Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 246863 times)


Apple

Dejo esto y lo edito bonito mas tarde u_u

Prelude act 2^


Para Sheryl el ataque de los Rebels a Hanasaki había marcado un antes y un después en su vida. El semestre transcurrió sin mayor incidente y Aramis no dio la cara por dos largos meses. Dos meses de miedo, incertidumbre, rabia y de duros entrenamientos. 

 Por recomendación de Leónidas, Sheryl ingresó al club de boxeo. Era algo que nunca imaginó hacer y que al inicio fue muy duro. Sheryl descuidó completamente sus estudios, obsesionada con volverse más fuerte. Al menos más fuerte que Aramis. Bajo la supervisión de Zack Lee, el presidente el club de box, pasaba las tardes y en algunas ocasiones las noches entrenando. No solo necesitaba incrementar su agilidad sino volverse fuerte. 

 Okita Souji por su parte observaba a lo lejos los entrenamientos de Sheryl. En su propio afán de ayudar a  Sheryl regresó al club de rugby, tomando casi la posición de sub-capitán. Nadie había cuestionado su súbito regreso o su repentina toma de poder. Vasco estaba afectado emocionalmente por la muerte de los otros chicos durante el ataque y el apoyo, tanto emocional como técnico que les brindo Souji, les cayó de perlas. Y de cierta manera, esto ayudo a que Souji se "enderezara". 

Entre todas las actividades, los lazos de Sheryl y Souji se estrecharon de nuevo. Saito sirvió como testigo de todo. No era la misma amistad inocente de cuando eran niños sino era algo totalmente distinto. "¿Será el sindrome del puente colgante?" se preguntaba Saito. Ambos le habían relatado lo que había pasado aquella noche con lujo de detalles y como de alguna manera lograron sobrevivir. Lo que no admitía ninguno es que habían sobrevivido gracias al otro, a pesar de que se aferraban el uno al otro. 


Estaba genuinamente contento de regresar a Japón. A pesar de que se sentía como un extranjero en su propio país, al mismo tiempo extrañaba la rigidez y la sociedad llena de normas en Japón. En Europa había un radical cambio cultural que los tipos como el resentían un poco. No era que fuera un neonazi de extrema derecha o algo similar. Simplemente era un poco conservador y apreciaba las tradiciones. Como la mayoría en el país del sol naciente. 

Y deseaba estar más que nunca con su familia. De pequeño su abuela lo tomó bajo su ala protectora y de joven lo enviaron a estudiar a Alemania. Pero ahora con sus estudios finalizados era su propio dueño por fin. E irónicamente lo que quería era regresar a casa con sus dos hermanas mayores. Con la excusa de realizar su tesis sobre Japón tomo el primer vuelo que encontró.

-Rangiku- llamó a su hermana que lo esperaba ya en el lobby del aeropuerto de Narita. 

-Reinhard- la rubia voluptuosa se acerco a el y lo abrazo con fuerza y ternura - Me hacia tanta falta verte hermanito❤ ~ ¿cómo estuvo tu vuelo?

-Agotador y aburrido como siempre. Quiero ir a casa.

-No te preocupes pequeño, iremos directo ahí.

-¿Y Sheryl?

-Oh pues...- Rangiku meditó su respuesta mientras caminaba junto a su hermano, ni ella misma tenia idea de que diablos pasaba con Sheryl -veras, se matriculó en la universidad y eso la ha absorbido por completo.

-¿A si?- las noticias le sorprendieron. A pesar de ser gemelos Sheryl y Reinhard nunca habían sido cercanos.

Absorto en sus pensamientos no se dio cuenta que tropezó con una chica rubia y bajita que se le atravesó. El teléfono de ella calló a sus pies y el no tardo en devolvérselo antes de ofrecerle una disculpa. Sin perder el tiempo ella se perdió en la multitud del aeropuerto y  no se dio cuenta que a los pies de el dejo un llaverito para celular.

-¿Estas bien?- le preguntó Rangiku después de presenciar el accidente. 

-Sí, descuida - el tomo el llaverito y sin pensarlo mucho lo guardo en su bolsillo.

 -Vamos, creo que invitare a tu hermana a cenar hoy.
« Last Edit: May 15, 2020, 08:07:28 PM by Apple »


Mery

004.1 New Sweet Home


Antes de acostarse, Alexy se planteó cómo iniciaría su mañana. Había tenido un viaje muy largo y no iba a colocar la alarma temprano en su primer día, un domingo, para pretender ser un miembro responsable de la sociedad. Es más, dormiría hasta donde su cuerpo se lo pidiese y luego, sólo luego, despertaría a continuar desempacando. Ése era el plan.

Lastimosamente, no había tenido en cuenta las costumbres de su compañero de piso y lo estricto de su horario. Por lo que cuando éste regresó de hacer sus ejercicios matutinos cerca de las 7 am y decidió darse una ducha, Alexy no pudo evitar despertar cuando al chico se le cayó el frasco de shampoo y rebotó estrepitosamente por el suelo. Y si eso no había sido suficiente para quitarle el sueño, el laberinto de la licuadora desde la cocina sí lo logró.

Alexy bostezó y se sacudió la camisa del pijama, intentando apenas verse más presentable, y tocó la puerta delante de él. No eran siquiera las 8 am y no encontró la voluntad en sí mismo de colocarse un mejor atuendo, pero al menos apreciaba que su compañero hubiese tenido el tino de cerrar la puerta de la cocina antes de empezar a cocinar (aunque en verdad no hubiese servido de mucho).

“¡Pasa!” Le escuchó desde el interior. Alexy podía sentir en su voz energía y, quizás incluso, buen humor. Era una persona mañanera, sin duda.

Alexy se habría jalado los pelos en ese momento de no ser porque eso lo haría verse aún peor.

“Buenas.” Logró decir el peliazul al ingresar, dejando la puerta abierta porque, ¿qué sentido tenía ahora?
“Buenos días, Alexy.” Dijo el chico, aún ocupado con una sartén. “Perdona, ¿te desperté?”
Obvio sí, tío, quiso responder, pero se contuvo. “No te preocupes, Kentin.” Dijo al final tomando asiento en la pequeña mesa junto a la pared antes de volver a bostezar.
“Eh, perdón.” Dijo y se giró al fin a verlo. “Debes estar cansado por tu viaje y todo eso, ¿no? No era mi intención hacer tanto ruido.” Se disculpó con una sonrisa culpable.

De pronto, Alexy agradeció al menos haberse lavado la cara antes de venir. ¿Cómo podía alguien lucir tan bien desde tan temprano? Él mismo tenía que recurrir a un buen café y varios minutos frente al espejo para estar satisfecho consigo mismo, pero a este chico no parecía costarle nada verse tan fresco como una lechuga a las 7:30 de la mañana. Alexy quería pensar que era porque se acababa de duchar… y, de paso, culparía a su falta de sueño por quedarse pensado eso en vez de contestarle de inmediato, como cualquier persona normal haría.

“Nah, todo bien.” Insistió haciendo un gesto vago con la mano. “Igual tengo cosas por hacer y es mejor empezar antes.”
Kentin suspiró más tranquilo y Alexy quiso reír. “Menos mal.” Dijo mientras volteaba para buscar en la alacena. “No quiero empezar con el pie izquierdo, ya que vamos convivir por un tiempo.”
“Te preocupas mucho, hombre, yo soy de hecho una persona agradable.” Dijo Alexy muy confiado. “Mientras no intentes incluirme en tus entrenamientos matutinos, podremos llevar la fiesta en paz, es más, podemos ser muy buenos amigos.”
Kentin regresó a la mesa meneando la cabeza con una sonrisa. “Ok, me ha quedado claro.”
“Ahora, con eso de lado, ¿hay algo que pueda prepararme?”

La noche anterior, Alexy no tuvo la energía suficiente de buscar un conbini y comprarse cosas básicas, Kentin tenía sobras del almuerzo y eso habían cenado. Con una sonrisa de lado, Kentin colocó la licuadora (que ni siquiera había notado) frente a Alexy y le ofreció un vaso.

“Oh.” Murmuró Alex al ver el líquido casi morado. “¿Esto es?”
“Jugo de frutas.” Rió Kentin. “Te hará bien.”
“Vaya, gracias.”

No era un café cargado, pero al menos no era uno de esos batidos energizantes que suele beber la gente que hace ejercicio. Además el gesto era bueno y no sería tan desconsiderado con el chico como para rechazarlo.

“Hay pan en la cesta, por si quieres.” Anunció el ojiverde. “Ya que vienes de Europa, ¿imagino que eso comías allá?” Tras decir eso su rostro se ruborizó un poco. “Argh, ok, no sabía qué traer.”
“No, no, ¡gracias! En serio. Sí como pan.” Alexy rió sin poder evitarlo y luego le dio un trago al jugo, uno más corto del que inicialmente pensó dar. “Uhm, de hecho, sabe muy bien.” Dijo, asintiendo con la cabeza lentamente. “...Muy natural.”

Tres segundos después, Alexy toció sin mucho disimulo y ambos se echaron a reír.

“¡¿Es tan malo?!” Dijo Kentin fingiendo estar ofendido.
“¡Nooo!” Se apresuró Alexy. “…No tanto.”
“Oh Dios.” Kentin le dio un sorbo también y maldijo en voz baja. "Ah, ¿no debí mezclar tanta fruta?"
"Pff, ya lo creo que no."

Alexy estaba convencido de que había conseguido buena compañía.
« Last Edit: February 26, 2021, 04:19:55 PM by Mery »


Sayi


Hello gals <3

Aviso que a partir de las probaciones del próximo mes iremos restando del contador a las gheis que cumplan un año sin dejar fic aquí. Son bienvenidas a regresar a postear cuando gusten -3- pero queremos tener la lista al día con miembros activas.

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






Sayi :: 1047 palabras
Shura :: 0 palabras
Kora :: 3030 palabras
Deidara :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Isumi :: 1165 palabras
Cho :: 34114 palabras + 6550 (c)
Kana :: 3988 palabras
Eureka :: 4659 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 2555 palabras
Haruhin :: 0 palabras
Mery :: 772 palabras
Ekha :: 0 palabras
Apple :: 650 palabras
Arence :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Hola, vengo con un fic. Uhh, tuve que partir una escena entre los dos posts, aunque al menos cabe, espero.

Introduzco a mi husbando de enstars y mi hijo Tengu, soy feliz~

(Y gracias por permitirme usar a Mika, Mimi~)

58.1.



Llegó el día siguiente en la mañana, y Shinano acudió al club de drama para poder encontrarse con su par de amigos antes de continuar con su plan principal del presente día. El pelirrojo recién iba a encontrarse con los dos desde aquella fatídica tarde del concierto, así que verlos iba a ayudarle a dejar ese incidente detrás de una buena vez.

El pelirrojo fue acompañado por Yagen luego de insistirle que al menos se familiarizara con esa parte del campus, y los dos llegaron al club de drama justo en medio de uno de sus descansos por cómo las puertas del gran gimnasio estaban abiertas y varios miembros aprovechaban para tomar un poco de aire de afuera. Entre esas personas, Shinano vio a Syo y Natsuki, quienes se acercaron ni bien le reconocieron.

“¡Shinano-chan!” Natsuki corrió donde el pelirrojo y le dio un fuerte abrazo de oso. “¡Ahh, qué alegría verte bien! ¡He estado tan preocupado!”
“Ihh… g-gracias… Natsuki…” Shinano comenzó a ser asfixiado ya que su enorme amigo era muy fuerte y no siempre estaba consciente de ello. “Ahh… a-aire…”
“¡Natsuki, suelta a Shinano de una vez!” le resondró Syo. “¿No ves que lo estás ahorcando?”
“Oh, perdón, no me di cuenta,” dijo Natsuki, soltando al pelirrojo.
“E-está bien, al menos esta vez no me has hecho ver estrellas,” Shinano sonrió torpemente. “Oh, he traído a uno de mis hermanos. Seguro que hace tiempo que no se encuentran con Yagen.”
“Tú eres el hermano doctor, ¿cierto?” preguntó Syo, quien sonrió. “Sí ha sido mucho tiempo. ¿Cómo has estado?”
“Bien, nada que contar. Espero que ustedes estén desarrollándose como lo tenían previsto,” Yagen sonrió profesionalmente e hizo una breve reverencia. “Les agradezco por ser tan buenos amigos de Shinano y siempre cuidar de él.”
“No tienes que agradecernos, Yagen-chan. Shinano-chan es muy importante para nosotros,” Natsuki sonrió amenamente.
“Eh…” el doctor se vio un tanto incómodo por aquella forma en la cual fue llamado.
“Ehm, ignora a Natsuki, por favor,” Syo negó frustrado y dio un suspiro. “Él usa ‘-chan’ con todo el mundo, hasta con gente obviamente superior a él, pero es inofensivo.”
“Lo comprendo, descuida,” Yagen asintió y miró a su hermano. “Bueno, tienes todo un día por delante. Nos encontramos en la tarde así que aprovecha bien tu tiempo.”
“Claro,” Shinano asintió. “Te diría lo mismo, pero sé que tienes tendencia a esclavizarte, así que mejor tómatelo fácil. Sigues enfermo.”
“Ya me siento mucho mejor, descuida,” él pasó a mirar a los otros dos. “Bueno, me despido. Espero que les vaya bien, y si en algún momento necesitan algo, no duden en contactarme.”
“Muchas gracias, nos vemos,” se despidió Syo. Los tres vieron al científico partir de inmediato. “Sin duda tu hermano tiene un aura muy distinta a la tuya, Shinano.”
“¿Eh? ¿A qué te refieres, Syo?” preguntó el pelirrojo, ladeando su cabeza.
“Nada, sólo es sorprendente cómo se ve todo profesional y reservado. Creo que tus otros hermanos no tienen esa misma presentación,” observó. “No que esté mal, claro.”
“Heh, Yagen sí se ha vuelto un poco enigma hasta para mí,” admitió el pelirrojo.
“Aunque pienso que es evidente lo mucho que se preocupa por ti,” observó Natsuki, sonriendo con alegría. “Eres muy afortunado por la familia que tienes, Shinano-chan.”
“Gracias, Natsuki, pienso lo mismo.”
“¿Y cómo te encuentras luego de lo sucedido?” preguntó Syo. “Me alegro de que estés bien, pero no quiero que intentes hacer un sobreesfuerzo para reponerte.”
“Ehh, más bien no debería quedarme inactivo y tomármelo fácil, y en verdad estoy bien,” le aseguró Shinano, sonriendo decidido. “Estos días han sido muy agradables y cálidos para mí. Todos mis hermanos han estado al pendiente de mi recuperación a su manera, y me siento rejuvenecido,” comprimió un puño. “Así que ahora me toca dar todo de mí mismo.”
“Me alegra oírlo,” Syo asintió y sonrió aliviado. “Estás cada vez más recuperando tu decisión y energías. Sí te hacía falta tu familia.”
“Y además de ellos, cuentas con nosotros dos, Shinano-chan,” le aseguró Natsuki. “Estoy muy feliz de que nos podamos ver con la misma frecuencia de hace años, y sé que sólo es el inicio.”
“Hehe, tienes razón,” el pelirrojo sonrió ampliamente. Sí se sentía muy dichoso de contar con tantas personas importantes para él, y tenía un buen presentimiento de lo que le deparaba.



En ese momento, Wataru salió del gimnasio del club de drama. El peliplateado estuvo por convocar a los miembros de su elenco, pero al observar a los tres amigos, se detuvo de hacerlo para acercárseles.

“¡Ohh, eres el chico secuestrado!” exclamó el senpai, quien se acercó rápidamente y miró a Shinano en shock. “¡Ahh, no sabes el alivio de saber que estás bien!”
“Ehh, ¿eh?” el pelirrojo ladeó su cabeza. “Ehm… p-perdón, pero… ¿nos conocemos?”
“Soy su Wataru Hibiki para servirle,” se presentó haciendo una venia. “Estoy consciente que eres un buen amigo de mi Syo-kun y mi Natsuki-kun, y también oí todo lo que había para oír de lo ocurrido este lunes. Dime, ¿te encuentras bien?”
“Eh, sí, gracias por preguntar…” Shinano sonrió con torpeza. Era un tema un tanto personal, pero seguramente las noticias de lo ocurrido con él habían dado vueltas por Rizembool a esas alturas. “Estoy bien, felizmente. Fue más que nada un susto…”
“Nada como eso sería más que nada un susto, así que admiro tu espíritu de valentía,” Wataru se dio la libertad de abrazar al pelirrojo y sobarle la cabeza afectivamente. “Está bien, joven Shinano, puedes llorar en mis varoniles brazos.”
“Ehh…” este miró a sus amigos completamente perdido.
“Oye, senpai, ya fue suficiente,” reclamó Syo, frunciendo el ceño.
“Está bien, Wataru-chan sólo está siendo cariñoso,” dijo Natsuki, sonriendo.
“Muy cierto, Natsuki-kun, tú comprendes la cariñosidad que debemos tenernos mutuamente,” dicho esto, Wataru abrazó más de cerca a Shinano como si fuera su muñeco. “Ahh, y se trata de un lindo y delicioso shota… hasta tiene el olor de uno…”
“¡Ihhh!” ello puso nervioso al pelirrojo quien intentó librarse del peliplateado, pero este lo tenía muy bien abrazado.
“¡Tsk, dije que suficiente, pedófilo!” Syo ayudó a su amigo al jalarlo y cortar con el abrazo. “Shinano, te advierto que no bajes tu guardia con él. Ya me ha hecho lo mismo.”
“Es que eres tan hermoso como Shinano-chan, Syo-chan,” dijo Natsuki.
“¡Y tú no normalices las tonterías de este hentai kamen de acá!” le requintó Syo, iracundo.
“¡Me encanta ese apodo que me han puesto! Amazing!!” exclamó Wataru, quien rió un poco. Él pasó a mirar a Shinano y le guiñó un ojo. “Pero no me tomes tan en serio. Como un amigo de Syo-kun y Natsuki-kun, estoy convencido que debes tener buenos dotes para la actuación, así que eres bienvenido a unírtenos en el club de drama si así lo deseas.”
“E-ehm, gracias por la oferta, pero…” Shinano sonrió incómodo. “P-pues, voy a comenzar entrenamiento con otra persona, así que no sé si será posible… pero lo consideraré…”
“Ah, es una tremenda lástima. Ojalá se dé el milagro,” Wataru asintió. “Pero considérame como un amigable senpai si en algún momento me necesitas, ¿de acuerdo?” dicho esto, el peliplateado regresó su atención a sus alrededores y aplaudió un par de veces para llamar la atención de todos. “¡Listo, suficiente descanso! ¡Vamos a comenzar con el último ejercicio de esta sesión! ¡Todos vayan de regreso a mis aposentos!”
“Bueno, les dejo, chicos,” dijo Shinano. “Que les vaya bien.”
“Muchas gracias, Shinano-chan,” contestó Natsuki, con sus manos sobre su pecho, conmovido. “También te deseo un gran día.”
“Dijiste que ibas a encontrarte con tu futuro mentor, ¿cierto?” preguntó Syo.
“Sí, finalmente.”
“Nos dices cómo te está yendo,” asintió. “¿Y cómo era que se llamaba?”
“Eh, un tal Shu Itsuki. A ver qué tal es,” Shinano sonrió. “Bueno, nos vemos.”

El pelirrojo se despidió y se fue a paso rápido ya que le tocaba buscar la facultad y el estudio donde había sido citado. No sabía qué esperar de su día, pero admitía que estaba muy intrigado por el inicio de aquella oportunidad…

“¿Hm?” Wataru había sentido que sus orejas se habían parado como las de un sabueso en plena cacería. Él estaba en el umbral de su gimnasio observando a sus estudiantes ingresar distraídamente de regreso al sitio de trabajo, cuando entonces le pareció haber oído un nombre clave de parte del pelirrojo, quien lo había mencionado como su futuro mentor. Sin embargo… el peliplateado, por primera vez en toda su existencia, nunca había dudado más de sus muy leales y receptivas orejas que lo captaban todo y a distancia. Por todo lo que conocía y sabía, no podía ser aquel el nombre que había oído, no tenía sentido alguno.

Sin embargo, sentía la obligación de probarlo. No podía en ese instante por la práctica que todavía estaba por terminar, pero, ni bien cumpliera con su rol como senpai, iría a investigar qué estaba sucediendo…




Era otra mañana más en Rizembool y Seija continuaba familiarizándose con su nueva alma mater, lo cual le había llevado a deambular por el campus sin rumbo fijo en los más recientes días. Después de todo lo ocurrido y de saber que el pelirrojo se encontraba bien, realmente no había tenido más que hacer. Lo importante era que su trabajo bien remunerado como ayudante de Shinano seguía en pie y no corría riesgo. En medio de la alborotada vida de aquella pelinegra, esa mínima certeza era importante para no tener que preocuparse por más.

Su distracción la condujo hasta la zona de dojos. Era un área extensa y había también gimnasios, campos y pistas de atletismo por doquier, lo cual le impresionó gratamente ya que Seija gustaba de pelear y ejercitarse casi a manera de capricho, sólo le faltaba buscarse un compañero. Supuso que Shishiou ya andaba haciéndose de amigos, así que a ella le tocaba hacer lo mismo. De inmediato pensó en Tharja, pero sabía que esa chica no era fácil de convencer.

Y, hablando del diablo…

Seija se confundió al ver a esa chica a las afueras de un dojo. Tharja estaba de cuclillas en el suelo y aparentemente observando el interior de la estructura por medio de algún agujero en la pared, como si estuviera espiando a las personas adentro. Tan curiosa como revoltosa, Seija no se ahorró las ganas de ir a saludarla para ver qué estaba haciendo.

“Hola, Tharja, ¿qué hac-?”
“¡…!” esta se alteró y de inmediato tapó su boca con sus manos para detenerle. “Shhh…”
“…” Seija asintió y fue liberada. Supo que tendría que susurrar desde ese punto. “¿Por qué tan reactiva? ¿Qué se supone que haces?”
“Tsk…” esta se mostró malhumorada y algo retraída. “Si no tienes nada importante por lo que buscarme, vete.”
“Oye, tranquila, hablo en voz baja,” dicho esto, Seija miró a la pared frente a las dos. Efectivamente, había un discreto agujero en la pared, y se asomó, para comprobar que las intenciones de esa guía no eran nada santas. “Heh, ¿espiando a chicos en el locker room?”
“…” Tharja desvió su mirada. “Déjame en paz.”
“Oye, pero me haces muy feliz,” Seija sonrió animada y le agarró de un hombro. “Ya lo sabes. A mí me gusta mucho la disfuncionalidad y no hay nada más disfuncional que esto.”
“Suéltame…”
“Pero, ¿y dónde está todo el mundo?”

Justo en ese instante, las dos pudieron oír las voces de los chicos quienes estaban llegando a esa área del locker room. Tharja empujó a la otra para poder asomarse y observarlos. Efectivamente, era el grupo que había entrado.



“¡Ahh, esto fue muy divertido!” exclamó Shishiou, feliz de la vida, mientras comenzaba a abrir su casillero. “Gracias por invitarme. Ya quería buscar alguien con quien entrenar.”
“Pues, has probado que tienes talento y no sólo eres un niño con ilusiones,” observó Tsurumaru, encogiéndose de hombros. “Parece que sí eres un yakuza después de todo.”
“¿Por cuánto tiempo más no vas a creerme?” preguntó el rubio, impaciente.
“Hahaha, no me tomes seriamente.”
“Sabes que me encuentro sumamente agradecido contigo por velar de Shinano,” dijo Ichigo, haciendo una venia. “Le has ayudado bastante durante el viaje en los Estados Unidos, y fue por ti que su secuestro pudo ser resuelto tan pacíficamente.”
“Ehh, no fui yo en sí, mis allegados nos ayudaron bastante,” desvió su mirada, con incomodidad.

“Hmm, no me sorprende que Shishiou ya ande metido en un grupo,” observó Seija, rodando los ojos. “Él es tan social…”
“Si no te sorprende, retírate,” recalcó Tharja.
“Oye, no tienes que ser tan huraña conmigo,” Seija aprovechó para asomarse por el hueco ante el descuido de la otra y observó a los tres, quienes estaban procediendo a quitarse los polos. “Uff, los has seleccionado bien. Qué cuerpazos.”
“…” Tharja sintió un tic en el párpado. “Comentarios, lo que faltaba…”
“Tú eres la que los espías, no me juzgues,” dijo, todavía mirándolos. “Hm, pues a leoncito ya lo conozco, pero este otro par sí que promete. Sin duda ayuda que sean más altos, haha. Wow, pero este ‘Ichi-nii’ sí que es recontra apuesto. No te culpo por andar espiándolo.”
“Tch, no estoy aquí por él,” Tharja se vio insultada por esa asunción de parte de la otra. “Obviamente es apuesto y tiene el look que hace a colegialas derretirse, pero mis gustos son mucho más refinados. Aunque, si eres otra colegiala del montón, este príncipe Toushirou tiene un club de fans enorme para que fangirlees con ellas.”
“Haha, no es para tanto,” Seija se puso a reír por la ocurrencia, y vio cómo la otra retomó su sitio frente al agujero. “Pero me pregunto qué tan asequible será ese hermano mayor. Se ve del tipo buenito y muy vulnerable~”
“…” Tharja observaba por el agujero, intentando ver si encontraba a su blanco. “Ni idea, pero me da la impresión que si fueras a apuntarle, despertarías el lado maligno de todos sus hermanitos, así que ten cuidado.”
“Sólo por eso me han dado ganas de intentarlo,” Seija se puso a reír.
“Shhh…”
“Tranquila, no estoy alzando mi voz,” continuó mirando a la otra. “Entonces, ¿estás aquí por el peliblanco? Me daba la impresión que no te llevabas con él. Serás tsundere, supongo.”
“…” Tharja le miró de soslayo con una incontenible ira, lo que comunicó peligro a la otra. “No, lo detesto, y esa grulla es la versión escuálida del príncipe, así que es menos mi tipo.”
“Te gustan los agarrados, lo comprendo,” Seija asintió gustosamente, y aprovechó a que la otra se descuidó para mirar por el agujero. “Hmm, ya has cubierto los tres presentes, ¿a quién más has venido para ver…? Oh, espera, ahí anda entrando una cuarta persona…”
“…” esa fue la señal que Tharja necesitó para jalar a la otra con fuerza y brusquedad y retomar su trono frente al agujero. Finalmente…



“Debo admitir que ha sido una práctica muy entretenida y provechosa, Shishiou,” comentó el recién llegado. Se trataba de un peliazul con unos ojos exóticos azules y amarillos que mantenía un semblante tranquilo y sereno, y una sonrisa cordial. “Pienso que vas a encajar bien en nuestras prácticas a partir de ahora.”
“Heh, me alegra oírlo, Jiji,” Shishiou asintió y sonrió decididamente. “Me has impresionado. Eres realmente muy fuerte. Sin duda tengo que aprender un montón para hacerte frente.”
“Mikazuki siempre ha sido reconocido por su gran habilidad,” comentó Ichigo, sonriendo. “Es propio de su linaje. Incluso yo, como el heredero de mi familia, tengo que aprender de él.”
“Dirás eso, pero eres el segundo más fuerte aquí, Ichigo,” observó Tsurumaru, encogiéndose de hombros. “Me cuesta creer que el perfecto y popular ‘Ichi-nii’ sea más hábil que yo en el combate, aunque supongo es parte de su appeal.”
“Me halagas, Tsurumaru-san,” el peliceleste sonrió con torpeza. “No he podido entrenar como siempre, así que mis habilidades están oxidadas. De por sí, me siento muy afortunado de haber podido contar con esta oportunidad de unirme a ustedes,” él hizo una venia. “Les agradezco de todo corazón, y espero que pueda repetirse pronto.”
“Haha, tan sincero como siempre, Ichigo,” Mikazuki rió un poco. “Sí, sería agradable, pero les esperaré también en mi casa para tomar el té en compañía. Me haría mucha ilusión.”
“¡Oh, muchas gracias!” Shishiou se emocionó.

“Oye, oye, quiero verlo,” dijo Seija, mientras trataba de asomarse inútilmente cerca de Tharja, pero la otra estaba acaparando la vista.
“Encuentra tu hueco,” le contestó en voz baja.
“Pues, ya me fijé, pero parece el único,” Seija esperó un poco y al notar que la otra no iba a ceder, tuvo que imitarle y empujarle con fuerza para poder meterse un poco.
“Tsk…” Tharja le miró con cólera.
“Ohh, wow, este chico es otro look distinto, tienes razón,” comentó, observándolo. “Ohh, y sí que tiene un cuerpazo más amplio, ahora que se anda desvistiendo.”
“¡Quítate!” ello causó que Tharja se impacientara y comenzara a zarandear a la otra.

“Ohh, ya veo…” Shishiou asintió. “Entonces tú eres amigo de la infancia de Ichigo.”
“Nuestras familias son allegadas desde hace generaciones,” dijo Mikazuki, sentado sobre una banca. “Por ello, los Toushirou son también como mis hermanos menores, aunque con toda honestidad siempre me he sentido más cercano a los mayores,” sonrió tranquilamente. “Soy un anciano, después de todo.”
“Haha, siempre me ha llamado la atención cómo te refieres a ti mismo como Jiji,” comentó Tsurumaru, entretenido. “Bueno, no eres el único que se siente así a veces, siendo sinceros.”
“Te aseguro que todos en mi familia los consideramos a ustedes como parte de nuestros hermanos, Mikazuki,” dijo Ichigo, asintiendo. “Y siempre has sido una persona muy sabia y un gran apoyo para todos nosotros…” él bajó su mirada, con leve incomodidad. “Quisiera ser capaz de recordar los tiempos anteriores al incidente. Siento que me pierdo de mucho.”
“No existe punto por el cual debas obsesionarte con ello,” observó el peliazul, tranquilamente. “Si bien no todo el pasado se encuentra claro dentro de tu mente, desde siempre has transmitido la hermandad que caracteriza nuestra conexión, y te has identificado conmigo y con mi familia como si nada hubiera ocurrido. Yo pienso que ello es lo más importante.”
“Es verdad que siempre te he sentido como alguien muy cercano, incluso cuando no fui capaz de recordarte,” Ichigo asintió y sonrió en paz. “Siempre has sido un apoyo para mí, Mikazuki, y me siento afortunado por tu presencia.”
“Son palabras muy amables de tu parte,” asintió. “Siempre eres bienvenido con tus hermanos a visitarnos y pasar un rato en compañía, como la familia extendida que somos.”
“Por supuesto…”

Entonces, los cuatro fueron capaces de oír un pequeño ajetreo cercano que no pudieron ubicar con rapidez. Los cuatro intercambiaron miradas, y finalmente pudieron notar aquel pequeño agujero en la pared, donde notaron a un par de personas que andaban peleándose por el turno de mirar por medio de este.

Después de suficiente abuso de parte de Tharja, Seija tuvo que ceder y así la chica regresó a mirar por el agujero, pero se sorprendió de no ver a nadie en el espacio.

“¿A dónde se fueron?” se preguntó.
“Ehm, Tharja…” Seija notó que dichas personas abrieron la salida de emergencia que estaba a apenas unos tres metros de ellas.
“Oigan, ¿qué sucede aquí?” preguntó Tsurumaru, siendo el primero en salir.
“¡Ah, tenías que ser tú, histriónica!” exclamó Shishiou, apuntando a Seija acusatoriamente. “¡¿Qué haces espiándonos?! ¡Y no te atrevas a corromper a nuestra guía con tus estupideces!”
“¿Corromperla yo? ¡Hahahaha!” Seija se rió con ganas. “No, no, no, yo andaba paseando sin lastimar a nadie. Ella es la espía.”
“Pues sí, no me cuesta mucho creerlo,” dijo el peliblanco, encogiéndose de hombros.
“Tharja, ¿por qué?” preguntó Ichigo, sorprendido. “Esto es algo que no esperaría de ti.”
“…” a diferencia de Seija, Tharja se notaba hecha un manojo de nervios. La chica desvió su mirada, sin saber qué decir.
“Hm, ciertamente, este es un desarrollo interesante,” a diferencia de los otros chicos, Mikazuki se notaba entretenido e intrigado por la situación. Fue también notorio que él no hubiera optado por terminar de vestirse y se encontraba frente a las chicas con el torso descubierto y sin darle importancia al asunto. El peliazul miró a la chica retraída. “Estoy convencido que nos habremos visto antes, aunque quizás nunca hemos dialogado previamente. Presentaciones están a la orden del día, ¿no es así?”
“…” Tharja se confundió un poco por aquella actitud relajada del chico, y lo miró, para verse visiblemente avergonzada de observarlo directamente y en tal grado de exhibicionismo.
“Hahaha, no hay necesidad de avergonzarse,” el peliazul rió un poco, e hizo una venia. “Mi nombre es Mikazuki Munechika. ¿Podrías concederme el tuyo?”
“Ehh…” ella se vio intrigada y cautivada por aquel radiante hombre que en su visión interna se asemejaba a un dios griego, aunque se sentía incapaz de levantarse del piso y corresponderle…
“¡Hola! ¡Mi nombre es Seija Kijin! ¡Mucho gusto!” dijo la susodicha, metiéndose en la oportunidad de la otra, aunque rápidamente lo arrepintió porque Tharja se levantó y le comenzó a jalar de los cabellos. “¡AHHH, piedad!”
“¡Hahaha! Comienzo a creer que las dos harán un buen dúo de comedia,” Tsurumaru se puso a reír, animado.
“¿Qué está ocurriendo aquí?” preguntó Ichigo, confundido. Nunca había visto a la fría y parca Tharja tan avergonzada y gobernada por sus impulsos, así que no sabía qué decir.
“Ehh, mejor no nos metamos en el asunto,” Shishiou dio un suspiro.
“Ehm…” luego de poner a Seija en su lugar, Tharja encaró a Mikazuki y desvió su mirada, para presentarse. “Tharja… Yukimitsu…”
“Ah, Yukimitsu, otra familia allegada de los Toushirou,” Mikazuki asintió. “He oído de tu linaje, pero me sorprende que por más de tener una asociación en común nunca hayamos conversado. Espero tener una oportunidad pronto.”
“S-sí…” Tharja formó una sombra en sus ojos y su expresión se contaminó de un auto-odio por andar comportándose de manera tan patética ante aquel chico, aunque estaba a su límite, por lo cual sabía que debía huir. Ella se dio media vuelta.
“Oh, espera, Tharja,” Tsurumaru sonrió traviesamente. Pensó en darle una mano. “Jiji nos comentaba que esta tarde que tiene algunos quehaceres que hacer por la ciudad. ¿No te animas a acompañarle? Es una buena oportunidad de conocerse.”
“Tsk, n-no te metas…” la chica le miró de soslayo.
“Oh, concuerdo con Tsurumaru. Tu compañía sería muy grata,” dijo Mikazuki, sonriente. “Eso si tienes disponible, por supuesto.”
“Ehh…” Tharja volvió a ser desarmada por la impecable sonrisa de su objeto de admiración personal. Pese a sus intenciones de huir a algún rincón del universo, la chica había vivido por años bajo la sombra de los Toushirou al momento de interactuar con aquel perfecto ser humano, y esa oportunidad realmente era caída del cielo. Volvió a bajar su mirada. “A-acepto…”
“Me alegra. Pensaba salir de la universidad a eso de las tres. Sé que nos divertiremos.”

Mikazuki sonrió muy ampliamente, lo cual cautivó a la huraña chica, quien ya no pudo soportar la presión de estar frente a él y apenas asintió y se marchó a paso rápido. Tharja fue seguida de Seija, quien no dejaba de preguntarle si se encontraba bien.

“Admito que me he quedado impresionado,” comentó Ichigo, quien luego de la sorpresa sonrió tranquilamente. “Supongo Tharja siempre ha sido una persona muy privada, aunque en el fondo tuvo el interés de conocerte. Debí haberlo notado antes.”
“No hay necesidad de lamentarlo. Es algo que puede arreglarse con facilidad,” comentó Mikazuki.
“Gracias, y te pido que cuides de ella. Tharja es más sensible de lo que parece.”
“Sin duda lo es, por más ruda que pretenda ser,” observó Tsurumaru, entretenido.
“Hm, sí me sorprendió su actitud de ahora,” Shishiou se puso a pensar. “Pero es evidentemente una buena chica, sólo no es sociable. Sí que encaja bien con tu familia, Ichigo.”
“Es como una hermana para nosotros, y lo mismo puedo decir de su hermano menor,” el peliceleste asintió.
“Oh, pero se retiró antes de poder intercambiar contactos,” observó el peliazul.
“Yo le pasaré tu información, Mikazuki,” se ofreció Ichigo.
“Ahora que esa formalidad ha sido resuelta, vayamos a tomar una merienda,” dijo Tsurumaru. “Les recomiendo el restaurante de culinaria. Están en plena promoción de exquisiteces tradicionales, lo cual sé que es de su agrado.”
“¡Oh, buena idea!” Shishiou asintió.

Al ponerse de acuerdo, los cuatro regresaron al interior del dojo donde continuaron dialogando. Iba a ser una tarde interesante.


Hay distintos momentos en la vida de una persona que marcan el inicio de un nuevo capítulo, o el comienzo de un cambio radical en la rutina. Acompañado de esos sucesos suelen haber indicios u observaciones de que la corriente está incrementando o que el cambio se avecina, y con frecuencia dichas señales pasan desapercibidas hasta que ya es inevitable…

Shinano finalmente llegó a la facultad que le correspondía: la facultad de diseño y alta costura. El ambiente era muy artístico, con infraestructura espaciosa e impecable y muchas áreas que ofrecían comodidad para los estudiantes, desde cómodos y avant-garde sillones hasta mesas amplias, iluminadas y con la posibilidad de inclinarse que eran aptas para cualquier diseñador o arquitecto. El pelirrojo podía notar que era una facultad artística, la cual no perdía la tecnología y pulcritud esperadas en Rizembool, y se sintió mucho más intrigado de conocer a su futuro maestro quien radicaba en ese lugar.

Sin embargo, esos edificios probaron ser bastante altos y con muchas áreas como para que él fuera a perderse, así que le tocó comenzar a preguntar. Primero optó por preguntar a un conserje en el camino. Al oír el nombre de su maestro, dicho trabajador hizo una mueca de desagrado y le indicó qué pasillo tomar. Así lo hizo, aunque Shinano volvió a marearse al llegar a otra área igualmente basta.

Entonces, vio una clase salir, donde el maestro que parecía ser un tiránico había llamado la atención a sus estudiantes hasta las últimas consecuencias. El pelirrojo pretendió preguntar a algún estudiante, aunque todos se marcharon con tanta rapidez y frustración que no se animó a interponerse en sus caminos. Él terminó llamando la atención de dicho intimidante profesor, a quien se animó a preguntarle. A diferencia del conserje, el profesor se mostró complacido de oír sobre aquel joven y le informó que su estudio yacía en el edificio de los profesores, donde, según él, merecía estar. Shinano agradeció a aquel profesor quien se mostró lo suficientemente apurado como para darle mejores direcciones.

Esas dos experiencias de preguntar por direcciones contrastaron mucho, y en retrospectiva fueron muy informativas con respecto a la persona que estaba pronto a conocer, pero Shinano no se molestó en analizarlas.

Sin mucha idea con respecto a dónde debía ir, el pelirrojo se detuvo en un ambiente de sillones donde había un grupo de estudiantes de la facultad que hablaban amenamente sobre un proyecto. Felizmente, ellos sí tuvieron la disposición de ayudarle, y también tuvieron sus propias observaciones que compartir.

“¿Eh? ¿Por qué tienes que buscarlo a él?” preguntó un chico, confundido. “Te aconsejo que si tienes algún pedido para él, te esperes una semana. Dicen que se encuentra de mal humor ya que está muy atareado con proyectos.”
“¿Eh?” Shinano ladeó la cabeza. Sorprendentemente, su pregunta había causado más incógnitas. “¿A qué te refieres con eso?”
“No te ves de esta facultad,” comentó otro chico. “Pues, ese tal Itsuki es un estudiante estrella al punto en el cual Rizembool le ha dado un estudio increíblemente equipado, junto con la obligación de ayudar con diversos pedidos de otros alumnos y profesores y en distintas disciplinas. Dicen que es todo un capo.”
“Ohh, ya veo, entiendo,” asintió.
“Pero si no eres de aquí y por lo tanto no tienes por qué interactuar con él, mejor no te expongas ante él,” agregó otro chico.
“¿Por qué no?”
“Chicos, está bien,” agregó un cuarto chico, quien acababa de llegar con bebidas para todos. “Pasé por ahí y sólo Mika se encuentra en el estudio,” este sonrió a Shinano. “Aprovecha porque Mika sí tiene toda la voluntad de ayudarnos, así que apúrate antes de que el loco de la muñeca vaya a regresar.”
“¿Eh?” ‘¿loco de la muñeca?’ Shinano no rindió mayor importancia a aquel calificativo, pero este iba a resultar ser otra advertencia en retrospectiva sobre lo que estaba por enfrentar…
“Para llegar al estudio, tienes que seguir por este pasillo y doblar a la izquierda al final. Ese bloque son todos estudios de los profesores, y el de Itsuki está en el cuarto piso. Comprende ese y el piso de arriba, si no me equivoco,” explicó uno de los chicos.
“Listo, muchas gracias,” Shinano hizo una reverencia y se despidió de todos. Le tocaba ir camino a su destino, y no quería hacerse ninguna idea hasta no conocer a esa persona por su cuenta.

Siguió el camino y efectivamente llegó a esa zona un poco más apartada de la activa facultad. Ahí no había ambientes de sillones o mesas donde la gente trabajaba y con las justas había una máquina dispensadora de bebidas, pero aparte de ello no había punto de pasear por ahí si no se tenían asuntos que atender en los estudios de los profesores. Por la quietud y falta de gente, Shinano se sintió un tanto intimidado, aunque el hecho que los pasillos eran todos exteriores le permitió respirar profundamente.

Llegó a la discreta entrada del estudio, una puerta simple y pequeña, señalizada por la placa con el nombre de su futuro maestro. Shinano tocó el timbre y esperó un poco hasta que la puerta fue abierta ligeramente. Vio a un chico pelinegro con ojos disparejos de colores amarillo y azul asomarse con curiosidad, lo cual le dio una apariencia adorable e infantil.


“¿Sí?” preguntó el pelinegro, con una voz tímida.
“Ehh, hola,” Shinano le sonrió amenamente. “Ehm, busco a Shu Itsuki. ¿Se encuentra aquí?”
“Oshi-san ha salido, debe llegar dentro de poco,” contestó. “Pero si estás aquí para hacer un pedido, yo puedo encargarme.”
“No vengo por eso, está bien,” movió sus manos. “Pues, no sé si te avisó, pero yo soy Shinano Toushirou, y quedé en verme con él.”
“¡Oh! ¡Eres ese chico!” el pelinegro se impresionó y de inmediato abrió la puerta. “¡Pasa!”

Shinano entró y observó a sus alrededores. A simple vista, estaba en un apartamento personal por cómo un pequeño comedor seguía a la entrada, y había una puerta cercana que llevaba a una cocina. Más allá pudo observar unos sillones que invocaban a una sala, aunque desde ese punto podía notar que la variedad del ambiente comenzaba a incrementar.

“Ehh, ponte las pantuflas para entrar, por favor,” le pidió el pelinegro.
“Ah, sí, perdón, me distraje,” Shinano asintió y se alistó. “¿Cuál es tu nombre?”
“¡Ah, cierto!” el pelinegro se vio mínimamente perturbado al darse cuenta de su omisión. “Eh… yo soy Mika Kagehira. Un gusto…”
“Un gusto igualmente, Kagehira-san.”
“N-n-no tienes que ser formal conmigo, por favor,” dijo el pelinegro, apesadumbrado. “Yo no merezco ningún tipo de reconocimiento.”
“¿Eh?” eso confundió un poco al pelirrojo, aunque decidió no molestarse en cuestionarle ya que el chico parecía lo suficientemente incómodo. “Bueno, entonces, ¿está bien si te llamo Mika?”
“S-sí,” Mika asintió y bajó su mirada, contrariado. “Hmm, esto es raro…”
“¿A qué te refieres?”
“Oshi-san recién me informó sobre ti esta mañana. No tuve tiempo para preparar una mejor bienvenida… no sé qué hacer…”
“E-está bien…” Shinano sonrió incómodo. Le parecía un poco curioso que esa persona no haya sido más abierta al respecto, pero, en fin. “Quizás es alguien que ha lidiado con varias personas, y olvidó mencionarme.”
“No, siempre he sido la única persona por debajo de Oshi-san, y él es muy cerrado,” aclaró Mika, frunciendo el ceño. “Hmm, el hecho que no me haya confiado que ibas a llegar me inquieta un poco… espero que Oshi-san no esté molesto conmigo.”
“N-no digas eso, estoy seguro que no es así,” Shinano realmente no tenía ninguna certeza, pero dudaba grandemente que fuera el caso. A todo ello, en verdad quería preguntar a Mika sobre por qué se refería a su maestro de aquel modo. “Ehm, tú lo llamas Oshi-san, como puedo notar. Eso vendría a significar ‘amo’, ¿no es así? ¿Por qué te refieres a él de ese modo?”
“Oh, es que Oshi-san es el mejor,” ello pudo iluminar el rostro de Mika con una sonrisa. “Oshi-san es una persona muy hábil e inteligente, siempre ha cuidado de mí, y me ha enseñado todo lo que yo sé. Por ello no tengo nada más apropiado que llamarle.”
“Heh, ya veo,” Shinano se animó al notar los rebosantes ánimos del pelinegro al hablar sobre su superior. Ello pintaba que aquel Itsuki debía ser un senpai muy responsable y bondadoso. “He podido enterarme que sí es alguien muy habilidoso, aunque tampoco puedo decir que sé mucho de él, pero ya ando emocionado pensando en que estaré bajo su tutela.”
“Oshi-san no te decepcionará,” le aseguró Mika.
“Además que cuento contigo, Mika-senpai.”
“¿S-senpai?” este se sorprendió por la mención y muy torpemente tocó las puntas de sus índices entre sí. El pelinegro parecía en plena guerra interna entre alegrarse por el reconocimiento y culparse al sentir que no lo merecía.
“Tiene todo el sentido. Recién estoy iniciando y te ves como una persona muy amena y comprensiva,” dijo Shinano, sonriente. “Estaré bajo tu cuidado, si me lo permites.”
“B-bueno, sí sería bueno para Oshi-san si también puedo ayudarte… si es que tengo la autoridad, claro está…”
“Hm…” el pelirrojo se sentía un tanto confundido y preocupado por la tendencia de Mika de degradarse tan naturalmente.
“Oh, pero como tu guía de hoy, tengo que mostrarte el estudio,” recordó Mika. “Ven conmigo.”

De ese modo, Shinano comenzó con su primer periplo por aquel estudio. Más allá de esas áreas comunes como el comedor, la cocina y la sala, el resto del ambiente sí reflejaba ser un lugar de trabajo. El pelirrojo caminó por el espacioso estudio, y se topó con varias pequeñas habitaciones que servían de oficinas donde trabajar sin distracciones. Cada lugar parecía tener su función y había varios libros de teoría y documentos por doquier, pero todos inmaculadamente organizados al punto de verse intangibles. Lo más desorganizado a simple vista fue un almacén lleno de cajas, pero estas estaban etiquetadas debidamente y apiladas bajo un riguroso orden y maximizando el espacio al punto de parecer un rompecabezas. Entonces, Shinano llegó a unas escaleras, lo cual le hizo recordar que ese estudio contaba con dos pisos.

El segundo piso fue incluso más impresionante. Lo más llamativo fue un ambiente de trabajo orientado a la confección de atuendos donde las paredes estaban abarrotadas de telas, hilos, lazos y otros materiales de todos los colores y texturas, y había unas tres máquinas para coser profesionales y con todos los accesorios imaginables, además de mesas muy amplias. Aquel estudio no tenía nada que envidiar a los talleres más costosos de profesionales de renombre, y por un mueble que acomodaba materiales menos ortodoxos daba la impresión que los trabajos que se hacían en dicho sitio iban mucho más allá de las aplicaciones de la facultad.

Ese piso tenía menos subdivisiones, ya que aparte de aquel taller, había otro espacio un tanto inesperado para el estudio. Shinano ingresó a una habitación amplia con espejos como paredes y un piso impecable que no tenía muebles. Claramente era un lugar de entrenamiento artístico y óptimo para ejercicios y modelaje. Ello causó gran emoción e impresión en el pelirrojo, quien caminó por el amplio espacio y miró anonadado a la simple estructura del lugar. Hasta se sorprendió de notar iluminación especial en el techo, y buenos parlantes.

“Esto es impresionante, qué suerte tienen,” comentó Shinano, con los ojos brillantes. “Cómo me gustaría tener una habitación así en mi casa, aunque sería mucho pedir.”
“Oshi-san lo pidió especialmente. Menos mal que Rizembool se aseguró en acomodarle,” Mika asintió, sonriendo con leve nostalgia. “Sin embargo, hace mucho tiempo que no veo a Oshi-san emplear este sitio, pese a que me obliga a ejercitarme aquí.”
“Hm, había oído que tenían mucho trabajo…” se puso a pensar.
“P-puedes decirlo…” Mika sonrió incómodo, reservándose mayores comentarios.
“Pero ahora que estoy aquí, podríamos usar este espacio con frecuencia, ¿cierto? Pienso que sería muy divertido y genial.”
“Heh, es verdad,” asintió. “Oh, mejor vayamos de regreso abajo. No sé cuándo Oshi-san va a aparecer. Debemos esperarle.”
“Sí, aunque como andas ocupado podría ayudarte con tus labores,” se ofreció el pelirrojo. “¿Hay algo que puedo hacer?”
“¿Eh? Pues…” Mika se puso a pensar duramente. “Hmm, sería útil, pero me sorprendería que supieras confeccionar bien… nuestras exigencias de trabajo son muy estrictas.”
“Ah, tienes razón, lamento no poder ayudarte con eso,” Shinano dio un suspiro. “Espero algún día aprender a coser al menos.”
“Está bien, recién has llegado,” el pelinegro asintió y sonrió. “Aprecio mucho tu ofrecimiento.”
“No es nada, ahora que estoy por aquí, quisiera ser útil en lo posible. Es lo menos que puedo hacer por ustedes.”
“Hehe, me alegra oír eso,” Mika se animó y su tímido rostro se iluminó al reconocer las buenas intenciones del pelirrojo. “Oshi-san sí necesita toda la ayuda posible por lo ocupado que suele estar, y estoy feliz de notar que le tienes consideración.”
“No es para tanto,” Shinano movió sus palmas. Era curioso cómo aquel pelinegro se emocionaba ante la mención de su superior con mucha dicha, lo cual le daba la apariencia de un pequeño niño que admiraba a su figura paterna, pese a que Mika era un chico bastante alto y fácil de la edad de Namazuo, lo cual lo hacía seis años mayor que el pelirrojo. Sí era evidente que era una buena persona, y Shinano sabía que podrían llevarse muy bien.

Los dos caminaron de regreso hacia las escaleras. En el camino, Shinano se detuvo en el umbral del taller de confecciones, y se sorprendió de notar algo que originalmente había pasado desapercibido para él. Al costado de una de las máquinas de coser, había una hermosa y muy detallada muñeca antigua de porcelana, la cual estaba sentada en una pequeña silla sobre la mesa y tenía una burbuja de cristal a su alrededor.

“Ohh…” el pelirrojo se vio cautivado por aquella hermosa antigüedad y caminó hipnotizado hacia ella. “¿Qué es eso…?”
“¿Eh?” Mika se detuvo al ver al otro reingresar a ese ambiente, y su sangre se heló al notar que se estaba acercando mucho a esa muñeca. “¡E-e-eh, Sh-Shinano, espera!”
“Esta muñeca debe ser toda una reliquia, es perfecta…” el pelirrojo estuvo por llegar donde esta, pero Mika se interpuso en el camino como si su vida dependiera de ello.
“¡D-detente, por favor!” le suplicó, asustado.
“¿Mika-senpai?” Shinano ladeó su cabeza, confundido. “¿Qué sucede?”
“Por favor, no la toques,” dijo rápidamente. “Es que, verás, Mademoiselle es la posesión más importante de Oshi-san, y él no deja que la gran mayoría de personas la manipulen.”
“¿Mademoiselle?”
“Sí, ese es su nombre…” Mika sonrió incómodo. “Mado-nee es un miembro importante de este estudio, ehh…” bajó su mirada, con leve tristeza. “Sería muy complicado tratar de explicarlo ahora… sólo procura no tocar a Mado-nee, por favor.”
“Sí, entiendo,” Shinano asintió. “No es mi interés sobrepasar mis límites, descuida. Heh, pienso que es lindo que pienses en esa muñeca como si fuera una hermana para ti.”
“S-supongo que lo es…” el pelinegro desvió su mirada.
“Eh, perdón por haberte asustado, juro que no pensaba sacarla de su burbuja,” confesó Shinano, sonriendo incómodo. “Sigamos…”



“Más te valía…” dijo una voz severa, profunda y muy distinta a la de Mika desde el umbral de ese taller. Aquella voz causó que el pelinegro se sobresaltara y se girara con rapidez.
“¡Oshi-san, has llegado!” exclamó con suma alegría.
“…” por su parte, Shinano miró atentamente a quien era el amo y señor de ese lugar. Era un joven alto, pulcro e imponente de cabellos rosas que tenía un rostro severo y unos ojos zafiro capaces de perforar a cualquiera. Este yacía de pie con sus brazos cruzados y mirando de regreso al pelirrojo como si lo estuviera analizando a profundidad.

Ese fue el mero inicio de la convivencia de Shinano en aquel estudio, y su primer encuentro con su maestro, quien se convertiría en una de las personas más complejas que conocería en toda su vida y, a su vez, en una de las más influyentes en su largo camino.


“Kagehira,” dijo el mayor con severidad y sin dignarle la mirada. “Veo que tienes trabajo aquí. Quédate a continuar. Yo me encargaré de este joven a partir de ahora.”
“¡Sí, enseguida, Oshi-san!” Mika tensó su postura e hizo una obediente reverencia.
“Ehh, gracias, Mika-senpai, nos vemos…” dijo Shinano, un poco incómodo por la gran presencia del pelirrosa.
“Sígueme, el día se acaba,” dijo este con cierta indiferencia y se puso a caminar hacia las escaleras para regresar al piso de abajo.
“S-sí,” Shinano asintió y tuvo que irse. Pudo notar cómo Mika se había concentrado de lleno en su labor como para no despedirse de él. Sí se notaba muy cometido a seguir las instrucciones del otro al pie de la letra.

Desde ese punto, al pelirrojo le tocó seguir al mayor de cerca, quien comenzó a expresarse sin dejar de moverse, y sin dirigírsele.

“Comprendo que Kagehira te ha dado un tour por el estudio. Al menos ese simplón sirvió para algo,” comentó con leve hastío.
“Ehh, n-no digas eso, fue una gran ayuda…”
“En fin, considérate afortunado de haber podido observar todo mi ambiente desde el primer día, porque tengo todavía mucho planeado para ti antes de propiamente comenzar tu entrenamiento.”
“Eh, sí, haré lo que pueda…”
“Cállate…” repentinamente, el pelirrosa le miró de soslayo, lo cual congeló al otro. “Si no vas a decir nada esencial, limítate a asentir a mis palabras. Tampoco recuerdo haberte dado la autorización de hablar conmigo.”
“¿E-ehh?” ello lo dejó un poco en el aire. No había esperado esa reacción.
“Ahora que has venido a conocer este sitio, has apropiadamente ubicado mi estudio en medio de este enorme campus, lo cual era lo más vital,” comentó el mayor, encogiéndose de hombros. “Podríamos dar por terminada esta sesión. No tengo más tiempo que concederte por al menos dos semanas más, y tal vez sí convendría esperar al inicio del próximo semestre.”
“…” asintió, luego de haberse detenido de decir una afirmación.
“Antes de cada sesión, te haré llegar un correo detallando lo que tengo planeado para ti, en caso se requiera una indumentaria específica o algún accesorio de tu parte. No espero tener a Kagehira involucrado contigo, pienso que no es necesario ni necesitarás de ayuda, aparte que él nunca serviría como un maestro,” dicho esto, los dos regresaron al comedor frente a la entrada del lugar. Una vez ahí, el mayor se detuvo y finalmente miró a Shinano. “Espero lo mínimo necesario de alguien como tú. Sé puntual, sigue todas mis indicaciones al pie de la letra, sé cortés y respetuoso y no me hagas perder el tiempo. Esa falta varía desde hablar tonterías hasta no mostrarte lo suficientemente comprometido con tu trabajo, y me reservaré el derecho de juzgar si en algún momento me siento fallado por ti. Soy un maestro severo y no me reservo a reprender y castigar. Estás advertido.”
“S-sí…” comenzaba a sonar un poco peligroso y realmente no sabía qué esperar, pero estaba consciente que aquel pelirrosa era alguien con reputación y gran experiencia, así que no podía dejar esa oportunidad salir de sus manos.
“¿Alguna pregunta?”
“Eh, p-pues, sólo quería expresar mi agradecimiento…” dijo con leve temor.
“Hm, sí tienes la decencia de reconocer que soy merecedor de apreciación,” se vio complacido y sonrió con superioridad, aunque su supuesto buen humor no le duró mucho ya que frunció el ceño con rapidez. “Sin embargo, si estuviéramos en una sesión en este instante, tendría mucho que corregir de tu tono de voz, tu actitud, tu porte y tu debilidad general. La reinvención que había visionado contigo va a ser más compleja de lo que pensé.”
“S…sí…” él pensó brevemente en qué más decir, y se acordó que no se había presentado debidamente. “Oh, eh, yo soy Shinano Toushirou. Es un gusto finalmente conocerle.”
“¿Qué haces?” el mayor le miró con una mueca de desagrado. “Sé quién eres.”
“Ehh, pero las presentaciones son cortesía general…”
“Justo ahora, me estás haciendo perder el tiempo con formalidades que realmente no vienen al caso. Sé todo lo que necesito saber de ti, y tú sabes quién soy. Dejemos ese asunto terminado.”
“Eh, c-como diga…”
“¡Sin embargo!” el pelirrosa alzó su voz tan repentinamente que causó un sobresalto en el otro. “Si pretendes mantener esta formalidad universal como un principio inquebrantable, esperaría que al menos te molestaras en defenderlo y hacerme frente con una mayor convicción. En este preciso caso, no sólo te encuentras perdiendo el tiempo, sino también fastidiándome con un desaire de formalidad que ni tú pareces creer. Pues me encuentro muy insatisfecho con tu pobre actuación, y no dejes que vuelva a repetirse.”
“S-s-sí…” Shinano se vio confundido, y al notar una molestia creciente en el mayor, se hizo la nota mental de mostrarse más seguro. “¡S-sí!”
“Ahh, tienes tanto que mejorar…” negó impaciente. “En fin. Mi nombre es Shu Itsuki, no es difícil de recordar, así que no esperes volver a oír mi presentación nuevamente.”
“E-entendido…”
“Eso es todo. Sabes dónde está la salida, tengo otras cosas que hacer,” recalcó Shu, moviendo su mano con indiferencia y sin dignarse a mirarle. “Te avisaré cuando cuente con más tiempo.”
“Sí, gracias, hasta pronto,” Shinano asintió e hizo una reverencia. El pelirrojo podía sentirse repentinamente cansado y desanimado. Lidiar con esa persona iba a resultarle muy extenuante, pero no podía tirar la toalla. Esa experiencia no tenía por qué ser fácil ni agradable, especialmente no en el inicio. Le tocaba ponerle entusiasmo.

Sin embargo, antes de poder retirarse, Shinano iba a ser testigo de un suceso un tanto inesperado e indescriptible. Ser parte de aquel estudio comenzaría a exponerle a eventos bizarros de manera cotidiana, como estaba a punto de presenciar…


Desde su posición, Shinano podía observar una ventana de la cocina, y se giró cuando oyó un estruendo venir de esta. Vio a un ya conocido peliplateado que acababa de entrar luego de patear la ventana y abrirla de par en par. Este intruso ingresó con tanta inercia que hizo un aspa de molino y terminó por alcanzar al pelirrojo, al cual le dio un fuerte y sorpresivo abrazo.

“¡Sí eres tú! ¡Mis orejas no oyeron mal! ¡Esto está ocurriendo!” exclamó Wataru, quien continuaba apachurrando al pelirrojo con una gran dicha. “¡No lo puedo creer! Amazing!!”
“S-suéltame, por favor…”
“¡Ahh, pero no puedo controlarme ahora, precioso shota!”
“Tsk, ¿qué te encuentras haciendo, maldito exhibicionista?” se quejó Shu entrecerrando sus ojos.
“¡Shu!” entonces, Wataru soltó al mareado Shinano y se alzó para mirar al otro con ojos brillantes e ilusionados. El peliplateado se estremeció en su sitio en un intento de contener sus rebosantes energías y gran alegría. “¡Shu! ¡Eres todo un diablillo! ¡En ningún momento me dijiste que habías descendido al mundo de los mortales para buscar a un aprendiz! ¡Yo… yo… yo…! ¡AHHHH, no lo puedo procesar! ¡¿Qué es esta dicha que se escapa de mi pecho?!”
“¡Te he dicho que no vengas a molestarme con tus ridiculeces!” reclamó el pelirrosa. “Juro que llamaré a seguridad para que te boten a patadas si tú mismo no te vas.”
“Ay, no te me pongas así, por favor. ¿Es que no puedes comprender esta felicidad que me encuentro sintiendo por ti? ¡Este es un momento para todos los libros de historia!” exclamó Wataru con su gran vozarrón. “¡Y no puedo quedarme quieto nada más! ¡El mundo entero debe enterarse! ¡Necesito chismear con alguien justo ahora!” él extendió sus brazos hacia el pelirrosa, como quien pretendía abrazarle. “¡Shu! ¡Únete a mí! ¡Bailemos la danza de la vida! ¡Déjame sentir tu juventud aflorar de tu frío ser, al menos una vez!”
“Tsk…” Shu decidió no seguir aguantando ni un segundo más y agarró un insospechado adorno en la pared, un hacha de mango largo, para arremeter contra el otro.
“¡Whoa!” Wataru tuvo que saltar muy torpemente para evadir un certero ataque de esa arma blanca. “¡Shucito, espera! ¡AHHHH!”
“¡Largo de aquí! ¡Lárgate!” exclamó mientras continuaba con su asedio. Era sorprendente la destreza que el pelirrosa tenía con esa arma y, a la vez, la destreza que Wataru demostraba al evadir los ataques. De todos modos, el peliplateado comenzaba a ser dirigido de regreso a la abierta ventana.
“¡Shu! ¡Escucha, por favor!” sin embargo, Wataru no tuvo de otra que clavarse en picada hacia abajo para evadir un último ataque, con lo cual aquel intrépido intruso se esfumó con tanta rapidez como había entrado.
“…” por su parte, Shinano estaba sumamente perdido por lo acontecido y también se sentía preocupado ya que recordó con rapidez que estaban en el cuarto piso… aunque su ensimismamiento se cortó abruptamente cuando Shu le apuntó con el hacha. “¡IIIHHHH!”
“¡No tenemos nada más de qué hablar! ¡Estabas yéndote, no lo olvides!” le recordó. El pelirrosa no parecía tener animosidad hacia el chico, pero su presente estado anímico no le permitió ser más amable al respecto.
“¡S-s-sí, c-con permiso!” Shinano se levantó tropezándose y fue a ponerse sus zapatos para poder marcharse lo antes posible.

Cerró la puerta detrás de sí y dio un muy profundo suspiro. Si eso era lo que le esperaba cada vez, no evitaba preguntarse cómo sería su experiencia con aquel bizarro maestro…

Shinano comenzó a caminar para salir de ese edificio, pero no pudo bajar un piso cuando vio de nuevo al peliplateado correr a toda velocidad por las escaleras. El pelirrojo se confundió, y no tardó en descubrir que Wataru nuevamente lo había apuntado por cómo se abalanzó a él para continuar con su asfixiante abrazo.


“¡No te me escapes aún!” exclamó con grandes energías. “¡Te toco que eres realidad!”
“¡M-me asfixias…!”
“¡Ahh, todavía no puedo creer que este día ha llegado!” dijo conmovido mientras apretaba más al otro. “¡Imaginaba que pasaría al menos otra década, pero estás aquí! ¡Shu realmente te ha seleccionado como su aprendiz!”
“¡A-aire…!” Shinano extendió un brazo hacia arriba, y comenzó a sentirse débil y perder iluminación en su vista, pero el otro finalmente reparó en lo que hacía y le dejó ir.
“Oye, no te me desfallezcas,” dijo, sacudiéndole con fuerza.
“Ihh… ¿p-por qué estás haciendo tanto afán sobre esto…?” preguntó con debilidad.
“Ay, no podría ni comenzar a explicártelo, pequeño kouhai,” Wataru negó apesadumbrado. “Pero, abreviando la historia, Shu es una persona muy cerrada y un tanto antisocial que ha habitado dentro de su fortaleza de soledad por bastante tiempo. A diferencia del simpático que te está hablando, él nunca ha tenido el interés de aceptar a discípulos ni de entablar relaciones con otras personas fuera de ámbitos profesionales. Por ello mismo, conocer a una gema rara como tú me resulta muy increíble y emocionante.”
“Ehm…” Shinano no sabía qué decir al respecto.
“Hmm, aunque también me pregunto qué de valor habrá visto Shu en ti,” Wataru dio un par de pasos hacia atrás y miró críticamente al pelirrojo. “Puedo reconocer una belleza caprichosa y muy explotable en tu apariencia, y sí pareces tener potencial, pero potencial tienen un montón y de todos los tipos y formas. Me pregunto qué habrá motivado esta serie de eventos.”
“N-no lo sé…” realmente no tenía palabras, y desvió su mirada. “Pero siento que no le he causado una gran impresión, o que me odia…”
“Ya, ya pasó, pequeño niño…” Wataru comenzó a sacudir sus cabellos.
“Ehh, ¿q-qué haces?” Shinano frunció el ceño, confundido.
“Es la reacción usual de Shu, no te lo tomes personal,” comentó, encogiéndose de brazos. “Él sólo sonríe a Mademoiselle. Nosotros los mortales tenemos que aguantar su difícil actitud.”
“Suena a que lo conoces bien…”
“¡Oh, sí! ¡Shu y yo somos viejos amigos!” declaró Wataru con una brillante sonrisa y gran orgullo. “Casi no existe nadie más que lo conozca mejor que yo.”
“Ehh, s-son un poco incompatibles para ser amigos…” Shinano recordó con leve temor esos intentos de Shu de rebanarlo con el hacha.
“Esas amistades son las mejores. Los humanos debemos de complementarnos,” el peliplateado se puso a pensar, con un dejo de preocupación. “Ahh, pero no pude controlar mi emoción y ahora Shu está molesto conmigo. Y temo que el pobrecito se vaya a estirar un ligamento si anda blandeando esa hacha cuando se enoja…”
“M-me sorprende que no temas por ti mismo…”
“¡Yo soy indestructible!” exclamó el peliplateado con gran dicha. “¡No cualquiera te entra a edificios altos por medio de ventanas!”
“B-buen punto… ¿cómo lo hiciste?”
“Un mago no revela sus secretos~” canturreó, moviendo su índice.
“¿M-mago?”
“Fufufu, hay muchas cosas que todavía no conoces sobre mí,” luego de verse entretenido, Wataru llevó una mano a su mentón y alzó su mirada, meditativo. “Hmm, pero, pensándolo bien, me pregunto qué será de ti a partir de ahora…”
“¿Por qué lo dices?” preguntó con leve nerviosismo.
“Shu es el epítome de la perfección, y él que es tan hábil y capaz nunca se da el suficiente crédito. En cambio, tú que eres todavía un primerizo con un largo camino por delante no tienes oportunidad alguna de impresionarle, al menos no en un futuro cercano,” comentó, con leve pesar. “Y noto que tienes potencial, pero el potencial toma mucho tiempo en cultivarse, y considero que Shu es todavía incapaz de reconocer ello que se llama piedad,” dio un pesado suspiro. “Eres un chico lindo y dulce, Shinano, pero es mi obligación como amigo de Shu ser sincero contigo, y él te va a destruir.”
“¡¿Ehhh?!” se escandalizó, asustado.
“Lamento mucho tu suerte. Primero te secuestran y ahora te toca entrenar bajo Shu. Es como si la vida estuviera en tu contra…”
“O-oye…” Shinano se incomodó por la libertad de Wataru de comparar esos dos eventos, pero en verdad comenzaba a preocuparse. “P-pero parece que Mika-senpai le tiene mucha estima.”
“Mika-chan es una bendición de los cielos y sumamente leal a Shu. Dudo que exista otra persona capaz de soportar tanto como él, y tampoco puedes comparar su situación a la tuya. Es una larga historia…” Wataru negó para no irse por las ramas. “Lo más que puedes esperar de Mika-chan es empatía, ya que dudo que pueda ayudarte mucho. Tampoco digas nada remotamente negativo sobre Shu a él o te esperará una fuerte reprimenda.”
“Ehh, gracias por el consejo…”
“Por ello mismo, he decidido que seré yo quien te asesore, ya que necesitarás toda la ayuda que puedas conseguir,” declaró Wataru, con entusiasmo. “Quiero proteger tu inocente alma y a la vez no quiero que este proyecto inesperado de Shu resulte en fracaso. Por ello mismo, te ofrezco que me visites en el club de drama en cualquier momento que necesites un consejo, alguna explicación o un abrazo y un poco de cocoa caliente. Todo vale.”
“S-sí, gracias…” asintió, aunque continuaba inquietándose por las palabras del otro.
“¿Cómo andas de tiempo? Tengo un descanso justo ahora así que podría ir convidándote un poco de cocoa en anticipación.”
“A-agradezco la voluntad, pero estoy bien…” Shinano sonrió incómodo. “¿P-podrías dejar de asustarme con el tema?”
“No, lo mejor es que internalices a lo que estarás expuesto a partir de ahora,” Wataru le dio un guiño. “Pero insisto. ¡Vamos a tomar algo juntos! ¡Quiero conocerte mejor y también brindar por este tan raro suceso!”

El peliplateado no aceptó un no como respuesta y jaló al otro de la muñeca para llevarlo a una de sus cafeterías favoritas dentro del campus. Aquel fue el evento introductorio de la futura y exigente rutina de Shinano.


Las horas pasaron y llegó el momento de aquel inesperado paseo de Tharja. Luego de haber huido del grupo de chicos, ella había pensado que el plan no iba a ocurrir por cómo se dio cuenta que no tenía el contacto de Mikazuki. Sin embargo, no tardó en recibir el mensaje de parte de Ichigo, quien le brindó la información. Ello fue una herida en el ego de la chica, quien nunca hubiera querido tener la ayuda del príncipe o el envolvimiento de cualquier otra persona, pero ya no había punto de lamentarlo.

Tharja pasó la mañana pateándose a sí misma mentalmente por lo sucedido y se sentía muy avergonzada. Al menos fue capaz de quitarse a Seija de encima con rapidez, y juraba que la atacaría si volvía a cruzarse con ella en el resto del presente día. Sin embargo, reconocía que ella había sido en parte quien hizo posible su presente salida, y a su vez Tharja misma no había llegado a cancelar aquel plan al haberlo esperado con unas mínimas ansias en medio de su gran vergüenza y auto-odio.

Sin embargo, la salida no iba a ser ningún tipo de cita, lo cual fue capaz de confirmar al encontrarse con Mikazuki en la puerta principal de Rizembool U, ya que el peliazul se encontró esperándole junto a un pequeño de cabellos grises y ojos rojos, alguien que Tharja pudo reconocer por ser de la familia del peliazul y también amigo cercano de los Toushirou menores.

De todos modos, no había esperado encontrarse con ese niño hiperactivo…

“¡Ohh! ¡Tú eres la susodicha ‘nee-san’ de los Toushirou!” exclamó el pequeño, extendiendo sus brazos hacia arriba.
“…” Tharja le miró un momento mientras se acostumbraba a su presencia y se preparaba mentalmente para lidiar con sus energías. “No me llames así, por favor.”
“Hmm, te mentiría si te dijera que no lo había deseado, pero está bien,” luego de pensar brevemente, el pequeño sonrió amplia y amigablemente. “¡Mi nombre es Imanotsurugi! Tú vendrías a ser Tharja, ¿no es así?”
“No esperé que supieras mi nombre…” ella alzó una ceja.
“Imanotsurugi siempre ha sido muy despierto,” dijo Mikazuki, sonriendo tranquilamente. “No llegué a decirte que nos acompañaría esta tarde. Espero que no haya ningún problema.”
“N-no…” de todos modos, Tharja desvió su mirada con leve incomodidad. “No lo esperé, pero no es que sea importante…”
“¡Qué bueno!” exclamó el pequeño. Este se acercó a la chica y le miró desde abajo con curiosidad y grandes energías. “Admito que siempre había querido conocerte mejor por cómo somos tan cercanos con los Toushirou, aparte que pareces divertida.”
“No lo soy…” la chica formó sombras alrededor de sus ojos, lo cual normalmente aterraría a cualquiera que le mirara, pero tanto Imanotsurugi como Mikazuki se vieron inafectados e inmutablemente contentos.
“Hahaha, pienso que se llevarán bien,” concluyó el peliazul. “Vayamos en marcha. Tanto Imanotsurugi como yo tenemos útiles que conseguir y pensamos en darnos un paseo por una zona tranquila de tiendas llamativas. Ese sería el plan, y de ahí podríamos ir a tomar algo.”
“¡Esa área tiene un montón de parques y suele ser espaciosa y con poca gente!” exclamó el pequeño, extendiendo sus brazos a los costados con mucha alegría. “Es tanto relajante como energizante, y viene bien respirar un poco de aire fresco. ¡Estoy seguro que te va a gustar este paseo de hoy!”
“…” Tharja comenzaba a preguntarse a sí misma sobre cómo podría escaparse, pero decidió resignarse a que esa tarde ocurriera.
“Vayamos en marcha,” dijo Mikazuki. “Aprovechemos que es temprano para evadir el tráfico de la tarde.”
“Tomaremos un taxi, ¿no?” preguntó Imanotsurugi, quien vio a su mayor asentir. “¡Yay! ¡Los taxis son divertidos! ¡Voy a parar alguno!”

El pequeño avanzó a la salida saltando de un pie y los dos otros se pusieron a caminar detrás de él a un ritmo más pausado.

...
« Last Edit: June 08, 2018, 09:06:07 PM by Cho »


Cho

Ahh, no puedo, mis tres bellos oddballs en una escena juntos... *sobs* okay ignórenme (...)

58.2.

...


“No hay necesidad de que se apure,” Tharja se vio frustrada. “Siempre hay taxis esperando en el paradero durante las tardes.”
“Es muy cierto, pero las rebosantes energías de Imanotsurugi son permanentes, y es bueno dejarle disfrutar de su propia alegría,” comentó Mikazuki, animado. Él miró de reojo a la chica. “De todos modos, espero que su forma de ser no te incomode.”
“E-está bien…” la chica se retrajo al recapacitar sobre lo cerca que se encontraba del peliazul, lo suficiente como para poder observar aquellos hipnotizadores ojos azules con crestas de luna que rodeaban sus pupilas. Tharja no pudo evitar quedarse un momento mirándolos atentamente, hasta que el chico retomó la conversación.
“¿Oh? ¿Será que tengo algo en el rostro?” se preguntó, intrigado por la atención de la otra.
“E-eh, n-no…” bajó su mirada, torturada por aquella ‘debilidad’ de su parte. Dicha oscuridad de sus ojos regresó por sentirse tan miserable de estar haciendo el ridículo. “Y está bien… los Toushirou también pueden ser incontenibles a veces…”
“¡Hahahaha!” ello causó que Mikazuki riera ampliamente con su profunda y pausada risa.
“Ehh…” la sorpresiva reacción del otro hizo que Tharja se preguntara si había dicho algo mal. Ella de inmediato se puso a pensar en una posible manera de justificar sus palabras, y se tomó un poco en recordar a algún ‘revoltoso’ entre esa familia, ya que los hermanos menores solían ser bastante tranquilos la mayoría del tiempo… pero rápidamente recordó que uno de los mayores sí podía ser muy incontenible.
“Debes estar pensando en algún inquieto entre ellos, ¿no es así?” preguntó al aire.
“Sí…” Tharja se inquietó un poco por la intuición del otro y le miró con reproche.
“Hmm, pensando en ello, sólo puedo venirme en el presente con Namazuo,” comentó Mikazuki, pensativo. “Aunque él e Imanotsurugi son muy distintos por más que sean compatibles. Sus energías son diferentes, sus alegrías también lo son.”
“…” ello confundió un poco a la chica.
“Aunque admito que la mención me ha dado muchos recuerdos del pasado,” confesó el chico. “Los hermanos ahora responsables de esa familia fueron muy revoltosos de pequeños. Podría decirse que aprendieron a canalizar sus energías para cuidar de su familia luego del incidente.”
“Posiblemente…”
“No te ves muy contenta hablando sobre los Toushirou,” dijo Mikazuki, volviendo a mirar a la chica de reojo. “Tengo entendido que ustedes son como familia, aunque no pareces querer ser cercana a ellos.”
“…”
“Está bien, si no deseas hablar sobre ello, respetaré tu opinión. Sólo me resulta interesante porque ellos siempre han sido amables con nosotros, y asumo que también lo fueron con tu hermano menor y contigo…”
“Es sólo… incómodo…” Tharja entrecerró sus ojos y negó. “No me siento compatible con ellos, y a su vez reconozco que les debo bastante. Eso es todo lo que pienso decir.”
“Descuida, comprendo tu dilema,” el chico asintió. “Tú pareces entenderlos, y pienso que Ichigo te entiende bien y te respeta. Tienes suerte de tenerlos como familia, y ahora que estamos conociéndonos, podemos ser una familia también.”
“F-familia…” aquella mención causó una mezcla de sentimientos en la chica. Sus ojos volvieron a hundirse en sombras y comenzó a temblar mínimamente en lo que se avergonzó y a su vez dibujó una inquietante sonrisa en su rostro.

Justo entonces, los dos alcanzaron al pequeño que ya les esperaba frente a un taxi.

“¡Encontré uno!” exclamó, y entonces él miró confundido a Tharja. “Hmm, esa es una rara expresión. ¿De qué andan hablando?”
“De la familia, nada más,” contestó Mikazuki, sonriendo.
“¡Ohh, ya veo! Hehe, sí somos como una gran familia, ¿verdad?” dijo Imanotsurugi, contento. “Pienso en los Toushirou como mis hermanos también, y son una gran compañía.”
“…” tener al niño hablando de esa familia pasó aquella breve felicidad de Tharja con rapidez, quien se mostró un tanto hastiada por aquel recurrente tema de conversación.
“¡Pero podemos hablar dentro del taxi! ¡Entremos!” dijo el pelicenizo.
“Haha, es verdad, hay que ir en marcha,” Mikazuki asintió. “Primero las damas.”
“No tienes que ser así de formal, me recuerdas al príncipe,” se quejó Tharja, quien de todos modos ingresó con rapidez. Ella se frustró un poco ya que el pequeño optó por sentarse en medio de los dos y estar interesado en buscarle conversación.
“Bueno, como decía, los Toushirou son también como mis hermanos. Son muy lindos y disciplinados, así que creo que son adorables,” dijo el pequeño en lo que el taxi partía de la universidad. Imanotsurugi sonrió y se puso a pensar. “Aunque no puedo evitar tener un par de favoritos. Siempre he sido más cercano a Hirano-chan y Maeda-chan, y pienso en ellos como mis adorables hermanitos, así que es mi deber cuidar de ellos.”
“Sí, seguramente,” dijo la chica, quien se enfocó en la ventana con gran desinterés. Aquel gesto normalmente serviría para desanimar a cualquier otra persona, quien comprendería la indirecta de que no tenía ganas de hablar, pero el pequeño no bajó sus ánimos.
“¿Y tú también piensas en ellos como tus hermanos?”
“Hm, supongo…” dijo, encogiéndose de hombros.
“¿Tanto como tu propio hermano?”
“…” la mención hizo que Tharja mirara al niño de reojo, con sus ojos cubiertos en sombras. “No, y no me menciones a él. No estamos en buenos términos últimamente.”
“Ohh, veo que te molesté,” el pequeño asintió y juntó sus palmas. “Lo siento mucho.”
“Imanotsurugi, quizás lo mejor sería mantener un corto silencio,” le pidió Mikazuki, tranquilamente. “No todos gozamos de tus energías de juventud.”
“Lo entiendo, así será,” el pelicenizo asintió e hizo el gesto de cerrar sus labios como si fuera una cremallera. Una vez lo hizo, se mantuvo sentado y meciéndose mientras miraba a sus alrededores con curiosidad.

Siguió un momento de silencio en el cual Tharja pudo despejarse un poco y mirar cómo el camino les hacía cruzar la ciudad. Esa pausa le ayudó, pero tampoco le resultó del todo cómoda por aquella inesperada salida y la rara compañía con la cual contaba. Supo que tendría que hacer un intento de ser más receptiva, y miró de reojo hacia el interior del taxi para al menos monitorear cómo iban los otros dos. De inmediato notó que Imanotsurugi le miraba de cerca y con su inmutable y feliz sonrisa mientras se mecía como un niño hiperactivo.

“¿Qué miras?” le preguntó, con un tic en la ceja. Tharja miró con leve impaciencia al pequeño alzar un par de dedos y muy alegremente quitarse la cremallera imaginaria antes de contestar.
“Es sólo que pienso que eres muy bonita,” dijo el pequeño, sonriendo ampliamente. “Sé que no estás buscando a más hermanitos, pero espero que algún día también tenga el derecho de reconocerte como una hermana mayor.”
“Ehh…” la mención de su apariencia le causó incomodidad, y ella desvió su mirada. “¿Q-qué tonterías dices…?”
“Pero si te estoy incomodando, mis disculpas,” el pequeño asintió y volvió a cerrar sus labios con sus dedos.

Ante ello, Tharja volvió a desviar su mirada. El silencio se había vuelto más incómodo y ella no pudo quedarse quieta, ante lo cual regresó a mirarle después de poco tiempo. Ella se inquietó al notar que tanto Imanotsurugi como Mikazuki le observaban.

“¿Q-qué hacen…?”
“Hahaha, espero no incomodarte,” el mayor se puso a reír mientras el pequeño volvía a hacer su pantomima para responderle.
“Es que eres interesante,” confesó Imanotsurugi, entretenido y muy feliz. “Pero te aseguro que en el buen sentido. Sé que por eso nos divertiremos un montón ahora.”
“Es verdad,” dijo el peliazul, quien intercambió miradas con el pequeño y ambos se sonrieron.
“…” nuevamente, Tharja pensó en cómo salirse del paseo, pero supuso ya era tarde. Tuvo el impulso de preguntar cuánto faltaba para llegar al destino, aunque se aguantó las ganas.

Continuó un trayecto un tanto incómodo para la chica. Felizmente, no duraría mucho más.


Por otro lado, Yukko acababa de salir de su última clase del presente día. Después de despedirse de Hajime quien tenía que atender otro chequeo médico, continuó caminando junto con Mai y Hotarumaru por la universidad.

“Ahh, el día finalmente se acabó,” dijo Yukko, estirando sus brazos hacia arriba. “Puedo regresar a mi apartamento a tomar una siesta…”
“Bien por ti que no tienes más que hacer,” Mai se encogió de hombros y miró a la larga funda que traía consigo. “Aunque tampoco puedo quejarme. Hoy vamos a tener una competencia en el club de balística y lo he estado esperando.”
“¿Competencia?” preguntó Yukko, intrigada. “¿Cómo así?”
“Vamos a ver quién caza más personas en el bosque,” le contestó, indiferente.
“¿E-ehh?”
“¿Recuerdas cuando una espada perdida casi te parte en dos? Es un buen punto para disparar a estudiantes incautos, como bien lo sabes.”
“¿Eso ocurrió?” preguntó Hotarumaru, impresionado.
“Ihh… s-sí…” Yukko se vio torturada. “Mai, intenta no recordármelo… y también deja de mentir así, por favor…”
“Siento que eso te haya sucedido, Yukko…” dijo el pequeño, desviando su mirada. “Suena a algo muy improbable, así que no te preocupes.”
“E-está bien, tengo una mala suerte legendaria…” la chica se resignó.
“Mo…” el pequeño se vio incómodo. “Tampoco quería hacerte sentir mal, perdón.”
“No me haces sentir mal, más bien gracias por tu consideración,” Yukko sonrió con torpeza y miró al pequeño como si fuera la cosa más adorable del mundo. “S-sin duda lo mío nunca serán las disciplinas de pelea como ustedes dos, pero hasta el momento creo que me está yendo muy bien en el club de drama. Es divertido y me llevo bien con todos.”
“Hehe, qué bueno oírlo,” Hotarumaru sonrió. “Como no nos pudiste acompañar a estudiar en la mañana por tu práctica de hoy, estuve preguntándome sobre cómo te estaba yendo, aunque sabía que todo iba bien. Has estado muy animada.”
“Aww, muchas gracias~” ella se conmovió por aquella pura y amable sonrisa del pequeño.
“Sin embargo, por contar con menos tiempo libre, tienes que estudiar por tu cuenta,” le recordó Mai, ajustándose las gafas. “Los exámenes se acercan. No lo olvides.”
“Créeme que no me olvido…” Yukko dio un pesado suspiro.
“Está bien, todavía tenemos varios momentos para estudiar juntos,” le aseguró el pelicenizo. “No estaremos pasando tanto tiempo juntos como antes, pero no te desanimes. Es importante que también te dediques a ese club, Yukko. Más bien, verte tan activa me anima y me hace preguntarme sobre qué puedo hacer para también ocuparme.”
“Sé paciente,” le pidió Mai. “Hanasaki-chan se ha adelantado en su character development, pero nuestros character arcs también vendrán.”
“¿Hm?” el pequeño ladeó su cabeza.
“Bueno, aquí me despido,” la cuatro ojos miró hacia un camino que partía a pocos metros. “Tengo que alistar mi armamento para la competencia. Deséenme suerte.”
“Sí, tú puedes ganar, Mai-neechan,” le alentó el pequeño, con sus puños frente a su pecho y unos ojos brillantes.
“Eh, suerte, Mai,” Yukko sonrió incómoda. A diferencia del pequeño, no se acostumbraba a la idea de alentar a alguien que estaba por sumergirse en algún tipo de guerra.

La chica asintió y se despidió del par con una palma, para seguir el camino hacia su club.

“¿Tú tienes algo que hacer todavía?” preguntó Yukko al menor.
“No aquí, pero tengo que ir a comprar algunos víveres camino a casa. Hoy me toca cocinar,” recordó el pequeño, pensativo. “Así que vamos juntos al paradero.”
“Claro,” ella asintió y sonrió, y ambos continuaron. “Hehe, es genial que seas tan responsable. Te admiro por saber cocinar.”
“Pues, tampoco es que sea muy bueno…” el pequeño negó. “Pero es importante comer saludable y evitar comprar comida de afuera muy seguido,” pasó a apenarse un poco. “Kuniyuki no es muy responsable y sería capaz de pedir una pizza si no hay nada listo para cuando tenga hambre.”
“Y-ya veo… aunque él debería aportar con la cocina. Suena a que no lo hace.”
“Tampoco se le puede obligar mucho, pero está bien. Kunitoshi y yo nos hemos repartido las tareas más importantes,” informó Hotarumaru. “Y solemos tener una mucama que nos visita una vez a la semana, así que ella nos ayuda un montón.”
“Bueno, suena a que lo tienen bajo control,” Yukko sonrió, pero no evitó preocuparse un poco. Tsurumaru sí le había dicho que la familia del hermoso pelicenizo era muy disfuncional, lo cual pudo confirmar con Aizen. Por ello, esperaba que Hotarumaru no tuviera muchas presiones, pero sí se veía cómodo con sus preparativos para la cena.
“Todo está bien, Yukko,” el pequeño asintió. “Además tú también vives fuera de casa. Seguramente preparas tu comida todos los días, así que es normal.”
“P-pues, puedes decirlo…” la chica se incomodó. Definitivamente no iba a decirle que había un tazón descartable de ramen instantáneo y una botella personal de gaseosa esperándole en casa. Entonces, mientras los dos pasaron cerca de un pequeño patio entre edificios, reconoció a un pelirrojo que estaba ocupando una mesa y mirando a sus alrededores. Este chico le miró y le saludó efusivamente con una mano.
“Yukko, ¿lo conoces?” preguntó el pequeño.
“Oh, sí, es amigo de los actores de la obra de Robin Hood,” ella saludó de inmediato al chico. “Sígueme, te lo voy a presentar.”

De ese modo, los dos fueron donde esa mesa que el chico estaba ocupando.


“Hola, Yukko,” dijo Shinano, sonriendo amenamente. “Qué coincidencia.”
“Sí, en verdad que lo es,” la chica se animó. Ese chico era una persona muy simpática y había congeniado bien con él, pese a recién haberlo visto al inicio de la semana. “Oh, te presento a…”
“No sabía que ustedes dos se conocían,” dijo el pelirrojo. “El mundo es muy pequeño.”
“M-mo…” Hotarumaru se sorprendió.
“¿Ya eres un estudiante en la universidad? ¡Qué genial!” exclamó Shinano, con alegría. “Siempre has sido muy inteligente, Hotarumaru.”
“Ehh…” este se avergonzó y bajó su mirada. “P-perdón, pero…”
“Aw, ¿acaso no me recuerdas?” hizo un puchero, y dio un suspiro. “Está bien, no eres el único, pero a ver si puedes refrescar tu memoria.”
“C-claro…” asintió obedientemente y se puso a pensar.
“¿Y qué hacen por aquí?” preguntó Shinano.
“Íbamos de salida,” dijo Yukko. “Tú todavía no estás tomando clases, ¿cierto?”
“Me integro el próximo semestre, así que sólo he aprovechado el tiempo para pasear,” contestó. “Estoy esperando a alguien para ir de regreso a casa. No esperé toparme con alguien conocido.”
“Sí, la universidad es grande.”
“Ehm, ¿puedo preguntarte algo, Yukko?”
“Claro,” ella se vio intrigada.
“Pues, tanto el líder del club de drama como algunos de los miembros parecen llamarte ‘Hanasaki-chan’, o algo así,” dijo, meditativo. “¿A qué se debe eso?”
“Uhh, p-p-pues… e-es un apodo…” la chica se desanimó. “En la semana de orientación, mi asesor me dijo que más parecía ser de Hanasaki y me llamó así… y parece que pegó muy duro.”
“Oh, eh, siento haber preguntado…” el chico sonrió con torpeza. “No quise incomodar. Ehh, pero seguro que tu asesor sólo quería hacerte una inocente broma o ser amigable…”
“Supongo, pero Tsurumaru siempre ha sido un poco pesado…” se lamentó Hotarumaru.
“Ohh, nunca hubiera esperado que Tsurumaru sería un asesor,” Shinano se sorprendió.
“¿También lo conoces a él?” preguntó Yukko.
“…” por su parte, Hotarumaru consideró eso un tanto sospechoso, y se puso a pensar más duramente sobre la identidad del chico.
“Sí, no muy bien, pero me parece muy buena gente,” el pelirrojo asintió, sonriente. “Haha, y sí es pesado, pero te aseguro que te ayudará.”
“S-supongo que sí…” Yukko ni quería comenzar a narrar su experiencia como pokeparada. “P-pese a ello, a veces no evito preguntarme si realmente pertenezco más a Hanasaki. Rizembool parece un poco tecnológico y peligroso para mi gusto…”
“Hahaha, no digas eso,” Shinano se puso a reír y le dio un guiño. “Yo pienso que estás muy a salvo aquí, y parece un campus divertido, aparte que Syo y Natsuki siempre te apoyarán.”
“Hehe, es verdad, tus amigos son muy buenas personas…” la chica se animó brevemente. “Aun así, soy un poco nerviosa, es inevitable.”
“¿Por qué?” el chico sonrió comprensivamente por la inseguridad de la chica. “¿Hay algo o alguien que te ha alarmado? Como un recién llegado aquí, quizás me vendría bien oírlo.”
“Ehh, p-pues…” Yukko se vio incómoda por esa pregunta y tampoco sabía qué decirle. Sin duda no quería revivir ese incidente de la espada perdida en el bosque. “Ehm, serán paranoias mías nomás… supongo toda la idea de los Rebels y los científicos en Rizembool me asusta un poco. No sé qué esperar…”
“¿Científicos?” Shinano ladeó su cabeza.
“S-sí…” Yukko encontró un poco curioso que se enfocara de lleno en los científicos antes de los temibles e infames Rebels.
“¿S-será posible…?” susurró Hotarumaru a sí mismo, luego de aquella pista final.
“Pues, Tsurumaru trabaja junto con un joven científico que me da mucho miedo y pienso que es aterrador pese a parecer de mi edad…”
“Tú tienes diecinueve, ¿verdad?” preguntó el pelirrojo.
“¿E-e-ehh?” ello dejó a Yukko fría. “N-nos acabamos de conocer, ¿c-cómo sabes mi edad?”
“Ohh, no lo sabía, pregunté por preguntar…” Shinano sacudió sus palmas, sonriendo con torpeza. Sin embargo, el pelirrojo pasó a sonreír con cierta perspicacia al haber confirmado sus sospechas. “¿Por qué dices que ese científico joven es aterrador?”
“Mo…” Hotarumaru se quedó en shock al comprender lo que sucedía. “Y-Yukko, espera…”
“¿Eh?”
“Está bien, tengo ganas de saber,” pidió Shinano, quien miró al pelicenizo y juntó sus palmas. “Por favor…”
“Ehhh…” Hotarumaru sabía que el otro le pedía complicidad, aunque le sabía un poco mal.
“E-es sólo que ese doctor se ve calculador y maquiavélico, y siempre anda siendo estricto y algo cruel con Tsurumaru, a quien también le tengo un poco de aprehensión…” confesó Yukko, incómoda. “Además hay rumores de que los científicos aquí son malignos y ese chico es profesional y parece un poco inhumano en ocasiones…”
“¿Dirías que es maligno?” preguntó Shinano, con una amena sonrisa.
“¿Eh?” Yukko comenzó a notar que había algo fuera de lugar por las energías del pelirrojo. “P-pues… no sé si lo será o no… aunque me da ciertos escalofríos… pero es el asesor de un compañero de clases, así que no quiero ser abierta al respecto.”
“Pero estamos en confianza entre nos,” le aseguró el pelirrojo.
“S-suficiente…” Hotarumaru decidió intervenir por una muy importante razón…


“Yo!” saludó Tsurumaru alzando una palma, quien venía en compañía de Yagen. Él se acercó al pelirrojo. “¿Cómo estás, Shinano? Espero que ya hayas podido recuperarte de lo que te pasó.”
“Oh, qué sorpresa verte por aquí,” Shinano sonrió animado. “Estoy mucho mejor, gracias por preguntar y venir a verme.”
“E-ehh…” por su parte, Yukko se asustó al justo haber estado hablando con respecto a aquel doctor, pero se recordó a sí misma que no debía temer, ya que lo que acababa de decir no iba a ser repetido…

O eso pensó.

“¿Estás listo para regresar a casa, Shinano?” preguntó Yagen.
“¿…eh?” Yukko se quedó fría.
“Sí, pero antes de eso…” el pelirrojo se levantó y le encaró con sus manos en las caderas. “Quiero que me respondas con toda honestidad. ¿Has estado asustando y torturando a estudiantes inocentes a mis espaldas?”
“¿Qué dices?” Yagen alzó una ceja. “No sé a qué te refieres.”
“¿Cómo que no?” él miró a Yukko, quien se asustó preventivamente. “Estuve hablando con la simpática Yukko y ella parece temerte. Y eso que ni sabía que éramos hermanos como para mencionarte de manera más común o casual.”
“¡¿S-s-son hermanos…?!” la chica se puso a temblar. No podía creerlo, ya que ellos dos le daban impresionas completamente distintas.
“¿Eh? ¿Qué está ocurriendo aquí?” preguntó Tsurumaru.
“P-pues…” Hotarumaru dio un muy apenado suspiro por notar a su amiga inquieta.
“Yukko parece no sentirse muy segura y cómoda en Rizembool y listó a los científicos de esta universidad como parte de la causa,” Shinano apuntó a su hermano acusatoriamente. “Estoy convencido que debes ser el único científico que se ha topado con ella, así que esto es tu culpa. Deja de ser tan intimidante, Yagen.”
“N-no sé de qué hablas…” el doctor le miró extrañado.
“¡Hahahaha!” ello bastó para que el peliblanco comprendiera lo que sucedía y riera con ganas. “Por la tranquilidad mental de mi Hanasaki-chan, tengo que interceder,” él miró a Shinano. “Pues sí, tu hermano demonio es aterrador para cualquiera por su forma tan impecable de ser, pero te aseguro que no lo hace a propósito. Es manía de Yagen apartar un poco a todos y ser un tanto inaccesible. Seguramente tú lo sabes.”
“Sí, pero, ¿hasta este punto?” Shinano dio un suspiro. “No me parece, Yagen. Aun si no fue tu intención, has asustado a Yukko y yo pienso que es una buena persona, así que discúlpate.”
“¡¿Ehhhh?!” Yukko negó compulsivamente. “¡N-no, está bien! ¡E-en serio!”
“Lo que dices no tienes sentido, Shinano,” Yagen llevó una mano a su frente y frunció el ceño. “Y si alguien le debe disculpas es su asesor. La grulla la convirtió en una pokeparada y le ha dado un apodo que ha circulado por todo Rizembool.”
“Pero lo que yo hice fue con amor,” dijo Tsurumaru, entretenido.
“Uhh, estoy convencido que no es del todo cierto,” Hotarumaru negó, frustrado. “Y ahora dejen de torturar a Yukko para sus propios fines. ¿No ven que la están incomodando?”
“Eh, supongo sí se ha alargado mucho…” admitió Shinano, quien miró a la chica. “Ehh, perdón.”
“Ehm…” Yukko no supo qué decirle, al tener una mezcla de sentimientos.
“De todos modos, es mejor que me comporte de un modo más correcto que tu asesor,” Yagen se resignó e hizo una leve reverencia. “Siento si mi comportamiento te incomodó de algún modo. No ha sido mi interés, y menos por saber cómo Tsurumaru te trata.”
“E-está bien, no te inquietes, m-más bien perdón por incomodarte,” dijo la chica con rapidez, sacudiendo sus palmas.
“Luego de esto, supongo podemos retirarnos, Shinano,” Yagen miró a su hermano con desaprobación. “Deja de probar mi paciencia.”
“Deberías ver mi llamada de atención como una forma de mejorarte a ti mismo, pero ya,” Shinano se levantó, aunque en ese momento vio que su hermano recibió una llamada.
“Ah, tendrás que esperarme un poco más, ahora regreso,” se disculpó el doctor, quien contestó y caminó lejos del grupo.

Con la partida del doctor, Yukko pudo respirar un poco más tranquilamente, y sintió unas palmaditas en el hombro que ya conocía bastante bien a esas alturas.

“Ya pasó, Hanasaki-chan,” le consoló Tsurumaru. “Y te aseguro que no tienes por qué temer a Yagen. Él no tiene motivos algunos de querer meterse contigo, a diferencia de mí.”
“Y en verdad lo siento,” Shinano se apenó. “Simplemente me pareció una oportunidad muy valiosa de oír otro punto de vista sobre mi hermano, pero viendo cuánto te afectó debí haber sido honesto contigo desde el inicio.”
“E-está bien, descuida…” la chica sonrió incómoda.
“También me disculpo por no reconocerte tan rápido, Shinano,” confesó Hotarumaru, cabizbajo.
“Oh, descuida, yo también me había olvidado de él,” Tsurumaru se encogió de hombros.
“Ehh, no le des tan poca importancia…” el pequeño negó, frustrado.
“En serio…” se lamentó Shinano. “Pero no se preocupen, sé que somos muchos Toushirou y no he estado muy presente últimamente, así que lo comprendo. Sólo recuérdenme desde ahora.”
“Sí, descuida,” Tsurumaru le dio un saludo con dos dedos.
“¿Y-y cómo así son hermanos…?” preguntó Yukko, torpemente.
“¿A qué te refieres?” Shinano parpadeó un par de veces, confundido. “Somos hermanos, nada más. No veo por qué debe haber otra razón.”
“E-es que son tan distintos…”
“El primer Toushirou que conociste es Yagen, y te aseguro que él es la excepción de la regla, así que no compares a sus hermanos con él,” dijo Tsurumaru, encogiéndose de hombros. “Oh, y te faltan conocer a muchos más.”
“S-supongo me sorprende que seas pelirrojo con ojos aguamarina…” Yukko se puso a pensar.
“Hehe, tenemos todos los colores de cabello y ojos en mi familia, y debo admitir que no siempre somos reconocibles como hermanos,” comentó Shinano, sonriendo. “Pero somos una familia muy unida. Sólo te pido que no temas tanto a Yagen. No es una mala persona, sólo es un poco seco y distante, nada más.”
“Eso es cierto,” Hotarumaru asintió.
“Agree to disagree…” Tsurumaru sonrió entretenido y se encogió de hombros. “Aunque, si alguien debería temerle, no son ustedes.”
“No hables así de Yagen, por favor,” pidió Shinano. Él miró a Yukko. “Ehh, y espero que esto no cause problemas entre nosotros. Pienso que nos podamos llevar muy bien.”
“S-sí, me alegra oírlo,” Yukko sonrió, y de ahí se vio un tanto incómoda.
“Ahh, espero que ser hermano de Yagen no me haya hecho alguna mala fama contigo.”
“N-no, sólo ando recuperándome, nada más…” Yukko dio un pesado suspiro. Sin duda esa no había sido una grata sorpresa, y tendría que tener más cuidado. “Oh, Tsurumaru te preguntó si estabas bien. ¿Sucedió algo?”
“Me sorprende que no te hayas enterado, pensé que el rumor había corrido,” dijo el pelirrojo.
“Mo…” Hotarumaru se asustó. “¿Tú eres el hermano de Yagen que fue secuestrado?”
“¡¿Q-qué?!” Yukko se inquietó. “¡Ah, eh, p-perdón! ¡Ehm, q-quiero decir lamento mucho que te haya ocurrido!”
“Está bien, no te inquietes. Ya estoy mucho mejor.”
“Ah, qué bueno, había estado preocupado,” dijo el pelicenizo. “Tsurumaru me dijo al respecto.”
“Con razón cuando te mencioné a Syo hace dos días, él se vio un poco incómodo…” recordó la chica. “Ehh y me alegro que estés bien. Uhh, debió haber sido horrible.”
“E-estoy bien, en serio…” el chico sonrió incómodo. “No es el tema más natural del cual hablar, pero no fue más que un susto…”
“S-sí, entiendo…”
“Más bien…” Shinano decidió cambiar el tema. “No se me escapó cuando lo oí. ¿En serio tú fuiste la pokeparada humana?”
“¿Eh?”
“¡Ohh, sí! ¡Tengo mucho que compartir al respecto!” exclamó Tsurumaru. “Hanasaki-chan fue tendencia mundial, ¿verdad?”
“Ehh, sí…” Yukko dio un suspiro. Supuso que era intercambio equivalente que se pusieran a hablar de algo incómodo para ella a continuación… aunque rápidamente recordó la previa sorpresa que se había llevado. Sólo le quedó oír al peliblanco repetir esa historia nuevamente por enésima vez.

Ese momento duró un poco más hasta que el doctor regresó para buscar a su hermano y retirarse con él. Poco a poco, el mundo de Yukko dentro de Rizembool seguía expandiéndose.


El taxi les llevó al área de tiendas llamativas que había mencionado Mikazuki. Además de una alameda de tiendas con buena pinta y de productos caros, estaban rodeados de varios amplios y bien cuidados parques que tenían cierta aura profesional y de alta alcurnia. La presencia de la torre de Tokio a corta distancia sólo corroboraba la apariencia sofisticada y a la vez espaciosa de esa zona de la ciudad.

Imanotsurugi había ido a una librería cercana para comprar varios útiles. Por su parte, el peliazul fue a otra librería que ofrecía libros antiguos. El chico se paseó en aquel lugar pintoresco y sumamente organizado que parecía ser un local extranjero y sacado de hace un par de siglos, aunque se mantenía en buen estado. Ahí, compró unos libros anticuados que llamaron su atención y pretendió salir de regreso a la alameda, para notar que su acompañante de aquel día se encontraba absorbida por una zona de libros. Mikazuki se vio levemente intrigado por el inesperado interés de la chica, y decidió darle el alcance.

“No suelo conocer a personas que gustan de mi pasatiempo de reliquias literarias, al menos no al mismo nivel que yo,” comentó. Él vio que la chica prestaba gran atención a un pequeño libro cuya antigüedad se delataba en tener un forro de un color entero y sin texto, además de la tonalidad amarillenta mostaza de las páginas, y una imprenta poco refinada. “¿Qué es lo que ha llamado tu atención?”
“Este es un extraño hallazgo…” comentó Tharja, quien parecía más inspeccionar dicho libro que leerlo. “Se trata de un libro guía para la fotografía post-mortem.”
“Hoho, interesante,” Mikazuki alzó sus cejas, con leve sorpresa. “Nunca hubiera esperado encontrar algo como ello.”
“Lo resaltante es que es relevante de su época. No se trata de una recolección de la historia de dicho arte o una crítica de profesionales actuales,” observó, mientras pasaba una página. Ella vio un dibujo de algún instrumento empleado para preparar a los objetivos. “Efectivamente, este libro ayudó en su momento a fotógrafos a tratar a los muertos y aprender toda la teoría necesaria para cumplir con el trabajo al pie de la letra. Es un punto de vista obsoleto, y una ventana al pasado con respecto a este sensible tema…”
“Tus observaciones hacen de este objeto una fuente de gran interés. Se nota que le tienes gran apreciación,” comentó el chico, satisfecho de oír el punto de vista de la chica. “Sin mencionar que es un libro en inglés y que no tienes problemas leyéndolo.”
“Eso es lo de menos…” la chica negó cansada. “Hoy en día todos deben aprender esa lengua, así que no hay nada de extraordinario en ello. También sé por tu familia que eres versado.”
“Ciertamente lo soy, y ello me permite apreciar cosas como la que tienes en tus manos que muchos otros ignorarían como inservible o aterrador,” comentó, sonriendo tranquilamente. “Hay mucha belleza en el tema de la muerte, y la vez ironía por la atención que le damos en vida. Es romántico, y a la vez trágico…”
“…” la chica le miró con intriga por sus palabras. “Pienso lo mismo…”
“Sería una buena compra para ti. Pienso que lo aprovecharías,” dijo Mikazuki, amablemente.
“Lamentablemente, intento no derrochar mi dinero, y no he traído mucho conmigo hoy,” ella negó. “Podré regresar otro día si continúo pensando en regresar por el libro.”
“Ya veo,” asintió y extendió una mano a la chica. “Entonces, si me permites…”
“¿Quieres el libro?” preguntó ella, alzando una ceja.
“Pensaba más bien en comprarlo para ti, al ver que es algo que sí ha llamado tu atención.”
“N-no tienes que hacer esto…” la mención incomodó mucho a la chica, quien también se notó un poco contenta y en conflicto por el ofrecimiento. Ella agarró ese libro con más firmeza y cerca de sí en un gesto de negación.
“¿Te parece una imposición de tu parte ante mí? Por mi nivel económico, encuentro más valor en conceder una agradable lectura a una persona que realmente lo desea que en amasar fortuna. Sería agradable que me lo permitas.”
“…” la chica desvió su mirada.
“¿O será más bien que soy yo quien se impone ante ti?” se preguntó pensativo, llevándose una mano a su mentón. “Puede que no esté considerando tus principios y por ende te esté inquietando demasiado,” asintió. “Lo entiendo.”
“Eso segundo es más correcto…” comentó la chica en voz baja y frunciendo el ceño, mientras continuaba abrazando el libro. Entonces, vio que Mikazuki volvió a insistir al extender su mano.
“Entonces lleguemos a un acuerdo,” dijo radiantemente. “Lo compraré y te lo prestaré. Cuando termines de leerlo, te pido amablemente que me lo devuelvas.”
“¿Qué dices?”
“A mí también me ha maravillado la temática y el punto de vista de esta reliquia, y si es algo que compartimos sería incluso más placentero para los dos,” contestó con un tono melodioso y tranquilo. “Si en algún momento desearías volver a leerlo, eres más que bienvenida a pedir el libro prestado. Dime, con esta propuesta, ¿sí aceptarías?”
“…” ella se vio brevemente impresionada y asintió. “Continúa sin ser equivalente…”
“Oh, si ese es tu inconveniente, a cambio te pido que, cuando ambos terminemos de leer ese libro, vengas a visitarme y tomemos un té juntos en lo que dialogamos al respecto,” propuso el chico. “Suena a una tarde muy iluminadora y también es una buena oportunidad para que nos conozcamos mejor. ¿Te animas?”
“Continuarás agregando condiciones si fuera a negarme…” concluyó Tharja, frunciendo el ceño. Sin embargo, ella dejó de abrazar al libro y se lo entregó. “Está bien, me has convencido.”
“Eres una persona interesante,” Mikazuki recibió el libro y le dedicó una breve sonrisa antes de darse media vuelta. “Iré a pagar.”

La chica le observó desde su posición con la intriga y curiosidad que solía dedicarle. Ese misterioso peliazul había llamado su atención desde hace muchos años y lo conocía como el amigo de la infancia de Ichigo. El par estaba vinculado por una asociación familiar de hace varias generaciones, lo cual los hizo cercanos. A su vez, ellos siempre demostraron ser compatibles y solían ser observados como dos seres muy semejantes por su clase y modales. Sin embargo, Tharja siempre había pensado que ellos eran muy distintos.

Ichigo Hitofuri era el venerado heredero de los Toushirou y una persona que irradiaba pureza, inocencia y delicadeza. Como un líder, mostraba firmeza y un espíritu desvivido y fraternal sin quebrar su frágil apariencia y gentil trato. Era en muchas formas un príncipe azul de la vida real, algo que atraía a la gente hacia él, aunque Tharja nunca lo exaltó como los demás.

Por otro lado, Mikazuki Munechika, por más de mostrarse como un agradable y correcto heredero, era más complejo de lo que parecía. También daba la imagen etérea e impresión de nobleza de su viejo amigo, pero él no era un príncipe joven e ingenuo. El peliazul siempre se había asemejado más a un prudente y calculador emperador, una persona que trasmitía respeto y tranquilidad con quien dialogara, pero que siempre mantenía las situaciones bajo su control y sabía cómo convencer y dirigir a las personas con sus palabras. En medio de sus sonrisas y relajados diálogos, el joven estudiaba a sus semejantes y se imponía según considerara apropiado, tal y como se lo acababa de mostrar con aquel simple libro.

Pero Tharja no se quejaba. Más bien, era justamente esa doble cara y segura determinación de Mikazuki lo cual terminó cautivándola y atrayéndola hacia él. Le gustaba las personas con carácter que sí sabían salirse con las suyas y formar sus caminos sin innecesarias cordialidades, y la vez que pudieran hacer todo ello sin ser arrogantes o prepotentes. Además de ello, a la chica la cautivaba el propio capricho en la humanidad, y consideraba que ese peliazul era la dosis perfecta de imperfección e imperialismo que la mantendría entretenida.

Ella sonrió nuevamente con aquella inquietante sonrisa por sentirse cautivada y atendida por ese chico que siempre le había impresionado, y se permitió gozar un pequeño momento de alegría para posteriormente recobrar la compostura y recibir al peliazul, quien le entregó el libro. Ella por inercia lo abrazó y ambos salieron a la alameda, donde se toparon con Imanotsurugi.


“¡Ohh! ¡Has conseguido muchos libros, Mikazuki-sama!” exclamó el pelicenizo, quien levantó sus brazos a manera de celebrar. Él traía consigo un par de bolsas con artículos de colegio, y de una de ellas sobresalía una cartulina enrollada. “¡Tienes mucho que leer!”
“Eso siempre son buenas noticias, ¿no es así?” Mikazuki asintió gustosamente. “Puedo concebir varias tardes y noches tranquilas en lo que leo y decido sobre qué trataré en mi próxima crítica académica. ¿Y tú has conseguido lo que necesitabas?”
“¡Sí, y más que suficiente!” reportó y saltó de un pie. “¡Esta salida fue un éxito!”
“Hahaha, es de esperarse de este distrito,” entonces, él notó que Tharja se notaba pensativa. “Oh, ¿sucede algo? Te ves intrigada.”
“He notado que tu pariente te ha llamado como si fueras un superior,” comentó. “Supongo no lo hubiera esperado.”
“Por más que seamos parientes, Mikazuki-sama es nuestro líder tanto como heredero como en asuntos de todos los días,” explicó Imanotsurugi, estirando sus brazos a los costados. “Confío mucho en su sabiduría e intuición y le tengo respeto. Es uno de mis modelos a seguir.”
“Ciertamente me halagas mucho, Imanotsurugi,” confesó el otro con gusto, y claramente ningún interés en negar dicho respeto, al visiblemente disfrutarlo. Sin duda ello fue algo que Tharja notó y marcó aún más las diferencias que Mikazuki tenía con Ichigo. Ella vio al mayor dirigírsele. “Ahora que hemos atendido nuestros intereses, podemos ir a tomar algo. Hay muchas cafeterías y tiendas de comida que podrían ser de nuestro agrado. ¿Alguna sugerencia de tu parte?”
“No en particular,” negó. “Caminemos. Detengámonos en el primer lugar que llame la atención.”
“¡Ohh, justo pensaba lo mismo! ¡Buena idea!” exclamó el pequeño. “¡Vamos en marcha!”

De aquel modo, Tharja caminó junto con Mikazuki en lo que el pequeño iba saltando de un lado a otro y mirando todo a su alrededor.

“…” la chica miró al pequeño moverse con gran incomprensión y cansancio ajeno.
“Hahaha, puedo ver que te sorprenden las energías de Imanotsurugi,” comentó el peliazul.
“Me cuesta creer que hay niños así, aunque no es que me sorprenda mucho…” ella negó. “También entiendo que estás acostumbrado.”
“Por supuesto. Imanotsurugi es como el hermano menor de todos en mi familia, así que siempre cuidamos de él,” contestó tranquilamente y le miró de reojo. “Esto me deja saber que tu hermano menor no debió haber sido tan revoltoso de niño.”
“Dije que no quería hablar sobre él…” Tharja abrazó su libro con más fuerza y desvió su mirada. De todos modos, le contestó retraídamente. “…pero tienes razón. Fudou fue sorprendentemente silencioso de pequeño… considerando cómo es ahora…”
“Hmm, ya veo…” Mikazuki se quedó observándole, sin borrar su sonrisa. Aquel momento fue cortado con rapidez al oír a Imanotsurugi llamar la atención de los dos.
“¡Miren para allá!” exclamó él, apuntando hacia el frente, más allá de un cruce vehicular que cortaba la alameda en dos. El pequeño se emocionó y corrió a toda carrera.
“O-oye…” Tharja pretendió pedirle que se detuviera, pero el chico fue muy rápido. Ella miró hacia el cruce, pero no vio nada de interés además de varias otras personas que se paseaban. “¿Qué está haciendo…?”
“Ohh, creo reconocer a una pequeña que estudia junto a Imanotsurugi,” comentó Mikazuki, animado. “Irá a saludarla. Vayamos también.”
“S-supongo…” sin duda a Tharja no le gustaba la idea de interactuar con más personas, pero no tenía de otra. Ella observó al niño correr en zigzag con gran agilidad como si estuviera jugando en medio de su trayectoria.
“Descuida, es una pequeña agradable,” entonces, el peliazul se sorprendió ligeramente al ver a Imanotsurugi saltar a una baranda al costado del camino y correr encima de ella, para entonces saltar al techo de un local. “Hoho, no debería hacer eso…”
“Deberías detenerle…” Tharja miró al peliazul con leve reproche. “Es tu responsabilidad.”
“Imanotsurugi estará bien, y es más cuidadoso de lo que parece,” contestó, inmutado.
“Pero…” Tharja alzó una ceja. “Ese niño es muy atlético, pero parece incontenible…”
“Estará bien,” repitió, sin mayores inquietudes. Mikazuki más bien parecía verse entretenido tanto por ese pequeño show como por las reacciones de sorpresa de las otras personas que caminaban cerca. “Haha, vayas energías. Un viejo como yo no tendría la motivación de hacer algo semejante…”

En eso, el chico llegó al cruce todavía parado en el techo. Faltaba una cantidad considerable de tiempo para que las luces de peatones se convirtieran en verde, razón por la cual el pelicenizo se inspiró a saltar al poste más cercano y balancearse por los cables.

“…” la chica se inquietó.
“Tranquila,” le pidió Mikazuki. “Son líneas de teléfono, si no me equivoco.”
“B-bromeas, ¿cierto?” ella pareció desconocer su tranquilidad, y se frustró al notar a la gente en el cruce que sacó sus celulares para tomarle fotos y videos. “Se puede caer.”
“Mi linaje es muy hábil físicamente, e Imanotsurugi siempre ha demostrado gran dominio corporal,” comentó el peliazul, sonriendo con certeza. “Si él es digno de sus raíces y está listo para esta hazaña, entonces no hay de qué preocuparse.”
“Tsk…” esa indiferencia le recordó un poco a Tsurumaru. “¿Y si no lo está?”
“Entonces este será su final,” contestó con cierta sentencia, pese a mantener su sonrisa.
“…” ella regresó su mirada hacia el frente y vio al niño saltar desde la cima del poste al frente de la calle hacia un techo bajo y finalmente de regreso a la alameda sin ningún tipo de dificultad. Se impresionó grandemente. Sin duda, su familia era impresionante, y lo sabía bien, ya que un pariente de ellos dos había demostrado su destreza en el pasado en la guerra de las escuelas… algo que Tharja no recordaba muy gratamente.

Ellos dos terminaron apurándose ya que esperando a Imanotsurugi hubo un policía de la alameda, quien de inmediato se puso a llamar la atención al pequeño. Mikazuki tuvo que darle el alcance y disculparse ante el guardia. Felizmente, el mayor supo cómo dialogar con esa persona para que decidiera no hacerles problemas.

“Perdón por los inconvenientes, Mikazuki-sama,” dijo el pequeño, cabizbajo y con un tono de voz desanimado y triste. “No pensé que causaría estos problemas…”
“No tienes que disculparte ante mí,” le aseguró el peliazul, sonriéndole. “Sé que tú eres capaz de incluso más peligrosas hazañas y personalmente no considero un delito comportarse con la prudencia que tú sí tuviste, aunque es bueno respetar las normas de otros en la sociedad. No queremos que gente que no sabe qué hace fuera a imitarte. ¿Has comprendido?”
“Sí, es un buen punto,” el pequeño asintió y miró al mayor, para sonreírle. “¡Tendré cuidado!”
“Además es bueno considerar a nuestra acompañante,” siguió el mayor. “Tharja se preocupó por ti, y está contenta de que nada malo pasó.”
“¡Oh, siento el susto!” Imanotsurugi de inmediato hizo una reverencia ante la chica, y luego pasó a sonreír con alegría y leve picardía. “Hehe, y me alegro mucho de saber que te preocupaste por mí. ¡Muchas gracias! ¡Eres una buena persona!”
“Es una buena persona, ¿verdad?” preguntó Mikazuki, denotando compartir el mismo parecer.
“P-párenla…” la chica se ofuscó y desvió su mirada, avergonzada.

Ellos tres terminaron por recibir la atención de un par de hermanas, quienes se acercaron al ver que el policía ya no hablaba con ellos.



“¿Ima-chan?” preguntó Nio. “¿Por qué hablabas con un policía?”
“¡Ohh, Nio-chan!” Imanotsurugi se emocionó y levantó una palma en señal de saludo. “Hehe, sólo me divertía un poco. ¡Qué bueno que pudimos encontrarnos! ¡Te vi cruzando la calle así que quise darte el alcance y crucé por las vías de teléfono!”
“¿C-c-cruzaste por las vías de teléfono? ¿En serio?” Ayesha se quedó en shock y se tapó la boca con sus manos.
“Oh, qué genial, sin duda tú serías capaz de hacerlo,” por su parte, Nio sonrió comprensivamente. “Aw, ya quisiera ser tan habilidosa como tú para imitarte.”
“P-pero no lo eres, así que no hagas nada así,” le recalcó su hermana, con leve severidad.
“Ya lo sé, onee-chan,” contestó la menor, cansadamente. “Tú sabes que soy cuidadosa.”
“Ay, Nio…” la mayor se vio preocupada. Desde que había llegado junto con su pequeña a Japón y la había inscrito en Hanasaki Middle, Nio se había vuelto muy amiga de Imanotsurugi, quien siempre irradiaba muchas energías y animaba a todo el mundo. Sin embargo, por más que Ayesha lo considerara un buen chico, temía mucho que él fuera a alentar a la intrépida de su hermanita a hacer cosas muy riesgosas, como lo que acababa de suceder.
“Oh, creo que presentaciones están en orden,” observó Mikazuki.
“En verdad que sí,” Nio asintió. “Onee-chan, él es Mikazuki. Es pariente de Imanotsurugi y me he encontrado con él en mis visitas por Rizembool U. Es una muy buena persona.”
“¿Eres pariente del pequeño Imanotsurugi?” Ayesha se vio sorprendida y sonrió con torpeza. “Usted tiene esa clase y delicadeza que caracteriza al amigo de mi Nio. Parecen tener un aura bastante similar.”
“Ohh, nunca pensé oír algo así, pero pienso lo mismo,” Imanotsurugi asintió gustosamente.
“Mi nombre es Ayesha Altugle, es un gusto,” dijo la rubia, haciendo una reverencia. “Y le agradezco de todo corazón por haber cuidado a mi Nio en Rizembool.”
“El placer es mío, Ayesha,” Mikazuki asintió.
“¿Y cuál es tu nombre?” preguntó la rubia a Tharja, con una sonrisa.
“…” esta dio un suspiro antes de contestar. De inmediato se sintió fuera de lugar por esa imagen impecable y de clase alta que las dos hermanas daban, y que era compatible con el par de chicos. “Tharja, un gusto también, supongo…”
“Veo que ya compraste las cosas para nuestro trabajo en grupo,” observó Nio a su amigo. “Me alegra, y gracias por hacerlo.”
“La vez pasada fue tu labor, así que no tienes que agradecerme,” Imanotsurugi negó y sonrió ampliamente. “¿Qué están haciendo por aquí? Íbamos a tomar algún refrigerio cercano. Nos pueden acompañar, si gustan.”
“A decir verdad, buscábamos una tienda de crepes,” confesó Ayesha, quien sonrió un poco avergonzada. “Realmente queríamos un dulce, aunque no sé cuál tienda es la mejor.”
“Conozco un sitio que tiene buena reputación y está muy cerca,” dijo el peliazul. “Podemos ir hacia allá si les parece.”
“Claro que sí, confío en tu sabiduría,” Nio asintió respetuosamente y pasó a sonreír contenta. “Vamos, onee-chan. Mikazuki es una persona que discierne muy bien.”
“Estoy segura que sí,” ella dio una reverencia. “Estamos a su cuidado.”
“Gracias por la consideración, lo aprecio,” comentó el chico.

De ese modo, los ahora cinco compartirían un breve momento. Tharja no estaba muy contenta con la situación, pero tampoco podía quejarse. Esa mezcla de respeto y alegría le recordaba a su pseudo-familia de muchos hermanitos de cariño, así que ya sabía cómo lidiar con las hermanas. Con ello, el paseo en la alameda se aproximaba a su fin.


El atardecer ya daba indicios cálidos en el cielo de un sol descendiente y, en medio de sus múltiples faenas, Shu hizo una pausa para preparar un saludable guiso para la cena. Luego de dejar su cocina impecable y de verificar el sabor de la comida con un pequeño plato probador, el pelirrosa supo que podría regresar a su presente labor en lo que la olla continuaba trabajando. Sin embargo, él no llegó a retirarse porque oyó un toque en una de las ventanas cerradas de la cocina.

Él observó con cierta incomodidad y frustración a una paloma blanca en el marco de la ventana, la cual esperaba pacientemente a que le abrieran. Luego de pensarlo un poco, Shu negó con resignación y optó por contestar al llamado. Abrió la ventana y notó que dicha paloma traía consigo una diminuta bandera blanca en su pico, lo cual le informó de su propósito.

“…” dio un pesado suspiro y habló hacia fuera. “Está bien, te perdono. Puedes pasar.”

Ante ello, el pelirrosa se movió a un lado y vio a su amigo peliplateado saltar e ingresar por la ventana. Wataru se levantó, recibió al ave en su hombro, y se dirigió a Shu.

“Ahh, muchas gracias por tu misericordia,” dijo con una voz conmovida. “Estoy muy consciente que no puedo ser tan expresivo contigo, sin embargo, no llegué a controlarme. Por ello traje a mi paloma mensajera para que dialogara contigo.”
“No es la primera vez que lo haces, no tenías que explicarte,” Shu negó frustrado y de inmediato comenzó a sacar platos y tazas de porcelana. “Supe que vendrías así que hay agua caliente. Te serviré una infusión.”
“¡Oh, déjame ayudarte!” exclamó Wataru mientras juntaba sus manos, maravillado.

En menos de cinco minutos, el par ocupaba un par de espacios en el comedor frente a la entrada.

“Mis asuntos no son motivo de tu drama, Wataru,” recalcó el pelirrosa.
“¿Hm? ¿De qué hablas, Shu?” preguntó el otro, con una sonrisa traviesa.
“¿Cómo de qué hablo?” el otro se impacientó y frunció el ceño. “¿Para qué más has venido? Tú piensas cuestionarme sobre mi repentina decisión de aceptar a un pupilo aparte de Kagehira. Lo hiciste obvio en la mañana.”
“Es muy cierto que he venido por ello, pero me sorprende que saltes tan rápido al tema,” Wataru se vio animado. “Huhu~ estoy conmovido por tu gran voluntad, estimado amigo.”
“No es que sea voluntad,” el otro desvió su mirada y entrecerró sus ojos. “Es obvio que estás aquí por ello así que puedo saltar a las conclusiones de una vez. No tengo tanto tiempo como tú.”
“Es verdad, pero aprovecha este respiro, ya que no andamos viéndonos todos los días,” dijo el peliplateado, encogiéndose de hombros con una expresión de mínima preocupación. “Tú sabes que me preocupo por tus nervios.”
“De ser así no estarías aquí ahora ni vendrías a cuestionar mi vida,” recalcó, impaciente.
“Nunca cambiarás, Shu…” Wataru miró su taza de té negro momentáneamente y dio un suspiro. “Pese a tener vidas ocupadas y muy esparcidas, nosotros cinco siempre nos mantenemos en contacto y solemos no guardar secretos entre nosotros. Shu, pese a ser una persona reservada, tus movimientos suelen ser transparentes. Tú no juegas sucio y prefieres tener las cosas sobre la mesa. Estoy convencido que tu forma de ser es lo que dictó esta transparencia en un inicio.”
“…” el otro alzó una ceja.
“Por ello mismo, tengo un mal presentimiento,” Wataru frunció el ceño, lo cual cortó su usual expresión relajada y le dio una apariencia más severa y demandante. “Me encontré con Shinano previamente. Es amigo de algunos de mis más habilidosos estudiantes de drama y parece tener potencial. También es un chico sencillo y una buena persona, pero fallo en ver qué pudo haberte atraído a cuidar de él, por decirlo así.”
“…”
“Entonces, ¿qué hay detrás de este chico? ¿Por qué estás haciendo esto, Shu?”
“Considero que lo estás pensando demasiado,” Shu se encogió de hombros. “Necesito un proyecto adicional. Kagehira se encuentra creciendo como un idol, aunque pienso que mi aporte es insuficiente para él, por más recursos que tenga. Entrenar a una persona más y de cero puede ser una experiencia enriquecedora para mí,” él pasó a sonreír con orgullo. “No hay duda alguna que puedo transformar a él o a quien sea en una persona con clase y fama, y ese chico tiene la voluntad y el deseo para empujarse a sí mismo. Él simplemente cruzó mi campo de visión, y debería considerarse afortunado de haberlo hecho.”
“Sí, no argumentaré contigo al respecto…” Wataru decidió apoyar aquel esperado egocentrismo de su amigo. “Pero no te encuentras contestándome. Este es un suceso inesperado, y demando respuestas de tu parte.”
“No tengo la obligación de contestarte sobre nada,” Shu cruzó sus brazos y movió su rostro a un costado, con desprecio. “Alégrate de siquiera estar aquí. Además, considero que te encuentras haciendo mucho escándalo. Dudo que a nadie más le importe.”

Dicho esto, los dos oyeron el timbre. El par intercambió miradas y Shu se levantó para mirar por el ojo de pez. Al hacer eso, él mostró gran impaciencia y resopló exasperado, para abrir la puerta.


“¿Qué pasó? ¿Se pusieron de acuerdo?” preguntó el pelirrosa al recién llegado, impaciente.
“Es también un gusto para mí verte, Shu-niisan…” dijo Natsume, con cansancio y rodando los ojos. “Pero sabía que andarías a la defensiva.”
“¡Natsume-kyun~!” Wataru se emocionó y se levantó de un salto para ir donde el pelirrojo con sus brazos extendidos. “¡Déjame apachurrarte!”
“A-aléjate…” este tuvo que esquivarle. “Deja de tratarme como un niño, Wataru-niisan.”
“¡Ahh, pero tú sabes que eres la cosa más preciosa para mí en todo el universo~!” canturreó con su potente voz y una sonsa sonrisa. “¡Nunca es una mala ocasión para toparme contigo~!”
“Si sigues, Shu-niisan nos echará a patadas,” le recordó Natsume, con un tic en la ceja.
“Precisamente…” el pelirrosa dio un pesado suspiro y se resignó a atender a los ahora dos. Él cerró la puerta y caminó de regreso a su sitio. “Ya, siéntense. Asumo que no deseas una infusión, Natsume, pero si quieres algo no te retraigas.”
“Estamos casi verano y no me apetece una, gracias,” dijo el pelirrojo, negando y tomando asiento en un lado de la mesa todavía no ocupado. Entonces, tanto él como Wataru se confundieron al notar a Shu agarrar el hacha de la pared y regresar a su sitio. “¿Qué haces, Shu-niisan?”
“Es precaución, ignóralo,” dijo completamente inmutado.
“¡Ay, pero dime cómo estás, precioso Natsume-kun~!” dijo Wataru, animado. “Veo tus lindos ojitos relucir con vitalidad. ¿Has tenido unos días entretenidos?”
“Podría decirse, no necesitan saber los detalles,” Natsume sonrió con leve maldad al recordar cierta competencia de Mario Kart, y entonces regresó a su actitud indiferente. “Sin embargo, hoy he estado muy distraído. No llegué a ver el eclipse solar, las auroras boreales, la caída de meteoritos y ese grupo de pegasos volando por el campus por cómo Shu-niisan ha recibido a un nuevo aprendiz tan intempestivamente.”
“Tch, n-no hagas un preámbulo innecesario…” el pelirrosa se vio incómodo.
“¡Ohh, excelente forma de decirlo!” por su parte, Wataru se emocionó. “¿Ves, Shu? No estaba alucinando. Nuestro bello kouhai se encuentra tan en shock como yo y ha venido a verte.”
“¿Y cómo te has enterado?” le cuestionó Shu, frunciendo el ceño.
“Sabes bien que tiendo a instalar cámaras y micrófonos escondidos por distintos insospechados lugares, y ello incluye a los aposentos de mis muy estimados y no irónicos senpais,” contestó el pelirrojo, quien dibujó una sonrisa al ver que puso al otro en aprietos. “Por motivos de precaución, como tú mismo lo has dicho…”
“Como iba diciendo a Wataru, no tengo motivos para explicarme…”
“Pero es extraño, y habíamos quedado en ser honestos entre nosotros cinco,” recalcó Natsume, con leve impaciencia. “Kanata-niisan y Rei-niisan también se sorprenderán cuando se enteren, y muy probablemente vendrán a verte, como nosotros.”
“No tienes por qué actuar de esta forma, Shu,” dijo el peliplateado, encogiéndose de hombros. “Somos tus amigos y nos preocupamos por ti. También sabemos tus malos hábitos. Puedes demandar mucho de ti o meterte en aprietos en medio de tus grandes ambiciones. El hecho que no nos hayas dicho nada es una señal de alerta.”
“…” Shu nuevamente dio un pesado suspiro. No iba a llegar a ningún lugar siendo difícil. A su vez, tampoco quería admitirlo, pero el hecho de tener a Natsume preocupado por él era algo que le incomodaba, y que prefería evitar. “Natsume, antes que llegaras, comenté a Wataru que tenía el interés de formar otro proyecto que sirviera como una buena oportunidad para mí mismo, e indirectamente para Kagehira.”
“Sí dijiste eso, pero…” el peliplateado se vio cortado por el otro.
“Déjame terminar,” espetó Shu, mirándole de reojo. “Eso no es mentira. Sin embargo, admitiré que sí tengo otro motivo, y la razón por la cual aquel chico y sólo aquel chico fue aceptado como mi aprendiz.”
“Esto va más allá de su potencial,” observó Natsume, mirando a la mesa y pensando críticamente. “Debe estar atado a quién es como identidad, como persona…”
“Me complace presenciar tu rápido análisis, Natsume,” Shu sonrió con orgullo, y se levantó, para darles la espalda. “Precisamente. Mi segundo motivo está relacionado a quién es él, y no tiene nada que ver con mi profesión y mi rol como un futuro maestro. Pero no diré más que esto a ustedes por ahora.”
“¿Por qué no? ¿Realmente crees que estaremos contentos con esto?” preguntó Wataru.
“Se los digo para que lo sepan, pero les aseguro que no tienen nada de qué preocuparse,” dijo con una voz certera. “Tampoco pienso decir más por el simple motivo que no quiero que Kagehira se entere, o que rumores puedan correr. A su vez, continúo desarrollando el plan que inspiró mi tan sorpresiva ‘humildad’ de ser un maestro, luego de tantos años.”
“¿Plan?” Natsume se sorprendió.
“Y un plan tan reciente y amorfo es una vergüenza para mí. Cuando tenga algo más formulado con mucho gusto lo compartiré con ustedes. Tienen mi palabra. Ahora dejen de preocuparse.”
“No es tan simple, Shu-niisan…” de repente, el pelirrojo bajó sus energías y mostró frustración y tristeza en su expresión, mientras agachaba la mirada. “No me interesa oír sobre alguno de tus cuidadosos e intricados planes.”
“…” Shu le miró de reojo.
“He venido aquí con una simple duda en mente…” comprimió sus puños. “¿…estarás bien, Shu-niisan? ¿Esto no es ya demasiada carga para ti, por todo lo que siempre tienes que hacer?”
“No hay forma de saber el futuro, pero me subestimas,” le aseguró, volteándose y sonriendo con autosuficiencia. “Soy un ser talentoso y hábil por encima de la multitud común de humanos. He arremetido y ganado gran prestigio múltiples veces. Tú lo sabes.”
“Natsume-kun lo sabe, por supuesto, pero continuamos teniendo el pasado presente,” dijo Wataru, quien sonreía tranquilamente, mirando a su té. “Tú eres una indiscutible fuerza, Shu, pero entiende nuestra preocupación. Ni alguien como tú es capaz de enfrentarse al mundo entero en caso de que fuera a derrumbarse encima de ti.”
“Tsk, qué insulto de tu parte…” Shu arrugó su rostro con desprecio.
“Nunca lo desearía para ti. Nuestra amistad va al nivel de hermandad,” le aseguró, y le miró con más energías. “Creo en ti, pero pienso que es mi obligación velar por tu bienestar. Vine para saber tus motivos, y como ello está en veremos, vengo a pedirte un favor.”
“¿Qué quieres de mí?”
“Permíteme aceptar al joven Shinano a mi club de drama. Pienso que él necesitará de mi ayuda para guiarle y apoyarle, ya que soy un maestro con más experiencia que tú, y también estoy interesado en el potencial que les has visto, porque tú no aceptarías a alguien que no lo vale.”
“Tsk, obviamente, no perdería mi tiempo con algún común sin importar qué motivos pudiera tener,” Shu se exasperó. “Está bien, haz lo que quieras, pero recuerda que mi entrenamiento va por encima de tu club si en algún momento hay conflicto.”
“Ohoho, admito que estoy feliz que aceptaras tan rápido,” Wataru se vio satisfecho.
“Hm, interesante…” Natsume sonrió intrigado. “De repente, me siento sumamente celoso de este niño por tener a dos de mis senpais como sus maestros,” frunció el ceño. “E incluso indignado de que Shu-niisan le haga una excepción a alguien que no es capaz de comprender la suerte que tiene. Siempre hubiera querido aprender algo de ti. Yo soy una persona muy hábil y por encima de varios y no tengo problemas reconociéndolo, pero tú eres superior a mí en muchos aspectos.”
“Lo podré ser, pero nuestras genialidades son distintas, Natsume,” recalcó Shu, con severidad. “No tendría nada que enseñarte.”
“Eso no es verdad, pero, en fin…” dio un suspiro y sonrió entretenido. “A su vez, me pregunto si este niño será capaz de sobrevivir a tus exigencias. He visto a Mika sufrir de distintas maneras, y presumo que serás menos misericordioso con este novato.”
“Ahh, deberías compadecerte de él junto a mí, lindo Natsume-kun,” Wataru dio un pesado suspiro y luego se mostró algo resentido. “Uhh, pero no te olvides que yo sí te enseñé hace años. Fuiste mi primer y más resaltante discípulo.”
“Sí lo fui, por ello no me molesté en mencionarlo, Wataru-niisan…” dijo con leve cansancio. Entonces, él oyó una campana. “¿Hm? Shu-niisan, ¿has preparado croissants?”
“Lo hice, pensé en pasar el cuestionamiento con un aperitivo,” dijo el pelirrosa. “He hecho suficientes para compartir, si gustan.”
“¡Ohh, qué buenas noticias!” exclamó el peliplateado.
“No me negaré a ello. Tu panadería es la mejor,” admitió el pelirrojo, con una sonrisa nostálgica. “Muchas gracias por el ofrecimiento.”
“No hay de qué. Te ves muy delgado, debes comer mejor,” dijo el dueño de casa. Él dejó el hacha encima de la mesa y fue a la cocina.
“Heh, supe que dirías eso…” se encogió de hombros.
“Pese a quejarte, se nota que andas feliz, Natsume-kun,” observó Wataru. “Parece que este estudio siempre es un lugar grato para ti. ¿Verdad que te gusta pasar tiempo con tus senpais?”
“Todo el gusto que pude haber tenido se acabó por tus acosadoras palabras, Wataru-niisan.”
“Ay, pero no te me pongas así~” canturreó y le miró con ternura, lo cual impacientó al otro. “Yo sé que eres un delicioso y masticable marshmallow por dentro~ ¿Verdad que sí querías vernos? ¿Verdad que sí estuviste muy preocupado por Shu? ¡Eres el más precioso kouhai tsundere de la historia! ¡Ven y abraza a tu senpai que te noticea!”
“…” Natsume dio un pesado suspiro y esperó un poco a que el pelirrosa regresara con una fuente llena de croissants. “Shu-niisan, ¿podrías prestarme tu hacha un momento por favor?”
“Ahh, sólo asegúrate de regresarla limpia…” dijo este con frustración, al haber podido escuchar las exclamaciones de Wataru.
“Por supuesto…” el pelirrojo tomó el mango y sus ojos dorados se prendieron con una fría y aterradora luz de depredador.
“¡E-e-espera, Natsume-kun, piedad!”

Esa reunión continuó un poco más, y el tema de conversación se volvió un poco más ameno. Al final, los tres pudieron dejar atrás sus rutinas para dialogar entre sí y recordar un poco de tiempos distintos en los cuales vivieron en mundos más cercanos.



Y el tiempo siguió con su curso.
« Last Edit: June 08, 2018, 09:16:14 PM by Cho »


Mimi Tachikawa


En la mansión de la familia Osaka, una joven de cabellos peliplateados amarrados en media cola que estaba adornadas de coletas de color azul como el color de sus ojos, terminaba de alistarse , se acercó a su mesa de noche para observar una foto que atesoraba con mucho cariño

Despues de 5 años volveré a verte Shinobu-kun…- sonrio suavemente- esta vez note dejaré ir…-

La puerta de su habitacion se abrió y entro en escena el mayordomo de la familia Osaka

Ya esta lista Rinne-sama??...- el mayordomo era un joven de belleza inusual, castaño claro de ojos azulados y con una suave sonrisa, se acerco a la joven para acomodarle los cabellos rebeldes –

Miyauchi-san…buenos días…-dijo sonriéndole de la misma manera-Estoy emocionada, gracias a Daidoji-san me entere que por fin Shinobu regresa a vivir a Japón…aunque no se de que podría hablarle, ella me contó que aun sigue siendo fanatico de los ninjas y esta viviendo su vida de esa manera, me he instruido para poder hablar con él, aunque aun ni se si se acuerda de mi- dijo visiblemente sonrojada-

Bueno…Shinobu-sama es un chico especial, y dudo que la haya olvidado…lo que tiene que hacer es creer en usted y verá que todo va a salir bien-

Muchas gracias por tus consejos Miyauchi-san en serio no se que haría sin ti y tus consejos- le dijo abrazandole suavemente – si no fuera por ti oniichan y yo no sabríamos que hacer en este mundo-

Siempre estaré con Sougo-sama y con Rinne-sama todo el tiempo que ustedes desean que este

Quedate para siempre…-

El joven mayordomo le abrazo cálidamente

Bueno Rinne-sama el auto esta listo para irnos en cualquier momento a la casa de los Daidoji-sama

Tienes razón…- dijo limpiándose las lagrimas –no quiero que mi querido Shinobu me vea de esa manera, además soy una nueva persona y soy mas fuerte que antes…-

Eso es verdad, ha madurado mucho Rinne-sama sus padres estarían muy orgullosos de usted-

Y eso es lo que deseo que desde el cielo lo estén…sera una digna esposa de Shinobu …-

Aun faltan muchos años para que se convierta en una esposa, ahora disfrute su adolescencia y no quiera crecer a pasos acelerados

Lo se lo se…-dijo saliendo primero de la habitacion- bueno vamos hay que apurarnos empezo a adelantarse

Me alegro que Rinne-sama vuelva a sonreir…ahora me encargare de que siga siendo en honor a los señores que fueron tan amables conmigo, además ahora ellos son como mis hijos-

También salió de la habitación

En la casa de los Daidoji…

Tomoyo se encontraba en la cocina mientras terminaba de preparar el pastel de bienvenida para Shinobu, ademas que al mismo tiempo terminaba de preparar los bocadillos y las bebidas que les iba a dar a los demás, una vez que termino de encargarse de la cocina, se solto los largos cabellos negruzcos para quitarse su mandil de cocina y salio al patio donde se encontraba su  hermano mayor

Ishikimaru-niisan terminaste con tus sesiones de purificación? Ya van a llegar Sakura-chan y los demás para celebrar la llegada de Shinobu-kun y dijiste que me ibas a ayudar a terminar con los trajes para todos-

Tomoyo eres tu…-dijo el joven pelicastaño de cabellos cortos y una suave sonrisa, llevaba un kimono de color verde- no es necesario que me vista igual que los demás no?-

Te diría que si pero como eres un sacerdote de nuestro templo no puedo obigarte aunque quiera…-rio suavemente- pero me conformo verte con tu traje de sacerdote que se te ve muy hermoso- tomándole fotos- todas mis amigas quieren conocerte…muahahaha…-

Y espero que hayas dicho que no…me da vergüenza…- dijo el mayor-

Pues claro que les dije que no, porque Ishikimaru-niisan es para mi…-riendose maliciosamente-

A veces me das miedo Tomoyo pero como te conozco muy bien se que lo haces para molestarme…-

Ping pong!!...-sonrio ampliamente-bueno bueno dejemos de conversar y vamos a mi cuarto para terminar con los
trajes…que ya deben de llegar en cualquier momento-

En la habitacion de Tomoyo ambos hermanos se encargaban del acabado de los trajes, como la joven era aficionada en la confeccion de ropa y también porque adoraba a sus amigos sobretodo a Shinobu por ser un niño interesante como  Sakura , tenia la necesidad de hacerles trajes temáticos, de paso también hacia para Syaoran para no perder la costumbre-

Con esto ya lo terminabos Nii-san …-dijo la pelinegra sonriendo-

El timbre de la casa sonó – Y justo a tiempo  porque ya llegaron los invitados-

De seguro es Rinne-chan…atiendela mientras me cambio y dale esto- le paso una bolsa con un traje-

Deacuerdo Tomoyo…no te demores tanto…-

No lo haré…-

Ishikimaru abrió la puerta y vio a Rinne que habia llegado junto a Miyauchi

Ishikimaru-san buenos días…espero que no hayamos llegado tan temprano…-dijo algo avergonzada la joven-

Hola Rinne-chan…-le acaricio los cabellos- claro que no, son los primeros en venir-

Perdone con las molestias….Ishikimaru-sama, en que podría ayudarlos??-

Miyauchi-san no se preocupe ustedes son nuestros invitados adelante y relájense…-

No puedo…tengo que ayudar…-viendo un poco de suciedad- falta limpiar un poco…-oliendo la comida- creo que falta algunos ingredientes más…Ishikimaru-sama puedo?...-

Esto…-mirando a Rinne-

Una vez que le entran las ganas de ayudar no hay nadie que lo detenga ni siquiera yo…-dijo con una gota en la cabeza-

Ya veo…-suspirando pesadamente- adelante Miyauchi-san, pero yo también ayudare…-

Claro que no! No puede ensuciar su kimono de sacerdote…me encargare de limpiar y terminar de preparar lo que Tomoyo-sama ha dejado…-se fue a cumplir su misión-

Ambos jóvenes estaban con una gota en la cabeza-

Es verdad…Tomoyo me dejo esto para que te vayas cambiando…-

Cambiando? …-

Si, cambiando…-dijo sonriéndole- cuando te pongas el traje ya veras la razón del porque-

Bueno…-dijo cogiendo la bolsa de la ropa para luego irse al baño a cambiarse-

Cuando salio del baño estaba avergonzada porque tenia ropa de ninja, era un traje de color lila, sus cabellos estaban amarrados en una coleta,hasta tenia medias y sandalias

Oh…que linda te ves Rinne-chan…-

Tomoyo-san hace este tipo de trajes…? Esta bonito y todo eso pero justo ahora?...-

Estoy seguro que a Shinobu le va a gustar

En serio lo crees?...entonces me quedare asi!!...-

El mayor pelicastaño sonrio contento

Despues de limpiar y servir la comida, el pelicastaño claro se acerco a Rinne para terminar de arreglarla

Tan hermosa como siempre Rinne-sama…- tomándole fotos-

No lo hagas…- le dijo sonrojada-

Tomoyo hizo aparición con su traje ninja de color azul, del mismo modelo de Rinne

Rinne-chan te ves muy linda!!! Vamos a prepararnos para el gran inicio de la fiesta de bienvenida!!! Iba a hacerle un traje a Miyauchi-san pero no me dejo…-

Claro que no lo iba a permitir Tomoyo-sama yo soy solo el mayordomo de los Osaka…-

Suspiro pesadamente- Miyauchi-san no es nada divertido…-

Si es divertido, solo que no lo comprenden…- dijo avergonzada-

Que linda eres Rinne-chan!!- le abrazo cálidamente-

El timbre de la casa, volvió a sonar y los presentes se estaban preparando, ya que el invitado principal de la reunion habia llegado...

-------------------

Continuara...

Mimi-chan
« Last Edit: June 10, 2018, 02:18:38 AM by Mimi Tachikawa »


Cho

I need to stop (...)

59.1.

Llegó el siguiente día, y Tharja caminaba por Rizembool al recién haber llegado. Tenía varias cosas que atender, pero ella terminó por quedar en encontrarse con una persona en particular, en contra de sus usuales principios de mantenerse alejada de él y su aparentemente perfecta familia. Sin embargo, la chica sentía la responsabilidad de informarle de sus sospechas luego de una conversación que había tenido la tarde anterior…

Flashback


Después de despedirse de las hermanas Altugle quienes tenían más quehaceres, Tharja caminó junto con Mikazuki e Imanotsurugi por uno de los amplios y tranquilos parques de la zona. Habían quedado en caminar hacia la estación de metro más cercana, donde la chica se despediría para tomar una línea que le llevaría de regreso a su hogar, mientras que los otros dos tomarían un taxi para hacer lo mismo.

“Esta fue una tarde agradable, ¿no te pareció?” preguntó Mikazuki, quien observaba al cielo rojizo encima de él.
“Podría decirse…” Tharja desvió su mirada, sin interés de ser más honesta.
“¡Espero que pueda repetirse!” exclamó Imanotsurugi, quien daba saltitos en lo que avanzaba, como quien jugaba algún mundo imaginario pintado en el piso. “Me caes bien y quisiera conocerte mejor. ¡Y ojalá pueda ser un hermanito para ti!”
“Deja de insistir con eso…” ella mostró cansancio.
“Hahaha, lo veo difícil,” Mikazuki se puso a reír.

De repente, él se detuvo para observar las ramas bajas de un árbol cercano con un interesante aunque inesperado interés en lo trivial. Imanotsurugi observó a su superior con curiosidad por dicha pausa, como quien sabía que este tenía algo en mente. El pequeño se contentó de que estuvieran adjuntos a una zona de barras y se trepó en un pasamanos, sin dejar de prestar atención a los otros dos.

“¿Qué estás viendo?” preguntó Tharja, alzando una ceja. “Es un árbol de cerezo, pero en esta estación no es nada vistoso.”
“De todos modos, observarlo tan obstinadamente tiene su utilidad,” el chico pareció encogerse de hombros mínimamente y se giró a Tharja, para mirarle de costado y con una suave sonrisa. “Después de haberme concedido una tarde tan distinta y animada, quisiera que me contestes una pregunta en particular. Sonara imprudente que lo pida luego de tu favor hacia mí, aunque es un tema llamativo para mí y para todos, inevitablemente…”
“Dime…” se vio escéptica, al no saber qué esperar de su pregunta.
“Ichigo y su familia… ¿ellos saben que tú estudiaste en Hanasaki durante la secundaria?”
“…” Tharja se vio un poco sorprendida por aquella pregunta, y también notó que el pequeño pelicenizo se soltó del pasamanos y se acercó con curiosidad. De todos modos, le quedaba contestar… pero tenía la impresión que la pregunta del peliazul no era precisamente la que había formulado. “Sí, obviamente lo notarían. Ellos saben que solía estudiar en Hanasaki, principalmente porque en aquel entonces no aceptaban a las chicas en Rizembool, aunque luego vi que el currículo de Rizembool iba mejor con mis estudios, e hice el cambio. ¿Por qué lo preguntas?”
“Ya veo, muchas gracias,” Mikazuki asintió y, sonriente, intercambió miradas con un también sonriente Imanotsurugi.
“¿Qué hacen?”
“Entonces, podemos concluir que ellos no lo saben, ¿verdad?” dijo el pequeño.
“¿Qué dices…?” la chica frunció el ceño, incómoda y un tanto impaciente. No, no había punto de negarlo. Efectivamente, la pregunta en esencia había sido otra. Esos dos sabían el secreto que Tharja había guardado de los Toushirou durante ya cinco años.
“Tranquila,” Mikazuki alzó una palma. “Si no deseas siquiera mencionarlo, entonces entiendo que es un tema complicado para ti también, pero tenía el interés de saber si Ichigo y sus hermanos menores estaban informados al respecto.”
“…” ella negó. “Ustedes debieron haberse enterado por su pariente.”
“Iwatooshi estuvo involucrado hace cinco años, así que él sabe muchas cosas,” dijo Imanotsurugi con muchos ánimos. “Él me ha dado varias recomendaciones al respecto para mantenerme al margen y asegurarse de que no me meta en líos.”
“Tsk, me cuesta creerlo…” Tharja entrecerró sus ojos y desvió su mirada con molestia. “Ese pariente de ustedes es un loco en el combate que fue reconocido por aterrorizar a varios.”
“Sin duda se le caracteriza por su tendencia a desenfrenarse cuando encuentra un desafío, pero él no es una mala persona,” informó Mikazuki, sin perder su tranquila sonrisa y amable trato. “Aun así, comprendo que tu visión tiene otro ángulo, y realmente no le conoces cómo es en realidad. Te aseguro que él no fue un Rebel enfocado en destruir a Hanasaki o matar a su HiME, ya que no hizo ninguna de las dos cosas.”
“Sin embargo, fue uno de esos miserables,” la chica negó y se mostró inconforme. “Si el mundo dividiera a los buenos y los malos basado en si han quitado la vida de otra persona, más del noventa y nueve por ciento de nosotros seríamos santos.”
“Hmm…” el pequeño frunció el ceño, con incomprensión.
“No me juzgues, niño. Tú no sabes nada sobre esto.”
“No te juzgo, descuida. No podría hacerlo porque sí sé menos que tú,” le aseguró el pequeño, con un tono curiosamente respetuoso y una tranquila sonrisa. “Para mí, Iwatooshi es una persona muy importante y es alguien bueno de corazón, pero no voy a esperar que lo veas así, porque incluso los humanos más problemáticos son esos santos que dices ante sus seres queridos, ¿no es verdad, Mikazuki-sama?”
“Hahaha, casi sonaría que estás maldiciendo a parte de nuestra familia con esas palabras,” comentó el peliazul, entretenido.
“…” por su parte, Tharja se vio mínimamente sorprendida. Aquel inquieto e hiperactivo niño parecía ser más sensato de lo que imaginó.
“Pienso que Mikazuki-sama no está aquí para hablar sobre Iwatooshi, ni sobre Hanasaki o Rizembool, ni sobre la bondad o la maldad, por cómo formuló su pregunta,” continuó el pequeño. Este dejó sus compras al costado del tronco del árbol y pasó mover sus brazos con ánimos y energías. “Tú sabes que soy un Tengu, ¿cierto?”
“¿A dónde vas con esto?” la chica se impacientó. “No lo eres, pero aspiras a ser uno. Estoy al tanto de ello.”
“Está bien, no puedo negarlo~” canturreó, y de un salto regresó a pararse en una de las barras de un extremo del pasamano, como quien iba a volver a treparlo. “El hecho que aspiro a ser uno ha hecho que entrene mucho en la gimnasia y el combate, y ello me ha hecho muy hábil y muy fuerte a mi edad. Hehe~ es divertido, y nuestra familia es reconocida por ello.”
“Lo es, sin lugar a dudas,” Mikazuki asintió.
“…” Tharja alternó su mirada entre los dos, esperando a ver a dónde iba con ello.
“Y no puedo volar. No tengo alas para hacerlo, pero nunca dejaré de entrenar y entrenar para quizás algún día lograrlo, o al menos llegar a un nivel de habilidad que me haga creerlo,” Imanotsurugi agarró la primera barra. Sin embargo, él no se colgó de ella. El chico tomó impulso con sus piernas y se paró de cabeza con un perfecto balance. “¡Mira! ¡Soy capaz de hacer algo así! ¿Verdad que es divertido?”
“…” la otra negó y dio un suspiro. “¿Estás intentando decirme algo?”
“Luego de lo que sucedió en el pasado, y de que Iwatooshi haya logrado derrotar a su HiME, él fue sincero conmigo, y me dejó saber algunas cosas severas, por mi propio bien,” comentó Imanotsurugi, quien había bajado la alegría en su voz y sonaba más pensativo. Él continuó caminando de cabeza con sus manos por el pasamanos, como quien se paseaba, sin siquiera temblar. “Él estuvo muy cerca de matar a su HiME. Al darse cuenta de lo herida que estaba, corrió a buscar primeros auxilios y ella pudo sobrevivir, pero creo que se quedó discapacitada de por vida…” el pequeño se detuvo en el centro del pasamanos, y su voz denotó tristeza. “Iwatooshi me dijo que eso le abrió los ojos. Él fue inconsciente de lo peligroso que había sido, y de las metas destructivas de Rizembool. Él fue un Rebel para buscar un gran e inigualable desafío, pero dice que no valió las consecuencias.”
“…”
“Así que habló con nosotros para advertirnos y asegurarse de que no cometamos el mismo error que él,” narró el pequeño. “Él estuvo preocupado por mí porque soy joven y porque todavía hay mucho que no comprendo. Ahí fue que aprendí esta historia, y también… que yo soy un peligro…” él giró sus manos para encarar a la chica, y se soportó usando únicamente una mano. Su expresión era tranquila, aunque intensa. “Yo tengo todo el potencial de matar a alguien…”
“…” Tharja sintió unos leves, y refrescantes, escalofríos al ver aquellos ojos rojos ampliamente abiertos, y extrañamente vacíos.
“Bueno, todos lo tenemos, pero yo soy especialmente peligroso. Iwatooshi cree que podría hacerle frente a HiMEs o Rebels principiantes sin ayuda de magia,” comentó, mientras llevaba el índice de su mano suspendida a la base de sus labios, lo cual denotó una actitud meditabunda. “Y mientras más desee ser como un Tengu, más peligroso me volveré para los demás,” desvió su mirada. “De inmediato pensé en todos mis amigos en Rizembool, y ahora también pienso en mis amigos de Hanasaki, y en cómo podría lastimarles sin quererlo ni intentarlo…”
“Pero ese es el pasado, Imanotsurugi,” le aseguró Mikazuki, tranquilamente. “Yo consideré que por tu corta edad sería un peligro mantenerte en Rizembool donde podrían tratar de convertirte en Rebel, y por ello todos estuvimos de acuerdo en que te mudaras a Hanasaki. Sabes bien que debes mantenerte al margen desde ahora.”
“Quisiera poder usar mis habilidades para ayudar a otros, pero en nuestro ambiente eso es imposible,” dicho esto, Imanotsurugi se impulsó y se paró encima del pasamanos. Al haber terminado ese tema, él sonrió y estiró sus brazos a los costados. “¡Realmente lo mejor que puedo ser por otros es un amigo y estoy bien con eso! A lo mucho podría intentar aconsejar a otras personas si se presenta la oportunidad, pero lo importante es mantenernos a salvo.”
“Está bien, eres un niño prudente, pese a todo,” comentó Tharja, inmutada. “Y sí pareces entender más de lo que pensé, lo admito.”
“Y Mikazuki-sama tiene el mismo interés que yo, al menos con quienes son cercanos a nosotros. De eso era que quería hablar contigo,” Imanotsurugi miró al peliazul. “Pero, también me he quedado con la duda. ¿Por qué estás preocupado por los Toushirou? ¿Crees que ellos pueden estar en peligro?”
“…” la chica miró al mayor de reojo.
“Por más que hayamos podido analizarlo, nuestro conocimiento con respecto a Rizembool o Hanasaki es limitado. La teoría es incompleta, y la práctica debe evitarse a todo costo,” comentó Mikazuki al pelicenizo, para entonces girarse y mirar a Tharja. “Pese a ello, tengo unas leves sospechas que nuestros allegados no están del todo libres de Rizembool, aunque tampoco tengo pruebas ni puedo tocar ese tema. No es algo que me corresponde, pero pienso que a ti te corresponde mucho más.”
“…”
“¿De casualidad tú tienes sospechas hacia algunos de ellos?”
“¿Tú las tienes?” le preguntó de inmediato, a la defensiva.
“Hahaha…” ello causó que Mikazuki se riera, lo cual impacientó a la chica. “No es correcto que andemos enfrentándonos así, siendo ambos de un mismo lado. Si no quieres contestarme, entonces yo tampoco lo haré…”
“…” ella se vio inconforme y desvió su mirada.
“Pero tú como alguien que estuvo más cercana al conflicto durante la secundaria, quisiera que al menos le dieras una advertencia a Ichigo. Temo mucho que mi estimado amigo, en medio de su amor fraternal y pura naturaleza, se ande cegando de algunos indicios preocupantes que debería ser capaz de ver. Mi visión, en cambio, es mucho más limitada…” ante ello, Mikazuki hizo una venia. “Siento mucho pedirte algo incómodo, pero vigila un poco a nuestros allegados. Ellos no son tan perceptivos como tú, y temo que los más pasivos sean los más problemáticos.”
“…” esas últimas palabras impresionaron a la otra.
“Uhh, ahora estoy un poco preocupado por ellos…” confesó Imanotsurugi, pensativo.
“No tienes por qué. Si un problema tiene solución, no hay por qué preocuparse. Si un problema no tiene solución, tampoco hay punto de hacerlo,” dijo el otro, con lentitud y entretenimiento.
“¿Y si la solución es difícil?”
“Hahaha,” el peliazul volvió a reírse. “Entonces, sé paciente, y espera lo mejor. A fin de cuentas, con ello te beneficias a ti, por más que tu estado anímico no cambie nada en lo absoluto.”
“¿Has terminado?” preguntó Tharja, mirándole con desconfianza.
“He terminado,” afirmó. “Antes de continuar, no quiero que te lleves la impresión incorrecta. Mi mínima preocupación es natural al tratarse de personas cercanas, y tú eres alguien también vinculado a ellos, pero es todo lo que pienso decir sobre el tema si así lo prefieres. Por favor, cuando termines de leer el libro, regrésamelo. Esperaré con ansias tu visita, la agradable lectura, y nuestra conversación al respecto.”
“Está bien, lo comprendo, supongo…” ella se encogió de hombros, un poco cansada.
“¡Entonces sigamos!” dicho esto, Imanotsurugi saltó desde el pasamanos y alcanzó a Mikazuki, a quien le abrazó de la espalda.
“O-oye…” el peliazul se desbalanceó un poco al recibir al pequeño y se puso a reír con torpeza. “Hahaha, procura no hacer esto. No soy tan fuerte como Iwatooshi.”
“Hehe, perdón~”
“…” la chica miró al par animado y riéndose, a Imanotsurugi nuevamente feliz y energético y a Mikazuki con esa reacción de un anciano que con las justas se salvó de caerse ante la ocurrencia de uno de sus nietos. Ellos habían dicho todo lo que tenían que compartir y estaban listos para dejarlo de lado y atender algún otro punto… pero Tharja no se sintió con la misma libertad…

Fin del Flashback


“Tsk…” chasqueó la lengua y volvió a maldecir a ese par por hacerle preocuparse de más.

Llegó a una cafetería y logró ubicar a la persona que le esperaba ya que había un círculo discreto, pero existente, de chicas que miraban anonadadas a su tan deseado príncipe ocupar una mesa hacia las afueras de ese concurrido ambiente. Tharja negó y se abrió camino entre todas las descerebradas para llegar donde él.

“Siento la tardanza,” ella se encogió de hombros, indiferente. “No que esté tarde, ya que tú eres el que exagera con puntualidad.”
“Buenos días, Tharja,” le saludó Ichigo, sonriendo con torpeza ante aquel huraño comentario de la otra. “Espero que te encuentres bien esta mañana. Admito que me sorprendió tu pedido de encontrarnos para dialogar.”
“Terminemos con esto…” dijo, impaciente.
“Toma asiento, por favor.”
“No…” ella miró de reojo a los costados al notar a todas las chicas aguantadas y stalker tenerlos en la mira. “Vamos a caminar, preferiblemente a algún sitio donde no llamemos la atención.”
“Pienso que esta espaciosa y concurrida cafetería es un ambiente ideal. Aquí sería difícil llamar la atención en medio de todo el ajetreo, ¿no te parece?” preguntó el chico, amablemente. “Sin embargo, podemos hacer lo que prefieras.”
“Tch…” Tharja le miró con leve hastío. ¿Qué tan inconsciente era ese glorificado peliceleste como para no darse cuenta que se había convertido en una diva de Rizembool y que tenía a una horda de chicas constantemente siguiendo sus pasos? No estaba interesada en tocar ese tema, así que sólo se impondría. “Este lugar me resulta nauseabundo por muchas razones. Sígueme.”
“Como gustes,” él asintió y se vio un poco confundido, pero no iba a negarse al querer acomodarle. Recogió sus artículos personales y se levantó. De inmediato vio a la otra ponerse a caminar, así que le siguió rápidamente.

Una vez fuera de la cafetería, Ichigo caminó al costado de la otra, quien se vio tan huraña y amargada como siempre, aunque su actitud era algo a lo cual el peliceleste estaba acostumbrado.

“¿Cómo estuvo el paseo ayer con Mikazuki?” le preguntó amablemente, sonriéndole. “Espero que hayan podido conocerse mejor. Me haría mucha ilusión si dos personas tan cercanas a mí fueran capaces de entablar una relación igual de estrecha.”
“Fue interesante…” contestó. En medio de su humor, la chica se notó mínimamente meditativa mientras mantenía su mirada en el camino. “Lo cual es nuevo porque ustedes siempre han sido predecibles, al menos la mayoría. Sin duda Mikazuki es una persona mucho más interesante que tú, aunque siempre fue evidente.”
“Eh, no me sorprende que llegues a esa conclusión,” Ichigo se vio brevemente incómodo, pero terminó riéndose un poco. “Haha, y pienso que tienes razón,” él puso su mano derecha a su pecho y sonrió tranquilamente. “Mikazuki es un valioso amigo que me ha brindado de mucho apoyo y sabiduría todos estos años, y siempre ha sido impredecible. Estoy convencido que tú como una persona tan sensible podrías apreciar mejor sus cualidades que yo.”
“…” Tharja frunció el ceño. No sabía qué le había molestado más de su respuesta: el hecho que, como siempre, el peliceleste no se molestara o se defendiera, o más bien que él reconociera su falta de atención sin vergüenza alguna.
“De todos modos, me alegro que haya ido bien. Espero que puedan darse otras oportunidades para dialogar y conocerse.”
“…” desvió su mirada. “Eso veremos… preferiría que no te involucraras en mis asuntos.”
“No es mi intención hacerlo, y respeto tu privacidad,” él asintió. “Sin embargo, admito que hubiera querido saber que tú tenías interés en conocer a Mikazuki antes de que el encuentro que tuvimos ayer tuviera que ocurrir.”
“Tsk… olvídalo de una vez…” ella se avergonzó y frunció el ceño. “No te concierne.”
“No es un comportamiento correcto y lo sabes. También, como una vieja amiga, me sabe mal verte rebajarte a hacer algo así,” dijo el chico, cabizbajo. Él carecía de interés de llamarle la atención, y sonaba más preocupado que otra cosa.
“Lo entiendo, supongo, pero no me trates como uno de tus hermanos…” Tharja no estaba contenta de tener que oír su sermón, por más corto que fuera. “…ahora no tiene por qué volver a suceder, así que dejémoslo atrás.”
“Lamento no haber notado tu interés en dialogar con él previamente…”
“¿Te estás disculpando? No seas ridículo,” negó frustrada. “No te lo dije y fui discreta al respecto. Obviamente no te enterarías.”
“De igual forma, quisiera poder velar por ti en lo que me permitas. No somos extraños. Como allegados y prácticamente familiares, deberíamos ser capaces de apoyarnos mutuamente.”
“Lo entiendo, no tienes que seguir…” comprendía de dónde venía, pero no había mucho punto de hablar de eso. Tharja no pensaba cambiar su tendencia a guardar secretos personales. “Me tocará disculparme, entonces. No es mi intención importunar a otras personas, menos con asuntos de este tipo, aunque evidentemente te he incomodado al no querer hacerlo.”
“Oírte decir ello me alivia un poco,” admitió el chico, con cierta tristeza y una comprensiva sonrisa. No podía esperar más de la otra, al menos no de momento. “Quisiera que podamos ser un poco más cercanos, y que no te sientas inquieta de hablarme. Ser abiertos sobre temas cotidianos o nuestras rutinas sería saludable, y es bueno sentirse comprendido.”
“Sí, sí, lo que digas…” rodó los ojos. Estaba al borde de su paciencia, pero se dio un respiro para pasar su instintivo mal humor al recibir pedidos, y pasó a considerarlo razonable. Al notar que un silencio empezaba a formarse entre ellos, hizo un pequeño esfuerzo en expresarse para probar las aguas. “Ayer, Mikazuki me llevó a una tienda de libros antiguos cercana a la torre de Tokio.”
“Oh, una vez fue ahí con él,” la expresión de Ichigo se iluminó por enterarse de ello. “No he ido en mucho tiempo, y admito que no tengo su misma afinidad a la lectura, pero es un lugar con muchos ejemplares interesantes y enriquecedores.”
“Sí…” dio un suspiro. “Encontré un libro guía para la fotografía post-mortem de inicios del siglo pasado, y estoy en el proceso de leerlo.”
“¿En serio?” el chico se sorprendió levemente. “Es un tema un poco inesperado…” bajó su mirada y se puso a pensar. “¿Por qué te interesaste en ese libro? ¿Será que tienes algún trabajo de investigación con una temática similar? Aunque no sé si este libro sería todavía relevante…”
“Buscándole una utilidad, se ve que no lo comprendes,” se quejó la otra, mirándole de reojo. “Lo leo porque me interesa, porque es de un mundo distinto y obsoleto. El libro y su temática están impregnados de futilidad por doquier y eso me entretiene.”
“Ya veo…”
“Ya puedes ver por qué tiendo a no expresarme con frecuencia,” luego de resoplar, Tharja se detuvo frente a una puerta. Habían finalmente llegado a un edificio simple y discreto de oficinas personales que eran asignadas a estudiantes con proyectos personales e independientes, o que estaban inmersos en trabajos de tesis. Ella pasó su tarjeta de estudiante por el lector de tarjetas y abrió la puerta. La sostuvo un poco para darle el mensaje al peliceleste que ingresara también.

Ichigo vio el ambiente iluminarse luego de que la chica prendiera las luces. Era un salón amplio y espacioso, con mesas grandes y vacías, algunos armarios movibles de metal y un par de estaciones de computación. Como un espacio versátil, era adaptable para quien tuviera la necesidad de emplearlo, y daba la impresión que los otros salones en ese pequeño edificio eran bastante similares.

“¿Esta es tu oficina?”
“Puedes llamarlo así,” dijo Tharja, quien dejó sus cosas sobre una mesa. “Rizembool me lo ha prestado ya que tienden a darme distintos proyectos en los cuales colaborar. A veces colaboro con científicos, aunque en su mayoría me dedico a la computación, pero he hecho de todo. No le daría mucha importancia.”
“Pienso que es impresionante. Siempre he sabido de tu destreza multidisciplinaria, aunque nunca he podido oír detalles,” confesó con alegría y humildad, sonriente. “También te agradezco por permitirme observar este lugar.”
“Fue inevitable…” dio un suspiro. Ello le hizo darse cuenta que ahora aquel hermano mayor sabría dónde ubicarla, lo cual no le gustaba mucho, pero ya era tarde como para arrepentirse. “De todos modos, si todo va bien, mi tendencia a participar en proyectos en Rizembool está por terminarse pronto y ya no estaré asignada a este espacio. Podré estudiar lo que se me plazca.”
“¿Por qué?” Ichigo se confundió. “Supe que Rizembool se interesó mucho en tu rendimiento académico y afinidad por las ciencias en el pasado y te ofreció un programa especial. ¿Será que te resulta muy pesado seguir con él?”
“Sin duda fue algo especial en el sentido que ocupa todo mi tiempo. Al menos cuento con una beca permanente para estudiar mi carrera sin problemas,” contestó con hastío. La historia era mucho más compleja que un ‘programa especial’, pero Tharja no había convocado al peliceleste para hablar de ella misma. “Ya que estamos aquí, dejémonos de rodeos. Quisiera hablar contigo sobre lo ocurrido la noche del lunes, en la cual hubo el secuestro y el rescate de Shinano.”
“…” esas repentinas palabras impresionaron al peliceleste. Ichigo tomó un poco en comprender la seriedad de aquella presente situación, y terminó por asentir y tensar su expresión. Sin duda, la preferencia de Tharja de hablar a solas tuvo mucho sentido. “¿Sobre qué precisamente quieres hablar? ¿Hay algo que se debería atender?”
“Son sólo sospechas…” se puso a pensar y llevó una mano a su mentón. Las palabras que Mikazuki le había dicho resonaron en su mente: ‘…y temo que los más pasivos sean los más problemáticos…’. Pese a no compartir sus propias sospechas, supo que los dos tenían el mismo parecer. “Como bien sabes, Honebami apareció repentinamente y se encargó de derrotar a todos los criminales sin contratiempos y sin recibir ayuda de nadie.”
“Lo sé. Me apena no haber sido capaz de llegar antes para ayudarle y compartir la carga…”
“Tengo la impresión que no fue una carga para él, aparte de haber sido expuesto al fuego,” dijo la chica, con completa certeza. Tharja miró al otro intensamente. “Ichigo, has escuchado los suficientes relatos del pasado para comprender que ese hermano tuyo es sobrenatural y posee una latente naturaleza bélica y posiblemente asesina, si me lo permites…”
“Honebami no asesinaría a nadie, Tharja,” contestó él, con firmeza.
“Hasta el momento no, pero quién sabe,” ella negó. “Déjame terminar. El punto es que tu hermano demostró una habilidad que debería estar fuera de su alcance. No dudo en tu propia fuerza y deseos de haberle ayudado, pero la situación no era justa para ustedes. Los criminales estaban armados y eran numerosos. Sé que eres fuerte, pero dudo que hubieras podido hacer todo lo que tu hermano hizo.”
“¿Por qué dices eso?” preguntó con un dejo de preocupación.
“Supo evitar múltiples disparos y se movió a una velocidad inconcebible, para empezar. Él golpeó y barrió con los criminales como si estuvieran hechos de papel. Acortó una distancia de varios metros con un solo movimiento para agarrar el brazo de un criminal que estuvo por disparar a Shinano y desviar la bala.”
“Eso suena muy peligroso…” la preocupación creció en el peliceleste, quien estaba pensativo. “Corrió un gran riesgo. Esa persona pudo haberle disparado por su atrevimiento.”
“Hablo de grandes velocidades e intervalos de tiempo muy pequeños. El ser humano es sólo capaz de reaccionar lo suficientemente rápido. Tu hermano no hubiera sido un blanco inmediato por su rápida acción… una rápida acción que tampoco debería ser capaz de realizar tan impecablemente y bajo completo control.”
“¿Por qué te expresas con tanta certeza? ¿Fue realmente inconcebible?”
“Entiendo que dudes de mis palabras, no es que pueda probártelo…” entonces, Tharja recordó lo más increíble de esa noche, lo cual incluso se demostró en su rostro. “Verdad…”
“¿Qué sucede…?”
“Honebami paró el disparo del guardia del recinto con un disparo. Él deliberadamente hizo las dos balas chocarse en medio del aire.”
“I-imposible…” Ichigo se quedó en shock.
“Para que ello ocurra, no sólo se debe calcular la trayectoria de cada bala, sino disparar simultáneamente. El criminal llegó a disparar sólo una vez. Tu hermano también. Ello me da la impresión que disparó únicamente para bloquear el disparo enemigo porque se limitó a usar fuerza física para sacarlo de combate,” resumió y frunció el ceño. “¿Entiendes lo que estoy diciendo? Es difícil para ti absorberlo, lo sé. Estamos hablando de uno de tus hermanos teniendo reflejos inhumanos e instintos de pelea al punto de hacer tales hazañas y lograr neutralizar a enemigos sin necesidad de matarlos. Sin embargo, pienso que es mi obligación al menos reportar qué sucedió.”
“Lo sé, y te lo agradezco…” pese a ello, Ichigo se mostró en conflicto. Él sabía que la chica decía la verdad, podía verlo en sus expresiones, pero a su vez no evitaba pensar que, por más sincera que fuera, la verdad era más simple. “¿Tienes pruebas de que las balas chocaron?”
“No hice el trabajo forense, si eso te preguntas,” se impacientó. “Te digo lo que vi. Es posible que sí hayan sido dos balas perdidas, pero sé que hubiera al menos visto la bala de Honebami hacer un hueco en la pared detrás del criminal, y te aseguro que no hubo rastros de ello.”
“…” el chico estaba cabizbajo y meditaba incómodo sobre lo que acababa de oír. “Dime, Tharja, entiendo que te encuentres informándome al respecto, pero pienso que tienes un motivo aparte de decirme tu reporte. ¿Qué es lo que juzgas a partir de todo esto?”
“Sí, vayamos a eso de una vez…” pese a su interés de terminar con la conversación, Tharja dio un pesado suspiro. Le dolía tener que ser tan sincera, pero era necesario. “Tengo motivos para pensar que esa habilidad de tu hermano va más allá de su propio potencial. Temo que Rizembool tenga algo que ver en esto.”
“¿Rizembool?” Ichigo se alertó. “¿Y qué… quieres decir con ello?”
“…” negó, frustrada. “No lo sé, con toda honestidad…”
“Eh…”
“Dudo altamente que tu hermano sea un Rebel. Rizembool nunca se calla con respecto a ello,” le aseguró con firmeza. “Aun así, hay mucho de Rizembool que no conozco. El posible rol de tu hermano puede deberse a algo más, algo completamente distinto, aunque posiblemente relacionado.”
“¿C-cómo qué…?”
“Es todo lo que puedo decir, pero si alguien es capaz de explicar todo lo extraño que observé esa noche, ciertamente es Rizembool…” al decir ello, Tharja frunció el ceño, y recordó con amargura aquel indiferente y maligno comentario de Tsurumaru que compartió con ella luego de que Tharja le dijera sobre la naturaleza de Honebami: ‘Estoy seguro que Rizembool gozaría si compartieras esa historia con ellos, Tharja…’.
“Pareces… muy segura sobre ello…”
“No es por alertarte irracionalmente, pero pienso que es muy probable…” desvió su mirada. “Porque sé bien que él ha sido muy cercano a Rizembool desde el incidente, al igual que tu hermano doctor…”
“…sí estoy preocupado por Yagen. Temo que se esté aislando demasiado de nosotros…”
“Has tenido nueve años para llegar a esa conclusión…” le recriminó, impaciente.
“¿Dices que es posible que Yagen también esté involucrado con los Rebels?” preguntó alarmado.
“De que es posible, lo es, pero… tch…” la chica se vio molesta. “Tu detestable hermano es una hoja en blanco. Incluso para mí, es imposible encontrar evidencia en su contra. Lo único que encuentro raro es su tendencia a aislarse, aunque como han sido nueve años, ya será más que normal a estas alturas. Personalmente, por más impecable que se muestre, él parece ser la manzana podrida de tu canasta…”
“No digas eso, por favor…” Ichigo se apenó al oír ello, y bajó su mirada con un gesto derrotado. Era incapaz de recordar cómo todo solía ser antes del incidente, antes de su amnesia. A su vez, por cómo Tharja evadía hablar sobre Yagen o decía muchos comentarios desagradables al verse forzada a hacerlo, tenía la impresión que se perdía de algo importante…
“Eso es todo lo que quería decirte, Ichigo,” concluyó Tharja. “Tengo mis sospechas, y quisiera que prestaras mayor atención,” frunció el ceño y hundió sus ojos en sombras. “Rizembool es un lugar carente de corazón y de respeto hacia la dignidad humana. Todo lo que ellos vean como valor o potencial significa el mundo por encima de quienes poseen esos atributos. El envolvimiento de ellos en la guerra tendría que ser un buen indicio para todos aquí…” miró hacia sus objetos personales, los cuales tenían que descansar sobre esa mesa de aquella oficina en contra de su voluntad. “Por más ‘programa especial’ que Rizembool me ha concedido para estudiar aquí… los detesto. Esta maldad inherente del poder y la tecnología que solía fascinarme ahora me repugna…”
“Tharja…”
“Pero yo soy quien menos debe preocuparse de Rizembool. Sé lo que hago aquí. Tu familia no parece saberlo, en cambio. Por eso vigílalos, y protégelos. Tú eres el único que puede hacerlo.”
“Entiendo, gracias por la información,” Ichigo asintió. El mayor de los Toushirou mostró seriedad, y cierta pesadez en sus ojos. “No será fácil lidiar con esto, pero haré lo posible.”
“Si te presentas dubitativo, ya perdiste la batalla,” concluyó la chica. “Eres el venerado hermano mayor. Tus hermanos te oirán porque te respetan y sé que velas por que estén bien. Si alguno de ellos se está reservando algo no saludable, es tu responsabilidad y tu vocación solucionarlo.”
“Estoy cometido a todo ello. Me conoces bien. Sin embargo…” desvió su mirada. “A veces me pregunto si yo realmente cumplo con lo que se espera de mí. No sé si merezco esta devoción que mis hermanos me guardan…”
“Mientras más inútil te sientas, más lo serás,” dijo sin rodeos y con severidad. “No es difícil de entender, y necesitas carácter para lidiar con esto, lo cual siempre y desde inicios de la prehistoria te ha faltado. Esto va más allá de tus recomendaciones de que todos estudien o se levanten temprano, o tus llamadas de atención cuando alguno de tus hermanos descuida sus quehaceres o se encapricha. Comprende que varios de ellos ya son prácticamente adultos, y adultos un poco desconectados de la realidad, a mi parecer.”
“Estoy convencido que hay mucho que yo también debo aprender. La mayoría de nosotros no ha tenido que enfrentarse al mundo todavía. Pese a intentar cubrir parte de mis responsabilidades como heredero mientras continúo con mis estudios, a veces no me siento con el derecho de cuestionar o discutir con mis hermanos.”
“Sí, tiene sentido, pero eso no es importante.”
“Tal vez tengas razón en eso, Tharja,” Ichigo asintió, determinado. “Me sienta con el derecho o no, alguien tiene que hacerlo, y sí es parte de mi responsabilidad. No puedo evitarlo simplemente porque no me siento digno y capaz. Sería una actitud cobarde y caprichosa de mi parte,” él hizo una reverencia. “Y muchas gracias por hablar conmigo. Significa mucho para mí que estés al pendiente de mis hermanos de este modo. Ahora me toca poner de mi parte.”
“Reconoceré que la tienes muy difícil…” la chica se cruzó de brazos. “Si yo tuviera a una docena de Fudous que cuidar me volvería loca y tiraría la toalla en menos de un día.”
“No digas eso, por favor…” Ichigo sonrió incómodo. “Estoy convencido que también podrías cuidar de ellos. Tienes un instinto maternal.”
“Tch, no digas cosas por decir,” ella rodó los ojos y se molestó. “Tengo sólo a uno y es un alcohólico rebelde que abandonó sus estudios,” al decir eso de un arrebato, la chica se mostró un poco incómoda y hundió sus ojos en sombras. “…ahora debes darte cuenta de lo hipócrita que soy por exigirte que te encargues de tus hermanos…”
“No lo eres, Tharja. Es evidente para mí que haces lo que puedes, y que tienes las mejores intenciones,” le aseguró con amabilidad. “Fudou es también nuestra responsabilidad, pese a que no sea fácil hablar con él.”
“Es imposible. Lo he intentado y se amarga y desaparece por días. Tu hermano Gotou también tocó el tema y si no me equivoco mi hermano se puso agresivo con él. Pero, en fin…” se encogió de hombros. “No estamos aquí para hablar de él. Pese a su manía, es estable. No se está hundiendo más y parece ser capaz de discernir sus límites. Al menos de momento…”
“Quisiera ver qué puedo hacer por él. Ustedes son parte de nuestra familia. Lo pensaré duramente, lo prometo.”
“Encárgate de tu propio hogar primero.”
“Lo sé,” el chico llevó una mano a su pecho e hizo una reverencia. “Nuevamente, agradezco de todo corazón tu voluntad de hablar conmigo y de velar por mis hermanos. Te prometo que haré todo a mi alcance.”
“Bien, ahora debo pedirte que te retires. Tengo muchas cosas que hacer hoy.”
“Yo también. Iré avanzando,” Ichigo le sonrió. “Que tengas un buen día. Con permiso.”

Él se retiró y cerró la puerta detrás de sí. Repentinamente, Tharja pudo comprobar que su espacio regresaba a la normalidad. Iluminado, vacío y silencioso… pero el silencio parecía amplificado al punto de sentir una rara presión en sus oídos. No estaba acostumbrada a recibir visitas, sin lugar a dudas.

Ella tampoco estaba del todo segura sobre si debió haberle dicho a Ichigo con respecto a la bizarra actitud de Tsurumaru aquella noche del secuestro. La grulla había exhibido unos colores distintos en su estruendosa personalidad, además de decir aquel tan venenoso comentario. Tharja siempre había sospechado de ese raro chico permanentemente vestido de blanco y que parecía saber un poco más de Rizembool que todos los demás…

Pero optó por callar. Como había comunicado, ella sabía lo que hacía, lo cual incluía saber lo que no debía hacer… por su presente situación en aquel ‘programa especial’ de Rizembool, a ella le convenía no entrometerse donde no le correspondía. Tharja no sabía hasta qué punto podía tener libertades sin temer represalias inevitables…

Después de esa conversación, juzgó que no sería capaz de concentrarse en sus labores, por lo cual decidió salir a comprar alguna bebida a una máquina dispensadora cercana, con la esperanza de volver a despejar su mente.





Mientras tanto, el club de drama comenzaba con su reunión del presente día. Sin embargo, antes de iniciar con los ejercicios de práctica, hubo un asunto muy importante que atender. Todos se reunieron en una mesa en el centro del amplio gimnasio del club, y entonaron un corta y muy emblemática canción al unísono, la cual terminaron a la brevedad…

“¡Feliz cumpleaños, mis queridos Robin Hood y Sheriff de Nothingham!” exclamó Wataru desde el fondo de sus pulmones. Todos los miembros del club rodeaban la mesa donde había una torta enorme con un par de velas, para cada uno de los homenajeados.
“¡Wahh, muchas gracias a todos!” exclamó Natsuki, quien miraba la torta con asombro y una inmensa alegría. Él, al igual que el otro homenajeado, tenía un cono de colores como gorro y muchas serpentinas de collar. “¡Y me encanta este sabor de torta! ¡Y todos los hermosos muñequitos de Piyo-chan que han puesto encima! ¡Y los colores son bellos! ¡Muchas, pero muchas gracias!”
“Yo también estoy agradecido con todos, pero hay que apurarnos, Natsuki,” observó Syo. “Las velas están pronto a extinguirse y alcanzar la torta. Hay que soplar.”
“Definitivamente, pero piensen en un deseo antes de hacerlo,” Wataru les dio un guiño. “No les cuesta soñar o ponerse una meta para este nuevo año, ¿cierto?”
“¡Oh, pero yo ya tengo mi deseo!” observó Natsuki, quien procedió a aspirar profundamente y soplar su vela con todas sus fuerzas. Los presentes vieron esa velita apagarse y enterrarse en sentido contrario al sople por la excesiva capacidad pulmonar del chico. “Oh, creo que me pasé.”
“¡Ah! ¡También apagaste mi vela, Natsuki!” le reclamó el otro, entre impresionado y molesto.
“Lo siento mucho, Syo-chan, no fue mi intención,” dijo el otro, algo apenado, pero regresó a sonreír. “Pero podemos prenderla.”
“Uhh, creo que justo se consumió toda la mecha y no tenemos más velas,” observó el peliplateado inspeccionando la torta. “¡Pero no te preocupes, hermoso y suculento Syo-kun! ¡Te quedan más años para desear por mayor altura! ¡Sé paciente!”
“¡No me llames cosas raras!” reclamó, y agarró al maestro de la camisa. “¡¿Y qué te hace pensar que ese era mi deseo?! ¡Quiero ser más alto, pero no soy tan acomplejado!”
“Fufufu, entonces, ¿cuál fue tu deseo?”
“¡E-eso no te incumbe!” le refutó un tanto incómodo. “¡Si lo fuera a decir no se haría realidad!”
“¿Pero eso no se aplica solamente a los deseos pedidos?” preguntó Natsuki, quien ladeó su cabeza y alzó sus ojos perdidamente. “No llegaste a pedir tu deseo así que puedes compartirlo sin arriesgar nada. ¿A que no es genial, Syo-chan?”
“Tsk, cállate, Natsuki. No lo pude pedir por tu culpa.”
“Syo-chan…” el otro chico se conmovió y llevó sus manos a su pecho, afligido.
“¡No se me depriman tan rápido!” Wataru agarró la caja de fósforos. “No serán velas, pero puedes soplar un fósforo. ¡Es más! ¡Puedes soplar todos los fósforos que quedan! ¡La conversión de fósforo a vela debe garantizarte haber soplado una vela al acabártelos!”
“¡Ohh, eres todo un genio, Wataru-chan!” exclamó Natsuki, sumamente impresionado.
“Fufufu, lo soy, ¿no es verdad?”
“No se burlen de mí,” renegó Syo. “¿Y qué es esto de conversión? ¡No tiene sentido alguno!”
“¡Aplico una conversión según la cantidad de fósforos usados por la niña de los fósforos!” exclamó el peliplateado. “¡Ahora tú te vas a convertir en nuestra bella y trágica niña!”
“¡Verdad! ¡Se convertirá en la hermosa Syoko-chan!” dicho esto, Natsuki abrazó a Syo y lo trajo hacia sí como si estuviera abrazando a su peluche favorito, lo cual por la diferencia de estaturas en los dos hizo que Syo fuera levantado del piso contra su voluntad. “¡Feliz cumpleaños, Syoko-chan! ¡Qué alegría celebrarlo contigo!”
“¡Maldición, suéltame, Natsuki!” gritó Syo, quien luchaba contra ese abrazo de oso de su inconsciente y disperso amigo. “¡Ya me has abrazado como diez veces en lo que va del día! ¡Deja de hacerlo!”
“Pero esta vez es por Syoko-chan~” dijo en un trance como si estuviera presenciando lo más adorable del mundo.
“¡Ella no existe, demonios!”

A esas alturas, los demás en el club de drama estaban riéndose con ganas por aquel esperado intercambio entre ese par de amigos.

“Ehh…” Yukko sonreía incómoda al ver a Syo inmovilizado y muy iracundo por el abrazo de su tremendo amigo, pero nadie parecía interesado en ayudarle a librarse.
“Hmhmhm~ esto es para la posteridad~” canturreó Shinano en voz baja, mientras filmaba todo lo que ocurría con su celular. El pelirrojo estaba contento y entretenido, quizás con una muy leve pizca de travesura y maldad.
“Shinano… ¿en verdad ellos cumplen el mismo día?” le preguntó la chica.
“Oh, sí, aunque el cumpleaños de los dos recién es mañana,” le contestó sonriendo. “Supongo no habrá actividad del club de drama los sábados, ¿cierto?”
“Al menos este sábado no, porque parece que el horario cambia un poco…” ello le hizo notar a Yukko que se cumplía su primera semana dentro del club de drama. Ella se sorprendió porque sentía que el tiempo había pasado muy rápido, pero a la vez admitía que era como estar en casa y ya estaba familiarizándose a su nuevo ambiente.
“Ah, mañana iremos a pasear por una zona comercial en la ciudad, ¿te animas a acompañarnos?”
“¿E-en serio?” se sorprendió. “Me gustaría, aunque recién me conocen, y…”
“Vamos, pienso que nos llevamos muy bien, y un cumpleaños debe celebrarse a lo grande, sobre todo si es doble,” Shinano le dio un guiño. “En mi hogar hay más de un par de mellizos, así que sé lo que te digo.”
“Eh, hehe, tiene sentido. Todos deben ser tratados igual…” Yukko sonrió incómoda. “¿Y cuántos hermanos son nuevamente…?”
“¡Somos un montón!” exclamó con gusto.
“Ehh, o-okay…” le parecía extraño que no le dijera un número, pero tampoco iba a insistir.
“Así que estás invitada. ¿Vas a poder?”
“Sí puedo. Muchas gracias, Shinano,” Yukko asintió y sonrió. De inmediato, la chica pensó en todo lo que debía estudiar, y esa salida le complicaría un poco su horario, pero realmente quería pasar ese día con ese par de chicos que habían sido tan amables con ella desde su primer día en el club de drama.

Después de aquel fuerte abrazo, Natsuki finalmente liberó a Syo que se quedó reclamándole insistentemente, y los otros estudiantes se organizaron para cortar la torta y servir gaseosa y los pedazos del pastel. En medio de degustar aquella torta, todos comenzaron a formar grupitos y hablar animadamente, y Shinano jaló a Yukko para acercarse a los cumpleañeros.

“Hola, chicos, ehh, feliz cumpleaños,” dijo la chica, sonriendo. “Qué curiosa coincidencia que cumplan el mismo día.”
“Muchas gracias, Yukko-chan,” dijo Natsuki, conmovido. “Y sí, soy muy feliz de compartir mi día con Syo-chan. Llevamos celebrando nuestros cumpleaños juntos desde pequeños.”
“Sí, es un poco raro, aunque no me puedo quejar,” comentó Syo, quien dio un suspiro y miró a su mayor de dos años exactos con impaciencia. “Pero deja de abrazarme tanto.”
“Perdón, no puedo evitarlo, Syo-chan,” dijo con la misma alegría de siempre. “Es que me siento contento de haber cumplido otro año más y ser homenajeado por todos, y también de saber que pasas por lo mismo. ¡Siento que estamos conectados!”
“Realmente lo están, siempre han sido inseparables,” Shinano asintió, convencido.
“En parte no tengo opción. Natsuki necesita que alguien lo vigile,” Syo negó frustrado y pasó a dirigirse a Yukko con una sonrisa. “Oh, por cierto, mañana vamos a pasear por una zona de la ciudad que es muy genial y tiene muchas tiendas. Estás invitada, además que podríamos aprovechar para buscar tu ropa de ejercicios. ¿Qué dices?”
“Justo Shinano me había invitado, y esa es una buena idea. Claro que sí,” Yukko asintió. “Muchas gracias por la invitación.”
“Significa mucho para nosotros que estés ahí también,” dijo Natsuki, animado. “Siento que nos convertiremos en buenos amigos. Es más, quiero que invites a tus amigos de ciencias. ¡Estoy convencido que deben ser tan amigables como tú!”
“¿S-seguro?” por su parte, Yukko sonrió incómoda. Sin duda Hotarumaru era un regalo de los cielos y Hajime era bastante agradable, aunque temía que Mai fuera a causar problemas.
“Ohh, me parece bien, excelente idea, Natsuki,” Shinano asintió. “Hehe, será divertido ir de paseo con uno de los amiguitos de Maeda, cómo cambian las cosas.”
“Ah, verdad que Hotarumaru es amigo de uno de tus hermanitos,” observó la chica. Sí recordaba esa vez que uno llegó acompañado de esa niña en silla de ruedas que los acompañó una clase, aunque mentiría si dijera que se había acordado de su nombre. “Está bien, les avisaré en caso también puedan ir.”
“Gracias, sé que será divertido,” dijo Syo, sonriendo decidido.
“Me sorprendí de enterarme que eran sus cumpleaños cuando llegué, hehe,” Yukko sonrió incómoda. “Les hubiera traído algo.”
“No tenías que, lo importante es que lo hemos compartido juntos,” observó Natsuki. “Aunque sí hay una pizarra con los cumpleaños de todos y en el club todos se organizan para comprar la torta y las bebidas. Tal vez no te hicieron participar esta vez porque acabas de llegar.”
“¿En serio hay una pizarra con los cumpleaños de todos?”
“¡Por supuesto!” exclamó Wataru, quien se acercó al grupo. “Verdad que no te lo había dicho, estimada Hanasaki-chan. ¡Pero no te inquietes más!” el peliplateado pasó la voz a una chica. “¡Querida! ¡Por favor lleva a nuestra Hanasaki-chan a la pizarra de cumpleaños y agrega su fecha ahí, por favor!”
“Claro, enseguida,” dijo la chica con buenos ánimos, y miró a Yukko. “Ven.”
“Eh, sí,” ella asintió y le siguió de inmediato.
“¡Estimado Shinano, tengo algo que decirte!” exclamó Wataru, extendiendo sus brazos hacia el alto techo como quien dedicara su voz a los cielos. “¡Ayer hablé con Shu y dice que no tiene problemas de que te unas a mi club de drama! ¿No quisieras también pertenecer a mi elenco?”
“¿Eh? ¿En serio?” preguntó el pelirrojo, sorprendido.
“¡Ohh, esas son excelentes noticias!” exclamó Natsuki, juntando sus manos. “¿Qué dices, Shinano? ¿Te animas?”
“¿Conoces a ese insufrible Shu Itsuki?” preguntó Syo a Wataru, escéptico. “He oído que es una persona amargada y difícil de tratar. Me sorprende que soporte tu forma de ser.”
“Ahh, todo lo que puedes haber oído es seguramente cien por ciento cierto…” dijo el mayor, con leve frustración, pero rápidamente regresó a sus grandes energías. “¡Aunque es mi agrado de informarte que Shu es un viejo y estimado amigo mío! Fue la sorpresa del siglo para mí que él se fijara en Shinano y estoy feliz de que Shu me haya dado el permiso de también cuidar de su futuro pupilo. Claro, en caso de haber conflictos en actividades, Shinano tendrá que priorizar su entrenamiento por encima del club, pero procuraré en coordinar horarios.”
“Me sorprende que hayas podido ponerte de acuerdo con él… l-luego de lo que vi ayer…” Shinano bajó su mirada, todavía asustado.
“Huhu~ acostúmbrate a nuestras rarezas. Te aseguro que todo está bien ahora~” canturreó Wataru con alegría y travesura, mientras los otros dos intercambiaron miradas confundidas. “¡Aunque ahora todo está en tus manos! ¿Qué dices?”
“Eh, si todo está bien, entonces acepto. Me encantaría actuar junto con ustedes,” dijo el pelirrojo, asintiendo y sonriendo decidido.
“¡Excelente! ¡Eres más que bienvenido y me alegro de oírlo!” exclamó Wataru a los cielos una vez más. “¡Puedes empezar hoy mismo! Espero que tengas tiempo.”
“Eh, claro, aunque no vine con ropa apropiada…”
“Te ves ágil. Mientras puedas moverte libremente con lo que tienes, estará bien,” le dio un guiño.
“Heh, qué bueno que también seas parte del elenco,” dijo Syo, animado. “Bienvenido.”
“Gracias, Syo,” le contestó Shinano, sonriendo. “Será como los viejos tiempos.”
“¡En verdad que sí! ¡Estoy muy feliz!” exclamó Natsuki, quien dio un par de saltitos y terminó abrazando a Syo desde atrás. “¡Qué alegría! ¡Tenemos que celebrarlo!”
“¡Maldición, deja de abrazarme!”

Luego de ese intercambio, todos terminaron de disfrutar del pastel y alistaron el ambiente para comenzar con la práctica.


Por otro lado de la universidad, Yagen caminaba en compañía de Honebami, quien revisaba algunos documentos de un fólder manila que llevaba consigo. Había estudiantes por doquier, pero por la hora de la mañana y en medio de clases no era mucha la cantidad, razón por la cual habían aprovechado para salir.

“¿Cómo va el proyecto con Ikari-sensei?” preguntó Yagen.
“Está en las fases finales,” reportó Honebami, mientras leía los documentos. “Mi trabajo casi ha terminado. Sin embargo, lo más tedioso ahora vendría a ser el refinamiento del programa que se implementará a los prototipos,” cerró su fólder manila y miró a su hermano. “Ikari-sensei se encuentra impaciente con Monaca por no haber logrado su parte del trabajo, y piensa en forzar a Tsurumaru-san a apoyarle.”
“Ahh, ese par…” Yagen negó repetidamente y se vio frustrado. “Monaca es más que capaz de encargarse de esto por su cuenta. A lo mucho necesitaría un par de consejos de la grulla, pero su falta de disciplina alargará su trabajo. Por otro lado, si Tsurumaru se ve obligado a asistirle, el proyecto que llevo con él también va a sufrir…”
“…” Honebami asintió. “Quisiera ayudar, pero…”
“No tienes el dominio necesario con la programación, Honebami, y tu parte ya fue muy tediosa y trabajosa. Me alegra que finalmente vayas a contar con más tiempo libre.”
“¿A qué se debe? ¿Necesitas ayuda con tus labores?”
“No, sólo decía,” Yagen negó, un poco frustrado de que su hermano de inmediato pensara en serle útil, aunque sabía que era su tendencia. Sonrió un poco. “Simplemente pienso que necesitas un descanso, y también podrás pasar más tiempo en casa.”
“Estos últimos días hemos hecho más actos de presencia entre nuestros hermanos,” comentó, inmutado. “Más que ello sería innecesario y contraproducente, Yagen.”
“Heh, no puedo negar esa observación,” sonrió con ironía. “Sin embargo, tenemos obligaciones más allá de Rizembool, y muchas de ellas no son tan organizadas o explícitas como nuestros respectivos proyectos. La familia es un ejemplo.”
“Es difícil, esta ambigüedad…” agachó un poco su mirada, viéndose pensativo.
“…” Yagen miró a su hermano, quien le inspiraba una pizca de tristeza. Ello le hizo sonreír comprensivamente. “Comparto tu inquietud, pero no tenemos de otra.”
“De todos modos, el hecho que me digas estas palabras significa que estás más al pendiente de ellos que de lo costumbre,” Honebami volvió a alzar su mirada y le miró inmutado. “Descansar en casa estos días ha mejorado tu estado anímico. Ello ha venido de la mano con la interacción con nuestros hermanos. Eso quiere decir que ha sido positivo para ti.”
“Pues…” curiosamente, el doctor sintió una extraña presión por esa observación, como si su cercanía fuera imprudente.
“El descanso en casa te conviene, Yagen, y podría concluir que lo mismo va para nuestros hermanos,” el peliblanco levantó su atención hacia arriba, meditativo. “No percibo que necesite de este alivio personalmente. Sin embargo, si mi presencia es una forma de apoyar a nuestros hermanos de manera intrínseca, debería considerarlo…”
“Me gusta pensar que también es positivo para ti, Honebami…” Yagen negó, con leve frustración. “Aprecio tu voluntad de servicio, aunque también necesitas un respiro en ocasiones.”
“No juzgo que lo necesite,” dijo el mayor, mirándole atentamente. “¿Considerarías que sí lo necesito?”
“Pienso que sí, y nuevamente por ese motivo incierto que no es tan fácil de comprender,” le contestó, y sonrió al notar a su hermano confundirse. “Siento dar vueltas a este asunto, pero dudo que pueda explicarlo mejor.”
“Estoy acostumbrado a oír comentarios indescriptibles de tu parte…” observó, nuevamente pensativo y con la mirada al suelo.

Ello hizo a Yagen sonreír frustrado, pero entonces la conversación de ambos iba a verse interrumpida por la aparición de alguien un poco inesperado, quien se interpuso en el camino de los dos y demandó su atención.


“¡Te encontré!” exclamó Seija, apuntando a Honebami. “¡Uff, llevo días paseando por todo el campus y no había rastros de ti! ¡Y eso que vi a tu peliceleste hermano de lejos un millón de veces! Hahaha, uno diría que tu cabello brillaría con el sol, así que, ¿en qué hueco has estado todos estos días?”
“…” Honebami le miró, mayormente inmutado, aunque sí se inclinó un poco hacia atrás por las energías de la chica.
“¿Eh? ¿Se conocen?” preguntó Yagen, alzando una ceja.
“Shh, cállate, doctorcito random, hablo con el peliblanco,” dijo la pelinegra, impaciente.
“Seija Kijin…” reportó Honebami, quien ahora se veía ligeramente molesto. “Es una de los asistentes de Shinano.”
“Ah, ya veo, muchas gracias,” Yagen asintió y sonrió con ironía. Pese a la irreverencia de la chica, el doctor hizo una breve venia. “Me enteré de lo ocurrido aquella noche del secuestro, y te agradezco por ir a auxiliar a Shinano.”
“¿Eh? ¿Y tú quién vendrías a ser?” preguntó la otra, confundida.
“Mi nombre es Yagen Toushirou. Soy uno de sus hermanos,” resumió, con una sonrisa certera.
“Pucha, ¿otro? ¿Cuántos más van a salir?” preguntó, impaciente.
“Lo más probable es que no has terminado de decir preguntas similares,” el doctor negó para prestarle importancia. “¿Por qué has venido a buscar a Honebami?”
“Ah, sí, eso,” ella asintió y regresó a sus energías. “¿Te contaron? ¡Este inhumano peliblanco acabó con todos los criminales del recinto! ¡Hasta hizo colisionar dos balas!”
“…” Yagen mostró leve sorpresa y parpadeó un par de veces. “¿Perdón?”
“¿Verdad que es increíble? ¡Por eso he venido a buscarle!” ella volvió a apuntar al peliblanco, quien había terminado de mostrarse incómodo por la actitud de la otra y le miraba con una predecible molestia. “¡Quiero que me digas tu secreto! ¡Quiero poseer una fuerza como la tuya para arrasar con quien sea!”
“No hay nada que pueda compartir…” él negó.
“¿Eh? ¿Por qué no? ¿Acaso eres un agente secreto?” preguntó malhumorada. “Vamos, somos amigos, nos une tu hermanito diva.”
“No somos amigos…” recalcó con ligera severidad.
“Uhh, eso casi dolió, pero tienes razón. Hahaha, lo dije a ver si te conmovía,” Seija se puso a reír. “¡Pero ya pues! ¡No puedes negar lo que hiciste y si tú puedes seguro que yo también! ¿Acaso tiene algo que ver con los Rebels?”
“No soy un Rebel,” volvió a negar, pausadamente.
“Ya, no lo eres. Pero, ¿tiene algo que ver con los Rebels? ¡Esa fue mi pregunta!”
“Nn…” Honebami mostró impaciencia y le miró intensamente.
“Sinceramente espero que ninguno de mis hermanos se involucre con aquel horrible lado de Rizembool…” Yagen negó y resopló. “Personalmente quisiera saber qué pasó aquella noche. Temo que mis hermanos hayan intentado esconder la verdad.”
“Hm, pareces desconectado de todo lo que ocurre,” Seija alzó una ceja. Había algo en aquel hermanito científico que le daba mala espina, pero sí parecía un poco inocente al respecto. “Pues, no quiero revivirlo todo porque ya aburre a estas alturas, pero este peliblanco de acá llegó y arrasó con los enemigos. Como dije, colisionó dos balas hacia la entrada para acortar distancia y derrotar al guardia, y de ahí alternó entre esquivar intentos de disparos y golpear a todos para anularlos. Fue increíble.”
“Fui dicho la mayoría, pero eso de la colisión de las balas no había oído,” dijo Yagen, pensativo. Él sonrió un poco. “Perdón por decirlo, pero me cuesta creerlo. Incluso si confío en que dices la verdad, tampoco pudiste haberlo verificado, ¿cierto?”
“¡Te equivocas!” Seija sonrió de manera victoriosa y sacó la prueba de uno de sus bolsillos. Les enseñó un bulto de metal irregular y levemente deformado, pero todavía se podían discernir las dos balas. “¿Y ahora me crees?”
“…” Yagen inspeccionó dicho objeto detenidamente, todavía mostrando una muy curiosa sorpresa en su expresión y gestos. Sin embargo, detrás de sus tranquilos ojos había una chispa…
“¿De dónde obtuviste eso?” preguntó Honebami.
“Espero que no te atrevas a decir que asalté algún museo de la segunda guerra mundial para incriminarte,” Seija se encogió de hombros y dio una risita por su propia broma. “Haha, lo recogí del piso en lo que los demás iban a asistir a tu hermano. Por supuesto que lo confirmaría antes de seguirles los pasos, ¿no?”
“…” el chico le miró fijamente.
“Es simplemente impresionante. Nunca antes había visto algo así,” observó Yagen. “¿Podrías prestármelo un momento, por favor?”
“Claro, pero te estoy vigilando, niño,” ella se lo dio de mala gana y vio al científico alzarlo y mirarlo como si fuera alguna piedra preciosa. “En fin, es mi prueba personal, así no pueden refutarme nada y a la vez tiene sentido que venga a molestarte con eso, ¿no?” preguntó al peliblanco, cuya atención estaba en las balas que su hermano sostenía. “¡Oye, préstame atención que te estoy hablando!”
“Sin importar lo que digas o lo que presentes, no pienso serte de ayuda,” recalcó Honebami, con una leve severidad. “Y no es por ti. Me negaría ante todos. Mi forma de pelear es peligrosa. Mis habilidades son innatas. Mis instintos son incompatibles. Comprendo el monstruo que soy.”
“Ihh, ya casi suena a que alguien te lavó el cerebro. No hables así,” la chica se estremeció mínimamente. “Pero me gustas. No eres aburrido como los demás, aunque evidentemente si no quieres ayudarme, tendré que buscar algo por aquí,” sonrió con leve travesura. “No me sorprendería que parte de lo que haces se lo debes a Rizembool. De por sí te felicito por ir en contra de tu benévola familia. Ahora me toca buscar lo mismo para mí, ¿no?”
“…” se mantuvo inmutado.
“Pero pienso regresar. Si no encuentro nada, te forzaré a que lo escupas aun si tengo que llamar la atención de toda tu familia hacia ti por tus habilidades,” recalcó. “Oh, y si sí encuentro algo, entonces me volveré muy fuerte y te haré competencia. De las dos formas, puedes esperar mi retorno, ¿de acuerdo?”
“…”
“Ehh, por favor no fastidies a mi hermano,” pidió Yagen, frustrado. “Honebami no es bueno tratando con otras personas.”
“Si no es capaz de aguantar rudeza, no merece sus habilidades, niño,” dijo la chica, encogiéndose de hombros y rodando los ojos como si fuera lo más obvio. “¿Ya terminaste de mirar las balas?”
“Cierto, aquí tienes,” le extendió el bulto, el cual fue tomado por la chica. “Gracias por el favor.”
“…” Seija miró a Yagen brevemente. Le daba la impresión que este estaba actuando como una mosca muerta, ya que casi parecía detectar cierta falsedad en su cortesía. Sacudió su cabeza. “Bueno ya, me están distrayendo. ¡Hasta luego!”

La chica tomó carrera y se marchó a paso rápido. El par le miró alejarse y rápidamente la perdieron de vista. Siguieron caminando.

“Me pregunto…” Yagen alzó su mirada y Honebami le miró de reojo. “…si sólo será Shinano el que juzga mal a las personas a su alrededor, o si está arraigado en nuestra familia…”
“…”
“Tal vez sea lo segundo, lamentablemente,” el doctor sonrió frustrado. “Quizás Gotou es el único capaz de distinguir maldad y segundas intenciones entre nuestros parientes. Por algo todos me ven como si todavía fuera parte de ellos…”
“Yagen…”
“Volviendo al punto…” borró su sonrisa y frunció el ceño, insatisfecho. “Es inaceptable. Esa chica es una mala influencia para nuestro hermano. Estoy convencido que se convertirá en una Princess a la brevedad posible.”
“¿Qué deberíamos hacer?”
“Nada, de momento,” el menor negó, levemente frustrado. “Pese a su naturaleza, no puedo sacar las suficientes conclusiones sobre ella como para juzgar que es un peligro para nuestro hermano, y entrometerme en los asuntos de Shinano sería un movimiento muy inesperado y antagonista en nuestro círculo, aparte de poder meterme en su desarrollo profesional. Ella sí le ha ayudado en su formación, después de todo.”
“…”
“De todos modos, espero conocerla mejor. A ella, y al otro chico ayudante de Shinano. Quiero ver si al menos él es decente…” Yagen afiló sus ojos, y los mantuvo fijos en el camino. “Si alguno de los dos se atreve a lastimar a Shinano o a cualquiera de nuestra familia, yo me encargaré de ellos personalmente…”
“…” Honebami le miró atentamente, inmutado, y se detuvo al ver al doctor detenerse también.
“Nuestro camino se divide aquí,” dijo Yagen, quien había borrado su intensidad, y sonrió tranquilamente. “Nos vemos más tarde.”
“Sí, debo seguir trabajando…” asintió e hizo una venia.
“Y, por cierto, no te inquietes,” sonrió traviesamente. “Las balas colisionadas no podrán ser usadas en tu contra…”
“Entendido…” volvió a asentir.

Los dos se separaron en la intersección para continuar con sus deberes personales.



Cho

Gracias por dejarme usar a tus personajes, Mimi~

59.2.


Pasaron unos minutos e Ichigo pudo divisar a Honebami caminar por un pasillo cercano. El peliceleste, quien había terminado con unas impresiones para su próxima clase, acudió donde su hermano para hablar con él.

“Honebami, espera,” le pidió.
“…” este se detuvo y se volteó. “¿Sucede algo, hermano?”
“No precisamente…” Ichigo negó y se vio un poco incómodo. La conversación que había tenido con Tharja seguía dando vueltas en su cabeza. “Esperaba hablar un momento contigo.”
“…” asintió. “No tengo mucho tiempo para hablar, pero puedo atenderte.”
“Estamos iguales. Debo ir a una clase que comienza pronto,” sonrió con leve torpeza.
“…” Honebami miró a sus alrededores, para asegurarse que ninguna acosadora de su hermano se encontraba prestándoles atención.
“¿Eh? ¿Estás buscando algo?” preguntó el mayor, confundido.
“No es importante,” negó. “¿Sobre qué quieres hablar?”
“…” Ichigo asintió con seriedad. “Sigamos caminando mientras dialogamos. Vamos hacia tu destino. Todavía tengo tiempo antes de mi clase.”
“Entendido…” el peliblanco no objetó y los dos se pusieron a caminar juntos. Honebami regresó su mirada hacia el frente en lo que esperaba oír las palabras de su mayor.
“…” este tardó un momento en decidirse a hablar y ser sincero con su hermano. Honebami siempre había sido muy inaccesible y su inmutabilidad le hacía más difícil hablar con él, pero realmente tenía que hacerlo. “Hablé con Tharja hace un par de horas sobre lo sucedido el lunes en la noche, y sobre el rescate de Shinano.”
“…” asintió y miró a su acompañante. “Debes esperar explicaciones de mi parte.”
“Podrías decir eso, aunque decirlo de esa forma es un poco incómodo…” observó el peliceleste, quien dio un suspiro. “Me inquieté al saber que fuiste el único quien tomó acción contra los criminales. Aquel fue un gran peligro para ti. Aunque, ahora que he hablado con Tharja, temo que haya más de qué preocuparme, y que sea algo que a diferencia del secuestro continúe relevante y urgente.”
“¿A qué te refieres?”
“¿Es verdad que colisionaste dos balas a propósito de un solo intento?”
“…” el peliblanco cerró sus ojos momentáneamente, meditativo. Recordó lo último que Yagen acababa de decirle, con lo cual supo cómo contestarle a su hermano mayor. “Es posible que ello haya ocurrido, pero no puedo verificarlo.”
“…” Ichigo se vio un poco inquieto. Era una respuesta vacía e incierta.
“Vi el gesto del guardián del recinto de sacar una pistola para dispararme, y mi mente resolvió en dispararle antes para derrotarle,” contestó con completa tranquilidad. Miró al otro de costado. “Ello pudo haber terminado en muchas formas, hermano. Una colisión de las balas pudo haber sido lo mejor para ambos lados. En aquel momento, poco me importó la seguridad de mi oponente, y estoy convencido que esa percepción fue recíproca.”
“Honebami…” el mayor se preocupó.
“Si uno no está dispuesto a pelear para matar, lo mejor es no intentarlo,” dijo con suma tranquilidad. “Es simple…”
“No lo es, Honebami,” Ichigo tensó su voz y frunció el ceño. “Si sólo una persona hubiera perecido aquella noche, hubiera sido un caso policial mucho más complejo. Los allegados de aquel caído habrían sufrido y nos habrían maldecido. Shinano no hubiera sido capaz de vivir consigo mismo tampoco.”
“…”
“¿Acaso no lo entiendes?” le preguntó con un poco de angustia. Veía la palpable inmutabilidad y apatía en su hermano, quien miraba el camino.
“Eres muy suave, hermano,” recalcó Honebami, con una pizca de frialdad en su voz. Le miró de reojo. “Es una suavidad apropiada y conveniente como nuestro hermano mayor, y lo que ha permitido un ambiente saludable y productivo para nuestros hermanos menores. Sin embargo, el mundo no es compatible con tu visión. Sea velar por Shinano o por cualquiera de nuestros parientes, estoy dispuesto a hacer lo necesario. Los Toushirou somos un linaje de guerreros y nos asienta bien la pelea,” asintió, convencido. “Y si bien nuestros hermanos intentan acoplarse a un mundo más seguro y moderno, mi misión es pelear para que ellos no se vean forzados a hacerlo.”
“…”
“No debería ser extraño. Mi actitud no ha sido inesperada para Yagen, o Gotou, o Shinano. Ello quiere decir que esta naturaleza es mía, y trasciende todo aquello que es conocido para mí,” comentó el peliblanco, tranquilamente. Él llevó sus manos hacia su pecho y bajó su mirada. “Es parte de mi ser, es quien soy, es algo que el fuego no borró de mí hace nueve años…”
“No digas eso, Honebami…” Ichigo se afligió por lo que veía. Su taciturno y tranquilo hermano llevaba impresa esa peligrosa naturaleza, e incluso la apreciaba y valoraba como si fuera algo que quisiera llevar cerca de él. No era normal, más bien muy preocupante. Recordó los comentarios de Tharja con respecto a él, y también que Mikazuki le había hecho observaciones similares en el pasado… “Estamos preocupados por ti…”
“¿Por qué?” preguntó, levemente confundido.
“Te puedes hacer daño si piensas así, si te fuerzas a pelear.”
“No…” negó. “No siento empatía con mis enemigos. Pelear es natural para mí. Yo soy incompatible con las personas. Por lo tanto, no es una imposición.”
“Honebami…” Ichigo frunció el ceño, con pesadez. Le dolía oírle diciendo eso, pero sabía que no le rendiría atención de momento. “Dime, ¿de algún modo tú o Yagen se encuentran involucrados con el asunto de los Rebels?”
“No…” volvió a negar, inmutado. “Al menos no directamente. Nuestros proyectos, como tecnología, podrían encontrar uso en el conflicto con Hanasaki, o podrían ser implementados con fines más benéficos. Esas son las mayores ramificaciones que puedo pensar de momento…”
“Comprendo lo que dices…” Ichigo bajó su mirada, incómodo. Sentía que su hermano no estaba siendo del todo honesto con él, o al menos que había algo que se reservaba. “Sería irresponsable de nuestra parte pretender colaborar en este conflicto, para empezar. Una familia como la nuestra con la habilidad de maniobrar espadas debe ser responsable con la sociedad. A su vez… no sería capaz de vivir tranquilo si alguno de ustedes se viera involucrado.”
“…” Honebami asintió. “Es entendible…”
“Tú debes verlo del mismo modo, Honebami.”
“…” volvió a asentir. “Es peligroso, es ilógico, es irracional…” entonces, él se detuvo frente a un edificio. “Hermano, debo irme. El ingreso a los pisos superiores es monitoreado.”
“Lo sé…” Ichigo miró a aquel edificio. Sabía que ahí estaba el laboratorio de computación de Ikari-sensei por medio de Tsurumaru, a quien había acompañado a ese destino en más de una ocasión. El peliceleste llevó una mano a su pecho, afligido. “No tengo el permiso de visitar el ambiente de trabajo de Tsurumaru-san, ni el de Yagen… es un poco solitario pensar en ello.”
“…” Honebami le miró de reojo. “Es inevitable…”
“E-espera un momento,” entonces, Ichigo se acordó de algo alarmante. “Kousetsu-san nos comentó sobre cómo él y sus hermanos conocieron a Yagen hace cinco años. Según el relato, nuestro hermano fue un supervisor de un Rebel de aquel entonces.”
“…”
“¿Acaso ello no es involucrarse con la guerra?” preguntó con leve molestia.
“Yagen es un doctor y su deber fue monitorear la salud y compatibilidad tecnológica de Souza,” reportó Honebami, inmutado. “Él fue un Rebel inestable y requirió asistencia médica.”
“Tsk…” aquella descripción erizó al hermano mayor, quien estaba en shock por las palabras del peliblanco. “Tú sabes todo eso… también… por cómo lo dices… te es natural…”
“Fue un proyecto adicional a los estudios de Yagen o sus trabajos de investigación,” contestó sin rodeos. “Y fue exitoso, por cómo Souza se encuentra saludable y alejado de Rizembool.”
“Pero, ¿por qué…? ¿Por qué actúas como si fuera normal? Aun si dices que Yagen no está ligado al conflicto, él ha tenido que exponerse al mismo, y ha tenido que lidiar con personas tan peligrosas en ocasiones…”
“Sin embargo, no es nada que Yagen no ha podido resolver,” le aseguró. “Él es más capaz de lo que piensas. Rizembool tampoco sería irresponsable como para exponer a uno de sus más jóvenes y aclamados científicos al peligro…”
“Ese no es el punto…” Ichigo se estaba convenciendo que el ambiente de Rizembool era dañino para el par. Fuera de si estaban involucrados o no, lo cual realmente deseaba que no fuera el caso, temía que ellos estuvieran desarrollando una comprensión incorrecta de la vida. “Él ha sido un aprendiz desde su niñez… ¿Qué es lo que Yagen considerará normal a estas alturas?”
“No tienes de qué preocuparte,” dijo Honebami, negando tranquilamente. “Yagen es también muy sensato y tiene una vocación de servicio. Él no negaría atención médica ni dejaría de ser un doctor profesional. A su vez, le he acompañado en su trayecto. Soy su asistente.”
“…” el vacío que había mencionado anteriormente se acrecentaba. Ichigo supo que no le quedaba de otra que encontrar consuelo en las palabras de Honebami. Por lo que Kousetsu le había dicho, sí confiaba en que sus dos hermanos eran muy unidos y habían estado juntos. “Ciertamente, Yagen nunca querría importunarme con sus vivencias.”
“…” asintió.
“Pero quisiera saber qué más ha tenido que hacer. No debería haber secretos entre nosotros,” recalcó Ichigo, decidido. “Estoy consciente de su lealtad hacia nosotros por más distante que sea, y le debo ese mismo compromiso.”
“Pienso que Yagen se encuentra en un buen estado,” opinó Honebami. “El tiempo que ha pasado en nuestro hogar ha sido productivo para él. Nuestra familia siempre ha sido cálida…”
“Es verdad…”
“Pretender demandar más de él no ayudaría la situación. Yagen no lo tolerará,” informó con un tono un poco más tenso.
“…” el mayor asintió. “Tiene sentido… por más triste que sea. Yagen tiende a alejarse y demandar privacidad…”
“No lo considerarás apropiado, pero el apoyo que le ofrecen puede que sea lo suficiente.”
“Ahora quisiera que me dijeras lo que tú necesitas, Honebami.”
“No puedo pensar en ningún pedido para mí,” dijo sin dar rodeos. “Lo único que velo es por que el status quo se mantenga. Si algo fuera a perturbarlo, me aseguraría de repararlo, sin importar lo que tenga que hacer.”
“Puedo entender lo que dices, y el sentimiento que te lleva a esa motivación, pero quiero que entiendas algo,” Ichigo llevó una mano al pecho y habló con solemnidad. “Ustedes dos son importantes para mí y me preocupo por el bienestar de ambos. Por más que Yagen sea una persona privada e independiente, por más que tú te cometas a servirnos sin deseos propios, ustedes dos son mis preciados hermanos, y por ello quisiera que también pudieran cuidarse del modo en el cual tú esperas cuidar de nosotros. Yo quiero que estén bien, por encima de lo demás, y haré lo que pueda para apoyarles.”
“Entiendo…” Honebami asintió más pausadamente. “Es lo que esperaría de ti, hermano.”
“Ojalá hubiera una forma de dejarte saber lo preocupado que estoy por los dos, y lo mucho que anhelo ser más cercano a ustedes…” Ichigo sonrió con tristeza. “Y espero que algún día puedan ser honestos conmigo. Sé… que me pierdo de mucho.”
“No necesitas inquietarte. Confía en nosotros…”
“…” en verdad no estaba de acuerdo con dejar las cosas ir. Conforme iba averiguando más sobre Yagen, más convencido se sentía de que debía hacer algo, pero había una impenetrable pared en su camino. Él no iba a cooperar y Honebami estaba de su lado. Si tan solo hubiera una forma de convencer al peliblanco que todo era por el bienestar de Yagen, lo cual Ichigo sabía que era la única forma de hacerle entrar en razón, pero no sabía cómo conectar con él…

Entonces, ese momento se terminó abruptamente cuando un grupo de tres chicas se acercó a hablar con Ichigo.

“¡Hitofuri-san, buenos días!” saludó una muy entusiasta. “¿Qué hace por aquí? La clase está pronta a comenzar.”
“Ah, buenos días,” el peliceleste les sonrió con cordialidad y torpeza. “Tenía unos asuntos que atender, descuiden.”
“Vayamos juntos o llegaremos tarde,” sugirió una segunda, quien parecía casi implorarle el favor. “Oh, me pregunto de qué se tratará la clase de hoy. Hice la lectura, pero no llegué a comprenderla bien…”
“P-pues…” Ichigo volvió a mirar a su hermano, pero notó que Honebami de inmediato se había apartado y estaba ingresando al edificio, sin necesidad de despedirse. Él se vio un poco desanimado por ello…
“Hitofuri-san, ¿se siente bien?” preguntó la tercera chica.
“Me encuentro bien, lamento las inquietudes,” dijo el chico, amablemente. “Podemos dialogar sobre la lectura camino a la clase. Es la mejor forma de repasarla.”
“¡Oh, eres muy amable!” dijo otra chica, emocionada. “Y seguramente la has entendido a la perfección. ¡Qué suerte tenemos!”
“No es para tanto…” él accedió a acompañar al grupo de tres y comenzó a cubrir lo relacionado con la lectura, pero su mente seguía divagando sobre su presente preocupación por sus hermanos. Sabía que iba a tener un día muy largo e incierto por ello, sin saber cómo poder despejarlo…

Él caminó junto con sus compañeras de clase y le tocó continuar con sus obligaciones. Nuevamente, se sintió diminuto y desmerecedor de su familia, pero continuaría viendo sobre cómo velar por sus hermanos.



Era cerca de la hora del almuerzo. Rizembool U comenzaba a inundarse de estudiantes que salían de sus clases u otros que recién comenzaban con su faena a esas horas, y el ruido abundaba por doquier. Sin embargo, el estudio de Shu mantenía su tranquilidad y pulcritud usuales, aunque, para variar, el pelirrosa contaba con visitantes.

“Continúa siendo inconcebible que hayas aceptado a un nuevo discípulo,” dijo un pelinegro de cabellos rebeldes y ojos rojos oscuros, quien sonreía intrigado. “No lo dejaré de decir.”
“Cualquiera diría que ya habrías parado luego de las primeras seis veces, Rei,” se expresó Shu, impaciente.

Ellos dos estaban en el área común cerca del pequeño comedor. En ese ambiente había un par de sillones y contaba con ventanas amplias, las cuales permitían ver un jardín cercano a una cafetería, donde había muchos estudiantes que aprovechaban esa alfombra natural para sentarse o recostarse y aprovechar ese descanso en medio del día.

“Kukuku, e incluso cuentas las veces que te resulto molesto…” comentó el visitante, con una prudente risa gutural y cruzado de brazos. “Está bien. Pese a esta sorprendente revelación de parte de Wataru, comprendo que sigues siendo el mismo, Shu.”
“¿Por qué habría de cambiar?”
“Hmm…” otro chico, un peliceleste de ojos verdes que estaba sentado en uno de los sillones, se puso a pensar de manera curiosa. “No te impacientes, Shu… es sorprendente… por venir de ti… pero es bienvenido… Rei sólo mostraba su sorpresa…”
“Insisto en que están haciendo mucho alboroto al respecto, Kanata…” comentó el pelirrosa, negando. “No tenían que visitarme por esto.”
“Sin embargo, aquí estamos,” recalcó Rei, con una traviesa sonrisa. “Wataru debió haber predicho que lo haríamos.”
“Fue Natsume, para ser exactos.”
“Hmhm~ Nacchan está sorprendido también…” comentó Kanata, alegremente y con un tono de voz suave y ameno, pero también tranquilo y dormido que le caracterizaba. El peliceleste hablaba con suma lentitud y parecía tener reflejos y ademanes muy lentos, lo cual le daba una apariencia pacífica e infantil. “Wataru y Nacchan te visitaron ayer… ojalá hubiéramos podido coincidir… no nos vemos con tanta frecuencia…”
“Habrá más momentos a futuro, es inevitable,” Rei se encogió de hombros. “De por sí, intento no aparecer mucho por Rizembool. Tengo varios enemigos en este campus, aunque siempre se pueden tomar perfectas excusas prestadas para darme el gusto.”
“Al menos con ello comprendo que no has venido a hacer tanto revuelo como Wataru,” dijo Shu, negando, pero con un leve gesto de alivio en su exasperación.
“Quisiera conocer a ese futuro discípulo tuyo. Tarde o temprano ocurrirá,” comentó el pelinegro, con una pizca de entretenimiento. “No puedo negar que me picó la curiosidad, nada más.”
“Te desilusionarás, entonces. Es apenas un joven normal sin un real desarrollo…”
“Ojalá fueras más amable… Shu…” Kanata frunció el ceño con lamento. “No evito preocuparme por él…”
“Kukuku, buen punto. Ese joven la tendrá difícil,” Rei sonrió con ironía. “Te hace falta más empatía con otros y aprender a ser un buen maestro. Wataru podría darte cátedra en ello.”
“¡Non!” Shu se cruzó de brazos y movió su rostro a un costado con desprecio y negación absoluta. “No aprenderé de la forma irreverente y vergonzosa de ser de Wataru. Tengo dignidad e identidad propia. Y, para empezar, no permitiré que juzgues mi interés en ser un mentor, Rei, cuando tú eres un ser muy caprichoso y una persona muy difícil de comprender.”
“Es cierto…” Kanata asintió, pensativo y un tanto sorprendido por la veracidad de esas palabras.
“Ahh, no sé si debería darme gracia o apenarme por tener a ustedes dos de acuerdo con ello, ya que ambos son seres muy caprichosos e incomprensibles en mi punto de vista…” se expresó Rei, con cierto pesar, y pasó a sonreír intrigado. “Hmm, aunque ello puede indicar que estoy a otro nivel de ustedes, y sí da cierta risa…”
“Pese a ello… pienso que somos compatibles…” dijo Kanata, con una brillante sonrisa. “Somos amigos… y como amigos… nos mantendremos juntos… y nos apoyaremos…”
“A fin de cuentas, eso es cierto, y Wataru y Natsume son también seres muy egoístas, pese a que el primero se haya vuelto más humilde con el tiempo,” observó Rei, quien se vio brevemente meditativo, pero rápidamente se encogió de hombros y sonrió para dejar ese asunto de lado. “En fin, vinimos a ver cómo estabas, y efectivamente te encuentras bien y no ocurre nada fuera de lo normal, así que no tenemos motivos por los cuales preocuparnos.”
“Tch, y pensé que no harías un show innecesario…” Shu le miró con reproche.

Entonces, los tres escucharon unos pasos rápidos acercarse y vieron a Mika, quien regresaba con una tortuga de peluche.

“Senpai, aquí está,” dijo el menor a Kanata en lo que extendía la tortuga.
“¡Ohh, la reparaste!” el peliceleste se emocionó y abrazó a su juguete favorito. “Gracias~ Mika-kun~… estuve preocupado…”
“Hehe, no fue nada,” Mika sonrió feliz por haber podido ser de ayuda. “Sólo se había descocido una parte. Fue fácil arreglarlo.”
“Qué alegría~…” Kanata se meció un poco con la tortuga en mano y terminó recostándose en el sofá boca arriba y con los ojos cerrados. “Ahora puedo… descansar en paz…”
“A veces pienso que ustedes vienen a dormir en mis sillones…” Shu negó, frustrado.
“Tendré que pedirte ese favor nuevamente,” dijo Rei con cierto pesar. “Tú sabes que no soy compatible con la luz del día y luego del periplo hasta aquí, necesito descansar un poco. Debo recobrar mis energías…”
“Oh, ¿quisieran que les traiga algo para tomar?” se ofreció Mika.
“Estoy bien… gracias…” dijo Kanata, en medio de su siesta despierta.
“Tráeme un usual, por favor,” pidió Rei, animado por la oferta.
“Oshi-san, ¿desearías algo?”
“No, cuando quiera algo me encargaré personalmente,” dijo con leve impaciencia. “Ve yendo que tienes varias cosas que hacer.”
“Eh, sí, enseguida,” Mika se apresuró a la cocina.
“En fin, ¿dónde estábamos…?” preguntó Rei al aire.
“Hablabas sobre estar preocupado por mí, pero dejemos esas tonterías,” dijo el pelirrosa, impaciente. “Ustedes no tienen obligación alguna de temer por mí. Soy ya un adulto.”
“Diría que reacciones de ese tipo reflejan inmadurez, estimado Shu…”
“Tsk, estoy en mi derecho de molestarme,” frunció el ceño. “Ustedes no me dejan en paz.”
“Pero todos nosotros estamos acostumbrados a lidiar contigo, así que esta actitud huraña de tu parte es usual y esperada. Ello es otro indicio que te encuentras bien, y hasta un poco mejor que la última vez que vine a verte,” Rei miró hacia las ventanas de esa sala, con una tranquila sonrisa. “Pese a mi maligna apariencia y frívola actitud, puedo alegrarme plenamente por saber que uno de mis más cercanos amigos se encuentra bien, luego de todo lo ocurrido…”
“…” Shu dio un suspiro y sintió un tic en la ceja. “Deberían olvidarse de eso…”
“Es imposible…” dijo Kanata, quien ahora acariciaba la cabeza de su tortuga. “En ese corto periodo… muchas cosas ocurrieron… cosas terribles… lo recordaremos para siempre…”
“Es nuestra obligación recordarlo también. De lo contrario, todo lo que vivimos habrá sido en vano,” concluyó Rei, convencido. “Y es propio de ti alzar tu orgullo y no mostrar debilidad, Shu, así que interpreta nuestra preocupación como un tributo hacia ti, y no como una imposición de nuestra parte. Tú corresponderías nuestro comportamiento si fueras a notar que algo está mal en nosotros. No te atrevas a negarlo.”
“No habrá forma de callarte, así que asentiré ante tus observaciones,” dijo impaciente y realizando ese gesto. “Pero, ¿qué clase de señal les pudo haber dado que buscara a un alumno? Pienso que han exagerado.”
“Hay distintas posibilidades…” Kanata miró hacia el techo, pensativo.
“Es verdad, aunque mi principal motivo para venir fue por mera curiosidad,” confesó Rei, sonriendo con simpleza. “De todos modos, no duele dialogar contigo para descartar posibles sospechas de comportamiento poco saludable.”
“¿Como qué?”
“Hm… suicidio…” dijo el peliceleste, aleatoriamente y sin borrar su sonrisa, lo cual hizo que el otro par le miraran como bicho raro.
“¡¿S-s-s-suicidio?!” estalló Mika, quien tuvo un mal timing para regresar y justo oír esa palabra. “¿D-d-de qué están hablando? ¡¿A-acaso alguien está pensando en suicidarse?!”
“Hmm… parece que no…” continuó Kanata, tranquilamente. “Hablábamos sobre comportamientos raros… acciones inesperadas… un cambio súbito de ánimos… o hábitos… o redefinición de la vida… esas cosas suelen indicar tendencias suicidas…” llevó una mano a su mentón, cautivado por su propia mente. “Ello llegó a mi cabeza… y tiene sentido…”
“E-e-ehhh…” por su parte, Mika estaba hecho un manojo de nervios.
“¿Por qué te ves tan asustado, Mika-kun?” preguntó el peliceleste, inocentemente.
“A veces es fácil olvidarlo, pero Kanata puede hacerte competencia en cómo ser contundente…” observó Rei a Shu, frustrado.
“Y la alegría con cómo se expresa no lo hace mejor,” el pelirrosa negó.
“Por cierto, con ‘comportamientos poco saludables’ me refería a tu tendencia de trabajar de más y abarcar más de lo recomendado. En ningún momento pensé en suicidio,” aclaró el pelinegro.
“Estoy seguro de eso, no tienes que decírmelo,” Shu miró al menor. “Kagehira, no tomes a Kanata seriamente, fue una conversación hipotética. Regresa a tus quehaceres de hoy.”
“S-sí, si tú lo dices, Oshi-san…” dijo el joven, todavía afectado. “Oh, aquí traje el refresco.”
“Gracias,” Rei sonrió y recibió el jugo de tomate que solía tomar.
“Ehh, c-con permiso…”
“¡Gracias nuevamente, Mika-kun!” exclamó Kanata con suma alegría y agitando una palma en señal de despedida, mientras abrazaba a su tortuga de peluche con la otra.

Mika desapareció al girar por una esquina de regreso a su área de trabajo. Entonces, Shu vio que Rei acababa de sacar un objeto de un estante pegado a la pared.

“Kukuku, no hubiera pensado que todavía guardabas esta reliquia,” comentó Rei, intrigado y sonriendo con nostalgia. Él había dejado su jugo a un costado para agarrar un par de copas conectadas por un fino hilo. Extendió una al dueño de casa, quien la tomó. “No sé cuántas conversaciones habremos tenido con este objeto.”
“Ciertamente, quisiera regresar a aquel entonces,” Shu sonrió en lo que miraba la copa que agarraba. “Aprecio este objeto un millón de veces más que mi celular, el objeto personal más detestable de la faz de la tierra. Vaya, durante la secundaria, las cosas solían ser más simples.”
“A veces teníamos las conversaciones más iluminadoras entre los dos, y el tiempo se pasaba volando. Era un simple juego, pero de esos que se sienten más reales que la realidad misma,” se encogió de hombros. “Claro, hasta el punto en el cual éramos interrumpidos. Natsume siempre pensó que actuábamos de forma ridícula, y si nos ensimismábamos de inmediato causaba una fuerte fricción en el hilo.”
“Ihhh…” Shu hizo una mueca de dolor. “Aquel no es un recuerdo grato para mí.”
“Para mí tampoco. Tal brutalidad para nuestros oídos…”
“Hehe… Nacchan es muy adorable…” dijo Kanata, sonriendo. “Nuestro lindo kouhai…”
“Es verdad, nunca seríamos muy estrictos con él. Natsume es un joven que siguió nuestros pasos y aprendió de nosotros, pero que también probó ser compatible con nuestro círculo y estar a nuestra altura en cuestiones de talento,” Rei asintió. “Lo veo como un preciado hijo y deseo protegerle de todo lo que pueda lastimarle. Él todavía tiene mucho que aprender.”
“Le llamas hijo pese a que él se refiere a nosotros como sus hermanos mayores…” comentó Shu. “Por algo se impacienta por cómo ustedes tratan de engreírlo tanto…”
“Es importante para todos… Shu… sé que para ti también…” el peliceleste amplió su sonrisa.
“Kukuku, la razón de mi instinto paternal es ya muy conocida por ustedes,” Rei sonrió malignamente. “Yo soy un ser sobrenatural. Un demonio, un vampiro, y alguien con una identidad tan antigua como la mía no puede tener más que hijos a partir de seres tan puros y jóvenes. Con el paso del tiempo, he ampliado la cantidad de hijos que colecciono y nunca tengo suficientes. Simplemente existen tantos que se vuelven preciados para mí.”
“Y pensar que solías ser más rebelde en el pasado,” dijo el pelirrosa, encogiéndose de hombros. “El vampiro ahora quiere hijos. Tus palabras suenan casi ridículas a veces.”
“Kukuku, como un demonio, tengo todo el derecho de volverme ridículo…”
“Tiene sentido…” Kanata asintió. “Shu… ¿tienes algo para comer?”
“Sabía que pedirías algo…” este negó. “Hay latas de atún encima de la refrigeradora. Sírvete si te apetecen…”
“¡Atún! ¡Yay!” exclamó el peliceleste, quien se levantó y corrió hacia la cocina.
“Además…” Rei continuó mientras se giraba para observar por las ventanas hacia el mundo de afuera. Él borró su expresión traviesa y sonrió con más calma. “El título de ‘hermano menor’ es algo que, para mí, pertenece a un solo ser en la faz de la tierra. Ya tengo a un muy querido, anhelado y adorable hermanito quien significa todo para mí, y a quien quiero proteger y cuidar por encima de este mundo de mortales…”
“Sí, no tienes que decirlo,” Shu rodó los ojos. “Todos estamos conscientes de tu obsesión con ese hermano tuyo…”
“Estar aquí me hace querer correr debajo de este incandescente sol que aborrezco y buscarlo para darle un fuerte abrazo, pero sé que él no apreciaría el gesto,” dijo con una sonrisa resignada. “Pero al menos trataré de observarle de lejos, sólo para asegurarme que se encuentra bien.”
“Lo está. Kagehira es amigo de él y le mantiene un ojo encima.”
“Y estoy eternamente agradecido por ello,” asintió y siguió mirando hacia fuera. “Algún día, querido Ritsu, volveremos a estar juntos…”




“Ihhh…” en aquel momento, un pelinegro que descansaba en un parque cercano debajo de un frondoso árbol sintió unos potentes y perturbadores escalofríos que le hicieron estremecerse.
“¿Eh? Ritsu, ¿estás bien?” preguntó Namazuo, preocupado. “¿Qué pasó? Tú no eres de reaccionar así…”
“Espero que no te estés resfriando,” dijo Naoto, pensativa. “Sé cuidadoso porque el clima está fluctuando mucho últimamente.”
“No, no es eso. No es importante, es sólo que…” este negó y pasó a adoptar una expresión infestada de odio y molestia, y a hablar con susurros aterradores. “…siento que la persona más desagradable en toda la existencia se encuentra cerca…”
“¿Eh?” el otro pelinegro se impresionó un poco.
“Vaya…” por su parte, la chica negó impaciente. “Así que piensas que tu hermano está nuevamente de visita en Rizembool…”
“Ehh, intenta no pensar mucho en eso,” le aconsejó Namazuo, sonriendo incómodo. “Tampoco tenemos certeza de que es verdad.”
“Pero lo es…” contestó con pesar. “Me siento extra agotado y agobiado. Mi hermano mayor se encuentra maldiciéndome de nuevo…”
“Siempre has intentado demonizar la imagen de tu desconocido hermano para nosotros,” observó Naoto, frustrada.
“En verdad que sí, y me da mucha pena,” confesó Namazuo, un poco triste.
“¿Por qué? Ya les he dicho que es un ser despreciable,” Ritsu miró a su amigo con desconfianza.
“Aww, es que, como un hermano mayor en mi propia familia, no puedo evitar ponerme en sus zapatos,” dijo el otro, con un tono de voz medio caprichoso. Él agarró las puntas de su cabello en lo que hacía un puchero. “Me duele mucho tener a unos lindos hermanitos que no me rinden el respeto que merezco, y sé que mi corazón se haría trizas si alguno de ellos fuera a decir que me odia del modo en que tú lo haces…” entonces, pasó a sonreír sonsamente. “Además que tú eres un precioso y abrazable hermanito menor y es triste ver a una criatura hermosa ser tan mala con su hermano mayor. Vamos, acepta el amor fraternal que está muy dentro de ti~”
“Cállate,” sentenció Ritsu de manera contundente y le observó con ojos amenazadores.
“Ehh, p-pero Ritsu-chan~…”
“He dicho que te calles,” afirmó. “Y soy mayor que tú. No me digas qué hacer…”
“P-pero tu hermano no puede ser tan malo…”
“Lo es. Es irresponsable. Es molesto. Es engreído. Es caprichoso. Es una escoria de la sociedad. Es desleal. Es traidor. Es un inconsiderado,” listó con ira y amargura. “Es el ser que más aborrezco en toda la existencia. Tú no lo conoces, así que no creas que tienes razón de argumentar en mi contra. Y no toleraré más palabras infundadas de tu parte.”
“Ritsu, por favor, no reacciones así,” le pidió Naoto, frustrada. “No es saludable.”
“Lo sé…” este dio un pesado suspiro para desahogarse y sonrió cansado a la chica. “Lamento que hayas tenido que aguantar esto, Nao-chan, pero tienes que perdonar a Nama-kun. Obviamente no supo lo que hacía.”
“¿Eh?” Namazuo ladeó su cabeza, confundido. “¿Es mi culpa?”
“Lo es, y Nao-chan está de acuerdo conmigo,” insistió el otro.
“No, me refería a ti, Ritsu. No uses mis palabras a tu favor,” Naoto entrecerró sus ojos, y negó para disipar la molestia del asunto. “A veces pienso que no eres más que paranoico al respecto. No hay forma de comprobar que tu hermano está aquí. Soy incapaz de confiar en tus sentidos.”
“Está bien, Nao-chan, no espero que me crean,” Ritsu sonrió entretenido y cruzó sus brazos, lo cual invocó un aura de seguridad a su alrededor. “Pero estoy convencido y no deberían dudarme. Soy un demonio y tengo habilidades especiales.”
“Eres muy insistente con ello…”
“Heh, a veces no puedo evitar creerle un poquito,” Namazuo sonrió con torpeza. “¡Pero tranquilo~! Nos tienes aquí para animarte y estoy muy dispuesto a acomodarte,” él dio un súbito abrazo a Ritsu. “Te meceré y te dejaré dormir en mi regazo~”
“Uhh, suéltame…” Ritsu se zafó del otro y le miró con pesar. “Te lo he dicho. No me gusta el contacto físico, Nama-kun.”
“Considerando lo frecuente que tú sueles abrazar a Namazuo o forzar a que te cargue cuando tienes sueño, no puedo tomar esa declaración de que te disgusta el contacto con seriedad,” comentó Naoto, negando.
“Bueno, hay una diferencia muy importante,” Ritsu sonrió animado. “Yo estoy bien con el contacto físico que comienzo.”
“Incluso si es una violación del espacio ajeno.”
“Sí, exactamente,” asintió gustosamente. “Eres muy perceptiva. Buen trabajo.”
“Tsk…” Naoto entrecerró sus ojos y le miró con reproche. “No seas tan engreído…”
“Ehh, Ritsu es un poco complicado, pero pienso que eso lo hace muy adorable,” comentó Namazuo, conmovido por el otro.
“Fufufu…” Ritsu rió un poco y sonrió traviesamente. “Sí, soy muy adorable…” miró a Namazuo de reojo. “Te hace querer cuidar de mí y engreírme, ¿no es verdad?”
“Haha, no puedo negarlo,” dijo el otro. “Y está en mi instinto como hermano mayor querer consentirte, sobre todo porque no todos mis hermanitos son tan lindos como tú.”
“Ugh, son un par de simplones,” declaró Naoto, molesta, y miró a Ritsu. “Justo estabas diciendo cómo eres realmente mayor que Namazuo.”
“Bueno, ahora me he vuelto más joven por conveniencia personal~” canturreó. “Verás, es oportuno que inspire una edad menor a otros, ya que así se encargarán de mí y me tratarán con mayor atención y cuidado. Por ello, la amistad que he decidido forjar con Nama-kun es conveniente. Nama-kun está en constante búsqueda por asistir y consentir a otros, mientras que yo quiero que me consientan. Al final, los dos terminamos ganando algo.”
“Nos haces sonar un poco disfuncionales, Ritsu…” Namazuo sonrió incómodo.
“Pero es una disfuncionalidad divertida,” le aseguró. “Y puedes volver a llamarme Ritsu-chan. Ya no estoy tan molesto.”
“Ehh, claro…” asintió. “Sin embargo, espero que algún día le des una oportunidad a tu propio hermano mayor…”
“Cállate…” Ritsu frunció el ceño. “¿Quieres volver a molestarme?”
“No, pero…”
“¿Cuántas veces he insistido que no toques ese tema? Déjame en paz.”
“Ehh, es que me preocupo por ti, y no debe ser saludable…”
“Sí, seguro,” se encogió de hombros. “Pero tú siendo obstinado tampoco me ayuda, te lo aseguro. Nao-chan no hace un gran berrinche como tú. ¿Por qué no eres como ella?”
“Bueno, no puedo decir que estoy bien con esto, pero es tu propio problema, Ritsu,” comentó Naoto, neutralmente.
“Exacto, es mi problema, ahora déjenlo de lado. Ustedes dos, como mis amigos más cercanos en Rizembool, deberían ayudarme a olvidar que tengo un hermano para empezar, así que háganlo.”
“Uhh…” repentinamente, Namazuo llevó una mano a su pecho como quien sufría de taquicardia. “C-creo que eso me dolió a mí también… lo siento, desconocido hermano mayor de Ritsu…”
“Me caes bien cuando no me das muchos problemas con esto, Nama-kun,” observó Ritsu, frustrado. “Sé que vienes de una familia anormalmente unida, pero comprende que no soy como tu linaje y respeta mi individualidad.”
“Sí, ya veo que te estoy molestando…” Namazuo asintió y se apenó un poco. “Lo siento, no fue mi intención. Sólo me preocupa un poco y espero que estés bien.”
“Lo estoy…” finalmente, el agotado Ritsu dio un sonoro bostezo y se sobó un ojo. “Uhh, ahora que los escalofríos y el amargo pasaron, sólo necesito una siesta. Vinimos aquí para eso.”
“Ustedes dos pueden dormirse un rato,” dijo Naoto, quien había regresado su atención a sus apuntes. “Tengo que estudiar.”
“Siempre has sido muy aplicada,” observó Namazuo, sonriente. “Me enorgullezco de ti, pero no exageres. Remember to live~”
“No es tan pesado para mí, descuida,” ella negó y sonrió un poco. “Comprendo que los dos detestan los estudios, pero para mí siempre ha sido agradable, y la exigencia de Rizembool me viene muy bien.”
“Sí, y estoy agradecido…” Ritsu sonrió somnoliento. “El mundo sí necesita de gente que trabaja de más para cubrir a los perezosos…”
“¿Perdón?” Naoto alzó una ceja.
“Así que sigue esforzándote~” dio un bostezo. “Uhh… qué bueno, siento que puedo dormir muy profundamente sabiendo que existen personas como tú que cuidarán de mí algún día~”
“¿Qué tonterías dices?” preguntó la chica, amargada.
“Hehe, no la molestes así o nos obligará a estudiar,” dijo Namazuo, sonriendo incómodo.
“Sí pienso que los dos deberían tomarse las cosas con más seriedad, pero no tengo tiempo para atenderles ahora,” Naoto dio un suspiro.
“Me alegra oírlo. Suerte con tus estudios~” Ritsu pasó a dirigirse a Namazuo. “Bueno, a dormir. Vas a ser mi dakimakura hoy, ¿de acuerdo?”
“Ohh, parece que ya no estás molesto conmigo, qué bueno.”
“Hmm, ya se me está olvidando, pero no me lo recuerdes,” negó. “Quiero dormir tranquilo.”
“O-oye…” Namazuo fue abrazado por Ritsu, quien de inmediato recostó su cabeza sobre el pecho del otro y lo trajo hacia sí. “Hahaha, ¿qué haces? Estás muy cerca.”
“Tengo que acomodarme, obviamente…”
“Siempre tan inconsiderado con el contacto físico,” Naoto rodó los ojos y se expresó con reproche. “Así que apruebas esto.”
“Por supuesto, es perfecto,” Ritsu sonrió con los ojos cerrados. “Ya me siento somnoliento…”
“Pero no abuses de Namazuo así.”
“Hehe, está bien. Mientras Ritsu-chan esté feliz, y yo también puedo dormir un poco,” dijo Namazuo, animado, quien no parecía estar incómodo pese a que tenía a Ritsu encima de su torso como quien descansaba sobre una almohada grande.
“Le engríes mucho…” la chica negó.
“Nunca cambies, Nama-kun…” dijo Ritsu, entre sueños. “Uhh… espero que me dejes abrazarte algún día… Nao-chan… serías una perfecta almohada… suave… y ligera… y petit…”
“Tch, no digas eso.”

Naoto continuó con su lectura mientras los otros dos procedían a dormir sin ninguna preocupación en la vida. A veces le costaba creer que había terminado haciéndose amiga de aquel excéntrico par, pero pese a lo irresponsables que eran, los dos se habían vuelto amigos cercanos y muy comprensivos, aparte que la peliazul se sentía casi con la obligación de asegurarse de que no jalaran sus cursos pese a ser la más joven del trío.

El descanso continuó en medio de aquel tranquilo y rutinario día en Rizembool U.


Pasaron un poco las horas y llegó el atardecer. Yukko salía de una de sus clases. Lamentablemente, no podía despedirse aún del presente día académico porque le esperaba una evaluación en un par de horas. La chica pensó en buscar algún rincón para estudiar, aunque menos mal que aquel curso era el que mejor entendía. La ausencia de Hotarumaru y Mai por sus propias actividades extracurriculares y la cita de Hajime para una sesión de rehabilitación la habían dejado a la deriva, pero Yukko se consideró un poco afortunada de que ello ocurriera para un curso que sí dominaba bien.

Ella aprovechó para pasearse un poco camino a una biblioteca muy cómoda que contaba con grandes sillones por doquier. En medio del trayecto, miró las tonalidades naranjas del cielo teñir los vidrios de los varios edificios o las estructuras metálicas, y casi se sintió tentada de caminar sin rumbo para apreciar la belleza de la tarde. Su ambiente a su alrededor consistía de estudiantes que caminaban de un lado a otro o que aprovechaban las bancas y mesas cercanas para estudiar. Yukko entonces pensó en convidarse un postre de una cafetería cercana a manera de premiarse por su buen rendimiento en su primer semestre, y fue hacia la más cercana.

De inmediato se desanimó por la cantidad de gente que había coincidido con su antojo de media tarde y pensó en continuar con su original ruta, cuando alguien se le dirigió de un costado.

“Buenas tardes, ¿podrías ayudarme?” preguntó un pequeño con una simpática sonrisa. “Me he perdido y no sé a dónde ir.”
“Oh, hola, pequeño,” Yukko se sorprendió al ver a un pequeño rubio de ojos azules que usaba unos lentes de marcos rojos, los cuales le hacían ver muy inteligente y adorable a la vez. Ella se enterneció un poco al de inmediato recordar a su pequeño Hotarumaru, pero hasta el momento no encontraba a ningún niño tan bello como su amiguito. “Claro, ¿cómo puedo ayudarte?”
“Heh, muchas gracias,” él sonrió ampliamente. “Sabía que eras una buena persona. Hice bien en acercarme hacia ti.”
“Eh, gracias por el cumplido,” Yukko sonrió incómoda. Se alegraría más si no tuviera el apodo de ‘Hanasaki-chan’ metido en su cabeza.
“Pues, llevo unas horas paseando por la universidad, pero quiero regresar a mi punto de inicio, y no sé hacia dónde ir…” él se puso a pensar. “Es un pequeño patio donde hay unos puestos de comida y también una librería de humanidades cercana…”
“Ah, ya sé dónde es,” la chica asintió y se vio decidida. “Ven, no está lejos de aquí.”
“Oh, gracias por dirigirme. En marcha.”

De aquel modo, Yukko se puso a dirigir al menor por unos pasillos, con lo cual se alejaron de esa cafetería llena de personas.

“¿Y qué haces por esta universidad?” preguntó Yukko con curiosidad.
“Hehe, es de esperarse que hagas esa pregunta,” él sonrió con perspicacia, lo cual hizo brillar sus anteojos. “No lo pareceré, pero soy un pequeño genio y comenzaré a estudiar algunos cursos aquí desde el próximo semestre.”
“Wow, qué sorpresa,” se impresionó y sonrió un poco. “Pues, si me diste una imagen intelectual y muy despierta para alguien de tu edad.”
“Ah, me alegra oírlo. La gente suele no tomarme con seriedad,” dijo el pequeño, animado y con una brillante sonrisa. “Por cierto, mi nombre es Hakata. ¿Cuál es el tuyo?”
“Yo soy Yukko Aioi, mucho gusto,” le devolvió la sonrisa. “Eso quiere decir que te veré por la universidad dentro de poco. ¿De casualidad estás yendo a ciencias o a ingeniería?”
“Supongo te refieres a los estudios generales de esas carreras, pues no,” el pequeño negó y ajustó sus gafas, para sonreír con orgullo. “Estoy yendo a negocios internacionales, y comenzaré con cursos de economía. El dinero es lo que mueve al planeta, así que sólo es natural que me interese. ¿No es verdad?”
“Ehm, tiene sentido…” le sorprendía un poco lo seguro de sí mismo que era el pequeño, aunque era muy admirable para su edad. “Debes ser muy bueno en las matemáticas, entonces.”
“¡Por supuesto! No son difíciles para mí, más bien me animan y dan energías~” canturreó con victoria mientras sus ojos brillaban. Sin duda, Hakata estaba orgulloso de sí mismo y le gustaba ser bueno en algo que era aborrecido por muchos. “Suelo encontrar las materias fáciles, así que espero con ansias el desafío de la universidad, y he oído que Rizembool es muy exigente. ¿A ti qué te parece?”
“S-sí, es exigente…” contestó un poco frustrada. “Pero soy una estudiante común, no puedo compararme ante ti…”
“Hmm, no es para que te desanimes, Yukko,” el chico negó y le dio un par de palmaditas en un hombro. “Tienes que tener más carácter y no ser tan suave. Ya me recuerdas a un hermano que también es muy suave, y no me parece.”
“Haha, ehh, haré un esfuerzo,” nuevamente encontró curioso y un poco gracioso ver al pequeño actuar con tanta soltura. “Pero sí pienso que estás en un buen lugar. He oído que en Rizembool se hace de todo y tienen muchos proyectos.”
“Sí, también quiero ver si puedo prestar mi atención a ello,” asintió decidido. “Los académicos aquí son muy excepcionales y tienen muchos recursos y convenios internacionales. ¿Quién sabe? ¡Puedo terminar visitando la bolsa de valores de Nueva York en menos de lo que imagino! ¡Sería uno de mis sueños hecho realidad!”
“Ojalá lo logres, te deseo lo mejor,” dijo Yukko, animada. “Pues, te admiro. A mí me intimida un poco el ambiente tan profesional aquí en Rizembool, y tampoco sé qué estudiar, así que no pienso apuntarme a nada todavía.”
“Es metiéndose en medio de los profesionales que uno se convierte en ellos. Que no te aflija,” le aconsejó el menor. “Y tampoco tiene sentido que te intimide. No es como si Rizembool estuviera lleno de gente aterradora o peligrosa, ¿cierto?”
“Ehh, p-p-pues…” sin duda la chica no quería tocar ese tema con un pequeño tan esperanzado de la vida, pero no fue capaz de ocultar su nerviosismo, el cual fue detectado por Hakata.
“¿Eh? ¿Tú crees que hay algo alarmante?” preguntó él. “O sea, sí estoy al tanto de que hay Rebels que luchan o algo así, pero eso no afecta al resto del campus, ¿verdad? Hay todo tipo de profesores, investigadores, empresarios, científicos, ingenieros y quién sabe qué más metidos por ahí y aportando a la comunidad tecnológica sin poner en peligro a nadie.”
“Supongo puedes decirlo…”
“Pero no te ves convencida…” negó. “Está bien, no tienes que tocar ese tema si no quieres, Yukko,” él sonrió decidido. “Aunque me has inspirado a investigar Rizembool por mi cuenta para encontrar a toda la gente peligrosa y conocerlos personalmente. Te mostraré que no hay nada qué temer, ¿de acuerdo?”
“O-oye, no digas eso…” sin duda Yukko se preocupó por aquella decisión que casi parecía una especie de amenaza. “No quisiera que te expusieras a algo peligroso para ti, Hakata.”
“Lo decía medio en broma, para ser sinceros, pero aprecio el sentimiento,” se encogió de hombros. “Yukko, ¿tú crees que haya algo además de los Rebels que deba vigilar aquí?”
“Hmm, pues, no quiero compartir mis paranoias conmigo…”
“Si alguien tan amable como tú lo detectó, seguro que no son paranoias.”
“¿E-eh?” no supo ni cómo comenzar a interpretar ese comentario, así que optó por ignorarlo. “Pues… por ahí se oye que los científicos son algo tenebrosos y maquiavélicos. O sea, creo que ellos tienen un rol importante en hacer que los Rebels sean escogidos y puedan pelear…”
“Hmm, no lo había pensado…” Hakata llevó una mano a su mentón. “Creo haber entendido que eres una estudiante de ciencias. ¿De casualidad conoces a algún científico?”
“Pues no en mi carrera en sí, pero…” entonces, Yukko se detuvo. Sintió un asfixiante sentimiento de deja vu que le advirtió que no continuara. “E-espera, sólo por curiosidad… ¿tu apellido es Toushirou?”
“¿Hm?” Hakata alzó una ceja. Le pareció interesante la inquietud de la chica, así que por ello supo qué contestar. “Pues no, ¿por qué lo preguntas?”
“Ya, me alegra…” Yukko respiró tranquila. Sí, no podía ser que cada persona random que se encontrara inadvertidamente fuera parte de aquella numerosa familia.
“Suena a que son una familia que temer, o algo así.”
“T-tampoco te lleves la impresión incorrecta,” ella sonrió incómoda y levantó sus palmas para despejar sus dudas. “E-es sólo que medio conozco a un científico con ese apellido, y se me hace aterrador. O sea, no debería, es amable conmigo y todo… pero me da escalofríos cada vez que lo veo, y no sé por qué…”
“Hmm, tal vez tenga algo que ver con esa aura sospechosa de Rizembool…”
“Puede ser… ¡e-ehh pero no me tomes tan serio! ¡Seguro que son paranoias!”
“Está bien, gracias por compartirlo conmigo, Yukko,” Hakata sonrió animado. “Me aseguraré de seguir tus consejos.”
“Ahh, y te mantienes tan seguro como siempre. Sí que me sobrepasas, pequeño…” la chica dio un suspiro, y justo entonces llegaron a aquel ambiente que el pequeño había descrito.
“¡Oh, sí, aquí es!” exclamó Hakata. “Muchas gracias, Yukko.”
“Hehe, de nada,” le sonrió. “Aunque estamos un poco lejos de la salida y no estudias humanidades. ¿Qué plan tienes por aquí?”
“Pues, es un punto medio para las personas con quienes me voy a encontrar,” dijo el chico. “Oh, y es un nice timing.”
“¿Sí?” Yukko miró en la dirección que el pequeño observaba y se quedó en shock.

No podía ser…



“¡Hakata!” exclamó Shinano, quien se acercó corriendo con una sonrisa. “¡Oh, y Yukko también! ¡Qué coincidencia!”
“¡¿E-ehh?!” Yukko se estremeció.
“¿Hm? ¿También conoces a Shinano?” preguntó Hakata a la chica.
“¿Q-qué…?” ¿el pequeño era conocido de ellos? Y el hecho que haya dicho ‘también’ en su pregunta significaba que…
“Buenas tardes, Aioi-san,” saludó Yagen, quien sonreía con leve ironía. “Veo que tiendes a encontrarte con mis hermanos.”
“¡Hola, Yagen-nii!” saludó Hakata.
“Espero que hayas tenido un buen día por tu cuenta, Hakata,” dijo el científico, amablemente.
“¡Sí, este lugar es el mejor!”
“¡E-e-esperen!” Yukko dio un paso hacia atrás, aterrada.
“¿Qué sucede, Yukko?” preguntó Shinano, un poco sorprendido por su reacción. Ladeó su cabeza, confundido. “¿Te sientes bien?”
“Ehh, e-es que… p-pues… y-yo…” ella no podía ni articular una oración.
“Ahh…” Hakata dio un suspiro y decidió tomar la palabra. “Yukko me ayudó a encontrar este punto y en el camino me comentó que tiene miedo de Rizembool. Oh, y que Yagen-nii es algo como un ser aterrador.”
“¡Ihhh!” la chica se escandalizó por la soltura con la que lo dijo.
“Heh, pienso que es interesante. Sin duda Yagen-nii se hace respetar, ¿cierto?” preguntó el rubio, con una divertida sonrisa.
“V-vaya…” Shinano sonrió un poco incómodo. Su travesura del día anterior comenzaba a pesarle más por ver a la chica torturada.
“¡N-no me malentiendan! ¡No tengo malas intenciones ni nada por el estilo!” exclamó Yukko, quien agarró su cabeza. “¡Ahh, ¿por qué esto sigue ocurriendo?!”
“Dudo altamente que debas temer a Yagen-nii, tranquila,” le aseguró Hakata.
“¡Pero tú me dijiste que no te apellidabas Toushirou!”
“¿En serio dijiste eso?” preguntó Shinano.
“Por supuesto,” Hakata se encogió de hombros como si fuera lo más natural del mundo. “Yukko se veía inquieta y repentinamente me preguntó eso. Tuve curiosidad por su reacción temerosa así que le mentí para que fuera honesta conmigo.”
“Haha, sí, suena como algo que harías,” el pelirrojo se puso a reír.
“¡Ahh, no le den tan poca importancia, por favor!” suplicó la chica, quien se sobresaltó un poco al oír al doctor dar un pesado suspiro.
“Comprendo que mis dos hermanos te han causado inconveniencias este último par de días, y quisiera expresar mi lamento por ello,” dijo Yagen, con frustración, para entonces mirar a la chica con leve reproche. “Sin embargo, como esto ha sido reincidente, está en mi derecho preguntarte: ¿acaso vas caminando por Rizembool y compartiendo tu temor hacia mí con completos desconocidos?”
“¡N-n-nooo! ¡Juro que no lo hago! ¡S-sólo ha sido este par de veces y porque el tema de Rizembool salió a flote!” exclamó aterrada. “¡Y sé que no tengo credibilidad alguna, pero digo la verdad! ¡Lo siento mucho! ¡No te enojes, por favor!”
“Eh, sí, no te enojes con Yukko. Yo fui quien tocó el tema ayer,” le aseguró Shinano. “Y seguramente Hakata también dirigió la conversación hoy. Ella es inocente.”
“Sí, le preguntaba sobre cómo le parecía Rizembool, aparte que si ella te teme no deberías ser tan frío con ella, Yagen-nii,” observó el pequeño, meditabundo.
“No que lo sea, mi trato es el de siempre,” Yagen negó y se cruzó de brazos, con un leve gesto de impaciencia. “No me sorprendería que las ocurrencias de la grulla estén detrás del temor irracional de Aioi-san. Al mismo tiempo, creo comprender que los profesionales en un ambiente de estudio deben estar acostumbrados a que se hable mal de ellos a sus espaldas…”
“Ihhhh, lo siento…” Yukko agachó su cabeza, afligida. “J-juro que no es así…”
“Por favor deja de llamarle Aioi-san,” pidió Shinano al doctor. “Me uniré al club de drama con ella así que seguramente la verás a menudo, aparte que bajar un poco tus hábitos profesionales resultaría menos intimidante. Te lo aseguro.”
“Ah, así que de ahí se conocen,” observó Hakata. Él sonrió. “Oh, Yukko, Shinano es el hermano suave del que te hablaba. No seas como él.”
“¿Q-qué le has dicho sobre mí?” preguntó el pelirrojo, incómodo.
“En fin, estamos temprano. Todavía debemos esperar a nuestros hermanos mayores,” observó Yagen, quien se puso a revisar su celular. “Aprovechen estas tiendas por si tienen algún antojo en especial. Les espero.”
“Tú no eres de comer lo que sea, Yagen,” Shinano sonrió frustrado y se giró a la chica. “¿Te parece si tomamos unos helados?”
“N-n-no, mejor debo irme…” Yukko negó repetidamente, inquieta.
“Vamos, yo invito,” se ofreció. “Al menos una compensación por el mal rato.”
“P-pues, si insistes…”
“Asumo que también me invitarás, ya que andas generoso,” dijo Hakata, con expectativa.
“Sí, tú tranquilo,” Shinano sonrió. “Y justo no hay gente. Hay que ir cuanto antes.”

Los tres acudieron a la heladería aledaña a compartir aquel postre. Yukko pidió apenas una bola de helado ya que debía ir a estudiar un poco y con rapidez se excusó, sin antes confirmar su asistencia a Shinano para el paseo del día siguiente.

Luego de su retirada, los tres hermanos continuaron esperando a sus mayores.


Después de su contundente declaración al par de hermanos, Seija había pasado el día yendo de un lado a otro por la universidad. Había intentado preguntar por información sobre los Rebels en un par de secretarías, pero ambos sitios resultaron ser centros académicos que de inmediato le redirigieron a la secretaría central para mayor información. La chica se contentó con saber ello y optó por dejar su búsqueda para más tarde mientras pasaba otro día ocioso y despreocupado en medio de su futura alma mater.

Y entonces llegó la tarde. Ella caminó hacia la salida de la universidad y por curiosidad supuso que preguntaría más información. Se puso a buscar dicha secretaría a la cual había llegado el primer día, para entonces toparse con alguien extraño.

Seija vio a un peliblanco de vestimentas extrañas y pomposas sentado en una banca frente a la secretaría que había estado buscando. Pese a su rara apariencia, ella habría ignorado a aquel sujeto de no ser porque este le miraba atentamente y con una traviesa sonrisa, para entonces dirigirle la palabra.

“Tengo entendido que quieres poder,” observó Shinkouhyou, tranquilamente. “Tú quieres ser tan fuerte como los Rebels, ¿no es así?”
“¿Eh? ¿Quién eres tú?” preguntó ella, alzando una ceja. Seija podía detectar que aquel tipo era despierto y más de lo que parecía. “Supongo no serás un estudiante de drama, pese a su elección de atuendo.”
“Como consejo, intenta no molestar a aquellos que son poderosos en Rizembool,” recalcó el otro, quien se vio un poco molesto por aquella observación de la chica. “Lo dejaré pasar esta vez, pero si vuelves a insultarme, te arrepentirás.”
“Uhh, se nota que no me conoces,” la pelinegra sonrió con ironía. “Si me dices que no haga algo, eso es lo que haré. ¿Qué te hace pensar que te haría caso, por más prudente que pueda ser?”
“Dime tú, Seija,” dijo, sonriendo malignamente, y entonces Shinkouhyou fue brevemente rodeado de chispas que corrieron por todo su cuerpo, lo cual bastó para impresionarle.
“¿Q-quién eres tú?”
“Mi nombre es Shinkouhyou, y soy un entrenador de Rebels. Mi rol en Rizembool me permite tener poderes, los cuales me proveen de toda la información que desee. Nada se escapa de mí en esta universidad…” miró a la chica atentamente. “Sin duda tus ánimos de unirte a Rizembool a cambio de poder tampoco lo hizo.”
“Eh…” ella tomó un poco en reaccionar. “Pues, no me gusta reconocer derrota, pero pareces estar a un paso por delante de mí,” sonrió satisfecha. “Aunque puedo percibir que no somos enemigos. Tú, como un instructor de Rebels que ha venido a hablar conmigo, ¿acaso deseas ayudarme a lograr mis objetivos?”
“Fufufu, me alegro de no tener que explicarme,” él asintió y se encogió de hombros. “Las personas seguras y determinadas como tú son muy interesantes de observar, y esa actitud individualista te hará ser muy fuerte. Por ello, quiero ofrecerte una ayuda especial.”
“¿Cómo que especial?”
“Verás, en la secretaría te harán llenar tus datos y te pondrán en el mero fondo de la evaluación para ser una Princess. Una chica con poderes como los Rebels, para abreviar,” informó. “Podrías tomar mucho tiempo en ser escogida. Pese a la barbarie que ocurre aquí, hay muchos interesados por las recompensas y el renombre de esta universidad. En cambio, con mi recomendación, agilizaré tu proceso para que te acepten casi de inmediato.”
“Y eso es porque dices que tengo potencial,” le vio asentir. “Pues bien, estamos de acuerdo, y gracias por la oferta. Me alegra saber que tengo ayuda. Haha, me has salvado de poner a la familia de un allegado en aprietos.”
“¿Cómo así?” preguntó Shinkouhyou.
“Pff, y luego dices que tienes toda información a tu alcance,” Seija se encogió de hombros, indiferente. “Iba a extorsionar información de parte de un chico muy fuerte ya que tengo pruebas en su contra, pero ya no será necesario…”
“…” el peliblanco amplió su sonrisa. “La prueba en su contra, ¿podría verla?”
“¿Eh? Supongo,” ella llevó su mano a su bolsillo y se vio sorprendida. “E-espera, ¿qué es esto?”
“…” Shinkouhyou esperó pacientemente y vio a la otra sacar lo que parecía ser tierra de su bolsillo. Seija pudo reconocer los restos de una bala en medio del escombro, pero al tratar de tocarlo con los dedos de su otra mano, también se deshizo.
“¿Q-qué demonios? ¡Estas balas eran de metal!” exclamó, desconcertada.
“Fufufu…” Shinkouhyou rió brevemente. “No hubieras podido extorsionarle, entonces.”
“¿Pero qué está pasando?” preguntó demandando explicaciones.
“Tranquila, no había forma que hubieras podido predecir que eso iba a ocurrir,” observó el peliblanco con leve entretenimiento.
“¿Tú sabes qué pasó aquí?” Seija le miró con desconfianza.
“Olvida tu posible chantaje, ya que no lo necesitarás más,” Shinkouhyou se puso de pie. “Aquel chico al que viste derrotar a criminales, y aquel otro hermano al que despreciaste son un dúo muy entretenido, en mi punto de vista. Son neutrales y viven con el interés de no meterse con nadie, siempre y cuando nadie se meta con ellos,” él le apuntó. “Te daré una amigable advertencia. Pórtate bien con el par y con su familia. Mientras mantengas ese principio, ni ser Princess te meterá en problemas.”
“…” la chica estaba impresionada por todo lo que oía del otro y la cantidad de información que tenía, pero lo estaba asimilando muy bien. Ella desvió su mirada, con reproche. “Tsk, sabía que había algo raro en ese doctor.”
“Sígueme, te llevaré a inscribirte,” Shinkouhyou dio un par de pasos, y le miró de reojo. “A menos que te hayas desanimado.”
“No me insultes,” ella frunció el ceño. “Ese niño se burló de mí. Algún día me las pagará.”
“Fufufu, como digas…”




Eran horas avanzadas de la tarde y el sol se despedía del firmamento. Ichigo acababa de terminar su ocupado horario y caminaba hacia el punto de encuentro. Sabía que sus hermanos se encontraban esperándole y no quería retrasarse más.

Había tenido un día lleno de desaire, con un pesado y vacío sentimiento que anulaba su mente y desenfocaba su visión. Poco a poco, notaba lo mucho que sus hermanos se escapaban de sus manos y lo poco que podía hacer por ellos. La preocupación era intensa y no podía remediarla. Ichigo sentía que temía por ellos, y a su vez que los espantaría si trataba de acercarse.

Le regresó un sentimiento muy familiar, aunque que hace tiempo no se manifestaba tan marcadamente. Él percibió que, en algún momento del difícil pasado, les había fallado, y que no había marcha atrás…

Sin embargo, se alentó y sacudió su cabeza para despejar sus inquietudes. Continuaba su dilema sobre cómo actuar o qué hacer, pero se recordó lo más básico. Era el hermano mayor, y debía seguir con su deber hacia sus menores. Haría lo que podía, sin importar cuán trivial pudiera parecer. Si continuaba con su rol, probablemente podría remediar los problemas de sus hermanos, y resolver la aflicción que sentía por ellos. Tenía que creerlo, debía hacerse realidad.

Él se detuvo frente a aquel pequeño patio y vio a sus cinco hermanos ocupar una mesa y hablar amenamente. Ichigo llevó una mano hacia su pecho a manera de aliviar y sostener su propio centro, y se conmovió por verles interactuar, y sonreír…

Durante la duración de cada largo día, cada uno de ellos se sumergía en un mundo aparte y tomaba posesión de sus propias vidas. Todos los hermanos tenían sus amigos, deberes y aspiraciones, y se movían en vectores únicos por el espacio tridimensional de la vida. Pese a ello, todos compartían el mismo origen, el cual tenían permanentemente presente y al cual siempre regresaban al final de sus faenas.

Después de cada largo día, ellos regresaban juntos a casa y el presente no sería distinto.

“Lamento la tardanza,” dijo el peliceleste, acercándose. Su presencia hizo que todos se levantaran y le alcanzaran.
“Qué bueno que ya llegaste, Ichi-nii,” dijo Shinano, sonriente. “Eres muy admirable por todo lo que tienes que hacer todos los días.”
“En verdad que sí~” canturreó Namazuo, quien extendió un paquete al mayor. “¡Vendieron unos deliciosos budines y te compramos uno antes que se acabaran! ¡Tienes que probarlo!”
“Haha, muchas gracias por la consideración,” el mayor sonrió agradecido. “Lo degustaré ni bien lleguemos a casa.”
“Ten cuidado de que Houchou te lo quite,” dijo Hakata. “También compramos para los demás, pero todos sabemos lo voraz que es.”
“Debemos apurarnos. El tráfico empeora,” observó Honebami, meditativo.
“Es verdad,” Yagen asintió, y se dirigió a Ichigo. “Buen trabajo como siempre, Ichi-nii.”
“¿Por qué lo dices?” este se confundió. “No que haya hecho nada excepcional hoy.”
“A diferencia de muchos de nosotros, tú siempre andas haciendo lo mejor de ti. Por ello ni debo preguntar,” el doctor se encogió de hombros y sonrió comprensivamente. “Eso es algo que todos reconocemos.”
“Heh, es verdad,” Hakata asintió.
“¡Sin lugar a dudas!” exclamó Namazuo, alegremente.
“…” Ichigo sonrió incómodo, aunque agradecido. Había necesitado oír algo así, especialmente de su hermanito más distante. Quizás carecía de mucho para ser el hermano ideal para sus queridos parientes, pero sí era reconocido por ellos, y en verdad que daba su mayor esfuerzo. Se sintió aliviado y bendecido. “Son muy amables. Yo sé que ustedes también se esmeran a su manera. Vamos de una vez, que no se nos haga tarde.”

Los Toushirou fueron camino hacia el estacionamiento para retornar a casa. Con ello concluyó ese día todavía parte de una agradable y cálida rutina que tendrían el privilegio de disfrutar por un poco más, antes de lo inevitable…

La noche cayó y llegó el fin del presente día.


Kana

#43


—Son las diez de la noche. Es la hora que acordamos iniciar el plan.—
—No estoy seguro… Creo que no resultará y nos meteremos en problemas.—
—¡Ah! ¡Ten agallas de una vez!—
—…— El rubio observó con los ojos entrecerrados al peliblanco a su lado. Lamentablemente el chico le conocía moderadamente y por tanto tenía ciertas licencias para hablarle así si bien no eran cercanos.
—Lo siento, es que estoy algo nervioso por esto. Si resulta todo bien cada una de las partes tendrá una circularidad de resultados positivos.—
—Hm, no quiero decir lo negativo, entonces.—
—Hehe, mejor que no. Hay que pensar positivo para atraer lo positivo.— Golpeó con su puño la palma de su mano. —Eso es, hay que pensar positivo. Es la clave.—
—…— Podría decir que pensar positivo no llevaba a ninguna parte, dada su propia experiencia personal, pero no quería destruir esa burbuja utópica que el otro se había armado. Entendía que si todo resultaba bien, también sería un gran progreso para el otro chico y su compañera de clases, incluso en el campo de la investigación científica que conllevaba el poder que estaban investigando esos dos. Por su parte, la única ganancia era mantener una estabilidad mental en un familiar que no parecía importarle realmente ello. El joven tomó el vaso de café de la máquina. —Voy a buscarlo.—
—Gracias, Henry, no habría podido hacer esto sin ti.—
—Él me va a odiar… Más.— suspiró, derrotado.

Henry dejó atrás a Allen Walker para que éste continuara  con su parte del plan. A él le tocaba fingir que nada sabía y conducir a su hermano a un encuentro “fortuito” con la persona con quien debía conversar.
Mucho más allá, en el muelle, vio a Cain de pie, mirando hacia el obscuro mar mientras mantenía las manos dentro de su chaqueta. Parecía demasiado ensimismado en sus propios pensamientos y la luz de luna le hacía ver mucho más pálido de lo que ya era. Siempre había tenido una belleza extraña, casi “mágica”.
Recordaba que en la escuela las chicas le mandaban cartas a su hermano mayor sobre declaraciones amorosas y éste educadamente les rechazaba con la excusa de estar demasiado comprometido con sus estudios y deberes. Recordó incluso una ocasión en que el mismo Allen había ido a visitarlos en la casa de Londres y Cain justamente estaba leyendo una carta. Como era más comunicativo en ese entonces no le dio reparos leerla con Allen aunque fue un garrafal error porque al ver que esta carta era firmada por un compañero de clases Allen de por vida lo fastidiaría con esa persona.
En aquellos tiempos su hermano socializaba algo y era más “educado” para apartar a la gente, porque siempre fue más simpatizante de la soledad que de la sociedad excesiva. No obstante, pese a su personalidad solitaria y melancólica, no se abstenía de participar en eventos sociales con sus compañeros e incluso participar en bromas.
Ahora, las pocas personas que se le acercaban, lo hacían con respeto y casi con temor, como si al frente suyo tuvieran a un emperador a quien debían obedecer y no fallarle. Ni hablar de bromear con él.
Cain finalmente se parecía cada día más a su padre Richard. No sirvió de mucho que su hermano ocultase su primer nombre, “Richard”, para sacarse de encima la imagen de su poderoso padre.
—Disculpa, me tardé un poco.—
—Quince minutos más de lo normal.— Exigente y puntual, como el progenitor.
—Ah, pensé traerte un café y me demoré buscando algo que… fuese de tu gusto.—
—No, gracias. No me gusta el café mundano… No es sano. Tú no sabes qué puede contener.—
—…— Y cada vez más clasista. —Okay, ¿Qué tal si caminamos un poco para distraernos?—
—Eh, Henry…— El pelinegro apuntó insidiosamente con su dedo índice sobre el cristal de la pantalla de su reloj de pulsera. —Se me hace tarde. Será mejor que hablemos sobre lo que sucedió en tu reunión con esos tipos miembros de las familias en discordia con la nuestra. Es crucial que conformemos como hermanos un correcto plan para proceder en este contexto y que nos evite cometer errores que nos dejen en una posición vulnerable.—
—Lo sé, lo sé. Pero creo que, naturalmente, debemos tomarnos unos minutos como beneficio de salud mental.—
—…—
—¿Qué?—
—¿Estás asistiendo a terapia?— Le observó con inquisición.
—C-claro que no— se ofendió por ese comentario. Su hermano sabía que ningún Lancaster podía asistir a ese tipo de “terapias” puesto que únicamente, y si alguien más se llegase a enterar, sería visto como una debilidad. —Sólo lo sugiero porque es bueno compartir entre hermanos… Aunque no seas simpatizante de ello.— suspiró.
—…Okay.— giró los ojos, hastiado. —¿Qué quieres? ¿Caminar o qué? Si es así, que sea ahora rápido porque pasan los minutos y—
—¿Por qué estás tan ansioso?— le cortó abruptamente. —Pareces angustiado por ir a alguna otra parte.—
—Ah, ¿Yo? No.— negó. “Aunque quizá me estaba mecanizando con un sistema capitalista lo cual me hace estar acelerado y angustiado ante la ansiedad de producir beneficios que en realidad nunca llegan...” pensó internamente.
—¿Y si me haces un favor ya que estás corto de tiempo?—
—¿Qué cosa, Henry?— entrecerró los ojos, inquietando al otro.
—Ehh, pensaba que podíamos ir allí.— Henry señaló una atracción turística a lo lejos la  cual era un teleférico que conectaba la zona del muelle con el final de un monte lleno de árboles.
—…— Cain se quedó mirando el punto de partida y el punto final calculando el tiempo que les tomaría. Unos treinta minutos, máximo. Quizá si podía ceder pero… —No lo sé. Parece algo aburrido.—
—¿Por favor?—
—…Si tanto quieres.—
—Gracias.— sonrió, más tranquilo. Notó que su hermano de pronto estornudó, lo cual repitió mientras caminaban a la cabina del teleférico. —Te estás resfriando. Sebastian tenía razón.— recordó los comentarios del mayordomo durante el último desayuno en la  casa de su tío Vincent. El sirviente había hecho un pequeño reporte al dueño de casa y, entre otras cosas, había anunciado que Cain se resfriaría en tres días exactos posteriores. —Siempre acierta.—
—Ese sujeto…— estornudó una vez más. —No me da confianza. Tío Vincent debería erradicarlo de la mansión y dar la advertencia de que no se acerque a Ciel.—
—¿Por qué? Siempre ha sido muy unido a Ciel y lo ha apoyado en todo. Casi como… una madre.—
—Porque… No… No lo sé.— se incomodó un poco por esa pregunta. —No es bueno que Ciel pase tanto tiempo con un adulto. Tiene que tener amigos de su edad. Puede ser fácilmente influenciado por ese tipo.—
—Hm.— Mejor no comentó nada más al respecto. Para él, Sebastian era un buen apoyo para Ciel.
Ambos llegaron hasta la cabina del teleférico, Henry pagó por dos pases y fueron hasta una de los transportadores. Esperó que su hermano subiera primero y luego Henry actuó del modo más sospechoso y absurdo que alertó al otro.
—¿Qué pasa?—
—Ah, es que es Allen. Que sorpresa verlo por aquí.—
—¿Walker?— Cain hizo un ademán de asomarse para ver, pero Allen llegó primero haciendo presente su persona.
—Hey, chicos, que coincidencia verlos aquí. ¿También compraron el pase para este transportador? Genial.— les sonrió, carismático. Aunque para Cain se le hizo algo maligno. —Estoy con una amiga, Kana, bueno, Henry ya la conoces y creo que tu también la conoces y NO me habías dicho ni un maldito comentario al respecto.—
—Espera, ¿Qué?— Kana, quien venía bastante abrigada acorde a la noche fría, se quedó de una pieza. Miró consecutivamente a Allen y a Henry y luego a Allen de nuevo, con rencor, porque Henry era demasiado inocente para esas cosas. —Walker, ¡Qué diablos!—
—¿Ah? ¿Qué pasa?— Allen fingió normalidad.
—…— Kana y Cain se miraron de reojo, se podría decir que saltaron chispas.
—Okay, esto es embarazoso.— dijo Kana. —Yo te esperaré aquí, Allen, hasta que termines tu paseo.—
—Oye, ¿y si sale un psicópata o algo así? ¿o tu Rebel? ¿o cualquier loco con MK Ultra mental?—
—…Eh, esas cosas no van a pasar.—
—Señorita Arima, creo que todos estaríamos más tranquilo si nos acompaña.—
—…— Kana miró a Henry, él era tan jodidamente educado. Ni se parecía a su hermano Cain.
—O si te incomoda tanto, yo me bajo.— Sugirió Cain, sonriendo burlonamente mientras miraba a Kana, desafiante. —No estaba de acuerdo con este paseo tan infantil después de todo.— luego miró a Allen. —Es más acorde para ti.—
—Subiremos todos.— Terminó Allen, tomando de los hombros a Kana e induciendo a que subiera.
—Ok, ok. Ya subí.— Kana suspiró. Miró a Allen. —Subiremos todos, ¿no?— repitió.
—Ehhh, ¿Ops?— Allen sonrió una ultima vez
—¡Walker bast—- Pero antes de que Kana y Cain pudieran hacer algo, el peliblanco cerró la puerta hermética del transportador quedando afuera con Henry mientras los otros dos lo miraban con odio a través del cristal.
—¡Allen! ESTO NO ES GRACIOSO.—
—Walker, te ordeno a que abras o si no…—
—¿O qué? ¿Me vas a despedir? Haha.— Allen rio divertido. —Bueno, los dejamos para que conversen ya que tienen mucho de que hablar.— miró a Henry. —Los esperamos cuando terminen.
—¡No!— Dijo Kana, pero la maldita cosa comenzó a moverse, ella golpeó con  su puño el cristal rabiando pero era en vano. Resignada, tomó asiento al frente de Cain, al costado extremo. Miró por la ventana mientras el transportador avanzaba. Cain hizo lo mismo al otro lado.
La HiME analizó la situación mentalmente. Seguramente Allen quería que ella hablara con su Key para así recuperar las demás capacidades que obtiene una HiME gracias a la relación simbiótica con su Key; entre lo más importante, el CHILD. Kana se había cansado de explicarle a Allen que en realidad ella nunca había visto una utilidad en su CHILD, a tal punto que ni recordaba cual había sido antes (…) y que la mayoría de las veces no se pronunciaba en las batallas suyas.  Pero a Allen se le había clavado la maldita obsesión de juntarla con su ex Key apenas enterarse de quien era para que así ella pudiese tener el Child.

“Cálmate. Sólo tienes que esperar en silencio hasta que esta cosa llegue nuevamente abajo” pensó, pero sus pensamientos se vieron obstaculizados cuando el transportador se sacudió en el aire haciendo que ambos pusieran atención a su alrededor. Poco después notaron que una luz de emergencia se encendió en el interior y el transportador se quedó suspendido en el aire, ante una falla mecánica.

—No puede ser.— La peliblanca se dio con la palma de su mano en el rostro.
—…— Cain se quedó en silencio. Maldijo mentalmente al desgraciado de Allen porque sabía que su hermano era demasiado estúpido y cobarde para planificar algo en su contra por lo que todo esto era obra de Walker. Se cruzó de brazos y apoyó la frente en el cristal de la ventana.
—¿Hola? ¿Alguien puede ayudarnos?— Kana apretaba insistentemente el botón del comunicador de emergencia pero nadie le respondía. —¿Hola?— persistentemente presionaba una y otra vez el botón.
—Deja eso, es molesto.—
—Al menos intento que salgamos de aquí.— Lo miró molesta. —Había olvidado lo sensible que eras.—
—No me había dado cuenta antes cuan irritante eres.—
—¿Irritante?— Ella alzó las cejas. Era primera vez en la vida que Cain decía algo “malo” de ella. —¿Te… parezco irritante?— se volvió a sentar. Cain no le respondió nada. Los minutos pasaron lentamente y eso creó un ambiente muy incómodo entre ambos. —Ya no conversas nada…—
—No hay nada que podamos hablar.—
—…—

Era cierto. Porque ella misma intentaba buscar un tema de conversación que los distrajera pero por más que intentaba nada se le venía a la mente. Eso era doloroso, porque durante años Cain había sido su mejor amigo y su mayor confidente tanto en persona como cuando se mantenía en distancia.
Pero por más que la angustiara, una parte de ese Cain había muerto y ella misma había sido su asesina.
Kana lo observó sigilosamente sin que el otro se diera cuenta, estaba completamente de negro y se veía más pálido de lo normal. Incluso lo percibía más delgado que de costumbre. Cain siempre se le hizo algo… femenino, dramático y princeso que necesitaba de su protección, sí, ella como su príncipe protectora todo el tiempo. ¨Princeso¨ recordó en silencio. Era el apodo que los compañeros de curso de Cain en Hanasaki le habían dado después de conocerlo un poco más. ¨Tan delicado y sensible como una damisela¨ había bufado Mello en un partido de futbol cuando los dos estaban en el mismo equipo de Hanasaki y tenían esa rivalidad emblemática que les hizo destacables desde ese entonces.
Pero hoy en día parecía demasiado lejano, ausente, casi como una imagen espectral que se disolvería paulatinamente ante sus ojos. Como alguien que quiere desaparecer sin que nadie lo note ni lo recuerde.

Se le hizo como la imagen exacta de depresión.

Bien, Cain siempre había sido dramático, no exagerado en lo verbal pero sí dramático en su sensibilidad silenciosa. Pero eso era solo delante de ella. Ante los demás siempre había demostrado una careta sociable, gentil y comunicativa la cual era eso, una máscara. Pero ahora parecía que ni se preocupaba por dar una imagen positiva de sí mismo.
Él estornudó, y volvió a apoyar la frente en la ventana.

Kana miró por su ventana. Abajo se veían las luces como iluminación lejanas y pequeñas como si fueran estrellas distantes. La ciudad de Tokyo de todos modos eras siempre bien iluminada y fascinante, por lo que el paisaje era maravilloso. Siempre le había encantado su ciudad natal y nunca había tenido la iniciativa de abandonarla ni aún cuando se le había ofrecido una beca para el extranjero en la escuela de Hanasaki.

Incluso el mismo Cain le había ofrecido irse con él a Inglaterra cuando terminara su intercambio en Japón. Pese a que Kana tenía catastróficos bucles y lagunas mentales debido a la perdida de memoria tras la última batalla con los Rebels de ese entonces, recordaba aquella escena con Cain.

Flash Back

Era un día cálido con brisas frescas. Kana descansaba sobre la hierba del jardín de Hanasaki. Mantenía los ojos cerrados y el rostro alzado hacia el cielo sintiendo aquella brisa que le agradaba. Cerca estaba el árbol que ella siempre buscaba para obtener sombra y tranquilidad por lo que se sentía siempre a gusto en ese sitio.

—Kana… Hey, Kana.—
—¿Mh?— Escuchó que alguien la llamaba. Al abrir los ojos se encontró con la cercanía del rostro de Cain. Este retrocedió, un poco incómodo con la pronta cercanía inconsciente. —¿Estas aquí hace rato?—
—Ah, un poco. Unos minutos.— asintió, sonriendo. —Parecías muy tranquila que casi me decido por no molestarte.—
—Hehe.— ella rio levemente. Al ver a su amigo, lo notó con el uniforme de fútbol de Hanasaki. En ese entonces, Cain participaba mucho de los clubes deportivos y el de fútbol era uno de sus favoritos. Usualmente a esa hora se iba con los amigos que había hecho en su intercambio cultural. A Kana le gustaba que Cain socializara con sus amigos, a veces se pasaba mucho tiempo con ellos pero eso no era malo ya que eso fortalecía los lazos de amistades en su intercambio estudiantil. Ella extendió su mano al cabello del otro, para quitarle una hoja de cerezo que se había depositado sobre su cabello. —¿Qué tal estuvo el entrenamiento?—
—Bien.— Asintió, sentándose a su lado.
—Espero que no hayas tenido problemas con ése detestable de Mihael.—
—Ah, ése.— Entrecerró los ojos. —Lo trato de ignorar la mayor parte del tiempo pero es un tipo insistente.—
—Quizá quiere ser como tú y te admira. No seas malo con él.—
—Ehhh, no creo.— alzó los hombros. Seguidamente observó el paisaje, pensativo.
—¿Pasa algo?—
—Es que… El año ha pasado demasiado rápido. Es increíble que quede poco para el termino de este ciclo académico.—
—Sí…—
—No me gustaría irme tan pronto.—
—Pero sueles volver.—
—Pero mi abuelo tiene expectativas prontas para mi. Quiere que asuma mi rol de hijo mayor lo antes posible.—
—Ese viejo detestable.— Kana vio que Cain abrió los ojos en sorpresa al ver a su abuelo insultado. Ella se encogió de hombros. —Disculpa. No pude evitarlo. Es que… siempre termina separándonos.—
—Descuida.— rio un poco. —Pero tienes razón, siempre vuelvo. Aunque me tarde unos años.—
—Y siempre tienes la opción de hacer el año de nuevo. Si total estás adelantado en unos años.—
—Kana, eso sería visto como un error inaceptable para mi familia.—
—Lo sé, lo sé.— suspiro.
—…— El joven la contempló unos instantes. —¿Y si vienes conmigo a Inglaterra?—
—¿Qué?—
—Eso. Que vengas conmigo. ¡Te encantará Inglaterra!—
—P-pero, debe ser super caro y me será super difícil acostumbrarme. Además mi inglés es tan primitivo.—
—Oh, eso no importa. Yo puedo pagar tu estadía allí, además puedes practicar el inglés conmigo. Será divertido.
—¿Tú crees?—
—Claro. Será genial tener a mi amiga cerca.—
—Me gustaría pero…— bajo la mirada.
—Entiendo…— asintió. —Es por tu responsabilidad como HiME, pero consideremos que podemos ir a Inglaterra cuando esto termine.—
—¿Y si no termina nunca?— preguntó con angustia interna. Realmente era algo que le inquietaba.
—Algún día tiene que terminar.— Cain se puso de pie y le extendió la mano. —Vamos por unos refrescos.—
—¿Y si mejor vamos a beber cerveza? Kora me nombró un local al cual va con sus amigos en Harajuku que suena prometedor y…— vio la cara de espanto en el otro. —Haha, era broma. Ninguno de los dos bebemos.— giró los ojos, tomó la mano del otro y se puso de pie. —Pero volviendo a lo que estábamos hablando. Me gusta la idea de ir a Inglaterra, ¿Sabes? suena bastante bien poder conocer tu país.—

Fin del Flash Back


Un nuevo estornudo de su ahora no amigo le devolvió al presente. Por lo que podía notar, el inglés estaba empezando a enfermarse. Kana Arima soltó un suspiro prolongado, ése otro seguía siendo una persona a la que debían cuidar mucho. Se puso de pie y se sentó a un lado de Cain, el otro hizo un gesto similar a un gato engrifado arrinconándose y colocándose a la defensiva pero antes que dijera algo Kana lo miró con rencor y le pidió que se mantuviera callado. Seguidamente se quitó su larga y cálida bufanda y se la puso al otro, éste reclamó pero Kana hizo oídos sordos.

—Deja de ser tan problemático.— Le regañó. Por desquite, le apretó bien la bufanda al cuello como poco más asfixiarlo. —No quiero estar encerrada con un foco infeccioso, así que evita empeorar más hasta que salgamos de aquí.—
—Hm…— La miró disgustado, luego volvió a su silencio. Después miró inquieto cada parte de ese lugar. —¿Crees que alguien solucione esto antes de las dos de la mañana?
—Eso espero…  ¿Acaso tienes que hacer algo antes de esa hora?—
—No.—
—Hm… Sólo espero que Allen y tu hermano no nos dejen aquí hasta el amanecer.—
—Idem.— Si eso pasaba, mandaría al desgraciado de Henry de regreso a Siria ahora YA. Y a Allen, quien sabe, quizá le venía bien sufrir un secuestro express con amenaza de riesgo vital para uno de sus familiares como “broma” inocente.
En ese momento, el celular de Kana sonó. Ella se puso un poco incómoda y no contestó dejando que sonara por un buen momento. Cain la miró serio.
—¿Son ellos? ¿Por qué no contestas? Quizá sirvan de algo.—
—Eh, no son ellos.—
—…— La miró fijamente.
—Es que tampoco puedo contestar o colgar.— Ella se inquietó, Cain siempre tenía esa mirada que parecía leer la mente de cualquiera. —E-es mi Rebel. Día por medio nos llamamos a esta hora para saber de nuestros días.—
—¿Q-qué?—
—Sí, sí. Suena raro,  pero… Eh, es una especie de terapia y un pacto amigable entre ambos. Hemos decidido conocernos un poco más.—
—Muy lindo pero eso es estúpido.—
—¡Oye! Qué no tengas sentimientos no significa que el resto del mundo carezca de ellos.—
—La insensatez de sus acciones los llevará a un quiebre mental. Hacerse amigos y fraternizar sólo complicará las cosas entre ustedes cuando tengan que… ¿Qué se yo? ¿aniquilarse mutuamente por ejemplo?—
—No es necesario que nos eliminemos.—
—Dícelo a tu directora.—
—¿Y qué hay de Rizembool?—
—¿Qué hay de Rizembool?— Alzó los hombros. —No es como si me importara una de las dos instituciones. No son nada.—
—¿Y entonces que haces en Tokyo?—
—Negocios.—
—Ah, cierto. Eres dueño de la mitad del mundo. Lo siento, su majestad, por mal interpretarlo.—
Ahora, Cain era el que apretaba el botón una y otra vez. Kana lo miró con odio porque era evidente que él detestaba su presencia y quería huir, pero no pudo evitar reírse disimuladamente al ver como al otro, una vez en su perfecta vida, no le resultaban las cosas.
—Sí, que gracioso…— musitó el pelinegro.
—Ya, mejor siéntate y espera.—
—¿Qué pasó con tu Rebel? ¿No estaba…muerto o algo así?—
—Lógicamente el que me llama no es ESE Rebel.— volvió a mirarlo con odio. ¿Cómo podía ser tan inepto de pronto?
—¿Cómo murió?—
—¿Por qué quieres saber eso?—
—Porque no sé gran parte de lo que pasó esa vez y en tres años posteriores, supongo que merezco saber un poco más después de hacer el ridículo por tres años dejándole flores a una tumba vacía.—
—Mh, bueno…— Ella alzó la vista, despistadamente. —Te puedo contar algunas cosas pero…—
—…—
—Tú también me tienes que contar algunas cosas tuyas.—
—¿Por qué?—
—¿Por qué no?—
—Eso no hará que nos volvamos unidos de pronto y volvamos a ser amigos. Esto está irremediablemente roto.—
—…— Kana bajo la mirada, por más que quizo evitarlo no pudo contener un halo de melancolía en su tono de voz. —Lo sé.— dijo —y sé que soy la culpable de eso en gran escala… Y tú no tienes la culpa de nada de esto y sé que te he hecho mucho daño pero… También haces daño y conscientemente como un modo de vengarte indirectamente de todos.
—…—
—El hecho de que Hanasaki y por sobre todo yo te hayamos mentido estuvo mal, pero el hecho de que te llenes de tanto rencor y te ciegues en ello sólo hace que te hagas más daño a ti mismo y a la gente que te aprecia.—
—Genial,— giró los ojos, en un gesto de repudio. —Lo que me faltaba, una consulta psicológica.—
—No estoy… Bah.— negó con la cabeza. —Eres insuperable.— le miró para ver si estaba algo arrepentido por su conducta pero vio que ni un ápice de arrepentimiento se expresaba en él. Eso la irritó. —¿Quieres saber como se murió mi Rebel?— Lo encaró directamente. —Le corté el cuello, creo que casi la cabeza incluso. Él iba a hacer lo mismo conmigo pero me adelanté. Sí, por supuesto, me empapé en su sangre y quedé paralizada viendo su último respiro y yo implorándole a Dios que ¨mágicamente¨ y a pesar de lo destructivo que mi Rebel era, se salvara y de pronto el cuello le quedase perfectamente bien. Sí, en mi utopía de niña idiota como siempre me has dicho, pensé que las cosas se iban a arreglar mágicamente a pesar de que estuviéramos en el mismísimo infierno. ¿Feliz?—
—Y… ¿Qué pasó despu—?
Un sonido fuerte se escuchó dentro del transportador. Cain se había quedado en silencio tras recibir una fuerte bofetada en la mejilla. Se tocó aquella parte que parecía arder… Kana siempre había sido fuerte y fue un error provocarla. Él la observó en silencio, entumecido en su posición como esperando que ella hiciera algo más. Esperando otro tipo de maltrato de su parte.
Kana lo observó con odio frío, se cruzó de brazos y estuvo deseando golpearlo otra vez más e insultarlo a él y a toda su estirpe pero se controló. Luego, sonrió levemente con sorna.
—Eso te lo mereces. Por morboso y por comportarte como un emo dramático todo este tiempo.—
—Lo siento…— Dijo suavemente.
—…— Estaba confundida con ese nuevo arrepentimiento.
—Me lo merecía.— Fue sincero en sus palabras. Internamente entendió que no actuó del modo correcto y por mucho que estuviera enfadado con ella no podía hacer ese tipo de preguntas. La detestaba por mentirosa y fría, pero él no era del tipo de personas que torturase a sus enemigos mentalmente o buscase el modo de tramar una venganza torcida. No era un psicópata.
—Bien. Pero no esperes que yo te pida perdón.—
—Te toca preguntar.—
—¿Estás seguro?—
—Ahám. Esto no arreglará las cosas pero al menos tratemos de que el tiempo pase un poco más rápido.
—¿De verdad Henry es tu hermano?—
—…—
—Es que es tan alto, y lindo, y perfecto. Tan educado y y y ¡Es como un príncipe!—
—…— entrecerró los ojos, alzando una ceja.
—No se parece mucho a ti que digamos.— Kana rio divertida. Hizo un gesto con su mano como tapando a Cain y destapándolo. —Son como luna y sol, oscuridad y luz.— volvió a taparlo con la mano y destaparlo, viendo como el otro la veía como si estuviera loca. —Lancaster malo,— destapando. —Lancaster bueno— tapando a Cain con la mano e imaginando a Henry.
—Ya, ya entendí.— suspiró. —Ok, comprendo que Henry es el hermano perfecto mientras que yo soy como… No sé, la araña de rincón que nadie quiere toparse. O ser el "hermanastro" feo y villano de los cuentos de hadas. —
—Disculpa, no quería ofenderte.—
—No eres la primera persona que dice esas cosas sobre Henry. Parece que todos quedan hechizados por su ¨magníficos ojos azules, su porte galante y su dorado cabello de príncipe¨— gruñó disimuladamente.
—Pero, en serio, ¿Por qué nunca hablaste de Henry? Oh, bueno, sólo hablabas de tu abuelo como si fuera una gran celebridad.—
—No pensé que hablar de mi familia fuera un punto crucial en esa amistad que tuvimos en el pasado.
—…— De nuevo, inconscientemente, lanzaba palabras hirientes. ¨esa amistad que tuvimos¨ En fin, Cain era Cain, no era malo pero si emocionalmente inmaduro. Kana se quitó la chaqueta, no era una persona muy friolenta, se la lanzó al otro para taparlo. —Ya te dije, no quiero contagiarme.—
—Okay. Te devolveré todo.—
—Y en serio, hubieras hablado de tu hermano antes.—
—Creo que alguna vez nombré a mis familiares y no prestaste atención… O conociste alguno cuando me venían a visitar.—
—Hm…— Hizo memoria, pero luego negó confundida. —Creo que recuerdo a un hermano loco que tenías.—
—¿Loco?— curvó las cejas. Si Cain era inmaduro emocionalmente, Kana era la reina de la insensatez y el tacto con otros. —No tengo un hermano loco.—
—Sí… Ya sabes, ese que es rubio y creo que es menor que tú. En ese entonces era un niñito pequeño.—
—¿…?—
—¡Ése! ¿Cómo no te vas a acordar de tu hermano?— Kana se irritó por no sentirse entendida.
—Tengo un montón de hermanos rubios…— Dijo el inglés, cansadamente.
—…Eg, el que era un mini Hitler. Creo que tenía su ADN… Por eso de admirar la supremacía humana. Hablaba de hacer una selección genética con los mejores expositores humanos para entregar un resultado único a su “profesor” o algo así. ¿No se llamaba Ciel?—
—Ah, ese debe ser “Nine”… Te podías acordar de cualquiera…— Pero menos de los que causaban vergüenza ajena. —Ya maduró. Ya no es tan así.— Mintió. Nine y Edward eran igual de… Especiales. —Y Ciel es otro, uno menor.—
—Ah, sí, Ciel es el chico.— Recordaba a un niño muy muy pequeño que alguna vez vio en alguna videollamada que ella le había hecho a Cain cuando este estaba en Inglaterra y el tal Ciel se habría aparecido desde atrás molestando a su hermano trepándosele por encima.
—Mejor dejemos de hablar de familia. Me ahorrarías la humillación personal…—
—Okay. Otra pregunta.—
—Pero.—
—¿Por qué estás en Rizembool?— No le dejo continuar aunque sabía que no le tocaba a ella. Esta vez, lo observó fijamente esperando atenta su respuesta.
—Porque… Tienen una tecnología avanzada para estudiar la genética humana.
—Pero, recuerdo que querías estudiar Física Cuántica.—
—Lo hice, y ya me gradué. Ahora hago una segunda carrera.—
—Siempre fuiste muy inteligente.— Asintió, sonriendo. —Creo que eres la persona más inteligente que conozco.—
—¿Tú… crees?— preguntó un poco tímido.
—Sí.— Aseguró. —Tú y el doctor que me ayudó a salir del coma después del ataque de los Rebels. Es un hombre sumamente inteligente, quizá serás su versión en unos años más. Seria cool que lo conozcas porque seguramente tendrían muchos temas interesantes de qué hablar. Se apellidaba Liebheart.—
—¿Liebheart? ¿D-De dónde lo conoces?—
—Te acabo de decir que me ayudó en salir del coma. ¿Lo conoces ya?—
—N-no. Lo he escuchado de nombre. El tipo tiene buena reputación.— No podía creer que el mundo fuese tan pequeño. Esa revelación le dejo perturbado. A Liebheart lo había relacionado directamente con Rizembool por mucho tiempo, pero escuchar que tuvo que ver con la salud de alguien de Hanasaki a Cain le hacía confirmar aún más que Johan Liebheart estaba jugando su propio juego sin deberle lealtad a nadie. ¿Qué era lo que realmente buscaba Johan de todas las personas con las que se involucraba? Seguía siendo un misterio.
—Bueno, te toca.—
—Eh, ¿Por qué eres HiME de nuevo? ¿No fue suficiente el trauma?—
—Buena pregunta. Pienso que soy HiME otra vez porque me hace sentir… ¨viva¨ irónicamente, y, aunque te cueste creerlo, me da estabilidad y un propósito. Si bien he tenido problemas en este nuevo ciclo, siento que puedo hacer mejor las cosas de ahora en adelante y encontrar mi verdadero objetivo en la vida. Encontrar mi identidad.—
—Supongo que la vez pasada no fue muy buena.—
—Pero tuve bastante experiencia que sirvió de aprendizaje. Además… Eras mi Key, sentía que te debía demostrar cuan fuerte podía ser.—
—Eh, nunca fui un buen Key.— Cain reflexionó. —Creo que, de hecho, fui el más inútil.—
—No eras el más inútil.— Ella negó con su cabeza. —Eras super nerd y delicado, pero siempre me ayudabas con tu inteligencia puesto que ideabas estrategias de la nada y salíamos bien parados.—
—Tú eras la fuerte y habilidosa, tenía que complementar con lo que pudiera...—
—Hehe…— Kana sonrió tristemente. Vio que Cain la imitó. —Todo esto está perdido, ¿verdad?—
—Kana, esto nunca volverá a ser como antes.— Él la miró con serenidad. —Pero nos quedaremos con el recuerdo de lo bueno que fue. La angustia del presente nos ayudará a hacernos más fuerte.—
—…—
—Y cada uno seguirá con sus vidas para hacer lo mejor posible.—
—Cierto…— asintió con la cabeza, apenada. —Es difícil aceptarlo pero de hace años que nuestras vidas estas totalmente distanciadas y en el presente no tenemos nada que nos vincule tan fuerte más que el pasado.—
—Así es. Como cada persona que circula en nuestras vidas. Todo es pasajero… Pero deja una huella.—
—Ah, siempre eres super frío y calculador, sabes salir de todo sin pasarte la vida deprimido en un rincón mirando con nostalgia el pasado que no volverá.—
—No es eso.— Cain suspiró. —Sino que a veces tenemos que tomar las riendas de nuestras vidas y sacrificar cierta parte de nosotros para salir resilientes aunque eso nos cueste una parte de nuestra historia pasada y una sensación de dolor que se apacigua lentamente.—
—Si no fueras mi ex amigo, ahora persona no grata, podría decir libremente que tomaré esas palabras como un consejo.—
—Estás más bromista en tu nueva faceta… Antes eras más seria y taciturna. Punto aparte.—
—La gente cambia.—
—Sí…—
—Supongo que esto es la despedida… Porque después de bajar de aquí lo nuestro deberá quedar en el pasado y dar vuelta la hoja.—
—Lo sé…—
—Pero siempre quedará algo y la experiencia será nuestro aprendizaje. No creo que sea bueno olvidarlo todo como insinúas dando definitivamente vuelta la página, pero sí quedarte con los buenos recuerdos para cuando pasen los años mirar hacia atrás con nostalgia pero con la tranquilidad de estar en paz contigo mismo y con los demás.
—Suena bien.— asintió. —Exito con tu nueva etapa de HiME, Arima Kana.—
—Gracias. Exito con tu historia también.—
Era como si gran parte de su historia pasada fuese absorbida de pronto por un bucle del tiempo haciéndose borrón y cuenta nueva o una especie de tabula raza. Los que algunas vez fueron grandes amigos ahora parecían dos personas extrañas que acababan de conocerse.

Los dos habían “renacido” esa noche.

Allen había insistido en pagarle al monitor del teleférico para que los dejara allá arriba hasta el amanecer, pero la ansiedad de Henry le obligó a desistir de su idea y al final cedió a pedir que bajaran el transportador. Era ya medianoche cuando Kana y Cain bajaron al fin del compartimiento.
Cain fue el primero en bajar, con calma, y salió caminando sin decir una palabra. Henry se despidió de Kana y Allen y se fue detrás de su hermano. Kana pasó por un momento de calma mirando como los dos Lancaster se iban, y seguidamente procedió, igual de calmada, a poner sus manos en el cuello de Allen para ahorcarlo suavemente.

—¡Lo sé, lo sé! No debí hacerlo pero… ¿Cómo salió todo?— El albino preguntó ansiosamente esperando que el plan haya dado buenos resultados.
—Pues, no lograste tu propósito. Sigo sin Key. Cain jamás volverá a ser mi Key y… esto…— se detuvo en seco, pronunciando lo siguiente con melancolía. —A sido la despedida final.—
—¿…Qué?— Allen parecía entrar en un shock.
—Pero ha ayudado para dejar el pasado atrás lo cual nos anclaba y no nos permitía avanzar, e iniciar una nueva hoja de vida. Ahora, con acuerdos mutuo de que cada uno hará lo mejor con su propia vida tomando caminos distintos.
—¡Pero ese no era el punto!—
—Lo sé. Pero… Es un paso, Allen, es un paso.— Ella le dio una palmaditas en el hombro, dandole tranquilidad.
—Okay, admito que me desilusiona que él no vuelva a ser tu Key porque realmente me habría divertido con esta comedia pero… tienes razón, no hay que forzar las cosas y hay que seguir adelante.
—Sería bueno que investigaras si existen antecedentes de HiMEs que no tuvieran Keys y que han salido airosas de esto.—
—¿No planeas seguir toda la vida así?—
—Haha, quien sabe.—
—Ahhh, Kana, ¿Por qué insistes en torturarme? Sabes que nos irá mejor con Hanasaki si logramos mejorar tus capacidades  como HiME— Allen se encogió de hombros. —Pero no te presionaré por un tiempo. Ahora, déjame llevarte a tu casa para asegurarme que llegues a salvo.—
—Gracias— sonrió maligna —¿Si sabes que vivo temporalmente en un templo que queda muuuy lejos, cierto?—
—…—


A la mañana siguiente, dos Rebels de Rizembool tuvieron que faltar obligatoriamente a sus clases ya que su supervisor de entrenamiento, Haine Rammsteiner, les había dado la orden de acompañarlos a aquel terreno desolado donde los llevaba para entrenar.
Eren tenía buena condición física así que no tenía problemas en correr desesperadamente por su vida para no terminar siendo el pellet de los perros de Haine quienes lo venían persiguiendo. Kaneki, en tanto, tenía ciertas dificultades en cortar un tronco con un hacha según los mandamientos de Haine.

—Vamos, hadas, mi abuela correría más rápido que tú,— Haine señaló a Eren, quien seguía corriendo. Luego miró a Kaneki causando que éste se engrifara del escalofrío que le causaba  la mirada del supervisor.  —y cortaría su quinto tronco a estas alturas, lo cargaría en su lomo y lo mandaría a hacer un mueble. Es más, mi abuela ya habría terminado y estaría aquí dándoles golpes con su cucharón de hierro por lo lentos que son.— En tanto, el albino estaba cómodamente echado en una silla de playa deteriorada y abandonada. Como era usual, vestía atuendos militarizados lo cual lo hacía ver más peligroso. En su mano, tenía una lata  de cerveza, la cuarta de la mañana, la  cual bebía para hidratarse.
—S-superior Haine, eh…—
—Qué pasa, hada dos.— Haine miró con los ojos entrecerrados a Kaneki, cansado de la actitud patética de ese tipo.
—E-esto, yo… eh…—
—¿QUE?— gruñó
—N-no sé… Pensaba que quizá, quizá… no era bueno que bebiera tan temprano.—
¨pensaba que quizá, quizᨗ imitó una burda voz de niñita. —¿Qué crees que tengo quince años? Puedo beber donde se me antoje y a la hora que quiera. No es ilegal.—
—…— Kaneki entrecerró los ojos. Eso no era ilegal ya que no era menor de edad, pero sí era ilegal conducir con un mínimo de alcohol en la sangre. —Es qué… ¡Auch!— Kaneki sintió que la lata vacía le había llegado directo en la nuca.
—Sí, cállate y trabaja.—
—¡Bájate! ¡Bájate!— Gruñía Eren quien había trepado a un solitario árbol. Parecía un gato engrifado siendo asechado por dos perros. Los malditos animales, además de atléticos y con instinto asesino, daban unos saltos enormes que parecía que en cualquier momento le desgarraban una pierna. —¡Superior!— exclamó por su atención.
—Ah… verdad, me había olvidado de ti.— Haine silbó y las dos bestias dejaron en paz a Eren. El pelicastaño se bajo del árbol y caminó con precaución hasta donde estaba Haine. Lo miró insistentemente. —¿Qué pasa?—
—¿Ser perseguido por perros diabólicos me ayudará a ser mejor Rebel?— le preguntó seriamente.
—No.— Alzó los hombros. —Pero de algo te va a servir en la vida.—
—Pero es peligroso.—
—Que niña eres. Además, ¿Por qué te preocupas tanto por tu integridad física?—
—¿P-perdón? ¿Acaso eso es malo?—
—¿No te has visto la cara? Estás lleno de hematomas en el rostro todo el tiempo. Seguramente andas de borracho por allí metiéndote en pleitos callejeros. Deberías agradecer que te doy las herramientas para defenderte en la vida.—
—Esto es por el club de boxeo. ¡No ando borracho en la calle!—
—HAHAHA, ¿de verdad alguien tan gay como tú hace boxeo? Vaya que mal te va…—
—¡Es que estoy aprendiendo!— dijo en su defensa. Luego lo miró, más compuesto. —Usted debería entrenar con Kaneki y yo y dar el ejemplo.—
—Te estás poniendo insolente, insecto.— Haine le señaló con el índice.
—Es que lo admiro mucho, señor… Quiero que me enseñe.—
—¿Quieres que te enseñe a boxear?—
—Eh, eso suena suicida.. pero si tiene tiempo…—
—Bien.— Haine se puso de pie. —Para que cierres el hocico, te demostraré cómo deberías ser tú y tu amiguita.— Fue hasta donde Kaneki y le quitó el hacha. —Quítate.— la tomó y dio un solo golpe cortando el tronco de una, así sucesivamente con todos los troncos de la zona.
—Woh.— Kaneki se quedó asombrado. —Es muy fuerte.—
—Sigue tú. Si no veo ese tronco en pedazos te torceré el cuello como el otro día.—
—Ay, no.— Kaneki tembló al pensar en eso. Todavía tenía una marca roja en el cuello. Kaneki tomó el hacha y siguió intentándolo.
—Hada uno, sígueme.— Le indicó a Eren, comenzó a correr y Eren tuvo que seguirle el ritmo.

Ambos corrieron a buena velocidad por unos treinta minutos sin detenerse por un segundo. Pese a que Haine siempre estaba mal humorado, sin actividad física y bebiendo alcohol por allí demostraba tener una buena condición física digna de cualquier guerrero. No en vano había sido un Rebel admirable en su tiempo y un miembro de la milicia germana.
Tampoco era que Haine fuera un viejo acabado tirado en el suelo sin esperanzas de vida, pero como tenía una conducta de antisocial y estaba bajo un tratamiento médico de cuidado cualquiera pensaría que estaba aniquilado como ser humano.
Después del trote, Eren se apoyó en sus rodillas mientras inhalaba bocanadas de aire. Antes de que pudiera recuperarse, Haine le dio una orden. Notó que el superior no estaba ni mínimamente cansado.

—Ponte recto.—
—S-si.—Eren se reincorporó.
—Bien. Pon atención: Un golpe recto es el golpe más utilizado en el boxeo, por lo que es esencial saber cómo defenderse contra ese golpe. Los más inexpertos pero violentos siempre intentarán darte un golpe recto lo cual es básico. debes mantener ambas manos en frente de tu cara en todo momento para defenderte. En esta posición, puedes bloquear los golpes sin siquiera intentarlo.— Vio a Eren intentar imitar su postura. Haine frunció el ceño y lo corrió él mismo posicionando bien a Eren, no sin antes aprovechar de darle una patada. —Cuando tu oponente lanza un golpe, los guantes y los antebrazos absorberán el impacto del golpe. Tienes que mentalizarte de que tus brazos son duros  como rocas. Si piensas que te van a lastimar o que te dolerán los brazos estas perdido, porque son tu escudo.—
—Tiene sentido.—
—Bloquea.— le dio un golpe que Eren apenas resistió. —Bloquea con más confianza.— le dio otro golpe, Eren lo recibió un poco mejor. —Algo es algo…— giró los ojos. —Se puede parar un derechazo cruzado con una pequeña bofetada del guante izquierdo. Al hacer esto, doblarás el golpe del rival y lo expondrás a un contragolpe, ¿entiendes? es simple. Y piensa esto: si bien estás practicando boxeo, no siempre estarás con tus guantes. Quizá en alguna ocasión te toque una lucha callejera con unos vándalos y no vas a andar por la vida con tus protectores.—
—Ya me ha pasado.—
—Evita siempre capturar un golpe de energía debido a la velocidad y el ímpetu. Para ¨atrapar¨ un golpe, coloca tu mano derecha en frente de tu cara y "captura" el puño entrante. Asegúrate de que tu barbilla esté hacia adentro y que el guante se mantenga cerca de tu rostro; no extiendas la mano para coger el golpe. Gira el pie hacia atrás para mantener el equilibrio. ¿Me sigues?—
—Sí.—
—Practiquemos.—
Los dos comenzaron a practicar box, Eren trataba de seguir las instrucciones de Haine y éste último cada tanto lo retaba por lo inepto que podía ser o por simple gusto. Aunque Eren quedó golpeado y adolorido, irónicamente se sintió agradecido de Haine porque había aprendido de buen modo como protegerse. Ya no sería el hazme reír del club de boxeo si seguía lo aprendido por Haine. Eso también evitaría que Historia Reiss se apareciera en sus entrenamientos para curar sus heridas y convertir a Eren en el foco de burla de sus compañeros de club quienes lo molestaban con esa infantilidad de que él e Historia eran novios.
—Señor Haine, se quedó pegada el hacha en el tronco. ¿Qué hago?—
—Ah— giró los ojos, hastiado. —El que aprobó a eso como un Rebel debe ser un retardado mental.— Haine fue hasta donde estaba Kaneki para sacar el hacha que estaba atascada.
En eso, Eren notó que su celular estaba vibrando. Contestó disimuladamente.
—¿Hola?—
—Eren, ¿dónde estás? Estoy en Rizembool y no te encuentro.—
—¿Reiss?—
—Es increíble que faltes a tantas clases. Acabo de hablar con tu profesor y dice que eres un caso perdido.—
—Un momento, ¿quién te dio la autorización para supervisarme? lo otro, no pierdo clases por que quiero, estoy justificado porque me sacan a entrenar.—
—Hablé con tus compañeros de clase… Nadie te conoce y los que te conocen te creen desviado.—
—¿Y ellos qué opinan? Ok, esto es absurdo. Sal de Rizembool, te pedí que no fueras para allá.—
—Te vine a buscar porque Jean Otus quiere hablar con nosotros.—
—¿Volvió de Amsterdam?—
—Sí.—
—Okay, después de esto pasaré por la oficina. Y Reiss.— Eren pareció regañar al aparato celular porque si lo veían de lejo parecía pelear con el objeto sin vida. —No vuelvas a llamarme más a este número. NO lo vuelvas a hacer.—
—Adiós.— colgó la rubia.
—¿Con quién hablabas?— Haine le apareció de pronto al lado de Eren, perturbándolo.
—C-con con… con mi mamá (?)—
—A la próxima que la vieja te llame en mis entrenamientos te meteré ese celular por donde no quieres saber.—
—S-sí. Perdón, le diré a mamá (??) que no me llame más.—
—Muy bien.— Haine se sacudió la tierra de su pantalón. —Nos vamos.—
—Kaneki, ¿estás bien?— Preguntó Eren mientras caminaban detrás del superior.
—El supervisor tiene razón sobre que soy una vergüenza por mi poca fuerza y que debería suicidarme.
—…—
—Pero me analizó y me dice que mi virtud es mi velocidad y agilidad, que puedo ser muy peligroso si manejo bien esas áreas.—
—En eso último tiene razón.— Le miró de reojos. —Pareces de buen humor a pesar de las palabras ácidas.—
—Aham. Pese a lo abusivo que pueden ser los entrenamientos del supervisor, me siento revitalizado.—
—¿Sí?—
—Sí. Él me trata como escoria pero al menos no disminuye mi discapacidad sintiendo lástima de mi condición médica. En cambio, trata de ver qué área es más potente de mi para suplir las que mantengo debilitadas. Nadie ha hecho eso por mi. Es muy lindo de su parte.—
—…Kaneki.— Pobre Kaneki, parecía tan ilusionado con Haine de pronto. Le daba miedo que alguien tan puro de alma como Kaneki se dejase convencer por gente así.
—Eren-san, es en serio. Todos siempre sienten lástima de mi y me dicen cosas como “mejor ve a sentarse allí hasta que todo acabe” o me sobre protegen. Pero Haine me quiebra el espíritu exigiendo más de mi hasta darlo sin sentir misericordia. Eso no lo hace nadie por mi porque siempre sienten pena y me ayudan en todo, aliviando la carga física.
—Okay Kaneki, entiendo. Entiendo tu ilusión— Apoyó una mano en el hombro del otro. —Sólo no te exijas mucho y por sobre todo no dejes de ser el chico adorable y encantador que eres. Prométemelo.—
—¿Eh?—
—Olvídalo.— Se encogió de hombros —Sólo no te conviertas en alguien como él.— señaló disimuladamente a Haine.
—No creo.— soltó una risita disimulada.
« Last Edit: January 05, 2019, 10:56:25 AM by Kana »


Mimi Tachikawa

Hola a todos!! vengo con un ficku!!


Tomoyo y Rinne corrieron para abrir la puerta, la mas emocionada de ver a Shinobu era la peliplateada ahora si ya no lo dejaría ir se quedaría con ella quiera o no

La puerta se abrió y grande fue su sorpresa…bueno también su decepcion al ver que las personas que estaban frente a ellos eran los gemelos Yuuta y Hinata Aoi, el primero uno de los mejores amigos de Shinobu cuando estaban en la primera, ella siempre estaba celosa de él porque el pelinegro siempre estaba a su lado ademas de que Yuuta en esa época también lo acosaba mucho, suspiro pesadamente porque era obvio que él también estaría presente al ser la llegada y cumpleaños de su amigo

Yuuta-kun…Hinata-kun…bienvenidos…-sonrio alegremente Tomoyo-

Muchas gracias Tomoyo-chan!!...-dijo Hinata alegremente-

Ya llego Shinobu??...-pregunto interesado el menor de los Aoi-

Aun no llega estamos esperando su llegada-hablo Rinne mientras se le acercaba a él- ha pasado mucho tiempo Yuuta-kun…-

Asi que no me equivoque y eres Rinne…-sonrio suavemente- verdad no nos habíamos visto desde la primaria, me alegra verte tan bien de salud y vernos en el cumpleaños de Shinobu-

No me lo iba a perder por nada…después de todo yo me quedaré con él…-

Como siempre con esa personalidad posesiva…-rio suavemente- esperemos que esta vez te note y pueda fijarse en ti, pero mientras tanto yo seguiré detrás de él ahora que ha vuelto…-ahora le miro pícaramente-

Asi que te gusta!!...-dijo visiblemente alterada-

De otra manera si…-le saco la lengua-

Eh????-

Esto Hinata-kun…no me digas que …-

No para nada…-rio divertido- a Yuuta-kun le gusta molestar…además ya tiene una novia…-

Ya veo…-rio divertida la pelinegra-

Eh?? Ya tienes novia??- dijo Rinne recuperando la cordura y suspirando aliviada-

Aniki no tenias que decirlo aún…-dijo algo avergonzado-

Es que me gusta verte asi de apenado querido Yuuta-kun…- le abrazo afectuosamente-y a mi no me extrañaste Rinne-chan??-

En realidad cuando estábamos en primaria nunca supe quien era quien…-dijo con una gota en la cabeza- para mi ambos eran lo mismo…- mirando a otro lado-

Eso si es maldad!!- dijieron al mismo tiempo-

Es tan bonito ver a los jóvenes en su reunión después de tantos años…-dijo la pelinegra tomando fotos- es verdad Yuuta-kun…Hinata-kun aquí están sus trajes también para que se cambien-

Gracias Tomoyo!!- dijieron al unisono y se fueron a cambiar-

Rinne-sama…como se siente?-

Me siento mucho mas afortunada Miyauchi, ahora si estoy segura que nada ni nadie evitará que esta vez Shinobu solo me mire a mi…-dijo sonrojada-

Y claro que lo hará…-le dijo apoyando su mano en el hombro de su querida niña-

El timbre volvió a sonar…

Ahora si creo que son ellos...-Dijo Tomoyo mientras se acercaba a abrir la puerta-

La puerta se abrió nuevamente y efectivamente eran ellos, Sakura fue la primera en entrar

Ya llegamos Tomoyo-chan!!...-

Bienvenidos sean…- con un movimiento de sus manos ,con ayuda de sus otros mayordomos y de Miyauchi lanzaron las serpentinas y los globos para Shinobu, mientras que de la nada desaparecieron Sakura y Syaoran, mientras que el pelinegro observaba el recibimiento sorprendido

Observo que frente a ellos estaban todos con traje de ninjas, y con un pastel que Syaoran tenia entre sus brazos

Feliz cumpleaños Shinobu!!-

Eh??...es mi cumpleaños?...- se puso a pensar detenidamente- es cierto es mi cumpleaños…-sus ojos se llenaron de lagrimas y luego se las limpio rápidamente- muchas gracias a todos en verdad no me esperaba esta sorpresa-gozaru-

Bienvenido nuevamente a Japón y muchas felicidades en tu dia…-dijo Rinne poniéndose delante de todos con una caja donde estaba el regalo del mas bajito-

Rinne-dono ha pasado mucho tiempo-gozaru…-

La peliplateada se sonrojo visiblemente le dio la caja se fue corriendo y se escondio detrás de Miyauchi, la joven era fuerte y valiente, pero cuando se trata de la persona que la gusta, actuaba como una niña enamorada-

El pelinegro miro algo desconcertado por la actitud de la joven, pero luego volvió a fijar su interés en el regalo, el cual abrió lentamente mientras Tomoyo hacia la filmación del momento, el mas bajito observo con asombro el traje que le habia hecho Tomoyo-

Muchas gracias Tomoyo-dono…gracias a todos-gozaru…- dijo con una hermosa sonrisa en los labios-

Shinobu!!- Yuuta saltó a abrazar al mas bajito – bienvenido a casa!! Feliz cumpleaños!! Te extrañe mucho mucho mucho-

Yuuta-dono...yo también te extrañe mucho…espero que podamos ir a la misma escuela…-

Es cierto es cierto…-dijo Yuuta mirando a Hinata- Aniki a que escuela nos vamos a inscribir??-

En la misma donde esta Sakuma-senpai…creo que se llama Hanasaki, eso me dijo Vivio-chan…si es esa es Hanasaki…-

Entonces seremos compañeros, porque también ire a la misma escuela-gozaru!!-

Entonces yo también ire a Hanasaki…- se acerco Rinne- espero que los tres seamos compañeros de salón…-

Hinata observaba como Rinne miraba a su hermano, como si quisiera matarlo al instante y llevarse a Shinobu

Será mejor que me acerque…-pero sintió que alguien lo sujeto-

Hinata-sama mejor déjelos a los tres a solas…-dijo el mayordomo de Rinne mirándole de la misma manera, Hinata sudo frio y se quedo en su lugar-

Los mas grande estaban mirando a los 3 mas jóvenes con ternura

Me alegro que hayas podido contactar con todos los amigos de Shinobu, muchas gracias Daidoji-san…-

No es nada Li-kun, para contactar a Rinne no me fue difícil porque siempre ha estado al pendiente de él, con respecto a
Yuuta-kun y Hinata-kun tuve que conseguir el permiso de Vivio-chan su representante, como ahora son idols, su agenda es muy complicada-

En serio? Son idols?? Pero no lo parecen…se ven tan humildes…-dijo Sakura sorprendida-

Es que ellos fueron criados de esa manera, es algo bueno desde mi punto de vista…-dijo Syaoran- Shinobu siempre me comentaba de ambos…me alegro que ahora estén todos juntos y vayan a la misma escuela-

Otra vez los padres de Shinobu-kun no estarán con él? –dijo Tomoyo algo triste-

Tienen negocios importantes que hacer …-

No me parece justo para un chico tan inocente y puro como Shinobu-kun…-dijo Sakura-pero al menos estaras con él Syaoran-kun-

Me asegurare de que tenga todas las comidades y que se sienta en familia-

Cuando quieran pueden venir a visitarnos…-entro en escena Ishikimaru-bueno Tomoyo ire a preparar el té para servirles a todos-

Gracias Oniichan…-dijo la pelinegra- bueno bueno dejemos de poner caras tristes y vamos a comenzar con la fiesta-

Es asi que la fiesta comenzó, con un Shinobu emocionado probándose su traje de ninja que le habían regalado mientras hacia poses con Yuuta y Hinata, mientras que Rinne observaba con envidia y miraba fijamente a Sakura, que estaba conversando amenamente con Syaoran y Tomoyo, mientras que en otro lado estaban Miyauchi con Ishikimaru que estaban tomando el té, luego Shinobu recibió un video mensaje de cumpleaños de parte de Chiaki y Kanata que se disculparon por no haber asistado a la reunión, pero que lo verían cuando comenzaran nuevamente como Ryuseitai, asi que el futuro del pequeño pelinegro no iba a ser del todo malo porque tenia muchas personas que lo querían mucho.
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« Last Edit: June 30, 2018, 01:26:39 AM by Mimi Tachikawa »


Haruhin

(Sin topes de nuevo porque no tengo mis respaldos en el pc :c )

#16 : “Errores fueron cometidos (Part.I)

Haruhi soltó un pequeño bostezo con pesadez. En pleno día domingo lo único que tenía pronosticado hacer era mantenerse en calidad de bulto en su casa para descansar. Sin embargo, el constante pitido de las notificaciones en su teléfono, acompañado del tono de la alarma le hicieron sacar lánguidamente un brazo desde debajo de las sábanas para coger el móvil con tal desactivarla… o al menos esa era su intención hasta que la pantalla le mostró que Haise le estaba llamando.
“… ¿Haise?” Preguntó la HiME confundida por el altavoz tras contestar.
“Suenas un poco muerta por dentro, ¿te desperté?”
“No, descuida. En realidad ya me estaba levantando. ¿Qué pasó?”
“Te había dejado unos mensajes por whatsapp pero creo que te resultó más fácil dejarme en visto, así que opté por llamarte. ¿Tienes planes para hoy?”
“¿Eh? Pues… iba a avanzar en mi examen de estructuras pero creo que puedo hacerlo más rato. ¿Por?”   
“Ah, es bueno oír eso.” Haise hizo una breve pausa del otro lado de la bocina. “Si no te genera demasiados problemas, entonces no es mal momento para invitarte a salir.”
La HIME enarcó una ceja mientras procesaba las palabras de su amigo. No es como que en otras ocasiones no hubiera salido a tomarse un helado luego de ver una película con Haise pero, lo repentino de la invitación sí le había tomado ahora un poco por sorpresa.
“Claro, no hay problema. ¿Dónde nos juntamos?”
“¿Te parece cerca de las tres a entrada del centro comercial?”
“Hecho. Te llamo cuando ya vaya en camino.”
“¡Perfecto! Nos vemos más tarde, Haru.” En un tono amistoso, Haise se despidió antes de terminar la llamada.
¿Qué le habría picado ahora por salir? No tenía la menor idea, pero una parte de ella quería suponer que tal vez se trataba de que su amigo quería hacer unas compras en el departamento de electrónica para mejorar su computadora y deseaba algo de compañía. Y aunque sentía que las compañeras de carrera de Haise como Fuuka o Nanami podían ser una mejor opción, agradecía que le hubiese tenido en cuenta.

“Ni modo, a convertirse en un ser humano decente.” La HIME se estiró perezosamente en su cama antes de dirigirse rumbo al baño, donde se tomaría un rato arreglándose antes de salir.

Al bajar las escaleras del primer piso, pudo ver a Yoite preocupado del aseo mientras era asistido por Miharu, su hermana Illya en tanto parecía estar viendo algún programa en la tele de la sala junto a Lelouch.

“Um, no me cuenten en la cena. Voy a comer afuera hoy.” Exclamó la rubia haciendo una seña simple de mano para despedirse del resto de los moradores. Su hermana, rápidamente giró la cabeza por sobre el respaldo del sillón donde estaba sentada para mirarla con una expresión curiosa.
“Ohhh, vas muy arreglada~ ¿Con quién tienes cita?”
“No es una cita, voy a acompañar a Haise al centro comercial. Supongo que será ir de compras y ya luego le diré si es que no se anima a ir al cine también. Una de las películas que quería ver todavía está en cartelera y quiero aprovechar la salida.”
“Es buena forma de aprovecharla, supongo. Pásalo bien.” Agregó Lelouch calmadamente antes de regresar su atención al televisor. Illya a su lado observó por un poco más a su hermana.
“Claro, claro~ Diviértete. No llegues muy tarde nada más.”
“Y se supone que yo soy la mayor. Qué lindo que te preocupes por mí.” Rió Haruhi antes de despedirse con la mano.   

Ya estando en camino al punto de encuentro con su amigo, la HiME sacó su móvil para darle una pequeña llamada a su amigo. Si se había retrasado un poco había sido únicamente porque el bus que necesitaba no había pasado del rato que llevaba parada en la estación. Siempre le gustaba ser puntual y los contratiempos de este estilo le generaban una pequeña ansiedad.

“Ah, Haise soy yo. Lo más seguro es que llegue en unos veinte minutos a una media hora, si quieres me esperas por ahí afuera o te das una vuelta adentro y luego me dices dónde te alcanzo.”
“Descuida, te espero en el tercer piso. Justo donde está la zona de cafetería.” Respondió tranquilo, mientras lo que parecían ser algunos balbuceos de fondo de otra gente le dieron a entender a la HiME que su amigo de seguro ya se había instalado en el sitio en cuestión.
“Hecho, te alcanzo allí.”
“Um, nos vemos~”



La HiME se apresuró tanto como pudo para llegar a su destino. Cogió las escaleras mecánicas e hizo algunas maniobras evasivas entre los visitantes del recinto para poder llegar sin un mayor atraso hasta el piso de comidas. Mirando hacia los lados buscó con la mirada a su amigo, el cual para llamar su atención le hizo una seña con la mano entre las tantas mesas que ya estaban ocupadas.

“¡Haru, por aquí!”
“¡Vo— QUÉ.“ Pero antes de poder acercarse con una sonrisa a su amigo, la HiME se quedó con una cara de poema al ver que en la misma mesa estaban sentadas no solo Nanami y Fuuka, compañeras de su amigo, sino que en el extremo contrario de la mesa estaba Clear junto a Aoba y Rai en la cabecera.

“Ah, ¡Haru qué bueno que llegas!~” Saludó Clear con entusiasmo, mientras Aoba solamente hacia una seña de mano.
“Bienvenida.” Murmuró algo tímida Fuuka.
“Perdón, a mí también me tomó el asunto de sorpresa.” Río Haise, rascándose una mejilla. “Ven, siéntate aquí al lado. Te guardamos un espacio.”
“N-No estoy entendiendo nada de lo que está pasando.” Respondió la chica, caminando mecánicamente hasta el asiento. “¿Por qué están aquí… juntos?”
“Yo los llamé.” Intervino Rai, cruzándose de brazos y con el ceño fruncido. Totalmente no le había hecho nada de gracia que la HiME llegara tarde. “Aunque tu hermana tiene crédito por contactarlos.”
“¿Eh? ¿Qué tiene que ver Illya en esto?”
“¡Yo puedo responder eso! Illya-chan te ha visto muy estresada con todo lo de tu carrera y el asunto de Hanasaki en general.” Dijo Clear, haciendo una pequeña mueca. “Y la verdad es que concuerdo con ella”
“Um, luces muy cansada.” Asintió Aoba.
“Aprecio que se preocupen, pero eso no me deja entender bien cómo es que se juntaron todos ustedes…” Explicó Haruhi que detuvo su mirada en Rai con interés, pidiendo más información. Pero al final, fue Haise el que puso una mano sobre el hombro de la HiME para llamar su atención.

“Estamos aquí porque queremos ayudarte. Sé que tuviste problemas en el atentado a Hanasaki luego de que nos separamos.”
“U-Um… Illya-chan nos contó de que incluso tu Rebel te lesionó.” Acotó Fuuka.
“Así que al final también se enteraron de eso…” Haruhi bajó la mirada algo apenada a la mesa.
“Lo sentimos mucho, pero a la larga nos terminaríamos enterando de todas maneras.” Dijo Haise.
“Al final por esas cosas y porque realmente tu hermanita estaba preocupada por ti, ¡fue que decidimos acudir al llamado de Rai-san para ayudarte a encontrar a tu key!~” Exclamó Clear enérgicamente.
“¡¿Qué?!”
“Simon también puso de su parte para ayudar en esto, no quedes mal con él.” Presionó Rai.
“O-Oh… pero no era necesario que se molestaran con algo así. Tampoco es como que fuera realmente urgente encontrar al Ke-”
“D-De hecho en tu caso sí lo es, Haruhi-san. Ni siquiera tienes un child y uno es vital como soporte en combate si no puedes fiarte de tu destreza física.”  Acotó Fuuka.
“Mira, yo no sé mucho del tema en detalle. Pero luego de lo que pasó en la universidad la otra vez, no me hace nada de gracia que la gente que conozca se vea expuesta de esa forma.” Dijo Aoba. “Y aunque Rai luzca intimidante y todo lo que tú quieras, yo creo que tiene una buena idea para ayudarte a encontrar a tu Rey.”
“Key, Aoba-san. Key.” Le corrigió su novio a su lado.
“¡Ah! Eso era lo que quería decir, creo que s-se entiende.” Carraspeó.

Haruhi resopló resignada y centró su atención en el albino una vez más. Si la gente presente tenía esa disposición de ayudarla incluso cuando habían compartido en algunos casos de forma particular, no podía decepcionarles. Y mucho menos a Simon y a su hermana que también se habían metido en el asunto.

“Está bien.  ¿Qué es lo que propones que haga, Rai?”
“No soy experto en la materia de la forma en la que se forja el vínculo entre Key y HiME específicamente. Pero considerando que la química es algo fundamental para que se desarrolle el lazo, propongo que tengas una cita con cada una de las personas presentes durante el día.” Explicó Rai con completa seriedad. “Excepto conmigo, claro.”
“Y con Nanami-chan. Ella simplemente vino de asistente…” Dijo Fuuka, poniéndole una mano en la espalda a la chica de cabello violeta que estaba durmiendo de lo más tranquila sobre la cubierta de su laptop.
“…Es broma, ¿verdad? Rai, no va a funcionar.” Comentó Haru, perpleja.
“No tienes tiempo para cuestionarlo. Ya dijiste que accederías.” Rai frunció levemente el ceño.
“Creo que no pierdes nada intentando Haru” Motivó Clear.
”Además, a algunas personas las conoces de más tiempo, ¿qué tal si eso sirve?” Acotó Aoba.
“Si no resulta, al menos de igual forma habrás pasado una b-buena tarde haciendo algo diferente.” Murmuró Fuuka con una tímida sonrisa.

Haruhi suspiró y se pasó la mano por la cara con pesadez. Aparentemente no iba a tener forma de salir de ahí sin que sus amigos le insistieran con el tema.

“Ya entendí, ya entendí…” La HiME se paró del asiento y automáticamente tomó del brazo a Haise para obligarlo a ponerse de pie. “El centro cierra a las diez. Si nos damos algunas vueltas por una hora y media o algo así, supongo que alcanzo a hacer la prueba con todos. No sé cómo se supone que vaya a funcionar esto, pero veamos qué pasa.”
“La intuición de HiME debería decirte algo, espero. Nos vemos en un rato, chicos” Haise sonrió y comenzó a alejarse de la cafetería junto a su amiga.



Efectivamente lo que imagino que sería una salida con Haise en el centro comercial, se hizo realidad para la HiME. Su amigo se encargó gentilmente de llevarla de un lado a otro cotizando sobre accesorios para su computadora. Haruhi río, producto de la situación.

“Perdón, es que realmente necesitaba aprovechar la oferta.” Se disculpó el albino.
“No, descuida. Creí que haríamos algo como esto. En realidad, lo que también me causa gracia es todo lo absurdo de esta situación.”  La HiME se distrajo mirando una de las vitrinas de la tienda de electrónica donde había varios modelos de audífonos en una estantería. 
“Lo sé, es como si estuvieras dentro de estos programas de citas que salen en el cable.” Bromeó guardando la bolsa de su compra dentro de su bolso.
“No pudiste decirlo mejor.” Haruhi fue la primera en comenzar a salir de la tienda. “¿Para dónde vamos ahora?”
“A PC Factory, al final resultó ser el lugar con la tarjeta de video más barata.” Haise comenzó a caminar tranquilamente a su lado. “Oye, lamento no haberte podido avisar por el teléfono de qué iba el asunto. Pero Rai me pidió que lo hiciera de esa forma porque de lo contrario no habrías querido venir.”
“No se equivocó en eso. Si me hubieras dicho que me ibas a citar al mall con un montón de gente para hacer una mala copia de “NEXT” claramente mi respuesta habría sido un rotundo no.”
“Es un tipo intimidante, la verdad. ¿En serio fue tu rebel?”
“Yup. Años atrás, aunque por un período más corto. Fue el reemplazo temporal de mi verdadero rebel que en ese entonces se había desaparecido por vaya uno a saber qué razón. Nanaya era todo un caso.” Haruhi destensó los hombros y suspiró. “Por alguna extraña razón Rai se desentiende un poco de las prácticas de Rizembool y decidió ser algo así como mi maestro al menos en lo que es combate cuerpo a cuerpo.”
“Oh, así que de ahí viene que sea tan duro contigo.”
“Debo tenerle cansada, supongo. Piensa que a pesar de que he practicado bastante con él, sigo fallando en usar la wakizashi. Mi nuevo rebel me derrotó fácilmente por esa misma razón.“
“Por eso es que estamos aquí hoy. Para ver si puedes tener mayor oportunidad contra él.” Llegando a la otra tienda, Haise fue el primero en entrar seguido de la HiME.  “No voy a incomodarte más con ese tema, así que aprovechemos de la cita a reloj que tenemos.”
“Cita a reloj, pff.” Haruhi sonrió y siguió a su amigo con tranquilidad. No había sido una mala idea escoger dar una vuelta con él primero. “Hecho, vamos a comprar lo que te falta. Pero luego no llores si con eso te quedas corto para fin de mes.”
“No no, lo tengo todo controlado~”
“Claaaaaro que te creo.”



 Cuando el plazo de tiempo establecido se cumplió, Haise y Haruhi regresaron con el resto de la gente en la cafetería, aunque curiosamente el asiento que anteriormente ocupaba Aoba ahora estaba desocupado.
“¡Bienvenidos de regreso!~” Exclamó Clear. “¿Qué tal te fue, Haru?”
“Um… ¿normal? Fuimos a ver el departamento de electrónica porque Haise quería comprar unas cosas y ya. Por cierto, ¿Y Aoba?”
“Aoba-san se tuvo que ir, tenía un ensayo a las cinco y no iba a alcanzar a llegar si se quedaba más tiempo.” Agregó su amigo.
“¿No te sentiste diferente con la cita?” Preguntó Fuuka a la HiME con curiosidad.
“Para nada, todo fue tal como siempre.” Haruhi miró a Haise con detenimiento por unos segundos. No había sentido nada parecido a una “intuición HiME” activándose ni nada por el estilo para darle la señal de que el chico podía ser su Key.
“Supongo que es momento de que pruebes con alguien más.” Haise volvió a tomar asiento en su lugar. “Vas Fuuka.”
“¿E-Eh? ¿Yo?” La de cabello turquesa se señaló.
“Sí, eso a menos que quieras que Clear vaya primero.”
“Yo no tengo problemas.” Dijo el aludido.
“No, está bien. No te preocupes Clear-san, yo iré.” Fuuka se sacudió su falda al levantarse de la silla y se acercó a Haruhi con una sonrisa. “V-Vamos juntas a dar un paseo, por favor.” Respetuosa, hizo una pequeña reverencia con la cabeza.
“Ah, Fuuka no tienes que ser tan formal. E-Estamos en confianza.” La HiME le hizo unas señas de mano para relajar a la de cabellos turquesa. “Ven, vamos. Seguro encontramos qué hacer.”
“¡S-Sí!” Fuuka se despidió del resto de la gente en la mesa y se apresuró en acercarse a Haruhi para retirarse una vez más de la cafetería.

Hubo un breve silencio en la mesa luego de que las siluetas de ambas chicas se perdieran entre la multitud de asistentes.

“Uh Rai-san…” Masculló Clear.
“¿Mmm?”
“¿Crees que esto vaya a dar resultado? Como los tiempos de interacción son breves no sé qué tanto se puede hacer con eso.”
“Tengo mis dudas, pero a falta de tiempo no había mucho qué hac--“
“Ah, me han respondido.” La somnolienta voz de Nanami interrumpió a Rai e hizo que el resto voltease a verla. En todo este rato, la chica silenciosamente había estado pokeando su laptop luego de despertar de su siesta.
“¿De quién hablas, Nanami?” Preguntó Haise ladeándose para ver con curiosidad el contenido de la pantalla del computador.
 “De la carta trampa de Haruhi-san.” Nanami le dio unos golpecitos con el índice a la pantalla justo en el remitente del último correo recibido en su bandeja.
“¿Romani Archiman? ¿Quién es?”


Eureka

AYDKFLFDGD mañana vengo con topes.

Este mes ha sido terrible, felizmente ya se termina :'v


37.







El entrenamiento había terminado media hora atrás, pero como era de costumbre, Oikawa se había quedado a entrenar una hora más como lo hacía cada lunes. Aunque se encontraban cada vez más cerca de la semana de exámenes finales, el capitán había hallado que la mejor manera de distraerse de sus obligaciones (académicas y… de otra índole) era mediante el vóley.

En cualquier otra ocasión, Eureka no lo habría molestado. Sin embargo, habían pasado un par de días desde el fiasco de la discoteca, y Oikawa se había escapado de sus garras: al parecer, andaba escondiéndole algo importante. No le había hecho comentario alguno respecto a su charla con Himiko, y Eureka suponía que ese era el motivo detrás de todo el misterio, pero no comprendía por qué tanto secreto.

Era imposible dudar de Oikawa. A esas alturas del partido, le parecía estúpido considerar que su rebel podría traicionarla. Tanto le había refutado a Lelouch acerca del tema que se le hacía ilógico dudar en esos momentos. Morgana, al igual que la parte más racional de su consciencia, le había indicado que lo mejor era ser paciente y esperar a que Oikawa le contara.

Pero habían pasado días desde la salida a la discoteca y nada. Entendía que no podían conversar por redes sociales por temor a ser espiados, y el app de Seven aún no había sido rediseñado para permitirles una comunicación segura de nuevo, por lo que dependían sólo de aquellos momentos en que se veían frente a frente.

Aún así, Oikawa andaba mucho más callado de lo normal. Y aunque le incomodaba tener que hablar sobre ello, Eureka andaba harta de seguir acumulando problemas.

“Oye,” lo llamó, justo antes de que Oikawa se lanzara a sacar la pelota de nuevo. “¿Podemos hablar? Aprovechando que todos ya se fueron…”
“Eureka-chan,” le dijo, y se giró hacia ella. “Sé que quieres saber qu—”
“NONONO, no necesitas decirme, tranquilo,” le habló, sincera. “Yo… bueno, te noto preocupado desde el jueves. Y verte así… ¿me preocupa a mi también? Es sólo eso.”
“Es…” Oikawa suspiró. “Es por lo de Himiko-chan.”
“¿Quieres hablar de eso? Como te dije, no hay problema si no quieres. No te voy a forzar.”
“No, no. Lo justo es que lo sepas tú también. Le he dado tantas vueltas al asunto, pero…”
“Tranquilo. Tal vez puedo ayudarte a decidir… aunque no tengo idea de qué me estás hablando,” mencionó, muy confundida. Oikawa soltó una risa.
“Haha, sí, es cierto~”
“Okay, entonces. ¿De qué hablaste con Himiko? Kokichi me dijo que es mi princess, pero más de eso no sé.”
“Sí, ella me dijo lo mismo a mí. Me contó… que es una medida por parte de los administrativos para que me ponga las pilas. El comité de Kokichi-chan no ha hecho comentarios sobre mi desempeño, pero por la falta de noticias, creo que los administrativos vieron necesario asignarme una princess.” Oikawa suspiró. “Himiko-chan dice que tú y yo debemos respetar nuestros roles de todas maneras.”
“Pero… Kokichi nos propuso otra cosa,” dijo Eureka.
“Eso no le importa a ella. Parece que son amigos, pero tienen metas distintas, porque Himiko-chan me amenazó con que le avisaría al comité si es que no cumplía con mi parte. Y… no sé qué hacer. No quiero hacerte daño, pero si me niego, puede que intenten manipularme…”
“Ay, ay, esto es terrible.” Eureka se llevó las manos a la cara, frustrada. “Espera. No,” dijo, y sacó las manos de su rostro. “¿Habrá… alguna manera de convencer a Kokichi de que la detenga?”
“¿¡Estás planteando aliarnos con Kokichi-chan!?”

Si había contado con ideas descabelladas, esta era la que se llevaba el premio a la más loca. Agradecía que Morgana había preferido quedarse en la mansión HiME jugando con su Switch, porque de haberla acompañado, Eureka no dudaba que su Child se habría puesto a juzgarla y arañarla por sus terribles decisiones. Kokichi era un arma de doble filo, puesto que su aparente neutralidad podía jugarles en contra a la hora de necesitar que tome un bando.

Además, no andaba muy segura de que fuese neutral del todo, porque sabía que le divertía la idea de pelear contra las HiMEs, y eso en sí dejaba en claro que, por más de que divertirse fuese su motivación, Kokichi no dudaría en priorizar el bando que le convenga.

Y eso, que tampoco lo conocían tanto como para afirmar estas cosas ciegamente. Sólo lo habían tratado un par de veces: apostar por él era demasiado arriesgado.

Kokichi no era Oikawa, después de todo. Aquella noche de la boda, Eureka había sido capaz de concluir que, aún a pesar de todo, su rebel era una buena persona, dispuesta a hacer el bien. Era un rebel, sí, pero con el tiempo descubrió que lo era por su equipo, más que por placer, diversión o por algún otro motivo.

“Bueno, no es la mejor opción, pero creo que es la única,” afirmó Eureka. La farsa no podía continuar, cada vez se estaba haciendo más complicado seguir con la mentira de que eran HiME y rebel al pie de la letra. “No sé qué tan bien te vaya fingiendo que puedes pelear conmigo, cuando el otro día ni podías darme un puñete…” comentó.

Lo cierto era que eso también aplicaba a sí misma: se le hacía imposible golpearlo o herirlo, y eso no había pasado desapercibido a los ojos del enemigo.

“Eso… es cierto.” Oikawa suspiró. “El problema es que Kokichi-chan podría traicionarnos cuando le plazca.”
“Pero Kokichi se ve del tipo de gente que hace lo que le conviene,” razonó Eureka. “Y le conviene muchísimo que no te laven el cerebro, porque así tiene un oponente más. No sé, hay que pensar bien en eso. Creo que él es nuestra única alternativa. Después de todo, parece que tiene cierto poder sobre el resto de sus colegas. Nea sabe quién soy, sabe lo que pasó en el gokon y de seguro está enterado de toda la verdad, pero aún no le ha dicho nada a nadie, ni al mismo Karasu.”
“Mm…” Oikawa asintió. “Eso es cierto. De seguro Kokichi-chan es un experto en negociar con la gente.”
“Sí, y lo más probable es que nos saque algo más cuando le hagamos esta propuesta, pero prefiero eso mil veces a que te laven el cerebro o que tengamos que pelear.”
“Yo igual. Debemos… hablar con él.”
“Mm. Tal vez dejó su número de contacto en mi billetera,” dijo Eureka, y corrió hacia su bolso para sacarla.

Efectivamente, escondido en uno de los bolsillos de las tarjetas estaba un pequeño papel con un número anotado. Eureka sacó su celular del bolsillo, y marcó el número.

“No puedo creer que vamos a recurrir a esto, pero bueno, prefiero hacer un trato con el diablo a tener que lidiar con las consecuencias.”
“Si te pones a pensar, ya hicimos un trato con el diablo antes…” mencionó Oikawa, pensativo.
“¿Quién?”
“¡Luciel-chan!” ofreció Oikawa, sonriente.
“…” Eureka lo observó por unos instantes, hasta que le fue imposible aguantarse la risa, e irrumpió en carcajadas. “¡ESO ES CIERTO! Ay, si Seven nos escuchara… Pero nah, Kokichi es mil veces peor.”
¿Ah, sí?
“¡NO!” gritó Eureka, al notar que Kokichi andaba al otro lado de la línea. “¡Ignora lo que escuchaste!”
Haha, Eureka-chan~ Me encanta oírte así de desesperada.
“Debo estarlo como para llamarte, ¿no?”
Pues sí. Aunque sabía que lo harías.
“Por algo me dejaste tu número.”
Nishishi~ Mejor prevenir antes que lamentar~ Y Himiko-chan ya me había contado lo que iba a decirle a Oikawa-chan, así que tenía que hacerlo.
“No me queda claro… ¿No son amigos? Ella y tú.”
Sí, pero pensamos distinto. Himiko-chan se siente atraída por Oikawa-chan, y cree que la mejor forma de acercarse a él es mediante sus roles de rebel y princess, pero yo le digo que hay otras formas de llamar la atención del chico que le gusta.
“¿En serio? ¿Es por eso que quier—?”
¡JAJAJAJA! Tooooonta, ¿te la creíste? ¡Ese motivo es demasiado idiota! Nadie llegaría a tales extremos por algo así.
“…”
¡Ahaha, eres tan crédula~ ¡Es muy tierno!
“…Adió—”
“¡Eureka-chan!” le gritó Oikawa. “¡No le cuelgues!”
“Ya, ya, tienes razón.” Eureka suspiró. “Kokichi. ¿Andas libre ahorita?”
Tengo un hueco de una hora. ¿Por~?
“¿Tú crees que… podríamos juntarnos un rato a conversar?”
Mm… Está bien, si me invitan algo de comer~
“¿Tienes dinero?” le preguntó Eureka a su rebel. Oikawa asintió. “Yo también, entre los dos le compramos algo.”
¡Yay! ¡Genial!
“Entonces… nos juntamos en… ¿dónde estás?”
Yo estudio en la Facultad de Artes Escénicas. Estoy cerca a los gimnasios, por si están allí.
“¿Podrías venir al pequeño? El que está entre el polideportivo y las lozas.”
Okay, ahí les doy el alcance. Byebye~

Kokichi cortó la llamada, y Eureka no pudo evitar soltar un gran suspiro ante eso.

Su plan estaba destinado a fallar, pero no perdían nada con intentarlo.

Tal vez la suerte se pondría de su lado por primera vez en mucho tiempo.

…O eso esperaba.



     



“Es que ya es muy tarde para arrepentirse de eso, ya estamos aquí—”
“¡Pero debimos avisarle! No quiero que se entere de la peor manera. Si salgo herid—”
“Eso sólo pasará si es que pasas la prueba, Maka.”
“Hizumi tiene razón. Y en serio, que es tarde, ya estamos frente a Miranda.”

La rectora aprovechó la mención de su nombre para carraspear sutilmente y virar la atención hacia ella. Reconociendo sus errores, Maka, Hizumi y Soul se callaron súbitamente, avergonzados por aquella innecesaria discusión en frente de Miranda.

“¡Disculpe, rectora!” empezó Maka. “Sé que está muy ocupada, y encima venimos a gastar su tiempo así…”
“No se preocupen. Entiendo que el tema es un poco delicado, y por lo que escuché, Suoh no está enterada de esto, ¿no?”
“No nos dio el tiempo de comentárselo,” dijo Soul. “Y anda muy… preocupada por el tema de Biohuertos y de su probación. Los tres acordamos en que sería bueno contarle luego. Cabe la posibilidad de que Maka no pase la prueba y bueno, de ser así, la habríamos preocupado por gusto.”
“Mm.” Miranda asintió. “No hay problema con eso. Sé que encontrarán el mejor momento para hablarlo con ella. Pero ahora, necesito que se enfoquen en el tema en cuestión.” Dicho esto, Miranda se giró hacia Maka. “Albarn, debo admitir que no me siento tan cómoda al permitirte dar la prueba. Cuando hicimos los exámenes preliminares, meses atrás, no te tomamos en consideración por un tema de estabilidad emocional.”
“¿Exámenes?” Maka se mostró confundida.
“Los exámenes psicológicos que cada año realizamos sirvieron para descartar posibles candidatas. En el tuyo encontramos que tiendes a cegarte por tus metas y descuidar tu salud física. Es… preocupante. Más allá de tus aptitudes físicas, ese importante detalle sobre tu temperamento puede ser crucial a la hora de la batalla.”
“Estoy… consciente de ello. Pero pretendo ser mucho más cuidadosa. En caso de que mi terquedad me comprometa, Soul y Hizumi me harán recapacitar.”
“Eso es cierto, Miranda,” dijo Hizumi. “Ahí estaremos para ella.”
“Deben tener cuidado con eso. Sobretodo tú, Evans.” Miranda observó a Soul. “Eres el arma de otra HiME. No podrás ayudar a tus amigas al mismo tiempo.”
“Sí. Hay… un tema que Eureka debe resolver, y por eso mismo no puedo dejar su lado aún, pero pienso discutirlo con ella.”
“De acuerdo.” Miranda asintió. “Acordaré con Fran para que el gimnasio principal esté preparado a la brevedad posible. Recomiendo que se queden dentro del campus mientras esperan mi llamada de confirmación.”
“Está bien. Gracias, rectora.”
“No hay de qué. Confío en tus habilidades, Albarn.”

Maka asintió, y los tres se levantaron de sus asientos. Al unísono, le hicieron una reverencia a la rectora, y se retiraron del despacho de Miranda.

Caminando hacia la puerta del área de oficinas administrativas, Maka soltó un gran suspiro.

De un momento a otro, se acumularon en su cabeza varias dudas sobre sus capacidades y le invadió un miedo inmenso sobre lo que se le venía encima. Sus amigos le habían contado todo sobre la prueba, pero Maka tenía la sensación de que no era suficiente. Había insistido por tanto tiempo con dar la prueba HiME, pero a vísperas del evento, sentía que la ansiedad que le producía iba a ahogarla.

“Tranquila,” le dijo Soul, y colocó su mano en su hombro. “Te irá bien.”
“¡Sí!” afirmó Hizumi. “Has entrenado por meses y estás lista. Sé que… no podemos ingresar al gimnasio durante la prueba, pero estaremos esperándote en la puerta.”
“Gracias.” Maka les sonrió.

La espera se le haría larga, pero confiaba en que sabría resolver la situación pese a todo.

Ya no había marcha atrás.



     


“…” Oikawa suspiró.

Según su cuenta, era la sexta o séptima vez que lo hacía desde que habían conversado con Kokichi por teléfono.

Pero Eureka no podía estar totalmente segura de ello, porque ella misma se había distraído por su preocupación: la inminente discusión con aquel problema con patas estaba cada vez más cerca y todo apuntaba a un completo desastre.

De todas las decisiones que había tomado en los últimos años, tal vez esa era la más idiota. Confiar en Kokichi estaba destinado a costarle muy caro en un futuro, pero estaba acorralada: no podía permitir que manipularan a su amigo. Himiko terminaría avisándole al comité sobre la actitud de Oikawa y este se convertiría en un zombie en poco tiempo. Llevaban varias semanas evitando eso como para que en cuestión de días el esfuerzo de tanto tiempo se fuera al tacho de basura.

Por unos instantes, recordó que el resto de chicos de su edad sólo tenían que preocuparse por finales, y la envidia no demoró en invadirla.

Qué suerte la de ellos.

Lamentablemente, en su caso, hacía mucho tiempo que la suerte ya no estaba de su lado.

“…” Esta vez, fue ella quien suspiró. Las cosas iban de mal en peor.

Los problemas iban apilándose uno sobre otro. Había empezado con Biohuertos, luego con su enamorado, y ahora estaban aquí, a punto de hacer un pacto con el diablo.

“¡Hola~!” Eureka alzó la mirada, y volvió a suspirar. Ahí estaba Kokichi, en frente de ellos, saludándolos como si fueran viejos amigos. “¿Podemos salir a comer al frente? La comida del comedor no me gusta tanto~”
“Pero tienes una hora de hueco…” comentó Eureka.
“Eh” Kokichi se encogió de hombros. “¿Qué importa? Comida gratis es comida gratis. Vamos, vamos~”
“Qué bueno que insistí en guardar nuestras cosas en mi casillero,” dijo Oikawa, aliviado.
“Supongo que igual han traído dinero~”
“Sí.” Oikawa rodó los ojos. “Y mi ID. Vamos.”
“¡Yay~!”

Kokichi caminó hacia la puerta trasera de la universidad, con Eureka y Oikawa detrás de él.

HiME y rebel intercambiaron miradas de cansancio y resignación, sin musitar palabra alguna por el resto del camino.



Todo indicaba que Kokichi se había apiadado un poco de ambos, al sugerirles ir a un puesto de ramen muy económico. El pequeño restaurante quedaba a un par de cuadras de Rizembool y era conocido por andar repleto de gente en todo momento. Sus precios asequibles y la calidad de sus platillos lo habían vuelto muy popular entre los alumnos de Rizembool.

Ese día no era la excepción, pero no demoraron en conseguir una mesa libre cerca de la barra. La orden de los tres llegó en poco tiempo, y Kokichi se dedicó enteramente a acabar su sopa, ignorando a Eureka y Oikawa.

“No nos estará engañando, ¿no? Tal vez nos pidió venir aquí para pagar por él y escaparse…” le susurró Oikawa, con una mano sobre su boca. Eureka negó con la cabeza.
“No creo,” dijo ella, imitándolo. “Tuvo la oportunidad de quedarse con mi billetera y, aun así, me la devolvió. Con todo. Todos los billetes estaban ahí adentro.”
“¿¡Todo!?”
“¡Sí, todo!”

Eureka y Oikawa saltaron un tanto en sus asientos al escuchar la animada voz de Kokichi.

“Nishishi~ Estoy escuchando todo lo que dicen, por si no saben.”
“¿Ahora sí nos prestas atención?” reclamó Eureka, enojada.
“Tenía hambre. Le di prioridad a eso.”

El vacío bowl de ramen en frente de ellos indicaba que Kokichi no mentía.

El contraste entre ambos lados de la mesa era impecable, puesto que el ramen de Oikawa y Eureka seguía intacto. Ninguno tenía apetito en esos momentos.

“Pero ahora sí puedo escucharlos, así que estoy a su disposición~”
“¿Vas a ser sincero con nosotros?”
“Depende.” Kokichi hizo a un lado su bowl, para posar sus brazos en la mesa. “Si me conviene, sí.”
“Pues te va a convenir de todas maneras. Lo que Himiko-chan pretende hacer va a afectart—”
“Ohhh, qué inocentes son. ¿Creen que voy a velar por ustedes a cambio de que sean mis oponentes?”
“…” Oikawa y Eureka intercambiaron miradas, confundidos. “Uh… ¿sí?” dijo Eureka, ilusamente.
“¡Bzzzt! No lo haré. Eso no es suficiente para convencerme.”
“Ugh. Sabía que ibas a pedir algo más.”
“Es una oportunidad perfecta~ No podía dejarla pasar.” Kokichi sonrió.
“Okay, dinos qué quieres,” comentó Oikawa.
“Es muy simple, realmente. Yo he hecho un trato con alguien más. Debo encontrar a cierta persona, pero no tengo tiempo para ello ahorita. Justo me van a asignar una HiME nueva, y quiero darle la bienvenida.”
“¿No nos necesitas, entonces?”
“Oh, no, igual quiero pelear contra ustedes. El trato que hice es justo por eso, quiero evitar delatarlos.” Kokichi sonrió. “Pero más que nada, los necesito para el otro tema. Sobretodo tú, Eureka-chan~ Tú vas a ser capaz de encontrarla.”

Aquella sonrisa en su rostro le daba malas noticias, pero Eureka asintió.

“Está bien. ¿A quién debo buscar?”
“Su nombre es Sakura Nanamine. Es una estudiante de derecho en Hanasaki.” Kokichi sacó un pequeño papel del bolsillo de sus jeans, y lo colocó en la mesa, deslizándolo hacia ella. “Ahí está toda la información que necesitas.”
“¿Quién es ella? ¿Para qué la buscan?” preguntó Eureka, tomando el papel.
“Es la chica que Nea-chan estaba buscando en el gokon~ Es importante encontrarla.”
“No.” Eureka negó con la cabeza. “No voy a hacerlo. Lo más probable es que ella salga herida. Por algo la están buscando, ¿no?” 
“Aw, justiciera. Velando por el bien de los demás, qué tierna.” Kokichi sonrió. “¿Entonces estás de acuerdo con que Oikawa pague los platos rotos?”
“…!” Oikawa lo observó, preocupado. “¿A qué te refieres?”
“Bueno. Ya sabes lo que va a pasar si no le haces caso a Himiko-chan. O terminas peleando contra Eureka-chan, o te manipulamos y ya nunca más vuelves a ser la misma persona~ ¡Es taaan sencillo!”
“…” Eureka guardó silencio. “¿…Qué debo hacer ni bien la encuentre?”
“¡Eureka-chan, no—!”
“Ahí está la parte más compleja. Debes colocarle el tracker que está dentro del papelito que te acabo de dar. No sé cómo, pero tú buscas la forma. ¡Oh, cierto! Tu enamorado estudia derecho, ¿No? Podrías pedirle de favor que lo haga por ti.”
“No… no pienso involucrarlo en esto. Yo lo haré por mi cuenta.”
“¡Genial!” Kokichi aplaudió, emocionado.
“Espera, Eureka-chan—”
“Tienes dos semanas,” dijo Kokichi. “Me llamas cualquier cosa.”
“¿Podemos quedar en algo?” preguntó Eureka.
“¿Qué cosa?” Kokichi se veía un tanto curioso.
“Mientras la busque, estarás de nuestro lado. No sé cómo, pero convences a Himiko y a Nea de que no hablen. Si terminan las dos semanas, y no la encontré, eres libre de hacer lo que te plazca. Es lo mínimo que deberías garantizarnos a cambio de que cumpla con nuestra parte del trato.”
“¡Eureka-chan!” la llamó Oikawa. “¡Escúchame! ¡No puedes hacer esto!”
“Lo siento,” se disculpó ella. “A mí tampoco me agrada la idea, pero es lo único que nos queda. No tenemos ninguna chance de vencer a Karasu si se vuelve a aparecer frente a nosotros. Ni tú ni yo estamos a su nivel, y tampoco podemos fingir que peleamos… ya lo intentamos, y no funciona.”
“¡Debe haber otra solución! No… no podemos hacer esto.”
“Awwwww~” canturreó Kokichi. “Me dan diabetes. Lo peor es que ni saben qué le haremos a Nanamine-chan cuando la contactemos.”
“No jodas.” Eureka lo fulminó con la mirada. “Si es un truco para disuadirme, no va a funcionar.”
“Bueno~” Kokichi se encogió de hombros. “Es tu decisión. Y ya accediste, así que no hay marcha atrás. Para darles un poco de calma, sí, convenceré a Nea-chan y Himiko-chan de mantenerse callados… al menos hasta que me den noticias. Sean buenas o malas. A partir de ahí… veremos qué sucede~”
“Está bien.” Eureka asintió. “Entonces, quedamos así.”
“¡No pensé que me libraría tan rápido de este tema!” exclamó Kokichi. “Ahhh~ Bueno, ahora sí puedo dedicarme a mis cosas, más tranquilo. ¡Me han salvado! ¡Estoy agradecido!”
“…” Eureka rodó los ojos. “Okay. ¿No te vas ya a tu clase?”
“Voy a llegar un poco tarde, pero valió la pena.” Kokichi se levantó y cogió su morral. “Los veo luego~ ¡Cuídense!”

El puesto de ramen estaba sumido en una algarabía, pero la mesa de ellos era puro silencio luego de la partida de Kokichi. Oikawa observó a su amiga, preocupado, hasta que notó la expresión de alegría de Eureka.

“Eh… ¿Estás bien, Eureka-chan?” mencionó él. Su reacción inmediata fue llevar una de sus manos a la frente de la chica, preocupado por algún tipo de fiebre. Era la única manera de explicar su delirio: nadie sería capaz de sonreír luego de aquella conversación tan oscura.
“Estoy perfecta. Aunque… me preocupa seguir lidiando con tantos tratos con la gente, pero supongo que algún día terminará eso.”
“¿Estás segura? Siento algo de calentura…”
“¡Estoy bien!” Eureka le sonrió, y luego, retiró su mano con cuidado. “En serio. No te preocupes.”
“¿Es inevitable? Acabas de venderle tu alma al diablo y estás sonriendo como si te hubieran invitado el almuerzo.”
“¿No lo harás?”
“¡No! ¡Y ese no es el punto!”
“Tranquilo. Tengo… un plan, o algo así.”
“La otra vez que tuviste un plan terminaste en la clínica.”
“¡Qué malo eres!”
“¡Es por tu bien!”
“No, no. Este plan no es tan arriesgado… Énfasis en el *tan*. No significa que no cumpliré con el pedido de Kokichi, pero tampoco voy a permitir que alguien salga herido. Confía en mí, ya verás.”
La mirada de Oikawa le daba indicios sobre su respuesta. Sin embargo, un suspiro y una sonrisa le indicaron lo contrario. “Okay, confiaré en ti.”
“Gracias.” Eureka le sonrió. “Ahora,” mencionó, observando su ramen. “¿Habrá forma de pedirles que lo recalienten?”
“…Lo dudo.”
« Last Edit: March 22, 2020, 03:37:55 AM by Eureka »


Sayi


Hello gals <3

Aviso que a partir de las probaciones del próximo mes iremos restando del contador a las gheis que cumplan un año sin dejar fic aquí. Son bienvenidas a regresar a postear cuando gusten -3- pero queremos tener la lista al día con miembros activas.

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






Sayi :: 0 palabras
Shura :: 0 palabras
Kora :: 0 palabras
Deidara :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Isumi ::  palabras
Cho :: 40040 palabras
Kana :: 7565 palabras
Eureka :: 3710 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 2391 palabras
Haruhin :: 2607 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa


En Hanasaki…

Akita se encontraba en su salón terminando de revisar sus deberes, después del incidente con Houchou en el centro comercial se encontraba preocupado por su hermano menor, el pequeño castaño como gustaba de ser consentido ahora andaba con miedo y con ganas solamente con sus hermanos , aun sin superar el miedo, al menos ahora estaba en clases y seguro

Akita!!!...-un pelinegro de cabellos rebeldes cortos ondeados se acerco al pelirosa y lo empezo a mover ligeramente- te encuentras bien?? No te ha pasado nada?? No te han lastimado?? Quieres conversarlo conmigo-su?

Buenos días Tetora-kun…-dijo sonriéndole suavemente- afortunadamente no paso a mayores y estamos bien, solo fue un gran susto pero todo esta bien-

Para la próxima avísame para irnos juntos-su!! Yo Nagumo Tetora, como Ryusei Black es mi deber  proteger a mis amigos…-

Eh?...-el pelirosa sonrio con una gota en la cabeza- Ryusei Black?? Es verdad…perteneces al grupo idol de Morisawa-senpai no??-

Correcto-su!! Somos el Ryuseitai-su!! Junto con Midori!!! Nee…Midori??-

Al costado de Akita se encontraba un joven de cabellos castaños claros cortos y desordenados, que acababa de llegar al salón, era visiblemente mas alto que los otros dos y su expresión era de miedo cuando Tetora lo menciono

Yo solo estoy ahí porque Taichou que esta en el club de baloncesto me obligo a unirme, yo no queria ser idol, no quiero que nadie me vea y no ver a nadie…-suspira pesadamente- quiero morirme…-

Buenos días Midori-kun…-dijo el pelirosa acercándose a él- ya deja de pensar en esas cosas eres igual de joven que nosotros no puedes tener tanto pesimismo…-

Akita-kun eres un buen niño, eres pequeño y de buen ver no como yo que parezco casi universitario con este cuerpo y no soy nada adorable…-

Midori-kun!!! No sufras- le dijo Tetora tocándole del hombro- tu eres adorable a tu modo, sino Lider no te habría elegido como el Ryusei Green

Y yo no queria ser idol…-dijo sentándose en su posición, para abrir su libro y esconderse-tampoco queria estudiar en
Hanasaki…solo queda cerca de mi casa…no se porque estoy aquí…-

Midori-kun!!...-se alarmo preocupado el pelirosa – no pienses eso, eres especial a tu modo…-

No le hagas mucho caso, siempre se porta de esa manera todos los días-su…-dijo el pelinegro todo despreocupado-

Para ser su amigo no estas actuando como tal…-dijo con una gota en la cabeza, para tomarle la mano al mas alto- cuando quieras puedes hablar conmigo si te sientes incomodo o preocupado deacuerdo??-

Akita-kun…-dijo el pelicastaño con un leve rubor con pequeñas lagrimillas en los ojos-

Ya me perdi en la conversación-su…-dijo el pelinegro, mientras observaba su teléfono celular-Midori-kun tengo un mensaje del líder!! Dice que Shinobu-kun acaba de llegar a Japón y que vendrá hoy a Hanasaki y que tenemos que reunirnos después de clases-su –

Eh?...volvio Sengoku-kun?- suspiro pesadamente- ahora vamos a tener que volver a actuar como unidad? Que molestia…-se volvió a ocultar entre sus libros-

No son buenas noticias Midori-kun?? – dijo el pelirosa-

Para nada…-

El timbre sonó y empezaron las clases

Antes de comenzar las clases tenemos  dos nuevos alumnos que empezaran a estudiar con nosotros, asi que por favor sean buenos con sus nuevos compañeros

La primera persona que entró a escena fue Rinne

Buenas días con todos soy Rinne Osaka…-haciendo una reverencia- espero que nos llevemos bien…-

Todos murmuraban comentando de la belleza de la joven aunque también tenían algo de temor a verla con el ceño fruncido

Acomodate al lado de Takamine…

El mencionado alzo la mano temerosamente

Gracias sensei…-se retiro para sentarse al lado de Midori que volvió a ocultarse entre sus libros-

La 2da persona que entro a escena lo hizo alegremente causando revuelo en el salón porque el joven era reconocido idol que empezaba su carrera con su hermano gemelo

Hola a todos!! Soy Yuuta Aoi, espero llevarnos bien!!

Aoi-kun siéntate al lado de Nagumo-kun…-

Deacuerdo!!-

Oi Yuuta!! Siéntate aquí conmigo!!-

Pero si es Tetora-kun!!- mirando a otro lado- pero también veo a Midori-kun!! Ha pasado mucho tiempo…-

Es en serio? También Yuuta esta en la escuela…-suspiro pesadamente- quizás todo esto es obra de Taicho…-

Yo queria estar en el mismo salón que Shinobu-kun…-suspiro pesadamente la peliplateada- y me toco estar al lado de Yuuta…al menos no esta con él tampoco…-

En el salón de Houchou

El castaño estaba siendo mimado por las chicas del salón cuando les contó todo lo que le habia pasado junto a Akita, las chicas le estaban dando dulces para que se calmara, asi que estaba entretenido con ellas

Al igual que el otro salón, el profesor iba a presentar a los dos nuevos alumnos que se iban a incorporar a la clase
El primero en presentarse fue el pelinegro miembro de Ryuseitai, que tenia su mochila llena de cosas alusivas a los ninjas, que era inevitable pensar que el joven era fan de eso

Mi nombre es Shinobu Sengoku, mucho gusto con todos espero que nos llevemos bien-de gozaru- haciendo una solemne reverencia

Sengoku-kun siéntate al lado de Toushirou-kun…-

Deacuerdo!!...-se acerco hacia el pequeño que alzaba su brazo para que se acercara a él-Hola…-

Hola!!...-dijo el pequeño con su bolsa de dulces- quieres??...yo soy Houchou Toushirou y quiero ser tu amigo…quieres ser
mi amigo??-

Houchou-dono…mucho gusto si quiero ser tu amigo-

Dono?? Me tratas con respeto??-le agarro del brazo- te quiero mucho!!

Eh??..- dijo avergonzando-

Nee Shinobu-kun tienes dulces para compartir conmigo?...-le dijo con ojos brillantes-

Creo que si tengo …- saco de su bolsillo una bolsita de tela donde habían estrellas ninjas en forma de chocolate- podemos compartir los dulces en el almuerzo Houchou-dono…-

Tu los preparaste??-

No, fue Sakura-dono…la prometida de mi primo…-

Eh?? Tienes una linda futura pariente?? Quiero conocerla es parte de la escuela?-

Toushirou-kun… ya puedo continuar?- dijo el profesor con una gota en la cabeza-que falta un alumno que presentar

El 2do alumno entro a escena saludando alegremente-Hola a todos!! Soy Hinata Aoi y desde ahora sere su compañero!! Espero nos llevemos bien y vayan a los conciertos de 2Wink!!-

Los demás jóvenes empezaron a murmurar y gritaron emocionados

Hinata-kun!!-se levanto el pelinegro alzando el brazo-

Pero si es Shinobu!!...-se acerco a él- lo que hubiera dado Yuuta-kun y Rinne-chan por estar en tu mismo salón- me alegra que seamos compañeros-

Yuuta-kun también esta en la escuela? Y Rinne?-

Si ambos están en la escuela pero les toco otro salón-

Tienes mas amigos?? Los puedo conocer??...-hablo el mas bajito-

Hinata-kun te presento a Houchou Toushirou-dono…-

Toushiro?? Tu eres parte de una familia mas adinerada del país?...-

Uhm…supongo que si…aunque eso no me importa porque solo quiero a Ichi-nii y a mis hermanos…-

Ya veo…pero es una gran sorpresa de que estes aquí…-dijo el mayor de los Aoi- ya quisiera ser millonario para poder engreír a Yuuta-kun…-

No es nada del otro mundo…- dijo mientras comia sus dulces-

Uhm…no entiendo nada…- observando su numero celular ya que le habia llegado un mensaje de texto- tengo un mensaje de Taichou-dono…-dijo emocionado- hay una reunión de Ryuseitai después de clases-

Ryuseitai??...-

Es el grupo idol donde pertenece Shinobu-kun…era también un grupo conocido que salio después de las desintegraciones de Undead y Knights, se puede decir que vendrían a ser los senpai de 2Wink, aunque Shinobu-kun, Midori-kun y Tetora-kun son relativamente nuevos

Aun no entiendo del todo esa mecánica de los idols…-decia Houchou con sus ojos en forma de espiral-

Luego te daremos una catedra…-dijo sonriente el mayor de los Aoi-

Ya terminaron de conversar??...-dijo el profesor con una gota en la cabeza- acomódense y prepárense que la clase esta por iniciar!!
........................


En el departamento de literatura en la universidad de Hanasaki

Hiroki Kamijou se encontraba corrigiendo los exámenes de sus alumnos con el ceño fruncido renegando internamente por las calificaciones , al lado de él se encontraba un pequeño niño de cabello cortos castaños y el ceño igual de fruncido que se encontraba terminando de comer y se acerco al mayo para jalarle el pantalón

Pa..pa..ia temine…-

El pelicastaño dejó por unos instantes los exámenes – muy bien Kotaro, terminaste de comer todo lo que tu papá preparo…-con una suave sonrisa acariciándole suavemente los cabellos-termino de corregir estos exámenes e iremos a casa…-

Uhm…- dijo el pequeño niño mientras acomodaba sus platitos y los puso en su pequeña bolsa-

La puerta de la oficina se abrió y apareció un joven de cabellos cortos pelinegros y con bata de color blanco asomaba por la puerta

Pa…pa…-el pequeño niño castaño corrio a su velocidad para irse al encuentro del mayor-

Mi pequeño Koutaro!!...- dijo arrodillándose y recibir al pequeño entre sus brazos para cargarlo y acercarse al castaño mayor- ya terminaste Hiro-san??? Yo ya termine el turno de la madrugada y volveré otra vez en la noche…tu volveras en la tarde no??

Si, tengo clases en la tarde, solo ire a casa a ducharme y cambiarme…-

Como se portó Koutaro?- el pequeño niño se quedo dormido en los brazos del más alto-

Se porto muy bien y claro que debe de portarse asi porque es mi hijo…-como alardeando de su pequeño-

Claro también es mi hijo…-dijo el pelinegro sonriendo ampliamente, para acercarse a su pareja y besarle en los labios-
Nowaki…estamos en horario de trabajo no hagas esas cosas…-dijo avergonzado mirando a otro lado-

Yo ya no estoy en horario de trabajo…-dijo pícaramente-

El pelicastaño mayor suspiro pesadamente, volvió a su trabajo y termino de corregir todos los exámenes

Bueno yo ya termine también…- guardando los exámenes en su maleta- vamos que no quiero que Koutaro se enferme…y no hemos traido nada para abrigarlo-

Es verdad…olvide de colocarlo en la mochila…-

Ambos salieron del departamento de literatura tomados de la mano

Ya en el carro, Nowaki fue el que se puso a manejar mientras que Hiroki tenia a Kotaro durmiendo en su regazo cubierto con su manta,le acariciaba suavemente los cabellos

Crees que sea necesario ponerle otra inyección para el resfrio?...-

Ya no es necesario Hiro-san, después de estos días que estuvo con resfrio no le va a volver la fiebre ya que ahora esta tomando las medicinas que le di

Ya falta solo 1 semana para que podamos salir de vacaciones y llevar a Kotaro a casa de mis padres, mama´esta emocionada de verlo ya preparo la habitacion donde nos quedaremos

Recuerdas que la ultima vez apenas y pudimos llevar todos los peluches que le compro a Kotaro por su cumpleaños

Si, hizo mucho berrinche cuando le dijimos que no podíamos llevarle todo-

Es que es su primer nieto por eso…- rio divertido-

Y como le gusta gastar su dinero…-suspira pesadamente mirando a su pequeño que seguía durmiendo- para él lo vale

Claro que si…después de todo es nuestro hermoso hijo …-

Las pequeñas manitas de Koutaro sujetaban fuertemente a las del mayor
-------------------

matta ne!!

Mimi-chan
« Last Edit: October 04, 2018, 09:39:15 PM by Mimi Tachikawa »


Kana

Fic que hoy se ve sin sentido pero tiene un propósito a futuro como conector de ciertos eventos (?)

#44

En la tarde de aquel día, el club de fútbol tenía una práctica habitual de fortalecimiento de habilidades. Como no existía pronto compromiso de competencias con otras universidades en las fechas futuras, el día de entrenamiento se transaba en una práctica tranquila y de entretención con compañeros de equipo.

Algunos chicos entrenaban en la chancha divididos en dos equipos parejos teniendo resultados equivalentes en cuanto a anotaciones y destrezas. Otros tantos se encontraban en la banca como reserva ya sea porque estaban  cansados o porque preferían charlar un momento con sus pares. De fondo se escuchaba “Post Malone - Rockstar ft. 21 Savage”, puesto que un muchacho tenía su spotifity en reproducción para escuchar música con sus compañeros mientras esperaban su turno de ingresar al entrenamiento.

Alm y Henry se encontraban en la cancha pasándose la pelota de fútbol. Después de la última anotación de un muchacho, los dos equipos se habían distraído en el break que habían hecho para descansar brevemente e hidratarse.

—Y así ha sido mi estadía en Hanasaki. Si bien llevo poco tiempo, creo que me he integrado bien.— Dijo Alm, pasándole la pelota a Henry.
—Yo todavía no me acostumbro— Henry pronunció casi para sí mismo, un tanto taciturno.
—Hehe, y eso que llevas un poco más de tiempo que yo.—
—Hm…— Asintió. —Cada vez que se da la oportunidad de tomarme las cosas con calma, surgen nuevas ¨sorpresas¨—
—Eh, me siento un poco culpable por eso.— Alm se pasó una mano por sus cabellos verdes. —Llegar todo el grupo de pronto, siendo que los Lancaster estaban primero aquí.—
—Descuida, Alm. El hecho que estuviéramos aquí no significa que los demás no puedan visitar un país libre.— Sonrió brevemente. —Y si bien debo admitir que no me siento cómodo con tantas personas conocidas alrededor… Soy sincero en decirte que Celica y tú me hacen sentir más a gusto en ese grupo.—
—Me alegra saberlo.— contestó con una mezcla de sorpresa y tranquilidad. Los Lancaster no eran muy allegados a los afectos ni fortalecedores de vínculos de amistades, pero por las palabras de Henry podía percibir que su estima era auténtica. Estaba claro que no lo llamaba amigo directamente, pero al menos entendía que podía ser una persona que el rubio consideraría para pasar el rato.  El peliverde recordó luego. —A todo esto, decías encontrarte con otras nuevas sorpresas. ¿A qué te referías con eso? Aparte de nuestra llegada.—

Henry permitió que unos minutos de silencio circulara entre ellos. Alm era un buen muchacho y le simpatizaba, al igual que Celica y Alfonse. En la infancia de todos ellos, las familias solían organizar ceremonias y eventos donde se reunían todos los exponentes de las grandes casas y era usual que los más pequeños fraternizaran entre ellos. Si bien los hermanos Lancaster eran más herméticos y solitarios, siendo Henry por sobre todo distante y tímido en ese entonces, Alm, Celica y Alfonse solían acercar a Henry para integrarlo al grupo.
Pero no era sencillo contarle cosas tan privadas y extrañas del presente de su vida a Alm o los otros así a la ligera.
Optó por contar lo más ¨normalizado¨
—Me refería a la llegada de mis hermanos mayores aquí. Es extraño coexistir con mis hermanos en un mismo espacio. Normalmente pasamos poco tiempo entre nosotros.—
—Te entiendo, eso se da muy común en nuestras familias.—
El rubio asintió. —Después llegaron los Capétiens… ustedes, y ahora…—
—¿Ahora?— Alm se inquietó al ver el rostro de Henry. Quien no lo conocía se podía hacer una imagen de aquel chico como una persona seria o, en su contraparte, muy encantadora. Pero al verlo detenidamente Alm se dio cuenta que, increíblemente, Henry estaba irritable. Lo cual nunca antes lo había visto en su vida.
Aquel tipo de irritabilidad interna que significa un gran malestar que una persona con su estatus no puede demostrar libremente ante otros. Sintéticamente no fue necesario que Henry contestara a la inquietud de Alm pues cuando el peliverde se giró al ver hacia donde Henry observaba fingiendo estoicismo, ocultando su irritabilidad, Alm notó que un muchacho de cabello castaño sofocaba a otro chico el cual tenía el cabello negro.
—¿Y esos críos?— No entendía que hacían allí un par de escolares. Alm se percató de que el chico de cabello negro se levantó dejando hablando solo al otro, por lo que aquel otro prefirió invadir la cancha de fútbol y buscar a la otra figura conocida por él.
—¡HENRY, JUGUEMOS FÚTBOL!— Gritó a todo pulmón, consternando a algunos con ese bullicio. Como no tuvo respuesta del rubio, restó la distancia que los separaba llegando hasta su lado. —Oye, Henry… ¿La guerra te dejo sordo también?—
—…N-no.— Negó. Calmando los nervios que experimentaba cuando tenía a ese niñato cerca suyo. Su modo invasivo y desafiante de ser le descompensaba anímicamente. ¨cuenta hasta diez…¨
—Perfecto. Entonces juguemos futbol. Ya que todos están holgazaneando, podemos tener la cancha para nosotros.— El muchacho vio a Alm. —¿Quieres participar o simplemente te harás a un lado?—
—Eh…— Alm quedó desconcertado brevemente. —¿De qué escuela eres?—
—Soy estudiante de aquí. ¿Por qué?— entrecerró los ojos.
—N-no, nada.— Pensaba que era de secundaria.
—Henry, ¿tienes un amigo? Que raro…— analizó a Alm con suspicacia.
—Zorome, ¿no te acuerdas de Alm?— Le preguntó Henry al menos.
—¿Es Zorome? ¡Oh! No me esperaba verlo aquí.— reaccionó Alm. —La última vez que… bueno, la única vez que lo vi era un niño pequeño.—
—Ah, Alm.— Zorome habló un poco disperso. No recordaba a Alm, lógicamente porque cuando Alm y él se vieron aquella única vez, Zorome tenía unos cuatro años de edad por lo que le era imposible recordarlo. —Uh…— desvió la mirada.
—Haha, tranquilo. No es tu culpa si no te acuerdas de mi. Ha pasado mucho tiempo. Yo también tuve dificultad en reconocerte. Haz crecido un montón pero… De todos modos, ¿no deberías ir en secundaria?—
—¡AH!— Zorome reaccionó después de su letargo. Volteó a mirar a Henry. —¿Alm es el que se cayó sobre la deposición del caballo que le regalaron en ese cumpleaños donde nos conocimos, cierto?—
—¿P-por qué te acuerdas justo de eso?— Alm quedó en shock, pálido como un papel.

Había sido un trauma de infancia para el peliverde experimentar ese momento ya que, como niño mimado y engreído que era en ese entonces, se jactaba del regalo de su padre el cual había sido un purasangre. Al ser fantoche y alardear frente a sus pequeños amiguitos, Alm se puso quisquilloso cuando su madre, preocupada por su hijo, intentó bajarlo del caballo. Alm en un berrinche le dio la orden a su caballo de correr, pero antes que pudiera avanzar más, el niño se había caído y había amortiguado el golpe al caer sobre los desechos que su caballo acababa de hacer. Los demás niños, cansados con sus caprichos se rieron todo el día de él. Fue incondicionalmente el peor cumpleaños de su vida y desde entonces la actitud de Alm había cambiado a una más humilde.

—No es que me acuerde. Era muy pequeño… Pero el doctor Frank lo usó de moraleja eternamente para que no fuéramos niños engreídos y exigentes de su atención.— Reflexionó, pensativo.
—¿Qué le pasa a ése doctor?— Alm se molestó.
—Mejor olvidemos eso.— Sugirió el rubio del grupo.
—SI. A quien le importan esas cosas sin sentido. ¡Mejor juguemos! El perdedor de Hiro se molestó porque le recalqué lo débil e inútil que es, por eso se fue. Pero Henry es como el ¨chico perfecto en todo¨ y juega bien fútbol así que no puede decirme que no.—
—Hehe, es como el niño bonito y perfecto.— bromeó Alm.
—Ya basta, por favor.— Henry suspiró.
—Sí. Todos lo ven así. Aunque si supieran que está medio trastornado por su experiencia en Siria y—
—¡Zorome!— Alm lo miró con desaprobación, empatizando con el malestar de Henry quien en su timidez habría preferido bajar la vista y apretar la pelota de fútbol contra su pecho. —¿No te enseñaron que los chismes son de mala educación?— Ese niño se notaba que era un malcriado.
—P-pero… El profesor Frank nos habla mucho de cosas así. Sobre ustedes… para que aprendamos a afrontar nuestros problemas. Dice que los errores de los demás le ayudan a estudiar parámetros más incógnitos de la conducta humana.
—Werner Frank debe cursar una interesante demencia senil si dedica sus estudios y aproximaciones basados en chismes.— Dijo Henry, seriamente. Se había tornado frío y espectral de pronto. Causando que los otros dos se sintieran intimidados.
—No está demente…— murmuró Zorome, un poco confundido por la actitud del siempre paciente rubio.
—Bueno.— Respondió sin interés. Pasando del tema.
—¡No actúes como que no acabas de decir algo equivocado sobre el gran doctor Frank!—reprochó el más joven.
—Lo siento, Zorome, tienes razón…— Henry se disculpó, suavizando su expresión. Asintió levemente con la cabeza. —No puedo decir comentarios inmaduros respecto a una figura iluminada que está pronta a extinguirse. Con el permiso de ambos, tengo que ir a atender otros asuntos. Espero que ambos estén bien.— Henry soltó el balón, hizo un pobre gesto de despedida con la mirada y se retiró como si fuese una especie de sujeto mecanizado.
—¡Henry!— Lo llamó Zorome, pero no le hizo caso. El chico se cruzó de brazos. —¡Ah, maldito Lancaster!— infló las mejillas.
—Zorome, ahora tú deberías hacer una reflexión sobre esto. Fuiste bastante grosero. Es normal que Henry se molestara de ese modo—
—¿Por qué grosero?—mantuvo su actitud pedante. —Y no está molesto. Está loco.—
—Dijiste esas cosas que no son cómodas de compartir con otros. Sobre todo para un miembro de la familia Lancaster. Tampoco puedes ir por la vida diciendo que la gente tiene traumas o está loca.—
—¡Pero si dije la verdad! ¡Y la gente dice todo el tiempo que hay que decir la verdad!—
—¡Eres un crío!— Alm reaccionó impulsivo como el otro. Se consternó por su propia manera de actuar, siendo reactivo al otro, cubriéndose el rostro inconscientemente. —Disculpa, no debí gritarte.— Recapacitó. —Pero creo que tengo razón en decirte que debes pensar antes de decir las cosas.—
—Que raro… Miku me dice eso todo el tiempo.— Miró hacia el cielo, extrañado. Estuvo a punto de pensar en sus acciones pero su infantilismo lo dominó por sobre la razón. —Alm, ¿Jugamos futbol?—
—…No. Gracias.—
—P-P-ero…—
—Pensaba que mejor vamos a por unos helados.— le sonrió, amistosamente incentivando que el otro se inclinara por aquella propuesta.
—Okay, eso suena bien…—

Alm había acaparado el interés de Zorome, de este modo, logrando que él desertara con la idea de acosarlo y obligarlo a jugar fútbol con él y así salvando a todo el equipo de soportar al chico. Le pidió que lo esperaba mientras se aseaba y cambiaba de ropa en los vestíbulos de los deportistas de Hanasaki, por lo que a Zorome le tocó aburrirse mientras hacía caso de esa petición. Después de estar listo, Alm y Zorome se reencontraron en la plaza de Hanasaki.

—Pensaba que podíamos ir a una heladería que queda cerca de la torre de Tokyo. Tengo entendido que llegaste hace poco, si no conoces la torre te la puedo enseñar. Creo que te gustará bastante.
—¿Y si mejor vamos a comprar helados en los negocios de Hanasaki?—
—¿No quieres pasear?—
—N-no es eso…— Zorome de pronto se expresó confundido e incómodo. Algo extraño con la personalidad invasiva y enérgica de él.
—¿Entonces… Qué pasa?—
—No se nos autoriza salir del perímetro de Hanasaki, por seguridad. Tampoco tenemos permiso de conocer la ciudad.—
—¿Qué? Pero, ¿Por qué? No entiendo la excesiva sobreprotección.— Alm frunció el ceño. Al parecer, el estilo de vida limitado y extraño que empleaban con esos niños desde pequeños seguía aplicándose en el presente. Él lo miró fijamente. —Se nota que eres inquieto y curioso. Sé que quieres conocer la ciudad.—
—Sí. Pero no puedo.— Dijo con algo de irritación y melancolía. —Incluso si aceptara ir contigo accediendo a mis instintos más rebeldes, no llegaría a un buen resultado ya que en la programación de nuestras actividades tienen la orden de siempre venir a buscarnos a cierto horario a Hanasaki y si alguno de nosotros no está eso es reportado al doctor Frank.—
—Eso suena demasiado injusto y asfixiante.—
Zorome no dijo nada. Tenía entendido que no podía comentar ese tipo de opiniones respecto a la dinámica que llevaban instaurara durante años.
—¿A qué hora pasaran por ustedes en Hanasaki?—
—Hasta que Hiro termine de estudiar en la biblioteca y hasta que Ichigo termine su entrenamiento de kendo. Eso es como en una hora más.—
—No perdamos el tiempo.— Alm le tomó súbitamente del brazo y lo obligó a seguirle el paso a ritmo acelerado.
—¿¡Qué quieres hacer!?—
—¡Vamos y volvemos!— Le  siguió jalando. —Tenemos tiempo suficiente para conocer la torre, comprar helados y volver para finguir que nada ha pasado.—
—Woh, eso suena a una gran desobediencia y un impulso rebelde.— Dijo el menor, parpadeando con asombro y admiración.
—¿Quieres ir o no?—
—¡SI!—

Alm y Zorome salieron de los lindes de Hanasaki a gran velocidad como si sus vidas dependieran de llegar a la torre de Tokyo. Alm se había fijado esa meta incosncientemente. Si bien Zorome era una persona agotadora por su conducta malcriada y exigente, el peliverde no podía evitar sentir compasión por él. Sabía que tanto Zorome como los otros niños a cargo del doctor Werner Frank estaban pasando por un complicado momento desde que al profesor se le había cuestionado sus estudios recibiendo una sanción por ello, generando desaprobación social.
Tal vez eso no era una gran catástrofe para un grupo de niños que cursaban el ciclo de la adolescencia quienes tenían problemas más simples los cuales podían intensificar innecesariamente como los chicos de su edad. Pero además del asunto con el doctor Werner Frank, quien era el hombre de confianza del “padre” de ellos, también estaba el asunto de que el “padre” de los chicos: un millonario empresario que había adoptado a esos niños para tener su propio grupo de combatientes elite, quien en el presente había caído en desgracia debido a una estafa por los que sus negocios se vinieron abajo. Como ya no era parte de la sociedad millonaria ni de las familias más prestigiosas, los demás ricos le habían hecho un apartheid a él y los suyos.
El tipo había desaparecido, mucho se rumoreaba de que incluso se había quitado la vida en un lugar lejano lleno de vergüenza al no poder volver al estilo de vida adinerado y clasista del cual se le conocía.

Tal vez Alm se estaba involucrando en un compromiso complicado, con gente que era difícil de tratar dado que fueron criados como productos y no como humanos, pero la bondad de su persona le llevaba a realizar esa acción sin esperar ningún favor ni alago a cambio.

Mientras Zorome y Alm salían hacia el centro de Tokyo. Hiro, el chico que Zorome había acosado en las bancas durante el entrenamiento de fútbol, se encontraba merodeando por Hanasaki con la intención de conocer el departamento de ciencias químicas y si estos disponían de laboratorios como los que habían promocionado en la página de Hanasaki.
Cuando circuló por un pasillo donde había un mini teatro, escuchó que el documental que se trasmitía estaba en lengua anglosajona. Si bien Hiro y los demás chicos a cargo del doctor Frank poseían nombres y rasgos orientales, habían nacido en Inglaterra según los registros a los que podían acceder.
Por lo que la lengua “materna” de ellos era la inglesa por sobre la oriental. Escuchar un documental en inglés le hacía sentir extrañamente en “casa”
Se asomó por la puerta abierta y vio que la sala estaba bastante vacía, solo dos personas de hecho. Por lo que pudo apreciar de la pantalla se trataba de un documental de la segunda guerra mundial. Como tenía tiempo entre la espera de que lo fueran a buscar, Hiro pensó que sería agradable ver un poco de ese documental si bien no era la temática que más le gustaba.
Al entrar se sentó en la butaca lateral de una de las últimas filas, notando que atrás de él muy al fondo solo había una chica y, en la misma fila que él, más asientos allá, había un chico. Al verlo de reojo le reconoció como uno de los hijos de Lord Richard Lancaster. Cuando éste le miró al sentirse observado, Hiro se sintió avergonzado porque era el chico al cual Zorome le había agarrado la manía de acosar. Por otro lado le daba vergüenza también interrumpirlo con su presencia sabiendo que el otro prefería la soledad. El rubio le saludó con un ademán de alzar el mentón y nada más, Hiro le devolvió el saludo con una sonrisa tímida y un gesto de mano. Vio que el rubio volvió a centrarse en la pantalla.
Se sentó un poco cerca de él para disculparse por la actitud de su amigo.

—Quería disculparme en nombre de Zorome. Me he dado cuenta que lo invade más de lo necesario.— le susurró, un poco cohibido. El rubio no le respondió inmediatamente, por lo que Hiro lo observó disimuladamente para ver si estaba molesto o simplemente no le había escuchado. Le vio de brazos cruzados, muy ensimismado en la escena de guerra que proyectaba el documental.
Quizá no era un buen momento para interactuar con él, el  doctor Frank les había comentado alguna vez que los efectos de asistir a una guerra repercutían tortuosamente en quienes la presenciaban desencadenando algún tipo de trauma significativo. Quizá Henry Lancaster estaba en la misma sala que él, pero tal vez su mente estaba presente en otro lado reviviendo recuerdos dolorosos.
—No te preocupes por eso.— Respondió después de un largo letargo.
—Gracias.—
—…—
—…—
Pasaron unos cuantos minutos más donde nadie de la sala emitió otro sonido. El documental posteriormente terminó, la chica de al fondo salió rápidamente del mini teatro como si fuese un fantasma en pena, Hiro salió después de Henry.
—Ah, disculpe… Pero, ¿Sabe donde quedan los laboratorios de Hanasaki?—
—…— Henry se detuvo sin voltear, pensando que quizá no le hablaban a él pero recordó que no había nadie más alrededor. —¿Hiro, verdad?—
—¡S-si!—
—Los laboratorios están hacia aquella ala.— se dio la vuelta y le sonrió con gentileza. —Justamente voy para ese sector, si gustas puedes venir conmigo.—
—Muchas gracias.— Hiro asintió, devolviéndole la sonrisa. Se sintió extraño al presenciar a aquel joven siendo ausente e indescifrable hace un momento en comparación de su actitud cálida y servicial de ahora. El joven le siguió el paso. —Quiero conocer los laboratorios para familiarizarme un poco.—
—¿Qué vas a estudiar?—
—Química, creo… Eh, me inscribieron en esa carrera refiriéndome que era la que más se aplicaba a mis capacidades pero realmente no sé si pueda sacarla adelante.—Hiro bajo un poco la mirada.
—¿Por qué no?—
—No creo ser tan inteligente…—
—Mi tío es profesor de química… Seguramente coincidirás con él en algunas clases. Puedes pedirle ayuda libremente, él siempre está dispuesto a destinar horas extra formales en tutorías para alumnos que lo requieran.—
—Me vendría bien, muchas gracias.
—Mh…— musitó, pensó brevemente en silencio. —Me llama la atención que estén en Hanasaki, no puedo evitar expresar eso. Pensé que estarían en secundaria.
—Así debería ser, pero fuimos promovidos en grados antes de venir aquí quejando así en la universidad. Como estudiamos en casa, nos nivelaron desde el ministerio de educación y consideraron que, al ingresar a un sistema más abierto, deberíamos estar en la universidad dado nuestro rendimiento.—
—Felicidades.— El rubio se detuvo en un cruce. —Aquí están los laboratorios.— Le indicó con la mirada. —Puedes entrar a este libremente. A los otros debes solicitar un permiso especial.—
—Gracias.—
Ambos se despidieron con un gesto de mano y tomaron su camino. Hiro entró en el laboratorio e inspeccionó la zona. Había muchas cosas que se le hacían familiar pero otras que le resultaban demasiado novedosas. Eso le daba inquietud porque sentía que no podría rendir con las exigencias de Hanasaki y temía defraudarse a sí mismo. A diferencia de Zorome, quien parecía tener una devoción por “Papá” a quien quería enorgullecer de cualquier modo, Hiro tenía sus propias convicciones.
Pasado unos minutos salió del laboratorio, buscó con la mirada si de casualidad se encontraba de nuevo con Henry. Quizá inconscientemente con la necesidad extraña de sentirse tranquilo con una persona que había sido gentil con él aunque de todos modos le daba vergüenza molestarlo. Justo le vio salir con unos documentos, Hiro fingió que de casualidad caminaba por allí aunque lo había estado esperando.
—¿Qué tal los laboratorios?—
—Muy interesantes. Me he propuesto estudiar mucho para poder ponerme al nivel de las exigencias de este lugar.— Dijo Hiro, con el real propósito de cumplir con ese objetivo.
—Hablé con mi tío y le mencioné sobre su reinserción académica aquí. Me dijo que está dispuesto a orientarte en todo lo que necesites.—
—¡Muchas gracias!— Respondió con verdadera emoción. No esperaba que alguien hiciera un gesto amable hacia él tan pronto. Los últimos meses había sido todo lo contrario con el resto del mundo.
—No tienes que agradecerme a mi. Le puedes agradecer a él demostrándole todas tus capacidades y motivación por la química.— Le sonrió un poco. —Ya me tengo que ir.—
—¿Puedo acompañarle a la salida? Es que… No sé por donde queda y seguirlo a usted me facilitaría las cosas.—
—Esta bien. Eh, y no me trates de usted.—
—Okay.—
En el camino intercambiaron unos pocos comentarios. Henry le explicó algunas indicaciones de como llegar, al menos, a las partes que él sí conocía de Hanasaki. Hiro se mostraba agradecido por la ayuda. El menor le comentó cómo habían llegado hasta Tokyo y cómo había sido el proceso de asimilar sus nuevas vidas en el país, comentó sobre en qué carreras se habían inscrito los otros niños y cómo les estaba yendo. En algún momento sintió que Henry le ignoró “disimuladamente” y Hiro no quiso incomodarlo más pero la ansiedad y vergüenza le invadía en esos espacios de silencio así que él seguía comentando cosas para intercambiar palabras con el rubio.
Después de ese trayecto llegaron a la salida y ambos se dirigieron a la zona de aparcado de vehículos donde los vendrían a buscar sus respectivos choferes.
Zorome llegó de pronto corriendo donde ellos, había echado una carrera desde el otro extremo de la calle hasta donde se encontraban los otros dos. Se inclinó apoyando sus manos en sus rodillas para recuperar la respiración.
—¿De dónde vienes tan agitado?—
—Que te importa, Hiro.— Gruñó Zorome ante la pregunta del otro.
—…— Henry se limitó a observarles de reojo.
Para suerte de Hiro, quien prefería evitar los conflictos con su par, Zorome estaba más concentrado en lucir repuesto antes de la llegada del vehículo por lo que no se enfrascaría en un ataque hacia su persona como solía hacerlo Zorome.
Unos segundos después un Jeep Grand Cherokee 2015 color negro se detuvo frente a ellos. El vidrio del copiloto se bajo dejando ver que el chofer era el propio doctor Werner Frank. Henry entendió que la economía de esa familia debía estar muy mal como para que el propio doctor, quien era además un lisiado, tuviera que hacerlas de chofer. El rubio bajo disimuladamente la mirada castigándose mentalmente por esos pensamientos crueles.
Zorome se subió en la parte del copiloto rapidamente para que Hiro no le quitara el lugar.
—Adiós.— Hiro se despidió de Henry antes de subir. Al entrar en el vehículo notó que Mitsuru, otro de los niños de esa familia, estaba instalado en la parte trasera. Zorome tenía la manía de acosar a Hiro molestándolo, Mitsuru era más silencioso y frío, pero solía ser cruel y rechazante hacia Hiro. El pelinegro se armó de paciencia mental para soportar el resto del camino junto al chico que más le odiaba.
—Joven Lancaster, es un gusto encontrarme con su presencia.— Dijo el doctor Werner Frank en voz alta. Apagó el motor. —Niños, vuelvo enseguida.— Dicho esto, el hombre se bajó y rodeó el vehículo para llegar donde el joven rubio.

Henry lo observó disimuladamente, vio a un hombre anciano de cabello cano y contextura delgada. Tanto una pierna como un brazo eran prótesis, sabía que además parte de su cara también correspondían a una prótesis producto de un accidente en una investigación donde tuvieron que amputarle.

—Me da gusto verlo.—
—Gracias.— Henry seguía un poco irritado internamente por ser usado como ejemplo de “trastorno mental” por el doctor para educar a esos niños. Sentía que sus palabras eran falsas y que realmente se reía de su desgracia.
—¿Los chicos los han incomodado?— El señor mayor fue testigo del silencio del otro. —Vamos, muchacho, no seas tímido. Si tienes algo que decir, debes decirlo. Reprimir todo no es lo mejor para estos casos.—
—Usted sabrá como controlar a los chicos, señor Frank.—
—¡Ah! siento que detrás de ese mensaje cortés existe un sentimiento de enojo que es disimulado por una imagen de persona correcta. ¡Pero se evidencia la naturaleza de tu sangre de dictar una orden a quien consideras un ser inferior!— Dijo lleno de emoción, sacudiéndolo.
—¿Perdón?— Henry se incomodó por el contacto con él. Dio un paso hacia atrás.
—Si pudieras permitirme estudiar sus estados más ocultos.— Al viejo le brilló un ojo, inquietando al otro.
—Ya ha hecho suficiente estudio con uno de mis hermanos, si no mal recuerdo.
—¿Tú dices? Yo creo que, más bien, él a utilizado una posición de falso voluntario para sacar ventaja de nosotros. Pero eso es parte de vuestra familia.
—Señor Frank, sus palabras son descuidadas.—
—Oh, vamos. No te hagas el inocente, Henry Lancaster, sé bien que sabes más de la cuenta y sé bien que causamos rechazo en ti porque prefieres evitar conflictos…— Bajó el tono de voz. —Especialmente desde que te enteraste de que tu padre llevó a la ruina al padre adoptivo de todos estos críos causando que ahora estemos todos en esta condición deplorable.—
Henry se quedó petrificado en su posición. Como buen Lancaster, la indiferencia en su expresión le ayudó a verse con excelente compostura como si le hiciera frente al otro sin un ápice de inquietud. Pero Henry sabía que no era como su abuelo, como su padre, o como su hermano Cain. Él estaba lleno de ansiedad por dentro.
Werner Frank sabía lo que había pasado respecto a que Richard Lancaster había estafado a varias familias y ahora se lo encaraba. ¿Por qué estaban ahora en Japón? ¿Venganza? ¿Cobros? ¿Difamación pública?
¿Qué haría su hermano Cain para afrontar esta situación? Seguramente encontraría la manera de disminuir a Werner Frank con un solo movimiento. Pero Henry no era así, internamente se sabía vulnerable. Invadido por una errónea sensación de culpabilidad por algo que él no era responsable.
—Tranquilo, niño, sé que no tienes que responder por esto. Lamentablemente la persona que ha hecho este daño está fallecida como para buscar una rencilla y obviamente no está en mi naturaleza buscar una venganza personal. Menos con una persona de buen corazón como tú. Estas libre de esas fechorías.— Soltó un suspiro, demasiado cansado. —Pero el bellaco canalla de tu hermano mayor no se libra, tampoco el maldito de tu abuelo… Me temo que Vincent Lancaster tampoco se libra de esta.—
—Mi hermano no es canalla…Vincent menos.—
—Oh, es que te ocultan muchas cosas y no los conoces a esos dos. Pero eso no es tema de hoy.— El viejo rio divertido. Le había causado gracia que el rubio sólo defendiera a su hermano y tío, pero no al abuelo. Era notorio que Henry reconocía a su abuelo como alguien ambicioso, controlador y ruin. —Tengo una propuesta para ti lo cual puede disminuir el karma para tu familia.—
—¿Usted cree en esas cosas?— Henry alzó una ceja, extrañado.
—Sí. Ahora, que estoy con un paso en la tumba, si.— Bromeó. —¿Qué tal si me ayudas con estos niños? No te pido mucho, sólo algunos consejos que les puedas dar sobre como es la vida aquí.—
—Discúlpeme, pero, aparte de todo el tema oculto que supuestamente hay detrás de esto, ¿Por qué tendría que ser yo? Soy el menos adecuado para ello dado que tampoco soy de aquí.—
—Porque eres el único bueno de esa familia al que puedo pedir ayuda. Las otras familias nos han aborrecido después de la desgracia, los Lancaster sobre todo, pero sé que eres distinto a todos ellos—
—…—
—… Sinceramente eres el único recurso que tengo a mano en estos momentos.— Tuvo que decir la verdad.
—Eso suena más realista.—
—¿Puedo tomar eso como un si?—
—Espere, no he dicho nada que indique una afirmativa.—
—Por favor, joven Henry, haga este pequeño favor a este pobre anciano.—
Henry se tomó unos minutos antes de dar una respuesta. Realmente lo que le pedía parecía sencillo pero no podía evitar no estresarse al pensar en la carga de estrés que conllevaría tan siquiera aconsejar a esos chicos puesto que sus personalidades y conductas eran complejas.
—Creo que puedo hacer espacio en mi agenda para conversar con ellos… En alguna ocasión.—
—Muchas gracias, muchacho.— El doctor asintió, conforme. —Ya no te quito más tiempo. Debo llevarlos a casa.— Se despidió y luego subió al vehículo. Lo encendió y partieron camino a casa.
—Doctor Frank, ¿Puedo consultarle respecto a qué asunto hablaba usted con el hijo de Lancaster?— Interrumpió el silencio una muchacha de cabello azul, corto, era una chica pequeña de porte y delgada. Expresaba una actitud desconfiada ante la charla de ellos.
—Tranquila, Ichigo, no es nada peligroso.
—Es el hijo de la persona que causó nuestra desgracia. Por sobre todo, nieto de quien mueve los hilos de los grandes rostros como si fueran sus marionetas.—
—Pero Henry no es como su padre o su abuelo.— Intervino Hiro, en defensa del rubio. —Él es distinto a la mayoría de su familia.—
—Vaya, parece que quedaste hechizado por su encanto.— Murmuró Mitsuki, de brazos cruzados a su lado, sin dejar de ver por la ventana.
—N-no es eso. Pero me parece injusto que tengan esa disposición con él. Zorome y yo no hemos hecho más que incomodarlo durante todo el día y él no tuvo una reacción negativa hacia nosotros. Si fuera así de malo como tú e Ichigo creen nos habría soltado a algún guarda espalda para que no lo toquemos. Como lo habría hecho cualquiera de sus hermanos. ¿No es así, Zorome?—
—…— Zorome se quedó en silencio. Pensando en las palabras de Hiro, pero se distraía con los recuerdos de la torre de Tokyo.
—¿Zorome?—
—Sí, estaba pensando en eso. Ese Lancaster no parece malo… Aunque sí es pesado.—
—Les seré sincero. Le pedí ayuda para que los orientara a ustedes sobre la vida aquí. Al menos, a los que están en Hanasaki.— Dijo Werner, mirando por el espejo retrovisor a Mitsuki puesto que aquel chico estaba en Rizembool. Mitsuki no se inmutó. —En el caso de los de Rizembool, ya les di las indicaciones necesarias. ¿Nos puedes decir como te fue, Mitsuki?—
—¿En serio es necesario?— Refutó el joven.
—Sí. Porque así conocemos como podemos actuar con ellos.— Dijo Ichigo. —Eso nos ayuda saber si no estamos propensos a una nueva desgracia.— No era una persona vengativa ni resentida, pero sí protectora de los suyos y quería evitar cualquier tipo de problemas para su ¨familia¨ a toda costa.
—…— Mitsuki se dio el derecho de permanecer en silencio, Ichigo le codeó cuando pasó más de la cuenta. —Estoy en la misma carrera que el Lancaster mayor. Desgraciadamente tuve la mala suerte de encontrarme con él el primer día… Obviamente me rechazó pero no porque me reconociera. Ni sabe quien soy y no había notado mi existencia en toda la charla que dio un tal Ryo Asuka respecto a la carrera y los proyectos. Me rechazó simplemente porque él evita a todos como si el resto del mundo fuesen gérmenes para su ilustrísima presencia. Le pedí si me indicaba donde estaba la salida para largarme de allí lo más pronto posible, y el muy inútil ni sabía por donde irse. No conoce Rizembool. Evidentemente es un parásito que no asiste a clases y seguramente terminará pagando su título profesional para graduarse ilegalmente—
—Hahaha, no sabía por donde irse.— A Zorome eso le causó mucha risa. Se imaginó que esa persona dependía mucho de empleados para todo.
—Por lo que sé, hay varios de otras familias de nuestro antiguo círculo social que hoy en día se encuentran en Rizembool.— Recordó Hiro.
—Claro, iré a hablar con Berkut Romanov o con Nathan Prescott para que me ayuden.— Mitsuki miró con rabia a Hiro. —Idiota.—
—Disculpa…— Murmuró Hiro, cansado y sin ánimos. Aceptó que fue un error dar esa proposición, sobre todo cuando Mitsuki nombró a esos dos personajes quienes eran de lo más clasistas y crueles que podían haber. Eran mayores que ellos y siempre les habían hecho bullying llamándolos “Huérfanos sucios y feos” y cuando habían caído en desgracia económica habrían comentado falsamente conmovidos que “Siendo huérfanos no les costaría sobrevivir”
—Yo no necesito ayuda. Estoy bien solo.— Concluyó Mitsuki.
—Hmm, ya veremos como fortalecer el área de Rizembool.— Comentó Werner Frank.

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