Ahh, no puedo, mis tres bellos oddballs en una escena juntos... *sobs* okay ignórenme (...)58.2.
...
“No hay necesidad de que se apure,” Tharja se vio frustrada. “Siempre hay taxis esperando en el paradero durante las tardes.”
“Es muy cierto, pero las rebosantes energías de Imanotsurugi son permanentes, y es bueno dejarle disfrutar de su propia alegría,” comentó Mikazuki, animado. Él miró de reojo a la chica. “De todos modos, espero que su forma de ser no te incomode.”
“E-está bien…” la chica se retrajo al recapacitar sobre lo cerca que se encontraba del peliazul, lo suficiente como para poder observar aquellos hipnotizadores ojos azules con crestas de luna que rodeaban sus pupilas. Tharja no pudo evitar quedarse un momento mirándolos atentamente, hasta que el chico retomó la conversación.
“¿Oh? ¿Será que tengo algo en el rostro?” se preguntó, intrigado por la atención de la otra.
“E-eh, n-no…” bajó su mirada, torturada por aquella ‘debilidad’ de su parte. Dicha oscuridad de sus ojos regresó por sentirse tan miserable de estar haciendo el ridículo. “Y está bien… los Toushirou también pueden ser incontenibles a veces…”
“¡Hahahaha!” ello causó que Mikazuki riera ampliamente con su profunda y pausada risa.
“Ehh…” la sorpresiva reacción del otro hizo que Tharja se preguntara si había dicho algo mal. Ella de inmediato se puso a pensar en una posible manera de justificar sus palabras, y se tomó un poco en recordar a algún ‘revoltoso’ entre esa familia, ya que los hermanos menores solían ser bastante tranquilos la mayoría del tiempo… pero rápidamente recordó que uno de los mayores sí podía ser muy incontenible.
“Debes estar pensando en algún inquieto entre ellos, ¿no es así?” preguntó al aire.
“Sí…” Tharja se inquietó un poco por la intuición del otro y le miró con reproche.
“Hmm, pensando en ello, sólo puedo venirme en el presente con Namazuo,” comentó Mikazuki, pensativo. “Aunque él e Imanotsurugi son muy distintos por más que sean compatibles. Sus energías son diferentes, sus alegrías también lo son.”
“…” ello confundió un poco a la chica.
“Aunque admito que la mención me ha dado muchos recuerdos del pasado,” confesó el chico. “Los hermanos ahora responsables de esa familia fueron muy revoltosos de pequeños. Podría decirse que aprendieron a canalizar sus energías para cuidar de su familia luego del incidente.”
“Posiblemente…”
“No te ves muy contenta hablando sobre los Toushirou,” dijo Mikazuki, volviendo a mirar a la chica de reojo. “Tengo entendido que ustedes son como familia, aunque no pareces querer ser cercana a ellos.”
“…”
“Está bien, si no deseas hablar sobre ello, respetaré tu opinión. Sólo me resulta interesante porque ellos siempre han sido amables con nosotros, y asumo que también lo fueron con tu hermano menor y contigo…”
“Es sólo… incómodo…” Tharja entrecerró sus ojos y negó. “No me siento compatible con ellos, y a su vez reconozco que les debo bastante. Eso es todo lo que pienso decir.”
“Descuida, comprendo tu dilema,” el chico asintió. “Tú pareces entenderlos, y pienso que Ichigo te entiende bien y te respeta. Tienes suerte de tenerlos como familia, y ahora que estamos conociéndonos, podemos ser una familia también.”
“F-familia…” aquella mención causó una mezcla de sentimientos en la chica. Sus ojos volvieron a hundirse en sombras y comenzó a temblar mínimamente en lo que se avergonzó y a su vez dibujó una inquietante sonrisa en su rostro.
Justo entonces, los dos alcanzaron al pequeño que ya les esperaba frente a un taxi.
“¡Encontré uno!” exclamó, y entonces él miró confundido a Tharja. “Hmm, esa es una rara expresión. ¿De qué andan hablando?”
“De la familia, nada más,” contestó Mikazuki, sonriendo.
“¡Ohh, ya veo! Hehe, sí somos como una gran familia, ¿verdad?” dijo Imanotsurugi, contento. “Pienso en los Toushirou como mis hermanos también, y son una gran compañía.”
“…” tener al niño hablando de esa familia pasó aquella breve felicidad de Tharja con rapidez, quien se mostró un tanto hastiada por aquel recurrente tema de conversación.
“¡Pero podemos hablar dentro del taxi! ¡Entremos!” dijo el pelicenizo.
“Haha, es verdad, hay que ir en marcha,” Mikazuki asintió. “Primero las damas.”
“No tienes que ser así de formal, me recuerdas al príncipe,” se quejó Tharja, quien de todos modos ingresó con rapidez. Ella se frustró un poco ya que el pequeño optó por sentarse en medio de los dos y estar interesado en buscarle conversación.
“Bueno, como decía, los Toushirou son también como mis hermanos. Son muy lindos y disciplinados, así que creo que son adorables,” dijo el pequeño en lo que el taxi partía de la universidad. Imanotsurugi sonrió y se puso a pensar. “Aunque no puedo evitar tener un par de favoritos. Siempre he sido más cercano a Hirano-chan y Maeda-chan, y pienso en ellos como mis adorables hermanitos, así que es mi deber cuidar de ellos.”
“Sí, seguramente,” dijo la chica, quien se enfocó en la ventana con gran desinterés. Aquel gesto normalmente serviría para desanimar a cualquier otra persona, quien comprendería la indirecta de que no tenía ganas de hablar, pero el pequeño no bajó sus ánimos.
“¿Y tú también piensas en ellos como tus hermanos?”
“Hm, supongo…” dijo, encogiéndose de hombros.
“¿Tanto como tu propio hermano?”
“…” la mención hizo que Tharja mirara al niño de reojo, con sus ojos cubiertos en sombras. “No, y no me menciones a él. No estamos en buenos términos últimamente.”
“Ohh, veo que te molesté,” el pequeño asintió y juntó sus palmas. “Lo siento mucho.”
“Imanotsurugi, quizás lo mejor sería mantener un corto silencio,” le pidió Mikazuki, tranquilamente. “No todos gozamos de tus energías de juventud.”
“Lo entiendo, así será,” el pelicenizo asintió e hizo el gesto de cerrar sus labios como si fuera una cremallera. Una vez lo hizo, se mantuvo sentado y meciéndose mientras miraba a sus alrededores con curiosidad.
Siguió un momento de silencio en el cual Tharja pudo despejarse un poco y mirar cómo el camino les hacía cruzar la ciudad. Esa pausa le ayudó, pero tampoco le resultó del todo cómoda por aquella inesperada salida y la rara compañía con la cual contaba. Supo que tendría que hacer un intento de ser más receptiva, y miró de reojo hacia el interior del taxi para al menos monitorear cómo iban los otros dos. De inmediato notó que Imanotsurugi le miraba de cerca y con su inmutable y feliz sonrisa mientras se mecía como un niño hiperactivo.
“¿Qué miras?” le preguntó, con un tic en la ceja. Tharja miró con leve impaciencia al pequeño alzar un par de dedos y muy alegremente quitarse la cremallera imaginaria antes de contestar.
“Es sólo que pienso que eres muy bonita,” dijo el pequeño, sonriendo ampliamente. “Sé que no estás buscando a más hermanitos, pero espero que algún día también tenga el derecho de reconocerte como una hermana mayor.”
“Ehh…” la mención de su apariencia le causó incomodidad, y ella desvió su mirada. “¿Q-qué tonterías dices…?”
“Pero si te estoy incomodando, mis disculpas,” el pequeño asintió y volvió a cerrar sus labios con sus dedos.
Ante ello, Tharja volvió a desviar su mirada. El silencio se había vuelto más incómodo y ella no pudo quedarse quieta, ante lo cual regresó a mirarle después de poco tiempo. Ella se inquietó al notar que tanto Imanotsurugi como Mikazuki le observaban.
“¿Q-qué hacen…?”
“Hahaha, espero no incomodarte,” el mayor se puso a reír mientras el pequeño volvía a hacer su pantomima para responderle.
“Es que eres interesante,” confesó Imanotsurugi, entretenido y muy feliz. “Pero te aseguro que en el buen sentido. Sé que por eso nos divertiremos un montón ahora.”
“Es verdad,” dijo el peliazul, quien intercambió miradas con el pequeño y ambos se sonrieron.
“…” nuevamente, Tharja pensó en cómo salirse del paseo, pero supuso ya era tarde. Tuvo el impulso de preguntar cuánto faltaba para llegar al destino, aunque se aguantó las ganas.
Continuó un trayecto un tanto incómodo para la chica. Felizmente, no duraría mucho más.
Por otro lado, Yukko acababa de salir de su última clase del presente día. Después de despedirse de Hajime quien tenía que atender otro chequeo médico, continuó caminando junto con Mai y Hotarumaru por la universidad.
“Ahh, el día finalmente se acabó,” dijo Yukko, estirando sus brazos hacia arriba. “Puedo regresar a mi apartamento a tomar una siesta…”
“Bien por ti que no tienes más que hacer,” Mai se encogió de hombros y miró a la larga funda que traía consigo. “Aunque tampoco puedo quejarme. Hoy vamos a tener una competencia en el club de balística y lo he estado esperando.”
“¿Competencia?” preguntó Yukko, intrigada. “¿Cómo así?”
“Vamos a ver quién caza más personas en el bosque,” le contestó, indiferente.
“¿E-ehh?”
“¿Recuerdas cuando una espada perdida casi te parte en dos? Es un buen punto para disparar a estudiantes incautos, como bien lo sabes.”
“¿Eso ocurrió?” preguntó Hotarumaru, impresionado.
“Ihh… s-sí…” Yukko se vio torturada. “Mai, intenta no recordármelo… y también deja de mentir así, por favor…”
“Siento que eso te haya sucedido, Yukko…” dijo el pequeño, desviando su mirada. “Suena a algo muy improbable, así que no te preocupes.”
“E-está bien, tengo una mala suerte legendaria…” la chica se resignó.
“Mo…” el pequeño se vio incómodo. “Tampoco quería hacerte sentir mal, perdón.”
“No me haces sentir mal, más bien gracias por tu consideración,” Yukko sonrió con torpeza y miró al pequeño como si fuera la cosa más adorable del mundo. “S-sin duda lo mío nunca serán las disciplinas de pelea como ustedes dos, pero hasta el momento creo que me está yendo muy bien en el club de drama. Es divertido y me llevo bien con todos.”
“Hehe, qué bueno oírlo,” Hotarumaru sonrió. “Como no nos pudiste acompañar a estudiar en la mañana por tu práctica de hoy, estuve preguntándome sobre cómo te estaba yendo, aunque sabía que todo iba bien. Has estado muy animada.”
“Aww, muchas gracias~” ella se conmovió por aquella pura y amable sonrisa del pequeño.
“Sin embargo, por contar con menos tiempo libre, tienes que estudiar por tu cuenta,” le recordó Mai, ajustándose las gafas. “Los exámenes se acercan. No lo olvides.”
“Créeme que no me olvido…” Yukko dio un pesado suspiro.
“Está bien, todavía tenemos varios momentos para estudiar juntos,” le aseguró el pelicenizo. “No estaremos pasando tanto tiempo juntos como antes, pero no te desanimes. Es importante que también te dediques a ese club, Yukko. Más bien, verte tan activa me anima y me hace preguntarme sobre qué puedo hacer para también ocuparme.”
“Sé paciente,” le pidió Mai. “Hanasaki-chan se ha adelantado en su character development, pero nuestros character arcs también vendrán.”
“¿Hm?” el pequeño ladeó su cabeza.
“Bueno, aquí me despido,” la cuatro ojos miró hacia un camino que partía a pocos metros. “Tengo que alistar mi armamento para la competencia. Deséenme suerte.”
“Sí, tú puedes ganar, Mai-neechan,” le alentó el pequeño, con sus puños frente a su pecho y unos ojos brillantes.
“Eh, suerte, Mai,” Yukko sonrió incómoda. A diferencia del pequeño, no se acostumbraba a la idea de alentar a alguien que estaba por sumergirse en algún tipo de guerra.
La chica asintió y se despidió del par con una palma, para seguir el camino hacia su club.
“¿Tú tienes algo que hacer todavía?” preguntó Yukko al menor.
“No aquí, pero tengo que ir a comprar algunos víveres camino a casa. Hoy me toca cocinar,” recordó el pequeño, pensativo. “Así que vamos juntos al paradero.”
“Claro,” ella asintió y sonrió, y ambos continuaron. “Hehe, es genial que seas tan responsable. Te admiro por saber cocinar.”
“Pues, tampoco es que sea muy bueno…” el pequeño negó. “Pero es importante comer saludable y evitar comprar comida de afuera muy seguido,” pasó a apenarse un poco. “Kuniyuki no es muy responsable y sería capaz de pedir una pizza si no hay nada listo para cuando tenga hambre.”
“Y-ya veo… aunque él debería aportar con la cocina. Suena a que no lo hace.”
“Tampoco se le puede obligar mucho, pero está bien. Kunitoshi y yo nos hemos repartido las tareas más importantes,” informó Hotarumaru. “Y solemos tener una mucama que nos visita una vez a la semana, así que ella nos ayuda un montón.”
“Bueno, suena a que lo tienen bajo control,” Yukko sonrió, pero no evitó preocuparse un poco. Tsurumaru sí le había dicho que la familia del hermoso pelicenizo era muy disfuncional, lo cual pudo confirmar con Aizen. Por ello, esperaba que Hotarumaru no tuviera muchas presiones, pero sí se veía cómodo con sus preparativos para la cena.
“Todo está bien, Yukko,” el pequeño asintió. “Además tú también vives fuera de casa. Seguramente preparas tu comida todos los días, así que es normal.”
“P-pues, puedes decirlo…” la chica se incomodó. Definitivamente no iba a decirle que había un tazón descartable de ramen instantáneo y una botella personal de gaseosa esperándole en casa. Entonces, mientras los dos pasaron cerca de un pequeño patio entre edificios, reconoció a un pelirrojo que estaba ocupando una mesa y mirando a sus alrededores. Este chico le miró y le saludó efusivamente con una mano.
“Yukko, ¿lo conoces?” preguntó el pequeño.
“Oh, sí, es amigo de los actores de la obra de Robin Hood,” ella saludó de inmediato al chico. “Sígueme, te lo voy a presentar.”
De ese modo, los dos fueron donde esa mesa que el chico estaba ocupando.
“Hola, Yukko,” dijo Shinano, sonriendo amenamente. “Qué coincidencia.”
“Sí, en verdad que lo es,” la chica se animó. Ese chico era una persona muy simpática y había congeniado bien con él, pese a recién haberlo visto al inicio de la semana. “Oh, te presento a…”
“No sabía que ustedes dos se conocían,” dijo el pelirrojo. “El mundo es muy pequeño.”
“M-mo…” Hotarumaru se sorprendió.
“¿Ya eres un estudiante en la universidad? ¡Qué genial!” exclamó Shinano, con alegría. “Siempre has sido muy inteligente, Hotarumaru.”
“Ehh…” este se avergonzó y bajó su mirada. “P-perdón, pero…”
“Aw, ¿acaso no me recuerdas?” hizo un puchero, y dio un suspiro. “Está bien, no eres el único, pero a ver si puedes refrescar tu memoria.”
“C-claro…” asintió obedientemente y se puso a pensar.
“¿Y qué hacen por aquí?” preguntó Shinano.
“Íbamos de salida,” dijo Yukko. “Tú todavía no estás tomando clases, ¿cierto?”
“Me integro el próximo semestre, así que sólo he aprovechado el tiempo para pasear,” contestó. “Estoy esperando a alguien para ir de regreso a casa. No esperé toparme con alguien conocido.”
“Sí, la universidad es grande.”
“Ehm, ¿puedo preguntarte algo, Yukko?”
“Claro,” ella se vio intrigada.
“Pues, tanto el líder del club de drama como algunos de los miembros parecen llamarte ‘Hanasaki-chan’, o algo así,” dijo, meditativo. “¿A qué se debe eso?”
“Uhh, p-p-pues… e-es un apodo…” la chica se desanimó. “En la semana de orientación, mi asesor me dijo que más parecía ser de Hanasaki y me llamó así… y parece que pegó muy duro.”
“Oh, eh, siento haber preguntado…” el chico sonrió con torpeza. “No quise incomodar. Ehh, pero seguro que tu asesor sólo quería hacerte una inocente broma o ser amigable…”
“Supongo, pero Tsurumaru siempre ha sido un poco pesado…” se lamentó Hotarumaru.
“Ohh, nunca hubiera esperado que Tsurumaru sería un asesor,” Shinano se sorprendió.
“¿También lo conoces a él?” preguntó Yukko.
“…” por su parte, Hotarumaru consideró eso un tanto sospechoso, y se puso a pensar más duramente sobre la identidad del chico.
“Sí, no muy bien, pero me parece muy buena gente,” el pelirrojo asintió, sonriente. “Haha, y sí es pesado, pero te aseguro que te ayudará.”
“S-supongo que sí…” Yukko ni quería comenzar a narrar su experiencia como pokeparada. “P-pese a ello, a veces no evito preguntarme si realmente pertenezco más a Hanasaki. Rizembool parece un poco tecnológico y peligroso para mi gusto…”
“Hahaha, no digas eso,” Shinano se puso a reír y le dio un guiño. “Yo pienso que estás muy a salvo aquí, y parece un campus divertido, aparte que Syo y Natsuki siempre te apoyarán.”
“Hehe, es verdad, tus amigos son muy buenas personas…” la chica se animó brevemente. “Aun así, soy un poco nerviosa, es inevitable.”
“¿Por qué?” el chico sonrió comprensivamente por la inseguridad de la chica. “¿Hay algo o alguien que te ha alarmado? Como un recién llegado aquí, quizás me vendría bien oírlo.”
“Ehh, p-pues…” Yukko se vio incómoda por esa pregunta y tampoco sabía qué decirle. Sin duda no quería revivir ese incidente de la espada perdida en el bosque. “Ehm, serán paranoias mías nomás… supongo toda la idea de los Rebels y los científicos en Rizembool me asusta un poco. No sé qué esperar…”
“¿Científicos?” Shinano ladeó su cabeza.
“S-sí…” Yukko encontró un poco curioso que se enfocara de lleno en los científicos antes de los temibles e infames Rebels.
“¿S-será posible…?” susurró Hotarumaru a sí mismo, luego de aquella pista final.
“Pues, Tsurumaru trabaja junto con un joven científico que me da mucho miedo y pienso que es aterrador pese a parecer de mi edad…”
“Tú tienes diecinueve, ¿verdad?” preguntó el pelirrojo.
“¿E-e-ehh?” ello dejó a Yukko fría. “N-nos acabamos de conocer, ¿c-cómo sabes mi edad?”
“Ohh, no lo sabía, pregunté por preguntar…” Shinano sacudió sus palmas, sonriendo con torpeza. Sin embargo, el pelirrojo pasó a sonreír con cierta perspicacia al haber confirmado sus sospechas. “¿Por qué dices que ese científico joven es aterrador?”
“Mo…” Hotarumaru se quedó en shock al comprender lo que sucedía. “Y-Yukko, espera…”
“¿Eh?”
“Está bien, tengo ganas de saber,” pidió Shinano, quien miró al pelicenizo y juntó sus palmas. “Por favor…”
“Ehhh…” Hotarumaru sabía que el otro le pedía complicidad, aunque le sabía un poco mal.
“E-es sólo que ese doctor se ve calculador y maquiavélico, y siempre anda siendo estricto y algo cruel con Tsurumaru, a quien también le tengo un poco de aprehensión…” confesó Yukko, incómoda. “Además hay rumores de que los científicos aquí son malignos y ese chico es profesional y parece un poco inhumano en ocasiones…”
“¿Dirías que es maligno?” preguntó Shinano, con una amena sonrisa.
“¿Eh?” Yukko comenzó a notar que había algo fuera de lugar por las energías del pelirrojo. “P-pues… no sé si lo será o no… aunque me da ciertos escalofríos… pero es el asesor de un compañero de clases, así que no quiero ser abierta al respecto.”
“Pero estamos en confianza entre nos,” le aseguró el pelirrojo.
“S-suficiente…” Hotarumaru decidió intervenir por una muy importante razón…
“Yo!” saludó Tsurumaru alzando una palma, quien venía en compañía de Yagen. Él se acercó al pelirrojo. “¿Cómo estás, Shinano? Espero que ya hayas podido recuperarte de lo que te pasó.”
“Oh, qué sorpresa verte por aquí,” Shinano sonrió animado. “Estoy mucho mejor, gracias por preguntar y venir a verme.”
“E-ehh…” por su parte, Yukko se asustó al justo haber estado hablando con respecto a aquel doctor, pero se recordó a sí misma que no debía temer, ya que lo que acababa de decir no iba a ser repetido…
O eso pensó.
“¿Estás listo para regresar a casa, Shinano?” preguntó Yagen.
“¿…eh?” Yukko se quedó fría.
“Sí, pero antes de eso…” el pelirrojo se levantó y le encaró con sus manos en las caderas. “Quiero que me respondas con toda honestidad. ¿Has estado asustando y torturando a estudiantes inocentes a mis espaldas?”
“¿Qué dices?” Yagen alzó una ceja. “No sé a qué te refieres.”
“¿Cómo que no?” él miró a Yukko, quien se asustó preventivamente. “Estuve hablando con la simpática Yukko y ella parece temerte. Y eso que ni sabía que éramos hermanos como para mencionarte de manera más común o casual.”
“¡¿S-s-son hermanos…?!” la chica se puso a temblar. No podía creerlo, ya que ellos dos le daban impresionas completamente distintas.
“¿Eh? ¿Qué está ocurriendo aquí?” preguntó Tsurumaru.
“P-pues…” Hotarumaru dio un muy apenado suspiro por notar a su amiga inquieta.
“Yukko parece no sentirse muy segura y cómoda en Rizembool y listó a los científicos de esta universidad como parte de la causa,” Shinano apuntó a su hermano acusatoriamente. “Estoy convencido que debes ser el único científico que se ha topado con ella, así que esto es tu culpa. Deja de ser tan intimidante, Yagen.”
“N-no sé de qué hablas…” el doctor le miró extrañado.
“¡Hahahaha!” ello bastó para que el peliblanco comprendiera lo que sucedía y riera con ganas. “Por la tranquilidad mental de mi Hanasaki-chan, tengo que interceder,” él miró a Shinano. “Pues sí, tu hermano demonio es aterrador para cualquiera por su forma tan impecable de ser, pero te aseguro que no lo hace a propósito. Es manía de Yagen apartar un poco a todos y ser un tanto inaccesible. Seguramente tú lo sabes.”
“Sí, pero, ¿hasta este punto?” Shinano dio un suspiro. “No me parece, Yagen. Aun si no fue tu intención, has asustado a Yukko y yo pienso que es una buena persona, así que discúlpate.”
“¡¿Ehhhh?!” Yukko negó compulsivamente. “¡N-no, está bien! ¡E-en serio!”
“Lo que dices no tienes sentido, Shinano,” Yagen llevó una mano a su frente y frunció el ceño. “Y si alguien le debe disculpas es su asesor. La grulla la convirtió en una pokeparada y le ha dado un apodo que ha circulado por todo Rizembool.”
“Pero lo que yo hice fue con amor,” dijo Tsurumaru, entretenido.
“Uhh, estoy convencido que no es del todo cierto,” Hotarumaru negó, frustrado. “Y ahora dejen de torturar a Yukko para sus propios fines. ¿No ven que la están incomodando?”
“Eh, supongo sí se ha alargado mucho…” admitió Shinano, quien miró a la chica. “Ehh, perdón.”
“Ehm…” Yukko no supo qué decirle, al tener una mezcla de sentimientos.
“De todos modos, es mejor que me comporte de un modo más correcto que tu asesor,” Yagen se resignó e hizo una leve reverencia. “Siento si mi comportamiento te incomodó de algún modo. No ha sido mi interés, y menos por saber cómo Tsurumaru te trata.”
“E-está bien, no te inquietes, m-más bien perdón por incomodarte,” dijo la chica con rapidez, sacudiendo sus palmas.
“Luego de esto, supongo podemos retirarnos, Shinano,” Yagen miró a su hermano con desaprobación. “Deja de probar mi paciencia.”
“Deberías ver mi llamada de atención como una forma de mejorarte a ti mismo, pero ya,” Shinano se levantó, aunque en ese momento vio que su hermano recibió una llamada.
“Ah, tendrás que esperarme un poco más, ahora regreso,” se disculpó el doctor, quien contestó y caminó lejos del grupo.
Con la partida del doctor, Yukko pudo respirar un poco más tranquilamente, y sintió unas palmaditas en el hombro que ya conocía bastante bien a esas alturas.
“Ya pasó, Hanasaki-chan,” le consoló Tsurumaru. “Y te aseguro que no tienes por qué temer a Yagen. Él no tiene motivos algunos de querer meterse contigo, a diferencia de mí.”
“Y en verdad lo siento,” Shinano se apenó. “Simplemente me pareció una oportunidad muy valiosa de oír otro punto de vista sobre mi hermano, pero viendo cuánto te afectó debí haber sido honesto contigo desde el inicio.”
“E-está bien, descuida…” la chica sonrió incómoda.
“También me disculpo por no reconocerte tan rápido, Shinano,” confesó Hotarumaru, cabizbajo.
“Oh, descuida, yo también me había olvidado de él,” Tsurumaru se encogió de hombros.
“Ehh, no le des tan poca importancia…” el pequeño negó, frustrado.
“En serio…” se lamentó Shinano. “Pero no se preocupen, sé que somos muchos Toushirou y no he estado muy presente últimamente, así que lo comprendo. Sólo recuérdenme desde ahora.”
“Sí, descuida,” Tsurumaru le dio un saludo con dos dedos.
“¿Y-y cómo así son hermanos…?” preguntó Yukko, torpemente.
“¿A qué te refieres?” Shinano parpadeó un par de veces, confundido. “Somos hermanos, nada más. No veo por qué debe haber otra razón.”
“E-es que son tan distintos…”
“El primer Toushirou que conociste es Yagen, y te aseguro que él es la excepción de la regla, así que no compares a sus hermanos con él,” dijo Tsurumaru, encogiéndose de hombros. “Oh, y te faltan conocer a muchos más.”
“S-supongo me sorprende que seas pelirrojo con ojos aguamarina…” Yukko se puso a pensar.
“Hehe, tenemos todos los colores de cabello y ojos en mi familia, y debo admitir que no siempre somos reconocibles como hermanos,” comentó Shinano, sonriendo. “Pero somos una familia muy unida. Sólo te pido que no temas tanto a Yagen. No es una mala persona, sólo es un poco seco y distante, nada más.”
“Eso es cierto,” Hotarumaru asintió.
“Agree to disagree…” Tsurumaru sonrió entretenido y se encogió de hombros. “Aunque, si alguien debería temerle, no son ustedes.”
“No hables así de Yagen, por favor,” pidió Shinano. Él miró a Yukko. “Ehh, y espero que esto no cause problemas entre nosotros. Pienso que nos podamos llevar muy bien.”
“S-sí, me alegra oírlo,” Yukko sonrió, y de ahí se vio un tanto incómoda.
“Ahh, espero que ser hermano de Yagen no me haya hecho alguna mala fama contigo.”
“N-no, sólo ando recuperándome, nada más…” Yukko dio un pesado suspiro. Sin duda esa no había sido una grata sorpresa, y tendría que tener más cuidado. “Oh, Tsurumaru te preguntó si estabas bien. ¿Sucedió algo?”
“Me sorprende que no te hayas enterado, pensé que el rumor había corrido,” dijo el pelirrojo.
“Mo…” Hotarumaru se asustó. “¿Tú eres el hermano de Yagen que fue secuestrado?”
“¡¿Q-qué?!” Yukko se inquietó. “¡Ah, eh, p-perdón! ¡Ehm, q-quiero decir lamento mucho que te haya ocurrido!”
“Está bien, no te inquietes. Ya estoy mucho mejor.”
“Ah, qué bueno, había estado preocupado,” dijo el pelicenizo. “Tsurumaru me dijo al respecto.”
“Con razón cuando te mencioné a Syo hace dos días, él se vio un poco incómodo…” recordó la chica. “Ehh y me alegro que estés bien. Uhh, debió haber sido horrible.”
“E-estoy bien, en serio…” el chico sonrió incómodo. “No es el tema más natural del cual hablar, pero no fue más que un susto…”
“S-sí, entiendo…”
“Más bien…” Shinano decidió cambiar el tema. “No se me escapó cuando lo oí. ¿En serio tú fuiste la pokeparada humana?”
“¿Eh?”
“¡Ohh, sí! ¡Tengo mucho que compartir al respecto!” exclamó Tsurumaru. “Hanasaki-chan fue tendencia mundial, ¿verdad?”
“Ehh, sí…” Yukko dio un suspiro. Supuso que era intercambio equivalente que se pusieran a hablar de algo incómodo para ella a continuación… aunque rápidamente recordó la previa sorpresa que se había llevado. Sólo le quedó oír al peliblanco repetir esa historia nuevamente por enésima vez.
Ese momento duró un poco más hasta que el doctor regresó para buscar a su hermano y retirarse con él. Poco a poco, el mundo de Yukko dentro de Rizembool seguía expandiéndose.
El taxi les llevó al área de tiendas llamativas que había mencionado Mikazuki. Además de una alameda de tiendas con buena pinta y de productos caros, estaban rodeados de varios amplios y bien cuidados parques que tenían cierta aura profesional y de alta alcurnia. La presencia de la torre de Tokio a corta distancia sólo corroboraba la apariencia sofisticada y a la vez espaciosa de esa zona de la ciudad.
Imanotsurugi había ido a una librería cercana para comprar varios útiles. Por su parte, el peliazul fue a otra librería que ofrecía libros antiguos. El chico se paseó en aquel lugar pintoresco y sumamente organizado que parecía ser un local extranjero y sacado de hace un par de siglos, aunque se mantenía en buen estado. Ahí, compró unos libros anticuados que llamaron su atención y pretendió salir de regreso a la alameda, para notar que su acompañante de aquel día se encontraba absorbida por una zona de libros. Mikazuki se vio levemente intrigado por el inesperado interés de la chica, y decidió darle el alcance.
“No suelo conocer a personas que gustan de mi pasatiempo de reliquias literarias, al menos no al mismo nivel que yo,” comentó. Él vio que la chica prestaba gran atención a un pequeño libro cuya antigüedad se delataba en tener un forro de un color entero y sin texto, además de la tonalidad amarillenta mostaza de las páginas, y una imprenta poco refinada. “¿Qué es lo que ha llamado tu atención?”
“Este es un extraño hallazgo…” comentó Tharja, quien parecía más inspeccionar dicho libro que leerlo. “Se trata de un libro guía para la fotografía post-mortem.”
“Hoho, interesante,” Mikazuki alzó sus cejas, con leve sorpresa. “Nunca hubiera esperado encontrar algo como ello.”
“Lo resaltante es que es relevante de su época. No se trata de una recolección de la historia de dicho arte o una crítica de profesionales actuales,” observó, mientras pasaba una página. Ella vio un dibujo de algún instrumento empleado para preparar a los objetivos. “Efectivamente, este libro ayudó en su momento a fotógrafos a tratar a los muertos y aprender toda la teoría necesaria para cumplir con el trabajo al pie de la letra. Es un punto de vista obsoleto, y una ventana al pasado con respecto a este sensible tema…”
“Tus observaciones hacen de este objeto una fuente de gran interés. Se nota que le tienes gran apreciación,” comentó el chico, satisfecho de oír el punto de vista de la chica. “Sin mencionar que es un libro en inglés y que no tienes problemas leyéndolo.”
“Eso es lo de menos…” la chica negó cansada. “Hoy en día todos deben aprender esa lengua, así que no hay nada de extraordinario en ello. También sé por tu familia que eres versado.”
“Ciertamente lo soy, y ello me permite apreciar cosas como la que tienes en tus manos que muchos otros ignorarían como inservible o aterrador,” comentó, sonriendo tranquilamente. “Hay mucha belleza en el tema de la muerte, y la vez ironía por la atención que le damos en vida. Es romántico, y a la vez trágico…”
“…” la chica le miró con intriga por sus palabras. “Pienso lo mismo…”
“Sería una buena compra para ti. Pienso que lo aprovecharías,” dijo Mikazuki, amablemente.
“Lamentablemente, intento no derrochar mi dinero, y no he traído mucho conmigo hoy,” ella negó. “Podré regresar otro día si continúo pensando en regresar por el libro.”
“Ya veo,” asintió y extendió una mano a la chica. “Entonces, si me permites…”
“¿Quieres el libro?” preguntó ella, alzando una ceja.
“Pensaba más bien en comprarlo para ti, al ver que es algo que sí ha llamado tu atención.”
“N-no tienes que hacer esto…” la mención incomodó mucho a la chica, quien también se notó un poco contenta y en conflicto por el ofrecimiento. Ella agarró ese libro con más firmeza y cerca de sí en un gesto de negación.
“¿Te parece una imposición de tu parte ante mí? Por mi nivel económico, encuentro más valor en conceder una agradable lectura a una persona que realmente lo desea que en amasar fortuna. Sería agradable que me lo permitas.”
“…” la chica desvió su mirada.
“¿O será más bien que soy yo quien se impone ante ti?” se preguntó pensativo, llevándose una mano a su mentón. “Puede que no esté considerando tus principios y por ende te esté inquietando demasiado,” asintió. “Lo entiendo.”
“Eso segundo es más correcto…” comentó la chica en voz baja y frunciendo el ceño, mientras continuaba abrazando el libro. Entonces, vio que Mikazuki volvió a insistir al extender su mano.
“Entonces lleguemos a un acuerdo,” dijo radiantemente. “Lo compraré y te lo prestaré. Cuando termines de leerlo, te pido amablemente que me lo devuelvas.”
“¿Qué dices?”
“A mí también me ha maravillado la temática y el punto de vista de esta reliquia, y si es algo que compartimos sería incluso más placentero para los dos,” contestó con un tono melodioso y tranquilo. “Si en algún momento desearías volver a leerlo, eres más que bienvenida a pedir el libro prestado. Dime, con esta propuesta, ¿sí aceptarías?”
“…” ella se vio brevemente impresionada y asintió. “Continúa sin ser equivalente…”
“Oh, si ese es tu inconveniente, a cambio te pido que, cuando ambos terminemos de leer ese libro, vengas a visitarme y tomemos un té juntos en lo que dialogamos al respecto,” propuso el chico. “Suena a una tarde muy iluminadora y también es una buena oportunidad para que nos conozcamos mejor. ¿Te animas?”
“Continuarás agregando condiciones si fuera a negarme…” concluyó Tharja, frunciendo el ceño. Sin embargo, ella dejó de abrazar al libro y se lo entregó. “Está bien, me has convencido.”
“Eres una persona interesante,” Mikazuki recibió el libro y le dedicó una breve sonrisa antes de darse media vuelta. “Iré a pagar.”
La chica le observó desde su posición con la intriga y curiosidad que solía dedicarle. Ese misterioso peliazul había llamado su atención desde hace muchos años y lo conocía como el amigo de la infancia de Ichigo. El par estaba vinculado por una asociación familiar de hace varias generaciones, lo cual los hizo cercanos. A su vez, ellos siempre demostraron ser compatibles y solían ser observados como dos seres muy semejantes por su clase y modales. Sin embargo, Tharja siempre había pensado que ellos eran muy distintos.
Ichigo Hitofuri era el venerado heredero de los Toushirou y una persona que irradiaba pureza, inocencia y delicadeza. Como un líder, mostraba firmeza y un espíritu desvivido y fraternal sin quebrar su frágil apariencia y gentil trato. Era en muchas formas un príncipe azul de la vida real, algo que atraía a la gente hacia él, aunque Tharja nunca lo exaltó como los demás.
Por otro lado, Mikazuki Munechika, por más de mostrarse como un agradable y correcto heredero, era más complejo de lo que parecía. También daba la imagen etérea e impresión de nobleza de su viejo amigo, pero él no era un príncipe joven e ingenuo. El peliazul siempre se había asemejado más a un prudente y calculador emperador, una persona que trasmitía respeto y tranquilidad con quien dialogara, pero que siempre mantenía las situaciones bajo su control y sabía cómo convencer y dirigir a las personas con sus palabras. En medio de sus sonrisas y relajados diálogos, el joven estudiaba a sus semejantes y se imponía según considerara apropiado, tal y como se lo acababa de mostrar con aquel simple libro.
Pero Tharja no se quejaba. Más bien, era justamente esa doble cara y segura determinación de Mikazuki lo cual terminó cautivándola y atrayéndola hacia él. Le gustaba las personas con carácter que sí sabían salirse con las suyas y formar sus caminos sin innecesarias cordialidades, y la vez que pudieran hacer todo ello sin ser arrogantes o prepotentes. Además de ello, a la chica la cautivaba el propio capricho en la humanidad, y consideraba que ese peliazul era la dosis perfecta de imperfección e imperialismo que la mantendría entretenida.
Ella sonrió nuevamente con aquella inquietante sonrisa por sentirse cautivada y atendida por ese chico que siempre le había impresionado, y se permitió gozar un pequeño momento de alegría para posteriormente recobrar la compostura y recibir al peliazul, quien le entregó el libro. Ella por inercia lo abrazó y ambos salieron a la alameda, donde se toparon con Imanotsurugi.
“¡Ohh! ¡Has conseguido muchos libros, Mikazuki-sama!” exclamó el pelicenizo, quien levantó sus brazos a manera de celebrar. Él traía consigo un par de bolsas con artículos de colegio, y de una de ellas sobresalía una cartulina enrollada. “¡Tienes mucho que leer!”
“Eso siempre son buenas noticias, ¿no es así?” Mikazuki asintió gustosamente. “Puedo concebir varias tardes y noches tranquilas en lo que leo y decido sobre qué trataré en mi próxima crítica académica. ¿Y tú has conseguido lo que necesitabas?”
“¡Sí, y más que suficiente!” reportó y saltó de un pie. “¡Esta salida fue un éxito!”
“Hahaha, es de esperarse de este distrito,” entonces, él notó que Tharja se notaba pensativa. “Oh, ¿sucede algo? Te ves intrigada.”
“He notado que tu pariente te ha llamado como si fueras un superior,” comentó. “Supongo no lo hubiera esperado.”
“Por más que seamos parientes, Mikazuki-sama es nuestro líder tanto como heredero como en asuntos de todos los días,” explicó Imanotsurugi, estirando sus brazos a los costados. “Confío mucho en su sabiduría e intuición y le tengo respeto. Es uno de mis modelos a seguir.”
“Ciertamente me halagas mucho, Imanotsurugi,” confesó el otro con gusto, y claramente ningún interés en negar dicho respeto, al visiblemente disfrutarlo. Sin duda ello fue algo que Tharja notó y marcó aún más las diferencias que Mikazuki tenía con Ichigo. Ella vio al mayor dirigírsele. “Ahora que hemos atendido nuestros intereses, podemos ir a tomar algo. Hay muchas cafeterías y tiendas de comida que podrían ser de nuestro agrado. ¿Alguna sugerencia de tu parte?”
“No en particular,” negó. “Caminemos. Detengámonos en el primer lugar que llame la atención.”
“¡Ohh, justo pensaba lo mismo! ¡Buena idea!” exclamó el pequeño. “¡Vamos en marcha!”
De aquel modo, Tharja caminó junto con Mikazuki en lo que el pequeño iba saltando de un lado a otro y mirando todo a su alrededor.
“…” la chica miró al pequeño moverse con gran incomprensión y cansancio ajeno.
“Hahaha, puedo ver que te sorprenden las energías de Imanotsurugi,” comentó el peliazul.
“Me cuesta creer que hay niños así, aunque no es que me sorprenda mucho…” ella negó. “También entiendo que estás acostumbrado.”
“Por supuesto. Imanotsurugi es como el hermano menor de todos en mi familia, así que siempre cuidamos de él,” contestó tranquilamente y le miró de reojo. “Esto me deja saber que tu hermano menor no debió haber sido tan revoltoso de niño.”
“Dije que no quería hablar sobre él…” Tharja abrazó su libro con más fuerza y desvió su mirada. De todos modos, le contestó retraídamente. “…pero tienes razón. Fudou fue sorprendentemente silencioso de pequeño… considerando cómo es ahora…”
“Hmm, ya veo…” Mikazuki se quedó observándole, sin borrar su sonrisa. Aquel momento fue cortado con rapidez al oír a Imanotsurugi llamar la atención de los dos.
“¡Miren para allá!” exclamó él, apuntando hacia el frente, más allá de un cruce vehicular que cortaba la alameda en dos. El pequeño se emocionó y corrió a toda carrera.
“O-oye…” Tharja pretendió pedirle que se detuviera, pero el chico fue muy rápido. Ella miró hacia el cruce, pero no vio nada de interés además de varias otras personas que se paseaban. “¿Qué está haciendo…?”
“Ohh, creo reconocer a una pequeña que estudia junto a Imanotsurugi,” comentó Mikazuki, animado. “Irá a saludarla. Vayamos también.”
“S-supongo…” sin duda a Tharja no le gustaba la idea de interactuar con más personas, pero no tenía de otra. Ella observó al niño correr en zigzag con gran agilidad como si estuviera jugando en medio de su trayectoria.
“Descuida, es una pequeña agradable,” entonces, el peliazul se sorprendió ligeramente al ver a Imanotsurugi saltar a una baranda al costado del camino y correr encima de ella, para entonces saltar al techo de un local. “Hoho, no debería hacer eso…”
“Deberías detenerle…” Tharja miró al peliazul con leve reproche. “Es tu responsabilidad.”
“Imanotsurugi estará bien, y es más cuidadoso de lo que parece,” contestó, inmutado.
“Pero…” Tharja alzó una ceja. “Ese niño es muy atlético, pero parece incontenible…”
“Estará bien,” repitió, sin mayores inquietudes. Mikazuki más bien parecía verse entretenido tanto por ese pequeño show como por las reacciones de sorpresa de las otras personas que caminaban cerca. “Haha, vayas energías. Un viejo como yo no tendría la motivación de hacer algo semejante…”
En eso, el chico llegó al cruce todavía parado en el techo. Faltaba una cantidad considerable de tiempo para que las luces de peatones se convirtieran en verde, razón por la cual el pelicenizo se inspiró a saltar al poste más cercano y balancearse por los cables.
“…” la chica se inquietó.
“Tranquila,” le pidió Mikazuki. “Son líneas de teléfono, si no me equivoco.”
“B-bromeas, ¿cierto?” ella pareció desconocer su tranquilidad, y se frustró al notar a la gente en el cruce que sacó sus celulares para tomarle fotos y videos. “Se puede caer.”
“Mi linaje es muy hábil físicamente, e Imanotsurugi siempre ha demostrado gran dominio corporal,” comentó el peliazul, sonriendo con certeza. “Si él es digno de sus raíces y está listo para esta hazaña, entonces no hay de qué preocuparse.”
“Tsk…” esa indiferencia le recordó un poco a Tsurumaru. “¿Y si no lo está?”
“Entonces este será su final,” contestó con cierta sentencia, pese a mantener su sonrisa.
“…” ella regresó su mirada hacia el frente y vio al niño saltar desde la cima del poste al frente de la calle hacia un techo bajo y finalmente de regreso a la alameda sin ningún tipo de dificultad. Se impresionó grandemente. Sin duda, su familia era impresionante, y lo sabía bien, ya que un pariente de ellos dos había demostrado su destreza en el pasado en la guerra de las escuelas… algo que Tharja no recordaba muy gratamente.
Ellos dos terminaron apurándose ya que esperando a Imanotsurugi hubo un policía de la alameda, quien de inmediato se puso a llamar la atención al pequeño. Mikazuki tuvo que darle el alcance y disculparse ante el guardia. Felizmente, el mayor supo cómo dialogar con esa persona para que decidiera no hacerles problemas.
“Perdón por los inconvenientes, Mikazuki-sama,” dijo el pequeño, cabizbajo y con un tono de voz desanimado y triste. “No pensé que causaría estos problemas…”
“No tienes que disculparte ante mí,” le aseguró el peliazul, sonriéndole. “Sé que tú eres capaz de incluso más peligrosas hazañas y personalmente no considero un delito comportarse con la prudencia que tú sí tuviste, aunque es bueno respetar las normas de otros en la sociedad. No queremos que gente que no sabe qué hace fuera a imitarte. ¿Has comprendido?”
“Sí, es un buen punto,” el pequeño asintió y miró al mayor, para sonreírle. “¡Tendré cuidado!”
“Además es bueno considerar a nuestra acompañante,” siguió el mayor. “Tharja se preocupó por ti, y está contenta de que nada malo pasó.”
“¡Oh, siento el susto!” Imanotsurugi de inmediato hizo una reverencia ante la chica, y luego pasó a sonreír con alegría y leve picardía. “Hehe, y me alegro mucho de saber que te preocupaste por mí. ¡Muchas gracias! ¡Eres una buena persona!”
“Es una buena persona, ¿verdad?” preguntó Mikazuki, denotando compartir el mismo parecer.
“P-párenla…” la chica se ofuscó y desvió su mirada, avergonzada.
Ellos tres terminaron por recibir la atención de un par de hermanas, quienes se acercaron al ver que el policía ya no hablaba con ellos.
“¿Ima-chan?” preguntó Nio. “¿Por qué hablabas con un policía?”
“¡Ohh, Nio-chan!” Imanotsurugi se emocionó y levantó una palma en señal de saludo. “Hehe, sólo me divertía un poco. ¡Qué bueno que pudimos encontrarnos! ¡Te vi cruzando la calle así que quise darte el alcance y crucé por las vías de teléfono!”
“¿C-c-cruzaste por las vías de teléfono? ¿En serio?” Ayesha se quedó en shock y se tapó la boca con sus manos.
“Oh, qué genial, sin duda tú serías capaz de hacerlo,” por su parte, Nio sonrió comprensivamente. “Aw, ya quisiera ser tan habilidosa como tú para imitarte.”
“P-pero no lo eres, así que no hagas nada así,” le recalcó su hermana, con leve severidad.
“Ya lo sé, onee-chan,” contestó la menor, cansadamente. “Tú sabes que soy cuidadosa.”
“Ay, Nio…” la mayor se vio preocupada. Desde que había llegado junto con su pequeña a Japón y la había inscrito en Hanasaki Middle, Nio se había vuelto muy amiga de Imanotsurugi, quien siempre irradiaba muchas energías y animaba a todo el mundo. Sin embargo, por más que Ayesha lo considerara un buen chico, temía mucho que él fuera a alentar a la intrépida de su hermanita a hacer cosas muy riesgosas, como lo que acababa de suceder.
“Oh, creo que presentaciones están en orden,” observó Mikazuki.
“En verdad que sí,” Nio asintió. “Onee-chan, él es Mikazuki. Es pariente de Imanotsurugi y me he encontrado con él en mis visitas por Rizembool U. Es una muy buena persona.”
“¿Eres pariente del pequeño Imanotsurugi?” Ayesha se vio sorprendida y sonrió con torpeza. “Usted tiene esa clase y delicadeza que caracteriza al amigo de mi Nio. Parecen tener un aura bastante similar.”
“Ohh, nunca pensé oír algo así, pero pienso lo mismo,” Imanotsurugi asintió gustosamente.
“Mi nombre es Ayesha Altugle, es un gusto,” dijo la rubia, haciendo una reverencia. “Y le agradezco de todo corazón por haber cuidado a mi Nio en Rizembool.”
“El placer es mío, Ayesha,” Mikazuki asintió.
“¿Y cuál es tu nombre?” preguntó la rubia a Tharja, con una sonrisa.
“…” esta dio un suspiro antes de contestar. De inmediato se sintió fuera de lugar por esa imagen impecable y de clase alta que las dos hermanas daban, y que era compatible con el par de chicos. “Tharja, un gusto también, supongo…”
“Veo que ya compraste las cosas para nuestro trabajo en grupo,” observó Nio a su amigo. “Me alegra, y gracias por hacerlo.”
“La vez pasada fue tu labor, así que no tienes que agradecerme,” Imanotsurugi negó y sonrió ampliamente. “¿Qué están haciendo por aquí? Íbamos a tomar algún refrigerio cercano. Nos pueden acompañar, si gustan.”
“A decir verdad, buscábamos una tienda de crepes,” confesó Ayesha, quien sonrió un poco avergonzada. “Realmente queríamos un dulce, aunque no sé cuál tienda es la mejor.”
“Conozco un sitio que tiene buena reputación y está muy cerca,” dijo el peliazul. “Podemos ir hacia allá si les parece.”
“Claro que sí, confío en tu sabiduría,” Nio asintió respetuosamente y pasó a sonreír contenta. “Vamos, onee-chan. Mikazuki es una persona que discierne muy bien.”
“Estoy segura que sí,” ella dio una reverencia. “Estamos a su cuidado.”
“Gracias por la consideración, lo aprecio,” comentó el chico.
De ese modo, los ahora cinco compartirían un breve momento. Tharja no estaba muy contenta con la situación, pero tampoco podía quejarse. Esa mezcla de respeto y alegría le recordaba a su pseudo-familia de muchos hermanitos de cariño, así que ya sabía cómo lidiar con las hermanas. Con ello, el paseo en la alameda se aproximaba a su fin.
El atardecer ya daba indicios cálidos en el cielo de un sol descendiente y, en medio de sus múltiples faenas, Shu hizo una pausa para preparar un saludable guiso para la cena. Luego de dejar su cocina impecable y de verificar el sabor de la comida con un pequeño plato probador, el pelirrosa supo que podría regresar a su presente labor en lo que la olla continuaba trabajando. Sin embargo, él no llegó a retirarse porque oyó un toque en una de las ventanas cerradas de la cocina.
Él observó con cierta incomodidad y frustración a una paloma blanca en el marco de la ventana, la cual esperaba pacientemente a que le abrieran. Luego de pensarlo un poco, Shu negó con resignación y optó por contestar al llamado. Abrió la ventana y notó que dicha paloma traía consigo una diminuta bandera blanca en su pico, lo cual le informó de su propósito.
“…” dio un pesado suspiro y habló hacia fuera. “Está bien, te perdono. Puedes pasar.”
Ante ello, el pelirrosa se movió a un lado y vio a su amigo peliplateado saltar e ingresar por la ventana. Wataru se levantó, recibió al ave en su hombro, y se dirigió a Shu.
“Ahh, muchas gracias por tu misericordia,” dijo con una voz conmovida. “Estoy muy consciente que no puedo ser tan expresivo contigo, sin embargo, no llegué a controlarme. Por ello traje a mi paloma mensajera para que dialogara contigo.”
“No es la primera vez que lo haces, no tenías que explicarte,” Shu negó frustrado y de inmediato comenzó a sacar platos y tazas de porcelana. “Supe que vendrías así que hay agua caliente. Te serviré una infusión.”
“¡Oh, déjame ayudarte!” exclamó Wataru mientras juntaba sus manos, maravillado.
En menos de cinco minutos, el par ocupaba un par de espacios en el comedor frente a la entrada.
“Mis asuntos no son motivo de tu drama, Wataru,” recalcó el pelirrosa.
“¿Hm? ¿De qué hablas, Shu?” preguntó el otro, con una sonrisa traviesa.
“¿Cómo de qué hablo?” el otro se impacientó y frunció el ceño. “¿Para qué más has venido? Tú piensas cuestionarme sobre mi repentina decisión de aceptar a un pupilo aparte de Kagehira. Lo hiciste obvio en la mañana.”
“Es muy cierto que he venido por ello, pero me sorprende que saltes tan rápido al tema,” Wataru se vio animado. “Huhu~ estoy conmovido por tu gran voluntad, estimado amigo.”
“No es que sea voluntad,” el otro desvió su mirada y entrecerró sus ojos. “Es obvio que estás aquí por ello así que puedo saltar a las conclusiones de una vez. No tengo tanto tiempo como tú.”
“Es verdad, pero aprovecha este respiro, ya que no andamos viéndonos todos los días,” dijo el peliplateado, encogiéndose de hombros con una expresión de mínima preocupación. “Tú sabes que me preocupo por tus nervios.”
“De ser así no estarías aquí ahora ni vendrías a cuestionar mi vida,” recalcó, impaciente.
“Nunca cambiarás, Shu…” Wataru miró su taza de té negro momentáneamente y dio un suspiro. “Pese a tener vidas ocupadas y muy esparcidas, nosotros cinco siempre nos mantenemos en contacto y solemos no guardar secretos entre nosotros. Shu, pese a ser una persona reservada, tus movimientos suelen ser transparentes. Tú no juegas sucio y prefieres tener las cosas sobre la mesa. Estoy convencido que tu forma de ser es lo que dictó esta transparencia en un inicio.”
“…” el otro alzó una ceja.
“Por ello mismo, tengo un mal presentimiento,” Wataru frunció el ceño, lo cual cortó su usual expresión relajada y le dio una apariencia más severa y demandante. “Me encontré con Shinano previamente. Es amigo de algunos de mis más habilidosos estudiantes de drama y parece tener potencial. También es un chico sencillo y una buena persona, pero fallo en ver qué pudo haberte atraído a cuidar de él, por decirlo así.”
“…”
“Entonces, ¿qué hay detrás de este chico? ¿Por qué estás haciendo esto, Shu?”
“Considero que lo estás pensando demasiado,” Shu se encogió de hombros. “Necesito un proyecto adicional. Kagehira se encuentra creciendo como un idol, aunque pienso que mi aporte es insuficiente para él, por más recursos que tenga. Entrenar a una persona más y de cero puede ser una experiencia enriquecedora para mí,” él pasó a sonreír con orgullo. “No hay duda alguna que puedo transformar a él o a quien sea en una persona con clase y fama, y ese chico tiene la voluntad y el deseo para empujarse a sí mismo. Él simplemente cruzó mi campo de visión, y debería considerarse afortunado de haberlo hecho.”
“Sí, no argumentaré contigo al respecto…” Wataru decidió apoyar aquel esperado egocentrismo de su amigo. “Pero no te encuentras contestándome. Este es un suceso inesperado, y demando respuestas de tu parte.”
“No tengo la obligación de contestarte sobre nada,” Shu cruzó sus brazos y movió su rostro a un costado, con desprecio. “Alégrate de siquiera estar aquí. Además, considero que te encuentras haciendo mucho escándalo. Dudo que a nadie más le importe.”
Dicho esto, los dos oyeron el timbre. El par intercambió miradas y Shu se levantó para mirar por el ojo de pez. Al hacer eso, él mostró gran impaciencia y resopló exasperado, para abrir la puerta.
“¿Qué pasó? ¿Se pusieron de acuerdo?” preguntó el pelirrosa al recién llegado, impaciente.
“Es también un gusto para mí verte, Shu-niisan…” dijo Natsume, con cansancio y rodando los ojos. “Pero sabía que andarías a la defensiva.”
“¡Natsume-kyun~!” Wataru se emocionó y se levantó de un salto para ir donde el pelirrojo con sus brazos extendidos. “¡Déjame apachurrarte!”
“A-aléjate…” este tuvo que esquivarle. “Deja de tratarme como un niño, Wataru-niisan.”
“¡Ahh, pero tú sabes que eres la cosa más preciosa para mí en todo el universo~!” canturreó con su potente voz y una sonsa sonrisa. “¡Nunca es una mala ocasión para toparme contigo~!”
“Si sigues, Shu-niisan nos echará a patadas,” le recordó Natsume, con un tic en la ceja.
“Precisamente…” el pelirrosa dio un pesado suspiro y se resignó a atender a los ahora dos. Él cerró la puerta y caminó de regreso a su sitio. “Ya, siéntense. Asumo que no deseas una infusión, Natsume, pero si quieres algo no te retraigas.”
“Estamos casi verano y no me apetece una, gracias,” dijo el pelirrojo, negando y tomando asiento en un lado de la mesa todavía no ocupado. Entonces, tanto él como Wataru se confundieron al notar a Shu agarrar el hacha de la pared y regresar a su sitio. “¿Qué haces, Shu-niisan?”
“Es precaución, ignóralo,” dijo completamente inmutado.
“¡Ay, pero dime cómo estás, precioso Natsume-kun~!” dijo Wataru, animado. “Veo tus lindos ojitos relucir con vitalidad. ¿Has tenido unos días entretenidos?”
“Podría decirse, no necesitan saber los detalles,” Natsume sonrió con leve maldad al recordar cierta competencia de Mario Kart, y entonces regresó a su actitud indiferente. “Sin embargo, hoy he estado muy distraído. No llegué a ver el eclipse solar, las auroras boreales, la caída de meteoritos y ese grupo de pegasos volando por el campus por cómo Shu-niisan ha recibido a un nuevo aprendiz tan intempestivamente.”
“Tch, n-no hagas un preámbulo innecesario…” el pelirrosa se vio incómodo.
“¡Ohh, excelente forma de decirlo!” por su parte, Wataru se emocionó. “¿Ves, Shu? No estaba alucinando. Nuestro bello kouhai se encuentra tan en shock como yo y ha venido a verte.”
“¿Y cómo te has enterado?” le cuestionó Shu, frunciendo el ceño.
“Sabes bien que tiendo a instalar cámaras y micrófonos escondidos por distintos insospechados lugares, y ello incluye a los aposentos de mis muy estimados y no irónicos senpais,” contestó el pelirrojo, quien dibujó una sonrisa al ver que puso al otro en aprietos. “Por motivos de precaución, como tú mismo lo has dicho…”
“Como iba diciendo a Wataru, no tengo motivos para explicarme…”
“Pero es extraño, y habíamos quedado en ser honestos entre nosotros cinco,” recalcó Natsume, con leve impaciencia. “Kanata-niisan y Rei-niisan también se sorprenderán cuando se enteren, y muy probablemente vendrán a verte, como nosotros.”
“No tienes por qué actuar de esta forma, Shu,” dijo el peliplateado, encogiéndose de hombros. “Somos tus amigos y nos preocupamos por ti. También sabemos tus malos hábitos. Puedes demandar mucho de ti o meterte en aprietos en medio de tus grandes ambiciones. El hecho que no nos hayas dicho nada es una señal de alerta.”
“…” Shu nuevamente dio un pesado suspiro. No iba a llegar a ningún lugar siendo difícil. A su vez, tampoco quería admitirlo, pero el hecho de tener a Natsume preocupado por él era algo que le incomodaba, y que prefería evitar. “Natsume, antes que llegaras, comenté a Wataru que tenía el interés de formar otro proyecto que sirviera como una buena oportunidad para mí mismo, e indirectamente para Kagehira.”
“Sí dijiste eso, pero…” el peliplateado se vio cortado por el otro.
“Déjame terminar,” espetó Shu, mirándole de reojo. “Eso no es mentira. Sin embargo, admitiré que sí tengo otro motivo, y la razón por la cual aquel chico y sólo aquel chico fue aceptado como mi aprendiz.”
“Esto va más allá de su potencial,” observó Natsume, mirando a la mesa y pensando críticamente. “Debe estar atado a quién es como identidad, como persona…”
“Me complace presenciar tu rápido análisis, Natsume,” Shu sonrió con orgullo, y se levantó, para darles la espalda. “Precisamente. Mi segundo motivo está relacionado a quién es él, y no tiene nada que ver con mi profesión y mi rol como un futuro maestro. Pero no diré más que esto a ustedes por ahora.”
“¿Por qué no? ¿Realmente crees que estaremos contentos con esto?” preguntó Wataru.
“Se los digo para que lo sepan, pero les aseguro que no tienen nada de qué preocuparse,” dijo con una voz certera. “Tampoco pienso decir más por el simple motivo que no quiero que Kagehira se entere, o que rumores puedan correr. A su vez, continúo desarrollando el plan que inspiró mi tan sorpresiva ‘humildad’ de ser un maestro, luego de tantos años.”
“¿Plan?” Natsume se sorprendió.
“Y un plan tan reciente y amorfo es una vergüenza para mí. Cuando tenga algo más formulado con mucho gusto lo compartiré con ustedes. Tienen mi palabra. Ahora dejen de preocuparse.”
“No es tan simple, Shu-niisan…” de repente, el pelirrojo bajó sus energías y mostró frustración y tristeza en su expresión, mientras agachaba la mirada. “No me interesa oír sobre alguno de tus cuidadosos e intricados planes.”
“…” Shu le miró de reojo.
“He venido aquí con una simple duda en mente…” comprimió sus puños. “¿…estarás bien, Shu-niisan? ¿Esto no es ya demasiada carga para ti, por todo lo que siempre tienes que hacer?”
“No hay forma de saber el futuro, pero me subestimas,” le aseguró, volteándose y sonriendo con autosuficiencia. “Soy un ser talentoso y hábil por encima de la multitud común de humanos. He arremetido y ganado gran prestigio múltiples veces. Tú lo sabes.”
“Natsume-kun lo sabe, por supuesto, pero continuamos teniendo el pasado presente,” dijo Wataru, quien sonreía tranquilamente, mirando a su té. “Tú eres una indiscutible fuerza, Shu, pero entiende nuestra preocupación. Ni alguien como tú es capaz de enfrentarse al mundo entero en caso de que fuera a derrumbarse encima de ti.”
“Tsk, qué insulto de tu parte…” Shu arrugó su rostro con desprecio.
“Nunca lo desearía para ti. Nuestra amistad va al nivel de hermandad,” le aseguró, y le miró con más energías. “Creo en ti, pero pienso que es mi obligación velar por tu bienestar. Vine para saber tus motivos, y como ello está en veremos, vengo a pedirte un favor.”
“¿Qué quieres de mí?”
“Permíteme aceptar al joven Shinano a mi club de drama. Pienso que él necesitará de mi ayuda para guiarle y apoyarle, ya que soy un maestro con más experiencia que tú, y también estoy interesado en el potencial que les has visto, porque tú no aceptarías a alguien que no lo vale.”
“Tsk, obviamente, no perdería mi tiempo con algún común sin importar qué motivos pudiera tener,” Shu se exasperó. “Está bien, haz lo que quieras, pero recuerda que mi entrenamiento va por encima de tu club si en algún momento hay conflicto.”
“Ohoho, admito que estoy feliz que aceptaras tan rápido,” Wataru se vio satisfecho.
“Hm, interesante…” Natsume sonrió intrigado. “De repente, me siento sumamente celoso de este niño por tener a dos de mis senpais como sus maestros,” frunció el ceño. “E incluso indignado de que Shu-niisan le haga una excepción a alguien que no es capaz de comprender la suerte que tiene. Siempre hubiera querido aprender algo de ti. Yo soy una persona muy hábil y por encima de varios y no tengo problemas reconociéndolo, pero tú eres superior a mí en muchos aspectos.”
“Lo podré ser, pero nuestras genialidades son distintas, Natsume,” recalcó Shu, con severidad. “No tendría nada que enseñarte.”
“Eso no es verdad, pero, en fin…” dio un suspiro y sonrió entretenido. “A su vez, me pregunto si este niño será capaz de sobrevivir a tus exigencias. He visto a Mika sufrir de distintas maneras, y presumo que serás menos misericordioso con este novato.”
“Ahh, deberías compadecerte de él junto a mí, lindo Natsume-kun,” Wataru dio un pesado suspiro y luego se mostró algo resentido. “Uhh, pero no te olvides que yo sí te enseñé hace años. Fuiste mi primer y más resaltante discípulo.”
“Sí lo fui, por ello no me molesté en mencionarlo, Wataru-niisan…” dijo con leve cansancio. Entonces, él oyó una campana. “¿Hm? Shu-niisan, ¿has preparado croissants?”
“Lo hice, pensé en pasar el cuestionamiento con un aperitivo,” dijo el pelirrosa. “He hecho suficientes para compartir, si gustan.”
“¡Ohh, qué buenas noticias!” exclamó el peliplateado.
“No me negaré a ello. Tu panadería es la mejor,” admitió el pelirrojo, con una sonrisa nostálgica. “Muchas gracias por el ofrecimiento.”
“No hay de qué. Te ves muy delgado, debes comer mejor,” dijo el dueño de casa. Él dejó el hacha encima de la mesa y fue a la cocina.
“Heh, supe que dirías eso…” se encogió de hombros.
“Pese a quejarte, se nota que andas feliz, Natsume-kun,” observó Wataru. “Parece que este estudio siempre es un lugar grato para ti. ¿Verdad que te gusta pasar tiempo con tus senpais?”
“Todo el gusto que pude haber tenido se acabó por tus acosadoras palabras, Wataru-niisan.”
“Ay, pero no te me pongas así~” canturreó y le miró con ternura, lo cual impacientó al otro. “Yo sé que eres un delicioso y masticable marshmallow por dentro~ ¿Verdad que sí querías vernos? ¿Verdad que sí estuviste muy preocupado por Shu? ¡Eres el más precioso kouhai tsundere de la historia! ¡Ven y abraza a tu senpai que te noticea!”
“…” Natsume dio un pesado suspiro y esperó un poco a que el pelirrosa regresara con una fuente llena de croissants. “Shu-niisan, ¿podrías prestarme tu hacha un momento por favor?”
“Ahh, sólo asegúrate de regresarla limpia…” dijo este con frustración, al haber podido escuchar las exclamaciones de Wataru.
“Por supuesto…” el pelirrojo tomó el mango y sus ojos dorados se prendieron con una fría y aterradora luz de depredador.
“¡E-e-espera, Natsume-kun, piedad!”
Esa reunión continuó un poco más, y el tema de conversación se volvió un poco más ameno. Al final, los tres pudieron dejar atrás sus rutinas para dialogar entre sí y recordar un poco de tiempos distintos en los cuales vivieron en mundos más cercanos.
…
Y el tiempo siguió con su curso.