Author Topic: neverland 0.0: you can (not) remember  (Read 45272 times)


Shruikan

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #15: February 28, 2018, 07:57:34 PM »
Milo estaba mirando la pared de enfrente. Tenía una cerveza en la mano y un camarero que estaba fregando un vaso con un trapo desde hacía unos cinco minutos. El mismo vaso.
El camarero le sonreía de una manera que no podía ser real, pero bueno… suponía que aún tenían muchas cosas que mejorar dentro de ese juego.

De momento, su cuerpo parecía bastante realista y no había tardado en acostumbrarse al pelo largo. Hacía tiempo que no lo llevaba así, pero le quitaba demasiado tiempo por las mañanas. Ja.
Lo bueno del juego es que aquello rizos perfectos no necesitaban mantenimiento.

Volvió a mira a su cerveza y le pareció que sus ojos hacían zoom en la jarra y que el color del líquido se hacía más y más brillante.
Levantó la jarra, pensando si tendría buen sabor, si la espuma se quedaría prendada en sus labios y si, como decían, daba un estado de embriaguez parecido al real.

¿Sería verdad? ¿En serio?

Justo estaba rozando los labios con la jarra cuando alguien se sentó de golpe a su lado y pidió a voces una cerveza. Milo casi se ahogó si haber probado nada.

El desconocido se giró a mirarle y levantó una ceja, curioso.

—¿Ya lo has probado? — preguntó, curioso.

—Pues no imbécil, casi me das un paro cardíaco —espetó Milo, con una mano sobre el corazón y la otra bien agarrada a su jarra, aunque no pudo evitar preguntar de, vuelta—: ¿Y tú?

El desconocido apoyó un codo en la mesa y la mejilla en el puño para mirarle con una sonrisa ladina y una ceja levantada.

—No, idiota, a eso venía — le contestó.

Milo se echó un poco hacia atrás.

—¿Y ese insulto gratuito?

—Por el que tú me has dado.

—Ya, pero el mío es porque me has metido un susto de campeonato.

La cerveza fue servida y ahora estaban los dos en la barra, mirando sus bebidas y echándose miraditas el uno al otro.

—¿Cómo te llamas? — preguntó el tipo.

—Milo, ¿y tú?

—Ese no es tu nick — apuntó, moviendo la jarra para ver como la cerveza se balanceaba dentro —. Yo soy Kanon.

Otros diez segundos más de silencio y luego Milo soltó:

—¿A la de tres?

—Venga.

Y a la de tres bebieron, mirándose para ver cuando paraba el otro. Acabaron por meterse entre pecho y espalda toda la jarra de un trago. Y la levantaron para pedir otra.
¡Estaba buena!

Unas horas después, cuando salían de detrás de una cortina arreglándose la ropa decidieron que nunca le iban a contar a nadie cómo se habían conocido.
Ese podía ser un secreto entre ellos dos.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Shruikan

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #16: April 30, 2018, 05:34:51 PM »
Simbad siempre había sido un pillo desde bien pequeño. No es que fuese un mentiroso, pero sabía como retorcer la verdad; tenía los pies rápidos y las manos ágiles.
Pero sobre todo… sabía como hacer amigos. Eso de mantenerlos ya no se le daba tan bien, pero no sería por no intentarlo.

Así que, cuando entró a ese juego del que tanto hablaba la gente no pudo más que elegir ladrón como su profesión profesional. Vale, esa broma no había sido muy buena ¡pero seguro que había más gente con su sentido del humor por ahí! Escondidos por el mundo…
Gente incomprendida con la necesidad de un líder, de alguien que ondease la bandera bajo la que llamarse grupo. ¡Una casta por descubrir!

Su Guild, su primera Guild, se llamaba “El club de la comedia” y se pasaba los días sonriendo de forma encantadora mientras flirteaba por aquí y por allá, robando a los despistados y tratando de encontrar a esa gente… esas personas desamparadas sin una guild que llamar hogar.

Había sido duro, todo fuese dicho. Y aunque la mayoría de sus amigos creían que Simbad era un tipo sin cerebro que sólo sabía hablar, sus más allegados sabían lo mucho que escuchaba cuando no estaba parloteando. O incluso cuando parloteaba.
Cuando se enteraba de alguien con un sentido del humor singular, lo buscaba. Lo buscaba hasta encontrarle, ¡le daba caza!

Y así era como había llegado hasta Rabanastre, en busca de un tal Sandfreak. Ya sólo el nombre era prometedor.
Y, sí amigos, así era como había acabado delante de aquel portento de mujer, que le miraba con los ojos entrecerrados y casi, casi, una expresión de disgusto en el que era un bello rostro. Hermosa faz que...

—¿Uh? —preguntó Simbad cuando se vio levantado de repente.

Tenía un dedo en alto, los pies no le llegaban al suelo y la chica seguía llevándolo en alto hasta dejarlo en la otra esquina.

—No —fue su única explicación.

—¡Pero, señorita! —Llamó, siguiéndola. Eran casi igual de altos —. Ni siquiera te he explicado porqué estoy aquí.

—¡Buscas a Sandfreak! —dijo ella antes de darse la vuelta y encararle, quedándose casi nariz con nariz. Y gruñó —: No está disponible. Y menos para calaña como tú.

A Simbad le pasaron dos cosas muy curiosas en ese momento. Se le erizó el vello de la nuca y tuvo una reacción que no sabía que se podía tener en el juego.
Miró hacia sus pantalones y luego hacia la espalda de la berserker, que seguía caminando hacia la puerta de la Guild donde le habían dicho que encontraría a aquel jugador al que aún ni conocía.

El pelo de la mujer se balanceaba violentamente a su espalda y sus hombros desnudos parecían crispados, como sus manos apretadas en puños que probablemente serían demoledores.

Simbad dio un paso hacia un lado, apoyándose en una pared y suspirando. Sonrió de medio lado y se preguntó qué pasaría si intentase ligar con ella.
Valdría la pena intentarlo, aunque probablemente acabaría en su punto de Respawn, pero en la vida a veces había que arriesgarse. ¡Y Simbad era un experto en riesgo!

Así que se arriesgó… Vaya si se arriesgó.

Más tarde, en una taberna en Mos Eisley, cuando alguien le preguntó que le había pasado en el ojo, Simbad respondió:

—No sabía que algunas heridas podían volver contigo después de la muerte.

Kanon le miró con cara rara, mordisqueando el palillo con el que estaba pinchando su comida entre los dientes.

—¿Qué, un berserker? Hay algunos golpes que provocan estados alterados que se quedan un par de horas ahí, aunque mueras —informó, echándose hacia atrás y sonriendo con algo de malicia —. ¿A quién le has estado tocando las narices?

—¡Las narices! ¡Já! —respondió Simbad, levantando las manos y haciendo como que agarraba repetidas veces algo grande y redondo —. Si me hubiera dejado le habría tocado otra cosa. Vaya pechotes.

Kanon le dio un codazo, rodando los ojos y esperando por más información.

—Era una berserker, una tía grandullona, en Rabanastre —empezó a explicar, aunque Kanon le interrumpió poniéndole la mano en un hombro —. ¿Qué?

Simbad le miró extrañado, Kanon no solía poner una cara tan seria si no tenía un buen motivo.

—Con el pelo oscuro, así como con reflejos violeta.

Simbad asintió.

—Cara bonita de mala leche, ¿cicatrices por todas partes?

—Sí, tío, toda una diosa guerrera.

Kanon entrecerró los ojos y después suspiró derrotado.

—Chaval, de todas las pavas que hay en Rabanastre… tenías que ir a meterte con la única que te puede dar una paliza y dejarte arrepentido durante el resto de la sesión de juego. Eso no se va aunque salgas y entres del juego. —le advirtió, riéndose de la mala suerte de su amigo.

Simbad dejó caer la cabeza con un gemido de dolor sobre sus brazos, que estaban cruzados sobre la mesa de la taberna. El puto golpe dolía.
Luego, después de pensarlo un poco, levantó la cabeza, mirando a Kanon con cara de sospecha.

—¿Y tú cómo sabes eso?

Nunca había visto a Kanon salir tan rápido, ni cuando le perseguía un boss.

—¡Eh! ¡Vuelve aquí, cabrón, cuéntamelo! ¡Quiero saber tus desgracias!
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

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Neko

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #17: October 31, 2018, 11:39:57 AM »
En algún momento, en la beta...



A Milo le gustaba mucho el juego. Pero mucho, mucho. Tanto, que después de haber jugado un par de días a la beta, había donado dinero.
¿Qué cómo había llegado a acceder a la beta? ¡Su novio! Él le había mandado una invitación y ahora mismo estaba esperándole en una taberna de la mala muerte, en una ciudad en el desierto que había cambiado tres veces de nombre en la semana que llevaba jugando.

Las notas del piano amenizaban el ambiente y Milo se mecía suavemente mientras tocaba con los ojos cerrados, tarareando la canción que estaba tocando. Aún era arquera, pero estaba deseando convertirse en bardo. ¡Y ya no le quedaba mucho para poder hacer la quest!
Ah… qué ganas tenía.




—¿¡Qué!? Tienes que estar de coña. —vociferó Milo, golpeando la mesa con los dos puños.

—No, no lo estoy Manzanita.

Milo chirrió los dientes mientras la npc le sonreía satisfecho.

—¿Necesita algo más, Manzanita? —continuó la npc, ladeando la cabeza y haciendo que su coleta alta se balanceara de un lado a otro.

—Sí, ¡qué pongan la opción de bardo para mujeres! ¿¡Por qué no puedo ser bardo!? ¡Quiero ser bardo!

—¡Oh! —dijo la npc, levantando un dedito, como si se le hubiese ocurrido algo en ese mismo momento. Milo podía jurar que hasta había visto una bombillita encendiéndose encima de su cabeza—. ¡Sí que puede ser bardo!

—¡Aquí me dice que no!

—Siempre puede cambiar el sexo de su avatar. —informó la npc sonriente.

—¡Pero yo quiero ser mujer!

—Error de incompatibilidad.

Milo rodó los ojos, gimiendo.

—Qué coño de error, ni que mierdas… como si no hubiesen existido bardos mujeres en la historia…

—¡Pero puede optar a dancer! —dijo la npc, volviendo a levantar aquel dedito.

Sí, mira, ahí estaba la bombilla.

—¡Yo quiero ser un bardo!

—Cámbiese de sexo.

—¡Con tetas! —insistió Milo, agarrándoselas para darle más énfasis a sus palabras.

La npc parecía haberse quedado muda, pero por su cara risueña Milo diría que en realidad estaba buscando una respuesta en su base de datos.

—Puede crear un avatar masculino con sobrepeso y poca musculación. ¿Eso contaría como tetas? —preguntó, ladeando la cabeza y llevándose un dedo a la barbilla.

Esta vez le flotó un interrogante.

Milo dejó pasar unos cinco segundos antes de explotar.

—¡No!

La npc pareció decepcionada y luego procedió a hacer algo que no le había visto hacer a aquella npc desde que iba a informarse a su puesto. Le puso ojitos. ¡Hasta jugaba con su ropa tímidamente!

—¿Seguro que no quiere cambiar de sexo a su avatar?

Milo dejó caer la cabeza contra la mesa, casi doblándose por la mitad para lograrlo.

—Bueno, está bien… ¿y cómo se hace eso?

—Sólo tiene que ir a cualquier punto de información y pedir una renovación de personaje. ¡A veces un reset completo es lo mejor para descubrir otros aspectos del juego! —informó la npc moviendo el puño con alegría.

—¿Un qué?




Milo suspiró por tercera vez, con su cerveza entre las manos. El juego no era tan realista (aún) y a Milo le gustaba poder disfrutar del frío de la cerveza entre sus dedos sin que la bebida se calentase por ello.
Suspiró un poco más fuerte, aunque aquello casi podría haberse catalogado como un gemido.

—¿Qué te pasa? —preguntó su novio, que había estado comiendo cacahuetes y hablando de la liguilla de fútbol a la que estaba apuntado, allá afuera, en la vida real.

—¡Pues verás! —empezó Milo, mucho más atenta a la conversación que hasta hacía diez segundos—. ¿Te puedes creer que la opción para bardos sólo está para hombres? Bueno, para avatares hombre… ¿¡Cómo es eso posible!? ¡Me indigna! Es como si las mujeres no pudiéra-

—Pues hazte dancer, ya ves tú —dijo su novio, encogiéndose de hombros antes de sonreír de oreja a oreja—. Además, los modelitos seguro que te quedan muy bien…

Milo rodó los ojos.

—¿En serio? Yo aquí con una crisis existencial y tú…

—Yo te recuerdo tus opciones —insitió él, señalándola con una alita de pollo antes de comérsela—. Hmn, aún no aciertan con el sabor de la salsa barbacoa.

Milo miró su cerveza, pensando que eso sí que eran calorías vacías.

—Podría comerme un pastel entero aquí dentro y no pasar nada. —murmuró Manzanita.

—Mira que bien, así no engordas fuera. ¿Quién sabe? Igual hasta te quita el mono.

—¿A tí qué te pasa? Hoy estás imbécil. —advirtió Milo antes de tirarle un cacahuete.

Un punto de daño le flotó por encima.

—¡Anda, eso es nuevo! —se rió la chica—. Pero es que quiero ser bardo… es lo que me gusta.

—Ya tocas cosas fuera, no sé qué obsesión tienes con la música. Y no puedes.

Milo entrecerró los ojos, arrugando la nariz.

—En realidad, sí que puedo. —contestó, mirando hacia el bardo que estaba ocupando el escenario en ese momento.

Pasaron un par de minutos antes de que a su novio se le ocurriese el cómo. Y cuando lo hizo la señaló, escandalizado.

—¡Si te vas a poner rabo ya no juego contigo!




—Hola, cariño… —saludó Milo, apoyando el codo en la mesa.

La npc sonrió, preguntándole en qué podía ayudarle.

—¿Cómo iba eso de la renovación de personajes? El reset. —preguntó, parpadeando mucho más de lo necesario.

La npc infló el pecho antes de empezar a explicar, toda motivada. ¡Era su primer cambio de avatar!

—¡Pues verá!


Airin

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #18: October 31, 2018, 05:26:53 PM »
Sin iconos porque esto no estaba planeado :v Pero uno no simplemente le dice a Cloud Fucking Fight Me Strife 'oye, que en mi fic no sales'. Eso no pasa.




~+0.44~


—¿Y bien? —preguntó Zack mientras daba vueltas girando sobre sí mismo con los brazos levantados.

Cloud levantó una ceja, reclinándose en su silla mientras juzgaba la nueva vestimenta del otro chico.

—¿Es por el azul que resalta tus ojos, o…? —preguntó Cloud, porque aún no sabía que pretendía su amigo enseñándole el modelito.

—¡No, tonto! —se quejó Zack, rodando los ojos antes de sentarse a su lado en el banco.— Este equipo es exclusivo de Knight.

Y después de unos segundos de silencio el moreno sonrió, subiendo y bajando las cejas varias veces, como esperando algo. Cloud rodó los ojos otra vez, porque nunca estaba de más con su amigo.

—¿Ya eres Knight? Pero si llevas nada jugando… ¿No te estás enganchando mucho?

Zack se encogió de hombros, pero no dejó de sonreír.

—Tal vez, pero me mola mucho. ¡Mucho!

Cloud le palmeó la espalda.

—Te vas a viciar tanto que luego te cansarás y no querrás entrar para cuando salga el juego oficial. —aventuró Cloud tocándose un mechón rubio y rebelde; conocía demasiado bien a Zack como para no verlo venir desde la distancia.

—Tal… ¿vez? —repitió éste, ahora con duda en la voz.

Se estaba rascando el cogote. A Cloud le gustaba cuando le veía rascarse el cogote, ponía esa cara de gustirrinín que siempre le hacía sonreír.

—Estoy pensando en comprarme esta espada… —empezó a decir mientras invocaba la omnitool para enseñarle a Cloud el catálogo de novedades.— ¡La Buster! ¿A que es guapa? Mira esos stats.

—Hmn…

Cloud empezó a fijarse en las características y decidió que le estaba gustando lo que veía.

—Su nivel de opciones de refinado es alto, puede valer la pena, sobre todo si te la refina un mechanic con mucha suerte.

Zack hizo desaparecer la omnitool antes de volver a encogerse de hombros.

—Menos mal que sabes de esas cosas, porque yo la verdad ni idea. —dijo todo alegre.

Esta vez Cloud, en vez de rodar los ojos, se rió con suavidad.

—No puedo esperarme a ser Paladín. —dijo Zack, levantándose y ofreciéndole la mano al rubio de inmediato.

Cloud la agarró, dejando que su amigo lo levantase de un tirón.

—¿A la taza?

—¡Ey! —se quejó Zack antes de estirar de la despeluchada coletilla rubia del menor y ganarse un guantazo como represalia.

Después de empujarse un par de veces, Zack rodeó los hombros de Cloud con un brazo y empezó a caminar con él.

—Me gusta mucho este job, la verdad. Creo que es el mejor.

Cloud miró de reojo a Zack, desde abajo, y se maravilló cuando notó que su olor en el juego se parecía al de la vida real.

—Sí… tal vez algún día lo pruebe.

 
« Last Edit: November 18, 2018, 12:09:44 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #19: December 31, 2018, 05:52:46 PM »
RÁPIDO QUE NOS DAN LAS UVAS! esquiva una chancla Iconos el año que viene, harharhar OK YA.  Feliz 2019 :v (also, Sephiroth you nerrrrddddd)




~+0.46~


Crearse el avatar no había sido difícil para Sephiroth, tampoco quería ser muy diferente a su yo habitual, porque total ya era terriblemente atractivo. Era sólo que… siempre había querido teñirse el pelo de color petróleo, así como tóxico, pero la vida adulta le había llegado demasiado pronto, sin darle aquellos años en los que se podría haber expresado con libertad sin el yugo de la opinión de la sociedad en su cuello.
Por lo que aún no había conseguido decidirse era su nick y eso que había sido lo primero que le habían preguntado, aunque Sephiroth seguía dándole largas a la voz en off que le llevaba hablando ya un buen rato.

—Háblame más de esos jobs… —volvió a preguntar, porque aún no tenía claro si quería ser biochemist o samurai. Seguro que acabaría probando ambos antes de que se completase el juego, que aún estaba en fase beta.

La voz femenina volvió a darle una explicación completa de cada uno de los trabajos disponibles, sonando tan paciente como las dos veces anteriores, aunque añadió con dulzura al final:

—Para continuar, por favor, elija un nickname.

Sephiroth frunció el ceño con un gesto de incomodidad obvio en sus facciones.

Silver. —dijo por fin.

Un sonido corto y molesto, el típico “meeec” de error de sistema operativo, inundó el limbo en el que Sephiroth se encontraba.

—Ese nickname ya está ocupado. Por favor, elija otro.

La voz parecía demasiado alegre para el gusto del hombre.

Silver General.

Meeec. Volvió a oírse.

—Ese nickname ya está ocupado, Por favor, elija otro. —repitió su voz guía.

Silver Demon. —propuso esta vez.

Meeec.

—Ese nickname ya está…

Silver Elite. —soltó, avergonzado y nervioso por tener que recurrir a ese apodo que nunca le había gustado del todo.

¡Meeec!

—Ese nickname ya está ocupado. Por favor, elija otro.

A Sephiroth le pareció que la voz estaba cada vez más contenta.

—Maldita sea…

Meeec.

—Ese nick…

Al guía de creación de personaje no le dio tiempo a decir nada más esta vez.

¡Calamity that fell from the sky!

Los segundos de silencio que siguieron a su grito se vieron preñados de tensión y de los jadeos casi inaudibles de Sephiroth.

—¿Quiere separar las palabras con espacios o escribirlo todo junto? —preguntó la voz con curiosidad.

Sephiroth se puso un poco más recto, no se había dado cuenta de que se había encorvado hacia delante al gritar su nombre. También se alisó la camisa de novicio y se apartó el pelo por detrás de su hombro.

—Separado, por favor.

¿A qué degenerado se le ocurriría escribir una frase tan larga sin espacios? Se haría incomprensible. El sonido que oyó a continuación fue el contrario al fastidioso “meeec” de antes, más bien como un “tutiín” que invocaba algo agradable y encantador.

—¡Bienvenido al juego, Calamity that fell from the sky! ¡Espero que le guste nuestra beta!

Y el mundo se volvió negro antes de estallar en píxeles de colores.



Tres días después, aunque en realidad deberían haber pasado tres horas en el mundo real, Sephiroth era ahora conocido como Calamity that fell from the sky, Cal para los valientes y atrevidos. Se encontraba en una plaza empedrada con un palo de algodón de azúcar en una mano y un peluche y un café frío en la otra, sin saber muy bien cómo había llegado a eso.

La beta era un caos. Un magnífico, maravilloso y hermoso caos que cambiaba constantemente. A cada minuto (de fuera) había novedades que probar, ajustes que puntuar y eventos en los que participar. Algunos eran interesantes y relativos al juego, en los que se podían conseguir objetos, habilidades, pases anticipados a dungeons nuevas. Otros… otros eran más aleatorios, inciertos, arriesgados. Estúpidos. Pero se conseguían cosas como algodón de azúcar negro y café verde. O un peluche de dragón. Sephiroth estaba pensando en ponerle de nombre Bahamut.
¿Cómo iba a marcharse del juego con todo aquello ocurriendo? ¡No podía! Además, había pagado por cuatro horas y aún no se habían terminado.

Guardó el peluche en su inventario junto con el dulce y se acercó a una papelera a tirar el contenedor del café verde. De la papelera apareció una encuesta para saber si le había gustado el producto y Sephiroth frunció el ceño, dándole una estrella antes de cerrar la pantalla holográfica.

—¡Vengan y vean! —escuchó Sephiroth, apenas girando la cabeza hacia la voz clónica de npc.

Esperaba sinceramente que contratasen más actores de voz antes de lanzar el juego completo, porque de momento todos tenían la misma y ya le aburrían un poco.

—¿¡Quién se llevará el lazo azul!? ¡Participen!

—¿Lazo azul? —preguntó Sephiroth acercándose al tumulto de gente.— ¿Qué hace ese lazo azul?

—¡Gracias por preguntar, caballero! —gritó el npc—. O señorita… o lo que usted quiera ser. Aquí no juzgamos.

Sephiroth parpadeó, sin saber si se refería a él.

—El lazo azul… es el premio definitivo. ¡Es el más alto galardón que se puede conseguir! Al menos, de momento. —explicó el npc antes de guiñarle un ojo.— ¿Quiere participar en este evento?

Sephiroth se cruzó de brazos.

—Sigues sin decirme qué hace el lazo azul.

El npc se quedó demasiado quieto, parecía congelado. Y de repente continuó moviéndose como si nada. Sephiroth lo reportó como bug, por si acaso.

—El lazo azul… es el premio definitivo. ¡Es el m-

—Eso ya me lo has dicho, no me interesa.

Cuando se estaba empezando a dar media vuelta una voz desconocida le llamó la atención.

—¡Es la prueba de que has ganado un concurso! —le dijo un chico de piel pálida, pelo negro y ojos de un verde penetrante. Le miraba con una sonrisa felina, retadora.— Además si te lo equipas te protege de casi todos los estados alterados.

Sephiroth miró de nuevo hacia el npc, que seguía consiguiendo gente para su… concurso o sorteo o lo que fuera que estaba haciendo.

—¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó Sephiroth receloso, antes de escanearle para saber su nick.— ¿Night Fury?

El chico seguía sonriendo con un brillo travieso en los ojos. De repente se encogió de hombros, totalmente desinteresado en la conversación.

—Ay, Calamity that fell from the skies

—Sky. —corrigió Sephiroth.

—No te pongas un nombre tan largo si no quieres que la gente se equivoque —se quejó el chaval, colgándose de sus hombros con un brazo para acercarlo y susurrarle al oído.— Si sé qué hace es porque tengo uno. Lo ofrecen poco, yo de tí me daría prisa en apuntarme.

Sephiroth tuvo una extraña sensación de déjà vu que no supo muy bien identificar de dónde provenía. El joven le apretó más antes de soltarlo y le dio un empujón en dirección al npc.

—¡Apúntate, no seas sieso! —exclamó el desconocido.

—No tengo tiempo para estas tonterías.

Night Fury cruzó un pie delante de otro, envarando la espalda antes de entrelazar las manos detrás de su propia cabeza.

—No hay huevos. —susurró.

Sephiroth abrió los ojos que había cerrado y movió la cabeza lo justo como para mirar de reojo al desconocido al que le estaba dando la espalda. Y resopló.



Veinte minutos después Sephiroth estaba inclinado en un podio, recibiendo un ramo de flores de manos de una chica encantadora y con el npc de antes colocándole en la camisa más o menos donde debería tener el corazón, el infame lazo azul con un ‘número 1’ bien grande en el centro.
Sephiroth se irguió, hinchando el pecho todo orgulloso de su logro.

Había ganado una votación popular al pelo más bonito. Si ya sabía él que asegurarse de que su avatar fuese perfecto le había de servir para algo.

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Neko

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #20: February 28, 2019, 05:34:09 PM »
Flash back relevante, más o menos xD

Jack/Hiksti, 01.
Primeras semanas de juego


————

Hiksti no llevaba mucho tiempo jugando, pero se podía decir que ya había hecho algunos buenos amigos. Al menos para el estándar de los juegos online.
Por un lado estaba Tanlaus, el que le había pagado el acceso a la beta cuando sólo quedaba una semana para que la quitasen. Tanlaus era un vecino con el que se había llevado mal desde que eran pequeños por un malentendido, pero una vez lo conoció de verdad supo que no era el malote que parecía. Ese chico tenía un corazón de oro, aunque le gustase gastar bromas.
Con Tanlaus había llegado SOLDIER07 y Neko. Y Watari y FutureMan y un montón más de mecánicos que le habían acabado de convencer de que aquella era la mejor profesión.
Y luego estaba Frost, que ahora mismo estaba de cuclillas sobre una caja de madera, inclinándose para ver bien qué era lo que estaba haciendo.

—¿No te aburres? —preguntó Hiksti, dejando que la skill le moviese el cuerpo a su antojo hasta que se completara.

Frost se rió entre dientes, dando un par de pasitos poco gráciles hacia delante, dejando que los dedos de sus pies desnudos se agarrasen al borde de la caja.

—No. —contestó, ladeando la cabeza hacia un lado.

—Eres peor que un gato —acusó Hiksti antes de reírse suavemente, pero pronto se corrigió—. Tacha eso, eres peor que Tanlaus.

A Frost le salió una risa sincera que sacudió su pelo castaño. Sus ojos tenían un brillo de diversión y estiró su cayado mientras se mordía la lengua, dejando que se le escapara de entre los labios.
Le dio un toquecito a Hiksti, haciéndole notar frío en el lugar en el que le había tocado.

—¿Qué haces? —se quejó, chistando después.

Frost sonrió antes de dejarse caer sobre el culo y colgar las piernas por el borde de la caja apilada.

—Nada. ¿Qué es eso que decís tú y tus amigos? ¡Por la ciencia! —contestó antes de ponerse a reír con descaro, agarrándose de la barriga mientras echaba la cabeza hacia atrás.

—¡Pero eso se dice cuando haces algo para probar los resultados y hacer un estudio! —explicó Hiksti, aunque luego añadió a regañadientes—. Aunque a veces los métodos no sean muy ortodoxos…

Frost se encogió de hombros y Hiksti se preguntó cómo era que habían llegado a hacerse amigos.

—¡Eh! ¡Que yo buscaba resultados! —aseguró Frost, volviendo a tocar a Hiksti con su bastón, que intentó apartarse.

—¿¡Pero qué haces!? —protestó Hiksti.

—Estoy mirando a ver si paras la skill o no. ¿Se queda el progreso donde lo dejaste si paras o continúa ahí, esperándote?—explicó Frost al final—. Es fascinante. Además estoy aburrido.

Hiksti no rodó los ojos porque estaba demasiado ocupado llenándose los pulmones de aire y mirando al infinito.

—Si ya sabía yo… que te estabas aburriendo —se quejó Hiksti antes de suspirar—. ¿Por qué no vas a dar una vuelta mientras acabo esto? No debería tardar mucho.

Frost ladeó la cabeza y entrecruzó las piernas por delante de su bastón, abrazándose a él y sonriendo con dulzura a Hiksti.

—No quiero, quiero estar aquí.

Hiksti miró la barra de progreso con impaciencia y con el mismo sentimiento le preguntó a su compañero de party actual.

—¿Y por qué quieres estar aquí?

—Porque estás tú. —contestó de inmediato Frost, como si fuera lo más cierto que había dicho en años.

Y Hiksti sabía que Frost se estaba enfocando en conseguir sólo poderes de hielo, pero aquellas palabras le hicieron sentirse cálido en el corazón y de repente, caliente en la cabeza. Espera no estarse sonrojándose de forma tan obvia como lo hacía en la vida real. Por la risa de Frost supuso que no tenía tanta suerte.

—¿Y… y eso? —consiguió preguntar, para después tragar saliva.

El corazón le latía con demasiada prisa, aunque Frost parecía no tener ninguna para contestarle en ese momento.

—Hmn… Es que eres divertido —dijo por fin, colando una risa entre una frase y otra—. ¡Oh! Y a tu alrededor suelen pasar cosas increíbles.

Frost se dejó escurrir hasta el suelo, rodeó a Hiksti hasta ponerse de frente a él y le tocó la nariz con el bastón, sacándole un estornudo resignado al mecánico.

—A veces, esas cosas increíbles que pasan a tu alrededor las haces tú, como ahora.

Hiksti sorbió aire por la nariz con la poca dignidad que le quedaba.

—Haces cosas muy raras cuando estás aburrido. —le acusó Hiksti, con el tono más neutro que pudo encontrar en su repertorio.

Frost simplemente se encogió de nuevo de hombros y volvió a sonreír.

—Es posible —admitió con un tono ligero—. ¿Qué, te queda mucho?

Hiksti volvió a mirar la barra de progreso y sonrió un poquito.

—No, sólo unos pocos segundos —informó y suspiró tranquilo al terminar—. Ya está, ya puedes dejar de flirtear conmigo. ¿Qué quieres hacer ahora?

—Oh, me gustaría ir a una dungeon que acaban de abrir.

Hiksti asintió, arreglando su inventario mientras Frost le rodeaba el cuello con un brazo y dejaba caer su peso contra su costado.

—¿Y quién te ha dicho que vaya a dejar de ligarte? Es divertido cuando te sonrojas.

—¡Frost!


Shruikan

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #21: March 31, 2019, 07:35:26 PM »
—¿En serio vas a aceptar a ese mindundi en nuestra Guild? —preguntó Violate, cruzándose de brazos y levantando un poco más los hombros.

Era la segunda (tercera en realidad, aunque nadie se atrevería a decirlo en voz alta) al mando de los Señores del Desierto y se tomaba muy en serio su trabajo. A veces parecía que Gaara no pensaba en lo que era mejor para todos.
El recluta nuevo sonrió con nerviosismo, mirando de uno a otro y Gaara asintió una sola vez con la cabeza antes de mandar la invitación. Violate bufó y se inclinó un poco hacia su compañero más nuevo, que se hizo pequeñito, pequeñito, pequeñito…

—Mira, media mierda. Me gusta que me tengas miedo, eso significa que tienes dos dedos de frente, pero más te vale ponerte las pilas y subir de nivel esta semana si no quieres que te de la patada que el bueno de nuestro líder no te ha dado.

El chaval asintió fervor antes de escurrirse hacia el recibidor de la Guild y buscar asilo en una de las salas comunes. Violate gruñó.
No tenía claro por que a Gaara le había dado por reclutar primeros niveles y usuarios nuevos durante aquella semana, pero se estaba empezando a hartar.

Ya estaba bien, necesitaba hacer un curso de entrenamiento para novatos. Y lo necesitaba para ayer.


****

Violate estaba mirando todas las cabezas temblorosas y pechos inflados en vano que tenía delante de ella y carraspeó, irguiéndose todo lo alta que era.

—Durante este curso váis a aprender a ser hombres de verdad.

Una mano se levantó entre las demás.

—¿Sí?

—Pero yo soy una mujer —contestó la recluta.

—Y yo también, pero soy más hombre que todos estos juntos.

La recluta bajó la mano, nadie se atrevió a protestar.

—¿Ahora es cuando se quita la camisa? —susurró alguien en la fila.

—No, primero lanza la flecha —le contestaron desde más allá.

—¿Qué dices? ¿Ahora no es cuando echa a alguno de nosotros?

—¿Y si nos volvemos a ver Mulan y hacemos las referencias bien?

Violate se llevó la mano a la cara. Tenía mucho, mucho trabajo que hacer. Pero de allí iban a salir todos más que bien preparados.


***

Violate se dejó caer en la silla junto a Gaara, que se quitó las gafas para mirarla bien. Violate le miró con los ojos entrecerrados.

—Te gusta hacerme sufrir, es por eso que aceptas a inútiles.

Y Gaara hizo algo que hacía muy pocas veces: sonrió.

—No, es que verte esforzarte tanto me hace sonreír.

Violate se puso un poco más recta en la silla y dio gracias a que no era una mujer de muchas palabras, porque ahora mismo se había quedado sin ellas.
Gaara le palmeó el brazo con aprecio y ella se dedicó a revolverle el pelo porque últimamente le había dado por llevarlo demasiado repeinado. Esa sería su venganza.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Shruikan

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #22: April 30, 2019, 06:16:26 PM »
Bam, more flashbacks



Milo estaba tumbado en la cama de la posada desde hacía por lo menos 20 minutos sin moverse. Algunos lo considerarían un desperdicio de tiempo y dinero; ¡meterte dentro de un juego online sólo para holgazanear en una cama! Pero lo cierto era que se había quedado sin energías para nada.

Nunca había sentido tamaña decepción. ¡Le habían dado plantón! A él, que llevaba esperándolo una semana, que había cambiado el turno de trabajo sólo para poder coincidir. ¡Le habían dejado abandonado con un simple mensaje!

Milo sabía que estaba siendo exagerado y que no había para tanto (el tipo se había disculpado y habían quedado para otra ocasión, ¿no?), pero la decepción no le abandonaba. Se había tragado todas sus energías como una sanguijuela pegada a la piel.

Miraba por el borde de la cama sin ver nada realmente cuando de repente una figura empezó a emerger, gris y ominosa.

–Milooooooo… –murmuró con voz grave y pastosa–. ¿Por qué estás tan tristeeeeeeeee…?

Él Bard entrecerró los ojos frente a aquel tiburón que le hablaba. El animal le devolvió la mirada con sus ojitos redondos, oscuros y brillantes. Hizo unos saltitos para un lado, luego para el otro y se quedó quieto de nuevo.

–Milooooo… –desapareció bajo el borde de la cama y volvió a emerger con una espada de juguete en la boca –. Vámonos de raaaaaaaaaid…

Milo frunció más el ceño y soltó un gemido moribundo. El tiburón le sostuvo la mirada y soltó la espada de golpe. Volvió a desaparecer, y al cabo de varios minutos, volvía a hacerse visible con una jarra en la mano.

–Milooooo… –sacudió la jarra con energía, haciendo un ruido como de cascabeles. –¡Vamonos al baaaaaar!

Milo gruñó y se dio la vuelta, irritado. Escuchó una exclamación de sorpresa a sus espaldas y luego sintió el peso de otra persona subiéndose a la cama.

–Tu-run… –canturreó una vocecita en tono grave, a un ritmo lento que iba cada vez más creciente –. Tu-run. Tu-run… Turunturunturuntuntuntuntunahhhhhhhhhh

–¡Aaaaaaaah!

El tiburón le pellizcó la oreja, haciendo que Milo diese un manotazo hacia atrás, pegándole sin querer con el codo a su desdichado compañero de penurias. Kanon se llevó una mano a la barbilla dolorida y el Bard aprovechó la ocasión para arrancarle el guante de tiburón que llevaba puesto.

–¡Ya basta con eso! –dijo, y arrojó al pobre animal contra la pared.

– ¡Mordisquitos, no! ¡Oye, ten cuidado! ¿Tu sabes lo que tardé en farmear para conseguirlo, con el set de juguetes y todo? ¡Que es un objeto limitado! –El Dragoon se lanzó al rescate de su mascota, mascullando por lo bajo algo sobre VIPs sin consideración.

–Te lo meteré donde yo sé si no paras de tocarme las narices –refunfuñó. Kanon se llevó el juguete al pecho, protegiéndole de las ofensivas palabras del otro. Luego suspiró.

–Pero Milo, llevas deprimido toda la tarde. Me dijiste que iríamos de raid hoy, me prometiste algo divertido y emocionante –había dejado el tono lastimero de lado y sus palabras empezaban a cargar con algo punzante y acusador que Kanon solía emplear tan bien.

Milo torció el morro.

–Ya, pero…

–Ni peros ni peras. Que vas a hacer si no, ¿quedarte deprimido toda la tarde hasta que te desconectes? ¿No conseguiste otra cita a caso?

–Sí, pero…

–¡Pues deja de amargarte y lo que es peor, de amargarme a mí! ¡Vamonos de raid, leches! Ya encontraremos a alguien que sustituya al tipejo ese, como se llame…

Milo sabía que no podía convencerle de lo contrario cuando se ponía así de insistente. Kanon ponía esa cara de “te llevaré a rastras si hace falta para que salgas de este cuarto con alguna excusa”. Así que al final se dio por vencido.

–Bueno, vale –aceptó, ganándose un pequeño gesto de victoria de parte del otro. –Pero con una condición.

Kanon interrumpió su canturreo de “raid, raid” para mirarle interrogante.

–Tienes que usar a Mordisquitos durante toda la raid.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Airin

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #23: April 30, 2019, 06:25:20 PM »
No woman no cry~ No icons tonight~! Flish Flash! Q-Zar como legit arcade invitado especial de mi infancia




~+0.49~

Mantener la atención de Kíli podía ser por momentos difícil, pero llamarla era todo un mundo diferente. Por eso aquel día, mientras paseaba con su hermano que iba contándole esto y aquello y las nuevas maneras en las que su tío se había perdido en la ciudad que tanto había patrullado de joven (no era su culpa que hubiesen cambiado los negocios y las fachadas y los nombres, eh, ¡y esa calle antes no estaba ahí!) a Fíli no le sorprendió que parase de hablar porque había visto algo.
Kíli agarró el brazo de su hermano y abrió los ojos hasta que los pobres párpados dijeron basta y procedió a dar golpes repetidos a ese mismo brazo.

—¡Tú, tú, tú, tú!

—¿Qué, qué, qué, qué? —fue preguntando Fíli por cada tú de Kíli.

Y Kíli levantó el brazo y señaló cual niño que acaba de ver el carrico de los helados.

—¡Mira! ¡Eso!

Fíli miró y no vio nada llamativo.

—Miro. ¿Qué quieres que mire, exactamente? —preguntó con tono cansado.

Kíli le agarró de la barbilla para poner su cabeza en el ángulo justo y necesario. Y de paso le apretó los morretes, porque por qué no.

—¡Eso! ¡Ese póster en el Q-Zar!

Fíli entrecerró lo ojos y Kíli tiró de él (gracias a Mahal no de la barbilla, si no de la mano, como el buen hermano pequeño que era).

—¿Pero ese juego no lo habían baneado al final? —preguntó Fíli, no muy convencido de aquello.

Le había parecido oír algo sobre lo peligroso que podía ser y por eso no lo había querido probar, pero su hermano llevaba semanas hablando de lo difícil que era encontrar un sitio donde probarlo. Fíli frunció el ceño y se cruzó de brazos antes de mirar a su hermano. El maldito le estaba poniendo ojitos.

—Venga, va… sólo informarnos.

Fíli rodó los ojos y se dejó llevar otra vez, aunque ahora con una sonrisa. Las aventuras con su hermano no siempre empezaban o acababan bien, pero casi siempre eran divertidas. Kíli iba con tanta prisa que no se dio cuenta de que un pobre chaval estaba saliendo del arcade mirando más a su mochila que hacia el frente y de forma inevitable terminaron por chocar. El chico acabó de culo en el suelo y miró hacia arriba entre confundido y enfadado.

—Ay, perdón. —dijo Kíli, con su mejor cara de arrepentimiento, que era muy buena, al menos según Fíli, pero él era su hermano.

El chico miró dentro de su mochila con un suspiro y cambió su expresión a una de sorpresa cuando vio la mano extendida de Kíli.

—Iba con tanta prisa que no te he visto, lo siento.

—Ya sé que no soy muy grande… —musitó el chico, que agarró la mano que le ofrecían medio a regañadientes.

Kíli le levantó con facilidad e intentó ponerle la ropa bien, aunque no le salía como a su madre. Fíli tenía una sonrisilla de medio lado amistosa y se agachó a recoger la cartera que había visto en el suelo.

—¿Esto es tuyo? Ve con cuidado. Soy Fíli y el despiste de mi hermano es Kíli.

El joven agarró su cartera, incrédulo porque se la devolvieran y echó un vistazo rápido, comprobando que estaba todo dentro.

—Yo soy Prompto… —se presentó— Gracias por… devolvérmela.

Fíli se encogió de hombros y Kíli sonrió todo orgulloso.

—Oye, ¿a qué juegas? —preguntó Kíli, así de repente.

Prompto echó un vistazo rápido al mismo cartel que había llamado la atención de Kíli y no tuvo que decir mucho más mientras estrujaba su mochila. Kíli intentó ser discreto e interesante, acercándose a él para susurrarle con complicidad pero a Fíli le dio una risilla floja porque sólo conseguía ser más sospechoso todavía.

—¿Y qué tal está?

Lo único que hizo Prompto fue levantar un pulgar de forma tímida. Parecía algo intimidado por lo amistoso de Kíli, aunque ese era un efecto que solía producir en la gente.

—A mi me gustaría probarlo… —confesó Kíli.

—Creo que hay dos máquinas libres justo ahora. Si os dáis prisa, igual…

—¡Ves, tato! ¡Hay que darse prisa! ¡Vamos, vamos,  vamos! —instió, aunque de repente se acordó de que Prompto existía, aunque el chaval estaba intentando irse despacito y sigilosamente, pero era difícil escapar de Kíli si él no quería—. ¡Perdón y gracias de nuevo!

—Sí, de nada… No sé que he hecho aparte de caerme y quedar como un idiota pero… Ah, ja, ja… Hmn, ejem. ¡Adiós! —y el rubio acabó corriendo hacia la parada de bus más cercana.

Fíli lo miró durante unos segundos antes de notar otra vez el tirón en su mano y de repente estaba dentro de un arcade, preguntando por un juego que creía que era ilegal, un día en el que sólo tenía pensado tomarse un café  y acabar de ordenar su cuarto.

.
« Last Edit: July 31, 2019, 07:07:23 AM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Neko

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #24: June 30, 2019, 11:34:05 AM »
Poloflashes :D

Camus/Milo, 02.
Segundo día de juego


————

A Milo no le hacía ninguna ilusión volver a ser novice, y podría haber pagado para empezar como primer nivel así directamente, pero quería ahorrarse los créditos para conseguir equipo y armas que sólo se podían encontrar en la tienda VIP.
Llevaba una semana sin jugar, debido a los exámenes de sus alumnos. Se había perdido la inauguración del servidor oficial, aunque gracias a sus donaciones durante la beta había podido reservar nick.

Starkrimson era un buen nombre. No que Manzanita le hubiese dejado de gustar, así era como seguía llamándole su madre y su abuela, pero necesitaba algo más… algo diferente, eso le ayudaría a distanciarse de sí misma durante las sesiones de juego. Y después de todo, su nick seguía siendo un tipo de manzana, tampoco era que se hubiese alejado tanto de casa.

Starkrimson no era como Manzanita. Starkrimson seguía teniendo el pelo rojo y largo, pero sus ojos eran de un azul turquesa brillante en vez de rojos, era alto y tenía músculos bien definidos debajo del uniforme de novice donde Manzanita había sido más bien bajita y con curvas suaves. Starkrimson era desenfadado, exuberante y algo infantil mientras que Manzanita había sido mal encarada, algo desconfiada y siempre había seguido las reglas. Él podía hacer bromas, maravillarse con cada descubrimiento, hacer amigos con facilidad y ella solo había jugado con su novio, o mejor dicho, su ahora ex-novio, siempre viendo el juego desde el punto de vista que él había querido, siempre yendo a donde él quería ir. También había sido así fuera del juego, pero ya no más. Y además, Starkrimson tenía pene. Y eso quería decir que…

—¡Voy a ser bardo! —anunció ilusionado con las manos alrededor de la boca en medio del mercado de Prorencia.

Algún estúpido apareció detrás de Starkrimson y le empujó, haciendo que chocase con una muchacha que se tuvo que agarrar al borde del puesto que había estado mirando para no acabar encima de todas aquellas dagas afiladas que había estado viendo.

—¿¡Y a quién le importa eso!? ¡Aparta! —le espetó mientras le sobrepasaba, con demasiadas prisas como para ser al menos medio normal.

Starkrimson abrió la boca, escandalizado, y empezó a caminar detrás del tipo para decirle exactamente que pensaba sobre sus modales cuando una mano en la manga de su camisa le detuvo.
Miró esa mano hasta llegar a el rostro de un desconocido.

—A mí sí que me importa.

Y Milo sonrió, digo, Starkrimson. Acababa de encontrar un nuevo amigo.

Monsieur Glaçon tenía el pelo verde, los ojos azul oscuro, la piel pálida y las cejas despeinadas. Starkrimson quería peinarlas con desesperación, así que se metió las manos dentro de los bolsillos del pantalón para detenerse y no asustarle a la primera de cambio.
No parecía alguien que se acercase a extraños que gritan en medio de un mercado sin motivo alguno, así que Starkrimson decidió invitarle a algo antes de establecer conversación.
No tardaron en llegar al sitio que Starkrimson tenía en mente y después de pedir le preguntó:

—Bueno, a ver, ¿y por qué te importa que vaya a ser bardo?

Estaban sentados en el borde de una fuente redonda, a la sombra de los árboles, en medio de una placita enana en la capital. Stakrimson estaba bebiéndose un granizado de limón con té y hierbabuena mientras que Monsier Glaçon había optado por un frappé bien frío. El chico se encogió de hombros mientras sorbía de su vaso.

—No sé, me parece divertido —contestó y después de recibir una mirada descreída de parte de Starkrimson añadió más—. Además, quiero ser elementalist, jugar con alguien con un job de apoyo me iría bien.

Ah, ahí estaba, el motivo.

—¿No sería más lógico que buscases a un futuro tanque? No sé, un Monk te podría buffear y curar mientras avanzas y luego te podría tanquear en niveles más alto —le informó—. Paladín y Elementalista también es una combinación clásica que funciona bien.

Monsieur Glaçon bajó la cabeza y Milo vio como se le ponían las orejas rojas. ¿Sería que nunca había participado en aquel tipo de videojuegos? ¿Se estaría avergonzando de su mala elección?
Monsieur miró hacia un lado antes de levantar la cabeza otra vez, con expresión controlada, pero las mejillas ardiendo.

—Pero tú me pareces divertido. Aunque si no quieres jugar conmigo…

Oh. Oh. Milo parpadeó, sintiéndose tonto.

—¡No, no! ¡Sí! ¡Digo…! —se estaba haciendo un lío él solito—. ¡Sí que quiero jugar contigo!

Era el segundo día de juego desde que se había abierto el servidor oficial. Ese fue el día que conoció a Monsieur Glaçon. También fue el primer día que lo vio sonreír. Justo ahí, con el frappé acercándose a sus labios pálidos y el sol reflejado en el agua de la fuente jugando a poner parches de luces en su piel.


Neko

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #25: July 29, 2019, 04:40:41 PM »
Poloflashes :D otra vez, por que hace calor y son necesarios.

Camus/Milo, 03.
Segundo día de juego


————

Milo se había quedado ensimismada... quería decir ensimismado, mirando el reflejo de la luz sobre la piel de Monsieur Glaçon, una piel tan clara que aún se podían notar los rastros del sonrojo hasta en sus orejas, hasta que alguien más se sentó en la fuente. Era un chico moreno acompañado por una jovencita rubia. O al menos eso parecía.

Starkrimson parpadeó y dejó de mirar a los recién llegados para clavar sus ojos turquesa en su nuevo amigo.

—¿Y qué tal vas de nivel? —preguntó mientras se levantaba, haciendo desaparecer el vaso vacío de limonada, metiéndolo en el inventario.

Monsieur Glaçon se encogió de hombros, levantándose despacio y mirando el envase en el que había estado su frappé, sin saber qué hacer con él.

—Hmn, puedes guardarlo en el inventario para venderlo después o reutilizarlo —explicó Starkrimson—. Si el juego oficial es como la beta, cuando compras una bebida en una tienda te hacen descuento si añades el vaso a la interacción de compra. También lo puedes vender por una miseria... En realidad no estoy seguro de si sigue siendo así.

Milo apretó los labios, pero Monsieur Glaçon le sonrió mientras guardaba su vaso en el inventario a través de la omnitool y Milo le devolvió la sonrisa, empezando a caminar hacia la salida del pueblo.

—¿Jugaste en la beta? —le preguntó el otro novice, curioso, encontrando de repente las palabras que no sabía donde se habían metido durante los últimos veinte minutos de silencio, sentados al borde de la fuente, donde simplemente habían dejado el tiempo pasar.

Starkrimson asintió e hizo una pregunta de la que después se arrepentiría, pero aún no tenía manera de saberlo.

—¿Has completado ya la quest de la dungeon? La del tutorial.

Y Monsieur Glaçon negó con la cabeza.


————

—¿¡Pero qué locura es esta!? —gritó Milo mientras agarraba a Monsieur Glaçon del codo y tiraba de él para meterlos detrás de una columna.

Un grupo de aguerridos novices había entrado en tromba a enfrentarse contra los orcos que custodiaban ferozmente la entrada a lo que se suponía que era una serie de catacumbas, o algo así. La verdad era que Starkrimson solo había leído la información de la quest por encima.

Monsieur Glaçon se asomó un poco y creyendo que era un buen momento empezó a correr hacia la salida, seguido por su nuevo amigo y compañero de party. Milo vio por el rabillo del ojo el brillo del metal y se tiró en plancha encima de Monsieur, haciendo que los dos acabasen resbalando por el suelo de piedra, pero evitando certeramente una flecha que se dirigía a ellos, probablemente envenenada.

Con suerte, acabaron cerca del pasillo de salida y llegaron hasta la seguridad de sus paredes a gatas, mientras detrás de ellos los píxeles flotaban y los usuarios morían felizmente, entre risas y gritos agonizantes. Si solo te parabas a escuchar, aquello se parecía mucho al ruido de una motaña rusa bien, pero bien alta.

Cuando Milo se sentó con la espalda contra la pared y la mano sobre el pecho, vio delante de él a Monsieur Glaçon con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillantes.

—No sé que clase de locura es, pero sé que me gusta.

Milo se sonrojó, notando un mareo que no tenía muy claro de donde venía. Monsieur no le dejó mucho tiempo para pensar, agarrándole de la mano y estirando de él, obligándole a levantarse para continuar con la dungeon.
Y con una mano sobre la cara y dejándose arrastrar dijo:

—¿Por qué siempre me meto en líos?


————

Morir no era bonito y menos si ni siquiera había sido tu culpa.

—¡Maldita sea! —exclamó Starkrimson, pateando el suelo mientras descargaba su frustración por haber muerto tan cerca del final de la dungeon, otra vez.

Monsieur lo encontró moviendo los puños en el aire y gritándole al cielo, cosa que le dibujó una sonrisa pequeña en los labios. Le dio un par de toquecitos en el hombro.
Starkrimson se giró de repente, a ver quien era el cretino que le estaba molestando ahora.

—¿¡Qué!? —espetó antes de darse cuenta de quién era el que llamaba su atención. Parpadeó e inspiró profundamente antes de abrazarle—. ¡Es injusto! ¿¡Por qué a tí también te han matado!? Esos capullos... ¿Cómo pueden haberte usado de cebo?

Monsieur le dio palmaditas en la espalda antes de agarrarle de los hombros y apartarlo un poco.

—En realidad me he dejado matar por el orco sacerdotisa.

Milo frunció el ceño.

—¿Y eso a santo de qué? Si estábamos a punto de acabar esa quest.

Monsieur se rascó la barbilla, apartando un poco la vista. Estaba volviendo a ponerse rojo.

—Estábamos... —contestó—. Pero no la quiero acabar si no es contigo.

Starkrimson apretó los labios. No iba a llorar. No, no iba a llorar y menos por culpa de un tipo que, si lo pensaba bien, sólo conocía de hacía unos minutos (aunque pareciesen horas dentro del juego).
Lo abrazó otra vez.

—¡Tú eres idiota! —le respondió, llorando.


Airin

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #26: July 31, 2019, 07:18:08 AM »
Poloflashes :D otra vez, por que hace calor y son necesarios.
Y tal XDDDDDDDDDDD





~+0.51~


Distrofia muscular no eran unas palabras que un niño de cinco años pudiera reconocer, pero Raistlin siempre había sido curioso y, como su hermano insistía en recordarle, un genio. Lo malo es que esas palabras habían sido dichas por él.

—Síndrome de Duchenne. —recordaba que había susurrado el médico.

Raistlin se había puesto un poco más recto en la silla y había tirado de la mano de su padre.

—¿Eso es de lo que se ha muerto mamá?

Ninguno de los dos supo que responderle, pero Raistlin sabía que sí. Horas después, mientras jugaba en el salón de su casa con su hermano mellizo tomó una decisión: necesitaba saber de qué iba todo aquello y no iba a dejar que nadie más sufriera como había sufrido su madre. No tuvo que hacer mucho para empezar a investigar. Era un niño inquisitivo y las enfermeras tenían muchísima paciencia con él,  y la mayoría estaban dispuestas a contestar cualquiera de sus preguntas, intentando darle fuerza a aquel pequeño niño para soportar todo lo que estaba por venir.


Un año después se dio cuenta de que lo tenía mucho peor que su madre.


—A ella nunca la diagnosticaron. —explicó un Raistlin de ocho años mientras leía artículo tras artículo sobre su enfermedad.

Su hermano se movió, inquieto en su silla. Nunca se le había dado bien quedarse parado, no como Raistlin, que tendía a perder el equilibrio y caer.

—¿Y eso por qué? —le preguntó su hermano mellizo, curioso y preocupado.

Raistlin se encogió de hombros en un principio, notando un ligero hormigueo en los muslos, casi en la pelvis. Se frotó por mero reflejo.

—Por que el Síndrome de Duchenne va ligado al cromosoma equis y las mujeres tienen dos, así que no desarrolló la enfermedad del todo, como yo. —contestó sin quitar los ojos de la pantalla.

Su hermano se levantó, apoyándose en el respaldo de la silla de oficina en la que estaba sentado Raistlin, echando un ojo al artículo por encima de su hombro.

—¿Tú te pondrás peor que mamá? —quiso saber su hermano, con la preocupación evidente en su voz.

Raistlin parpadeó y unos segundos después miró hacia arriba, clavando sus ojos tan pálidos que parecían blancos en los marrones de su hermano.

—A mi me están medicando. —fue su contestación.

No le quería decir toda la verdad, o su hermano se pasaría día y noche llorando. Eso entorpecería su investigación.


—Hace cincuenta años no habrías llegado a los veinte. —le dijo un doctor mientras revisaba la medicación que le estaban dando.

—Este año he cumplido quince. —le corrigió Raistlin, apoyando las muletas que usaba para andar en la pared antes de sentarse en la silla con gran esfuerzo.

—Razón de más para dejar tu tratamiento a mí.

—Acabo de titularme en medicina. El año que viene empezaré mi especialidad —espetó el chico.

Raistlin era alto y delgado, tanto que los huesos de sus mejillas se marcaban de una manera poco saludable para un chaval de su edad. Su mirada penetrante hizo que al médico se le trabase la lengua con sus siguientes palabras.

—¿Y en qué te vas a especializar?

—Investigación sobre enfermedades neuromusculares. Voy a curar este síndrome, lo voy a borrar de la existencia. —aseguró.

El médico miró los resultados de su última analítica y pensó con tristeza si sería capaz de hacer todo eso en los quince años que le estimaba de vida.


—Deberías comer más proteínas. —le dijo Aerith, frunciendo el ceño.

Raistlin se quitó las gafas y se frotó el puente de la nariz.

—Y potasio. Te ha salido bajo en los últimos resultados.

Raistlin llevó las manos a las ruedas de su silla y la hizo moverse hacia atrás para poder maniobrar y girarse para mirar a Aerith, su enfermera particular.

—Eso es culpa de la medicación y ya lo estoy equilibrando con pastillas de potasio —contrarrestó, moviéndose por su estudio para ver por sí mismo los resultados de los que le estaba hablando—. Oh.

—Oh —contestó Aerith de vuelta, agachándose para darle un beso en la cabeza a Raistlin—. Tu cerebro será maravilloso , pero no todopoderoso.

Raistlin la miró con el ceño fruncido y ella se rió con amor antes de agacharse otra vez, aunque lo que le dio en esa ocasión fue un beso en los labios. Aerith había sido la primera mujer que le había mirado como si fuera un hombre en vez de un deshecho humano. Al menos así se sentía Raistlin. Y extrañamente a él también le había gustado.
Llevaban casados dos meses, tenían veinte años y cuando Aerith terminase sus estudios sería la enfermera más temible de la historia, Raistlin estaba seguro de ello.


Ese año, las contracturas empezaron a ser insoportables. Había días que no se podía levantar de la cama. La peor noche se la pasó gritando que lo matasen.
Aerith nunca se fue de su lado.


—Creo que lo tengo —murmuró Raistlin, tumbado en la cama y moviendo los dedos sobre los hologramas de su investigación para después gritar eufórico—. ¡Lo tengo!

Aerith había dejado caer la bandeja con la comida y había corrido al escucharle, creyendo que estaba sufriendo otro ataque cardíaco.

—¿¡Cariño!? —preguntó al agarrarse del quicio de la puerta que siempre mantenía abierta y verlo sonriendo en la cama—. ¿Raistlin, que pasa?

—Creo que he encontrado algo… algo bueno —le dijo, hablando de forma frenética—. Creo que lo puedo retrasar y creo que lo puedo curar. ¡Lo puedo curar! Necesito hablar… con ese genetista. Con, ¿cómo se llama? ¡Llámale, corre!

Aerith pensó que si su marido hubiera podido ponerse de pie lo habría hecho, ya estaba intentando incorporarse. Vibraba tanto que parecía que su espíritu se iba a poner a bailar.

Con veintitrés años era el investigador más joven de la plantilla de su hospital. No le dieron crédito a su investigación, no querían probar su cura.


Unos meses después su padre falleció en un accidente de trabajo. Para sorpresa suya y de su hermano mellizo, heredaron una fortuna.

—Aerith, puedo hacer mi propio laboratorio. Mis investigaciones no estarían a la merced de los vejestorios del hospital.

Aerith cabeceó afirmativamente y se llevó una mano al pecho, distraída, tocándose el broche en forma de flor que le había regalado su marido para su boda. Vivían en un apartamento tan pequeño que la silla de ruedas apenas cabía en el único pasillo y Raistlin estaba hablando de montar un laboratorio privado. Parpadeó y sacudió la cabeza antes de asentir con fuerza. Si Raistlin creía que era posible, es que lo era. Y punto.

—¿Cuándo empezamos? —le preguntó y Raistlin le recompensó con una sonrisa pequeña y sesgada antes de empezar a toser porque se le había contraído dolorosamente la garganta.


Tenía cinco empleados, aparte de los que estaban subcontratados a una empresa de seguridad (tanto de vigilancia como cibernética) y a otra de limpieza, especializada en hospitales y laboratorios. Aún era una empresa pequeña, pero para alguien de veintiséis años al que no le habían dado más de treinta de esperanza de vida era un gran logro. Además, estaba haciendo muchos avances. Su tratamiento ya era apto para la prueba en sujetos humanos y los primeros resultados habían sido espectaculares. Ahora estaba trabajando en una manera barata y eficaz de detectar la enfermedad en bebés.

Raistlin estaba tecleando sus últimos hallazgos a toda velocidad cuando se le empezaron a agarrotar las manos. Miró con impotencia como sus dedos se estiraban y como los pulgares se le pegaban a las palmas, incapaz de relajarlos de nuevo. Últimamente era cada vez más común.
No había escuchado los pasos de alguien detrás de él, pero unas manos de dedos finos le agarraron de las muñecas y con paciencia empezaron a masajearle.

—¿Debería de llamar a tu mujer? —preguntó Luken mientras trabajaba con diligencia los músculos agarrotados de su jefe.

Raistlin no supo qué decir. Si le veía así, Aerith querría que se tomase el resto de la tarde libre y no podía perder tiempo. Tiempo era justo el activo del que menos disponía.

—No.

Luken miró de las manos de Raistlin a sus ojos y suspiró, irritado.

—Hay transcriptores de voz a texto gratuitos que podrías usar en vez de estar usando tus valiosas manos, querido maestro.

Raistlin frunció el ceño y pensó si acabaría con la frente contracturada también por culpa de aquel empleado. Luken tenía solo un año menos que él y estaba recién salido de la universidad. Era un genio por sí mismo, pero se había declarado fan acérrimo de Raistlin por su cuenta y había estado mandándole su currículum hasta que había aceptado hacerle una entrevista.
El maldito era bueno, Raistlin no había podido decirle que no, necesitaba a gente así.

—Me gusta usar mis manos. —declaró Raistlin, impasible.

Luken le sonrió con algo de picardía.

—Reservalas para tu mujer, en vez de estar haciéndole el amor al teclado.

Raistlin consiguió mover una pierna, con mucho dolor, solo para darle una patada a aquel mamarracho.


Raistlin tenía los ojos cerrados, estaba concentrado en el sonido del gotero. El plic ploc de la salvación. Su medicamento había sido testado y aprobado. Tenía la patente al día y había empezado a distribuirlo. Aquella era su primera toma y Aerith estaba controlando que todo fuera bien. Habían decidido hacerlo desde la comodidad de su casa. Tenían todo el equipo necesario y ella era una profesional más que competente.
Por encima del ruido del gotero se podían distinguir los sonidos de la naturaleza que a Aerith le gustaba poner de fondo durante los días malos de su marido. El agua, las ranas, el viento entre las hojas de los árboles, los pájaros… siempre le relajaban. De alguna manera le recordaban a la cabaña en la que se había criado, le llevaban a su hogar.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Aerith mientras apagaba el aviso del gotero y le tomaba la tensión a su marido—. ¿Alguna reacción al medicamento?

Raistlin negó con la cabeza, sin abrir los ojos y Aerith volvió a poner en marcha la infusión.


Horas después llamó su hermano mellizo para felicitarle por su vigésimo octavo cumpleaños.

—¡Y por todos los que vendrán!

Como odiaba su optimismo. Pero estaba empezando a contagiarse de aquel sentimiento.


—Necesitas relajarte. —insistió Aerith mientras paseaban por el jardín de su casa.

La silla de ruedas hacía un sonido muy interesante sobre las losas nuevas del camino. O eso era lo que estaba pensando Raistlin en ese momento.

—Llamando a Raistlin… —murmuró su mujer antes de parar de empujar la silla y asomarse por encima de su marido.

—Sí…. Sí, necesito relajarme.

—Ya has oído a tu médico —empezó a decir ella antes de dejarle un beso en la mejilla y reanudar el camino otra vez, ya estaban cerca de la casa—. Deberías tomarte unos meses de relax antes de volver al trabajo, dejar que tu propia medicina haga efecto…

Raistlin se cruzó de brazos y rodó los ojos. Había estado ganando un poco de músculo, ya no le dolía tanto todo el cuerpo, pero sólo de pensar en dejar su laboratorio al cargo de alguien más se volvía a sentir enfermo.

—Y seguro que tú ya tienes algo pensado… —adivinó Raistlin.

La risita de Aerith le decía todo lo que necesitaba saber.

No tardaron mucho en llegar a una habitación que había estado en desuso hasta hacía poco. Raistlin miró con curiosidad las dos grandes cápsulas de aspecto demasiado moderno.

—¿Esto qué es? —preguntó, estirando la mano hacia una de ellas, rozando con los dedos lo que parecía una puerta.

—Es el último grito en realidad virtual —explicó Aerith, que parecía estar configurando una de las máquinas—. Luken me habló de un juego, que aún está en fase beta, que al parecer está siendo todo un furor entre expertos de los Juegos del Rol Online.

Y de repente la cápsula se abrió, sin hacer casi ruido. Aerith le sonrió, de pie, frente a la consola de mandos que brillaba con un extraño color verde, reflejándose en su cara de una forma antinatural, poniendo luces donde debería haber sombras.

—¿Qué me dices? ¿Lo probamos?

Raistlin miró la capsula y luego a su mujer. Nunca había podido resistirse a aquella sonrisa. Y se encogió de un hombro antes de deslizar su dedo por la superficie lisa de la puerta de la cápsula.

—No veo por qué no.
.
« Last Edit: September 11, 2019, 05:28:55 AM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Shruikan

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #27: July 31, 2019, 05:13:01 PM »
Horas y horas de luchar contra bichos inmundos en un terreno pantanoso del que nunca había oído hablar, completando quest tras quests durante días, sacrificando materiales y tiempo que podría haber estado usando para cosas más importantes (como esa nueva lanza en forma de tridente que tanto le llamaba la atención, casi parecía que le hablase directamente cada vez que la veía en el escaparate de la tienda), arrastrándose por cuevas submarinas, todo lleno de percebes y moho... para conseguir a mordisquitos con todos sus juguetes. ¿Y para qué?
Para terminar en la nueva dungeon usando a su querida marioneta de mano como arma.

¡Que se le iba a gastar! ¡Y encima no podía equipar una lanza porque eran de dos manos!

Milo se rió a su lado, marcando el ritmo de la música con el pie mientras el arco volaba sobre el violín, arrancando notas al instrumento.

—¡Como se me rompa me vas a tener que conseguir tú uno!

Milo se rió más fuerte y un lobo de tres metros se les echó encima, todo pelaje enmarañado y dientes. Kanon le metió una patada en todo el morro. El lobo reculó y sacudió la cabeza antes de gruñir. Y el maldito Milo seguía riéndose.
Por lo menos ya no estaba gimiendo en la cama de la posada.

Oh, bueno, no que a Kanon le hubiese importado tenerlo así... pero sus gemidos habían sido de ballena moribunda enfurruñada, no de placer, eso no era divertido.

Kanon bloqueó otro ataque con el pequeño escudo redondo que llevaba en su inventario desde que había sido novice y nunca más lo había vuelto a sacar (hasta ahora). Empujó al otro lobo con el escudo, luego pivotó sobre el pie derecho para patear al primer lobo de nuevo con la pierna izquierda y golpeó a un tercer lobo lanzándole el escudo.

Milo seguía tocando una melodía trepidante que, por lo que Kanon podia ver en su barra de estados, les estaba dando más velocidad y muchas más probabilidades de hacer críticos.

—¿Te diviertes? —preguntó Milo mientras Kanon gemía porque un lobo le había mordido la pierna y no le soltaba.

—¡Sí, mucho! —gritó Kanon con un tono obviamente irónico mientras golpeaba al lobo en la cabeza con su marioneta.

Para sorpresa de todos el lobo le soltó y se fue corriendo con el rabo entre las piernas. Los demás lobos se habían quedado quietos, mirando a Kanon con ojos calculadores. Kanon se miró la mano. Los dientes de mordisquitos estaban llenos de sangre y su ojillo parecía brillar.

Mordisquitos se relamió los dientes y entrecerró ese ojillo y de repente la mano de Kanon tomó vida propia y se vio siguiendo el ritmo que marcaba la marioneta, mordiendo aquí y allá, llenándose cada vez más de sangre.

Milo se reía cada vez más fuerte, tocaba cada vez más rápido y a Kanon le pareció que su querida marioneta estaba gruñendo de placer mientras destrozaba lobos a diestro y siniestro.

Kanon no sabía se unirse a la locura o pedir socorro. Acabó riéndose también, poseído por el espíritu de batalla del tiburón de peluche que llevaba pegado a la mano.

Horas después, tomando una cerveza en el bar, Kanon miraba a Milo por encima de unas ojeras antinaturales, muy, pero que muy cansado.
Había logrado limpiar a mordisquitos sin que le mordiese los dedos, aunque más de un pañuelo había acabado destrozado por aquellos dientecitos de fieltro bien afilados.

—¿Tú sabías que iba a pasar eso? —preguntó Kanon antes de dejar caer la frente contra la barra del bar, con la jarra de cerveza bien agarrada.

Milo se encogió de hombros.

—¿Que el juguete maldito que nadie más ha querido conseguir te iba a poseer? No, pero suponía que podía ser divertido.

Kanon levantó la cabeza y sopló la espuma de la cerveza para mojar a Milo. Y el maldito seguía riendo. Kanon sonrió, con la mejilla apoyada en la barra pegajosa del bar.

Aaah, como le gustaba esa risa demoníaca.
"Who would understand you after I die? Who else would march forward by your side?"

"when I think that you will live on all alone henceforth, I can’t help but shed tears…"


Neko

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #28: September 30, 2019, 03:50:01 PM »
Aprovecho para presentar un personaje que saldrá después uvu

Camus/Milo, 04.
Unas semanas de juego


————

Cuando Milo había oído que el mítico y legendario Makalaurë estaba jugando al juego oficial, perdió todo tipo de decoro mientras le hablaba a Monsieur Glaçon sobre su obra a milagros.

—¡Es el mejor bardo de la beta! ¡Sus stats eran de lo mejorcito y consiguió un montón de skills de quests! Además de eso, la elección de canciones era, como, era como, ¡suprema! —intentaba explicar Milo mientras movía el cuerpo entero y caminaba de aquí para allá.

Glaçon se llevó la pajita del mojito hasta los labios despacito y levantó una de sus cejas despeinadas.

—¡Y la manera en la que cambiaba de un buff a otro y los reflejos a la hora de atacar! ¡Já! Mucha gente que ríe de los bardos, pero Makalaurë les cierra la boca a todos. ¡Su lista de PvPs ganados era interminable!

—Ya veo.

Starkrimson de dejó caer en cuclillas de repente, como desinflándose. Apoyó la barbilla en los puños y suspiró.

—¿Qué pasa? —Monsieur Glaçon ladeó la cabeza desde su asiento en el tiki bar, haciendo que su coleta alta se balanceáse con el movimiento.

Milo suspiró otra vez y empezó a dibujar circulitos con un dedo en la arena.

—Le he intentado mandar un mensaje privado, pero no le llegan. ¿Me habrá bloqueado? O con lo famoso que es tal vez sólo admite privados de su lista de amigos.

Camus volvió a beber de su mojito, mirando hacia el cielo vespertino de la playa.

—O igual has escrito mal su nick… o se lo ha cambiado.

Milo levantó la cabeza.

—Oh, eso podría ser —y se levantó de golpe—. Tiene sentido.

Starkrimson asintió y se unió a su compañero, sentándose en uno de los taburetes libres del tiki bar. Agarró su mojito de manzana y se bajó las gafas de sol que llevaba sobre la cabeza y milagrosamente no se habían enredado en su flequillo, como se empeñaban en hacer en la vida real.

Después de un par de minutos, si el hecho de que tuviera la frente sobre el bar era tomado en cuenta, Milo pareció volverse a deprimir.
Camus le dio un par de palmaditas en la espalda desnuda antes de empezar a frotarla en círculos.

—Si se ha cambiado de nick no tengo forma de contactar con él. ¿Y si le han dado skills únicas para él que sólo puedes aprender si Makalaurë te hace de tutor? Ya se han dado casos con otros jugadores de la beta y contenido exclusivo para ellos —Starkrimson levantó la cabeza—. ¡Nunca seré un bardo completo!

—Aún llevamos poco tiempo jugando, ni siquiera hay gente de tercer nivel. —comentó Camus, ganándose una miradita desesperada de parte de Milo.

—En realidad sí. Pocos, pero alguno he visto.

Camus se encogió de hombros otra vez.

—Son gente sin nada que hacer y mucho dinero, seguro. Esos no cuentan.

Milo miró su mojito a medio terminar e intentó llevárselo a la boca, pero Camus se lo robó sin miramiento y bebió directamente del vaso, acabándose la bebida de un sólo trago. Se levantó y agarró la mano de Milo, obligándole a levantarse.
En algún lugar se oían tambores y alguien cantaba algo que parecía decir “Ki-kiss and make up” y por lo visto Camus tenía ganas de bailar.

Los brazos pálidos de Monsieur Glaçon rodeaban el cuello de Milo y su cuerpo serpenteaba contra el suyo al ritmo de la música.
Estaban prácticamente nariz con nariz.

—¿Vas a pasar la media hora de juego que te queda decaído o bailando conmigo? —preguntó el recién ascendido a mago negro.

Milo movió la cadera al compás que Camus le marcaba y como recompensa consiguió una de esas sonrisitas pequeñas y sabelotodo que Camus reservaba casi siempre para él.

—Eso pensaba —susurró—. Seguro que le encuentras más adelante.

Pero de momento, quería toda su atención en él, fue lo que no dijo.


————

Habían bailado hasta el amanecer y a Milo no le quedaba mucho más tiempo dentro del juego. El aviso de “Quince minutos de juego hasta su desconexión” había sonado hacía ya un rato. También habían pasado el de diez minutos y el de cinco… la desconexión era más que inminente. Camus había desaparecido en un remolino de píxeles hacía poco y Milo había decidido sentarse en la arena, mirando hacia el agua alborotada, con la camisa abierta y ondeando suavemente por la brisa marina.
Milo suspiró y de repente se dio cuenta de algo que había estado escuchando desde hace un buen rato y que se había estado acercando: el sonido de una lira bien afinada.

Se giró con curiosidad y, hacia su derecha, vio a una figura elegante paseando por la orilla del mar. Tenía el pelo oscuro y largo y una diadema de metal adornaba su frente. Caminaba despacio y tocaba con los ojos cerrados.
De repente se puso a cantar. Y Milo recordaba muy bien aquel timbre de voz.

Se levantó, lleno de arena y con las piernas temblando. Señaló al jugador y justo en ese momento empezó a notar el tirón.

Se despertó en la cápsula de juego abierta, mientras una enfermera comprobaba su estado antes de dejarle marchar.
Agarró su mochila de la taquilla y aún temblando, con los rizos pegados de su frente sudada empezó a escribir con reverencia el nick que había podido comprobar de refilón: Maglor.


Neko

Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Reply #29: October 30, 2019, 04:33:16 PM »
Otro día lo pongo bonito que aún no me he hecho la maleta y salgo de viajeeee :D

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Bennu arrugó el ceño mientras Neko seguía llevándose aquellas cosas a la boca. Hacían un ruido extraño mientras las masticaba y a veces parecía que sólo las aplastaba contra el paladar, cerrando los ojos para más placer.
Ikki miró con atención la manera en la que el cuello de la chica se movía al tragar y apartó los ojos, mirando al cielo obstinadamente despejado.

—¿Seguro que no quieres? —insistió ella, con un puñado de… cosas amarillas en la mano—. Están buenas.

Ikki arrugó aún más el ceño.

—Fi figuef afí… —intentó hablar Neko con la  boca llena.

Bennu rodó los ojos y se dejó caer al suelo, con la espalda en el césped fresco.

—Con la boca llena no te entiendo.

Ella sonrió y tragó antes de ofrecerle el snack una vez más.

—Son estrellas de maíz con sabor a mantequilla. Están buenas y tienen el añadido de que comértelas aquí no engorda —explicó antes de darle un golpecito con la rodilla—. Y si te pones cuatro o cinco en la boca pones acento estadounidense de inmediato.

—No necesito comer nada llamado… saltarín. No me fío.

Neko se rió y acercó la mano hacia los labios de Ikki, dejando que oliera el snack.

—¿Una lamidita?

Ikki se dio la vuelta, dándole la espalda a Anir.

—¿No? —preguntó por última vez y se encogió de hombros al no recibir respuesta—. Pues más para mí.

Neko se acomodó, usando la cintura de Ikki como respaldo y continuó comiendo Jumpers a la sombra, mientras dejaba pasar los minutos perezosamente.

—¿Cuánto te queda?

Ikki le echó un vistazo a su contador antes de suspirar.

—Un minuto en tiempo de juego.

El silencio se estiró entre ellos y al final Neko decidió dejar la bolsa de Jumpers a un lado e inclinarse sobre su compañero de juego, buscando su cara.

—Mañana no puedo entrar, pero pasado vendré a la hora de siempre.

Ikki se giró para quedar boca arriba y puso una mano grande en la cabecita de Anir. Simplemente asintió. “Aquí estaré”, tradujo Anir en su cabeza y sonrió antes de apartarle el flequillo de la frente.

—No te muevas, ¿vale?

Bennu levantó una ceja.

—Vale, te esperaré aquí.

Neko se encogió un poco de hombros, mordiéndose el labio inferior.

—No me refiero a pasado mañana, me refiero a ahora.

—No entiendo —contestó Ikki que empezó a oír el aviso de desconexión.

Abrió los ojos dentro de su cápsula y esperó a que se abriese antes de llevarse los dedos a los labios. Entre el último remolino de píxeles podría haber jurado que había visto un pelo dorado muy muy cerca y le parecía que la boca le sabía a mantequilla.