Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 246913 times)


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #210: October 01, 2016, 12:56:36 AM »
Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito al tema en el foro de planeación <3

Y sin más preámbulos~




Sayi :: 2185 palabras
Shura :: 949 palabras

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Now, let's carry on with those big HiME dreams...
« Last Edit: August 13, 2017, 02:28:14 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kora

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #211: October 24, 2016, 11:21:35 AM »
Como me ha quedado algo largo el aporte lo he partido en dos para no agobiar. Quizá edite a futuro pero quiero dejarme ésto ya terminado este mes sgkhjfg



1o. (1/2)


- Señorita… No tienes buena cara.

La voz grave había opacado el ruido de fondo, silenciando todo a su alrededor. El alboroto y el gentío parecían haberse desvanecido en ruido blanco al oír aquellas palabras. Kora levantó la vista, dándose cuenta en ese instante de cuánto había necesitado aquel silencio, y se encontró con una mirada tan intensa, que tuvo que apartar la vista.

El hechizo se rompió, y el ruido volvió, pero aquellos segundos habían sido una bolsa de oxígeno.

- Estoy bien. - Murmuró, haciendo el ademán para apartar la mano que se mantenía sobre su hombro.
- ¿Estás segura? - Aquella mano, sin embargo, era más ágil y se movió rápidamente hacia su barbilla, levantando el rostro de Kora. Sintiéndose expuesta, la irritación hizo que despertara de su momentáneo entumecimiento.
- Lo estoy. - Al menos, no erró el movimiento esa vez y atrapó la muñeca del desconocido. - No me toques.

El hombre alzó ambas manos al mismo tiempo que Kora retrocedía un paso, aprovechando la distancia para estudiarlo. Alto, de piel dorada y pelo claro recogido en una coleta de lado que caía sobre la solapa de un traje caro.

No importaba su buen aspecto: Kora estaba en guardia, incapaz de olvidar la sensación de ser acechada que la había invadido.

Algo la estaba persiguiendo, y bien podía ser que su depredador hubiera decidido jugar con su comida. Aquel tipo definitivamente sonreía como un gato que había atrapado al ratón, sin ningún tipo de reparo ante la evidente postura defensiva de Kora.

Si le había atrapado, parecía que no sólo no sentía ningún reparo, sino que disfrutaba el estar invadiendo su espacio personal.

Del mismo modo que un animal ante los faros de un coche, el cuerpo de Kora se quedó paralizado, esperando a que el otro hiciera el primer movimiento para salir corriendo por la vía más concurrida que encontrara. Rizembool no se atrevería a un escándalo tan público… ¿cierto?

- Perdona si te he sobresaltado.
- Déjame en paz. Vete. - Le espetó Kora. - Sé a lo que has venido.

Las palabras salían sin ningún filtro, aunque no le importaba. Lo peor que podía pasar era que todo fuera un incómodo malentendido y que aquel hombre rarito pensara que se había encontrado con una loca, pero la sonrisa que se extendió en el rostro de éste le dio a entender que su intuición había acertado.

El aire se le fue de los pulmones. Todo estaba sucediendo demasiado rápido. ”Si soy lo suficientemente rápida…”, pensó, recordando la kodachi en su bolso. Sólo tendría que desenfundarla, y--

- Ya veo que las presentaciones no tendrán que alargarse mucho. - El hombre bajó las manos, completamente satisfecho de sí mismo, adoptando una postura más relajada.
- Si no te vas, gritaré. - Kora notó como toda la fuerza se le iba por la boca, pero trató de no moverse un ápice, ni siquiera cuando el otro soltó una risa baja y grave.
- No lo hagas, Kora. ¿Sabes los gastos en abogados que supondría si te matara aquí y ahora? Ah, pero claro que lo sabes, ¿no? - El hombre dio un paso hacia ella, tendiéndole la mano. Kora fantaseó con sacar la kodachi y cortársela con un movimiento limpio, pero su amenaza tan casual le había helado la sangre. - Seamos civilizados. Tómame de la mano y apóyate en mí. La gente está empezando a mirarnos raro.

Kora miró a su alrededor. Lo que el otro, lo que su Rebel le estaba diciendo era cierto. Aunque muchos viandantes pasaban de largo hablando entre sí o fijados en la pantalla de un móvil, algunas personas les miraban al caminar por su lado, y Kora fue consciente de hasta qué punto su postura era defensiva.

Como si aquel hombre fuera a sacar una espada de la nada y atravesarla.

El apuro comenzó a invadirla, ya que en aquello no le estaba mintiendo el otro. Cada vez había más gente mirándola. Quizá alguien llamara a la policía, quizá alguien interviniera. O quizá todo el mundo pasaría de largo, esperando que fuera otro quien se metiera en mitad de una pelea entre un hombre y una mujer. Se le encendieron las mejillas con rabia imaginando que alguien podía estar viéndola como una víctima.

Su mano tembló cuando la alargó hacia él.

- Buena chica. - El hombre apretó sus dedos alrededor de los suyos, tirando suavemente de ella para cerrar la distancia que los separaba. - Me llamo Akio Ohtori. Encantado de conocerte por fin… Kora.
- No puedo decir lo mismo.
- ¡Ah! Menos mal que no has perdido todas tus espinas. - Akio sonrió, sin soltar su mano, acercándola más a él mientras bajaba la voz. - Ahora, ven conmigo.
- N… no.

Kora se sentía enferma. No era HiME más que una semana, y había caído de lleno en las redes de su Rebel.

Al igual que tres años atrás, éste sólo había tenido que esperar a que Kora cometiera una insensatez para tenerla en sus manos. El pánico se hacía dueño de ella cuando recordó la vez en que una sencilla cita con su novio le había costado un brazo y un par de costillas rotas. Como si fuera poco más que un deshecho, su Rebel había tirado su cuerpo inconsciente a las puertas de Hanasaki.

¿Haría Akio lo mismo con ella? ¿O simplemente, para no perder tiempo, la mataría una vez tuvieran un poco más de intimidad? Si tan sólo su cuerpo se moviera…

- Ven, Kora.

Akio insistía sin dejar de sonreír. Tiró un poco más de ella hasta poder rodearle los hombros con los brazos, empujándola unos pasos. Kora quiso gritar, pero cuando abrió la boca, no salió ni un aliento.

El mundo parecía dar vueltas a su alrededor, y el sonido de la calle volvía a desvanecerse, distante y apagado. Kora intentaba aferrarse a los bordes de su consciencia, pero entendía qué estaba pasando. Sólo notó cómo perdía el equilibrio cuando sus piernas se volvieron demasiado débiles para sostenerla, obligando a Akio a apretarla contra él con fuerza.

Escuchó la voz de Akio llamarla, un eco en la lejanía. Aunque su corazón latía tan fuerte y tan rápido que le causaba dolor en el pecho, su vista perdía el enfoque y el aire no llegaba a sus pulmones. “¿Me estoy muriendo?”, se preguntó.

Había estado lo suficientemente cerca de la muerte para saber que era bastante probable.

“Oh, dios mío, ¿cómo he llegado hasta aquí?”


--

Tres años antes

Los estudiantes de primero de Derecho se habían agolpado en el salón de actos, después de verse obligados a empujar y deslizarse entre cuerpos para avanzar por los pasillos de la universidad. Maya rozaba el límite de puntualidad y la clase ya estaba casi llena. Por primera vez en su vida veía a la gente lanzarse miradas que bien podrían haber sido dagas por un asiento, pero claro, no todo el mundo entraba en La Sorbona.

No tardó en encontrar a la elegida para su compañera de asiento: una chica gótica. Al fin y al cabo, las que preferían estéticas alternativas tenían que apoyarse mutuamente.

La susodicha levantó la vista de la pantalla de su móvil, y bajó la mochila del asiento que iría a ocupar Maya. Tenía el pelo tan claro que era casi blanco, pasándole un poco por debajo de los hombros, pero sus rasgos, aunque afilados y respingones, tenían un aire oriental incluso con todo el maquillaje que cubría sus párpados.

- Gracias.
- De nada.

Maya pudo oír claramente que su francés no era nativo. Parecía un poco abrumada, aunque mantenía los hombros y el mentón en alto en una actitud distante, similar a un gato altanero. Era una actitud que reconocía: alguien que prefiere crear un muro antes de que la ataquen primero. Observó a Maya unos momentos antes de hablar, estudiándola con una mirada desconfiada.

- Me gustan tus tatuajes. - Señaló con un dedo a la serie de símbolos abstractos azules que resaltaban en el hombro de Maya. Su francés tenía definitivamente un acento extranjero.
- Oh, gracias. - Maya estaba realmente orgullosa de la idea que tenía en mente. - Quiero alargarlo para que vaya del cuello a la mano… cuando tenga dinero.
- Qué… guay. - La chica había tardado un par de segundos para encontrar la palabra adecuada, pero parecía sincera en su cumplido.
- Oye, ¿cómo te llamas?
- Kora.
- Maya. Encantada de conocerte.
- Igualmente.

Como alguien que tenía la barrera del idioma cortándole el paso, Kora no habló mucho, pero parecía moderadamente interesada en hablar con Maya. O al menos, escucharla hablar. Tras la bienvenida del decano de Derecho, esperaron a que el tutor llegara con horarios e introducción a las asignatura que fuera a impartirles.

Con ese rato libre, aprovechó para conversar con Kora y así olvidarse del picor por falta de tabaco. Maya temía que si salían de clase, les quitarían el asiento.

- Así que eres de Japón… sí que has venido lejos. Aunque oye, si no te importa, algún día puedo practicar contigo.
- ¿Hablas japonés? - Kora abrió los ojos en sorpresa.
- Un… un poco. - Maya se dio cuenta demasiado tarde de lo que había dicho, y se pasó una mano por el pelo distraídamente.
- ¿Tienes familia en Japón? - La sorna en la voz de Kora le indicaba que era una pregunta a la que no esperaba respuesta. - O es que eres una…
- ¡No lo digas! - Le tapó la boca a Kora antes de que dijera cierta palabra que empezaba por “O”. - Me gusta el manga y aprendí kana y hiragana cuando estaba en el instituto.
- Vale, vale. - Por primera vez en toda la mañana, escuchó la risita de Kora. Casi no parecía tan mala cuando se reía. - ¿Te has sentado conmigo por eso?
- Nah, es porque me gusta tu collar y espero robártelo algún día.
- Hmm… - Kora se llevo los dedos hacia la gargantilla negra con tachuelas que llevaba.
- …Lionheart, Kora…
- Oh, ¡aquí! - Kora levantó la mano hacia el tutor.
- ¿Lionheart?
- …Locke, Maya…
- ¡Yo! - Era el turno de Maya de levantar la mano, antes de girarse hacia Kora. - Parece que estamos juntas en la lista. 
- Ya veo. - A Maya no se le escapó el alivio en la voz de Kora al ver que había dejado el tema de su apellido a un lado.

El móvil de Kora empezó a vibrar, y Maya no pudo evitar echar un vistazo a la pantalla. La foto de un chico rubio apareció sobre el contacto en kana. ‘Kai’. Bastante guapo, aunque no pudo echarle un buen vistazo antes de que Kora cogiera el móvil, pasando su mirada del tutor a la pantalla con clara ansiedad antes de apretar un botón en la pantalla.

Por unos segundos, Maya pensaba que había contestado, pero al verla teclear rápidamente suspiró aliviada.

¿Kora se había mudado a Francia sólo por un chico? Esperaba que no fuera tan tonta.

--

Maya no tardó en aprender que el nombre del chico rubio era Ky, y que además, éste era el centro del universo de Kora. En un sentido literal: era una enorme estrella que la absorbía completamente.

La primera semana, Maya pensaba que era su novio, o que estaba en trámites. La siguiente, suponía que debía ser de su familia. La tercera, empezaba a dar cabida a teorías más telenovelescas. Para cuando pasó un mes, sólo pudo darle la razón, y dejar sus conjeturas a un lado.

- Es mi amigo. - Kora siempre respondía aquello, o algo que se le pareciera.

Al menos, tenía el alivio de que Kora no se había mudado sólo por él. Cada vez que le preguntaba algo sobre su vida en Japón, recibía monosílabos o excusas, y sobretodo, una actitud tan defensiva que parecía como si le estuviera amenazando con un cuchillo.

- ¿Qué más da? Estoy bien aquí ahora.

En el banco del parque del campus Kora dio una calada al cigarro con gesto enfadado. Al echar el humo, echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

- Supongo que es eso lo que importa. - Con resignación, Maya tomó el cigarrillo de la mano de Kora y dio una calada. - Menos mal que ibas a dejarlo esta semana.
- Estoy dejándolo. - Le corrigió Kora. - Este es el primero de hoy, y ayer estuve limpia.
- Vaya, felicidades. Eso de vivir en un convento va a tener su lado positivo y todo.
- No es un convento… exactamente. Es también un orfanato barra colegio de monjas. Y venga, pásamelo ya…
- Bueno, ¿te dan de comer al menos?
- Sí… pero para lo que me queda…
- ¿Qué quieres decir?
- Ugh… - Kora dio una larga calada antes de contestar. - Tengo una habitación porque el Padre Undersn me acogió cuando Ky y yo llegamos. Pero ahora que está… ya sabes…
- ¡No me digas que te van a echar! - Maya no pudo evitar que se le abrieran los ojos en sorpresa, pero la cara de Kora no indicaba que estuviera de broma. - Vaya con la caridad de las monjas… 
- No me lo han dicho estrictamente, pero la madre superiora quedará al cargo y el otro día ya me dejó caer que eso no es un hotel y tendría que buscarme otro sitio para vivir pronto ahora que soy mayor de edad.
- ¿Y van a echar a Ky también?
- Claro que no. - De nuevo otra pausa para la calada de rigor. - De hecho, creo que Ky está en la herencia.
- Si hereda el convento, colegio… orfanato, ¿cómo te van a echar?

Kora se quedó en silencio, observando al horizonte sin fijarse en ningún sitio en particular. Maya no podía culparla por lo irritable que estaba. Sabía que por el momento estaba viviendo en el orfanato en el que Ky se había criado, acogida por el tal Padre Undersn, y parecía bastante contenta con aquel arreglo. Perderlo de golpe debía ser duro.

Había visto al anciano las primeras semanas de clases, recogiendo a menudo a Kora para ahorrarle el viaje en tren, y Maya tenía que admitir que era gracioso ver a la chica gótica subirse a la camioneta vieja de pueblo.

Por desgracia, la estabilidad de Kora apenas había durado un par de semanas, hasta que habían ingresado al Padre Undersn en el hospital sin una fecha de salida tentativa siquiera.

- ¿Que cómo me van a echar? Bajo mano, como todo lo que hacen. Me mirarán mal y me harán comentarios hasta que me canse y discuta con alguna de ellas, las muy… - Chasqueó la lengua en lugar del insulto. - No quiero darle más problemas a Ky, así que me tengo que ir.
- Lo siento, Kora, vaya mierda. Pero creo que deberías decírselo a Ky… no va a querer que te vayas.
- Es… está mal la situación. Tampoco estoy tan cómoda allí, ¿sabes? Y con todo lo que está pasando con el Padre Undersn… ¿cómo voy a meterle más cosas? ¿No lo viste la última vez? Está muy estresado, creo que está más delgado y-- ugh. - Terminó aquel discurso llevándose una mano a la cara.
- ¿Quién cuidará de él entonces si te vas? ¿Le vas a poner cámaras y lo regañarás por walkie-talkie si ves que no come?
- No lo sé. - Admitió Kora, dejando ir una risa en forma de suspiro. - Pero… Uh, hablando de irme.

La misma camioneta que recogía a Kora a veces había vuelto, pero su conductor era mucho más joven. Ky visitaba casi todos los días al Padre Undersn, y ajustaba el horario para dejar y recoger a Kora en clases. Como siempre que lo veía, la cara de la chica pareció iluminarse, y casi saltó del banco, saludándolo agitando la mano para indicarle donde estaba.

- ¿Quieres que te acerque a casa?
- Nah, ya tienes bastante con lo tuyo. Quiero pasarme a comprar maquillaje, de todas formas.
- Oh, ¿te acuerdas del granate que me gustaba? - Le dijo Kora, y Maya asintió. - Si lo han traído cómpramelo, te doy--
- No te preocupes, ya me lo darás, que le van a tirar una multa a tu taxista.
- ¡Gracias! ¡Hasta mañana!

--

Kora no tardó en convertirse en la compañera de piso vaga que Maya nunca supo que quería tener.

Después de un par de encontronazos más con la madre superiora, Kora aceptó entre lágrimas de frustración que ya no tenía sitio en el convento. Maya sabía que todo aquello había pasado por detrás de Ky, y nunca sabría si hizo lo correcto al hacer caso a su amiga no diciéndole nada a éste.

Por suerte para Kora, Maya también estaba cansada y algo avergonzada de usar el piso de sus tíos-abuelos como hostal, y pronto encontraron un pequeño pero cómodo apartamento en el VI Distrito. Tenían que darse prisa por las mañanas para llegar al metro, aunque era un trayecto mucho más corto que el que habían estado recorriendo hasta entonces.

- Necesitaba ésto. - Suspiró Kora, tirándose en el sofá. - ¿Sabes cuánto tiempo hacía que no me acostaba después de las doce?
- No te emociones, que mañana tenemos clase.
- Veremos. - Murmuró la chica, quitándose los zapatos con los pies. - Diooos mío, son las tres y no tengo que darle explicaciones a n-a-d-i-e de por qué me estoy yendo a la cama ahora.
- Sabes que no estás en la cama, ¿no? - Maya arqueó una ceja. Era casi adorable.
- Ni siquiera en la mansión… - Kora se detuvo a mitad frase.
- ¿Mansión? ¿Has vivido en una mansión?
- Es… es como llamábamos a donde vivía. Una vez. - La chica se incorporó, incómoda. - ¿Qué más da? Era una manera de llamarlo…
- ¿Pero era una mansión?
- Claro que no. - Con un bufido, Kora se levantó y recogió sus zapatos. - Si mañana no estoy levantada a las diez, no me despiertes.

Kora se fue arrastrando los pies por el pasillo, dejando a Maya aturdida. El humor de Kora había cambiado de golpe, y no era sólo por el alcohol.

Cada vez que Maya creía que había averiguado algo del pasado de su compañera de piso, el esquema general parecía tan incoherente que no sabía si estaba tratando con una persona real o el personaje de una historia de ficción para jóvenes adultos.

Hasta el momento, sabía que Kora se había fugado de casa, sido una delincuente juvenil, estudiado en un colegio bueno, conocido a Ky cuando estaba de intercambio en dicho colegio y en algún momento de los 17 había tomado la decisión de dejarlo todo atrás y marcharse de Japón.

Todo eso, sumado al hecho de que Kora tenía un par de cicatrices de arma blanca, que la que la katana corta de la que era dueña era imposible que fuera sólo para decorar… ¿Y ahora decía que había vivido en una mansión?

Llegó a la conclusión en ese momento, sentada en el sofá, y tuvo que sujetarse la cabeza con la mano.

- Joder. Es de la yakuza.

--

El segundo curso empezaba fuerte. Un año después, Maya y Kora eran dos personas completamente diferente de las adolescentes que se habían conocido en el primer día de clase. Era algo que se podía ver en los pequeños detalles, como el tatuaje terminado de Maya que iba desde su mano al cuello en vibrantes espirales y círculos azules, o el cuidado maquillaje de Kora en lugar de simplemente aplicarse lápiz de ojos negro y dejarlo días.

Con la llegada de la madurez, habían tenido la cortesía de acoger a otros compañeros de clase en su círculo íntimo, por lo que pudieron llegar a principio de curso con cierto margen de tiempo sin temor a perder un buen sitio en la clase.

- Esta clase va a ser genial. - Kora sonrió ampliamente, apartándose el pelo que llegaba ya casi a los codos.
- Fantástica. - Respondió Maya, sin disimular su sarcasmo. - ¿Estoy a tiempo de hacer objeción de conciencia?
- Oh, es verdad, que vas a ser una fiscal respetable que pasará calor en verano para que no le vean ésto. - El dedo de Kora recorrió el antebrazo tatuado de Maya.
- ¡Para! - Maya siseó, apartando el brazo rápidamente. Nadie necesitaba saber que tenía cosquillas allí. - Por lo menos, trabajando para el estado estaré siempre en edificios con aire acondicionado.
- Hmmm-mm.
- ¡Shh! ¡Ya ha llegado!

La puerta del aula se cerró, y como una ola, todos los estudiantes irguieron su espalda en los asientos.

El año pasado su profesor más relevante había sido un fiscal de la Corte Penal cuyo nombre había sido olvidado por sus alumnos tan pronto como les notificó el respectivo aprobado. En segundo, sin embargo, las cosas estaban siendo diferentes.

Derecho Penal era la asignatura que habían estado esperando muchos, entre ellos Kora. Era lo que la mayoría asociaba con las funciones de abogacía: defender un cliente de cargos criminales bordeando las leyes civiles y morales de cualquier forma posible. Como guinda, la asignatura la impartiría Elizabeth Straits.

Maya casi sentía cómo le entraba un sarpullido al ver a la mujer repiquetear sus tacones de vértigo hacia la mesa de profesor.

- Buenos días, clase. - La señorita Straits se quitó las gafas de sol y las dejó sobre la mesa. - Prefiero que las presentaciones sean cortas: me llamo Elizabeth Straits e impartiré Derecho Penal I este año y el siguiente. Si alguien tiene alguna duda que no esté resuelta en el boletín del curso, puede preguntármela ahora. …¿No? Bien.
- Yo tengo una duda. - Un estudiante levantó la mano, alzándose del asiento. - ¿Cómo duerme por las noches sabiendo que el asesino de Elise Court está en la calle?

Se formó un silencio tenso inmediatamente. Los estudiantes pasaban la mirada de su compañero a la profesora, incrédulos. Aquel chico acababa de cargarse el curso, pero Maya sólo podía aplaudir su moralidad. Si su beca no dependiera de su media, hubiera hecho una pregunta similar.

- Todos los años me hacen una pregunta parecida, y siempre es la misma respuesta. Duermo en sábanas de satén sobre una pila de dinero. - Straits habló con frialdad, y señaló al alumno en cuestión. - Tú, ya no hace falta que vengas el resto del año ni el que viene. Podrás hacer la reválida cuando termine Derecho Penal II el próximo curso.

Los presentes sólo parecieron recordar cómo respirar cuando el estudiante en cuestión cerró la puerta detrás de sí. La señorita Straits ni se había inmutado, y siguió hojeando su boletín de presentación.

- Con eso dicho… Espero que para la semana próxima todo el mundo tenga el libro y haya descargado los documentos del módulo virtual. Eso nos dará tres clases para tratar el primer ítem de mi lista.
- Oh, dios mío, está pasando. - Kora apretó una mano sobre el antebrazo de Maya. - Creo que me voy a desmayar.
- Ésta asignatura abarca dos años, como ya sabréis. Cada año tengo por costumbre elegir cinco alumnos de segundo y tercero que trabajarán conmigo en el bufet durante un tiempo indeterminado, asistiéndome en casos reales de mayor envergadura y a escala continental…
- …es decir, mano de obra gratis… - Dijo Maya, entre dientes.
- ¡Maya! ¡Shh! - Le siseó Kora. Si la profesora les había oído, no pareció demostrarlo.
- …por supuesto, con el añadido de podrán presentar su trabajo voluntario en su currículum y tendrán una carta de recomendación mía, dependiendo de su desempeño. Presentaré un caso real a continuación, y vuestro trabajo para el próximo viernes es presentar una defensa. Las cinco mejores pasarán a trabajar conmigo.

Al girarse hacia Kora, Maya vio la ambición en sus ojos. Era aquella hambre que salía de ella en ocasiones, la actitud de que merecía más de lo que la vida le había dado hasta el momento y estaba dispuesta a cualquier cosa para tomarlo con sus propias manos.

Más de una vez, Kora había dicho que su objetivo era trabajar como abogada en un bufet prestigioso de Estados Unidos, y Maya pensaba que era una fantasía idealizada al principio. Pero cuando veía la ansia con la que había esperado la oportunidad que les brindaba Elizabeth Straits, tenía que admitir que quizá Kora estaba siendo muy específica.

A veces, Maya creía que la pregunta respecto a su amiga no era lo que había hecho, sino lo que podía llegar a hacer.

- Uno de esos puestos es mío. - Murmuró Kora cuando se dio cuenta de que Maya la estaba mirando, y ésta no supo si era una amenaza.

Con todo, tenía razón. A la semana siguiente, Kora empezó a trabajar como becaria glorificada en el bufet de Elizabeth Straits, y ni siquiera el tener que pasar más de una noche despierta haciendo papeleo pareció apagar su orgullo.

Vistiendo ropa cara pagada por su nueva jefa y con la actitud de saberse parte de la élite, por mucho que Kora asegurara que nada había cambiado, Maya sabía que había empezado a dibujarse una línea entre ellas. No había mucho que hacer al respecto; al fin y al cabo, una abogada y una fiscal estaban en lados opuestos.

Y aquella línea todavía era tan fina que casi era invisible y fácil de ignorar entonces, pero que eventualmente se llevaría a Kora sin que Maya se diera cuenta.
« Last Edit: July 01, 2017, 04:44:15 PM by Kora »


Kora

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #212: October 24, 2016, 11:25:49 AM »
yyy segunda parte.



11. (2/2)


- Entonces, ¿me puedes decir qué te pasa con Ky?
- ¿A qué te refieres? Pensaba que íbamos a hablar de tu vida romántica. - Kora puso énfasis en el “tu”. - Con eso de que te han dejado y tal…

Maya suspiró, alzando la botella de licor de crema, la segunda de la noche, para vertir en los dos pequeños vasos frente a ellas. Alzó el suyo, chocándolo con el de Kora rápidamente antes de tragarlo de golpe. El sabor dulce dio paso a un regusto amargo, del mismo modo que había pasado con su relación.

El local estaba mucho más tranquilo que durante las primeras horas de la madrugada, y Maya había preferido quedarse un rato más antes que volver a casa y encerrarse en su habitación.

Sentarse a simplemente tomar algo en la barra era algo que empezaban a hacer con frecuencia, una costumbre que había empezado con la excusa de aprovechar la discreción de los asientos altos para quitarse disimuladamente los zapatos y descansar los pies.

- Bah. No hay mucho más que decir… y lo he dejado yo.
- Ah, claro. - Kora soltó una risita que sonó como un resoplido, bebiéndose su trago de licor.
- No quiero hablar de Neil ahora, así que hablemos de Ky. - Maya volvió a llenar los vasos. Después de una botella de licor a medias, no pudo evitar que se le cayeran unas gotas fuera, pero Kora no pareció quejarse.
- ¿Qué quieres que diga? - La expresión de Kora se volvió más seria al ver que no iba a poder escapar tan fácilmente. - Desde que… que el Padre Undersn… Lleva unos meses de mierda.
- Parecía un poco más animado la última vez que vino. - Aunque tenía menos aspecto desgastado, Maya sabía que aquello era una exageración.
- Un poco. No sé por lo que estará pasando… No podría imaginármelo. - Suspiró Kora. - Pero no sé si… oye, no me juzgues por decir ésto, pero en cierto modo me alegra que… que haya terminado todo.
- Ya, entiendo lo que quieres decir. Sabes, mi abuela se murió cuando yo era aún pequeña, también algo muy largo, y recuerdo que una vez oí a mi madre llorar y suplicar que se muriera ya. No me llevo muy bien con ella… pero ahora que lo recuerdo, creo que es algo bastante normal.
- No sé. Ha sido un año muy largo, tal vez es lo mejor para Ky. Estaba atado al convento y al hospital… ni siquiera podía estudiar o trabajar…
- ¿Crees que está para hacer ahora algo?
- No. - Bufó Kora. - Me dijo que el próximo curso intentará entrar en la academia de policía. El otro día estuvimos mirando pisos en París.
- Ky me cae bien, pero ya sabes la primera regla. - Maya levantó un dedo.
- Que sí, que sí. Ningún chico en casa.
- Puede quedarse unos días, si está muy agobiado en el orfanato… o convento… lo que sea. Pero más no.- El alcohol le había soltado la lengua un poco. - Y tú necesitas descansar de él un poquito.
- ¿Qué quieres decir?

Kora había girado el rostro inmediatamente, con los ojos entrecerrados y brillantes por el alcohol. Maya se maldijo a sí misma. Como si no hubiera discutido bastante aquel día.

- Kora, sé que Ky te ha necesitado estos meses… pero la semana después del entierro tú también parecías un cadáver.
- ¡Estaba totalmente colapsado! - Insistió Kora, golpeando el vaso contra la barra. - Y yo también apreciaba al Padre Undersn… ¿qué querías que hiciera? ¿Que le diera con la puerta en las narices?
- No. Sólo digo… - Maya se pasó la mano por el pelo, cansada de pelear. - Creo que has hecho bastante por él. Has pasado noches enteras hablando con él por teléfono, has quemado todo tu tiempo libre por estar pendiente de él… ni siquiera sé cómo has podido compaginarlo con las clases y el bufet.
- ¿Y qué? - Kora insistió. - ¿Tu novio te deja y de repente está mal que yo me preocupe por un hombre?
- ¡Oye, lo digo porque me preocupas tú! Joder, Kora, cálmate.
- Estoy tranquila. No hables de cosas que no entiendes…

Ambas quedaron en silencio unos momentos. Maya sintió sobre ellas la mirada del camarero, pero viendo que Kora simplemente había terminado por agachar la mirada mientras apretaba el vaso, le hizo un gesto para que las dejara.

Estaba siendo un día muy largo.

En silencio, siguió sirviendo licor hasta que la botella se acabó. Revivió la discusión con Neil una y otra vez, imaginando diferentes maneras en que la conversación podía haber ido. Pero con todo, la ruptura no le afectaba tanto.

Se preguntó cómo reaccionaría Kora si “rompiera” con Ky. Probablemente estaría destrozada… ¿cómo sería tener a alguien así en la vida?

- En serio. - No se pudo contener al final. - ¿Qué es Ky para ti?
- …quien más… fío… - Murmuró Kora, con la cabeza tan gacha que el rostro estaba casi cubierto por una cortina de pelo blanco.
- ¿Hm? ¿Qué?
- Es la persona en quien más confío… la persona más especial para mí… mi Key…
- ¿Tu Ky? - Maya no pudo evitar una risita tonta ante la manera casi infantil de referirse a éste. Kora estaba realmente borracha, si quería hacer preguntas, quizá ese era el momento. - ¿Por qué?
- Tenía… teníamos algo tan bueno… tan… puro. Por una vez en la vida, tenía algo bueno. - Kora apretaba el vaso vacío con fuerza. - Y como siempre, tuve que arruinarlo…
- ¿Arruinarlo? ¿El qué?
- A Ky. Lo arruiné… yo sola…
- ¿Qué? - Maya abrió los ojos como platos ante lo que estaba diciendo Kora. - ¿Qué le hiciste a Ky?
- Lo hice yo. Lo sé… sé que fui yo… - Kora negó con la cabeza, agachándola hasta apoyar el rostro en la barra, ahogando un quejido.
- Oye, Kora, ¿qué mierda estás diciendo? - Alargó una mano, sacudiendo el hombro de Kora, pero ésta no respondía. - ¿Qué has hecho?

Pero Kora había cerrado los ojos, y Maya no pudo sacar de ella más que murmuros incoherentes sobre culpa y cosas arruinadas. Resignada, llamó a un taxi para que las llevara a casa.

Al día siguiente, le preguntó sobre lo que había dicho. Kora simplemente puso cara extrañada y le dijo que no tenía ni idea de a qué se refería.

--

El principio del fin empezó en el tercer año de universidad.

Cuando Maya entró al comedor, algo indignada por no recibir respuesta al saludar, Kora estaba blanca como el papel. Tenía el rostro descompuesto, y su pecho se inflaba y desinflaba al ritmo de la respiración pesada mientras apretaba el teléfono móvil con manos temblorosas.

Aquella imagen era suficiente para que todas las alarmas se dispararan en Maya.

- ¿Kora? ¿Qué… qué pasa?

Las teorías empezaban a formarse en la mente de Maya. ¿Estaba embarazada? ¿La habían expulsado del bufete? ¿O tenía que ver con su pasado?

Kora tardó unos segundos más en responderle, saliendo del shock lentamente. Su expresión era casi fantasmal: los ojos abiertos como platos, las fosas nasales ensanchándose con la respiración, los labios tan pálidos como su rostro aún abiertos en una “o”.

Fuera lo que fuera, le había hecho entrar en pánico, y Maya tenía la impresión de que cualquier movimiento repentino sería la gota que colmara el vaso.

Hubiera querido consolarla, decir cualquier cosa para calmarla, pero no podía dejar a un lado todos los detalles que se habían acumulando a lo largo de los años, y con cada segundo, empezaban a darle más peso a la posibilidad de que estuviera pasando algo realmente malo.

- Kora… dime qué está pasando.
- Nada. No pasa nada. - La voz de Kora sonaba como un silbido de tan baja como salía de su boca.
- ¿Es del bufete?
- No. No es nada. - Insistió Kora.
- ¿Es sobre Ky?
- …No… ya te lo he dicho, no pasa nada. - Kora levantó la mirada hacia ella. Estaba aterrorizada. 
- Ni de coña. Kora, dime qué está pasando. - Avanzó unos pasos, y tal como esperaba, Kora se levantó de un salto.
- Nada que te importe. - Le espetó, apretando el móvil contra su pecho. Parecía haberse despertado de repente de su letargo, habiendo pasado de casi susurros a gritos. - ¡Déjame en paz! ¿Por qué eres así? ¿Por qué siempre tienes que meterte en todo lo que hago?

Se estaba comportando como un animal acorralado, lo que no hacía más que alentar los temores de Maya. No sabía nada del pasado de Kora aparte de lo mucho que ésta quería dejarlo atrás, y no podía significar nada bueno que la alcanzara.

- Oye, Kora, siempre he respetado que no quieras hablar de lo que hicieras en Japón, pero quiero que me digas la verdad. - Maya empezaba a notar una capa de sudor frío. - ¿Estás en peligro?
- ¿Qué…?
- Contéstame. ¿Estás en peligro? ¿Estamos seguras en esta casa?
- Ah… ah, Maya… - Kora dejó ir una risita floja de repente, sacudiendo sus hombros durante unos segundos. Toda la furia y la tensión que parecía tener albergadas en el cuerpo parecieron desinflarse. - …No, no estamos en peligro. No pasa nada.
- ¿Entonces? ¿Por qué estás así?
- Ah… - Una última risa ahogada salió de Kora, y suspiró. - Te lo he dicho. No es nada.

Kora se apartó, guardándose el teléfono en el bolsillo. No le dirigió la mirada directamente, pero Maya podía ver que después del miedo y la rabia, Kora tenía una expresión triste. Verla con aquella cara hizo que Maya se sintiera culpable, considerando que quizá había reaccionado excesivamente ante lo que podía haber sido un mal trago para su compañera.

- Necesito estar a solas un rato. - Insistió Kora al pasar por su lado.
- Kora, oye… - Maya intentó apoyar la mano en su hombro, pero fue esquivada.
- Déjame en paz.

No tardó en escuchar el portazo de la habitación de Kora.

Cuando entró la noche, Maya llamó a la puerta con golpes, teniendo que insistir hasta que Kora abrió. Parecía acabar de despertarse, y Maya no pudo evitar notar que sin el maquillaje y el rostro hinchado, era una persona muy diferente de la que solía ver a menudo.

- ¿Qué?
- No has cenado, y… quería pedirte perdón por lo de antes… - Maya se rascó el cuello. Disculparse no era lo suyo.
- No importa.

Con pesadez, Kora cerró los ojos, apoyando la cabeza contra el marco de la puerta. Maya aprovechó ese momento para echar un vistazo a su habitación, sorprendiéndose al ver una maleta a medio hacer y la katana que sabía que Kora tenía.

- ¿Te vas?
- No lo sé aún. - Suspiró Kora. - Es… complicado.
- Kora. - Maya contó mentalmente hasta tres. Tenía mil preguntas, pero sabía que no sacaría ninguna respuesta de la otra. - Si te vas, avísame con tiempo.
- …Todavía no lo he decidido. - Murmuró Kora, cerrando la puerta y dando aquella conversación por terminada.

Maya, sin embargo, era más rápida tomando decisiones.

Después de todo lo que había visto, el miedo se hizo con ella. Por primera vez en dos años, pasó unos días en casa de sus tíos-abuelos, y aprovechó para intentar retomar las cosas con Neil ya que estaba.

Cuando volvió al apartamento una semana después, todo era inquietantemente normal.

Kora estaba charlando con Ky en el comedor, y la saludó con una broma sobre lo mucho que la había echado de menos. El pánico había desaparecido, la yakuza nunca había venido en la noche, Kora nunca se había marchado en un arranque. Aún.

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- ¿Te vas de verdad?

Maya apoyó el hombro en el marco de la puerta, removiendo su cuchara en el café lentamente. A un par de metros de ella, Kora tenía un par de maletas abiertas en las que iba virtiendo la ropa de su armario.

No era algo a medio hacer como lo que había visto una semana atrás: aquella vez, Kora parecía tomarse bastante en serio el orden en que colocaba las prendas y otros útiles, cambiando de vez en cuando algo de una maleta a otra o dejándolo en la cama.

- Sí. Lo siento por no avisarte antes pero… ha sido bastante repentino.
- ¿Y la carrera? ¿De verdad te lo van a convalidar todo? - Maya hizo énfasis en el “todo”.
- Ya te lo he dicho. Seguiré estudiando en Estados Unidos mientras trabajo. - Respondió, aunque parecía más preocupada sobre dónde poner el vestido negro de encaje en sus manos.
- Ya veo.

Maya dio un sorbo al café, quedándose en silencio unos momentos. Durante el susto de la semana anterior, por mucho que hubiera estado segura de que iba a pasar algo malo, nunca había llegado a creer del todo que Kora fuera a marcharse.

Incluso en aquellos momentos, mientras veía como la habitación de la chica iba quedándose más y más vacía, parecía algo irreal.

En cierto modo, se sentía algo enfadada con ella, y no sólo por la inminencia con que tendría que buscar compañera de piso. ¿No era consciente de que los favores de Elizabeth Straits venían con un precio? ¿Cómo podía haber sido tan inocente de aceptar una oferta por parte de aquella mujer?

Maya sabía que no debía sentir vergüenza por el hecho de que fuera a echarla de menos, no después de haber vivido juntas durante dos años. Y sin embargo, al ver la facilidad con la que Kora simplemente había empezado a hacer las maletas cuando Elizabeth Straits chasqueaba los dedos, se sentía ridícula por la idea de no querer que se fuera.

Era un sentimiento desagradable, pero no podía evitar dejarse llevar. Si no podía detenerla, al menos le tiraría unas cuantas piedras en el camino.

- ¿Y Ky? - Mezquinidad aparte, sentía curiosidad sincera sobre aquel tema. - ¿Qué opina al respecto?

Kora se detuvo en seco, a punto de agacharse para recoger una cosa de la maleta. Su silencio era la respuesta, y a Maya se le cayó la cucharilla en la taza.

- Porque se lo has dicho, ¿no?
- No creo… ahora mismo… - Empezó Kora.
- ¿¡Vas a irte sin decirle nada!? ¿¡Después de todo!?
- Ahora que por fin ha entrado en la academia… con todo lo que ha--
- Oh, por favor, cuéntale eso a otro, llevas desde que te conozco con esa cantinela. - Maya se pasó una mano por el pelo. Podía estar enfadada con Kora, pero Ky le seguía cayendo bien. Le iba a sentar fatal, y lo que era peor, Maya tenía todos los números de tener que ocuparse de él cuando Kora se marchara. - ¿Qué esperas que pase? ¿Que te hayas ido un día y no sepa nada de ti nunca más y se lo tome bien?
- …No puede saber nada… - La respuesta de Kora fue casi tan baja que apenas la oyó. Se había quedado quieta, sosteniendo un jersey de pelusa negra contra su pecho, observando un punto indeterminado en el armrio. Parecía a punto de llorar.
- ¿Por qué no?

Maya se sorprendió al ver que ella misma había bajado la voz también. El silencio que siguió a sus palabras le sirvió para tomar un respiro, descansar de la rabia y el rechazo. Por unos momentos, Maya deseó ser mejor persona, o al menos, mejor amiga.

Conocía a la chica frente a ella desde hacía tres años, y sin embargo, no sabía nada de ella. Había algo insondable entre ambas, un abismo enorme que rodeaba a Kora que ni siquiera Ky podía atravesar.

Era egoísta, fría, distante… y estaba sola. Le había costado tres años ser consciente de ello, a pesar de que lo había tenido delante de ella todo el tiempo. No había sido hasta verla rodeada de dos maletas que sobraban para guardar todas sus pertenencias, a punto de irse a otro país, sin nadie que le apoyara.

- ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás haciendo ésto? ¿Es por… por lo del otro día?

Quizá no era tan tarde, quizá podía pararla, y hacer bien las cosas. Lo poco que sabía de ella era que no podía hacerlo sola. Si consiguiera que se quedara… le estaría haciendo un favor.

Kora no rechazó la mano en su hombro, pero no se movió. Sus dedos seguían apretando el jersey, hundiendo las uñas en la tela negra. Maya tragó saliva. Había abrazado a su amiga muchas veces: tras aprobar un parcial especialmente difícil, cuando su canción favorita sonaba en el club, viendo la finale de una serie de televisión.

Pero en aquel momento había algo entre ellas que impedía que moviera sus brazos y la rodeara con ellos. No podía alcanzarla, se había ido ya.

- Tengo que hacerlo… - Suspiró Kora, retomando su equipaje. La ventana de oportunidad se había cerrado. - Aunque… tienes razón.
- Sí. - Respondió Maya, dejando caer la mano del hombro de la otra chica. - Al menos… díselo. Será peor si se entera cuando le envíes una postal desde Nueva York.

Unas horas más tarde, las maletas estaban hechas, dejando como equipaje de mano lo que iba a vestir los pocos días antes de que se marchara. Celebraron una despedida adecuada con una pequeña fiesta en el apartamento con otros compañeros de clase, y saliendo a su pub favorito una última vez.

Y Kora desapareció de la vida de Maya.

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Lo primero que notó fue el aire golpeándole en la cara, agitándole el flequillo y sacudiendo en mechones descontrolados. Al abrir los ojos lentamente, vio que todo a su alrededor se movía rápidamente. Tardó unos segundos en darse cuenta de que estaba en un coche descapotable.

Casi saltó del asiento en su sobresalto al ver que el conductor era su Rebel. Akio. Éste conducía con una mano en el volante, apoyando el otro brazo en la ventanilla.

- Buenos días. - Dijo, girando el rostro hacia ella unos segundos.
- ¿Qué me has hecho? ¿Por qué estoy aqui?

Sintió un vacío en el pecho mientras hacía un rápido análisis de su estado.

Su ropa estaba en perfecto estado, nada roto o fuera de lugar, y tampoco notaba dolor ni entumecimiento en ninguna parte del cuerpo. Aún viendo que estaba completamente bien físicamente, estaba en alerta, observando con atención frenética su entorno, aunque no había mucho que ver.

Estaban conduciendo por una autopista casi vacía, con el cielo añil y naranja del atardecer sobre ellos… ¿cuánto tiempo había estado inconsciente? Su último recuerdo era durante el día, por lo que habían pasado por lo menos una hora. Con un escalofrío, volvió a asegurarse de que no sentía nada raro entre las piernas.

- Estabas casi histérica, y no quería un altercado público. Me gustaría hablar contigo tranquilamente.

O matarla y enterrar su cuerpo en una cuneta, como Elise Court. Sabía bien que un hombre como Akio, claramente rico, podría hacerlo sin mayores consecuencias. No sabía qué tipo de respaldo daba Rizembool a los Rebels que mataban a sus HiMEs, pero Akio sólo necesitaba un buen abogado.

Tratando de quitarse la imagen mental de su propio cuerpo siendo tirado a una tumba poco profunda, Kora no le dirigió la palabra. Había visto antes su bolso a los pies del asiento. Si era lo suficientemente rápida, podría sacar la kodachi y dar el primer golpe.

- No lo hagas. - Dijo Akio con un tono demasiado conciliador para la situación. - Sólo quiero hablar contigo, de hermano a hermana.
- ¿Qué?

A medio camino de de acercar su bolso con la punta del pie, aquello paró en seco a Kora. Tenía que haber oído mal. Akio sólo rió.

- Ah, me temo que he arruinado la sorpresa.
- ¿Qué estás diciendo? No eres… mi hermano.

Había roto el poco contacto que tenía con su familia hacía tiempo, pero sabría reconocer a sus hermanos. Y aquel tipo de alta clase claramente no era uno de ellos. Un intento de descentrarla, y el que lo hubiera conseguido por unos segundos le molestó.

- Deja de jugar conmigo.
- No estoy jugando contigo. Déjame que te cuente todo, y lo entenderás.
- No tengo nada que entender. Para el coche y déjame bajar.
- ¿En mitad de la carretera? - Akio no esperó ni a que respondiera. - Como iba diciendo… ¿qué sabes de tu familia paterna?
- Nada… sé lo suficiente. - En el pánico y confusión, no había considerado aquella posibilidad. Pero viendo a Akio, sabía que no era posible. - Mi padre era un wageslave extranjero de poca monta que se murió poco después de que yo naciera.
- Ya, esa historia me pareció muy poco original cuando me enteré.
- ¿Y? ¿Vas a decirme ahora que mi padre podría haberme pagado un descapotable para mi cumpleaños? La pensión que heredé apenas me daría para comer si viviera sólo de ella.
- Podría haber pasado, sí. - Akio soltó una risa baja. - ¿Nunca has buscado nada sobre tu apellido?
- ¿Y por qué? ¿Por qué apareces ahora? - Kora negó con la cabeza, intentando centrarse. Tenía que averiguar qué pretendía Akio. - Pero… Imagina que te creo… Entonces deja de intentar marearme y dime al menos algo que me interese.
- Porque ahora eres una mayor de edad a la que ya no hay obligación legal de mantener.

Incluso si era todo una mentira de Akio, dolió más de lo que esperaba. Nunca había pensado demasiado en su padre, alguien que nunca había estado presente en su vida, y sólo lo concebía como los apenas doscientos dólares que le llegaban cada mes.

Si aquello era la verdad, si su padre estaba vivo… significaba que la había abandonado sólo por evitar gastarse en ella más que una limosna.

Al mirar a Akio, sintió una punzada de rabia. Su traje caro, su coche de gama alta, la joyería de calidad… ¿qué lo hacía a él más merecedor de todo aquello? Por un segundo, deseó que parara el coche e intentara matarla, sólo por tener una excusa para desenfundar su arma contra él.

- Estás enfadada. Bien, me alegra que te sientas involucrada. - Continuó Akio. - Supongo que volver a ser una HiME no habrá sido una decisión fácil, pero, hermanita mía…
- No me llames así. - Replicó Kora instantáneamente. Había algo desagradable en la manera en que usaba la palabra ‘hermana’.
- Hmm, supongo que todavía no me he ganado tu confianza. Lo que iba a decirte es que, por difícil que parezca todo ahora, te alegrarás de haber vuelto a casa.
- ¿A casa? - Tragó saliva antes de decir nada más. - ¿Vas a llevarme a…?
- Ah, no, no aún. - Akio levantó un dedo sobre el volante. - Me refería a Japón. Nuestro padre todavía… no está listo para un reencuentro.
- Quieres decir que no está interesado. - Kora reprimió un suspiro. - No me importa.
- Te importará. Kora, si confías en mí, te haré parte de la familia.
- ¿Por qué?

Toda aquella palabrería no podía venir del altruismo. Kora ya no era una niña, sino una mujer que sabía bien cómo funcionaba el mundo de los adultos, dónde los favores eran la moneda de cambio.

- No va a servir de mucho intentar engañarte… - Akio suspiró. - Ahora mismo, eres una incógnita para la familia. ¿Has vuelto sólo por Hanasaki? ¿O sabes algo de la familia? No tenemos ni idea de tus motivos o intenciones hacia nosotros.
- Ni siquiera sabía que existíais.
- Lo sé, esa era mi teoría. Pero no podíamos saberlo seguro. ¿Y si hubieras vuelto para reclamar tu puesto en la herencia? ¿Pedir todas las propiedades, dinero y acciones que hubieran sido tuyas de haberte criado en nuestra familia?
- Quieres decir… si hubiera hecho lo correcto. - El hecho de que Akio le estuviera restregando en cara todo lo que podría haber tenido le encendió las mejillas de rabia. - Puedo hacerlo, ¿sabes?
- Espero que no. Por eso estoy aquí, Kora. - Akio giró la cabeza para mirarla. - Para que no fuerces nuestra mano.
- Así que tu solución a que no entre en la familia y reclame mi puesto es… ¿meterme en la familia para que reclame mi puesto? - Kora entrecerró los ojos. Era una lógica tan absurda que ni siquiera podía ver dónde estaba la trampa.
- Incluso en los negocios las cosas tienen que seguir un curso natural. Empezarás con poco, pero si me escuchas, llegarás a ser una de nosotros.
- ¿Y si no quiero depender de ti?
- Bueno, soy tu Rebel. Espero que no hagas nada insensato.

La naturalidad con la que hablaba del hecho de que podía matarla en cualquier momento era lo que más le inquietaba. Podía ser todo un farol, y precisamente aquella seguridad en sí mismo era lo que le impedía ponerlo a prueba. No podía arriesgarse a luchar con él y que resultara ser el mejor de los dos.

Aun así, todavía quedaba una pregunta en el aire.

- ¿Por qué estás haciendo todo ésto?
- Todo a su debido tiempo, Kora. No voy a pedirte que te fíes de mí aún, ya sé la respuesta. Pero… piénsalo. ¿No crees que me han sobrado oportunidades para matarte?
- A lo mejor sólo eres un psicópata y quieres que tu víctima intente defenderse. - Tenía otros ejemplos más escabrosos en mente, aunque prefería no darle ideas.
- Como ya he dicho, me han sobrado oportunidades. No seas tan desconfiada.

No podía confiar directamente en Akio, pero tenía razón. Fuera lo que fuera que tenía planeado para ella, era algo más complejo. Si todo lo que le había dicho era verdad, ¿dónde se estaba metiendo? Akio conducía, y Kora no tenía ni idea de a dónde la iba a llevar.

Hubiera sido mucho más fácil que simplemente fuera su Rebel. Y sin embargo, si resultaba que realmente era de una familia poderosa… si el poder y la seguridad que tanto anhelaba estaban más cerca de lo que siempre había creído…

- Akio… ¿de verdad eres mi hermano?
- Soy tu medio hermano, pero supongo que no sirve sólo que te lo diga. Abre la guantera, ¿quieres? - Cuando Kora le hizo caso, usó la mano del brazo en la ventanilla para sujetar el volante. - Hay una navaja suiza, ¿la ves?
- Sí.

Kora la sujetó. Cualquiera de las herramientas que sacara podía convertirse en un arma si se empuñaba con la suficiente fuerza, y por unos segundos, su mirada se quedó en el cuello expuesto de Akio. Era su Rebel, le recordó una vocecita en su mente. Sólo necesitaba un movimiento rápido.

La mano de Akio se alzó frente a su rostro, interrumpiendo aquella serie de pensamientos. Sostenía un pañuelo de tela entre los dedos.

- Toma el pañuelo, saca la hoja de cuchillo, y haz un corte en el dedo que quieras.
- ¿Qué? - Kora parpadeó.
- No quiero que te vayas pensando que soy un mentiroso. - Insistió Akio, sin mover la mano. - Guarda la sangre.
- ¡No! ¿Estás mal de la cabeza? ¡Al menos frena el coche!
- ¿Te da miedo hacerlo? - Akio sonrió burlonamente.
- ¡Claro que no! - Replicó Kora inmediatamente.
- Lo haré yo. Dame la--

Agarró la mano de Akio con fuerza, y presionó la punta de la navaja contra el pulgar. La punzada se convirtió en un corte pequeño que sangró cuando apretó la base del dedo. Aunque no oyó un quejido por su parte, vio como Akio apretaba la mandíbula, y Kora sintió satisfacción por mínima que hubiera sido su reacción.

Al apretar el pañuelo contra la herida, la tela lavanda se tiñó de una mancha oscura rápidamente.

Cuando soltó su mano, Akio se llevó la yema del pulgar a la boca. Kora guardó la navaja en la guantera y dobló el pañuelo para dejar la parte manchada hacia dentro. Todo parecía tan poco real en aquellos momentos, pero al menos le había demostrado a Akio que no se iba a acobardar ante nada.

- Puedo recomendarte laboratorios, si quieres.
- No, gracias. - Replicó Kora. Sabía que por un buen precio, los resultados siempre podían cambiar. En todo caso, confiaría en Hanasaki y su departamento de Biología. - Lo… lo comprobaré.
- Me alegra saberlo. Creo que hoy ya tienes mucho en lo que pensar, hermanita… ah, perdón, Kora. - Akio esbozó una media sonrisa.

En la carretera, Kora vio que se acercaban a una señal indicando que estaban a unos pocos kilómetros de Tokyo capital. Hubiera preferido hablar en un sitio tranquilo. Si tan sólo Akio no la hubiera puesto tan nerviosa con su actitud, no habría sido necesario aquella suerte de secuestro…

Pasaron el resto del trayecto en silencio. Kora hubiera querido cerrar los ojos y disfrutar de la sensación del aire en la cara, pero prefería mantener vigilado a Akio. Éste simplemente condujo, sin añadir nada más hasta llegar a la ciudad.

No tardó en reconocer la calle que llevaba hasta la entrada a Hanasaki. Akio era bastante descarado llevándola hasta allí.

- Tus cosas están en el asiento trasero. - Le indicó, sorprendiendo a Kora. Era la primera vez que se olvidaba de sus compras.
- Bien. - Respondió secamente, y se bajó del coche. No tenía por qué agradecerle nada.
- Piensa en lo que te he dicho cuando tengas los resultados. - Akio le tendió un papel con un número de teléfono. - Llámame.
- Veremos. - Aún así, Kora tomó el papel.
- Adiós, Kora. Ha sido un placer conocerte.

Con un último guiño, Akio pisó el acelerador y desapareció pronto de su vista.

El sol empezaba a ponerse cuando retomó el camino de vuelta a la mansión HiME, y con cada paso, Kora se sentía más desconectada de la realidad. Su responsabilidad para el bufete era simplemente vivir como HiME de nuevo, y sin embargo, una vez más le habían cambiado las cartas cuando creía que tenía la jugada pensada.

Abrió la puerta de su habitación, sorprendiéndose por encontrarla vacía. Dejó las bolsas tiradas al lado del armario, y se dejó caer sobre la cama.

Al estar doblado sobre sí mismo, no podía verse a simple vista la sangre en el pañuelo. Kora lo sostuvo entre las manos, abriéndolo un poco para ver la tela oscurecida. Aquella mancha podría determinar si Akio era su hermano, si su apellido podría llevarle más lejos de lo que esperaba.

Su teléfono vibró, sacudiendo su cuerpo con el sobresalto.

Elizabeth Straits le había enviado un mensaje, aparentemente un cortés email por parte de una tutora preocupada, pero Kora sabía que era la manera de decirle que era hora de que le enviara información nueva sobre su situación.

Por unos momentos, se planteó contarle todo lo sucedido. Al fin y al cabo, tenía que contarle que se había encontrado con su Rebel. Pero el pañuelo en su mano parecía más pesado de repente, podía sentir la suavidad de la seda sobre su piel con más intensidad.

¿Y si Akio le había dicho la verdad? La idea le vino a la mente como inspiración divina.

Podía llevárselo todo. No importaba que le cambiaran la mano constantemente mientras supiera como jugar las cartas. En aquellos momentos, tenía la oportunidad de guardarse un as bajo la manga.

Empezó a escribir su respuesta, y por primera vez desde que la había conocido, Kora le mintió a su jefa.
« Last Edit: July 01, 2017, 04:57:25 PM by Kora »


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #213: October 25, 2016, 10:15:06 PM »
— Chapter  29


"Qué... Demonios?" Había pronunciado aquella mañana, cuando leyó la multa.


...

Kyouya se acomodó las gafas de sol hechas de cristales color amatista. En su poder, cargaba con un palo de golf estilo wedges con el cual se daba golpes suaves sobre su hombro. Lucía unos pantalones cortos color beige claro, un chaleco sin mangas verde en cuadrillé, camisa de pique blanca y una boina típica del deporte. Era un agradable día soleado en un ambiente campestre.
A pesar de que ese día había recibido una no muy grata noticia, se veía de buen humor. Él sonrió carismático y dio una orden a la persona que tenía en frente. La otra persona encendió la cámara de grabar portátil y comenzó a grabar. El rubio dejo lucir su desplante escénico.

—Un día como hoy, es ideal para liberarnos de las cargas negativas… Así que he decidido hacer una grabación con mis compañeros para demostrar un efectivo método de liberación de la angustia. Apuesto que por esto hasta me darían créditos extras en la universidad al ser una teoría bastante asertiva y viable. —
—No puedo creer que haya venido…— Musitó Yuusuke, desganado, arruinando la narrativa del otro.
—Nisaka, cállate. — Dijo Kyouya, tranquilo, girando los ojos al mirarlo fugazmente. Yuusuke estaba unos metros atrás de él mientras que el rubio estaba más adelante a poca distancia de la cámara. Lueg, volvió a mirar hacia el frente. —El problema de cuando invitas a plebeyos a eventos únicos es que nunca se convence de que van a hacer algo completamente distinto a lo pronosticado en sus absurdas vidas. —
—Es que… Me parece que esto es demasiado extremo—
—Ignórenlo. — Dijo Kyouya a la cámara.
—Llegó Nagisa-san— Advirtió el camarógrafo. Ken, al igual que Yuusuke, no se sentía muy cómodo de haber recibido la invitación de Kyouya a su evento privado pero a diferencia de Yuusuke él se sentía completamente responsable y culpable de la iniciativa del rubio.
—Ah, miren. Nuestra estrella es toda una celebridad, hasta se hace esperar. — Kyouya pasó un brazo por el hombro de Kaworu cuando éste llegó a su lado. Apretó su dedo índice en la pálida mejilla del otro. —Saluda a la cámara. —
—Hola. — Saludó un sonriente peligris. Al igual que su amigo y que Yuusuke, usaba el típico traje de golf. Kaworu había escogido el color azul en su vestuario.
—Gracias a este carismático muchacho, es que hoy iniciamos esta demostración. Ah, no se dejen llevar por su apariencia angelical y que no rompe un huevo. Es todo un diabólico. — Kyouya le sonrió, luego le revolvió el cabello antes de separarse. —Hoy en la mañana me llegó una notificación policial donde se emitía una serie de infracciones vehiculares. Esperen, aquí la tengo…— Sacó un boleto que guardaba en su bolsillo. La expuso ante la cámara. Total, él ya se la había memorizado. Puntuó. —No respetar señal pare ni semáforo en rojo, Conducir vehículo a mayor velocidad de la máxima legal permitida, sobrepasar a otro vehículo por berma, sospecha de individuos bajo efectos de alcohol u otras sustancias en el interior del vehículo, y, la más importante, chocar a una patrulla policial y huir. — Curiosamente, sonrió con malicia. Como si esto último le otorgara un placer perverso. Kaworu lo miró de reojo, suponiendo que Kyouya se estaba imaginando la expresión de terror de los ocupantes del carro en el momento de la coalición, e  incluso se podría estar degustando con el sobresalto de los mismos policías.
—Hm… Sumándole la infracción que Sata tiene por conducir bajo el efecto del alcohol, ese vehículo tiene muchas causas y su dueño debe estar fregado.—
—Gracias, Nisaka. Nadie te había pedido ese último detalle porque a nadie le interesa tu opinión. — Meneó una mano en el aire restándole importancia. —En fin. Lo que importa es que el culpable de todo esto fue éste chico de aquí. Aunque no luzca como tal, él fue el chofer endemoniado de aquella noche de juerga. — Señaló a Kaworu. —Y, sorpresivamente, iba acompañado de quien es hoy en día el camarógrafo. Saluda, Kaneki. —
—Eh, hola. — Dijo escuetamente sin dejar de filmarlos.
—Y aquí la herramienta del malestar. — Él y Kaworu se separaron dejando ver una camioneta BMW X6 modelo 2016 de color gris. Al lado de esta, estaba Nisaka con una expresión de no querer estar allí (o en ningún sitio) pero con curiosidad de ver de todos modos lo que Kyouya quería ejecutar. La camioneta parecía en buen estado, pese a los delitos.
—Sólo tiene raspones y una abolladura… Igual se podía mandar a restaurar. — Dijo Kaneki.
—¿Y tú crees que un miembro de la familia Sata va a usar algo así? Cuando se restaura pierde el valor. Mi padre me desheredaría si me ve manejando algo que luce muy usado. Mejor es adquirir algo nuevo. — El rubio observó su palo de golf con atención. —Ok, como ya no queda salvación para ese cacharro y quiero comprarme un Lamborghini Veneno Roadster que haga juego con mis otras piezas de colección, he invitado a mi grupo de compañeros de golf a formar parte de esta actividad de distracción. — El rubio se acercó a su vehículo, esperó unos segundos entre que analizaba su palo de golf y el viento que soplaba, mientras todos estuvieron en silencio y expectantes, Kyouya dio el primer golpe con el palo en el capó del vehículo. —Esto es entretenido…— Dio unos cuantos golpes más consternando a Nisaka y Kaneki como quienes acababan de ver a Negan quebrando cráneos con su amada "Lucille" (?). Kaworu ya estaba acostumbrado. Kyouya dejó escapar una risa que incomodó a los dos pelinegros del grupo. —Vamos, únanse. —
—¿Esto está bien? — Se preguntó a sí mismo, un confundido Nisaka.
—Es la manera que tiene de condensar el malestar dirigido hacia mí por subir a tantas personas en su carro.— Susurró Kaworu. —Sobre todo porque deje subir a Eren Jaeger. Kyouya lo odia personalmente por tener el puesto de Rebel al que él no alcanzó a postular. — Vio como el parabrisas se rompió ante el último golpe. Seguramente Kyouya había escuchado el nombre de su blanco de desprecio.
—¿Y acaso no es más importante el hecho de que manejaras a exceso de velocidad y que chocaras a una patrulla? Sata se molesta por cosas más básicas que primordiales. — Nisaka comprendió que Kyouya era un sádico, eso lo sabía de antemano, pero un sádico el cual tenía un poco de paciencia con Kaworu.
—No le puedes pedir priorización a un sádico. — Kaworu alzó los hombros y sonrió serenamente.
—…— Nisaka se preguntaba cuál de esos dos estaba más loco. Hasta que pensó en su propia curiosidad y el por qué estaba allí. —Bueno, debo admitir que la actividad de Sata no es algo que se de todos los días y es un goce especial destruir algo tan caro que no es mío. —
—Como él dice, liberemos el estrés. — Nagisa y Nisaka tomaron sus palos de golf y se unieron al rubio en los golpes al vehículo.
Después de unos minutos, Kyouya fue hasta el camarógrafo. —Relévame. — Le ordenó a Kaneki. El rubio tomó la cámara y reemplazó el puesto del pelinegro. Kaneki parecía reacio a participar y no se integró rápidamente, pero después de que Kaworu le dijera como se atrevió a dar unos golpes tontos y sin energía al carro.
Fin de la grabación después de unos minutos. Kyouya pausó la cámara y guardó la cinta.
—Ok, Kaworu, lacayos. Vamos por ese Lamborghini, los invito a acompañarme en la compra y después vamos a Toranomon HOP a celebrar. —
—Suena bien, pero sugiero nada de bebidas alcohólicas.— Kaworu recibió una mirada hastiada de Kyouya
—Me parece un punto válido, viniendo del conductor endemoniado. Vreo que no debes beber nada. Nosotros, somos ciudadanos responsables y podemos hacerlo.— Miró a los otros dos, encontró al menos confundido para usarlo de chivo expiatorio. —Nisaka, quiero que pruebes conmigo el whisky añejado que tienen en Toranomon HOP. Te garantizo que es muy bueno. Digno de hombres de buen paladar. Yo invito.— Sonrió levemente. —Kaworu y Kaneki pueden beber un trago de chicas, esos sin mucho alcohol, bastante azúcar y colores... Como soy generoso, también pagaré sus consumos.—
—Eh, gracias...— Yuusuke se alzó de hombros. Entrar en el circulo de Kyouya Sata era difícil y se podría decir que era un gran lujo ser miembro del grupo del rubio. Yuusuke no era precisamente el tipo de persona que se rodeaba de gente como Sata para que le compraran cosas o tener beneficios, de hecho, él siempre pagaba sus consumos. A duras penas, si salía con esos chicos, pero se las arreglaba para pagar lo suyo. Sin embargo, en ocasiones  como esta debía aceptar porque sabía que si rechazaba la invitación del rubio éste lo jodería por semanas.
—¿Qué pasará con el vehículo destruido? — Preguntó Kaneki, sin interesarse por el tema de las bebidas alcohólicas o no.
—Le dije a la policía que me lo robaron así que si lo encuentran seguro notificarán que lo hallaron. O bien, se lo puede quedar algún vagabundo si llega primero. Qué se yo. —
—¿Y en qué nos vamos hasta la fábrica de Lamborghini en Tokyo? — Apuntó Kaneki.
—…— Los presentes se miraron entre ellos, confundidos. Kyouya fue el único que no parecía interesado en el tema si bien los miraba con atención.
—¿Acaso nadie se vino en vehículo? — El rubio alzó una ceja. —Lo espero de los pobres. — Refiriéndose a Kaneki y Nisaka. Kaneki no se molestaba por esa categoría pero Nisaka se sentía levemente ofendido. —Pero, ¿Y tú, Kaworu? — miró a su mejor amigo.
—Oh, pues… Después de la experiencia vivida pensé que sería mejor estar lejos del volante por un tiempo y reivindicarme. —
— …—  Kyouya entrecerró los ojos y soltó un suspiro. — Llamaré para que nos pasen a buscar. — 


A esa hora las clases en Hanasaki habían terminado hace un rato, los alumnos comenzaban a transitar por la universidad buscando sus salones para la próxima clases, otros aprovechaban el bloque libre en sus horarios para ir por algo de comer. Nino tenía la próxima clase en una hora más pero el curso había recibido un mensaje de que la profesora no asistiría ese día. La rubia prefirió volver a la casa de su abuela que quedarse todo el día en la universidad pues era innecesario ya que en la tarde de ese día tampoco correspondía reunirse con Madoka para repaso de sus clases.

Después de una larga caminata cruzando la manzana universitaria hasta llegar a la zona más de ciudad, Nino llegó hasta la estación de metro. Al bajar al subterráneo le gustó verse sola en el lugar agradeciendo que a esa hora no hubiera casi nadie pues tanto trabajadores como estudiantes estaban en horas de actividades. Sólo había divisado a una persona sentada en las bancas de atrás, parecía alguien un poco ajeno. Nino se quedó de pie detrás de la línea de seguridad del metro.

Mientras observaba en silencio a esa chica pequeña, delgada y de apariencia frágil, se preguntaba si de verdad los fines justificaban los medios. La chica no notó su presencia hasta entonces, pero esa persona venía observándola de hace un momento atrás. Sigiloso, al acecho, como cuando un tigre avizora a su presa oculto desde los arbustos para atacarla cuando menos lo espera. La universitaria, que para el juicio del observador, más asemejaba a una niña, estaba en su propio mundo. Incluso se había colocado los audífonos para escuchar música.
No parecía alguien que fuera hacerle frente a nadie en ningún momento. Parecía que cualquier golpe ligero la desestructuraría y la haría tambalearse hasta buscar refugio. Lucía como un animalejo pequeño y desprotegido, como aquellos de los que se extravían de sus padres y deben vivir en la selva sobreviviendo por ellos mismos, bastantes confundidos y hasta confiados.

De aquellos animales que mueren al poco tiempo.

El observador se puso de pie y caminó con lentitud hacia la línea de seguridad del metro quedando a una distancia prudente de la otra persona. Nino no notó su presencia hasta que por curiosidad miró hacia su costado y se encontró con esta persona cerca de ella. Era joven, tenía el cabello castaño, y ojos de un color extraño entre ámbar u otra tonalidad del mismo tono. Por unos segundos los dos se miraron directamente a los ojos perdiéndose en la inmensidad de los orbes oculares ajenas. La chica se sorprendió de ver en esa mirada una persona que guardaba muchas cosas, el chico notó en los de ella una pureza e inocencia que ya no existían en otras personas.
La rubia se sintió avergonzada de sostener la mirada con el otro por más tiempo del prudente por lo que desvió la mirada hacia otro lado. La timidez y la inocencia de la chica le hicieron proceder al otro en lo que había planeado. No podía permitir que el asunto continuara. No era sano para ninguno de los dos.

—¿Okamura…?—
—…— La chica de largos cabellos dorados se quedó estática mirando hacia la línea del metro por unos momentos. Por un momento sintió miedo de mirarlo y confirmar que era su apellido. —¿...Si?—
—…— Él le miró fijamente entonces, confirmando los temores de la chica. —Supongo que sabes… Que significa esta situación. —
—¿E-eres mi… Rebel? — Nino apretó con una mano el borde de su falda disimuladamente. Sentía que el pánico se apoderaba de ella y lo que una vez agradeció de no estar rodeada de gente en esos momentos lo maldecía.
—…Sí. —
—…— Bajó la mirada un poco más. ¿No sería capaz de atacarla en un lugar público a pesar de la ausencia de personas? Aun así había cámaras. El corazón le latía violentamente en el pecho.
—…— Ambos se quedaron en silencio, ella mirando hacia abajo y él a ella. Eren comprimió los puños a lo bajo. No tenía idea que era el tema de Rebel cuando se lo ofrecieron pero tenía beneficios. Sobre todo le servía de coartada. Pensaba que era una competencia pero con el tiempo se enteró que era algo de vida o muerte. Y debía hacer algo, ponerle fin pronto a esa tortura mental. —Yo sólo quiero terminar con esto. —
—¿T-t-ener una batallas? — Le costaba modular bien, lo que la acomplejaba más debido a los nervios.
—No. —
—…—
—Hay otros modos de acabarlo. Puedes renunciar... Renuncia a esto. Renuncia a ser HiME. Esto… No es algo para una persona como tú. — Lo había dicho con tono serio y hasta frío. Cuando él alzó una ceja analizando a la chica con su mirada, Nino sintió que la menospreciaba por su apariencia. —Las niñas no deben involucrarse en estas cosas. Es peligroso. Lo más óptimo para ti es desertar. —
—…— ¿Parecía tenerle lástima? Nino se reconocía como una muy mala candidata a ser HIME. No era alta, ni atlética ni destacaba en nada, era tímida, nula y temerosa. Pero había tenido la ilusión de que Miranda la había escogido porque había visto algo en ella que la hizo llamarla. Algo pequeño que la directora haya divisado en la rubia, por más mínimo que fuera, le alentaba. Eso le daba esperanza, no precisamente sobre el tema de las HiMEs pero sí como una iniciativa a superación personal.
—Por favor…— El pelicastaño parecía más empático. No menos distante. —Dime que dejarás esto de lado.  Es lo mejor para ti—
—Agradezco tu preocupación. — Incluso parecía que escapaba de todo prototipo de Rebel. Nino le miró a los ojos y le sonrió torpemente, notó que él la miraba expectante. —Pero no puedo rendirme sin antes haberme esforzado. —
—Es que no comprendes…— Eren frunció el ceño, molesto. La tolerancia al a frustración no era su mejor capacidad. —Rizembool te aniquilará. Si no soy yo, vendrán otros. —
—Quisiera intentarlo, al menos. — Su voz temblaba, pero no daba paso atrás.
—Te lo pediré una vez más. Renuncia. — Le habló más golpeado, irritándose de que ella no comprendiera nada.
—No lo haré. —
—…Bien. — Eren no dejo de mirarla. Había estado planeando en su mente lo que tendría que hacer en caso de que ella desistiera. —Si crees que es tan fácil todo esto, que una niña como tú libere batallas… No sé en qué mundo viviste, si estuviste encerrada en una burbuja o qué… Pero en estas dos instituciones la sangre corre y la de ustedes es en más abundancia. —
—…—
—Si no quieres renunciar. A ver, ¿Demuéstrame que puedes hacer algo? Porque es tanto un insulto que seleccionen a una niña para algo tan sanguinario. — Llevó una mano hasta los hombros estrechos y huesudos de la chica y le dio un empujón. Esta se desestabilizó. —¿Ves? Ni siquiera he hecho un esfuerzo… Sólo te he dado un empujón como el que le doy a mis amigos y casi te caes. —
—No renunciaré. — Le insistió. Retrocedió unos pasos.
—Pero te alejas. — Se le acercó. —Tienes miedo. —
—T-T-tú me das miedo. — Se colocó una mano en el pecho. Luego negó con la cabeza —No tú… No tú... Sino tu confusión. Porque… Porque veo en tus ojos que estás confundido y contrariado... Que haces algo que no quieres hacer — Nino le miró determinada esta vez. —Es como si tú quisieras renunciar, pero no puedes... Entonces me fuerzas a mi.—
—…— Eren se detuvo en seco, abriendo sus ya grandes ojos aún más, mostrándose sorprendido. Pero volvió a fruncir el ceño. —¡Ni me conoces! —
—Tú tampoco a mí. — Nino se puso más firme, separó sus piernas y las estampó fuertemente en el suelo para estar completamente estable. Extendió sus brazos hacia delante evitando que el otro se le acercara otra vez. Pensó en el modo de invocar su poder o su capacidad o su arma pero no supo cómo manejarlo.

No sabía  como hacerlo. Se sintió idiota de no haber preguntado a Miranda o a su asistente algo tan básico. O a Madoka, ella sin ser HiME sabía mucho más al respecto. Nino pensó fugazmente en Madoka Mawari en ese momento. Ella era pequeña y delgada pero visiblemente muy atlética. Nunca la había visto practicar con su arma pero se notaba que era muy disciplinada al respecto. Se había involucrado bastante con las HiMEs ayudando especialmente a una de ellas, enseñándole y acompañándola fielmente a donde fuera. Hanasaki recurría a Madoka cuando el tema de los Rebels volvía a aparecer. Nino se sintió desdichada y descarada. ¿Cómo alguien como Madoka, tan excelente y adecuada, no podía ser HiME y en cambio alguien tan insulta como ella lo era? Se sintió mal por Madoka, porque sabía que la chica merecía más ser una HiME que ella.

—…— Eren le miró cansado, aburrido. —¿A qué juegas? —
—Si vamos a tener una batalla, no huiré de ella. —
—…— El pelicastaño se sintió irritado por la determinación de la otra. Era de admirar, en su posición tan frágil, pero eso no la hacía menos ilusa ni más brillante. Le había dado una alternativa razonable para ella pero la rubia la rechazó. —Ni arma, ni capacidad ni nada. ¿Qué esperabas? —
—¿Y las tuyas? —
—…— Eso desestabilizó al otro. Ni él lo había pensado. Pero estaba determinado a hacer algo, lo había planeado durante la semana y se había torturado con esa idea nauseabunda pero era lo único que podría hacer para evitar mayor mal. —No las necesito. — Eren restó los pasos que lo alejaban de Nino tan grácilmente que la chica no se dio cuenta cuando éste la rodeó y quedó detrás de ella, le tomó el brazo y se lo torció en la espalda. —Renuncia ya. —
—¡No! —
—¡Deja de ser tan idiota! — Ejerció presión en esa zona, el brazo comenzaba a quedar muy acomplejado y tirante. Nino se retorcía del dolor.
—¡No hay maldad en ti! — Gritó la rubia, aunque el brazo amenazaba con partirse.
—¿Crees que porque te ofrecí un trato misericordioso me acobardé de hacer algo determinado? ¡Renuncia o te juro que te quebraré el brazo! —
—N-N-No…—
—Te daré tres segundos antes de que te quiebre el brazo. —
—…—
—…Uno. —
—N-no lo haré. —
—…Piénsalo bien—
—Hhhn— Aunque se sacudía para soltarse del agarre no había logrado nada.
—…Dos—
—…— Comenzaba a desesperarse y sentir que un ataque de pánico se apoderaría de ella. El miedo comenzó a consumirla y la desesperación se acumulada al ver que ninguna de sus cualidades de HiME aparecían. En esa situación, en esa vulneración, los recuerdos de los días de golpizas bullying hacia ella volvían a quemar fuerte en su ser. Pero… —¡No lo haré! ¡No volveré a huir! — Gritó angustiada. Porque no volvería a irse de Japón al primer inicio de peligro como sí lo había hecho en el pasado. Nino no sólo estaba allí porque era HiME, eso era secundario. Estaba allí porque tenía una misión, encontrar a su senpai, a aquel que inconscientemente la había sacado de su depresión. Si estaba perdido, ella lo encontraría. No le abandonaría.
—…Idiota. — Eren dejo que el flequillo le cubriera el rostro asomándose una sombra oscura en este. Había pensado un “lo siento” mental pero no podía emitirlo. Apretó sus dientes y por dentro se estaba destruyendo a sí mismo pero por fuera parecía templado y sin indulgencia. En un limpio movimiento aprendido en su formación previa a Rizembool, ejerció presión y el brazo de Nino se torció completamente. Eren se separó.
—¡AHHH! — Gritó la rubia, angustiada. El hueso del brazo se rompió en dos instantáneamente. Esta cayó sobre sus rodillas y se aferró a su brazo roto. El sonido de este quebrándose le retumbaba en la mente. Había sonado tan frágil como si fuera un hueso de pollo. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas sintiendo el dolor quemarle y arderle. En ese punto, sólo agradecía que Sensei se había quedado en casa de su abuela porque seguramente saldría peor de lastimado que ella.
—Esto es sólo la antesala de lo que te va a pasar si no meditas en mi oferta. — Le dijo Eren, cuando pasó por al lado de ella. Quebrándole el brazo esperaba aterrorizar a esa chica y lograr que renunciara a ser HiME. Por hoy, había sido suficiente. Caminó unos pasos alejándose pero escuchó a alguien aplaudir a su espalda. El chico se volteó quedando estático cuando vio de quien se trataba. Un frío le recorrió toda la espina dorsal.
—¡Takes longer! — Dijo un albino de ojos rojos, aplaudiendo un par de veces más. —No pensé que tú serías el primero en atacar. Hasta le tenía más fe al otro fracasado. Ya sabes... Tiene ese algo que te hace sentir que se puede psicotizar en cualquier momento...


—Haine…— Eren trató de mantener la postura pero sabía que aquel ex Rebel era un peligro.
—¿Dónde quedó lo de superior? —
—Superior Haine. — El chico bajó la mirada.
—Venga ya, eso estuvo bien. — Apuntó a Nino. —Pero ¿Qué tal si mejoras tu record? Mira que, ya haber quebrado una extremidad a tu HiME es bueno… ¿Pero cómo te ves realizando tu misión en el primer día de ejercida? —
—¿Qué? —
—…— Nino se apretó el brazo fuertemente. El sujeto que acababa de llegar estaba detrás de ella y no había volteado a verlo. Inesperadamente éste se asomó a su lado, inclinándose a la altura de su rostro mostrando una sonrisa maniaca y asustándola con sus ojos tan rojos refulgentes. —¡Ah! — La chica se hizo a un lado. Arrastrándose hacia otro lado.
—Casi es un chiste que te hayan asignado a una niña. Hanasaki debe estar desesperado. —
—Superior, creo que por hoy está bien. Dejémosla aquí sola, que se retuerza y piense en su miseria. — Dijo Eren, temiendo de lo que Haine pudiera hacer.
—Ah, vamos. ¿Te conté que a mi primera HiME la borré el primer día? Pues olvídalo. En realidad fue al tercer día. Así que si la matas hoy, serás digno del salón de la fama Rebel hahaha. —
—N-No—  Giró la cabeza hacia un costado. —No me interesa. —
—¿Qué? — Haine se colocó serio. Eso era lo peor, cuando estaba serio. —¿No quieres cumplir con tu misión? —
—Sí… Pero no ahora. No hay nada de entretenido así. —
—¡Vendrá otra y quizá tengas suerte y sea más digna! —
—¡Superior por favor ya vámonos! Alguien puede venir. —
—¡Que corra la misma suerte por fisgón! — Haine se inclinó una vez más y tonó a Nino del cabello alzándola en el aire de este modo. Al ser un tipo tan alto, los pies de Nino quedaban en el aire suspendidos mientras la chica agitaba sus extremidades.
—¡S-suélteme! —
—¡Mátala, Jaeger! — La remeció, ignorando la súplica de la chica. El cuerpecito de la rubia se sacudía de un lado a otro. —Te lo estoy pidiendo. ¡Hazlo ya! ¡Mátala!— Apretó aún más el cabello de ésta.
—¡No puedo matar a esa persona! — Gritó Eren, perdiendo la paciencia y odiándose a sí mismo. Si fuera otro el que sacudiera a esa chica Eren no habría tenido reparos en darle un golpe al tipo y liberar a la niña pero Haine… Haine lo paralizaba. ¡Era un demente! —¡Mírela nada más! Es una patética. ¡No entiendo como es HiME! — Decía cosas sin sentirla, pero trataba de convencer al otro.

En eso, Nino le dio una patada en la pierna a Haine. Este ni se inmutó por el golpe, la miró indiferente por unos largos y sobrecogedores momentos de silencio. Inesperadamente, Haine alzó su brazo con el que la mantenía suspendida en el aire, lo bajó violentamente y la azotó contra el piso. La rubia gritó del dolor. Su espalda había impactado con las baldosas frías del piso de un modo tan violento que sintió que el alma se salía de su cuerpo en ese mismo momento. El albino parecía más calmo después de realizar esta acción.

 —Tienes razón, Jaeger. Esta cosa no es ningún desafío. —
—…— El pelicastaño dejo escapar un suspiro disimulado. Su ritmo cardiaco lo estaba encolerizando.
—…— Nino sintió que todo su cuerpo le dolía. Era increíble que el más alto tuviera tanta fuerza. El golpe le dio la sensación de que los pulmones se le salían por la espalda. Tosió un poco, comprobando como de su boca había expulsado un par de gotas de sangre. Pero no era hora para estar allí a su merced. Se puso de pie tambaleándose y con mucha dificultad. Suplicó que alguna de sus habilidades se pronunciara de una vez.
Haine torció el labio en una sonrisa socarrona —Ah, mírala. La Sailor Moon quiere llamar a sus poderes. —
—Es tan mediocre que me da vergüenza estar aquí. — Dijo Eren. —Me avergüenza de que mi superior tenga que ver tan estúpido acontecimiento. Le suplico que nos vayamos y dejemos de perder el tiempo, superior Haine. Comprenda mi situación, estoy ofendido por tener a ésta de HIME... Sólo puedo pensar en un trago en estos momentos para pasar la ofensa. Vamos...—
—…— El albino se quedó unos segundos en silencio mirando analizadoramente a Eren como si no confiara en su discurso. Esto inquietó al castaño ¿Lo descubrió? Luego, cuando la tierra vibró, Haine se animó con una idea que le vino de pronto. Alzó los hombros. —Mejor si nos vamos. —
“Gracias” había dicho Eren para sus adentros. Sin embargo, de un segundo a otro, Haine le dio una patada en las costillas a Nino Okamura, su HiME, y la mandó a los rieles del metro. —¡¿PERO QUÉ HACES?! —
—No lo sé. — Sonrió levemente, casi de manera inocente. —Pero fue divertido. — Los ojos rojos de Haine se iluminaron por las luces del tren de metro.

Eren corrió hasta ese lugar y trató de ayudarla pero cuando tomó la pequeña mano de Nino no tuvo la suficiente fuerza y la dejo caer nuevamente. El pelicastaño no comprendió como había perdido su fuerza así de pronto y como la había dejado caer. Lo último que vio fueron los ojos de la chica impregnados por el miedo y una súplica silenciosa que irónicamente se traducía en un mensaje de auxilio hacia su Rebel. El peliblanco lo agarró desde atrás pasando un brazo por su cuello medio ahorcándolo con intencionalidad. El tren pasó tocando su bocina y el viento sacudió los cabellos de ambos. Cuando los vagones dejaron de pasar, Eren se zafó del otro.

—¡Suélteme! —
—¡OHW, haciendo creer a la presa que tendrías piedad y la salvarías! Pero al último momento, matas todas sus esperanzas y la suelta. ¡Menudo asesino! —
—¡No quería matarla! —
—La primera vez dicen que siempre es desconcertante, asesino —
—¡Cállate! ¡No me llames así!—
—¿Eh? —
—…— Eren esperó que el otro reaccionara mal por hacerlo callar pero se sorprendió de verlo con la mirada fija hacia el techo del metro. Cuando él miró en esa dirección comprendió lo que el otro miraba.

Era ella. Nino estaba suspendida en el aire gracias a una cadena que se unía a un péndulo. Esta cadena se había aferrado a un tubo de ventilación y la había salvado de morir arrollada. La niña los miró con más decisión ahora que su arma estaba de manifiesto. La punta del péndulo se movió inconscientemente de manera rápida y violenta hacia ellos dándoles unos golpes en rostros y cuerpos que les distrajeron mientras ella bajaba de su refugio. Cuando sus pies tocaron suelo, corrió a toda velocidad hacia la salida.

—Esa arma de niña no es nada. — Dijo Haine, quitándose una gota de sangre de su mejilla. Se había hecho un rasguño en esa parte cuando la cadena le golpeó de pronto.
—¡Espera! — Gritó Eren. La chica se fue y no volvió.
—Déjala. —  En ese momento, algunas personas comenzaron a bajar las escaleras para tomar el tren del metro. La hora había pasado rápido y ya era horario de salidas. —Por hoy ha sido suficiente.—

Nino corrió regresando en sus pasos en dirección a Hanasaki. El dolor del brazo iba en aumento pero no tenía tiempo ni los conocimientos para tratarse la fractura ella misma. Más que el dolor en el brazo, lo que más le punzaba era la patada en las costillas lo que le daba la sensación de provocar dificultades para respirar. ¿Tenía alguna costilla rota? Pero comprendió que el dolor finalmente venía de su pulmón.
La corrida fue larga y el aire le escaseaba pero finalmente llegó a la universidad y con inercia se dirigió a la enfermería.

Entró en la enfermería, Candy, la enfermera de Hanasaki, se sobresaltó de ver que alguien llegaba así de precipitaba. La rubia había dado un saltito de sorpresa en su silla pero al notar la urgencia se puso de pie de un acto y comenzó a trabajar rápidamente.
Cuando Nino despertó del efecto de la anestesia, se encontró en la misma enfermería recostada en una cama. Al ver su brazo, este ya había sido operado y enyesado. Ya era de noche por lo que veía a través de las ventanas. Como era de esperar, nadie conocido estaba a su lado para esperarla. Sólo estaba aquella dulce chica de cabellos rubios llamada Candy. Esta la instruyó y le dijo lo que debía hacer a continuación con su brazo fracturado.

—Tuvimos que intervenir tu brazo debido a una fractura de importancia. Por medio de las radiografías de tórax que se te tomaron, se estima que tienes una contusión pulmonar debido de un traumatismo torácico, posiblemente observes que expulsar sangres con la tos. Como es de observación, tendrás que tomar una medicación que Hanasaki te otorgará.—

La enfermera le dejo una receta médica dada por el doctor o doctora de Hanasaki que la había asistido. Cuando Nino volvió a casa le dijo a su preocupada abuela que se había caído en Hanasaki.

-

“¡Renuncio a esto, señor! Eso es lo que dije”
“Cálmate un poco… Quieres.”
“No me pida que me calme. ¿Cómo pudo mandarme a un lugar tan enfermo como Rizembool? ¡Ya no quiero estar ni un minuto aquí!”
“No te puedes ir. Tienes una misión.”
“¿Misión? ¿Misión? ¡A la mierda con esa misión!”
“Mocoso, guarda la compostura. Recuerda que estás allí para averiguar cuáles son los procedimientos científicos que usan y que ha pasado con la lista de personas que te di.”
“¿Y qué pasa con el tema de los Rebels y las HiMEs? ¿El hecho que se maten entre ellos? Nadie hace nada para clausurar este sistema.”
“Esa no es nuestra investigación. No es nuestro tema. Recuerda, debes ver lo que hacen los científicos. Nada más.”
“¡Aquí muere gente!”
“No es nuestro puto tema”
“…”
“…”
“…”
“¿Eh, crio, sigues allí?”
“Siempre lo he admirado, señor. Usted ha estado en casos complejos y ha sabido resolverlos. Lo admiro de mucho más antes del asunto del manicomio en Serbia. Sabe Dios que ha sido mi ejemplo a seguir.”
“…”
“Pero no quiero seguir en esto… Es enfermo. Renuncio”
“Descansa por hoy. Mañana hablamos.”
“Esto es definitivo, señor.”
“¿Abandonas la investigación sin averiguar nada? Eso podría tener relación con los casos de experimentación genética ilegales en Serbia y otros núcleos de Europa. Sólo debes encontrar una conexión.”
“¡Señor! ¿Qué acaso no ha escuchado nada de lo que dije? ¡Aquí hay gente que muere sin necesidad! ¡Que alguien haga algo contra estas dos universidades!”
“Al diablo con eso. No es nuestra investigación”
“Señor, con todo respeto… No puedo creer que me diga eso.”
“Pues deja de idolatrarme tanto, crio. Trabajo es trabajo”
“Cierto...Idolatrarlo... No debería tenerlo como héroe. ¡Qué más da! ¡Si usted es un viejo alcohólico y despreciable! ¡Váyase al diablo usted y su asquerosa investigación!”
Y dicho esto. Colgó.
—¿Hola? — Ya no había tono. —…Pendejo. — El hombre lanzó el teléfono y este fue a dar contra la pared pasando el aparato a mejor vida. Tenía los pies sobre el escritorio y una botella de whisky cerca. La aproximo y empinó un trago largo hasta vaciarla. Quemaba, el whisky le quemaba la garganta y eso le gustaba. También tiró la botella al vaciarla la cual estalló por allí.
En ese momento, alguien abrió la puerta. Un hombre de lentes, pulcro de pies a cabezas y cabello negro bien peinado. Tuvo que esquivar las botellas en el suelo. —¿Qué sucede aquí? —
—El pendejo que pusiste en la misión acaba de renunciar. Te dije que no quería críos en la investigación. Son débiles de alma y mente.—
—¿Pero cómo pasó eso? — Pese al problema, su temple era inquebrantable. 
—Se traumó. Te dije que estas cosas no son para niñitos. —
—Yo tenía su edad cuando fui tu compañero en Serbia. — Sacó su teléfono celular y tecleó.
—Eso fue distinto. —
—Castellanos…— El tipo miró la oficina. —Esto es mediocre y embarazoso. Comprendo que estas pasando...Lo que sucedió con tu hija…—
—No hables. — Le cortó.
—Perdón. Pero no te hace bien estar tanto tiempo encerrado. — Terminó de teclear. —Listo. —
—¿Qué está listo, Joseph? —
—Acabo de sacarte pasajes para Tokyo. Ve a ver qué pasa con el agente encubierto que mandamos. —
—¡¿Pero qué mierda tienes en la cabeza, Joseph?! — Gruñó asqueado por la idea de tener que viajar.
—Su reputación, Castellanos. La de ambos. La suya , la de ese chico…—
« Last Edit: January 19, 2017, 08:32:52 PM by Kana »


Haruhin

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #214: October 30, 2016, 02:22:53 AM »
#9 Después pongo iconitos.



Otro día rutinario corría por la universidad de Hanasaki. Unos aprovechan las ventanas de los primeros períodos para ir por algo de comer antes de la próxima clase, otros trataban de usar el tiempo de manera más productiva avanzando proyectos que por ciertos percances no habían podido terminar con anticipación. En la biblioteca de la facultad de ingeniería, Haise era uno de ellos.

“Aaaah, sueño.” Soltó una adormilada voz que hacía a un lado sobre la mesa su laptop para recostar la mitad de su torso encima.
“Nanami-san, no te duermas aquí. Te necesitamos bien despierta.” Acotó Haise sentado en el extremo contrario.  Con los dedos hizo un chasquido un par de veces para que su compañera no se sucumbiese a Morfeo, pero supo que era en vano cuando los balbuceos adormilados de la chica se hicieron evidentes.

“Increíble, lo hizo en tiempo récord.”
“Es uno de sus talentos.” Rió la otra chica presente. “Nanami-san hoy me contó en clases que la noche anterior se desveló probando los juegos que compró por Steam.”
“No aprende, ¿eh?” Haise soltó un suspiro. “Bueno, ya que no contamos con Nanami de momento para trabajar, vamos a tener que hacer ese avance entre nosotros dos nada más.”
“Por suerte no era mucho lo que nos faltaba para acabar. Es cuestión de hacer los ajustes en el tiempo para el montaje del demo y estamos del otro lado.”
“Es un alivio, porque si nos faltaban más detalles no habríamos alcanzado a terminarlo antes de que se acabe la ventana.”
“Ahora que lo pienso…” La chica revisó en su mochila para sacar su laptop, comenzando a encenderla. “¿Wilhelm-kun no va a venir?”
“Ah ah, Fuuka si él te escuchara diciéndole así…” Haise dejó la frase en el aire, intrigando a la peliceleste.
“¿Eh?”
“¡Se disgustaría!”
“Wah, n-no. No quiero tener problemas con él.” Fuuka negó rápidamente con la cabeza, nerviosa. Noiz por lo general era un muchacho poco comunicativo y de un carácter más bien pasivo. De solo pensar en que algo podía verdaderamente disgustarlo como para sacarle de sus casillas era algo que en la cabeza de la chica simplemente no parecía encajar con la imagen de su compañero.

“Está bien, está bien. No lo sabías, así que no creo que se lo hubiese tomado como algo tan malo.” 
“Déjame adivinar, te enteraste de ese detalle cuando le llamaste accidentalmente por su nombre a secas, ¿no?”
“Sí, fue algo así. Aunque como en uno de los ramos nos obligaron a formar duplas de trabajo, el disgusto no le duró demasiado y ya de ahí nos hicimos buenos amigos.” Haise destensó los hombros y sonrió. Inmediatamente su atención se centró en su propia computadora. “Avancemos con esto.”
“Hecho.” Fuuka asintió y se preocupó de su propia computadora mientras Nanami balbuceaba un par de cosas dormida frente a ella,  definitivamente no iban a poder contar con ella en esa etapa.
“¿Probaste cambiando el tiempo de la tercera interface? Creo que eso es lo que estaba dando el problema para arrancar el demo.” Soltó el albino tiempo después de haber permanecido por un trecho de minutos en silencioso trabajo hacia su compañera.
“Uh, no… me estaba preocupando de otro detalle. Ahora mismo lo reviso.”
“Uff, menos mal que estaba solamente en la primera parte. Fue bueno revisar todas las interfaces antes de terminar con la programación.”

“Fue mi culpa, lo siento.”
“Tranquila, a mí también se me han pasado un par de detalles por las pocas horas de sueño en algunas ocasiones.” Haise le restó importancia con un ademán de mano. Sus ojos en tanto se deslizaron a observar la silueta de la pelivioleta durmiente. “Algo con lo que aparentemente Nanami-san nunca parece tener complicaciones.”
“¡Listo! Terminé.” Fuuka asintió y giró el monitor de su computadora hacia Haise. “Dale un vistazo si gustas.”
“A ver, veamos…” Haise se acercó la laptop hasta él antes de comenzar a revisar los ajustes del programa hechos por su amiga. “Pues yo no veo nada malo, así que diría que… ¿estamos listos?”
“¿Tienes un pendrive? Así lo exporto de inmediato y lo subimos ahí para poder pasárselo al profesor.”
“Mm, nop. El único que tenía quedó inutilizable luego de sacar unas fotocopias el otro día, me debo comprar otro.” Suspiró Haise.
“Creo que Nanami-san tenía uno…” Fuuka se levantó de su asiento y se inclinó sobre la mesa para poder sacudir de un hombro a su compañera con tal de despertarla. “Nanami-san, despierta…”

“Mmnhm…” La chica refunfuñó y se giró en su asiento para evitar los pokeos.
“Prueba de otra forma.” Le alentó Haise.
“Oh, claro.” Fuuka volvió a sacudir el hombro de su compañera un par de veces sin obtener respuesta. “¡Nanami-san, resetearon los ranked de tu juego, ése que comentabas el otro d-“
“…?!” Casi de manera instantánea, Nanami levantó la cabeza de la mesa y golpeó con algo más de fuerza la superficie con sus manos. “…¿En qué momento?”
“A-Ah no, bueno la verdad es que queríamos preguntarte si tenías un pendrive para poder pasar el trabajo.” Fuuka miró con nerviosismo a su amiga, esperando que esta no fuera a enojarse quizás por haberla despertado repentinamente de su sueño. 
“…” Nanami no respondió nada y se limitó a inflar las mejillas en un gesto bastante infantil pero que para su amigo Haise resultó bastante simpático.
“Lo siento, fue una medida desesperada para sacarte del trance.” Se excusó el albino.
“Está bien, también tengo algo de culpa por no haberles ayudado mucho ahora mismo.” La de cabellos violáceos abrió su mochila y le extendió a Haise el dichoso pendrive con el que instantáneamente traspasó el documento. “Aunque espero que sepas que te lo cobraré después.”
“¿Eh?”

Nanami señaló acusadoramente con el índice a su compañero antes de que Fuuka y ambos comenzaran a retirarse de la biblioteca para ir a clases. “Me debes una partida del Gala Omega.”
“Oh, ese juego…” Haise se rascó la mejilla con el índice levemente intimidado. No es que los videojuegos se le dieran del todo mal, su amigo Noiz le había pegado de vez en cuando el vicio de pokear algunos de ellos, pero tener un desafío contra Nanami Chiaki, la gamer más experimentada que conocía de su clase era totalmente una cosa distinta. “Bueno, pero trata de que mi derrota no sea algo tan aplastante.”

“No prometo nada.” Se excusó. “Pero si no pones mínimo algo de dificultad no será divertido.”
Fuuka rió. “Me muero por querer ver ese duelo después.”
“Dejémoslo para el viernes después de clases. Ofrezco usar mi departamento para una improvisada junta.” Dijo Haise.
“¿No hay problemas con tu tío?” Preguntó Chiaki con cierta inseguridad.
“Para nada, a veces trabaja hasta tarde pero en general siempre está a gusto con las visitas que sean parte de mis amistades.”
“Entonces está dicho, hagamos eso. Wil—digo, Noiz-kun también podría ir… si quiere, claro.”
“Mientras más personas vayan el juego podría disfrutarse mucho más… o eso creo.” Asintió Chiaki.
“Um, estoy de acuerdo. Seguro que él incluso resulta ser un contrincante más atractivo para ti, Nanami.”
“Tampoco me cabe duda de eso.” Agregó Fuuka.
“Por cierto chicas, ¿no les molesta si invito a alguien más que no es del grupo?” Soltó Haise poco después. Considerando que las entregas pesadas del ramo estaban concluyendo durante esos días, tenía una buena excusa para aprovechar su breve tiempo libre para hacer algo de vida social fuera de las caras que habitualmente veía por su facultad.
“¿Por qué nos preguntarías eso? Tú eres quién está ofreciendo la casa, me parece justo que puedas llevar a quien quieras, Haise-kun.”
“Entonces llamaré a Haru por si es que quiere ir.”
“¿Haru?” Preguntó Nanami.
“Ah, cierto. Nanami-san no la conoce, es una buena amiga de Haise-kun y mía. Te caerá bien.”
“Eh, ya quiero conocerla entonces…”
“Entonces ya está dicho, le dejaré un mensaje~”

Haise sacó su teléfono del bolsillo y no tardó en mensajear a la HiME por whatsapp. Habiéndole dejado abierta la invitación a una improvisada junta de videojuegos, se apresuró en ir a la próxima sala de clases junto a sus compañeras para terminar con el resto de su jornada.
« Last Edit: October 30, 2016, 02:24:41 AM by Haruhin »


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #215: October 30, 2016, 10:19:38 AM »
Uhh... cómo me enredo con estos fics largos de muchos personajes *sufre* pero ya, libertad~ (...)

27.4.


Había pasado alrededor de una hora desde que la pelea entre el Rebel y la HiME había terminado abruptamente. Luego de escapar, Izuru regresó a un lugar recóndito dentro del hospital en Rizembool U, una habitación oscura y sin ventanas con las necesidades más básicas como una cama sencilla y un baño personal adjunto, además de una cámara de seguridad de uso exclusivo y hasta secreto para la vigilancia principal de la universidad. Aquel lugar hostil y semejante a una celda de aislamiento era un sitio conocido por el Rebel como su 'base' u 'hogar', pese a que, por razones complejas, no siempre lo frecuentaba.

Tal y como lo esperó, al regresar, el Dr. Toushirou se encontraba esperándole con un botiquín e instrumentos para tratar su herida de bala. No necesitaron intercambiar palabras, y el doctor cumplió con su deber de tratar su herida inmediatamente.

Hubo un silencio largo en esa habitación mientras el científico removía el material metálico de la herida con pinzas, y cuando se aseguró de haber hecho una limpieza completa, se animó a conversar.

"Usó un proyectil de punta hueca, y uno que se separó en varios pedazos durante el impacto..." comentó el doctor, mientras trataba la herida con la ayuda de una linterna sujetada en su frente. Sabía que aquel Rebel prefería la oscuridad, y luego de estar fuera por tanto tiempo, respetaría su preferencia de no prender la luz de la habitación. Él sonrió. "...una bala que resultaría altamente peligrosa de herir a una persona normal, aunque ciertamente todavía dañina para ti. Él siempre ha sido tan duro contigo, y me disculpo en su lugar."
"..." Izuru sólo escuchaba a la persona detrás de él, inmutado, pese a estar recibiendo un tratamiento doloroso sin anestesia.
"Sólo queda cerrar la herida," el superior sonrió profesionalmente y sacó unas vendas. "Por tu habilidad de autoregeneración, no necesitaré cerrarla con puntos. El daño a tus músculos y huesos se borrará por su cuenta. Mantenla cubierta e inmóvil por un par de horas y debe regresar a la normalidad. Regresaré en ese tiempo para hacer un chequeo."
"..."

La aplicación de las vendas se completó con rapidez, y habiendo terminado con su trabajo, el doctor recogió sus instrumentos y guardó sus utensilios sucios para poder esterilizarlos en su oficina. Cargó su maletín para despedirse.

"Te dejaré descansar. Sé cuidadoso con tus movimientos. Ah... y antes que se me olvide, te aconsejo que no vuelvas a ignorar las indicaciones de mi hermano," dio un suspiro con leve frustración. "Lamentablemente, él es demasiado apegado a las reglas al punto de ser irracional, y podría ser más severo contigo la próxima vez. Siento que hayas resultado herido."

El doctor se dio media vuelta y caminó hacia la salida, cuando entonces oyó a su paciente finalmente tomar la palabra. Se detuvo, dándole la espalda.

"No comprendo por qué te disculpas en su lugar..." dijo Izuru, monótonamente y mirando al otro con intensidad. "Él se encontraba siguiendo tus órdenes de vigilarme y detenerme si lo consideraba apropiado. Cumplió con lo que debía hacer, sin importar lo que ello significó para mí. ¿Acaso eso no es lo más importante?"
"..."
"También, como un científico y nuestro supervisor, no deberías expresarte sobre él de un modo tan personal. A estas alturas, el hecho que ustedes sean hermanos es completamente irrelevante. Ambos debemos únicamente seguir tus indicaciones."
"Cuando uno expresa empatía y preocupación por el estado deplorable de otro, lo normal es recibir apreciación... por más que no le importe a nadie en lo absoluto," el científico se giró a medias y miró a su 'paciente' de reojo, con una sonrisa entretenida. Sus anteojos brillaban de una luz fría. "Te vendría bien recordarlo, quizás no para emular el comportamiento, sino para entenderlo en otros."
"..."
"Y precisamente como el supervisor, presento mi lamento de que haya habido este desencadenante porque, a fin de cuentas, termino siendo el responsable de todos aquellos en un plano inferior a mí. Es mi manera de expresar dicha responsabilidad e impartir consejo sobre el asunto, y si mi comportamiento te es condenable e impráctico, no podría importarme menos."
"..."
"Me reservo el derecho de ser irracional y caprichoso, tanto en mis acciones como en una cuestión irrelevante de dirigirme a mis allegados como se me da la gana," borró su sonrisa para mostrar hastío e impaciencia. "Eres un prodigio creado por mi maestro y potenciado por mí, y como tal, deberías saber que cuestiones familiares no afectarán mi labor ni mi rol. No lo han hecho en el pasado, así que ni te atrevas a volver a mencionarlo."
"..." Izuru le miró inmutado e indiferente como siempre.
"Creo haber hecho mi punto," el doctor dio un leve suspiro y se ajustó sus gafas con un gesto de cansancio, para volver a sonreír con aquella superficial cordialidad. Había dejado escapar una leve amargura, y lo culpaba a su falta de horas de sueño. Pese a estarse expresando a alguien completamente desconectado de la sociedad, seguía siendo un poco vergonzoso para sí mismo romper su tranquilo semblante. “Me disculpo por este comportamiento tan indigno. Espero que puedas descansar apropiadamente. No te descuides. Hay un cierto alguien que debería estar comenzando clases pronto."

Ensanchó su sonrisa y finalmente se retiró de aquella habitación, de regreso al pasillo iluminado con luces frías y artificiales. Sabía que aquel sólo era el inicio de una obligación más en su ocupado horario y se hizo la nota mental de no dejarse molestar tan fácilmente. Aunque quizás no ocurriría, siempre y cuando no se volviera a tocar aquel específico tema...

Pensó brevemente en sus quehaceres para la siguiente semana. No evitó sonreír con ironía al pensar en ser el asesor de aquellos estudiantes de la semana de orientación, y también de ese chico agregado a su lista 'a última hora'. A todos les había comunicado sobre su mínimo envolvimiento con el tema de los Rebels para cumplir con aquella formalidad. Sin embargo, era lamentable para él que aquella pequeña mentira tuviera que repetirla una y otra vez... tan lamentable que sin duda empezaba a darle risa.

Decidió vaciar su mente de pensamientos irrelevantes y continuó con su camino a su oficina, donde le tocaba dar limpieza y mantenimiento a sus instrumentos.




Luego de la huida del Rebel y de la llegada de Fran al lugar de los hechos, los presentes pudieron ingresar a la destruida casa. El primer piso seguía mayormente intacto, salvo algunas pequeñas grietas en las paredes que no parecían causar inestabilidad a la estructura. Sin embargo, varias partes del segundo piso estaban prácticamente inhabitables por escombros, ventanas rotas y huecos en el techo y, sin duda, la azotea se encontraba hasta inaccesible.

Al ver el desastre, Fran simplemente soltó un suspiro mínimamente exasperado y pidió que las HiMEs activas le siguieran para tener una conversación en privado. Se negó cuando tanto Osaka como Yuyuko le pidieron unirse a la reunión, y así, la encargada y las dos HiMEs se excusaron a un pequeño cuarto en una zona decente del segundo piso mientras los demás se quedaron en la amplia sala en la planta baja donde terminaron formándose distintos grupos y todos se quedaron consumiendo lo que quedaba del buffet de comida. No había necesidad de siquiera pensar en continuar con la labor de limpieza por razones obvias.

"..." Roxas estaba sentado con la cabeza agachada y en un estado de profunda depresión. Los daños habían resultado peores de lo que imaginó.
"Senpai..." Urashima miraba al dueño de casa con preocupación y sin saber qué decirle. "Ehh... todavía no termino de entender lo que sucede... ¡P-pero no hay que desanimarse! ¡Siempre se puede hacer algo para solucionar las cosas y cuentas con nosotros para lo que necesites! ¡Ehm… y seguro que Hanasaki también te apoyará!"
"Viéndole el lado positivo, seguro que lo harán, pero tampoco te reconstruirán tu casa al cien por ciento," comentó Tomaj, acercándose luego de revisar las fotos de la destrucción que había sacado para la posteridad. "Sólo esperemos que lo hagan antes de la fecha de entrega de la casa, supongo."
"..." Roxas se molestó por la clásica indiferencia de aquel exRebel y le miró con reproche.
"Tomaj, no actúes así, esto es serio," Kytes se frustró.
"Ah, perdón, para variar, quería extenderte algo de simpatía," se encogió de hombros. "Todos los malestares por los cuales nuestras respectivas instituciones nos han hecho pasar me han tornado indiferente. Pero también siento que haya tenido que ocurrir por culpa de una HiME ajena."
"Quizás lo mejor sea dejarlo ir," Ryo sonrió incómodo. La 'cordialidad' de su compañero exRebel no les iba a llevar a ningún lado.
"Sí, este asunto es muy complejo," dijo Hinata. "¡Pero lo más importante es mantenernos juntos! Los Rebels que han aparecido hasta ahora son muy fuertes, y por ello tenemos que apoyarnos mutuamente."
"Sí, estoy de acuerdo..." pese a la afirmación, Sora se mostró dubitativo. "Hm... no es por ser negativo, o sea, yo también dije algo similar, pero...  pareciera que cada vez que nos juntamos, se aparece un Rebel... ¿Estaremos haciendo algo mal?"
"Sora, no deberías dudar, sabes lo importante que es estar en contacto con todos," le recalcó Kytes.
"Hobbit aquí tiene razón," observó Tomaj. "Además, ¿no se supone que tú deberías ser el optimista sin remedio?"
"Sólo decía..." Sora frunció el ceño.
"Exacto, hay que animarnos," Urashima sonrió y comprimió sus puños con emoción. "¡Qué bueno que todos piensen igual! ¡Puede que no sepamos qué nos espera, pero hay que concentrarnos en el presente! ¡Me alegro que senpai tenga a tan buenos amigos apoyándole!"
"No todos somos sus amigos, pero claro," Tomaj sonrió con ironía. "Vaya, y me tomará tiempo acostumbrarme a que le llamas senpai..."
"Deberíamos ir a agarrar algo de comer, sé que eso nos animará," dijo Ryo.
"¡Buen punto!" los ojos de Shoyo brillaron. "¡Vamos de una vez!"
"Vayan ustedes..." Roxas dio un suspiro y forzó una sonrisa. "Gracias por los ánimos, pero como pueden imaginar sigo un tanto impactado por lo ocurrido. Sólo denme un poco de tiempo."
"Te entiendo," Sora se acercó y le dio el pésame. "Aun así te traeré un plato con bocadillos. Se nota que las chicas están arrasando con tantas repeticiones."
"Ehh, se entiende, hay muchos dulces en el buffet," Kytes sonrió. "Ahora regresamos."

Roxas vio a sus amigos ir hacia la mesa larga donde todavía había variedad de comida, pero algunos bocadillos específicos empezaban a peligrar. Había esperado quedarse a solas, pero no se sorprendió mucho al ver que Urashima se quedó haciéndole compañía. El menor parecía algo preocupado por él, y si bien lo apreciaba, también deseaba un poco de espacio.

Hubo un momento de silencio y el dueño de casa observó al resto de los presentes en distintos lados, además de recordar al grupo que estaba en la cocina preparando bebidas calientes y opciones de comida más saludables que las vistas en el buffet. Era interesante cómo todos se encontraban perfectamente cómodos en el lugar que había sido atacado por un ser incógnito con poderes supernaturales. Sin lugar a dudas, todos se habían adaptado luego de lo vivido hace tres años, y los pocos nuevos también se lo estaban tomando muy bien, seguramente por el apoyo de los demás.


Y luego de despejar un poco su cabeza, regresó a mirar a su autoproclamado kouhai y le vio sentado en el mismo punto en el piso, ahora abrazando sus piernas y mirando al suelo intensamente y con cierta inquietud. Parecía tratar de pensar en la situación pese a no poder comprenderla del todo.

"Urashima..."
"¿Eh? ¿Qué sucede? ¿Necesitas algo, senpai?" el dirigido se sobresaltó al oír la voz de Roxas y le prestó atención.
"Ehh..." y Roxas se extrañó, pero continuó con lo que iba a decir. "Los demás se han ido a comer algo, ¿no tienes hambre? Hay un montón de comida."
"¡Estoy bien, senpai! ¡Comí un montón antes de venir!" Urashima sonrió ampliamente, pero un traicionero rugido en su estómago le delató. Él se incomodó y abrazó su abdomen. "Okay... mentí, pero… no creo que comer ahora sea lo más importante…"
"¿Hm? No es que haya nada más que hacer," Roxas negó. Fue precisamente por esa posible preocupación de ese chico que no había querido hablar sobre él del tema, aunque al final terminó enterándose en una de las peores formas. "Es mejor que no te inquietes tanto, ve a comer algo."
"Pero no es justo, senpai, tú sigues inquieto," Urashima hizo un puchero y bajó su mirada. "No me gusta que estés así, y sé que tiene todo el sentido, pero quisiera de algún modo poder apoyarte en algo."
"Gracias, pero no es posible," Roxas negó.
"Sé eso también, y seguro no va a haber nada que pueda hacer..." Volvió a bajar su mirada, apenado. "Pero, al menos, quiero estar aquí. Quiero que sepas que cuentas conmigo..."
"..."
"Imagino que esto es duro. Hoy han atacado tu hogar, y me acabo de enterar que tu hermana y tu prima están involucradas en el asunto... Si alguien fuera a poner en peligro a mi familia, no sabría qué hacer... sería horrible, aterrador..."
"..."
"¡Aah, perdón!" se alarmó al darse cuenta de lo que estaba diciendo. Se dirigió a su senpai y juntó sus palmas en señal de disculpa. "¡S-sé que esto es lo que menos quieres escuchar ahora! ¡Yo sólo...!"
"Está bien, no te preocupes," Roxas comprendió y movió sus manos para restarle importancia. El chico se había identificado con su situación, aun si no supo cómo expresarse. "Gracias por el apoyo, Urashima."
"Ehh, de nada..." este se incomodó por el agradecimiento. "No hay necesidad de agradecerme, es lo menos que puedo hacer..."
"No realmente, me sorprende que seas tan amable con alguien a quien acabas de conocer esta semana," Roxas sonrió. "La mayoría de gente no es así ni se preocuparía tanto en estas circunstancias, se nota que eres una buena persona."
"Ehh..." Urashima desvió su mirada. "M-me alegra oírte decir eso, pero... no soy nada especial..."
"Aun así, no quiero que andes pasando hambre por querer acompañarte. Ve a conseguirte algo para comer."
"¿Eh?"
"Hazme ese favor, no voy a moverme de aquí," Roxas dio un suspiro. Estaba rendido a no tener soledad hasta que ese inquieto pequeño se retirara.
"B-bueno, pero a cambio, deja que Kamekichi se quede contigo."
"¿Tu tortuga?"
"¡Sí!" Urashima se levantó y agarró a su mascota de su hombro para dársela a su senpai, quien la recibió sumamente confundido. "¡Hehe, sé que se llevarán muy bien!"
"..." Roxas miró a aquel reptil en sus manos que le miraba inmóvil. Era su primera vez agarrando una tortuga en su vida y se encontraba entendiblemente incómodo.
"¡No te preocupes, no te va a morder ni nada, estará bien!"
"..." ni había considerado esa posibilidad.
"¡Ahora regreso!"

Luego de ver al hiperactivo correr hacia el buffet, Roxas volvió a mirar a esa tortuga, la cual seguía inmutada. Decidió dejarla en el cojín a su costado y esta se acurrucó en una esquina para seguir cómodamente inmóvil. Volvió a dar un suspiro. No podía con las energías y ánimos del otro.


Por otro lado de la amplia sala, Yuyuko estaba acompañada de Dakki, con quien acababa de intercambiar información sobre sus distintas cuentas en las redes sociales.

"Bueno, creo que hemos dicho lo esencial, ¿no te parece?" Dakki sonrió ampliamente.
"Ay sí, hay un montón más, pero empecemos de a pocos," Yuyuko asintió, contenta. "Ahora me alegro de que Fran no me haya dejado acompañar a mi Youmu para escaparme de ella y volverme aún más amiga de ti."
"Pero por supuesto si nos llevamos súper bien, ohohoho~ Y ni bien confirme los huecos en mi horario, te aviso para salir a pasear un día de estos~"
"Ay será divino," la mayor juntó sus manos con suma alegría. "En verdad que conocerte ha sido la gran sorpresa para mí de este evento."
"Me encanta que no digas que fue el ataque del Rebel."
“Ah, sí, ¿verdad?” Yuyuko sonrió intrigada. “Supongo como una exHiME, este tipo de ataques se han vuelto muy rutinarios. Tanto por mí como por mi grupo de amigas exHiMEs. En ese tiempo, todas fuimos muy unidas y todavía nos mantenemos en contacto.”
“Eso suena encantador~” pese a su alegría, Dakki sonrió con leve ironía y desvió su mirada. “Aunque tampoco niegues que tu protegida es de temer. Como el muy eficiente Jakob reportó, toda la batalla ocurrió por las ganas de batallar de tu menor, y por ende, todo el desastre.”
“Claro que no lo negaría,” la pelirrosa se puso a pensar. “Es una pena que mi Youmu sea de armas tomar en todo momento, pero como una exHiME, comprendo el ímpetu que siente. Está metida en esa edad y en ese rol de que el bien justifica los medios… por más que no haya ningún ‘bien’ muy real en esta situación.”
“Pienso lo mismo…” entonces, Dakki recibió una alerta en su celular y cortó con la meditativa conversación. “Oh, mi uber está por llegar. Bueno, me despido.”
“Que te vaya muy bien y espero tu respuesta, querida,” Yuyuko abrazó fugazmente a la exPrincess como su amiga del alma.
“Por supuesto~” la pelirroja miró hacia un sillón donde vio a Larsa revisar documentos en su tablet. A su lado estaba Kibi sentada en un descansabrazo, mirándole trabajar. “Kibi hermosa, nuestro uber está aquí, vámonos~”
“¡Sí!” Kibi saltó de regreso al piso, cuando recordó algo. “Oh, pero Ayesha y Nio están en la cocina, debería ir a despedirme de ellas.”
“No, no, no podemos hacer al taxi esperar. Ya las veremos otro día.”
“Hmm, bueno…” la rubia hizo un puchero, pero sabía que no podía contradecir a su onee-sama. “Okay… ¡Chau onii-chan, ganbatte~!”
“Gracias…” Larsa frunció el ceño. “Vayan con cuidado.”
“Te doy la labor de despedirte de los demás en mi lugar~”
“Creo que todos te conocen lo suficiente para saber que no quisiste hacerlo.”
“Ohohoho~”

Dakki se marchó con esa risa, seguida de su leal Kibi, y las dos se retiraron sin llamar la atención de los demás en ese espacioso ambiente. Habiéndose quedado sin compañía, Yuyuko se acercó a Larsa.

“Espero no estarte interrumpiendo…”
“No hay mucho que pueda hacer en este ambiente,” Larsa decidió guardar su tablet. “Jakob sí hizo la observación válida de que tengo mucho por hacer y no puedo relajarme, pero dudo poder concentrarme más por ahora…”
“Te ves muy extenuado, lo mejor sería que te relajaras un poco…” Yuyuko sonrió comprensivamente. “¿Querrás algo para comer?”
“No gracias, estoy bien,” dio un suspiro y desvió su mirada. “Dakki siempre ha sido una persona muy directa, y un tanto conflictiva…”
“¿De dónde vino eso?” la mayor ladeó su cabeza.
“Lamento que tenga que tomar el tema sobre tu guardiana con tanta trivialidad. No pareces haber sido incomodada por ello, pero espero que no lo tomes personal.”
“Ciertamente, alguien como Dakki podría ser difícil de tratar y lidiar para muchos, ¿no es así?” Yuyuko sonrió. “Pero como lo observaste, no me ha molestado en lo más mínimo. A mí me gusta que las personas sean honestas y leales a sí mismas. Es por esa misma razón que siempre he tratado a mi Youmu como una hermanita, y me gusta que se exprese y me llame la atención cuando lo crea prudente. Ahora, si pudiera venirme con una forma para que dejara de llamarme con -sama, sería muy feliz.”
“Ya veo…” Larsa asintió y sonrió un poco. “Me alegra que no haya ningún problema.”
“También espero que dejes de ser tan considerado y formal conmigo algún día,” ella le dio un guiño y el otro negó. “Es algo más con lo que tendré que venirme, ¿verdad?”



Mientras tanto, Tomo continuaba comiendo otra porción del buffet y estaba por terminar aquel enésimo plato en sus manos mientras recogía la salsa que quedaba con un último nacho.

“Ahh… esto es rico, pero… me estoy saturando…” Tomo miró esa fritura con sentimientos encontrados, pero terminó comiéndosela de un solo bocado.
“¿Tanto te descontrolas en un buffet?” preguntó Reimu. “No quisiera verte en Halloween.”
“Yo pienso que Tomo-chan es genial,” Osaka se emocionó. “Ella puede comer todo lo que quiere en cualquier momento. Yo normalmente llego a un tope y ya no tengo ganas de comer.”
“Eh, créeme que eso es bueno,” Marisa dio un suspiro. “Quisiera tu autocontrol, Osaka.”
“Hehe, yo también…” Hotaru sonrió tímidamente. “Lo mejor sería no comer más. Van a traer infusiones de la cocina. Eso nos servirá de bajativo.”
“Té, ugh…” Tomo negó. “Gaseosa forever.”
“Esto debe ser indicativo de tu poca espiritualidad~” canturreó Reimu.
“¡Cállate! ¡Ni dije nada contra ti esta vez!”
“Hahahaha, creo que ustedes dos van a estar at odds siempre,” Marisa rió ampliamente. “Hmm~ y es evidente que los ánimos en general están muy buenos. He llegado a un grupo muy divertido.”
“Todos hemos pasado por mucho, creo que ya nos hemos acostumbrado,” Osaka sonrió. “Y al final, lo importante es que seguimos estando juntos en las buenas y en las malas. Al menos nuestras habitaciones no han recibido muchos daños en el segundo piso y todos nos encontramos en perfectas condiciones.”
“Bueno…” Hotaru bajó su mirada. “Hay que recordar que tus primos no están muy contentos con el estado de la casa…”
“Eh, sí, tiene sentido…” Osaka asintió. “Eso significa que tenemos que encontrar un modo de alegrarles.”
“¿Pero no les parece un poco extraño?” Tomo frunció el ceño. “O sea, el sábado pasado también tuvimos una reunión de todos y se apareció el Rebel del Cho, y esta vez que fue un evento neutral y ningún plan de posibles Rebels, se apareció el de Youmu. Es como si el sábado fuera el día de los Rebels. Me parece demasiada coincidencia.”
“Sí es extraño,” Reimu asintió y se cruzó de brazos. “Ahora si mañana al limpiar el templo encuentro a otra inquilina freeloader, estaremos viviendo en un repeat.”
“¡No digas eso!” se quejó Marisa.
“Siento que está ocurriendo una terrible falta de originalidad, alguien debería estar sumamente avergonzada,” declaró Tomo, convencida.
“Hm, yo no me metería con las fuerzas del destino, Tomo-chan,” Osaka negó con leve aprehensión a las palabras de su amiga.
“En verdad…” Hotaru miró al piso, inquieta. Su bajo tono de voz llamó la atención de las otras chicas. “En verdad no sé cómo las HiMEs pueden enfrentarse a los Rebels…”
“¿A qué te refieres?” preguntó Marisa.
“Realmente admiro el rol… porque Rizembool y sus Rebels me dan mucho miedo… las HiMEs se sacrifican por todos tanto, y es algo que yo no podría hacer…”
“Pues, sí es algo grande ser voluntario para velar por el bienestar de otras personas,” Reimu se puso a pensar y sonrió con simpleza. “Es un deseo muy romántico, ¿no lo crees? Pero tampoco deberías verlo como que tú no podrías hacer lo mismo. ¿Quién sabe? De ser elegida como una HiME, puede que seas muy genial.”
“Ehh…”
“¡Sí, definitivamente!” Marisa asintió dos veces con muchas energías. “Y te lo digo de experiencia. Soy una persona atlética y sé pelear un poco con espadas, pero al convertirme en HiME, fui una muy mágica. Estar en el rol es una cosa distinta, y como me pareces tan linda, creo que serías una HiME muy dedicada y leal.”
“N-no, no lo creo…”
“¿Cómo así están diciendo que Hotaru puede ser una HiME?” Tomo se notó perpleja. “¿Me perdí de algo?”
“Será porque ella vio al Rebel y tú no~” canturreó Reimu.
“¡AAHHH! ¡Déjame en paz!”
“A-aprecio sus palabras, pero en verdad, aun de ser elegida como una HiME, no lo aceptaría…” Hotaru bajó su mirada y comprimió sus puños. “Sólo ver al Rebel a los ojos me dejó petrificada… quisiera realmente ser un apoyo a mis amigas HiMEs y a Hanasaki… pero no tengo esa vocación ni voluntad… no me veo participando en ello, pese a que alguien como yo que fue Meister hace tres años tendría varios requisitos cumplidos y debería hacer algo…”
“Hotaru-chan…” Osaka negó y le sonrió pacientemente. “Te equivocas. Nadie espera nada muy demandante de ti ni de nadie, y en verdad, siento que ya has hecho tanto por Hanasaki. Y lo sigues haciendo por estar ahí como nuestra amiga y consejera. Además, pensando en las palabras de ese misterioso Rebel, pienso que es muy cierto que aquellas personas que no son ni HiMEs ni Rebels son los verdaderos héroes, y los que realmente ayudan a los demás. Y esa eres tú. Eres muy linda, una gran amiga y una futura doctora que sólo quiere asistir a quienes la necesitan. Y yo pienso que eso es un montón, y Miranda y todos en Hanasaki te lo agradecemos.”
“Osaka…”
“Pues, estoy totalmente de acuerdo,” dijo Marisa, animada. “Haha, no pensé que podías ser tan meditativa y madura, Osaka.”
“¿Madura?” Osaka ladeó su cabeza. “Sólo dije lo que pensaba.”
“Y eso es lo más genial,” Reimu asintió, convencida. “Es bueno tener a alguien que se exprese con toda honestidad y no sea venenosa como Tomo para variar.”
“¡Maldición! ¡¿Qué tienes contra mí?!”
“No lo sé, pero estoy casi segura que tú comenzaste cuando nos conocimos~”
“¡Si sigues me las pagarás, lo juro!”
“…” Hotaru miró a Reimu y Tomo continuar con ese pleito sin fin entre ambas. Se había animado por las palabras de Osaka, pero seguía pensando que debía haber algo más que podía hacer. Su inconformidad siempre le había acompañado durante todo el conflicto desde el primer año de la secundaria, y con el tiempo, sólo había incrementado.







Entonces, las personas que habían estado en la cocina se aparecieron cargando varias bandejas con bebidas calientes y bocadillos que procedieron a ofrecer a todos los demás.

“Ehh, lamentamos la tardanza,” se disculpó Ayesha, sonriente.
“Tenemos todo tipo de infusiones y cafés recién molidos, esperamos que sean de su agrado,” dio Nio, haciendo una reverencia y sonriendo a todos los presentes con humildad y gracia. Ella recibió una sonrisa gustosa y aprobatoria de su hermana mayor, mientras que, en el background, Osaka, Reimu y Marisa agarraron a Tomo para evitar que se levante o diga algo.
“También hemos preparado algunos bocadillos ligeros para ustedes,” reportó Alexei.
“No es por criticar las elecciones del buffet de los dueños, pero considero apropiado que adquieran mejores hábitos alimenticios,” opinó Jakob.
“Pienso lo mismo, así que les he preparado algunas de mis especialidades saludables,” Horikawa sonrió.
“Buen trabajo a todos,” Tomaj asintió en aprobación. “Es bueno saber que algunos de nosotros nos esforzamos en ser competentes en tareas del hogar.”
“¿Con qué derecho lo dices?” reclamó Sora.
“Para tu información, sé cocinar, y más te vale que aproveches el arduo trabajo y buena fe de las personas frente a ti. Déjate de caprichos.”
“¡No son caprichos!”
“El joven Sawyer tiene razón,” Jakob miró a Sora con severidad. “No actúes de esta manera tan caprichosa y condenable.”
“Ihh…” Sora se calló y miró al piso con miedo. Tomaj sonrió entretenido al igual que Ryo, mientras que Kytes se preocupó y Larsa dio un pesado suspiro.
“V-vamos, no hay que bajar los ánimos y disfrutemos de la hora del té,” Ayesha sonrió incómoda ya que sabía que aquel comportamiento del mayordomo de Larsa podría durar indefinidamente. Ella procedió a caminar para ofrecer las bebidas, pero pisó en falso y por poco se cae. “¡AAHH!”
“Señorita Altugle, tenga cuidado,” el mayordomo logró agarrar de una de las bandejas que traía la joven para permitirle retomar su balance. Sin duda, su decisión de dejar una mano libre para prevenir la torpeza de aquella damita fue una buena idea.
“G-gracias… perdón…” ella dio un suspiro, arrepentida.
“Onee-chan, no te distraigas tanto,” Nio negó. “Pero ya, hay que servir a los demás.”
“S-sí…”

El grupo se comenzó a entreverar e interactuar. Si bien hubo pocos que realmente aceptaron los bocadillos y bebidas por el previo buffet, la voluntad de quienes acababan de regresar sirvieron de ánimos adicionales para todos los presentes.

“Muchas gracias,” Hotaru sonrió al recibir una taza de manzanilla y unos bocadillos de pan tostado con verduras. “No me apetecía el buffet por ser muy grasoso. Esto está más a mi medida…” ella se ruborizó un poco. “Realmente quisiera saber cocinar mejor…”
“Tampoco sé hacerlo muy bien. Los demás me dieron pautas y por ello les pude ayudar,” confesó Alexei. “Siéntanse a servirse lo que gusten.”
“Con el té jazmín estoy bien, gracias,” Reimu sonrió. “Necesitaba algo para pasar la comida.”
“Sí, yo también,” Marisa asintió.
“Yo estoy satisfecha, pero gracias por el ofrecimiento,” dijo Osaka, contenta.
“Ugh, estas cosas saludables y etiquetosas no son lo mío,” Tomo movió una palma como quien lo mandaba lejos. “Ya me llené con el buffet, no regrets here.”

“¿Ehh? ¿Dakki-neechan y Kibi-neechan se fueron?” Nio se apenó. “Y yo que me había esforzado tanto en preparar deliciosos aperitivos…”
“Sabes que ellas son así, pero estoy seguro que les hubiera encantado,” le consoló Larsa. “Realmente eres muy buena cocinando.”
“Otro día nos podemos poner de acuerdo para visitarlas, no te preocupes,” Ayesha sonrió.
“Hmm, a mí me gustan,” Yuyuko sonrió gustosamente luego de comerse uno casi de un solo bocado. “No da la impresión de ser bajo en calorías por lo sabroso que es.”
“Hehe, es una fórmula especial,” Nio se animó y sonrió con perspicacia.
“Eres una pequeña tan preciosa,” la pelirrosa sonrió encantada.
“Sí, mi Nio es la mejor mujercita y cuando crezca será una señorita refinada y de clase alta, al igual que usted,” observó Ayesha. “Es evidente que es una mujer de alta gama y gran clase aquí en Japón.”
“Ohh, podré poner apariencias, pero por dentro me considero toda una NEET, haha~” Yuyuko rió tapando su boca con su abanico. “Me doy mis gustos y rarezas fuera de mi rol de heredera.”
“Ehh…”
“¡Oh, entonces sí espero poder ser como tú!” Nio comprimió sus puños, entusiasmada.
“Nio, por favor…” Ayesha se apenó.
“Onee-chan, es como si quisieras que no me divirtiera…” la pequeña hizo un puchero.
“Descuide, le aseguro que su hermana sólo desea lo mejor para usted,” dijo Jakob a Nio, con un tono paciente y comprensivo.
“Lo sé lo sé,” ella asintió. “Pero ya me acostumbré a que mi onee-chan sea así, así que estoy bien,” sonrió ampliamente. “Es como vivir con una persistente astillita toda tu vida~”
“Eh…” Ayesha se quedó en blanco y todos pudieron casi oír que su corazón se rompía.
“Nio…” Larsa negó desaprobatoriamente.
“Hehe, bromeo onee-chan,” ella abrazó a la mayor. “Sabes que te quiero muuucho~”

“Sí que sabes cocinar, estos bocadillos están ricos,” dijo Ryo.
“Me alegra que sean de tu agrado,” Horikawa sonrió.
“Hmhm,” Hinata asintió con la boca llena de estos y continuó comiendo casi desesperadamente.
“Y eso que este pelinaranja ha sido de los que más han comido en el buffet,” observó Tomaj, un poco desconcertado. El atleta tragó con dificultad para explicarse.
“Tengo un estómago grande, puedo comer lo que sea,” sus ojos brillaron. “Podría comer muchas más raciones.”
“Hay todavía más bocadillos en la cocina.”
“Ehh, es mejor tomarlo con calma,” surigió Kytes, sonriendo incómodo. “Cho y Youmu todavía no bajan, lo mejor sería esperar a que coman sus raciones primero.”
“¡Cierto! ¡Y todavía me falta conocerlas!” Urashima se emocionó. ¡Las geniales HiMEs, y una es la hermana de mi senpai! ¡Ya no puedo esperar!”
“N-no deberían tardar mucho más…” Roxas dio un suspiro. Cada vez le daba más la impresión que ese chico tenía una fijación con él, pero intentaba no pensarlo. “Ya se están tardando. Espero que todo esté bien…”
“Lo estará, esa señora conejo se ve responsable,” Sora se encogió de hombros.
“Ehh, deberías hablar de ella con más respeto…” Ryo sonrió.
“Sí, dicen que tiene extraordinarios sentidos,” observó Tomaj. “Aunque para que preste atención a alguien como tú, no debería tener nada interesante ocurrir en su vida, así que estás bien.”
“¿Por qué siempre eres así conmigo?”
“No, peleen, por favor…” Kytes se frustró.
“Roxas, deberías comer también,” le invitó Horikawa. “Entiendo que estés preocupado, pero no deberías pasar hambre.”
“Pues, no quiero ser descortés contigo, gracias por esta merienda…” el dueño de casa se expresó con leve pesadez. Le iba a costar un poco dejar sus inquietudes de lado, pero tampoco quería aguar los ánimos a los demás.
“No hay de qué, más bien traeré más bocadillos de la cocina,” el pelinegro se dirigió a su amigo. “Urashima, ¿podrías ayudarme?”
“¡Claro!” este recogió a Kamekichi del sillón y, luego de ponerlo de regreso en su hombro, siguió a Horikawa a la cocina.

En ese ambiente, había otras bandejas más pequeñas con los distintos bocadillos preparados por las distintas personas.

“Podemos ir llevándolos de una vez para evitar hacer más viajes,” meditó el pelinegro, y al voltearse, vio a su amigo comer unos cuantos. “Oye, eres servidor, no te comas las porciones de otras personas.”
“¡Uwah! ¡Los bocadillos de los demás también están deliciosos!” exclamó Urashima, maravillado. “¡Kamekichi, tienes que probarlos!”
“O-oye, cuidado con lo que le alimentes,” Horikawa dio un suspiro.
“¡Tranquilo! ¡Kamekichi me ha acompañado muchos años y sigue con vida!”
“Supongo, pero no pruebes tu suerte…”
“Ah, aunque ahora que estamos solos, ¿podrías explicarme qué pasó?”
“¿A qué te refieres?”
“¿Cómo que a qué me refiero?” Urashima frunció el ceño. “Tú dijiste que no fuimos invitados por Osaka, pero ella dijo lo contrario. ¿Qué pasó ahí?”
“Ah, no te preocupes por eso,” Horikawa sonrió.
“¿Eh?”
“Simplemente le pedí que me hiciera el favor de decirle a todos que lo hizo. Ella es una chica muy amable y dedicada a sus primos, y compartí con ella que querías llevarte muy bien con Roxas y ser amigos cercanos, y si te aparecías sin ninguna invitación, puede que él se hubiera alejado de ti. Por eso, ella decidió ayudarnos,” el mayor sonrió animado. “Osaka es sin duda alguien que quiere a su familia, y también es paciente y abierta con otros, por lo cual no tuvo ningún inconveniente en creer ciegamente en nosotros con tal de que todos estemos en buenos términos. Definitivamente es una persona admirable, ¿no lo crees?”
“Ehh…” pese a las palabras ‘esperanzadoras’ de su amigo, Urashima se notó notoriamente perturbado. “P-puede que Osaka sí sea lo que dices, pero… ¿cómo así andas notándolo y aprovechándote de su forma de ser? Casi me das miedo…”
“Sólo me encuentro actuando en tu lugar, y si dices que lo que hice estuvo mal, entonces tú eres la mala persona,” Horikawa le miró de manera neutral, algo que inquietó más al otro. “Eso es porque todo ocurrió debido a tu decisión de aparecerte sin invitación e invadir una casa.”
“¡Oye, no me culpes por esto ni me hagas el responsable!”
“Haha, sólo bromeo,” le restó importancia e ignoró una mirada resentida de su amigo. “Pero con toda honestidad, tú sabes bien que no tenemos malas intenciones. Sólo espero que sepas actuar. Ya de por sí… lo que has venido a hacer ya es demasiado impactante sin complicar las cosas…”
“Hmm, no me gusta que lo veas así…”
“Pero lo es, aunque…” Horikawa sonrió. “Con un poco de paciencia y buena fe, sé que todo se solucionará tarde o temprano. No te desanimes.”
“Realmente no sé por qué todos me dicen que es un tema complicado…” Urashima se puso a pensarlo, algo triste. “O sea… la familia es lo más importante, ¿no es así?”
“Por ello tenemos que estar en nuestro mejor comportamiento y aprovechar las circunstancias,” le extendió un par de bandejas. “Vamos de regreso.”

Los dos llevaron el resto de bocadillos para compartirlos con los demás, en lo que esperaban a que las HiMEs se aparecieran.



En aquella habitación privada en el segundo piso, Fran se había quedado hablando con las dos HiMEs durante un rato. Luego de darle un pequeño recordatorio a Youmu de que midiera sus acciones, la asistente de Miranda procedió a calmar a Cho y decirle que Hanasaki le estaría ayudando con algunas reconstrucciones básicas. De esta manera, se cerró el tema secundario de la conversación.

La superior siguió al explicarle a Youmu lo que había podido detectar de aquel poder que se manifestó durante el enfrentamiento, y su naturaleza.

"¿Qi?" Youmu se sintió tan intrigada como confundida, ya que no había podido comprender del todo la exposición de la mayor.
"No es el concepto más sencillo, y es evidente que no posees el análisis de tu señora," Fran se cruzó de brazos.
"Análisis..." la HiME frunció el ceño y dio un pesado suspiro. "Si tan sólo Yuyuko-sama actuara más acorde a sus capacidades..."
"No estoy aquí para hablar de ello. Más bien espero que hayas comprendido las ventajas y desventajas de tu poder."
"Hm... más o menos..." bajó su mirada, agarrándose el mentón. "Dice que, si excedo el uso de mi qi, me puedo quedar sin energía vital y podría sufrir una gran descompensación que pondría en riesgo mi salud."
"Precisamente," Fran asintió y decidió recalcarlo con tal de que le quedara en claro a la nueva HiME. "Todos los seres humanos poseen grandes capacidades y normalmente sólo aquellos que entrenan y se preparan intensamente pueden aclamar su potencial. Como una atleta que ha participado en competencias de kendo a nivel internacional, lo entiendes muy bien. Sin embargo, aun para estas personas, siempre existirá un tope o límite que no pueden sobrepasar, sea por autocontrol para evitar sobreesfuerzos o porque el mismo cuerpo humano se contiene para preservarse. Tu poder te permite borrar todos estos límites y gastar toda energía hasta las últimas consecuencias, sin que tú misma seas capaz de medir tu propio estado o desgaste."
"Hmm..." Youmu se notó ligeramente incómoda por ello.
"El qi es el poder que canaliza estas energías y potencial, y si llegas a un estado de decisión inquebrantable y armonía, se activa y te permite sobrepasar tus capacidades. Es un poder útil que preferiblemente es usado en momentos claves en vez de indiscriminadamente, lo cual debes entrenar. Este exceso de energía tomó forma de energía pura para arremeter contra tu Rebel, pero no es el uso preferido al tomar mucho poder. Otra habilidad importante del qi es que no está limitado sólo a ti. Se encuentra presente a tu alrededor y en otras personas. Con el suficiente control, podrás recibir energías adicionales de tu entorno si logras sintonizar tu propio qi con el exterior, lo cual requiere de un estado de paz, balance y claridad. En esta oportunidad, sólo pudiste utilizar tu propio qi, razón por la cual te cansaste y sufriste debilidad tan rápidamente. Y otra utilidad de tu elemento es que, si desarrollas un qi muy poderoso, puedes suprimir y debilitar al qi de tu oponente. Esto se asemejaría a intimidación y desbalance en tu Rebel."
"Tendré... que revisar esos conceptos nuevamente, mis disculpas," Youmu hizo una pequeña venia. Estaba saturada por tanta información.
"Ahora, es mi deber comunicarte que tu poder no es únicamente tu aliado. El qi es una balanza, y dependerá de ti de que esté a tu favor, porque en verdad es una fuerza neutral que muy espontáneamente puede volverse en tu contra," Fran miró a la HiME con severidad para que lo recordara firmemente. "Si el ambiente rodeándote no está a tu favor o no llegas a conectarte con él, puede producirte un qi contrario que más bien debilitará tus fuerzas internas. Esto ocurriría primordialmente cuando tu propia voluntad flaquee durante el uso de tu elemento. También debes comprender que, si tu enemigo posee un qi superior al tuyo, serás tú quien sufrirá el desbalance personal. No está limitado a tu Rebel y la persona no necesita tener poderes ni mucho menos el del qi específicamente. Si una persona muestra una energía interna superior a la tuya, tu elemento te afectará negativamente. Esto puede ser devastador para ti."
"..." la peliblanca recordó cuando su Rebel paró su ataque con la palma de su mano, y ella de inmediato sintió gran debilidad que le hizo caerse sentada. "Mi Rebel... él pareció entender mi poder... pudo contradecirme cuando gasté muchas de mis energías y me derribó con sólo encararme..."
"Precisamente, también eres más vulnerable mientras más gastes tu qi, y como tu poder no te dejará sentir tu nivel de energía tan fácilmente, debes tenerlo en cuenta."
"..."
"Pero pienso que puedes lograr un buen manejo de este elemento con entrenamiento intrapersonal," Fran asintió. "Eres una persona segura de sí misma y decidida. Tus convicciones son sólidas y no serías fácilmente derrumbada por un qi externo. Aunque necesitas entrenamiento porque, por más que tengas fortaleza, no te has desarrollado internamente y te hace falta un lado más introspectivo y espiritual. Esto te enseñaría a canalizar tu qi y conectarte con tus alrededores, además de tener un efecto mayor en tu oponente aparte de gastarlo en esas ondas de energía que derrochan poder y te causan daño y vulnerabilidad con el uso desmedido. Conocimiento personal también te podrá permitir conocer tus verdaderos límites y saber hasta qué punto actuar. Pienso que eres imprudente, y este es el momento oportuno para que aprendas la paciencia y restricción propias de una HiME, especialmente de una con tu elemento."
"Lo entiendo," Youmu asintió profundamente.
"Es ahí donde entras tú," Fran miró a Cho de reojo. La peliceleste casi da un paso hacia atrás al no haber esperado la repentina atención. "Tú eres una persona muy distinta a tu compañera. En tu caso, tomas el concepto de restricción bastante lejos y tiendes a meditar mucho tus acciones. Tu análisis le serviría bastante, y a cambio, ella puede apoyarte con incrementar tu autoconfianza y decisión, y evitar pensar demasiado."
"Sí, tiene mucho sentido, pero..." Cho desvió su mirada al ver a la mayor algo frustrada por su inseguridad. "Nunca he tenido el mejor dominio sobre mis poderes, dudo saber lo que hago..."
"No me refería a tu habilidad, sino a características personales, y lo que tu compañera necesita puede que a ti te sobre. Así de simple," Fran negó. "Esperaba una comprensión más rápida de ti. No te minimices tan rápidamente."
"S-sí..." Cho bajó su cabeza, con pesar.
"Eso es todo lo que vine a decir. Asegúrense de tomar mis palabras con seriedad. Pueden despedirme de los demás si se animan a hacerlo," la encargada HiME miró a la dueña de casa una vez más. "Recibirás un correo de Miranda sobre las reparaciones planeadas dentro de pocas horas. Le haré un reporte."
"Sí, muchas gracias," la peliceleste hizo una reverencia y la mayor se marchó por la puerta. Hubo un momento de silencio entre las dos HiMEs hasta que Youmu se animó a hablar.
"Supongo no me sorprende que no se haya quedado a interactuar con los demás..."
"Sí, Fran nunca ha sido así," Cho asintió.
"Y ya que estamos en el tema..." Youmu frunció el ceño. "¿Qué exactamente es Fran?"
"¿Perdón?"
"Tú sabes. Casi no pareciera humana por sus rasgos físicos. Me pregunto cómo así Miranda la reclutó para ser HiME, o de por sí, cómo así existe entre nosotros..."
"Te aseguro que no eres la única que se lo ha preguntado..." Cho dio un suspiro. "Y no me sorprendería que te haya oído... se habrá retirado, pero tiene gran sensibilidad."
"Hm, cierto, y esas orejas altas..."
"Ehh..." la HiME mayor se incomodó más. "Creo que todas hemos decidido no tocar el tema, así de simple..."
"Ya veo..."
"Una vez, me pareció oír por ahí que tenía hermanas..." Cho se puso a pensar.
"¿En serio?"
"Sí, pero mejor olvídalo. No creo que venga al caso..." negó. Fran debió haber tenido su historia también y no les tocaba inmiscuirse en ella. "Regresemos al primer piso. Los demás deben estarse preguntando por nosotras."

Ambas caminaron por el pasillo hacia las escaleras que les llevarían a la sala donde los demás estaban. Debido a la falta de luz, Cho casi se tropieza con unos pequeños escombros de una pared rajada cercana. La peliceleste se pudo estabilizar sin problemas, pero dio un pesado suspiro y continuó con su camino cabizbaja.

Youmu le observó y sintió un cargo de consciencia, aunque no pudo decir nada ya que notó que la otra aceleró el paso. Disculparse tampoco era su punto fuerte.





Las dos HiMEs regresaron al ambiente de la sala donde todos se encontraban hablando entre sí y disfrutando de los últimos bocadillos preparados. Su llegada llamó la atención inmediata de quienes les habían estado esperando. Yuyuko fue la más rápida, quien corrió a su Youmu con tanta urgencia y alegría como una madre esperando reunirse con su hijita luego de su actuación escolar.

“¡Mi Youmu~!” exclamó mientras corría hacia la peliblanca con los brazos abiertos.
“Ehh-” esta se quedó tiesa por la sorpresa y tuvo que rendirse a ser apachurrada por su superior.
“Me hiciste esperar demasiado~ No, no, así no debería ser. ¡Pero ya estás aquí!”
“S-sí lo estoy, ahora suélteme, por favor.”
“No~ un par de minutos más~”
“¿M-minutos? Yuyuko-sama, no sea irracional,” Youmu intentó librarse, pero la otra no se dejaba. “Ahh, esto es vergonzoso. Déjeme en paz.”
“No, no~”
“…” Cho miró a su compañera sufrir por el show y no evitó sonreír. Se alegraba de que la peliblanca tuviera a una persona cercana que la quisiera tanto, por más que entendiera perfectamente su incomodidad al ser molestada.

Por su parte, Roxas se levantó para ir donde su hermana, pero antes de llegar a acercársele, cierta persona le ganó.

“¡Hola!” Urashima saludó a Cho efusivamente, dejando a la HiME confundida y a Roxas perplejo y frustrado. “¡Tú debes ser la hermana de mi senpai! ¡Mi nombre es Urashima Kotetsu, es un gusto finalmente conocerte!”
“Eh, ah…” Cho ladeó su cabeza, como quien analizaba a ese chico frente a ella. “Sí, igualmente. Yo soy Cho Tanaka. Ehm, tú eres quien rescató a Roxas y mi amiga de los escombros, ¿no es así? Muchas gracias por tu ayuda.”
“¡Hehe, no necesitas agradecerme! Me alegro haber llegado a tiempo. ¡Oh, oh, dicen que eres una HiME!” los ojos del menor brillaron. “¡Eso suena tan genial! ¡Debes ser capaz de hacer muchas cosas! ¡Y tener poderes seguro será entretenido! Ehh…” él sonrió con torpeza. “No que quiera decir que no puede ser peligroso ni difícil, ¡aunque también tiene su lado bueno!”
“S-sí, de todos modos…” Cho sonrió, pero ya sentía las rebosantes energías de aquel chico. Había tenido sus dudas al aparecerse repentinamente, pero no podía notar nada extraño y parecía ser muy transparente. Ella miró a su hermano quien no sabía cómo interrumpir a su amigo con voz de vitrola y sonrió comprensivamente. “Ehh, creo comprender que debes estar estudiando con Roxas en algunas de sus clases por cómo le llamas senpai, ¿no es así?”
“¡Sí! ¡Soy un kendoka y me acabo de incorporar al equipo en Hanasaki U esta semana!” le respondió con alegría. “¡Sé que tengo mucho que aprender de mi senpai y estoy emocionado de tener la oportunidad!”
“U-un momento, Urashima,” Roxas le paró y dio un suspiro. No había pensado que tendría que introducir a los dos recién llegados a todo su grupo de amigos tan rápidamente. Él miró a su hermana quien, a diferencia de él, se notaba extrañamente entretenida. “Sí, Urashima es nuevo en mi equipo, pero más bien yo soy quien tiene que aprender de él. Será mi menor, pero él viene de una familia tradicional de Japón con gran dominio de katanas.”
“Vaya, ¿en serio?” Cho se sorprendió.
“Ehh, será cierto, pero no le pondría tanta importancia,” Urashima se rascó la nuca, y de inmediato, comprimió sus puños frente a sí mismo y volvió a emocionarse. “¡Yo sé que todos somos impresionantes y estoy convencido que mi senpai lo es aún más! ¡No puedo esperar para tener muchos más entrenamientos y divertirme de sobremanera con mis compañeros!”
“Urashima…” Roxas dio un suspiro. ¿Qué tenía ese chico con él?
“Haha,” por su parte, Cho parecía encontrar al pequeño muy adorable. “Me alegro de que te lleves tan bien con mi hermano. Quisiera pedirte que lo apoyes con el kendo y sigan entrenando juntos, por favor.”
“¿Eh?” el Key miró a su hermana como si la desconociera.
“¡Entendido!” los ojos de Urashima se iluminaron y dio un saludo militar. “¡No te decepcionaré! ¡Entrenaré todos los días con mi senpai y hasta antes y después de clases si es necesario! ¡También espero pasar más tiempo con todos ustedes!”
“Claro,” Cho asintió.
“Vaya, me alivia saber que se han llevado muy bien,” comentó Horikawa, acercándose con una bandeja llena de distintos bocadillos. Él llegó acompañado de Osaka y sus amigas. “Permíteme presentarme. Mi nombre es Horikawa Kunihiro y también soy un nuevo compañero de Roxas en el equipo de kendo. He preparado unos bocadillos con la ayuda de los presentes para ti. Espero que sean de tu agrado.”
“Eh… s-sí, un gusto…” la HiME se confundió y recibió la bandeja. Con todo el ajetreo, no había podido comer casi nada al haber estado al pendiente de muchas cosas. “G-gracias por el gesto.”
“Es lo menos que puedo hacer.”
“Hm…” por su lado, Tomo seguía embutiéndose más comida luego de que su estómago hubiera digerido una parte, aunque masticaba en silencio y miraba a los nuevos como bichos raros. Había algo muy extraño en la llegada de ellos dos, por más que no parecieran malas personas.
“¡Estas con suerte! ¡Horikawa es un gran cocinero y sus bocadillos son de lo mejor!” exclamó Urashima, alegre.
“Lo puedo afirmar, probé uno y estaba delicioso,” Osaka sonrió. “Vaya, a este paso puede que suba de peso…”
“S-sólo comiste uno pequeño, no te preocupes,” Hotaru sonrió incómoda y luego dio un suspiro. Si bien también se había controlado, admiraba la auto-disciplina de Osaka.
“¡Ah, casi se me olvida!” Urashima se sorprendió y sacó a su tortuga de su hombro, para extenderla hacia Cho. “¡Esta es mi mascota Kamekichi! ¿No es adorable?”
“Ehh…” Cho casi pierde la estabilidad por la sorpresa de tener al reptil tan cerca de su cara.
“Baja tus revoluciones, por favor…” Roxas llegó para agarrar la bandeja que sostenía su hermana y prevenir que algo se cayera.
“Eh, sí, perdón,” Urashima sonrió incómodo. “¡Es que Kamekichi es una gran tortuga! ¡Les aseguro que es una de las mejores!”
“Poco a poco, ¿sí? Recién hemos conocido a todos. Un poco de paciencia,” le pidió Horikawa.
“Hahaha, me recuerdas a ese kidster de Pokémon amante de su Rattata,” Marisa rió.
“¿Eh?” Urashima ladeó su cabeza. “¿Qué es eso? Creo haber escuchado de Pokémon, pero…”
“¡¿What?!” Tomo se escandalizó. “¡¿Nunca has jugado un juego de Pokémon?! ¡¿De qué hueco has salido?!”
“Vamos, vamos, no todos tienen que jugar Pokémon,” dijo Reimu con paciencia, como quien hablaba a una pequeña ignorante. Tomo le miró de soslayo. “Yo no lo he hecho, y seguramente varios de nuestros amigos tampoco.”
“Obvio que tú no por venir de familia de cuidadores de templos, pero un niño hyper como este debería tener a todos sus Pokémons leveleados al máximo y habiendo obtenido el Sableye del Pokéwalker múltiples veces o algo así.”
“¿Qué es todo eso?” Urashima estaba en blanco.
“Descuida,” Marisa le sonrió. “Ahora que te conocemos, te comenzaremos a presentar todas las modas terrenales. Para empezar, necesitarás el Pokémon GO.”
“Ehh, les agradezco que cuiden de Urashima, pero no lo envicien a nada, por favor,” Horikawa sonrió incómodo. “Todavía se anda acostumbrando a vivir en la ciudad y meterlo en algo puede ser problemático para él.”
“¡No te preocupes por mí! ¡Mientras más termine aprendiendo de la vida que vive mi senpai, será mejor!” exclamó Urashima.
“…” Roxas ya empezaba a molestarse por verse referido tan frecuentemente. A su lado, notó cómo Cho sonreía entretenida. Era muy extraño, ya que él se consideraba mucho más paciente que su hermana en ocasiones.

Entonces, vieron a Nio salir corriendo a toda velocidad, escapándose de su hermana.

“¡Entonces voy a trepar más de los árboles antes de irnos!” exclamó luego de lo que había parecido una conversación sobre tener que prepararse para retirarse.
“¡N-Nio!” Ayesha se congeló.
“¡Oh, oh! ¡Yo también quiero trepar árboles!” Urashima se apuntó, y luego de regresar a su tortuga a su hombro, corrió detrás de la menor, y ambos salieron del edificio. Una mortificada Ayesha tuvo que seguir al par de hiperactivos para vigilar a su hermanita. Jakob les siguió a un ritmo calmado para asegurarse de vigilar a las damitas de cerca.
“…” Roxas dio un suspiro. No podía creer los ánimos de ese chico y cómo seguía la cuerda a cualquier acción. Volvió a notar cómo Cho lo miró entretenida y sonriendo. “Ehh… ¿qué te pasa? Ese chico es un terremoto.”
“Lo sé,” le contestó con alegría.
“Pensé que no tolerabas mucho a ese tipo de personas.”
“Es que es diferente. Verás…” Cho levantó su mirada, meditativa. “Urashima me recuerda mucho a ti.”
“¿Q-qué?” esa declaración sorprendió al otro. “No, somos distintos.”
“Sí, pero así eras cuando éramos pequeños.”
“N-no creo haber sido tan así.”
“No, sí lo eras,” afirmó Reimu, convencida. “Te conocí de niña y me consta. En verdad me sorprendí mucho de tu cambio cuando nos volvimos a encontrar el otro día.”
“Ehh…”
“Ah, sí recuerdo que nos lo dijiste,” Osaka asintió.
“Ese es un cambio tremendo,” Tomo miró al Key. “¿Y qué te pasó?”
“¿D-de qué hablas?” Roxas se ofuscó y desvió su mirada. “No me ha pasado nada…”
“Hehe, que curioso,” Horikawa sonrió ampliamente. Él se notó a gusto al oír aquel detalle. “Puede que haya esperanzas para Urashima después de todo.”
“¡Haha! ¿No se supone que eres su amigo?” Marisa se comenzó a reír.
“Es por ser su amigo que puedo decir estas cosas. Tampoco lo digo con seriedad,” él notó que la otra HiME y su señora se acercaban hacia ellos luego de que la primera pudiera soltarse de la segunda. “Ah, tengo que traer la otra merienda para su compañera HiME. Ahora regreso.”
“Eh, te ayudo,” se ofreció Hotaru.

El grupo continuó compartiendo un rato más en compañía antes de terminar la reunión. El sol ya estaba por ocultarse, y la actividad de limpieza no llegó a completarse como esperado, pero con la promesa de recibir ayuda para reparaciones, los dueños de casa se podían alegrar de tener a muchos amigos cercanos que les ofrecían apoyo a su manera.
« Last Edit: July 08, 2017, 11:52:06 PM by Cho »


Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #216: October 30, 2016, 04:58:00 PM »
Primero posteo este aporte compartido entre Cho y yo! De ahí regreso con lo mío c:

18. Intermission




Era otra mañana normal dentro de Rizembool U, y una clase electiva de la carrera de ciencias de computación estaba por terminar su sesión del día. Esta se daba en uno de los salones más grandes y con mayor cantidad de computadoras para acomodar a los varios estudiantes, ya que al ser un electivo disponible para otras carreras, solía ser un curso bastante popular donde se enseñaban conceptos básicos de programación junto con énfasis en ciertos temas de interés y posibles aplicaciones comunes.

La dinámica había sido la de la mayoría de días. El profesor comenzó con una breve explicación al frente de la clase y pequeños ejemplos de algoritmos básicos, y luego los estudiantes tuvieron el resto de la clase para completar ejercicios relacionados en el lenguaje básico de programación que empleaban con la opción de hacer consultas puntuales al profesor o sus jefes de prácticas. Pese a la disponibilidad de computadoras, los alumnos no tenían de otra que trabajar arduamente ya que el profesor tenía la opción de monitorear la actividad y programas usados por cada quien, y la evaluación era permanente. Sin duda, varios podían terminar sintiéndose agobiados por el sistema.

“Terminamos aquí,” declaró el profesor con firmeza y seriedad. “Como les dije al inicio de clase, no tendré tiempo para corregir su trabajo de hoy, por lo cual espero que lo terminen para la próxima clase. Eso significa que espero una presentación más organizada de sus códigos y con las etiquetas correspondientes. Y calificaré con énfasis en la optimización de la cantidad y calidad de algoritmos que van a emplear, ya que menos es más en programación. Tienen varios días, así que no tienen excusa. Nos vemos.”

Dicho esto, el profesor se puso a recoger sus artículos personales mientras los estudiantes comenzaron a guardar su avance en USBs o se los enviaron a sus correos. Unos pocos estudiantes comenzaron a irse, mientras otros se tomaron su tiempo en alistarse y unos cuantos aprovecharon que el profesor había apagado su computadora para revisar otras páginas en internet antes de retirarse.

Entre los estudiantes inscritos en el curso, Komaeda acababa de recuperar su USB de su computadora y cerró sesión en la misma para dejarla disponible para la siguiente clase que ocuparía esa sala. El peliblanco sin lugar a dudas se encontraba emocionado de tener la dicha de pertenecer a una clase tan interesante e iluminadora con estudiantes resaltantes y dignos de Rizembool U. Si bien su carrera era química, siempre había sentido bastante interés en la programación y hasta el momento no había sido defraudado por el curso. Más bien tenía mucho interés en aprender todo lo que pudiera.

Sabía que la clase sólo iba a volverse más enredada, pero eso le motivaba ya que contaba con una habilidad de aprender rápido y adaptarse muy bien. La tarea que tenía se le hacía muy entretenida porque con la exigencia de terminar con el trabajo en una misma sesión, no había tenido suficiente oportunidad de practicar buena organización y meditar sobre cómo hacer los códigos más eficientes para cumplir con los ejercicios.

Sin duda, Komaeda estaba enfocado en las bondades y maravillas del curso y no podía encontrarse más feliz de tener una oportunidad tan increíble que casi le generaba culpa de estar aprovechando, por considerarse menos que un estudiante promedio.

Regresó a poner los pies en la tierra cuando vio a un chico sentado a un par de filas más adelante de él recoger sus artículos y pretender irse. Era Saruhiko Fushimi, un estudiante con grandes habilidades en programación quien ofrecía por lo bajo distintos trabajos a otros estudiantes, como asistencia a Rebels para averiguar información de sus HiMEs. La clase pasada le había pedido que averiguara el horario de clases de Cho, y decidió darle el alcance para preguntarle si había tenido tiempo para hacerlo. Y también tenía otro favor que pedirle, al presumir que seguramente tenía contacto con otros Rebels activos.

Komaeda guardó su USB y se levantó un poco apurado para evitar que el otro se fuera.

Al otro lado del salón, Tooru Oikawa escuchaba las últimas indicaciones de la clase sin comprender ni una sola palabra que salía de la boca del profesor. Alternaba entre observarlo, y luego, desviar la mirada a su computadora, con visible horror en el rostro. No sería capaz de admitir que necesitaba ayuda con el curso, no tan fácil, pero lo cierto era que desde el primer día de clases había estado muy perdido y seguía estando así, por más de que ya había pasado un poco menos de un mes.

Todo lo había hecho por su grupo de amigos: le había dado curiosidad el hecho de que de los cuatro, sólo él estaba estudiando comunicaciones, así que había proclamado con orgullo al inicio de ciclo que había escogido un electivo en la facultad de ingeniería para verlos de vez en cuando y, de paso, comprender un poco más lo que hacían día a día.

Había sido una terrible idea. Aún no se atrevía a pedir ayuda por el orgullo que sentía (eso iba a costarle un montón, aunque dudaba que Souji se negara a darle una mano…), pero si seguía así, estaba seguro de que no pasaría ese curso y, no solo influiría en su beca deportiva, sino también sería una pérdida de dinero para sus padres porque sí, Rizembool no era nada barata. Por más de que Iwaizumi y él tuvieran becas, aún pagaban grandes sumas de dinero cada mes (o en el caso de la familia Iwaizumi, a Hajime le pagaban todo de frente a inicios de ciclo, cosa que afectaba a su amigo por hacerlo sentir un poco culpable por los gastos).

Oikawa tragó saliva luego de escuchar el encargo final del profesor. Observó su pantalla con un intento fallido de tarea y suspiró. El usb conectado al CPU se iluminó cuando pasó el archivo a la carpeta de este, y luego, lo extrajo del puerto, para guardarlo en su bolsillo.

Se sentía muy mal. Encima de que debía ponerse al día con el entrenamiento para ser un rebel formidable, le faltaba muchísimo para alcanzar al resto de esta clase en cuanto a tareas y notas. No sabía de dónde iba a sacar tiempo para eso, y además, para las prácticas de vóley. Su promedio bajaría sin dudas con este curso, a no ser que un milagro ocurriera.

Oikawa se levantó de su asiento, como muchos de los estudiantes que ya se alistaban para salir de clase. Estaba colocándose el morral en el hombro cuando notó que Fushimi estaba a unas cuantas filas de él. Por un lado, el primer pensamiento que tuvo fue el de ir a pedirle que regresara al equipo de vóley, pero inmediatamente después se dio cuenta de que Fushimi de seguro podía ayudarlo con el curso: sabía que él era parte de la facultad de ingeniería e incluso había escuchado rumores de sus habilidades para la programación y de uno que otro trabajo que realizaba para el alumnado (nunca supo de qué naturaleza, pero no le importaba, estaba dispuesto a pagarle para que le enseñara).

Empezó a caminar hacia él, acelerando un poco cuando se dio cuenta de que Fushimi ya estaba a punto de irse.


Había terminado otra clase aburrida e inútil para Saruhiko, quien por dominar la temática, sólo llevaba ese curso de libre disponibilidad para cumplir con los requisitos de su carrera. Lo único en su mente era retirarse lo antes posible para no continuar en ese ambiente por más tiempo, ya que era posiblemente el único que siempre terminaba con los trabajos en clase con bastante anticipación y aun así no era concedido el uso de internet libre.

Se disponía a vaciar su mente de la obligación y enfocarse en la salida frente a él, cuando un par de personas se interpusieron el su camino al punto de bloquear su ruta de escape.

“Fushimi-kun…” empezaron al mismo tiempo.
“…” el dirigido sintió un tic en la ceja. Vio a los dos frente a él intercambiar miradas.
“Oh, tú primero,” Komaeda sonrió a Oikawa con torpeza. “Perdón por entrometerme.”
“No, no, tú llegaste primero. Te espero,” le contestó el otro.
“No podré negarlo, pero pienso que tus asuntos serán más importantes que los míos…” el peliblanco miró a su palma con una sonrisa decepcionada. “Importunando a otro tan excelente estudiante… no tengo remedio alguno…”
“¿Qué cosas dices? Si también eres un estudiante,” el pelimarrón sonrió. “Y podré ser un jugador estrella y popular con las chicas, pero tampoco me considero el estudiante ideal.”
“Pero todo lo que has dicho es muy impresionante. Insisto…”
“…” Saruhiko comprimió sus dientes con ira. Los dos se atrevían a entrometerle, ¿y ahora estaban metidos en un estúpido intercambio señorial? Notó a los otros estudiantes cercanos tener que darse el trabajo de caminar hacia la otra salida de la clase en el otro rincón del salón, tanto por ese par que se entrometió, como por ser los suficientemente listos para detectar que no le faltaba mucho para hacer algo al respecto. Vio justo a un vigilante que patrullaba el edificio pasar frente a la clase y mirarle, así que optó por no sacarles el alma. “¿Qué diablos quieren…?”
“¡Eep-!” Oikawa se sobresaltó ligeramente por detectar cierto peligro en su tono de voz y dio un paso preventivo a un costado.
“Siento la incomodidad, Fushimi-kun,” Komaeda sonrió con torpeza. Sin duda, sus instintos primordiales de supervivencia necesitaban mantenimiento. “Sólo quería preguntar si habías tenido tiempo para averiguar el horario de mi HiME.”
“Hm, todavía no,” le contestó, mirándole con hastío. Se había olvidado hacerlo, pero no había forma que lo hiciera en ese instante, principalmente porque no quería ver a ninguno de los dos al encontrarse ambos metidos en su espacio. “Pregúntame la próxima clase.”
“Entendido, no hay ningún problema,” el peliblanco asintió. “Me encuentro atendiendo algunos asuntos así que mi trabajo de Rebel puede esperar un poco.”
“…” el pelinegro intentó caminar para ver si podía pasar entre los dos, pero no llegó a moverse ni un centímetro porque Komaeda volvió a dirigírsele.
“Ah, antes que me olvide,” este sonrió sin notar la impaciencia incrementar en su oyente. “Quería pedirte otro favor,” le notó inmutado así que siguió explicándose. “Como haces trabajos para Rebels de averiguar información de personas, es muy probable que no soy el único Rebel con el cual tratas, ¿cierto? Fushimi-kun, ¿serías tan amable de ayudarme a entablar conexiones y amistades con otros Rebels?”
“¿Qué dices?” este se expresó con molestia, y a un costado, Oikawa se tensó ya que sabía que ese peliblanco se estaba pasando de la raya.
“Ehm, mi senpai me dijo que es importante ser amigo de otros Rebels y tenerlos como contactos porque son un recurso muy útil y hacen el rol más fácil de llevar,” explicó Komaeda, sonriendo con simpleza. “Aunque… no soy el mejor haciendo amigos, y no puedo hacerlo con convicción por no sentir que merezco dichas amistades. Así que estoy seguro que alguien tan excepcional y talentoso como tú puede lograr una meta semejante sin el más mínimo esfuerzo, y por ello quería pedirte que me prestaras tus dotes de hacer amigos.”
“O-oye…” Oikawa palideció. Debía cortarle cuanto antes.
“Si no es mucho pedir para una escoria como yo, por supuesto,” Komaeda asintió. “Pero no puedo pensar en nadie mejor. ¿Qué piensas?”

Y mientras, Saruhiko meditaba sobre cuál sería la forma más contundente de enseñarle a ese molesto Rebel una lección, ya que la presencia del vigilante del edificio era un recuerdo lejano…
Oikawa no podía creer que iba a presenciar el exacto momento en el que Fushimi descuartizaría a un alumno a plena luz del día (y de seguro, él mismo sería una víctima adicional, por ser testigo del asesinato), todo porque Komaeda no podía captar que Fushimi era la persona menos indicada para tales encargos. Al pensar en eso, sintió, justo como en las películas, que su vida pasaba frente a sus ojos.

Era cierto que podía joder a Saruhiko de vez en cuando con lo del equipo de vóley, y de que conocía gente que eran… algo como sus amigos, así que Saruhiko no era un ermitaño y al parecer sí era un ser social –imaginaba que su prima, Marie, contaba como una amiga aparte de ser su familiar—, pero nunca hubiera sido capaz de soltarle las barrabasadas que el chico a su lado había enunciado. Fushimi emanaba un aura peligrosa, digna de un estudiante de Rizembool (y de un rebel, tal vez, pero no sabía si lo era o no).

Komaeda al parecer, era un rebel como Oikawa, cosa que le daba curiosidad… pero más que nada, le preocupaba, porque si era así con un alumno de su misma universidad, no quería saber cómo era con su HiME.

Recordó que Eureka le había contado que las apariencias engañaban –más aún en el caso de los rebels—, y aunque en esos momentos tenía todas las ganas de ponerse a reflexionar sobre ello (y sobre el ejemplo que tenía en frente: quien sabe, Komaeda podía ser más que ese chico absorto en sus pensamientos; perdido en el espacio y sin una pizca de conocimiento sobre las convenciones sociales), lo más importante era evitar el inminente homicidio a punto de ocurrir.

La idea de mencionar el equipo de vóley era muy tentadora, pero sabía que con eso también cavaría su tumba, y ahí si desataría una tragedia. Era necesario sacar el tema a la luz porque las habilidades de bloqueo de Fushimi eran increíbles, pero no era el momento ni el lugar pertinente. Ya luego le mandaría otro whatsapp acerca de ello. Incluso, podía pedirle a su prima que le rogara que vuelva… pero dudaba que eso funcionara.

Recordó las palabras al inicio de la conversación entre Komaeda y Fushimi, y se le ocurrió una idea medio idiota. Era la única manera de salvarse, así que tragó saliva. Oikawa se interpuso entre ambos, tapando a Komaeda.

“¡FUSHIMI!” El mencionado se giró hacia él con la expresión más asesina que Oikawa había visto en su vida. “Ah, disculpa por gritar, hehe~ Eh… ¿cuánto cobras por conseguir los horarios de las HiMEs?”
“100000, hasta 200000, depende de mi ánimo,” dijo Fushimi, y rodó los ojos.
“Uh…” Esas eran grandes cantidades de dinero, que ni en una buena semana de ahorros conseguiría. “¡Okay! ¿Entonces, te preguntaré otro dí—?”
“¡Oikawa-san!” lo interrumpió Komaeda al llamarlo, con mucha emoción. Fushimi se hizo a un lado para mirarlo, y Oikawa y él lo observaron por unos breves momentos, sin comprender cómo no había captado lo cerca que había estado de la muerte hasta hace unos instantes.  “¿Eres un rebel?” le preguntó Komaeda, con el rostro iluminado.
“Uh… ¿Sí?” Ofreció, inseguro, y luego vio por el rabillo del ojo que Fushimi aprovechó la interacción entre ambos para escabullirse y salir corriendo por la puerta. “Pero no soy la gran cosa, aún no he entrenado mucho y no he peleado con mi HiME por ello. Tengo miedo de que me destruya, haha~” Al chequear una vez más, Saruhiko ya había desaparecido, por lo que Oikawa se permitió soltar un suspiro lleno de alivio. “Eso estuvo cerca…”
“¿Qué cosa?” Komaeda se veía totalmente perdido.
Oikawa casi llora de la frustración. “¡Nada! Haha~”


“Eh, me alegro mucho de conocer a un compañero Rebel,” Komaeda sonrió con torpeza y decidió obviar el nerviosismo del otro ya que este parecía no querer explicarse. “Como pudiste escuchar por mi pregunta a Fushimi-kun, estoy intentando conocer a Rebels con quienes entablar amistad, si es que no te incomodaría ser amigo de alguien como yo…”
“Ah, pues, no hay problema,” Oikawa sonrió. Con el casi incidente dejado detrás, comenzaba a relajarse. “Es una buena idea. Yo tampoco no tengo contacto con otros Rebels activos, y seguro necesitaré algo de ayuda y comprensión…” él desvió su mirada al recordar los múltiples reclamos de parte de Iwaizumi respecto al tema. “…sobre todo eso…”
“¿Eh?”
“¡Hahaha, olvídalo!”
“Eres un chico muy ameno, y te me haces misterioso. Siento que nos llevaremos muy bien,” asintió decidido. “Senpai me dijo que buscara amigos, pero mi método de ir a una cafetería y exclamar a que los Rebels presentes se anunciaran casi me mete en problemas.”
“¿E-en serio hiciste eso?”
“Senpai me dio un zape cuando se enteró, aunque todavía no entiendo qué hice mal…”
“Sólo no lo vuelvas a hacer o seremos una especie en extinción.”
“¿Cómo así?” Komaeda se alarmó un poco.
“No te aflijas tanto, lo decía en broma,” Oikawa levantó sus palmas, sonriendo. Bueno, no enteramente en broma, pero en fin. “Pero me alivia conocer a otro Rebel activo. Empezaba a pensar que no tendría la suerte.”
“Rizembool es enorme, tiene sentido, pero sé que debe haber varios Rebels,” asintió y sonrió ampliamente. “Aunque estoy seguro que debes estar entre los más prometedores, Oikawa-kun.”
“¿Eh? No creo serlo, si ya te dije que aún ni peleo contra mi HiME…”
“Oh, pero debes haber salido elegido por una muy buena razón. Por lo que dijiste anteriormente, eres un jugador estrella. Como atleta, estás más calificado para el rol que muchos, sin duda más que yo,” dio un suspiro. “Lamentablemente mi cuerpo no está hecho para pelear y soy una persona débil, pero estoy seguro que el rol te sienta mucho mejor.”
“No es para ponerlo así, todos tenemos nuestras fortalezas,” el pelimarrón no evitó sentirse algo mejor por las observaciones del otro Rebel. Sí caía bien oír a alguien con su mismo predicamento. “Vamos saliendo, los encargados de limpieza están haciendo mantenimiento al salón.”
“Ah, cierto.”

Los dos caminaron por el largo pasillo hacia las escaleras más cercanas. Estaban en un edificio moderno con amplios ventanales que les daban una gran vista a otras edificaciones de Rizembool U y proveían buena iluminación del día. Komaeda fue muy rápido en retomar la conversación.

“¿Y qué clase de HiME te ha tocado?” preguntó con amabilidad.
“Pues, es una pelimorada, y aunque me intimida un poco, al menos no me ha tocado una HiME asesina y aguerrida,” Oikawa tembló por su propio comentario. “Pero se ve buena onda, y un amigo que la conoce sí me dijo que es muy razonable.”
“Oh, me alegro mucho por ti. Digo lo mismo de mi HiME.”
“Sólo que he tenido mala suerte…” dio un pesado suspiro. “Me ha tocado una HiME con experiencia previa. Ella obviamente debe tener ventaja sobre mí.”
“¡Pero qué coincidencia! Mi HiME también es una veterana.”
“¿En serio?”
“Sí, y no puedo evitar tener las mismas dudas que tú. Ciertamente, nuestras HiMEs deben poseer un gran potencial que nos tocará igualar…” Komaeda alzó su mirada, inspirado, y luego volvió a dirigirse a su compañero con alegría. “¿No es simplemente inspirador?”
“¿Cómo así te puedes sentir inspirado con reconocer que tienes menos experiencia que tu enemiga?” Oikawa se asustó levemente. “Yo sigo lidiando con mis dudas existenciales…”
“Pero debes tener fuertes esperanzas, y tengo una fe inquebrantable en Rizembool. Verás que podremos hacerles frente, y mientras mayor el desafío, habrá mejores resultados.”
“Suenas a un workaholic…”
“Simplemente creo que la rivalidad entre las escuelas nos tiene mucho que ofrecer si nos esforzamos, y tanto yo como mi HiME podemos crecer a partir de esto. Por eso no quiero pensar en ella como mi enemiga. Sólo estamos de dos lados opuestos y dando lo mejor de nosotros. ¿No crees que es genial?”
“Hm…” entendía más o menos que ese peliblanco lo veía como una competencia saludable de que ganara el mejor. Le sorprendía bastante de que lo asimilara así por cómo ambos en teoría estaban poniendo sus vidas en la línea, pero esa visión simplemente confirmó sus sospechas. El peliblanco era demasiado inocente y desconectado de la realidad. Sólo esperaba que su HiME no fuera a aprovecharse de ello. “Pues, sólo ten cuidado. No todos lo ven del mismo modo.”
“Estaré bien, ya tuve mi primer enfrentamiento contra mi HiME donde le dejé saber mi punto de vista, y fue simplemente una prueba tanto de sus poderes como de los míos,” Komaeda sonrió con humildad. “Pienso tomarme las cosas con calma y de manera limpia y justa. Ambos tenemos mucho por aprender en nuestro camino.”
“Cool, ojalá pueda tener la misma relación saludable con mi propia HiME.”
“Ahh, estoy muy feliz que me entiendas,” Komaeda se emocionó. “Nuestro encuentro ha sido dictado por la divinidad, y soy muy afortunado de conocerte. Sin duda Fushimi-kun ha actuado como el mejor intermediario de la esperanza misma. Tendré que agradecerle la próxima vez que lo vea.”
“N-no, mejor no,” Oikawa movió sus manos rápidamente. “Fushimi no es, eh… una persona a la que le guste dar mucho de su tiempo o escuchar mucho a otros… sólo hay que alegrarnos de conocernos, ¿sí?”
“Bueno, si tú lo dices…” Komaeda se confundió.
“A todo esto, hay que volvernos contactos. Tenemos que mantenernos comunicados por cualquier cosa.”
“Cierto, bien pensado,” sacó su celular. “Será un placer hablar contigo, Oikawa-kun.”
“No lo menciones,” Oikawa sonrió. Ese chico parecía demasiado inocente para ser un Rebel, así que de paso tendría que mantenerse al tanto de él para guiarle y alejarle de toda la gente loca que habitaba en ambas universidades.



SIOIKAWASUPIERAAAA
« Last Edit: April 21, 2018, 12:49:38 AM by Eureka »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #217: October 30, 2016, 11:50:28 PM »
Este mes ha sido imposible Dx estoy atrasada con todo y luchando por inspiración así que siento esta cosa random T_T espero el próximo echarle más ganas.
Also, debo hartos comments, sobretodo a quienes han sido tan lindas de dejarme t_t LAS QUIERO IM SORRY SHAME ON MY BISHIES


Episode 19 — Lull

Volvió a encender el teléfono y el fondo de pantalla le dio la bienvenida. Hige frunció el ceño e hizo el celular a un lado. Entonces se sacudió el cabello, y dejó ambas manos en la nuca mientras observaba a otros estudiantes cruzar el jardín frente a él.

Las campanas anunciando el cambio de hora habían sonado hace menos de cinco minutos, pero Hige ya se estaba impacientando. Aunque probablemente se debía al estar a la espera de una notificación que nunca parecía llegar.

Acababa de prender la pantalla por milésima vez cuando Ichigo se sentó a su lado.

“Siento la demora” dijo, y la mirada del rubio pasó fugazmente por el teléfono del castaño antes que este volviera a apagarse “¿Andas jugando a algo?”
“No…” respondió Hige. El Child hizo un puchero y suspiró “Papa no me responde a los mensajes”
“Ah él. Si te consuela en algo, a mi tampoco me ha respondido en días” le dijo, apoyando sus manos en el césped bajo ellos. Hige lo miró de reojo “A veces le da por desaparecerse. Anda tan ocupado con sus clases…”
“¿Y hay otra forma de saber de él? No me acostumbro aún a que este lejos”
“Pues… por más que Sayi se sentía dejada de lado, Bou al menos le daba señales de vida a ella. Pero viendo que andan distanciados ahora pues… nada” respondió Ichigo, sacando su celular “Podemos intentar llamarlo si quieres”

Desde siempre, Taikoubou había preferido mensajes de texto a que lo llamaran por teléfono. Pero a veces irritaba que fuera tan inaccesible… sobretodo cuando Hige andaba preocupado por él.

Ichigo no esperó a que el castaño le respondiera. Busco entre sus contactos y la pantalla de su teléfono cambió a modo llamada. No había nadie en el área además de ellos, por lo que el rubio lo pasó a speaker. El teléfono vibró y vibró, pero nadie respondió. Ichigo colgó cuando empezó el mensaje del buzón.

“Bueno, parece que no tiene su teléfono con él” dijo Ichigo, y entonces le dio una palmada a Hige “Si pasan más días me pondré en contacto con Yinshi, así que no te preocupes”
“Cuando me llevó al aeropuerto me dijo que vendría a visitarnos pronto” dijo Hige apenado “Pero quizás lo que dice mi mami es cierto, y prefiere alejarse de todos”
“Hm… no te tomes lo que dice Sayi tan en serio con respecto a Bou. Ella anda resentida con él ahora” le aconsejó Ichigo “No te olvides que Bou está estudiando medicina, y eso más darle tutoría a sus primos y salir con su novia…”

Hige asintió pesadamente.

“Cuando estuve allá note que tiene muchos amigos también. Me sorprendió que se haya hecho cercano a Duo”

Esta vez fue Ichigo quién pareció molestarse, pero Hige no se percató de la palabra ’traidor’ que el rubio dijo entre dientes.

Hige empezó a buscar entre sus contactos “Quizás deba escribirle a Duo”

Y en respuesta Ichigo le pidió que no lo hiciera y volvió a timbrar a Taikoubou. Pero nada.

“No te preocupes tanto por Bou. Ya responderá” concluyó Ichigo “Peor de los casos, podemos hacer una visita improvisada a Beijing”
“¡Eso estaría divertido!” dijo Hige, animado por la idea “Aunque no creo que Sayi quiera venir…”
“Tendríamos que ver eso, tienes razón” caviló Ichigo, y su mirada pasó por su reloj  “Hablando de Sayi, ¿te ha escrito algo?”
“Nada” respondió Hige, y entonces agregó “Me pregunto que tanto quería hablar Kaien con ella como para pedirnos que no fuéramos…”

Ichigo sonrió ante la inocencia del castaño. Considerando que no había forma en que les diera el alcance ahora, decidió sincerarse con él.

“Kaien quería tener una cita con Sayi”

Hige lo miró extrañado, y entonces empezó a reírse. Pero Ichigo no se corrigió.

“Nah”
“Te digo, Kaien quería salir con ella a solas. Me dijo que lo tenía pendiente desde hace tres años”
“¿Tres años?” preguntó Hige, incrédulo “¿Por qué Kaien tendría eso pendiente con Sayi desde entonces?”
“Pues porque… tu sabes”

Pero Hige tenía la expresión vacía. Ichigo suspiró, cansado de los rodeos.

“No me vas a decir que no sabías que a Kaien le gustaba Sayi hace tres años”
“¿¡QUE COSA!?”
“Hig-”
“¿¡ESTO ES EN SERIO!? ¿Y MI PAPA SABIA?”
“Hige, creo que todos sabíamos. Hasta el propio Bou” respondió Ichigo cansado, y mirando hacia la cámara como en The Office “¡Yo pensaba que tu sabías!”
“¡Pues no! ¡Tenemos que encontrarlos!”

Hige se puso de pie de un brinco. Ichigo también se puso de pie, pero empezó a tirar del castaño en la dirección contraria.

“¡¡Ichigo!! ¡Tenemos que llamar a un Uber!”
“¿Quieres calmarte? Las cosas no son como eran hace tres años” dijo Ichigo, restándole importancia “Y fuera del hecho que se debían esta ‘cita’ o que se yo, creo que a Sayi le hace falta hablar con alguien más objetivo”
El Child dejó de oponer resistencia al escuchar eso “¿Que quieres decir?”

Ichigo sonrió ligeramente.

“Alguien que no sea tan cercano a Bou” respondió, activando su teléfono “Así que esperemos sentados, ¿te parece?”
« Last Edit: August 13, 2017, 02:29:55 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #218: October 31, 2016, 01:55:02 AM »
Hoi hoi aqui les dejo capi, como siempre perdonen por la falta de inspiracion ;_;

Capi 24:

Mayura se encontraba descansando en su habitacion que le habían designado en la mansión Hime,aunque en realidad

Mahiru y Kuro hicieron todo el trabajo por ella ya que la pelirosa se encontraba profundamente dormida

Ya era de noche y la joven empezo a despertar…

Donde estoy???...- abrió los ojos lentamente y miro hacia el techo- esta no es mi habitacion…-

Claro que no es tu habitacion estas en Hanasaki

Estoy en Hanasaki….eh?? estoy en Hanasaki?? -se levanto de la cama mirando a todos lados- eh?

Espera….quien eres tu???

En la ventana se encontraba sentaba un joven de cabellos largos ondeados de color negro y ojos rojizos que le miraba con mucho intereses, ademas que era muy guapo, la pelirosa se sonrojo levemente

Solo soy un estudiante universitario como tu que gusta de disfrutar de la tranquilidad de la noche…-mirando hacia fuera de la habitacion-

Te gusta la tranquilidad de la noche…pero porque estas en la ventana de mi habitacion??...bueno es mi habitacion no es cierto??...-

El joven rio suavemente- Claro que es tu habitacion…ahora que recuerdo vi que dos chicos te dejaron aquí con el permiso de la directora…-

Suspiro aliviada- menos mal porque pensé que era tu habitacion y estaba pensando que me esperabas para botarme…-

No podría botarte…eres una persona importante en esta escuela, lo menos que podría seria botarte…-

Esto…sabes quien soy??...-

Claro que lo se…eres Mayura Daidouji…una exhime que volvió a tomar el examen para ser hime y que aprobó, aunque ahora siente muchos conflictos internos verdad??-

Eh?? Y como lo sabes?? No me digas que vienes de parte de Shun para atacarme…fla…-quizo llamar a su child pero como estaba profundamente dormida, pudo saber que el joven frente a ella no representaba amenaza alguna-

Ahora estas convencida de que no te hare nada??- bostezo ligeramente – No siempre es bueno desconfiar en los demás, porque podrias perder a tus potenciales aliados…-

Perdon por mi rudeza…y si tienes razón ando con conflictos…-mirando a otro lado- pero decidi volver a ser Hime para poder proteger a las personas que son importantes para mi…-

Es una carga pesada que parece que no le puedes decir a nadie ni a Suga verdad??-

Conoces a Suga-san??-

Somos muy buenos amigos…- salto de la ventana a la habitacion de Mayura- mi nombre es Rei Sakuma...-

Rei Sakuma….no se porque tu nombre me parece conocido…- tratando de recordar- es cierto tu eres uno de los mejores violinistas del mundo junto a Michiru-senpai…-

Veo que mi nombre es conocido…me alegra saberlo, pero ahora no quisiera hablar de mi, sino de ti…- se acerco a ella y le acaricio suavemente los cabellos- no deberías de cargar con tantas cosas para ti sola…debes de confiar en los demás…Suga se molestaría al saber que te sientes triste y no hayas confiado en él , después de todo te considera como su amiga mas querida…-

Por eso no quiero preocupar a Suga-san…porque no quiero que se preocupe y que este involucrado en algo peligroso, ahora que se quien es mi nuevo rebel y es muy peligroso no quiero que nada malo suceda como sucedió hace años atrás…no quiero perder a personas importantes en mi vida…ya no…-

El joven abrazo a la pelirosa y Mayura no pudo evitar llorar mientras que le devolvía el abrazo, no sabia el porque, pero aquel abrazo que el pelinegro le estaba dando se sentía bien, como si fuera un hermano mayor el que la abrazara, eso causo que se desahogara entre sus brazos

Vez que no es difícil el abrirte y expresar lo que realmente sientes?? Nadie te dira nada malo, nadie te va a reprochar…- se separo de ella y le alzo el rostro- recuérdalo muy bien…- empezo a caminar hacia la ventana- bueno ahora quiero volver a irme a descansar…-bostezo perezosamente- no  soy bueno con estas cosas …creo que ya estoy demasiado viejo
para esto…-

Eh??...-dijo la pelirosa limpiándose las lagrimas-

Bueno es hora de irme, no quiero imaginarme el sermón que me daría la directora si me encuentra en el recinto sagrado de sus guardianas..- saltando fuera de la habitacion- nos vemos luego Mayura…-

Muchas gracias por sus palabras Rei-senpai!!!- ondeando sus manos- me ayudo mucho…-

No te preocupes…cuando quieras mi ayuda solo búscame en el club de música…-se retiro del lugar-

Rei-senpai es genial…como un hermano mayor…es como Suga-san pero es algo difícil de expresar…-cerro la ventana y se acerco hacia la cama y cayo pesadamente- mañana me reuniré con Suga-san y le contare sobre mi breve encuentro con Shun…-suspiro pesadamente- y también le pediré para que me ayude a buscar algo acerca de Choutaroh-kun…-giro hacia el lado derecho- Otoya-kun…quiero verte…- cerro los ojos- espero que terminen tus grabaciones pronto y podamos vernos lo mas pronto posible…-suspiro pesadamente- sabia a que atenerme al ser novia de un idol, pero no pude evitarlo estoy profundamente enamorada de él- se vio a Flaffy que seguía dormida plácidamente- no tengo sueño…- se volvió a levantar- será mejor ir a la dirección y pedir disculpas a Miranda-san por venir de esa manera a las habitaciones…- se acerco hacia una maleta que reconocia como suya y saco su móvil

Tengo mensajes de mamá…es cierto desde que me fui en la mañana no me he comunicado con ella…- siguió revisando sus mensajes- también hay de Suga-san…de Otoya-kun…y hay un numero que no conozco…- abriendo el mensaje-

“Ha pasado mucho tiempo…Mayura, quisiera verte y saber como estas…acabo de regresar a Japón, hay algo que debo de decirte”
                                                          Atte
                                                            Choutaro Otori
Choutaroh-kun…-
-------------------------------

Mientras que en otro lado un joven terminaba de mandar otro mensaje de texto, como era de noche no se podía distinguir la silueta de aquella persona

Es hora de acabar por fin con esta farsa…Mayura Daidouji…-

Matta ne!!

Mimi-chan


Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #219: October 31, 2016, 02:11:30 AM »
estoy enfermísima y con clases mañana en la mañana, pero cumplo con mi deber (?)

19. Fly High


 


“Eso fue muy anticlimático.”
“¿En serio?” La expresión de Oikawa era de pura incredulidad. “En las últimas dos semanas hemos pasado por dos persecusiones, un secuestro, casi nos denuncian y encima, hemos salido en las noticias, ¿Y QUIERES MÁS ADRENALINA?” exclamó Oikawa.
“Uh… ¿sí?”
“¡Increíble!” exclamó Oikawa, entre sorprendido y enojado.
“La verdad es que lo de la denuncia sí me asustó… pero las persecusiones fueron divertidas… al menos un poco, creo.”
“Pues sí,” Oikawa se quedó reflexionando por unos instantes. “Pero…” el rebel se giró a mirar de reojo a la puerta principal de ingreso de su universidad. “Me sorprende que no nos hayan detenido, considerando la mala suerte que tienes.”
“No te lo niego,” asintió Eureka, para sorpresa del rebel. “¿Esperaba algo más difícil? Pensé que se darían cuenta de que estoy con peluca y lentillas o que me reconocerían.”
“¿Tal ves ni vieron las noticias? No fue taaan popular, y encima, ya pasaron dos semanas…”
“Mm, tienes razón,” Eureka asintió. “Bueno, ¿qué tan lejos queda el gimnasio?”

Contra todo pronóstico, había sido pan comido infiltrar a Eureka a Rizembool. Oikawa esperó que los guardias fueran un poco más estrictos y minuciosos, pero no se inmutaron en lo absoluto cuando él la hizo pasar como invitada, presentando un documento de identidad falso que la chica se había conseguido (Dios sabe dónde). Ni quiso preguntarle, porque estaba seguro de que eso involucraría un relato lleno de peligro y adrenalina y con las dos persecusiones que había vivido en los dos últimos fines de semana, junto a las noticias del secuestro y la posible denuncia, ya tenía más que suficiente. Nadie le había dicho que las HiMEs se veían involucradas en escándalos tan a menudo. Hasta ahora, el peligro que había imaginado que venía con el puesto de rebel era una minucia comparada con lo que había vivido. No quería ni pensar cómo sería con las batallas y sus inminentes obligaciones.

Pero Eureka era una HiME muy tranquila, así que dudaba tener problemas en un futuro. No había tenido oportunidad de medir su fuerza, pero intuía que era de un nivel medio y no se le haría tan complicado ponerse al día… o al menos, eso esperaba.

Le sorprendía lo rápido que habían entrado en confianza, por más de que habían veces en las que Eureka dudaba de él, como sucedió en la fiesta. Y la entendía: había sido una situación muy arriesgada (para variar de ella de meterse en donde no la llaman) y tenía todo el derecho del mundo de desconfiar de cualquier persona que se cruzara en su camino, más aún de su rebel, quien tenía todas las de ganar en ese escenario. Oikawa nunca hubiese sido capaz de iniciar una batalla en ese lugar, contara o no con el entrenamiento que requería, y aunque intentó decirle esto en varias ocasiones durante la madrugada, nunca lo consiguió. Sin embargo, parecía que ella misma había captado el mensaje por su cuenta, porque terminó relajándose ya para el final de la noche. Al parecer, el grupo le había hecho olvidarse de la presencia de su rebel y del peligro que implicaba. Hasta Hiyori terminó tolerándolo, para sorpresa suya.

“Tenemos que cruzar media universidad,” contó Oikawa. Eureka soltó un gruñido. “¿Qué pasa?”
“No tengo nada de resistencia…” La HiME suspiró. “Y me preocupa, porque no sé cómo voy a pelear contra ti, que encima, eres capitán del equipo de vóley, estás en forma y todo…”
Oikawa rio. “Pero tienes experiencia, la otra vez hablamos de eso.”
“¿De qué me sirve si no duro ni quince minutos?” se quejó. “Bueno, tal vez será distinto cuando llegue el momento. Cruzo los dedos.”
“Estoy seguro de que dices estas cosas muy modesta pero eres muy fuerte.”
“Bueno, tú mismo podrás juzgar eso cuando peleemos.”
“Falta mucho para ello” y agradeció mentalmente que fuera así. “Tengo un partido amistoso con el equipo de tu universidad esta semana que viene, y no me puedo distraer.”
“¿No entrenarás?”
Oikawa negó con la cabeza. “No, esta semana no. Supongo que la siguiente. ¿No sé si te conté? Sou-chan me ayudará con eso.”
“Souji es tan buena gente…” dijo Eureka.
“¡Sí!” Oikawa lloró. “Toda una bendición. Aunque… creo que es mejor que ande ocupado con el partido, porque como Sou-chan también está ayudando a Sho, no sé con qué tiempo y energías me hubiera ayudado a mí.”
“¿En serio? ¿Y no que Souji está llevando como seis cursos?”
“Sí, en cualquier momento le va a dar algo del cansancio, es preocupante,” suspiró Oikawa.
“Ojalá que se de un tiempo para descansar…” mencionó Eureka. “Por cierto…” la HiME dejó de fijarse en el camino frente a ellos para observar a Oikawa. “¿Cómo es la cosa?”
“¿Eh?”
“¿Qué tengo que hacer? Osea, me hago una idea pero… mejor es que me lo expliques.”
“Ah, pues… cosas como rellenar las botellas, tener las toallas listas… más adelante, te encargarás de coordinar partidos y ayudarnos con el análisis de los equipos rivales,” contó Oikawa.
“¿Cómo es tu equipo?”
“Es genial, creo que no pude haber pedido uno mejor,” dijo, emocionado. “Algunos nuevos son un poco flojos, y a veces hay veteranos que no me hacen caso porque… eh…”
“¿Porque es difícil tomarte en serio?”
“¡Eu-chan!” Oikawa fingió indignación, lo que le sacó una risa a Eureka.
“Fácil es porque bromeas mucho.”
“¿La verdad? No sé… pero cuando Tomo-chan o Iwa-chan hablan, todos les prestan atención. ¡Y eso que yo soy el capitán!” Oikawa infló las mejillas.
“Shoosh, shoosh,” Eureka le dio unas cuantas palmaditas en el brazo. “De seguro y pronto se darán cuenta de que lo vales.”
“¡Lo valgo!”
“Sí,” Eureka rio. “Con todo lo que he visto, se nota que te preocupas un montón por ellos.”
“Soy rebel por mi equipo, después de todo,” Oikawa infló el pecho, orgulloso de sí mismo.
“Eso es un gran sacrificio,” admitió Eureka. “Pero no saben nada, ¿no?”
Oikawa negó con la cabeza. No había pensado en contarles, y no lo haría nunca, de ser posible. “Si Iwa-chan estuvo a punto de matarme, y es mi mejor amigo… no quiero imaginar lo que pasaría si todos se enteraran.”
“¿Me harían algo?”
“Eh… no, me harían algo a mí por ser tan idiota,” Oikawa suspiró.
“Debes tener cuidado, entonces.”
“Sí…” Oikawa sonaba desganado.

   
   


Lo primero que sintió fue un golpe fuerte en su espalda, seguido de un sonoro saludo, y cuando reaccionó, Oikawa notó que a su lado estaba Tendo, uno de sus compañeros de equipo. El rebel soltó un grito del susto, y Eureka, sin entender muy bien la situación, no pudo evitar el reflejo de imitarlo. Tendo, ante esto, soltó una carcajada, y se colocó en frente de los dos.

“¡¿Por qué gritaste?!” Eureka se volvió hacia Oikawa, con el ceño fruncido.
“¡Eso mismo te pregunto!”

Cuando le prestaron atención a Tendo, notaron que este los observaba con visible confusión en su rostro.

“Haha, hola, Ten-chan~” canturreó Oikawa. Por el rabillo del ojo, divisó a otros estudiantes que caminaban por la misma vía, quienes se habían quedado extrañados ante los gritos. Estos continuaron con su trayecto en silencio, sin despegar la vista de ellos. “Eu—SHINOA-chan,” se corrigió inmediatamente. “Él es Satori Tendo, es parte del equipo de vóley.”
“Yo~” saludó Tendo, ondeándole la mano. “Wow, eres chiquita.”
“…Gracias,” Eureka rodó los ojos. “Uh… voy a ser la mánager del equipo por un tiempo, un gusto.”
“Ahhh~ ¡Qué genial!” Tendo sonrió. “Ya decía yo, era imposible que Tooru-kun no consiguiera un reemplazo… aunque me da pena que Anemone nos haya dejado.”
“Ten-chan, tú eras parte del grupo que la jodía un montón.”
“¿En serio? Yo ni cuenta,” Tendo se hizo a un lado para caminar junto a ellos. “¿Van al gimnasio, no? Justo iba hacia allá,” contó.
“¿Falta mucho?” preguntó Eureka.
“Oh, no, en unos diez minutos ya llegamos,” dijo Tendo.
“Por cierto… me olvidé de preguntarte pero, ¿sabes algo de vóley, no?” dijo Oikawa.
“Uh… sí,” respondió Eureka.
“¿Cómo?” La chica dudó, y sin mirarlo a los ojos, murmuró algo por lo bajo, que Oikawa no llegó a escuchar. “¿Qué dijiste?”
“Hay… un manga…”
“¿El de la Shonen Jump?” preguntó Tendo.
“S-Sí…” dijo, muy tímida, algo que Oikawa nunca esperó ver de ella.
“¡Ohhh~! ¡Yo lo leo!” Tendo anunció, muy emocionado.
“No estoy al día pero… es muy bueno,” contó Eureka. “Me gusta que los personajes tengan tanta complejidad, y por más de que sea un cast grande, todos son distintos.”
“¡Exacto! Los partidos son emocionantes, también~”
“Mi equipo favorito es Seijo,” dijo Eureka.
“Ah, el mío es Karasuno, pero Seijo es muy bueno también,” comentó Tendo. “¡Tienes que ponerte al día! Se ha puesto mucho mejor.”
“¡Claro!”

Oikawa frunció el ceño al darse cuenta de lo perdido que se sentía en aquella conversación. Estuvo a punto de hacer algún comentario al respecto, pero al observar cómo Eureka y Tendo interactuaban, decidió que lo mejor sería permitirles conocerse, de tal forma que Eureka se sintiera más en confianza y tuviera a alguien con quien pudiese hablar durante los entrenamientos. En el caso de que Tendo se pasara de la raya, Oikawa estaría ahí para apoyarla, o al menos buscaría la manera de hacerlo.

Se quedó en silencio, y sonrió para sí mismo.


 
 

Era la quinta o sexta vez en lo que iba de la semana que blandía una de las katanas gemelas de Sho para entrenar junto a él, y aún no conseguía acostumbrarse a ella: más que nada, se le hacía difícil por el gatillo en el mango que le incomodaba a la hora de sostenerla. Sho no tenía problemas con este: al contrario, le encantaba aquel detalle de sus espadas, recalcando en todo momento que había sido un toque estético muy pertinente y que las hacía únicas, por más inútil que era. Pero claro, él llevaba tiempo con ellas (no tenía idea de cuánto, nunca habían hablado sobre ese tema), y no le era ninguna novedad.

Sin embargo, no podía quejarse, porque Sho andaba igual de incómodo que él, ya que pelear sólo con una espada cuando estaba acostumbrado a usar las dos le era muy extraño y rompía totalmente con su rutina. Aun así, este no era impedimento para demostrar lo hábil que era: su nivel era muy bueno, tanto que le hacía cuestionarse por qué no lo habían elegido como rebel luego de la prueba que tuvo.

No le había preguntado al respecto por temor a que Sho explotara. Después de todo, era muy fácil conseguir que se enojara, y aunque ya llevaban un buen tiempo siendo amigos, no quería pecar de entrometido… más aún cuando Sho, quien le contaba de todo, no había querido profundizar en ello.

Souji sintió en su cuello el filo de la hoja de la espada enemiga antes de poder esquivarla.

Se quedó helado. Había sido un contacto ínfimo que ni llegó a cortarle, pero le sorprendió, puesto que usualmente, sus pensamientos no le distraían tanto como para no poder hacerse a un lado y evitar ese ataque que, de haber ocurrido en una batalla real, podría haberlo matado.

Sho la retractó inmediatamente, arqueando una ceja.

“Estás distraído,” anunció Sho, observándolo minuciosamente. Souji esperó verlo enojado o disgustado, pero al contrario, el pelirrojo parecía andar un tanto preocupado por él.
“Sí, lo siento,” Souji soltó un suspiro. “Estaba pensando que necesito mi katana de vuelta,” mintió, aunque luego de pensarlo bien, parte de la frase sí era cierta. “El lunes la volví a buscar en mi casa y nada. Y como Tohru está… especial, no he ido a su departamento en estos días, así que no sé si esté ahí… nunca me dí el trabajo de revisar antes de que nos peleemos.”
“Sí, sé que te cuesta acostumbrarte a la mía,” dijo Sho. “Uh… lo siento, no se me ocurre qué hacer para arreglar esto.”
“Voy a intentar hablar con Tohru, tal vez consigo solucionar las cosas un poco más rápido y puedo buscarla cuando vaya a su casa. Por mientras, disculpa que mi rendimiento sea tan pobre.”
“Meh, yo también estoy igual,” admitió Sho, restándole importancia. “Encima, sigo cansado por el fin de semana. Esa noche me quitó varios años de vida…”
Souji rio. “Idem,” por su mente, corrieron como una película los sucesos de la fiesta. Sonrió, al recordar cómo terminó convenciendo a Sho de bailar con él. En esos momentos, sus niveles de estrés habían llegado al tope, pero esa distracción le había servido para relajarse un poco y hasta le había mejorado el humor. “Pero valió la pena, fue divertido.”
“¡Sí! Kaneki bailó con una chica, así que ahora puedo morir en paz,” Sho clavó su espada en el césped, y luego, se desplomó al pie de un árbol.

Souji lo imitó, captando al instante que Sho estaba ofreciéndole tomar un descanso. Se sentó a su lado, y recostó su espalda en el tronco del árbol.

“Sho,” lo llamó, y Sho enfocó su atención de nuevo en él. Souji dudó: no sabía si hacerle la pregunta que tenía en mente o hablar de otro tema.

Sho no era precisamente el mejor consejero del mundo y hasta ese entonces, Souji nunca había pensado en pedirle ayuda de aquel tipo porque siempre que tenía algún problema, Tohru, Yasutomo y Marie eran sus confidentes y consejeros, así que no había sentido la necesidad de hacerlo. Pero en esos instantes, se le hacía ridículo no aprovechar el momento juntos y preguntarle acerca de su perspectiva. A diferencia de Marie y Yasutomo, que eran muy neutrales cuando se trataba de Tohru, Sho estaba empedernido en demostrar la mala persona que era su pareja y el poco respeto que le tenía. Era curioso, considerando que Adachi nunca le había hecho algo en su vida. Se conocían tan poco e interactuaban casi nada. El odio de Sho hacia el mayor carecía de lógica.

“Sho…” empezó de nuevo.
“¿Qué?”
“Eh…”

Sho movió su cuerpo, cruzándose de piernas frente a Souji y encarándolo totalmente. 

“¿Qué cosa?” Sho le preguntó. El pelirrojo se veía un poco enojado con su indecisión; sin embargo, no hizo comentario al respecto.
“Estaba pensando que… tal vez la actitud de Tohru es un poco… exagerada,” confesó Souji. “Pero no pienso decírselo. Es sólo que… me molesta, y no siento poder contárselo a alguien… disculpa si eh… ¿te incomodo?”
“Eh, yo siempre te jodo con mis cosas, no tienes por qué disculparte,” le aseguró.

Sho guardó silencio por unos segundos, y luego, soltó un suspiro.

“Yo también pienso igual,” el ceño de Sho se frunció, y sus ojos se desviaron hacia un punto determinado en el pasto. “Adachi siempre me ha dado mala espina.”
“Yo no creo eso,” dijo Souji. “Pero sí me molesta cuando hace este tipo de cosas.”
“¿Le has dicho esto?”
“No, siento que él haría más alboroto si lo hago.”
“Osea que vas a pedirle perdón sin titubear,” Sho volvió a cruzar miradas con él. Souji asintió en silencio. “Luego no digas que no se aprovecha de ti.”
“¿Por qué?”
“¿No te parece raro? Tú mismo dices que es exagerado. Podrías ir y contarle lo que sientes. Que no es necesario regresarse juntos, no todas las parejas hacen eso y ya.”
“No lo hago porque realmente siento que esté en razón… sino porque no quiero más discusiones, Sho.”
“Pero así se aprovecha de ti, de que nunca le vas a decir que no.”
“Es cierto, pero—”
“Tú no deberías ser el único que ceda,” le cortó Sho, con un semblante muy serio. Su expresión parecía decirle algo más, pero Souji no pudo captarlo porque Sho lo sorprendió al pararse de un momento a otro. “Bueno, mucho descanso. Sigamos,” dijo Sho, y recuperó su katana.
“Sho,” lo llamó Souji, mientras se levantaba. Una vez parado, alzó la mirada para cruzarla con la del pelirrojo, puesto que Sho le llevaba unos cuantos centímetros de altura.
“¿Qué?”
“Gracias, eso fue muy útil,” Souji le esbozó una sonrisa. “No tenía idea de que eras tan buen consejero.”

Sho se demoró en procesar aquellas palabras.

Para cuando lo hizo, su cara era del mismo tono que su cabello y se le hacía un mundo articular oraciones coherentes.

“No jodas,” y lo golpeó suavemente en el hombro. Souji rio despreocupadamente.
“Solo te digo la verdad.”
“Bueno, al menos ahora sabes que puedes contar conmigo.”
“¿Uh?”
“Nada,” Sho sonrió de lado, y volvió a tomar una postura de ataque. “Agarra tu katana.”

Souji actúo en piloto automático, obedeciéndole y ajustando su agarre en el mango, por más incómodo que fuese.


 
 

Se había dedicado a dibujar estupideces en el cuaderno de Lance: desde flores muy feas, caritas felices y patrones aleatorios de líneas, hasta mensajes de quejas sobre la clase, el sueño y el hambre que tenía. Lance le respondía de igual forma, y hasta se habían puesto a intercambiar chismes y posibles teorías sobre la actitud sospechosa de Keith en el transcurso de la semana.

Intentó prestar atención cuando notó al profesor hablando sobre probabilidad y bondad de ajuste, pero estadística era uno de los cursos que más odiaba, y prefirió enfocarse de nuevo en las notas y los garabatos en el cuaderno de su amigo. Su celular vibró en su pantalón, y su atención se desvió hacia el aparato, revisándolo discretamente debajo de la carpeta. Era un mensaje de Keith, pidiéndole que se vieran fuera de los salones por unos cuantos minutos. Pidge no necesitó pensarla dos veces: un break era lo que requería en esos momentos y agradecía que el sistema universitario le permitía salir del salón sin tener que dar explicaciones. En el cuaderno, le escribió una nota a Lance contándole lo que había pasado, y el chico asintió en silencio.

Pidge se levantó de su asiento, cuidando que la silla no chirriara al retroceder, y luego, salió del salón con paso apurado.

 
 


En la rotonda de la facultad, vio a Keith sentado en una de las bancas, y se le acercó. Intercambiaron un golpe de palmas en señal de saludo, y luego, Pidge se sentó a su lado.

Keith era el único que sabía sobre su verdadera identidad. No era nada difícil de intuir: Pidge tenía una voz medio femenina y su contextura no era de un chico de 20 años, pero al parecer, Hunk y Lance eran muy lentos: aún no se daban cuenta de ello, por más de que habían pasado dos años desde que el grupo se había formado. Los motivos detrás de sus acciones no le quedaban claros ni a ella misma: recordaba, vagamente, que muchas personas se habían confundido y le habían tratado de ‘él’ cuando ingresó a la universidad, y como temas de género y sexualidad eran nimiedades para ella, nunca había hecho un esfuerzo por corregirlo. Fue tanto que para cuando conoció a Lance, Hunk y Keith, todo el mundo lo trataba como a un chico. Su información en los expedientes de la universidad sí estipulaba su sexo, pero esto no llegaba a los profesores y al alumnado, por lo que se había vuelto una verdad para todos. Keith, por más distraído que era, sí había dado con ello, y un día le había preguntado acerca del tema. Pidge no tenía por qué contarle, pero Keith era una de las personas en las que más confiaba y ese secreto no le era tan importante que digamos, así que había soltado la sopa sin mucha dificultad.

Le había pedido que no le contara al resto. Hunk no cambiaría su manera de actuar con ella, eso no lo dudaba, pero era riesgoso decírselo porque a veces no cuidaba sus palabras y por ello, Lance podía enterarse.

Y Lance era la persona menos indicada para guardar un ‘secreto’ como ese. Sin mencionar que su sexismo era tal que le irritaba imaginar cómo la trataría al enterarse de que todo este tiempo, Pidge había sido una chica.

“Pidge, tú sabes que soy fan de las conspiraciones.”
“Lo sé,” Pidge soltó una risita burlona.
“¡Muchas veces tienen sentido! ¡No te rías!” Le recalcó, y juntos rieron. “Pero…”

Keith desvió la mirada al piso. Se veía preocupado.

“He encontrado que un… rumor sobre esta universidad es cierto.”
“¿Cuál? ¿El de los traficantes?”
“¡A tí también te han traficado cosas!”
Pidge soltó una carcajada. “Jaja, bromeaba. Adoro a los traficantes. Venden un pudín de muña buenazo.”
“Deberíamos poner un negocio como esos,” ofreció Keith. “Ganaríamos dinero.”
“¿Has visto los pedidos que tienen en facebook? No sé quién creo ese grupo, pero se merece un premio y más.”
“¡Sí!”
“Hay que venirnos con ideas. Luego le preguntamos a Hunk y a Lance.”
“Claro,” Keith asintió. “Pero de eso no te quería hablar. ¿Has escuchado sobre el rollo con Rizembool?”
“¿De los superpoderes y las chicas mágicas?”

Su lado analítico y racional entraba siempre en debate con la parte más estúpida e inocente de su cerebro que creía en ese tipo de fantasías. Y para qué, no podía negar la inmensa curiosidad que sentía por el tema.

“Sí, es que,” Keith sacó su celular del bolsillo. “El otro día estaba buscando pokemon por todas las facultades, y tomé esta foto.”

Keith se la enseñó: una luz celeste rodeaba uno de los gimnasios de la universidad. Era imposible atribuirla a los reflectores, porque estos no estaban encendidos.

Su origen no estaba muy claro, pero lo cierto era que caía encima de la estructura y era muy notoria, aun cuando el cielo era de una tonalidad azul y andaba despejado.

“Descubrí que hay un grupo en whatsapp de alumnos que comparten este tipo de cosas,” continuó Keith. “Y uno contó que por la facultad de comunicaciones habían varias… ‘señales’, por eso fui a revisar el otro día.”
“Ah, eso explica mucho.”
“No quería decirlo porque Lance es muy jodido…”
“Lo es.”
“…y porque quería pedirte un favor a ti.”
“Dime.”
“¿Sabes que las reclutan, no?” Pidge asintió. “Estaba pensando… ¿qué pasaría si te reclutan?”
“¿A mí?” Pidge se mostró muy incrédula. “No va a pasar nunca, Keith. De seguro son chicas fuertes y con varias aptitudes… nah, no hay forma. Eso, si es que todo esto es cierto.”
“¡Pero mira la luz!” Un poco más y Keith le restregaba el celular en la cara. “¿No es raro?”
“Sí, pero…” Pidge se detuvo antes de decir algo que hiriera los sentimientos de su amigo. Solto un gran suspiro, y asintió. “Okay, si me convocan, te contaré… y bueno, lidiaremos con eso juntos. Nada de decirle a Hunk o a Lance, ah.”
“¿Nada de decirnos qué?”


     

   
Hunk y Lance estaban parados en frente de ellos. No necesitaban ser adivinos para dar con el motivo de su presencia: ellos también habían huido de las aburridas clases de estadística.

“Nada, es un secreto,” dijo Keith
“Oh, come on,” Lance rodó los ojos. “Nunca han habido secretos en este grupo. No lo arruines, Keith.”
“No seas hipócrita, Lance,” le dijo Pidge. “Sé que te guardas mil cosas con Hunk.”
“Es cierto,” Hunk asintió. “Y yo me guardo mil cosas contigo, y con Keith.”
“¡Esto está muy mal!” se quejó Lance. “¡Malísimo!”
“Okay, basta de eso. ¿Podemos hablar del elefante rosado de la habitación?” preguntó Pidge, mirando a cada uno de sus amigos.
“¿Cuál de todos? ¿El de Keith yendo a la facultad de Comunica cuando no tiene amigos?”
“¡Lance!” Keith le reclamó, frunciendo el ceño. Lo hubiera golpeado de no ser porque andaba sentado y no tenía ganas de levantarse.
“Lance, no jodas,” le dijo Hunk. Al parecer, se le estaba pegando la actitud de su hermana de resondrarlo en todo momento, y como eran de la misma sangre, ambos conseguían el mismo efecto: Lance se callaba luego de gruñir un rato.
“Hablaba de la actitud de Allura el sábado antepasado…” dijo Pidge. “¿No les pareció raro?”
“Ella nunca deja mis wafles a medio comer…” contó Hunk, apenado.
“Sí, muy muy raro,” admitió Lance, tomando su mentón, pensativo. “Nunca tuvimos tiempo de hablar de eso, ¿no?”
“Ajá.”
“Pero siempre ha tenido secretos…” dijo Keith.
“En especial cuando éramos más chicos,” habló Hunk. “Cuando estaba en secundaria, la veíamos muy poco. Sus amigos nos contaron que se alejó de ellos, y su actitud cambió un montón. Se deprimió cuando terminó la secundaria.”
“Mm,” Pidge tuvo una idea descabellada, que descartó inmediatamente. Resolvió que lo mejor sería investigar antes de sacar conclusiones. “¿Allura estudió en Hanasaki toda su vida, no?”
“Sí,” dijo Hunk.
“Es que… estoy pensando… que fácil está relacionado con lo que acabamos de hablar, Keith.”
“¿De qué hablaban?”

Cuando cruzaron miradas, Pidge notó que Keith se veía un tanto preocupado por la pequeña posibilidad de que ella les contara sobre su último pasatiempo. Le aseguró con una sonrisa que ese no sería el caso.

“Sobre ese rumor de las chicas mágicas. Tienen un nombre…”
“¿HiMEs?” dijo Lance.
“Sí, ese. Puede que Allura haya conocido a alguien relacionado con ese tema o ella misma haya participado.”
“Ohhh…” Hunk asintió. “¿¡Qué!? ¿De dónde sacas eso?”
“¿Es muy fácil de deducir? Allura tiene varios secretos, me dicen que en la secundaria se alejó de sus seres queridos y encima entró en una gran depresión. ¿Le iba mal en los estudios? ¿Perdió algún ser querido, algún amigo o a una pareja?”
“Mm… pues uno de sus amigos falleció,” Hunk se tomó el mentón, pensativo. “Fuimos al funeral y todo.”
“Habría que investigar eso,” habló Lance.
“Pero no me siento bien con ello,” dijo Hunk. “No quiero… invadir su privacidad, por más de que hablar sobre el tema la pueda ayudar.”
“Si vuelve a meterse en eso, será peor,” dijo Keith. “Creo que vale la pena investigar. No significa que le preguntemos de frente, podemos hablar con sus amigos o cosas así.”
“Mm…” Hunk entrecerró los ojos, un poco angustiado.
“Es tu hermana, así que si piensas que está mal lo que hacemos, no nos molestaría dar un paso al lado,” confesó Pidge.
“No,” Hunk negó con la cabeza. “No estoy del todo acuerdo con esto, pero… temo que se meta en problemas, si es que tus suposiciones son ciertas.”
“Entonces, ¿todos están dentro?”
“Sí,” dijo Keith. Lance y Hunk asintieron, en silencio.
“Okay. Hunk, Keith, ¿quiénes son los amigos más cercanos de Allura? Sería genial si la conocen desde Highschool.”
“Sólo sé de amigas de la universidad, de Highschool no recuerdo… a nadie, más que a ese chico que falleció.”
“Mm, será cuestión de investigar, entonces,” dijo Pidge. “Hunk, tú pasas más tiempo con ella, así que te encargas de revisar si es que por ahí tiene algún memento de su secundaria o algo.”
“¿No creo que cuente nada si le preguntamos de frente, no?”
“Lo dudo, Lance,” dijo Keith. “Pero si tenemos pruebas, no podrá negarse a hablar.”
“Sólo espero que no sea nada peligroso,” suspiró Pidge. “Ya tengo suficiente con esa clase horrorosa de estadística, que todos vamos a jalar.”
“¡Wah!” Hunk saltó del susto. “¿Qué hora es? ¿Cuánto tiempo hemos estado fuera?”
“Pues se terminará en un rato. Creo que mejor nos quedamos a esperar al fin de hora.”
“Qué horrible, nunca había hecho esto,” dijo Pidge.
“Siempre hay una primera vez.”
“Ew, Lance.”
“¡No malpienses, Keith!”

Y la discusión entre Lance y Keith logró disipar el ambiente tenso que se había formado. Entre todos, se pusieron a comparar sus profesores del curso, y dejaron a un lado el tema de Allura.

Pidge no quería pensar en lo peor, pero había cierta probabilidad de que la foto de Keith y el pasado de Allura estuvieran conectados. Era algo sumamente jalado de pelos, pero tal vez, con las suficientes pruebas, serían capaz de descartarlo.

O de toparse con algo mucho más peligroso de lo que imaginaban.

     
     

     

     

   
   
   

Tendo se quedó plantado frente a las puertas del gimnasio, ocasionando que Eureka y Oikawa se chocaran contra él al intentar continuar con su camino. Ambos se alejaron, y lo observaron, sin comprender por qué se había detenido. Tendo se giró hacia ellos, sumido en sus pensamientos, hasta que soltó una risotada y cruzó miradas con Eureka, sonriéndole de lado.

Oikawa tuvo un mal presentimiento: Tendo no era peligroso, pero había algo en su actitud que le inspiraba desconfianza y luego del asunto con Anemone, no estaba muy seguro de lo que era capaz. De repente, se dio cuenta del error que había cometido al permitirles hablar: no iba a poder controlar las acciones de su compañero de equipo durante los entrenamientos y le sería difícil respaldar a Eureka en caso de que ella necesitara de su ayuda. Tendo y Eureka se habían llevado bien, y dudaba que la situación se complicara como sucedió con Anemone, pero no podía fiarse.

Tendo, junto con Suzuki, eran los dos chicos que menos conocía en su equipo, y aunque sus habilidades en la cancha eran dignas de admirar, siempre había sentido que algo con ellos no iba tan bien que digamos. Tal vez por eso ambos eran mejores amigos, porque entre ellos podían guardarse sus secretos.

“Wow,” Tendo no despegó la vista de Eureka mientras habló. “Qué buen reemplazo has conseguido, Tooru-kun,” y volvió a portar su típica sonrisa socarrona.
“¿Por qué lo dices?”
“¡Porque va a ser muy divertido tenerla como mánager!” anunció Tendo, muy alegre. “A diferencia de Anemone-san, con Shinoa puedo hablar sin problemas y hace tiempo que no discutía sobre manga~ Si vieran lo que hace un amigo mío,” Tendo frunció el ceño. “Le presto las Shonen Jump para que las lea y me termina contando acerca de la publicidad que hay en ellas. Una decepción total.”
“Suena muy distraído,” comentó Eureka.
“¡Es una bestia!” Tendo rio una vez más. “Pero aprecio que lo intente, al menos,” su mirada volvió a enfocarse en Oikawa. “Oh, cierto, Tooru-kun, te tengo una sorpresa.”
“¿Sorpresa?” Oikawa arqueó una ceja.
“Justo lo invité para que nos vea entrenar. Al parecer, quiere unirse al equipo.”
Oikawa entrecerró los ojos, sospechoso de la actitud de Tendo. “¿Quién…?”

Tendo abrió las puertas del gimnasio, y entró corriendo a juntarse con el equipo. Oikawa y Eureka fueron detrás de él, pero el capitán se detuvo en seco al divisar a lo lejos a quién se refería Tendo. A unos cuantos metros de allí, rodeado del resto del equipo, estaba parado Ushijima Wakatoshi, el primero en su lista de gente odiosa –justo arriba de Tobio, aunque ni él le sacaba tanto de sus casillas como Ushiwaka—.

Iwaizumi y Oikawa compartían varias cosas: la pasión por el vóley, la necesidad de superarse día a día, la insaciable sed de victoria, entre otros. Pero Oikawa consideraba que una de las cosas que más los unía era el odio que le tenían a Ushiwaka, quien, por mucho tiempo, les había robado la posibilidad de participar en las nacionales durante sus años de Middle school y hasta el segundo de High school (donde, gracias a mucho esfuerzo, le ganaron… pero sintieron que habían perdido al ver que a Ushiwaka no le afectó su propia derrota). Tenerlo en Rizembool era un golpe de mala suerte –Oikawa no pudo evitar mirar a Eureka en esos instantes… cada vez tenía más sospechas de que todas las peripecias que le ocurrían se debían a su presencia— y no podía creer lo que estaba sucediendo. Tal vez Tendo estaba bromeando y Ushiwaka sólo había ido a observar el entrenamiento… pero si se había transferido a Rizembool y planeaba unirse al equipo… ese era otro tema. Uno muy delicado, considerando que estaban a poco tiempo de tener un partido amistoso con Hanasaki y Oikawa no necesitaba más preocupaciones a última hora.

“¿Estás bien?” Oikawa escuchó la voz de Eureka a su lado, y soltó una risa muy forzada ante la ironía de oír a su HiME preocupada por él… luego recordó que él también había hecho lo mismo con ella minutos antes, y se aguantó las ganas de golpearse a sí mismo por su estupidez. Tal vez debía aceptar que la relación que tenían no era común, al menos no como había escuchado que usualmente eran. Y eso, en sí, era una alivio.
“No,” confesó, en un susurro. Iba a soltar una serie de quejas hasta que notó que en el grupo de personas que rodeaban a Ushiwaka, se encontraba Iwaizumi, a quien veía igual de molesto y de tenso que él mismo. Oikawa soltó un suspiro muy hondo, recobrando un poco la tranquilidad: por más cursi que sonara, la presencia de su mejor amigo le ayudaba a calmarse. Junto a él, era imposible no encontrarle solución a todo. Y aunque Iwaizumi aún andaba molesto con él por el tema de los rebels (no quería imaginar qué sería de él si se enterara de la presencia de Eureka… y su verdadera identidad), dudaba que siguiera así cuando un problema mayor estaba en frente de ambos.
“Uh—” Eureka intentó decirle algo, pero Oikawa la cortó inmediatamente.
“Tranquila, Eureka-chan,” Oikawa le sonrió, intentando sonar calmado. Aun cuando todo parecía indicar que había funcionado, se odió un tantito por lo sencillo que se le hizo reconocer un tinte de enojo en su propio tono de voz. De seguro para Eureka pasó desapercibido, pero le frustraba no ser capaz de esconder sus verdaderas emociones cuando Ushiwaka o Tobio estaban involucrados. Ese par, sin duda, lo sacaban de sus casillas. “No hay nada de qué preocuparse. Lo voy a manejar,” le dijo a Eureka, y caminó hacia el grupo. Su HiME prefirió quedarse callada, y lo siguió.

Al estar más cerca de ellos, muchos de sus compañeros notaron su presencia, y lo saludaron ondeándole la mano. Bokuto salió del círculo y corrió hacia él, dando brincos en el camino.

“¡Yo, Oikawa!” lo saludó, muy alegre.
“Hola, Bokuto-chan.”
“¡No vas a creer quién está aquí!” dijo Bokuto, y rodeó el cuello de Oikawa con su brazo.
“…Ushiwaka-chan,” Oikawa no dejaba de forzar sonrisas a diestra y siniestra. Estaba seguro que le dolerían las mejillas luego de este entrenamiento.
“¡Exacto!” gritó Bokuto, lleno de energía. El peligris tardó en darse cuenta de que Oikawa tenía compañía, y se separó de él para observar a la chica al lado de su capitán, muy curioso. “¡Hola!” la saludó. “¿Tú eres la nueva mánager?”
“Sí, mi nombre es Shinoa, un gusto… ¿Bokuto?” Eureka pronunció su nombre con visible duda en su rostro.
“Sí, Bokuto. Soy Bokuto Kotarou,” se presentó.

Para ese entonces, Oikawa, Bokuto y Eureka ya se encontraban a un paso de integrarse al grupo. Los compañeros de equipo de Oikawa lo saludaron con golpes sonoros de palmas y toques en el hombro, cada uno más emocionado que el anterior por la presencia de Ushiwaka. Algunos, como Sawamura y Tetsurou, se veían muy ofuscados por la presencia de Ushiwaka, pero al igual que Oikawa, intentaban esconderlo de cualquier forma. Agradeció al cielo no ser el único con aquel problema.

Igual, no le sorprendía en lo absoluto, porque así como Ushiwaka lo había pulverizado en varias ocasiones, también había hecho lo mismo con los equipos de otras localidades, y de seguro, eso incluía a varios de sus compañeros. Sin embargo, siempre había gente que no guardaba rencores y podía admirar a sus rivales con total sinceridad y respeto (como veía que muchos hacían en esos momentos)… pero Oikawa no era de esos, simple y sencillamente.

Oikawa aplaudió un par de veces, intentando llamar la atención del grupo hacia él. El único que no se enfocó en él fue Ushiwaka, pero antes de saltar a conclusiones, Oikawa recordó que el wing spiker tenía una personalidad extremadamente ida, por lo que no le afectó su actitud. 

“Yahoo~” Oikawa les sonrió a todos. Cruzó miradas con Iwaizumi, y este asintió en silencio. “Venía a introducir a nuestra nueva mánager, pero primero, hablemos sobre el elefante rosa de la habitación,” su mirada se posó en Ushijima.
“¿Ushiwaka?” preguntó Lev.
“Ajá,” Oikawa sintió un pequeño tic en su ojo. “Hola, Ushiwaka-chan.”
“Hola, Oikawa,” le saludó Ushijima, sin inmutarse en lo absoluto. “Hace tiempo que no te veo. Igual a ti, Iwaizumi,” y se giró hacia el mencionado.
“…Hola,” Iwaizumi se veia a punto de explotar. “No nos topamos contigo desde Highschool.”
“Sí,” Ushijima asintió. “Una pena que no llegaron a las finales del torneo en tercer año,” dijo.
“Pero lo ganamos en segundo—” dijo Oikawa, pero Ushijima lo interrumpió.
“Y no pude jugar estos tres últimos años porque—”
“Porque estás en el equipo nacional de vóley,” completó Iwaizumi.
“Exacto,” afirmó Ushijima. “Pero voy a tomar un descanso. Quiero volver a jugar este tipo de vóley.”
“¿Te vas a unir al equipo?” preguntó Tetsurou.
“No lo tenía pensado, pero creo que sí,” respondió. “Eso, claro, si me dejan.”
Oikawa ladeó la cabeza, confundido. “¿Eh? ¿Estudias aquí?”
“Sí, desde que salí de Highschool.”
“¿¡Qué!?” Casi todo el equipo gritó al unísono.
“¿Qué estudias?” preguntó Bokuto.
“Derecho. Estoy en quinto ciclo, sin contar estudios generales.”
“Qué— Pero nunca te he visto en la facultad, Ushijima,” dijo Sawamura. “Kageyama, Jang, ustedes tampoco, ¿no?”
Kageyama, que había estado en silencio en todo momento, negó con la cabeza. “No.” A su lado, Jang también hizo el mismo ademán.
“Yo sí creo haberlos visto,” afirmó Ushijima. “Es difícil no notar a Jang-kun. Creo que hemos llevado Bases Romanistas juntos.”
“¿Hace un año y medio?”
“Sí, con Yoshimoto.”
“Entonces, sí,” Jang asintió.
“Wakatoshi-kun no ha venido a muchas clases por su puesto en el equipo nacional,” contó Tendo. “Tal vez por eso es que no lo han visto tanto.”
“Vine mucho más en mis primeros ciclos. Poco a poco se me hizo más difícil encontrar tiempo, pero aún así, llevé unos cuantos cursos cada semestre.”
“Mm, sí, eso tiene sentido,” dijo Sawamura.
“¿Y?” Ushijima volvió a mirar a Oikawa. “¿Me dejarán unirme?”
“Pues hace mucho pasaron las fechas para aplicar…” contó Oikawa.
“Yo pienso que no darle la oportunidad de unirse sería desperdiciar a un spiker de primera,” dijo Tendo. “Tooru-kun, no creo que haya problema en romper las reglas en esta ocasión.”

La sonrisa sardónica de Tendo le daba a entender que todo esto lo había planeado especialmente para él, y Oikawa se aguantó las ganas de mentarle la madre.

Tal vez Tendo merecía ese primer puesto en su lista de gente odiosa. Al ritmo al que iba, no demoraría en destronar a Ushiwaka y superar a Tobio.

“¡Es Ushiwaka! ¡No todos los días vienen jugadores de su calibre y se nos ofrecen en bandeja de plata!” dijo Suzuki.
“Eso no quita que el proceso que tenemos para aceptar nuevos miembros nos permite medir sus habilidades,” dijo Iwaizumi. “Por eso hay una temporada de inscripciones, para poder armar partidos con los prospectos… y no me interrumpan, sé que me van a decir que él es de los mejores, pero no nos sirve si no puede trabajar en equipo,” Iwaizumi expresó su opinión sin reparos, y Oikawa se sintió muy orgulloso de su mejor amigo. “Nuestro vóley se basa en eso, en la conexión entre los jugadores.”
“Eso es cierto,” admitió Ushijima. “Estoy dispuesto a demostrarles que sí puedo, si desean.”
“Podríamos armar un partido… creo que somos más de quince,” dijo Tendo.
“Mm, tienes razón,” dijo Tetsurou.
“Por cierto… ¿dónde está su entrenador?” preguntó Ushijima, un poco curioso.
“Viene de vez en cuando,” contó Kageyama. “Confía mucho en Oikawa-senpai, así que no siente la necesidad de supervisarnos durante todos los entrenamientos.”
“Ya veo,” comentó Ushijima. “Eso dice mucho del nivel de ustedes.”

Lo que más le molestaba a Oikawa era que no sabía si Ushiwaka estaba consciente de cómo sonaban sus comentarios. Suponía que era incapaz de notar lo pedante que sonaba, pero Ushiwaka lo lograba con tanta facilidad, que a veces le sorprendía cómo alguien tan denso y distraído no había perdido la cabeza, ya sea por su actitud despistada o porque alguien más se la hubiera cortado de la frustración.

Ushiwaka era un jugador excelente: poseía la estatura perfecta, la fuerza y la agilidad requeridas para ser un jugador estrella. Más aun, era zurdo, lo que funcionaba de mil maravillas como un arma letal contra el resto de jugadores que, en su mayoría, eran diestros y estaban acostumbrados a recibir ataques efectuados desde el lado derecho del campo opuesto. Por todo esto, sus mates eran variados y llenos de una fuerza que destruía con facilidad los bloqueos del enemigo. Y ni qué hablar de sus saques: tal vez no poseía el mismo control que Oikawa tenía, pero la potencia de estos era suficiente como para suplantar esas faltas.

A Oikawa le costaba admitirlo, pero Ushiwaka era digno de un puesto en la selección nacional… y tenerlo aquí, paseándose por el gimnasio del equipo de su universidad, como si jugar al vóley en las ligas interuniversitarias fuera para niños, le llenaba de rabia. Lo peor de todo es que estaba seguro de que Ushiwaka no sentía que ofendía con lo que había dicho.

Pero sí que jodía, aunque no fuera su intención.

“Okay,” Oikawa sentía que había envejecido unos diez años, todo gracias a Ushiwaka. “Mientras llegan los que faltan, armemos los equipos.”
“Estaba pensando en dividir a los regulares en dos, para que sea más equitativo,” sugirió Iwaizumi. “¿Te parece?”
“Sí, genial,” Oikawa asintió. “Pero antes de eso… Kage-chan, tú debes estar en el equipo de Ushiwaka.”
“Okay.”
“¿Por qué?” preguntó Ushijima, mirando a Tendo.
“Es el otro armador que tenemos.”
“Ah,” Ushijima asintió. “Osea que Oikawa no quiere jugar de mi lado.”
“¡Te escuché!” Oikawa lo señaló. “¡Y no, claro que no!” Oikawa le sacó la lengua, y se volteó hacia el resto. “Y bueno, zanjado eso… ¿Quiénes se vienen conmigo?” preguntó. Arakita, Tetsurou e Iwaizumi alzaron la mano. “Perfecto. Ten-chan, Suzuki-chan, Sawamura-chan, ustedes van con Ushiwaka-chan.”
“¿Qué hay de los nuevos y los suplentes?” preguntó Bokuto.
“Mitad, mitad, también,” dijo Oikawa. “Ustedes decidan con quién se vienen… pero desde ya, Jang-chan, Akaashi-chan, tienen que estar en equipos distintos, para que cada uno tenga un líbero.”
Jang asintió. “Okay, voy con el equipo de Ushiwaka, entonces.”
“¡Qué malo!” lloró Oikawa.
Akaashi suspiró. “Entonces me quedo contigo, Oikawa-san.”
“¡Ambos son muy malos!”
“¡Tranquilo, Oikawa! Yo también iré contigo,” dijo Bokuto, muy alegre.
“¡Yo también!” anunció Lev, con mucha energía.
“Yo iré con Ushijima,” anunció Kuroh.
“Okay, creo que todos los equipos están completos. ¿Quiénes faltan?”
“Los hermanos Takakura, que no han venido. Me dijeron que surgió un asunto en el centro federado de su facultad y tienen que resolverlo. Y Fushimi, pero dudo que él se vuelva a parecer por aquí,” comentó Kageyama.
“Bueno, si vienen, podríamos buscar la manera de incluirlos,” dijo Sawamura.
“Exacto,” Oikawa asintió. “En fin, a calentar. En unos…” Oikawa revisó su reloj. “Veinte minutos, empezaremos.”
“¡Okay!” dijo el equipo, al unísono.



Durante el calentamiento, Oikawa se apartó del grupo para acercarse de nuevo a su HiME, a quien encontró ordenando las botellas de agua en una de las bancas frente a la cancha. Se veía muy enfocada en su tarea, por lo que no le sorprendió asustarla un poco cuando la llamó por su nombre.

Oikawa se tapó la boca inmediatamente, y luego, se giró a revisar si es que alguien había notado su error, pero todos estaban muy ensimismados en sus ejercicios de calentamiento como para prestarle atención a él.

“Casi me da un paro, estúpido,” se quejó Eureka, agarrándose el pecho.
“¡Lo siento! Sí sé que fue muy idiota,” Oikawa se disculpó, juntando sus manos en un gesto de súplica.
“No te preocupes,” le aseguró ella. “Con tal de que no lo vuelvas a hacer… ten cuidado.”
“¡Sí!”
“¿Qué pasa con ese chico, ah?”
“¿Con Ushiwaka-chan?”
“Sí. Noté que tú y unos cuantos chicos más le tienen un odio tremendo.”
“Se lo merece,” Oikawa lo observó de reojo, y le sacó la lengua. “No es raro que le caiga mal a la gente.”
“¿Es muy bueno?”
“Weh, aceptarlo no es nada fácil para mí… pero tiene lo suyo, supongo.”
“Será cuestión de verlo. Digo lo mismo de tí, por cierto.”
“¡¿Qué?! ¿Dudas de mis habilidades?”
“No tanto así, sólo quiero saber si eres la gran cosa,” Eureka sonrió.
“¡Ya verás! ¡Te quedarás boquiabierta!”
“Eso lo veremos,” Eureka sonrió. “Uh… cierto, imagino que necesitarán chalecos para diferenciarse entre ustedes, ¿no?”
“¡Ack! ¡Me había olvidado de eso! Vas muy bien como mánager, Eu-chan. Están en el almacén, al lado de los cambiadores,” Oikawa caminó hacia su bolso, colocado junto al resto a un lado de las bancas. Se agachó, y buscó rápidamente la llave del almacén. “Ten,” le dijo, extendiéndosela cuando se paró.
“Okay, gracias, iré a ver eso.”
“Para cuando regreses, ya estaremos en grupo, así que ahí te presentaré.”
“Tengo… un poco de nervios,” admitió, y tragó saliva. “No porque sea un equipo masculino, sino por…”
“¿Rebels? En el equipo no hay ninguno, tranquila. Bueno, excepto yo, pero no cuento.”
“Igual… estoy en Rizembool.”
“Sí, pero,” Oikawa le dio pequeñas palmaditas en el hombro. “No dejaré que te pase nada. Igual… ¿dudo que te vaya mal? Eres muy fuerte. Probablemente ni me necesites.”
Eureka rio. “No soy tan fuerte… pero eso es cierto. En parte. Eh, igual, gracias.”
Oikawa negó con la cabeza. “¡No! Es lo mínimo que puedo hacer.”

Eureka le volvió a sonreír, y se giró en dirección al almacén. Oikawa, en esos momentos, optó por regresar a su equipo, para dar unas últimas indicaciones antes del partido.





 
   

Ya no faltaba casi nada para llegar al gimnasio más cercano, para el alivio de ambos. Con cada movimiento, Souji recordaba que su polo y su buzo se habían pegado a su piel por el sudor, y cada paso se le hacía sumamente incómodo, incluso más que el dolor de sus músculos y el corte superfluo que Sho le había hecho en el brazo. Al mirar discretamente a su lado, encontró que el pelirrojo andaba igual que él, con una expresión llena de disgusto por la situación en la que se encontraban.

Y así era cada vez que terminaban de entrenar. Pero por algún extraño motivo, ese trayecto al gimnasio se estaba haciendo más largo de lo usual.

“¿Te vendaste bien?” le preguntó Sho. 
“Sí, no te preocupes. Pero luego pasaré por el tópico para que me revisen.”
“Oh, okay.”

Souji alzó la vista al cielo, y sonrió.

“Quién diría que el discípulo le ganaría al maestro.”
“¡Fue suerte!” Sho frunció el ceño, mostrándose muy indignado por el comentario de Souji.
“No te subestimes. Eres muy bueno,” replicó Souji, sonriendo.
“…O tú estás muy oxidado.”
“…Gracias,” Souji quiso sonar molesto, pero fue en vano, porque terminó riéndose.
“Oye, ¿Te puedo contar un chisme?” le dijo Sho.

Souji intentó no mostrarse emocionado con eso, pero falló: sus ojos se iluminaron, y hasta se inclinó un poco más hacia Sho, por pura curiosidad.

“Wow, cómo te gusta el rumor.”
“…” Souji no tenía dónde esconderse.
“No te voy a juzgar, ¿sabes?”
“…Lo sé.”
“No es como que vayas y lo cuentes. Sólo te gusta enterarte de lo que pasa, pero nunca le dices nada a nadie.”
Souji sonrió. “En eso tienes razón.”
“¿Ves? Si lo esparcieras, sería distinto. Pero sólo te gusta y ya. No te hagas bolas.”
El peligris suspiró. “Okay, me gusta el chisme. Lo dije.”
“¡Wow! Debí grabarte,” Sho rio. “Eso hubiera destruido la imagen que muchas chicas de la universidad tienen de ti.”
“No soy ni la mitad de las cosas que dicen. No entiendo de dónde salen esas historias raras sobre mí.”
“Y las fotos. Y las publicaciones. Y los comentarios.”
“Sho, me estás dando una migraña.”
“Haha~” Sho volvió a reír. “Me pregunto quién estará detrás de eso. ¿No te da curiosidad?”
“Pues un poco. Pero no tanto como para gastar esfuerzos en ir e indagar quién es el administrador.”
“A mí sí. Déjame, que averiguo y te cuento.”
“Okay,” Souji asintió. “Pero no es necesario. Más bien… cuéntame lo de antes—”
“Ah, ¿el chisme? Ahorita debe estar ardiendo troya en el equipo de vóley,” dijo Sho.
“¿Qué pasó?”
“¿Conoces a Tendo?”
“…” Souji ladeó la cabeza. “¿Quién?”
“Está en el equipo de vóley. Es amigo de Suzuki, el otro Sho.”
“¿…Hay otro Sho?” cada vez, Souji se veía un poco más confundido.
“Souji, ¿en qué planeta vives?” Sho no podía comprender lo que escuchaba. “Cuando no estás con Adachi, siempre paras en el gimnasio. Te quedas a ver sus partidos, ¿cómo no los reconoces?”
“No me sé los nombres de todos… pero de seguro los he visto.”
“Bueno, Tendo es amigo de un jugador profesional de vóley,” comentó Sho. “Un tal… Ushijima, Ushiwaka. Debes haber escuchado de él, Oikawa lo odia con la pasión de mil soles. Creo que hasta más que a Tobio.”
“Ah, sí,” Souji sentía que había escuchado aquel nombre antes.
“Pues… resulta que Ushijima estudia acá, en Rizembool. Y… que quiere jugar en el equipo.”
“¿Postulará?”
“Eso me dijo Tendo. Él se lo sugirió, de hecho. Ushiwaka dejó su puesto en el equipo nacional porque quería tomar un descanso, y Tendo le dijo que podía probar jugando en la universidad.”
“¿Y accedió?”
“Eso era lo que quería ver. Puede que se estén sacando la mugre ahorita.”
“¿Cómo así?”
“Oikawa no es el único que lo odia. Ushiwaka tiene esa reputación con varios jugadores… le tienen una tirria muy fuerte.”
“Tal vez es pedante.”
“…O es muy bueno, y les frustra eso.”
“Sé que no viene al caso, pero mi HiME era mejor que yo y nunca la odié.”
“Yo si odiaría a la mía si es mejor que yo.”
Souji rio. “Eso es muy infantil.”
“No jodas,” Sho lo golpeó en el hombro.

La charla les había distraído lo suficiente como para no notar que ya estaban a unos cuantos metros de la entrada del gimnasio. Una vez más, enfocaron su atención en el camino en frente de ellos, y ambos sonrieron aliviados al encontrarse tan cerca de la meta. Sho trotó hacia la puerta; Souji a unos cuantos pasos detrás de él.

Sho y Souji saltaron del susto al sentir el impacto de una pelota contra la pared al lado de la entrada. Por poco les alcanza, pero felizmente, se habían salvado por unos metros de distancia. 

“Disculpen,” les gritó Iwaizumi, a lo lejos.
“Don’t mind!” le aseguró Sho, también en voz muy alta.

Hubiera sido una práctica común del equipo de vóley, de no ser por la presencia de aquel jugador altísimo de cabellos castaños que les daba la espalda. En esos instantes, Sho le dio un codazo, para llamar su atención.

“Ese es Ushiwaka,” y lo señaló.
“Sí, me imaginaba que era él,” dijo.

   

Caminaron hacia los cambiadores, pero en el trayecto, Souji y Sho notaron a la muchacha sentada en una de las bancas paralelas a la cancha.
La habían conocido en la fiesta del fin de semana, y aunque se había presentado como alguien más, fue sencillo para Souji reconocerla, luego de mil errores por parte de Oikawa y pequeños gestos suyos que la delataron. Sin embargo, desenmascararla no estaba en sus planes: no quería hacerle ningún tipo de daño, y sentía que ella tampoco les dañaba al esconder su verdadera identidad. Imaginaba que se debía al asunto de los medios, pero aun así, no entendía por qué estaba tomando tantos riesgos para venir al gimnasio a observar a su rebel practicar. Tal vez habían acordado algo entre ellos, pero le daba curiosidad, considerando que Oikawa no había hecho ninguna mención al respecto.

“¡Yo!” la saludó Sho. “¿Te acuerdas de nosotros? De la fiesta del fin de semana.”
“Sí, claro,” les sonrió. “Sho… y Souji, ¿no?”
“¡Exacto!” Sho asintió. “¿Qué haces tu por acá?”
“Uh… pues Oikawa me pidió ayuda con su equipo,” la mirada de la chica se posó en el partido. “No tienen mánager desde hace un tiempo, y como no estoy llevando muchos cursos en mi universidad, no se me complicaba venir a ayudarle un poco.”
“Pero el equipo de tu universidad terminará enfrentándose contra el nuestro, ¿no tienes ningún problema con ello?” preguntó Sho.
“Pues sí, supongo, pero eso no significa que no apoyaré a mi equipo,” ella sonrió.
“Mm-hmm,” Souji asintió.
“¿Ustedes que hacen por acá?”
“Ah, estamos hechos mierda,” Sho hizo una mueca de asco. “Nos juntamos para un partido de fútbol, pero hace sol, y hemos terminado así.”
Souji apreció la mentira fabricada de su amigo. “Lo único que quiero es un baño.”
“Los veo luego, entonces.”
“Sí,” dijo Sho. “Suerte con la práctica.”
“¡Adiós!”




   

     


Su equipo estaba frustradísimo por lo fácil que se le había hecho a Ushiwaka adaptarse a la técnica de Kageyama: y sabía que era viceversa, pero no podía culpar a su kohai, porque este Kageyama (a diferencia de Tobio), era igual que él, había empezado desde cero, había practicado hasta el cansancio y se merecía el reconocimiento que le daban. En cambio, Ushiwaka… Ushiwaka no. No sabía nada sobre su pasado, ni sobre cómo había llegado a donde estaba, pero no necesitaba enterarse de ello, porque su concepción de él no cambiaría de ninguna manera.

Por ello, su enojo no iba hacia el armador del equipo contrario. Y para ser justos, tampoco iba hacia ninguno de sus compañeros (tal vez Tendo, por meterlo en una situación sumamente incómoda). Sólo estaba concentrado en Ushiwaka, y su facilidad paa adaptarse a cualquier equipo que lo incluyera.

Akaashi se lanzó a recibir el saque de Ushiwaka, y una vez más, falló en mantenerlo dentro de la cancha. La pelota rebotó en sus brazos y dio a parar a las gradas de cemento del gimnasio. A este paso, perderian el primer set.

“Lo siento,” se disculpó el líbero.
“Don’t mind!” le aseguró Bokuto.
“No te culpes mucho, Akaashi-chan,” le dijo Arakita. Akaashi asintió.
“Dejénme acostumbrarme un poco. Estoy seguro de que podré recibirla sin dificultad.”
“No estás solo, Akaashi.”
“¡Sí! También estamos nosotros.”
“Lev, no eres nada bueno recibiendo.”
“Gracias, Kuroo-san, Lev-san,” dijo Akaashi, en medio de las quejas de Lev.

Ushijima le pidió una nueva pelota a Eureka, quien tomó una del cesto de respuestos y se la aventó. Ushijima lanzó la pelota al aire, y con eso, continuaron el partido.
« Last Edit: July 15, 2019, 05:37:10 AM by Eureka »


Isumi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #220: October 31, 2016, 02:53:43 PM »
Luego pongo icons y lo edito mejor, hace 3 días que mi pc se puso estupida y tuve que escribir el fic en el tablet DD< pero bueno al menos lo logré so eso uwu



05.El destino se ríe mucho de las personas.

Hysa's POV

Hay una persona que admiro.
Esta persona es la razón por la cual decidí entrar en la universidad de Hanasaki.

Aoki Ko.

La primera vez que supe de ella fue durante mi primer año de secundaria. Mi amiga me había mostrado una revista de moda y belleza que ella seguía, en la que había un artículo sobre una bella escritora llamada Aoki Ko. Me pregunté qué tenía que ver una escritora con una revista sobre moda, pero cuando leí el artículo todo fue más claro. En él hablaban inicialmente del hecho que Aoki se trataba de una mujer bella y con talento, citando los premios que sus novelas habían ganado. Hablaban de su vida, de cómo fue contactada miles de veces por managers que querían hacerla trabajar como modela y de cómo ella se negaba siempre porque su pasión era la escritura.
Y luego había una entrevista en la que muchas de las preguntas eran dirigidas a hacer saber cuanto Aoki cuidara de su aspecto a pesar de ser escritora.

El mensaje que quería dar la revista era claro: “Ser bellas y preocuparse de su apariencia no significa que sean estúpidas.”

Pero la impresión que tuve yo sobre ella como persona, me hizo teorizar que había aceptado hacer esa entrevista para dar un mensaje importante a sus lectoras:

“No crean que ser bellas y preocuparse de su aspecto físico 24/7 las hará felices, cumplir con sus sueños es lo que las hará sentir realizadas y es la base fundamental que hace de la mujer exitosa un ejemplo a seguir.”

Obviamente esa fue mi interpretación, y mi amiga lo sabía.

“¿Interesante, verdad?” Fue lo que me preguntó antes de sacar un libro de su bolso. “Sé que te interesaría así que compré su libro más vendido.”

“Forgotten autumn leaves” era una historia de amor como ninguna otra. El romance era un género que no me había interesado ni gustado hasta el momento, incluso estuve un poco reluctante antes de leer ese libro, a pesar de haberme interesado a la autora.
Pero me cautivó desde la primera página.
Si tuviera que describirlo con una sola palabra, diría “único”.

Desde entonces he sido una gran admiradora de Aoki Ko, sea como escritora que como persona. Un día descubrí que ella había estudiado literatura en la Universidad de Hanasaki, y no lo pensé dos veces antes de inscribirme.

Desde siempre me había gustado escribir historias, escribía sobre cualquier genero, pero lo que mejor me salía era lo que uno puede encontrar en revistas de manga como Shonen Jump. Mi amiga se reía de cuánto “anti romance” eran mis historias, y me decía que probablemente sería la nueva Oda. Ya que mis historias contenían mucha acción, drama, misterio, aventura, amistad y compañerismo, pero no le daba espacio al romance.

Una vez, cuando me encontraba en mi tercer año de secundaria, mi amiga me dijo que llevara una de mis historias a Shonen Jump, que seguramente encontrarían a un artista que la dibujara y, confiando en su opinión que nunca me había fallado, eso hice y con la ayuda de un gran mangaka, logré publicar un one-shot que tuvo una muy positiva recepción.

Mi editor me dijo que podría hacer una serie de esa historia, pero me rehusé porque, con los exámenes de fin de año y los de ingreso a Hanasaki, debía concentrarme en los estudios.

Pero lo que me hizo alejar del mundo del shonen fue una frase que mi amiga me dijo antes de irse a vivir a Europa.

“Sería interesante ver qué tipo de romance sale de tu cabeza, estoy segura que superaría la originalidad del de Aoki Ko.”

Y desde entonces, como una marioneta cuya voluntad era controlada por su amiga, empecé a experimentar en el género que siempre había evitado.

El problema era que, además de tener la misma experiencia que un bebé recién nacido en cuanto a relaciones amorosas, no tenía la más mínima inspiración o idea para siquiera empezar a escribir algo.

Y ahora mi vida había dado semejante vuelta que me encontraba a tener que pelear utilizando poderes mágicos, como si me hubiese convertido en uno de mis personajes de shonen…. el destino se estaba definitivamente riendo de mi.

¿No podía sucederme algo salido de un shoujo manga como para tener un poco de experiencia?
No que realmente lo deseara… pero supongo habría sido una historia más coherente.

Algo que no me dejaba dormir en la noche era todo el asunto sobre lo que Miranda llamó “Key”, que supuestamente se trataba de la persona que más quiero.

Me gustaría saber quién demonios es esa persona.

Por cuestiones que no me pondré a narrar, mi relación con mi familia no era de lo mejor. He conocido a varias personas durante mi vida como cualquier otro ser humano normal, pero nadie venía a mi mente cuando pensaba en “la persona que más quiero”.

Ni siquiera ella. O mejor, no podía ser ella.

Y justo en el momento que me encontré pensando en ella, recibo una llamada del pasado. Era mi editor.

-¿Si?- Respondí al teléfono sorprendida de la llamada.
-Hola Hysa, ¿Cómo has estado?- Y sin dejarme responder continuó. -Bueno, no es para eso que te llamaba… escucha, no sé cuánto te pueda interesar esto, pero… ¿conoces a Aoki Ko?-
-Eh… sí.- El hecho de que mencionara su nombre hizo que mi corazón comenzara a latir mucho más fuerte, pero no sabía si por la emoción o el miedo.
-Perfecto, pues resulta que por alguna razón decidió hacer shonen manga y hoy trajo un manuscrito. Además de que no tenía idea de que sabía dibujar, me sorprendió que la autora del famoso F.A.L. quisiera dibujar manga shonen…-
-Oh…- por supuesto se me hacía curioso a mi también pero… -Perdón pero ¿esto qué tiene que ver conmigo?-
-De hecho tiene todo que ver contigo- respondió algo entusiasmado. -Cuando le pregunté por qué el cambio repentino de género, me dijo que después de leer tu one shot, y enterarse de que eras una mujer, le dieron muchas ganas de experimentar en ese género. Lamentablemente le tuve que decir que el manuscrito que me había traído no era lo suficientemente bueno para ser publicado, pero le mencioné que yo fui tu editor y ¡hahaha fue increíble! Juro que sus ojos se iluminaron y se levantó golpeando la mesa pidiéndome que por favor la dejara conocerte. Con semejante determinación no podía decirle que no, así que si tienes tiempo…-

...

No podía creerlo.
Hacía un momento estaba frustrada por no tener una persona lo suficientemente importante para mi como para que fuera mi key, y ahora tenía una cita con mi editor y la persona que más admiraba, Aoki Ko.
« Last Edit: November 01, 2016, 02:41:38 PM by Isumi »


With the kids sing out the future
Maybe, kids don't need the masters
Just waiting for the little Busters



Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #221: November 01, 2016, 11:18:27 PM »
Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito al tema en el foro de planeación <3

Y sin más preámbulos~



Sayi :: 843 palabras
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Mimi Tachikawa :: 973 palabras

Haruhin :: 1353 palabras


Ekha :: 0 palabras

Apple :: 0 palabras
Arence :: 0 palabras

Now, let's carry on with those big HiME dreams...
« Last Edit: August 13, 2017, 02:30:43 PM by Sayi »

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #222: November 11, 2016, 04:56:30 PM »
Primero del mes. Más adelante editaré los iconos y esas cosassdjsj

— Chapter  #30.1

—¡Touché! —

Howl anunció la victoria de la contrincante que mantenía la punta de su florete en el área cardiaca de su rival. Las dos rivales festejaron una reverencia la una hacia la otra antes de apartarse un paso. Estando al centro del gimnasio, las otras integrantes femeninas se habían organizado alrededor del campo de combate para observar el desarrollo del duelo. De cinco duelos, la ganadora final había ganado tres mientras que su rival se había llevado la victoria de dos. La ganadora se quitó la careta de esgrima, su cabellera negra cayó elegantemente en su espalda. Justo cuando se dio la vuelta, la otra chica habló.

—¡Te reto a otro duelo, Alice! —
—…— Alice, quien le seguía dando la espalda a Edea, soltó un suspiro. —¿Es en serio? — No se creía superior a la rubia, pero Edea no se daba por vencida nunca y eso la cansaba.
—Yo creo que por hoy ha sido suficiente, niñas. —
—Ow, pero si sólo he estado calentando. — Edea, se quitó la careta dejando ver su rostro con las mejillas hinchadas al contener aire. Era una chica rubia de enormes ojos azules. —Alice, vamos…— Le dijo con tono suplicante.
—…— La pelinegra estuvo a punto de ceder a la petición. Casi por lástima y por sobre todo por honor. Sin embargo, Howl le puso una mano en el hombro y a ambas les enseñó la hora en su reloj.
—Se nos ha pasado el tiempo. — Acto seguido, dio un par de aplausos indicando una orden. —Por hoy ha sido suficiente. Mañana las espero a todas puntuales. Recuerden que tenemos casi encima el campeonato de esgrima y este año pretendo que decapiten a unas cuantas rivales. — Dijo un sonriente entrenador.

En poco tiempo las integrantes femeninas de la asociación de esgrima comenzaron a dispersarse en dirección a los vestuarios para darse una ducha rápida antes de continuar el día. Howl se despidió de ellas y prontamente se dirigió al gimnasio de adjunto donde estaban los integrantes de la asociación masculina de esgrima de Hanasaki. Con la obstinación de Edea, se había atrasado treinta minutos en aparecerse en el sector masculino.
Después de ducharse y alistarse, Alice salió de los vestuarios y se dirigió a la salida del gimnasio. En el transcurso de llegar a la salida del gimnasio, sintió que su teléfono móvil vibró. Al sacarlo, notó que era un mensaje de Vincent así que no lo ignoraría como sí lo hacía con todos los demás (Especialmente como los de Edea, a quien por salud mental de ambas la tenía bloqueada de todos lados por esas últimas semanas) al atravesar la gran puerta del gimnasio vio que la rubia estaba con la espalda apoyada a la pared externa del edificio. Notó que tenía una mirada distraída mientras observaba el cielo y degustaba un caramelo.

—…— Alice la miró sin expresión, mientras sostenía en una mano su teléfono móvil y con la otra se agarraba la correa de su mochila. Esperó unos instantes a que Edea saliera de su trance pero eso no pasó. Casi estuvo tentada de dejarla botada allí y largarse infraganti pero seguramente la energía asfixiante de la otra la atosigaría el resto de la semana. —¿Qué haces? —
—¿Ah…?— La rubia parpadeó despistadamente. Cuando vio a Alice, con su típico vestuario que no salía de los colores lúgubres, la rubia sonrió al reconocerla. —¡Ah! Miraba el cielo. —
—Ya me di cuenta…— Soltó un suspiro,  cerrando momentáneamente los ojos. —Pero parecías ensimismada súbitamente. —
—Ah… Pensaba… Pensaba en el campeonato. Que queda tan poco…Uh. — Se mordió el labio inferior mientras jugueteaba con un pie pateando el suelo.
—Un momento. No me digas que estás preocupada. —
—¡No! ¿Qué va? Si todos los años nos va super bien y siempre somos mejores que los chicos.
—¿Entonces? —
—Ehm…— Volvió a meterse la paleta de caramelo a la boca, reflexiva. Frunció el ceño y esperó unos segundos antes de volver a hablar. —Pensaba en que todo es tan efímero. Hasta hace poco habíamos competido en el campeonato del año pasado y ahora tenemos esta fecha encima. Pasan muchas cosas durante tan poco tiempo…— Inclinó su cabeza hacia un costado. —Estaba mirando el otro día mi facebook y vi que Daria subió una foto de ella con su prima que tiene como un par de años más que Daria. En la publicación se despedía porque su prima falleció por leucemia y me acuerdo que justo hace un año había visto que Daria subía esa foto celebrando que su prima se graduaba de la universidad. Hoy le ha salido en sus recuerdos de Facebook y coincide con la muerte de su prima. —
—¿Facebook? ¿Recuerdos? — Alice frunció el ceño. —Deja esas cosas de lado. Las redes sociales realmente te perturban. —
—¡Todo porque ni tienes cuenta! —
—Al cabo ni me importa. — Vio que Edea abrió enormemente los ojos. —Me refiero a Facebook, eh. — Aclaró, para no verse como una tirana que no se sensibilizaba por la muerte de otra persona. —…— y como siempre que Alice o uno de sus primos era insensible, se quedaba callada en aquel silencio incómodo que delataba su torpeza social.
—Sí. Mejor dejo el Facebook de lado por un tiempo. — Edea sonrió de medio lado conmovida por la situación de la otra. Luego vio que la pantalla de Alice emitió un brillo ante una notificación. —¡Ah! Pero sí usas mensajes de textos, villana. —
—Que- Es de mi… del señor Vincent. — Alice volvió a prestar atención al aparato. Inmediatamente, para sorpresa de Edea, hizo una muesca de desagrado.
—¿Qué pasa? — La rubia quedó estupefacta con esa reacción de Alice viniendo de un mensaje de su centro de afecto; Vincent.
—Está con ese idiota… En el gimnasio de los retardados. —
—¡Oh! — Edea se emocionó al escuchar la palabra “idiota” por parte de Alice porque sabía que se refería a su primo. La chica no pudo evitar una mirada pícara en sus ojos. —¿Necesita que lo vayamos a buscar otra vez? ¡Dile que sí! Henry está como quiere. — Se acercó tanto a Alice que por poco se acopla sobre ella.
—N-no. — Alice parpadeó, un tanto incómoda por el entusiasmo de su enérgica compañera. —Ese idiota no necesita que lo vayan a buscar… Hoy. — Soltó un bufido. Era increíble como sus imbéciles primos todavía no aprendían a desenvolverse solos en Tokyo. Aunque, bueno, a Edward lo habían dejado tirado en el metro y ya ni Henry quería salir pensando que les podía pasar algo fatal (…)  —Pero quiere que nos encontremos en el gimnasio. Está allá… Eh, supongo que desearás ir. — La pelinegra entrecerró los ojos, indiferente.
—¡Yo no me lo pierdo! — Empinó un puño hacia el cielo.

Las dos chicas rodearon el gimnasio femenino y se dirigieron, Alice caminando desganada pero bien regia, y Edea dando brincos por el sendero, a paso tranquilo hacia el otro gimnasio. Al llegar, inmediatamente recibieron un bufido de parte de un par de chicos que le decían que se fueran porque las chicas no pertenecían allí. Alice se preguntaba como siendo ya mayores de edad se comportaban como niños de cinco años. Las dos vieron al profesor Lancaster conversar con su sobrino y luego vieron que Howl se unía al dúo, se aproximaron a ese grupo.



—Confirmo mi asistencia. — Howl sentenció con un gesto afirmativo, animado. —Después de todo, no hemos tenido una reunión social en mucho tiempo, profesor Lancaster. —
—Uh, ¿Cuándo fue la última vez? — Vincent se puso un dedo en el mentón mirando hacia el techo pensativo. —Creo que fue esa ocasión en que los maestros participamos en la actividad de recaudación de fondo para los alumnos que se iban de gira. —
—Oh, pero eso no cuenta. Yo me refiero a cuando hemos salido como colegas. — El rubio alzó los hombros. —Fue para el cumpleaños del profesor Ayame Sohma ¡Como olvidarlo! — Dejo escapar una risa divertida.
—Ah, cierto. Como olvidarlo. — El otro también sonrió. Notó a las chicas. —Alice, que bueno que llegaste.  Veo que estas acompañada de tu amiga. —
—…— Alice no consideraba amiga a Edea específicamente pero no quería romperle el orgullo allí mismo.
—Eso es bueno. Puedes invitarla hoy en la tarde para el evento en la casa. Si es que está libre, claro está. —
—Yo ya acepté. — Canturreó Howl.
—¿Qué evento? — Y Alice miró a Henry como si éste tuviera la culpa de algo muy muy malo.
—…— Éste alzó los hombros, haciéndose el desentendido. Prefería evitar a Alice.
—No creo que lo hayan olvidado. — Vincent sonrió. —Hoy celebraremos el cumpleaños de Ciel. —
—…— Alice recordó que era el enano Lancaster medio amargado y desagradable. Ni idea de que era su cumpleaños.
—Pero, tío, él no quiere que le celebren. — Dijo Henry.
—No podemos dejar a Ciel de lado. Es su primer cumpleaños aquí. —
—¡No se diga más! Tenemos que hacer que el pequeño Lancaster se sienta lleno de júbilo. — Howl se apoyó en el hombro de su colega inglés.
—Hh. — Vincent se frotó el mentón analizando la cercanía fraterna del otro. Lo conocía desde que hacía clases en Hanasaki pero Vincent seguía siendo tan inglés y Howl tan francés.
—¿Para qué era necesario que nos reuniéramos aquí? — Alice se estaba molestando  ya con la idea de una reunión en la casa que implicara a  más gente.
—Porque quiero que invites a tu amiga, y Henry a…— ¿Tenía Henry amigos? —A algún estimado que él desee... —
—Esto es porque ese señorito no tiene vínculos sociales con nadie, ¿cierto? — Alice soltó un pesado suspiro. No sabía que era más patético, si hacerle una fiesta de cumpleaños a alguien que no quería una o que los invitados de éste alguien fueran básicamente amigos de otros porque éste carecía de amistades propias.
—Oh, no es tan oscuro. Invité a una compañera de su curso aunque Ciel no quisiera.—
—¡Estaré allí temprano, señor Lancaster! ¡Muchas gracias por la invitación! — Emitió enérgicamente Edea.
—Perfecto. — Vincent ya podía sumar a una persona más. —Eh, ¿Henry? —
—No sé. — Y prefirió mirar a otro lado por un momento, volviendo a sus pensamientos. Luego miró a Alice como si esta tuviera la respuesta de los enigmas más ocultos del mundo.
—¿Qué me miras? — Le amenazó.
—No es necesaria la hostilidad, Alice. — Le dijo tranquilamente Vincent.
—Ya. — Ella se cruzó de brazos, mirando a Henry. —¿Qué tal si invitas a ése de allá? — Apuntó a Inigo. No se sabía su nombre. Éste discutía con Ringabel. —Pero al bufón del peinado ridículo, no. —
—No creo que quieran ir a un cumpleaños de un niño…—
—Pero qué tímido. — Howl saltó de Vincent hacia Henry y le apretó ambos hombros. —Por suerte seré tu entrenador esta temporada, además de esgrima te enseñaré a tener desplante y personalidad. —
—…— Tuvo que retroceder un paso por la cercanía de su profesor de esgrima.
—¡Joven Lazward, joven Akselsen! — Les llamó el rubio profesor, dejando a Henry en su metro cuadrado personal en paz. Estos dos se acercaron ante el llamado del profesor y le observaron con incredulidad. —Acompañaran al joven Lancaster a la reunión social del día de hoy. —
—¿Qué cosa? — Inigo parecía más confundido.
—¡Profesor! No es necesario que vayan dos. — Con esto Alice quería eliminar a Ringabel.
—Es fundamental que acompañen a su compañero de intercambio a esta convivencia para que se sienta acogido en nuestra institución. —
—…— Los dos llevaron la mirada hacia Henry, este por no mostrarse incómodo miró hacia otro lado, apreciándose incluso pedante para ellos de un modo mal interpretado.
—No es obligación que vayan…Así que no asistan, por favor.— Dijo Henry, tratando de liberarlos del mal compromiso. Inigo y Ringabel le devolvieron una mirada molesta interpretando que éste era un engreído presumido.
—¿Te molesta nuestra presencia? ¿Es eso? — Inigo fue el primero en encararlo.
—¿Qué?— Henry le observó de reojo —No es eso. —
—No sé si estás ofendido todavía por lo del otro día pero las cosas debes dejarlas pasar. No encuentro sentido a este desprecio. — Inigo se puso en frente de éste.
—No entiendo de qué estás hablando. — El rubio entrecerró los ojos.
—Si lo entiendes pero te haces el interesante. — El de cabello oscuro le mantuvo la mirada y esta vez el rubio también lo hizo. —¿Qué pasa contigo? —
—Es que es de la realeza, por eso no quiere que nos mezclemos con él. — Ringabel apareció entre los dos, irónicamente apoyando a su eterno enemigo Inigo. —Parece que nos repudia por solo respirar cerca. ¿A dónde quedan todos los modales?
—¿Estos son amigos de Henry? — Vincent le susurró discretamente a Alice. El Lancaster mayor lucía brevemente desconcertado.
—Son como moscas, más bien. — Aclaró su hija adoptiva.
—¿Qué tiene que ver eso? — Henry frunció el ceño. No comprendía como su intento de evitar que esos dos fueran a aburrirse a un cumpleaños de niño pequeño había  terminado en una ofensa hacia la especie humana, a la moral y a la religiosidad según ellos.
—Pues si queremos ir es nuestra decisión. ¡Tú no tienes poder aquí! — Ringabel soltó una carcajada burlona tal como si fuera el rey Theoden en su estado de poseído. —Así que tu alta alcurnia, tu vinculo real y tu corona no deciden por sobre nosotros el proletariado. —
—Aquí el único pobre eres tú, Ringabel. Eres el único que tiene que juntar monedas para pagar el metro. — Le cortó Inigo, cruzado de brazos y mostrándose regio ante todos. —Así que el plebeyo debe dejar este asunto en manos de los de caballería real. —
—¿Qué… te pasa? — Ringabel se vio tocado en su orgullo, un tic se apoderó en su ceja. Luego recordó cierto detalle del siempre galán Inigo. —¿Por qué mejor no te vas a bailar danza gitana? — El rubio sonrió victorioso al ver como el otro se descompensaba allí mismo.
—…— Inigo se vio incómodo con ese comentario. Los maestros pudieron percibir levemente un rubor en las mejillas de Lazward. —C-Cállate— Le dio un codazo a Ringabel, avergonzado. De pronto viéndose demasiado tímido a contra parte de su figura siempre casanova. Pronto recuperó la compostura.
—Esto no está llegando a ninguna parte. — Howl meneó la cabeza.
—Si Hallelujah no estuviera ausente por el viaje a la casa de su tía no te opondrías a que él acepte la invitación porque él es el tipo de chambelán que necesita una persona como tú. —
—¿Qué? — Es que Henry no entendía el punto de Inigo.
—Es por el modo engreído y pedante que tienes para dirigirte a nosotros. — Encaró Ringabel
—…— Ni se había dado cuenta de que podía verse de ese modo. —No era mi intención.— Notó que los otros dos se vieron más complacido ante su sumisión. Era un paso. —Si quieren ir, vayan. Si no, no.— Y notó que de nuevo se reavivaban los fuegos en ellos.
—¡AH! Con que mostrándote hipócritamente empático y altruista para luego dar la puñalada al corazón mostrándote engreído otra vez. — Dijo Ringabel, apuntándolo con su índice.
—…— Henry se giró hacia su tío. —¿Qué hice ahora? — Le preguntó con autentica inocencia y ansiedad.
—Déjamelo a mí.— Vincent se aproximó hacia Ringabel e Inigo. —Estimados, me conmovería complacerme con la presencia de ambos en la ceremonia de cumpleaños de mi sobrino menor. Sería un júbilo contar con ustedes dentro de nuestros invitados. —
—¡Que uno está demás! — Repitió Alice. Edea le secundó, a Alice porque no le simpatizaba Ringabel y a Edea porque no le simpatizaba Inigo.
—Oh, sí lo dice de un modo tan cordial… ¿Quién se puede negar? — Ringabel fue el primero en caer, tentado por la palabra ceremonia donde suponía que habría un banquete que degustar. Recibió una elegante invitación escrita por parte del mayor.
—Hm, supongo que sería descortés rechazar. — Con más orgullo, Inigo aceptó de un modo más caballerezco. Sonrió con amabilidad. —Allí estaremos. — Observó a Henry. —Debes aprender de tu familiar. — Dijo cuándo aceptaba la misma invitación escrita que le habían dado a Ringabel.
—…— El rubio sintió auto desprecio, no por poca autoestima, sino, por la necesidad de desaparecer del mundo pronto para no tener que tener esa anarquía social otra vez. Pero estaba muy equivocado, porque desde entonces Ringabel y Inigo lo tratarían como el noble pedante e imperialista que abusa de los más desahuciados. En tanto, ellos se ubicarían en el rol del caballero que viene a defender a los pobres tal Robin Hood (en el caso de Inigo) y el anarquista medio rojo (?) que proviene de la clase social labradora y que busca equidad social (en el caso de Ringabel) tomando ambos por enemigo natural a Henry.




—¡Woha! — Los ojos azules de Edea brillaron llenos de emoción. Estaba justo a la entrada de la, ahora renovada, mansión Lancaster. Su enorme edificación y todos los lujos que tan siquiera podía percibir desde ya dejaban a la rubia desconcertada. (como referencia, algo así pero no tan grande (?): click click clik) —¡Está mucho más grande y majestuosa que la versión anterior! — Pues Edea había visitado a Alice en esa misma mansión antes de que llegaran sus parientes. Tiempos en que la arquitectura estaba dejada un tanto de lado.
—Todo ha sido por culpa de esos señoritos. — Refunfuñó la más alta. Sorpresivamente, un mayordomo abrió la puerta para hacerles una cordial invitación a entrar a la mansión. —…— Alice parpadeó un tanto confundida. Más cuando vio a algunos estudiantes en el interior vestidos de servicio.
—¿Uh? — Edea notó el despiste de su compañera de esgrima.
—Te cuento ahora— Vincent había salido de la nada, saludó a Edea y pidió unos segundos a Alice para decirle lo siguiente. —Tuve que contratar personal de improvisto. Eh, más bien sobornar a algunos estudiantes… Mi padre le pidió a uno de sus hombres de confianza que asista al cumpleaños de tu primo para que fiscalizara que estoy cuidando a sus nietos como merecen. —
—Comprendo.— Alice asintió. Debía actuar como si esos empleados-estudiantes fuesen parte del personal del hogar desde siempre. La primera palabra que se le cruzó en la mente para el abuelo de esos chicos fue una denigración. Lo despreciaba por tener a Vincent entre la espada y la pared desde que los nietos de Lord Lancaster habían llegado. Fue en eso que la pelinegra notó a cierta muchachita bajita de cabellos rubios. Lucía un adorable traje mori.  —¿Okamura? — La reconocía por ser estudiante de química, de curso menor, la cual solía seguir a Vincent como un polluelo desamparado.
—Liddell-san— Ella hizo una reverencia, tímidamente.
—Invité a la señorita Okamura al evento, pensando que podía conversar con Ciel.— Indicó el profesor.
—…— Alice pensaba en que momento alguien tan tímida como ella entablaría comunicación con alguien tan pesado como ese niño. Además, aunque Okamura luciera de catorce años, ella ya tenía diecisiete. Dudaba que Ciel se sintiera cómodo hablando con una adolescente mayor a él. Alice estaba por darse un facepalm pero la buena intención de Vincent la colmaba. Edea llegó hacia ella y Vincent las hizo ingresar al salón mientras llegaban el resto de invitados. Un estudiante de química le sirvió sidra en copa a Alice y compañía y esta se sintió demasiado incómoda de ser atendida por un compañero de clase.  Entre el gran salón y la sala, un grupo de músicos tocaban piezas clásicas que armonizaban el ambiente. Los reconoció como los miembros del club de música. —…—



—Vamos, Alice. Esto no está mal. — Le animó su compañera. —Tienes un bonito hogar y seguramente tus primos están felices de toda esta atención. Si pudiera, yo también ayudaría. —
—Eso lo dices porque quieres conocerlos y estimar cuál de ellos es más atractivo. Lamento desilusionarte, pero el mayor es un apático, el que le sigue un desviado, el otro es un obstinado y el cumpleañeros está en la edad difícil.
—No creo que esa apreciación negativa sea acertada….— Balanceó el líquido de su copa. —¿Dijiste desviado? — En ese momento, el mayordomo dirigió a dos personas al salón, las dos chicas rubias miraron en esa dirección, Edea curiosa y Nino retraídamente, Alice, en tanto, parecía más señorial y fría que todas. Edea fue la primera en desilusionarse. —Ah, esos dos. —
—¿A quién esperabas? — Ringabel soltó un suspiro. Con Inigo, se habían perdido en el camino hacia esa monumental mansión. Ambos lucían trajes de etiqueta como se les sugería en la invitación. Aunque su vestimenta calzaba más al estilo formal-casual. Ringabel iba a decir algo más pero se quedó atónico contemplando todo a su alrededor, desde los muebles, la lámpara de araña, el reloj de péndulo, las copas finas, la vajilla de plata, los cuadros de óleo, las cortinas de seda. Todo era demasiado lujoso para él y era primera vez que estaba en un lugar así. En modo automático, se sentó en uno de los sitiales de la sala. Vio que un camarero muy joven le extendía una copa y la tomó.
—Qué bueno que haya presencia femenina.— Inigo se situó entre las chicas cómodamente. Notó a Nino quien era nueva y le sonrió con encanto, ella se abochornó. —Dama Alice, su hogar es fenomenal. Podrías invitar más seguido. —
—Ya va a salir…— Edea giró los ojos, molesta. No es que le molestaba cuando alguien le coqueteaba a Alice, sino más bien era Inigo el que la fastidiaba. Despreciaba esa personalidad casanova que tenía y que lo hacía coquetear con todas. Le caía mal. Enfocó su mirada en Alice otra vez. —¿Ya van a llegar tus primos? —
—Deberían estar por llegar. —
—Pero, ¿Tienes primas? — Preguntó Inigo, sutilmente.
—Sí. Pero no aquí. Están en Gales, otras en Inglaterra, una creo que en Escocia.  Otras en Francia. —
El joven que hacía de mayordomo volvió a ingresar en el salón acompañado de una nueva persona, éste aclaró su voz —El señorito Edward Lancaster. — 



Los presentes se quedaron mirando hacia esa dirección notando a un joven de largas piernas, cabellera rubia y de regia postura, sus ojos eran azules parecidos a los de Edea. Alice se tensó no por la presencia de su primo sino por el trato y presentación tan ridícula. Edea, Nino, Inigo y Ringabel parecían confundidos porque era primera vez que estaban en una situación protocolar que sólo la habían visto en las películas Disney o de reyes.
—¿Por qué a nosotros no nos presentaron, Inigo? —
—No somos de aristocracia... — Entrecerró los ojos, medio molesto.
—¿A ustedes tampoco? — Insistió Ringabel mirando a las chicas, como queriendo que se repita todo el protocolo con las presentaciones de ellos.  —¿Por qué no está Henry aquí? ¡Ah! Seguro ese canalla no está aquí en estos momentos porque quiere llegar después y ser presentado como un rey. —
—…— Edward parecía más embrollado que todos. No por la presentación pues de eso acostumbraba sino por, ¿Qué acaso estaban celebrando algo?
—El cumpleaños de Ciel. — Le informó acuciosamente Alice, antes de que el rubio forjara preguntas.
—Hm…— Francamente no lo recordaba. Fue hasta ese grupo de personas y tomó asiento en un individual sitial de terciopelo carmesí y madera blanca tallada en diseños nobles. El camarero le ofreció una copa la cual aceptó.
—¡Un Lancaster! — Edea saltó en su sitio, emocionada. Por fin conocería a otro de los primos de Alice. Era como un sueño. —Al fin conozco a uno de tus familiares. — Ella se ruborizó ligeramente.
—Técnicamente, no somos familiares…— Aclaró Alice. No quería vinculación con ese ser.
—Mi modesta Alice, siempre apelando a su origen humilde, pero somos como familia. Yo así lo considero. — Dijo Edward, con una sonrisa ladina en los labios. Le dedicó una mirada seductora a Edea la cual se sintió fascinada con ello. No podía comparar los intentos fallidos de Inigo con el supremo encanto de príncipe de ese nuevo primo de Alice. Edward posteriormente observó su copa y no miró a nadie más pues no le interesaba nadie y volvía a centrarse en él mismo. De todos modos, lanzó una pregunta trivial por ocio.   —¿Amigos de Alice, supongo? —
—Yo, sí. — Edea se señaló, posesivamente. —Ellos dos son compañeros de esgrima, y la joven es invitada del profesor Lancaster. —
—Cada uno tenía que traer invitados, ¿Lo recuerdas? — Le dijo Alice, casi en reproche. Porque veía que Edward no se acordaba del evento ni tampoco trajo invitados como le había pedido Vincent a todos.
—Ah. — Dijo sin interés. En su mente pensó “A mí no me dijeron que invitara a gente…sino invitaba a los de la base” pero ya le demandaría a su familiar a solas.


Mientras los más jóvenes se situaban en ésa área de la primera plana de la mansión a esperar a los demás invitados, en la zona de cocinerías un grupo de estudiantes preparaba los platos que se degustarían en esa velada. El chef  dictaba órdenes, preparaba los detalles, analizaba una y otra vez el menú, veía que todo estuviera perfecto, iba y venía de un lado a otro. Sus ojos eran de color calipso y su cabello era rubio. Al hablar, se le apreciaba un acento italiano.
Impaciente, miraba la puerta que conectaba el exterior posterior de la mansión con la cocinería. Su desazón se vio complacida cuando notó que un joven de cabello negro, tez pálida y ojos color oliva ingresaba por ella. Éste lanzó una bolsa sobre la encimera y al rubio pareció volver la ansiedad de golpe.

—¡Ten más delicadeza, Avilio! — Apretó la bolsa como si se tratase de un recién nacido al que acababan de lanzar al río. Sacó de su interior tres frascos de especias. —Ah, sagrado romero. Benedetto, benedetto rosmarino—
—…— El que se llamaba Avilio se apoyó en la pared y tuvo la intención de encender un cigarrillo pero una chica de ojos color magenta se lo desposeyó sin prisa y lo lanzó a la basura. —…— El pelinegro la observó indiferente.
—No puedes fumar aquí adentro. — Dijo la chica rubia. Era alta y de una figura notoriamente bien esculpida. Esta se giró hacia el rubio. —Aldini, apresúrate. No quiero que quede nuestro curricular manchado. —
—Eso no sucederá, Nakiri. — Aldini se mostró orgulloso. —Dejaremos en alto nuestro honor y labor. Este evento nos sirve para nuestro curricular a futuro y sé que será bien visto nuestro desempeño por la universidad.

Aldini y Erina Nakiri eran compañeros de carrera. Los dos estudiaban Gastronomía en Rizembool. El tal Avilio, no era nadie, sólo un conocido de Aldini que se había venido de Italia poco después que el rubio y se había vuelto en su parásito personal. Por último, había una cuarta persona que estaba en silencio, su cabello era platinado y sus ojos grises. Eishi Tsukasa era estudiante de Rizembool también pero no de Gastronomía, de hecho su carrera no tenía que ver en ese rumbo. Sólo había sido el contacto entre el tipo que buscaba comensales para el banquete y el par de estudiantes (y el tercero, que hacía de chico de los mandados pero que no estudiaba en ninguna parte) de Gastronomía.

—Hm, yo creo que ya podrías retirarte, Tsukasa. — Aldini meneó la mano, mirándole en menos. Lo cierto es que le tenía cierta envidia al de cabellos plata.
—No. Le he dicho que se quede. Dispondrá las salsas. Nadie lo hace mejor… que él. — Dijo Erina muy a su pesar. Alzó los hombros y siguió en lo suyo.
—Ah, bueno… Si tiene algo de talento. — El rubio bufó. —Aunque, Tsukasa, no entiendo como alguien a quien le gusta tanto la cocinería se dedica a  estudiar algo con armatostes y números. —
—...Eh— Eishi no apartó la mirada de la salsa mientras reflexionaba en aquello dicho por Aldine. Varios lo destacaban como un excelente chef y a veces se presentaba en las cocinerías de Rizembool cuando algún estudiante le pedía consejo y él le mostraba como proceder. Sin embargo, no estudiaba Gastronomía aunque le fascinara el arte culinario. —Mi padre quería que estudiara Ingeniería Mecatrónica Robótica… Se lo prometí. —
—¿Cuándo termines piensas estudiar Gastronomía? — Preguntó Aldini entre curioso y preocupado que de pronto le saliera un rival del nivel de Eishi.
—No creo. — Eishi prestó notoria atención a las salsas. Si bien era la carrera que había querido estudiar ahora lo veía muy lejano por cosas de tiempo.
—Oh, pero de todos modos tu carrera es interesante. Supe que están en un proyecto de—
—Meno parole e più lavoro... — Susurró Avilio.
—¡A meno che non si dovrebbe dire! non aiuta niente e sono un sciolto. — Aldini se había molestado por el tono en que el otro le había hablado.
—No van a empezar a discutir en italino. — Erina los regañó a ambos, severa. Los italianos, cualquiera que fuera y donde quiera que fuera, discutían acaloradamente. Conocía a varios que cuando iniciaban disputa no paraban y llamaban la atención de todos.  —O se largan a atender sus asuntos afuera. — Cuando ella señaló hacia la puerta que se encontraba abierta, los  chicos se asombraron de ver que alguien se asomaba por allí.
—Buenas. — Howl entró por esa puerta perturbando a los comensales.
—¿Viene a dejar algún pedido? — Le preguntó Aldini a Erina.
—Yo no he pedido nada más. ¿Tú? —
—No. —
—Oh, no. No es por eso que estoy aquí. Verán, yo soy invitado del señor Lancaster. — Dijo jovial y alegre. —Somos colegas de trabajo. —
—Ah, mira…— Erina ya no le prestó más atención y volvió a lo suyo.
—…— Aldini que era un poco más educado (y tenía más tacto) la observó por unos santiamenes y luego enfocó su atención en el nuevo presente. —Los invitados están hacia allá— Y señaló la puerta que conectaba con el interior del palacete. —Creo que ya están llegando. —
—Perfecto, he llegado a tiempo entonces. — Asintió. —No quise entrar por la puerta principal para no distraer a nadie. — Fue hasta la puerta que le indicó Aldini y antes de irse por completo se giró hacia ellos. —Verdaderamente la fragancia de la preparación es atractiva. Seguramente todo les quedará muy bien. Con permiso. —
—Addio. — Se despidió Aldini. Pronto Howl se perdió de vista.
—Qué extraña manera de un invitado para llegar a un evento de importancia. — Dijo Eishi, pensativo y extrañado.
—Quizá no quería llamar la atención, como ya dijo. — Aldini le restó importancia. Pronto todos volvieron a lo suyo y Avilio salió de la cocinería a encender un cigarrillo en el exterior.
« Last Edit: January 19, 2017, 08:31:32 PM by Kana »


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #223: November 20, 2016, 09:49:42 AM »
Uhh, quité una escena y aun así *sigh* Perdón por lo largo...

28


Luego de la aparición del Rebel, todos tuvieron un fin de semana más tranquilo. El domingo pasó sin acontecimientos y sirvió de descanso antes del inicio de otra ajetreada semana. Reimu muy felizmente reportó que no encontró otro freeloader en sus habitaciones en el templo y Dakki subió fotos del spa local que se había convertido en su favorito. Pequeños detalles así animaron a todos y despejaron las preocupaciones que se habían acumulado, al menos momentáneamente.

Y llegó el lunes en la mañana, el cual inició con una reunión importante en un café fuera de ambas instituciones. Fue el momento de la verdad, y este no se hizo esperar.

"El resultado salió positivo," reportó Dojima a los jóvenes sentados frente a él, quienes recién habían recibido sus respectivos desayunos.
"Ohh..." Horikawa se impresionó.
"¡¿Lo ven?! ¡Lo sabía!" Urashima se entusiasmó. Él agarró a su leal tortuga y la alzó encima de él. "¡¿Lo oíste, Kamekichi?! ¡Ya no existen dudas en el camino! ¡En verdad está ocurriendo! ¡Finalmente!"
"Comprendo tu estado de ánimo, pero te pido que te calmes," el detective dio un suspiro. "Estás realizando un escándalo."
"¡Perdón! ¡Me va a tomar esfuerzo tranquilizarme!" Urashima sonrió ampliamente quitando validez a su disculpa.
"Urashima, tienes que comportarte, por favor," Horikawa se frustró un poco. "Sé que esto nos ha sorprendido, pero..."
"No es que me haya sorprendido, ya lo sabía," el menor se animó. "Y no solo yo. Todos lo sabíamos. Esta es la última prueba de muchas más recolectadas por años," miró al detective frente a él, con una sonrisa de oreja a oreja. "¿No es verdad, tío?"
"Urashima, sé más respetuoso con el señor Dojima," le reclamó Horikawa.
"Está bien, he sido un allegado del señor Kotetsu por muchos años, supongo que la familiaridad resulta inevitable a estas alturas," Dojima negó y sonrió un poco cansado. Ya estaba acostumbrado a la forma de ser de ese chico.
"Y por ello mismo, tú no deberías estar sorprendido," dijo Urashima a su amigo.
"Lo habremos esperado, pero siguen siendo noticias sorprendentes," el pelinegro sonrió incómodo. "No puedes tratarlo como si sólo fuera algo de qué alegrarse. Es un tema complicado."
"Uhh no me gusta que todos me digan eso," Urashima hizo un puchero.
"Tienes que comprender que es verdad," Dojima tomó la palabra. "Me he reunido con ustedes para mantenerles informados y precisamente para dejarte entender de la seriedad del asunto. Tu padre me ha dado un mensaje. Dice que un viejo amigo le ha dejado entender que casi te ves envuelto en una pelea ajena durante el fin de semana..."
"Ihh..." El rubio se tensó. "¿S-se enteró?"
"Shinkouhyou debió habérselo dicho," el pelinegro se puso a pensar.
"Escucha, Hanasaki y Rizembool son institutos muy peligrosos. Podrás tener gran habilidad con las espadas, pero esta pelea no te corresponde, sin importar las circunstancias. Te aseguro que tu padre está preocupado por ti y debes tener mucho cuidado."
"Hmm..." Urashima bajó su mirada. "Lo sé... Debo haber preocupado a todos... pero quisiera que dejaran de preocuparse tanto por mí y se dieran cuenta de la situación."
"¿A qué te refieres?" preguntó su amigo, confundido.
"Estamos en un momento muy importante, con estas noticias, con todo. No puedo ser el único aquí."
"Entiendo lo que dices, pero..." Horikawa se apenó un poco. "Debes comprender que tus parientes tienen muchas obligaciones. Realmente tú eres el más libre."
"Pero..."
"No vas a estar sólo, Urashima," le aseguró Dojima.
"¿Eh? ¿En serio?" este se sorprendió.
"Tu padre ha recibido un pedido de uno de sus allegados que radica en esta ciudad," el mayor se cruzó de brazos. "Por ello, planea estar llegando en alrededor de dos semanas. Dijo que también es mejor que se instale momentáneamente aquí para poder vigilarte más de cerca."
"Y-ya veo..." si bien Urashima empezó alegrándose, pasó a inquietarse. Era muy posible que estuviera molesto con él.
"Tu hermano también está pronto a terminar con unas competencias en el extranjero y espera venir lo más pronto posible. Podrá querer ocultarlo, pero estoy convencido que se encuentra tan entusiasmado como tú."
"Sí, estoy seguro de ello," Horikawa asintió.
"Hehe, me alegra," el menor volvió a sonreír y abrazó a su tortuga. "¿No es genial, Kamekichi? Toda la familia va a estar junta. Espero que mamá se apunte, hace tanto tiempo que no la vemos."
"No tengo información sobre ella, pero no me sorprendería que se aparezca," dicho esto, el detective recogió su saco de la silla de al lado y se levantó. "Debo irme."
"¿No quisiera acompañarnos a desayunar?" le preguntó Horikawa.
"He tomado desayuno temprano y tengo trabajos de los cuales encargarme."
"Es una lástima, ojalá la próxima," Urashima le sonrió y el señor comenzó a marcharse, pero entonces, se detuvo súbitamente.
"Ah, antes que se me olvide," Dojima negó frustrado al recién recordar un importante mensaje. "El señor Kotetsu me pidió que les dijera que él se encargará de todas las formalidades del asunto, y que ustedes deben permanecer callados hasta que él llegue. En pocas palabras, no se les ocurra compartir este asunto con absolutamente nadie, ¿han entendido?"
"Estoy consciente de ello, descuide," Horikawa asintió, sonriendo decidido. Sin embargo, a su costado, Urashima se notaba inquieto.
"T-tiene sentido, pero... ¿por qué tenemos que esperar más tiempo? Creo que con la seriedad de todos me estoy perdiendo de algo, pero..."
"Sin peros, serás una buena persona, pero no eres el mejor para lidiar con esta situación. Tu repentino ingreso en Hanasaki ya ha sido muy excesivo," Dojima tuvo que llamarle la atención y dio un pesado suspiro. "Sé un poco más paciente y confía en tu padre. Nunca se sabe cómo otros se pueden tomar las noticias. Debes entenderlo."
"Sí..."
"Que tengan un buen día, con permiso."

Sin más que decir, Dojima se retiró del establecimiento. Horikawa decidió comenzar con su omelette antes de que siguiera enfriándose, y notó a Urashima meditativo.

"En verdad no te queda ese look," comentó el pelinegro con una sonrisa entretenida. "Casi escucho a los engranajes de tu cabeza rechinar."
"Ihh, no seas malo, Horikawa..."
"No tienes de qué incomodarte. Con estos resultados, sabes que todo ha salido como esperabas, así que concéntrate en ser paciente y en aquella reunión que tanto habías añorado. Verás que estará bien."
"..." notó que su amigo estaba tratando de animarle y asintió. "Lo sé, y estoy feliz, en verdad... es solo que ando un poco preocupado... si ellos están envueltos en algo tan peligroso, deberíamos hacer algo, ¿no lo crees?"
"Eso no quiere decir que debemos saltar en su auxilio. Puede que de ese modo sólo terminemos causando más problemas."
"Pero..."
"Hay muchas cosas que se pueden hacer sin la necesidad de involucrarse. Ahora no te preocupes, que no vas a cambiar nada así."
"..." le miró con leve reproche. "No puedes limitarte a analizar las cosas tan fríamente."
"Es lo mejor en estas circunstancias. Pero confía un poco en ellos. Es su misión y su pelea, y con tal que estemos ahí para apoyarles, debe ser más que suficiente."
"..." le tocó asentir. "Espero que todo esté bien."
"Lo estará de algún modo u otro. Ahora anímate, que tú eres el que pone el buen humor, no lo olvides. Estamos iniciando una nueva semana, y hay que comenzarla de la mejor manera."
"Está bien," al recibir el apoyo de su amigo, Urashima se animó y sonrió un poco. "Vaya, a veces no sé qué haría sin ti."
"Sí, yo también me pregunto lo mismo."
"O-oye..."
"Haha, bromeo, por supuesto."

Al haber podido animar a Urashima, Horikawa procedió a desayunar ya que no debía llegar tarde a ninguna de sus clases. Durante la merienda, se pasó escuchando las distintas ocurrencias de su amigo y previniendo que este fuera a alimentar mal a su tortuga con su propia comida.

Pero él también tenía sus propias dudas, aunque, como Urashima comentó, eran más 'analíticas'. Seguía meditando sobre aquel incógnito francotirador que detuvo el ataque del Rebel. Los demás apenas se expresaron con duda sobre el suceso, pero no le rindieron mucha importancia. Puede que sea algo en cierta medida 'esperado' del misticismo de Rizembool, pero el pelinegro seguía encontrando interés en el asunto, en parte por saber de quién se trataba ese atacante...

Sus propias investigaciones sobre Hanasaki y Rizembool debían continuar para prevenir otras sorpresas y asegurarse de tener algún control sobre ese nuevo e incierto ambiente a donde su inocente e idealista amigo había decidido llegar. Y mientras tanto, deseaba casi desesperadamente que este cumpliera con el pedido de mantener la boca cerrada...


A casi las once de la mañana, y luego de terminar su propia clase, Komaeda se encontró con Hajime para acompañarle a su primera clase en la universidad. Su primer día sólo consistía de dos clases, con una a esa hora y otra en la tarde, por lo cual tendría un ritmo pausado que no le sería muy pesado.

"Estamos por llegar. Como puedes ver, esta primera clase está cerca de tu residencia, pero no te confundas con el edificio aledaño que tiene una estructura muy similar. Ese parece ser un problema común," reportó Komaeda, sonriendo y caminando a un buen paso, feliz de la vida.
"Ya lo sé, ayer me dediqué a pasear por el campus para ver dónde tendré mis clases," Hajime se notaba frustrado. Si bien apreciaba la dedicación que le daba Komaeda, luego de pasar tanto tiempo internado en el hospital, lo último que quería era que alguien le siguiera tratando de forma especial. Sólo esperaba que Komaeda no se lo tomara a mal... y se frustró al notar cómo el rostro del otro se iluminó de suma alegría.
"¡Pero por supuesto que lo sabes! ¡Hinata-kun siempre ha sido tan excepcional! Tan digno, trabajador, dedicado... ahh... en verdad no te llego ni a los talones..."
"¿Por qué siempre tienes que comportarte así?" Hajime negó repetidamente. "Si estás aquí es porque también tienes méritos. No andes posicionando a las personas en categorías distintas."
"Me siento muy halagado de recibir tu consideración, Hinata-kun," Komaeda sonrió ampliamente. "Nunca me consideraré como tu semejante, pero si eres tú quien lo dice, entonces quizás sí haya esperanzas para mí después de todo. Ya que, si eres alguien tan prometedor y resaltante..."
"No empieces de nuevo."
"Mis disculpas. Tan sólo espero que sí hayas podido descansar lo suficiente durante este fin de semana..."
"Sí, más bien diría que demasiado..." el pelimarrón se rascó la nuca con inquietud. "Desde que salí de alta hasta el sábado por la noche casi no hice más que dormir. Temo que, si fuera a descansar más, terminaré durmiéndome para siempre. Por ello quiero comenzar con clases y actividades lo antes posible."
"Eso mismo estamos haciendo, no te preocupes," Komaeda asintió con muchos ánimos. "Me hubiera gustado visitarte el sábado para asegurarme que estabas bien y verte dormir profundamente..."
"Eck-" el otro le miró entendiblemente perturbado.
"Pero tuve que atender un evento especial en la casa de mi HiME en donde se apareció otro Rebel y espléndidamente destruyó su azotea…"
"Eck-"
"Además que me faltaban terminar unos ejercicios de cálculo..."
"O-oye, ¿cómo puedes andar diciendo estas cosas tan libremente?"
"¿Hm? Pero Hinata-kun, todos en la universidad deben tomar al menos un nivel de matemática avanzada."
"¡No me refería a eso!"



Ni bien Hajime terminó de exclamar, notó que una chica los miraba frente a la puerta de su primera clase. De inmediato la recordó. Era esa tal Mai, quien se veía tan inmutada como siempre. A su costado estaban sus dos amigos, con Hotarumaru mostrando a Yukko una app en su celular.

"¡Ohh, te toca con ellos, qué afortunado!" observó el Rebel, maravillado. "No vas a comenzar con tu clase solo."
"..." Mai miró a los dos. "Primer día..."
"Eh, sí..." esa mirada incesante e inexpresiva de la chica empezaba a poner a Hajime con los nervios de punta. "¿T-tengo algo en el rostro?"
"No..." ella negó y siguió mirándole. "Es sólo que las palabras de tu amigo peliblanco fueron muy reveladoras. Ya me parecían ser demasiado unidos, pero lo son más de lo que pensé."
"¿Eh?" Hajime se frustró tremendamente. "Ignórale, a veces no sé qué obsesión tiene conmigo, pero no le des importancia."
"Muy tarde," sentenció la chica. "Ahora los shippeo."
"¿Q-qué?"
"¿Nos shippeas?" Komaeda se sorprendió y sonrió con humildad. "Es un gesto noble de tu parte, pero alguien tan inferior y despreciable como yo nunca se merecería a un prodigio como mi estimado Hinata-kun..."
"¡Párala, Komaeda! ¡Maldición!" Hajime terminó estallando, y eso llamó la atención de los otros dos.
“Mo…” Hotarumaru se vio mínimamente sorprendido y despegó sus ojos de su celular para mirar a los recién llegados y saludarles con una sonrisa. “Ohh, buenos días. Hinata-kun, es tu primer día, ¿verdad? Felicitaciones.”
“Eh, gracias, Hotarumaru,” este sonrió incómodo. “Perdón por levantar la voz.”
“Está bien, es bueno que tengas energías.”
“S-sí, lo mismo digo,” comentó Yukko, quien todavía no dejaba de enfocarse en aquel diminuto y sumamente adorable ‘mo’ que dijo el pelicenizo al verse sorprendido. A ese ritmo, Hotarumaru le iba a dar diabetes.
“¿Qué están mirando en tu celular?” preguntó Komaeda, asomándose al dispositivo.
“Le mostraba a Yukko mi cuenta de Pokemon GO,” explicó el menor. “Ella no ha jugado el juego todavía.”
“Sí, no hubiera pensado que Hanasaki-chan sería de esos hípsters que se sienten sumamente orgullosos de no hacerlo,” observó Mai.
“Ihhh, créeme que si pudiera lo jugaría. Ya lo dije antes…” Yukko se lamentó.
“Yukko tiene un Smartphone de Windows. Por ello, no puede bajarse la app,” reportó el pelicenizo, con leve tristeza.
“Qué mala suerte. Pokemon es de nuestra generación. Es casi obligación jugar el juego,” comentó el Rebel, haciendo sentir a Yukko aun peor inconscientemente.
“¿Pokemon GO?” preguntó Hajime, confundido.
“Oh, tenemos otro hípster entre nosotros,” observó Mai.
“N-no soy hípster. Recién he salido del hospital. Me he perdido de mucho,” el pelimarrón se molestó un poco.
“M-Mai dice cosas así, no le tomes muy en serio,” Yukko sonrió incómoda.
“Hinata-kun, entonces tengo que descargarte la app en tu celular,” dijo Komaeda, animado. “Es muy divertido y sé que te gustará.”
“No lo sé, recién estoy empezando clases, podría distraerme…”
“No toma mucho tiempo jugarlo,” dijo Hotarumaru. “Después de esta clase, íbamos a salir a pasearnos por la ciudad para atrapar Pokemon. Pueden venir con nosotros.”
“Ah, nos encantaría, pero tenemos el almuerzo planeado,” dijo Komaeda.
“Vaya, me gustaría salir a pasear. Ni siquiera sé qué tienes planeado para nosotros,” Hajime miró a su amigo con leve reproche.
“Es una sorpresa.”
“Está bien, comprendemos,” Mai asintió. “Es importante para nosotros respetar la privacidad que ambos necesitan al estar juntos.”
“Muchas gracias por tu comprensión,” agradeció el Rebel.
“¡Maldición! ¡No digan esas cosas!” el pelimarrón ya no sabía qué decir.
“Hehe…” pese a las insistencias de que Rizembool era un lugar lleno de peligro, Yukko notaba cómo todos se llevaban bien y no eran tan radicalmente distintos que personas de otros lados. Hasta aquel Rebel era muy ameno y agradable, y seguramente nunca iría seriamente contra su HiME…
“Bueno, les dejo. Su profesor acaba de ingresar, así que debe estar por iniciar la clase,” dijo Komaeda.
“Ah, antes que se me olvide,” Mai le detuvo. “Tenemos que quedar para continuar con nuestro trabajo en conjunto de explosivos.”
“Por supuesto,” Komaeda asintió. “Mi horario es flexible, así que estoy a tu disposición. Y ya de por sí, gracias por ayudarme haciendo armas que usaré en contra de mi HiME. ¡Eres una gran y estimada contribución a la guerra entre Rizembool y Hanasaki!”
“¡¿Qué demonios?!” Hajime se indignó.
“Ihh…” y Yukko se quedó en shock. Justo cuando se animaba de la ‘felicidad’ en su entorno…
“Hinata-kun, no reacciones así,” dijo Komaeda con un tono tranquilo. “Es perfectamente normal.”
“¡No lo es! ¡Nada de esto lo es!”
“Bueno es verdad…” el Rebel desvió su mirada, pensativo. “La mayoría de personas no dan el esfuerzo adicional de participar en una guerra que enriquece las capacidades humanas. Por ello, mi estimada compañera de explosivos es excepcional.”
“Sí, soy excepcional,” Mai asintió, inmutada.
“Q-qué rayos tienen metido en sus cabezas…” Hajime miraba a los dos con gran escepticismo.
“Que tengas una excelente primera clase. Volveré cuando hayan terminado, Hinata-kun,” el peliblanco se fue caminando tranquilamente.
“M-Mai…” Yukko se inquietó. “N-no vas a atacar también a alguien, ¿verdad?”
“Soy investigadora,” explicó ella con simpleza. “El que se va a ensuciar las manos siempre será Komaeda.”
“Ahh… siempre supe que era un chiflado, pero ahora sí que me ando preocupando…” Hajime negó repetidamente con gran frustración.
“Ehm…” Hotarumaru frunció el ceño, incómodo. “El profesor está por cerrar las puertas… deberíamos entrar…”

Ello terminó despejando bruscamente el tema ya que era momento de prestar atención a la clase. Hajime dio un suspiro y siguió a los tres a sentarse en la parte de atrás del auditorio. Fue muy distinto a su ingreso en Inglaterra, ya que sólo entró al salón como cualquier estudiante a tomar asiento e integrarse sin bombos ni platillos. Fue raro notarlo, aunque extrañamente agradable.

El profesor inició retomando el tema de la clase pasada y haciendo una breve recapitulación para arrancar con conceptos nuevos, cuando en eso, Hotarumaru se le dirigió.

“Hinata-kun…” le susurró. “Soy nuevo también, pero me he puesto al día, así que si necesitas de ayuda, puedes contar conmigo, ¿sí?”
“Gracias pequeño…” sonrió un poco.

Pese a recién andar comenzando, ya se sentía muy cómodo y bienvenido al ambiente.


Luego de terminar con sus primeras dos clases de la mañana, Sora tenía varias horas libres para almorzar y estudiar antes de asistir a su club de voley en la tarde. Sin embargo, pese a continuar con su promesa de no faltar, el presente día no le ofrecería de descanso, ya que debía comenzar con una impuesta tutoría. Durante la reunión en la casa de Cho durante el fin de semana, Larsa le dijo que iría a su habitación para ayudarle, por lo cual Sora fue de regreso a su ambiente. Aunque, lamentablemente, no iba a ser su amigo quien estuviera a cargo de la tutoría, ya que, ni bien abrió su puerta, se encontró con su peor pesadilla.

“Estás tarde,” anunció Jakob tajantemente. Él le había esperado tan cerca de la puerta que no le dio tiempo a Sora de siquiera pensar en huir al agarrarle del cuello de su camisa y jalarlo hacia la mesa. “De haber estado mi señorito en mi lugar sería simplemente humillante.”
“¿D-de qué hablas?” Sora seguía en shock por la aparición de aquella temible persona. “¡V-vine de frente de mi clase hasta aquí! ¿Y acaso no iba a encontrarme con Larsa?”
“Mi señorito tenía una videoconferencia con varios allegados y hombres de negocios importantes. Fue un evento que se adelantó a última hora, y pese a que soy capaz de tomar su posición en reuniones de este tipo, considero que es mucho más apropiado para él ser quien se encargue de asuntos propios de su nivel…” miró al pelimarrón desde arriba, con leve hastío. “Mientras yo lidio con sus molestias…”
“Uhh…” Sora frunció el ceño, con molestia. No sentía que se merecía todo ese maltrato ya que, desde el regreso de Larsa y hasta antes de ello, había intentado ya no importunar a nadie como solía hacerlo en el pasado. Recordó con leve molestia a Tomaj y Ryo hablar y reírse sobre su ‘karma’, pero decidió olvidarlo para prestar atención.
“Siéntate y empecemos con la sesión,” Jakob soltó al chico frente a una silla y él tomó el asiento al otro lado de la mesa. Habiendo terminado con ‘los saludos’, el peliplateado sonrió profesional y amablemente, lo cual casi saca de quicio a Sora. “Ante ti, he puesto los libros de todos tus cursos, y me he tomado la molestia de conseguir material suplementario y CDs didácticos que luego puedes revisar a tu discreción. Por ser la primera clase, dejaré que escojas el tema de interés para ti.”
“T-tema de interés…” Sora frunció el ceño con dolor y levantó su mirada para tratar de considerarlo, pero no tuvo tiempo.
“Ah, olvídalo. He pensado en algo mejor,” el mayordomo asintió, levemente animado por su repentina idea e ignorando la mirada cansada de su ‘discípulo’. “Como acabas de salir de una clase, preferiría que repasemos el curso que acabas de ver hoy, aprovechando que tus ideas y conceptos se encuentran frescos.”
“Ihh…” no le gustó para nada oír ello. Sora entrecerró los ojos. Notando lo preparado que era ese tipo frente a él, sabía que no podía simplemente inventar una clase. “Ehm… pues… fue cálculo… y ahm… se trató de límites.”
“¿Sobre qué enfoque de límites?”
“¿Enfoque? ¿De qué hablas?” Sora notó que se expresó demasiado impaciente que vio al otro molestarse mínimamente. De inmediato bajó su mirada, con leve temor. “Ehh… pues… estas clases hemos visto límites con frecuencia, supongo que la definición, y unos ejercicios también…”
“Eso no responde a mi pregunta.”
“…” el estudiante se contuvo para no exclamar con molestia y de inmediato abrió su mochila para revisar en su cuaderno.
“No, ni se te ocurra consultar a tus notas. La clase ha terminado hace apenas veinte minutos. Deberías ser capaz de contestarme sin ningún tipo de ayuda.”
“Ihh, dije límites. Créeme que el hecho que recuerde ese nombre ya es una gran hazaña para mí,” ¿por qué se lo estaba haciendo tan difícil? A esas alturas, con Larsa, ya estaría viendo problemas y comprendiendo todo un poco mejor. “¿No deberíamos estudiar de una vez?”
“…” y Jakob terminó dando un pesado y decepcionado suspiro. “Eres peor de lo que pensé.”
“En serio, ¿podrías no tratarme así?”
“Para tu información…” el peliplateado ignoró el pedido de Sora y abrió su laptop, donde consultó unos archivos. “He conseguido el sílabo de tus cursos, y hoy trataron sobre la interpretación gráfica de los límites que no existen y la definición de las derivadas empleando los límites. También miré el streaming de tu clase para asegurarme que el profesor siguiera al pie de la letra con su plan de estudio y fuera un maestro competente.”
“…” Sora sintió un tic poderoso en la ceja, mientras su paciencia se desparramaba por el piso.
“Sin lugar a dudas, te han asignado a un profesor muy dedicado a su materia y a sus estudiantes,” Jakob sonrió. “Fue una clase iluminadora y comprendí todo lo que explicaron a la perfección. No que haya descuidado mis conocimientos académicos en lo absoluto, pero sí fue una agradable experiencia escuchar la clase. Lamentablemente, no debió haberlo sido para ti, si no pudiste recordarlo.”
“P-p-pero, ¿por qué me has preguntado si ya lo sabías?” Sora tembló en un intento de descargar su ira.
“Quería probar tu atención y entendimiento de las cosas y, como pensé, te encuentras en un nivel muy bajo de disciplina. Por ello mismo, te exijo que continúes atendiendo a tus clases y te esfuerces en comprender lo que te enseñan. No pediré perfección aún, pero sí dedicación. Es obvio que tu atención carece bastante, por lo cual te prohibo que faltes con la intención de mirar los streamings ya que no te considero lo suficientemente disciplinado como para sacarles el debido provecho.”
“Uhh…” Sora ya ni sabía por dónde, y cómo, reclamarle. Ni sabía que existían los streamings de sus clases y ni tuvo la oportunidad de considerarlos antes de ‘serles prohibidos’.
“Sin embargo, como sí declaras haber recordado la palabra límites, pienso que debes al menos estar en el mindset de estudiar matemática,” Jakob asintió. “He preparado ejercicios básicos como una prueba de entrada a nuestra sesión de estudios para ver qué esperar de ti. Tendrás quince minutos para resolverlos.”
“¡E-e-espera!” el pelimarrón se aterró. “¿Prueba de entrada? ¡Pero nunca he hecho eso!”
“Probablemente mi señorito tenga otro método igualmente eficaz de estudio y tutoría, pero considero que estoy haciendo lo correcto. Si debes mejorarte considerablemente antes de terminar este semestre para que mi señorito se libere de ti, haré lo que sea necesario.”
“Ihh no estoy listo para resolver nada,” Sora se molestó. “Tanto te gusta declarar que estoy por debajo de tus expectativas, te aseguro que no estoy mejor en tomar un pop quiz,” ganas no le faltaban de gritarle y quejarse del modo que lo hacía con Larsa, pero ese mayordomo le daba un miedo extremo por algún misterioso motivo, aparte de las amenazas y casi secuestro que ya había recibido de él. “Y a todo esto, ¿qué hacías esperándome dentro de mi habitación? ¿Forzaste el cerrojo o entraste por la ventana?”
“No tomaría dichas barbáricas acciones a menos que fuera una verdadera emergencia,” el peliplateado le miró con reproche. “Por el rol que mi señorito ha recibido como su guardián legal, la secretaría de Hanasaki le ha proveído dos duplicados de su llave,” sacó un llavero con una llave etiquetada con el número de habitación. “Y poseo una de las dos.”
“Ihhh…” Sora sintió fuertes escalofríos. “Maldición, ahora puedes matarme mientras duermo…”
“Espero que no tenga que llegar a ese extremo,” Jakob sonrió.
“¡AHHH!”
“Bromeo, por supuesto. Estoy intentando aliviar los ánimos, así que espero que también encuentres gracia a mi ocurrencia.”
“¿Q-qué…?”
“Aunque sé que no debo esperar mucho de ti, olvídalo,” le restó importancia y volvió a ignorar la molestia del otro. “Supongo que sí es excesivo para un estudiante mediocre como tú contestar debidamente una evaluación. Pensar en corregir una prueba desastrosa tampoco me apetece y me haría perder mi santa paciencia contigo.”
“…” Sora comprimió sus puños a más no poder por oírle decir ‘santa paciencia’.
“Te dejaré dicha prueba como tarea para la próxima sesión. Hoy iniciaremos revisando el material necesario para resolverlo, lo cual debe ser muy fácil y misericordioso aun para tu muy bajo nivel de educación,” lanzó una muy oportuna y fría mirada de soslayo para mantenerle en línea y con terror y no dejarle espacio para quejas. “Esta será nuestra primera clase oficial, y te advierto que sí tendrás una prueba de entrada para la próxima y, conforme elabore nuestro currículo, te avisaré sobre fechas para tus exámenes y proyectos de investigación, ¿has entendido?”
“¿P-p-perdón?” Sora le miró como si le hubiera hablado en una lengua alienígena.
“Nuestras sesiones de estudios serán una rigurosa clase extracurricular, por supuesto.”
“¡¿Q-qué demonios?!” no se pudo contener por el shock de aquella revelación. “¡¿Cuándo sucedió eso?! ¡¿Por qué?!”
“Bien, al menos sé que todavía tienes energías,” el mayordomo se vio muy complacido por las exclamaciones.
“¡AAAHHH! ¡No me hagas esto! ¡Tengo un horario completo de clases y estoy en un club de deportes!”
“Mi señorito se encuentra inscrito para trabajar en su maestría y debe atender asuntos relacionados a negocios familiares y relaciones con otras familias de clase alta en Europa. Sin embargo, él encuentra tiempo para apoyarte en los estudios y aconsejar a su compañera HiME, entre otras personas. Y también mantiene entrenamiento físico privado para preservar su dominio en la esgrima que es un linaje de su familia. No te atrevas a decir que no tienes tiempo.”
“Ihh…” Sora tembló por las últimas palabras, al haber sido dichas con cierta maldad.
“Bien, ahora comencemos,” volvió a sonreír como si todo estuviera bien en el mundo. “Abre tu libro de cálculo en la página 951. Encontrarás un ejemplo de…”

Sora sintió que su cabeza empezaba a girar sin control. Casi sintió a su cuerpo desfallecer, pero no pensaba quedarse inconsciente a merced de ese psicópata que se entretenía con su sufrimiento. Volvió a recordar sobre su karma, y con un gran amargo tuvo que admitir que seguramente era ello lo que le estaba ocurriendo. Empezaba a temer por su vida...



Pasó la hora del almuerzo, y luego de una ligera merienda, Cho junto con Osaka y Tomo acompañaron a Ayesha camino a Rizembool U para la reunión con Komaeda y aquel amigo de hace años que la rubia esperaba ver con tantas ansias. Como acordaron, iba a ser una corta visita, nunca descuidarían a Cho ni la dejarían sola, y, lo más importante, se asegurarían de no reportarle absolutamente nada a Roxas.

Debido al entusiasmo de Komaeda y al ocupado horario de Ayesha, tuvieron que quedar para el encuentro con muy pocos días de anticipación luego del evento del sábado, y por ello, Larsa no pudo acompañarles al tener varios asuntos que atender. La ausencia del exRebel también fue pretexto para que Dakki se excusara y Kibi tenía otra sesión de fotos, por lo cual, Cho no evitaba sentirse un tanto vulnerable. Pese a querer mucho a su prima, no la consideraba un buen respaldo por su ciega confianza en otros.

De todos modos, la peliceleste se apoyaba en el hecho que Ayesha era amiga de Komaeda y también del otro chico (el cual no era Rebel, luego de asegurarse de preguntar insistentemente), así que imaginaba que su impredecible némesis estaría bajo su mejor comportamiento. Por la cercanía, las cuatro caminaron a su destino.

“Ahh, estoy segura que Hajime ya es todo un muchacho excepcional a estas alturas,” dijo Ayesha con alegría. “Ha sido tanto tiempo y me alegro de todo corazón de volverlo a ver. Lástima que, a estas horas, mi pequeña Nio sigue en clases. Tendré que quedar otro día para que me acompañe.”
“Es una pena, estoy convencida que a Nio-chan le encantará conocer a tu amigo y también a Rizembool U,” comentó Osaka. “Es un ambiente muy diferente que Hanasaki.”
“Suena a que lo conoces muy bien.”
“¡Sí! Cuando era HiME, visité Rizembool muchas veces para visitar a mis amigos Rebels y jugar a las chapadas con el primer Rebel de Cho,” Osaka levantó su mirada al cielo, esperanzada y muy contenta. “Ahh, esos eran los tiempos…”
“Ehhh…” Cho dio un pesado suspiro. Conque el comportamiento de Osaka de tomar el arma de su Rebel sin pedirla prestada y usarla en su contra se llamaba ‘chapadas’ en su mente…
“Cualquiera pensaría que eras una HiME suicida,” Tomo llevó sus manos detrás de su cabeza. Osaka nunca iba a cambiar.
“Comprendo que una HiME estaría en peligro en Rizembool, aunque me alegro de que hayas tenido tantos amigos. Eso es muy admirable,” comentó la rubia.
“Mis amigos son muy lindos~” Osaka sonrió. “¿Y Nio-chan estudia en Hanasaki también?”
“Sí, ella está en Hanasaki Middle. Todavía le faltan varios años para pensar en la universidad, pero siento que se ha pasado el tiempo volando para mi pequeña damita,” Ayesha se sonrojó y sonrió afectivamente. “Y cada vez se pone más hermosa y señorita…”
“Tsk…” Tomo frunció el ceño, pero inmediatamente recibió miradas cortantes de Cho y Osaka, quienes sólo le permitieron acompañarlas bajo juramento de que no se metiera con Ayesha. La impaciente del grupo sólo negó y decidió enfocarse en otro aspecto de lo dicho. “Vaya, Hanasaki Middle. Yo pensé que lo único que existía de Hanasaki era la secundaria, pero por ahí se vinieron con la universidad, el cementerio y ahora hay grados menores.”
“Cierto, nunca había oído del middle school hasta recientemente,” observó Cho. “Sólo recuerdo buscar por becas recién para la secundaria. Así fue como llegué a Hanasaki.”
“C-cementerio…” Ayesha se estremeció. Las otras comprendieron que le tomaría atención especial a aquel detalle por ser nueva en el ambiente. “Uhh… en verdad que ser HiME es muy peligroso… con la idea de ataques repentinos de Rebel y luego de lo que vimos el sábado… en verdad temo mucho por Nio. Quizás debería sacarla de su middle e inscribirla en otra institución, pero sé que se molestaría porque se ha hecho de muchos amigos…”
“Estará bien,” Osaka sonrió ampliamente. “Si bien es riesgoso, Hanasaki protege a sus estudiantes, y a menos que seas HiME, los Rebels nunca se meten con los inocentes. Nio-chan va a estar bien mientras mantenga una prudente distancia.”
“Y si alguien tan hueca como Osaka reconoce el término de ‘prudente distancia’, te aseguro que tu hermana va a estar a salvo,” agregó Tomo, quien recibió una mirada resentida de su amiga.
“P-pues… ese no es mucho el problema…” Ayesha trajo sus brazos hacia sí como quien se acurrucaba. “Nio es una chica muy despierta e inteligente, y sé que sabe los límites, pero… no por eso se mantendría al margen. Es muy intrépida y arriesgada a veces. En ocasiones da más miedo la gente que está más consciente de las cosas. Es como si no lo tomaran en serio…”
“Hm… buen punto…” Cho asintió.
“¡Ahhh, mi hermosa hermanita! ¡No quiero que se meta en problemas! ¡Y ella que es una flor tan linda y delicada con un hermoso y elegante futuro por delante! ¡Mi pequeña no puede inmiscuirse en asuntos así y debe conocer su rol como una damita de clase alta!”
“Tsk, tsk, tsk…” Tomo comprimió sus puños a más no poder para detenerse de atentar contra aquella preocupada hermana mayor.
“Tomo-chan, tranquila, por favor…” suplicó Osaka.
“Me cuesta creerlo…” dijo Tomo en voz baja a su amiga. “Con una amiga fuerte e independiente como Dakki, esperarías que dijera otra cosa…”
“Pues…” Cho comprendió, pero se reservó comentarios.
“Ehh, perdón, perdón Tomo,” pese a estar inmersa en un shock y terror, Ayesha terminó oyendo los susurros de Tomo, agarrando a las otras de sorpresa. “En verdad no tengo ningún problema con alguien tan excepcional como Dakki. Pienso que es admirable por cómo es y por todo lo que es capaz de hacer. Admiro a las personas por cómo son, en verdad, aun si fueran muy diferentes a mí. Es sólo que… con Nio, con mi hermanita a quien adoro más que a nadie en el mundo… no puedo evitar preocuparme por ella y querer protegerle para que no le pase nada… quiero lo mejor para ella, así que a veces puedo ser irracional, pero quiero velar por su bienestar…”
“…” Tomo entrecerró sus ojos. “Ya, tiene sentido… sé de dónde vienes. Comprendo…”
“Hay que dejar ese tema de lado, por favor,” Cho se inquietó. “Ya casi llegamos.”
“¡Sí!” exclamó Osaka.

Las chicas llegaron a la imponente entrada de la universidad. Se detuvieron momentáneamente para admirar aquella tierra prohibida, aunque la familiaridad de todos los estudiantes entrantes y salientes lo amenizó bastante. Ayesha se pegó a Cho, quien se confundió por el gesto, pero de inmediato comprendió que le tocaba dirigir a su compañera.

“Sigamos, nos deben estar esperando…” le dijo, y todas continuaron. La HiME no podía creer que debía tomar la delantera para encontrarse con su Rebel, y que la rubia se sintiera más segura con ella pese a ser la que recibía ataques inesperados. Estaba en una posición muy incómoda, pero a esas alturas sólo le quedaba continuar.
“Koma-chan me dijo que nos va a esperar en un food court cercano a la entrada,” reportó Osaka, quien se acercó a Cho para enseñarle su celular. “Me dio el croquis y todo, mira.”
“Por tener a Ayesha entre nosotros, imagino que no es una trampa,” comentó Tomo, con ironía. “La vez pasada casi nos pone la alfombra roja a ese museo donde ocurrió el ataque.”
“I-intento concentrarme en ello…” Cho dio un pesado suspiro.
“Ehh..." Ayesha se inquietó. “Me cuesta pensar en Nagito como un Rebel… en verdad confío en su pedido de encontrarnos con Hajime… y en verdad, si fuera a mentirnos y tenderte una trampa con este encuentro, sería una gran falta de respeto… Hajime también es importante para él, por ello estoy convencida que no nos miente. Sólo… espero que estés bien, Cho. No quiero incomodarte ni importunarte.”
“Descuida, no te preocupes mucho…” Cho forzó una sonrisa. “Tiene sentido lo que dices, y estoy segura que tu amigo pondrá a sus amistades por encima de su rol de Rebel.”
“Sí, también pienso lo mismo…” Ayesha sonrió.
“Ojalá…” Tomo rodó los ojos. Tuviera sentido o no, a veces se sentía como la única cuerda. No que tuviera energías o interés de exigirlo de otros, claro.



Mientras tanto, Komaeda caminaba rápidamente junto con Hajime para llegar al lugar de encuentro.

“Es increíble lo mucho que se llenan las cafeterías a esta hora, ¿no te parece?” preguntó el peliblanco, sonriendo frustrado. “Yo que apunté a que almorcemos en una que suele estar vacía, pero terminamos encontrándonos con tantas personas… en verdad tengo tan mala suerte a veces…”
“Pudimos haber ido de frente a esta cafetería a almorzar,” observó Hajime, confundido.
“No, por su ubicación, se encuentra aún más llena.”
“¿Entonces por qué la escogiste como punto de encuentro?”
“Las personas con quienes nos vamos a encontrar no son de Rizembool y podrían perderse,” él sonrió. “Ya verás.”
“¿Cuál es el punto de que me ocultes sus identidades?” el pelimarrón frunció el ceño.
“Es para mantener la sorpresa. Será un momento muy importante para ti, Hinata-kun.”

Ellos llegaron a las afueras de aquella concurrida cafetería. Debido al mar de gente, pensaron que sería difícil ubicar a las personas, pero el Rebel vio al grupo recién dar la vuelta a un edificio e ingresar al ambiente.

“Hinata-kun, por aquí.”
“¿Eh?” este se vio jalado, y al mirar en la dirección en la que caminaba su amigo, se sorprendió. Eran cuatro chicas, y una le fue muy familiar. Era sin duda Ayesha, quien se veía igual de hermosa y presentable, aunque varios años mayor. “¿Ayesha?”

“¡Hajime!” la rubia sonrió ampliamente y corrió hacia los dos con suma alegría. Fue seguida de las otras chicas. Llegó a su viejo amigo y se notó que realizó un esfuerzo sobrehumano para no lanzársele encima y darle un abrazo. “¡En verdad eres tú! ¡Después de tanto tiempo! ¡Nos volvemos a ver!” sus ojos se nublaron de lágrimas y torpemente se las secó con el filo de sus dedos, para ensanchar su sonrisa. “Me alegro tanto…”
“S-sí, también me alegro un montón…” el dirigido se puso nervioso por notar lo afligida que estaba su amiga, aunque terminó por sonreír. Ayesha seguía tan sensible, sentimental y delicada como antes. “Es un placer volverte a ver, Ayesha. Espero que hayas estado bien.”
“De maravilla, y ahora aún mejor porque nuestro grupo de Inglaterra se ha reunido después de más de una década.”
“Es verdad, deberíamos quedar reunirnos uno de estos días como honor a los viejos tiempos,” Komaeda asintió, cuando entonces notó que Hajime le miraba con reproche. “Hinata-kun, ¿dije algo malo? Pienso que sería una idea magnífica.”
“Komaeda, ¿por qué me ocultaste esta reunión? Sí ha sido una sorpresa agradable, pero no deberías andar reservándote cosas así.”
“Vaya, perdón, Hinata-kun. En verdad esperaba animarte aún más con esta sorpresa,” Komaeda sonrió incómodo. “Pero también fue sorprendente para mí encontrarme con nuestra amiga durante el fin de semana y ella de inmediato me preguntó por ti. Supuse que lo mejor sería seguir con la sorpresa.”
“Bueno, más o menos veo por dónde te viniste con ello,” Hinata negó y sonrió un poco. “Lo más importante es que nos volvemos a ver.”
“En verdad que lo es,” Ayesha sonrió alegremente.
“Ohh…” Osaka se impresionó y sonrió animada. Tanto ella como Cho y Tomo se habían quedado a unos pasos de distancia para observar el reencuentro. “Parece que Hinata-kun es muy buena gente. Aunque es de esperarse de un viejo amigo de Larsa, ¿verdad?”
“Yo diría que no, ya que tiene amigos como Dakki y Komaeda,” Tomo se encogió de hombros. “Y Sora y Ryo son ambos raros a su manera.”
“Pero todos son lindos…”
“Ehm…” Cho sonrió incómoda. Sin duda estaba de acuerdo con Tomo, pero se reservaría comentarios. Notó cómo Hajime pasó a prestarles atención.
“Ah, disculpen. Mi nombre es Hajime Hinata. Mucho gusto,” se presentó rápidamente. “Ustedes deben ser amigas de Ayesha, ¿no es así?”
“Nos acabamos de conocer, ¡pero sí me siento su amiga!” la exHiME exclamó contenta. “Puedes llamarme Osaka, mucho gusto.”
“Yo Tomo Takino,” ella levantó su mano como quien se reportaba para roll call sin energías. “Bueno, veo que el loco de Komaeda sí te tiene especial consideración, así que no estamos en plena trampa. En fin, mucho gusto.”
“Ehh, ¿ah?” Hajime se confundió con ese saludo esquizofrénico, y dio un pesado suspiro. “Supongo que también conocen a Komaeda para andar diciendo cosas así, pero… ¿a qué te refieres con trampa?”
“…” Cho no sabía cómo explicarle delicadamente el asunto a una persona con apariencia cuerda como ese chico, pero al final fue el Rebel quien tomó la palabra.
“Hinata-kun, quiero que conozcas a Cho Tanaka,” dijo Komaeda, con una sonrisa afectiva como quien hablaba de alguien estimado y de importancia. “Ella es mi HiME a la cual fui a visitar y cuya casa fue destrozada.”
“¡¿Q-qué?!”
“Y también es compañera de estudios de Altugle-san en Hanasaki U,” el peliblanco se emocionó. “¿Acaso las coincidencias de la vida no son geniales?”
“¡¿H-HiME?!” Hajime dio un par de pasos hacia atrás. El grupo en general se tensó por la exclamación ya que recibieron varias miradas inquietas de la población estudiantil presente en esa cafetería.
“H-Hajime, tranquilo, deja que te expliquemos,” Ayesha se preocupó.
“S-salgamos de este ambiente antes de continuar, por favor…” Cho casi sentía que su vida se encontraba en riesgo. Bajó su tono de voz para que sólo le oyeran dentro del grupo. “Y… vengo en son de paz bajo acuerdo con mi Rebel, lo juro…”
“Por supuesto que lo sé, no te tenses,” Komaeda se puso a reír, y él no se dio cuenta de la mirada de soslayo de su HiME. Todos caminaron para alejarse, y felizmente nadie les rindió más atención. Una vez estuvieron en un pequeño parque con menos personas, siguió la conversación.
“¿Cómo que HiME?” preguntó Hajime, inquieto. Miró a Cho como si viniera de desde las profundidades de la tierra. “¿La HiME de Komaeda? ¿En serio? ¿Q-qué tienes en mente? ¿Vas a hacerle algo a Ayesha?”
“E-e-espera un poco…” Cho se asustó también y levantó sus palmas, sin saber qué hacer.
“No es por defender a la suicida HiME, pero el loco de remate es Komaeda,” Tomo se impacientó y apuntó repetidamente al peliblanco. “No te olvides de ese detalle. Ah, y él fue quien la atacó e hizo estallar un domo en un museo arquitectónico for science. Y también casi mata al Key.”
“¡¿E-e-en serio?!”
“¡N-no sabía eso!” Ayesha se horrorizó y se cubrió su boca con sus manos.
“T-Tomo-chan, no los agites, por favor. Hay que ir por partes,” dijo Osaka, preocupada.
“¿De qué ‘partes’ estamos hablando? Deberían enterarse.”
“¿En verdad hiciste eso, Komaeda?” Hajime comprimió sus puños y frunció el ceño, indignado.
“¿Eh? Pero sí te dije que era un Rebel, Hinata-kun. No creo que deberías estar tan sorprendido…”
“¡¿Cómo demonios puedes minimizar la situación?! ¡Y eres un imbécil si crees que decir que eres Rebel lo justifica todo!”
“T-tranquilo.”
“¡No! ¡No puedo andar simplemente tranquilo con todo esto!”
“¡AAAHHHH!” Ayesha se agarró su cabeza y gritó ofuscada.
“A-Ayesha…” Cho se preocupó y la vio mirarle con lágrimas en los ojos.
“¡No sabía que todo eso pasó y aun así te pedí que me acompañaras a Rizembool! ¡Lo siento! ¡En verdad lo siento mucho!”
“E-está bien, no te culpes.”
“¡Pero es terrible! ¡Waahhh!”
“Haciéndole daño a gente inocente…” Hajime miraba con tanta furia a su amigo que Komaeda empezaba a mostrarse temeroso y aprehensivo. “Ahora entiendo la postura de Hanasaki de asignar a HiMEs. ¡Es para combatir a los locos de mierda como tú!”
“H-Hinata-kun…”
“¡Ni te atrevas a decir nada, idiota!”
“¡¿Qué está pasando con el mundo?!” exclamó Ayesha a los cielos despiadados. “¡Mis tan queridos amigos no pueden estar descendiendo en esta demencia! ¡Ayuda, por favor!”
“N-no te pongas así…” Cho sintió grandes nervios. Pese a estar fuera de la cafetería, iban a comenzar a llamar mucho la atención y debían evitarlo.
“Eh…” y Tomo miraba a los no envueltos en el conflicto todavía afectados por las noticias y cada vez en más pánico. Para variar, sintió que se había pasado de la raya.
“Tomo-chan…” dijo Osaka, cabizbaja y arrastrando sus palabras sin vida.
“¡IH!” sintió escalofríos porque hacían tres años desde que no escuchaba ese tono de Osaka.
“¿Por qué debes sembrar la discordia…?” la exHiME levantó ligeramente su rostro que siguió parcialmente cubierto en sombras y ladeó su cabeza de manera desconcertante, para mirar a su amiga con unos ojos nulos. “Me hace preguntarme qué debería hacer contigo~…”
“Ihh…” si algo le había enseñado su experiencia de Princess fue que no debía hacer a Osaka molestarse. Tragó saliva y decidió hacer algo. “¡Y-ya! ¡Párenla todos! ¡N-no actúen como idiotas y hablemos de esto, por dios!”

Pasaron diez minutos y todos estaban sentados en unas bancas de dicho parque. Tomo logró apaciguarlos un poco y llegó Osaka para darles un discurso de armonía y conseguir a cada uno un vasito de cocoa caliente obtenido de una máquina dispensadora cercana, pese a que era casi de verano y el día estaba con un sol ardiente. Ayesha pudo calmarse y despejar su culpa y Hajime tuvo que aceptar que su situación no era convencional, y lamentablemente ser paciente con la irracionalidad de su ‘amigo’.

“Huh… increíble…” Hajime negó por enésima vez. Se le habían ido las palabras. “Y aun así… decides invitar a tu HiME…”
“Como te lo había comentado, no tengo el simple interés de eliminar a mi HiME,” Komaeda se inspiró con gran alegría. Las chicas le miraron inquietas y Tomo le hubiera dado un codazo de haber estado sentada al costado de él. “Pienso que ambos podemos crecer de la experiencia y somos más aliados que enemigos. Hanasaki y Rizembool siempre han crecido a la par durante todos estos años, y las HiMEs y los Rebels también lo han hecho.”
“Eso suena… muy optimista…” Ayesha no se notaba del todo convencida, aunque le daba un poco más de fe en su raro amigo.
“Más que optimista. Komaeda está siendo tan raro como siempre… y no justifico su rol…” Hajime negó una vez más y se dirigió a Cho, incómodo. “Perdón, serás HiME también por tus propios motivos, pero por supuesto que Komaeda es el que merece una llamada de atención. Debe ser duro para ti.”
“N-no te disculpes, está bien…” Cho agitó sus palmas y sonrió un poco. Sí era un buen chico y le recordaba un poco a Larsa. También encontró gracioso que decidiera disculparse en lugar de su Rebel.
“Sí, no es necesario disculparse. Nuestra pelea es perfectamente normal,” dijo el Rebel. Todos le miraron frustrados o apenados. “¿Eh? ¿Me estoy perdiendo de algo?”
“Mejor quédate calladito con el tema de la pelea,” Tomo negó.
“Hay que enfocarnos en esta reunión,” Osaka sonrió. “Hinata-kun, Ayesha esperaba verte con ansias. Debemos aprovechar este momento.”
“S-sí, por supuesto…” él asintió. Sí era lo más importante.
“¿Qué tal si vamos a una pastelería para degustar algo?” preguntó la rubia.

Así, el grupo llegó a cierta armonía y todos salieron de ese parque para encontrar un buen lugar donde pudieran conversar.


Había pasado un largo rato desde que la clase terminó, y Yukko y su grupo tomaron un ligero almuerzo para así tener más tiempo de pasear antes de su siguiente clase.

Si bien Yukko ya se había dado el privilegio de caminar en sus días libres, era distinto hacerlo en compañía y con sus nuevos amigos. Se sentía muy afortunada de no haber tenido problemas conociendo a personas tan amenas y de estar ya en un grupo formado.

Se animó más cuando llegaron a un gran parque en medio de la ciudad y con muchos árboles frondosos. Yukko tomó una gran bocanada de aire y sonrió ampliamente.

"Ahh, este lugar es tan hermoso. ¡Hay que disfrutar del momento al máximo!" exclamó, volteándose hacia los otros dos, lo cual le hizo ver que se encontraba sola en su instante de apreciación de las pequeñas cosas de la vida.
"Lo atrape," reportó Mai, con su visión clavada en su celular. "¿Qué tal te fue?"
"También, pero me salió muy débil," Hotarumaru terminó por canjear el Pokemon por candy. "Hm... me pregunto cómo saben estas criaturas..."
"Eh..." Yukko dio un suspiro. Sus amigos habían estado on and off durante todo el camino, con algunas ocasiones contestándole o compartiendo algún comentario, pero ni bien se aparecía un Pokemon, dejaban de prestar atención a su entorno. Con razón había resultado ser un juego tan controversial y posiblemente peligroso. Ella vio a los dos girar con sus dedos a uno de esos 'Pokestops', y volvieron a levantar sus miradas.
"Este es un bonito parque, vengo muy seguido," dijo el pequeño, sonriendo. "Hay mucho espacio, dos lagos artificiales, juegos para niños, puestos independientes y recientemente una infinidad de Pokemon."
"Es un buen dato, gracias por traernos aquí," Mai asintió, claramente dando énfasis a lo último mencionado. "Se nota que es popular. No somos los únicos cazando Pokemon y hay varios universitarios."
"Uhh, realmente quisiera un smartphone compatible con el juego para unirme a ustedes..." lloriqueó la casi excluida del grupo.
"¿No tienes una tablet que funcione?" preguntó Hotarumaru, para recibir una apesadumbrada negación de respuesta. "Lo siento mucho, Yukko. Esperemos que pronto saquen una versión compatible con Windows."
"Aun así, es posible que mi teléfono no rinda, no es tan moderno..."
"Sí, sospechaba lo mismo," Mai asintió. “Es bueno que sepas tus limitaciones, Hanasaki-chan.”
“Uhh, no digas eso…”
“Yukko…” Hotarumaru negó y le sonrió ampliamente. “Está bien, no te desanimes. Debemos disfrutar de este momento. Hay mucho que ver en este parque, vamos a dar una vuelta, ¿sí?”
“S-sí,” la mayor asintió y se conmovió por los ánimos del pequeño. Era muy afortunada de ser amiga de él. Sonrió un poco. “Tienes razón. Me alegro de haber salido de paseo con ustedes, y es mi primera vez aquí. Hay que mirar los atractivos. ¡Oh, podemos ir a ver esa enorme fuente que está por-!”
“¡Jynx! ¡Es un Jynx! ¡Vengan todos!” exclamó un pequeño a distancia con gran urgencia. Muchos maestros pokemon se sorprendieron y de inmediato acudieron al llamado para no perder la oportunidad de cazar al raro pokemon. Mai intercambió miradas con Hotarumaru y, sin pensarlo dos veces, ambos corrieron también para allá.
“…por ahí…” Yukko dio un pesado suspiro y se rindió a seguir a sus amigos hacia el área de kioscos independientes donde el Jynx se había dignado a hacer aparición.

Pasaron unos cinco minutos, y los tres procedieron a caminar entre los kioscos que vendían diversas curiosidades.

“P-perdón…” el pequeño pelicenizo bajó su mirada con leve rubor en sus mejillas, apenado. “Es que nunca había atrapado a un Jynx antes…”
“Entiendo, no te apenes,” Yukko sonrió. “Y estas tiendas están muy bonitas y venden cosas que no había esperado. Una gran oportunidad para los negocios independientes.”
“Puedes buscar un pin que diga que eres parte del 1% que no juega Pokemon GO y con mucha honra,” comentó Mai, inmutada.
“Uhh, por favor no digas eso…” Yukko se incomodó. Entonces, sus ojos se detuvieron en un kiosco que vendía varios brazaletes artesanales de hilos. Había de distintos colores y con varios mensajes y significados, y vio un manojo que tenían el tema de amistad. “¡Oh, ohh! ¡Miren esos brazaletes! ¿No son lindos?”
“Estamos mayores para esas cosas, Hanasaki-chan,” observó su compañera.
“Pero son geniales, y ahora que andamos juntos por todos lados, podríamos usar los brazaletes para declarar nuestra amistad, ¿no es genial?”
“Hm…” Hotarumaru llevó una mano a su mentón mientras inspeccionaba dichos brazaletes. “Sí los he visto antes. Son bonitos.”
“¿Verdad?”
“Un par de amigas los usan a cada rato. Parece que no están dirigidos a chicos…”
“Ehh…”
“Pero…” el menor se animó y sus ojos brillaron un poco. “Puede ser una buena oportunidad para que los use también. Me haría muy feliz. Buena idea, Yukko.”
“¡Ohhh!” al recibir la aprobación del pequeño, Yukko se emocionó. “¡Perfecto!”
“En fin…” Mai se encogió de hombros. “Me apuntaré si ustedes lo hacen.”
“¡Genial!” con el apoyo de ambos, Yukko se acercó a la encargada de la tienda. “Buenas tardes. Tres brazaletes de amistad, por favor.”

Era un pequeño detalle que animaría más a Yukko, quien como siempre esperaba un giro en su traicionera suerte y poder disfrutar de su nueva vida en la universidad con su grupo. Luego de la compra, los tres siguieron caminando un poco antes de ir de regreso.

...




El tiempo en conjunto se pasó en la pastelería donde Ayesha narró diversas anécdotas que había tenido con sus amigos. Fue una experiencia en general amena, aunque un tanto extraña para Cho, ya que no le gustaba ponerse en la situación de oír sobre su Rebel ser un ser humano mayormente normal. Al menos parecía ser bastante decente con sus amigos, y se aliviaba por ello.

Fue el momento de retirarse ya que tanto Cho como Ayesha tenían un curso de química, así que caminaron hacia la salida.

“Ha sido una reunión agradable,” dijo Komaeda.
“Sí, una lástima que tenga que terminar tan pronto,” contestó Ayesha.
“Está bien, también tengo una clase pronto,” Hajime sonrió. “Y hay que quedar para finalmente poder conocer a tu hermanita.”
“¡Por supuesto! ¡A Nio le va a fascinar!” se entusiasmó y miró a su compañera. “Tenemos que ver una fecha en que podamos quedar.”
“Eh, ah…” Cho se incomodó. No sabía si debía seguir comprometiéndose, aunque tampoco podía negarse con facilidad.
“Espero que sí, le caíste bien a Nio y realmente me sentiría segura si estás aquí para ayudarme a mantenerle un ojo encima.”
“B-bueno, puede ser…”
“¡Yay!” Osaka se alegró. “Bueno, estamos frente a la entrada. ¡Cuídense los dos! ¡Un gusto conocerte, Hinata-kun!”
“C-claro, vayan con cuidado…” este continuaba algo mareado, aunque recordó mantenerse cordial y atento.

Mientras tanto, el grupo de Yukko, Mai y Hotarumaru acababa de pasar por el umbral de la universidad. Ellos caminaban distraídamente, cuando entonces Mai se enfocó en aquellas personas acompañadas con Komaeda y se tensó.

“Mai-neechan, ¿todo está bien?” preguntó el menor.
“Hay que evadirlos,” dijo rápidamente.
“¿Por qué?” Yukko los miró, y fue entonces que Komaeda los ubicó.
“¡Ohh, qué sorpresa!” dijo él. “¿Regresando de su paseo?”
“¿Eh?” Osaka se giró al igual que los demás, y se sorprendió de sobremanera. “¡Mai-chan, ha sido tanto tiempo!”
“¿Mai-chan?” Tomo se extrañó.
“…” y la aludida dio un suspiro. Vio a la exHiME correr con los brazos abiertos y tuvo que aguantar el breve abrazo que le dio. “Ayumu, no hagas un show…”
“¡Hehe, me alegro de verte!” le soltó. “Tu mamá me dijo que estabas en Rizembool, pero finalmente nos encontramos. Ahh~ qué genial…”
“¿Se conocen?” preguntó Hajime.
“¡Mai-chan es mi querida primita!” exclamó Osaka. “Es muy genial, sin duda le va un lugar cool como Rizembool.”
“Es bueno que lo reconozcas,” Mai asintió.
“Wow, ¿primas?” Yukko miró a ambas. Se parecían físicamente, aunque tenían actitudes opuestas. “Mucho gusto, yo soy Yukko Aoi.”
“¡Osaka! ¡Un gusto a todos!”
“¡Un momento!” Tomo exclamó, iracunda. “¿Otra prima? ¡¿Cuántas más nos andas ocultando, Osaka?!”
“S-soy de una familia extensa… pero no creo que vayas a conocer a más, Tomo-chan…” se asustó levemente.
“…” Cho también estaba perdida. Sin duda no sabía detalles sobre la familia de Osaka además de su madre y de Mariko. Miró a Mai, quien se notaba disgustada por la atención… y luego su visión se corrió al pequeño ya que este le miraba intensamente. Vio cómo este se sobresaltó al ser observado y tomó la acción de esconderse detrás de Yukko.
“¿Eh? ¿Estás bien?” ella se confundió.
“P-perdón…” Hotarumaru se mostró apenado y extrañamente tímido. “Supongo que me sorprendí, no esperé ver a HiMEs tan repentinamente… eh, mi nombre es Hotarumaru, un gusto conocerles.”
“Un gusto, pequeño…” Osaka le sonrió. “¿Eh? Pues, somos de Hanasaki y fui HiME. Cho es una HiME, pero… ¿cómo así lo sabes?”
“Mai-neechan comentó el otro día que era la oveja negra de su familia… y ya sabía sobre la HiME de Komaeda…” él bajó su mirada. Mai intercambió miradas con Yukko. Las dos consideraban que el pequeño estaba actuando muy reservado…
…pero la tensión terminó por romperse repentinamente.
“¡Nee-chan, qué genial!” Osaka se maravilló. “¡Yo soy Osaka-neechan! ¡Ellas son Cho-neechan, Ayesha-neechan y Tomo-neechan! ¡¿Nos puedes llamar neechan también?!”
“C-claro…” él ladeó su cabeza.
“¡Ah, qué lindo!” Ayesha se sonrojó. “Tengo la impresión que Nio se pondría celosa, pero me gusta.”
“N-nunca pensé que sería una neechan…” Tomo comprimió sus puños. Por su orgullo, no iba a mostrar mucha alegría.
“Ehm…” Cho sabía que le había impresionado de algún modo. “Seré una HiME, pero no tengo malas intenciones. Un gusto, pequeño.”
“Sí…” él asintió pausadamente y desvió la mirada. “Rizembool no es un lugar hostil aparte de los Rebels… no quisiera hacerte sentir incómoda…”
“Estoy bien, siento asustarte, más bien…”
“…” él miró a su celular. “Tengo que irme. Mi profesor me está esperando.”
“Tienes suerte de poder saltearte la aburrida clase de cómo usar Microsoft Office,” observó Mai al pequeño con leve envidia.
“Ikari-sensei se aseguró de hacerle una excepción,” explicó Komaeda. “El pequeño es un prodigio para las computadoras, después de todo.”
“Eh, nos vemos más tarde,” Yukko se despidió del pequeño, quien asintió y se retiró corriendo. “Ehh, no se preocupen. En verdad que es un chico muy lindo. Seguro sólo fue tímido.”
“Está bien, tenemos experiencia con la gente entrando en pánico por enterarse de HiMEs,” Osaka asintió. “¿No es verdad, Hinata-kun?”
“O-oye,” este se inquietó y algunos se pusieron a reír. El grupo no tardó en amenizarse y todos continuaron hablando un poco más…




“Para variar, perdiste tu inmutable calma. Puedes ser tan lindo de vez en cuando…”

A lo lejos, Hotarumaru se había topado con Tsurumaru, quien anduvo espiando a todos a distancia.

“…” el menor desvió su mirada, apenado.
“¡Haha! ¿De qué te afliges? Es normal. Serás muy calmado todo el tiempo, pero un pequeño de doce años como tú tiene todo el derecho de asustarse luego de ver a aquella mismísima HiME en persona…”
“…”
“Les miré un poco de lejos. Una persona perfectamente normal, con una personalidad e identidad propias de sí misma. Es sorprendente… lo que Rizembool puede hacer, ¿no te parece?”
“…es triste…”
“¿Hm?” el mayor se confundió. “Asumí que en el fondo apreciarías el pequeño ‘freak show’ como yo, pero para decir que es triste tu enfoque es otro, ¿cierto?”
“Esa HiME… se parece mucho a él…” pegó sus ojos al piso, apenado. “Todo lo que me dijiste es cierto.”
“Por supuesto, ¿por qué te mentiría? Como un escogido de Ikari-sensei, necesitas saber algunas cosas…”
“Pero es triste…” Hotarumaru le miró con reproche. “Ellos dos… es triste… es injusto…”
“…” el albino le agarró de un hombro y le sonrió comprensivamente. “Por supuesto que lo es, pero algunos de nosotros ya no nos preocupamos por si fuera triste… a ciertas alturas ya no importa si las cosas son algo. La vida existe, no la puedes cambiar sólo por sentirlo…”
“…”
“Peeero…” repentinamente, Tsurumaru cambió su modo reflexivo y tomó una actitud juguetona. Revolvió los cabellos del menor con tanta efusividad que le hizo cerrar los ojos. “Tú sí te preocupas, tú sí sientes, y me caes muy bien por eso. Sigue así, quizás sí haya esperanzas para ti. ¡Hahaha!”
“…” volvió a mirarle con reproche. El mayor se dio media vuelta.
“Anímate, nos toca ir donde nuestro profesor y no podemos llegar tarde o nos resondrará. Además…” le miró de reojo. “Es probable que ese grupo vuelva a pasear por Rizembool uno de estos días, así que estate bajo tu mejor comportamiento. Podría acompañarte como apoyo moral.”
“No tienes que…” se avergonzó.
“Hahaha, lo decía por mí. Quiero hablar con aquella persona, por pura curiosidad, antes que mi vida continúe poniéndose aburrida…”
“…”
“Y como siempre, todo es entre nos, ¿entendido?” le sonrió haciendo una v con sus dedos.

La tarde continuó con su marcha y cada quien siguió con sus quehaceres, sea por ocuparse por sus propias vidas… o por resguardar secretos que no podían compartir con nadie.
« Last Edit: July 09, 2017, 12:00:55 AM by Cho »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #224: November 24, 2016, 01:41:08 AM »
Siento mucho lo ausente que he andado con este proyecto y el club en general. Muchas cosas que no valen la pena contar… y voy a estar MIA sin computadora hasta inicios de Diciembre, y entonces mi prioridad será comentarles. Lamento mucho estarme demorando tanto con eso T_T

Dejo este fic y me saco mucho de encima. La canción que me sirvió de inspiración es Delicate de Damien Rice of course :rene https://www.youtube.com/watch?v=VnL3NfhOsBM ¿A que te refieres con que no se suponía que este fic recaería en dramas como en el Himefic version 1? PERO ES QUE ES TERAPEUTICO #NOT

Ahora a jugar con las barbies -?-


Episode 20 — Delicate

La mesa donde el maitre d’ los ubicó estaba pegada a la ventana. A Kaien le extrañó que ambas sillas estuvieran paralelas, como barra de un bar, en lugar de frente a frente, pues según tenía entendido la gracia de compartir una cena era conversar con el acompañante.

No obstante, bastaron cinco segundos con la vista frente a ellos para entender el motivo. La ciudad de noche, con las luces tintineando y la torre de Tokyo a la distancia lo vendieron en el factor romántico. La tenue luz de las velas ayudaban a realzar sus reflejos en el vidrio, por lo que no extrañaba el poder estudiar las facciones de su pareja.

Si hasta era algo encantador cómo el verse lado a lado dejaba algo a la imaginación…

Pero Kaien sonrió para si mismo al notar que Sayi no despegaba la mirada de la servilleta, todavía adornando la vajilla. Estaba fija como una tabla, y Kaien dudaba que siquiera se hubiera percatado de la vista frente a ellos.

El mesero se presentó y les ofreció la carta. Sayi tomó la suya de inmediato, por poco y quitándosela de las manos. Esto le dio a la pelirrosa el chance de cambiar el enfoque y enterrar el rostro en el menú. Kaien, con la servilleta desdoblada y sobre el regazo, y con cinco mini panes con mantequilla ya dentro del aperitivo, observó divertido como la mirada de la pelirrosa saltaba de un lado al otro de la carta. No parecía estar leyendo tanto como buscando un hueco donde pudiera meterse.

“Sayi”

La pelirrosa giró su rostro hacia él torpemente y en pequeños movimientos, como si se tratara de una muñeca de cuerda. Su rostro estaba congelado en una sonrisa.

“Mira, se que dije que esto era una cita” dijo, ante la mirada vacante de la joven “Pero siendo honesto, más que nada quería que te quedaras quieta y aceptaras venir conmigo. Funcionó como un encanto, debo decir”

Sayi parpadeo un par de veces y empezó a respirar hondo, suavizando su postura. Cuando Kaien no se contradijo, la sonrisa de la pelirrosa se relajo y alzó las cejas.

“Pues, me tranquiliza escuchar eso. Casi me infartaste…”
“Me di cuenta” Kaien tomó un sorbo de su bebida “Considerando que no me hablaste los cincuenta minutos que nos demoró llegar aquí”
Mas animada, la pelirrosa lo golpeó en el hombro “¡Que malo eres! ¿Cómo bromeas con ese tipo de cosas?” le resondró, y Kaien rió abiertamente “Esto fue demasiado, me dejaste fría con lo que era una cita…”

Sayi desdobló su servilleta y se acomodó en su asiento. Entonces tomó un par de panecillos y lo llevo a su mesa junto a un sobre de mantequilla.

“Pero bromas aparte”
“¿Ajá?”
“Podría ser una cita si tu quisieras, ¿sabes?” dijo Kaien, volviendo la mirada hacia el paisaje nocturno “Digo, tu sabes cuánto me gustabas hace tres años y—“ pero al girarse hacia Sayi esta ya se encontraba en coma de nuevo “¡Que es broma!”
“¡Kaien!”
“Ya” dijo, llevándose medio panecillo a la boca “Pero podría hacerte cambiar de opinión si le echara ganas”

Esta vez Sayi le lanzó un panecillo a la cara pero el pelinegro lo interceptó en el aire.

“¿Sabías que estos se llaman Karamandunkas :V?”
“¡KAIEN!”
“Bueno, al menos ya no te estas infartando” dijo el pelinegro, dejando el panecillo a la mesa “Nunca llegamos a hablar de esto, siendo honestos. Me gustaría que te relajaras más con el tema y dejara ser taboo”
Sayi apoyó ambos codos en la mesa “No se que decir al respecto, es decir…”
“Quedó como algo tácito, ¿verdad?
“…”
“Es decir no me respondiste, pero regresaste con Taikoubou y bueno, el resto es historia”

La pelirrosa se hundió en su asiento y Kaien asintió para si mismo. El nerviosismo por una supuesta cita había quedado atrás. Ahora era culpa lo que sentía en su pecho.

“Lo siento” Sayi observó el reflejo de su amigo en el vidrio “No quería decirte que no porque no quería ahorrarte— bueno, ahorrarme, esa conversación. Pero merecías una respuesta, aunque no fuera lo que querías escuchar”

Kaien suspiró, pero dibujó una sonrisa en su rostro, y las palabras parecieron rebotar contra ella. Era evidente que había hecho las paces con el asunto y Sayi se alegraba por ello, pero no le quitaba la culpa de haberlo dejado solo, a llegar a términos sin respuestas.

“Me hubiera gustado saber, si, pero tampoco te culpes tanto” le dijo Kaien “Eran tiempos difíciles, y debo decir que es un detalle curioso que parte del poder de una HiME nazca de sus sentimientos hacia otra persona. Es una receta para drama”
Sayi sonrió. Era verdad, encontrar una HiME sin algún drama alrededor de su Key o Child era algo fuera de lo común.

“Estamos bien, Sayi” terminó diciendo el pelinegro.

Sayi lo miró un par de segundos y entonces sonrió agradecida. Kaien le respondió sonriendo aún más. Entonces despeinó el cabello de su hermanastra.

“Ya, pero no me despeines con tus manos llenas de pan” rió, alejándose de su hermanastro “¿Cuántos de esos te has comido ya?”
“Como nueve”
“¿Y aún vas a querer comer?”
“No lo sé… mira, podrías llevarte esos breadsticks al bolso y salimos corriendo llenos de pan” le sugirió el pelinegro “Pero ordena algo si quieres. Aunque este algo lleno todavía quiero conversar contigo”
Oír eso la extrañó “¿No querías hablar de nosotros?”
“Me alegra que haya salido a colación, pero no era mi prioridad” dijo Kaien
“¿Sino?”
“Quería preguntarte como estabas” dijo, haciendo la cesta de panes a un lado “Con respecto a Taikoubou”

Antes que pudiera responder, el mesero llego a tomar su orden. No estaba segura si había sido por la mención de Taikoubou, pero el fetuccini de camarones ya no se le hacía apetecible. Ni nada más en esa carta. Se limitó a pedir un postre, mientras Kaien pidió el fetuccini que ella pensaba pedir.

“Pense que tenías hambre”
“Necesito algo dulce” respondió la pelirrosa “Además, si hay algo que siempre puedo comer es pastel”
“Bueno, si te regresa el apetito siéntete libre de tomar de mi plato” le ofreció Kaien. Entonces quedó en silencio, esperando que Sayi respondiera su pregunta.
“Pues no se que decir” la pelirrosa se encogió de hombros, y Kaien alzó las cejas.
“Parece que nunca sabes que decir sobre estas cosas”
Sayi sonrió apenada “No he hablado con él hace más de dos semanas. Y por lo que me dice Ichigo, también ha estado distante con él” le respondió “Debe estar ocupado con su nueva novia”

Sayi tomó su bebida y se quedó observando el paisaje. Kaien la observó de reojo y entonces hizo lo mismo, centrándose en la torre de Tokyo.
Lo que acababa de decir ya lo había escuchado de Ichigo y de Hige, y por lo que veía Sayi no haría más que listar hechos sin ahondar en ello. Su hermanastra siempre daba una imagen de ser amigable y abierta con sus emociones, pero nunca podía subestimar lo evasiva que podía volverse con aquello que la incomodara.

No le quedaba de otra.

“¿No te parece muy pronto que ya ande con otra chica?”
“Pues sí” respondió “Pero el ya no esta conmigo, así que puede hacer lo que quiera”
“Igual, a mi me parece muy pronto”

El mesero llego con la cena de Kaien y el postre de Sayi. Sin decir más, la pelirrosa tomó un poco del borde de su pastel y se lo llevó a la boca.

“¿Sabías como iban a terminar las cosas antes de que fueras a Beijing?”

Sayi se giró hacia él, pero Kaien siguió con la mirada en el paisaje.

“No estaba segura”
“¿Qué te convenció?”
Sayi jugó con su cuchara un momento antes de responder “Dijo que las cosas no eran como antes”
“¿Antes cómo?”
“Antes, como cuando se enamoró de mi”

Kaien bajó la mirada. No le gustaba andar haciendo esas preguntas, pero ahora que había empezado tenía que continuar.

“Por supuesto que las cosas no son como antes. Raro sería que todo siguiera igual” respondió Kaien “Me suena a una excusa”
Sayi dejó ir una pequeña risa “A mi también. Pero lo curioso es que aún diciéndome eso me pregunto si quería terminar”
“Debo suponer que tu dijiste que sí, ¿verdad?”
“Bueno, le pregunté si creía que estaríamos dispuestos a hacer un esfuerzo. Y me dijo que no. Creo que no se necesitó decir nada más”

Sayi enterró su cuchara en el centro del postre, y el chocolate desbordante cubrió el plato.

“¿Que hay de ti?” preguntó Kaien “¿Hubieras hecho un esfuerzo?”
Sayi rió, y su hermanastro reconoció exasperación en su voz “¿Importa acaso?”
“Claro que importa”
“El no quería hacer nada. Era evidente, hasta me lo dijo” le respondió, atropellando las palabras “No importaba que pensara, ¿de que iba a servir que fuera la única peleando? ¿No sería estarle rogando, acaso? Y es evidente que fue lo correcto, sino mira lo rápido que-”
“Sayi”

Su voz había cambiado, no tanto para que las demás mesas se percataran, pero si lo suficiente para notar un nudo en su garganta. Sus puños estaba tan contraídos que tenía los nudillos blancos.

“Quiero irme” dijo, poniéndose de pie. La servilleta en su regazo cayó al suelo.

Kaien le pidió que la esperara fuera del restaurante si prefería que nadie la viera. Le prometió llevarla a un lugar más recluído para seguir conversando una vez se encargara de la cuenta.

Si era honesta, Sayi no tenía muchas ganas de seguir hablando al respecto, pero había una seguridad en Kaien que la hacían querer seguirle a donde la llevara.


Tras dejar el restaurante, Kaien detuvo un taxi y le pidió al conductor que los llevara a un parque con vista a la bahía de Tokyo.

La brisa fresca se sentía agradable en su rostro, aún si sentía su nariz helarse con la baja temperatura. En el taxi, Kaien había cambiado el tema de conversación para poder relajarse un poco. Sayi le había seguido la corriente y ahora, caminando por el parque, se reía con las ocurrencias de su hermanastro.

No obstante, el tema de Taikoubou aún pesaba, y parte de ella quería acabar de una vez con la discusión empezada en el restaurante.

Ello no demoró mucho pues, tras una breve pausa, Kaien la tomó del brazo y le pidió que se detuviera. Estaban solos —habían tomado un angosto trecho, donde una baranda era lo único que los separaba de la bahía.

“Siento haber sido tan agresivo en el restaurante” se disculpó el pelinegro “Pero realmente quería hablar sobre esto, y a veces eres tan defensiva que hay que sacarte las cosas a cucharitas”
“¿Por que querías hablar de él?” le preguntó Sayi “Creo que eso es lo que más me confundió”

Sayi se apoyó contra la baranda frente suyo. Ambos se quedaron en silencio, observando las luces de los edificios.

“Desde que llegué he notado lo indiferente que has estado al respecto, y créeme que se lo mucho que te puede afectar Taikoubou. Lo vi hace tiempo, y considerando que ahora tienen tres años más encima… se me hacía imposible que hubieras superado el asunto tan rápido”
“…”
“Nadie es tan emocionalmente equilibrado para racionalizar sentimientos y sanar en tan poco tiempo, Sayi” agregó al pelinegro “Tienes que tocar fondo con cómo te sientes, y entonces recién podrás hacer las paces”
“Tampoco ayuda andar hecha un mar de lágrimas, o lamentándome por haber terminado con él” le respondió “No me hace bien a mi, y tampoco a Hige. Además preocupa a la gente a mi alrededor, y no quiero andar dándole pena a los demás”

Kaien descansó sus antebrazos sobre el barandal y se inclinó hacia adelante.

“Voy a ser sincero contigo”
“Dale”
“Dijiste que no importaba lo que sintieras, pues Taikoubou no tenía intención de trabajar las cosas” empezó, y Sayi asintió hasta que agregó lo siguiente: “Pero en verdad, tu querías que dijera lo contrario, ¿cierto?”
“¿A qué te refieres?”
“No le informaste a Taikoubou que volverías a ser una HiME. Estabas molesta con él y decidiste no decirle, aún si sabías que era algo que le incumbía” dijo, y Sayi formó una línea con sus labios “Fue… una manera de castigarlo, por mostrarse desinteresado” Sayi no respondió pero Kaien sabía que estaba en lo cierto “Y ahora, le preguntaste si iba a hacer un esfuerzo en su relación y al no recibir la respuesta que esperabas, terminaste con él”

Kaien respiró hondamente, y entonces buscó la mirada de la pelirrosa. El rostro de esta se mostraba compungido.

“Taikoubou no actuó como esperabas, y en respuesta haces lo contrario a como te sientes. Ya sea para castigarlo, o para ver si corre detrás de tí” le explicó “Sayi, eso no es sano ni para tí, ni para Hige. Ni siquiera para él.”

Al escuchar eso Sayi sintió la rabia dispararse dentro de ella.

“¿Cómo no es sano para él? ¡Si ya ves que anda con alguien nuevo!”
Kaien sonrió tristemente “Aún tenías la esperanza que viniera por ti, ¿verdad?”
Sayi balbuceó ante esa aseveración “¿Qu-cómo?”
“El dijo que ya no te veía como antes, y encima aceptó que veía difícil ponerle esfuerzo a su relación. Me hago una idea de cuánto debió golpearte eso” continuó Kaien “Pero Sayi, Taikoubou fue honesto contigo. Y eso es algo que tu no puedes decir de ti misma”
“Por qué…”
“Porque el te preguntó si estabas segura que querías terminar con él, y le mentiste, pues tu no querías eso”

Kaien era severo en su respuesta, y Sayi sentía cómo sus ojos se llenaban de lágrimas.

“Pero tomaste su respuesta como excusa y te desentendiste, en lugar de decirle que en verdad te hubiera gustado hacer el esfuerzo por salvar su relación”
“Kaien…”
“De la misma manera que tomaste el ser HiME como excusa para castigarlo, en lugar de decirle que sentías que te estaba dejando de lado”
“¿Pero que importa si le decía todo eso? Ya ves lo rápido que me superó”

Sus evasivas terminaron por exasperar a Kaien.

“¡Serás necia! ¡Deja de justificarte con lo que asumes que sienten los demás!” le reclamó “¿Qué tiene si, aún diciéndole lo que en verdad sientes, él no actúa como quieres? Al menos se sincera contigo, y así no terminarás tan llena de resentimientos”

Sayi no demoró en caer en un llanto amargo, y en respuesta Kaien dejó que hundiera su rostro en su pecho. Entonces recordó lo que le dijo a Taikoubou cuando terminó con él.

“Las relaciones cambian con el tiempo, y con la distancia, y con el entorno” … “Yo quiero contar contigo, pero no creo que podré si te resiento por tu ausencia”

Era una mentirosa. Siempre quería ser su yo más altruista, pero terminaba siendo una hipócrita, como bien se lo había mostrado Kaien.

So why do you fill my sorrow
With the words you've borrowed
From the only place you've known?


No había manera de no resentir a Taikoubou, ya sea por su ausencia o desinterés. De hecho nunca había estado tan resentida con alguien como lo estaba con él, pues la persona que más quería la había dejado de lado, no pensaba poner esfuerzo en su relación, y había demorado poco más de dos semanas en encontrar alguien nuevo. Sayi sabía que ella estaba lejos de ser perfecta, pero era refrescante sincerarse, por más negativos que fueran algunos de sus pensamientos.

And why do you sing Hallelujah
If it means nothing to you?
Why do you sing with me at all?


Y es que por más que las relaciones cambiaran, era descorazonador ver cómo nisiquiera aquellas que deberían estar aseguradas estaban a salvo. No había manera de prepararse para verse pasar a segundo plano en ojos de una persona que era tu mundo, y demoraba más que unas semanas encontrarle un nuevo sentido a una vida que habías tenido planeada de inicio a fin.

So why do you fill my sorrow
With the words you've borrowed
From the only place you've known


“¿Cómo pudo hacerme esto?” murmuró Sayi entre sollozos, y Kaien posó una mano sobre su cabeza.
“Vamos, nadie es perfecto” respondió su hermanastro “Pero me alegra escucharte siendo honesta con lo que sientes”
“Tres semanas y ya andaba con esta chica” continuó
“Así es, fue muy rápido”

And why do you sing Hallelujah
If it means nothing to you?
Why do you sing with me at all?


“Me había dicho que viviríamos juntos cuando él terminara la universidad, ¿te había contado?”
“No, pero tampoco me sorprende”
“No puedo creer lo rápido que pudo cambiar de opinión”
“Las prioridades de uno cambian, lamentablemente”

Cuando Sayi se calmó, ambos buscaron una banca donde pudieran sentarse. El aire frío ahora se sentía reconfortante sobre sus mejillas húmedas. La pelirrosa se limpió las lágrimas con la manga de su chaqueta, mientras Kaien fue a buscar un par de bebidas de una máquina expendedora.

“Nada de esto es tu culpa Sayi, pero tampoco seas tan severa con Taikoubou” le dijo, alcanzándole una lata con refresco “Es triste cuando las relaciones terminan, y estás bien en sentirte decepcionada, pero el cambiar planes es algo normal. Fue cosa de él ahora, pero es muy probable que te suceda a ti más adelante, con alguna otra relación que vayas a tener”

Kaien abrió su bebida pero Sayi se quedó observando la suya sin atreverse a abrirla.

“No creo que este lista para una relación”
“Lo sé, ¿por qué crees que no fui en serio con esto de la cita?” Sayi sonrió levemente y Kaien se alegró que su hermanastra se tomara el tema a la ligera “Y no quiero sonar como una madre, pero tampoco te cierres a la posibilidad de salir con alguien”
“No quiero ser como Taikoubou”
“No, no quiero decir que lo hagas para competir” aclaró el pelinegro “Pero has estado prendida de él desde el primer año de preparatoria. Te haría bien ver la cantidad de opciones que tienes a tu alcance”
Sayi abrió su lata “Lo pensaré”
“Bien”

La bocina de un barco se escuchó a la distancia y Sayi sonrió para si misma. Aún le pesaba el pecho, pero sentía que podía respirar bien por primera vez desde que regresó de Beijing.

“Muchas gracias Kaien” atinó a decirle “Cómo me gustaría que regresaras de Australia para quedarte”
El pelinegro sonrió “Creo que me han dicho eso como mil veces desde que llegue…” dijo, y entonces le alcanzó el celular a la pelirrosa “Listo, toma tu teléfono de vuelta. Gracias por darme esta noche”

Sayi le respondió dándole un rápido beso en la mejilla y entonces empezó a buscar algo en su teléfono. Kaien se quedó observando el paisaje un momento más… pero al ver a su hermanastra tan absorta en su iPhone no pudo evitar preguntar que tanto estaba haciendo.

“¿Reportándote con Ichigo y Hige?”
“Nope. He decidido seguir tu consejo y empezar a ver mis opciones” respondió Sayi. Kaien alzó las cejas sorprendido.
“¿Oh? ¿Y cómo piens—?”
“Me baje Tinder”
“SAYI NO”

La pelirrosa sonrió al ver su sorpresa, y entonces Kaien entendió que le había hecho probar su propia medicina.

“¡Es broma, Kaien!”


Se había quedado dormido.

Al abrir los ojos se encontró con la pared de su habitación. La luz prendida le hicieron darse cuenta que era de noche. Entonces reconoció el sonido de la televisión, y la voz de la corresponsal se coló en sus oídos.

“Los peritos declaran como incierto el motivo del descarrilamiento del metro ocurrido la semana pasada a la altura de la estación de la puerta este de la universidad de Peking. Tres de las víctimas continúan en situación crítica, mientras testigos continúan siendo interrogados en busca de—“

“Apágalo”

Sentado frente al televisor, Duo se sobresaltó al escuchar la voz de Taikoubou. El castaño alternó miradas entre el peligris, su teléfono y el televisor. Al notar que el noticiero estaba prendido, atinó torpemente a tomar el control remoto y se apuró en apagarlo.

Taikoubou se giró y quedó echado boca arriba. Se llevó una mano a la cabeza al sentir el latir de su eterna jaqueca.

“Lo siento Bou, me distraje leyendo un artículo de las Kardashians y no me fijé que había empezado el noticiero” dijo el castaño, regresando al menú de su teléfono “¿Aún no te pasa el dolor de cabeza?”
“No” respondió, y antes de que su compañero le sugiriera lo obvio, agregó “Y no pienso ir a un doctor”

Duo chasqueó la lengua y se encogió de hombros.

“Bueno, si te preocupa tanto que un médico te vea al menos deberías tomar tu otra alternativa” le dijo el castaño.

Taikoubou sabía a que se refería, pero estos días había intentado buscar una tercera alternativa, y esa era hacerse el de la vista gorda y esperar a que las cosas regresaran a la normalidad.
Pero era evidente que eso no iba a funcionar. Y no solo se trataba de esa insistente jaqueca que no lo dejaba ni asistir a clases, pero la ansiedad por no saber en qué momento podría ocasionar otro accidente, o la culpa por toda la gente que había mandado al hospital…

“Y sabes que ella no te cuestionará viendo que es la causante de todo este DRAMA MAGICO en nuestras vidas”

Era cierto. Solo Miranda le ayudaría a encontrarle motivo al por que (o para qué) venía a tener esta responsabilidad ahora. Aún si fuera de la mano con afrontar a Sayi y Hige al respecto.

No tenía de otra. Tenía que volver a Hanasaki.
« Last Edit: August 13, 2017, 02:33:40 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way