamientos?”
“Claro~ ¿Qué clase de capitán sería si falto por tantos días?”
“Tus fans no dejaron de preguntar por ti,” se quejó la HiME.
“Aww, ¿te hacen la vida imposible?” Oikawa sonrió.
“No, pero si preguntaronn por tu ausencia. Y creo que se dieron cuenta de que algo raro pasaba porque yo no pude responder sobre tu estado, sino que Iwaizumi lo hizo.”
“Pues no sirve de nada hacernos mucho problema por eso,” Oikawa suspiró, agotado. “Pensé que nuestra supuesta relación las disuadiría de perseguirme pero… creo que tener competencia las motiva más.”
“¿Osea que Shinoa y tú terminarán su relación?” Eureka se veía entusiasmada por la propuesta.
“Lo siento por Shinoa-chan, pero no,” Oikawa le sonrió de lado. “Todos se sentirían muy incómodos si eso pasa, y no quiero que el equipo se distraiga,” Oikawa desvió la mirada, observando de reojo el cuarto de Eureka. Notó, recién en esos instantes, las figuritas de la repisa de la cama de la chica, así como la ropa destendida en el sofá de la esquina. Su cuarto era un completo desorden. “Alguno que otro sugeriría que cambiemos de mánager y no creo poder buscar un reemplazo de nuevo.”
“Tampoco es que me quiera ir,” comentó Eureka.
“Mejor aún,” Oikawa volteó a mirarla, y le sonrió, agradecido. “Oh, por cierto, Iwa-chan ya sabe que tú eres Shinoa.”
“¡AHHH!” Eureka se llevó una mano a la boca, con una mezcla de terror y sorpresa en su rostro.
“No, tranquila, todo bien. Tuve que contarle luego del ataque. No tenía sentido esconderlo más, porque bueno, estuviste ahí y demostraste que no eres una HiME común, que sólo busca pelear contra su rebel. Hasta dijo que te mostraste súper preocupada por mí~”
“Es cierto,” dijo Morgana.
“Sí, pero tenía razón de estar así. No desp—”

Un toque en la puerta la interrumpió, tomándolos a ambos por sorpresa. Eureka dejó a Morgana en la cama, y un poco temerosa, se acercó a pasos calmados a la puerta de su cuarto.

“¿Estás?” Era la voz de Lelouch. Oikawa pareció captar de quién se trataba, porque Eureka pudo ver de reojo que su rebel se aguantaba la risa desde su posición en la cama. De seguro y le parecía gracioso que su HiME siguiera demostrándole que era una portadora excepcional de mala suerte.

Con un gesto, Eureka le indicó que pasaría a dormir con los peces si hacía algún ruido.

“Sí,” le respondió Eureka, abriendo la puerta ligeramente.
“¿Puedo pasar o…?”

Por unos instantes, pensó en recurrir a un excusa tonta relacionada a Morgana y su aberración al agua y los baños, pero eso solo iba a empeorar las cosas. A simple vista, no había ningún problema entre Lelouch y ella, pero Eureka percibía un distanciamiento pequeño entre ambos, producto de sus distintos horarios y vidas. Por más de que ahora le contaba todo lo que ocurría, sentía que Lelouch era demasiado ajeno al conflicto con Rizembool como para entender su posición. Y aunque se había mostrado interesado en la existencia de Morgana, su ausencia durante el ataque la llevó a reflexionar mucho acerca de todo. Era injusto, porque sabía que Lelouch no estaba en la capacidad de involucrarse en el combate. No lo culpaba por seguir sus consejos y buscar refugio. Lo racional era estar feliz de tenerlo a su lado, de que no se haya visto involucrado como aquellos estudiantes que perdieron la vida a manos de los rebels…

Y aún así, había una parte de ella, aunque pequeña, que lo resentía por su ausencia. Era inevitable compararlo con Maka, que a pesar de su falta de poderes y experiencia en combate, había obligado a Hizumi y a Kanone de llevarla al lugar donde Soul y ella se encontraban.

Sin embargo, la falta de honestidad no haría más que agrandar ese espacio entre los dos, por lo que suspiró, dejando a un lado aquella mini crisis para prepararse mentalmente.

“Está mi rebel,” comentó como si se tratase del clima. Lelouch arqueó una ceja.
“¿Tu rebel?” preguntó Lelouch.
“Sí.” Eureka abrió la puerta completamente, dejando mostrar a Oikawa y a Morgana. Lelouch ingresó sin mencionar palabra alguna, y ella cerró la puerta tras de él.






Oikawa fue rápido en apartar a Morgana con cuidado, depositándolo a su lado en el suelo. Luego, se paró y caminó, hasta quedar en frente de Lelouch. Extendió su mano, con una sonrisa encantadora.

“Soy Tooru Oikawa, el rebel de Eureka-chan,” se presentó, sin descuidar aquel tono despreocupado que lo caracterizaba. Lelouch le devolvió la sonrisa, estrujando su mano por unos breves instantes.
“Lelouch vi Britannia, soy su key.”

La tensión entre ambos era palpable: una observación rápida dejaba en claro el inminente choque entre Lelouch y Oikawa, ya sea con puñetes o, en el mejor de los casos, sólo palabras. Era algo que se veía venir, pero nada había preparado a Eureka para una situación como esa. Mientras se alternaba entre observarlos, le suplicaba a su child por ayuda.

Pero Morgana estaba emocionado por el drama, al parecer. Movía la cola de un lado a otro, observando en silencio el intercambio de miradas entre el rebel y key.

“De seguro ya habías oído sobre mí,” comentó Lelouch.
“No, Eureka-chan tiene mucho cuidado respecto a eso. Para protegerte, supongo,” dijo Oikawa. “Pero no tengo intención de hacerte daño.”
“Eso es cierto,” dijo Eureka. “Te conté lo del ataque, ¿no?” le dijo a Lelouch, y él asintió.
“De todas formas, pienso que es mejor prevenir que lamentar.”
“Oh, claro que sí~” Oikawa sonrió. “No tengo problemas con que Eureka-chan tome sus precauciones.”
“Bueno, ha sido un gusto conocerte, pero necesito hablar con Eureka urgentemente. Disculpa por botarte—”
“Aún me falta coordinar unas cosas con ella, lo siento,” lo interrumpió Oikawa.
“Tendrán que esperar…”
“No, es urgente. Tal vez más que lo tuyo, porque su seguridad está en juego.”
“¿En serio?” Eureka arqueó una ceja. Lelouch también parecía confundido respecto a las palabras del rebel.
“Sí.”

Eureka observó a ambos por centésima vez aquella noche. Sabía que ninguno daría su brazo a torcer, y aunque le daba ganas de mandarlos a los dos bien lejos por esa actitud engreída que compartían, resolvió que lo mejor sería respetar el orden de llegada… si podía llamarlo así.

“Espérame un rato,” se dirigió hacia Lelouch. “Iré a tu cuarto luego de despedir a Oikawa.”
“…” Lelouch se mostró dubitativo, pero terminó asintiendo. “Te espero.”

Antes de salir, le dedicó una última mirada intimidante al rebel. Luego, hizo una reverencia pequeña, se despidió de Morgana y se retiró de la habitación, dejándolos solos.





 
“Eso fue incómodo,” susurró Morgana, cortando el silencio. “Pero divertido, para qué.”
“¡Mona!” le regañó Eureka.
“¿Qué? No todos los días ves algo tan intenso como eso. Esperé mas golpes, pero igual fue interesante. Lo curioso es que el odio parecía mutuo,” comentó Morgana, mirando a Oikawa. “¿Por qué no te cae Lelouch?”
“Ehhh…” Oikawa se sentó de nuevo en la cama, y se quedó observando el techo. “¿No sé?” ofreció, con una sonrisa.
“Sí sabes, sólo que no quieres decirlo,” dijo Morgana. “Escupe,” le obligó.
“Okay, okay, tú ganas, Mona-chan.”

Oikawa suspiró, haciendo una pausa.

“Eureka-chan,” empezó, mirándola a los ojos. “Por más de que seamos amigos, también soy tu rebel. Y okay, estoy hablando de tu key, así que peor aún, no deberías hacerme caso pero… hay algo que no me cuadra en él. Me da mala espina.”
“…Sí. Eh. No, no te voy a hacer caso.” Eureka rodó los ojos.
“Solo tenlo en cuenta.”
“…Intentaré, pero no prometo nada. Lo conozco todo una vida, ¿sabes?”
“Tal vez soy yo el que está equivocado, entonces.” Oikawa sonrió. “Bueno,” dijo, cambiando el tema de conversación. “Quería mencionarles unos últimos detalles importantes antes de irme.”
“Claro.” Eureka volvió a sentarse a su lado, y Morgana retomó su lugar en su regazo. Sin prestarle mucha atención, la HiME empezó a acariciar su cabeza.
“Pues… ya no nos podemos ver así, como Eureka Suoh y Oikawa Tooru. Al menos no en buenos términos. Seremos HiME y rebel al pie de la letra.”
“Okay… Eso es para darle a entender a Kuro que sí funcionó su cambio de cognición, ¿no?”
“Exacto.” Oikawa asintió. “Como te dije, el final de nuestro encuentro quedó muy abierto. Por más de que me protegí y que no hizo efecto su persuasión, parece que él siente que sí funcionó. Peeero, como debemos aparentar que somos un HiME y un rebel comunes y corrientes… Tachaaan~ al fin vamos a tener nuestra primera batalla: será esta semana que viene.”
“Eres un BABOSO,” su primer instinto fue tomarlo de la manga de su saco y pasarle electricidad. Oikawa saltó un poquito en su sitio, pero recuperó su postura rápidamente. Una sonrisa forzada en su rostro demostraba que sí había sentido dolor, después de todo. “¿Cómo vamos a pelear? ¿Qué pasa si te hago daño? Eres el capitán del equipo de vóley, el armador, ¿te imaginas si te pasa algo?”
“Hace un tiempo no te ponías a pensar en esos detalles.”
“…” Oikawa tenía razón. “Pero ahora sí. No llevas muchas semanas de entrenamiento, así que me preocupa que te pueda pasar algo.”
“No, no. ¿Te acuerdas que hace un tiempo hablamos de esto? Podemos controlar nuestros ataques… o bueno, yo estoy en eso. Pero tú puedes controlar la cantidad de corriente que transmites. Ahorita mismo lo has hecho, ¿no? Lo mismo con tu fuerza.”
“Ah.” Eureka ladeó la cabeza. “No entiendo.”
“Para engañarlos. Fingir que estamos peleando en serio pero son golpes leves, ataques sencillos. En cualquier caso, si nos sobrepasamos, Souji-chan es buen enfermero improvisado, así que yo estoy cubierto por ese lado. Dudo que por tu caso haya mucho problema, pero… ¿supongo que tienes a alguien? Ha pasado una semana y te ves igual que antes del ataque.”
“¡Sí! Hizumi y Kanone, no sé si te acuerdas de ellos…”
“Cómo me voy a olvidar,” Oikawa hizo memoria rápida del ‘secuestro’ del hermano de Kanone.
“Jeje~ Y pensar que hace un mes estábamos secuestrando niños.”
“Quién lo diría~”
“Espera. Hay algo más que no entiendo. ¿No vas a renunciar, entonces?”
“No, no renunciaré. Aún no. Mona-chan dijo algo muy importante durante el ataque, que me hizo pensar un poco.”
“Dije varias cosas importantes,” comentó Morgana. Oikawa soltó una risa.
“Es cierto~ Pero… una en especial se me quedó. No quiero imaginar a quién pondrían como mi reemplazo. Te conozco, y ahora que estamos involucrados sería muy insensible de mi parte abandonarte a tu suerte. Al menos hasta antes de la preparación para el campeonato, seguiré siendo tu rebel,” dijo Oikawa, y le sonrió. “Así que tienes Oikawa-san para rato~”

Por unos instantes, se quedó estupefacta, sorprendida por las noticias. Sentía que había una gran probabilidad de que Oikawa no renunciara, pero oírlo de sus propios labios era mil veces mejor que una simple suposición. Su emoción fue tanta que se le hizo inevitable abrazarlo, infinitamente agradecida con él. Oikawa le devolvió el abrazo, estrujándola contra su pecho al rodear con sus brazos la espalda de su HiME. 

Ninguno de los dos pareció percatarse de que estaban apretujando a Morgana, quien andaba justo en medio del abrazo, hasta que escucharon sus gritos y sintieron las garras del Child en sus ropas.

“ASJKLDFG ¿NO ME VIERON O QUÉ?” se quejó Morgana, ni bien se separaron Eureka y Oikawa.
“Disculpa, Mona, la emoción.” Eureka rio.

Oikawa se le sumó, y por unos instantes, les fue imposible detenerse. Morgana terminó cediendo, y rió con ellos a mandíbula suelta aún a pesar de su enojo.

“Por cierto, nunca me contaste lo de Fushimi-chan…” comentó Oikawa, cuando se calmaron los tres.
“Oh, sí. Nos lo encontramos luego de que te dejé con Souji y el resto. Fue… muy extraño. Intentó dejarme inconsciente, pero reaccioné y esquivé su ataque.”
“Luego se fue junto al rebel con el que estaba. Un chico de cabellos bicolores…” comentó Morgana.
“¡Oh! Ese debe ser Todoroki-chan. Él fue el anfitrión de la fiesta de Rizembool, el dueño de la mansión.”
“¿…Es rebel?” Eureka se mostró sorprendida. Oikawa se encogió de hombros.
“Yo recién me entero. Pero más que eso, me intriga por qué Fushimi-chan no te atacó.”
“¿Muy extraño, no?”
“Tal vez… ¿lo conoces de algo?”
“No, no hay forma. Igual, no es motivo suficiente para que no me ataque…”
“…”
“…”

Los tres se sumieron en sus pensamientos, reflexionando acerca del tema. No demoraron en rendirse, al cabo de unos minutos: Oikawa se revolvió los cabellos de la frustración, Eureka se tumbó en la cama con visible resignación en sus ojos, y Morgana gruñó por lo bajo, a la vez que se echaba al lado de Eureka.

“En fin. No debería preocuparnos más que Kuro, realmente,” dijo Morgana. “Después de todo, él si es una amenaza. Si se entera de que su persuasión no funcionó, lo más probable es que vuelva a intentar entrar a tu subconsciente, Oikawa. Y eso no nos conviene.”
“Exacto,” Oikawa asintió.
“Pienso que sería interesante averiguar sobre los casos de rebels que fueron víctimas de estos cambios de cognición,” dijo Morgana. “Para tomarlo en cuenta y ver sus efectos.”
“Seven podría ayudarnos con eso,” sugirió Eureka.
“Sí, hay que pedírselo a Luciel-chan. Yo lo haré cuando lo vea.” Oikawa se levantó, cogiendo sus lentes y su gorra y colocándoselos. “Más bien, no te quito más tiempo. Debes ir a hablar con Lelouch,” y caminó hacia la puerta.
“¡Ah! Sí, sí, te acompaño a la puerta principal,” Eureka fue rápida en seguirlo.
“Nos vemos, Mona-chan~” canturreó Oikawa, despidiéndose de Morgana.
“Chau, Oikawa,” le dijo Morgana.

HiME y rebel salieron al pasillo con el corazón en la boca. Para su suerte, no había ningún alma en la mansión, de seguro por las altas horas de la noche. Caminaron en silencio hacia la entrada, donde voltearon unos instantes, con el temor de encontrarse a alguien más. Pero, felizmente, la suerte estaba de su lado y seguían a solas.

Siempre existía el riesgo de que Kanone y Hizumi los vieran juntos. Eureka no quería otro sermón por parte de ambos respecto a aquel tema en cuestión.

“¿Pedirás un taxi?”
“Mm, no,” dijo Oikawa. Justo había sacado su celular, y parecía que andaba mandándole un mensaje a Seven. “Luciel-chan va a venir por mí. Es la manera más segura, creo.”
“¿Pero está por acá…?”
“Me dijo que se quedaría por los alrededores, como no me iba a demorar mucho…” 
“Genial. Me sorprende lo mucho que se han acercado tú y él.”

Aquel comentario hizo que Oikawa salte levemente en su lugar. Una reacción sumamente peculiar, pero Eureka optó por ignorarla.

“Jaja, sí~ Me ayudó con algo hace unas semanas y desde ahí somos amigos.” Oikawa se veía nervioso, por algún motivo.
“¿Qué cosa?”
“Hice algo muy estúpido y Luciel-chan me ayudó.”
“Okay, suena súper creepy y raro, así que no preguntaré que fue. Pero me alegra que se hayan vuelto amigos. Tal vez, si le pides luego, se olvida de mi deuda con él.”
“¿Aún le debes dinero?”
“Un montón. Okay, no tanto, pero si me falta pagarle como… ¿quinientos dólares?” Eureka suspiró.
“Wow. Veré si lo puedo convencer de que nos perdone eso.”
“Por favor,” le rogó la HiME.
“Oh, ahí está,” dijo Oikawa, señalando a la van de Seven a lo lejos. Eureka presionó el botón que abría las rejas de la mansión, para que el carro pudiese dar la vuelta a la rotonda y llegar a la entrada.

La van se detuvo a unos metros de ellos, y HiME y rebel se acercaron al carro.

“Yo, Eureka, Oikawa~” los saludó Seven.
“Gracias por ayudar a Oikawa, Seven.”
“Oh, no hay problema con eso. Igual le dije que deben apurarse con lo de Saeran. ¿No sé cuánto tiempo llevan con eso? Y aún no hay progreso…” les reclamó, aunque no parecía enojado por el asunto.
“…” Eureka y Oikawa se miraron. Al unísono, soltaron hondos suspiros de cansancio.
“Sí, ya lo hablamos, no te preocupes.”
“Perfecto~”
“Eureka-chan, cuídate,” se despidió Oikawa. “Nos vemos mañana.”
“Okay, cuídate tú también.”

Oikawa le esbozó una de sus típicas sonrisas brillantes, y luego, corrió hacia el lado del asiento co-piloto. Ingresó al carro, y luego de que ambos le ondearan las manos a modo de despedida a la HiME, Seven arrancó el motor y condujo hasta salir de la mansión y perderse por las calles.

Eureka ingresó de nuevo a la mansión.

Recordando la promesa con Lelouch, caminó hacia el segundo piso, intrigada por la urgencia de sus palabras.
« Last Edit: March 29, 2018, 10:03:54 PM by Eureka »


Mery

Si no es por Mimi no me acuerdo ni qué día es :'))) (?)
lo corto o no llego shame on me



002. Like A Dream

Like an astronaut that's scared of heights
With a heart that's beating at the speed of light
You've been waiting for this feeling all your life
Sometimes it's just hard to realize



Luego de contestar brevemente los mensajes de Alexy, Alice volvió su atención a su comida y, poco después, Glen volvió a la sala para guiarla a su habitación. El interior era lo que ella había pronosticado: una cama recién hecha, un par de veladores, ventanas que llegaban hasta el techo, un closet vacío y un baño personal al fondo. En realidad no necesita mucho, así que eso era más que suficiente.
 
"Te traeremos un escritorio luego, pero ¿qué te parece?" Preguntó Shinya sentado en medio del cuarto sobre una silla que no combinaba con el resto de la decoración, su sonrisa amigable aún permanecía presente en su rostro.
 
Dando pasos largos, Alice se aproximó a su nueva cama y se sentó para cerciorarse de su suavidad, sonriendo complacida al hundirse en el colchón. 
 
"No está mal." Aceptó ella dándole un mordisco a su segunda manzana del día.
"Qué bien." Glen señaló vagamente las maletas a los pies de la cama. "Desempacas cuando volvamos."
"Tenemos que vernos con unos compañeros para un proyecto, así que tenemos que salir cuanto antes." Explicó Shinya poniéndose de pie y cargando la silla con él, Glen asintió.
"Si quieres arreglarte o algo, que sea rápido." Advirtió su hermano antes de abandonar la habitación.
"Te esperamos en la sala." Añadió Shinya.
 
Estando sola, Alice sacó de un maletín el conjunto que Alexy le había obsequiado poco antes de viajar (con eso se aseguraba que su amigo aprobara su apariencia) y se dio una ducha rápida. Secó su cabello y se cambió en tiempo récord, pero de todas formas Glen se quejó por haberles hecho perder quince minutos.
 
"No es para tanto." Shinya le restó importancia.
"Lo es cuando tienes a una loca como compañera de curso."
"Elizabeta sólo es exigente, pero también es comprensiva y sabe que la belleza cuesta~." Dijo finalmente, alzando un pulgar de aprobación hacia Alice, a lo que ella sonrió.
"Gracias.
 
No llevaba conociéndolo ni una hora y ya sentía que había hallado en él a un buen aliado, lo cual le venía muy bien porque eran ya siete años desde la última vez que había tenido que convivir con Glen por más de dos semanas. Si bien no habían perdido contacto y Glen iba a visitarlos cada año, las cosas habían cambiado y ellos ya no eran unos niños. Incluso lo más probable era que en ese momento Shinya conociera más aspectos de Glen que ella misma.


×××××


 
Cuando, en la cochera, Shinya ofreció llevarlos en su propio carro, Alice ya no estaba sorprendida: ¿Estudiante de una de una de las universidades más prestigiosas del país? ¿Que además vive en un penthouse? ¿Por qué no iba a tener también un auto de lujo? Aunque le parecía algo extra que eligiera un modelo en color rojo metálico, pero fuera de aquello no había mucho más por resaltar.
 
En medio del camino, Shinya recibió una llamada y la contestó colocándola en speaker al llegar a una luz roja.
 
"SHINYA HIIRAGI, ¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁN?" Era la voz de una chica que –claramente– no estaba contenta, pero aún así Shinya sonrió.
"Eli-chan, qué gusto oírte~."
"¡Shinya!"
Glen maldijo entre dientes y luego alzó la voz para que Elizabeta lo escuchara. "Ya estamos en camino."
"¡¿Recién?!"
"No, estamos muy cerca~."
Se oyó un suspiro y luego la chica volvió a hablar "Agradezcan que estamos en la cafetería, de cualquier modo, ¿por qué tardan tanto?"
Glen se dirigió a Shinya en un susurro molesto. "¿No se lo dijiste?"
"Nop, quería concederte los honores~."
"Eres un–"
"¿Chicos?" Insistió Elizabeta.
"Mi hermana menor llegó a Japón esta mañana, fui por ella al aeropuerto." Le explicó Glen brevemente y al instante se escuchó una exclamación de sorpresa.
"¡¿Tu hermana menor?!" Repitió ella. "¡¿Por qué no nos lo has dicho antes?!"
"Es un tímido, ya lo sabes~." Intervino Shinya muy animado. "Además, va a unirse a nuestra universidad también."
"¡Oh Dios! ¡Shinya, es tu oprtunidad para ganarte a su fami—–un momento! ¡¿Ella está allí con ustedes!?" Se interrumpió de golpe.
Alice no pudo evitar reírse. "¡De hecho, sí! Me llamo Alice, por cierto."
"¿Por qué no empezaron por ahí? Qué vergüenza, sólo me ha escuchado gritar." Se quejó con los chicos en voz baja antes de aclarase la garganta. "¡Mucho gusto, Alice-chan! Yo soy Elizabeta, curso la misma carrera y comparto materias con los dos descuidados que viajan contigo. Perdón si te incomodé."
"Para nada, Elizabeta-san, es un gusto." Dijo Alice y luego se oyó movimiento al otro lado de la línea.
"¡Qué linda! Exclamó la otra joven antes de hablarle a alguien más.  "Ay, al fin, dame eso, Gilbert, me muero de hambre."
"¿Ya está Gil a tu lado? Pásamelo." Pidió Shinya y se inclinó hacia el celular sin despegar los ojos de la pista para hablar. "Gil, cómprame algo en lo que llegamos, ¡te lo devolveré ni bien te vea, por favor!"
"¿Hoo? ¿Y qué podría desear hoy ‘Shinya-sama’?" Contestó una voz masculina en tono burlón.
"Hmm, un espresso y un pie de manzana suenan bastante bien para mí." Dijo éste. "¿Tú, Guren? ¿Risu-chan?"
"Paso." Respondió Glen y Alice hizo lo mismo segundos después.
"Sólo eso, Gil~." Confirmó Shinya.
"Vale, ¿pero hay alguien más ahí con ustedes?" Fue lo último que escucharon decir a Gilbert antes de que Elizabeta le quitara el celular.
"Es una sorpresa, tonto, come de una vez." Le ordenó. "Bueno, se los dejaré pasar por ser una ocasión especial, después de todo aún es temprano, ¡pero que conste que aún estoy disgustada contigo por no decirnos nada, Glen! ¡Hubiésemos podido prepararle algo bonito por su bienvenida!"
"¿Para qué la molestia? Ustedes ni siquiera la conocen." Contestó Glen con cansancio mientras giraba la cabeza a un lado para ver por la ventana.
"Shinya, querido, ¿te importaría?" Preguntó Elizabeta con una voz sumamente dulce.
"Como usted ordene, su majestad."
 
Alice apenas pudo notar el movimiento desde su lugar, pero el sonido de un golpe y el quejido de su hermano fueron suficientes para deducir que Shinya le había mandado un manotazo tras la nuca.
 
"¡¿Qué demonios, Shinya?! ¡Se supone que estás conduciendo!" Le reclamó Glen.
"Gracias, te lo debo." Volvió a hablar Elizabeta, ignorando a Glen y oyéndose satisfecha.
"Fue todo un placer~." Aseguró Shinya y, por la sonrisa que se le veía desde el espejo retrovisor, era totalmente sincero.
"Ok, entonces ya los dejo. Bye, chicos. Te veré en persona pronto, Alice-chan."
"¡Lo estaré esperando!"
"¡Bye!" Consiguió apenas despedirse Shinya antes de que Glen colgara la llamada. "Bueno, ¡asunto arreglado~!"
"Sólo cállate y conduce, ¿quieres?"
 
Aunque la voz de Glen se mostraba molesta, Alice sabía que no había verdadera malicia en sus palabras, por lo que no intervino. Además, se notaba que Shinya también lo sabía. Por suerte, el silencio no duró mucho, Shinya volvió a entablar conversación con Glen acerca del trabajo que tenían pendiente y el curso al que éste correspondía. Alice los escuchó por un momento, pero pronto perdió interés y aprovechó el momento para mandarle un mensaje a Alexy avisándole que estaban cerca, mas no recibió ninguna respuesta.
'Debe estar ocupado.' Pensó sin darle más vueltas.

 
×××××

 
Si hubiese tenido que ser totalmente sincera, Alice se había imaginado aquel momento de forma muy diferente. La principal razón por la cual estaba en Japón y había hecho tanto alboroto era precisamente porque quería estar en Hanasaki; sin embargo, ni bien llegaron a la dichosa universidad, Glen la dirigió derechito a la oficina de la directora, casi a tirones. No hubo lugar para ningún tipo de introducción, Shinya apenas pudo señalarle algunos puntos clave por el camino, pero con lo rápido que iban no logró ver o asimilar nada de lo que éste decía. 
 
"Es aquí." Fue todo lo que dijo Glen antes de hacer que se detengan frente a un edificio en el que debía encontrarse el despacho de la directora. "No hay tiempo para tours en este momento."
"Y al parecer tampoco para ser civilizados..." Se quejó Alice, quitándose el polvo imaginario de la manga de su blusa por la cual su hermano la había estado arrastrando.
"No se me da bien hacer de guía." Se defendió Glen alzándose de hombros.
Alice resopló. "Tranquilo, eso me ha quedado bastante claro."
"Si decides quedarte un rato más luego de hablar con Miranda, podría mostrarte un par de lugares. ¿Qué tal eso?" Ofreció Shinya con una sonrisa apologética.
"No te preocupes, Shinya, sé que están ocupados." Respondió la menor. "Además, un amigo mío ya debe estar por aquí, podremos apañárnoslas por nuestra cuenta."
"En ese caso, estupendo." Sonrió Shinya acomodando la mochila tras su espalda. "¿Te quedas, Guren?"
"Sí, tengo que cerciorarme de que todo esté en orden. Dile a Elizabeta que los alcanzo en un rato."
 
Ambos jóvenes intercambiaron miradas. Alice no conocía lo suficiente a Shinya para darse una idea de lo que podría estar pasando por su mente y tampoco tuvo tiempo para intentarlo, en un segundo su semblante volvió a ser el mismo y sonrió como si nada. 
 
"De acuerdo. Envíame un mensaje si surge algo, ¿okay?" Dijo antes de dirigirle una última sonrisa a la menor. "Y buena suerte ahí dentro, Risu-chan."
"Gracias..." Respondió con duda. "¿Acaso es tan difícil la directora?"
Shinya negó efusivamente. "Oh no, Miranda es un amor de persona, pero con tu hermano ahí dentro..." Dijo colocando una mano sobre el hombro de Alice en forma dramática. "Créeme, la necesitarás."
"Ya lárgate, Shinya." Le urgió Glen.
"Wow, ¡no me extrañes tanto!" Rió el joven antes de separarse de ellos e irse trotando.
"Me cae bien." Dijo Alice mientras atravesaban la puerta principal, Glen rodó los ojos.
"Qué mal gusto tienes..."
"Mira quién habla." Se rió ella.
"Se diría lo mismo de ti entonces, después de todo es tu amigo."
 
No intercambiaron más palabras. Una vez dentro, Glen se acercó a comunicarle a la secretaria de Miranda sobre su llegada y Alice fue a sentarse en la sala de espera. Tenía en sus manos un folder manilla con los papeles que Glen le había preparado antes para la inscripción y también la carta que la propia Miranda Lot le había enviado.
 
Estaba intrigada por el aparente interés que la directora tenía en ella, pero no quería que fuese demasiado evidente durante su encuentro. No había razón para estar nerviosa, tampoco, porque no rendiría ningún examen práctico o algo semejante. Lo sabía, pero aún así no podía quitarse de encima la sensación de que algo no encajaba.
 
"No es la gran cosa." Dijo de pronto Glen sentándose a su lado. "Relájate."
"¿Qué te dijeron?" Preguntó ella.
"Está hablando con alguien más ahora mismo, pero no debería tardar mucho."
"Ya veo."
 
Alice sacó nuevamente su celular para distraerse, pero ninguna de las notificaciones nuevas fue capaz de despejar su mente. Glen parecía estar muy tranquilo, pero ella recordaba perfectamente cómo había reaccionado cuando le mencionó sobre el contenido de la carta en el carro. Eso era lo que más le molestaba, ¿su hermano sabía algo sobre aquel asunto o no? Y si era así, ¿por qué no comentárselo?
 
"Deja de comerte la cabeza, enana." Insistió Glen con un suspiro.
"Más fácil decirlo que hacerlo." Murmuró Alice. "Me ayudaría un poco que me adelantes algo."
"¿Algo?" Glen alzó una ceja sonriendo de lado.
"Bueno, tú ya la conoces..."
"Vas a ver a la directora, no a confesarte a la iglesia, Alice."
"I know, pero–"
"Por eso te dije que si no estabas segura, entonces no era buena idea que vinieras a Hanasaki."
"OK, ok, no dije nada." 
 
La puerta junto a ellos se abrió en ese momento y el sonido les hizo alzar los ojos. Alice fue la primera de los dos en levantarse al ver a la persona que acababa de abandonar el despacho y le saltó encima.


"¡ALEXY!"
"¡Alice~!" 
 
El chico la recibió, aunque sorprendido, con los brazos abiertos y estaba a punto de elogiarla por lo que traía puesto cuando Glen lo tomó por el cuello de su camisa.
 
"¿Realmente tengo que decirles que éste no es un patio de juegos?" Musitó Glen obligándolos a sentarse.
"Sorry!" Dijeron ellos a la vez.
 
La secretaria de antes se presentó frente a ellos y les indicó que ya había anunciado su presencia a la directora y ésta los recibiría en un momento, luego los tres la vieron ingresar a la oficina.
 
"¿Y? ¿Qué tal te fue con ella?" Preguntó Alice a su amigo.
"Excelente. Mis papeles estaban en orden, así que con eso no hubo problema." Afirmó sonriendo. "Me habló de los programas y actividades que realizan, me ayudó a organizar mis horarios e incluso me dijo que si tenía alguna dificultad para adaptarme a las clases podía decírselo y encontraríamos un modo de arreglarlo."
 
Viendo lo animado que se hallaba Alexy, Alice se sintió tranquila nuevamente y se rió meneando la cabeza. Incluso Glen, sentado en medio de los dos, parecía más amigable en ese momento.
 
"¿Ves? No es nada." Repitió Glen.
"Sí sí." Alice volvió a mirar a Alexy para hacerle otra pregunta, pero la secretaria salió en ese instante para indicarles que ya podían pasar.
"¡Te espero afuera!" Se despidió Alexy agitando una mano rápidamente, ella le devolvió el gesto y se adentró a la oficina con pasos seguros.
 
×××××




Para su grata sorpresa, la primera impresión que tuvo de Miranda Lot fue bastante agradable. La mujer que se presentó ante ella como la directora tenía un porte prudente y serio, pero tolerante al mismo tiempo, alguien en quien se podía confiar. Luego de intercambiar saludos, les ofreció tomar asiento y Alice no pudo evitar darle un vistazo a su alrededor. El lugar era espacioso y se veía muy bien ordenado, pero en definitiva lo que más le llamaba la atención era la decoración. 
 
"Espero que hayas tenido oportunidad de leer la carta que te envié, Alice-san." Habló Miranda.
"Sí, es justamente eso de lo que me gustaría hablarle." Alice vio de reojo a Glen y luego los papeles en su regazo antes de volver a dirigirse a la directora. "Tengo algunas dudas."
"Eso imaginé, adelante."
"Mi hermano se encargó de ver todo el tema formal de mi inscripción en Hanasaki, pero en ningún momento requerí una beca y en su carta habla de la posibilidad de obtener una, como si fuese sólo cuestión de que yo diga sí o no y listo. ¿A qué viene eso? No creo tener algo extraordinario en mi expediente para que me ofrezcan algo así."
 
Miranda juntó sus manos y miró a ambos jóvenes de forma solemne. "Actualmente, Hanasaki se encuentra en una situación crítica. Desde hace muchos años, hemos tenido problemas con una institución rival, Rizembool, que ha buscado atacarnos y poner en riesgo la seguridad e integridad de nuestros estudiantes. Por esto, en Hanasaki buscamos personas con potencial que puedan cooperar con nosotros para hacerles frente y defender la institución y todo lo que ésta representa."
 
Alice la miró sintiéndose perdida. "¿Quiere decir que están en una especie de guerra?" Dijo tratando de comprender. "¿Cree que yo tengo ese potencial?"
"Sí, lo creo, pero primero" Miranda desvió la vista a su escritorio y extrajo un objeto del primer cajón para ofrecérselo. "creo que hay algo que deberías ver antes de continuar."
 
Era una fotografía enmarcada como el resto que decoraba la habitación, aunque ésta no parecía ser tan reciente. Alice recorrió los rostros de las chicas sin mayor interés mientras estiraba un brazo para recibir la foto y de pronto sus ojos se abrieron de par en par. 
 
"¿Ésa es–?" Dijo Alice en un susurro ahogado.
"Sí, es mamá." Confirmó Glen secamente.
 
Alice tomó con ambas manos el marco, prácticamente arranchándoselo a la directora, y lo acercó más a su rostro para confirmar sus sospechas.
 
Miranda lo dejó pasar, la joven se veía sinceramente sorprendida. "Lacie Amane. Debes haber escuchado esto un sin fin de veces, pero realmente te ves igual a ella."
"Sí, algo así…"
 
De hecho, lo había escuchado hasta el cansancio. Empezando por sus familiares, las amistades y socios de la empresa, pero especialmente, por parte de su padre. No había un solo evento en el que alguien no se le acercara para mencionar cuán similar era a su madre físicamente. «Como dos gotas de agua, excepto por los ojos» era lo que más repetían, pues los suyos eran color violeta y no rojo escarlata como los de su madre; era lo único que habían heredado tanto ella como Glen de parte de su padre.
 
Esto, sin embargo, era diferente. La imagen que se había formado de su madre siempre había sido la de una mujer madura, elegante y segura; pero la fotografía ante sus ojos le mostraba una versión mucho más joven de ella, con el uniforme escolar correctamente puesto, el cabello largo al aire y una sonrisa despreocupada y feliz en su rostro. Incluso su altura era mucho más cercana a la que ella poseía en la foto, al fin podía ver un poco de esa similitud que tanto le aseguraban que ambas compartían.
 
Pasó un pulgar sobre su imagen con una sonrisa, pero su mente empezaba a llenarse de preguntas. Sabía que Lacie, su madre, provenía de Japón y que había conocido a su padre mientras estudiaba en Tokyo, pero en ningún momento le habían dicho exactamente dónde había sucedido aquello. A decir verdad, difícilmente escuchaba algo sobre su madre que no estuviese relacionado a su vida en Inglaterra, pero ya habían pasado varios años desde la última vez que Alice le insistió a su padre por información sobre ella, dado que su muerte seguía siendo un tema muy delicado para él y no deseaba incomodarlo.
 
"¿Alice-san?" Miranda trató de captar su atención de nuevo.
"Oh, disculpe." Dijo rápidamente. "Me distraje."
"No hay problema." Le aseguró Miranda. 
"Ella estudió aquí, ¿cierto?"
"Efectivamente."
"Entonces, ¿usted la conoció?" Preguntó Alice alzando la voz.
"No." Respondió Miranda rápidamente. "Lastimosamente no tuve la oportunidad de conocerla en persona." Agregó al ver la expresión desilusionada de la menor. "Pero sí escuché de ella."
Alice parpadeó. "¿A qué se refiere con eso?"
"Es a lo que quería llegar."
« Last Edit: August 31, 2017, 11:43:40 PM by Mery »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #328: September 02, 2017, 12:15:56 AM »

Hello gals <3

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






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Now, let's carry on with those big HiME dreams...

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #329: September 17, 2017, 10:33:17 PM »
Finalmente con la segunda parte...

40.2.


Después de realizar el favor de dejar a las chicas y el arma en la zona comercial donde iban a pasear, Nagasone condujo hacia un mall que Roxas conocía. Este se animó a darle la dirección porque estaba a la orilla del mar y gozaba de una vista muy llamativa que atraía a los turistas.

Durante el camino, el mayor conversó con Roxas sobre distintos temas superficiales o curiosos. Este no hacía más que seguirle el tema con ciertos ánimos, aunque seguía sintiendo una leve pero muy presente inquietud. De todos modos, le fue inevitable comenzar con un tema propio en el camino. Ellos tomaron un puente que hace cuatro años recién estuvo en construcción, razón por la cual Sora condujo su auto fuera de la pista y cayó con este y pasajeros hacia el mar. Sin lugar a dudas, Nagasone se sorprendió bastante con aquel relato, aunque fue un detalle que amenizó más el diálogo entre los dos.

Al llegar, ellos apuntaron hacia las barandas que daban hacia el mar al fondo del mall e ignoraron las variadas y llamativas tiendas. Por tratarse del fin de semana, había muchas personas, aunque llegar a los balcones y ser recibidos por el brillante sol y la brisa marítima desapareció cualquier posible incomodidad.

“Sí es un buen sitio,” comentó Nagasone, quien estaba apoyado sobre la baranda y tenía su mirada fija en una bandada de gaviotas que sobrevolaban el mall. Él sonrió un poco. “Imagino que has venido aquí antes, aparte de esa vez en que te caíste al mar.”
“Ahh, no me lo recuerdes…” Roxas negó repetidamente con leve inquietud, pero terminó por sonreír con torpeza. “Aunque han sido varios años. Creo que comienzo a sentir la nostalgia de esa experiencia.”
“No me sorprendería, suena a una gran aventura,” él rió para sus adentros. “Otro día hay que venir con Urashima. Él ama el océano, pero ha tenido muy pocas oportunidades de verlo.”
“¿En serio?” Roxas se sorprendió un poco.
“Nuestra familia ha sido bastante recluida en el pasado, pero sé que las cosas cambiarán ahora que él se reveló para que le permitieran salir de nuestra residencia principal.”
“¿Qué vendría a ser eso?” preguntó, confundido.
“Los Kotetsu tenemos varias propiedades dentro del Japón. La casa donde vamos a vivir es en verdad nueva. Todo ese vecindario fue construido hace poco y tengo entendido que somos los primeros habitantes de nuestra casa.”
“Vaya…”
“Pero, regresando al tema, nosotros tenemos una residencia grande y privada en una zona rural en el interior del país. No sólo somos nosotros. Hay varios parientes con quienes convivimos, al igual que allegados. Es un complejo de residencias con un bosque aledaño.”
“¿E-en serio?” Roxas se vio casi asustado.
“Haha, no te lo tomes tan seriamente.”
“Es imposible no tomarlo así. Suena increíble…”
“Tienes que ir a conocer uno de estos días. Claro, no hay apuro y tienes tus obligaciones en tu universidad como estudiante y como el apoyo de tu hermana. Se verá en algún futuro,” él mayor perdió su mirada en el horizonte, manteniendo esa sonrisa tranquila y propia de él. “Por todo ello, pese a que nuestro padre es la cabeza de nuestra familia, no tiene una voz absoluta. Mis parientes en general siempre han sido muy cerrados con el mundo de afuera y desean preservar todas las características sobre lo que ellos consideran que es un ‘auténtico Kotetsu’. Eso significó que Urashima recibiera una educación y entrenamiento exclusivos y apartado del mundo de afuera, y sólo podía salir acompañado de familiares para competencias de kendo u otros eventos formales y ceremoniales.”
“…” ello sonaba un poco inconcebible. “No imagino que Urashima sea del tipo que estaría contento con ese tipo de vida.”
“No, definitivamente no… aunque pese a no ser compatible con ello, él nunca se opondría a algo que dicta uno de nuestros parientes. Urashima exalta a su propia sangre y considera a la familia muy por encima de todo lo demás. También es un buen chico que se lleva bien con todos y nunca guarda rencor a nada ni a nadie. Todo eso le ha permitido ser paciente por mucho tiempo,” miró de reojo al rubio. “Hasta que escuchamos de ti. Desde el mero inicio, él insistió que debía salir de nuestro hogar para conocerte. Es entendible,” sonrió un poco. “Urashima te ha estado esperando toda su vida…”
“…” Roxas se inquietó y bajó su mirada al piso. “Yo… no es justo para él. No sé por qué, pero siento que debo disculparme…”
“¿Por qué dirías eso?” le preguntó Nagasone, extrañado, quien rápidamente volvió a sonreír. “Vamos, es sólo normal que él sienta eso por ti. En su situación, sí estuvo al tanto de que existías. De haber sabido que tenías un hermano como Urashima por varios años, seguro que tú también habrías querido conocerle.”
“…” el Key mantuvo su incomodidad y desvió su mirada hacia el mar. “Pues, siempre supe que tenía una familia afuera en el mundo. O sea, debía venir de algún lado. Pero sinceramente nunca le di mucha importancia. Para mí, Cho ha sido mi familia toda mi vida. Aparte de eso, a lo mucho sentí curiosidad sobre mis orígenes, pero nada más…”
“Hm, tiene sentido,” Nagasone se vio entretenido.
“Ehh…” Roxas de inmediato se inquietó por haber admitido ello. “¡N-no es que les menosprecie ni nada! ¡S-sólo que-!”
“¡Hahaha, tranquilo, tranquilo!” el mayor le dio un par de palmadas en su hombro, riéndose abiertamente. “Está bien que hayas pensado así, ¿sabes? No fuiste del tipo que te desesperaste por ser huérfano ni agarraste rencor hacia esas personas que no conociste. Tu actitud de aceptar a tu hermana como tu familia y ser cercano a quienes te rodeaban en tu colegio es sinceramente muy saludable. Me alivia saber que pensaste así.”
“Eh… s-sí…”
“Por eso mismo sé que no puedes vernos como hermanos con toda facilidad. Lo comprendo, y te apoyo porque nadie cambiaría de parecer tan fácilmente,” le aclaró amenamente y sonriéndole. “Incluso yo que he esperado conocerte no te veré ni te trataré del mismo modo que a Urashima. Así que piensa en nosotros como amigos. Como tal, estaré ahí para ayudarte a entrenar y llevarme bien contigo. Tampoco sientas que tienes que dirigirte hacia nosotros como hermanos. Nuestros nombres están bien.”
“Tiene sentido…” Roxas asintió, un poco más calmado por esa sugerencia.
“Bien,” el mayor se soltó de la baranda y se giró para mirar a los locales más cercanos de los balcones, los cuales en su mayoría eran puestos de comida. “Tenemos bastante selección para el almuerzo. ¿Se te antoja algo especial? Yo invito.”
“Ehm…” miró hacia los distintos locales sin realmente animarse por nada, aunque estuvo convencido que no se sentiría para nada cómodo pidiendo algo caro. Vio un puesto de McDonald’s cerca y supo que eso sería suficiente, aparte que era un restaurante sin pierde para él. “Me iré por hamburguesas. No sé si has comido McDonald’s antes.”
“Haha, por supuesto, no que lo prefiera, pero sí,” se encogió de hombros y miró a Roxas. “Aunque no me sorprendería que Urashima nunca haya pisado uno en su vida. Dan ganas de comprarle una cajita feliz, ¿no?”
“Ehh, haha, buen punto,” sí sonaba a algo que apreciaría. “Pero mejor sería traerlo aquí.”
“Tienes razón. No hay que quitarle la emoción de escoger su juguete personal,” rió un poco para sus adentros. “Oh, vamos, que parece que ese grupo grande de niños se está animando a entrar.”
“Pero, ¿seguro que no te importa McDonald’s?”
“Estoy bien, no soy selectivo, y te pedí que escogieras.”
“Sí…”

Ellos entraron para pedir sus respectivos combos y la atención fue casi inmediata, para lo cual fueron a buscar una mesa en el exterior del restaurante y así mantener la vista hacia el mar. Pese a que se sentía cómodo y en sintonía con quien vendría a ser su hermano mayor, Roxas podía notar una familiar incomodidad interna. Era aquel recelo y desconfianza de acercarse a alguien, de ser vulnerable. Ello que había surgido luego de la desilusión hacia Cho y hacia otras personas que había experimentado durante el conflicto de hace tres años. Comprendía muy bien que era una reacción instintiva hacia esa familia que se había aparecido de la nada, y que derivaba de su escepticismo ante la presente y positiva situación…

“¿Qué sucede?” le preguntó el mayor. “No has tocado tu comida. ¿Algo te molesta?”
“Estoy bien, perdón…” Roxas desvió su mirada.
“Te sentirás incómodo,” sonrió un poco por poder imaginar el lío que su hermano debía traer dentro de sí. “Está bien, no todos los días uno se entera de algo tan increíble…”
“N-no es precisamente eso…” negó, ofuscado.
“¿Será algo que quieres compartir?”
“Pues…”

Siguió un momento de silencio mientras Roxas lo meditaba. Era un temor interno y palpable, que le paralizaba y le daba varias dudas. Que le hacía sentir que quizás se estaba volviendo muy vulnerable y que debía dar marcha atrás. Pero… él mismo se recriminó por andar escuchando a su lado más débil. Fue ese sentimiento lo que le hizo mantener distancia de su hermana, y lo que le forzó a vivir con arrepentimientos y huir de sus problemas del pasado. También pensó en su conversación con Axel, y en el hecho que no podía continuar viviendo y lidiando con las cosas de la manera en que lo había estado haciendo.

No… a esas personas que le habían ofrecido tanto y que estaban ahí por él les debía volverse vulnerable y sincero, y hacer un esfuerzo, para variar… también por su bien y el de su hermana y su prima…

“Después de esta comida… quisiera ir a un lugar en especial…” dijo Roxas, meditativo, finalmente contestando al mayor.
“Claro, ¿a dónde quieres ir?”



Urashima y Horikawa fueron guiados a la heladería por los hermanos. Por ser el fin de semana y en una de las horas más cálidas del día, se toparon con varios haciendo fila. Primero pasaron Gokotai y Horikawa ya que Namazuo tenía el interés de enseñarle a Urashima las múltiples opciones de postres disponibles.

“¡Ohhh! ¡Hay tantos sabores!” exclamó el rubio, quien debía escoger un sabor de helado, aunque había tantos tipos que se encontraba perdido y entusiasmado a la vez. “¡Ni sé qué puedo escoger de aquí y no sé sobre la mayoría! ¡Todo es muy genial!”
“Como tu primera vez, te recomiendo que vayas por vainilla,” le sugirió el mayor.
“¿Eh? Pero ese ya lo conozco.”
“Hehe, es porque más adelante hay toda una barra de muchos postres, dulces y condimentos que puedes echarle encima a tu vaso, y la vainilla es el mejor sabor que va con todo eso~”
“¡Ohh! ¡Así que eso es lo que se ve por allá!” sus ojos brillaron de emoción. “¡Ya! ¡Te tomo la palabra! ¡Un vaso grande de vainilla, por favor!”
“¡Que sean dos!” se apuntó Namazuo. Ellos recibieron sus vasos y continuaron por el camino para observar múltiples fuentes con grageas, trozos de chocolates y galletas, frutas confitadas, maníes de varios tipos, marshmallows, jarabes, entre otros.
“¡Ahh, ni sé por qué irme!” el rubio miró de un lado a otro con leve angustia. “Si me voy por los chocolates, luego me estaré perdiendo de las galletas…”
“No te preocupes,” le dio un guiño. “Agárrate los dos~”
“¡¿Se puede?!”
“¡Claro que sí!”
“¿Y también podría echarle esta miel?”
“Sí, de todos modos.”
“¡¿Y-y-y el chocolate derretido?!”
“¡Por supuesto!”
“¡¿Y-y esta crema blanca que no sé qué es?!”
“¿Chantilly? ¡Hahaha, esa es obligatoria para los helados!”
“¡Ohhh! ¡Y quiero ponerle muchas cerezas y trozos de plátano! ¡Ahh!” apuntó a un contenedor de dulces. “¡¿Qué es eso?!”
“¿Eh?” Namazuo lo observó y se puso a pensar. “Tiene el letrero de nuevo. Hehe, no tengo ni la más mínima idea.”
“¡Yo tampoco, pero creo que lo echaré!”
“¡Entonces yo también! ¡Esto es tan emocionante!”
“¡Sí! ¡No sé qué esperar, pero no tengo miedo alguno!”
“¡Así se vive la vida!”

A su alrededor, las otras personas de la fila se detuvieron a observarlos un tanto perdidos. El par hablaba con tanto entusiasmo que nadie se sentía cómodo de acercárseles ni para servirse los condimentos disponibles. Era también impresionante cómo los dos estaban atrapados en el frenesí al punto en el cual tenían más volumen de condimentos que de helado.

“Uhh…” Horikawa dio un pesado suspiro. “Se están dando cuerda mutuamente…”
“Ehh…hehe…” Gokotai sonrió incómodo. “M-mientras la estén pasando bien…”

Luego del breve show, los cuatro salieron para ocupar una mesa debajo de una amplia sombrilla donde iban a consumir su postre.

“Ahh, no sé por qué, pero me siento renovado…” Namazuo extendió sus brazos hacia arriba para estirarse, y luego tomó su cuchara. “¡Es hora de degustar esta exquisitez!”
“¡Exacto!” se sumó Urashima. Los dos comenzaron a comer su selva de aditivos mezclado con el helado. Al tener las copas grandes, tenían bastante que consumir. De repente, el rubio se detuvo y se agarró su cabeza. “¡Ah, ah, ah! ¡Duele! ¡¿Qué es esto?!”
“Has comido muy rápido,” observó Horikawa. “Tienes que tener un ritmo con el helado o te dará dolores de cabeza.”
“Uhh, no sabía eso…” se lamentó.
“Será que no consumes muchas cosas heladas,” Namazuo sonrió. “No te preocupes. Ahora que tienes una casa cerca de una tienda tan rica, sé que te habituarás en poco tiempo~”
“Espero que no sea tanto así…” Horikawa negó. “No es lo más saludable comer tanto helado.”
“¿Tora-kun?” Gokotai notó a su tigre posar sus patas delanteras en sus piernas y mirarle con unos ojos amplios y casi suplicantes. “Ehh, p-perdón, se me había olvidado,” acto seguido, el peliblanco sacó un termo de una mochila que traía y le sirvió un poco de agua, para apoyarla en el piso. “Hehe, es agua fresca. Disfrútala…”
“Ohh…” Urashima se sorprendió al ver el gesto del pequeño y sonrió. “Eres muy bueno con tu mascota, me gusta.”
“Tora-kun no puede comer helados ni dulces, por eso siempre intento tener algo para él cuando salimos,” explicó, con una sonrisa. “No es justo que sólo yo pase un buen rato.”
“Tiene sentido, debería hacer lo mismo con Kamekichi,” él sacó a su tortuga de su hombro y la apoyó en la tierra de una maceta al costado de su silla. “Disfruta de este ambiente mientras termino con mi postre~”
“Recuerda no comer tan apurado,” le recordó su amigo.
“¡Sí, estaré bien!” le contestó con ánimos y continuó a un paso más controlado. “¡Ahh, qué rico~!”

Horikawa le sonrió y observó a los dos ambiciosos de helados consumir sus postres. A diferencia de ellos, tanto Horikawa como Gokotai habían ordenado copas chicas con pocos aditivos para no matar sus apetitos antes del almuerzo. Por ello, ambos habían terminado antes y ahora les tocaba esperar a los otros dos. En su espera, Horikawa observó al pequeño acariciar a su mascota mientras la miraba con ternura, y se dio cuenta de algo.

“Ohh, creo que te he visto anteriormente, Gokotai,” comentó sorprendido.
“¿E-eh? ¿Cómo así…?” le preguntó el menor, ladeando la cabeza.
“Hace unos días fuimos a Rizembool en la tarde para encontrarnos con un amigo y le vi hablar con un chico muy parecido a ti a distancia,” explicó Horikawa, sonriendo.
“¡Ohh! ¡¿Conoces a Monoyoshi?!” preguntó Urashima al pequeño.
“¡Ahh!” los ojos de Gokotai se iluminaron ante la mención de aquel chico y asintió con gran dicha. “¡Sí! ¡N-no sabía que eran amigos de senpai! Hehe, es un gusto.”
“¿Senpai?” preguntó Namazuo. “Pensé que ese chico estaba en tu salón.”
“Sí lo está, Namazuo-niisan, pero es mayor que yo y también actúa como un mentor y cuida de mí en el colegio,” explicó su hermanito, casi emocionado.
“Ya veo,” asintió contento. “Es un buen chico, ¿no es así? No he hablado con él, pero tengo más que suficientes razones para apreciarle si te está cuidando tan bien~”
“Hehe…”
“¿Eh? Pero… ¿cómo así están en el mismo salón?” preguntó Urashima, confundido. “Monoyoshi es mayor que tú por varios años, y no parece que estés por graduarte del colegio…”
“P-pues… es una larga historia…” Gokotai desvió su mirada, incómodo.
“Vamos, no reacciones así,” Namazuo le revolvió los cabellos y decidió explicarlo en su lugar. “Lo que pasa es que Gokotai ha estudiado con mucha dedicación y lo adelantaron varios años en el colegio. Pese a no tener la edad, mi lindo pequeñín ya está por graduarse y ponerse al mismo nivel que su muy orgulloso hermano mayor, ¿no es así?”
“Ehh, e-espero llegar a tu nivel algún día, Namazuo-niisan…” se sonrojó un poco y sonrió ampliamente por el cariño que su hermano siempre le irradiaba.
“¡Por supuesto que sí! ¡Yo tengo grandes esperanzas de ti!”
“Ahh, ya veo,” Horikawa asintió contento e impresionado. “Entonces debes ser muy inteligente.”
“N-no, en verdad…” bajó su mirada, inquieto. “E-en verdad tengo muchas dificultades manteniendo el hilo a las cosas… las clases son difíciles… es un poco demandante para mi edad… p-por eso senpai es muy bueno conmigo y me ayuda un montón…”
“Ehh…” esa observación retraída y un poco torturada preocupó a Horikawa. “Si es difícil quizás no deberías exigirte tanto.”
“N-no, tengo que hacerlo…” Gokotai negó, decidido. “Todos mis hermanos se han esmerado para adelantarse en sus cursos… no puedo quedarme atrás… y también tengo que ser un ejemplo para mis hermanos menores…”
“Wow, ¿cuántos hermanos son?”
“¡Somos un montón!” exclamó Namazuo, quien volvió a revolver los cabellos a su hermanito. “Aunque no hay ninguno tan lindo como mi Gokotai~ Dirás que es difícil, pero no cualquiera puede saltearse tres años de sus estudios ni aunque lo intenten. Además, cuentas con todos en casa también~”
“Te deseo lo mejor. Puedo sentir tu interés y vocación en tu meta,” Horikawa le sonrió.
“G-gracias…” asintió con timidez.
“¿Y cómo así estás estudiando en Hanasaki?” preguntó Urashima. “Tengo entendido que Namazuo está en Rizembool…”
“P-pues…” Gokotai juntó las yemas de sus dedos índices y desvió su mirada avergonzado. “La mayoría de mis hermanos están en Rizembool, p-pero… yo soy temeroso… y d-débil todavía… q-quiero hacerme más fuerte durante este año para poder aventurarme en Rizembool y ser un estudiante ahí… n-no quisiera ser una carga cuando entre a la universidad… y sé que estoy en edad de madurar…”
“No digas cosas así,” Namazuo abandonó su silla y fue a abrazar a su hermanito de costado, con una sonrisa sonsa. “Eres tan adorable y sensible, pero a la vez sé que eres fuerte por dentro y capaz de mucho. No puedes andar desanimándote a ti mismo.”
“E-está bien…” asintió mínimamente.
“¡Aww, eres tan lindo~!” apretó más su abrazo y sobó la cabeza de su hermanito con la suya. “¡Por algo eres mi hermanito favorito~!”
“¡N-Namazuo-niisan, n-n-no tengas favoritismos, por favor!” Gokotai se alarmó.
“Me es inevitable, pero es nuestro secreto, ¿sí?”
“Uhh… no soy merecedor…” el pequeño bajó su mirada.
“Sí que lo eres, tú tranquilo~” Namazuo le soltó y tocó la punta de su nariz de manera juguetona, para agarrar su vaso de helado vacío. “Estaba tan rico que pienso repetir, ¿alguien me acompaña?”
“S-sí que está rico, pero creo que es mucho frío para mí,” dijo Urashima, torpemente.
“Todavía tenemos que ir a comer, ¿estás seguro?” preguntó Horikawa.
“Si me lleno rápido, mi comida será para llevar, no hay problema,” declaró haciendo una v con sus dedos. “¿No quieres algo, Gokotai?”
“E-estoy bien, nii-san, gracias…” asintió. “Te esperamos.”
“¡No me tardo!”

Él se fue corriendo de regreso al interior del local. Sin duda, su ausencia trajo un momentáneo silencio en la mesa, hasta que el pequeño decidió hacer una pregunta.

“Ehh… s-si no les molesta…” Gokotai miraba a un punto aleatorio de la mesa frente a él con tal de no mirar a nadie a los ojos. “¿C-cómo así se conocen con Namazuo-niisan?”
“¿Hm?” Urashima ladeó la cabeza.
“¡E-ehhh!” curiosamente, eso bastó para que Gokotai se inquietara y temblara un poco. “¡P-perdón! ¡S-s-sé que la pregunta suena mal! ¡N-no es nada contra ustedes! ¡S-son buenas personas, en serio! ¡Y-yo, sólo tengo curiosidad y…!”
“Hehe, entiendo, está muy bien,” el rubio le sonrió alegremente. “Pues, en verdad nunca lo habíamos conocido, sólo escuchamos de él.”
“¿C-cómo así…?” preguntó confundido.
“Pues, hace muchos años él participó en competencias de kendo,” comentó Horikawa. “Sabíamos sobre él por ello, pero nunca tuvimos la oportunidad de competir contra él porque se retiró. Y hace poco me encontré con él de casualidad por Rizembool. Eso es todo.”
“…” curiosamente, Gokotai se vio sorprendido y bajó su mirada con tristeza.
“Sí que es muy buena gente. Siento que puedo pasar todo un día con él haciendo nada y no me aburriría,” dijo Urashima, entretenido.
“Namazuo-niisan es muy cálido… y le gusta hacerse de amigos…” comentó, en voz baja.
“Sí, me da la impresión,” Horikawa asintió, aunque había notado la reacción del pequeño. “Gokotai, ¿sucede algo? Te ves pensativo.”
“Ehh… perdón… es sólo que…” el dio un suspiro y se atrevió a mirar a Horikawa directamente. Los ojos del pequeño temblaban y tenía un semblante temeroso, aunque decidido. “¿Ustedes le preguntaron sobre el pasado?”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?” Urashima le miró con curiosidad.
“Yo lo hice, cuando le conocí…” Horikawa adoptó seriedad y un poco de preocupación. “Namazuo simplemente cambió de tema.”
“…” Gokotai asintió y volvió a bajar su mirada. Él agarró su camisa y comprimió un poco sus puños. “Ehh… s-sólo quisiera pedirles que no le pregunten nada del pasado, por favor… el pasado ya fue… Namazuo-niisan no gusta hablar al respecto… eso es todo…”
“¿Por qué…?” Urashima pareció comprender que se estaba perdiendo de algo.
“S-sólo… el pasado ya no existe…” Gokotai dio un suspiro. “Nii-san se ve a gusto con ustedes… yo también pienso que son personas muy amigables y auténticas… esto es agradable… por eso sé que entenderán si no quiero decirles nada más…”
“S-sí…” el rubio no tuvo de otra que asentir.
“Lo comprendo. Debe ser un asunto personal,” Horikawa le sonrió. “Gracias por decírmelo, me había quedado con la duda. Y en verdad aprecio mucho a tu hermano. Ha sido tan amable con nosotros y espero que podamos salir más veces a futuro.”
“Yo también lo espero,” Gokotai sonrió un poco. Después de ese pedido, se vio más a gusto. “Hehe, gracias…”
“No te preocupes por los detalles. Mientras todos pasemos un buen rato juntos, no importa,” declaró Urashima, animado. “Además me gusta mucho que estés preocupado por tu hermano y andes tan al pendiente de él. ¡Eres un buen hermanito! ¡Definitivamente lo apruebo!”
“Ehhh… g-gracias…” se avergonzó aunque sonrió contento.

Horikawa se puso a pensar con respecto a lo que acababa de oír. Cuando había tenido la conversación con Namazuo, tuvo la impresión de que el escándalo que hubo de parte de un miembro de los Toushirou en esas competencias era la razón por la cual él se había visto tan incómodo, aunque en retrospectiva y por el énfasis que Gokotai había tenido, parecía que se debía más al simple concepto del ‘pasado’ y no a la actividad en sí.

También recordó las frías y desconcertantes palabras que Honebami le había dicho sobre sí mismo al respecto: Aquella persona a la cual te refieres ya no es alguien por quien deberías preocuparte en el presente.



“¡Regresé!” se anunció Namazuo, llegando con un vaso más chico. “Hehe, al final decidí contenerme y sólo repetí una porción pequeña. Puedo comerlo por el camino, así que vayamos en marcha al restaurante~”
“¡Entendido!” exclamó Urashima. “Sólo déjame recoger a Kamekichi… ¿eh? No está en la maceta…”
“T-Tora-kun ya terminó su agua…” Gokotai se levantó como resorte y miró de un lado a otro. Terminó divisando a su tigre a un par de mesas a distancia, el cual jugaba con algo que parecía ser una roca, la cual movía con sus patas. Sin embargo, no era una roca…
“¡Ahhh! ¡Kamekichi!” el rubio se aterró por reconocer al caparazón de su tortuga y corrió para quitársela al tigre y agarrarla con mucho cuidado con sus manos. “¡Kamekichi, respóndeme!”
“¡¿E-está b-b-bien?!” preguntó Gokotai, temblando ligeramente. “P-perdón…”
“Felizmente que tiene un caparazón…” Namazuo dio un suspiro.
“S-sí… debe estar bien… supongo…” el rubio esperaba ver a su mascota resurgir como siempre lo hacía, pero se estaba tomando su tiempo. Él acercó su oreja y movió ligeramente el caparazón en un intento de despertarle, pero se angustió de sobremanera al no recibir respuesta alguna. “¡AHH! ¡C-creo que está muerto!”
“¡AAHHH, N-N-NOOO!” Gokotai se agarró su cabeza con sus manos y se encogió en el piso.
“¡Kamekichi! ¡Nooo!”
“¡U-Urashima, mira!” le despertó su amigo.
“¿Eh?” este vio la cabeza de su tortuga asomarse con mucho cuidado como quien se aseguraba de que no había moros en la costa, y finalmente terminó de resurgir. Ante ello, su dueño dio un muy profundo suspiro. “Ahhh… n-no me asustes así…”
“No nos asustes así, tampoco…” se quejó Horikawa, impaciente.
“P-perdón…” Urashima se agachó a la altura del menor y le mostró su tortuga. “Gokotai, mira, Kamekichi está bien.”
“K-Kamekichi-san…” este asintió mientras secaba sus lágrimas. “P-perdóname…”
“Todo está bien, Gokotai,” Namazuo volvió a abrazarle le costado y le hizo levantarse del piso. “Ya pasó el susto. Ahora hay que ir a comer algo, ¿sí?”
“S-sí…” este hizo una reverencia hacia Urashima. “L-lo siento mucho…”
“¡N-no, no te disculpes! Asusté a todos aquí, siento las molestias,” admitió, sonriendo con torpeza. “Sigamos pasando un buen rato juntos.”
“Sí… por supuesto…” se terminó de secar las lágrimas.
“Todo está bien,” Namazuo sacó las llaves de su auto. “Ni bien regresemos a la comodidad de mi carro último modelo, nuestros problemas dejarán de existir. ¡Se los aseguro!”
“I-Ihhh…” su hermanito se inquietó por los recuerdos de guerra en la pista.
“Ehm… Namazuo,” Horikawa se le dirigió con una sonrisa y juntó sus palmas. “S-siento hacer este pedido, pero… ¿sería posible que yo condujera hasta el restaurante? Tengo ganas de probar la potencia y gran calidad de tu auto, si no es mucha molestia.”
“¿En serio?” este se sorprendió, pero sonrió animado. “¡Si tienes licencia, por supuesto! ¡Eres más que bienvenido!”
“¡Oh, muchas gracias!” Horikawa hizo una reverencia. “Y sí, tengo licencia, aunque todavía no carro propio. Pero sí te aseguro que tengo bastante experiencia.”
“Está bien, confío en ti. Eres del tipo responsable, ¿no?”
“Por supuesto,” mantuvo su sonrisa y ánimos mientras oía tanto a Urashima como Gokotai dar suspiros aliviados. Al menos les ahorraría el terror en la ida, especialmente porque el dueño del carro estaría muy entretenido con su postre adicional.
“Entonces vamos~ tengo que mostrarte todas las configuraciones para acomodar tu asiento y el aire acondicionado~” canturreó Namazuo.

Con ese pedido, el grupo se reorganizó para ir al restaurante donde tendrían un tranquilo y entretenido almuerzo.


El paseo de los niños provenientes de Rizembool había sido cerca de la universidad por la dificultad que Monaca tenía para movilizarse. De todos modos, contaban con un área de tiendas y restaurantes cercana donde habían podido darse un rápido almuerzo en un establecimiento de comida rápida y se encontraban comprando postres antes de regresar.

“Hmm, está muy rico~” exclamó Monaca luego de probar un poco del helado que había recibido de Nagisa. “En verdad te agradezco mucho, Shingetsu-kun. Yo no podría haber hecho la fila por mi silla de ruedas…”
“No me agradezcas. Es lo menos que puedo hacer por ti,” le contestó el peliceleste con firmeza, aunque también un poco de vergüenza al verse a gusto por el elogio de su amiga. “E-en verdad es un placer acompañarte y comer helados juntos.”
“Hehe, en verdad que sí, tú sabes que siempre amo pasar tanto tiempo con mis queridos amigos,” sonrió ampliamente y con gran dicha. “Además tú siempre andas trabajando un montón y estresándote con tus deberes, por eso espero que te estés divirtiendo hoy~”
“S-sí, m-muchas gracias…” desvió su mirada, avergonzado.
“Hm~ eres lindo cuando te avergüenzas~”
“Ehh…” el chico juntó la yema de sus índices sin saber qué más decir.
“Ah, pero no te desentiendas de nuestra conversación, Rai-kun. Cuando digo amigos, por supuesto que también me refiero a ti,” aclaró la chica, de muy buenos ánimos.
“No quería meterme en su conversación,” confesó Hotarumaru, ladeando la cabeza. “Gracias por considerarme. Entiendo, pero no quiero llamarte mucho la atención.”
“Hehe, cualquiera diría que te gusto~” canturreó.
“¿E-eh?” Nagisa se vio casi asustado por la idea.
“Monaca, tú sabes que eso nunca sucederá…” el pelicenizo negó con leve frustración. Como siempre, ella se encontraba inquietando a su amigo con cualquier pretexto.
“Lo sé, lo sé~ Para mí, tú eres un lindo hermanito. Pero es precisamente por eso que me gusta pasar el tiempo contigo. Eres un buen chico sin segundas intenciones o esperanzas infundadas de ganarse mi atención tan definitivamente. Gente así cansa bastante,” ella se giró al peliceleste con la mejor de sus sonrisas. “No lo crees así, ¿Shingetsu-kun?”
“Ehh… s-sí, claro,” él asintió con leve torpeza y de inmediato adoptó seriedad. “Si alguien fuera a querer molestarte, tengo que detenerle a todo costo.”
“Hmm, ya casi suena a que eres de esos que intenta ganarse el parecer de otros irracionalmente,” Monaca mostró cierta frustración y decepción en su rostro. “Espero más de ti, Shingetsu-kun.”
“S-s-sí, t-te aseguro que no soy alguien quien te molestaría ni por accidente,” le comentó, tenso.
“Hehe~ me alegra~”
“Monaca…” Hotarumaru negó. Al menos el caso parecía cerrado.
“Pero no te veas tan desanimado, Rai-kun. Vi que te comiste tu postre en dos bocados. Se nota que te gustan mucho los helados, ¿no es así?”
“Sí, por supuesto,” él se animó ante la mención de su delicioso postre. “He estado tan ocupado que no he podido visitar esta hermosa tienda. Ha sido un rato muy agradable para mí.”
“Lo sabía,” Monaca asintió y ensanchó su sonrisa. “Por eso fue un timing perfecto que justo Yagen-niichan se molestara tanto conmigo como para pedirte que me sacaras de su laboratorio. ¡Tú y Shingetsu-kun fueron perfectos escoltas!”
“Suena a que lo hiciste a propósito…” comentó el pelicenizo, entrecerrando los ojos.
“B-bueno, Monaca-chan no se encontraba asistiendo a nadie. Seguramente estaba aburrida y tiene mucho sentido que velemos por ella también,” dijo Nagisa. “Pero sí ha sido un rato agradable. Ya no te veo tan seguido desde que estudias en la universidad.”
“Bueno, es cierto,” Hotarumaru asintió, sonriendo un poco. “Tendremos que repetirlo con más frecuencia, ¿sí?”
“Mientras mi horario me lo permita…”
“Hehe, lo mismo digo.”
“…” Monaca había hecho un puchero por notar que los dos hablaban entre sí y ella pasó a segundo plano. Entonces, pensó en una idea para volver a llamarles la atención. “¡Ah, cierto! ¡No se olviden que tenemos que comprar unos postres para mis nii-chans! ¡Como los menores, es nuestro deber amenizar el ambiente!”
“En verdad dudo que te dejen entrar de nuevo,” comentó Hotarumaru, pensativo.
“Pero no duele intentar, y la intención cuenta, ¿cierto?”
“Como siempre pensando en otros, Monaca-chan,” Nagisa asintió. “Está bien, respeto tu plan. ¿Qué podríamos comprar?”
“Vi unas hermosas tartas de fresas en esa panadería de por allá,” apuntó. “En verdad me haría una gran ilusión compartirlo entre todos. ¿Qué tal si ustedes van mientras les espero?”
“Pues, admito que también me llamaron la atención…” dijo el pelicenizo.
“Tú siempre andas desviando tu mirada hacia los postres, Hotaru…” su amigo negó. Tampoco podía decirle mucho porque sin duda su querida Monaca-chan también había tenido su atención dirigida hacia esa tienda.
“Ah, ahora que lo pienso, sería mejor que me mueva de regreso a la universidad,” sugirió la chica, con una amplia sonrisa.
“P-pero Monaca-chan, es peligroso…” el peliceleste se angustió.
“Estaré bien, Shingetsu-kun. Muchas gracias por tu dedicación, pero no tienes que temer por mí. Lo digo porque mi silla no es muy rápida y ya debe estar necesitando una carga, así que no quiero utilizarla a gran velocidad. Pero tranquilo que te prometo que no cruzaré la avenida sola, ¿está bien?”
“Ehh…” de todos modos, el chico claramente temía por su bienestar.
“Me parece una buena idea,” Hotarumaru asintió y miró a su amigo. “Tranquilo, Nagisa. Podemos confiar en Monaca. Sabes que es una persona bastante racional.”
“Lo soy~”
“P-pero… en el camino de ida casi se va hacia el tráfico.”
“No te preocupes por eso…” su amigo negó con leve pena y frustración ya que eso obviamente había sido un intento de la chica de llamar su atención e inquietarle, pero prefirió no decirlo tan abiertamente.
“Shingetsu-kun, ¿acaso no confías en mí?” le preguntó Monaca con sus ojos muy abiertos que inspiraban gran pena.
“N-no es eso, Monaca-chan. S-sólo intento velar por ti…”
“Pero Rai-kun también lo hace y él sí confía en mí y me da libertades,” hizo un puchero. “¿Es que acaso mi querido Shingetsu-kun no quiere dejarme vivir mi vida?”
“¿E-eh? N-no es eso, es que…”
“¿Tú crees que no tengo suficientes limitaciones por andar postrada en una silla de ruedas?” le preguntó con una voz más aguda y ojos llorosos.
“¡N-nunca diría eso! ¡L-lo juro, Monaca-chan!”
“¡Pero seguro que sí lo pensarías!” exclamó para cubrirse su rostro con sus manos y ponerse a llorar. “¡Tú no me quieres, Shingetsu-kun!”
“¡N-no es verdad! ¡Monaca-chan, tú eres muy especial para mí!” le dijo en voz alta para dejarse oír por encima de ella. “¡En serio! ¡Por favor, no llores! ¡Lo siento, lo siento mucho!”
“¿Entonces sí me quieres?” le preguntó asomando sus ojos por encima de sus manos.
“Ehhh…” el pequeño volvió a sonrojarse y a desviar sus ojos luego de caer en cuenta que lo había dicho tan fuerte. Su mirada llegó al suelo, donde tuvo que contestar. “S-sí… sí lo dije. En verdad t-te q-q-quiero…”
“¡Yay~!” Monaca volvió a extender sus brazos al cielo en señal de victoria y alegría. “Entonces me alegra mucho saber que no me has defraudado y que cuento contigo para todo. Sí que eres un gran amigo, Shingetsu-kun~”
“S-sí…” asintió. “P-puedes ir adelantándole. S-sólo espéranos en el cruce.”
“Por supuesto~ nos vemos, chicos~” ella comenzó a moverse de regreso hacia la universidad, la cual era una distancia bastante corta.
“Vaya…” Hotarumaru dio un suspiro. “Siento que esto tenga que pasarte.”
“Monaca-chan es particular, pero sé que es sólo su sentido del humor,” Nagisa negó. “No te preocupes por mí, Hotaru.”
“A veces quisiera que tú te preocuparas por ti mismo…”
“¿Qué quieres decir con eso?” se extrañó.
“Nada, descuida,” el pelicenizo optó por restarle importancia y sonreírle para no inquietarle más. “Tenemos que ir a conseguir esa deliciosa tarta, así le daremos el alcance pronto.”
“Claro, parece que hay gente en fila. Vamos.”


Después del plan de Osaka de conseguirle un celular a Kashuu y de ir a comer con todo el grupo, el chico había tenido un pedido: quería conocer Rizembool U en persona. Esa fue una decisión un poco desconcertante para Cho, aunque era evidente que su arma poseía un espíritu más atrevido y confiado que ella misma.

Por ello, todos se encaminaron hacia dicha universidad. Como había un conjunto de tiendas cerca, la mayoría decidió quedarse en una tienda de postres a degustar algunas exquisiteces mientras Kashuu terminaba de saciar su deseo de observar la base enemiga. De todos modos, él les aseguró que no tenía intereses de ingresar, y que observar la entrada al otro lado de la avenida le sería más que suficiente.

Cho estaba acompañándole, con ambos apoyados en una pared y mirando hacia dicha universidad. Al tratarse del fin de semana, no había tantos estudiantes, pero la actividad era evidente. Ella miró de reojo al chico que todavía miraba a dicho lugar con un cierto desinterés, pero persistía en darle toda su atención. La HiME esperó un poco antes de cuestionarle.

“Ehm, Kashuu, ¿a qué se debe tu pedido de venir hasta aquí?” le preguntó.
“Si piensas que tengo el interés de buscar a tu Rebel para pelear, déjame reconfortarte,” él sonrió un poco mientras tomaba una última foto de la entrada con su celular. “Tampoco necesito realmente ingresar para saber cómo luce por dentro. Como una parte de ti, poseo conocimientos y recuerdos que tú misma has guardado con el tiempo, aruji. Sin duda, los más presentes y resaltantes en mí son todos aquellos que están relacionados con el conflicto. Esta misma entrada es también algo que yo hubiera podido reconocer.”
“Entonces…”
“Vine porque verlo con mis propios ojos y tomar la decisión de presenciarlo es una declaración para mí mismo, un recordatorio de quiénes son mis enemigos, y de mis razones para pelear,” él miró de reojo a Cho y le sonrió. “No es nada realmente serio o alarmante. Es simplemente aceptar la vida por cómo es y adentrar el desafío en mi persona. Nada más.”
“Entiendo…” Cho asintió. Sin lugar a dudas, él tenía una mayor identidad con el conflicto al punto en el cual la idea de la guerra o peleas le era completamente natural sin realmente causarle estrés. Era un poco admirable. Sonrió un poco. “Podría aprender de ti. A veces, la sola mención de Rizembool me da escalofríos.”
“Soy un arma, es normal que lo vea de un modo tan simple,” él se encogió de hombros. “Sinceramente, quisiera poder pelear en tu lugar, aunque incluso como tu instrumento espero poder apoyarte en más de un modo. Después de todo…” sonrió con cierta dicha. “Mi aruji desea que seamos un equipo, ¿no es así? Por ello, eso será precisamente lo que haré.”
“Sí, gracias…” la HiME se vio contenta. “Podríamos ir a buscar a las demás. Deben estarnos esperando.”
“También podríamos escoger un postre. Vi algunos que llamaron mi atención, principalmente por lo bien decorados que estaban,” dicho esto, Kashuu sacó su Smartphone para tomarse un muy casual selfie, el cual terminó de inmediato. Cho se sintió un tanto frustrada ya que en el par de horas que su arma había tenido su celular, ya se había tomado más selfies que ella en toda su vida. Sin duda, él estaba mucho más pendiente de su propia apariencia que ella. “Aruji, vamos. Aquella ruidosa compañera tuya no querrá esperarnos por mucho.”
“Supongo, pero Osaka siempre le hace ser paciente…”

Los dos caminaron por esa vereda. En poco tiempo, divisaron la alameda donde se podía acceder a las tiendas. Por ahí observaron a algunas personas, en su mayoría estudiantes, salir y comenzar a cruzar la calle de regreso a Rizembool. Sin embargo, la atención de Cho fue hacia una pequeña niña peliverde en una silla de ruedas que miraba muy sonriente a todos los estudiantes caminar, aunque ella no se movía pese a encontrarse al borde de la acera. La HiME se preguntó a si misma si ella requería ayuda de alguien y mientras caminaba con su arma hacia esa alameda consideraba que podría al menos preguntárselo, aunque Cho no fue quien inició el contacto porque la pequeña le miró y de inmediato le agitó una palma en señal de saludo.


“¡Oh! ¡Hola!” exclamó Monaca con suma alegría. “¡Nee-chan, nee-chan! ¿Podrías venir un momento por favor?”
“Sí, claro,” Cho le contestó y se le acercó. “Ehm, ¿necesitas ayuda para cruzar la calle?”
“Hehe, no te preocupes~ Tengo a un par de amigos que me acompañan y los estoy esperando para cruzar, aunque se están tardando un poco,” comentó con un tono que expresaba una mínima impaciencia, aunque ella se encogió de hombros y sonrió complaciente. “Pero está bien porque están comprando un delicioso postre que vamos a compartir juntos~ yo me adelanté para no hacerles esperar durante el camino~”
“Ya veo…” se sorprendía por lo comunicativa que la niña había resultado ser, aunque sí mantenía el carácter y la personalidad disciplinados que había esperado de su apariencia. De todos modos, Cho se preguntó a sí misma cómo así ella se le había dirigido específicamente. “Pues… ¿hay algo en lo que puedo ayudarte?”
“¿Hm?” la pequeña llevó un índice a sus labios y sonrió simpática y traviesamente. “Hehe, perdón, debo haberte sorprendido. En verdad no, sólo quería saludarte. Es que te ves muy linda y me llamaste la atención. ¡Oh! ¡Llámame Monaca! ¿Y cuál sería tu nombre, nee-chan?”
“Yo soy Cho. Mucho gusto…”
“¡Un gusto también! Es genial ir conociendo a gente, especialmente a aquellos mayores a mí. Siento que puedo aprender un montón de personas con más experiencia,” sonrió satisfecha y dichosa. “¿De casualidad eres una estudiante de Rizembool?”
“Ehm, no, no realmente…” desvió su mirada.
“¿Por qué te ves tan incómoda, nee-chan?” le preguntó ladeando la cabeza, y entonces su rostro se iluminó de alegría por una realización. “¡Ohh, entonces puede que seas de Hanasaki! ¿Y eres una HiME de Hanasaki?”
“Eh, ¿eh?” Cho se sorprendió considerablemente, más que nada por el hecho que una linda niña en silla de ruedas sabía sobre todo el tema y había sacado conclusiones tan rápidamente. La peliceleste no llegó a negarlo ni nada porque Monaca optó por interpretar su inquietud como una afirmación.
“¡Qué genial! ¡Me encantan las HiMEs! ¡Sé que si no estuviera en una silla de ruedas hubiera apuntado a convertirme en una!” Monaca se tomó la libertad de agarrar a Cho de un brazo como una señal de cariño y le miró con una amplia sonrisa. “¡Te acabo de conocer, pero siento que ya estoy muy orgullosa de ti, nee-chan!”
“Ehh, y-yo…”
“Hehe~” Monaca entonces miró a Kashuu. Este, a diferencia de Cho, había mantenido una distancia y miraba a la peliverde con una pizca de desconfianza, algo que Monaca optó por ignorar. “Tú vendrías a ser un amigo de mi nee-chan, ¿no es así?”
“…” Kashuu se mantuvo inmutado.
“¿Eh?” Cho encontró esa reserva de su arma muy poco característica y sin duda se inquietó al verle apartado y meditativo. Era como si él hubiera notado algo invisible para ella misma…
“Hm, no eres muy comunicativo, ¿cierto? Bueno, está muy bien,” Monaca soltó a Cho y juntó sus palmas en señal de pedir un favor. “Mientras te asegures de proteger a nee-chan y luchar con ella, todo estará muy bien. Espero que lo hagas, por favor.”
“¿Quién se supone que eres tú?” le preguntó Kashuu, finalmente, alzando una ceja.



La conversación se cortó porque llegaron los otros dos chicos con la tarta que habían sido mandados a comprar. Ellos se notaron un sorprendidos por ver a Monaca hablar con los mayores y Hotarumaru no perdió tiempo para ir donde ella y agarrar los mangos de su silla de ruedas.

“¿Qué estás haciendo, Monaca?” le preguntó este, con leve frustración.
“¡Rai-kun, Shingetsu-kun, les presento a mi nee-chan!” declaró ella con suma alegría. “Nee-chan es una HiME de Hanasaki, ¿no es genial?”
“¿H-H-HiME?” Nagisa se aterró por la mención e instintivamente se interpuso entre Cho y Monaca como quien mantenía su amiga a salvo.
“E-eh… espera, n-no es que vaya a lastimar a nadie…” la HiME se quedó en blanco.
“…” Nagisa no bajó su guardia, aunque se notaba un poco temeroso, pero dispuesto a velar por el bienestar de la peliverde.
“Nagisa, Cho-neechan tiene razón,” le calmó Hotarumaru. “Descuida, la conozco también.”
“¿T-tú también le llamas así, Hotaru? ¡Es imprudente! ¡Ella es una HiME!” le resondró.
“Uhh, nos tendremos que ver en otra ocasión, nee-chan…” se lamentó Monaca, quien sonrió una última vez a su nueva ‘nee-chan’. “Aunque al menos estate tranquila que tienes todo mi cariño, y parece que el cariño de Rai-kun también. ¡Nos vemos!”
“Ehm, espero que Monaca no les haya causado incomodidades,” Hotarumaru asintió en señal de despedida. “Con permiso…”

La luz peatonal justo estaba en verde y los tres comenzaron a cruzar. Ese extraño encuentro terminó de manera tan abrupta como había iniciado.

“Kashuu…” Cho miró a su arma de reojo, quien no despegaba sus ojos de la pequeña. “¿Qué sucede? Siento que me estoy perdiendo de algo.”
“Una… corazonada, por así decirlo,” dijo, para finalmente olvidar a quienes se estaban yendo y dar media vuelta hacia la alameda. “No le demos más atención, aruji. Sigamos.”

“Monaca…” Hotarumaru susurró a su amiga, mientras se daba la labor de empujar su silla a manera de prevenirle regresar. “¿Por qué la llamas así?”
“Es mi manera linda de ser~” canturreó, también en voz baja. “¿Por qué detecto una mínima preocupación en tu pregunta?”
“Te conozco…”
“Hmhm~ ¿me conoces, Rai-kun?” rió para sus adentros.
“¿Qué se andan murmurando entre ustedes?” les preguntó Nagisa, quien traía la tarta y caminaba detrás de los dos. Por ese inesperado encuentro, se encontraba ofuscado y de mal humor.
“¿Oh? ¿Acaso estarás celoso, Shingetsu-kun?” le preguntó.
“¡N-no es eso! ¡En verdad quiero cuidarte, Monaca-chan! ¡No te expongas a las HiMEs, por favor!” le pidió, entre avergonzado e impaciente. Él corrió para andar al costado de su amiga.
“Perdóname por incomodarte, Shingetsu-kun, pero no te preocupes por ella. Fue un encuentro casual y me llamó la atención,” le dijo con simpleza y una simpática sonrisa que sabía que volvería a subirle los ánimos a su amigo. “De todos modos, todos sabemos que los Rebels son mejores que las HiMEs, ¿no es cierto?”
“A-aun así, no se puede estar tranquilos…”
“Ya pasó, ya pasó. Seré más cuidadosa la próxima vez, ¿sí?” dijo, con su linda sonrisa.

El caso se dio por terminado y los tres regresaron al tema de compartir la tarta con los mayores, lo cual esperaban que pudiera darse. Aquel encuentro volvería a ser significativo en un futuro todavía un poco lejano…


Después de una larga travesía que atravesó varias partes de la ciudad, Roxas pidió a Nagasone que detuviera el auto en la berma de un camino casi desolado. Este último se notaba un tanto aprehensivo de detenerse ahí puesto a que estaban en medio de un vecindario de clase baja que daba una apariencia peligrosa, aunque al menos se encontraban bastante lejos de los múltiples edificios y residencias viejas y desarregladas porque el camino estaba rodeado de espacios amplios de un césped descuidado y con algunos restos de basura.

“¿Seguro que quieres detenerte aquí?” le preguntó.
“Sí, es mejor aquí. Si seguimos, podríamos adentrarnos mucho en el laberinto de calles, y no recuerdo esta zona muy bien…” Roxas bajó del carro para caminar al costado del mismo. A espaldas de él estaba parte de esa zona residencial, mientras que él encaraba a un río no muy caudaloso que dividía esa tupida área de viviendas. Dio un suspiro. “Siento pedirte que conduzcas aquí. Yo tampoco vendría por mi cuenta. Cho es la que se ubica mejor…”
“Descuida, imagino que tienes una buena razón para eso,” le sonrió comprensivamente y le acompañó a apreciar esa vista del río rodeado por aquel desordenado césped que contrastaba con todo el concreto y contaminación del área. Hubo un corto silencio que le obligó a traer una importante pregunta a la mesa. “¿Y cómo así quisiste venir?”
“No sé qué tan al pendiente estés de la investigación que eh… nuestro padre realizó para ubicarme,” comentó Roxas, mirándole. “Imagino que mi búsqueda ubicó a quien sea que estuvo detrás de mí a esta zona…”
“Hmm…” se cruzó de brazos mientras miraba las aguas correr. “Sí sé que fuiste abandonado a la deriva y que viviste en una zona pobre siendo cuidado por un vagabundo. Por esa desaparición de varios años, fue difícil dar contigo…”
“…” Roxas asintió. Su mirada se alzó más allá del río hacia los edificios al otro lado del cauce. “Este fue el barrio donde viví durante mis primeros años. Y sí, aquí es donde entré en razón, cuidado por un anciano que realmente nunca tuvo la obligación de hacerse cargo de mí… tampoco de Cho, pero nos cuidó a los dos como si fuéramos sus hijos.”
“…” Nagasone se vio un tanto impresionado al oírle hablar sobre ese tema. Se notaba que era importante por la solemnidad de su voz y su serio semblante.
“No fue una vida cómoda. Sin duda, ahora que me pongo a pensar en el pasado, vivimos en lo que sería una miseria. Sin pertenencias, sin luz… a veces iba a dormir con hambre. Pero… no son malos recuerdos. En verdad… fueron momentos muy felices…”
“…”
“Solía jugar con lo que sea que encontrara en el piso o que llamara mi atención, y disfrutaba de cada pequeña comida que mi abuelo solía conseguir para nosotros…” Roxas sonrió y bajó su mirada al pasto. Se agachó para observar a un diente de león completamente cubierto de semillas blancas y extendió sus dedos para acariciar a aquel puñado de semillas listas para ser trasladadas por el viento. “Estas siempre fueron las favoritas de Cho, incluso ahora. Pasaba el tiempo soplándolas o mirando a las raras mariposas que a veces aparecían. Heh… en verdad, en aquel entonces, era como si no importara nada más.”
“Tiene sentido…” Nagasone sonrió con nostalgia. Por razones personales, podía comprender exactamente aquel triste anhelo que su hermano menor le trasmitía. “Podemos llevarle unos dientes de león a tu hermana.”
“…” negó. “Hace años que ya no los arranca, por más que le gusten. No sé si lo apreciaría.”
“Ya veo, entiendo.”
“…” Roxas terminó sentándose en el césped y abrazó sus piernas frente a él, mientras seguía haciendo memoria del pasado. “Cuando uno es pequeño, piensa en su primera realidad como un todo, como si esa rutina y existencia continuaría para siempre. También se siente muy real e inmutable, incluso ahora, muchos años después de que ya no existe, pese a que en tiempo real fue una fracción pequeña de mi niñez.”
“…”
“Mi abuelo falleció, eventualmente…” bajó su mirada. “Antes de partir, nos dijo que le dejáramos solo, que buscáramos a alguien. Así terminamos en un orfanato… y fue ahí que muchas otras cosas comenzaron a importar… cosas aterradoras para mi yo de niño…”
“…”
“Muchas parejas jóvenes que acudieron al orfanato se interesaron por mí, seguramente por mi apariencia, y hasta las encargadas de aquel lugar intentaron separarnos, diciéndome que era por mi bien, aunque yo quería preservar lo poco que quedaba del pasado… no iba a abandonar a Cho sin importar qué ocurriera. Eso estaba claro. Y un día llegó una pareja que se interesó en los dos, y fueron ellos quienes nos adoptaron, quienes nos dieron su apellido.”
“…”
“Estuvo bien vivir con ellos. En verdad les importamos, y en verdad nos trataron como sus hijos… pero no pudimos acostumbrarnos a ellos porque poco después los dos murieron en un accidente de tránsito… ahí comenzaron los problemas, los cuales por mucho tiempo no supe… pero que terminaron dejándome saber que la vida no es tan simple ni ideal…” frunció el ceño. “Éramos parte de esa adinerada familia. Estuvimos inscritos en el testamento de nuestros padres adoptivos y no había forma de deshacerse de ello. Pero parientes inmediatos nunca nos vieron con los mismos ojos. Para ellos fuimos impostores, nos metimos en el camino… fuimos como una plaga que quitó parte de la fortuna que les correspondía a ellos y sin duda quisieron regresarnos al orfanato pese a no poder hacerlo. De todos modos… movieron recursos y contactos para apropiarse de los negocios de nuestros padres y dejarnos con la casa y una cuenta bancaria que se agotaría con los años, sin ningún tipo de apoyo y abandonándonos a nuestra suerte. Unos pocos sirvientes nos apoyaron en un inicio, pero pagar sus salarios fue imposible y con el tiempo tuvimos que estar por nuestra cuenta…” tensó sus manos. “Cho estuvo al tanto de todo eso desde el inicio, pero ella mantuvo la ilusión. No dejaba de contarme cómo nuestros supuestos parientes le llamaban y daban ayuda, pero que estaban muy ocupados como para vernos… ella en verdad no quiso quebrantar la fe que tenía en ese entonces por más que tuviera que cargar con eso por su cuenta…”
“…”
“Y ahí llegó Hanasaki… ella se alejó por convertirse en una HiME, en otro de sus intentos de protegerme… ahí me di cuenta de las mentiras, y durante mucho tiempo le resentí por dejarme de lado y menospreciarme… también fueron tiempos difíciles… comprendí por varias experiencias que realmente no podía confiar en nadie, que siempre fui visto diferente…” lo intentó evitar, pero sus ojos se nublaron con lágrimas. “En momentos así, me preguntaba qué había sido de este inicio… de cuando las cosas eran tan simples… cuando recibí la ayuda y protección de un completo extraño que apenas podía cuidarse a sí mismo… de lo cercano que solía ser con Cho y de vivir un mundo sin preocupaciones… de pensar que todos como seres humanos éramos buenos por dentro y que podía contar con ese principio… recibir ayuda y extender la mía si alguien la necesitaba…”
“…”
“Tampoco puedo ignorar que yo soy tan humano como los demás… en verdad lastimé a mi hermana por darle la espalda en los momentos más cruciales de la secundaria, cuando me necesitó, el único momento en el cual me pidió explícitamente que la ayudara…” hizo una pausa para recobrar un poco su compostura. “Perdón… siento contarte todo esto… es sólo que… pienso que al menos les debo un poco de honestidad. Porque… sé que son buenas personas. Por algún motivo, siento que soy capaz de hablar contigo sobre lo que sea… pero yo… es que yo… si debo ser sincero, tengo miedo… ya no sé qué esperar… y a veces mirar hacia delante, hacia oportunidades o posibilidades… me aterra… a veces no quiero pensar en cómo las cosas van a volver a cambiar… si es que terminaré perdiendo algo importante, o si volveré a desilusionarme…”
“…” Nagasone le miraba atentamente, y sonrió de manera afectiva. Él se invitó a sentarse al costado del menor y apoyó sus brazos delanteros en sus rodillas, en una posición cómoda que transmitía comprensión y sabiduría. Luego de mirarle un poco más, agarró el hombro de Roxas con una de sus manos. “Tranquilo. No sé si me creerás, pero entiendo cómo te sientes.”
“…”
“La vida es aterradora, en verdad que lo es… y al final son los inocentes los que terminan sufriendo más que los demás… Todos somos humanos, tú lo has dicho.”
“…”
“Yo también fui en algún momento cómo tú lo eras. Seguía una rutina creada por personas por encima de mí. Me divertía, jugaba, comenzaba a aprender kendo y estaba perfectamente inconsciente de todo lo demás. Mi familia y la naturaleza también fueron mi mundo.”
“…”
“Heh, todo ello era antes de que ustedes nacieran. Soy mayor por varios años, qué se puede hacer,” se encogió de hombros. “Pero también aprendí con el tiempo que había mucho detrás de lo que se aparenta. Por más que el apellido Kotetsu sea un sinónimo de clase y buena reputación, mi entorno siempre ha sido muy distinto de lo ideal, y el tiempo no lo mejoraría, lamentablemente…”
“…” Roxas le miró con curiosidad por esa mención. Era difícil pensarlo luego de conocer a esa muy amable y unida familia…
“Podrías decir que también tuve mis decepciones, aunque creo haber estado más en el rol de tu hermana por observarlo todo con anticipación…” sonreía mientras alzaba su mirada al cielo. “Siempre me he preocupado más por nuestro hermanito. Urashima tuvo la mala suerte de tener que vivir con varias consecuencias de las acciones de otras personas, por más que él nunca lo fuera a ver de aquel modo…”
“…”
“Hm…” dio unas palmadas al hombro de Roxas y finalmente le soltó, para mirarle de costado y con su sonrisa inmutada. “Es demasiado pronto para andar diciendo detalles, pero algún día lo haré. Te lo prometo.”
“Sí…”
“Pero aun así ni todo el conflicto presente en el mundo nos hará olvidar lo que es más importante en nuestras vidas. Eso te lo aseguro. He mantenido mis prioridades en orden pese a estar fuera de casa con frecuencia por obligaciones personales. Siempre pude confiar en nuestro padre para cualquier problema, y cuando regresaba a casa de un largo viaje era recibido por un sorpresivo abrazo de Urashima. Yo también he estado por ellos a mi manera,” asintió con certeza absoluta.
“…”
“Y sé que tú eres igual, pese a lo que me contaste. Sientes gran aprecio por tu hermana. Eso se puede percibir en tu voz y en tus expresiones. Por eso, nunca la perderás. Nunca dejarás de lado a tu familia. Ten más fe en ti mismo.”
“…”
“Y también…” se levantó rápidamente para mirar al firmamento. “Aquellas personas que los abandonaron luego de que ustedes perdieran a sus padres adoptivos pudieron haber tenido su apellido, pero nunca fueron su familia. Ellos no tenían el interés de serlo y no tardaron en demostrarlo. Por otro lado, yo sí tengo el deseo de ser hermano de los dos. Bueno, todos nosotros. Es evidente en Urashima, y Horikawa también los considera a su modo. Y con respecto a nuestro padre, podrá ser severo e intimidante, pero él realmente sabe lo que hace y velará por ustedes. Te lo digo por experiencia propia.”
“…” Roxas le miraba atentamente, con leve sorpresa.
“Tus palabras se oyeron muy solitarias. Tal y como dices que tu hermana ha estado cargando con varias responsabilidades por su cuenta, tú también has venido arrastrando todo esto sin ayuda de nadie, ¿no es así?”
“Pues…” bajó su mirada, y notó cómo el mayor le extendió su mano.
“Ya no estás solo, Roxas. Nunca lo has estado, y mucho menos ahora. Como el mayor, no puedo permitir que esto perdure. Ahora vayamos de regreso,” le dijo con calma y paciencia. “Gracias por traerme hasta aquí, por cierto.”
“…” asintió con torpeza y aceptó la ayuda para levantarse. Era reconfortante oír aquellas palabras, y en verdad sentía que podía confiar en él. Continuaba con cierta inquietud y extrañeza, aunque aquello se había vuelto más secundario. “De nada… más bien perdón por hacerte conducir por estos lugares.”
“No te preocupes. También tengo mis experiencias por mis varios viajes, y podría darle un escarmiento a quien sea que se meta con nosotros,” sonrió confiado. “Sabes que soy muy fuerte, ¿verdad?”
“Ehh, sí…” sonrió incómodo. “Aunque tampoco es tan prudente asumir que estará bien.”
“Puede ser, nunca se sabe lo que nos espera,” se encogió de hombros. “Sigue habiendo bastante luz. Ahora que regresemos a casa, ¿te animarías por un breve entrenamiento de kendo?”
“¿Eh?” se sorprendió por la sugerencia. “¿Seguro?”
“¿Por qué no? Hay varias espadas de práctica en casa y nos vendría bien. Entrenar siempre me pone de buen humor.”
“C-claro, muchas gracias.”
“Estás en confianza.”

Ellos regresaron al auto para comenzar con el retorno. Aquella conversación daría lugar a una relación de confianza y familiaridad entre ambos que incrementaría con el paso del tiempo.



Luego de un delicioso almuerzo y otra corrida desenfrenada por la ciudad, Namazuo cumplió en dejar a Urashima y Horikawa de regreso al punto de partida. Los cuatro salieron del vehículo para terminar de despedirse (y también para despejar su mente antes de otra corrida, en el caso del pequeño peliblanco).

“Ehh… muchas gracias por esta tarde, fue divertida…” dijo Gokotai, sonriendo tímidamente mientras abrazaba a su tigre.
“Hehe, verdad que sí,” Urashima le sonrió y le revolvió un poco los cabellos. Este de inmediato notó que el tigre intentó dar otro zarpazo a Kamekichi que estaba apoyado en su hombro, pero se alejó y le extendió un índice como llamada de atención. “¡No! A Kamekichi le tratas con respeto, ¿has oído?” inmediatamente, vio cómo dicho tigre se calmó y le miró atentamente.
“Ohh, Tora-kun te ha hecho caso,” Namazuo se impresionó y sonrió. “Hehe, normalmente sólo escucha a Gokotai con tanta atención.”
“También tengo afinidad con los felinos~” declaró el rubio, alegremente. “Siento que me puedo llevar muy bien con este lindo tigre~ ¡Ha sido un gusto también!” de inmediato le acarició.
“Eh, entonces quisiera que algún día conocieras a los otros cuatro…” dijo Gokotai, animado. “La mayoría les tiene miedo, así que me haría ilusión presentarles a un nuevo amigo.”
“Oh, espero contar con esa misma oportunidad,” confesó Horikawa.
“¡Otro día quedamos y los invito a nuestra casa!” Namazuo giró de un pie con muchas energías y sonrió ampliamente. “¡No sería justo que supiera dónde viven y que estén a mi merced sin que yo les corresponda!”
“N-Namazuo-niisan, n-no digas cosas aterradoras, por favor…”
“¡Bromeo~!”
“¡Espero que sea pronto! ¡Quiero conocer a todos tus hermanos!” dijo Urashima.
“Todavía tengo a algunos hermanos de viaje, pero siempre podemos vernos varias veces. Les aseguro que se llevarán bien con todos,” le levantó un pulgar. “Bueno, aquí nos despedimos.”
“Vayan con cuidado,” Horikawa se despidió alegremente y moviendo su palma.
“S-sí, con cuidado, volví a ver mi vida pasar por mis ojos…” Urashima dio un suspiro.
“Nii-san, ¿p-podríamos pasar por Rizembool a ver cómo están Honebami-niisan y Yagen-niisan?”
“Hmm, había pensado lo mismo, pero lo veo difícil…” Namazuo se cruzó de hombros. “Lo haría, pero no quiero exponerte al tenso ambiente de trabajo cuando están por terminar un proyecto. Además, sabes lo especial que es Yagen al dejar a gente entrar a su laboratorio…”
“Ehh… c-cierto… nunca me ha dejado…” Gokotai bajó su mirada.
“¡Pero descuida! ¡Otro día les forzaré a que nos visiten en casa! Te lo prometo~” le dio un guiño.
“Ohh, espero también volver a ver a tu mellizo,” dijo Horikawa. “Siento que es una persona muy interesante.”
“Sí tiene ese aire de misterio, aunque tendría que tenderle una trampa porque no es muy sociable,” el pelinegro todavía no podía entender cómo así su querido gemelo se había dignado a hablar con Horikawa, aunque tendría sus motivos. “¡Bueno, cuídense! ¡Nos hablamos!”

Dicho esto, los Toushirous regresaron al auto, el cual partió a toda velocidad de regreso a su hogar.

“Son muy simpáticos, ¿cierto?” preguntó Horikawa.
“¡Fue tan divertido!” Urashima levantó sus brazos. “Hehe, muchas gracias, Horikawa. Siempre andas haciendo tantos planes por mí. Ya ni sé cuántas te debo.”
“No digas esas cosas, es un placer.”
“¿Y qué será de los demás?”
“Andan de regreso, me han enviado mensajes,” reportó. “Llegar temprano me da la oportunidad de prepararles una merienda.”
“¡Entonces te ayudo!”
“Está bien, pero tienes que seguir mis instrucciones atentamente,” recalcó. “Debes ser muy cuidadoso con las vajillas, para empezar.”
“Sí, lo prometo…”

Y así terminó un distraído, aunque significativo, día para los miembros de ese nuevo hogar, quienes empezarían a volverse más unidos.
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