Finalmente con la segunda parte...
40.2.
Después de realizar el favor de dejar a las chicas y el arma en la zona comercial donde iban a pasear, Nagasone condujo hacia un mall que Roxas conocía. Este se animó a darle la dirección porque estaba a la orilla del mar y gozaba de una vista muy llamativa que atraía a los turistas.
Durante el camino, el mayor conversó con Roxas sobre distintos temas superficiales o curiosos. Este no hacía más que seguirle el tema con ciertos ánimos, aunque seguía sintiendo una leve pero muy presente inquietud. De todos modos, le fue inevitable comenzar con un tema propio en el camino. Ellos tomaron un puente que hace cuatro años recién estuvo en construcción, razón por la cual Sora condujo su auto fuera de la pista y cayó con este y pasajeros hacia el mar. Sin lugar a dudas, Nagasone se sorprendió bastante con aquel relato, aunque fue un detalle que amenizó más el diálogo entre los dos.
Al llegar, ellos apuntaron hacia las barandas que daban hacia el mar al fondo del mall e ignoraron las variadas y llamativas tiendas. Por tratarse del fin de semana, había muchas personas, aunque llegar a los balcones y ser recibidos por el brillante sol y la brisa marítima desapareció cualquier posible incomodidad.
“Sí es un buen sitio,” comentó Nagasone, quien estaba apoyado sobre la baranda y tenía su mirada fija en una bandada de gaviotas que sobrevolaban el mall. Él sonrió un poco. “Imagino que has venido aquí antes, aparte de esa vez en que te caíste al mar.”
“Ahh, no me lo recuerdes…” Roxas negó repetidamente con leve inquietud, pero terminó por sonreír con torpeza. “Aunque han sido varios años. Creo que comienzo a sentir la nostalgia de esa experiencia.”
“No me sorprendería, suena a una gran aventura,” él rió para sus adentros. “Otro día hay que venir con Urashima. Él ama el océano, pero ha tenido muy pocas oportunidades de verlo.”
“¿En serio?” Roxas se sorprendió un poco.
“Nuestra familia ha sido bastante recluida en el pasado, pero sé que las cosas cambiarán ahora que él se reveló para que le permitieran salir de nuestra residencia principal.”
“¿Qué vendría a ser eso?” preguntó, confundido.
“Los Kotetsu tenemos varias propiedades dentro del Japón. La casa donde vamos a vivir es en verdad nueva. Todo ese vecindario fue construido hace poco y tengo entendido que somos los primeros habitantes de nuestra casa.”
“Vaya…”
“Pero, regresando al tema, nosotros tenemos una residencia grande y privada en una zona rural en el interior del país. No sólo somos nosotros. Hay varios parientes con quienes convivimos, al igual que allegados. Es un complejo de residencias con un bosque aledaño.”
“¿E-en serio?” Roxas se vio casi asustado.
“Haha, no te lo tomes tan seriamente.”
“Es imposible no tomarlo así. Suena increíble…”
“Tienes que ir a conocer uno de estos días. Claro, no hay apuro y tienes tus obligaciones en tu universidad como estudiante y como el apoyo de tu hermana. Se verá en algún futuro,” él mayor perdió su mirada en el horizonte, manteniendo esa sonrisa tranquila y propia de él. “Por todo ello, pese a que nuestro padre es la cabeza de nuestra familia, no tiene una voz absoluta. Mis parientes en general siempre han sido muy cerrados con el mundo de afuera y desean preservar todas las características sobre lo que ellos consideran que es un ‘auténtico Kotetsu’. Eso significó que Urashima recibiera una educación y entrenamiento exclusivos y apartado del mundo de afuera, y sólo podía salir acompañado de familiares para competencias de kendo u otros eventos formales y ceremoniales.”
“…” ello sonaba un poco inconcebible. “No imagino que Urashima sea del tipo que estaría contento con ese tipo de vida.”
“No, definitivamente no… aunque pese a no ser compatible con ello, él nunca se opondría a algo que dicta uno de nuestros parientes. Urashima exalta a su propia sangre y considera a la familia muy por encima de todo lo demás. También es un buen chico que se lleva bien con todos y nunca guarda rencor a nada ni a nadie. Todo eso le ha permitido ser paciente por mucho tiempo,” miró de reojo al rubio. “Hasta que escuchamos de ti. Desde el mero inicio, él insistió que debía salir de nuestro hogar para conocerte. Es entendible,” sonrió un poco. “Urashima te ha estado esperando toda su vida…”
“…” Roxas se inquietó y bajó su mirada al piso. “Yo… no es justo para él. No sé por qué, pero siento que debo disculparme…”
“¿Por qué dirías eso?” le preguntó Nagasone, extrañado, quien rápidamente volvió a sonreír. “Vamos, es sólo normal que él sienta eso por ti. En su situación, sí estuvo al tanto de que existías. De haber sabido que tenías un hermano como Urashima por varios años, seguro que tú también habrías querido conocerle.”
“…” el Key mantuvo su incomodidad y desvió su mirada hacia el mar. “Pues, siempre supe que tenía una familia afuera en el mundo. O sea, debía venir de algún lado. Pero sinceramente nunca le di mucha importancia. Para mí, Cho ha sido mi familia toda mi vida. Aparte de eso, a lo mucho sentí curiosidad sobre mis orígenes, pero nada más…”
“Hm, tiene sentido,” Nagasone se vio entretenido.
“Ehh…” Roxas de inmediato se inquietó por haber admitido ello. “¡N-no es que les menosprecie ni nada! ¡S-sólo que-!”
“¡Hahaha, tranquilo, tranquilo!” el mayor le dio un par de palmadas en su hombro, riéndose abiertamente. “Está bien que hayas pensado así, ¿sabes? No fuiste del tipo que te desesperaste por ser huérfano ni agarraste rencor hacia esas personas que no conociste. Tu actitud de aceptar a tu hermana como tu familia y ser cercano a quienes te rodeaban en tu colegio es sinceramente muy saludable. Me alivia saber que pensaste así.”
“Eh… s-sí…”
“Por eso mismo sé que no puedes vernos como hermanos con toda facilidad. Lo comprendo, y te apoyo porque nadie cambiaría de parecer tan fácilmente,” le aclaró amenamente y sonriéndole. “Incluso yo que he esperado conocerte no te veré ni te trataré del mismo modo que a Urashima. Así que piensa en nosotros como amigos. Como tal, estaré ahí para ayudarte a entrenar y llevarme bien contigo. Tampoco sientas que tienes que dirigirte hacia nosotros como hermanos. Nuestros nombres están bien.”
“Tiene sentido…” Roxas asintió, un poco más calmado por esa sugerencia.
“Bien,” el mayor se soltó de la baranda y se giró para mirar a los locales más cercanos de los balcones, los cuales en su mayoría eran puestos de comida. “Tenemos bastante selección para el almuerzo. ¿Se te antoja algo especial? Yo invito.”
“Ehm…” miró hacia los distintos locales sin realmente animarse por nada, aunque estuvo convencido que no se sentiría para nada cómodo pidiendo algo caro. Vio un puesto de McDonald’s cerca y supo que eso sería suficiente, aparte que era un restaurante sin pierde para él. “Me iré por hamburguesas. No sé si has comido McDonald’s antes.”
“Haha, por supuesto, no que lo prefiera, pero sí,” se encogió de hombros y miró a Roxas. “Aunque no me sorprendería que Urashima nunca haya pisado uno en su vida. Dan ganas de comprarle una cajita feliz, ¿no?”
“Ehh, haha, buen punto,” sí sonaba a algo que apreciaría. “Pero mejor sería traerlo aquí.”
“Tienes razón. No hay que quitarle la emoción de escoger su juguete personal,” rió un poco para sus adentros. “Oh, vamos, que parece que ese grupo grande de niños se está animando a entrar.”
“Pero, ¿seguro que no te importa McDonald’s?”
“Estoy bien, no soy selectivo, y te pedí que escogieras.”
“Sí…”
Ellos entraron para pedir sus respectivos combos y la atención fue casi inmediata, para lo cual fueron a buscar una mesa en el exterior del restaurante y así mantener la vista hacia el mar. Pese a que se sentía cómodo y en sintonía con quien vendría a ser su hermano mayor, Roxas podía notar una familiar incomodidad interna. Era aquel recelo y desconfianza de acercarse a alguien, de ser vulnerable. Ello que había surgido luego de la desilusión hacia Cho y hacia otras personas que había experimentado durante el conflicto de hace tres años. Comprendía muy bien que era una reacción instintiva hacia esa familia que se había aparecido de la nada, y que derivaba de su escepticismo ante la presente y positiva situación…
“¿Qué sucede?” le preguntó el mayor. “No has tocado tu comida. ¿Algo te molesta?”
“Estoy bien, perdón…” Roxas desvió su mirada.
“Te sentirás incómodo,” sonrió un poco por poder imaginar el lío que su hermano debía traer dentro de sí. “Está bien, no todos los días uno se entera de algo tan increíble…”
“N-no es precisamente eso…” negó, ofuscado.
“¿Será algo que quieres compartir?”
“Pues…”
Siguió un momento de silencio mientras Roxas lo meditaba. Era un temor interno y palpable, que le paralizaba y le daba varias dudas. Que le hacía sentir que quizás se estaba volviendo muy vulnerable y que debía dar marcha atrás. Pero… él mismo se recriminó por andar escuchando a su lado más débil. Fue ese sentimiento lo que le hizo mantener distancia de su hermana, y lo que le forzó a vivir con arrepentimientos y huir de sus problemas del pasado. También pensó en su conversación con Axel, y en el hecho que no podía continuar viviendo y lidiando con las cosas de la manera en que lo había estado haciendo.
No… a esas personas que le habían ofrecido tanto y que estaban ahí por él les debía volverse vulnerable y sincero, y hacer un esfuerzo, para variar… también por su bien y el de su hermana y su prima…
“Después de esta comida… quisiera ir a un lugar en especial…” dijo Roxas, meditativo, finalmente contestando al mayor.
“Claro, ¿a dónde quieres ir?”
Urashima y Horikawa fueron guiados a la heladería por los hermanos. Por ser el fin de semana y en una de las horas más cálidas del día, se toparon con varios haciendo fila. Primero pasaron Gokotai y Horikawa ya que Namazuo tenía el interés de enseñarle a Urashima las múltiples opciones de postres disponibles.
“¡Ohhh! ¡Hay tantos sabores!” exclamó el rubio, quien debía escoger un sabor de helado, aunque había tantos tipos que se encontraba perdido y entusiasmado a la vez. “¡Ni sé qué puedo escoger de aquí y no sé sobre la mayoría! ¡Todo es muy genial!”
“Como tu primera vez, te recomiendo que vayas por vainilla,” le sugirió el mayor.
“¿Eh? Pero ese ya lo conozco.”
“Hehe, es porque más adelante hay toda una barra de muchos postres, dulces y condimentos que puedes echarle encima a tu vaso, y la vainilla es el mejor sabor que va con todo eso~”
“¡Ohh! ¡Así que eso es lo que se ve por allá!” sus ojos brillaron de emoción. “¡Ya! ¡Te tomo la palabra! ¡Un vaso grande de vainilla, por favor!”
“¡Que sean dos!” se apuntó Namazuo. Ellos recibieron sus vasos y continuaron por el camino para observar múltiples fuentes con grageas, trozos de chocolates y galletas, frutas confitadas, maníes de varios tipos, marshmallows, jarabes, entre otros.
“¡Ahh, ni sé por qué irme!” el rubio miró de un lado a otro con leve angustia. “Si me voy por los chocolates, luego me estaré perdiendo de las galletas…”
“No te preocupes,” le dio un guiño. “Agárrate los dos~”
“¡¿Se puede?!”
“¡Claro que sí!”
“¿Y también podría echarle esta miel?”
“Sí, de todos modos.”
“¡¿Y-y-y el chocolate derretido?!”
“¡Por supuesto!”
“¡¿Y-y esta crema blanca que no sé qué es?!”
“¿Chantilly? ¡Hahaha, esa es obligatoria para los helados!”
“¡Ohhh! ¡Y quiero ponerle muchas cerezas y trozos de plátano! ¡Ahh!” apuntó a un contenedor de dulces. “¡¿Qué es eso?!”
“¿Eh?” Namazuo lo observó y se puso a pensar. “Tiene el letrero de nuevo. Hehe, no tengo ni la más mínima idea.”
“¡Yo tampoco, pero creo que lo echaré!”
“¡Entonces yo también! ¡Esto es tan emocionante!”
“¡Sí! ¡No sé qué esperar, pero no tengo miedo alguno!”
“¡Así se vive la vida!”
A su alrededor, las otras personas de la fila se detuvieron a observarlos un tanto perdidos. El par hablaba con tanto entusiasmo que nadie se sentía cómodo de acercárseles ni para servirse los condimentos disponibles. Era también impresionante cómo los dos estaban atrapados en el frenesí al punto en el cual tenían más volumen de condimentos que de helado.
“Uhh…” Horikawa dio un pesado suspiro. “Se están dando cuerda mutuamente…”
“Ehh…hehe…” Gokotai sonrió incómodo. “M-mientras la estén pasando bien…”
Luego del breve show, los cuatro salieron para ocupar una mesa debajo de una amplia sombrilla donde iban a consumir su postre.
“Ahh, no sé por qué, pero me siento renovado…” Namazuo extendió sus brazos hacia arriba para estirarse, y luego tomó su cuchara. “¡Es hora de degustar esta exquisitez!”
“¡Exacto!” se sumó Urashima. Los dos comenzaron a comer su selva de aditivos mezclado con el helado. Al tener las copas grandes, tenían bastante que consumir. De repente, el rubio se detuvo y se agarró su cabeza. “¡Ah, ah, ah! ¡Duele! ¡¿Qué es esto?!”
“Has comido muy rápido,” observó Horikawa. “Tienes que tener un ritmo con el helado o te dará dolores de cabeza.”
“Uhh, no sabía eso…” se lamentó.
“Será que no consumes muchas cosas heladas,” Namazuo sonrió. “No te preocupes. Ahora que tienes una casa cerca de una tienda tan rica, sé que te habituarás en poco tiempo~”
“Espero que no sea tanto así…” Horikawa negó. “No es lo más saludable comer tanto helado.”
“¿Tora-kun?” Gokotai notó a su tigre posar sus patas delanteras en sus piernas y mirarle con unos ojos amplios y casi suplicantes. “Ehh, p-perdón, se me había olvidado,” acto seguido, el peliblanco sacó un termo de una mochila que traía y le sirvió un poco de agua, para apoyarla en el piso. “Hehe, es agua fresca. Disfrútala…”
“Ohh…” Urashima se sorprendió al ver el gesto del pequeño y sonrió. “Eres muy bueno con tu mascota, me gusta.”
“Tora-kun no puede comer helados ni dulces, por eso siempre intento tener algo para él cuando salimos,” explicó, con una sonrisa. “No es justo que sólo yo pase un buen rato.”
“Tiene sentido, debería hacer lo mismo con Kamekichi,” él sacó a su tortuga de su hombro y la apoyó en la tierra de una maceta al costado de su silla. “Disfruta de este ambiente mientras termino con mi postre~”
“Recuerda no comer tan apurado,” le recordó su amigo.
“¡Sí, estaré bien!” le contestó con ánimos y continuó a un paso más controlado. “¡Ahh, qué rico~!”
Horikawa le sonrió y observó a los dos ambiciosos de helados consumir sus postres. A diferencia de ellos, tanto Horikawa como Gokotai habían ordenado copas chicas con pocos aditivos para no matar sus apetitos antes del almuerzo. Por ello, ambos habían terminado antes y ahora les tocaba esperar a los otros dos. En su espera, Horikawa observó al pequeño acariciar a su mascota mientras la miraba con ternura, y se dio cuenta de algo.
“Ohh, creo que te he visto anteriormente, Gokotai,” comentó sorprendido.
“¿E-eh? ¿Cómo así…?” le preguntó el menor, ladeando la cabeza.
“Hace unos días fuimos a Rizembool en la tarde para encontrarnos con un amigo y le vi hablar con un chico muy parecido a ti a distancia,” explicó Horikawa, sonriendo.
“¡Ohh! ¡¿Conoces a Monoyoshi?!” preguntó Urashima al pequeño.
“¡Ahh!” los ojos de Gokotai se iluminaron ante la mención de aquel chico y asintió con gran dicha. “¡Sí! ¡N-no sabía que eran amigos de senpai! Hehe, es un gusto.”
“¿Senpai?” preguntó Namazuo. “Pensé que ese chico estaba en tu salón.”
“Sí lo está, Namazuo-niisan, pero es mayor que yo y también actúa como un mentor y cuida de mí en el colegio,” explicó su hermanito, casi emocionado.
“Ya veo,” asintió contento. “Es un buen chico, ¿no es así? No he hablado con él, pero tengo más que suficientes razones para apreciarle si te está cuidando tan bien~”
“Hehe…”
“¿Eh? Pero… ¿cómo así están en el mismo salón?” preguntó Urashima, confundido. “Monoyoshi es mayor que tú por varios años, y no parece que estés por graduarte del colegio…”
“P-pues… es una larga historia…” Gokotai desvió su mirada, incómodo.
“Vamos, no reacciones así,” Namazuo le revolvió los cabellos y decidió explicarlo en su lugar. “Lo que pasa es que Gokotai ha estudiado con mucha dedicación y lo adelantaron varios años en el colegio. Pese a no tener la edad, mi lindo pequeñín ya está por graduarse y ponerse al mismo nivel que su muy orgulloso hermano mayor, ¿no es así?”
“Ehh, e-espero llegar a tu nivel algún día, Namazuo-niisan…” se sonrojó un poco y sonrió ampliamente por el cariño que su hermano siempre le irradiaba.
“¡Por supuesto que sí! ¡Yo tengo grandes esperanzas de ti!”
“Ahh, ya veo,” Horikawa asintió contento e impresionado. “Entonces debes ser muy inteligente.”
“N-no, en verdad…” bajó su mirada, inquieto. “E-en verdad tengo muchas dificultades manteniendo el hilo a las cosas… las clases son difíciles… es un poco demandante para mi edad… p-por eso senpai es muy bueno conmigo y me ayuda un montón…”
“Ehh…” esa observación retraída y un poco torturada preocupó a Horikawa. “Si es difícil quizás no deberías exigirte tanto.”
“N-no, tengo que hacerlo…” Gokotai negó, decidido. “Todos mis hermanos se han esmerado para adelantarse en sus cursos… no puedo quedarme atrás… y también tengo que ser un ejemplo para mis hermanos menores…”
“Wow, ¿cuántos hermanos son?”
“¡Somos un montón!” exclamó Namazuo, quien volvió a revolver los cabellos a su hermanito. “Aunque no hay ninguno tan lindo como mi Gokotai~ Dirás que es difícil, pero no cualquiera puede saltearse tres años de sus estudios ni aunque lo intenten. Además, cuentas con todos en casa también~”
“Te deseo lo mejor. Puedo sentir tu interés y vocación en tu meta,” Horikawa le sonrió.
“G-gracias…” asintió con timidez.
“¿Y cómo así estás estudiando en Hanasaki?” preguntó Urashima. “Tengo entendido que Namazuo está en Rizembool…”
“P-pues…” Gokotai juntó las yemas de sus dedos índices y desvió su mirada avergonzado. “La mayoría de mis hermanos están en Rizembool, p-pero… yo soy temeroso… y d-débil todavía… q-quiero hacerme más fuerte durante este año para poder aventurarme en Rizembool y ser un estudiante ahí… n-no quisiera ser una carga cuando entre a la universidad… y sé que estoy en edad de madurar…”
“No digas cosas así,” Namazuo abandonó su silla y fue a abrazar a su hermanito de costado, con una sonrisa sonsa. “Eres tan adorable y sensible, pero a la vez sé que eres fuerte por dentro y capaz de mucho. No puedes andar desanimándote a ti mismo.”
“E-está bien…” asintió mínimamente.
“¡Aww, eres tan lindo~!” apretó más su abrazo y sobó la cabeza de su hermanito con la suya. “¡Por algo eres mi hermanito favorito~!”
“¡N-Namazuo-niisan, n-n-no tengas favoritismos, por favor!” Gokotai se alarmó.
“Me es inevitable, pero es nuestro secreto, ¿sí?”
“Uhh… no soy merecedor…” el pequeño bajó su mirada.
“Sí que lo eres, tú tranquilo~” Namazuo le soltó y tocó la punta de su nariz de manera juguetona, para agarrar su vaso de helado vacío. “Estaba tan rico que pienso repetir, ¿alguien me acompaña?”
“S-sí que está rico, pero creo que es mucho frío para mí,” dijo Urashima, torpemente.
“Todavía tenemos que ir a comer, ¿estás seguro?” preguntó Horikawa.
“Si me lleno rápido, mi comida será para llevar, no hay problema,” declaró haciendo una v con sus dedos. “¿No quieres algo, Gokotai?”
“E-estoy bien, nii-san, gracias…” asintió. “Te esperamos.”
“¡No me tardo!”
Él se fue corriendo de regreso al interior del local. Sin duda, su ausencia trajo un momentáneo silencio en la mesa, hasta que el pequeño decidió hacer una pregunta.
“Ehh… s-si no les molesta…” Gokotai miraba a un punto aleatorio de la mesa frente a él con tal de no mirar a nadie a los ojos. “¿C-cómo así se conocen con Namazuo-niisan?”
“¿Hm?” Urashima ladeó la cabeza.
“¡E-ehhh!” curiosamente, eso bastó para que Gokotai se inquietara y temblara un poco. “¡P-perdón! ¡S-s-sé que la pregunta suena mal! ¡N-no es nada contra ustedes! ¡S-son buenas personas, en serio! ¡Y-yo, sólo tengo curiosidad y…!”
“Hehe, entiendo, está muy bien,” el rubio le sonrió alegremente. “Pues, en verdad nunca lo habíamos conocido, sólo escuchamos de él.”
“¿C-cómo así…?” preguntó confundido.
“Pues, hace muchos años él participó en competencias de kendo,” comentó Horikawa. “Sabíamos sobre él por ello, pero nunca tuvimos la oportunidad de competir contra él porque se retiró. Y hace poco me encontré con él de casualidad por Rizembool. Eso es todo.”
“…” curiosamente, Gokotai se vio sorprendido y bajó su mirada con tristeza.
“Sí que es muy buena gente. Siento que puedo pasar todo un día con él haciendo nada y no me aburriría,” dijo Urashima, entretenido.
“Namazuo-niisan es muy cálido… y le gusta hacerse de amigos…” comentó, en voz baja.
“Sí, me da la impresión,” Horikawa asintió, aunque había notado la reacción del pequeño. “Gokotai, ¿sucede algo? Te ves pensativo.”
“Ehh… perdón… es sólo que…” el dio un suspiro y se atrevió a mirar a Horikawa directamente. Los ojos del pequeño temblaban y tenía un semblante temeroso, aunque decidido. “¿Ustedes le preguntaron sobre el pasado?”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?” Urashima le miró con curiosidad.
“Yo lo hice, cuando le conocí…” Horikawa adoptó seriedad y un poco de preocupación. “Namazuo simplemente cambió de tema.”
“…” Gokotai asintió y volvió a bajar su mirada. Él agarró su camisa y comprimió un poco sus puños. “Ehh… s-sólo quisiera pedirles que no le pregunten nada del pasado, por favor… el pasado ya fue… Namazuo-niisan no gusta hablar al respecto… eso es todo…”
“¿Por qué…?” Urashima pareció comprender que se estaba perdiendo de algo.
“S-sólo… el pasado ya no existe…” Gokotai dio un suspiro. “Nii-san se ve a gusto con ustedes… yo también pienso que son personas muy amigables y auténticas… esto es agradable… por eso sé que entenderán si no quiero decirles nada más…”
“S-sí…” el rubio no tuvo de otra que asentir.
“Lo comprendo. Debe ser un asunto personal,” Horikawa le sonrió. “Gracias por decírmelo, me había quedado con la duda. Y en verdad aprecio mucho a tu hermano. Ha sido tan amable con nosotros y espero que podamos salir más veces a futuro.”
“Yo también lo espero,” Gokotai sonrió un poco. Después de ese pedido, se vio más a gusto. “Hehe, gracias…”
“No te preocupes por los detalles. Mientras todos pasemos un buen rato juntos, no importa,” declaró Urashima, animado. “Además me gusta mucho que estés preocupado por tu hermano y andes tan al pendiente de él. ¡Eres un buen hermanito! ¡Definitivamente lo apruebo!”
“Ehhh… g-gracias…” se avergonzó aunque sonrió contento.
Horikawa se puso a pensar con respecto a lo que acababa de oír. Cuando había tenido la conversación con Namazuo, tuvo la impresión de que el escándalo que hubo de parte de un miembro de los Toushirou en esas competencias era la razón por la cual él se había visto tan incómodo, aunque en retrospectiva y por el énfasis que Gokotai había tenido, parecía que se debía más al simple concepto del ‘pasado’ y no a la actividad en sí.
También recordó las frías y desconcertantes palabras que Honebami le había dicho sobre sí mismo al respecto:
Aquella persona a la cual te refieres ya no es alguien por quien deberías preocuparte en el presente.…
“¡Regresé!” se anunció Namazuo, llegando con un vaso más chico. “Hehe, al final decidí contenerme y sólo repetí una porción pequeña. Puedo comerlo por el camino, así que vayamos en marcha al restaurante~”
“¡Entendido!” exclamó Urashima. “Sólo déjame recoger a Kamekichi… ¿eh? No está en la maceta…”
“T-Tora-kun ya terminó su agua…” Gokotai se levantó como resorte y miró de un lado a otro. Terminó divisando a su tigre a un par de mesas a distancia, el cual jugaba con algo que parecía ser una roca, la cual movía con sus patas. Sin embargo, no era una roca…
“¡Ahhh! ¡Kamekichi!” el rubio se aterró por reconocer al caparazón de su tortuga y corrió para quitársela al tigre y agarrarla con mucho cuidado con sus manos. “¡Kamekichi, respóndeme!”
“¡¿E-está b-b-bien?!” preguntó Gokotai, temblando ligeramente. “P-perdón…”
“Felizmente que tiene un caparazón…” Namazuo dio un suspiro.
“S-sí… debe estar bien… supongo…” el rubio esperaba ver a su mascota resurgir como siempre lo hacía, pero se estaba tomando su tiempo. Él acercó su oreja y movió ligeramente el caparazón en un intento de despertarle, pero se angustió de sobremanera al no recibir respuesta alguna. “¡AHH! ¡C-creo que está muerto!”
“¡AAHHH, N-N-NOOO!” Gokotai se agarró su cabeza con sus manos y se encogió en el piso.
“¡Kamekichi! ¡Nooo!”
“¡U-Urashima, mira!” le despertó su amigo.
“¿Eh?” este vio la cabeza de su tortuga asomarse con mucho cuidado como quien se aseguraba de que no había moros en la costa, y finalmente terminó de resurgir. Ante ello, su dueño dio un muy profundo suspiro. “Ahhh… n-no me asustes así…”
“No nos asustes así, tampoco…” se quejó Horikawa, impaciente.
“P-perdón…” Urashima se agachó a la altura del menor y le mostró su tortuga. “Gokotai, mira, Kamekichi está bien.”
“K-Kamekichi-san…” este asintió mientras secaba sus lágrimas. “P-perdóname…”
“Todo está bien, Gokotai,” Namazuo volvió a abrazarle le costado y le hizo levantarse del piso. “Ya pasó el susto. Ahora hay que ir a comer algo, ¿sí?”
“S-sí…” este hizo una reverencia hacia Urashima. “L-lo siento mucho…”
“¡N-no, no te disculpes! Asusté a todos aquí, siento las molestias,” admitió, sonriendo con torpeza. “Sigamos pasando un buen rato juntos.”
“Sí… por supuesto…” se terminó de secar las lágrimas.
“Todo está bien,” Namazuo sacó las llaves de su auto. “Ni bien regresemos a la comodidad de mi carro último modelo, nuestros problemas dejarán de existir. ¡Se los aseguro!”
“I-Ihhh…” su hermanito se inquietó por los recuerdos de guerra en la pista.
“Ehm… Namazuo,” Horikawa se le dirigió con una sonrisa y juntó sus palmas. “S-siento hacer este pedido, pero… ¿sería posible que yo condujera hasta el restaurante? Tengo ganas de probar la potencia y gran calidad de tu auto, si no es mucha molestia.”
“¿En serio?” este se sorprendió, pero sonrió animado. “¡Si tienes licencia, por supuesto! ¡Eres más que bienvenido!”
“¡Oh, muchas gracias!” Horikawa hizo una reverencia. “Y sí, tengo licencia, aunque todavía no carro propio. Pero sí te aseguro que tengo bastante experiencia.”
“Está bien, confío en ti. Eres del tipo responsable, ¿no?”
“Por supuesto,” mantuvo su sonrisa y ánimos mientras oía tanto a Urashima como Gokotai dar suspiros aliviados. Al menos les ahorraría el terror en la ida, especialmente porque el dueño del carro estaría muy entretenido con su postre adicional.
“Entonces vamos~ tengo que mostrarte todas las configuraciones para acomodar tu asiento y el aire acondicionado~” canturreó Namazuo.
Con ese pedido, el grupo se reorganizó para ir al restaurante donde tendrían un tranquilo y entretenido almuerzo.
El paseo de los niños provenientes de Rizembool había sido cerca de la universidad por la dificultad que Monaca tenía para movilizarse. De todos modos, contaban con un área de tiendas y restaurantes cercana donde habían podido darse un rápido almuerzo en un establecimiento de comida rápida y se encontraban comprando postres antes de regresar.
“Hmm, está muy rico~” exclamó Monaca luego de probar un poco del helado que había recibido de Nagisa. “En verdad te agradezco mucho, Shingetsu-kun. Yo no podría haber hecho la fila por mi silla de ruedas…”
“No me agradezcas. Es lo menos que puedo hacer por ti,” le contestó el peliceleste con firmeza, aunque también un poco de vergüenza al verse a gusto por el elogio de su amiga. “E-en verdad es un placer acompañarte y comer helados juntos.”
“Hehe, en verdad que sí, tú sabes que siempre amo pasar tanto tiempo con mis queridos amigos,” sonrió ampliamente y con gran dicha. “Además tú siempre andas trabajando un montón y estresándote con tus deberes, por eso espero que te estés divirtiendo hoy~”
“S-sí, m-muchas gracias…” desvió su mirada, avergonzado.
“Hm~ eres lindo cuando te avergüenzas~”
“Ehh…” el chico juntó la yema de sus índices sin saber qué más decir.
“Ah, pero no te desentiendas de nuestra conversación, Rai-kun. Cuando digo amigos, por supuesto que también me refiero a ti,” aclaró la chica, de muy buenos ánimos.
“No quería meterme en su conversación,” confesó Hotarumaru, ladeando la cabeza. “Gracias por considerarme. Entiendo, pero no quiero llamarte mucho la atención.”
“Hehe, cualquiera diría que te gusto~” canturreó.
“¿E-eh?” Nagisa se vio casi asustado por la idea.
“Monaca, tú sabes que eso nunca sucederá…” el pelicenizo negó con leve frustración. Como siempre, ella se encontraba inquietando a su amigo con cualquier pretexto.
“Lo sé, lo sé~ Para mí, tú eres un lindo hermanito. Pero es precisamente por eso que me gusta pasar el tiempo contigo. Eres un buen chico sin segundas intenciones o esperanzas infundadas de ganarse mi atención tan definitivamente. Gente así cansa bastante,” ella se giró al peliceleste con la mejor de sus sonrisas. “No lo crees así, ¿Shingetsu-kun?”
“Ehh… s-sí, claro,” él asintió con leve torpeza y de inmediato adoptó seriedad. “Si alguien fuera a querer molestarte, tengo que detenerle a todo costo.”
“Hmm, ya casi suena a que eres de esos que intenta ganarse el parecer de otros irracionalmente,” Monaca mostró cierta frustración y decepción en su rostro. “Espero más de ti, Shingetsu-kun.”
“S-s-sí, t-te aseguro que no soy alguien quien te molestaría ni por accidente,” le comentó, tenso.
“Hehe~ me alegra~”
“Monaca…” Hotarumaru negó. Al menos el caso parecía cerrado.
“Pero no te veas tan desanimado, Rai-kun. Vi que te comiste tu postre en dos bocados. Se nota que te gustan mucho los helados, ¿no es así?”
“Sí, por supuesto,” él se animó ante la mención de su delicioso postre. “He estado tan ocupado que no he podido visitar esta hermosa tienda. Ha sido un rato muy agradable para mí.”
“Lo sabía,” Monaca asintió y ensanchó su sonrisa. “Por eso fue un timing perfecto que justo Yagen-niichan se molestara tanto conmigo como para pedirte que me sacaras de su laboratorio. ¡Tú y Shingetsu-kun fueron perfectos escoltas!”
“Suena a que lo hiciste a propósito…” comentó el pelicenizo, entrecerrando los ojos.
“B-bueno, Monaca-chan no se encontraba asistiendo a nadie. Seguramente estaba aburrida y tiene mucho sentido que velemos por ella también,” dijo Nagisa. “Pero sí ha sido un rato agradable. Ya no te veo tan seguido desde que estudias en la universidad.”
“Bueno, es cierto,” Hotarumaru asintió, sonriendo un poco. “Tendremos que repetirlo con más frecuencia, ¿sí?”
“Mientras mi horario me lo permita…”
“Hehe, lo mismo digo.”
“…” Monaca había hecho un puchero por notar que los dos hablaban entre sí y ella pasó a segundo plano. Entonces, pensó en una idea para volver a llamarles la atención. “¡Ah, cierto! ¡No se olviden que tenemos que comprar unos postres para mis nii-chans! ¡Como los menores, es nuestro deber amenizar el ambiente!”
“En verdad dudo que te dejen entrar de nuevo,” comentó Hotarumaru, pensativo.
“Pero no duele intentar, y la intención cuenta, ¿cierto?”
“Como siempre pensando en otros, Monaca-chan,” Nagisa asintió. “Está bien, respeto tu plan. ¿Qué podríamos comprar?”
“Vi unas hermosas tartas de fresas en esa panadería de por allá,” apuntó. “En verdad me haría una gran ilusión compartirlo entre todos. ¿Qué tal si ustedes van mientras les espero?”
“Pues, admito que también me llamaron la atención…” dijo el pelicenizo.
“Tú siempre andas desviando tu mirada hacia los postres, Hotaru…” su amigo negó. Tampoco podía decirle mucho porque sin duda su querida Monaca-chan también había tenido su atención dirigida hacia esa tienda.
“Ah, ahora que lo pienso, sería mejor que me mueva de regreso a la universidad,” sugirió la chica, con una amplia sonrisa.
“P-pero Monaca-chan, es peligroso…” el peliceleste se angustió.
“Estaré bien, Shingetsu-kun. Muchas gracias por tu dedicación, pero no tienes que temer por mí. Lo digo porque mi silla no es muy rápida y ya debe estar necesitando una carga, así que no quiero utilizarla a gran velocidad. Pero tranquilo que te prometo que no cruzaré la avenida sola, ¿está bien?”
“Ehh…” de todos modos, el chico claramente temía por su bienestar.
“Me parece una buena idea,” Hotarumaru asintió y miró a su amigo. “Tranquilo, Nagisa. Podemos confiar en Monaca. Sabes que es una persona bastante racional.”
“Lo soy~”
“P-pero… en el camino de ida casi se va hacia el tráfico.”
“No te preocupes por eso…” su amigo negó con leve pena y frustración ya que eso obviamente había sido un intento de la chica de llamar su atención e inquietarle, pero prefirió no decirlo tan abiertamente.
“Shingetsu-kun, ¿acaso no confías en mí?” le preguntó Monaca con sus ojos muy abiertos que inspiraban gran pena.
“N-no es eso, Monaca-chan. S-sólo intento velar por ti…”
“Pero Rai-kun también lo hace y él sí confía en mí y me da libertades,” hizo un puchero. “¿Es que acaso mi querido Shingetsu-kun no quiere dejarme vivir mi vida?”
“¿E-eh? N-no es eso, es que…”
“¿Tú crees que no tengo suficientes limitaciones por andar postrada en una silla de ruedas?” le preguntó con una voz más aguda y ojos llorosos.
“¡N-nunca diría eso! ¡L-lo juro, Monaca-chan!”
“¡Pero seguro que sí lo pensarías!” exclamó para cubrirse su rostro con sus manos y ponerse a llorar. “¡Tú no me quieres, Shingetsu-kun!”
“¡N-no es verdad! ¡Monaca-chan, tú eres muy especial para mí!” le dijo en voz alta para dejarse oír por encima de ella. “¡En serio! ¡Por favor, no llores! ¡Lo siento, lo siento mucho!”
“¿Entonces sí me quieres?” le preguntó asomando sus ojos por encima de sus manos.
“Ehhh…” el pequeño volvió a sonrojarse y a desviar sus ojos luego de caer en cuenta que lo había dicho tan fuerte. Su mirada llegó al suelo, donde tuvo que contestar. “S-sí… sí lo dije. En verdad t-te q-q-quiero…”
“¡Yay~!” Monaca volvió a extender sus brazos al cielo en señal de victoria y alegría. “Entonces me alegra mucho saber que no me has defraudado y que cuento contigo para todo. Sí que eres un gran amigo, Shingetsu-kun~”
“S-sí…” asintió. “P-puedes ir adelantándole. S-sólo espéranos en el cruce.”
“Por supuesto~ nos vemos, chicos~” ella comenzó a moverse de regreso hacia la universidad, la cual era una distancia bastante corta.
“Vaya…” Hotarumaru dio un suspiro. “Siento que esto tenga que pasarte.”
“Monaca-chan es particular, pero sé que es sólo su sentido del humor,” Nagisa negó. “No te preocupes por mí, Hotaru.”
“A veces quisiera que tú te preocuparas por ti mismo…”
“¿Qué quieres decir con eso?” se extrañó.
“Nada, descuida,” el pelicenizo optó por restarle importancia y sonreírle para no inquietarle más. “Tenemos que ir a conseguir esa deliciosa tarta, así le daremos el alcance pronto.”
“Claro, parece que hay gente en fila. Vamos.”
Después del plan de Osaka de conseguirle un celular a Kashuu y de ir a comer con todo el grupo, el chico había tenido un pedido: quería conocer Rizembool U en persona. Esa fue una decisión un poco desconcertante para Cho, aunque era evidente que su arma poseía un espíritu más atrevido y confiado que ella misma.
Por ello, todos se encaminaron hacia dicha universidad. Como había un conjunto de tiendas cerca, la mayoría decidió quedarse en una tienda de postres a degustar algunas exquisiteces mientras Kashuu terminaba de saciar su deseo de observar la base enemiga. De todos modos, él les aseguró que no tenía intereses de ingresar, y que observar la entrada al otro lado de la avenida le sería más que suficiente.
Cho estaba acompañándole, con ambos apoyados en una pared y mirando hacia dicha universidad. Al tratarse del fin de semana, no había tantos estudiantes, pero la actividad era evidente. Ella miró de reojo al chico que todavía miraba a dicho lugar con un cierto desinterés, pero persistía en darle toda su atención. La HiME esperó un poco antes de cuestionarle.
“Ehm, Kashuu, ¿a qué se debe tu pedido de venir hasta aquí?” le preguntó.
“Si piensas que tengo el interés de buscar a tu Rebel para pelear, déjame reconfortarte,” él sonrió un poco mientras tomaba una última foto de la entrada con su celular. “Tampoco necesito realmente ingresar para saber cómo luce por dentro. Como una parte de ti, poseo conocimientos y recuerdos que tú misma has guardado con el tiempo, aruji. Sin duda, los más presentes y resaltantes en mí son todos aquellos que están relacionados con el conflicto. Esta misma entrada es también algo que yo hubiera podido reconocer.”
“Entonces…”
“Vine porque verlo con mis propios ojos y tomar la decisión de presenciarlo es una declaración para mí mismo, un recordatorio de quiénes son mis enemigos, y de mis razones para pelear,” él miró de reojo a Cho y le sonrió. “No es nada realmente serio o alarmante. Es simplemente aceptar la vida por cómo es y adentrar el desafío en mi persona. Nada más.”
“Entiendo…” Cho asintió. Sin lugar a dudas, él tenía una mayor identidad con el conflicto al punto en el cual la idea de la guerra o peleas le era completamente natural sin realmente causarle estrés. Era un poco admirable. Sonrió un poco. “Podría aprender de ti. A veces, la sola mención de Rizembool me da escalofríos.”
“Soy un arma, es normal que lo vea de un modo tan simple,” él se encogió de hombros. “Sinceramente, quisiera poder pelear en tu lugar, aunque incluso como tu instrumento espero poder apoyarte en más de un modo. Después de todo…” sonrió con cierta dicha. “Mi aruji desea que seamos un equipo, ¿no es así? Por ello, eso será precisamente lo que haré.”
“Sí, gracias…” la HiME se vio contenta. “Podríamos ir a buscar a las demás. Deben estarnos esperando.”
“También podríamos escoger un postre. Vi algunos que llamaron mi atención, principalmente por lo bien decorados que estaban,” dicho esto, Kashuu sacó su Smartphone para tomarse un muy casual selfie, el cual terminó de inmediato. Cho se sintió un tanto frustrada ya que en el par de horas que su arma había tenido su celular, ya se había tomado más selfies que ella en toda su vida. Sin duda, él estaba mucho más pendiente de su propia apariencia que ella. “Aruji, vamos. Aquella ruidosa compañera tuya no querrá esperarnos por mucho.”
“Supongo, pero Osaka siempre le hace ser paciente…”
Los dos caminaron por esa vereda. En poco tiempo, divisaron la alameda donde se podía acceder a las tiendas. Por ahí observaron a algunas personas, en su mayoría estudiantes, salir y comenzar a cruzar la calle de regreso a Rizembool. Sin embargo, la atención de Cho fue hacia una pequeña niña peliverde en una silla de ruedas que miraba muy sonriente a todos los estudiantes caminar, aunque ella no se movía pese a encontrarse al borde de la acera. La HiME se preguntó a si misma si ella requería ayuda de alguien y mientras caminaba con su arma hacia esa alameda consideraba que podría al menos preguntárselo, aunque Cho no fue quien inició el contacto porque la pequeña le miró y de inmediato le agitó una palma en señal de saludo.
“¡Oh! ¡Hola!” exclamó Monaca con suma alegría. “¡Nee-chan, nee-chan! ¿Podrías venir un momento por favor?”
“Sí, claro,” Cho le contestó y se le acercó. “Ehm, ¿necesitas ayuda para cruzar la calle?”
“Hehe, no te preocupes~ Tengo a un par de amigos que me acompañan y los estoy esperando para cruzar, aunque se están tardando un poco,” comentó con un tono que expresaba una mínima impaciencia, aunque ella se encogió de hombros y sonrió complaciente. “Pero está bien porque están comprando un delicioso postre que vamos a compartir juntos~ yo me adelanté para no hacerles esperar durante el camino~”
“Ya veo…” se sorprendía por lo comunicativa que la niña había resultado ser, aunque sí mantenía el carácter y la personalidad disciplinados que había esperado de su apariencia. De todos modos, Cho se preguntó a sí misma cómo así ella se le había dirigido específicamente. “Pues… ¿hay algo en lo que puedo ayudarte?”
“¿Hm?” la pequeña llevó un índice a sus labios y sonrió simpática y traviesamente. “Hehe, perdón, debo haberte sorprendido. En verdad no, sólo quería saludarte. Es que te ves muy linda y me llamaste la atención. ¡Oh! ¡Llámame Monaca! ¿Y cuál sería tu nombre, nee-chan?”
“Yo soy Cho. Mucho gusto…”
“¡Un gusto también! Es genial ir conociendo a gente, especialmente a aquellos mayores a mí. Siento que puedo aprender un montón de personas con más experiencia,” sonrió satisfecha y dichosa. “¿De casualidad eres una estudiante de Rizembool?”
“Ehm, no, no realmente…” desvió su mirada.
“¿Por qué te ves tan incómoda, nee-chan?” le preguntó ladeando la cabeza, y entonces su rostro se iluminó de alegría por una realización. “¡Ohh, entonces puede que seas de Hanasaki! ¿Y eres una HiME de Hanasaki?”
“Eh, ¿eh?” Cho se sorprendió considerablemente, más que nada por el hecho que una linda niña en silla de ruedas sabía sobre todo el tema y había sacado conclusiones tan rápidamente. La peliceleste no llegó a negarlo ni nada porque Monaca optó por interpretar su inquietud como una afirmación.
“¡Qué genial! ¡Me encantan las HiMEs! ¡Sé que si no estuviera en una silla de ruedas hubiera apuntado a convertirme en una!” Monaca se tomó la libertad de agarrar a Cho de un brazo como una señal de cariño y le miró con una amplia sonrisa. “¡Te acabo de conocer, pero siento que ya estoy muy orgullosa de ti, nee-chan!”
“Ehh, y-yo…”
“Hehe~” Monaca entonces miró a Kashuu. Este, a diferencia de Cho, había mantenido una distancia y miraba a la peliverde con una pizca de desconfianza, algo que Monaca optó por ignorar. “Tú vendrías a ser un amigo de mi nee-chan, ¿no es así?”
“…” Kashuu se mantuvo inmutado.
“¿Eh?” Cho encontró esa reserva de su arma muy poco característica y sin duda se inquietó al verle apartado y meditativo. Era como si él hubiera notado algo invisible para ella misma…
“Hm, no eres muy comunicativo, ¿cierto? Bueno, está muy bien,” Monaca soltó a Cho y juntó sus palmas en señal de pedir un favor. “Mientras te asegures de proteger a nee-chan y luchar con ella, todo estará muy bien. Espero que lo hagas, por favor.”
“¿Quién se supone que eres tú?” le preguntó Kashuu, finalmente, alzando una ceja.
La conversación se cortó porque llegaron los otros dos chicos con la tarta que habían sido mandados a comprar. Ellos se notaron un sorprendidos por ver a Monaca hablar con los mayores y Hotarumaru no perdió tiempo para ir donde ella y agarrar los mangos de su silla de ruedas.
“¿Qué estás haciendo, Monaca?” le preguntó este, con leve frustración.
“¡Rai-kun, Shingetsu-kun, les presento a mi nee-chan!” declaró ella con suma alegría. “Nee-chan es una HiME de Hanasaki, ¿no es genial?”
“¿H-H-HiME?” Nagisa se aterró por la mención e instintivamente se interpuso entre Cho y Monaca como quien mantenía su amiga a salvo.
“E-eh… espera, n-no es que vaya a lastimar a nadie…” la HiME se quedó en blanco.
“…” Nagisa no bajó su guardia, aunque se notaba un poco temeroso, pero dispuesto a velar por el bienestar de la peliverde.
“Nagisa, Cho-neechan tiene razón,” le calmó Hotarumaru. “Descuida, la conozco también.”
“¿T-tú también le llamas así, Hotaru? ¡Es imprudente! ¡Ella es una HiME!” le resondró.
“Uhh, nos tendremos que ver en otra ocasión, nee-chan…” se lamentó Monaca, quien sonrió una última vez a su nueva ‘nee-chan’. “Aunque al menos estate tranquila que tienes todo mi cariño, y parece que el cariño de Rai-kun también. ¡Nos vemos!”
“Ehm, espero que Monaca no les haya causado incomodidades,” Hotarumaru asintió en señal de despedida. “Con permiso…”
La luz peatonal justo estaba en verde y los tres comenzaron a cruzar. Ese extraño encuentro terminó de manera tan abrupta como había iniciado.
“Kashuu…” Cho miró a su arma de reojo, quien no despegaba sus ojos de la pequeña. “¿Qué sucede? Siento que me estoy perdiendo de algo.”
“Una… corazonada, por así decirlo,” dijo, para finalmente olvidar a quienes se estaban yendo y dar media vuelta hacia la alameda. “No le demos más atención, aruji. Sigamos.”
“Monaca…” Hotarumaru susurró a su amiga, mientras se daba la labor de empujar su silla a manera de prevenirle regresar. “¿Por qué la llamas así?”
“Es mi manera linda de ser~” canturreó, también en voz baja. “¿Por qué detecto una mínima preocupación en tu pregunta?”
“Te conozco…”
“Hmhm~ ¿me conoces, Rai-kun?” rió para sus adentros.
“¿Qué se andan murmurando entre ustedes?” les preguntó Nagisa, quien traía la tarta y caminaba detrás de los dos. Por ese inesperado encuentro, se encontraba ofuscado y de mal humor.
“¿Oh? ¿Acaso estarás celoso, Shingetsu-kun?” le preguntó.
“¡N-no es eso! ¡En verdad quiero cuidarte, Monaca-chan! ¡No te expongas a las HiMEs, por favor!” le pidió, entre avergonzado e impaciente. Él corrió para andar al costado de su amiga.
“Perdóname por incomodarte, Shingetsu-kun, pero no te preocupes por ella. Fue un encuentro casual y me llamó la atención,” le dijo con simpleza y una simpática sonrisa que sabía que volvería a subirle los ánimos a su amigo. “De todos modos, todos sabemos que los Rebels son mejores que las HiMEs, ¿no es cierto?”
“A-aun así, no se puede estar tranquilos…”
“Ya pasó, ya pasó. Seré más cuidadosa la próxima vez, ¿sí?” dijo, con su linda sonrisa.
El caso se dio por terminado y los tres regresaron al tema de compartir la tarta con los mayores, lo cual esperaban que pudiera darse. Aquel encuentro volvería a ser significativo en un futuro todavía un poco lejano…
Después de una larga travesía que atravesó varias partes de la ciudad, Roxas pidió a Nagasone que detuviera el auto en la berma de un camino casi desolado. Este último se notaba un tanto aprehensivo de detenerse ahí puesto a que estaban en medio de un vecindario de clase baja que daba una apariencia peligrosa, aunque al menos se encontraban bastante lejos de los múltiples edificios y residencias viejas y desarregladas porque el camino estaba rodeado de espacios amplios de un césped descuidado y con algunos restos de basura.
“¿Seguro que quieres detenerte aquí?” le preguntó.
“Sí, es mejor aquí. Si seguimos, podríamos adentrarnos mucho en el laberinto de calles, y no recuerdo esta zona muy bien…” Roxas bajó del carro para caminar al costado del mismo. A espaldas de él estaba parte de esa zona residencial, mientras que él encaraba a un río no muy caudaloso que dividía esa tupida área de viviendas. Dio un suspiro. “Siento pedirte que conduzcas aquí. Yo tampoco vendría por mi cuenta. Cho es la que se ubica mejor…”
“Descuida, imagino que tienes una buena razón para eso,” le sonrió comprensivamente y le acompañó a apreciar esa vista del río rodeado por aquel desordenado césped que contrastaba con todo el concreto y contaminación del área. Hubo un corto silencio que le obligó a traer una importante pregunta a la mesa. “¿Y cómo así quisiste venir?”
“No sé qué tan al pendiente estés de la investigación que eh… nuestro padre realizó para ubicarme,” comentó Roxas, mirándole. “Imagino que mi búsqueda ubicó a quien sea que estuvo detrás de mí a esta zona…”
“Hmm…” se cruzó de brazos mientras miraba las aguas correr. “Sí sé que fuiste abandonado a la deriva y que viviste en una zona pobre siendo cuidado por un vagabundo. Por esa desaparición de varios años, fue difícil dar contigo…”
“…” Roxas asintió. Su mirada se alzó más allá del río hacia los edificios al otro lado del cauce. “Este fue el barrio donde viví durante mis primeros años. Y sí, aquí es donde entré en razón, cuidado por un anciano que realmente nunca tuvo la obligación de hacerse cargo de mí… tampoco de Cho, pero nos cuidó a los dos como si fuéramos sus hijos.”
“…” Nagasone se vio un tanto impresionado al oírle hablar sobre ese tema. Se notaba que era importante por la solemnidad de su voz y su serio semblante.
“No fue una vida cómoda. Sin duda, ahora que me pongo a pensar en el pasado, vivimos en lo que sería una miseria. Sin pertenencias, sin luz… a veces iba a dormir con hambre. Pero… no son malos recuerdos. En verdad… fueron momentos muy felices…”
“…”
“Solía jugar con lo que sea que encontrara en el piso o que llamara mi atención, y disfrutaba de cada pequeña comida que mi abuelo solía conseguir para nosotros…” Roxas sonrió y bajó su mirada al pasto. Se agachó para observar a un diente de león completamente cubierto de semillas blancas y extendió sus dedos para acariciar a aquel puñado de semillas listas para ser trasladadas por el viento. “Estas siempre fueron las favoritas de Cho, incluso ahora. Pasaba el tiempo soplándolas o mirando a las raras mariposas que a veces aparecían. Heh… en verdad, en aquel entonces, era como si no importara nada más.”
“Tiene sentido…” Nagasone sonrió con nostalgia. Por razones personales, podía comprender exactamente aquel triste anhelo que su hermano menor le trasmitía. “Podemos llevarle unos dientes de león a tu hermana.”
“…” negó. “Hace años que ya no los arranca, por más que le gusten. No sé si lo apreciaría.”
“Ya veo, entiendo.”
“…” Roxas terminó sentándose en el césped y abrazó sus piernas frente a él, mientras seguía haciendo memoria del pasado. “Cuando uno es pequeño, piensa en su primera realidad como un todo, como si esa rutina y existencia continuaría para siempre. También se siente muy real e inmutable, incluso ahora, muchos años después de que ya no existe, pese a que en tiempo real fue una fracción pequeña de mi niñez.”
“…”
“Mi abuelo falleció, eventualmente…” bajó su mirada. “Antes de partir, nos dijo que le dejáramos solo, que buscáramos a alguien. Así terminamos en un orfanato… y fue ahí que muchas otras cosas comenzaron a importar… cosas aterradoras para mi yo de niño…”
“…”
“Muchas parejas jóvenes que acudieron al orfanato se interesaron por mí, seguramente por mi apariencia, y hasta las encargadas de aquel lugar intentaron separarnos, diciéndome que era por mi bien, aunque yo quería preservar lo poco que quedaba del pasado… no iba a abandonar a Cho sin importar qué ocurriera. Eso estaba claro. Y un día llegó una pareja que se interesó en los dos, y fueron ellos quienes nos adoptaron, quienes nos dieron su apellido.”
“…”
“Estuvo bien vivir con ellos. En verdad les importamos, y en verdad nos trataron como sus hijos… pero no pudimos acostumbrarnos a ellos porque poco después los dos murieron en un accidente de tránsito… ahí comenzaron los problemas, los cuales por mucho tiempo no supe… pero que terminaron dejándome saber que la vida no es tan simple ni ideal…” frunció el ceño. “Éramos parte de esa adinerada familia. Estuvimos inscritos en el testamento de nuestros padres adoptivos y no había forma de deshacerse de ello. Pero parientes inmediatos nunca nos vieron con los mismos ojos. Para ellos fuimos impostores, nos metimos en el camino… fuimos como una plaga que quitó parte de la fortuna que les correspondía a ellos y sin duda quisieron regresarnos al orfanato pese a no poder hacerlo. De todos modos… movieron recursos y contactos para apropiarse de los negocios de nuestros padres y dejarnos con la casa y una cuenta bancaria que se agotaría con los años, sin ningún tipo de apoyo y abandonándonos a nuestra suerte. Unos pocos sirvientes nos apoyaron en un inicio, pero pagar sus salarios fue imposible y con el tiempo tuvimos que estar por nuestra cuenta…” tensó sus manos. “Cho estuvo al tanto de todo eso desde el inicio, pero ella mantuvo la ilusión. No dejaba de contarme cómo nuestros supuestos parientes le llamaban y daban ayuda, pero que estaban muy ocupados como para vernos… ella en verdad no quiso quebrantar la fe que tenía en ese entonces por más que tuviera que cargar con eso por su cuenta…”
“…”
“Y ahí llegó Hanasaki… ella se alejó por convertirse en una HiME, en otro de sus intentos de protegerme… ahí me di cuenta de las mentiras, y durante mucho tiempo le resentí por dejarme de lado y menospreciarme… también fueron tiempos difíciles… comprendí por varias experiencias que realmente no podía confiar en nadie, que siempre fui visto diferente…” lo intentó evitar, pero sus ojos se nublaron con lágrimas. “En momentos así, me preguntaba qué había sido de este inicio… de cuando las cosas eran tan simples… cuando recibí la ayuda y protección de un completo extraño que apenas podía cuidarse a sí mismo… de lo cercano que solía ser con Cho y de vivir un mundo sin preocupaciones… de pensar que todos como seres humanos éramos buenos por dentro y que podía contar con ese principio… recibir ayuda y extender la mía si alguien la necesitaba…”
“…”
“Tampoco puedo ignorar que yo soy tan humano como los demás… en verdad lastimé a mi hermana por darle la espalda en los momentos más cruciales de la secundaria, cuando me necesitó, el único momento en el cual me pidió explícitamente que la ayudara…” hizo una pausa para recobrar un poco su compostura. “Perdón… siento contarte todo esto… es sólo que… pienso que al menos les debo un poco de honestidad. Porque… sé que son buenas personas. Por algún motivo, siento que soy capaz de hablar contigo sobre lo que sea… pero yo… es que yo… si debo ser sincero, tengo miedo… ya no sé qué esperar… y a veces mirar hacia delante, hacia oportunidades o posibilidades… me aterra… a veces no quiero pensar en cómo las cosas van a volver a cambiar… si es que terminaré perdiendo algo importante, o si volveré a desilusionarme…”
“…” Nagasone le miraba atentamente, y sonrió de manera afectiva. Él se invitó a sentarse al costado del menor y apoyó sus brazos delanteros en sus rodillas, en una posición cómoda que transmitía comprensión y sabiduría. Luego de mirarle un poco más, agarró el hombro de Roxas con una de sus manos. “Tranquilo. No sé si me creerás, pero entiendo cómo te sientes.”
“…”
“La vida es aterradora, en verdad que lo es… y al final son los inocentes los que terminan sufriendo más que los demás… Todos somos humanos, tú lo has dicho.”
“…”
“Yo también fui en algún momento cómo tú lo eras. Seguía una rutina creada por personas por encima de mí. Me divertía, jugaba, comenzaba a aprender kendo y estaba perfectamente inconsciente de todo lo demás. Mi familia y la naturaleza también fueron mi mundo.”
“…”
“Heh, todo ello era antes de que ustedes nacieran. Soy mayor por varios años, qué se puede hacer,” se encogió de hombros. “Pero también aprendí con el tiempo que había mucho detrás de lo que se aparenta. Por más que el apellido Kotetsu sea un sinónimo de clase y buena reputación, mi entorno siempre ha sido muy distinto de lo ideal, y el tiempo no lo mejoraría, lamentablemente…”
“…” Roxas le miró con curiosidad por esa mención. Era difícil pensarlo luego de conocer a esa muy amable y unida familia…
“Podrías decir que también tuve mis decepciones, aunque creo haber estado más en el rol de tu hermana por observarlo todo con anticipación…” sonreía mientras alzaba su mirada al cielo. “Siempre me he preocupado más por nuestro hermanito. Urashima tuvo la mala suerte de tener que vivir con varias consecuencias de las acciones de otras personas, por más que él nunca lo fuera a ver de aquel modo…”
“…”
“Hm…” dio unas palmadas al hombro de Roxas y finalmente le soltó, para mirarle de costado y con su sonrisa inmutada. “Es demasiado pronto para andar diciendo detalles, pero algún día lo haré. Te lo prometo.”
“Sí…”
“Pero aun así ni todo el conflicto presente en el mundo nos hará olvidar lo que es más importante en nuestras vidas. Eso te lo aseguro. He mantenido mis prioridades en orden pese a estar fuera de casa con frecuencia por obligaciones personales. Siempre pude confiar en nuestro padre para cualquier problema, y cuando regresaba a casa de un largo viaje era recibido por un sorpresivo abrazo de Urashima. Yo también he estado por ellos a mi manera,” asintió con certeza absoluta.
“…”
“Y sé que tú eres igual, pese a lo que me contaste. Sientes gran aprecio por tu hermana. Eso se puede percibir en tu voz y en tus expresiones. Por eso, nunca la perderás. Nunca dejarás de lado a tu familia. Ten más fe en ti mismo.”
“…”
“Y también…” se levantó rápidamente para mirar al firmamento. “Aquellas personas que los abandonaron luego de que ustedes perdieran a sus padres adoptivos pudieron haber tenido su apellido, pero nunca fueron su familia. Ellos no tenían el interés de serlo y no tardaron en demostrarlo. Por otro lado, yo sí tengo el deseo de ser hermano de los dos. Bueno, todos nosotros. Es evidente en Urashima, y Horikawa también los considera a su modo. Y con respecto a nuestro padre, podrá ser severo e intimidante, pero él realmente sabe lo que hace y velará por ustedes. Te lo digo por experiencia propia.”
“…” Roxas le miraba atentamente, con leve sorpresa.
“Tus palabras se oyeron muy solitarias. Tal y como dices que tu hermana ha estado cargando con varias responsabilidades por su cuenta, tú también has venido arrastrando todo esto sin ayuda de nadie, ¿no es así?”
“Pues…” bajó su mirada, y notó cómo el mayor le extendió su mano.
“Ya no estás solo, Roxas. Nunca lo has estado, y mucho menos ahora. Como el mayor, no puedo permitir que esto perdure. Ahora vayamos de regreso,” le dijo con calma y paciencia. “Gracias por traerme hasta aquí, por cierto.”
“…” asintió con torpeza y aceptó la ayuda para levantarse. Era reconfortante oír aquellas palabras, y en verdad sentía que podía confiar en él. Continuaba con cierta inquietud y extrañeza, aunque aquello se había vuelto más secundario. “De nada… más bien perdón por hacerte conducir por estos lugares.”
“No te preocupes. También tengo mis experiencias por mis varios viajes, y podría darle un escarmiento a quien sea que se meta con nosotros,” sonrió confiado. “Sabes que soy muy fuerte, ¿verdad?”
“Ehh, sí…” sonrió incómodo. “Aunque tampoco es tan prudente asumir que estará bien.”
“Puede ser, nunca se sabe lo que nos espera,” se encogió de hombros. “Sigue habiendo bastante luz. Ahora que regresemos a casa, ¿te animarías por un breve entrenamiento de kendo?”
“¿Eh?” se sorprendió por la sugerencia. “¿Seguro?”
“¿Por qué no? Hay varias espadas de práctica en casa y nos vendría bien. Entrenar siempre me pone de buen humor.”
“C-claro, muchas gracias.”
“Estás en confianza.”
Ellos regresaron al auto para comenzar con el retorno. Aquella conversación daría lugar a una relación de confianza y familiaridad entre ambos que incrementaría con el paso del tiempo.
Luego de un delicioso almuerzo y otra corrida desenfrenada por la ciudad, Namazuo cumplió en dejar a Urashima y Horikawa de regreso al punto de partida. Los cuatro salieron del vehículo para terminar de despedirse (y también para despejar su mente antes de otra corrida, en el caso del pequeño peliblanco).
“Ehh… muchas gracias por esta tarde, fue divertida…” dijo Gokotai, sonriendo tímidamente mientras abrazaba a su tigre.
“Hehe, verdad que sí,” Urashima le sonrió y le revolvió un poco los cabellos. Este de inmediato notó que el tigre intentó dar otro zarpazo a Kamekichi que estaba apoyado en su hombro, pero se alejó y le extendió un índice como llamada de atención. “¡No! A Kamekichi le tratas con respeto, ¿has oído?” inmediatamente, vio cómo dicho tigre se calmó y le miró atentamente.
“Ohh, Tora-kun te ha hecho caso,” Namazuo se impresionó y sonrió. “Hehe, normalmente sólo escucha a Gokotai con tanta atención.”
“También tengo afinidad con los felinos~” declaró el rubio, alegremente. “Siento que me puedo llevar muy bien con este lindo tigre~ ¡Ha sido un gusto también!” de inmediato le acarició.
“Eh, entonces quisiera que algún día conocieras a los otros cuatro…” dijo Gokotai, animado. “La mayoría les tiene miedo, así que me haría ilusión presentarles a un nuevo amigo.”
“Oh, espero contar con esa misma oportunidad,” confesó Horikawa.
“¡Otro día quedamos y los invito a nuestra casa!” Namazuo giró de un pie con muchas energías y sonrió ampliamente. “¡No sería justo que supiera dónde viven y que estén a mi merced sin que yo les corresponda!”
“N-Namazuo-niisan, n-no digas cosas aterradoras, por favor…”
“¡Bromeo~!”
“¡Espero que sea pronto! ¡Quiero conocer a todos tus hermanos!” dijo Urashima.
“Todavía tengo a algunos hermanos de viaje, pero siempre podemos vernos varias veces. Les aseguro que se llevarán bien con todos,” le levantó un pulgar. “Bueno, aquí nos despedimos.”
“Vayan con cuidado,” Horikawa se despidió alegremente y moviendo su palma.
“S-sí, con cuidado, volví a ver mi vida pasar por mis ojos…” Urashima dio un suspiro.
“Nii-san, ¿p-podríamos pasar por Rizembool a ver cómo están Honebami-niisan y Yagen-niisan?”
“Hmm, había pensado lo mismo, pero lo veo difícil…” Namazuo se cruzó de hombros. “Lo haría, pero no quiero exponerte al tenso ambiente de trabajo cuando están por terminar un proyecto. Además, sabes lo especial que es Yagen al dejar a gente entrar a su laboratorio…”
“Ehh… c-cierto… nunca me ha dejado…” Gokotai bajó su mirada.
“¡Pero descuida! ¡Otro día les forzaré a que nos visiten en casa! Te lo prometo~” le dio un guiño.
“Ohh, espero también volver a ver a tu mellizo,” dijo Horikawa. “Siento que es una persona muy interesante.”
“Sí tiene ese aire de misterio, aunque tendría que tenderle una trampa porque no es muy sociable,” el pelinegro todavía no podía entender cómo así su querido gemelo se había dignado a hablar con Horikawa, aunque tendría sus motivos. “¡Bueno, cuídense! ¡Nos hablamos!”
Dicho esto, los Toushirous regresaron al auto, el cual partió a toda velocidad de regreso a su hogar.
“Son muy simpáticos, ¿cierto?” preguntó Horikawa.
“¡Fue tan divertido!” Urashima levantó sus brazos. “Hehe, muchas gracias, Horikawa. Siempre andas haciendo tantos planes por mí. Ya ni sé cuántas te debo.”
“No digas esas cosas, es un placer.”
“¿Y qué será de los demás?”
“Andan de regreso, me han enviado mensajes,” reportó. “Llegar temprano me da la oportunidad de prepararles una merienda.”
“¡Entonces te ayudo!”
“Está bien, pero tienes que seguir mis instrucciones atentamente,” recalcó. “Debes ser muy cuidadoso con las vajillas, para empezar.”
“Sí, lo prometo…”
Y así terminó un distraído, aunque significativo, día para los miembros de ese nuevo hogar, quienes empezarían a volverse más unidos.