Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 250719 times)


Kora

o4.


La neblina inundó la estancia, volviéndose cada vez más densa hasta que mantener los ojos abiertos era casi doloroso, y entonces, como si alguien hubiera soplado, se esparció para dejar un vacío a su alrededor. Kora sintió una opresión en el pecho, llenándose de una anticipación que hacía que apretara el mango de su kodachi con fuerza. Sabía lo que venía en aquel momento.

La prueba HiME.

Miranda y Fran no habían tenido que darle muchos detalles al respecto, pues nada había cambiado en la teoría y práctica de la prueba. La niebla daría paso a la marioneta de un ser que su subconsciente eligiera, comúnmente alguien de gran importancia emocional, que despertaría sus capacidades como HiME para poder derrotarla.

Kora recordaba vagamente la prueba que había realizado más de tres años atrás, en la que sus habilidades de adivinación se habían despertado y le habían mostrado a su mismísmo Rebel, mucho antes de que se encontrara con éste por primera vez. Partes sueltas de la escena se repetían en su mente, y sin embargo, parecía un suceso ajeno a ella, poco más que una anécdota que le hubiera ocurrido a otra persona o una historia de ficción que hubiera leído.

Pero era real. Su Rebel fue real, y lo que pasó… también lo fue.

- ¿Me has echado de menos?

La voz la sobresaltó, y se giró hacia el origen de ésta. En otro momento hubiera sentido satisfacción al ver que su cuerpo recordaba inconscientemente aquel movimiento de defensa manejando una kodachi, pero su mente había entrado en alerta al reconocer a quién pertenecía aquella voz. No sólo la voz, sino aquel característico tono.

Ky avanzó hacia ella saliendo de entre la bruma, con una elegante espada en la mano. Un escalofrío recorrió la espalda de Kora cuando reconoció el pomo, sabiendo que aquella era un arma que había probado sangre.

La hoja hundiéndose en su largo y blanco cuello, manchando la plata con rojo….

- Sé a lo que he venido, así que puedes ahorrarte todo lo que tengas que decir. Tú no eres Ky.

Era ilógico hablarle a una marioneta, pero prefería no tener que discutir con un reflejo de su propio subconsciente. Kora cambió su postura a una más agresiva, lista para atacar. En respuesta, el otro chico sólo dejó ir una risa.

- ¡Cuánto significado oculto hay en esa frase! ¿Seguro que sabes al menos a quién se lo estás diciendo? ¿A mí… o a ti? - Apuntó a cada uno al pronunciar las últimas palabras.

Tenía que recordar la realidad: aquello era sólo una ilusión. Un truco de su subconsciente para ponerla a prueba. Kora respiró hondo, entrecerrando los ojos, intentando recordar cómo era capaz de llamar a sus poderes cuando era HiME.

Por supuesto, la marioneta de Ky no iba a ponérselo fácil, y su concentración se vio interrumpida con un diestro ataque. Kora contraatacó, pero sus movimientos eran mucho más torpes después de años sin practicar, y con una facilidad sorprendente, la marioneta de Ky interceptó su hoja, girándola a un lado con un elegante movimiento, haciendo que casi cayera al suelo al perder el equilibrio con un trastabilleo poco digno.

- Oh, Kora… diría que estás oxidada, pero seamos honestos… tú nunca has sido quien se ha encargado de luchar. Para eso estábamos Madoka, tu Knight como-se-llamara… y yo, ¿verdad? - La marioneta de Ky la rodeó en un semicírculo al hablar, mientras Kora recuperaba su postura.

Al escucharle, sintió un nudo en la garganta, aún si su mente le gritaba que sólo era una marioneta alimentándose de las partes más vulnerables de su subconsciente, una ilusión que buscaba ponerla en la máxima tensión posible y así, hacer surgir sus habilidades como HiME. Sabía la teoría.

Pero la mente era traidora. Kora recordaba su tiempo como HiME y el tiempo de Ky como su Key. Comparado con Madoka Mawari, una maestra espadachina, y su Knight, dotado de poderes extraordinarios, Ky sólo contaba con lo poco que había aprendido en clases extraescolares de esgrima para apoyarla. Y sin embargo, había sido Ky quien habían terminado de tornar la balanza en su favor.

O mejor dicho, las manos de Ky.

Porque Kora sabía que a quien ella conocía, a quien ella quería, no era quien había luchado a su lado. Y tampoco era el que la marioneta estaba representando en aquellos momentos.

- ¿Para qué arriesgarte? Al fin y al cabo, ahí estaba yo, dispuesto a llevarme por delante a quien fuera necesario con tal de que tú sobrevivieras.

Aquella marioneta había tomado la forma de un Ky que poca gente había visto, y nadie sería capaz de asociar con el chico amable que todos apreciaban. Una personalidad hambrienta de deseo, maliciosa en su búsqueda de su propio beneficio. Caótico y contradictorio, afirmaba ser Ky sin ninguna de las restricciones que se había auto-impuesto al mismo tiempo que buscaba tomar control del cuerpo permanentemente. Kora sólo había conseguido mantenerlo a raya con sus poderes… o pactando con él.

Quién era exactamente era algo que Kora nunca había llegado a descifrar, pues Ky sólo le había mostrado aquella personalidad durante su etapa como HiME.

Cuando terminó la batalla y ambos se marcharon de Hanasaki, no volvió a resurgir, y Kora nunca tuvo el coraje de contarle la verdad a Ky. Quizá era injusto mentirle, pero no era sólo por proteger a Ky, quien sería mucho más feliz sin saber qué había llegado a hacer bajo el control de esa personalidad.

También había miedo a que su simple mención desencadenara su regreso, y vergüenza por lo que había hecho bajo las órdenes de aquella personalidad. Al desaparecer, Kora sólo podía sentirse aliviada.

- Necesitabas a alguien que estuviera dispuesto a dar un paso más allá. Mejor dicho, querías que alguien estuviera dispuesto a incluso matar por ti. ¿Y quién mejor que yo?

Volverlo a ver, oír aquellas mentiras… traía malos recuerdos.

- Habrías hecho cualquier cosa por mantenerme. - El rostro de Ky se ensombreció con una sonrisa maliciosa. - De hecho--
- ¡Cállate!

Kora se abalanzó sobre la marioneta, y de nuevo, ni siquiera llegó a rozarle. Al esquivarle, Ky le dio un empujón en la espalda, un golpe seco justo entre los omóplatos. El aire escapó de los pulmones de Kora cuando cayó al suelo.

Asió el mango de la kodachi, tratando de recuperar el aliento no sólo por el golpe, sino porque ella misma empezaba a ponerse nerviosa. Todo lo que la marioneta de Ky estaba diciendo estaba haciendo que se mareara, y la culpa y la vergüenza se empezaba a hacer con ella, clavándose como pequeñas garras en su pecho.

- ¿Cómo has podido, Kora? ¿Cómo has podido hacerle algo así Ky, tu mejor amigo, tu persona de más confianza?

Pudo ponerse de rodillas al escuchar los pasos de la marioneta acercarse, pero sabía que no podría levantarse antes de que la alcanzara. Ky se detuvo a un paso de ella.

- Nunca te ha importado en absoluto lo que le pasara a Ky, porque mientras yo tomara el control, tú estarías a salvo. Y luego, podrías disfrutar de tu versión azucarada de Ky, el que siempre te decía que sí a todo. Qué egoísta.

Kora bajó la vista, temblando de rabia. No era cierto, siempre se había preocupado por Ky. Había mentido por él, había puesto en riesgo a sus otros conocidos con tal de que nadie supiera de aquella personalidad oscura, porque sabía que si Ky llegara a ser consciente de lo que había hecho…

- Eres un parásito para Ky. Incluso ahora no haces otra cosa que mentirle. - La marioneta escupió las palabras. - ¡Le has arruinado la vida!

El filo de la espada de Ky descendió rápidamente hacia ella. En un acto reflejo, su cuerpo se movió sólo, y bloqueó el golpe con su kodachi. Aún de rodillas, intentó empujar el arma de Ky atrás, sin poder verle a través de su vista borrosa por las lágrimas. Éste, sin embargo, sólo tuvo que apartarse y patear su mano para que Kora soltara el arma, cayendo hacia el otro lado y quedando apoyada en los codos.

- Sigues dedicándote a negar la realidad. Y es triste, porque en el fondo, sabes la verdad.

La marioneta de Ky no hizo ningún ademán de moverse. Sólo la miraba con desprecio mientras Kora se levantaba lentamente.

Era todo falso. Aquel monstruo sólo tornaba sus peores momentos en su contra, tergiversando los hechos en su contra hasta que ella reaccionara. Pero Kora también recordaba cosas, y sabía cómo en el pasado se había deshecho de aquel Ky.

Sus poderes.

- Sabes por qué estoy aquí. - Insistió la marioneta. - Sabes por qué existo.
- Vete. - Replicó Kora. - ¡Vete!

Aunque habían pasado tres años desde que había usado sus capacidades HiME, al tener frente a ella aquel Ky, sintió el poder surgir a través de ella como si nunca hubiera dejado de utilizarlas. Quería borrar aquella personalidad, fuera como fuera, y tras unos segundos, sintió el aura de Ky sacudirse. Para ayudarse a centrarse en aquella sensación, Kora levantó ambas manos hacia él.

La marioneta reaccionó con un gruñido, dando un paso atrás. Tenía el ceño fruncido, aunque esbozó una media sonrisa aún cuando soltó su espada.

- No has cambiado en absoluto…

Kora sentía cómo se disipaba aquella presencia como si fuera la misma neblina que los rodeaba, una sensación física parecida a la del aire succionado por un vacío. Su elemento, la oscuridad, forzaba a aquella personalidad de Ky a abandonar su cuerpo. Éste seguía sonriendo, pero dejó caer una rodilla al suelo, y cuando levantó la cabeza, tenía la frente empapada de sudor.

- Te conozco tan bien, Kora… Crees que si sigues corriendo, en algún momento podrás dejar tus problemas--¡agh!

La marioneta de Ky se llevó las manos a la cabeza, hundiendo los dedos en el cabello rubio, gruñendo mientras se sacudía de un lado a otro hasta que finalmente se echó hacia atrás con un último grito, largo y gutural.

Sin embargo, aunque había usado sus habilidades, el combate no parecía haber terminado. Oía a Ky jadear fuertemente, y fue inclinando la cabeza hacia delante hasta dejarla caer. Su cuerpo se sacudía con su fuerte respiración.

- ¿Ky…?

No pudo evitar un breve momento de flaqueza. Kora bajó las manos, acercándose un paso a él, y Ky levantó la vista. Tenía el pelo pegado a la frente, y sus mirada era vidriosa, con las pupilas dilatadas. Al verla, se retrajo como un animal asustado, y el gesto hizo que Kora se sintiera culpable.

Era ella quien le había hecho daño.

- Para… para, por favor… - Murmuró Ky, con la voz ronca. - Kora… por favor, para…

Aún sabiendo que debía ser un truco sucio de la marioneta, Kora no pudo evitar agazaparse para ponerse a su altura, pero Ky sólo se apartó de ella cuando alargó la mano para tocar su hombro.

- No me hagas ésto, Kora… yo no quería-- por favor… - Le dirigió una mirada de desesperación. - Por favor, tienes que parar…

Antes de que Kora pudiera añadir nada más, Ky alargó la mano hacia atrás y tanteó hasta encontrar la kodachi que se le había caído, tendiéndosela a Kora en un movimiento repentino. Por un momento, la chica se sobresaltó ante un posible ataque, pero Ky sólo le tendía el arma con una mano temblorosa.
 
- Kora… tienes que parar… por favor…

Ky hablaba casi en un susurro, y Kora tomó la kodachi. Miró a los ojos de Ky, quien le apartó la mirada, y sintió cómo su pecho se vaciaba. ¿Cómo podía siquiera pensar en apuñalarle?

- Sólo eres una marioneta. - Repitió en voz alta, buscando coraje para terminar con aquel espantoso momento. - Sólo eres una marioneta…
- ¡Ya lo sé!

La marioneta de Ky saltó hacia ella, lanzando sus manos hacia su cuello y apretando tan fuerte que su propio grito apenas quedó en un gemido largo. Al perder el equilibrio, Kora cayó hacia atrás, y sobre ella, Ky. Su cabeza golpeó el suelo, desorientándola aún más. Varios segundos de forcejeo pasaron en los que la presión en su garganta empezó a ceder.

Podía ver sobre ella a Ky, perdiéndose en su mirada vidriosa. Notaba algo cálido y húmedo sobre su estómago.

- ¿K-Ky…? - Murmuró, bajando la vista con temor.

Horrorizada, Kora se dio cuenta de que en su caída, la marioneta de Ky había caído sobre la hoja afilada de su kodachi. Apenas tardó unos segundos en procesar qué era aquella calidez que sentía sobre ella y se esparcía hacia el suelo por los lados de su vientre. Quiso gritar, pero sólo podía mirar los ojos de Ky, azules y vacíos, quien aún apretaba su cuello con una presa cada vez más floja.

- Oh, no, no, no…

Soltó las manos de Ky, que ya apenas ejercían presión sobre su cuello, y se tapó los ojos. No quería aquella imagen en su mente. No podría soportarlo, no con la huella del recuerdo físico que la acompañaba.

Había matado a Ky.

¿Por qué no terminaba la prueba? Gritó, apartando el cuerpo de Ky sobre ella con un brusco empujón, y éste cayó a su lado con un ruido sordo.

- ¡Basta! ¡Para! - Se levantó, alejándose del cuerpo con unos pasos hacia atrás. - ¡Por favor!
- Kora… ¿por qué me has hecho ésto?
- ¡¡Para!!

Sintió una ola de calor emanar de ella como una onda expansiva, y el cuerpo de Ky se revolvió en su charco de sangre y vísceras.

Vete vete vete vete--, suplicó mentalmente, hundiendo los dedos entre su pelo.

El poder surgía de ella, obligando a aquella presencia oscura a desaparecer. La marioneta empezó a desintegrarse, pero antes de que el rostro agonizante de Ky se desvaneciera, pudo oírlo gemir unas últimas palabras.

- Kora… ¿crees-- crees que vas a poder… mentirme para siempre?

Kora le dio la espalda, y se cubrió la cara con las manos al ahogar un sollozo. Era por el bien de los dos, se repetía a sí misma. Todo lo que había dicho y hecho, y todo lo que fuera a decir y hacer, era para protegerlos. Era por ellos. Y sin embargo, no podía sacarse de la cabeza todo lo que acababa de oír, todo lo que acababa de ver.

La bruma desaparecía, anunciando el final de aquel perverso episodio. Había pasado la prueba.

Oh, dios mío.

Era una HiME ahora.

¿Qué he hecho?
« Last Edit: July 01, 2017, 03:57:55 PM by Kora »


Sayi

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito al tema en el foro de planeación. Aprovecho también para invitarlas a votar en los temas que se están discutiendo ahí <3

Y sin más preámbulos~



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Now, let's carry on with those big HiME dreams...
« Last Edit: August 13, 2017, 02:10:38 PM by Sayi »

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Juro que esto era más corto en mi cabeza (...)

Ahhh finalmente termino con este fic del mal. Esta vez no me molesté en dividir mucho los icons porque es medio lioso, pero bueno, terminé con esto, yay~ *cae muerta*

20.4.









La pelea comenzó de una manera muy evidente para todos dentro del museo. La mayoría de visitantes se espantó y huyó hacia las salidas de emergencia al ver a la llamativa cúpula en el último piso estallar y lanzar pedazos de vidrio como proyectiles en todas las direcciones. También se observaron enormes llamaradas acompañar a la explosión, al punto en que los barandales del puente que conectaba con la cúpula se rodearon de llamas incandescentes a pesar de estar hechos de metal.

“…” Roxas se estremeció al oír tremendo estruendo al otro lado de la puerta que le impedía el pase. Estaba demasiado tarde.
“¡¿Q-qué ocurre?!” el guardia que intentó detenerle se quedó en shock y blanco como si hubiera perdido años de vida. Escuchó voces caóticas de otras personas con miedo y, en vez de permanecer en ese sitio tan cerca de la explosión, decidió acudir a los otros visitantes, sea por voluntad de ayudar, su propia seguridad, o una mezcla de ambos.

Pero eso fue muy claro para el Key que no podía rendirse, así que siguió arremetiendo contra la puerta con mayor fuerza que antes.



Por otro lado, Larsa se detuvo en uno de los balcones del penúltimo piso, por debajo del puente en llamas, y miró la destrucción frente a sus ojos. Había optado parar ahí y no seguir porque vio a alguien familiar.

“Hubiera imaginado que seguirías al hermano de la HiME…” observó Shinkouhyou, también mirando el espectáculo con una sonrisa neutra.
“Mi primera intención fue detenerlo, pero aun de haberle alcanzado, sé que no le hubiera convencido,” Larsa miró al profesor de reojo. “Le perdí de vista, y sé mejor que involucrarme en una pelea. Sólo espero que Roxas no sea muy imprudente.”
“Ambos sabemos la verdad de eso.”
“¿Acaso Komaeda llegó tarde precisamente para ocultarnos su identidad y aun así lograr que este evento ocurra con nuestras presencias?”
“…” Shinkouhyou sonrió con ironía. “¿Por qué me lo preguntas si es que tú lo conoces mejor que yo?”



“OH NOT THIS SHIT AGAIN~DESU!” exclamó Suiseiseki, desde el fondo de sus pulmones mientras llegaba corriendo al jardín de interés con el resto de su grupo.
“…dice la HiME reincidente…” Tomaj negó.
“¡Ahhh, ¿por qué no lo predije antes?!” Tomo se estaba torturando, más por el hecho que ella se había decepcionado a sí misma que por el bienestar de la HiME involucrada. “¡O sea sé que había algo muy raro con ese chico, pero no esperé semejante desarrollo en un museo aburrido! ¡Usó nerdness en mi contra el maldito!”
“Cho…” Osaka miraba a esa cúpula destruida con preocupación. Justo entonces, le dieron el alcance a los dos grupos que habían presenciado la explosión.
“Hola a todos,” saludó Axel en lugar de los recién llegados. “Supongo no hemos llegado muy tarde al show.”
“No, si acaba de comenzar~♥” Dakki sonrió.
“¡Vamos a verlo todos juntos~yay!” Kibi se emocionó. “¡Y miren! ¡Alexei se ha aparecido justo a tiempo!”
“Ehh, las interacciones para después, por favor…” el dirigido se mostró incómodo. “Debemos mantenernos alertas.”
“Sí, y por favor no se alegren tanto. Cho y Roxas pueden estar en peligro,” les recordó Sora, con cierto pesar.
“Muy cierto, deberíamos ofrecerle nuestra ayuda,” reclamó Youmu.
“No, tú ni te atrevas,” le recordó Reimu por milésima vez. “Recuerda lo que Cho te dijo. No es bueno involucrarse en peleas ajenas.”
“¡Pero es nuestra amiga!” dijo Hinata, asustado.
“Y mucho menos te debes involucrar tú, ¿has entendido?” le preguntó Iksel, con un poco de severidad. “Ah, tú tampoco andes haciéndote el héroe, Lev.”
“N-no tienes que decírmelo…” este miraba al fuego con cierta aprehensión natural.
“P-pero esta pelea no es justa. Soy una HiME, tengo responsabilidad sobre Hanasaki y mis aliadas, ¿no es así?” la peliblanca siguió con sus argumentos.
“HiME, lo que más te conviene ahora es mantenerte aquí,” observó Tomaj con algo de cansancio. “No tienes ni idea de qué está ocurriendo, y por conocer al Rebel, asumo que tu envolvimiento sólo empeoraría las cosas. Ese Komaeda parece listo.”
“Tú…” Youmu le miró con cólera e invocó una de sus espadas para apuntarle. Esa acción sorprendió a muchos, aunque el apuntado sólo dio un suspiro. “Tú fuiste un cómplice, ¿no es así? Tú sabías de todo esto.”
“Es verdad…”
“¡Entonces tú obviamente estás del lado del Rebel!”
“¡Y-Youmu, por favor!” Kytes se le acercó, asustado de que ella fuera a hacerle daño al otro. “¡Perdón por decirlo, pero Tomaj tiene razón! Lo sé por mis experiencias pasadas. Involucrar a muchos en un asunto sólo complica las cosas. Ahora Cho tiene que velar por sí misma, y no puede estar al pendiente de ti o de cualquiera de nosotros. Y no es que la estemos abandonando, pero tenemos que saber cómo actuar.”
“…” ella le miró, contrariada. “Pero…”
“Debes saber que sí es verdad que tienes una labor ahora por ser una HiME,” observó Alexei, tranquilamente. “Es más, todos aquí la tenemos, más aún por estar en un lugar público donde muchos no saben qué sucede.”
“¿A qué te refieres?”
“Es cierto~desu. Tenemos que velar por los inocentes~desu,” Suiseiseki asintió, decidida. “No podemos dejar que algo les ocurra~desu.”
“…” ella bajó su mirada y desapareció su espada. Seguía inconforme, pero ese último punto tenía mucho sentido.
“Al menos la mayoría ha podido evacuar sin problemas,” observó Hotaru, preocupada.
“Cierto, pero algo me dice que deberíamos preocuparnos por quienes se han quedado tomando fotos y videos de la destrucción,” dijo Ryo, notando a los testigos en su mayoría jóvenes.
“Creo que ellos vendrían a estar en el mismo peligro que nosotros,” Axel mostró desinterés al encogerse de hombros.
“Ohohoho~♥ esto me demuestra que nuestra generación sí puede terminar viviendo menos que las anteriores~♥” Dakki se puso a reír.
“No te rías de eso tampoco,” le reclamó Sora.
“You’re one to talk, Hummer driver…” Tomaj sonrió con ironía.
“Shut up!”
“…” Reimu dio un pesado suspiro. Si bien tenía la mente bastante abierta para conocer a las personas de ambos lados, todavía no compartía el tranquilo estado de ánimo de la mayoría. Ella observó a Osaka, quien miraba fijamente hacia el puente, con una expresión preocupada y sus manos encima de su pecho, atenta. Decidió hacerle compañía y le agarró de un hombro. “Hay que tener fe.”
“Hm…” Osaka asintió, con cierta duda.



“…”

Cho sintió mareos, desorientación, dolor y una severa falta de energías. Sus oídos le zumbaban por el estruendo que acababa de sufrir. Recordaba ver a Komaeda correr repentinamente, y ella invocó el fuego para alejarle, pero con la más mísera chispa, todo el aire a su alrededor se prendió y ocurrió la explosión que había sacudido al museo entero. Ella salió disparada y cayó en pleno puente. El fuego no le lastimó al ser su elemento, pero la explosión le causó un gran shock y aterrizar en una superficie llena de pedazos punzocortantes le había abierto varias heridas superficiales.

Ella levantó su mirada y notó la puerta que daba al edificio del frente, la cual parecía agitarse, pero no podía oírla por sus oídos aturdidos. También vio las barandas prendidas. Al observarlas debidamente, notó que estas habían sido embadurnadas con un tipo de grasa pesada, la cual debió encenderse fácilmente luego de la explosión. Sí… todo, cada pequeño detalle, había sido previsto y preparado por su Rebel…

“¿Por qué no te levantas?” le preguntó Komaeda. Su voz puso a Cho en estado de alerta y se giró e intentó levantarse, pero el esfuerzo le hizo caerse sentada. “Estoy seguro que tus previos Rebels te hicieron pasar por mucho más que yo. ¿O es que acaso tres años te hicieron olvidar todas tus hazañas?”
“…” Cho le miró con molestia e impotencia. El Rebel estaba parado a dos metros de ella, todavía con la máscara puesta, pero no parecía querer hacerle nada.
“Si es así, entonces no debí sobrepasarme, ¿verdad?” su tono de voz sonó a una de esas expresiones amables y torpes de él. “Ahh, perdón, obviamente no sé tratar con delicadeza a las personas, y sé que alguien tan esperanzador como tú tuvo mejores cosas que hacer durante estos tres años que prepararse para volver a ser una HiME, a diferencia de alguien deprimente como yo.”
“…”
“Pero aun así, ya pasaste tu prueba HiME. ¿Cuánto más vas a esperar para alistarte para este nuevo capítulo en tu vida?” Komaeda se dio la libertad de mirar brevemente a la cúpula detrás de él, como quien sabía que su HiME no iba a actuar con tanta rapidez para atacarle. “Como química que eres, ya debes estar pensando en lo que ocurrió dentro de la cúpula. Antes de llevarte, regué agua por todo el piso, y dejé que se disociara de regreso a sus elementos primordiales: el oxígeno y el hidrógeno. Ambos producen una mezcla altamente inflamable y explosiva a suficientes concentraciones, lo cual fue posible en un lugar cerrado y sin ventilación. Y también sabes que el proceso de disociación no es natural y requiere de maquinaria y mucha energía aplicada. ¿Pero no es increíble cómo la tecnología de Rizembool permite este tipo de hazañas sin necesitar de siquiera considerarlo? ¡Nunca me dejo de sorprender lo que pueden hacer! Ahh… me hace sentir tan mal por osar de tener acceso a esta tecnología… alguien tan fallado como yo…”
“C-cállate…” Cho comenzaba a perder la paciencia.
“…” él le prestó atención.
“¿Cómo te atreves… a hacer esto… sobre todo en un lugar como este?”
“¿Eh? ¿No te lo expliqué antes? Este lugar está edificado con la esperanza de Hanasaki, y por ello es sólo natural que realice mi presentación aquí. Quiero que todos entiendan que esta guerra, este suceso lamentable, eventualmente se superará y quedará en el pasado. También quiero que todos miren qué ocurre aquí, y sepan lo crucial e importante que la guerra entre Hanasaki y Rizembool es, y que estén preparados para el inicio de mucho más.”
“Cállate…” Cho hizo un esfuerzo en levantarse. No podía usar las barandas porque esa grasa no le iba a dar balance. “No puedes… no puedes ser tan egoísta… como para involucrar a todos en tus juegos.”
“¿Egoísta?” él mostró confusión en su voz. “¿Qué quieres decir con eso?”
“¿Cómo no puedes ver que lo que haces es egoísta? Y es un montón de cosas más, estás poniendo a gente en peligro.”
“¿Acaso no es necesario realizar sacrificios cuando deseas lograr algo importante y sin precedentes? ¿No es normal ir en contra de las reglas y ‘ser egoísta’ como lo estás llamando?” preguntó, con un dejo inocente e infantil, como quien seguía una lógica supuestamente inherente de la humanidad. “Si en verdad es algo muy importante, sin importar cuánto se sufra o cuanta desdicha cause, sólo tiene perfecto sentido que se siga adelante sin importar qué.”
“…” Cho le miró con indignación. Ya no sabía si era seguro invocar más fuego o tomar cualquier acción. No se sentía cómoda en ese puente delgado e enclenque, y su cuerpo seguía tieso y adolorido como para invocar su naginata.
“¿Y acaso tú no estás siendo igual de egoísta que yo?”
“¿Qué?”
“Tu rol de HiME va a traer inconvenientes a aquellos cercanos a ti, sin importar lo excelente que seas. Nuestro enfrentamiento se ha dado porque decidí ser tu Rebel, y también porque tú eres mi HiME, y este sólo va a ser el primero de muchos. Es más, tú crees en tu rol de HiME fervientemente, lo quieras admitir o no. Quisiste ser HiME por más que tu hermano no estuvo de acuerdo, ¿cierto? Y lo seguirás siendo aun si él nunca va a ver las cosas del mismo modo, ¿no es así?”
“…”
“¿Pero sabes? Todo eso está muy bien,” por sus palabras, Komaeda debía estar sonriendo comprensivamente detrás de la máscara. “No puedes quedarte callada por más que aquellos cercanos a ti te den la contra. Tú eres una HiME por voluntad propia y estás convencida que este es tu lugar, y seguirás adelante hasta que todo esto termine. Pudiste haberte negado por cualquier motivo, desde temor hasta desinterés, pero tu envolvimiento es genuino y realmente crees que hay valor en lo que haces. Eso lo pude ver en ti, y por ello, estoy más que convencido que tú eres perfecta para ser mi HiME. Quiero hacerte notar esa gran voluntad que traes, y quiero que sigas adelante en esta guerra que muchos condenan como inhumana…” su tono de voz se torció, y pasó a expresarse con desprecio. “…porque todos ellos que no arriesgan nada y sólo se ocultan detrás de sus propias sombras son la escoria de la humanidad. Son gente que no vale nada y que retrasan el desarrollo de la sociedad. Por eso… Hanasaki y Rizembool son tan importantes para mí. Ellos van más allá y arriesgan hasta sus propias existencias para luchar y crear un mundo lleno de avances y verdaderos valores… verdadera esperanza… un mundo desmerecedor de basura humana que es muy ciega para admirar la verdad.”
“…” la HiME se estremeció por sus palabras.
“Tú y yo somos iguales, nosotros entendemos que es importante luchar. Tenemos que acabar con la guerra… o quizás no acabarla, pero si no luchamos con el interés de ganar, nada productivo saldrá de esta tan admirable rivalidad. Por eso… sigue peleando, y sigue haciéndote fuerte y feroz. No dejes que nadie te detenga.”
“…”

Entonces, los dos oyeron una puerta abrirse forzadamente. Cho se volteó y observó a Roxas, quien se cayó al piso luego de finalmente abrir el impedimento. Su hermano estaba cansado y agitado, como si hubiera corrido una maratón. La HiME también notó que las llamas cerca de la puerta se apagaron momentáneamente ni bien se había abierto. ¿A qué se debía eso?

“R-Roxas…” Cho se asustó. “N-no, no debes estar aquí…”
“…” este se levantó y le miró molesto. “¡Tú no deberías estar peleando! ¡Al menos llama por ayuda!”
“Así no funciona.”
“¡¿Por qué no?!” él miró hacia el Rebel. Era Komaeda, escondiendo su faz detrás de una máscara, pero era evidentemente él. “¡¿Qué estás haciendo?!”
“Ah, es un gusto verte…” le saludó con su habitual tono amable y torpe.
“¡No sigas! ¡¿Cómo puedes hacer esto?! ¡¿Por qué nos has traicionado?!”
“Puedo ver por qué pensarías que te he traicionado, pero en verdad, yo iba a ser el Rebel de tu hermana antes de que nos conociéramos. Es más, ese mismo es el motivo por el cual me acerqué a ti.”
“¿Q-qué dices?”
“Pero no lo veas como una traición. Mi intención siempre fue ayudarles a ambos. Tu hermana no tenía tu aprobación, y tú demasiadas contradicciones con el tema. Pero sabía que mi HiME iba a retomar su rol sin importar qué ocurriera, así que es mejor que ella cuente con el apoyo de su Key para desempeñarse mejor, ¿verdad? Porque… ¿qué es una HiME que no tiene a un Key a su lado?”
“M-miserable…” Roxas iba a correr hacia él, pero Cho se interpuso.
“¡Es muy peligroso!” le suplicó.
“¡No te metas!” él terminó por empujar a Cho a un lado y siguió corriendo. La HiME no pudo soportar bien el impulso de su hermano al estar todavía afectada por la explosión, por lo cual se cayó y tuvo que agarrarse de las barandas para evitar estrellarse con las mismas. Ella observó a Roxas acercarse a Komaeda, y sorpresivamente, este se quedó abierto y recibió un fuerte golpe en el lado de su rostro que le impulsó al piso.
“Hahaha…” el peliblanco rió débilmente en el suelo, aunque había pesar en su voz. “Me lo merecía, ¿verdad?”
“¡No te rías!” Roxas le pateó en el estómago. Oyó un leve quejido del otro.
“C-cierto… esto no debe ser gracioso para ti. Te sientes traicionado… Por eso desquítate conmigo…”
“¿Q-qué demonios dices?” el rubio se desconcertó por sus palabras.
“Descarga toda tu furia ahora… para que no te quede más que reclamarle a tu hermana…”
“…” eso le dejó en blanco. ¿De qué hablaba?
“Y… porque… no soy tu enemigo… soy el de tu hermana…” de la nada, Komaeda le apuntó con una pistola y le disparó.
“…” a Cho se le heló la sangre, pero la explosión no fue de un proyectil ordinario. Esta liberó un gas, aunque Roxas se vio asfixiado y se arrodilló en el piso, ahogándose y quejándose. Komaeda, pese a la cercanía, no se vio afectado por su máscara de gas.

“No te lo tomes tan personal. Este asunto es de tu hermana, no tuyo, y te pido que por su bienestar ya no le hagas sentirse culpable…” Komaeda se levantó y le miró desde arriba. “Y por el tuyo también…”
“…” Roxas no podía ni levantarse. El efecto parecía ser demasiado fuerte.
“El gas mostaza es un arma de guerra muy conocida, e inevitablemente me tocaba emplearla en contra de mis oponentes. Es tóxico, corrosivo, asfixiante… dicen que puede causar una muerte muy dolorosa…” Komaeda levantó su mano y una brisa limpió aquel nocivo gas, esparciéndolo hacia el cielo. “Pero como te dije, no soy tu enemigo, y mi intención era simplemente detenerte. Adelante, respira…”
“…” Roxas seguía jadeando, cada vez con más desesperación y un sonido rasposo en su garganta. Parecía que estaba por ahogarse y desmayarse en cualquier momento.
“Vamos…” Komaeda hasta se quitó su máscara y le sonrió con torpeza. “Mira, se puede respirar bien ahora, mejor tranquilízate.”
“…” este tembló de cólera e impotencia, pero no podía ni levantar el rostro.
“Aunque… es verdad que el gas mostaza no es lo único asfixiándote…” el peliblanco se puso a pensar. “Sabía que alguien iba a socorrer a Cho, por lo cual llené el ambiente alrededor de la puerta con un aire muy pobre en oxígeno. Creo que es evidente que mi debilidad más grande es la habilidad física, y de haber estado en perfectas condiciones, me habrías podido lastimar mucho más, ¿no es así?”
“S-suficiente…” Cho se había levantado y miraba fijamente al Rebel, con cólera. No sabía si podía acercársele, ya que este tenía a Roxas vulnerable a sus pies. “Déjalo en paz. Esta es nuestra pelea.”
“No puedo estar más de acuerdo contigo,” Komaeda sonrió, y bajó su mirada para observar a Roxas con cierta pena. “Es sólo que tu Key se ha metido donde no le corresponde. ¿Has escuchado?” él se tomó la libertad de agarrar a Roxas de los cabellos y halarlo un poco.
“AHH…” el rubio trató de darle un golpe para liberarse, pero no pudo apuntar bien, y Komaeda levantó su mentón hacia arriba para mirarle fijamente.
“Que esta sea una lección para ti. No te metas donde no te corresponde, y donde no tienes oportunidad,” Komaeda miró de reojo y notó cómo su HiME usó el fuego de las barandas para tratar de atacarle por un costado, pero él fue capaz de invocar una especie de escudo protector de un líquido helado que paró al elemento.
“…” Cho frunció el ceño. Si Komaeda se encontraba usando la química en su contra, entonces bien podía ser nitrógeno licuado en el acto. Con ello no podría lastimarle con el fuego. “Detente…” ella hizo un esfuerzo e invocó su nagitana. Sólo agarrar esa pesada arma le hizo sentir dolor, pero debía proteger a Roxas a como diera lugar.
“¿Eh? ¿Temes tanto por la seguridad de tu Key?” Komaeda lanzó a Roxas de regreso al piso y miró a su HiME con una ligera sorpresa. “Bueno, tiene sentido que veles por su bienestar. Él es importante como tu hermano, pero sobre todo como un gran apoyo en tu rol. Aun si no había pensado en involucrarlo en primer lugar.”
“…” la peliceleste se tensó.
“Aunque…” Komaeda se quedó en blanco y con los ojos levemente abiertos. Fue como si hubiera surgido una idea y posibilidad nueva en ese evento. “Viéndolo de un punto de vista estratégico… ¿no sería lo mejor para ti considerar en tener a otro Key?”
“¿Qué dices?” su sangre se heló por esas palabras, y temió lo peor.
“Uno nunca se pone a pensar en la posibilidad de suplantar a personas, pero si lo ves de manera lógica, cambios radicales pueden ser lo mejor a veces…” él bajó su mirada y sonrió reflejando cierta contrariedad y fascinación con su propia lógica. “…claro, puede ser difícil, pero en tu caso, puede que un cambio de Key te sea lo mejor… he oído que tu hermano estuvo mayormente ausente durante el conflicto anterior. Incluso cuando necesitaste un Meister o un Knight, él nunca te asistió, aunque nunca tuvo problemas de estar ahí por otras HiMEs, ¿cierto?”
“D-déjale…” Cho negó y corrió hacia el Rebel con la intención de prevenir cual fuera su demente idea. Pero no pudo llegar muy lejos, porque él volvió a sacar su pistola y la disparó, generando un shock que impulsó a HiME y Key hacia atrás con gran fuerza. “¡AAHHH!”
“¡Pero claro! ¡Tiene más sentido si lo digo en voz alta!” exclamó Komaeda, maravillado por sus observaciones. “Te encuentras estancada con un Key que no te hará bien. Su ayuda es poca y prefiere contradecirte. Yo que estoy intentando fortalecerte… es sólo lógico que haga las cosas más fáciles para ti a largo plano. Lo que sea que causó que ustedes no fueran unidos la vez pasada ya debería haber pasado, o en su defecto… lo mejor sería que partieran caminos y tú buscaras al aliado ideal.”
“…” Cho usó su arma para levantarse con pesar, y miró con incertidumbre cómo el Rebel caminó donde Roxas y le levantó del cuello de su camisa.
“Vaya… pensar que alguien tan horrible y desmerecedor como yo se atrevería a lastimar a un tan brillante miembro de Hanasaki…” dijo Komaeda, sonriendo hacia el Key como quien se veía forzado a hacer algo que no quería hacer.
“Suél-tame…” Roxas se puso a jalar y golpear los brazos del Rebel que le habían levantado, pero no tenía fuerzas para resistirse.
“Pero sólo quiero lo mejor para tu hermana. Piensa que lo que sea que pueda ocurrir contigo ahora la fortalecerá, porque sólo un símbolo de esperanza es capaz de convertir una tragedia en un logro…”
“¡Suéltalo!” la HiME entró en pánico al notar que Komaeda miró hacia una de las barandas. ¿Acaso pensaba…?
“Cierto, las historias más inspiradoras siempre serán las más lamentables, pero son las que más nos impactan… y espero que esta resulte en lo mejor.”
“¡Roxas!” Cho invocó varias llamaradas de fuego que trataron de atacar al Rebel por todos lados, pero el helado líquido lo protegió a este.
“Que esto no sea en vano…” dijo el peliblanco con un tono meditativo y casi afectivo, y repentinamente, lanzó al Key más allá de las barandas en caída libre hacia el jardín lleno de espectadores.
“¡ROXAS!” la HiME corrió y se apoyó en las barandas más cercanas para observar a su hermano caer completamente indefenso varios pisos hacia abajo. Todo sucedió en cámara lenta, cómo su Rebel lo lanzó sin pensarlo dos veces, cómo Roxas desapareció de su vista brevemente hasta llegar al barandal, cómo su sangre cayó de su cabeza y sintió unos horribles mareos y angustia que nunca había experimentado antes, cómo extendió su mano izquierda hacia el vacío al intentar invocar aquel péndulo que ya no tenía como arma…
Nunca antes se había sentido tan débil, fracasada, desdichada, insignificante…



“¡Roxas!” Osaka se llevó sus manos al rostro, y mientras ella compartía un terror e incertidumbre paralizantes con la mayoría, una persona del grupo actuó inmediatamente de manera instintiva.
“…” Youmu se puso a correr e invocó su velocidad sobrehumana. En pocos pasos, logró correr e impulsarse en las paredes, y pudo sostener al Key en la mitad de su caída. Pese a su velocidad, la nueva HiME no tenía mucha fuerza, y con agarrar a Roxas, perdió su estabilidad e inercia, y sólo pudo dar otro paso amortiguador en otra pared antes de caerse casi dos pisos de altura de regreso al jardín.

De inmediato, los demás corrieron hacia los dos para darles el alcance y revisar si se encontraban bien.

“D-demonios…” Sora se cayó de rodillas al piso frente a Youmu y Roxas al comprobar que el segundo seguía con vida. “Esto estuvo demasiado cerca…”
“¡Roxas!” Osaka fue para abrazarle, pero Axel le detuvo.
“Oye, espérate un momento,” le dijo con paciencia. “Mira las heridas en su piel. Ha recibido el ataque de algún agente corrosivo. Te harás daño también.”
“Cierto, él necesita asistencia médica,” Tomaj se mantuvo inmutado. No le fue una sorpresa. “Hotaru…”
“S-sí, iré a buscar ayuda…” ella bajó su mirada como quien se disculpaba al no poder hacer nada ella misma, y se fue corriendo.
“…” Roxas comprimió sus puños, todavía agitado y afectado por lo que acababa de ocurrirle, entre otros dilemas. No pudo levantar su mirada ni decir una sola palabra.



Haber visto cómo Youmu rescató a Roxas le dio un gran alivio interno, al punto en que sus piernas le temblaron y le hicieron sentarse al piso frente a las barandas, sin dejar de ver a su hermano rodeado de todos los demás, ya a salvo.

“Magnífico…” dijo Komaeda, visiblemente tocado por lo que acababa de ocurrir. Él había ido a recoger su máscara de gas del piso, pero continuaba maravillado e impactado por lo más reciente.
“…” Cho tembló muy ligeramente al tan sólo oír la voz de su Rebel, y se mantuvo inmutada.
“Él ha sido salvado por obra y gracia de otra HiME… pese a no haber habido advertencias, ni planeación… ni siquiera de mi parte… es… increíble…” Komaeda se llevó una palma hacia el rostro, contemplando la situación todavía con un desconcierto que le fascinaba. “Toda la lógica diría que él debió perecer, pero sigue con vida. N-no hay palabras para describir lo que esto significa. Tan sorpresivo, inquebrantable… ¡ciertamente digno de un miembro de Hanasaki! ¡Afrontando los pormenores y siguiendo adelante sin importar nada más! ¡Es maravilloso, le había creído muerto!”
“…”
“¡HAHAHAHAHA!” el peliblanco extendió sus brazos a los costados y descargó su incontenible emoción en una risa desquiciada. “¡Impresionante! ¡Admirable! ¡Simplemente auténtico! No puedo expresarlo debidamente, pero se ha ganado mis respetos. Quizás sí haya esperanzas para él como Key…” alzó su rostro y tomó aire, para ponerse de nuevo su máscara. “Ahora… ¿dónde estábamos?”

“¡AAAAHHHHHH!” Cho perdió todo rasgo de paciencia y corrió para arremeter contra su Rebel. Komaeda se notó sorprendido por aquel cambio, pero regresó a licuar el nitrógeno a su alrededor para protegerse de las imparables llamas. La HiME no pudo avanzar mucho hacia su Rebel ya que este le lanzó un poco del líquido gélido para mantener una prudente distancia, pero ella continuó lanzándole llamas a toda velocidad y usando todas sus energías. “¡Cállate, cállate, cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡CÁLLATE!”
“…” el Rebel se mantuvo observando a su HiME atacar con gestos agresivos de sus manos al enviarle una llamarada detrás de otra. Ella estaba completamente ignorando los daños que había sufrido hasta el momento, y los cortes que sufrió por los pedazos de vidrio sólo empeorarían si seguía, pero el dolor físico se encontraba opacado totalmente a esas alturas. Komaeda se mantuvo tranquilo mientras bloqueaba el fuego sin muchas dificultades. “No estaba consciente de este lado tuyo. Me es una sorpresa.”
“¡Cállate! ¡Cállate!” Cho no paraba su asedio a pesar de ser evidente que no estaba llegando a ningún sitio. “¡Maldito! ¡Miserable! ¡I-idiota! ¡¿Cómo… te atreves?!”
“Te aconsejo que te detengas. Lo único que haces es lastimarte,” observó su oponente con tranquilidad. “Debes saber bien que lo tengo todo bajo control.”
“¡C-cállate!” ella gritó al piso, sin poder parar su ira. Por la frustración terminó zapateando el piso y se golpeó su propia frente repetidas veces, mientras que con su otro brazo continuaba el asedio.
“Desquitarte con auto-abuso y perder tus cabales… deberías saber mejor que eso,” Komaeda disparó otra bala de shock para forzar a su HiME a que se detuviera, y la barrió hacia atrás. “Te hace falta mucho para ser un símbolo de esperanza apropiado. No estás haciendo más que deshonrar a Hanasaki. Me duele verte así.”



“Fufufu, tan chiflado como siempre,” observó Shinkouhyou, sonriendo entretenido. “A veces me dan ganas de ver el mundo a través de sus ojos.”
“¿Rizembool está conforme con tener a un Rebel como él?” preguntó Larsa, mirando atentamente a la escena.
“Rizembool da la bienvenida a cualquiera dispuesto a pelear por ellos, y un lunático muchas veces es más razonable que una persona cuerda. De todos modos, me tienen a mí como su supervisor.”
“…” Larsa frunció el ceño. “Esto está durando demasiado tiempo…”



“…” Youmu miraba al puente con los puños comprimidos. El ataque insistente de Cho había sido cortado, y eso sólo podía significar que su Rebel la estaba lastimando. No le parecía bien dejarla sola, sin importar lo que los otros opinaran.

Ella aprovechó a que los demás estaban distraídos o pendientes a cómo los paramédicos asistían a Roxas para ponerse manos a la obra. Decidió correr, pero Reimu le agarró del brazo.

“Sé lo que piensas, pero no te involucres,” le dijo Reimu.
“Déjame ir, no puedo dejarla sola.”
“No tenemos otra opción, ya has visto lo que le pasó a Roxas,” la miko frunció el ceño. “Debes saber que si algo te fuera a suceder a ti, no hay nadie más que pueda frenar tu caída. Por favor entiéndelo.”
“Perdón, Reimu, no lo entiendo,” dicho esto, Youmu forcejeó, y ni bien se soltó, aceleró con gran rapidez para correr por las paredes e impulsarse por los balcones hacia arriba.



“M-miserable…” Cho volvía a apoyarse con su naginata para levantarse, pero todo su cuerpo le temblaba y parecía ser imposible para ella volver a estar de pie. Había llegado a su límite, pero sabía que debía hacer todo el esfuerzo posible… aparte que no quería simplemente rendirse y caer sentada, no después de lo que casi le ocurre a Roxas.
“Estás más débil de lo que pensé, había esperado más de tu parte,” comentó Komaeda, meditativo. “Es cierto que este no ha sido un encuentro justo para ti, pero con toda honestidad, esperaba más de ti.”
“…” ella le miró con odio.
“Pero sigues cometida a tu rol, eso me parece bien…” él asintió. “Tal vez no planeé este encuentro tan bien como pensé… ¿qué más podría probar ahora?”
“…” Cho se tensó al no saber qué esperar de su caótico Rebel, pero entonces se quedó en shock al ver a Youmu aterrizar en el puente detrás de Komaeda y de inmediato correr hacia él con una katana en mano.
“¿Hm?” este ladeó la cabeza por ver la sorpresa en su HiME y se volteó para apenas ver a Youmu a una corta y sorpresiva distancia de él. Esta había llegado a sorprenderle lo suficiente como para prevenir que empleara su arma, pero Komaeda tomó la extraña decisión de girarse y extender su brazo izquierdo para detener el ataque de la espada.

Sin embargo, debió haber sido una opción premeditada en caso de ataques físicos, porque Youmu se vio detenida por una coraza de metal revestida de cuero debajo de la casaca del Rebel.

“¿Q-qué…?” ella se quedó sorprendida al notar esa ‘armadura’ escondida, y fue peor cuando su propio ataque causó la liberación rápida de un gas somnífero. La peliblanca perdió fuerzas con rapidez y el Rebel la empujó hacia atrás, haciéndole caerse al piso. Youmu no pudo pelear contra la debilidad y terminó cayendo inconsciente.

“Empezaba a pensar que esta medida adicional no iba a ser necesaria,” Komaeda miró al corte que tenía en su abrigo. “Temí que esta HiME fuera a intervenir, o que tú misma intentaras atacarme con tu arma. En verdad, para ser tu ‘aprendiz’, ella está más preparada para pelear, aunque le hace falta pensar más las cosas.”
“…” Cho se asustó al ver que el Rebel miró a Youmu inconsciente.
“Pero… no me corresponde hacerle nada a ella. Eso es trabajo del Rebel que le ha tocado, sea quien sea…” Komaeda limpió nuevamente el aire a sus alrededores. “Todavía no he probado del todo tus límites, ¿por qué no retomamos eso?”
“…”

Hubo un corto silencio entre los dos, con lo cual ese primer enfrentamiento se iba a terminar…

“¡Suficiente, Komaeda!” exclamó Larsa desde el balcón en el piso inferior. Tanto el Rebel como la HiME se giraron con leve sorpresa y vieron a ese estudiante y Shinkouhyou como espectadores.
“Larsa…” Cho se sorprendió al notarle presente, y dándose la libertad de dirigirse a su Rebel tan directamente.
“Qué sorpresa,” Komaeda se quitó su máscara y sonrió con nostalgia y amabilidad. “Han sido muchos años, Solidor-kun. Es un gusto volver a verte.”
“Pienso que ya has hecho demasiado por hoy. Lo mejor es que te retires,” recalcó el exRebel, con un tono severo.
“Creo que este asunto me corresponde a mí. Deberías dejar que yo elija las condiciones de la pelea,” contestó el Rebel, pensativo. “No es por ser descortés ni nada, pero te pido que no te involucres.”
“No me estoy metiendo en su enfrentamiento. Es sólo que lo has prolongado demasiado,” recalcó Larsa. “Estamos en un lugar público, y si continúas, será más difícil para Rizembool cubrir los sucesos en este museo. Pienso que si causas demasiados inconvenientes a Rizembool o si llamas mucho la atención, todo por lo cual luchas se vería afectado, ¿no es así?”
“¿Piensas que me he precipitado bastante?” Komaeda se impresionó.
“Es demasiado organizar un ataque fuera de los institutos, y pese a que siempre has sido alguien que planifica bien sus acciones, también has sido siempre corto en prudencia,” Larsa miró hacia abajo. “Ya nos has impresionado a todos bastante. No sé cuánto más esperas sacar de este asunto.”
“…” Komaeda se quedó en blanco un momento, y miró a Shinkouhyou. “¿Qué opinas, sensei? ¿Te estaré dificultando el trabajo?”
“Pues, lamentablemente debo estar de acuerdo con Solidor,” Shinkouhyou se encogió de hombros, rendido. “Si bien hay enviados de Rizembool asistiendo a los evacuados y cubriendo el suceso desde ya, la prensa está en camino, y si no te apuras en desaparecer podrías crear una complicación mayor. A Rizembool no le gustaría en lo absoluto.”
“Ya veo…”
“No me gusta la idea de poner un ‘timer’ a una pelea entre un Rebel y una HiME, pero en este caso, no me das opción. Preferiría que te alejaras de lugares públicos para tus movimientos a partir de ahora en lo más posible.”
“Entiendo…” Komaeda asintió y miró a su HiME, quien estaba mareada por esa extraña conversación entre los tres. El Rebel había cambiado de parecer con suma rapidez. “Entonces… aquí me despido. Nuestra verdadera batalla quedará para otro día, confío que este encuentro te ha dejado un buen mensaje sobre lo que debes hacer ahora. Este es sólo el comienzo, no te relajes aún.”
“…”
“Trata tus heridas cuanto antes, y ve con cuidado. Ah, y si no es mucho pedir, discúlpate con los demás en mi lugar.”

El Rebel sonrió con torpeza y se dio media vuelta para irse corriendo hacia las ruinas de la cúpula. La tensión se cayó para la HiME, quien no se sentía capaz de ir de regreso por su cuenta. Miró a Youmu todavía inconsciente y decidió acercársele para ver si se encontraba bien. Le debía un montón por haber salvado a Roxas de una muerte segura, una que ella misma nunca podría haber remediado.



“Se terminó…” observó Kytes, mirando hacia arriba. Desde el jardín, habían notado a Larsa intercambiar miradas con ese Rebel que estuvo escondido por las llamas de los barandales. No pudieron escuchar la conversación, pero la calma resultante de ese intercambio y la apagada de todas las llamas fueron los indicios que el enemigo finalmente se había retirado.
“¿Estás seguro?” preguntó Hinata.
“Es lo más probable,” Tomaj asintió.
“Cierto, además Shinkouhyou le dijo algo al Rebel, y él siempre ha sido un supervisor,” informó Ryo.
“Felizmente…” Reimu dio un suspiro.
“Las llamas apagadas mágicamente me deja saber que Cho está bien,” dijo Osaka.
“¡Entonces voy a buscar a Youmu!” Hinata se fue corriendo hacia las escaleras.
“¡O-oye espera!” Sora le siguió asustado.
“Hay que ir a ayudarles,” Alexei siguió a los otros dos.
“Sí,” Reimu se apuntó y ambos fueron también a las escaleras.
“¡Vamos!” Kibi quiso ir, pero Dakki le agarró de los hombros.
“No, no, mi querida, tú te quedas conmigo,” le dijo con un tono juguetón.
“¿Ehh? Pero todos están yendo…” la rubia había querido seguir el paso de su Knight, pero como esperado, su onee-sama se interpuso.
“Es más, hay que irnos de una vez. Tu onii-chan tiene para rato con sus amigos de Hanasaki, y yo muchas ganas de ir a un spa. Te invito querida~♥”
“¿Un spa? Malditas suertudas,” dijo Tomo a regañadientes.
“Ohohoho~♥ un día nos programamos para una visita al spa juntas. Chau chau~♥”
“Hablando de irnos…” Tomaj miró a Axel. “No es un mal momento para irnos tampoco, ¿no te parece?”
“Lo dices por ti, ¿cierto?” Axel sonrió con ironía. “Cho debe tener más de una cosa que reclamarte y sé que Sora sin duda lo hará ni bien se le pase el susto.”
“Sí, de los dos obviamente el segundo es el más molesto,” Tomaj miró a Kytes. “Me despides de los demás, pequeño.”
“¿Eh? Pero…” Kytes le miró con reproche. “No puedes simplemente irte. Al menos deberías dejar las cosas en claro con Cho.”
“Habrá un momento para eso. Ahora es lo último que ella necesita, deberías entenderlo,” Tomaj encontró gracia a las palabras de su amigo. ‘Dejar las cosas en claro’. “Heh, siempre has sido mi abogado.”
“¿Ah? ¿A qué te refieres?”
“Nada, olvídalo. Sólo tengo que ubicar a los primos y me esfumo de aquí.”

Por otro lado, Osaka estaba con Suiseiseki y Hotaru frente a uno de los paramédicos que habían atendido a Roxas.

“No se preocupen por él, se encuentra bien y ya se está recuperando,” les informó. “Le pusieron una máscara con oxígeno y se estabilizó con rapidez. Sólo necesita un poco de reposo y más crema humectante para sus heridas y estará bien.”
“Ay, muchas gracias por su ayuda~desu,” Suiseiseki dio una rápida reverencia.
“Más bien, aquí he escrito el nombre de la crema que deben comprarle,” les extendió una receta. “Felizmente son heridas leves y deben de corregirse de inmediato.”
“Me alegra,” Hotaru recibió la receta y la revisó.
“¿Puedo ver a mi primo?” preguntó Osaka.
“Mejor denle un poco más de tiempo a solas. Regresará pronto, sean pacientes.”

El paramédico se excusó al tener a otras personas que atender y dejó a las tres chicas.

“No nos ha hecho ninguna pregunta sobre las heridas de Roxas…” Hotaru se puso a pensar. “Es posible que esté informado sobre el suceso.”
“¿O sea es un paramédico afiliado a Rizembool~desu?” Suiseiseki se puso con los pelos de punta. “¡Tenemos que rescatar a Roxas right now~desu!”
“T-tranquila…” Hotaru intentó calmarla. “Estará bien. Sepa de Rizembool o no, es evidente que el único interés de este joven es ayudar a las personas. Al menos me alegra que se hayan tomado estas medidas para evitar mayores daños.”
“…” Osaka miraba a otro paramédico atendiendo a unos niños con cortes muy leves por el vidrio, los cuales ya estaban curados con benditas y recibían dulces como premio por haberse portado bien y sido pacientes. Hotaru parecía tener razón, pero seguía sintiéndose mal por el gran shock que su primo debió haber pasado. Entonces sintió que le agarraron de un hombro.
“Está bien~desu,” le animó la HiME, sonriéndole. “No es momento de desanimarse~desu, sino de volverse más unidos que nunca~desu.”
“Sí, gracias…” Osaka sonrió y sonrió un poco.

Mientras tanto, Lev había acudido a una máquina dispensadora de bebidas para comprarse algo para tomar y estaba acompañado de Iksel. Los dos se encontraban en una de las entradas al jardín, y podían mirar al grupo principal desde una ligera distancia.

“¿Tenías que pedirme que te comprara una gaseosa ahora?” preguntó el pelirrojo con impaciencia. “Me sorprende que tengas estómago luego de lo que vimos.”
“Pues, tomar algo es muy distinto a comer. Aunque ahora que lo mencionas, sí tengo un poco de hambre,” Lev sonrió. “Y tenía que aprovechar que la luz regresó al edificio para conseguir algo antes de irnos, ¿cierto?”
“Hm…” Iksel entrecerró los ojos, pensativo. “Estoy casi seguro que esta pérdida de energía fue obra del Rebel. Será para que no se capture nada en cámaras… y es sorprendente que ni los generadores de emergencia funcionaron…”
“Suena a un buen plan,” Lev recogió la botella que acababa de caer y empezó a tomarla.
“Tan relajado como siempre, Lev.”
“Más bien tú te ves muy tenso, ¿cuál es el problema?”
“Esa es una extraña pregunta…” el pelirrojo negó con frustración, y levantó su mirada al puente que lucía quemado. Obviamente cualquiera se impresionaría luego de ver una explosión, a una persona caerse desde arriba y enormes llamaradas, pero por más que todo ello seguía dando vueltas en su cabeza, su preocupación principal era otra. “Me pregunto… si él tiene ese mismo potencial…”
“…” Lev se mostró algo pensativo y también alzó su mirada. Fue una duda interesante, pero no lo veía con la misma seriedad de su primo. Sólo sabía que tarde o temprano averiguarían la respuesta.
“Oh, Tomaj nos está llamando,” dijo Iksel, al ver a su compañero de Rizembool acompañado de Axel extendiéndoles una mano para llamar su atención.
“Es momento de irnos, entonces,” Lev sonrió. “Hay que ver a dónde vamos a comer.”
“Sí, pero no impongas nada. Compórtate, ¿sí?”

Ambos caminaron hacia los dos exRebels para una muy breve despedida a la gente de Hanasaki que quedaba en el primer piso, a quienes estarían volviendo a ver tarde o temprano en unas circunstancias un poco distintas.





Con su enemigo fuera del mapa, Cho se pudo acercar para revisar a Youmu, quien seguía inconsciente en el piso. La peliceleste se aseguró que estuviera bien, y felizmente sólo se encontraba inconsciente, pero su pulso seguía normal y no había sufrido ninguna herida. Tenía sentido. Los Rebels que había conocido siempre habían sido muy ‘respetuosos’ con no meterse con las HiMEs de otros, y Komaeda, por más disparatado que fuese, había demostrado lo mismo.

Cho quería ver a Roxas y asegurarse de que estuviera bien, pero seguía sentada en el puente, cabizbaja. El ataque le había removido el piso y no se sentía ni con la mínima intención de ponerse de pie. Ya casi no sabía qué era arriba y qué era abajo, qué era pasado o qué futuro, qué debía hacer o qué debía evitar…

Sólo pensó quedarse congelada en ese presente, mientras su hermano debía estar recibiendo ayuda luego del ataque… bajo completa seguridad y certeza de que estaba bien, a salvo de Komaeda… a salvo de ella.

“Tanaka-san…”
“…” ella se alertó y levantó su mirada. Observó a Larsa frente a ella, quien le miraba con solemnidad y leve tristeza, pero firmeza. Notarle presente le hizo salirse de su estado de shock y sintió una gran aflicción y pesadez en su pecho.
“Ven…” él le extendió una mano, para ayudarle a levantarse. “Debes saber bien que este no es el final, sino el comienzo. Nos toca seguir adelante.”
“…” Cho tembló ligeramente. Lo entendía bien, pero necesitó que alguien se lo dijera, por más duro que fuera oírlo.
“Tranquila. Sin importar qué tan difícil sea la situación, debes recordar que nunca estarás sola. Y como la vez pasada, estoy aquí para ayudarte. Puedes contar conmigo.”
“S-sí… gracias…” la HiME sintió escalofríos y se puso a llorar. Se contuvo como pudo y aceptó la ayuda para pararse. Como siempre, Larsa se ofrecía como un consejero, y en esos instantes no podía estar más agradecida por ello. “Gracias… p-perdón…”
“No te preocupes por nada ahora, entiendo que esto debió haber sido muy duro para ti,” Larsa dio un suspiro. “Pero… al menos conozco a tu Rebel del pasado, y puedo darte información sobre él, para evitar que momentos así se repitan.”
“…” Cho se sorprendió levemente por las noticias. Su amigo venía de una familia allegada a Rizembool, así que podría no ser tan extraño, aunque eso le traía varias preguntas a la cabeza. Ella miró hacia Youmu. “Ehh, Youmu necesita ayuda…”
“Envié un mensaje para que vinieran paramédicos, pero dudo que ella se encuentre en peligro,” Larsa desvió la mirada, con leve incomodidad. “Komaeda no es del tipo que eliminaría a sus oponentes en la primera. Sus motivaciones no están en ganar.”
“¿E-eh?” eso dejó a la HiME en blanco, cuando entonces otras personas comenzaron a llegar.
“¡Youmu!” exclamó Hinata, asustado al ver a su amiga inconsciente en el suelo. Él corrió donde ellos y se arrodilló frente a Youmu.
“E-estará bien, no te preocupes…” dijo Cho, intentando calmarle, aunque ella misma seguía todavía impactada por todo lo ocurrido como para decirlo con mucha convicción. Felizmente, los otros no tardaron en llegar.
“Ahh… corres muy rápido…” Reimu estaba cansada y le dio el alcance a su amigo. “Tranquilo, sabes que Youmu estará bien. Ella es muy fuerte.”
“¿En verdad?” el pelinaranja miró a la miko con ojos asustados y ella le agarró de un hombro para reconfortarle.
“Sí, y sé que la ayuda debe estar por venir.”
“¡Cho!” Sora llegó donde la HiME y la agarró de los brazos, para sacudirla un poco. “¿Estás bien? ¿Estás lastimada? ¿Te pasó algo?”
“Si algo le ha pasado sólo lo estás empeorando ahora, Sora,” le recriminó Larsa.
“Cállate, shady exRebel!” le gritó, sin soltar a Cho.
“Puedes hacer mejor que eso…” este negó.
“E-estoy bien, gracias…” la HiME sonrió incómoda. Ver a los dos discutir en esas circunstancias le tranquilizaba un poco. De todos modos, se soltó de Sora ya que sus agitadas sí le hacían doler un poco, y justo entonces, llegó una persona que no había esperado ver en ese momento, y le vino de sorpresa.

“T-Tanaka-san…” Alexei se detuvo un momento para tomar aire y de inmediato caminó donde la HiME.
“Senpai…” Cho se sorprendió y por un momento le volvieron las ganas de llorar. Alexei siempre había sido un apoyo emocional para ella.
“Me alegro de verte bien, ha sido un tiempo,” dijo el mayor, quien se mostró algo incómodo y bajó su mirada. “He estado demasiado ocupado con proyectos que recién me enteré hace un par de días sobre las HiMEs por medio de su prima. Pero descuide, entiendo que vas a necesitar todo el apoyo posible, y me comprometo a asistirte en todo lo que pueda.”
“¿S-seguro? S-sé que se encuentra ocupado.”
“No por eso dejaría de lado a una de mis primeras amigas en Japón,” Alexei sonrió. “A decir verdad, los he extrañado a todos, y no me sentiría bien si fuera a abandonarla en este momento tan importante.”
“…”
“Alexei tiene razón, todos somos amigos y es normal que nos apoyemos,” dijo Sora. “Hemos pasado por un montón hace cuatro años, y debemos mantenernos juntos como siempre. ¿No te parece?”
“…” Cho se sintió incómoda y algo culpable, pero oírles le daba calma y alegría. Bajó su mirada y sus ojos se llenaron de lágrimas. “G-gracias… muchas gracias…”
“Si te encuentras bien para caminar, lo primero que debemos hacer es ver si Roxas se siente mejor,” dijo Larsa, comprensivamente. “También nos toca reunirnos con los demás y analizar la situación.”
“Sí…” la HiME asintió, y vio cómo Hinata y Reimu apoyaban a una todavía somnolienta Youmu que luchaba por recobrar el conocimiento completamente. Verle despierta le tranquilizó, y sí, quería ver a su hermano cuanto antes.

El evento terminó, marcando el inicio de esa nueva temporada para Cho como una HiME contra un nuevo Rebel, y un momento crucial en el cual ella debía adaptarse a la situación y volverse más fuerte. También tenía asuntos pendientes que atender y resolver antes que su deber como HiME fuera incontenible para ella, y demasiado sobre sus hombros. Pero antes, necesitaba un momento para descansar y meditar.
« Last Edit: July 08, 2017, 11:00:58 PM by Cho »


Kana

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—¿Crees necesario publicar un anuncio solicitando los servicios de un valet? — Apretó un poco más el nudo de la corbata, lo justo y necesario, para que la ubicación de la misma quedase perfectamente impecable en el cuello de la camisa. —Pienso que en momentos como estos, te haría falta uno. —

En la silenciosa morada, se escucha hablar a dos personas dentro de la habitación de uno de ellos. Desde afuera de esa gran alcoba, una joven es escuchaba disimuladamente mientras se acercaba con notable talento para pasar desapercibida. Al circular por el pasillo, se observó a si misma de reojo en el espejo del sitio, un enorme espejo de cuerpo completo enmarcado en oro puro. Era una joven muchacha demasiado delgada, con la piel tan pura y pálida como la nieve, su cabello era negro y lacio, largo hasta la altura de la espalda baja. Sus ojos eran dos orbes de un extraño color verdoso con piques amarillos que le hacían casi únicos. En Inglaterra, de ella decían que un espectro siniestro habitaba dentro de su persona y que esto explicaba su espeluznante y oscura faceta. Por muchos años la joven aceptó este juzgo como una merecida bienvenida que se le da a una huérfana que es adoptada por un noble aristócrata británico. No podía esperar un afectuoso trato de los pertenecientes de alta alcurnia hacia alguien que venía de los lechos de los cerdos.
Pero en el país oriental, todas sus facetas más espeluznantes y despreciables eran vanagloriadas por los japoneses como una belleza maravillosamente única. Eso no le importaba. La gente no le importaba. Nadie le importaba.
Se asomó discretamente por un borde del marco de la abierta puerta de esa alcoba para vigilar como un espectro siniestro que asecha a sus víctimas.
En el interior de la imperial alcoba, estaba un hombre de oscura cabellera ayudando a un joven de fresca edad luciera espléndido.
—Ya estoy grande como para precisar de la ayuda de un valet para que me ayude a vestir. — Comentó el más joven, de rubia cabellera, cuando el que le ayudaba sugería esa necesidad. Sonrió suavemente. —En Londres tenía uno y solía darle la tarde libre. Me incomodaba enormemente que un sirviente me ayudase hasta en atar las agujetas del calzado. —
—Yo le decía a tu señor padre que tanta dependencia hacia la servidumbre volvería de ustedes unos encantadores niñitos que no sabrían cómo hacer el día que estuvieran solos. —
—Así como lo ves…— Soltó un suspiro donde la frustración se hizo evidente. —Mis hermanos menores son dependientes totalmente a los servicios de los mayordomos. Cuando se encuentran que deben hacer las cosas por sí solos, no ven la luz al final del túnel y se descompensan. —
—Me siento halagado de que siguieras mi recomendación e ingresaste a la Real Academia de Sandhurst para asistir al regimiento Blues and Royals. En la carrera militar te prepararon bien para que fueras independiente, un sujeto de honor, con conocimientos idóneos para la guerra… Aunque no vayas nunca a una. Pero, lo más importante, que todo esto sirve para tu curricular político.
—Hm….— Mosqueó lo último. Todo aquellos logros honorables y títulos respetables no los había llevado a cabo por motivación propia sino, y tal como el otro decía, por sugerencias, consejos o, incluso, por imposiciones de otros. 
—Ya estás listo. — Echo un par de pasos hacia atrás y le observó de arriba abajo para darle el visto bueno. —Luces como un ilustre señor en quien se puede confiar. —
—…— El otro simplemente le sonrió con un deje de incomodidad. De los miembros de su familia, él siempre había sido el “rostro bonito y gentil” que usaban para los tratados, negocios, emblemas y presentaciones sociales como representante de la familia. Se preguntaba hasta qué punto podría seguir llevando el rol que sentía que no le correspondía –ni gustaba-
—Alice, sé que estás allí. — Dijo el que hace poco ayudaba al otro a estar bien presentado. —Ven aquí y mira. —
—…— La chica que hasta el momento era la imagen fantasmagórica que se desplazaba por la enorme mansión se asomó al ser descubierta. Entró dudosa a esa alcoba masculina la cual rechazaba y observó a quien le llamaba. Su expresión de molestia reflejaba exactamente que no quería estar allí.
—¿Crees que Henry logre una buena carrera como político? Así como luce, yo incluso votaría por él para que sea Primer Ministro de Gran Bretaña. —
—Así como lo veo…— Alice se contuvo de decir un improperio. Notó el rostro contraído de Henry quien mejor prefirió mirar hacia otro lado. En cambio, Vincent la observaba interesado por su respuesta. De todos los Lancaster, Vincent of Lancaster era el único en esa enorme y desagradable familia que tomaba en parecer su opinión. Los demás ignoraban su existencia, la trataban como empleada o bien la ubicaban en el último peldaño de jerarquía entre los limosneros que recibían caridad de los Lancaster. Alice conocía el lado perverso de esa noble familia. Pero Vincent era otro tema. Discreto, elegante, con buenos modales, sin la hipocresía como escudo. Por eso lo respetaba, además de ser su padre adoptivo. —Tiene agallas para serlo, si ponemos en manifiesto que los Lancaster son excelentes embaucadores y que el honorable Henry of Lancaster es un regio regente…— Alzó los hombros. No podían pedir que fuera más educada y con lo dicho ya había puesto esfuerzo en no ser una descortés. Vincent agradecía el gesto, Henry seguía enfocado en mirar el reflejo de la lámpara de araña a través del espejo como si eso fuera el enigma más enriquecido que acababa de averiguar.
—Interesante perspectiva, querida Alice. — Vincent le sonrió con cariño.
—¿Puedo retirarme, señor Vincent? — Le incomodaba estar ante la presencia de más Lancaster. Los malos tratos en la infancia de parte de los de ese apellido la habían condicionado. Para ella, la mejor noticia en años había sido la decisión de su padre adoptivo de ir a Japón por estudios de investigación. Lejos de todos esos adinerados, rubios y perfectos Lancaster. Para ella, la peor noticia en el año había sido la llegada de los Lancaster regentes de la familia.
Alice era siniestra desde siempre. Cuando Richard of Lancaster y su mujer murieron en el incendio del palacio de estos en Inglaterra, pensó que por mucho tiempo no sabría nada de los Lancaster cabeza de familia pero allí estaban ahora de unos cuantos años.
—¿Recuerdas cuando eran pequeños, Henry, Alice? Me acuerdo que Alice y Cain no se llevaban bien. —
“Fue y es un pedante.” Pensó Alice.
—Aunque sus personalidades se asemejan mucho de lo que eran y lo que son. —
“…” Eso fue un golpe al orgullo de Alice, ser comparada con él. No era que el tipo fuera un tirano con ella, sólo que ignoraba por completo su existencia y no sabía si eso era tan o peor que ser denigrada verbal y físicamente.
—Pero Henry siempre fue paciente… Incluso cuando lo golpeabas de niños. —
—…— Era algo que Henry hubiese preferido mantener sepultado.
—¿A-A qué vienen esos recuerdos sin sentidos? — Alice se cruzó de brazos, impaciente y nerviosa.
—Siempre pensé con el tiempo se podrían llevar bien. — Vincent ladeó el rostro esperando comprensión de los otros dos. Podrías acompañar a Henry en este evento social para que no esté solo. —
—¿No crees que el señor Lancaster sentiría vergüenza de asistir a tan importante evento acompañada de la más plebeya de todas? Aunque si quiere demostrar que los huérfanos pobres también pueden estar al lado de un Lancaster para disimular imágenes… Creo que sólo espantaría a sus partidarios con tan terrorífica compañía. — Lo observó desafiante, luego empinó el mentón mirando hacia otro lado pero aun esperando respuesta. Muchos años atrás, permanecía callada, sumisa y esperando el reto. Después se cansó y hasta provocaba a los Lancaster.
—Hm…— Vincent también observó a Henry por una respuesta.
—Eh…— El rubio comenzó a tocar los botones de la manga de su traje. —Dudo que la señorita Alice sea una imagen terrorífica, mucho menos espeluznante. Su oscura presencia es una irónica luz única, extraña y efímera que cautiva como una luciérnaga persistente en una noche de invierno. —
—…— Alice abrió enormemente los ojos por un momento. No sabía cómo reaccionar a ello. Sin duda, Henry era el único en la vida que tenía palabras educadas para ella y ella desde niño lo había maltratado. —No quiero arruinar su imagen de candidez, espero que me entienda. — Alice hizo una reverencia y se retiró del lugar sin dejar tiempo para que Vincent la embaucara en sus charlas integrativas.
—Tienes un encanto poético con las chicas. — Vincent apoyó suavemente su mano sobre el hombro del joven rubio y alto. —Alice nunca reacciona así. Podrías usar ese encanto con la hija de un importante hombre, un matrimonio ventajoso es grato incluso en estos tiempos innecesarios. —
—P-Pero… No me pienso casar aún. — “Ni nunca”
—Lo sé. — Lo observó con aprecio. —Y lo que decidas de tu vida estará bien, lo aceptaré y te apoyaré. Sólo meto ideas por si de repente gustan. — Rio con diversión. —Pero depende de ti si las tomes, eres libre. No es algo impuesto como lo hacía tu señor padre. —
—Gracias, tío Vincent. —

Alice en tanto bajo por las escaleras con la intención de salir al jardín. En ese momento, cuando llegó al primer nivel, escuchó que alguien golpeaba la puerta. Alice esperó a ver si aquella chica llamada Fumi a quien habían contratado como empleada aparecía y abría pero eso no sucedió. Alice soltó un suspiro, se encaminó hacia la puerta y abrió esta. Inmediatamente, un joven rubio de ojos azules y buen porte entró en la mansión. Se parecía mucho a Henry of Lancaster en apariencia, sólo que su cabello era rubio como el oro mientras que el de Henry era un rubio más claro. Este nuevo individuo, además, tenía el cabello un poco más largo y no en el corte señorial contemporáneo que llevaba Henry. El recién llegado no la miró al entrar y le pasó automáticamente su chaqueta para que la colgara confundiéndola con la servidumbre. Alice murmuró y sólo en ese momento el recién llegado notó que no era la empleada.

—Ah, te confundí con la asiática. Disculpa. — Un Lancaster que simula empatía y que se disculpaba tan falsamente no causaba aprecio en Alice. Menos si trataba de “asiática” a su empleada. —¿Tienes algo que hacer más tarde? Apreciaría si me guías por esta ciudad. —
—Pero si te llevé hace dos días a un recorrido, Edward… ¡Y te perdiste como una hora en el Mall  tal extranjero que eres! —
—No seas hostil conmigo, Alice. — Empinó el mentón, borde. —Yo estoy siendo amable contigo.  Después de todo, somos una especie de primos… o algo así.— Parecía confundido por sus propias palabras. —¿Somos primos, no? — Alzó una ceja, más confundido aún. —Si tío Vincent te adoptó… Pero no llevas legalmente el apellido. ¿Entonces no lo somos? De sangre, no lo somos, lo sé… ¿Pero políticamente? —
—No, Edward… No somos primos. — Notó la alegría en la cara del otro. Sabía que el rubio necesitaba esa respuesta.
—Pero podemos intentarlo, de todos modos. —
—Sé que quieres lograr que te lleve por la ciudad… —
—Anda, Alice, no seas mala persona con quien intenta ser tu dulce primo.  Mi corazón exige esa armoniosa dicha, como anhela los campos de Inglaterra por los suspiros del verano. —
—¡Otro más con esas cursilerías! — Le lanzó el abrigo. —Además, los suspiros son de OTOÑO, no de verano. Se nota que no has estudiado bien la poesía. —
—¡Es que odio la poesía, maldita sea y maldita seas tú! — La miró ofendido. —Mis padres y mis hermanos, todos exigiéndome que sea tan ilustre. ¡Y si lo soy pero sí que es cansador! —
—…— Edward era el más mimado de los Lancaster y lo odiaba como a los otros. Era mejor deshacerse de él antes que planeara como asesinarlo. —Henry tendrá una conferencia hoy. Han planeado que lo acompañes. —
—Oh, eso es maravilloso. — El rostro del rubio se iluminó esperanzado. Dibujo una elegante sonrisa en su rostro. —Siempre he querido acompañar a Henry. Mi hermano siempre ha sido alguien de admirar. Ya era momento de que me consideraran para asistir también y… ¡Espera un momento, Alice! — Edward entendió inmediatamente que le estaba tomando el pelo cuando el asunto se tornó utópico. La agarró del brazo y la obligó a mirarlo a los ojos. —No creo que mis hermanos me hayan señalado como su acompañante.  Dices eso para liberarte de mi.—
—Estoy hablando en serio. — Se sacudió del agarre con un brusco gesto. —Ha sido tu hermano mayor quien ha decidido que acompañes a Henry—
—¡Con eso te has delatado! — Frunció el ceño. —Cain jamás me considera en nada. Siempre cree que hago todo mal y me quiere lejos.—
—Hm…— Quien no…
—No rogaré más porque me acompañes a pasear. — Edward soltó un suspiro, molesto. No le gustaba cuando no lo obedecían ni cumplían sus caprichos pero mucho menos le gustaba rogarle a la gente. —Saldré por mi cuenta. Total, tengo memoria y sabré volver. — Comenzó a caminar en dirección a las escaleras.
Alice suspiró. —Edward… Iremos juntos hoy. Tengo algunas cosas que comprar de pasó. — Si bien no quería estar con él, sabía que si se perdía sería Vincent el que se quedara hasta tarde recorriendo las calles de Tokyo buscando a ése idiota, el más idiota de todos, Lancaster. Aprovecharía esa salida para comprar unos tubos de ensayo y probetas nuevas.
—Estupendo, Alice. Me complace reconocer que no eres tan terca y ermitaña  como todos plantean. — Le sonrió de medio lado. —Nos vemos aquí en un rato más. Primero tengo algunas cosas que hacer. —
—Ok. — Lo vio subir la escalera y perderse de vista. A los pocos momentos Vincent y Henry bajaron por la misma lujosa y gran escalera. Ahora relucía limpia y en esplendor desde que Cain había llegado. Ese lunático se había enfermado con tanto polvo y limpiaba el lugar como si fuera el empleado de la casa gracias a su trastorno obsesivo-compulsivo. No entendía para que contrataron a la doncella Fumi si con ese tipo se ahorraban ese sueldo. Aunque… No era correcto que el señor de la casa fuera el empleado sin paga.
—Alice. — Vincent la llamó con cariño. —¿Esperas a ir con Henry? —
—N-No. — Negó con la cabeza, espantada por esa opción. Recordó la excusa de Edward. —Tengo que acompañar a ése estú… a Edward of Lancaster a pasear por la ciudad. Su sentido de orientación es aberrante y no será adecuado que se pierda. —
—Oh, — El mayor le acarició la mejilla. —Gracias por acompañarlo. —
—¿Necesitas que te compre algo? Así aprovecho el viaje. —
—Hm. Me hace falta un poco de té británico. ¿Recuerdas ese negocio donde venden té de buena calidad? Compra unas cuantas bolsas. ¿La joven Fumi sabrá prepararlo bien? —
—Yo podría preparar té para ti. — Le dijo en tono bajo.
—Gracias. Siempre lo haces muy bien. — Sacó su billetera, extrajo dinero y se lo entregó a la chica. Le dio una buena cantidad para que comprara del más caro y para que quedara dinero suficiente para ella. —Ya nos vamos. —
—Adiós. — Alice se despidió de Vincent y miró de reojo a Henry. Éste le devolvió la mirada y se despidió con un gesto de bajar la cabeza y salir.

Cuando Henry y Vincent salieron, conversaron de algunas cosas triviales durante el camino largo que les llevaba del antejardín hacia la salida del lugar.
—Recuerdo cuando Alice te jalaba el cabello. —
—Yo… Lo había olvidado. — Alzó los hombros. —Tío Vincent, ¿Crees que puedes acompañarme tú?
—Me encantaría, pero tengo que dar un importante congreso de Química en la universidad. Ha sido planeado durante meses—
—Entiendo. — Por un momento pareció afectado bajando la mirada y viéndose desanimado pero dejo el malestar de lado. —Me despediré de mi hermano antes de ir. — Recordó que por esa hora el mayor de los hermanos Lancaster se encontraba arreglando el jardín.
Fue hasta el área de las rosas trepadoras y justamente allí le encontró recordando la maleza con unas grandes tijeras. Pacería muy pacífico y en su mundo, por un momento no quiso interrumpirlo pero fue este mismo quien le habló.
—¿Qué pasa? — Preguntó Cain desanimado. Habría agradecido seguir en soledad.
—Quería verte antes de irme, hermano. —
—Ya me ves. — Siguió cortando las hojas sobrantes.
—¿Me puedes acompañar? —
—Eh…— Pausó el corte de hojas y se ladeó un poco para observarlo un tanto sorprendido. —¿Por qué? —
—No quisiera estar solo. —
—Siempre estás solo. — Volvió a su trabajo de podar. Las rosas rojas relucían más hermosas si cuidaban de ellas.
—Me hacía ilusión…— Alzó los hombros. —Pero no puedo forzarte.— Le sonrió aunque no lo mirara.
—¿Recuerdas lo que practicamos durante la semana?—
—Sí. Sonrisa carismática, pose imponente, cabello bien peinado… Discurso políticamente correcto.—
—Evita compromiso con las preguntas complicadas. Siempre puedes dar una respuesta ambigua que sea toda una incógnita. Ellos tienden a pensar que la versión de su interpretación es la correcta y que estas de su lado.— Cortó unas cuantas hojas más antes de continuar. —Después de la reunión con la empresa, tienes que firmar la compra de la nueva mansión.—
—¿Te gusta el modelo que escogí?—
—Hubiera preferido algo más tradicional. Pero una casa moderna no está mal.—
—Será entretenido cuando nos mudemos allá.— El rubio sintió gracia de escuchar a su hermano no aprobar completamente una acción hecha por otro. Se parecía mucho a su padre, Richard of Lancaster, cuando se postulaba así. Aunque Cain tratase de hacer las cosas bien cuando niño y cuando adolescente, su padre siempre decía que estaba mal o “Hubiera preferido” para indicar que no estaba del todo conforme. Por lo visto, Cain había adoptado la misma tendencia quisquillosa de su padre.
—Henry…— Cain pausó nuevamente su acción. Dejo las tijeras jardineras sobre el césped y se giró hacia su hermano. Resto los pasos que le separaban para observarlo de frente. Extendió su mano para acomodar perfectamente bien hacia atrás el cabello rubio de Henry. —Cuando te he pedido que compres una propiedad a tu nombre es porque quiero que te traslades a ese lugar para que vivas en él.—
—Con ustedes.— Se adelantó en pedir el otro, sintiendo esa molesta ansiedad que siempre sentía cuando lo exponían a terreno no pronosticado.
—Solo, Henry.—
—¿Por qué?— Su mirada se entristeció notoriamente. —Pensé que podíamos vivir todos juntos allá.
—Porque necesito que los socios te vean como un hombre empoderado e independiente. He trabajado en tu imagen como el rostro de nuestra familia y necesito que sigas esto al pie de la letra. Si te he escogido a ti para ser nuestro representante en sociedad, es porque eres el idóneo para el rol pero sé que tienes ciertas dificultades las cuales tienes que superar.—
—No me veo viviendo solo.—
—Y yo no veo correcto que, un día cualquiera, los socios quieran pasar la tarde contigo en tu propiedad jugando Polo y que tus familiares están haciendo infantilidad delante de ellos.—
—…—
—Si te pido esto, es porque espero mucho de ti.— Frunció un poco el ceño cuando terminaba de acomodarle el cabello. Henry era menor que él, pero mucho más alto. No era que Cain fuese bajo en estatura, sólo que Henry era más alto que muchas personas que conocía. Los Lancaster eran altos en porte en si, y Henry entre la larga lista de los Lancaster era uno de los más altos.
—Todo lo que me pides lo cumplo.— Soltó un suspiro. —Al menos, ¿Me visitaran?—
—Ahá y vendrás de visita aquí. Esto es temporal. También compraré algo para vivir solo… Puedes visitarme cuando suceda. No es correcto que a nuestras edades vivamos como dependientes de un adulto. Los hermanos menores pueden quedarse aquí, pero nosotros ya somos adultos. Por otro lado, estaremos poco tiempo aquí. Nuestro lugar está en Inglaterra. Tú en Londres.—
—Y tú en Yorkshire.— El lugar de refugio de su hermano mayor. —Entiendo ese punto que quieres…— De pronto, pareció desanimado otra vez.
—¿Ahora que sucede?—
—Es sobre Ciencias Políticas.— Henry se pensó dos veces antes de continuar. —¿Por qué tengo que ser político?—
—Eres el más idóneo. Tienes además la carrera militar y los meses que pasaste en Siria como voluntario para buenas acciones. Eres el que más se hace presente en las obras de caridad. Eso habla bien de ti y la gente siente empatía por iconos así.—
—Sabes que quería otra cosa…—
—Yo también.— Ladeó el rostro. Habría deseado especializarse en física cuántica y trabajar para la ciencia en esa área pero en cierto punto de su vida, cuando se tituló de Ciencias Físicas, no pudo realizar la especialización en Física Cuántica sino más bien seguir una segunda carrera que era el deseo de su señor padre.  —Pero padre quería otros estudios para nosotros.—
—Tienes razón.— Soltó un suspiro y volvió a su faceta risueña como si todo malestar se disipara en un abrir y cerrar de ojos. —Me voy, debo ser puntual.— Henry realizó una selecta reverencia y se retiró.
—…— Vio cómo su hermano menor se iba alejando encontrándose con su tío Vincent un poco más allá. Su tío hizo un gesto de despedida con la mano alzada en el aire y ambos se retiraron. Cain miró la hora en su reloj de muñeca notando que estaba un poco justo con el tiempo. Dejo la jardinería de lado para alistarse y salir.



En los talleres de Ingeniería Mecatrónica de Rizembool unos alumnos trabajaban arduamente desde semanas en un nuevo proyecto junto al maestro de la disciplina. A esas horas, muchos se habían retirado del taller para descansar pero un par de estudiantes se quedaron para seguir trabajando en el proyecto de construcción.
El lugar se situaba en el departamento de Ingeniería, específicamente en un edificio que quedaba relativamente cerca del edificio de Ingeniería Genética Humana ya que era común que ambas carreras tuvieran de vez en cuando proyectos en conjunto donde necesitaban ocupar las dependencias especializadas de la otra carrera. Los talleres de Ingeniería Mecatrónica tenían cierto parecido a los laboratorios científicos de Ingeniería Genética Humana ya que ambos lugares eran relucientemente pulcros, sofisticadamente tecnológicos y ponderosamente superiores a muchos laboratorios de otras universidades. Prácticamente, todo tenía allí para crear lo que quisieran. Sólo necesitaban el recurso de intelecto de los estudiantes para elaborar interesantes creaciones.

Hibiki Kuze en esos momentos observó la hora en el reloj de fluido electromagnético del taller notando como el líquido oscuro y viscoso que conformaba los números en constante movimiento se desplazó indicando que ya eran las 10:00 de la mañana. Ese día, el equipo de trabajo había llegado a las 06:00 de la madrugada para comenzar a trabajar con la idea de tener el proyecto adelantado para así tomarse el día siguiente libre por completo. Felizmente, ese día habían avanzado bastante y si todo iba bien su proyecto sería financiado por Rizembool y patentado bajo los apellidos de los alumnos. Ya bastante bien les había ido con la supuesta “Pokedex” que habían construido en cooperación con los estudiantes de Ingeniería Informática por lo que aventurarse a algo más grande no era una ilusión difícil de alcanzar. El chico de melena oscura y ojos azules observó a un muchacho de cabellos y ojos plateados que terminaba de darle los últimos piques con la máquina pulidora a una creación de hierro. Hibiki se acercó a Eishi Tsukasa quien parecía absorto en su mundo.

—Creo que ya te ha quedado lo suficientemente bien.— Le dijo a Eishi, alertandolo.
—Hm…— Este levantó momentáneamente su mirada para encontrarse con los ojos azules de su compañero de equipo. Luego volvió a lo suyo. —Debe quedar perfecto.—
—Ok— El peligro le sonrió con amabilidad. Eishi siempre era demasiado perfeccionista en todo, buen chico y amigo, pero cuando se trataba de su trabajo él siempre dedicaba mucha vocación.

Pasaron largos minutos antes de que Eishi finalmente considerada que el trabajo quedó lo suficientemente aceptable para darse un tiempo. Ambos observaron su creación. Era una especie de guante metálico en color del hierro forzado, a los costado tenía una especie de surcos que era ocupado por una suerte de material extraño que mantenía un fluido de color turquesa. Eishi tomó entre sus manos el guante y fue hasta una clase de cápsula de tamaño completo donde una persona de porte grande caía perfectamente allí. Hibiki intuyó la acción del chico y activó el sistema de la cápsula para que esta se abriera. En ese momento, la cápsula se abrió expeliendo el gas conservador de materia. Eishi esperó que el humo de este se disipara antes de posicionarse frente a lo que contenía la cápsula: Un brazo mecánico de acero negro diseñado por el equipo. Sin esperar, agregó el guante al brazo mecánico conectando este a la otra creación. La idea era crear un brazo de acero negro con facultades increíbles para soldados de alta calificación, la gracia del brazo era la resistencia y el plus extra que aún les faltaba. Porque brazos resistentes ya habían creado, pero necesitaban agregar una materia canalizada y activador que generada “poder” para que iniciara ataques “mágicos” por medio del guante de acerco aplicado al brazo. El brazo mecánico estaba listo y era resistente a muchas cosas, en temperaturas extremas y bajo ataques de armas letales. Sólo les faltaba el “poder”  y para ello debían ver el modo de hacer una simbiosis entre la biología y psique de un individuo y conectarla por medio del brazo para que pudiera emplear un poder en base de una “materia única”

Justo en ese momento, un hombre extravagante entró en el taller. Su cabellera era de color púrpura y usaba un llamativo traje de Christian Dior. Aquel era el profesor Shuu Tsukiyama y era el encargado de guiar al equipo siendo uno de los profesores más destacados de Ingeniería Mecatrónica. Los alumnos se sentían iluminados por él ya que, pese a que era muy joven… y extraño, era el autor intelectual y físico de distintas creaciones magníficas de la Ingeniería Mecatrónica.

—Profesor Tsukiyama.— Hibiki le saludó.
—Kuze-kun, Tsukasa-kun, veo que siguen trabajando en el proyecto y por lo que observo está casi listo. Un trabajo tan magnífico sería ideal para ser usados por los guerreros del futuro para velar por este hermoso mundo— chasqueó los dedos. —En Estados Unidos pagarían lágrimas de sangre por tenerlo cuando esté listo. ¡¡¡QUESTO E SEMPLICEMENTE DIVINO!!!— Expresó de aquella manera exagerada que le caracterizaba. Soltó una risotada histriónica al terminar la frase.
—Sí. Está casi listo…— Dijo Hibiki, asintiendo con un gesto de cabeza. Con el tiempo se había acostumbrado un poco al cómo ser del profesor Shuu Tsukiyama aunque algunas actitudes seguían confundiéndolo. —…Sólo nos falta… la “materia activadora”— En ese punto parecía desilusionado. —No nos ha ido bien consiguiendo colaboradores en los estudiantes de otras carreras para conseguir crear la “materia”—
—Hm… Considerando que será un brazo mecánico utilizado por un recurso humano, deberían hablar con estudiantes de Ingeniería Genética Humana. Son como primos hermanos en esta clase de investigaciones.— Shuu alzó ambas manos no comprendiendo la falta de ideas de sus estudiantes.
—Eh, hablamos con un profesor llamado Hatori que es de esa carrera pero dijo que todos los estudiantes estaban muy ocupados con sus propios proyecto y que no los distrajéramos.— Argumentó Hibiki, luego observó a Eishi a ver si quería comentar algo al respecto pero el chico de cabellos platinado se mantuvo en silencio.
—Vaya, cretino.— El profesor se llevó una mano al mentón al instante que frunció el ceño sin comprender la situación. Le parecía patético que un profesor no quisiera colaborar en un proyecto guiado por él que claramente iba por buen sendero. Supuso que el maestro de Ingeniería Genética Humana debía ser un egocéntrico y envidioso que estaba preocupado por verse opacado. —¡Pero mis chicos son afortunados de contar conmigo! Oh, ya saben que haría lo imposible porque mis pupilos logren sus objetivos ¡Incluso sacrificarme si lanzándome a un volcán si fuese necesario!.— Expresó de un modo exagerado, voluble y latente que inquietó a Eishi quien tomó una distancia prudente. Hibiki sonrió sereno acostumbrado a la reacción extravagante y exagerantes de ese profesor. —Por eso hablaré con un colega amigo mío que es parte del equipo de  Genética Humana, así para que él me facilite algún alumno de la carrera y de este modo aplastemos el egocentrismo petulante de este tal Hatori. Sólo déjenmelo a mí.— Hizo un gesto de “Ok” con su mano.
—Gracias, profesor.— Asintió Hibiki. —Por cierto, aprovechando de que está acá. Queríamos preguntarle por unos procedimientos si es que tiene tiempo.—
—Claro, claro.— Shuu meneó una mano en el aire. —Todo el tiempo que quieran pero no aquí. Siento que el aire está fatigado en este taller y ustedes necesitan tomar un poco de brisa fresca. El encierro me sofoca y cambia mi humor. Salgamos a platicar a un café, me parece mucho más ameno.— El profesor buscó sus gafas de sol en el bolsillo de su traje, se las colocó prontamente observando su reflejo en el cristal de la puerta.
—E-Esta bien.— Hibiki alzó los hombros no muy convencido, cuando salían con Shuu Tsukiyama a otras partes este terminaba hablando mucho de otras cosas sin sentido yéndose por las ramas y no les prestaba atención en el fondo.
—Profesor, tengo una duda que quisiera preguntarle antes de que salgamos de aquí.— Intervino Eishi de pronto, con la mirada inexpresiva. —Un profesor estuvo antes aquí analizando el brazo de acero negro y dijo que posiblemente Rizembool se interesaría en utilizarlo en los Rebels si éste invento era un éxito.—
—¿Ah, sí?— Shuu parecía desinteresado en ese tema. —¿Y qué sucede con eso, estimado Tsukasa-kun?—
—En un comienzo jamás se nos dijo aquello… Siento que han pasado por nuestras personas y quieren usar un proyecto en algo que nos involucra directamente con un asunto delicado.—
—…— Hibiki observó preocupado a su compañero. Eishi tenía mucha razón y era un tema que antes habían discutido sintiéndose vulnerados al no tomarles su parecer.
—Bueno, eso puede que pase.— Shuu ladeó el rostro, soltó un suspiro y cerró sus ojos. —Pero no es nada TAN grave, ¿o sí?— Los observó detenidamente a ambos. —Si bien los Rebels pelean contra sus HiMEs, esta tienen sus poderes innatos por su parte por si te sientes culpable de que usen el brazo mecánico contra ellas. En cierto modo, son los Rebels los que eternamente están en desventaja al no tener aquella “magia” natural. Por eso deben valerse de tecnología altamente comprobada y efectiva. En el fondo ustedes estarían colaborando para la seguridad de estos pobres sujetos…—
—Pero…— Eishi no parecía convencido. —Si alguien termina muy lastimado…—
—Rizembool tiene la culpa, corta.— Shuu soltó una risotada. —Ustedes sólo han creado algo MUY genial y súper guay. Si la institución la usa para fines maquiavélicos, que ellos se hagan responsables. Por su parte, como les digo, Estados Unidos podría estar muy interesado también en este proyecto, o Rusia u otros países. Hoy es un brazo mecánico, mañana será una armadura entera. Si ustedes exportan su producto, la franquicia sería para proteger a los soldados de terminar mutilados por armas bioquímicas o de fogueo, si usan la armadura con otros fines ya no es responsabilidad de ustedes. Ya les enseñaré como hacer un contrato efectivo que no los involucre con ese tipo de temas.—
—Pero… Profesor.— El platinado soltó un suspiro, Shuu veía el tema muy a la liguera como si no fuera un sujeto empático. El punto no era evadir la responsabilidad o salir airosos de un tema tan complicado. El punto era no hacer daño a otro.
—Ah, me siento asfixiado aquí. Salgamos de una vez a hablar afuera y moriré.— El de cabello púrpura se sofocó de estar más tiempo allí y se retiró. Los dos alumnos se vieron entre ellos.
—Luego le tocaremos el tema de nuevo al profesor Tsukiyama.— Dijo Hibiki, apretando suavemente el hombro de Eishi.
—Me preocupa los lindes que está tomando todo esto.—
—A mí también… Pero siento que de todos modos estamos a las puertas de algo demasiado grande. Un descubrimiento apasionante que nos llevará a crear algo sumamente interesante.—
—Hm…— Eishi asintió con algo de pesar. —Sólo espero que no terminemos forzados a crear algo maquiavélico. ¿Te diste cuenta? Habló de crear una armadura entera en cierto punto. Ya no sólo sería un brazo mecatrónico.
—Si nos hacen actuar así, siempre podemos alterar el manejo de la futura armadura  a nuestro favor.— Hibiki sonrió pacíficamente. —Así evitar que, quien lo use, lo utilice con un fin maligno.—
—Sí.— El otro asintió medio convencido con esa propuesta. No es que sospechara de Rizembool, pero de todos modos no podían ignorar que estaban en la universidad enemiga de Hanasaki y por tanto debían estar del bando de los Rebels. Eishi no estaba conforme con formar parte de un bando cuando jamás se le preguntó antes si estaba de acuerdo con aquella pelea que, a su juicio, era totalmente absurda pero estaba en una de las universidades involucradas y en cierto punto eso ya lo vinculaba con el asunto.
—Por cierto, Eishi, ¿Pensaste en aquello de pertenecer a un club? Sirve bastante para el curriculum.—
—Ah, sí.— Eishi soltó un prolongado suspiro. Había olvidado ese tema. —Pensaba inscribirme en el equipo de basketball. Hace unos años era miembro del club de basket de la escuela y pensaba retomar el asunto.—
—Es un deporte genial. Seguro que serás un excelente basquetbolista. Tienes la estatura para ello— Hibiki le observó de arriba abajo. El pelinegro tenía buen porte, pero al lado de su amigo de cabellos platinados cualquiera se veía más bajo. —Y luces muy atlético, por lo demás. —
—Ni tanto…— El peliplateado pareció algo incómodo. —La verdad, es que la mayor parte del tiempo siempre pasé en la banca ya que en ese entonces mis compañeros eran muy buenos en el deporte.—
—Oh, pero ahora puede ser otra la historia.— Le motivó su amigo. —Si no me equivoco, estabas en el mismo equipo que Ryouta Kise.—
—¿C-cómo lo sabes?— La expresión de Eishi parecía sacada de un meme.
—Cuando vi la fotografía de la promoción de tu escuela leí con detención los nombres de tus compañeros de curso y vi que entre ellos uno me llamó la atención. “Ryouta Kise” me sonaba de alguna parte pero no le tomé asunto. Después con el tiempo leí su nombre en una revista deportiva.—
—Kise era un buen amigo de ese entonces. A veces retomo el contacto con él pero de hace tiempo que no sé nada de su persona. Me pregunto qué será de él.—
Hibiki dejo escapar una risa suave. —Está en Hanasaki.—
—Uh…— Eishi abrió enormemente los ojos. —No esperaba que alguien como él estuviera en una universidad… Eh, que no destaque por basquetbol. Me imaginaba que estaba en la Universidad de Tokyo. No sé por qué, pero siempre lo visualicé allí. Tengo entendido que el resto de sus compañeros están precisamente en la Universidad de Tokyo ya que el equipo de basquetbol de allí es uno de los mejores a nivel nacional y uno de los más competitivos.— Se llevó una mano al mentón. —Qué extraño.— El equipo de basquetbol de Hanasaki era un equipo fantasma en la actualidad y ni figuraba casi en las competencias. Se le hacía ilógico que alguien tan bueno como Kise escogiera una universidad que no resaltaba por ese deporte.
—Tal vez buscaba un desafío. Lo que se me hace gracioso, es que estarán en universidades rivales.
—Ah, eso no importa.— Eishi alzó sus hombros, desanimado. —Él siempre fue superior. Le será fácil aplastarme. Como te dije, siempre fui jugador suplente de banca. Él era muy bueno, en cambio. Debe ser hasta seleccionado nacional, lo más seguro.— Entrecerró los ojos. —Además, si ahora entro en el club es para que me sirva de puntos extras para el curriculum. No estoy interesado en competir ni hacer una carrera de esto. Aunque… Será interesante si vuelvo a ver a Kise. Era un buen tipo. — Observó a Hibiki atentamente. —¿Qué club escogiste tú? Espero que no sea algún club Otako.—
—¿E-Eh?— Hibiki parpadeó varias veces. —¿Por qué piensas que yo estaría en un club de Otakus? Y ni que Rizembool tuviera uno— El de ojos azules se quedó incomodo ante esa suposición. La mirada fija de Eishi le indicó el porqué de la hipótesis de su compañero. —…Ya no juego con cartas Mitos y Leyendas…— Miró hacia otro lado, avergonzado.
—Pero todo el día juegas con la consola portatil juegos de batalla online con los otros estudiantes…. Demás que están todos en un club de LOL o como se llame.—
—Tampoco es como si Rizembool tuviera un club de League of Legend.— Hibiki suspiró. Le daba vergüenza que su amigo conociera su lado más ñoño y geek. Eso para Hibiki quedó en el pasado y ya no frecuentaba ese tipo de juegos… Generalmente —Me inscribí en el club de fútbol.—
—Ah… Eso es inesperado.—
—¿Por qué?— metió las manos en los bolsillos de su pantalón adoptando una pose firme pero despreocupada.
—Ya sabes por qué.—
—N-no me inscribiré en un club de Otakus para darte en el gusto, Eishi.—


En un área del colosal y tecnológico edificio hospitalario de Rizembool, uno de los científicos de la universidad compraba un café en una de las máquinas dispensadoras. Metió los yenes necesarios y escogió un café normal. Mientras esperaba se distraía con el sonido mecánico de la máquina distribuidora. Johan se perdió por unos momentos en aquel sonido y en la visión del clásico vaso desechable de café llenarse del líquido oscuro de aquel grano. Apoyó suavemente su frene en la máquina de café en tanto este se preparaba. Estaba un poco bajo de energías y taciturno lo cual se debía al exceso extremo de trabajo. Ese día parecía estar un poco ido y cansado, hace días que apenas salía de su lugar de trabajo y en cansancio le estaba pasando la cuenta. Aun así, lucía feliz y animado por continuar con los estudios investigativos.
Notó que una figura conocida apareció por un pasillo del costado. Era un hombre alto y que lucía imponente con un caminar seguro y un tanto pedante, detrás de él una enfermera parecía regañarlo. Le reconoció como una de las eminencias de Rizembool, un hombre admirable cuyas obras científicas siempre habían sido muy inspiradoras. Johan retiró el café de la máquina y se dirigió hacia esa persona. Había escuchado que Rizembool contaba entre sus profesionales con él lo cual le parecía majestuoso. Siempre había aspirado a la posibilidad de charlar un poco con él. Aquel hombre se había arrimado a una de las ventanas abiertas del pasillo para cuando encendió un cigarrillo y comenzaba a fumar sin importarle el lema de prohibido fumar en un establecimiento de salud como ese.

—¿No es un poco temprano para fumar, estimado?—
—…Hm— Aquel hombre frunció el ceño. Por lo visto estaba molesto de tener una presencia más fastidiándole. —¿No es un poco temprano para que molestes, alimaña?— Dijo éste, sin siquiera mirarle. Al ver que no se retiraba con la sumisión típica de un empleado, le miró de reojo viendo que no era un molesto empleado que venía con su sermón de que no debía fumar. —Ah, tú.—
—Buenos días, señor Hazeldine.—  Johan Liebheart le sonrió con carisma. —Que gran día para encontrarle en estos pasillos.— Era una de las primeras veces que se encontraba con Keithgriff Hazeldine en solitario sin gente merodeando alrededor.
—Hm…— El hombre le observó indiferente, posiblemente no recordaba quién era aquel tipo que venía a interrumpir su momento de paz pero luego de unos instantes pareció hacer memoria. —Así que estás vivo. No se te había visto por un tiempo.—
—Ah, qué raro… Si siempre he estado aquí.— Elevó los hombros, confundido. —En fin. Me siento afortunado de estar en presencia de alguien tan magnífico como usted. Entiendo lo ocupado que debe estar por estos días, por eso es un fortunio encontrarlo aquí en este preciso momento.—
—…— Volvió a fumar con libertad. —No es como si me gustase estar aquí todo el día. Las enfermeras parecen estar obsesionadas con perseguir e insistir en que no debo fumar.—
—Oh… Pero fumar está mal.—  Le sonrió divertido. El otro le observó indiferente.
—Otro más…— Si bien no expresó molestia en su rostro, por su tono de voz parecía aburrido de este mensaje odioso de todos. —Espero que no empieces con consejos y estupideces innecesarias.—
—Cada quien con sus gustos.— Observó la hora en su reloj, una vez y luego una segunda vez. La manía de verificar la hora estaba marcada en él. —Me encantaría que existiera la posibilidad algún día de poder charlar con usted pero entiendo lo ocupado que se encuentra una persona de su importancia. De todos modos, agradezco este efímero momento.— El rubio dio un paso al costado y dedicó una liguera reverencia. —Espero de todo corazón que sea muy feliz aquí. Ya debo retirarme, ha sido un placer.—
—Sí, sí.— Dijo sin mucho interés. El hombre volvió a observar hacia afuera por la ventana esperando poder disfrutar en paz de su cigarrillo.

Johan dejo en soledad a aquel científico y llevó su camino hacia los laboratorios del edificio. Al llegar a aquella zona estuvo a punto de verificar una vez más la hora en su reloj… Aquel reloj dorado que su ex esposa alguna vez le regaló con aprecio y él aún lo conservaba masoquistamente. Si embargo, antes de que pudiera ver la hora notó que un hombre alto, de cabellera pelirroja y muy bien vestido hacía el mismo gesto de ver la hora en su reloj de muñeca.

—¡Lùtece!— Le llamó Johan a aquel hombre. El aludido le dirigió la mirada.
—Liebheart. Llegas tarde, por dos minutos. ¿Estás enfermo?—
—¿Dos minutos?— Pareció desconcertado. —Pero si estoy a la hora en punto que querías.—
—Eso es en el aquí y ahora, pero la tardanza es relativa en algún multiuniverso paralelo.— El de cabello rojo sonrió travieso. —En fin, ¿Cómo has estado? Luces fatal… Están tan pálido que pareciera que no sales a la luz del sol. ¿No será que tienes cáncer? He hecho una investigación al respecto de esa enfermedad que te puede ayudar. Un tipo importante me contrató para ello y el infeliz luego quiso deshacerse de mi cuando no cumplió con su parte del trato. Ah, pero dudo que tú hagas eso—
—Estoy bien, gracias. Mi salud va muy bien, felizmente.— No pudo evitar reír ante el catastrófico diagnostico que aquel tipo le daba sobre su persona.  Cuando restó los pasos que quedaban de distancia entre ellos, Johan estrechó la mano del pelirrojo. —Eh, y sí salgo. Lo necesario.— Le sonrió con cordialidad. Notó que el otro lucía impecable e imponente como lo recordaba, su cabellera naranja perfectamente peinada hacia atrás, el rostro con expresión sarcástica se divisaba gracioso con aquel juego de pecas en su cara, llevaba un traje caro pero de caballero reservado. —¿Cómo has estado tú, Robert?—
—Aquí bien, he de suponer.—
—Me alegro mucho que estés aquí y que te reincorpores a Rizembool. Aunque… Lamento que la encantadora Rosalind Lùtece no te acompañara.— Soltó un suspiro, desilusionado.
—Deja ese crush patético y no correspondido por mi hermana.— Robert Lùtece negó con la cabeza.
Johan Liebheart había conocido a Robert Lùtece por medio de un amigo en común; Vincent of Lancaster. La historia entre los amigos era de larga data y era increíble como con el tiempo ninguno cambiaba y los lazos se mantenía pese a la lejanía y los tiempos en que no se hablaban. Johan había estudiado en la misma escuela que Vincent y cuando Vincent se fue de estudiante de intercambio a Francia conoció en aquel país a los mellizos franceses Robert y Rosalind Lùtece. Eran dos chicos muy particulares y que resaltaban tanto por inteligencia como por personalidad. Cuando Vincent volvió a Inglaterra, le habló de los mellizos a Johan y le informó que tal vez ellos irían a Inglaterra como intercambio. Al inicio del siguiente año escolar, Robert y Rosalind aterrizaron en Inglaterra para integrarse como estudiantes de intercambio. Desde entonces se habían hecho muy amigos los cuatro si bien Rosalind tildara de perturbado torcido a Johan especialmente porque éste parecía su stalker personal.
 —Ella es terca y lo sabes. Tan o más terca que una mula. Ha decidido una universidad llamada Hansak o algo  así. Ni idea de esa universidad, ni idea tampoco de Rizembool, pero sé que lo ha hecho para llevarme la contraria. Siempre ha sido muy mandona y ya me ha colmado al límite. — El francés arrugó la nariz en un gesto de desagrado. —Y cuando tenemos puntos de mirada distintos siempre me regaña. Ella me quería obligar a que fuera a esa universidad junto a ella porque así le parece y yo le he dicho… Pues le he dicho que no.— Entre los mellizos, él era menor que su hermana por unos cuantos minutos y Rosalind siempre lo había sobreprotegido y, en cierta manera, tratado como su propiedad.
—Wow.— Era sorprendente que Robert se haya revelado a su autoritaria hermana. No diría nada al respecto para no tomar la hebra sensible del pelirrojo. Prefirió probar un sorbo de café ya que había dejado el líquido en el olvido.
—En fin. Prometiste que me ayudarías a buscar un departamento donde alojarme. Debe ser amplio y apartado de bulla. No me interesa que sea para un ricachón o un pordiosero, sólo quiero un sitio amplio donde mis máquinas calcen sin problemas y donde pueda llevar todo el material que he traído conmigo.—
—Veo que vienes con todo.—
—Quiero aprovechar que la universidad que me sugeriste tiene implementos tecnológicos y tiene una visión por ser la tendencia del futuro. Así que abusaré de todo lo que pueda explotar de esta universidad.—
—Me parece bien…— Asintió. —Bueno, esperaba ayudarte con lo del departamento más adelante pero he prometido hacerlo.— soltó un liguero suspiro. —Espera unos momentos. Iré a mi oficina a buscar mi abrigo y regreso.—
—Está bien. No tardes, Liebheart.— Golpeó con su dedo índice la pantalla de su reloj. A diferencia del de Johan, anticuado y clásico, el de Robert era un reloj súper moderno digno de un científico.

El rubio dejo a Robert en la sala de espera antes de dirigirse a su oficina. El trayecto era largo así que consumió el café que le quedaba mientras tantos y eliminó el vaso vacío dejándolo en un papelero en el trayecto. Al llegar a su oficina entró y buscó sus cosas. Aprovechó unos instantes para separar unas carpetas de trabajo que retomaría a su regreso y agendar algunas citas con pacientes para supervisión. En ese instante, sintió que golpeaban la puerta. La única opción lógica era que fuera Saori, su secretaria, porque era demasiado pronto para que fuera Robert presionando para que se apure… Aunque no era del todo descartable.

—Pase…— Indicó Johan. La puerta se abrió pesadamente y aquella persona entró en silencio lo cual llamó la atención del rubio. Como le daba la espalda se tuvo que voltear a ver quién era sorprendido de enterarse de quien se trataba. —Joven Lancaster, no me esperaba su visita.— Johan le sonrió  con calidez. —Si me hubiera avisado con anticipación, lo habría recibido más decentemente y no con este desorden y sorpresa.— Notó que permanecía cerca de la puerta, dudando si ingresar o no. —Por favor, pase.—
—…— Se demoró unos segundos antes de atreverse a entrar pero de todos modos se mantuvo cerca de la puerta.
—Hm…— Así de ese modo, silencioso y distante, parecía incluso vulnerable. Las otras veces que había tratado con él también había sido silencioso y distante, pero en esta ocasión además de esas características parecía confundido. —¿Le puedo ayudar en algo?— como siempre, el otro guardaba distancia de él. Aún permanecía cerca de la puerta. —¿Quizá algo le incomoda?— Era la pregunta correcta.
—…Sí.— Entrecerró los ojos, llevando la mirada hacia otro lado.
—Dígame.—
—Es sobre la investigación… Sobre… “eso”— Parecía inseguro de hablarlo con libertad. —Y sobre la partícula regenerativa.—
—Oh, su descubrimiento ha traído tan buenos resultados.—
—Pero yo le indiqué que era demasiado pronto para emplearla en… Recursos humanos. Ni yo mismo le he probado antes más que… En ratas. Algunas ratas reaccionaron bien, otras tuvieron consecuencias lamentables.—
—Sí vi sus videos sobre la bitácora digital de su descubrimiento. Usted tiene un gran talento.—
—…— Se arrepentía de haber compartido ese material con el rubio. En realidad, no había tenido más opción dado lo pactado. En pocas palabras, Johan lo tenía a su merced. —Pero en humanos podría traer consecuencias graves que podrían manifestarse tanto somáticamente como psíquicamente. Yo no aprobé que fuera utilizado en personas en su estado inicial y ni siquiera en su estado de evolución de la materia ya que aun así puede ser complejo. Se requería más investigación al respecto—
—Pero no ha pasado nada malo, ¿o sí?— Le observó con tranquilidad. —Y si así lo fuera yo sé que usted es tan brillante para reformular la teoría.—
—¿Y si sucede algo terrible?… Yo creo… Que estamos jugando a ser Dios sin ser nadie.—
—No estamos jugando a ser Dios. Estamos trabajando por el progreso de un futuro brillante y mejor para la humanidad, estimado Cain.—
—…No me siento seguro de eso.— Le miró de reojo. —No me siento seguro de nada. Todo puede tornarse en un fracaso precipitado. Ya no quiero estar involucrado en esto. Nunca lo quise.—
—Pero tenemos…— Antes que pudiera continuar, el otro le cortó bruscamente.
—Sí, tenemos un acuerdo.— En ese momento, le sostuvo la mirada. —Y lo respetaré. Pero quería expresarle mi inconformidad al respecto y solicitarle que antes de que se siga aplicando la molécula regenerativa en más sujetos experimentales se hagan pruebas pertinentes.—
—Me parece lo más lógico.— Johan le sonrió afable. —Punto aparte, pareces desconcertado por algo más. Nombraste un “eso” ¿Acaso es un hallazgo nuevo en el laboratorio? ¿Necesitas un lugar nuevo?—
—Eh, no.— Respondió fríamente. Johan le había entregado la autorización de trabajar en su propio laboratorio en Rizembool y tenía permiso de entrar y hacer lo que quisiera allí como también de solicitar lo que quisiera a los empleados del rubio para que trabajasen para él. Era un lugar impresionante donde tenía todos los recursos accesiblemente, desde implementos destinados para estudios de bioquímica, genética, estudios de alteración de patrón en conformidad con integración de características del reino animal, como insectos o incluso facultades herbologicas. Pero tenía dudas si proceder con cierta investigación —¿Existen estudios sobre homunculus en Rizembool?—
Johan pareció encantado por su pregunta tan extraña, entendía que Cain of Lancaster era un alumno brillante del que se podía sacar mucho provecho pero también conocía que era una persona que se iba por las ramas, era terco y siempre llevado a su idea. Se le pedía que investigada de algo, hacía otra cosa. Y en este caso, lo estaba haciendo.
—¿Para qué quiere saber eso?—
—Estaba investigando los registros investigativos de la universidad y parece que dejaron de lado ese tema investigativo. ¿Por qué?—
—Eh, pues…— El rubio alzó los hombros. —La alquimia quedó obsoleta técnicamente en Rizembool hace varios años.— Y diría que en el mundo entero pero no quería acabar con la fantasía del chico. —Ahora estamos centrado en investigaciones más exactas.—
—Ah, okay.— volvió a su estado de apatía. Cain lo observó con desdén.
—…— Johan no quería que se taimara allí mismo. Desde el tiempo que había mandado a buscar a aquel chico a Inglaterra no había existido momento en que Cain se sintiera a gusto  con todos allí. Era un tipo demasiado difícil de llegar, borde y frío. —Pero pensé que podías investigar sobre creación de materia que otorgue poder a los seres humanos.—
—¿Para qué?— Preguntó suspicaz. —¿Para que maten chicas? No es mi línea.—
—No necesariamente.— Rio divertido. —También puede ser empleado para que las personas hagan actos heroicos y salven a otras personas. No es necesario ver todo oscuro todo el tiempo.—
—….— Cain entrecerró los ojos. —Ya me tengo que ir.—
—Está bien. Ha sido un gusto verle y recuerde que puede acudir a mi cuando lo desee.—
—¡Liebheart, te tardas más que una chica adolescente que está a punto de salir a su fiesta de graduación!— Robert Lùtece llegó hasta la oficina, abrió la puerta e ingresó precipitadamente. —Y tu secretaria es pésima para dar indicaciones de cómo llegar aquí. Debes reemplazarla ya. Ahora ya.—
—…— Johan y Cain se quedaron mirando a esa persona.
—No seas malo, ¿Qué será de ella si la reemplazo?— Dijo Johan. Había olvidado la manía de los hermanos Lùtece de ser quisquillosos y dar órdenes de cómo hacer las cosas.
—Bah.— Se cruzó de brazos.
—Me tardo porque un querido alumno mío ha venido a visitarme. Robert, te presento a  Cain of Lancaster— Señaló al chico que parecía… parecía… ¿cautivado?  Por la presencia de Robert allí. Johan tuvo que parpadear un par de veces para convencerse de ello. El siempre apático e inexpresivo Cain observaba alucinado a Robert aunque éste no se dignara a interactuar con su presencia. Era primera vez que notaba interés en el chico, ¿le pasaba algo? parecía como si de la nada alguien se lo hubiera cambiado. —Cain, él es Robert Lùtece, un investigador honorable y un buen amigo mío.—
—¿Dijiste Lancaster?— Robert alzó una ceja, hastiado. —¿Es que acaso los Lancaster salen de debajo de las rocas? ¡Están por todos lados que ya parece chiste!— Sólo allí observó al más joven. —Supongo que debes estar emparentado con Vincent of Lancaster. Ese señorito inglés es un conocido mío y de Johan.—
—…Sir Robert Lùtece.— Cain repitió el nombre del otro sin salir de su asombro.
—…— Robert lo observó como si fuera un espécimen extraño.
—…— Johan se quedó observando al chico.   —¿Le conoce, joven Cain?—
—…Es Robert Lùtece, uno de los físicos cuánticos más destacados y brillantes del mundo.— Aunque lo ocultaba con eficacia, de todos modos Johan pudo percibir que el más joven estaba fascinado de estar frente a Robert. 
—Ese soy yo.— El pelirrojo sonrió pedantemente. —Veo que no eres un ignorante.— Le estrechó la mano.
—Es usted uno de mis ídolos junto a su eminente hermana.—
—¡Por favor no hablemos de gente amargada hoy!— gruñó Robert.
—Ah, cierto que Cain completó sus estudios de Ciencias Físicas antes de venir acá. Ahora estudia una segunda carrera sugerida por mí. Es en el ámbito de la genética humana.
—¿No te especializaste en Física Cuántica?—
—N-no…— Salió un poco de su ensueño. En cierta manera se sintió avergonzado por lo que había dicho Johan. Tal vez Robert lo vería como un fracasado si bien había completado exitosamente la carrera de Ciencias Físicas pero cuando se iba a especializar en Física Cuántica le tocó el asunto del viaje a Japón y todo el trato torcido que tuvo que aceptar de la gente de Rizembool. —Pero lo haré apenas vuelva a Inglaterra.— miró hacia un costado. “Dios, estoy frente a Robert Lùtece” había pensado eso para sí mismo. 
—Vaya, es sorprendente que me encuentre con un fanboy en Japón.— Orgulloso y fantoche, el francés optó por una postura vanidosa. —Niño Lancaster, será mejor que te apresures con la especialidad de Física Cuántica. No todos logran llegar tan lejos. Además, la Física Cuántica es la ciencia del futuro que explicará todos los fenómenos que en la actualidad no podemos observar. La Genética Humana no es mala… Pero la física es mucho más interesante.— Luego llevó la mirada hacia Johan —¿Ya nos vamos?—
—…— En tanto a Johan no se le escapaba ningún detalle de lo que veía y pensó que la admiración de Cain por Robert podría ser perfectamente explotada. Ya sabía por dónde llegar hacia ese chico que hasta la fecha se había manifestado frívolo con todos. —Sí.— Asintió. —Disculpe, joven Lancaster, con mi colega estábamos de salida justo cuando llegó. Lamento dejarlo así nada más. Espero que podamos tener más oportunidades de platicar. Especialmente ahora que mi estimado amigo Robert se está integrando como académico de Rizembool. Sería lindo si un día planeamos algo los tres juntos y platicamos sobre ciencia. Apuesto que tenemos muchos temas de los cuales hablar.—
—…— Cain asintió volviendo a su postura más característica pero sin dejar la fascinación de lado. —No les quito más tiempo.— Se despidió ligeramente y salió de la oficina.
—¿Qué se supone que es de Vincent? ¿Hijo, primo, sobrino…bastardo? ¿Y por qué no está Vincent aquí? ¿Acaso no le avisaste? ¿O es que acaso Vincent se siente súper importante como para sentirse superior a mí y hacerse el misterioso?—
—Es sobrino, ¿creo?, no me ha hablado de su parentesco con Vincent y hasta donde sé Vincent no tiene hijos. Sólo aquella chica que adoptó en Francia. No he podido comunicarme con Vincent… Hace tiempo que no hablo con él…Sólo sé que es académico de Hanasaki, donde está la dulce Rosalind.—
—Ok, está en el bando enemigo. Eliminado. Está muerto y sepultado— Elevó el mentón, indignado. —A escogido el camino errado.—
—No lo tomes así. Robert, no seas tan extremo por favor.— El rubio se rió ante la postura del francés. Cuando los mellizos Lùtece se disgustaban entre ellos, el mundo colapsa. Era increíble que fueran personas genios y que al final de cuentas siguiera siendo infantiles en ciertos aspectos.
« Last Edit: September 08, 2016, 11:55:19 PM by Kana »


Kana

*El pajarraco de verdad habla el triple en el manga siendo más humanizado pero aquí le he puesto como más sonso...

—#23

El cálido tacto del sol tocaba la piel de su rostro al tener la mira elevada observando momentáneamente como las nubes se deslizaban en el cielo. La rubia había admirado la belleza del cielo por unos instantes antes de volver a enfocarse en su camino.

Nino observó a su alrededor las personas que circulaban por el centro de Tokio, la mayoría eran padres con niños o adolescentes que paseaban con sus parejas. El día era ideal para que se dieran las clásicas actividades entre familias o para una cita en un bonito lugar. Pero su destino era uno muy distinto a lo que se esperaba de una persona joven en un día de fin de semana.

En cosa de poco tiempo, la rubia llegó a un gran y atractivo edificio de color blanco el cual era destinado para la biblioteca pública de Tokio. Nino había olvidado la última vez que estuvo en ese lugar, de antes de que partiera a Inglaterra, y eso le daba un poco de pesar ya que había sido la biblioteca el sitio de refugio de la joven en aquellos años de hostigamiento social.

Al entrar, el mismo guardia anciano estaba cuidando la entrada y eso provocó nostalgia en Nino aunque, como era de su maestría, evitaba expresar las emociones por medio de la proyección facial para que nadie le preguntara nada. Ella lo recordaba, pero sin duda el guardia la había olvidado por completo.

Sin hacer mucho ruido y sin advertir su presencia, se dirigió al segundo piso de la gran biblioteca para ir al punto de encuentro concretado por medio de mensaje de texto. Pasando por las estanterías repletas de libros, la joven se distraía a menudo tentada a hojear más de algún título pero no quería hacer esperar a la otra persona con quien debía encontrarse temiendo incomodarla. Felizmente como era de esperarse un día libre, el lugar estaba libre de personas por lo que no le costaría mucho trabajo encontrar a aquella chica que Miranda Lot contactó para que Nino le hiciera clases de químicas y otras ciencias en las cuales la otra muchacha tenía dificultades.

Llegó hasta la sección de libros con temáticas base de química y alrededor muchos libros que servían para fundamentar cualquier duda que la otra chica pudiese tener. Nino no encontró a nadie por esos lares y pensó que quizá había sido muy puntual. Soltó un suspiro y se ubicó en una mesa que estuviera levemente visible para ser divisada por esta persona cuando llegara pero que a la vez de todos modos quedaba un poco apartada de la mira general.
Sacó su android, se colocó los audífonos y comenzó a escuchar música. Sensei, su eterna ave compañera, al ver que no había moros en la costa comenzó a moverse un poco en su hombro desentumeciendo sus patas y alas. Mucho tiempo fingiendo ser un ave disecada le hacía quedarse tieso involuntariamente a veces y eso al plumífero no le gustaba del todo ya que si debía proteger a su ama y amiga tendría dificultades.
Al notar que su mascota reclamaba su atención, Nino se quitó los audífonos y observó a Sensei.

—¡Nino! ¿Fin de semana en biblioteca?—
—Lo siento, sensei… Sé que querías que en mi día de cumpleaños saliéramos por la ciudad… Pero tengo un compromiso.—

Sensei tenía la cualidad de ser un ave muy peculiar y por este motivo Nino asimilaba que había aprendido a hablar demasiado bien para ser una simple ave aunque sus padres al comienzo pensaban que aquello no fuera normal. Por supuesto, acostumbrados a que un ave de su especie sólo repitiera diálogos lógicos y concretos.
En ese día Nino estaba de cumpleaños pero no era motivo para suspender la cita con la chica a la que debía hacerle clases. Primeramente, por su fuerte sentido de responsabilidad y segundo porque no era del tipo de personas que celebra su cumpleaños. Cuando llegaba su día de festejo, siempre sus padres lo celebraban con ella en casa o bien salían a un restaurante elegante para festejarlo, le daban un regalo, la mimaban y luego volvían a casa con sus rutinas. Además, no tenía personas con quienes fuese amiga como para invitar a alguien más por lo que un día de cumpleaños era igual que otro: cotidiano y sin novedades.
En ese instante, Nino percibió que Sensei volvió a quedarse estático al sentir una presencia pero por más que Nino intentase ver a alguien no notaba movimiento humano.
Seguramente la ave tenía más agudo los sentidos de supervivencia, porque segundos después vio a una chica de melena oscura y recta, de contextura menuda y pequeña, aparecer entre los estantes de libros. Por su apariencia, Nino la reconoció como Madoka Mawari. Nunca la había visto en persona pero Miranda Lot le había mostrado una imagen de aquella chica. Nino se sintió un poco tonta al percatarse que ni siquiera la había notado llegar. Claro, su ave sí lo había hecho y pensó que hasta el plumífero era más apto para ser HiME o cualquier cosa que ella.


—Eh, ¿Eres Okamura Nino?— La recién llegada parecía un tanto desorientada. Daba la impresión que no salía mucho a pasear porque se notaba confundida en el lugar.
—S-Sí.— Nino asintió. —Mawari Madoka, ¿verdad?— Sólo para confirmar.
—Ahá.— La chica asintió, sonriéndole brevemente. Se acercó hacia ella y tomó una de las sillas vacías de la mesa para sentarse. —Es un gusto conocernos al fin.— Su sonrisa pareció un poco torpe en ese momento. Quizá para Madoka no era lo más ameno tener que estudiar un día sábado.
—Igualmente, y lamento haber fijado este día para encontrarnos y estudiar. Comprendo que debes tener muchas actividades.—
—Oh, no te preocupes.— Madoka le restó importancia.
—De todos modos, hoy no será algo muy denso. Pensé que hoy podríamos hacer un horario para fijar nuestras citas de estudios.— Nino sacó un cuaderno con diseños de aves kawaiis y buscó una hoja libre.  Madoka la observó con atención mientras ella anotaba en poco tiempo un horario con bloques de horas. La rubia le apuntó los cuadros al terminar. —Estos bloques los tengo disponibles, debemos ver cuales coinciden con tus tiempos libres.—
—¿Eres una HiME, cierto?— Preguntó de pronto, desconcertando a la otra chica. A continuación, Madoka observó con atención a Sensei como si observara algo en el ave.
—Eh… Sí.— Respondió un poco dudosa. No porque sospechara de Madoka ni mucho menos, sino más bien porque le daba vergüenza que Madoka la viera demasiado patética como para tener ese rol en Hanasaki. Miranda Lot le había comentado lo mucho que Madoka Mawari había contribuido en la protección, entrenamiento y guía en Hanasaki y a una HiME en especial, por tanto debía tener mucha experiencia al respecto. Quizá al mirar a Nino se confundía al no ver nada interesante en ella como HiME. O quizá pensaba muy rápido en los patrones negativos a los cuales la sociedad la tenía mal acostumbrada.
—¡Oh, eso es genia!— Madoka juntó las palmas de su mano, interesada en el tema. —Algo me comentó la señorita Lot al respecto y eso me motiva. Hace un tiempo… Entrenaba a una HiME a la que le tomé mucho aprecio…Pasamos por muchas experiencias y podría decir que de cierto modo “crecimos” juntas en muchos sentidos por ese tiempo.— Mawari formó una pequeña sonrisa que denotaba nostalgia. —Aunque hace mucho tiempo se fue a estudiar al extranjero, mantengo la esperanza de volver a verla.—
—Oh, eso suena muy noble de tu parte.— Nino la observó con admiración. —Seguramente era una HiME increíble y tú una excelente Senpai.— La rubia, cuyo flequillo de cabello le cubría casi hasta los ojos, se quedó pensativa unos momentos. —Seguramente en ese tiempo seleccionaban con mayor rigurosidad…— Lo había dicho discretamente como un monólogo pero de todos modos Madoka lo captó.
—¿Por qué piensas eso?— Ladeó un poco el rostro.
—Eh…— Desvió la mirada hacia un costado. —No creo que haber aceptado ser HiME haya sido lo correcto para mi. En un principio me gustó mucho la idea y pensé que con eso me iba a superar pero hasta ahora no he mejorado nada y he visto que las HiMEs del pasado eran muy bien preparadas. Creo que lo único que valió en mi es que mi madre en un pasado fue HiME.—
Madoka se llevó una mano a su boca para cubrirla cuando dejo escapar una risita. —Haha, ¡No te tortures así! Las HiMEs no nacen siendo máquinas de guerra. La mayoría eran muy monas y encantadoras pero torpes y sufridas.— La chica asintió, divertida. —Con el tiempo pudieron desarrollar sus poderes, capacidades y aprender como prepararse para una batalla. Eso es lo normal.—
—Ah…— Volvió a mirarla. —Tenía la idea de que todas eran grandes guerreras desde el comienzo.—
—¡Son grandes guerreras! ¡Sí! Porque luchan contra un grupo de personas inhumanas que no pretenden más que hacer daño al otro. Yo admiro mucho a las HiMEs.— Madoka parecía emocionada y llena de inspiración cuando hablaba de ellas. Incluso, con algo de nostalgia y pesar. —Pero no todas llegan siendo grandes luchadoras. En el camino se perfeccionan.—
—En ese caso, espero lograr aportar en algo.— Al menos, un granito de arena.
—¡Estoy segura que lo lograrás!— En eso, volvió a mirar al ave petrificada sobre el hombro de la rubia. —Que extraña ave, permanece quieta mucho tiempo. ¿Cómo lo logra?—
—Ah, eh… Está disecada.— Evitó la mirada de Madoka en ese momento. —Me gusta llevarla en el hombro porque me siento acompañada.—
—¿Dices que está muerta?—
—Sí…— Se inquietó un poco al estarle mintiendo a Madoka siendo que ella parecía ser una buena persona pero tampoco quería espantarla. —Me ha acompañado todos estos años y sin Sensei, que es así como se llama, no me siento segura. Está conmigo desde la escuela y desde entonces lo cargo en mi hombro como un amuleto. Por eso me llaman… “Chica pájaro”— Alzó los hombros, dada a la costumbre de aquel apodo.
—Que extraño… Me pareció haberla escuchado hablar antes de que llegara.—
—…— Nino se preocupó en ese momento. Madoka no parecía ser del tipo de persona que fuera por la vida haciendo burla de otras personas o que intentase agredir al ave por puro gusto como casi todas las personas que conocía y que la habían humillado a lo largo de su vida. Incluso, le había parecido una linda persona hasta el momento, se sentía injusta al mentirle. —Pues…¿Cómo decirlo? Uh… La verdad, es que sí está viva… Lo de estar disecada es lo que todo el mundo cree…— Nino colocó su dedo indice a la altura de Sensei, éste, al ver que no había peligro y contaba con la aprobación de su ama, accedió a presentarse ante Madoka. —Es un secreto, eso sí. Nadie sabe que está vivo y no disecado. Bueno, había una persona más que lo sabía… Pero hace mucho tiempo que perdimos contacto.— Soltó un suspiro.
—¡Oh!— Madoka acercó su aniñado rostro a la pequeña cara del ave. —Aw, las plumas de sus mejillas hacen parecer como si estuviera sonrojado.— le acarició la cabeza con cuidado y Sensei extendió una ala hacia delante y otra hacia atrás es una presentación casi humanizada por parte del ave.
—Le agradas.—
—Aw, que caballero es Sensei.—
—Madoka-chan es linda.—
—¡Yay! ¡Yo sabía que le escuché hablar.—
—Perdón por mentirte, es que… Bueno, no es la costumbre interactuar con otras personas.—
Las chicas se distrajeron unos instantes con el ave y charlaron sobre temas triviales pero Nino recordó el tema de la cita y volvió a concentrar la atención de Madoka en el horario.
—Entonces, ¿qué días te acomodan más?—
—Hm…— La chica parecía dudar en cual seleccionar pero después de una apresurada reflexión escribió en los casilleros libres que coincidían con los de Nino. —Estos, si te parece.—
—Están ideales.— La rubia asintió. Luego sacó un libro de química que llevaba consigo. —Repasaremos algunos conceptos básicos hoy si te parece.—
—Está bien…— La joven parecía un poco desanimada con la idea de empezar a estudiar pero luego Nino volvió a hablar.
—Eh, al terminar… Podríamos ir a comprar helados. Yo invito, como premio por tu tiempo y por guardar el secreto sobre Sensei.—
—Oh, no es necesario que me pagues por tu secreto. ¡Pero me encantaría comer helado!—
—No hay problema.— Nino le sonrió y ya Madoka más animada con la propuesta, comenzaron a repasar.

El tiempo pasó rápido y aunque al principio costó que Madoka le tomara el hilo a la temática química especialmente porque ella no asistía a escuela sino más bien tenía clases esporádicas es su hogar y eso le dificultaba integrarse con las materias de las escuelas, ella logró al final de la cita entender los conceptos que se le explicaban.
Como se había propuesto en la cita, al acabar salieron de la biblioteca y caminaron por el centro de Tokio hasta encontrar una heladería que les gustara. Entraron en una heladería cuyos colores pasteles daban un estado muy agradable de animo. Después de pedir sus helados, se dirigieron a una mesa un poco apartada pero con agradables decorados a su alrededor, con un pequeño separador hecho de helechos naturales.

—Oh, es primera vez que veo un ave comer helado.— Dijo Madoka, sorprendida al ver como Sensei comía gustoso de su helado. Nino le había comprado un vaso de niño para el ave, aparte de su pedido y el de Madoka.
—Sensei siempre tiene mucho apetito y come muchas cosas… Aunque no es sano para un ave.— Pronunció antes de probar su helado.
—¡Es el cumpleaños de Nino! ¡La situación lo amerita!— Exclamó Sensei.
—¿Es tu cumpleaños? Me lo hubieras dicho antes, así no estudiábamos en tu día de cumpleaños.—
—No pasa nada. En realidad no lo celebro últimamente…— Por no decir que nunca tuvo un cumpleaños verdadero. —Además sólo vivo con mi abuela en Tokio y ella tuvo que viajar a Kyoto por un curso de confección de kimonos al que se inscribió antes de que yo volviera. No tenía nada que hacer hoy y preferí concretar el encuentro.—
—Pero un cumpleaños repasando química no es divertido… ¡Ya sé! Después de aquí podríamos pasear cerca del lago y conversar un poco.—
—B-bueno, no tenía nada planeado pero no quisiera ocupar tu tiempo.—
—Ah, no hay problema. Hace mucho tiempo que no salía al centro de Tokio y estaría bien un momento de distracción. Así nos conocemos más de paso y jugamos con Sensei.—
—Eres muy amable.— Nino sonrió mientras Sensei festejaba.
—Y si tenemos tiempo al final, podríamos ir a una cafetería por un trozo de torta y chocolate caliente.—
—Es un bonito modo de pasar el día de cumpleaños. Agradezco tu compañía y buena disposición, Madoka.—
—No hay de que. Gracias a ti por enseñarme todo lo que me falta de las asignaturas… Espero no quitarte mucho tiempo con ello. Hm… Podría por mi parte enseñarte todo lo que sé sobre las HiMEs.—
—¿En serio?—
—¡Claro! Así vas conociendo más del tema.—
—Sería una gran ayuda para mi. Eh, creo que estoy desde cero.—
—Idem, pero en cuanto a química y ciencias.—


Isumi

Hola vengo a postear mi primer fic después de 8 siglos en la página 11 y con icons mega random y gheis porque los oficiales aun no se dignaron de aparecer en mi cabeza y no tengo ideas de como hacerlos.

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01. La importancia de dormir cuando se debe.

Gin se encontraba muy plácidamente dormido en el pasto a la base del árbol más lejano, del ángulo más remoto, del parque más escondido de toda la ciudad el cual me había costado todo el día encontrar, teniendo que usar las peores descripciones suyas para preguntarle a las personas si habían visto a ‘un tipo de pelo blanco y ondulado con cara de no tener ganas ni de respirar’.
-¿Qué significa esto?- le pregunté dejando caer la carta que tenía en mis manos en su cara.
-…- Gin se hizo el dormido e ignoró mi pregunta.
Entonces lo pateé.
-AAHH- Gritó del dolor poniéndose sentado enseguida y sosteniéndose las costillas. –¡¿Es así que pretendes despertar a tu futuro marido?! ¡Un poco de delicadeza, mujer!-
-En primer lugar tú no serás mi futuro marido, en segundo lugar no estabas durmiendo así que técnicamente… pues lo mereces.-
-¿Futura escritora y no sabes dar una excusa más detallada? Fallas en todos aspectos tú, ¿sabías?-
-Aahh…- suspiré exasperada. -Solo explícame qué significa esa carta por favor.-
Gin prosiguió a leer la carta con su inmutable cara.
-Hmm…- No parecía en lo más mínimo interesado en su contenido. -Ya veo.-
-¿Ya ves?-
-Oh perdón, ya leo.-
Lo iba a patear de nuevo, pero me contuve.
Y luego él continuó. -¿Así que lograste superar la prueba HiME eh? No pensé que la superarías.-
-Como siempre con esa gran confianza en mis habilidades, veo.- Repliqué. -Que sepas que no fue la gran cosa.-
-¿Ah no? ¿No aparecí yo en tu visión?- Ah, ya veo por qué creyó que iba a ser difícil. Se cree que él es una persona a la que me costaría patearle el trasero.
-Obvio que no, quién te crees. Apareció una persona que ahora está viajando y es imposible que se encontrara allí en ese momento, bajo cualquier circunstancia.
-¿Cómo haces para estar segura? Tal vez la contactaron y le pagaron el pasaje o algo.-
-Segundos antes me mandó una foto suya en el Duomo de Milano, a menos que alguien tenga habilidades para teletransportarla, cosa que hasta el momento no se me hacía posible, imaginé que sería una especie de visión. El resto pues…- Me detuve antes de que la siguiente frase le subiera nuevamente el ego. El resto había dependido de lo que había aprendido gracias a él después de todo.
-¿Tenías que pelear contra esa persona no? ¿Era fuerte?- Parecía realmente preocupado, era tan inusual que no pude evitar poner una cara de asco. -Qué es esa cara.- preguntó fastidiado.
-Ehm… pues de hecho eso fue otra de las cosas que me confirmaron aún más su naturaleza, era demasiado fuerte como para ser esa persona. Pero logré ganar de todas formas.- Instintivamente puse mi mano izquierda en mi muñeca derecha.
-Hm.- Gin le dirigió una mirada fugaz a esa acción y volvió a hablar. -Debió ser bastante fuerte como para desarmarte.- No sabía cómo responderle a ese comentario. Tenía razón y era tan frustrante. Y como no respondí, siguió hablando. -Te dije que si no mantienes la calma, todas las batallas son perdidas. ¿Así que estabas 100% segura que no se trataba de esa persona me dices?-
-…- Ya no podía mentirle ni mentirme a mi misma. -No.-
-Bien.- Se levantó. -Admitir que eres débil es el primer paso para ser fuerte.- Dijo algo tan serio y cliché que por un lado no podía creer que esas palabras salieran de su boca, pero por otro estaban llenas de verdad, y no podía refutarlas.
-No pude golpearla, ni una vez.- Dije cerrando el puño con fuerza.
Gin, quien se encontraba estirándose volteado hacia el árbol giró su cabeza sorprendido. -¿Y cómo fue que ganaste?-
-…- No quería volver a recordar esa escena nuevamente, pero tampoco podía dejar a mi maestro sin respuesta. -La quemé.-
-¡¿EH?! ¿FUEGO? ¿POR QUÉ?- Gritó volviendo a su actitud de siempre. Bueno, más o menos.
-¿Eh? ¿Cómo que por qué?-
Veía pura desesperación en su cara. Pero enseguida se tranquilizó de manera antinatural. -Ejem…- se aclaró la garganta. -justo fuego tenía que ser…- murmuraba para sí mismo.
Aprovechando que esa conversación había terminado, indiqué la carta en sus manos para nuevamente preguntarle. -¿Entonces? ¿Me explicas eso?-
-Oh ya. ¿Qué tiene?-
Con la peor mirada que le podía dar, me acerqué, le robé la carta de las manos y comencé a leerla.
“Querida nueva recluta HiME Hysa Crystal,
Esta es la primera vez que nos toca hacer algo como esto, pero las circunstancias lo llaman. Lamentamos decirle que, a diferencia de los rebels de las otras HiMEs, el rebel asignado a ti es… algo peculiar.”
Hice una pausa y le lancé una mirada asesina.
“Raramente asiste a clases, se la pasa el día durmiendo o escapándose de su deber. De hecho, no tiene la edad para asistir a la universidad ya, pero no tiene intenciones de graduarse porque al prestar sus servicios como rebel, todos sus gastos de vida son proveídos por la universidad.”
Pausé de nuevo y lo fulminé con la mirada.
“Así que, de no ser mucha molestia, le pedimos con la más humillante carta que hemos mandado a la escuela Hanasaki, que por favor se encargue usted de encontrar a su rebel y hacer que haga algo. Por favor. Es muy vago. Por favor. MUY vago.
De hecho, nos sorprendimos porque fue él quien se propuso para ser su rebel en la eventualidad que usted llegar a convertirse en HiME, pero hace una semana que no lo vemos ni sabemos nada de él y no sabemos cómo actuar. Esta carta fue el último e impensable recurso que nos quedaba. Comprenda que no es algo que hacemos normalmente, nos sentimos igual de mal al escribir esta carta como usted se debe sentir al leerla.
Incluido con la carta encontrará una foto de su rebel y su nombre. Por favor encuéntrelo y haga algo al respecto. El orgullo de esta guerra está en juego.
PD: Por favor no le muestre esta carta a Miranda Lot.”
Bajé la carta y nuevamente lo miré. Gin evitaba mis ojos mientras sudor le bajaba como lluvia de la frente.
-Nunca en mi vida escuché las palabras ‘el orgullo de esta guerra está en juego’ y mucho menos pensé que tendrían directa relación conmigo.-
-…-
-Sabes que no necesité mirar la foto para darme cuenta que eras tú ¿no?-
-…- seguía evitándome.
-Y eso que ni sabía que eras un estudiante universitario.-
-I’m in the prime of my life.- Murmuraba pensando que no lo escucharía.
-Gin, sabes lo que significa esto ¿no?-
Gin me miró confundido. -¿Si?-
Lo iba a matar. Ahora hasta tenía la excusa perfecta.
-¿Estabas el día que te explicaron lo que debe hacer un rebel?-
-T-técnicamente…-
No sabía más cómo reaccionar. Este idiota seguro no había escuchado una palabra de lo que había sido dicho más allá de ‘los gastos de vivienda serán cubiertos por la universidad si aceptan el trabajo.’
Suspiré nuevamente. -Gin… se supone que debemos pelear hasta la muerte de uno de nosotros.-
Gin se giró con los ojos un poco más sorprendidos.
-¿Qué se supone que haremos ahora?-


With the kids sing out the future
Maybe, kids don't need the masters
Just waiting for the little Busters



Kora

o5.


- ¿Madoka…?

Kora tardó unos momentos en asimilar la imagen que tenía frente a ella. Hacía tres años desde la última vez que había visto a Madoka Mawari, su tutora en el arte de la kodachi, Meister y compañera inseparable durante su trayecto como HiME. Seguía siendo una chica bajita y de cuerpo pequeño, con su pelo negro azulado cortado en escalones rectos, y un rostro aniñado que apenas empezaba a reflejar los primeros ápices de madurez. Casi idéntica a como la recordaba, excepto que aquella era la primera vez que la veía con el uniforme de Hanasaki.

- ¡Has vuelto!

Madoka alargó sus brazos para apoyar las manos en los hombros de Kora, y tras dudar unos instantes, Kora le devolvió el gesto, acercándola a ella en un abrazo algo incómodo. Todavía estaba agitada tras la prueba HiME, y por mucho que se alegrara de ver a Madoka, no sabía muy bien cómo responder. Se separaron tras unos segundos, y entonces Madoka aprovechó para darle un golpe en el hombro.

- ¡¡Ay!! ¿¡Qué haces!? - Kora se apartó, frotándose el hombro. Para lo pequeña que era, Madoka tenía más fuerza de la que aparentaba.
- Ésto es por haber tardado en volver. No estarías pensando en no ser HiME, ¿verdad?
- Estaba ocupada. - Siseó la última palabra entre dientes, y se cruzó de brazos. - No podía teletransportarme aquí nada más recibir el mensaje de Miranda, ¿sabes?
- Bueno. Al menos ya estás aquí y ya has vuelto a ser HiME, así que tendremos que retomar tu entrenamiento. He estado pensando que lo mejor sería retomar la kodachi, espero que no hayas olvida--
- ¡Frena, frena! - Kora extendió las manos frente a ella. - ¡No hace ni media hora que he pasado la prueba! Necesito descansar un rato. ¡Ni siquiera he visto mi habitación!
- Oh, no pasa nada, yo te llevo a la mansión HiME.
- Sé perfectamente donde es. He vivido allí. - Kora arqueó una ceja, apretando aún más los brazos.
- Lo sé, estaba contigo. - Le respondió Madoka. - Pero lo que no sabes, y sabrías si hubieras leído la carta que te han dado, es que hay una nueva mansión.
- Uh. ¿Y qué ha pasado con la otra? ¿Y qué carta…? - Kora empezó a hojear uno de los tantos folios que Fran le había dado al final de la prueba.
- ¿Qué se yo? - La chiquilla se encogió de hombros, y acto seguido, agarró a Kora de la muñeca, tirando para que se movieran. - ¡Tenemos que ir y reservar habitación!
- ¡Voy! ¿A qué viene tanta prisa?

Por la insistencia con que Madoka tironeaba de ella, Kora aceleró el paso para seguir las zancadas cortas pero rápidas de ésta, habiendo encontrado la carta que informaba a las HiMEs de su nueva residencia en Hanasaki. Con la mano libre, la sujetó frente a su rostro para poder leerla bien y fijarse si habría alguna letra pequeña que debiera revisar.

- Eta Iota Mu Sigma… Qué nivel. - Comentó, alzando las cejas.
- ¿Qué significa eso? ¿Por qué no llamarla ‘Mansión HiME’, como antes?
- Es el nombre de las letras en griego que forman la palabra ‘HIME’. Las fraternidades en universidades norteamericanas se ponen nombres de éste estilo.
- …No entiendo, pero da igual. - Madoka negó con la cabeza. - Lo importante es que lleguemos pronto y puedas reservar una habitación que nos guste entre las que quedan ya.
- Mientras tenga una ventana-- espera, ¿qué quieres decir con que ‘nos’ guste?
- Claramente me tiene que gustar a mí también, ya que voy a vivir allí.
- ¿¡Qué!? - Kora se detuvo en seco. - ¿Y quién ha decidido eso?
- Yo. - Poniendo las manos en la cintura, Madoka levantó el mentón. - Tendré que seguir tu entrenamiento de cerca, y además, aunque no sea HiME, puedo ayudar a defender la mansión si hubiera un ataque.
- ¿Y por qué--? - ¿Tenía algo de sentido tratar de discutir aquello ahora? Kora suspiró. Estaba demasiado cansada para ello. - Da igual, ya hablaremos allí. Sólo quiero dormir un rato, Madoka.
- Me alegra que veas las cosas con sensatez. - Añadió Madoka, adelantándose.

Ante la decisividad de Madoka, Kora sólo pudo seguirla con zancadas más largas, pasándose una mano por el pelo ante una nueva preocupación. ¿Compartir habitación con Madoka otra vez?

Uno de los pocos lujos que tenía como HiME era su propia habitación, así como los múltiples servicios que ofrecía Hanasaki en la mansión. Y no se quejaba por no estar acostumbrada a una situación así: tres años atrás Madoka había vivido en su habitación durante toda su época como HiME. Aquel había sido un acuerdo de beneficio mutuo para ambas. No sólo por el entrenamiento y protección que le ofrecía, también porque al fin y al cabo, su Child era un leopardo de las nieves, y no podía llevarlo a muchos sitios, precisamente. Entre otras cosas, Madoka había sido una niñera perfecta para el enorme felino.

Pero la presencia de Madoka iba a hacer más difícil esconder su acuerdo con el bufete. Apenas llevaba unos segundos con ella y ya podía percibir claramente su el nuevo entusiasmo que sentía por todo el asunto de las HiMEs, lo cual le indicaba que si se llegara a enterar de sus planes, habría un enfrentamiento del que Kora sabía que no saldría muy bien parada.

¿Tendría que enfrentarse a Madoka en algún momento? Un escalofrío le recorrió la espalda, y aunque quería alejar aquella posibilidad de su mente, no podía evitar sentir cierta curiosidad hacia la disposición de la chiquilla.

- Pareces toda una experta en esto de las HiMEs. - Dijo Kora, alzando una ceja e inclinándose ligeramente hacia un lado. - Miranda me ha dicho lo que… bueno, no me ha dicho mucho. ¿Cómo-- qué es lo que ha pasado?
- Simplemente… tengo el potencial de ser una HiME, pero por algún motivo no puedo activar lo que sea que me convertiría en una. - Explicó Madoka, dejando caer los hombros y suspirando largamente. - Intentamos hacer la prueba varias veces, pero ni siquiera despertaba a mi marioneta.
- ...Lo siento. - Aunque se alegrara de que Madoka no estuviera involucrada directamente como HiME, podía ver en sus ojos oscuros la decepción. Sin saber muy bien qué hacer, puso una mano sobre su hombro.
- No pasa nada. - La chiquilla sacudió la cabeza, volviendo a levantar la vista hacia Kora. - Además, así será como los viejos tiempos. Ahora no hay Knights, y aunque tampoco Meisters estaré allí, así que seremos tú, Ky, Ishara y yo…
- Uh…

Kora se tensó al oír el nombre de Ky. Desde el primer momento en que lo vio, Madoka había tenido un flechazo por el chico que había sido motivo de incalculable diversión para Kora, ternura por parte de Ky y muchos momentos vergonzosos para Madoka. Al menos, con el tiempo, había pasado de ponerse roja como un tomate y esconderse detrás de Kora a simplemente mostrar un favoritismo descarado hacia Ky en cualquier ámbito. De hecho, las mejillas de la chiquilla se habían ruborizado ligeramente, y miraba hacia otro lado con expresión de anhelo.

En otra situación, Kora hubiera aprovechado la ocasión para picar a la otra, pero estaba realmente sorprendida porque los sentimientos de Madoka no hubieran cambiado hacia Ky.

No por la duración, sino porque Madoka había sido una de las víctimas del inquietante lado oscuro de Ky.

- ¿Está… mejor? Las veces que hemos hablado no has mencionado nada sobre ello, pero… no sé. - Preguntó Madoka, frunciendo el ceño.

Éste había tratado de aprovecharse del inocente flechazo de ésta un par de veces, y Kora sólo podía agradecer a cualquier deidad que la vigilara que hubiera permitido que interviniera antes de que ocurriera algo realmente malo. La primera vez, Kora pudo engañar a Madoka. La segunda no le había quedado más remedio que explicarle lo poco que sabía de la situación.

Además, Madoka había sido testigo de cómo había acabado con Rin, su Princess, durante la batalla en la ciudad.

Y a pesar de ello, Madoka entendía la diferencia entre ambos, o quizá simplemente quería creer a Kora cuando le decía que eran dos personas completamente diferentes. Su aprecio hacia Ky, el de verdad, no había flaqueado en absoluto, aunque Kora sabía que no se sentía del todo segura ante la idea de quedarse sola con él.

- Oh, sí, sí, está mucho mejor, de hecho nunca ha vuelto… a pasar… - Prefirió no entrar en detalles, dejando colgar la frase.
- ¿En serio? ¡Qué bien! - La expresión preocupada se borró del rostro de Madoka, quien sonrió ampliamente con ojos brillantes. - Tengo ganas de verlo. Oh, después de elegir la habitación tenemos que--
- Madoka, espera. - Era difícil seguir el ritmo de la conversación sin marearse, y Kora empezaba a notar un ligero dolor de cabeza. - Ky no ha venido conmigo.
- ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? - Aquella vez fue Madoka quien se detuvo en seco, apretando los puños a un lado.
- Es… complicado… está muy ocupado ahora mismo, y--
- ¡Pero es tu Key! ¿Y si no puedes despertar a tu Child? - Madoka paró unos momentos. Echó la cabeza atrás, lanzándole una mirada inquisitiva. - ¿Ha pasado algo entre vosotros?
- ¡No! - Kora cerró los ojos, respirando hondo tras aquella respuesta tan instintiva. - No, no ha pasado nada. Pero ahora Ky está muy ocupado con la academia de Policía.
- Oh, ¿ha podido entrar? ¡Me alegro!
- Sí, ya lo sé. El caso es que… después de la mala racha que llevaba, es mejor que no venga conmigo.

Madoka frunció el ceño. Claramente no estaba de acuerdo con su decisión y Kora sabía la ilusión que le hubiera hecho ver a Ky (quizá más que verla a ella), pero había tomado la mejor decisión en aquellos momentos. Por mucho que enfadara a Madoka, debía mantener a Ky lo menos involucrado posible.

- Es tu decisión, Kora. - Respondió Madoka en un tono serio, cruzándose de brazos mientras retomaba el camino.

Y aún ni le había dicho que bajo ningún concepto podían decirle nada sobre las HiMEs. Kora tuvo que conformarse con un suspiro lento mientras se frotaba las sienes. Hacía tiempo que no le había dado un dolor de cabeza de aquella forma, parecía un taladro en la parte posterior del cráneo que no dejaba de rotar.

- ¿Tienen camas en las habitaciones de la nueva mansión? ¿Algo básico? - Intentó cambiar de tema. - Necesito una siesta antes de traer todas mis cosas.
- Hmm, no lo sé. No he estado aún en la mansión HiME. - El tono de voz de Madoka había vuelto a la normalidad, aliviando a Kora. Prefería no discutir con ella tan pronto. - ¡Mira, aquí estamos!

En comparación a la antigua residencia HiME, aquel edificio era mucho más moderno y grande, así como mejor colocado al estar cerca del campus y no casi en mitad del bosque. Un edificio digno de una sororidad, ciertamente. Y sin embargo, Kora no pudo evitar un pinchazo de nostalgia: cuando había aceptado volver a ser HiME, se había visto a sí misma en su antigua habitación en la mansión.

Prefirió no divagar demasiado en aquellos recuerdos, sabiendo que había cortado toda conexión con la persona que recordaba ser. Era una HiME en título, pero no por Hanasaki. Tuvo que apartar la vista de la mansión por unos momentos. Por mucho que se repitiera que estaba haciendo todo por ella, por su futuro, no podía evitar sentirse triste, avergonzada, y sobretodo, muy cansada.

Madoka se giró hacia ella con una sonrisa, esperando su reacción. La chiquilla realmente estaba entusiasmada con el resurgir de las HiMEs, y Kora supuso que era mejor tenerla lo más contenta posible por el momento.

- Vaya. No la imaginaba tan… grande.

Forzó una sonrisa, levantando los hombros, pero ésta se congeló en sus labios cuando mente añadió un ‘eso decía ella’ en una voz familiar, masculina y jovial. Un escalofrío le recorrió la espalda, llevándose ambas manos a la cabeza. No, no, aquella época se había terminado.

- ¿Kora? ¿Qué te pasa? - Madoka se acercó a ella, recogiendo la carpeta que se le había caído al suelo.
- Sí… - Se pasó la lengua por los labios al sentirlos secos. - Sólo-- estoy cansada, y me duele la cabeza.
- Podemos volver mañana… No quería presionarte, pero sé que hay bastantes HiMEs y… Perdón, Kora. - Suspiró Madoka, apretando el cartón.
- No pasa nada, estoy bien. Vamos a elegir habitación… - Kora miró al cielo, notando que empezaba a anochecer. Se resignó a que no habría siesta para ella si quería tener todo listo antes de que medianoche. - Y luego traeremos mis cosas.

--

Terminó decidiéndose por una habitación en el tercer piso. La mayoría de HiMEs habían elegido habitación en el primero o el segundo, y Kora prefería no tener muchas vecinas si podía evitarlo por el momento. Madoka había apreciado la vista por la ventana, orientada a una zona del campus más despejada que dejaba ver atisbos del gran bosque que separaba Hanasaki y Rizembool.

- ¿Entonces te quedarás aquí, cielo? - Preguntó Lince. - ¿No te cansarás de subir y bajar escaleras? Todavía queda esa habitación en el primer piso al lado de la cocina.
- No pasa nada, prefiero mantenerme en forma, y si estuviera al lado de la cocina pasaría exactamente lo contrario. - Trató de bromear Kora, pero estaba tan cansada que sonó casi maliciosa. Lince inmediatamente puso una cara rara. - Um, lo siento, lo decía como un cumplido… estoy cansada, y me duele la cabeza…
- Tranquila, estás pálida. Hmm, no pareces tener fiebre, pero sí deberías comer un poco. Voy a preparar la cena ahora, ¿quieres algo en especial?
- Oh… todavía tenemos que ir a por mis cosas en el hotel, así que no creo que esté para la cena.
- ¿Ahora? ¡Pero tienes que comer algo!
- No me importa comer de lo que quede cuando vuelva… - En un movimiento traidor, su estómago hizo un ruido.
- No, no, no. Necesitas una cena y dormir. - Lince parecía determinada en su aire maternal, para frustración de Kora.
- Ni siquiera tengo pijama… O desmaquillante… ¿cómo voy a dormir?

Pero ninguna de sus excusas iba a funcionar.

Aparentemente otro de los beneficios de la sororidad era multitud de recursos como ropa básica cómoda en el armario de la habitación, y ni siquiera pudo usar a Madoka como motivo cuando resultaba que hasta tenían futones disponibles para emergencias. Hasta le habían conseguido toallitas desmaquillantes, cortesía de una de sus nuevas compañeras de vivienda.

El dolor de cabeza no había cesado en absoluto, pero era más soportable con el estómago lleno y vistiendo un pijama de franela suave. Hanasaki estaba realmente mimando a sus HiMEs, y Kora podría acostumbrarse a eso.

- He puesto el despertador a las ocho. - Dijo Kora, sentada en el borde de la cama.

Pegada a la otra pared, Madoka había colocado su futón debajo de la ventana, y al igual que ella, llevaba un sencillo pijama con las siglas de la nueva sororidad HiME.

- ¿Tan tarde? - Indignada, Madoka levantó la vista de su móvil. Kora entornó los ojos al ver que ciertas cosas nunca cambiaban.
- Tengo hasta las diez para recoger mis cosas, así que da gracias que no lo he puesto a las nueve y media. Será entrar y salir porque ni siquiera he deshecho las… maletas…

Kora tuvo que pararse un momento para asumir que no llevaba veinticuatro horas en Japón y ya era HiME. No sólo era HiME: estaba en la mansión HiME, vistiendo un pijama HiME y sentada en una cama con sábanas que estaba segura que también llevaban bordado las siglas HiME.

Hacía apenas una semana estaba en Francia como una estudiante de derecho y protegè de una famosa abogada en la eurozona, con aquellas cuatro letras enterradas en su memoria. Una nueva vida. Estaba con Ky, con sus amigos de la universidad, con sus compañeros de piso.

Un vacío en el pecho le hacía díficil respirar, y por vergonzoso que le resultara, tuvo que parpadear varias veces para que no se le escaparan unas lágrimas. “Estoy haciendo ésto de verdad.”. Había pasado la prueba HiME.

No había vuelta atrás.

- ¿Kora…? ¿Te has quedado dormida? - La voz de Madoka la trajo de vuelta a la realidad.
- No. Sólo estaba pensando. Voy a apagar la luz, ¿vale?

En la oscuridad, se tapó con el cobertor, con los ojos abiertos a pesar de que se sentía completamente agotada.

Con la vista pegada en el techo, recordó la primera vez que fue a un campamento de verano. Había sido antes de escaparse de casa, cuando todavía vivía con su madre y sus hermanos. Recordaba cómo la primera noche, algunos de las niños suplicaban a los monitores entre lágrimas que les llevaran de vuelta con sus padres.

En aquel entonces, Kora sólo había sentido desdén por ellos, sintiéndose mucho más mayor por su independencia. Era un sentimiento que había conservado desde entonces con orgullo, pues su falta de apego sólo podía significar que era fuerte. No se echaba a llorar pidiendo a su madre cuando estaba sola porque podía depender de sí misma perfectamente.

Aquella noche en la nueva residencia HiME, sin embargo, supo qué habían sentido los niños llorones de su infancia por primera vez en su vida.

Era estúpido, ¿qué iba a hacer al respecto? ¿Bajar a la cocina y suplicarle a Lince que llamara a Ky para que viniera y la llevara a casa? Levantó el mentón y cerró los ojos con fuerza para evitar que una sóla lágrima se cayera. Si se dejaba llevar, sería admitir la derrota.

Intentando no hacer mucho ruido por si Madoka ya se habría dormido, alargó la mano y tanteó hasta alcanzar el móvil en la mesita de noche. La luz de la pantalla la cegó unos momentos hasta que bajó la intensidad. Debajo de la hora tenía dos pequeños relojes: uno para París y el otro para Chicago. El segundo era por si en algún momento necesitaba mencionar a algo que hiciera referencia a su supuesta beca en Estados Unidos, y el primero… por pura nostalgia.

En aquellos momentos eran casi las cinco de la tarde en París. Descargó varias de las fotos que le había pasado Lisa Lisa del aeropuerto O’Hare y las subió a una conversación grupal de Whatsapp sin añadir mucho más además de unos cuantos emojis de la bandera norteamericana, tras lo cual silenció la conversación.

Comprobando su bandeja de entrada, vio que todavía tenía varios mensajes de Ky preguntándole si había llegado. De nuevo sintió aquellas ganas de llorar que tanto avergonzaban, y apagó la pantalla casi con rabia, tras lo cual dejó el móvil donde estaba.

Se dio la vuelta, acurrucándose contra la pared y cubriéndose hasta el mentón con las sábanas. Por suerte, el agotamiento no tardó demasiado en vencerla.
« Last Edit: July 01, 2017, 04:11:57 PM by Kora »


Eureka

Luego vengo con topes.


15.


   


Hizumi llevaba cerca de diez minutos escaneando a la multitud en busca de Zushi, y aunque el local estaba un poco más vacío que antes, el tumulto de invitados seguía siendo enorme y, por ello, sentía que sus esfuerzos eran en vano. Estuvo a punto de perder las esperanzas en varias ocasiones, pero no podía rendirse. No se lo había comentado a nadie aún, pero el asunto de la muerte de Kanone lo había ayudado a reaccionar, y desde entonces, hacía increíbles esfuerzos para no seguir siendo manipulado por su tutor. Ayudar al castaño serviría en su sencilla manera de darle la contra a Kiyotaka.

Era un poco egoísta, pero sí, no todo era por Kanone, sino también por sí mismo.

Soltó un suspiro, y se apoyó en la pared, para probar una vez más. Su mirada, en vez de fijarse en los invitados, se posó en Eureka y un chico, quienes se encontraban hablando animadamente a pocos metros de él, cerca de las mamparas que daban al jardín. Eureka se demoró unos segundos en localizarlo y, al notarlo, se acercó corriendo junto al muchacho. A Hizumi le tomó un par de segundos reconocerlo: era uno de los amigos de Souji, se lo habían encontrado en un puesto de okonomiyaki hacía una semana atrás.

“Hola~ ¿eres amigo de Souji, no?”
“Sí, soy Oikawa, un gusto,” Oikawa le sonrió.
“Hizumi,” se presentó, y le devolvió el gesto. Luego, Hizumi se giró hacia Eureka. “…Le pediste que nos ayude, ¿no?”
“Sí, es un buen samaritano y lo está haciendo porque es muy amable y buena gente,” dijo, y luego, rio. Hizumi juró escuchar un poco de nerviosismo en su voz, pero no le prestó atención.
“¿No quedamos en que—” El chico se calló al intercambiar miradas con Eureka. “Jaja, sí, soy muy amable~”
Hizumi los observó por unos instantes, sumamente confundido. Al darse cuenta de que el tiempo seguía transcurriendo, sacudió la cabeza y se obligó a sí mismo a enfocarse en la situación. “Asumo que no encontraste nada.”
Eureka negó con la cabeza. “No.”
“Yo tampoco,” confesó el chico.
“Damn,” Hizumi chasqueó la lengua. “No entiendo, se está haciendo tarde y la gente ya se está yendo… ¿no debería ser más sencillo encontrarlo?”
“Sí,” Eureka asintió. “Pero no hay rastro de él. Eso, o no estamos buscando en los lugares adecuados.”
“Probemos una vez más, ¿sí?”
“¡Okay!”






Hizumi se sintió aliviado al encontrarla sola, ya que, de estar con su esposo, le hubiera sido imposible hablar con ella. Shiki, al notar su presencia, arqueó una ceja: de seguro se le hacía raro que Hizumi se le acercara. Aunque era el tutelado de Kiyotaka, casi nunca interactuaban.

“Hola, Ryougi,” la saludó Hizumi, y la mujer se quedó de brazos cruzados, juzgándolo con la mirada. Hizumi debía admitir que Kiyotaka le daba un poco de miedo, pero la esposa de este era mil veces más intimidante. “Vengo a pedirte un favor.”
“…No te voy a— Espera,” Shiki hizo una pausa. “Tú… tú debes saber.”
“¿Qué cosa?”
“¿Quién es Zushi? Si me respondes eso, puede que te ayude.”
“¿En serio?” La cara de Hizumi se iluminó.
“No, pero quiero saber quién es.”
Hizumi rodó los ojos: sabía que esa sería la respuesta de Ryougi. “Zushi es el hermano menor de Kanone.”
“…” Shiki se quedó en silencio, y luego soltó un suspiro. “¿Kiyotaka sigue con lo mismo?”
“No sé, la verdad. No estoy tan enterado de eso, ya no hablo mucho con él.”
“Si te dice algo, me cuentas.”
“Sure thing, sé que eres capaz de ponerlo en su lugar,” Hizumi le sonrió.
“¿Qué era lo que me ibas a pedir?”
“Quería preguntarte si sabías dónde estaba el hijo de la novia.”
“¿Ao?”
“Sí.”
Shiki arqueó una ceja. “…Está en la cocina embutiéndose pastelitos.”
“¡Perfecto!” Hizumi estuvo a punto de lanzarse a darle un abrazo, de pura alegría, pero se contuvo al recordar con quién estaba tratando. “Gracias, Ryougi.”
“…De nada, supongo.”

Hizumi le ondeó la mano y sacó su celular mientras se dirigía a la cocina, poniéndose a tipear en el trayecto.




 

   
       

Encontró a Ao sentado en una mesa dentro de la cocina, justo como Ryougi le había indicado. A su lado, justo como había imaginado, estaba Zushi, comiendo bocaditos junto a su amigo.

Dentro de la estancia, la música se escuchaba a un volumen muy bajo, de tal manera que se podía conversar con más facilidad. Hizumi se les acercó, y le tocó el hombro a Zushi, sonriéndole.

“¿Zushi, no?”
Zushi dejó el pastelito que tenía en la mano y lo colocó en la mesa. “¿Quién eres?”
“Ah, soy Hizumi, amigo de Kanone.”
“¿¡Kanone!? ¿¡Sabes dónde está!? Nuestra tía murió y me dejaron con un pariente lejano y—”
“Tranquilo, tendrás tiempo de conversarlo con él. Está acá, en Japón.”
“¿En serio? ¡Por favor llévame con él!”
“Ese es el plan.”
“¡No puedo creerlo!” Zushi se veía al borde de las lágrimas.
“Qué cool que vayas a ver a tu hermano, Zushi.”
“¡Exacto!” Zushi le sonrió a Ao. “Te veo el lunes, Ao.”
Ao asintió. “Si quedan pastelitos, te llevaré.”
“¡Gracias!”

La puerta de la cocina se abrió, mostrando a Eureka y a Oikawa. Al reconocer a la chica, Zushi saltó de su asiento para saludarla, emocionado al verla de nuevo.

“¡Eu!”
“Wow, has crecido un montón, Zushi,” le sonrió la pelilila.
“¡Tu cabello es morado ahora!” Zushi la señaló.
“Ah, sí,” Eureka rio. “¿Te parece si te llevamos con Kanone? Esta súper preocupado por ti.”
“¡Tengo que explicarle tanto!” dijo Zushi. Su expresión, que hasta ese entonces denotaba alegría, se tornó un tanto preocupada. “Ah, pero no creo que Leorio me deje…”
“¿Qué?”
“Leorio es mi tutor, es un primo lejano,” comentó Zushi. “Me adoptó a la muerte de mi tía. Ella dijo que no quería que hablara con mi hermano porque era peligroso.”
“Mm, eso explica mucho,” observó Hizumi. “Pero Kanone debe verte y enterarse de eso.”
“¡Claro!” Zushi sonrió.
“¿Quién es Kanone?” le susurró Oikawa a Eureka, y esta le dio un codazo en el estómago.
“Ao, si te preguntan por mí…” Empezó Zushi.
“No te preocupes, ya veré qué se me ocurre. Anda con tu hermano,” Ao le sonrió.
“¡Gracias!”

Ao asintió, y Zushi se giró hacia Oikawa y Eureka. Junto con Hizumi, emprendieron su camino de vuelta a la pista de baile.

Ahora venía lo difícil: escabullir a Zushi fuera de la fiesta.
« Last Edit: May 19, 2017, 05:46:21 PM by Eureka »


Apple

Introducing new HiME finally


#8: the FOOL

Intro

El viaje a Tokyo fue desesperante. Le pareció haber estado en el vagón del tren por una eternidad a pesar de viajar en primera clase. Nunca había viajado en primera clase. Era un gusto que se permitió, tal vez para no sentirse tan culpable de haber peleado con su madre antes de, literalmente, haber huido de casa.

Había sido una decisión apresurada y estúpida. MUY estúpida de hecho, pero la tomo en un momento de enojo. Sentía que hasta el momento su vida era una farsa. Su madre había tomado decisiones muy importantes por las dos que a largo plazo solo la habían perjudicado a ella. Lo único que le daba un poco de confort era el sobre que tenia en las manos y que contenía información sobre una de las universidades más importantes de Japón junto con una carta de la directora pidiendo conocerla personalmente.

Antes tuvo mucho miedo de que la entrevista con la directora no fuera bien pero ahora que tenía dinero a su disposición se sentía valiente. Para alguien que vivió en una situación precaria la mayor parte de su vida el dinero era como una de esas drogas que da energía y valor.

Se lamento haber vivido como vivió hasta entonces. Pero había sido una niña y nadie la había dado ninguna opción. Su madre se había negado a hablarle de su padre y de el dinero que este les había enviado. 



Cuando aplico por una beca en Hanasaki, casi por broma, nunca creyó que la fueran a aceptar. No solo porque estudió y vivía en una insignificante prefectura en Fukushima, sino porque en su solicitud pidió una beca completa: alimentación y vivienda además de el pago de su matricula estudiantil, cursos, libros y otros materiales que necesitara. Desde que dejo el sobre con su solicitud en la oficina de correos estaba resignada a que no la aceptarían, pero su madre insistió en que lo hiciera ya que no perdía en realidad nada.

Kallen siempre tuvo buenas notas desde el kindergarten y se esforzó por ser buena en todo lo referente a la escuela además de que se convirtió en una excelente atleta. No quería causarle más problemas a su madre, ya que desde que su padre las dejo ella tuvo que ocuparse de todos los gastos del hogar y por ende tener largas jornadas de trabajo. Esa era una de las razones por las que quería ir a Hanasaki. Tenía fama de ser una universidad elite académica y socialmente. Muchos de sus egresados y estudiantes eran de familias importantes de todo el mundo, el tipo de gente con la que se debe hacer contacto para obtener un buen trabajo al salir de la universidad. Y aunque le daba miedo no encajar, supuso que al menos podría obtener una buena carta de recomendación de la universidad al terminar.

Aunque no la aceptaran ahora, se decía a ella misma, tarde o temprano iría a Hanasaki a estudiar arquitectura. Se propuso trabajar el año entero para ahorrar (en caso de que no la aceptaran ahora) y el próximo pediría una beca estudiantil que se limitara a cubrir sus gastos académicos. Con lo ahorrado encontraría un lugarcillo en Tokyo en donde vivir y se buscaría un trabajo de medio tiempo.  Total era joven, apenas había cumplido 18 años y sentía que le quedaba mucho tiempo para graduarse.

Pero ese plan no se llegaría a concretar. Unas semanas después de haber enviado su solicitud y a una semanas de ya empezadas las clases le llego un sobre de Hanasaki. El mensaje era ambiguo: su currículo estudiantil les interesaba al igual que su solicitud, sin embargo la directora estaba interesada en conocerla personalmente y entrevistarla antes de darle una respuesta definitiva además de que le tenía una propuesta para una beca "especial".

Y no solo eso. Bajo el sobre que llegó desde Hanasaki Kallen encontró otro del banco central de Tokyo. Usualmente ella no recibía ese tipo de correspondencia pero el sobre iba dirigido a ella. Se sintió como una niña traviesa abriendo el sobre a escondidas, sola en su casa mientras su madre trabajaba, pero era suyo así que no debería de haber ningún problema. De todos modos fue a su habitación y cerró la puerta con llave antes de leer la carta que dentro tenía otro sobre aún más pequeño.
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Kallen no se parecía en nada a su mamá. Ella era pelirroja y alta mientras su madre era bajita y de pelo castaño. Así que era natural suponer que ella se parecía a su padre. Según lo que le dijo su mamá, el se había ido tras el nacimiento de ella. Aparentemente no pudo soportar la presión de haber tenido un hijo sin antes casarse y se padre. Además de eso ella no sabia nada de el. Ni su nombre y nunca había visto una foto de el. Su madre parecía renuente a hablar del tema así que al cumplir unos 14 años Kallen renunció a seguir interrogándola y se olvidó de la idea de conocer a su padre alguna vez. Para ella el paso de ser un ser casi mitológico misterioso a un vacio en su vida que irremediablemente no sería llenado.

Por eso la primera reacción de la chica al terminar de leer la carta fue entrar en un estado de shock. Las primeras líneas de la carta la felicitaban por su cumpleaños número 18 y le informaban que de acuerdo a instrucciones que se les dieron ella ya tenía acceso a la cuenta abierta por su padre y puesta a su nombre de la cual su madre era la encargada hasta su cumpleaños 18.  También le enviaban una tarjeta de debito para que fuera más fácil para ella disponer del dinero. Lo siguiente solo era instrucciones de como utilizar la tarjeta, como activarla y otros pormenores.
Los ojos de Kallen se llenaron de lágrimas la segunda vez que leyó la carta. No podía creerlo ¡su madre le había estado mintiendo todos estos años! Su padre se acordaba de ella e incluso le había estado dando dinero a su madre para mantenerla ¡Quien sabe si incluso no quiso verla alguna vez!

Juntando todas sus fuerzas la chica llamo al banco. Al marcar el numero sus manos temblaban y cuando la operadora le contesto de dio cuenta de que su voz sonaba ahogada. Se identificó y pidió que le activaran la tarjeta de débito. La operadora la indico que tomarían unos quince minutos para que funcionara y le pregunto si necesitaba algo más.

-S...si. Necesito que me diga el nombre de la persona que abrió la cuenta- era una pregunta extraña  pero necesitaba saberlo. El nombre de su padre, la persona a quien había resentido toda su vida pero a la vez anhelaba conocer.

-Déjeme revisar por favor... bien según el registro la cuenta fue abierta por EXTASY-records-

Kallen se sintió un poco decepcionada. EXTASY-records era un sello discográfico muy grande que tenia bajo a su cargo bandas de visual-kei y j-rock. Probablemente tenía cientos de empleados entre músicos, productores, ejecutivos y personal. La chica agredió a la operadora, memorizó el la contraseña que estaba en el sobre donde venia la tarjeta y salió de su casa. Corrió hasta la tienda de conveniencia más lejana de su barrio para hacer tiempo a que se activara la tarjeta.

Tenía la intención de saber cuanto dinero tenia en la cuenta. Cuando llego a la tienda que tenia un cajero se las arregló para ver el saldo de su cuenta. Casi se va de espaldas. Con lo que tenia podía pagar dos años de universidad y vivir relativamente cómoda en Tokyo. No podía creerlo. Sentía que las mejillas se le calentaban y los ojos se le llenaban de lágrimas.
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Esa noche llego tarde a casa. Se había quedado en los columpios de un parque reflexionando sobre los acontecimientos de ese día. Cuando llego a su casa su madre la esperaba preocupada. Pero Kallen le informó de su descubrimiento y le reclamó por no haberle dicho sobre su padre. Su madre trato de justificarse diciendo que su padre se había ido cuando ella quedo embarazada y la había contactado hasta tres años después de habérselas cruzado por la calle. Aún así se negó a decirle su nombre a Kallen. Ella no lo necesitaba a el o a su dinero. Ella era solo su hija y de nadie más.

Furiosa Kallen huyo a su habitación. Se sentía traicionada y aunque estaba agotada no pudo dormir ni un poco. Espero a que dieran las cuatro de la mañana para meter en una mochila algunas prendas y objetos que tenían valor sentimental y salió por la ventana de su casa.

Nunca se había escapado antes, ni se había portado mal. Había sido una niña obediente, estudiosa y buena. El comportamiento de su madre no tenia excusa. Se dirigió a la estación del metro y tomo el primer tren a las cinco.

El viaje a Tokyo no duro más de una hora pero a Kallen le pareció una eternidad. Cuando por fin llego le asombro la cantidad de gente que había en la estación y arrastrando su pequeña maleta tomo el metro. Era difícil moverse por la ciudad con una maleta y sin conocer muy bien, apenas se iba guiando por google maps pero aún así le costo mucho encontrar Hanasaki.

   

Cuando por fin llego a la universidad tuvo un ataque de emociones mezcladas. Todo y todos parecían tan hermosos. Se sintió un poco intimidada de ser la chica nueva, pero se dio cuenta de que el semestre apenas comenzaba y debían de haber cientos de chicos nuevos sin contar con los alumnos que se habían transferido de otras universidades. Arrastrando su maleta recorrió los jardines y pasillos que se le iban haciendo eternos a medida de que avanzaba sin encontrar la oficina de la directora. 

Cuando por fin encontró el edificio de las oficinas de administración la invadió una alegría que no duro mucho  pues la oficina de Miranda estaba en el tercer nivel y el edificio era tan antiguo que no contaba con un elevador. Por más atlética que fuera, Kallen llevaba ya un par de horas arrastrando sus cosas de un lugar a otro y no había descansado desde el día anterior. Maldiciendo su suerte la chica empezó a subir con la maleta a cuestas.

-¿Necesitas ayuda con eso?-

Ella no se fijo en el chico que había entrado después de ella al edificio. Era alto y robusto, pero iba vestido de una manera refinada y su voz era amable. Parecía salido de una de esas universidades de la Ivy league. -Cl...claro- aceptó ella sintiendo que se sonrojaba. Nunca había estado frente a un tipo tan  refinado -Solo si no es molestia...-

-No, no es ninguna molestia. ¿Te acaban de transferir a Hanasaki?- el tomó la maleta y ambos empezaron a subir las gradas.

-No, en realidad vengo por una beca-

Al escuchar la respuesta de Kallen el chico la vio de reojo con una mirada que ella no supo interpretar bien. No parecía de desprecio ni nada por el estilo así que trato de darle muchas vueltas al asunto. -Ya-

-Soy Kouzuki Kallen- se presento ella queriendo romper la tensión.

-Perdona mis malos modales- el soltó la maleta para quedar frente a ella y hacerle una leve reverencia -Mi nombre es Athos de Sillègue. Llámame solo Athos, sin ningún apelativo como -san o -kun. Aún no me acostumbro a eso- finalizo sonriendo.

Quizás era el cansancio emocional y físico pero a ella le pareció la sonrisa más gentil y elegante que había visto en su vida.  El resto del camino a la oficina de Miranda fue una charla casual sobre el viaje de Kallen. Cuando llegaron la secretaria de Miranda, Ritsu, les dijo que esperaran en la recepción. Al parecer alguien ya estaba en la oficina de Miranda pero no tardó mucho, a los pocos minutos una rubia salió. Aunque tenía la rodilla derecha raspada y lucia cansada se veía muy guapa. A Kallen le pareció conocida pero no pudo preguntarle a su acompañante pues este se levanto y fue a saludarla. Intercambiaron unas palabras rápidamente y la chica salió de la oficina. Ni siquiera vio a Kallen. Mientras tanto Ritsu entro a la oficina a avisarle a Miranda de la visita de los chicos. La directora lo hizo pasar primero a el.

-Buenos días señor de Sillègue- Miranda estaba sentada frente a su escritorio. Athos la había visto pocas veces, pero la mujer siempre lucia elegante y serena. El se pregunto que tanto la cambiaria la cara con lo que estaba a punto de decirle.

-Buenos días señorita Lot-

-Toma asiento. ¿Asumo que vienes aquí para hablar de Minmay?-

-En realidad no...- el se sentó como le indicaron y saco una carta del bolsillo de su chaqueta -Hace un par de días me enviaron esto del departamento de investigación y desarrollo de Rizembool. Supuestamente era una entrevista con el nuevo psiquiatra de la universidad… un tal Aizen-

Miranda conocía bien ese nombre. Había sido un Rebel, y de los mejores (o peores según se viera), hacia ya un par de generaciones. No le gustaba recordarlo pero el se había encargado de asesinar a su HiME.  Lo último que supo ella de Sozuke Aizen fue que había ido a Rusia a sacar un doctorado y ella esperaba que se quedara allá.

-Bien... supongo que ya lo sabes Athos-

El chico asintió -Si. Me propuso se un Rebel... al principio no entendí de que hablaba pero no tarde mucho en conectar lo que el me decía con los rumores sobre las peleas con las estudiantes de Hanasaki... creí que solo eran chismes-

-Me temo que no. Pero si estas aquí es por que te negaste-

-Oui. La sola idea de participar en tal cosa me pareció absurda... ¿Por qué pelear? si hay problemas con Rizembool se podrían resolver por la vía legal-

-No es así de fácil- "Yo ya lo hubiera hecho así para evitarle la pena a todas esas chicas..." pensó Miranda -Estas preocupado por Minmay-

Athos pensó por un momento que eso era una pregunta pero sonaba mas como una afirmación. Volvió a asentir.
-Te pido que no te preocupes. Siempre hemos tratado de proteger a nuestros alumnos-

El chico parecía incrédulo y por un momento Miranda pensó que pediría transferir a su hermana a otra universidad pero el solo se levanto de su silla y se dirigió a la salida pero se volvió para preguntar:

-¿Sheryl es...?-

-¿Una HiME? Por supuesto-

Athos dio una pequeña reverencia antes de salir. Enseguida Ritsu entro avisándole a Miranda que Kallen le estaba esperando todavía.

-Hazla pasar por favor-


Sayi

Probaciones srsly

Esta semana es suicidio y nunca pensé que algún día diría ‘me identifico con el mono pedro’ BUT I MADE IT also que bueno que finalmente te apareces @Isumi -3- que el próximo fic no llegue en año y medio pls


Episode 15 — Codes and Keys (Part I)

Habían partido a las cuatro de la mañana, y para cuando el sol salió ya se encontraban en una carretera lejos del tránsito de la ciudad. La luz ya no permitía dormitar, por lo que Tsukino y Kano se habían dispuesto a armar una lista de todas las cosas que irían a hacer ese par de días.

Tras tanta anticipación y organización, y con Kaien recién llegado de Sídney, los Mio-Kurosaki finalmente iban rumbo al anhelado paseo en las montañas. La casa donde se quedarían pertenecía a parientes de Hiro, a quienes les había pedido el favor de ocuparla por ese fin de semana.

“Papá, ¿no podríamos haber ido en avión en lugar de manejar las seis horas?” Mascullaba Ichigo mientras intentaba acomodar su cabeza contra la puerta del coche. Un bache en la pista hizo que se diera un cabezazo y, hastiado, se limitó a enderezarse en su asiento.
“¡Vamos Ichigo! A ustedes les gustaba el viaje cuando eran niños” le recordó Hiroyuki desde el volante. Izumi le acercó la botella de agua a la boca y el pelinegro tomó un pequeño sorbo “Y no hemos ido en más de diez años, ¡deberías estar en modo nostálgico!”
“Tienes razón papá, la vista está muy simpática” comentó Kaien.

Ichigo le rodó los ojos a su gemelo.

“Ay tienis rizin pipi, li visti isti mui simpitiqui”
“Vaya, sabía que no eras madrugador pero…” rió Sayi, e Ichigo se encogió de hombros.

Kaien cruzó miradas con Sayi y le lanzó un guiño.

“Ah pero mira qué pena, el internet se me fue y ya no me carga Instagram…” lamentó Kaien en un canturreo, y la boca de Ichigo se volvió una tensa línea “Estamos yendo a un lugar tan apartado y, según leí, en las regiones más alejadas como A DONDE VAMOS no suele haber internet”
“…”
“Lo más seguro es que no tengamos internet TODO EL VIAJE”
“Es un lujo hoy en día, si me preguntas” comentó Hiroyuki “¡Disfrutemos desconectarnos un rato!”
“……”
“Ja ja ja, ay, cuánta razón tienes papá” celebró Kaien. Entonces el pelinegro deslizó su brazo hasta alcanzar a su hermano y lo empujó contra la ventana “¿VER-DAD-QUE-SI?”

Ichigo se aventó por encima de Sayi para alcanzar al pelinegro. Los gemelos empezaron a forcejear mientras Sayi se cubría la cabeza y se hundía en su asiento, intentando protegerse del fuego cruzado.

“DO YOU HAVE A DEATH WISH??”
“¡¿No deberías aprovechar para desconectarte un poco?!”
“Esto sí que es nostálgico, el asiento de atrás suena como a los viejos tiempos…” comentó Hiro por encima de la pelea. Entonces se dirigió a Izumi “Cuando ellos nacieron quería que les pusieran Caín y Abel, ¿verdad que hubiera sido perfecto?”
“¡Deténganse ya! ¡YA!” se quejaba Sayi mientras los gemelos seguían golpeándose como fuese por encima de ella “¡PAREN YA O USO MIS PODERES!”
“¡USA TUS PODERES! ¡USA TUS PODERES!” celebraron Tsukino y Kano.
“TODOS, CALLENSE LA PUTA BOCA O SE LAS ROMPO”

Tras la amenaza de Izumi el coche cayó en silencio, interrumpido solo cuando la pelinegra retiró una botella de pastillas de la guantera. Entonces se la aventó a Ichigo junto a un envase con agua.

“Tómate una de esas y vas a quedar privado al menos dos horas. Entonces ya estaremos por llegar” le ordenó, e Ichigo obedeció tan rápido que se atoró un poco al pasar la pastilla “El resto de ustedes: Calladitos y bonitos”

Ichigo demoró menos de cinco minutos en dormirse, para diversión de su familia, a ronquido abierto. Quizás gracias al exabrupto previo, las últimas dos horas fueron más llevaderas para el grupo. Y cuando el coche pasó por debajo del portón de la casona, la familia entera celebró lo suficiente como para despertar a Ichigo.

El mayordomo y jardinero residentes les dieron la bienvenida. Mientras las maletas eran llevadas dentro de la casa, Sayi notó lo diferente que era ese lugar a como se lo había imaginado. Estando tan dentro de las montañas había pensado encontrarse con algo muy autóctono, no obstante ese inmueble tenía una arquitectura muy extranjera. La fachada estaba recubierta con piedra, y pilares bocelados adornaban la entrada principal. Hiedra cubría las paredes, trepando hasta alcanzar el techo, y parecía que cada habitación contara con su propio balcón.

Al cruzar la entrada, Sayi sonrió con satisfacción al percatarse que el suelo, paredes y acabados eran de madera, dándole un toque muy cálido a la residencia. La decoración había sido meticulosamente elegida, la luz que se colaba por las ventanas creaba sombras muy apacibles, y la pelirrosa pensaba en lo mucho que le gustaría vivir en un lugar así.

Ichigo y Kaien habían visitado esa vivienda varias veces cuando eran niños, y si bien su última visita había sido hace mucho tiempo, parecían desencantados por el lugar a comparación de ella. Los gemelos acompañaron a Hiro e Izumi a guardar los víveres en la cocina, mientras Sayi se unía a sus hermanas a investigar el segundo piso.

“¡Cámbiame de habitación! ¡Ya pues!” le pedía Tsukino a Kano, pero la menor se había cruzado de brazos y estaba bien plantada en la puerta de su nueva recamara.
“Ni loca, mi cuarto es el único por donde se ve el atardecer”
“Ya pueeees”

Sayi pasó por sobre la discusión y ubicó una habitación disponible. La cama estaba tendida, el escritorio estaba pulcro y hasta se habían molestado en poner hortensias en el florero. La pelirrosa celebró la coincidencia, pues eran sus flores favoritas. Se hizo una nota mental de llevárselas consigo para presionarlas regresando a casa.

En la cama descansaba una frazada adicional y una bata de baño, y entonces Sayi recordó que habían unas aguas termales cerca a la residencia. Sus hermanas parecieron haberle leído la mente, pues con el litigio superado ambas se asomaron a su habitación.

“¡¡SAYI VAMOS AL ONSEN!!”

No recordaba la última vez que había ido a uno (de niña, seguramente) por lo que no demoró en recoger la bata junto a sus artículos de tocador para seguir a sus hermanas hacia el primer piso.

Pero apenas entraron a la cocina para invitar al resto, el mayordomo se disculpó y les entregó una invitación que acababa de llegar. Kaien la recibió, pues venía a su nombre.

Sayi observó al pelinegro romper el sello de cera y retirar la nota que guardaba el sobre. Era un escrito breve, y una vez terminado, Kaien sonrió apenado al notar la bata y el neceser en brazos de su hermana.

“El onsen va a tener que esperar” se disculpó “He sido citado con suma premura a la residencia de los Suoh. Ese sujeto no pierde el tiempo…”
Ichigo alzó una ceja “¿Quién?”

Kaien suspiró rendido.

“Tamaki quiere verme.”
« Last Edit: August 13, 2017, 02:13:49 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Bueno aqui dejo mi chafa aporte ;_;

Capitulo 20: “La prueba de Ai” part 2


Disculpa pero seria grosero de tu parte quedarte con bebidas que una dama ha pagado con el esfuerzo de su trabajo…-dijo quitándole las bebidas-

Oye…no sabes con quien te estas metiendo no??...- dijo con el ceño fruncido- estas tratando con un angel…-

Eh??...angel??...-mirandole con sorpresa- eres un angel…-

Tu eres un demonio? O un angel??...- con un movimiento rápido le quito nuevamente  las bebidas- no tienes el derecho de quitarle estos objetos a un angel…-

No entiendo muy bien lo que dices, pero tu eres el que no tiene el derecho de quitarme estas bebidas…-dijo dándose media vuelta- tendre que informar a los encargados del hospital que hay un chico problemático que coge las bebidas de otras personas sin consentimiento

No te atrevas…-solto las bebidas para tomar sus cintura y acorralarla contra la pared-si lo haces ten cuidado porque quizás saldrás perdiendo…niña tonta…-

La pelirosa al encontrarse tan cerca de aquel joven pelinegro de mal carácter que la tenia atrapada sin poder salir, lo único que atino es a temblar, estaba asustada, era la primera vez que alguien estaba haciéndole eso a ella-

Si eres un angel justiciero…entonces estas perdiendo el tiempo porque con solo esta acción que no es nada peligrosa estas que tiemblas de miedo como cualquier persona corriente…-suspiro pesadamente- pensaba que habia encontrado a alguien interesante…-miro a otro lado- que decepcion encontrar a una persona cobarde como tu…-

Yo no soy cobarde!!- dijo tratando de mantener la calma, ya que aquella mirada que el otro joven le dirigía era una mirada casi fría y sin vacilación a las cosas que decía-

Si lo eres…y tu semblante lo indica….- dijo para darle un golpe en la frente con uno de sus dedos- estoy aburrido…-bostezo- no se porque el idiota de Shun me dijo que encontraría a alguien interesante en este lugar…-se alejo de ella y dio media vuelta- te dejare libre por ahora porque no me llamas la atención ni para pelear…- empezo a alejarse del lugar no sin antes coger las bebidas y dejarlas a un lado-nos vemos….-

Ai cayo al suelo de rodillas para luego temblar asustada-Quien era ese chico???- cerro los ojos-Se supone que voy a dar la prueba Hime y no pude hacer nada ante esta amenaza???-se abrazo a si misma- no se si pueda hacerlo…tengo miedo …-

Ai-neechan es una persona muy fuerte…yo la quiero mucho…-

Ai dejo de temblar y alzo su mirada para observar que el pequeño Aki se encontraba frente a ella-

Aki-chan?? Te has perdido nuevamente??...-

El pequeño pelinegro se acerco a la pelirosa y le abrazo-Ai-neechan es fuerte porque protegio a Aki y a Yuuta-niichan…- dijo para aferrarse a ella-

Aki-chan….- abrazo cariñosamente al pequeño-muchas gracias por aparecer en estos momentos-

Si Aki-chan dice que eres una mujer fuerte, entonces lo eres…-aparecio Izumi que le miraba con una sonrisa- asi que no te preocupes por nada, aquí te apoyaremos los tres para todo lo que quieras!!...- le dijo para acercarse a ella y abrazarla-

Ai sintió el calido y sincero abrazo de Izumi, recordando los abrazos que su padre le daba cuando era pequeño

Gracias Izumi-san, ya me siento mejor…pero y ustedes que hacen aquí??

Vinimos a visitar a Yuuta, en realidad era lo primero que debíamos haber hecho, pero la felicidad de recuperar a Aki-chan lo hizo difícil…- riendo nerviosamente-

No se preocupen, Yuuta-kun esta bien en serio no queremos causarles molestias-

Las molestias son nuestras por todo lo que ha sucedido…- dijo apenado mientras cargaba a Aki-pero por ahora compremos algo para comer todos, porque somos varios no?? Que mejor que conversar tranquilamente teniendo el estomago lleno

Esto…Izumi-san saldré por un momento, podría decirle eso a Yuuta-kun?? Recordé que debo de hacer algo, pero volveré
pronto…- le dijo sonriéndole suavemente-

Deacuerdo, lo hare pero no demores mucho…-

No lo hare…-se acerco a Aki y le dio un beso en la frente para luego irse corriendo fuera del hospital-ire a Hanasaki y tomare la prueba ahora mismo, mientras que tenga el valor de hacerlo podre ser mas fuerte y saldré bien de esta prueba
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Al ver que Belldandy se encontraba completamente repuesta , Mayura finalmente decidio salir a caminar, llevaría a Flaffy consigo porsiacaso algo malo sucedia, mientras recordaba la conversación que habia tenido con Hajime

Es un hecho que debo de volverme fuerte, pero mientras que no conosca quien es el rebel a quien tengo que vencer estaría llendo al vacio…- se cruzo de brazos- tu que crees Flaffy??

La ovejita solo le miraba y movia la cola de un lado a otro

Tienes razón, debo igual de entrenar y si Hajime-san me esta ofreciendo su ayuda debo de aceptarla…-

Cuando de pronto tanto Flaffy como Mayura dieron un paso atrás junto cuando iba a caer sobre ellas un poste de luz y frente a ellas un gato negro se encontraba bostezando perezosamente

Es un gato malherido!!...-iba a correr a socorrerlo –

No lo toques!!!-

Pero ya era tarde, la pelirrosa estaba a unos centímetros cerca de él y aquel gato negro brillo y tomo forma humana de un joven de cabellos azulados, mirada perezosamente

Eh???¡¡¡ un Nekomata!!!-

Entonces si conoces de que clase es mi Kuro…asi podemos comenzar en cualquier momento…- apareció detrás del joven azulado uno de cabellos castaños, unos centímetros mas bajos que el, con una especie de escoba entre sus manos

Ustedes son??...- dijo la pelirosa mientras veía como flaffy se colocaba delante de ella-les advierto que no soy fácil de vencer si quieres pelear conmigo-

No te preocupes no hemos venido a pelear contigo, solo que el tonto de Kuro no sabe como hacer una aparición decente…-dijo el castaño de cabellos cortos con una gota en la cabeza-

Es porque me da flojera todo, hasta esto es una molestia para mi…-

Pero igual tienes que cumplir tu entrenamiento quieras o no…-

Esto…-

Ah! Es cierto…es hora de presentarnos…mi nombre es Mahiru Shirota…y este bueno para nada es mi compañero Kuro…-observando como el joven volvió a tomar forma de gato y colocarse sobre Flaffy- y hemos venido por pedido de Hajime-san para ser tus maestros!!-

Unos metros mas alejados se encontraban observando la escena Yuuto y Shun

Parece que Hajime ha empezado a moverse...tipico de él, por eso es mi gran rival.

Que tan peligroso puede ser Hajime Mutsuki? Shun??...-

Es muy peligroso...es lo unico que puedo decirte, pero sera divertido que tambien se involucre en esto-

Para que tu digas que es muy peligroso entonces debere ponerme en marcha para detenerlo...-

-------------------

Continuara


Deidara

caca y corto, pero no me da tiempo de acabarlo así que pronto el resto :< corto flash back

#12



Sus ojos estaban fijados en la barra que se encontraba a apenas dos pasos de ella. Su mirada llevaba clavada en ese mismo punto unos dos minutos – aquella barra, con dos platos de veinte kilos a cada lado. Como si simplemente con su mirada pudiese levantarla.

Apenas llevaba unas tres semanas en Barcelona, y podía contar con los dedos de una mano las veces que se había atrevido a abandonar el piso de su hermano. Tres semanas, desde que había puesto punto y final a su etapa como HiME, dejando Japón atrás. Tres semanas desde que habían desaparecido sus poderes, fuerza sobrehumana incluida.

Y por fin, en su quinta salida, había decidido hacer algo de provecho, y apuntarse a un gimnasio cercano de casa, porque sabía que no podía pasar el resto de su vida encerrada en el piso de su hermano.

Idea que pronto había descubierto que se había tratado de un error, nada más poner pie en la sala de pesas libres. Era primera hora de la mañana, sólo los más madrugadores encontrándose a esa hora en el gimnasio. Sabía, en el fondo, que a nadie le importaba lo que alguien como ella hiciese en el gimnasio. Cada uno iba a su aire, todos preocupándose sólo por lo suyo y nada más. Que Deidara era una cliente más, nada más.

Aun así, su paranoia aumentó, haciéndole creer que todos giraron sus cabezas al entrar Deidara en la sala. Que todos le observaban, que todos le iban a juzgar. Que se darían cuenta que algo iba mal, que Deidara había perdido su fuerza.


Colocó los dos discos a cada lado de la barra. Veinte, sumando un total de sesenta. Fue agotador, y acabó con la frente perlada de sudor. Y apenas había empezado.

Tras dos minutos observando la barra cargada, decidió armarse de valor, tratar de hacer un peso muerto. Para la antigua Deidara, aquello hubiese sido como levantar una pluma.

La nueva Deidara tan sólo pudo hacer una repetición, a duras penas, espalda curvada, teniendo que soltar la barra a final del camino porque la mala posición le estaba provocando un dolor insoportable en su baja espalda.

‘Mierda.’

No quería darse por vencida tan pronto. Pero tampoco quería engañarse. Ya no era la misma que era antes, sus poderes se habían esfumado. Era inferior, débil, una simple pequeña muñeca de porcelana.

“Las chicas no deberíais levantar tanto peso.”
“¿Perdón?”

Quiso creer que había escuchado mal las palabras que le habían dirigido. Se giró, encontrándose con un chico que como mucho, debía tener dos años más que ella. Apenas le sacaba media cabeza, el chico era moreno, hombros anchos, brazos enormes pero piernas que parecían patas de gallo. Deidara sólo podía imaginarse al desconocido trabajando sus bíceps las veinticuatro horas del día.

“Decía que,” señaló a la barra que Deidara había usado, “las chicas no deberíais usar tanto peso. Por eso apenas puedes con esa barra. No estáis hechas para eso, es biología.”
“¿Pero tú te escuchas cuando hablas?”
El chico rodó los ojos, sonriendo. Como si pensase que lo tozuda que estaba siendo Deidara fuese algo adorable. “Te recomiendo que no intentes levantar tanto peso, o acabarás con un cuerpo musculoso, y seguro que no te gustaría algo así. A los chicos no nos suele gustar eso. No te he visto antes por aquí, así que imagino que eres nueva. Si quieres, puedo enseñarte un poco el gimnasio, hay una sala con máquinas para las mujer—”

Deidara tomó aire, las palabras del chico entrándole por un oído y saliéndole por el otro. La antigua Deidara, la del pasado, aquella que había quedado atrás en Japón, habría apretado el puño y estampado en el rostro del desconocido para hacerle callar, demostrarle quién era allí la que mandaba. Pero la Deidara de Barcelona – la débil, la que no podría ganar ninguna batalla, la que tenía TEPT y otra serie de problemas emocionales que obviaba – no era así.

“Si no te importa, agradecería que me dejaras sola.”
“Escucha, guapa,” suspiró, “pero no ves que vas a hacerte daño…”
“Como no me dejes en paz ahora, llamaré al encargado.”
“Hey, vale.” El chico alzó las manos, dándose por vencido. “Así agradecéis las chicas de fuera un poco de ayuda… Supongo que las cosas en tu país son diferente…”

La pelirroja forzó una sonrisa, invitando al chico a marcharse. Cuando éste desapareció, pateó la barra, haciéndose daño en el dedo gordo del pie.

“Estúpido machista y racista gilipollas.”

No tendría la ayuda de sus poderes, pero no iba a darse por vencida.



*

Abrió los ojos, para instantes después cerrarlos inmediatamente. La luz era demasiado clara, sólo podía ver blanco cegador. Poco a poco, fue abriéndolos, y le costó un rato acostumbrarse a la luz del lugar. No tardó mucho en reconocerlo. Al fin y al cabo, había pasado en numerosas ocasiones por allí – la enfermería de Hanasaki, el lugar preferido para todas las HiMEs para pasar la tarde.

HiME. Uh, cierto. Casi olvidaba que había vuelto a tomar la prueba, y que, de nuevo, Deidara era una HiME.

Tres años más tarde – una huida  y una Barcelona de por medio, y allí estaba Deidara de vuelta. Irónico.

Y fue nada más volver a pensar en las HiMEs, que como por arte de magia, las voces que había escuchado poco después de acabar la prueba, volvieron. Esta vez, con menos intensidad. Eran demasiado altas, taladrándole la cabeza sin cesar, apenas permitiéndole pensar en nada más. Cerró los ojos con fuerza, deseando volver a dormirse. Una mano se posó sobre su hombro, forzándola a recostarse. Le pareció escuchar su nombre, alguien le estaba hablando, pero con tantas voces no conseguía diferenciar la voz que se dirigía a ella de las del resto. No sabía a quién pertenecía esa mano, pero se dejó llevar, porque en aquel momento no tenía mejor opción.

Volvió a caer rendida.

Volvía a ser HiME.


Ekha

Voy super mega atrasada en esta historia porque, con todo lo que había pasado por mi cabeza y mis propias conjeturas, no supe que escribir... Sigo sin saber qué hacer así que hice mi mejor esfuerzo para sacar algo por mientras y ver si toma forma poco a poco. 

Curiosamente sólo llevo un capítulo aquí y es el capítulo 0 XD esto va a estar de muerte. Btw, después de sufrir horrores con la musa llamada Y, decidí cambiar su nombre a la forma que se pronuncia dicha letra porque está de muerte encontrar diferencias entre los "y entonces" y los "Y decidió que..."


01 - ¿Me lo puede repetir?


Escuchar atentamente no implica estar sentada frente a la mujer que, a pesar de parecer jefa de la Institución, parece tener como mil actividades en la cabeza procesando. Bueno, a Wye le parecía seria y entregada a la tarea de explicarle por qué le habían invitado ese día a Hanasaki. Sí, Hanasaki era el nombre de la Institución. Había escuchado de ella, tal vez, antes de que decidiera dejar de estudiar un año por lo sano y dedicarse a actividades mucho menos desesperantes como seguir sus sueños de crear su propia editorial y cosas claramente inalcanzables.

Mientras la mujer hablaba, Miranda había dicho que era su nombre, Wye se encontraba mucho más atenta a su expresión y sus movimientos. No que pudiera leer mucho, no era su área de especialidad, pero notaba que no parecían súbitos. ¿A cuántas personas les habrá dado la misma plática?

Fue cuando su mente volvió al punto uno. ¿Por qué estaba ahí, en una Institución "fancy" escuchando a una mujer a la que no le podía seguir el ritmo de conversación? Miranda mantenía la mirada en ella mientras Wye simplemente la observaba, acostumbrada a sobrevivir a los sermones de su hermano mayor que, también por costumbre ignoraba cuando eran demasiado largos.

"¿Señorita Strauss?"

Ah, sí, HiMES, algo sobre la Institución, algo sobre... algo de escuelas.

"Le sigo, continúe", pudo notar que la mujer frente a ella no parecía muy convencida pero después de un momento continuó su explicación. Mejor para Wye, la conversación estaba en segundo plano en su mente. Su prioridad, su prioridad... ¡Ah, cierto!

Había ignorado la carta proveniente de Hanasaki. No había sido relevante en ese momento de su vida, ¿Qué clase de escuela demente buscaría a alguien como ella para unirse? Debía ser un error. Bueno, confirmado que no lo era, esa mujer estaba intentando convencerla de algo.

Inscribirse en la institución era obvio. Referencias enormes y cosas  así. Su hermano mayor incluso la había llevado hasta la puerta misma de la dichosa escuela, lo que la hizo preguntarse qué tanto interés tenía su hermano mayor en ello. No en la escuela pero la institución en sí quizá tendría algo…

“Me gustaría escuchar tu opinión al respecto.”

Wye salió de sus pensamientos, eso definitivamente no lo había escuchado. ¿Algo sobre proteger? ¿Algo sobre otra institución? Definitivamente debió haber prestado más atención.

“Realmente no sé… qué clase de opinión dar al respecto.”, dijo evitando la mirada de la directora. La mujer suspiró, rendida, sabía que no había prestado atención en lo más mínimo, Wye estaba segura que eso era. Había hecho su mejor cara de ‘te escucho, sigue sermoneando’ pero al parecer no había funcionado.

“Es comprensible, no es una decisión fácil considerando la situación entre ambas escuelas y el riesgo que conlleva. Aun así me gustaría que lo tomase en consideración y aceptara nuestra propuesta. Tenemos todo preparado para el siguiente paso.”

Hay que saber arrepentirse de las cosas.

Lo siguiente que supo Wye es que aceptó porque, ¿por qué no? Su hermano la había obligado a llegar a la cita, ¿No? Seguramente la quería de vuelta en clases. Volver a clases significaba dinero del fondo de ahorro en sus manos así que no había mucha pérdida en eso. Si era mala, era mala y podía  darse de baja cuando quisiese.

Lo que no se esperó fue terminar en un ¿Gimnasio? Enfrentándose a lo que parecía su hermano mayor con un par de pistolas apuntando directamente a su cabeza, correr y escapar por su vida mientras le gritaba lo mucho que iba a arder en el infierno por eso y, de la nada, después de gritarle mil veces que se detuviera, que era su hermana y un sin fin de cosas, entre ella “Ojalá y muerdas el polvo”, como si hubiese sido empujado de la nada, el hermano mayor maligno que había estado atentando contra su vida como nunca antes lo había hecho, terminó en el suelo, sin posibilidades de levantarse.

En el libro de récords de su vida, este era el más extraño: Escuela de Gente Psicópata. Nota extra: no hacer enfadar a L-elf, a su clon, su Shadow o lo que fuera esa cosa a los extremos. El original y sus clones son igual de peligrosos y cabezotas.


-----------------------------

Un año en esa institución y se encontraba absolutamente harto. Tenía sus razones para estar ahí y se las tenía que recordar mentalmente cada vez que caminaba por el pasillo y alguien le señalaba a esa persona que le hacía arder la boca del estómago sólo con verle.

“Hey, escuché que las asignaciones ya estaban planeadas”
“¿Ah?”, al menos tenía a un idiota a su lado para distraerle de su odio.

“Mithos, ¿En serio estás prestando atención?”
“Si lo estuviese haciendo te habría entendido”.

“...”
“...”

“¿Le viste de nuevo?”
“Cierra la boca.”
“Hah, si sigues así, seguramente terminarás con una úlcera. Supéralo.”
“Como si fuera algo que valiera la pena superar. Estoy bien, un día le daré una paliza que no olvidará.”
“La venganza no es buena…”
“... ¿En serio me vienes con eso ahora y en este sitio? ¿En serio?”
“... buen punto, ¿Vamos a entrenamiento?”
“Cualquier cosa es mejor que seguir como idiotas en el pasillo.”
"Hey, ¿Y qué pasó con las asignaciones?... ¿Mithos? ¡Oye!"

Mithos comenzó a caminar en sentido contrario al que originalmente iba. No tenía ganas de encontrarlo hoy. No iba a encontrarlo hoy así que no importaba si perdía un par de clases.
ʎɐpoʇ ǝƃɐd ʍǝu ɐ ƃuıuɹnʇ


Sayi

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito al tema en el foro de planeación. Quiero agradecer a todas las gheis que participaron en la actividad de lectura y comments ;D Espero que esto nos anime a seguir participando en el fic y estar al tanto de las historias de las demás <3

¡Se vienen eventos pronto así que a echarle ganas!

Y sin más preámbulos~



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Now, let's carry on with those big HiME dreams...
« Last Edit: August 13, 2017, 02:16:03 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Empieza el mes~ tengo mucho que escribir *dreads the new semester* Luego continúo la última escena porque me pasé de palabras (...)

Como siempre, muchas gracias Sayi por los icons~

21


Ya se había hecho de noche, pero todavía no terminaba de completar su reporte para informar a sus clientes sobre su más reciente avance en la investigación. Había sido un día largo y lleno de movimiento, pero pudo lograr obtener la última pieza clave de lo que fue una investigación de varios años, para un caso que habría sido abandonado por muchos otros en su profesión. Pero no por él, quien comprendía a experiencia propia lo vital que era encontrar respuestas, más aun cuando se trataba de un caso que envolvía a toda una familia.

“Señor Dojima,” una secretaria entró a su despacho, llamando su atención.
“Dime,” él se detuvo momentáneamente para atenderla.
“He enviado las muestras al laboratorio y acabo de recibir la confirmación de recepción. Ellos aseguran que tendrán los resultados en cuestión de pocos días.”
“Muchas gracias, esperemos que sea así. Lo último que necesitamos es más suspenso innecesario,” él dio un corto suspiro, y al respirar con alivio, le sonrió un poco. “Buen trabajo. Por favor mantenme al tanto de los reportes del laboratorio.”
“Por supuesto, con permiso,” la secretaria asintió y se retiró con rapidez, para dejar a su superior continuar con su reporte.

Este continuó escribiendo por un rato más en su computadora de escritorio hasta que terminó con su reporte. Se dedicó a leer el resumen de su labor del día, y se dio una pausa para descansar sus ojos y también analizar su propia labor. Lo que había necesitado hacer para completar con su investigación sobrepasaba un poco la ética y los límites establecidos de su carrera, pero para su pesar, sus clientes no le habían dado opción. Habían sido muy explícitos al pedirle que se corrieran las pruebas de ADN sin el consentimiento ni conocimiento de la persona estudiada.

Ello llevó al detective a quedarse al asecho, y fue recién en el presente día en el cual se le presentó una oportunidad ideal para obtener las muestras necesarias para culminar con su más reciente investigación. Ocurrió un evento bizarro, uno relacionado a un ‘secreto’ entre dos instituciones ya ‘familiares’ para él, para su pesar, lo cual resultó en darle una ventana de acceso para acudir a aquella persona de interés y tomar un ejemplar de su ADN en pleno reposo luego de una trágica caída que por poco y pudo haberle matado, y acabado brutalmente con la ardua labor del detective.

Por sus tan intensos y ‘necios’ estudios de casos que muchos otros detectives darían por inconclusos, Dojima se había vuelto en un profesional con gran renombre. Si bien en un inicio de su carrera le trajo problemas con sus más prácticos superiores, luego de resolver unos casos fríos de gran interés, ganó la suficiente fama como para mantenerse en su puesto a pesar de muchas veces tener que actuar por su cuenta. Claro, su especialidad solía darle casos difíciles, aunque ello significaba el apoyo de diversos ‘clientes’ que frecuentemente acudían directamente a él para la investigación de los casos más bizarros, a cambio de generosas remuneraciones tanto para él como para todo su departamento policial.

Y ese era uno de esos casos, uno de casi dos décadas de edad, todavía no resuelto y que había llevado a Dojima a distintos callejones sin salida por varios años, pero que luego de expandir su búsqueda múltiples veces, estaba seguro que se encontraba a punto de ponerle el sello de oro. No, se sentía más que seguro por cómo todo ese complejo caso había empezado a encajar perfectamente de manera casi dolorosa en aquellos últimos meses, pero las pruebas de ADN confirmarían todas sus sospechas.

Y su ‘cliente’, aquella digna, adinerada y famosa familia en Japón, finalmente podría ponerle fin a su interminable angustia, y dar con el paradero de una persona que había temido muerta por tantos años.

Sólo faltaba esperar un poco más…





Al terminar lo ocurrido en el museo, los estudiantes provenientes de Hanasaki fueron de regreso a esa universidad. El retorno fue mayormente silencioso e incómodo para todos, y luego de tener un inquieto almuerzo dentro de la universidad, decidieron que irían a hablar sobre el asunto con más calma en la casa de Cho y Roxas. Suiseiseki se disculpó al tener otros asuntos pendientes ese mismo día, al igual que Hinata, quien debía ir a entrenar con su equipo al estar esperando el amistoso contra Rizembool.

Se compraron bocadillos en el camino y la tarde se pasó con leves comentarios superficiales para despejar la tensión vivida y subir los ánimos a los más afectados, y para cuando cayó la noche, se decidió de forma casi unánime que era momento de hablar sobre lo ocurrido y dejar las cosas en claro.

Todos se encontraban en la sala, luego de que Cho sirviera los bocadillos en fuentes junto con Osaka, y Hotaru trajera el agua recién hervida para quienes habían optado por beber infusiones, aunque también había gaseosas para quienes no tenían esa costumbre. El alivio de una tarde en compañía y con el televisor prendido se esfumó ni bien las tres chicas se sentaron en los espacios disponibles de los varios sillones de la sala, porque era momento de lidiar con el tema frente a frente.

“Supongo… no hay por qué alargar esto,” Alexei sonrió suavemente, con paciencia. Entendía que era un tema muy sensible, pero precisamente por eso debían hacer el esfuerzo y por ello mismo decidió dar el primer paso. “Tanaka-san acaba de experimentar el primer ataque de su nuevo Rebel. Estos sucesos ya son familiares para la mayoría de nosotros, pero pienso que estamos en una edad y con suficiente experiencia previa para analizarlo debidamente. Por eso estamos aquí.”
“Ciertamente lo haces sonar muy simple,” Ryo sonrió, encontrando gracia en las observaciones del mayor.
“Para nuestro bienestar, debería serlo.”
“Es verdad,” Larsa asintió solemnemente y miró a su infusión emitir vapor de agua. Él tenía algo que aportar a la conversación, y sabía que normalmente sería el primero en tomar la palabra por su conocimiento sobre el Rebel, pero lo que los hermanos Tanaka habían experimentado fue bastante duro, y por ello merecían toda la atención. “Lo que ocurrió hoy… es lamentable, por decir poco. No creo que tuvimos otro evento similar en el conflicto anterior.”
“¿A qué te refieres?” Sora frunció el ceño. “Rebels atacaron todo el tiempo.”
“Sora…” Kytes le miró preocupado y luego bajó su mirada con incomodidad. No quería tener que decirlo pero parecía que su amigo no iba a entenderlo. “Nunca lidiamos con Rebels que dirigían su agresión a alguien más que a la HiME o al Knight. Y no fue simplemente agresión esta vez…”
“…” Roxas, cabizbajo, comprimió sus puños.
“Maldito Rebel cobarde…” Youmu seguía indignada. “Usando trucos así para no pelear directamente y poniendo trampas a todos… es un miserable…”
“Los Rebels siempre han tenido una forma más caótica de batallar, y esa debe ser la forma de este Rebel de pelear,” observó Hotaru, meditativa e incómoda. “No podemos juzgarlo por ser justo o no. Simplemente lo es, por más que no nos guste.”
“Debemos alegrarnos de que todos estamos bien. Ha sido un día difícil, pero me alegra ver que se encuentran sanos luego de lo que Komaeda ocasionó,” dijo Larsa a los hermanos, quienes seguían con sus miradas desviadas. “Lo más importante ahora es que reposen y se preparen. Y les pido que no internalicen lo ocurrido. Nada de esto es culpa de ninguno de ustedes, tampoco son responsables por lo que el Rebel cometió. Deben entenderlo bien.”
“…” Cho dio un suspiro, tratando de mantenerse fuerte, pero seguía afectada. Lamentablemente, no podía escuchar el consejo de Larsa, porque luego de todo lo sucedido en ese lugar y sobre todo lo relacionado a Roxas, sí se sentía muy responsable.
“Estoy de acuerdo. No quisiera que nadie vaya a asumir culpa o responsabilidad de lo ocurrido ni se vea muy afectado por este evento. Es el momento de fortalecernos,” dijo Alexei. “Pero antes de ello, creo que sería bueno sacar todos nuestros pensamientos sobre el tema sobre la mesa, ¿no les parece?”
“¿Eh?” Osaka se confundió.
“Tiene… sentido…” Reimu se puso a pensar. “Si alguien se ha quedado con pensamientos o inquietudes inconclusas, o si tiene algo que decir, creo que este es el mejor momento para ser sinceros y mencionarlo. Sólo espero que no vaya a surgir ninguna discusión…”
“De darse es porque se debió dar, al menos así lo veo,” opinó Alexei.
“Algo que decir…” Kytes se desanimó por aquella sugerencia del mayor. No le parecía una mala idea en caso de haber algún tema pendiente… pero desde su punto de vista, deseaba que nadie tuviera asuntos pendientes con la situación. De haberlo, ello significaría que sí había sentimientos de culpa, remordimientos o demandas de un evento que ninguno hubiera podido evitar…

Todos se quedaron en silencio, pensativos como quienes revisaban sus propios pensamientos, y, eventualmente, se comenzaron a dar comentarios.

“Yo tengo algo,” Tomo levantó un poco su mano, y terminó por apuntar acusatoriamente a Osaka. “¿Por qué demonios accediste a ocultar la identidad de Komaeda pese a ser un pedido tan raro?”
“¿Eh? P-pues…” ella bajó su mirada y juntó la yema de sus dedos. “Yo… no pensé que esto iba a ocurrir…”
“¡Pero es raro! ¿Y nunca te diste cuenta que Komaeda es un chiflado? ¡Presta atención de una buena vez!”
“Tomo, no es necesario que recrimines a Osaka, por favor,” le suplicó Hotaru. “Estoy segura que Osaka no se habría dado cuenta de las intenciones del Rebel, tú la conoces bien.”
“¡Aun así!”
“Además todos los que lo conocíamos en cierta forma terminamos por hacerle el favor a Osaka de guardar el secreto también,” la pelinegra bajó su mirada. “Lo hicimos por Osaka porque es nuestra amiga, pero nosotros que teníamos más idea de que Komaeda era una persona sospechosa tenemos más responsabilidad.”
“…” Tomo frunció el ceño, no convencida.
“No es para asignar culpas, porque estoy convencido de que Komaeda sabía exactamente lo que estaba haciendo y precisamente se aprovechó de su amistad con Osaka para causar esta gran falta de comunicación porque sabía cómo todos a su alrededor iban a actuar,” declaró Larsa, con firmeza.
“¿Hablas en serio?” Sora se inquietó. “¿C-con qué clase de Rebel estamos lidiando?”
“Los Rebels no son sólo del tipo agresivo y destructivo, también hay los estratégicos. Creo que Tomaj y Shinkouhyou nos lo han demostrado en el pasado,” observó Alexei, con completa tranquilidad.
“C-cierto,” Kytes se incomodó. Lo sabía muy bien. Hubo otro corto momento de silencio, el cual Youmu cortó.

“Cho…” la peliblanca se mostró incómoda y algo culpable de tener que decirlo, pero debía ser perfectamente sincera. “¿Por qué seguiste a Komaeda a un área del museo bajo remodelación sin avisar a nadie y sin tomar precauciones? ¿Acaso no habías comentado en algún momento que te resultaba una entidad sospechosa?”
“Ehh…” la peliceleste se afligió y tembló ligeramente. No tenía ninguna razón coherente dentro de su cabeza. “Y-yo…”

Cho pudo sentir todas las miradas sobre ella, acompañadas de un silencio abrumador. Hasta pudo notar cómo su hermano le estaba mirando de manera tan inquisitoria como los demás presentes.

“Y-yo… n-no, no puedo explicarlo…”
“¿Por qué no?” preguntó la peliblanca, con incomprensión. “Éramos un grupo grande y todos aquí estamos para apoyarnos mutuamente. El Rebel estaba tomando acciones extrañas bajo pretextos sin sentido como hablar con los remodeladores y ni te molestaste en llamar por ayuda. ¿A qué se debe eso?”
“…” curiosamente, las palabras de Youmu inspiraron una respuesta un tanto instintiva y apresurada, pero que en ese instante tuvo un gran peso interno. “Youmu… de estar paseando un día con tu señora y otras personas allegadas a ti que no están involucradas con Hanasaki, y te encuentras con un peligro inminente de tu enemigo personal… ¿llamarías por ayuda y los pondrías a ellos bajo riesgo?”
“…” Youmu se sorprendió un poco, y terminó por desviar su mirada. “No… pero si tú hubieras estado conmigo, te habría llamado, porque eres una HiME también.”
“Youmu… yo ni fui capaz de hacer eso…” fue una respuesta puramente honesta, por más difícil que le resultó, y que traería más opiniones personales.
“¿Esto surge porque somos HiMEs distintas y porque nos corresponden distintos Rebels? ¿Aun si estabas caminando a una trampa?” Youmu negó. “Cho, de ser un enfrentamiento directo comprendería tu filosofía, pero esto no lo fue. ¿Hasta que punto las HiMEs estamos solas y debemos precipitarnos sin ayuda de nadie? ¿Cuál es la línea? ¿Cuándo huimos y cuándo peleamos irracionalmente? ¿Cómo fue hace tres años?”
“Y-Youmu-chan, suficiente por favor…” Osaka seguía mirando hacia abajo. “Entiende que no es fácil pedir ayuda. Menos si eres una HiME. Yo… lo sé muy bien… tuve la suerte de que Hotaru-chan y Roxas me ayudaran… pero nunca se los hubiera pedido… pero Cho no tuvo la misma suerte… y por eso mismo sé que tampoco lo pediría…”
“…” Youmu se detuvo al ver a Cho muy incómoda. Sabía que no estaba llegando a ningún lado. Dio un suspiro. “No lo entiendo…”
“Es normal. Cho tampoco podría estar en tu lugar. Nadie está correcto ni perfectamente bien. Es más cuestión de que somos personas distintas actuando frente a una situación comprometedora…” observó Hotaru. “Los demás detalles dependen de las circunstancias, y estas se dieron para favorecer al Rebel. Nada más.”
“P-pues…” Tomo se notó algo insatisfecha, y sintió leve cargo de consciencia por volver a tomar la palabra, pero pensó que era necesario sacárselo del pecho. “El punto de Youmu tiene sentido. Si las cosas estaban tan fuera de lugar, ¿por qué mejor no optaste por huir, Cho? Y yo sé muy bien que Komaeda te resultó sospechoso desde el inicio, ¿ah? Tampoco intentes venirte con la excusa de que Osaka y Roxas se llevaban bien con él. Tu prima es un cero a la izquierda que es bffs con Rebels y Princesses, hasta los tuyos. Y con Komaeda confirmo que Roxas ha sido amigo de dos de tus tres Rebels así que su censor también está averiado.”
“Cállate…” Roxas le miró de soslayo, con amargura.
“…” Cho dejó caer su cabeza hacia delante, agotada. No le estaba gustando ese interrogatorio en lo absoluto. “¿Cuál era el punto?”
“¿Eh?” Tomo se desconcertó.
“¿Por qué voy a huir si sé lo que me está esperando? Si eso no ocurría en el museo, iba a suceder en otro momento. Iba a haber otro plan, con o sin ustedes, en Hanasaki, en Rizembool, en donde sea…” Cho sonrió con ironía. Lo encontraba muy gracioso. “Hubo algo extrañamente ‘cómodo’ y certero en ese instante. Ya no hubo misterio sobre quién era mi Rebel, no hubo incertidumbre, la espera había terminado… y aun en un museo y un lugar público, todos ustedes estaban lejos, y yo frente a mi enemigo sin nada más que meditar. ¿Es… tan raro que haya optado por hacerle frente ahí? ¿Estoy tan mal por haberme apartado de todos y enfrentarme a lo desconocido?” entonces, ella comprimió sus puños y comenzó a llorar en silencio. “Sí estuve mal, ¿cierto? Por lo que pasó… por… ponerlos a todos en peligro… sí estuve mal, ¿no es así?”
“Cho…” Reimu negó y le miró decidida. “No entenderé tu punto de vista completamente, pero es evidente que ya lo habías pensado bastante. Y sé que de haber estado en tu situación, hubiera hecho exactamente lo mismo. De detectar peligro, como una HiME, hubiera ido detrás del culpable y le hubiera hecho frente. Y no es por ningún motivo sacrificado o ‘heroico’, es simplemente porque me conozco y sé que eso haría. Y como ya dijeron, todo el tema está fuera del alcance de una sola persona. Puede que tu forma de actuar hubiera salido bien o mal. No lo sabías, tampoco podías decir si tu Rebel lo había pensado bien o estaba siendo imprudente. No creo que estés bien ni mal, a eso me refiero.”
“…” Cho se quedó en blanco.
“Además ya debes estar acostumbrada a que Tomo es una pesada antagonista que sólo le gusta meter cizaña y por eso mismo hay que ignorarla.”
“¡O-oye!” reclamó esta.
“Concuerdo con Hakurei-san,” Larsa asintió. “Yo habría hecho lo mismo también, tanto por hacerle frente, como por no haber llamado por ayuda. Así de simple, no hay por qué sobreanalizarlo.”
“Okay, te voy a parar ahí,” Sora miró a su amigo con reproche. “¿De estar en peligro en verdad no llamarías por ayuda? ¿Cuál es tu problema? Así sólo irías causando incomodidades a otros, freaking spoiled Brittish brat.”
“No olvides que estamos viendo el tema de Cho, por favor,” Ryo sonrió algo entretenido.
“Ha sido suficiente, ¿no lo creen?” preguntó Kytes, inquieto. “¿Ven que sólo andamos comentando diferencias de pareceres y que no estamos resolviendo nada? Por favor, somos amigos, y es en estos momentos en que no importa si tenemos la razón o si actuamos bien o si algo se hubiera podido hacer diferente…” él llevó sus manos a su pecho. “En verdad me asusté mucho por lo que ocurrió, y ahora por encima de todo me alegro de estar aquí con ustedes, y de saber que ni Cho ni Roxas sufrieron daños serios. Tenemos que apoyarnos, por eso estamos aquí, y hay que hacerlo cuanto antes.”
“Sí, estoy de acuerdo,” Osaka asintió repetidamente, movida por las palabras del menor. “Muchas gracias Kytes, sé que no lo hubiera dicho mejor.”
“Nunca habrías dicho algo remotamente-AHH” Tomo comenzó pero recibió un codazo justiciero de Reimu.
“Ya has hablado mucho por esta noche,” le recriminó, mirándole de reojo.
“Ahora que todos estamos en el mismo lugar del asunto, nos vendría bien analizarlo,” Alexei miró a Larsa. “Mencionaste que conocías al Rebel. Creo que es importante saber más sobre él ahora.”
“De todos modos. Comprender sus pensamientos podría ayudarnos a saber cómo lidiar con él en el futuro,” observó el exRebel con paciencia. Era momento de explicarse. “Komaeda es el heredero de una familia asociada a Rizembool. Es proveniente de Japón, pero hace años estuvo viviendo en Inglaterra y los dos como allegados fuimos al mismo colegio. Dakki y Kibi también lo conocen por la cercanía.”
“¿Entonces él también fue entrenado para ser un Rebel?” preguntó Ryo. Vio que Larsa asintió.
“A diferencia de mí, él estuvo cometido a ser un Rebel desde que tenía uso de razón. Por la estrecha relación de su familia con Rizembool, siempre me comentó que era su lugar en la vida para seguir con el legado de sus padres de la mejor forma posible.”
“¿Pero qué clase de padres tendrá para ser tan chiflado?” preguntó Sora.
“Pues… sus padres fallecieron a muy temprana edad, así que Komaeda nunca tuvo ningún familiar cercano, sólo sirvientes. Imagino que esa es la razón por la cual es tan individualista y cerrado, con sus propias ideas.”
“Hm…” Kytes asintió. “Lo lamento por él.”
“N-no andes defendiendo al diablo aquí, recuerda el motivo de este focus group,” dijo Tomo, con leve impaciencia, mirando con leve aprehensión a Reimu por si esta le iba a mandar otro codazo.
“Pero…” Youmu frunció el ceño. “Si él siempre ha querido ser un Rebel, ¿por qué no lo fue la vez pasada?”
“Porque Komaeda tiene un cuadro psiquiátrico severo, el cual asumo que ha podido controlar un poco mejor con el paso de los años,” comentó Larsa. “Nunca fui muy cercano a él, pero sí escuché rumores, y si no me equivoco, sus doctores en Inglaterra le dijeron que no podría soportar el estrés de ser un Rebel durante sus años de secundaria. Puede que se haya vuelto más prudente, o que Rizembool simplemente reclutó a todos los interesados, pero es importante que sepan este detalle, porque es su cuadro lo que le hace muy impulsivo e impredecible,” bajó su mirada. “Estoy seguro que de ahí partió su repentina idea de lanzar a Roxas.”
“…” Roxas se tensó.
“S-sí me dio la impresión que se vino con ese plan de la nada…” Cho habló con nerviosismo. “También… cómo reaccionó luego de que Youmu le rescatara… rió como un maniático, con una mezcla enferma de emociones… f-fue intenso para él también…”
“…” Osaka se estremeció.
“¿Cuál es el diagnóstico de Komaeda?” preguntó Hotaru.
“Él padece de demencia frontotemporal,” contestó el exRebel. “Y también debo informarles que Komaeda es una persona sumamente inteligente. Fuimos rivales académicos, pero a diferencia de mí, él no necesitaba estudiar intensamente para sacar buenas notas, y tiene una gran capacidad para aprender. Además podrá ser socialmente deficiente, pero sabe cómo predecir y tratar con las personas cuando tiene un plan en mente.”
“Oh crap, o sea que Cho ahora tiene que lidiar con un demente inteligente y certificado, of course,” Tomo negó y sintió otro codazo. “AHHH.”
“Pero todo el tiempo, Komaeda se expresó con gran devoción de Hanasaki y las HiMEs. ¿De dónde parte ese sentimiento?” preguntó Reimu. “¿Acaso estuvo mintiendo? Su patetismo parecía auténtico.”
“Es posible que lo sea…” Larsa negó, sumamente frustrado. “Sólo porque él tiene admiración hacia las HiMEs no quiere decir que no sienta lo mismo por los Rebels. A mi parecer, Komaeda exalta la guerra entre Hanasaki y Rizembool porque es única y tiene mucho ‘potencial’ que ofrecer. Debe saber que todos los envueltos se sacrifican y tienen mucho que perder, y es por ello mismo que admira a las HiMEs y los Rebels, porque se sacrifican por un bien mayor.”
“¿De qué demonios hablas?” Sora frunció el ceño. “Esta guerra es una locura.”
“Es así cómo lo ve Komaeda. No podemos negar que por la rivalidad, tanto Rizembool como Hanasaki han logrado maravillas inigualables en comparación con otras instituciones, además que esto mismo se ha visto frenado y olvidado en los tres años de ‘paz’ que hubo, principalmente en Hanasaki. Para él, todas las herramientas y tecnologías valen mucho más que el bienestar de las personas fuera de la guerra.”
“…” Youmu le miró con reproche. “Es un pensamiento enfermizo.”
“Estoy seguro que muchas personas en Rizembool piensan de manera similar, sobre todo los científicos y los superiores, pero también debe haber Rebels que comparten la misma idea. El caso particular de Komaeda es que no parece necesariamente motivado a ganar siempre y cuando Hanasaki demuestre ser superior a Rizembool, y para ello no le molesta ser un obstáculo o una traba en el camino…” Larsa negó, cansado. “Tan fanático e irracional como es de esperarse…”
“Me sorprende que sepas todo esto,” comentó Ryo.
“Pues, Komaeda es una persona que no para de hablar cuando se inspira. Le he oído más de lo que quisiera…”
“Entonces…” Roxas tomó la palabra, y miró con pesar cómo todos le observaron luego de haberse quedado mayormente callado en la conversación. “¿Cómo… cómo podemos pelear contra él? ¿Cómo le derrotamos?”
“Él es débil físicamente. No tendría oportunidad en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, pero…” miró fijamente a Roxas. “Atacarle directamente tampoco es una buena idea. Komaeda conoce muy bien sus debilidades y tiende a tener planes para resguardarse. Lo ha demostrado en esta pelea.”
“…”
“Sonará demandante de mi parte, pero primero se debe intentar ganarle en estrategia. Necesitarán sorprenderle y salirse de sus expectativas. Por su forma de ser, si algo le impacta emocionalmente, es posible que se desestabilice y baje sus defensas, aunque también puede ser riesgoso apuntar a ese escenario.”
“…” Cho asintió. “Hasta que no lo conozca bien… no tengo de otra. Tendré que mantenerme a la defensiva.”
“Eso me parece lo mejor,” Alexei asintió. “Sigue siendo demasiado impredecible.”
“Por el bienestar de todos ustedes, no se metan con Komaeda,” estresó Larsa. “Dudo mucho que él tenga intenciones bélicas más allá de su rol como Rebel, pero traten con él con mucho cuidado. No dejen que los convenza. Y por encima de todo, no busquen pelear contra él. Esto va para todos en general, ya que aquí la única persona que tiene la labor de lidiar con él es Tanaka-san. Los demás deben mantener su distancia.”
“N-no tienes que decírmelo,” Tomo negó con leves nervios. Había escuchado bastante.
“En verdad aprecio que nos hayas dicho todo esto,” dijo Reimu.
“S-sí…” Hotaru asintió, cabizbaja. “Por favor… hay que prometer mantenernos juntos para hablar las cosas de esta manera, tanto por Cho como por Youmu.”
“De todas formas,” Sora asintió, convencido. “Hemos estado unidos la vez pasada y esta no tiene por qué ser diferente.”
“Gracias… muchas gracias a todos…” Osaka se levantó y dio una pronunciada reverencia. “Significa mucho para mí que estén aquí.”
“N-no, no nos agradezcas. Nosotros estamos felices de hacerlo,” contestó Kytes.
“Parece que los ánimos están subiendo,” Ryo sonrió. “Es un buen momento para comenzar a comer los bocadillos, ¿no lo creen?”
“A estas alturas, un poco de comida sí nos vendría bien,” opinó Alexei.
“Ah, finalmente,” Tomo dio un suspiro. Le había costado restringirse por la tensión global de todos los presentes.
“Sería lo mejor. Lamentablemente, tengo que retirarme dentro de poco,” dijo Larsa. “Hay algunos asuntos que debo atender.”
“Sí se está haciendo tarde, y debo estudiar para un examen el lunes…” dijo Kytes, algo apenado.
“Seguro que has estudiado toda la semana ya, date un descanso,” se quejó Sora.
“Algunos tienen costumbres distintas, Sora,” Ryo sonrió. “Pero ha sido agradable, y que esta sea sólo el comienzo de más reuniones.”
“Cierto,” Hotaru asintió. “Lamentablemente, mañana me toca asistir en un evento de donación de sangre en la ciudad, así que no puedo quedarme más tiempo. También sé que ustedes irán a limpiar el templo. Prometo que les acompañaré en otra ocasión.”
“Lo mismo digo,” Youmu desvió su mirada. “Ya me aparté de mi señora demasiado tiempo.”
“No te preocupen, visiten cuando puedan,” Reimu sonrió. “Aprecio mucho sus intenciones.”

El grupo de amigos se dio el gusto de comer los bocadillos y tomar sus bebidas predilectas, para acompañarse un poco más antes de partir caminos. La conversación se aligeró luego del análisis del evento de la tarde, y con el asunto atendido, todos se encontraban de mejor humor, pese a que todavía quedarían secuelas por un tiempo.


Pasaron unas horas y la reunión se terminó. Al ser muy tarde, Reimu aceptó quedarse de huésped al igual que Tomo (quien de todas formas se quedaba con frecuencia sin ser invitada. Cho también invitó a Alexei, quien se apuntó a la limpieza del templo con mucha voluntad, y algo de culpa al no haber tenido tiempo de atender la edificación desde hace meses.

“Gracias nuevamente por permitirme pasar la noche aquí,” agradeció el pelimarrón, sonriendo con modestia.
“De nada, más bien… siento que tengas que dormir en la sala…” Cho dio un suspiro. “Esta casa es enorme y tiene varias habitaciones, pero la gran mayoría se encuentra sucia y descuidada, además que pronto nos estamos mudando.”
“¿En serio?” Alexei se sorprendió.
“Ah, verdad, supongo no te lo había dicho…” Cho desvió su mirada. “En parte no quisiera ya que esta es la casa de mis padres adoptivos y me trae recuerdos cuando ellos seguían con vida y el lugar era mantenido… pero la herencia que nos dejaron no nos durará mucho tiempo más, y nos conviene vender el lugar y buscar una casa más pequeña y cercana a Hanasaki…”
“Lo entiendo,” él asintió. “Siempre es duro marcharse y dejar algo atrás, pero míralo como una buena oportunidad para ustedes y un cambio positivo en sus vidas. De todos modos, los recuerdos están presentes dentro de nosotros. Me alegra ver que sigues unida con tu familia y que seguirán juntos en su nuevo hogar.”
“C-cierto,” Cho asintió con leve incomodidad. Pensar en su familia, luego de lo ocurrido ese día, le daba sentimientos encontrados. Les iba a poner en un gran riesgo, especialmente por el Rebel que le había tocado.
“Ánimos, Tanaka-san,” Alexei le sonrió. “Tal y como le dije, estaré aquí para apoyarla. Recuerdo que solía darle clases de equitación para facilitarle el manejo de su Child. Pienso que sería bueno retomarlo cuanto antes, además que estoy a su servicio para cualquier cosa que necesites.”
“Te lo agradezco mucho,” la peliceleste dio una reverencia. Aun no sabía si su mismo Child iba a regresar, pero si su ausencia en la batalla de ese día era algún tipo de indicación, probablemente seguía siendo el mismo. “Sólo espero no meterme mucho en tu horario. Sé que has estado muy ocupado.”
“La mayoría de mis deberes más importantes ya han sido completados, pero estoy envuelto en varios proyectos y en la preparación de mi tesis, aunque sé que me las puedo arreglar,” él asintió. “No te preocupes por mí.”
“E-entiendo…” Cho bajó la mirada. Se sentía un poco incómoda de preguntar, pero tenía curiosidad. “Ehh… esto sonará terrible de mi parte porque debería saberlo desde ya pero… ¿qué estudias?”
“Periodismo. Me interesa mucho el lado más crítico y analizador de la carrera, no tanto lo relacionado a noticias,” contestó. “Descuida, es normal que preguntes. Conociéndome, dudo que lo haya compartido mucho tampoco.”
“S-sí… aun así…”
“No te sientas apenada,” el mayor sonrió entretenido. “Vaya, esto es nostálgico. Siento que no hablamos desde hace mucho. Me alegro de verlos a todos y por ello sé que mañana será un día muy productivo y agradable. Pero debemos ir a dormir desde ya.”
“Cierto, se hace tarde…”
“Aunque antes…” Alexei se mostró un tanto apenado. “Siento que debo disculparme. Al inicio de la conversación sobre el suceso de hoy, por mi sugerencia, terminaste siendo el centro de atención y tuviste que lidiar con interrogantes más difíciles de las que esperé. Lamento haberte puesto esta carga en tus hombros. No fue mi intención.”
“No te disculpes, por favor,” Cho se alarmó. “Ehh… habrá sido incómodo, pero como HiME es algo que debo de asumir. También era necesario que todos compartiéramos nuestras inquietudes y… por más duro que pueda ser, es el momento de hacerle frente.”
“Ya veo…” Alexei asintió y se puso a pensar. “Es importante que lo veas de ese modo, y tus palabras tienen mucho sentido, pero si en algún momento algo te resulta difícil, no hay vergüenza e incomodidad que valga si necesitas dar un paso hacia atrás. Tu bienestar es lo primero.”
“Gracias…” Cho sonrió incómoda. Apreciaba sus palabras, pero algo en ella le hacía sentir que no se merecía tanta consideración. “Eh, creo que es momento de despedirme. Hay que descansar. Pero si los cobertores que traje no son suficientes, me puedes avisar. También… si hay algo que pueda hacer para acomodarte mejor…”
“Haha, sinceramente he tenido mucha experiencia de trasnochadas incómodas por mis estudios, así que dormir en este enorme sofá es un privilegio en comparación. Estoy bien, en serio. Ve a descansar tranquila.”
“C-claro, buenas noches.”
“Buenas noches, Tanaka-san.”

Luego de la conversación entre los dos, Cho subió al segundo piso para alistarse e irse a dormir, en teoría.




Ella se puso sus pijamas, apagó su luz y se recostó sobre su cama, pero no le fue sorpresa alguna notar que la somnolencia no estaría de su lado esa noche. Tenía demasiado en su cabeza, además de una angustia persistente en su pecho que amenazaba con desencadenarse en una pesadilla. Su cuerpo sí estaba entumecido y cansado, lo cual sintió al levantarse luego de un largo rato de mirar a su techo para salir de su habitación a distraer su cabeza.

La zona de los cuartos en el segundo piso consistía en un largo pasillo con puertas a ambas paredes, y esto terminaba en una ventana alta y amplia, con un alféizar espacioso y acolchado donde uno podía sentarse y observar la vista. Desde donde estaba, podía ver el lado de su casa, el cerco vivo que delimitaba la propiedad y frondosos árboles más allá. Había falta de iluminación artificial en su campo de visión y la luz de la luna llegaba en un ángulo propicio, con la suficiente intensidad para brindar una generosa luz fría, y producir sombras por los marcos de la ventana.

Cho se sentó en ese sitio tan suyo de su casa para observar aquella vista muy familiar para ella, de la cual pronto tendría que despedirse. Las habitaciones aledañas se encontraban vacías y abandonadas, y las escaleras estaban lejos. Era como una burbuja, y algo que necesitaba en ese instante. La vista, acompañada de la oscuridad y el silencio, le hacía sentirse diminuta, desolada, extraviada… extrañamente tranquila. Y la luna le saturaba sensorialmente con su luz hipnotizadora, y dejaba su cabeza en blanco. Necesitaba perderse, sentirse parte del fondo, de los detalles, y así podría encontrar la calma necesaria para conciliar el sueño al poder olvidarse de sí misma, al menos por un corto instante.

No supo cuánto tiempo estuvo ahí. Dudaba que fuera menos de una hora. Ya los demás debían estar dormidos. Pero, por más que había logrado ese estado más relajado que llegó buscando, lo último que quería hacer era terminar ese momento. Se había quedado quieta por tanto que se sentía como una planta. Sus brazos y piernas habían perdido la noción de articulación, y se habían vuelto a entumecer en señal de descanso al cansarse de esperar a que la cognición se apagara también. La peliceleste continuaba mirando a la luna, con fascinación como si recién la estuviera viendo esa noche. La temperatura continuaba bajando y podía sentir frío en su nariz, sus brazos y su espalda, pero aquel tenue frío era también reconfortante a su modo. Le hacía sentir parte del momento, despierta y atenta, pero ausente al mismo tiempo. Y continuó prestando toda su atención a aquella ventana de quietud en su vida con una mente completamente vacía.

Y hubiera continuado indefinidamente, de no ser por la llegada de otra persona.


“Vaya…”
“…” Cho se sobresaltó y sintió cómo su cuerpo a duras penas se despertó de su entumecimiento. Se giró como resorte y observó a Roxas llegar donde ella con un vaso de agua, con cierto pesar en su expresión.
“Estamos a mano. También me asustaste cuando noté el perfil de una persona al costado de la ventana. Temía que fuera un espectro o algo de ese tipo,” él negó y se sentó en el otro lado del alféizar, donde apoyó su vaso. “No puedo dormir, veo que tú tampoco. Por eso bajé por un poco de agua. Espero no haber despertado a Alexei en el camino.”
“…” ella se le quedó mirando con leve incomodidad. Le estaba tomando un poco acostumbrarse a tener que hablar con alguien luego de la enorme pausa. También… era evidente que no era la única incómoda presente. Bajó su mirada, y dijo lo primero que le vino a su mente. “¿Cómo te sientes? ¿Sigues afectado por el gas mostaza?”
“Tengo algunos achaques, pero nada importante. Los paramédicos me atendieron bien y hasta reposé en una camilla antes de vernos. Creo que perdí el conocimiento por el agotamiento también…” Roxas se rascó la nuca, no muy contento de recordarlo. “Más bien tú debes estar cansada. Este no es el momento para distraerte así, Cho. Tenemos un día ocupado mañana.”
“Lo sé…” Cho miraba al cojín debajo de ella y sintió ganas de llorar. Hizo el esfuerzo para no hacerlo, pero le fue inevitable, y una lágrima resbaló por su mejilla. Habló con un tono de voz apagado y casi inaudible. “Perdón… perdón por esto…”
“…” Roxas frunció el ceño. Ya estaba cansado de oír esa palabra. Le sabía muy mal. Ni bien Cho fue a buscarle luego del ataque, luego de abrazarle y decirle que estaba feliz de verle bien, había partido en llanto y se había disculpado un millón de veces con una profunda angustia y tristeza. “Ya ha sido suficiente, Cho…”
“…” ella se sorprendió por esa respuesta, y vio a su hermano mirarle con reproche.
“Te estás volviendo a disculpar. No lo hagas. ¿En que podría cambiar la situación?”
“…”

Cho sintió su cuerpo temblar y sus ojos se nublaron de lágrimas. Oír esas palabras le hizo querer desaparecer en algún hueco en la tierra. Era cierto, era inútil. Ni podía hacer eso, menos considerando que su hermano no había aprobado su decisión, mucho menos siendo él el más perjudicado. Ella no podía siquiera pedir perdón… ya no se sentía ni con ese derecho, y no tenía nada más que hacer o decir. Sólo pensó en huir y se levantó apresuradamente para correr a su habitación y ocultar su rostro. Pero no dio ni dos pasos cuando Roxas le agarró de una muñeca, previniendo a que huyera.

“¡O-oye!” él se alarmó y le detuvo al notar cómo su hermana se descompuso con sus palabras. La trajo hacia sí y la agarró de los hombros, con inquietud. “Tranquilízate, por favor. No huyas,” él bajó su mirada. “N-no quise recriminarte ni demandarte nada… no fue mi intención. Sé que no soy el mejor expresándome…”
“…”
“Sólo no quiero que te disculpes más. Ya lo has hecho un montón, y no es justo. Deja de asumir que todo esto es tu culpa,” él levantó su mirada y le miró directamente. “Me sabe mal que seas tú la que asuma toda la responsabilidad. Yo fui el irresponsable aquí. Nada de esto hubiera sucedido si no me hubiera precipitado. Lo intenté pero… no pude ayudarte, y no estuvo bien que lo intentara así sin más…”
“E-está bien…” Cho tembló y habló con un tono de voz quebradizo. “No sabías sobre la situación… o qué podía suceder…”
“Pues tú tampoco, deja de demandar tanto de ti misma…” Roxas le soltó y desvió su mirada hacia la ventana, con amargura. Él comprimió sus puños. “Hoy hablé con Larsa, y él me hizo entender algo importante. Por más que la pelea entre Hanasaki y Rizembool nos afecte, no puedo pretender que nuestros problemas son los mismos. Realmente… quisiera que lo fuera. Quisiera poder hacer algo más, aportar en algo… pero si pretendo hacerlo, la que va a sufrir más eres tú. Es como si esperara tener la última palabra en todo lo que haces aun si tú eres la responsable… sé… que he estado muy receloso con el tema… y no quisiera lastimarte por ello…”
“…”
“Perdón… en verdad debí haber dicho algo antes. Si queremos estar juntos en esto, tenemos que ser honestos entre los dos, y por ello mismo quiero que me digas cuando algo no te parece. Deja de cargarlo con todo y callarte las dolencias… tienes todo el derecho de hacer tu propio juicio.”
“Roxas…” Cho lloraba en silencio, y asintió muy levemente. “Aun así… tengo miedo… temo haberme equivocado… la única que debería pagar por mi decisión soy yo… no quiero que te pase nada a ti, ni a Osaka ni a nadie… sólo a mí me debe pasar algo… soy la única… que debe estar en peligro…”
“…” Roxas se afligió y su cuerpo se tensó. “No…”
“Es por eso que no puedo disculparme suficiente… pero sé que es muy tarde para eso… debí haber pensado más en ustedes… tú no querías que fuera HiME… puede que hayas tenido razón todo este tiempo…”
“Cho… tú no eres una HiME por ninguno de nosotros. Lo eres por ti misma… mi negación no tiene nada que ver con eso. No me negué porque crea que lo hacías por nosotros. Siempre fue algo que hacías por ti, por tus ideales… Es porque fue tu deseo propio que opté por apoyarte…”
“…”
“Lo que no entiendo es por qué tienes que hacerlo. ¿Por qué tiene que ser tú? ¿Por qué nadie más? ¿Por qué estás convencida que es tu lugar ser HiME? Y ahora que lo eres, ¿por qué tienes que hacerlo sola? ¿Quién ha decidido eso?” miró al piso, contrariado. “Esto es tan tú. Callándote, pasando desapercibida, cargando con una responsabilidad sin molestarte en decir nada a los demás… n-no, no te entiendo. Tú no mereces esto y no puedo quedarme tranquilo sabiendo que sigues con ese hábito insano.”
“Y-yo…” ella desvió su mirada.
“Hoy fue aterrador, sé que la tuviste muy difícil. Yo… también me asusté… fue indescriptible, lo que ocurrió… pensé que iba a desaparecer…” él abrió sus ojos ampliamente, con su mirada clavada en el piso, pero negó bruscamente para disiparse. “Pero más miedo tengo por ti. Estás lidiando con alguien así de impredecible y peligroso, alguien que es capaz de justificar todas sus acciones con una lógica demente, que se cree dueño de todo, que puede hacer lo que sea en cualquier momento… y tú apenas has vuelto a ser HiME, tienes mucho por hacer, tienes que entrenar, ajustarte a una nueva arma… también estás estudiando un horario completo en tu carrera… tienes tantos planes en mente, tantas metas, tantos deseos… y ahora tienes que estar expuesta a tanta incertidumbre…” comprimió sus puños y miró a Cho con desesperación. “¡L-lo que intento decir es que estoy mortificado por ti! Tengo miedo, no quiero que te pase nada, y no quiero que estés sola, sea cual sea el motivo. Olvídate de preocuparte por nosotros, Cho. Preocúpate por ti.”
“…” Cho se estremeció y miró a su hermano.
“Por favor, hazlo… no vuelvas a ponerte en otra categoría… ni te atrevas a decir que…” el rubio tembló, y sus ojos se llenaron de lágrimas. “…que tú debes ser la única que sufra… no digas que está bien que eso ocurra, que tú sufriendo es lo esperado mientras que en los demás es inaceptable. Esa es una vil mentira.”
“…”
“Cho…” Roxas le abrazó con fuerza. “Tú eres mi familia, eres mi hermana… Te… quiero mucho, no sé qué haría sin ti. No sé qué hubiera hecho sin ti toda mi vida… No me importa qué decisión tomes. Sólo quiero que estés bien, a salvo. Quiero que sigamos adelante, juntos, como siempre lo hemos hecho. Por eso… prométeme que estarás bien, que te cuidarás, pase lo que pase… Por favor…”
“…” la HiME le devolvió el abrazo, y se quedó llorando en el hombro de su hermano mientras recuperaba la compostura para poder contestarle. Todo su pesar y remordimiento había aflorado con la conversación y el llanto, pero en medio de aquel caótico y pesado sentimiento, yacía un alivio y una pequeña alegría, una que no quería soltar por nada del mundo. “Lo prometo… lo haré, Roxas…”

Pasó un largo rato en el cual se mantuvo el abrazo, y los dos descargaron la incomodidad y tensión del día para poder reconciliarse y dejar las diferencias de lado. Cada uno acordó internamente mantenerse unido al otro y siempre del mismo lado, como tenía que ser y como ambos querían que fuera.



A la mañana siguiente, el grupo de seis había tomado un desayuno ligero y se detuvieron en el camino para comprar víveres y utensilios de limpieza, además de traer consigo una generosa comida para más tarde. Luego de la larga y cansada subida por las escaleras, todos caminaron por el sendero hasta llegar a la entrada del templo.

“Hmm…” Tomo frunció el ceño. “Bueno, te daré crédito por limpiar la fachada en estos días, Reimu, pero te hace falta recoger todas las hojas.”
“Aceptaré tu cortesía, pero déjame informarte que barrí todo el frente el viernes por la tarde,” la miko dio un suspiro. “Las hojas nunca dejarán de caer.”
“He ayudado con la limpieza varias veces en el pasado, y sé que es un gran trabajo, sobre todo para una sola persona,” comentó Alexei, sonriendo. “Admiro todo tu esfuerzo, y definitivamente ha dado frutos.”
“Muchas gracias, aunque si quiero hacer este lugar más presentable todavía queda un montón pendiente…”
“Sí,” Cho miró hacia el edificio. “Ya es hora de hacer mantenimiento a los acabados, pero mientras limpiemos las instalaciones, debemos darle una vista mucho mejor.”
“Podemos revisar si hay artículos como herramientas, pinturas o laca en los almacenes,” comentó Roxas.
“Eso hice el primer día y no hay, o al menos la que hay está reseca y contaminada…” Reimu dio un suspiro. “Para hacer un buen trabajo necesitaría un financiamiento, pero en todo el tiempo que he estado aquí solo he visto a un visitante que apenas dejó una propina de ofrenda…”
“No te preocupes, Reimu-chan, confío en que todo mejorará de algún modo u otro,” Osaka sonrió. “Las cosas no cambian de la noche a la mañana y sé que todos tus esfuerzos darán frutos tarde o temprano.”
“Gracias por tus ánimos,” Reimu le sonrió.
“Bueno, ya nos jalaste de esclavos por hoy, y para colmo estamos temprano,” Tomo dio un bostezo. “¿Qué vamos a hacer?”
“Todos estos días he estado preocupada en mejorar la apariencia del exterior, pero hoy quisiera limpiar los cuartos sucios dentro del templo y depurar los almacenes. Realmente no les he dado una buena mirada, y como es bastante trabajo, necesitaré ayuda moviendo y cargando cosas.”
“Ohh, qué bueno que traje mis mascarillas,” Osaka sonrió y sacó una caja de mascarillas descartables, para ponerse una. La mayoría se quedó confundida por cómo ella había traído semejante caja dentro de su pequeña mochila.
“Eh, Osaka tiene alergias…” Roxas explicó con cierta incomodidad al no sentir que debía realmente decir lo obvio.
“Ah, eso explica por qué te enfermas tanto en primavera,” dijo Tomo.
“¿No deberías saber algo así de tu amiga?” preguntó Reimu.
“C-creo que mejor vamos entrando,” sugirió Cho, sonriendo incómoda.
“Es verdad, tenemos un largo día por delante,” Alexei asintió.


Dejaron todos los alimentos en la cocina y decidieron repartirse tareas. Reimu, Osaka y Tomo subieron para comenzar a limpiar los cuartos abandonados en el segundo piso, y mientras tanto, Cho, Roxas y Alexei empezaron a mover las cosas guardadas en uno de los almacenes. Ese era sin lugar a dudas el trabajo más pesado, y Cho también se ofreció a ayudar ahí para evitar que su prima sufriera mucho con la gran cantidad de polvo acumulada entre las cosas. Seguramente el interior del edificio estaba más limpio que lo que sea que estaba dentro del almacén frente a ellos.

“Vamos a ver…” Alexei abrió las puertas de par en par, las cuales chillaron con la acción. Frente a ellos, vieron una acumulación tan exagerada de utensilios de casa, muebles pequeños y demás objetos pequeños que sólo podría ser comparada con algún episodio de Hoarders.
“Ihh…” para pesar de Cho, además de que todo estaba regado de polvo, había telarañas sucias por doquier.
“Esto ha estado cerrado por tanto tiempo que seguro todas las arañas perecieron…” Roxas dio un suspiro. “El estado de las telarañas es un indicativo.”
“A-aun así…” la peliceleste dio un paso hacia atrás.
“No deberías temerle a las arañas. Te aseguro que no te harán nada.”
“M-mi mayor temor ahora es que un susto por estas me haga incendiar esta entera unidad…” confesó la HiME, y notó a su hermano mirarle con incomprensión.
“Ehh, esperemos que eso no llegue a pasar,” Alexei sonrió incómodo.
“Bueno, si te asusta tanto entonces espera a que abramos un poco el pase…” Roxas negó y junto con Alexei comenzaron a sacar los muebles más cercanos hacia fuera.

Pasó un rato y Cho observó a los dos abrir el camino al remover los distintos objetos inmediatos con cuidado. Los muebles resultaron ser pequeños pupitres y sillas de madera, con apariencia antigua aunque en su mayoría muy descuidados y posiblemente apolillados. No había forma que eso pudiera ser utilizado así que les tocaba ver cómo bajarlo del templo para desecharlo. Además de ello, observó distintos artículos como pergaminos, tambores y lámparas de papel, entre otros objetos claramente asociados con actividades del templo o algún festival. Cho aprovechó para separar los objetos con posible valor a un costado para que luego Reimu los evaluara, y los ordenaba mientras los otros dos seguían adentrándose a lo desconocido.

“Mira lo que encontramos,” Roxas salió del cuarto con un blanco de arquería, y Alexei trajo unos arcos y un par de aljabas llenas de flechas. “Hay más dentro. Felizmente se ven en mejor estado.”
“Tiene sentido, a Kaede le gustaba mucho practicar la arquería,” recordó Alexei.
“Cierto, todavía recuerdo cuando cazaba aves y las cocinaba,” Cho rió un poco.
“Haha, verdad,” Roxas sonrió. “Siempre quise imitarle, pero era muy niño y obaa-chan nunca me dejó disparar hacia los cielos. No tenía la destreza para hacerlo.”
“Me pregunto si Reimu habrá aprendido el tiro al blanco de su abuela…” Cho se puso a pensar.
“Sería lo ideal, pero sea cual sea el caso, seguramente se alegrará de ver este equipo en buen estado,” Alexei dejó el equipo al costado del blanco. “Todavía falta más cosas por sacar, y hemos visto muchas cajas adentro.”
“Sí, hay que continuar,” Roxas se le unió y regresaron al almacén. Con los muebles y otros objetos voluminosos fuera, Cho se armó de valor para entrar y ayudarles.

Era un ambiente más espacioso de lo que las dimensiones afuera daban a entender. Cho observó otros dos blancos en un rincón, más flechas en el piso y en su mayoría varias cajas en las cuatro paredes. La iluminación venía de ventanas pequeñas pegadas al techo, lo que le mantenía con los nervios de punta al no ver muy bien. Entonces, notó que Alexei movió un objeto desde atrás de varias cajas apiladas, el cual tuvo que arrastrar para sacarlo por completo. Era una pizarra antigua y delgada.

“Esto explica un poco la presencia de los pupitres,” observó.
“Verdad, si mal no recuerdo, Kaede me comentó que cuando era joven, este templo tenía bastante actividad y enseñaba cursos de historia y religión. Había mucha presencia infantil los domingos. También actividades como meditación, kendo y arquería…” Cho sonrió con leve tristeza. Muchas veces se había quedado mirando al árbol sagrado del templo, tratando de imaginar cómo habría sido vivir en esos tiempos. “Si uno avanza hacia la profundidad del bosque, hay unos senderos y escaleras de piedra que dirigen a una cascada y una pequeña laguna donde habitan tortugas. Me pregunto si estas seguirán ahí.”
“Es muy probable,” dijo Roxas. “Todo eso está alejado y siempre fue natural. No creo que haya habido mucha actividad de la civilización por la zona. Nos habríamos dado cuenta…”
“El sendero continúa más allá de la laguna, pero creo que nunca hemos seguido,” recordó la peliceleste. “Nuestros padres nos habrán llevado un par de veces a ver las tortugas, pero siempre postergamos continuar con el sendero,” sonrió con nostalgia. “Recuerdo que siempre fue un pleito de nuestra parte porque estábamos cansados de caminar tanto tiempo en medio del bosque…”
“Es cierto, seguro que ahora nos parecerá muy corto,” Roxas sonrió animado.
“Vaya, no sabía,” Alexei se impresionó. “Quisiera ir a ver ese lugar que conocen, por favor. Uno de estos días podríamos organizarnos con los demás. Sé que les encantaría pasearse por ahí.”
“Cierto,” Cho asintió, contenta. Podía imaginar que a la mayoría de sus amigos les gustaría la idea. “De todos modos tenemos que decirles.”

Los tres continuaron con la labor sacando las cajas que podían cargar hacia fuera. Primero removerían todos los contenidos antes de revisarlo con calma en la luz del sol, y luego darían una buena limpiada a la unidad de almacenamiento.


Mientras tanto, Reimu dirigía a sus dos acompañantes luego de limpiar una habitación vacía hacia el fondo del pasillo. Habían comenzado con algo fácil, pero era momento de ir a una de las habitaciones amontonadas de cosas.

“Meh, si vamos a mover cosas llamemos a los chicos,” se quejó Tomo.
“Las cosas aquí no son tan pesadas y ellos tienen mucho trabajo que hacer,” observó Reimu, levantando un índice como quien le enseñaba a un niño travieso, gesto que molestó a la otra. “Aquí debe haber cosas como ollas, colchones delgados, edredones, kotatsus, entre otros…”
“¡Kotatsu!” exclamó Osaka, emocionada y con los ojos brillantes.
“Ehh… ¿te gustan los kotatsus?” preguntó Reimu, sonriendo nerviosa. La reacción de Osaka quien se recuperaba de su más reciente ataque alérgico le agarró desprevenida.
“‘Gustarle’ es un understatement. Ahora fácil se va a quedar hablando de ellos todo el día por la mención…” Tomo dio un suspiro.
“¿Si encontramos un kotatsu podemos armarlo?” preguntó la exHiME. “¿Podemos?”
“Ehh, sigue siendo muy caluroso. El invierno está lejos aún.”
“Aw… Cho me dijo lo mismo hace dos días…”
“¿Le preguntaste hace dos días?”
“Cambiemos de tema, por favor…”
“Pues, ya estamos aquí,” Reimu abrió la puerta corrediza de la habitación, y se sorprendió de encontrarla muy oscura. No tardó en notar que un tapiz había sido colgado estratégicamente para cubrir la ventana. “¿Eh? ¿Qué hace eso así?”
“Oye, ya te aceptamos a limpiar, no intentes convencernos con suspenso,” dijo Tomo, frustrada.
“Pero yo no colgué.”
“¿Hm?” Osaka prendió el interruptor y con la luz artificial, oyeron un sonido de varias sábanas siendo removidas. Las tres se sobresaltaron y Reimu, armada con una escoba, se acercó hacia los montículos cerca de la ventana, y extrañamente, vio una cabeza rubia de cabellos largos moverse con pereza.
“Mh… cinco minutos más…” dijo esta, pero repentinamente abrió sus ojos como platos al ver a una miko amenazarle con una escoba. “¡AAAAHHHH!”

Afuera, los tres acababan de terminar moviendo las cajas cuando oyeron ese grito, junto a uno colectivo de las tres chicas que se asustaron por el grito de la intrusa. De inmediato dejaron lo que hacían para ir a ver qué ocurría.




“¡Chicas, ¿están bien?!” exclamó Alexei, llegando a la habitación con los hermanos Tanaka. Los tres se confundieron al ver a Osaka y Tomo reteniendo a Reimu quien había alzado su escoba con tanta furia como si estuviera a punto de matar a una rata a golpes. En un rincón frente a la miko había una chica de cabellos rubios largos y sedosos y ojos dorados vestida en pijamas que se encontraba petrificada porque no sabía qué le podría ocurrir si se movía.
“¡Reimu-chan, tranquila!” exclamó Osaka, abrazada de esta. “Violence is never the answer!”
“Por tu rol hace tres años no deberías decir eso, ¡pero sí, tranquilízate, Reimu!” reclamó Tomo, quien jalaba los brazos de la sacerdotisa para impedirle que atacara.
“Y tú menos, pero, ¿qué ocurre?” Cho miró a la aterrorizada chica.
“¡Por favor! ¡Piedad! ¡No es mi intención lastimar a nadie!” dijo la chica. “¡S-sólo no tenía dónde quedarme!”
“¡¿Cómo te atreves a aprovecharte de un templo sagrado como este?!” exclamó Reimu con la ira de los dioses (?). “¡Te has aprovechado de mi guardia baja y has usado artículos del templo! ¡No eres más que una ladrona!”
“¡N-no! ¡Perdón! ¡Escúchame por favor!”
“R-Reimu, no mates a nadie aquí, por favor,” pidió Roxas, con temor. No había esperado que Reimu tuviera un lado tan reactivo.
“Hay que mantener la calma y dialogar,” sugirió Alexei.
“No,” Reimu le miró momentámente de reojo y volvió su atención a la intrusa con una mirada sombría. “Haré un ejemplo de ti…”
“¡AAAHHH!” la rubia cerró sus ojos, temiendo lo peor.
“Ehh, Reimu, un momento,” Cho se acercó y miró a la chica detenidamente. “C-creo que ella se me hace familiar…”
“¿Qué?” preguntó Reimu.
“¿Qué?” preguntó la rubia, quien miró a Cho con tanta intensidad para recordarla, como si su vida dependiera de ello.
“¿De casualidad fuiste una HiME hace tres años? Dudo que nos hayamos hablado pero creo haberte visto…”
“¡S-s-sí, fui una HiME! ¡En serio! ¡Soy amiga de Hanasaki!”
“Mientes,” sentenció Reimu.
“¡Nooo, en serio!” Marisa miró al montículo donde había dormido. “¡Ahí está mi billetera con mi ID de Hanasaki!”
“Ehh…” Roxas se quedó en blanco y notó que Cho le indicó con la mirada que lo revise. Al menos fue fácil de encontrar. “Sí, esto lo confirma. Y por la impresión y los brillos en el ID es auténtico…”
“¡¿Y eso qué?!” exclamó la miko.
“¡Reimu-chan! ¡Sé que esta chica es buena!” exclamó Osaka, apretándola más. “¡Hay que oír su historia! ¡Hazme ese favor!”
“…” la miko mantuvo su severa expresión, pero se tranquilizó por las insistencias de los demás. Al no sentir resistencia, Osaka y Tomo intercambiaron miradas y la dejaron ir. “Ya… te oiré por pedido de los demás, pero más te vale ser honesta. ¿Has entendido?”
“¡S-sí!” ella asintió.
“Ehm…” Cho se acercó a ella y le extendió su mano para ayudarle a levantarse. “Para empezar, ¿cuál es tu nombre?”
“…” la chica se levantó y dio un muy pesado suspiro de alivio. Estaba a salvo. “Marisa Kirisame… gracias por tu ayuda.”
“No hay de qué. Mi nombre es Cho Tanaka, mucho gusto.”

Los ahora siete iban a tener una larga conversación para esclarecer la presente situación y aprender sobre cómo y por qué esa exHiME había llegado a infiltrarse en el templo.
« Last Edit: July 08, 2017, 11:02:45 PM by Cho »