Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 252165 times)


Kora

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #225: November 25, 2016, 04:28:05 PM »
Para la mitad en adelante
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

12.


Madoka siempre era puntual en sus clases, y a menudo, la primera en sentarse en el pupitre. Aún si no entrenaba todas las mañanas con Kora, su rutina diaria empezaba temprano.

Algunos de sus compañeros con los que más contacto había tenido en aquellos primeros días, la saludaron al entrar, pero se extrañó al oír un poco más de bullicio de lo común desde el pasillo. Un grupo de chicas de clase entraron entre risitas, empujadas por la delegada. Al no haber llegado aún el profesor, el murmullo de chismes siguió entre los pupitres, y al final, llegó hasta Madoka.

Una de las chicas se giró hacia ella.

- ¡Tienes tanta suerte, Mawari! - Al decir ésto, las otras chicas parecieron captar a lo que fuera que se estaba refiriendo, soltando un grito ahogado entre manos.
- ¿...Por qué? - Madoka no se llevaba mal con ellas, pero había algo que no terminaba de gustarle en todo aquello.
- Tienes un pupitre vacío a tu lado. - La chica apuntó a la mesa que había entre el pupitre de Madoka y la ventana. - El chico nuevo se va a sentar contigo.
- Oh.
- ¡”Oh”! - La imitó otra chica, exageradamente. - ¡Es súper guapo! ¡Lo hemos visto con el profesor hace un rato y…! Ahhh…
- Ya veo… - Y eso explicaba mucho.
- Mawari, cámbiame tu asiento.
- ¡No, no, cámbiamelo a mí! ¡Te pasaré todos mis apuntes!
- ¡Mawari, si me dejas sentarme en tu sitio--!
- Nadie se puede cambiar de asiento sin permiso del tutor. - Intervino la delegada, que parecía estresada. - Por favor, chicas, sentaros. El profesor va a llegar pronto.

Entre quejidos, el grupito de chicas se apartó, y Madoka suspiró con alivio. No podía sentirse moralmente superior a ellas considerando hasta qué punto había sido ridícula cuando estaba cerca Ky… pero eso había sido tres años antes.

Y además, no quería cambiarse de asiento. Estaba bien en la tercera fila, justo detrás del estudiante estrella de la clase que siempre absorbía las preguntas del profesor y le evitaba posibles ridículos públicos.

Si el chico nuevo se sentaba a su lado… bueno, esperaba al menos que fuera simpático.

- Buenos días, clase… silencio… - La voz del profesor se alzó sobre los murmullos de los estudiantes, que al final se acallaron entre éste y siseos de la delegada. - Tenemos un segundo estudiante tardío que se unirá a las clases ahora. Ha estado estudiando un curso exclusivo de arte tradicional en Okinawa y ahora seguirá sus estudios en Hanasaki. Por favor, Mizutani, pasa.

Al ser aludida por el profesor, Madoka no había podido evitar enrojecerse y tratar de encogerse en el asiento, para levantar la cabeza inmediatamente al oír el apellido del nuevo estudiante. Mizutani era el apellido de Azura, pero no podía ser ella… porque era un chico joven quien entró en la clase.

Las compañeras de clase no habían exagerado. Aquel chico alto era guapísimo aún si unos mechones de pelo celeste cubrían uno de sus ojos, y Madoka dejó de sentirse tan apática hacia la idea de que era probable que se sentara a su lado.

El recién llegado se colocó frente a la clase con porte sereno, sin que pareciera afectarle en nada el murmullo que había despertado.

- Buenos días. Me llamo Shigure Mizutani, y como nuestro profesor ha dicho, vengo de Okinawa para terminar los estudios de secundaria en Hanasaki. Espero que nos llevemos bien.


Shigure tenía una voz agradable, algo que no era de extrañar si tenía algún parentesco con Azura. No había vacilado en ningún momento de su escueta presentación, y aunque había sido muy educado al hablar, Madoka reconoció inmediatamanete el tipo de formalidad que marcaba distancia entre él y los demás.

Tal y como habían presupuesto, el asiento de Shigure había terminado siendo el que estaba al lado de Madoka. Ésta le dirigió un reservado saludo cuando se sentó a su lado, que fue respondido con un asentimiento de cabeza.

Alegando algo sobre tiempo perdido en presentaciones, el profesor empezó la clase inmediatamente, ahogando cualquier posibilidad de que Madoka le preguntara algo sobre Azura.

Sus compañeras no parecían compartir la opinión del tutor, sin embargo, y la mesa de Madoka se llenó enseguida de notitas de sus compañeras (y hasta uno de sus compañeros).

Papeles con “Mawari, averigua su signo y tipo de sangre!!”, “pregúntale que tipo de chicas le gustan ♥♥”, “pregúntale si tiene novia”, “dile que mi número de teléfono es XXX-XXX-XX” y similares llovieron sobre su mesa.

Por supuesto, Madoka no se arriesgó a que la regañaran a ella o Shigure, y sobretodo, tampoco a que pensara que era una pesada. Shigure parecía bastante centrado en clase, tomando apuntes, y Madoka prefirió imitarlo para luego no molestar demasiado a Nino con dudas.

El timbre sonó, y el profesor se marchó unos momentos, dejando a cargo a la cada vez más ansiosa delegada. Madoka quiso aprovechar el breve descanso para hablar con Shigure, sólo preguntarle sobre Azura, pero el profesor de Química se le adelantó antes de que pudiera acercarse.

- Mizutani--
- Ahora que espero que estamos todos, empezaremos una primera práctica de laboratorio hasta el recreo. - Informó el profesor a la clase. - Todo el mundo debe estar en el laboratorio 3-1 en menos de diez minutos.

Los siguientes minutos fueron tan agobiantes que Madoka, por unos momentos, consideró sacar la wakizashi que siempre llevaba en la mochila para imponer algo de orden o que al menos no terminara pisoteada por sus propias compañeras. Sólo como deterrente, por supuesto, jamás usaría su arma contra civiles desarmados.

Las chicas rodearon el escritorio de Shigure, atosigándolo con las preguntas que Madoka no le había pasado y unas cuantas más.

- ¿Eres de nuestra edad, Shigure?
- ¿Tenías novia en Okinawa?
- ¿Qué música te gusta?
- ¿Quieres copiarte mis apuntes?

Éste parecía cada vez más molesto con cada pregunta, frunciendo el ceño de su ojo despejado. Estaba completamente acorralado contra la ventana, y de no ser por su altura y porte, no habría podido escapar del pequeño pero estrecho muro de chicas.

- El profesor ha dicho que tenemos que estar en el laboratorio 3-1. Por favor, dejadme pasar. - Shigure habló con severidad.
- Puedo llevarte, Shigure, como eres nuevo--
- Sé cómo ir, y por favor, no me llames por mi nombre. No tenemos tanta confianza.

Aquella respuesta pilló desprevenida a la chica, y Shigure aprovechó para escapar de la clase. Madoka suspiró, pero entonces se dio cuenta de que había estado pendiente de toda la situación y no de llegar al laboratorio, y apresuradamente metió su estuche con forma de gatito en la mochila para salir corriendo.

La suerte no le sonrió, y llegó un par de minutos tardes después al haber tomado la escalera equivocada. Por suerte, las clases de laboratorio siempre tardaban un poco en organizarse.

Siendo el primer día que iban al laboratorio, todavía no se habían asignado asientos, y Madoka se sentó en la tercera fila de bancos. Shigure estaba en la segunda, sentado en un extremo.

- Para la práctica de hoy tendremos que sentarnos en parejas… - De nuevo empezó el alboroto, y el profesor tuvo que dar un manotazo en la mesa para imponer orden. - En vista de que siempre hay problemas con este tema, desde el departamente hemos decidido que las parejas se decidirán por orden de lista.

Madoka cerró los ojos un momento al sentirse el centro de varias miradas de envidia. Todavía no habían cambiado su número en la lista, y siendo que se había unido tarde… e incluso si hubieran arreglado aquello, no había nadie entre Mawari y Mizutani. Shigure era el siguiente de cualquier forma, y por tanto, su pareja en el laboratorio.

Éste arrastró su mochila y se sentó a su lado cuando el profesor confirmó lo que todos habían supuesto. Madoka sólo esperaba que no le llegaran muchas notas aquella vez.

- Parece que vamos a sentarnos juntos aquí también. - Le dijo Shigure con un suspiro, y Madoka se sintió algo herida ante la resignación en su tono. No le había molestado como las otras chicas, pero ya la consideraba igual de pesada.
- Sí. - Respondió, alzando la barbilla para que no se notara si le había afectado en algo. Al igual que él, también sabía esconderse detrás de su cortesía. - Siento la coincidencia. No he podido decirlo antes, pero, bienvenido a clase, Mizutani.
- Oh… gracias. - Shigure pareció dejar un poco de tensión a un lado, torciendo la boca en gesto incómodo por unos momentos. - Perdona, no quería ser desagradable… me he puesto un poco nervioso antes.
- No pasa nada. - Aunque fuera algo frívolo, Madoka se sintió ligeramente orgullosa de sí misma ante la disculpa. - Mizutani, ¿puedo hacerte una pregunta?

De nuevo, el profesor de Química parecía dispuesto a interrumpir a Madoka en el momento crítico.

- Mawari, por favor, no atosigues tú también a Mizutani.
- ¡Lo siento! - Madoka inmediatamente agachó los hombros, esperando que las dos filas de mesas delante de ella sirvieran para taparla del ángulo de visión del profesor.

La práctica era, según el profesor, algo muy sencillo. Simplemente tendrían que calentar una disolución de solutos férricos y crómicos hasta que se formaran cristales, y anotar el peso y volumen del agua así como los disolventes.

Todo muy sencillo excepto que Madoka no sabía la mitad de materiales que iba a utilizar, o dónde encontrarlos siquiera. El resto de alumnos había estado en el laboratorio antes y conocían la organización de los armarios, pero para Madoka era un misterio.

Se giró hacia Shigure, sintiendo las mejillas encendidas por la vergüenza.

- Lo siento, Mizutani, yo también soy nueva. No sé muy bien qué hacer…
- No pasa nada. Haremos lo que podamos. - De nuevo, añadió aquel suspiro despectivo al final, pero aquella vez no se disculpó. - Vamos a buscar el erlenmeyer…
- ¡Oh, sé qué es eso! Tiene que estar en la estantería de instrumentos de vidrio.

Madoka esperó a que hubieran realizado la disolución y dejaran el matraz sobre el hornillo para poder hablar con Shigure. Hasta entonces éste había estado centrado en la búsqueda de materiales o esquivando a alguna compañera demasiado dispuesta a ayudarle.

Con el recipiente de vidrio calentándose entre ellos, vigilando que no pasara del punto de ebullición, Madoka aprovechó el momento de calma.

- Mizutani, ¿conoces a una chica que se llama Azura?
- ¿Azura? - Shigure abrió los ojos, parpadeando unos momentos en sorpresa. - Claro que la conozco, es mi hermana.
- ¡Oh! - Aquello explicaba el parecido.
- ¿Sois amigas? - Preguntó Shigure en un tono que contenía algo de sospecha.
- Bueno… - Madoka frunció el ceño. ¿Podía realmente llamar Azura su amiga o sería invadir límites de su relación? - No sé si considerarme como tal… he estado con ella mientras entrenaba unas cuantas veces…
- Entonces tienes su confianza, y por extensión, la mía. - Shigure le dedicó una media sonrisa. - Azura es algo… secretiva. Si te ha dejado estar presente mientras entrena, debes caerle bien.
- Ah… me alegra saberlo. - La sonrisa que se dibujó en el rostro de Madoka era completamente sincera.
- ¿Eres una HiME también, Mawari?
- ...No. - Y aquella sonrisa se disolvió en un momento. - Soy una… ayudante HiME. Entreno y ayudo a otra HiME en el arte de la esgrima.
- Oh. Es respetable, también. - Shigure apartó la vista, frunciendo el ceño. - Para las HiMEs… todo esto… es tan diferente de cómo la gente de fuera lo ve… ah, no sé si me explico. Igualmente, Mawari, seguro que la HiME a la que ayudas te aprecia mucho.
- Hmmm…

Suponía que Kora le apreciaba, pero nunca se había parado a pensar demasiado si ésta realmente agradecía con sinceridad el que la entrenara y protegiera. Madoka nunca lo había necesitado, su recompensa era saber que estaba cumpliendo con su deber como heredera de la casa Mawari y apoyando a la causa de Hanasaki contra Rizembool.

Habían otras cosas que le interesaban más, sin embargo. Las palabras de Shigure le habían dejado con otra incógnita: Azura le había inspirado paz y tranquilidad, pero también había captado un deje de tristeza en ella, una resignación solemne.

¿Qué le habría ocurrido como HiME? Tenía la sensación de que no era una historia feliz.

- Oh, creo que ya se han formado los cristales. - Shigure cambió el tema, y apagó el hornillo. - ¿Quieres sacarlos tú?
- Vale.

Madoka atrapó éstos con las pinzas haciendo gala de una destreza que sorprendió a Shigure, y los dejó en el papel de filtro que hacía de mantel. El resto de la práctica fue bastante fluida, a excepción de los ejercicios finales sobre las reacciones químicas que se habían producido.

Sintió cierto alivio al ver que Shigure tampoco parecía muy diestro en temas de química, hasta que recordó que la libreta de prácticas era parte de la nota.

- Um, estoy recibiendo clases de repaso de Química y otras ciencias. - Sugirió Madoka. - Si quieres, puedo hacer los ejercicios allí y luego los copias.
- No me gustaría apropiarme de tu trabajo. - Replicó Shigure, frunciendo el ceño. - Lo intentaré hacer por mí mismo.
- Entiendo… - Suspiró Madoka, algo decepcionada. Shigure acababa de halagar su habilidad con los cristales, y le hubiera gustado que continuara en aquella línea.

Limpiaron el banco donde habían estado realizando el experimento juntos. Era fácil ver que Shigure tenía manos de artista, con dedos largos y elegantes, y Madoka distraídamente pensó que la escuela de Okinawa a la que había ido debía haber especial para acoger a un estudiante en mitad de sus estudios de secundaria.

El talento para las artes debía ser algo que corría en su familia: música y danza para Azura, y pintura para Shigure.

- Por favor, que nadie salga del laboratorio hasta que suene el timbre. - Les recordó el profesor, y Madoka se sentó junto a Shigure en su banco. - Se puede hablar pero no comer.
- Mizutani, perdona si he sido mucha carga durante la clase. - Dijo Madoka, solemne y algo avergonzada. Shigure había sido quien había hecho casi todo. - Intentaré esforzarme en mis clases de apoyo para que en las próximas prácticas no te moleste mucho.
- Oh… no te preocupes, Mawari. No soy un experto tampoco, precisamente, así que tendremos que esforzarnos los dos para que nos salgan bien las prácticas.
- Trato hecho, entonces. - Madoka le dedicó una sonrisa. - Lo haremos lo mejor que podamos.
- Sí. - Shigure le devolvió la sonrisa, algo más suave, pero amable a su manera. - Y… no lo he dicho antes, pero puedes llamarme Shigure si quieres.

En aquel momento, Madoka tuvo una sensación de dèja vu. Shigure y Azura realmente se parecían, ambos con sus párpados caídos lánguidamente y su manera reservada de sonreír. Madoka se sentía afortunada de que a pesar de que parecieran tan distantes para con los demás, ambos hermanos se hubieran mostrado amables con ella.

Al igual que con Azura, había sentido el rubor subir hacia su rostro al oír que Shigure le permitía usar su nombre. Era una sensación muy parecida, pero había una ligera diferencia que Madoka no sabía identificar.

- Gracias… Shigure. Tú también puedes llamarme por mi nombre. - Antes de que Madoka pudiera hacer algo que la avergonzara, el timbre sonó finalmente.
- Lo haré entonces, Madoka. Y si no es aprovecharme demasiado de tu confianza… - Shigure echó una mirada de lado a las chicas que esperaban a la puerta. - ¿Puedes venir conmigo hasta la salida? Si parece que estamos comparando nuestras libretas quizá no… nos digan nada…
- No creo que eso las vaya a parar. - Madoka dejó ir una risita al sacar la libreta de su mochila. - Pero podemos intentarlo.

---

...no hay nada más que considere remarcable. Todavía no he tenido ningún examen, pero tampoco me parece extraño. Por lo que sé, otras chicas de mi dormitorio están en una situación parecida. El inicio del curso está siendo relativamente tranquilo, aunque irónicamente ésta calma parece ponernos más tensas.

Gracias por preocuparse por mí, señorita Straits. Seguiré en contacto.
-K.L.


Elizabeth borró el e-mail una vez leído, y anotó en su agenda llamar a la técnico de seguridad para adelantar la limpieza semanal de los servidores. No escribió respuesta aún, considerando que contactaría con la HiME cuando fuera necesario.

Aquella estaba siendo una mañana tranquila pero productiva, y Elizabeth decidió que era hora de tomarse unos momentos para girar sobre su sillón y disfrutar de una copa de vino.

La pared detrás de su escritorio era mitad ventanal con vista a Les Halles, una imagen que siempre le relajaba. Sorbió distraídamente unos minutos antes de que su descanso se viera interrumpido por el pitido del interfono. Con un suspiro, Elizabeth le dio la vuelta a la silla, dejando la copa en la mesa antes de contestar.

- Señorita Straits, tiene visita. - La voz de una de sus secretarias sonó por el interfono cuando pulsó el botón.
- ¿Está en la agenda? - Replicó Elizabeth, pasando el dedo de su mano libre por el borde de la copa de vino.
- Sí… reservó turno ayer mientras usted estaba en la gestoría. El chico parecía bastante insistente así que le di el hueco de ahora, pero puedo echarlo, si quiere.
- ¿Quién es?

Alzó una ceja. Un chico insistiendo en verla… Elizabeth tardó apenas unos segundos en atar cabos, y no se sorprendió al oír el nombre.

- Ky Kiske.
- Ah. Suzie, dile que pase.
- Ahora mismo, señorita.

Elizabeth apartó los documentos que había estado organizando antes de su descanso, sin quitarlos de su mesa, para que el chico no pensara que tenía todo su tiempo disponible.

Su secretaria hizo entrar a Ky Kiske en su oficina tras unos leves golpes en su puerta que eran mitad cortesía, mitad aviso. Elizabeth lo estudió en silencio apenas cruzó el umbral de la puerta: vestía formal como siempre, incluso llevando corbata, e inclinó levemente la cabeza al entrar.


- Buenos días, Kiske. Por favor, siéntate. - Elizabeth señaló las sillas frente a ella con su mano.
- Gracias, señorita Straits. - Éste obedeció, pero su tono era firme. - Espero no molestarla mucho.
- Para nada, aunque me imagino que no has venido sólo a saludar.

Elizabeth se levantó del asiento, acercándose al mueble donde guardaba las copas de vino, y levantó una. Aprovechó el ángulo para estudiar al chico, pero sólo llevaba consigo un bolso de mensajero en el que se veían libros y papeles por una pequeña apertura de la cremallera.

- ¿Te gusta el vino rojo?
- No, gracias. Prefiero no beber antes de volver a la academia.
- Muy responsable por tu parte. - Colocó la copa en su sitio y volvió a su asiento. - Entonces, ¿hay algo en lo que pueda ayudarte?
- Sí, y perdón si soy demasiado directo, pero creo que dar demasiadas vueltas al asunto sería perder el tiempo. - Ky se detuvo un par de segundos. - Me gustaría saber a qué tipo de trato ha llegado Kora con usted.
- ¿Es que no te lo ha dicho? - Elizabeth arqueó una ceja.
- Sí… sí me contó que--
- Oh, ¿y no la crees? - Hizo una mueca de sorpresa, satisfecha ante la expresión de conflicto que delató a Ky por unos segundos.
- Kora… Kora es una persona complicada. Y sé que hay cosas que prefiere guardarse…
- Entonces, deberías respetar su decisión. - Terminó Elizabeth. Ky empezaba a perder un poco de fuelle, y necesitaba avivarlo.
- Lo hago. - Replicó inmediatamente, con los ojos entrecerrados y las mejillas ruborizadas. - Eso no significa que no me preocupe, señorita Straits.
- ¿Hay algo que debería preocuparte?

Era casi divertido tirar de su correa para ver cuánto podía aguantar sin mencionar a las HiMEs. Desde el principio Elizabeth había contado con que Ky no tardaría en atar cabos y ver que la repentina huida de Kora tenía mucho que ver con ello.

Otra cosa más que tachar de la lista.

- Sí. Usted, señorita Straits.

Elizabeth tenía que admitir que el chico tenía más agallas de lo que una persona pensaría a simple vista. Poca gente le hubiera dicho algo así a la cara.

- No lo entiendo, Kiske. Creo que hasta ahora sólo he hecho favores.
- Lo sé, pero… creo que éste último favor es demasiado para alguien que trabaja voluntariamente aquí.
- ¿Puedes ser un poco más claro y decirme a dónde quieres llegar con ésto?
- Sí, perdón. - Ky asintió. - Lo que quiero decir es que creo que Kora ha podido tomar una decisión apresurada a la hora de hacer un trato y marcharse a Estados Unidos… sin considerar el precio de un favor tan grande.
- ¿Como su alma o primer hijo? - Respondió Elizabeth, sin cambiar su expresión facial.
- No estoy bromeando, señorita Straits… - Suspiró Ky. Su fachada de serenidad empezaba a resquebrajarse. - Sólo quiero saber lo que está pasando con Kora. Si está huyendo, si no he sido lo suficiente-- no tiene por qué hacerlo.
- Kiske, tienes que entender una cosa. - Aquella conversación estaba tomando un giro empalagoso que no le gustaba para nada a Elizabeth. - No tengo por qué decirte nada. Mi trato es con Kora, y es privado.
- …Esperaba no tener que usar ésto.

Ky revolvió en su cartera, y sacó un dossier. Elizabeth lo ojeó, admirando la bravura de aquel chico otra vez.

No era mucho, simplemente unos documentos que podían probar que uno de sus becarios había pedido en comisaría una prueba que nunca fue presentada en uno de sus últimos casos. Hacía tiempo que no la amenazaban directamente. Algo insensato, pero valiente cuanto menos.

A primera vista, Ky parecía ser quien dependía de Kora. La espinosa chica con actitud y aspecto oscuro que protegía a su inocente príncipe de blanco de quien se atreviera a decirle nada.

Sin embargo, Elizabeth sabía que en aquella relación que bordeaba la co-dependencia, Ky era el más fuerte de los dos. Kora quería pensar que haría lo que fuera por proteger a Ky, pero quien siempre actuaba sin dudar era él. La fuerza del chico no era una actitud antisocial que simplemente atacaba antes de que pudieran atacarla, sino entereza y lealtad absoluta, la falta de miedo de quien sabe que está haciendo lo correcto.

Si no fuera porque Ky jamás accedería a algo como espiar y testificar contra Hanasaki, aunque también incluyera a Rizembool, Elizabeth hubiera preferido un millón de veces ponerlo a él a cargo de la misión.

- Sabes que no llegarás a ninguna parte con ésto, ¿no? - Elizabeth cerró el dossier. - Tengo más contactos en la policía para enterrar una tontería como ésta.
- Lo sé. Pero si llevo a la fiscalía ésto… habrá una investigación, y cada vez se acumulan más cosas contra usted. Por favor, sólo quiero saber la verdad.

Elizabeth apoyó el mentón sobre sus dedos cruzados, pensando mientras miraba fijamente a Ky. Tenía que darle algo, lo sabía desde que había entrado a su oficina, pero debía calcular bien. Algo que lo satisfaciera y que al mismo tiempo no le hiciera desconfiar de Kora.

Ky debía volver al lado de Kora como su Key.

Ésta creía que podía ser HiME sin él, pero Elizabeth necesitaba que Ky estuviera involucrado. Aquel chico, formal, fácil de ruborizar, tan inocente… forzado a luchar e incluso matar. Era un punto clave en el testimonio. Pero Elizabeth no podía decirle todo. No sin especificar sobre el hecho de que Kora iba a testificar contra Hanasaki, lo cual estropearía su imagen ante Ky.

Necesitaba que fuera decisión de Ky, y no algo que pareciera impulsado por el bufete.

- Kora está bien ahora en Estados Unidos.
- ¿Y por qué se ha ido, entonces? - Insistió Ky.
- Tú lo has dicho. Está huyendo.
- No… no… - Las manos de Ky se apretaron en puños sobre sus piernas antes de llevar una a su cara. - Oh, señor, podría haber--
- No te culpes, Ky. - Tuvo que hacer un esfuerzo para no poner los ojos en blanco. No tenía ganas de que se le echara a llorar allí mismo. - No podemos escapar de nuestro pasado.
- ¿Qué le ha prometido? ¿Qué ha hecho a cambio de ésto? - Preguntó Ky. - Señorita Straits…
- Quiero tener ojos y oídos en Estados Unidos en los que pueda confiar por un tiempo. - Dijo Elizabeth. - Es un trato justo: yo la alejo de Hanasaki, y ella me dice cómo van las cosas por allí.
- Hanasaki… - Ky levantó la cabeza al oír el nombre. - Así que sabe…
- Lo justo y necesario. - Elizabeth se encogió de hombros, casi tirándole el dossier de vuelta. - Así que guárdate ésto. Me parece un poco ingrato por tu parte, todo sea dicho.
- Lo siento, señorita Straits, pero tenía que saber lo que estaba pasando.  - Ky guardó la carpeta. - Y… si Kora decidiera volver, todavía podría hacerlo, ¿verdad?
- No la tengo secuestrada, Ky, puede tomar un avión y volver a casa cuando quiera. - Elizabeth hizo un gesto despectivo. - Y ahora que ya lo sabes, te agradecería que no removieras más ésto. La situación ya es bastante complicada para Kora.
- No lo haré. - Dijo Ky con solemnidad, y Elizabeth contuvo una sonrisa de condescendencia. El chico todavía creía lo que decía, sin saber que pronto movería su ficha en el tablero. - Gracias, señorita Straits. Por… todo, incluso si no lo parece.
- Ah, ya sé que sólo te preocupas por Kora… - Elizabeth suspiró. - Pero es su decisión. Y hablando de decisiones, ¿has hecho algo sobre… ya sabes…?
- No. - Ky apartó la mirada, y Elizabeth lo estudió unos momentos. Era un mal mentiroso.
- ¿Necesitas más información?
- No es necesario, e igualmente, no podría permitírmelo ahora mismo. - Respondió Ky, removiéndose incómodo en el asiento.
- Oh, ya sabes, siempre me viene bien alguien en la--
- Ya se lo he dicho antes, pero no. Nunca. - Ky la interrumpió, con una sonrisa educada. - Todos los servicios que tenga que pagarle, lo haré con dinero.
- Admirable. - Elizabeth apoyó la barbilla en las manos. - Cuando lleves cinco años en la comisaría archivando multas de tráfico y veas que eres el único que no está sacando provecho, quizá reconsideres mi oferta.
- Hablemos dentro de cinco años, entonces, no quiero quitarle más tiempo ahora. - Ky se levantó del asiento, tendiéndole una mano. - Gracias otra vez, señorita Straits.

Elizabeth le estrechó la mano, sonriéndole de forma educada. Cuando Ky se marchó de la oficina, avisó a su secretaria de que se asegurara de que se marchaba del edificio, y retomó su descanso, volviendo a llenar su copa de vino.

Aunque pocos vinos se comparaban al placer de ver que los planes se ponían en marcha.
---


- Padre, necesitaba verle…

Ky dejó el ramo de crisantemos ante la lápida, y se arrodilló frente a ella, cómodo sobre hierba y tierra fresca. El cielo del atardecer estaba despejado, y la luz anaranjada se reflejaba en el mármol de losas y estatuas. La tranquilidad del cementerio, con todo, era un alivio.

La ansiedad pesaba sobre él desde que había dejado las oficinas de Elizabeth Straits, acompañándolo toda la tarde, y había terminando adelantando su visita semanal a la lápida del Padre Undersn.

Ky llevó una mano a dónde llevaba la cruz debajo de su camisa, ofreciendo una breve oración antes de seguir hablando en voz baja. Aunque había poca gente a aquellas horas, sentía la necesidad de la intimidad para lo que tenía que decir.

- Ojalá estuviera conmigo ahora. Han pasado tantas cosas desde que se ha ido… y no puedo afrontarlas solo.

Suspiró antes de continuar. Tenía tantas cosas que decir, y sin embargo, las palabras eran un nudo en su garganta. Si lo deshacía, su miedo y su ansiedad se materializarían.

Cerró los ojos, intentando recordar el peso de la mano del Padre Undersn sobre su hombro, la manera en que sus cejas pobladas se juntaban cuando le ofrecía consejo. El recuerdo hizo que sólo sintiera más vergüenza ante lo que tenía que confesar.

- He… he fracasado como persona. No sé-- ¿por dónde puedo empezar? Todo este tiempo… No he hecho más que engañarme. Padre, no puedo hacer… todo ésto-- no puedo hacer nada solo.

Volvió a dejar salir el aire de sus pulmones, intentando tirar de aquella cuerda. Sentía que no pararía si empezaba, pero al mismo tiempo, necesitaba abrir ese dique.

- …Le he fallado a Kora. Como amigo. Como Key. Se ha ido-- se ha ido y he estado mintiéndome a mí mismo desde-- quería pensar, creer, que no estaba huyendo. Porque eso significaría que, con todo, no tenía miedo, porque… porque yo… - Dejó caer la cabeza con un suspiro. - Porque yo era suficiente. Desde que se ha ido he estado mintiéndome, no he visto lo que era obvio. Pero hoy… hoy ya no he podido apartar más la vista y-- y tengo miedo de lo que veo.

Se llevó ambas manos a la cara, tapándose los ojos, presionando sobre los párpados unos momentos. Necesitaba recuperar el aliento.

- Creo… creo que no soy buena persona… No sólo por Kora-- sino por-- por… - Bajó las manos hasta apoyarlas en sus muslos otra vez. - Tendría que alegrarme, ¿no? Mi familia-- bueno, lo que queda… No, no, eso suena mal. Usted era mi familia. ¿Ve…? No entiendo nada. Necesito que alguien me diga qué hacer… Hago lo que puedo por mantenerme firme-- ser buena persona, ser amable, ser considerado pero… Kora me necesitaba, y ha terminado huyendo del país. Quiero que vuelva… quiero volverlo a intentar, demostrarle que puedo ser lo suficientemente bueno. ¿Es egoísta? ¿...Lo merezco?

Dejó que pasaran los segundos en silencio. Sólo oía los árboles meciéndose con la brisa, el rumor de los pocos visitantes a lo lejos, el piar de los pájaros en el atardecer. No había rastro de la voz del Padre Undersn, por mucho que lo anhelara.

- Estoy completamente solo, Padre. ¿Qué voy a hacer?
« Last Edit: July 01, 2017, 05:17:22 PM by Kora »


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #226: November 26, 2016, 04:21:44 PM »
Lamento lo largo u_u a ver si lo edito y lo corto.


—#30.2

Lilina llegó puntual a la hora que enunciaba la selecta invitación que el tío del estudiante de intercambio a su cargo le había ofrecido. La rubia lucía un fino y fresco vestido primaveral en tonos damascos con diseño de flores bordados, el cabello lo mantenía sujeto en dos coletas con cintos, y sobre sus hombros descansaba un chal de color crema. Una pequeña cartera colgaba de su hombro. En sus brazos, portaba un refinado regalo en caja cuadrada y con listón azul. 

Cuando ingresó a la entrada, un joven mayordomo la recibió y le guió con intenciones de conducirla al salón pero en el trayecto notó al chico de intercambio observar el acontecimiento desde lo alto de la segunda plana, apoyado en los balcones que unían ambos niveles en uno solo. Lilina le pidió al mayordomo que la dejara allí.
Ciel, cuando notó a su compañera, se mostró un tanto confundido en un comienzo.

—Eh, todos están por allá. — Apuntó hacia la sala.
—¿Por qué no estas con tus invitados?— Le preguntó Lilina, extrañada. Era primera vez que encontraba que el cumpleañero de la fiesta se escondía y evitaba contacto. Percibió que el otro se hallaba incómodo con ese evento.
—No conozco a nadie. — Fue honesto. —Aparte de la gente que vive aquí…— Para él era inadmisible tener una fiesta de cumpleaños, pero más patético era que sus invitados fueran conocidos de sus parientes y estaban allí sólo por "rellenar un lugar en la mesa”
—Pero, eh…— Lilina curvó las cejas, no estando segura si alentarlo con algo tan básico. —Me conoces un poco, ya que soy tu compañera de clases y guía estudiantil en tu proceso de inserción escolar. Si quieres, podemos estar juntos allá. —
—…— Ciel alzó una ceja, extrañado por la llaneza gentil de esa chica.
—Anda, no seas fantoche. Ven aquí. — Ella le demandó, frunciendo el ceño.
—¿No crees que no es propicio que una invitada gobierne por sobre el dueño de casa? — El chico siguió observándola indiferente. Finalmente, soltó un suspiro y bajó las escaleras hasta reunirse con ella en el primer nivel. Se percató de que Lilina le observaba especialmente el nudo de la corbata. Él lo cubrió. —Ah, es que… No tenemos valet. — y se avergonzó de ser excesivamente dependiente a su mayordomo de Inglaterra. Ahora, verse que no sabía algo tan básico como vestirse bien solo lo fastidiaba.
—Ya veo.— Lilina le ofreció la caja de regalo la cual Ciel recibió. Acto seguido, ella extendió sus manos hacia el nudo de la corbata, lo desarmó y lo volvió a armar decentemente. —Mi hermano tampoco sabe hacerle nudo a su corbata. — Le sonrió con gentileza.
—G-gracias.—
—Por cierto, ¡feliz cumpleaños! — Embozó una adorable sonrisa. Seguidamente, apuntó el regalo que había traído y que ahora Ciel portaba. —Espero que te guste. —
—…— El chico de cabello oscuro miró por unos instantes con desánimo el regalo, gesto que al poco tiempo ser tornó en una tímida curiosidad. Pensó en preguntarle a esa chica si no le molestaba que abriera su regalo en ese momento, luego frunció el entre cejo negando levemente, ¿Por qué tendría que preguntarle a esa intrusa el  pedir su permiso o aprobación?  Ciel abrió el regalo con cuidado, la punta de sus dedos palparon una textura suave y agradable. Al ver, notó que era un pañuelo de varón que se usan en el cuello, color azul con bordados plata.
—Es un Vizconti de Italia. — Le explicó Lilina.
—Hm. — Él asintió con su cabeza, pues reconocía esa fina edición que tanto había buscado meses atrás pero que estaba agotada. Retiró el pañuelo y se lo acomodó alrededor del cuello de la camisa blanca. —Gracias, Arima. —
Lilina extendió sus manos y acomodó correctamente el pañuelo de su nuevo portador. —Así debe ir. — Soltó un suspiro. —¿Vamos? —
El otro asintió sutilmente, un poco incómodo por lo detallista de la otra.





Llegando al salón, prontamente escucharon la cadenciosa tonada de la pieza musical que contemplaba la sala. Un mayordomo, que Ciel no conocía, lo presentó a los invitados lo cual le sumó una cuota de cansancio al cumpleañero. Notó que estaba Alice, Edward y su tío Vincent entre los conocidos, pero al resto de personas no las conocía de nada. Vincent se aproximó a Ciel y le presentó a cada uno de los sujetos desconocidos por el chico.

—Casi todos son conocidos de Alice. — Confirió el Lancaster mayor. Notó un liguero trauma en Ciel, quizá no se esperaba que Alice tuviera precisamente más conocidos que él mismo. —Eh, y de Henry. —
—¿Dónde está Henry? — Preguntó Ciel disimulando el interés.
—Debería haber llegado… Seguramente ha tenido problemas guiándose desde su morada hasta aquí pero ya debe estar por llegar. —
—Uh, si no se ubica bien igual podía habernos pedido ayuda. — Dijo Ringabell, curvando las cejas y mirando pensativamente hacia un flanco. —No se la iba a negar…— El rubio no lo iba a admitir pero se sentía un poco culpable del trato hostil que le había dado a Henry temprano por la tarde.
—Ni yo. — Inigo alzó los hombros, un poco menos afectado.
—Prefiere ir solo a sufrir una desgracia o pasar vergüenza con ustedes. — Justificó Alice. 
—Bah, qué sabes t--—Ringabell iba a negar a Alice pero recibió súbitamente la mirada asesina de ésta. —Eh, este… — Se corrió hacia el otro extremo del sillón, quedando estratégicamente fuera del alcance de la pelinegra y allanándose a otro morador. —Edward, nos contaba tu tío que has hecho el servicio militar como tu hermano. — Preguntó como para librarse de la pelinegra.
—Ah, sí. — El rubio estaba echado en el sitial abandonando toda su elegante modalidad de señorío por una más de pedantería.  Parecía fastidiado de estar en una fiesta tan insulsa, pero de pronto cambió su expresión desganada por una más de orgullo al escuchar el comentario del otro. —Primero a la academia militar como todos los Lancaster, luego al servicio. Es una tradición familiar. — Buscó en el bolsillo de su gabardina su teléfono móvil, lo desbloqueó y buscó en los álbumes de fotografías de Facebook algo de su interés. —Esta es de cuando nos fuimos a campaña a la Antártida… y ésta de aquí de cuando usamos armamento calificado… oh, y aquí cuando me gradué. 
—¿No que está prohibido subir ese tipo de imágenes a esa red social? — Al menos, Alice entendía que desde los estamentos de milicias prohibían la difusión de ese tipo de imágenes por sus soldados.
—Woh, se nota que tienes bastante carrera.— Ringabell alzó las cejas, interesado en las imágenes que mostraba el otro. Inigo se había acercado disimuladamente a ellos a observar de reojo.
—¿Henry también estuvo en campaña?— Preguntó Inigo como quien no quiere la cosa, para encontrarle competencia ilógica al ausente rubio.
—Hm…— Edward salió de aquel álbum y se dirigió al Facebook de un primo suyo, otro Lancaster rubio para para variar, y allí abrió galería. —Henry estuvo en Serbia hace poco.— Le indicó una imagen donde Henry aparecía en dicho lugar junto a su primo en campaña de “buenas acciones” —Cuando hubo recambio de tropas por el acuerdo entre Inglaterra y Estados Unidos, mandaron al escuadrón de mi hermano y otro escuadrón para estar la temporada entera.  Esta es de entonces…— Apuntó una imagen donde su hermano salía con algunos soldados americanos. Edward se molestó visiblemente, no le agradaban esos yankees cuello rojo y que estuvieran cerca de su familiar.
—…— Alice vio a Edward de reojo. Pese a ser una alimaña engreída y sin sentimientos sanos, Edward tenía buen vínculo afectivo hacia Henry. Quizá porque el rubio mayor era el único que le tenía paciencia. —No comprendo cómo alguien tan inútil y ansioso como él pudo estar en esos lugares tan estresantes. —
—Seguro lo cuidaban como príncipe. — Bromeó Inigo, aprovechando la visión de Alice.
—Los Lancaster no somos inútiles príncipes a quienes deban proteger. — Edward los observó con los ojos entrecerrados, tranquilo y frío, pero esperando que dijeran algo más para atacarlos con ímpetu.
—Los Lancaster deben ser caballeros espléndidos.— Agregó Edea, al notar los ánimos tensos. —¿Puedo ver más fotografías de ustedes? —
—Claro.— Edward volvió a su pose de todopoderoso al recibir atención de parte de esa chica.
—Eh, cuidado con la fangirl. Capaz que te robe las fotos, las pegue en su agenda Pascualina y las llene de besos— Dijo Ringabell entre risas.
—¡O-oye! — La rubia tintó sus mejillas de un color rosa.
—…— Ciel prefirió ignorarlos a todos. De pronto, notó que una chica vestida con uniforme banco, de cabello rubio y ojos color magenta apareció en el salón y le habló a Vincent.
—La cena está lista…— Anunció la chica. Recordó luego a Aldini insistiéndole en el trato. —señor…—
—Hm, creo que los chicos se están tardando.— Vincent se quedó pensativo.
—Aún no estamos todos. Deberíamos esperar. — Asintió Howl, misteriosamente apareciendo de pronto.
—Oh, llegaste. — Vincent le sonrió.
—¿Vendrá Cain? —
—…— Vincent notó a su costado a Ciel. Si bien se mostraba tan inmutable como siempre, podía percibir un liguero sentimiento de anhelo en él. Le conmovió ver que éste esperaba a su hermano mayor con ese interés y se sentía como un villano rompiendo su ilusión. Casi le recordaba a cuando un pequeño Ciel esperaba eternamente a su padre cuando se iba a misiones o a atender asuntos de negocios y no se presentaba para navidad. —Eh… Pues…—
 



En tanto, en el extenso edén trasero de la mansión, en el área de los rosales carmesí y la flora más fantástica, se encontraban los dos Lancaster que brillaban por su ausencia. Cain y Henry miraban hacia el jardín centrando su punto de atención en el lago artificial donde en medio de este había una isleta donde lucía resplandeciente una fuente Versailles. Ambos hermanos estaban de pie uno al lado del otro  con una distancia prudente entre ellos, los dos con un vaso medio lleno de whisky en mano.  Perseveraban largo rato así sin intercambiar palabra alguna o gesto que delatara una intención. Finalmente, Henry interrumpió la afonía del momento al notar que ya era algo tarde.
—¿No deberíamos entrar? —
—Entra. —
—…— Movió ligueramente el vaso observando el líquido ámbar de su interior.  No había bebido más  que pequeños sorbos. —Tío Vincent se ha esmerado por esto. —
—….—
—Y… El cumpleaños de Ciel es importante. —
—...Ah— Giró los ojos. —Le dije que tenía un compromiso y si bien salí temprano de este sigue justificando mi ausencia. —
—Hm…Parece que ese compromiso te ha generado un malestar. —
—…— Cain ladeó el rostro para ver a Henry en silencio, reflexivo y taciturno. —Es difícil pugnar con gente obstinada. — Una hora antes tuvo que estar en los laboratorios de Rizembool trabajando en el proyecto en que Liebheart lo había sentenciado. Fuera de lo desagradable que era tener un trato con él, lo perturbaba aún más tener que trabajar con sus engendros asistentes cuál de todos más fenómeno.
—Supongo que más de alguno era desagradable. —
—Hay uno en especial. — Cain entornó los ojos, volviendo a fijarse en la fuente de Versailles. —Su altruismo, que sé que debe de ser una doble moral, me enferma. — Y podría nombrar también a la tal Phi quien evidentemente era muy secuaz de Liebheart pero el que tenía en mente le superaba incluso a esa frívola chica.
—…—
—…—
Los dos volvieron a estar en silencio. Al mismo tiempo, bebieron un sorbo de whisky y se quedaron pensativos.
—Debería entrar. — Dijo Henry, desganado.
—¿Te perturba? —
—Sí. — Asintió. —Tío Vincent invitó a muchas personas… Eso me pone un poco nervioso. —
—…— Cain siguió con la mirada fija en el agua de la fuente. Conocía de sobra la naturaleza ansiosa de Henry. Seguramente, con lo cómodo que estaba en el jardín no se iría al interior de la mansión por un buen tiempo más. —No es obligación que participes. — Soltó finalmente, sorprendiendo al rubio quien no se esperaba un tacto compasivo de su hermano mayor. —Y no me mires así. — Dijo ecuánime, pese a que no estaba mirando directamente a Henry pudo notar una expresión de sorpresa en el otro por el rabillo del ojo.
—Supongo… Que iré por Ciel. — Pero entraría cuando ya algunos se hayan retirado. Agradeciendo la aprobación de Cain de estar en su sitio de aislamiento. Dio otro sorbo pequeño, casi inexistente, a su trago. El sabor de whisky se le asemejaba a beber alcohol puro de las farmacias. Arrugó levemente la nariz, observando con desaprobación el licor. —Esto quema. —
—A padre le gustaba…—
—…— Esta vez, Henry disimuló magistralmente el asombro en su mirada. No comprendía a Cain en muchas facetas y más en la actual, pero lo que menos comprendía de él es que éste trató por años de no parecerse a su padre pero de algún modo u otro lo vanagloriaba en cada detalle e inconscientemente imitaba su conducta. —Creo que no estoy acostumbrado a los destilados. — Comentó con una media sonrisa
—¡Ah! Que bendición que ambos estén aquí. — Sin darse cuenta ninguno de los dos, fueron sorprendidos por su tío Vincent quien se ubicó en medio de ese par. Este había llegado con una gran sonrisa dibujada en sus labios pero luego tornó su rostro un pálido singular y un espanto facial como si acabase de ver una ejecución terrorista en vivo. —¡¿Qué hacen bebiendo alcohol, niños?! — Vincent se llevó ambas manos al rostro cual madre decepcionada de sus retoños (?)
—N-no bebemos.— Henry se sintió particularmente entristecido por ser descubierto por su tío. Se sintió avergonzado por su acción y como esto dañaba su imagen ante su familiar pero al mismo tiempo se reprochaba a si mismo que no estaba haciendo nada malo por lo que se sentía un poco tonto.
—Ahhh, ¿pero qué acaso se escondían aquí para beber todo el tiempo? —
—Es la primera vez. Lo juro. — Trató de justificar el rubio.
—Pobres sobrinos míos… No me gustaría que acabaran teniendo una conducta problemática debido al consumo de alcohol. — Extendió una mano hacia el rubio exigiéndole su vaso.
—…— Henry se lo entregó, sin más. Resignado.
—¿Y bien? — Vincent miró fijamente a Cain.
—Y-ya estamos grandes. — Pese a que se mantuvo serio, por dentro se sentía estúpido de estar excusándose con su familiar por algo tan natural. —¿Recuerdas? — y no le entregó el vaso pues era más seguro y tenía más carácter que su hermano.
—Hm…— De todos modos, Vincent se  apropió del vaso de Cain con delicadeza. —Para mí siempre serán mis niños. — Les sonrió, alzando los vasos. —Y no me gusta que beban, si bien ya tienen mayoría de edad. —
—…— Los dos hermanos desviaron la mirada, cansados.
—Y deberían estar en la fiesta de cumpleaños de Ciel. Ha preguntado por ustedes. ¿Entramos? —
—Supongo que no queda de otra. — Cain lo observó hastiado. —Pero no me divertiré nada. —
—Eso suena tan de adolescente sufriente. — Vincent sonrió encantado. —Me encanta, me hace sentir menos viejo.
—…— Henry pensó que el comentario de su hermano había sido muy de adolescente emo pero no diría nada, como siempre. 
—Vamos.— Cuando dijo esto, Vincent esperó a que sus dos sobrinos iniciaran el paso. Sonrió con travesura notando que estos lo miraban expectante. Dio un sorbo a cada vaso. —Ah, buena reserva. Aunque… Igual no me acostumbro.
—¿Por qué tú si puedes? — Ahora, era Henry el que parecía decepcionado y perturbado.
—Porque soy adulto y controlado. Ustedes son demasiado jóvenes y posiblemente lleno de problemas que ahora los consideran desmotivadores y suicidales, problemas que en el futuro pensaran que eran bastante absurdos para dedicarles tanto tiempo. Por tanto, consumir esto sólo les traerá problemas y bochornos pronosticados. —
—…Siempre fue tu intención apropiarte de las bebidas.— Cain entornó los ojos.
—Algo de Lancaster todavía me quede…— Bromeó el mayor, haciendo alusión al mito popular de lo imperialista territoriales de su familia. 





En el magistral comedor, Ciel estaba sentado en la cabecera de la mesa ya que era el homenajeado del evento. A su costado izquierdo, Lilina se había sentado en ese sitio en parte porque a Ciel era al único que conocía y en parte porque éste se lo había exigido apropiándose de su decisión. A Lilina no le fastidió conocer esa faceta de su subordinado, pues en la escuela lo mandaría a ser semanero y a quedarse a limpiar después de clases como venganza silenciosa. Mientras la rubia esperaba la cena, mandaba mensajes de LINE a sus hermanos, Ryouta le respondía puras “pendejadas” así que lo bloqueo. Nino estaba al lado de Lilina lo que las volvía particularmente llamativas al ser muy semejante estéticamente entre ellas. Edward se había sentado en la otra cabecera adoptando el trono de señor de la casa mientras Vincent se había ausentado. Al otro costado de Ciel se había ubicado Alice amargadamente por petición de Vincent que le había pedido que no dejara solo a Ciel. Edea se apropió del sitio al lado de Alice porque era posesiva con su amiga, dejo el sitio de al lado reservado por si algún nuevo príncipe Lancaster aparecía y le tocaba la suerte de estar al lado de ellos. Ringabell y Inigo estaban separados, y Howl no tomaba asiento aun excusándose que esperaba a Vincent pero por la manera que observaba hacia la entrada principal de la sala, parecía que esperaba a alguien más.
Cuando Vincent llegó con los sobrinos faltantes, ubicó a Henry al lado de Edea lo cual emocionó enormemente a la rubia quien inmediatamente se sintió ensoñada en un cuento de hadas. A Cain lo dejo que se sentara cerca de Edward, notando que el mayor de los hermanos miraba con desdén al rubio posiblemente porque pensaba que Edward no merecía estar allí. Al final, Edward cedió el puesto a Cain sin que éste le dijera palabra alguna. Vincent se sentó y le pidió a Howl que lo acompañara a su lado notando con curiosidad que el rubio parecía muy interesado en una espera infinita. Cuando los comensales se aproximaron alrededor de la mesa comenzando a servir la cena, en ese momento Vincent notó el rostro de consternación de su estudiante de química.
 —¿Todo está bien, Okamura? —
Instantáneamente cuando el profesor le preguntó sobre su estado a Nino, varias miradas se posaron sobre ella dejándola delatada. La rubia se tensó aún más al sentirse observada, formó una línea recta con sus labios y parecía acongojada.
—¿No tendrá fiebre? Está algo roja. — Comentó en voz alta Edea, traumando más a Nino.
—…— Alice notó que algo fuerte se apoderó de aquella chica llamada Nino justo al momento cuando entraron Henry y Cain en escena. La pelinegra observó a Henry quien generalmente causaba ese impacto en las chicas y se sorprendió cuando vio que éste también miraba con curiosidad a Nino preguntándose qué le pasaba en vez de evitar el contacto visual por lo cual no era efecto del rubio el estado de Nino pues no evitaba a Henry sino que... A Cain. —Hey, tú. Primogénito. — Le llamó Alice.
—…— Cain la miró de reojo sabiendo que ésta se dirigía de ese modo a él.
—Creo que te conoce. — Alice apuntó a Nino.
—¡AH! — Nino dejó escapar un gritito de emoción y vergüenza al verse más que descubierta. Edea soltó una risita divertida por el estado de ésta. Nino se cubrió la boca inmediatamente.
—Oye, ¿estás bien? — Ringabell alzó una ceja, preocupándose por la actitud de esa chica quien parecía que se desplomaría en cualquier momento.
—L-lo siento. Es que… Nunca pensé que esta coincidencia se daría. — Nino, pese a que sentía que el corazón se le escapaba del pecho, sonrió alegremente. —Que lo encontraría aquí, justo ahora. —
—No puedo evitar notar que al parecer conoces a mi sobrino.— Dijo Vincent, deslizando su dedo índice por sobre la platería de la vajilla, con una curiosidad felina expectante del escenario.
—Eh,— Cain dejo caer hacia un costado su cabeza y observó a esa chica. Recorrió mentalmente su rostro aniñado y su timidez irritante para ver si se encontraba en sus registros de personas conocidas. Estuvo a punto de descartarla completamente hasta que de pronto la recordó fugazmente. —Hm, en algún momento fui su tutor de química y física. Aunque… Eso fue en Inglaterra. — El chico alzó una ceja, medio que prestaba atención a la chica medio que se encerraba en sí mismo. —Es curioso que esté en Japón. —
—Ehhhh.— Nino quedó anonadada por escucharle hablar otra vez. Verlo nuevamente le había producido un gran impacto, pero escucharlo le había removido la tierra del piso. Sin embargo, se sintió un poco apenada por el recibimiento tan parco del otro, que a simple vista se notó que casi no se acordaba de ella. “tendrá sus problemas…” de todos modos, la felicidad de Nino era autentica y no se le iba a ir de su sonrisa tan fácilmente. —Volví, sí. — Ella asintió. Si bien encontrarlo había sido una de las causas que la llevó a Japón, ahora tenía más motivos estar allí. —Hace un tiempo atrás. Cuando me gradué de la escuela y—
—¿Enseñaste química alguna vez? — Edward interrumpió a la rubia. —¿Y así no querías ayudarme con mis clases?— Soltó un bufido, con desdén.
—La señorita Okamura ahora es estudiante de Hanasaki. De hecho, soy su profesor en la carrera de ciencias químicas. — Vincent fue bastante oportuno en interrumpir a Edward, esta vez, sabiendo que esos dos se rechazaban y el rubio invertía tiempo en provocar al mayor. —Espero que su experiencia en Hanasaki sea grata. —
—Así es. —
—Aunque, no sé si fue mi impresión pero, ¿le vi llevando yeso en su brazo? —
—Ehhh. — Nino estampó la mirada en su servilleta ante la pregunta del profesor. —Me caí. —
—Hmm, espero que no vuelva a sucederle. Sería una lástima no contar con su presencia en clases. —
—¿A qué hora sirven la comida? — Le susurró Ringabell a Henry cuando los ruidos de su estómago comenzaban a delatarlo. —Uh…—
—Que sarnoso y mal educado, Ringabell. — Interrumpió Edea, asomándose por un costado de Henry. Seguidamente, entornó ojos soñadores y rostro angelical hacia Henry. —Disculpa su conducta, creo que nunca ha estado en un lugar así. —
—Descuida. — Henry le restó importancia, sin dejar de mirar hacia el frente pero en realidad a nadie.
—Awww. — Edea dejó escapar un suspiro, ensoñado. —Oh, oh. ¡Alice! — Se volteó sorpresivamente hacia su otro costado, agarró a su amiga del brazo y le exigió su atención. —¿Quién es ese apuesto chico que llegó con tu primo? Tienes que presentármelo, ¡Mira ya! Ha quedado tan lejos de mi. — Hizo un puchero.
—Edea, ¿es que acaso te van a gustar todos los Lancaster? — Alice apretó los dientes, indignada.
—Es muy atractivo como para ignorarlo. —
En ese instante, un grupo de personas ingresó en el salón, todos vestidos de uniforme blanco a excepción de un chico que vestía de negro. Erina Nakiri se había quedado en la cocina vigilando la preparación de los alimentos y había mandado al grupo de hombres a servirle a esa familia. Por eso, Aldini y Eishi se presentaban en el salón para comenzar a servir, Aldini un poco en desacuerdo ya que un chef no debe hacer esos trabajos, Eishi, en tanto, lo había aceptado de buena voluntad y tenía talento en ello. A Avilio era el que más le molestaba el hecho de que lo hayan vestido con uniforme y lo haya utilizado como camarero auxiliar… Aunque después de entrar a la sala parecía haber fijado su objetivo de análisis en esa familia. Esto extrañó a Aldini y hasta pensó que Avilio tendría planes torcidos de… bueno, tenía antecedentes delictuales, tal vez quería privar a más de alguno de su billetera en el proceso. Le tendría un ojo puesto encima. No tardaron en servir la entrada.
—Es un honor estar entre los miembros de una respetada familia con renombre en la disciplina de esgrima. — Howl permanecía con una enorme sonrisa dibujada en los labios la cual parecía que nadie podía borrar.  —Henry se ha sentido muy bien en la asociación de esgrima de Hanasaki, ¿verdad? —
—No me quejo. — Sonrió levemente.
—¿Va en Hanasaki?— Lilina no podía evitar dirigirse a Henry como alguien más adulto.
—De momento, sí.— Asintió con cordialidad.
—¡Ah! Tengo dos hermanos mayores que van en Hanasaki. Seguro no los conoce pero les hablaré de usted.— La rubia había dejado su teléfono celular de lado para prestar atención. —Uno es basquetbolista y mi hermana estudia ciencias físicas. —
—Que coincidencia. Mi hermano mayor es titulado de ciencias físicas. Ambos tenemos hermanos en el mismo rumbo.—
—Deberían conocerse algún día, a mi hermana le encanta hablar de física. — Si bien la invitación iba para el que se llamaba Cain, Lilina no podía dejar de mirar a Henry.
—Tal vez, se dé la ocasión. — Le respondió con fina educación a la menor. Si bien sabía que su hermano de antemano ya descartó la posibilidad.
—…— Cain prefirió jugar con su comida, pinchando una col de Bruselas.


La cena transcurrió con tranquilidad en un ambiente dicotómico donde se mezclaba la charla casual y la fraternidad entre los presentes más sociales y cálidos, y, por otra parte, los ensimismamientos de algunos miembros que se centraban en su aislamiento personal donde reflexionaban sobre todo lo que estaba sucediendo. Así era el caso de Nino, quien se maravillaba de la increíble coincidencia de haber encontrado a su ex tutor justamente en la casa de su profesor de bioquímica en un evento que ni ella misma se esperaba asistir.
Mientras Eishi y Aldini iban colocando los platillos con sofisticación a los presentes, Avilio iba retirando los platos vacios de un modo más tosco que dejo a más de alguno desconcertado. Fue cuando iba a retirar el platillo de Edea que pasó a llevar el vaso de agua de esta y derramó el líquido incoloro sobre el mantel. Edea y Henry se hicieron hacia un lado para evitar que sus vestuarios se empaparan.
—Vaya torpeza.— Edward miró con frívolo desprecio a Avilio. No lo había notado hasta ahora. —…—
—Discúlpenlo, viene recién llegando de Italia.— Aldini comenzó a secar con un paño rápidamente, excusando a Avilio. —Discúlpate, Avilio. — Frunció el ceño, mirando con desaprobación a su amigo.
—…— Avilio no dijo nada, se mantuvo con esa mirada indiferente.
—Descuiden…— Henry no había mirado a los comensales hasta ahora, no por arrogancia y egocentrismo como Edward pero sí por estar un tanto distraido. Cuando finalmente observó a aquel joven llamado Avilio, Henry abrió enormemente sus ojos quedando disimuladamente shockeado al verlo por primera vez. Casi no pudo evitar evidenciar que se le había quedado viendo con atención. Sus ojos lo habían atraído en especial... El ver a ese chico le había provocado una sensación bastante extraña. Cuando salió de su estado, observó inmediatamente a Cain a quien nunca se le escapaba nada. ¿Se habría dado cuenta? Notó a su hermano mayor justamente mirando hacia ellos, parecía distraído y al margen de la situación pero seguro fingía.
—Ve a servirle un poco de vino al joven señor. — Aldini le dio un breve empujón a Avilio pensando que el cruce de miradas entre Henry y Avilio y luego el chico de la cabecera había sido porque a éste último le faltaba vino y estaban cometiendo otra imprudencia más para variar.
—…— El pelinegro agarró la botella de vino del carro de servicio y fue hasta la cabecera a servirle vino a ese chico.
—…— Cain se mantuvo inmutado, apoyando el rostro en la palma de su mano y el codo en el descansa brazo del sillón. Observó a ese chico por el rabillo del ojo. Pronto, notó que Henry lo vigilaba de igual modo aunque el rubio fingía conversar con la invitada de Ciel.
Después de ese momento incómodo, se sirvió el último plato de la cena y todos comieron con serenidad volviendo la charla a la mesa después de un silencio incómodo. Al terminar, Vincent los invitó al gran salón principal para que Ciel abriera los regalos. Todos los invitados se movieron a ese sitio y buscaron un sitio donde estar mientras el festejado iba recibiendo los obsequios.
Avilio los siguió con la mirada sin expresar emociones, mientras Eishi y Aldini retiraban la mesa y el rubio le llamaba la atención por su torpeza una vez más.


—Es el último de Assassin Creed.— Ringabell se puso los brazos en jarra, orgulloso por el obsequio que le daba a ese perfecto desconocido. Un videojuego le supuso lo más idóneo para alguien de su edad. —Espero que logres terminarlo.
—Gracias.— a Ciel le sorprendió de pronto recibir un regalo tan jovial. Observó a sus hermanos pasando la mirada por cada rostro de ellos. —¿Alguno tiene PlayStation?—
—¿¡Qué!? ¿Eres adolescente y no tienes una consola? — Ringabell casi se cae de espalda.
—No quería delatarme… Pero justo mandé a pedir una PlayStation para regalártela. Sólo que se han demorado en mandarla desde la tienda. — Dijo Edward, aprovechando ese detalle. Lo cierto es que ni le había comprado nada a Ciel porque no se acordó de su cumpleaños.
—Creo que… le daré una oportunidad. — Dijo Ciel, mirando con curiosidad el juego. A pesar de ser un adolescente, no tenía el tipo de actividades que realizan los adolescentes comunes. Le pasó el regalo a su tío para que se lo guardara ya que Vincent estaba a su lado ayudándolo con los obsequios. Cuando Ciel comenzó a mirar los regalos para escoger el próximo a abrir, un mayordomo ingresó en el salón interrumpiendo.
—Señor, llegaron invitados tardíos. — Anunció el joven, observando a Vincent.
—¿Invitados? — El profesor alzó una ceja, desconcertado. —¿Tal vez alguno de ustedes? — observó a sus sobrinos pero estaban tan extrañados como él. —Hm…— O tal vez era el espía personal que mandaba su padre. Cuando estuvo a punto de autorizar al mayordomo que los hiciera pasar, estos invitados entraron por su cuenta, demandantes de atención. Especialmente por parte de una chica rubia con bucles bien formados.





—Querido, no es cortes dejarnos esperando en la puerta.— Dijo la recién llegada. Al mayordomo Era una fina chica de cabellos rubios y con terminaciones en bucle, era dueña de una nariz respingada y un rostro aniñado. Su piel era muy blanca y sus mejillas tenían un sonrosado natural. Era delgada, del tipo de chicas idóneas para ser modelos de alta costura. Junto con ella, ingresaron otras personas más. Vincent reconoció inmediatamente a uno de ellos, un joven de cabellos celestes y apariencia desalineada que lo hacía lucir más como un paciente de hospital psiquiátrico que como un invitado (y mano derecha) de Lord Lancaster. Taklamakan Strange, ese era su nombre o al menos así se hacía llamar. Además, venían otras personas con ellos.
—Disculpen la exigencia de mi hermana…— Dijo un chico de cabellos azulados y porte principesco. Alice supuso que pronto Edea la acosaría por la identidad de ese joven también pero ni ella misma lo conocía. Si bien en un principio demostró una educación impecable, cuando notó a Cain éste nuevo invitado lo miró con rechazo. —…—
—¿Eh? — Nino dejo caer su cabeza hacia un lado. Al parecer, no era la única persona que se reencontraba con alguien.
—¿Qué haces aquí? — Preguntó Cain sin ánimos a ese chico.
—¿Lo conoces? — Le preguntó Henry, a su lado.
—El altruista hipócrita. —
—Ah.— El rubio entendió que era el que había mal humorado a su hermano en la tarde.
—Si me conoce… Pues además de ser compañeros de universidad…— Y esta vez, miró al resto de Lancaster. —Somos familia. — Dijo con cierto grado de aversión.
—¿¡Qué!? — Edward se levantó de un respingo de su sitial. Howl de pronto puso una mano en su hombre y pasó de éste. —¿…?—
—¡Ah! Querida familia, queridos sobrinos… ¡Que feliz me siento de que se hayan animado a asistir a la fiesta de nuestro primo! —
—¿Primo? — Ahora Vincent dejaba caer la cabeza hacia un lado, confundido tanto como su estudiante. Hasta donde sabía, el francés no era su familiar.
—¡Ahá!— Exclamó animado, y algo malicioso, Howl. Al parecer, si había estado esperando a alguien y esos alguien eran ese grupo de chicos. —Nunca te lo dije, Vincent, porque no encontraba el momento indicado pero justo ahora parece tan preciso e ideal de comunicarte que somos primos. —
—¿Qué…?— Vincent se evidenció desconcertado. Buscó con la mirada al único que conocía de ese grupo de recién llegado. —Strange, ¿Qué se supone que está pasando? — Le exigió una explicación.
—Él te lo contará ahora.— Dijo el chico de cabello celeste, el enviado de su padre. Mantuvo las manos dentro de los bolsillos de su pantalón blanco, se fue a un rincón y picó una aceituna sin amargo que pilló en una bandeja.
—¿Primos? — Ringabell turnó su mirada posandola primero en su maestro de esgrima y luego en el profesor de bioquímica. Nunca había notado una relación familiar en ellos en Hanasaki sino el trato de colegas. —Si son primos, entonces… ¿Henry es sobrino de Howl? — el rubio se mordió el labio inferior, frunciendo el ceño y consternado por lo que acababa de conocer. A Ringabell le costaba tener vinculos de apego con las personas y justo Howl se había ganado un lugar importante en su vida…. Y ahora tendría un favorito en la asociación según lo visto.
—Si es así, espero que no exista favoritismo. —
—Oh, no. Nada de eso. — Howl meneó una mano en el aire haciendo un gesto de que no se preocuparan. —Seguiré torturándolos a  todos al mismo nivel para que sea equitativo. — Luego de atender la incertidumbre de sus dos pupilos, observó de nuevo al grupo familiar. Se acercó especialmente a Vincent quien estaba sentado. Se inclinó ante él y le tomó de las manos. —¡Ah, Vincent! Es genial que ya te pueda dar un trato más familiar. Como dije, estuve esperando el momento indicado para anunciar nuestro vínculo. — le sonrió encantadamente, como un niño demasiado emocionado.
—…— Vincent salió de su letargo temporal, parpadeó un par de veces y observó a Howl. —¿Tres años? ¿Me estás diciendo que esperaste tres años para informarme de esto? ¿De que somos familiares?—
—Ya te dije, estuve esperando el momento ideal para hacerlo.— El rubio notó que Vincent se desembarazó con un suave movimiento del agarre de sus manos. —Además… En parte ha sido torpeza tuya no darte cuenta. ¿Nunca asociaste mi apellido a tu ilustre casta? —
—…— Nunca reparó en ese detalle. Por algún motivo, Howl siempre jugueteaba cuando le preguntaban sobre su apellido incluso usando “Stardust” como reemplazo de su apellido. Y, sí, Vincent no se había molestado en indagar. —¿Quién eres? — curvó las cejas, como alguien que de pronto se ve ante un demonio.
—Ah, anhelé que me preguntaras eso alguna vez. — Howl sonrió divertido, casi jubiloso de la situación incómoda de todos los Lancaster y presentes. —Howl Artois, mucho gusto. — el francés se había reincorporado, haciendo una elegante presentación de sí mismo.
—¿Artois? — Lilina intervino. —¿Cómo los condes de Artois? —
—¡Exacamente! De esa hermosa tierra norteña de mi amada Francia. — Acto seguido, volvió hacia sus familiares directos. —Mis primos, por vínculo materno, tienen mayor vinculación con los Lancaster. Sobrinitos Lancaster, les presento a mi noble familia. — Señaló al chico de cabello azulino y postura caballerezca. —Marth Capétiens, es el hermano mayor. Por lo visto, ya conoce a uno de ustedes. —
—…Desgraciadamente. — Masculló Marth, esquivando la mirada hacia un costado. En ningún momento había aprobado la idea de estar allí pero la chica rubia a su lado había insistido.
—Howl, creo que no ha sido muy educado de tu parte habernos introducido justo en este día. — Una muchacha de largo cabello rubio y ojos grandes como de princesa rusa reveló su presencia cuando salió detrás de Marth. Era la más bajita del grupo y al parecer la menor de todos.
—Aw, ella siempre es muy detallista.— Howl le sonrió a esa muchacha. —Ella es Merian, o “Marianne” si gustan britanizarla. Merian Valois-Capétiens, es prima de los dos hermanos Capétiens y prima mía también. — Notó que la restante chica, la que había anunciado que se sentía ofendida por haberlos dejado esperando en la entrada, exigía su presentación. —La bella joven de aquí se llama Maribelle Capétiens, es la hermana de Marth. —
—Es un gusto estar en vuestra presencia. — La hermosa joven dedicó una reverencia con bastante educación. Tal como a Howl, Marth y Merian, también se le notaba demasiado el acento afrancesado. Sonrió con picardía y observó a los Lancaster. Ella no esperó ninguna invitación más y se acercó al mayor de los hermanos buscándole con la mirada pero al ser ignorada pese a su insistencia ella se indignó.
—¡¿Capétiens en nuestro hogar?! ¡¿Primos?! — Edward dejo de lado toda serenidad que le habían resaltado como un joven educado y con temple, en cambio, se había dirigido a estos nuevos allegados con prepotencia y con rechazo. —Ustedes son enemigos naturales de los Lancaster. Ustedes iniciaron la guerra de los cien años en el medievo contra nuestra familia. Ustedes y su reina Capétiens descarriada…—
—¿Cuál reina Capétiens descarriada? — Preguntó Maribelle, sonriendo dulcemente. —¿Isabel Capétiens? ¿La que se casó con el inmoral Edward II Lancaster de Gales? — Ella jugó con uno de sus bucles, mirando desafiante a ese Lancaster. —Si no me equivoco, tú debes ser Edward Lancaster… Se habla mucho de ti. Hm, supongo que no te pusieron ese nombre en honor a ése Edward. — El cual era un sodomita, pero no expresaría tan vulgar palabra.
—M-mi nombre es en honor al gran Edward I de Reino Unido. — Aquel monarca que fue popularmente conocido como “Eduardo piernaslargas” era un orgullo para él. —No por ese otro Edward… El cual también tiene grandes logros, por cierto. — Y era momento de contraatacar. —Pero veo que te guías por rumores de nuestros antepasados… Hm, si fuera por eso caería en el juego y diría que los Capétiens son todos unos cornudos. — Se cruzó de brazos —Maldito el día en que nuestras familias se unieron hace siglos…—
—Edward, silencio. — Fue el mismo Vincent quien frenó a su sobrino, para evitar que se viera como el más conflictivo.
—¡Ay, no! Nadie me dijo que estaríamos en una clase magistral de historia. — Ringabell se agarró la cabeza. —¡Sáquenme de aquí! —
—Cállate— Le reclamó Edea a su lado, aunque ella misma se estaba mareando por tanto dato histórico y estaba apunto de secundar a su compañero.
—…Maribelle.— Marth le detuvo, no era ideal que se inician en una discusión que… Precisamente, sería una discusión de cien años. —Sólo di lo que tenías que decir y ya vámonos… Ha sido tu intención venir de todos modos pese a no ser invitados. —
—Está bien.— Maribelle volvió a posicionarse frente a Cain, lo encaró directo pero le miró con encanto. —Richard, ¿No te acuerdas de nosotros? —
—…— El chico sintió como si un balde de agua congelada le recorriera completamente. Mantuvo la mirada sostenida en la otra chica y disimuladamente apretaba con presión el cuello de la copa que sostenía en su mano. Ese nombre le era intolerante.
—No se acuerda.— Le indicó Marth a Maribelle. —Sospeché que no se acordaba de nosotros cuando me lo encontré en Rizembool. Deje pasar el tiempo a ver si encontraba una mínima gota de interés en él que me indicara que al menos hacía el intento…O por último que se interesara en sus compañeros de trabajo y por allí leyera mi apellido. Pero no. —
—Ha pasado mucho tiempo y es justificable que no recuerde, Marth. — Le reclamó Maribelle, sin dejar de mirar a Cain. —Pero cuando niños, nos vimos un par de veces en las reuniones familiares.— Al ver la nula respuesta emocional en el otro, la rubia prosigió. —Pero no te culpo, han sido muchos años. De todos modos, el asunto del presentes es más importante. Tu abuelo contactó con nosotros para formalizar un acuerdo que estuvo pendiente por mucho tiempo…—
—¿Qué acuerdo podríamos tener con los Capétiens? — Ciel se hizo parte de la defensa de sus hermanos. Apretó el regalo que sostenía en sus manos y los observó fríamente. Si era algo dictado por su abuelo, debían cumplirlo. Sólo esperaba que ese acuerdo no fuera igual de catastrófico que todos los que habían hecho por años los Lancaster y los Capétiens. Sólo esperaba que fuese un negocio insignificante más de comerciación en el extranjero.
—Merian y yo estamos aquí por un compromiso formal pactado por Lord Lancaster y nuestro abuelo Monsieur Capétiens. — Se acercó aún más a Cain, sonriendo prepotente como si tuviera en su control toda la situación y el poder en sus manos. —Richard, tú y yo estamos destinados a formalizar un compromiso de unión nupcial. —
—… ¿..Qué? — Ahora, Cain salía de su letargo frío y la observaba indignado. —¿De qué hablas? Mi abuelo no me dijo nada de esto la última vez que estuve con él y eso fue hace dos semana en Gales. — El solo hecho de haber escuchado una noticia tan aberrante lo traumatizaba.
—Pues esto se acordó hace una semana, cuando mi abuelo visitó Inglaterra. Tu abuelo no sabía que Marth estudiaba aquí en Rizembool hace un tiempo y vio viable que yo y Merian viajáramos cuanto antes a Japón para hacerle compañía a Marth y hacer sentir acompañados a sus nietos. ¿Qué mejor que con un acuerdo ventajoso? —
—¡Esas cosas ya no existen!— Reclamó Edward, con el corazón el mano e impetuoso. Había notado que la tal Merian era como de su edad, quizá menor, y si no era para Henry como prometida seguro se la cargaban a él. —No necesitamos matrimonios por conveniencias. Eso es de hace siglos.—
—Ni creas. Tus padres, los nuestros, y todos siguen esta tradición. — Aclaró Maribelle a su ya enemigo personal. Agarró a Merian del brazo y la aproximó a ella.—Merian está aquí para formalizar compromiso con…— le buscó con la mirada, al verlo, sonrió triunfante y dominante. —Henry Lancaster. —
—…— El rubio tuvo una reacción incómoda similar a la de Cain pero no podía mostrarse frío ante la noticia. En él era más evidente que la situación lo consternaba. Se quedó estático en el sillón, como si se hubiese muerto en ese preciso momento, pálido y sin reacción.
—Dios, pero si Henry tiene nuestra edad… No debe ser un tipo casado. — Aunque Inigo desafiaba a Henry todo el tiempo, esta vez se vio en la necesidad de ponerse de su lado especialmente al notarlo tan pasmado. “Le va a dar algo… O se va a psicotizar aquí mismo” Apretó con su mano el hombro del otro. —Este tipo de compromisos se hablan con tiempo y no se deben imponer a otro sin su consentimiento. Habría sido mejor que lo hablaran con él antes de comunicarlo así de abrupto y en una ceremonia que no tiene relación con esto.—
—Y es una menor de edad. — Edea se unió a la defensa de su querido príncipe Henry, mirando con desgano a esa tal Merian. —Es imposible. —
—¿Y ellos quienes son? — Preguntó despectivamente Maribelle.
—Amigos de la familia. Que hablan con juicio.— Indicó Ciel, politicamente estratégico. —Ninguno de nosotros sabíamos sobre este acuerdo, consultaremos con nuestro abuelo. —
—Es por eso que él está aquí. — Dijo Merian, con tono apagado. Apuntó a Strange. —Por favor…— La rubia le sugirió que interviniera.
—…— Cuando Vincent entendió que Strange venía con ellos supuso que había sido el enviado de su padre por un motivo de peso. Ahogó un suspiro silencioso entendiendo que para sus sobrinos no habría alternativa.
—Hm…— Strange dejó de consumir las aceitunas para mirarlos. Había estado perdido en sus propios pensamientos pero no del todo al margen de lo que se discutía. —Ah…— Chasqueó los dedos y alcanzó su maletín. De allí sacó una carpeta donde descansaba un acuerdo. —Lo que dicen estas personas es verdad… Aquí el acuerdo entre Lord Lancaster y Monsieur Capétiens. —
—No... — Vincent se llevó las manos al rostro y pensó para sí mismo “Padre, ¿Por qué te encargas de gobernar la vida de todos nosotros?”
—No crean que ustedes son los únicos disgustados con este pacto. — Dijo Marth, a quien no le agradaba la idea de, además de ser familiar de línea con los Lancaster, tener además que soportar un matrimonio entre familiares tan detestables.
—¿Ahora me crees, Richard? — Insistió Maribelle, con paciencia.
Cain se colocó de pie tranquilamente y la miró con autentico hielo en sus ojos. —No vuelvas a llamarme así.— La amenazó directamente. —Henry, sígueme. — y sin esperar nada, se retiró de esa sala.
Henry se puso de pie y obedeció a su hermano, cuando ya salió del campo visual de todos buscó en su bolsillo un frascos de píldoras, sacó un puñado de estas y sin escatimar en la cantidad prudente para salud, las ingirió.
—¿R-Richard? — Nino estuvo tan atónica como los mismos hermanos Lancaster. Acababa de reencontrar a su ex tutor en un día notoriamente turbulento y en el transcurso del mismo se enteraba que éste tendría que casarse.
—Es el segundo nombre de Cain. Originalmente iba a ser su primer nombre como su abuelo y su padre… Pero su madre se adelantó. — Explicó Vincent, rendido.
—No debería odiar su nombre, su padre lo llamaba por Richard, su abuelo… Casi todos sus familiares, en realidad. Nadie lo llamó en Inglaterra por Cain… Hm. — Strange se llevó un dedo al mentón, pensativo. —Me había olvidado que se llama Cain, ahora que lo pienso. Todos lo llaman Richard... — Repitió
—Menos los que lo conocemos bien. — Agregó el Lancaster mayor, a la defensiva.

Tras una fallida presentación social con sus familiares, los integrantes de la familia Capeins regresaron a su propia morada. Los ánimos entre ellos eran diversos y la contrariedad podía notarse claramente en sus rostros.

Al ingresar a su mansión, Merian prefirió prontamente ir a su cuarto por lo que se despidió de sus familiares dándole las buenas noches y no tardó en esfumarse. Marth y Maribelle optaron por quedarse con Howl en el salón analizando la situación vivida hace unas horas.

—No puedo creer que esos familiares nuestros nos hayan recibido de un modo tan desagradable…— Comentó Maribelle, observando desganada hacia las llamas de la chimenea distrayéndose con el baile anaranjado y destellan de estas. No esperaba una acalorada bienvenida de los parientes políticos ingleses pero sin duda la reacción déspota de estos la había desconcertado. —Marth, esto es tu culpa por no instruirnos nada al respecto. — La rubia empinó la nariz, molesta con su hermano. —No debiste quedarte callado con lo que ya conocías de ellos. Me molesta que siempre vivas en tu propia galaxia. —
—Ah, Maribelle…— El chico de cabellos azules negó con la cabeza. Justo antes de salir en rumbo de la morada de los Lancaster le había advertido a la rubia que no era para nada una buena idea precisamente por la personalidad de los britanos. —Te advertí que no fuéramos. —
—Pero no me explicaste que nos rechazarían de ese modo. — Bufó. —Es una falta de respeto… A Monsieur Lancaster lo hemos recibido como un rey en nuestra tierra. Mínimo estos sujetos no se hubieran comportado como unos campesinos… En especial ese desagradable de Edward. — Puso los ojos el blanco. —Menos mal que a Merian no le tocó ese candidato como prometido… Ni lo quiero imaginar. —
—Oh, pero hay que ver el lado positivo. Hoy han realizado su primer acercamiento. — Comentó Holwn, alegremente. Él embozó una sonrisa gatuna y cerró los ojos con serenidad. —Si bien ahora el terreno está tenso, tengo la esperanza de que todo se tornará más armonioso. —
—¿Por qué estás tan feliz con este acuerdo? Todavía no lo comprendo del todo. — Marth lo observó entornando los ojos hacia el rubio.
—Ahh, es que siempre he soñado con la idea de que nuestro linaje se mantenga tan puro como siempre y como los Lancaster también son de sangre azul me parece como un sueño que nuestras familias se vuelvan a unir. —
—¿Estás seguro que es solo por ello? — Maribelle le miró de reojo, con curiosidad. —¿No será que nuestro abuelo habrá acordado contigo devolverte el Artois a tus bienes y perdonarte el exilio? —
—Ah, cierto que eres la oveja negra de la familia. Ya se me hacía sospechoso que le pusieras tanto empeño en algo tan tedioso…. Al final, era por beneficio propio. —
—No, no. Nada de eso. — Howl alzó ambas manos enseñando las palmas de sus manos en un gesto conciliador. —El Artois lo extraño y me duele perderlo, pero he entendido que está mejor en manos de mi primo. Creo que yo soy demasiado desorganizado e irresponsable para tener una gran responsabilidad como el cuidado del Artois. —
—¿Entonces? — Maribelle alzó una ceja, perspicaz.
—Bueno, no puedo negar que el abuelo me ha llamado en este tiempo y eso me sorprendió. Pero fue para decirme que no interfiriera en nada porque seguro lo arruinaré como todo lo que hago. Justamente por eso interfiero. Es decir, “interactúo”—
—…— Los dos hermanos cruzaron miradas entre ellos tratando de comprender a Howl. El rubio mayor siempre había sido un misterio y el “bufón” de la familia. Casi como un joker con sus juegos de astucias.
—No te estás dando a entender. — Dijo la chica de rubios cabellos.
—Que convierto el asunto en una paradoja con mi interacción. Si interfiero, puedo hacer que mis queridos familiares logren concretar el acuerdo con éxito. Si interfiero, puedo hacer que mis queridos familiares fracasen al tratar de concretar el acuerdo. ¡Eso! — Howl de pronto se incorporó con emoción en su sitio. —Para mi también es un gran misterio lo que sucederá de ahora en adelante y es un acontecimiento importante para nuestro apellido por lo que no me puedo quedar como un simple espectador. —
—Creo que le causaras un gran dolor de cabeza a nuestro abuelo. — Maribelle suspiró. —Como sea. Si vas a interferir, trata de que mi futuro prometido vea con buenos ojos los futuros negocios que tendrán nuestras familias mediante el matrimonio. ¡No lo estropees! — Seguidamente, observó tanto a Howl como a Marth. —Tú has tenido más contacto con ese tal Vincent y con el otro tipo que no recuerdo… Ah, Henry. Cuéntenme sobre ellos. — Después miró a Marth. —Luego tú me cuentas sobre nuestro primo Cain. —

Los tres familiares se quedaron conversando un tanto más sobre los Lancaster. Howl bastante ilusionado hablando de su aprendiz Henry y de su colega Vincent. Marth, más desganado hablando de su compañero de proyecto. Maribelle analizaba los datos que los dos aportaban para ver que plan de acción podría organizar.
« Last Edit: April 05, 2017, 03:12:27 PM by Kana »


Apple

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #227: November 29, 2016, 08:57:39 PM »


#11: I'm your biggest fan! ♥


El ambiente mañanero en Hanasaki era muy alegre en especial por ser la mañana de viernes. Por todos lados habia estudiantes que se dirigían  a sus clases con vasos de cartón en las manos llenos de café o humeante té caliente y hablaban con entre ellos sobre sus planes para el fin de  semana. Sheryl se sentía un poco fuera de lugar en la escena. Aún no había hecho amigos por su cuenta (además de las personas que había conocido por Minmay) y sentía que todos la miraban como que si fuera un bicho raro, como que la gente tuviera miedo de hablarle. Cuando se  le acercaban era solo para pedirle que se tomara una foto con ellos o para pedirle un autografo. Y ahora era una HiME y se suponía que debía ser discreta.

Y para empeorar las cosas Souji había regresado a casa. Verlo tan cerca por primera vez en muchos años fue una experiencia igual o más  intensa que la prueba HiME. Se había vuelto más alto y corpulento. Y no parecia enojado cuando la vio. Sin embargo por un momento durante  la reunión Sheryl perdió el control sobre sus poderes recien adquiridos y había quedado una servilleta y el mantel de la mesa

"Tal vez ya me perdono, no podía estar enojado toda la vida. Después de todo fui su mejor amiga de la infancia" pensaba la rubia "O solo me hablo por compromiso. Rangiku y Hijikata pudieron haberlo amenazado... sera como sea, me mudaré el lunes a la mansión y ya no tendré que verlo." una oleada de alivio paso por la mente de Sheryl hasta que recordó... "o ¡joder! Souji esta en Rizembool. Pueden pedirle que sea un jodido rebel. ¡MI REBEL!".

Tan perdida estaba Sheryl en sus torturas mentales  que no se dio cuenta que una chica se sentó tímidamente a su lado. Mientras la HiME estaba a punto de tener un ataque de nervios y arrancarse el pelo de un tirón la chica de al lado junto valor para hablarle.

-Uum... ¿Sheryl-san?-

-eh-

La chica se sonrojo cuando Sheryl salio de su trance y se volvio para verla -E-e-eh.. y-yo... perdón por hablarte cuando parecías tan concentrada... es solo que yo nunca había podido sentarme a tu lado-

-No te preocupes... la clase aún no ha comenzado de todos modos-

-Eh si- la chica se levanto de su silla e hizo una leve reverencia- Soy Naruse Yuu. Puedes llamarme Yuu-chan-

-Yuu-chan... suena adorable- Sheryl examino a la chica de pies a cabeza. Era rubia de pelo corto y bonita figura. Rabia algo muy femenino en ella, sin mencionar que su timidez era adorable -Yo soy Sh-

-¡No, no te tienes que presentar Sheryl san! se quien eres-

-¿gracias?... supongo...- nerviosa Sheryl se mordió el labio inferior y se trono lo dedos de la mano derecha, deteniéndose antes de hacerlo con la izquierda porque temió desatar sus poderes accidentalmente de nuevo.

Al notar el nerviosismo de Sheryl la chica se sonrojo aún mas y movió las manos con nerviosismo -n-n-no quise que sonara así!-

-No te preocupes- Sheryl se recordó a si misma que no tenia que ser tan desconfiada. La chica parecía inofensiva y no todo el mundo era un secuestrador obsesionado -es un gusto Yuu-chan-

Mientras Sheryl y Yuu hablaban no se dieron cuenta que alguien tomo lugar al otro lado de Sheryl y escuchaba su conversación con interes.

Esperando el momento adecuado derramo su café de manera que cayera al lado de Sheryl pero sin causar un gran desastre.

-Perdón, lo siento. Fue un accidente-

El café no estaba caliente pero se derramo sobre la falda de la HiME quien rápidamente busco en su bolsa por unos pañuelos de papel sin

prestar demasiada atención al chico que apartaba las cosas de ella para que no se mojaran -No te preocupes. Solo fue un accidente ¿eh?-

-¡Sensei avisó que no va a venir hoy, dijo que revisen el programa de clases y lean los capítulos programados para hoy del libro!- avisaba un

alumno desde la tarima. Varios alumnos se levantaron de sus asientos y con rapidez caminaron a la salida del salón incluyendo el chico que derramo su café sobre Sheryl.

-Lo siento de verdad. Espero que podamos encontrarnos pronto, ¡te lo recomenzaré!- fue lo que dijo el antes de ser absorbido por la multitud que salia.

Yuu rápidamente saco unos pañuelos de su bolsa también para ayudar a Sheryl a limpiarse.

-ay... creo que es inútil. Tendré que cambiarme-

-Sheryl san ¿no viste al chico que derramo el café?-

-¿eh? ¿qué con el?-

-Era rubio y de ojos celestes... muy guapo. Como una copia masculina de ti. Pero además nunca lo había visto en clase-

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Yuu chan estuvo sonrojada todo el tiempo que estuvo sentada en los vestidores del gimnasio mientras Sheryl se cambiaba. Por fortuna la  rubia tenia un cambio de ropa extra que pensaba usar en el gimnasio más tarde. Para ella, el entrenamiento HiME empezara hoy.

-¿Estas segura que el tipo nunca había estado en clase- preguntó Sheryl una vez termino de cambiarse.

-S-si! Habría notado a alguien así.. supongo-

"Podría ser..." Sheryl se pregunto si acababa de conocer a su Rebel sin darse cuenta.

-Eh.. Sheryl san, ¿pasa algo?-

-No no! No te preocupes. ¿Tienes algo que hacer en tu hora libre?-

-D-de hecho... yo esperaba que me acompañaras a tomar un té con mi novio. El dice que te conoce-

Sheryl enseguida sintió un poco de nerviosismo. ¿Que tal si el novio de Yuu-chan era un loco que solo la habia usado para traerla? O si era un fan y Yuu-chan queria enfrentarla por robarle la atención de su novio? O peor aun! Y si Yuu-chan, que era rubia y muy bonita,  fuera novia de Souji?
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-¡Yuu-chan! ¡Sheryl!- saludó el chico cuando vio a su novia acercándose junto a la ex-modelo.

-Sano-kun!- Yuu corrió a los brazos de su novio y lo saludo con un beso en la mejilla.

-¡ah! eras tu Harada...-

-¡eh! que pasa con ese tono Sheryl... pareciera que no estuvieras feliz de verme- le reclamó el jugador el football a la rubia.

-Es solo que... creí que el novio de Yuu-chan era otra persona-

-No digas tonterías. Yuu-chan y yo salimos desde hace ya un año. Sabia que ella es tu fan pero como es muy tímida no podía hablarte. Así que cuando Minmay nos presentó, pensé en presentarlas cambien... ya sabes como un regalo para Yuu-chan- explico el pelirrojo antes de besar a su novia en la frente

-¿Re-regalo? ¿a que te refieres con eso?- pregunto Sheryl sonrojada.

-eh.. etto... verás Sheryl-san. Yo era muy diferente cuando estaba en la escuela- admitió la chica mientras buscaba una foto en su celular y se lo enseñaba a Sheryl. En ella Yuu usaba un uniforme de preparatoria que le quedaba muy flojo, su pelo estaba trenzado y usaba unos lentes enormes -Yo... no me veía tan bien. Los chicos de mi escuela se burlaban de mi y las chicas me hacían bullying... a-además no tenia ni una sola amiga! Cuando termine la escuela y estuve a punto de iniciar la universidad tenia mucho miedo. No quería pasar otros tres años sin ningún
amigo...- entonces Yuu tomo la mano de Sheryl entre las suyas y la miro como que si estuviera viendo la obra de arte renacentista más bella de algún museo de Florencia -¡Pero entonces te vi a ti! Salias en todas las revistas y estabas en todos lados. Siempre lucias tan perfecta. Fue entonces cuando tuviste un evento de meet-and-greet en Shibuya. Me esforcé mucho por conseguir una entrada para verte en persona. Lleve esto para que lo autografiaras- y la chica saco de su bolsa un revista.

Era la primera portada en Teen Vogue Japon de Sheryl. En ella lucia un vestido corto amarillo y el cielo azul de la primavera brillaba tras de ella con unos cerezos que recién florecían.

-Es mi foto favorita de Sheryl-san... tenias 16 años. Lucias tan feliz y hermosa. Cuando me toco el turno de verte sentí que me desmayaba mientras te preguntaba como hacías para verte tan hermosa. Me miraste y solo dijiste "Solo trabaja duro y ten confianza en ti!"-

Los dedos de Sheryl recorrieron el trazo del autógrafo que ella había hecho hacia ya algunos años. Todo pareció tan irreal, como en un sueño en esos momentos ¿de verdad fue modelo alguna vez? Quería decirle algo a Yuu-chan pero le daba  pena admitir que no recordaba nada.

-Desde entonces me puse a trabajar duro en mi. No solo en mi apariencia sino que además trate de salir y hacer amigos. En solo unos meses

era una persona nueva. Ese es todo el poder de Sheryl-san-

-¿Ves? te dije que era tu fan número uno- bromeó Sanosuke.

-No solo eso. Sheryl-san me inspiró tanto. Y aún lo hace-

Sheryl no puedo evitar sonrojarse ligeramente -Y-yo... eh... me alegra haberte ayudado-

-Me ayudaste mucho Sheryl-san. Y no solo a mi, sino muchas chicas estuvieron inspiradas por tu estilo. Aún cuando te retiraste del modelaje después de lo que te paso...  cuando me enteré de que entraste a Hanasaki me alegre mucho. No solo por que podrida ver a mi idola en persona sino por que no te rendiste. Y aquí estas, esforzandote como todos y dando la cara. Es por todo eso que aunque Sheryl-san ya no sea modelo, ella sigue siendo mi idola-

-Bueno ya dejémonos de presentaciones, ¡me muero de hambre!-

Los tres chicos se dirigieron al área de kioskos para comprar un bruch. Por primera vez en mucho tiempo Sheryl sintió como el típico e incomodo third weel. Yuu-chan y Sanosuke eran todo amor, azúcar y miel. Compartían la comida, ella le daba a comer en la boca a el y en cambio el le limpiaba las migas de galleta de las comisuras de los labios con su pulgar a ella. Era todo muy "shojo". Y ahi estaba ella, más sola que Tom Hanks en naufrago (bueno, el al menos tenia a Wilson) viéndolos como idiota. Parecían una pareja en plena luna de miel.

Después de terminar Yuu se excuso, tenia otra clase. Sheryl tenia una hora libre y al parecer Sanosuke también.

-Ahora ya puedes dejar esa cara de miserabilidad- le comentó el.

-Esa ni siquiera es una palabra Harada. Y, ¿que tonterías estad diciendo?-

-Desde que te conocí en tu primer día aquí tenias la cara de alguien que lleva siendo miserable toda su vida y lleva el peso del mundo en sus  hombros. Ya mejórate,y deja esa cara. Si Yuu-chan cree en ti, ¿que te impide creer en ti misma?-


« Last Edit: April 05, 2017, 11:00:04 PM by Apple »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #228: November 30, 2016, 02:15:22 AM »
Hoi hoi minna vengo a dejar ficku:

Capi 25:


Mayura salio de la mansión Hime para ir hacia el lugar donde la carta le habia señalado, por la seguridad de su exnovio decidio dejar a Flaffy en su habitacion, aunque era arriesgado porque podría ser también una trampa, pero no podía pensar ahora, solo queria ver a Choutaroh y decirle tantas cosas, pedirle perdón por lo que habia sucedido, todo era una confusión que hasta no contestaba las llamadas telefónicas , solo corria y corria

Llego hacia un edificio baldio, todo estaba oscuro y Mayura miraba su celular observando las llamadas perdidas de Otoya y Suga

Perdonenme chicos, pero esto lo tengo que hacer sola y no quiero involucrarlos…-suspiro pesadamente y alzo su voz-Aquí estoy!!! Puedes salir….-

En verdad no puedo creer que seas una niña tan ingenua como para creer que este mensaje era real…no has cambiado en nada en estos años que no nos hemos visto Mayura…- mirando a la pelirosa- y parece que no has traido a tu child, asi que puedo decir que has venido aquí para ser asesinada por mi?...-
Me lo suponía…- dijo desilusionada, porque pensaba en verdad ver a su querido amigo-la única persona que puede odiarme lo suficiente eres tu Yuuto-san…-

Pero para que veas que no has venido por gusto…tengo noticias acerca de tu querido Choutaroh…oh verdad digo tu exquerido ya que lo cambiaste por el otro chico como se llama?? Ittoki Otoya no?-

Yo no lo he cambiado!!...-dijo mirándole con cólera- y seguro que es una mentira tuya para que vuelva a caer, no sabes nada de él-

Como que no se…- saco de sus bolsillos una fotografía y le lanzo hacia la pelirosa-

La pelirosa se quedo de piedra acercándose a la foto para observar al pelicenizo, en aquella foto se le podía ver al joven sentado en una cama de hospital

Que paso con él??...-

Uhmm será bueno decírtelo…-  el rubio se acerco a ella y le dio una patada en el estomago lanzándola lejos en el suelo-Tu querido Choutaroh esta enfermo…-

No puede ser...donde esta?? Quiero verlo!!-dijo mientras se reincorporaba lentamente tratando de mantener el equilibrio
No tengo mas datos de él, solo te puedo decir que esta foto la tome hace 1 año…asi que no se que ha sucedido con él realmente –

Choutaroh-kun…- recordando la ultima vez que se vieron, se toco la cabeza fuertemente-

Oh es cierto acabo de recordar que estas cosas te afectan mucho no?? Pues es un deleite para mi…aunque no tendre la dicha de derrotarte, estoy seguro que Shun lo hara…pero te dare un consejo –acercandose a ella- mientras sigas de esta manera lo vas perder todo …-dandole un fuerte puñetazo en el estomado dejándola inconsciente-

No contesta…-decia el pelirrojo desesperado- Mayura-chan siempre contesta a tiempo su celular…le habra pasado algo??- marco al numero de Suga-

Alo??Otoya?? sabes algo de Mayura?? Estoy que trato te intentar comunicarme con ella y no me contesta…-

Yo también estoy intentando llamarla pero no contesta…ahora estoy en mi casa, asi que ire a buscarla…-

Yo también hare lo mismo, me preocupa mucho…-

Si alguno de los dos la encuentra primero le avisa al otro deacuerdo??-

Deacuerdo…-cuelga el teléfono-

El pelirrojo guardo su celular y salio de su casa para buscar a su novia, mientras corria recibió una llamada telefónica, grande fue su sorpresa que provenia del celular de su joven novia

Mayura??...-

Ella se encuentra en el edificio a 10 cuadras de tu casa si no llegas a tiempo dicho edificio explotara y tu amada morirá…- colgó-

Alo?? Alo?!!...no puede ser!!- se fue corriendo lo mas rápido posible, mientras que al mismo tiempo le mandaba un mensaje a Suga para decirle que la habia encontrado y cuando estuviese bien le avisaría para que viniese a verla-Resiste Mayura-chan!!

En el edificio baldio, Yuuto habia dejado el teléfono al lado de la inconsciente pelirrosa, mientras se retiraba de la escena

Minutos después Mayura abrió los ojos sin moverse de su posición en la que se encontraba,vio una figura que se acercaba a ella

No te acerques!!...-grito aun sin saber quien era, luego la figura se hacia mas visible y observo a su novio-Otoya-kun…- se desmayo nuevamente

Pasaron un par de horas y la pelirosa abria los ojos lentamente, se encontraba dentro de una habitacion que no era la suya, se sentía un poco mareada pero no sabia el porque se sentía tranquila

Estoy muerta y me fui al cielo??-

Mayura-chan!!! Despertaste!!!...te encuentras bien no te duele nada??-

Otoya-kun…- tratando de incorporarse lentamente- en donde estoy?? Me siento algo mareada pero después de eso me siento bien-

Estas en mi habitacion…-se aferro fuertemente a ella- estaba asustado-

Por que?? Acaso me sucedió algo??no lo recuerdo…solo recuerdo estar en mi habitacion en Hanasaki…-tocandose la cabeza-

Ya veo entonces no recuerdas nada…mejor aun…-

La pelirrosa también se aferro del abrazo de su novio- tenia muchas ganas de verte…-estaba sonrojada por estar en la cama de su novio-

Yo también queria verte…perdóname por no tener tanto tiempo para no vernos tan seguido…-

No importa…ahora estamos juntos…- dijo mientras seguía disfrutando del abrazo del pelirrojo al cual amaba mucho-Ahora tengo que irme a Hanasaki, después sospecharan que me he ido sin pedir permiso…-
Son las 3 de la mañana Mayura-chan…-sonrio suavemente- ya me comunique con Hanasaki para decirles que estabas mal y que te quedaras en mi casa, claro que no pienso hacer nada malo…- dijo mirando a otro lado sonrojado-

Eso lo se porque yo confio mucho en mi señor enamorado…-rio suavemente-

Mañana iremos a primera hora con el doctor …-

Deacuerdo aunque no creo que haya necesidad…-dijo un poco sonrojada para bostezar suavemente- y Flaffy??

Flaffy esta con Suga-san en su casa, la recogio de la escuela y se la llevo con él, nos encontraremos en el hospital para que puedas verla…-

Deacuerdo…ahora podemos dormir?? Tengo sueño…-

Si …vamos a dormir, ire a descansar a la sala…-

No te vayas….podemos dormir en la misma cama…-

Eh???...-

Como tu dijiste no haremos nada malo, podemos dormir abrazados no crees???...-

Es cierto…- extendió sus brazos- vamos a dormir entonces…-

Si…-Mayura se enrollo en las sabanas y se acerco a su novio que la abrazo para que ambos durmieran tranquilamente-

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Matte ne!!

Mimi-chan


Deidara

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #229: November 30, 2016, 03:30:07 PM »
#17


No hacía ni una hora que había vuelto a encontrarse con el profesor de Hanasaki después de tres años, y ya estaba arrepintiéndose de haber acudido a su puerta.

Deidara se encontraba sentada en un parque cual hombre mayor. Sólo le faltaba la bolsa de pan de tres días atrás desmigado y un montón de palomas alrededor acudiendo a por comida.

Después de una corta charla con Sanji, éste había decidido que no había tiempo que perder y que Deidara tenía que ponerse a trabajar cuanto antes. Así que le puso ‘tarea’, como él le había llamado. Como Deidara no lograba volver a controlar sus poderes, su tarea consistía en, básicamente, pasarse la tarde metiéndose en las cabezas de los desconocidos. Nunca la había gustado abusar y aprovecharse de sus poderes, pero en este momento no le quedaba más remedio, y es que era la única forma que se le había ocurrido al profesor de entrenarlos. Deidara no lograba poner un filtro a todas las voces que llegaban de todos aquellos a su alrededor, así que iba a tener que recuperar la capacidad de ponerlas en silencio y ser capaz de discernir entre unas y otras. Algo que, en la hora que llevaba sentada en el parque, le había sido difícil.

A su cabeza habían llegado toda clase de pensamientos a la vez, desordenados y sin sentido. Había escuchado la lista de la compra de varias ancianas, a algún estudiante repasando para su examen de ese mismo día, a, aparentemente, un distribuidor de sustancias de dudosa legalidad, y a varias chicas con sus problemas amorosos. Pero seguía sin lograr controlar en quién quería concentrarse y en quién no.

Cansada, se levantó del banco en el que llevaba ya casi una hora, decidiendo que lo mejor sería cambiar de sitio. Tal vez así lograba avanzar algo.

Empezaba a dudar si haber tomado la decisión de volver a ser HiME había sido o no buena idea. Tal vez no debería haber acudido al despacho de Miranda, tal vez no se encontraba capacitada para ello, al contrario de lo que creía. ¿Había sido un error, y por eso sus poderes no querían volver?

Un pinchazo cruzó su cabeza.

“Maldita se—“

’Entonces, si soy capaz de ir ahora al gimnasio, y de hacer la compra después, y de llamar a mi novio... me quedará tiempo suficiente a la tarde para poder ponerme al día con Juego de Tron—‘

'Me pregunto cómo estará Isumi en el futuro... Entran ganas de preguntarle cómo va la política en Estados Unidos, pero tampoco es que yo pueda contactar con ella, si al menos tuviese el US--'

Las palabras se entremezclaban, pero logró centrarse en el segundo pensamiento, escuchando claramente el nombre ‘Isumi’ y ‘futuro’. Y eso, sólo le hizo pensar en una persona.

No podían referirse a otra Isumi… ¿verdad?

“¿Y ahora de dónde vienen esos pensamientos…?” 
« Last Edit: December 06, 2016, 01:27:04 PM by Deidara »


Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #230: November 30, 2016, 03:45:30 PM »
CON LAS JUSTAAAAS
luego dejo advertencias, topes and shit
edit: topes!! y uh, está de más decir que cuando adachi y souji están solos... hay shonen-ai....  (...)

20.


“¿Qué tal van?” Eureka se giró a mirar al dueño de aquella voz. Era Souji, quien caminaba hacia ella junto a Sho.
“Ahí, acaba de empezar el segundo set” comentó la HiME.

Sho y Souji tomaron asiento a su lado, y se quedaron observando la cancha. Era el turno de sacar de Bokuto: lanzó la pelota y corrió para embestirla con un limpio golpe de su palma derecha.

“¿Qué equipo va ganando?”
“El de Ushijima.”
“¡Genial! Justo iba a alentarlos a ellos.”
“¿Por qué?” preguntó Souji, a la vez que aprovechaba la toalla que le colgaba de los hombros para secarse un poco el pelo.
“El equipo de Ushijima se ve más balanceado, ”dijo Sho, sin despegar la vista del partido.
“Creo que lo conozco,” dijo Souji. “¿Cuál es su nombre?”
“Wakatoshi.”
“Oh,” Souji sonrió. “Entonces sí.”
“¿¡Cómo no lo reconociste cuando salió por todos lados!? ¡Es muy famoso!” dijo Sho.
“Está en la selección nacional de vóley masculino,” comentó Eureka. “O estaba… no recuerdo, algo así dijo.”
“¿No sé? La verdad, no soy de revisar esas cosas,” dijo Souji.
“¿De dónde lo conoces?”
“Ah, estudié con el en Middle School, pero me cambié de colegio y perdimos el contacto.”
Sho rodó los ojos. “¿Por qué conoces a todo el mundo?”
Souji se encogió de hombros. “¿Misterios de la vida?”

Las puertas del gimnasio se deslizaron, dejando mostrar a un grupo de personas que parecían ser alumnos. Eureka pudo divisar a lo lejos a Marie, a quien había conocido en la fiesta de Rizembool. Detrás de ella, un alto y garboso chico de cabellos blancos hablaba animadamente con un muchacho de corte de tazón y mirada calmada. Iban con dirección a las gradas de losa , de seguro para poder observar el partido de una forma más cómoda: las gradas permitían una vista más universal de los hechos. Sin embargo, Marie notó a Souji y a Sho, y corrió hacia ellos.

“Marie,” Souji le saludó, ondeando la mano. “¿Qué tal?”
“Yo,” dijo Sho.
Marie se desplomó al lado del pelirrojo. “Hola,” notó, muy tarde, que al otro lado de la banca estaba ‘Shinoa’. “Hola… amiga de Oikawa, lo siento, no me acuerdo de tu nombre.”
“¡No te preocupes!”
“Es Shinoa,” le dijo Souji. Marie sólo asintió, en silencio.
“Eres la nueva mánager, ¿no?”
“Sí, temporalmente.”

Los otros dos chicos se les acercaron también. Saludaron a Sho, Souji y a Marie, pero se quedaron curiosos y estáticos al ver a la otra chica de cabello azabache al lado de Sho.

“Ah, Shiro, Mob,” Marie los señaló. “Ella es Shinoa,”
“Un gusto,” dijo Mob, y sonrió.
“¡Un gusto!” dijo Eureka.
“Shinoa-chan, ¿eres la mánager del equipo?” preguntó Yashiro.
“Ah, sí, por un tiempo,” dijo Eureka. “No soy de esta universidad… así que no debería, pero le estoy haciendo un favor a Oikawa.”
“¡Wah! ¡Qué buena!” le respondió.
“¿No es mucho problema?” esta vez fue Mob el de la pregunta.
“Uh… sí, pero qué se le hace.”
“Sería genial que te consiguiera un apoyo,” comentó Yashiro.
“Pero no hay muchas chicas en la universidad,” dijo Marie. “Al menos no con tiempo libre como para esto.”
“Eso es debatible,” dijo Souji. “Muchas de las fans de Oikawa se postularían, pero estoy seguro que él no quiere eso…”
“Sería muy terrible, la chica estaría distraída todo el tiempo,” comentó Eureka.
“¡Shinoa-chan!” Oikawa la llamó, interrumpiendo la conversación de todos. Hizo, con sus manos, una forma de ‘T’. “¡Pido tiempo fuera!”

La chica asintió, y los jugadores salieron de la cancha a tomar agua, descansar unos minutos y luego reagruparse por equipos para discutir estrategias.




   

“Ah,” Souji tocó sutilmente el brazo de Ushijima, para llamar su atención. Tendo, que estaba a su lado, lo codeó para hacerlo reaccionar, y Ushijima volteó a mirar al peligris. “¿Ushijima? Soy Souji—”
“Seta,” Ushijima asintió, sonriendo levemente. “Sí me acuerdo. ¿Estuvimos en Middleschool juntos? Nunca más supe de ti…”
“Ohhh~ Wakatoshi-kun tiene amigos de otros lados, qué curioso~~” comentó Tendo. “Pero no entiendo, ¿cómo no lo contactaste? Es un jugador de la selección.”
“Creo que nunca he visto partidos de ella, por eso no lo ví nunca,” admitió Souji. “Lo siento.”
“Oh, no, no tienes por qué disculparte,” afirmó Ushijima. Se agachó para dejar la botella en sus manos dentro de su bolso de deportes. “Es un gusto volver a verte. ¿Juegas algún deporte? ¿O estás en este equipo?”
“Pues no, no juego nada. Vengo a veces a ver los entrenamientos porque tengo unos cuantos amigos acá.”
“¿Oikawa, supongo?”
“Sí,” Souji sonrió. “Él, unos amigos y mi primo.”
“¿Tu primo?” Tendo se mostró confundido. “¿Quién es?”
“Kotaro…”
“¡¿Él?! ¡Recién me entero! Pensé que venías por Iwaizumi y Oikawa.”
“Bueno, sí, y por Yasutomo… pero Kotaro y Akaashi también.”
“Si entro, espero verte seguido por acá.”
“Por supuesto que entrarás,” le dijo Souji.
“Ni creas, Oikawa se la tiene jurada,” dijo Tendo. “Le tiene una tirria infinita.”
“No se preocupen, hablaré con él en el caso de que no quiera dejarte entrar.”
“¿En serio? ¡Gracias!” Tendo sonrió.
“Gracias, Souji.”
“Oh, nono, no hay problema.”





“¡Lo voy a mataaaar!”
“Oikawa, no es su culpa,” comentó Sawamura. “Osea, sé que va a sonarte jodido porque estoy en su equipo, pero no es sólo su esfuerzo…”
“¡Yo sé!” Oikawa se detuvo en seco: había estado caminando de un lado al otro sin parar. “Pero me jode.”
“Dímelo a mí, que juego con él.”
“¿Pero está cooperando, no?” preguntó Tetsurou.
“Sí, es muy bueno. No es que tengamos experiencia jugando entre nosotros, nos cuesta, pero ahí ha buscado la forma de encajar en nuestra dinámica. Y eso que es zurdo.”
“Estoy seguro de que por eso nos llevan una ventaja,” comentó Oikawa.
“Pero podemos recuperar esos puntos,” dijo Arakita.
“Mm, sí, creo que tienes razón,” dijo Iwaizumi. “Es una diferencia de tres puntos. Hay que romper su racha, sino va a ser más difícil luego.”
“Okay, entonces… shoo, Sawamura-chan. Nos vamos a reunir por equipo.”
“Está bien, ¡suerte!” Sawamura les sonrió y se alejó del grupo.





“¡Ah! ¡Nii-san!” la cara de Ritsu se iluminó al ver a Mob, quien le extendió su botella de agua. Ritsu dio un sorbo, e inmediatamente sintió que le devolvían el alma al cuerpo. Ese partido estaba demorando más de la cuenta, y temía por su resistencia: como era el armador suplente, casi nunca jugaba por tanto tiempo.
“Hola,” Mob le sonrió a su hermano. Era curioso verlos juntos, porque por la diferencia de alturas, siempre confundían a Ritsu por el mayor. “Vine a verte un rato, espero no incomodarte.”
“¡No, no! Al contrario, me siento mejor contigo aquí,” dijo Ritsu. “Un partido contra Oikawa-san… siempre es agotador,” y miró de reojo a su capitán.
“Veo que todos se están esforzando mucho,” dijo Mob.
“Ushiwaka-san quiere entrar al equipo, así que Oikawa-san organizó este partido para ver si es capaz de trabajar con nosotros.”
“¿En serio? ¿Y qué dices? ¿Podrá entrar?”
“Es un excelente jugador, se me está haciendo muy sencillo ser su armador. A veces siento que mi pase es muy bajo, o muy rápido, pero Ushiwaka-san busca la forma de hacerlo funcionar. Es impresionante.”
“Encima, es zurdo, y eso complica todo… pero igual no ha tenido problemas en adaptarse a nosotros,” Suzuki apareció de la nada, y apoyó su brazo en el hombro de Ritsu. “Hola, Shigeo,” saludó a Mob.
“Suzuki-kun,” Mob le sonrió. “Gracias por cuidar de mi hermano menor.”
“Eh—”
“Haha, no hay problema~” Suzuki asintió. “¿Qué tal? ¿Ya te acostumbraste a Rizembool?”
“Aún no, es muy distinto de Hanasaki,” comentó Mob. “Pero supongo que con el tiempo…”
“A Ritsu le tranquiliza más tenerte a—” Ritsu lo codeó fuerte en el estómago. “¡Ay, Ritsu, sólo decía la verdad!” se quejó Sho, y Mob sonrió de nuevo.
“Sho, Ritsu, nos vamos a juntar para hablar un rato,” los llamó Tendo. Ambos se giraron de vuelta hacia Mob.
“Te veo luego, nii-san. Espérame, podemos pasar por yakiniku de vuelta a casa.”
“¡Ahhhh! ¡Yo me apunto!” anunció Sho. Ritsu lo iba a desinvitar, pero Mob le ganó.
“¡Genial! Mientras más somos, mejor,” Mob sonrió.
“…” Ritsu asintió.
“¡Woohoo!” Suzuki se veía muy empilado por la idea.





Luego de juntarse para discutir estrategias, retomaron el set. Les tomó más de media hora terminarlo: una vez llegaron a los 24 puntos, empezaron a turnarse sin querer, y cada equipo ganaba un punto pero no podía establecer una diferencia mayor de este. El equipo de Oikawa, llegando a los 33, lo logró: pero ambos lados estaban a punto de tener un paro cardíaco del cansancio producto del tiempo total que andaban jugando. Iban a ser más de dos horas y media de juego, y aún les faltaba el set de desempate.

Contra un equipo monse, o un equipo de nivel medio, jugar tres horas o más de eso no era problema para ninguna de las partes. Pero la inclusión de Ushijima y el sentimiento de competencia sana que este inculcó en todos había hecho que se esforzaran un poco más de la cuenta y, en sí, sus oponentes no eran nada sencillos de vencer, por lo que también habían dado un poco más de sí para no quedarse atrás. Hasta ahí, había sido un partido sumamente complejo e interesante, sacándolos a todos de la rutina.

Y sólo por eso, Oikawa e Iwaizumi sabían que Ushijima debía ser aceptado. Su inclusión fomentaría un esfuerzo mayor del equipo en general, y todos sacarían provecho de eso.

Pero el capitán y el vice-capitán tenían la misma mentalidad cuando se trataba del pelicastaño: la tirria que le tenían les cegaba completamente.

Ushijima se le acercó a Tendo, y le dijo algo en voz baja.

“Uh…” Tendo empezó. “Wakatoshi-kun dice si podemos dejarlo ahí. Él no se siente tan cansado, pero sabe que la mayoría sí… y cree que con dos sets ya pueden tener una idea de cómo es su manera de jugar,” dijo en voz alta.
“No podemos dejar un partido a medias,” le respondió Oikawa. “Yo aún tengo resistencia, y estoy seguro de que muchos acá no se van a quedar contentos con los resultados de ahora. Podemos dar un poco más.”
“Capitán,” Ritsu llamó a Oikawa. “Mañana también tenemos entrenamiento. Podríamos concluirlo ahí.”
“Pero de seguro hoy querían dar el veredicto sobre Ushiwaka,” comentó Suzuki.
“Sí, pero nada les impide hacerlo ahorita. Tenemos casi tres horas de juego, es más que suficiente para llegar a una conclusión.”
“Yo creo que deberíamos terminarlo,” comentó Lev. A su lado Bokuto asintió, muy animado.
“Podríamos hacer un set pequeño de 15 puntos…” ofreció Akaashi.
“Eso es lo que decimos, pero ese set va a llegar de nuevo hasta los treinta…” se quejó Saeran.
“No, podemos establecer que si se llega a 15 con sólo un punto de diferencia, entonces ganaron,” dijo Kuroh.
“¿Qué? ¡Pero eso no tiene sentido! ¡Por algo se requiere dos puntos de diferencia, sino sería muy sencillo!” comentó Sawamura.

Todo el equipo entró en una discusión muy intensa.

Oikawa sintió que una migraña se le avecinaba. Era tan sencillo decir que sí, aceptar a Ushijima y lavarse las manos, pero… no se sentía capaz. Al voltearse un poco y ver a Iwaizumi, encontró que su amigo estaba en las mismas.

Una idea se le ocurrió de un momento a otro, y supo que había dado con la respuesta a todos sus problemas.

“Periodo de prueba,” anunció. “Ushiwaka-chan, al cabo de dos semanas te diremos si te quedas… pero por mientras, estás en probación.”
“No tengo problemas con ello,” asintió el mencionado.
“Y si quieren, mañana terminamos el partido,” Oikawa miró al resto de su equipo. “Mañana también analizaremos un poco lo que hicimos hoy.”
“¡Okay!” fue la respuesta al unísono que recibió por parte de sus compañeros de equipo.
“Bueno, aquí termina el entrenamiento de hoy, los veo mañana~” canturreó.

Los equipos se dispersaron. Dejaron los chalecos de colores en la banca frente a la cancha, y luego, algunos jugadores fueron de frente por sus cosas y corrieron a los cambiadores.

“¡Sou-chan! ¿Nos esperas para ir por—¡¡¡¡AAAAAAAAAH!!!!”

Oikawa no podía creer lo que sus ojos veían. Por un lado, no le sorprendía: Souji era amigo de medio mundo y de seguro había conocido en algún momento de su vida a Ushijima, pero no esperaba verlos interactuar con tanta confianza. Ushijima le estaba respondiendo, cosa que era sumamente extraña, porque él era de pocas palabras y respuestas escuetas. Al lado de ambos, Tendo y Sho intervenían de vez en cuando, igual de interesados en la conversación que sostenían.

“¡I-I-Iwa-chan! ¡Mira!” Oikawa señaló sutilmente en la dirección del grupo. Iwaizumi rodó los ojos.
“Sí, en el tiempo fuera estuvieron conversando, ¿no te diste cuenta?”
“¡No! Estaba en otras,” se lamentó Oikawa. “¿Qué pasa si lo invita con nosotros? ¡No quiero cenar con él!”
“Eso no va a pasar, de seguro Souji tiene cosas que hacer,” dijo Iwaizumi. “Vamos yendo a los cambiadores, oye.”
“Ahhhhh,” Oikawa agarró sus cosas. Justo ahí se topó con Eureka, quien doblaba los chalecos y los apilaba en un pequeño cerrito de ropa. “¡Oh, Shinoa-chan! ¿Tienes algo que hacer más tarde? Vamos a comer por ahí~”
“Mm, creo que no,” dijo Eureka. “Pero necesito hablar contigo a solas luego.”
“OH, claro, fácil en el camino al restaurante podemos darnos un espacio.”
“¡Perfecto!” la chica sonrió.

Cuando lo notó, Marie se había quedado hablando con Iwaizumi a un par de metros de distancia. Oikawa sonrió: su mejor amigo era demasiado despistado como para notar el interés de la chica en él, pero suponía que en algún momento se daria cuenta de este. Marie era demasiado obvia: necesitabas ser muy ciego para no aceptar que ella estaba enamorada. Hasta había escuchado de Sho que la chica escribía poemas en su bitácora.

Junto con Eureka, se fueron camino a los cambiadores, y se separaron en el desvío hacia el almacén.





Para cuando Oikawa, Arakita e Iwaizumi salieron de los cambiadores, la mayoría del equipo ya se había retirado, luego de despedirse de ellos mientras se cambiaban. Afuera, en la cancha, sólo estaban Souji, Sho, Marie y Eureka. A lo lejos, sin embargo, Oikawa divisó a los hermanos Kageyama junto a Suzuki, que justo salían del gimnasio.

“¡Sou-chaaaan!” Oikawa corrió hacia su amigo mientras gritaba su nombre. “¡¿Cómo es eso de que eres amigo de Ushiwaka-chaaan?!”
“Ah, lo conozco de Middleschool,” Souji sonrió. “No ha cambiado nada… osea, está super alto, pero me refería a su actitud—”
“¡No, nada! ¡No puedes ser su amigo! ¡Es como traicionarme!” se quejó Oikawa.
“No seas tan inmaduro,” dijo Marie, y bufó. Sho asintió. “Sho, tú eres igual de inmaduro que él, así que no puedes decir nada—”
“¡Hey!” se quejó el pelirrojo.
“Uh… ¿vamos a comer o no?” dijo Arakita. “Me muero de hambre…”
“Sí, sí, vamos~” canturreó Oikawa. “Pero estoy esperando a que Sou-chan se niegue a interactuar de nuevo con Ushiwaka-chan,” dijo, y volvió a mirarlo. Souji rodó los ojos.
“Ya no lo jodas, Shittykawa.”
“¡Pero Iwa-chan! ¡A ti también te indigna!” lo señaló.

En el fondo, Iwaizumi sí sentía que todo el asunto le indignaba un poquito, pero no iba a permitir que Oikawa lo dejara tan mal frente al resto.

“Uh… ¿no?” Iwaizumi frunció el ceño. “¿No entiendo por qué lo haría?”
“¡ES AMIGO DEL ENEMIGO!”
“Oikawa-chan, si Ushijima pasa el periodo de prueba, dejará de ser nuestro… ‘enemigo’,” dijo Arakita.
“¡NO!” lloró Oikawa. “¡Ni lo digas de broma! ¡Debo tocar madera!” Y corrió a las bancas a darle pequeños golpecitos.
“Oikawa, esas bancas no son de madera,” dijo Eureka.
“¡AHHH!” gritó, frustrado. “¡Este día va de mal en peor!”
Souji se le acercó a darle palmaditas en la espalda. “Si vas a comer con el resto, se te pasará.”
“¿Eh? ¿No vienes con nosotros?”
“No puedo…” el peligris intentó sonreír, pero sus ojos le traicionaron. Su mirada transmitía una preocupación inmensa. Oikawa no necesitó analizarla a fondo, porque la reconoció al instante: siempre que peleaba con Adachi, tenía esa expresión. “Tengo… asuntos que resolver.”
“¿Lo de Adachi?” preguntó Marie.
“Sí, voy a hablar las cosas con él,” respondió Souji.
“Suerte,” dijo Sho.
“La necesitaré.”

Caminaron juntos hacia el estacionamiento, donde el grupo se separó de Souji. Arakita intentó ofrecerse a llevarlo, pero su carro tampoco contaba con el espacio para todos (desde ya, iban a tener que jugar a tetris para meterse en ese lugar siendo seis personas y con sólo 5 asientos) y Souji no veía sentido a que lo jalara al departamento de Adachi, que quedaba tan cerca de la universidad.

“Nos avisas qué fue,” Marie le dijo, preocupada.
“Sí, no te preocupes.”

Se despidió ondeando la mano, y conforme avanzaba, sus pasos empezaron a agarrar velocidad, hasta que se encontró a sí mismo corriendo hacia la puerta que quedaba más cerca de la calle del complejo de departamentos de su enamorado.







Uno, dos.

Tres, cuatro, cinco.

Seis.

“¿Tohru?”

Siete. Nada.

Justo cuando estuvo a punto de tocar el timbre por octava vez, la puerta se abrió, dejando mostrar a su enamorado. La apariencia de Adachi era terrible: las ojeras que tenía estaban muy marcadas; su cabello se veía más desarreglado de lo normal, y… okay, la barba de tres días no le quedaba tan mal, si Souji era sincero consigo mismo.

Hubiera hecho un comentario al respecto, pero imaginaba que Adachi no andaba de buen humor y temía hacerlo explotar: además de la discusión que habían tenido, Souji sabía que su pareja estaba hasta el tope con los trabajos de los chicos de su práctica y los proyectos de sus cursos. Lo último que Souji quería era un portazo en la cara, sobretodo porque justo había venido a arreglar las cosas con él. No le gustaba para nada andar tan ansioso por algo tan pequeño, pero ese era el efecto que las discusiones con Adachi tenían en él… y la única manera de detenerlo era hablar con su pareja y solucionar sus diferencias.

“¿Qué pasó?” le preguntó Adachi, observando su brazo. La camisa blanca de Souji era un tanto transparente, permitiendo ver partes de la venda que tenía puesta cerca del hombro. 
Mentirle iba a ser peor. “Fue por un descuido… me lo hizo Sho, durante el entrenamiento de hoy.”
“Ah,” Adachi se giró hacia el interior del apartamento en silencio. Souji ingresó, y cerró la puerta tras de sí.

La mesa frente al televisor tenía un cerro de papeles, de seguro se trataba de los trabajos de sus alumnos. Al lado estaba la laptop de Adachi, abierta en Excel. Intuía que, hasta ese momento, se había pasado la tarde terminando de corregir los proyectos y copiando las notas al registro.

“Escucha, discúlpame,” comenzó Souji. Adachi volteó a mirarlo. “Sé que son cosas pequeñas, pero entiendo por qué te molestan. Soy muy descuidado y—”
“Shh,” Adachi se le acercó hasta quedar a pocos centímetros de él. Rodeó su cintura con sus brazos, y apoyó su mentón en su hombro. “Yo soy el que debería disculparse. Fue una estupidez, estoy exagerando demasiado.”
“Pero si te molesta, no es nada estúpido,” Souji tomó sus mejillas y lo obligó a incorporarse de tal forma que se veían a los ojos.
“No, lo es, porque sé que nunca lo haces a propósito, pero igual me jode,” Adachi soltó un suspiro. “Tengo la idea de que te vas con alguien más…”
“Tohru, nunca te engañaría, no entiendo por qué tengo que repetírtelo tantas veces.”
“¿Pero no es normal que tenga tantas dudas? Tienes muchísimas amistades—por Dios, hay una página en facebook dedicada a hablar sobre ti… Podrías estar con quien te dé la gana.”
“Tohr—”
“Y no soy el mejor partido que puedas conseguir. Hay chicas muy bonitas y hombres de tu tipo detrás de ti… todo el mundo mataría por tenerte a su lado,” Adachi frunció el ceño. “El mundo de varias personas gira alrededor de ti, y a mí me pasa eso también…”

Souji nunca se había sentido tan grandioso como Adachi lo pintaba, pero imaginaba que era porque ambos tenían perspectivas distintas que nacían de pasados completamente opuestos. Adachi recién había conseguido un círculo de amigos cuando lo conoció: al parecer, antes de tratar con Souji, Adachi sólo había tenido uno o dos amigos, y ni siquiera habían sido muy cercanos. Mientras tanto, a Souji le era muy sencillo hacerse de amistades, tanto que hablaba con muchísimas personas, tenía varios grupos sociales y contactos.

Para Adachi, que nunca había conectado con las personas, Souji era todo lo que él había querido llegar a ser. No sabía si lo había intentado o no, pero era más que obvio que le frustraba no poder abrirse como él lo hacía. Y de seguro, lo envidiaba. O tal vez eso había sido al inicio, cuando recién se conocieron… y gradualmente, el sentimiento mutó a ser envidia de la gente que interactuaba con él. Porque Adachi lo quería para él solo, y eso Souji lo sabía muy bien.

Pero Adachi no tenía idea de lo exhaustivo que era contar con varios amigos. Sonaba sumamente quisquilloso, pero era cierto: todos los días, Souji terminaba muy cansado, sólo por las interacciones que tenía con sus amistades y conocidos. Ese día, en especial, había sido muy duro para él: la herida, el entrenamiento, y encima, tratar con Sho, Oikawa, sus amigos y el equipo de vóley… Souji necesitaba, mínimo, unas doce horas de sueño. Por supuesto, contarle todo esto a su pareja iba a sonar de lo más pesado –tomando en cuenta las inseguridades de Adachi—, así que lo mejor era guardarlo para otro momento.

No sabía qué decir. Por unos instantes, concibió la idea de besarle y demostrarle con acciones lo mucho que significaba para él, pero recordó inmediatamente que luego de aquel par de veces en las que lo intentó, una culpa lo ahogaba por ignorar el problema de esa forma.

“Lo siento, esto es algo idiota,” Adachi soltó una risa seca, totalmente forzada.

Souji sintió como su corazón se quebraba. Una parte de él contempló la posibilidad de que Adachi estuviese haciéndose la víctima a propósito, pero sus emociones fueron más fuertes, y sólo atinó a abrazarlo, rodeando sus hombros con sus brazos. Habían pasado casi tres años, pero sus sentimientos hacia él perduraban con esa misma intensidad del inicio de su relación. Por más cínico, jodido, celoso y malhumorado que era, Adachi se había ganado un espacio en su vida y no podía imaginar el vacío que quedaría si se apartaba de él.

“Esas dudas siempre han estado ahí, y creo que te he hablado sobre ellas antes, pero… me parece estúpido que las vuelva a repetir luego de algo tan pequeño. ¿Ves? Estoy exagerando, me voy por la tangente,” Adachi desvió la mirada hacia el piso. Se veía derrotado, vulnerable. “Carajo, mira lo que un par de días sin ti me hace.”
“Tohru,” Souji acarició su mejilla. “No te disculpes. Tiene mucho sentido que pienses así… En serio lo siento, no imaginé que te afectaría tanto…”
“Me asusta la idea de perderte, estoy tan acostumbrado a ti que no sé, no sé qué haría. Y es una mierda, ok. Es una cojudez… no debería estar tan enojado por algo tan tonto. Pero no me gusta que te vayas así sin decirme nada, podrías al menos avisarme, ¿no?”
“Lo sé, lo siento. Prometo que la próxima vez lo haré… pero creo que no pasará.”
“¿Eh?”
“Nos regresaremos juntos,” Souji sonrió. “Pondré mil alarmas a mi celular, intentaré no alejarme mucho de ti… no sé cómo le hago, pero nos regresaremos juntos.”   
“¿En serio?”
“Claro,” Souji le besó la frente. “Sé que no te gusta salir mucho, así que también podríamos quedarnos a ver películas o cosas así. Siento que das mucho por mí, yo también debo poner de mi parte.”

Adachi asintió.

De un momento a otro, lo tenía acorralado contra la pared, presionándolo con su cuerpo contra esta. Souji se mostró sorprendido, pero sonrió del lado al entender a la perfección sus verdaderas intenciones. Adachi lo tomó de la cintura, y Souji rodeó su cuello con sus brazos.

Se encontraron a medio camino: todo residuo de ansiedad se derritió en su interior gracias al beso que Adachi inició.



“¿Estás bien?”
Souji jadeó por unos cuantos segundos más, hasta finalmente regular su respiración. “Sí, sí.”
“Pensé que te morías.”
“El sexo cansa, so bestia.”
“Sí, lo sé,” Adachi se separó de él para incorporarse en el sofá, sentándose al otro extremo para darle espacio a Souji, que seguía echado. Souji extrañó su calor: la manta no era suficiente. “Pero en serio me preocupaste. No sabía si parar o no…”
“¿Conociéndote? No lo hubieras hecho de cualquier forma,” Souji soltó una risa.
“…Y no lo hice.”

Adachi extendió un brazo para poder llegar al botón de encendido de su laptop. Apoyó sus codos en sus rodillas, mientras esperaba que la pantalla volviera a iluminarse. La computadora se había quedado en estado de suspensión por no haber sido utilizada en poco menos de media hora.

Cuando Souji intentó incorporarse al igual que su pareja, no pudo forzar a sus músculos a moverse. Las extremidades las sentía como gelatina, y su corazón latía a mil por hora. Maldijo por lo bajo, mientras volvía a intentar una vez más… en vano.

“Dios mío, no me puedo ni mover.”
“Tuviste la opción de negarte. Sé lo mucho que te cansa entrenar con Minazuki.”
“Sí, eh, muy tarde para eso. ¿Puedes cargarme a la ducha?”
“…” Adachi lo miró como si se tratase del bicho más peculiar que había encontrado en mucho tiempo.
“Mínimo, ¿no?”
“Extraño a Magatsu-Izanagi. Él podía ayudarme con estas cosas,” Adachi se lamentó en voz alta. Souji iba a juzgarlo, pero él también extrañaba a su orphan favorito.

Los orphans eran todo lo contrario a los childs. A diferencia de sus antítesis, que eran el producto de las relaciones interpersonales de sus HiMEs, los orphans carecían de una conexión especial con sus dueños, no se basaban en sus vínculos emocionales con sus seres queridos y eran totalmente aleatorios.

Pero Magatsu-Izanagi e Izanagi habían sido la excepción para ellos. En algún momento, cuando les tocaba llamar orphans, siempre aparecían ellos dos: Magatsu-Izanagi, de Adachi; Izanagi, de Souji. Le consultaron a varios profesores y científicos de Rizembool, pero nunca nadie pudo averiguar por qué sucedía eso. Era un misterio.

Ambos orphans habían sido fieles aliados durante todo el conflicto, y los sacaron de apuro miles de veces. Souji los recordaba con mucho cariño, y hasta sentía un poco de pena por no poder ser rebel una vez más. La oportunidad de verlos de nuevo era muy tentadora, pero sus estudios iban primero en esta ocasión.

“No me digas que perdiste la fuerza, Tohru.”
“Estoy viejo, ¿okay?” Adachi rodó los ojos. “Veinticuatro años. Llévenme al asilo, por favor.”
“Mira cómo exageras. Me acuerdo de tu resistencia cuando eras rebel… dudo que haya desaparecido por completo.”
“Souji, ese día que entrenamos con Minazuki, el mocoso un poco más y me pulveriza. Si no hubieras estado ahí, no sé… no vivía para contarla. Y sabes lo mucho que me jode admitir esto. Minazuki es de lo peor.”
“Es como si admitieras eso mismo de tu exHiME.”
“No, peor que eso.”
“Cómo lo odias,” Souji le sonrió.
“No entiendo por qué tú no.”

El odio entre Sho y su enamorado seguía siendo uno de los misterios más grandes del universo, tal vez incluso más que la existencia de sus orphans especiales.

“¿Puedo preguntarte algo?” Souji observó cómo Adachi levantó la laptop y la colocó encima de su regazo.
“Mn, depende. Si sabes que me va a hacer enojar, guárdatelo.”
“¿Por qué odias tanto a Sho?”
“Carajo, te dije que te lo guardes,” se quejó el mayor. Recogió sus gafas de la mesa, se las colocó, y empezó a teclear en la laptop.
“Muy tarde. Tienes que responderme.”
“Si me traes un cigarrillo.”
“¿Qué parte de no puedo moverme no entiendes?”
“Eh, no exageres. De seguro ya te está pasando,” Souji aprovechó la posición en la que se encontraba para patearlo en las costillas. Fue complicado, y hasta un poco agotador, pero Adachi hizo una mueca de dolor, y valió la pena. “¡Mierda, Souji!”
“Respóndeme, o te vuelvo a patear.”

Adachi dejó de prestarle atención a la pantalla para fulminarlo con la mirada. Souji le sacó la lengua, y el mayor se rindió: volvió a enfocarse en su computadora. Acercó parte de la ruma de papeles y los chequeó rápidamente.

“Para eso sí estás bien, ¿no?” comentó, mientras revisaba los papeles, y luego, apuntaba las notas en el Excel.
“Parece que sí puedo mover el pie.” Souji se aguantó la risa.
“…Me cae mal. Punto.”
“¿En serio?”
“No sé, me da mala espina.”
“Wow, es lo mismo que él dijo de ti.”
“Estamos sincronizados, qué emoción.” Adachi rodó los ojos. “Oye, ¿estás rajando de mí con él?”
“No seas estúpido, sólo me dijo lo que pensaba de ti y ya. Tú mismo lo has oído: a veces se pregunta por qué estoy en una relación contigo.”
“Sí, cómo me voy a olvidar de eso,” comentó Adachi, disgustado. “Me huele a celos.”
“¿Celos?” repitió Souji, confundido.
“Sí, celos. Porque yo estoy contigo y él no.”
“¿Sho?” Souji concibió la idea de Sho enamorándose de alguien, y soltó una carcajada por lo ridícula que era. “Sho no está enamorado, y lo más probable es que nunca se enamore de alguien.”
“¿Qué hablas? ¿Estás huevón? El cojudo se derrite por ti, es otro más del montón.”

Adachi parecía hablar en lenguas, porque Souji no entendía ni pío de lo que decía. Más que nada, porque carecía de lógica: Sho no estaba enamorado de él. Souji conocía cómo las personas actuaban cuando sentían algo por alguien, lo había visto mil veces, desde las chicas de Highschool que se le acercaban a entregarle una carta o los chicos que le pedían verlo luego de clases, hasta aquellas amistades que en algún momento se habían enamorado de él. El nerviosismo, la torpeza, los sonrojos y los regalos eran cosas comunes en todos los casos. Recordó de golpe sus propias experiencias: él también había pasado por lo mismo, y varias veces. Su mente hizo énfasis en recordarle las estupideces que había hecho para llamar la atención de Adachi, hacía más de tres años. Qué vergüenza. 

Pero no había visto nada de eso en Sho. El pelirrojo estaba en otras, totalmente: sólo pensaba en su carrera, su hermano y en su puesto de rebel. A Souji le costaba imaginarlo enamorado o con pareja.

“Eso ha sido lo más estúpido que he escuchado en mucho tiempo,” confesó Souji, crudamente.
“¿No me crees?”
“Creo que son tus propios celos los que hablan.”
“Sí, ok, tal vez tienes razón. Me llega al pincho lo mucho que se te está acercando. Pero no estoy loco, en serio siento que al mocoso le interesas.”
“No te creo nada,” Souji sonrió. “Es muy ridículo, sabes bien cómo es él… no se puede enamorar.”
“Esperemos que estés en lo cierto.”
“Estoy seguro, Tohru. Sho es muy inmaduro para estas cosas…”

Adachi suspiró e hizo a un lado su laptop. Se levantó del asiento, y se agachó para cargarlo.

“¿En serio me cargarás?” Souji se veía sorprendido y emocionado por la ínfima posibilidad de no tener que mover ni un dedo.
“Sí, no quiero tener que limpiarte.”
“Igual vas a tener que ayudarme, porque no siento las piernas ni los brazos.”
“God fucking dammit, Souji. Haz un esfuerzo y álzate un poco, no voy a poder cargarte de frente.”

Souji se sentía mismo Beatrix Kiddo en la primera película de Kill Bill… solo que en circunstancias un poco más cómodas y fuera de peligro. Con mucho esfuerzo y dedicación –o solo un poco de suerte—, logró mover sus brazos y alzarlos en dirección de Adachi, quien tomó el gesto como una señal. Colocó sus manos debajo de la espalda y las piernas de su pareja, y lo cargó. Souji rodeó su cuello con sus brazos, asegurándose de no caerse.

“Oh, sí tienes fuerza,” le dijo, mientras Adachi lo llevaba a la ducha.
“Sí. Aunque me van a doler los brazos luego… ¿oye, has subido de peso?”
“De hecho, he bajado. No estoy comiendo a mis horas… el ciclo está muy pesado.”
“Mn. Yo he subido. Ni entiendo por qué,” Adachi pateó la puerta del baño, maniobrando su ingreso de tal forma que no botara a Souji por los aires.
“Tienes que hacer ejercicio.”
“Supongo, pero las prácticas y las clases no me dan tiempo…”
“No pongas excusas,” Adachi quiso refutarle, pero tenía razón. “¿Los fines de semana?”
“Mm, puede ser.”
“Déjame dentro de la tina, por favor.”
“¿Quieres que la llene?”
“Sí.”

Adachi asintió, y lo depositó en el lugar indicado. Souji estiró sus brazos, y soltó un bostezo. Alzó las caderas para sacarse la ropa interior, que lanzó al otro extremo del baño.

Adachi se giró hacia las perillas, abriendo la caliente y un poco de la fría. Se sentó al lado de la tina, y por unos instantes, el único sonido que los acompañó fue el del agua cayendo.

“No puedes odiar a una persona sin conocerla,” comentó Souji.
“¿Qué mierda? ¿No te ha pasado nunca?”
“¿Uh, no?”

Adachi tenía mil ejemplos, y muchos de ellos eran personas que ambos conocían… por lo que prefirió guardarse sus comentarios.

“¿No has conocido a alguien que te ha llegado al pincho? Y no necesitabas pasar toda una tarde junto a él o ella: desde ya, su mera presencia y su voz te irritaba.”
“Uh… no.”
“Imposible. No te creo… uh. ¿Marie?”
“No te niego que era difícil de tratar, pero nunca me cayó mal…”
“Eras un niño. Imposible que no hayas sido más pesado de lo que eres ahora.”

Souji hizo el ademán de patearlo, y Adachi se llevó las manos a la cara en un intento de protegerse… pero nunca recibió el golpe. 

“¿…Oikawa?” mencionó, a la vez que se dejaba de cubrir.
“Haha, no, siempre se portó muy lindo conmigo.”
“¿Iwaizumi?”
“No, él es admirable.”
“¡Fushimi!”
“…” Souji tomó su mentón, pensativo.

Adachi supo que había ganado.

“Okay, fácil le diste en el blanco.”
“¡Ajá!” Adachi lo señaló. “¡Lo sabía!”

La verdad era que sentía un poco de temor hacia Saruhiko. Con los recursos y las habilidades que tenía, todo el mundo sentía lo mismo hacia él… excepto Marie, que era la única capaz de tratarlo sin ningún cuidado.

“No lo odio ahora, de hecho, le tengo mucho respeto… y miedo. Es un capo, quién sabe de lo que es capaz.”
“¡Pero te cayó mal al inicio!”
“Bueno, sí, pero no es como tu caso, que aún lo odias y todo.”
“Es que es una mierda… En serio no entiendo cómo soportas a Minazuki.”
“Yo no entiendo por qué no dejas de quejarte de él.”
“¡Tú eres el que sacó el tema!”
“Mm, cierto,” Souji le sacó la lengua. “Diría que lo siento, pero me daba mucha curiosidad.”
Adachi rodó los ojos. “Regreso a seguir pasando notas. ¿Estarás bien?”
“Creo que sí, ya puedo mover las piernas,” y las flexionó muy despacio para demostrar que era cierto.
“Okay, me dejas agua caliente.”
“Sí,” Souji asintió.

Adachi se apoyó en el borde de la tina para acercarse a Souji y robarle un beso, que fue correspondido con mucho entusiasmo.

“¿Te gusta mi barba?” le dijo Adachi, orgulloso de su nuevo look. 
“Ew,” Souji bromeó, acariciando su mentón. “Te ves como un bebe viejo,” le mintió.
“Sé que te encanta.”
“Rasúrate asap, por favor,” le suplicó, entre risas. Adachi bufó, y salió del baño, dejándolo solo.
Regresó inmediatamente: al parecer se había olvidado de algo.

“Oye, eh…” Adachi se rascó la cabeza, en un gesto nervioso. “Hice flan.”
“Me da mucha risa que esa sea tu manera de distraerte cuando nos peleamos.”
“Sí, lo que sea. Luego te lo comes, por favor.”
“…” Souji le sonrió, enternecido. Adachi se puso rojo.

Para ahorrarse más momentos vergonzosos, salió del baño, esta vez, definitivamente. Souji lo siguió con la mirada, aún con una sonrisa en sus labios.

Una inmensa tranquilidad lo invadió. Junto a esta, la alegría de haber hecho las paces con su enamorado se hizo presente, y lo llenó de energías.

« Last Edit: December 14, 2017, 03:09:43 PM by Eureka »


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #231: November 30, 2016, 06:34:52 PM »
Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito al tema en el foro de planeación <3

Y sin más preámbulos~


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« Last Edit: August 13, 2017, 02:35:39 PM by Sayi »


Deidara

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #232: December 08, 2016, 12:45:03 PM »
me faltan icons de los psjs extras no míos :c cuando tenga edito

#18


A pesar de que había aprendido a las malas que hacer caso a las ideas de Isumi era la opción incorrecta, y que se había prometido en más de una ocasión no volver a hacerlo, siempre acababa cayendo. Aquella no había sido una excepción, y de alguna manera habían acabado en un pequeño enfrentamiento con varios chicos de Rizembool del cual habían escapado a duras penas.

“No sé por qué te hago caso,” se quejaba Deidara, en uno de los baños de la mansión HiME, sentada en la taza del váter mientras se curaba unos pequeños arañazos en el brazo. Por su parte, Isumi desinfectaba algunos en su mano derecha. “Todo por tal de recuperar a ese maldito—”
“¡Se habían llevado al Kiwi!” El nombrado soltó un pequeño sonido desde la bañera, en la que se encontraba jugando con el agua. “Justo cuando estaba a mi cargo, no pienso dejar que esos malditos de Rizembool se hagan con la suya.”
“¡Pero es un maldito pájaro que ni siquiera sabe volar!” Protestó Deidara, quien seguía sin entender el amor que todas sus amigas sentían por el pequeño.
“¡Por eso necesita nuestra ayuda! Admítelo, en el fondo tú tampoco puedes resistirte a sus encantos. Si Leónidas no ha podido, tú menos todavía.”
Deidara rodó los ojos. “No entiendo la evolución, cómo han podido los kiwis… seguro que en el futuro ni existen.”

Isumi pareció estremecerse ante el nombramiento del futuro.

“Venga, va. Seguro que en el futuro no hay kiwis y por eso le tienes tanto cariño a este.”
“Creo que mejor no respondo a eso.”
“Casi no hablas del futuro… al menos podrías darme un pequeño spoiler sobre la biodiversidad del planeta.”
“Hablar del futuro nunca es buena idea. No sabes lo que podría pasar.”
“Mh.” En pocas ocasiones se veía a Isumi tan seria.  Bien era cierto que había riesgos de hablar del futuro, pero apenas mencionaba un solo detalle sobre éste, lo cual le hacía preguntarse a Deidara cómo eran las cosas para su amiga allá. “¿No lo echas de menos? El futuro, digo.”
Isumi pareció pensarse la respuesta. “No estoy segura. Aquí las cosas son… sencillas.”
“Pero tendrás a alguien que eches de menos, ¿no?” Insistió Deidara.
“Que no es buena idea hablar del futuro… podríamos alterar el espacio temporal. Cualquier pequeño detalle y Japón hasta podría dejar de existir,” exageró.
“Ya, bueno… pero seguro que los kiwis se extinguen.”
“¡¡No hables así del Kiwi, lo vas a ofender!!”

Y se pasó el resto de la tarde haciéndole carantoñas.


*


Parte de ella le decía que lo que estaba haciendo era una pérdida de tiempo, porque, ¿cómo había iban a estar hablando de la Isumi que ella conocía? Vale, sí, que casualmente la chica provenía de una extraña alternativa del futuro, pero… por otra parte, por muy locura que fuese por un momento creer a aquella voz, su entrenamiento del día consistía en discernir entre las distintas voces que le llegaban a su cabeza, y, como cualquier otro, este era un buen punto en el que empezar.

Apenas recordaba cómo había sido capaz de controlar tan a la perfección sus poderes años atrás – ojalá las cosas fuesen tan fáciles como en antaño. Pero no iba a dejarse vencer tan fácilmente. Cerró los ojos, tratando de concentrarse solo en aquella desconocida voz, ignorando la que de fondo hablaba de series, como si de sus propios pensamientos se tratasen. Una vez se hubo concentrado tan sólo en aquella voz, llegaba el paso más complicado. Descubrir de qué persona provenía.

Fue difícil de entender cómo sucedió, pero la vio, aun con los ojos cerrados – baja, cabello largo ondulado, rubia, una gorra negra… y cuando volvió a abrir los ojos, no tardó en divisarla. Y le resultó tan extraño, tan chocante, el hecho de que estaba escuchando sus pensamientos, sin que ella tuviese conocimiento alguno de ese hecho. Escuchando sus más profundos pensamientos.

¿Acaso era aquello lo correcto?

Debería haberse parado un momento a pensar antes de levantarse y correr hacia la chica. Haber pensado qué era lo que le iba a decir, de tal forma que no sonase ni como una loca ni como una cotilla abusona de sus poderes. ‘Oye, que he escuchado cómo hablas de una chica que conozco y no sé nada de ella, ni si sigue viva… sí, es que me he metido en tu cabeza, pero ha sido de casualidad, que estoy entrenando, no acostumbro a hacer esto…’

“¡Espera!” Gritó. Varios a su alrededor se giraron, pero cuando vieron que el asunto no iba con ellas, la única que siguió prestando atención a la pelirroja fue la desconocida chica bajita. Que, ahora que le veía de cerca, le resultaba ligeramente familiar. Tal vez en alguna ocasión se habían cruzado por los pasillos de Hanasaki. “Um…”
“¿Qué pasa?” Preguntó la chica. Parecía ligeramente molesta por haber sido interrumpida. “Tengo algo de prisa.”
“Ya, es que… mira, sé que va a resultar raro, pero quería preguntarte algo—”
“¿Y por qué no vas al grano?” Insistió, y Deidara vio ligeramente reflejada a su yo del pasado en la desconocida.
“Tú… ¿conoces a una tal Isumi Kanzaki?”

La pregunta pareció tomar desprevenida a la muchacha. Observó a Deidara con sospecha. Por su reacción, pudo afirmar que ella, sin lugar a dudas, había estado pensando en esa tal Isumi – parecía cazada. Así que no iba tan mal desencaminada.

“¿A qué viene esa pregunta?” Preguntó la desconocida, con desconfianza.
“Es que… la verdad es que no estoy segura por dónde empezar, es una larga historia, pero—”
“¿Acaso me estabas leyendo la mente?” Preguntó con sorna la chica, alzando una ceja, como si estuviese a punto de empezar a reírse en la cara de Deidara. Pero vio que la expresión facial de la pelirroja se tornaba más seria ante esas palabras, y— “O-Oh. Esto tiene que ser alguna clase de broma.”
“No, no lo es… mira, la cuestión es que… soy, o era, no lo sé, amiga de Isumi. Me llamo Deidara. Deidara Genbaku.”
“No me suena ninguna Deidara,” respondió con cierta sospecha.
“Um… ¿Dori?”
“Ah… eso creo que me suena más. Pero, no sé… ¿a qué viene todo esto?”
“Como te digo, es una larga historia… supongo que si conoces a Isumi sabes de Hanasaki y las…”
No quiso acabar la frase, pero por suerte la chica la completó por ella. “HiMEs.”
“Ajá. Bueno, soy una de ellas, y digamos que mis poderes son… un tanto complicados en el momento.”
“¿Me estás espiando?” La chica pareció tomar un paso hacia atrás.
“¿Qué? ¡No! Claro que no. Si ni sé cómo te llamas…”
“Tsubasa Shibahime.”
“V-Vale, Tsubasa… ¿Qué te parece si hablamos un momento?”

#

Un momento acabó siendo una hora en la que la cartera de Deidara pareció vaciarse, y es que Tsubasa propuso mantener dicha conversa a cambio de un café, y un café se convirtió en un café más una mesa llena de dulces en una cafetería algo cara. Deidara se aseguraría de pasar por el cajero más tarde.

Aun así, la tarde había sido levemente productiva al haber tenido oportunidad de saber más sobre Isumi… a pesar de que su éxito entrenando había sido bastante bajo, y es que una vez se topó con Tsubasa, lo dio por finalizado.

La chica, algo tosca, llegó a recordarle a la personalidad de su yo del pasado. Con pocas ganas le había hablado de Isumi y lo poco que sabía de ella. Básicamente, explicó cómo Isumi había vuelto al futuro una vez finalizado el conflicto con Rizembool, algo que ya se había imaginado Deidara, pero que había logrado mantener un método de contacto con Hanasaki. Contacto en una dirección, porque los mensajes sólo podían provenir de Miranda.

“Hay algo sobre un USB… Miranda le escribe mensajes en ese USB, creo que le mantiene un poco al tanto de lo que va sucediendo,” le había explicado Tsuabasa aquella tarde. “Tienen acordado un lugar en el cual lo esconde, de tal forma que en el futuro Isumi será capaz de encontrarlo y leer todos esos mensajes. Pero poco más sé. Yo no me he comunicado con ella. Tampoco sé si podrá leerlos… no sabemos qué va a pasar en el futuro, ni si Isumi sigue de verdad en el futuro. Con lo loca que está, podría haberle pasado cualquier cosa, desde quemarse tomando una taza de té demasiado caliente hasta—”

Y así fue como Deidara descubrió que Tsubasa también era un tanto sádica.

Y como, más tarde, Deidara se encontraba sentada frente a su portátil, en el sofá, con una ventana de Word abierta.

¿Qué se suponía que debía escribirle a su amiga?

Iba a escribirle una carta, a alguien del futuro, sin llegar a estar del todo segura si podría leerla.

‘Querida Isumi…’

Empezó, pero no tardó en borrarlo. Sonaba demasiado formal, y como algo que ella definitivamente no escribiría.

‘Isumi,’

Así sonaba ligeramente mejor.

‘No tengo ni idea si vas a leer esto. Si alguien está leyendo esto y no es Isumi, agradecería un poco de respeto y que dejase de leerlo. Si eres Isumi: hola, soy Deidara, desde el pasado.’

(Pero qué mal que sonaba eso.)

‘Me he encontrado hoy con Tsubasa… historia larga, pero resumiendo: han pasado tres años desde que acabó lo de las HiMEs, fui una cobarde, huí a Barcelona, Sanji me envió un mensaje diciéndome que las HiMEs habían vuelto y aquí estoy yo de vuelta, con mis poderes, que no acabo de controlar de nuevo, y bueno… Sanji me propuso entrenar, y la cosa es que acabé leyendo la mente de Tsubasa por accidente (dejémoslo así) y acabé por descubrir sobre este método de comunicación.

Que por cierto, para lo pequeña que es, Tsubasa come demasiado y me ha dejado sin blanca.

Las cosas por aquí son complicadas. Nadie sabe mucho sobre las HiMEs, muchas de nosotras han decidido volver a aceptar el rol. Creo que hasta hay nuevas pobre desgraciadas… Yo todavía tampoco estoy segura por qué he vuelto. Creo que eso es algo que estoy tratando de descubrir, pero… dejé demasiados cabos sueltos, tengo demasiados asuntos por resolver. Y por una vez, me gustaría intentar hacer las cosas bien. Sólo que no sé dónde empezar.’

Escribir aquella carta estaba siendo terapéutico, y sin darse cuenta, las palabras continuaron fluyendo solas.

‘Han pasado demasiadas cosas en estos tres años, y ahora que he vuelto, para quedarme, empiezo a preguntarme si fue un error haber huído. Estoy visitándome con el Dr. Banner, y él me dice que no le llame huir, pero aun así… lo que hice suena a eso, a huída. Me pregunto si las cosas hubiesen sido distintas si no me hubiese ido a Barcelona. No sé si en tu futuro mi yo todavía sigue viva, pero, aunque sé que no hablabas del futuro, la verdad que sentiría curiosidad por saber a qué le han llevado todos los errores que he cometido en el camino.

Pero por ahora, por una vez en mucho tiempo, quiero preocuparme en mí misma. Voy a volver a estudiar a Hanasaki, sólo que todavía no tengo claro el qué. Eso es algo que voy a tener que decidir pronto… y quiero volver a ser la HiME que era antes. Tal vez aceptar de nuevo haya sido un error, porque sólo estoy pensando en mí misma, y puede que volver a tener mis poderes me cambie, pero sé que es algo que necesito. Necesito volver a controlar mis poderes. Mi fuerza, y mis capacidades mentales… las cuales son las que me están dando más problemas. Mi cabeza es un manojo de voces, que vienen de todas partes y que no logro diferenciar. Empiezo a tener migrañas, y no sé si este poder me va a hacer más mal que bien… creo que estoy empezando a sentir demasiado cerca los pensamientos de los otros.’


Aquella revelación, le hizo más mal que bien. La cabeza le dio vueltas, y tuvo que subir el volumen de la música que resonaba en sus auriculares para apagar sus propios pensamientos.

‘Bueno. Así que espero que todo vaya bien, y que si algún día vuelves, me traigas algún recuerdo. Me conformo con un imán para la nevera, o una camiseta.

Deidara.’


Guardó el documento, metió su portátil en su bolsa y volvió a salir.

#

Las instrucciones de la ubicación del USB de Tsubasa no habían sido demasiado claras, pero no tardó en encontrar el escondite una vez se encontró en el lugar.

Justo entre el cementerio y la mansión HiME había un camino que llevaba al bosque que unía ambas escuelas – Hanasaki y Rizembool. Un pequeño camino llevaba a un pequeño jardín botánico, el cual parecía medio abandonado. Tres bancos en el lugar – el que se encontraba junto al rosal. Deidara se agachó junto a él, metió la mano bajo el banco, y no tardó en encontrar el USB.

Lo insertó en su portátil, copió allí su archivo, y volvió a dejarlo en el mismo lugar.

Se quedó sentada en aquel banco durante un largo rato. Se respiraba paz y tranquilidad, estaba completamente en silencio.

No quería volver al bullicio de Tokio y a todas las voces que le esperaban.

 


Isumi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #233: December 29, 2016, 04:39:12 PM »
No pude escribir todo lo que quería escribir ni hacer los icons de los dos personajes que aparecen, ya con más tiempo (y una pc que no se hace la loca todos los días con un problema diferente) lo haré u_u

Btw, es recomendable leer este aporte escuchando esta canción https://www.youtube.com/watch?v=J3w6dztJqtc 8D



06.New World Order; part 1.

Saiko's POV


-Mi vida ya no tiene sentido…-
 
En ese momento me desperté escuchando las mismas palabras que aparentemente había estado soñando hasta ahora.
Isumi y Shuujin estaban conversando sobre el final de One Piece, al igual que como había estado soñando, todo era igual excepto por la falta de mis intervenciones.
 
-Lo sé,- continuó Shuujin. -así se sintieron casi todos cuando terminó, sobretodo Oda-sensei.-
-Oye pero…- Isumi se puso a pensar por un momento y dijo. -¿hace cuánto que terminó? Si lo empecé en el pasado eso significa que…-
-No te pongas a hacer cuentas de años que no vas a especificar en el fic.-
 
Y luego de escuchar a mi amigo romper la cuarta pared, aun espabilado por lo que había soñado, intenté hablar pero un fuerte golpe en la puerta me interrumpió.
 
-¡¿HAY ALGUIEN EN CASAAAA?!- Detrás de la puerta se escuchaba la voz de una chica enérgica gritando con toda su alma. –SI NO HAY NADIE TENDRÉ QUE TIRAR ABAJO LA PUERTAAA.-
-Woah ¿quién es esta loca?- Preguntó Shuujin asombrado y algo asustado. -¿Qué hacemos, Saiko?-
-No abrimos, eso es seguro.-
-¿Y si va enserio con derrumbar la puerta?- Preguntó Isumi.
-Es una niña, no hay forma que logre…- Shuujin no pudo terminar de decir eso cuando…
-ESCUCHO VOCEEEES.- Canturreaba la chica. –Así que son niños buenos que no les abren a los desconocidos ¿eh? Hmm…- Por un momento la chica se quedó en silencio y nosotros hicimos lo mismo, intentando no provocarla.
En voz baja Isumi preguntó. -¿Se habrá ido?-
Nos miramos sin decir nada, no habíamos escuchado pasos que lo indicaran.
Pero entonces Shuujin reaccionó. –Un momento… se trata de una niña ahí afuera ¿qué tan peligrosa puede ser?- Ni bien dijo eso, se levantó y se dirigió hacia la puerta, pero para su suerte, se encontraba lo suficientemente alejado de ella en el momento que en frente suyo vio como un hacha la perforaba.
-¡Shuujin!- Grité cuando vi la escena y él se cayó hacia atrás por la sorpresa. Los hachazos continuaban.
Isumi enseguida tomó acción. -¡¿Quién eres?!- Gritó levantándose y poniéndose entre la puerta y Shuujin.
Los hachazos se detuvieron. -¿Eres tú verdad? ¿Kanzaki Isumi?- la chica se sorprendió al escuchar su nombre. Pero no respondió. –Oh ya veo…- Hizo una pausa. –Tomaré tu silencio como un sí, ¡HiME!- Luego de gritar con más emoción esa última palabra, la chica logró derribar la puerta con un último hachazo dejando a Isumi petrificada del miedo.
 
En ese momento me di cuenta que Isumi no tenía más sus poderes. En la carta de Tsubasa mencionaba que ella podía detener el tiempo, y estoy seguro que lo habría ya intentado. De otra manera no estaría tan paralizada de miedo.
 
Sentí que tenía que tomar acción. ¿Pero cómo?
 
Ya no quedaban más rastros de la puerta, y delante nuestro se encontraba una chica rubia con uniforme de secundaria, unas botas negras, dos grandes coletas a los costados y que no habría sido mayor que nosotros. Con el hacha en mano se acercó a Isumi quien, al igual que yo no movía un dedo por el miedo.
Me sentí patético.
 
Fue entonces que, a diferencia de mis piernas que no se movían ni un centímetro, Shuujin pegó un salto con las suyas y se abalanzó contra la chica quien, habiendo calculado de alguna manera los movimientos de éste, logró moverse hacia atrás en el momento justo haciendo que él cayera contra el piso.
-¡Takagi!- Gritó Isumi, pero antes de poder moverse, la chica hizo un paso hacia adelante y la detuvo levantándole la cara poniendo los dedos en su mentón.
-¿Ya no tienes poderes eh…?- Decía mientras le movía el rostro como inspeccionando cada ángulo del mismo. –Debí imaginarlo si de la nada no me desapareció el hacha o algo por el estilo.- Y entonces la soltó. –Me pregunto si servirás todavía…- Su expresión fue cambiando de una más emocionada a una más aburrida.
-¡Hey!- Le grité intentando salir de mi parálisis. -¡Déjala en paz!- Y me levanté con las piernas temblando como nunca las había sentido antes.
-¡Saiko, no!- Shujin quien aun estaba arrodillado en el piso y posiblemente paralizado del miedo, gritó intentando detenerme.
-¿Oh? ¿Acaso eres tú el héroe que aparece al último momento?- Preguntó la chica con tono burlón mientras agitaba el hacha sobre su hombro hacia arriba y hacia abajo, como preparándose a usarla. Intimidándome.
-No soy ningún héroe.- Le respondí aun sin poder hacer ningún paso. -Pero espero que estés dispuesta a pagar por los daños del departamento que has causado.- Por alguna razón, esas fueron las únicas palabras que pude decir al haber notado nuevamente lo destrozada que estaba la puerta.
La chica estalló en una carcajada. -¡Hahahahaha! ¡Eres interesante, tú! ¿Cómo te llamas?-
-Si te sirve para hacerme un cheque, te digo mi nombre enseguida.- Le respondí siguiendo con el mismo tema de antes, pero la chica no le pareció interesante por una segunda vez.
-Así que eres de esos que cuando logran hacer reír a la audiencia con una broma, la usan todo el tiempo eh…- Su expresión cambió drásticamente, seguida por su voz que se volvió mucho más desanimada respecto a cómo había estado hablando hasta el momento. -Eres tan aburrido que me dan ganas de suicidarme…-

¿Eh? ¿Está deprimida?

Sin saber qué pensar ni decir, y tal vez porque la veía menos amenazadora, mis pies comenzaron a moverse.
Miré enseguida a Shuujin quien me devolvió la mirada con una afirmación de la cabeza.
Ambos nos acercamos a Isumi y tomándola de ambas manos, la jalamos hacia atrás alejándola de la chica quien seguía deprimida en el lugar.
Y eso enseguida provocó una reacción de parte de nuestra amenazadora.
-Eehhhehehehe.- Su expresión deprimida pasó a ser una que solo podría describir como pervertida. -¿Ustedes dos son su harem, eh? ¿Está viviendo la otome life ehhh?- Acompañando sus comentarios, baba le salía de la boca como si estuviese excitandose por sus mismas palabras y fantasías. Pero como ninguno de nosotros respondió, esa actuación no duró mucho. -¡No es justo!- Hablaba ahora con la voz de una niña caprichosa. -¡Junko también quiere ser la protagonista de un otome game!- Y fue así que supimos que su nombre era Junko. -Aunque…- De la nada sacó unos lentes y comenzó a hablar como lo haría una secretaria organizando eventos. -De vivir rodeada de hombres, preferiría que la calidad de éstos subiera un poco.-
-¡Hey! ¡¿Qué te pasa?!- Reaccionó finalmente Shuujin sintiendo su masculinidad herida. -¡Que yo era bastante popular en la escuela!-
-Ya ya…- Volvió a su ‘personalidad’ original, o al menos creo. -Yo solo necesito a esa chica ahí, así que muevanse de una ve--
Sin que pudiera terminar su frase, en un movimiento tan veloz que fue imposible de seguir, Junko se cubrió la cara con la parte metálica de su hacha, y gracias a eso pudo detener unas balas que, de protegerse segundos más tardes, le habrían perforado la cabeza.

Pasábamos de una situación loca a una peor.

-¡Aigis! ¡Ten cuidado con eso, podrías haberme matado!-
-Sabía que te cubrirías, estaba todo calculado.- Quien respondió a las quejas de Junko y apareció frente nuestro, era nada más y nada menos que una cyborg. Algo común en este tiempo, pero no tan común eran sus expresiones y su tono de voz. Usualmente los cyborgs tenían una sola expresión y el tono de voz era monótono. La tal ‘Aigis’ parecía casi un ser humano.
Junko puso una cara irritada y dijo. -Bueno… ahora que has llegado, pasaré a la acción.-
Al escuchar esas palabras, los tres instintivamente dimos un paso hacia atrás. Una chica loca con un hacha y un cyborg con pistolas en los dedos… no era algo de lo que saldríamos vivos fácilmente.

Pero lo que sucedió a continuación nos dejó perplejos.

Junko soltó su arma y, con movimientos ligeros y formales, se arrodilló por completo frente nuestro, y con su frente apoyada en el piso dijo: -Espero que disculpen mi comportamiento anterior. Les ruego por favor que nos ayuden en nuestro predicamento. Es una cuestión de seguridad nacional.-


With the kids sing out the future
Maybe, kids don't need the masters
Just waiting for the little Busters



Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #234: December 29, 2016, 10:05:49 PM »
sialgundiavenestoborrenlopls
« Last Edit: April 05, 2017, 03:13:02 PM by Kana »


Kora

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #235: December 30, 2016, 06:14:29 AM »
Menos mal que tenía ésto de principios de mes porque mi inspiración ha muerto y la medicación para la faringitis que estoy tomando me da somnolencia todo el día x_x

13.


Algo despertó a Kora, o al menos, ésta tenía la sensación de haberse despertado. Se incorporó de la cama con pesadez en los brazos y piernas, parpadeando para acostumbrarse a la luz gris violácea que le hacía suponer que apenas había amanecido. Sentada en el borde del colchón, pudo apreciar que estaba sola en la habitación, y lo único que se parecía a señales de vida era la led de su móvil parpadeando.

Agarró el móvil, desbloqueándolo con un desliz de su pulgar, y ninguna aplicación parecía responder a excepción de la galería. Abrió ésta, la cual estaba llena de fotos de ciertas personas y ella misma. Había algo familiar en aquellas imágenes…

Tardó unos segundos en darse cuenta de que ya las había visto antes. En el largo pasillo habían sido enormes cuadros, pinturas que ahora se habían convertido en fotografías que cabían perfectamente en su móvil pero mantenían la misma dignidad en los retratos e impacto en las escenas.

Reconocía algunos rostros y lugares. Fotos de ella, Ky, Madoka, Akio. La torre irguiéndose sobre la ciudad, el campus de Hanasaki. Ella misma en el coche que ahora veía que era el descapotable de Akio, Madoka y ella espadas en mano frente a un templo quemado, Ky aferrándose a sus hombros.

Y aún en fotografía, la imagen de su figura frente a una inmensa rueda negra llenaba su estómago de la misma sensación de caer al vacío sólo con verla.

Cerró la aplicación, volviendo al menú principal, cuando una notificación de mensaje saltó en su pantalla.

Nos veremos pronto.
Enviado por: Ky


Kora apagó el móvil. Realmente tenía ganas de ver a Ky, pero aquel no era el momento. No puede saber nada, se recordó a sí misma como cada vez que sentía que la soledad iba a arrastrarla. Aferrando el teléfono entre sus manos y el pecho, se dejó caer sobre el colchón, empezando a cerrar los ojos.

Al abrirse la puerta de la habitación se incorporó con un sobresalto, relajándose momentáneamente al ver que sólo era Madoka. La chiquilla se sentó en la silla de su escritorio, los pies apenas tocando el suelo con la punta al balancearlos.

Por unos instantes, el silencio se hizo entre ellas, Madoka con expresión serena, estudiándola con sus ojos oscuros, y Kora apretando el móvil y todas las imágenes que contenía en sus manos.

- Es tu hermano. - Habló, al fin, Madoka.
- ¿Qué? - Kora levantó la vista, abriendo los ojos como platos.
- Akio. Es tu hermano. - Madoka, por el contrario, cerró los ojos, sacudiendo la cabeza lentamente. Con el más ligero movimiento, su pelo negro brillaba en la tenue luz como agua.
- Pero… no, ¿cómo lo sabes? ¿Estás segura?
- Kora… - Madoka suspiró. - Soy tu maestra y protectora. No te mentiría.
- Ya lo sé… ya lo sé, Madoka.

Kora se levantó de la cama. Así que era verdad… Akio, después de todo, era su hermano. Frente a ella, Madoka la observaba en silencio con cierta curiosidad, la cabeza ligeramente ladeada, pero la chiquilla no tenía nada más que decirle.

Al abrir la puerta de su habitación, salió a una autopista, sin llegar a ver nada más en el horizonte que el asfalto y las luces a cada lado de la carretera. El motor del descapotable estaba encendido, ronroneando suavemente en el silencio de la noche.

Avanzó unos pasos hasta el vehículo, donde Akio la esperaba con una media sonrisa en el rostro.

- Mi querida hermanita… - Akio hizo un gesto con la mano, indicándole que subiera al asiento de copiloto. - Te he estado esperando.
- Akio… ¿dónde vamos?
- Donde siempre has querido.

Kora abrió la puerta del descapotable, sentándose en el asiento de cuero. El ruido del motor se alzó hasta convertirse en un rugido, y el coche arrancó.

--


Al despertar, Kora tuvo una sensación de dèja vu. Necesitó unos segundos para comprobar que la habitación estaba iluminada completamente por la luz del mediodía, y aunque Madoka no estaba, su futón y sus cosas indicaban que tendría que volver. Del mismo modo, su móvil funcionaba perfectamente, sin rastro de las fotografías que había visto en sueños.

Con cierta decepción, también se dio cuenta de que Ky no le había enviado ningún mensaje… algo que realmente era para mejor.

Y aquellas imágenes… sólo podía recordar con claridad aquellas en las que salía alguien que conocía. No había podido reconocer a Akio a pesar de que acababa de comprobar que era parte de aquella galería de retratos.

¿Era un cambio en sus habilidades HiME? Recordaba que no había sido capaz de desarrollar su capacidad de adivinación tres años atrás, y cualquier premonición que hubiera tenido había sido algo repentino.

Trató de anotar todo lo que recordaba del sueño en un papel antes de que las imágenes empezaran a escapar de su mente, quedando en un escueto esquema que no parecía tener sentido. Abstraída, releyó una línea que le llamaba la atención:

Madoka -> “Akio es tu hermano” -> me lleva a Akio?

¿Y si Madoka sabía algo de su familia? No, no tenía sentido. Ah, seguro que a Ky se le hubiera ocurrido algo…

- ¡Kora! ¿Has visto mi libreta de Química?

Madoka entrando de repente en la habitación hizo que Kora se sobresaltara. Su primer impulso fue darle la vuelta al folio en el que había estado escribiendo, aunque por suerte Madoka se lanzó a revolver en su mochila sin prestarle mucha atención a lo que hacía.

- Pues… no. - Replicó Kora.
- ¡Aquí está! - Madoka sacó la libreta de la mochila. - Casi se me olvida.
- Oh. ¿Estás estudiando? Hoy es domingo…
- Esta semana he tenido mi primera práctica de laboratorio, y bueno, no se me da muy bien… así que Nino me ayudará hoy.

Nino… aquella era la HiME universitaria que le daba clases extra a Madoka en Química. Alguien con acceso a los laboratorios de Hanasaki.

- Bueno, me voy. ¡Acuérdate de que luego tenemos que practicar un poco!
- Sí, claro…

Cuando Madoka cerró la puerta, Kora casi pudo escuchar el ‘clic’ de unas piezas encajando con otras. Significara lo que significara aquel sueño, estaba segura de que había dado con la manera de comprobar si Akio era su hermano o no.

Madoka le llevaría hasta la verdad, y sólo tenía que seguirla.
« Last Edit: July 01, 2017, 05:18:33 PM by Kora »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #236: December 30, 2016, 11:39:48 PM »
Hoi Hoi minna!! vengo con capitulo <3 <3

Capitulo 26:



Habian terminado las clases y Sakura junto a Syaoran regresaban a la mansión de la castaña,Bishamonten se habia adelantado para informar al tio de la joven lo que habia pasado en el transcurso del dia, asi que la familia Li habia mandado a sus guardias para cuidar a los futuros esposos

Lo lograste, volviste a convertirte en regular en el equipo de baloncesto Sakura…-

No es nada…-dijo apenada mirando a otro lado-me gustan mucho los deportes y dare lo mejor de mi para ser una buena representante de la escuela…y tu Syaoran-kun no piensas participar en algún club este año??-

Estaba pensando inscribirme al club de soccer, aunque aun no lo se, porque mis padres quieren que me meta de lleno al negocio familiar

En serio quieres ser el líder del clan??...- suspiro pesadamente-pensaba que podríamos huir juntos sin que nuestras familias nos encuentren…-

Quisiera hacer eso…pero tenemos tantos enemigos que los dos solos seriamos presas fáciles para ellos y nos matarían sin dudar…asi que por el momento será mejor hacerles caso…-

Ya lo se…-volviendo a sonreir- cambiando de tema, por fin pude ver a Mayura-senpai…y como siempre me saludo con una dulce sonrisa…aunque parecía apagada…crees que algo malo le este sucediendo??-

Es cierto no se veía como antes…quizás este afrontando una dificultad…pero conociendo su fortaleza y entusiasmo estoy seguro que saldrá adelante…-

Yo también pienso en lo mismo…- dijo caminado al lado de su prometido- hay que invitarla a la playa privada de tu familia con Otoya-san para que puedan relajarse-

Es una buena idea, empezare a preparar todo y solamente habla con ella para quedar en el dia de su visita

Deacuerdo!! Será muy divertido…- empezo a dar unos pasos adelante, mientras que Syaoran le miraba caminar alegramente

“De paso también quiero que te distraigas de todas tus preocupaciones”
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Tsubasa-kun tienes que tener mas cuidado!!...- una preocupada Kobato se encontraba envolviendo la muñeca izquierda de la mano del pelimorado-

Nuhahaha…gomen-nachai…- rascándose la cabeza con la mano libre- me emocione tanto con mi nuevo experimento que me olvide por completo de cubrirme adecuadamente, la sensei se amargo muy feo, aunque parecía preocupada por mi…-
Pues claro que si tonto!! Todos pensamos que algo malo te habia pasado…-dijo la castaña con lagrimas en los ojos-

Perdóname…Koba-chan…-dijo agachando su cabeza-

Con tal que no lo hagas otra vez me dare por complacida…- dijo acariciando suavemente los cabellos de su amigo de la infancia-

Tsubasa se sonrojo mucho y por eso no quizo alzar su rostro

Bueno nos vamos a casa??? Tengo ganas de preparar un gran pastel para regalarle a tu abuelita por su cumpleaños…-

No tienes porque molestarte…-alzo el rostro-yo le voy a preparar un super enorme pastel para que pueda comerlo todos los días!!! Nuhahaha-

Uhmm no creo estar muy convencida en dejarte cocinar…recuerdas la ultima vez que quisiste hacer un pastel?? Tuvimos que llamar a los bomberos que no lucían nada sorprendidos de verte…asi que tienes que dejarlo todo en mis manos, te aseguro que será el pastel mas delicioso de todos!!

Nuuuu que mala eres Koba-chan…- haciendo pucheros- es cierto…como te fue en la audición para el club de canto??-

Uhm no se si lo he hecho bien, pero cante con todo mi corazón, asi que si entro o no pues estoy satisfecha con mi interpretación…- sonrio dulcemente- Aunque llegue tarde a la audición porque me equivoque de salón…-riendo tontamente-

Es en serio?? Y dices que el despistado soy yo…-

No es que sea tan despistada pero…- rio divertida- si hubieras visto como todos en mi salón se mataron de risa porque me habia perdido dentro de la misma escuela

Bueno eso si causa mucha risa…-dijo a punto de reírse-

No te preocupes Tsubasa-kun puedes reírte adelante…-dijo avergonzada-

Jamas me reiría de ti porque eres la persona que mas…- se tapo la boca con sus manos-

Eh??? No terminaste lo que ibas a decir… dime dime…que soy??-

Eres las persona mas tierna del mundo y nunca me reiría de ti!!!

Tsubasa-kun…-dijo sonriéndole ampliamente para saltar a abrazarlo- te quiero mucho querido amigo!!!

“Tengo que hacer que dejes de mirarme como un amigo, y que me veas como alguien mas”…-ese era el pensamiento del pelimorado mientras la abrazaba calidamente –

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En una habitacion de hospital, Yuuta se encontraba leyendo un magazine de idols, mientras que Hinata estaba en el sillón suspirando pesadamente

Aniki ya deja de ponerte de esa manera…no es tu culpa que Todoko-san tuviese que irse al extranjero a seguir sus sueños…-

No es justo no es justo Yuuta-kun, se supone que me iba a confesar y ella me iba a aceptar y seriamos novios, asi como tu con Ai-chan!!-

El gemelo menor tosio ligeramente y siguió con su lectura

Ahora el que no me hace caso eres tu…que malo eres Yuuta-kun!!-

Quizas podemos pensar después en tu amor no correspondido…ahora iba a venir a presentarse con nosotros nuestra nueva manager…-

Otra vez es mujer??...-Hinata suspiro pesadamente-no quiero que me vuelvan a romper el corazón nuevamente…-

Disculpen…-

Ambos gemelos enfocaron su vista hacia la puerta de entrada , la puerta se abrió y apareció frente a ellos una joven de cabellos rubios, amarrados en dos colitas en forma de colegio, su colores de ojos distintos producto de la heterocromia que padecia

No puede ser!!-dijieron los dos chicos al mismo tiempo-

Ha pasado mucho tiempo Yuuta-kun!!-Hinata!!....-

Vivio?!!!

Sip, soy yo y soy su nueva manager…- haciendo una reverencia-En verdad no pensé que me asignaran a un idol unit tan pronto ya que aun también soy estudiante, pero dare lo mejor para lograr llevar al 1er puesto a 2Wink!!

Sigues siendo tan alegre y animada como siempre Vivio…-dijo Yuuta sonriéndole suavemente-

Claro que tengo que hacerlo…si su manager no es energica entonces que podrían esperar de los idols??...-rio suavemente-

Pense que ya no te veriamos Vivio…-Dijo Hinata sonrojado, ya que la joven rubia fue su 1er amor que se fue sin decirles nada-

Perdonen por irme sin decirles nada, pero también fue sorpresivo para mi…quise escribirles pero me dijieron que se habían mudado y no me habia enterado nada de ustedes hasta hoy en que los vuelvo a ver…-

Yuuta observo el rostro de emoción de Hinata, era como si él estuviese viendo de la misma manera a Ai, rio suavemente

Bueno bueno es hora de ponernos a trabajar…-

Tan rápido??-

Si…mas vale comenzar con todo…-sonrio ampliamente-

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Matta ne!!!

Mimi-chan


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #237: December 31, 2016, 02:44:57 PM »
Este ha sido un diciembre brutal (?) prometo que pronto empezaré a leer fics y comentarles~ *muere*

29.1.



Todo comenzó con el final de una clase común y corriente en su horario, la primera de un día que probaría ser el inicio de un interesante, aunque breve, episodio en su vida…

“…y antes de dejarlos irse…” el profesor estaba borrando la pizarra luego de terminar con la clase del día. “…recuerden que, si están interesados en participar en el servicio comunitario este sábado, necesitan llevarse una de las fichas de aplicación. Pueden entregarlo en la secretaría de este edificio a más tardar el viernes a las cuatro de la tarde.”

Al terminar con su labor, el maestro se quedó esperando a que los estudiantes pasaran a recoger las fichas antes de retirarse. Como fue esperado, no muchos se notaron interesados, aunque sí hubo algunas personas que acudieron a llevarse unas de las fichas.

“Limpieza en la playa, suena muy divertido,” opinó Hotarumaru, alegremente. “El ambiente debe ser muy bonito y me encanta la brisa marítima. También va a ser mi primer evento en la universidad. Eso me anima bastante~”
“Ehehe…” Yukko sonrió incómoda. Era increíble cómo el pequeño se notaba tan animado por una actividad que sería pesada para muchos. Ella misma no estaba muy entusiasmada y si fuera a depender de ella lo habría ignorado, pero se apuntaría si es que sus amigos lo hacían.
“Normalmente huyo de estas cosas, pero asumo que en universidades como Rizembool toman en cuenta actividades extracurriculares bastante,” Mai dio un suspiro mientras recogía suficientes formas para todos. “Al menos esta vez iré, a ver qué tal,” de inmediato regresó donde su grupo para repartir las formas.
“Eh, gracias,” Yukko la recibió algo rendida. Tendría que hacerse la idea de que no estaría de perezosa ese sábado, aunque felizmente le quedaba el domingo.
“Las impresiones y organización son sin dudas mejores que en middle school,” el pequeño miró a la hoja con admiración. “Hehe, tengo mucho a qué acostumbrarme.”
“Ehh, gracias Mai, pero creo que mejor me abstengo a la actividad,” dijo Hajime, algo incómodo. “Todavía tengo que recuperarme del todo. Dudo que trabajar en un ambiente tan abierto y caluroso como una playa me caiga muy bien…”
“Entiendo,” Mai desistió en extenderle la hoja. “Realmente es un buen pretexto para toda situación. Tienes suerte por contar con permiso médico.”
“No lo digas como si fuera excusa,” el pelimarrón se impacientó.

Los cuatro salieron del auditorio. Esa clase terminó diez minutos temprano, tal y como ese profesor solía hacer, así que podían tomarse su tiempo caminando al siguiente salón.

“Ya que estamos por aquí, podríamos llenar nuestros datos y entregarlos en la secretaría de una vez,” dijo Mai.
“Ah, buen punto,” Yukko asintió.
“Hm, perdón, pero no puedo,” Hotarumaru negó. “Necesito una carta notarial primero. Lo estaré entregando mañana.”
“Es entendible,” observó Mai, inmutada. El grupo apenas avanzó un pasillo cuando entonces llegaron a una pared llena de máquinas dispensadoras de comida de diversos tipos. Tal y como las chicas esperaron, el pequeño dejó su atención al evento a un lado y observó detenidamente a la máquina de golosinas.

“Ohh~ el reabastecedor pasó por aquí durante clases,” el pequeño se emocionó. “¡Finalmente tienen mis galletas favoritas de la dispensadora!”
“Te gustan mucho los dulces, ¿no es así?” preguntó Hajime.
“Hm, hm,” Hotarumaru asintió dos veces efusivamente.
“Bien por ti que todavía puedes comer todo lo que quieres sin represalias…” observó Mai.
“Ehh, pero aun así debes de tener cuidado,” Yukko sonrió incómoda. “No que quiera negarte nada, pero todo lo que comes son muchas calorías.”
“Está bien,” el pelicenizo sonrió ampliamente. “Para mí, los dulces son mi fuente natural de energía. Si no los como, me da sueño.”
“Qué curioso…” debía admitir que le tenía un poco de envidia.
“Te acompaño, creo que el desayuno me quedó un poco corto,” dijo Hajime, y los dos chicos fueron donde las máquinas para buscar sus respectivas preferencias. Yukko pensó en seguirles, pero al ver que Mai aprovechó para apoyar su ficha en la pared para llenarla, decidió hacer lo mismo. Quizás era lo mejor no caer en las tentaciones de snacks entre clases.

“Listo, con esto ya podemos entregar nuestras formas y librarnos de ese deber,” declaró Yukko, animada.
“Dame tu forma, yo lo entrego,” se ofreció Mai.
“¿Eh? Pero podemos ir todos.”
“La secretaría está en el camino opuesto de la clase y pensaba faltar de todos modos. No me molesta pasar por ahí en el trayecto a mi libertad.”
“Mai…” Yukko le miró algo preocupada. “Ya estás comenzando a faltar. No está bien.”
“Asistir a todas las clases como el inicio de ciclo es lo raro. Me irá bien, confío en mi inteligencia,” fijó su mirada en su ‘amiga’. “Y por ello mismo, te recomiendo que no sigas mi ejemplo, Hanasaki-chan. Estoy segura que tienes mucho a qué acostumbrarte.”
“Uhh…” como siempre, Mai siendo tan dura con ella, pero realmente le daba miedo contradecirle por alguna misteriosa razón. “Ehh, bueno, gracias por llevar mi ficha.”
“De nada. Espera, tengo una copia adicional de una carta notarial para que la firmes y te evites necesitar imprimirle.”
“Eh, ¿eh?” Yukko se confundió. “¿Es necesario?”
“Hotarumaru ya mencionó su necesidad de sacar la suya, y supuse que tú no estarías al tanto de las regulaciones de esta ciudad referente a paseos institucionales, Hanasaki-chan,” Mai le extendió una carta detallada y ya redactada, aunque faltando los detalles como el nombre, fecha, y la firma que tenían sus espacios reservados por puntos suspensivos.
“Whoa, ¿qué haces con eso?” Yukko la miró superficialmente y regresó su atención a su compañera.
“Ya se había anunciado de la actividad por el correo electrónico de la universidad, así de simple,” se encogió de hombros. “Sólo necesito que llenes en los espacios en blanco, no tienes que leerla al detalle.”
“Vaya, si no fuéramos amigas casi diría que me estás tendiendo una trampa,” Yukko rió nerviosamente y dio un suspiro al notar que Mai no se animó por su ocurrencia. Bueno, realmente nunca lo hacía. “Ya, ahora debes llenar la tuya.”
“Ya lo hice,” Mai recibió ese papel y curiosamente se apresuró a guardarlo al ver a los dos chicos regresar con sus snacks.
“Lamentamos la tardanza, había muchas personas,” dijo Hotarumaru.
“Hehe, no se preocupen, justo llenábamos la ficha de la actividad,” contestó Yukko.
“Nos vemos más tarde,” dijo Mai, dándose media vuelta.
“¿Eh? ¿A dónde vas?” Hajime se extrañó. “La clase no es en esa dirección.”
“Skippeo. No se molesten en seguirme,” ella no se dignó a decirles más y se marchó con toda tranquilidad por otro camino.
“Hm, esa chica es rara,” Hajime negó repetidamente.
“Mai-neechan es una persona especial,” Hotarumaru ladeó su cabeza. “Sólo espero que no termine confiándose demasiado.”
“Ehh, seguro que sabe lo que hace, espero…” opinó Yukko. Realmente se le hacía un misterio. “B-bueno, le podemos pasar nuestros apuntes más tarde. Vamos a clases.”

Los tres restantes siguieron hacia su siguiente clase, con una Yukko que seguía disfrutando de su estancia en esa universidad y con sus nuevos amigos… a punto de experimentar un suceso que le dejaría entender lo ‘especial’ que aquel lugar podía ser…


La práctica en el club de kendo acababa de terminar, y todos los estudiantes se dieron el trabajo de ayudar con la limpieza de las distintas áreas del dojo. Luego de terminar de trapear los pasillos exteriores y barrer un pequeño camino frente al jardín del edificio, Roxas finalmente se pudo sentar en una de las bancas para descansar bajo la sombra de los árboles, al igual que sus compañeros que le habían ayudado con esa labor.

En verdad había esperado ese momento de paz mientras miraba la naturaleza a su alrededor y la brisa de la mañana le refrescaba. Desde que ese par de chicos habían llegado, fue evidente que el ritmo de entrenamiento en el equipo había aumentado, y sus previamente desganados y conformistas compañeros también mostraban interés en mejorarse para estar a la par con los nuevos. Sin duda, Roxas se animaba mucho por el desafío y mejores ánimos a su alrededor, y también sentía una tremenda presión. No podía quedarse atrás o todo su esfuerzo sería opacado por esos dos… o quizás no se trataba de eso. Más bien, fue la primera vez que notó tan de cerca que había kendokas con respetables linajes y preparación adicional a la de él, lo cual le abrió los ojos. Debía dar lo mejor de sí…

“¡Senpai!”
“…” y ahí se acercaba uno de ellos, feliz de la vida. No que tuviera nada en contra de Urashima, pero le costaba creer que un chico con esa actitud viniera del linaje de los Kotetsu.
“¡Ya terminamos con la limpieza adentro! ¡Y veo que ustedes también!” exclamó el menor. “Kamekichi y yo trabajamos muy arduamente y ahora nos toca un merecido descanso.”
“Sí, a todos. Menos mal que tengo tiempo libre antes de mi próxima clase,” Roxas asintió y vio al otro sentarse a su costado. “Aunque noté que Horikawa se marchó rápido. ¿Habrá sucedido algo? No es normal en él no quedarse a ayudar.”
“Él está bien, es sólo que pidió permiso especial al instructor porque justo tenía clase con una profesora extranjera que le gusta cerrar la puerta quince minutos antes del inicio.”
“¿E-en serio?” Roxas se horrorizó.
“Ya te puedes imaginar lo mortificado que estuvo cuando perdió su primera sesión, él que es tan dedicado,” Urashima sonrió incómodo. “Le prometió al profesor que lo compensaría de algún modo, aunque no veo que sea muy necesario. Se entiende.”
“Sí, pero… ¿quince minutos? ¿Todos los profesores de ciencias serán tan chiflados?” Roxas negó repetidamente. “Es por esas cosas raras que me alegro de no seguir una de esas carreras.”
“¡Hahaha! ¡También me hace sentir mejor por no ser muy inteligente!”
“Ehm, más que nada lo decía porque mi hermana está en química, no andes diciendo esas cosas.”
“¡Oh, perdón! ¡Seguro tú sí eres muy inteligente, senpai!”
“Ehh tampoco te vayas al extremo…” se rascó la nuca, incómodo.
“Hehe, entiendo cómo te sientes. Tener alguien cercano que tiene cualidades que tú no tienes… Pero realmente todos somos geniales a nuestra manera,” alzó a su tortuga frente a su rostro. “¿No es verdad, Kamekichi? Sé que hay mucho en lo que me ganas.”
“Supongo. Cho es la intelectual, mientras que yo siempre he sido el atlético…” la mención terminó por incomodarle. “Uhh… a veces siento que mi hermana no está lo suficientemente consciente de sus capacidades… como para volver a ser HiME…”
“Senpai…” Urashima le miró. “Debes estar preocupado por ella.”
“Pues por supuesto que lo estoy, ¿quién no lo estaría?” él se detuvo y dio un pesado suspiro. “Ahh, perdón Urashima, es un tema incómodo, pero no quisiera hacerte sentir mal.”
“No, está bien, lo mejor es expresarse,” asintió. “En verdad es algo raro e inesperado, y siéndote sincero también temo por las HiMEs. Aquella chica que peleó en tu casa, pues, sé de ella. También es una reconocida kendoka y ha sido campeona en varias competencias en su vida, pero… hasta ella no tuvo oportunidad contra su Rebel. No quisiera pensar qué podría ocurrir.”
“Precisamente…”
“¡Ahh, de nuevo debo estarte inquietando con mis observaciones! ¡Perdón!”
“Está bien. Es lo que siento también,” Roxas entrecerró sus ojos. “Tanto ella como Osaka no lo están viendo con la suficiente precaución a mi parecer. No sé si no están prestando mucha atención o si me estoy perdiendo de algo… pero en verdad me inquieta mucho el asunto. Quiero apoyar en lo que pueda, pero no puedo evitar molestarme un poco con mi hermana.”
“…” el menor bajó su mirada. Hubo una corta pausa entre ambos debido a la tensión del tema. “Pero senpai…”
“…”
“¿Te estás enfocando en estar en desacuerdo con tu hermana y en molestarte con ella?”
“¿Eh? Pues, me cuesta entenderle, y a veces me siento como el único cuerdo. Creo que molestarme es inevitable… tampoco podría estar tranquilo. No creo que llegue al punto de ignorar la situación como los demás, o de verlo de su misma forma.”
“Hm…” Urashima frunció el ceño. Dudaba que su mayor le haya comprendido.

Pero antes de decir algo, vieron al instructor llegar. Este aclamó la atención de todos los presentes en el espacio con su presencia.

“Buen trabajo. Vengan todos de regreso al dojo. Vamos a revisar las obligaciones y asignaciones para nuestra próxima sesión.”

Todos de inmediato acudieron detrás del profesor, y Urashima vio a Roxas levantarse.

“Senpai…”
“Perdón por contarte sobre esto, Urashima. No es justo que te preocupes.”
“P-pero…”
“Sé que no puedo estar simplemente molesto. Supongo que… el tema es sensible para mí, aparte del hecho que mi hermana es HiME.”
“¿Eh?”
“Es una larga historia,” Roxas negó y bajó la mirada, apenado. “También sé que Cho está bajo estrés, y dudo mucho que confíe en mí… entiendo por qué no lo haría… en verdad intento tomarme las cosas con más calma para apoyarle mejor. Espero poder hacerlo…”

Dicho esto, Roxas siguió a los demás. Urashima se apenó. Entendió que era un tema complejo, y seguramente Roxas también tuvo sus propios inconvenientes, razones por las cuales estaba tan inquieto, pero dudaba que quisiera compartirle más. Aun así, sentía que debía intentar dialogarlo, ya que en verdad quería poder ayudarle al menos en algo.


Pasaron unas horas y llegó la hora del almuerzo. Mai se había reunido con Yukko y Hotarumaru antes de que su cafetería predilecta se llenara de mucha gente. El pequeño les hizo el favor de guardar una mesa mientras sus mayores compraban sus menús, y luego de que ellas regresaran, él fue a buscar su comida.

“Ahh… comes muy rápido…” las dos habían terminado desafiándose a una carrera de comida, aunque Mai nuevamente probó ser muy habilidosa y pudo terminar con su comida mientras Yukko apenas iba por la mitad. Ella tragó un bocado grande a duras penas y respiró profundamente. “Me rindo… no puedo seguir tu ritmo…”
“Tal y como esperado…” Mai se limpió los labios con una servilleta y ajustó sus lentes. “Tienes un largo camino por delante, Hanasaki-chan.”
“No sumes más cosas a ese apodo cruel, por favor…”
“¿Y qué fue del hospitalizado?”
“P-pues, Hajime tenía una consulta en el hospital en Rizembool como chequeo. También le iban a preparar un almuerzo ahí…” en verdad que Mai nunca hacía un esfuerzo por ser más amable. “Pobre, no estaba muy entusiasmado con la idea.”
“Sí, al menos no tuvo que hacer una larga fila por su comida,” se cruzó de brazos, pensativa. “Por todo lo que he oído, lo cual no es mucho ya que no siempre presto atención, suena a que Rizembool está siendo muy amable con él.”
“Sí, Rizembool es genial en ocasiones,” Yukko se animó.
“Hm…” Mai se notaba meditativa. “Qué será…”
“¿Eh?” ladeó su cabeza. “Vamos, no veo por qué tendría que ser preocupante…”
“Olvídalo,” terminó por restarle importancia. “Además de tu estatus de Hanasaki-chan, también tienes un estatus de amiga conmigo por esos brazaletes que nos compraste, así que no quiero asustarte con posibles teorías conspiracionales.”
“Ehh…” sólo la mención de ello le dio nervios, algo que Yukko no quiso admitir y terminó por sacudir la idea fuera de su cabeza. Sonrió incómoda. “V-vamos, no digas cosas así…”
“Como tú digas, amiga,” le respondió con un tono neutro que sonó un tanto burlesco. Yukko le vio quitarse su brazalete para analizarlo. “Hm… una cosa densa y hecha de hilos. Si busco tutoriales por internet, puede que aprenda a hacerlo. Aunque supongo que hasta entre nuestros brazaletes, no es común encontrar dos iguales.”
“S-supongo que no, pero nuestros brazaletes casi lo son,” Yukko asintió convencida. “Mismos colores y tejido y hechos por la misma vendedora en el parque.”
“Hm…” Mai le miró con una pizca de desconfianza.
“¿Q-qué pasa, Mai?”
“No sé por qué presiento que te escogiste el mejor de los brazaletes luego de comprarlos…”
“¿P-por qué haría eso?” ella se escandalizó. “Vamos, Mai, ten un poco de fe en mí.”
“¿Podrías darme tu brazalete un momento?”
“Ehh sí, aquí está,” no lo pensó dos veces y desató su brazalete para dárselo. Mai de inmediato agarró ambos brazaletes a la par para compararlos mientras los giraba, alternaba y hasta inspeccionaba las varias ataduras en ambos.
“Hm… sí, son casi completamente indistinguibles…”
“Ehh…” Yukko dio un suspiro. “Dices ‘casi’, pero yo no creo que pueda distinguirlos.”
“Bien,” Mai asintió. “Eso me deja entender que no te reservaste el mejor.”
“Uhh, en serio te digo que no lo hice.”
“De acuerdo,” Mai dio un suspiro y le devolvió un brazalete. “Buen trabajo y lamento la desconfianza, pero por vivir en el incierto ambiente de Rizembool, seguro que entiendes.”
“Lo dices como si viviéramos en un campo de batalla…” Yukko dio un suspiro y volvió a atarse su brazalete al mismo tiempo en que Mai ataba el suyo.
“No tienes por qué compartir mi punto de vista.”

Justo entonces, ambas vieron al pequeño regresar con su bandeja. Traía el menú del día, y como siempre, un postre que claramente estaba reservado para el final de su almuerzo. Hotarumaru miraba a su crema volteada casi con afecto y sonreía muy feliz.

“Te ves de buenos ánimos,” observó Yukko, sonriendo.
“Claro, es mi hora de comer,” el pelicenizo asintió y tomó asiento. “Ohh, pero ustedes ya han avanzado un montón. Veo que terminaste, Mai-neechan.”
“Te hubiera esperado, pero Yukko se vino con la idea de una competencia de comida, así que es su responsabilidad.”
“N-no digas eso,” la dirigida se sintió extrañamente culpable.
“Está bien, suena a un juego divertido,” junto sus manos. “Gracias por la comida~”

Él inició con su plato y no avanzó mucho cuando Mai revisó su celular y se levantó de su sitio.

“Un momento, me están llamando,” reportó ella. “Ahora regreso.”
“S-sí…” Yukko lo consideró extraño ya que Mai no solía ser del tipo que recibía llamadas o mensajes, aunque seguramente que lo tenía todo bajo control como siempre. Ella continuó comiendo su comida a medio acabar hasta que la pantalla de su propio celular se iluminó y vio el mensaje de cierta persona. Ella lo abrió y no tardó en ver que también le había enviado una foto.
“¿Hm?” Hotarumaru se asomó. ¿Una amiga?”
“Mira,” le mostró la imagen. “Es la prima de Mai que se parece físicamente a ella. Está junto con su amiga Tomo y otra chica que parece que va a ser doctora. También andan almorzando. Qué coincidencia, ¿no?”
“Hm…” él asintió y bajó su mirada. “Parecen buenas personas. Sé que debí haberme comportado mejor ayer cuando nos encontramos…”
“Está bien, me aseguré de explicarles que eres un lindo niño. Y no tienes por qué temer de la prima HiME de Mai. En verdad no me parece peligrosa ni nada. Casi diría que Komaeda seguramente es el peligroso aquí.”
“Ehh…” Hotarumaru se quedó en blanco. “¿Dices que tuve problemas con la HiME?”
“¿Eh?”
“Hm, sí, tiene sentido…” él se llevó una mano a su mentón, pensativo. “Realmente daría esa impresión por cómo actué… en verdad les debo mis disculpas.”
“Entonces… ¿no fue por el asunto de las HiMEs?”
“Ver a aquella HiME… me hizo pensar en algunas cosas…” él se mostró cohibido y apenado, y desvió su mirada. “En cosas tristes… realmente no puedo explicarlo, pero no es que esté en contra de nadie… es una larga historia…”
“Está bien…” Yukko asintió. “Te creo, y admito que me da mucha curiosidad a lo que te refieres, pero voy a respetar tus asuntos. No te preocupes.”
“…” él levantó su mirada.
“Y tú tranquilo que hablando con Osaka parece que van a volver a pasearse por Rizembool pronto, así que te aviso ni bien tenga noticias y vamos a que te presentes bien con todas. Verás que son muy lindas y que no hay ningún problema.”
“S-sí…” asintió y sonrió tímidamente. “Muchas gracias, Yukko.”
“Hehe, de nada,” le devolvió la sonrisa.

Y ese pequeño y hermoso momento estaba por terminar de una manera brusca ni bien Mai regresó a la mesa.

“Tengo grandes noticias,” anunció con su monotonía de siempre. “Hanasaki-chan, has sido escogida para un gran experimento aquí en Rizembool.”
“¿Q-qué?” ella se extrañó. “¿A qué te refieres, Mai?”
“Debido al gran avance de la tecnología en Rizembool y un contacto muy especial con cierta compañía de una reconocida app…” para intensificar la situación, Mai apuntó a Yukko y le hizo inclinarse hacia atrás. “Eres, a partir de este mismo instante, una Pokestop en Pokemon GO.”
“…” al recibir esas noticias, Yukko se mantuvo en silencio tratando de digerirlo, y luego de ni saber por dónde empezar a expresarse, dejó escapar una incógnita muy esencial. “¿Q…qué?”
“Precisamente. El anuncio ya ha sido dado como sorpresa en todas las redes sociales y serás un fenómeno masivo en menos de lo que esperas.”
“¡¿Q-qué?!” Yukko exclamó a todo dar. “¡¿Pero cómo es eso posible?! ¡Eso a lo que te refieres son cosas fijas en el mapa! ¡No hay forma que una persona sea una Pokeparada!”
“…” Hotarumaru sintió escalofríos al iniciar su partida y efectivamente reconocer dicha pokeparada sentada al costado de él. “Es cierto…”
“¡¿Qué?!” la ‘víctima’ miró el celular del menor e hizo click en ese iconito azul que al parecer le representaba. Ahí apareció una foto de ella en shock que no recordaba que le habían tomado, con el título de ‘Hanasaki-chan’ como el nombre de su Pokestop. “¡¿Qué demonios?!”
“…” Mai asintió. “Si tú estás tan en shock que ni juegas el juego, entonces esto será una buena propaganda tanto para Niantic como Rizembool. Ah, y quizás para Hanasaki también por tu nombre en el juego.”
“¡¿Pero cómo está pasando esto?!” Yukko tomó el celular de Hotarumaru prestado y caminó alrededor de la mesa para ver un mínimo movimiento de la Pokeparada como si fuera un jugador ubicándose con el GPS.
“…” el pelicenizo dio un pesado suspiro. “…Tsurumaru está detrás de esto.”
“¿Eh?”
“Exacto,” Mai asintió.
“¡¿Mi supuesto asesor?! ¡¿Cómo?!”
“Tsurumaru me comentó que tiene contacto con Niantic como freelancer que les ayudó en la depuración y como beta tester del juego antes de su introducción pública a Japón,” reportó Mai. “Por sus hábiles dotes en informática y programación, estuvo a cargo de ingeniar el sistema que ahora tú vas a representar con mucha honra. Este es un gran paso para ti, Hanasaki-chan. Todo Rizembool te recordará por siempre.”
“¡Pero no quiero ser recordada por Pokemon GO ni por Hanasaki-chan!”
“Claro, todo sería mejor si jugaras el juego también y pudieras aprovechar tu parada cada cinco minutos, pero el mundo no es perfecto,” Mai asintió, cruzándose de brazos.
“¡AAAHHH!”
“Mai-neechan, ¿por qué están haciendo esto?” preguntó Hotarumaru, frunciendo el ceño. “No le veo mucho sentido.”
“Realizo un experimento social,” contestó la mayor, indiferente. “Y en el caso de Tsurumaru, él me dijo que estaba aburrido. Así de simple. Bueno, terminen de comer que la próxima clase empieza en alrededor de veinte minutos, aunque creo que me ausentaré también.”
“¡Mai, por favor, no quiero esto!” le rogó Yukko.
“No te hagas tan mala sangre todavía, Yukko. Dale una oportunidad. Puede que sea una buena experiencia y que ni lo sientas pasar,” se encogió de hombros. Pasó a recoger su mochila y darse media vuelta. “Con permiso.”

Luego de soltar la bomba, Mai se esfumó entre las personas en esa concurrida cafetería. Yukko ya no podía terminar de comer lo que le quedaba al sentirse mortificada, y Hotarumaru se sentía algo culpable de continuar, pero debía hacerlo o se quedaría con hambre.

“Uhh…” la afectada se recostó sobre la mesa, sin vida. Ojalá que Mai tuviera algo de razón sobre eso de pasar desapercibida, pero sentía que, con su suerte, no iba a ser así…
“Ehm, Yukko…” le llamó Hotarumaru. Había pasado el suficiente tiempo como para que este terminara con su almuerzo y le quedara su postre. Bajó su mirada. “Un favor, si no es mucha molestia…”
“C-claro… ¿qué necesitas?”
“Pues…” se sonrojó. “Y-ya que eres una Pokeparada…”
“…”
“Me preguntaba si podía usar tu ícono por recursos, que estoy un poco bajo… P-perdón por pedirte algo así, Yukko…”
“E-está bien, estás perdonado…” Yukko levantó su cabeza casi sin energías. No le gustaba nada su situación y tenía ganas de reventar, pero no iba a hacerlo frente al pequeño que sin duda compartía con su dolor, al menos un poco.
“…”
“Al menos hoy no tengo clases muy tarde… podré huir… espero…”



No hace mucho que había terminado una clase, y luego de organizar y guardar varios de sus pertenencias en su locker del edificio de química, Cho salió para buscar algo para comer. En medio del camino hacia la zona de puestos de comida más cercana, recibió un mensaje de Osaka que le avisó por si quería unirse a almorzar con ella, Tomo y Hotaru, por lo cual optó a buscarlas. Era extraño que Hotaru se diera un respiro de su ocupado horario para almorzar con tiempo y una buena dosis de distracciones, así que prometía ser una agradable merienda.

Siguió las instrucciones y se topó con dicho puesto. No era una cafetería y la comida era a la carta, así que Cho se iba a ahorrar la necesidad de hacer fila a cambio de un precio un poco más caro, pero ya andaba con las ganas de darse un gusto. No tardó en ver la mesa con las tres chicas por cómo Osaka sacudió su brazo efusivamente.

“¡Cho, por aquí!” exclamó su prima.
“Hola a todas,” Cho sonrió mientras tomaba el asiento libre. Les había tocado una mesa exterior y pegada a un pequeño muro delimitado por arbustos con vista al resto del campus. Era un sitio ideal por la ausencia de música interna y una suave brisa veraniega. “¿Qué tal? ¿Cómo así se han reunido?”
“Teníamos que celebrar la liberación de Hotaru, por supuesto,” contestó Tomo, animada. “¿Por qué tienes profesores tan esclavizadores?”
“No es para tanto,” la pelinegra sonrió por la ocurrencia. “Sí me mantengo muy ocupada, pero también puedo tomar varias clases especializadas y con profesores de gran renombre internacional. El programa de medicina de Hanasaki es muy completo así que le saco el mayor provecho posible.”
“En verdad eres muy admirable, Hotaru-chan,” Osaka asintió, convencida. Ella sonrió tranquilamente. “Para alguien como yo que todavía no sabe qué hará con su vida, tu motivación es muy agradable de ver.”
“Ehh…” tanto Cho como Hotaru la miraron con leve preocupación, mientras que Tomo se mantuvo inmutada, muy posiblemente por el hecho que también pertenecía al grupo de los indecisos en la universidad.
“Como sea, Hotaru nos estaba invitando a un evento el sábado, por si te animas,” dijo Tomo.
“¿Evento?” preguntó la HiME.
“Sí, va a haber un evento de donación de sangre en un parque popular en esta ciudad,” reportó la pelinegra. “Hanasaki no ha sido patrocinador, pero nos han pasado la voz para intentar colaborar. Estos eventos no son muy comunes y siempre hay necesidad de bolsas de sangre en los hospitales. Me preguntaba si querían venir conmigo para donar.”
“No hay problema, no hay nada que hacer ese día,” Cho asintió.
“Muchas gracias,” sonrió animada. “También quería ver quiénes podían acompañarnos, aunque algo como esto no es muy popular…”
“Estoy muy segura que Reimu vendría con nosotros,” dijo Osaka.
“Si lo dices porque Hotaru ya nos ofreció el almuerzo, entonces definitivamente,” Tomo asintió. “Esa miko tratará de actuar toda santa y pura, pero se nota que es oportunista.”
“No lo digas así, Tomo-chan. Tú ya aceptaste el almuerzo gratis…”
“Ehh, al menos así seremos más. Considerando las circunstancias, puede que Marisa también se apunte si le ofrecemos lo mismo,” observó Cho.
“Seguramente, aunque ya me siento algo incómoda por andar imponiendo la salida…”
“No, no, está muy bien, Hotaru-chan,” le aseguró Osaka. “Y es un buen momento para distraernos y conocernos mejor como amigas. ¡Oh, hay que aprovechar esta salida de chicas!”
“Sí, aparte que no veo a los chicos donando sangre,” Tomo alzó una ceja. “Vaya, eso sonó tan raro. ¿Desde cuándo hemos sido tan extrañas con nuestras actividades?”
“Seguramente desde nuestra llegada a Hanasaki…” Cho dio un suspiro. Las cuatro habían estado envueltas en el asunto tres años atrás, después de todo. Entonces, la peliceleste se notó incómoda y desvió la mirada. “Cierto… Fran me había recalcado que tenía que quedarme más seguido en la mansión HiME. Dice que tengo que permanecer más tiempo en la universidad por cuestiones de seguridad y para tener un régimen más severo de entrenamiento.”
“Hm, suena a una buena idea,” Osaka asintió, alegremente, pero no tardó en confundirse al notar a las otras tres algo retraídas. “¿Eh?”
“¿No eres tú la que vive con ellos?” Tomo dio un suspiro, exasperada. “Quién sabe cómo Roxas va a reaccionar a eso. No estuve para el primer año de secundaria, pero siempre me dio la impresión que no estuvo de acuerdo con la distancia entre los dos por el entrenamiento HiME y que Cho estuviera alojada en la casa HiME.”
“Sí, tampoco sé mucho porque no fuimos muy cercanas a Roxas en ese entonces. Sólo Sora, Larsa y Ryo parecieron tener contacto con él…” Hotaru se apenó. Era obvio que Cho estaba muy preocupada con tocar el tema. “Aunque… pienso que tienes que decírselo de todos modos, Cho, y cuanto antes. No es por querer hacerle ningún daño. En verdad es necesario que te esmeres y te dediques. Tarde o temprano, esto valdrá la pena, y sé que Roxas también estaría más tranquilo si te familiarizas mejor con tus poderes HiME.”
“Sí… tiene sentido… tengo que hacerlo porque no estoy satisfecha con mi presente estado. Tienes mucha razón…” aun así, no se veía diciéndolo, pero sí consideraba que debía actuar cuánto antes. No conocía a su nuevo Rebel para saber cuándo se animaría a atacarle, aunque con algo de suerte, todas sus salidas con Ayesha lo mantendrían alejado al menos por un tiempo. “Ah, hablando de salidas, es posible que en estos días vayamos de visita a Rizembool U.”
“¿En serio?” Hotaru se impresionó. “Pensé que habían ido ayer. Osaka me estaba comentando que se encontró con una prima.”
“Sí, otra,” Tomo entrecerró los ojos. “La próxima me traes un árbol genealógico de tu familia, Osaka. No puedes estarme guardando tantos secretos.”
“Ehh, no es mi intención,” Osaka sonrió incómoda.
“Hm, admito que me sorprendió un poco también…” Cho dio un pesado suspiro. Esa tal Mai le daba una mala espina, aparte que no apreció que lo primero que le dijera al dirigírsele fue que estaba colaborando con Komaeda para hacer explosivos para su rol como Rebel.
“M-Mai-chan es una persona muy peculiar, pero no la tomen en serio…” Osaka se frustró. “No la comprendo muy bien. Le he estado enviando varios mensajes por Facebook, Whatsapp y Line estos últimos meses y siempre los deja en visto.”
“¿Meses dijiste?” Tomo se indignó. “Yo que tú la odiaría de por vida.”
“S-sí suena peculiar…” Hotaru sonrió amablemente. Le dolía admitirlo, pero no mucho le sorprendía de Osaka y su variada familia. “¿Entonces tienen planes con ella?”
“Ojalá fuera así, pero Mai-chan siempre ha sido muy escurridiza…”
“Ayesha es muy amiga de mi Rebel y un amigo de este, y ambos estudian en Rizembool,” explicó Cho. “Ayer se encontraron, y ella quiere llevar a su hermanita también, pero va a revisar sus quehaceres antes de coordinar la salida.”
“Vaya, qué complejo…” la pelinegra se mostró con cierto pesar. Como siempre, las cosas se le complicaban a Cho. “No me fío mucho de tu Rebel, pero al menos sí parece tener en consideración a tu compañera.”
“Sí, en eso nos basamos por ahora,” Tomo negó. “Pero cualquier cosa y le acusamos con Larsa y Dakki. Komaeda parece tenerle respeto a ese par.”
“Ehh, ojalá…” Hotaru desvió su mirada. “Suena interesante visitar Rizembool, pero estaré más ocupada en los próximos días. Tendrá que ser en otra oportunidad.”
“¡Descuida! ¡Habrá un montón más!” exclamó Osaka con tanta alegría que Cho se inquietó. ¿Esa era la vida llena de incertidumbre y visitas a Rizembool que le esperaba? “Al menos tenemos nuestro lindo paseo de chicas a la donación de sangre del sábado. Con eso estoy muy feliz~”
“Sí, pero a este paso comenzaré a temer los sábados,” Tomo se incomodó. “Es como si hubiera algo que nos atrapara en ese día por meses, como eventos demasiado descabellados que toman mucho tiempo en terminar y son sadomasoquistas y no han sido pensados ni considerados bien. Más le vale que esta vez no sea tan excesivo y vaya al punto y todos podamos seguir con nuestras vidas como el karma mande.”
“¿Más le vale a quién?” Osaka ladeó su cabeza, confundida.
“E-espero que tengas razón, Tomo…” Cho se notó extrañamente culpable y afligida.
“T-tranquilas, hay que ir con ánimos de colaborar y pasar un buen rato juntas,” Hotaru sonrió comprensivamente. No comprendía del todo lo que Tomo decía, pero pese a pasar ratos extraños con sus amigas, siempre era un alivio verlas y le ayudaban a distraerse y animarse. Tenía fe que, al menos por un sábado, podían dejar el tema de HiMEs y Rebels a un costado y entretenerse mientras ayudaban un poco a la comunidad. “Oh, Cho, no te olvides de ordenar tu plato. Puede que tomen tiempo en traerlo.”
“Tienes razón,” la peliceleste se despertó. Se le había pasado entre tantos distintos temas.

Las cuatro continuaron hablando sobre los planes para encontrarse e ir a ese parque el sábado, y sobre expectativas de aquel evento al cual nunca habían acudido. Ese almuerzo transcurrió en un ritmo muy agradable para todas.



Llegó finalmente la última clase del día para Yukko en Rizembool U, y al ser una clase extendida, el profesor les había dado un descanso de quince minutos para despejarse antes de continuar. El auditorio seguía mayormente vacío, pero en cuestión de cinco minutos, el tema iba a continuar.

La pobre Hanasaki-chan había salido para comprarse una bebida en una de las máquinas dispensadoras cercanas. Mai había optado atender a ese último curso ya que, según ella, estaba cansada de faltar por el día. La clase en general transcurrió bien y no muy distinto de lo usual, aunque sí hubo unos cuantos estudiantes adicionales a lo esperado y prendidos disimuladamente a sus celulares. Ello claramente incomodó a Yukko, quien tuvo que ser recordada por Hotarumaru y Hajime de que no le prestara mucha importancia.

“Hm…” Mai miraba a su iPhone con desinterés. “El hashtag #Hanasakichan ya es tendencia mundial. La popularidad de nuestra amiga pokeparada sólo irá en subida a partir de ahora.”
“¿Cómo así la llamas amiga pese a lo que le has hecho?” Hajime se notaba indignado.
“Del mismo modo en que Komaeda te llama Hinata-kun con tanto afecto pese a ser un Rebel terrorista,” le respondió, inmutada.
“Mai-neechan…” Hotarumaru se apenó.
“Si tan sólo Rizembool usara todos los recursos que emplea para los Rebels y cosas como esta pokeparada para hacer algo realmente útil…” se lamentó el pelimarrón.
“Más respeto,” Mai mostró una insignificante molestia en su expresión. “Esta ‘pokeparada inútil’ es mi amiga. Dale el respeto que una pokeparada se merece.”
“¡Eres increíble!”
“…” Hotarumaru dio un pesado suspiro. Él tenía su juego de Pokemon Go prendido, y con pesar, vio cómo la pokeparada se movía cada vez más cerca de su posición, para ver a Yukko regresar al auditorio. Notó cómo ella se notaba más consternada de lo usual. “Yukko, ¿estás bien?”
“¡La gente no dejaba de seguirme y mucho más que antes!” exclamó, torturada. “¡Y-y por la máquina de bebidas había un grupo de chicos que decían ‘Hanasaki-chan’ frecuentemente y me miraban con burla! ¡No puedo con esto!”
“T-tranquila, siéntate que estás con amigos,” la calmó Hajime, apenado por verla hecha un manojo de nervios.
“L-lo sé, pero estoy muy estresada…” ella volvió a tomar su sitio, cerró sus ojos, dio un pesado suspiro tranquilizante… y al abrirlos, vio a dicho grupo entrar al auditorio, ubicarla, y sentarse en un rincón del lugar donde había espacios libres. “¡AHHH, hay están esos malditos! ¡Y-y ni tienen nuestra clase, ¿qué hacen aquí?!” les vio mirarle brevemente, reírse entre sí y regresar su atención a sus celulares con el juego prendido. “¡¿Por qué me pasa esto?! ¡¿Por qué?!”
“Ignórales, no pueden hacerte nada,” Hajime frunció el ceño con impaciencia. No entendía a las personas. No ayudó que entrara otro grupo de estudiantes que, ni bien reconocieron a Hanasaki-chan, también optaron por sentarse en sitios disponibles. Ellos fueron más discretos, pero aun así fue un golpe para la autoestima de la pokeparada el grupo.
“Ihhh, tiene que haber una razón por la cual me acosen tanto…”
“Pues…” Hotarumaru no sabía si decírselo, pero supuso que era mejor mantenerle informada. Le mostró la pantalla de su celular. “¿Ves el efecto de pétalos de cerezo alrededor de tu ícono? Durante tu salida, alguien te puso un cebo y eso atrae a más pokemon y jugadores.”
“¡¿Q-qué?! ¿Cebo? ¡Alguien quítemelo, por favor!” ella se sacudió como quien trataba de librarse de algún insecto en su espalda. “¡No es gracioso, párenla ya!”
“Y-Yukko… no es algo físico… no hagas eso…”
“Pff-” Mai tapó su boca para evitar que una risa se le escapara, y fue mirada por los chicos con pesar y molestia de parte de Hajime.
“No tengas el descaro de burlarte de la pobre…”
“¡Mai! ¡He tenido suficiente! ¡Detén este absurdo juego, por favor!” le imploró Hanasaki-chan.
“Aun si quisiera, no puedo hacerlo,” ella negó con paciencia. “Son fuerzas que van más allá de nuestras manos.”
“¡No puede ser!”
“…” Hotarumaru frunció el ceño. Dudaba mucho que fuera el caso, considerando la tecnología relacionada a GPS, pero no sabía lo suficiente del asunto como para sacar hipótesis a esas alturas.

Justo entonces, vieron al profesor regresar, quien se notaba confundido por ver a más alumnos presentes, pero simplemente se limitó a cerrar las puertas del auditorio y retomar el tema. La mayoría regresó su atención al curso salvo aquellos que estaban colados por el día. Yukko también estaba con la tortura y cólera que le carcomía por dentro y su visión no dejaba de desviarse a esas personas que estaban con sus celulares debajo de la mesa. No quería imaginarse por cuánto más duraría su martirio, pero esperaba que Mai eventualmente le sintiera misericordia y levantara el maligno hechizo sobre ella.


Estaba empezando el atardecer, y Larsa caminaba por un pasillo en el tercer piso de un pabellón lleno de oficinas de profesores y catedráticos. Él llevaba consigo unos documentos relacionados con sus estudios y previas investigaciones, y había ido a hablar con un consejero para darle información sobre los más recientes trabajos realizados dentro de la universidad y posibles recomendaciones para encaminarse. Acompañándole estaba su leal mayordomo.

“Si bien no puedo desacreditar a Hanasaki por su gran espectro de estudios y recursos, es evidente que en Rizembool hay mayor enfoque a lo que le concierne a usted, señorito,” observó el peliplateado. “Al menos se expresaron con el interés de ayudarle a conseguir ciertos instrumentos y materiales necesarios para desarrollar algunas de sus más recientes investigaciones, pero no veo cómo ello no acarrearía compromiso de su parte, sea un interés de que fueras a enseñar a alumnos o una prolongada estadía en Hanasaki de más de lo que un alumno brillante de maestría como usted quisiera.”
“…” Larsa asintió, meditativo. “Es prohibitivo para mí, tengo demasiadas obligaciones con actividades relacionadas a mi familia.”
“Mientras que Rizembool le extendería los brazos y no le pediría ningún compromiso. Allegados a usted en el pasado han realizado estudios no relacionados a los Rebels y con gran éxito, sin necesitar arriesgar su propio tiempo.”
“Pero lo hemos hablado, Jakob,” Larsa le miró fijamente. “No he venido para afiliarme a Rizembool ni a Hanasaki, y este instituto siempre ha sido el más neutral. También es donde se encuentran mis amigos.”
“Tiene mucha razón, tampoco quisiera que tomara mis palabras como un deseo de que se uniera a Rizembool. Su tiempo y obligaciones son demasiado preciadas, señorito. Sin embargo, debe reconocer que sus estudios de estos últimos años realizados en Inglaterra van a verse retrasadas debido a su humilde deseo de vigilar a sus compañeros de la secundaria. Sólo comento que se beneficiaría más estando en Rizembool, aun superficialmente.”
“Nunca ha sido tan simple, lo sabes bien…”
“Rizembool sí tiende a ser muy acaparador con sus allegados, aunque usted no se encuentra en una edad ni posición en la cual querrían aprovecharse de usted,” Jakob muy casualmente sacó una cuchilla de una de sus mangas y sonrió con gusto. “Soy un reconocido exRebel y sumamente leal a usted. De querer hacerle algo, también se las verían conmigo.”
“No me refería a eso,” negó. “Es también el tema de vigilar a mis amigos. Si fuera a estar en Rizembool, no lo haría tan bien.”
“Lo mejor es que les dejes en paz. No es saludable para usted preocuparse cuando ellos mismos no lo harían a su mismo nivel.”
“No estoy hablando sobre la posición de otros, Jakob,” había esperado que su mayordomo le dijera algo así. Era evidente que nunca estarían de acuerdo y su leal allegado siempre se lo recordaría, pero sí había respeto entre ambos. “Tal y como mis deberes y mis estudios son importantes para mí, mis amigos lo son de igual forma. Han pasado por mucho la vez anterior, pero todavía considero que no conocen a Rizembool lo suficiente…” bajo su mirada con preocupación. “Y pese a que Tanaka-san es una HiME y la que visiblemente se encuentra ante más peligro, mi temor también se extiende a mis otros amigos. Puede que haya asuntos de la vez pasada que han quedado inconclusos…”
“Pero ello no debería de concernirle a usted…” Jakob negó y dio un suspiro. “No puedo decirle qué debería hacer, señorito, pero como mínimo, quisiera pedirle que no se agobie prematuramente. Ya tiene demasiado en su cabeza.”
“Lo sé, y aprecio tu preocupación,” sonrió un poco. “También te agradezco tu constante ayuda. De no ser por ti, me encontraría mucho más agobiado. Eres un gran apoyo.”
“Señorito, es usted tan gentil,” Jakob se impresionó y se notó avergonzado, aunque muy gustoso por dentro. “Le juré lealtad desde hace mucho tiempo y fue usted quien siempre me alentó, pese a que en un inicio era un inepto mayordomo. Realmente es por usted que he podido lograr tanto en todos estos años.”
“Gracias, aunque no quisiera que menosprecies tus propias habilidades.”
“Sólo me expreso con la entera verdad.”
“Hm…” Larsa llevó una mano a su mentón. “Aunque… acabo de recordar un mensaje que Sora me envío con respecto a las sesiones de estudio que le estás dando.”
“Por supuesto, ¿de qué se trata?” le preguntó con la mejor de sus sonrisas, inmutado.
“Jakob…” le miró cansinamente. “Hacer de dicho estudio una clase y con varias pruebas es muy excesivo, especialmente para alguien como Sora.”
“Es por el hecho que es excesivo para alguien como su inepto amigo que lo hago. Él tiene que extender sus habilidades, y si no lo ha hecho por las buenas por medio de su muy dedicada y bondadosa ayuda en el pasado, lo va a tener que hacer por las malas,” Jakob sonrió muy gustosamente. Era evidente para Larsa que su mayordomo también sacaba un gusto sádico de su autoimpuesto rol como tutor de Sora, aunque sorprendentemente todavía estaba bajo su ‘mejor comportamiento’.
“De todos modos, sabes que no vas a ser el único enseñándole. Si sólo vas a resultar abusivo con él, no puedo permitirte tanta exposición a Sora. Además, su madre me pidió a mí personalmente, por lo cual soy responsable en caso de que algo le pueda ocurrir, incluyéndote.”
“Habla de mí como si fuera una catástrofe,” Jakob continuó entretenido.
“…” el señorito dio un pesado suspiro. “Nuevamente, aprecio tu ayuda, pero no seas tan duro con él. Sora puede ser altamente impresionable en algunos casos.”
“Pese a encontrar su comentario humorístico, me perturba que se refiera a aquel mal elemento como un niño malcriado bajo su cuidado.”
“Lamentablemente casi lo es,” desvió su mirada, también inquieto.
“Intentaré mejorar mi comportamiento, pero si aquel joven continúa con su rebeldía, no puedo prometerle mucho.”
“Lo sé, tendré que hablar con él.”


Dentro del mismo edificio, Horikawa caminaba hacia las escaleras más cercanas luego de ir a buscar a varios de sus profesores. Por ser nuevo en la universidad, había acudido a ellos para revisar el contenido de sus clases, bibliografía del curso y recomendaciones generales. La mayoría de material suplementario podría encontrarlo en la librería dentro de la universidad, salvo los textos de física cuántica en aquella librería recomendada por la profesora. Posiblemente daría una vuelta durante el fin de semana.

Él miraba atentamente a uno de sus sílabos para reconocer los temas que debía revisar, cuando en eso, reconoció a aquel par que había conocido durante la aparición del misterioso Rebel en la casa de Roxas. Se apresuró para ir a saludarlos.

“Buenas tardes, es una sorpresa verlos por aquí,” dijo Horikawa, sonriendo.
“Sí, lo mismo digo,” Larsa asintió. “Espero que te esté yendo bien, Horikawa.”
“Ando poniéndome al día sin ningún problema. Justo vengo de hablar con mis profesores para recibir todas las recomendaciones posibles.”
“Un buen hábito, sin lugar a dudas,” Jakob asintió. “Si tan sólo el pequeño mal elemento que plaga nuestras vidas pudiera aprender de él.”
“Jakob, suficiente…” Larsa negó, frustrado.
“Pareciera que también has venido a consultar sobre tus clases aquí.”
“Sí, más bien venía a preguntar sobre posibles investigaciones ya que estoy trabajando en mi maestría.”
“¡Ohh, impresionante! Has llegado muy lejos a tu edad, es admirable.”
“Me alegra que reconozca el genio de mi señorito,” el mayordomo se mostró gustoso. “Sin embargo, él tiene mucho que hacer y poco tiempo para charlar. Nos debemos ir.”
“No deberíamos ser descorteces, Jakob…” Larsa no paraba de frustrarse por el trato sobreprotector que recibía de su mayordomo.
“Pues, tampoco querría incomodarte, lo entiendo,” Horikawa sonrió y movió sus manos para restarle importancia. “Pienso que eres muy afortunado al tener a un asistente tan preocupado por tu bienestar.”
“Lo soy, la mayoría de veces…”
“S-señorito, sólo realizo mi trabajo…” Jakob se mostró mínimamente afligido.
“Pero… si no es mucha molestia…” Horikawa se acordó de aquella duda existencial que le inquietaba desde el sábado. Imaginó que quizás ellos dos serían quienes se la podrían contestar. “Sobre el ataque del Rebel el sábado, tenía unas cuantas cuestiones al respecto…”
“Claro, lo mejor sería resolver tus dudas cuanto antes,” dijo Larsa.
“La batalla terminó repentinamente por el disparo de un francotirador al Rebel. Ello no fue muy observado por los demás en general, y quizás ustedes tampoco sepan del caso… pero me puse a pensar, y me preguntaba si los Rebels tienen asistentes o si son vigilados por otras personas también provenientes de Rizembool…”
“…” Larsa desvió su mirada, pensando en cómo explicarlo de un modo neutral…
“Hm…” pero Jakob decidió tomar la palabra. “Si no me equivoco, usted es un amigo y allegado a la familia de la HiME. ¿Acaso ellos le habrán dado una respuesta?”
“Realmente no les he preguntado a ellos.”
“Ya veo. ¿Y por qué decide preguntarnos a mi señorito y a mí?”
“Pues… sé que el tema en general es tabú para Roxas…” Horikawa notó cómo aquel mayordomo le miraba inquisitoriamente. Sentía que no había punto de ocultarle nada. “Aunque, siendo sincero, he estado hablando con Osaka, y me comentó un poco sobre sus amigos, como quiénes fueron HiMEs o Knights en el pasado, y quiénes fueron Rebels…”
“…” Larsa se impresionó. “Ciertamente… Kasuga-san puede resultar inquietante…”
“Debo expresar mis disculpas por investigar sobre ustedes a sus espaldas,” dijo una pequeña reverencia. “Puede que mis acciones no sean justificables y que mis palabras no les resulten convincentes, pero sólo intento estudiar mis alrededores y asegurarme de identificar los peligros que nos rodean… n-no que ustedes lo sean…”
“No tiene que tratar de convencerme de nada,” Jakob sonrió gustosamente. “Le observé el sábado y noté su presencia antes de que se presentara. Sé que le pidió a tu nueva amiga que le presentara como quien le había invitado al evento.”
“¿Eh?” Horikawa se quedó helado. Larsa también se sorprendió.
“No muchos pueden ganarme en ser sigiloso. Investigué sobre usted y tu amigo inmediatamente y no encontré nada que me diera razones para dudar sobre ustedes. También lo que parece saber y lo que pretende buscar es conocimiento general para muchas personas ya inscritas en Hanasaki y Rizembool desde hace años.”
“Pues…”
“Además no le considero tan peligroso como cierto amigo de mi señorito que le quita todo su valioso tiempo y usted probó ser muy servicial luego del ataque. Espero que entre estos días comparta conmigo algunas de sus recetas de bocadillos saludables.”
“C-claro…” Horikawa ladeó su cabeza, confundido.
“Jakob no te ha juzgado como peligroso. Yo tampoco y tiendo a estar en lo correcto con las personas,” Larsa sonrió con ironía. “Viendo que sabes sobre mi previo rol, puedo al menos contestar tu pregunta por experiencia. No es extraño que un Rebel sea supervisado a distancia. Rizembool tiene los ojos prendidos sobre sus Rebels e incluso sobre las HiMEs, a diferencia de Hanasaki. Yo personalmente serví de supervisor un par de veces en el pasado durante mi corto tiempo como un Rebel.”
“Sin embargo, los supervisores no tienen por qué ser Rebels,” agregó Jakob. “Puede que sean entrenadores, maestros o incluso que no estén directamente envueltos con los Rebels y sólo obedezcan órdenes de Rizembool. El hecho que dicho atacante disparó al Rebel significa que podría tratarse de alguien que sabía que no realizaría mayor daño al Rebel. También podría ser un tercero sin afiliaciones a Rizembool ni Hanasaki que estaba detrás de eliminar al Rebel… aunque por su pregunta y sus acciones, puedo descartar ese caso.”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?” preguntó el pelinegro, sorprendido.
“Mientras su amigo y su mascota tortuga miraban la pelea al igual que muchos, noté que se escabulló hacia los árboles, y regresó poco después del disparo del francotirador. Pienso que usted observó a dicho atacante y quería confirmar sus dudas al respecto. También…” Jakob sonrió autosuficiente. “Para que usted declare tan firmemente que se trataba de un asistente afiliado a Rizembool a pesar del ataque al Rebel, puede que sepa algo sobre dicha incógnita persona, ¿no es así?”
“Impresionante…” Horikawa se quedó sin palabras y tenía los ojos ampliamente abiertos. Él de inmediato sonrió y expresó su admiración. “¡Sí, precisamente! Realmente tengo mucho que aprender de usted, es un gran gusto ser sujeto a su tan dedicado análisis.”
“Sólo realizo lo que se espera de mí,” dijo el mayordomo. “El tema de dicho atacante externo se había borrado de mi mente al no tener nada que ver con mi señorito, aunque por su pregunta y posible conocimiento sobre el tema, quisiera que lo compartiera conmigo. Puede que nos ayudemos mutuamente.”
“Sí, de todos modos…” lo meditó. “Antes de llegar a Hanasaki, estuve investigando sobre dicha universidad y encontré rumores tanto de este lugar como de otro llamado Rizembool. Por ello, decidí investigar sobre personas a quienes conocía que habitan en esta ciudad, o al menos personas con las cuales estaba familiarizado, en caso que resultara importante en algún momento… y me encontré con el nombre de una familia a la cual no he tenido el placer de conocer, pero que son reconocidos dentro de mi círculo de kendokas… noté que la familia Toushirou parece estar relacionada a Rizembool, y aquel supervisor que atacó al Rebel era precisamente uno de ellos.”
“Toushirou…” Larsa se puso a pensar. “No he escuchado de ellos, y suelo saber sobre familias allegadas a Rizembool.”
“Son relativamente recientes, señorito, a diferencia de su digna familia afiliada hace varias generaciones,” le explicó Jakob. Él se vio gustoso de demostrar su gran conocimiento y utilidad por poder colaborar con la conversación. “La afiliación de ellos con Rizembool tendrá poco más de una década. Al parecer, un joven Toushirou se ha convertido en un científico de gran renombre a pesar de ser un poco menor que mi señorito. Sin embargo, no he oído más al respecto, y de haber algún Rebel en esa familia, ya lo sabría.”
“Ya veo…” Horikawa asintió.
“Pero por el envolvimiento de aquel científico, puede que algunos de sus hermanos también lo auxilien en sus labores, ya que dudo mucho que uno de los exaltados científicos de Rizembool se dé el trabajo de supervisor. Es mayormente inevitable que un científico de Rizembool se envuelva en el asunto de los Rebels de algún modo u otro… especialmente si se trata de un joven científico prácticamente criado en el ambiente de Rizembool…”
“…” Larsa frunció el ceño.
“Entiendo…” Horikawa hizo una reverencia. “Sus respuestas me han ayudado a disipar preocupaciones. Me alegra saber que no hubo un peligro adicional para las personas de Hanasaki durante esa pelea.”
“Sí, eso te lo puedo asegurar,” le dijo Larsa. “Descuida, el enfrentamiento siempre ha sido entre la HiME y el Rebel. Hasta el momento, no hay ninguna señal de que eso fuera a cambiar.”
“Lo comprendo. Aprecio la información,” él revisó su celular para ver la hora y vio un mensaje de Urashima, quien acababa de salir de una clase y le preguntaba qué iban a comer. Sonrió incómodo. “Ehh, mi amigo me está esperando. Nuevamente les agradezco por su ayuda y les deseo un buen día a ambos.”
“Igualmente,” dijo Larsa. Jakob asintió.

Ellos se despidieron y Horikawa se fue corriendo por las escaleras. Había pensado en ir al supermercado y comprar ingredientes para preparar una buena cena casera, pero todo dependía del hambre y paciencia que tenía su amigo en esos instantes.

Y si bien estaba más aliviado al poder responder más de sus preguntas, tenía un nuevo interés. Quería ir a Rizembool para poder hablar con algunas personas y comprender sus puntos de vistas sobre el asunto, por motivos mayormente referenciales. Aunque también deseaba poder conocer a aquel misterioso supervisor, ya que sabía sobre él, y siempre le resultó una figura enigmática por muchas razones. En la presente semana se le haría difícil, pero ni bien pudiera hacerse un tiempo, iría a probar su suerte…
« Last Edit: July 09, 2017, 12:06:37 AM by Cho »


Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #238: December 31, 2016, 03:08:10 PM »
He hecho estas 3000 palabras en la madrugada y mi meta era hacer 11000 i feel like i betrayed my own self (pero hey, al menos aun puedo escribir más de mil palabras en pocas horas?)



21.




Había sido un día fuera de lo común.

El equipo de Oikawa era muy admirable: no necesitó observarlos por mucho tiempo para sacar que todos contaban con habilidades extraordinarias. Muchas veces durante el partido le sucedió que, por la velocidad a la que jugaban, perdía de vista al balón y su trayectoria. Además, el poder de los saques de la mayoría era digno de resaltar, porque no se la dejaba fácil al equipo rival.

Ni qué hablar del mismo Oikawa, se notaba que Rizembool sabía lo que hacía a la hora de reclutar nuevos rebels, y si lo que Oikawa decía era cierto, entonces cuando este se les ofreció en bandeja de plata, de seguro aceptaron sin dudarlo dos veces. Era el capitán del equipo de vóley, que hasta donde veía, tenía una buena trayectoria en el deporte y su equipo había ganado campeonatos. Era una oportunidad única que los científicos y profesores de Rizembool no iban a dejar pasar de ninguna manera. Fuera de la falta de experiencia (que se podía arreglar asignándole un entrenador… en este caso Souji), Oikawa no tenía faltas.

Tal vez ser muy amigable con su HiME, pero esa falta también la cometía ella (con su rebel), así que estaban en las mismas.

Una vez más, suspiró aliviada al darse cuenta de la suerte que tenía. Podía haberle tocado cualquier rebel… uno sangriento, despiadado, de lo peor, o tal vez uno despreocupado pero muy peligroso. De cualquier forma, dudaba que el resto fueran igual de benevolentes y tranquilos como el suyo. Desde ese día de la boda, estaba sumamente agradecida con aquel ser que veló por ella para que fuese asignada a Oikawa. No sabía si era Dios, o algún tipo de karma (que le pagaba por haber sido buena con Shinji y sus otros rebels… ¿tal vez? aunque tampoco era tan fuerte…), pero igual se sentía muy bendecida por tal suerte.

Luego del entrenamiento, se había ido a comer con Oikawa y su grupo de amigos. Marie y Sho eran como un dúo de comedia, y le sacaron risas a todos durante gran parte de la comida. Arakita era un experto, junto con Iwaizumi, en hacer los mejores okonomis del universo. La textura y el sabor eran exquisitos, tanto que toda la mesa les agradecía ni bien les plantaban los bowls de ingredientes en frente de ellos. Al parecer, en un mundo alterno, eran gemelos, porque ambos tenían la misma reacción: resoplaban y gruñían, pero luego soltaban hondos suspiros y se ponían a trabajar. Marie ofreció pagar los postres, y Eureka se sumó a la moción, en un gesto de retribución al favor que les estaban haciendo. 
La cena se pasó volando y Arakita se fue junto a Marie y Sho, acordando jalarlos a sus casas. Oikawa le pidió a Iwaizumi que le diera el alcance en su departamento, porque iba a hablar un rato a solas con ‘Shinoa’. Entre gruñidos, Iwaizumi aceptó, y se quedaron solos.

“¿Cómo harás para regresarte?” le preguntó Oikawa, una vez solos los dos. Eureka aprovechó que ningún conocido estaba cerca de ellos y se sacó la peluca negra y la malla, revolviéndose los cabellos para arreglarse un poco. De su muñeca sacó un colette y se ató el cabello en una media cola.
“Mm, supongo que taxi. Pero antes…”

Empezaron a caminar sin un destino fijo, recorriendo las calles aledañas a Rizembool y al puesto de okonomi al que habían ido. No podían ser más de las nueve de la noche, por lo que había aún mucha gente en la vía pública.

“Sí, querías hablarme.”
“¿Pensé que Iwaizumi no te dejaría hablar conmigo a solas?”
Oikawa rio. “¿Qué crees? ¿Que es mi papá?”
“Mm, es que… como recién me conoce, y he salido de la nada, prácticamente… ¿es sospechoso, no?”
“Es cierto. Nunca antes te he mencionado… y bueno, es muy perfecto todo. Puede que sospeche…”
“Sí, eso es lo que me temo.”
“Pero no, no creo,” Oikawa desvió la mirada, nervioso. La idea de Iwaizumi enterándose que Shinoa no era más que una mentira, y que la verdadera identidad de su mánager era Eureka, su HiME, pues… implicaba mucho dolor, intuía que más que el que sentiría por su puesto de rebel. La imagen mental de Iwaizumi sacándose conejos de los puños y con el ceño fruncido le producía escalofríos. “Espero… que no.”
“Yo también. Pero eso no era lo que quería decirte… ah, no sirve de nada darle vueltas al asunto. Creo que seré tu mánager por un buen tiempo.”
“¡Aaaaaaaaaah!” Oikawa se detuvo en la acera y se giró a sonreírle de oreja a oreja. “¡Eureka-chan! ¿En serio?”
“Se que no debería… porque son rivales de Hanasaki.”
“Y es como un tipo de traición, supongo.”
“Sí,” Eureka asintió. “Pero… admiro mucho a tu equipo. Sé que los vi en una faceta que no siempre muestran, porque lo de Ushiwaka es algo especial—”
“¡NO LO MENCIONES! Ya me arruinó el día, suficiente con eso,” Oikawa bufó, enojado.
“Es gracioso cómo el sólo mencionarlo te pone tan molesto,” comentó la HiME.
“¡Es que… no sabes lo pesado que es! Y he tenido que soportarlo durante mucho tiempo, todo highschool viendo su cara estúpida en las nacionales o el interhigh. Su actitud pedante me hierve la sangre…”
“Pero se nota que no lo hace a propósito.”
“¡Pero jode!”
“Sí, tienes razón. No lo he tratado, pero supongo que debe ser frustrante.”
“¡Mucho! Y varios de mi equipo estaban de su lado…” Oikawa suspiró. “Eso también me puso de peor humor…”
“Bueno, si Ushiwaka termina quedándose en el equipo, tendrás que acostumbrarte.”
“…No quiero ni pensar en eso.”
“¿Ya decidiste si jugará en el partido contra Hanasaki?”
“Mm, buena pregunta,” Oikawa se llevó una mano al mentón. “Supongo que sí, pero para eso, Kage-chan tendrá que jugar por mí en algunos momentos del partido.”
“¿No puedes ser su armador?”
“No quiero serlo, que es distinto,” Oikawa rio. “La simple idea de darle un pase a Ushiwaka-chan es… aterradora. Es como traicionar a mi yo de Middle School y Highschool, sin una pizca de resentimiento. Estar en frente de ambos y decirles ‘hey, sí, ¿recuerdan a Ushiwaka-chan? Ahora está en nuestro equipo y le hago pases, imagínense’. No creo ser capaz de eso, la verdad.”
“Pero vas a tener que reconciliarte con eso, si es que se queda. Eres el armador oficial, después de todo.”
“Voy a hacer lo imposible para que no lo haga.”
“Oikawa, Ushiwaka es un buen jugador.”
“De los mejores, por más que me moleste admitirlo,” Oikawa frunció el ceño. “Pero no… puedo.”
“Bueno, es por un buen motivo, así que no te juzgo.”
“Gracias~ Ah, sígueme contando.”
“¡Sí! Pues… todos los jugadores de tu equipo son increíbles,” los halagó la HiME. “Siento que el partido entre ustedes y Hanasaki será maravilloso. Y pues… me han inspirado, creo. Los partidos reales dejan en chico a los de las series… ¿Te acuerdas que comenté que estaba leyendo un manga?”
“Ah, cuando hablaste de eso con Ten-chan, sí.”
“Pues el partido de hoy no se compara a ninguno de los que sale ahí.”
“Jaja~,” Oikawa infló el pecho, orgulloso. “La realidad supera a la ficción.”
“Eso siempre se usa en referencia a cosas muy terribles pero… es cierto,” Eureka rio. “Sigo asombrada. Ha sido toda una experiencia observarlos hoy.”
“¿A qué te refieres?”
“Se nota la pasión que sienten por el deporte. Y hace un tiempo, como idiota, pensé que serían un buen tema para mi proyecto final de fotografía. El detalle es que creo que aún sigo pensando lo mismo.”
“¿Quieres tomarnos fotos?” Oikawa se veía muy curioso. Definitivamente, se trataba de algo que nunca había escuchado antes.

Y le parecía muy intrigante, considerando que él mismo había llevado ese curso el ciclo pasado, y al igual que a Eureka, le habían pedido un proyecto final… pero nunca se le ocurrió tomarle fotos a sus compañeros de equipo.

“Exacto,” confesó. “Pero eso sería luego, cuando deje de ser su mánager.”
“Oh, entonces… lo harías para agarrar confianza con todos, ¿no?”

Que el fotógrafo se hiciera cercano del sujeto, entrara en confianza con él e interactuaran con fluidez eran trascendentales para su labor, Oikawa entendía eso a la perfección. No sabía si Eureka lo había planeado desde antes, y dudaba que fuese así (al final, ella había accedido a hacerle el favor a cambio de que él la ayudara con el tema de Zushi), pero tenía lógica y era una muy buena idea. Usualmente, encontrar un tema para el proyecto final de foto era de lo más difícil, él mismo había sufrido el ciclo pasado con ello. Felizmente, a última hora se le ocurrió hacer algo relacionado con el trabajo de su mamá, pero le quedaban pocas semanas para terminarlo y… había sido toda una odisea prepararlo. Era bueno que Eureka ya tuviera una idea clara, por más de que faltaran semanas para iniciar con el proyecto (al menos imaginaba que así era, si es que las currículas del curso eran similares en Hanasaki y Rizembool).
 
“Sí, pero también porque quiero hacerlo. Es un poco de ambos,” admitió. “¿Espero que no te moleste?”
“¡Wah! No, claro que no,” Oikawa le sonrió. “Al contrario, agradezco que nos apoyes. Y si ganas algo a cambio, mejor.”
“Igual… espero que encuentres a alguien que sí te pueda apoyar por el resto del año.”
“Yo también,” admitió. Iba a ser difícil, pero tenía que haber alguna chica dispuesta a apoyar al equipo. Pero ya luego se preocuparía por eso.

Doblaron en una esquina, recorriendo una calle poco concurrida. Sorpresivamente, un carro se detuvo al lado de ambos, y de este bajaron unos cuantos hombres, que los empujaron dentro de la van. Oikawa y Eureka no pudieron hacer nada: reaccionaron muy tarde, y para cuando quisieron forcejear, ya se encontraban sentados dentro del carro. Los hombres habían desaparecido, y estaban sólo ellos dos junto al conductor.




El interior pulcro y carente de detalles daba mucho de qué hablar del dueño del carro, que parecía ser el conductor. Eureka y Oikawa no podían observarlo bien desde donde se encontraban, lo que aumentaba más la sensación de misterio y tensión que yacía en el aire. Cuando habló, sin embargo, Eureka se dio cuenta de quién se trataba al instante. Era una voz peculiar, amigable y muy carismática que había oído varias veces durante el transcurso de la semana. Y aunque estaba acostumbrada a esta, nada en el universo la hubiera preparado para conocer al hombre detrás de la leyenda en persona: recién ahí notó que el perfil de Seven se veía un poco por el espejo retrovisor central del auto, y su apariencia era la de un ciudadano más de Tokio, un chico muy común y corriente. Por más de que sabía cómo era –gracias a la foto que él le había mandado—, verlo en ropa casual y en un carro destartalado le quitaba mucho el aire a misterio que hasta hace un rato había tenido (y que había mantenido mediante las llamadas y sus favores fuera de lo común).

“Yo,” los saludó por el espejo. “Disculpen mis modales. La verdad es que sólo quería hablar con Eureka, pero si la raptaba a ella, tú ibas a ir detrás, no, ¿Oikawa?”
“Uh… ¿claro?” Oikawa rodó los ojos, mirando el espejo con una expresión muy confundida y a la vez irritada.

Era su HiME, pero no significaba que la dejaría al abandono, más aún cuando se trataba de gente tan peligrosa como la que los había obligado a ingresar al carro. No sabía si eran yakuzas –lo que honestamente le causaba un poco de temor—, pero era incapaz de abandonar a Eureka así no más, por más de que no se conocían tanto y que encima, eran rivales en el conflicto de sus instituciones. 

Eureka se dio cuenta de que Oikawa había caído en el juego de Seven. Pero para su sorpresa, notó cómo su rebel sacudió la cabeza y frunció el ceño, retándolo con la mirada.

“Espera, ¡No! ¡Eso es lo de menos! ¡¿Qué quieres tú con nosotros?!” y lo señaló.
Seven rió sonoramente. “¿Contigo? Nada~ Con Eureka tengo que hablar sobre negocios,” dijo. “Pero estos te involucran a ti también, así que no veo ningún problema con que también intervengas. Igual… uh, ¿está bien si te dejo cerca a tu casa?”
“¿Qué tienes que hablar con ella? Y… ¡¿Cómo sabes mi dirección?!” Oikawa se giró hacia Eureka. “¡Eureka-chan! ¿Ahora en qué lío te has metido? ¿Yakuzas, mafias?”
“No, no es lo que crees,” dijo Eureka, moviendo las manos en gestos muy exagerados. No sabía cómo explicarle todo a Oikawa sin tener que delatar a Seven.
“¡Basta! Suficiente, me bajo del tren,” exclamó, indignado. “¿¡Por qué te gusta tanto el peligro!?”
“No, no es eso… Seven, él…” miró de reojo al espejo, y Seven asintió, tranquilo. Supuso, entonces, que contar los hechos no tendrían consecuencias negativas. “Él me ayudó con nuestro tema, ¿el del secuestro?”
“¿Eh?” Oikawa volteó a mirar al espejo, con el ceño fruncido. “¿Qué hiciste?”
“Él se encargó de limpiar nuestros nombres, y también de lidiar con el tutor de Zushi,” dijo Eureka.
“¿Es en serio?”
“Sí~ Dios Seven al rescate~” canturreó Seven, muy alegre.
“También me hizo la ID falsa.”
“¡Ah! ¡Fue él!” Oikawa unió las piezas del rompecabezas en su mente. “Pero… ¿por qué?”
“Eureka está pagándome por esos servicios en cuotas muy cómodas,” contó Seven. “Y… debe hacerme un favor.”
“¡¡Eeek!!” Eureka saltó en su sitio. “Ah…”
“¿No me digas que te olvidaste?”
“Ehhh…”
“No te creo.”
“¡Ihhhhhh!”
“¿Qué está pasando?” Oikawa estaba muy perdido. De no estar preocupada por su futuro financiero, a Eureka le hubiera provocado mucha risa la situación por lo semejante que era a la del secuestro: Oikawa siempre terminaba involucrado de alguna manera en este tipo de ocasiones. Al parecer, no sólo se había ganado una HiME, sino diez años menos de vida producto de las preocupaciones que le daba esta y los peligros por los que lo hacía pasar. A este paso, Oikawa no moriría luego de una batalla entre ambos, sino del paro cardíaco por el susto que le daría algún peligro relacionado a su HiME y a la mala suerte de esta.
“Ya decía yo, de algo me olvidaba…” Eureka desvió la mirada hacia la ventana que daba para su lado. Se sentía muy estúpida: recién ahí se acordaba del encargo que Seven le había hecho. El colmo, realmente. Imaginaba que ver al equipo de Oikawa en vivo, sumado a sus labores como mánager y la posterior salida, la habían distraído de una de sus metas principales.

Y por más que intentaba dar con alguna pista que resolviera el misterio, nada funcionaba. Todos los compañeros de equipo de Oikawa, al igual que los amigos de este que no pertenecían al club de vóley, tenían las mismas probabilidades de ser el indicado. No había nada que distinguiera a uno, no encontraba conexión entre la apariencia de Seven y el resto… no entendía ni una pizca de lo que Seven había buscado al darle esa ‘pista’, que más que ayudarla, la había confundido.

“¿Te acuerdas de que te advertí que si no adivinabas tendrías un castigo?”
“Sí…”
“¿¡Alguien me puede explicar qué está pasando!?” exclamó Oikawa, con un ademán de manos.
“Le pedí a Eureka que se hiciera amiga de alguien de tu equipo de vóley— ah, ya te soplé dónde está,” Seven suspiró. “Es alguien especial. Y la cosa es que necesito conocerle, así que el trato era que se hicieran amigos y luego ella me presentara.”
“Pero no sabe quién es.”
“Ajá, ese es el chiste~” canturreó Seven. “Sino todo sería muy fácil, ¿no crees?”
“¿Pero no es más rápido que le digas?”
“Sí, por eso este juego de adivina quién sólo iba a durar hasta luego del primer día de su trabajo como mánager.”
“…Osea hoy,” dijo Eureka.
“Exacto.”
“Pero… creo que sería más divertido que la apoyes, Oikawa.”
“¡¿Qué?!”
“Que tu también juegues,” dijo Seven. Seguía conduciendo sin rumbo fijo, recorriendo la misma manzana una y otra vez. “Después de todo, tú también saliste beneficiado de lo que yo hice por Eureka.”
“Y no estás pagando, como yo,” dijo Eureka, sonando muy derrotada. Oikawa no quería ni imaginar de cuánto dinero estaban hablando.
“…Eso es cierto,” admitió Oikawa, aliviado de no encontrarse en los mismos zapatos que su HiME. “Pero no entiendo, ¿a qué te refieres?”
“Que tú también te hagas cercano de esa persona y entre los dos me la presenten,” comentó Seven. “Incluso, para ti sería más fácil… Ah, y si quieres adivinar, también puedes hacerlo. Salvarías a Eureka de su castigo, de hecho~”
“¡Por favor!” Eureka le suplicó, al borde de las lágrimas. “No tengo idea de quién habla, de seguro tú si puedes conectar todo,” Oikawa asintió.
“Sí, descuida, te ayudo… Más bien, uh… ¿Se…ven?”
“Seven, sí. También me puedes llamar Luciel, ese es mi nombre.”
“Okay. Luciel, ¿Cómo sabes todo sobre mí?”
“Haha~ Sé todo sobre todos, la verdad.”
“¡Hacker!”
“Ding, ding, ding, tenemos un ganador,” dijo Seven. “Eso fue muy rápido, hubieras visto cuánto se demoro Eureka en darse cuenta.”
“¿LO SIENTO? ¿ESTABA EN UNA SITUACIÓN MUY COMPLICADA?”

Eureka no se podía culpar a sí misma por haber sido tan lenta en reaccionar. La preocupación que tenía por la situación de la denuncia y de la divulgación del caso en el noticiero le había impedido pensar claramente… cosa que le hubiera pasado a cualquier persona. Aún así, sí debía aceptar que se sintió un poco tonta cuando cayó en cuenta de todo. Todo en Seven gritaba ‘hacker’, un poco más y tenía un símbolo grande de neón sobre su cabeza que lo señalaba y delataba su identidad.

“Estoy bromeando, tranquila~” y su sonrisa era sincera, así que Eureka volvió a creerle… como siempre.
“Por cierto, Seven, deja de manejar en círculos que me mareo,” dijo Eureka.
“Oh, sí, lo siento. Vamos primero a la casa de Oikawa,” y dobló con el carro a la esquina siguiente, tomando un desvío. Oikawa notó que lo estaba haciendo a propósito, para alargar el camino al complejo de departamentos donde él vivía. “Okay, empecemos. Cada uno tiene una oportunidad de decir quién es, pero pueden hacerme preguntas.”
“Como el juego de Adivina Quién.”
“Exacto~” dijo Seven. “Empieza tú, Eureka.”
“¿Es hombre?”
“Sí.”
“¿Somos cercanos?” preguntó Oikawa.
“No, nada que ver,” dijo Seven. “Pero si lo has tratado en varias ocasiones.”
“¿Cómo se relaciona a ti?” preguntó Eureka.
“Eureka-chan, las preguntas de Adivina Quién sólo se pueden responder con ‘sí’ y ‘no’, no más,” le recordó Oikawa.
“Oikawa tiene razón,” afirmó Seven.
“Damn,” Eureka maldijo. “Okay. Uh… ¿estudia la misma carrera que Oikawa?”
“No.”
“Mm…” Oikawa se quedó en silencio por unos instantes. “Eureka-chan, me dices que Seven te mandó su foto, diciendo que era una pista para sacar a la persona.”
“Sí.”

Oikawa observó por unos momentos el reflejo de Seven en el espejo retrovisor. Sonrió muy confiado, al darse cuenta de todo. Si era sincero conmigo mismo, le indignaba no haberse puesto a pensar en eso desde un inicio. La respuesta había estado en frente de él todo este tiempo.

“Okay, creo que ya sé quién es,” afirmó muy seguro.
“¿Quién?” preguntó Eureka.
“¿Sho-chan?”
Seven sonrió. “Bzzt, respuesta incorrecta.”
“¡¿QUÉ?! ¡Pero… tiene que ser él! Tiene pelo rojo como el tuyo, no somos muy cercanos, estudia otra carrera…”
“Nope.”
“Seven, ¿tiene el mismo color de pelo que el tuyo?”
“No.”
“¡Ay, Oikawa!” Eureka se llevó una mano a la cara. “¡Hubieras preguntado eso antes de soltar ese nombre!”
“¡Lo siento, Eureka-chan!” le lloró su rebel.
“Igual, Sho y tú son amigos. Esta persona… no lo es.”
“Nos queda una oportunidad,” comentó Eureka.
“Oikawa, por más de que ya usaste tu chance, puedes seguir preguntando,” dijo Seven.
“¡Genial! Uh… ¿Está en el equipo de vóley?”
“Sí.”
“Eso también pudiste preguntar antes,” dijo Eureka. Oikawa asintió, con una expresión derrotada. “¿Es menor que Oikawa?”
“No.”
“Osea que no es ninguno de tus kohais…”
“Eso lo reduce a Sawamura, Bokuto-chan, Tetsurou, Kuroh… uh… Ten-chan, Jang… ¿Tomo-chan e Iwa-chan?”
“¿Y Ushiwaka?” preguntó Eureka.
“No creo que él cuente.”
“Okay,” Eureka asintió. “Vamos por características físicas o el puesto que tiene en el equipo.”
“Buena idea. ¿Es spiker?”
“No.”
“Tomo-chan, Bokuto-chan e Iwa-chan descartados.”
“Um… Tendo también debería ser descartado, hace un rato Seven dijo que no era pelirrojo.”

Pensando en las últimas posibilidades, Eureka se dio cuenta de un detalle muy peculiar. Con las justas se acordaba de los nombres de cada uno, pero de los que quedaban, estaba segura que uno de ellos tenía un aspecto físico muy parecido al de Seven.

“¿…Jang?” ofreció, insegura.

Los siguientes segundos fueron de completo silencio. Oikawa y Eureka intercambiaron miradas, preocupados por haberse equivocado una vez más… pero vieron que, por el espejo, Seven se estaba aguantando la risa. Llegó un momento en el que no pudo más, e irrumpió a carcajadas, golpeando con fuerza el timón con la mano que tenía libre, sin poder parar de reír.

“Ding ding ding, tenemos un ganador~” dijo, entre risas.
“¿Saeran Jang? Pero… no entiendo…”
“Oikawa, es mi gemelo. YO no entiendo cómo no te diste cuenta.”
“¡Wah! ¿Pero no es tan notorio? Osea, te veo ahorita y nunca sentí que fueras su gemelo,” comentó Oikawa.
“Bueno, Saeran… ha cambiado,” admitió Seven, tornándose un tanto serio. “No puedo negar eso. Aun así, es mi gemelo. Estuvo muy fácil… tú también debiste darte cuenta, Eureka.”
“Ehhh… no sé, creo que sigo lenta desde lo de la boda,” Eureka rio muy nerviosa. “Entonces, ¿no hay castigo?”
“Jaja, nunca hubo castigo~” canturreó Seven. “Sólo quería divertirme un poco.”

El carro se detuvo, y Oikawa reconoció los exteriores del complejo donde vivía. 

“Servido,” dijo Seven.
Oikawa lo miró con sospechas, pero asintió. “Te veo luego, Eureka-chan. Chau, Luciel,” se despidió.
“Cuídate, Oikawa,” le dijo su HiME.
“De ahí hablo con Eureka por si falta coordinar algo. Más bien, gracias,” dijo Seven.
“Oh, no, está bien~” Oikawa sonrió, y se bajó de la van.

Una vez vio que subió las escaleras, Seven arrancó el carro.

“¿Aún quieres hablar algo conmigo?” preguntó Eureka.
“Sí,” Seven se veía cansado, y hasta un poco apenado… lo que le daba mucha curiosidad. “Pero el tiempo que me tomará llevarte a tu casa es suficiente.”
“Espera, detén el carro,” Seven arqueó una ceja, pero accedió. Eureka aprovechó esto para pasarse al asiento del copiloto. Movió el espejo para que le diera en la cara, sacó de su bolso un pequeño estuche de lentillas y una botella de desinfectante, y se dispuso a removerse los lentes. “Gracias por la ID, por cierto,” y guardó todo en la bolsa cuando terminó.
“Ah, de nada~ qué bueno que te sirvió.”
“Okay, ahora sí, dime.”
 
Seven asintió, y forzo una pequeña sonrisa.

« Last Edit: July 15, 2019, 05:34:32 AM by Eureka »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #239: January 04, 2017, 02:03:52 AM »
Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito al tema en el foro de planeación <3

Y sin más preámbulos~



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Now, let's carry on with those big HiME dreams...
« Last Edit: August 13, 2017, 02:35:05 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way