Vengo con la tercera parte, finalmente *dead*
31.3.
Luego del rápido paseo por el parque, las chicas decidieron ir a Chili’s con tal de dar distintas opciones a cada una para el almuerzo. Se distrajeron un buen rato en compañía mientras Tomo finalmente disfrutaba su ansiada comida, y luego tomaron un bus que les llevaría de regreso a Hanasaki U. Desde ese punto, las chicas se dividirían en distintos caminos para regresar a sus hogares.
Tomo y Osaka se sentaron juntas y se entretuvieron con comentarios de la comida, con la exPrincess abrazando un envase de plástico donde se llevaba un postre para más tarde. Cerca de ellas Reimu y Marisa compartían otro asiento y la miko se encontraba preparando una lista con las cosas inmediatas de las cuales encargarse en su templo, mientras su ‘inquilina’ se quejaba del horario esclavizador que la otra quería impartir.
Cho fue acompañada por Hotaru y Youmu hacia la parte de atrás del bus y las tres se sentaron en el asiento largo hacia el final al haber sido el único disponible.
“…” Youmu revisaba su celular y dio un suspiro. “Yuyuko-sama no ha querido contestar mis llamadas…”
“V-vaya…” Cho se inquietó un poco. “Espero que todo esté bien.”
“Sí, ese no es el problema. Yuyuko-sama no tenía ningún plan o evento importante hoy y si sale siempre me avisa. También hay buena seguridad en mi hogar y todos los empleados están al tanto de ella…” frunció el ceño. “Cuando no me contesta es que está haciendo alguna travesura y no quiere que me entere. Se emocionó de sobremanera cuando se enteró de esta actividad así que no puedo evitar que planeaba algo…”
“Y-ya veo…” la peliceleste sonrió. “De lo que sé de tu señora, supongo no me sorprende…”
“En fin. Pronto regresaré,” le miró de reojo. “¿Tienes planes de entrenar ahora que regreses?”
“Ehh no en verdad,” Cho negó. “Tengo algunas tareas de las cuales encargarme. Mejor hoy, así descanso de la donación de sangre…”
“Cierto, tiene sentido.”
“Aun así, pienso tomármelo más en serio a partir de ahora. Espero que mañana pueda entrenar. Tendré que contactar a Viera-sensei.”
“Puedo ir a la universidad para apoyarte… siempre y cuando Yuyuko-sama no haya hecho algo que requiera mi inmediata atención.”
“Ehh, gracias,” Cho sonrió incómoda. Miró a su otro costado y notó que Hotaru revisaba algo en su celular ensimismada. Lo que sea que había llamado su atención, parecía maravillarle. “¿Qué estás revisando, Hotaru?”
“Oh,” ella se despertó y sonrió un poco. “Perdón, creo que me distraje mucho.”
“No, está bien.”
“Estuve buscando el nombre de aquel joven doctor que conocimos en el lugar de donación de sangre, y me he topado con la sorpresa que es todo un prodigio,” contestó Hotaru. “Sacó su doctorado a los doce años y ha realizado estudios y desempeñado su rol de doctor en distintos países. Siempre se oye de genios, pero uno nunca cree que va a conocer a uno.”
“Vaya, qué sorpresa.”
“Además de ello, algunos de sus trabajos han envuelto voluntariado a trabajos de caridad en zonas necesitadas. Tiene sentido. De lo contrario, no le habríamos visto hoy,” sonrió gustosamente. “Espero poder ser como él uno de estos días. Me encuentro estudiando intensamente con tal de ser una buena doctora.”
“Sé que lo serás, Hotaru,” Cho asintió, convencida. “Siempre has sido una persona tan desvivida por otros y enfocada en ayudar sin importar las circunstancias, además que eres muy inteligente y disciplinada. Tienes todo lo necesario.”
“Hehe, gracias…”
“…” Youmu dio un pesado suspiro y negó. No le gustaba romper los buenos ánimos de las chicas a su costado, pero debía mencionar lo que estaba en su cabeza. “No dudo lo que has encontrado, pero siendo sincera no me convenzo de aquel doctor. Había algo misterioso y extraño en él… no puedo explicarlo.”
“…” Cho se le dirigió. “No me considero la mejor juzgando a otras personas. Creo que sería de las últimas en detectar algo del modo en que tú lo haces, aunque sólo el hecho que ese doctor se encuentre afiliado a Rizembool me da cierta mala espina.”
“A mí también…” dijo la peliblanca.
“De todos modos, no podemos juzgarle por su presente afiliación,” recalcó la peliceleste. “Puede que no tenga nada que ver con los Rebels aun si un rol como el de un doctor o científico tiende a estar involucrado…”
“No sólo lo digo por ser un doctor,” Youmu tensó su expresión. “Su familia tiene un linaje reconocido como luchadores y kendokas, y si bien no tengo mayores detalles, son varios hermanos. El hecho que haya uno afiliado y posiblemente varios de ellos como estudiantes de Rizembool es preocupante. Cualquiera de ellos podría convertirse en un Rebel formidable.”
“Hm…” Cho asintió. Se le notaba pensativa. “Es un poco inquietante, aunque es difícil juzgarlo. No sé qué tan capaz podría ser una persona con habilidad de pelear de unirse a Rizembool.”
“También recuerdo vagamente otro detalle…” Youmu entrecerró sus ojos, intentando recordar. “Creo que hubo cierto escándalo hace ya varios años en el círculo infantil de competidores de kendokas. Si no me equivoco, corrió el rumor que uno de aquella familia había atacado deliberadamente a otro chico fuera de cualquier competencia. Desde ese entonces, parece que han sido una familia bastante reservada. No sé tanto de ellos como de otras familias, y ello incrementa mis sospechas.”
“…” Hotaru bajó su mirada. “No puedo decir que no encontré al doctor al menos un poco sospechoso. Luego de todo lo ocurrido tres años atrás, no hay nada a lo que temo más que a un científico de Rizembool, muy por encima de los Rebels…”
“…” Cho se inquietó por esas palabras y desvió su mirada. De inmediato recordó a la amiga que ellas dos habían tenido, quien había sido presa de una de esas entidades del pasado. Seguía siendo un tema incómodo para ambas, pero lo era más para la futura doctora al haber sido tan cercana a la fallecida…
“Sin embargo, extrañamente, no me pareció una mala persona. Ninguno de los tres lo parecía ser,” Hotaru se estremeció. “Sólo espero que nunca más tengamos que lidiar con otra persona semejante a aquel maligno doctor de hace tres años…”
“…” Youmu se notó incómoda y asintió. “Comprendo…”
“Aquel científico del cual nos habló Tomaj pereció durante la batalla final,” le recordó Cho, con tranquilidad. “No lo volveremos a ver. Todo lo relacionado a él ha terminado.”
“…” la pelinegra asintió, incómoda. “Sí, perdón por mencionarlo, Cho.”
“No te disculpes,” ella sonrió levemente. Aun así, con ese doctor fuera del camino, no sabía qué esperar para el futuro, ya que siempre habría algo asechándoles, pero no iba a inquietar a Hotaru con ese pensamiento.
“…” Youmu se cruzó de brazos. “Tiene sentido… mientras en Hanasaki la magia se origina desde el interior de una HiME, en Rizembool se requieren hacer avances tecnológicos para estar a la par de Hanasaki y permitir que los Rebels ataquen eficientemente. Es… perturbador pensar en lo que Rizembool puede estar ocultando…”
“…”
“Con más razón las HiMEs tenemos que derrotar a los Rebels…” la nueva HiME comprimió un puño y se mostró determinada.
“Esta información no puede alterarte tanto, Youmu,” le aconsejó Cho. “Es como siempre ha sido. Sólo recuerda mantenerte firme y tranquila. No hay punto de prestar mucha atención a lo que está fuera de nuestro control.”
“Lo comprendo, Cho…”
“Aun con todo esto…” Hotaru miró a las HiMEs con una sonrisa. “Me gusta pensar que esta vez todo será diferente. Sé que nos podremos mantener unidas, también que conocemos mejor al mundo y somos más maduras con respecto a la situación. Y ojalá Rizembool también haya cambiado para bien, por más que sigan con su búsqueda por el poder y sean quienes empiezan con la guerra. Hay que esperar lo mejor, lo más reconfortante, lo más saludable…”
“Cierto,” la peliceleste sonrió. “Estoy de acuerdo contigo.”
El bus continuó con su trayecto y el sábado comenzaba a contagiarse con los colores cálidos de la tarde. A las HiMEs les tocaba desear por lo mejor y al mismo tiempo seguir preparándose a ciegas para lo que les esperaba en su camino.
Después del almuerzo entre todos y de tener una superficial y amena conversación, Monaca le había pedido a Tsurumaru que quería ver la playa de cerca y también quiso que Hotarumaru le acompañara, ya que no se habían visto desde hace varias semanas y lo echaba de menos. Así, el peliblanco cargó a la pequeña y la dejó sentada encima de una gran toalla de playa que habían traído, la cual compartió con su amigo pelicenizo para mirar al océano.
Mientras tanto, las chicas y el estudiante asesor habían ido a un puesto de helados a comerse unas raspadillas. No quedaba mucho tiempo antes de que tomaran el bus de retorno a Rizembool U, por lo cual se habían apresurado en comer sus postres.
“¡IHHHH!” Yukko se agarró la cabeza con gran tortura.
“Hahaha, es la tercera vez que te pasa,” Tsurumaru sonrió. “No tienes mucha tolerancia al frío, Hanasaki-chan. Mejor cómelo despacio.”
“S-sí…”
“Pareces tener múltiples debilidades, Hanasaki-chan,” observó Mai. “Se te hará difícil sobrevivir al ambiente de Rizembool de aquella forma.”
“Ehh… p-párala con eso, por favor.”
“Hahaha, ignora a nuestra estimada Mai,” dijo Tsurumaru, entretenido. “No hay nada de malo en que no puedas comer helados rápidamente. Aprovecha para disfrutarlo.”
“Sí, sólo espero que lo termine para cuando haya que subir al bus.”
“Tenemos el tiempo suficiente, tampoco hemos pedido los tamaños más grandes,” comentó Mai, inmutada. “En el remoto caso que aun así no termines, ahí sí tendríamos que preocuparnos de tus posibilidades de sobrevivir como Hanasaki-chan.”
“¡M-Mai!”
“¡Hahahaha! Son tan entretenidas,” el mayor alzó su mirada al cielo despejado. “Sí fue una buena idea salir y tomar un poco de aire, aparte que ustedes siempre me animan.”
“Pues, admito que tú también me animas, pese a que a veces eres cruel conmigo…”
“Haha, me haces muy feliz, Hanasaki-chan,” le revolvió los cabellos.
“Suena a que te aburriste de pasar el día únicamente con tu hija adoptada.”
“Mai, no es mi hija,” Tsurumaru negó, sonriendo incómodo. “Soy más como un hermanastro para ella.”
“Parece que ella te admira bastante, por eso lo digo.”
“Hm, es posible. Nunca se sabe lo que Monaca-chan tiene en su cabeza. Incluso si yo soy fácilmente la persona más cercana a ella, no termina de sorprenderme,” se encogió de hombros. “No que me incomode. La vida sería muy aburrida sin sorpresas.”
“Hotarumaru no se vio precisamente feliz de verle hoy.”
“Si Monaca-chan me hubiera sorprendido con una visita así, yo tampoco lo estaría,” Tsurumaru rió, restándole importancia. “La pequeña es una persona complicada. No lo entenderían.”
“S-suena inquietante…” admitió Yukko, incómoda.
“Aun así, ellos son amigos fuera de las formalidades de ser estudiantes bajo la sombrilla del mismo profesor,” sonrió con ironía. “Sólo que es curioso que tengan que conocer a su amiga más controversial antes que los demás pollitos adorables.”
“Ehh…” y la inquietud continuaba incrementando. Yukko nunca pensó que encontraría a una pequeña de la edad de Monaca extrañamente temible, y eso sólo era basado en los comentarios que recibía sobre ella…
“Quizás Hotarumaru todavía no está acostumbrado a la idea que está creciendo y es cercano a una niña,” comentó Mai. “Los dos se ven bastante compatibles. Podría ser su enamorada.”
“¡Hahahaha!” el mayor se rió a carcajadas. “Ahh, sé que lo dices de broma, pero a Hotaru-bou no le haría nada de gracia. Te entiendo, es divertido molestarle, aunque no lo hagas mucho o te podría resentir.”
“Hm…” Mai se puso a pensar, como quien planeaba hacerlo de todos modos. Yukko le miró frustrada y sintiendo pena por el pequeño.
“Sigamos comiendo nuestro postre,” Tsurumaru miró hacia la alameda encima de la playa. Sabía que los dos pequeños estaban en esa dirección, aunque por la elevación de la ciudad no los veía. “Tengo que ir a recoger a Monaca-chan dentro de poco.”
…
Los dos habían pasado el tiempo conversando sobre sus amigos, con Monaca hablando en su gran mayoría ya que era ella quien los veía todos los días.
“Hehe, los días en compañía son tan divertidos como siempre,” la pequeña sonrió gustosamente. “A veces me preguntan por ti, aunque tampoco he estado yendo a Rizembool U mucho. Sería bueno que nos dieras una visita en el middle school, ¿no te parece?”
“Me gustaría,” Hotarumaru asintió. Luego de aquella conversación sobre sus amigos, se le notaba animado. “He estado más libre y me he acostumbrado bastante a la universidad. También espero ver a Nagisa. Espero que esté bien.”
“Siempre preocupándote por tu especial amigo. Él también trabaja con Ikari-sensei, no me sorprendería que lo veas en la universidad uno de estos días,” Monaca sonrió ampliamente. “Cualquiera se preocuparía más por alguien que no pisa la universidad, no sé… quizás ese pelirrojo ruidoso, brusco y nada refinado cuyo nombre no recuerdo…”
“…” Hotarumaru frunció el ceño, con leve molestia.
“¡Ohohoho! Tan sensible a que alguien hable mal de tus allegados como siempre. Sabes que bromeo~” el buen humor de la peliverde se vio perturbado por frustración. “Igual que Yagen-niichan. Si tan sólo pudiera cambiar eso en ustedes… aunque mi punto sigue en pie. Cualquier persona normal preguntaría por ese incógnito pelirrojo primero de estar en tu lugar.”
“A él lo veo todos los días en casa. De lo contrario sí intentaría visitarlo seguido…”
“Ah, por supuesto, se me olvidó el detalle que viven juntos. No sé por qué me cuesta pensar en él como alguien remotamente cercano a ti. Será porque siempre me olvido de hasta su nombre.”
“…”
“Está bien, no quiero fastidiarte tanto. Perdón~”
“Deberías ser más amable con otros, Monaca.”
“Hago lo que puedo,” ella asintió. “Oh, antes que se me olvide,” abrió su pequeña cartera y sacó un envase de plástico con galletas. “Preparé estas para ti. Sé que te gustan mucho los dulces y mi repostería, y me encanta preparar bocadillos para todos mis amigos~”
“¡Ohh~!” el pelicenizo se sorprendió y miró las galletas con los ojos brillantes. “¿En serio?”
“Claro. Buen provecho.”
“Hehe, gracias~” él las tomó. “Tengo un bocadillo para el camino de regreso.”
“Sí, mejor termínatelo en el trayecto. Quién sabe lo que ese barbárico pelirrojo haría si ve las galletas~”
“…” Hotarumaru le miró con reproche.
“Haha, perdón de nuevo, no me pude contener,” ella llevó una palma a sus labios, con un gesto travieso y entretenido.
“Monaca…” él le miró con su característico semblante neutro y sus ojos curiosos. “¿Por qué has decidido visitarme hoy?”
“En verdad quería verte, tal y como lo dije antes. No tengo otro motivo.”
“Hm,” él asintió. “Ese puede sí ser tu motivo, pero siento que querías verme para algo. De lo contrario, no te habrías tomado la molestia.”
“El mar también es muy bonito, y no me acuses de stalker,” ella hizo un puchero.
“Serías stalker si no te pudiera ver…”
“Hehe, pero es cierto. Quería verte para hablar contigo. Hay algo que quiero comentarte, y algunas preguntas que quisiera hacerte, pero todo es puramente por curiosidad,” ella sonrió entretenida. “Sabes que Rizembool ha vuelto a soltar a los Rebels para que torturen a la gente de Hanasaki, y para quienes no somos Rebels, se abren bastantes oportunidades debido a esta guerra. Yo pienso tomar una de ellas.”
“¿De que ‘oportunidad’ hablas?”
“Desarrollar tecnología que pueda aplicarse para ayudar en la pelea entre las universidades, por supuesto. Tú sabes que soy muy adepta a la robótica, y no existe nada más divertido y emocionante que esta guerra que se sale de todos los parámetros. Por ello, quería informarte que nos comenzaremos a ver más seguido en la oficina de Ikari-sensei.”
“…” Hotarumaru asintió. “No me sorprende que me lo digas. Debes estar muy feliz por la oportunidad. Siempre has querido ser más cercana a Tsurumaru y Yagen.”
“¡Exacto!” Monaca juntó sus manos y sus ojos brillaron. “Mis queridos hermanos de cariño van a estar más accesibles y me van a supervisar con frecuencia. También haré algo que sí es divertido para variar. Pasear con nuestros amigos no siempre me entretiene, después de todo.”
“…”
“Y esto me lleva a las preguntas que quería hacerte,” la emoción en los ojos de la pequeña se apagó y sonrió con cierto misterio en sus labios. “Rai-kun, ¿en algún momento no te ha parecido raro que Ikari-sensei haya tomado tanto interés en ti como para que seas su alumno?”
“Sí…” él asintió y desvió su mirada. “Sabes la situación en la que estoy, Monaca. Mi padre tiene vínculos fuertes con Rizembool, y por ser el heredero, estoy forzado a envolverme con la universidad, de algún modo u otro.”
“Sí, eso lo sé.”
“Sin embargo, alguien como Ikari-sensei que mira con ojos severos a los luchadores y exalta el conocimiento e intelecto por encima de los Rebels ha estado interesado en mí desde que era pequeño y ha hecho lo posible para que me desarrolle en todas las áreas.”
“Es raro, ¿no lo crees?” Monaca le vio asentir. “Resultaste competente para él, lo cual sólo te ha cargado de más y más exigencias, pero no pareces tener muchos problemas cumpliendo con sus expectativas. Pero no hace mucho me enteré que Ikari-sensei te conseguirá un instructor adepto a manejar oodachis, por más que no tenga nada que ver con lo que él se encuentra investigando. Eso me puso a pensar mucho sobre ti… dime, Rai-kun, ¿en algún momento no te has puesto a pensar qué puede tener Ikari-sensei planeado para ti?”
“…intento no pensarlo demasiado…” Hotarumaru bajó su mirada hacia la arena. “Comprendo que no hay mucho que pueda hacer u opinar al respecto. Tampoco quisiera hacerlo… no sé qué ocurriría si me niego a seguir con lo que mi padre me instruye, aunque lo que temo más es que obliguen a uno de mis hermanos a tomar mi lugar. Sé que yo lo puedo llevar mejor que ellos…”
“También lo pienso así. Eres simplemente capaz y funcional,” Monaca asintió convencida. “Y no sólo por haber tenido tantos años de intensos estudios y entrenamiento. Uno se da cuenta de un prodigio tan solo viéndolo.”
“Me pregunto si él quiere que sea un Rebel…”
“No creo que sea eso precisamente. Ikari-sensei es muy impredecible…” Monaca ahogó una risita. “Aunque puede que sea algo igual de interesante.”
“Es posible…” se desanimó.
“¡Aw! Pero por eso me caes tan bien, Rai-kun. Eres tan inteligente e interesante. Y por más que me gustaría saber qué puede tener Ikari-sensei guardado para ti, espero con gran sinceridad que no sea nada que pueda ponerte en riesgo. Después de todo, somos amigos,” ella se tomó la libertad de reclinarse en él y abrazarle del cuello.
“Monaca…” Hotarumaru se notó incómodo.
“Tú sabes que eres como un hermanito para mí. Eres muy lindo y adorable. Tu falla es que te preocupas demasiado por otros. En Rizembool, y sobre todo en nuestro círculo, no es muy bueno hacerlo, tienes que entenderlo. Aunque no me molesta, porque por ello siempre has sido tan considerado conmigo. También eres tan inteligente, mucho más de lo que aparentas. Después de todo, eres mi único amigo a quien no tengo que andar mintiendo, ¿no? Tú me descubriste cómo soy realmente sin tener que romper mi acto. Los otros que me conocieron de igual forma fueron Tsuru-niichan y Yagen-niichan. Por eso te soy sincera al decirte que me importas.”
“…” desvió su mirada y sintió que Monaca se apoyó en él para soltarle y retomar su posición sentada en la toalla.
“Mientras nada ocurra, asegúrate de divertirte tanto como todos los demás. La diversión es muy importante,” le aconsejó, sonriente. “Y aun cuando algo ocurra, me aseguraré de entretenerte, de algún modo u otro.”
“Tsurumaru tiene la misma mentalidad. No la considero muy saludable.”
“Hehe, él fue quien me la enseñó~ y pienso que es lo más saludable en nuestra posición. Tú también eres una persona muy relajada, Rai-kun, por algo eres uno de los pocos que pueden cumplir con lo esperado por Ikari-sensei, pero necesitas serlo más si quieres lidiar con todo el estrés que tienes sobre tus hombros. Es una recomendación.”
“…” él dio un pesado suspiro.
“Eso realmente era lo que quería conversar contigo. Ha sido agradable,” sonrió contenta. “Ahora sólo me queda disfrutar del mar. No vengo muy seguido, y me alegro tanto de estar en una playa prácticamente vacía para variar. Así sí es relajante…” miró de reojo a su amigo, quien miraba el mar con su clásica curiosidad. “Rai-kun, ¿a ti te gusta el mar?”
“Hm,” asintió. “Tranquiliza, refresca, entretiene y posee un aroma que no detectas en otros lugares. No soy tanto de nadar en el mar, prefiero contemplarlo.”
“Sí, lo imaginaba, esperaría que aquel barbá-”
“Suficiente.”
“Hehe, que él sí sea más de meterse al mar,” completó lo que iba a decir con una pequeña corrección. “Sí, es bonito. Nunca me metería, pero es tranquilo. Claro, sólo al inicio. Después se vuelve aburrido con facilidad.”
“Tenemos observaciones distintas, Monaca.”
“Lo sé, tú serías de mirarlo todo el día y disfrutar de la tranquilidad. Eres como un anciano, y lo digo como un cumplido,” le sonrió. “Hoy te daré la razón porque no recuerdo la última vez que vi al borroso horizonte como lo estoy viendo ahora.”
“Es refrescante salir, incluso para alguien que no lo hace muy seguido,” comentó. “Te recomendaría que lo hagas más. Es bueno para ti.”
“Gracias~” asintió. “Ahora que estaré más metida en la oficina de Ikari-sensei, tendré que salir con frecuencia para despejarme. Ustedes tres entrenan para disipar el estrés luego de horas de trabajo, así que yo tendré que encontrar un pasatiempo. Sin embargo, no hay mucho que una niña como yo en silla de ruedas pueda hacer por su cuenta.”
“Es verdad,” Hotarumaru asintió, apenado. “Aunque puedo llevarte a pasear de vez en cuando. Sé que Nagisa también estaría encantado de acompañarte,” sonrió un poco. “Sería una buena oportunidad para que él se relaje.”
“Hehe, es muy cierto, ustedes dos han sido siempre tan lindos conmigo, y Shingetsu-kun no cuida muy bien su salud por estar tan enfocado en sus estudios. Buena idea, Rai-kun. Lo esperaré con muchas ansias.”
“Claro,” él se acordó de un detalle, y abrió un pequeño saco que traía consigo y lo vació para revelar su botín del día. “He recolectado varias conchitas de mar durante mi trabajo. Te puedes quedar con algunas si quieres.”
“Ohh, qué considerado de tu parte,” Monaca agarró las tres más cercanas y su amigo guardó las demás luego de que escogiera algunas. “Has recolectado varias.”
“Son bonitas~”
“Pese a tus habilidades, tienes un alma sensible. Es admirable, aunque no quisiera que mi querido amigo fuera considerado afeminado.”
“¿Tú crees que lo soy? Hm, bueno, no me importa mucho en verdad…”
“Haha, lo digo por tus gustos. Aunque a mí no me gustan las personas aburridas y predecibles, y por eso me encanta cómo eres. No eres tan simple como nuestros amigos.”
“Suenas a un poco juiciosa,” negó, frustrado.
“Oh, no es mi intención en lo absoluto~” sonrió gustosa y tomó las conchitas. “Son tan bonitas y tienen lindos colores. Gracias por dármelas.”
“No me lo agradezcas. En parte no debería llevarme tantos souvenirs a casa.”
“¿Hm?” le miró intrigada.
“No agarré las conchitas de mar sólo porque son bonitas. Son recordatorios. Siempre que los vea en mi habitación, los asociaré con mi visita el día de hoy y con lo que viví aquí,” él sonrió tranquilamente. “Conforme vivo el día a día, colecciono recuerdos y objetos significativos. Es una manera divertida de hacerlo.”
“Ya veo,” sonrió comprensivamente. “Hehe, tiene sentido.”
Hubo una pequeña pausa entre los dos, y Hotarumaru miró hacia el mar. Monaca se había mostrado ligeramente más meditativa luego su comentario sobre los souvenirs. La conocía bien, y sabía que era una señal de que tenía algo especial en su mente. Le tocaba oírle… algo que, en esas circunstancias, no era muy agradable, pero como su ‘amigo especial’, la peliverde se reservaba apariencias con él con frecuencia…
“No me gustan los recuerdos, para nada. ¿Lo sabías, Rai-kun?”
“…no me sorprende.”
“Hmhmhm~ no creo que sepas muchos detalles sobre mí, pero eres muy listo. La memoria es útil, pero cuando no lo es, realmente la odio. Todos venimos de algún lado y se puede decir que son nuestros pasados quienes nos han formado en quienes somos, pero no hay punto en pensar y obsesionarse sobre algo que no existe,” Monaca alzó su mirada al cielo. “Una vez uno es, no importa mucho cómo uno llegó a ese punto ni aquello que ya no existe.”
“…”
“Es por eso que vivo en el presente,” regresó a sus ánimos y entusiasmo de siempre. “La vida es tan divertida, y se vuelve mucho más entretenida cuando dejas de prestar atención a lo que no es importante. Eso es lo que Tsuru-niichan me enseñó cuando era pequeña. Estoy completamente de acuerdo con él y por ello me divierto tanto todo el tiempo…” sonrió ampliamente. “…él también odia a los recuerdos, al igual que yo.”
“…” Hotarumaru bajó su mirada a la arena.
“Sin embargo… Yagen-niichan está obsesionado con los recuerdos… y ni siquiera con sus propios recuerdos…” Monaca hizo un puchero, inconforme, y miró a su amigo. “Lo que él está intentando hacer… ¿lo sabes? Es imposible. Es inútil. Él lo sabe bien, es muy inteligente, y no me hace falta preguntarle. Pero no deja de tener un lado preocupado. Por eso debe dejar de preocuparse tanto. Él debería odiar el pasado tanto como nosotros.”
“…”
“Pero está bien… funcionará, tarde o temprano,” su sonrisa se tornó inquietante y abrió sus ojos de sobremanera. Había una fascinación incomprensible que le poseía, una ya familiar para quien se encontraba oyéndole. “Para que a él le importe tanto algo que sabe que ya se perdió, que ya no existe… lo enloquecerá en algún momento, y será ahí que comprenderá que nunca importó para nada. Es agradable… pensar que mi niichan será igual que yo uno de estos días. Se ha vuelto demasiado suave últimamente. Está pasando mucho tiempo con su familia… pero no importa, porque su cercanía a ellos terminará pronto…” en medio de su emoción, Monaca agarró dos de las conchitas y las juntó agarrándolas entre dos dedos. Comenzó a poner una fuerza que incrementaba lentamente, probando cuánto podrían resistir. “Nada es permanente, ni siquiera estas hermosas conchitas de mar que has recolectado. Es una lástima, porque podrían haber durado más que nuestras propias vidas de ser dejadas en la orilla.”
“…” luego de esas palabras, Hotarumaru vio que Monaca logró quebrarlas y romperlas juntas al haber aplicado la suficiente presión. Él sólo negó con leve frustración.
“Mis niichans me entienden, y soy la única que los entiende también… Pero ellos son tan amables que se están olvidando a sí mismos,” Monaca bajó su intensidad y volvió a sonreír con cordialidad, pero su pequeño monólogo no había acabado aún. “Por eso, tomaré esta oportunidad para ser más cercana a ellos… y recordarles… recordarles lo increíble y cautivador que es este sentimiento mutuo que llevamos por dentro… que otros temen grandemente… el que nos hace una familia y más cercanos que los demás… se los recordaré.”
“Mo…” Hotarumaru se sorprendió un poco cuando Monaca agarró una de sus manos con las suyas, y la alzó. Ella le sonrió simpáticamente.
“Y espero que pueda enseñártelo a ti también algún día, tú que eres similar a nosotros, pero que te falta mucho todavía por comprendernos… mi querido amigo que en verdad me importa,” ella cerró sus ojos con una extraña paz y dicha interna. “Lo tan sincero y valioso que es este sentimiento que todos temen, pero que es lo más humano y absoluto que se puede sentir…” susurró suavemente. “Despair…”
“…”
“Sé que, tarde o temprano, luego de muchas cosas… será este sentimiento el que te mantendrá dichoso, y con vida…”
“…” él se soltó. “Es suficiente, Monaca.”
“Hehe,” ella sonrió traviesamente. “No eres fácil de inquietar, ¿no es así, Rai-kun?”
“…”
“Fui sincera,” ella tomó la conchita que le quedaba y sonrió. “No me gustarán los recuerdos, pero es una dedicación de mi querido amigo que es parte del presente. En tu honor, me aseguraré de cuidarla muy bien. Pensaré en ella como si fueras tú.”
“No tienes que hacerlo si no quieres.”
“Está bien, ya lo he decidido,” ella guardó el recuerdo en su carterita. “Sólo no olvides lo que te he dicho. Apenas te encuentras aprendiendo más de nuestro entorno. Tsuru-niichan me dijo que ha empezado a confiarte algunas cosas. Por ello, conforme nos vayas conociendo mejor, sé que entenderás mis palabras, y por qué este sentimiento es tan importante para nosotros.”
“…”
“Parece que nuestra conversación terminó,” ella se volteó para ver a los tres mayores caminar por la arena hacia ellos, y saludó con la mano a Tsurumaru luego de que él lo hiciera.
“Dale mis saludos a los demás, por favor.”
“¡Por supuesto! Tú sabes que tengo muy buenos modales. Y haz el intento de visitarnos en vez de estar prendido en la universidad. No te olvides que sigues siendo un niño.”
“Bueno, pequeños, hora de irnos,” anunció Tsurumaru, con una sonrisa. “Monaca-chan, espero que no hayas fastidiado demasiado a Hotaru-bou.”
“No digas esas cosas, Tsuru-niichan. Mis momentos con Rai-kun siempre son tranquilos y agradables. ¿No es así, Rai-kun?”
“Son momentos interesantes,” él le miró de reojo con cansancio. Tanto Monaca como Tsurumaru rieron un poco.
“Bueno, tienen que retirarse de la toalla que debo guardarla,” dijo Tsurumaru.
“Eh, sí,” el pelicenizo se levantó.
“Tsuru-niichan, tú sabes que no puedo caminar…” reclamó Monaca.
“Tienes razón,” el mayor se agachó y agarró la toalla de uno de los lados angostos. “Pero no te preocupes que la jalaré con fuerza y haré que aterrices espléndidamente en la arena.”
“¿Ehhh? ¡Tsuru-niichan no seas malo!” lloriqueó, haciendo un puchero.
“¡Vamos, será divertido!”
“¡No!” ella se aferró a la toalla. “¡Vas a ensuciar mis ropas! ¡No me gusta la arena!”
“Empecemos el conteo. Uno, dos…”
“¡He dicho que no! ¡Detente! ¡Le diré a Yagen-niichan que te castigue! ¡Noo!”
“¡Hahahaha!” él soltó la toalla y se puso a reír. “¿Me crees capaz?”
“Sí eres capaz de hacerlo,” Hotarumaru dio un suspiro. “Pero dejen de jugar, no es el momento.”
“Si Monaca-chan detesta tanto la arena, entonces me puedes ayudar, Hotaru-bou,” comentó mientras levantaba a la pequeña.
“¿Qué quieres decir?” él ladeó su cabeza y vio al mayor acercarse.
“Levanta a tu amiguita en tu espalda mientras empaco la toalla, ¿me haces el favor?”
“¿Eh? P-pero…” él no se pudo negar porque ni bien Tsurumaru estuvo cerca de él, Monaca le abrazó del cuello para prevenir que se escape.
“Esta es tu primera vez cargándome, ¿no? ¡Qué alegría!”
“…” a Hotarumaru sólo le quedó levantarle mientras esperaba al otro. Él sintió un tic en la ceja y el peso encima le hacía hundirse en la arena. “No puedo…”
“T-te puedo ayudar,” se ofreció Yukko, quien de todos modos estaba impresionada de la fuerza del menor.
“Estoy bien, gracias,” le contestó Monaca el lugar del pequeño. “Rai-kun está haciendo un excelente trabajo. No queremos estropearlo.”
“…” este se reservó comentarios, aunque se notaba incómodo.
“Es evidente que Hotarumaru puede hacerlo,” dijo Mai. “Digno de una persona que maniobra una oodachi y que en su canon debería tener forma de un adulto de impresionante altura, pero que por algún moe motivo no lo es.”
“Mai-neechan,” él le miró con incomprensión.
“Hahaha me encantan tus comentarios extraños y espontáneos,” Tsurumaru sonrió gustosamente mientras terminaba de doblar la toalla y guardarla en una bolsa de tela. “Okay, Hotaru-bou, déjame quitarte la pesada carga de encima.”
“Tsuru-niichan,” Monaca hizo un puchero y cambió de espaldas al colgarse del mayor.
“Ya estamos,” ni bien recogió a su protegida, Tsurumaru se dirigió a los demás con sus ánimos de siempre. “Aquí nos despedimos. No regresen muy tarde al bus, ¿sí?”
“Tenemos algo de tiempo,” comentó Mai.
“Nos vemos el lunes,” dijo el pequeño.
“Y nos veremos posiblemente dentro de poco,” dijo Monaca a los tres. “Hehe, ha sido un gusto conocerlas, chicas~”
“Igualmente,” Yukko asintió. Ello terminó con las despedidas y el peliblanco cargó a la pequeña hasta las escaleras, donde la hizo sentarse en su silla de ruedas para ir de regreso.
“Vamos,” les dijo Mai, quien también caminó hacia la salida. “Ha sido suficiente playa por hoy.”
“Eh, sí,” Yukko sonrió y miró al pequeño. “Ohh, ¿de dónde sacaste esas galletas?”
“Monaca me las invitó. Es muy buena repostera,” dijo el pequeño, sonriendo un poco. “Tengo un bocadillo para comer de regreso.”
“Hehe, no sé si se permitirá comer postres en el bus, pero espero que sí. Aunque qué lindo que tu amiga sepa hacer galletas e invite a otros.”
“Podría invitarte una…” él desvió su mirada, un tanto incómodo.
“Hahaha, no te preocupes por mí, lo comprendo. Tú disfruta de tu botín. Oh, Mai se nos está adelantando mucho. Tenemos que seguirla.”
Ellos llegaron a la alameda y caminaron en el sentido opuesto hacia el punto de encuentro con los demás estudiantes que participaron en la limpieza. A lo lejos, pudieron ver el bus ya estacionado a un lado de la calle y algunos estudiantes esperando a que lo abrieran, pero todavía faltaban unas personas más. Yukko sonrió gustosamente por haber tenido otro día divertido y variado con su nuevo grupo de amigos que no dejaban de serle interesantes. Sentía que recién estaba conociendo bien su entorno, pero no paraba de llevarse interesantes sorpresas y tenía un buen presentimiento al respecto. Para variar, comprendía las insistencias de Tsurumaru de divertirse y buscar las sorpresas presentes en la vida.
Pero ella se extrañó cuando miró a Hotarumaru caminar cabizbajo a su costado. Le inspiraba una tenue pizca de tristeza, lo cual se le hacía raro, ya que el pequeño siempre era o muy tranquilo o un tanto positivo.
“Eh, ¿estás bien?”
“Mo…” él reaccionó y le miró algo avergonzado. “Todo bien, Yukko. Gracias por preguntar.”
“¿Seguro? Si necesitas algo, sabes que puedes contar conmigo.”
“Sí, muchas gracias, él asintió y le sonrió un poco. “Supongo… es sólo un poco de lo mismo.”
“¿Hm?” no sabía cómo interpretar esas palabras. Sólo esperaba que no fuera un tipo de inquietud reincidente en su amigo.
No tardaron en llegar al punto de encuentro, y les tocó esperar a los estudiantes que faltaban antes de partir en dirección a la universidad. Luego de aquella actividad e inesperado encuentro, les tocaría un fin de semana más tranquilo.
Unas tres horas después, el atardecer comenzaba a presenciarse en el cielo, para dar inicio a la noche. La donación de sangre en el parque de la ciudad había terminado hace ya más de dos horas, y luego de ayudar con la organización, los encargados de la cruz roja insistieron que se encargarían de los últimos detalles y permitieron a todos los voluntarios retirarse prematuramente. Debido a ello, los hermanos fueron camino a su hogar, sin antes detenerse por una pastelería para comprar un postre.
Luego de tomar un par de buses y caminar varias cuadras, finalmente llegaron al complejo residencial donde vivían. Era una zona exclusiva y altamente vigilada al haber residencias de familias de clase alta y en muchos casos reconocidas. Por ello, había un buen mantenimiento a las plantas, las pistas y las veredas, aunque a esas horas del sábado, ese seguro y hermoso lugar se encontraba particularmente desolado.
“Haha, a veces me pongo a pensar que somos los únicos que venimos caminando de paseos,” comentó Namazuo, entretenido. Él traía el pastel que habían escogido de la pastelería y una bolsa con distintos souvenirs de la feria que hubo frente al puesto de la cruz roja.
“Es un buen ejercicio,” comentó Yagen, quien leía hojas de un fólder manila mientras caminaba.
“Y eso que les ofrecí conducir al parque en la mañana. Te hubiera recogido de Rizembool.”
“No fue necesario,” el doctor le miró con cansancio. “Además se te ocurrió comprarte un auto deportivo. No es el apropiado para más de dos pasajeros.”
“No seas aguafiestas,” sonrió traviesamente. “Y tú eres bastante pequeño para ir cómodamente en la parte de atrás, hermanito~”
“No exageres,” frunció el ceño. “Tampoco simpatizo con tu estilo de manejo.”
“¿Ehh? Pero estoy seguro que soy el más rápido conduciendo de todos en casa.”
“Ese no es el punto…”
“Eres imprudente…” resumió Honebami, inmutado. El peliblanco seguía de atrás a sus hermanos, aunque su visión estaba enfocada en el nudo atado a su índice, el cual provenía de un globo de helio que Namazuo le había regalado al salir del parque.
“Pues…” su mellizo sonrió frustrado. No podía negar mucho esa observación, aunque ver a su retraído hermano todavía distraído con el globo le hizo ignorar esa indirecta llamada de atención. “Hehe, me alegro que sigas disfrutando de tu obsequio~”
“Nn…” el mayor alzó su mirada con inquietud. “No era necesario…”
“Hay muchas cosas que no son necesarias, ese no es el punto,” le dio un guiño y luego le agarró de un brazo para jalarle. “Te estás volviendo a quedar atrás. Ven, camina a mi altura.”
“…estaba manteniendo vigilia. Sirve mantener una posición distante en caso de emergencia,” comentó mientras era jalado. Él no opuso resistencia.
“Los tres seríamos igual de responsables en esos casos extremistas. Relájate un poco,” Namazuo le sonrió animado. “Y ten un poco de fe en mí. Habré descuidado mi entrenamiento últimamente, pero sabes que soy un guerrero innato. ¡Hasta podría hacerle competencia a Ichi-nii~!”
“…” Honebami le miró con impaciencia y leve molestia.
“Ehh…”
“Te atreves a compararte a Ichi-nii…” le miró de soslayo. “Imperdonable…”
“¡B-bromeo, por supuesto! ¡Vamos, Honebami, no te pongas así! ¡Ichi-nii es nuestro hermano inalcanzable, todos lo sabemos!”
“…”
“N-no me mires así, lo siento…”
“…” Yagen les observaba conversar de reojo y sonrió tranquilamente. Por más que Namazuo pudiera ser caótico y un poco incontenible, sin duda sabía cómo encargarse de Honebami, al punto en que le hacía expresarse más de lo usual. Para variar, le hacía bien darse un descanso y pasar tiempo con sus hermanos, ya que para él cada uno era único y especial a su manera.
“¡Yagen!” Namazuo se dirigió a su hermanito con muchos ánimos. “Sí te vas a quedar hoy en casa, ¿cierto?”
“Sí, ya le prometí a Ichi-nii…” contestó, rendido.
“Bien. Si intentas escaparte, te apresaré~ sería divertido organizar una cacería con nuestros hermanitos.”
“No lo harás…” sentenció Honebami.
“Haha, no lo haría, tú tranquilo. La idea de hoy es tener una muy agradable hora de té para variar y compartir en familia,” alzó el postre. “Por eso tuve que comprar esta exquisitez.”
“Los precios de esa pastelería eran exorbitantes. No lo considero necesario,” Yagen negó. “Necesitas aprender el valor de las cosas.”
“Hay muchas cosas que valen el costo. Además, tendrías que ver a nuestros hermanitos. Todos se están volviendo muy elegantes y refinados con sus gustos,” asintió convencido y animado. “Sé que se maravillarán cuando vean la gran calidad de la tarta.”
“¿En serio? He visto semejantes en el área de postres de diversas cafeterías de Rizembool…”
“¡Debes estar bromeando!” Namazuo se escandalizó y negó frustrado. “Hay una diferencia abismal, no lo compares con los postres de cortesía del menú básico. El majestuoso Dr. Toushirou debería ser más refinado…”
“Hmhm,” Yagen rió para sus adentros. “No lo soy, para nada. Ser doctor me ha forzado a ser una persona extremadamente práctica, organizada y pulcra, pero no me considero elegante en lo más mínimo,” cerró el fólder manila y lo tomó con su zurda para sacar su daga con la diestra.
“¡Ehh!” Namazuo se asustó por esa repentina acción, aunque no tardó en notar que el otro lo hizo con completa comodidad y sólo alzó la daga encima de su rostro para mirar al filo.
“No soy especial en mis gustos ni demando comodidades. Si no hubiera sido un doctor, muy probablemente me habría enlistado en el ejército,” el menor vio sus ojos reflejados en su arma y sonrió satisfecho. “Es lo que se esperaría de nuestro linaje. Muy por encima de nuestras preferencias, los Toushirou siempre hemos sido extremadamente aguerridos, y eso es algo que he heredado de nuestros antepasados.”
“Tiene sentido…” Honebami asintió, mirando con unos ojos casi idos a la cuerda del globo tensarse repetidamente por un movimiento constante de su índice.
“Te ves extrañamente cómodo hablando de cosas así, Yagen,” Namazuo negó.
“Es agradable admitir lo que soy,” el menor le miró de reojo, entretenido. “Por mi ambiente de trabajo, no siempre tengo la oportunidad.”
“Bueno, al menos me has dado otra razón para que no andes esclavizado con tus investigaciones en Rizembool~ Nuestros hermanitos no dejan de preguntarme por ti, y también sería bueno para ti que te relajes y despejes un poco más. Como un académico, tu horario de trabajo debe ser un poco más flexible, ¿cierto?”
“No entenderías todo lo que tengo que hacer, Namazuo…”
“Ya varias veces te he ofrecido mi ayuda al menos ayudándote a ordenar tus archivos, pero no te gusta que te visite en tu oficina. Y eso que sí dejas que Honebami te asista.”
“Honebami es una gran ayuda porque sí tiene toda la habilidad e intenciones de hacerlo,” Yagen dio un pesado suspiro y miró a su hermano mayor con reproche. “Tú te pondrías a jugar con mis instrumentos y probablemente extraviarías y ensuciarías todos mis fólderes.”
“Aw, resiento que no confíes en mí,” negó y le sonrió ampliamente. “Vamos, dame ese fólder que traes contigo.”
“No…” por instinto, lo alejó del otro y guardó su daga en caso que necesitara su mano libre para empujarle a un costado. “Si bien sólo contiene una copia de un archivo científico referente a un estudio que ha llamado mi atención, es la única tarea que me he dado para esta noche, y no permitiré que lo extravíes.”
“Hehe, para variar no sería malo porque necesitas relajarte hoy. ¿No te parece, Honebami?”
“No tengo comentarios al respecto…” respondió monótonamente, todavía mirando a la cuerda.
“Ehhh…” su mellizo le miró con una sonrisa frustrada en su rostro. Verdad que él nunca se metía en lo que categorizaba como ‘discusiones familiares’. “Está bien. Quizás nuestro hermanito sea de esos workaholics que si los dejas sin trabajo les da un breakdown… pero insisto. Tenemos que salir a pasear a algún lado. Vamos a ese parque de diversiones que nuestros hermanitos quieren visitar con tantas ganas. ¡Oh, podría ser mañana!”
“No gracias, ustedes disfrútenlo sin mí…” Yagen negó.
“Los domingos son el peor día…” comentó Honebami.
“Y no recomendaría que lleven a Honebami tampoco,” concluyó el doctor. “Esos lugares tienden a estar mucho más llenos de personas que el parque de donde venimos.”
“Está comenzando a volverse difícil sacarlos de Rizembool…” Namazuo hizo un puchero. “Y con Ichi-nii también muy ocupado con sus estudios y nuestros otros hermanos contemporáneos ausentes soy el único mayor presente en casa. ¡Oh, no me quejo del todo! Me gusta acaparar la atención de nuestros pollitos, pero en serio les echo de menos.”
“…” Yagen dio un suspiro. “No te andes desanimando, Namazuo. Tu buen humor es una de tus fortalezas. Además, dentro de poco nuestros hermanos regresarán,” sonrió con nostalgia. “Será como los viejos tiempos…”
“Hehe, es muy cierto…” asintió entusiasmado. “La casa volverá a estar llena de vida, y seguro tendrán muchas cosas interesantes que contarnos. Nosotros también tendremos tanto que decirles de la universidad y lo nuevo por la zona. ¿No es emocionante, Honebami?”
“…”
“¿Honebami?”
“Hm…” este se había quedado mirando al globo, y reaccionó para mirar a su hermano con mínima desorientación. “Perdón, perdí el hilo a la conversación…”
“Y luego dices que mantienes vigilia…” dejó caer sus hombros, rendido.
“Namazuo comentaba lo animado que se encontraba por el retorno de nuestros hermanos,” reportó Yagen, con paciencia.
“…” Honebami asintió, inmutado. “Será agradable…”
“¿Verdad?” Namazuo sonrió. “Tenemos que planear alguna salida. Y tendré especial consideración con los dos. Sé que no les simpatizan lugares concurridos, así que intentaré pensar en algo especial. Mientras los Toushirou estemos juntos, es todo lo que importa~ ¡Ah, podríamos ir a una zona bohemia que conozco en el centro de la ciudad!”
“¿De qué hablas?” Yagen le miró con reproche. “Nunca expondría a nuestros hermanos menores a un ambiente que puede ser descrito como bohemio.”
“Haha, eso es sólo de noche, y pertenece a un distrito muy seguro. Y ya fui con ellos una vez después del colegio,” el pelinegro mayor sonrió gustosamente. “Encontramos una tienda con fachada occidental de crepes escondida demasiado deliciosa y cerca de una pileta antigua que da toda la impresión de que uno se encuentra en algún rincón de Europa. Debiste haberles visto comer sus crepes. Nutella fue el ingrediente favorito ese día~”
“Me alegro que lo disfrutaran…”
“Suena a que le restas importancia. Debes saber lo rico que los crepes quedan con nutella.”
“No. Si mal no recuerdo, la única vez que comí un crepe en mi vida era salado,” Yagen negó. “Y no sé qué es aquello a lo que llamas nutella.”
“¿Qué?” Namazuo se sorprendió y miró al otro en shock. “¿Qué has dicho?”
“¿Por qué pones esa expresión?”
“¡No puedo creer que no hayas probado nutella en tu vida y ni sepas qué es! ¿Bajo qué roca te encuentras viviendo en Rizembool?”
“No hagas un escándalo…”
“¡Tengo que hacerlo! ¡Es extremadamente increíble! ¡Tienes que aprender las exquisiteces de la vida y probar de todo un poco!”
“Te he dicho que no me presto para cosas refinadas.”
“¡Pero si nutella no es refinado! ¡Es un ingrediente demasiado común que encuentras en cualquier supermercado!” miró a su mellizo. “¡Honebami, Yagen no ha probado nutella! ¡¿Has oído?!”
“…” este ladeó su cabeza. “Namazuo, ¿te encuentras bien?”
“No me digas que tú tampoco. Nos acompañaste esa vez.”
“…” asintió. “Es delicioso. Sin embargo, no comprendo la importancia que le das.”
“No te molestes en comprender…” negó Yagen, frustrado.
“Esa es una tercera razón para que nos acompañes más seguido, hermanito…” Namazuo le dio el pésame. “Vives sinceramente en un cruel y gélido mundo, pero no tienes que preocuparte más.”
“No me preocupo…” el doctor sintió un tic en la ceja.
“Tu hermano mayor te sacará uno de estos días y te comprará un crepé especial con extra nutella~” le sonrió. “Y te dará tu postre, te tomará una foto, lo posteará en Facebook y te taggeará. ¡Oh! ¡Le pediré a Tsurumaru que me ayude a difundirlo! A él le encantan estas cosas.”
“No te atrevas, Namazuo…” le miró con cólera y golpeó su brazo para que le soltara. Siguió con el camino a un paso más acelerado. “No pierdas el tiempo con tonterías y sigue caminando.”
“No me tomes tan en serio, hermanito…”
“…” Honebami miró a su mellizo de reojo. “Yagen ha estado particularmente molesto con Tsurumaru-san estos últimos días…”
“Hehe, no sería la primera vez,” asintió ante el update y fue a alcanzar al menor. “Pero olvidando todo lo de difundir una foto tuya comiendo un crepe con nutella, realmente quisiera invitarte el postre. Rara vez puedo actuar como tu hermano mayor, así que me haría mucha ilusión.”
“No es necesario que lo hagas, y deja de colmar mi paciencia.”
“De todos modos ocurrirá tarde o temprano. Puedo pedir a los pequeños que me ayuden. A ellos te es más difícil decirles que no.”
“¿Qué clase de obsesión tienes con la nutella?” le miró con incomprensión.
“Sólo quiero pasar más tiempo en compañía,” sonrió con simpleza.
La conversación les llevó a la entrada de su casa. La residencia era gigantesca y los propietarios contaban con un largo trayecto que terminaba en la entrada de la impresionante mansión de los Toushirou, donde ellos vivían con todas las comodidades y facilidades imaginables.
“Listo, estamos aquí~” canturreó Namazuo mientras sacaba una tarjeta con la que abrió la pequeña puerta para personas. “Y justo a tiempo para preparar el lonche, ¿no les parece?”
“…” Honebami cerró sus ojos y jaló de la cuerda del nudo para deshacer el amarre. Lo tomó y lo extendió hacia su mellizo.
“¿Eh? ¿Qué sucede?”
“Iré por un corto paseo. No demoraré.”
“¿Qué? ¿Luego de toda esta caminata?” frunció el ceño. “Te acompaño.”
“No será necesario…” respondió girándose para irse por donde habían llegado. Él soltó la cuerda, esperando que el otro la tomara.
“¡O-oye!” Namazuo tuvo que saltar para detener al globo antes que se fuera volando hacia el cénit, y miró incomprensivamente al otro alejarse. “¿Por qué está haciendo eso?”
“Por qué será…” Yagen se encogió de hombros. “Namazuo, ve llevando el postre a la cocina. Le seguiré de lejos para vigilar que no se aleje demasiado.”
…
Luego de retirarse y alejarse una prudente distancia para no ser visto, el peliblanco empezó a correr y no tardó en aterrizar sobre un muro de un salto para alcanzar las ramas de un árbol y continuar con su trayecto. Su movilidad era envidiable y un tanto inconcebible para la persona común, y luego de cubrir una corta distancia, llegó a un árbol grande y frondoso donde se detuvo y se mantuvo vigilante de sus alrededores.
“Revélate…” ordenó con su voz inexpresiva, pero con una frialdad adicional en su tono. Ante él, no tardó en aparecer la persona que había detectado.
“…” Izuru aterrizó en una rama frente a la suya y le miró intensamente.
“¿A qué se debe tu venida?” le preguntó, inmutado. “Yagen estableció los límites de tu presencia con claridad.”
“He venido a hablar contigo,” se explicó, con la misma inexpresión de su oyente. “No he roto los límites que mencionas. Supe que mi presencia sería lo suficiente para invocarte, sin resultar en ser visto por los otros miembros de tu familia.”
“De todos modos, no comprendo tu insistencia en venir para hablar durante el fin de semana,” cerró sus ojos. “No detecto que hayas venido bajo ninguna urgencia…”
“Es más fácil para mí manifestarme durante los fines de semana. Tú comprendes mi situación.”
“…” asintió. “Dime…”
“Mis motivos te parecen irracionales. Sin embargo, me encuentro en la presente misión de encontrar un sentido a mi rol como Rebel y encapsular todo conocimiento relacionado.”
“…continúas persistiendo en tu búsqueda de razones…” observó, inafectado.
“No…” negó. “Mi motivo por ser Rebel es obedecer órdenes de mi superior. Lo que busco es el sentido, lo que llevó a todo aquello más allá de mi persona a que existiera el rol de Rebel, la guerra de Rizembool contra Hanasaki, y, por extensión, mi propia existencia. No existe ninguna respuesta que satisface mi búsqueda. Estoy encontrando únicamente pensamientos encontrados y ambigüedades que no me brindan respuestas.”
“…” Honebami desvió su mirada. “No lo entiendo…”
“…”
“Lo que buscas no te será útil en llevar a cabo tu rol. Y al final, no importa aquello que buscas. No tienes opción alguna en tu presente posición. La vida de tu HiME es también un concepto que no te importa en lo absoluto…”
“…” Izuru alzó una ceja. “No estamos hablando sobre mi enemiga. Tienes razón en decir que no me importa en lo absoluto. No me importan las personas en general. Pero ello no tiene nada que ver con lo que estamos hablando.”
“…” volvió a mirarle.
“Ya me he explicado. Deseo comprender aquello que los humanos consideran tan importante del conflicto y encontrarle una explicación. Considero que lo que realizo, por más que sean órdenes es ineficiente. Mi propia orden también. Fui explícitamente indicado que peleara contra mi HiME, mas que no la eliminara. De lo contrario, ya lo habría hecho.”
“…es una orden bizarra, y contradictoria,” Honebami asintió. “Sin embargo, no tenemos opción de cuestionarla.”
“…”
“Estás en el deber de cumplir con lo que se pide…” le apuntó para marcar su punto. “Yagen ha sido quien te asignó como un Rebel y quien te dio todas las pautas a seguir. Tu deber es adherirte a lo que se te pide, por más ilógico que parezca.”
“¿Qué es lo que piensas sobre mi situación?”
“No tengo comentarios al respecto…”
“…”
“Sólo sé que es mi deber supervisarte y limitarte en caso que salgas de los parámetros establecidos,” recalcó, con leve severidad. “Si no obedeces e importunas a Yagen de algún modo, me veré obligado a herirte nuevamente. Es aquel el rol que debo cumplir, lo sabes.”
“…”
“Entonces…” bajó su brazo y regresó a su inmutabilidad. “¿Cómo tu búsqueda por el sentido me envuelve? ¿A qué se debe tu interés en hablar conmigo?”
“Por más que unas de mis habilidades sean la adaptabilidad y el rápido aprendizaje, continúo siendo un Rebel con poca experiencia de pelea y puede que aquello ayude en mi comprensión. He venido para solicitar más entrenamiento.”
“No soy yo a quien debes solicitar…” le contestó pausadamente. “Ello debe ser dirigido directamente a nuestro superior.”
“Lo sé…” dicho esto, Izuru miró más allá del peliblanco, quien se volteó para observar al recién llegado.
“Ciertamente…” Yagen respiró profundamente, visiblemente cansado. Él miró a los dos y sonrió con ironía. “Sus habilidades me sobrepasan… venir ha sido un buen ejercicio…”
“Yagen…” Honebami le miró.
“Izuru, para responder tu pregunta…” el doctor no perdió tiempo. “Honebami va a estar ocupado con el inicio de un proyecto y contará con menos tiempo para asistirte al menos por un par de semanas. Tendrás que esperar hasta entonces.”
“…” Izuru se mantuvo inmóvil, aunque aquel prolongado silencio podía leerse como una respuesta afirmativa de su parte.
“Oí parcialmente de lo que hablaban. Intentas encontrarle sentido a tu situación. Me parece bien,” sonrió comprensivamente. “Pero no lo confundas con lo que realmente tratas de encontrar.”
“…”
“A mi parecer, la existencia de la rivalidad entre Rizembool y Hanasaki es uno de los eventos más irracionales e ilógicos. Lo comprendes bien, eres altamente racional. Por ello mismo, nunca encontrarás una justificación válida,” se encogió de hombros con una pizca de entretenimiento. “El sentido que intentas encontrar no es lo que explica la realidad, más bien es tu intento de formar un parecer personal, algo que pueda explicar tu punto de vista únicamente. Es una característica muy humana.”
“…” Izuru le miró con leve incomprensión. “Eres impráctico.”
“¿A qué te refieres?”
“¿Por qué debo alargar mi estatus como Rebel? Has sido claro en decirme que posponga el asesinato de mi HiME y que únicamente pelee contra ella, pese a que poseo las habilidades para acabar con mi oponente de inmediato... Para ser una guerra que demande la derrota de Hanasaki, estás perdiendo tiempo valioso. Cuestiono tus motivos y ello ha resultado en mi presente dilema. Tampoco comprendo por qué decidiste que tomara más decisiones de las que debería.”
“Si quieres una respuesta honesta, tampoco estoy completamente seguro.”
“…”
“Si esta fuera una batalla tan simple como la exterminación del enemigo, entonces no estaríamos orquestando nada distinto de una guerra. Nunca ha sido tan simple. Creo con toda sinceridad…” sus lentes brillaron. “…que la razón por la cual somos tan tecnológicamente superiores es por alargar esta batalla sin sentido. Nosotros los humanos tendemos a hacer nuestras vidas más complicadas, y, en consecuencia, ajustamos nuestras circunstancias y arsenal para potenciarnos con el paso del tiempo. Mi maestro logró bastante bajo este imperfecto status quo.”
“…”
“Sin embargo, no declararé que este punto de vista es correcto y absoluto. Pero te ordeno que continúes peleando sin desencadenantes. Como un Rebel y un individuo, juzgo que tienes mucho por aprender y comprender, y por ello, espero que continúes creciendo con la búsqueda por tus propias respuestas. No vencer a tu HiME es precisamente lo que lo permitirá.”
“…”
“Te ves insatisfecho. La falta de una respuesta coherente te inquieta.”
“Te reservas. Lo puedo sentir…”
“Heh, es porque no soy tu propia mente,” sonrió con ironía. “No pensaré en tu lugar. Sólo continúa con tu propia rutina.”
“…como nuestro superior. Suenas irresponsable.”
“Podrías decir que mi reserva y ambigüedad es un intento de librarme de responsabilidad,” se encogió de hombros. “Aunque no intentes juzgarme. Yo simplemente no te controlo completamente. En mi punto de vista, un Rebel necesita tomar sus propias decisiones, y tu presente situación es una ventana al aprendizaje. Nada más.”
“…”
“Continúa con tu entrenamiento solitario. Estoy al tanto de tus avances constantemente. Te mantendré al tanto de cuándo podrás retomar tu entrenamiento con mi hermano, ahora…” le miró severamente. “Te he dicho que no acudas a este lugar sin una real emergencia. No tenemos más que conversar. Retírate cuanto antes.”
“…” Izuru rápidamente saltó y desapareció de la vista.
Con el Rebel fuera del mapa, Yagen dio un suspiro. Era su día libre y uno de los pocos recientes en el cual iba a visitar a su familia, y aquel elusivo Rebel había decidido aparecerse con tal de llamar su atención y realizarle preguntas. Fue inconveniente, aunque el doctor Toushirou lo consideraba muy apropiado. Su rol como científico de Rizembool nunca se detenía, y aquel recordatorio le pareció casi cómico.
“Honebami…” se giró a su hermano mayor.
“…”
“Tan atento como siempre. Agradezco tu vigilia,” Yagen sonrió complacido. “Una desventaja de no poder controlar a Izuru es que podría aparecerse incluso entre nuestros hermanos de considerarlo necesario. Ellos no deben verse envueltos.”
“No necesitas agradecerme,” le contestó inmutado y haciendo una venia. “Cumplía con mi función. Izuru nos ha seguido gran parte de nuestro trayecto a pie.”
“No me sorprende,” habiendo terminado con esa formalidad, Yagen finalmente se quitó sus lentes de lectura y los guardó en el bolsillo de su bata de laboratorio. Sonrió tranquilamente. “Hemos alargado nuestra ausencia. Debemos regresar o nuestros hermanos se preocuparán por nosotros.”
“Entendido,” asintió. “Este árbol no es confiable. Puedo ayudarte a bajar.”
“No te molestes,” sonrió con desafío. “Sería un insulto a mi familia si no tengo la habilidad.”
Después de la labor del día, tocaba pasar un momento más tranquilo en la comodidad de su hogar y con su estimada familia, de la cual eventualmente se tornaría más y más distante.