Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 246876 times)


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #330: September 17, 2017, 10:34:58 PM »
Este fic se suponía que iba a ser corto (...) Con esto espero cumplir con el mes *huye*

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Había llegado el último día de la semana, el domingo. Era alrededor de las diez de la mañana y un momento especial para Yuyuko luego de haberse librado de sus múltiples responsabilidades relacionadas con su estatus como heredera de su familia. Por ello, la pelirrosa había declarado que ese día saldría a pasear y darse un gusto que había esperado desde hace mucho. Al comprender aquel deseo y no tener nada que atender durante la mañana, Youmu se ofreció con dedicación y ánimos a acompañarle, aunque no había esperado precisamente qué plan tenía su señora para esa salida.

Contra todo pronóstico, las dos terminaron llegando a un amplio y pacífico, aunque muy ocupado, cementerio tradicional dentro de la ciudad. Yuyuko simplemente explicó con una sonrisa que le debía una visita a una amiga de la secundaria, y se reservó mayores comentarios. Sin lugar a dudas, Youmu se preocupó bastante por su señora al tratarse de un plan tan inesperado y un poco desconcertante, pero notaba que la mayor se encontraba de buenos ánimos, y que era claramente algo que quería hacer y que seguramente le caería muy bien en el fondo.

Pero, como siempre, Youmu supuso que no había tenido motivo de qué preocuparse porque la pelirrosa mantuvo sus grandes ánimos y atención a lo trivial en medio de la visita al cementerio. Por la entrada, las dos se detuvieron en un puesto de flores e inciensos donde Yuyuko se encontraba maravillada por la selección.

“Los claveles están divinos~” comentó mientras miraba dichas flores de color blanco y rojo. “No sabría cuál color llevarle. Hm, aunque estos lirios se ven muy llamativos. Y por supuesto que las rosas también, pero no sé si serían las flores más adecuadas para el momento, hm…”
“Y-Yuyuko-sama, decídase pronto, por favor,” le pidió la peliblanca con frustración.
“Pero si es que hay mucho que considerar. Además, que todavía no nos hemos detenido a evaluar los inciensos. Ah~ y las bases para estos que tienen disponibles son tan bellas~” se mostró decidida. “Creo que también me llevaré media docena para la casa.”
“¡Yuyuko-sama, estos inciensos son dedicatorias para los espíritus!” le resondró.
“Oh, tranquila, mi Youmu. Estoy muy segura que todos nuestros amigos fantasmas en este cementerio entienden que vengo en son de paz y no quiero faltarle el respeto a nadie.”
“Yo no estaría tan segura…” se lamentó, con leve impaciencia. “Por favor, tenemos que continuar. Ya preguntamos direcciones sobre cómo llegar a la tumba y me parece que queda un poco lejos.”
“Te oyes un poco tensa, mi querida Youmu,” comentó con un tono maternal y mirándole atentamente.
“No es nada. Sólo le pido que se comporte,” dio un suspiro. “Y recuerde que luego de esta visita tengo que ir a visitar a Reimu al templo. Meditar allá me está ayudando bastante. Siento que estoy congeniando mejor con mi elemento HiME y por ello deseo ir temprano.”
“Me alegra que tu misión de ser una fuerte HiME te permita entablar amistades. Esa Reimu se me hace muy simpática y una buena amiga. Tal vez debería regalarle algún postre por siempre cuidar de ti.”
“No es que cuide de mí,” Youmu frunció el ceño. “Y tengo la impresión de que sólo me harías quedar mal.”
“Tú tranquila, mi Youmu~ Ya, está bien, si deseas contar con más tiempo, entonces déjame la labor de escoger las flores y el incienso. Mientras tanto, ve camino a la tumba y comienza a darle su debido mantenimiento, por favor.”
“No se tardará mucho, ¿cierto?” le preguntó con leve escepticismo.
“Confía en mí. Y tienes razón, debo comportarme. No he ido a darle una propia visita a mi amiga en mucho tiempo, para empezar.”
“Confiaré en usted,” asintió. Esperaba no ser defraudada, y lamentablemente no tenía certeza alguna, aunque sí le parecía una buena idea ir avanzando con la limpieza de la tumba.

Así, Youmu fue a tomar uno de los baldes de madera con una cuchara grande y una esponja para ir a llenar el recipiente con agua y andar camino al área del cementerio donde se ubicaba la tumba que iban a visitar.

Después de haber acompañado a su ocurrente y distraída señora por todo el camino, Youmu finalmente sintió que había llegado a un sitio de reposo por cómo caminar sola la había llenado de paz y silencio. Ella miró hacia sus alrededores mientras seguía las instrucciones que había recibido al preguntar por la tumba. Los diversos y discretos monumentos inundaban el ambiente, pero aun así se sentía como un sitio bastante espacioso y armonioso. La HiME pudo sentir una solemnidad y tranquilidad, aunque muy ligera opresión debido a estar en un cementerio, que abundaban en el mismo aire. También se contagiaba de un sentimiento que traía tristeza, pero una extraña dicha, como si se sintiera extrañamente ‘viva’ y ‘existente’ en medio de la calma.

El lugar fue un laberinto, aunque tuvo la suerte de ubicar a otro par de trabajadores del cementerio a quienes pudo pedirle ayuda. Youmu les agradeció y continuó, mientras deseaba que su señora no tuviera mayores complicaciones al llegar por su cuenta. Finalmente llegó al área donde se encontraba la antigua amiga de su señora y sabía que sólo le tocaba leer los nombres de las tumbas para ubicarla.

Entonces, Youmu se sorprendió al notar que no se encontraba sola en esa sección. Frente a una tumba, había un hombre alto y de una distintiva e impresionante apariencia, quien yacía con los ojos cerrados y rezaba al alzar una de sus palmas a la altura de su rostro. La peliblanca fue tan cautivada por aquella rara apariencia y aura etérea del desconocido que dejó de buscar la tumba y se detuvo a observar a dicha persona a unos metros a su costado.

Se trataba de un hombre alrededor de sus treinta años con una piel blanca muy pálida y unos cabellos celestes muy largos que caían por sus hombros como seda y llegaban hasta sus rodillas. Él vestía con unas ropas tradicionales que le daban una apariencia de monje, o una persona espiritual en general. Por rezar, mantenía una expresión relajada, aunque ensimismada, pero también daba la apariencia de encontrarse en un perpetuo lamento por rasgos faciales.

Algo más que Youmu notó muy levemente era que ese ser misterioso se notaba frágil en presencia, como si se tratara de un fantasma, aunque al mismo tiempo había algo extrañamente ‘poderoso’ y casi ‘peligroso’ detrás de esa efímera impresión. Del mismo modo, parecía una persona gélida, tanto en su posible personalidad como en una impresión personal por sus características físicas y opción de utilizar vestimentas azules y oscuras…

No tomó cuenta de cuánto se quedó observándole, pero Youmu se despertó de un sobresalto al notar a dicha persona terminar con su rezo y abrir sus profundos ojos azules. Este dio una última mirada a la tumba y luego miró a la joven de reojo. Se mantuvo inmutado y optó por recoger el balde de madera con los utensilios que había empleado para limpiar la tumba, y retirarse sin pretender entablar contacto o conversación. Tal y como la HiME había observado previamente, dicha persona caminó casi como si levitara, al punto de parecer un espectro…

Luego de perderle de vista, reinició su búsqueda por la tumba… y no tardó en darse con la sorpresa que aquel desconocido había estado rezando a la amiga de su señora. La HiME se quedó parada frente a dicha tumba para notar que yacía impecable por el previo visitante, aunque este no había dejado ninguna flor o incienso detrás. Se quedó un momento preguntándose si podría hacer algo más como ir a darle el alcance a su señora, aunque esta no tardó en anunciarse pese a todavía no llegar al sector.

“¡Youmu! ¿Por dónde estás~?” preguntó Yuyuko en voz alta y de manera juguetona. “¡Todavía no me ubico~!”
“¡Y-Yuyuko-sama!” la menor se alertó y fue donde su señora quien no había estado muy lejos. “¡Por favor, mantenga silencio! ¡Este es un lugar de reposo!”
“Ara~ pero tú también andas levantando tu voz~” canturreó, entretenida.
“U-usted me impacienta con facilidad…” dio un suspiro. “Deme sus flores o el incienso. No ande cargando tanto, por favor.”
“Vamos, esto es muy ligero, está bien. ¿Y encontraste la tumba?”
“Sí, sígame, es por aquí.”

Las dos acudieron hacia la tumba y Yuyuko dejó los objetos que había comprado en el piso para acariciar a la estructura de piedra con una sonrisa tranquila.

“Ha sido tanto tiempo que no vengo. Perdóname, espero que no hayas estado muy sola,” dijo de manera afectiva y manteniendo su sonrisa. “Mira, te traje unas lindas flores, y también un poco de incienso,” sonrió con torpeza. “En la tienda, me di cuenta que nunca atiné a preguntarte cuáles eran tus favoritos, así que espero que al menos te agraden un poco.”
“…” Youmu miró a la pelirrosa con cierta tristeza a pesar de que esta mantenía su tranquilidad y alegría usuales. Sabía que su señora podría ser muy meditativa y nostálgica en ocasiones…
“Youmu, ayúdame con las flores, por favor.”
“S-sí, enseguida,” ella acudió con rapidez y dividió el ramo de claveles en los dos contenedores disponibles, donde los arregló para que se vieran presentables. Ni bien terminó, observó a la mayor prender los inciensos que había traído.
“Hm…” Yuyuko se levantó para observar la tumba y entonces se giró a su acompañante. “Se ve que has hecho un buen trabajo, mi querida Youmu. Aunque pareciera que ni tocaste los instrumentos de limpieza que tomaste prestados.”
“Eh, en verdad no hice nada, Yuyuko-sama,” Youmu negó. “La tumba ya se encontraba limpia cuando vine…”
“¿Cómo así?” la pelirrosa se vio perpleja y miró a las tumbas aledañas. “No parece que ha habido un mantenimiento del cementerio en sí.”
“Cuando llegué, había otra persona rezándole a la tumba, y aquel individuo se marchó con instrumentos de limpieza,” explicó, y se vio pensativa. “Hubiera asumido que se podría tratar de un pariente de su amiga, aunque no lo parecía…”
“¿Otro visitante?” sin duda, eso picó la curiosidad de la mayor. “Ara~ qué coincidencia. Mi amiga me comentó que no tenía hermanos, aunque sí algunos primos, además de sus padres, aunque para que tú digas que no parecía familia, debe haber un motivo del porqué. ¿Cómo era dicho visitante, Youmu?”
“Era una persona que nunca habría visto en otro lado, hasta por un momento me pareció que miraba a un fantasma,” comentó, desviando su mirada. “Era un hombre alto, como de su edad, y tenía unos cabellos celestes lacios que le llegaban hasta sus piernas…”
“¡…!” Yuyuko se sorprendió.
“Vestía con ropas que le hacían asemejarse a un monje. Quizás lo era por cómo rezaba…” Youmu cortó su descripción abruptamente porque Yuyuko le agarró de los brazos. Eso sorprendió a la menor, especialmente porque su señora estaba visiblemente sorprendida y un tanto inquieta. “Yuyuko-sama, ¿qué sucede?”
“¿Dónde está? ¿A dónde se fue?” le preguntó. “¿En qué dirección se ha ido?”
“¿Y-Yuyuko-sama…?”




Prometía ser un domingo tranquilo en la casa de los Kotetsu ya que nadie tenía ánimos de salir al contar con todo lo necesario, especialmente luego de que Horikawa se ofreciera para preparar los alimentos de ese día.

Luego de haberse quedado un rato en su habitación mientras ordenaba sus quehaceres para la siguiente semana, Cho había recibido unas noticias que no había esperado, y salió para ubicar a su prima para compartirlo con ella. Luego de pasearse un poco por la casa, la pudo ubicar en la sala del televisor grande, donde le notó hacer medidas en el piso con una guincha métrica.

“Osaka… ¿qué haces?” preguntó la peliceleste, ladeando la cabeza al nunca antes haber visto a su prima con un objeto como tal, y menos con una apariencia tan seria.
“¡Ohh, hola, Cho! ¡Justo terminaba!” exclamó la menor con muchos ánimos. “¡Estaba haciendo las medidas para ver qué tamaño de kotatsu cabe aquí para cuando llegue el invierno! Hehe, ya le dije a mi mamá y me dijo que le mandara las especificaciones para hacerme uno a pedido.”
“V-vaya… admito que me sorprende un poco que ya andes planeándolo…”
“Hehe, amo los kotatsus y como esta es la casa kotatsu es casi obligatorio.”
“Pues…” dio un suspiro. Ya no había punto de seguir insistiéndole en lo mismo.
“¿Y cómo así has venido? Parece que tienes algo que decirme,” sonrió ampliamente.
“Sí… me acabo de enterar de algo que me sorprendió y quería compartirlo contigo.”
“¡Ohh, dime!”
“Esta semana he recibido bastante ayuda de parte de Alexei-senpai, en parte para volver a familiarizarme con los caballos, y me había dicho que estaría pronto a sustentar su tesis,” resumió. “Aunque parece que su sustentación justo iba a ser el viernes, sólo que no había querido decírmelo para no distraerme y en parte por recién andar conociendo a los Kotetsu.”
“¡OHMAIGAH! ¡Entonces terminó con sus estudios!” exclamó Osaka a lo que Cho asintió. “¡Tenemos que celebrarlo!”
“Sí, sobre todo porque me informó que no piensa quedarse mucho más tiempo en Japón ya que tiene planes en su tierra natal,” Cho bajó su mirada. “Senpai ha sido una increíble ayuda en todos estos años y le estoy muy agradecida. Por eso hay que hacerle una dedicatoria, aunque debe ser algo simple porque si no imagino que podría incomodarse.”
“Tienes mucha razón. Yo me encargo,” Osaka le hizo un saludo militar. “Hay que avisar a los demás, no sé cuánta comunicación tiene con ellos.”
“Sé que ha estado en contacto con Reimu y Hotaru, aunque no sé con quién más…”
“Hehe, también me encargo de eso, tú tranquila.”
“Sí, gracias…” asintió, sonriendo un poco. Felizmente contaba con su prima en momentos así.

Entonces, las dos vieron que Urashima llegó corriendo con muy buenos ánimos.

“¡Finalmente las encuentro!” exclamó entusiasmado y extendió sus brazos hacia arriba. Sorprendentemente, su tortuga parecía estar muy bien acomodada en su hombro como para no caerse. “¡Mis hermanos han vuelto a ponerse a entrenar! ¡Tienen que verlos! ¡Son impresionantes, en verdad!”
“¡Sí que lo son!” Osaka asintió convencida. “Ayer los vi luego de regresar del paseo justo cuando andaban terminando y soy muy afortunada de tener a dos primos así.”
“¡Y yo algún día seré como ellos! ¡Haré lo posible por lograrlo!” exclamó el rubio con muchos ánimos y contento.
“Hehe…” Cho sonrió gustosamente y un poco tranquila. “He notado que Roxas se ha adaptado muy bien a su hermano mayor…”
“No sé a dónde se habrán ido ayer o qué han hecho, pero también es muy evidente para mí. Ayer fue un día importante para ambos y en verdad ansío saber por qué, aunque sé que no me corresponde preguntarles…” comentó Urashima con suma rapidez. “¡Oh! ¡Pero Nagasone-niichan también es tu onii-chan, onee-chan! ¡No te excluyas! ¡Ahora todos somos una familia!”
“¡Eso es muy cierto! ¡Kotatsu tiene razón!” exclamó Osaka, levantando su índice a su prima.
“C-cierto…” Cho sonrió un poco incómoda.
“No hay problema con que te llame onee-chan, ¿verdad?” le preguntó Urashima.
“Ehh, es lindo, si debo admitirlo…” la HiME sonrió con torpeza. “Supongo será cuestión de acostumbrarme, más que nada…”
“¡Está muy bien! ¡Te acostumbrarás porque así voy a llamarte!” asintió con muchos ánimos. “Ehehe, me alegro. Roxas-niichan había dicho que podría incomodarte o asustarte que fuera a llamarte así.”
“Ehm, pues sí me parecería muy raro que Roxas me llamara de esa forma…”
“¿En serio?” preguntó Osaka, confundida. “Pero si siempre me has dado la impresión de actuar como la mayor de los dos…”
“Sí veo a Roxas como mi hermanito, es sólo que él nunca me llamaría onee-chan, por eso lo digo,” comentó Cho. “Y sería extraño que comenzara a llamarme de ese modo ahora…”
“¡Entonces eso me corresponde a mí!” exclamó el menor. “Aunque está bien porque Roxas-niichan es muy cool y le va un rol más serio que el mío. De eso estoy convencido.”
“¡Estoy totalmente de acuerdo, Kotatsu!” a Osaka le brillaron los ojos.



De repente, Kashuu y Horikawa ingresaron a la sala con unos recipientes donde traían unos simples y saludables bocadillos.

“Aruji, mira lo que les preparamos~” dijo Kashuu sonriendo y animado. Él fue directamente a la HiME. “Cocine estos específicamente para ti. Todavía me falta habilidad para hacerlos presentables, pero te aseguro que saben bien.”
“Wow, gracias, Kashuu…” Cho se impresionó. “No tenías que hacerlo.”
“Una buena espada debe saber cómo atender a su aruji de la mejor manera, ¿no es así?” sonrió con autoconfianza. “Prometo en seguir apoyándote en todo lo posible. Vamos, agarra uno.”
“Muchas gracias, en serio…” la HiME probó uno. Era una especie de torreja con vegetales de un sabor muy suave, aunque estuvo agradable. Podía notar que quizás se le había pasado un poco la cocción y el aceite, pero sin duda estaba impresionada de que su arma hubiera podido hacerlo bien en su primera experiencia con la cocina. “Está muy rico, eres bueno en esto.”
“Kashuu-san ha sido un buen aprendiz,” reportó Horikawa, sonriente. “Urashima, Osaka, ustedes también coman.”
“¡Muchas gracias!” exclamó la exHiME, quien aceptó la invitación de inmediato.
“No esperaba un bocadillo, Horikawa,” el rubio se veía contento, aunque un poco confundido. “¿Por qué te das el trabajo extra? Pronto va a tocarte cocinar para el almuerzo.”
“Pienso que es más saludable comer varias veces al día en raciones pequeñas, además también quiero proveer a Roxas y Kotetsu-san de un merecido refrigerio luego de entrenar,” se explicó con paciencia. “Y en general espero que todos aquí se alimenten debidamente.”
“Ehehe, contigo sé que nunca pasaremos hambre,” Urashima aceptó uno. “¡Ohh, está delicioso! ¡Sé que nadie me haría comer vegetales tanto como tú!” le levantó un pulgar. “¡Buen trabajo!”
“No digas cosas así, los vegetales son muy recomendados para la salud…”
“Justo pensábamos ir a mirar a Roxas y Mada Kotatsu entrenar,” reportó Osaka. “Podemos ir todos juntos.”
“Sí, me parece bien,” Horikawa asintió, aunque se vio un tanto incómodo por esa manera rara de Osaka de llamar a Nagasone. “De ahí me tocará iniciar con la comida. Kashuu-san, ¿se animaría a aprender a preparar el almuerzo de hoy?”
“Ya me siento bastante cansado de esta labor,” el arma se encogió de hombros. “Perdón, no es que quiera despreciar tu ayuda y santa paciencia, pero descansaré un rato.”
“Entendido, eres nuevo así que comprendo. También ya me has ayudado un montón así que te agradezco por tu ayuda,” dijo Horikawa, haciendo una corta reverencia.
“Si no es una molestia, me ofrezco a aprender,” dijo Cho. “Espero algún día cocinar tan bien como tú y también es lo menos que puedo hacer por toda tu dedicación.”
“No quisiera que te sientas en deuda, aunque con gusto acepto. Siempre es divertido pasar tiempo con alguien más en la cocina,” le contestó el pelinegro con amabilidad.
“¡Entonces yo también!” se sumó Osaka.
“¡También yo!” exclamó Urashima.
“Bueno, si aruji planea ponerse a cocinar, no pienso dejarle trabajar sola,” declaró Kashuu, rendido. “También me ofrezco a ayudar.”
“Ehh, si estás cansado, descansa, por favor… no te sientas obligado…” Cho se inquietó.
“Estaré bien, aruji. Lo más importante es poder ayudarte y pasar tiempo contigo,” le aseguró con paciencia, y viéndose a gusto al recibir empatía de parte de su ama.
“B-bueno…” la HiME asintió y forzó una sonrisa. Le tocaba acostumbrarse.

Todos fueron caminando para visitar a los otros dos miembros de la familia presentes y así ofrecerles la merienda. Cho miró a los demás conversar entre sí y luego a su arma quien caminaba a su costado como habituaba hacerlo. Le costaba hacerse la idea de su nueva realidad, aunque sí se sentía muy a gusto, y tenía la gran fortuna de verse rodeada de más personas que quizás sí resultarían ser parte de su familia conforme el tiempo transcurriera.

Prometía ser un día agradable para ella antes de retomar sus deberes en la universidad para el inicio de una nueva semana.


Pese a las insistencias de su señora, Youmu tuvo que recalcarle que era muy tarde como para darle el alcance a aquel misterioso desconocido, y la pelirrosa terminó comprendiéndolo sin poner resistencia para así continuar con la dedicatoria a su amiga. Siguió un momento de rezo y meditación para Yuyuko en lo que Youmu le imitaba al mismo tiempo que se cuestionaba lo que acababa de ocurrir, aunque tuvo que esperar a que los inciensos terminaran de arder con tal de limpiar la tumba una vez más antes de dirigirse hacia la salida por donde habían llegado.

En el camino de regreso, la HiME se animó a preguntarle a la mayor sobre dicho individuo, aunque Yuyuko optó por sonreírle y no contestarle de inmediato, y más bien sugerir que fueran a preguntar a algún encargado del cementerio por si ellos sabían sobre él.

Y así fue. Las dos se detuvieron ante uno de los vigilantes que daba una ronda y Yuyuko le hizo la pregunta. Ella no se vio sorprendida al recibir una afirmación.

“Sí, le he visto llegar hoy, hace alrededor de una hora,” comentó el guardia. “Pues, como debieron haber observado, tiene una apariencia muy distintiva. Él viene entre una o dos veces al mes para visitar a una tumba en particular, aunque nunca trae flores o inciensos. Creo que sólo se dedica a darle mantenimiento y una oración.”
“Es muy interesante. Sin lugar a dudas, nos llamó la atención,” contestó Yuyuko, sonriendo cordialmente. “¿Llevará mucho tiempo con este plan? Es inspirador oír sobre alguien que se dedica tanto a una visita espiritual.”
“Lleva esa rutina por ya años, unos tres, diría yo,” se puso a pensar. “Soy nuevo, aunque la encargada del puesto de inciensos me comentó que también solía venir incluso antes de eso, aunque parece que estuvo ausente durante un tiempo. Quién sabe, puede que haya estado fuera de la ciudad en ese entonces.”
“Ehm, y no sé si sabrá algo sobre él en sí…” Yuyuko se mostró curiosa. “Siento hacerle tantas preguntas, aunque por sus vestimentas y semblante parecía una especie de monje…”
“No sé si será un monje, pero creo haber escuchado rumores de que sí es una especie de guía espiritual y ha actuado como un maestro y rehabilitador en el pasado. Es un sujeto muy pacífico y religioso, y creo que la encargada de la tienda comentó que tenía cierta notoriedad,” desvió su mirada. “Aunque yo en sí no sé nada con certeza. Sería mejor que se lo pregunte a ella.”
“Claro, muchas gracias por su ayuda,” Yuyuko le dio una reverencia. “Con permiso.”

Ella continuó con su camino siendo seguida de Youmu, quien se notaba confundida por aquel último detalle. No les faltaba mucho para llegar a la salida.

“Yuyuko-sama, entonces podríamos ir a hablar con la señora del puesto,” sugirió Youmu. “Aunque en verdad no había esperado que aquel señor de antes fuera una especie de guía espiritual. Supongo sí iba con su apariencia…”
“No te preocupes, realmente no tengo planes de ir a averiguar más, Youmu, a menos que tú tengas los ánimos,” le contestó con un tono amable y juguetón. “¿Quisieras ir?”
“Ehh, no, estoy bien,” negó, pero se notó incluso más confundida. “Me había dado la impresión que tenía muchas más preguntas…”
“Siendo sincera, no las tengo,” comentó la mayor, mirando de frente al camino que seguían, con una sonrisa tranquila. “Estoy convencida que sé más sobre esta persona que todos dentro de este cementerio…”
“¿Eh?” ello agarró de improviso a Youmu. “E-entonces…”
“Sólo quería confirmar mis sospechas sobre si este individuo venía lo suficiente como para ser recordado y haberse hecho una reputación.”
“…”
“Oh, llegamos al lugar donde debes dejar los utensilios prestados,” comentó Yuyuko.
“S-sí,” la peliblanca se apresuró a dejarlos para no hacer esperar a su señora y las dos siguieron caminando. Hubo un silencio que impacientó a la menor por todo el misticismo detrás de la presente situación, y pensó en reclamar al respecto. “Yuyuko-sama, ¿qué sucede?”
“Sólo me encuentro meditando…” ella bajó su mirada con cierta tristeza, aunque mantuvo su sonrisa. “Yo, que tuve a una linda amiga y fui tan cercana con ella en la secundaria, recién ando visitándole en este sitio que apenas recordaba… y él más bien ha sido quien ha mantenido un contacto más cercano con ella luego de su muerte…”
“…” Youmu le miró con cierta preocupación y estuvo por preguntar sobre quién era dicha misteriosa persona, pero no tuvo que hacerlo.
“Kousetsu Samonji, ese es su nombre…” explicó Yuyuko, con lentitud y serenidad, aunque una extraña ausencia en su voz. “Él es una persona conocida como un devoto budista a pesar de no ser un monje que ha apoyado a los más necesitados y ha servido como un vocero del bienestar humano en distintas ocasiones. Una persona santa en distintos sentidos de la palabra… Y en su juventud, él fue el Rebel de mi querida amiga, y la razón de su prematura muerte.”
“…” eso agarró desprevenida a la HiME, quien se sorprendió de sobremanera. Ante esa revelación, el recuerdo de dicha extraña persona se sintió mucho más gélido y peligroso.
“Esperaba no tener que decírtelo tan pronto porque sé que no eres la persona con el concepto más abierto con respecto a Rizembool…”
“¿Por qué tendría que tener la mente abierta ante Rizembool?” le preguntó, impaciente.
“No todos de ahí son malas personas, Youmu,” le comentó, sonriendo.
“¿Estás diciendo que ese Rebel no lo es?”
“Pues…” Yuyuko regresó su mirada hacia el frente y se reservó la respuesta. “Siempre he tenido una gran habilidad de comprender a otras personas, Youmu. Eso es algo que me sale contigo sin siquiera intentarlo,” sonrió gustosamente. “Aunque no es infalible, y este previo enemigo siempre estuvo en otro plano de existencia…”
“…”
“Al parecer yo tenía una fama de ser una HiME muy poderosa y temible en mi época, como si fuera casi inhumana,” comentó con una sonrisa torpe. “Pero ni yo me comparé ante él. Y, efectivamente, cuando quise vengar a mi amiga nunca me sentí más impotente… ni con mi gran fuerza con la cual pude derrotar a mi propio Rebel llegué a lastimarle.”
“Y-Yuyuko-sama…” Youmu se preocupó. “¿Usted intentó vengar a su amiga? ¿Acaso fue detrás de él? ¡E-eso es más que imprudente!”
“Ya han sido muchos años desde entonces, mi linda Youmu,” le comentó de buen humor.
“P-pero…”
“Él no fue en serio contra mí tampoco. Tuvo piedad. Me miró como si me comprendiera y no arremetió contra mí, sólo me detuvo. Por ello me sentí tan impotente… él también, pese a ser alguien que hirió a una persona tan querida para mí, fue capaz de dejarme sin palabras…”
“…”
“Siempre tuve curiosidad por él y siempre quise tener la oportunidad de entablar una conversación, pero luego de aquel efímero encuentro, él se desvaneció. Desapareció del mapa. Sólo averigüé más sobre él mediante otros medios unos años después. Al parecer, anduvo viviendo en zonas no privilegiadas del Japón con poca comunicación con el exterior, pero incluso así se hizo una reputación de un santo por siempre ayudar a los demás,” sonrió con nostalgia. “Enterarme de todo eso fue un poco incómodo. La vida es muy curiosa a veces.”
“Yuyuko-sama…”
“Pero ahora, luego de tantos años, quiero terminar de atar los cabos sueltos de mi vida. Tal y como he podido entablar una relación con el heredero de los Solidor, espero poder dar con este antiguo enemigo y realmente llegar a conocerle.”
“U-usted ya no piensa ir detrás de él como en el pasado, ¿cierto? Ya no es una HiME para empezar. Sería muy peligroso.”
“Ara~ sí que es vergonzoso que sepas eso de mí, mi querida Youmu~”
“N-nunca había considerado todo el peligro al cual usted se expuso en aquel entonces.”
“Eras todavía una pequeña que aprendía a pelear. Definitivamente no te lo diría.”
“Sólo le pido que tenga cuidado, por favor.”
“Por supuesto, cuenta conmigo,” asintió. “Tú tranquila.”
“…”
“Ahora tenemos que ir de regreso. Te toca alistarte para ir donde Reimu, ¿no es así?”
“Sí, siento dejarle sola en su día libre.”
“Descuida, pensaba llamar a una vieja amiga con quien almorzar juntas. Es bueno que ambas socialicemos un poco, ¿no lo crees?”
“Sí…” Youmu asintió y desvió su mirada. Continuaba un poco preocupada por su señora al no saber qué podría tener en mente, pero dudaba tener que preocuparse. Aquella versión más joven de su señora con arranques imprudentes no encajaba con su ser actual. Tan solo esperaba que ella no fuera muy asediada por recuerdos amargos del pasado aquel día.

Tocaba continuar con sus planes y respectivos quehaceres por separado.


Mientras tanto, tanto Reimu como Marisa se encontraban en medio de la interminable limpieza del templo. La miko regresaba de traer más productos de limpieza con una tranquila sonrisa en su rostro por cómo el día iba como había planeado.

“Ya regresé, más te vale que hayas terminado con el piso…” dijo ni bien ingresaba a un pasadizo, pero no observó ninguna señal de Marisa, quien fácilmente había optado por escaparse por enésima vez ni bien le quitó la mirada de encima. Reimu sintió un tic en la ceja y dejó lo que cargaba para agarrar una escoba e ir en búsqueda de la polizonte de la casa.

Eso se había convertido en parte de la rutina, aunque al menos Marisa tenía la decencia de no desaparecer de la casa y quedarse dentro de la misma como para forzarle a regresar a sus quehaceres. Reimu acudió a la habitación donde se estaba hospedando la rubia al ser el lugar más posible donde la podría encontrar y efectivamente la ubicó ahí. Marisa estaba echada encima de los cobertores de su cama tradicional mientras revisaba algunos papeles que había sacado de la mochila con la que iba a la universidad.

“¿Qué haces de nuevo escapándote?” le reclamó. “Vamos, si recién hemos comenzado.”
“Eso no es verdad,” se quejó sin siquiera girarse para encararle. “Llevamos limpiando más de una hora.”
“Lo dices como si fuera mucho. Levántate,” dijo con fuerza en su voz y agarrando firmemente su escoba en señal de tener el mando en la casa, lo cual Marisa no siempre respetaba.
“Por favor, entiende que yo no vengo de tu linaje de mikos que se entrenan limpiando pisos desde su niñez. Ya me cansé.”
“Como una exHiME imaginaría que tienes más energías,” le contestó con un tic en la ceja por esa mención de su linaje. “El otro día estuviste mencionando sobre tus ganas de trepar árboles cuando estábamos en el parque. Eso me deja saber que sólo estás siendo perezosa.”
“No, eso significa que mantengo energías reservadas para trepar árboles en cualquier momento, pero necesito de al menos otros diez minutos para volver a trabajar en limpiar,” comentó con indiferencia y pasó de un papel a otro con toda la paciencia del mundo.
“P-pues si no te disciplinas te daré miles de razones para trepar árboles en este instante…” Reimu comprimió el agarre en la escoba y la levantó, lo cual llegó a impresionar a su ‘amiga’.
“¡E-espera!” Marisa finalmente se giró y se sentó sobre los cobertores mientras extendía una mano en señal de paz. “¡Ya, ya, está bien! ¡Quizás ese comentario estuvo de más, pero por favor dame un poco de respiro! ¡Además Youmu viene más tarde y tú sabes que con ella el avance de la limpieza se multiplica!”
“Pues sí, porque ella a diferencia de ti tiene más disciplina y voluntad de ayudar,” recalcó.
“¡Pero no es justo que nos compares! ¡Tú sabes que Youmu tiene un linaje de sirvientes y es muy eficiente en el hogar de su señora! ¡Al menos estate alegre de que nos viene a visitar!”
“Bueno, sí, seguramente lograremos limpiar más cosas hoy,” Reimu dio un suspiro y bajó su escoba luego de calmar sus nervios, a lo cual Marisa se vio aliviada. “Es bueno que haya encontrado paz y un buen uso al mantenimiento del templo en su preparación de HiME.”
“Sí, sí, y tú definitivamente te aprovechas de eso para hacerle ayudar,” Marisa se encogió de hombros y desvió su mirada para ignorar la molestia de la otra. “Por mi parte, me alegra saber que viene porque siempre nos trae algún postre para la hora del té.”
“Te quejas de pedirle que nos ayude mientras tú te enfocas en el aspecto terrenal de las cosas~” la miko se encogió de hombros. “Me preocupo por tu propia espiritualidad.”
“Heh, con eso no me molestarás. No me confundas con Tomo,” Marisa sonrió y alzó una ceja.
“¿Y qué tanto estás haciendo? Tú no eres una buena estudiante como para andar revisando documentos de las clases.”
“Sólo estudio cuando me apetece, pero no me taches de mala estudiante todavía, que apenas y me conoces,” Marisa sonrió autosuficiente y levantó los papeles que tenía en una mano, los cuales estaban doblados en tres. “El otro día, la secretaria de Hanasaki me los dio porque ellos recibieron correspondencia de mi familia desde hace un tiempo, pero no le lo habían hecho llegar. Recién me acordé así que me dio curiosidad.”
“Pero, ¿qué hacen escribiéndole a la universidad?” preguntó la miko, confundida. “Tú tienes un celular, te pueden llamar ahí.”
“Obviamente si iba a fugarme de casa cambiaría mi número, y también me he desconectado de mis correos,” Marisa se encogió de hombros. “Parece que ellos siempre supieron que llegaría aquí, porque una carta de mi mamá es hasta un poco antes de que regresara.”
“Ya veo…” Reimu miró a la otra atentamente. Pese a siempre escuchar a su amiga decir cómo se encontraba evadiendo a su familia y queriendo ser independiente, ella se veía un tanto contenta y a gusto por haber recibido noticias de sus parientes, y también ser recordada por ellos.
“Pero lo que me sorprendió más es haber recibido una carta de mi hermano,” la rubia se enfocó en una carta específica y la volvió a revisar con buenos ánimos. “Es bastante reciente también. Me dice que pronto llegará a la ciudad y se quedará por un tiempo indefinido, así que podremos vernos muy seguido. Hehe, admito que me emocioné un poco. Ya han sido muchos años desde que no pasamos tiempo juntos.”
“Sí recuerdo que has comentado antes sobre tu hermano,” Reimu se puso a pensar. “Es tu hermano mayor, ¿cierto?”
“Sí, ese que te dije que se fugó de casa antes de mí,” Marisa asintió, sonriente.
“Viéndote alegre por ese dato me hace preocuparme por tu familia…” negó.
“Bueno, es una larga historia y mi familia es media enredada, no lo entenderías,” la rubia le restó importancia. “Pero si bien es mayor que yo por varios años, siempre nos hemos llevado muy bien y nos entendemos un montón. Supongo que el hecho de habernos fugado y dado la contra a nuestros padres también nos une.”
“Ahora me siento mal por tus padres. Espero que tengan más hijos que ustedes.”
“Oye,” hizo un puchero. “Y pues no precisamente. Sólo somos los dos. Bueno, por el lado de mi papá tenemos otros medios hermanos, aunque no es que sea muy cercana a mi familia extendida. Pero, en fin, tengo noticias incluso de mi papá quien se dignó a enviarme una carta y ahora de mi hermano que viene de visita, así que ha sido agradable toparme con esto.”
“Supongo que sí,” Reimu asintió y sonrió un poco. “Sí es algo por lo cual alegrarse.”
“Te llevarás bien con mi hermano, sólo espera a que lo conozcas.”
“Mientras él no vaya a vivir aquí. Ya de por sí te advierto que lo correré.”
“Tranquila, tranquila~” movió su mano. “Ya hace unos años que mi hermano arregló los asuntos con mis padres, así que seguramente se quedará en la casa de la familia en la ciudad. Pero sí nos vendrá a visitar. Confío que él entiende mi rebeldía y no me forzará a ver a mis padres, por eso con gusto le mostraré mi escondite.”
“Contaré con lo que dices…” Reimu asintió y entonces le miró inquisitoriamente. “¿Cómo que tu familia tiene una casa en la ciudad? Pensé que vivías en el extranjero. ¿Es que acaso vienes de una familia rica o algo así?”
“Ehhh, n-no, no soy rica ni nada,” Marisa se puso nerviosa y negó repetidamente con sus palmas. Conociendo a la ambiciosa Reimu que siempre intentaba pescar ayuda y donaciones de otras personas, lo mejor era que ella no fuera a llegar a esa conclusión. “Mi apellido es japonés así que obviamente vengo del Japón. Ehh, mi hermano debe quedarse con unos tíos.”
“Hm…” Reimu frunció el ceño al no verse muy convencida por el grado de nerviosismo de la otra, pero optó por no darle más vueltas al asunto. “Bueno, veremos,” sonrió con gusto. “Además mientras te tenga como obrera indefinida no tengo que preocuparme por sacarle dinero a tus parientes, ¿cierto?”
“Uhh, suenas maligna…” de repente, Marisa fue arrancada la carta de su hermano. “¡O-oye!”
“La seguirás leyendo cuando termines con los ambientes dentro de la casa. Ahora a trabajar,” sentenció y fue camino hacia el pasillo donde habían estado limpiando.
“¡Eso no es justo! ¡Regresa!” le reclamó mientras le seguía.

Todavía tenían más por limpiar, aunque sería un día más tranquilo para ambas al poder contar con Youmu quien no tardaría mucho en llegar.


A pesar de que su inspiración de llamar a una vieja amiga hubiera sido pensada en el mismo momento en el cual estuvo hablando con Youmu hacia la salida del cementerio, Yuyuko tuvo la fortuna de que aquella amiga del pasado hubiera estado disponible y con ánimos para corresponderle el pedido. Especialmente lo segundo, puesto a que dicha persona era sin lugar a dudas muy especial.

Había llegado la hora de almorzar y Yuyuko se encontraba compartiendo una mesa con su conocida de hace muchos años en un restaurante occidental de apariencia moderna, aunque todavía de alta categoría, en pleno centro de la ciudad. Por la ubicación de la mesa en el exterior del restaurante, las dos gozaban de una vista hacia la alameda donde había más puestos similares y muy llamativas decoraciones.

Una vez ahí y luego de pedir sus respectivos pedidos, Yuyuko narró lo evidenciado aquel día como motivo de explicar su improvisado pedido para encontrarse. La otra se vio un tanto intrigada y apreció las noticias y el chisme, aunque se mantuvo inmutada como siempre.

“Oír sobre dicho Rebel fantasmal que asecha tu pasado es sin lugar a dudas muy refrescante, diría yo,” comentó Astrid, encogiéndose de hombros. “Y tiene cierto sentido que te haya sacado un poco de cuadro. Aunque… también no tiene tanto sentido porque me había hecho la idea que ya no serías tan impulsiva como antes. Te sigue afectando.”
“Aprecio que tengas una buena impresión sobre mí, Astrid, aunque lamentablemente no soy un ser perfecto,” comentó Yuyuko, sonriendo con torpeza. “Tú sabes el resto de la historia.”
“Cómo no. No todos los días se veía a una iracunda señorita heredera de clase alta yendo de cacería,” le restó importancia.
“S-suena a que minimizas la situación…”
“Ya ha sido más de una década, ¿no?” le preguntó con su inmutable sonrisa. “Asumo que ha sido el tiempo suficiente para no rendirle la misma seriedad, por más que las dos hayamos perdido a una buena amiga por culpa de ese sujeto…”
“Ciertamente…” Yuyuko bajó la mirada a la infusión que había pedido, sonriendo con nostalgia.
“Bueno, en verdad perdimos a varias amigas, si te pones a pensar,” la pelinegra apoyó su mentón sobre una de sus manos y miró hacia la alameda con una pizca de desinterés, aunque también cierto ensimismamiento. Su sonrisa había desaparecido y se notaba meditativa. “No se pudo evitar. De todos modos, estamos hablando de una guerra donde uno o gana o muere en su mayoría de veces. Tal y como tú pudiste superar a tu Rebel, otros Rebels fueron capaces de superar a sus HiMEs. Es también interesante pensar en la mortalidad,” terminó sonriendo con ironía, todavía desviando su mirada. “No sabré ni por cuántas circunstancias cada una de nosotras pasó, pero sea cual sea el caso, las HiMEs terminan recobrándose en la enfermería y continuando con su andar. A veces uno también se preguntaba si el Rebel sería capaz de sobrevivir a un encuentro o ataque… y, de repente, resulta que esta persistencia de vivir se acaba de un momento a otro, muchas veces sin esperarlo… y eso es porque el mundo no es un juego. Nadie tiene una barra de vida o el número de intentos contados. Nadie nunca sabe lo que le espera hasta que ocurre en un súbito momento y, ni bien alguien muere, no hay vuelta atrás.”
“…” Yuyuko miró a su compañera atentamente y también desvió su mirada con una sonrisa infestada de tristeza. “Debo admitir que es un poco injusto escucharte decir esto, querida amiga.”
“Por supuesto que lo es, pero tú sabes que nunca he sido capaz de censurarme,” volvió a encogerse de hombros. “Yo no maté a mi Rebel como tú. Fui una de las excepciones porque me tocó un Rebel cuerdo que tampoco quiso llegar a un desencadenante…”
“Tuviste mucha suerte.”
“Sí, a veces ni yo me la creo,” rió por lo bajo. “Me tocó una persona con principios que terminó convirtiéndose más en un amigo conforme pasó el tiempo, y con quien pude renunciar ni bien los dos supimos que nadie ganaría la pelea. Aun así, no que haya sido un Rebel fácil. No sé si hubiera podido sobrevivir contra él.”
“Posiblemente sí, tú también eras muy fuerte,” Yuyuko le sonrió. “Ara~ aunque siempre que te veo actúas ante los demás como si tú nunca tuviste nada que ver con Hanasaki. Normalmente HiMEs andan etiquetadas por todos lados.”
“Es esa etiqueta la que quiero evadir,” Astrid negó, con cansancio. “Enseño en Hanasaki y lo único que HiME significaría para mí sería responsabilidades adicionales. Yo ya cumplí con mis años de servicio, no quiero comprometerme a ser de mentora. A diferencia de mi exRebel, yo no pienso continuar con mi afiliación con mi instituto con tanta cercanía.”
“Sí es un poco sorprendente viniendo de él,” Yuyuko se mostró extrañamente a gusto. “Siendo sincera, incluso en aquella época en la cual estaba tan decidida a proteger a Hanasaki, agradecí en el fondo no haber tenido a tu Rebel como mi oponente, porque era visible que se trataba de una buena persona en el fondo y me caía bien. Tenía principios sobre cómo actuar y consideración hacia ti. Nunca te tendió una emboscada y hasta a veces postergaba encuentros cuando juzgaba que no estabas en tu mejor condición para pelear.”
“Demasiado elegante, si me lo preguntas,” Astrid rodó los ojos. “Ya tenía ganas yo de tenderle una emboscada para que no me tratara con tanta delicadeza…”
“Hehe, siempre has sabido fastidiarlo, así que no es que te hubieras quedado con las ganas.”
“Es verdad…” admitió, entretenida.

Hubo un corto silencio entre las dos mientras observaban los jardines y personas en la alameda y tomaban sorbos de sus respectivas bebidas. Esa conversación ligera y familiar que quizás ya habían tenido en algún otro momento las transportó brevemente a aquel entonces en el cual fueron jóvenes que lucharon por el bien de Hanasaki, como habían sido convencidas… Debido a aquella ubicación mental de las dos, fue inevitable que también recordaran un poco más del pasado, contagiado con comentarios y en retrospectiva.

“Nuestra amiga… sin duda ella fue la más cometida a la causa,” comentó Astrid, pensativa.
“Sí, ¿verdad?” Yuyuko asintió solemnemente y sonrió con tristeza. “Ella fue una constante fuente de moral y apoyo incondicional. No sé cuántas veces me fue a visitar a la enfermería con algo para comer y unas palabras de aliento. Y no sólo a mí. En verdad estuvo ahí por todas las HiMEs de nuestra generación. Realmente quería detener la agresión de Rizembool a como diera lugar y alcanzar la paz de cualquier forma. Por ello peleaba, para derrotar a su Rebel y dar un paso adelante hacia lo que vendría a ser la victoria para Hanasaki.”
“…” Astrid cerró sus ojos y sonrió con tranquilidad. Era una sonrisa que podía leerse como si se compadeciera ante una persona muy idealista.
“Incluso cuando ella falleció, no quise dejar de creer. No… hasta quise eliminar a su Rebel o apuntarme a más de uno. Quise pelear en su lugar y mantener en alto su espíritu…” Yuyuko borró su sonrisa y agarró su taza de té con sus manos, mientras miraba la bebida con tristeza y arrepentimiento. “Todo eso terminó cuando me di cuenta que derroté a mi Rebel. Cuando me acerqué y observé sus ojos vacíos y carentes de vida… ojos idénticos a los de nuestra querida amiga… y yo estuve de pie frente al caído, viva, al igual que el Rebel que nos quitó a nuestra amiga unos meses atrás…”
“…”
“Yo sé que ella nunca hubiera querido matar a nadie… y de haber vivido, habría sentido el mismo vacío y desesperanza que yo en aquel entonces… se habría dado cuenta que esta batalla no tiene fin y que las HiMEs solas no alcanzaremos nada a menos que se cambie el sistema… que nosotras llegamos y nos retiramos, reemplazamos a la generación anterior y somos reemplazadas por la siguiente… que somos munición sin voz en los aspectos más importantes de la guerra, por más que Miranda-san y toda la directiva de Hanasaki en verdad quiera velar por un bien y detener los avances de Rizembool…”
“Las HiMEs somos atraídas por la experiencia de tener poderes y pelear por una causa noble. Nos nace un sentido de justicia y responsabilidad ante una amenaza. Los Rebels también son invocados y convencidos de actuar como tales por diversos motivos… a veces porque son ofrecidos un bien personal e imprescindible que la vida nunca se los concedería,” comentó la pelinegra, sonriendo meditativa.
“Pero… cuando me pongo a pensar en aquel Rebel…” Yuyuko mostró pesar. “Cuando estuvo de pie frente al cadáver de mi amiga y cuando me detuvo de atacarle… siento que él siempre supo todo, hasta lo que nosotras en Hanasaki sentimos y creemos. Él me dijo que era humana, al igual que él. Que todos somos iguales…”
“No eres la única que se sentía inquieta ante su presencia. Siempre fue todo un enigma,” confesó Astrid, ligeramente incómoda. “Parecía que nada nunca le llegaba, y siempre estaba en meditación. Mantenía sus ojos cerrados tanto tiempo que no sabía cómo no se tropezaba, y cuando miraba a alguien directamente podrías jurar que le leía el alma. Sé que me has contado que ha resultado ser alguna especie de monje. Pues, eso confía mis propias observaciones que la espiritualidad es de temer.”
“Ehm, no siempre…” sonrió con torpeza.
“Aunque sí le pregunté a mi propio Rebel al respecto. Al parecer, los dos fueron allegados y creo que se han mantenido en comunicación.”
“¿En serio?” la pelirrosa se sorprendió.
“Tú sabes que mi Rebel es cuchi y amante de la naturaleza, y también tiene su propio tema con respecto a la meditación. Bueno, aparte del hecho que le gusta pelear contra individuos fuertes de manera obsesiva.”
“Ehh, ya veo…” sonrió nerviosamente. “¿Y cómo lo ve él?”
“Pues, es evidente que cada uno tiene una experiencia distinta sobre lo mismo, especialmente porque sí le llegó a conocer,” se cruzó de brazos. “Y juzgando lo que me dijo, todo pintaría de que este fantasmal Rebel es sin lugar a dudas más humano de lo que parece. Suena a una persona sencilla y tranquila que no posee ninguna animosidad contra nadie y que prefiere no involucrarse con otras personas, aunque tampoco tiende a rechazar con facilidad. Muy neutral para su pinta externa, según yo.”
“Es interesante…”
“Aunque, curiosamente, luego de lo que comentaste con respecto a él, estoy de acuerdo en que este Rebel estuvo consciente sobre todo, y supo que terminaría asesinando a su HiME. Mi Rebel me dijo que él siempre se expresó sobre Hanasaki y Rizembool con lamento. Uno se pregunta por qué no intentó retirarse mientras pudo.”
“Hm…” Yuyuko asintió. “Espero poder encontrarme con él uno de estos días. Quisiera poder entablar una conversación y llegarle a conocer un poco mejor…”
“Me pregunto si él aceptaría ello,” Astrid se encogió de hombros. “Tengo la suficiente fe en ti de que no volverás a buscarle con intenciones bélicas. Pareces haber dejado eso de lado.”
“Sin duda que sí. Esa yo del pasado ya no persiste,” Yuyuko asintió, decidida. “Además, quiero hablar con él como una forma de dejar atrás lo sucedido. Hay tanto que todavía se ha mantenido con vida en mis recuerdos y que tengo que solucionar. Este tema es uno de ellos…”
“Entonces te deseo suerte. No esperes mi ayuda.”
“Lo sé, es algo que me corresponde,” asintió con buenos ánimos. “Hehe, admito que todavía me cuesta creer que eres una profesora en Hanasaki.”
“A mí no me hace tanta gracia…” negó repetidamente. “Es un buen sueldo y tengo espacio y recursos para realizar investigaciones de mi interés, pero lidiar con estudiantes y ser responsable por ellos siempre es tedioso. Incluso tengo a una alumna en mi clase que es una HiME.”
“Ohh, debe ser Cho,” Yuyuko asintió con ánimos. “Sí, ella es una buena amiga de mi Youmu.”
“Hmm, en fin, bien por las dos,” le restó importancia con un gesto de su mano. “Aunque Fran me informó sobre ella y resulta que es una HiME reincidente,” sonrió con ironía y ajustó sus gafas. “Heh, no está tan mal. Me hace darme cuenta que hay gente más loca que yo en este mundo.”
“Vamos, no digas esas cosas,” le pidió con un gesto divertido. “Estoy convencida de que ella tiene sus motivos válidos y cree firmemente en lo que está haciendo. Es evidente para mí que es una buena chica y está un poco al tanto de la dureza de la situación, aparte que tampoco se lleva del todo mal con su propio Rebel.”
“Bueno…” Astrid no se vio tan contagiada del positivismo de su amiga y se mostró un poco frustrada. “Esa HiME viene de la glorificada generación que supuestamente terminó con la guerra hace tres años y no se vio forzada a alcanzar el desencadenante de matar a sus Rebels. Por ello, tanto ella como sus amigas reincidentes tienen a un evento muy positivo e idealista al cual mirar en sus pasados. Como se encuentra en el presente, no tiene mucho espacio para desaires o verdaderas realizaciones. No aún, al menos.”
“Puede ser…” Yuyuko se notó un poco preocupada por esa observación. “Por ello tú podrías darle una mano.”
“Haha, buena,” Astrid dejó escapar una corta y ruidosa carcajada, para entonces remarcar lo que había dicho previamente. “¿Te parezco una mentora? En el presente, me encuentro lo suficientemente contenta manteniendo mi anonimato y evitando las responsabilidades de una exHiME, muchas gracias. No espero tener trabajo extra y ni sé cómo ayudar a la gente que requiere de asistencia, aparte que es suficiente trabajo ser profesora de universidad.”
“Ara~ es una lástima,” la pelirrosa se expresó con buenos ánimos pese a su desilusión. “Yo personalmente siempre he pensado que tienes una gran manera de lidiar con problemas y podrías inculcarlo en otros. Eres como una profesora difícil, pero productiva.”
“No pienso serlo, de todos modos, y menos ante una HiME reincidente a quien no debo tener mucho que enseñar,” se encogió de hombros. “Y tampoco me juzgues, porque no te veo intentando ayudar a tu propia subordinada. Siempre has sido el tipo de persona que prefiere que otros lidien con sus propios problemas, Yuyuko. Yo soy de la misma manera.”
“Pues, no puedo argumentar en tu contra,” admitió con torpeza. “Aun así, ya que estamos en el tema, quisiera pedirte el favor de que seas mis ojos y oídos en Hanasaki.”
“¿Qué vendría ser eso?” le preguntó con cierta sorpresa y un poco de incomodidad al sonar casi una faena. “Esto no es Game of Thrones.”
“Haha, por supuesto que no. Sólo mantén un ojo encima a tu alumna HiME y a mi Youmu si te es posible, y mantenme al tanto de los últimos acontecimientos importantes. Por tu trabajo y previa posición, debes saber más que la mayoría. También dudo mucho que Fran quiera dejarte desinformada al seguir siendo parte de nuestra alma mater.”
“Sí, ella ya me anda pidiendo reportes de mi pupila,” dio un suspiro. “Hm, a lo mucho te diré si algo interesante o importante ocurre que haya podido presenciar, pero no esperes mucho más.”
“Lo entiendo. Gracias, Astrid,” asintió con alegría.

Ellas hablaron un poco más y llegó la comida. Luego de cerrar ese tema que las ataba desde hace muchos años, las dos comenzaron a ponerse al día mutuamente sobre la vida de la otra y continuaron disfrutando ese extraño encuentro que acababan de darse. Les tocaba ser observadoras de una nueva generación de HiMEs que todavía tenía mucho por aprender…




Después de detenerse por una pastelería a modo de llevar algunos postres como parte de su visita al templo, Youmu tomó el bus que la llevó hacia una zona menos céntrica de la ciudad, donde le tocaba una caminata hasta llegar al monte donde se ubicaba el templo. Ya llevaba visitando dicho lugar varios días y comenzaba a familiarizarse con ese camino. Al tratarse de una zona con más densidad de árboles y sitios naturales, sentía que debía dedicarse algún día a darse un periplo por los alrededores, aunque necesitaría encontrar un tiempo en su horario.

Ella decidió tomar un camino peatonal que evadiría la vereda de una avenida, el cual era el camino más corto hacia el templo, pero no le causaba el mismo placer. No se encontraba contra el tiempo, y por ello se dio la libertad de ver qué había por su nueva ruta, la cual según el mapa terminaría llevándole al mismo sitio luego de una vuelta.

Youmu notó con gusto un riachuelo al costado del sendero cubierto por árboles altos y frondosos, y una serie de casas humildes y tradicionales, las cuales en su mayoría eran puestos como restaurantes o granjas de cultivos. Incluso había un pequeño criadero de animales pequeños y más adelante lo que parecía ser un mercado naturista. Desde dicho sitio observó más actividad de otras personas quienes entraban y salían portando cestas donde llevaban verduras y otros productos rústicos. La HiME se animó por encontrar aquel lugar y se hizo la nota mental de volver para pasear con sus amigas, o incluso su señora, quien seguramente se maravillaría.

Ella continuó con su camino hacia una zona más tranquila por la ausencia de los puestos, cuando entonces se sorprendió por ver a una persona que pensó no volvería a divisar en algún futuro cercano…

Más adelante y bajo la sombra de un árbol a orillas del riachuelo yacía de pie aquel misterioso exRebel que había observado en el cementerio. Él había levantado su mirada hacia unas flores que colgaban de una rama cercana y se notaba perdido en pensamientos. A sus pies había una cesta de paja con diversos vegetales originarios del mercado cercano.

Youmu se sintió extrañamente atraída a dicha persona y no evitó caminar donde este y mirarle a una prudente distancia. En verdad parecía sacado de un mundo alterno, aunque en aquel sitio tradicional y natural sí se asemejaba más a sus alrededores. Ella entonces vio cómo el otro le miró de reojo inmutado y recogió su cesta, para dar unos pasos hacia ella.

“…” la menor dio un paso hacia atrás instintivamente con leve impresión en su rostro.
“Nos volvemos a encontrar…” comentó el peliceleste con una voz cadenciosa y pacífica, aunque fría y profunda. “Puede que no sea una coincidencia…”
“…” Youmu frunció el ceño al notar cómo no le venían las palabras.
“Buenas tardes…” terminó diciendo esa persona, quien asintió en un gesto de saludo y caminó para pasar al costado de la joven y comenzar a retirarse.
“U-un momento, por favor,” pidió la peliblanca, quien se giró para dirigírsele. Notó cómo de inmediato el otro se detuvo. “Yo… quisiera hacerle unas preguntas…”
“…” el hombre se giró con paciencia y le miró fijamente, de manera expectante.
“Ehh…”
“¿Sobre qué quisieras hablar?”
“Pues… sé que usted fue un Rebel en el pasado…” Youmu desvió su mirada al piso. Ella comprimió un poco el agarre que tenía en las bolsas donde llevaba los dulces al sentirse un poco inquieta. Tenía sentimientos encontrados. “También sé que usted es una persona espiritual, y creo comprender que ha ayudado a personas durante su vida…”
“…” él cerró sus ojos a manera de meditación. “Mi nombre es Kousetsu Samonji…”
“S-sí, lo sé…” Youmu se quedó en silencio un momento, y notó que le tocaba corresponderle. “Ahh, sí, yo soy Youmu Konpaku.”
“No supe tu nombre, pero sí sé quién eres…”
“…” ello tensó un poco a la HiME, pese a que la otra persona mantenía sus ojos cerrados y no había traído un arma consigo. “Usted… ¿qué sabe sobre mi señora?”
“Estoy convencido que Saigyouji sabe más sobre mí que yo sobre ella. Recuerdo vagamente haberte visto hace ya muchos años y haberle oído hablar sobre su futura guardiana. Eso es todo. No me concierne más…”
“…” Youmu le miró con leve desconcierto e incomprensión. Aquella neutralidad se le hacía inquietante…
“Tú debes encontrarte interesada en mis motivos por haber sido Rebel…”
“…” volvió a desviar su mirada. “Sí… me cuesta creer que alguien como usted colaboraría con Rizembool en esta guerra…” frunció el ceño. “También es contradictorio escuchar que es una persona dedicada a otros. ¿Acaso… eso fue consecuencia de sus acciones? ¿Es un arrepentimiento? ¿Fue un error que haya sido Rebel? ¿O es que quizás usted creyó en la idea de que Rizembool era bueno, o de pelear para terminar con la guerra?”
“Tú…” Kousetsu abrió los ojos lentamente. “Dime, ¿tú eres una HiME?”
“…” nuevamente, Youmu se tensó, pero comprimió sus puños a manera de recordarse que debía mantenerse firme. “Sí…”
“…” él asintió, inmutado.
“Pero eso no tiene nada que ver. Contésteme…”
“Antes de dar explicaciones, quisiera que mantuvieras un simple concepto en mente,” le pidió con gentileza, pese a haberle cortado. “Yo soy un ser humano.”
“…” Youmu se extrañó.
“Como tal, no puedes combinar todos los aspectos sobre mi persona bajo una misma categoría de manera tan simple. Soy irracional e imperfecto, al igual que los demás.”
“…”
“La razón por la cual elegí participar en esta guerra sin propósito no fue por defender a mi propio lado. Tampoco tuve la intención de ayudar a nadie…” sus ojos volvieron a cerrarse y habló con solemnidad y en susurros. “Detesto pelear… y no creo que la paz pueda ser alcanzada mediante ningún tipo de guerra…” volvió a mirar a la HiME, manteniendo su inmutabilidad. “Soy un humano y, como tal, participé porque fue la única forma de proteger lo que más importa para mí.”
“¿Q-qué significa eso…?” Youmu se vio desconcertada. Esa respuesta no encajaba en lo que sabía. ¿Cómo pelear por Rizembool podría resguardar a alguien?
“No es un ideal escenario en el cual uno debe sucumbir a crímenes… sin embargo, si tuviera que revivir mi vida, haría todo exactamente igual, sin importar cuántas veces fuera necesario,” recalcó con calma y pausadamente. “Nunca justificaré lo que hice, y continuaré viviendo mientras arrastro este lamento. Pero nunca me arrepentiré de ello.”
“…” Youmu le miró con incomprensión y una pizca de molestia. Él hablaba de no arrepentirse por matar a alguien, lo cual le indignaba, pero parecía que había mucho más detrás de sus simples palabras que no podía comprender…
“Existe aún mucho que no entiendes con respecto a tu pelea, o tus enemigos. Como una humana, también tienes tanto preciado para ti por lo cual peleas, y todo ello puede ser usado en tu contra.”
“¿Q-qué dices?”
“Las posesiones, los deseos, las conexiones con otros… todo ello existe para traernos desdicha y volvernos miserables e ínfimos, pero como humanos siempre lo mantendremos cerca y haremos lo necesario para preservarlo… es por eso que todos tarde o temprano caeremos voluntariamente a un camino incorrecto. Sin importar tu lado o tus ideales, tú también eres vulnerable a esto.”
“…” frunció el ceño.
“Sin embargo, siento honestidad y pureza en tu forma de ser,” comentó, notando cómo esa joven HiME volvió a mirarle con confusión. “Tú sí deseas proteger y ayudar, y posiblemente buscar una solución a esta pelea. Lo único que te pido es que nunca pierdas la visión de lo que intentas lograr en tu travesía. Esta guerra te puede hacer olvidar.”
“Usted…” Youmu miró hacia el riachuelo con incomodidad. “¿…en algún momento se olvidó?”
“No…” él negó e imitó su gesto de mirar al río. “Pero personas cercanas a mí sí lo hicieron…”
“…” por primera vez, la menor pudo sentir un leve sentimiento en medio de la inmutabilidad de dicha persona. Era ese lamento o desdicha que él tanto comentaba…
“Para alguien como tú que desea el bien, ten cuidado. Que encuentres paz y una resolución personal. Que seas capaz de lograr algo significativo, incluso si no es lo que originalmente planeas… que crezcas y estés a salvo al final…” él se dio media vuelta y comenzó a caminar para retirarse. “Rezaré por ti…”
“Eh…” aquella despedida le sorprendió, y Youmu sólo alcanzó a verle caminar en dirección hacia los distintos puestos para retirarse del área.

Fue una extraña experiencia. No llegó a sentir ningún tipo de maldad de dicha persona a pesar de sus antecedentes, ni tampoco una real conexión con él. Era un neutral, prácticamente el fantasma que aparentaba ser por su apariencia…

Pero sí pareció detectar algo extraño de esa corta conversación. El nombre Rizembool se había vuelto varias veces más aterrador que el de los Rebels. Youmu sabía que se perdía de mucho, y el veredicto de dicho individuo le hizo entender que Rizembool en sí podría tener un efecto en las personas… aunque tampoco sabía qué exactamente pensar.

Ella sintió un sentimiento de incertidumbre y melancolía que le acompañaría por el resto del día, y de inmediato se recordó que debía seguir con su camino porque se encontraban esperándole.



Esa fue recién la primera de muchas meditaciones que experimentaría en su larga y accidentada trayectoria.
« Last Edit: December 04, 2017, 10:41:26 AM by Cho »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #331: September 29, 2017, 11:42:26 PM »
Hoi hoi minna aqui vengo con post compartido con Cho

Después de la visita del hospital, Shu tuvo que postergar el regreso a su rincón en Rizembool U a manera de encargarse de un asunto importante, razón por la cual tuvo que excusarse ante sus dos amigos, quienes continuaron con el camino a aquella misteriosa universidad.

Su nuevo itinerario hizo que el pelirrosa se dirigiera a un área agradable y tranquila de la ciudad, donde la muchedumbre no sería muy abrumadora a esas horas del inicio de la noche. Él no sería capaz de tolerar grandes cantidades de personas ni ruidos, de todos modos.

Durante el camino mantuvo la frente en alto y el semblante serio, severo e indescifrable. Su propia apariencia de poder e inmutabilidad llamaba la atención de varias personas que surcaban las mismas veredas, muchos de los cuales terminaban girándose a observarle por dos sencillas razones. La primera se debía a su imponente actitud, mientras que la segunda estaba más dirigida al hecho que una persona como tal portaba consigo a una vistosa y muy adornada muñeca de porcelana.

Todas esas eran miradas a las cuales Shu se había acostumbrado con el paso de los años. Siempre había sido considerado como un anormal por sus gustos y forma de ser, siempre fue un rechazado incompatible con la mayoría, y siempre era recordado aquello por las más sigilosas actitudes e incluso ademanes de todos los humanos que infestaban sus alrededores, pero con el tiempo se había acostumbrado, y se había identificado con esa mismísima rareza personal. Llegaba al punto de no molestarle, y no sentir mayor empatía con todos lejanos a su círculo que pensaban conceptos sobre él que él mismo no se enteraría ni que cambiarían su vida de ninguna manera.

La realidad sólo continuaría marcando su distancia con el mundo y enfriando su propia forma de ser como modo de vida y supervivencia, para bien o para mal.

Y el motivo por el cual Shu debía dignarse a permanecer fuera de su lugar de confort y sumergirse en aquel odiado mundo exterior era por uno de sus deberes primordiales. Mediante una comunicación por mensajes se había enterado que Mika, su protegido, todavía no había comido al encontrarse muy sumergido en sus diversos trabajos de costura. A modo de velar por su bienestar, inmediatamente lo invocó a un restaurante que ya conocían para encontrarse y compartir una cena. Shu detestaba la propia idea de verse obligado a una comida de porciones grandes al no ser particularmente un amante de comer, pero sabía bien que Mika descuidaría su alimentación si no era sacado de su lugar de trabajo.

Una caminata le llevó a un conjunto de restaurantes de buena categoría, los cuales se ubicaban muy estratégicamente frente a un amplio parque en la ciudad, cuya presencia disminuía la densidad de personas a su alrededor. El negocio al cual iba también era reconocido por la calidad de sus platos y semejanza a cocina casera, además de tener buenos reviews por internet. El pelirrosa no se conformaría con menos que ello, después de todo.

Llegó a la alameda frente a los restaurantes donde había algunas personas caminando o sentadas en bancas, y miró de un lado a otro a manera de escanear sus alrededores en búsqueda de su protegido, pero fue este quien dio primero con él, y quien no tuvo reservas en darle el alcance.

“¡Oshi-san!” exclamó este, feliz de la vida.

Desde una banca un poco lejana se acercaba un chico de cabellos negros desordenados y unos muy llamativos ojos de dos distintos colores, con uno azul y otro amarillo intenso. Dicho joven era apenas un año menor que el pelirrosa y en estándares generales tenía una altura mayor que la del promedio, pero un poco más baja que la de su superior y ni aquella apariencia física podía ocultar un alma infantil de grandes añoranzas, energías y tal vez cierta vulnerabilidad por una inherente inocencia que le caracterizaba. Este detuvo su corrida a una distancia respetable de su mayor, pero sus ánimos no se bajaron en lo más mínimo.

“¡Qué bueno que está aquí! ¡Le estuve esperando, Oshi-san!” comentó rápidamente.
“Mika…” sin embargo, Shu no le correspondió y le miró con gran reproche. “¿Por qué debes avergonzarte de aquel modo? No puedes andar actuando sin reserva. Eres un idol y debes preservar las características que tanto has trabajado por cultivar.”
“Ehehe, lo siento mucho, Oshi-san,” pese a la llamada de atención, Mika sonrió avergonzado y se llevó una mano a la nuca. “Es que me sorprendí que me convocara aquí, y para venir a cenar debe haber un buen motivo. Admito que la sorpresa me ilusionó.”
“No hay motivos muy resaltantes detrás de mi decisión. Es sólo lo mismo,” el mayor negó, exasperado. “Escuchar que a estas alturas no has comido me deja saber que no tienes noción alguna sobre cómo mantenerte saludable. Al menos salir y verte comer en este restaurante me indicará que te has alimentado bien…” dio un pesado suspiro. “No me siento de buenos ánimos, así que terminemos con esto.”
“Oshi-san, ¿mis senpais están bien?” le preguntó con leve preocupación.
“Sí, sí, no te inquietes, fue una falsa alarma,” hizo un movimiento con su mano para restarle importancia mientras hablaba con un tono impaciente. “Sólo que he pasado demasiado tiempo fuera de mi elemento.”
“Eh, lo imagino, Oshi-san, s-siento las incomodidades…” Mika bajó su mirada al piso. “Es que habíamos recibido tantos pedidos de costuras y confecciones y tenemos el deber de responderlos por contar con nuestro equipado estudio en Rizembool… no podía quedarme atrás, aparte que ha estado al pendiente del ataque en Hanasaki desde temprano en la mañana, así que también debo trabajar tan arduamente como usted…”
“Ahh… sé que lo haces, pero todo será en vano si no te cuidas. No lo olvides.”
“Sí, por supuesto,” asintió comprendiendo el punto, aunque por dentro Mika no estaba muy conforme porque, por más que fuera cierto que no siempre se cuidaba a sí mismo, su Oshi-san era mucho más extremo que él al respecto.
“Ya veremos los detalles después. No olvides que tenemos un pedido para diseñar el modelo de la nueva indumentaria para las plantas pilotos de los ingenieros industriales, y también terminar con las costuras para los atuendos de la nueva colección del display en la facultad de alta costura. Esa última es urgente por la próxima sesión de fotos, así que debemos apurarnos en regresar luego de la cena.”
“Eh, Oshi-san, no se preocupe porque ya terminé con ambas cosas…”
“¿Qué dices?” ello sorprendió al mayor de sobremanera. “¿Hablas en serio?”
“Sí, aunque necesito el visto bueno,” Mika sacó su celular donde le mostró fotos de sus últimos trabajos. El pelirrosa tomó el dispositivo para observarlo.
“Hm, no mucho se puede discernir por este medio, pero sí noto una consistencia y pulcritud en tu ejecución,” para variar, Shu sonrió aprobatoriamente mientras le devolvía el celular. “No está mal, has demostrado ser útil y eficiente. Buen trabajo.”
“¡Sí! ¡Muchas gracias!” exclamó Mika, lleno de dicha. Aprobaciones tan explícitas eran raras en su Oshi-san, razón por la cual se encontraba muy contento. “Por ello mismo podemos disfrutar de una cena tranquila y a gusto,” miró hacia la muñeca que su superior traía consigo con alegría. “Hehe, también es genial poder pasar el tiempo con Mado-nee. ¡Seremos los tres!”
“Vayamos entrando. Parece que tienen suficiente espacio para atendernos sin necesidad de esperar.”
“¡Sí, enseguida!”


Después de un dia pesado ayudando a Vivio con su trabajo de manager Nazuna decidió salir a pasear por la ciudad era cierto que tenia que tener cuidado de andar solo porque alguien podria reconocerlo pero siempre se las ingeniaba para que eso no sucediera aunque queria pasar desapercibido no podia hacerlo ya que habia heredado una belleza inusual para un chico y su tamaño como era bajito era facilmente confundido por una chica aunque claro el joven los hacia salir de su error de la manera mas cortes que tenia

Unya... tengo hambre... creo que ire a comer algo y de paso comprarle algo a Vivio...- caminando hacia aquella alameda de restaurantes lujosos-supongo que aquí podre conseguir algo bueno para comer- suspiro suavemente y camino canturreando alegremente-

Mika estaba caminando detrás de Shu feliz de haber sido elogiado por su trabajo cuando como si una fuerza sobrenatural lo detuviese y lo mandara girar hacia atrás lo hizo seguido de ese impulso y observó con sorpresa a la persona que estaba a unos metros de él

Que estas esperando Mika?? Entremos a comer y terminar con todo por hoy...

Cuando vio que el otro no le hizo caso giro a ver y tambien observó con sorpresa al joven que estaba frente a ellos

Nazuna tambien estaba sorprendido no pensaba que iba a volver a verlos no sabia que decir aun

Mikachiin... Master... ha pasado un tiempo...- sonriendo alegremente-

Mika no pudo resistir al ver al causante de la caida de Valkyrie frente a él que se acercó y le dio una sonora cachetada que el rubio no dijo nada solo se tocaba la mejilla dejando sorprendido al pelirosa que no se esperó la reacción de su protegido

El pelirosa tomo del hombro al pelinegro

Basta...-

Pero Oshi-san...- Shu noto que las manos del joven estaban temblando –

Lo tengo merecido despues de todo...- dijo el pelirubio- no te culpo Mikachiin

Que haces aqui??- hablo el mayor en tamaño con mirada fria percantandose que su hermosa marioneta se habia vuelto más hermosa

Viendo que comer supongo...-

“Ya veo…” Shu contestó con lentitud y manteniendo su severa y calculadora mirada encima del rubio casi de manera opresiva. Ajustó el agarre de Mika para forzarle a dirigirle su atención. “Nosotros también y no queremos interrupciones. Con permiso.”
“¡E-esperen un momento!” les suplicó Nazuna. Él sintió un hueco en su pecho por aquellas reacciones tan agresivas y frías de quienes una vez habían sido sus más preciados amigos. ¿Es que acaso él era el único que recordaba los viejos tiempos tan afectuosamente? ¿Acaso sólo él estaba feliz por aquel tan esperado reencuentro? “Han sido tantos años desde la última vez que nos vimos. ¿No tienen más que decir? En verdad…” llevó una mano a su pecho. “En verdad me alegro profundamente de volverlos a ver. Compartamos una cena, pongámonos al día, recordemos el pasado que tuvimos juntos.”
“Tch…” Mika comprimió sus puños y tembló de ira mientras mantenía su mirada cubierta en sombras.
“Has crecido un montón, Mikachiin. Master, se ve más implacable de lo que recordaba…” Nazuna sonrió con nostalgia y conteniendo mayores emociones, y desvió su mirada con un gesto de tristeza. “Sé que dejé muchas cosas atrás y me alejé de ustedes, pero si me permiten quisiera poder hablarles al respecto. Es hora de hacerlo…”
“¡Cállate!” exclamó Mika con tanta fuerza e intensidad que sobresaltó a Nazuna y alertó a algunas personas que caminaban cerca de ellos.
“Mika…” Shu le miró de reojo. “Dije que suficiente.”
“¡No! ¡No puedo! ¡No ignoraré las cosas que está diciendo sólo porque lo dices, Oshi-san!” reclamó el menor apuradamente y dando la apariencia de estar soltando un berrinche infantil, pero con la intensidad de un joven de su edad. “¡No permitiré que este se atreva a hablar tan ligeramente del pasado! ¡Nunca aceptaré que minimice lo sucedido y que tenga el descaro de decir que puede hablar y explicarse como se le da la gana!” este miró al rubio con un odio que arrugaba su rostro y entrecerraba sus ojos. “¡No tenemos nada que oír de ti! ¡Desaparécete! ¡No soportaré que te aparezcas de manera tan trivial y natural!” él se estremeció de pies a cabeza y daba la impresión que la constante comprensión de sus puños no contendría su energía por mucho tiempo más. “¡No te quiero ver! ¡No te quiero cerca de Oshi-san!”
“M-Mikachiin…” Nazuna estaba más que en shock por esa reacción de su menor y también se estremeció mínimamente por dicha sorpresa. Pero no era del todo desconocido para él. Conocía muy bien a Mika desde hace muchos años, y aquel dulce, inocente y tímido niño también tenía un impresionante y voluble temperamento, el cual le poseía de una primitiva e incontenible ira cuando algo le sacaba de quicio.
“¡Kagehira!” Shu alzó su voz para resondrar a Mika y hacerle salirse de ese estado de histeria.
“Oshi-san…” este se heló al saber que su superior se encontraba impaciente con él y notó como este dio un par de pasos hacia delante a manera de ponerse frente a él y encarar al ahora extraño de ambos.
“Nito…” el pelirrosa decidió dejar las cosas en claro antes de que ese accidentado encuentro escalara a más. “Comprendo que te encuentres invadido por aquel sentimiento de nostalgia que los humanos poseemos, pero ya no hay punto de permanecer en el pasado. Aquí no pensamos corresponderte en lo absoluto.”
“¿Qué estás diciendo?” preguntó el rubio, confundido. Su viejo amigo se estaba dirigiendo a él con aquella autoridad y personalidad superior y omnipotente que era parte de su actitud como un idol… y que completamente sellaba sus verdaderos sentimientos y pareceres.
“Valkyrie, lo cual nos había unido en un inicio, ha dejado de existir. Es historia. Por ello mismo tú ya no tienes más que ver con nosotros,” entrecerró sus ojos. “Si persistes sólo quiere decir que eres egoísta, y que no eres más que una molestia ante personas que desean resurgir del pasado.”
“P-pero nuestra amistad va mucho más allá de nuestras profesiones…”
“Como dije, eres egoísta,” la frialdad de Shu se contagió de molestia. “Imponiéndote así en nosotros, especialmente en Mika. No te lo perdonaré.”
“…” ello dejó frío a Nazuna, quien miró hacia Mika, el cual yacía parado y desviando la mirada, mientras continuaba comprimiendo sus puños y mostrando un rostro ofuscado por cólera y decepción. Regresó su mirada al pelirrosa y observó con cierta confusión que este llevaba consigo a su muñeca en una de sus manos. Mademoiselle, aquella muñeca que él había poseído toda su vida, parecía ser casi una parte fundamental del líder de Valkyrie por cómo estaba sentada en la mano de su dueño. “Mademoiselle… ¿qué haces trayéndola…?”
“Tú no tienes respeto alguno. Ya te dije que no es de tu incumbencia,” le regañó con impaciencia. No iba a dignarle ni una sola respuesta. Sin embargo, hubo algún tiempo en el cual Shu hubiera deseado hacer lo mismo que Nazuna y volver a conectarse con él, cuando todavía existía Valkyrie y cuando todavía podía confiar en el recuerdo de su amigo de la infancia. Pero ese tiempo ya se había agotado… “He sido lo suficientemente claro. Ya no estamos asociados contigo. Déjanos en paz y márchate.”


El rubio queria decir algo para defenderse por los ataques cargados de resentimiento de los que eran sus amigos, pero no podia no tenía la fuerza suficiente para enfrentarse a ellos en su estado no entrarian en razon por mas informacion que les brindara, se aguanto las ganas de llorar

Ya veo... asi que nuestra amistad termino... Mikachiin... Master... algun dia tendran que escuchar mis razones del porque me fui ...fue un placer haberlos visto nuevamente...- dio vuelta y se retiró del lugar..-

Mika quiso decir algo pero solo se aferró al brazo del pelirosa mientras que ambos veian irse a su amigo de la infancia irse

Vamos a comer... que este incidente no nos malogre la comida ...-separandose el pelinegro- Nito es cosa del pasado ahora somos soloa tu y yo-

Si Oshi-san solo seremos tu y yo...- se percato que el mayor apretaba su puño fuertemente en realidad quería detenerlo pero no le perdonaba todo lo que sufrieron a causa suya

Nito por su parte corria lejos del lugar con lagrimas en los ojos no pensaba que aquel reencuentro que esperaba con muchas ansias haya terminado asi de mal debia de calmarse y llegar bien a su casa para no preocupar a Vivio que era lo unico que ahora tenia en el mundo

---

Mientras tanto en el hospital de Hanasaki Tsubasa se encontraba frente a su espada fiel compañera de todas sus peleas como Hime

Padre... madre... he deshonrado a la familia Kazanari... no merezco ser llamada guerrera... no podre proteger a mi rey...-

Aquella espada, esa certeza en todas sus peleas desde hace bastante tiempo, se encontraba quebrada sin posibilidad de ser reparada. Tsubasa había perdido a su leal compañera, y yacía en un hospital luego de verse herida sin lograr hacer diferencia alguna en el ataque en Hanasaki.

Había llegado tarde. No fue capaz de proteger ni a Rei ni a Kanata, ni a nadie más. Se había enfrentado a Yuuto con tal de detenerle, pero fue derrotada por él, y sólo contaba con su vida por un capricho de parte de aquel enemigo, quien no la consideró seriamente, y le concedió vivir como si su propia existencia fuera irrelevante. Tsubasa, quien había sido rescatada y protegida hace años por la buena voluntad de Rei y quien estuvo entrenando y preparándose para la inevitable guerra, no había sido capaz de regresar aquella bondad a sus amigos ni llevar a cabo su rol como una HiME del pasado.

Entonces, en medio de sus pensamientos, oyó unos pasos acercarse por el pasillo. Era usual esperar movimiento del personal del hospital, pero se confundió cuando dichos pasos terminaron frente a la puerta de su habitación y escuchó la voz de una amable enfermera.

“Tsubasa Kazanari, esta es su habitación,” explicó a su acompañante. La peliazul se extrañó. ¿Visitante? El horario de visitas ya debía haber terminado, y no sabía a quién podría esperar.

…pero sus dudas fueron cruelmente resueltas cuando oyó una suave y profunda voz reciprocar la amabilidad de la enfermera mediante un agradecimiento. Una voz que delataba a un ser mucho más complicado de lo que parecía a simple vista.

“Le agradezco su ayuda. Ha sido muy gentil,” dijo el joven. En el otro lado de la puerta, la HiME sintió casi un impulso de huir antes de encontrarse con dicha persona…
“No tome mucho tiempo, por favor. He decidido hacerle una excepción, pero no puedo justificar su presencia si fuera a quedarse por un tiempo muy prolongado.”
“Lo comprendo y no abusaré su amabilidad,” dijo suavemente. Fueron palabras que seguramente estuvieron acompañadas de una cálida y respetuosa reverencia. “Si me permite, quisiera pedirle que prepare una infusión para mi estimada amiga. Comprendo que ella se encuentra incómoda y necesitará un calmante para tranquilizar sus nervios más tarde.”
“Por supuesto. Enseguida me encargo.”

La enfermera se retiró según sus pasos le delataban, y hubo un momento de silencio mientras dicho ‘amigo’ de la internada no se dignaba a abrir la puerta, y más bien esperaba a ser dejado completamente solo antes de concederse el ingreso.

Finalmente entró. Tsubasa observó a aquel joven ya muy conocido por ella, a quien había esperado no tener que volver a ver, y mucho menos en esos instantes. Se trataba de un chico bastante alto de tez pálida y refinada, con cabellos rubios lacios ordenados y unos ojos celestes que irradiaban bondad aunque cierta lejanía. Una impresión general de aquella persona que muchos compartían le categorizaba como un delicado ángel manifestado entre los mortales, y por dicha apariencia solía no tener inconvenientes en ganarse el favoritismo y la comprensión de todo aquel a quien acababa de conocer.

Pero Eichi Tenshouin era mucho más, o más bien mucho menos, que un ángel. Detrás de su venerada y bondadosa presencia, el rubio heredero y futuro magnate de un conglomerado de algunas de las empresas más resaltantes del Japón era un reconocido ‘emperador’ eficaz y calculador que no traería deshonra alguna a su familia a la hora de encargarse de sus enemigos, ni se dejaría llevar por motivos sentimentales que disminuirían sus logros… y muchos en el círculo de Tsubasa lo sabían mejor que nadie…

“Buenas noches,” le saludó el rubio, concediéndole una amigable sonrisa. Él ladeó su cabeza y expresó gusto por observar la habitación. “Te han concedido un cuarto de reposo muy adecuado y bien equipado. Me alegro mucho por ti. Por lo que he oído del ataque de ayer, debes haber tenido un momento difícil. Siento mucho las incomodidades.”
“¿Qué haces aquí, Eichi?” le preguntó la HiME con molestia, tensándose y comprimiendo sus puños. Observó cómo el chico continuó caminando con toda libertad por su habitación y se acercó hacia las ventanas donde se observaba la noche.
“Después de oír el eco de las noticias del ataque, supe que debía rendirle un homenaje a al menos uno de los heridos que conozco personalmente,” contestó con naturalidad y cortesía, para ensanchar su sonrisa con mucho gusto. “Es normal sentir empatía por otros, sobre todo si ya existe una previa familiaridad. Esta empatía que siento por ti es la razón por la cual tenemos el privilegio de volvernos a ver esta misma noche.”
“Tsk… ¿de qué empatía hablas?” Tsubasa nunca se fiaría de sus palabras. Él apenas se encontraba presentándose por lo que decía. “No tengo nada que escuchar de ti…”
“Difiero. Mi razón de venir es para velar por tu bienestar y hacerte recordar tus intereses principales,” Eichi le dio la espalda y observó a través de las ventanas. No podía observar con claridad por la oscuridad hacia el exterior, aunque ello era lo de menos. También estaba muy consciente que se encontraba dándole la espalda a la peliazul, quien siempre podría intentar atentar contra él, pero le conocía y podía predecirle. En esas condiciones, ella sólo se limitaría a oírle… y a autodestruirse sin mayor esfuerzo. “Es un hospital cómodo y espacioso, y eso viene de alguien débil y enfermizo como yo quien ha sido repetidamente internado. Tengo que extenderle mis felicitaciones a Hanasaki por mantener en tanta consideración a sus estudiantes y sus muy voluntariosas HiMEs…” hizo una breve pausa. “Pero tiene mucho sentido. Hanasaki tiene que estar consciente que debe acomodar a todos los estudiantes que inevitablemente terminarán en el hospital por medio de esta guerra…”
“¿C-cómo te atreves?” ella sintió un impulso de reclamarle, pero no se sentía con fuerzas para hacerle frente. Después de lo vivido, se sentía diminuta.
“Serás valiente y atrevida, pero tus propias virtudes se convierten fácilmente en tus defectos,” Eichi volvió a dirigírsele y adoptó un gesto meditativo al mirar hacia el piso con una mano sobre su mentón. “Es problemático… una HiME y guerrera como tú no puede caer víctima de su propio temperamento. Así no serás capaz de lograr tus metas.”
“No tengo nada que oír de ti,” Tsubasa entrecerró sus ojos. Las palabras del rubio siempre habían sido superficialmente formales y meditativas, pero también hirientes y muchas veces de manera discreta. “Tú no sabes nada de mí ni de Hanasaki. No me importa si perteneces a una familia de estatus alto, ni todo lo que has logrado durante tu vida. Tú no eres más que un maligno exRebel que nunca comprenderá nuestra lucha.”
“No…” él le miró inmutado, con un semblante neutral, y se cruzó de brazos. “Es por haber sido un Rebel que comprendo muy bien la lucha de Hanasaki. En tu institución, las HiMEs luchan para defenderse de los Rebels y la directora convoca a estudiantes con tal de hacerle frente a Rizembool e impedir que ellos ganen y las derroten. Debido a mis propias experiencias, he conocido a todo tipo de Rebels, y entiendo la necesidad humana que Hanasaki posee al velar por el bienestar de sus miembros. Lo apruebo, y también lo venero,” él sonrió ampliamente, con gentileza. “Es un gran sacrificio, y ellos creen en lo que yo también creo, en dar lo mejor de sí y triunfar sin recurrir a mayores barbaries. Por ello estoy dispuesto a aplaudir a tanto HiMEs como Rebels quienes dieron todo con tal de cumplir sus metas y pudieron salir adelante luego de derrotar a sus oponentes. Son una gran inspiración.”
“Tch…” ello dio escalofríos a la peliazul. Aquel temible ‘emperador’ frente a ella consideraba ideal ese terrible sistema de la guerra, y la casi ‘humilde’ narración también le hacía recordar a Tsubasa todo lo que Eichi había hecho fuera del campo de batalla para derrocar a sus rivales en su trayectoria como el idealizado y perfecto idol que era para la gran mayoría.
“Sin embargo, hay algo que no entiendo. Es el motivo por el cual he venido a verte,” su sonrisa se borró y cerró sus ojos para fruncir el ceño a modo de expresar frustración e incomprensión. “En medio de esta guerra donde candidatos dignos y prometedores tanto de tu lado como del mío participan para ganar y salir adelante, no soy capaz de comprender tu propia lucha, y tu perseverancia en seguir siendo HiME. Rizembool tiene sentido. Hanasaki también. Pero tú careces de sentido alguno.”
“¿Qué dices?”
“Yuuto-kun se comunicó conmigo, y me informó sobre la pelea que tuvo contra ti durante el ataque en Hanasaki. Fue sorprendente, sin lugar a dudas, oír de ti luego de estar desaparecida por tantos años. No puedo ni comenzar a explicarme cómo así decidiste reaparecer para pelear después de haber podido escapar de tu trágico destino casi ilesa,” abrió sus ojos para mirarle inmutado y neutralmente. “Y no me refiero a tu vocación de ser HiME y luchar por el bien de otras personas,” negó frustrado y le miró con reproche. “Para alguien como tú, eso no es importante. Tú demostraste ser incapaz y débil hace tiempo, y dejar que alguien tan imperfecto, común y vulnerable como tú reclame las mismas imposibles metas de los verdaderos héroes sería irracional y erróneo de mi parte. Estoy aquí para aconsejarte y hacerte pisar suelo. Alguien como tú no debería nunca ser una HiME.”
“…” esas palabras le cayeron como un azote y Tsubasa sólo pudo agachar su cabeza. El mensaje que ese temible y controversial emperador traía para ella se encontraba resonando por dentro principalmente porque ella misma se sentía así luego de no haber podido ayudar en lo más mínimo. Su desaparición del pasado, por más que estuvo orientada a recobrarle y fortalecerle, también había sido una mancha en sus recuerdos y en su propia autoestima. Ella comprimió sus puños con impotencia.
“Cuando desapareciste, Hanasaki continuó luchando sin tu ayuda. Seguramente no conociste a varias HiMEs que fueron tus contemporáneas, pero debes recordarlas de vez en cuando. No todas han sobrevivido,” le comunicó. “Yo mantengo contacto con mis propios contemporáneos, incluso si ya no estamos en el rol de Rebels, y tengo presentes a sus respectivas HiMEs con frecuencia. Estoy consciente de las peleas de mis allegados, de lo que experimentaron y, finalmente, de cómo cada uno de ellos salió victorioso ante su HiME. Pero incluso a aquellas caídas les digno un grato recuerdo porque sé lo mucho que Hanasaki y sus metas significaron para ellas y porque no fueron fáciles de derrotar. También por el hecho que ninguna de ellas abandonó su lucha sin importar las circunstancias,” alzó un poco su mentón y le miró con una pizca de desdén. “Si tan sólo pudiera decir lo mismo de ti…”
“Tch…” la peliazul desvió su mirada y tembló de pies a cabeza.
“Por huir, imaginé que te habías unido a una lucha que no te correspondía y que era lo mejor que nunca regresaras, pero como parece que sí piensas regresar he venido para hacerte recordar que estás mucho mejor velando por ti misma en vez de unirte a una guerra donde no harás una diferencia, sin importar cuánto lo desees. Algunas cosas nunca cambian, Tsubasa. No pudiste hacer nada en el pasado, y menos podrás ahora que Rizembool se ha repotenciado para buscar una revancha. Y si fuéramos por el supuesto de que Hanasaki pudiera nuevamente ganar, ellos no necesitarán de tu ayuda. Sin duda no te necesitaron hace tres años, cuando tú apenas eras un vago recuerdo de todos a los que abandonaste.”
“C-cállate…” dijo en voz baja, en un intento de reclamarle, pero la expresión salió con un gran peso y tristeza que delataba su presente debilidad.
“¿Valdrá la pena que sacrifiques tu vida en vano? ¿Hanasaki estará feliz con una HiME que sólo ocupará una habitación del hospital repetidamente? Alguien como tú que no tiene lugar alguno en Hanasaki no brindará nada de utilidad a nadie en medio de un sacrificio sin significado. No intentes negarlo.”
“N-no importa,” ella reunió fuerzas para mirarle y encararle mientras temblaba, y le observó con gran cólera. “Y nadie sabe si realmente puedo hacer algo o no… pero no pienso cruzarme de brazos como tú y nunca averiguarlo. Luchar, aun si es en vano, es lo que quiero hacer, y eso sólo es lo que vale, por encima de mi propio bienestar.”
“Ahh…” Eichi dio un pesado suspiro y se mostró apesadumbrado, como quien simpatizaba con alguien ilógico quien no entraba en razón. Era sorprendente cómo a pesar de sus hirientes palabras nunca mostraba una pizca de maldad y parecía casi preocupado por su oyente. “No es tan simple. Tú tampoco estás arriesgándote sola. Hablas como si hundirte fuera únicamente tu problema, pero no lo es.”
“Yo sé que no te importo en lo absoluto. No me convencerás de lo contrario.”
“Nunca te he inspirado simpatía, estoy consciente de ello, pero no hablaba por mí,” él negó y le miró impaciente. “Hablo de Sakuma-kun, Shinkai-kun… también de Tsukinaga-kun.”
“…” esa última mención estremeció a Tsubasa quien se sintió sin piso momentáneamente y bajó su mirada con gran pesar.
“Ellos y muchas otras personas pueden salir lastimados por tu simple deseo de ser una HiME, y estoy consciente que ya han recibido daño colateral. Si bien nadie debe culparte por las decisiones que ellos mismos toman, tampoco puedes negar que el daño que personas cercanas a ti sufren por este conflicto es parte de tu responsabilidad, y que nada de esto ocurriría si tú no les dieras razones para inmiscuirse en tus asuntos.”
“Yo…” Tsubasa se vio asustada y paralizada por aquella realización.
“También es injusto que derroches tu propia salud y tu propia vida, luego de que todas estas personas que han sido tan bondadosas contigo hayan hecho lo imposible por protegerte. Por ello, tú involucrándote por convicciones sin fundamentos es más que irresponsable.”


La peliazul apretó fuertemente los puños mientras que se lastimaba sin querer todo lo que decia Eichi era cierto varias personas que se involucraron con ella habian salido lastimadas hasta incluso muertas como sus padres, la amistad que tenia de años con Leo y los demas miembros de Knights aquellos bellos momentos de su vida con sus padres mientras la observaban cantar con el grupo de la persona que es importante para él que habia sido elegido para proteger como tradición en su familia y tambien que habia tomado parte de su corazon... sus amigos... Izumi... Arashi y Ritsu... con los dos ultimos aun se llevaba bien pero con Izumi las cosas eran diferentes porque sabia el apego y admiración que tenia por Leo aquel genio que desde niño habia tenido el don de componer canciones y guiar a Knights a los mejores puestos y que tuvo la desgracia de conocer a Eichi

Su decisión de ser Hime para proteger a sus compañeros sin saber lo mucho que iba a sufrir mas adelante... aun asi ella no se arrepentia de sus decisiones... desde pequeña había sido entrenada para proteger el honor de la familia Kazanari... su mision de vivir su vida como espada... todo le habia sido despojado... aquel momento que Leo fue gravemente lastimado... cuando estuvo ella apunto de morir si no fuera por Rei, Chiaki y Kanata... y aun asi no pudo hacer mucho por ellos en este ultimo ataque que mas tendria que pasar?? Cayo de rodillas... Eichi tenia razon... para qué tendria que volver a ser Hime??

Mi estimada Tsubasa Kazanari que proviene de una familia de nobles guerreros... no debes de volver a la batalla no sumarias al contrario restarias a los intereses de Hanasaki...- empezo a acercarse a ella- sabes que puedes perder lo poco que te queda mi querido Yuuto-kun mi camarada en armas es un tipo peligroso y sabes que puede terminar de romperte en mil pedazos... mejor dejalo aqui y vuelve a tu vida de estudiante...-

La puerta de la habitación se abrió y otra persona entro en escena

Al parecer mi mal presentimiento era correcto...-

Vaya vaya y me ahorraste tiempo en ir a visitarte querido Rei...-

No se de que estan hablando pero es una falta de respeto que un emperador como tu este incomodando a una inocente dama

Solamente vine a saludarla y hablarle de lo que realmente le conviene- con una suave sonrisa- al igual que tu... mira que dejar a Ritsu a su suerte no es apropiado de un buen hermano

Me halaga que pienses tambien en mis intereses pero no te preocupes que Ritsu esta bien cuidado aunque no este a su lado-

Lo se... puesto que tambien estoy cuidando de él como el hermano mayor que no supiste ser-

Y un hermano que quisiste tener pero no lo tienes a fin de cuenta...- mirando el reloj de la habitación- me parece que la hora de visitas ha terminado... gracias por la visita y espero volvernos a ver en nuestras mejores condiciones

Es cierto ya es muy tarde... que grosero de mi parte... me alegra que mis queridos conocidos se encuentren bien... los estaré esperando en Rizembool para poder tomar el te que quería hacerlo hoy...- avanzando hacia la puerta donde estaba el pelinegro- recuerda que no siempre estaras cerca para proteger lo que quieres esta vez estas vivo pero pueden matarte en cualquier momento...-

Es una amenaza??-

Solo es un consejo...-

El rubio salió de la escena

Rei vio a Tsubasa terriblemente afectada que había sucedido antes de que llegara no lo sabía pero se iba a encargar de regresarle la determinación que habia poseido anteriormente y ya tenia un plan en marcha

Fuera del hospital se encontraban dos jóvenes un rubio alto de cabellos cortos y con traje elegante cubierto con una manta blanca y el otro de cabellos largos amarrados en una coleta con pantalones cortos y una amplia sonrisa


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Luego vengo con los topecitos xDDDD

matta ne!!

Mimi-chan


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #332: October 01, 2017, 11:47:37 PM »

Hello gals <3

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






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Now, let's carry on with those big HiME dreams...

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #333: October 16, 2017, 11:41:41 AM »
Un fic para ir avanzando un poco este mes. Muchas gracias a Sayi por los icons~

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Después de aquel meditativo fin de semana, llegó el lunes de la siguiente y era momento para que los estudiantes de las universidades retornaran a sus rutinas. Youmu caminaba hacia el dojo de kendo ya que le esperaba una práctica a esas horas tempranas de la mañana, aunque su mente continuaba perdida en las nubes por aquel críptico día previo que le había tocado experimentar.

Cuando regresó a su casa después de la faena en el templo, comentó a su señora que había vuelto a encontrarse con dicho misterioso exRebel y lo que este compartió con ella. Yuyuko, además de mostrarse sorprendida por ese tan pronto reencuentro, estuvo bastante interesada en aquel motivo que había llevado a ese antiguo rival a unir fuerzas con Rizembool. Si bien la mayor tampoco pudo descifrar completamente qué habría querido decir, ella informó a Youmu que esa persona tenía a dos hermanos menores, uno de los cuales también fue un Rebel hace poco tiempo, tal y como Jakob le había informado.

Todo ello volvió a hacer a Youmu meditar aquel encuentro tan extraño. Ese hombre le pidió que no perdiera su visión del camino, y que personas muy cercanas a él lo habían perdido en algún momento, algo que parecía lamentar. Quizás, por oír que uno de sus hermanos había seguido sus pasos, él pudo haberse referido a ello, pero nuevamente no había forma de estar seguros.

Youmu decidió enfocarse en su preocupación de que su señora todavía quería hablar con dicho exRebel en algún momento. Pese a que él no parecía una mala persona, la peliblanca quería velar por su superior, y también estaba inquieta de que todo ello le estuviera afligiendo más de lo que debería pese a no demostrarlo.

Sacudió su cabeza vigorosamente para despejarse y recordar su deber de entrenar. Ni bien se acercaba hacia los dojos, notó que los hombres también iban a tener una práctica al mismo tiempo por la presencia de algunos kendokas de dicho equipo. Ello le hizo recordar que Cho había tenido unos últimos días alocados por aquella sorprendente revelación de la familia de su hermano, y decidió ver si podía encontrarse con Roxas para preguntarle cómo iba todo.

Ella se detuvo un momento frente a la entrada del dojo de los hombres mientras meditaba si entrar o no, cuando entonces oyó a un grupo caminar, y reconoció al hermano de la HiME.

“Buenos días, Youmu,” le saludó Roxas, quien le dio el alcance. “¿Necesitas algo?”
“No,” negó pausadamente. “Sólo quería saber cómo iban las cosas. Espero que todo esté bien.”
“Ah, todo va bien, gracias por preguntar,” él sonrió un poco incómodo. “Aunque todavía sigo sorprendido…”
“¡Buenos días!” exclamó Urashima quien corrió hacia los dos y se tomó la libertad de apoyar un brazo encima de los hombros de su hermano mayor, acción que hizo que Roxas diera un suspiro. “Eres la HiME que peleó el otro día en la casa de onii-chan, ¿verdad? ¡Mucho gusto!”
“Ah, s-sí, un gusto,” la peliblanca asintió y se vio un tanto perpleja. Ya podía comprender por qué Roxas estaba un tanto incómodo con la situación.
“Urashima, ya te dije que te comportes,” le insistió Horikawa. “Hemos acordado que tocaríamos el tema en el dojo en su momento y lo haríamos de forma delicada.”
“Uhh, pero ya se reveló, no veo cuál es el problema…”
“Realmente quisiera que la rutina se mantuviera tranquila al menos de momento,” le pidió Roxas.
“Bueno, en verdad quisiera decirlo ya, pero si mi onii-chan quiere mantenerlo en secreto, entonces lo haré,” Urashima dio un saludo militar con una sonrisa brillante. “¡Yo soy el mejor guardando secretos!”
“No lo eres, pero al menos espero que lo intentes…” Horikawa dio un pesado suspiro y de inmediato se dirigió a Youmu. “Ah, cierto, siento mucho no presentarme todavía. Mi nombre es Horikawa Kunihiro. Mucho gusto.”
“Yo soy Youmu Konpaku,” ella asintió. “Estoy familiarizada con sus familias. Ambos provienen de linajes respetables.”
“Hehe, yo también he oído de ti,” Urashima asintió efusivamente. “¡Dicen que eres muy fuerte! ¡Seguro que eres una HiME genial!”
“Pues, recién ando comenzando…” ella desvió su mirada. Lamentablemente, su omnipotente Rebel le hacía sentir diminuta luego de los dos enfrentamientos que había tenido con él, aunque pensaba tomárselo como una meta y motivación a seguir entrenando.
“No te preocupes, estamos convencidos que tienes una gran habilidad, y se nota que eres una persona muy dedicada,” Horikawa asintió, sonriendo. “Te deseamos lo mejor.”
“¡Sí! ¡Harás un buen trabajo!” Urashima le levantó un pulgar y le dio un guiño.
“…” Youmu se mostró un poco sorprendida, y terminó sonriendo un poco. “Gracias.”
“Heh, también tengo mucha fe en ti. En verdad demostraste un gran potencial en tu primera pelea,” le aseguró Roxas, quien hizo un esfuerzo para no volver a pensar en el desastre que hicieron en su casa. “Sé que la mayoría de HiMEs tienen primero que entrenar y surgir sus poderes, pero tú ya estás muy preparada.”
“Es reconfortante escuchar ello,” ella asintió y adoptó un rostro serio. “Pero también depende de que siga entrenando con diligencia. No puedo defraudar a Hanasaki.”
“Siempre podemos ayudarte a entrenar. Sería un honor,” le sugirió Horikawa.
“¡Sí, definitivamente! ¡Va a ser divertido!” declaró el menor, dando brincos.
“Gracias a los dos. Lo esperaré con ansias,” asintió. “Ahora tenemos que ir a entrenar. Nuestros entrenamientos están a punto de comenzar.”
“Cierto. Nos podemos reunir para almorzar juntos más tarde,” sugirió Roxas.
“Claro, que les vaya bien.”
“¡Igualmente!” Urashima se aferró de un brazo de Roxas. “¡Sé que tendré una gran práctica con mi onii-chan y te deseo lo mejor!”

En eso, un grupo de kendokas que estaban por entrar oyeron esa última oración y no evitaron detenerse y dirigírseles.

“¿‘Onii…chan’?” preguntó uno de ellos, perplejo.
“¿No que Roxas es tu senpai?” preguntó otro.
“Haha, qué increíble sería que en verdad fueran hermanos,” un tercero se rió nerviosamente, aunque no tardó en notar que había algo raro ahí. “Hm, aunque le estás abrazando del brazo…”
“Ehh…” Urashima se tensó. “P-p-pues…”
“¡¿En serio?!” terminó exclamando un cuarto, quien intercambió miradas con los demás.
“T-tranquilos…” Horikawa intentó apaciguarlos. “N-no le tomen en serio. Urashima sólo es muy ocurrente…”
“¡AAHHH!” pero este se llevó las manos a la frente, claramente afectado. “¡Se suponía que era un secreto! ¡Lo siento mucho, Roxas-niichan!”
“Uhh…” con esa exclamación, Horikawa dio un pesado suspiro al saber que ya no podría intentar ocultar la verdad.
“¿Qué pasó?” preguntó otro chico que llegó desde el interior del dojo.
“¡Ellos dos son hermanos!” exclamó otro kendoka.
“¡Imposible!”
“Esperen, ¿qué?” preguntó otro chico más que también llegaba desde el dojo.
“…” y Roxas dejó caer su cabeza hacia el frente, frustrado y cansado. Había esperado poder tener una práctica tranquila y sin complicaciones, pero era evidente que no iba a ser posible. Youmu le miró con leve pena al notar su estado de ánimo, pero sería un proceso que le tocaba atender de momento.

Así, las prácticas de kendo iban a comenzar, sin que antes Horikawa se dedicara a dar una tranquila y comprensible explicación a todos para dejar el asunto terminado.


Llegó otra tarde dentro de Rizembool, y Yukko acababa de terminar una clase que tenía con sus compañeros. Tanto ella como Mai habían recibido notificaciones sobre sus horarios, con respecto a que faltaban algunos documentos relacionados con su asesor. Por ello, Hotarumaru se ofreció a dirigirles donde Tsurumaru para poder formalizar lo que fuera que había descuidado, y los tres caminaban en dirección a un bloque de dormitorios dentro de Rizembool.

“Ehh, espero que no haya problemas serios por esto…” Yukko se notaba inquieta.
“Comprendo que una formalidad como esta suena aterradora para ti, al ser Hanasaki-chan, pero seguramente trascendería a nosotros no siendo asesoradas por nuestro supuesto superior,” Mai se encogió de hombros. “Pienso en Tsurumaru más como un amigo ruidoso que como un verdadero senpai responsable, de todos modos.”
“Cierto,” Hotarumaru asintió. “Yo no tengo problemas porque Ikari-sensei se aseguró que todos mis papeles estuvieran en orden, pero ahora veo que Tsurumaru no es confiable sin esa presión adicional. Aunque descuiden, estoy seguro que se puede arreglar ni bien él lo revise.”
“Es un alivio oír eso…”
“Hm, lo único que me saca de cuadro aquí es que él vive dentro de la universidad,” confesó Mai, inmutada. “Habría esperado que alguien como él tuviera su guarida en un lugar menos vigilado y más lejos de sus responsabilidades.”
“Sé que Tsurumaru tiene una residencia familiar en la ciudad…” Hotarumaru levantó su mirada, pensativo. “Aunque una vez le oí hablar con Yagen sobre cómo no le gustaba estar ahí. Al parecer es muy solitario y se aburre con facilidad.”
“Hm, eso puede tener sentido, viendo cómo siempre trata de entretenerse.”
“¿Eh? ¿Por qué será?” Yukko se mostró confundida. “¿Acaso no le gustará pasar tiempo con su familia? Para ser como es, imaginaría que sus padres también son medios energéticos y quizás un poco chiflados.”
“Mo…” Hotarumaru se notó súbitamente sorprendido y desvió su mirada con rapidez. “P-pues… no sé, supongo será mejor no meternos en ese tema… olviden lo que dije.”
“…” Mai alzó una ceja, con una pizca de interés. Comprendía que Hanasaki-chan a su costado se quedaría con una duda sin respuestas, aunque ella misma había podido notar cómo al parecer se había tocado un tema sensible que el pelicenizo prefirió evadir. Como siempre, el secretismo del perfil de Rizembool no dejaba de entretenerle.
“Ehh, bueno…” Yukko sonrió con torpeza y decidió seguir el pedido de su amigo por más curiosidad que tuviera. “Sólo espero que Tsurumaru esté con ánimos de atendernos tan intempestivamente. No sé cómo le estará yendo con ese proyecto del otro día…”
“Se terminó durante el fin de semana, y bien, felizmente,” reportó Hotarumaru, sonriendo un poco. “Al menos ha regresado la paz en mi entorno y sin duda Tsurumaru también está más feliz al respecto, aunque sí le veo ser un poco reacio para revisar el papeleo relacionado a su trabajo como asesor…”
“Sabemos que está en su apartamento, eso es lo que más me importa,” Mai se encogió de hombros. “No venimos por gusto y siempre podría ver cómo presionarle yo misma…”
“Lo mejor es que no se recurra a eso, Mai-neechan,” el menor negó, con paciencia. “Digo que él está más feliz, pero dudo mucho que se haya recobrado por completo de los últimos días esclavizadores que ha tenido…”
“Ehh, no sé por qué me da miedo la idea de verle molesto…” Yukko sonrió nerviosa.
“…” y Hotarumaru asintió. “Es bueno tener aprehensión. Yo que lo conozco sé lo incontenible que puede ser cuando algo le incita.”
“Hm, por algo se nota que sería un excelente Rebel,” opinó Mai.
“Uhh, no digas eso, Mai…”
“Sólo digo la verdad, Hanasaki-chan. Acostúmbrate a que eres parte de Rizembool en contra de tu llamado por la naturaleza.”
“Ehh…” a veces le daban muchas ganas de reclamarle por comentarios así, pero le faltaban las energías para hacerlo.

Los tres llegaron a una zona de dorms de Rizembool que claramente pertenecía a estudiantes de clase alta por las aparentes dimensiones de cada habitación. Hotarumaru estaba muy familiarizado con el destino y les condujo por las escaleras y los pasillos hasta llegar a una habitación en particular. Ahí tocó el timbre y los tres esperaron a que el dueño de casa les abriera, quien no les hizo esperar.

Y ellos que habían esperado a un Tsurumaru quizás un tanto perezoso e indiferente de ayudarles con las formalidades se tomaron con otra versión de él. El peliblanco tenía un mandil de cocina puesto y les abrió la puerta de par en par con la mejor de sus sonrisas.

“¡Ah! ¡Finalmente han llegado! ¡Qué alegría!” exclamó de buenos ánimos y con un aura brillante. “Adelante, estoy preparando una deliciosa comida.”
“…” Yukko no evitó alzar una ceja y notó cómo por primera vez en el día tanto ella como Mai tuvieron exactamente la misma reacción.
“¿Estás cocinando?” Hotarumaru se sorprendió. “Normalmente no tienes paciencia para eso.”
“Normalmente no, pero hoy es un día especial,” contestó con simpleza y una rara felicidad. “Vamos, no me hagan esperar más. ¡Oh! Mientras esperan, les puedo servir unos helados que tengo en la nevera. ¡Espero que les guste chocochip!”
“¿…quién eres?” preguntó Mai con un pesado escepticismo en su tono de voz.
“¡Haha! ¿Por qué lo preguntas? Sólo estoy de buenos ánimos. Además, me gusta ser anfitrión en mis aposentos. Pasen, siéntanse como en casa.”

Los tres entraron y tomaron asiento en una sala. Dicha habitación era un apartamento de un cuarto con grandes comodidades y mucho espacio al tratarse de un dorm de clase alta. Tsurumaru les dejó esperando para traerles dichos postres y, con él fuera del mapa, las chicas intercambiaron miradas.

“T-tengo miedo…” dijo Yukko, inquieta. “No sé… siento algo maligno en todo esto…”
“No…” Mai negó y adoptó seriedad en su expresión. “Es precisamente lo contrario, al tratarse de él. Esto que siento es más… un aura benigna… completamente contraria a su naturaleza.”
“Ihh…”
“T-tranquilas…” Hotarumaru se notó confundido por las observaciones de las dos. Él no tardó en comprender qué estaba ocurriendo y sonrió un poco. “Todo está bien. Para que Tsurumaru esté tan alegre significa que alguien le ha venido a visitar, y ha pasado mucho tiempo con él.”
“¿Eh?” Yukko ladeó su cabeza. “¿Quién?”

La respuesta no se hizo esperar porque Tsurumaru regresó de inmediato con una bandeja donde traía copas de helados vacías. Detrás de él estaba un chico de cabellos rubios rosáceos y con una apariencia impecable muy parecida a la del peliblanco, quien sonreía felizmente e irradiaba un potente positivismo. Él llevaba el contenedor del helado, wafers, cubiertos y servilletas.



“Aquí está lo prometido, espero que les sea de su agrado~” canturreó Tsurumaru, quien notó nuevamente a las chicas mirarle perdidamente. “Haha, ¿qué tienen con esas miradas? Soy yo.”
“Ehehe, están en shock, me pregunto cómo les tratas usualmente, senpai,” Monoyoshi apoyó su bandeja sobre la mesita frente a los invitados e hizo una respetuosa reverencia. “Es un placer conocerles. Mi nombre es Monoyoshi Sadamune.”
“Eres una mala influencia,” sentenció Mai.
“¿Eh?” el dirigido se quedó en blanco.
“¡Hahahaha!” y Tsurumaru se rió a carcajadas y adquirió un poco de su actitud burlesca usual. “No es para que reacciones así, mi estimada Mai. Este hermoso pequeño es simplemente una linda persona que saca mi lado más amable y humano a flote, y es agradable tenerlo por aquí. También puedo ser funcional de vez en cuando, aunque presiento que acabo de perder el respeto que me guardabas.”
“No que te haya tenido mucho,” se encogió de hombros.
“Ehh, es un gusto también, yo soy Yukko Aioi,” se presentó sonriendo. Se notaba que era un chico muy amable y bondadoso que parecía sacado de la ficción por su apariencia. Bueno, Tsurumaru se parecía mucho a él, pero ya lo conocía lo suficiente para saber que su superficialmente ‘perfecto’ asesor tenía fallas garrafales en su persona.
“Comprendo que ustedes son las estudiantes de las cuales mi senpai se responsabiliza,” el pelirrosa se emocionó. “Ahh, me alegra mucho. Tienen mucha suerte de contar con su ayuda, y también aprecio que estén ahí por él. Senpai es una gran compañía.”
“S-sí, claro…” Yukko sintió un tic en el párpado porque toda su experiencia con Pokemon GO por culpa de su asesor pasó a toda velocidad por sus ojos.
“Y estoy feliz de verte también, Hotarumaru,” Monoyoshi se dio la libertad de ir donde el menor para revolverle un poco los cabellos. “¿Cómo has estado?”
“Bien, felizmente,” le contestó. “Hm, ¿acaso acariciarme es divertido?”
“Hehe, perdón,” le soltó.
“Está bien, sólo pregunto. Parece que lo es porque Kuniyuki no deja de hacerlo. ¿Y tú cómo has estado? Comprendo que tienes mucho que hacer.”
“Apuntarás a grandes metas, pero pienso que no debiste unirte al consejo estudiantil, Monoyon,” opinó Tsurumaru, quien estaba en plan de servir el helado. “Serás sólo el representante de tu aula, pero esa es oportunidad perfecta para que otros se aprovechen de ti.”
“Ehh, es mucho trabajo, pero no se trata de dejarme aprovechar. Sinceramente, quiero apoyar a mis compañeros lo más posible,” confesó el pelirrosa, sonriente.
“Como digas,” el mayor se encogió de hombros, sonriendo frustrado. “Pero si en algún momento alguien trata de aprovecharse de ti, siempre puedo dar un salto a tu colegio a darle un buen susto.”
“Ehh, senpai, es mejor que te quedes en tu mejor comportamiento,” Monoyoshi sonrió incómodo. “Y en verdad estoy bien. Lidiar con todo es un buen desafío, y realmente sólo necesito de momentos como el presente para recargarme. Siempre estoy feliz de verte.”
“Yo también me alegro de verte, pequeño,” le sonrió y regresó su atención al helado. “Entonces una bola de helado más para ti. Te lo mereces.”
“E-estoy bien, preferiría no comer en exceso… ah, mejor voy a atender la salsa. Tengo que continuar agitándola o podría quemarse por el fondo,” dicho esto, Monoyoshi se apresuró de regreso a la cocina.
“Ese chico parece ser tu hermano menor,” comentó Yukko, sonriendo. “Me cae bien.”
“Monoyon es el rayo de sol en mi aburrida vida, y sí pienso en él como un hermanito, pero no tenemos ningún parentesco,” contestó Tsurumaru, quien acababa de terminar con las copas de helados y las extendió a su público. “Aquí tienen. Apúrense que se van a derretir.”
“¡Ohh gracias!” dijo Hotarumaru, quien recibió su copa con gran entusiasmo y ojos brillantes. De inmediato sacó un par de wafers para acompañar el postre.
“Aceptaré tu ofrecimiento…” Mai tomó su porción con cierta reserva y luego miró a Tsurumaru inquisitoriamente. “¿Y cómo así te conoces con ese némesis que invade tu dorm?”
“¿Némesis? Hahaha, es una larga historia, Mai. Y yo sería quien debería conocerse como némesis, ¿no?”
“Digo némesis porque ciertamente es completamente diferente a ti en personalidad, no le des vueltas al asunto,” Mai rodó los ojos. “Pero no has respondido mi pregunta.”
“No tienes por qué interesarte en mi ficha de vida, Mai,” Tsurumaru le restó importancia, y claramente sólo incrementó la curiosidad de su oyente al hacerlo. Él sonrió con ironía. “Lo único que debe concernirte es que este ejemplar existe en mi vida para ser una buena influencia para mí y por lo tanto darte inquietudes sobre si mi cinismo está en riesgo.”
“Si dices cosas así, quiere decir que tu cinismo no peligra y no tengo de qué preocuparme,” decidió ignorar el asunto porque ciertamente el otro no iba a desarrollar más al respecto.
“Hahaha, eres tan entretenida, Mai,” el peliblanco recogió las bandejas y objetos que no fueron usados para regresarlos a la cocina. “Tengo que darle su postre a Monoyon. Al menos no nos falta mucho para terminar con la comida.”
“Eh, ¿no te vas a servir helado?” preguntó Yukko, quien estaba comenzando con su copa.
“Gracias por la consideración, pero no. Siento que he comido mucha chatarra el día de hoy. Enseguida regreso.”

Los tres se quedaron en la sala comiendo aquel inesperado postre, sumergidos en un corto silencio hasta que Yukko tomó la palabra.

“Heh, creo que Tsurumaru siempre ha sido un poco reservado pese a su forma de ser,” comentó con cierta gracia.
“Es el perfil de Rizembool, ya te lo he dicho,” Mai negó. “Aunque, por algún motivo, este particular asunto me ha dado curiosidad.”
“…” Hotarumaru terminó con su copa y le dejó en la mesita frente al sillón, para unirse a la conversación. “Si debo ser sincero, a mí también. Yo tampoco sé cómo se conocieron a pesar de estar bastante familiarizado a los dos, y es algo muy extraño de ocultar,” terminó encogiéndose de hombros. “Pero uno termina aprendiendo a no preguntar.”
“Esperaría que alguien como Tsurumaru guardara secretos turbios,” comentó Mai.
“Soy joven y relativamente nuevo en su círculo, pero sí estoy consciente de ello,” desvió su mirada. “Ya de por sí, si tanto él como Yagen no desean hablar sobre algo, lo más saludable es seguirles la corriente. Se los digo por precaución.”
“Ehh, okay…” Yukko se sintió un tanto nerviosa por aquel consejo de su parte. A veces no sabía en qué grupo de la historia había llegado a parar, aunque esperaba no tener que preocuparse.

De repente, los tres oyeron que alguien tocó el timbre, e intercambiaron miradas al no saber a quién esperar en ese momento. Tsurumaru salió rápidamente de la cocina, y él se notaba igualmente confundido al respecto.



“Hm, me pregunto quién será,” él fue a abrir su puerta, y los tres le vieron sorprenderse gratamente. “¡Oh, Ichi-nii! ¡Qué sorpresa! ¿Qué te trae por aquí?”
“Buenas tardes, Tsurumaru-san,” dijo la voz al otro lado del umbral, con modestia y amabilidad. Era la voz de un chico de alrededor de la misma edad del peliblanco, y tenía un tono muy gentil, bondadoso y melodioso. “Acabo de salir de dirigir una práctica de oratoria para estudiantes recién ingresados. Por la cercanía a tu habitación, decidí visitarte. Espero no incomodarte.”
“Adelante, pasa, has venido en un buen momento. Sabes que siempre eres bienvenido, Ichi-nii.”
“Muchas gracias, y eh… no me llames Ichi-nii, por favor…”

El recién llegado ingresó a la habitación y Yukko se impresionó al ver a un estudiante alto de cabellos celestes y muy apuesto. Este notó a los tres en el sillón y se giró, para dedicarles una sonrisa angelical que iluminó toda la habitación.

“Oh, ustedes deben ser amigas de Tsurumaru-san,” comentó, llevando su mano derecha a su pecho y haciendo una reverencia. “Mi nombre es Ichigo Hitofuri. Es un placer conocerles.”
“Ohhh…” Yukko se ruborizó maravillada y terminó asintiendo compulsivamente. “¡S-sí! ¡U-u-un gusto también! ¡Y-yo soy Yukko Aioi!”
“Párala, como perteneciente al género femenino, me estás avergonzando,” Mai negó y miró al presente ‘ídolo’ inmutada como siempre. “Yo soy Mai Minakami. Un gusto, supongo.”
“Ellas dos son mis estudiantes protegidas,” declaró Tsurumaru, sonriendo entretenido. “Como puedes ver, tienen personalidades opuestas.”
“Me dan buenas impresiones. Sin lugar a dudas, te han tocado a personas interesantes y encantadoras, Tsurumaru-san.”
“Hahaha, siempre me sorprende cómo puedes decir cosas así con tanta naturaleza,” el peliblanco negó y podía notar cómo Yukko todavía no se recuperaba del garantizado flechazo que su amigo peliceleste ocasionaba en casi todas las chicas que acababa de conocer. “Y bueno, ya conoces a Hotaru-bou. También estoy a cargo de él.”
“Es una sorpresa encontrarnos, Ichigo-san,” Hotarumaru se levantó de su asiento en señal de respeto, y le sonrió.
“Ciertamente, Hotarumaru,” e Ichigo le sonrió con un afecto fraternal. “Espero que tu más reciente transferencia a la universidad te haya sentado debidamente. Siempre puedes acudir a mí por si necesitas ayuda. Como un gran amigo de Maeda, eres casi parte de mi propia familia.”
“Sí~ lo tengo en cuenta~” el pelicenizo asintió y sonrió maravillado. “Hehe, muchas gracias. Siento que verdaderamente puedo confiar en ti para lo que sea.”
“Es de esperarse, nuestro Ichi-nii es absolutamente perfecto~”
“P-por favor, no me llames Ichi-nii, Tsurumaru-san,” le pidió el peliceleste con amabilidad, y sonriendo algo incómodo. “Y realmente alguien como yo tiene mucho en qué mejorar. No existe nadie perfecto y me siento muy lejano a lo que ustedes podrían observar en mi persona.”
“Sólo estás fortaleciendo tu caso,” Tsurumaru negó. “Pero, como Ichi-nii, realmente eres lo más perfecto que podrías ser. Sólo pregúntale a tus Toushirous.”
“Ehh…” Yukko comenzaba a recuperarse de la gran impresión que el peliceleste le había dado y se atrevió a hacer una pregunta. “¿Por qué insistes con llamarle ‘Ichi-nii’? Siempre le pones apodos a todos, Tsurumaru.”
“Haha, este no ha sido un apodo de mi invención, Hanasaki-chan,” Tsurumaru le dio un guiño luego de apropiadamente llamarle con un apodo que sí lo era. “Sólo estoy imitando a ciertas otras personas cercanas a Ichi-nii…”
“La denominación no presenta ningún mal hacia mi persona,” confesó Ichigo, quien sonrió con una paz cautivadora y cerró sus ojos, mientras agarraba su pecho con su mano derecha. “Es la forma en la cual mis muy queridos hermanos menores me llaman, y por ello lo valoro infinitamente. Debido a ello mismo, deseo que aquella particular denominación sea reservada para quienes son más cercanos y valiosos en mi vida…”
“Ohhh…” y por preguntar, Yukko había vuelto a recibir otro flechazo por aquel ángel manifestado frente a sus ojos.
“¡Hahaha!” Tsurumaru rió con ganas y se dirigió a sus estudiantes protegidas. “Por ser nuevas en el círculo, necesitan saber que Ichi-nii es el hermano mayor de su familia que comprende a un montón de hermanos, y todos ellos lo admiran y apuntan a ser como él…” desvió su mirada con una extraña incomodidad. “Bueno, a excepción de uno, pero ignorando al diablo, los demás son sumamente adorables y leales al mayor.”
“Estoy informado sobre tus últimas actividades, y considero injusto que te refieras a él de aquella manera, Tsurumaru-san,” comentó Ichigo, con cierto pesar. “Ustedes dos deberían llevarse mejor por todo el tiempo que pasan juntos.”
“Uhh, es precisamente por eso que nos llevamos tan mal…” el peliblanco sintió escalofríos.
“¿Eh? ¿De quién hablan?” preguntó Yukko. Su pregunta fue cortada porque Monoyoshi llegó desde la cocina.
“¡Senpai, ya saqué la salsa de la hornilla! ¡Ohh, Hitofuri-san!” el pelirrosa se maravilló y sonrió ampliamente. “¡Hehe, es un gusto encontrarme con usted!”
“Ah, lo mismo digo, Monoyoshi,” Ichigo asintió y se le dirigió con la misma familiaridad que usó con Hotarumaru. “Sí he venido en un momento muy apropiado. ¿Cómo has estado?”
“¡Muy bien! Mejor ahora que tengo el privilegio de verle. Ha sido un tiempo.”
“En verdad. Tú siempre serás invaluable para mí por ser tan buen amigo de mis hermanos.”
“Hehe, me halaga. Su familia es sin lugar a dudas muy excepcional. Soy yo quien se siente demasiado afortunado.”
“Vaya, vaya, los dos son demasiado propios…” Tsurumaru se dio un facepalm con una extraña frustración. “Me hacen sentirme como el desmerecedor de sus presencias…”
“No digas eso, senpai,” le reclamó Monoyoshi, quien le sonrió levantando un pulgar. “Tú eres único y muy importante para nosotros.”
“Sin lugar a dudas,” Ichigo le sonrió con amabilidad. “Es difícil para mí entablar amistad con otras personas, pero tú siempre has sido un gran amigo que me comprende y con quien puedo expresarse con libertad.”
“Ahh, me van a avergonzar si siguen diciendo cosas así…”

Ellos continuaron hablando entre sí amenamente y con muy buenos ánimos. Mai negó con una muy esperada frustración de su parte.

“Para alguien quien gusta alardear de su disfuncionalidad en la sociedad, Tsurumaru aprecia demasiado a dos seres extremadamente funcionales,” comentó. “Es contradictorio.”
“Eh, sí, ¿verdad?” Yukko sonrió incómoda.
“A mí me gusta que sea así,” Hotarumaru sonrió. “Sólo mírenlo, se nota que está animado. Y ellos son quienes le hacen sonreír más. Oh, también tiene un amigo en la escuela culinaria que le anima tanto, espero que le conozcan pronto.”
“¿Sonreír?” Hanasaki-chan se confundió ya que Tsurumaru siempre estaba de buenos ánimos.
“Con honestidad,” recalcó Mai, al saber que su compañera había perdido el punto. “Él es muy póker face, Hanasaki-chan. No te confíes.”
“Hm…” Yukko observó al peliblanco atentamente y sí parecía haber un poco más de ánimos y ‘vida’ en su comportamiento, aunque realmente no era alguien que lo notaría con facilidad sin que se lo hicieran ver.

“Ah, disculpen, tengo que revisar si los gnocchis se han cocido bien,” dijo Monoyoshi.
“Oh, déjame ayudarte,” Ichigo se ofreció con toda voluntad.
“No, no, yo soy el dueño de casa. No puedo dejar que ustedes dos se anden comprometiendo,” Tsurumaru negó, levemente ofuscado. “Son demasiado buenos todo el tiempo.”
“Llevamos cocinando un buen rato juntos, senpai. Es importante que termine,” argumentó el menor. “Además que es un placer.”
“Es también lo menos que puedo hacer al haber venido a visitarte sin traer nada a cambio,” comentó el peliceleste. “Y no me viene mal practicar un poco. Estoy esperando tener una noche libre uno de estos días para preparar una cena a mis hermanitos.”
“Ahh, es obvio que no me puedo poner a argumentar contra ustedes…” comentó Tsurumaru, encogiéndose de hombros.
“Tú espéranos aquí. Lo tendremos todo listo,” dijo Monoyoshi.
“¿Que les espere? O-oye,” el peliblanco notó que los otros dos se tomaron la libertad de caminar hacia la cocina para encargarse de todo, y él dio un pesado suspiro. “Son imparables, no puedo con ellos, pero tampoco puedo dejarlos sin ayuda…”
“Tsurumaru…” Mai se notaba pensativa, y meditaba con una mano en su mentón y su mirada en la mesita frente a ella. “Creo que ese tal Ichi-nii se me hace remotamente familiar…”
“Ah, seguro, se ha hecho toda una celebridad por el campus,” comentó el peliblanco con naturalidad. “Además que también es un estudiante asesor y cruzamos caminos varias veces en la semana de orientación. No que nos hayamos puesto a conversar, pero sí.”
“Ohh, creo que le recuerdo…” Yukko se impresionó y la imagen de ese asesor perfecto que aconsejaba y animaba a sus estudiantes le vino a la mente.
“Yo más bien me refiero a lo primero,” Mai alzó su mirada. “En mi entrada y salida a prácticas del club de tiro al blanco, en más de una ocasión, he notado volantes no autorizados promocionando reuniones de su fan club. He visto tanto de este tipo como de un tal ‘Souji Seta’ que no conozco.”
“¡Hahaha! Sí, he oído de él también,” el asesor se encogió de hombros. “Efectivamente, Ichigo tiene una gran fama y es muy popular. Hay varias chicas que lo idolatran y tiene fans tanto en la universidad como en las redes sociales. Incluso los profesores y el personal de Rizembool lo aman. Será una gran cosa ser popular, pero creo que yo no podría con todo lo que él tiene encima. Obviamente, él es muy amable, humilde y agradecido con todos los que lo aprecian y se siente desmerecedor de la atención, lo cual sólo le sirve para ganarse de aún más fans.”
“Sí es intimidante lo popular que es, pero definitivamente se lo merece,” Hotarumaru sonrió. “Es prácticamente el hermano mayor perfecto y una buena persona en general.”
“Sin lugar a dudas, aunque…” Tsurumaru desvió su mirada. “Como toda gran cosa en la vida, él tiene un único defecto…”
“¿Eh?” Yukko ladeó su mirada, pero no llegó a escuchar a qué se refería el mayor…

…porque estaba a punto de presenciarlo. Esta vez, una persona llegó que no tocó el timbre. Sorprendentemente, tenía una llave del departamento y entró como en su propia casa. Se trataba de Yagen, quien no perdió tiempo y se dirigió a Tsurumaru con un aura demandante.




“Conque aquí estabas,” declaró con frialdad.
“O-oye, este es mi espacio. ¿Qué haces entrando y con una llave propia?”
“Tengo un gran poder dentro de Rizembool, y tú en muchos aspectos eres un subordinado,” declaró con una sonrisa. “Pero cortemos la palabrería. Te escapaste de la reunión que íbamos a tener con Ikari-sensei para definir las pautas de nuestro nuevo trabajo en conjunto, así que debes venir conmigo.”
“Uhh, hubiera imaginado que él no me esperaría.”
“No, pero me dio la autoridad para completar el acuerdo ya que él sí cumplió con sus obligaciones y formalidades. No podemos retrasarnos más. El tiempo es muy valioso.”
“V-vamos, acabamos de terminar con un pesado trabajo, ¿y quieres comenzar con otro inmediatamente? Déjame descansar al menos una semana, por favor.”
“Tú siempre andas descansando e incumpliendo con lo que debes hacer, no tienes derecho a quejarte ni demandar días libres,” Yagen se cruzó de brazos y entrecerró los ojos. “Deja de resistirte o te haré la vida imposible.”
“Ahh…” Tsurumaru dio un suspiro. En una situación normal, le tomaría un poco más en serio. Pero, por cierta persona presente, sabía que podría escaparse de la responsabilidad al menos por el presente día. Sólo era cuestión de que dicha persona regresara de la cocina…

Y él no se hizo esperar, ya que tanto Monoyoshi como Ichigo salieron para poner la comida y los platos encima de la mesa del comedor, y luego dirigirse a los demás.

“Eh…” Yagen se sorprendió al ver al peliceleste e inmediatamente se retrajo.
“Ohh, Yagen…” e Ichigo sonrió con mucha dicha y caminó hacia el doctor. “Ahh, no hubiera pensado que tendría el privilegio de verte hoy. Dime, ¿cómo has estado?”
“¿Q-qué haces aquí, Ichi-nii?” el menor desvió su mirada y observó a Tsurumaru con desconfianza. “No pierdas tu tiempo con este inepto.”
“Tsurumaru-san es un muy estimado amigo, y realmente deseo que los dos puedan llevarse un poco mejor. Pero quiero resaltar lo agradable que es encontrarme contigo,” confesó, con alegría. “Estamos por disfrutar de una comida en conjunto. ¿Me concederías el favor de acompañarnos?”
“…” el doctor Toushirou miró hacia el peliceleste con incomodidad y dio un pesado suspiro. “No puedo negarme ante ti, pero no esperes que consuma esta comida. Da la impresión que es algo que la ruidosa grulla ha preparado.”
“Hehe, yo también ayudé, puedes confiar en mí,” Monoyoshi levantó su mano, con ánimos. “Me alegro de verte, Yagen-san.”
“Ah, lo mismo digo, Monoyoshi,” le sonrió un poco.
“…” Mai alzó una ceja y miró al dueño de casa. “Entonces, por el uso de ese apodo… ¿acaso ellos dos son hermanos?”
“Haha, increíble, ¿cierto?” el peliblanco asintió. “Sí, y ello es precisamente el defecto que estaba a punto de mencionar.”
“Es por Yagen que los dos se conocieron, no deberías quejarte,” Hotarumaru negó.
“Y no creo que sea apropiado que digas que una persona en sí es un defecto,” opinó Yukko.
“Ignóralo, no es la primera vez que él me menciona como el defecto de mi hermano mayor,” Yagen sacudió una mano con un gesto de indiferencia, y sonrió con ironía. “Para variar, estoy de acuerdo con él. Ichi-nii merece a alguien mejor que yo.”
“Vamos, no digan esas cosas,” Ichigo se preocupó y miró a su hermano con inquietud. “Tampoco puedo permitir que te rebajes así, Yagen. Tú eres uno de mis preciados hermanitos.”
“No nos tomes en serio. Siento inquietarte…”
“Ehh, les aconsejo que tomen asiento. La pasta se va a enfriar,” llamó Monoyoshi, quien había puesto la mesa mientras los demás estuvieron hablando.
“Parece que la mesa ha quedado un poco pequeña, ¿no?” Ichigo sonrió. “Puedo ceder mi lugar si alguien lo necesita.”
“Ya dije que no voy a comer nada, Ichi-nii. Son seis, entrarán bien.”
“A veces presiento que no te alimentas lo suficiente. No puedo evitar preocuparme por ti.”
“No tienes que hacerlo, sé cuidarme…”
“Es también un gusto estar ahí por ti y ofrecerte mi ayuda,” el mayor le sonrió con un auténtico amor fraternal. “Siempre has sido mi hermanito más independiente y quisiera engreírte un poco.”
“P-párala por favor, me recuerdas a Namazuo…” Yagen se mostró ofuscado y le miró con un incómodo reproche. “Es inaceptable.”
“Hahaha, no sé por qué siempre eres tan cruel con él,” Ichigo rió con disimulo y gran alegría por poder disfrutar ese momento para darse el pequeño capricho de hablar con su lindo hermanito.
“…” Yukko observaba la dinámica de aquel doctor con su hermano mayor, y realmente estaba impresionada de que ese científico tuviera una actitud muy distinta y más asequible en ese instante. Sí se notaba que los dos eran muy unidos. Ella se levantó del sillón al ver a los demás ir hacia la mesa. “Ehh, pero si son parientes, ¿cómo así tienen distintos apellidos?”
“Había asumido que son medios hermanos,” dijo Mai, inmutada.
“No lo son,” Hotarumaru negó. “Lo que sucede es que, en el linaje Toushirou, el hijo heredero recibe el título de Hitofuri que funciona como su apellido, pero él sigue siendo igual de Toushirou que el resto de sus hermanos.”
“Hm, entonces son hermanos de sangre completamente,” Mai alzó una ceja. “No puedo ser la única que considera divertido cómo el idealizado y perfecto hermano mayor con un fan club tiene de hermanito a un posiblemente malévolo científico de Rizembool.”
“Definitivamente no eres la única,” le aseguró Tsurumaru. “Es una broma real que yo y varios que conozco amamos recordar de tanto en tanto.”
“Uhh, compórtense, por favor,” pidió el pelicenizo, frustrado.

El grupo de personas iba a disfrutar de una rápida e improvisada merienda en grata compañía mientras las nuevas en Rizembool continuaban familiarizándose con su nuevo círculo.


Cho acababa de terminar con las clases del día y caminaba junto a su arma hacia los establos donde iba a encontrarse con Alexei. La HiME estuvo acompañada de Kashuu todo el día puesto a que la directiva todavía se encontraba alistando su horario y papeleos para integrarse como un estudiante en la universidad. Pese a que Cho estuvo un poco inquieta de que su arma se aburriera, este no tuvo mayores quejas y se concentró en su celular para pasar el tiempo. Ello tranquilizó a la peliceleste, aunque de nuevo se sorprendió de que su arma tuviera mayores habilidades con el dispositivo que ella como para haberse descargado un gran número de apps que no había visto en su vida.

Luego de la larga caminata, ambos llegaron a los establos y se encontraron con Alexei, quien parecía recién encontrarse en la labor de mantenimiento.

“Buenas tardes, Tanaka-san,” él dejó unos artículos de limpieza para recibirles, y sonrió amablemente. “También es un gusto conocerte. Mi nombre es Alexei Kamarazov.”
“Kashuu Kiyomitsu,” este sonrió y se encogió de hombros. “No que las introducciones hayan sido muy necesarias para mí. Poseo varios recuerdos de mi aruji y estoy al tanto de quién eres. Debo agradecerte por ayudarle tantas veces en el pasado.”
“No hay de qué. Tanaka-san es una gran amiga. También me alivia saber que te tiene a su lado y espero que los dos se puedan apoyar mutuamente.”
“Por supuesto que sí. Soy el asistente ideal de mi aruji, no tienes de qué preocuparte,” declaró el arma mientras llevaba sus manos a sus caderas y sonreía con gusto y autosuficiencia.
“Eh…” Cho no evitó sonreír con gracia al notar a su arma muy a gusto por aquel intercambio con su senpai. Se volvía cada vez más evidente que Kashuu amaba recibir atención y ser apreciado por los demás.
“Ya que estamos todos aquí, podemos iniciar con la práctica,” Alexei volvió a recoger los utensilios de limpieza. “Pero pienso que podríamos ocupar un poco de tiempo en cómo mantener y limpiar a los caballos, ¿les parece?”
“P-pues tiene sentido…” la HiME asintió y desvió su mirada incómoda.
“Aruji,” Kashuu se le dirigió y le sonrió de manera reconfortante. “No hay por qué temer. Sé que los caballos son animales nobles. Estará bien.”
“Eh, gracias por el aliento…”
“Pienso exactamente igual,” Alexei asintió. “Empecemos con el cepillado que es lo más sencillo. Agarren un cepillo cada uno.”
“Claro~” el arma fue por uno de los cepillos y siguió al senpai con grandes ánimos. A Cho le tocó seguirles y armarse de valor, ya que siempre se había sentido impresionada por el tamaño y fuerza de los caballos como para estar cómoda con ellos.

Los tres caminaron y pasaron a algunos caballos que estaban descansando en sus respectivos casilleros. Eventualmente, Alexei se detuvo frente a un caballo que se encontraba comiendo de un contenedor de heno y les daba la espalda. Él caminó a su costado e hizo una breve demostración sobre cómo cepillar.

“Tienen que realizar cepillados circulares y rápidos de manera fluida con tal de remover cualquier suciedad del cuerpo del caballo,” explicó el mayor, quien dejó de realizar aquella acción después de darles el ejemplo. “Es sencillo. Sólo les pido que cepillen con suavidad en las zonas huesudas o en la parte del abdomen. Los caballos son en su mayoría un poco más sensibles en dichas áreas.”
“S-sí, ya veo…” Cho asintió con leve aprehensión. Había podido ver al caballo sacudirse sutilmente y azotar su cola cuando Alexei estuvo limpiándolo.
“Tanaka-san, empieza por donde hice la demostración.”
“Eh, sí, enseguida…”

La HiME se acercó ni bien el mayor se hizo a un costado para darle espacio. Ella no tardó en sentirse diminuta al costado del cuadrúpedo por lo voluminoso que era y el hecho que apenas podía ver por encima de su lomo. Ella alzó su mano con cierta duda y posicionó el cepillo encima de un costado del caballo, pero antes de animarse a iniciar con el cepillado vio al caballo dejar de comer y alzar su cabeza, para mirarle de reojo con uno de sus protuberantes ojos.

“I-ihhh…” Cho se congeló al observar esos ojos de rumiante caracterizados por aquella pupila elíptica y alargada que le recordaba a algún dudoso juego de pesadillas donde uno debía escapar al trepar una torre gigante de bloques (?). La HiME se sintió diminuta por el caballo ya que ese gesto le había hecho sentir que debía huir cuanto antes.
“Hmm…” por su parte, Kashuu a su costado miraba con curiosidad al caballo. “Los caballos tienen lindos ojos, ¿no es así?”
“¿E-ehh?” ello remarcó el hecho de que, a pesar que su arma había provenido de ella, los dos seguían siendo personas muy distintas.
“Tanaka-san, no te intimides,” Alexei sonrió con torpeza y retiró la mano de Cho encima del caballo. “Él sólo te estaba mirando ya que tenías un objeto encima de su cuerpo. Quizás no fue la reacción más amigable de su parte, pero es normal que se haya extrañado porque no sabía lo que ibas a hacer. Por ello, la confianza en tus acciones es muy importante.”
“S-sí… lo tendré en cuenta.”
“Está bien, aruji. Pienso ayudarte como sea posible. A mí me gustan los caballos,” declaró Kashuu, de buenos ánimos. “Puedo comenzar con este y el siguiente lo puedes hacer tú, ¿te parece bien?”
“Bueno, gracias por el ofrecimiento,” Cho asintió y de inmediato vio a su arma imitar a Alexei con toda confianza y tranquilidad. Efectivamente, el caballo se notó más a gusto por ello.
“Sin lugar a dudas, sé que Kashuu te ayudará mucho de aquí en adelante,” comentó Alexei.
“Sí, en verdad ha sido un gran apoyo para mí estos últimos días, y sé que sólo es el comienzo,” comentó la HiME, quien dio un suspiro. “Él sin duda tiene esa gran confianza y osadía que yo necesito. A veces me pregunto cómo alguien como él pudo venir de alguien como yo.”
“Quisiera saber las respuestas detrás de la magia de Hanasaki, pero quizás nadie lo comprende al cien por ciento,” confesó con un poco de torpeza. “Aunque estoy convencido que tienes un gran potencial, sólo necesitas confiar un poco más en ti misma. Y verás que los caballos son grandes compañeros también. Te sentirás más a gusto con ellos conforme pase el tiempo.”
“Espero que tengas razón…” Cho entonces recordó algo muy importante. “¡Ohh, ehh, p-perdón, no sé dónde ha estado mi cabeza!”
“¿Tanaka-san?”
“Felicidades por haber sustentado tu tesis. En verdad hubiera querido haberte acompañado en el proceso, pero realmente me siento muy orgullosa por ti. Sé lo mucho que has estado trabajando.”
“No te inquietes por ello. Tampoco quise compartirlo contigo porque has tenido días complicados, pero realmente es un placer para mí extenderte mi ayuda y pasar un rato juntos. Me recuerda a nuestros tiempos en el club de equitación en la secundaria.”
“En verdad que sí,” ella sonrió con nostalgia. Ya habían sido cuatro años desde entonces, durante su primer año en la batalla HiME. “Y quisiera agradecerte por tus constantes consejos y por darme las clases de equitación. Y en general siempre has sido un gran amigo.”
“Los dos siempre nos llevamos bien desde que me transferí a Hanasaki, eso es todo lo que importa. No necesitas agradecerme por nada. Para eso estamos los amigos,” le comentó pausadamente y con alegría.
“Sí, en verdad…” Cho ensanchó su sonrisa y sintió unas ganas de abrazarle que se reservaría al menos de momento. De no ser por Alexei, hubiera estado más sola durante el conflicto anterior y tampoco habría podido acostumbrarse a su Child, el cual pese a no haber aparecido mucho sí tuvo algunos roles críticos en ciertas circunstancias. Pero, más que nada, su amigo había sido precisamente una persona de confianza y muy cercana a ella que le ofreció un gran apoyo emocional y una voz de sabiduría en distintos momentos del conflicto, incluyendo el más reciente distanciamiento que tuvo con su hermano. Por todo ello, le era un poco inquietante y sumamente triste saber que en poco tiempo él ya no estaría en Japón… “Ehm, no sé cuánto tiempo más piensas quedarte por aquí…”
“Seguiré atendiendo unos asuntos pendientes durante esta semana, y estaría partiendo para la siguiente,” le respondió.
“Es muy pronto…” Cho asintió y decidió enfocarse en lo que había hablado con Osaka. “Estaba pensando en organizar una reunión con todos, así al menos podremos tener un momento más para pasarla todos juntos.”
“Claro, me parece bien. Sería un gran honor,” él sonrió.
“Me alegra…”
“Aruji, ya terminé,” se reportó Kashuu. “¿Ahora qué hacemos?”
“Sería mejor continuar con el mantenimiento de este caballo antes de pasar al siguiente,” dijo Alexei. “Ya, les enseñaré a limpiar las patas que es de suma importancia.”

Los tres continuaron con la actividad de mantenimiento en una agradable compañía para finalmente comenzar con la clase de equitación que esperaban tener esa tarde.


La reunión en el apartamento de Tsurumaru acababa de terminarse, y este tuvo el deber de atender a sus protegidos para resolver aquel faltante del que habían sido informados. Por ello, tanto ellos como Monoyoshi se quedaron, con este último ofreciéndose para prepararles un postre simple en lo que solucionaban el inconveniente.

Yagen se excusó al pretender regresar a su laboratorio y, como él mismo temió, su hermano de inmediato se despidió de todos para hacerle compañía. Al tratarse del propio ‘Ichi-nii’, el doctor lo tenía un poco más difícil rechazarle, aparte del hecho que su hermano podía ser bastante insistente pese a la amable y considerada personalidad que poseía.

“Comprendo que la labor que has estado realizando junto a Tsurumaru-san acaba de terminar, Yagen,” mencionó el peliceleste mientras ambos caminaban fuera del complejo de apartamentos donde el otro vivía. El hermano mayor miró hacia el menor con una tranquila sonrisa. “Por ello mismo, espero que tus deberes no sean muy abundantes ni urgentes. Temo mucho que andes agotado y no quisiera que te excedas.”
“No tienes por qué preocuparte, Ichi-nii,” Yagen negó. “Me siento bien, y aquel proyecto en conjunto era lo más pesado entre mis presentes proyectos. No debes inquietarte.”
“Me alegra oírlo,” Ichigo asintió y se vio contento. “Por lo que acabas de decir también entiendo que te encuentras más libre de lo usual y puedes acompañarme un rato, ¿cierto?”
“No lo puedo negar…” él dio un pesado suspiro al entender que estaba en cierto modo obligado a pasar la tarde con su hermano mayor. No que fuera algo que no quisiera hacer precisamente. Sin embargo, pese a que fuera alguien dedicado a su familia, con el tiempo se había vuelto cada vez más complicado para el doctor ser cercano a ellos, por diversos motivos…
“Haha, ¿por qué reaccionas así?” le preguntó su hermano, de buenos ánimos. Él no se tomó a mal la reacción del menor y le sonrió con paciencia y dulzura. “A pesar que no hemos tenido muchas oportunidades para compartir en todos estos años, tú eres tan valioso para mí como el resto de nuestros hermanos y lo sabes. También comprendo bien que piensas de manera similar,” Ichigo llevó una mano a su pecho y bajó su mirada sin borrar su sonrisa. “Nuestra familia es lo más importante en nuestras vidas y debemos velar por el bienestar de cada uno de nosotros. Yo siempre recordaré nuestro primer encuentro.”
“…” Yagen se mostró un poco preocupado al observar cierta tristeza invadir la tranquila y alegre sonrisa de su hermano mayor. Era también un poco incómodo para el doctor hablar con Ichigo porque, a diferencia de los demás en su familia, el primogénito tenía menos tabús al momento de mencionar el pasado que todos debían cargar sobre sus hombros…
“Lo primero que hiciste ante mí no fue presentarte. No oí tu voz, ni tu nombre…” Ichigo ensanchó su sonrisa con nostalgia. “Tú tomaste aquel gesto ancestral para declarar tu lealtad ante mí, y ante todos nuestros hermanos. Englobaste ese sentimiento tan genuino y comprometido que todos sentimos por nuestra familia y nuestro apellido… sólo puedo imaginar qué pensamientos surcaban dentro de tu mente, como el niño que eras, para realizar tal acción.”
“Ichi-nii…”
“Pero pese a haber sido recién el primer momento, y uno tan corto como tal, fue el instante en el cual me sentí más cercano a ti…” el peliceleste agarró al doctor de un hombro y notó con tristeza a su hermanito tensarse y formar una expresión inquieta.
“…” Yagen desvió su mirada. Él detestaba el contacto físico, pero hacía lo posible por tolerarlo si provenía de sus hermanos…
“Yagen, contigo siempre han sido las acciones lo que más me han comunicado acerca de ti. Tus palabras y expresiones son muy pulcras y justo a la medida del excelente doctor y científico en el cual te has convertido, y por ello son muy impersonales. Pero como el hermano mayor soy capaz de leerte y entender a la persona que llevas dentro,” Ichigo le soltó. “Espero que algún día dejes de actuar con tanto rechazo y aprehensión hacia los demás. Nuestros hermanos menores respetan tu lejanía, pero sé que ellos anhelarían ser cercanos y recibir cariños de parte de ti.”
“Ichi-nii, tienen a Namazuo y a Shinano para esas cosas…” Yagen le miró de reojo, con impaciencia. “Aquel no es mi rol.”
“Es diferente,” Ichigo sonrió con simpleza. “También, los pequeños me preguntan sobre ti todo el tiempo, y en su mayoría me encuentro sin saber qué responderles. Y definitivamente no sólo son ellos quienes te echan de menos. Lo sabes muy bien…”
“Lo sé…” Yagen negó un poco ofuscado y dio un suspiro. “Tengo un horario un poco complicado este par de semanas, pero te prometo que haré más tiempo para ustedes justo para cuando nuestros hermanos regresen.”
“Me parece justo,” Ichigo se animó por aquella mención. “Cierto. Shinano es el primero. Él está por regresar de los Estados Unidos. Y también sé que por su forma de ser te obligará a presentarte más en casa. Él siempre ha tenido algún modo de convencerte.”
“Ahh, son insistencia y molestia puras…” el doctor se vio agobiado. Ello sólo significaba que tendría que pasar más tiempo en su laboratorio porque en dicho edificio los vigilantes sólo dejaban ingresar a las personas autorizadas. “Aunque no soy el único ausente todo el tiempo. Espero que no intentes hacerlo un caso personal.”
“Lo sé bien. Honebami también anda muy ocupado.”
“No me refería a él,” Yagen se impacientó un poco. “Él siempre tiene quehaceres porque me ayuda todo el tiempo, así que cae bajo mi responsabilidad.”
“No tienes por qué tomártelo así, Yagen,” el peliceleste se mostró perplejo por aquella reacción, y sonrió animado. Le parecía muy interesante cómo así Yagen solía defender a Honebami o responsabilizarse en su lugar. “Me encuentro perpetuamente agradecido con nuestro hermano por estar al tanto de tus deberes y darte una mano. Me alegro mucho que sí aceptes de su ayuda, y que a su vez tú le seas un gran apoyo.”
“No le des mayor importancia, es natural…”
“Y, para retomar el tema, Gotou me prometió lo mismo. Él también tiene varias obligaciones que ha ido barajando con tal de contar con el suficiente tiempo ni bien toda nuestra familia se reúna,” Ichigo asintió. “Siento no haberle mencionado previamente, es que a diferencia de ustedes dos él sí está en constante comunicación conmigo y con nuestros hermanitos por más que no viva con nosotros. En verdad me apena que seas de quien menos escuche pese a que los dos pasamos tanto tiempo dentro de la misma universidad.”
“E-entiendo ello…” Yagen bajó su mirada con leve incomodidad. “También siento molestarme tan repentinamente.”
“No, me alegro que lo hagas,” el mayor se vio alegre. “Ello me deja entender que me tratas con familiaridad. Tu propia presente inquietud me dice exactamente lo mismo.”
“Eres demasiado paciente, Ichi-nii…” le miró con reproche.
“Haha, sólo me alegro de verte,” él miró hacia el frente y notó que se acercaban a una cafetería. “¿Te gustaría detenernos para tomar algo?”
“Si gustas, estoy bien con lo que decidas.”
“Vayamos. Sé que una infusión sería agradable.”

Después de esa conversación, Ichigo dirigió a su hermano a esa cafetería relativamente céntrica de la universidad. Como tal, tenía dos pisos de alto y múltiples mesas, sillas y cojines donde los estudiantes se acomodaban mientras bebían sus brebajes y se enfocaban en responsabilidades o pasatiempos. Al ser cerca del atardecer, la cantidad de personas sólo incrementaba, pero todavía iban a poder encontrar algún rincón cómodo dentro del lugar.

Pese a ello, Yagen estaba por recordar una particularidad muy característica de su hermano mayor, y la razón primordial por la cual no gustaba pasar el tiempo con él dentro de Rizembool. Ni bien ingresaron a dicho lugar, pudo ver y oír claramente a varias chicas impresionarse e ilusionarse por encontrarse compartiendo espacio con el muy famoso y popular Ichigo Hitofuri. Este, por su parte, parecía ya haberse acostumbrado a dicha aura a su alrededor y caminó inafectado hacia la caja registradora, donde la cajera ya andaba con una sonrisita tonta y perdida.

“…” el científico sintió un tic en la ceja por los diversos murmullos de las personas a su alrededor, que comprendían distintas conversaciones sobre datos de su hermano mayor y también algunas chicas preguntándose quién era aquel niño de primer año que lo acompañaba. No le quedaba de otra que ignorarles al ver a su hermano a punto de hacer el pedido.
“Buenas tardes, ¿cómo le puedo ayudar?” le preguntó la cajera quien casi brincaba de un pie.
“Muy buenas tardes,” e Ichigo le correspondió el saludo con una venia y sonriéndole. “Quisiera pedir un té Jasmín, por favor.”
“Enseguida~ ¿desearía algún edulcorante?”
“Gracias, pero prefiero el té solo.”
“¿Y algo para degustar? Tenemos una gran variedad de postres y le puedo dar recomendaciones personales si gusta.”
“Le agradezco, aunque sólo deseo la infusión. Aprecio su dedicación y espero regresar en otro momento para oír sus sugerencias,” asintió con gentileza e inconscientemente maravillando a su público. Ichigo entonces se giró a su hermano. “Yagen, ¿qué deseas pedir?”
“Un expreso, por favor,” dijo él, quien notó cierto pesar en el rostro de su hermano. “Ichi-nii, ¿sucede algo?”
“Pienso que un expreso no es la elección más saludable o ideal para ti, ni apropiada para tu edad,” comentó, claramente preocupado. “No quisiera que uno de mis preciados hermanitos fuera a adoptar una adicción a la cafeína…”
“¿De qué hablas?” Yagen alzó una ceja. “No seas incomprensible, Ichi-nii. Me gusta el sabor del expreso, y déjame asegurarte que soy muy vigilante en lo que consumo. Nunca adoptaría ningún tipo de adicción.”
“Aun así, como el mayor es mi deber velar por tu bienestar. Preferiría que compartas el té Jasmín conmigo por hoy.”
“Sé que no podré convencerte, está bien…” se encogió de hombros y vio a su hermano pedir el segundo té. Entonces, Yagen pudo oír un ajetreo a su alrededor de las chicas emocionadas por haber visto esa escena de Ichigo con uno de sus hermanos menores, remarcando el buen y preocupado hermano que era. Al doctor no le faltaban ganas de pedirle a todas que se callaran, pero sabía que lo mejor era ignorar.

Ellos recogieron sus pedidos y pudieron ubicarse en un par de sillones en uno de los rincones del lugar. Una vez ahí, toda la bulla de las chicas se calmó y la calma regresó a los alrededores. Yagen dio un pesado suspiro y notó como siempre que su hermano parecía estar completamente acostumbrado a dicha atmósfera como para no notarlo. Al sentirse más tranquilo, supuso que sería un buen momento para iniciar una conversación.

“Namazuo comentó que tenías mucho de qué encargarte estos últimos días,” mencionó Yagen.
“Sí, lamentablemente no he podido pasar mucho tiempo con nuestros hermanitos debido a ello,” Ichigo sonrió con torpeza. “Es una gran lástima. Les debo mucha dedicación y espero poder hacer algo por ellos pronto.”
“Lo harás. Siempre has sido el hermano modelo en nuestra familia,” Yagen sonrió un poco. Era curioso cómo lo primero que el mayor mencionó cuando le preguntó de sus ocupaciones era el hecho que no había pasado mucho tiempo en casa, aunque no le sorprendía. “¿Te encuentras encargándote de varios asuntos estas semanas?”
“Sabes que soy asistente de enseñanza para algunos cursos de oratoria y estoy planeando eventos donde pueda participar con mis estudiantes de primer año, del mismo modo en el cual tú lo hiciste en la donación de sangre,” comentó. “Para esta semana, también tengo preparado un curso para futuros asistentes y jefes de prácticas y otras actividades menores dentro de la universidad. Aunque lo que más me tiene preocupado es una aparición en la cual tengo que representar a nuestra familia. Menos mal que es dentro de la ciudad.”
“Sí son muchas cosas por hacer,” se impresionó.
“Pese a ello, sé que tú también tienes con mucha frecuencia semanas como esta. No es algo que no pueda atender, como el mayor.”
“Lo sé, no dudaría de tus habilidades,” Yagen tomó un sorbo de su té antes de continuar. “Pero esta semana puede ser más fácil para ti.”
“¿A qué te refieres?” preguntó Ichigo, confundido.
“Le pediré a Honebami que te dé una mano,” el menor sonrió decidido. “Pienso que sería muy bueno para los dos. Tú necesitas de alguien que te ayude a organizar y atender tus asuntos, y Honebami ha pasado mucho tiempo entre mi laboratorio y el del profesor Ikari por ayudarme a terminar el más reciente proyecto. Salir a la luz y despejar su mente de mis aposentos le sería bastante positivo.”
“Entiendo lo que dices, pero no sé si me parece justo,” Ichigo negó y desvió su mirada con incomodidad. “No quisiera imponer ningún trabajo a nuestro hermano, y tampoco me sentiría cómodo sabiendo que él no está contigo para ayudarte y supervisarte.”
“No tienes que tratarme como un niño todo el tiempo,” le recordó, impaciente. Dio un suspiro y sonrió con leve frustración. “Y temo admitirlo, pero es inevitable pedir favores de Honebami. Él siempre ha sido muy servicial y dedicado a todos nosotros, y nunca oiría un pedido de que deje de auxiliar o se tome un tiempo libre. Es más, sé que se estresaría si se ve repentinamente sin nada que hacer.”
“Sí suena como él…” se puso a pensar.
“Por ello quisiera que te acompañe. Yo no necesitaré ayuda en los próximos días y de todos nosotros sé que tú eres quien puede ayudarle a despejarse y descansar sólo por tu forma de ser,” asintió, convencido. “Y no sólo lo digo para que te ayude, si somos sinceros,” desvió su mirada. “También te lo pido como un favor. Me preocupa tenerle dentro de mi laboratorio tan seguido. No debe ser saludable.”
“Heh…” el peliceleste se alegró de oír ello. Su recluido hermano sí mantenía esa constante, aunque reservada, vigilia por los demás dentro de la familia. Sonrió satisfecho y asintió. “Está bien, con mucho gusto me veré acompañado de Honebami estos días. Es también un gran placer para mí. Además, sé que Mikazuki se alegraría mucho de que le vayamos a visitar.”
“Espero que lo hagan. Él siempre ha sido un gran amigo de Honebami,” Yagen sonrió. “Y le dan mis saludos cuando lo vean.”
“Deberías ir tú mismo a verlo. Conociéndole, tal vez no aprecie un gesto como tal. Y lo acabas de decir. No puede ser tan saludable estar encerrado por mucho tiempo dentro de un laboratorio subterráneo. Necesitas un descanso también.”
“Lo tendré pronto, cuando todos nos volvamos a reunir. Lo prometo.”

Los dos continuaron hablando un poco más antes de que siguieran atendiendo a sus respectivas obligaciones. Faltaban todavía unas semanas para que se diera aquel reencuentro que ambos habían estado esperando, y durante el cual irían a desocuparse un poco con tal de pasar un tan necesitado tiempo en familia.
« Last Edit: December 04, 2017, 10:48:07 AM by Cho »


Haruhin

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #334: October 20, 2017, 04:04:57 PM »
Traigo algo bastante atrasado, pero bueno…  este es un capítulo del evento ataque Rebel. Aaaa, voy tan atrás. Describir peleas no es lo mío e intenté resumir dichos acontecimientos (al menos desde la perspectiva de mis HiMES) en un solo aporte, aunque parece que quedó medio soso... i tried



CAP 12: “El Ataque”


La convocatoria dentro del auditorio se vio interrumpida por el fuerte estruendo que voló la mitad de la pared. Desorientada, Haruhi al igual que el resto de sus compañeras se encaminó hasta la salida siguiendo a la figura de Miranda solo para cerciorarse de que la postal más morbosa estaba afuera esperándoles.
Horrorizada no pudo hacer más que apretar los puños y maldecir en voz baja, Rizembool oficialmente les había tomado con la guardia baja y ahora un montón de estudiantes inocentes se habían vuelto su carta más directa de la declaración de guerra. Esto era algo que no podía volver a repetirse, nadie ajeno a las disputas entre ambas escuelas tendría razón para terminar convertido en un cadáver.
La inquietud y la impotencia era general, pero la desgarradora orden de Miranda para enviarlas a los alrededores para proteger el campus pudo resumir mejor la manera en la que el ambiente se había transformado de ser una reunión casual a un ataque sorpresivo.
Haruhi no dudó en alejarse en dirección de los jardines del campus. Manteniendo el trote y para asegurarse en primer lugar que sus amigos estaban a salvo, sacó su teléfono y comenzó a marcar entre los números recurrentes sin darse demasiado tiempo para revisar a quién había marcado primero.

“Mm… ¿Qué pasó ahora?”
“Simon, si estás en el campus busca refugio. Rizembool nos ha atacado.”
“¿H-Hah? ¿Es en serio?”
“No tengo tiempo para los detalles, pero esto es serio. Hay… víctimas incluso.” Haruhi tragó saliva con inquietud. Dale el aviso a tus amigos también.”
“Haru—“

La HiME cortó la llamada para mover el dedo en busca de un segundo número.

“¿Sí?”
“Illya soy yo, si estás en Hanasaki ponte a cubierto y no hagas nada estúpido. Te quiero.”

Nuevamente cortó la llamada. Si entraba en detalles con su hermana menor no terminaría de explicarle la situación y ahora mismo requería estar en alerta frente a cualquier amenaza. Clear e incluso  los demás con los que habían salido hace no más de unos días en al bar le preocupaban, pero confiaría en el presentimiento de que estarían bien. Fue entonces que un grito le hizo frenarse, buscando a su alrededor del origen del sonido.

“¡Ayuda por favor!” Exclamó desesperada una estudiante que se agarraba la cabeza con temor y se encontraba arrinconada contra un orphan dispuesto a atacarla. La HiME no dudó ni por un segundo en acercarse, cogiendo una piedra del piso que aventó a su cabeza. El orphan gruñó y le identificó, comenzando a correr en su dirección.
“¡Vete de aquí, rápido!” Gritó Haruhi ordenándole a la asustada chica, mientras daba un pisotón firme sobre el piso que se resquebrajó y dejó que unos cuantos pilares de cristal brotaran para ensartar al orphan en ellos. “Ve adentro del campus, ¡rápido!” Temerosa, la estudiante salió disparada en la dirección que la HiME le indicó. 

En eso, a su alrededor unos portales comenzaron a abrirse dejando que otros orphans comenzaran a surgir, superándola en número,  Haruhi comenzó a correr en otra dirección intentando crear otros pilares de cristal desde el piso para detener su avance o en su defecto lastimarlos. El control de su elemento había mejorado levemente con el paso de los días, pero no podía abusar de su uso, necesitaba ser lista y aprovechar el entorno de los jardines de Hanasaki a su favor para derrotar a sus enemigos.

Su teléfono comenzó a sonar en el bolsillo, lo que la sobresaltó y le hizo por un momento revisar sobre quién podía tratarse.  Escondida entre unos arbustos le llamó la atención que saliera marcado como un número desconocido; lo dejó en silencio y aprovechó la instancia para buscar en su mochila su Wakizashi.

“Si está plagado de orphans, hay un rebel cerca.” Se dijo a sí misma, saliendo lentamente de su escondite.
“En efecto. “ Unos kunais pasaron fugazmente frente a la nariz de la HiME antes de clavarse en uno de los troncos más cercanos a su figura. “Aunque no es algo que suponga demasiado poder deductivo.” Acotó una suave voz masculina, la de un hombre muy alto y delgado que vestía completamente de negro y que estaba parado desde el techo de uno de los pequeños viveros dentro del campus. “No ha sido la mejor presentación carta de mejor presentación, lo sé.” Estoico, hizo un elegante gesto de mano y  los kunais clavados en el tronco comenzaron a chispear, la HiME recién allí se dio cuenta de que llevaban unos sellos explosivos atados al arma y tuvo que dar unos pasos ágiles contra un arbusto antes de que la onda de la explosión pudiera lastimarla. 
Si el sujeto sabía su nombre, no había otra explicación…

“Eres…”
“Tu Rebel.” Respetuoso, hizo un gesto de cabeza asintiendo. “Las circunstancias no me habían dado tiempo para presentarme con anterioridad. Mi nombre es Susumu Yamazaki.”

Haruhi frunció el ceño y apretó el mango de su arma, una espada corta y muy fácil de manipular, sin quitarle la vista de encima. El hombre dio un salto desde el techo y comenzó a caminar en dirección con una expresión calmada, a su parecer algo inusual dentro del espectro de los diversos rebels que ha conocido en los últimos años.
“Hagamos esto breve para los dos. Nuestra causa es pura—“ El rebel fue interrumpido por unos proyectiles de cristal que la HiME lanzó desde su mano libre, con disgusto. Uno de ellos rozando a centímetros de su pálido rostro.
“No me hables de causas puras cuando Rizembool acaba de matar estudiantes… inocentes.”
“Entiendo tu disgusto, ¿pero que acaso ustedes no comparten un mismo modo de operar que su rival?”
“¿Eh?”
El rebel aprovechó de sonreír y mover hábilmente sus manos de donde aparecieron nuevos kunais. Manteniendo la compostura se preparó para lanzárselos a la HiME aprovechando su desconcierto.
“Nadie está completamente limpio a fin de cuentas. Rizembool y Hanasaki se han llevado la vida de un montón de jóvenes inocentes dentro de toda su historia. ¿Qué es lo que te hace distinta a tu oponente?” 
Haruhi se agazapó en el suelo, dejando que un kunai rozara por algunos mechones de su cabello.  Nuevamente frunció el ceño y sacudió la cabeza en negación.
“Tienes razón, hay cosas muy reprochables en ambas escuelas…”
“No eres tan diferente a mí.”
“¡Lo soy! Porque estamos en el presente y p-podemos cambiar.” Haruhi apretó la funda de su Wakizashi y se preparó para dar una estocada, tal como Rai le había estado enseñando, movimientos rápidos y dirigidos a las partes bajas del rebel quien con una admirable destreza física la siguió evadiendo.
“Se nota que no sabes cómo defenderte y por eso te distraes con facilidad.” Susumu desvió la mirada hacia un árbol del jardín cercano, Haruhi al hacer lo mismo tuvo la poco grata sorpresa de notar como unos explosivos estaban adheridos a una rama superior del gran árbol, silenciosos.
Esta vez estaba demasiado cerca para poder evadirlo y se limitó a generar una pared de cristales que pudiera frenar el impacto. Otro punto usado a favor por Susumu que con unos saltos acechantes logró bordear la defensa lateral de la HiME.
“Y además eres lenta.”
“--!!” Haruhi sintió como se le helaba la sangre, Susumu con su apagada expresión estaba dispuesto a darle una puñalada en el abdomen con el Kunai.

O eso pretendía antes de que de los arbustos otra silueta de gran tamaño se moviera brutalmente a darle una patada en el rostro al rebel. Susumu retrocedió de la misma ágil manera con la que se acercó a la HiME en un comienzo. Haruhi aprovechó entonces para retomar su postura de combate y deshacer la pared de cristal, había
sido salvada en el momento preciso.




“…Tch” Susumu enarcó levemente una ceja mientras se pasaba un puño por los labios. La patada había estado a un nivel de velocidad que no había logrado percibir. La pelea no sería sencilla teniendo a dos contrincantes: una algo torpe HiME y un… ¿child?
“¡Ah!” Haruhi soltó con sorpresa al ver que su salvador había sido un conejo antropomórfico con grandes guantaletes y que llevaba pantalones de blue jeans. “¿De dónde saliste…?”
“Soy Kazma. Mi madre es Kashima Yuu y me encomendó ayudar a quien estuviera en problemas por los alrededores.”
“…¿Dijiste Kashi—“ No, no era tiempo para las consultas. Su rebel seguía allí y debía detenerle antes de que pudiera contraatacar.
“Eso dije.” Asintió el conejo. Haruhi recién allí pudo percatarse que unos metros más atrás resguardada por el child había un par de estudiantes que conocía a la perfección.
“¿Haruhi?” Haise enarcó las cejas confundido y Fuuka apenas se asomó levemente tras él.
“Chicos, ¡qué gusto verlos!” Nerviosa la HiME mantuvo la vista nuevamente en el Rebel, haciendo un rápido gesto de mano en señal de apuro. “No es el momento, por favor vayan a refugiarse. ¡Kazma, llévatelos de aquí!”
Susumu comenzó a fastidiarse de la charla y llamó a unos cuantos orphans para retrasarles el paso. En el poco rato fue primera vez que la HiME le vio hacer una expresión diferente.
“¿Y dejarte sola? Ni hablar.” Negó tajantemente Fuuka. Haise se volteó levelemente para calmarla poniendo una mano sobre su hombro.
No hubo más tiempo para prolongar la charla. Los orphans al igual que Susumu avanzaron en su contra. Kazma, el ahora proclamado como el child de Kashima se esmeró en moverse con agilidad para hacerle frente a ambos orphans mientras que Haruhi frenaba algunas de las kunais que el rebel le había arrojado.

“¡No está a discusión! Váyanse de aquí, ahora.” Pidió la HiME.
“Haruhi-san…”
“Fuuka, no tenemos tiempo.” Incómodo, Haise asintió con la cabeza y cogió la muñeca de su compañera de facultad echando a correr entre los arbustos. Con el rápido actuar de su amigo, la HiME pudo sentir un momentáneo alivio.

“¡Mi turno!” Haruhi gruñó para contrarrestar el ataque del rebel con un empujón y dar un pisotón en el piso con algo más de fuerza, los pilares de cristal, esta vez de mayor tamaño, comenzaron a brotar del suelo consecutivamente  para obligar al pelinegro a retroceder.  Distinto a pensar en que el rebel se quedaría quieto tras el ataque, éste se colocó la mano en la parte trasera de su uniforme, evitando mostrar a los ojos de la chica lo que estaba preparándose para sacar como su nueva arma. Sin quitarle la vista de encima, la HiME comenzó a jadear con algo de fatiga… tal vez no había sido lo más inteligente abusar de su elemento, pero considerando que era lo mejor que podía usar con un enemigo tan ágil, tendría que hacerse de aguante suficiente hasta poder derrotar al otro. El child tenía sus propios problemas lidiando con los orphans, tampoco podía contar con su ayuda. Fue entonces que Susumu movió la mano para revelar una rápida kusarigana; la cual lanzó en dirección de la HiME que intentó resguardarse con una nueva pared de cristales, sin alcanzar a dar con ello producto de su cansancio.
“Solo hago mi trabajo.” Aclaró el hombre, cuando el peso en el extremo de la kusarigana golpeó con fuerza la muñeca de la chica obligándola a soltar su espada antes de terminar atrapándola con toda la cadena para retener cualquier otro movimiento de su parte. Haruhi se quejó con un pequeño alarido, el golpe en la muñeca con el metal sin duda le había lesionado e intentó forcejear con su cuerpo para liberarse, pero los cristales de su elemento apenas y brotaron a un par de centímetros más arriba de sus pies. Susumu movió los dedos de su mano libre para que en ella se apreciaran unos chispazos eléctricos y cerró su puño sobre el borde de la cadena dispuesto a electrocutar a la chica.




La HiME orgullosa, mantuvo su expresión fija en su oponente.  Había sido derrotada.
“Oiii, ¡yo no haría eso!” Sonó desde la lejanía.
Susumu antes de poder hacer uso de su habilidad, volteó ante el ruido y se hizo hacia atrás en un rápido reflejo para evitar unas prominentes estalacticas de hielo que se incrustaron a metros de sus pies.
Con la cadena de la Kusarigama aflojada, Haruhi pudo moverse y coger con su mano ilesa su Wakizashi nuevamente. Kazma, alzó las orejas con atención y terminó por derribar al último de los orphans que le atacaban con seguridad.

“¿Otra HiME?...” El rebel recuperó su arma y mantuvo distancia. Estaba consciente de su desventaja en aquel punto si sumaba además la presencia del child de la recién llegada.
Kashima no tardó en hacer aparición deslizándose sobre un pequeño camino de hielo creado elegantemente por sus propias manos.  “Perdón por la demora, Haru-chan.” Rió la peliazul.

“Kashima, eres…”
“Sí, soy una HiME como tú. Perdona por haberlo omitido en nuestros temas de conversación pero no me sentía muy preparada para comentarlo.” Se excusó.  “Ahora vamos a patearle el trasero a ese sujeto que—“
“Se ha ido.” Expresó la HiME de cristal, con sorpresa.
“¿EH? ¿CUÁNDO?”
Haruhi señaló con el filo de su arma una figura oscura retirándose saltando ágilmente entre los tejados.
“Um. Justo cuando te pusiste a hablar, madre. En un pestañeo el Rebel se aprovechó de tu distracción.” Explicó Kazma.
“No importa, ¡voy a seguirlo!…” Dijo Kashima quien apretó los puños con determinación, lista para salir persiguiendo al rebel ajeno.
“No lo hagas. Hay otra… prioridad.” Haruhi con algo de desgano, estiró su mano lesionada para frenar a su amiga. Había sido ridiculizada por la destreza física del chico y por poco terminaba electrocutada en el proceso, no podía sentirse peor. “Además, no te corresponde. Tengo que lidiar con ese sujeto por mi cuenta.”
“Estoy de acuerdo con ella, madre.” Asintió el conejo. “Tienes a tu propio rebel.”
“Y este no se ha aparecido, ¿eh?” Kashima hizo una mueca pero al ver que su amiga tenía el ceño fruncido y lucía bastante molesta desistió de la idea de la persecución.
“Gracias.” Suspiró la rubia con un alivio momentáneo.
“De nada, supongo.” Kashima destensó los hombros y miró en los alrededores del jardín. Kazma se puso en guardia con los puños apretados de inmediatamente. “Rápido. Despejemos esta área lo más pronto posible, ese tipo no debe habernos dejado libres de algunos orphans.”
“Um, tienes razón.” Haruhi asintió y apegó su mano lesionada a su cuerpo mientras la otra se mantenía firme en su espada.
“¿Duele demasiado?”
“No tanto, pero si la muevo más de la cuenta es incómodo. Vamos, inspeccionemos el jardín. Si limpiamos el resto del área podremos ayudar a las demás.” 

Kashima asintió y junto a Haruhi corrieron en direcciones opuestas para abarcar un mayor terreno de los jardines delanteros del campus, dispuestas a proteger a Hanasaki y a sus compañeros como su mayor prioridad.
« Last Edit: October 20, 2017, 04:07:56 PM by Haruhin »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #335: October 31, 2017, 12:39:06 AM »
Hoi hoi minna voy a dejar post!!

Capitulo 38


En la sala de espera se encontraba Belldandy con las manos cruzadas entre si mientras empezaba a rezar se notaba las ojeras que tenia no habia dormido en toda la noche y lucia visiblemente preocupada, a su lado estaba Madoka que trataba de calmarla

Veras que en cualquier momento Mayura-chan despertara…es una chica fuerte…-le dijo mientras se apoyaba sus manos en los hombros de la pelicastaña

Y si no lograra despertar?...y si la vuelvo a perder nuevamente?? No lo soportaría…-dijo mientras se acercaba a su amigo y lo abrazaba para ponerse a llorar-

Despues de un par de minutos y cuando Belldandy ya habia dejado de llorar y ahora dormia en el regazo de Madoka llego Suga también visiblemente preocupado

Como esta?...-

Aún no sabemos nada…no sale de la sala de operaciones…lo único que sabemos es que su estado cambio de muy grave a critico…-

Y Otoya??...-

El esta bien…se fue a Hanasaki porque su directora lo llamo, no queria irse pero Belldandy y yo le dijimos que estaríamos cuidando de ella y cuando despertara se lo íbamos a decir…-

Ya veo…- observando a Belldandy-tambien lo ha pasado mal no??-

Nos enteramos del ataque por la televisión aunque para los demás fue solo un ataque terrorista, aunque en realidad yo estaba durmiendo y ella me llamo para que la llevara lo mas rápido posible, desde ahí no ha dormido hasta ahora…-

No pensé que este ataque iba a ser tan duro para nuestra escuela y las chicas…- se sento al lado de los dos-Mayura debio de haberla pasado muy mal…-apretando fuertemente sus manos-

No me imagino la magnitud de la pelea de Mayura-chan pero al ver el rostro de Otoya pude ver que ha sido muy difícil…y solo nos queda esperar a que puedan estabilizarla…-acariciando suavemente los cabellos de la castaña-Despues de todo es la hija de Belldandy…-

Yo también confio que Mayura saldrá bien de esto…tiene que hacerlo-

La habitacion donde se encontraba la joven pelirosa se abrió y salio una joven peliazul con cabellos cortos y gafas
Familiares de Mayura Daidouji??...-

Al escuchar el nombre de la pelirosa Belldandy inmediatamente se levanto y corrió hacia la joven  doctora

Como esta mi hija???!!! Por favor digame la verdad!!-

Han sido horas muy difíciles pero finalmente hemos podido estabilizarla, su hija es una persona muy fuerte…hubo varios momentos en que su corazón parecía dejar de latir pero la fuerza de voluntad de Mayura-chan ha hecho que nuestros intentos hayan dado frutos y que pueda estar frente a usted para comunicarle esta buena noticia...Hajime tenia razón, después de todo es la hija de la persona que protegio su madre…-

Las tres personas presentes suspiraron aliviadas al saber que Mayura ya no estaba en peligro

Espera…usted dijo Hajime??...-

Mi nombre es Ami Mutsuki, la esposa de Hajime…-sonrio suavemente- mucho gusto…-

Muchas gracias doctora Ami…muchas gracias Hajime-kun gracias Kaede-chan…-llorando de felicidad- puedo entrar a verla??-

Claro que puede pero solamente usted podrá hacerlo…ya que aunque este estable la queremos tener vigilada por 48 horas y no queremos nada que pueda alterarla…-

Esta bien…-mirando a  Suga y Madoka-

Estaremos esperándola en la sala de espera Belldandy-san…-hablo el pelicenizo con una suave sonrisa- ahora Mayura la necesita…-

Es cierto Belldandy no te preocupes por nosotros que estaremos aquí para cualquier cosa que se ofrezca-

Muchas gracias Suga…Madoka…-

Venga pase…-Ami le llevo hacia la habitacion de la joven-

Cuando Belldandy entro pudo ver que en el sofá se encontraba Flaffy también inconsciente con sueno en una de sus patas, ya respiraba tranquilamente, luego observo que en la cama se encontraba su hija inconsciente con vendas en la cabeza y varias partes del cuerpo, aun podía ver la sangre que manchaba la blancas vendas, la joven estaba con el respirador artificial,pero la peliazul le tranquilizo indicándole que solo lo tendría por un par de horas luego lo iban a retirar, al ver lo frágil que se encontraba su hija las lagrimas no dejaban de salir y se sento al lado de la cama para tomar suavemente una de las manos de su joven hija

Gracias por esforzarte tanto pequeña Mayura….gracias…-

Ami observo la escena y no pudo evitar pensar en su pequeño Hikari que ahora se encontraba durmiendo en la guardería del hospital y no podía evitar preocuparse por su esposo que le habia dicho que iba a salir a hacerle una pequeña visita a un viejo conocido
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Ai se encontraba en su casa con Koi que estaba aun durmiendo mientras que el pelirrojo que lo salvo estaba comiendo todo lo que la joven le habia preparado en compensación de lo que habia hecho, porque comia como desesperado? Pues estudia de becado en Hanasaki y trabaja de conserje pero todo el dinero que ganaba era para pagar las deudas que su papá le dejo antes de abandonarlo, asi que vivía solo a base de pan y agua claro que todo lo ocultaba con su “alegre” rostro.

Quieres mas comida?? Aun no viene Ryou-niichan y pues he preparado de mas…y parece que niichan no va a despertar hasta mañana…-

En serio?? Puedo seguir comiendo?? Aunque si no es molestia podría llevarlo para el camino??-

Claro no te contengas en verdad nada es suficiente con lo que has hecho con niichan tenia miedo que algo malo le hubiese sucedido pero tu llegaste como un angel para salvarlo…-

Tampoco fue para tanto…-mirando a un lado con una gota en la cabeza-

Claro que si es para mucho en serio...yo quiero mucho a niichan y me sentiría triste si algo malo le pasara y tu lo salvaste me has hecho muy feliz…-

Bueno si ese es el caso…pues…-mirando a otro lado avergonzado- podrias darme algo de comida como para 1 semana??-

Claro claro …-se fue corriendo hacia la cocina para empezar a separar comida para el joven pelirojo

Rokudou el nombre del joven salvador de Koi se encontraba observando la habitacion del joven durmiente que estaba visiblemente desordenada, haciéndole caso a su voz interna se levanto del asiento y empezo a acomodar esa habitacion ya que no le gustaba ver las cosas desordenadas, ordenando los libros primero, luego las figuras de acción y los gundam que tenia dispersos, pensando en sus adentros lo afortunado que era aquel joven de poder tener tantos lujos.Luego observo una foto familiar donde estaban Koi,Ai, otro chico pelirosa que Rokudou supuso que era un hermano de ellos y sus padres que sonreían alegremente

Creo que seria una indiscreción preguntar por sus padres…-dijo en voz baja-

Nuestros padres murieron y Ryou-niichan es el que cuida de nosotros…-dijo la pelirosa con dos sacos enormes de comida-
A Rokudou le brillaron los ojos al ver tanta comida reunida que se le hacia agua a la boca pero intento enfocarme en lo que hablaba la joven-Ya veo…al menos tienen un hermano mayor y han tenido unos padres cariñosos…-

Y tu no los tienes Rinne-san??...-

Mi madre murió cuando era pequeño y el maldito de mi padre se endeudo por todos lados y me dejo como su aval…pero cuando lo vea lo que le espera-aprentando su puño mientra alzaba el brazo-

Ya veo…es una mala suerte y espero que tu padre recapacite y vaya por el buen camino…-dijo la pelirosa-

Es algo imposible…yo ya perdi las esperanzas …suspirando pesadamente-

Esto…se que es mucho pedir…pero Rinne-san podrias quedarte un rato con niichan hasta que yo regrese tengo que hacer unas cosas…-

Esta bien…pero no te demores que debo de volver a Hanasaki porque no quiero perder mi trabajo…-

No lo hare …-dijo saliendo corriendo-

El pelirojo suspiro y observo al otro hermano- en verdad se parecer mucho…aunque él me parece mas adorable…-se quedo pensando- espera que estoy diciendo?????

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Mientras tanto en Hanasaki

Otoya se encontraba en la dirección junto a Miranda que terminaba de realizar unas llamadas telefónicas, una vez que termino de hablar dejo su móvil a un lado del escritorio y observo fijamente al pelirojo observo su ropa cubierta de la sangre de Mayura , observaba al joven visiblemente desencajado, como si estuviese fuera de lugar

Se que te debes de preguntar el porque pudiste emanar fuego de tu cuerpo…y es por el instinto de proteger a la persona que mas amas en el mundo…desde que uniste tu vinculo sentimental con Mayura Daidouji automáticamente heredaste un poder dormido como el Key que ella eligio o quizás tu elegiste para protegerla sin saber en realidad en donde te metias…-suspiro suavemente- ahora que has visto realmente las dimensiones del alcance del poder de Rizembool…aun estas dispuesto a seguir tu rol de Key y proteger a tu Hime con este poder que se te ha otorgado??aun tienes la oportunidad de arrepentirte…seguro que la misma Mayura te pediría que lo dejaras…pero crees que podras hacerlo? Crees que podras dejarla sola??

Claro que no la voy a dejar sola…aunque esto que me ha sucedido me da algo de temor eso no significa que vaya a dejar sola a Mayura…es la persona mas importante para mi y yo le prometi que iba a estar con ella y la voy a proteger…no quiero volver a verla de esa manera jamas…por eso directora digame que debo de hacer para poder utilizar mi poder y ayudarla??-
Mayura hizo bien en elegirte…se nota que la quieres mucho…- se acerco a él y le miro fijamente- no te preocupes tenemos un buen profesor que nos puede ayudar en eso, por lo pronto regresa al hospital para que te revisen luego me comunicare contigo-

Esta bien…-dijo para hacer una reverencia y se fue corriendo para volver al hospital-

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No muy lejos de Hanasaki se encontraba Shun observando el movimiento de dicha escuela pero luego giro a ver una figura conocida

Ya habia pensado que no vendrías a verme a reclamarme por lo que le hice a tu protegida querido Rey Hajime…-dijo con una amplia sonrisa- me alegra volver a verte-

No pensé que fueras a llegar tan lejos al punto de casi asesinar…- dijo el pelinegro sacando unos pergaminos y lanzarlos alrededor del albino-asi que he venido a hacerte pagar …-

Que interesante…-observando los movimientos del pelinegro- pero no soy el mismo de antes…-con un movimiento de sus manos congelo los pergaminos y se hicieron polvo- ya te has oxidado…-

Eso es lo que tu crees…- sacando una katana- no eres el único que ha mejorado en estos años y te lo demostrare…-
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Matta ne!!

Mimi-chan


Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #336: October 31, 2017, 07:14:12 PM »
Me da pena dejar tan abandonada mi historia por acá, así que avanzo de a pocos. Espero que el mes siguiente ya pueda escribir más T___T




29.




Jason había esperado encontrarse con su papá. En serio.

Pero no era su culpa que el viejo trabajara hasta tan tarde, y bueno, el refrigerador estaba a total disposición de él. No había rastro de Alfred o el chef y parecía que sus hermanos menores habían salido, así que con mayor razón: podía servirse cualquier cosa de la cocina a su antojo.

En su mente, sin embargo, escuchó la voz de su padre recordándole que siempre sería bienvenido en la casa. Que no le incomodaba que los visitara de vez en cuando, más aún cuando Jason lo necesitaba, como en esos momentos en que había hecho un mal balance de su presupuesto para el mes y su cuenta bancaria mostraba números negativos. Y okay, tenía tarjetas de crédito, pero odiaba usarlas, más aún cuando la oferta de su padre estaba en pie y sabía que si se aparecía por la mansión, conseguiría comida gratis. Era ir en contra de sus principios (no quería depender más de él), pero a veces no tenía de otra. Al igual que sus hermanos, Jason contaba con pocas amistades así que la opción de pedirle prestado a alguien más estaba descartada.

Un estridente sonido retumbó por toda la casa: al intentar sacar una sartén, un par de ollas habían caído al suelo. Jason maldijo por lo bajo.

“¿Qué haces aquí?” fue la *cariñosa* bienvenida de su hermano menor, Damian, quien lo señaló desde su posición en la puerta de la cocina. Para cuando lo encontró en la cocina, Jason andaba a espaldas de él, sacando platillos del refrigerador. Aunque en un inicio había pensado que se trataba de un ladrón, Jason se volteó a mirarlo y Damian no tuvo de otra que hacer a un lado sus acusaciones.

Keith, curioso por las palabras de su hermano menor, llegó también a la cocina, y se llevó una grata sorpresa al encontrar a Jason allí. Hacía meses que no lo veía: Jason vivía de su trabajo y además, tenía su propio departamento, por lo que no necesitaba regresar a la casa de los Kogane.

Había, sin embargo, algunas excepciones, como esa. Suponía que Jay andaba corto de dinero, para aparecerse por esos lares.

“Hola, Jay,” lo saludó, y Jason le ondeó la mano libre que tenía. La otra balanceaba un plato y una caja de jugo de naranja encima de este. Jason pateó sin ninguna pizca de sutileza la puerta del frigider, y se giró hacia la mesa a un metro de él. Dejó el jugo en la mesa, y el plato lo llevó al horno microondas.
“No respondiste mi pregunta,” le dijo Damian, con el ceño fruncido.
Jason bufó, mientras introducía el plato en el microondas y presionaba los botones para encenderlo. “No he venido a quedarme. Sólo a robarles comida y dinero, pero Bruce no está, así que bueno, comida será.”
“¿Cuánto necesitas?” le preguntó Keith. “Pued—”
“Nah, no te preocupes.” Jasón cogió un pan de la canasta al lado del microondas, y se dispuso a comerlo. “Gracias, pero sé que dejaste el part-time hace unos meses.”
“Sí, estoy llevando varios cursos y tengo poco tiempo libre. Este ciclo está pesado.”
“Me imagino.”

El timbre del microondas sonó en esos instantes, y Jason se dispuso a sacar su plato. Luego de cerrar la puerta del horno y sacar cubiertos de uno de los cajones de la alacena, llevó todo a la mesa y tomó asiento. Keith se sentó en frente de él, y Damian, aunque parecía empeñado en que Jason se fuera, también los acompañó al sentarse con ellos.

“Pero tienes unos días libres por lo del atentado, ¿no?”
Keith se tensó un poco. “…Sí.”
“¿Cómo es que saliste herido?” preguntó Damian, señalando sutilmente a las vendas alrededor de sus brazos.
“De seguro fue por una de las explosiones,” dijo Jason. Miró de reojo a Keith mientras empezaba a picar el plato de comida: era lomo a la strogonoff con puré de papa y arroz. “Es… peculiar el momento en el que han sucedido, realmente.”
“¿Por qué lo dices?”
“Tengo un caso en la comisaría sobre una alumna de Hanasaki, encontrada muerta a unas cuadras de la universidad. Llevo más de una semana en eso, y aún no podemos dar con el culpable. Me preocupa que se lo den al otro sargento, porque este tipo de casos siempre los derivan hacia él.”
“¿Y sientes que se relaciona con el atentado?” preguntó Damian, arqueando una ceja.
“Sí. Es muy curioso que algo así suceda al poco tiempo. No sé si estén vinculados, pero siento que el atentado ha sido una especie de cortina de humo para encubrir algo mayor.”
“¿Puedes contarnos acerca del caso?” preguntó Keith, visiblemente curioso. Damian parecía demostrar interés también, al mantenerse en silencio y observar a sus hermanos con atención. “Tal vez podríamos ayudarte.”
“Okay. El cuerpo fue encontrado por un vecino a las 5 y media de la tarde del lunes 16, hace dos semanas. La víctima, como les dije, fue una alumna de la universidad de Hanasaki. Presentaba varias laceraciones y quemaduras, y cicatrices pasadas de ese mismo tipo de heridas. Sin embargo, la causa de muerte fue un tipo de veneno en su organismo. Dos cosas importantes: la primera, no murió en ese pasaje donde se le encontró. La segunda, es que había pasado toda la mañana y parte de la tarde junto a sus amigos, hasta que, bordeando las cuatro, se despidió de ellos. Les dijo que avanzaría con un ensayo. Nunca más la volvieron a ver.”
“¿Osea que todo eso sucedió en una hora?”
“El veneno, sin embargo, había estado en su organismo por más tiempo.”
“Eso no tiene sentido…” comentó Damian, muy confundido.
“Jay, ¿puedes ser un poco más detallista con las heridas?”
“Eran laceraciones de un objeto punzocortante. Los bordes de las heridas tenían quemaduras de segundo y tercer grado.”

Keith guardó silencio.

Desde que Jason había mencionado que la víctima era una alumna de Hanasaki, lo primero que Keith pensó fue que se trataba de la obra de un rebel. Ahora, estaba más seguro de ello, gracias a la descripción de las heridas. Sin embargo, no sabía cómo sacar el tema a colación, considerando que podía sonar sumamente fantástico a los oídos de un civil. Y por más de que él lo había comprobado en el atentado, para Jason podía ser una oportunidad más de burlarse de él y dejarlo en ridículo.

Recordó, en esos instantes, que Jason estaba destinado a ser el key de Allura. Su amiga nunca llegó a explicarle con detalle las escenas que involucraban a su hermano, pero si lo vio con poderes, quedaba claro que era cierto, y que dentro de poco se volverían a encontrar y desarrollarían algún tipo de vínculo.

Era inevitable mencionar el tema. Tal vez estaba en su destino juntarlos a ambos, y esta era su oportunidad para lograrlo.

“Jay—”
“¿Y si fue un rebel?” Damian le ganó, al interrumpirlo y mencionar justo lo que Keith iba a decir. “Tú sabes, esas leyendas de que hay chicas de Hanasaki que pelean contra chicos de Rizembool y no se qué chuchas. Con poderes y armas y mil cojudeces.”
“…” Jason se quedó a medio camino de llevar el tenedor a su boca. Soltó el utensilio, e irrumpió en sonoras carcajadas. “NO— No hay forma, Damian, ¿tú crees en esas tonterías?”
“No creo en eso. Sólo lo sugería.”
“Si no te conociera, diría que se te ha pegado lo de las conspiraciones de Keith,” dijo Jason, aún entre risas.
“Pero… es cierto, Jay,” dijo Keith.
Jason se cruzó de brazos. “Yo vengo a contarles algo tan importante, y ustedes me salen con cuentos de hadas.”
“No, no. Damian tiene razón. Mis heridas no fueron por explosiones, a mí me atacó un rebel.”

Keith se removió las bandas de su brazo derecho, para mostrarle a Jason sus heridas: eran laceraciones bordeadas de quemaduras, justo como la víctima de su caso.


« Last Edit: October 31, 2017, 08:28:21 PM by Eureka »


Apple

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #337: October 31, 2017, 08:15:06 PM »
Voy un poco atrasada con mi fic :( *shame*

Por cierto, feliz Halloween para todas!  ;)

#16: In the land of Gods and Monsters (Part #2)


Ver a Souji partir con Yuu en brazos fue un alivio. Solo esperaba que el llegara al auditorio pronto y sin ninguna eventualidad.

En el bolsillo trasero de su short su teléfono vibraba a cada segundo con mensajes de las demás HiMES reportándose. Ella hizo lo mismo y reviso la ubicación de cada una. Al parecer nadie había decidido ir al área de piscinas así que ella se ofreció a revisar ese lugar.

Hanasaki contaba con dos piscinas olímpicas: una bajo techo y otra al aire libre. Ambas tenían sus respectivos palcos para la audiencia durante las competencias de natación, pero por las noches se mantenían relativamente abandonadas. Sheryl pensó que tendría suerte y que no encontraría a nadie ahí.

Pero conforme se acercaba a su destino se dio cuenta de que estaba muy equivocada. El aire se empezaba a tornar cada vez más frio y hasta empezó a nevar. Esa una nevada suave y delicada, muy similar a la que vio en el callejón de Roppongi apenas hacia unos días.

Aunque estaba aterrada no pudo evitar pensar que la vista en el área era preciosa. La piscina exterior estaba totalmente congelada, como una pista de hielo. El edificio de la piscina techada estaba cubierto de hielo y nieve como salido de un cuento de hadas.

Ya que no había rastro de Aramis en los alrededores era obvio suponer que estaba en el edificio de la piscina. Sheryl se plantó frente a la puerta, pero no entró. Sabía lo que le esperaba allá adentro y sabía que no estaba lista para enfrentarlo. Se abrazó así misma sintiendo que el frio le había calado hasta los huesos y se permitió, por primera vez en toda la noche, derramar una lagrima solitaria por todos los que murieron y para sí misma. No estaba lista aún para atravesar esa puerta.

"Entra Sheryl" una voz sensual y fría le habló desde el otro lado. Y le sacudió un poco el miedo que tenía, recordándole que como ella Aramis era un humano y un novato también. Si él era capaz de herirla ella también podía causarle algún daño.

Empujó la puerta y pudo comprobar que el interior estaba lleno de nieve. La piscina techada también estaba congelada como una pista de patinaje. No le costó mucho encontrar a Aramis que estaba sentando en el trampolín de 10 metros vestido con un traje de equitación. Él sonrió complacido al verla.

"Creí que nunca me encontrarías. Estaba tentado a salir a buscarte"

"¿Que hicieron Aramis?" Sheryl no quería perder el tiempo y estaba ansiosa por reclamarle a Aramis por el daño que los Rebels habían hecho en Hanasaki.

"Así que ya sabes mi nombre... déjame adivinar ¿fue Okita quien te lo dijo?"

"E-eso no importa" Sheryl se preguntó de nuevo cual sería la relación entre Aramis y Okita.

"Te deberías de alejar de tipos como él. Nada bueno puede venir de ellos" Aramis no tenía ni la más mínima simpatía por Souji. Para el, tan sofisticado y elegante, Souji era como un delincuente juvenil. Nunca entendió que vio Clare en él.

"Y tú no eres mejor que el" Era más que obvio que Aramis no apreciaba a Souji. No le sorprendería enterarse de que Souji le quitó la novia a su Rebel "¿Por qué los mataron Aramis?" 

"Te lo advertí Sheryl. Esto no es un juego"

"Eran inocentes. Ninguna de las personas que asesinaron allá afuera eran HiMES"

Los hombros de Aramis se tensaron por unos segundos. Fue tan imperceptible que Sheryl ni lo notó y él logró recobrar la compostura enseguida. De verdad no quería pensar en lo que habían hecho y en cambio se paró y empezó a bajar del trampolín.

"Deja a los muertos ya en paz Sheryl. Aunque te dijera la razón ya no van a regresar. Pero tu aún tienes una oportunidad: renuncia a ser HiME"
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Kallen maldijo cuando lo que ella creía era un ataque sorpresa falló. Su Rebel fácilmente entendió sus intenciones y a unos segundos de que ella liberara la carga eléctrica el soltó la lanza y materializó su propia arma: una guadaña.

Los dos empezaron a pelear con sus armas. Ocasionalmente le lanzaba bolas que combinadas con el feroz ataque de la guadaña empezaban a agotar a Kallen. A su alrededor había arboles caídos y algunos ardían lo que hacía que el ambiente se sintiera opresivo. La chica se preguntó cuanto más aguantaría antes de que un paso en falso la pusiera en el camino de las bolas de fuego o del filo de la guadaña.

Pronto los ataques pararon y su Rebel estalló en carcajadas.

"Vaya que eres buena" logro decir entre risas, cruzó los brazos sobre el estómago y hasta dejo caer su arma "me alegra que me haya tocado una HiME fuerte como tú y no una debilucha llorona, no podría lidiar con eso"

La repentina reacción de su Rebel hiso que Kallen se desconcertara. ¿Se daba el lujo de bajar la guardia a mitad de la pelea?

Al parecer él no estaba tan exhausto como ella y parecía disfrutar la situación de gran manera. Por su lado Kallen estaba muy asustada, tenía ganas de llorar, salir corriendo y echarse al suelo agotada todo al mismo tiempo. La adrenalina que inundaba su cuerpo era lo que le permitía seguir de pie y no hacer alguna locura.

"Me agradas Kallen" continuó su Rebel "pero creo que por hoy estoy satisfecho, puedes ir a buscar a tus amigas y ayudar a los heridos".

De nuevo la invadió un sentimiento de desconcierto. Su Rebel la dejo a la mitad de la pelea desapareciendo entre los arboles ardiendo y sin siquiera decirle su nombre.
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Sheryl siempre supo que llevaba las de perder con Aramis. Mientras ella se había ido todo el fin de semana con Souji y Saito de vacaciones y apenas había entrenado, Aramis parecía un experto ya en dominar su elemento.

En cambio, Aramis no estaba tan seguro de sus habilidades. Le temblaban ligeramente las manos y tenía la sensación ligera de nausea. Sabía que no estaba haciendo las cosas bien pues aun no había logrado derrotar a Sheryl. Casi le daba ternura como ella se defendía con garras y dientes, con sus movimientos torpes y el intento de sorpresa que ella intento provocar en el cuándo invocó su arma.

Era una espada demasiado grande para ella. Apenas podía sostenerla y lanzar ataques con ella. Una espada de tal magnitud que contrastaba de manera absurda con la suya que era un simple sable de esgrima.
Pronto Aramis tomo la ventaja del combate y el arma de Sheryl resbalo de sus manos después de unos movimientos muy torpes. Ella cayó al suelo también y el decidió poner fin al combate. La inmovilizó poniendo su pie sobre la pierna de ella.

"Si le provocó una ligera herida en la pierna talvez la asuste y renuncie a ser HiME" se planteó Aramis, tomando valor y calculando en qué punto asestar la estocada sin dejar a Sheryl invalida.
Pero antes de clavar su sable en la pantorrilla de Sheryl un golpe seco en la espalda lo hizo caer. A Aramis le tomó unos segundos dejar de ver luces por el dolor y darse cuenta que lo había golpeado.

Souji Okita con un bate lo había inmovilizado por un momento mientras se acercaba a Sheryl para asegurarse de que ninguna de sus heridas fuese grave.

Talvez fue la furia, o el desagrado que le causaba Souji, lo que hizo que Aramis lograra levantarse y lanzar una lanza de hielo hacia Souji que estaba dándole la espalda. Sheryl apenas pudo reaccionar y se lanzó hacia el para evitar el impacto, lo cual hizo que ambos cayeran sobre la piscina y el hielo sobre ella se rompiera.

Bajo el agua todo estaba aún más oscuro y tenía más miedo. De no haber sido porque Souji logro encontrar su mano entre la oscuridad y jalarla a la superficie Sheryl no hubiera podido salir de esa prisión de hielo.

Cuando salieron Aramis ya no estaba. Ambos temblaban y salieron del recinto de la piscina casi a rastras. Para entrar en calor, y no sin dudarlo un poco, Souji abrazó a Sheryl.

"Qu- ¿qué haces?" a Sheryl le tomó por sorpresa el abrazo, pero no se resistió.

"Es para que no muramos congelados aquí" contestó Souji abrazándola aún más fuerte contra su pecho para que ella no notara el ligero sonrojo en su cara.
« Last Edit: August 31, 2018, 09:58:15 PM by Apple »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #338: November 05, 2017, 12:47:18 AM »

Hello gals <3

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






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Now, let's carry on with those big HiME dreams...

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #339: November 10, 2017, 11:06:08 PM »
Otro fic, gracias a Sayi por los icons. Pronto me vendré con más cosas~

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Llegó el día siguiente y era temprano en la mañana antes de las primeras clases del día. Roxas acababa de llegar a la universidad junto con su familia y, luego de despedirse de Cho y Kashuu ya que la HiME tenía una práctica de laboratorio que atender, los demás se dirigieron hacia el departamento de Ryo dentro de la universidad para ponerse a equiparlo para una reunión que tendrían más tarde.

“Han traído mucho para comer,” comentó el dueño de casa, sorprendido.
“Hehe, si el consumo del día de limpieza en casa es indicación, nos falta más del doble,” confesó Osaka, sonriendo. “Tenemos a un grupo que come bastante.”
“Sí, pero siento que Tomo consumió más de la cuenta,” Roxas se encogió de hombros. “Y podría jurar que empacó comida para llevar. No me sorprendería, viniendo de ella.”
“Después de mis clases de hoy, pienso detenerme por una tienda cercana para conseguir ingredientes para bocadillos,” comentó Horikawa, animado. “Podría también ayudarles a conseguir más aperitivos, si gustan.”
“¡Oh, voy contigo!” declaró Urashima. “Te puedo ayudar a cargar un montón de cosas.”
“Bueno, si quieres.”
“Ya que están haciendo planes, me apunto,” dijo Ryo, sonriendo.
“Eh, ¿seguro?” Roxas se inquietó. “Es bastante que seas el anfitrión de la reunión.”
“Ya se ha vuelto rutinario que reuniones en la universidad se hagan aquí, y es un placer,” le aseguró, inmutado. “Además tengo que comprar algunas cosas personales y mejor es hacerlo en compañía.”
“Me alegra oír eso,” Osaka se emocionó. “También es un buen momento para que conozcas bien a Horikawa y Kotatsu. Sé que se van a llevar de maravilla~”
“Estoy seguro que sí,” Horikawa asintió y se dirigió al peliblanco. “Larsa me ha hablado bien de ti, y sé que puedo confiar en sus palabras.”
“Haha, me alegra oír eso,” rió un poco. “Hm, me pregunto cuántas quejas habrá dicho de Sora.”
“Ehh…” Roxas negó. “Es mejor no tocar ese tema.”
“Onii-chan, ese senpai del cual nos despediremos esta tarde, ¿estuvo en tu casa ese día del ataque?” preguntó Urashima. “Todavía no ubico a todos…”
“Lo imagino, somos muchos. Y sí, estuvo en la casa. Ayudó a repartir los bocadillos de Horikawa cuando todos nos reunimos en la sala. No sé si eso te ayuda a recordar.”
“Ohh, creo que sí. Ese chico alto y de cabello marrón,” Urashima asintió, sonriente. “Hehe, no lo conozco, pero parece muy buena gente.”
“Tampoco lo llegué a conocer de cerca, pero sí cumplió su rol de senpai durante el conflicto anterior,” recordó Ryo. “Y siempre fue alguien muy amable en general.”
“Estoy consciente que estuvo ahí por Cho repetidamente,” Roxas sonrió con leve tristeza. “En verdad le debo por haberle apoyado tanto. Recién he podido conocerle mejor después del conflicto ya que hemos colaborado en limpiar el templo en algunas ocasiones.”
“Hehe, Alexei es el mejor,” Osaka asintió, convencida. “Sí es un buen senpai, y también me apoyó a mí durante el momento más crucial del conflicto. Me ayudó a esconderme y me dio compañía mientras todos creían que estaba muerta.”
“¿Q-q-qué…?” Urashima se impresionó por ello e intercambió miradas confundidas con Horikawa. “¿C-cómo que muerta…?”
“Ahh…” Roxas dio un pesado suspiro. “No le des tan poca importancia, Osaka. Realmente no es un buen recuerdo para mí.”
“Hahaha, tú sí sabes cómo introducir a la gente, ¿no es así?” preguntó Ryo a la exHiME, entretenido.
“¿E-en verdad pasó eso, Osaka…?” preguntó Horikawa, con leve preocupación.
“Sí, pero fueron pocos días, y en resumen fue útil porque así pude ayudar a Cho y a otras compañeras HiME en la batalla final,” sonrió con alegría. “Ahh, qué recuerdos~”
“S-suena peligroso…”
“Bueno, parece que todo salió bien al final, ¿no?” Urashima se terminó contagiando de la tranquilidad de su nueva prima y se olvidó del susto con facilidad. “¡Eso es lo importante!”
“¡Exacto!” exclamó Osaka. “¡Qué bueno que me entiendes!”
“Sólo más te vale no hacer algo semejante, Urashima,” Horikawa negó. “No quiero ni imaginar cómo tu familia reaccionaría si algo te ocurriera.”
“Tú tranquilo, sé que no debo preocuparles,” le sonrió.
“Bueno, ya tenemos que irnos. Nuestras clases están por comenzar,” dijo Roxas.
“Volveré más tarde con Tomo-chan y Hotaru-chan para alistar la comida,” dijo Osaka.
“Claro, sólo avísame y te espero,” dijo Ryo.

Las despedidas fueron breves y los cuatro salieron para retirarse del área de dorms en la universidad donde se encontraban.

“Este dorm en particular tiene habitaciones tan bien equipadas y amplias,” comentó Osaka mientras miraba a sus alrededores. “Con razón Tomo-chan quería vivir en este complejo.”
“Dudo que pueda costearse algo así,” Roxas negó. “Al menos pudo encontrar cupo en los dorms más básicos de la universidad.”
“Ehehe, me alegra saber que vamos a participar en una reunión con todos sus amigos,” dijo Urashima, quien agarró a su leal tortuga. “¿Has oído, Kamekichi? Los volveremos a ver a todos y seguro que nos divertiremos.”
“Yo sé que ustedes son más que bienvenidos,” Osaka asintió, y se puso a pensar. “Hmm… oh, me pregunto qué tiene pensado hacer Mada Kotatsu hoy día. Sería bueno que lo llamemos.”
“Ehm, Nagasone-niichan iba a darse una vuelta en la ciudad…” dio un pesado suspiro por aquel modo en el cual Osaka se refería a su hermano. “Y supongo una despedida no es el mejor momento de presentarle a los demás.”
“Oh, cierto, entonces otro día nos ponemos de acuerdo en casa, ¿sí?”
“¡Por supuesto! ¡Tenemos que organizarlo bien!”
“Ehh, y a todo esto, ¿qué es de nuestro padre…?” preguntó Roxas con una muy evidente incomodidad que le hizo bajar su mirada. “Después de la presentación que tuvimos, no lo volví a ver y ya han sido tres días…”
“El señor Kotetsu tiende a estar muy ocupado con asuntos de la familia. Lamentablemente, lo más probable es que no lo veamos muy seguido,” comentó Horikawa, sonriendo incómodo. “Aunque sí me dijo que piensa regresar hoy en la noche porque tiene un asunto que atender mañana en la mañana.”
“Qué bueno, ya espero conocerle mejor,” dijo Osaka. “No sé por qué, pero me cae bien y me siento identificada con él por algún motivo.”
“¿E-en serio?” Roxas se quedó perplejo por aquella observación de su prima ya que no podía pensar en qué podrían tener en común.
“Papá si es una persona admirable y buena gente,” dijo Urashima, animado. “Ehh, claro, lo importante es no hacerle molestar porque puede ser severo, pero en verdad se puede contar con él. Sé que lo notarás con el tiempo, Roxas-niichan.”
“S-seguro que sí…” no le quedó más que estar de acuerdo. De todos modos, sabía que todavía iba a tardar en sentirse cómodo con su presente situación.

Ellos siguieron su camino para iniciar aquel día de la mejor forma.


Mientras tanto, Hotarumaru acababa de llegar a la universidad y fue directamente al laboratorio informático de Ikari-sensei, donde iría a recoger sus útiles para su primera clase del día. Sin embargo, ni bien abrió la puerta, se dio con una grata sorpresa al reconocer a Nagisa ocupar una de las computadoras cerca de la entrada.

“¡Ohh!” sonrió y caminó hacia su amigo para mirar lo que estaba haciendo. “Buenos días, Nagisa. ¿Qué te trae por aquí a estas horas?”
“Hotaru…” este se despertó ni bien notó al otro invadir su espacio personal. Como era costumbre, el peliceleste solía enfocarse demasiado en sus trabajos al punto de no darse cuenta de sus alrededores. Nagisa no tardó en fruncir el ceño y mirar al otro con leve impaciencia. “Trabajando, como puedes ver. Más bien no deberías tardarte en ir a tu clase o llegarás tarde.”
“No estoy con el tiempo ajustado, estaré bien~” acercó su mirada a la pantalla al punto de desconcertar al otro, y dio un suspiro. “Ahh… revisando y completando las tareas de Monaca… te encuentras faltando clases, Nagisa. Al menos dedícate a ayudarle en tu tiempo libre.”
“P-pues es importante. Pronto le toca presentar su primer avance…” Nagisa desvió su mirada con leve vergüenza. “Además, Monaca-chan me lo pidió… me dijo que necesitaba mi ayuda porque era muy difícil… y que me prepararía galletas a cambio…”
“Sí, sí, entiendo,” Hotarumaru negó y se encogió de hombros. Sabía bien que su controversial amiga peliverde se encontraba apoyando en uno de los proyectos secundarios de Ikari-sensei y que ello solía representar bastante trabajo, pero también era muy evidente que ella estaba aprovechándose del pobre Nagisa, especialmente porque el pelicenizo conocía a la chica muy bien y sabía que ella era bastante inteligente y adepta a lo que hacía como para realmente necesitar de ayuda. De todos modos, sonrió con paciencia. “Siempre has sido una buena persona, Nagisa, pero no descuides tus propios quehaceres, ¿sí? Eso es todo.”
“No me subestimes, Hotaru. Sabes que soy más inteligente que tú,” le reclamó, esperando que el otro finalmente le dejara en paz. “Ahora ve a tu clase o te meterás en problemas.”
“Podría quedarme a ayudarte, ahora que me pongo a pensar…”
“¿Eh?”
“Además sé que Ikari-sensei no tendría problemas si fuera a faltar a una clase o dos. Él mismo me dijo que mi currículo de este semestre es mayormente una formalidad para mí.”
“O-oye, Hotaru…” de repente, Nagisa se incomodó y alzó su mirada hacia detrás de su amigo.
“¿Hm? ¿Qué sucede?”



“Dije eso, pero tampoco es para que le des tan poca importancia, y menos por motivos de ayudar a tus amigos con sus propios deberes, Rai,” observó Ikari-sensei, detrás del susodicho. Él comprendía bien que el menor no se había dado cuenta de su presencia.

“Oh…” Hotarumaru entendió su error de no haber detectado al mayor y se volteó con rapidez. Pese a todo ello, el pelicenizo se había mantenido tranquilo como era usual en él y se dirigió al profesor con una sonrisa y un saludo militar. “Buenos días, Ikari-sensei. Siento mucho esta incomodidad.”
“Olvídalo. Sólo tengo algo breve que decirte,” Gendou fue al punto, al esperar no perder mucho de su tiempo con el pequeño. “Mañana vas a tener tu primer entrenamiento con tu nuevo instructor de oodachis. Eso vendría a ser todo.”
“¡Ohh!” sin duda, no pudo ocultar su sorpresa e ilusión ante aquellas palabras, y sonrió con gran dicha, para dar una reverencia. “¡Muchas gracias por esta oportunidad, Ikari-sensei! Prometo que no le defraudaré.”
“Sí, espero que estés en tu mejor comportamiento y demuestres tu valor,” espetó el mayor, con una severidad que resultaría intimidante y antipática para muchos, aunque su oyente se mantuvo inmutado y de buenos ánimos. “Este instructor es un antiguo colega y nunca aceptaría a un alumno deficiente e incapaz de cumplir con sus expectativas.”
“Heh… saber que es un colega de usted me anima,” Hotarumaru sonrió desafiante, y una extraña e intensa luz iluminó sus ojos. “Sé que mi futuro maestro será un verdadero desafío.”
“Más te vale no decepcionarme.”
“No se preocupe por ello, usted sabe que nunca le he defraudado,” declaró, mostrándose nuevamente muy alegre por las noticias.

Por su parte, Nagisa no había evitado observar aquella conversación de reojo. No le sorprendía ese trato especial que Hotarumaru recibía como para contar con un instructor de oodachis, por más que el peliceleste supiera que su padre no gustaba de inmiscuirse con el lado más ‘barbárico’ de Rizembool. En verdad, su amigo efectivamente cumplía con todos los encargos impuestos y poseía muchas cualidades que le hacían el miembro más prometedor dentro de ese laboratorio, y por mucho… por más que Nagisa siempre fuera a ser un ‘mayor genio’ que él.

Y también fue otro momento en el cual notó que detrás de esa personalidad tranquila y amigable de Hotarumaru yacía un espíritu sumamente intenso que aparecía cuando se sentía desafiado, uno que el propio Nagisa consideraba intimidante por más que no estuviera dirigido a él.

“¿Pudiera saber detalles sobre mi nuevo instructor?” preguntó el pelicenizo.
“Ello lo verás cuando lo conozcas mañana,” Gendou se dio media vuelta para regresar a su puesto. “Te enviaré la hora y lugar de tu primera sesión por correo ni bien reciba la reservación de uno de los dojos de práctica.”
“Hai~” volvió a hacer un saludo militar con energías.
“Nagisa…” Gendou miró de reojo hacia el peliceleste, quien se sobresaltó y de inmediato mostró gran incomodidad al haber estado distraído.
“S-sí, padre…”
“Si estás aquí en vez del colegio, al menos ponte a trabajar,” observó con leve severidad. “Tampoco esperes que lo vuelva a permitir la próxima vez. Es vergonzoso que te prestes para los caprichos de esa niña engreída.”
“E…entiendo…” Nagisa asintió con gran pesar y, al notar a su padre continuar con su camino, comprimió sus puños. Comprendía muy bien lo que había oído, aunque no le gustaba que su padre tuviera una impresión tan mala de su Monaca-chan. Al mismo tiempo, volvía a sentirse incómodo y apenado por el hecho que siempre fuera tan duro y frío con él…
“Nagisa…” Hotarumaru se le acercó, y al ver a su amigo mirarle, le sonrió. “Está bien, me quedaré a ayudarte.”
“Puedo con esto, Hotaru…”
“Así también terminamos temprano y almorzamos juntos, ¿te parece? Y despejarte un poco durante la tarde por la universidad te vendrá muy bien y te llenará de energías. Yo sé lo que te digo,” asintió.
“Bueno… sé que no puedo convencerte de lo contrario…” negó y dio un suspiro.
“Bien~ ¿por dónde empiezo?” el pelicenizo jaló una silla cercana para ocupar la computadora al costado, la cual estaba por prender.

De ese modo, los dos empezaron con esa labor que les tomaría algunas horas, aunque el trabajo en conjunto lo haría más ligero y agradable.


El tiempo siguió transcurriendo y llegó la hora del almuerzo. Los estudiantes de Hanasaki U en su mayoría se ocuparon en ir a buscar alguna cafetería o puesto de comida donde almorzar. Por su lado, Cho decidió aprovechar su tiempo libre para primero mostrar a Kashuu más áreas de la universidad. Su propia arma le pidió que le permitiera ver los cultivos de la clase de biohuertos, por lo cual le condujo a dicha zona remota del campus.

“Es reconfortante pasear por aquí,” comentó el arma, quien miró a sus alrededores con una sonrisa tranquila y unos ojos que inspeccionaban los campos verdes y espaciosos de esa zona dedicada a carreras de agricultura, ganadería o veterinaria, entre otras aplicaciones científicas. “Y pensar que hay un sitio de esta apariencia en plena ciudad.”
“Hanasaki siempre ha sido increíble,” Cho sonrió. Precisamente se encontraba hablando con una de dichas cosas increíbles. “También me gusta, es sorprendentemente silencioso y las clases son muy calmadas, aparte de nuestro ruidoso profesor, aunque sí es buena persona.”
“Bueno, hay todo tipo de personas,” se encogió de hombros.
“¿Acaso te abruma la ciudad, Kashuu?”
“No precisamente,” el chico le sonrió y sacó su celular. “Hay muchas cosas útiles y bonitas en la ciudad, y me gusta seguir las corrientes modernas, pero también es agradable y necesario darse un descanso de todo ello en lugares como este. La mente tiene que descansar.”
“Hehe, pienso lo mismo.”

La HiME continuó caminando de buen humor. Era sorprendente que desde la aparición de su arma apenas había podido tener tiempo a solas en su nueva habitación temprano en la mañana o tarde en la noche, aunque no consideraba la presencia de su arma abrumadora. Realmente sentía que sí se comprendían y se llevaban muy bien, y era agradable y reconfortante saber que podía contar con su ayuda y apoyo.

Ellos llegaron finalmente al área de los invernaderos y pequeños campos de cultivo, y Cho pasó su tarjeta de estudiante por el lector de la puerta para ingresar. Pasaron por los invernaderos cerrados hasta llegar a la zona donde tenían la clase, donde se toparon con uno de sus compañeros quien estaba en plena labor de regar los cultivos de papas.

“Oh, qué sorpresa,” Ryoji se mostró confundido al observar a la HiME y dejó la regadera a un costado para saludarle con una sonrisa. “¿Qué te trae por aquí? Hoy me tocaba mantener a los cultivos.”
“Sí, eh, espero no incomodar…”
“¿Qué cosas dices? Siempre es agradable toparme con una hermosa dama como tú en plenos jardines~” el pelinegro sonrió pícaramente y notó con gusto que Cho se avergonzó y desvió su mirada, aunque de inmediato comprendió que no debía seguir porque el chico que acompañaba a la HiME entrecerró sus ojos. “Ehh, c-creo que no nos conocemos. ¿Cuál es tu nombre?”
“Kashuu Kiyomitsu…” le contestó muy pausadamente y mirándole de manera intensa. “Y tú eres ese compañero de este curso que incomoda a mi HiME, si no me equivoco.”
“Hmm, para que le llames tu HiME…” Ryoji se puso a pensar duramente. “Oh, ¿acaso eres su Child?”
“¿Por qué todos quieren asociarme a aquel concepto tan cliché?” negó frustrado y terminó por alzar su cabeza con una sonrisa autosuficiente y sus manos en las caderas. “Para tu información, yo soy la nueva arma de mi HiME, y es mi deber protegerle de cualquier persona que pueda meterse con ella.”
“Ah, eres el arma,” Ryoji se vio animado pese a aquella posible amenaza de parte del otro, y sonrió incómodo. “Ehm, no te culpo por percibir que intento molestar a Cho, pero en verdad es mi forma de ser con las chicas. Tampoco puedes negar que tu HiME es muy linda.”
“Pues estás en lo cierto,” Kashuu hizo una pausa para mirar a su HiME brevemente antes de regresar su atención al otro. “Efectivamente lo es, aunque le hace falta cuidar y pulir su belleza.”
“Eh…” Cho no sabía si sentirse halagada o un poco molesta y frustrada ya que ese último detalle realmente no era una gran sorpresa.
“Haha, es descortés decir algo así, aunque Cho al menos podría aplicarse un poco de bloqueador solar media hora antes de nuestras clases a la intemperie,” sugirió Ryoji, alzando un índice en señal de inculcar un poco de sabiduría.
“Esa fue mi principal razón de venir aquí. Quería evaluar bien las condiciones de esta clase abierta y sin duda mucha exposición sin protección se desencadena en un envejecimiento prematuro,” Kashuu asintió y miró a Ryoji con leve apruebo. “Vaya, has resultado no ser un mal elemento después de todo. Me caes bien.”
“Ehm, ¿gracias?” Ryoji dio un suspiro. En cierta forma se había ganado un poco ese comentario, aunque el malentendido se había resuelto y era un buen momento para terminar con las introducciones. “Yo soy Ryoji Mochizuki, mucho gusto.”
“Igualmente, ¿de casualidad tendrás un poco de bloqueador solar? Soy nuevo y todavía no he tenido oportunidad de comprar todos los artículos esenciales para mi rutina.”
“Ah, por supuesto, no podría mantener mi nívea piel intacta sin ello,” el chico sacó un pequeño contenedor de bloqueador de su bolsillo y se lo extendió.
“Gracias,” Kashuu lo recibió con gusto, aunque pasó a dirigirse a la peliceleste. “Aruji, quédate quieta, por favor.”
“¿E-ehh?” Cho se incomodó. “¿Q-qué haces?”
“Aplicándote bloqueador, por supuesto,” sonrió con naturalidad. “Ya oíste nuestra conversación, y sinceramente este conocimiento de los bloqueadores lo derivo de ti. Sabes la importancia de emplearlos por tu propia carrera.”
“S-sí, no lo puedo negar…” desvió su mirada. “Pero echarme cremas siempre me ha sido muy incómodo…”
“No pongas pretextos, esto es por tu bien,” le insistió con un tono severo.
“Ehh, Kashuu, tampoco deberías forzarle,” Ryoji sonrió nervioso.
“Es válido porque cuido de ella, y es parte de mis obligaciones,” contestó con una sonrisa y regresó su atención a su aruji. “No pienso dejar el tema. Coopera, por favor.”
“Bueno…” dio un pesado suspiro.
“Después de esto podríamos ir a almorzar juntos, ¿están libres?” preguntó Ryoji.
“Eh, c-claro…” contestó la HiME mientras sentía con leve incomodidad cómo su arma utilizaba una cantidad generosa de bloqueador en su rostro. “K-Kashuu, creo que exageras…”
“Lo dudo altamente, aruji,” contestó con mucho gusto. “Estudios recientes en Inglaterra consideran que más de la mitad de personas que utilizan bloqueadores no se aplican la cantidad suficiente para lograr el efecto deseado, y sabes muy bien de dónde obtuve esa información.”
“Uhh…” ya podía comprender que compartir sus recuerdos con su arma no iba a ser del todo conveniente para ella.

Luego de aquel incómodo momento para la peliceleste, los tres dieron una pequeña vuelta a los huertos y de ahí fueron de regreso al centro del campus para almorzar en compañía.



Por otro lado, los estudiantes en Rizembool también aprovechaban la hora para comer y despejarse momentáneamente de sus deberes en la universidad. Yukko se encontraba junto con Mai y Hajime en una mesa habitual de la cafetería que más frecuentaban por la cercanía de esta a la mayoría de sus clases.

“Debo decir que es un milagro verte asistir clases como un humano promedio, hospitalizado,” comentó Mai, indiferente.
“¿Cuántas veces ya vas diciendo lo mismo?” Hajime se impacientó. “Luego de tener algunos días de baja obviamente iba a asistir a clases o corro el riesgo de quedarme muy atrás. Por favor, llevamos atendiendo todos nuestros cursos de hoy juntos.”
“Es precisamente por ello que siento la necesidad de declarar mi sorpresa. Sigo sin acostumbrarme,” entrecerró los ojos. “¿Seguro que sí eres nuestro hospitalizado?”
“Y deja de llamarme así, por favor.”
“Y-ya, no peleen,” Yukko sonrió incómoda y dio un suspiro. La mañana se había pasado en ese plan, con ella misma limitándose a observar esos intercambios. Admitía que la ausencia del pequeño Hotarumaru le había deprimido un poco, y sin duda lo echaba de menos ya que él siempre había sido capaz de amenizar el grupo y unirlos a todos a pesar de las constantemente molestosas y conflictivas palabras de Mai. Realmente no se había dado cuenta de lo vital que era el menor en su círculo.
“Vaya…” Hajime negó y se mostró un poco decepcionado. “Con lo que hemos cubierto hoy sé que tengo mucho que estudiar. No he llegado a entender lo suficiente…”
“Ando asistiendo a todas las clases, y debo admitir que con las justas le mantengo el hilo…” Yukko bajó su mirada. “Uhh… siento que las ciencias no son lo mío…”
“Lo dices como si fuera novedad…” Mai tomó un sorbo de su bebida.
“E-eh…” su compañera se inquietó y le miró con leve reproche y haciendo un puchero. “En momentos así deberías intentar alentarme, o al menos no decir nada, Mai…”
“Obviamente eso es mucho pedir de ella,” comentó el chico.
“Es bueno que me conozcas, hospitalizado.”
“¡Deja de llamarme así! ¡Ya salí de alta!”
“Pero si necesitas ayuda, tendrás que pedirle a nuestro preciado niño,” dijo Mai, encogiéndose de hombros. “Él sí se sabe todas las materias muy bien y hasta el momento se ha sacado la máxima nota en todos nuestros controles, aparte que te ofreció su ayuda, si no me equivoco.”
“Wow…” Hajime no estaba al tanto de ese detalle. “Buen punto. Me sabe mal pedirle tanta ayuda, pero creo que tendré que hacerlo.”
“En verdad que es genial,” Yukko sonrió. “Mai, ¿también te ha estado apoyando?”
“No,” ella ajustó sus lentes y se cruzó de brazos. “Yo soy sumamente capaz y autodidacta y puedo mantener un buen promedio si me lo propongo. Claro, soy también caprichosa y liberal, así que sólo hago el esfuerzo que considero necesario.”
“B-bien por ti…” no le sorprendía porque se notaba que era inteligente, pero cada vez más Yukko sentía que no estaba en su lugar.

Entonces, los tres terminaron por ver a otras tres personas conocidas trayendo bandejas con sus respectivos almuerzos hacia esa mesa. Yukko se animó de inmediato al reconocer a Hotarumaru y sonrió por notar que venía acompañado de ese niño peliceleste del otro día, además del alocado asesor que siempre terminaba por dar más energías al ambiente.

“Yo! Asumo que hay espacio para nosotros,” les saludó Tsurumaru con una sonrisa.
“Claro que sí,” Hajime le devolvió el gesto. “Es bueno verlos.”
“Igualmente~ siento no asistir a clases hoy,” Hotarumaru sonrió animado al reencontrarse con sus amigos de la universidad. “Espero que todo les haya ido bien.”
“P-por supuesto, más ahora que te vemos,” Yukko sonrió fascinada y de manera media sonsa por encontrar a su pequeño mucho más adorable de lo usual. Nunca pensó que experimentaría una dependencia de verle.
“Bienvenido, Hotarumaru,” por su parte, Mai se levantó de su asiento y de inmediato fue a revolver los cabellos del menor antes que este pudiera sentarse, y esbozó una corta y breve sonrisa. “Te he echado de menos.”
“Hehe, lo mismo digo,” sonrió con gusto.
“Me alegra saber que estás bien,” Mai terminó con su sonrisa y levantó su mirada al peliblanco. “Temía que un cierto muy conocido pedófilo te hubiera hecho daño.”
“¿P-perdón? ¿Por qué me llamas pedófilo?” Tsurumaru se sorprendió.
“Vienes rodeado de dos niños y el otro día te encontramos con aquella niña peliverde que estaba completamente bajo tu merced. No necesito decir más,” sentenció severamente.
“V-vamos, no es mi culpa que el laboratorio de Ikari-sensei sea un jardín de niños y yo tenga el rol de senpai,” sonrió incómodo.
“Más te vale no hacerle nada a Monaca-chan,” Nagisa se alertó de sobremanera ante la acusación de Mai.
“O-oye, no te tragues su cuento,” Tsurumaru negó, frustrado. “Y había pensado que tú entre todos no le prestarías mucha atención a Mai…”
“Ehm…” Hajime alzó una ceja. “Siento que me estoy perdiendo de mucho…”
“¡Oh, cierto!” Hotarumaru dejó su bandeja sobre la mesa y agarró a su amigo de un hombro. “Él es Nagisa, un compañero del middle school.”
“P-puedo introducirme solo…” Nagisa movió su brazo para que le soltara. “Nagisa Shingetsu, mucho gusto.”
“Igualmente, yo soy Hajime Hinata,” se vio a gusto, ya que claramente era un chico disciplinado e inteligente como el pelicenizo.
“Nagisa y yo hemos pasado toda la mañana con unos trabajos, por eso no asistí a clases,” se explicó Hotarumaru. “Ya que estamos por aquí, pensamos en compartir el almuerzo con ustedes.”
“Los dos tan overachievers como siempre,” Tsurumaru se sentó y se encogió de hombros. “Sé que son capaces de quedarse trabajando y estudiando el resto del día. Ya me van a hacer quedar mal.”
“No creo que eso dependa únicamente de los niños,” observó Mai.
“Exacto. Y en verdad deberías cambiar y no darle tantos dolores de cabeza a mi padre,” exigió Nagisa, entrecerrando los ojos.
“Ya, ya, no se pongan de acuerdo. Este es un momento de descanso…” se lamentó.
“Ah, Nagisa es el hijo de Ikari-sensei, el profesor de Hotarumaru y Tsurumaru,” explicó Yukko a Hajime, en voz baja.
“Vaya, qué interesante.”
“Entonces supongo que no nos acompañarás para las clases de la tarde,” dijo Mai.
“Sí, hoy no podrá ser, pero ya nos veremos mañana,” el pequeño asintió, y entonces recordó algo. “¡Oh! Bueno, la mayoría de clases. Voy a tener mi primer entrenamiento con mi nuevo instructor de kendo, así que tendré que faltar en algún momento.”
“Ah, qué genial, felicidades,” dijo Hajime. “Me sorprende que sepas pelear.”
“Hehe, a mí también me sorprendió,” confesó Yukko, sonriendo incómoda.
“Hotaru-bou es especialmente fuerte para un niño de su edad. Uno de estos días, deberían verle en plena práctica,” comentó Tsurumaru, sonriendo con ironía. “Este hermoso niño tranquilo y amante de los dulces es sorpresivamente letal con una espada en sus manos. Me hace pensar que pronto será más fuerte que yo.”
“Quizás ya lo sea,” Mai se encogió de hombros y miró al pelicenizo. “Entonces esperaré dicha oportunidad. Estoy segura que me volverás incluso más orgullosa de ti. Sé que tu propio profesor debe reconocer tus múltiples aptitudes.”
“Gracias, Mai-neechan~”
“Por supuesto, el pequeño ha resultado ser el aprendiz ideal de Ikari-sensei, y también un gran ayudante y buena compañía en el laboratorio,” comentó el peliblanco, de buenos ánimos.
“Ya, andan diciendo mucho,” Hotarumaru se retrajo, un poco avergonzado.
“Haha, sin duda te lo mereces,” dijo Hajime, entretenido.

Todos continuaron hablando sobre el pequeño y Yukko les miraba con una sonrisa y tranquila de saber que la armonía les acompañaría al menos durante ese encuentro. Entonces, ella notó cómo Nagisa se vio triste y desanimado, y bajó su mirada ante los múltiples elogios a su amigo. Él no mostraba ningún tipo de celos hacia él. Era más bien un gesto de autorecriminación por no alcanzar el mismo pedestal, lo cual preocupó a la chica…

“Pueden decir todo eso, pero pienso que cada uno de nosotros es muy genial,” terminó por decir Hotarumaru. “¿No es verdad, Nagisa?”
“¿Eh?” este fue despertado por la pregunta.
“Tú eres muy inteligente y sumamente hábil con las computadoras. Ahora que hemos estado trabajando me has hecho varias observaciones. Hehe, yo no sería tan ágil como tú.”
“Sí… supongo…” dio un suspiro y regresó a su usual serio semblante. “Pero también es porque te distraes. Debes tener más cuidado.”
“Hai~” le dio un saludo militar de manera juguetona.
“Hehe,” Yukko sonrió animada al ver a su hermoso pequeño animar a su amigo, haya sido a propósito o inconscientemente. Tal vez no tenía de qué preocuparse.

El almuerzo continuó con otros temas más ligeros y amenos, y fue un buen momento de descanso para todos antes de seguir atendiendo los asuntos del presente día.







Llegó el atardecer en Hanasaki U y era el momento en el cual todos acordaron para darle una despedida a Alexei. A muchos esa noticia de que había terminado con la sustentación de su tesis les cayó de sorpresa, aunque lo pudieron entender con rapidez al conocer el tipo de persona que era. Ese instante para honorar al chico resultó ser bastante informal y, como era usual, muchos se la pasaron recordando momentos del pasado.

“Hehe, es un poco difícil de creer…” comentó Hotaru al mayor, sonriendo incómoda y un tanto apenada. “Y pensar que la semana pasada estuvimos pasando tiempo juntos en los establos y apoyando a Cho. V-voy a extrañar momentos así…”
“Yo también lo haré, Tomoe-san. Ha sido un placer conocerte,” le contestó con una sonrisa, aunque tuvo que arreglar un poco lo que acababa de decir al ver a la chica conmovida al punto de ponerse a llorar. “E-eh, tranquila, por favor. Este no es el final. Nos podemos mantener conectados por internet. Sé que no estaría cómodo si no supiera nada de mis queridos amigos.”
“S-sí, sería igual en mi caso…” ella contuvo su tristeza para sonreír radiantemente. “Me alegra oírlo. Estaré feliz de mantener el contacto.”
“¡Senpai!” justo entonces, Osaka se acercó a los dos junto con Tomo, Urashima, Youmu, Shoyo y un frustrado Roxas.
“¿Qué sucede, Kasuga-san?” preguntó Alexei.
“Justo estaba contando la historia sobre cómo me ayudaste a mantenerme escondida y fingir mi muerte,” resumió Osaka sonriente. “¿Me podrías ayudar a contarlo?”
“Ehm…” el mayor sonrió nerviosamente y se quedó sin palabras, para desviar la mirada. “N-no es para que le des tan poca importancia…”
“En serio, no sabes cómo nos impactaron las noticias en ese entonces,” Roxas se vio ofuscado.
“¿Eh? Pero no lo hago. ¡Pienso que fue genial!”
“Me da un poco de miedo pensar en eso…” confesó Shoyo, sonriendo un poco perturbado.
“Hehe, a mí también me sorprendió mucho, pero todo salió bien y mi prima se volvió una heroína,” dijo Urashima, animado. “¡Es una historia sumamente épica!”
“No puedo creer que alguien estudioso y resaltado como usted haya participado en el crimen de falsificar la muerte de una persona,” mencionó Youmu, mirando a Alexei con desconfianza.
“N-no es tan simple como eso… aunque no te culpo por pensar así…” dio un suspiro.
“Ya, no le hagan caso a Osaka. Ella no ve qué hay de malo en todo esto,” Tomo se encogió de hombros. “Si conocieran a mi Rebel, habrían entendido que no hubo otra opción aparte de seguir su plan. Y fue mejor que una pelea a muerte como otros Rebels, créanme.”
“Pienso lo mismo,” dijo Hotaru, decidida. “Felizmente tuvimos la suerte de que Shinkouhyou decidiera terminar con el conflicto de manera pacífica. No habríamos podido hacer nada contra él en caso contrario.”
“Oh, eso es muy cierto,” Tomaj oyó la conversación que tenían y decidió acercarse al grupo mientras sonreía con ironía. Él fue acompañado de Kytes y Sora. “Mi maestro es una persona caprichosa que tiene el poder para respaldar sus caprichos. No saben lo afortunados que son ustedes para que sus planes coincidieran con su propio bienestar.”
“Uhh, no le llames tu maestro, te haces sonar maligno,” Sora entrecerró los ojos, impaciente. “Ya es suficientemente malo que hayas sido Rebel.”
“Sí, fui Rebel, ahora te haría bien dejar de etiquetarme a cada rato. Todos aquí lo saben,” Tomaj negó frustrado y le miró con cansancio. “Al menos yo incluso siendo Rebel terminé cooperando con la Deus ex Machina que Osaka y mi maestro orquestaron para el final, mientras que no te vi a ti hacer nada muy útil.”
“¡¿C-cómo te atreves?!”
“¡Y-ya, no peleen, por favor!” suplicó Kytes, preocupado. Le apenaba mucho notar que sus dos amigos todavía no terminaban de arreglar las asperezas del conflicto pasado. “No anden diciendo esas cosas. En verdad todos hicimos lo que pudimos… incluso si yo tampoco hice mucho…”
“Ahh…” Tomaj dio un pesado suspiro y negó. “Ya, perdón por traer el tema a flote. No es para que te lo tomes a mal, era sólo una broma.”
“Vamos, chicos, tenemos que estar todos contentos,” les pidió Osaka, tratando de regresar los buenos ánimos a flote. “Hoy es una tarde muy especial, no lo olviden.”
“¡Es muy cierto!” exclamó Shoyo, quien se giró a Alexei. “Pese a que no llegamos a conocernos, comprendo que eres como una leyenda en este grupo. ¡Serás mi inspiración!”
“Haha, g-gracias…”
“¡Ah, y antes que te vayas tienes que conocer a Kamekichi!” Urashima le extendió a su fiel mascota. “Ehehe, tómalo, te aseguro que no muerde.”
“Ehh…” se quedó perplejo ante el ofrecimiento, aunque decidió aceptar tomar la tortuga, mientras que Hotaru encontró esa situación un tanto cómica.
“Oh,” Osaka se alertó al oír que tocaron la puerta y fue a abrirla. “Ah, finalmente han llegado,” ella dejó pasar a Reimu y Marisa, quienes llegaron con sus útiles escolares y también cargando unas botellas de refresco.
“Hola a todos~” exclamó la rubia de manera radiante y con buenos ánimos. “La práctica de atletismo de Reimu acaba de terminar, y yo fui a comprarles unos refrescos naturales que me gustan un montón. Espero que a ustedes también~”
“Oh, muchas gracias,” Hotaru asintió.
“Sí, este gasto salió directamente de nuestros fondos para la restauración del templo, pero sabía que era necesario. Ustedes ya nos han invitado varias cosas en el pasado y es lo menos que podemos hacer,” explicó la miko, sonriendo tranquilamente.
“Aprecio el gesto, aunque lo mejor sería reservar los fondos,” dijo Alexei, un poco incómodo. “Entiendo bien la importancia de mantenerlo y hubiera querido hacer más por dicho lugar que se volvió tan preciado para mí.”
“No digas eso. En estos tres años has sido tú quien más ha ido a cuidarlo,” dijo Roxas. “Siento que todos te debemos mucho por ello.”
“No es nada, ha sido un placer.”
“¡Ahora que sé sobre ese sitio, definitivamente quiero ir a conocerlo!” exclamó Urashima, emocionado. “¡Onii-chan me dijo que es muy espacioso y rodeado de un bosque y con escaleras larguísimas así que será divertido!”
“¡Ohh, también quiero ir!” se apuntó Shoyo.
“Se los recomiendo. He tenido la oportunidad de ayudar con la limpieza y es un sitio tradicional y pacífico,” comentó Youmu.
“Me anima mucho notar los ánimos de todos,” Reimu ensanchó su sonrisa. “Entonces eso quiere decir que debemos organizar un paseo al templo y también podrían darnos una mano.”
“Hehe, por supuesto,” dijo Osaka.
“Vaya, tanto habrás dicho que nos dedicabas un poco de tus fondos de mantenimiento, pero obviamente te pintaste bien y ahora demandas trabajo manual gratis,” Tomo se encogió de hombros.
“Sólo extendía cortesía,” explicó la miko con suma paciencia. “Y ya que hablamos de artículos para traer a la fiesta que toda persona cortés debería considerar, ¿qué tal si nos muestras tu buena voluntad, asumiendo que también trajiste algo?”
“¡C-c-cállate!” Tomo se quedó en blanco y no pudo decirle más que eso.
“Ya, no se peleen,” pidió Marisa, un poco frustrada.

Entonces, las personas que habían estado alistando los bocadillos en la cocina empezaron a salir para dar por iniciada la parte de aperitivos de la reunión.

“Perdonen la tardanza,” dijo Ryo, quien traía unas tres bandejas de snacks dulces y salados, los cuales fue a poner encima de la mesa del comedor.
“En verdad que todas estas cosas son poco saludables e innecesarias…” Larsa dio un suspiro mientras hacía lo mismo, y él había traído varios vasos descartables llenos de gaseosas.
“Está bien, por ello me dediqué a preparar unos bocadillos sanos y bajos en grasas,” dijo Horikawa con una sonrisa.
“Me alivia saber que contamos contigo,” comentó Kashuu, quien también traía unos bocadillos frescos recién preparados. “Aruji, no te olvides de probarlos. Te los dedico especialmente a ti.”
“S-sí lo haré, aunque tampoco puedo acaparar tantos,” Cho sonrió incomoda mientras ayudaba a colocar las fuentes.
“Vaya, finalmente vienen, se tardaron un montón,” comentó Tomo quien se vio animada. “Aunque no me han decepcionado. De algo me sirvió ahorrarme las ganas de almorzar porque sabía que iba a comer muy rico~”
“¿Todavía no has almorzado?” Hotaru se consternó. “Necesitas comer un poco, por favor. Es malo que pases tantas horas en hambruna.”
“Tranquila, Hotaru, todo está calculado.”
“Hehe, nosotras dos también hemos tenido un almuerzo ligero esperando esto,” confesó Marisa con ánimos.
“Yo no me ahorré aunque ya siento hambre de nuevo,” dijo Sora.
“¡Lo mismo digo!” exclamó Shoyo. “¡Ahh, veo tantas cosas ricas!”
“¡Y también hay ensaladas para Kamekichi!” Urashima se emocionó. “¡Bien pensado!”
“Eh, tienen aderezos. Mejor hay que llevarle a la cocina a comer los vegetales no preparados,” sugirió Horikawa.
“Oh, buen punto,” Kotetsu asintió y recibió su tortuga de Alexei luego de aquella ‘introducción’ que habían tenido ambos. “¡Ahora regreso!”

Así, todos poco a poco se pusieron en plan de comer lo que estaba servido. La espera causó que el perímetro de la mesa se llenara, por lo cual unas personas tuvieron que ser paciente en lo que les tocaba el turno. Al menos había suficiente comida para todos.

“Hakurei-san,” Alexei se acercó a la miko quien había decidido esperar.
“Sí, ¿sucede algo?” le preguntó, y vio al chico extenderle un manojo de llaves.
“Ya que me estoy retirando, pienso que es lo mejor dejarle mis duplicados de las llaves del templo,” se explicó. “Ha sido un gusto tener esta responsabilidad y poder ayudar un poco a este lugar de meditación.”
“Heh, en verdad me siento en deuda contigo, y aprecio mucho tu ayuda,” Reimu sonrió y recibió las llaves. “De todos modos, quiero que sepas que siempre serás bienvenido, sin importar cuánto tiempo pase.”
“Muchas gracias, lo tendré presente,” asintió pausadamente.
“Ohh…” Marisa justo regresó a toda carrera luego de servirse varios bocadillos en su plato descartable y miró a esas llaves con tanto interés que su amiga sintió un tic en la ceja. “Así que sí existen duplicados…”
“Pero no es para ti,” recalcó Reimu.
“¿Ehh? ¿Por qué no?” se molestó un poco.
“También me alegra saber que ustedes dos se encuentran en el templo acompañándose y cuidando de este. Estoy seguro que es un lugar muy placentero con tanta vida,” continuó Alexei.
“Pues sí, pese a todo, Marisa es una gran ayuda,” dijo la miko.
“¿Cómo que ‘pese a todo’?” la rubia frunció el ceño.
“Vaya…” curiosamente, Alexei sonrió con cierta ironía.
“¿Alexei?” la pelimarrón se confundió un poco.
“Oh, nada, nada, sólo me puse a pensar,” dijo torpemente. “Por conocerte y saber de tus metas de renovar el templo, además de recién llegar a Hanasaki, sé muy bien que tienes un largo camino por delante. Este es sólo el comienzo, y por ello me alegra mucho que hayas conocido a nuestro círculo de amigos,” se explicó con paciencia y tranquilidad, y sonrió con nostalgia. “…tal y como nosotros iniciamos sin conocernos cuatro años atrás. Me apena saber que no estaré aquí para observar el camino que todos ustedes tomarán durante esta nueva etapa, y por ello me queda desearte lo mejor y que estés muy bien,” cerró sus ojos meditativamente. “Hanasaki siempre ha sido un lugar lleno de dificultades y conflictos, pero al mismo tiempo un sitio cálido y sumamente gratificante. Sé que con el tiempo lo comprenderás.”
“Aprecio tus deseos. Puedo sentirlo en tus palabras…” Reimu asintió y sonrió con gracia. “Aunque casi suena como si fuera a vivir una vida épica y llena de aventuras. Una miko como yo no debería prestarse a eso.”
“Sólo digo,” Alexei se vio entretenido. “Pero aun de ser el caso tengo gran fe de ti, y espero que sí puedas regresar la vida y popularidad al templo. Ojalá vuelva en unos años para ver lo que has podido lograr.”
“No te decepcionaré,” Reimu asintió, convencida.
“Lo sé. También será un buen momento para otra reunión como esta.”
“Sí, y eh… no quiero cortarte, pero si no nos apuramos Tomo se va a tragar toda la comida.”
“Haha, cierto, no has tenido un almuerzo completo, ¿verdad? Vamos.”

Los dos iban a caminar hacia la mesa, pero Marisa detuvo a Reimu.

“Oye, un momento,” le dijo, mirándole fijamente. “Te ayudo con varios trabajos del templo y te acompaño todo el tiempo, ¿acaso no merezco la llave?”
“No te lo tomes a mal, pero apenas te conozco,” dijo Reimu. “Y el hecho que me ayudes es principalmente para cubrir los gastos de hospedaje y comida.”
“Uh, sabes que tampoco es que trabaje, y en verdad hago lo que puedo. Merezco consideración.”
“Tienes que ganarte mi respeto,” resumió la miko, con una sonrisa simple y afilada.
“¿Ehh? ¿Qué significa eso?” Marisa alzó una ceja. “Sólo dame las llaves. Juro que seré responsable con ellas, en verdad.”
“Hm…” Reimu las miró, y luego dio una rápida mirada para comprobar que nadie las observaba. Acto seguido, ella jaló su polo y muy ágil y disimuladamente se metió dicho manojo dentro de su sostén, para sonreír de manera triunfal.
“¡¿Ehhh?!” Marisa se quedó en shock.
“Lástima que no existen duplicados de las llaves, ¿cierto?” dijo la miko, quien caminó hacia la mesa de las comidas.
“¡Oye, espera!”

Por un lado de la mesa, Cho se encontraba terminando de llenar su plato luego de cumplir con el pedido de su arma de degustar uno de los aperitivos que había preparado. Al darle el visto bueno, Kashuu se mostró satisfecho y fue a hablar con Horikawa quien todavía no regresaba de la cocina. A la HiME le animaba saber que su arma se estaba llevando bien con aquel chico quien también ayudaba a instruirle sobre el mundo que les rodeaba, y Cho sabía que también le vendría bien seguir el paso de su arma de estar bajo constante aprendizaje a manera de intentar mejorarse y aprender un poco más.

Entonces, ella salió de sus pensamientos al notar a Alexei llegar donde ella al verse atraído por unos bocadillos cercanos.

“Debo admitir que me alivia ver estos bocadillos más saludables,” confesó con torpeza. “Los aperitivos usuales suelen ser comida chatarra y no son mis favoritos.”
“Siempre has tenido gustos muy refinados,” comentó Cho.
“Me es inevitable. Ya me acostumbré desde pequeño. Aunque en verdad…” él observó la mesa y luego brevemente a los demás quienes hablaban entre ellos y degustaban otras cosas, y sonrió con tristeza. “Incluso estas comidas que no me apetecen mucho me dan gran nostalgia, y sé que las extrañaré. Y aun si es triste, me alegra contar con esta oportunidad en la que todos estamos nuevamente reunidos.”
“A mí también. Siempre es agradable verlos a todos…”
“Y me da pena saber que me voy en medio de otro suceso importante en Hanasaki.”
“Te echaremos mucho de menos, senpai,” Cho asintió, invadida por una gran tristeza, aunque mantuvo su sonrisa.
“Yo también los extrañaré. Todavía hay tantas cosas que aprender y que superar del pasado, lo puedo observar. Pero al menos me voy en paz,” miró a la peliceleste con tranquilidad. “Pude ayudarte a resolver tus asuntos con tu hermano. Sabiendo que estás mejor y que cuentas con tanta ayuda significa mucho para mí.”
“Senpai…” Cho sintió un leve temblor en su voz. “En verdad… gracias por todo. Muchas gracias. S-siento que nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que has hecho por mí.”
“No lo veas así, Tanaka-san. Ustedes son como parte de mi familia, y una parte de mí mismo. Me da mucha dicha saber todo ello, y es sólo natural que hayamos estado unidos. Y yo también me siento dichoso por tener a amigos como ustedes y un hogar adicional llamado Hanasaki. Por ello, espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en menos de lo que pensamos.”
“Espero que sí… lo esperaré, entonces,” la HiME asintió.
“Yo también lo haré,” él imitó su gesto. “Y al igual que deseo que cuides de ti misma, también quiero que estés ahí por nuestros nuevos amigos y en conjunto con los demás. Nunca te vuelvas a aislar. Nadie puede vivir en medio de este conflicto por su cuenta.”
“Lo entiendo. Me lo has hecho comprender. Además, con Kashuu al tanto de mí sé que no volveré a caer en lo mismo tan fácilmente.”
“Aun así. Que estés bien, y también esperaré que mantengas comunicación conmigo y me cuentes cómo te va.”
“Por supuesto…” Cho empezaba a sentir que perdía la batalla de mantenerse inmutada, y sonrió con torpeza. “Ehh, la reunión todavía no termina.”
“Cierto, todavía tengo más oportunidades de hablar un poco con todos. No hay que hacer las despedidas muy largas,” dijo, avergonzado.
“Hehe, a veces es inevitable…”

De aquel modo, esa reunión continuó a un ritmo animado, aunque levemente nostálgico y triste, pero también como un recordatorio que la vida seguía y había que mirar hacia delante. Alexei se tomó dicha tarde para compartir brevemente sus pensamientos personales y deseos con cada uno de los presentes, antes de que cayera la noche y fuera el momento para reanudar el flujo temporal y culminar con un breve adiós lleno de esperanzas y buenas energías. No sería lo mismo sin él, pero era imposible mantener un status quo por mucho tiempo. El cambio era necesario e inevitable, y él también debía desencadenarse de Hanasaki luego de cumplir con sus propias obligaciones dentro de dicha institución, mientras mandaba sus mejores deseos a quienes todavía tenían cabos sueltos que atender…

Y así, Cho se despidió de su muy querido senpai que sirvió como su apoyo y guía espiritual durante el conflicto pasado. La HiME no evitó sentirse sin base al verse despojada de una de las muy pocas certitudes durante la etapa más difícil de su vida, pero le tocó llevarse un puño al pecho para contener dicha incertidumbre y encarar el futuro con sus nuevos aliados y herramientas a su alcance. Ella deseó lo mejor a dicha persona tan importante para ella, y reconoció que le correspondía alzarse y tomarse los desafíos de una forma distinta y con una fuerza y sabiduría que se había originado con el tiempo. También reconoció, por el mensaje final de su viejo amigo, que no sólo se trataba de ella. Ahora tenía a una nueva HiME de la que cuidar y otras personas nuevas en su círculo inmediato, y por ello era su turno de ser una senpai y un apoyo para otros. Iba a ser un reto, pero también le reconfortaba saber que iba a contar con tanta gente cercana en aquella nueva guerra, y que las cosas esta vez serían distintas.

Sin embargo, ello no iba a significar que sería más fácil y todavía tenía mucho por aprender. Mientras viviera, nunca dejaría de experimentar cosas nuevas y lecciones duras por su alma mater, y sólo el transcurso de sucesos revelaría todo lo que estaba por enfrentar…



Y el tiempo siguió con su curso.
« Last Edit: December 04, 2017, 10:49:26 AM by Cho »


Haruhin

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #340: November 30, 2017, 12:35:38 AM »
Cuando esté más despierta, agrego los topes.
Sigo con más de lo mismo. Stuff del evento del ataque, pero esta vez desde la perspectiva del Rebel.




CAP 13: “El Ataque [SIDE Rizembool]”

Supo desde un comienzo que su tarea era sumamente sencilla. Sumarse junto al resto de estudiantes de Rizembool designados como Rebels para invadir en un ataque sorpresivo a Hanasaki; pelear con su HiME y en lo posible, derrotarla.

Yamazaki Susumu no titubeó ni un solo segundo cuando su misión comenzó a tener mayores derivados a medida que se abría paso por los amplios jardines del campus rival. Invocó orphans para ampliar su rango de ataque y con la mano firme en la Kusarigama ni siquiera hubo un atisbo de inquietud cuando con el peso de su arma atrapó a un estudiante descuidado y lo electrocutó hasta matarlo. No era personal, podría haberse tratado de cualquier individuo de Hanasaki, el chico había tenido mala suerte en toparse en su camino. Fue uno de los cuerpos con los que contribuyó a la señal de guerra hacia las HiMES que según se sabía, se mantenían agrupadas en el auditorio.

¿Odio a esas chicas? No en particular.

¿A Hanasaki como institución? Tal vez un poco.

Por mucho que el tiempo hubiera intentado borrar algunas heridas, para Susumu la nítida imagen de hace tres años, donde la batalla final entre HiMES y Rebels había sido tan imprudente como para dejar en medio del campo de batalla a heridos que poco o nada que ver con el conflicto no se podía olvidar con facilidad… y el recuerdo de su hermana mayor agonizando hasta morir en una camilla de hospital luego de terminar aplastada por unos escombros en medio del despliegue de armas y poderes le visitaba constantemente en sus sueños.

Herido y cubierto por la impotencia de no haber podido hacer nada por ella, como estudiante de Rizembool se preparó y entrenó arduamente para tomar la vía más directa con la cual hacerle frente a la institución que le había arrebatado a su único familiar cercano: convertirse en un Rebel.
Y ahora, recién tras un extenuante período de tiempo balanceando sus estudios de enfermería  con sus entrenamientos físicos y mentales, finalmente se le designó un objetivo. Una HiME a la que derrotar.

“Ayu-nee no podría creer todo esto.” Suspiró.

Susumu aflojó la cadena en el cuello de la víctima y dejó que la misma cayese al piso como un peso muerto. Rápido, silencioso y letal, aquel era el código que había establecido para trabajar. Sin embargo, unos crujidos de unos arbustos cercanos le hicieron fruncir el ceño y ponerse a la defensiva, apretando los nudillos de la mano que no sostenía su arma para soltar algunos chispazos.

“Woah, woah. Calma Susu, soy yo.” Interrumpió un castaño de gafas vestido con una bata blanca digna de un científico o un doctor.
“Kishitani.” Masculló, seco notando como su compañero de dormitorio se agachaba a un lado del estudiante de Hanasaki que había electrocutado. “¿Qué haces aquí?”
“¡Oh! Pero si es una suerte que no lo hubieras dejado convertido en carbón.” Ignoró Shinra, pokeando con las manos enfundadas en un par de guantes clínicos el cuerpo. Susumu rodó los ojos y apretó más el puño en el mango de la Kusarigama. Fue una suerte para el castaño conocer bastante bien el lenguaje kinésico de su amigo como para notar que no le hacía mucha gracia que pasara de él ante la pregunta. “Ah, eso... Sí, bueno. ¿Es complicado?”
“No creo que sea difícil de explicar. No fuiste certificado como un Rebel, ¿qué razón te traería aquí en medio de la operación?”
Shinra se incorporó del suelo al mismo tiempo en el que se quitaba los guantes y los guardaba en un bolsillo de su bata. Acto seguido, se acomodó las gafas con una sonrisa de oreja a oreja.
“No estoy certificado oficialmente como Rebel y estás en lo cierto Susu-chan~” Asintió un par de veces con la cabeza. “Pero digamos que le estoy haciendo el favor a otro amigo de venir en su lugar que por motivos de fuerza mayor, no ha podido salir de Rizembool.”
Susumu enarcó una ceja, en leve señal de interés.
“Y no, si te lo preguntas no se trata de Souji-kun ni nada por el estilo. Apenas y le he dirigido la palabra un par de veces por el campus.”
“Si vienes de suplente, ¿irás a pelear con su HiME también?”
“Lo pensé ¿sabes? Pero tampoco pretendo generar demasiados líos y confusiones ridículas en esta circunstancia. Así que decidí que no me presentaré con ella pero actuaré como apoyo táctico… de lejos.”
“Ajá.”
“¡Hey! Que no tenga skills de ninja no quiere decir que se me den mal estos asuntos, Susu-chan~” Shinra infló las mejillas e hizo una mueca ofendida que su amigo ignoró.
“No es mi problema si puedes o no regresar en una pieza a la escuela después, pero no me llames de esa forma.” Susumu se acomodó su ropa oscura para cubrir parte de su rostro y se colgó la Kusarigama de la cintura.
“Oh vamos, no lo digo para ofenderte. Es de cariño.” Se excusó y continuó siendo ignorado. “A Joshua no le dices nada por tratarte de forma parecida.”
“Es Joshua. Resulta menos espeluznante de oír que cuando tú lo dices, aunque sea difícil de creer.”
“¡Hiriente! Eres muy hiriente cuando te lo propones, Susu-chan.” Dramatizó, girando sobre sus talones y sin intención de tropezar con el cadáver bajo sus pies.
Antes de que pudiera seguir alzando la voz en su número casi de índole artística, Susumu le hizo un gesto con la mano para que guardase silencio.
“¿Oh? ¿Ha empezado ya?”
“Así parece.”
“Bueno, será mejor que regrese a mi lugar.” Shinra se estiró, recuperando la compostura inicial. “No creo que haga falta que te diga que te retires de la batalla si los números están en tu contra, ¿no?”
Susumu desvió la mirada y dio unos hábiles brincos de un árbol hacia uno de los tejados de las construcciones más bajas de los jardines. En cosa de segundos, ya se estaba moviendo por el tejado para dejar a su compañero por su cuenta.

“Lo supuse.” Shinra destensó los hombros y se giró sobre sus talones para moverse entre el jardín a su propio ritmo. “Sólo procura no volver hecho un desastre. No voy a curarte esta vez sin que me pagues.”
A lo lejos,  en el auditorio de Hanasaki se pudo oír la explosión. El ataque oficialmente daba inicio.


     

Cuando encontró a su HiME, supo que su trabajo tendría una corta duración. La chica, si bien tenía unas habilidades interesantes se distraía con facilidad y le daba muchos puntos blancos desde los cuales podía atacarla. Haruhi Lee no resultó ser el tipo de enemigo que habría preferido tener para sacar a relucir todo su potencial como Rebel, pero tal y como le había dicho… nada de esto era personal.
Si la HiME moría electrocutada luego de haber sido atrapada por la cadena de su Kusarigama, sería culpa de su debilidad.
Su mirada con la de su HiME tuvieron un último encuentro mientras las chispas comenzaban a brotar de su mano libre para conducirse rápidamente por el metal de su arma…

“Oiii, ¡yo no haría eso!” Sonó desde la lejanía.
Susumu chasqueó la lengua luego de evadir por los pelos unos afilados proyectiles de hielo lanzados por una segunda HiME que entraba en escena. Había estado cerca de acabar con su objetivo limpiamente en su primera misión.

“Tch…” El rebel frunció ligeramente el ceño y recordó por un instante las palabras de Shinra en su cabeza. Haciendo una cuenta mental de los individuos de Hanasaki frente a él, no cabía duda que estaba en una desventaja y no era ni un suicida ni mucho menos un idiota como para darse el lujo de fallar producto de un inesperado giro de los acontecimientos. “Es todo por ahora.” Se dijo a sí mismo,  en su cabeza.
No se complicó demasiado. En cuanto las HiMES comenzaron su breve intercambio de palabras, lanzó una pequeña bomba de humo como distracción y se encaminó hasta los árboles más altos del jardín que le sirvieron de impulso para llegar a los tejados.

Pudo escuchar las protestas de la chica de cabello azul respecto a su retirada, pero no les dio mayor importancia. Con una última mirada de reojo a su propia HiME, se aproximó a correr tan rápido como se lo permitieron los pies para alejarse de la escena, no sin antes haber obsequiado un par de orphans más como parte de la estela que dejó tras su escape. Ahora que conocía de las habilidades y los límites de Haruhi Lee, se aprovecharía de sacar ventaja de ello en su próximo encuentro.


   

Incapaz de abandonar totalmente el centro del ataque, Susumu buscó temporalmente un sitio en el cual mantenerse oculto del ojo de otra gente de Hanasaki. Suspiró y recargó su espalda con pesadez contra una pared de lo que parecía ser la bodega de implementos deportivos del campus.

No había salido tan mal parado de su batalla (al menos no al nivel de su HiME a la que gentilmente se había encargado de lesionarle una muñeca en su último ataque antes de ser interrumpido) aunque su labio probablemente quedaría algo hinchado después de la patada que recibó del child ajeno y su hombro comenzaba a arderle producto de un corte provocado por uno de los cristales de Haruhi que durante la adrenalina del generada en el momento ni siquiera se había percatado de que estaba allí. Y por si fuera poco, su mano no dejaba de generar chispas por la poca costumbre a hacer uso de su habilidad. 

Patético.

Eso fue en lo que pensó cuando se vio recuperando fuerzas en medio del ataque.  Un rebel promedio a criterios del pelinegro no estaba listo para sobrexplotar sus capacidades en pleno combate; eso se lo dejaba exclusivamente a los más experimentados.

Inspiró pacientemente mientras su mirada estaba pendiente de sus alrededores. Su respiración había vuelto a normalizarse y fuera del poco control de la electricidad brotando de su mano en breves espasmos, estaba listo para tomar una nueva ruta entre los jardínes. En algún punto el ataque cesaría y toda la gente de Rizembool se vería obligada a retirarse, esperaba porque francamente ese momento no tomase demasiado tiempo.

Comenzó a avanzar tomándose el hombro lastimado con su mano libre de chispazos eléctricos, era molesto aunque al menos podía caminar a un buen ritmo entre la vegetación del jardín, pero un ruido de una voz algo más aguda e infantil le hizo sobresaltar.

Fue imposible verlo venir, exceptuando la maraña de cabello anaranjado que brotó en medio del sendero que estaba siguiendo. Susumu se encontró cara a cara con otro chico que portaba el uniforme de Hanasaki.

"-!!" Sobresaltándose buscó con la otra mano la Kusarigama puesta en su cintura, listo y dispuesto a repetir el mismo ataque que le había cobrado la vida a otro estudiante antes de comenzar oficialmente el disturbio.
“¿Qué crees que haces? ¡Estás herido, idiota!” Exclamó la voz ajena, interrumpiendo sus pensamientos. “No te atrevas a atacarme así.”

Susumu pestañeó con perplejidad y su mano permaneció quieta en el mango de su arma. Un mocoso en medio de todo el caos le estaba encarando por algo absurdo.
 
No tenía sentido.

“¿Qué? ¿Dije algo malo?”
« Last Edit: November 30, 2017, 12:39:43 AM by Haruhin »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #341: November 30, 2017, 12:58:39 AM »
Hoi hoi les dejo fic que debi de ponerlo hace rato xDDD otra vez un post compartido con Cho

Capi 39:


Habia pasado 1 dia después del infortunado ataque de Rizembool a Hanasaki, el ambiente en Hanasaki era de una calma extraña, los alumnos caminaban por los alrededores hablando entre ellos acerca del incidente y preguntándose si era algún ataque terrorista, entre los alumnos que caminaban casi cerca del auditorio que estaban volviendo a  construir se encontraban Kobato y Tsubasa, la pelicastaña se habia aferrado fuerte de la mano del pelimorado

Que habrá pasado el dia de ayer??...-

Nuuu lo se…-dijo el otro joven aferrado de la mano de su amiga-pero todo el mundo dice que fue un ataque terrorista…-
Eso me da mas miedo…quien podría atacar a una escuela?? –

No lo se pero confiemos en directora-chan y en los demás profesores de la escuela que podrán defendernos, después de todo Hanasaki es una de las mejores escuelas del país y cuentan con muchos recursos para un contraataque contra los terroristas, solo que el dia de ayer se distrajeron un poco nuhahaha…-

La pelicastaña se rio divertida-Tienes razón…seguro que esto no va a volver a pasar…-sonrio suavemente-tengo ganas de ir a comer postres vamos al café que se encuentra cerca de la escuela??-

Siii vamos!! Yo también quiero comer!!...-

Ya cerca a la cafetería ambos jóvenes vieron que habia bastante cola y la mayoría de los clientes eran jóvenes chicas y chicos

Se nota que este lugar es muy popular…-dijo la castaña emocionada-de seguro deben de vender muchos ricos postres!!

Entonces valdra la pena la espera…-

De la cafetería salio una hermosa joven de dos coletas de cabello castaña y traje de maid, todas las chicas y los chicos gritaron emocionados

Asi que ella es la atracción de la cafetería…es muy bonita…- dijo la castaña-

Es verdad…-dijo el pelimorado sonrojado, pero luego negó y se quedo mirando a Kobato- pero debo de ser fiel…-dijo en voz bajita-

Te encuentras bien Tsubasa-kun?...-

Claro que si Koba-chan!!-

La joven de dos coletas se fue corriendo hacia donde estaban ellos dos

Ustedes!! Ustedes tienen que ayudarme por favor!!!...-le tomo del brazo y los jalo –

Eh??? Espera!!!!- dijieron los dos jóvenes al unisono

Ya dentro de la cafetería la joven de cabellos largos y castaños les comento que tenia poco personal porque todos se habían enfermado menos sus cocineros y dos meseros mas, por lo cual necesitaba mas personas para poder abri el café

Por favor por favor pueden comer después todos los dulces que deseen ya logre convencer a una persona mas…-señalando a una Tsubasa Kazanari con traje de maid y el cabello amarrado, con ganchos de corazones,un adorable vestuario que contrarestaba con su semblante serio que ahora lucia avergonzado

Que hermosa…-dijo Kobato asombrada-

Es cierto….-dijo Tsubasa-

Verdad?? Por eso la jale para que me apoyara y acepto de muy buena gana…-

Nada de buena gana!!! –grito avergonzada-

Uhmmm…uhmmm…-el joven pelimorado se rascaba la barbilla-nouu se que opinas tu Koba-chan???

Claro que ayudaremos!!!-

Muchas gracias!! Muchas gracias!!!-

Es entonces que los tres jóvenes  “invitados” tuvieron una capacitación de atención al cliente por 20 minutos y luego la cafetería se abrió, recibiendo a los clientes con los brazos abiertos

Kobato y Tsubasa Amaha ya vestidos de traje (maid para Kobato y de mesero para el pelimorado) atendían a los clientes con una gran sonrisa

La persona que tenia problemas con la atención era Tsubasa Kazanari ya que apenas podía sonreir sinceramente y les servia a los clientes con solemnidad como si fuera un mayordomo, eso llamaba la atención de los asistentes y miraban asombrados, esperando que ella los atendiera, la joven solamente podía mirar de un lado a otro sonrojada para acercarse al lugar de los pedidos para dejar sus papeles anotados con los pedidos de los clientes

No puedo con esto…-

Nahhh pero es un pan comido para ti Kazanari-chan!! En serio los clientes te adoran…-

Claro que no…-dijo con voz baja- Mizushima-san ahora a donde tengo que ir?-

Acercate a la mesa 8 que hay un particular cliente que acaba de llegar pero que es nuestro cliente numero 1 asi que tienes que tratarlo muy bien!!-

Entonces que vayan Hanato-san o Amaha-san…-

Claro que podrían ir ellos pero están ocupados, asi que…-la lanzo hacia el pasillo-

La joven peliazul suspiro pesadamente , habia sido dada de alta y antes de irse a la mansión donde vivía con Rei quizo salir a caminar por las calles ya que como ahora ya sabían de su existencia no habría poque volver a ocultarse y cuando pensaba que se la iba a pasar de esa manera apareció Saki y la jalo sin que ella pudiese hacer algo

Cogio una bandeja y suspiro pesadamente para acercarse a la mesa 8

Buenas tarde mi nombre es Tsubasa Kazanari y le voy a …- cuando vio a la persona que se encontraba en dicha mesa se quedo estatica-

Uhm??? Eh??????!!!! Tsubasa-chan!!! No puedo creerlo!! Tu trabajando aquí?!!-

Ou-sama!!!!...- dijo la joven avergonzada, después de varios años sin verse no pensaba encontrarlo justo en este lugar luciendo sus peores fachas- este yo…-

No no no…pero que felicidad siento de verte!!!...-dijo emocionado para abrazar a su amiga-

Eh?!!!- dijo la joven avergonzada para alejarlo de ella- esto Ou-sama estoy en medio del trabajo…pero espere no piense que es mi trabajo habitual solo esto apoyando a una persona…-tratando de mostrar una sonrisa que fue todo un
fracaso-pero en todo caso que es lo que desea??

Etto..uhmmm…-

Tsubasa vio que en la mesa estaba rodeado de papeles y cuadernos, lapiceros y lápices , colores y crayolas, su Rey no habia cambiado en nada y parecía estar en su mundo

Quiero comer muchos dulces contigo puedo puedo??- mirando a Saki que hizo una señal de aprobación-asi que ya tengo el permiso para tenerte toda para mi…-

Ou-sama…-suspiro pesadamente y se sento al lado de él-

Toda la tarde se la paso escuchando todas las ocurrencias de Leo y claro ella evito contar lo que estaba pasando con ella, pero igual se sentía algo nerviosa de tener a su amigo tan cerca a ella, de vez en cuando atendía pedidos cuando los demás no estaban disponibles, el joven observana como su amiga trabajaba y empezaba a escribir mas y mas canciones, luego Tsubasa volvia mientras volvían a empezar a charlar

Después de un largo dia finalmente habia llegado la hora de cierre del café, después de la despedida con el carismático Saki, Tsubasa salio de dicho lugar con Leo a su lado que canturreaba alegremente, mientras ella aun vestia el traje de maid.

Debí de habermelo quitado en el vestidor...-

Pero si te queda muy bien Tsubasa-chan!! Me has inspirado para escribir una nueva canción

Eh?? Como que te inspire... si no actue nada linda...-

Eso lo que te hace única es tu belleza natural...- canturreando- espera.... espera me llegó una inspiración!!-saco su cuaderno de apuntes- esto es bueno

Oye no lo hagas en medio de la caminata!!! -dijo avergonzada-

La peliazul sabía que no iba a poder detenerle, ya que Leo era muy obstinado a la hora de seguir el hilo a sus inspiraciones. El pelinaranja apoyó su cuaderno en un poste de luz cercano donde siguió escribiendo a toda máquina en lo que la chica miraba de un lado a otro con inquietud y avergonzada por su atuendo. Volvía a arrepentirse por no haberse cambiado antes de salir.

“¡Listo!” exclamó Leo mientras alzaba su última obra maestra hacia la luz artificial a manera de asemejarse al inicio de El Rey León. “¡Otra de mis creaciones que iluminarán las vidas de los demás! ¡Hahaha! ¡Y todo gracias a ti, Tsubasa-chan!”

“¿Y-ya podemos irnos, por favor? Se está haciendo de noche…” mencionó en voz baja. “Y estas no son vestimentas para mí…”

“No es para que te lo tomes así, ya te dije que te queda muy bien,” el chico negó no convencido y se puso a pensar.

“Hmmm…”

“¿Q-qué sucede?” le preguntó, impaciente porque el otro no se dignaba a ponerse a caminar. “O-Ou-sama… Ou-sama, por favor…”

“¡Un momento!” él extendió una palma a la chica mientras cerraba sus ojos con fuerza a manera de concentrarse.

“¡Tenía un pensamiento imperativo y necesito recordar qué era!”

“Ehh, e-es que…”

“¡Ah, por supuesto!” Leo exclamó poseído de sus rebosantes energías y, para pesar de la chica, regresó a su cuaderno.

“¡Es otra idea! ¡Tengo que escribirla antes que se me olvide!”

“¿Perdón? ¡Ou-sama!” le suplicó torturada pero el otro estaba muy enfocado en su labor como para comprender su necesidad de huir de en medio de la calle. Lo único de lo cual Tsubasa podía alegrarse era que no se había encontrado con nadie más que conocía bajo esa apariencia.

O eso pensaba…

“Ara~ ¿pero a quién tenemos por aquí?” canturreó una voz melodiosa y afeminada que la peliazul hubiera podido reconocer en cualquier lugar. Provenía de un chico alto y rubio con una apariencia impecable y refinada, quien sonreía encantado y emocionado al encontrarse con su estimada amiga. “Es un gusto verte, Tsubasa-chan~ Me emociono por encontrarte tan radiante y hermosa el día de hoy,” él agarró sus cachetes en lo que se ruborizaba. “Ahh, estás floreciendo en una bella damisela~”

“¡N-n-no, n-no me malentiendas, Nee-san! ¡Ehh!” ella entonces reparó que Arashi no había llegado solo, y se sorprendió de ver a su otro amigo de la infancia mirarle atentamente.

“Supongo que lo imposible pasó esta tarde, ¿no?” un chico pelinegro sonrió tranquilamente. “Nunca hubiera pensado que podrías verte femenina, Kacchan.”

“Uhh, no digas esas cosas, Ritsu-chan,” le reclamó el rubio. “Estamos hablando de nuestra querida Tsubasa-chan.”

“No es como si quisiera faltarle el respeto, sólo soy sincero,” se encogió de hombros. “Aunque sin duda no podíamos perdernos de este reencuentro sin importar las circunstancias.”

“¿D-de qué reencuentro hablas, Rit-chan?” preguntó la chica, confundida.

“¡Ohh! ¡Finalmente han llegado!” exclamó Leo, quien acababa de cerrar su confiable cuaderno de apuntes al terminar de registrar su más reciente inspiración. El pelinaranja sonreía de oreja a oreja mientras daba la bienvenida a sus queridos amigos. “Hehe, se tardaron demasiado, ya me puse a pensar que no nos encontraríamos.”

“Nunca desobedeceríamos una orden tan importante, Ou-sama,” comentó el rubio con un tono alegre y juguetón.

“La hora también me viene bien. Es casi de noche, así que ya no tengo tanto sueño,” reportó Ritsu, de buenos ánimos.

“Sobre todo porque hemos tenido el placer de observar a Tsubasa-chan con un atuendo tan divino~” Arashi guiñó a la peliazul.

“Ou-sama, ¿qué sucede aquí?” preguntó Tsubasa, consternada.

“¡Yo les invité!” exclamó Leo con suma dicha y extendiendo sus brazos a manera de victoria. “Por supuesto que teníamos que compartir este momento tan importante con nuestros amigos. ¡Es más, pienso que la inspiración que recibí de observarte hoy puede ser contagiada a Ricchu y Naru aquí presentes! ¡Hahaha, soy un genio!”

“P-pero…” la chica ya ni sabía dónde esconderse o cómo cubrirse. Su porte e imagen de guerrera y luchadora se había desintegrado con suma facilidad.

“No te me pongas así, Tsubasa-chan, le saldrán arrugas a tu hermoso rostro,” le aconsejó Arashi, con una encantadora sonrisa. “Vamos a caminar todos juntos. Ahh, hace tiempo que no contamos con este privilegio, me siento tan dichoso~”

“C-cierto… no es una mala idea,” la chica sabía que no tenía de otra y que no podía cambiar su presente realidad.

“Nacchan ha hecho un buen argumento,” comentó Ritsu, cruzado de brazos. Él se vio contento. “Podemos ponernos a hablar de lo que hemos estado haciendo por nuestra cuenta estos últimos años. Sé bien que Ou-sama se está desarrollando como un excelente compositor y Nacchan está aclamando mayor fama como un modelo. Por mi parte sigo creciendo como un idol…” sonrió gatunamente. “Pero más interés tengo en saber cómo así Kacchan ha decidido convertirse en una encantadora ama de casa para servir a nuestro Ou-sama.”

“Ricchu, suficiente,” Leo le puso el pare y dio un exasperado suspiro. “Nunca cambiarás con tus comentarios que buscan incomodar. Pues no, muy mal, así no es como te crié.”

“Asumiendo que tú me criaste…” se encogió de hombros. “Está bien, ya me quité el bichito. Sí debo admitir que le queda muy bien.”

“¡Exacto!” el rey aprobó su comentario con un pulgar. “¡Ahora quiero que nos demos toda la vuelta a la manzana y hablar de lo genial que le queda el traje a nuestra musa!”

“Ya, ya, la vas a incomodar tú también, Ou-sama~” dijo Arashi, sonriendo frustrado.

Los cuatro presentes eran parte de un equipo de idols que estuvo activo hasta hace unos años, conocidos como knights. En su momento ellos habían logrado una gran fama principalmente por la proeza de Leo (a quien muy respetuosamente llamaban ‘Ou-sama’) al componer canciones de una calidad envidiable, aunque el grupo fue también reconocido por ser tan unido como una familia de verdad. Sin embargo, debido a algunos problemas relacionados con la guerra entre Hanasaki y Rizembool y posteriores complicaciones, ese popular grupo que todavía se encontraba ascendiendo a la fama hace alrededor de cinco años tuvo que separarse y terminar con sus actividades abruptamente. En muchos aspectos, Tsubasa siempre se sintió responsable de aquel prematuro final a lo que fue el trabajo de toda una vida para los cinco miembros de knights, pero la calidez de los tres amigos que le acompañaban le daban los ánimos y el apoyo incondicional que necesitaba para seguir con sus deberes como guerrera, mientras esperaba finalmente ser digna y capaz de proteger a su rey de cualquier adversidad.

De todos modos, las circunstancias seguían siendo complejas y quedaba mucho por reparar del pasado, pero ello se vería con el paso del tiempo.


Aunque hubiera sido perfecto si Sena hubiera venido tambien pero como le gusta renegar no quizo aceptar mi invitación- dijo el Rey con un dejo de tristeza-

Todos hicieron un silencio incomodo, otra de las cosas de las que Tsubasa se sentia culpable fue del alejamiento con Izumi Sena se llevaban bien cuando eran pequeños y ambos protegían con gran habilidad a su rey, pero con su incursión como Hime y dejar a Leo casi al borde de la muerte causaron que Izumi le tomara resentimiento

Honestamente aun no soy digna para que Izumi me perdone...-

A Secchan le gusta ser dramático seguro que se moría por reunirse con Ou-sama y se hubiera sorprendido por el traje de Kacchan...-

Dejemos el traje de lado...- dijo la peliazul cruzada de brazos

Izumi-chan es un tonto era nuestra oportunidad de estar juntos como antes...-

Supongo que será para la próxima reunion..-suspiro pesadamente el Sakuma menor

Esta conversación me ha inspirado para escribir otra canción!!!! - volvió a sacar su cuaderno de apuntes-

Y otra vez Ou-sama se perdió en sus pensamientos- suspiro Arashi mientras observaba a Tsubasa-

Después de todo hablamos del Ou-sama la persona que nos llevó a la cima...- observo la joven a su lider- la persona que debo proteger...-

“Hm…” Ritsu asintió ante las palabras de la chica y se puso a pensar.
“Ya nos hemos quedado plantados mucho tiempo, ¿no lo creen?” Arashi fue donde Leo y le jaló de un brazo.
“¡O-oye, ando en plena inspiración espacial!” le reclamó.
“Sé que si no te jalamos no te vas a mover, y eres perfectamente capaz de caminar mientras escribes. Yo te dirijo, ¿sí?” el rubio le sonrió.
“¡Ah, excelente idea! ¡Te premiaré más tarde!” el rey se entusiasmó. “¡Entonces serás mis ojos mientras termino con mi más reciente obra maestra!”
“Claro~”

De aquel modo, el grupo de amigos empezó a caminar por la calle sin una dirección fija, en lo que continuaban poniéndose al día.

“Esto me recuerda…” Ritsu se dirigió a la peliazul. “Kacchan, ¿cómo te fue durante el ataque a Hanasaki?”
“¿Eh?” esa pregunta la sacó de cuadro al no haberla esperado.
“Esperaría que tú de entre todos decidieras ponerle un alto a los Rebels invasores, ¿no es así?” sonrió con simpleza. “Si bien tu presente traje de maid pinta una imagen femenina y delicada que se quedará grabada en nuestras mentes hasta el fin de los días…”
“D-detente, Rit-chan,” le reclamó.
“…tu vocación como la protectora de Ou-sama y como exHiME te conduciría a participar, incluso sin tener la obligación de hacerlo,” concluyó. “Es evidente que no te ha pasado nada serio, aunque pensé en preguntar de todos modos. Tengo mucha curiosidad.”
“Ritsu-chan…” Arashi negó, frustrado. Su amigo no era el único que se lo había preguntado, aunque el rubio había preferido no traerlo a flote porque era un tema muy delicado para la chica. “Vamos, no forcemos a Tsubasa-chan a hablar sobre el tema.”
“No, está bien,” Tsubasa negó y se vio decidida. “Es lo menos que puedo hacer, luego de haber desaparecido por tanto tiempo…”
“Tsubasa-chan…” el rubio le vio afligida y contrariada en lo que organizaba sus ideas.
“Estoy bien… tuve mucha suerte,” comprimió sus puños. “Yuuto estuvo a punto de eliminarme, pero se apiadó de mí… aunque no pude hacer nada en esas circunstancias.”
“Hm…” el pelinegro alzó su mirada hacia el cielo del ocaso. “Es imprudente lanzarse frente a un Rebel, sobre todo ante alguien con experiencia como Yuuto-senpai. Lo que importa es que no te haya pasado nada.”
“Siendo sinceros, mi bienestar se lo debo a tu hermano,” Tsubasa notó que su amigo ocultó una mínima sorpresa al tensar su rostro y entrecerrar sus ojos. “Rei-san me ha estado cuidando desde hace tiempo y no estaría aquí de no ser por él.”
“¿El hermano de Ritsu-chan?” Arashi se impresionó. “Ehh, no recuerdo la última vez que he oído de él, han sido varios años.”
“Sí, es que ha estado ayudando a Tsubasa-chan todo este tiempo,” resumió Leo, luego de poner el punto final en su cuaderno y cerrarlo. “Como la situación de nuestra querida amiga era muy compleja, él la ayudó a mantener un perfil bajo en lo que se recuperaba. Por ello tiene todo mi agradecimiento.”
“¿Y tú sabías todo esto, Ou-sama?” Ritsu le miró con una leve sorpresa, y se cruzó de brazos, exasperado. “En fin, no me importa. Anija nunca dejará de ser especial. Mejor no me hablen de él.”
“Sabemos que es un tema sensible para ti, Ritsu-chan…”
“Bien, ahora cállense,” les miró de reojo con un impresionante desprecio que hizo que Tsubasa y Arashi se vieran intimidados. “Dejémoslo en que ese insecto ha probado ser al menos mínimamente redimible al resguardar a Kacchan. Como es el caso, no importa si termina gastando su inútil vida por motivos razonables como el presente. Eso es todo.”
“Me dan ganas de golpearte en la cabeza, Ricchu,” le reclamó Leo. “Y tu hermano fue lastimado también. ¿Acaso no te importa?”
“No tengo por qué preocuparme por él, ni me apetece en ir a verlo,” desvió su mirada mientras mantenía su actitud altanera e indiferente. Él sabía que ninguno de los tres podría demostrarle que mentía en ese instante. “Y como nuestro Ou-sama, sabes mi particularidad de ignorar la existencia de mi anija.”
“Sí, pero una cosa es que le ignores y otra que desees su muerte.”
“Es porque soy un demonio,” Ritsu sonrió con alegría y rió por lo bajo. “Fufufu, no esperes comprender los estándares y la moral de mi propia especie. Yo ando viviendo mi vida como debo y de la mejor manera, y la maldad de mis palabras equivale a una refrescante e inocente creatividad.”
“Sí, sí, todos ustedes ‘demonios’ son iguales,” Leo rodó los ojos. “Por algo te pareces tanto a tu hermano…”

Ante ese comentario inconsciente y espontáneo del rey, tanto Arashi como Tsubasa se sobresaltaron y activaron sus instintos de protectores, e inmediatamente agarraron cada uno a Ritsu de un brazo antes de que esa pequeña bestia de los knights se agarrara contra su ‘Ou-sama’ a golpes.

“¡Waahh! ¡Ricchu, detente!” exclamó el pelinaranja con sorpresa por esa explosiva reacción del pelinegro, quien le miraba con intensidad mientras peleaba contra el agarre de los otros dos.
“¡Ritsu-chan, eres muy lindo para esto, por favor!” suplicó Arashi.
“¡L-lo dijo por accidente, perdona a Ou-sama!” dijo Tsubasa.
“Tendré que matarte uno de estos días… Ou-sama…” declaró Ritsu con una voz de ultratumba.
“¡Ya, perdón! ¡Juro que no volveré a compararlos! ¡Ahora tranquilízate!” eso hizo el truco ya que el pelinegro se relajó y los otros dos pudieron soltarle sin nada que lamentar. “Ahh… Ricchu, estoy comenzando a preocuparme por ti. Tendremos que buscarte a un psicólogo.”
“Sólo no mencionen al innombrable,” Ritsu le miró con reproche y dio un suspiro para despejar su mal humor. “Y eso que estaba teniendo una noche tan agradable con ustedes…”

Tsubasa también dio un suspiro aliviada por haber logrado evitar esa pelea innecesaria. Ella, al igual que todos los knights y mucha gente a sus alrededores, sabía que era imposible no comparar a los hermanos Sakuma porque, como el mismo Ritsu había mencionado, los dos pertenecían a la misma especie. Además de sus idiosincrasias que los identificaban como vampiros, seres nocturnos y con apariencias demasiado similares, los dos poseían personalidades que no se encontrarían en otras personas. Los hermanos eran individuos impredecibles, temerarios, caprichosos e incomprensibles a la hora de razonar y tomar decisiones, pero que poseían una gran sabiduría y percepción de las cosas más allá de la gente promedio, lo cual muy lamentablemente manifestaban a discreción y sólo cuando se les apetecía. Por haber estado bajo el cuidado del hermano mayor, Tsubasa había podido comprender que sí era como si ellos dos fueran seres sobrenaturales perdidos en medio de un mundo lleno de humanos, y que sería muy positivo para ambos mantenerse juntos y en contacto como había sido originalmente hace ya muchos años, antes de que ese mundo ajeno a ellos terminara por separarlos de una cruel forma.

En el presente, la manera más fácil de ganarse una garantizada enemistad y odio de parte del Sakuma menor era compararlo a su hermano, debido a una serie de decepciones que Ritsu había acumulado en contra del mayor durante el paso del tiempo. Por ello, los knights debían tener mucho cuidado a la hora de hablar de su pariente, por más que todos fueran amigos de la infancia. También era triste para la chica estar consciente del cariño que Rei guardaba por su hermanito, el cual se había mantenido durante toda su ausencia.

“Sólo había querido mencionar la amabilidad con la cual Rei-san me ha tratado. Sin duda le agradezco por permitirme seguir aquí, y contar con la posibilidad de volverles a ver, mis queridos amigos,” dijo la peliazul, cabizbaja.
“Ya, comprendo…” Ritsu negó, frustrado. “No te aflijas por ello, Kacchan.”
“Uff, hablemos de cosas menos thriller, por favor,” dijo el rey, ofuscado, aunque él pasó a darse un golpe en la cabeza con el filo de su mano. “¿Pero qué estoy diciendo? ¡Esta emoción del momento me ha dado otra brillante idea! ¡Tengo que plasmarla!”
“Ah, Ou-sama…” Arashi sonrió entretenido en lo que el líder volvía a abrir su cuaderno lleno de apuntes. “Siempre nos sabes alegrar con tus ocurrencias~” entonces, sus ánimos se bajaron por observar a Tsubasa todavía incómoda. “¿Qué sucede, Tsubasa-chan? Tienes algo más en mente por lo del ataque, ¿no es así?”
“No puedo ocultártelo, Nee-san,” asintió, pensativa. “Cuando estuve convaleciente en el hospital, recibí una visita del emperador…”
“¿En serio?”  se inquietó. “Ara~ esas son malas noticias.”
“¿Ecchan te visitó?” preguntó Ritsu, sorprendido.
“Uhh, Ritsu-chan, no andes llamándole así. Me das nervios…”
“No es para que te inquietes tanto, Nacchan…” negó. “Ese Ecchan tan especial como siempre.”
“Tú también eres especial,” le recriminó la chica.
“Sí, e incluso para mí él resulta ser especial,” el pelinegro se encogió de hombros. “No sabré qué habrá pasado, pero mi único consejo es que le ignores. Muchas de las cosas que dice no valen la pena y le gusta dar vueltas a algunos asuntos,” sonrió un poco. “Por eso he aprendido a llevarme bien con él.”
“Yo nunca sería capaz de hacer eso…” Tsubasa frunció el ceño.
“¿Eh? ¿De qué hablan?” Leo se despertó luego de haber terminado otra de sus crónicas.
“Ou-sama, Tsubasa-chan dice que el emperador la visitó,” reportó el rubio, angustiado.
“¡Oh!” y, contrastando con las noticias, Leo se animó y sonrió ampliamente. “¡Ah, conque sigue vivo! No se por qué ya había pensado que estaba muerto. Hehe, quizás debería ir a verlo algún día.”
“Ou-sama, seriedad por favor…” Arashi dio un suspiro.
“Está bien, Ecchan también ama bromear sobre su propia muerte,” comentó Ritsu, de buenos ánimos.
“No, no puedo permitir que te expongas a ese emperador, Ou-sama,” declaró Tsubasa. Ella comprimió sus puños y frunció el ceño. Su reacción causó que el grupo dejara de avanzar y le miraran atentamente ya que todos sabían que la chica aborrecía a aquel emperador.
“Tsubasa-chan, cálmate,” le pidió Leo, un poco impresionado, y terminó por negar frustrado. “Primero Ricchu y ahora tú. Tengo que llevarlos a un seminario de manejo de ira.”
“Ou-sama, no le restes importancia…” le aconsejó Arashi. “¿No ves lo inquieta que se encuentra Tsubasa-chan?”
“Hmm, créanme que lo último que quisiera hacer en la vida es actuar como si los sentimientos de Tsubasa-chan no importaran…” se puso a pensar. “Siendo sinceros, ese emperador por más que sea uno de nuestros enemigos no me cae tan mal… aunque sin duda sí me molestaría con él si pretende lastimar a nuestra amiga. Por eso no quiero verte tan alterada por su culpa, Tsubasa-chan,” le sonrió. “¡Vamos! ¡A mí me gusta mucho cuando sonríes!”
“Pero Ou-sama…”
“Al emperador le gusta intimidar a cualquiera y sabe cómo hacerlo, por eso quiero recordarte que no le dejes entrar en tu cabeza. ¡Tú eres mucho más genial de lo que crees!” exclamó, y miró a los otros dos. “¿No es verdad?”
“Es muy cierto,” Arashi sonrió. “Siempre has sido nuestra amiga especial y has demostrado múltiples talentos. Nunca seré capaz de encontrar a otra luchadora tan encantadora y con una voz tan melodiosa como tú~”
“Ciertamente, y que un demonio como yo lo reconozca debería hacerte sentir homenajeada,” comentó Ritsu, sonriendo gatunamente. “No puedo pensar en una mejor protectora de nuestro Ou-sama a estas alturas.”
“Chicos…” Tsubasa sintió que le tembló su voz y contuvo sus ganas de llorar. Recordó algunos momentos duros durante su rol como HiME en los cuales la unidad de knights se había quebrado, pero verles luego de tanto tiempo y saber que ellos no le guardaban rencor y sólo tenían alientos y estima que darle le hacía sentirse muy dichosa y renovada.
“Está bien, tampoco haré nada que fuera a hacerte sentir tensa e inconforme,” le aseguró Leo, con una sonrisa. “Después de todo, como el rey, tengo que velar por el bienestar y felicidad de cada uno de ustedes. Y no les decepcionaré porque yo soy un genio. ¡Hahaha!”
“Ou-sama… usted siempre ha sido tan bondadoso…” comentó en voz baja, cabizbaja.

Tsubasa se preocupaba mucho por Leo. Como había mencionado, aquel rey de los knights siempre fue una persona muy buena y considerada con todos, y él sólo guardaba rencor a alguien que osaba en lastimar a uno de sus valiosos knights. Sin embargo, él mismo era rápido en olvidar daños hechos hacia su persona, como era el caso de aquel temible emperador. La peliazul nunca perdonaría todo el sufrimiento de Leo causado por ese despreciable ser, y se preocupaba mucho por que su preciado líder no cuidara de sí mismo. Por ello comprendía que su labor como guardiana era sumamente importante.

También estaba consciente que ese emperador era otro motivo por el cual los cinco knights no podían estar reunidos al mismo tiempo, al haber apuntado a la integridad del grupo a manera de desmoronarles, y herir la gran amistad entre Leo e Izumi por más que el primero tratara todo a su alcance para repararla.


Perdonen mi comportamiento impropio- haciendo una reverencia- pero no puedo perdonar todo lo que el emperador ha hecho asi como tampoco puedo perdonar lo que Yuuto me hizo a mi -apretando sus puños- hay algo que había deseado contarles desde hace bastante tiempo y lo quería hacer cuando estuviesemos los 5 juntos-

Pero como veras Secchan nunca podria reunirse con nosotros por las razones que todos sabemos y que da flojera volver a tocar-

Tan delicado es el asunto que quieres hablarlo con todos Tsubasa-chan??-

Es algo del cual Ou-sama esta enterado y del cual desde hace tiempo queria decirles...- respiro profundamente- una de las razones principales de las cuales empecé a alejarme de Knigths-Recuerdan que les dije que mis padres se habian ido al extranjero para continuar con sus investigaciones de las culturas de otros paises?? –

El pelinaranja se acerco a la joven y coloco su mano al hombro para apoyarla

En ese momento ya habia decidido convertirme en Hime para proteger Hanasaki y tenia el poder suficiente para protegerlos a ustedes tambien... pero mi Rebel con una abrumadora frialdad fue a mi casa el dia del ultimo concierto que tuvimos juntos y los asesino dejando un mensaje diciendo

"Y los próximos seran tu Rey y sus caballeros"

Ese dia mi mundo se habia acabado y no queria perderlos a ustedes tambien por eso les menti y empece a alejarme del grupo... el detonante final fue el ataque que recibio Ou-sama que se habia ofrecido a convertirse en mi Key... el casi muere por mi culpa... por eso recibi merecidamente las palabras de odio de Izumi hacia mi porque les habia fallado al final y no podia protegerles

Se arrodillo ante ellos y agachó la cabeza- les pido que me perdonen por haberles ocultado mi motivo- habian otras cosas mas que hasta el mismo Leo no sabia y que no iba a decir al menos en esta ocasión-

“Tsubasa-chan, ¿por qué te disculparías?” le preguntó Arashi, visiblemente impactado al punto en que se acercó a la peliazul y se arrodilló frente a ella. “Vamos, esto no se trata de que hayas tenido la culpa o no. Siempre has sido tan dura contigo misma, y no es justo que te recrimines. Nadie puede esperar que actúes de manera perfecta.”
“P-pero… pero les herí tanto por apartarme de ustedes… lo sé, lo sé bien…”
“Yo siempre supe que tus motivos fueron desinteresados, y que nos tenías en mente,” le aseguró el rubio, sonriéndole. “Lo vi en tus ojos, lo oí en tus palabras, lo percibí en tus acciones,” él pasó a bajar su mirada con gran pena. “Y me entristece saber que has pasado por todo esto, y que has perdido a tus padres, ellos que siempre nos apoyaron un montón, desde nuestra infancia.”
“Nee-san…” ella sintió sus ojos nublarse de lágrimas y se sorprendió cuando el rubio le dio un abrazo.
“Lo siento, lo siento mucho… quisiera haber podido abrazarte hace cinco años. Perdón, Tsubasa-chan… pero nos tienes a tu lado desde ahora, sin importar qué ocurra,” le dijo con un tono afectivo, aunque tranquilo. “No lo olvides.”
“Sí…” asintió en lo que dejaba una lágrima escapar, y su amigo le soltó para agarrarle de los brazos.
“Ahora de pie, te vas a ensuciar,” le recomendó con un simpático tono de voz y una de sus amigables sonrisas.

Le ayudó a pararse y le soltó para alejarse y respetar su espacio personal. Él sabía que la peliazul no se sentiría muy cómoda si le mostraba más afecto del cual acababa de darle.

“Supongo es mi turno, ¿no?” Ritsu dio un suspiro y vio a Tsubasa mirarle con leve incomodidad, aunque atenta. El pelinegro desvió su mirada y mostró cierto conflicto antes de ponerse a meditar sobre el asunto con un dejo de distancia. “Recuerdo bien aquel día en el cual acudimos al hospital para velar por Ou-sama, sin saber si sobreviviría. Sí, ninguno de nosotros se olvidará la escena, el sentimiento, el mismo clima que hacía afuera… también sé que no olvidas que Secchan no fue el único que te culpó por el daño a Ou-sama, ¿verdad?”
“Rit-chan…”
“Mi reacción no fue del todo irracional. Tú me dejaste de lado, del mismo modo en que mi anija lo ha hecho más de una vez, y ahora tengo otro cargo adicional en tu contra por decidir no confiar en mí y en nosotros, para ser sincero,” se encogió de hombros.
“¡O-oye!” Leo se impacientó.
“Pero lo que sea que yo tenga que reclamarte sin duda no se compara a lo que tuviste que sufrir, Kacchan, y es el deber de los amigos de apoyarse mutuamente cuando hay necesidad. Ahora es que tú nos necesitas.”
“…”
“Pero aparte de ese protocolo…” el pelinegro negó y bajó su mirada al piso, mostrando una leve tristeza en sus ojos. “Puedo sentirlo. Por comprender tu situación y tus sentimientos ahora que nos has revelado qué sucedía en aquel entonces. Esta sensación… este ahogo por perder a personas importantes, por temer que lo mismo le pueda ocurrir a otros cercanos a ti… eventualmente sentir que todo ello es tu culpa… y por consiguiente asumir que eres completamente desmerecedora de los demás, al punto de desear que se olviden de ti o que te dejen de lado… tú has sentido todo eso, ¿no es así?”
“Yo…” ella comprimió sus puños.
“Es una tremenda desolación, Kacchan, una desesperanza con la cual ningún humano es capaz de mirar hacia delante. Un abandono que te hace preferir rendirte, y terminar…” negó ofuscado. “Siento mucho que hayas tenido que cargar con ese horrible sentimiento, uno al cual yo mismo temo, pero que, a fin de cuentas, es auto-infligido y ficticio. Detenlo, por favor.”
“…” la peliazul vio a su amigo sonreírle con paciencia y acercarse para revolverle los cabellos como si fuera una niña pequeña.
“Ya pasó. Yo mismo me arrepentí de haber sido duro contigo hace tiempo, y seré siempre tu amigo y tu aliado. Nosotros somos una familia, y nos caracteriza un cariño y aceptación incondicional,” dijo, con paciencia y calidez. “Siempre tendremos en mente a tu familia de sangre, y recordaremos los momentos más felices, Kacchan. Nunca pierdas esas añoranzas y alegrías, esa ilusión que nos mantiene a todos de pie y con vida. Nunca lo contamines con tristeza y odio. Nuestras vidas son demasiado cortas. Por eso ten lo más valioso e importante siempre al frente.”
“Tienes razón, gracias…” ella asintió y el chico le soltó. “Gracias a los dos por comprenderme… por sus palabras… es un gran alivio oírles decir todo esto, saber que seguimos siendo tan buenos amigos desde el fondo… que tengo el privilegio de llamarles mis amigos.”
“Por supuesto que sí, Tsubasa-chan~” Arashi le dio un guiño. “Es más, nosotros somos quienes deberíamos sentirnos felices de que tú nos quieras tanto. Eres una persona muy especial y tan linda.”
“¡En verdad que sí!” exclamó Leo, alzando sus brazos hacia arriba. “Hehe, sabía que podía contar con ustedes, y has resultado tan empático y amable como lo esperé, Naru.”
“Por supuesto~”
“Aunque tú no puedes dejar de ser caprichoso y especial ni en un momento como este, ¿verdad, Ricchu?”
“Muy cierto, Ou-sama,” Ritsu asintió pronunciadamente. “Pedir que no sea especial es imposible para mí. Así me tienes que soportar.”
“Está bien, está bien, porque como es usual en ti terminaste por decir cosas muy sabias,” le levantó un pulgar. “¡Está muy excelentemente bien, te debo una! ¡Ahora que hemos resuelto todas las asperezas entre nosotros podemos ir a divertirnos!”
“N-no sé qué tienes en mente, Ou-sama, pero no quisiera hacer nada muy comprometedor si ando vestida de este modo,” dijo la peliazul, avergonzada.
“¡Pero si estás linda! ¡Verdad que tengo que tomarte unas cuantas fotos así antes que se acabe el día!”
“¡Por favor no lo hagas!” le suplicó, haciendo una reverencia.
“Fufufu, descuida, Ou-sama~” Arashi canturreó. “Yo le he estado tomando muchas fotos discretas desde que llegué. Luego te las pasó.”
“¡Hahaha, perfecto! ¡Te debo una enorme por ese favor!”
“Hai~”
“¿E-en serio?” la chica se incomodó de sobremanera.
“Ahh…” Ritsu dio un suspiro y les miró con reproche. “Siento interrumpir sus ánimos desproporcionados y acoso sexual, pero no hemos terminado por completo con este tema.”
“¿A qué te refieres, Ritsu-chan?”
“Secchan también tendría que saber la verdad, él que siempre ha estado tan comprometido con este asunto, ¿no les parece?” les recordó y notó cómo los demás de inmediato se vieron de acuerdo. “Bueno, nuestro pesado amigo prácticamente vive dentro de Rizembool, así que me ofrezco a hablar con él. No será un problema para mí.”
“Gracias, Rit-chan, pero pienso que es mejor que yo lo haga,” dijo Tsubasa, un poco tensa. “Sé que Izumi me tiene rencor, pero es un tema que me concierne a mí y soy responsable por esto.”
“No, no, no…” Leo negó repetidamente con gran frustración. “Si alguien debe ir a hablar con Sena, ese soy yo. Entiendo muy bien lo que dices, Tsubasa-chan, pero lo más probable es que Sena no quiera oírte para nada y termine portándose muy mal contigo,” él se apuntó a sí mismo y sonrió decidido. “Soy el rey y sé cómo lidiar con mis caballeros. Déjamelo a mí.”
“Pero Ou-sama, no puedo dejar que te internes en Rizembool, es muy peligroso,” la peliazul se alarmó. “Hay tantas personas allá que podrían hacerte daño.”
“Tampoco me gusta la idea de dejar que Ou-sama vaya por su cuenta, así me apunto yo también~” Arashi sonrió animado. “Y si Ritsu-chan quiere acompañarnos, entonces entre los tres estaremos más que seguros.”
“Rizembool es también mi hogar a estas alturas, seré el guía,” el pelinegro sonrió autosuficiente. “Además sin mí no darían fácilmente con Secchan. Conozco su horario y tengo acceso a los laboratorios donde realiza sus prácticas clínicas. Sacarlo para una charla será pan comido.”
“¡Ya tenemos el plan!” exclamó el rey con grandes ánimos.
“¿Están seguros?” preguntó la chica.
“No te preocupes, Tsubasa-chan. Pese a todo, Rizembool sigue siendo una universidad donde la gran mayoría de personas son muy buenas y amables,” le aseguró Arashi. “Como Izumi-chan.”
“Bromeas, ¿cierto?” Leo sintió escalofríos y negó. “Sena es lo opuesto a lo que acabas de decir.”
“Es un tremendo y persistente dolor de cabeza,” agregó Ritsu.
“Exacto, y un petulante y conflictivo tsundere.”
“Y un abusivo e hiriente antisocial que odia divertirse…”
“¡Párenla, no hablen tan mal de él, por favor!” les pidió el rubio, preocupado. “Recuerden velar por la unidad de nuestro grupo.”
“Hehe, pero pese a todo eso, sigue siendo nuestro querido amigo,” Leo sonrió. “Ya ni recuerdo la última vez que le vi en persona y nunca contesta todos mis saludos y cadenas de poesía, canciones de cuna y propiedades contra el cáncer de productos naturales.”
“Yo tampoco los contesto y deja de enviarme cadenas, Ou-sama,” Ritsu entrecerró los ojos.
“¡Pero no se distraigan! ¡Hay que ponemos de acuerdo para verle!”
“Estoy seguro que Ritsu-chan y yo podemos en cualquier momento que dispongas, Ou-sama.”
“Les deseo lo mejor, ojalá les vaya muy bien,” dijo Tsubasa. Comprendía que no sería capaz de acompañarles, al menos no de momento, aunque escuchar a los tres hablar con tantos ánimos le daba tranquilidad. No tenía de qué preocuparse.


Entonces chicos ahora que todo esta solucionado es hora de divertirnos un rato con tan bella acompañante hahahaha...-canturreo alegremente el pelinaranja-

Ou-sama ya deje de decir esas cosas que me averguenzo...- hablo apenada la peliazul mas se avergonzaba cuando Leo le decia ese tipo de cosas, el Rey era muy especial para ella, tosio ligeramente- Bueno antes de irnos a algún lado, primero quisiera ir a ver alguna katana, la que tenia se rompio en mi pelea contra Yuuto y no me gusta andar desprotegida...-

Ara~como siempre Tsubasa-chan rompe el encanto con sus peculiares pedidos- rio suavemente -eso es lo que te hace muy interesante-

Es en serio Kacchan?? quieres ir a buscar una nueva Katana en nuestro encuentro despues de varios años...-bostezo ligeramente- si hacemos algo asi de aburrido no voy a evitar dormir del aburrimiento-

Es que es importante para mi... es como si me faltara algo...- dijo cruzada de brazos- siempre he tenido una desde que era pequela y ustedes lo saben...-

Hhehehehe... pero eso no es problema- hablo Leo saltando alegremente para sacar algo- ta chan!!! aqui tienes el set de Kaga kiyomitsu del unico e incomparable Okita Souji-

Eh?? -dijeron los tres chicos al mismo tiempo

Ou-sama cometio un robooo cometio un robooo...-dijo preocupada la peliazul, pero no podia evitar mirar maravillada tan importante regalo-

Ou-sama cuantas veces te he dicho que dejes de ser tan impulsivo??? no crees que ahora te debe de buscar toda la policia nacional???- hablo el rubio suspirando pesadamente-ahora como podemos defenderte???

Es un tesoro antiguo a mi me parece bien que alguien que sepa manejar la katana lo utilice...-

No es tan facil como parece Rit-chan...-

Hahahahahaha ....no se preocupen que consegui un permiso especial para poder tenerlos y mirarlos, pero como sabia que Tsubasa-chan lo necesitaria entonces solo los duplique y mientras que ellos no sepan que son falsos no importa...-

Ou-sama da miedo...- dijieron los jovenes al unisono-

Asi que aceptalo Tsubasa-chan...-

Gracias...Ou-sama ....-cogio el set de Kaga kiyomitsu- lo cuidare y protegere con honor-

Eso lo se por eso te lo estoy dando...-

Como siempre Ou-sama siendo tan gentil con Kacchan si no fuera porque lo conozco bien pensaria que tuviera otras intenciones-

Pero que cosas dices Rit-chan!!!- dijo avergonzada la joven-

Eh?? no entiendo lo que dices Ricchu...-

Es mejor que no lo entiendas Ou-sama ...-canturreo el rubio- aun no es el momento-

Tu tambien Neechan???-

Los cuatro empezaron a reir tontamente, habia pasado bastante tiempo desde que no lo hacian se podia percibir los lazos fuertes que tenian los jovenes, despues de aquella reunion Tsubasa iria a Hanasaki para tomar la prueba Hime, con renovada confianza para recuperar a Knights, ademas de recuperar la amistad y el lazo formado con Izumi, el renacimiento de Tsubasa Kazanari estaba iniciando y esta vez no habria marcha atras-

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Matta ne!!!

Mimi-chan




Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #342: November 30, 2017, 10:52:19 PM »
Primera parte. Regresaré con la siguiente pronto. Gracias a Sayi por los icons~

44.1.


Era muy temprano en la mañana y el cielo recién andaba despertándose con la venida del sol por el amanecer. Algunos estudiantes con clases que iniciaban a las siete ya debían estarse alistando y desayunando, aunque la mayoría de personas intentaban al menos dormir un poco más previo a comenzar con el día.

Sin embargo, si bien Tomo como siempre hubiera esperado darse un gusto de reposar por más tiempo, ella no paraba de moverse de un lado a otro en su cama por estar inmersa dentro de una pesadilla que no le dejaría recobrar más energías…



Ella se encontró de pie en medio de la universidad de Hanasaki, aunque era una vista apocalíptica donde la mayoría de edificios estaban derruidos y había escombros por doquier. Estudiantes y profesores por igual huían lo más rápido que podían y algunos se encontraban auxiliando a heridos quienes no podían ir por su cuenta.

Tomo miraba inquieta de un lado a otro. Había explosiones a distancia y varios incendios, además de otros ruidos inquietantes como gritos de personas y más derrumbes, y levantó su mirada hacia un despiadado cielo donde varias nubes negras se lucían en medio de un firmamento rojizo y tenebroso.

“¡AHHH! ¡Los Rebels vienen! ¡Huyan, huyan, huyan!” gritó un estudiante sacado de sí quien pasó corriendo cerca de Tomo, aunque no se tomó la molestia ni de jalarla consigo.
“O-oye,” ella le miró como bicho raro y notó cómo todos a su alrededor intentaron seguirle por temor a lo que se acercaba.

Por su lado, la exPrincess miró en la dirección de donde había venido el chico y sintió escalofríos al presenciar una niebla negra que quebraba el concreto del suelo conforme avanzaba. Tomo instintivamente dio un paso hacia atrás mientras pensaba en qué debía hacer. Todo lo visto parecía una especie de sueño premonitorio y quizás le correspondía trasmitir ese mensaje a su yo despierto. Quizás Hanasaki no era suficiente para contener a Rizembool y por ello había sido elegida para tener la visión de lo que estaba por venir…

No obstante, ello no iba a ser el caso, tal y como estaba a punto de averiguar. Ese sueño no tendría mayor esencia que un paraje un poco cruel y bizarramente humorístico…

“¡Nuestra salvación!” exclamó una profesora, quien apuntó hacia el cielo. “¡Las HiMEs!”
“¡Son las HiMEs!”
“¡Finalmente han llegado!”
“¡Ahh, gracias, muchas gracias!”
“¿Eh?” Tomo alzó una ceja y regresó sus ojos hacia el cielo. Se confundió de sobremanera al ver varias siluetas luminosas sobrevolar la universidad y comenzar a descender hacia el campus.

Muchas HiMEs llegaron volando sea por sus poderes propios o montadas en unicornios brillantes o dragones chinos sacados de quién sabe dónde. Tomo observó a algunas dedicarse a apagar los incendios e incluso otras aterrizaron frente a los edificios caídos y extendieron sus brazos para reconstruir dichas edificaciones de manera perfecta. Otras más acudieron a los heridos y mediante unas canciones melodiosas irradiaron auras luminosas que empezaron por curar las heridas de todos.

“E-ehh…” mientras tanto, Tomo sintió un tic en el párpado y casi una repulsión a aquella idónea entrada de quienes serían las protagonistas. En eso, notó que un carruaje gigante arrastrado por más unicornios iba directo hacia ella y tuvo que lanzarse al piso para no ser embestida por los cuadrúpedos. “¡AHH! ¡Cuidado, maldición!”

Este frenó y dio una vuelta para detenerse. Entonces, se abrió la puerta que encaraba hacia Tomo y las demás personas. De ahí, todos observaron a Miranda surgir. Ella vestía de una muy elegante túnica blanca con acabados dorados y algunos intricados detalles de piedras preciosas a lo largo de su vestimenta. La lúgubre y reservada directora salió con sus ojos cerrados, y al encarar hacia sus estimados miembros de Hanasaki, les miró y sonrió de forma maternal.

“Me alegro que volverles a ver. Ha sido mucho tiempo, y felizmente hemos vuelto justo a tiempo para salvar a todos,” dijo la directora con una venerable suavidad. Detrás de ella, Fran también salió del carruaje. Ella continuaba vistiendo sus características ropas reveladoras y listas para el combate, aunque ahora de color plateadas e igualmente con una apariencia celestial.
“Ya no tenemos que preocuparnos. Nos toca pelear,” le recordó con su usual severidad.
“Ciertamente…” Miranda le miró y asintió, y entonces ellas y Tomo notaron que de esa niebla surgió un gigante formado de oscuridad que miró hacia ellos con unos fulminantes ojos rojos.
“¡Ihhh!” la estudiante se estremeció por notar ese gigante mastodonte que podría aplastarles de un palmazo si se acercaba más.
“Ahí está, Leviatán, tal y como dijo la profecía,” comentó la asistente.
“Y pensar que Rizembool se aliaría con fuerzas del averno…” Miranda lo lamentó brevemente, pero volvió a adoptar su calma y decisión, y regresó su mirada a los demás. “¡No se preocupen, lo tenemos todo bajo control! ¡Nuestro viaje fue fructífero! ¡Hemos concretado nuestra alianza con los cielos y contamos con la bendición de los ángeles!”
“W-what?!” Tomo se sintió completamente perdida y fue frustrante notar cómo todos los demás se mostraron aliviados y contentos. “¡No! ¡Cállense todos! ¡Esto no tiene sentido alguno!”
“Sigan con la evacuación,” dijo Fran, completamente ignorando a Tomo al igual que los demás. “Nuestra secretaria tiene todo el plan para resguardarles. Síganle.”
“¡Ya voy!” entonces, la secretaria Ritsu también salió del carruaje y fue a paso ágil donde los demás para dirigirles a salvo. Ni bien las dos líderes de Hanasaki observaron que todos huían, intercambiaron miradas, asintieron, y dieron un gran salto para aterrizar en el lomo de un águila gigante que voló hacia dicho Leviatán.

“Eh…” Tomo miró a esas dos alejarse con esa improvisada águila mientras ladeaba su cabeza al sentirse completamente perdida en medio de todo ese caótico clímax. Y justo entonces, vio a unas personas más que ya conocía.
“¡Eres mío, Leviatán!” exclamó Youmu, quien pasó corriendo al costado de Tomo con su impresionante agilidad. En pleno camino, la peliblanca blandeó sus espadas y mandó varias ondas cortantes que le abrieron el camino y se adelantaron a ella para así empezar a hacerle daño a esa bestia.
“…” bueno, no había mucha sorpresa porque sabía que esa chica era pro, aunque sí parecía estar más bajo control de sus poderes que antes. Tomo sí se sorprendió por la segunda aparición al ver a Cho y Kashuu montados del Child de la HiME mientras cabalgaban hacia el monstruo.
“Aruji, te toca blandearme,” le dijo el chico, quien mantenía el control del caballo. Él sonrió confiado. “Confío en ti, lo harás bien.”
“Sí,” Cho asintió y el chico se deshizo en luz para materializarse en la katana. La peliceleste incluso contó con el balance suficiente para pararse en pleno lomo de su Child pese a la ágil cabalgada y al apuntar su espada hacia delante se generaron muchos corrientes de fuego que avanzaron a la par de la HiME. “¡Nightmare, a toda carga!”

La yegua relinchó y aceleró a velocidades inconcebibles para un caballo normal, pero Cho se mantuvo firme y continuó avanzando.

“¡O-okay, esto ya no tiene justificación alguna!” gritó Tomo con completa indignación. No iba a aceptar que aquella deficiente e indecisa HiME con miedo a los caballos mostrara tanta confianza y unos dotes que cualquier payaso de circo envidiaría. “¡Reclamo explicaciones! ¡Me niego a alabar a estas malditas HiMEs!”

Pero recién estaba por venir lo más resaltante cuando una persona más salió del olvidado carruaje donde había llegado la directora. Y fue la aparición más fuera de lugar…

“¡Hola, Tomo-chan!” saludó Osaka mientras salía, toda feliz de la vida y vestida de ropas normales y una mochila de camping, a diferencia de las otras apariciones.
“¡¿Q-cu-co-what?!” Tomo ni pudo articular bien una pregunta por el shock de ver a Osaka aparecerse tan anticlimáticamente. “¡¿Tú viniste con la directora?!”
“Sí, compartimos anécdotas de juventud, fue tan lindo,” dijo alegre. El carruaje finalmente despegó luego de cumplir con su función de dejar a los pasajeros.
“¡¿Pero qué haces tú aquí?! ¡Ya no eres una HiME!”
“No, pero me apunté como HiME counselor para apoyar a Cho y Youmu-chan en su entrenamiento en el cielo~ Ah, fue hermoso. Luego te paso las fotos, ¿sí?”
“¡¿Qué es esto del cielo, Osaka?!”
“Tuvimos un Heaven Arc,” contestó con una amplia sonrisa.
“Un what?!!” Tomo se quedó en shock. “¡¿Con nubes y ángeles y seres mitológicos y entrenamiento místico y cosas así?!”
“¡Sí! ¡Y tuve la suerte de conocer a mi ángel guardián!” los ojos de Osaka se iluminaron. “¡Es genial y me quiere mucho~!”
“Ehh…” la exPrincess tomó en regresar a lo que tenía en su mente por ese dato, y por un momento le dieron ganas de pedirle el contacto de dicho ángel ya que por todo lo que su amiga había podido sobrevivir seguramente ese ser estaba entre uno de los más fuertes de la existencia. “¡N-no, espera! ¡¿Qué tiene que ver el cielo con Hanasaki?! ¡Más cordura, por favor!”
“Yo también dudé en creerlo, pero ahora que Rizembool se ha aliado con el infierno y quieren destruir nuestra Vía Láctea tuvimos que hacer un pacto celestial,” resumió Osaka con una inesperada seriedad mientras miraba atentamente a ese Leviatán que yacía peleando contra muchas diminutas HiMEs a la vez.
“¡¿Y qué carajos tiene que ver el universo científico con Hanasaki o el cielo, demonios?!”
“¿Sabes? Algo que no esperé ocurrió durante nuestro tiempo entrenando en la novena nube…” Osaka seguía mirando hacia el monstruo con sus manos sobre su pecho, afligida.
“Maldición, no me ignores,” le reclamó, aunque sabía que Osaka sería la última en saber o siquiera buscar una explicación lógica en momentos así. “¿De qué carajos hablas ahora?”
“Yo fui sólo a ayudar porque no soy HiME y carezco de fuerza para serlo bien, pero hasta yo tuve un desarrollo. ¿Te he comentado que siempre me he preguntado por qué mi Child nunca apareció hace tres años?”
“P-pues no…” se extrañó por ello y se encogió de hombros. Tomo sí se lo había preguntado, aunque nunca le dio importancia.
“Siempre tuve miedo que en el fondo no tuviera a nadie especial para mí, y que fuera a ser una persona solitaria que se desvanecería con el tiempo y que realmente no sabía amar…”
“O-oye, detente,” se impacientó. “Ya tuviste un maldito Heaven Arc sin mí. Ahora no te me vengas con un angsty character development.”
“Pero durante el entrenamiento, me di cuenta de la verdad…” Osaka sonrió y extendió sus manos hacia el cielo, mientras miraba con gran inspiración al oscuro firmamento. “Me di cuenta de mi amor, mi tan puro y sincero amor… y la propia razón de mi existir… Tomo-chan… yo…” terminó por exclamar a la inmensidad. “¡Yo amo a la humanidad!”
“¡C-cállate! ¡AHHHH, te odio por decir algo cliché como eso, Osaka!” ni bien Tomo le gritó ello, los cielos se abrieron encima de Osaka y fuertes vientos las rodearon. Tomo observó a su casual amiga transformarse y aparecer con una túnica angelical, unas alas gigantes y un halo encima de su cabeza que más parecía un círculo mágico por su complejidad. Entonces, una criatura se materializó encima de Osaka, la que parecía ser su Child. “¡¿Q-q-q-qué?!”
“¡Ahora tengo más fuerzas y también soy una HiME que puede salvar al mundo! ¡Este es mi Child, Arceus!”
“¡No, esto es idiota! ¡No lo creo! ¡No lo aceptaré!” Tomo vio a Osaka elevarse con su Child y los dos fueron hacia la batalla contra el monstruo donde su amiga realizó un ataque luminoso que hirió gravemente a dicho oscuro ser. “¡Noooo! ¡Eso no es justo! ¡Las HiMEs no pueden ser las estúpidas mesías! ¡No quiero vivir en este mundo! ¡Sáquenme de aquí! ¡AAAHHHHH!”



“¡AHHHHH!” Tomo se levantó como resorte de su cama y sintió el sudor frío (?) en su frente. Regresó con lentitud a su estado mental de despierta y se percató que ese imposible y muy pretencioso escenario de Hanasaki había sido nada más que una pesadilla. Luego de recobrarse, miró a su despertador en su mesa de noche y vio que todavía faltaban cuarenta y cinco minutos antes de que su alarma sonara. “¡Ahh, este miserable sueño me hizo levantarme temprano!”

Tomo ya no pudo dormir más y, con un mal humor que le dudaría todo el día, se tuvo que alistar para su usual horario de clases. Sin embargo, a cada pequeño ratito le regresaba un recuerdo vívido de esa experiencia onírica que le daba impulsos de golpear el objeto más cercano. Con su suerte, le tocaba recordar ese molesto sueño entre los miles de incógnitos que había tenido durante toda su vida.

Al final decidió despejar su mente y salir temprano a desayunar en una cafetería a ver si así se olvidaba del asunto. Sin embargo, pronto cambió de parecer y optó por ver si había forma de cambiar su desdichada vida no siendo HiME. Por más inútil que le pareciera, iba a volver a hablar con Miranda al respecto.

De ese modo, la exPrincess se encaminó hacia los edificios administrativos que no estaban muy lejos de la entrada principal de la universidad. Su misión actual le causó que no pudiera todavía calmarse y tenía un muy marcado entrecejo que se descargaba con ocasionales tics. De repente, al llegar a uno de los pasillos que le llevaría hacia el edificio donde estaba la oficina de la directora, se encontró con Reimu y Marisa, quienes acababan de llegar a la universidad.


“Oh, buenos días,” Marisa se mostró sorprendida, aunque no tardó en sonreír. “Qué sorpresa encontrarnos por aquí, ¿vas a algún lado?”
“Sí, es importante,” dijo rápidamente, esperando no perder mucho tiempo.
“Hehe, y pensar que alguien tan impuro como tú estaría de pie tan temprano,” Reimu sonrió con leve burla.
“¡P-pues no es que quiera pero una cuestión existencial me ha obligado venir hasta acá!” estalló al no sentirse capaz de soportar esos comentarios usuales de parte de la miko.
“Ya, suena a que pasó algo serio,” Reimu se encogió de hombros a manera de olvidar el asunto. “¿Qué te sucede? Para que reacciones así no te debes estar sintiendo nada bien.”
“Uh, olvídenlo, sólo déjenme en paz,” Tomo prefirió no explicarse y optó por tomar el camino que le llevaría hacia su destino. Sin embargo, no llegó a dar muchos pasos sin notar que las otras dos chicas le estaban siguiendo. “Oigan, ya les dije que lo olviden. No me sigan.”
“No eres la única con asuntos pendientes en ese lado de la universidad,” dijo la miko.
“¿Qué quieres decir?” Tomo se confundió. “Sólo están los edificios administrativos u otros no dedicados a los estudiantes por este sendero.”
“Vamos a visitar a Miranda~” dijo Marisa, con una sonrisa.
“¡IIHHH!” sorpresivamente, Tomo se erizó y se alejó de ellas de un salto para esconderse en un arbusto cercano. Ambas chicas intercambiaron miradas y se confundieron de sobremanera.
“¿E-estás bien, Tomo?” le preguntó Reimu, sonriendo nerviosa. “No te puedo entender. Mejor llamo a Osaka a que te busque.”
“¡N-no! ¡No quiero ver a esa maldita por al menos un par de horas más o le pegaré!”
“¿Por qué?” Marisa ladeó la cabeza. “¿Qué te hizo?”
“¡N-nada precisamente! ¡Ahh, ustedes no entienden!” se rascó la cabeza con fuerza. “¡Sólo olviden esto! ¡Es vergonzoso siquiera mencionarlo!”
“Ya, como digas,” Reimu siguió caminando. “Tampoco podemos hacer a la directora esperar.”
“¡N-no! ¡Yo le voy a ver primero!” y nuevamente sorprendiendo a las dos, Tomo se interpuso en su camino. “¡Antes de que ustedes me roben la oportunidad!”
“Ahh, seguro que las dos estamos yendo por razones muy distintas, o lo que sea que quieras decir,” la miko dio un suspiro.
“¿Qué pasa, Tomo?” Marisa le sonrió y se acercó a manera de reconfortarle. “¿A qué te refieres con que te robemos la oportunidad?”
“Uhh… tú fuiste una HiME, ¿cierto?” desvió su mirada. “Seguro que te animaste a aceptar la invitación de la directora…”
“Oh, ¿es que quieres pedirle para ser HiME?” Marisa le vio asentir.
“Pfft-” Reimu dejó escapar un muy sonoro intento de reírse.
“¡Ahhh, cállate!” y Tomo quiso lanzarse encima de ella, pero Marisa le detuvo.
“¡Y-ya tranquila!” le pidió mientras le agarró de los hombros para impedirle atacar a la otra. “Descuida, Tomo. Nuestra visita no es por eso, y ya les comenté que no tengo el interés de volver a ser HiME. Sólo me mantendré como amiga de Miranda, ¿sí?”
“Y-ya…” Tomo bajó su mirada al piso en señal de arrepentimiento, y sintió a la otra darle palmaditas en un hombro.
“Estamos yendo porque Reimu había presentado algunos papeles adicionales de su estado actual de vivienda y recursos porque quiere que le incrementen la cantidad de dinero que recibe de su beca. Sin duda lo que hay no es suficiente para subsistir cómodamente.”
“Sí, sobre todo porque ahora tengo que alimentarte a ti también,” agregó Reimu.
“Oye, ya te dije que te acompañaba para pedirles que nos ayuden como exHiME que soy,” le reclamó, y negó para regresar a Tomo con mejores ánimos. “¿Ves? Eso es todo. Tú puedes hablar con Miranda primero si te hace sentir mejor.”
“Ya, gracias…” Tomo dio un suspiro y sintió cómo Marisa pasó de darle palmaditas en el hombro a revolverle los cabellos con fuerza. “¡Ya, no te aproveches!”
“¡Hahaha!” la rubia le soltó y le levantó un pulgar. “¡Bien, esa es la cantidad de energías que debes tener! ¡En marcha!”

De ese modo, las tres chicas continuaron con lo que quedaba del camino en compañía. Llegaron pronto a la recepción, donde Ritsu les informó que Miranda les esperaba. Así, ellas subieron y Tomo se tomó la libertad de ingresar a la famosa oficina de la directora sin tocar antes.

Ahí, las tres observaron a Miranda y Fran ocupando la silla del escritorio y un costado de la habitación, respectivamente, y mirándoles con cierta duda por esa intromisión.



“Oh, buenos días, estudiantes,” la directora esbozó una corta sonrisa. “Por favor, tomen asiento…”
“¡No estoy aquí para formalidades, directora!” declaró Tomo, quien le miró con intensidad. “¡Quiero ser una HiME! ¿Qué tengo que hacer?”
“¿Señorita Takino?”
“Pensaba que ya lo habíamos hablado las últimas tres veces que nos pediste lo mismo,” dijo Fran cortante y fríamente. “No se trata de ofrecerse o tener la voluntad. Las HiMEs desarrollan su potencial intrínsecamente. Nosotras tampoco lo controlamos.”
“¡Pero sé que me estoy perdiendo de algo! ¡No sé, alguna dieta orgánica, un chamán perdido en plena Amazonía! ¡Lo que sea! ¡Tiene que haber alguna receta que pueda tomar!”
“Lastimosamente no es así…” Miranda negó, con gran pesar. “Estoy muy consciente de su voluntad de ayudarnos, señorita Takino. Sin embargo, esto se sale de mis manos.”
“¡He recibido esa respuesta un millón de veces!”
“Es porque no hay otra respuesta,” sentenció Fran, impaciente.
“¡Pero no puede ser! ¡Por favor, entiéndanme!” Tomo dejó su actitud demandante de lado y enseñó su más primitiva consternación y desesperación para ganar la comprensión de todas. “¡No quiero perderme de esta oportunidad de luchar con todas y ser fuerte y desarrollarme y tener momentos vitales y muy gratificantes! ¡Y si todas ustedes piensan tener un Heaven Arc donde se van al cielo y regresan overpowered más le vale que no me excluyan!”
“Ay, Tomo…” Reimu negó repetidamente por los disparates que decía.
“¡No, nada de ‘ay Tomo’! ¡Escúchenme, por favor!”
“Presiento que tiene una idea desproporcionada de nuestro rol, señorita Takino,” Miranda sonrió incómoda, y negó con pena. “Pero no hay nada que puedo hacer. De todos modos, estoy al tanto que usted es una amiga importante de algunas de nuestras HiMEs y exHiMEs, y si bien ello no envuelve pelear, le estamos sumamente agradecidas.”
“¡Pero yo-!”
“Ríndete, no harás cambiar nada con renegar,” dijo Fran, hastiada. “Es más. Alguien con este comportamiento no debería ser una HiME ni aunque tuviera la posibilidad. Sólo te queda esperar desarrollar la habilidad, porque nunca expondríamos a nadie que no pudiera hacerlo. Y entiende esto: estamos velando por tu bienestar.”
“Tsk…” lo sabía bien, y ya comprendía que no había más que decir. Detestaba esa idea de que había algún seleccionador mágico e incomprensible que no le había tocado, pero era evidente que no les cambiaría de parecer. “Ya… espero que sí haya oportunidad en algún momento…”
“Nuevamente lo sentimos, sólo le pedimos que sea paciente,” dijo Miranda.
“Ahora retírate. Nos toca hablar con sus compañeras,” recalcó Fran.
“Uhh…” a Tomo no le gustó que la echara porque bien podría quedarse ya que Reimu no iba a tener ninguna conversación personal, pero sólo con observar los impacientes ojos de la asistenta sabía que no iba a ser tolerada por más tiempo. Se encogió de hombros y caminó hacia la salida. “Bueno, buen día a todas, y gracias, supongo…”

“Eh, gracias por verme tan rápidamente luego de entregar mis documentos adicionales, directora,” se animó a decir Reimu después de que el asunto con Tomo se cerrara. “Espero que hayan podido considerar que necesito un poco más de ayuda para seguir asistiendo a Hanasaki, eh, sí no es mucho pedir.”
“Estuve revisando su petición y documentos personalmente, y estoy de acuerdo. También comprendo que la señorita Kirisame aquí presente se encuentra conviviendo con usted, y por ello quisiera aumentar un poco la beca y nuestra ayuda a ustedes,” dijo Miranda, de buenos ánimos.
“Hehe, ¿ves que sí se pudo?” le preguntó la rubia a su amiga, con una sonrisa.
“Y más bien… te he llamado aquí porque Fran detectó algo muy importante en usted…”
“¿Eh? ¿De qué se trata?” preguntó la miko, ladeando la cabeza.

Mientras que Reimu demostró ese gesto inocente y característico de una persona nueva en Hanasaki ante dicho comentario que bien podría significar muchos tipos de respuestas, todos los demás con la más mínima experiencia con el asunto de las HiMEs comprendían que ello sólo significaba una cosa específica. La brillante y traviesa sonrisa de Marisa empezó a torcerse en una expresión de un profundo shock, y Tomo dejó de avanzar luego de cruzar el umbral, para empezar a girarse en cámara lenta.

“Señorita Hakurei, tengo entendido que usted tiene el potencial de ser una HiME, y quería extenderle una invitación a cambio de mayores beneficios.”
“Eh… ¿ehh?” Reimu se asustó por dicha revelación.
“¡AHHHH! ¡MALDIT-!” Tomo no llegó a terminar ni regresar dentro de la oficina porque Fran le cerró las puertas en la cara y les puso seguro. Las cuatro personas en la habitación oyeron a la exPrincess renegar y exclamar mientras golpeaba las puertas desesperadamente.
“Ya se le pasará,” dijo Fran con indiferencia mientras regresaba a su posición usual.
“Y-yo… ¿HiME?” continuó la miko, sorprendida.
“Ahh…” por su parte, Marisa dio un pesado suspiro, sintiendo gran pena por Tomo.

Aquella muy improbable y cruel situación terminaría convirtiéndose en el inicio de otra odisea más dentro de Hanasaki.





Alrededor de media hora después, el grupo de Rizembool U se reunió en una de las cafeterías para disfrutar de un delicioso y cómodo desayuno antes de iniciar con la primera clase del día. Ellos se turnaron cuidando la mesa mientras iban a comprar sus respectivos desayunos y, antes de iniciar, Yukko volvió a notar un faltante en particular.

“Eh, ¿y Hotarumaru?” preguntó. “Pensé que dijo que sí vendría.”
“Tranquila, ya está por llegar,” le aseguró Tsurumaru, sonriendo con simpleza. “Comprendo muy bien aquel impulso que tienes por buscar a tu cosa adorable favorita, pero confía en que va a cumplir con su palabra.”
“Ya sabemos que es cumplido,” Mai asintió mínimamente. “Y sé que comprendes bien esa necesidad de Hanasaki-chan de aferrarse a un ser precioso y pacífico, Tsurumaru, como el pedófilo que eres.”
“Deja de decir eso, por favor,” él negó frustrado, y le miró con una sonrisa perspicaz. “Y a nadie engañas que él es tu propia cosa adorable favorita. No te hagas la inocente.”
“…” para variar, Mai hizo un puchero y se vio mínimamente molesta. “Me avergüenza saber que estés al tanto de mi debilidad. Sin embargo, como la propia Hanasaki-chan lo resolvió, no debería ser tan sorprendente viniendo de ti.”
“¡Exacto!” le levantó un pulgar.
“Uhh, no hablen como si fuera subhumana o algo…” se lamentó la susodicha.
“Y tampoco anden mencionando a Hotarumaru como un niño muy adorable. Me da la impresión que no siempre le gusta que le vean así,” agregó Hajime, impaciente.
“¿Por qué no? Es claramente una muy útil y afortunada cualidad,” observó Komaeda, animado. “También reconozco que Rai-kun posee diversas habilidades que lo hacen un miembro honorable dentro de Rizembool pese a su edad…” el peliblanco se abrazó a sí mismo y se sonrojó levemente. “Precisamente. Considerarme tan cercano a un ser tan prometedor que mantiene las esperanzas de nuestra institución en alto me hace sentirme desmerecedor…”
“Ehh…” Yukko sintió el impulso de retroceder lentamente ante esa perturbadora reacción del Rebel hacia el pequeño.
“Mira, ese sí podría ser un pedófilo,” observó Tsurumaru a Mai al apuntar al otro peliblanco.
“Pfft-” la chica lo encontró gracioso.
“Y pensar que ya tenía demasiado que aguantar de ti, maldito Komaeda…” Hajime comprimió sus puños.
“¡N-no me malentiendan!” este se alertó y se levantó para mover sus palmas hacia los lados a manera de desmentir la impresión que les había dado. “¡Sólo demostraba la gran admiración que tengo a seres funcionales de Rizembool en general! ¡Además que yo mismo me siento diminuto en comparación con todos ellos! ¡En ningún momento haría algo que pudiera hacer daño a esas personas ni me permitiría pensar en cosas turbias o insultantes hacia ellos! ¡Créanme!”
“Sí, ya te conozco lo suficiente para saber cómo eres,” Tsurumaru sonrió apenado. “Siéntate nomás, siento el mal rato.”
“Oh, no, más bien es un gran honor compartir el desayuno con todos ustedes,” Komaeda de inmediato tomó asiento y olvidó el previo inconveniente con rapidez. “Apenas conozco a nuestras encantadoras y brillantes chicas, pero ya sé que puedo esperar lo mismo.”
“Hemos realizado unos trabajos en conjunto con explosivos, así que sabes de mis dotes guerrilleros,” dijo Mai, indiferente. “Aunque Hanasaki-chan todavía es muy novata como para siquiera haber demostrado su valor hacia mí, así que tenle paciencia.”
“Claro, con gusto seré paciente.”
“Ehh…” Yukko sintió que eso le llegó al corazón.
“No digan esas cosas,” les reclamó Hajime, molesto y desvió su mirada. “Si estamos tocando ese asunto, yo también apenas inicio y no tengo ninguna habilidad especial.”
“Cierto, olvide mencionarte a ti,” Mai asintió y tomó un sorbo de su leche.
“¡Pero deja de rebajarnos!”
“Ohh, aunque yo sé lo funcional y dedicado que eres, Hinata-kun,” Komaeda juntó sus palmas y le sonrió con mucho gusto. “A estas alturas representas el potencial mismo y estoy convencido que me impresionarás, sin lugar a dudas.”
“Me gustarían más tus palabras si no tuvieran esa energía insana, stalker y demente que siempre traes contigo,” se quejó su amigo.
“¡E-ehh!” esta vez fue Komaeda quien sintió que las palabras le punzaron el corazón.
“¡Hahaha! Ya, no se anden apuntando mutuamente. Es momento de empezar el día,” les recordó Tsurumaru. “¡Oh! ¡Ahí viene nuestro Hotaru-bou!”

Los demás observaron al pequeño caminar hacia el grupo con su bandeja en mano y su mochila sobre sus hombros como siempre, pero esta vez traía consigo una espada atada a su cuerpo que estaba sujetada entre su espalda y su mochila, aunque ello no la camuflaba ya que el instrumento pese a ser curvo parecía ser hasta más alto que él. Aun portando dicha arma que hacía a muchos estudiantes voltearse y mirarle con gran confusión, el pequeño estaba con grandes ánimos y con una tranquila y ligeramente emocionada sonrisa que adornaba su rostro.

“Buenos días~” canturreó el niño. Él dejó su bandeja sobre la mesa e hizo un saludo militar. “Hotarumaru, reportándose~ Ehehe, hoy va a ser un hermoso día, ¿verdad~?”
“Sí, sin duda…” Yukko sonrió sonsamente al ver al pequeño radiante de alegría.
“Se nota que estás emocionado por tu primera práctica de kendo,” dijo Mai, quien se dio la libertad de acariciar los cabellos del pelicenizo una vez este se sentó a su costado.
“¡Sí! ¡Un montón!” le contestó con las mejillas sonrojadas. “¡Ya no puedo esperar a saber con quién me toca, pero sé que va a ser muy, muy divertido~! ¡Estoy muy feliz~!”
“…” Mai continuó acariciándole y le sonrió cálidamente al verse bajo el hechizo de su cosa adorable favorita, y terminó por asentirle. “Diviértete mucho.”
“¡Sí, muchas gracias, Mai-neechan!”
“Ohh…” Yukko observaba a los dos sumamente conmovida por la inmensa dicha del menor y el hecho que Mai continuaba mimando al pequeño que había tomado asiento a su costado. Yukko se deprimió un poco por no tener esa oportunidad y el hecho que Mai siempre terminaba por acaparar el niño de algún modo u otro, aunque supuso que le tocaba ser paciente y esperar su turno en algún futuro lejano.
“Debo admitir que esa espada que traes es impresionante,” dijo Hajime, observando el mango que sobresalía de uno de los hombros del pequeño. “Sólo ese mango tan largo me deja saber que es un arma difícil de maniobrar.”
“Sí lo es, pero en serio que es divertido,” le contestó Hotarumaru, manteniendo su amplia sonrisa. “Hehe, desde pequeño me han gustado los desafíos y es esta oodachi la que más diversión me ha dado durante mis entrenamientos.”
“¿Pero qué haces trayéndola?” preguntó Tsurumaru. “Pensé que Ikari-sensei te dijo que sólo ibas a portar espadas de práctica. Una batalla real es muy riesgosa para ti.”
“P-pues, quiero enseñársela a mi maestro, a ver si me dice algo…” Hotarumaru se avergonzó y bajó su mirada. “Supongo me parece muy bonita, y quiero que alguien más con mi misma preferencia por las oodachis me lo diga…”
“¡Hahaha! Ya, no te pongas así,” el mayor le revolvió los cabellos con fuerza. “Sólo curiosidad. Está bien que hagas lo que gustes, en serio. ¿Y a qué hora es la práctica?”
“Es a las once de la mañana, así que me alcanza a asistir a la primera de mis clases.”
“Eres un buen chico. Yo aprovecharía para faltar.”
“Ehh, que te vaya muy bien. Sé que lo será, pero no está de más desearlo,” dijo Yukko.
“Hehe, muchas gracias~” Hotarumaru le sonrió radiantemente.
“También me alegro mucho por ti, Rai-kun,” Komaeda le sonrió con mucho gusto. “Eres un pequeño que ha logrado adelantarse varios años a sus estudios y continúas presentándote como un ser tan prometedor para la humanidad.”
“Ehh, claro…” el pelicenizo ladeó su cabeza con confusión.
“No le hagas tanto caso,” le aconsejó Hajime mientras negaba repetidamente.
“Pero hablo en serio,” continuó el Rebel, inspirado. “Ahh, y pensar que este es apenas un inicio del desarrollo de una de tus muchas resaltantes habilidades, y que además de ser un genio seas también tan adepto para las peleas. Sin lugar a dudas alguien como yo tiene tanto que aprender de ti. Y también me emociona presenciar este momento tan importante en lo que bien puede ser el inicio de tu camino a convertirte en Rebel.”
“Ihh…” de repente, Hotarumaru sintió fuertes escalofríos y terminó retrayéndose. Ello le hizo perder sus rebosantes buenos ánimos del día y mostró una gran tristeza mientras bajaba su mirada. “No… no quiero ser un Rebel… espero que este entrenamiento no signifique eso…”
“H-Hotarumaru…” Yukko se afligió por verle tan perturbado, y sin duda no fue la única afectada por lo experimentado por el niño…
“Eres un mal elemento, Rebel…” declaró Mai, quien trajo a Hotarumaru hacia sí como una madre protegiendo a su pequeño de un desconocido.
“Largo de aquí, Komaeda,” sentenció Hajime, quien ni sintió la necesidad de ponerse a reclamar o dejar las cosas en claro. Simplemente quería que su problemático amigo se fuera.
“H-Hinata-kun, ¿a qué se debe esa reacción?”
“¡Eres un insolente por desanimar a nuestro amigo! ¡Esfúmate!”
“¡P-pero yo sólo-!”
“…con mucho derecho te crees de todavía quedarte, por más que insistas en que no vales nada…” Tsurumaru arrastró sus palabras con un tono grave y severo y miró intensamente a Komaeda. El asesor sonreía irradiando terror y peligro que terminó por causar que todos los demás le miraran con gran aprehensión. Luego de sus palabras, golpeó la mesa con ambas palmas a manera de levantarse, lo cual hizo que el Rebel se sobresaltara. “¿O es que acaso yo debo correrte personalmente de aquí?”
“¡P-piedad! ¡En verdad lo siento enormemente si he dicho algo indebido, Kuninaga-kun!”
“¡Tsu-Tsurumaru, está bien, tranquilo!” le suplicó Hotarumaru, quien se soltó de Mai para levantarse y agarrar al mayor de un brazo. “¡S-sólo me sentí inquieto! ¡No es nada para reaccionar así, por favor!”
“Será porque no es su primera falta del día,” Tsurumaru terminó por encogerse de hombros y miró al menor con una sonrisa más amigable. “Ya, siento asustarte. Creo que todavía no termino de descargar las molestias del último proyecto que acabo de terminar.”
“…” el pelicenizo asintió y desvió su mirada. “Lo entiendo, pero intenta controlarte o terminarás asustándonos a todos.”
“Haha, es un buen punto. Los demás no me conocen así,” volvió a revolverle los cabellos. “Y ahora tranquilo, porque si esto significara que vas a ser un Rebel, ya lo sabrías. Ikari-sensei te lo habría dicho personalmente. Además, sabes que él detesta la sola idea de verse envuelto con el asunto, por ello no tienes que temer.”
“Buen punto,” Hotarumaru sonrió aliviado. “Tiene sentido.”
“Ahora regresa a tu desayuno. En un rato necesitarás todas tus energías.”
“Hai~” fue de regreso a su lugar con rapidez. Tsurumaru también decidió tomar asiento y entonces notó que Komaeda le miraba atentamente y todavía con temor en su rostro.
“¿Hm? ¿Qué haces?” le preguntó.
“Kuninaga-kun… ¿tengo su permiso de quedarme?” le preguntó levemente retraído.
“Ah, ya veo,” agitó una mano para restar importancia a su previa reacción. “Tú tranquilo, que ya se me pasó el amargo. Haz lo que quieras.”
“¡Sí! ¡Me siento honorado!” le contestó con suma alegría.
“Pero mantente callado en lo que queda del desayuno… ¿has entendido?” terminó por agregar, mirándole brevemente con la previa intensidad que daría una gran impresión a cualquiera.
“…” Komaeda asintió y se vio perfectamente contento. Al no poder contribuir con la conversación, se limitó a empezar con su desayuno en silencio.
“Ah, creo que esto es divertido,” comentó Tsurumaru, viéndose muy entretenido y regresando a su usual actitud sosegada.
“No seas abusivo…” Hotarumaru negó.

Por otro lado, Yukko intercambió miradas confundidas con Mai y Hajime. Había sido una primera impresión de que efectivamente el asesor podía ser alguien que temer, lo cual había sido predicho por Mai y advertido por Hotarumaru. De entre ellos, Yukko sintió unos leves escalofríos porque ese cambio de humor de uno de sus trolls personales parecía ser un completo cambio de personalidad al punto en que casi se cuestionaba sobre la cordura del peliblanco… bueno, de los dos peliblancos, si se ponía a pensar, pero en fin…

Ella decidió regresar a su bandeja y en poco tiempo el pelicenizo inició otra conversación para despejar el ambiente y animarlos a todos. De ese modo, el grupo terminó regresando a un mayormente agradable y normal desayuno mientras que Komaeda se mantuvo gustosa y obedientemente en silencio hasta el mero final.


Habían transcurrido ya más de cuarenta y cinco minutos desde que Tomo fue cruelmente expulsada de la oficina de Miranda y Osaka finalmente llegó a darles el alcance a las chicas después de enterarse de las últimas noticias del caso. Al llegar a la pequeña sala frente a la oficina de la directora, se encontró con Tomo y Marisa, quienes le miraron de inmediato, aunque la primera terminó por desviar su mirada.

“Osaka, qué bueno que ya llegaste,” dijo la rubia.
“Sí, hubiera querido estar desde temprano, aunque vivimos lejos,” le contestó. “Tomo-chan, ¿estás bien? Te ves de mal humor.”
“Uhh, esto no es justo…” Tomo sintió un tic en la ceja. “Y ahora me duelen las manos.”
“Sí, por eso salí. No puedes hacerte tanto daño,” le recordó Marisa. “Pero ya lo hablamos, y no puedes dejar que una pesadilla te logre convencer que debes ser una HiME. No tiene sentido.”
“Sí, sí, ya entiendo eso,” resopló.
“¿Pesadilla?” Osaka ladeó la cabeza.
“Ehh, Tomo coincidió tener una pesadilla de HiMEs siendo geniales y peleando como para venir a reclamar ser una HiME a Miranda, para que luego ella le diera las noticias a Reimu,” resumió.
“Ohh, ya veo…” la recién llegada asintió. “Sí imagino que no te lo has tomado bien, Tomo-chan. Pero también hay que alegrarnos por Reimu-chan, ¿no te parece?”
“¡No, cállate!” le reclamó. “Esta era mi oportunidad y ahora Reimu que me hace la vida imposible se va a llevar mi ticket al protagonismo. ¡Por eso digo que no es justo!”
“Vamos, ya fuiste Princess. Por eso mismo fue que te dije que lo fueras hace tres años,” le recordó su amiga. “Y nos divertimos un montón, ¿recuerdas?”
“Uhh… pero no es lo mismo…”
“Ya, ya pasó…” Osaka dio a Tomo unas palmaditas en la cabeza, quien le miró con molestia. “Ahora esperemos a que Reimu-chan salga. Por mientras, puedes ir contándome sobre tu sueño. Seguro que fue genial.”
“Sí, para ti sí, por tu protagonismo y por volver a ser la Deus ex Machina por segunda vez consecutiva,” dijo a regañadientes.
“Hehe, también entiendo que las HiMEs pasaron por un Heaven Arc de entrenamiento en las nubes o algo así,” Marisa sonrió. “Si algún día eso fuera a ocurrir, nos volvemos a apuntar a ser HiMEs, ¿de acuerdo, Osaka?”
“¡Ohh, sí, suena divino!”
“¡Ahh, no se atrevan, malditas! ¡No me dejen sola!” les reclamó la exPrincess.
“Hahaha, sólo bromeaba, tú tranquila…”





Reimu había estado principalmente oyendo sobre todo lo que Miranda y Fran tenían que decirle con respecto a lo que significaba ser una HiME, tanto en las habilidades como en los riesgos y sacrificios incluidos. Ella ya había podido oír bastante de Marisa, Cho y Osaka, además de haber presenciado la dedicación y aquella batalla de Youmu. Sin embargo, oírlo de una voz distinta y especialmente de la propia líder de Hanasaki que tenía un punto de vista maduro y centrado sí pintaba una imagen diferente y más compleja. Era aventurarse a lo desconocido y correr un riesgo opcional y muy real, y pensaba que lo mejor sería agradecer el incremento de la beca que tenían para ella y rechazar ese gran compromiso.

Pero el motivo principal por el cual la reunión se había alargado era porque la miko le había pedido a la directora que le dijera cuánto iba a recibir de remuneración en caso de que aceptara, y también en caso contrario. Si bien el segundo escenario sí le proveería de suficientes ingresos como para vivir de manera más cómoda, ello continuaría siendo insuficiente para llevar a cabo algunos trabajos de emergencia que la infraestructura de su templo necesitaba. Reimu tampoco podía contar con su familia enviándole más ya que entendía que ellos también tenían sus propias responsabilidades con sus otros templos.

En cambio, el otro lado de la moneda pintaba un mundo ideal que ni se hubiera planteado. Miranda llegó hasta a ofrecerle una beca completa y que su beca actual se iría directamente a financiar las reparaciones de su templo, para incluso continuar con ese plan en los próximos semestres en que Reimu siguiera siendo estudiante de pregrado en Hanasaki. Reimu tuvo que preguntar si la directora iba en serio más de una vez hasta quedar convencida del caso. Nunca habría esperado lo importante que era para Hanasaki conseguir a más HiMEs y velar por el bienestar de su campus y cuerpo estudiantil, aunque el más reciente ataque en Hanasaki sí le había transmitido el mensaje de que Rizembool era de temer.

Reimu se había sorprendido sonriendo a sí misma mientras pensaba en su vida con esa cantidad de dinero. Ello solucionaría todos sus problemas y podría cumplir su sueño de renovar dicho templo sagrado y volver a esparcir la fe y espiritualidad ni bien volviera a hacerse conocido. Incluso podría ver si en algún futuro cercano podrían organizar un festival modesto, además de todas las ceremonias de fin de año que fácilmente atraerían a gente de toda edad, o hasta a extranjeros.

Pero de inmediato se detenía y se preguntaba a sí misma: ¿esto lo justificaba? ¿Era razonable y aceptable participar en una guerra por velar por un templo? La miko no sabía qué responderse al respecto y sintió un vacío y conflicto interno mientras se decidía si sus convicciones eran válidas, o si sólo se encontraba pensando bajo algún inaceptable materialismo humano…

“Entiendo que esto es mucho para evaluar tan repentinamente. No se sienta obligada a darme una respuesta inmediata,” dijo Miranda, con paciencia y leve inquietud. “También comprenda que es aceptable e incluso recomendable que usted vele por su bienestar y rechace esta oportunidad. No quiero forzar a ninguna HiME. Eso se trata únicamente de mi propio deber de cuidar a Hanasaki y también de apoyar a las HiMEs que han hecho posible nuestra supervivencia.”
“S-sí, lo sé, lo entiendo,” Reimu asintió y sonrió incómoda. “Ehh, perdón, pero siento que no podré dar una respuesta definitiva ahora.”
“Lo sabemos. Por favor, tómese el tiempo que necesite.”
“Muchas gracias, directora. Le dejaré saber lo más pronto posible. No pasará de esta semana,” Reimu se levantó. “Con permiso.”

Dio una reverencia y se dio media vuelta para retirarse. Ella sintió todo el peso del mundo sobre sus hombros de un momento a otro. Era una decisión muy importante, pero curiosamente no le aterraba. Tal vez seguía siendo muy joven como para pensar en el peligro de una manera mortal e intensa, y se conocía lo suficiente para saber que no se dejaría intimidar por algún chico conflictivo de Rizembool. Reimu siempre había sido valiente y aventurera pese a su deber y responsabilidad como miko, y comprendía que su actitud temeraria hacia las cosas podría terminar por jugarle una mala pasada, especialmente con una decisión como la presente.

Le tocaría meditarlo y revolverlo un poco más dentro de sí antes tomar una decisión.


El día continuó avanzando y el reloj marcó cuarto para las once de la mañana una vez Cho y Kashuu llegaron a su destino. Pese a tener clases al igual que los demás días, la HiME había optado por faltar porque ella y su arma habían terminado por coordinar con Ryoji el día anterior para un corto paseo en un mall cercano a manera de enseñar a Kashuu el mundo exterior y también conseguirle algunas mudas de ropa y otros artículos personales. Si bien le había tocado pedirle a Ayesha que tomara notas en su lugar, la peliceleste decidió priorizar a su arma por el presente día porque el pobre había tenido que acompañarle los anteriores a todos sus cursos y todavía era bastante dependiente de ella, aparte que tener a un amigo con quien había congeniado bien darle una mano en conseguir ropa para chicos y acomodarle era casi un regalo del cielo.

“Bien, llegamos temprano,” dijo Kashuu, quien sacó su celular para confirmar la hora, y sonrió con aprobación. “Es la etiqueta que debemos seguir, de todos modos.”
“Sí, realmente me sabría mal llegar tarde,” Cho asintió.
“Y parece que todos en casa tienen la misma mentalidad.”
“Bueno, Roxas y Osaka en su momento solían ser un poco descuidados y tardones, pero felizmente ya han ido cambiando.”
“Supongo no me sorprende,” Kashuu se encogió de hombros y negó con una sonrisa frustrada. “Tu prima es una persona bastante especial y el key claramente se ve muy incompatible contigo. Puede que sea un caso perdido.”
“Ehh…” Cho dio un suspiro. Realmente quería saber qué tenía su arma contra su hermano.
“Aunque al menos los demás parecen que te ayudarán a mantenerlos en forma.”
“S-supongo…” la HiME revisó su propio celular donde no había notificaciones recientes, aunque sí había recibido las más recientes noticias de parte de Marisa y las propias desmedidas y emocionadas reacciones de Osaka al respecto. Cho casi deseaba correr de regreso a Hanasaki para encontrarse con Reimu y preguntarle al respecto, aunque al mismo tiempo sabía que la miko era una persona centrada y responsable, aparte que ya tenía bastante compañía. “Me cuesta un poco creer que Reimu pueda ser una HiME.”
“Sí, ¿verdad? Aunque sin importar de quién se trate, sería una gran sorpresa,” opinó el arma, quien miró animado a su HiME. “Pero yo pienso que son buenas noticias. Tendrás otra compañera HiME de la cual apoyarte y con quien cooperar, y pienso que ella es precisamente tu amiga más apta para el rol de las que conocí durante el fin de semana.”
“No puedo negarlo, pienso igual,” Cho sonrió torpemente. “Aunque me sabe un poco mal decirlo porque no hay que tomarlo con ligereza.”
“La labor de tomárselo de algún modo no es tuya, aruji. Te relevo de aquella inquietud,” dijo amablemente, aunque con un dejo de cansancio. “Sólo veremos qué sucede y seremos aliados si se anima. No hay por qué darle mayores vueltas al asunto.”
“E-es verdad,” Cho asintió y desvió su mirada. “En verdad me ayudas a poner las cosas en perspectiva… sí me complico demasiado.”
“Entonces mi rol incluye despejarte un poco,” concluyó el arma con una sonrisa confiada y a gusto al sentirse útil y necesario. “Cada vez me convenzo más que somos un buen dúo.”
“Hehe, pienso que sí,” la HiME rió un poco, aunque ella sentía que era un poco injusto no tener nada que ofrecerle a cambio.

En ese momento, los dos vieron a Ryoji correr hacia ellos un poco apurado.

“¡Perdonen la tardanza!” se disculpó al darles el alcance con una reverencia.
“No te inquietes,” Kashuu se encogió de hombros. “Era para reunirnos a las once. Sigues temprano.”
“No se trata de eso,” el ojiazul se recobró y sonrió pícaramente. “Sin importar qué tan temprano sea, uno no deja a una damisela esperando.”
“E-esto no es una cita ni nada…” Cho se incomodó y movió sus manos.
“Hm…” y Kashuu alzó una ceja. “Si lo pones de ese modo, entonces sí. Estás tarde, tardísimo, eres una escoria de la humanidad. Vámonos, aruji.”
“Kashuu, no reacciones así,” Ryoji se alarmó.
“Te lo dije, ¿cierto?” le preguntó el arma, entrecerrando los ojos. “Mi aruji está fuera de tus límites. Acordamos sobre ello ayer.”
“Ya lo sé, pero no duele un poco bromear al respecto. Es mi forma de ser,” contestó con ánimos. “Te prometo que trataré a Cho con el mismo respeto que con cualquier otra damisela.”
“Me da la impresión que tendría que conocer a gente cercana a ti antes de saber cómo tomar tus palabras… pero en fin…” Kashuu se encogió de hombros y decidió olvidar el problema. “¿Cuál es el plan de hoy?”
“Sé que tienen un par de clases que atender después del almuerzo, así que nos concentraremos en buscar ropa y algunas cosas fundamentales. Menos mal que estamos justo en el momento en que abren las tiendas, así que no habrá mucha gente,” describió el anfitrión. “Confía en mí, te vas a divertir mucho. Oh, y Cho también, claro. ¿Quisieras que te ayudemos a buscar algo para ti también? No sé, puede ser artículos de belleza, sombreros de paja, hermosos vestidos blancos de tela fluida y delgada con los que caminar descalza por la orilla del mar~…”
“¡Q-qué cosas dices!” la HiME se escandalizó, visiblemente avergonzada. Le apenaba que Eureka no estuviera presente ya que ella rápidamente lo pondría en su lugar.
“Compórtate y no forcemos a mi aruji a algo sacado de alguna fantasía tuya,” el arma miró al otro chico con recelo y negó frustrado. Ya comenzaba a hacerse la idea de que su nuevo amigo era alguien coqueto, aunque mayormente inofensivo. “Pero sí concuerdo con la parte de artículos de belleza. Yo quiero conseguir algunos para mí, por lo cual mataremos a dos pájaros de un tiro.”
“Entendido~” Ryoji movió dos dedos para indicar que comprendía las órdenes. “Podemos comenzar con eso. Síganme, conozco justo la tienda con mayor variedad.”

De ese modo, los tres se aventuraron dentro del mall donde recién comenzaban las operaciones del día. Esa sería una experiencia bastante divertida y relajante para Kashuu, y sin precedentes para la HiME, al saber que claramente era la menos emocionada con la idea.


Hotarumaru tuvo que salir un poco temprano de su clase para dejar sus artículos escolares en el laboratorio de Ikari-sensei y también vestirse con una indumentaria para la práctica, y fue con rapidez al dojo indicado en su correo para no llegar tarde.

El pelicenizo estuvo parado frente a las puertas cerradas de dicho dojo cinco minutos antes de la hora, en medio de un área de dojos y gimnasios donde sin duda muchos Rebels entrenarían. A pesar de estar bajo la luz del sol y sentir una suave y refrescante brisa, el silencio y presente responsabilidad de iniciar un tan esperado y desconocido entrenamiento ejercía presión sobre sus hombros. Hotarumaru se sentía absorbido por el momento. Sabía que sus expectativas serían superadas, y que se encontraba ante el primer instante en el cual se sentiría desafiado y diminuto en lo que vendría a ser un entrenamiento de kendo. Debido a ello, tenía sentimientos encontrados e inmersos en una gran incertidumbre… aunque en medio de todo poseía una sorprendente alegría y sonrió animado y decidido a seguir adelante.

No iba a hacer a su futuro instructor esperar por más tiempo, por lo cual abrió la puerta e ingresó a aquel dojo reservado para la práctica. Hotarumaru había considerado en de inmediato ir hacia los lockers al costado donde dejar sus artículos personales, pero luego de cerrar la puerta y observar a la persona al fondo del ambiente de práctica terminó casi hipnotizado por la indescriptible aura de su futuro maestro.

Observó a un señor de cabellos azabache emplear unas ropas blancas y estar sentado en el piso, con los ojos cerrados en un profundo estado de meditación. Frente a él estaban dos bokuto muy largas con las cuales se realizaría la práctica. Sin embargo, la atención de Hotarumaru se terminó por desviar a una oodachi frente a las rodillas del adulto.

“Ohh…” los ojos del pequeño brillaron de asombro al observar a aquella tremenda arma que prácticamente desvanecía a la suya en comparación de tamaño y volumen. Era una espada sumamente larga que sobrepasaba más de dos metros con el mango incluido, y que parecía impráctica y quizás imposible para el uso humano. Hotarumaru terminó acercándose a un paso lento, aunque rítmico y animado, como un niño curioso y cautivado por un muy brilloso insecto en un arbusto cercano.

Entonces, a mitad de distancia, el pelicenizo se detuvo de golpe y pasó a recordar un detalle muy importante sobre la espada que observaba. De entre todas las oodachis más largas todavía en existencia, esa en particular era muy improbablemente utilizada con suma destreza por el propio líder de la exaltada familia Kotetsu. Ello le hizo levantar la mirada hacia la persona que seguía en meditación y le hizo congelarse. No podía ser…

“I-imposible…” musitó con gran sorpresa.
“¿Oh?” finalmente, el mayor abrió sus ojos dorados y observó a ese curioso pequeño que se sobresaltó por ser dirigido la mirada. “Comprendo que me distraje demasiado y no detecté tu ingreso. Mis disculpas.”
“Eh…” Hotarumaru se quedó en blanco momentáneamente y terminó por negar con rapidez e inquietud “N-no, más bien perdón por acercarme sin decir nada… ehm…” miró al piso y luego hacia la persona, repetidamente por no saber qué hacer. “Y-yo… usted…”
“Introducciones están en orden,” Taroutachi señaló el espacio frente a él con una palma. “Toma asiento.”
“S-sí,” asintió y le obedeció, aunque mantuvo una distancia al no recobrarse de la sorpresa. Por sentarse, Hotarumaru tuvo que desatar su espada, la cual dejó a su costado.
“Esa oodachi, permíteme verla.”
“A-aquí tiene,” le respondió con leve apuro y terminó por extenderle su arma. El mayor la tomó para observar los detalles del mango y la vaina, y también la desenvainó lentamente y fijó su mirada en el acero y el filo. Su inspección habrá tomado alrededor de dos minutos durante los cuales Hotarumaru le miró con curiosidad y cierta expectativa de su veredicto.
“¿Cuál es tu nombre?” terminó por preguntar.
“H-Hotarumaru Rai,” dijo.
“…” asintió en lo que envainaba la espada. “Rai, este es un tesoro invaluable, un arma que además de ser letal cuenta con una belleza y complejidad de forjado que no podrías encontrar en el presente,” terminó de guardar el arma y se la extendió. “Te pido que lo cuides con todo tu ser.”
“Sí, lo haré. Gracias por su observación,” asintió y recibió su oodachi de vuelta. El pequeño sonrió un poco al comprender que no era el único que la consideraba sumamente inigualable.
“Mi nombre es Taroutachi Kotetsu y seré tu instructor de kendo las próximas sesiones, si lo considero prudente,” se presentó con paciencia, solemnidad y algo de severidad.
“U-usted sí es aquel señor Kotetsu del cual he oído hablar,” dijo el niño, asombrado.
“¿Has escuchado sobre mí?”
“¿Cómo no lo habría hecho? Dicen que su dominio sobre su oodachi no tiene precedentes, y que antes de usted nadie nunca la pudo dominar,” narró el pequeño, sonriendo ampliamente y con energías. “No puedo creer que me encuentro frente a usted.”
“Aprecio tu punto de vista, pero no dejes que tus impresiones personales te distraigan de nuestra meta. Estamos aquí para entrenar y soy tu superior. Aquello es lo único importante por ahora.”
“S-sí, lo comprendo,” asintió un tanto sorprendido. Podía sentir gran seriedad y severidad de dicha persona. Ello era algo nuevo para él, ya que pese a que Ikari-sensei era del mismo modo parecía comprender que los dos tenían distintas formas de serlo. “Eh, si no es una imprudencia preguntar… ¿cómo así Ikari-sensei contactó con usted?”
“Gendou y yo somos colegas y estudiamos juntos durante la secundaria,” contestó con simpleza. “Yo fui un Rebel en mi juventud.”
“Rebel…” se sorprendió y bajó su mirada con preocupación, lo cual fue detectado por el otro.
“A ti no te gusta la idea de convertirte en uno, como puedo apreciar.”
“Hm,” asintió, cabizbajo. “Me da nervios pensar en ello.”
“Yo tuve la misma curiosidad con respecto a ti, por el pedido de tu maestro de entrenarte,” comentó, notando que tenía la atención del niño. “Gendou no lo desea de momento. No obstante, no es ninguna garantía sobre el futuro, pero debe ser mínimamente reconfortante para ti.”
“Lo entiendo…” asintió, con lentitud, y alzó su mirada. “Mantengo la fe que Ikari-sensei no desearía colaborar con los presentes Rebels tampoco. Él parece detestar la idea.”
“No me sorprendería, le conozco,” Taroutachi le miró y supo que el pelicenizo se encontraba más animado, aunque parecía estar meditando profundamente. “¿Sucede algo? Presiento que mi pasado como un Rebel no han sido noticias agradables para ti.”
“N-no, no es eso… en verdad…” Hotarumaru negó y le miró fijamente, sonriendo. “Todo esto me deja saber que usted es fuerte, muy fuerte. Me alegra saberlo.”
“…”
“Este es claramente un desafío para mí, y una gran oportunidad…” dijo, mientras contenía un sentimiento intenso que empezaba a aflorar en él. Hotarumaru comenzaba a ser poseído por aquella gran fuerza y decisión al comprender la valla tan alta que le iba a tocar alcanzar, y su sonrisa se contagió de dicha intensidad y desconcertante inspiración. “Usted siendo ese maestro del cual he oído hablar… y también un exRebel… es agradable.”
“Ya veo…”
“Muchas gracias por este momento, no le decepcionaré…” hizo una pronunciada venia y volvió a encararle con sus rebosantes energías. Sonrió desafiantemente. “Heh, espero dentro de poco tener un enfrentamiento serio contra usted, con nuestras verdaderas armas. Probar mi valor, demostrarle mi habilidad… llegar a su nivel…”
“¿Hm?” alzó una ceja, mínimamente intrigado. “Sigues siendo un niño. Apenas nos hemos conocido. Por ello, no sabes de lo que estás hablando. Me atrevería a decir que tu comentario no es más que insolente.”
“No le culpo por pensar en ello, seguro me lo merezco,” Hotarumaru asintió, sin borrar su sonrisa que demostraba confianza y emoción infantil. “Pero sí sé lo que digo, porque yo soy fuerte, y puedo serlo aún más. Tengo el talento, la voluntad, la meta, y haré lo que sea para probarle todo ello. Mi deseo es ser más fuerte que cualquiera en Rizembool, que cada Rebel existente, y esta decisión y metas desproporcionadas son las que me han mantenido superando todos los desafíos desde que tengo uso de razón. Por ello…” sus ojos brillaron. “No hay nada que puede detenerme.”
“…” Taroutachi cerró sus ojos momentáneamente, y sonrió para sí por un instante antes de regresar a su inmutabilidad y observar a su futuro discípulo. “Creo comprender este sentimiento. Puede tratarse de un simple, aunque poderoso, deseo de alcanzar más allá de tus límites y de abrirte camino ante toda adversidad… aunque me pregunto si no posee al menos una pizca de imprudencia e ignorancia. En cualquier caso, me reservaré a juzgarte de lo que observaré en las próximas sesiones. Si te considero valioso, entonces me volveré en tu instructor permanente.”
“Juzgarme…” ello pareció agarrar a Hotarumaru de sorpresa, y él ladeó su cabeza.
“Preséntate ante mí como la persona que eres. Tú no puedes engañarme. Y no aprobaré incompetencia ni falta de convicciones. Si tú realmente vales todo lo que has dicho, lo veré.”
“Eh…” vio al mayor agarrar las dos espadas de madera con una mano y levantarse. El pequeño se sintió diminuto ante la impresionante altura y corpulencia de su instructor y percibió algo de intimidación por dentro. Ello era nuevo, y notoriamente refrescante.
“Así que ponte de pie. Empecemos nuestra primera lección.”
“Sí…” Hotarumaru se levantó, y tuvo que reaccionar con rapidez ya que el mayor le lanzó una de las espadas.
“Demuéstrame lo que has aprendido hasta el momento.”
“¿E-en serio?” no había esperado iniciar con un enfrentamiento y miró a esa espada de práctica en su mano con perplejidad.
“Comencemos.”

« Last Edit: December 04, 2017, 10:51:12 AM by Cho »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #343: December 03, 2017, 08:46:38 PM »

Hello gals <3

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






Sayi :: 0 palabras
Shura :: 0 palabras
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Deidara :: 0 palabras
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Cho :: 22392 palabras
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Eureka :: 0 palabras
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Haruhin :: 1864 palabras
Mery :: 0 palabras
Ekha :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Arence :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...
« Last Edit: December 03, 2017, 08:58:36 PM by Sayi »

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #344: December 11, 2017, 11:00:00 PM »
Segunda parte. Muchas gracias a Sayi por los icons~

44.2.




Después de aquella impredecible reunión con Miranda, Reimu había salido para encontrarse con Marisa, Osaka y Tomo, y luego de ignorar los lloriqueos de la última, se limitó a pedirles que hicieran una reunión a la hora del almuerzo para hablar del asunto, ya que primero quería aprovechar sus clases de la mañana para digerir la revelación y procesarlo en su mente.

De ese modo, pasaron unas pocas horas hasta que todas se juntaron para hablar. Luego de oír las noticias, Youmu, Hotaru y Ayesha también fueron a encontrarse con ellas a manera de tener un almuerzo de chicas en donde escuchar las inquietudes de la candidata a HiME.

“Me sorprende enterarme de estas noticias,” dijo la peliblanca, todavía un poco impresionada por aquella revelación. “Sin embargo, considero por tu personalidad reflexiva y calmada, y tus dotes de deportista por ser parte del club de atletismo que tienes gran potencial para HiME.”
“D-debo admitir que también,” Hotaru sonrió tímidamente y desvió su mirada. “Bueno… no puedo hablar tan ligeramente. Sé que es una decisión difícil y no quiero presionarte.”
“Lo entiendo, no te incomodes,” Reimu asintió, sonriendo. “Yo también algo ando inquieta por todo esto. Es tan repentino, y en verdad no sé por qué lo estoy pensando tanto si nunca hubiera aceptado antes de hoy.”
“No te hagas, todos sabemos por qué,” Tomo rodó los ojos, impaciente. “Es por el dinero.”
“Pero tiene mucho sentido,” dijo Ayesha, quien juntó sus manos sobre su pecho y sonrió pacíficamente. “Es un dinero que será utilizado para el bien absoluto de velar por un templo espiritual que puede traer dicha a muchas personas. Reimu está realizando un sacrifico divino.”
“Tsk…” la exPrincess chasqueó la lengua y se ahogó las náuseas por esa interpretación tan inocente de parte de la otra. “Claro, lo que digas, pero en general también es dinero de uso personal. Y ahora que lo pienso, en ningún momento vi a Cho, u Osaka, o Youmu aquí pedir una remuneración así por ser HiMEs.”
“Es cuestión de principios, y pienso que una beca más una habitación en la mansión HiME es más que suficiente para mí,” Youmu se cruzó de brazos, impaciente.
“Oh, yo no necesito dinero, lo hice de buena fe,” Osaka sonrió ampliamente. “Además mi papá es el dueño de una gran empresa en Japón así que dinero es lo último que me falta…”
“¡Pues bien por ti!” gritó su amiga, colérica, haciendo que Osaka se estremeciera.
“E-estoy consciente que algunas HiMEs sí han pedido varios bienes personales a cambio, aunque sin duda depende de cada caso,” dijo Hotaru, pensativa.
“En verdad que depende de cada caso,” Marisa asintió. “Yo también pedí una mesada en mi época. Nada como lo que le andan ofreciendo a Reimu, claro, pero sí me ayudó, y en parte fue lo que me permitió huir de casa en un inicio.”
“Si tan solo tuvieras ese dinero disponible ahora no estaríamos en este dilema,” dijo Reimu.
“O-oye, ni aunque todavía lo tuviera te lo daría para tu templo. Sería dinero de emergencia personal… que ya usé, así de sigo dependiendo de ti,” dio un suspiro.
“No me parece que te andes deprimiendo y quejando como la inquilina que eres,” la miko entrecerró los ojos.
“En fin, pienso que nos hemos distraído,” Youmu dio un suspiro. “Estamos aquí reunidas para ayudarte a poner las cosas en perspectiva, Reimu. Aunque, si me permites, si no te ves cometida a la causa de Hanasaki y más estás pensando en la recompensa, puede que sea lo mejor para ti rechazar la oferta.”
“Eso fue muy directo, Youmu,” mencionó la miko, quien sonrió frustrada. “Tienes razón. Lo que te une con Cho y con muchas otras HiMEs es que pensaron en primer plano en el conflicto y en lo que podían hacer para dar ayuda a Hanasaki ante el ataque de los Rebels. No voy a decir que no me importa lo que acaba de suceder y los daños y pérdidas humanas en el último ataque. Creo que todas desearíamos que nada de esto sucediera.”
“Cierto,” Ayesha asintió, afligida. “Vivimos en un mundo muy incierto. Sólo me alegro de que mi Nio esté estudiando en middle school y lo suficientemente lejos de esta universidad.”
“Pero también he estado meditando y sacando cálculos personales durante mis clases de hoy,” Reimu negó y dio un pesado suspiro antes de continuar. “Llegué a esta ciudad para cuidar del templo que mi familia me encargó, el cual espero revivir y reconstruir para cumplir con mi propio rol en la sociedad, pero en las presentes condiciones no soy capaz de hacerlo. Apenas puedo hacerlo habitable para mí, aunque sigue estando muy vulnerable al medio ambiente y requiere de un mantenimiento urgente y especializado que cuesta demasiado dinero. He estado pensando en el dinero que me envían mis padres además de la beca que la directora me ofreció sin ser HiME, y ello con las justas me permitiría vivir de una manera menos frugal, y a lo mucho reponer algunos instrumentos de limpieza… de ello viene mi presente dilema.”
“Aun así…” Youmu se preocupó. “Piensa bien en lo que dices. Comprendo que tu vocación no es del todo caprichosa. Sí tienes motivos válidos y buenos principios, pero temo que vas a poner demasiado en la línea de fuego si te arriesgas, sobre todo por algo que termina siendo secundario para ti.”
“Pues, siento decirlo, pero pienso igual,” Marisa asintió. “Como una exHiME, esta experiencia fue un poco sacrificada de vez en cuando, y mi envolvimiento terminó por importunar a varios de mis amigos en aquel entonces. Felizmente no tuve nada que lamentar, pero yo fui suertuda,” su sonrisa se contagió de tristeza y desvió su mirada. “Todas conocemos más de una historia de alguna HiME que sí lo lamentó bastante…”
“Es verdad…” Osaka asintió. “Yo también pienso que tuve mucha suerte…”
“Pff, obviamente tú sí, Osaka,” Tomo se impacientó. “Con poderes gratis que nunca descontrolaste, ni una batalla seria y un Rebel todopoderoso del cual te volviste amiga y te dio protagonismo para el final. Estoy segura que más de un rico pagaría para tener the Osaka experience en esta guerra.”
“N-no sólo son las HiMEs…” Hotaru bajó su mirada a sus manos comprimidas que yacían en su regazo. Ella nunca olvidaría a su querida amiga de la secundaria. “Una compañera se vio envuelta en el pasado durante el enfrentamiento… y pereció. No sé los detalles sobre cómo terminó siendo apuntada por Rizembool, pero es evidente que muchas personas inocentes cercanas a uno pueden verse envueltas…”
“Entiendo…” Reimu asintió, con seriedad.
“Pero ello sucedería si es que Reimu-chan fuera a aceptar o rechazar, y no es culpa de la HiME en sí. Son sólo circunstancias,” Osaka asintió, decidida. “Tampoco podemos culpar a todos los Rebels, de eso estoy segura,” ella bajó la mirada. “Yo sé que Billy no era una mala persona. Sólo tuvo muy mala suerte…”
“¿Billy?” Youmu se vio confundida.
“El primer Rebel de Cho. Osaka lo llamaba así,” Tomo se encogió de hombros y decidió no ponerse a narrar esa enredada historia. Ella terminó por dar un frustrado suspiro. “Ahh, ya, aburren. No se pongan dramosas. Estoy segura que esta tonta espiritual comprende bien el riesgo personal de la guerra, y que seguro que se anda perdiendo de detalles por ahí. Además, que gente se puede ver envuelta en sus peleas. Ello sucedió con Youmu el otro día, ¿no recuerdan?” se encogió de hombros. “Ya, no soy exHiME ni estuve propiamente en el bando de Hanasaki la vez anterior, pero aun en mi caprichosa decisión de ser Princess para no quedarme atrás vi un sinfín de HiMEs y Princesses y Rebels y lo que sea sumándose a la batalla sin un claro motivo, y al menos puedo decir que Hanasaki es distinto a Rizembool porque te permite dar un paso hacia atrás si las cosas van muy mal,” luego de esa apurada explicación, Tomo dio un profundo respiro para recuperar el aliento y puso sus palmas sobre la mesa. “El punto es que, si bien detesto admitirlo, esta miko parece la HiME más cuerda que he conocido en toda mi experiencia y ella de entre todas ustedes malditas suertudas, overpowered y con mesada cortesía de Miranda va a saber salirse de su agujero. Tampoco digo que lo haga, sólo que pienso que puede tomar una decisión remotamente sabia, ¿han entendido?”
“Hahaha, puedo sentir el dolor en tus palabras, Tomo,” bromeó Marisa, animada. “Aunque sí, tiene mucho sentido. Dejemos ahora que Reimu tome su sabia decisión, sin importar qué sea.”
“Es muy cierto. No estamos aquí para decirle qué hacer. Un consejo nunca es una orden,” Ayesha sonrió. “Y tengo mucha admiración a Reimu como una dedicada miko y voz de sabiduría. Sin importar qué decisión tome, sé que mi impresión de ella no cambiará.”
“Es verdad. Te apoyaremos también con tu templo, te lo prometo,” dijo Hotaru, más animada. “Después de todo, no sólo es el dinero. No hay mucho que sólo una persona puede hacer por una estructura de ese tipo.”
“¡Yo también me apunto!” exclamó Osaka, levantando su mano. “Y estoy segura que todos en mi casa también estarían muy contentos de ayudarte, Reimu-chan.”
“Ehm, no se olviden que yo también ando por ahí…” dijo Marisa.
“Tú no cuentas,” comentó Reimu, por lo bajo.
“¡Pero sí te ando ayudando!” le reclamó.
“Sólo bromeo~” restó importancia ondeando su mano y pasó a sonreír. Era interesante cómo la conversación se había paseado como una montaña rusa, con tantas subidas y bajadas, y vueltas mortales incluidas. Era una imagen demasiado compleja, y pese a oírles mantenía la incertidumbre de la situación, aunque también era inevitable. “Muchas gracias a todas. Lo voy a considerar más y les avisaré qué decido.”
“Te ofrezco mi ayuda en caso que fueras a aceptar,” declaró Youmu, firmemente.
“Sí, y de paso le avisas a Cho. Las HiMEs deben mantenerse juntas,” Reimu sonrió con ironía, y pasó a mirar a Tomo. “Y reconoceré tu apoyo también, gracias por tus palabras.”
“Tsk, sólo andaba cortando la palabrería. Creo que todas aquí sabemos qué vas a decidir, de todos modos,” Tomo se cruzó de brazos.
“Hehe, al menos te felicito por dejar tus problemas de lado para tener esta conversación,” la miko sonrió irradiando un aura sabia. “Como una persona espiritual, me siento orgullosa de tu lento pero seguro avance~”
“¡Cállate, maldición!” reclamó la exPrincess, quien se contenía para no lanzársele encima. “¡Primero me robas la posibilidad de ser HiME y ahora te burlas! ¡Me las pagarás!”
“No, no, créeme que ni yo hubiera querido hacerte esto,” confesó la miko, negando. “Sólo son cosas de la vida. Déjalo ir.”
“Fácil para ti decirlo,” Tomo hizo un puchero.

Después de esa conversación, todas continuaron con el almuerzo en conjunto para hablar de temas más triviales y relajados que subirían los ánimos del grupo en general en lo que Reimu terminaba de tomar una decisión.


Pese a no haber durado tanto tiempo, Cho sentía que su presente visita al mall para realizar compras había transcurrido muy lentamente. La peliceleste se encontraba sorprendida e impresionada por la fascinación de los dos chicos de mirar todo tipo de tiendas de ropas y accesorios y detenerse en muchos puntos para hacer preguntas e intercambiar puntos de vista. La HiME ya había tenido que comprar para su arma tres distintos protectores para su Smartphone y algunos straps decorativos e incluso maquillaje, sin mencionar un set avanzado de manicure con varios tipos de esmaltes y otros artículos que ella misma ni sabría nombrar.

En medio de todo ello y luego de satisfacer las necesidades de Kashuu en cuestiones de estética, tanto él como Ryoji forzaron a la HiME a sentarse para que una vendedora le aplicara una muestra de un set de cremas y lociones revitalizantes con las cuales debía mantener su cutis al menos dos veces al día. Cho dio un pesado suspiro y oyó a medias todas las recomendaciones de la vendedora, y terminó por comprarse dicho set bajo las insistencias de su nuevo ayudante.

Y para finalizar, los tres fueron a una tienda para caballeros donde vendían atuendos formales y finos, porque los dos chicos coincidían en su preferencia por ropas de marca. Cho no hubiera pensado que dicha compra terminaría por alargarse, ya que su arma terminó agarrando con grandes ánimos un sinfín de ropas que se probó y meditó con toda la paciencia del mundo. Ryoji tampoco ayudaba en apurar las cosas al estar siempre atento a dar su punto de vista o sugerir combinaciones diferentes y el empleo de accesorios como bufandas, sombreros o lentes de sol.

“¿Qué te parece?” preguntó Kashuu a Ryoji, luego de regresar del fitting room a lucir su atuendo a su público.
“Mucho mejor, en verdad te quedan las tonalidades rojas y guindas oscuras,” comentó, asintiendo satisfecho. “Ah, y no te olvides de ponerte la bufanda.”
“Por supuesto,” él tomó la bufanda que le esperaba en un perchero, y también agarró unas gafas con los lentes tintados de marrón, y sonrió al verse en el espejo. “Esta es otra apropiada combinación. Bien, creo que empiezo a agarrarle el truco a comprar.”
“Cierto, esta vez sólo necesitaste de seis intentos. Ya noto tu buen gusto,” Ryoji asintió.
“…” por su lado, Cho estaba sentada en un sillón no muy lejos de ellos mientras les esperaba con todas las bolsas de objetos que ellos se habían ido comprando durante el camino, y trataba de pasar desapercibida. La peliceleste revisaba su celular con cierta impaciencia y entonces reparó la hora que era y se incomodó un poco. “E-ehh, siento cortarles el momento, pero no tengo mucho tiempo antes de regresar a Hanasaki. Mi próxima clase comienza en menos de una hora.”
“¿En verdad?” Kashuu se impresionó y revisó su propio celular. “El tiempo se ha pasado volando. Mis disculpas, aruji. Creo que lo que he elegido está bien por ahora.”
“Podemos repetir este paseo otro día más disponible,” sugirió Ryoji, levantando su índice. “Ah, y también podríamos llamar a las chicas, así nos divertimos mucho más. Debo admitir que este sí ha sido un paseo bienvenido en medio de la rutina.”
“Tengo que agradecerte por tu tutelaje. No eres un mal chico después de todo,” comentó el arma, sonriéndole.
“Ya te dije que vengo en son de paz, y prometo que no me meteré con Cho. Sólo somos amigos,” volvió a aclarar con paciencia y moviendo sus palmas. “Oh, pero paguemos de una vez y vamos a comer algo juntos.”
“N-no sé si tengo mucho tiempo…” Cho desvió su mirada.
“Sé que no está en mi lugar decirlo al ser quien te ha retrasado, pero deberías darte el tiempo necesario para descansar y almorzar con toda calma, aruji,” recalcó el arma. “Asistir a tu clase es secundario, y hoy no hay ninguna evaluación, así que no es una real emergencia.”
“P-pero…”
“Estoy de acuerdo con Kashuu, aparte que no puedo dejar que te quedes tan fuera de foco en medio de nuestras compras,” Ryoji le dio un guiño. “Vamos, verás que no tardaremos mucho.”
“Bueno…” dio un suspiro. Tampoco quería ser descortés.
“Espérenme que tengo que cambiarme,” dijo el arma.
“¿No te animas a irte con tu nuevo atuendo o alguno de los otros?” preguntó Ryoji.
“No, pienso que necesito estrenarlos en momentos más dignos, además que este se presta más para horas más frías o en media estación. El presente clima veraniego no le haría justicia.”
“Buen punto,” asintió convencido. “Ya, te esperamos.”
“No me tardo.”

Y por su lado Cho se confundió por ese último intercambio ya que ella nunca había tenido dichas consideraciones porque las ropas que vestía eran las mismas para todas las estaciones, a diferencia de los días más fríos en que se ponía un abrigo multiusos encima. Ya tenía la impresión que ello iba a cambiar con su nueva arma, y admitía que se sentía intimidada. Tampoco sabía cómo podría explicarle a Roxas los tremendos gastos del presente día de la manera más pacífica, y necesitaría de la ayuda de Osaka para calmarle un poco.

Eso se vería en su momento, ya que le tocaba un almuerzo tranquilo y en compañía.


Justo después de la hora más común para el almuerzo de los estudiantes, se llevó a cabo una charla de orientación e información para presentes y futuros jefes de práctica y asistentes de docencia dentro de Rizembool U, donde se resumieron diversas herramientas disponibles y también un código de trabajo y recomendaciones generales.

A pesar de que sería de esperarse que una persona con mucha experiencia fuera quien dictara la charla, el encargado de dicho evento resultó ser un joven estudiante asesor. Ichigo Hitofuri fue seleccionado por el mismo departamento de docencia tanto por el ocupado horario de otros docentes como por el hecho que aquel peliceleste había demostrado un impecable profesionalismo e impresionante facilidad de comunicarse con personas de toda edad, especialmente con sus contemporáneos, quienes conformaban la mayoría de futuros jefes de práctica invitados al evento.

Después de su presentación, siguió una serie de preguntas de parte de varios en el público, además de algunas observaciones de profesores que se habían dado el tiempo para asistir y supervisar informalmente esa sesión. Como se esperó, Ichigo pudo manejar su responsabilidad a la perfección y exponer cada punto con suma fluidez y claridad, y la charla de hora y media terminó a tiempo y cumpliendo con su función. El joven anfitrión agradeció con gentileza y una sonrisa cortés la atención recibida, y anunció el fin para poder liberar a los presentes.

“Buen trabajo,” dijo un profesor, quien tomó la libertad de subir al podio para dirigirse al joven. “Sin duda, el comité estuvo en lo cierto al apuntarle como el responsable de esta charla.”
“Muchas gracias por sus palabras,” Ichigo hizo una reverencia, manteniendo su sonrisa. “Ha sido un honor para mí ser parte de este evento y poder extenderles ayuda. También estaré al pendiente de los mensajes que mis compañeros estudiantes puedan enviarme en caso de tener preguntas. Si necesitan alguna otra función de mi parte, no duden en consultarme.”
“De momento nos ha ayudado más de lo que hubiéramos esperado, y apreciamos mucho su ofrecimiento. El hecho que sea un estudiante asesor también significa bastante para Rizembool. De todos modos, mentiría si dijera que no fuéramos a considerarle para más eventos relacionados a futuro. Ha demostrado su rumoreado talento.”
“Nuevamente le agradezco sus observaciones. No soy merecedor de tanta consideración.”
“Lo es, mucho más que la mayoría de otros estudiantes. Pero no le quito más tiempo. Es libre de retirarse y atender sus otras obligaciones. Yo también tengo una clase que dictar dentro de poco.”
“Sí, que tenga un agradable día, profesor.”
“Igualmente, Hitofuri. Concédase un descanso, se lo merece.”
“Le agradezco.”

Ichigo dio una reverencia ante el profesor que iba hacia la salida, y notó que dicho pequeño auditorio se encontraba prácticamente vacío, con algunos conserjes permitiéndose entrar para limpiar y arreglar cualquier desorden dejado por los previos ocupantes. El peliceleste dio un último vistazo al ambiente y caminó hacia un lado del escenario a manera de retirarse por el backstage. Entonces, pudo divisar a una persona en particular que le había esperado desde las sombras, y su sonrisa se contagió de alegría y calidez al reconocerle de inmediato.


“Comprendo que has hecho un buen trabajo, hermano,” mencionó Honebami, monótonamente. Él traía consigo un clipboard donde tenía unas muy ordenadas anotaciones, y miraba al mayor con atención y expectativa.
“Espero que sí, ha sido una gran responsabilidad,” le contestó. “Es agradable saber que me has estado esperando, pero no quisiera causarte incomodidades por ello.”
“He estado ocupado, regresé hace poco,” revisó su lista de quehaceres. “Hice un análisis de las próximas actividades en la semana, y decidí encargarme de algunas de tus obligaciones.”
“¿Cómo así?” le preguntó, con leve confusión.
“Parte de tus deberes envuelven contactos con entidades dentro y fuera de Rizembool, y revisé los asuntos pendientes en los cuales necesitas enviar correos o reportes,” le informó. “En resumen, he realizado borradores de cartas y mensajes que debes enviar a tus profesores, empresas relacionadas a tus próximas actividades como asesor y a los encargados del evento en el cual representarás a nuestra familia. Sólo necesitas revisarlos.”
“Me sorprende que te hayas dado dicha responsabilidad,” Ichigo sonrió frustrado y asintió. “Aprecio mucho tu dedicación, pero espero que ello no te haga descuidar tus propias responsabilidades, Honebami.”
“Tengo mi horario fríamente calculado, y Yagen fue explícito en asistirte y seguir tus indicaciones durante estos días,” dijo, asintiendo profundamente. “También vi que tenías varias pruebas que corregir de las clases en las cuales trabajas como jefe de práctica, y las he corregido siguiendo el protocolo apropiado.”
“¿Todas las pruebas?” se impresionó. “N-no tenías que hacer ello. Todavía tenía hasta la próxima semana para entregarlas. Además, tu carrera no es orientada a letras…”
“Entiendo que mis credenciales no ameritan dicho rol, pero estoy convencido que he realizado un trabajo a tu medida,” Honebami desvió su mirada. “Todas mis anotaciones fueron realizadas en lápiz, en caso que desees revisarlo.”
“No te inquietes,” Ichigo sonrió con torpeza. “Créeme que no dudo de tus habilidades.”

El mayor no dejaba de impresionarse de su hermano, quien demostraba una gran capacidad para realizar cualquier tipo de tarea de la mejor forma. Honebami siempre había probado ser un genio, sin embargo, ello venía de la mano con sus grandes limitaciones sociales y constante dependencia en sus hermanos a la hora de funcionar dentro de la sociedad, razones por las cuales siempre se limitaba a actuar como un leal asistente en su familia. Además de ello, el peliblanco tenía una personalidad sorprendentemente misteriosa, tétrica e impredecible incluso para quienes le conocían mejor, y era imposible saber en qué pensaba, aunque pese a todo ello, tanto Ichigo como los demás en su familia sabían bien que en el fondo era un ser sabio, calmado y pacífico, y contaban incondicionalmente con esa naturaleza fundamental que poseía.

“Deberíamos continuar con tus deberes, hermano,” dijo Honebami, con un dejo de impaciencia. “Nuestra permanencia en este sitio es inútil.”
“Sin duda lo es,” Ichigo se mostró entretenido. “Siento alargarlo. Heh, debo admitir que es un poco extraño no oírte dirigirte hacia mí como ‘Ichi-nii’, al igual que nuestros hermanos.”
“No es necesario…” desvió su mirada, con leve incomodidad. “He comprendido desde hace varios años que dicho apodo es otra manera de declarar unidad y armonía en nuestro hogar, y sé bien que nuestros hermanos menores se sienten identificados y animados por dicho principio. Sin embargo, utilizar un apodo como tal me es inquietante y, entre solo los dos sin presencia de los demás, no existe una necesidad de que lo emplee…”
“Eres sumamente racional, Honebami. Aunque pienso que tus palabras tienen un gran sentido,” Ichigo asintió. “Desde que recuerdo, siempre me han llamado así, y decidí respetarlo. Supongo con el tiempo le he agarrado un gran gusto y cariño, pero nunca lo impondría. Y también respeto tu propia preferencia.”
“…” asintió. “¿Cuál es la siguiente responsabilidad que deberíamos atender?”
“Luego de oír que te encargaste de varios de mis asuntos pendientes, pienso que contamos con un tiempo adicional esta tarde,” mencionó, animado, y miró atentamente al peliblanco. “Por ello pienso que nos podemos dar un descanso.”
“¿A qué te refieres?”
“¿Por qué no vamos a visitar a los Sanjous para variar?” sugirió, con una cálida sonrisa. “Nuestros amigos deben andar preguntándose sobre nosotros, y no recuerdo cuándo habrá sido la última vez que has tomado té con Mikazuki y conmigo. Sería muy agradable.”
“…” Honebami se vio ligeramente sorprendido por dicha sugerencia.


“¡Ohh! ¿Visitar a Jiji y los demás? ¡Me apunto!” exclamó Namazuo, quien llegaba luego de ingresar por la parte del escenario. El pelinegro corrió hacia sus hermanos con los brazos abiertos y listo para abrazar a su mellizo, quien extendió una palma para contenerle al agarrarle de su frente. “Hehe, vamos, déjate querer por mí, Honebami~”
“¿Qué haces aquí, Namazuo?” le preguntó el peliblanco, inmutado.
“¿Cómo que qué hago aquí?” le devolvió la pregunta con las manos en las caderas, luego de desistir en abrazarle. “Ichi-nii tenía una conferencia y no me invitaron. Obviamente quise entrar, pero tuve que esperar a que se acabara. Al menos los conserjes no andan con la lista de invitados en la puerta.”
“Hubiera querido invitarte, pero el evento era muy específico,” Ichigo sonrió con torpeza. “Honebami también tiene ciertos roles como un supervisor, por lo cual fue permitido entrar, y siento no haber podido hacer alguna excepción contigo.”
“Vamos, no te disculpes, sólo decía,” Namazuo sonrió. “Hubieras visto la cantidad de tus fans que querían verte en acción. Ahh, eres tan popular, Ichi-nii~ sin duda nuestro modelo a seguir.”
“Yo nunca desearía ello…” Honebami negó pausadamente.
“Sí, yo sé que tú no, lo decía por mí~” canturreó el pelinegro. “Al menos se nota que las fans desistieron porque no sé a dónde se habrán ido… ¡Pero en fin! Ya que hablan de visitar a Jiji, yo también quiero ir. Siempre me divierto un montón en su casa.”
“Nuestros amigos son como una extensión de nuestra familia. Siempre han sido muy bondadosos con nosotros, y muy buenas personas en general. Les tengo la más profunda apreciación,” comentó el peliceleste, llevándose una mano a su pecho, para mirar a sus hermanos. “Y sé que piensan lo mismo que yo. Ustedes también se ven a gusto con ellos.”
“Son agradables… ¿pero estás seguro que tenemos tiempo de verles?” preguntó Honebami.
“¡Por supuesto!” Namazuo se dio la libertad de contestarle. “Hehe, no sé lo que hacen, pero pienso que primero deben velar por su comodidad, y un tiempo de relajo y diversión viene mucho mejor que cualquier otra cosa.”
“Namazuo tiene mucha razón, y sí contamos con el tiempo. Eso te lo debo a ti, Honebami,” le aseguró el hermano mayor, con calidez.
“…” él asintió. “No necesitas agradecerme…”
“Nuestro Ichi-nii tan lindo como siempre~” el pelinegro se lanzó al mayor y le dio un fuerte abrazo. “Hehe, tú sí te dejas abrazar.”
“¿Q-qué haces, Namazuo?” Ichigo sonrió y rió un poco ante la ocurrencia de su hermano, quien había alegrado completamente dicho oscuro y silencioso backstage sin intentarlo.

Namazuo siempre había sido la otra cara de la moneda en cuestiones de personalidad y comportamiento cuando se le comparaba con su mellizo, y se le debía gran parte de la alegría y bienestar que caracterizaba el hogar de los Toushirous. Ichigo siempre había podido comunicarse y entenderse bien con él, al punto de ser el hermano con el cual se sentía en mayor sintonía. Si bien no poseía las mismas habilidades de Honebami, Namazuo representaba una inquebrantable fortaleza y conexión con otras personas que al peliblanco le hacían gran falta, y los dos con frecuencia terminaban apoyándose mutuamente.

Ichigo también sabía muy bien que su lindo hermanito que revoloteaba a su alrededor y sacaba sonrisas de cualquiera era mucho más complejo de lo que su apariencia y personalidad darían a notar. Dicha complejidad era algo que el propio Namazuo nunca demostraría ante sus hermanos menores, ya que el pelinegro para bien o para mal había adoptado su desenfrenada, positiva y entusiasta actuación como su mayor deber hacia su familia y amigos, al punto en el cual con frecuencia descuidaba sus propias necesidades e inquietudes…

Pero al menos de momento no tenía que preocuparse, porque era muy evidente que el pelinegro sí se encontraba genuinamente feliz en el presente día, además que él sí era sincero con sus dos hermanos mayores.

“¡Ya que estamos yendo donde Jiji, hay que comprarle un montón de dulces!” exclamó Namazuo, luego de soltar a su hermano.
“No entiendo por qué te refieres a Mikazuki de dicho modo…” observó Honebami.
“¿Por qué no? Todos le llaman así, y él mismo se refiere a sí mismo como un abuelo y anciano. Además que es un apodo muy lindo,” el pelinegro sonrió. “Y te haría bien hacer este tipo de cosas sin sentido para variar. Bueno, al menos sé que te gustan mucho los dulces con el té, así que esta visita te será muy agradable.”
“Quisiera también invitar a Yagen, aunque sé que no aceptaría,” dijo Ichigo con cierta pena.
“Es lo más probable,” Honebami asintió, inmutado.
“Sí, no sé en qué andará nuestro hermanito,” Namazuo se puso a pensar. “En medio de la charla pasé por su laboratorio, pero no estaba ahí. Y yo que esperaba que me consiguiera algún pase para entrar…”
“¿Eh?” Ichigo se sorprendió. “Namazuo, ¿tú tienes acceso a su laboratorio?”
“Oh, sí, supongo nunca te lo comenté,” sonrió entretenido. “No sé, simplemente el guardia me dejó entrar al edificio un día, aunque ya desde hace tiempo que tengo permiso.”
“Pensé que Honebami era el único con la autorización. Me pregunto por qué no me ha dado el permiso también.”
“Yagen dice que tienes mucho de qué encargarte, hermano,” informó Honebami. “Él sabe que intentarías ayudarle y no lo considera apropiado ni digno de ti. Eso es todo.”
“Él me trata de un modo muy profesional…” dio un suspiro. “En verdad quisiera irle a visitar con frecuencia. Tengo tan pocos encuentros con él que sinceramente me preocupa.”
“No te preocupes, Honebami y yo podemos mantenerle un ojo encima,” le aseguró Namazuo, de buenos ánimos. “Hehe, cada vez que siento que le echo de menos voy un rato a ver qué hace y fastidiarle un poco. Ahora que lo pienso, es un milagro que me haya dado el pase.”
“…” Honebami asintió. “Una vez se lo pregunté, pero Yagen no pudo contestarme sobre por qué tienes el permiso de ingresar a los laboratorios subterráneos. Dice que alguna otra persona debe haberte dado la autorización, pero hasta el momento es un misterio. No sabemos quién fue…”
“E-ehh…” eso hizo que su mellizo mostrara cierto temor en su rostro. “Y-ya me está dando miedo… espero no desaparecer uno de estos días que le vaya a ver…”
“Ello no ocurrirá,” el peliblanco negó con calma.
“S-sí, supongo que no, no me tomes en serio,” movió su palma. “¡Bueno ya! ¡Vamos que el día se nos va a quedar corto! ¡Yo conduzco!”
“Yo conduciré,” dijo Ichigo, sonriendo con paciencia, y él miró a Honebami. “Cuento con tu apoyo como mi copiloto.”
“Entendido.”
“Uhh, nunca me dejan conducir…” se lamentó el pelinegro. “Sé que soy el menor de los tres, pero sigo siendo uno de los mayores. Confíen en mi habilidad.”
“Es imposible…” Honebami negó.
“Tienes razón en decir que los tres somos los mayores, y posees cualidades muy valiosas para nuestra familia, Namazuo. Sin embargo, quisiera que moderaras tu forma de conducir. Estoy consciente que asustaste a Gokotai durante el fin de semana,” le recordó Ichigo. “Te pido que tengas más cuidado, por favor.”
“Sí, lo prometo…”

Ellos caminaron a una de las puertas del backstage que daban hacia las afueras del edificio. Ni bien Namazuo estuvo por abrirle, se detuvo al detectar tensión en Honebami.

“¿Eh? ¿Sucede algo?” preguntó, volteándose hacia su mellizo. Como siempre, su cierto sexto sentido estaba en lo cierto, ya que el peliblanco se veía levemente inquieto.
“Hay personas esperándonos afuera… muchas…” resumió, desviando su mirada.
“¿En serio?” Ichigo se confundió.
“Ahh, ya veo…” Namazuo sonrió frustrado, pero sabía que no había punto de pretender huir. Lo mejor era encararlo y abrir pase. “Honebami, camina entre los dos. Te protegeremos.”

Luego de esas indicaciones, el pelinegro abrió la salida y, efectivamente, les esperaba una pequeña horda de chicas que sin duda habían esperado a que el príncipe azul saliera. El fan club no oficial de Ichigo Hitofuri había marcado el evento en su calendario como una oportunidad de observar al ídolo en un punto específico del campus a una fecha y hora dadas y, luego de no salir por el frente, le esperaron en la puerta de atrás.

Ichigo se limitó a sonreírles con leve torpeza en lo que les saludaba con su mano, y su presencia y gentileza causó gran conmoción de parte de todas las emocionadas fans.

“¡Muchas gracias por venir! ¡Abran paso! ¡Con permiso!” Namazuo comenzó actuando como un bouncer en lo que se movía y agitaba sus brazos delante de sus dos hermanos a manera de avanzar. De ese modo, Ichigo dio un muy leve empujón a Honebami para señalizarle que empezara a caminar delante de él y el peliceleste intercambió muy breves palabras con las chicas para saludarles y mantener unas corteses, aunque cortas, conversaciones en lo que se retiraban.

Luego de aquel inesperado momento, los tres finalmente podrían llevar a cabo sus siguientes planes de la tarde.




Por el otro lado del espectro, había quienes habían llegado a dicha charla a manera de obligación y sin ninguna motivación personal, y se retiraron ni bien se acabó la función sin atraer ningún tipo de atención para regresar a una indiferente, conformista y trivial rutina.

“Vaya, vaya, estoy completamente convencido que la junta tocó temas importantes sobre cómo llevar a cabo un rol funcional, pero mi elección de dormir durante la mayoría del tiempo probó ser más importante para mí,” confesó Akashi, con una sonrisa irónica.
“Viniendo de ti, deberían darte un premio por siquiera asistir,” su acompañante, un pelirrosa con ojos de dos distintos colores, rió muy disimuladamente al llevarse una mano frente a sus labios.
“Podría decir lo mismo de ti, Souza,” se encogió de hombros.
“Tienes mucha razón. Sin embargo, O-Sayo siempre se encuentra detrás de mí y espera que me convierta en una persona más funcional por mi propio bien,” comentó con una sonrisa frustrada. “Kousetsu-niisama es igual, aunque uno siempre se siente en mayor obligación con sus menores.”
“Admito que es cierto. Menos mal que cuentas con tu hermano menor,” el pelivioleta asintió. “También me encuentro hoy en la universidad por mi querido Hotarumaru. Hoy tenía su tan anhelada primera práctica de kendo con un nuevo instructor, así que por pensar en verle supuse que atendería esta impuesta charla. Mi pequeño es mi única motivación de estar aquí.”
“Hmhm…” el otro soltó una breve risa gutural y levantó su mirada hacia el cielo. “Ello explicaría por qué andamos caminando por un área tan abierta y a la intemperie en Rizembool.”
“Llevamos andando juntos por ya mucho tiempo, y sé que no disfrutas del sol. Me sorprende que no me hayas preguntado hacia dónde iba.”
“Fufu, te hubieras preguntado eso a ti mismo, entonces,” sonrió ligeramente entretenido, sin borrar su tranquila, aunque lúgubre, sonrisa. “Cómo así alguien como yo te acompañaría en tu andar sin saber hacia dónde ibas… estará en mi deber decirte que mi mente está completamente en blanco y terminé encontrándome caminando a tu costado, sin voluntad alguna en pensar sobre qué hacer con mi día, ni en siquiera preguntarte,” cerró sus ojos lentamente. “Esta calma e ignorancia son reconfortantes, y es bueno olvidarse a uno mismo. Me encuentro en un estado de existencia absolutamente trivial, así que no me prestes atención.”
“Oye, es difícil ignorar a alguien que dice eso,” le miró de reojo y rió frustrado.
“Fufufu, perdón,” volvió a posicionar su mano encima de sus labios y le miró de reojo con cierta complicidad. “Sin embargo, tú ya me conoces bien, Akashi. Soy quien no para de expresarse y actuar de manera inquietante ante otros. Ya ni sé si lo hago a propósito o si me es natural.”
“A estas alturas, sé que es parte de ti.”
“Puede que tengas razón…”

Continuaron caminando sumergidos en un corto silencio mientras Akashi se dirigía hacia la zona de dojos de la universidad. Él revisó su celular y confirmó que todavía no había noticias de parte del pelicenizo, quien había acordado en enviarle un mensaje ni bien terminara.

“Hotarumaru se está tardando más de la cuenta. Me cuesta creer que este vendría a ser el primer entrenamiento,” comentó mientras guardaba su celular y sonrió indiferente. “No que tenga que preocuparme por él. Es más, sé que debe estar divirtiéndose.”
“Viendo que me diste una implícita razón para importarme en existir y pensar en este momento…”
“No realmente, pero como gustes.”
“¿Estás contento de que Hotarumaru sea el presente heredero de tu familia y, por lo tanto, esté expuesto a la parte científica de Rizembool?” le preguntó mirándole de reojo. Como una especial excepción, Souza dejó de sonreír y mostró un rostro sereno, aunque infestado de una sombría tristeza mientras cuestionaba al otro. “Hace cinco años eras tú con el rol de servir bajo Ikari-sensei y cumplir con lo esperado por tu familia.”
“La época más horrible de mi vida,” negó repetidamente. Akashi sintió con severidad aquella mirada del pelirrosa y rió un poco. “Haha, puede que me queje diciéndolo, pero no creas que veo a Hotarumaru únicamente como un objeto adorable y reconfortante que se llevó mis obligaciones. Sí me preocupo por él y si por mí fuera lo llevaría lo más lejos posible de Rizembool, pero no tengo ese poder dentro de mi familia.”
“Ello es algo que todos podríamos deducir con sólo saber de tu caso…” regresó su mirada hacia el frente. “Pero hablaba sobre cuán conforme te encuentras con el presente status quo de tu hermano menor, o sobre si más bien te correspondería reclamar tus verdaderas obligaciones y liberar al pequeño.”
“Sobre ser el heredero, pienso que Hotarumaru se lo merece mucho más. Él también está muy a gusto en el presente por ser parte de la universidad y es evidente que la atmósfera maligna y conflictiva de los laboratorios ha cambiado para bien desde que el abominable Dr. Hojo pereció hace tres años,” resumió, sonriendo relajado, y su sonrisa se contagió de ironía. “Y quién imaginaría que seres como Tsurumaru, Yagen y Monaca hayan también cambiado para bien y le traten muy amablemente. Incluso sé que le engríen y le guardan respeto y dignidad humana.”
“No puedo negarlo. Nosotros dos hemos conocido a personas muy distintas en nuestra época, por más que se presenten ante todos con los mismos nombres y apariencias…” Souza volvió a sonreír para compartir la ironía del asunto. “Sin embargo, no quisiera que olvides nuestras raíces. Rizembool es un lugar de locos, y la guerra apenas se acaba de reanudar. No necesito ser un vidente para predecir que es sólo cuestión de tiempo antes de que el ambiente que rodea a tu hermano menor se tuerza. Y esta vez será peor…” le miró de reojo. “Mientras tu hermano demuestra ser mucho más capaz y funcional al momento de ser el heredero de tu familia, tú eres el más apto para lidiar con la parte cruel y peligrosa de Rizembool. También creo firmemente que puedes hacer más de lo que has hecho hasta ahora, asumiendo que ya no eres aquel candidato a Rebel que se quedó dormido para su enfrentamiento de clasificación, y fue desterrado tanto del rol de Rebel, como de ser el heredero.”
“Esa historia pierde gracia luego de ser oída tantas veces,” comentó Akashi, sonriendo con indiferencia.
“Eso es verdad, aunque al mencionarla en relación a tu protegido, no debería ser graciosa,” le contestó el pelirrosa, sonriendo suavemente.
“Siento que tendría que molestarme contigo por intentar hacerme preocupar de más, aunque aprecio ese gesto de mínimo interés en mi pequeño. Descuida, si yo mismo juzgo que Hotarumaru está expuesto a algo que no debería, tomaré cartas en el asunto,” se encogió de hombros. “Y a todo esto, me pregunto cómo me verás. Para decir que soy más compatible con la maldad de este sitio, pienso que debería sentirme insultado…” negó repetidamente.
“Tómatelo como gustes…” Souza rió para sus adentros. “Pero soy yo quien te lo dice. Alguien con mi reputación y extrema eficacia en ser un desadaptado y enfermo de la sociedad sabe de lo que habla… incluso luego de cinco años, varios en Rizembool que han escuchado de mis hazañas durante la secundaria me temen e intentan evitarme a todo costo…”
“Ello debe cansarte al extremo. La gente no tiene remedio alguno…”
“Hmhmhm…” volvió a reír de manera gutural con cierto entretenimiento. Acto seguido, Souza alzó su mirada hacia el sol, y naturalmente entrecerró sus ojos por la intensa luz, sin inmutar su amable sonrisa. “Me es normal, y confieso que la aprehensión de otras personas me resulta interesante. Sin embargo, no debería disfrutarlo. Sé que a mis queridos hermanos les preocuparía mucho… que yo encuentre alegría y diversión en el rechazo que recibo de todos los demás…”

Souza Samonji era el nombre mayormente desconocido de un resaltante exRebel de cabellos rosas y ojos disparejos, con uno azul y otro verde que no eran evidentes a simple vista por su actitud depresiva y el hecho que él existía mayormente entre las sombras. Akashi lo llevaba conociendo desde hace varios años cuando inició sus estudios en la secundaria de Rizembool y, al igual que los demás afiliados a los laboratorios del instituto, el propio pelirrosa había pasado por una transformación de la persona que había sido en aquel entonces.

Si bien su trato gentil y ligeramente burlesco se mantuvo casi intacto, Souza fue un ser extrañamente ‘vacío’ durante su época como Rebel y, como tal, una persona carente de esencia y decencia humanas que se presentó como un genuino antisocial sin interés ni preocupación por el bienestar de nadie, especialmente el suyo propio. Hace cinco años, en su tercer año de secundaria, Souza cumplió con el deber de aniquilar a su HiME asignada, al igual que en los dos años anteriores, y fueron tareas que realizó con una aterrorizante indiferencia y de manera cruel y autodestructiva. En ningún momento se cuestionó sobre lo que hacía. Él simplemente ‘existió’ como un Rebel, bajo el mismo principio que le hacía caminar al costado de su improbable amigo sin ningún tipo de meta personal.

Ante esa incomprensible existencia de un inhumano, diversas personas de Hanasaki e incluso de Rizembool fueron a encararle y reclamarle en algunas ocasiones. Souza, además de mantenerse inmutado y tratarles con esa desconectada amabilidad y humilde sonrisa, terminó por encontrar la preocupación e indignación de todos con mucha gracia al punto de soltar una leve risa o recordarles la impotencia y el hecho que nada podrían cambiar en él, o en la misma realidad. Si bien él se buscó pleitos, la mayoría de personas le temían lo suficiente para siquiera tocarle, y los pocos que sí pretendieron darle su merecido terminaron recibiendo una muy fugaz, aunque brutal, derrota a manos de aquel escuálido e impredecible psicópata…

Y de repente, en medio de aquella inestable existencia, Akashi aprendió que esa solitaria e incontenible herramienta de Rizembool poseía una familia… unos hermanos que se aparecieron de la misma nada e hicieron todo lo posible para desligarlo de su prisión y llevárselo antes de que volviera a ser dado otra HiME que asesinar. Por ello, el pelivioleta asumió que nunca lo volvería a ver, aunque sorprendentemente su amigo reapareció luego de la derrota de Rizembool hace tres años, sin pretender dar motivos o explicaciones, aunque demostrando que su tiempo de ausencia le había regresado una pizca de la humanidad que en algún momento poseyó.

En el presente se presentaba como un ser frágil, amable y verdaderamente pacífico, con una apariencia enfermiza y unos ojos sombríos carentes de brillo que invocaban a un profundo abismo de desesperanza a quienes los miraban con atención. Su propia aura, gestos y tono de voz arrastraban un sentimiento triste y lúgubre que invadía su ser, aunque su sonrisa y disimulada risa podrían dar una impresión de ser relativamente jovial. Sin embargo, ello era sólo un parecido, ya que aquella ‘alegría’ no era más que él riéndose de sí mismo y de su propia oscura presencia y desdicha…

Algo que no había cambiado en él en todos esos años, por más de ya no mostrarse como aquel Rebel peligroso y antisocial, era el hecho que permanecía existiendo como un ser completamente quebrado por dentro, a tal punto que incluso alguien tan perezoso e indiferente como el pelivioleta no podía evitar sentir una muy ligera preocupación por él. Akashi comprendía que la existencia de alguien como Souza era producto de la humanidad, porque el pelirrosa no era un irremediable y diagnosticado antisocial. Como la experiencia del pelivioleta en Rizembool estuvo más atada al aire severo, formal y profesional de la oficina de Ikari-sensei, él sabía que había mucho que se perdía sobre el verdadero ambiente de su amigo. El laboratorio de aquel Dr. Hojo, por rumores de parte del exRebel y de Tsurumaru, sí parecía haber sido el equivalente a un infierno, y pese a las resaltantes hazañas de Souza como un exRebel que cumplió todas las expectativas de sus superiores, él nunca fue recompensado ni tratado como un estudiante de élite por la institución, más bien todo lo contrario…

“Sin embargo… soy culpable en querer festejar y entretenerme con la ironía de mi propia vida,” continuó Souza, sonriendo tranquilamente y cerrando sus ojos. “Este temor que puede que todavía genere en algunos es tal vez lo único que vaya a recibir como consecuencias de mis acciones. Nosotros vivimos en una realidad donde los buenos y los malos viven sin fuerzas superiores a nosotros que tratan de felicitarnos, o redirigirnos. No confío en el sistema en el cual uno debe de pagar por sus atrocidades al final de sus días. Sea quien sea ese dios en quien muchos creen sin duda debe encontrar tanto entretenimiento como yo en observar todo lo malo, y en ver cómo nos hundimos o nos tomamos nuestras libertades. No entiendo en la obsesión de otras personas de querer creer que existe alguien perfecto más fuerte que todos y a quien muy oportunamente le importamos, considerando el presente estado de nuestra sociedad…” volvió a abrir sus ojos. “Por ello casi no me importa nada en lo absoluto. Sólo me toca ser tan caprichoso como todos los demás, y creer en lo que se me apetezca.”
“Es una actitud que comparto contigo, aunque quizás no tan contundentemente,” Akashi se encogió de hombros.
“Esta misma charla fue precisamente iluminadora. Estaré considerando muy superficialmente ser alguna especie de asistente o supervisor de alumnos a futuro, pero sólo asistí porque quería observar a aquel perfecto hermano mayor de los Toushirous existir como esa persona intachable que sí cree en la bondad de la humanidad…” rió para sus adentros, y continuó con un tono contagiado de una extraña maldad. “…un genuino ángel que no conoce en lo absoluto al verdadero Dr. Toushirou detrás de la imagen de su hermano menor… fue muy entretenido…”
“…” Akashi le miró de reojo y negó con leve cansancio e impaciencia. “No sé cuántas veces te habrás referido a ese niño como algún demonio. Claro, sé que me pierdo de bastante. Él nunca fue una persona abierta y como parte del mismo conjunto debes conocerlo mucho mejor.”
“No te concierne, y ya le conoces lo suficiente para saber que es mucho más de lo que aparenta, pero en fin… no hay que negar que no puede existir ese cielo que muchos anhelan sin la existencia de demonios…” rió por lo bajo. “Al menos, supongo que ello no es algo por lo que tu muy querido hermano menor debe preocuparse. El Dr. Toushirou sí parece haber cambiado, al menos por ahora.”
“…” alzó una ceja.
“Oh, creo que hemos llegado.”

Los dos entraron al área de los dojos y Akashi fue directamente hacia el lugar donde el pelicenizo tenía la práctica. Ambos lograron divisar a Hotarumaru hablar con un adulto de impresionante altura a las afueras del dojo asignado, lo cual delató que el entrenamiento acababa de llegar a su fin.



“Mo…” Hotarumaru se sorprendió al reconocer a su guardián. “Kuniyuki, ¿qué haces aquí?”
“Vine a recogerte,” le contestó el pelivioleta con alegría y viéndose muy animado al reencontrarse con su pequeño. “Es lo más cercano que me queda a tratarte como un niño,” dicho esto, él miró hacia el mayor con una sonrisa perspicaz. “Ikari-sensei me dio el mensaje que usted vendría a ser un exRebel, ¿no es así? Ello me deja saber que puede ser efectivamente un instructor poderoso y apropiado para Hotarumaru…”
“…” Taroutachi alzó una ceja. “Y tú eres…”
“Akashi Kuniyuki. Soy su guardián legal. Es un gusto. Espero que ya haya podido observar el gran potencial que Hotarumaru posee de manera innata.”
“Rai promete bastante, aunque sigo evaluando si deseo continuar entrenándole,” contestó sin hacerse rodeos. “Las primeras sesiones servirán principalmente para ello.”
“Lo entiendo,” sonrió con ironía. “Como un exRebel, también debías ser caprichoso.”
“¡K-Kuniyuki!” Hotarumaru se alertó y jaló al otro de sus ropas. “¡Por favor, sé respetuoso! ¡Él es el líder de los Kotetsu! ¡Y es extremadamente fuerte!”
“Tranquilo, no era mi intención faltarle el respeto,” el mayor se vio entretenido y revolvió los cabellos del menor. “Y sé quién es. No dejaría a Ikari-sensei asignarte a un instructor sin estar previamente informado…”
“Eh…” eso hizo que Hotarumaru ladeara su cabeza. “¿Acaso él te dijo? Ikari-sensei no quiso decirme nada…”
“Será porque eres un niño,” Akashi le restó importancia y regresó al instructor. “De todos modos, le agradezco por cuidar de mi pequeño. Hotarumaru es muy talentoso, y siento que necesita a más gente como usted para continuar desarrollándose.”
“Eso lo veremos,” Taroutachi asintió y miró al menor. “Ya acordamos para la siguiente lección la próxima semana. Recuerda lo que te pedí.”
“¡Sí!” el menor contestó con rapidez, perdiendo su usual relajada actitud.
“Entonces nos vemos. Con permiso,” el instructor pretendió retirarse, aunque su visión se detuvo en Souza, quien se había mantenido al margen.
“Oh, no es necesario interactuar conmigo. Yo no existo,” comentó el pelirrosa, con una simple sonrisa.
“Como gustes…” Taroutachi le dirigió una mínima incomprensión, aunque no se hizo líos y se retiró sin decir nada más.


“¿Y cómo estuvo tu práctica? Sin duda duró mucho más de lo que yo mismo estaría dispuesto a entrenar,” comentó Akashi, quien notó que su pequeño se había quedado mirando perdidamente a su nuevo instructor hasta que este se esfumó entre los dojos.
“Oh…” el pelicenizo se despertó, y pasó de encontrarse distraído y ausente a emocionarse. “¡Fue genial, Kuniyuki! ¡Tuvimos un breve enfrentamiento al inicio y no pude hacerle competencia alguna! ¡Mi maestro fue capaz de detener y predecir todos mis ataques y es evidente que contuvo su impresionante fuerza!” continuó exclamando con rapidez y casi perdiendo su aliento, mientras sus ojos brillaban de alegría e ilusión. “¡A-además es increíble! ¡Es muy alto, fuerte, serio, respetable, tiene cabello largo y sin duda es un hombre muy varonil! ¡Es todo lo que yo quiero ser algún día!”
“Tranquilo, tranquilo,” le pidió su hermano mayor, con una pizca de incomodidad. “Tampoco puedo dejar que lo seas porque ya no serías mi adorable y pequeñín Hotarumaru. Piensa un poco en mí y en todos tus amigos.”
“Kuniyuki, no seré pequeño para siempre,” el pelicenizo hizo un puchero, inconforme.
“Por eso me toca aprovechar mientras sí lo seas, ¿no?” le revolvió los cabellos con una sonrisa sonsa en su rostro. “Pero recuerda que has tenido varias horas de entrenamiento. ¿No tendrás hambre? Déjame engreírte con alguna comida en el campus.”
“B-buen punto…” en eso, Hotarumaru se avergonzó ya que su estómago dio un rugido muy sonoro. “S-sí, siento que puedo comer todo un banquete… ¡Ohh!” entonces, él se dirigió hacia Souza e hizo una rápida reverencia. “¡Lo siento mucho! Debí haberte saludado antes. Es muy agradable verte, Souza.”
“Sí, lo mismo digo,” el otro ensanchó su sonrisa. “Tu perezoso hermano y yo venimos de una charla en común y se me dio por acompañarle. Ha sido un tiempo.”
“En verdad,” Hotarumaru se animó. “Hehe, te ves bastante alegre el día de hoy. Pienso que deberías ir a visitar a Tsurumaru y Monaca. A veces les oigo preguntándose sobre ti.”
“Vaya, y pensar que a estas alturas sigo siendo recordado por alguien…”
“¿Eh? Por supuesto, sé que son amigos,” el pequeño se confundió.
“Fufufu, bromeo,” se cubrió los labios con disimulo mientras reía. “Me apena saber que un niño tan dulce y preocupado como tú esté envuelto con ese par y en los proyectos de Ikari-sensei cuando tu irresponsable hermano mayor debería tomar tu lugar.”
“Me encuentro bien, es divertido y todos son muy amables,” le aseguró el menor. “¿Nos acompañarías a almorzar?”
“Quisiera negarme, pero a veces no puedo evitar ver a O-Sayo reflejado en ti. No tengo opción que hacerte caso…” asintió.
“Antes de ir, no puedo evitar mostrar curiosidad sobre qué es lo que tu maestro te pidió, Hotarumaru,” mencionó Akashi.
“Oh, dijo que carezco de stamina y agilidad, y que a mi edad tengo que darle gran prioridad, así que voy a salir a trotar y correr con mucha más frecuencia,” reportó Hotarumaru, animado. “Heh, es genial ser impuesto una obligación así para variar. Ojalá termine por ganarme la aprobación de mi maestro. No creo que vuelva a tener la suerte de encontrar a alguien como él.”
“Sé que lo lograrás, eso no lo dudo.”
“¡Tengo ganas de correr ahora mismo! Kuniyuki, ¿competirías conmigo?”
“¿Perdón?” ese pedido agarró a Akashi de sorpresa, y él se mostró muy cansado e incómodo. “Por favor, pides demasiado. Sabes que soy demasiado perezoso y acabo de salir de una charla de hora y media.”
“En la cual te pasaste durmiendo…” Souza comentó por lo bajo y rió disimuladamente.
“¡Vamos! ¡Vamos! ¡Estaré cansado, pero me siento con más energías que nunca!” insistió el pelicenizo con sus ojos brillantes y dando pequeños saltitos. “¡Por favor, Kuniyuki! ¡Además sé que eres más rápido que yo! ¡Esto no será muy difícil para ti!”
“Está bien, sólo un poco…” se rindió a aceptar y apuntó hacia un costado. “Corramos hasta ese dojo de al fondo y de regreso, y no esperes más de mí por hoy, ¿entendido?”
“¡Entendido~!” el pequeño le dio un saludo militar.
“Oh, pero quítate tu oodachi de tu espalda. Con ella no correrás bien.”
“Ah, verdad…” Hotarumaru se la sacó y la miró con duda, ya que no se sentía cómodo de dejarla apoyada en el piso del exterior.
“Dámela, yo les espero,” se ofreció Souza. “Seré el referee, aparte que temo que podría desarmarme si intento correr con este calor.”
“Ojalá algún día te puedas unir a nosotros, pero muchas gracias,” se la dio y se preparó para correr.
“Las cosas que hago por ti, pequeño…” Akashi se lamentó antes de empezar.

Los dos hermanos iniciaron con esa breve carrera de aproximadamente cien metros en total ni bien el pelirrosa les dio la señal. Ese día terminó siendo altamente productivo para ambos, y el inicio de un mayor envolvimiento de los dos en quehaceres dentro de la universidad.




Las clases habían terminado para Reimu y, luego de haberlo meditado y vacilado repetidamente entre una u otra decisión, la miko decidió no complicarse más y tomar la decisión que más presencia tenía en sus pensamientos. Ella estuvo consciente que quizás se precipitó en decidir con tan poco tiempo, pero simplemente pensó que una oportunidad como la ofrecida por la directora era demasiado ideal para su caso en particular y no podía dejarla pasar. También simpatizaba con las metas de Hanasaki y supuso que sería lo mejor cooperar si es que le iban a ayudar tanto en sus propias metas.

Reimu contestó afirmativamente a la directora y decidió tomar la prueba HiME en la brevedad posible, lo cual para su sorpresa terminó siendo de inmediato. En el camino al gimnasio apenas atinó a enviar un mensaje a las chicas en la conversación grupal, y ni pudo detenerse a leer las reacciones por su estado anímico. Pese ser alguien tan calmada, Reimu también terminó por experimentar nervios y sentimientos encontrados por más que comenzaba a ver la decisión de no ser HiME como un sinónimo a rendirse en su sueño de reconstruir el templo por lo imposible que le resultaría. Ella sacudió su cabeza con fuerza y se recordó que podía hacerlo. Ella podía ser HiME, ya había oído a tantos a su alrededor mencionar que tenía las cualidades, además de saber que contaba con sus amigos, muchos de los cuales traían la experiencia de los años anteriores.

Entonces, Reimu ingresó al oscuro gimnasio después de la breve explicación de parte de Fran. El desconcertante silencio y ausencia de luz sólo sirvió para incrementar el volumen de sus pensamientos, y la famosa niebla comenzó a cubrirle al punto de ya ni creer que se encontraba dentro de una edificación. Todo ello le hizo silenciar su mente y fruncir el ceño. Ya no había punto de sentirse intimidada. Era hora de actuar, y le tocaba estar atenta ante la asechadora marioneta que pelearía contra ella.

Su decisión le hizo recobrar la compostura y claridad mental que le caracterizaban, y Reimu estuvo convencida que sí podría sin importar qué fuera a depararle. Sonrió desafiantemente y esperó paciente a su oponente quien no tardó en manifestarse.

Hubiera podido identificar a esa silueta incluso entre la más grande muchedumbre. Era su abuela y la previa encargada de su presente templo, quien al acercarse lo suficiente demostró que su apariencia era idéntica a la persona real. Reimu dio un paso hacia atrás por dicho parecido. Sin importar cuántas de las historias de HiMEs testificando sobre las marionetas hubiera podido escuchar antes de su prueba, habría sentido la misma sorpresa y titubeo en derrotarle.

“Reimu…” la anciana habló con su misma voz. Ella negó impaciente. “¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué vas a ser HiME?”
“Uhh…” ella negó repetidamente para reprimir su instinto de responderle, y le miró con impaciencia. “No, no tengo por qué decirlo. Hasta aquí has llegado.”
“…” esa marioneta dio un ofuscado suspiro que hizo a la HiME recordar mucho a su abuela cuando alguien no se comportaba ante ella. En verdad que le era difícil hacerle frente, pero sabía que no se trataba de ella. Estaba completamente convencida… y aun así sentía dudas. “No recuerdo que fueras tan obstinada. Te he criado mal. Ahora te sientes con el derecho de decir lo que quieras y de arremeter contra el propio mundo para cumplir con tus caprichos. Para todos nosotros, y para tu propio templo, no eres más que una burla.”
“Pues mi abuela real me demostró que debo ser fuerte y creer firmemente en mí misma,” Reimu le apuntó de forma acusatoria y con total convicción. “Ella logró mucho lanzándose contra la corriente y creyendo en sus metas y ha sido mi ejemplo a seguir. Una copia barata y vacía como tú no me desanimará,” se puso en posición de combate, por más que pelear cuerpo a cuerpo no fuera lo suyo. “Estoy lista para lo que tengas.”

El juego psicológico de parte de la marioneta no funcionaría por la certeza con la cual Reimu se enfrentaba. La anciana terminó por recurrir al asedio físico, y realizó un movimiento de velocidad sobrehumana que agarró de sorpresa a la miko, y resultó en un fuerte golpe en el abdomen que le impulsó hacia atrás.

La chica no estaba nada familiarizada con ese tipo de agresiones y el dolor fue inconcebible. Este se esparció por su torso y le hizo retorcerse a manera de contener el daño y la terrible sensación de dolor. Esa marioneta sí estaba hecha de madera sólida para hacer tanto daño por un golpe y poseía una destreza envidiable para haber dado de lleno en su hitbox. Sin embargo, Reimu no se iba a dar por vencida.

Tuvo suerte que la marioneta le hubiera observado quieta, y con las justas pudo saltar a un lado para evadirle. La miko contaba con su entrenamiento de atletismo y agilidad innata, y tuvo que recurrir a ello en lo que esa anciana mostraba una impensable proeza física. Le tocaba huir y estar al pendiente de ataques mientras deseaba poder sacar alguno de sus poderes a flote.

Pero incluso la habilidad de la miko tenía sus límites. La marioneta dio una patada horizontal para barrer sus piernas y logró derribarle, y antes de que Reimu pudiera recobrarse, la marioneta le jaló de sus piernas y la lanzó a distancia.

Recibió una caída de espalda contundente. Sintió todos los huesos de su columna estrellarse contra el suelo, y su cabeza se golpeó al punto de sentirse desorientada y casi desvanecerse. Su visión le abandonó por un instante en un repentino apagón que se recobró con lentitud, y vio a esa marioneta acercarse a toda velocidad para atacarle. Una punzada de miedo le hizo comprender que el peligro seguía presente, y comprimió sus puños para reunir sus fuerzas y encarar al enemigo.

No sabía qué iba a hacer, pero si en verdad era una HiME, entonces enfrentándose con todas las cartas sobre la mesa debía ser la solución.

Y así fue. Reimu se alzó y al estar a pocos centímetros del alcance de la marioneta, sintió incandescencia en sus manos. Sin pensarlo dos veces, extendió sus palmas hacia delante, de donde salieron haces de luz que englobaron a la marioneta y empezaron a causarle un gran daño. De aquel modo, la miko hizo despertar a su elemento, que pudo eliminar a su oponente.

Aunque no sin un mensaje final.

“Ilusa… creyendo que puedes ser una buena HiME… te estás olvidando que no sólo eres tú. Al final… terminarás haciendo sufrir a otros por tus caprichos. ¿Acaso no lo has pensado…?”

La marioneta finalmente se deshizo en cenizas y la niebla comenzó a desaparecer. La miko respiró agitada aunque aliviada en lo que pensaba sobre el mensaje. Sin duda lo consideró y no iba a dejar que un consejo tan evidente le diera dudas, especialmente luego de haber derrotado a su último obstáculo. Ella asintió, cometida a probarle a esa marioneta y a todos que no daría marcha atrás y lograría con su cometido.



Aquel fue el inicio de la historia de Reimu como HiME, y sus experiencias futuras demostrarían que incluso una sabia y madura miko tenía mucho que aprender dentro del conflicto.