Aw Kana, también significas mucho para nosotras *hug* Podríamos ver si escribimos algo juntas.
Tengo que salir. Edito luego con icons.
106.2.
…
Llegó la tarde y Yukko se encontraba junto con su grupo usual en Rizembool U, además de Tsurumaru y Komaeda, ya que, al parecer y según Shinano, había llegado el día.
“…” Hajime dio un pesado suspiro y se vio impaciente. “¿Qué tanto se va a tardar ese Shinano? Si me obliga a estar aquí al menos no debería demorarse.”
“Haha, la entrada está bastante lejos de aquí, sé paciente,” dijo Tsurumaru, entretenido y despreocupado. “Fuera de los disparates, ese nuevo hermano es bastante decente.”
“…” Mai asintió, inmutada. “Dices que es nuevo. Ya veo, tiene sentido. Yo pensando que se había vuelto zombie porque lleva años que no regresa a la ciudad, pero tiene más sentido que se manifieste a voluntad de los otros.”
“¿Eh?” Yukko ladeó su cabeza. “¿A qué te refieres?”
“¡Hahaha, buena observación!” Tsurumaru se rió con ganas. Negó sonriendo, aunque algo frustrado. “Es que en serio, cualquiera diría que yo que conozco a su hermano maligno sabría de todos ellos, pero no dejan de sorprenderme con más en su familia.”
“Sí había oído sobre él desde hace tiempo, no es que lo hayan inventado,” observó Hotarumaru, tranquilamente. “Más bien, por recién llegar a la ciudad, tenemos que darle una bienvenida y hacerle sentir en casa. Por favor no le incomodes, Mai-neechan.”
“No puedo hacer promesas,” comenzó a decir, pero al ver al pequeño mirarle con ligero reproche, terminó por sonreír un poco y revolverle los cabellos. “Pero no lo fastidiaré mucho. Estate tranquilo.”
“Igual lo harás, ya lo sabemos…” Hajime negó y pasó a mirar a Komaeda a su costado con leve fastidio. “¿Y qué haces tú aquí?”
“Shinano-kun me avisó que traería a su hermano y tengo mucho interés de conocer a otro pariente del doctor Toushirou,” contestó el peliblanco con alegría y ligera admiración. “Seguramente será otra persona resaltante que sobresale entre los demás.”
“No lo sé, no me he llevado esa impresión de los demás…” volvió a dar otro suspiro. “Al menos con esto espero que Shinano ya me deje en paz. Ya conoceré al que supuestamente se parece a mí. Me frustra que no deje de mencionarlo.”
“Ehh, hehe…” Yukko sonrió incómoda. “Ojalá…”
“No,” Mai ajustó sus gafas. “Es precisamente porque están por conocerse que ese chico no dejará de mencionarlo. Puede que con esto tenga hasta más cosas que decir.”
“Heh, sí, suena a algo que haría ahora,” Tsurumaru se encogió de hombros.
“Tsk…” Hajime entrecerró sus ojos. “Ya me cansé, mejor me voy.”
“Uhh, ya no fastidien a Hajime por favor,” Hotarumaru infló sus cachetes.
“Espera, Hinata-kun,” Komaeda alzó su mirada. “Ahí vienen.”
Todos prestaron atención al par que se acercaba, precisamente Shinano acompañado por otro chico que sí daba un aire al torturado del grupo. Hajime se resignó a quedarse, de todos modos, iba a ser un corto encuentro.
“¡Hola a todos!” exclamó Shinano, quien se adelantó un poco a Atsushi para saludarlos efusivamente. El pelirrojo casi irradiaba de alegría. “¡Siento la tardanza! ¡Finalmente les puedo presentar a mi querido hermano!” dicho esto, pasó a señalarle con ambas palmas como si presentara al premio mayor. “¡Este es Atsushi! ¡¿Verdad que se parece a Hajime?! ¡Verdad que sí! ¡No puedo ser sólo yo!”
“O-oye Shinano,” Atsushi se impacientó y frunció el ceño. “Déjame decir algo a mí y no actúes así, ¿de acuerdo? Vaya…” rodó los ojos y dio un suspiro, para sonreír incómodo. “Pues sí, soy Atsushi Toushirou. Les agradezco por soportar a Shinano.”
“Ehh, no es nada,” Yukko sonrió incómoda. “Yukko Aioi, mucho gusto.”
“Bueno, finalmente alguien agradece por eso, me parece bien,” la cuatro ojos asintió seriamente. “Llámame Mai.”
“Veo que Shinano sí es pesado…” Atsushi se desanimó un poco.
“Lo es, aunque Mai-neechan suele tomarle el pelo,” observó Hotarumaru, neutralmente.
“¡Ah, y tú debes ser Hotarumaru!” el Toushirou mayor volvió a animarse. “Heh, he oído mucho de ti de parte de Maeda. Yagen también me ha comentado que eres muy inteligente.”
“Mo…” el pequeño se sorprendió un poco y pasó a emocionarse ligeramente. “¿En serio? ¿Yagen ha dicho eso?”
“¡Sí, si él lo dice es porque en verdad lo eres!” asintió decidido.
“Sin duda me sorprende que el demonio ande admitiendo esas cosas, así que sí es un elogio de su parte,” Tsurumaru sonrió con ironía. “Haha, aunque creo que todos aquí estamos de acuerdo, Hotaru-bou, ¿no es así?”
“Ikari-sensei también ha reconocido su intelecto y confío en su parecer,” Komaeda asintió y sonrió gustosamente. “Rai-kun es otro de los futuros pilares de Rizembool.”
“Párala,” se quejó Hajime. “Andamos elogiando a Hotarumaru, pero la forma en que lo dices me da escalofríos por algún motivo.”
“Cierto, Hotarumaru es muy inocente para tus pensamientos turbios,” afirmó Mai, inmutada.
“Hm…” Atsushi frunció el ceño y se puso a pensar, algo perdido.
“Uhh, Tsurumaru, ya te he dicho que no tildes a mi hermano como si fuera malo,” dijo Shinano, haciendo un puchero.
“¿Me lo pediste?” preguntó Tsurumaru, perplejo. “Qué sorpresa, es la primera vez que lo oigo.”
“¿Eh? N-no sé si con esas palabras, pero por favor ya no lo hagas…” frunció el ceño con cierto berrinche en su expresión. “Por eso Yukko le tiene tanto miedo.”
“Ehm, n-no te inquietes por mí, Shinano, eh…” la susodicha se avergonzó por su repentina mención, y por inercia se cohibió al ver a su hermano dirigírsele.
“Ahora me acuerdo que Gotou mencionó que una de las amigas de Shinano temía a Yagen,” observó atentamente. “¿Acaso Yagen se ha portado mal contigo?”
“¡N-n-no, nada de eso!” contestó aterrada y agitando sus palmas. “¡E-en verdad siempre ha sido cordial y atento, y pues no es que lo conozca bien… p-pero nada contra él!”
“¿Te sientes bien?” preguntó confundido y ladeando su cabeza. Llevó una mano a su frente. “No entiendo bien qué pasa, pero algo me dice que tengo que hablar con Yagen al respecto.”
“¡N-no es necesario, y-yo…!”
“¡Hahaha, ya, ya, time out!” Tsurumaru rió con ganas y sonrió entretenido. “Para abogar por mi querida Hanasaki-chan, supongo que sí habré sido yo quien la ha asustado con mis comentarios casuales sobre Rizembool. Te aseguro que el malévolo no tiene nada que ver en esto.”
“Me pregunto qué le habrás dicho para que ande así de temerosa,” Atsushi alzó una ceja. “Eh, ¿y por qué le llamas Hanasaki-chan?”
“¡Haha! Es una larga historia,” se encogió de hombros. “Supongo que un Hanasaki-chan como tú no lo entendería.”
“¿Ahora me llamas así también? ¿Acaso me estás faltando el respeto?”
“Hmm…” Hotarumaru le miró atentamente. “Siento decirlo, pero… sí se parece a Hinata-kun.”
“¿Eh? ¿Tú también, Hotarumaru?” preguntó Hajime, sorprendido.
“…” Mai asintió. “Esta vez no es por fastidiarte. Realmente se parecen y no sólo en apariencia. Puede que las ocurrencias de su hermano pelirrojo estén mínimamente justificadas…”
“¿Hablas en serio?”
“Más que un hermano del doctor Toushirou, si no los conociera, diría que es tu hermano menor, Hinata-kun,” comentó Komaeda, alegremente. “Sí tienen una pinta similar. Seguramente él también posee aquel gran potencial que veo en ti.”
“Deben estar bromeando…” Hajime se dio un facepalm. Lo último que quería era que todos además del pelirrojo le siguieran fastidiando con el tema.
“¡Oh! ¡Ohh!” Shinano captó su conversación e instintivamente jaló a Atsushi de su brazo para acercarlo a su supuesto doppelgänger. “¡Lo sabía, no era sólo yo! ¡Vamos, esta reunión es para que ustedes dos se conozcan, pónganse a hablar!”
“Tsk, no me jales así, Shinano,” Atsushi se fastidió y se zafó bruscamente. Pasó a dar un suspiro, cansado. “Eh, pues, sé que no estoy enterado de toda la historia, pero siento mucho que mi hermano te ande fastidiando tanto.”
“No te disculpes por él,” Hajime negó y desvió su mirada. “Se hará un niño, pero no lo es. Él es el único responsable.”
“Igual me sabe mal, realmente no tienes que soportarle tanto ni nada, puedes llamarle la atención cuando se lo merece,” entonces, Atsushi sonrió frustrado y le extendió una mano. “Ignorándole, heh, supongo nos parecemos un poco, ¿no es así? Yo soy Atsushi Toushirou, mucho gusto.”
“Eh, s-sí,” se confundió por la disposición del otro. Hajime reconoció una diferencia en que ese chico era más positivo y receptivo que sí mismo, lo cual para variar le vino bien. Le correspondió el apretón de manos. “Igualmente, soy Hajime Hinata,” se soltó. “Eres hermano del doctor Toushirou. Puedo ver que tienes un poco de su presencia.”
“¿Cómo así?” Atsushi se vio perplejo, y pasó a sonreír con gracia. “Haha, qué raro que me hablen de él como doctor Toushirou, no creo que llegue a acostumbrarme. Pues, gracias, aunque no es que yo sea el doctor. Puedes tratarme de manera informal, más aún porque eres visiblemente mayor que yo.”
“No que por ello no fuera a respetar a tu hermano, pero lo entiendo,” se vio entretenido.
Los buenos ánimos de ambos se disiparon ni bien notaron cómo Shinano les miraba de muy cerca con ojos soñadores, una sonrisa sonsa y ambas manos en sus mejillas. Este se vio incluso más alegre cuando el par le miraron de reojo y con reproche a la vez.
“¿Qué haces, Shinano?” preguntó Atsushi, impaciente.
“Lo siento, en verdad lo siento porque sé que los incomodo, es que no saben cuánto he esperado este momento,” dijo el menor conmovido. Juntó ambas manos con gran dicha. “¡Ahh, nunca pensé que tendría a dos copias de mi querido Atsushi-nii hablándose y que se lleven bien!”
“¿En serio has estado actuando de esta manera tan vergonzosa a mis espaldas?”
“Lo ha hecho,” Mai asintió. “El doctor ya una vez le dio una fuerte llamada de atención frente a nosotros, pero ni eso lo corrigió. Supongo que nunca va a cambiar.”
“Ehm, quizás no deberíamos meternos, Mai-neechan,” observó Hotarumaru, confundido.
“Puede que lo mejor sea no engreírlo. Es por su propio bien.”
“Eh…” Yukko no estaba muy segura ya que sí había sentido pena por Shinano esa vez en que le llamaron la atención.
“…” Atsushi frunció el ceño. “Tal vez no debí haber venido si es que es así.”
“¡No, no digas eso, en verdad quería que se conocieran!” refutó Shinano, apuradamente. “Vamos, Atsushi-nii…”
“¿Y qué te he dicho con que me llames así?”
“Eh…” se cohibió un poco al ver que su fastidio incrementaba. Hizo un puchero y juntó las puntas de sus índices. “Uhh, no entiendo qué les cuesta que me dejen llamarlos así a veces, si son mis queridos hermanos…” desvió su mirada. “Mi querido y necio Atsushi-nii…”
“…” este hundió sus ojos en sombras y terminó por propinarle un tremendo golpe en su cabeza.
“¡AAHH!” el pobre pelirrojo se agarró la cabeza con ambas manos. Los demás se sorprendieron ya que, por la forma en que su cabeza rebotó después del golpe, casi parecía que se habría roto alguna articulación de su cuello.
“Deja de actuar con semejante indecencia, y ni te atrevas a imponer tus caprichos, Shinano,” sentenció sin deshacer su puño. Atsushi le miró con ojos gélidos. “No quiero oír ninguna palabra de nadie más que has vuelto a comportarte así, ¿has entendido?”
“S-sí, lo siento…” dijo adolorido.
“Oye…” Hajime también se vio preocupado y algo incómodo al ver que el otro había perdido su amenidad de un momento a otro.
“Si Shinano vuelve a fastidiarte, siéntete libre de darle un fuerte zape,” dijo Atsushi.
“Eh, d-dudo que sea necesario…” ya casi se sentía mal por el niño.
“¡O-oigan!” Hotarumaru se apresuró y se paró frente a Hajime y Atsushi con urgencia, en un intento de dejar el asunto de lado. “Pues, no sé si ya tenían algo en mente ahora, ¿pero qué tal si les llevo al Pablo aquí en Rizembool a comer algo? Es muy delicioso, se los recomiendo.”
“¿Pablo?” preguntó Atsushi, dejando su fastidio de lado para verse perplejo.
“Es una tienda de cheesecakes, si mal no recuerdo,” explicó Hajime.
“Ya veo…” el Toushirou mayor sonrió frustrado. “Siendo sincero, no soy muy afín a los dulces, pero veo que a todos a mi alrededor les gustan.”
“Sí, debo decir lo mismo,” Hajime dio un suspiro.
“Ehm, si no quieren podemos ir a otro lado…” Hotarumaru se sorprendió un poco y se puso a pensar.
“No, no, vamos a Pablo, yo sé que a ti te gustan mucho los dulces,” le animó Hajime. “Un cambio de ambiente nos vendría bien.”
“Pienso lo mismo, y me ha dado curiosidad,” Atsushi asintió.
“Hehe, entonces en marcha,” Hotarumaru sonrió y asintió efusivamente.
“Estoy seguro que debe haber algo más afín a ti, Hinata-kun,” observó Komaeda. “Debe haber opciones saladas, de lo contrario me ofrezco a comprarte algo en un local aledaño.”
“No tienes que hacerlo, ya veré qué puedo pedir,” este se encogió de hombros y así Hotarumaru se puso a dirigir al grupo.
En lo que el pequeño pelicenizo distraía a y conversaba con el par de parecidos, los demás los siguieron detrás.
“Shinano-kun, ¿te encuentras bien?” preguntó el Rebel. “Fue un golpe muy fuerte.”
“Ahh, estaré bien, todavía duele, pero no es la primera vez que alguien me pega así,” Shinano dio un suspiro y sonrió incómodo. “Esto me pasa por tener a hermanos y amigos tan aguerridos.”
“Cualquiera diría que habrías aprendido a no molestarlos a estas alturas,” observó Mai, quien pasó a dirigirse a Tsurumaru. “¿Estás seguro que ese nuevo hermano es otro Hanasaki-chan? La pinta se disipó cuando se molestó.”
“Haha, tienes mucha razón, Mai. Tiene un lado tan asequible que con frecuencia me olvido que es el mellizo del malévolo,” comentó el peliblanco encogiéndose de hombros y entretenido.
“¡¿M-mellizo?!” Yukko se espantó.
“Ehh, s-sí son mellizos, pero no tienes por qué temerle ni nada, te lo prometo,” Shinano sonrió incómodo y agitó sus palmas, para entonces dar un suspiro. “Y en sí tampoco es que tengas que temer a Yagen, aunque en su caso entiendo que te intimide por su trato.”
“Interesante…” Mai llevó un puño a su mentón.
“Igual, vale resaltar que mi querida Hanasaki-chan seguirá siendo la única Hanasaki-chan de mi vida~” canturreó Tsurumaru. “Me aseguraré que nadie te destrone.”
“No es que tengas que llamarme así, en verdad,” se lamentó Yukko. “A veces pienso que me subestiman por el apodo…”
“¡Haha, es una muestra de cariño como kouhai que eres!” el peliblanco rió con ganas y se tomó la libertad de revolverle los cabellos.
“Uhh…”
“Aunque siento decir que este es todo el tiempo que tenía, supongo que debería irme,” continuó el mayor.
“Es una lástima, Kuninaga-san, pero siempre aprecio el tiempo que compartes con nosotros,” Komaeda asintió.
“¿No puedes acompañarnos?” Hotarumaru se alertó y se le dirigió, ladeando la cabeza. “Pero entiendo que ya terminaste los quehaceres que Ikari-sensei te había dado.”
“Sí, aunque tengo algunas otras cosas que atender.”
“¿Acaso irás a ayudar a Yagen? Él ha estado muy ocupado en estos días,” la inocente observación del pequeño llamó la atención a los demás.
“¿Eh?” Tsurumaru se sorprendió por ello mismo. “¿Tanto misticismo he creado alrededor del maligno que a todos les llama la atención? ¡Hahaha, lamento darles curiosidad, no es que este ande ocupado con nada muy interesante! Y créanme que ni querría darle una mano con sus quehaceres si es que puedo evitarlo,” sonrió son simpleza. “Más bien sería probable que me apareciera en su oficina sólo para sacarle en cara que yo sí no tengo nada que hacer. ¡Haha, creo que haré eso mismo!”
“Y luego dices que él es el malo,” Atsushi se impacientó. “Por favor no andes fastidiándolo. Debe andar muy estresado de por sí.”
“Tú podrías decirle que no me haga la vida imposible tampoco, te aseguro que nuestros fastidios son mutuos,” respondió divertidamente. Se puso a pensar un poco. “Ahora que lo pienso, podría al menos comprar un cheesecake para llevar. No me quedaré con las ganas.”
“¿Pero no podrías llevarnos contigo? Quisiera visitarle en su laboratorio de nuevo,” pidió Shinano, con súplica.
“Ya te hice una excepción y ahí podría meterme en más problemas que sólo con tu hermano. Igual lo ves muy seguido, ¿y acaso no tienes a dos copias de uno aquí?”
“Tsk, párala con eso,” reclamó Hajime.
“Ya veo que no sólo es Shinano…” Atsushi miró al peliblanco con ojos cansados.
“Ya dejemos eso de lado y sigamos, por favor,” pidió Hotarumaru, con un leve puchero. El grupo reanudó la marcha.
“Ahh…” Shinano dio un suspiro desanimado. “Sé que Yagen tiene muchas obligaciones, pero hubiera querido verle. Hasta le había avisado para que se dé un salto…” revisó su celular. “¿Eh? Lo ha visto… ¿y no me ha contestado?”
“Shinano, ¿estás bien?” preguntó Yukko.
“¡No puede ser que me deje en visto! ¡Esto que es tan importante!”
“Ehh, s-seguramente andará ocupado…” comenzó Yukko, sonriendo nerviosa.
“Yukko…” Mai negó. “Es inútil. Déjale hacer su berrinche. No puedes detenerlo.”
“Eh…” sí, en verdad sabía que era inevitable.
“¡Si mi hermano es un genio debería saber que no puede dejar a la gente en visto! ¡Y mucho menos a su querido hermanito que-! Oh, me está escribiendo,” su humor dio un vuelco para pasar a mirar ensimismado a los tres puntitos que significaban una respuesta venidera. “Eh… ‘Por favor compórtate con todos’… ¿aw, nada más? Bueno, al menos sé que sí anda al pendiente de mí. Ojalá la próxima sí pueda,” se puso a escribirle con ese mismo mensaje.
“Haha, ya sabemos que no acataste su pedido,” comentó Tsurumaru, entretenido.
“Esto es increíble…” Atsushi negó repetidamente, con una vergüenza no del todo ajena.
Ya no les faltaba mucho para llegar a la pastelería donde irían a terminar con esa reunión de un modo más agradable, si es que todo iba bien.
Las clases del día en Hanasaki H habían terminado y la mayoría de estudiantes procedía a retirarse camino a sus casas. Siendo parte del go-home club, Saki y Gokotai se acompañaban en lo que caminaban por una calle todavía cercana a la escuela.
“Es una pena que Hanekawa-san esté ocupada hoy también,” observó el peliblanco. “Hoy hay una oferta de helados en la heladería a la que siempre vamos.”
“Si no es el consejo estudiantil tenía que ser la limpieza del aula,” Saki se encogió de hombros. “Y en un par de ocasiones se quedó auxiliando a extracurriculares a los que no pertenece. Ella tiene que aprender a divertirse.”
“Ehm, por la disposición que Hanekawa-san tiene, no creo que no le divierta…” Gokotai bajó su mirada, meditativo y perdido. “Ella en verdad se ve que gusta de ayudar a otros…” sonrió inspirado. “Ehehe, es admirable. Ella y senpai son de ese tipo.”
“Un par de irremediables, al menos Tsubasa sí tiene más carácter…” dijo distraídamente, mirando a otro lado. “Al menos el hecho que ellos dos son los que limpian el aula hoy me deja saber que Sadamune-kun no le lanzará todo el trabajo a Tsubasa. Se ayudarán mutuamente.”
“¡Sí! ¡En la mañana nos esperará un salón impecable!”
“No que realmente notemos la diferencia si es que ellos lo limpian o no…”
“Hanajima-san…” Gokotai le miró atentamente. “¿Has quedado con Hanekawa-san para ver cuándo vas a conocer a las otras HiMEs?”
“Apreciaría que la promesa de helado no me hiciera recordar nuestra realidad, Gokotai,” contestó frustrada y un poco impaciente.
“¡E-ehh, p-perdón! ¡Es sólo que… e-en verdad quiero que estén bien y…!”
“Te entiendo. Al final no es que lo pudimos hablar. Tsubasa tenía algo que hacer para el consejo estudiantil así que ni la vimos a la hora de salida,” contestó indistinta. “Pero no es para que te preocupes. Por cómo es Tsubasa, ella es propensa a avisarme con media hora de anticipación y jalarme en contra de mi voluntad a Hanasaki. Ocurrirá en menos de lo que espero.”
“Eh… s-supongo…” Gokotai sonrió incómodo. “Si quieres, te puedo acompañar.”
“No, lo mejor es que no te inmiscuyas con las HiMEs. Siendo nuestro amigo haces más que la mayoría, descuida…”
“Sí…” Gokotai se apagó y mantuvo su mirada hacia el piso. Siguieron caminando un poco más en silencio.
“…en verdad lo haces, no te estoy mintiendo,” comentó Saki, tranquila y todavía frustrada, pero con un tono comprensivo. “Sé cómo se siente no saber qué hacer o sentirte impotente, pero no tienes que hacer más que lo que ya haces. Déjanos encargarnos de nuestros deberes. Tener a nuestro amigo peliblanco esperándonos en la clase será reconfortante, te lo aseguro.”
“Eh…” Gokotai se sorprendió y terminó sonriendo. “Sí. Hehe, como dices, verlas a ustedes en la clase será muy reconfortante también. ¡Muchas gracias!”
“De nada, sólo digo la verdad,” observó con leve reserva. Sin duda era la menos apropiada para decirle que no se metiera en líos por otros, así que se alivió que sus palabras bastaran para tranquilizar las preocupaciones del pequeño.
Estuvieron por llegar a la cuadra donde se ubicaba la heladería junto con otros pequeños negocios de comida populares entre los estudiantes, cuando en medio de todos los jóvenes divisó a alguien en particular. Saki se detuvo, lo cual hizo que Gokotai le imitara.
“Te ves seria. ¿S-sucede algo?” preguntó el peliblanco, con leve temor.
“…” sin embargo, luego de un largo y frustrado suspiro, Saki se vio despejada. “No es nada serio, sólo había esperado dejar el tema de Hanasaki de lado…”
“¿Eh? ¿Cómo así?” no tardó en comprenderlo al ver que un chico pelinegro con ojos rojos escarlatas terminó acercándose a ambos.
“Nuestros contactos tuvieron razón,” observó Onikiri, sin dar rodeos ni molestándose en saludar. Él se dirigió directamente a Saki. “Esta heladería es un punto común para ti. Supe que te encontraría aquí.”
“Te ves convencido, por más que no venga aquí todos los días,” observó la chica, inmutada.
“En unos minutos habría seguido con mi búsqueda por otros lugares.”
“¿Por dónde más?”
“Supongo que podrías sospechar según tu rutina. Preferiría no listar las opciones.”
“…” mostró mínima impaciencia en su expresión. “Tan quisquilloso como siempre, Onikiri. ¿Y bien? ¿Qué haces aquí?”
“Pienso que lo mejor es que nos presentemos para terminar las formalidades, siendo este mi primer día de clases. Eso es todo.”
“Realmente todos se toman este asunto más seriamente que yo…” se resignó, encogiéndose de hombros. “Me pregunto si yo no tengo remedio, o más bien serán los demás…”
“Podría asumir lo primero, siendo tú la única que actúa distinto.”
“O bien puedo ser una necesaria revolucionaria en medio de un sistema que merece caer,” comentó, sonriendo con ironía.
“No considero que tu exabrupto de ser HiME sea remotamente justificable, siendo honesto,” observó, aunque pese a su tono serio, el chico pareció verse algo incómodo. “No es por juzgarte, sólo es mi parecer…”
“En fin, puede que tengas razón…”
“…” Gokotai miró entre uno y el otro perdidamente. Había llevado ambas manos a la altura de su pecho por instinto. Pese a que el recién llegado se veía más joven que la mayoría de estudiantes de la secundaria (y quizás de su propia edad) su actitud y ojos penetrantes le resultaban muy intimidantes.
“Ah, es cierto,” Saki se acordó de su acompañante. “Gokotai, este es Onikiri. Es un miembro de mi familia… o algo así, creo…”
“¿C-crees?” Gokotai ladeó su cabeza.
“Preferiría ayudante o allegado. Mi relación con ustedes no es de parentesco,” desvió su mirada. “Pensar que estoy relacionado con Minamoto no Yorimitsu es inquietante…”
“Heh, tienes la fortuna de no estarlo, bien por ti,” la chica se vio mínimamente entretenida.
“Oh, verdad que tienes el uniforme de Rizembool,” observó Gokotai, quien no dejaba de verse confundido e intrigado. “Dices que es tu primer día de clases… ¿eres nuevo en la ciudad?”
“Yo…” Onikiri frunció el ceño con perplejidad. “Saki, ¿podemos decirle?”
“Si lo cuestionas, puede que lo consideres prudente,” observó la chica. “Gokotai, ven un momento por aquí.”
“Eh, sí…” el pequeño asintió y fue conducido por los otros dos a un estrecho callejón entre un par de negocios de comidas.
“Puede… que no sea prudente, entonces…” opinó el pelinegro, alzando una ceja y confundido por el lugar donde estaban.
“Lo es, sólo temo su reacción, pero lo mejor es que lo sepa desde ahora,” Saki dio un suspiro.
“¿S-sucede algo, Hanajima-san?” preguntó el pequeño.
“Todo está bien, sólo quiero que sepas que Onikiri es mi Rebel.”
“¡IIIHHHH! ¡¿Él e-es t-tu R-R-Rebel?!” exclamó con un hilo de voz.
“¡C-Cálmate, por favor! ¡No es lo que parece!” le pidió Onikiri, alarmado por su reacción y levantando sus palmas. “¡No estoy aquí para atacarles, en serio!”
“¡P-p-p-pero…!” tembló y sus ojos se llenaron de lágrimas.
“¡T-tampoco llores!”
“Suficiente, tranquilízate, Gokotai,” dijo la HiME pausadamente. “Supe que reaccionarías así, fue bueno que no estuviéramos en medio de la muchedumbre.”
“H-Hanajima-san, s-si son algo como parientes, ¿entonces cómo…?” preguntó temblando.
“Es una larga historia, pero necesitas saber que soy una excepción como HiME. Parte de mi familia es allegada a Rizembool y ellos aceptaron que fuera HiME meramente como una oportunidad de aprendizaje para mí. A su vez, Onikiri se ha convertido en mi Rebel para prevenir que fuera a enfrentarme a algún peligro real. Él también se ha sumado como entrenamiento.”
“Eh…” Gokotai se vio sorprendido y dejó su miedo de lado. Podía ver cómo ese par se conocían y se mantenían tranquilos. “Sí parece que se conocen bien… ¿e-en verdad? ¿En verdad tienes a un Rebel que no te haría daño?”
“…” Onikiri desvió su mirada y se cruzó de brazos. “No estoy conforme con la decisión de Saki de ser HiME. Ella puede decir que por ser su Rebel no estará bajo ningún peligro real, pero no es del todo cierto. Si bien el mayor peligro de toda HiME es su respectivo Rebel, sólo tener algo que ver en el asunto te expondrá a muchos otros peligros secundarios.”
“Agradezco tu preocupación, pero es algo que tuve que hacer. Sé que ha sido atrevido e irresponsable de mi parte, aunque no pude evitarlo. Fui incapaz de quedarme de brazos cruzados,” admitió la chica con decisión. “De por sí, te agradezco por estar en el rol que estás. Estaré más a salvo que otras HiMEs, pero sí, igual seré cuidadosa.”
“No me agradezcas. Nuestro líder fue quien hizo todos los arreglos,” negó ofuscado e impaciente. “Al menos… así tampoco tendré que atacar seriamente a ninguna chica inocente.”
“…” Gokotai le observó anonadado y con gran curiosidad.
“Puedes ver que Onikiri es responsable y preocupado. Sí lo conozco bien y es de confiar, ya que casi somos familia,” concluyó Saki. “Así que, si alguna vez nos ves peleando, te aseguro que será apenas una práctica. Estaré bien.”
“Eh, sí,” asintió obedientemente y sonrió un poco. “La situación suena compleja y entiendo que no me lo expliquen del todo, pero sólo me alegro mucho de saber que Hanajima-san estará bien. Onikiri-san, muchas gracias por tu ayuda,” hizo una reverencia.
“N-no, no tienes que agradecerme, no entiendo por qué lo harías,” volvió a ofuscarse y dio un suspiro. “Nunca pensé que ser un Rebel me haría recibir agradecimiento de otros…”
“Los humanos somos irracionales, creo que es inevitable,” Saki se encogió de hombros.
“Supongo con esto ha terminado mi presentación, debo irme,” concluyó el pelinegro.
“Eh, Onikiri-san, espera,” Gokotai apenas extendió una mano hacia el frente en un ademán de pedirle que se quede. “Estamos aquí por helados, ¿quieres uno? Yo te invito.”
“¿Perdón?” se extrañó.
“No te haría mal un poco de sabor de libertad. El pesado del líder seguro te tiene bajo un régimen estricto todo el tiempo,” dijo la HiME.
“Suelo tener mi propio régimen bajo control, él no es quien dicta detalles como mi alimentación, aunque tampoco soy afín a dulces occidentales…” admitió con leve torpeza. “Ya me invitaron un dulce hoy en el colegio y creo que sería excesivo…”
“Suena a algo interesante, que tú comas dulces con la gente promedio,” la chica sonrió con leve gracia. “Entonces únetenos y continuemos con ese milagro. No te niegues.”
“No entiendo la utilidad de esto, Saki,” objetó impaciente, aunque era evidente que no tenía intenciones de resistirse.
“No es útil, de eso mismo se trata. Vamos, Gokotai.”
“Sí, hehe,” el peliblanco sonrió entretenido. Ese Rebel realmente era una buena persona.
Así los tres regresaron a la calle y acudieron a la heladería.
Luego de cumplir con el acto de presencia en el grupo de sus kouhai, Tsurumaru compró su cheesecake y se retiró de dicha reunión. Como bien Hotarumaru había dicho, no tenía ninguna otra obligación, aunque sí había otro suceso extraño sucediendo a su alrededor, uno que, fuera de las divertidas ocurrencias de Shinano con sus hermanos, era mucho más interesante. Contrario a sus palabras, la presente ocupación de Yagen merecía todo el misticismo que parecía aclamar.
Ingresó al laboratorio del científico y no vio nada fuera de lo normal. Yagen estaba parado frente a una de sus estanterías, mirando perdidamente a uno de los libros más altos de la misma. Sin embargo, su ocupación era ajena a los libros. Tsurumaru vio cómo ese joven doctor tenía una mano apoyada sobre un libro a menor altura y parecía prácticamente congelado en el tiempo y espacio. Lo conocía lo suficientemente bien para saber que, pese a verse perdido o distraído, ese doctor realmente se encontraba ocupado dentro de su mente.
El peliblanco decidió que no entretendría su decisión de congelarse y optó por tomar el libro en su campo de visión. Sin duda fue suficiente para despertarlo.
“¿Hm? ¿Qué haces aquí?” le cuestionó con leve juicio.
“Haha, ¿qué sucede? ¿Meditabas sobre lo enano que eres?” contestó con leve gracia. “Pues aquí un alto te ofrece el libro que tanto ansiabas. Anda, tómalo que está pesado.”
“Tsk, entonces que te siga pesando porque no lo necesito,” rodó los ojos y caminó de regreso a su lugar de trabajo. “Apreciaría que no me interrumpas, Tsurumaru. Sigo viendo cómo desarmar este rompecabezas.”
“¿Desarmar?” se confundió. “¿Acaso no deberías decir armar?” alzó una ceja. “Armar un instrumento que te permita limitar y controlar a esa Princess, quiero decir.”
“Heh, es una manera de verlo, y ciertamente, una que me sobrepasa en maldad,” Yagen sonrió con ironía. “Será que, pese a todo, tú serás más malévolo que yo.”
“Oye, ya es la segunda vez que escucho eso hoy, no me hace gracia,” dijo con pesar.
“Pues por algo lo estarás oyendo,” divagó y miró un bosquejo de una especie de collar con distintas anotaciones y partes detalladas. A pesar de mirar a un plan extendido frente a él, Yagen no podía enfocarse de la misma manera que en medio de su sueño despierto. “Como sea…” dio un suspiro y adoptó neutralidad y seriedad. “Puede que necesite un leve descanso. La mente funciona mejor cuando se da un tiempo de pausa.”
“¿Te has venido con algo?”
“Regresando a desarmar, supongo lo puedo igualar a deshacer un nudo muy entreverado,” alzó su mirada hacia el techo. “Shion Yorigami tiene una manera muy desorganizada de funcionar como una Princess, una que resulta hasta peligrosa para ella misma. Sus maldiciones se activan basadas en sus emociones. Aquella es una activación inestable e impredecible y lamentablemente posee menos control que el usual. Ni podemos decir que su estado anímico hace funcionar sus capacidades de la misma manera en cada ocasión. Por ello mismo, necesito indagar más allá de algo tan variable como sus emociones hasta el mero centro de su mente, para así entender los más mínimos impulsos que me puedan llevar a la más mínima activación de sus poderes. Una vez pueda tener un mapa y funcionamiento más esclarecido de su persona, puedo pretender una reconstrucción de cómo operan sus habilidades.”
“Entonces…” Tsurumaru miró al bosquejo y pasó su dedo debajo de una de las descripciones. “…por eso está ese generador de impulsos eléctricos. O sea, piensas alterar o irrumpir las sinapsis problemáticas o indeseadas de esa chica, si lo entiendo bien.”
“Oh…” Yagen se mostró impresionado. “Me cuesta creer que lo hayas entendido, Tsurumaru.”
“Haha, por favor, soy uno de los que mejor entienden cómo operas con tus experimentos,” rió entre entretenido y casi insultado. Le miró con algo de fastidio a pesar de sonreír. “Ya he tenido que lidiar demasiado con tu rara forma de funcionar, por supuesto que sabría lo que haces.”
“Heh, tú eres quien se lo ha buscado. Si sabías que andaba en plena labor, mejor no hubieras venido a verme.”
“Tal vez le estoy haciendo un favor a la humanidad, ¿no te parece?” preguntó encogiéndose de hombros, sosegado. “Vengo a interrumpirte antes de que generes el artefacto que le lave el cerebro a todo el mundo y les haga pensar de una manera muy predeterminada.”
“Ello requeriría más que un collar. Equivalgo este invento a un yeso o corrector de encías con una aplicación muy limitada y específica para simplemente prevenir que Shion Yorigami se lastime o lastime a otros en sus lapsos de pérdida de control. No pretendo controlarla mentalmente en lo absoluto, lo considero contraproducente en su caso,” Yagen dio un suspiro. “Así que veo que en verdad no me comprendiste.”
“¡Haha, no, sí lo hice, sólo te tomaba el pelo!” rió con ganas, viendo cómo el otro se impacientaba. “Hubiera asumido que lo sabrías, pero supongo que una característica de los genios insufribles como tú es esperar que todos fallemos en entender sus ‘genialidades’.”
“Debí de suponer que sólo vendrías a fastidiarme, aunque en mi defensa, estoy acostumbrado a que nadie me entienda.”
“Y nadie lo hará si continúas haciéndote el interesante~” canturreó. Entonces, su sonrisa se contagió de frustración. “Aunque, dejando las bromas de lado, no recuerdo la última vez que anduviste haciendo un experimento tan adjunto a la guerra.”
“Diría que Izuru es un experimento constante.”
“Quiero decir, el hecho que comiences con uno. Por más mínimo que sea, parte de mí no evita preocuparse por ello. No sé si quisiera verte tan activo como tu maestro en su momento.”
“Pues…” Yagen sonrió entretenido. “Es inevitable. Tengo un rol que cumplir en Rizembool, y por más autoridad que pueda tener, no debo descuidar los asuntos que caen bajo mi responsabilidad. Ahora que esta Princess está bajo mi cuidado y es alguien que previos científicos optaron por abandonar, tengo que asegurarme que yo sí entregue buenos resultados.”
“No es lo que esperaba oír, pero lo sé, así es como son las cosas. Tienes la etiqueta de maligno y sería decepcionante que te la fueran a quitar, o algo así,” comentó con trivialidad.
“Tú eres quien usa dicha etiqueta.”
“Y a ti te divierte, ¿no?” negó frustrado. “Ya estoy mentalmente cansado, Yagen. Vengo a conocer a la Princess. ¿Dónde la tienes guardada?”
“Está en el área de práctica,” dijo y alzó su mirada para visualizar dicha puerta blindada que llevaba a ese ambiente.
“¿En serio?” Tsurumaru se extrañó. “Ese ambiente es un bunker de metal sin nada más que espacio. ¿La has llevado a que duerma ahí?”
“Es temporal, verás, su Rebel ha venido a visitarla y prefiero estar cerca si es que me necesitan por algún motivo. Obviamente ya le conseguí una habitación más apropiada dentro de este complejo. Con respecto a ella…” Yagen miró al peliblanco con extrañeza. “Hubiera asumido que ya la conocías. Tanto Shion como tú estuvieron bajo el comando de mi senpai hace varios años.”
“¡Ihhh!” al oír ello, Tsurumaru se erizó con severos escalofríos. “Por favor no lo llames senpai, es inquietante.”
“Es mi senpai, puedo hacerlo.”
“Uhh, así es como Monoyon me llama, y no dejo de escuchar ese término siendo usado de la manera más agradable y adorable por la gente común,” dio un suspiro y desvió su mirada. “Ese tipo es un desagradable monstruo en comparación.”
“Heh, siendo mi senpai, yo vendría a ser algo similar, ¿no es así?” preguntó con leve maldad. “O a lo mucho, aspiro a seguir sus pasos.”
“Ahh… ya te hice bromas que te fastidiaron, creo que es justo que también lo hagas,” se resignó. “Contestando tu pregunta, a diferencia de tu círculo pequeño y cerrado y tu oficina de la soledad, ese tipo posee a tanta gente bajo su control que es imposible conocerlos a todos. Sí la recuerdo apenas por su distintiva apariencia física, pero ni cruzamos caminos. Seguramente no sabrá quién soy. Pero bueno, a diferencia de un engendro como tú, pretendo llevarme bien con ella,” alzó su bolsa de Pablo. “Mira, le compré un cheesecake en son de paz.”
“Me has hecho un favor. Esa chica tiene un apetito voraz.”
“¡Ah, entonces con más razón me la compraré!” celebró.
“Tsurumaru…” Yagen entrecerró sus ojos. “¿Qué pretendes con ella? Si no te conociera diría que intentas aprovecharte de su inocencia.”
“Ehh, no, no, por supuesto que no tengo metas indecentes,” agitó sus palmas. “Tú lo sabrías bien. Hoy en día no quiero más que llevarme bien y amenamente con todos. Oye, ¿por qué sigues mirándome con desconfianza? Es la verdad.”
“Es la primera vez que te apareces con un cheesecake, por eso lo digo.”
“¡Haha! ¿Es que acaso querías que te trajera uno? Bien pudiste haberlo pedido.”
“Mira cómo hablas como si no me conocieras.”
“No soy el único que lo hace, ¿no?” se encogió de hombros. Su sonrisa adoptó humildad. “Esa chica ha sido encerrada por como cuatro años bajo las órdenes de esa persona, y seguramente su experiencia antes de su encierre fue incluso peor, si es que dijiste que ella misma te suplicó que no la sacaras de su cárcel. Sólo quiero animarla un poco. No sabré sobre su experiencia o su situación, pero por sus orígenes, casi siento que me corresponde un poco.”
“Hm…” Yagen se vio intrigado y llevó una mano a su mentón. “Interesante… Hannya también tuvo todo el interés de ayudarla, él quien no haría algo así con tanta voluntad. Puede que me esté perdiendo de algo.”
“Sólo no somos desalmados, y menos lo seríamos si es que tenemos algo de empatía por ella.”
“Claro, puedes verlo así, me reservaré mi apreciación,” dicho esto, Yagen dio un suspiro. “Está bien, puedes ir a verla. Que tu voluntad de senpai le sirva a alguien más.”
Flashback
Repentinamente, Megumi sintió un vuelco en su estómago. Su visión se oscureció, su sinestesia se desbalanceó, su sangre escapó de su cabeza, su respiración evacuó como si hubiera recibido un golpe directo a los pulmones. Su cuerpo precipitó hacia atrás, y pese a querer usar sus brazos para frenar su caída, su inhabilidad de sentir la ubicación de los mismos le hizo fallar hasta en eso. Una vez sobre el piso pudo percibir una mínima vibración del mismo, producto de la persona frente a él.
A duras penas, alzó un poco su cabeza para observar a aquella peliazul retraída y de pie, abrazándose a sí misma en lo que un aura oscura mezclada con el extraño fuego de sus cabellos giraba a su alrededor.
“Vete… vete por favor…” suplicaba la chica con un hilo de voz. Sus ojos estaban cubiertos en sombras. Ella temblaba mínimamente y daba una apariencia sumamente inestable. “¡Vete!”
Esa situación se cortó de inmediato. Unos guardias de aquel complejo subterráneo ingresaron, con uno disparando un dardo somnífero a esa amenaza. Shion soltó un alarido y cayó de bruces al piso en dirección opuesta al disparo. Ella cerró sus ojos por el dolor, pero poco a poco se vio abandonada de fuerzas e incapaz de moverse. A pesar de su resignación y de caer en un sueño forzado, hubo indicios de que ella intentó huir, escapar, encontrar alguna salida a su realidad como un peligro.
Ni bien perdió el conocimiento, los guardias se acercaron para ponerle una especie de camisa de fuerza, unas ataduras para sus brazos y proceder a llevársela como un objeto.
“E-esperen…” Megumi tenía los ojos ampliamente abiertos ante tremenda inhumanidad. Su gran malestar se disipó casi como una brisa y pudo levantarse, pero justo llegaron unos científicos quienes sí le extendieron humanidad en demasía.
“Por favor no se le acerque,” suplicó una profesional, preocupadísima y poniéndose en su camino. “¿Cómo se siente?”
“Disculpe, es nuestra responsabilidad, realmente no debimos darle tantas libertades,” agregó un doctor.
“Sentimos tratar con tanto desatino a un allegado del ilustre Minamoto no Yorimitsu. Le mantendremos a salvo. Lo mejor es que esto no se vuelva a repetir.”
“P-pero ella, la dispararon,” observó perdidamente, mirando de uno a otro en búsqueda de sentido y decencia, aunque a los demás no podía importarle menos. “¿Ella cómo está?”
“No se preocupe, es apenas un somnífero de corta duración. Estará en su habitación para cuando se despierte,” explicó una asistente con rapidez. “Ven, tenemos que hacerte un chequeo y cerciorarnos que ya no haya rezagos.”
“Pero…”
…
Fin del Flashback
Se le hacía irreal tener nuevamente frente a sí mismo a esa peliazul tan afligida y con quien ni pudo conversar en esa ocasión. Shion se encontraba sentada en el piso. Ella pasaba sus dedos encima de un plato vacío donde había restos de comida, concentrada en este. Sin embargo, una diferencia era que usaba una máscara de Hannya sobre su rostro, lo cual hasta el momento había mantenido sus poderes sellados y bajo control. A pesar del volumen de su cabello, por su postura encorvada, atención hacia abajo y forma de sentarse, en verdad se trataba de una persona extremadamente reducida, alguien aplastado y marginado por la sociedad de tantas maneras.
Megumi le observaba de pie. Apenas había podido saludarle y siguió un momento de silencio. No sabía qué decirle, ello persistía.
“Oye…” al final fue Shion quien dijo algo, sin siquiera alzar su mirada. “¿Qué haces aquí?”
“…” se impresionó un poco y desvió su mirada. “Yo…”
“Eres apenas un niño. ¿Qué tienes que ver con Rizembool?”
“No tengo opción. Es algo de familia.”
“…” continuó acariciando el plato. “Eso no está bien… eres todavía muy joven.”
“…tampoco está bien que encierren a alguien como tú por años por algo que ni hizo… fue Rizembool quien te dio ese poder, ¿no es así…? Pero ellos no son responsables…”
“…” se mantuvo inmutada y todavía haciendo dicho pasatiempo escapista. “…está bien… es quien soy, y no importa quién ha sido quien me ha hecho así, eso no cambia el hecho que yo soy problemática… tiene sentido…”
“Pero…” frunció el ceño.
“En cambio,” alzó su cabeza. Por la máscara, su expresión se encontraba escondida, pero ella claramente le miraba. “No veo más que a un niño normal. Por más que te obliguen, hay esperanzas para ti. No hay nada inherentemente malo contigo… no es justo que estés metido en este lugar…”
“…” Megumi agachó su mirada, frustrado, torturado. “¿…por qué te molestas en sentir empatía por mí? Lo mejor sería que cuidaras de ti misma, que pensaras en tu situación.”
“Yo no tengo ningún poder, ninguna autoridad, nada certero o garantizado,” miró a otro sentido. “No hay punto de hacerlo.”
“Eso no es verdad…”
“No puedes decir que no lo es. No lo sabes como yo.”
“…no puede ser verdad…”
“…”
“…”
“Dime… ¿quién eres?” volvió a dirigírsele y ladeó su cabeza. “Tú… yo estuve pensando y haciendo memoria, y forzándome a recordar… tú… eres ese niño que una vez lastimé en ese subterráneo, ¿no es así?”
“…” asintió. “No sabía si me recordarías.”
“¿Sabes? No eres la única persona que ha salido lastimada por mí, ni ahí, ni en otros lugares, pero sí fuiste el único niño. Recuerdo que te vi, pensé en todos los accidentes que he tenido, me aterré de ver a un niño… y tú sabes lo demás…” volvió a agachar su cabeza. “Cuando desperté de regreso en mi cama, imaginé que no volvería a verte… ahora recuerdo ese día.”
“Shion-san…” se retrajo. “Si es que puedo llamarte así…”
“…” se vio tensa. “No entiendo por qué me tendrías en consideración, llámame como quieras.”
“Shion-san,” afirmó. “Yo… lo siento, creo que debería de explicarlo todo. Cuando fuimos a recogerte, a pesar de haber sido yo quien lo pidió… no sabía qué decir. Siento que ahora todavía me resultaría difícil…”
“Entiendo… la gente que puede encontrar qué decir, en momentos así…” pareció recordar a alguien y se estremeció. Agachó más su cabeza. “…son aterradores…”
“Al menos tienen algo que los hace alejarse de los humanos, diría yo,” Megumi asintió. “¿Cómo estás? ¿Te han tratado bien? ¿Has tenido algún inconveniente?”
“¿Eh?” alzó su cabeza y pasó a retraerse. Quizás detrás de la máscara se encontraba un rostro avergonzado. “S-sí, en verdad, son tan amables conmigo. No puedo saciar mi hambre, pero aquí sí aceptan darme segundos… igual me sabe mal pedir… Hannya ya me ha puesto unas tres máscaras y eso parece mantenerme estable…” su voz cargada y estresada se aligero. Tal vez venía desde una ligera sonrisa. “…estoy bien, mi estómago no me duele. Creo que pude dormir bien anoche…”
“…” volvió a asentir y su rostro se alivió. “Me alegro…”
“Pues… ¿no te cansas de estar de pie? Siéntate… parece que esta vez no podré lastimarte…”
“…” Megumi tomó asiento. “Shion-san… con respecto… al pasado…”
“Lo siento mucho por lastimarte, no fue mi intención.”
“No, no te disculpes…” se preocupó un poco. “Apenas fue algo leve, y si se supone que debo entrenar mis habilidades… supongo tendría que aprender una manera de resistir tus maldiciones.”
“¿Eh? ¿Por qué lo dices?” ladeó su cabeza.
“Yo también puedo controlar maldiciones. El motivo por el cual nos vimos en esa ocasión fue porque el líder de mi familia oyó de tu caso y quiso probar la oportunidad de que yo pudiera aprender algo de ti.”
“¿E-en serio?” la chica levantó ambas palmas y las movió frente a la cabeza del chico, como si intentara captar o agarrar algo incomprensible del mismo aire.
“Shion-san…” alzó una ceja. “¿Qué haces?”
“N-no detecto negatividad en ti, tal vez por la máscara haya perdido algo de mi capacidad, pero… me es incomprensible pensar que un niño como tú pueda estar en mi situación…” volvió a tensar sus brazos y estirarlos hacia abajo. “P-puede que necesites pensarlo… t-temería enseñarte algo que remotamente se convierta en un descontrol para ti, o no sé…”
“Estaré bien, varias personas durante mi formación dijeron que el descontrol con frecuencia se debe a motivos muy distintos a los poderes en sí. Sé que el líder de mi familia no habría tomado una decisión insensata. Tampoco te culparía por esto, Shion-san. Es un descontrol, no es algo por lo cual considero que seas responsable.”
“Entonces…” comenzó, perdidamente. “¿…de qué quieres hablar? No me culpas, pareces entender esa situación a tu manera… ¿Acaso hay algo pendiente…?”
“Creo que… seré yo quien todavía no supera ese momento…” Megumi bajó su mirada, apenado. “Shion-san… verte ser anulada por esas personas, ver a otros temer por mí e ignorarte… entender que yo y el líder de mi familia supimos que perdías el control con facilidad y que igual te pusimos en esa situación en la cual pudiste hacerme daño… hacerte cargar con ese estrés y que luego te trataran con tanta brutalidad… yo…” sus ojos perdieron brillo momentáneamente. “…pensar que yo quiero ir en contra de este status quo, pero que al final te traté con tanta desconsideración como los demás… que hice que te hicieran eso…”
“…”
“Por eso… si es que puedo hacer algo para reparar mi error… quiero que al menos ya no tengas que estar encerrada ahí…”
“…”
“Lo siento mucho…”
“Tú… ¿cómo te llamas?”
“Megumi…” contestó confundido. Entonces, él vio cómo la chica levantó su máscara para descubrir su rostro.
“Hehe… ¿qué estás diciendo, Megumi?” preguntó ella, con una sonrisa. Esta inspiraba cierto dolor y debilidad, pero a su vez humildad y dicha. Su sombría mirada también se había contagiado de tranquilidad y agradecimiento. “Si dices que yo no soy responsable de lastimar a otros por mi descontrol, tú menos lo serías por algo que les concierne a otros. Tú no eres quien ha hecho la vida y las cosas como son, no tiene sentido. Eso ya pasó. No sientas que esas personas que te ayudaron fueron malas por ignorarme, o sea, yo les agradezco por velar por ti, por saber que previnieron que salieras muy lastimado.”
“Pero…” tembló un poco. No entendía su reacción. ¿Cómo podía sonreír así?
“Aunque, bueno… si ignoro a esas personas, o a Rizembool, o a lo que pasó… es raro, ¿sabes?” ella miró a un costado en el piso. Sonreía con torpeza y dicha y calidez. “Pensar que estuviste tan preocupado por mí y tan decidido a sacarme de ahí. Han sido como tres años. Yo que te olvidé como otro percance más, pero tú no te diste por vencido… heh, me siento afortunada, al menos un poco…” admitió avergonzada. “Quiero decir… muchas gracias, gracias por pensar en mí. No pensé que alguien continuaba haciéndolo…”
Sonrió ampliamente y un par de lágrimas se escaparon del filo de sus ojos.
“…” seguía paralizado. Por un momento casi se pone a llorar con ella. No podía ni imaginar el dolor que ella debía de cargar para valorar tanto esa mínima dicha por la cual agradecía, algo que Megumi daría por sentado con algunas personas…
“Ehh…” de repente, Shion se vio en aprietos y procedió y ponerse su máscara con rapidez.
“¿Qué sucede?” preguntó sorprendido.
“S-sólo sentí una mala vibra… quiero prevenir un accidente, nada más,” se explicó apesadumbrada y apretando la máscara para que se quedara impregnada a su rostro. “L-lo siento… ojalá ese científico en verdad pueda encontrar una solución más permanente… Hannya dice que sus máscaras sólo duran unas pocas horas… ojalá regrese pronto.”
“Imagino que sí, sé que el doctor Toushirou tiene una gran fama en Rizembool. Él se encontraba trabajando en eso ahora mismo.”
“…” le miró con curiosidad. “No sé mucho de los científicos, pero pareces convencido.”
Entonces, la puerta de ese ambiente se abrió y vieron al susodicho ingresar.
“Espero que todo se encuentre en orden,” observó Yagen.
“Sí, muchas gracias,” Megumi asintió, inmutado.
“Hm, ya acabaste esa comida, me sorprende que hayas podido terminarlo…”
“S-sí, lo siento mucho…” Shion instintivamente abrazó su estómago. “Perdón… tenía hambre y no pude evitarlo…”
“Tu ingesta de alimentos me sorprende, aunque es lo mínimo que podría hacer por alguien bajo mi cuidado. Descuida, si tu organismo lo requiere, no hay ningún inconveniente,” asintió y procedió a avanzar más allá del umbral. “No esperaba interrumpirles, pero tenemos a un visitante que quería conocerte.”
“¿Quién?” preguntó perdidamente. Seguido de su pregunta vio a un peliblanco quien entró con algún tipo de paquete en una mano. Lo que hubiera resultado llamativo o ameno para cualquier otro en su lugar… fue extremadamente aterrador para la chica.
“Yo! Mucho gusto, Shion Yorigami, ¿verdad?” preguntó Tsurumaru, sonriente. “He traído un postre para ti~”
“¡IIIIIHHHHHHHH!” ella soltó un chillido rompe tímpanos para entonces caminar como cangrejo hacia atrás a toda velocidad, hasta golpear con su espalda la pared más cercana.
Ante esa elogiable carrera de cangrejo, Megumi y Yagen intercambiaron miradas perdidas.
“¿Qué?” Tsurumaru se confundió y caminó hacia ella. “O-oye, tranquila, yo sólo…”
“¡AAAHHHH! ¡No quiero morir!” exclamó recogiéndose en modo fetal y abrazado su cabeza. “¡Piedad por favor!”
“¡Espera, no estoy aquí para matar a nadie!” exclamó incómodo. “¡Cálmate!”
“Oh…” al oír esas palabras, Yagen se puso a pensar. “Si bien Tsurumaru dijo que no te conocía, parte de mí se preguntaba si es que tú sabrías quién es él, Shion.”
“Ihhh…” la chica estaba todavía recogida e incapaz de contestar, así que el doctor decidió pararse a su costado.
“Tranquila, te encuentras en mi territorio y bajo mi cuidado, nadie te hará daño,” afirmó. “Puedo ver que tienes una preconcepción de Tsurumaru, por tu reacción.”
“…y-yo…” ella comenzó a calmarse y sus ojos se alteraron. “N-no hay forma que la gente de mi entorno no sepa quién es… h-he escuchado demasiadas cosas… n-no quiero problemas…”
“¿Qué has escuchado?” preguntó Megumi.
“¡¿Eh?!” Shion pareció que recién se acordó del pequeño y negó repetidamente. “¡N-no, es mejor que tú no lo sepas!”
“…” se sorprendió y pasó a mirar a Tsurumaru con leve juicio. “¿Qué se supone que eres?”
“Ahh, Megumi-bou, no es lo que crees…” el peliblanco negó repetidamente, cansado. “Me cuesta pensar que soy algún tipo de celebridad. Llevo mucho tiempo retirado. Hubiera asumido que todos se habrían olvidado de mí.”
“Pero tiene sentido que alguien con tanta experiencia y trayectoria en Rizembool tendría fama, retirado o no. Ni que lo estés del todo, sólo que ahora trabajas en otro departamento,” concluyó Yagen. Este sonrió con leve maldad. “Heh, entonces sí serás más maligno que yo.”
“En serio, ya no me causa gracia, yo que vine en son de paz,” le reclamó.
“¡Por favor no lo lastime, este doctor ha sido muy amable conmigo!” suplicó Shion.
“¡N-no es que pensara lastimar a nadie, lo juro!” Tsurumaru se incomodó y negó en aprietos. “¡Por favor dame una oportunidad!”
“Heh,” Yagen sonrió con superioridad.
“Tsk…” por su parte, Tsurumaru tuvo que aguantarse sus reclamos con tal de no asustar más a la peliazul. Sacudió de nuevo su cabeza para despejarse y dio un pesado suspiro. Se sentó en el piso frente a la chica, quien se erizó. “Escucha, no sé qué habrás escuchado de mí, pero eso ya quedó en el pasado. Es por nuestro antiguo jefe, ¿no es así?”
“Ehh…” ella tembló un poco.
“Ambos hemos salido de ese entorno y ya no tenemos que ver con esa persona. Hoy en día ayudo aquí a un profesor de informática y en proyectos normales y civiles, con frecuencia con este doctor insufrible de aquí. Hasta soy senpai de estudiantes buenitos y comunes,” dicho esto, le extendió la caja del cheesecake y le sonrió amenamente. “Ya que me gusta cuidar de la gente inocente y como seguramente me verás con frecuencia, ¿qué tal si nos volvemos amigos? Toma, este postre es para ti.”
“Postre…” Shion observó y recibió el paquete. Al abrirlo, fue evidente que dejó de temblar y relajó su tensa postura. “¿Es para mí?”
“¡Claro que sí! El favorito de un amigo conocedor de dulces, te aseguro que te encantará.”
“G-gracias…” asintió mínimamente. Shion por un momento lo come instintivamente con sus manos, pero por la textura del postre y el hecho que venía con una cuchara de plástico decidió usar el instrumento. Ni bien lo probó, se le notó maravillada. “¡Ahh, está delicioso!”
“¡Haha, lo sabía!” celebró Tsurumaru. “Uno de estos días te presento a Hotaru-bou. Estoy seguro que él amaría darte un tour por pastelerías.”
“¿E-en serio? N-no creo que eso sea posible…” se cohibió un poco.
“Lo será ni bien el doctorcito de aquí deje de hacerse el especial y encuentre la cura a tu situación,” le observó. “Así que no quiebres sus esperanzas y ponte a trabajar.”
“Dice el que sólo puede comprarle un postre, obviamente estas cosas toman tiempo,” Yagen dio un suspiro.
Pese al fastidio del peliblanco, el doctor se vio satisfecho. Tener a Shion tranquila y receptiva haría más fácil su trabajo, sin mencionar que afectaría a los demás positivamente. Notaba cómo esta le continuó la conversación a Tsurumaru a pesar de todavía tener reservas con él. En verdad esa peliazul estaba haciendo un gran esfuerzo adaptándose a otros y tratando de interactuar, considerando su largo encierro. Con dicha actitud, la labor adicional de Yagen de encontrar un buen condicionamiento para ella valdría la pena.
“Doctor,” Megumi se le acercó.
“Dime.”
“…” este dio un suspiro. “Presumo que no me dirás por qué Shion-san le tiene tanto miedo.”
“Lo lamento,” Yagen sonrió comprensivamente. “Compartiría tu curiosidad de estar en tu situación, pero si Tsurumaru no quiere ser honesto contigo, lo respetaré. Es lo mejor.”
“Ya veo.”
“Tal vez con el tiempo comiences a enterarte de cosas, sé paciente.”
“Asumo lo mismo con dicho exjefe de ellos dos.”
“Sí, lo dejaré a que ellos o Hannya te lo digan.”
“…” asintió. “Así será… ¿y qué es de Hannya?”
…