Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 250780 times)


Cho

yay, estreno página~ (?)

Otro fic rápido, lo sé, pero ahora que estoy libre no podía aguantarme (...)

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El sorprendente encuentro entre Marisa y los demás había pasado, y luego de un poco más de diálogo y 'negociaciones' con Reimu para que accediera a oírle, todos fueron a la sala donde iban a explicar la situación. Alexei procedió a hervir agua para preparar el té, y lo sirvió con unas galletas. Fue una preparación rápida y mientras tanto, Marisa comenzó a narrarles un poco sobre cómo había sido una estudiante de la secundaria de Hanasaki e incluso HiME tres años atrás. Todavía no llegaban al asunto de su invasión, pero todos pudieron notar que se trataba de una chica sencilla y que no parecía tener malas intenciones. La miko continuó manteniéndose alerta, pero hasta ella se había relajado un poco.

"Y pues, luego de la pelea con Rizembool, mis padres me pidieron que regresara donde ellos a Italia y estuve por ahí hasta hace poco," se explicó la rubia, con una sonrisa relajada y con la actitud tranquila y animada que había mostrado todo el tiempo. "Fue como el final de mi trayectoria aquí y en verdad tengo grandes recuerdos de mis tiempos en Hanasaki. Todavía me mantengo en contacto con mis amigos, creo que casi todos se fueron de Japón luego de la secundaria, ahora que lo pienso."
"Aunque has regresado," Tomo entrecerró los ojos. "¿Acaso has venido por llamado de Miranda y vas a ser otra HiME más de la plaga?"
"¿Plaga?" Marisa se quedó en blanco, y repentinamente, se rió a carcajadas. "¡Hahaha, que graciosa! ¡Llamarnos plagas, haha!"
"Ehm, me alegra que no te lo hayas tomado a mal," dijo Cho, algo sorprendida por la reacción de la otra.
"No, entiendo que una persona que no tuvo el privilegio de ser HiME sea amarga con el tema haha," Marisa le restó importancia.
"O-oye..." Tomo entrecerró sus ojos y notó cómo Reimu le miró de reojo con una sonrisa entretenida. "¡No te metas!"
"Pues, a decir verdad, vine por mi propia cuenta. El llamado de Miranda sí me recordó que Hanasaki es como una segunda casa y tengo los estudios pagados de por vida aquí, pero ya le dije que no quiero volver a ser una HiME," continuó Marisa, sonriente. "Sólo hablé con ella para confirmar mi beca y reanudar mis estudios aquí."
"¿Eh? ¿Cómo así no quieres ser HiME?" preguntó Osaka, quien se preocupó un poco. "¿Acaso tuviste una mala experiencia en el pasado?"
"No, no, nada de eso. Bueno, los Rebels nunca son misericordiosos y las batallas son peligrosas e impactantes con frecuencia, pero nunca tuve un gran drama. Es sólo que," la rubia se encogió de hombros y sonrió con naturalidad. "O sea, fue toda una odisea, ¿cierto? Habrá salido bien, habré ayudado a gente, y hasta estuve en el equipo ganador, pero una vez ya es suficiente, ¿no lo creen? También me considero una HiME afortunada y me lo tomaré deportivamente sin ponerme en riesgo innecesario," Marisa miró a Cho con su sonrisa efusiva. "Sé que tú lo entiendes, ¿verdad? ¿Quién querría ser HiME más de una vez? Al menos Miranda y Fran tienen salario y no tienen que salir de su oficina ominosa, pero nosotras jóvenes no la tenemos tan simple, haha."
"Ehhh..." Cho se sintió sumamente incómoda y bajó su mirada torturada. Las palabras de Marisa sonaron muy dolorosamente saludables y razonables, y hasta le hicieron dudar sobre todas sus convicciones. Hubo un silencio incómodo que la rubia detectó.
"¿Eh? ¿Qué pasó? ¿Qué dije? ¿Hice algo mal?" preguntó la exHiME, mirando de un lado a otro.
"Cho es una HiME por segunda vez, Marisa-chan…" dijo Osaka, apenada. "Decidió ayudar a Hanasaki nuevamente. Ehm, yo también lo habría hecho, pero Miranda me dijo que mi potencial de HiME había bajado considerablemente…"
"Ouh..." Marisa se quedó en blanco un instante y se rascó la nuca, con una sonrisa entre apenada y torpe. "Uhh lo siento mucho Cho, no tuve malas intenciones. Vaya. Qué incómodo..."
"Ah, no te disculpes, ellas saben lo que hacen," Tomo se encogió de hombros, con leve indiferencia. "Más bien estoy más de acuerdo contigo. Me había olvidado que existía el sentido práctico con las dos suicidas a mi alrededor."
"Cállate, Tomo," le reclamó Roxas.
"Y aun así sé que acamparías frente a la oficina de Miranda si te dicen que las busques para volverte HiME~" canturreó Reimu.
"¡Que no te metas!"
"Nos has contado muchas historias interesantes, Kirisame-san," Alexei sonrió. "Te agradezco por compartir tus experiencias con nosotros."
"Ah, no me agradezcan por nada. Más bien, este ha sido un aperitivo muy cómodo. Pensé que no me recibirían tan bien aquí haha…"

Sin embargo, Marisa dejó su tranquilidad en el olvido cuando Reimu sintió un tic en la ceja y agarró firmemente la escoba al costado de su asiento.

"¡E-espera, no quise decir eso, perdón!"
"No pienses que te hemos recibido aquí así sin más," declaró Reimu con firmeza. "Pareces decente, pero todavía no llegamos a la parte en que te explicas y te disculpas debidamente por invadir el templo."
"S-sí, sería bueno que toquemos ese tema..." Marisa se sintió nerviosa. Tanto se había relajado con sus añoranzas que se olvidó de mantenerse en su mejor comportamiento, algo que de todos modos nunca había sido su fuerte. Felizmente ya no estaba tan contrariada como cuando se encontraron en el segundo piso y la gente a su alrededor era en general razonable. Dio un pesado suspiro antes de comenzar. "Pues… cuando les dije que vine a Hanasaki porque es mi segundo hogar… es porque escapé de casa. Tuve una fuerte discusión con mis padres sobre mi futuro, y por eso regresé a Japón. Pero como ellos no quisieron apoyarme, me escapé y ahora estoy más o menos a la deriva. Hanasaki va a pagarme los estudios y cubrirán el menú básico diario pero... a menos que sea HiME y ocupe una habitación en esa mansión en la universidad, no tengo dónde quedarme. Mis amigos cercanos están todos fuera del país y pues quiero estudiar, pero Hanasaki es mi única opción en mis circunstancias."
"Ya veo, es una situación complicada," Roxas se puso a pensar.
"Pues, más que eso, es un poco peligroso que andes sola sin saber a dónde ir y sin tener el apoyo de otros," opinó Cho. Ella bajó su mirada. "S-sé que no me corresponde meterme, pero tus padres deben estar muy preocupados por ti, y sería terrible si te ocurre algo."
"Lo sé, y también los hecho de menos, por más que no me dejen tomar mis propias decisiones..." Marisa hizo un puchero y desvió su mirada. "Pero también sé que si intentan buscarme ahora y nos encontramos sólo va a ser todo peor. Y pues, dudo que ellos tengan tiempo de venir a Hanasaki, aunque sí sé que hay gente que me busca, por eso llegué a acampar en este bosque."
"¿Qué quieres decir con eso, Marisa-chan?" Osaka se extrañó.
"P-pues, mis padres tienen allegados aquí en Japón, por así decirlo..." la rubia se cohibió por la mención. "Los he evadido como he podido, pero no quiero que me agarren vulnerable. Y pues… estuve acampando cerca de aquí unos días pero resulta que es incómodo y me estaba lastimando la espalda… y en eso encontré el sendero al templo. Cuando vine aquí fue en un día de clases y lo vi vacío. Fue evidente que alguien sí habitaba aquí por las reservas de comida y la ambientación, pero como noté que había habitaciones disponibles y con cosas, decidí albergarme unos días mientras meditaba qué hacer. Sé que estuvo mal, pero me encontraba desesperada. ¡Y-y juro que nunca robé nada ni me comí la comida! S-sí habré usado los edredones guardados, ¡pero nada más!"
"Pues me consta, de haber robado algo, me habría dado cuenta," Reimu frunció el ceño y se cruzó de brazos para pensar duramente. "Eso no justifica que te hayas quedado sin decir nada. ¿Acaso no estás consciente que es un crimen lo que hiciste?"
"Sí, sí, perdón, lo sé. H-habré estado unos cuatro días aquí nomás... e intenté pensar en qué hacer durante todo este tiempo. Te evadí como pude y me desperté temprano en las mañanas para esconder mis cosas y regresar la habitación a como lucía antes... Uhh seguro me cansé demasiado y no me desperté con mi alarma esta vez..."
"¿Estás intentando justificar tu ocupación?"
"¡No! Sólo… me explico…"
"Hmm..." Reimu miró a los demás. "¿Qué piensan?"
"Confío en ella, ha sido honesta," opinó Alexei. "Aunque sí me inquieta un poco que se escape de casa y evada a personas que le buscan. Esto puede complicarse. ¿Qué ocurriría si tus padres llaman a la policía? Sobre todo porque vienes del extranjero."
"P-pues... No creo que mis padres llamen a las autoridades... No es la primera vez que alguien huye de mi hogar y nunca se resolvió de ese modo…" Marisa se expresó con cierta duda, como quien no había pensado en las consecuencias. "E-en verdad no puedo afirmar nada… pero no creo traer problemas así…"
"¿Alguien más de tu familia ya huyó en el pasado?" preguntó Roxas, confundido.
"Es una larga historia, no viene al caso…" Marisa negó. "Y mis padres no tienen la mejor estima a la policía… Pero en fin, quiero disculparme por causar inconvenientes y por meterme aquí sin más. Y… más bien..." Bajó su mirada y sobó sus manos de manera incómoda. "Ya que saben sobre mi situación... me pregunto si no he cruzado muchas rayas... y pudieran ayudarme con un lugar para vivir... n-no tengo una forma muy 'monetaria' de como pagarles... pero haré algo, lo prometo. Si puedo vivir más cerca de la ciudad, buscaré un trabajo o lo que necesite hacer..."

Hubo un corto silencio donde todos intercambiaron miradas, pero no se vieron muy animados.

"Pues, me caes bien y admiro tu espíritu libre y todo, pero no te puedo apoyar," dio Tomo, moviendo una mano. "No hay forma, soy una estudiante micia de universidad."
"Mis condiciones tampoco son las mejores. Vivo en una habitación pequeña que ahora está inundada de libros y papeles por mis estudios..." Alexei dio un suspiro. "Intentaría acomodarte pero dudo que Hanasaki me deje vivir con una chica dentro de la universidad."
"Sí, no hay muchas habitaciones co-ed..." Cho asintió y dio un suspiro. "Perdón Marisa. De haber sido otras circunstancias, te hubiera recibido, pero justo nos estamos mudando a una casa más pequeña y la única habitación libre será ocupada cuando una prima regrese del extranjero."
"Cho, Osaka y yo vivimos juntos, y ni sabemos cuándo podremos terminar con todo el asunto de la mudanza, pero debe estar ocurriendo pronto," explicó Roxas.
"Ohh… no…" Marisa agachó su cabeza y se quedó deprimida en su sitio. Todos se quedaron mirándola sin saber qué más decirle.
"..." y Reimu hizo un puchero. Todavía seguía molesta y un tanto insultada por la acción de la otra, pero se sentía un tanto mal de dejarla en plena situación incierta. También la comprendía un poco, al haber tenido su propio predicamento antes de encontrarse con los hermanos Tanaka… "Ya, está bien."
"¿Eh?" Marisa levantó su cabeza como resorte.
"Te puedes quedar aquí a cambio de que me ayudes a limpiar y darle mantenimiento al templo."
"¡Ah! ¡Perfecto! ¡Por supuesto! ¡Me apunto!"
"¡Espérate un momento!" Reimu le apuntó. "Ya me estás dando vibras de ser una persona irresponsable. Pues, pienso ayudarte y en parte yo necesito de ayuda, pero no intentes aprovecharte. Espero que ayudes constantemente y no te engrías."
"No lo haré, lo juro. Y no soy engreída... todo el tiempo, ¡pero en serio que trabajaré!"
"Bien. Y mi otra condición es que en caso que ocurra algo con el asunto de que escapaste de casa, no me involucres, y por supuesto que al templo tampoco."
"No lo haré, definitivamente que no..." Marisa negó repetidamente y dio un suspiro. Ya comenzaba a pensar que vivir legalmente ahí sería muy tedioso. Bueno, supuso que esa actitud de Reimu iba con su rol de miko. "Esos son mis asuntos. Lo entiendo."
"Ya, bueno…" Reimu dio un pesado suspiro. Sólo esperaba no arrepentirse de esa decisión. "Y no está de más decir que no causes desarreglos u otros problemas, pero ya, tampoco quiero sonar muy borde."
"Ya, ya…"
"Tiene sentido que dejes las cosas en claro, Reimu. Estás a cargo de este templo, después de todo," Alexei asintió. "Y estoy seguro que este será un cambio positivo para ti también, aparte de tener ayuda con la limpieza. Vivir acompañada en este templo alejado puede hacerte mucho bien."
"Sí se siente solitario a veces… Espero que tengas razón."
"Ya..." Marisa dio un profundo respiro y echó su cabeza encima de la mesa con los brazos extendidos. Se encontraba más tranquila. "Ahh, gracias por tu ayuda, Reimu, prometo que no te defraudaré."
"¡Yay! ¡Hay que celebrar con la comida!" exclamó Osaka.
"Sí, además que el té se está enfriando," dijo Cho.
"Y también hoy tenemos mucho por hacer," recordó Roxas. "El almacén nos espera abierto y hay mucho que mover y revisar ahí."
"No sean impacientes, hay que terminar nuestra merienda," se quejó Tomo. "Las cosas no se irán caminando a ningún lado."
"Aun así, ahora que somos siete sé que haremos bastante hasta que caiga el sol si nos lo proponemos," Reimu sonrió.
"¿Hasta la noche?" Marisa se escandalizó y recibió las miradas de todos. Por temor a que su nueva 'jefa' cambiara de parecer, decidió quedarse callada. "No dije nada, me agarró de sorpresa."
"Descuida, hemos traído bastante para comer después. Verás que todo el trabajo valdrá la pena," le animó Alexei.

Con el asunto resuelto, el templo había ganado a una inesperada inquilina y nueva amiga para todos los presentes a quien le tocaba aclimatarse a su nueva situación y su regreso a Hanasaki. Con un poco de fe, la llegada de Marisa podría probar ser una buena nueva para ese lugar y para la miko que todavía se encontraba instalándose. O quizás tomaría un poco de tiempo para que todo saliera como se esperaba.

Siguió una faena de todo el día, con un par de descansos para comer y tomar algo refrescante. El tiempo alcanzó con las justas para clasificar los objetos guardados en el almacén, mas no limpiar todo lo de valor, y aunque fue un gran avance todavía quedaban otros dos almacenes grandes sin revisar. Las energías se concentraron en habilitar y limpiar los cuartos interiores, y los visitantes al templo le hicieron el favor a las inquilinas de llevarse unas cuantas sábanas y edredones ligeros para mandarlos a lavar a una lavandería en la ciudad. El mantenimiento tomaría mucho más tiempo, y pese a que Marisa varias veces expresó su desgano y cansancio, siguió la marcha de los demás, cometida a cumplir con el trato.



Y con eso, llegó la noche, y Cho regresó a su casa para descansar relativamente temprano y alistarse para el siguiente día de clases. A pesar del más reciente ataque del Rebel, los eventos que siguieron fueron más relajados y pudo despejar su cabeza y sus sentimientos en su mayoría. Sin duda, lo que más le había ayudado fue la conversación con Roxas, quien le extendió su comprensión a pesar de lo ocurrido. Tal y como él lo había dicho al apoyarla con el examen HiME, esta vez los dos se mantendrían juntos durante el conflicto, y la HiME apreciaba mucho aquel gesto de su hermano, aunque no evitaba seguir sintiéndose culpable.

No podía descartar el peligro que tanto él como Osaka y los demás corrían, y Komaeda dejó un mensaje muy claro de que nadie debía meterse en la pelea de los dos. Roxas fue víctima de asfixia por nitrógeno y gas mostaza, pero como el Rebel comentó, esas fueron medidas en caso de que alguien fuera a ayudarla, lo cual indicaba que le pudo haber ocurrido a cualquiera. La agresión adicional del peliblanco de lanzar a Roxas desde el quinto piso fue más una ‘corazonada’ de su parte, inspirada por su idea de ‘cambiar al Key de su HiME por la fuerza’, una idea aterrorizante que todavía hacía estremecer a Cho. Tal y como esa bizarra idea, Komaeda podía venirse con cualquier otra idea y plan para terceros, lo que hacía sentir a Cho como ‘a salvo’ en comparación con los demás. Era su pelea y no quería involucrar ni a su hermano ni a nadie. Podría aceptar consejos y ayuda externa e indirecta, pero a la hora de la hora, estaba sola.

Un Rebel versus una HiME, mientras los demás eran ajenos al asunto. Siempre había sido así, según Cho. Y Komaeda parecía creer exactamente lo mismo.

Por ello, le tocaba seguir practicando, entrenando, fortaleciéndose. Debía dominar mejor el fuego, desear que su Child apareciera, rogar por el día en que pudiera usar su capacidad sin descontrolarse, e intentar pelear neciamente con una naginata que sentía que era demasiado pesada para ella.

Cho se estremeció acobijada con su edredón en su cama, y se hizo un ovillo para ‘desaparecer’ y quedarse dormida. Todo lo que había pensado sobre sus ‘dotes HiME’ podía ser verdad, pero no era momento de desanimarse aún. Le había prometido a Roxas que se cuidaría, y se había prometido a sí misma que se haría más fuerte para solucionar sus propios problemas por su cuenta. Y le tocaba intentarlo.

Y pese al estrés que sentía, su cuerpo se encontraba cansado por la actividad física de limpieza, y eventualmente, pudo conciliar el sueño.




Era el lunes por la mañana y Cho acababa de sobrevivir a una clase relacionada a los laboratorios de química que iban a comenzar en poco tiempo. La clase en sí no fue muy difícil, pero había muchas reglas y normas de seguridad que tenía que revisar, además de símbolos claves e instrumentos que debía memorizarse antes de la primera sesión. Lo que normalmente sería un curso relajado y sencillo se volvió en una clase pesada en la cual tuvo problemas quedándose despierta luego de ese tan activo fin de semana que acababa de pasar.

Vio a los estudiantes salir del auditorio y dio un pesado suspiro. Normalmente habría sido una de las primeras fuera del salón, pero sus energías y estado de ánimo estaban por los suelos. Ella se golpeó el rostro con sus palmas para espabilarse y se levantó porque iba a comenzar una clase con el profesor Lancaster en alrededor de diez minutos y le tocaba prestar atención para no empezar a atrasarse desde el inicio del semestre. En verdad, al aceptar ser HiME, sus estudios no fueron ni considerados, y comenzaba a arrepentirse un poco de ello.

Bajó las gradas hacia la salida, notando que la profesora seguía en su podio hablando con una estudiante, y cuando la HiME pretendió salir desapercibida, la maestra alzó su mirada y se le dirigió.

“Ah, Cho, ven aquí un momento,” le pidió.
“¿Sucede algo, A-Astrid?” la HiME le respondió con cierta duda y se acercó. Dio un suspiro porque no le gustaba llamar a la profesora por su nombre, aun si esta había sido explícitamente clara desde el primer día que no le gustaba que sus estudiantes la trataran con formalidad.
“Vamos, no te voy a morder ni nada,” la pelinegra sonrió con ironía y pasó a señalar a la joven que la acompañaba. Era una chica de cabellos rubios y sedosos y ojos caramelos claros que casi parecían brillar, vestida de ropas que la hacían parecerse una muñeca de porcelana. Cho la conocía como esa estudiante perfecta que había llegado del extranjero y era una experta en química, aunque nunca había tratado con ella porque varios de la clase de inmediato la rodearon para pedirle ayuda y trabajar en el mismo grupo. Y sin duda, la peliceleste se sintió incómoda y hasta avergonzada de estar frente a una entidad tan destacada de su salón. Habría seguido con su decisión de evadir hasta su mirada de no ser porque la profesora la puso frente a ella. “Supongo no necesitarás introducciones, pero esta chica es Ayesha Altugle, y ha estado con nosotros desde el año pasado.”
“Mucho gusto de conocerte,” saludó la joven con una sonrisa cordial y una reverencia un tanto torpe. “Tú debes ser Cho Tanaka.”
“Eh, s-sí,” Cho asintió, un tanto desubicada. Desvió su mirada. “Mucho gusto también… ehm… ¿sucede algo?”
“Un instinto fatalista de que algo está mal en una introducción, sasuga Cho,” Astrid sonrió con perspicacia y Cho le miró con leve sufrimiento. A esa profesora le gustaba tomarle el pelo a sus estudiantes, y ya le había pasado más de una vez. “Para ser directas, Fran me contactó y me informó que eres una HiME activa, e incluso que el sábado recibiste un ataque de tu Rebel, así que me pidió que como profesora asesora te asignara a una estudiante de apoyo con las materias. Y no pude pensar en nadie mejor que esta estudiante que tengo a mi costado.”
“Ehh, prometo que haré lo mejor para apoyarte. Entiendo que ser HiME es un sacrificio, aunque no tengo mucha información sobre ello…” Ayesha sonrió con torpeza.
“Harás bien. Eres una chica con bastante experiencia en química, de una renombrada familia de científicos y que ha realizado estudios especializados en Europa antes de llegar a Hanasaki U. Menos mal por los otros estudiantes que no califico con curva,” la profesora se encogió de hombros.
“P-pero, ¿está bien?” Cho se confundió y bajó su mirada, tensa. “No quisiera imponerme en tu tiempo…”
“No, es perfecto para mí,” Ayesha asintió, y sonrió amablemente. “Me vendría bien estudiar con alguien. Los otros estudiantes tienden a sólo preguntarme conceptos difíciles y sólo piden mi ayuda el día antes del examen, así que tener a una compañera asignada de estudio sería lo ideal.”
“S-seguro que sólo haré preguntas tontas… y… no soy la persona más agradable…”
“No seas así, me pareces una buena persona,” la rubia alzó un índice y habló con un tono más decidido. “Y no existen las preguntas tontas, mucho menos en la universidad.”
“Y si te hace sentir mejor, tener a Ayesha como tu compañera de trabajo también la ayudará a ella,” Astrid sonrió con ironía. “¿O ya te has olvidado quién rompió seis tubos de ensayo, dos crisoles de porcelanas, un par de baguetas, un dedo frío, un vaso de precipitados y un mechero Fischer el año pasado? Oh, a eso hay que sumarle cuando descuidaste la centrífuga y se cayó del filo de la mesa, pero al menos eso no se rompió. Haha, menos mal, esas cuestan.”
“Uhhh…” Ayesha juntó sus manos y se agachó sumamente apenada y avergonzada. “Es que… soy buena en teoría… pero un poco torpe en el laboratorio…”
“E-está bien…” Cho se compadeció de la chica por la narración de la profesora, aunque sí le hizo recordar esos percances. Y aparte de que todavía no se explicaba cómo así había podido romper el mechero de metal siendo una chica tan delicada, la peliceleste tampoco era la mejor en el laboratorio al considerarse muy lenta. “Ehh, entonces, si no hay problema, me gustaría que trabajemos juntas.”
“S-sí, y si no hay problemas con que pueda estropear las reacciones en el laboratorio, entonces me encantaría…” Ayesha había perdido su seguridad y miraba al piso ruborizada y con sus dedos entrecruzados.
“¿Ven? Las dos son calladas y sumamente vulnerables. Se llevarán de maravilla,” Astrid sonrió en señal de victoria.
“S-sensei…” la rubia se apenó.
“Pues, muchas gracias por tu ayuda, Ayesha. Y también gracias por velar por mí, Astrid, pese a tu forma de ser,” Cho miró a la mayor con incomprensión.
“Sí, de nada, algún día me apreciarás mejor,” la profesora hizo un gesto con su mano para que no le agradeciera. “En parte no puedo ignorar un pedido de Fran, ella sabe ser pesada cuando se lo propone. Y en fin, verás que una ayuda de estudio te caerá muy bien. Sé que tienes buenas notas, pero con tu misión de HiME será fácil descuidarte, y apreciarás cuando no puedas asistir a clases y recibas las notas de Ayesha luego de… no sé, un viaje de entrenamiento, una cita con la directora, una batalla con tu Rebel, o en tu lecho de muerte. Sí, será genial.”
“Ehh…” Cho frunció el ceño.
“¡N-no diga eso, por favor!” Ayesha se aterró.
“Vamos, tengan al menos algo de sentido del humor,” Astrid pasó a recoger sus papeles. “Bueno, tengo otras cosas que hacer. La clase con Vincent está por comenzar, no se tarden. No es como si pudiera escribirles una nota para excusarles.”
“Sí, enseguida vamos,” dijo la HiME.
“Eh, pero creí haber escuchado que había otra HiME en esta facultad,” Ayesha llevó un índice a su mentón y miró hacia arriba meditativamente.
“¿Ah sí?” Astrid alzó una ceja. “Vaya, sí que está de moda últimamente.”
“¿Quién es?” preguntó Cho. Se sorprendió un poco, aunque tenía sentido que no supiera por cómo nunca hablaba con nadie a menos que fuera necesario.
“No sé su nombre, pero creo que es esa nueva estudiante que anda con una hermosa ave ornamental,” Ayesha sonrió. “Parece una chica muy linda. Su mascota también.”
“Ah, la chica del ave muerta, vaya,” la pelinegra se encogió de hombros y sus dos estudiantes le miraron con incomprensión. Cho dio un suspiro.
“Espero que nunca tenga que pedirte ayuda a ti, la vas a ahuyentar…” dijo la HiME.
“¡Haha, buen punto! Pero en fin, si es verdad y Fran me vuelve a fastidiar, les dejaré saber. Como estudiantes, es bueno que se apoyen mutuamente,” Astrid cargó sus cosas y se fue hacia una de las puertas. “Estudien para la prueba de la próxima clase, nos vemos luego.”
“¿Va a haber examen la próxima clase?” preguntó Ayesha, sorprendida.
“Ah, ¿no lo dije? Bueno, ustedes háganlo. Bye~”

Sin más que decir, la maestra se fue y las dos se apresuraron para llegar a la siguiente clase antes de que cerraran las puertas. Felizmente esta se encontraba en el mismo edificio y mismo piso. Las dos alumnas divisaron las puertas todavía abiertas y a los estudiantes entrando, así que estaban a tiempo.

“Bien, no nos meteremos en problemas,” Ayesha sonrió. “¿Te parece si nos vemos en la tarde para estudiar para la prueba de la profesora Astrid?”
“Eh, claro, tendría que ser después de almuerzo…”
“Un poco más tarde que eso porque tengo un electivo. Si no hay problema a eso de las tres o cuatro de la tarde…”
“Está bien,” Cho asintió. Le alcanzaría a hablar brevemente con Miranda para informarle lo de su Rebel, si es que la directora se encontraba disponible. Vaya, sí que Ayesha era más académica al estar haciendo planes de estudio desde ya. “Pero hay que avisar a los demás estudiantes de la prueba.”
“Claro, yo lo haré ahora si el profesor todavía no ha llegado,” la rubia asintió y se apresuró para realizar el anuncio.

Al quedarse sola, Cho sacó su celular para revisar la hora y ver si le había llegado algo. Y sorprendentemente, había recibido un mensaje de Tomaj, quien esperaba poder hablar con ella en cuanto tuviera disponible. La HiME detuvo su andar y prestó atención a lo que le había escrito.

‘Hola Cho, seguro que tendrás muchas preguntas y quizás algunas demandas que hacerme, así que si estás con ánimos, podemos encontrarnos dentro de Hanasaki U para hablar. Mi horario de hoy está bastante libre. Espero tu respuesta.’

Cierto, se había distraído con otros asuntos que no se había puesto a pensar en los detalles de lo ocurrido el sábado. Tomaj debió haber sabido que iba a haber un ataque, y la aparición tan oportuna de Axel también lo confirmaba. Era muy posible que este estuviera conectado con su Rebel, como mínimo, y con pensarlo, Cho no sabía qué decir. Pero sí recordaba que aunque sospechoso, Tomaj era una persona bastante razonable, y luego de lo ocurrido la vez pasada dudaba que fuera a inmiscuirse tanto con los Rebels actuales. Pensó que no tenía nada que perder con hacerle algunas preguntas, así que accedió para encontrarse con él alrededor del mediodía. Si bien ese chico siempre había resultado un tanto extraño, nunca le había parecido una mala persona, y su sobreviviente amistad con Kytes pese a haber estado en bandos opuestos también ayudaba a mejorar su imagen.

Cho dio un suspiro, esperando que no haya cometido un error, y se apresuró a entrar a la clase para no retrasarse más. Con un poco de suerte, podría mantenerse despierta.


Viéndose desocupado de obligaciones hasta la tarde, Larsa decidió realizar otra visita a Rizembool U. Sabía que Dakki ya debía haberse incorporado bien a sus estudios y Kibi también se encontraba en clases en contra de su voluntad por querer seguir primordialmente su sueño de ser una idol, y por ello decidió no decirles sobre su visita para no distraerles. Obviamente tampoco lo comentaría con sus amigos de Hanasaki porque algunos (léase: Sora) podrían ponerse paranoicos.

La actividad en Rizembool era la esperada en cualquier universidad de gran renombre, con estudiantes de todos los tipos y todas las carreras conviviendo en un ambiente privilegiado de los edificios e instalaciones de alta gama que no sorprendían a nadie con conocimiento básico de la institución. Similar a Hanasaki en términos de estudiantes y movimiento, pero muy diferentes en infraestructura e impresión. En esos momentos, no podía evitar darle la razón a Komaeda de que la guerra sin sentido sí había sacado grandes méritos de ambas entidades.

No le faltaba mucho para llegar al hospital, cuando entonces, entre las pocas personas que merodeaban una cafetería que todavía no servía el almuerzo, oyó una voz peculiar con una manera muy específica de llamarle. Era definitivamente él.

"¡Oh, Solidor-kun!" exclamó Komaeda al reconocerle y se acercó a paso rápido. Larsa le miró y le esperó en su posición.
"Buenos días, Komaeda," el dirigido le miró con leve reproche y negó la cabeza.
"¿Eh?" Komaeda ladeó su cabeza, confundido, "¿Sucede algo?"
"Sólo recordaba el desastre que hiciste el sábado. Va a tomar mucho tiempo reparar los daños, aun si Rizembool secretamente se ha ofrecido a ayudar."
"¿Y cómo sabes tú eso? ¿Sensei te lo dijo?"
"Sí, sabes que Shinkouhyou es demasiado hablador a veces. En fin, comprendo que no es mi tema, pero en lo posible deberías alejarte de atacar lugares públicos. Por más que pelees por tus propias ideas, daño a terceros y complicaciones a ambas escuelas no pueden justificarse por los principios de una sola persona."
"Lo entiendo, me puse a pensar en ello durante el fin de semana, y tu llamada de atención sí me hizo entender las consecuencias," el peliblanco sonrió torpemente. "Sensei siempre pudo haberme desanimado y decirme lo descabellado que fue mi plan pero… supongo él es ese tipo de persona…"
"Lo es…" con esa corta plática, Larsa estaba listo para dejar la conversación del ataque a un lado. Se alegraba de que su allegado lo haya analizado más a fondo. "¿Qué haces por aquí? No hay edificios de clases cerca, asumo que hoy tiendes a estar ocupado más hacia la tarde."
"Más o menos, tengo una clase al mediodía así que aprovechaba el espacio en la cafetería para estudiar un poco. Es más tranquilo por aquí a estas horas," Komaeda sonrió, encontrando gracia a la pregunta de su amigo. "Más bien yo debería estar preguntando tu presencia aquí. Estás estudiando en Hanasaki. ¿Cómo así vienes a Rizembool?"
"Venía para…"
"Un momento, ¿será que quieres convertirte en un Rebel?" Komaeda se impresionó y pasó a emocionarse. "Ahh, sería lo ideal. Siempre pensé que podíamos ser buenos aliados, y por tu historial familiar y preparación, confío en que te escogerían de inmediato."
"Komaeda, no, no pienso ser un Rebel. Ya lo fui una vez y fue más que suficiente."
"¿Eh? ¿Lo fuiste?" el Rebel se quedó sorprendido.
"Supongo no hemos estado en contacto..." Larsa negó. "Hace tres años, pero no lo fui para pelear en Rizembool. Fue… una situación compleja."
"Estaría muy interesado en que me lo cuentes," los ojos del peliblanco brillaron. "Que tú hayas seguido los pasos de tu hermano y el resto de tu familia."
"Es una larga historia, y preferiría no detallarlo ahora. He venido para una visita y voy a tener asuntos que atender más tarde."
"Ya veo. Pero te puedo acompañar a tu destino," sonrió amablemente. "Es lo menos que puedo hacer por uno de mis pocos amigos."
"Si insistes," Larsa le miró un momento.
"¿Eh? ¿Acaso dije algo malo?"
"No es eso…" el exRebel desvió su mirada, pensativo. "Sólo pensaba en que yo tampoco he tenido muchos amigos, y supongo eres uno de los pocos a quien conozco de hace tiempo," sonrió con ironía. "Perdón, creo que nunca pienso en otros como mis amigos tan directamente, pero estoy de acuerdo contigo."
"Ah, ya veo. Normalmente yo tampoco, y me alegra que me consideres un amigo. Realmente me hace muy feliz."
"Sí," Larsa se puso a caminar. "Obviando el hecho que puedes ser un demente que ataca un edificio público lleno de gente mayor de edad, eres mi amigo."
"Eh…" Komaeda se quedó congelado un momento y sonrió con torpeza. De inmediato siguió al otro. "Debí esperar un comentario así de tu parte. Haha, quisiera responderte pero no sé sobre tus hazañas como un Rebel."
"Quizás algún día lo sabrás."
"¿Y a dónde estamos yendo?"
"A la clínica dentro de Rizembool."
"¿Clínica?" el peliblanco se sorprendió y de inmediato se preocupó. "Ehh, ¿todo bien? ¿Alguien ha salido herido?"
"Hm…" Larsa se detuvo y le miró. "Supongo que Shinkouhyou no te lo ha dicho."
"¿A qué te refieres?"
"Hajime es un estudiante de Rizembool, pero sufrió un accidente y se encuentra hospitalizado dentro de la universidad."
"¿Hinata-kun?" se quedó en shock por las noticias y dio un paso atrás, mostrándose genuinamente mortificado. "Imposible… ¿cómo no sabía que se encontraba aquí? ¿Por qué no me lo han avisado?" Komaeda comprimió un puño con cólera frente a su rostro. "No haber estado ahí por mi amigo… me siento sumamente indignante…"
"No es algo que hubieras podido evitar sin el conocimiento de la situación," comentó Larsa, dando un suspiro. Esa reacción no le sorprendía. "No te recrimines."
"No, no puedes defenderme. Lo menos que debería haber hecho es ido a visitar a una persona con tanto potencial como él, ayudarle, aconsejarle, lo que sea…" pasó de inquietarse a sonreír con una mezcla de decepción e ironía. "Haha… pero tiene sentido, ¿no es así? Que alguien como yo no sea avisado a pesar de estar aquí… N-no soy más que una persona indeseada, fallada, en el camino… ¿Sí, verdad? Ahh… y hasta recibo una llamada de atención de un preciado amigo por fallar como Rebel…"
"Te quiero pedir el favor de no incluirme en tu auto-desprecio," Larsa dio un suspiro. "Sé que Hajime se alegraría de verte porque cuando le vi por la primera vez me preguntó por ti. No pude responderle al no saber de tu estancia en Japón. Por ello, si no interfiere con tu horario, sería bueno que me acompañes a verle. Y descuida, ya está por ser dado de alta. Se encuentra bien."
"¿En verdad? Oírlo me alivia un montón," Komaeda asintió con grandes ánimos. "Está decidido. Te acompañaré. Incluso si fuera a perder mi clase me quedaré en caso de que Hinata-kun me necesite."
"Hm, sé que lo harás," Larsa sonrió un poco. Aparte de su locura, Komaeda podía ser una persona muy leal, y siempre lo había demostrado con Hajime.

Los dos continuaron caminando y llegaron a un área de parques abierta y cerca de la clínica. Pasaron un momento en silencio hasta que el Rebel volvió a tomar la palabra.

"¿Y cómo así te enteraste de Hinata-kun?"
"Por Keithgriff. Me encontré con él en una visita a la universidad a pocos días de mi llegada y él me pidió el favor de que le visitara cuando tuviera tiempo."
"Vaya… él tampoco me dijo nada," Komaeda se volvió a frustrar. "Debe haber algo muy mal conmigo."
"Él siempre ha sido un profesional cerrado y con sus reservas. No esperes que sea muy considerado," Larsa recordó que el científico le pidió el favor bajo la descripción de que alguien 'cuerdo' debía estar cerca de Hajime. Ciertamente ello explicaba por qué no le había pedido al Rebel, aunque muy posiblemente había otra razón como para que el caso de Hajime se haya mantenido en secreto. Claro, no iba a quedarse a considerarlo sin tener mayor conocimiento del asunto.
"Pero sé que él siempre le ha tenido gran consideración a tu familia. Fue amigo de tu padre, ¿no es así?"
"Sí, incluso me pidió que me uniera a Rizembool para colaborar con sus investigaciones."
"¿En serio? ¡Eso es genial!" el peliblanco se entusiasmó. "Ni puedo imaginarle pidiendo a alguien que le asista, aunque conociéndote y por tu presencia en Hanasaki, debiste haberte negado, ¿cierto?"
"Sí, lo hice…" Larsa se mostró incómodo.
"Es por tu recelo al rol de Rebel, y un estigma personal, sin lugar a dudas."
"Es una mezcla de cosas, sin duda hay algo de eso, pero no podría explicarlo."
"Pienso que te lo complicas para ti mismo y por eso no lo puedes analizar, pero no es cuestión de que lo pienses. Algunas cosas son mejores si se dejan sin expresar, porque la mera búsqueda de palabras puede desviar el significado."
"…"
"¿O acaso me equivoco?" Komaeda sonrió comprensivamente. "Haha, no te pongas tan serio. Pero para ser sinceros siempre he visto en ti un genuino potencial. Sólo deseo fervientemente que tus virtudes como tu análisis no se conviertan en tu cruz y no te cierren las puertas a una buena oportunidad para ti sólo por tus propias incomodidades."
"…" Larsa mantuvo silencio. El científico le había dicho lo mismo. "Tiene sentido… Como una persona dedicada a biotecnología, me conviene integrarme a Rizembool. Sobre todo porque Keithgriff ha seguido la misma área de interés y es un científico con gran renombre, y alguien a quien he conocido casi toda mi vida."
"Pero… ahora viene la parte irracional, ¿verdad?"
"Regresé a Hanasaki para mantener un ojo en mis amigos, y porque claramente he dejado algo pendiente aquí…" Larsa bajó su mirada, desanimado. "Es ilógico, vergonzoso y sumamente irresponsable de mi parte ahora que soy el heredero de mi familia, pero sentí una gran necesidad de volver. Y no pienso unirme a Rizembool por más que sea la mejor opción… pero tampoco nunca me he sentido completamente cómodo en Hanasaki."
"Es porque tú no perteneces en ningún lado," Komaeda ensanchó su sonrisa.
"…"
"Como lo dije, eres una persona de gran potencial, y una característica muy tuya siempre ha sido el poder hacerlo todo, atenderlo todo, abarcarlo todo, encargarte de todo. Y a cambio terminas a la deriva, en un punto diplomático, estratégico, ideal… solitario, donde nadie más se posicionaría. Pienso que una persona que en verdad no quisiera tener nada que ver con Rizembool no estaría viniendo tan seguido, ni teniendo conversaciones muy neutrales sobre la guerra entre las instituciones. Y también estás en Hanasaki por cuestiones casi ajenas, viendo cómo reconoces tu inconformidad. Por ello… Pienso que sigues con tu rol de observador, de acaparador, de tenerlo todo y nada a la vez. De condenar a la guerra, y aun así, estar más metido dentro de esta que la mayoría. Le ves algo, quizás casi una incomprensible responsabilidad… Es muy tú que seas así, y sería una gran pena que esta bizarra 'virtud' tuya termine jugándote una mala pasada..." Komaeda se detuvo y le miró fijamente, con seriedad. "Y creo que ya lo está haciendo."
"…" Larsa frunció el ceño.
"Sólo un apasionado se impondría un rol tan demandante y nadaría contra la corriente," sonrió con humildad. "En ese aspecto, nos considero iguales. Sin embargo, sé mejor que aconsejar a alguien. Tú serás quien tome tus decisiones, y decides estar en Hanasaki, al menos te pediré el favor de ayudar a mi HiME. Es irresponsable de Hanasaki exponer a una estudiante que no se encuentra en condiciones óptimas para llevar a cabo su rol. Su caída no expresaría ninguna esperanza. Se volvería una víctima, y heriría el tan intenso trabajo de sus otras compañeras."
"…" se reservó comentarios. No había punto de dialogar sobre su visión.

La charla les había llevado a la clínica y Larsa dirigió a Komaeda por el lobby hacia los ascensores. En poco tiempo llegaron al piso, y al ingresar al pasillo, el exRebel se detuvo.

"Antes de ingresar, pienso que sería lo mejor ser honestos con Hajime," observó.
"¿Eh? ¿A qué te refieres?"
"Sería bueno que le digas que eres un Rebel y le prepares para lo que sea que puede venir en el futuro. Sabes lo colérico e impaciente que Hajime puede ser si es que se entera en pleno ataque o por terceros."
"Es un buen punto," el peliblanco sonrió nervioso. "¿Pero consideras que se encuentre bien para recibir este tipo de noticias?"
"Sé que lo está. Parece que se siente mucho mejor."
"Y a todo esto, ¿le has dicho que tú has sido un Rebel también?"
"Hm, creo que el tema no salió a flote…" Larsa dio un suspiro. "Buen punto. Entonces está en mi deber decírselo también."
"¡Ah, qué bueno! Así si se enoja no me caerá sólo a mí."
"¿Qué cosas dices?" Larsa frunció el ceño, visiblemente molesto.


Los dos finalmente llegaron a la habitación de Hajime, y le encontraron sentado en su cama, mirando por la ventana. Él les oyó llegar y se giró, para sorprenderse al reconocer al peliblanco.

"¿K-Komaeda?"
"Hola, Hinata-kun, ha sido tanto tiempo," se acercó sonriendo. "Has crecido un montón, pero estoy seguro que sigo siendo más alto que tú."
"Tú y tus comentarios raros, pero ya que estamos en ellos, veo que tu cabello sólo se ha vuelto más alocado con el tiempo," Hajime le miró con reproche, pero terminó negando y le devolvió la sonrisa. "¿Y qué haces aquí? Imaginaba que estabas en Inglaterra."
"Vine para estudiar en Rizembool desde este año, es una larga historia. ¿Aunque cómo así llegas a Rizembool y no me avisas? Sobre todo por haber tenido un accidente. Ahh, de haberlo sabido, te habría venido a visitar todos los días."
"Me han tenido incomunicado y desconectado de todo. Ni he podido ver a mis parientes en todo este tiempo…" Hajime se desanimó. "Keithgriff me comentó que estuvieron cuando seguía inconsciente, pero tuvieron que dejarme solo por motivos de trabajo. Sólo espero que regresen pronto."
"Vaya, es una pena," Komaeda se compadeció de él y sonrió con tristeza. "No habré conocido a tus padres, pero seguramente sí deben andar al pendiente de tu mejora. Espero que Keithgriff te deje hablar con ellos pronto."
"Espero…"
"¿Y qué te pasó?"
"Eh, pues…" Hajime se rascó la nuca con incomodidad y frunció el ceño. "Creo que fue un accidente y me atropellaron. Eso fue poco después de completar con mi aplicación para estudiar en Rizembool. R-realmente no recuerdo bien…" dio un suspiro. "Mi cabeza a veces me sigue dando vueltas y no sé bien los detalles."
"Si no te sientes bien, no deberían darte de alta," Komaeda se alarmó. "No sería bueno que arriesgues tu salud por retirarte rápido."
"No, estoy bien, en serio," Hajime se incomodó y mostró impaciencia. "En verdad, lo último que quiero ahora es quedarme postrado. Siento que estar aquí solo me hace más enfermo cada día. Y si bien sólo me internaron hace unos meses… a veces me da la sensación que he estado hospitalizado toda una vida."
"…" El peliblanco dio un suspiro. "Bueno… lo que te haga sentir mejor… Esto sólo me indica que debo mantenerte vigilado…"
"En serio no es necesario, Komaeda."
"Somos amigos, es lo menos que puedo hacer. Además también estudio aquí, no hay ningún problema con extenderte mi ayuda cuando pueda. Y necesitarás a alguien que te ayude a guiarte."
"Bueno, gracias," sonrió un poco. "Keithgriff sí mencionó que me iban a asignar a alguien, pero me vendría bien una ayuda conocida."
"Por supuesto," Komaeda asintió energéticamente.

Mientras los dos amigos hablaban entre sí, Larsa se había detenido a revisar unos papeles colgados en la puerta de la habitación que incluían detalles del paciente y también medicina que tomaba. No conocía mucho sobre los nombres de farmacéuticos, pero su curiosidad le hizo tomar una foto a la corta lista para revisarlo posteriormente.

Sin embargo, algo que de inmediato le llamó la atención es que un par de medicinas no estaban catalogadas con nombres ni incluían información sobre cantidades de los ingredientes activos, sólo se distinguían como códigos. Era un detalle un tanto inquietante. Hajime bien podría estar recibiendo medicina experimental o tal vez se trataba de una no patentada. Rizembool podría tener un equipo de investigación dedicado a estudios de medicina, no era novedad alguna, aunque no evitaba tener cierta aprehensión con el hallazgo.

"Solidor-kun," le llamó Komaeda, sacándolo de su burbuja.
"Perdón, me distraje," Larsa regresó los papeles a su lugar y se le dirigió. "¿Qué sucede?"
"Le acabo de decir a Hinata-kun que los dos tenemos una confesión que hacer, ¿no es verdad?"
"Bueno, qué más da…" dio un suspiro.
"¿Qué ocurre?" Hajime no evito inquietarse un poco. "Ya casi suena a que han hecho algo malo."
"Ciertamente tú lo considerarías así, y Solidor-kun tiene un cargo de consciencia, pero personalmente pienso que es un rol justificable," Komaeda asintió.
"Okay, si Larsa está incómodo y tú lo reconoces es porque es fatal…" Hajime casi ni quería enterarse. "¿Qué tienen que decirme?"
"Fui un Rebel hace tres años," confesó Larsa, notando la sorpresa en su amigo. "Se me olvidó comentarlo en mis visitas pasadas."
"¿En serio? ¿Tú un Rebel? Sé que tu familia estaba afiliada a Rizembool, pero pensaba que estabas en completo desacuerdo con la idea."
"Al menos, no fui un Rebel promedio tampoco, pero no pienso justificar mi rol. Quizás algún día podamos hablar de ello, es una larga historia."
"Casi me dan ganas de recriminarte, pero eres tú, tendrás tus razones…" Hinata dio un suspiro y miró a Komaeda con leve reproche. "¿Y bien? ¿Vas a confesar lo mismo?"
"Ehh, casi. Yo sí soy un Rebel en el presente," le contestó con una amplia sonrisa. "Pero descuida, prometo que seré un Rebel responsable a partir de ahora y no pienso ser innecesariamente cruel y me apegaré a las reglas."
"…" Larsa frunció el ceño. Fue muy preciso de su parte decir 'a partir de ahora'.
"¿D-de qué reglas hablas? ¿Qué vendría a ser 'innecesariamente' cruel? ¿Es que hay escalas de aprobación o algo? ¿Y acaso existe un Rebel responsable? ¡Maldición Komaeda, no seas idiota!"
"¿Eh?" el Rebel se confundió. "Pero Hinata-kun, tú siempre supiste que nuestras familias mantenían una estrecha relación con Rizembool y creo haber comentado alguna vez que me fascinaba la guerra de las escuelas."
"Creo haberte oído decir algo así, pero éramos niños, y supuse que eventualmente compartirías el mismo punto de vista de Larsa. Pero veo que sigues siendo un loco sin remedio…" Hinata frunció el ceño. "No vayas maltratando a ninguna chica inocente por ahí, ¿has entendido?"
"Ehh, pero así no funciona, Hinata-kun."
"¡No se trata de que así funcione o no! ¡Es sentido común!"
"No es por defenderle, pero no esperes mucho sentido común de Komaeda," Larsa negó.
"¿Y cómo así no te molestaste tanto con Solidor-kun?"
"Pues, todavía no lo he dejado ir, pero conociéndole sé que tiene razones mucho más válidas. De todos modos, espero sentarme con cada uno de ustedes para hablar sobre esto. Es increíble, y no sólo ponen en riesgo a otros, sino también a ustedes mismos…" Hajime llevó una mano a su frente y dio un suspiro. "No me sorprendería averiguarlo de la desconcertante amiga pelirroja de Larsa, pero ustedes siempre me han parecido más razonables que ella…"
"Dakki fue una Princess, y de darse la oportunidad, no me sorprendería que lo vuelva a ser," comentó el exRebel.
"Oh, en ese caso, podría comunicarme con ella si desea colaborar," el Rebel sonrió.
"No, creo que no le caes muy bien…"
"¡Y ese no es el punto, demonios!" Hajime sobresaltó a los dos con su grito. Él terminó por dejar caer sus hombros hacia delante, sumamente cansado y frustrado. "Me sorprenden ambos, en serio. Voy a tener que meterles más cordura aun a golpes."
"N-no deberías esforzarte aun, Hinata-kun, sigues internado."
"Y preferiría que no nos golpearas, por favor…" Larsa se incomodó. "Mis disculpas. A veces se me hace tan normal hablar sobre los Rebels que tiendo a no prestar atención a lo que en verdad importa."
"Bueno, los dos sí han sido parte de este mundo todas sus vidas," Hajime desvió la mirada, con incomodidad. "Al menos pueden ayudarme informándome del asunto. No he tenido exposición a Rizembool aún y siento que debería prepararme."
"Claro, cuenta con nosotros," el Rebel le sonrió, y notó que el otro no dejó de mirarle con reproche, pero finalmente dio un suspiro y relajó su expresión.
"Algo me dice que tendré que ser muy paciente con los dos a partir de ahora…"

Los tres continuaron hablando y los afiliados a Rizembool comenzaron a contar un poco sobre la guerra de las escuelas. Luego pasaron a preguntarle a Hajime cómo iba su recuperación y rutina de ejercicios, y al parecer, en unos pocos días estaría fuera de la clínica, lo cual lo mantenía con buenos ánimos. Los tres iban a continuar estando comunicados por un buen tiempo, pese al rol escogido por Komaeda y a que Larsa se encontraba en Hanasaki. Y a Hajime todavía le tocaba cuidarse para poder recuperarse del todo y regresar a la normalidad. Si es que eso iba a ser posible...


La clase de Cho había terminado y le tocaba un espacio abierto en su horario para ir a almorzar y ocuparse de otros quehaceres. Recordó que debía ir a revisar su huerto y de paso podría mantener a los de su prima, Eureka y Ryoji. Pero antes de continuar con una rutina establecida en su cabeza, le tocaba atender el pedido de Tomaj de hablar con ella.

Fue hacia el food court al aire libre dentro de Hanasaki U, donde había muchas mesas a la intemperie y varios locales cercanos con gran variedad de comida. Por tratarse de una conversación sobre la rivalidad entre las escuelas, la peliceleste optó por ocupar una mesa pequeña y más alejada, la cual daba la espalda a un muro casi de su estatura que servía de apoyo para un jardín elevado. Era un sitio alejado y le permitía no tener ninguna mesa o persona directamente detrás de ella, lo cual le daba cierta comodidad. Sacó su celular para contactarse con el exRebel y preguntarle dónde estaba, pero no tuvo que hacerlo.

“Has escogido el sitio perfecto para una emboscada,” comentó este, sonriendo con ironía y asustando a la otra.
“¡E-eh!” Cho se sobresaltó y levantó su mirada al muro, para notar a Tomaj sentado en el filo de este. Su aparición fue repentina, pese a que en circunstancias normales hubiera notado a alguien caminar por ese jardín elevado a sus espaldas.
“Sigo manteniendo mi poca presencia, aunque por Osaka también sé qué eres un poco descuidada en ocasiones,” Tomaj se mantuvo sentado en el filo y alzó su mirada al cielo. “Y bien, ¿has preparado a algún francotirador para que me aniquile?”
“…” Cho le miró con cierto reproche.
“Haha, sólo una broma, no te lo tomes en serio,” el pelimarrón saltó del muro y pasó a sentarse en la silla opuesta a la HiME. No dejó su actitud relajada de lado pero sí adoptó un tono un poco más atento. “Vayamos al punto, ¿no te parece? Debes estar esperando que te explique algunas cosas.”
“Hm…” la HiME mostró incomodidad. “No sé qué decirte…”
“Diría que lo más razonable es que me pidas que hable y que suelte todo lo relacionado al asunto de tu Rebel,” se encogió de hombros con absoluta naturalidad. “Tiene perfecto sentido. No andes intentando pensar en qué decir porque, en tu posición, no deberías ser tú quien diga algo.”
“…” esa observación dejó a Cho aún más en blanco, y un poco inconforme. Ese chico siempre había probado ser del tipo lógico, práctico y calculador, y se encontraba dominando la conversación sin intentarlo. La HiME sí sentía que tenía algo que decir, pero como siempre, personas con tanta confianza como él le quitaban las palabras.
“Bueno, viendo que no vas a colaborar, te ayudaré con el inicio. Te pedí que habláramos porque Kytes me pidió que lo hiciera el día del ataque. De no ser por ese pedido, tal vez no me hubiera animado por mi cuenta,” él negó, encontrando gracia al asunto. “Aunque no he venido en contra de mi voluntad. En verdad me llevo bien con Osaka, y pienso que eres una buena chica, así que por más ilógico que suene, quisiera que mantengamos los buenos términos que tenemos.”
“S-sí, comprendo eso…” Cho desvió su mirada. “Tampoco quisiera crear más enemistades de las inevitables, y no me pareces una mala persona.”
“Haha, pues, gracias por eso. Noto que te costó decirlo, pero fuiste honesta,” Tomaj dio un suspiro y mostró leve frustración. “Seré honesto también. Mi desempeño como Rebel la vez pasada me causó una decente fama, y por ello me asignaron a un Rebel a quien debo aconsejar y guiar. Y como esperado de Rizembool, me asignaron a un Rebel de una HiME cercana a mi exHiME, porque obviamente saben que tengo al menos cierta familiaridad contigo.”
“…” la HiME asintió.
“Así que…” él dio un suspiro. “Le tuve que decir a ese Komaeda tu información más general. Tus poderes, breve información sobre tu familia, detalles sobre tu Key y un resumen de tu desempeño sobre la vez pasada. La información que le di fue bastante ambigua, tampoco es que te conozca muy bien. Mi trabajo está más enfocado en darle consejos sobre ser Rebel como un veterano, pero él es distinto de mí, así que no esperes predecirle con mi propio historial.”
“…lo comprendo…” le sabía un poco mal saber todo eso, pero apreciaba su honestidad.
“Hm, parece que explicarlo fue más fácil de lo que pensé, aunque asumo que te encuentras molesta conmigo.”
“No estoy feliz, eso es definitivo,” Cho negó, mostrando frustración. “Pero molestarme contigo es un poco difícil. Tiene sentido que Rizembool haga esto. Sí me molestaría si hubieras ayudado a Komaeda con su plan, pero te mantuviste al margen.”
“Hmm, buen punto,” Tomaj asintió y sonrió con ironía. Sí, esa HiME era bastante lógica, tal vez más de lo que hubiera esperado.
“Axel también sabía lo de Komaeda, ¿cierto?”
“Sí, no hay mucho que este podía hacer para no saberlo siendo el propio Komaeda quien fue a buscarlo y presentarse ante él como tu nuevo Rebel. También quería su tutelaje, pero como era de esperarse de Axel, sólo le deseó buena suerte y se fue.”
“…” Cho se quedó meditando.
“Ya que estoy aquí… supongo puedo compartir un par de cosas,” Tomaj ladeó su cabeza a un lado, con leve fastidio. “Tu Rebel tiene el mismo poder que yo tenía, la química. También posee mi misma arma aunque la usará principalmente para canalizar su magia. Oh, y se encuentra estudiando sobre explosivos, sólo para dejarte saber. Creo que tenía algo más en mente pero hasta el momento no ha desarrollado otro poder. Ah, también está estudiando química como tú, así que a diferencia de mí, él debe tener una mejor idea sobre cómo hacer uso de su magia.”
“C-claro, gracias por la advertencia…” fue un gesto de paz, tal vez. No que la información le ayudase en mucho, pero sí lo apreciaba un poco. Cho dio un suspiro. “Todavía no puedo creer que eres amigo de Sora.”
“Hahaha, yo tampoco,” esa mención de la HiME sin duda alivió los ánimos del ambiente. “Prefiero pensar que soy amigo de Kytes, aunque eso es más increíble, ¿no es así? Un Rebel individualista y un Knight desvivido por otros. Cualquiera diría que los tres no hemos sido amigos de la infancia. Aunque…” él sonrió con leve ironía y una pizca de nostalgia. “…debo admitir que mi estancia en Rizembool sí me cambió.”
“…” Cho se sorprendió un poco.
“Convertirme en Rebel fue toda una Odisea. Obtuve un poder del conocimiento que me saturó, y se volvió en una cruz. Al igual que tu elusiva capacidad, este poder amenazaba con lastimarme, destruirme, borrarme…”
“…”
“Ahí llegó Shinkouhyou a convertirse en mi maestro, teniendo él el mismo poder,” el exRebel sonrió con simpleza. “Antes de presentarme ante ustedes como un Rebel, desaparecí un tiempo del mapa, seguro no lo recuerdas. Mi maestro me llevó a entrenar y me desconectó de todo para formarme en un Rebel que podía soportar el estrés de mi poder. Fue un entrenamiento interno, uno de principios y que demandó bastante de mi persona, ya que si quería dominar la omnisciencia, tenía que aprender a deshumanizarme a cierta medida.”
“…”
“Fue una experiencia horrible,” Tomaj sonreía como quien encontraba su previo predicamento divertido. “No regresé siendo el mismo. Aunque ahora me puedo reír sobre ello.”
“…”
“HiME…” levantó su mirada al cielo, manteniendo una sonrisa tranquila y convencida. “Para verdaderamente lograr algo en esta guerra, necesitas perder algo, ¿lo sabías? Si me hubiera quedado como un simple chico, con el jefe que me tocó, es posible que no hubiera sobrevivido, y habría tenido el mismo destino que tu primer Rebel. Habría sido eliminado por mis superiores.”
“Eh…” Cho sintió un peso por dentro al oírle decir eso inmutado. No era por sentirse mal por ese enemigo caído quien nunca le mostró un lado humano. Más bien… porque sabía que Tomaj y Riku habían sido buenos amigos de toda la vida. No sabía si extenderle simpatía o simplemente callar…
“Pero en fin, no es que quieras escucharme hablar de mí. Te estoy diciendo todo esto porque puede que sea lo que tú necesites. Tal vez debas dejar entrenamientos regulares de lado y adentrarte en ti misma. Tal vez debas buscar perder algo, o si prefieres otra expresión, cambiar algo en ti. Algo esencial. Quizás lo necesites para hacerte más fuerte y controlar tu capacidad, pero eso depende de ti.”
“…”
“Espero que con esto estemos a mano,” Tomaj sonrió y se levantó para marcharse. “Suerte con tu Rebel. Que te vaya bien.”

La conversación terminó abruptamente y Cho miró al Rebel irse caminando, intrigada. Tomaj siempre se le había hecho todo un misterio y no supo sobre aquella experiencia de él. Conociéndole, quizás tampoco la había compartido con nadie. Pero iba a considerar el mensaje que le dejó. Perder algo… cambiar algo…

No siempre le gustaba recordar el pasado, pero en momentos así, le daba un extraño sentimiento de serenidad. Su rol de Rebel no le consiguió su misión inicial, pero tuvo un final agridulce que le dejó saber que todos sus esfuerzos al menos valieron para algo. Ver a ese enano amigo suyo desarrollarse en su carrera con tanto éxito y sin ninguna preocupación siempre le traía satisfacción y alivio.

Y si bien varias cosas habían cambiado en tres años, muchas otras seguían iguales, y en medio de un presente rutinario y ‘distinto’, seguía la presencia de una pesada y poderosa incertidumbre, porque ambos sabían que el pasado aún no les dejaba en paz y el futuro se avecinaba con una silenciosa potencia.
« Last Edit: July 18, 2016, 12:25:24 AM by Cho »


Kana

— # 024
La muchacha se aferró fuertemente del joven cuando este aumentó la velocidad. Sus brazos se aferraron al delgado abdomen del pelinegro y la chica escondió el rostro en la espalda del más alto. La tarde había caído gris y algunas gotas delgadas de lluvia comenzaban a descender desde el cielo que contemplaba los matices acromáticos.
Alzó un poco la vista, a contra viento, y el mismo viento que le meció los cabellos castaños y largos luciéndolos como cintas que danzaban con el aire. Hiyori observó el paisaje agradable que podía ver, desde pasando por casas pequeñas y ancestrales que parecían sacadas de un feudo japonés donde un hombre de cabellera pelirroja sujeta en una cola barría mientras que una mujer de oscuros cabellos le regañaba fuera del Dojo, cambiando después de dirección y adentrándose a una zona donde habían más negocios caseros, y luego otro cruce donde se abandonaba el área y se entraba a una parte más despoblada donde la bicicleta por fin se detuvo un instante.
La línea del tren había sido la causa, más concretamente, las luces del cruce que indicaban que un tren estaba pronto a transitar. Más allá, mucho más allá, estaba el mar a lo lejos, majestuoso e imponente como siempre. Las olas golpeaban violentas y la brisa de llovizna se entremezclaba con la brisa marina.
El chico que conducía la bicicleta se quitó los mechones largos de cabello de Hiyori que cubrían su propio rostro. La miró hacia atrás.
—¿Te paso una gorra?—
—Eh, sí… Mejor. Así nos evitamos cualquier accidente.—
—Ok.— Kou soltó el manubrio de la bicicleta y llevó su mochila hacia delante para sacar una gorra blanca con negro, de beisbol.
—Hm, es la del club de beisbol de Hanasaki. Para nada femenina, pero nadie te verá usarla.—
—Ah, no tengo problemas con eso.— Elevó una ceja, circunspecta. No era como si fuera de aquellas chicas rosas que no soportan no llevar algún accesorio femenino. Aceptó la gorra, se hizo una especie de amarre con su propio cabello y se colocó la gorra capturando lo máximo de cabello posible en su interior. En ese momento, aferró la gorra a su cabeza justo cuando el tren pasó frente a ellos. Los cabellos que habían quedado fuera de la gorra se sacudieron violetamente hasta que el tren terminó de transitar en frente de ellos.
—Sujétate otra vez.— Indicó Kou, serenamente. Hiyori volvió a rodearlo con los brazos. –Uh…— Alzó una mano hacia delante notando como la palma de su mano se mojaba. –Será mejor que nos apresuremos. Esto no pinta a bien.—
Kou comenzó a pedalear nuevamente primero adoptando un ritmo suave pero seguidamente volviendo a conseguir la rápida velocidad que le gustaba alcanzar. El camino era largo y la lluvia comenzó a caer por lo que era mejor no perder nada de tiempo.
Después de unos treinta minutos de camino. Los dos chicos llegaron a los pies del monte que llevaba al templo que custodiaba Yato.  Para cuando estuvieron allí las gotas de lluvia ya no eran finas como agujas sino que se tornaron gruesas y pesadas. El cielo estaba oscuro y la zona era difícil de circular.
—¿Podrás volver a tu casa con este temporal?—
—Lo he hecho otras veces—
—…— Hiyori se sintió un poco incómoda por la situación. Ella jamás se lo había pedido a Kou que la movilizara pero de hace unos días que el pelinegro la iba a buscar por la mañana en su bicicleta para irse a Hanasaki y al salir de sus clases Kou la llevaba en bicicleta hasta el monte donde quedaba el templo. Si bien no era el transporte más cómodo ir y venir en bicicleta, se admiraba del gesto de Kou. Siendo éste un tanto pedante y desganado por la vida, se daba el sacrificio de pedalear todos esos caminos. Eran compañeros de clases y de vez en cuando conversaban, pero no era necesario que tuviera ese gesto con ella.
Le sabía un poco mal que tuviera que volverse tan tarde y con temporal a su casa por haber tenido que dejarla a ella.
—Estaré bien…— Kou ladeó el rostro. –Ya sé que no te importa, pero en fin.— Giró su bicicleta para comenzar el trayecto hacia su casa. –Nos vemos mañana.—
—Oye, tu gorra.—
—Me la pasas mañana.— En el instante en que Kou estuvo a punto de pedalear, abrió los ojos al ver a un chico correr cubriendo su cabeza con su chaqueta. –Hey…— Le llamó suavemente antes de que chocara con él. Reconoció al tipo, era Yato.

—¿Eh?— Yato alzó la cabeza, escondido en su simulado paraguas. Notó que los dos estaban de pie mirándole. Todos mojados por la lluvia. —¿Qué hacen aquí parados como tontos? ¿No saben que se viene un temporal?—
—No.— Repitieron al unísono Hiyori y Kou. 
—Se nota que no ven las noticias.—
—Tú tampoco. Seguro te lo ha dicho un compañero de clases demasiado tarde.— Kou lo apuntó. –Por eso vienes a tu templo corriendo como una rata camuflada.—
—¡Hey!— Yato lo miró ofendido. Hiyori dejó escapar una risita. –Vaya, veo que tanta unión ha logrado que se confabulen en contra de mi.—
—Please, no te tornes como una Drama Queen.— La chica junto las palmas de su mano, cerró los ojos y suplicó en broma.
—No.— Yato negó con la cabeza. –Ese es tu hermano. Él sí que es un maestro Drama Queen. Tiene el don divino. Yo podría ser su Padawan pero aun así no le llego ni a los talones.—
—Ahí no puedo refutar.— Hiyori soltó un suspiro, frustrada. Al parecer no sólo ella sentía que su hermano Ryouta era un dramático a conveniencia.  Desde pequeño que el rubio hacía ganado esa técnica y en la actualidad la había pulido tan magistralmente que conseguía que todos hiciera lo que él quisiera de un modo ganancial y manipulador, por más inocente que pareciera de pronto.
—Vamos al templo.— Indicó el de cabellos azulados. Notó que sólo él e Hiyori comenzaron a escalar el monte. Yato se dirigió esta vez a Kou. –Tú también, idiota.—
—Prefiero ahogarme en la calle antes de quedarme en ese templo lamentable. Seguro que se les va a caer un pedazo de techo en las cabezas. — Kou no dijo más y comenzó a pedalear pero Yato había llegado detrás de él antes de que arrancara. Sintió como éste le agarró de la capucha del cuello y lo detenía.
—Ah, NO. No quiero otro jodido fantasma odioso fastidiando mi templo. Si te mueres en el camino seguro tu alma vendrá a penarnos y con lo pesado que eres será difícil exorcizar. Ya demasiada mala fama tiene el lugar como para que colabores con ello. Tú te quedas.—
—...—
Minutos después, Hiyori, Yato y un muy desganado Kou llegaron hasta el templo. El custodio preparó los baños y después que cada uno tomó una ducha en baños separados se encontraron en la sala de estar del templo. Kou fue el último en aparecer, había llegado con un conjunto de yukata blanca que Yato le había facilitado.  El pelinegro esperaba que los otros dos, al ser los moradores del templo, estuvieran en trajes tradicionales pero los encontró en la sala jugando Go y llevando vestuario normales. Kou se sintió un poco tonto.
—Hola, tonto.— Yato le saludó alzando la mano. Luego con la misma mano señaló hacia una mesa donde una tetera liberaba vapor caliente. –Té recién hecho y panecillo de mochis.—
—Vale.— El pelinegro se sirvió un poco de té y sacó un mochi para probarlo. Demasiado dulce y empalagoso al grado que se quedaba pegado en el paladar. —¿Y esta mugre? Para ser una chica cocinas muy mal.— El sabor luego se tornó nauseabundo y asqueroso. Además de dulce, la masa estaba muy espesa y cruda.
—Un momento...— Hiyori lo miró fríamente. –Yo no me meto a la cocina más que para hacer té. Eso lo preparó Yato.—
—…— Yato y Kou intercambiaron miradas avergonzadas. El primero, por ser tratado indirectamente como una mujer que debería cocinar bien y el segundo al percatarse que su comentario fue muy machista.
—Vale, nenas. No se pongan a llorar.— Hiyori giró los ojos y se puso de pie. Fue hasta la cocina y volvió con un paquete de galletas y unas hamburguesas del McDonald recalentadas.  –Aquí nadie cocina.—
—Y—Ya veo.— Kou desvió la mirada. Dio un sorbo de té. –Eh, el té está muy bueno.—
—Es lo único que sé preparar.— La pelicastaña alzó los hombros antes de volver a sentarse frente al tablero. Noto que el tramposo de Yato había movido dos veces. —…—
—Hm…— Yato se colocó de pie y fue a sacar una hamburguesa. –Llevamos tres días comprando la misma clase de hamburguesa. ¿Te parece si mañana paso al Dunky Donus y compro una caja de donas.—
—¡Oh, eso estaría genial!— A Hiyori no le gustaban las cosas dulces pero las donas de esa tienda eran un cuento aparte. Más si se acompañaban con un buen café extra cargado y sin azúcar.
—Y pasado podríamos pedir una pizza.—
—Ok.— Hiyori hizo una jugada noble en el tablero de Go.
—Disculpen… Pero, ¿Hamburguesas, donas, pizza? ¿Esa es su dieta?— Kou se manifestó levemente molesto. —¿Acaso nunca comen nada casero o meramente saludable?—
—Nunca. Es lo que hay.— Refutó Yato, dándole una mordida a la hamburguesa.
—…— Hiyori por un momento se tensó. No por la crítica constructiva de Kou sino porque… Porque este tipo de diálogo de pronto le pareció muy familiar. 
—Se supone que eres un custodio de templo, debes tener buena alimentación para cuidarlo de lo que sea necesario. Ella es una HiME, debería consumir cosas saludables que no dañen su organismo. Si siguen así… Se enfermaran.— Por no decir que terminarían obesos.
—…— Hiyori siguió con la mirada clavada en el tablero de Go. El diálogo de Kou volvía a taladrarle el cerebro como algo demasiado familiar. Un discurso de otra persona que no podía recordar.
—Bah, sí tenemos verduras en la cocina pero no las preparamos. Si tanto te desesperar por algo verde iré a traerte una ensalada.—
—Espera.— Kou alzó una mano, deteniendo las intenciones de Yato. –Si la preparas tú se me hace peligroso.—
—Ni pienses que yo te cocinaré algo.— Respondió Hiyori de pronto, serena, indiferente y sin emociones pero a la defensiva tras el comentario machista de hace un rato.
—N—No pretendía eso.— Kou meneó una mano, incómodo por la mirada de la chica. Soltó un suspiro. –Si quieren puedo cocinar algo… No es que sepa cocinar mucho, sólo lo básico… Pero sólo si quieren.—
—¿Tú cocinas?— Yato alzó una ceja. –Creí que pensabas que eso era de chicas.—
—No pienso de ese modo. Sólo me expresé mal en ese momento.— Y era cierto. Kou no tenía nada de tacto y por eso el comentario pareció demasiado inapropiado.
—Bueno. Si quieres cocinar no te detendré. Ya sabes dónde está la cocina. De todos modos no deja de sorprenderme que sepas cocinar. Te ves del tipo de personas flojas que esperan que las alimenten y si no queda de otra compran algo listo.—
—De hecho, soy de ese tipo de personas.— Entrecerró los ojos. –Pero a veces cocino. Como desde adolescente vivo solo, aprendí como preparar algunas cosas. A veces me da pereza en ocasiones salir a comprar y hago algo. Pero, insisto, lo básico.—
—Oh, esto se pone interesante.— Yato se puso de pie. –Vamos a la cocina. Mientras cocina podemos ayudar… Y ver que no nos eche veneno en la comida, de paso.— Bromeó.
El grupo de jóvenes se encaminó hacia la cocina en donde al poco rato comenzaron a preparar un platillo típico japonés de ramen  acompañado por verduras. Como había dicho Kou, lo básico de la básico. Pero para ser una preparación sencilla lucía bastante bien. Al llevar todo a la mesa los tres degustaron el platillo considerando que estaba muy bueno para haber sido preparado por alguien como Kou.
—Te puedo nombrar cocinero del templo.— Sugirió Yato.
—Olvidado. No me gusta cocinar y… Ya te dije. Un día a alguien aquí le caerá un pedazo de techo sobre si. Nadie en su sano juicio deseará trabajar en esas condiciones. Seguramente, además no pagarás salario.—
—Lo dices como si el lugar estuviera en ruina. Ya verás cuando sea todo un emblema turístico. Lamentarás tus comentarios.—
—Como en cien años más eso sucederá.—
—Canalla.—
La risa fue inevitable, los chicos reían mientras cenaban e intercambiaban comentarios. Desde afuera se escuchaba como el viento azotaba todo a su paso y botaba algunas cosas del lugar, la lluvia chocaba en tanto con las mamparas del templo. Yato temía que el agua se pasara hacia adentro por alguna parte y eso diera fundamentos a Kou.
Mientras los dos chicos hablaban de arquitectura antigua y moderna, Hiyori comenzó a divagar en sus recuerdos. Cuando terminaron de cenar, el grupo se dirigió a una sala donde había un televisor muy antiguo que funcionaba con una torcida antena para captar la señal televisiva. Mientras Yato y Kou intentaban dar con alguna señal, Hiyori se retiró con la excusa de ir a preparar unos libros para las clases de mañana.
Caminó por el solitario templo escuchando la lluvia caer fuertemente afuera. Ese lado del templo estaba muy oscuro y silencioso, sólo teniendo el sonido del agua caer. Pasó por el pasillo que daba al jardín trasero y tuvo el impulso de abrir la puerta corrediza. Seguro el obsesivo de Yato luego iría a limpiar el agua que entraría pero mientras no se enterara…
Hiyori observó desde el interior del templo con la puerta abierta, las gotas de agua comenzaron a chocar en su rostro y cuerpo sintiendo lo gélida y fuerte que estaba la lluvia. El estanque que estaba en el jardín era violentamente arremetido por las aguas que caían del cielo. El lago más allá se veía oscuro y melancólico, pero irónicamente desprendiendo una inexplicable paz.
La pelicastaña entrecerró los ojos, estática en su posición. Recordó de pronto algún pasaje insignificante de su infancia. Como una lluvia similar a esa azotaba la techumbre del templo donde moraba con su progenitora el día en que su madre, sacerdotisa del templo, se había quitado la vida. Al día siguiente, había aparecido un hombre a quien desconocía, aquel hombre de albinos cabellos le dijo que debía ser fuerte y enfrentar la situación. Había sido tan torpe en el tacto emotivo que la entonces niña no supo interpretarlo bien.
Él la dejo en una Residencial de Menores. Registrada como huérfana. Con el tiempo se enteró de que aquel caballero que la sacó del fatídico templo era en realidad su propio padre.
Aquel lugar de hogar de acogida de menores era un amplio edificio antiguo donde habitaban niñas con problemáticas sociales y sin redes familiares, muchas de ellas huérfanas y en situación de calle. Hiyori se había mantenido ajena a sus compañeras pero de todos modos había aprendido muchas costumbres "vándalas" de estas. Tal como la más necesaria de todas: Supervivencia.
La primera vez que escapó de esa Residencial de Menores, la habían encontrado al día siguiente en un banco del metro. No había dormido en  toda la noche. Con el tiempo, como acostumbró a huir de esa institución la derivaron a una Residencial de Menores Problemáticas. Allí era la ley de la más fuerte donde la fuerte vive y la débil...Bueno, es la lacaya de las otras. Hiyori volvió a escapar un par de veces. La última vez que los guardias la habían agarrado ésta les respondió con golpes y agitación que le ayudó a escapar de ellos, correr y trepar por el muro tal cual fuera una lagartija.
Una noche de lluvia muy idéntica a la que se presentaba actualmente, la chica había escapado de esa Residencial de Menores y, aunque no quería, llegó a la casa de un tío materno. Aquel hombre siempre fue demasiado exigente y perfeccionista, por lo que estaba defraudado de la cobardía de su hermana y nunca fue afectivo con Hiyori pero al menos la aceptó en su templo siempre y cuando se comportara, entrenara e hiciera los quehaceres de limpieza. Recordaba a una prima de ese entonces, la cual siempre demostró grandes cualidades. Su tío solía hacerlas competir para que fueran las mejores y representaran a la familia.
Por esa temporada, al lugar había llegado un chico de su edad un día exigiendo su atención. Al principio tratándola hostilmente, pero durante el transcurso de la misma charla pareció ablandarse un poco. Así conoció a su hermano Ryouta. Así se conoció como hija fuera de matrimonio de un importante señor. Una bastarda.
Hiyori, pese a ser silenciosa y netamente tranquila, no era precisamente una persona dominable que fuese fácil de tratar. Al cumplir trece años de edad abandonó la casa de su tío, llegó entonces a una casa de acogida de la Iglesia Católica en Tokyo donde el padre Abel Nightroad, un hombre peliblanco británico, se compadeció de ella creyéndose todas las mentiras de la menor.
Con el tiempo se inscribió en Hanasaki apelando a una beca que se ganó al causar lástima en la directora de la escuela. Hiyori dijo ser huérfana de toda la vida y sin un hogar donde llegar. Por ese entonces se hacía llamar Kana Nightroad, adoptando el apellido de su tutor el padre Abel Nightroad. Por ese entonces estaba convencida de que Miranda Lot había creído su historia y vivió mucho tiempo creyendo eso. En el presente se daba cuenta avergonzada de que seguramente Miranda Lot jamás le creyó nada (especialmente teniendo todo el sistema investigativo que la directora tenía) pero que de todos modos tuvo la amabilidad de aceptarla en Hanasaki para darle una oportunidad.
Cerró la puerta corrediza del pasillo cuando los recuerdos tan agolpados le causaron una percepción de una incómoda angustia. Antes de volver con los chicos pasó por su habitación, se secó y volvió a cambiar de ropa.
Al llegar a la sala donde estaba Kou y Yato, los encontró viendo la televisión donde daban un spot deportivo.
—Ese tipo arruinó su carrera.— Expresó Yato, bebiendo una gaseosa enlatada. –Con eso que hizo le darán una sanción como para dos temporadas.—
—…Hm, quizá lo den a préstamo cuando se termine su castigo... A un equipo de tercera división—
—…— La chica se acercó sigilosamente tratando de enterarse de la noticia. En la pantalla, vio que está a ratos era interferida por las rayas típicas de problemas de la señal pero en cierto momento logró ver la noticia que comentaban esos dos. Apareció la grabación de un partido de fútbol de la Premier Ligue donde dos jugadores discutían después de que uno de ellos le dio al otro una patada supuestamente no intencional durante el juego. El golpeado, un jugador de cabello rubio, se devolvió y le dio un empujón para luego darle un golpe de manotazo como quien intenta adiestrar a un perro. En la imagen luego se veía a un árbitro aparecer y darle tarjeta roja al jugador rubio, éste le reclamó al soberbio arbitro, el jugador de la artimaña se reía burlón al resultarle su plan, y el rubio reaccionó impulsivamente explosivo y le dio un puñetazo al árbitro dejándolo noqueado. Seguidamente el rubio volvió a encarar al otro jugador gesticulador de la artimaña en donde el otro cayó en la trampa, el rubio le hostigó hasta que el otro le respondió con un golpe de puño lo cual rápidamente el rubio le respondió lanzándose encima y mordiéndolo (?).
Hiyori se quedó estática en su posición, reconoció al jugador rubio como aquel demente de Mihael Keehl. De verdad todavía no se convencía de que ese sujeto tuviera una vida deportiva con lo holgazán y agresivo que era. Pensar que había sido parte de su pasado... –Tengo que llamarlo…— Susurró. Los otros dos chicos se voltearon para mirarla confundidos.
—¿A quién?— Preguntó Yato, ladeando el rostro.
—A Mihael.—
—¡¿Cómo lo conoces?!— Yato reaccionó shockeado.
Hiyori soltó un suspiro. –Él era mi Knight cuando fui HiME hace años atrás.—
—…— Ahora, los otros dos parecían shockeados.
—¿Cómo así tenías a ése tipo de Knight? ¿Tan mal marchaba tu vida?— Dijo Kou, otra vez crispando a Hiyori por sentir que sus comentarios eran demasiado familiar de alguien de su pasado.
—N—N—Ni me acuerdo si lo escogí yo.— Ladeó el rostro hacia un lado, incómoda. –Lo más seguro es que no. Lo más seguro es que él estaba allí y lo obligaron o qué sé.— Se cruzó de brazos. –No creo que sea necesario cuestionar ese punto de mi vida.—
—Bueno, al menos recuerdas un poco de tu pasado. Aunque me sorprende que precisamente sea Mihael Keehl del Arsenal tu ex Knigth. Eres una caja de sorpresas, Hiyori.— El de ojos azules soltó una sonrisa. —¿Has podido recordar a tu Key? Porque si de paso lo has hecho, contaríamos con una ventaja para tu proceso de HiME. No es bueno que a estas alturas todavía no encuentres a tu key.—
—Ah, a él todavía no lo recuerdo. Sólo tengo información absurda sobre mi key.— Soltó un suspiro, frustrada. —Mihael-kun inventa cosas sin sentido como que se volvió drogadicto y vive en la calle, que se casó con un travesti y mentiras así. Nunca me quiere decir qué es de él.—
—¿Y sí es verdad?— Yato apuntó a la televisión donde repetían una y otra vez la noticia escandalo deportiva del día. – Si tenías a éste por Knigth… El key no debe estar lejos de tener un trastorno de la personalidad.—
—…Basta.—
—Lo que queda claro es que ése tal Mihael sabe más de ti que todos juntos.— Comentó de pronto Kou.
—Cierto…— El otro chico posó una mano en su mentón.
—Por eso tengo que llamarlo. Hace un tiempo le pedí que me ayudara a encontrar a mi Key pero me mandó al diablo y dijo que estaba demasiado ocupado.— Hiyori miró fríamente la televisión, desafiante y expectante. –Ahora no tendrá excusas.—



« Last Edit: October 26, 2019, 10:21:52 PM by Kana »


Cho

Vengo con otro fic que tendré que terminar de postear más tarde (...) No recuerdo la última vez que hice un flashback~

Gracias a Sayi por los icons~~

23.1.

Flashback


Para dejarlo en la explicación más simple, Yukko nunca había sido una buena estudiante, pero a veces uno se ve forzado a salir de su zona de confort por azares del destino, sea por necesidad, decisión personal, o tal vez una confrontación con sus superiores. La madre de Yukko nunca fue paciente con sus notas ni procrastinación, y luego de distintas amenazas como quitarle el televisor, la joven terminó por esforzarse en sus estudios para sus últimos años de preparatoria. Fueron años intensos y difíciles que nunca iba a recordar con mucha nostalgia por cómo el estudio forzado le quitó bastante de su tiempo libre. Pero se esforzó al saber que, si se graduaba del colegio con buenas notas, tendría grandes oportunidades de irse a estudiar fuera de su pueblo rural y en una de las ciudades más llamativas en todo Japón, para vivir sola y bajo sus propias reglas mientras se desarrollaba con un futuro prometedor y libre por delante.

La chica sorprendió a su familia y superiores por igual cuando su arduo trabajo le recompensó al graduarse con honores. Las notas también le condujeron a tener buenos resultados en distintos exámenes de admisión de diversas universidades, y al final tuvo hasta la opción de elegir su instituto de preferencia. Esa fue una decisión difícil, para la cual se sentó con su familia, y después de oír distintos argumentos, terminó aceptando la elección de su padre, quien había oído sobre avances tecnológicos de gran importancia desarrollados en Rizembool U, y por ello pensó que su energética, optimista y amigable hija encajaría perfectamente en aquel ambiente.

Con la elección realizada, Yukko fue acompañada por sus padres unos días mientras le ayudaron a buscar un sitio donde vivir y a instalarse y ubicarse en la ciudad. Si bien la estudiante pudo calificar para una media beca, la matrícula y otros gastos iban a ser bastante caros, razón por la cual tendría que vigilar el dinero que le mandarían sus padres. Por esta misma razón, tampoco pudo costearse uno de los apartamentos en los dorm de la universidad, aunque felizmente no vivía muy lejos.

Sus padres terminaron retirándose de regreso a su hogar pese a que las clases todavía no habían comenzado para su hija, aunque Yukko les aseguró que iba a estar bien y los iba a mantener informados. Por ello, con un último recordatorio de que no descuidara sus quehaceres, los adultos permitieron a su pequeña volar por su cuenta y la dejaron en paz en su nuevo ambiente.

Si bien la primera noche a solas fue un tanto extraña, Yukko celebró haber llegado tan lejos y finalmente estar libre. Pocos días antes del inicio del semestre iba a haber el 'Orientation Week', el cual consistía en una visita guiada para los estudiantes ingresantes por parte de maestros o estudiantes mayores que servirían como sus asesores personales por las primeras semanas de clases. Todavía faltaban unos tres días antes de dicho evento, así que Yukko iba a aprovechar su tiempo sin compromisos para pasear por la ciudad y dormir hasta tarde.

Y fueron días relajados que Yukko había esperado tener por tanto tiempo… tan relajados que se olvidó de enviar su aplicación para Orientation Week y recién lo hizo en la tarde del día previo al evento. No era una obligación atender, pero sí sumamente recomendado porque era el mejor momento para conocer a otros estudiantes y ubicarse en la universidad antes del primer día de clases, aparte de que sería capaz de completar los últimos documentos necesarios de su aplicación ahí en vez de tener que hacerlo entre clases. Sus padres también le habían pedido que les enviara fotos del evento y las distintas charlas que iba a tener, y si se enteraban que faltó por olvido, su tranquilidad e independencia podrían ser puestas bajo riesgo. Por ello, anduvo toda la tarde como zombie esperando la confirmación de recepción, y luego de mucha ansiedad, recibió un mensaje que le aseguró que habían encontrado cupo para ella en el recorrido del día siguiente. El correo incluyó los datos del estudiante asesor asignado a ella, el número de grupo y la hora y lugar al que tenía que acudir. Con todo ello, dio un fuerte respiro y se prometió a sí misma que no volvería a distraerse tanto.

Sin embargo, pese al susto, no pudo evitar verle el lado positivo. Yukko siempre había sido una persona con mala suerte, así que una solución tan misericordiosa de parte de Rizembool fue como si los cielos se hubieran abierto para escuchar sus plegarias. Ella se animó y decidió verlo como una señal de que su suerte iba a mejorar desde ese punto. Sí, tenía fe en que su vida en Rizembool sería el punto en que todo cambiaría para bien, y con esas esperanzas fue a dormir para levantarse temprano y estar preparada para unirse a esa universidad de tanto renombre.

Sólo que, por supuesto, volvía a ilusionarse prematuramente.


Era la mañana siguiente, y Yukko llegó a Rizembool U temprano para esperar el inicio de la orientación. Lo primero fue maravillarse con lo que se pudo ver desde el enorme patio en la entrada, donde le pidieron que esperara. Había todo tipo de perfiles y diseños de edificios que nunca hubiera imaginado, y podía notar que esa institución era enorme. Ya quería caminar por todos lados y conocer cada escondite, pero le tocaba ser paciente. Su entusiasmo le hizo llegar casi tres cuartos de hora temprano, y estuvo entre los primeros estudiantes. Ubicó un cartel con su número de grupo asignado y fue a este para esperar a la llegada de quienes iban a ser sus compañeros por los días de orientación.

Pasaron los minutos y empezó a notar a estudiantes llegar y esperar al inicio del evento, además de ver a estudiantes y maestros supervisores planear entre ellos antes de acudir a sus ingresantes asignados. Yukko no podía creer que era un evento opcional por la tremenda cantidad de personas en ese amplio patio, lo que debía significar que esa universidad era incluso más grande de lo que parecía. Los nuevos estudiantes terminaron nublando su visión y en poco tiempo vio a un gran y ruidoso mar de gente. En su mayoría eran chicos, algo que no le sorprendía mucho porque había escuchado algo sobre esa universidad siendo exclusivo de chicos en el pasado, pero también había una decente representación femenina, algo que le hacía sentirse un poco más cómoda.

Y fue recién a diez minutos antes de la hora que aparecieron los primeros de su grupo. Yukko por un instante creyó que la habían mandado a un grupo de último recurso y sin otros compañeros por haber enviado su solicitud tarde, pero menos mal que ese no fue el caso… al menos no del todo. Algo que sacó de lugar a la chica es que todas esas personas no compartían los ánimos que ella y muchos otros tenían de comenzar la universidad. Se les notaba aburridos, hastiados, inmersos en sus celulares y completamente desconectados de los buenos ánimos que casi podían tocarse en ese tan energético ambiente. Por un momento, había querido dirigirle la palabra a alguien como para iniciar una pequeña conversación, pero este no le notó y rápidamente le dio la espalda con un movimiento brusco que podía o no haber sido intencional. Eso dejó entender a Yukko que mejor esperaba a que apareciera el estudiante asignado a ser el guía antes de intentar ser social.

La joven observó cómo los guías empezaron a acercarse a sus grupos y la bulla colectiva bajó un poco por cómo los nuevos prestaban atención a quienes iban a ser sus superiores por el inicio de clases. En ese momento, llegó otra persona más a su grupo, y a diferencia de los demás, esta chica sí se acercó a ella, aunque seguramente lo hizo para apoyarse también en el árbol en donde Yukko había estado apoyada mientras esperaba al inicio del evento. Yukko quiso hablarle pero notó cómo ella también recurrió a su celular con tanta rapidez como quien respiraba una bocanada de aire luego de nadar a través de un mar que no le había brindado oxígeno. Se desanimó un poco, pero luego de tanta espera sentía que necesitaba comunicarse con alguien, así que decidió hacerlo.

“Ehh… hola…” le saludó a la chica, quien se vio inmutada. Yukko sonrió con nervios. “Ehh… pues… veo que ehm… también te interesó Rizembool…” se pateó internamente múltiples veces por decir algo tan sonso, pero no supo qué más observar en ese instante. Al menos la otra se mantuvo inmutada. “Pues… mi nombre es Yukko. Espero que nos llevemos bien…”
“…” la chica con lentes se tomó su tiempo de terminar de revisar su celular y lo guardó, para finalmente dignarse a mirar a Yukko con una inexpresión que iba a ser característica de ella. Pasó a contestarle con un tono de voz bajo y monótono. “Mai, ese es mi nombre.”
“Ehh, ah, mucho gusto…”
“Te ves nerviosa.”
“Es que…” Yukko miró a los demás de su grupo quienes seguían en sus burbujas individuales y elegían no reconocer que había otros seres humanos cercanos. Dio un suspiro. “Ehh… no me gusta decirlo… pero no me ha tocado un grupo muy social, y ya empezaba a sentirme mal.”
“Hm…” Mai asintió al observar a otros y miró a Yukko de reojo. “¿Te inscribiste al evento a última hora?”
“¿Eh?” la otra dio un paso hacia atrás, sorprendida por esa pregunta. “S-sí… había llenado la solicitud… pero se me olvidó enviarla…”
“No me sorprende,” regresó a mirar al resto del grupo y más allá, con los demás sí entusiasmados con conocer Rizembool. “Si miras con detenimiento, cada grupo tiene algo en común. Por ahí están los populares, por ahí los matemáticos. Esos de allá parecen biólogos, y a su costado se nota que hay unos grupos con tendencias a letras y humanidades. Más allá se ven a deportivos o con personalidades muy extrovertidas. Cerca de ellos hay un grupo que parecen abogados y diplomáticos. Rizembool sin lugar a dudas nos agrupó considerando nuestras compatibilidades, y seguramente nuestros guías asignados deben haber pasado por la misma selección.”
“Eh…”
“Personalmente me siento a gusto en mi grupo,” Mai alzó su mirada hacia las ramas densas y frondosas del árbol, como quien aspiraba vida. “Un grupo relajado que no tiene pretensiones ni fastidia a otros, ni se deja influenciar por ánimos ajenos y que está yendo a su propio ritmo. Al menos yo fui obligada a asistir, así que espero que no nos toque un tonto guía que intente inyectarnos con un positivismo que ciertamente nadie aquí va a querer.”
“Ehh…”
“Bueno, nadie menos tú, pero como latecomer llena cupos no cuentas.”
“Uhh…” Yukko se incomodó. Latecomer en el sentido de enviar su solicitud, porque fue la primera en llegar.
“Ah, tengo una pregunta para ti.”
“¿Q-qué cosa?”
“¿De casualidad has escuchado los rumores sobre Rizembool y Hanasaki?”
“¿Eh?” Yukko se extrañó. Sí recordaba Hanasaki al haber sido otra universidad en su lista de elecciones, pero tuvo que ser descartado porque sus padres querían que estudiara algo con ciencias, lo cual todavía no le convencía de todo. “Pues sé que está cerca de aquí, pero, ¿acaso son universidades afiliadas, o rivales?”
“Olvídalo,” Mai negó, inmutada. “Había considerado la remota posibilidad de que teníamos algo en común, pero veo que me equivoqué. No estás al tanto.”
“¿Pero de qué hablas?” Yukko ya quería saber.
“Eventualmente lo sabrás. Sólo diré que vine a estudiar aquí por los rumores.”
“Esa es una extraña razón,” se confundió y pasó a animarse. “Yo vine porque oí que Rizembool es una universidad superior de alta gama y con un gran énfasis en estudios e investigaciones en los cuales estudiantes pueden participar. Eso suena muy genial y por ello sé que esta universidad es la mejor y tiene mucho que aportar para el futuro de este país y con un poco de suerte podré colaborar con todo esto y ser una buena profesional.”
“Hm…” Mai llevó una mano a su mentón, y luego de meditarlo un poco, asintió a sí misma y miró a Yukko, para decirle unas palabras que volvería a repetir una y otra vez. “Tú no perteneces aquí.”
“¿E-eh?” Yukko se quedó en blanco.
"Es obvio, no existe nada más certero dentro de este mundo en este mismo instante. Lamento informarte que has llegado al lugar equivocado, y trágicamente, como una persona no familiarizada con Rizembool, todavía no te has dado cuenta de ello. Así que déjame ser la primera en mencionarlo."
"P-pero, ¿de qué hablas? No seas cruel conmigo, Mai. Por favor..."
"Estoy siendo honesta, lo cual es relacionado, pero no es lo mismo. Una persona con tantas ganas de vivir, tanto positivismo y creencias tan firmes en la bondad presente en la humanidad es realmente enemiga de Rizembool. Es más, tú debiste haber llegado a estudiar a Hanasaki. Aquí no te esperará un futuro agradable."
"¿P-perdón?"
"No subestimes a las fuerzas ocultas y ambiciosas que habitan en Rizembool."
"V-vamos..." Yukko optó por tomarlo como una mala broma y sonrió nerviosamente. "S-sé sobre esa creencia que los científicos son malignos o qué sé yo, pero no andes diciendo esas cosas. S-seguro que aquí todos somos personas decentes e iguales que en Hanasaki o en cualquier otra universidad..."
"Yo no lo soy."
"¿E-eh?"
"Al terminar la secundaria, decidí tomar un sabático y estuve dieciocho meses estudiando y practicando tácticas guerrilleras en bases militares de Indonesia y Malasia. Ya tenía bastante conocimiento militar, pero la experiencia a carne viva me hizo encontrar mi vocación, y supe que pertenecía a Rizembool. Tienen buenos programas de tecnología y manufacturación de armas e instrumentos de guerra. Aún no sé a lo que me dedicaré, pero me interesa el área de explosivos y pienso investigar los distintos grupos de trabajos disponibles para unirme a ellos cuanto antes," miró inmutada cómo la otra le miraba con cierto temor y no muy segura sobre si le había dicho la verdad o no. "¿Y tú qué quieres estudiar?"
"P-p-pues... ciencias, o algo..."
"¿Hm?"
"Ehh, en verdad no estoy decidida por una carrera. Mis padres medio me obligaron a seguir las ciencias y escogieron esta universidad como la mejor..."
"Ah..." Mai asintió, comprendiendo, y volvió a mirarle monótonamente. "Con más razón no perteneces aquí. No tienes instintos de supervivencia ni audacia suficiente si es que tú no fuiste quien se lanzó a la boca del lobo a voluntad propia."
"O-oye, en serio, deja de decir eso..." Yukko dio un suspiro. Esa chica parecía intentar probarle la paciencia.
"En fin, como es posible que por estar en el mismo grupo guiado terminemos en varias clases juntas, puedo hacerte el favor de tomarte de la mano y alejarte de sitios bélicos o matanzas dentro de la universidad."
"P-por favor, deja de decir eso, ya me estás dando miedo..."
"Bien, eso indica que me encuentro activando tus instintos. El miedo es muy útil, no lo olvides."
"Uhh..." Yukko le miró con reproche, cuando en eso alzó su mirada y notó cómo varios otros grupos comenzaban a marcharse para iniciar sus tours personales.

Había todo tipo de personas y guías, y como Mai comentó, parecía que la universidad eligió bien los grupos por cómo los estudiantes reaccionaron bien a quienes se les presentaron como sus superiores, quienes a su vez los trataban de una forma adecuada, sea suma formalidad, amabilidad o hasta una familiaridad libre que resultó popular en estudiantes extrovertidos. Yukko observó que un grupo se fue trotando bajo decisión unánime, otro avanzó más lentamente con suma meditación y análisis de los alrededores, además que el guía les dio varios folletos de información a cada uno. Otro se presentó de manera muy amigable y paciente, y su grupo de estudiantes retraídos y nerviosos de inmediato se animó y empezó a hacerle varias preguntas.

Sorprendentemente, observó al menos dos grupos con unos chicos sumamente apuestos y encantadores que tenían a sus grupos casi exclusivamente de chicas maravilladas y dándoles toda su atención. Incluso vio a un guía estudiante con toda la pinta de un científico que trató a sus oyentes con un impecable profesionalismo, y además contó con un asistente que repartió batas de laboratorio a todos. La recepción fue muy buena a pesar de tratarse de un conjunto de estudiantes reservados, serios e intelectuales, y todos apreciaron el gesto y de inmediato lucieron las batas para iniciar con el recorrido. Yukko casi deseó estar en cualquiera de esos grupos, pero sólo le quedó conformarse con su situación.

Y hablando de la misma, vio cómo estaba en uno de los últimos grupos que todavía quedaban por partir, y el único cuyo guía todavía no se aparecía. Ella miró de un lado a otro, pero notó cómo nadie más de su grupo se molestó en siquiera mirar la hora. Algo le decía que serían días de orientación muy largos...

"Hm..." Mai se dignó a despegar sus ojos de su celular y miró al patio con un minúsculo interés. "Todos se fueron. ¿Dónde estará el guía?"
"¿Verdad? Ya me lo preguntaba," Yukko se expresó con impaciencia.
"Bueno, no que me importe mucho," la cuatro ojos se encogió de hombros, con indiferencia. "Estar tarde nos servirá porque estaremos menos rodeados de personas, y no es como si el guía no fuera a venir. Siendo Rizembool, un fallo a su patria causaría que le fusilen de espaldas y con los ojos vendados."
"N-n-no bromees así, por favor..." esa teoría de Mai hizo que Yukko pasara a temer por la vida del guía tardón.
"Aunque ya me ha dado curiosidad," Mai tecleó en su celular y abrió su correo. "Voy a revisar si encuentro su nombre y apariencia en caso que tengamos que ubicarle."
"Buena idea," Yukko se asomó un poco porque notó cómo la otra le miró de reojo para que mantuviera su distancia. Llegó a leer el nombre del estudiante. "Tsuru...maru... Kuninaga... Es un nombre raro. Casi suena a alguien importante."
"Ni idea," Mai se encogió de hombros e hizo click a uno de los archivos adjuntos del correo. Ahí vieron una ficha simple del guía, junto con una foto al estilo carnet.
"Ohh..." Yukko se impresionó. Era un chico de muy buena apariencia y presentación. Un peliblanco de cabellos levemente rebeldes y ojos dorados, con una tez casi tan blanca como la nieve. En la foto, sonreía de una forma casi angelical.
"Hm, imagino que andará con una sombrilla a todos lados," la otra chica mostró indiferencia a la imagen. Parecía esperar con toda honestidad de que no se tratara de algún aburrido señor perfecto.
"Ehh, con ese tono de piel no me sorprendería," Yukko rió un poco, y se puso a buscar a los alrededores. "Al menos le podemos identificar con esta información. ¿Dónde estará...?"
"..." Mai terminó por apuntar hacia el frente y Yukko comprobó que el chico caminaba hacia ellos acompañado de un profesor, quien parecía estar dándole un sermón. Esas dos figuras se detuvieron a una prudente distancia para terminar de conversar antes de que el guía fuera a acercarse a sus estudiantes.
"Ahh, sí es él," Yukko asintió. Fue casi increíble que aquel peliblanco pálido escogiera venir vestido completamente de blanco, lo cual causó que brillara más intensamente que una hoja de papel bond en pleno sol del día. Ese chico se notaba muy tranquilo y sosegado, y se encontraba respondiendo al profesor con una torpe y entretenida sonrisa. "Ah, parece una buena persona. Creo que hemos tenido suerte."
"Te equivocas..."
"¿Eh?"
"..." Mai miró al chico intensamente, entrecerrando los ojos como quien analizaba a un objetivo. "Comprendo muy bien que una Muggle como tú no tenga instintos de supervivencia, pero este joven no es más que una cara bonita. Yo lo digo, así que puedes confiar en mis palabras."
"¿E-en serio?" sintió que precisamente por ser Mai quien lo decía, no podía confiar en el mensaje, y notó cómo la otra no se molestó en refutar su inquietud y mantener su inmutabilidad.
"Pero está bien," finalmente había mostrado interés en el guía. "Conocer a un estudiante digno de Rizembool en el primer día. No puedo evitar sentirme dichosa."
"¿Digno de Rizembool? ¿Q-qué dices?"
"Presta atención," Mai le miró fijamente. "Como una Hanasakiense frustrada, necesitarás mis enseñanzas. Aquel chico posee una muy sutil perspicacia en sus expresiones y gestos. Su porte es rígido, sus movimientos todos mínimos y necesarios. También se encuentra vigilante y mirando discretamente a sus alrededores. Pero algo que no puedes detectar aún y que es lo más importante es el 'aura' que emana. Es un aura de Rizembool, y una extremadamente poderosa," muy oportunamente, una brisa sopló que agitó los cabellos de la narradora y agregó suspenso a sus palabras. "Siento que estoy frente a un rival digno y un aliado duro de derrotar."
"Ihh..." Yukko dio un paso hacia atrás y observó nuevamente al guía, quien se despedía de su profesor con un gesto de su mano y una brillante sonrisa, pese a que el mayor caminaba ignorándole completamente. Sí, no podía tomar en serio las palabras de Mai.


El guía finalmente se acercó a su grupo, justo cuando el último otro grupo tarde se acababa de marchar, y procedió a llamar la atención de los estudiantes. Sus gestos fueron unos alegres y amigables, mientras que sus palabras inspiraron tranquilidad y una extraña pizca de elegancia.

"Buenos días con todos," saludó a sus estudiantes, quienes decidieron dirigirle sus aburridas miradas a pesar de los ánimos del mayor. "Antes de comenzar con mi labor, quisiera disculparme con todos por llegar tarde. Tuve que consultar con mi profesor asesor algunos asuntos antes de venir, espero no haber causado incomodidades," al notar que todos se mantuvieron inmutados, siguió inafectado como quien se hablaba a sí mismo. "Mi nombre es Tsurumaru Kuninaga, y seré el estudiante asesor de ustedes por estos tres días de orientación y la primera semana de clases. Desde ya siéntanse con la libertad de preguntarme cualquier cosa y contar conmigo para lo que necesiten. También les doy la bienvenida a Rizembool, y estoy seguro que se divertirán mucho en esta universidad."
"..." Yukko se impresionó por la presentación tan impecable y amigable de ese chico. Una brisa hasta había traído unos pétalos de cerezo que habían volado detrás de él y aumentaron la ilusión de encontrarse en una universidad ideal con gente única y perfecta. Le costaba creer cómo los demás se mantenían desconectados del momento y con una falta de ánimos que caracterizaba demasiado a su grupo.
"Sin más preámbulos, debemos iniciar con el tour general de la universidad para que se familiaricen con su nueva alma mater. Terminado el recorrido, asistiremos a una charla donde los líderes de la universidad les darán la bienvenida y unas reseñas y luego tendremos una media hora para completar un tour antes del almuerzo complementario. Posteriormente, les toca una instrucción sobre cómo manejar sus cuentas de la universidad y acceder a otros recursos electrónicos. De ahí nos estaríamos viendo nuevamente mañana para continuar con otras actividades menos generales," él sonrió. "Ah, y como un estudiante de ingeniería de sistemas, también tendré el honor de darles el curso del manejo de internet de hoy, a diferencia de otros grupos, ¿a que no les alegra?"
"..." Yukko miró de un lado al otro por notar que nadie se dignaba ni a asentirle al guía y quiso contestarle ella, pero sintió una extraña opresión por la atmósfera de negatividad a su alrededor. Era claro que ninguno de ellos quería estar ahí y que la explicación de las actividades del día sólo había empeorado las cosas. Aun así, el peliblanco no se había desanimado en lo más mínimo.

Sólo que... estaba por presenciar lo que Mai le había comentado.

"Desanimados, ¿cierto? Hahaha, no les culpo. ¿Quién querría estar aquí y recibir instrucciones de tíos que seguramente saben menos que ustedes sobre computadoras? Apuesto a que la mitad de los otros encargados del curso ni saben bien cómo usar el cloud," Tsurumaru se encogió de hombros y rió con soltura y entretenimiento. Su amabilidad se había tornado un tanto burlesca y casi 'fría', mientras continuaba apreciando la ironía de la situación. "Les entiendo, están aquí porque otros piensan que es lo mejor para ustedes pese a que no necesitan tantas cursilerías para manejarse por su cuenta. Pero descuiden, en lo posible, intentaré al menos entretenerles un poco. Mientras paseamos sin sentido por el campus, les puedo ir aconsejando los profesores fáciles y los cursos regalados, y les asesoraré por si quieren cambiar sus horarios a dichas clases a último minuto. También muchas de las actividades mañana en la mañana son opcionales y les puedo dar los spoilers por si prefieren no levantarse temprano, porque yo sin duda optaría por encontrarnos más tarde y dormir un poco. Son tonterías sobre el autoestima o cosas así, ¿a quién le importa?"
"¿Ehhh?" Yukko se quedó en blanco y finalmente notó como algunos de los otros estudiantes empezaron a prestar atención. Notó a varias personas asentir y a otros animarse un poco.
"Rizembool ha hecho un excelente trabajo con la asignación de grupos, sin lugar a dudas," observó Mai, pensativa.
"¡Hahahaha, totalmente! Me alegra encontrarme con mi misma especie," Tsurumaru dio la espalda a su grupo. "Pero ya mucha introducción, hay que ponernos en marcha o sospecharán que hay algo malo aquí," él giró su cabeza y les miró de reojo, con una sonrisa levemente maligna. "Pretendamos que no estamos aquí por obligación de sus padres o de mis amigos overachievers y divirtámonos un poco, ¿les parece?"

Con esas palabras, el grupo empezó a caminar hacia la enorme universidad para comenzar con las 'formalidades'. Un estudiante de inmediato mostró su horario a Tsurumaru, quien le aconsejó que cambiara de horario de cálculo porque su profesor asignado era un insufrible. Les comenzó a dar pautas para que sus pedidos procedan con la oficina de admisión, mientras Yukko notaba cómo pasaban cerca de un enorme edificio de clases sin saber lo que era.

"Te dije," comentó Mai a su costado, quien se había puesto a revisar su propio horario antes de hacer consultas.
"Uhh..." ella asintió con suma tristeza.

Pasó el largo rato destinado al tour y les tocó acudir a la charla obligatoria. Yukko lamentablemente no obtuvo el tour que había esperado y sólo tuvo idea de la ubicación de una de sus clases, con las otras perdidas en la inmensidad de la enorme universidad. Al menos el guía le ayudó a escoger un horario que no empezaba muy temprano en la mañana, el cual Mai también decidió tomar por el mismo motivo, pero aparte de ello, el peliblanco le había comunicado que había tenido 'suerte' con sus asignaciones porque le habían tocado los horarios y profesores más relajados y 'placenteros'. Yukko sólo atinó a sonreír nerviosamente, al sentir que no todas sus asignaciones habían sido muy buenas. Al menos notó cómo ella y Mai compartían casi todos sus horarios... pero tampoco estaba muy convencida de la 'fortuna' de pasar mucho tiempo con esa peculiar chica.

Camino a la charla, pudo observar a un grupo donde el guía les daba tips para llegar siempre temprano a sus clases, y en otro, el líder organizó un mini-concurso de preguntas referentes a los edificios de clases más importantes, donde los primeros en contestar correctamente se llevaban caramelos y eran aplaudidos por los demás. Yukko se lamentó profundamente por no poder estar en ninguno de esos cursos.

La charla fue bastante larga y en un auditorio gigante. Su grupo nuevamente estuvo 'fashionably late' y aprovechó a sentarse en las últimas filas del enorme lugar. Ahí, todos los estudiantes se sintieron con completa libertad de regresar a sus celulares. Yukko trataba de mirar inútilmente hacia el frente por cómo varios chicos altísimos estaban delante de ella, y notó que hasta Tsurumaru se mostró indiferente y sacó su celular para tomarse selfies en medio de su aburrimiento. Hacia el final del evento, se aceptaron preguntas de los ingresantes, quienes hicieron fila en micrófonos para dejarse ser oídos y recibir respuestas de los organizadores. Si bien Yukko no se habría atrevido a hablar dentro de un auditorio frente a miles de extraños para formular una curiosidad, le hubiera gustado que al menos alguien en su grupo hubiera tenido la voluntad de hacerlo.

Y como 'remedio' por esa aburridísima charla, Tsurumaru decidió salirse un poco de lo planeado y les llevó a pasear por un edificio no muy lejano a la cafetería donde les iba a tocar el almuerzo. Sólo que no era un edificio de clases muy común.

"Bien, ya estamos aquí," indicó el peliblanco, con una impecable sonrisa. El grupo llegó a un sótano del edificio de Mecatrónica luego de que Tsurumaru le haya hecho creer al guardia que contaba con el permiso de uno de los profesores. El pasillo era largo y tenía puertas grandes a ambos lados, las cuales fácilmente permitirían el acceso de maquinaria pesada en caso de necesitarse ayuda adicional con las creaciones en los talleres. "Si quieren, pueden asomarse a las ventanas en las puertas. Como es de esperarse, la mecatrónica se ha vuelto una carrera popular y con gran demanda estos últimos años. Rizembool definitivamente posee excelentes profesores y proyectos en los cuales envolverse de estar orientados a los estudios, así que para aquellos que van a mecatrónica, si se esmeran bien este semestre puede que los encuentre por aquí en el próximo."
"Las puertas no se abren," reportó Mai, probando la manija de una de ellas.
"Haha, por supuesto que no. Una cosa es que los infiltre al edificio y otra es que me meta en problemas porque manosearon el arduo trabajo de otros estudiantes. Seré chill, pero como una persona con mis propios proyectos, no le haría eso a nadie," además del no tan pequeño detalle de que se metería en grandes aprietos con el profesor Tsukiyama, quien le daba ciertas malas vibras.
"¿En qué proyectos estás trabajando?" preguntó un chico.
"Como un programador, en nada físico ni emocionante como las hermosas estructuras que se ven por aquí. Sé que les aburriría con los detalles," le restó importancia y se detuvo frente a una puerta. "En este workshop se están realizando grandes avances. He oído que se encuentran trabajando en un Pokedex humano que lista los datos de cualquier persona inscrita en Rizembool. Eso vendría a ser un utensilio con un enorme potencial y que podría atraer a empresas y organizaciones de gran importancia si fuera a diseñarse a mayor escala," se movió a un costado para que los demás curiosos se asomaran para ver el interior desde la puerta. Por la presencia de una luz auxiliar hacia el fondo, sí se llegaba a observar diversas maquinarias y mesas regadas con varias piezas mecánicas, chips y cableados. "A estos ingenieros les tengo todo el respeto por su gran dominio de circuitos, pero sólo me animaría a unirse a su proyecto si algún día se dedican a hacer Pokebolas humanas."
"Hm, sería genial," Mai asintió y se asomó para observar la habitación sobre los hombros de los demás.

Tsurumaru sonrió con gusto por ver a su grupo entretenido y esperó a que satisficieran sus curiosidades antes de continuar, cuando entonces notó a una única persona parada a prudente distancia de los demás, hecha un manojo de nervios.

"..." Yukko temblaba de pie y cada mínimo ruido le alteraba mientras miraba hacia todos lados como si alguien fuera a atacarle entre las sombras de aquel oscuro pasillo.
"Oye, ¿estás bien?" el peliblanco se le acercó.
"¡AAAHHH!" ella se sobresaltó por su estado de ánimo.
"Hahaha, sólo soy yo. ¿Qué pasa?"
"¿P-p-por qué estamos aquí? F-fuera del edificio decía explícitamente que sólo se permite el ingreso de personal y estudiantes autorizados..."
"Pero el guardia nos dejó entrar."
"P-pero le engañaste. ¿Y si te metes en problemas?"
"Ese es mi problema, ¿cierto?"
"¿Q-qué? ¿P-pero y si el guardia se mete en problemas?"
"Ese es su problema, ¿no lo crees? Y él como guardia debería saber mejor que este tipo de visitas a centros de investigación recién son mañana."
"P-p-pero..."
"Tú tranquila y vive sin preocupaciones que recién acabas de llegar a Rizembool," él hizo un guiño. "Aquí entre nos, estas libertades son recién la punta del iceberg."
"Uhh... comienzo a pensar que estoy en el lugar equivocado..."
"¿Tú crees? Pero si tú misma debiste haber elegido Rizembool como tu universidad."
"F-fue más bien obligación de parte de mis padres... irme a ciencias también..." le dolió admitirlo, pero por más raro que el guía resultó ser, algo en él le inspiraba confianza.
"Haha, ya veo..." Tsurumaru se dio la libertad de removerle los cabellos como si fuera una niña pequeña.
"Eh..."
"No lo parecerá, pero te entiendo muy bien. No siempre terminamos haciendo lo que queremos hacer, hahaha," él se expresó con honestidad y le sonrió entretenido, al punto en que Yukko no sabía si su empatía era muy cierta. "Pero sólo concéntrate en divertirte ya que estás por aquí. Rizembool es amplio y muy peculiar. Verás que nunca te aburrirás."
"E-está bien, gracias..." Yukko asintió y dio un paso hacia atrás para que el otro dejara de removerle la cabeza. Le parecía extraño cómo el mayor no dejaba de enfocarse en 'divertirse' muy por encima de estudiar, aprender o cualquier otra acción más relacionada con Rizembool o un centro de estudios.
"Y sí tiene mucho sentido porque ni bien te miré, supe que eras distinta al resto de mi grupo. Tú tienes brillo en los ojos."
"¿Ehh?" Yukko se incomodó y notó cómo algunos de los demás estudiantes aguantaron risitas por la mención. Ahí notó que los demás habían dejado de curiosear el workshop y le estaban mirando. "Ehh... N-no me gusta ser el centro de atención de esta forma..."
"Diría que debieron haberte asignado a otro grupo. Un amigo mío es un excelente morale booster, aunque seguramente sus cupos se llenaron al toque haha. Tan popular, típico de él. ¿O acaso entregaste tu solicitud a la orientación a última hora?"
"P-pues..." no pudo negarlo.
"Haha, está bien. Todos aquí somos misfits de algún modo u otro. Ya me parece que tu universidad ideal hubiera sido Hanasaki por tu forma de ser," el peliblanco sonrió ampliamente y le apuntó. "Así que está decidido. Desde este momento, te llamaré 'Hanasaki-chan', y te guiaré a todos lados."
"¿Hana-qué?"
"Pfft-" Mai aguantó sus ganas de reír y tapó su boca. Varios del grupo también sonrieron con leve burla, mientras otros que no sabían de la rivalidad entre las instituciones alzaron una ceja.
"Y-yo..." y Yukko quiso negarlo, pero Tsurumaru le agarró de un hombro y siguió caminando mientras la mantenía al frente de todos.
"Más adelante podrán ver maquinarias más grandes que se usan para..."

Deseó profundamente ser transportada por arte de magia al grupo de aquel amigo morale booster del cual había escuchado hablar, aunque con ese nick que le acababan de poner, ya parecía no haber vuelta atrás sin importar a quién acudiera.

De ahí siguió un corto almuerzo, donde Yukko pudo recobrar sus energías al presenciar y degustar de un buffet sin precedentes. Su alegría nuevamente disminuyó al notar a otros grupos en distintas mesas que comenzaban a hablar entre sí o jugar un poco con la comida, mientras que en su mesa, a excepción del estudiante de turno que le tocaba hablar con el guía para definir su horario, los demás comían en silencio y tan ensimismados como extraños esperando una consulta con el dentista. Mai a su costado tampoco le ofreció mucho small talk y se mostró extrañamente 'feliz' en plena seriedad e inmutabilidad por encontrarse en el grupo que le rodeaba. Bien que todo le estuviera yendo bien a ella, pero deseaba al menos un poco de 'felicidad' para sí misma también.

Y el último evento del día fue el curso de recursos online. Tsurumaru llevó a su grupo a un aula de computadoras donde finalizó el curso de una hora en apenas un cuarto, y se pasó el resto del tiempo recomendándoles páginas para descargar y stream series y películas, y los últimos veinte minutos en una seria discusión sobre la última temporada de Game of Thrones. Yukko no terminó de comprender el contenido del curso y esperaba que el pdf que el peliblanco les enviaría sería suficiente para auto-enseñarse.

Tal y como el mayor dijo, los eventos del día siguiente en la mañana iban a ser sobre el autoestima, recurrir a grupos de apoyo o especialistas, seguridad dentro del campus y recomendaciones para estudiar, dormir y comer bien, eventos que todos en el grupo salvo Yukko mandaron bien lejos y optaron por recién encontrarse después del almuerzo. Para pesar de Hanasaki-chan, no le quedó de otra que darles la razón.

Al día siguiente, Yukko acudió al almuerzo complementario por su cuenta, y luego fue al punto de encuentro inicial donde todos se estarían encontrando con el guía para otra visita guiada por Rizembool. Esta vez estarían ingresando al centro de trabajo y/o investigación de la persona encargada del grupo, quien debía de estarles mostrando un ejemplo de sus proyectos, explicarles en qué consistía su labor y ofrecerles información sobre cómo ayudar en ese u otros proyectos relacionados.

Por recién estarse reuniendo, ese grupo era el único en el patio. Yukko llegó entre las últimas personas un poco antes de la hora establecida ya que al parecer también fue la única que había atendido el almuerzo en la cafetería lejana del ingreso a la universidad. Su grupo mostró una muy leve familiaridad entre sí luego de haber pasado tiempo junto el día anterior, con unas personas ocasionalmente intercambiando comentarios cortos, pero aun así seguían dando mucho que desear en el aspecto social. Por familiaridad, Yukko se acercó a Mai quien seguramente había llegado lo suficientemente temprano como para volver a aclamar la soberanía de apoyarse en tronco del frondoso árbol.

"Ehh, hola Mai," le saludó.
"..." ella le miró de reojo y asintió. "Hanasaki-chan."
"P-por favor no me llames así."
"Tsurumaru te ha concedido un bautizo especial con ese título. No lo desperdicies. Además pienso que te queda bien."
"Pero vi que te reíste cuando lo dijo."
"Eso es irrelevante."
"Me parece que no..." Yukko se desanimó y dio un suspiro. Sí, sentía que no había forma de borrar la existencia de ese apodo.
"La única actividad que nos toca hoy es observar el trabajo de Tsurumaru y escuchar sus descripciones."
"Sí, no creo que me vaya por programación, pero me da mucha curiosidad ver qué hace."
"A mí no realmente, y luego de su gran desempeño ayer, imagino que encontrará una forma de hacer esta forzada actividad divertida."
"Ehh, pues..." Yukko no estaba de acuerdo por cómo el desvío del tour hizo que se infiltraran en contra de las reglas a un edificio no disponible para ellos, pero tampoco lo iba a admitir en voz alta al ser la opinión minoritaria y ya de por sí contar con ese apodo tan excluyente.
"Sólo sigue el flujo," Mai revisó la hora en su celular. "Faltan dos minutos y todavía no se aparece. Me parece que ya estamos todos."
"Cierto," Yukko miró de un lado a otro. Por la ausencia de los demás grupos, el campo de visión en ese patio era enorme, pero no había señales de vida del peliblanco. "Hm, ¿dónde estará? Espero que no llegue tarde como la vez pasada."

Y ni bien terminó de decir eso, Tsurumaru saltó de entre las ramas del árbol y aterrizó en el piso a centímetros de Yukko y entre el grupo de estudiantes que se refugiaba del sol en el árbol. Todos mostraron sorpresa y retrocedieron un poco por la repentina aparición.

"¡AAAHHH!" y Yukko se aterró y cayó sentada al piso.
"¡Hahahaha, buenas tardes con todos!" exclamó el guía, con mucho gusto y algarabía por cómo llegó a agarrar a todos de imprevisto. Sin lugar a dudas, al agarrar confianza a sus estudiantes, decidió darse la libertad de tomarles el pelo, lo cual contrastó con su presentación del día anterior. "Debo admitir que estoy impresionado. Por más que les asusté, lograron mantener sus composturas. Muy bien," él se agachó para estar a la altura de Yukko y le sonrió con una pizca de picardía. "Haha, pero no te preocupes, mi Hanasaki-chan. Pienso que lo soportaste muy bien para ser primeriza en esta incierta atmósfera de Rizembool."
"¿Q-qué...?" ella se quedó en blanco y aceptó con torpeza el ofrecimiento del otro para levantarse del piso.
"¿Desde hace cuánto que estás aquí?" Preguntó un estudiante, confundido.
"Llevo tres cuartos de hora echado en una rama revisando mi smartphone," contestó el mayor con una sonrisa. "Por mi tardanza de ayer, les debía aparecerme temprano, ¿no les parece?"
"Llevo quince minutos aquí, y no detecté tu presencia..." Mai le miró intensamente y sus lentes brillaron de una luz fría. "Me agradas. Serás un digno rival."
"Es un honor oírlo de una persona que recibió entrenamiento militar en Indonesia," el peliblanco sonrió con perspicacia, y dio información que hasta sorprendió a la propia Mai (y de paso confirmó a Yukko que esa información era correcta). "Durante la espera, revisé los historiales de cada uno de ustedes. No se sorprendan mucho. Como su asesor, lo menos que puedo hacer es saber un poco de sus estudios y orígenes, y sólo conozco lo que la propia universidad me ha proporcionado. De paso que... Tal y como sospeché, como los interesantes misfits que son, todos ustedes son una mezcolanza de carreras y hay varios indecisos, además de ninguno firmemente interesado en mi carrera. Por ello, sé que una visita a mi centro de trabajo no les divertirá en nada, por lo cual quería ver qué tipo de actividad preferirían hacer ahora."

Hubo un corto silencio donde algunos se pusieron a pensar, aunque la mayoría se quedó esperando a ver qué se decidía por ni saber las opciones que tenían disponibles. Un poco después, Tsurumaru sonrió comprensivamente.

"Parece que les he impuesto una decisión muy difícil, pero es más simple de lo que creen," comentó él. "Y si no están seguros, podría ver si mis amigos se animan a recibirnos en sus proyectos..."
"Oí que hay un hospital de alta tecnología en la universidad," terminó por decir una estudiante. "¿Hay posibilidad de ver consultorios o quirófanos?"
"Oh, no es una mala idea," el mayor asintió, animado por la sugerencia. "Sí tengo contacto con un doctor aunque seguramente estará ocupado con su propio grupo y preferiría no deberle un favor..." la mención de su allegado por poco y borra su sonrisa. "Pero seguro que podría mover una vara si lo pido correctamente. O si no... ¿qué más hay por ahí? Puedo infiltrarles al sótano del hospital... pero creo que hace pocos días se llevaron al último muerto de la morgue..."
"¡Ihh!" Yukko se estremeció por la mención, pero se sorprendió al notar cómo todos los demás en su grupo supuestamente borde y desanimado repentinamente despertaron una poderosa y siniestra llama de interés que le dio escalofríos.
"¿Dijiste morgue?"
"¿Podemos ver una morgue en persona?"
"¿Y sin doctores o personas aburridas?"
"¡Ahhh quiero tomarme fotos en una morgue!"
"¡Yo también, yo también!"
"Tenemos que ir o te daremos un mal review al final," decretó Mai.
"¡Hahaha, pero qué grupo más divertido!" Tsurumaru rió y se cruzó de brazos. "Está decidido. Les llevaré a ver la morgue aunque sea lo último que haga. ¡En marcha!"

Tomó una larga caminata y el grupo terminó rodeando el hospital para tomar una de las puertas traseras que sólo debían ser usadas por el personal de limpieza o en casos de emergencia. Al pasar por un parque cercano, Yukko observó a un grupo sentado en círculo entre cerezos encontrarse inmerso en un muy relajante diálogo filosófico mientras todos tomaban té jazmín y disfrutaban de la vista, y un poco más allá había un grupo de atletas que jugaban ultimate frisbee a toda velocidad y con grandes ánimos y energías. Ya no se acordaba de cuántas veces había deseado estar en otro grupo.

La infiltración fue fácil y sólo se necesitó manipular un cerrojo, algo que el guía realizó sin problemas. Ello les llevó al primer sótano y tuvieron que bajar unos cuantos pisos más para llegar a la dichosa morgue. Era un área amplia, con muchas camillas de metal impecables y vacías, donde fácil y cómodamente podría apoyarse a un cadáver para realizar autopsias. El grupo de inmediato se esparció por el ambiente con una curiosidad morbosa e incomprensiblemente acaparadora. Las personas comenzaron a tomar foto a cada instrumento y mueble, además de selfies. Entonces, un estudiante encontró unas tijeras para cortar costillas y varios empezaron a darse turnos para agarrarlas y tomarse fotos con las mismas.

"Chicos, me da gusto verles tan entretenidos, pero no sean descuidados. Varias de estas herramientas son muy costosas y de alta calidad," les explicó. "Si algo fuera a ocurrir, se meterían en problemas."
"¿No eres tú el que está en problemas aquí?" preguntó un estudiante.
"Sí, pero no pienso llevarme la responsabilidad de equipo dañado si es que no fui yo quien lo rompió. Y les advierto de no tratar de culparme de todo. No me quisieran tener de enemigo..."
"Uh..." Yukko sintió una extraña vibra del mayor, quien mantuvo su tranquila sonrisa, pero el tono y lentitud con la que terminó sus palabras dio indicios de segundas intenciones.
"Hm..." Mai ajustó sus gafas y dio un paso hacia delante. "Darnos la contra como nuestro guía y como tus nuevos protegidos sólo te haría ver peor. Y si no te importan las reglas, ¿no sería aún más inconveniente si fueras a tomar acciones en contra de una persona? Muy probablemente tus impecables atuendos blancos y apariencia se verían manchados."
"Siendo sincero contigo," él sonrió con maldad y afiló sus ojos. "¿De qué sirve vestirse de blanco si no esperas mancharlo de otro color...?"
"..." Yukko se tapó la boca para no soltar un chirrido de terror. Conforme pasaba el tiempo, ese guía se tornaba más y más sospechoso, y quizás malvado. Sin embargo, Mai y otros presentes encontraron su comentario levemente interesante.
"Ciertamente, el blanco siempre será un color de peligro," Mai se vio satisfecha.
"¡Hahaha!" y Tsurumaru rompió la tensión al reírse y regresar a su actitud sosegada. Él recibió las tijeras de un estudiante. "Oh mira, parece que ha llegado tu turno. Te puedo tomar la foto si tú quieres."
"Hm, bueno," Mai recibió las tijeras y sacó su celular del bolsillo para dárselo.

Mientras tanto, Yukko se alejó del grupo para esperarles a una distancia segura. Ni loca iba a tocar ninguna superficie en esa habitación, porque en su cabeza todo ahí estuvo en algún momento cubierto de sangre ajena, pese al increíble trabajo de las personas encargadas del lugar. No sabía ni cómo se había mantenido pegada al grupo sin huir en ningún punto del trayecto, pero ya estaba ahí y sólo le quedaba esperar a que los demás saciaran sus morbos.

Ella terminó dando la espalda a una amplia pared con un montón de casilleros cuadrados que por sus apariencias parecían contener documentos y archivos. Mientras la ronda con la tijera continuaba, Yukko miró a los casilleros, y entre todos, notó a uno mal cerrado. Se confundió y decidió acercarse para cerrarlo. Su nerviosismo hizo temblar su mano, y al querer cerrarlo, lo movió mínimamente, lo cual causó que los rieles corredizos se desfrenaran y el cajón se abrió completamente, revelando que no contenía lo que pensaba...

"¡I-I-IHH-AAAAAHHHH!" su grito inundó el ambiente y alertó a los demás, quienes le vieron sentada en el piso y temblando a mil luego de accidentalmente abrir el nicho que contenía a un cadáver cubierto con una sábana blanca.
"¡Oh, miren! ¡Nos dejaron un muerto!" exclamó Tsurumaru con emoción y todos corrieron para rodear al muerto. Él pasó a acariciar a Yukko como quien premiaba a su sabueso. "Sasuga Hanasaki-chan explorando más allá de su confort zone. Te compraré algo a la salida."
"I-I-I-I-IHH..." ella miraba al piso, sintiendo que su vida se le escapaba.
"Bueno, como pueden ver por el perfil de la sábana, es sin duda un ser humano, y estimo que se trata de un hombre en sus cincuenta por los cabellos que se escapan de las sábanas. Siéntanse libres de tomar fotos, pero no lo toquen. No sabemos de qué murió o si es de un caso policial," él explicó con la misma soltura como quien daba instrucciones para llegar a cualquier edificio de la universidad. "Como siempre es considerado tanto para el cuerpo como para sus espectadores que la sábana cubra al muerto. Haha, están frente a un cadáver pero se podría considerar una exposición G-rated."
"G-rated, hahaha," un estudiante se puso a reír. "Qué buena."
"Pero por los cabellos podría ser PG-rated para cardiacos," sugirió una chica.
"Muy cierto, no lo había pensado."
"Así que había un muerto," Mai tomaba fotos, inmutada aunque también enfocada en su labor. "Este paseo superó mis expectativas, pero a ver cómo te libras de esta por exponernos a un muerto."
"No te preocupes por mí," Tsurumaru guiñó un ojo. "Mi no-amigo doctor no tiene de otra que excusarme porque nos encontramos en pleno proyecto en conjunto, y yo también estoy feliz de estar aquí sin supervisión. Ah, y como han tomado fotos, apreciaría que no las etiqueten como parte del tour. No quisiera revuelos en las redes sociales."
"Haha, pero así le hacemos propaganda a Rizembool," bromeó un chico y varios rieron.
"..." por otro lado, Yukko seguía en el piso, todavía no recuperada del fuerte impacto emocional del descubrimiento. Casi desconocía a los demás como seres humanos. "Uhh... Voy a morir..."

Y llegó el último día. En la mañana tocaba ver posibles afiliaciones a clubs, proyectos u otras actividades, y para la tarde sólo quedaba asistir a una cita individual y sin grupo guiado para que cada estudiante formalizara su horario final. Al seguir indecisa, Yukko decidió evadir sumarse a investigaciones hasta que encontrara su pasión, y pensó en buscar algún pasatiempo, pero terminó perdida en medio de un montón de kioscos que promocionaban a los clubs. Pensó quizás tomarse ese primer semestre de forma más relajada, y en medio de su andar se topó con Mai, quien terminaba de inscribirse a un club de su elección.

"Hola Mai," le saludó sonriente. "¿Cuál club has escogido?"
"Tiro al blanco," le contestó luego de entregar su forma al encargado del kiosco, quien le dio la bienvenida y le extendió un papel con toda la información necesaria para la primera reunión del semestre. Mai se alejó del kiosco para dar lugar a la siguiente persona, seguida de Yukko.  "Confío que mis conocimientos y habilidades en balística están por encima del promedio, pero necesitaré de constante práctica, y este club ofrece más que pistolas y carabinas. Sé que será una gran experiencia."
"B-bien por ti," Yukko sonrió nerviosamente y dio un suspiro. "Yo nunca podría hacer lo mismo, me dan miedo las armas..."
"Quizás sea lo mejor, si no se te acomodan puede que no sean para ti," Mai se encogió de hombros. "¿Te has unido a clubs?"
"Creo que pasaré este semestre. No me siento segura de a qué inscribirme y..."
"Estoy de acuerdo."
"¿Eh?"
"Tiene mucho sentido," Mai asintió y le miró de reojo, inmutada. "Como Hanasaki-chan, no te conviene precipitarte a escoger algo potencialmente peligroso por más que parezca un club de arte a simple vista. Debes primero conocer el campo de guerra y ubicar las minas plantadas."
"Uhh..." oír esas palabras le llenó de inconformidad y casi se animó de inscribirse a lo primero que cruzara su campo de visión para darle la contra.
"Haha, un poco cruel, pero puede que tengas razón, Mai," Tsurumaru asintió, apareciendo repentinamente al costado de Yukko.
"¡AAHHH!" esta pegó un corto grito por la sorpresa y de inmediato pasó a deprimirse. "Deja de hacer eso, por favor..."
 "No deberías asustarte con tanta facilidad, Hanasaki-chan. Ya casi no es divertido sorprenderte," el peliblanco le sonrió traviesamente.
"¿C-casi?"
"Pero me alegra que te hayas inscrito a tiro al blanco, Mai. Ni bien leí tu historial académico, supe que te iría de maravilla," Tsurumaru ignoró a Yukko y aprovechó para felicitar a la otra chica. "Te aseguro que no te decepcionará."
"Normalmente los mortales tienden a decirme cosas así para animarme y suelen estar equivocados, pero por venir de ti, tomaré tu palabra," Mai asintió inmutada.
"Hahaha, entiendo lo que dices. Otros no parecen estar conscientes de cuán aburrido es el mundo, pero aquí en Rizembool hay demasiada emoción."
"Precisamente."
"Y sé que también la habrá para ti, Hanasaki-chan," el peliblanco intentó animarla. "Sólo dale un poco de tiempo y verás que encontrarás algo genial."
"S-supongo pero... ¿sería mucho pedir que dejaras de llamarme Hanasaki-chan?"
"¿Por qué? Es mi pet name para ti e indica que te tengo en consideración especial en comparación con el resto de nuestro grupo..."
"Ehm, eso no me hace sentir mejor..."
"Hahaha, no te lo tomes tan personal. Siempre quise conocer a una Hanasakiense de cerca y me das buenas vibras por más perdida que estés aquí," él rió un poco, ignorando cómo la otra frunció el ceño con frustración y un poco de molestia.

Yukko observó a cierta distancia a un galante y respetuoso guía caminar con unos de sus estudiantes encargados, mientras se encontraba dando apoyo moral a uno indeciso, quien se animó y le agradeció de todo corazón. Los estudiantes se acompañaron mutuamente con energías renovadas luego de hablar con su guía para unirse a clubs juntos. Y para empeorar los ánimos de Yukko, Tsurumaru saludó a dicho guía perfecto y le levantó un pulgar como quien aprobaba su desempeño, y el otro rió torpemente y le devolvió el saludo para ir a buscar a sus otros protegidos.

"En fin, ¿dónde estábamos?" preguntó el peliblanco.
"Algo de Yukko, pero creo que lo terminaste," Mai se encogió de hombros y se fijó en el atuendo impecable del chico. "Por tu elección de atuendo tradicional, me das la impresión de ser un kendoka."
"Excelente observación. Sí lo soy y quisiera alardear que tengo bastante experiencia en el campo. Si alguna vez se encuentran interesadas en practicar, podría ayudarles. No hay nada más divertido para mí que una buena pelea de katanas."
"Ehh, gracias, pero no me veo peleando..." Yukko notó que, además del atuendo, el chico lucía un broche muy elegante de un ave en su pecho. "¿Y esa ave... qué es?"
"Una grulla..." Tsurumaru sonrió con una inesperada tranquilidad y pizca de nostalgia. Fue como si casi hubiera agradecido la pregunta. "Siempre ha sido el emblema de mi familia. Incluso es el motivo de mi propio nombre, y la razón de mi impecable apariencia. Una grulla es un animal lleno de gracia y elegancia, símbolo de buena suerte, larga vida y prosperidad," entonces, su sonrisa se contagió de ironía. "Heh, por supuesto, todo eso no es más que una creencia."
"..." Yukko intercambió miradas con Mai, al sentir que se perdía de algo. Por primera vez, las dos coincidieron en una acción.
"Bueno, debo ir a buscar a más de los misfits por si me necesitan. Nos estamos viendo. Ah, y en caso que les interese..." sonrió traviesamente. "Les aseguro que este año en Rizembool U será mucho más divertido que los anteriores..."
"..." Mai asintió, mientras Yukko se quedó confundida. "Noted..."
"Suerte," el peliblanco dio media vuelta y levantó su mano izquierda mientras caminaba en señal de despedida. No se estarían encontrando hasta el inicio de clases.

Y para ese entonces, Yukko comenzaría a darse una muy vaga idea sobre el tipo de universidad a la cual se había apuntado.

Fin del Flashback
« Last Edit: July 08, 2017, 11:06:26 PM by Cho »


Cho

*se esconde* edito otro día con los icons que faltan...

23.2.

Flashback


Con ese último día completado, Yukko contó con el fin de semana antes de clases para organizarse y conseguir los útiles y libros necesarios para sus cursos. Al iniciar los primeros días, comenzó a escuchar ciertos rumores relacionados con Rizembool, algo sobre una supuesta 'guerra pasada' con Hanasaki y sobre personas que poseían 'poderes mágicos'. Todos los rumores se salían de lo que consideraría creíble o hasta posible, y Yukko muchas veces no pudo evitar reírse de lo que oía al igual que varios otros estudiantes nuevos, pero Mai nunca se lo tomó a broma. Incluso oyó sobre unos tales 'Rebels' o que algún chico en específico fue uno en su época, pero simplemente no pensaba participar en dichas leyendas urbanas.

Aunque conforme la semana siguió avanzando, la cantidad de rumores a su alrededor empezó a darle escalofríos porque, al escucharlo tantas veces, al menos algo de esas increíbles historias debía ser real. Y cuando los rumores parecían indicar que dicha guerra del pasado se encontraba inminente, Yukko realmente empezó a asustarse. No podía ser, ¿verdad?

Pasó la primera semana, y a la salida de una clase, se topó con Tsurumaru, quien tenía noticias que darle.

"¿En serio?" preguntó sorprendida mientras los dos caminaban para salir del edificio.
"Por supuesto. Mai decidió que no quería que le asignaran un profesor asesor y optó por quedarse conmigo, así que como sé que las dos se han mantenido cercanas, también me ofrecí a ser tu asesor. Eso quiere decir que las estaré guiando el resto del semestre. ¿No te parece lo mejor?"
"Ehh, pues al menos te conozco, y es más fácil lidiar con una persona de mi misma edad para algunas cosas..."
"Vamos, no te expreses con tanta duda," él sonrió. "Realmente siento que nos conectamos muy bien durante Orientation Week y haremos un excelente trío. El resto de los misfits ya se han buscado a estudiantes y profesores de sus carreras, por lo cual mi trabajo con las dos indecisas no ha terminado."
"S-siento que más que nada Mai y tú son los que se han conectado por llamarme Hanasaki-chan todo el tiempo..." se lamentó Yukko.
"¡Hahaha, no seas tan negativa!" él se rió con soltura. "En verdad me has caído muy bien, y estoy decidido a ayudar a proteger el inocente corazón de Hanasaki-chan en esta tierra de nadie."
"P-párala con eso por favor..." sabía que sólo perdía su tiempo diciéndolo, pero en verdad le incomodaba porque durante el transcurso de la semana, varios estudiantes que no conocía en sus clases se le habían dirigido también como Hanasaki-chan, hasta gente que no estuvo en su grupo durante orientación, y algunos más respetuosos habían optado por variaciones como 'Hanasaki-san' o 'Yukko Hanasaki'. Cada vez que oía cualquiera de esos sentía que moría un poco por dentro, pero prefirió no decírselo porque sabía que este sólo se reiría de ella.
"Estamos en confianza, y si prefieres, puedes llamarme por diminutivos también, como Tsuru-chan."
"Está bien, paso," ella negó. "Más bien, ya que te veo, tengo una pregunta."
"¿De qué se trata?"
"¿Todo eso de los Rebels es de verdad?"
"Lo es," contestó sin rodeos y este notó cómo la otra se incomodó. "Es la principal razón por la cual Rizembool es tan divertido y misterioso. Sí hay estudiantes excepcionales con habilidades casi sobrenaturales que pelean contra su contraparte femenina en Hanasaki. La guerra es una tradición más antigua que nuestras edades juntas."
"P-pero no tiene sentido..."
"Si lo tuviera, no sería divertido," Tsurumaru le restó importancia. "Pero como Hanasaki-chan, comprendo que te incomoda, aunque Rizembool nunca pondría en peligro a personas que no tienen nada que ver, sobre todo si son parte de su cuerpo estudiantil. Estarás bien."
"¿Y acaso... tú eres uno de esos Rebels?"
"Haha, no. No soy completamente ajeno a la parte misteriosa de Rizembool, pero no presto mi espada a la guerra, " él le miró de reojo con una sospechosa ironía. "Te aseguro que no he llegado a ese punto de aburrimiento. No aún."
"Hm..." Yukko le miró con leve reproche. "Pero no andes poniéndote en peligro o lastimando a otros, ¿sí?"
"Gracias por tu preocupación, pequeña," él le revolvió los cabellos. "Como tu senpai, mi prioridad ahora está en velar por ti, dejémoslo así."
"Uhh..." definitivamente no le gustó cómo evadió contestarle.
"Ahora te toca una clase en el edificio cerca de la cafetería principal, ¿verdad?"
"¡C-cierto! ¡Voy a llegar tarde!" Yukko se alarmó y se puso a correr ya que el tiempo entre clases era muy justo considerando la distancia que debía recorrer. Corrió para salir del edificio y abrió la puerta de golpe, lo que le llevó a encontrarse cara a cara con unas bestias...

Grande fue su terror y desconcierto cuando vio que tres feroces pitbulls se alertaron por su repentina salida y le ladraron con tanta agresividad que la pobre se desplomó del susto al piso.

"Tsk..." el dueño de los perros, un peliblanco ojeroso y con cara de pocos amigos, haló de las correas de sus perros para volver a ponerlos en fila y continuar con su 'inocente' paseo por la universidad. Este miró con molestia a la chica que había espantado a sus mascotas y vio a un chico que le saludó con una sonrisa torpe como quien le pedía paciencia. Decidió ignorarlo y siguió con su camino.
"Así no se camina por Rizembool, Hanasaki-chan," observó Tsurumaru con un tono juguetón y levantando un índice. "Sé que hay varios aquí que no apreciarían movimientos repentinos. Seguro hasta Mai puede que esté un poco shell shocked por su entrenamiento. No te metas con ella."
"Pero... ¿no eres tú quien anda asustando a la gente?"
"Haha, soy un experto, sé lo que hago," este sonrió y le ayudó a levantarse. "Ven, te enseñaré un atajo a tu clase."


Unos días después, Yukko y Mai tenían un par de horas libres entre clases justo para el almuerzo. Las dos acudieron a un bosque en medio de la enorme universidad que contrastaba con el ambiente futurístico de los edificios. Hacia las afueras del bosque, había varios estudiantes presentes comiendo y disfrutando del fresco ambiente producto de las sombras de los árboles.

"Ahh..." Yukko estaba sentada en el suelo y levantó su mirada hacia el árbol encima de ella, el cual no era muy frondoso pero sí le protegía del sol (sin la posibilidad de albergar a algún guía salvaje que fuera a arruinarle la tranquilidad). Sonrió con gusto. "Esto sí que es vida. Siento que finalmente estoy respirando aire."
"Es normal que quieras regresar a tus orígenes primitivos, Hanasaki-chan."
"Oye, no seas tan mala."
"Eres muy vulnerable..."
"Aunque me alegro que Rizembool haya mantenido este bosque intacto. Y se nota en buen estado, prácticamente natural. No somos las únicas disfrutándolo también."
"..." Mai asintió. "También debe ser útil para clases de biología, botánica, o para electivos como bird watching, o trekking."
"Ohh puede ser, buen punto."
"Además de un excelente lugar para que los Rebels entrenen."
"¿Eh?" Yukko palideció.
"Sí, estoy segura. En esta área no se podría por la cercanía a los edificios, pero el bosque se vuelve más denso después y puede ser un gran escenario de batalla."
"Ehhh, n-no creo..." sonrió nerviosa. "Creo que esos Rebels cuentan con buenos recursos y coaches y tienen entrenamiento más severo... Un bosque como este podría ser muy rústico..."
"Uno nunca sabe."
"Además seguro que la universidad no querría que se dañe el bosque. B-bueno, creo que hay que irnos. Nuestra clase empieza en veinte minutos," Yukko se levantó, y justo entonces corrió una fuerte brisa que mandó a volar algunos de sus apuntes sueltos, los cuales se internaron en el bosque. "¡Nooo, esperen!"
"..." Mai se levantó también y recogió sus cosas con calma.

Tomó más tiempo del que pensó, pero Yukko llegó a recoger todos sus papeles. Al guardar el último, levantó la mirada y observó que, tal y como Mai dijo, el bosque era mucho más denso en esa zona. Alzó su mirada para observar los frondosos árboles encima de ella. Por la intensa vegetación, la iluminación del ambiente había disminuido, pero como un lugar natural y tranquilo, no evitó sentirse a gusto ahí. Sabía que no tenía tiempo para pasear y debía regresar, pero se quedó caminando muy lentamente mientras observaba los árboles. En eso, cuando llegó a un enorme tronco, se quedó admirando su inmensidad, y su tranquilo paseo terminó abruptamente porque una espada perdida y lanzada como proyectil se clavó en dicho árbol a pocos centímetros de ella.

"¡AHHH!" Yukko gritó pero de inmediato se tapó la boca para prevenir que el dueño del arma le fuera a ubicar, y se ocultó detrás del árbol arrodillada en el piso. Un poco después, escuchó a una persona correr y recoger la espada.
"¡Ya verás, Souji!" exclamó un pelirrojo con grandes energías, y se fue corriendo de vuelta al frondoso bosque para una revancha con su oponente. Al irse el chico, Yukko pensó en salir de su escondite y huir, pero otra persona pasó cerca que le aterró más.
"Conque ahí estabas, mocoso," un joven un poco mayor sonrió malignamente y corrió detrás del pelirrojo mientras le disparaba sin cesar. La pobre escondida casi pudo percibir un aura peligrosa de aquella segunda persona y se encogió en posición fetal esperando pasar desapercibida. Se quedó un rato así hasta que una mano le agarró de un brazo.
"¡AAAHHH no quiero morir!"
"Yukko," Mai alzó una ceja, mínimamente frustrada. "Soy yo..."
"Mai..." la pobre se desplomó al piso por el alivio.
"Tu poca percepción del peligro es casi suicida."
"Uhh..."
"Vamos a clase," la cuatro ojos le agarró del cuello de su camisa y la arrastró por el piso. Sólo le dio oportunidad a Yukko de aferrarse a sus pertenencias. "Eres como un pichón que no sabe leer la marea. Regresemos a la orilla. Aquí no hay amigos moluscos que te pueden ayudar."
"Mai... puedo caminar por mi cuenta..."

Con ese y otros eventos de mala fortuna, Yukko pasó a estar mínimamente de acuerdo con que había terminado en la universidad equivocada, o tal vez en un círculo de personas equivocado ya que todos se notaban cómodos y hasta a gusto con las posiblemente malignas idiosincracias de Rizembool U. Lo mucho que Yukko podía hacer en su situación era tener cuidado con sus acciones y no llamar mucho la atención, además de evitar lugares de posibles enfrentamientos como aquel hermoso bosque.

Y así los días pasaron, y luego de aceptar que le había tocado una universidad misteriosa y desconcertante, Yukko decidió concentrarse en el lado académico para no desanimarse. De todos modos, ni pensaba tener algo que ver con esos Rebels y lo evitaría aunque fuera lo último que hiciera.

Fin del Flashback



Era un día común y corriente, y Yukko estaba en una clase de práctica de matemática, donde profesores auxiliares se dedicaban a realizar prácticas para garantizar un mejor rendimiento de los estudiantes. Como las clases de teoría se dividían en tres, los estudiantes entraban en un aula normal, y a Yukko le gustaban esas aulas porque tenían amplias ventanas y una buena vista. También apreciaba esa organización de la universidad de darles clases de ayuda ya que Rizembool sí estaba probando ser una universidad de alto nivel, a pesar de que su profesor fue catalogado como 'fácil' anteriormente.

La clase terminó y tenía tiempo libre para ir a almorzar junto con Mai. De inmediato guardó su cuaderno y esperó a Mai quien juntaba sus cosas con calma, cuando entonces, alzó su mirada y se sorprendió al ver que Tsurumaru acababa de entrar, justo después de que el profesor y la mayoría de los estudiantes se retiraran.

"Hola chicas, es bueno que se encuentren en sus clases," les saludó el peliblanco con una sonrisa. "Aunque había esperado una actitud más rebelde y divertida de tu parte, Mai."
"No tengo nada mejor que hacer hoy," Mai se encogió de hombros y se levantó con sus útiles ya recogidos. Miró a su asesor. "También habría esperado una actitud más liberal de tu parte e ignorar nuestras existencias lo más posible. ¿Qué te ha inspirado a ser aburrido hoy?"
"Haha, una buena pregunta," él se vio entretenido. "Tengo un favor que pedirles, ya que he visto que las dos se han mantenido juntas como mis aprendices. Me han asignado a otro nuevo estudiante y quisiera que le ayuden a aclimatarse a la universidad también."
"¿Vas a ser asesor de otra persona?" Yukko se sorprendió.
"¿Este también entregó su aplicación tarde?" preguntó Mai, quien ignoró la mirada molestia de su amiga.
"¡Hahaha! No, no, este no," y el peliblanco ignoró una mirada triste y suplicante. "Fue un cambio de último minuto y recién está comenzando la universidad hoy. Me tocó a mí porque ya lo conozco de antemano y ambos estamos vinculados al mismo profesor aquí en Rizembool, así que tiene sentido. Pero pienso que se llevará muy bien con las dos, aparte que es un pequeño que seguramente necesitará del instinto maternal de ambas, haha."
"Aw, ¿es un niño prodigio o algo así?" Yukko se emocionó y juntó sus manos.
"Yep, tal vez hasta les ayude con sus tareas," Tsurumaru le dio un guiño.
"Yo estoy bien..." Mai mostró inconformidad y leve molestia en su expresión. "Seguramente es un niño todo creído, insufrible y pedante. Tampoco andes declarando que tenemos instinto maternal sólo porque somos chicas."
"Entendido, mis disculpas," el mayor asintió sin borrar su sonrisa. "Pero les prometo que este no cae en aquel estereotipo. Al menos cuento con el alma cándida de mi querida Hanasaki-chan. Vamos a conocerlo. Se quedó afuera porque iba a comprarse algo para comer."

Los tres salieron del salón y de inmediato vieron a un pequeño alrededor de doce años caminar hacia ellos con un paquete de galletas sin abrir. Tenía el cabello plateado y unos intensos ojos verdes. Su expresión era tranquila y un tanto distraída, y miraba a sus alrededores de manera curiosa y desubicada, con una apariencia muy infantil e inocente. Varios estudiantes le miraban con curiosidad y alegría ya que se veía como un niño muy adorable.

"¡Por aquí!" Tsurumaru sonrió y se acercó al pequeño. "¿Otro dulce? Es hora de almorzar, deberías comer más saludable."
"Hm..." este miró al mayor y luego bajó su mirada. "Lo sé... Pero la selección de la máquina me sorprendió..."
"Ven, te quiero presentar a mis dos discípulas," se dirigió a las dos. "Este es Hotarumaru Rai. Espero que se lleven muy bien con él y le ayuden a ubicarse, ya que está tomando algunas clases con ustedes."
"Mucho gusto~" el niño alzó su mano como quien les daba un saludo militar. Pese a su gesto, su tono de voz se mantuvo apagado y tranquilo. Él sonrió tímidamente. "Se ven como buenas personas. Ojalá les pueda ayudar también."
"..." Yukko se sorprendió y se ruborizó un poco porque era un pequeño tan dulce y adorable. Y curiosamente, no fue la única encantada.
"Un gusto también, Hotarumaru," Mai rompió su inexpresión momentáneamente y le sonrió de forma cálida, lo cual confundió a Yukko y causó que Tsurumaru riera un poco. "Llámame Mai-neechan. Estoy aquí para apoyarte."
"Gracias," el pequeño asintió y le miró con leve confusión. "Ehm, ¿es necesario que te llame Mai-neechan todo el tiempo?"
"Depende de ti," Mai regresó a su inexpresión.
"Entiendo, puedo hacerlo ocasionalmente," él miró a Yukko, quien se distrajo por la posibilidad de ser llamada nee-chan, pero sus deseos fueron apagados cruelmente por su amiga.
"Y esta de acá es Yukko. Discúlpala, es un poco despistada y no muy confiable," le introdujo Mai, con indiferencia.
"O-oye..." Yukko hizo un puchero.
"Podemos ir a comer algo juntos, Yukko, Mai-neechan," Hotarumaru sonrió un poco. Mai se vio mínimamente complacida por la forma en que el niño le llamó. "¿Tienen alguna recomendación?"
"Yo tengo algunas, ¿qué tal si les acompaño?" preguntó Tsurumaru.
"No puedes," repentinamente, Hotarumaru le miró con una intensa inexpresión, algo que incomodó al otro. "Recuerda lo que Ikari-sensei te dijo antes de venir aquí. Te has retrasado demasiado en tu proyecto y te espera de regreso inmediatamente."
"Ahh, esperaba que tomaras mi lado, pequeño..."
"Es difícil luego de oírle renegar por ti unos veinte minutos en la mañana..."
"Ya, está bien, entonces al menos les acompañaré para comprarme algo para llevar. Conociéndole, me hará quedarme hasta tarde en la noche."
"Hm, de acuerdo," Hotarumaru sacó su celular. "Le informaré para que envíe a vigilantes que te recojan después de la compra y te escolten donde él."
"¡O-oye, no tienes que ser tan así!" el mayor dio un paso hacia atrás y mostró pesar en su expresión. "Vamos Hotaru-bou, no bromees."
"Pero no estoy bromeando..." pese a sus palabras, el menor se mostró como un inocente niño curioso que ladeó su cabeza y parpadeó con curiosidad.
"Creo que te conozco lo suficiente para saber que tienes razón," dio un suspiro y le sonrió con nerviosismo. "Pero no hagas eso, confía en mí. Si me termino escapando te daré la libertad de masacrarme más tarde, ¿capisce?"
"N-no haría eso..." el pequeño se incomodó y negó repetidamente.
"¡Hahaha! Lo sé, tranquilo," Tsurumaru le sacudió los cabellos. Ellos dos siguieron hablando mientras las chicas les miraban.
"No puedo creer que nos ha tocado encargarnos de un niño tan lindo," Yukko sonrió. "Hehe, ya no me siento tan sola, se nota que es un chico tranquilo e inocente."
"Hm..." Mai le miró detenidamente. "Pareces no haber detectado el Rizembool en sus ojos..."
"¿Eh?"
"Sí, sigues siendo la única Muggle aquí," Mai se cruzó de brazos. "Aunque es apenas una pizca. Insignificante en comparación con Tsurumaru, definitivamente."
"Por favor no bromees así, Mai..."
"Pero no estoy bromeando, Hanasaki-chan."
"Uhh..." Yukko ya ni sabía qué pensar.

Luego de que los dos chicos se pusieran de acuerdo, los cuatro caminaron hacia la cafetería más cercana para comer y para que Yukko y Mai conocieran al pequeño a quien estarían viendo todos los días. Era el inicio de una rutina un poco diferente, pero también marcaría el comienzo de mucho más para las dos.

Sólo era cuestión de tiempo.


Luego de una serie de días ocupados, Larsa comenzaba a organizar sus asuntos luego de la mudanza. Acababa de mudarse a su duplex no muy lejos de la universidad y en los próximos días le debían estar llegando los muebles y equipos necesarios para vivir cómodamente. Aun así, se encontraba posponiendo varios asuntos relacionados con sus deberes como el líder de su familia tanto por su transferencia desde Londres por encontrarse atendiendo los asuntos de sus compañeros y lo referente a las HiMEs, y en los próximos días estaría poniéndose al día arduamente. Al menos contaba con una persona muy leal a él quien se encontraba apoyándole, y quien debía estar llegando al Japón dentro de un par de días. Su presencia le ayudaría bastante, pero también sabía que este trataría de limitarle en cuestiones de pasar tiempo con sus amigos. Ya de por sí, este no se encontraba muy a gusto de que hubiera escogido Hanasaki en lugar de Rizembool, al igual que todos sus demás allegados.

Y en un momento en el cual había esperado descansar, recibió una llamada sorpresiva, y que sólo le iba a aumentar la cantidad de responsabilidades.

"...y esa es la historia," concluyó la persona al otro lado de la videollamada. "Es precisamente por eso que necesitamos tu apoyo. Ni mi esposo ni yo radicamos en Japón y sabemos lo mucho que ayudaste a nuestro hijo. No repitió ningún año en la secundaria ni necesitó exámenes de sanación o summer school y hasta sus notas en esa época fueron mucho mejor de su promedio personal. Por ello, nos estarías haciendo un enorme favor."
"Comprendo la situación, pero se me dificulta bastante..." Larsa se notaba frustrado y apesadumbrado, pese a que intentaba mantener su compostura. Se ahorraba enormemente las ganas de darse un facepalm. "Para que hayan recibido ese pedido de la universidad significa que su hijo se encuentra en mayores aprietos de los que pensé. Por su edad es un adulto, así que pedir envolvimiento de un guardián legal casi parece ilógico a estas alturas."
"Lo es en casos normales, pero por ser el hijo de una familia adinerada e importante, es normal que Hanasaki haya hecho excepciones e intente rescatarlo de una segura expulsión en casos normales," la señora sonrió con torpeza. "No es la primera vez que mi Sora recibe un trato especial o ya habría repetido varias veces en la primaria."
"..." Larsa se horrorizó y dio un suspiro. Tenía sentido, y seguramente él podría haber hecho lo mismo pero hubiera sido una deshonra en su familia, además que él mismo lo hubiera condenado. En fin, no le sorprendía demasiado, lamentablemente. "Ehm, regresando al tema, por más que quisiera ayudarle, me encuentro muy ocupado atendiendo tanto mis estudios superiores como los negocios y deberes de mi familia. Mi tiempo es limitado. Puedo asistirle con los estudios regulares y algunas tutorías de vez en cuando, pero..."
"Oh, pero el deber es prácticamente eso más otras cosas legales que prometo que no ocuparán mucho más de tu tiempo. Te estaré apoyando con el papeleo a distancia, pero sí necesito que alguien le eche un ojo a mi hijo de vez en cuando."
"Ehm..."
"Sé que te estoy pidiendo algo muy comprometedor y estoy dispuesta a compensártelo de la mejor forma. He oído de tu familia y sé que no necesitas ningún tipo de compensación monetaria, ¿pero qué tal si nos volvemos afiliados? Podría ver qué facilidades ofrecerte como una de los líderes de mi familia. Radicaremos en distintos lugares y nos dedicaremos a diferentes oficios, pero una asociación no sería más que beneficioso para ti."
"Ehh, lamento decirlo pero..." Larsa negó y puso una expresión de dolor. "No me parece nada correcto formular afiliaciones porque yo le estoy dando tutoría a su hijo, no tiene sentido en lo absoluto..."
"¡Hahahaha!" sin lugar a dudas, la señora se lo tomó con un gran humor. "Sólo una persona que verdaderamente conoce a mi Sora sería tan directo. Haha, sé que son buenos amigos, él me ha hablado mucho de ti. Claro, mayormente habrán sido quejas, pero la mención es lo importante. Ah, y apreciaría si no fueras a mencionarle nada a mi esposo. Este pedido es por mi cuenta y tendría que prepararle para darle las noticias."
"Claro..." Larsa frunció el ceño, pero se reservó comentarios. Por la conversación, había notado que la madre se parecía bastante a Sora por la trivialidad con la cual trataba la situación, aunque sin lugar a dudas era mucho más madura y amable. Aun así, ya podía ver de dónde había salido este. Lo poco que sabía del papá le indicaba que era una persona más seria y correcta, como se esperaría del líder de aquella familia de clase alta en Hawaii. Debía ser por él que habían logrado tanto considerando las 'idiosincrasias' del resto de esa familia, pero obviamente no lo iba a decir en voz alta.
"De todos modos, por más extraño que suene, pienso que no existe nada raro en que dos familias formen alianzas debido a buenas relaciones, y no pienso quedarme sin ofrecerte nada a cambio. También entiendo que podría ser difícil para ti porque no puedo ponerme en tus zapatos, así que si se te dificulta demasiado, podemos anular el acuerdo. Mi intención no es comprometerte, más bien quisiera que pienses en mí como una cool aunt. Me llevo de maravilla con Kytes y Tomaj a quienes quiero como mi familia, y espero que algún día pueda ser lo mismo contigo."
"Ahh..." Larsa no pudo negarse y con mucho pesar terminó por aceptar. "Está bien, haré un intento. No le prometo mucho pero veré lo que puedo hacer."
"¡Oh, muchas gracias!" la madre se entusiasmó al punto en que alzó su voz considerablemente. "Oh, y confío plenamente en ti. Tú pudiste hacer lo que muchos tutores profesionales de institutos y organizaciones de alto prestigio en Estados Unidos no pudieron con Sora. Por ello, sé que está en las mejores manos. Como te dije, estaré viendo todo el papeleo necesario. Ya casi lo tengo listo, sólo necesitaba tu visto bueno, y te lo estaré enviando para que lo revises. También se lo enviaré a Hanasaki directamente y estaré al pendiente de otras posibles obligaciones para quitarte la mayor cantidad de trabajo posible."
"Entendido, muchas gracias."
"No, no, gracias a ti. Comprendo que estás haciendo un gran sacrificio y veré cómo te lo recompenso. No seas modesto y por favor reconsidera mi ofrecimiento. Estaré pensando en qué más puedo hacer por ti."

La conversación terminó y Larsa cerró su laptop para dar un profundo suspiro. No podía creer en lo que acababa de meterse. Apoyó sus codos sobre la mesa y descansó su frente en sus dos manos. Se quedó un instante en esa posición hasta que una voz dentro de su apartamento le sacó bruscamente de su ensimismamiento.


"Te ves demasiado miserable, mi querido Larsa~♥" canturreó cierta pelirroja.
"¿Dakki?" este se sorprendió y giró su cabeza para verla recostada sobre su enorme sillón de cuero, con una Cosmopolitan en sus manos. "¿Desde cuándo estás aquí?"
"Oh vaya, para que tú bajes tu guardia y no me detectes te debes encontrar más que exhausto. Estoy aquí desde poco antes que iniciaras tu conversación con la encantadora mamá de Sora~♥" pasó a sentarse en el sofá y sonrió con ironía. "Una hermosa mujer con quien sin duda me llevaría excelentemente... de no ser la mamá de tu peste, claro está. Sólo por eso me dan ganas de estrangularla, y ahora por su pedido esperemos que no se aparezca por Japón dentro de poco~♥"
"No bromees así..."
"Aunque no puedes defenderla. Si bien ni los mejores especialistas han podido determinar cuánto de un individuo es innato y cuánto se enseña, tú sabes, nature vs nurture, el comportamiento de nuestro exKnight casi bordea en lo psiquiátrico y sin duda debió haber florecido con una madre tan irresponsable. Que te hayas responsabilizado de tu ex-roommate es algo muy tú, pero deja de criar al cuervo e independízate. Claro, no tomaré la decisión por ti, me tuve que ahorrar las ganas de meterme en la conversación, pero recapacítalo. Ya no eres un niño en la secundaria con una única meta de estudiar. Estos tres años te han echado demasiadas responsabilidades sobre tus hombros y debes enfocar tus prioridades como el adulto que eres."
"Comprendo bien lo que dices, aunque me cuesta ser la persona que debería ser, y por conocerme, de todos modos iba a seguir apoyando a Sora con sus estudios, y a Cho con su preparación para ser HiME, por más irresponsable de mi parte que sea," Larsa dio un pesado suspiro y sonrió con leve amargura. "No soy perfecto, Dakki. Eso debe ser especialmente evidente para ti."
"Lo es," Dakki negó con una sonrisa frustrada y se levantó para caminar donde su amigo de la infancia y agarrarle de los hombros, algo que le confundió a este. "Pero muchas de tus imperfecciones son las razones por las cuales te estimo tanto, ya que de esas nacen tus mayores cualidades. Kibi y tú tienen esa cualidad que me hace querer apachurrarles con tanta fuerza. Sólo quisiera que viviéramos en un mundo donde ustedes no fueran vulnerables por esta misma..."
"..." Larsa dio un suspiro. "Quisiera no tener que preocuparte. Estaré bien, confía en mi."
"Sí podrías terminar siendo alguien que se encargue de más que la mayoría, pero espero que no mueras en el intento~♥" su tono se volvió juguetón y sonrió entretenida. "Aunque puede que todavía haya algo de entretenimiento para mí en esta desafortunada situación. Estoy convencida que cuando tu leal mayordomo se entere de este acuerdo, estará simplemente maravillado con la idea y amará conocer a Sora en persona~♥"
"..."
"¿Eh? ¿Te tensaste tanto repentinamente? Aw, mi Larsa, déjame darte un masaje."
"C-creo que no consideré su reacción debidamente."
"Pero conociéndole va a querer ayudarte con la tutoría, ¿verdad?"
"Sabes que es una mala idea, Dakki. Sora podría no sobrevivir la primera sesión."
"¡Ohohoho we can only hope~♥! En cuestiones de tu tiempo, sé que tu asistente está de mi lado. Pero se terminará enterando lo quieras o no, así que mejor prepárate para decirle."
"Sí, tengo que pensar en cómo hacerlo. Debe estar llegando dentro de dos días..."
"Aun así te recomiendo que lo pienses desde ya."
"..." Larsa frunció el ceño. "¿Qué quieres decir?"
"Ohh, nada, sólo que tú y yo le conocemos bien. Nunca sabes cuando esperarlo."
"..."
"Pero ya, olvídate del asunto. Te ves positivamente muerto, toma un descanso. Un power nap de veinte minutos te hará maravillas."
"Aún no he ido a almorzar."
"Yo tampoco, pero déjame encargarme de la comida. Pediré uno de tus favoritos en el bistro cercano, pero mientras esperas duerme un poco."
"No es necesario..."
"Insisto, y no intentes cambiarme de idea, soy más necia que tú," Dakki sonrió y sacó su celular. "I always take good care of those I actually care about~♥"


Eran las tres de la tarde, y ya habían pasado las horas más ocupadas del almuerzo en Hanasaki U. Las cafeterías y otros puestos de comida bajaron sus clientelas y muchos estudiantes iban de regreso a atender sus clases.

Y en medio de las energías características de la universidad había dos recién transferidos a Hanasaki, quienes iban a atender su primera clase. Ambos caminaron por la zona de deportes con la ayuda de un mapa electrónico en sus celulares, e identificaron el lugar que habían estado buscando; un dojo de kendo.

"Sí, definitivamente este es el lugar," comentó el chico de cabellos negros y ojos esmeraldas, quien revisaba su celular. "La ausencia de otros estudiantes cerca debe indicar que la práctica ha comenzado. Debemos apurarnos."
"Eh, todavía no..." el rubio a su costado mostró inquietud y nerviosismo.
"Urashima, hemos llegado hasta aquí, no es el momento de retraerse."
"L-lo sé, sólo que..." el dirigido bajó su mirada y comprimió sus puños. Pasó a sonreír con ironía. "A pesar de darle la contra a mi papá y mi hermano y hacer todo el papeleo para transferirme... hay algo en este momento, en ingresar a la primera clase, que me tiene inquieto. ¿Acaso no es raro?"
"Pues siendo honestos, es muy entendible," su amigo le sonrió comprensivamente. "Es lo que habías estado esperando por tanto tiempo. Y para variar, te estás embarcando solo en una situación muy incierta. En algo que habías esperando toda tu vida. Podré no estar muy de acuerdo con tu impulsividad, pero sigo pensando que es admirable."
"Hehe, gracias, y no estoy solo," él se animó. "Te tengo a mi lado. Tú eres el más responsable, y de no ser porque aceptaste acompañarme, seguramente mi papá me hubiera encerrado en algún calabozo por días."
"El señor Kotetsu siempre ha sido una persona severa," sonrió nerviosamente.
"Ihh, no le llames tan respetuosamente, si somos casi familia, Horikawa."
"Perdón, es inevitable. Tu padre invoca bastante respeto."
"Hm, posiblemente," Urashima alzó sus brazos y recostó su cabeza delante de sus muñecas, para mirar al dojo un poco más.
"Realmente pienso que deberíamos entrar," Horikawa dio un suspiro. "Ya comienzo a inquietarme por estar tarde."
"Hahaha no seas tan alumno estrella todo el tiempo, estamos en la universidad."
"Ese no es motivo para relajarse. Si sigues así nunca serás una persona responsable," el pelinegro alzó su índice, dándole un mini-sermón. "Eres muy impulsivo, distraído, desordenado, indisciplinado y tienes un terrible sentido de orientación. Estoy dispuesto a apoyarte, pero no estaré ahí para siempre."
"Lo sé, lo sé..." el rubio mostró pesar, y pasó a agarrar su mascota tortuga posada en su propio hombro, para alzarla. "Hehe, confío en que este es el inicio de una nueva vida para los dos, ¿no lo crees, Kamekichi? Será difícil no estar en casa con sirvientes en un inicio, pero tal vez es justo lo que necesito para mejorarme a mí mismo."
"Tal vez, aunque a veces me preocupas mucho..." Horikawa negó.
"Pero mi independencia no es la razón principal," Urashima sonrió con leve tristeza. "La familia es lo más importante, ¿verdad? Y no quiero nada con más intensidad que reunir a toda mi familia de una buena vez. He esperado mucho, y no pienso dejar que mi papá prolongue la espera cuando ya no hay más sentido de hacerlo."
"Pues... el caso todavía no se ha resuelto del todo... Quedan esperar los resultados."
"Ya te dije que yo no los necesito," sonrió con certeza. "Lo puedo sentir, estoy en lo correcto, y nunca he estado tan seguro de nada más en mi vida."
"Bueno, si tú lo dices..." asintió. Su amigo muchas veces había probado poseer precisas corazonadas, al igual que él.
"¡Vamos! ¡Ahh ya no puedo esperar! ¡Kamekichi, tendrás que esperarme en mi locker nuevamente hasta que la práctica termine!"
"En verdad deberías al menos traerle una cómoda jaula..."

Urashima corrió hacia el dojo y su amigo le siguió de cerca. Era un momento especial que sabía que recordaría por el resto de su vida, y tal y como él había dicho, sería el inicio de una nueva, y complicada, vida tanto para él como para sus parientes.
« Last Edit: July 08, 2017, 11:10:03 PM by Cho »


Kora

Cuando no hay inspiración pero tienes que avanzar la historia :_

o6.


Sus pasos resonaban con un eco largo y pesado, en un ritmo constante que hacía que el sonido pareciera no apagarse nunca. El pasillo que recorría era tan ancho que apenas podía distinguir las paredes, éstas adornadas por amplios ventanales que filtraban una tenue luz de luna, y por mucho que avanzara parecía no terminar nunca.

Kora había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba caminando, pero no se sentía cansada, dejándose arrastrar por las largas zancadas a través del camino. Incluso si empezara a notar las primeras punzadas de cansancio, ¿qué otra cosa podía hacer si no seguir adelante?

Su cuerpo parecía no quejarse aún por la larga caminata, pero la incertidumbre empezaba a hacerse un hueco en su mente. ¿Dónde podría estar? ¿Y si no encontraba una salida?

Estaría perdida, por siempre a la deriva en aquel interminable corredor. Completamente perdida.

Dejó ir un largo suspiro, sin dejar de caminar en ningún momento. De vez en cuando notaba cómo pasaba una brisa fresca, y usó su mano libre para frotarse el brazo que estaba sujetando la kodachi. Alzó la vista para mirar con recelo las ventanas que dejaban entrar el aire nocturno, encontrando su mirada con unas enormes pinturas entre cada una de éstas.

Sabía que estaban allí, aunque en su frenética y alocada búsqueda no se había parado a mirarlas, y sólo era la frustración por no saber qué hacer lo que hizo que terminara por fijarse en ellas más atentamente.

Se acercó hacia uno de los muros, reduciendo el ritmo de sus pasos. Muchas de las pinturas estaban rotas, colgando el lienzo como harapos, y otras no eran más que paisajes familiares: Hanasaki, el Sena o una alta torre en Japón. También había retratos, como el suyo o el de Ky, y sobretodo, las que más llamaron su atención parecían escenas.

Un coche avanzando a toda velocidad por la carretera, Kora en el asiento de copiloto con su largo cabello tapando al conductor. Madoka y Kora, espadas en mano frente a las ruinas de un templo. Un enorme leopardo de las nieves, su Child, fauces abiertas en un rugido al cubrir su cuerpo inconsciente. Ky sujetándola por los hombros mientras Kora se tapaba la cara.

Había otras similares en estilo, pero Kora no reconocía a los que estaban presentes, o simplemente no era capaz de entender la situación que representaban. Y sólo una le causó auténtica emoción.

No era más que su silueta, empequeñecida frente a una enorme rueda oscura, y el contraste del blanco de su forma con la negra rueda era lo único que permitía distinguir las formas. Sin embargo, mirar aquel cuadro le hacía sentir un vacío en el pecho sólo comparable al que provocaba caer desde una gran altura.

Tuvo que apartar la mirada para no gritar, decidiendo dejar aquellas pinturas a un lado temiendo que la siguiente fuera aún peor.

Tras lo que parecían horas, o incluso días, caminando, creyó ver algo en la distancia. Su corazón dio un brinco al reconocer a Ky a lo lejos, debajo de un gran arco que hacía de puente entre ambos muros del pasillo, y por fin, sintió que llegaba a casa.

Empezó a correr hacia él.

- ¡Ky!

Y cuando por fin estaba a apenas unos metros, Ky negó con la cabeza, dando la vuelta y entrando a donde fuera que llevara aquel arco. Kora no podía ver más que oscuridad al otro lado, apenas distinguiendo formas a su alrededor cuando lo atravesó, con más ímpetu que coraje.

- ¿Ky…? ¿Dónde estás?

El eco de su voz parecía burlarse de ella. Sonaba desesperada, y trató de recuperar la compostura.

No tuvo mucho tiempo para compadecerse de sí misma. Se dio cuenta de que había llegado a una estancia amplia, iluminada por antorchas. Ky la había dejado atrás, pero no estaba sola. Cada uno atado al muro por una larga cadena, se vio rodeada por perros. Eran enormes, tan oscuros que sólo podía verlos a través de la silueta que marcaba la escasa iluminación, y no tardaron en levantarse al sentir su presencia.

Kora ahogó un grito cuando el primero empezó a ladrar hacia ella, siendo imitado por el resto inmediatamente. Intentaron saltar hacia ella, dentelleando al aire al intentar morderla, pero las cadenas tenían la longitud justa para que no la alcanzaran.

Con cada sacudida, el ancla en los muros temblaba. “No pasa nada. Mientras estén atados, no pueden hacerme nada.”, pensó, aunque no encontraba mucho consuelo en la idea. Tenía que salir de allí cuanto antes.

Cuando pensaba que por fin se estaba acercando a la salida, oyó el chasquido.

Las cadenas se rompieron al mismo tiempo en un coro metálico. Kora ni siquiera tuvo tiempo de gritar antes de ver como los perros saltaban sobre ella, todo dientes y zarpas, listos para devorarla viva.


--


Un escalofrío la recorrió al abrir los ojos. Su cuerpo entero estaba en tensión, y le costaba respirar con el corazón martilleándole tan fuerte en el pecho.

Tragó saliva, a medio camino entre asustada y sorprendida. No recordaba la última vez que había tenido una pesadilla tan vívida, ni siquiera tras marcharse de Hanasaki. El agotamiento provocado por los estudios y su pseudo-trabajo aumentaban el efecto de las pastillas para dormir que solía tomar, y raramente recordara sus sueños. Cuando lo hacía, eran simples mezclas extrañas de recuerdos o conceptos recientes.

Sabiendo que estaba demasiado alterada como para volver a dormirse, Kora se sentó en el borde de la cama. Empezaba a entrar la luz gris de la mañana por su habitación, y el reloj del teléfono le confirmó que eran casi las siete de la madrugada.

Fue al baño lo más sigilosamente que pudo, quedándose sentada en el borde de la cama en silencio al volver. Tras lavarse la cara estaba un poco más tranquila, pero no sabía si valía la pena volverse a acostar. Pronto irían a recoger sus cosas del hotel, y Kora prefirió quedarse en un estado de duermevela del que Madoka la sacó con un ligero sobresalto.

- ¿Kora? ¿Qué haces?
- Nada. No podía volver a dormirme.
- ¿No deberías estar tumbada para dormir, al menos?
- …Es verdad. - Kora intentó cambiar el tema. - ¿Por qué estás despierta?
- Suelo despertarme sobre esta hora. Ya estaba despierta cuando te has levantado de repente.
- Huh.
- ¿Estás bien? ¿Todavía te duele la cabeza?
- Sí, sí. - Hizo un gesto con la mano para intentar quitarle importancia al asunto. - Sólo he tenido un sueño… raro…

Era algo vergonzoso admitir que había tenido una pesadilla a su edad, sobretodo ante alguien más joven que ella. Madoka la observó en silencio desde su futón, levantándose hasta quedar sentada con las piernas cruzadas.

- Podemos ir a practicar con la kodachi, si quieres.
- ¿En serio? - Kora suspiró exageradamente. - No soy HiME ni desde hace veinticuatro horas…
- Practicar las posturas, la respiración y los movimientos básicos siempre me relaja. - Continuó diciendo Madoka.
- ¿Con qué ropa?
- Siempre estás buscando excusas… - Aquella vez era el turno de Madoka de dejar ir un bufido. - Con lo que llevabas ayer servía. Hiciste la prueba vestida así, ¿no?
- Hmm…

--

- Muy bien, ya veo que recuerdas las posiciones básicas.

Kora asintió. No había practicado con la kodachi desde que había sido HiME por primera vez, pero tres años atrás, Madoka había casi tatuado las posturas básicas de defensa y ataque en su cerebro.

Sin embargo, se sentía torpe al ver cómo Madoka podía realizar aquellos movimientos tan fluidamente, sin tener que fijar la vista en el ángulo de su brazo o calcular la distancia entre su cabeza y la hoja. Simplemente se movía para quedarse en aquella posición con la misma naturalidad que respiraba, y Kora sabía que aquello no era más que lo mínimo que era capaz de hacer.

- Pero hay que pulir algunas cosas… estira más la pierna… ¡no bajes el brazo! La hoja tiene que quedar recta, ¿ves?

Trató de desconectar y seguir las instrucciones de Madoka, aunque era difícil moverse. La ropa que llevaba no era exactamente incómoda, al fin y al cabo, la había elegido teniendo en mente que podría enfrentarse a la marioneta llevándola, pero no era ropa deportiva tampoco.

La corta práctica había calmado sus nervios ligeramente. Era el agradable calor de sus músculos al estirarse, y su respiración se había vuelto más regular al tener que adaptarla al ejercicio ligero.

- Bien. Podemos descansar un momento.
- Sólo llevamos… - Kora miró su móvil. - ¿Cuarenta minutos? Wow, Madoka, cualquiera diría que estás siendo muy permisiva.
- Hmm, ¿quieres correr alrededor de la mansión diez veces?
- No, gracias.

Kora se sentó en la hierba, dando un trago largo de la botella de agua que habían traído antes de tendérsela a Madoka. El aire de la mañana era agradable, y casi hubiera agradecido levantarse temprano para poder ver amanecer si no fuera por las circunstancias de su despertar.

Ambas se quedaron en silencio, observando el campus en la distancia empezar a despertar. Algunos estudiantes habían salido a correr antes de clases, otros iban a (o salían de) la biblioteca. No era tan diferente de su universidad en Francia.

Ahora es la una de la madrugada allí…”.

- Kora.
- ¿Qué?
- No se lo has dicho a Ky, ¿verdad?

Sintió que se le helaba la sangre.

Con una sencilla pregunta Madoka le había hecho revivir la prueba HiME y todo lo que la marioneta de Ky le había dicho. La calma de aquella mañana se había quebrado en un instante, volviendo a sentir el mismo pánico que la había despertado. No supo qué responder, y tras unos segundos de silencio incómodo, Madoka volvió a hablar.

- Ky no dejaría que vinieras sola. Aunque lo haya pasado mal, habría venido contigo sí o sí.
- Madoka… no quiero hablar de eso. - Suspiró, ligeramente aliviada.
- No hay mucho más que decir al respecto, de todas formas.
- ¿Entonces para qué has dicho nada?

Kora bufó, sin poder evitar el tono de irritación en su voz. Desde que se habían encontrado el día anterior, Madoka había sido bastante condescendiente con ella. O quizá sólo estaba enfadada.

- Kora, ¿recuerdas por qué estoy aquí? Al principio, digo. Hace tres años.
- Sí, claro. Tu madre le debía un favor a mi madre, y lo cobró haciendo que fueras mi maestra y protectora. - Aquellas eran las palabras que Madoka usaba para describir su acuerdo. Kora habría usado un término más crudo como “y tú serviste de pago”. - Pero esa deuda ya se saldó hace tres años. Si estás aquí es porque quieres. Ni siquiera te he--
- Ya lo sé. Eso no cambia que tu madre le salvara la vida a la mía, y pidiera a cambio que te ayudara en tus deberes como HiME. Y ahora que eres una HiME otra vez, vuelvo a estar bajo tu servicio.
- Madoka, por favor, no lo digas con esas palabras. - Kora se tapó la cara con una mano. - No eres mi sirvienta. Eres… ¿mi maestra y protectora? ¿mi ayudante? ¿mi Robin? ¿o más bien mi Alfred?
- Llámalo como quieras. La cuestión es que tengo que ayudarte ahora.
- Vale, me vas a ayudar. ¿Y a qué viene todo ésto?
- No quiero mentirle a Ky, pero lo haré si es la decisión que has tomado. Para eso tienes que decirme la verdad, Kora.

Esa vez Kora se tapó la cara con ambas manos en silencio. ¿Debería reírse o llorar? “Ay, Madoka, si supieras la verdad…”. Suspiró fuertemente, dejando salir el aire de sus pulmones hasta vaciarlos al mismo tiempo que sus brazos se deslizaron hasta caer sobre sus rodillas.

- Madoka… voy a tener que ir ya a recoger mis cosas en el hotel. No hace falta que vengas si no quieres o si tienes clases--
- ¿Me has escuchado, Kora? Además, ya te he dicho que iré contigo a traer tus cosas.
- ¿Porque estás bajo mi servicio? - Kora puso los ojos en blanco.
- No… es porque quiero… - Madoka bajó la vista, claramente decepcionada.

Kora se quedó en silencio. Sabía que había herido a Madoka con aquel último comentario, y que la chiquilla no se merecía que pagara con ella sus frustraciones personales. Pero algo tan sencillo y obvio como alargar la mano hacia ella para disculparse se le hacía imposible, algo incómodo y vergonzoso.

Con el tiempo, había aprendido que una solución a aquellas situaciones era simplemente fingir que no pasaba nada. Era un parche y no arreglaba nada realmente, pero a menudo servía para dejar atrás momentos incómodos como aquel.

- Vale, vale. - Kora hizo un gesto con la mano, medio sonriendo y con un tono jovial. Como si la última conversación no hubiera ocurrido. - Vamos a recoger mis maletas antes de que me cobren un día más.
« Last Edit: July 01, 2017, 04:12:58 PM by Kora »


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna dejo mi fic chafa <3 <3

Capitulo 21:

Has venido por encargo de Hajime-san??? Pensé que iba a ser dentro de un par de días, pero no ahora mismo…-dijo sorprendida al ver al joven pelicastaño frente a ella-

Yo también estoy sorprendido, no pensé que tendría que entrenar a una chica de mi misma edad…y veo que tienes potencial para poder seguir mi ritmo…- dijo el castaño con una amplia sonrisa-Hajime-san esta en realidad muy preocupado por ti después de que intentaron lastimar a tu madre y por eso me mandaron contigo…-

Que aburrido y yo que queria ir a comer antes de estar aquí…- decía Kuro mientras estiraba sus patas sobre la cabeza de Flaffy-

Es verdad…debimos de haber comido algo… -tocandose el estomago- olvide de llevar conmigo el almuerzo que habia preparado-

Si quieren les puedo invitar a comer…yo también estaba con hambre e iba a comer…-

Kuro se alejo de Flaffy y salto habia los brazos de Mayura

Vamos llévame a comer…- ronroneando-

Kuroooo…-dijo Mahiru con una gota en la cabeza- perdona a mi maleducado gato-

No te preocupes, me parece hasta adorable lo que ha hecho… - dijo riendo-ademas quiero que me cuentes con lujos de detalles como conseguiste que un Nekomata se convirtió en tu compañero…-dijo mirándole con ojos brillantes- es algo muy misterioso que quiero saber!!!-

No tienes miedo de mi??- le dijo Kuro con su “alegre” expresión de gato-

Y de que debería de tener miedo?? Que hablas?? Creeme me han pasado tantas cosas que esto me parece de lo mas normal…-

Es cierto Hajime-san me conto que la has pasado mal, pero no me ha dicho el lujo de detalles-hablo Mahiru tomando en brazos a Flaffy- yo también quiero saber como tienes a una compañera como Flaffy y si esos rumores de lo peligroso que es Hanasaki actualmente son verdad-

Quien ha dicho que Hanasaki es peligroso??-

Mientras que comemos te contare las cosas que yo se, mientras me cuentas las tuyas deacuerdo??-

Esta bien lo hare…-

Es entonces que Mayura y Mahiru empezaron a intercambiar información, el pelicastaño no podía creer que tan fácil era sacarle información a la pelirosa y comprendia el porque Hajime le habia pedido que fuera con ella lo mas pronto posible, Mayura era demasiado sincera que era obvio que se podían aprovechar de ella, escuchar el relato de la joven Hime hacia doler el corazón del castaño, no sabia de todas las cosas que habia pasado y como es posible que mantenía esa sonrisa, cualquier otra persona hubiera perdido la razón, pero estaba frente una persona fuerte en espíritu que carecia de malicia, pero el no era el único afectado por Mayura, Kuro que habia vuelto a su forma humana también observaba de reojo a la joven pelirosa que contaba su historia con una expresión calida, habían seres humanos como ella en este mundo?? Claro que si, ya que vivía con uno, vivía con Mahiru Shirota

Ahora era el turno de Mayura de escuchar la historia del joven que acababa de conocer, mientras que Flaffy dormia en su regazo ajena a la conversación, Kuro dormitaba también pero con su forma humana, Mahiru le comentaba que desde pequeño se habia quedado sin padres y que ninguno de su familia queria quedarse a cargo de él, es asi como el padre de Hajime decidio tenerlo bajo su protección, por lo cual empezo a vivir como un Mutsuki, aunque él le pidió a su “padre” conservar sus apellidos en memoria de sus padres fallecidos

Entonces es por eso que ahora estas viviendo con Hajime-san y que por eso estas frente a mi…no entiendo el porque se preocupa tanto por una persona a quien acaba de conocer…- mientras bebia un sorbo de té-seguro que Otoya-kun le pidió cuidarme…- rascándose la cabeza-tu estimas mucho a Hajime-san no es cierto??

Si lo estimo mucho…- le dijo mirándole con sinceridad- aunque hasta ahora no puedo decirle hermano mayor…aun no estoy lo suficientemente apto-

Claro que lo eres Mahiru!!-Kuro y Mayura lo gritaron al mismo tiempo-

Si pueden hablar en voz baja para que nadie nos escuche???- hablo el castaño con una gota en la cabeza-

Lo dijimos al mismo tiempo Kuro!!...-dijo la pelirosa- no puedo creerlo tengo empatía con un nekomata, soy muy feliz…- dijo con los ojos brillosos-

Mahiru…Mayura es rara…-dijo Kuro mientras que bostezaba con flojera- tengo sueño nos podemos ir a dormir??-

Kuro acabamos de llegar y no seas irrespetuoso con Mayura!!-

Yo solo soy un lindo gato no tengo porque portarme como ustedes quieran…-

La pelirosa empezo a reírse divertida ante la escena

Ustedes dos se llevan muy bien…- limpiándose las lagrimas de risa- creo que seria mejor comenzar dentro de un par de días ando cansada también como para empezar a entrenar, ademas debo de mudarme de mi casa a la universidad de Hanasaki asi que por ahora…-

Yo también estoy en Hanasaki!!! Asi que podemos ir juntos!! Porque a partir de ahora no puedo alejarme de tu lado…tanto tu madre Belldandy-san y Hajime-san me dijieron que debo de hacer eso-

Eh?? Mi madre también??-

Asi que pierde cuidado que ambos te ayudaremos a mudar

Esta bien…aunque no quiero incomodarlos…pero bueno cualquier ayuda es buena…-extendiendo sus manos-Mahiru-kun de ahora en adelante espero poder contar contigo…-

El pelicastaño observo a la joven y sonrio- el gusto es mio- apretó suavemente sus manos-

Kuro observo a los dos jóvenes y suspiro pesadamente- Mahiru mentiroso aun no le has contado todo a Mayura…- dijo eso mas para si mismo para luego levantarse y colocar su mano sobre la de los dos jóvenes-
Espero que me puedas alimentar bien …-

Kuro!!...-le golpeo la cabeza-

Ya chicos dejen de pelear …-riendo suavemente-

Vaya vaya veo que la linda Mayura la esta pasando bien…-

Mayura giro a ver quien le estaba hablando y grande su sorpresa ver a un joven pelicenizo frente a él-Shun-san…???
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matta ne!!

Mimi-chan


Eureka

vendre con iconos mañana t_t tengo miedo de olvidarme asi que mejor lo dejo ya!
Nunca voy a terminar esta boda omg (ya casii tho)

16.


     


En su defensa, Tooru Oikawa no sabía que su día iba a terminar así. Tal vez el taxi y los planes de irse a una casa desconocida no le eran muy ajenos (lo hacía usualmente cuando salía con su grupo de amigos los fines de semana), ¿pero participar de un secuestro y una persecución? Eso era nuevo.

Lo que más le sorprendía era que se había metido en todo ese lío por su HiME, nada más y nada menos. La chica en cuestión se encontraba sentada a su lado, rogándole al taxista que acelerara al tope e indicándole direcciones para intentar perder el carro que los perseguía.

“¿Ah… tú quién eres?” La voz a su lado izquierdo lo sacó de sus pensamientos, y Oikawa se giró a notar al niño que habían secuestrado. Aun no entendía bien de quién se trataba –según lo que recordaba, era el hermano menor… ¿de un amigo de Hizumi y Eureka?—, pero intuía que era alguien de suma importancia, para ser el motivo detrás de todo lo que ocurría en esos momentos.
“Soy eh… ¿amigo de Eureka-chan?” ofreció, lleno de duda, y luego intentó sonreír. El niño no le creyó en lo absoluto, arqueando una ceja y observándolo con suma atención.
“¿En serio?”
“…No.”
“¡Ajá! ¡Lo sabía!” Zushi Lo señaló, al parecer contento por haberse dado cuenta de ese dato desde antes. “Pero entonces… ¿qué haces aquí?” Zushi volvió a arquear una ceja, muy confundido.
“¿La verdad? No sé,” Oikawa rio. “Solo me metí al taxi con ustedes, no la pensé.”
“¡IZQUIERDA!” Gritó Eureka.
“Oye, pero, Zushi tiene razón… Oikawa no tiene nada que ver aquí,” comentó Hizumi, girándose para ver al mencionado y al resto, quienes estaban sentados en los asientos traseros.
“Tome esa rampa a la derecha,” Eureka dejó de apoyarse en el asiento del piloto para girarse a mirar a Oikawa y al resto. “Sí, la verdad es que no entiendo que haces aquí… ¡Oh!” La HiME chocó su puño derecho contra su palma, iluminada… pero pareció cortarse a sí misma al notar a Zushi. “Ah, nada, de ahí hablamos.”
“No me puedes dejar con la duda…” se quejó Oikawa, con un puchero.
“¿Hablamos cuando lleguemos?” Eureka miró por la luna trasera que el tutor de Zushi no se había rendido. “…O cuando perdamos al carro que nos sigue…” Suspiró.
“¿Por cierto, no podíamos hablar con el tutor de Zushi?” preguntó Oikawa.
“A dos cuadras, doble a la derecha,” Hizumi le indicó al taxista.
“No, Oikawa. ¿No escuchaste a Zushi cuando habló en la cocina?” Le dijo Eureka, y luego soltó un bufido.
“Leorio-san me contó que mi tía le había pedido que no me dejara hablar con mi hermano por cuestiones de seguridad.”
Oikawa arqueó una ceja. “¿Seguridad?”
“El antiguo trabajo de mi hermano era peligroso,” contó Zushi, como si se tratara del clima.

Oikawa estuvo a punto de cuestionar las amistades de Eureka, cuando recordó inmediatamente el puesto que él tenía y la situación en la que se encontraban. Al parecer, Eureka se sentía atraída por las situaciones de peligro, por lo que podía observar.

“Y bueno, mi tía de seguro pensaba que era malo que mi hermano me tuviera cerca… ¿porque podía salir herido, tal vez?”
“¿Entiendes ahora por qué no podemos sentarnos a tomar el té y hablar de la vida con el tutor?”
“¿Supongo? Pero no entiendo, su hermano merece el beneficio de la duda…”
“¡Sí! Yo pienso igual que Oikawa-san. Además, ya no está trabajando allí, ¿no? Lo dejó luego de morir.”

¿Morir?

Oikawa parpadeó varias veces, y luego se giró hacia Zushi. Este lo miró, y se quedaron intercambiando miradas unos segundos.

“Tu hermano… murió,” le dijo Oikawa, intentando confirmar lo que había dicho Zushi hacía unos instantes.
“Sí,” Zushi le respondió, muy tranquilo. No se veía nada inmutado por la conversación que sostenían, lo que le causaba más intriga al rebel.
“¿…Qué?” Oikawa se giró hacia Eureka, y la chica se contuvo la risa al ver que la expresión de la cara de su rebel era como un gigante signo de interrogación.
“Okay, okay. Basta,” habló Eureka. “¿Quieres que te explique eso?”
“¿POR FAVOR?”
“Alguien…” Oikawa juró ver que Eureka desvió la mirada hacia Hizumi, pero fue tan rápido que no estaba cien por ciento seguro de ello. “Intentó matarlo. Y luego de eso Kanone se hizo pasar como muerto porque es un drama queen.”
“¿De hecho no fue por eso?” Hizumi interrumpió a Eureka. “¿No era por Kiyotaka?”
“Wow, y yo que pensaba que el tema de los rebels y las HiMEs era algo peligroso…” Oikawa murmuró para sí mismo.
“¡Oh!” Hizumi se volteó: aparentemente, lo había escuchado. Apoyando sus manos en el reposacabezas del asiento del copiloto, le sonrió, animado. “¿Eres rebel, Oikawa?”
“…”
“…”
“Ah, ¡Leorio-san está acercándose!” dijo Zushi, que se había girado a observar el carro de su tutor.
“¡ACELEREEE!”
“¡A LA IZQUIERDAAAA!”

Los gritos se hicieron presentes de nuevo en el carro, y Oikawa observó la expresión cansada del conductor por el retrovisor central. Por unos instantes, sintió un poco de pena por el taxista, pero su atención se desvió al carro que estaba al lado de ellos. Leorio los había alcanzado al acelerar al tope, y estaba a menos de un metro.

Bajó rápidamente la luna de su carro, y su expresión se llenó de furia.

“¡DEVUÉLVANME A ZUSHI!”

Hizumi sólo le sacó la lengua, luego de imitarlo y bajar su luna.

“Wow, qué maduro, Hizumi,” Eureka rio.
“¡Entré en pánico! ¿okay?” Hizumi subió la luna rápidamente, y se giró hacia el piloto. “Acelere de nuevo. Esa luz amarilla se puede pasar.”
“Pero es una infracción—”
“¡ACELERE!” Le repitió el resto de tripulantes, y el taxista no tuvo de otra que acceder, pisando el acelerador al máximo posible.

El taxi pasó con las justas antes de que la luz cambiara a verde, y el flujo de carros en el sentido opuesto impidió que Leorio los siguiera.



         


   

 


El taxi se detuvo en la entrada principal de una mansión inmensa, luego de recorrer una pequeña rotonda colocada en frente de esta. A juzgar por el diseño, le debía pertenecer a extranjeros, porque tenía una gran cantidad de adornos europeos, estructuras y columnas que Oikawa nunca había visto en su vida. Se quedó ensimismado observando el lugar, hasta que Eureka, Zushi y Hizumi se bajaron del auto y se dio cuenta de que él debía hacer lo mismo también. Eureka sacó de su cartera unos cuantos billetes –Oikawa calculaba que en ese fajo había unos 10000 yenes como mínimo— y se los dio al taxista. Este asintió, y arrancó el carro, saliendo de la propiedad. La reja de la entrada se deslizó, permitiéndole el paso, y luego se cerró automáticamente.

“¿Ese era tu dinero?” le preguntó Hizumi, y Eureka rio.
“No, es de la billetera de…” Eureka se calló. Frunció el ceño, abrió los ojos, y se giró a encarar a Hizumi lentamente. “Lelouch…”
“CARAJO”
“Uh… ¿qué pasó?” preguntó Zushi, confundido.
“Eureka se olvidó de algo muy importante,” dijo Hizumi, aunque se veía preocupado.
“Jeje,” la HiME rio, su voz quebrándose un poco por los nervios. Oikawa solo atinó a arquear una ceja, igual de confundido que Zushi con la situación. Al parecer, cada segundo esta se hacía un poco más bizarra, para sorpresa suya.

Eureka y Hizumi se acercaron a la puerta, y Zushi y Oikawa los siguieron. Hizumi sacó de su bolsillo un manojo de llaves y abrió el cerrojo, girando la manija para ingresar a la mansión. Las luces de la sala estaban prendidas, y al ingresar, Oikawa notó a un chico sentado en uno de los sofás de la estancia principal. Ni logró verlo correr porque de un momento a otro ya estaba arrodillado abrazando a Zushi como si su vida dependiese de ello.

“¡Kanone!” le lloró el niño, aferrándose a quien, de seguro, era su hermano.
“Zushi,” Kanone se separó de él un poco para observarlo. “Has crecido, ¿no?”
“¡Sí!” Zushi sonrió. “Eh, ¿tú crees que puedas convencer a Leorio-san de que me quede contigo?”
“Respecto a eso…” Empezó Eureka. Hizumi se puso detrás de ella, y empezó a silbar.

Kanone se alzó, y caminó hacia la chica. “¿Pasó algo en el camino?” preguntó, preocupado.

Hizumi y Eureka intercambiaron miradas llenas de terror.

Ah.

Oikawa entendió en esos momentos que estaban preocupados por el intento de secuestro. Todo el suceso había sido muy raro y jocoso pero el detalle era que, aun así, sería denunciado en la comisaría por Leorio, el tutor de Zushi.

“Ehwekindakidnappedhim?Iguess?haha” Oikawa escuchó que Hizumi habló en inglés, pero no entendió ni una palabra de lo que dijo.
“No hables como metralleta, Hizumi,” le rogó Kanone.
“FINE” Gritó el peliverde, y luego se cruzó de brazos, desviando la mirada. “Lo secuestramos. De hecho, queríamos ir a hablar las cosas con su tutor, pero Zushi nos contó que tu tía le pidió al tutor que le prohíba cualquier contacto contigo, por lo de la agencia y eso… Entonces Oikawa lo agarró y corrimos a la puerta. Eureka había pedido un taxi y justo ya nos estaba esperando.”
“Zushi, ¿tienes el teléfono de tu tutor? Necesito… arreglar las cosas con él.”
“¡Sí!” Zushi sacó un modelo de celular muy obsoleto, donde buscó el número de Leorio.

Kanone intercambió miradas con Eureka, Hizumi, y también con Oikawa, y les sonrió.

“Gracias por lo de hoy, les debo una muy grande,” luego, se enfocó en Oikawa. “Disculpa, con lo de mi hermano me olvidé por completo. Soy Kanone Hilbert, amigo de Eureka y Hizumi, un gusto,” Kanone le extendió su mano y Oikawa la estrechó.
“Tooru Oikawa,” le dijo, con una sonrisa. En el fondo, sin embargo, se sentía igual de perdido que antes.
“Oikawa es el amigo de un amigo mío y de Hizumi,” contó Eureka. Oikawa apreció su increíble habilidad de esconder los detalles importantes sin delatarse en ningún momento.
“Nos ayudó con el tema de Zushi,” contó Hizumi.
“Gracias,” Kanone volvió a agradecerle una vez más. “Más bien, discúlpanos. Por todo esto, has terminado en este lugar a estas horas… ¿te parece si te pago el taxi a tu casa? ¿O esperarás hasta la mañana para regresarte?” Le preguntó Kanone.
“Cierto, no había pensado en eso. Yo también puedo pagártelo, si deseas,” dijo Eureka.
“O podrías quedarte a dormir. Tenemos un montón de cuartos disponibles, no creo que le afecte a nadie que te quedes a pasar la noche… o lo que queda de esta,” dijo Hizumi.
“Aceptaré la oferta del taxi, gracias~”
“Kanone, yo lo pago, tranquilo,” Eureka le sonrió. “Hizumi me contó que estás corto de dinero, así que no te preocupes.”
Parecía que Kanone quería replicarle, pero se contuvo, soltó un suspiro y asintió. “Okay, gracias Eu.”
“No prob!”

Kanone se giró a encargarse del tema del tutor, mientras que Hizumi soltó un bostezo y anunció que iría a su cuarto a dormir.

“Kanone, estaré afuera esperando el taxi de Oikawa con él, ¿okay?” le dijo Eureka.

El mencionado asintió, y luego de eso, Eureka y Oikawa salieron de la casa, cerrando la puerta tras de sí.





 
     

Eureka sacó su celular de la cartera en sus manos y marcó un número con apuro. Ante esto, Oikawa recordó que debía pedir un taxi, por lo que entró a la aplicación a introducir sus datos y elegir el taxista más cercano. Felizmente, todo se podía hacer con localización GPS, por lo que ni tuvo que pedirle la dirección a su HiME. Luego de mandar la solicitud y ver que fue aceptada por el taxista, Oikawa cerró la aplicación, y guardó su celular. Vio que Eureka había desistido de llamar, y lo observaba fijamente.

“Hey, quería agradecerte,” le sonrió. “En serio fue genial que nos apoyaras con todo esto… Tu reacción frente a lo del tutor fue muy buena. Más bien, ¿discúlpame? ¿Esa amenaza que te hice fue estúpida? Pero estaba desesperada…”
Oikawa negó con la cabeza. “No fue nada, y bueno, no lo hice gratis~”
“Oh, cierto, voy a ser mánager de tu equipo de vóley…” la HiME suspiró. “Ah, ¡Sí! Me olvidaba. En el taxi se me ocurrió que tal vez querías una pequeña pelea luego de todo esto, por eso pensé que te habías quedado.”
El rebel se quedó mirándola un buen rato, sin entender. Luego, soltó una carcajada. “¿EN SERIO? ¡Pero te dije que no tenía experiencia!”
“¡Pensé que mentías!” le dijo, con un puchero. “Los rebels siempre hacen eso.”
“No, no miento,” suspiró. “No tengo idea de qué hacer en una batalla. Yo sé, es increíble, porque se trata de mí… y soy perfecto,” Eureka arqueó una ceja. “Lo soy. No me mires así.”
“Claro, claro,” la chica se rio.
“Pero sí, me falta un montón para alcanzarte.”
“Eh… ¿No soy la gran cosa?” Eureka se permitió reír un poco sobre sus propias faltas. “Estoy segura de que fui una de las peores HiMEs en el conflicto pasado.”
“Mm, no creo. Por algo te reclutaron de nuevo, ¿no?”
“Sí, tienes razón,” asintió.

La HiME lo observó por unos breves momentos, sumamente agradecida por la suerte de tener a alguien como Oikawa de rebel. Okay, se veía que a Oikawa no le sería difícil ponerse al día con lo que faltaba y terminaría siendo un contrincante muy fuerte –si o si no era nivel Shinji—, pero era mejor de lo que esperaba. El chico la había ayudado a buscar a un niño en una recepción repleta de gente. Junto con ella y Hizumi, habían secuestrado a Zushi… aunque había sido con su consentimiento, al fin y al cabo. Era cierto que le debía algo a cambio, pero estaba muy segura de que otro tipo de personas se hubiera rehusado a darle una mano, o peor, la hubiera retado a una batalla en plena fiesta. Quién sabe cómo hubiera terminado, de ser así.

Además, recién hoy lo había llegado a conocer mejor. Era la primera vez que interactuaban más allá de un hola y un chau, y aunque ahí mismo se había enterado de que era su rebel, todo había salido mejor de lo que esperaba.

Se había sacado la lotería en el sorteo de rebels.

“Oikawa,” lo llamó suavemente, y el chico dejó de observar el jardín de la mansión para girarse a verla. Eureka extendió su mano, y lo miró, con expectativa en sus ojos. El chico la observó, y luego, ladeó la cabeza, confundido. “Estrújala, bestia.”
“¿Eh?”
“Que estrujes mi mano,” le repitió, enojada. Ante la falta de reacción de Oikawa, Eureka cogió la mano del chico y la estrujó con la suya. “Listo.”
“Ah… ¿por qué hacemos esto?” le preguntó, muy confundido.
“Porque tu taxi ya está llegando y era mi manera de despedirte y agradecerte por todo,” le habló Eureka, como si se tratara de la cosa más obvia del universo. Oikawa rio, y luego, agitó la mano que aún tenía conectada con la de su HiME.
“Gracias por no matarme hoy, Eureka-chan~”
“De nada, Oikawa-san~”
Oikawa fue el primero en soltar el agarre.  “Oh, cierto, dame tu número, para hablar sobre el puesto de mánager por whatsapp,” le dijo, y sacó su celular.
“No puedo creer que accedí a eso…” Eureka rodó los ojos, pero ella también ya estaba sacando su celular.

Intercambiaron teléfonos para introducir sus números en el celular del otro, y luego, se devolvieron sus móviles y los guardaron. En esos instantes, escucharon el ringtone del celular de Oikawa, que indicaba la llegada del taxi.

A lo lejos, vieron que el taxi se había cuadrado frente a la reja principal. Eureka presionó un botón cerca de la puerta y las rejas se abrieron, dejando que el taxi ingresara a la mansión.

“¡Estate atenta! Entre hoy y el lunes te debo estar mandando un mensaje~”
“…Okay, nos vemos.”
“Chau~”

Oikawa se embarcó en el taxi y el carro aceleró y salió rápidamente de la mansión. Una vez de vuelta en casa, Eureka recordó que nunca le dio el dinero para el taxi a Oikawa… y sólo rio.




   

     
“¿Está vivo?”
“Sí, aunque me parece raro que alguien tenga un sueño tan pesado…”

Lelouch se despertó de golpe por el sonido de varias voces conversando: le sorprendió ver que, sin embargo, sólo se trataba de dos personas. Una era el niño al que Eureka había estado intentando de cuidar, y la otra provenía de una mujer de bucles rosados y apariencia muy extravagante… pero muy bella. No encontraba las palabras exactas para describirla: en su asombro, lo único que atinó a hacer fue abrir la boca y quedarse estático por un buen rato. La mujer rio ante la expresión de idiota que de seguro tenía, y luego, le esbozó una sonrisa tierna.

“¡Está vivo!” escuchó la voz del niño.
“Uh…” Lelouch observó sus alrededores, y luego de caer en cuenta de que seguía en el mismo lugar donde había tomado una siesta, intuyó que aún estaba en la fiesta. Notó con preocupación que la cantidad de invitados se había decimado a unos pocos, que ayudaban al personal de limpieza a guardar las mesas y ordenar el local. Las luces blancas de la pista se habían encendido, dejando atrás las cortadoras y las luces de colores, y se escuchaba una tonada enka en tono bajo que inundaba todo el ambiente, llegando hasta la zona del jardín, donde ellos se encontraban. Buscó con la mirada a su enamorada, pero no halló rastro de ella, y encima, ninguna de las personas que quedaban se le hacía conocida. “¿Qué hora es?” preguntó.
“Casi las seis,” le respondió la extraña, y a juzgar por su acento, Lelouch intuyó que no era japonesa, al igual que él.
“¿Qué?” Lelouch la miró, incrédulo.
“Tranquilo, no te has quedado solo. En la entrada hay un grupo de chicas que me pidieron les haga el favor de despertarte. Estaban transportando a su amigo, que se había pasado de copas, cuando te vieron en el jardín… y bueno, no podían regresar a levantarte,” Rose sonrió. “Tengo una van, así que pensaba dejarlos en sus casas, también estás incluido tú.”
“Uh… ¿había una chica de cabello… morado ahí? ¿Bajita, con el pelo amarrado en una media cola y vestido negro?”
“¡Oh, la secuestradora!” la mujer rio. “No, no estaba ahí.”
“¿Se…cuestradora?”
“Es una larga historia. De seguro cuando la veas, ella te la contará,” la mujer le sonrió. “Pero si están un par de chicas que parecen gemelas… y un chico ebrio.”
Lelouch rodó los ojos. “Okay. Gracias…” se quedó mirándola, al darse cuenta de que no sabía su nombre.
“Rose, Rose Quartz,” le sonrió. “Él es mi hijo, Steven.”
“Lelouch vi Britannia,” se presentó, y luego, se levantó de la banca. Intercambió miradas con Rose, y le sonrió de vuelta. “Gracias por despertarme.”
“Oh, no hay problema,” le aseguró. “Vamos yendo, más bien,” dicho esto, se giró y comenzó a caminar hacia las mamparas, con Steven a su lado. Lelouch la siguió, en silencio.
« Last Edit: April 13, 2017, 04:00:57 PM by Eureka »


Cho

Gracias a Sayi por los icons~

24


Roxas había llegado temprano a su práctica de kendo y agarró su equipo para iniciar el calentamiento, pero cuando el instructor y otros estudiantes llegaron, tuvo que parar porque iban a haber dos estudiantes nuevos ese día. El equipo esperó a que aparecieran por más que los nuevos se encontraban tarde. Sin embargo, sí les dieron el trato especial porque estos estudiantes eran parte de familias de gran renombre en Japón. Se oyeron rumores breves sobre los dos, especialmente sobre uno de ellos al ser el menor de la tradicional familia Kotetsu, famosos por sus miembros muy adeptos al kendo.

Cuando el instructor comenzaba a impacientarse, llegaron los dos jóvenes, quienes se alistaron a toda carrera luego de guardar sus pertenencias en lockers.

“¡Perdonen la tardanza!” se apresuró a decir Urashima, juntando sus dos manos.
“Lamentamos haberles hecho esperar,” dijo Horikawa con una amable sonrisa, y dio una reverencia. “Mi nombre es Horikawa Kunihiro. Es un placer unirme al equipo de kendo de Hanasaki U.”
“¡Y yo soy Urashima Kotetsu! ¡Ehehe, espero poder practicar con todos!”
“Me alegro verles llegar bien, temía que se hubieran perdido en la universidad,” les dijo el instructor, quien miró al resto de la clase. “Como varios de ustedes ya deben saber, nuestros nuevos miembros vienen de linajes con gran experiencia en combate. Es un privilegio para ustedes encontrarse en su mismo equipo, y por ello mismo, espero que practiquen intensamente. No deben desperdiciar esta valiosa oportunidad.”
“…” mientras el instructor siguió explicando la situación, Roxas vio a Horikawa sonreír amigablemente, y a su costado, Urashima miraba de un lado al otro, analizando a todos los miembros del equipo. Repentinamente, sus miradas se cruzaron, y el nuevo sonrió con energías y le saludó con un gesto en la mano. Roxas se extrañó y no alcanzó a responderle porque el instructor se le dirigió.
“Roxas, ven un momento.”
“Eh, sí,” él salió de la media luna y se acercó al instructor y los dos nuevos.
“Este joven es Roxas Tanaka y ha demostrado ser uno de los mejores en nuestro equipo, además de sumamente responsable,” el instructor agarró a Roxas del hombro y le sonrió. “Así que te daré la tarea de guiarles y ayudarles en lo que necesiten mientras se adaptan a Hanasaki. Confío en que harás un buen trabajo.”
“Sí, haré lo que pueda…”
“Desde ya, te agradezco por ayudarnos,” Horikawa le sonrió y dio una reverencia. “Esperamos no serte una gran incomodidad.”
“No, para nada,” Roxas sacudió sus manos y sonrió torpemente. “Más bien temo ser yo la carga. He oído de sus familias y es un honor para mí ayudarles.”
“No le des mucha importancia a nuestros títulos,” el pelinegro sonrió decidido. “Lo que importa es que todos somos guerreros y demos lo mejor de nosotros. También es de vital importancia trabajar juntos, razón por la cual espero estas prácticas con muchos ánimos.”
“Sí, tienes razón, estoy de acuerdo,” Roxas se animó, y se giró para mirar a Urashima…
“Ohh…” y este miraba a Roxas con ojos brillantes y sus puños pegados a su mentón, como un niño pequeño ansiando una paleta gigante en una dulcería. Su intensidad y emoción dejó a los otros dos, y al resto de personas en el dojo, confundidos.
“H-Hola… ¿estás bien?”
“Hm, hm,” Urashima asintió dos veces sin bajar sus ánimos, lo cual causó más confusión.
“Ehh, hahaha, no le prestes atención. Urashima es muy emotivo, pero no tiene malas intenciones…” Horikawa rió nerviosamente y terminó por sacudir a su amigo. “Urashima, compórtate. Recuerda lo importante que son las primeras impresiones.”
“¡Lo sé! ¡Me comportaré!” este sonrió ampliamente. “¡Mucho gusto, Roxas Tanaka! ¡Y gracias por tu ayuda! ¡Luego necesitaré que me enseñes dónde están mis otras clases! ¡Oh, oh, ¿puedo llamarte senpai?!”
“Baja el volumen de voz…” el pelinegro dio un suspiro.
“Eh, ah, sí, no te preocupes…” Roxas asintió, y sonrió comprensivamente. “Y sí es un honor que estés en Hanasaki. He oído mucho de tu familia y me cuesta creer que estoy tratando con un Kotetsu en persona.”
“¡¿Has oído hablar de nosotros?!”
“¡Urashima!” le reclamó Horikawa.
“Perdón, perdón…” este dio un respiro como quien buscaba calmarse, pero no surtió efecto. “¡Al parecer eres un miembro fuerte! ¡¿Qué tal si te reto a un duelo?! ¡Sería un honor!”
“Ehh…” Roxas sonreía incómodo. Esos ánimos rebosantes podrían terminar colmando su paciencia. “Pues, querrás llamarme ‘senpai’ pero estoy seguro que mi talento no se compara al tuyo…”
“¡Aun así! ¡Quiero ver cómo peleas!” repentinamente, Urashima desenvainó una wakizashi que estaba asegurada a su cinturón y sonrió con desafío. Sin lugar a dudas, la exposición tan repentina de un arma resplandeciente y real dejó a todos fríos. “¡Vamos, saca tu arma!”

Entonces, Horikawa perdió su paciencia y le dio un fuerte y certero golpe en el estómago que dejó knock out a Urashima y le hizo caerse para atrás. El pelinegro recogió el arma en el aire con toda tranquilidad y costumbre para evitar que terminara dañando algo.

“Disculpen a mi amigo, por favor,” Horikawa sonrió incómodo y dio una reverencia. “Urashima no tiene el mejor comportamiento cuando se emociona, pero es una buena persona y compañero de práctica. Les aseguro que esto no se volverá a repetir.”
“Claro, no hay problema…” el instructor más parecía estar incómodo por la limpieza con la cual el pelinegro sacó a su amigo fuera de combate, pero se reservó comentarios. “Bueno, suficiente charla. Pueden continuar hablando durante el descanso. ¿Kotetsu estará bien?”
“Oh, perfectamente. Debe estar despertándose en cinco minutos para entrenar. De lo contrario, siempre puedo forzarle a hacerlo,” dijo Horikawa con toda tranquilidad, aunque una muy tenue y extraña chispa iluminó sus ojos al decirlo, algo que dió la conversación por terminada. “Oh, Tanaka-san, ¿podría concederme a ser mi primer compañero de práctica?”
“Sí, por supuesto…” Roxas asintió y sus ojos se desviaron brevemente para mirar a Urashima todavía inconsciente en el piso. Los demás presentes empezaron a organizarse en parejas. “¿Seguro que estará bien?”
“Sí, sí, sus energías e impulsividad le han llevado a varios aprietos, así que es resistente,” Horikawa le restó importancia y sonrió amablemente. “Más bien te vuelvo a agradecer por ayudarnos, y espero que Urashima no te termine impacientado. Cualquier cosa, me avisas y yo lo pongo en su lugar.”
“Lo tendré en cuenta…” Roxas dio un suspiro. “Pues, no quiero juzgarle… yo también fui hiperactivo cuando era más joven pero… ¿estará bien?”
“Hahaha, sí lo está, él es como es,” el pelinegro sacó una katana corta de madera de una funda para practicar. Sonrió frustrado. “Es sólo que, digamos que está muy feliz de estar aquí. Es casi como un sueño hecho realidad para él.”
“Ya veo…” a Roxas le dio curiosidad saber qué significaba eso, pero se notaba que el otro no quiso explicarse. Tal vez con el tiempo iba a entender mejor a aquel Kotetsu.
“Empezamos cuando gustes.”
“S-sí, perdón, me distraje,” sacó su espada de práctica.

La práctica comenzó y más tarde tendrían la oportunidad de conocerse un poco mejor.


Osaka acababa de salir de su última clase del día y para pasar el tiempo fue hacia el área de restaurantes esperando a sus primos. Por tener un horario más ligero que ellos, esperarles era bastante común, y también solía levantarse igual que ellos pese a tener clases más tarde, pero le gustaba acompañarles y el camino de ida y vuelta siempre se pasaba mejor en buena compañía.

Pidió un extracto natural con chía y endulzado con stevia y se quedó tomándolo distraídamente mientras jugaba con los apps de su celular. Tenía que esperar por más de una hora y no tenía nada pendiente que hacer al haberse encargado de los huertos de su electivo antes del almuerzo. Pero en fin, contaba con su innata y muy querida habilidad de space-out en cuando y donde sea. En algún punto, dejó de tomar sorbos de su refresco y de prestar atención a su celular, y se desconectó sin siquiera intentarlo. Su vista se perdió en la inmensidad de una nube en el cielo, y fue distraída ocasionalmente por aves que volaban cerca de su visión, pero su tranquilidad iba a ser interrumpida.

"Hola Osaka," le saludó Komaeda, sonriendo.
"¡AHH!" Osaka pegó un grito que sorprendió tanto al peliblanco como a otras personas pasando cerca. La exHiME se quedó en blanco y luego pasó a reconocer al recién llegado. "Oh, hola Koma-chan. Perdón, me despertarse despierta."
"Eh, ¿perdón?" este sonrió incómodo al no haber entendido. "Haha, no te preocupes, claramente invadí tu espacio personal. ¿Puedo sentarme?"
"Eh, sí..." Osaka aceptó, pero lo dijo casi sin energías como quien seguía la inercia. Ella se incomodó y decidió no guardarse. "Koma-chan, tenemos que hablar..."
"¿De qué quisieras hablar?"
"Pues, de la vista al museo..."
"Hm, me parece bien," el Rebel asintió, sonriendo con certeza. "Comprendo que el enfrentamiento con tu prima fue sorpresivo, y como su Rebel, lo menos que puedo hacer es dejar las cosas en claro con su familia. Ah, y antes de que me olvide, te vine a buscar para darte el dinero por las entradas de todos," él le extendió un sobre con una sonrisa. "Te agradezco mucho por haberte encargado de eso, y lamento que el paseo no haya salido como había sido planeado."
"Hm..." Osaka miró al sobre sobre la mesa. "Ya me había olvidado de las entradas..."
"¿Osaka? ¿Sucede algo?" Komaeda ladeó su cabeza al notar que su amiga estaba demasiado apagada. "Si es por el dinero, te aseguro que lo acabo de retirar del blanco. Si prefieres puedo darte un cheque... Aunque los cheques son más sospechosos, ¿verdad? O si no podría realizar una transferencia en PayPal. ¿Tienes PayPal? O no sé... ¿qué se te acomoda mejor?"
"Koma-chan, ¿estás evitando hablar sobre lo más importante?" Osaka recostó su cabeza sobre la mesa sin energías. Su voz se escuchó casi suplicante. "Dijiste que hablaríamos sobre lo que ocurrió en el museo. Por favor, en verdad quiero hablar sobre eso ahora."
"C-claro, por supuesto," Komaeda asintió con leve prisa. La reacción de Osaka le había impresionado, ya que para venir de una persona tan tranquila y de buenas vibras, fue un tanto inesperada. "Hay mucho que podríamos decir sobre el evento, pero como es tan importante para ti, quiero que tú empieces. Quiero que le des el énfasis que decidas."
"..." Osaka miró a su jugo que a esas alturas debía haber perdido la frescura. Su mente estaba desparramada por todos lados y no podía enfocarse. Nunca había sido la mejor con las palabras. "Koma-chan... ya sé que eres el Rebel de Cho. Ya sé que el paseo fue porque querías presentarte ante ella frente a todos. Ya sé que invitaste a todos por medio de mí para que no sospecharan nada."
"Hm..." él asintió.
"Pero... esas cosas no son las que me tienen inquieta..." Osaka bajó su mirada y frunció el ceño con una mezcla de miedo e inseguridad. "No eres el primer Rebel que conozco que se acerca a su HiME de forma amigable antes de ser su enemigo. También sé que cada uno tiene su forma de actuar. Están los agresivos, también los diplomáticos, e incluso sé de una HiME cuyo Rebel la invitó a bailar antes de pelear."
"¿Wow, hablas en serio?" Komaeda se sorprendió.
"¡En serio, sé que es increíble!" Osaka se animó un instante, pero de inmediato se agarró la cabeza y empezó a regañarse a sí misma. "¡No, no, es una conversación seria! Concéntrate, concéntrate, concéntrate..."
"..." el Rebel sonrió a la chica con dulzura y esperó pacientemente a que retomara la conversación.
"Y pues... también fuiste cercano a nosotros en varias ocasiones, pero nos respetaste y elegiste no involucrarte con nadie más que con Cho a la hora de atacar. Yo pienso que eso es muy importante y tiene mucho sentido... Pero... a lo que iba... es que atacaste a Roxas, y aun luego de inmovilizarlo e impedirle que se siguiera metiendo en la pelea... tú... casi acabas con su vida..."
"..."
"Si fuera como hace tres años cuando Roxas era un Knight, en caso de que tú fueras su Rebel..." Osaka hizo una pausa y su incomodidad incrementó. Continuó con un tono de voz más bajo y desvió su mirada. "...p-pues no quiero decir que estaría bien que le hicieras daño pero... sería completamente diferente..."
"Descuida, te entiendo perfectamente."
"Koma-chan, por favor, no lastimes ni a Roxas ni a nadie que no esté directamente envuelto contigo y que no pueda pelear parejo," Osaka le miró directamente a los ojos y se expresó con súplica. "Así no es el enfrentamiento entre un Rebel y una HiME. Sé que es un asunto complicado de interpretar, pero siento que hay ciertos principios atados a ellos, y para mí el más importante es la justicia," ella comprimió sus puños, inquieta. "También sé que eso no siempre es válido y no todos los Rebels lo consideran pero... quiero que seamos amigos, y espero que entiendas a qué me estoy refiriendo..."
"...lo entiendo, tiene sentido. Tus palabras son muy sensatas y estoy de acuerdo con tu visión," Komaeda asintió pausadamente. Él sonreía con una alegría renovada luego de oír lo que su amiga le había explicado. No siempre podía darse el privilegio de hablar con alguien porque la gente tendía a evadirle por alguna razón más allá de su entendimiento. "Pienso que sería el mejor momento para explicarte mis pensamientos. Osaka, yo no tuve el interés de lastimar a Roxas para jugar sucio contra tu prima. Ahora que mencionas la idea de jugar sucio... Es una tremenda estrategia, ¿no lo crees?"
"¿Eh?" Osaka se inquietó ligeramente.
"Piensa en distintas historias, sea el gato con botas o Odiseo en la isla de los cíclopes. Son escenarios donde el héroe se enfrenta a un enemigo que le sobrepasa, pero que aun así vence y continúa con su trayectoria. Esas son las historias más inspiracionales y esperanzadoras que existen. Pensar en que el enemigo de tu prima fuera a hacer trampa y resulta ser alguien mucho más poderoso que ella, pero que aun así logre triunfar... ¿no te inspira una poderosa esperanza?"
"¿Esperanza?"
"La esperanza es lo más importante para la humanidad. Es lo último que le queda a una persona, es lo que causa que la gente se movilice, que realice actos casi milagrosos, que se aviente al mundo y nade contra la corriente. No es menos que el bien absoluto y el motivo primordial que todos tenemos para vivir," Komaeda se mostró inspirado. "Esta guerra entre dos instituciones es una poderosa fuente de esperanza. No lo parecerá por tratarse de una guerra, pero los victoriosos crecen, se fortalecen, y por sobre todo, inspiran una gran historia de esperanza en otras personas. ¿Acaso no tenemos la suficiente evidencia en lo aclamados que tanto Hanasaki y Rizembool son a nivel internacional y en todo lo que pudieron lograr? Muchas hazañas sucedieron para contribuir a la guerra, especialmente en el lado de Rizembool, pero mucho más se originó porque los miembros de ambas instituciones están muy cometidos a este espíritu dedicado y desarrollaron grandes carreras y avances para el bien común sin tener que inmiscuirse en la guerra. Es por esto mismo que la pelea significa mucho para mí, pero..." él negó y dio un suspiro. "Debo separar las historias de héroes de la realidad. De hacer trampa y ponerme en una situación de ventaja, es muy probable que tu prima termine perdiendo contra mí, ¿no lo crees? Que yo gane teniendo una injusta ventaja..." él entrecerró sus ojos. "Sería terrible, nada esperanzador, más bien lo contrario... y me repugnaría completamente a mí mismo. Así que..." volvió a sonreír tranquilamente como si nada hubiera pasado. "Tranquila, te aseguro que nunca jugaría sucio. Supongo el 'honor' podría aportar un mayor valor a la historia del ganador, sea quien sea."
"¿Dices que... el enfrentamiento brinda esperanzas?" Osaka ladeó su cabeza. "Pero... la gente sufre, la gente muere... los ajenos saben que es difícil, y el ataque a la ciudad hace tres años fue devastador... entiendo lo del ganador, pero... ¿qué hay del perdedor? ¿Qué hay de los inocentes que sufrieron sin razón?"
"Todo ello... no es más que una mala fortuna, es inevitable..." Komaeda sonrió con comprensión y leve tristeza. "Porque para crear una fuerte esperanza se necesita de mucho sufrimiento y mucho sacrificio... Pero creo firmemente que ese dolor y ese destello de fuerte esperanza, por más pequeña que pueda ser, vale mucho más que la inactividad. Es lo extraordinario lo que mueve el mundo. Sin ello, seríamos una especie fallida, sin prospectos, sin futuro..."
"..." Osaka bajó su mirada. "Pero... me pregunto cuánto realmente vale esa esperanza... no quisiera que valiera más que vidas humanas..."
"Puede que lo valga, pero... es muy incierto. La esperanza es poderosa, pero es difícil de alcanzar, y no ofrece garantías..."
"Espero al menos..." se estremeció y cerró sus ojos con fuerza. "...que para ti no valga más que la vida de Roxas..."
"..." el comentario agarró frío a Komaeda y este sonrió con tristeza. "¿Sabes? Me es difícil explicarme, pero déjame intentarlo. Mis intenciones en ese momento fueron para ayudar a mi HiME como mi rival."
"¿C-cómo así?"
"Seguramente... no lo vas a tomar nada bien, pero seré honesto," él tomó una bocanada de aire. "En ese instante, medité sobre su rol como Key. He estudiado sobre mi HiME y averiguado todo lo que pude saber, y fue claro para mí que su mayor debilidad fue el abandono de parte de su Key, lo cual también resultó en la ausencia de su Child. Roxas será su hermano, pero no cumplió con el rol de Knight o Meister ni le estuvo apoyando en su batalla. Sé que fue tu Knight, y al final de conflicto el Meister de tu otra prima, lo cual me hizo preguntarme algo muy simple," él ladeó su cabeza con curiosidad y una desconcertante inocencia. "¿Acaso Roxas no es un verdadero mal elemento para una HiME tan cometida a su rol? ¿No estaría Cho mejor si se le desconecta de este Key impuesto por el mundo y busca a alguien que en verdad la entiende y que, por más que pueda condenar la batalla, esté ahí para apoyarle? ¿Cómo puede Cho convertirse en un símbolo de esperanza si su mayor soporte la está hundiendo al punto en que su derrota es casi garantizada?"
"..." Osaka se sobresaltó mínimamente por las preguntas y tragó saliva.
"El ser humano es un animal adaptable y perfeccionista. Tu prima lo ha demostrado ser, ambas cosas. Ha tenido una vida dura y muy cambiante. Una huérfana sin orígenes ni familia que atrajo la atención de una pareja adinerada, tus tíos, y fue adoptada. Pasó por momentos duros en el colegio y en su familia antes y después de la muerte de sus padrastros, y en medio de una permanente búsqueda por sí misma llegó a Hanasaki y se convirtió en una HiME. Es una historia muy trágica, pero tan valiosa y con tanto potencial, y me dolería ver que ella se desplome por una presión externa a ella. Su potencial vale más que consideraciones, de eso estoy seguro."
"..." Osaka, cabizbaja, agarró su jugo como quien se aferraba a algo para abrigarse de las frías y crueles palabras que oía.
"Ella no necesita más trabas, menos donde debería sentirse segura. Quiero que sea un verdadero símbolo de esperanza y que prometa mucho. Eso me importa mucho más que derrotarla. Quiero que gane el mejor. Quiero... ser su aliado, por más contradictorio que suene, y en verdad confío en ella. Pero, si ella no tiene esperanza dentro de sí misma, no llegará lejos. Por eso, pensé en ayudarle, y en ese instante no pude pensar en nada más que en sacar su traba personal del camino," Komaeda comprimió sus puños y los levantó, pero los contuvo en el aire con bastante voluntad. Él se había cargado por su meditación, pero hizo lo que pudo para controlar su volubilidad y no golpear la mesa ni sobresaltar a su oyente. "Ahh... Créeme, no es que haya querido hacerlo. Tu primo parece una buena persona, también fue amable conmigo y tiene muchos amigos. Sólo que... pienso que está en el lugar equivocado... y puede que su forma de ser termine lastimando a más personas que a su hermana y a él mismo... Por ello quisiera que hubiera una vara mágica que agitar para quitar este peso a Cho y hacerle encontrar un Key ideal, uno que le apoye y que sea perfecto para el trabajo."
"...Koma-chan..."
"¿Hm?"
"Una persona perfecta para el trabajo que apoye a una HiME..." Osaka levantó sus ojos tristes y le miró. "¿Acaso esa no es la definición de un Knight?"
"..." el Rebel se sorprendió y se quedó sin palabras.
"Recuerdo al Knight de Cho... bueno, me olvidé de su nombre, pero le recuerdo," ella asintió, meditativa. "Era una persona retraída y que nunca habló innecesariamente, pero hizo su trabajo. Cho se encuentra viva gracias a él. Ella no pudo contra su Princess ni su Rebel al final, fue el Knight quien ganó la batalla. Fue un buen Knight, pero tú no puedes contratar a un Key. Cho nunca fue cercana a esa persona y por más que el Knight ganó, luego abandonó a Cho para continuar peleando por su cuenta y la dejó en una situación donde regresó con vida de milagro..." apretó el vaso de plástico. "Ese no es un Key, y no puedes encontrar a un Key o querer cambiarlo sólo porque crees que sería lo mejor..."
"..."
"Y si... y si tuvieras razón y la ausencia de Roxas la dejaría 'libre', ¿qué tan seguro es que Cho pueda levantarse luego de perder a su hermano? Si quieres que Cho sienta esperanza por dentro, no la quiebres, por favor..." Osaka frunció el ceño. "Porque lo único certero y fijo en su caótica vida siempre fue tener a Roxas a su lado. Los dos fueron huérfanos y se tuvieron mutuamente cuando no hubo nada más. Esa es la base de Cho... y me aterra siquiera pensar qué sería de mi prima si su piso desapareciera..."
"..." el Rebel se sorprendió.
"Así que por favor no andes decidiendo tú qué es lo mejor para ella. Un Key no puede ser decidido con lógica. Uno no controla lo de adentro. Y si percibes que le está haciendo mucho daño... es porque es muy importante, ¿verdad? Roxas... sé que no perdona el pasado y que está molesto por todo lo que ocurrió... pero temo que su molestia está más dirigida hacia él mismo... Y él no es el único que está dolido. A veces creo que Cho es quien está más lejos de su Key que su Key de ella."
"..." el peliblanco bajó su mirada, sonriendo tristemente. "¿Tú lo crees?"
"Los dos son necios... supongo es un parentesco de espíritu... pero mientras Roxas intenta superarse, Cho se está aferrando a nadar sola contra la corriente, y cuando algo se sale de su alcance, lo único que hace es disculparse... como si estuviera completamente sola..." Osaka se estremeció y derramó unas silenciosas lágrimas. "Yo nunca me sentí sola cuando fui HiME. Siempre la tuve a ella, siempre tuve a Mariko-chan, siempre tuve a Hotaru-chan y a Roxas... y a todos mis amigos... pero ahora creo que Cho nunca me tuvo, nunca tuvo a nadie, nunca pidió ayuda... Me da miedo... desolación... ha elegido la desolación por encima de nosotros... No es justo..."
"Osaka..." Komaeda se levantó y al pararse al costado de ella, le ofreció un pañuelo.
"..." ella le miró confundida con las lágrimas todavía resbalando de sus ojos.
"No me mires así, es sólo un pañuelo," él sonrió con torpeza. "No llores. Más bien gracias, gracias por explicarme todo esto. Ahora le entiendo mejor, sé cuál es su debilidad, qué le está impidiendo avanzar y ser la rival que debería ser. En mi posición dudo poder ayudarle pero... me has hecho entender la importancia de un Key. Cierto, no lo puedo controlar ni predecir... Nosotros los humanos rendimos un gran valor a conceptos tan lejanos e intangibles... Veo que ese día estuve por cometer un grave error, y no volverá a suceder. En verdad lo siento mucho."
"..."
"Sólo espero que ella pueda trabajar en lo que tiene pendiente y llegar a un punto en donde llegue a fortalecerse. Lamento decir esto pero... no puedo esperarla para siempre. Pero quisiera batallar contra alguien fuerte que sí está dando todo de sí. Quisiera que eso ocurra. De ganar, quisiera hacerlo responsablemente."
"..."
"Toma el pañuelo, sécate las lágrimas. ¿No quisieras que tu rostro se quedara rojo por mucho tiempo, o sí?"
"Koma-chan..." ella asintió y tomó el pañuelo para hacer lo que le dijo. "Gracias..."
"¿Por qué me agradeces? Más bien lamento haberte hecho llorar," él dio un suspiro, decepcionado. "Eres una exHiME muy importante y una persona que Hanasaki tiene el honor de tener como estudiante, y aquí ando deprimiéndote. Vaya... no soy más que una persona mediocre... un inadaptado... una escoria..."
"No, no... Me dará algo de miedo la esperanza en que has escogido creer pero... No eres una mala persona... No has hecho nada por maldad, y tienes tus principios..." Osaka asintió. "Gracias por explicarte, gracias por haberme dado este momento. Gracias por oírme, aun si hemos hablado de tu enemiga."
"No pienso en Cho como mi enemiga," Komaeda miró hacia el cielo, esperanzado. "Pienso que los dos podemos hacernos crecer mutuamente. Tarde o temprano puede que el desenlace dé mucho que desear, pero en el fondo somos similares. Somos dos personas que peleamos por ideales de defender algo preciado para nosotros, o de apuntar a una meta de gran importancia."
"Tiene sentido..." Osaka asintió y sonrió un poco.
"Más bien me sorprende que te lo tomes con tanta libertad," él sonrió nerviosamente. "He estado hablando con un amigo sobre ser un Rebel y lo condena por completo."
"Pues fui una HiME y lo sería ahora de no ser porque mi potencial ha disminuido bastante. No quiero que algo malo le ocurra a Cho, pero lo entiendo. Es como es, y es algo que también asumí para mí misma hace tres años. Sonará extraño pero... tanto en Rizembool como en Hanasaki, todos nosotros como estudiantes estamos juntos en esto."
"Hm, pienso que tienes mucha razón..." Komaeda lo meditó un poco y le miró con una simple sonrisa. "Es como es."
"Hehe..." Osaka sonrió.
"Tengo el resto de la tarde libre, ¿quisieras que te invite algo para pasar el amargo?"
"Eh, puede ser, pero tiene que ser aquí. Mis primos salen de clase en una hora."
"Entendido, vamos a ver qué hay."
"¡Okay!" Osaka guardó su nuevo pañuelo en su mochila y se levantó de un brinco. Iba a caminar hacia los puestos de postres, cuando el Rebel le detuvo.
"Osaka, ¿no te estás olvidando de algo?"
"¿Eh?" ella se volteó a mirar la mesa y vio el sobre con el dinero de los tickets de museo que había pagado. "¡OHMAIGAH, casi se me olvida!"
"Haha, no deberías distraerte tanto."
"Lo sé, pero es difícil..." ella recogió el dinero, el cual era considerable por la cantidad de gente que asistió y el precio de las entradas. "Vamos de una vez que no quisiera que nos demoremos y mis primos te vean."
"Muy cierto, no es el momento adecuado, y menos con la prima consentida."
"¿Consentida?" Osaka ladeó su cabeza.

Los dos se acompañaron hacia los puestos de comida luego de esa conversación donde se explicaron muchas cosas. Ambos regresaron a estar en buenos términos, y sin más secretos de por miedo, podrían bien forjar una amistad, sea algo prudente o muy riesgoso.



Acababa de terminar la última clase del día para el grupo de primero. El auditorio se vaciaba con varios estudiantes apurándose para salir de una buena vez hacia la hermosa tarde fuera del salón. Unos cuantos compartían el mismo sentimiento de gozar de la libertad de obligaciones, pero antes de salir necesitaban recargar un poco sus energías.

“Ah, pensé que iba a morir…” dijo Shoyo, echado sobre el pequeño pupitre conectado a su silla.
“Quiero dormir…” a su costado, Sora estaba haciendo exactamente lo mismo.
“Mh…” y al costado de este, Marisa también se les había unido.
“Vamos, ya terminó, no pueden estar siendo serios,” Reimu negó, quien junto a Youmu, había recogido sus útiles y estaba lista para irse.
“Estaría con mejores ánimos de no ser porque cierta señorita me está haciendo levantarme muy temprano todos los días para limpiar el templo antes de venir a clases…” se quejó la rubia.
“¿Qué? Pero si yo también lo ando limpiando y estoy bien,” la miko frunció el ceño.
“Pues ten algo de piedad…” Marisa hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar su cabeza y mirar a su ‘jefa’ con cansancio e inconformidad. “Yo soy una chica urbana común y corriente, mientras que tú vienes de una familia acostumbrada a limpiar edificios viejos por generaciones. ¿O acaso no es así?”
“Cuidado con tus palabras que sigues en trial,” Reimu sintió un tic en la ceja.
“¿Qué? ¿No puedo quejarme? Vamos, no seas aburrida…” Marisa recostó su cabeza hacia atrás en su silla. “Sí estoy limpiando y cumpliendo mi labor, al menos déjame hablar. Casi me agarras a escobazos cuando me descubriste. Intenta ser un poco más paciente conmigo.”
“Sé que no es mi conversación, pero a mí me parece que Reimu sí ha sido muy paciente,” opinó Youmu, pensativa.
“¿Ehh? No puedes hablar en serio,” la rubia frunció el ceño e hizo un puchero. “No estuviste ahí. Reimu quería golpearle repetidamente.”
“Pero pienso que una escoba es lo mínimo lógico en un caso así,” la HiME asintió, inmutada. “En su lugar, yo te habría cortado en dos con mi katana sin hacer preguntas.”
“Eh-” Marisa sintió sudor frío.
“¡Yay~!” y Reimu extendió su palma a Youmu, quien torpemente alzó la suya para completar el high-five, y luego miró a su palma impactada con leve perplejidad.
“¡Ihh! Youmu, no digas esas cosas,” Shoyo se asustó, lo cual le hizo levantarse de su sitio.
“¿Cuál es el problema?” preguntó la peliblanca, ladeando la cabeza. “¿No es normal atacar a un intruso en tu hogar?”
“Me aseguraré de nunca ir a tu casa, puede que termines atacándome bajo un malentendido…” Sora finalmente levantó su cabeza, pero se le notaba con sueño. “Asistir a clases es tan cansado… estoy aquí desde la mañana…”
“Todos, en verdad, estamos en las mismas clases juntos hoy,” comentó Youmu.
“Sé que esto parte de tu indisciplina de no atender clases, pero la única forma en que te vas a acostumbrar es esforzándote,” dijo Reimu, sonriendo. “Deja de quejarte tanto y desanimarte a ti mismo. Verás que sólo se mejorará con el tiempo.”
“Lo sé, de paso que mis amigos se molestarán si no le pongo ganas…”
“Yo todavía no puedo creer que este sábado tenemos el plan de limpiar una enorme mansión abandonada…” Marisa negó. “Ahh, sé que es de uno de nuestros amigos y le debo a Cho por defenderme, pero, ¿acaso lo único que hacen ustedes para divertirse es limpiar?”
“Pues, no suena divertido, pero será un buen ejercicio,” Hinata sonrió. “Y nos viene bien ayudarles, ¿no lo crees?”
“Tampoco estoy muy animado por eso, pero conozco la casa y es enorme para los tres que la habitan,” dijo Sora. “Van a necesitar una mano.”
“Al menos Osaka ya nos ofreció que pagaría la comida y se encargaría de organizarlo todo,” Reimu sonrió.
“Sólo espero que esta vez no salga un desastre…” Youmu frunció el ceño, con leve dolor. “Su descuido la vez pasada causó graves consecuencias.”
“Uno nunca sabe qué planean los Rebels, y esta vez no hay nadie raro invitado. Todo debe estar bien,” Sora asintió, convencido. “Claro, los Rebels siempre son impredecibles, pero como amigos hay que mantenernos juntos.”
“Bueno sí, con dos HiMEs en este grupo, es lo mejor,” Marisa dio un suspiro y sonrió. “Esperaré la deliciosa comida con ansias y también a conocerlos a todos.”
“Todavía me falta conocerlos mejor, pero son muy geniales,” le animó Hinata. “Verás que te llevarás bien con todos.”
“Ehm, pienso que sería mejor si salimos del salón,” la peliblanca notó que un par de conserjes habían llegado y se encontraban lavando la pizarra.
“Buen punto, tenemos que dejarles hacer su trabajo,” Reimu sonrió. “¿Les parece si vamos a tomar algo?”
“¡Claro!” Marisa se emocionó.
“¡Sí, yo también!” se apuntó el pelinaranja.
“Ahh, quisiera, pero me llegó un email de secretaría que quieren que acuda después de esta clase,” Sora se levantó sin ánimos. “La próxima de todas formas.”
“Suerte, espero que todo esté bien,” dijo la miko.

Sora se despidió de todos y se apuró ya que se encontraba un poco tarde. No sabía qué le esperaba en secretaría, pero tenía un mal presentimiento.


La práctica de kendo había terminado, y con el instructor despidiéndose de sus estudiantes, todos se quedaron hablando con los nuevos. Ellos terminaron recibiendo una lluvia de preguntas, las cuales respondieron con todos los ánimos. Primero se habían enfocado en preguntarles sobre el kendo y las competencias en las que habían participado, y después pasaron a preguntarles sobre temas más generales, como de dónde venían, o de la curiosa mascota que Urashima había dejado en su locker.

“Su nombre es Kamekichi y es todo un amor. ¿No es verdad, Kamekichi?” Urashima sobó a su tortuga al costado de su rostro y los demás le miraron algo raro. “Hehe, me encantan las tortugas y algo muy especial en mi mascota. También es mi compañero de batalla.”
“¿Peleas con tu tortuga?” preguntó un estudiante, escéptico.
“Se refiere a que mantiene a su tortuga en su cabeza o su hombro cuando pelea,” Horikawa sonrió. “Comprendo que la explicación es un poco confusa.”
“Increíble, nunca habría esperado que una tortuga pudiera aferrarse tanto,” Roxas se extrañó.
“No hay que subestimar a las tortugas,” los ojos de Urashima brillaron. “Este pequeño me ha dado varios sustos porque, por más que sea lento, muchas veces sabe desaparecerse. Así que las tortugas son muy inteligentes.”
“Pues, tú también eres bastante despistado,” dijo el pelinegro.
“Aw, no seas así, Horikawa,” su amigo hizo un puchero. “Ahora que recuerdo, quería pedirle permiso al sensei para que me dejara entrar al dojo con mi tortuga, pero quizás es mucho pedir.”
“Podemos hablar con él mañana,” sugirió otro chico, quien acababa de terminar empacar sus cosas. “Y aprovechando que la práctica de mañana es más larga, tenemos que ser compañeros de práctica en una de las rondas. ¿Qué te parece?”
“¡Sí, por supuesto!” exclamó el rubio, regresando a su mascota a su hombro.
“Yo también quisiera pedirles lo mismo a ambos,” dijo otro chico a los nuevos.
“Sé que todos nos enfrentaremos contra todos tarde o temprano,” comentó Horikawa, sonriendo pacientemente. “Eh, lamento cortar con la conversación, pero Urashima tiene una clase de matemática dentro de poco y tenemos que ir a encontrarla.”
“No lo digas así, suenas a mi niñero,” se quejó Urashima.
“A mí tampoco me hace gracia, pero para ser sinceros, lo soy con frecuencia,” el pelinegro dio un suspiro y miró a Roxas con una sonrisa incómoda. “Tanaka-san, si no es mucha molestia, ¿podría ayudarnos a encontrar el salón?”
“Sí, no hay problema,” este asintió y terminó de guardar su equipo.

Los tres salieron del dojo y fueron camino hacia los edificios principales de la universidad. Roxas de inmediato supo la ubicación del salón al ser una de las clases más usadas por los de primer año y también porqué él tuvo una clase ahí el semestre anterior. El camino se les haría un poco largo, pero contaban con el tiempo suficiente para caminar con tranquilamente.

“Esta universidad es enorme,” comentó Horikawa mientras cruzaban el área de edificios relacionados a deportes. “Vinimos con anticipación, pero aun así llegamos un poco tarde.”
“Lo es, me tomó familiarizarme cuando ingresé el año pasado,” dijo Roxas. “Pero uno se acostumbra, y hay suficiente tiempo entre la mayoría de las clases para poder ir de una a otra.”
“¡Ahh, espero que sí, no soy el más rápido!” confesó Urashima, un poco mortificado, lo cual cambió rápidamente. “Hehe, menos mal que la asistencia no es obligatoria.”
“No lo será, pero si dejas de asistir, te retrasarás,” recalcó el pelinegro, con leve severidad. “No te confíes o podrías meterte en problemas, ¿sí?”
“Lo sé…” el reprendido se mostró cansado. “No seas tan quejumbroso. Ya sé que si no mantengo mi rendimiento y desempeño en entrenar, mi papá me metería en problemas…”
“Exacto, y eso mismo quiero evitar. Serás irresponsable pero no quisiera que te pase nada.”
“Pues, gracias, pero no me hagas temer a mi propio papá…”
“…” Roxas les observó hablar con curiosidad y se puso a pensar, hasta que Urashima se le dirigió.
“¿Todo bien, senpai?” le preguntó. “Estás muy callado.”
“N-nada, es que…” Roxas sacudió su cabeza. “Perdón, estaba justo meditando en cómo así los dos han venido a Hanasaki. O sea, no es nada en contra de ustedes, pero pensaba que varias familias tradicionales seguían entrenamientos privados y reservados.”
“Pues tienes razón,” dijo Horikawa. “Mi familia ha sido más abierta al respecto, aunque los Kotetsu sí son cerrados. Urashima debía terminar con su preparación por unos años más antes de poder ganar independencia y desenvolverse.”
“¡Sí, mi onii-chan tuvo que esperar varios años para salir y volverse en el kendoka famoso que es!” exclamó Urashima con todos los ánimos. Él frunció el ceño. “Pero es algo injusto. Mi padre nos impuso esa regla, pese a que oí rumores en mi familia de que estudió un par de años en una secundaria normal.”
“Lo mejor es que no lo analices mucho…” le aconsejó su amigo.
“¿Entonces has venido en contra de su voluntad?” Roxas se sorprendió.
“Siendo sinceros, sí, pero era el momento de moverme. No iba a quedarme entre cuatro paredes para siempre…” frunció el ceño, decidido. “Y sé que hice lo correcto.”
“No fue fácil persuadirle, pero me ofrecí a apoyar a Urashima y quedamos en que el señor Kotetsu vendría a supervisarnos de tanto en tanto,” explicó el pelinegro con tranquilidad.
“¡Por eso no puedo defraudarle!” el joven Kotetsu se emocionó y comprimió un puño. “Le voy a demostrar que soy responsable y sé lo que estoy haciendo. Además estoy feliz de estar aquí y conocer a distintas personas. ¡Y espero que nos llevemos bien, senpai!”
“Eh, claro que sí,” Roxas sonrió un poco. Se le hacía un chico bastante agradable, además de que sus excesivos ánimos al inicio ya habían bajado. No sabía si tenía algo que ver con el hecho que Horikawa le golpeara y que al despertar lo jalara fuera del dojo para darle un corto sermón durante la práctica, pero no iba a meterse ahí.
“Aunque, ¿dónde están nuestros modales?” Horikawa se dirigió a Roxas. “No hemos dejado de hablar de nosotros, ¿pero qué hay de ti?”
“¿Yo? Pues, no creo tener nada interesante que decirles.”
“¡Horikawa tiene razón! ¡Es tu turno de hablar!” dijo Urashima casi al punto de reclamarle. “No estaría nada bien si no oigo a mi senpai hablar de sí mismo.”
“Bueno…” Roxas accedió, aunque su mente estaba en blanco. Bueno, no totalmente en blanco, pero no pensaba tocar el tema de las HiMEs y los Rebels en la primera conversación. “Pues, he estado en Hanasaki desde la secundaria con mi hermana y mi prima, así que esta institución es casi una segunda casa para mí. Ahora estoy en segundo año de universidad, pero sinceramente más espero desarrollarme como un kendoka a futuro… aunque siendo realistas, eso es casi imposible para alguien promedio como yo. Sólo haré el esfuerzo…”
“Creo que tienes un verdadero potencial, soy testigo de ello,” Horikawa sonrió amablemente.
“Eh…” Roxas no sabía si agradecerle el cumplido o frustrarse porque, durante la práctica, percibió que el otro estaba en otro nivel y casi ni se cansó, a diferencia de él.
“¡Aww, verdad que te acaparaste a senpai todo el rato!” Urashima entrecerró sus ojos.
“Pues estabas inconsciente, no es mi responsabilidad,” le contestó el pelinegro, sonriendo.
“Oye, sí que lo es, pero bueno…” dio un pesado suspiro, y apuntó a Roxas con energía. “¡Mañana sí voy a probar tus habilidades! ¡Iremos en serio!”
“¿En serio?” el mayor se inquietó.
“Haha… mientras no peleen con espadas reales, debes estar bien,” Horikawa le dio el pésame a Roxas muy discretamente. “Aun así, si se pasa de la mano, te protegeré.”
“Ah, ahh…” Roxas alzó una ceja.
“Vamos, no soy bully,” el otro hizo un puchero. “¡Ah, pero en verdad espero conocer a tu hermana y tu prima pronto! ¡Sería un honor saber más de tu familia!”
“Seguro que las terminarás conociendo, pero…” Roxas se extrañó. “Suenas un poco desesperado al respecto…”
“¿Acaso es muy raro? Tú has oído de mi familia así que yo quiero oír de la tuya,” Urashima sonrió.
“No sé si eso es equivalente entre nosotros… tu familia es reconocida…”
“Hehe, no le pongas importancia a eso. También llamaré a mi onii-chan a ver si presta una visita a la universidad. ¡Sé que te llevarás de maravilla con él!”
“Ehm, sí sería genial conocerle…” Roxas desvió su mirada. No lo quería admitir, pero había oído bastante sobre aquel ‘onii-chan’ y su dominio sobre katanas, así que conocerlo sería como conocer a una estrella de cine para él. Los otros dos pudieron leerle y sonrieron.
“Kotetsu-san es una gran persona, y tiene la habilidad y paciencia de maestro,” explicó Horikawa. “Si se presenta la ocasión, estoy muy seguro que le gustaría darte un par de sesiones.”
“¿Hablas en serio?” se sorprendió.
“¡Sé que sería un placer para él! Mi onii-chan enseña muy bien, varias veces me ha ayudado con mi entrenamiento,” puso una expresión de dolor. “Aunque a veces puede ser un poco bully…”
“Eso es sólo si te distraes o no te tomas en serio las cosas,” le dijo su amigo.
“Y no andes llamándole ‘Kotetsu-san’. Eres como parte de nuestra familia.”
“Sabes que yo suelo ser cordial y respetuoso con todo el mundo.”
“Sí, sí… aunque nunca has sido cordial conmigo, ¿es que acaso no me tienes respeto?”
“Hmm…” Horikawa alzó su mirada al cielo con un dedo sobre su mentón, en un gesto supuestamente inocente. “¿Habré sido muy obvio?”
“¡Ahh, no me digas eso!”
“Hahaha, por supuesto que bromeo. Pero si gustas, puedo llamarte Kotetsu-kun.”
“¡Ihh, no, prefiero mi nombre! Olvida lo que dije,” al oír ‘Kotetsu-kun’, Urashima sintió que su piel se erizó.
“Oh, parece que ya llegamos,” dijo el pelinegro.
“Sí, ese es el salón,” dijo Roxas. A pocos pasos estaban las entradas del enorme auditorio. “Este es un salón muy común y siempre ocupado. Los otros auditorios grandes de este edificio también son así. Es posible que tengas varias de tus clases en ellos.”
“¡Entendido, muchas gracias!” Urashima sonrió ampliamente e hizo un saludo militar.
“¿Tú tienes alguna clase que buscar, Horikawa?”
“No, estoy en segundo y mi última clase del día era la práctica de kendo,” le contestó. “Me quedaré en la universidad para comprar mis útiles y los de Urashima mientras este atiende su clase de cálculo.”
“Ahh, va a ser aburrido,” el menor les miró con súplica. “¿No podrían quedarse a hacerme compañía?”
“Por supuesto que no, tienes que ser responsable por tu cuenta. Vendré a recogerte cuando termines, así que tampoco intentes escaparte, ¿has entendido?”
“Sí…” él dio un pesado suspiro. “Deséenme suerte.”
“También baja tu tortuga a tu regazo, no sabemos si tú profesor te aceptaría tenerla en clase.”
“Sí, lo haré…”

 

Los dos de segundo se despidieron del otro, quien estaba triste por no poder acompañarlos. Le vieron escoger un asiento y se fueron poco antes de que el profesor llegara.

“Así que estás en segundo, ¿puedo ver tu horario?” preguntó Roxas.
“Sí, un momento,” el pelinegro buscó su papel y se lo entregó. Notó cómo su guía se animó.
“Ah, estamos en varias clases juntos, qué bueno.”
“¿En verdad? Me alegra oírlo,” sonrió un poco. “Mañana nos toca entrenamiento temprano, así que después podríamos ir juntos a clase.”
“Sí, son buenas noticias para mí, porque varios de mis compañeros que están en mi año están llevando cursos más avanzados y no los veo tan seguido,” bueno, aparte de Osaka y Tomo, aunque tampoco las veía porque ellas escogieron horarios más cristianos al no tener que acomodar prácticas de kendo. “Bueno, veo que tú también estás avanzado en matemática.”
“Sí, como voy a seguir física de carrera, es lo mínimo necesario.”
“Ahh, bien por ti. Eres un chico prodigio y también excelente en kendo…”
“Haha, no te pongas así, todos vamos a nuestro ritmo. Y me alivia saber que tengo alguien con quien contar en mis clases,” rió un poco. “Y puedo imaginar que Urashima se pondrá celoso.”
“¿Eh?” Roxas se confundió.
“Nada, es sólo que a mi amigo no le gusta ser dejado de lado. Sin duda, le has caído muy bien.”
“Hm… me da vibras raras, para ser honesto… lamento decirlo.”
“Urashima es todo un caso, pero es más como un niño grande. No te causará problemas.”

Los dos salieron del edificio y se detuvieron un momento.

“Pues, tengo que irme, mi prima me espera,” dijo Roxas.
“Lo entiendo,” Horikawa asintió. “¿Podrías darme direcciones para llegar a la librería de la universidad?”
“Ah, cierto. Ven conmigo, la mitad del camino hacia allá es compartido.”
“Claro, muchas gracias.”

Los dos caminaron juntos por ese camino lleno de estudiantes hacia la salida. Hubo un momento de silencio en el cual Horikawa sacó la lista de útiles y se puso a estimar mentalmente los gastos y calcular el tiempo que tenía para hacerlo todo con eficiencia. Roxas revisó su celular, notando que Osaka no le había enviado nada. Al menos eso significaba que Cho todavía no se había aparecido aún, por lo cual no se había retrasado. De todas formas, iba a comprar algo a su prima por su paciencia en esperarles.

Llegaron a la bifurcación y luego de que Roxas le diera las direcciones, el otro tomó la palabra.

“Antes de que se me olvide…” Horikawa se mostró meditativo. “Hice un poco de investigación sobre Hanasaki U previo a mi llegada, y he oído algunos rumores inquietantes sobre esta universidad y otra llamada Rizembool.”
“Eh, pues…” Roxas dio un suspiro. Así que estaba un poco enterado. “Quisiera decirte que no son ciertos, pero sí hay una rivalidad bélica entre las dos universidades.”
“Hm, lo entiendo,” el pelinegro asintió, sin dejar de meditar. “Entonces asumo que los rumores sobre estudiantes matándose mutuamente y las directivas de ambas instituciones manteniendo la tradición tenía sentido pese a todo…”
“Sí…” el otro negó.
“Ya veo,” y sorprendentemente, Horikawa pasó a sonreír y dio una reverencia. “Gracias por confirmar mis sospechas, Tanaka-san. Continuaré con mi investigación.”
“P-pues, te lo has tomado más ligeramente de lo que pensé…”
“No hay punto de angustiarse por algo que ya existe.”
“Ehh…” era una posición muy ideal y relajada, por más que tuviera algo de sentido. Tal vez ese chico era demasiado analítico y práctico.
“Pero me parece que a ti te inquieta más que a mí.”
“…” ‘¿a quién no?’ le dio ganas de decir, pero decidió no hacerlo. “Sí pues… llevo años en Hanasaki y fue lo mismo hace tres años. Por eso mismo ocurrió el ataque a la ciudad.”
“Así que Hanasaki causó ese ataque,” Horikawa se impresionó levemente.
“Eh, no, Rizembool lo hizo. Hanasaki lo detuvo.”
“Ah, ya, comprendo,” y volvió a sonreír, inquietando más al otro.
“E-en fin…”
“¿Acaso tú has estado envuelto en esta guerra? Tendría sentido por qué te afecta tanto.”
“Estuve envuelto hace tres años…” él desvió su mirada. “Pero… más preocupado estoy por mi hermana. Ella está peleando por Hanasaki.”
“Ya veo…” Horikawa se desanimó. “Perdón, seguramente le resté mucha importancia.”
“No te preocupes…”
“No sé sobre la situación, pero al menos tu hermana te tiene a ti, ¿cierto? Pienso que, en medio de una situación tan incierta, lo más importante es tener a alguien.”
“Ojalá fuera así, pero no puedo ayudarle a pelear.”
“Lo entendí por tus palabras, pero no me refería a eso,” Horikawa sonrió comprensivamente. “Simplemente… estás ahí. Estoy seguro que tu hermana aprecia eso mucho más que cualquier otra cosa.”
“…” Roxas se quedó sin palabras y desvió su mirada. No iba a ponerse a hablar sobre ello, menos con alguien a quien acababa de conocer.
“Sólo espero que Urashima no decida involucrarse o algo,” el pelinegro negó, frustrado. “Siendo el niño que es, seguramente querría hacerlo.”
“No va a poder, descuida. Hanasaki sólo deja pelear a las mujeres,” sonrió incómodo, comprendiendo la inquietud del otro. También le agradeció de que haya cambiado de tema.
“Esa es una regla rara.”
“Sí, nunca la entendí. En Rizembool más bien seleccionan a hombres para pelear. Siento que estas reglas causan ciertas implicaciones desafortunadas en nuestra sociedad.”
“Sin lugar a dudas,” Horikawa rió un poco. “Bueno, no te quito más tiempo. Muchas gracias por toda tu ayuda y nos vemos mañana en el dojo.”
“Sí, hasta mañana.”

Se despidieron y partieron caminos para continuar con sus planes. Pese a que esos dos nuevos chicos parecían un tanto ‘peculiares’, Roxas notó que eran buenas personas, y sin duda se animó de tenerlos como compañía. También era todo un privilegio llegar a conocerles en persona, y deseaba poder encontrarse con el hermano mayor de Urashima, tal y como este le dijo.

La llegada de los dos a su vida iba a tener grandes consecuencias para él, lo cual se manifestaría conforme pasara el tiempo…


Su mal presentimiento no estuvo equivocado. Por arte de magia, su mamá fue capaz de realizar varios ajustes desde Hawaii, y pese a querer negarse, Hanasaki U no le dio opción. Con la ayuda de un conjunto de abogados y notarios, Larsa acababa de convertirse en su guardián legal quien tendría la última palabra para todas sus decisiones como si todavía no tuviera mayoría de edad.

“Debes estar bromeando…” dijo Sora casi sin vida mientras salía con su ‘guardián’ del edificio administrativo de la universidad.
“Ojalá fuera así…” Larsa sin duda no estaba de un mejor humor y tenía un tic en la ceja.
“¿Desde cuándo te hablas con mi mamá?”
“Ella fue quien me contactó. No sé quién le habrá dado mi información.”
“Apuesto que fue Tomaj. Él siempre intenta hacerme sufrir…”
“…” Larsa dio un suspiro.
“¡Pero en serio! ¡Es sumamente vergonzoso!”
“Seré el guardián, pero no creas que no lo es para mí también.”
“¡Entonces pudiste haberte negado!”
“No pude. Supongo fue porque me agarró de improviso.”
“¿Es que tanto no confían en mí? Si ya había comenzado a asistir a clases.”
“Tu madre está consciente de ello, hasta me lo dijo.”
“¿Y?”
“Pues…” Larsa negó. “Al parecer fue Kytes quien le dejó saber, y le hizo entender que te disciplinaste por mi llegada, lo cual le llevó a hacer lo que ha hecho…”
“Debes estar bromeando…” sí, la conversación sólo iba a dar vueltas. Eso es algo que ninguno de sus amigos se iba a olvidar por el resto de su vida.

Los dos se quedaron sumergidos en un silencio incómodo mientras caminaban hacia la salida. Una vez fuera, Sora pretendió irse, pero Larsa le detuvo.

“No quiero defender la decisión de tu madre, pero esta es tu oportunidad para demostrarle que puedes ser responsable por ti mismo,” le recalcó.
“¿Pero cómo haré eso si el crédito te lo llevarás tú por ser mi supervisor o lo que sea?”
“Terminé por decirle que este arreglo es temporal y no pienso extenderlo más de un semestre. Y ella me comentó que de no mostrar mejoras en este ciclo te conseguiría a otro guardián. A eso me refiero,” Larsa le miró con desaprobación. “Te costará creerlo, pero mis intenciones no son puramente para hacerte sufrir. También te será una sorpresa, pero tengo vida aparte de ser tu tutor, y no puedo encargarme de ti por tanto tiempo. Aquí quien debe esmerarse eres tú, no prestes atención a lo demás.”
“Qué fácil es decirlo,” Sora dio un suspiro y se desanimó tremendamente. “Yo que intentaba cambiar por mi cuenta. No sabes cuánto me desanima que haya ocurrido esto.”
“Pero siendo serios, en verdad estoy un poco preocupado por ti.”
“¿En serio?”
“¿Por qué la incredulidad?” Larsa le miró con cansancio. “Sora, estás en la universidad, y es ahora que debes de encaminarte. Te será difícil y no estarás muy conforme con ser el heredero de tu familia, pero al menos debes mantener responsabilidad contigo mismo. Quizás no seas un genio o el mejor en tu carrera, pero con las energías que tienes podrías llegar bastante lejos. Sólo tienes que comprometerte con seriedad.”
“Sí, ya lo sé, no tienes que decírmelo…” Sora bajó su mirada con leve pena. “Ya, supongo lo último que quieres ahora es ser responsable por otra persona. Lamento involucrarte en esto.”
“¿Te acabas de disculpar?” Larsa alzó una ceja.
“¡Ahora tú eres el incrédulo! ¡Pues sí, sé que soy un desastre a veces y traigo inconveniencias! También que tú has pagado por eso bastante en la secundaria. Lo que quiero decir es…” desvió su mirada, incómodo. “…que perdón por todo esto, y también reconozco que me ayudaste bastante. Quizás mi mamá tenga razón y necesito la ayuda de alguien, sólo que es algo muy incómodo, y a la vez, de nuevo tienes que ser tú quien tiene que aguantarme.”
“…” Larsa le miró con una mano en el mentón, como quien analizaba un espécimen.
“¿Q-qué?”
“Es como si hubieras crecido un poco en mi ausencia.”
“¡O-oye!” Sora casi se cae para atrás y se molestó. “¡No digas eso!”
“Perdón,” el exRebel sonrió con gracia por un momento, y regresó a su inmutabilidad. “Puede que esta vez sea diferente, pero tienes que seguir esmerándote. Mi rol no es muy distinto al de ayudarte a estudiar, por lo cual no debes inquietarte tanto. Apenas lo notarás.”
“Espero…”
“En fin, hoy no puedo ayudarte, tengo otros asuntos que atender, pero mañana nos podemos reunir en la tarde. Puedes disfrutar el resto de tu día libre.”
“Ya estás hablando como mi guardián…” Sora se incomodó.

Y la tranquilidad del momento estaba por acabarse…

“…” Larsa vio a tres personas acercarse. Eran Dakki, Ryo y un tercero que le sorprendió de sobremanera.
“Oh, pensé que Ryo tenía clase a esta hora,” observó Sora, confundido. “Hm, ¿y quién es ese peliplateado que viene con ellos? Parece un poco mayor…”
“Sora…” el exRebel le miró de reojo, con leve temor. “Huye…”
“¿Eh?”

Pero fue muy tarde.



“¡Miren a quién acabamos de recoger del aeropuerto~♥!” exclamó Dakki, feliz de la vida.
“¡Dakki!” Larsa le llamó la atención. “Tú dijiste que no sabías nada sobre su llegada.”
“Aw, pero tú mismo notaste que lo dije de una forma rara y ya deberías estar acostumbrado a que yo mienta un montón~♥”
“Mis disculpas, señorito,” el peliplateado dio un paso adelante, y sorprendentemente, se arrodilló con su mano derecha en su pecho ante Larsa como quien se dirigía a un emperador. “Mantuve en secreto mi llegada de usted para que no perdiera tiempo en recogerme, pero su estimada amiga Dakki fue muy cordial en ofrecerse. También anduve hablando con su amigo Ryo Bakura, y me alegra saber que su estadía en Hanasaki le ha permitido conocer a un heredero que promete tanto a futuro.”
“No tienes que decirlo así,” Ryo sonrió. “Es un gusto finalmente conocerte.”
“Ehm, me alegro verte aquí, Jakob…” Larsa dio un suspiro. “Lamentablemente, no tengo más que malas noticias que darte.”
“¿Malas noticias?” el mayordomo se alertó y volvió a pararse. “El vuelo internacional ofreció Internet a bordo y anduve todo el viaje continuando con mis deberes como su asistente. No existe ningún problema con sus presentes actividades como el líder de su hogar.”
“Siempre haces un excelente trabajo, no me refería a ello…” Larsa volvió a mirar a Dakki con molestia, quien se alegró de verle así. Tal y como ella le había dicho, estaba sacando provecho de la situación. Ryo presente indicaba que estaba al tanto de todo y optó por faltar para no perderse el momento. “Tengo que ser honesto contigo. ¿Recuerdas que en algún momento te comenté sobre un compañero al cual ayudaba a estudiar en la secundaria?”
“Aquella alimaña oportunista e inconsiderada, por supuesto.”
“¿Q-qué?” Sora se confundió, y llamó la atención de todos. “¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué este tipo te está llamando señorito?”
“¿Acaso… eres tú?” el cambio a pronombre informal en Jakob llegó acompañado de un tono de voz más grave y una mirada severa que sirvieron de advertencia a Sora.
“Lo mejor es evitar los secretos entre nosotros…” Larsa negó. “Recibí un pedido de su familia, y he decidido que seré su guardián legal durante este semestre académico para que incremente su rendimiento académico,” notó el shock en su allegado. “Te aseguro que el título es meramente simbólico. Mi ayuda se limitará a tutoría.”
“¿Qué dice?” Jakob mostró furia en su expresión. “Señorito, no puede andar ofreciendo su ayuda. Otros se aprovecharán de usted y puede que esto cause una mancha en su reputación. Además, sí hay consecuencias porque si esta escoria roba un banco, mata a alguien o se suicida, usted será el responsable.”
“¡¿Q-qué?! ¡No haría eso!” exclamó Sora. Dakki y Ryo no evitaron reírse.
“Eres un sinvergüenza,” declaró el mayordomo con tanta intensidad que hizo que Sora retrocediera.
“U-un momento,” Larsa se interpuso. “Comprendo tu molestia, pero esto es mi culpa, no consulté contigo previamente. Además soy ahora responsable, no le lastimes.”
“¿M-me va a lastimar?”
“Bueno…” Jakob dio un suspiro. “Tendré que acomodarle al horario. Puedo tomar el rol en enseñarle, ¿cierto?”
“P-preferiría hacerlo yo, Jakob…”
“Insisto,” este se dirigió a Sora con una sonrisa profesional. “Me apunto como tu tutor. Más te vale que te esfuerces, o habrá serias consecuencias, ¿entendido?”
“Ehh…” Sora sintió un extraño miedo primordial. Miró a Larsa. “T-tu ayudante me está dando miedo. N-nos vemos otro día, ¿sí?”
“¿Molestará a mi señorito otro día?” Jakob entrecerró los ojos. “Inaceptable. Por ello me ofrezco para el trabajo.”
“E-está bien… Larsa es mi amigo, mejor él…” Sora retrocedió.
“…” y repentinamente, Jakob sacó una cuchilla de su manga y la posición al costado de su yugular con rapidez y elegancia.
“¡AAHHH! ¡¿Q-q-q-qué?!”
“Compórtate Sora~♥” dijo Dakki con un tono juguetón. “Jakob fue un Rebel y nos entrenó a Larsa y a mí~♥”
“¡¿E-en serio?!”
“¡Suficiente!” exclamó Larsa. “¡Esta no es la forma de lidiar con personas!”
“Lamento tener que decirlo, pero no veo en este joven a una persona, señorito.”
“…” Sora aprovechó a que el peliplateado miró a Larsa para retroceder y huir. “¡A-ayuda!”
“Ahh…” Ryo negó y fue a perseguir a su amigo.
“…” luego del suceso, Larsa dio un pesado suspiro.
“Al menos se ha llevado un susto,” Jakob miró a Sora huir con indiferencia y pasó a dedicarle una de sus mejores sonrisas a su señorito. “Permítame acompañarle a su hogar. He practicado unas nuevas recetas que le aseguro le fascinarán y nutrirán apropiadamente.”
“…” el ‘señorito’ le miró con cansancio. “Te pediré que controles tu comportamiento a futuro, por favor. Puedes causar problemas.”
“Sólo hago lo mejor para usted, se lo aseguro.”
“¡Vamos~♥!” canturreó la pelirroja, quien volvió a recibir una mirada molesta de su amigo.

Las complicaciones no dejarían de presentarse, y le iba a tocar a Larsa organizar bien sus actividades, y balancear las distintas obligaciones en su vida.
« Last Edit: July 08, 2017, 11:15:24 PM by Cho »


Deidara

#13


Abrió los ojos, para instantes después cerrarlos inmediatamente. La luz era demasiado clara, sólo podía ver blanco cegador. Poco a poco, fue abriéndolos, y le costó un rato acostumbrarse a la luz del lugar. No tardó mucho en reconocerlo. Al fin y al cabo, había pasado en numerosas ocasiones por allí – la enfermería de Hanasaki, el lugar preferido para todas las HiMEs para pasar la tarde.

HiME. Uh, cierto. Casi olvidaba que había vuelto a tomar la prueba, y que, de nuevo, Deidara era una HiME.

Tres años más tarde – una huida  y una Barcelona de por medio, y allí estaba Deidara de vuelta. Irónico.

Y fue nada más volver a pensar en las HiMEs, que como por arte de magia, las voces que había escuchado poco después de acabar la prueba, volvieron. Esta vez, con menos intensidad. Eran demasiado altas, taladrándole la cabeza sin cesar, apenas permitiéndole pensar en nada más. Cerró los ojos con fuerza, deseando volver a dormirse. Una mano se posó sobre su hombro, forzándola a recostarse. Le pareció escuchar su nombre, alguien le estaba hablando, pero con tantas voces no conseguía diferenciar la voz que se dirigía a ella de las del resto. No sabía a quién pertenecía esa mano, pero se dejó llevar, porque en aquel momento no tenía mejor opción.

Volvió a caer rendida.

Volvía a ser HiME.

*

No supo cuánto tiempo pasó entre que volvió a dormirse y cuando se despertó, pero algo le decía que no había pasado demasiado tiempo. Todavía se colaban algunos rayos de luz por las persianas, entreabiertas. Esta vez, se dio cuenta que tenía una vía en su brazo, el líquido fluyendo lentamente. Se notaba más tranquila, se preguntó si se trataba de algún tipo de calmante.

Fue entonces que reparó en que no estaba sola en la enfermería.

Alarmada, se incorporó de golpe, lo cual resultó ser una mala idea ya que le entró un pequeño mareo del cual logró recuperarse rápidamente. Llevó su mano a un costado, esperando encontrarse a su espada junto a ella, sobre el colchón. Por desgracia, no tenía ninguna arma a su disposición.

“¿¡Qué haces aquí?! No, no otra vez, en el gimnasio—” Empezó, su corazón latiendo cada vez más rápido. Era ella, la marioneta, la marioneta que había tomado la forma de Kurogane estaba allí, frente a ella. No sabía cómo podía estar pasando, si podía recordar perfectamente cómo vio el falso cuerpo de su hermano desangrándose…
“Deidara, ¡Deidara!” Las manos de aquel Kurogane le agarraron de los hombros, con fuerza, movimiento que le hizo menos gracia a Deidara. ¿Iba a matarla? “¿De qué hablas? Soy yo, Kurogane, tu hermano,” le dijo, con una voz más calmada. Aun así, podía notar algo… distinto, en sus ojos. Preocupación. La preocupación de un hermano mayor. ¿De verdad era Kurogane?
No supo qué fue lo que acabó de convencerle, pero… sentía que algo era diferente. Que algo iba bien. Una voz, que le hizo llevarse la mano a la cabeza. La voz no era clara, pero la recordaba, la había escuchado anteriormente en el pasado. Era la forma en la que sonaban los pensamientos de Kurogane. “Pensaba que… estabas en Barcelona.”
Kurogane se encogió de hombros. “Algo me decía que no ibas a volver.”

Deidara alzó una ceja, sorprendida. Creía haber sido bien clara, con su hermano, en sus intenciones de no acceder a volver a ser HiME… parecía ser que, de alguna forma, Kurogane le conocía mejor que ella a sí misma.

“¿Te molesta?” Quiso saber.
Kurogane volvió a encogerse de hombros. “Te conozco demasiado bien. Eres muy cabezota, así que creo que mi opinión deja de importar una vez tomas una decisión. Aun así, creo que has hecho bien. No te lo hubieses perdonado de haber dicho que no.”
“Supongo que tienes razón,” murmuró Deidara. Habría odiado quedarse de brazos cruzados en Barcelona, para luego descubrir más tarde todo el mal en el que pudiese haber colaborado a arreglar. “Entonces… bueno. Supongo que me toca quedarme.”
Su hermano bufó, apoyando su barbilla en una mano. “Imagino que a mí también entonces.”

Deidara estaba a punto de replicar, de decirle a su hermano que no era ninguna cría, que no necesitaba a su hermano vigilándole, pero los dolores de cabeza volvieron y fue imposible responder.

*

Era de noche. El sillón junto a la camilla estaba vacío, probablemente habrían echado a Kurogane cuando el horario de visitas terminó.

Todo se encontraba en silencio absoluto, las voces por fin calladas, se preguntó si era porque por fin empezaba a volver a controlar sus poderes, o si era porque se encontraba sola. Esperó que fuese lo primero.

*


Luffy había presentado la noticia como una buena, pero Ema podía ver en la cara de Zoro que éste no estaba seguro si debía alegrarse o no.

“Hanasaki tiene suerte de volver a tener a Ema como HiME, ¿verdad?” Luffy sonrió, mientras se movía de lado a lado en la cocina, listo para preparar la cena. “Esto hay de celebrarlo.”
“Bueno, seguro que Zoro estaba ocupado…”
“No voy a decir que no a comida.”

A Zoro seguía incomodándole la noticia, pero le era difícil decir que no a su mejor amigo. Ema sólo esperó que la situación no se tornase tensa.

Mientras Luffy hablaba, Ema desconectó, dejándose caer sobre una silla. Estaba agotada tras haber tomado la prueba HiME. Olvidaba lo cansado que resultaba usar los poderes.

La marioneta había tomado la forma de su mejor amigo, Apollo, como sucedió aquella primera vez, años atrás. Lo cual debía admitir que no le sorprendió – puso pie en el gimnasio esperando encontrarse con la imagen de su amigo. Que se lo esperase, no significaba que hubiese sido fácil. La marioneta supo cómo meterse en su cabeza, colarse en el rincón más oscuro de su mente para desconcentrarla y hacerle daño de cualquier forma imaginable. Palabras duras y crueles, acompañadas con ataques físicos. Recordándole que si se encontraba donde estaba, en Hanasaki, en aquel instante, era gracias a las becas que Hanasaki se veía obligado a entregar a aquellas familias que no podrían permitirse nunca pagar una educación privada. Un simple acto de misericordia, por pena. Las palabras habían dolido, ya que si bien Ema sabía que tenían parte de razón, ella durante todos los años en los que había recibido educación se había esforzado como la que más, sacando siempre las mejores notas posibles para cumplir su sueño de llegar a la universidad. Había sido la primera de su familia en llegar a dicho nivel académico, y eso nadie iba a quitárselo. Nadie iba a decirle que no se lo merecía, y mucho menos, una cruel marioneta que no se parecía a nada a su amigo. Por eso, aunque compartiese rostro con su amigo del alma, ahogar a la marioneta con el humo que brotó de sus manos dolió menos de lo que esperaba. Porque nadie iba a hablar así de ella, ni de su familia ni de su educación.

Ahora, Ema por fin tenía la oportunidad de descansar y reponer fuerzas, una vez Luffy acabase de preparar la cena. Se preguntaba cuánto tiempo iban a tener para descansar las HiMEs, cuánto tiempo tardaría Rizembool en lanzar su ataque. O tal vez sería Hanasaki quien diese el primer paso esta vez e hiciese la primera ofensiva. Cualquiera de las opciones que tomasen los dos bandos, Ema tan sólo esperaba que les diesen un par de días para relajarse y hacerse a la idea de la vuelta de sus poderes.

Ensimismada, Ema no se dio cuenta de que los minutos pasaron y pasaron, y que la cocina desprendía un sabor increíble. Su estómago rugió, hambriento, pero estaba de suerte, ya que Luffy estaba por fin emplatando.

“Pasta a la carbonara,” anunció Luffy, mientras colocaba los platos frente a los comensales.
“Hidratos de carbono,” murmuró Ema, feliz de poder recuperar energías. La comida siempre ayudaba a sentirse mejor, y más si era la de Luffy. Zoro había sacado unas cuantas bebidas energéticas de la nevera, y Ema no dudó en tomar una para ella.

Empezaron a comer en un cómodo silencio, los tres disfrutando de la deliciosa pasta que había preparado Luffy en un santiamén. Obviamente, el moreno no iba a permitir que el silencio se extendiese por mucho tiempo, ya que no era capaz de hacer algo así.

“Había muchas chicas entrando y saliendo del despacho de Miranda. Recuerdo a muchas como antiguas HiMEs.”
“Ya, Miranda no ha perdido mucho tiempo…” contestó Ema, mientras su tenedor giraba alrededor de los espaguetis.
“¿Cómo va Rizembool? ¿También hay movimiento?” Preguntó Luffy a Zoro, y a Ema no le hizo mucha gracia la pregunta, ya que quería evitar conversaciones incómodas.
“Intento mantenerme al margen,” respondió simplemente Zoro, tratando de evitar la mirada de Luffy. Ema sabía que Zoro no presentaba interés alguno en los Rebels, mucho menos después de su experiencia en Hanasaki. Y que no le haría ni pizca de gracia el retorno de ambos bandos.
“¿No has hablado con nadie?” Luffy cuestionó, curioso. El chico no presentaba maldad alguna, era simplemente, que no sabía estarse con la boca cerrada.
“¿Por qué iba a hacerlo?”
“Bueno… fuiste estudiante de Hanasaki. Seguro que tienes información que en Rizembool no conocen, tal vez a alguien pudiese parecerle importante.”
“Pues parece ser que no.”
“¿No te han pedido que seas Rebel?”
“Luffy—”trató de interrumpir Ema.
“¿A qué viene eso?”
“Sólo pregunto, no sería de extrañar que lo hiciesen. Rizembool es así de perverso, serían capaces de ofrecerte el puesto de Rebel por tener lazos con Hanasaki.”
“¿Rizembool perverso? ¿Quién dice que Hanasaki no lo sea también? Que hayas estudiado en un bando no hace malo al otro. Los dos tienen motivos igual de egoístas. Los dos se aprovechan de sus estudiantes, incluso me atrevería a decir que Hanasaki más que Rizembool. Miranda es especialista en eso.”
“Pero las formas de Rizembool son—”
“¿Quieres dejarlo estar ya?” Sin darse cuenta, Zoro golpeó la mesa con su puño. Pareció sorprenderse el mismo, segundos más tarde, de haber hecho eso. Se mordió el labio, y continuó comiendo, lentamente. Dando por finalizada la conversación.

La reacción de Zoro había parecido sorprender más todavía a Luffy, quien, arrepentido de haber insistido tanto, acabó por bajar la cabeza, y concentrarse también en su comida.

Más tarde, cuando los tres acabaron de comer, Luffy se puso a fregar los platos. Zoro dejó su plato en la pica, y acto seguido, fue a su cuarto, cerrando la puerta al entrar.

Ema suspiró, agotada. Rodeó la cintura de Luffy por detrás, recostándose contra su espalda. Sólo esperó que haber aceptado de nuevo ser una HiME no hubiese sido una mala idea, y que Apollo no la matase cuando le contase la noticia.
« Last Edit: July 31, 2016, 11:41:02 AM by Deidara »


Apple


#9: Make Rizembool great again


Sintió que hablar con los directivos de Rizembool sobre la reducción del programa de becas era como hablarle a la pared. Incluso les expresó su molestia hacia el hecho de que fondos donados por los la asociación de ex-alumnos fueran al departamento de investigación y desarrollo cuando debían ser asignados para actividades de caridad.
Sabía que la junta directiva y los demás presentes hacían como que lo escuchaban pero que en realidad les valía un pepino lo que les decía. 

Podía asegurar también que su presencia les molestaba. Tyrion estaba acostumbrado a que lo hicieran de menos por su apariencia y estaba seguro que su elección como presidente de la asociación de ex-alumnos era una broma de los miembros pero no por eso iba a tomar el rol a la ligera.

Cuando finalizó su discurso sobre la importancia de que el presupuesto sea equitativo en todos los departamentos y áreas en Rizembool, pero haciendo énfasis especial en las becas, pudo ver que alguno que otro directivo puso los ojos en blanco. Uno de ellos, el más anciano, le comunicó que aunque sus ideas eran buenas no eran "realistas" de acuerdo al presupuesto de la institución... un presupuesto supuestamente reducido desde el último accidente de Rizembool, hace tres años donde explotaron unos químicos guardados en la facultad de ingeniería que causaron incendios en el 90% del campus.

El Lannister no se creyó ese cuento. Las cuotas de inscripción, colegiaturas y matriculas en Rizembool era obscenamente costosas que era casi imposible que la universidad estuviera en números rojos. -Y de todos modos ¿para que sirve el departamento de investigación y desarrollo?- cuestionó finalmente a los directivos, cansado de las lamentables excusas que daban.

-Bueno señor Lannister... usted que estudió en Rizembool por mucho tiempo debería saber que el departamento de investigación y desarrollo es uno de los pilares elementales de la institución...- Y así continuo un largo discurso sobre la importancia de ese jodido departamento de  que finalizó en: -muchos de los grandes científicos de la historia han trabajado con nosotros en ese departamento... si le diera nombres, bueno señor Lannister, le puedo asegurar que la reunión de hoy se extendería hasta media noche. Y bueno como mencione, investigación y desarrollo es el corazón de Rizembool. Si tan solo supiera de los grandes avances científicos que se realizan ahí, usted siendo un científico, se conmovería y se sentiría orgullo de su alma mater.

Tyrion se rindió. Al menos por el momento. Discutir con los vejetes snobs de la junta directiva no lo llevaría a nada. Les agradeció por su tiempo y se retiró del salón. Le frustraba la actitud de la gente de Rizembool, ni siquiera en Ethon College encontró a tantos imbéciles que se creían de la realeza con actitud tan petulante. Consideró por milésima vez renunciar al puesto que se le dio por broma. Mientras salía del edificio de administración pensó que un escocés en las rocas no le caería mal, aunque fuera apenas medio día.

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Sozuke Aizen fue de los pocos en el salón de reuniones de escuchó realmente a Tyrion Lannister. Sus ideas le parecieron nobles y generosas.

Para ser un hombre con apariencia tan... peculiar, el tipo era excepcional. Durante su tiempo en Rizembool estudio ingeniera química graduándose con el promedio más alto de su promoción, para luego regresar a su natal Inglaterra a sacar una maestría en Cambridge y finalmente conseguir un doctorado en Ethon College. Su apellido tampoco era poca cosa, los Lannister fueron de los primeros ingleses en tener permiso personal del emperador de Japón para comerciar con la isla cuando aun estaba aislada del resto del mundo. Como muestra de buena voluntad y desde entonces, había un Lannister viviendo en Japón controlando los negocios de la familia personalmente. Al parecer al hermano mayor de Tyrion le interesó más la modernidad americana, así que fue al hijo menor al que se le asignó la importante tarea de representar a su familia en el país.

Sin embargo lo interesante de los Lannister es que había habido un Rebel en cada generación de la familia. El último Rebel de la familia fue el padre de Tyrion que estuvo en una de las pocas guerras donde Rizembool salió victorioso. Al parecer los directivos habían considerado a Tyrion poco apropiado para el rol de Rebel... sin embargo para Aizen, ese había sido un desperdicio. Dejaron a un lado a un genio solo por su apariencia física, cuando pudieron tener a un maestro en las artes mentales. Porque era claro que Tyrion Lannister no tenía ni una pisca de estupidez en su diminuto cuerpo. 

Pero se aseguraría de que eso ya no pasara. Rizembool no se podía dar el lujo de cometer errores tan grandes. El resultado de la última guerra con Hanasaki fue una mezcla de mala elección de Rebels y falta de pasión. Pensaba de la junta directiva eran un espejismo de lo que alguna vez fueron grandes Rebels que se regocijaban en glorias pasadas y no querían reconocer los errores que llevaron a la destrucción de Rizembool otra vez.

-Señor Aizen... tenemos entendido que su proceso de elección de Rebels va un poco... lento-

-Es correcto. Sin embargo creo que la elección de chicos para el papel de Rebel debe ser un proceso sistemático y selectivo. Me han llegado muchas sugerencias que me he permitido rechazar debido a que el chico no llena los requisitos que yo mismo he puesto-

-Nos parece que son demasiados requisitos-

-Si, pero es para asegurar la máxima calidad y eficiencia de los Rebels. Solo pido chicos sanos física y mentalmente... que además estén dispuestos a pasar por el proceso de consejería. Quiero conocerlos bien antes de ofrecerles ser Rebels. Principalmente para evitar traidores, detractores y buscadores de fortuna- De hecho Aizen buscaba chicos dispuestos. Dispuestos a dar todo por Rizembool, sus objetivos y sus compañeros Rebels hasta llegar a las ultimas consecuencias. De nada le servía Rizembool si tenía científicos tan eficientes como Liebheart o Arima o Hazeldine para desarrollar nuevas tecnologías a favor de los Rebels si estos no las iban a apreciar. Pero sobre todo estaba cansado de los chicos malcriados y delicados que no podían terminar su trabajo. Añoraba a los viejos Rebels de antaño, aquellos que estaban dispuestos a todo.

-Pues esperamos que los Rebels elegidos por usted llenen las expectativas-

-Les pido paciencia y que no se preocupen. Además, aprovechando la ocasión de que la institución empezó a aceptar jovencitas y me he permitido seleccionar a algunas para que desempeñen el papel de Rebels- Aizen se acercó al anciano presidente de la junta y le entregó un folder que contenía los informes de las posibles candidatas a Rebels.
Ni bien había terminado de hablar cuando empezaron los mormullos en la sala de conferencias.

"¿Una mujer Rebel?" "¡Imposible! va en contra de la tradición" "Ha perdido la cabeza... es inaceptable".

Pero el presidente solo sonrió mientras veía los informes que Aizen había puesto frente a el y levantó una mano para indicarles a los presentes que hicieran silencio.

-Aizen... usted es uno de los partidarios más feroces a favor del programa Rebel en esta institución y de sus tradiciones. Puedo preguntarle ¿en qué se ha basado para tomar esta decisión?-

-Si. He tomado esta decisión tomando en cuenta el perfil que algunas HiMEs podrían tener y como les afectaría tener a una Rebel. Claro... no es lo más apropiado en todos los casos pero si el algunos. Además es un proyecto personal en fase beta... me gustaría contar con el apoyo de todos ustedes para llevarlo a cabo y me comprometo a presentarles resultados-

Después de un par de preguntas más el presidente de la junta la indico a Sozuke Aizen que se podía retirar. Se sintió un poco victorioso al salir del salón de juntas. Pensó en ir a su oficina para celebrar el triunfo con un escocés bien fuerte.

Nada más Aizen salió del salón de juntas los miembros de la junta entraron en discusión. Algunos pensaban que a Sozuke Aizen se le habían dado muchas libertades y poder en su posición considerando que era un novato en esto de reclutar y entrenar Rebels.

De nuevo el presidente de consejo tomó la palabra y les explicó a los demás sus motivos para confiar tanto en Aizen -Para este joven, Aizen, Rizembool es como su hogar. Desde pequeño estudio en el instituto e incluso vivió en las instalaciones cuando fue estudiante universitario. Este es el lugar donde ha podido demostrar todo s u potencial académico, intelectual y físico... después de todo también fue un Rebel alguna vez como muchos de nosotros.  Su desempeño como Rebel fue brillante, asesino a su HiME y se requirió de un mini ejército de 3 HiMEs detenerlo. Aun después de haber fallado, se quedo en Rizembool hasta graduarse de médico. Sin mucho que hacer, se fue a especializar como psiquiatra a Rusia como ya todos sabemos. Por estos motivos es que lo hemos contactado solo regresó de su viaje, Rizembool es como su hogar al que le guarda una gran devoción y fidelidad-
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Athos dio una pequeña reverencia antes de salir. Enseguida Ritsu entro avisándole a Miranda que Kallen le estaba esperando todavía.

-Hazla pasar por favor-

Pronto Kallen estuvo en el umbral de su puerta. Miranda le pidió que tomara asiento y la examino antes de continuar. La pobre chica parecía cansada y triste. Miranda dudo un momento antes de continuar hablándole. El tema HiME era algo delicado y cada conversación con cada chica se sentía como una pequeña batalla. Pero de todos modos estaba preocupada por lo que Athos acababa de decirle, sin mencionar que los reportes sobre las actividades de Rizembool no eran muy claros pero si obscuros.

-Mucho gusto Kallen, soy Miranda Lot la directora de Hanasaki. Toma asiento por favor-

Kallen se acerco a su escritorio no sin antes fijarse en todas las fotografías de jóvenes que estaban enmarcadas en la pared. Hizo una rápida reverencia antes de presentarse.
 
-Soy Kouzuki... Kallen- dijo dudando. Por un momento recordó todos los eventos de las ultimas 72 horas y se sintió como una extraña.  Usaba su apellido materno a pesar de que tenia un padre que aparentemente se había preocupado por lo menos un poco por ella.

-Estas aquí por que nuestra oferta de beca te intereso ¿no?-

-Si. No se si recibió mi carta pero solicité una beca completa hace unas semanas-

-Por supuesto. Déjame informarte que tu solicitud fue aceptada y en Hanasaki te proveeremos con una beca académica completa que incluye los gastos de inscripción, matriculación en los cursos y materiales. Además podemos ofrecerte vivienda en nuestra sororidad y-

Miranda fue interrumpida por Kallen que se levanto de la silla y se apoyo sobre su escritorio con ambas manos -¡¿Es enserio?!-

-Si- asintió la directora -pero debes saber esta beca viene con obligaciones....-

Si al salir de su cara Kallen sintió que su vida no sería la misma, la conversación con Miranda la convenció de que no solo su vida iba a cambiar sino también ella lo iba a hacer. Aunque lo que Miranda le decía le pareció absurdo, y pensó que tal vez alucinaba a causa del cansancio al final la seriedad de Miranda la hizo comprender que lo que le decían no era una mentira y ahora tenia que decidir si quería ser una HiME.

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Nada más al regresar a casa Sheryl presintió que algo era diferente. No se necesitaba de algún poder HiME para darse cuenta de ello. Frente a la casa de su hermana estaban estacionados los carros de ella y Hijikata. En el hall estaban el bolso de Rangiku y el maletín de Hijikata también. Y las voces animadas que provenían del comedor exterior en el patio la pusieron algo nerviosa. Idéntico perfectamente la voz seria y rasposa de Hijikata, la voz alegre y escandalosa de su hermana pero la tercera... atravesó el hall, el comedor principal y deslizo la puerta al jardín, solo para darse cuenta de que su intuición no había fallado

-Souji- el nombre se deslizó de su boca intencionalmente en un susurro. Enseguida las voces callaron y sintió tres pares de ojos sobre ella.

Hijikata estaba frente a la parrilla con las mangas de la camisa dobladas, sin corbata y un delantal amarrado en la cintura. En la mesa del jardín estaban su hermana y Souji con una botella de sake y varias guarniciones frente a ellos. 
En seguida la rubia recordó el favor que le había pedido Hijikata, ¡recoger a Souji en la estación del metro! ¿En que estaba pensando su cuñado? No pudo evitar ruborizarse un poco y pensar en una estrategia para huir de la incomoda situación.

-E-eh yo... yo- trataba de buscar las palabras adecuadas pero no sabía que decir. Se dio cuenta también de que le había fallado *de nuevo* a Souji y  una oleada de culpabilidad la invadió. Con todo su corazón quiso acercase al chico, abrazarlo y pedirle perdón por su irresponsabilidad una y otra vez, pero en su lugar solo pudo dar una escueta disculpa: -lo siento por no poder ido a recogerte al tren Souji- dio una pequeña reverencia y se volvió para huir a su habitación pero la voz de Souji la detuvo.



« Last Edit: April 05, 2017, 10:36:55 PM by Apple »


Isumi

De nuevo icons gheis porque mi inspiración no llegó aun so yeah


02.La realidad a veces pega fuerte, literalmente.

-Hysa…- Gin me miró con una cara asquerosamente seria. -Todo el entrenamiento que hemos hecho era para este momen—
-Ni se te ocurra.- Si lo dejaba empezar con sus fantasías shounen no sé dónde terminaríamos. -Fuiste tú quien no prestó atención cuando debía, ahora debes asumirte las responsabilidades.-
-Qué, ¿quieres que me case contigo?- Preguntó cambiando su fantasía shounen a una fantasía shoujo.
-…- Estuve a punto de gritarle algo, pero la idea en realidad sonaba interesante. -¿Qué pasaría si nos casáramos?-
-¡Oye no te lo tomes enserio! ¡qué asco!-
Lo ignoré. -Hablo enserio, claro que yo tampoco quiero casarme con un vago desempleado de dudosa edad que todavía asiste a la universidad por sus acomodaciones gratis, pero si de alguna manera esto se pudiera resolver con el matrimo—
-Ay Hysa, Hysa…- Suspiró mientras negaba con la cabeza. -Es por eso que nunca podrás ser una escritora de novelas románticas.-
-Ugh…- Una de las cosas más frustrantes en mi vida es cuando Gin me reprocha y tiene razón al hacerlo.
-No puedes ir casándote con cualquier vago por conveniencia.- Al menos reconoce que es un vago. -¿Qué pensaría tu pobre madre en el cielo si te viera?-
-No mates a mi madre antes de tiempo, gracias. Y en todo caso, me parece que no hablamos de conveniencia aquí, se trata de vida o muerte. Aunque conociéndote, si peleáramos enserio yo ya estaría fuera del juego.-
-Tienes razón.- Se puso innecesariamente serio con un comentario que hirió mi orgullo, aunque era cierto. -Es por eso que he preparado un plan B.-
No le creía, pero era Gin. -Ok, dime cual es tu plan B.- Dije con toda la desconfianza del mundo.
-¿Ves ese animal salvaje ahí?- Me indicó con el dedo lo que claramente NO era un animal salvaje.
-Oye, eso es una persona en un disfraz.- Y el disfraz se giró hacia nosotros y empezó a correr. -¡Oye, esas son las piernas de un hombre! ¡Tiene pelos y todo!-
Gin me ignoró y se dirigió al disfraz. –¡Elizabeeeeeeeethhh!- Gritó. -¡Fue ella quien me dijo que robara tu dinero del almuerzo todos estos días!-
-¿…qué?- Y entonces ‘Elizabeth’ cambió su trayecto que iba hacia Gin a mí.
Estaba por golpearme con un puño cuando lo bloqueé con mi espada aun enfundada. -Menos mal que llevo esta cosa conmigo todo el tiempo…-
-Y por eso nunca entenderás el corazón de una mujer.- Decía Gin de manera dramática con un pañuelo secando sus lágrimas invisibles.
-¡Callate!- Le grité mientras intentaba ganar una batalla de fuerza contra ese tipo en el disfraz.

Unos segundos después logré empujarlo y salté hacia atrás, poniéndome en posición de defensa y desfundando mi espada.

-Gin, ¿me puedes explicar qué significa esto?- Le pregunté sin quitarle los ojos a mi oponente.
-Elizabeth será tu rebel de reemplazo mientras descubrimos qué podemos hacer.-
-¡¿Cómo que “rebel de reemplazo”?! ¡Eso no está en las reglas!- Y no apenas terminé de decir eso, Elizabeth se aventó contra mi nuevamente.
-Pues no, pero podemos decir que es mi Orphan.-
Qué conveniente que sepa de la existencia de los Orphans. -¡NADIE SE CREERÍA QUE ESTA COSA ES TU ORPHAN!- Le grité mientras me defendía con toda mi fuerza ante los ataques del hombre en el disfraz, quien para estar en una cosa tan grande, parecía ser bastante ágil.
-Que sí, no te preocupes, en el pasado hubo una chica con un child mitad humano mitad lobo.- Decía todo tranquilo mientras yo peleaba por mi vida y me preguntaba cómo demonios había obtenido esa información.
-¡ESTA COSA NO ES MITAD NADA!-
Y mientras seguía peleando contra la criatura mitad hombre mitad disfraz de pato, me pregunté…
“¿Así son las peleas contra los rebels? Si fuera Gin mi oponente en este momento…”
E instintivamente mi mirada se movió a donde se encontraba él. Segundos después, Elizabeth logró propinarme un puñetazo en la cara, mandándome a volar contra un árbol.

Me desmayé en el impacto.

Qué débil. Incluso después de todo el entrenamiento con Gin, después de todo este tiempo entrenando bajo él, nunca había sido golpeada de esa manera. Nunca había realmente temido por mi vida en una pelea, ni siquiera cuando él supuestamente peleaba ‘seriamente’. Si una persona asignada por él por pura casualidad es así de fuerte… no quiero ni imaginarme lo que estaría arriesgando si Gin y yo no fuésemos conocidos desde antes.
No tenía derecho de ser HiME. No, no tenía derecho de ser su alumna.

---

Estaba recobrando conciencia y sentía que mi cuerpo estaba en movimiento. Cuando finalmente abrí los ojos, vi a Gin y me di cuenta que me estaba cargando en brazos, como un padre carga a su hija.

-H-hey…- Empecé a hablar y noté que se me dificultaba. -N-no soy un-a ni-niña.-
Me miró y suspiró. -¿Sabes que el 99% de la población femenina llama a este modo de cargar ‘ohime dakko’ porque así cargan los príncipes a las princesas? Todavía no entiendo por qué quieres escribir novelas románticas si no sabes ni sonrojarte cuando un galán hombre como yo se toma la molestia de cargarte de esta manera.-
-Va—
-“Vago querrás decir.”- Me interrumpió haciendo una voz más aguda, imitándome supuestamente. -Pues lo mismo, no hago esto por cualquiera.-
-Pu—
-“Pues entonces bájame.”- Dijo nuevamente con una voz incluso más aguda e irritante. Que yo no hablo así hombre. -¿No puedes ni hablar y quieres que te baje?-
-E—
-“Eres tú el que no me deja hablar, boo hoo, pobre de mi, me dieron un puñetazo en la cara y ahora la tengo toda morada y soy fea sniff sniff”- Me hubiese gustado pegarle tanto, pero al fin de cuentas me estaba haciendo un favor. Más de uno.
-O-oye…-
-¿Hm?- Claro, no había manera que supiera lo que le iba a decir a continuación.
-Tengo una propuesta.-
-“Fijemos una fecha límite, y hasta ese día, que nuestros entrenamientos se vuelvan peleas como la de recién de ahora en adelante. Si llega el día y no soy digna de pelear contra ti seriamente, no merezco ser HiME así que—“ algo así estabas pensando, ¿no?-
-…- Miré hacia otro lado en frustración.
-Está bien.- Dijo él y enseguida volví a girarme y mirarlo sorprendida. No pensé que aceptaría tan fácilmente.
Y no dijo más nada.

Sinceramente no sabía cómo responder. No parecía que estuviera bromeando, aunque la mayor parte de sus bromas empezaran con una frase seria. Esta vez simplemente dio el ok y lo dejó ahí.

Estás planeando algo, ¿verdad Gin?


With the kids sing out the future
Maybe, kids don't need the masters
Just waiting for the little Busters



Sayi

@Apple  me reí con el título de tu último aporte hahah

Me falta un icono así que edito luego : >


Episode 16 — Codes and Keys (Part II)

“¿No te agradó la comida?”

Hige levantó la mirada de su plato. Frente a él, Taikoubou le miraba inquisitoriamente. El child siempre había tenido amplio apetito, y dejar su almuerzo a medias no era común en él.

Apenas había aterrizado en Beijing, el peligris se había esmerado en llevarlo a todos los sitios que Hige quisiera. El decidir no había sido muy difícil: tanto Ichigo como Sayi le habían mencionado sus lugares favoritos, por lo que Bou organizó una amalgama de tour para que Hige conociera todas las sugerencias que había recibido.

Pero pese a sus esfuerzos como guía, habían varios momentos en los que el Child se distraía, o pareciera perder el interés súbitamente. Taikoubou sabía a qué se debía y sonrió apenado.

“Siento haberte invitado tan de la nada” finalmente comentó y, antes de que Hige pudiera interrumpirlo, agregó “Realmente quería verte, y ya habían pasado varios días desde que regresaste”
“¡No lo digas así! ¡Yo estoy muy feliz de verte papi!” exclamó el Child, y Taikoubou se acordó de la vergüenza que sentía cada que el castaño lo llamaba papi en un lugar público “Es solo que… me pregunto que estarán haciendo los demás. Pero eso no quita que me esté divirtiendo y me guste verte, pero tu sabes…”
“No te preocupes, entiendo. Para otra ocasión no seré tan impulsivo” sonrió el peligris “De todas maneras, no es seguro que estés separado de Sayi por mucho tiempo, así que aprecio que te hayas tomado un par de días para venir”
“Ah, verdad” contempló Hige, y Taikoubou sonrió, negando con la cabeza. Lo más probable es que su Child solo se había estado lamentando por el viaje a las montañas y no en su ausencia como el protector de su HiME. “Pues, ¡para la próxima deberías venir de visita tu a Japón! ¡Así podríamos salir todos juntos, como hace tres años!”
“Me gustaría, pero creo que lo mejor sería que no tratara mucho con Sayi por un tiempo. Tu sabes.”
“Entiendo”

Hige alzó las cejas y volvió a mirar su sopa. Ninguno dijo nada por unos segundos, y la pregunta salió por su cuenta.

“¿Y no me vas a presentar a tu nueva novia?”

Esta vez Taikoubou alzó la vista y percibió la mirada curiosa de Hige. Era la primera vez que la mencionaba —había una pizca de interés en sus ojos, y una media sonrisa que lo incomodó un poco. El peligris se limpió la garganta antes de responder.

“Este fin de semana se fue a visitar a su familia en Seúl. A lo mejor en otra oportunidad la conoces. Creo que se llevarían bien”
“Hmm ya veo” se limitó a decir el Child tranquilamente.
“¿Y Sayi sabe?”
“Ajá”

Pero Hige no agregó nada más allá de esa afirmación, y Taikoubou se demoró un poco en continuar.

“¿Y qué dijo?”
“Aquí está su postre joven” les interrumpió el mesero con un trozo de cheesecake servido en bandeja. Hige bailó en su asiento mientras esperaba que el mozo retirara la vajilla usada. Entonces se aventó a disfrutar de su pastel.
“¡Definitivamente, el cheesecake es mi favorito!” el castaño tenía mucha crema chantilly en las comisuras de sus labios, pero se la relamió en un instante “Bueno, es el favorito de mi mami también, así que tiene sentido”

Taikoubou pensó que quizás y Hige no había escuchado su pregunta, pero tampoco estaba seguro si se vería bien que reincidiera.

Aun así, quería saber.

“¿Y Sayi dijo algo? Sobre la chica con la que estoy saliendo”
“Ah, nada. Dijo que era normal” respondió el castaño “Pero todos los demás si dicen que es algo pronto. ¿La conociste hace poco?”
“La conocía hace tiempo, pero solo éramos compañeros de clase. Luego que Sayi y yo termináramos me invitó a salir, y bueno…”
“Ah, ya veo”

Hige no insistió y continuó disfrutando de su postre. Taikoubou lo observó degustando del pastel, y entonces revisó su teléfono. No había señal de Sayi, Ichigo y Kaien, por lo que al parecer era cierto que no tendrían conexión de teléfono. De página en página, su búsqueda fue a parar en el perfil de Facebook de la pelirrosa, donde su último post era una selfie que se había tomado junto a Hige y los gemelos.

Era la primera vez, desde que se había mudado a Beijing, que se sentía dejado de lado. Y no por la distancia, o por no estar cerca de sus amigos en Tokyo –con la tecnología aquello nunca había sido un problema- sino porque pareciese que ya no había sitio para él.

Observó a Hige limpiarse las manos y recordó lo mucho que el Child le había reclamado que regresara con Sayi la primera vez que terminaron, en medio del conflicto HiME anterior. Sus pedidos había sido incesantes entonces, pero ahora se limitaba a aceptar la situación y dar respuestas escuetas cuando preguntaba por la pelirrosa.
Hige era el Child de Sayi, y según tenía entendido, era una especie de antropomorfismo de su subconsciente. Entonces, ¿a qué se debía la diferencia en actitud? ¿Quizás y sus sentimientos hacia él ya habían cambiado?

“¡Gracias por la comida papi!” celebró el Child “¿Crees que podríamos regresar al mercado de la seda?”

El pedido del castaño lo sacó de su cabeza.

“¿De nuevo? ¡Pero si te acabo de llevar esta mañana!”
“Sí, pero me olvidé de comprar el pequeño libro rojo de Mao que le prometí a Suiseiseki” se disculpó el castaño juntando las manos.

Taikoubou suspiró exasperado. Odiaba visitar esas galerías, pero lamentablemente era una atracción muy popular

“Está bien, pero que sea rápido”
“¡Yay!” celebró el Hige, dejando su asiento y caminando junto al peligris fuera del local “¡Y luego quiero comprar ropa, porque quiero que me lleves a bailar esta noche! Ichigo no dejaba de decir que ahora sales a clubes. Que es algo tan increíble de ver como la misma muralla china junto a la aurora boreal… con la aurora boreal siendo tú, ebrio y bailando.”

Taikoubou forzó una sonrisa.

“Tengo que golpear a Ichigo la próxima que lo vea” murmuró entre dientes, y el castaño rió.
“¡Ver para creer papi!”


La residencia de los Suoh quedaba en la cima de un acantilado, por lo que les demoró casi una hora presentarse en la entrada de la vivienda. Ichigo se quejó todo el camino por la falta de cortesía de Tamaki al no enviarles un coche para recogerlos, pero Kaien explicó que probablemente se trataba de una especie de castigo para él.

“No sabía que eras íntimo de Tamaki” dijo Sayi
“Bah, es más como que intercambiamos información” le respondió Kaien. Ichigo iba caminando delante de ellos, maldiciendo al rubio y todo el trayecto que debía recorrer a pie “Lo he estado evitando desde que llegué a Tokyo, pero antes de irme iba a ir a visitarlo. No pensé que sería tan ansioso como para buscarme él, y mucho menos que tuviera una casa por aquí”
“¿Y qué tipo de información intercambian?”

Desde que la batalla anterior había terminado, Sayi no recordaba haber tratado con Tamaki más allá de un par de veces. Le parecía curioso que tuviera una relación estrecha con Kaien, con este viviendo en Sydney.

“Yo le pregunto por ustedes, en especial por Ichigo, dado que comparten varias clases” Al decir esto, su gemelo paro la oreja “Más que nada me dice las notas que tiene, o si se salta clases”
“¿¡Que cosa qué!?” exclamó el rubio, pero en respuesta Kaien le mandó un beso volado. Ichigo lo fulminó con la mirada y siguió caminando por delante “Ese traidor francés…”
“¿Y tú? ¿Tamaki te pregunta por atracciones para visitar en Australia o qué?”
Kaien rió. El bosque empezó a dispersarse, y frente a ellos se abrió un trecho que conducía directamente a la casona de Tamaki “Si tan solo eso fuera…” suspiró el pelinegro “Verás, Tamaki sigue obsesionado con cierta ex HiME que estudia en mi universidad…”

Sayi intentó hacer memoria mientras continuaban caminando. Eran tantas las HiMEs que se habían marchado al extranjero apenas tuvieron oportunidad; tantas como para perder la cuenta facilmente. Y de esas, solo unas pocas habían mantenido contacto, y muchas menos regresado ante el más reciente llamado de Miranda. Y ¿en Australia? ¿A quién conocía que estaba en Australi--?

“¡Nyu!” exclamó Sayi al prendérsele el foco. Kaien asintió con la cabeza “¿Tamaki está enamorado de Nyu?”
“No sé si enamorado pero si obsesionado. Siempre me pregunta que clases tiene, a dónde va, si la veo en alguna reunión en los fines de semana…” enumeró el pelinegro “Y no es que yo sea súper cercano a Nyu, pero bueno, es la única conexión que tiene con ella allá. Verás…” y para lo último bajó la voz a casi un susurro “Tamaki la buscaba tanto que Nyu lo tiene bloqueado de todos lados”
Sayi alzó las cejas sorprendida, y por su lado Ichigo chasqueó los dedos “Oh no she didn’t!”
“Oh yes she did, y bueno… Tamaki quiere que le ponga al tanto de lo último. Él está planeando visitarla de sorpresa en unos meses o algo así, pero algo me dice que eso terminará en una orden de restricción” Kaien se llevó ambos brazos a la nuca “La verdad preferiría no seguir con esto, pero si tan solo Ichigo se esmerara más en sus estudios no tendría necesidad de estar tan al pendiente de él”
“¡Cállate Kaien!” le espetó su gemelo.

Una vez alcanzaron el portón de la mansión, el guardia de turno no demoró en dejarlos pasar al interior. A diferencia de la cómoda cabaña en la que se estaban quedando, la mansión de Tamaki era una ostentosa réplica de arquitectura francesa. Sayi y los gemelos perdieron la cuenta de la cantidad de ventanas que adornaban las paredes, y la pelirrosa no demoró en tomarle fotos a los pasillos y áreas de recreo con tal de mostrárselas a Hagu.


Finalmente llegaron a un salón donde se encontraba Tamaki, tomando el té en una pequeña mesa junto a la ventana. Al presentársele a sus invitados —Ichigo no pudo ocultar su diversión al ser introducido de manera tan honorable— fue que Tamaki se puso de pie, y caminó hacia ellos con brazos abiertos.

Pero los ojos de Sayi se fueron de frente hacia la perra que descansaba al pie de la mesa: Una hermosa Golden Retriever con un listón rosado en el cuello.

“¿¡Es esta tu mascota!?” exclamó la pelirrosa.
“¿Eh? Ah sí, Antoinette – Sayi, Sayi – Antoinette” se apresuró, y dejando de lado a ambas el rubio camino derecho a Kaien “¡Finalmente te veo! ¿Cuántos días llevas en Japón? ¿Cuatro, cinco? ¿Cuántos días te quedas?”
“Tres, y me quedo hasta el próximo domingo”
“¡Tenemos que vernos todos los días!” exclamó, y aunque Kaien no pareció emocionarse tanto como su host, aquello pareció no afectar a Tamaki.
Ichigo por su parte tenía otra dude en mente “Tamaki… ¿te puedo preguntar por qué estas vestido así?”

En respuesta, el rubio retrocedió un par de pasos y observó su atuendo: Portaba una camisa blanca, unos ceñidos pantalones beige y unas botas marrones que le llegaban a la rodilla. Tamaki sonrió altaneramente.

“¿Qué no reconoces un clásico atuendo de equitación? Bueno, un error común entre el prole, supongo” respondió el rubio, e Ichigo esbozó una molesta sonrisa.
“Pareces modelo de comercial de detergente”
“¡Cómo te atreves!”
“Bueno, así como te expliqué en mis últimos mensajes” empezó Kaien “Nyu está bien. Me dijo que le va bien en todas sus clases y eso. Realmente no tengo mucho más que decirte ahora, viendo que yo también estoy en Tokyo” Tamaki asintió y Kaien giró un pie hacia la puerta “Si nos disculpas, este fin de semana era para pasarlo en familia y…”
“¡Oh, no no no! ¡Algo más debes saber!” Tamaki se interpuso entre los gemelos y la puerta y, posando una mano en la espalda de cada uno, los empujó dentro del salón “¡Acompáñenme siquiera por una taza de té!”

Con una rápida orden el mayordomo al pie de la puerta se apresuró en regresar a la cocina. Tamaki sentó a cada gemelo en un asiento, pero Sayi se quedó en el suelo, rascando la panza de Antoinette como si no hubiera mañana. “THIS IS THE DREAM YOU GUYS” exclamaba la pelirrosa, feliz más allá de sus casillas al estar en presencia de tan majestuoso animal.
“Creo que le caes muy bien también, Sayi” le dijo Tamaki, y la pelirrosa sonrió halagada “Antoinette suele acompañarme a la universidad, así que si quieres sacarla a pasear avísame y dejo que te la lleves”
“¿¡En serio!?”
“¡Por supuesto!” asintió Tamaki y, mostrándose tan amable con ella, Sayi se preguntó por qué no había hablado tanto con el rubio los pasados dos años “Digo, creo que necesitas toda la compañía que necesites ahora que estas solterona, ¿no?”
“…”

La taza con té caliente se volteó de la nada y todo el contenido cayó en las piernas de Tamaki.

“¡AY ESTO QUEMA! ¡AH, MIS PANTALONES DE EQUITACION NUEVOS!”
“¿Qué decía?” señalo Ichigo “Comercial de detergente”
“¡Silencio!” le espetó Tamaki, y el rubio volvió a prestar su atención en Kaien “Dime, ¿hablaste con Nyu sobre el tema de las HiMEs? Por lo que veo hay algunas de la promoción que están regresando, ¿dijo algo al respecto?”
Kaien sonrió incómodo “Dijo que Miranda la contactó, pero que no pensaba en volver”
“¿Y está segura? Nyu era una HiME extraordinaria, estoy seguro que Miranda buscaría tenerla en el bando de nuevo”
“Pero Miranda no puede obligar a nadie si la persona no quiere. Y ella está feliz allá. Debes entender que las HiMEs pasaron por mucho en ese entonces, y varias prefieren hacer borrón y cuenta nueva”

Tamaki se hundió en su asiento, meditativo, y los gemelos intercambiaron miradas. Ichigo abrió las cejas y murmuró un WOW al corroborar lo que Kaien les había dicho. Nyu era educada, atractiva y de buena familia, pero era curioso que un donjuán millonario como Tamaki, líder del host club de Hanasaki desde tiempos inmemoriables, no pudiera superarla todavía, tres años después.

“Quizás era una veela y no sabíamos” le susurró Ichigo a Kaien, mientras el mayordomo servía té y postres. Sayi se apresuró en tomar asiento y tomar un scone —dándole pedacitos a Antoinette sin que Tamaki se diera cuenta.
“Supongo que tienes razón, Kaien. Nyu es una mujer complicada, etérea…” contempló el host, y entonces desvió la mirada hacia Sayi, quien separaba un segundo scone y un eclair en su plato “No todas las HiMEs pueden ser tan inigualables como Nyu Patricia Sakurai, pero supongo que contamos con el tipo más ingenuo y simplón… las HiMEs de batallón que no piensan las cosas dos veces”

Tamaki estuvo a punto de tomar un sorbo de té pero el contenido saltó disparado hacia su cara. Ichigo y Kaien no pudieron ocultar la risa. Tras gritar de dolor y limpiarse el líquido, esta vez la mirada del host si conectó con la responsable.

“¡Tú! ¡No puedes usar tus poderes así! ¡Le mandaré una carta a Miranda!”
“¡Entonces deja de insultarme!” le reclamó Sayi, chasqueando la lengua “HiME de batallón, solterona…”
“Ay bueno, lo siento. Es que siempre he estado en el lado más espontáneo. Mi círculo de amistades si me consideran encantador, pero creo que con ustedes japoneses tengo que tener más cuidado” le respondió, y entonces le señalo la bandeja de postres “Como disculpa, por favor ofrécete todos los postres que quieras, hasta para llevar”

Sayi aguzó la mirada, pero sabía cuántos favores se ganaría con Tsukino y Kano de presentarles pasteles franceses.

“Gracias Tamaki, a mis hermanas les encantarán” asintió la pelirrosa y el rubio sonrió complacido.

Con el disgusto superado, el rubio se puso de pie.

“¿Les gustaría salir a pasear un momento? Tendrán que esperarme a que me cambie luego de este inesperado bautizo de té, pero puedo mostrarles los jardines. De hecho, esta casa fue inspirada en el Petit Trianon como una residencia vacacional para los Suoh…”


Era domingo por la tarde, y la terminal número tres del aeropuerto de Beijing se encontraba desbordando de gente.

La última vez que había estado ahí fue para despedir a Sayi, hace casi un mes atrás. Curiosamente, ese día el lugar había estado bastante desolado —algo poco usual para un fin de semana—  cosa que exacerbó la agridulce despedida que tuvieron entonces.

Pero con Hige era bastante diferente. En sí, el viaje de su Child se había sentido muy diferente.

Aunado al asunto HiME, o su relación con Sayi, Taikoubou se había entretenido paseando al castaño por la capital. Habían conversado de shows y películas (el Child se había estado poniendo al día con un santiamén de series en tiempo record), así como de destinos para viajar o planes a futuro, por lo que nunca habían tenido un momento aburrido.

Y es que si bien Hige técnicamente estaba más ‘conectado’ a Sayi, Taikoubou no podía evitar pensar que algo de su existencia también provenía de él. Aunque sea un ápice. ¿Cómo sino se sentía tan a gusto, y había empalmado tan rápido con alguien desaparecido por tres años?

Pero mientras el Child revisaba por enésima vez que tuviera todos sus documentos en orden antes de cruzar la entrada a migraciones, Taikoubou lo observó reflexivo por un momento.

El que Hige hubiera regresado era el vivo recordatorio que las batallas se habían reanudado para Sayi. Era irónico pensar que la relación que tuvo con su ex pareja se hubiera visto fortalecida por una guerra, pero así había sido. Fueron esos tiempos cuando más se reforzaron la relaciones que más importaban para él, pero no podía decirlo. No con todos los lamentables sucesos que la guerra con Rizembool había traído.

“¡Todo en orden papi!” anunció el Child, haciendo una especie de saludo militar “Holden dijo que me recogería del aeropuerto, y se lo mucho que le jodería que yo tuviera problemas en aduanas uwu”

Taikoubou sonrió y le pasó la mano rápidamente por la cabeza. Hige sonrió, pero entonces junto los labios en un puchero.

“Se que las cosas no están tan fáciles con mi mami, pero creo que sería genial que fueras a visitarnos. Aún eres muy especial para ella, como puedes ver” dijo, y entonces se señaló a si mismo “Y ella es tu amiga, así como Ichigo y los demás. Estoy seguro que todos juntos la pasaríamos bien”
El peligris sonrió “Quizás caería bien una visita”
“¡Claro que sí!”

El aviso para el vuelo de Hige resonó en el lugar, y el castaño se llevó su mochila al hombro. El Child le dio un fuerte abrazo a Taikoubou, y entonces salió corriendo hacia el chequeo de seguridad.

“¡Avísame cuando saques tu pasaje! ¡Organizaremos una mega fiesta en la casa de tus papas!”

Taikoubou se despidió con una mano hasta que el castaño desapareció de vista. Entonces se guardó las manos en los bolsillos y empezó a caminar hacia la terminal del metro.


Si bien Tamaki reincidió en invitarlos tres, y hasta cuatro veces más, Ichigo, Kaien y Sayi le pidieron al rubio que esperara hasta que regresaran a Tokyo. Después de todo, ese fin de semana había sido planeado para ser una salida familiar, por lo que los hermanastros prefirieron guardar el chisme la conversación amical para otra ocasión.

Aún si solo tuvieron dos días para disfrutar del bosque, Hiro había buscado rutas de senderismo y había traído suficientes juegos de mesa para durar la semana entera. Todo ello más el disfrute de las aguas termales… no había dado tiempo para preocuparse por nada más que por divertirse, y Sayi agradecía de sobremanera el descanso mental del que había podido disfrutar ese par de días.

Esas eran las últimas horas que tenían antes de regresar a la transitada ciudad. Partirían a Tokyo a primera hora del día siguiente, por lo que habían decidido aprovechar el onsen una vez más antes de irse a dormir. Era domingo en la noche, la hora más baja para el negocio, y con Hiro e Izumi habiendo optado por salir a cenar a un restaurante cercano, las aguas termales estaban vacías a excepción de los más jóvenes.

Mientras Tsukino y Kano cantaban una canción a un extremo del baño, Sayi masajeaba los lugares que aún sentía adoloridos. El retomar el entrenamiento físico había traído consigo su característico dolor, y las clases de espada con Kenshin era un gasto adicional en su cuerpo. Aun así, las aguas termales habían ayudado maravillosamente a apaciguar sus dolencias.

Con todo y achaques le alegraba pensar que había mejorado en sus reflejos, así como en el manejo de su nueva arma. Kenshin le había dicho que estaba lista para dejar las espadas de madera y enfocarse en invocar la suya, por lo que su próxima lección se centraría en ello.
Aunque aún no se sintiera cómoda con la idea de usar esa katana, Sayi se sentía más segura al respecto. Gracias a su progreso había empezado a pensar que, con algo de tiempo, podría llegar a ser lo suficientemente eficiente como para contar con su arma… cosa que al inicio había desestimado por completo.

“Sayi, has bajado de peso”

Tsukino y Kano se habían aburrido de cantar la versión bossa nova de Persiana Americana y ahora nadaban hacia ella.

“¿Tu crees?” respondió Sayi. Se preocupó en no mostrarse feliz, pues como mujer independiente y recuperándose de una ruptura (?) no quería sonar desesperaba sobre algo tan banal como su peso. Además, sus hermanas solían tomarle el pelo muy a menudo.

Pero tanto Tsukino como Kano asintieron con seguridad.

“Supongo que es el entrenamiento. Y he estado fijándome en lo que como” meditó la pelirrosa “Me había vuelto muy inactiva los pasados dos años”
“Ah, yo también quiero ponerme fuerte” se quejó Kano
“Pues, aún no soy muy fuerte”
“¡No!” le corrigió la castaña “No fuerte de ‘fuerza’ sino fuerte de SEXY”
“Ah, bueno, para mi lo importante es ponerme fuerte de fuerte. El resto es un beneficio colateral” dijo Sayi “Si quieres, podemos ponernos con el mismo régimen alimenticio, pero me temo que no podrás comer tantos pasteles a como estas acostumbrada” le informó. Y entonces Kano sumergió media cara en el agua y empezó a hacer burbujas.
“Aun así, con lo fuerte que te pondrás, estoy segura que Taikoubou se arrepentirá de que hayan terminado para la próxima que te vea” canturreó Kano.
“Nah, lo dudo” dijo Sayi, encogiéndose de hombros. Pero entonces esbozó una media sonrisa “Aunque si sucede pues… será otro beneficio colateral~”
“AY LA ONEESAMA”
“MIRALA QUE PILLINA”

Las risas llenaron el baño de mujeres y, desde el lado de los hombres, Kaien sonrió al escuchar a sus hermanas divertirse entre sí.

Su sección también estaba vacía a excepción de él. El sonido del agua recirculando era relajante, pero ya llevaba bastante tiempo solo como para empezar a exasperarse. Ichigo dijo que no tardaría en unírsele, pero su gemelo parecía haberse quedado atorado en los vestuarios.

Kaien estuvo a punto de ponerse de pie para buscarlo cuando reconoció su silueta asomarse. El vapor era denso y no le permitía ver bien, y cuando Ichigo se acercó lo suficiente fue que notó como venía vestido: Un largo short de baño y una camiseta blanca.

El pelinegro alzó una ceja, pero no dijo nada sino hasta que su hermano estuvo por poner un pie dentro del agua.

“¿Me vas a decir porque estás con tanta cosa encima?” le preguntó. A diferencia del rubio, Kaien solo tenía una toalla cubriendo sus partes nobles “Tu nunca has sido así de pudoroso”
“Creo que me quemé en la ruta de esta tarde y quería protegerme del agua caliente” respondió, pero su hermano negó con la cabeza. Ichigo se llevó una mano a la nuca “Eh… pues…”
“Ichigo” finalmente lo detuvo “¿Has estado haciendo algo nuevo últimamente?”
“¿Qué?”
Kaien sonrió tristemente “En estos días notado cómo te tensas al hacer cosas físicas, y cómo intentas ocultar tus muecas al agacharte o cargar algo pesado. No creas que me puedes engañar” Ichigo tensó los labios y, con duda en el rostro, tomó de su camiseta “Si es algo que no quieres que le diga a nadie puedes contar conmigo”

Ichigo suspiró rendido y le dijo que era un secreto. Y cuando Kaien le aseguró que tenía su palabra fue que el rubio se quitó la camiseta.

“¿Acaso te has peleado con un oso?”
“Cerca” rió su gemelo.

Su torso y brazos estaban llenos de moretones, y Kaien reconoció de inmediato a que se debía tanta magulladura. A diferencia suya, Ichigo nunca se había interesado en entrenamientos y peleas, por lo que jamás pensó ver en él marcas con los que él estaba tan familiarizado.

“Yoruichi es muy exigente. Y muy dedicada. Entrenamos por tres horas, interdiario” le contó Ichigo mientras buscaba un sitio junto a él. Con el secreto fuera, el rubio no escondió el dolor al tomar asiento junto a su hermano. “No es que haya estado muy fuera de forma… pero mejorar mis reflejos, y pelear pues… y ella no tiene misericordia”

Kaien se quedó en silencio e Ichigo continuó.

“Le pedí que me ayudara a entrenar. Con Sayi siendo HiME de nuevo, y tú en Australia, supuse que ayudaría que yo aprendiera a pelear, aunque sea un poco” le contó “Quizás haga diferencia en algún momento crítico”
“¿Y no quieres decirle a nadie?” le preguntó Kaien y su hermano asintió “¿Ni siquiera a Sayi?”
“No, porque me va a prohibir que lo haga. Y yo quiero hacerlo” respondió “Esta vez me gustaría ayudar en algo”
Kaien sonrió “Parece que te has tomado en serio cuando te pedí que la ayudaras”
“Siempre quise ayudar” suspiró el rubio, y su hermano lo miró de reojo “Pero la última vez sentí que no había cupo para mí. Sayi te tenía a ti, y contaba con Bou como su Key. Yoruichi la entrenaba y era HiME. Umi estaba aquí y era HiME también, y aunque Hagu odiara pelear, también tenía poderes y sé que hubiera hecho lo imposible en una situación crítica.”

El agua del onsen corrió entre ambos pero Kaien no interrumpió su silencio.

“Simplemente sentía que habían muchas personas mejor capacitadas para ayudarle, y ese no es el caso ahora. Creo que ahora si tengo que poner de mi parte”
“Si hubiera sabido que los Rebels regresarían probablemente hubiera pensado dos veces más antes de irme a Sydney” dijo, e Ichigo bajó la mirada “O quizás no”
El rubio  lo miró inquisitoriamente “¿Qué quieres decir?” preguntó, y Kaien acarició su cabello torpemente.
“Creo que Sayi no me necesita. En primer lugar porque ella ya sabe pelear” le dijo “Pero también porque sé que tu podrías darle más que de lo que yo daría si me hubiera quedado”
“Pero tú eres más fuerte que yo” comentó el rubio “Aún si entrenara el doble, no hay manera que podría alcanzarte”
“Quizás no ahora, pero quien sabe en un tiempo. O añadiéndole poderes” contempló Kaien “Creo que tú eres la persona indicada para estar a su lado”

Entonces se quedó en silencio y observó a su hermano mirar a la luna. Esbozó una sonrisa al reconocer que ahora tenían algo más en común.
Ichigo suspiró cansado y se dejó hundir en el agua caliente. Solo dejó su cabeza afuera, descansando sobre la baldoza.

“Nunca entiendo a qué te refieres cuando te pones así todo ~misterioso~”
“tl;dr: Sayi te necesita. Eres más fuerte de lo que crees. Vas a estar bien y sigue así” respondió Kaien “Ah y gracias por ayudarla, equis-o-equis-o”
“Te contaré como voy progresando, pero no le digas a nadie” le volvió a pedir
“No lo haré” le prometió su hermano “Y ya que andas entrenando tanto, ¿ya sabes cómo será el asunto de ayudar a las HiMEs? ¿Acaso Miranda volverá a reclutar Knights?”
“No tengo ni la más remota idea” Ichigo se llevó ambas manos a la cabeza “Pero supongo que algo por el estilo pedirá, y quiero estar listo para cuando toque”
“Ya veo”

Las risas de sus hermanastras volvieron a colarse por sobre las paredes de bamboo. Ichigo se preguntó de que tanto se andaban riendo cuando Kaien agregó:

“Pero debes saber que con Miranda nada es como se espera”


Por un momento pensó en darse media vuelta y tomar un taxi, pero algo le decía que necesitaba estar rodeado de gente. De una u otra forma escucharía música, pero el aislarse en un lugar público era diferente a aislarse estando solo, y por alguna extraña razón en ese momento prefería lo primero.

Su celular vibró y en la pantalla bloqueada vio el mensaje de su novia: “¿Ya dejaste a tu amigo en el aeropuerto?”. Ella aún seguía en Seoul, lejos de él y totalmente ajena a su amigo, o mejor dicho Child, y todo lo que esa visita había significado para él. Se recordó responderle una vez llegara a su dormitorio y entonces desbloqueó su celular, dándole play a lo primero con lo que se encontró.

Los vagones se sacudían ligeramente, y la cantidad de gente —un tumulto partiendo del aeropuerto— comenzó a disminuir conforme se acercaban a la zona universitaria. Los aplicados estudiantes de la elitista Universidad de Peking debían encontrarse en sus habitaciones, estudiando a toda máquina antes del inicio de semana. Y normalmente sería uno de ellos, pero esta vez no.

Si alguien le preguntaba cómo había pasado el fin de semana el respondería que bien. Que la había pasado con un amigo de Japón que no veía hace años. Entonces le preguntarían algo más sobre Japón, el tema cambiaría, y el asunto quedaría ahí. Pero no sería así en su cabeza.

El tren se detuvo en una estación y más gente bajó de su vagón. Taikoubou calculó que faltaban tres para llegar a la estación de la puerta del este. Nadie más entró y las puertas volvieron a cerrarse. Adelantó a la siguiente canción, y a los pocos segundos adelanto a otras dos más.

Estaba ansioso.
Jamás pensó que terminaría sintiéndose ansioso luego de ver a Hige. Esperó sentir nostalgia, y así fue, o entristecerse por verlo irse, y así fue. Pero lo que más sentía era una angustia que lo tomaba del cuello y no entendía por qué.

Sentir angustia significaba que esperaba que algo sucediera. Sí, estaba preocupado por Sayi y siempre lo estaría, pero esto era diferente.

► Death Cab for Cutie — I Will Follow You Into The Dark ♫

Continuó saltándose canciones hasta que escuchó un rasgueo muy familiar, y tan inoportunamente oportuno que no pudo evitar sonreír.

¿Cuándo lo había subido a ese teléfono? Era vergonzoso.

Love of mine
Someday you will die
But I'll be close behind
I'll follow you into the dark


No se trataba de ella, y venía recordándose eso apenas vio a Hige. El haber terminado era lo correcto, y aunque estuviera al tanto de ella como un amigo, había decidido mantenerse al margen. Sayi había estado bien con ello, Ichigo y Hige habían estado de acuerdo y hasta Kaien le había dicho que no se preocupara, en una escueta conversación que habían tenido una semana atrás.

No blinding light or tunnels to gates of white
Just our hands clasped so tight
Waiting for the hint of a spark


Pero recordó las fotos de ellos, sin lugar para su ausencia. El cómo Hige pareció desinteresado en juntarlo con Sayi de nuevo, y cómo le molestó el uso de la palabra ‘aún’ cuando el Child le explicó que él ’aún’ significaba algo para ella.

If Heaven and Hell decide
That they both are satisfied
Illuminate the No's on their vacancy signs


En la batalla anterior él había estado en el centro del conflicto y, aún con problemas de por medio, había servido de ayuda en los momentos más críticos.
No como ahora, que lo único que sentía estaba haciendo era protagonizar despedidas.

If there's no one beside you
When your soul embarks
Then I'll follow you into the dark


No era justo. No tenía idea que los Rebels irían a regresar, y de haberlo contemplado probablemente no hubiera venido a Peking. ¿O quizás sí? ¿Le hubiera pedido a Sayi que viniera con él? No había manera de saber cómo hubieran ido las cosas en ese escenario, pero seguramente no se sentiría tan mal como ahora.

Hige había regresado, pero sin Kaien o las otras amigas HiMEs, Sayi estaba sola. No sería fácil para ellos solos lidiar con un Rebel, y aunque eventualmente dejara de ser el Key…

In Catholic school as vicious as Roman rule
I got my knuckles bruised by a lady in black


El tren se sacudió fuertemente y las luces tintinearon. Todos los pasajeros observaron, curiosos, en todas direcciones pero el tren siguió camino como si nada. Taikoubou se vio reflejado en la ventana del vagón. No le gustó su expresión, por lo que respiró hondamente para relajarse. En ese momento escuchó el anuncio de su estación.

And I held my tongue as she told me,
"Son, fear is the heart of love."
So I never went back


Se puso de pie y el vagón volvió a sacudirse. Tomó de la baranda pero de inmediato la soltó al sentir un golpe de estática.
Le restó importancia y esta vez la tomó con firmeza.

If Heaven and Hell decide
That they both are satisfied
Illuminate the No's on their vacancy signs


Lo último que recordó fue un intenso dolor perforarle el brazo, antes de que el vagón saltara medio metro y entonces se desatara la catástrofe.

If there's no one beside you
When your soul embarks
Then I'll follow you into the dark


Solo quedaban unas cinco personas en ese coche, pero el estruendo fue ensordecedor al ser expulsados en todas direcciones. Taikoubou sintió el metal golpear su espalda, brazos, torso antes de golpearse la cabeza con el respaldar de un asiento. Cuando volvió a abrir los ojos, y recuperar norte y sur, se percató que el vagón estaba de costado, con su cuerpo descansando sobre el vidrio quebrado de una ventana.

Se levantó con dificultad y notó a las demás personas en el suelo, también heridas por la pérdida de control del vagón. Las luces de la propaganda tintineaban torpemente, y por las ventanas y puertas se colaban las luces y gritos de la estación de la universidad de Peking.

Al parecer el tren se había descarrilado apenas entrando a la estación, y Taikoubou se preguntó qué pudo haber ocasionado semejante accidente en un sistema tan linear como lo era el metro.

Una persona lloraba por ayuda y Taikoubou se dirigió hacia ella. Estuvo por tomarla en brazos pero entonces se percató de algo increíble: Sus manos brillaban. Estaban envueltas en pequeños fragmentos de luz que tintineaban velozmente. Junto sus dedos y al chocar entre sí, sintió dolor. Estática.

El dolor en su brazo regresó a su cabeza, así como la luz que lo envolvió —lo último en ver antes de ser aventado por los aires.
El accidente cobró sentido y sintió el aire escapar de sus pulmones.

If there's no one beside you
When your soul embarks
Then I'll follow you into the dark


“Ayúdame, por favor” le pidió la mujer.

Pero Taikoubou masculló un ‘no puedo’ y, tambaleándose por el dolor, salió en busca de una salida, lejos del lugar.
« Last Edit: August 13, 2017, 02:20:42 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Sayi

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito al tema en el foro de planeación <3

¡Se vienen un evento pronto así que a echarle ganas!

Y sin más preámbulos~



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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Se acaban las vacaciones (...) *runs against the clock*

25

Flashback


A veces suele ser difícil decir dónde ‘algo’ inicia, debido a que en la vida existen muchas ramificaciones que se extienden y terminan por ocasionar un diverso conjunto de consecuencias.

Sin embargo, el origen de las raíces principales puede resumirse en un primer momento de suma importancia, hace alrededor de once años…

“Quisiera presentarles a su nuevo compañero, Hajime Hinata,” dijo un profesor a su clase de estudiantes de primaria. “Él es un estudiante de intercambio y acaba de venir de Japón para estudiar con nosotros durante este año escolar. Les pido que le ayuden a ubicarse y le asistan con todo lo que necesite.”
“¡M-Mucho gusto!” Hajime dio una reverencia con bastantes energías que reflejaron su inquieto estado de ánimo. Algunos estudiantes se confundieron por esa acción tan ‘extranjera’, al no considerar necesaria esa venia del nuevo compañero de clase.

Se había preparado con mucha anticipación, pero su transferencia seguía siendo demasiado irreal. El año anterior había estudiado con mucho esfuerzo con tal de tener una oportunidad para ganarse una transferencia y beca en una de las escuelas más prestigiosas de Inglaterra, y sorprendentemente, su sueño se había hecho realidad. Desde que tenía uso de razón, Hajime había estado inconforme con su vida. Venía de una familia promedio y de un nivel económico bajo que le había cerrado muchas puertas y aspiraciones. Y quizás todo ello hubiera sido más manejable de no ser porque las personas a su alrededor que compartían sus orígenes se encontraban cómodas de ser ‘el promedio’ y de no tener ambiciones en su vida. A él hasta le habían dicho unas cuantas veces que se tomara las cosas con menos seriedad y que no se esforzara tanto, ya que no tenía tantas expectativas sobre sus hombros.

Pero Hajime siempre lo consideró inaceptable, y sabía que si se esforzaba durante su estancia en Inglaterra podría conseguir grandes oportunidades para él más adelante.

“Hajime, por favor ocupa el asiento al costado de su compañero Nagito Komaeda. Nagito, levante la mano, por favor.”
“Aquí estoy,” un niño de cabellos blancos desordenados que sonreía alegremente llamó la atención del nuevo.
“Tu compañero es el mejor en rendimiento académico de este salón, así que te apoyará con ponerte al día. Él también tiene orígenes japoneses, así que pienso que es la mejor asignación para ti en este momento.”
“Sí, gracias profesor,” Hajime asintió y fue a sentarse al costado de ese chico. Él le saludó discretamente ya que la clase comenzó, así que las introducciones quedarían para después.

Pasaron varias clases hasta que llegó la hora del recreo. Luego de ver a la mayoría de chicos correr fuera del salón, Hajime notó que Komaeda se le acercó.

“Un gusto conocerte también, mi nombre es Nagito Komaeda…” este desvió su mirada y sonrió con torpeza. “…aunque ya lo sabías, ¿cierto? El profesor lo dijo…”
“No hay problema con volverlo a decir. Yo soy Hajime Hinata,” el pelimarrón sonrió. “Más bien muchas gracias por ayudarme.”
“Oh, no me agradezcas. Me da gusto ayudar a alguien, y es especialmente interesante de que seas de Japón,” sonrió ampliamente. “Mi familia es de Japón pero he vivido aquí casi toda mi vida. Sé que pasar tiempo contigo será entretenido.”
“Espero que sí…” Hajime se desanimó un poco y bajó su mirada.
“¿Eh? ¿Estás bien? Dije algo mal, ¿verdad?”
“No, no, no eres tú, es sólo que…” dio un pesado suspiro. “Temo que no voy a ser nada más que una carga para ti. Este colegio es propio de la élite de Inglaterra y países Europeos… y no soy nada más que un chico regular, de clase media…”
“¿Hm?” Komaeda ladeó su cabeza, confundido.
“O-olvídalo, seguro no quieres escuchar mi negativismo.”
“Ehm, Hinata-kun, no lo entiendo. ¿Desde cuando la clase de una persona es lo más importante?”
“¿Eh? Pues…”
“Esto de ‘clase’ no es más que un detalle. O sea, todos nosotros todavía somos pequeños, ¿verdad? Y no es por hablar mal de mis compañeros, pero a veces me da la impresión que muchos chicos aquí son creídos por el nombre de su familia, pero ni se esfuerzan en sus clases, ni son buenas personas como los demás…” él negó con leve frustración. “Es deprimente. Creo que muchas cosas en este mundo que valen la pena se minimizan mientras que muchas otras que están de más se exaltan.”
“Eh…”
“Recién te conoceré, pero siento que eres una de esas personas que no están de más. Te notas muy honesto y auténtico y trabajador. También eres humilde y me das muy buenas vibras,” Komaeda sonrió con certeza. “Y si tuviera que poner mi mano en el fuego por ti, con gusto declararía que tú vales más que un puñado de gente de este salón.”
“O-oye…” Hinata sintió nervios. En medio de la amabilidad del otro chico había detectado una rara vibra, y sólo sería la primera de muchas.
“Dije algo inaceptable, ¿verdad? Perdón, me pasa muy seguido,” Komaeda le restó importancia. “Pero vamos a comer algo. También tengo un amigo a quien presentarte.”

Los dos salieron hacia la amplia cafetería de la institución. A Hajime le tomaría tiempo acostumbrarse a que estaba en una escuela de sólo chicos, pero a poca distancia había una de sólo chicas. Era una de las muchas particularidades que le hacían sentirse en otro planeta.

La cafetería era bien ambientada pese a ser un edificio antiguo y había suficiente espacio para todos. Komaeda llevó a Hajime a la fila de comida donde se sirvieron el menú del día. Durante la espera, el peliblanco le explicó el horario de la escuela, y al salir, este buscó hacia las mesas menos ocupadas. Ahí ubicó a un chico tranquilo y de baja estatura que tomaba su refrigerio solo, y Komaeda se invitó a sí mismo para sentarse frente a él y llamar su atención.


“Hola Solidor-kun,” le saludó. “Te presentó a un nuevo compañero de clase. Él viene de Japón.”
“Ehh, mi nombre es Hajime Hinata, mucho gusto…” este seguía parado agarrando su bandeja al sentir que invadía el espacio del otro. Larsa pareció entenderle.
“Un gusto también. Yo soy Larsa Solidor,” asintió y le sonrió un poco. “No te inquietes por la familiaridad de Komaeda. Los dos somos amigos. Por favor, toma asiento.”
“Claro…” se sentó al costado de Komaeda. Hajime no evitó impresionarse. Ese chico frente a él sí tenía toda la pinta de ser un inglés de clase alta con un comportamiento intachable, a diferencia de Komaeda quien le parecía un tanto raro, y su alocado cabello le daba una pinta a una versión infantil de Einstein, o algo por el estilo.
“Estoy a cargo de ayudar a Hinata-kun con su introducción al colegio, así que los tres podríamos estudiar juntos después de clases.”
“Sí, no veo por qué no,” dijo Larsa.
“Solidor-kun está en otro salón pero los tres vamos al mismo año,” explicó Komaeda. “Somos amigos y rivales en notas, y si te nos unes será aún más entretenido.”
“P-pues…” Hajime se intimidó. En una escuela como esa, tener las mejores notas de la promoción debía ser toda una hazaña.
“Komaeda, no andes inquietando a Hajime, por favor. Él acaba de llegar…”
“¿Eh? ¿Le estoy inquietando?”
“Hajime…” Larsa dio un suspiro. “Te pido que seas paciente con él. Komaeda es una persona de arranques, pero puedes confiar en que te ayudará. Y yo también haré lo que pueda. Puedes contar con nosotros.”
“Muchas gracias, eh, Larsa…” Hajime forzó una sonrisa. Le tomaría un poco de tiempo acostumbrarse a su nuevo ambiente, pero los dos chicos se veían como buenas personas. Por ello, sabía que su inicio en Inglaterra había sido muy positivo.

Los primeros días estuvieron llenos de tareas con tal de alcanzar el mismo ritmo de los demás estudiantes. Hajime se había preparado bastante tanto en estudios como en idioma, pero aun así reconocía la gran exigencia. Aunque con sus dos amigos, seguirle la cuerda a los cursos y levantar su promedio no fue complicado. Sin lugar a dudas, no tardó en sentirse como en casa.

Esa escuela servía también de internado y Hajime vivía en una de las habitaciones individuales, aunque sus dos compañeros vivían cerca, por lo cual siempre regresaban a sus propias casas al terminar el día. Por ello, Hajime tuvo oportunidades de salir del colegio para estudiar en la casa de los dos, y en algunos fines de semana iba a pasear con ellos por la ciudad, o realizar actividades más exquisitas que de no ser por la generosidad de sus amigos nunca habría podido experimentar. Llegó a viajar a otras partes de Inglaterra y hasta tomó clases de equitación en un club cercano al colegio. Se sentía infinitamente en deuda con ambos, quienes rechazaron ese sentimiento e insistieron que estuviera en confianza.

También llegó a conocer a las amigas de sus compañeros, las cuales asistían al colegio de mujeres cercano, y varias veces se encontraban todos a las afueras de ambas instituciones. Luego de las clases, era frecuente que los estudiantes se mezclaran, sea para que los hijos e hijas de una familia esperaran a su movilidad o porque varios chicos o chicas eran amigos o compartían actividades fuera del colegio. Llegó una de esas instancias y Hajime se detuvo con Komaeda y Larsa bajo un farol de la calle, el cual siempre era el punto de encuentro. No tardaron en rodearse de un mar de estudiantes, y la espera no duró mucho cuando la más expresiva de las chicas se hizo notar entre todos los demás, como siempre lo hacía.



“¡Buenas tardes, chicos~♥!” exclamó Dakki feliz de la vida. Ella caminaba con completa soltura como si todo el mundo le diera el pase inconscientemente, y detrás había dos chicas rubias que le seguían de cerca para no perderla.
“Buenas tardes, es un gusto verlas como siempre,” Komaeda fue el primero en saludar, con su cordial sonrisa. “¿Y cuál es el plan de hoy?”
“¡Onee-sama quiere ir al mall! ¡Dice que quiere nueva ropa para hacer ejercicio!” contestó Kibi feliz de la vida y saltando en su sitio.
“No,” sentenció Larsa, entrecerrando los ojos. “Fuimos al mall hace dos días. Tendrás que esperarte hasta la próxima semana, Dakki.”
“Aww, sabía que ibas a decir eso, pero es una emergencia~♥”
“Lo dudo.”
“Me llegó el nuevo catálogo de mi diseñador favorito y simplemente tengo que tener las ropas para mañana. Como chico no lo entenderás, pero es muy importante para mí~♥”
“Tuve razón con dudarlo.”
“Hm…” la pelirrosa hizo un puchero momentáneamente y volvió a sonreír. “Aunque podemos ponerlo a votación, ¿verdad? Además su querido estudiante de intercambio necesita conocer más pop culture y el mall es perfecto,” ella miró a Hajime, quien se inclinó hacia atrás por la repentina atención. “¿No es así, Hajime? Podría atreverme a comprarte algo si me apoyas~♥”
“N-no quiero meterme en esto, por favor…” él le miró con incomprensión y negó.
“¡Pero yo también quiero ir al mall!” reclamó Kibi. “¡Onee-sama me ha dicho todo lo que podemos hacer y estoy convencida con que es el mejor día!”
“B-bueno, yo estoy feliz con lo que decidan,” Komaeda sonrió incómodo. “No quisiera imponer nada a individuos tan brillantes como ustedes. Puede que sea pronto ir al mall, pero sólo quiero hacerles felices.”
“Aw, gracias Ko,” Dakki le dio un guiño.
“A-aunque…” la tercera chica, una mucho más tímida que todos los presentes, se atrevió a tomar la palabra con algo de temor. “En pocos días nos tocan las primeras evaluaciones del año… ¿no sería mejor que estudiemos desde ya?”
“Hm, es verdad…” Hajime se puso a pensar.
“No, no, mi querida Ayesha,” Dakki le abrazó de costado como quien agarraba a su muñequita favorita de porcelana. “Es el mejor momento para relajarnos y no estresarnos con lo que viene. Además vas a estar bien. Tienes el mejor promedio de toda nuestra promoción. Te irá excelentemente, tengo fe en ti y te haré barra~♥”
“¡Sí!” Kibi se emocionó. “¡Hurra, Ayesha, hurra!”
“Ehh… p-pero sólo se puede mantener un buen promedio estudiando…” ella se inquietó.
“Estoy de acuerdo, pero ya es evidente que no podremos cambiarles de parecer,” Larsa negó. “Está bien, pero iremos únicamente a esa tienda y a lo mucho pararemos a tomar un refrigerio en un puesto de comida, ¿han entendido?”
“¡Por supuesto!” Dakki pasó a chocar sus manos con Kibi en señal de victoria.
“Luego podemos iniciar con los estudios en mi casa,” Larsa notó desgano en las dos. “Será sólo por una hora, lo prometo. Hay que comenzar despacio.”
“Bueno, pero no seas abusivo, onii-chan,” Kibi le miró suplicante.

Todos comenzaron a caminar hacia la zona de valet donde les esperaba la limosina de la familia de Dakki. Mientras andaban, Hajime volvió a notar cómo tanto chicos como chicas se volteaban a mirarles. Después de unos encuentros de ese tipo, fue fácil concluir que dirigían su atención a Dakki. Ella sin duda tenía una apariencia y presencia impecables y envidiables, y Hajime había escuchado a varios chicos en su colegio hablar sobre ella casi como si fuera una diosa, pese a que tenía gran fama de rechazar a todos sin vergüenza e irse con la frente en alto. Fue evidente que muchos chicos los envidiaban por ser sus amigos, sobre todo considerando que la hermosa y despampanante pelirroja dedicaba toda su atención al raro peliblanco, a un enano y al nuevo a la escuela. Hajime simplemente rodaba los ojos. No entendía la actitud de esos chicos.

Pasaron un resumido pero agradable rato en el mall. Como acordado, fueron de frente a la tienda de interés de Dakki, y los demás aprovecharon el camino a la tienda y de regreso para distraerse con los kioscos y otras curiosidades, además de regresar a la limosina con crepes y limonadas. Ayesha aprovechó para comprarse utensilios para sus clases y unos regalos para su hermanita que todavía estaba muy pequeña para asistir el colegio.

Con el paseo terminado, fueron a la residencia de los Solidor. Este lugar no dejaba de ser increíble para Hajime. Era como entrar a un palacio, el terreno era gigante con jardines perfectamente cuidados y una enorme densidad de árboles que le daban la impresión de que era fácil perderse en medio de estos. Siempre había sentido curiosidad de adentrarse pero sólo había llegado a conocer la entrada principal, el comedor, la cocina y una biblioteca donde estudiaban.

Había pasado la media hora, y para ‘celebrar’ el esfuerzo, Larsa y Ayesha se excusaron para ir a traerles algunos bocadillos. Si bien Dakki les recordó que había sirvientes, ninguno de los dos era del tipo que le gustaba dar trabajos ‘triviales’ a subordinados si se podía evitar. Ya iban a ser casi diez minutos desde que se fueron, lo cual fue extraño porque la cocina, si bien estaba en el piso inferior, era muy cercana a la biblioteca. Kibi sin duda lo notó antes que los demás.

“Onii-chan y Ayesha se están tardando mucho…” hizo un puchero.
“Tranquila Kibi, estarán de vuelta dentro de poco,” Dakki sonrió radiantemente. “Te apuesto a que estuvieron por venir pero Ayesha se tropezó espectacularmente y estropeó todo su arduo trabajo como siempre~♥”
“Eso es cruel…” Hajime le miró con desapruebo.
“¡Ohohoho, sólo digo una muy posible hipótesis~♥!”
“Esperemos que no. Nuestra amiga es muy poco segura de sí misma,” Komaeda sonrió con leve tristeza. “Temo que termine por lastimarle pese a su buena fe.”
“…” Hajime se levantó. Necesitaba un descanso. “Iré a revisarles y ayudarles. Seguramente los dos tratarán de traer varias cosas. No me tardo.”

Se retiró luego de insistirle a Komaeda que no se distrajera en acompañarle y que siguiera estudiando. Su amigo siempre le daba mucha atención, tal vez demasiada al punto en que le cansaba un poco.

Al salir de la biblioteca pudo dar un respiro. Ya había tenido que estudiar bastante para estar al día, y pese a que el estudio de esa tarde iba a ser poco, continuaba sin descansar propiamente. Le tocaba dar un esfuerzo para las evaluaciones de la próxima semana, y luego podría darse una merecida pausa. También se le complicaba concentrarse cuando estudiaba con más personas, especialmente con Dakki y Kibi ya que ellas solían distraerse y distraer a los demás.

Tomó las escaleras principales al primer piso. La cocina no estaba muy lejos de la entrada a la residencia y el camino solía ser tranquilo y desértico, con la ocasional vista de un sirviente a lo lejos, sólo que esa vez iba a encontrarse con un par de personas imponentes.

Comenzó a bajar las escaleras, cuando en eso vio al señor y dueño de la casa caminar hacia la salida, dándole la espalda. Este venía con un acompañante, otro hombre de su misma edad que tenía una apariencia impecable y gélida. Hajime se detuvo al no querer interrumpir su conversación y esperar pasar desapercibido.

“Ha sido agradable verte después de tanto tiempo, Keithgriff,” dijo el señor Solidor a su viejo amigo.
“Vine por pocos días a Inglaterra, pero supuse que lo aprovecharía,” este se detuvo un momento antes de salir por la puerta. “Cierto, estuve en Rizembool hace tres semanas para una breve reunión y presencié a tu hijo mayor,” le miró de reojo, inmutado. “Se está desempeñando tal y como lo imaginaba, como estudiante, como Rebel.”
“No esperaría menos de él.”
“Ciertamente. Estoy informado sobre aquel inconveniente con tu sobrino, y su caída fue lamentable. Debe ser reconfortante saber que su caso fue sólo uno de muchos entre tus allegados.”
“Aprecio tu consideración,” le conocía bastante bien para saber que Keithgriff le había dedicado una muy fría, aunque honesta, empatía con sus palabras. “Pero mis hijos están mejor preparados para el rol. No caerían víctimas tan fácilmente.”
“Y pensar que personas de procedencia occidental como nosotros nos veríamos involucrados con una institución del Japón…”
“Son quienes han mostrado más progreso y ambición. Fue inevitable.”
“…” Keithgriff siguió caminando. “Me retiro. Dale mis saludos a tu hijo de mi parte.”

El visitante se retiró y el dueño de casa regresó hacia el interior sin percatarse de la presencia del menor en las escaleras. Hajime se había quedado con varias dudas luego de oír esa conversación. Rizembool… había oído ese nombre anteriormente cuando estuvo buscando los institutos de mejor reputación en su país de origen, pero entre lo poco que había averiguado también oyó extraños rumores. Y esas palabras de los mayores, sobre todo aquel detalle sobre ‘caer víctimas’ le trajo escalofríos. Se quedó pensando, pero en poco rato, las personas a quienes había estado buscando se aparecieron ante él con los bocadillos y bebidas.

“¿Hajime?” Ayesha le miró confundida. “¿Estás bien?”
“A-ah, perdón Ayesha, me distraje,” este sacudió su cabeza con fuerza. “Más bien les había ido a buscar por si necesitaban ayuda, perdón…”
“Está bien,” Larsa le restó importancia. “Nos tardamos porque las empleadas habían puesto los bocadillos en otro lugar así que tuvimos que buscarlos. Espero que los demás no anden impacientes. Bueno, sé que Kibi ya lo estará…”
“Larsa, una pregunta…” al final, no pudo ahorrarse la curiosidad. “Acabo de ver a tu padre despedirse de un conocido, y los dos hablaron sobre Rizembool.”
“…” tanto Larsa como Ayesha se sorprendieron un poco e intercambiaron miradas.
“Sé que es una escuela en Japón. ¿Acaso vas a estudiar ahí? No sé por qué… pero sonó peligroso por lo que oí…”
“Ehm…” Ayesha tomó la palabra con leve inquietud. “E-en verdad yo no sé mucho sobre ello, pero es un tema algo incómodo… nuestros amigos todos tienen conexiones con Rizembool, y puede que Larsa y Nagito estudien la secundaria allá.”
“Es lo más probable…” Larsa negó.
“¿En serio?” Hajime no supo qué decir, aunque terminó por alegrarse un poco. “Eh, ojalá esto signifique que nos volveremos a encontrar. No creo que pueda quedarme en Inglaterra pasado este año.”
“Siendo sincera, yo también me estoy yendo al terminar el año escolar…” Ayesha bajó su mirada. “Debo seguir con mis estudios en otro país. Mis familiares todavía no se deciden dónde, pero dicen que he pasado mucho tiempo en Inglaterra.”
“Vaya, es una lástima…” Hajime se incomodó. Aun así, consideraba que su situación era distinta. Su amiga felizmente contaba con la fortuna de seguir estudiando y desarrollarse en un alto nivel, mientras que él regresaría a su vida común y corriente. “Al menos hay que mantenernos en contacto.”
“De todas formas,” Ayesha asintió repetidamente.
“Nos están esperando en la biblioteca,” les recordó Larsa.
“Y Larsa… sobre Rizembool…” Hajime desvió su mirada al entender que no era el tema más sencillo, pero decidió evitar lo más raro del asunto. “He oído que es un excelente instituto. ¿Me lo recomendarías como un buen lugar donde llevar mis estudios superiores?”
“Para carreras orientadas a las ciencias y tecnología, es una excelente elección,” le contestó sin rodeos. “Siempre y cuando tu interés esté únicamente en el estudio, no tienes de qué preocuparte con Rizembool.”
“Y-ya veo…” sintió algo de nervios por esa descripción.
“Pero conociéndote, dudo que tenga que preocuparme por ti, así que tranquilo.”

La conversación sobre ese tema duró poco y Hajime optó por no insistir, aunque Rizembool le continuó llamando la atención por su reputación y como el lugar que sus amigos podrían terminar asistiendo.


Pasó la semana de las primeras evaluaciones, y Hajime le preguntó a Komaeda sobre Rizembool. Había esperado algo similar a lo que le había dicho Larsa, pero como el peliblanco le había agarrado confianza, terminó por decirle mucho más de lo debido.

Era el inicio de un recreo y Larsa salía de su salón junto con otros chicos, con quienes se estaba poniendo de acuerdo para un proyecto en conjunto.

“Listo, entonces yo haré la investigación sobre los acontecimientos de esa época,” dijo un chico.
“Yo buscaré información sobre las leyes y tratados con otros países,” dijo otro.
“Seguiré con el estudio de la realeza e intentaré complementar sobre otros posibles temas de interés,” informó Larsa.
“Tenemos que quedar de acuerdo sobre cuándo reunirnos para hacer el trabajo…”

“¡Larsa!” Hinata llegó corriendo hacia este, jalando a Komaeda de la muñeca.
“¿Hajime?” el dirigido se confundió. Se le notaba muy alterado y no entendía por qué jalaba al otro.
“¡Tenemos que hablar!”
“Claro, un momento que estoy viendo sobre…”
“¡Ahora!” este no se hizo esperar y le agarró con su otra mano para irse corriendo con los dos.
“¡T-tranquilo!” al final sólo le tocó seguirle. Apenas le alcanzó para decirle a sus compañeros de trabajo que definirían los detalles después.

Hajime los llevó a un pasillo exterior entre dos edificios de clases que a esa hora estaba vacío. Ahí tomó aire, al igual que Komaeda quien se había cansado por toda la corrida, y finalmente procedió a explicarse ante Larsa. Sin lugar a dudas, este se sorprendió de que Komaeda haya decidido ser honesto sobre el lado más oculto de Rizembool.

“…” Larsa dio un suspiro.
“¿Entonces es verdad? ¿Rizembool entrena a chicos para pelear contra las estudiantes de Hanasaki? ¿Y esas batallas resultan con frecuencia en la muerte de uno de los dos?” Hajime se quedó sin palabras al notar que Larsa no se molestaba en desmentirle. A su costado, Komaeda le sonreía con leve incomodidad.
“Hinata-kun, ya te lo repetí muchas veces, ¿por qué insistes en darle vuelta al asunto?”
“Así que no me mentías… ¿qué demonios…?”
“Es la verdad, no lo puedo refutar,” Larsa miró a Komaeda. “En teoría, no deberías saberlo a menos que estés en una de las dos escuelas. No es por justificarlo ni mucho menos, simplemente es mejor mantener a la menor cantidad de gente informada porque es un tema sensible, y lo mejor no es meterse en el asunto de las escuelas, sobre todo no meterse con Rizembool.”
“Un punto de vista algo sorpresivo para un allegado de Rizembool,” Komaeda sonrió.
“Sólo estoy siendo realista,” comentó Larsa, inmutado. “Hanasaki siempre se ha mostrado más prudente y menos interesado en inquietar a quienes no están envueltos en el conflicto.”
“Bueno, tienes razón.”
“¿Y acaso… ustedes dos piensan ser estos estudiantes, estos ‘Rebels’?” preguntó Hajime, incómodo.
“Pues…” el peliblanco levantó su mirada y que quedó meditando un poco, para sonreírle con tranquilidad. “Como un allegado a Rizembool con información sobre la pelea, tendría mucho sentido que lo fuera, ¿verdad?”
“¿Qué?”
“Especialmente Solidor-kun por venir de un linaje de Rebels.”
“¿H-hablas en serio?”
“Hajime…” Larsa se frustró bastante por la ligereza con la cual Komaeda trataba la situación. Sería normal entre los dos, pero no con un tercero que recién se había enterado. “Te aseguro que no tengo intenciones algunas de seguir con mi tradición familiar. Estaré conectado al caso, pero también tengo mis propios problemas con la batalla entre las dos escuelas.”
“P-pues sí, es de locos,” Hajime no borraba su escepticismo. “¿Y cómo así empezó todo?”
“Esta rivalidad se ha mantenido varios años,” contestó Komaeda. “Si no me equivoco, ya debe estar cerca del siglo.”
“¿Pero por qué?”
“Lamentablemente no tengo una respuesta para eso…” Larsa desvió su mirada. “Debe sonar muy irracional, pero es casi una certitud de que Hanasaki y Rizembool sean enemigos. Las guerras pueden tener algún detonante lógico o razonable, pero la razón nunca dura y es fácil perder el control. Diría que eso ha pasado aquí.”
“¿Tú lo crees, Solidor-kun?” Komaeda sonrió. “Yo más bien pienso que esto tiene razón de ser, y como es Rizembool el incitador, son ellos quienes lo mantienen en control. Pienso que esta guerra es muy útil.”
“¿Qué dices?” Hajime se indignó.
“Hinata-kun, quisiera pedirte que no reacciones así,” Komaeda sonrió incómodo y levantó sus palmas para indicarle que se tranquilizara. “Siento que es esta guerra lo que ha hecho que tanto Rizembool como Hanasaki sean lo que son.”
“Debes estar bromeando. ¿Cómo dos instituciones de tanto renombre se rebajarían a llevar una guerra entre sus estudiantes sin sentido por tantos años?”
“Lo podrás ver como una situación peligrosa y lamentable, pero…” Komaeda lo meditó un poco. “¿No crees que el renombre de ambas escuelas salió desde la misma guerra que tanto condenas?”
“¿Qué?”
“Lamento decir que pienso lo mismo que Komaeda, a cierta medida…” Larsa dio un suspiro. “De no haber guerra, Rizembool no se habría convertido en un lugar de tecnología avanzada, y Hanasaki no hubiera incrementado su reputación y recursos. No es por decir que la guerra es una excusa para la mejora de las instituciones. Es probable que, más bien, el resultado de tanto sacrificio ha llevado indirectamente a las dos escuelas a lograr mucho con el paso de los años.”
“Precisamente,” Komaeda asintió. “Es muy posible que no lo entiendas, Hinata-kun, pero este evento ha resultado ser muy importante, y considero que existe un valor grande en participar en esta guerra. Mucho se puede crecer y cultivar en medio de una situación tan terrible e incierta…” pese a sus palabras, el peliblanco se mostró genuinamente feliz y dichoso, y levantó su mirada al cielo como quien deseara acaparar esa verdad tan cierta y poderosa. “…es el verdadero valor de vivir… pelear, sacrificarse, darlo todo y más, aun si es para algo que parece que no vale la pena… lo importante es intentar y crecer en el intento… cultivarte a ti mismo y convertirte en un equivalente a la esperanza que este mundo tan cómodo y práctico necesita con urgencia… vivir más que los demás y aprovechar lo que te rodea para realmente desarrollar un talento, una vocación… ser alguien que en verdad vale la pena existir…”
“…” Hajime mostró preocupación por esas palabras, pero no evitó quedarse mínimamente cautivado por unas palabras que salían de casi otra especie humana. Sin embargo, el mensaje extrañamente resonó dentro de sí mismo, por más que no estaba de acuerdo con este…
“…” Larsa miró a Komaeda de reojo, inmutado. Notó al otro incómodo, así que decidió cortar con el momento. “Si no suena a algo acorde contigo, no tienes por qué sumarte a la reflexión de Komaeda. Tanto él como yo le vemos un valor a la guerra por cómo Rizembool ha realizado tantos avances con el paso de los años. Es posible que pensemos así por nuestro círculo. Pero los dos somos personas distintas y con planes diferentes, y por más que le encuentre cierto valor al conflicto, sigo pensando que es una actividad condenable, ya que las personas que se involucran con frecuencia terminan perdiendo, o con una victoria amarga,” desvió su mirada. “Por mi familia, sé diversas historias sobre qué envuelve ser un Rebel.”
“…” recordó al padre de su amigo hablar con ese otro señor. Pudo entender que el hermano mayor de Larsa era un Rebel en la actualidad, y que al parecer un primo de él había caído víctima en el pasado. ¿Eso significa que había perdido su batalla? Sintió gran curiosidad, pero optó no preguntarte, y le sorprendía que su amigo se mantuviera tan tranquilo y serio como era de esperarse de él, pese a la conversación que tenían. Se le hacía casi irreal.
“We agree to disagree, así de simple,” concluyó Komaeda, sonriendo. Su relajado punto de vista despertó a Hajime, quien pasó a molestarse.
“No, no es así de simple. ¿Cómo puedes tomarte un conflicto que pone en peligro la vida de personas tan a la ligera? ¡Más te vale que no andes pensando en ser un Rebel!”
“Pensé que me había explicado bien…” Komaeda se desanimó un poco. “Aunque lo más probable es que no resulte siendo un Rebel. Soy un poco débil y enfermizo. Rizembool preferiría reclutar a alguien más que a mí, muy probablemente.”
“Y ahora te ves triste…” Hajime negó exasperado. “Ni se te ocurra hacer algo así, Komaeda, ¿has entendido? Y lo mismo va para ti, Larsa.”
“Por mí no te preocupes…” contestó este.
“No quisiera ser descortés, pero esa sería mi decisión, Hinata-kun…”
“¡Al diablo con tu decisión!” exclamó harto. “¡Lo digo por el bien de los dos! ¡Si se involucran en esta pelea, es demasiado probable que ni salgan vivos de la misma! ¡Y aun si ese no es el caso, será una experiencia horrible! Los dos son mis amigos y sería terrible si algo les fuera a ocurrir. Tampoco quiero ni imaginar que se prestarían para lastimar a una persona inocente sólo por una ‘tradición’. No puedo creer que anden viéndole el lado bueno a algo tan condenable y considerando en participar,” negó y bajó su mirada. “Ustedes dos tienen tanto por delante… ahora no me dejaré de preocupar por ustedes.”
“¿Preocuparte?” Komaeda se quedó en blanco. “¿Por qué?”
“¿A qué viene esa pregunta?” Hinata le miró como un bicho raro. “Dirás cosas raras y a veces me darás extrañas vibras, pero somos amigos. Y temo que tu forma de ser te termine metiendo en problemas. Así que por favor no hagas nada extraño. No pienses que tu vida se debe prestar a un juego retorcido como ese.”
“Hinata-kun…” curiosamente, Komaeda se mostró conmovido por sus palabras, y luego de la sorpresa, adoptó una expresión de culpa y autodecepción con una débil e inquietante sonrisa. “Que Hinata-kun juzgue que mi vida posee tanto valor… también que se preocupe por mí… es tan… inesperado…”
“O-oye…” Hajime le miró con incomprensión y ligero nerviosismo.
“Me pregunto cómo así habré inspirado esta empatía. Cómo un ser tan repulsivo y desmerecedor como yo demandaría aun inconscientemente este sentimiento…” Komaeda levantó una palma frente a su visión y la miró con frustración y tortura, mientras sonreía con autolástima. “Hinata-kun se ha sentido miserable por nuestra culpa, ¿no es así? ¿Cómo puedo pagar por esto? Recibir esta consideración…” comprimió su palma con tanta fuerza que hizo sobresaltar a Hajime. “¿Acaso es real?”
“K-Komaeda, ¿estás bien?” Hajime estaba por irse a la enfermería a llamar por ayuda ya que el peliblanco parecía encontrarse al borde de un mental breakdown. Larsa le agarró de un hombro para detenerle.
“Dale un poco de tiempo,” este dio un suspiro y negó repetidamente. “Está feliz, es mejor que te acostumbres a verle así.”
“¿E-ehh?”
“Hinata-kun,” Komaeda bajó su tensión y sonrió a su amigo con alegría. “Tus palabras han significado mucho para mí, aun si pienso que has sido demasiado amable con alguien como yo.”
“No te entiendo…” este hizo lo posible por relajarse e ignorar el raro comportamiento de su amigo. “Tú has sido quien se ha tenido que molestar en guiarme por el colegio y ayudarme con los estudios y otros quehaceres desde que llegué. Más bien estoy en deuda contigo.”
“No, mi labor es completamente esperada por ser a quien el profesor escogió para asistirte,” el peliblanco mostró un semblante iluminado de energías y buenos ánimos. “Lo mejor sería que vayamos a comer. El recreo no durará mucho más y lo mejor es comer con calma.”
“Es un buen punto, vamos,” dijo Larsa.
“Cierto, espero que las líneas no hayan crecido mucho en la cafetería,” dijo Hajime.
“Si esperar por tu turno es una gran incomodidad, puedo gustosamente conseguir tus alimentos mientras nos esperas en la mesa, Hinata-kun,” se ofreció Komaeda.
“¿Qué dices? Por supuesto que no te pediría eso,” le miró con incomprensión.

La conversación terminó, y ese fue el inicio de la presencia de Rizembool en la vida de Hajime. Decidió averiguar más del instituto en sí, y efectivamente, era renombrado en ciencias y tecnología a nivel mundial y poseía conexiones con otras instituciones en otros países y diversos estudios reconocidos. Se preguntaba cuántos sabían sobre la verdad. Continuaba sin creerlo del todo, aunque dudaba que alguien como Larsa fuera a participar en una broma de ese tipo. La secundaria le daba muy malas vibras, pero sus logros eran evidentes, y muchos estudiantes que salían de esa institución tenían un brillante futuro. Contra su propio juicio, ya deseaba poder ingresar a esa secundaria, especialmente si sus dos amigos iban a estudiar en el mismo lugar.


El año escolar continuó con su curso, y lo que había iniciado como días trascendentales en un mundo idóneo se volvió en una rutina que avanzó más rápido de lo que hubiera querido. Pasados los primeros exámenes, Hajime continuó con las clases y viendo a sus amigos durante y después de clases con completa naturalidad. Las estaciones cambiaron y otras pruebas se rindieron, y repentinamente, se dio cuenta que apenas le quedaba un mes antes del fin de año escolar, luego del cual debía regresar a Japón. La realización le golpeó con frialdad y dureza, ya que no podía visualizarse de regreso en su previa escuela y tener que despedirse de sus amigos. Ver a sus padres era un consuelo, aunque había estado hablando con ellos casi todas las noches. Hajime sabía que ya le habían apoyado bastante desde su tierra natal, y luego de esta primera afortunada experiencia, le tocaba esforzarse y lograr una oportunidad similar a futuro.

La convivencia con sus amigos le dejó notar que estaban en un nivel distinto, pero no por el estatus social. Eran personas disciplinadas y seguras de lo que querían hacer en sus vidas. Y además de sus buenos rendimientos en clases (a excepción de Kibi, quien recibía mucha tutoría de Ayesha), los allegados a Rizembool demostraron gran destreza en artes marciales y esgrima. Incluso Komaeda, pese a que su nivel era más bajo por ser muy débil físicamente. Aquellas disciplinas eran una consecuencia de aquella injustificable guerra entre Hanasaki y Rizembool, pero no por eso dejaba de ser impresionante.

Por todo ello, Hajime no evitaba sentirse como un poco apartado de ellos, diferente, hasta inferior a ellos, y realmente esperaba cambiarlo.

Era una tarde en medio de las últimas semanas de clases, y mientras la mayoría tenía que asistir a entrenamiento, Hajime fue a una biblioteca en la ciudad para estudiar junto con Ayesha. Su amiga era también ajena a Rizembool, además de ningún interés en esa institución. Debido a ello, el chico había terminado comentándole sobre sus inquietudes en distintas ocasiones, por ser alguien neutral y paciente quien le podía ofrecer una perspectiva adicional.

“Es verdad, Dakki me había comentado que tenía entrenamiento en la tarde,” Ayesha se puso a pensar con leve confusión. “Pero no supe si se refería a su práctica de basketball, o vóley, o lacrosse, o esgrima. O quizás equitación aunque eso lo deja para el fin de semana…”
“Sí que está metida en muchos equipos, con razón los profesores y estudiantes la aman,” Hajime se sorprendió.
“Dakki es una persona muy capaz, y lo mismo puedo decir de todos mis amigos,” Ayesha sonrió ampliamente. “Incluyéndote a ti.”
“Ehh, ¿en serio?”
“Claro que sí. Te adaptaste casi de inmediato a Inglaterra y estás entre las mejores notas pese a que el inglés no es tu idioma natal. Simplemente hay algo muy genial en tus aspiraciones y ánimos y eso lo aprecio mucho en ti.”
“Eh, gracias, es bueno oírlo…” se quedó en blanco.
“¿Te sientes bien? Te noto un poco ausente y pálido…”
“Estoy bien, es sólo que…” bajó su mirada. “Ya no me queda mucho tiempo, y temo que regresar signifique el final de mi trayectoria. Quiero seguir desarrollándome y teniendo grandes oportunidades, pero… no lo veo posible en mi lugar. Aunque este año siempre fue un sueño inalcanzable, y algo que nunca hubiera obtenido sin suerte… no sé si estaré deseando más de lo que me corresponde…”
“N-no pienses así, Hajime,” Ayesha se alarmó y negó repetidamente. “Eso no es verdad. Todos somos iguales y todos debemos gozar de lo que tenemos. También está en nuestro derecho desear y apuntar al futuro porque somos humanos.”
“Pero…”
“Y estoy muy segura que tú vas a llegar lejos. Eres muy capaz, y por encima de todo, realmente lo quieres. Tus ganas y tus metas te harán levantarte, lo único que necesitas es confiar en ti,” ella le miró decidida. “Yo veo a una persona muy hábil y con muchas cualidades frente a mí, y es por eso que lo digo. Quiero que tú la veas también.”
“Ayesha…” Hajime se sorprendió un poco.
“Y es lo que hay adentro lo que vale más que lo demás.”
“Tienes razón…” eran palabras ya muy conocidas y que todos en algún momento habían oído, pero no siempre era simple internalizarlas. “Gracias…”
“Seguramente te sientes inferior que los demás porque ellos son excelentes en muchas cosas a la vez, ¿no es así?”
“¿Eh? Pues…”
“Lo sé, he estado ahí y te entiendo…” la rubia le sonrió comprensivamente. “Larsa y Nagito son extremadamente inteligentes y personas muy amables que también tienen la afiliación a Rizembool, lo cual los fuerza a salir de su zona de confort y entrenarse para ser Rebels. Dakki también sigue entrenamiento pese a ser una chica, y además de sus buenas notas y grandes dotes deportivos, tiene mucha habilidad artística. Kibi sin duda sigue a su onee-sama de cerca, y aunque no llega a su altura, también tiene sus propias cualidades. Los quiero mucho a todos y sé que los extrañaré cuando me vaya, pero hay veces en que me he sentido como una sombra en comparación con ellos.”
“…”
“Pero ya no dejaré que eso me moleste,” Ayesha sonrió decidida. “Porque somos personas muy distintas y yo tengo mis propias cualidades. No pienso deprimirme o envidiarles. Estoy feliz reconociendo lo geniales que son y admirándoles por todos sus logros, porque sé que nada de lo que ellos tienen fue obtenido con facilidad. Y es lo mismo conmigo, ya que mis notas fueron logradas con mucha dedicación. Siempre me sentiré contenta conmigo misma por lograr tanto y continuaré con mi camino para ser una gran científica y una hermosa y delicada dama uno de estos días, y a la vez, admiraré la fortaleza e independencia tan impecables de Dakki. Somos distintas, pero como seres humanos, somos iguales y somos individuales. Y me encanta la individualidad de cada persona que conozco.”
“…”
“Y espero algún día conocer al tipo de persona que tú resultarás ser. Tú no eres Larsa ni Nagito, no tienes la afiliación a Rizembool y no vives en Inglaterra, y por ello es muy emocionante pensar en lo que lograrás. Serás alguien distinto a ellos, pero igualmente admirable y respetable, y alguien con quien tú te puedas sentir a gusto,” Ayesha sonrió. “Y como nuestros amigos tienen pensado estudiar en Japón en unos años, espero poder darles el alcance y todos volveremos a estar juntos.”
“Ayesha…” Hajime se sintió comprendido. Se le había hecho un nudo en la garganta al mismo tiempo en que un incómodo peso se le había quitado de encima. Él se incomodó al ver que a la otra se le llenaron los ojos con lágrimas. “A-Ayesha, ¿estás bien?”
“P-perdón, yo también estoy triste por irme,” ella sacó un pañuelo y se secó las lágrimas, para sonreír con torpeza. “Este tiempo ha sido tan divertido y pronto nos despediremos todos. Pero con más razón hay que esperar al futuro, ¿verdad? Porque estoy segura que nos volveremos a ver, y lo esperaré con ansias.”
“Yo también, y gracias, muchas gracias por tus palabras,” él sonrió con ánimos. “Tienes razón, no debo compararme. Apuntaré a ser yo mismo y lograr mis metas, y en el camino seguro me definiré también, independiente de los demás. Y sí, nos volveremos a encontrar.”
“De todas formas,” ella se tranquilizó.
“Pero…” Hajime dio un suspiro. “Por todo el asunto de Rizembool, no puedo evitar preocuparme por los demás.”
“Yo también. Querré estudiar en Japón eventualmente, pero nunca me uniría a Rizembool ni a sus afiliados. No confío en esa institución y sólo deseo fervientemente que mis amigos estén bien y no se metan en ningún problema…” bajó su mirada, meditativa. “No puedo elegir qué hacer por ellos, pero les deseo bienestar.”
“Sí, lo mismo digo.”
“¿Y tú estarías interesado en unirte a Rizembool?”
“¿Eh?” esa pregunta le agarró de sorpresa. Notó a la otra interesada, así que tuvo que contestar. “Nunca aprobaré la pelea ni el rol que se espera de nuestros amigos… pero reconozco que Rizembool es una institución que ofrece bastante a sus alumnos, y me parece el lugar que me traería más cerca de Inglaterra y de un futuro brillante.”
“Ya veo…”
“Pero aparte de eso,” él sonrió un poco. “Si Larsa y Komaeda van a estudiar ahí, quisiera unirme a ellos y volver a compartir clases y tiempo libre. Eso se me hace más importante ahora.”
“Lo entiendo,” Ayesha sonrió. “De estudiar en Japón, probablemente terminaría en Hanasaki por su nivel, sólo deseo que mi hermanita esté a salvo de cualquier problema. Ella me acompaña a todos lados.”
“Cierto, aunque la pequeña siempre me ha parecido muy despierta, seguramente sabrá cómo mantenerse a salvo.”
“No lo sé…” la rubia mostró gran inquietud y desvió su mirada. “Tiene apenas dos años y ya se trepa los cajones de la cocina para comerse azúcar y sal puras. También aprendió a desarmar su corralito y el otro día se escapó al parque frente a mi casa e intentó trepar un árbol.”
“¿E-en serio?” el chico se asustó.
“Es despierta pero temo que eso termine haciéndole daño…”
“T-tranquila, la pequeña te quiere mucho y seguramente seguirá todas tus indicaciones,” Hajime sonrió con torpeza, intentando calmar a la otra.
“Espero que sí,” ella agarró un pendiente de fotos que colgaba de su cuello y lo abrió. Ahí tenía un par de fotos de su hermanita. Una bebé de dos años que no había sacado el mismo cabello resplandeciente de su hermana, pero poseía unas orbes verdosas muy cautivadoras. En las mismas fotos, se notaba que era una pequeña muy despierta y activa.
“Espero poder ver a Nio de grande, sé que será tan encantadora como tú.”
“Qué cosas dices,” Ayesha se ruborizó un poco y sonrió feliz. Regresó a mirar las fotos de su pequeña engreída y dibujó una sonrisa maternal en su rostro. “Va a ser la más hermosa, delicada y amigable damita, estoy completamente segura, y la criaré bien para darle el mejor futuro.”
“Estoy seguro que lo harás,” los padres de Ayesha habían fallecido poco después del nacimiento de Nio, y por ello, la mayor había tomado casi un rol de madre con su hermanita. Las dos eran las herederas de su familia, pero como todavía eran pequeñas y tenían mucho por delante antes de tomar las riendas de sus asuntos, sus otros familiares se encontraban supervisándoles y encargándose de todos los deberes. Ayesha normalmente oía las recomendaciones de su abuelo, quien era el que decidía los estudios y vivienda de sus nietas, aunque por tener que encargarse de diversas responsabilidades como el líder de todas las ramas de la familia, casi no tenía tiempo para ver a las pequeñas. Debido a eso, Ayesha era muy apegada a su hermanita, y la bebé también le quería mucho y con frecuencia no paraba de abrazarle por horas cuando esta la recogía de la guardería después de clases.
“Y definitivamente haré que Nio te conozca, sé que le caerás muy bien. Vas a ser como un hermano mayor para ella, al igual que Larsa y Nagito,” la rubia asintió varias veces. Ella siempre se animaba mucho cuando mencionaba a su hermanita.
“Seguramente…” la mención del futuro y de pensar en esa pequeña crecer le dio ciertas esperanzas a Hajime. Tal y como Nio tenía toda su vida por delante, él también seguía joven y con un sinfín de oportunidades que podía aprovechar. Por un instante, se sintió tonto en pensar que sus opciones eran pocas, o que se encontraba acabado y condenado a una vida que no deseaba. No, todo eso era mentira, tal y como la conversación con Ayesha acababa de demostrarle. “Gracias Ayesha.”
“¿De qué me agradeces?” ella ladeó su cabeza con gran confusión.
“Ehh, nada, sólo que me has animado un montón,” él alzó una mirada esperanzada a los ventanales de aquella antigua, pero llamativa, biblioteca. “Creo que por primera vez en mucho tiempo me siento contento de divagar sobre el futuro. Es triste que este año se termine, pero también quiero ver lo que nos va a esperar a todos.”
“Cierto, también estoy feliz por eso,” Ayesha sonrió. “Entonces debo agradecerte también por haberme concedido esta agradable conversación. No hay por qué entristecernos cuando hay tanto por qué alegrarnos.”
“Sí,” él asintió.
“Creo que sería bueno que estudiemos un poco. Mi movilidad va a recogernos en tres cuartos de hora…” la chica sonrió apenada por tener que cortar el momento, aunque sin duda el estudio era importante y no quería descuidarse más.
“Verdad, también debo aprovechar para revisarlo todo, aparte que eres muy buena explicando.”
“Hehe, gracias.”

Los dos continuaron leyendo en silencio y resolviendo ejercicios. Esa triste tarde se alivió bastante por la conversación, y ambos continuaron esforzándose para terminar ese año con los mejores resultados.

El último mes pasó volando, y antes de percatarse de la situación…



“Ehm… que tengas un buen viaje…” le deseó Ayesha con una sonrisa quebradiza. Ella, junto a Komaeda y Larsa, fueron a despedirse de Hajime al aeropuerto, quien había hecho el check-in y estaba por entrar por la zona de seguridad, donde los demás no podrían acompañarle.
“Muchas gracias Ayesha, y tú también, ya que viajas pronto,” Hajime le sonrió.
“Ah, me parte el alma despedirte, pero estoy seguro que nos veremos nuevamente,” dijo Komaeda, sonriendo amablemente.
“Lo mismo digo, ha sido un gran gusto compartir este año contigo,” Larsa asintió. “Pues… Dakki y Kibi no han podido venir porque tenían planes…” dio un suspiro. “Y sabes que seguramente es una excusa porque Dakki siempre ha sido muy especial.”
“Lo sé, ya me despedí de ella de antemano en la ceremonia del colegio, está bien. Gracias por todo, Larsa. Ojalá logre regresar a Inglaterra uno de estos días.”
“Sí, pero pase lo que pase, todos nos volveremos a reunir. No sé cuándo o en dónde, pero ocurrirá,” Ayesha sonrió, aunque ya no pudo contenerlo más, y se puso a llorar. Sus lágrimas corrieron casi como cascadas y pese a intentos de dejar de llorar y secárselas, no pudo contenerse.
“O-oye, tranquila…” Hajime se preocupó y le agarró de un hombro.
“E-estoy bien… perdón… es que esto es difícil…”
“L-lo entiendo…”
“No llores más, Ayesha,” Komaeda sonrió con tristeza. “Te comprendo tan bien, y si sigues llorando, temo que me pondré a llorar igual por nuestro estimado Hinata-kun.”
“No, párala ahí,” Hajime le miró con reproche. “Ella puede llorar, tú no.”
“¿Eh?”
“Haha…” Larsa no evitó reírse un poco y sonrió. “Voy a extrañar oír tus llamadas de atención a Komaeda.”
“Extrañaré lo mismo de ti a Dakki y Kibi,” Hajime sonrió con nostalgia. Le tocaba despedirse de sus tan queridos amigos y sin duda no estaba muy lejos de ponerse a llorar, pero debía mantenerse fuerte. Esa despedida iba a quedarse como un recuerdo más grato que amargo. “Muchas gracias por todo, y estamos en contacto. Nos comunicaremos con frecuencia.”

Todos se despidieron brevemente para no alargar el momento y Hajime hizo la fila para entrar al chequeo de seguridad. Tuvo un momento a solas en el cual su pena casi le hace llorar, y repentinamente, sintió que alguien le agarró del brazo.

“…” se sorprendió al ver a Komaeda.
“Hinata-kun…” el peliblanco se notaba algo alterado, y se había ganado la mirada de varias personas cerca porque tuvo que pasar debajo de las cintas que delimitaban la fila, aunque la atención de los demás no tardó en disiparse.
“Komaeda, ¿qué ocurre?”
“Tal vez no haya otro momento para decirlo, y quiero hacerlo en persona, antes que te vayas…” él apretó su agarré y sonrió con debilidad. “Muchas gracias, Hinata-kun. Ha sido un gusto conocerte, y también… gracias por ser mi amigo. Y gracias por tus palabras, tus ánimos, por hacerme creer en mí mismo…” bajó su mirada, con una sonrisa amarga. “…gracias por hacerme sentir que valgo la pena, al menos para alguien como tú…”
“¿Q-qué dices, Komaeda? Por supuesto que sí. Nunca entenderé por qué eres tan duro contigo mismo. Me preocupas bastante.”
“Lo sé, y me disculpo, pero también… si no es mucho de mi parte…” levantó su mirada y le sonrió con tristeza. “…gracias por esa preocupación. Espero no defraudarte, y que te vaya muy bien. Nos volveremos a ver, sin lugar a dudas.”
“C-claro…” asintió con debilidad. En su forma tan rara de ser, Komaeda le había dicho lo mucho que significaba para él, y Hajime sintió sus ojos llenarse de lágrimas, pero de inmediato sacudió su cabeza. “Gracias a ti también, por todo, y prométeme que dejarás de ser tan impulsivo y descuidado. Y-ya, no hay que alargar esto.”
“Verdad, perdón,” él finalmente le soltó, y luego de asentir a sus palabras, se retiró. Hajime notó que Larsa y Ayesha habían esperado a Komaeda a lo lejos, y se despidió de los tres con su mano justo antes de que le tocara el turno de pasar por el puesto de seguridad.

Y desde ese punto, esa retirada de Inglaterra… la realidad de Hajime comenzaría a quebrarse…

Fin del Flashback




De regreso en casa. Todo seguía en su lugar, como si nunca se hubiera ido… y una pesada negatividad y mediocridad volvía a recaer en sus hombros…

“Suena a que conociste a muchas personas importantes…”
“Sí, y todos son buenos amigos. Verdad que debo enviarles cartas, como acordamos,” Hajime sonrió. “Y es posible que los vuelva a ver aquí en unos años.”
“Me alegro mucho por ti…” una señora le sonrió con dulzura. “Sé lo inteligente que eres. Si te esfuerzas, seguro que podrás aplicar a la misma institución que ellos.”
“Ese es mi plan.”
“Excelente, confío plenamente en ti, Hajime.”



“Ese es…” un chico apunto a otro que estaba sentado solo, en pleno descanso.
“Ese es el que se fue a Inglaterra, ¿ah? No parece la gran cosa…”
“¿Verdad? Los profesores le tienen gran estima, pero ni que fuera el mejor de su clase, y con las justas está en el top diez de la promoción.”
“Dicen que se cree todo high and mighty por su experiencia.”
“Vamos, pero ni que sus padres le puedan pagar mejores estudios.”
“Por algo esa beca que ganó fue un sorteo, no por méritos…”
“Con razón…”
“Maldito suertudo…”
“La suerte no le dura a nadie, obviamente…”



“Hajime Hinata…” un consejero de su escuela leyó su fólder por un momento. “Hm, buen rendimiento, vocación de desarrollarse en ciencias, sin duda un caso prometedor…” cerró el fólder y lo dejó sobre la mesa. “…aunque lamento decirte que no te califica para una beca completa para las mejores secundarias, sobre todo a la que quieres inscribirte…”
“¿Qué dice…?”
“No te desanimes, eres un buen alumno y compañero, ignorando a los problemáticos de tu salón… aunque para la preparatoria considera otras opciones. Debes mejorar tu rendimiento y así podrás llegar a una gran universidad…”
“…”
“Es todo a su debido tiempo, Hinata…”



“Hola, ya llegué…” abrió la puerta, pero la ausencia de zapatos en la entrada le dejó saber que se encontraba solo en casa. “Qué raro. Hoy tenían libre…”



Estaba por terminar el año, era un momento lleno de estudios, de proyectos y muy crucial para los resultados finales. Pero el colegio insistió.

…por los más recientes sucesos, la junta directiva le pide que se tome el descanso necesario y queda suspendido de obligaciones escolares. Es una medida benéfica y no afectará su rendimiento académico. Es probable que tenga que retomar el colegio el próximo año escolar para garantizar una debida recuperación…



“¿Qué debo hacer?”

“Sí, fui informado de su asunto…”

Se encontraba en una oficina sumamente elegante y tecnológica. No pudo creer cuando fue contactado por uno de los maestros del instituto al que había aplicado, a pesar de que tuvo que desistir por no contar con una beca.

“…pero mi pedido a reunirme con usted no fue por tenerle lástima. Es porque veo en usted a una persona sumamente cometida a las ciencias y a desarrollarse…”
“…”
“…y porque la necesidad de ayuda financiera es lo último que debería entorpecer el camino de un joven en desarrollo…”

Hajime sintió unos extraños mareos, pero supo que siguió una conversación larga y pausada con aquel evaluador que tanto quiso conocerle, una de la cual él fue partícipe, aunque ni sabía qué había oído, y qué había contestado.

“¿Y qué piensa usted al respecto…?”



“Hola, ya llegué…”

Vacío. No había punto de saludar cuando uno vivía solo, abandonado.

Pero sólo retornó por unas pocas cosas, porque pensaba irse para no regresar nunca más.



“…”

No supo cuándo o cómo ocurrió, pero yacía en una cama del hospital. Fue por un accidente de tránsito, o eso le habían dicho. Los días transcurrieron de manera solitaria al no tener visitas. No tenía a parientes cercanos, y sabía que no volvería a ver a sus padres en su vida.

Y en medio de su desolación, había una sola luz de esperanza. Le habían aceptado a Rizembool con una beca, pero primero le tocaba recuperarse antes de asistir a clases. No sabía nada sobre sus amigos, hace tiempo que no los contactaba. Se preguntaba si estaban en Japón.

De un momento a otro sintió fuertes mareos, y se aterrorizó a sí mismo cuando tosió sangre y le comenzó a sangrar la nariz. Una alarma en su habitación sonó, pero él no la escuchó por mucho porque perdió el conocimiento.



“Hola, ya llegué…”

No, no estaba en su casa… pero ese saludo continuaba resonando…

Pudo apenas abrir sus ojos, pero su visión fue borrosa y no sintió su cuerpo. Estaba la oscura imagen de doctores parados frente a él e inmersos en una conversación, y sus oídos captaron parte del diálogo.

“¡Inaceptable!” exclamó uno, quien por algún motivo se le hacía familiar. La mayoría presente se intimidó de sobremanera, a excepción de una persona, un joven menor que él, pero que vestía en bata y parecía hasta de una mayor jerarquía que la muchos otros. “¡Este trabajo ha sido arruinado por su incompetencia! ¡Todos los fondos y recursos fueron mal gastados y ahora nos queda nada más que un espécimen que se destruye con la brisa! ¡¿Acaso son unos trogloditas?! ¡Me las pagarán, imbéciles!”
“Le pido paciencia,” aquel no intimidado habló con perfecta serenidad. Él sonrió con suavidad y unos ojos calculadores. Su persona emanaba absoluta confianza. “Deme completo control de su proyecto y no le defraudaré. Le retornaré su inversión. Su intelecto, planes y recursos deben ser conservados hasta las últimas consecuencias. Lo juro por mi honor, Dr. Hojo.”
“…” este le miró con hastío y se dio media vuelta. “De acuerdo. Vuélveme a demostrar que vales más que esta sarta de inútiles, o tomarás completa responsabilidad.”
“Por supuesto…”

El entumecimiento regresó y la escena se borró de su consciente.



Despertó en una cama en el hospital. Se le fue irreal, nunca había estado internado y no recordaba cómo había llegado ahí. Debía regresar a casa, a clases…

Un momento, ¿no le habían aceptado a Rizembool? Cierto… debía recordarlo y decírselo a sus padres. Se emocionarían.

¿O quizás no? Ellos… ¿podían emocionarse?



“Hola, ya llegué…”

Su casa no era más que un cuarto negro y sin muebles. No veía nada ahí. No recordaba nada ahí.

Pero dos personas salieron de la misma oscuridad.

“Bienvenido Hajime,” dijo una señora. “Justo estábamos de salida.”
“¿A dónde van?”
“Tenemos un viaje de negocios, ¿recuerdas?” le recordó un señor.
“¿En serio? Nunca lo mencionaron.”
“Con todo tu esfuerzo, nos toca esforzarnos también,” la mujer sonrió. Tanto ella como el hombre se pusieron los zapatos que les esperaron en la entrada y cargaron sus maletas, para irse por la puerta hacia la luz… el afuera de la casa que Hajime no veía, que no recordaba…



Verdad, así había sido. Él sonrió, y les diría todos los detalles cuando regresaran de su viaje.



Seguía mal… muchas veces miraba a su mano y notaba cómo esta se movía en contra de su voluntad, como si no fuera suya…



“Debes seguir lo que te dicen.”
“…” ante él, había un joven de su edad, cuya única descripción apropiada era ‘ausencia’.
“Existes por una razón. Yo también. Todos también. No lo olvides.”
“…”
“Si desobedeces, te rebelas ante tu existencia.”
“…”
“Y lo único merecedor es tu muerte,” se puso una pistola en su sien, manteniendo sus ojos violetas ampliamente abiertos y muertos, como le caracterizaban.
“…” aquel frente a él era su único ‘semejante’. Todos los demás eran seres humanos.
“Tu muerte. Mi muerte. La muerte de todos.”
“…”
“Si nos equivocamos, se acabó. No lo olvides.”



Estaba aburrido. Llevaba meses internado en el hospital, luego de aquel accidente de tránsito que no recordaba. Sus padres seguían de viaje y no había recibido visitas en mucho tiempo, por no decir nunca, salvo Keithgriff quien revisaba su recuperación ocasionalmente. Pensar en él le hizo recordar a sus amigos. Sentía que no los veía hace una vida.

Y sentía que había estado internado toda una vida.

Al menos esperaba con ansias ingresar a Rizembool U luego de que le aceptaran. Continuaba sintiéndose débil y con un gran vacío en su cabeza. Sentía que el accidente le hizo olvidar varias cosas. Sus últimos años antes de la universidad aún no volvían. También sentía que no veía a sus padres hace toda una vida…

Miró su mano conectada al suero, y de repente, esta se agitó. Y, en contra de su voluntad, comenzó a ahorcarle.

“…”

Intentó quitársela con su otra mano, pero poseía una fuerza sobrehumana, y poco a poco le faltó el oxígeno, y desfalleció.



Se despertó agitado y con sudor frío en todo el cuerpo. Ni bien abrió los ojos, sus distintos sueños se borraron, y regresaron a la inexistencia, ya que algunos eran ajenos a Hajime…

“Estás despierto.”
“…” notó a Keithgriff abrir las cortinas a su costado. Era un día especial, uno que Hajime había esperado, pero con la imagen de su mano ahorcándole, no podía alegrarse por completo.
“Despiértate del todo de una vez,” el mayor mostró impaciencia. “Hoy sales de alta. Ve a alistarte.”
« Last Edit: July 08, 2017, 11:17:13 PM by Cho »


Kana

Primero del mes.

— Chapter # 25.1

-¿Señorita Fumi, está por aquí?-
Vincent buscaba por lo largo de la mansión a la jovencita que había contratado como empleada doméstica. La muchacha llevaba algo de una semana trabajando como sirvienta en la mansión y hasta ahora lo había hecho muy bien pese a toda la carga laboral que conllevaba ser la única empleada de la mansión donde cuyo número de habitantes iba en aumento.
Se sentía un poco culpable de estar buscando a Fumi para pedirle un quehacer puntual pero era la única persona disponible que  tenía en esos momentos.
Al entrar en la biblioteca esperó encontrarla allí pero para su desgaste tampoco se encontraba allí. Pero la amplia sala repleta de libros no se encontraba en soledad, en su interior uno de sus sobrinos se hallaba divagando entre uno que otro libro. Vincent se quedó unos segundos pensativo observando detalladamente aquel enorme lugar que ocupaba tanto el primer como el segundo piso en unión. Años atrás sus abuelos habían eliminado el techo divisor entre los pisos para así crear una gran biblioteca de libros.
Memorizó aquellos tiempos de antaño donde los primeros Lancaster habían llegado a Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial cuando el Eje había caído y los aliados habían vencido satisfactoriamente. Su bisabuelo había sido parte de las fuerzas aliadas y el Reino Unido lo trasladó a Japón después del termino de la gran guerra con el fin de que supervisara que el control sobre los asiáticos fuera efectivo. Junto a él, también habían llegado otras familias británicas y otras, en mayor cantidad, americanas.
El bisabuelo Lancaster había comprado aquel enorme terreno donde en poco tiempo mandó a construir la monumental mansión donde ahora habitaba Vincent y algunos otros familiares. En aquellos tiempos la familia del bisabuelo se trasladó también y la mansión lució sus mejores años mozos. Con el tiempo, la familia se había hecho de un gran poderío comercial en las tierras japonesas los cuales consistían en serie de empresas dedicadas al comercio de té, armas, y otras más pequeñas enfocadas a la vestimenta estilo occidental que, por ese entonces, daban un interesante ingreso al vivir la temporada en que los samuráis y la tradición nipona era vista como algo retrógrado y salvaje por lo que muchos japoneses comenzaron a adoptar la tendencia de moda de los británicos y americanos.
La mansión en ese entonces era un lugar muy respetado donde los eventos sociales entre las familias más ricas británicas, americanas y francesas compartían socialmente en las lujosas fiestas que la casa ofrecía.
Después de un tiempo el bisabuelo y su familia volvieron a Reino Unido, algo que los Lancaster no soportan por mucho tiempo (según el mito popular) es estar largas temporadas lejos de Inglaterra. La mansión entonces era habitada por temporadas cuando la presencia del Lancaster líder hacía falta.
Poco a poco  gracias a los avances tecnológicos la presencia del bisabuelo en Japón comenzó a ser menos necesaria y la mansión era utilizada como lugar donde pasar unas vacaciones en un continente muy distinto al suyo pero de todos modos la mansión no perdía el renombre que la caracterizó.
Sin embargo, cuando la propiedad cayó en manos del abuelo de Vincent, vio el ocaso más significativo pues su abuelo era un hombre admirable y que Vincent quería mucho pero Vincent también conocía lo ostentoso y Casanova que era. Entregaba fiestas de alto derroche económico en la mansión donde invitaba a la gente más importante de la alta alcurnia no sólo europea sino también japonesa. Debido a todos los gastos que el abuelo derrochaba y a su vida de infidelidades, el lugar comenzó a tener malos comentarios donde muchos referían que en la mansión Lancaster era el lugar de la bohemia y perdición. Debido a los excesos del hombre, la abuela lo amenazó sobre comunicar su extravagante vida a La Corona para que tomaran cartas en el asunto.
Al abuelo no le quedó otra que resignarse, volver a Inglaterra y vivir el resto de su vida como un hombre de principios y morales lo cual para él significó la peor de las condenas.
La mansión entonces quedó en el olvido y ni siquiera recibía visitas para vacacionar.
El padre de Vincent había sido todo lo contrario a su abuelo. Su padre sí que era un hombre de moral y estricto, del tipo de hombres que camina muy derecho y mira por sobre el hombro a todo quien considere inferior o inútil. A veces Vincent prefería pasar tiempo con su abuelo, ir a pescar y escuchar sus historias ya que lo hacía sentir más niño antes que pasar el día del padre… con su padre.  Por eso su padre consideraba a Vincent como un fracaso. Richard, el hermano mayor de Vincent, en cambio, tuvo que lidiar con el temperamento del progenitor de ambos y criarse como el Lancaster que el padre esperaba.
Para el padre de ambos, Japón no significaba más que una isla que no entregaba recursos ideales que estaba acostumbrado a recibir. Jamás visitó la mansión en Japón porque no le interesaba y tampoco sentía simpatía por los japoneses considerándolos “raza maldita”.

Pero cuando Vincent terminó la universidad lo primero que había hecho fue irse a vivir lo más lejos posible de su padre, por mucho que extrañara Inglaterra.
Ni siquiera la muerte de su hermano lo hizo quedarse definitivamente en el país que tanto amaba. Su preocupación fueron sus sobrinos pequeños que quedaron huérfanos tras el incendio que mató a su hermano Richard, por eso se quedó en Inglaterra el tiempo necesario para verificar que los niños estuvieran protegidos y después de eso volvió a Japón. Con Alice.

El lugar era un desastre y Vincent tenía que admitir con un halo de comedia que él tampoco le hacía bien al lugar. Se notaba que todo su desinterés por ser un Lancaster que su padre quería de él (aquellos de alta alcurnia y sangre real, con nariz respingada y multimillonarios empresarios) le repercutía gravemente. No era un líder, sí un científico.
Por lo que el lugar siempre estaba lleno de polvo, desordenado, con experimentos y estudios esparcidos por todo el lugar. Con una pequeña Alice que recorría el lugar “buscando fantasmas”  que más de una ocasión chocaba con una pila de libros de Vincent y terminaba sepultada bajo los cerros de epítomes. 

La biblioteca justamente era el lugar más desastroso de la mansión. La biblioteca junto con el laboratorio personal de Vincent. Ahora, gracias a Fumi, veía que la biblioteca y la totalidad de la mansión era un lugar impecable, limpio y pulcramente ordenado.

“Debo subirle el salario” Pensó el químico. Impresionado por el orden de todos los libros y lo reluciente de la biblioteca. Hasta podría ver su reflejo por donde quisiera que caminase.

-Ciel, ¿Por qué Edward no te ha llevado a clases aún?- Preguntó Vincent, al ver la mirada del más joven expectante en él. Tal vez no quería ser descubierto y así pasar inadvertido durante todo el día… Vincent soltó un suspiro, al parecer Ciel tenía la misma tendencia que su hermano Cain de faltar a clases. Esperaba que éste no fuera tan… Mentiroso como su hermano mayor y no le inventara excusas del por qué faltaba a clases. Desde que estaban sus sobrinos con él, Vincent se sentía responsable de ellos aunque la mayoría ya habían pasado los dieciocho años de edad pero Ciel aún era un niño, tenía catorce años y por tanto Vincent sentía una fuerte responsabilidad para con él. -Faltar a clases no es lo ideal. Sobre todo por el cambio y recién adaptándote.-
Ciel soltó un suspiro, imitando un poco a Vincent. -Edward se fue.-
-¿Pero cómo?- El mayor alzó las cejas. Edward hace unos días se había hecho propietario de un Lamborghini nuevo último modelo. Lo había comprado sin el consentimiento de nadie y ni siquiera Alice, quien lo había acompañado a “pasear” pudo detenerlo. Edward se parecía un poco al abuelo de Vincent, impulsivo, majestuoso, siempre queriendo demostrar supremacía, inventivo e… Imperialista. -Quedamos en el trato de que te llevaría todos los días.- Era lo que Vincent había hablado con Edward después de que éste apareciera con menuda compra.
-De todos modos Edward no es ninguna utilidad… No sabía cómo llegar a mi escuela y durante los primeros días me dejaba dos o tres estaciones de distancia. Después de lleno me dejaba donde quería. Así que no podía asistir aunque lo quisiera, tenía que tomar un taxi de regreso. Sabes cómo es de testarudo… Según él, siempre está bien. No le gusta que le digan cómo debe hacer las cosas.-
-¿Qué tal si tomas el metro? Sería grandioso que comenzaras a conocer el recorrido de éste por Tokyo en caso de cualquier eventualidad. Podría contratarte una guía los primeros días.-
-No.- El joven de cabellos oscuros y ojos azules frunció levemente el ceño. Parecía un pequeño señor en desacuerdo. -La última vez que vine a Japón, cuando era mucho menor, me tocó una guía turística enajenada mental. No quiero repetir la experiencia.-
-Ya veo.- Vincent alzó los hombros. -Bueno, en esta semana te llevaré yo a la escuela… Tendré que ver la posibilidad de contratar a un chofer para el resto del semestre.-
-Ok.- Ciel no estaba del todo contento en depender de su tío y quitarle su tiempo, pero no quería ser el típico alumno de intercambio que pasado los meses siguiendo hablando como idiota y en la escuela le tienen compasión por ser extranjero. Quería ponerse bien al día y ser uno de los mejores. Pronto.
-Espérame en mi vehículo. Cuando encuentre a la señorita Fumi nos iremos.-
-Hm… Creo que está tendiendo la ropa. Con Henry.-
-¿Con… Henry?- El químico se sorprendió. Henry hace una semana que se había ido a vivir solo pero parecía reacio a abandonar la mansión y siempre aparecía de la nada. Para colmo, otro que se estaba ausentando de clases. -Esto tiene que parar.- Soltó Vincent.
-Lo… Siento, tío Vincent.- El menor desvió la mirada. Cien era el menor de sus hermanos pero era del tipo de chicos muy maduros y que tienen la capacidad de darse cuenta de las situaciones prontamente. -Yo y mis hermanos intentaremos no causar más problemas.-
-Oh, ustedes no me dan problemas… Más bien, yo soy un mal encargado de hogar.- Le sonrió con afecto.
Sin perder más tiempo salió de la biblioteca  para dirigirse al patio trasero de la casa donde encontró a Fumi colgando las blancas sábanas en el tendedero. Con la ayuda de Henry.
Vio que los dos jóvenes intercambiaban comentarios y reían animadamente. La escena era muy agradable, con el sol suave dando un clima muy grato, las sábanas meciéndose con el viento y los chicos disfrutando de la compañía.
-T-tío Vincent.- Henry fue el primero en notar su presencia. Su sonrisa no se borró pero visiblemente se notó cohibido.
-¡Señor!- Fumi le sonrió a Vincent al notarlo. -He lavado toda la ropa, sábanas y manteles. Lamento si quedan escasos de vestuarios por el momento. El señor Henry me ha ayudado a tender todo durante toda la mañana.-
-Gracias, Fumi. Me alegra a la vez que tengas algo de ayuda… Aunque no es lo adecuado que Henry esté a estas horas aquí.-
-...- El aludido prefirió desviar la mirada.
-Yo soy el más feliz de verte cada día. Lo que me preocupa...- Levantó su brazo enseñándole la hora. -Es que a esta hora deberías estar en la universidad para tu primera clase del día.-
-Quizá otro día…-
-¿Otro más que pretende faltar?- Vincent soltó un prolongado suspiro, esta vez. Se lo esperaba de Cain, por estar en un estado apático y anhedonico extremo, se lo esperaba de Ciel, porque era un chico malhumorado y taimado, se lo esperaba de Edward porque, bueno, porque Edward era Edward, consentido y llevado a su idea. Pero no se lo esperaba de Henry, el más obediente, el más responsable, el que siempre pretende satisfacer las necesidades de los demás. Vincent siempre había contado con Henry y apreciaba mucho su compañía, por lo que estar presionando para que el rubio cumpliera con las expectativas de su difunto padre siempre le daba un trago amargo. También entendía que el cambio de hogar le podía estar afectando… Pero sabía que si Henry fracasaba en sus estudios, o tan siquiera tuviera una calificación “aceptable” y no excelente, su sobrino se lo tomaría como una falta grave, la ansiedad haría lo suyo y se aislaría más de lo esperado. No era que Vincent tuviera favoritismo por alguno de sus sobrinos, pero Henry siempre había sido el más apegado a él y Vincent contaba con él de igual modo.
—Me comprometí con el padre Smith para confesión el día de hoy. —
—Ah, entiendo. — Recordaba a su propio hermano, a su padre, tías, tíos, primos, todo Lancaster con ese compromiso con la iglesia anglicana. Ellos acudían a misa y a confesión sagradamente y lo habían inculcado en los hijos. Especialmente Margareth, la esposa de su hermano, quien de modo frenético vinculaba a sus hijos con la santa iglesia. ¡Pero era demasiado! Aquel chico pasaba más tiempo en la iglesia anglicana que compartiendo con pares. Confesar, rezar y reflexionar con la palabra de Dios, era su rutina diaria. ¡Ni que Henry hubiera matado a los hijos de alguien (…) como para que suplicara por la expiación de sus pecados tan obsesivamente!
El químico se postuló el objetivo de cambiar esta conducta por el bien del chico. Henry necesitaba más vida social y hacer cosas que a su edad DEBÍA hacer sin pensar que estuviera haciendo mal. Quitar de lleno la actividad sagrada sería demasiado dramático para el rubio, por lo que Vincent optaría por estrategias más afectivas sabiendo que la necesidad de apego en el rubio era un tema. Quizá era una artimaña manipuladora, pero lo hacía por el bien del chico.
Vincent soltó un suspiro, no quería darle la impresión a Henry de que estaba siendo rechazado en su casa. —Me gustaría que asistieras a clases el día de hoy. Llamaré al padre Smith y te excusaré. — Y le diría que dejara al chico en paz, de un modo “políticamente aceptable” como solían enseñarles a los Lancaster.
—Pero…—
—¿Pero? —
—Es que creo que no le caes muy bien… No sé si tome bien esa petición viniendo de tu parte. Él piensa que eres un poco… Hereje, uh…— Se encogió levemente de hombros.
—…— Fumi observó al rubio, se había mostrado inexpresivo al decir eso pero percibió que se sentía muy incómodo por comunicarle aquel detalle a su tío. Al ver a Vincent, la pelicastaña se sintió templada al mirar que éste recibía el comentario con humor. Sin duda, el señor Vincent era alguien muy agradable que trasmitía serenidad y no imponía jerarquías.
—Haha, comprendo. Debe estar desesperado porque, estando aquí hace años, no he ido a la iglesia. — Posó las manos sobre los hombros de su sobrino. —Pero debe estar más defraudado de mi injuriosa vida de pecados, especialmente porque no le he dado contribuciones a la iglesia como sí lo hacía tu padre. — le guiñó un ojo. Sabía lo mucho que el chico estimaba al padre Smith y entendió que con su comentario no hacía más que perturbarlo. —Vamos, déjame intentarlo. Además, si vas a clases en la mañana por la tarde me gustaría pasar tiempo contigo. ¿Qué tal si tomamos el té juntos? —
—Eso suena bien. —
Y Vincent había dado en el clavo. El afecto. La punzante necesidad de cariño. Como solía ser.
—¡Perfecto! — Observó a Fumi, esta vez. —Siento que estoy abusando críticamente de su buena voluntad, señorita Fumi, ¿Pero sería mucho pedirle que compre tartas de fruta y galletas frescas en la pastelería para la hora del té? —
—Oh, para mí sería muy entretenido si me permite comprar los ingredientes y preparar las tartas yo misma. Las galletas, eso sí, tendría que comprarlas porque siento que no son mi mayor fortaleza. — Soltó una risita algo nerviosa.
—¿Pero no sería abusivo? —
—¡Para nada! Siempre he amado hacer postres. Solía hacerle tartas a mi padre antes de que se embarcara a la mar. Si me lo permite, puedo hacerlo yo. —
—No quiero quebrar su encantador entusiasmo, entonces. — El mayor sacó su billetera dándole un fajo de billetes. —Para que compres los ingredientes y galletas. Oh, y té, sí, más té. Siempre hace falta té. Hm… Y unas flores, flores bonitas para ponerlas en la mesa. El resto te lo puedes quedar. —
—P-Pero no corresponde. Sobrará más de lo estimado. —
—No importa. — Observó la hora en su reloj. —Ya nos vamos. —
Se despidió de la joven sirvienta para encaminarse junto a Henry hacia su vehículo. Su automóvil era de aquellos clásicos antiguos muy devaluados y obsoleto pero que Vincent se negaba a vender para comprar uno más moderno. Era un 1967 Jaguar MK2 3.4 que, pese a todos sus años, parecía en muy buen estado. En su interior, en la parte de copiloto, Ciel esperaba mientras escuchaba música en su Ipod. Los otros dos se subieron. Vincent echo a partir el motor y dentro de poco salieron de la mansión adentrándose en la ruta.
—¿Esta chatarra podría ir más rápido? — Pronunció Ciel, seriamente,  pero sin desprecio en sus palabras. —No quiero llegar tarde. Debo ser puntual. —
—Capaz y explote si lo fuerzo. — Bromeó el mayor. Ciel se tomó el comentario seriamente. Percibió que el menor comenzaba a angustiarse con la idea de llegar tarde. —Pero llegarás bien, no te preocupes. — Le intentó serenar. Ciel y Cain se parecían mucho en ciertas cosas. Ahora que veía a Ciel, se parecía mucho a su hermano Caín cuando éste era niño y en su etapa de adolescente. Responsable, siempre exigiéndose al extremo por ser el mejor, puntual como buen inglés, el alumnos más destacado y con mejor nota de la promoción, atento con sus clases como buen nerd que era (y es, aunque en hiatus) sólo que Ciel era más huraño y asocial mientras que el Cain de ese entonces se rodeaba de pocos amigos pero los necesarios para tener un futuro prometedor. En su mayoría, tenía amigos ricachones frívolos y emprendedores.
Aunque… Esos amigos ya no estaban y Cain ahora era quien siempre fue en el fondo: un asocial como Ciel. En cierto punto, Cain tenía razón cuando decía que el Cain de ese entonces era un hipócrita oportunista que se hacía de alianzas para beneficencia propia. Ahora esas amistades eran socios de los Lancaster. —Es tu primer día de clases, espero que lo pases muy bien. —
—Lo bien que se puede pasar cuando eres el nuevo. — Musitó Ciel. Odiaba la idea de ser presentado delante del salón, por eso quería llegar antes que todos para que el maestro no tuviera oportunidad de pillarlo antes de entrar al salón y exponerlo al público.
—¿Por qué primer día? ¿No se supone que entraste hace dos semanas? — Henry de pronto le preguntó al menor, con desaprobación. —Ah, supongo que has estado faltando... Eso no está bien. —
—Mira quien lo dice. — Respondió fríamente el menor, mirándolo a la defensiva, a través del espejo retrovisor.
—…— Como era de esperar, el rubio le restó importancia al ataque de su hermano y se dedicó a ver por la ventana el paisaje. Ciel lo imitó y se mantuvieron en silencio. Así pasaron los minutos en que los extraños Lancaster permanecieron callados e idos en sus propios mundos personales.
—¡Me olvide de Edward! — De pronto, Vincent frenó en seco haciendo que las llantas de las ruedas emitieran aquel chillido perturbador y expulsando el aroma a goma quemada característico de las frenadas violentas como esas. Henry reaccionó a tiempo para no golpearse, pero Ciel, al estar distraído, golpeó su frente en el costado de la ventana. Se sobó frunciendo el ceño, molesto con la acción de su tío. — ¿Qué clase de tío soy? — Apretó las manos sobre el manubrio cuando se mordió el labio inferior. —No me he preocupado de que Edward se inscriba en una universidad. —
Vincent siempre olvidaba a Edward. Siempre. Y no lo hacía apropósito pero siempre se olvidaba de ese sobrino desde que era pequeño. Una vez había llevado a sus sobrinos  al parque cuando niños y se olvidó de llevarse a Edward en el retorno a casa pues el niño estaba entretenido es los juegos. Su hermano lo había juzgado de despistado y la esposa de éste no le dirigió la palabra por días. En el presente la cosa seguía igual, cuando el rubio llegó de Inglaterra a Japón Vincent le prometió ir a buscarlo al aeropuerto… Compromiso que olvidó y Edward tuvo que pasar la noche en el lugar. Sentía que Edward todavía no se lo perdonaba, especialmente lo del aeropuerto porque su grandeza y orgullo se vio perjudicado.
—No te preocupes por eso, tío. — Con tono sereno, Henry trató de disipar la ansiedad en Vincent.
—No es como si Edward quisiera estudiar… Especialmente acá.  Ni pienses meterlo en Hanasaki porque saldrá espantado con la importancia que les dan a las mujeres en ese lugar. — Dijo Ciel. No conocía nada sobre las HiMEs pero sí entendía que las chicas eran importante en esa institución. —O a Rizembool. Dudo que le llame la atención. Mucho menos la universidad de Tokyo… Muchos “chinos” juntos para él lo superan. — Concluyó el menor de los Lancaster.
—Ah, ¿Pero pretende ser un vago en ese caso? —
—Es que no es necesario que estudie. Sacó el servicio militar como Henry. Edward no necesita otra carrera. Por otro lado, le escuché decir que cuando regresemos a Inglaterra postulará a Subteniente por lo que entrará al servicio nuevamente. —
—Si a Henry se le exige estudios para que se vuelva político, a Edward le corresponde estudiar o hacer algo por su vida. — Vincent no era partidario de que a uno se le exigiera más que a otro. —Si no quiere estudiar, tengo contactos en la base militar británica aquí en Tokyo y estarán dispuestos a aceptarlo por un tiempo. De paso eso agilizará su deseo de llegar al cargo de Subteniente y todos los que le prosiguen.—
—Si tú lo dices…—
El conductor encendió nuevamente el motor del vehículo y en poco tiempo se puso en marcha nuevamente. Después de varios minutos de conducción, Vincent detuvo el automóvil en la acera de al frente hacia un gran establecimiento educacional. La escuela era monumentalmente grande, típicamente con la construcción de las escuelas japonesas pero que era fácil notar que básicamente estaba hecha para estudiantes extranjeros. Sólo bastaba echar un vistazo a los escolares que circulaban con el sector ingresando a la escuela antes de que tocasen el timbre. La mayoría de ellos se notaban que venían de países Europeos, Norteamérica y otros, mientras que también había estudiantes japoneses.
—…— Ciel observó desganado en dirección de esos estudiantes. Ya se sentía incómodo con la idea de estar cerca de ellos. De todos modos, debía bajarse para ser puntual. —Gracias por traerme. Eh, no es necesario que vengan a buscarme… Volveré en metro. —
—Éxito en tu primer día. Luego nos cuentas como te fue. Cualquier cosa ya sabes como contactarme. —
—Ok. — Ciel se despidió de su tío, salió del vehículo y al estar afuera pasó por al lado de la ventana de Henry.  —…—
—¿Pasa algo? — Le observó confundido
—Hm…Nada— Se habría esperado más ánimos de parte de su hermano para con él pero parecía que el rubio estaba en otro mundo. Justo en ese momento, Henry lo atrajo un poco y le dio un forzado pero agradable abrazo a través de la ventana. Ciel por poco termina adentro del vehículo por esta acción.
—Será un buen inicio de clases para ti. Tómalo como una experiencia de interculturalidad. —
—S-sí. — Se separó suavemente de él. Aunque no quería admitirlo, le gustaba sentir esas muestras de afecto de al menos uno de sus hermanos. Henry siempre era el que se las demostraba. —Eh, nos vemos en la tarde. —
Vieron a Ciel irse en dirección a la escuela y como era de esperarse el chico evito todo contacto físico y visual con los demás estudiantes ingresando prontamente al establecimiento. Ya sabrían cómo le iría en su primer día.
El profesor de Bioquímica volvió a emprender el viaje esta vez en dirección a Hanasaki. Posteriormente a un transcurso largo de camino que significaba entre la escuela de Ciel y la Universidad de Hanasaki, el par de individuos al fin llegaron a su destino. Vincent le dio indicaciones a un alumno para que guiase a Henry a su salón, no era que no confiara en su sobrino pero era mejor que tuviera ayuda en el primer día. Seguidamente, él fue a su salón de destino.
Como buen inglés, pese a los inconvenientes de la mañana, llegó puntual al salón donde tenía que impartir clases en ese horario. Saludó cordialmente a los alumnos en la puerta del salón mientras estos iban llegando, con algunos tenía más confianza mientras que con los alumnos más introvertidos tenía el tacto de no ser imprudente con ellos pero de todos modos tener una atención cordial con ellos.

Notó a Alice esperando al otro lado de la puerta del salón, como de costumbre, ella no entraba a la clase sin que su padre adoptivo lo hiciera. La chica estaba de brazos cruzados y con la mirada fija en un punto inexistente hacia el horizonte, a momentos mirada con desdén a sus compañeros de clase. Uno que otro la saludaba y ella por educación respondía al gesto pero solamente asintiendo con la cabeza levemente. Vincent esperó que todos los alumnos que quedaban fuera de la sala entraran a esta, Alice entonces se le aproximó para entrar con él.
—Alice, esto tiene que cambiar. — Le dijo disimuladamente a la chica. —Me gustaría que, en vez de esperarme todo el tiempo, entraras a clases y socialices con tus compañeros antes de que comience la clase. —
—Estoy bien así. No necesito socializar para sentirme integrada académicamente. — La chica respondió prontamente. —Pero si te preocupa que crean que puedas tener una especie de favoritismo hacia mi por el vínculo que tenemos, intentaré mediar eso. — Alice podía ser muy terca y de las personas que no daban su brazo a torcer, pero con Vincent solía ser todo lo flexible de pensamiento y acción que no era con el resto del mundo.
—Agradezco tu compromiso. —
Después de esa breve charla, entraron al salón. Alice fue hasta el sitio apartado que solía ocupar mientras que el profesor comenzó iniciando prontamente la clase de ese día. El día de hoy tocaba pasar teorías y posiblemente más de algún estudiante moría en el camino por lo que trataría de ser lo más asertivo posible para no aturdir de cansancio a ningún estudiante en la clase. La próxima clase ya sería en el laboratorio y eso daba un plus extra ya que motivaba más a los estudiantes.

En tanto, en otra parte de la Universidad de Hanasaki destinada a la carrera de Ciencias Físicas, Hiyori se dirigía a su salón mientras escuchaba música en su celular. No le gustaba usar ese tipo de aparatos comunicativos pero se había dejado encantar por el hecho de que podía escuchar música a donde fuera. En poco tiempo llegaría a su clase, estaba algo tarde pero no se sentía atormentada por eso, se lo tomaba con normalidad.
Al entrar en su salón, el maestro la dejo pasar apresuradamente para continuar con la clase. Por el hecho de que ella no llevaba tarde todos los días, el profesor le accedió su ingreso.
La pelicastaña se dirigió a un sitio vacío, sacó su libreta de apuntes y prestó atención a la clase. Kou había faltado ese día por estar con gripe por lo que no tendría distracción durante la clase. Al menos, eso pensaba.
Mientras tomaba apuntes y se ponía en sintonía con la clase, Hiyori tuvo el gesto de meter su teléfono celular dentro del bolsillo de su hoodie con diseño de marinera, allí palpó un trozo de papel que suponía no recordar. Al sacarlo, vio una nota escrita en perfecta caligrafía kanji:

“Aquel que permanece sereno y firme, no lo abaten los acontecimientos”

Le pareció extraño tener ese tipo de mensajes en el bolsillo de su vestimenta. Para nada tenía pinta de que ese papel había aparecido de una galleta de la fortuna, tampoco se recordaba a ella misma escribiendo ese mensaje para guardarlo y recordarlo en el futuro. Si fuese más supersticiosa, se lo tomaría como un mensaje que había aparecido gracia a los mensaje de los dioses para calmar su espiritualidad pero Hiyori no era como su progenitora. Volvió a guardar el papel en su bolsillo, al termino de la clase pasó cerca del basurero del salón y botó aquel papel restándole importancia a la originalidad de su procedencia.

Hiyori tenía un pequeño break después de esa clase. Decidió entonces que ocuparía ese tiempo para ir a la cafetería de Hanasaki y esperar allí haciendo tiempo. No tenía amigos con quienes conversar ni compromisos sociales más allá, así que el tiempo lo ocupaba para relajarse. En ocasiones se encontraba con su hermano en la universidad, pero Hiyori trataba de que no la vieran con Ryota ya que éste, a diferencia de ella, era una persona que atraía a muchos grupos de personas y eso a Hiyori la sofocaba (Sobre todo, odiaba a las tipejas que se declaraban fans de su hermano)

Se ubicó en una mesa apartada de aquella zona de cafetería de Hanasaki. Le gustaba porque tenía un aire victoriano que le llamaba la atención, las mesas y sillas eran blancas con detalles de mármol y diseños tallados. El diseño de jardinería allí era muy atrayente y daba la ilusión de estar en un país Europeo. Era un poco más caro  que otras cafeterías de Hanasaki pero prefería gastar dinero (que casi no tenía) y evitarse los grupos grandes de personas que se encontraban en las cafeterías más recurrentes de la universidad.

Recibió la pantalla de su teléfono para ver la hora, era lo único que veía en ese aparato ya que nadie la llamaba o le mandaban mensajes. Le quedaba mucho tiempo aún. Un minuto después su café estaba listo al igual que las medias lunas que había pedido, llevó su orden a la mesa donde dejó sus cosas para que no le ocuparan el sitio.

En ese instante, su  teléfono vibró al recibir un mensaje. Cuando Hiyori desbloqueó el aparato y vio que era un mensaje de Lilina, decidió prestarle atención. Se sentía un poco culpable por siempre ignorar los mensajes de sus hermanos casi todo el tiempo. No lo hacía de mala gente, sólo que Hiyori no era el tipo de personas que comunica todo por ese medio ni tampoco de las personas que responder rápidamente. En síntesis, no era una persona muy conectada con sus pares ni entorno.

Vio que era un mensaje acompañado de una fotografía. En la imagen aparecía Lilina frente a la clase en el pizarrón exponiendo el tema que le tocó disertar. Al lado de ella aparecía un muchacho de cabellos oscuros y ojos azules, se notaba cohibido e incomodo de estar allí pese a que su expresión denotaba seriedad. Según el mensaje de Lilina, era una fotografía que una compañera de curso le acababa de tomar. La disertación la tenía que hacer ella en solitario pero en ese instante mismo le pidieron que integrara a un compañero de clases nuevo que venía de intercambio con el fin de que no se quedara sin nota. La pelicastaña notó que los dos parecían un par de muñequitos de porcelana o los típicos niños de las películas inglesas. Lilina no poseía rangos orientales, sino más bien había heredado los rasgos alemanes de su abuela materna quien provenía de ese país.
No sabía qué responder al mensaje de Lilina y se tomó unos minutos largos en poner “Que bien que lo apoyes, debe sentirse fatal de ser el nuevo” Lilina le respondió inmediatamente con un montón de emojis kawaii.
Hiyori miró la hora en su celular y sintió que ya era momento de volver, metió el teléfono en su bolsillo y en ese momento sintió el tacto áspero de un papel. Al sacar el papel, la joven abrió los ojos en sorpresa al ver que el mismo papel que había botado hace un rato estaba nuevamente en su bolsillo. Lo desarrugó, leyó la misma frase que recitaba la vez pasada, pero al voltear el papel había un nuevo mensaje

“No puedes escapar del pasado y lo que eres”

Observó disimuladamente hacia varias direcciones buscando entre los rostros como si con esto pudiera encontrar respuestas pero nadie parecía meramente relacionado con el contenido de ese papel. Por un instante se  inquietó con la idea de que estuviera perdiendo la memoria debido a su cuadro de amnesia, eso le preocupó ya que una cosa era olvidar detalles del pasado debido a una lesión física y otra muy distinta era empezar a olvidar las cosas que hacía durante el mismo instante. El Alzheimer no era una enfermedad para la gente joven, pero sí existe el alzhéimer precoz y los principios aparecen a temprana edad para luego manifestarse a eso de los cuarenta años. Hiyori esperaba no vivir tanto, en ese caso.
Al terminar con su café y al menos una de las medias lunas, se puso de pie y se retiró de la cafetería.
Cuando pasó por otra área de Hanasaki pero que servía como atajo para su departamento de estudios, se encontró con una persona que se le hizo familiar. Era Naho Kikuchi, la pelirroja estaba de pie al lado de un stand en el jardín de Hanasaki, usaba bata blanca y lucía muy formal aunque su rostro de niña delataba que sólo era una estudiante.
Naho le causaba esa empatía que sienten las hermanas por las chicas que parecen buenas pero cuyos hermanos ignoran. No entendía como Naho le tenía tanta paciencia a Ryouta como para secundarlo en todo y acompañarlo a donde fuera, no sabía bien de los sentimientos de la pelirroja pero al menos se demostraba ser una leal amiga de su hermano. Ryouta, como de costumbre, solía olvidar a esas personas y centrarse únicamente en su deporte, o cuando estaba emparejado… En la novia de turno.
La pelicastaña se aproximo al Stand por curiosidad de ver qué tipo de folletos estaba repartiendo Naho.

—Hiyori-chan— La pelirroja la saludó al notarla. —Que gusto volver a verla. —
—…Eh, igualmente. — Se sintió un poco incómoda por la jerarquización, pero entendía que Naho era así de respetuosa. Observó los folletos.
—Es la semana de la vacuna para evitar gripe. Los estudiantes estamos colocando vacunas gratis a los estudiantes y profesores para evitar que enfermen. Si gusta, puede ir a vacunación. — Le entregó un folleto médico, en el decía muchos detalles útiles sobre medicina. Naho era estudiante de medicina y una esforzada muchacha por lo que le colocaba mucha dedicación y vocación a lo que estudiaba.
—Estoy bien así, gracias. — Pero recibió el folleto, porque se le hizo interesante. —¿Has visto a Ryouta? El día de hoy no lo he visto en la universidad… Ni ayer… Creo que está faltando más de la cuenta… Se está volviendo muy vago.—
—Oh, no, no piense así de él por favor. Ryouta-kun está en práctica de basketball con el equipo de seleccionados nacionales. Le han dado un permiso especial en Hanasaki para que asista al entrenamiento intensivo. — Naho se colocó un dedo en el mentón. —Uh, aunque me preocupa la sobre exigencia y carga deportiva que está teniendo. Hoy en la tarde también tiene entrenamiento con el equipo de Hanasaki. —
—Me pregunto cuando va a clases. — Hiyori no era una persona responsable, pero sí le molestaba que su hermano estuviera dejando los estudios de lados por el basketball. A ella también le gustaba mucho ese deporte, pero ya más de una vez había escuchado a Ryouta decir que era capaz de abandonar los estudios si le salía una buena oportunidad en la NBA, así se iría a Estados Unidos sin más.
—Sólo por estas dos semanas está siendo irregular en sus estudios debido a la práctica extraordinaria de los seleccionados nacionales. Ya retomará los estudios.— Naho sonrió nerviosamente, tratando de excusar a su amigo. —¡Me comprometo a ayudarlo a estudiar, si hace falta! —
—Más le vale que preste atención a sus estudios. — Hiyori soltó un suspiro. En ese momento recordó el extraño papel que había aparecido en su bolsillo.
—¿Sucede algo, Hiyori-chan? — Preguntó la otra chica al notar que Hiyori se había ensimismado.
—Eh, no… Nada. — Negó rápidamente, un poco incómoda. Notó que la pelirroja la observaba expectante, aunque debido a la timidez de Naho, la estudiante de medicina rápidamente bajo la mirada. —…— Hiyori entendió que Naho era una persona sensible y que le costaba relacionarse con otras personas que no fueran su círculo de confianza. La timidez se le notaba con facilidad. Se preguntó como lo haría el día en que tuviera que atender a tantos pacientes en su futuro. Pero de alguna manera le agradaba la idea de que existiera una futura doctora con esa personalidad y no con la típica petulancia y egocentrismo con el que se contaminan los médicos. —La verdad… Me ha pasado algo extraño que por lo demás es muy insólito. — La pelicastaña suavizó su rostro, sonriéndole levemente. Metió las manos en los bolsillos de su hoodie y se meció en su sitio.
—¿Qué cosa? — Naho se mostró curiosa.
—Ha aparecido en mi bolsillo un papel con un mensaje, lo he botado a la basura y estoy segura de ello, al rato vuelvo a encontrarlo en mi bolsillo con el mismo mensaje pero con otro a su inverso. Si bien es un hermoso mensaje que tiene mucho sentido, no puedo evitar sentirlo hostil. Espero no estar presentando problemas de memoria. —
—O alguien puede estar metiéndole mensajes en su bolsillo. — Agregó la otra joven con un halo de preocupación. —Usted es una HiME y por tanto siempre está propensa a las instigaciones o mensajes ambiguos y enigmáticos que le puede estar dando su Rebel o allegados a Rizembool sólo con la idea de perturbar su paz. —
—No lo había visto de esa manera. — Se llevó una mano al mentón, pensativa. —Pero es muy pronto para que aparezca un Rebel. —
—Hiyori-chan, sólo le pido que tenga mucho cuidado. Sé que soy una persona muy temerosa y que no se arriesga por miedo a que pasen cosas malas, por lo que mis palabras pueden sonar exageradas, pero me afectaría mucho si algo le sucede. Por favor, prometa prestar atención a su alrededor por si ve algo sospechoso. Existen personas que están muy preocupadas por usted, tal vez sería bueno comunicarse con ellos para que estén al tanto de usted. —
—No. No. — Negó con la cabeza, sonriendo despreocupadamente. —Lo que menos quiero es involucrar a otros. Así que te pido que no le digas a nadie sobre esta absurdez que te he contado. Sólo es mero destino, o simplemente olvidé que no boté el papel. —
—Pero… Hiyori-chan…—
—Pero prometo prestar atención a mi entorno. — Asintió levemente. Con eso al menos dejo un poco más tranquilizada a Naho. —Ya debo volver al edificio de Ciencias Físicas. Mi clase está por comenzar. —
—Que tenga un excelente día, Hiyori-chan.  Recuerde protegerse siempre. —
—Igualmente. Oh, si ves a mi hermano recuérdale que tiene deberes… Hm, de paso lo vacunas para que no ande de enfermo por la vida. —
—L-le recordaré sus deberes, sí. Pero lo segundo no puedo prometerlo. Se negó, de hecho. —
—A Ryouta no hay que preguntarle las cosas… Sólo hay que hacerlo, te aconsejo. — Le sugirió un consejo que se aplicaba muy bien para su situación. Después de que se despidieran con un gesto de mano, Hiyori retornó el camino a su salón.
Le quedaban algunos minutos libres pero optó por llegar para leer algunos apuntes que le quedaron pendientes. Al entrar a la sala se percató de que algunos alumnos ya estaba allí pero lo más sorprendente fue ver que una mujer pelirroja con su cabello perfectamente ubicado y ordenado en un tocado impecable estaba sentada en el escritorio de profesor. Hiyori recordó que tendrían maestra nueva y supuso que esa mujer era la nueva profesora de Física Cuántica.
La chica intercambió mirada con la profesora como pidiéndole permito. “Entra” respondió la mujer, con una sonrisa socarrona. Hiyori no supo si interpretarla como una señal amistosa o que la estaba analizando como un espécimen inferior.
Sólo al pasar cerca del escritorio de la profesora la pudo notar con más detención. Era una mujer menuda, de impecable presentación personal, el cabello naranjo hacía juego con las pecas castañas de su rostro, poseía una mirada llena de seguridad con la cual parecía leer a quien pasase delante de ella como si de un libro abierto se tratase, tenía una respingada nariz que encajaba perfectamente con la fisionomía de su rostro europeo. Hiyori entonces llevó la mirada al escritorio de la nueva profesora, vio que la maestra había colocado algunos objetos particulares sobre el escritorio lo que le daba la impresión a Hiyori de que la profesora era alguien posesiva, expansionista y, por qué no, una persona que gustaba dejar su marca personal.
Vio unos libros que Hiyori ya conocía porque eran de su autora favorita de Física Cuántica, también había un Péndulo de Newton bastante sofisticado que atraía enormemente la atención de los estudiantes como si esperaban que sucediera algo mágico proveniente de él, y, además de algunas pertenencias personales, Hiyori notó la inscripción en la placa que llevaba el nombre de la profesora.
La pelicastaña se llevó las dos manos hacia la boca para tapar su asombro. Sus ojos se abrieron enormemente cuando leyó el nombre de la maestra. No podía ser cierto que precisamente la persona que estaba de pie con pose fantoche se tratara de la famosa investigadora física Rosalind Lutece. Disimuladamente se giró a sus compañeros, los más nerd comprendían la emoción de Hiyori y asintieron con un gesto de cabeza dándole a entender que no era un sueño y, que en efecto, la profesora era aquella científica francesa de renombre. 
Cuando al fin la HiME espabilo, se fue en silencio hacia su sitio tratando de pasar desapercibida. No podía creer que ese semestre tuviera a Rosalind Lucete como profesora. Hiyori no era de admirar a nadie pero los hermanos Lutece se habían ganado un espacio personal entre su colección de libros.

Cuando aún quedaban quince minutos exactos para empezar la clase. La maestra fue hasta la puerta y la cerró. El montón de alumnos rezagados que venían a la sala, de todos modos puntuales, se quedaron con una expresión de confusión cuando la puerta se cerró prácticamente en sus caras. Uno de ellos golpeó antes de que la profesora se alejara por completo. La mujer abrió la puerta y los observó penetrantemente. Uno de ellos tuvo que armarse de valor para protestar.
—E-eh… ¿Podríamos entrar a clases, profesora? —
—Llegan tarde. Mejor probabilidades de éxito en el próximo intento. —
—P-P-pero aún faltan quince minutos para el inicio de la clase. —
—Esa será la primera lección del día, y en ustedes será el grupo de muestra para la aplicación del aprendizaje con condicionamiento clásico: “La clase comienza quince minutos antes, con la académica Rosalind Lutece. El que manifiesta falta, será sancionado” Es la norma que gobierna desde hoy y por siempre. Que, por cierto, los que lleguen tarde además ameritan el descuento de décimas del porcentaje en su próximo examen. —
—N-N-no sabíamos esa norma. — Otro alumno se unió en la protesta. —P-P-Por favor, maestra, permítanos entrar a clases.—  El chico juntó las palmas de sus manos. —No nos descuente décimas de nuestro porcentaje, se lo suplicamos. —
—…— Rosalind alzó una ceja. Ni siquiera tuvo que decir un no por respuesta verbal para que se interpretase el mensaje.
—Misericordia. — Pidió otro estudiante.
—Misericordia pueden pedirle a sus respectivas imágenes de adoración religiosa. En mi universo esa palabra no se aplica, menos con la indisciplina. —
—¡Pero si estábamos bien en la hora! — Desesperado, otro alumno apareció de entre el montón de “castigados”  —Esto no puede proceder así. Podríamos manifestar una queja en dirección por su trato tiránico en el primer día de clases. —
Rosalind sonrió amablemente pero los otros entendieron que se estaba regocijando con el dolor ajeno. —Éxito con su protesta de morosos. — Dicho esto, volvió a cerrar la puerta dejando al grupo de estudiantes en shock. Ella se ubicó en el centro del salón, con una disposición más grata con los alumnos que sí cumplían con su capricho personal. —Buenos días, como ya deben saber soy la nueva profesora de la asignatura de Física Cuántica de la Universidad de Hanasaki. No hace falta que me presente por mi nombre. — Apuntó a su escritorio, específicamente a la placa donde postulaba su nombre. —El desastroso ejemplo de sus compañeros corruptos por ideales propios y poco comprometidos con una magistral clase les servirá de aprendizaje para cómo deben llevar las cosas conmigo. Las puertas del salón se cierran quince minutos antes de empezar la clase. Cuando las puertas se cierran, nadie más entra. Nadie más sale. — Observó los rostros de los estudiantes, la mayoría parecía conforme con la nueva norma aunque notó algunos tantos inquietos especialmente con aquello de que nadie más podía salir de la sala. —Eso se aplica a todas las clases. Sobre todos los días de exámenes. Quien llegue tarde no tiene derecho a aplicar el examen. ¿Se entiende? —
—¡Sí, maestra! — Respondieron los estudiantes.
—Perfecto. — Rosalind debía acostumbrarse a ese nivel de obediencia de los japoneses que siempre respondían como si se encontrasen en el servicio militar. Ella sacó una Tablet de entre sus cosas. —Le he pedido a la secretaria o… Lo que sea que sea, — Rosalind alzó una ceja, con una expresión indiferente. —En fin, a la persona que estaba en recepción. Supongo que era la secretaria pese a su nivel exasperante de histeria. — Pero ese día no hablaría sobre FODA Organizacional de Hanasaki y los respectivos roles que deben cumplir cada uno de sus miembros. —Le he pedido que mande a sus correos una lista de libros y útiles que utilizaremos durante el semestre. — Inmediatamente varios estudiantes comenzaron a revisar sus correos y a fijarse en la lista. Era una lista extensa pero ya los títulos de los libros y el tipo de útiles animaban a muchos estudiantes. Se notaba que ese semestre sería muy difícil pero rico en conocimientos de alta categoría científica. —Como no son tipo de materiales que se encuentren en todas partes, les recomiendo que vayan en grupos a la dirección que les apunté en el correo. Al menos, allí encontré la mayoría de los requisitos que he solicitado… Y de calidad. Que por cierto, cualquier material que sea meramente sospechoso de piratería lo rechazaré. Incluso los libros. —
—…— Las personas especialmente becadas y de ingresos monetarios básicos se sintieron sentenciadas con ese veredicto.
—Supuse que habrían pobretones que no podrían cumplir con la lista. — Rosalind alzó los hombros. Sin duda, era una persona sin tacto. —Así que he pensado en la idea de hacer una banca solidaria, así, quien quiera aportar para sus compañeros puede hacerlo. Habrá un encargado de confianza seleccionado por ustedes, y la directora amablemente aplicará recurso económico a esta banca solidaria. — Todavía no lo hablaba con la directora Miranda Lot pero, si era la mujer respetable e intachable que Rosalind suponía que era, no rechazaría una petición tan llena de bondad y caridad. A la profesora de Física Cuántica no le gustaban los no por respuesta. —Dejando de lado el espacio de datos públicos… Permitiré que hagan algunas preguntas triviales para sentirnos en más confianza. Adelante, pueden preguntar lo que quieran. — Ofreció con una sonrisa amigable. Los estudiantes no sabían si podían preguntar exactamente lo que quisieran pues temían molestar a la profesora. Pero ya que lo había ofrecido…
—¿Por qué escogió hacer clases en Hanasaki? —
—Buena pregunta. Para responder a tu interrogante sólo hace falta la palabra “Hacer ciencia” como se expresa en El Buho de Minerva. Esta universidad tan lejana a mi continente parece carecer de las grandes comodidades científicas que se obtienen en otras universidades, por lo que para mí eso significa un gran desafío y, por tanto, efectuar real ciencia. —
—¿Crearemos un proyecto novedoso como lo hacen otras universidades? —
—Eso es lo que espero. Por tanto, puedo decir desde ya que me sentiría fascinada de ver el interés de alumnos por crear proyectos científicos de alta gama que puedan competir en campos más expertos. Será un gran paso poner  el nombre de esta universidad  entre los más destacados. —
—¿Podría ser algo con los universos paralelos? —
—Claro. ¿Por qué no? — Rosalind se mostraba meramente encantada con el interés de los más jóvenes. Todo bien hasta que…
—¿El señor Robert Lutece también estará en Hanasaki? — Preguntó un inocente alumno, sabiendo que la maestra Rosalind tiene por hermano mellizo al destacado científico Robert Lutece. Los dos habían descubiertos grandes enigmas del campo de la mecánica cuántica.
—…— Si bien no se mostraba enojada, sí se podía visualizar seria. —Robert está en otra investigación, en otros proyectos. —
—Oh, entonces es primera vez que trabajaran por separado en tanto tiempo. —
—…—
—¿Pero podremos verlos trabajar juntos algún día? —
—…—
—Seria genial para los estudiantes poder ver a dos de los más destacados científicos trabajar juntos en esta universidad. ¿Se imaginan? ¡Hanasaki sería la envidia de los estudiantes de Ciencias Físicas de las otras universidades! Seriamos alumnos privilegiados. —
—¡Cierto! Sería como un sueño hecho realidad. —
—…— Rosalind comenzó a fastidiarse
—Oh, señorita Lutece, ¿Podría organizar alguna conferencia junto a su hermano en Hanasaki? —
—YAY sería grandioso ¡Nos podemos ofrecer como recurso humano! —
—…— La profesora frunció el ceño. Ya veía que toda esa manada de estudiantes se estaba haciendo ilusiones que para ella resultaban odiosas.
—Deberíamos hacer una conferencia destacada. ¡Los de Química ya están preparando una! —
—No podemos quedarnos atrás. —
—Se podría conversar con la decana Astrid Zxes para apoyo. —
—Podríamos fijar fecha desde ya. ¿Qué tal si lo planeamos en dos meses más? —
—Aww, estoy emocionada con conocer a Robert Lutece. —
—…— La profesora ya no toleraba escuchar más estupideces.
—Seremos la sensación de las ciencias. —
—Podríamos tomarnos una fotografía y ampliarla para dejarla a la entrada del departamento. —
—¡YA BASTA! No me prestaré para su circo, nerds desesperados y ociosos. Ni pretendan conseguir una selfie con nosotros. Robert no trabajará aquí, no vendrá aquí y a nadie le debe importar aquí lo que pase con él ¿Entendido? —
—…— La imagen de los alumnos en la sala daba la impresión de ser de aquellos cachorritos desvalidos de un refugio de animales a los cuales se les pega un grito y corren a un rincón a tiritar.
—Ese canalla está en algún infierno personal en alguno de los multiuniversos. Así que no se hable más del tema.  No más preguntas por hoy. — Rosalind dio por finalizada la ronda de preguntas. Como todos quedaron en silencio, en el salón parecía que no se movía ni una mosca. —En la clase de hoy quisiera repasar lo que es el postulado de la relación de indeterminación de Heisenberg o principio de incertidumbre, que he de suponer que lo gobiernan de un modo excelentemente adecuado. Al final de la clase aplicaré unas pequeñas preguntas verbales simples, el que responda mal se irá al rincón de la sala y le pondré el cono del burro.— Y no era una amenaza ficticia. Del cajón de su escritorio sacó un gorro plegable en forma de cono. A los costados tenía un par de orejas de burro. 


Las horas habían transcurrido durante la mañana y ya se estaba llegando al término de los últimos bloques de educación. Para esa hora, en el laboratorio químico la clase de ese día había finalizado hace unos minutos, pero Vincent aún se encontraba como de costumbre en el laboratorio.
Una alumna se encontraba limpiando los restos de vidrio de los tubos de ensayo que se habían quebrado al rozar sin querer la gradilla que contenía dichos tubos. La muchacha que había roto accidentalmente los tuvo de ensayos, además de un matraz de destilación, era una joven de rubios cabellos y apariencia angelical. En rendimiento era muy destacada siendo la mejor de la clase, aunque a veces era un poco torpe para emplear herramientas en el laboratorio. Ella estaba acompañada de otra chica de su clase, de cabello corto y celestino, habían trabajado en dupla en esa ocasión.
Por suerte Cho había asistido a Ayesha durante la aplicación en el laboratorio, lo cual se notaba eficazmente en el número de implementos rotos el cual había sido reducido.
Mientras las dos terminaban de ordenar las herramientas, el profesor se enfocó en buscar un refrigerante de Graham que faltaba en el inventario. Fue entonces que su mirada lo divisó cerca de la mesa donde las alumnas estaban. Justo cuando iba a ir a buscarlo, la chica de rubios cabellos pasó a llevar el refrigerante de Graham y este iba directo al suelo.

—¡Lo siento! — Expresó sentidamente la joven, llevándose las manos al rostro. Pero felizmente Cho, quien estaba cerca, se extendió hábilmente para alcanzar el implemento antes de que cayera al suelo. El suspiro de alivio fue general entre todos.
—Todo bien, no ha pasado nada. — Dijo el profesor, calmando a la joven. —La señorita Tanaka realizó una increíble acción. —
—Cierto, ha sido sorprendente como evitó el desastre. —
—Eh, mejor lo guarda pronto…— Cho se sintió un tanto cohibida con el momento de atención. Se encogió de hombros, entregó el implemento y el maestro lo guardó en el lugar correspondiente.
—¿Ya destruyendo cosas? — En ese momento, una mujer de gafas y cabello oscuro apareció. Ella se apoyó en el marco de la puerta abierta. —Me imagino que Ayesha ya tiene un alto prontuario de destrozos del día de hoy. —
—N-No tan así, Astrid. — Dijo la aludida, alzando sus manos como si se tratara de un juicio. —Hoy han sido menos herramientas las cuales he roto. —
—¿Eso es cierto? — Le preguntó la decana a la otra alumna.
—Es cierto…— Respondió la peliazul. Si bien de todos modos eran más de dos cosas, no se veía en la necesidad de dar un número exacto.
—En fin, al menos es un logro pequeño. — La mujer sonrió levemente. Luego observó a Vincent. —Deja que las alumnas terminen de limpiar. Tenemos que ir a la reunión de departamento. —
—Está bien. — Tenía pendiente registrar la clase pero en vista del tiempo tendría que hacerlo en otro momento. Observó a las dos estudiantes. —Pueden quedarse cuanto gusten, solo les encargo que dejen bien cerrado. — Les pidió antes de salir del laboratorio. No tenía problemas en confiar el laboratorio a ambas ya que demostraban responsabilidad y compromiso. Distinto sería que se quedara otro alumno que se dedicara a hacer vandalismo intencional. Por ese motivo, el profesor solía confiar en ciertos alumnos para cuando el laboratorio se quedaba solo.

Los dos académicos de Hanasaki se dirigieron a la sala de reunión del departamento de química. Se debía planificar el posible congreso nacional de química al cual Hanasaki podría postular pero aún debían tener ciertas aprobaciones de otros medios para poder llevarlo a cabo por lo que no era un 100% seguro que se aprobara totalmente el congreso, para ello se debía trabajar más. Por otro lado, quedaba discutir temas concretos de la carrera profesional. Por suerte, se contaba con la presencia de la decana. 

A esa hora, Alice y Henry habrían salido de clases también pero debían asistir al entrenamiento de esgrima por lo que le quedaba un buen tiempo más antes de reunirse con ellos.
Al llegar a la sala de reunión, Astrid entró prontamente pero Vincent se quedó afuera respondiendo un mensaje antes de continuar. Antes de entrar a la sala de reunión, vio a una conocida suya circular por el pasillo murmurando algunas maldiciones.

—¿Rosalind? — Se sorprendió de verla en ese horario por allí. Al estar recién integrándose se le concedía la tarde libre para planificación.
—¿Vincent?  ¿Qué haces aquí? — Preguntó la pelirroja. Ambos se conocían desde adolescentes cuando el inglés había ido de intercambio a Francia y cuando los gemelos fueron al próximo año de intercambio a Inglaterra. —Pensé que ya habías salido. — Le entregó su maletín y la pila de documentos que cargaba. —Pero es provechoso que te encuentres justo aquí. Una casualidad efectiva y afortunada.  Debes ayudarme a organizar toda esta porquería. ¿Puedes creer que no me han asignado secretaria propia? ¡Ni tampoco asistente personal! Tuve que agarrar a un alumno para que fuera mi lacayo pero después tuvo que irse a su club de fútbol. Esto es una tortura. —
—Oh, Rosalind…— El inglés tuvo que hacer malabares para que ninguna cosa se le cayera. —Dudo que te asignen asistente personal… Pero siempre puedes tener a un alumno como aprendiz el cual puedes dejar de tutor de los alumnos y a la vez éste te preste asistencia personal. —
—¿Y dónde quedan mis beneficios? En l'université Pierre et Marie Curie me otorgaban más recursos. —
—Pensé que buscabas un desafío, por eso te sugerí que vinieras aquí. Ya ves, desde el comienzo debes ser muy esforzada. —
—Ya cállate, no intentes convencerme de que no existen falencias en este sitio. De todos modos tienen mucha suerte de que yo esté con disposición de adentrarme en este lugar aún sin las comodidades a las que estoy acostumbrada. — Dio un vistazo al interior de la sala de reunión, vio un montón de académicos allí reunidos. — ¿Tienes reunión? —
—Sí, del departamento de ciencias. —
—¿Y no me invitaron? —
—Se te concedió la tarde libre para planificación. —
—Bah, la planificación la podré hacer después. Entraré contigo. —
—Eh… ¿Segura? Porque no estas registrada para esta reunión. En tu desempeño no saldrá que asististe hoy. —
—Eso no me importa. Participar por aparecer en el registro de asistencia es el incentivo de los holgazanes. Yo quiero integrarme y conocer quiénes serán mis demás colegas. —
—Ok. — Vincent no estaba muy convencido de dejarla entrar así de simple porque conocía el carácter de Rosalind y temía que se confrontara a más de un colega. Al menos había esperado tiempo para acondicionar a los demás sobre Rosalind pero… Siempre se podía esperar a que la pelirroja se mantuviera en tranquilidad. O eso esperaba.
Los dos ingresaron finalmente al salón, Vincet presentó a Rosalind y esta educadamente saludó a los presentes. Al menos era una buena señal. La pelirroja tomó asiento a un lado de Vincent y por el resto de la reunión prestó mucha atención a lo que decían los demás.
Felizmente la profesora de Física Cuántica estaba dócil por esa tarde, Vincent supuso que había torturado a sus alumnos por la mañana y eso la mantenía relajada en la actualidad.
« Last Edit: August 14, 2016, 08:41:38 PM by Kana »