Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 253686 times)


Kana

Luego edito con iconos y detalles


Allen estiró sus brazos para con ello intentar desperezarse, tratando con ello poder despertar un poco tras una ardua jornada de estudios que, francamente, lo tenían casi muerto.
Mientras se quitaba una lagrimilla que emergió en uno de sus ojos tras bostezar, miró de soslayo a Kana quien estaba sentada a su lado terminando de resolver algunos problemas que no la dejaban tener paz mental.

—Kana, dejémoslo para mañana, ¿sí?
—No puedo. Yato es como un mosquito en casa, Kise me quita tiempo con sus idioteces, tengo que rendir en las otras materias, tengo que trabajar en el templo y entre eso, tengo que tener tiempo para leer mangas. Si no termino esta tarea ahora, jamás lo haré.
—Si tienes poca privacidad para estudiar en el templo, ¿quizá deberías estudiar en la mansión HiME?
—La verdad… cuando iba en la escuela no me gustaba la mansión HiME. Quizá porque no me sentía parte de allí a pesar de que conocí gente a la que estimo mucho hasta ahora. Incluso en el presente me causa rechazo la mansión HiME. Tengo un cuarto y todo, pero nunca lo he usado. — la HiME se quedó pensativa unos instantes, contemplando la posibilidad de rendirse y usar la opción de la mansión HiME para estudiar tranquila. Tenía muchos exámenes y trabajos, y no era opción tener una mala calificación.
—Oye, Kana, de todas las cosas que dijiste que tienes que hacer me di cuenta de que no nombraste nada sobre entrenamiento HiME. ¿No tienes tiempo para ello?
—Pienso que no lo necesito.
—Ja, que soberbia.
—En serio. Es que, tengo a Kaneki como Rebel y él es un Rebel muy atípico. No tengo que preocuparme por él ni por Rizembool mientras tenga a Kaneki como Rebel.
—¿Y has pensado en la posibilidad de que tu Rebel quiera en algún momento ponerse rudo? — el peliblanco guardó sus libros en su mochila y aprovechó el descuido reflexivo de Kana para guardas las cosas de la HiME.
—Eso no va a pasar. — dijo muy segura Kana, embozando una sonrisa socarrona. —Kaneki es… Bueno, Kaneki es Kaneki. Es un poco…ñoño. No está en plan de ir golpeando personas. — terminó por guardar las cosas que Allen había comenzado a guardarle.
—¿Vamos por un café?
—Sí. — En ese momento, Kana y Allen notaron que unos cinco compañeros de clases se asomaron por la ventana para mirar al exterior. Estaban en el quinto piso por lo que observaban hacia abajo, aclarando sus vistas para ver a la distancia. Al principio sus rostros revelaban curiosidad por chisme, pero poco después sus facetas cambiaron a preocupación y temor. 
—¿Qué pasa? — Allen se acercó a mirar, pero no entendía el por qué sus compañeros estaban tan aterrados. El peliblanco permaneció incrédulo, pero no podía quedarse con la duda. —¿Quiénes son esos chicos? — les preguntó, mirando a un par de jóvenes en el primer nivel quienes parecían llevar una pinta de desaliñados.
—Es mejor no preguntar quiénes son. — dijo uno de los jóvenes, dándose la vuelta para guardar sus cosas y salir de allí. Los otros lo imitaron. Allen observó unos momentos más a esas extrañas personas y no consideró que fueran relevantes ni le interesó más de ellos. Agradeció ver que Kana terminó de guardar sus cosas, eso significaba que por fin se irían a descansar.

Los dos jóvenes bajaron las escaleras hasta llegar al primer nivel y comenzar a salir del campus universitario.

—¿Vamos a la cafetería?
—Suena bien… Podríamos repasar las lecturas mientras bebemos café.
—Kana, please, stop. — Allen estaba a punto de indicarle a su amiga que prefería morir de un balazo allí mismo antes de seguir estudiando, pero sus palabras y pensamientos fueron interrumpidos por una gran y precipitada conmoción. —¡…!—

El peliblanco dio un salto al notar que dos motocicletas pasaron peligrosamente al lado de ellos rodeándolos y cortándoles el camino. Evitando así que Kana y él pudieran seguir continuando con sus pasos. No sólo él estaba alarmado de este imprudente acto de infracción automovilística, sino que los estudiantes que estaban cerca también se consternaron al ser testigos de lo que sucedía.

—Oe…— uno de los jóvenes sonrió socarrón y burlesco al tener a sus presas frente suyo. Sacudió sus sedosos y largos cabellos, cuales hebras de ébano fueron mecidas por el viento.
—…— Kana dedicó una mirada filosa a cierto pelinegro fanfarrón que la mirada burlona desde su motocicleta.
—Sube, princesa. — el pelinegro apuntó con su pulgar hacia la parte posterior.
—…— la HiME mantuvo en sus ojos magenta la frialdad que le dedicaba a ese sujeto. En eso, escucha la voz del otro que lo acompañaba.
—Ya tenemos que irnos.
—D-Disculpen…— Allen no estaba seguro de lo que hacía, es más, estaba seguro de que lo que estaba haciendo lo ponía en un inminente riesgo vital, pero, no podía permitir que le hicieran daño a su amiga. Se puso al lado suyo, para protegerla de algún modo. —¿Quiénes son ustedes?
—Largo, marica. Si no quieres que te rompa el cráneo.
—…— Allen definitivamente sabía que la situación era delicada. Eran los dos jóvenes que antes sus compañeros miraron con temor. Probablemente, se trataba de delincuentes peligrosos. Incluso, Yakuzas.
—Baji…— el otro joven habló con tono ronco pero calmo. Lo que menos quería era que su amigo comenzara a hacer estupideces en frente de mucha gente. Desvió la atención ahora hacia Kana. —Debemos irnos.
—¿A dónde? —
A Allen le llamó la atención que Kana hablara con la guardia menos en alto con aquel joven rubio de gran tamaño. A diferencia de cómo la HiME trataba con el tipo de cabello negro. Aunque, francamente, Allen podía entender el por qué. El de cabello negro le daba demasiada mala espina.
—Es por tu bien…— susurró tranquilamente el rubio. —Queremos ayudarte.
—¿Esto es una orden de Manjiro?
—¿…Manjiro? — Ok. Allen era extranjero y no tenía por qué conocer a todos los japoneses de Japón, es más, llevaba tiempo allí y ni conocía a tantos (o se olvidaba de sus nombres) pero Manjiro le sonaba terriblemente. Y al ver la pinta de esos dos mafiosos no era difícil deducir que eran enviados de Manjiro Sano. El mismo y nombradísimo jefe Yakuza.
—Pues…sí. — el rubio se alzó de hombros. No era bueno mintiendo y no tenía ni una jodida gana de inventarse algo. —Me ha enviado Manjiro a que te lleve. Pero, no te preocupes, no es para otra tonta salida adolescente… Quiere ayudarte con tus problemas.
—Si te manda él no iré. — chistó la chica. Y sin el mínimo ápice de terror, siguió. —Tengo mejores cosas que hacer. Permiso…— se abrió paso frente al rubio quien la miró con tranquilidad, aunque con el ceño fruncido. Allen tenía miedo de lo que pudiera pasar. Pero, por, sobre todo, ¿¡Por qué Kana estaba TAN familiarizada con esa gente!?
—¿A dónde vas, tonta? — el pelinegro de un zarpazo la agarró del brazo, brusco, reteniendo su marcha.
—Suéltame, Baji.
—Kana. — Allen se puso a su lado, por si pasaba a peor.
—La idea es de Manjiro… pero el resto de planificación me lo ha dejado a mí.
—¿Y qué quieres que haga, Draken? — se zafó de Baji de un manotazo.
—…— Ok. Allen se quedó en una pieza. Ese era el matón del Yakuza. ¿Por qué mierda Kana era conocida de Draken?
—Sólo acompáñanos. Te juro que si no te gusta la idea o… no lo resistes, te puedes ir cuando me lo pidas. Lo prometo.
—…— Kana lo miró con duda, pensativa. Allen se colapsó al ver que la HiMe estaba pensando en tan siquiera la posibilidad de decirle que sí a ese delincuente.
—K-Kana, NO.
—¿Por qué esta escoria sigue aquí? — Baji tenía todas las intenciones del mundo de reventarle la cara allí mismo.
—Contrólate, Baji. — Draken suspiró. El rubio comenzaba a perder la paciencia, estar con Baji como dupla en las rondas era como controlar constantemente a un perro con rabia.
—Está bien… pero debes cumplir tu palabra, Draken. — apuntó Kana.
—Lo prometo. — Draken la invitó a su moto, sabiendo que Kana no soportaba a Baji.
—Si Kana va yo también voy.
—¿Y este enano qué?
—…— Allen ni siquiera era enano “Claro, cualquiera al lado tuyo es enano, poste de luz”
—Es un amigo. — la joven suspiró. Luego miró a Allen. —No te preocupes, Allen. Desgraciadamente son conocidos míos… No me va a pasar nada malo.
—Eso no me quita la desconfianza. — mucho menos al escuchar las propuestas de esa gente. A Allen le sonaba como que la iban a llevar a un prostíbulo a grabar un video BDSM o quizá hasta Gore.
—Hm…— Kana intercambió miradas con Draken.
—Si quiere ir, que vaya. Pero no te garantizo su protección.
—Allen, no te garantizo tu protección.
—Sí, sí. Ya oí, Kana. — haciéndose el fuerte, aunque por dentro estaba muy preocupado.
—Oe, yo no me llevaré a este. — Baji reclamó inmediatamente. —La princesa va conmigo, esta cosa que se vaya contigo, Draken. Tú estás más acostumbrado a llevar enanos.
—Te aprovechas de la circunstancia, maldito. — Kana lo miró con odio. No quedándole otra opción tuvo que ir a subirse a la motocicleta de Baji.
—Sujétate fuerte de mí, princesita.
—…— Kana le dio un codazo en las costillas de “casualidad” aunque Baji no hizo ningún gesto de dolor, ella sí sintió como el pelinegro contrajo el aire en sus pulmones. “Por imbécil”
—…— Draken y Allen se miraron en un silencio incómodo. Finalmente, el peliblanco se subió a la motocicleta. ¡Vaya! El sujeto sí que era alto.

Las luces de la noche comenzaron a encenderse mientras iban en las motocicletas por la ciudad. Allen en todo momento pensaba con preocupación a que destino se enfrentarían, como, también, se preguntaba qué clase de nexos tenía Kana con esos yakuzas. Sin duda, había muchas cosas que no conocía de su amiga y eso le llamaba la atención. Kana y Cain eran ambos sus amigos, pero conocía poco de ellos mientras que ellos conocían todo de él. Era injusto.

Después de un largo camino recorrido, comenzaron a salir de la ciudad para entrar en un terreno baldío y las alarmas en Allen se dispararon. Pasó de pensar a que llevaban a Kana a firmar un video prohibido mientras la drogaban, a pensar que la llevaban a matarla por un ajuste de cuentas.

Se detuvieron junto en frente de una especie de casa o fábrica abandonada. Apagaron las motocicletas y los cuatro bajaron.

—Es por allí. — indicó Draken.

Entraron todos a ese lugar, donde lo primero que notaron era una especie de cuadrilátero de pelea enjaulado.

—¿Y esto?
—Mikey está preocupado por ti. Dice que eres una HiME floja y notó que no tienes la misma fuerza de antes.
—Oh, por favor… no me digas que piensa eso de mi porque no pude conseguir buen puntaje en el martillo de feria. —
—No. — Draken negó con la cabeza. —Me dijo que te cansabas al caminar, y, cuando te agarró el brazo en la pelea no pudiste zafarte de su agarre. En los tiempos pasados, eso no hubiera pasado.
—Okay, ¿y quiere que me meta a una jaula y salte como mono?
—Más bien… esta parte me la dejo a mí. Mikey es bueno mandando, pero es perezoso al planificar un plan de acción. Así que he creado un plan de entrenamiento. Vamos a practicar algo de defensa personal. —
—¿En serio? — Kana parecía molesta y hastiada. Miro el ring enjaulado, las luces blancas y de colores medio la aturdían y ya de por si le dio sueño. “¿Y si lo dejamos para otro día?” quería estar en cama viendo sus doramas. —…— Ok, entendió en ese punto que se estaba volviendo una perezosa. Era verdad, ¿hace cuanto no entrenaba? Pero… de todos modos, la idea de meterse allí con Draken no la convencía. Aunque no podía negar que le daba curiosidad pelear con Draken. En el pasado siempre le llamó la atención el potencial de pelea de Draken y nunca tuvo oportunidad de enfrentarse con el Ryuguji. —Bueno, supongo que no está demás ver cómo están mis capacidades físicas en este momento.
—Perfecto. Sube al ring.
—Kana… Esto no es buena idea. — le dije Allen a su lado, más que preocupado.
—Descuida. Voy a estar bien. Draken parece malo, pero siempre ha sido educado con las mujeres. Al menos no me tocó con Baji… ése sí es un enfermo mental.
—Por cierto…Hay un detalle. No pelearás contra mi. Busqué un rival que pudiera ser algo parecido a tu Rebel actual. Uno de mis informantes me sopló que tu rebel es un tal Kaneki.
—Ah, sí…—
—No hay mucha información de él más que su patética foto en el anuario académico. Tiene una apariencia delicada… Lo cual llama la atención que escogieran a un inútil como él para ser Rebel. Eso quiere decir que no hay que dejarse llevar por las apariencias, seguro es un soldado sádico y frío.
—¿Sabes tan siquiera lo que es un Rebel? —
—Nunca me metí en ese mundo ni prestaba atención cuando Mikey y tú hablaban de su experiencia como HiME y Knight. Tampoco me importó escuchar la versión de Kazutora como Rebel… pero, ¿supongo que no está muy lejos de un soldado experto de cualquier yakuza, no? Pelea y ajuste de cuentas… lo típico.
—No es así…— la HiME se quedó algo perpleja ahora que lo pensaba. —B-Bueno, esa lógica tiene sentido en cierto modo.
—Entonces voy bien. — apuntó al ring —Ese es tu rival.
—…— Mierda. Kana ni siquiera se había dado cuenta de que alguien estuvo en ese lugar todo el tiempo. Discreto, en silencio y siniestro. La HiME esperó lo peor de esa presencia y cuando vio quien era no tuvo dudas alguna de su sensación de frío que le recorrió toda la espina dorsal —¿Inui? — le reclamó inmediatamente a Draken. —¿En serio trajiste a ese loco aquí? — el nombrado ni siquiera se inmutó por la reacción de la HiME.
—Ahá. 
—¡Es un psicópata! ¡No tiene nada que ver con Kaneki! —¿Cómo Draken podía comparar al salvaje de Inui con el suave de Kaneki?
—Deben ser el mismo perfil. Rostros finos y apariencia frágil, pero están enfermos y torcidos por dentro. Son oponentes difíciles de fiar, puesto que usualmente son subestimados, pero subestimarlos es una lamentable opción.
—No pienso meterme allí. Me va a arrancar la cabeza con sus propias manos. ¡Ese idiota golpeó a Yuzuha sin más! —
—Un sujeto que golpea mujeres no es de confiar. — agregó Allen —Es desproporcionado que un hombre pelee contra una mujer.
—¿Y los Rebels que son? ¿Travestis? ¿Mujeres operadas para ser hombres? Hasta donde sé, las mujeres HiMEs pelean contra Rebels hombres. — escudriñó el rubio alto.
—No es que quiera defender a la loca, pero, ¿no había algo más decente que Inui en tus opciones? — le preguntó Baji a Draken.
—Bueno… ¿Quieres cambiar a Inui por Baji? — Draken miró a Kana, despreocupado. 
—…— Kana lo miró indignada. Baji e Inui eran la misma porquería junta. Sólo que uno era desgraciado y el otro… bueno, no podía opinar mucho del Inui actual porque no supo de él en los últimos años, pero, el hecho de que nadie supiera mucho de Inui en los últimos años porque precisamente esos últimos años pasó cumpliendo condena (otra vez) en cárcel, ya decía mucho.
—Kana, mejor nos vamos. — suplicó Allen.
—Podríamos lanzar a tu mascota al ring a ver como pelean los perros. — Amenazó Baji, perdiendo la paciencia con ese extranjero metiche.
—Baji, deja a Allen tranquilo. — la HiME suspiró, cansada.  —Supongo que prefiero a Inui…— al menos Inui no tenía pinta que fuera a correr mano de “casualidad” como podía hacerlo Baji.
—Okey. Si quieres parar, sólo pídelo. — Draken acompañó a Kana al ring, ante la vista de espanto de Allen que poco pudo hacer cuando sintió la mirada asesina de Baji sobre él. Si se movía, estaba muerto. La HiMe entró en el ring de pelea y vio a Inui de reojo, seguía siendo tan raro como siempre, es como si aquel rubio no tuviera alma. Algo le causaba rechazo de él a diferencia de todos los otros mafiosos vinculados a la vida de Manjiro Sano.
—Las reglas son sencillas. Una pelea cuerpo a cuerpo, limpia. Sin armas…— Draken miró a Inui. —Esto también va para ti. Nada de navajas sorpresas ni nada por el estilo. — el rubio de gran estatura salió del ring y cerró la puerta de la jaula.
—…—

Kana e Inui se miraron fijamente por un prolongado momento de silencio incómodo que de momento no se podía romper. En la mente de Kana circulaban todos sus recuerdos enfocados hacia ése sujeto, casi todos malos recuerdos, puesto que Inui por mucho tiempo fue miembro de una pandilla rival a la de Mikey y era de esos chicos soldados natos que peleaban macabramente bien y sin piedad. Incluso, en un par de ocasiones, Inui había golpeado a su amiga Yuzuha cuando ésta intentó defender a su hermano Hakkai de los golpes de Inui. Por tanto, no discriminaba entre hombres o mujeres al momento de ejecutar. A Kana no le caía bien y sin duda le daba esa sensación de rechazo hacia un ser humano.
Por la mente de Inui… nadie jamás sabrá lo que pasaba en ese momento, pero lo que sí era una verdad es que no tenía ni putas ideas quien era la tipa que tenía en frente suyo.

—Me aburrooo. — abucheó Baji. —Ya hagan algo.
—Cállate. — le gruñó Draken a su lado.

Que incómodo. Kana no se había sentido tan incómoda en mucho tiempo. No sabía qué hacer y estaba arrepentida de aceptar el tonto entrenamiento de Draken. Su rival por su parte la miraba fijamente sin expresar ninguna emoción en sus claros e hipnóticos ojos.
Lo único que se le vino a la mente a Kana era empezar pronto con la actividad para así terminar rápido también. Esperaba que todos los años en la cárcel hayan debilitado a Inui para darle un solo golpe y tumbarlo de una. En cierto modo, tenía confianza en sí mismo, porque, aunque dijeran que se había puesto floja las últimas semanas, nadie podía negar que se entrenaba en tiro al arco y defensa personal (algo de kendo, algo de karate) así que tenía como defenderse.

“Ok. Haré esto rápido. Lo lamento, niño perro pero tengo mejores cosas que hacer.” Se dijo Kana mentalmente.

Se acercó a él, alzando sus puños en posición defensiva y antes de que Inui se moviera la HiME se agachó y giró en un círculo intentando propinar una patada a los tobillos a su rival para botarlo al piso, pero el rubio dio un salto hacia atrás. Kana aprovechó el movimiento del otro para levantarse de un salto ágil y tratar de darle una patada al pecho, pero tampoco pudo.
Quedaron frente a frente de nuevo. Kana sólo articuló una sonrisa burlesca y soberbia.

—Te subestimé. Pero tengo que terminar con esto así que me disculpo si te hago da—

Antes de que Kana pudiera terminar su frase, Inui le dio un puñetazo en pleno rostro mandándola a estrellarse contra las rejas del ring. La chica instintivamente se llevó ambas manos a su nariz y notó que la sangre brotaba violentamente de allí.

—¿M-me…gol…peó? — La HiME quedó en shock. No se esperó un golpe tan seco y rápido, rompiendo toda su guardia de una y dejándola tambaleándose casi K.O
—¡KANA! — Allen se lanzó sobre la reja del ring intentando llegar a Kana. —¡Abran la puerta! ¡Ese loco le rompió la nariz!
—...— Ni Baji ni Draken se inmutaron.
—¡Son unos desquiciados! — Allen seguía intentando abrir la reja.
—T-Tú, maldito perro….— Kana se ofendió hasta la médula por el golpe sucio e improvisto de Inui, ¡Que poco caballero! Estaba indignada ante la idea de perder ante un tipo tan poco honorable como ese rubio. Se lanzó contra él para darle un golpe de puño, pero Inui la esquivó y cuando la HiME pasó por su lado le dio un golpe en la nuca, haciéndola caer al piso. La sangre seguía saliendo de su nariz por lo que manchó el piso.
—…— Inui vio como la HiME trataba de pararse así que le dio un golpe de pie en la espalda. Luego fue hacia las rejas de la jaula del ring y buscó la mirada de Draken. —¿Ya puedo salir?
—¿Deberíamos soltarlos? — Draken pidió la opinión de Baji.
—La princesita está en el piso y al perro no le han dado de comer…
—Pero ella no me ha pedido que pare…— puntualizó Draken.
—¡Esto no ha terminado! — Kana se levantó hecha una furia y se trepó por la espalda de Inui tratando de asfixiarlo desde atrás.
—Woh… se están volviendo salvajes.
—¡Les recuerdo que Kana está lastimada!
—Shhh, si no quieres que te lancemos de hueso para el perro. — amenazó Baji. En eso, vio que Inui agarró a Kana de los brazos, la alzó por sobre él y le dio una magistral llave que hizo que la espalda de la HiME se azotara en el suelo. —Auch… Okay, quizá si debamos parar esto.
—Ella no me ha dicho que pare…— volvió a señalar Draken, muy contrariado por sus propias palabras.
Kana intentó darle una patada, pero estando en el piso y con la vista nublada por su propia sangre era un acto torpe.
—Voy a acabar con esto por ti…— el rubio de ojos claros sujetó a Kana del cabello, hizo su cabeza hacia atrás y estaba a punto de darle un puñetazo en el rostro para noquearla cuando de pronto escuchó algo que incluso a él le paralizaba. —…— se detuvo en seco, soltó a la HiME. “Mierda”
—¡Mierda! La policía. — gruñó Draken. Fue hasta la jaula y abrió la puerta que estaba con llave. —Salgan de allí, ¡ahora!
Allen entró corriendo para ayudar a Kana a salir.
—¡Inui ven aquí! ¡No huyas rata inmunda! — lo vio irse solo y a velocidad.
—Kana, en serio, ¡BASTA!— le reclamó Allen a su lado, ayudándola a caminar.
—¡Se está escapando!
—¡Ya perdiste, Kana! Tienes que aprender a aceptar cuando no puedes más.
—Pásamela. — Baji le quitó a Kana a Allen y se la llevó en su motocicleta. Draken fue gentil y se acordó que Allen existía así que lo llevó en su motocicleta.

Tras huir de la policía donde a Allen casi le da un infarto cardiaco por la brutal experiencia de convertirse casi en un criminal escapando de la ley, el grupo llegó a una guarida que Draken reservaba por el lugar.
Era un… prostíbulo. Allen se preguntó qué otra cosa más bizarra podría pasarle esa noche. Un par de chica se le engancharon a cada brazo del peliblanco. Él las apartó con delicadeza y siguió a los rufianes quienes estaban en un cuarto de “amor” con Kana a quien Draken le realizaba curaciones. Baji fue al mini-bar y se sirvió un whisky mientras Allen se sentó en una extraña silla en un rincón, mirando alerta cada movimiento que esa gente hacía.
Afortunadamente, el golpe que Inui le dio no le quebró la nariz, pero si le causó una gran hemorragia nasal y dejo su nariz feamente hinchada. 

—Ya está. Debería funcionar. — Draken terminó de tratar la hemorragia de Kana. Se puso de pie. —Pueden sacar alcohol del mini-bar y pedir cualquier cosa para comer.  Pónganse cómodos, ya regreso.

Kana y Baji se quedaron charlando un poco mientras que Allen prefirió quedarse a un lado de la HiME cuidando de ella sigilosamente. En un punto, Baji recibió una llamada telefónica y salió del cuarto, los dos restantes notaron que cuando salió se encontró con un par de “cariñosas” que se lo llevaron. Supusieron que no iba a volver por un tiempo.
Allen y Kana fueron hasta una de las ventanas donde se distrajeron mirando hacia el exterior a un montón de letreros de neon que iluminaban el barrio.

—Kana, deberíamos aprovechar de huir de aquí. Ya es súper tarde. — en eso, notó que Kana fijó su mirada a un par de tipos en el primer nivel. Era Draken quien se estaba encontrando en un callejón con un tipo con capucha, no era difícil deducir que era Inui. Notaron que Draken le pasó unos cuantos billetes y le dijo algo que no pudieron oír. —Esta gente no es de fiar.
—…—
—¡Kana! — Y su amiga era una salvaje al igual que “el perro” la HiME salió al balcón y trepó por las cañerías para bajar hasta la calle.

Corrió al punto de encuentro donde estaba Draken y alcanzó a Inui antes de que éste se fuera.

—Todavía no termino contigo.
—…— la miró como si fuera algo insignificante.
—Ha sido todo por hoy. — dijo Draken.
—Tú dijiste que esto acababa cuando yo lo dijera.
—Pero no le voy a pagar más a Inui para que sigan peleando. Mañana tiene que trabajar en mi taller.
—Yo te pagaré. — buscó en sus bolsillos dinero, con actitud amenazante hacia Inui.
—Ya vete, Inui. —
—Tiene dinero…—
—Olvídalo. — Draken lo miró con enojo. —Kana. Inui es mi trabajador y tiene que volver a su casa en…— miró su reloj de muñeca para comprobar la hora, pero no fue necesario porque el grillete electrónico en el tobillo de Inui empezó a pitear. —Ahora…—   
—… ¿Por qué tiene una tobillera electrónica si se supone que ya salió de prisión? — Kana no estaba interesada en ese detalle, pero como no encontró dinero en sus bolsillos prefirió hacerse la tonta antes que descubrieran que no tenía dinero y se viera auto humillada.
—Porque hizo una infracción apenas salir. Si pillan que no está en su casa a cierta hora irán por él. — Draken miró a Inui. —Corre. — y dicho esto, el otro joven se fue corriendo como si el diablo lo persiguiera.
—Oh, Inui corre bien rápido. Se nota que no quiere volver a la cárcel.
—Perdió mucho allí adentro. Nadie quiere volver a un lugar como ese. —  el rubio se tocó la parte de la nuca que tenía rasurada, pensativo. ¿Estaba bien si seguían así? ¿Mikey se lo tomaría bien? Sólo sabía que sería peor si no hacía nada y Mikey le confió demasiado ese entrenamiento —¿Cuándo tienes libre para continuar con el entrenamiento?







« Last Edit: March 31, 2024, 03:37:48 PM by Kana »


Miyu

Mejor dejo esto antes que duerma jaja
Después corrijo, ya es costumbre xd


Capítulo #4 (a)

Esa mañana el olor a hot cakes recién hechos inunda el departamento, junto al café molido importado desde Etiopía. Tobio se movió con gracia por todo el lugar emplatando tres platos y tazas para sus compañeros, algo que disfruta bastante.

—Si te digo para que seas mi esposa, ¿lo considerarías alago o acoso, Tobi? —Narumi parecía feliz canturreando por la comida que pronto pondría en su estómago. Sentado en la barra flotante seguía jugando con su consola portátil.
—Acoso para ti, pequeñín —la prima apareció con una sonrisa burlona y se sentó a su lado—. A él obviamente le gusto yo.

Antes de que una nueva pelea comenzara Tobio apareció con dos platos y los colocó frente a ellos.

—Buenos días Akeno —le sonrió como siempre, ignorando sus palabras—. Hoy me toca prácticas en Grigori y después abriré Black Dog.

Su prima presionó los esponjosos hotcakes y cortó un pedazo con el tenedor, por algún motivo su rostro parecía decaído y sin muestra de ningún tipo de emoción. Pinchó el trozo de masa que traía miel derramándose por los cotados y lo mordió con delicadeza, sosteniendo sus cabellos del lado derecho con una mano.

—Quizás Akeno tiene razón y me gusta ella —murmuró viendo los pequeños gestos de su prima, la delicadeza con la que hacía cada movimiento le era simplemente exquisito e incluso su rostro melancólico le trasmitía un raro sentimiento a su corazón. 

Akeno de inmediato bebió un poco de café en busca de calmar sus nervios, pero terminó cruzando mirandas con su primo segundo.

—Que momento incómodo —susurró Narumi comiendo con una mano y jugando con la otra—. Shija se pondrá más pesada con el acoso.
—¿Acaso no te caía mejor Shija? —Akeno preguntó para cambiar de tema rápidamente, realmente no sabía qué decir después de las palabras de su pariente mayor.
—Si Tobi se queda con Shija nunca más tendré que ver mujeres en mi vida —la apuntó con el tenedor, más no la miró—, si va por tu ruta eso significa que tendré que presenciar desfile de mujeres ruidosas entrando y saliendo, haciendo pijamadas y juntadas de charlas y tartas. Lo más práctico es Shija.
—Puedes conocer a alguna de mis amigas y quién sabe, ninguna está de novia —la pelinegra sacó su celular para mostrarle algunas fotos de sus amigas. La mayoría eran extranjeras y hermosas, nada especial para un genio como Gen Narumi.
—Nada, ninguna me atrae. Nunca le hablaría a ninguna de ellas —aseguró él, volviendo su vista a su consola portátil y su diestra a la comida.

Tobio se sentó frente a ellos, con un plato y la taza de café más grande que Akeno haya visto en su vida. Ambos intercambiaron miradas una vez más y después la bajaron a sus respectivos desayunos.

—¿Preparaste tu bento? —le preguntó cohibida. Ni ella misma se podía hallar entre esa mezcla de sentimientos raros.
—No me dio tiempo —bebió un poco de café apresurado, intentando no manchar su camisa blanca ni la corbata negra alargada—. Últimamente estoy con los tiempos justos.
—Después prepararé un bento para mi padre, por si quieres uno —preguntó sin poder alzar la vista. Sentía sus orejas arder por la vergüenza de ser tan dulce con alguien.

El desayuno terminó y Akeno se colocó a lavar los trastes sucios para luego hacer los bentos, por su lado Narumi fue arrastrado por Tobio para que fuera a trabajar. Cuando se quedó sola empezó a pensar en una vez más en lo de ser una HiME y si debía enviarle un mensaje confirmando su decisión. Tener a alguien detrás de ella que intente matarla no le hacía la más mínima gracia, así como las ventajas que son demasiado tentadoras…

Buscó entre los utensilios de la cocina del departamento un set de cuchillos santoku, perfecto para picar las verduras, cogió algunos condimentos de las estanterías superiores y después agarró verduras, carne y arroz cocido de la heladera y arrocera. 

Una vez se enfundó su delantal comenzó por poner un par de sartenes en las hornallas y otra de agua para hervir, aunque dudaba usarlo; comenzó por cocinar en la vaporera el salmón y mientras tanto sujetó el cuchillo santoku para cortar pepinos, berenjenas y varias verduras más de estación para hacer encurtidos.

Pasada dos horas ya tenía hecho tres cajas de bento para llevar hacia Grigori, aunque se cuestionaba si debió hacer una para Azazel o no. Después de tomarle unas fotos y enviárselas a sus amigas, los puso para llevarlos e ir hacia las instalaciones de aquella empresa y laboratorio.

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—Es una pérdida de tiempo inmiscuirse en estos asuntos.
La habitación con una tenue luz, apenas dejaba ver dos sombras y algunas superficies de muebles, la voz provenía de un albino sentado en un sofá de tres piezas bastante cómodo. Entre ellos una pequeña mesa de cristal con unas botanas arriba y dos tazas de icecream americano.
—Romper lazos alteraría el futuro —murmuró el receptor de las palabras de la otra persona. Él sentado en un sofá de una sola persona.
—Es una pena —viendo las fotos que su cliente le mandó al mail no tenía dudas de que debían negarse rotundamente al trabajo.
—Pero —agregó el pelinegro—, también es una pena que ellos dos mueran.
—Nada que hacer —se encogió de hombres, dejando el móvil sobre la mesa—. Así es la vida.
—Vamos, una vez y un intento. Si no funciona nos olvidamos del tema —el hombre del sillón de una pieza se levantó animado—. Seis horas, no doce como de costumbre y es en Japón, ¿qué clase de efecto mariposa puede darse?
—Y en esas seis harás todos los desastres que puedas —suspiró el albino, ya consciente de la personalidad impulsiva de su amigo.

El de cabellos plateados irregulares tomó el celular de la mesa y volvió a poner la galería de fotos. Sus ojos se iluminaron de un azulado profuso entre la penumbra del cuarto y rápidos flashbacks de las fotos comenzaron a venir a su cabeza viendo el futuro desde la perspectiva del camarógrafo.

—Esta hará menos daño —su amigo se posicionó a su lado y miró la imagen, la mujer en la foto se veía bastante alejada de los cánones de belleza de China—. Dile que la imprima y más tarde haremos el trabajo.

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Akeno se apresuró a llevar las cajas de bento en una bolsa de tela y antes de salir a la calle se puso frente al espejo del genkan, en la entrada o recibidor del departamento, y se peinó su cola de caballo bien alto, sujetada por una cinta naranja que su madre le había regalado en su niñez.

Observó con atención que el labial combinara con la falda tableada larga de color lavanda y una camisa de licra sin mangas de tono blanco; se veía bastante elegante y casual, justo lo que quería para molestar a Tobio con tres botones desprendidos que hacían resaltar sus atributos femeninos.

Himejima pidió un GO para ir a la dirección de Grigori y menos de media hora ya estaba allí. Después de pagar se bajó con cuidado, caminando hacia la entrada del edificio. Las escaleras del sitio se extienden por un largo trecho. Esta era la primera vez que lo veía de día al edificio de Grigori, de arquitectura neofuturista, imponente y monumental en medio de un área algo vacía. Parecía que los terrenos se extendían por varias hectáreas.

Se detuvo frente a las puertas mecánicas para ingresar debía tener acceso biométrico. Suspiró al no tener siquiera el número de teléfono de su padre, Tobio o Narumi, negándose rotundamente a hablar con Azazel.

 —¿Necesitas algo?

Una voz masculina se oyó detrás de ella, haciendo que gire de inmediato. Apenas lo contempló se dio cuenta de las profusas ojeras, el negro marcado debajo de sus ojos combinaba con el ónix del empedrado del edificio.

—Buenas tardes —ella inclinó su cabeza con elegancia, haciendo sus cabellos negruzcos se movieran levemente junto a su cuerpo. No se veía como una investigadora, más cuándo entre ambas manos llevaba una bolsa grande de tela—. Soy Himejima Akeno, hija de Baraqiel… —en ese momento se dio cuenta que ignoraba qué trabajo hacía su padre o que profesión tenía.
—Ah sí, él siempre muestra fotos tuyas —el hombre no se inclinó, su apariencia y porte es el de un extranjero—. Beelzebub Anathema, no estoy en el área de Baraqiel. 

Sin mostrar una sonrisa o cambiar de expresión, colocó su ojo cerca de un escáner y su palma derecha en otro panel. Las puertas se abrieron de inmediato, Akeno quedó sorprendida por lo joven y cansado que se veía, la bata con el gafete que traía le quedaban algo grandes y su mirada sombría lo hacía parecer un caso serio de explotación laboral.

—Entra —con el semblante oscurecido la esperó a que pasara.
—Gracias —se incorporó y caminó rápidamente hacia dentro del edificio. Lo primero que sintió fue un escalofrío al ver una foto tamaño cartelera de Azazel, acompañada por el aire gélido del aire acondicionado—. Ya sé por qué este hombre se ve demacrado —susurró intentando apartar la vista de la gigantografía de su tutor.
—Es por aquí —le indicó el ascensor y una vez más la espero a que subiera primero ella.
—¿Qué área es la de mi padre? —preguntó tímidamente, como una niña pequeña.

Beelzebub pasó dentro del elevador y se acomodó en el tablero de pisos, apretando el botón de cerrado de puertas y después presionó dos pisos. Sin mostrar demasiado interés, totalmente absorto en sus pensamientos, respondió un poco tarde la pregunta de ella.
—Grigori no tiene una especialidad en específico. Se ramifica en diversas áreas y sus divisiones son poco claras. Siempre nos hemos mantenido acervos a un gran número de conocimientos —sin mostrar interés, fijo su ser en el suelo marmolado e hizo silencio.
—¿Qué especialidad tienes tú? —preguntó atónita por la información que le proporcionó.

Antes que respondiera Beelzebub el ascensor se detuvo y abrió sus puertas. Por dentro del edificio las pulcras paredes lo hacían bastante monocromático y aséptico, de cierta manera los grandes ventanales con paneles oscuros creaban un lugar fresco.

—Aquí es, tu padre tiene grabado el nombre con placa su nombre en la puerta del laboratorio.

Akeno pasó a su lado, lo vio más delgado y alto que a primera vista. Giró su cuerpo fuera del ascensor e inclinó su cuerpo para agradecer por la ayuda, por consiguiente, se levantó y lo saludó con una pequeña sonrisa.

—Gracias Beelzebub-san —le sonrió con suavidad, agitando la zurda con pequeños movimientos.

El hombre suspiró y le respondió con la misma mano sin mucho entusiasmo. El ascensor se cerró entre ellos y él siguió su camino hasta su propio despacho. Akeno, por su parte, caminó por el largo pasillo hasta llegar a la puerta indicada con el nombre de su padre grabado en dorado.

Respiró y exhaló aire, tenía miedo y pánico de estar allí. Caminó en círculos, ya pasando las una de la tarde fue hacia las máquinas expendedoras al final de los pasillos del mismo piso. Fijó sus ojos en las gaseosas y las latas de café, algunos jugos raros y al lado una maquina con diversos snacks casi vacía.

—Si es la pequeña primita —se burló Narumi, yendo a su dirección con unos billetes en mano—. Que justo encontrarte en las máquinas. ¿Trajiste los bentos del viejo de ojos cerrados y Tobi?
—El “viejo de ojos cerrados” es mi padre —respondió algo molesta—. También te traje a ti uno.

Sorprendido tomó la bolsa de tela de Akeno y la agitó levemente con una sonrisa amplia, parecía un niño pequeño con ganas de comer.

—¿Puedes comprar las bebidas? Llevaré esto pequeña Akeno —sin tener tiempo a protestar, el chico se metió dentro del laboratorio
 
Akeno se quedó sola, pensando en cómo alguien apenas dos años mayor a ella la podía llamar “pequeña” más cuando ella mide un metro sesenta y ocho y él uno setenta y cinco, apenas si había diferencia entre ellos. Compró algunas botellas de té verde fresco de la máquina expendedora y se adentró al lugar por dónde fue Narumi,

—AKENO —Baraqiel corrió hacia ella a abrazarla, ella casi tira las botellas de la sorpresa.
—Gracias por el almuerzo, Akeno —Tobio le sonrió desde una de las mesadas dónde solo había computadora, con Narumi ya estaban comiendo—. Cocinas realmente muy bien.
—Muy bueno —sonrió el otro, aún con su cabellera tirada hacia los ojos.
—Akeno será una gran esposa —aunque al decir eso Baraqiel tuvo que abrazar más fuerte a su hija—. No te entregaré a nadie.
—Tarde, las campanas ya suenan pecaminosamente entre el camino incestuoso de ambos primitos —el chico empezó a moverse feliz mientras agita los palillos con un pedazo de tempura en medio.
—¿Qué? —preguntó el padre de ella, dejando de abrazarla y acercándose a paso firme hacia el que dijo esas cosas sobre el incesto—. ¿Narumi?
—Viejo, eso no me corresponde a mí —con una sonrisa cargada de malicia, miró a Tobio.
—Aún no hemos hecho nada —soltó rápidamente el contrario, intentando excusarse. Akeno muerta de vergüenza no los mira.
—Aún —añadió el más joven de los hombres.
—YA ME VOY —se apresuró a decir la mujer, intentando que la situación no escalase demasiado.
—¿Tan rápido? —desde la puerta se unió Azazel—. Quería escuchar la charla. ~
—No ayudas, Aza —soltó una risa Tobio. Por suerte para ella, él siempre era calmado y con muy buena percepción.

Akeno contempló un instante a su primo.  Su figura musculosa, delineada por la apretada camisa, ahora desabotonada al inicio, la hizo poner nerviosa; sentía mariposas en el estómago, emociones fuertes que querían ir hacia él y besarlo… Tobio dejó la corbata al lado de su bento, cansado del trabajo y disfrutando de la comida que ella hizo. Su madurez, tranquilidad y una pequeña sonrisa nerviosa dibujada en su rostro pálido la atraía demasiado, el cabello negruzco lo traía desordenado y se dedicó a defenderse de improperios de Baraqiel y acusaciones.

 —Padre basta, con Tobio nos hemos hecho amigos —su hija lo defendió—. Somos parientes, es lo natural.

Camino tranquilamente hacia Tobio y lo tomo del mentón, dejándolo totalmente atónito y con las orbes como platos por la sorpresa. Los dedos de una mano acariciaron con cuidado su mentón, haciendo que el índice descienda por su cuello mientras ella se sienta en su regazo, rodeándolo con su brazo izquierdo por detrás del cuello del joven.
Sus piernas se enroscaron en la cintura de su primo, apoyando completamente el trasero contra el regazo de él; ambos se observaron un instante, Akeno traía una mueca traviesa, jugando con su mano contra el pecho del mayor, desprendiendo algunos botones para sentir los músculos marcados contra sus propios senos de ciento dos centímetros que se veían como bollos aplanados.

—Fufu~ —la mujer susurró en el oído del joven, haciendo que su cálido aliento vaya contra la piel de él—. ¿Acaso mi primito mayor se siente nervioso~?
—¡Akeno eso es muy descarado! —Tobio protestó rápidamente, agarrando la cintura de la joven con cuidado para que no se caiga—. Harás que Baraqiel me mate…

El padre de Himejima furioso abrió sus ojos más de lo usual, paso tras paso se volvía un pisotón fuerte. Akeno apoyó la cabeza contra el cuello de su pariente y movió su cuerpo más cerca de él.

—Agradece que no te beso —la sonrisa de ella, con su voz tersa y maliciosa lo hacía caer.

Por un momento deseo ser besado. En ese pequeño instante ignoró cada ruido o sonido que no saliera de su prima. Olió el ligero perfume de los cabellos tan negros como la noche de ella, sus manos apretaron un poco más la cintura y la trajo más contra su cuerpo. Ambos traían sus corazones acelerados.

—Si terminaste de esta demostración poco práctica de cariño, mejor toma una foto —Narumi le sugirió firmemente, apuntando los palillos y levantándose de la silla para robar la carne del bento de Tobio.

El otro asintió y torpemente sacó el teléfono de su celular, Akeno miró al obturador de la cámara y sacó la punta de su lengua. Sin duda se estaba burlando de él y de la sitación que creó de tensión, en la foto se veían los senos de Akeno casi explotando contra el torso marcado y mientras ella sonreía llena de complicidad, Tobio parecía un tomate.

En ese momento la expresión del bartander de Black Dog cambió nuevamente a una de total sorpresa, algo que el mismo Tobio jamás haría teniendo en cuenta su personalidad tranquila. Plantó sus pies en el suelo, casi tirando a Akeno al piso.

—¿Qué? —la sostuvo como pudo de la espalda y la colocó rápidamente en la silla—. Oye, no vayas por ahí haciendo estas cosas tan… tan impuras…
—El comportamiento de Akeno es como el de Shuri —Azazel mencionó—. Y aún falta que saque su lado sádico y masoquista como sus padres.~
—¡¿QUÉ?! ¿EXISTEN MUJERES ASÍ? —observó a Akeno con atención y la mirada se fue a la blusa escotada blanca, incluso el sonido de como traga saliva fuertemente se oía en el laboratorio.
“Cálmate Xiaoshi Cheng, ya nos advirtieron que las Himejima son seductoras, recuerda la misión y evita hacer movimientos innecesarios”.
“Esto es ridículo Lu Guang, ¿dónde está la física la gravedad, Buda? E-esa mujer es irreal”.
“Eso no importa, tienes doce horas, haz tu trabajo”.
—¿Ara, ara~? —la Himejima se levantó para ir hacia su primo, pareciendo un depredador en busca de su presa, con pasos seductores, moviendo sus caderas a un ritmo hipnótico—. ¿Ahora se despertaron tus sentidos de hombre, Tobio nii-sama~?

“¿QUÉ HAGO LU GUANG? VAMOS, ESTO ES DEMASIADO AAAAAH”.
“Espera, no te muevas” la voz calmada en su mente lo hacía desesperar.

—¡Esto es inapropiado hija! —el hombre de piel trigueña con algunas facciones similares a Akeno se interpuso entre ambos—. ¡Son primos!

“Salvado, salvado, mierda. Esa mujer es muy desvergonzada… ¿así son las japonesas?”.
“No lo creo… nos dejaron en claro que ella es una sádica y descarada mujer. Concéntrate en el trabajo de nuestro cliente”.
“Este cuerpo es extraño, su corazón late como loco y aun así tiene en pleno estado sus facultades y siento como si mi fuerza se multiplicase… ¿es posible, Lu Guang?”.
“No lo sé, concéntrate y no hagas idioteces”.

—¿Idioteces? —gritó sobresaltado quien tomó el cuerpo de Tobio.
—¿Te parece una idiotez que eduque a mi única hija? —el padre se acercó a él con intenciones de golpearlo severamente.
—No, no. Es solo —empezó a responder moviendo sus brazos y haciendo señas extrañas y a susurrar palabras entre dientes.
“Toma a Himejima del brazo y llévatela. Hay que cambiar un único suceso para el cliente”. Escuchó por una especie de telepatía el hombre que tomó el lugar del Slash Dog.
—Solo que… —antes de decir algo corrió hacia delante y tomó a la mujer del brazo para alejarse rápidamente con ella.

Ambos corrieron hacia el ascensor, pareciendo púberes en busca de libertad y entregados a sus impulsos.  Eso hubiera estado bien si tan solo la cara de Tobio no se contorsionase de una manera tan extraña, con susurros y risas incómodas.

Llegaron rápidamente al ascensor y el bartander partime de Black Dog tardó dos minutos en poder abrir la puerta del elevador.

—¿Por qué hay tanta seguridad? —susurró molesto, hablando consigo mismo o así lo veía su prima menor.

—¿Estás bien? —se acercó genuinamente preocupada, apoyando el dorso de la mano en la frente de su pariente.

—S-sí —al tenerla frente a frente quien tomó el cuerpo de Tobio no entendía cómo podía estar tan apacible el hombre cuando su corazón latía con intensidad—. Es que quería huir rápido, ya sabes…

Akeno lo miró más extrañada. Ambos poseían razgos predominantes de la familia Himejima: cabellos tan negros como el mismo manto oscuro y cuerpos sutilmente predispuestos para la seducción.

“Ten cuidado, esa mujer es impredecible y si comienza a coquetear estarás en problemas”.

—No podia dejar que mi prima favorita sea regañada ja ja ja —su risa incómoda hizo alejar a Akeno y se colocó en la parte trasera.
—Si tú lo dices —ella se molestó un poco por el cambio repentino en la actitud de él y cruzó sus brazos hasta llegar a la planta baja.

“¿Lu Guang? Responde, responde… ¿Qué hago ahora?”.

“MALDITO, NO TE DESAPAREZCAS. ¡¡¡LU GUANG!!!”.

Medito unos minutos tras salir ambos del elevador y miró hacia ambas direcciones, no había guardias ni nada. Ellos dos y un estrecho pasillo hacia una ciudad que Cheng Xiaoshi no conoce.

“Tómala de la mano y ve al invernadero. Puedo ver qué está en la parte trasera del edificio”.
“¿Con esta loca? Nono, es peligroso. Imposible”.
“Habrá alguien allí, Cheng Xiaoshi”.

—Hoy estás más pensativo de lo normal —lo tomó del mentón y lo obligó a cruzar miradas.

El supuesto Tobio se confió, en el momento en que fue inmerso por sus pensamientos y Akeno se adelantó a él para hacer una de sus travesuras.

—No me agradeciste por el almuerzo —la mujer lo obligó a cruzar miradas con él una vez. Acercó lentamente sus labios Rouge, a centímetros de presionar ligeramente su boca en la contraria.

“¿L-Lu Guang?” Llamó desesperado por telepatía a su mejor amigo y socio.
“Repite conmigo: deja de jugar conmigo Akeno, Baraqiel va a matarme más siendo primos segundos”.
“¿PRIMOS?”
“REPITE. No cambies nada”.

—D-deja de jugar conmigo Akeno —intentó decir, siendo interrumpido por la mujer con una jalada de brazos.
—Yo no estoy jugando —murmuró, empezando a caminar con él hacia la salida.

“Detenla. Cambiarán todo y necesitan conocer a alguien en el invernadero. Cheng Xiaoshi, imbécil“.

—Sí, sí. Hay un lugar que quiero mostrarte —sonrió, levantando a la mujer de la cintura y colocándola sobre sus hombros como si fuera una bolsa de papas—. ¡Vamos a un lugar más tranquilo!

“¡Deja de cambiar cosas a tu antojo!” la voz que “Tobio”
escuchó en su cabeza se oía bastante molesta, con chasquidos de lengua de por medio.

—¿Cómoda? —sonreia él de una manera amplia, sin prestar mucha atención a su prima.

Akeno no respondió. Esta última media hora la actitud de su primo le parecía lo contrario a la personalidad apasible y encantadora que tanto le gustó a ella.

—Estas raro —murmuró. Sin poder moverse de aquella extraña posición, traía su torso en la espalda de su primo, su larga melena oscura casi rozando el suelo.
—Debe ser por la vergüenza de hace un rato —se rascó nerviosamente la barbilla y avanzó rápidamente por varios pasillos y puertas hasta llegar al invernadero.

El lugar era hermoso, con grandes ventanales que cubrían un área extensa y el sol iluminando tenuemente el lugar. Tobio hizo descender a Akeno y ella se quedó complemento congelada; no lo reconocía, pese a que sus facciones eran las mismas, su personalidad no y eso la aterró.

“Ella sospecha, has algo”.
“¿Qué? Estoy en blanco. ¡Lu Guang, ayudaaaa!”.
“No lo sé, habla de su padre Baraqiel… el mentor Azazel y su prima Suzaku”.

—¿Cómo te fue con tu padre? —incomodo, rascándose aún la barbilla, preguntó robóticamente.
—Bien, gracias a tí —se agachó para ver las flores del sitio. Cada planta traía diferentes carteles con el nombre científico y el común.

Las mejillas de ella se tiñeron de rojo y apretó suavemente sus finos labios Rouge. Cada centímetro de ella era perfecto, desde su curvilínea figura, sus cabellos largos y brillantes sujetados en una coleta…

“Ah mierda” se apretó la parte de la camisa donde está su pecho. “Lu Guang, su corazón está acelerado y me cuesta respirar”.

Los ojos oscuros de él se arrastraron por la figura en cuclillas de ella.

“Mierda, mierda, mierda”.

Su espalda ligeramente curvada dejando marcados su esbelto trasero en la falda, sus senos grandes y apretados en la camiseta o incluso sus pequeñas facciones que delinean el rostro de Himejima… todo le atraía a causa de las emociones de Tobio.

—Ah, eres muy linda Akeno.

“Idiota, él aún no admite que le gusta. Cheng Xiaoshi, repara eso”.

Tapó si boca apenas oyó la voz de su compañero entre sus pensamientos.

—Es muy lindo el invernadero —camino un poco por el lugar y fue directo a una mesa de laboratorio ubicada en una esquina.

Vio diferentes plantas en taburetes colgados y símbolos chinos que entendió a la perfección. Las plantas tenían pequeños retoños saliendo del barro.

—Repitelo —camino con sus tacones a paso lento, una pequeña sonrisa seductora marcada en su piel tersa y todo el empoderamiento femenino y sensualidad que podía desprender—. ¿Soy linda?

Tobio giró de inmediato, viendo una vez más cada centímetro del cuerpo espectacular y curvilíneo de Himejima. Ella trazó una linea con la yema del dedo índice, desde el corazón hasta la manzana de Adam.

Sintió el nerviosismo del contrario, el leve movimiento de la garganta tragando saliva y el corazón bombeando sangre como loco.

—¿Ara, ara~? —cambio su mueca a una maliciosa, apoyando la mano libre en el hombro izquierdo y empujándolo contra el mueble—. Es tú culpa, Tobio-niisan.~

“¡¡¡LU GUANG, LU GUANG, LU GUANG!!!”.
“No grites, este es tu problema. Ya no puedo ver lo que sucederá en el futuro de la foto. Te lo advertí”.

Akeno acercó lentamente su rostro a él, lentamente cerrando sus pestañas tupidas.

En ese momento una figura se dibujo detrás de ellos y carraspeó para llamar la atención. Sin darse cuenta ambos habían movido de lugar una maceta y estaban a punto de tirarla.

—Disculpen por interrumpir —la voz femenina de la persona fue tan fría y monótona que era difícil ver si realmente era mujer y hombre—. Me iba a ir tranquilo, pero están a punto de arruinar mi trabajo.

No traía el uniforme de laboratorio ni ninguna credencial, en cambio enfundaba un kimono tradicional aunque Tobio reconoció el hanfu.

—¡Salvado! —susurró Cheng, apartando a Akeno y acomodando la maceta—. Es un extraño trabajo, más leer sobre un elixir.

El extraño pasó entre ambos sin cambiar de expresión, una tranquila y bastante cortante. Era bello, su porte y elegancia hacían honor a la vestimenta en tonos violáceos.

—¿Son discípulos de Azazel? —preguntó—. Soy Rien, socio de ese hombre molesto.
—Ikuse Tobio —se señaló a sí mismo y después a Akeno—. Ella es Himejima Akeno.
—Siento haber causado esto —la prima se inclinó para pedir disculpas a la otra persona, aunque en su rostro se notaba el fastidio por ser interrumpida.
—No se preocupen, es lo que pasa cuándo dos niños intentan practicar el Bochu Jutsu.

Limpió un poco el escritorio, sin prestarle atención a los dos invasores.

“Sal de ahí, ya conocieron a esa mujer. El nodo no se cambió”.

Después de unos minutos ambos se disculparon y se fueron del invernadero con bastante prisa. En el camino a salir de una vez por todas del edificio, Azazel lo esperaba ansioso y golpeando su antebrazo con la otra mano.

—Tobio, debes volver al trabajo —ordenó con prisa—. A la noche podrán reunirse en Black Dog.
—Sí, señor —llevó una mano a la frente, simulando el saludo mitad.


Akeno salió del edificio sin despedirse de ninguno de los dos; con pasos bastante ruidosos al estrellar la punta de los tacones en el suelo de mármol. Apenas salió su celular sonó, era un mensaje de Tobio y otro en el grupo que tenían de amigas con Rias.

SLASHDOG: Akeno, regresa a salvo a casa. Cuídate y gracias por el almuerzo, estoy comiendo lo poco que dejó Narumi. ¡Te veo esta noche, linda!

Al leer el mensaje tuvo que apretar el celular contra su pecho, sentía los latidos avanzar precipitadamente y sus mejillas sonrojadas. No le respondió, en cambio leyó los mensajes de sus amigas.


Rias Gremory's Peerage
KING: Hoy es viernes, ¿harán algo?
ROOK1: Dormir y comer.
BISHOP1: tengo que impartir las oraciones de nuestro señor hasta después de las dieciocho de la noche… ¡¡¡AUCH!!!
KNIGHT2: necesito entrenar hasta tarde, pronto habrá un campeonato de kendo.
ROOK2: VAMOS A BLACK DOG A BEBER. ¡¡YAY!!
QUEEN: Tobio estará esta noche en Black Dog, por si quieren ir…
KING: ¿Oh?
KING: ¿Desde cuándo te llevas bien con Tobio?
QUEEN: Llámalo con honoríficos, Buchou. No te lo repetiré.
KING: No nos conocemos tanto con Tobio, ni he ido al bar después de la vez que fuimos todas juntas en secundaria. La cosa es que estoy abrazando mi lado gales. No estés celosa. ~
ROOK1: Los celos dan hambre…
KING: ¿Quieres ir a almorzar, Koneko? Estoy libre y me acabo de comprar un auto.
ROOK1: Si me pagas el almuerzo. Sí.
KING: ¿Alguien más? Podemos ir a comprar ropa para la noche, ¿Akeno?
QUEEN: Tengo libre ahora, Buchou.
BISHOP1: Acabo de hacer espacio en mi agenda para la noche. Ay, no podre ir a almorzar… quería una salida de chicas /cry.
KNIGHT2: Ahora no, a la noche me apunto. ¡Quiero ver la ropa nueva de Akeno y Buchou!
BISHOP1: Pervertida, oraré para que tu alma se queme en el infierno. Impura.
ROOK2: Estoy dando clases en Kuoh, estaré libre a la noche. ¡¡¡A BEBER ME APUNTOOO!!!



Una vez se pusieron de acuerdo sobre la hora y lugar dónde se iban a encontrar para ir de compras, Akeno llegó al departamento que comparte con Tobio y Narumi. Había tomado un Go y en menos de diez minutos ya estaba dentro del piso.  Dejó el celular sobre el kotatsu del comedor y empezó a alistarse para volver a salir.
 
Tenía demasiadas cosas rondando en su mente, sobre todo el asunto con Hanasaki; aún no lo pensó a fondo y las dudas simplemente avanzaban en su cabeza, aunque la posibilidad de que cumplieran las demandas que Rias pidió la tentaban, tener que pelear por una causa a la que era ajena la desalentaba, por otro lado Koneko aceptó y no podía dejarla sola. No.

Se bañó y enfundó ropa cómoda para poder caminar por varias manzanas de Harajuku y llevar bolsas en mano. Hacia tiempo que no compraba ropa y esta era la oportunidad perfecta para cambiar a un look más juvenil. Ató su coleta de caballo bien alta y se colocó unas zapatillas cómodas de color negro en el genkan en la entrada del departamento.

Pasando de las quince de la tarde, Rias, Koneko y Akeno se reunieron para ir de compras.

Las primeras en llegar a la esquina dónde Rias las citó fue Koneko. Se veía pequeña, con una sudadera azul larga y unos shorts negros cortos. La pequeña apenas alcanzaba el metro treinta y ocho y su apariencia adorable y poco dócil la hizo ganarse el apodo de “mascota del instituto” cuándo iban a Kuoh.

—¡Koneko! —la morena de pony-tail la saludo efusivamente desde lejos y corrió hacia ella con felicidad.

La vio tan frágil y débil que no creía que hubiera aceptado la propuesta de la beca en Hanasaki. Koneko es como una gatita, pequeña y malhumorada; le encantaba dormir por horas y comer diversas cosas dulces, bajo ninguna circunstancia una peleadora experta.  Vio la cabellera alba y los ojos desganados del mismo color que el oro; con ambas manos dentro del canguro de la sudadera negra y la capucha cubría su cabello corto junto a unos prendedores en forma de gato.

—¡Yo! —saludo apacible, sin entusiasmo y bostezando prácticamente.

Akeno, por su parte, iba vestida bastante simple. Con un vestido básico de color negro de tirantes, bastante corto que se marca en su pequeña cintura.

Rias apareció a los minutos en su Porsche novecientos once carmín. Lo traía descapotado, por lo que lucía totalmente hermosa sobre el auto, con gafas de sol vintage y su larga melena a juego con el auto.

—Chicas, suban —les indicó la mujer saludando animadamente.


Las dos amigas se subieron, Akeno adelante y Koneko se estiró rápidamente en los asientos traseros, adueñándose del sitio. Las calles en hora pico estaban demasiado transitadas, aunque el Porsche de Rías destacaba entre todos los pequeños automóviles circundantes y los eléctricos.

Atrapadas en el congestionamiento de autos, las tres se pusieron a hablar de diversos temas mientras oían música.

—¿Te gusta Tobio? —pregunto la de cabellos rojizos largos y algo desordenados. Rias se dio cuenta de inmediato los sentimientos de su mejor amiga y que iban avanzando rápidamente en esa relación.

Akeno se negó a responder esa pregunta y flashes rápidos pasaron por su mente de los momentos que vivió con su primo segundo y que había dicho que ella es linda…

—Me gusta volverlo loco. Es divertido.
—Eso suena a que te atrae. Es guapo y amable —la mejor amiga respondió con ambas manos en el volante y avanzando lentamente—. Hacen linda pareja.

Koneko bostezó una vez más, la idea de que alguien le hiciera latir su corazón y sentir mariposas en el estómago le parecía demasiado ajeno.

—Horrible, son primos —dijo sin tono en particular, por lo general su lengua se volvía viperina al hablar de esos temas relacionados con el amor.
—¿Ya decidiste unirte a Hanasaki? —Akeno doblo el rostro para ver a la pequeña.
—El mismo día que hablé con la directora acepté.
—En el contrato de HiME pedimos demasiadas cosas como condición —la conductora del vehículo hablo.
—Una sala para volver a rehacer el Club de Ocultismo y aceptar a Rias como estudiante de transferencia —la gatita mencionó desde atrás—. Mañana tendré mi prueba HiME.
—Azazel pidió verla antes de la prueba. Lo más probable es que la meta en algún experimento de Grigori.

Akeno miró hacia los iris azulados de su mejor amiga con total sorpresa. Estaba totalmente convencida que Grigori tenía más afinidad con Rizembool que con Hanasaki, de hecho no comprendía por qué una institución como Hanasaki se metería en una rivalidad trivial con otro instituto.

—No me fío de ese bastardo —murmuró Himejima.
—Aunque tenga motivos ocultos, gracias a él nuestra vida se hará más emocionante.

Koneko miró hacia los árboles de la zona, pues lo que decía Rías no le importaba en absoluto. Distinguió algunos arces, cedros y de cerezos sin flores. La gente a su alrededor alegre y vestida de manera excéntrica o de moda le hacía recordar que iban a Harajuku, el distrito de moda con variadas tiendas de ropa que, en algunos casos, se mostraban como estrafalaria.

Pensó un poco en los motivos que la llevó a aceptar ser una HiME y en lo que significaba. Le habían explicado que iba vez pase la prueba Rizembool enviaría a un “Rebel” en cualquier momento y para acabar con ella.

Le mostraron videos de ataques, monstruos en Hanasaki y explosiones que se se exponían en TikTok y Blogs con diversas teorías, pero en general no tenían casi visitas y la gente escribía comentarios como si de cospiranoicos y chiflados se tratasen.

Antes de darse cuenta estacionaron en un parking y bajaron del Porsche, las dos mujeres frente a ella se llevaban las miradas de las personas a su alrededor. Ella iba pasando desapercibida con la capucha cubriendo sus cabellos cortos y cenizas.

Las tres chicas entraron a una boutique de Harajuku, Citrus, al entrar fueron atendidas por dos chicas que eran ligeramente más jóvenes que Akeno y Rías, aunque lucían de la misma edad que Koneko, dieciocho años.

La primera vino como un rayo con su cabellera dorada y una sonrisa gigantesca, luciendo un overol negro de cuerina se veía a la moda, la otra parecía estar haciendo algunas cosas en la computadora del mostrador.
« Last Edit: March 31, 2024, 04:43:56 AM by Miyu »


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Sayi

Tengo que resuscitar mis iconitos :_



Había salido del baño y se había cambiado con tanta prisa que la cabeza le daba vueltas. Pero ya estaba, semi decente aún con el cabello goteando de agua. Gruño para si misma: ¿De qué servía ser HiME del agua en esos momentos si no podía desaparecer la humedad de su cabello?

El mensaje de Taikoubou anunciando su llegada iluminó su celular y Sayi tomó un respiro hondo. Se miró una vez más en el espejo: Una camiseta ancha y pantalones grises de pijama. Un atuendo ocioso para no dejar en evidencia cuánto le importaba que la viera desinteresada. Ahora, si tan solo pudiera ignorar cómo le delataba su corazón.

Mientras bajaba las escaleras se continuó animando que quizás esta sería la oportunidad de conversar simplemente como amigos y re-establecer una relación puramente platónica. No habían sido amigos en más de seis años, y si era honesta, la preocupaba que ahora tuvieran poco en común.

Al menos… suponía que los dos tenían poderes. Alguna ventaja tenía que tener este conflicto.

Taikoubou le esperaba apoyado contra su carro. Las luces del vehículo iluminaban la casa HiME, ofreciendo algo de luz en la oscuridad. Sayi le dio el alcance y notó que su Key llevaba puesta ropa de entrenamiento. ¿Había entrenado con Leonidas hoy?

“Pensé que estabas en el hospital”
“Estaba, acababa de llegar cuando me llamaste” respondió
Nuevamente, Sayi se arrepintió de haberle mandado el mensaje “Siento haberte interrumpido”
“No te preocupes por eso, puedo ponerme al día mañana. Lo que me preocupa es Soujirou” Sayi sonrió rendida “Es en serio Sayi, no puedes confiar en ese sujeto”
“Bou, ya te dije que la información que me ofreció nos fue muy útil. Si, no se siente bien escuchar que mi Rebel tiene una meta para terminar conmigo, pero al menos puedo prepararme. Y Hige también. Y pues… tú igual”

Taikoubou se quedó en silencio unos momentos antes de volver a hablar. A Sayi le pareció que intentaba decidir si contarle algo o no.

“Soujirou me vino a buscar hace unas semanas, el mismo día que conociste a Haru” dijo, antes de reír para si mismo “Muchas cosas pasaron ese día, si te soy honesto, por lo que no hubo motivo de conversarlo. Y después de esa tarde, la verdad, preferí no mencionarlo”

Sayi no entendía por qué Soujirou había ido directamente a Bou, pero más le confundía qué hubiera querido decirle.

“¿Qué te dijo ese día?” Le preguntó Sayi
“Nada, corte comunicación apenas pude y partí hacia tu casa. Pero lo que preocupa es el hecho que vino a buscarme a Hanasaki a preguntarme si tu necesitabas ayuda” ante la indiferencia de la HiME, Taikoubou creció en exasperación “¿No ves que esta buscando acercarse a ti? ¿Por qué intentaría acercarse ahora, y no en los tres años donde hubo paz entre Rizembool y Hanasaki?”

La pelirrosa dejó que sus palabras se asentaran un poco. Uno podía argumentar que Sayi había sido la primera en comunicarse con él apenas Miranda le pidió que fuese HiME de nuevo. También respondió cuando le pidió comparar su espada a la del ex-Rebel… y bueno, podía decirse que desde ese entonces había sido un recurso siempre que Sayi tuviera algo que preguntarle. ¿No podía ser que quisiera redimirse, de alguna manera, por todo lo sucedido en su primera experiencia HiME?

Pero era verdad… tres años de paz, y la única interacción que habían tenido en ese tiempo eran enviándose vidas en juegos de Facebook.

“Puedo ver por qué te preocupa, voy a tener cuidado” asintió Sayi, y finalmente, Taikoubou pudo bajar la guardia al ser tomado en serio “De todas maneras, haya tenido un motivo siniestro o no para darme información… voy a tomarme más en serio mis entrenamientos. Gracias por preocuparte, Bou”

Taikoubou dijo que no había de que, y el silencio se sintió por unos instantes. Entonces, a Sayi se le ocurrió la pregunta que había tenido en mente más temprano.

“¿Cómo le esta yendo a Haru?” preguntó, sin saber que esperarse como respuesta.

Si era honesta, también le interesaba saber cómo le estaba yendo a él con Haru, pero no quería sonar negativa o egoísta.

“Bien, por lo que me dice —ah” respondió, recordando algo en ese momento “Verdad, me olvidé preguntarte. Haru quería invitarte a salir, ¿podría darte su número?
“Ah, claro”

Sayi supuso que obtendría la respuesta a sus preguntas más pronto de lo esperado.

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna vengo con fic

Finalmente faltaban dos dias para la boda de Belldandy y Gaku, por lo cual la familia por parte de Gaku estaba apresurada para dejar todo listo para tan importante fecha. Afortunadamente para esa fecha especial Otoya estaba de vacaciones, por lo cual estaría en la boda junto a Mayura, es más en estos momentos se encontraba con su novia saliendo en una cita romántica, ambos estaban tomados de la mano, la rubia estaba muy emocionada porque después de mucho tiempo por fin tenia un tiempo a solas con el pelirojo
 
¿Como te sientes a puertas de la boda de tu mamá? Ahora tu familia será numerosa y tendrás un padrastro…-
Aún no me lo puedo creer, pero estoy muy feliz de que mi madre sea feliz, porque hace un par de años atrás nos encontramos, me contó lo mal que lo habia pasado los años que no nos habíamos visto, los años que hemos estado juntas hemos sido muy felices, luego mi parálisis a causa de mis peleas como Hime, ella ha estado a mi lado sin soltarme la mano, lo que paso con Choutaroh-kun, mi encuentro contigo, ella estuvo en los momentos mas importantes de mi vida, sin poder disfrutar hacer algo para ella, hasta que por un azar del destino conoció a Gaku-san y se enamoraron…- tomo fuertemente la manos de su novio-me conto lo que habia sufrido cuando murió mi padre Keichi, me dijo que pensó que jamás se enamoraría como lo habia hecho con él, pero el encuentro con Gaku-san pareciera que fuera por obra de mi padre porque me comentó que tiene el mismo sentimiento de amor, además voy a ser una hermana mayor- sonrio feliz- quien iba a pensar que mi familia se iba a incrementar de golpe, además que me enteré de que tengo dos medios hermanos, de los cuales conozco a Tenn-nii, solamente me falta conocer a Riku…-miro al pelirojo, se detuvo para quedar frente a él, alzando los brazos para alcanzar las mejillas de su novio – además estas tu aquí a mi lado, mi querido Otoya-kun, no sabes lo feliz que estoy contigo a mi lado- se acercó a él levemente para darle un suave besos en los labios.
Otoya se sonrojo y correspondió el beso con la misma ternura que lo hacia su novia, luego se separaron suavemente y sonriendo felices vuelven a tomarse de las manos- Yo también soy muy feliz de haberte conocido Mayura-chan, eres la persona que tanto habia esperado, aunque últimamente no hemos podido vernos seguido debido a mi apretada agenda debido a los conciertos, pero igual el amor siendo tan fuerte como la primera vez que nos conocimos
Cuando terminemos la universidad nos casaremos, y también tendremos una familia numerosa…quiero que sea una ceremonia tranquila y familiar…-

Espero que nada malo te suceda en las peleas que tengas como deber de Hime…-

Es cierto me habia olvidado de mi deber de Hime …- suspiro pesadamente- esta vez no voy a dudar de mi misma y pelearé como se debe…no quiero perder a las personas que quiero otra vez-

No te desanimes Mayura-chan, cualquier dificultad que se nos presente lo enfrentaremos juntos-

Como debe de ser…-sonrio ampliamente-Entonces, en verdad vas a cantar en la recepción después de la boda?? Mamá se pondrá muy feliz-

Claro que lo haré, se cual es la cancion que mas le gusta a tu mamá…así que será mi regalo de bodas-

Lastima que no podrán irse de luna de miel, debido al embarazo de mamá, en cualquier momento puede nacer mi hermanito o hermanita-

Es cierto…menos mal que tenemos toda la habitación lista del bebé, además que la clínica ya esta separada, y tendrá todas las comodidades que necesita-

Ahora que me acuerdo tenemos que ir a supermercado para preparar la cena de hoy, de seguro que Kuro debe de estar con hambre, además de que debe de estar cansado de cuidar a mamá, ya que Gaku-san aun esta con grabaciones de programas de entretenimiento-

Me imagino a Kuro en su forma de gato durmiendo al lado de tu mamá- el pelirojo rio divertido-

Pero aunque no lo creas estos días Kuro ha estado con su forma humana, ya que ha creado un vinculo con mamá y flafly los quiere mucho-

Me imagino, ya que siempre ha estado todo el día junto a ellos.

Hasta es mas hábil al momento de pelear, me sorprendió mucho, cuando quiere Kuro es una persona muy confiable, por eso merece que le prepare muchos bocadillos, hay muchas cosas que le voy a comprar para que lo guarde en el almacen y hoy le prepararé sus dulces favoritos-

Entonces el estará muy complacido y por fin podrá tomar su forma animal para poder descansar tranquilamente-

Eso espero porque en serio se merece descansar mucho, así que espero poder salir a pasear solo con el para que se relaje

« Last Edit: March 31, 2024, 10:59:24 PM by Mimi Tachikawa »


Cho

AHHHHHH luego edito.

112.2.




La larga trayectoria a la casa de los Sadamune, durante la cual Taikogane se puso a invitar los contenidos del friobar de la limosina además de enseñar las acomodaciones del vehículo, finalmente había llegado a su fin. El chofer les llevó a la entrada de la imponente mansión donde todos pudieron bajar.

“¡OOOHHHHH!” Kosuzu dio un grito de asombro. “¡Es como las películas!”
“Supuse correctamente que no estábamos yendo a una casa normal…” Tsubasa sonrió incómoda.
“Hm…” Saki alzó una ceja y miró a Monoyoshi de reojo con cierto recelo. “Ahora me hace pensar que estabas siendo falso al sorprenderte por la mansión de las HiMEs, siendo tu hogar un mastodonte varias veces más grande.”
“N-no, en serio me sorprendí, y gratamente ya que me alegra que Hanasaki cuida a sus HiMEs aún con un campus tan difícil de mantener,” el otro se vio en aprietos y sacudió sus palmas.
“Oh, ese edificio donde estaban era el de las HiMEs, ya veo,” Taikogane se vio indistinto y llevó sus manos a su nuca. “Eh, no estaba mal.”
“Esa es la reacción que esperaría de ti,” Saki asintió.
“Ehhh…” Monoyoshi se vio en aprietos.
“Ya, pienso que has fastidiado mucho a Sadamune-kun, Hanajima-san,” observó Tsubasa.
“Mi primo será cortés con todo el mundo y en toda situación sin importar si tiene sentido o no, no lo piensen mucho,” Tenshi se encogió de hombros. “Bueno, pasemos, ¿no? No hay mucho que ver aquí afuera.”
“¡Amaría hacer coronas de flores con las plantas del jardín, pero sí, quiero entrar!” Kosuzu agitó sus puños con gran emoción.

De inmediato caminaron a los portones, aunque estos fueron abiertos por un par de mayordomos antes de que los presentes tuvieran que hacerlo. Todos vieron un par de hileras de sirvientas bien uniformadas y algunos jardineros quienes les saludaron con una venia.

“Buenas tardes, señoritos,” saludaron todos en eco.
“¿Eh?” Monoyoshi se sorprendió.
“O-oigan, ¿a qué se debe esta recepción?” Taikogane se avergonzó. “¡N-no tienen que tratarnos como niños así! ¡Y-y venimos con invitados, por favor!”
“Vaya agradecimiento, ustedes dos,” entonces Fudou se acercó manteniéndose detrás de una de las hileras de las empleadas. “Todos aquí estuvieron muy contentos de saber que los dos, para variar, venían juntos y se alistaron lo antes posible.”
“Su padre espera que los dos conecten como los hermanos que son, y todos estamos siempre felices de vernos regresar luego de sus clases,” explicó un mayordomo.
“Y sobre todo celebramos de poderlos ver al mismo tiempo,” agregó la sirvienta líder, quien asintió formalmente. “De igual manera, les damos una cordial bienvenida a sus invitados. Estamos a su disposición. Les agradecemos por sus atenciones a nuestros estimados señoritos.”
“¡Por favor párenla! ¡No traigan asuntos familiares así!” Taikogane se horrorizó y miró a los demás estudiantes. “¡L-les prometo que no siempre es así! ¡N-no es que haya algo malo en esta casa o qué se yo!”
“Malo no, pero sí que ustedes no son perfectos…” dijo Fudou en voz baja y rodando los ojos. De todos modos, ninguno de los dos era capaz de cometer un error para sus sirvientes, ya que todos miraban al ofuscado peliazul como si fuera lo más adorable del planeta.
“En verdad… les agradezco mucho…” luego de procesarlo, Monoyoshi terminó por retornar la venia a sus cuidadores. Sonrió con torpeza. “Me sorprendí y temo no haberme expresado debidamente, pero aprecio el gesto, en verdad lo hago.”
“Lo sabemos, pero no tiene que ser tan formal con nosotros, Sadamune-sama,” observó el señor mayor a cargo de los establos. “Heh, si me permite, verle confundido y sin habla ha sido un regalo para nosotros.”
“Ahora sentimos retenerlos tanto tiempo, por favor, adelante,” la sirvienta líder asintió e hizo una seña de invitarles a ingresar en lo que todos los demás terminaron por despedirse cordialmente y regresar a sus puestos de trabajo. Sólo quedaron unas cuatro empleadas que de inmediato se acercaron a las chicas.
“Es un gusto nuevamente, Hinanawi-sama, ¿qué quisiera degustar?” preguntó una de ellas a la prima.
“Eh, lo que quieran, ¡ah! Me gustaron mucho los bocadillos de la vez pasada,” dijo haciendo memoria. Tenshi de ahí se puso a pensar en alguna bebida.
“Usted debe ser Motoori-sama, estoy encantada de conocerle,” dijo otra empleada. “Ahh, adoro las campanitas que adornan su cabello. ¿Quisiera degustar algo en particular?”
“Ehh, ¿cómo sabe mi nombre?” preguntó ella.
“Hanekawa-sama, estoy a su servicio,” otra asintió respetuosamente. “Dígame, ¿qué se le ofrece?”
“Pues, nada en particular…” ella se confundió.
“Buenas tardes, Hanajima-sama, con mucho gusto atenderé sus pedidos,” dijo otra.
“Eh, no tengo hambre, en verdad…” esta frunció el ceño. “Señoritos, ¿qué pasa aquí?”
“Supongo que les están llamando por sus nombres, ¿no?” preguntó Taikogane, perdido.
“Eh, sí te las presenté, Taikogane-san…” Monoyoshi sonrió incómodo.
“Olvídalo, tu hermanito no se acordaría tan fácil,” Fudou se acercó y se encogió de hombros. “¿Qué será? Ni bien entraron a la limosina las habrán escaneado e investigado toda su historia familiar o qué sé yo.”
“¡Ihhh! ¡¿En serio?!” Kosuzu se sobresaltó.
“No es eso, lo prometo,” Monoyoshi negó y sonrió apenado. “Sólo envié un mensaje a mis padres para reportar a los invitados de hoy por nombre. Entiendo que todos ya han recibido mi reporte, les aseguro que no ha sido nada más que eso, siento las molestias.”
“Enseguida regresaremos con los aperitivos,” la sirvienta principal hizo una reverencia y todas se retiraron para así dejar a los jóvenes solos en la entrada de la mansión.
“Vaya que es toda una producción venir aquí a veces,” Tenshi dio un suspiro. “O sea todos me caen bien, se nota que los quieren mucho, pero es un poco innecesario…”
“Dímelo a mí, siempre andan detrás de todo lo que hago,” se quejó Taikogane.
“Dices eso, pero eres quien más les anda pidiendo cosas,” observó Fudou. “Y sinceramente con lo inquieto que eres tiene sentido que te vigilen.”
“Tú eres…” Saki comenzó.
“¿Eh?” Fudou alzó una ceja y le miró. En cuestión de segundos se horrorizó. “¡Eres esa chica que se apareció en mi casa con la bruja!”
“Bruja, vaya manera de referirte a tu hermana,” pese a sus palabras, Saki sonrió entretenida. “¿Acaso te quedó chica tu casa? ¿Por eso andas invadiendo la propiedad de los señoritos?”
“¡Y-yo sólo estoy de visita, no soy un vividor o lo que creas!”
“Nadie dijo eso,” la pelinegra se encogió de hombros. “Pero para alguien supuestamente tan rudo, eres como un ratón escurridizo.”
“Tch, veo que eres tan bruja como la bruja…” rechinó los dientes.
“Fudou-kun, tranquilo, por favor,” le pidió Monoyoshi. “Veo que ya se han conocido…”
“¿Quién será? Es una amiga de la bruja o algo así,” este resopló y desvió su mirada. “No me importa.”
“Realmente pienso que es condenable que te refieras así sobre un pariente tuyo,” observó Tsubasa, apuntándole con un índice. “Deberías considerar los sentimientos de otros.”
“Tsk, no es tu asunto…” siguió evadiendo la mirada, pero Fudou también se vio algo incómodo.
“Y Hanajima-san, no deberías andar molestando a otros de esa manera.”
“Ah, hubiera sido un buen momento para que mi estimada presidenta de la clase abogara por mí,” dijo Saki aparentemente descorazonada. “Él fue quien comenzó después de todo…”
“Sé leerte bien para saber que tú comenzaste en otro momento, compórtate por favor,” insistió su amiga.
“Eh, bueno, no sé qué habrá pasado aquí, pero…” Tenshi dio un suspiro. Pese a los comentarios y pequeñas riñas que evidenciaba, sabía que el motivo de que todos estuvieran juntos en la tarde era para atenderle. Ella evadió su mirada, impaciente. “Gracias, pero no tienen que andar al pendiente de mí. Estoy bien.”
“¿Por qué no? Si eres nuestra prima,” Taikogane se encogió de hombros y entonces pasó a animarse. “¡Pero vamos a la sala principal que te espera un set de pijamas y ropas lounge!”
“¡¿Qué cosa?!” se quedó en shock y fastidió. “¡¿E-en qué momento lo compraste?!”
“Hehe, camino a Hanasaki, tengo un proveedor que me consigue todo en dos horas,” dijo sonriente y entretenido.
“Debe ser al tipo al que siempre le compras todo, casi lo podrías contratar como otro sirviente más,” Fudou rodó los ojos. Ya sabía los contenidos de esa nueva enorme caja que había visto llegar poco antes de los presentes.
“¡P-pero ni sabes mi talla, no te recordaba como indecente!”
“¿Eh? Por supuesto que no sé esas cosas, pero le pedí a mis empleadas que les preguntaran a tus empleadas y ellas gustosamente hicieron la elección,” el menor se encogió de hombros con toda naturaleza. “Así que también agradécele a ellas.”
“¡Ay qué metiches!” la HiME peliazul regañó ofuscada.
“Empleadas… eso quiere decir que también eres de clase alta, verdad, ¿Hinanawi-san?” preguntó Kosuzu, con curiosidad.
“Ehh, pues sí, aunque no tanto como ellos…” contestó incómoda para entonces encarar a su primito. “¡Tú tanto te avergüenzas por tus empleadas haciendo un show pero ahora me estás haciendo un show a mí! ¡¿No te parece incorrecto acaso?!”
“¡Pero yo te estoy consiguiendo ropa fina de una boutique, lo cual es muy cool!” el chico le apuntó completamente convencido de lo que decía. “¡Así que es completamente diferente!”
“¡No lo es! ¡Y deja de ver todo con tus anteojos de cool!”
“Ehh…” Monoyoshi sonrió incómodo y con sus palmas levemente levantadas, sin saber cómo apaciguar a los dos. “Ehm…”
“Ahh, te falta agallas para poner en orden tu propia casa, pero tus otros invitados te esperan así que haz algo,” observó Fudou, dando un suspiro.
“Pues…”
“¿Ellos siempre se han llevado así?” preguntó Tsubasa, con curiosidad al ver a Tenshi rabiar con un entusiasmado y necio Taikogane.
“Sí, creo que sí. Tienen sus diferencias, pero los dos se llevan muy bien la mayoría del tiempo…” contestó Monoyoshi, sonriendo. “Ehh, siento las molestias.”
“Será un fastidio para ella, pero verla dialogar así es mejor a que ande encerrada,” Saki se encogió de hombros.
“Ohh…” Kosuzu asintió. “Sí, tiene perfecto sentido.”

Entonces otra sirvienta se les acercó para amablemente informarles que los refrescos y bocadillos ya los esperaban en la sala.

“Muchas gracias por su atención,” Monoyoshi asintió respetuosamente.
“Eso fue rápido, ¿tanto tiempo ha pasado?” Taikogane frunció el ceño.
“Claro, con todo el bullicio que andan haciendo aquí,” Fudou se encogió de hombros.
“Tú no te salvas de ello,” observó Saki.
“Tch, c-como sea, vayamos a ese lugar.”
“Ahh, en serio, lamento todo el show aquí, qué vergüenza,” Tenshi se dio un facepalm.
“No tienes que disculparte, Hinanawi-san,” Tsubasa sonrió gustosamente. “Más siento que andamos importunando. De no estar nosotras aquí, presumo que la interacción con tus parientes sería la misma y no andarías tan mortificada.”
“Eh, pues…” Tenshi alzó una ceja, extrañada. “Es una rara forma de verlo. Entiendo lo que dices, pero ahh…” terminó por sonreír frustrada. Estaba rodeada de gente amable por más raros que pudieran ser. “Gracias por la atención. Y no importunan aquí, en serio.”





Los hermanos regresaban luego de las compras que habían hecho y una vez más pasaban por aquel parque cercano a su hogar.

“No hubiera esperado que coincidiríamos con ese flash sale,” Kotegiri sonreía muy contento en lo que cargaba más vegetales de los que había esperado comprar. “Eso amerita a que les prepare otra merienda el fin de semana, ¿qué dicen?”
“¿En serio?” Murakumo se sorprendió y pasó a avergonzarse. “Pues, tus comidas son muy buenas para mi estómago… pero me sabe mal que te esfuerces tanto por nosotros…”
“Haha, gracias, Kotegiri, nos has resultado un lindo hermanito,” por su parte, Kuwana se animó y dio unas palmaditas en el hombro del benjamín. “Si te hace falta algún ingrediente que pueda conseguir en los huertos de Hanasaki, me avisas.”
“Gracias, Kuwana,” asintió y pasó a mirar al pelirrosa. “Hehe, y es un placer para mí. Es más, ¿qué tal si me ayudas a cocinar, Murakumo? Si mis platos son saludables para ti, te haría mucho bien saber prepararlos.”
“Eh, ¿seguro? T-temo serte un estorbo.”
“He escogido cosas fáciles de hacer, además puedes ayudarme hoy también para te familiarices con la cocina,” asintió convencido.
“Hm, buena idea,” Samidare asintió con una mano en el mentón. “Podría también aprender de ti la próxima, Kotegiri. Si pudieras enseñarme algo rápido de hacer te lo agradecería.”
“¡Sí, entonces ya somos tres!”
“Ahh, suena genial que Ame-san se nos va a unir, sí, eso me motiva,” los ojos de Murakumo brillaron pese a todavía tener el ceño fruncido, pero sí parecía animarse cada vez más.
“Sólo hoy no, siento decirlo, pero no me encuentro con muchas ganas,” dio un suspiro. “Kuwana puede tomar mi lugar.”
“Oye, no gracias,” este negó con pesar. “Sólo porque tú te apuntas no quiere decir que me uses de comodín. Ahh…” sonrió con ironía. “Cualquiera en mi lugar se quejaría de que lo excluyan, pero realmente prefiero continuar con mi trabajo en el huerto, hay mucho por hacer hoy.”
“¿Seguro que te sientes bien, Ame-san?” Murakumo le miró con curiosidad. “Espero que tu descanso no se deba a algo serio.”
“Me encuentro bien, Kumo-san, no te preocupes por mí,” este asintió cruzado de brazos y sin perder su seriedad. “Sólo tengo mucho en mi cabeza ahora, pero puedo hacerles compañía.”
“Bueno, tu presencia es más que bienvenida, y si en algún momento quieres hablarnos de algo, estamos aquí para oírte,” afirmó Kotegiri.
“Lo consideraré…”
“…” Kuwana miraba al pelilila con recelo. Era evidente que algo no andaba bien con él, se le notaba demasiado ausente, aunque si había decidido acudir a ellos en vez de sortear lo que fuera que le fastidiara debía tener alguna buena razón.
“Ah, regresamos al puesto de helados,” observó Kotegiri, alegremente. “¿Todavía se animan? Ya no vamos a ingresar a una tienda.”
“Ah, cierto, vamos… pero hay más gente que antes,” dijo Kuwana, cuyos ánimos bajaron considerablemente.
“No creo que les hagan esperar mucho, también les hace falta decidirse por lo que van a pedir,” Samidare asintió.
“¿Tú vas a querer algo, Ame-san?” preguntó Murakumo, quien se apenó al ver al otro negar.
“No gracias. Ustedes dense el gusto.”
“Ehh, bueno…” el pelirrosa sonrió en aprietos y desvió su mirada. “Tendré que pasar esta vez.”
“¿Por qué? Si te veías el más entusiasmado hace un rato,” Kuwana alzó una ceja.
“Es que… se me acabaron mis enzimas y me olvidé de comprar más…”
“Pero debemos tener más en casa, sólo te esperas hasta que regresemos…” comenzó Kotegiri, cuando entonces vio que Samidare sacó un blíster de su bolsillo.
“Te aconsejo que siempre tengas un blíster en exceso. Ten,” se lo ofreció.
“Ohh…” el otro se emocionó y tomó las pastillas con mucha ilusión. “¡Gracias, Ame-san!”
“Hehe, siempre tan atento con nosotros, Samidare, muchas gracias,” Kotegiri asintió y revisó su billetera. “Déjenme invitarles los helados.”
“No, no,” Kuwana le dio un par de billetes. “Ustedes van a cocinar, ¿no? El postre recae en mí. Yo el cono de vainilla de siempre, ustedes escojan lo que quieran.”
“¿En… serio?” Murakumo le miró extrañado.
“Ay, ¿puedes dejar de andar a la defensiva conmigo?” el otro resopló. “Sí, cómprense su helado, ahora vayan a hacer la cola que está llegando más gente.”

Se percataron que tenía razón y así Kotegiri y Murakumo fueron a hacer la cola mientras inspeccionaban el menú del puesto.

“Kuwana.”
“¿Hm?” vio al otro ensimismado en un grupo de árboles a poca distancia.
“Tú que sabes de plantas, hay un árbol que quería que vieras.”
“¿Qué dices?” alzó una ceja y terminó por seguir al otro. Al estar en la base de los primeros árboles, dedujo a cuál se refería, lo cual le impacientó. “¿El cedro? ¿Cómo no vas a saber qué árbol es ese si están por todo Tokyo?”
“No puedes asumir que todos lo sepan.”
“Pero tú lo sabrías.”
“Sí…”

Hubo una pausa en lugar de algún intento de ironía o broma seria que le caracterizaba al pelilila, pero sólo el silencio se manifestó, el cual terminó con el policía negando y dando un profundo suspiro.

“…” miró a Kuwana. “Tengo una confesión que hacer.”






Luego de tomar asiento dentro de la sala para invitados y degustar un poco de los bocadillos (aparte de revisar el set de pijamas que una ofuscada Tenshi en su mayoría regaló a sus compañeras HiMEs), la peliazul se resignó a explicar con rapidez los sucesos de la noche anterior a quienes aún no estaban informados.

“…y fue ahí que regresamos a Hanasaki, felizmente los Rebels no nos siguieron…” contó cabizbaja y con ambas manos agarrando el cojín donde estaba sentada. “Lo primero que hicimos fue llevar a esa pobre chica al hospital, donde ahora está recuperándose…”

Los hermanos Sadamune, para variar, intercambiaron miradas impresionadas por aquella historia sacada de algún semanal de Shonen Jump. Les costaba creer que todo ello acababa de pasar la noche anterior y que su prima recién llegada a la ciudad había tenido algo que ver.

“¿Dices que Rizembool tenía a una chica prisionera dentro de ese barco y cuando las HiMEs fueron a rescatarla, los Rebels intentaron detenerlas?” preguntó Taikogane, en shock.
“Eh, Taikogane-san, me parece que era un poco más complejo que eso…” meditó Monoyoshi, pensativo.
“Sí, definitivamente,” Saki resopló y negó frustrada. “Su prima lo ha condensado demasiado.”
“¿Es que acaso las locas líderes en Hanasaki andan mandando a sus HiMEs a atacar lugares remotamente afiliados a Rizembool, o qué?” preguntó Fudou, indignado y casi horrorizado. “Algo no me quedó claro, ¿acaso sabían que había una chica para rescatar ahí o no?”
“Pues… no, pero…” Tenshi frunció el ceño y apretó el cojín con sus manos.
“Hinanawi-san y una senpai de nosotras fueron a investigar el muelle en búsqueda de rehenes,” explicó Tsubasa. “En Hanasaki nos avisaron sobre lo que hacían y fuimos a ayudarlas a escapar y abortar la exploración en caso fuera a haber complicaciones…”
“Y fue ahí que todas se unieron a la pelea y causaron destrozos en el muelle, todo por una creencia, ¿en serio?” el pelimorado se dio un facepalm. “Tch, no pueden hablar en serio, ¿cómo se toman esas libertades? ¿Acaso hubo daños que ni han querido decirnos?”
“…” Saki se frustró y fastidió, en gran parte porque también detestaba haber sido parte de todo ello, pero no podía apoyar su actitud del todo. “Condeno mucho de lo sucedido ayer, pero no creo que tengas mucho derecho de opinar.”
“Lo sé, tengo tanto derecho como el que ustedes tuvieron metiéndose en un lugar tan sensible y con tantos inocentes ahí.”
“…”
“Pero si andan diciéndonos cosas que ni deberíamos saber, no esperen que nos quedemos con la boca cerrada, esto recae en ustedes.”
“…” sintió un tic en la ceja. “Tsubasa, ¿puedes dejarme fastidiarlo de nuevo?”
“Hanajima-san, no hay punto de tener esa actitud. Lo que debemos hacer es aprender de lo sucedido, y en el fondo sabes que Yukimitsu-kun tiene razón al decir lo que dice.”
“Tsk, lo sé, y por eso me fastidia más…”
“Ehh, Fudou-kun, entiendo que lo que sucedió fue peligroso y complicado y lo mejor hubiera sido evitar los problemas, pero mis compañeras se ven muy al consciente de todo ello. No está en nuestro lugar decirles qué hacer o cómo deben sentirse,” observó Monoyoshi, preocupado. “Sólo espero estar aquí para oírles, al menos es algo que puedo hacer.”
“Bien por ti, y no que pretenda saber más que ellas, obviamente van a ocurrir cosas inauditas en medio de una situación de emergencia,” este rodó los ojos y desvió su mirada. “Sólo digo lo primero que saltó en mi cabeza. Si no les parece, me pueden ignorar.”
“Eh, pues… sí hubo gente del muelle lastimada…” confesó Kosuzu, preocupada y cabizbaja. “Yo… no sé los detalles, no llegué a participar en lo sucedido, estuve esperando afuera la mayoría del tiempo… pero sí sé que algunos trabajadores sufrieron por lo sucedido.”
“Espera, ¿cómo así?” preguntó Taikogane, sorprendido. Los chicos se alertaron por ello.
“Eh, Kosuzu-san, quizás no sea prudente decir más…” dijo Tsubasa, incómoda.
“Pero… pero… nosotras somos HiMEs y se supone que ayudemos a otros, pero anoche pasó lo contrario… y me da miedo que eso vuelva a ocurrir…” la pequeña abrazó sus piernas y cerró sus ojos llenos de lágrimas. “No quiero ser como un Rebel malo, no quiero causar daños a los demás… no quiero ser una loca de Hanasaki como lo acaban de decir, no es mi intención…”

Ella lloró en silencio un momento y los demás le miraron con inquietud. Por su parte, Taikogane le dio un zape a Fudou.

“¡Oye, ¿qué haces?!”
“¿Por qué dices cosas así en frente de una niña? ¡Eres más cool que eso!”
“Tsk, párala con tu cool, y obviamente no hablaba de ella…”
“Kosuzu-san,” Monoyoshi se le acercó y se sentó a su costado. Él le sonrió comprensivamente, aunque también con un poco de torpeza. “Siento decir que no comprendo esta situación del todo, sólo entiendo que fue algo muy complejo, pero yo sigo teniendo una fe inquebrantable en ustedes. Pienso que las conozco lo suficiente para saber que poseen las mejores intenciones y que lo que pasó ayer fue algo demasiado difícil para saber cómo resolverlo a la perfección. Quizás eso mismo haya sido imposible.”
“…” Kosuzu le miró.
“En la mañana me contabas sobre ese chico que te salvó de los orphans, ¿no es así? Estás muy inspirada por su hazaña y quieres convertirte en alguien como él para también salvar a otros. Por ello mismo lo digo. Confío que así será.”
“S-sí… lo intentaré…” asintió ya dejando de llorar.
“…” Tenshi frunció el ceño.
“¿Qué es de eso de que otros resultaron lastimados?” preguntó Fudou, impaciente.
“¿No fuiste tú quien dijo que no te correspondía saber nada de eso?” preguntó Saki, encogiéndose de hombros y mirándole con juicio. “Además acabas de hacer llorar a la pobre Kosuzu y con tus preguntas lo volverás a hacer. Compórtate.”
“Tsk, ¿qué tienes conmigo, bruja menor?”
“Por favor, compórtense,” Tsubasa frunció el ceño. “Yukimitsu-san, no sabemos más detalles de lo que pasó. Entiendo por lo que oí que los trabajadores entraron en una especie de histeria masiva. Eso es todo lo que sé. No estuvimos ahí para cuando ocurrió como para verlo…”
“Yo estuve ahí…” Tenshi alzó su mirada. Se le notaba seria, molesta e incómoda a la vez. “Y lo que sea que les pasó ni podría llamarlo histeria. Es como si hubieran perdido la cordura y buscaran pelear contra todo lo que se movía… incluso entre ellos mismos…”
“…” Fudou se tensó. Hubiera querido reclamar ante ello, pero la expresión tan intensa de la peliazul le dejaba saber que sí cargaba con bastante por dentro.
“Monoyoshi, gracias por defendernos y creer en nosotros tan ciegamente, sé que eres sincero con tus intenciones,” dijo sonriendo apenas, para entonces negar y mostrarse frustrada. “Pero… tus palabras están bien y a la vez son tan incorrectas. Apruebo que alientes a Kosuzu y mis compañeras de clases, tienes razón al decir que las complicaciones del momento fueron la causa de todo lo sucedido desde el punto de vista de ellas… pero… eso que dices de que no pudimos resolverlo de una manera perfecta… no existe esa perfección. Lo que Suzuka y yo hicimos iba a terminar en una pelea como la que fue y con gente lastimada en los alrededores. Tu ‘perfecta’ solución hubiera sido que huyéramos antes de que todo comenzara… a costo de la chica que logramos salvar.”
“Tenshi-san…” Monoyoshi se angustió.
“Ahora es evidente para mí que mi misión de rescatar a una posible rehén que desconocía era equivalente a buscar una pelea. No es justo que un inocente como tú busque alentarme por ello… pero…” sonrió amargamente y con ojos temblantes. “¿…puedes creer que tengo el descaro de decir que no me arrepiento del todo? De ser puesta en el pasado, no creo que lo habría hecho sabiendo todo lo que ha ocurrido… pero sabiendo que salvé a alguien pese a las penurias me hace sentir que ha valido la pena… y yo quiero seguir salvando a gente de esos maldecidos.”
“…” Saki frunció el ceño.
“Tch…” Fudou sintió escalofríos. “…suenas sinceramente demente, no pongas tus deseos por encima de los demás…”
“¡Lo sé! Soy un ser terrible, pero digo la verdad, no creas que estoy contenta con ello…” dijo en pleno conflicto y agarrando su cabeza con ambas manos. “Debes pensar que no me parezco en nada a mis primos ahora.”
“Quisiera decirlo, pero este par de acá son igual de necios que tú, sólo me alegro que no pueden ser HiMEs o qué sé yo…”
“Tsk… es algo de lo que puedo alegrarme.”
“Pero, un momento…” dijo Taikogane, rápidamente. “No hay nada de malo en salvar a otra persona, ¿no es así? O sea, ha habido tantos problemas relacionados a ello, pero el punto es que han salvado a una vida, por supuesto que te sentirías bien por ello, no entiendo el problema.”
“¿No has escuchado todo lo que he dicho, Taiko-chan?” preguntó Tenshi, perdida. “Gente inocente ha sido lastimada, también puse a mis compañeras HiMEs en riesgo por mi meta. Todo esto pasó porque quise salvar a alguien.”
“Eh, sí, pero alegrarte del rescate es algo completamente aparte.”
“¡N-no lo es!”
“Ay…” Fudou negó frustrado. “Oye, niño, sé lo que quieres decir, pero no hay que alentar comportamiento erróneo. Temo que esa alegría se convierta en un derecho de imponerse a los demás, o que ya lo sea desde ya.”
“Quiero decir que sí pudieron salvar a quien les necesitaba e hicieron lo mejor que pudieron, ¿acaso no me entienden?” preguntó Taikogane, confundido. Se inquietó un poco al notar cómo todos le miraban. “¡A-además! Llegaron a Hanasaki a ponerla a salvo. Seguro que ahí habrán reconocido sus logros.”
“No, en lo absoluto,” Saki negó. “La directora y su asistente estaban furiosas a su manera y nos llamaron la atención.”
“¿Eh?”
“¿En serio? Finalmente algo de cordura,” observó Fudou, algo impresionado.
“Ehm, Fudou-kun…” Monoyoshi se inquietó.
“No, tuvo el perfecto sentido, realmente tuvieron la razón al decirnos que debimos retirarnos y pensar en las consecuencias,” Tsubasa asintió. “Ellas fueron muy severas, en particular con Hinanawi-san. Por supuesto que fue un golpe para ella.”
“Tch, yo sé que corrí un gran riesgo… sé que les debo disculpas que ni he hecho a todas las HiMEs… pero… no tenían que decirlo de esa manera…” la peliazul tembló con cólera e impotencia. “No… no todo es mi culpa… no todo lo malo que pasó fueron mis intenciones…”
“No es tu culpa… pero sí tu responsabilidad,” Saki asintió. “Nuestra responsabilidad, como nos dijeron, con lo cual estoy de acuerdo.”
“…no es justo que lo hayan puesto así… quiero seguir salvando a gente, pero… ¿acaso ahora tengo que cargar con el peso de todos? ¿Todo lo que suceda en mi entorno será por mí?”
“Eh, Hinanawi…senpai, yo tampoco lo entiendo bien, pero como HiMEs nuevas nos toca aprender,” Kosuzu asintió. “Tenemos que identificar qué sí nos corresponde.”
“…ese no es el punto aquí…” Tenshi desvió su mirada.
“¿Perdón?” la otra ladeó su cabeza.
“Tenshi-san, noto que no nos quieres decir algo más, ¿verdad?” preguntó Monoyoshi, sonriendo comprensivamente. “Lo tienes en la punta de la lengua, podría decirse, pero no te atreves a compartirlo. ¿Qué es lo que te está haciendo sentir tan mal?”
“¿Q-qué dices, Monoyoshi?” ella se ofuscó y desvió su mirada. “¡No seas un metiche!”
“No es mi intención invadir tu privacidad, pero si ni eres capaz de decirlo, temo que tu culpa se quedará carcomiéndote por dentro, por eso quiero que lo compartas con nosotros. Te podemos oír y comprender por lo que sufres.”
“Es que…”
“¿Tendrá que ver lo que hizo que abandonaras la reunión con la directora ayer?” preguntó Saki.
“¡Eh!” Tenshi se vio en aprietos.
“¿Pasó algo más, Tenshi?” Taikogane se sorprendió. “¿Qué no nos has dicho?”
“Y-ya, veo que no me van a dejar en paz, dejen de acosarme…” negó frustrada y desvió su mirada. “En el momento en que fui a rescatar a la rehén… yo fui con otra HiME. Ella… casi pierde la vida y fue por un descuido mío… si no la hubiera presionado tanto a hacer algo que ella no quería, no habría corrido tal riesgo,” apretó sus puños. “La asistente de la directora me culpó por ello. Yo… ¡obvio que no quise que eso pasara, pero…! ¿…es que acaso es realmente mi culpa? Tsk… creo que pude haberlo prevenido… pero…”
“Hm…” Taikogane frunció el ceño. “No es fácil entenderte sin que nos lo expliques mejor.”
“…” ella se quedó cabizbaja y en silencio.
“Tenshi-san, por supuesto que te sientes en falta por algo como eso, pero no estás lidiando con ello de la mejor manera,” observó Monoyoshi. “Debe ser difícil, pero, ¿no piensas que lo mejor sería que lo converses con esa HiME?”
“…tiene sentido, pero…”
“No lo llegaste a oír ya que te marchaste muy rápido, pero Tanaka-senpai estaba preocupada por ti. Tampoco le gustó que Viera-sensei haya sido tan dura contigo,” observó Tsubasa, atentamente. “Pienso que ella entenderá cómo te sientes y seguro que hablar sobre este tema le hará mucho bien a ella también.”
“Y pues, me cuesta admitirlo, pero no es que seas la única que se apuntó a pelear…” Saki dio un suspiro. “Todas llegamos a buscarte y nos sumamos a apoyarte ni bien nos dejaste saber que había alguien que rescatar en el barco. Incluso yo, quien tanto condena lo ocurrido ayer, encuentro un mínimo confort de saber que algo bueno pudimos hacer por alguien más. El punto es que… no eres la única en tu posición.”
“Hanajima-san tiene mucha razón, fuimos un equipo anoche y lo seguimos siendo ahora. Puede que nuestros pareceres difieran un poco, pero continuamos estando del mismo lado,” observó Tsubasa, quien asintió decidida. “Sólo por oír todo lo que has dicho ahora me hace entender que no eres una mala persona y que sí tienes las mejores intenciones, y confío que tus parientes están de acuerdo conmigo.”
“Heh, ¡por supuesto!” exclamó Taikogane, sonriendo ampliamente. “Todo suena a que tuviste una experiencia muy dura e intensa y por supuesto que tienes tantos sentimientos encontrados, ¡pero pese a eso no te das por vencida y quieres seguir adelante! ¡Eso siempre ha sido algo muy cool en ti!”
“No creo tener nada más que agregar. Yo también creo en ti y es como Taikogane-san ha dicho,” agregó Monoyoshi, amablemente. “No te sientas mal por celebrar lo que ustedes pudieron hacer por esa persona a quien rescataron, ya que sí tienen presente todo lo sucedido. De no ser así, no estarías tan mortificada ahora.”

Por su parte, Fudou no estaba tan convencido de ello, ya que la excesiva confianza podría jugarle una mala pasada a cualquiera de esas HiMEs, y ya sonaba a que lo había hecho el día anterior, pero aquel no era su asunto.

“…son unos tontos, todos ustedes,” Tenshi negó y sonrió con pesar. “Siento que me engríen, realmente no sé qué decir ahora, pero gracias…”
“¡Hay que continuar esforzándonos, senpai!” Kosuzu asintió con energías. Era un alivio verle de mejores ánimos.
“Hm… ahora que lo pienso… ¿qué tal si vas a hablar con esa HiME ahora?” preguntó Taikogane, pensativo.
“¿Perdón?” Tenshi alzó una ceja.
“Taikogane-san, ¿acaso conoces a esa HiME?” preguntó Monoyoshi, confundido.
“Dijeron que se apellidaba Tanaka, ¿no? Suena a la hermana de un compañero de clases que también es HiME. Es un apellido común, pero me sorprendería que haya más de una con ese nombre,” sacó su celular. “¿Qué dices?”





Con Kotegiri y Murakumo distraídos con los helados, Samidare finalmente pudo tener un momento para conversar con Kuwana, motivo por el cual se había aprovechado la presencia de árboles frondosos para no llamar la atención.



En un instante dado, luego de la narración de los eventos de la noche anterior, Kuwana no aguantó más las ganas y le dio a Samidare un puñetazo en el rostro con la suficiente fuerza como para mandarlo al piso. El agredido fue sorprendido por la espontaneidad, pero luego de recibir aquel ataque, no se mostró dispuesto a pelearlo o reclamar en lo absoluto y se mantuvo sentado en el suelo con la mirada desviada.

“Tsk, debí haber asumido que cuando te sumaste a la policía seguías un ángulo,” regañó Kuwana, todavía con su puño levantado. “¿Y encima causaste semejante situación donde tus propios colegas terminaron lastimados? ¡No te creía tan irresponsable para involucrar a otros! ¡Al menos esa decencia siempre has tenido!”
“…nunca pensé en involucrar a nadie más, pensé que el riesgo estaba calculado…” dijo cansadamente, cabizbajo y evadiendo al otro. “Pero no pude estar más equivocado…”
“¡Pues obviamente, por lo que me estás diciendo! Samidare…” se dio un facepalm y negó un par de veces. “Maldición, ¿qué demonios puede salir de todo esto? ¿No ves que tu falta nos puede involucrar a nosotros también? No puedo ni llamar agallas tu osadía de meterte con esos locos que pelean…” le encaró, hasta agachándose un poco para mirarle de cerca. “¿Y ahora qué, ah? ¿Estás por irte de fugitivo? ¿Por eso viniste a vernos luego de meses?”
“Todavía no he explicado esa parte…” se puso de pie. Su inmutabilidad era intensa e inconforme. “Mi superior ya sabe qué ocurrió y qué fue lo que hice, pero él…” entrecerró los ojos y dio un pesado suspiro. “…él dice que no gana nada con meterme en problemas y que seré más ayuda para él si continúo con mi trabajo…”
“¿En serio?” al oír ello, Kuwana se quedó en blanco y lo meditó antes de continuar. “Ni sé qué decir, suena un poco desalmado de esa persona si es que se enfoca en tu utilidad.”
“No, no es por utilidad, te aseguro que mi jefe es una persona demasiado preocupada por todos, tal vez en exceso…” frunció el ceño. Era un recuerdo amargo verle tan solemne en el hospital. “Alguien como él sería más indicado como un trabajador social. Realmente… me resulta inaceptable que ni se haya molestado visiblemente conmigo.”
“Pues, suena muy raro que haya llegado a esa conclusión, ni sabría leerle fuera del contexto… ¡ahhh!” se revolvió los cabellos. “Ya me estás fastidiando con este lío, Samidare. ¿Por qué demonios me lo lanzas a mí?”
“…verás-”
“No, cállate, miento, yo sé por qué lo haces. No lo has dicho, pero es obvio por qué causarías ese desastre. Sí me dijiste que habías planeado investigar ese barco de los de Rizembool en medio de todo el rollo. Es por ese ángulo que tienes con tu trabajo, ¿no?” llevó el filo de su mano a la sien y miró al pelilila con frustración. “Sigues buscando a nuestro hermano, ¿verdad? Y quieres tomar un rol más activo que los detectives que todavía llevan su caso…”
“…”
“Ahh… no sé por qué te convences que los de Rizembool tienen algo que ver, pero tendrás tus motivos y no estoy aquí para oír eso. Pues, por más inocentes que nosotros seamos de esto que has causado, si eso se dio por la búsqueda de uno de los nuestros, nos concierne escuchar sobre el asunto, ¿o me equivoco?”
“…no, como dije, nadie más debería tener más que ver en esto. Mi búsqueda no los va a hacer partícipes a ustedes, yo soy el único involucrado en mi método…” afirmó decidido.
“Tch, pues bien, ¿entonces qué pretendes?” Kuwana llevó sus manos a las caderas. “Que te conste que ando super enojado con todo lo que dices, pero sé que no serías de bromear con algo así, así que más me fastidia que sea cierto. Y aun así, ni se te ocurra callarte si vuelves a hacer algo tan estúpido en nuestro nombre. ¿A qué vienes a lanzarme esta bomba verbal si dices que no quieres involucrarme?”
“Tienes razón, es contradictorio, sólo decirte esto te hace consciente del asunto, ruego que continúes manteniéndote al margen de todo lo que hago por mi cuenta.”
“¡Pues lo haré mientras tú no me des razones de sacarte la mugre, imbécil!” le amenazó, incluso le tomó de la camisa con cólera.
“Luego de la conversación de ayer con mi superior, me sentí… inconforme. No seré castigado como se supone que debería, mi jefe no me reclamó y dijo que creía en mí, por más ilógico que fuera. Yo pienso… que no tengo el valor de buscar un castigo por lo que causé por mi cuenta, quisiera tomar el camino que he sido ofrecido de compensar mi falta con mi trabajo… pero, aun así, esperaba que alguien pudiera darme mi merecido, de alguna manera. Por eso es que vine a hablar contigo.”
“Tú…” de nuevo, sin palabras. Rascó su cabeza ante el rompecabezas humano frente a él. “Es una estúpida razón. ¿Qué buscas con eso? ¿Acaso darte ese puñete te ha hecho sentir mejor?”
“No puedo decir que mejor, pero…” asintió. “Tuvo sentido de ser.”
“Y se supone que eres mayor que yo…” dio un respiro. “Ahh… te sientes mal, no hay duda alguna. Samidare, ¿cómo están tus compañeros? ¿Qué fue lo que les pasó?”
“No puedo divulgar información sensible de lo sucedido. Ellos… no están en un buen estado, pero hay indicios que se mejorarán con el paso del tiempo…” contestó desviando la mirada.
“Tch, no me gusta cómo suena eso…” hizo una mueca de dolor. “Realmente metiste la pata.”
“…”
“Antes que se me olvide…” se encogió de hombros. “Sonará tonto de mi parte, yo que no soy de expresiones así, pero la próxima que te vengas con alguna osadía, ponte a pensar en cómo los seres cercanos a ti serán afectados. Sólo porque andas desaparecido la mayoría del tiempo no significa que no nos preocupemos por ti.”
“…” entonces, Samidare sonrió con ironía. “Tienes razón, suena bizarro que tú lo digas.”
“No tendría que hacerlo si no fueras un loco de remate, no te burles,” comprimió sus puños, pero se contuvo de darle otro golpe. “Y no sólo hablo de mí o de Kotegiri o Murakumo…” alzó su mirada al cielo. “…nuestro hermano para nada estaría contento de que estés haciendo revuelos en plena búsqueda de él, si es que todavía se encuentra con vida.”
“…” ante la mención borró su sonrisa y miró en otra dirección.
“Es obvio, ¿no? Los dos recordamos la clase de persona que era Matsui,” Kuwana sonrió con nostalgia. “Era un quisquilloso y debilucho pesimista que siempre buscaba pasar desapercibido, y también sensible y atento con la gente en general. Le daría un patatús si supiera de tus travesuras, hasta la noticia de que eres policía le sacaría de cuadro.”
“Seguramente se hubiera puesto a reclamarme y rabiar si se enterara de todo esto…” meditó Samidare. Su rostro adoptó cierta tristeza. “Pero no es justo decir que lo que hago es por él. A estas alturas, es por mí mismo.”
“No, es por él, no importa cuánto te intentes convencer de lo contrario. Es verdad que tú te tomas todas las libertades, pero sigue siendo con las esperanzas de encontrarlo,” afirmó frustrado, aunque sin perder sus buenos ánimos. “Pero es precisamente por trabajar en nombre de Matsui que deberías comportarte mejor. Seguro que andarás con la idea de ser más responsable ahora, pero no duele decírtelo.”
“…” asintió. “No tengo credibilidad por mi cuenta, tiene sentido que insistas.”
“Heh, pensando en él, me acuerdo de mi terrible travesura. Apenas un año luego de que se perdiera, yo intenté usar su habitación como un lugar para guardar macetas y sacos de estiércol. Todos se horrorizaron tanto con mi acción, por más que yo lo vi como algo tan inocente como usar ese espacio temporalmente, decidido a limpiarlo todo ni bien lo encontráramos… vaya…” negó entretenido. “Fue ahí que todos juramos que no reusaríamos la habitación de nadie.”
“Recuerdo ese día claramente, Kumo-san lloró desconsoladamente,” Samidare alzó una ceja. “¿A qué se debe la mención?”
“¿Cómo que a qué? ¡Te estoy diciendo que te aparezcas más en casa!” exclamó como si fuera obvio, todavía manteniendo unos ánimos ligeros. “Tienes tu cuarto tal cual así que úsalo, y ya viste lo feliz que Murakumo se puso con tu presencia. Vaya, él tan contento y tú te vienes con tremendo drama.”
“No creo que pueda decirle nada de esto aún.”
“Sí, no lo hagas, ni a Kotegiri. El pequeño anda súper atareado y de los mejores ánimos con su agencia, y quién sabe cómo se lo dirás al otro, pero ya encontrarás el momento. Pero sí, date más vueltas por la casa que ellos lo apreciarían mucho, y seguro que a ti te vendría igualmente bien.”
“…” llevó una mano a su mentón. “Comprendo que tu fastidio hacia mí no duró mucho…”
“¡Oh, sigo enfadado, no me pruebes!” Kuwana casi arremete contra él, pero desistió al acercarse peligrosamente cerca. Resopló. “Pero igual… espero que sí demuestres con tu trabajo y con nuestros hermanos que estás dispuesto a reponer tu error. Y no quiero ni imaginar cómo se pondrían nuestros padres si terminas muerto o tras las rejas, así que ni se te ocurra.”
“…” asintió y dio un suspiro. Era un peso removido de su espalda. No sabía si era por la esperada reacción iracunda o ese momento nostálgico o el ser recordado de la familia que todavía tenía… sospechaba que su alivio provenía de una mezcla o de algo más, pero nuevamente, era por algo que no había podido predecir, al no poder identificarlo…
“Bueno…” Kuwana le dio un par de palmadas en un brazo y caminó de regreso hacia el área abierta del parque. “Ya nos estarán buscando, démosles el alcance.”

Los dos apenas salieron de entre los árboles y vieron a sus hermanos parados a poca distancia mientras meditaban dónde buscarlos, pero pronto los detectaron y corrieron donde ellos.

“¿A dónde se metieron?” preguntó Kotegiri, alarmado. “Ya se van a derretir los helados.”
“Ah, perdón, sólo nos distrajimos charlando,” Kuwana sonrió apenado y recibió su cono. “Ah, gracias, qué bueno que pediste el más grande ya que no especifiqué.”
“¡Ame-san! ¿Qué te pasó?” preguntó Murakumo, quien le miró con ojos brillantes y asustados.
“Estoy bien, ¿a qué se debe la pregunta?” este le miró mínimamente confundido.
“¿Te caíste? Tu rostro está rojo.”
“Hm…” lo medito, cabizbajo. “Quizás ese golpe sí tuvo razón de dolerme tanto…”
“¡¿G-golpe?!” se escandalizó y de inmediato se volvió a encarar a Kuwana. “¡¿Acaso le has pegado a Ame-san?!”
“Tch, ¿en serio?” se dio un facepalm. “Oye, Samidare, ¿tenías que llamar la atención? Yo pensé que dejaríamos ese asunto de lado.”
“Un momento, ¿se pelearon?” preguntó Kotegiri, sorprendido. “P-por favor no hagan nada irresponsable, podrían llevarlos a la comisaría.”
“Ame-san se ve muy cansado y tú lo fastidias más… ¡eres un abusivo!” exclamó el pelirrosa.
“No hables por hablar, si él fue quien me molestó, ahora no te metas,” dijo Kuwana, ofuscado.
“Tranquilo, Kumo-san, lamento preocuparte,” dijo Samidare, inmutado.
“Pero…”
“Lo mencioné porque se trata de algo insignificante, por ello el tan poco cuidado que he tenido. Y Kuwana tiene razón, yo lo fastidié con un tema y busqué esta represalia, pero ya no es algo que importe. Estoy bien.”
“Ame-san… tú no buscarías fastidiar tanto a otros, ¿qué sucede?”
“…” él negó. “Lo hablaremos en otro momento,” notó cómo el barquillo del pelirrosa empezaba a derramarse. “Come tu helado de una vez, no lo eches a perder.”
“¡Ah sí!” este se sorprendió, pero continuó ignorando su postre para ahora extender al otro un pequeño vasito con helados. “Toma, dijiste que no querías helado, pero me sabía mal que no comieras un poco de postre con nosotros, así que te compramos lo más pequeño que tenían.”
“…” lo miró con una ligera sorpresa.
“Vamos, Samidare, sí está haciendo un poco de calor,” Kotegiri asintió y pasó a dar un suspiro. “Y me preocupa que se hayan peleado, así que espero que esto les haga olvidar su pleito.”
“Sólo déjenlo ir, no es para tanto,” dijo Kuwana, encogiéndose de hombros.
“¡Te conviene que lo dejemos ir porque eres un abusivo!” reclamó Murakumo.
“¿Ah? ¡Si ya dije que Samidare comenzó! ¡No andes metiéndose si ni sabes nada!”
“¡E-es obvio lo abusivo que eres!” continuó pese a que su voz se partía por su ansiedad generalizada.
“¡Ya me tienes hinchado con esa palabra! ¿Es que no sabes otra?”
“Ustedes…” Samidare miró frustrado a los dos renegar como era costumbre. Sabía que su falta de cuidado lo había causado, pero no sabía qué decirles para pararlo. Sus niveles de cansancio continuaban nublando su cabeza.
“Samidare,” Kotegiri se le acercó. Este sonreía, aunque se veía rendido e incómodo. “No recuerdo haberte visto tan apagado y ausente. Sé que ocurre algo que sólo has hablado con Kuwana y que no quieres preocuparnos con ello. Y pues, respeto tu decisión, pero espero que puedas sentirte cómodo de compartirlo con nosotros cuando estés listo,” ensanchó su sonrisa con gusto. “Somos hermanos, ¿verdad? Y siempre estaremos aquí por ti.”
“…” Samidare se impresionó por sus palabras y tan alegre certeza, y miró a ese minúsculo vaso de helado que podría consumir de un gran bocado. Había una extraña culpa de siquiera comprender que había un helado servido para él, razón por la cual se había negado en primer lugar, pero el helado ya era asunto de sus hermanos y no de sí mismo… no, ellos lo habían hecho por él, y en medio del trago culposo que resultaría, estaría el gusto proveniente de sus parientes. Agachó un poco su cabeza y sonrió apenas, inmerso en una incomprensible tristeza y tranquila dicha. “Ustedes no tuvieron que comprarme este postre, pero gracias por la intención… lo lamento mucho…”
“¿Por qué?” ladeó su cabeza.
“No, no es nada,” negó y mantuvo su débil sonrisa, para mirar a los otros dos renegando y volver a su inmutabilidad. “Mira cómo nosotros los mayores te importunamos. Ya deberíamos estar de regreso para que tengas tiempo de cocinar.”
“Eh, será más rápido con la ayuda que me han ofrecido, está bien,” el pequeño asintió. “Samidare, ¿podrías ayudarnos también? ¿Te sientes con más ganas?”
“Haré el esfuerzo…” se rindió.
“Pero qué raro que Kuwana quiera seguir trabajando en el jardín, si es quien normalmente me ayuda a cocinar…”
“No te ayudará hoy,” Samidare negó. “Kumo-san se apuntó con grandes ánimos, y por ello es que ha cedido su espacio, para no espantarle.”
“Ehh…” Kotegiri se sorprendió y pasó a sonreír incómodo. “Ya veo que sí piensa en Murakumo a su manera…”

Murakumo se cansó de requintarle y en un momento de pausa, Samidare lo apartó para nuevamente recordarle que comiera su helado, aparte de agradecerle el gesto. Así, finalmente pudieron partir de regreso.





Era una tarde tranquila en la casa de los Kotetsu y Cho se encontraba sentada en el sofa y acompañada por Kashuu mientras veían al pequeño Sora jugar con su Switch.

“Aruji, ¿segura que estás bien?” preguntó el arma, atentamente y al pendiente de su superior. “Te veo cansada.”
“Eh, sí, muchas gracias,” Cho sonrió en aprietos y movió sus palmas para restar importancia. “Nada más que el sueño que a veces me da después de comer, pero no puedo darme una siesta todos los días o me malacostumbraré.”
“La comida ha sido hace más de dos horas, ya no deberías sentirte tan cansada,” alzó una ceja. Kashuu dio un suspiro y sonrió frustrado. “Aruji, entiendo que no quieras preocuparnos, pero si no te sientes bien, puedes ir a recostarte. Sabemos que hay visitantes en camino, aunque no te inquietes que te iré a avisar para cuando lleguen.”
“Ya deben estar cerca, y en serio, puedo esperarlos…” ella bajó su mirada. “Debo haberte asustado demasiado anoche, Kashuu, pero muchas gracias por haber estado conmigo todo el tiempo. Realmente… no sé qué podría hacer sin ti o Roxas.”
“Aruji…” Kashuu se preocupó.
“Eh, pero no te miento, es un poco de cansancio y debilidad que no me impide quedarme despierta, y me siento a gusto acompañándolos, me ayuda a olvidar un poco los momentos difíciles que tuvimos…” sus ojos fijos en el suelo adoptaron tristeza, pese a seguir sonriendo. “Todavía tengo mucho que pensar sobre todo esto, pero es algo que todos iremos haciendo poco a poco, en lo que continuamos con nuestro día a día.”
“…” le miró incómodo y se apenó. Kashuu desvió su mirada sin saber qué decir.
“P-pero, tampoco tenemos que pensar en esto todo el tiempo, dejémoslo ir por ahora. Eh, perdón por tocar este tema…” dijo la HiME, algo alarmada de verle tan mortificado.
“No has sido tú quien lo hizo, aruji, eso recae en mí,” el otro sonrió comprensivamente. “Ya, está bien, si lo que quieres ahora es esperar a los que vienen, entonces así será.”
“Hmm…” Sora hizo una pausa a su juego y se giró a los dos. Fruncía el ceño. “¿Estás tan cansada, Cho-neesan? Perdón, debí haberles dicho que no era un buen momento.”
“Eh, no, está bien, dijiste que tu amigo quería venir con urgencia, así que había que atenderle,” asintió decidida. Normalmente intentaría desentenderse del asunto, en especial por no sentirse de buenos ánimos, pero le costaba negarse al menor de la casa. “¿Te dijo el motivo?”
“No, Taikogane no es de expresarse muy claramente, sólo me dijo que quería vernos a todos,” Sora se puso a meditar. “Es un misterio…”
“Pero debo decir que me sorprende que Natsume te haya dejado tomarte la tarde libre,” dijo Kashuu. “Recuerdo que querías acompañar a mi aruji ahora que está convaleciente.”
“Eh, espero que ello no sea un problema con tu entrenamiento, lo siento,” Cho negó. De por sí, a esas horas Ayesha debía estar en el laboratorio de química para continuar con el desecado del producto de una síntesis que ellas dos habían comenzado juntas. No era precisamente un proceso de horas, y más que nada era un cambio de contenedores junto con apuntes, pero le sabía mal no estar ahí para apoyarla.
“No, no, en verdad no llegué a pedir la tarde libre,” Sora negó. “Maestro de inmediato declaró nuestra junta anulada en la mañana así que ni pude preguntarle.”
“¿Cómo así?” preguntó la HiME, sorprendida. “Suena poco característico de él. Espero que todo esté bien.”
“Sí, senpai se preocupó, pero no recibimos respuestas. Maestro sólo nos dijo que todo está bien y surgió un imprevisto…” el pequeño miró a su celular. “Pero su mensaje inicial no es igual que sus otros mensajes… tiene un color que me da miedo…”
“Eh, lo lamento, Sora, al menos podemos imaginar que alguien tan capaz como Natsume puede resolver sus asuntos,” Kashuu se puso a pensar.
“Podemos ir a verle, hace ya un tiempo que no voy a su laboratorio,” Cho sonrió. Pese a la personalidad un tanto impredecible y agresiva que Natsume tenía en ocasiones, este sí se había mostrado muy amable y carismático con ella, además de Ayesha y Nio. “¿Qué tal si le llevamos algo para comer y tener una reunión de té?”
“Hoho~…” el menor se sorprendió y pasó a alegrarse. “¡Haha~ sí, a Sora le gusta! ¡Le preguntaré a senpai así tendremos una mejor idea de sus gustos!”
“Heh, suena a una excelente actividad, hay que hacerlo,” Kashuu aprobó. Era sin duda algo que ayudaría a despejar las inquietudes de su aruji.

Entonces, los tres vieron a una gran limosina llegar a las rejas de la residencia y pronto ser aprobado por el portero para pasar y llegar a la entrada de la casa.

“¡Ah, ya llegaron!” Sorita dio un brinco y fue corriendo a la entrada. Por su parte, Cho y Kashuu intercambiaron miradas por aquel vehículo tan llamativo.

Fue entonces que los tripulantes comenzaron a bajar, con el primero siendo un muy entusiasta Taikogane quien luego de chocar manos con Sorita, pasó a jalar a la segunda persona en bajar. El par todavía frente a las ventanas se sorprendió considerablemente.

“¿E-esa HiME?” Kashuu se quedó helado.
“Tenshi…” Cho también se impresionó, pero de inmediato acudió hacia la entrada, seguido de su arma. Para cuando llegó a las puertas, los demás habían bajado e igualmente continuó sorprendiéndose al reconocer a las HiMEs de la secundaria y un par de chicos desconocidos.
“¡Ah, tú eres la neesan, qué bueno verte de nuevo!” Taikogane le saludó con un movimiento de su palma. “¡Bonita casa que tienen! ¡Se ve el estilo fusión de este y oeste! ¡Es tan cool!”
“Oye, niño rico, podrías introducirnos o algo,” le regaño Fudou a su costado.
“¿Por qué? Si todas son HiMEs y entre ellas se conocen, ¿no?” preguntó confundido.
“Ehem,” Tenshi rodó los ojos y se dirigió a Cho. “Disculpa a mi primito. Eh, gracias por dejarnos venir tan súbitamente. Te presento a Fudou aquí, es un amigo de la familia. Y este es Monoyoshi, otro primo más.”
“Mucho gusto, mi nombre es Monoyoshi Sadamune,” el pelirrosa hizo una reverencia y sonrió amablemente. “Les agradezco por llevarse bien con Taikogane-san.”
“Tch, no hables así que suenas a mi mayordomo,” se quejó el peliazul.
“¡Pero pasen! ¡Hay muchos bocadillos que podemos convidarles!” dijo Sorita, entusiasmado. Así comenzaron a pasar. “¿Todos son de la secundaria de Hanasaki? ¡Es un gusto, soy Sora Harukawa, estudio en Rizembool!”
“Igualmente, mi nombre es Kosuzu Motoori,” dijo la pequeña HiME, amenamente.
“Tsubasa Hanekawa, un placer.”
“…” Saki dio un suspiro. “Saki Hanajima… por cierto, sólo podría aceptar un vaso con agua, ya hemos pasado por una ronda de bocadillos.”
“Y de por sí la única que debería andar aquí es la interesada, nosotros deberíamos esfumarnos,” se quejó Fudou, desviando su mirada.
“Vamos, si estamos en confianza, ¿no ves que todos nos llevamos bien?” preguntó Taikogane, con ambos brazos detrás de su nuca.
“Tch, tú no tienes sentido del espacio personal para estas cosas.”
“Es verdad que había alguna emergencia. ¿Por qué han venido?” preguntó Kashuu. Este dio un suspiro. “No es por ser descortés, pero mi aruji se encuentra en reposo ahora, así que les pido que la tengan en mente.”
“K-Kashuu, ya dije que está bien, no hay ningún problema,” Cho se avergonzó un poco.
“Oh, realmente no lo pensé, perdón,” Kosuzu llevó sus palmas a su boca. “Es que vi a todas sanas luego de la ayuda de Enmusubi…”
“Es en verdad casi milagroso, mi cuerpo se siente como si no hubiera pasado por nada,” observó Tsubasa. “Pero no podemos asumir que es así con todos.”
“Es cierto, yo también me siento bien, pero…” Saki miró a Tenshi de reojo. “Me pareció verte cojear un poco, debes estar todavía sensible.”
“N-no lo menciones, me duele una pierna más que otra, pero ya pasará,” esta se alertó y negó rotundamente. “Además…” bajó su mirada. “¿Cómo andaría yo quejándome frente a nuestra HiME senpai?”
“…” Cho le miró con inquietud.

De repente, oyeron pasos apurados y todos vieron a Urashima apresurarse con un par de bandejas en sus manos.

“¡Ya llegaron todos, bienvenidos!” exclamó este en pleno camino.
“¿Urashima-niisan?” Sora ladeó su cabeza. “Pensé que seguías entrenando en el dojo.”
“¡Hehe, lo estaba, pero les oí hablar sobre visitas así que cambié de quehacer! ¡Ohh!” este se sorprendió al punto en que se le escapó sus dos bandejas.
“¡T-ten cuidado!” felizmente, Kashuu se lanzó a atrapar una y Sora pudo agarrar la otra.
“¡Monoyoshi, qué sorpresa! ¡Ha sido una eternidad!”
“¿Urashima-san?” el pelirrosa parpadeó, perplejo. “¿Este es tu hogar?”
“¡Sí que lo es! ¡Qué bueno que nos encontramos de nuevo porque quería invitarte pero había perdido tu número!” corrió donde este. “¡Ven que tengo que enseñarte el dojo! ¡Recién lo acabamos de inaugurar!” pasó a mirar a los otros chicos. “¿Vienes con amigos? Díganme, ¿también practican kendo?”
“Esa es una inusual asunción, pero sí…” Fudou alzó una ceja. “Mono-chan, ¿quién es este?”
“Es Urashima Kotetsu, nos conocemos de las competencias de kendo en las que participaba hace algunos años,” observó Monoyoshi, amenamente. “Hehe, ¿quién diría que nos veríamos ahora?”
“Espera, ¡¿esta es casa de los Kotetsu?!” ante la revelación, el pelimorado se quedó en shock.
“¿Esas competencias en las que nuestros padres nunca me dejaron competir?” Taikogane hizo un puchero. “¿Y de qué te sorprendes, Fudou?”
“¿Acaso no has escuchado ese nombre antes? ¡Ellos son peleadores de alta gama!”
“Hehe, yo todavía ando entrenando, pero gracias por el cumplido a mi familia,” Urashima sonrió enseñando los dientes. “¡Pero no hay problema, el dojo está abierto a todos los amigos así que podríamos tener una competencia entre nosotros!”
“¡Oh, eso suena tan divertido, totalmente!” Taikogane se olvidó de su previo fastidio y lo aprobó con un puño.
“Vaya, y se supone que nosotras somos las HiMEs,” Tsubasa sonrió con torpeza. “Pero ellos parecen más experimentados en las peleas y por mucho.”
“Igual no es que el vicepresidente de nuestra clase no se guarde las ganas de pelear contra un Rebel,” observó Saki, con una pizca de gracia. No iría a dejar ese detalle de lado tan fácil. “Así que en el fondo no somos distintos.”
“Verdad que quiero saber más de esa historia,” los ojos de Kosuzu brillaron. “Sadamune-senpai suena a alguien de quien puedo aprender como una nueva HiME.”

Cho miraba al entusiasmado grupo conversar sobre ese tema y con Urashima esperando dar a todos un pequeño tour para llevarles al dojo que tanto adoraba. Sus temores de lidiar con visitantes sorpresas se habían disipado. Felizmente eran un grupo amigo y en gran parte conocido.

“Cho…” en eso, Tenshi le llamó su atención, quien aprovechó que los demás habían dejado de enfocarse en ella. “Cho, yo…”
“Tenshi, ¿estás bien? Ayer saliste tan herida que temía por ti,” comenzó la peliceleste.
“¿Ah? Ya oíste a Kosuzu decir que Enmusubi borró la gran mayoría de nuestras heridas, aparte de algunos dolores musculares creo que ando bien,” negó frustrada. “No te preocupes por mí que no estoy aquí para eso… tsk, aparte que tú también me protegiste de un ataque certero…”
“…” Cho tensó los labios. Era difícil de hablar, y veía que la peliazul sufría más que sí misma para sincerarse, pero sabía muy bien qué era lo que sentía. “Tenshi, no me gustó que Fran te haya culpado por lo que me pasó. No fue justo, no hubo manera de saber qué podía ocurrir.”
“Eh…” ya veía que la pudo predecir. “Yo… pues, no es del todo cierto… ¡o-o sea, mi estúpido Rebel me había dicho que si agarraba esa caja podría terminar como la rehén! ¡P-pero aun así me lo dijo en un tono tan asquerosamente burlón que no pude haberle tomado en serio! ¡Pero…! Pero… creo que pudo haber habido indicios que ignoré que hubieran prevenido todo esto… Y también no debí presionarte a hacer algo que no querías en primer lugar…”
“Tenshi…” Cho negó, apenada. “Estuve pensando en eso todo el día, ¿sabes? Todo fue tan rápido y un error muy inocente, pero tan riesgoso… no te culpo por eso, por supuesto que no, nunca hubo precedentes para algo así…”
“Pero… pero yo… las he puesto en tanto peligro por mis metas que causaron tantos problemas… y tú lo pagaste más…”
“Aun así, yo quiero apoyar ese deseo de ayudar a otros, Tenshi, y tener un poco de tu valentía para hacerlo,” Cho sonrió un poco. “Te agradezco por confiarme eso que me dijiste cuando corríamos dentro del barco…”
“¡SSHHH!” Tenshi pasó a taparle la boca con una mano y susurró en aprietos. “No tan alto que nadie más aquí lo sabe.”
“O-okay, perdón…” Cho se apartó y asintió. “Pero Tenshi, lo que quiero decir es que… somos un equipo y espero que podamos continuar ayudando a quienes nos necesitan, pero creo que como estamos ahora todavía es muy peligroso e irresponsable que volvamos a hacer algo como lo de ayer. Hay que…” volvió a asentir, más segura de sus palabras. “Hay que continuar entrenando y aprendiendo más de todo dentro de la guerra, para estar listas para hacerlo responsablemente. Sé que podremos hacer al menos algo, sólo hay que ser pacientes, ¿sí?”
“…” la peliazul se quedó sin palabras un instante. De todo lo que imaginó que podría surgir de su conversación, aquello había sido imprevisto. “¿Sabes? Te me hiciste una miedosa cuando recién nos encontramos.”
“Ehh…”
“Y no es que te conozca bien, pero me gusta lo que dices, me gusta esa decisión… y gracias por confiar en mí, y perdonarme al menos un poco.”
“No tengo que perdonarte…”
“No, sí, un poco al menos, intentaré no ponerte tanta presión de nuevo, intentaré también crecer como dices, sí, tal vez eso es lo que necesito ahora,” Tenshi asintió y la agarró de los brazos. “Y hay que hacerlo juntas.”
“Sí…” Cho sintió un alivio. Felizmente esa chica ya no se sentiría tan culpable por aquel extraño incidente. “Con todas las HiMEs.”
“¡Ahora a llamar a Suzuka y a Enmusubi para entrenar!” Tenshi pudo sentir miradas sobre ella y se volteó para ver que sus dos primos le espiaban. Monoyoshi asintió contento y Taikogane le levantó un pulgar, lo cual la ofuscó. “¡Ay, metiches son los dos, déjenme en paz!”

Así se pudo resolver un instante incómodo en medio de todo el complicado rompecabeza, y faltaba más por sortear, pero era un buen paso adelante.

« Last Edit: April 11, 2024, 12:34:52 PM by Cho »


Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 734 palabras
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Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Kana

Luego edito


“No voy a pagarle más de la cuenta”

Las palabras de Draken fueron definitivas y él comenzaba a sentirme muy arrepentido del “programa de entrenamiento” que le creo a la HiME. ¿Por qué? Por muchas razones: Porque la joven era tan terca y no lograba nada pese a que se esforzara en tan siquiera tocar a Inui, porque Mikey se quejaba porque Kana no lograba nada y Draken no estaba cumpliendo con el encargo, peor, Mikey estaba silenciosamente enojado con Draken cuando se enteró que dicho programa de entrenamiento involucraba a Inui. A Mikey no le caía bien Inui. A Kana no le caía bien Inui y Draken empezaba a sentir unas furiosas y escondidamene insanas ganas de cometer un crimen de odio contra Baji. ¿Por qué contra Baji? Por metiche, porque no tenía nada mejor que hacer que decirle fracasado a él, provocar a Kana y tratar de convencer a Inui de ir a “robar algo” con aquella frase “A que no te atreves a…” y como cuál de todos era más idiota (sí, incluida Kana) todos eran una bomba nuclear de tiempo que no tardaría en estallar.

Afortunadamente, se quitó a Baji de encima cuando le pidió a Chifuyu que se llevara a ese energúmeno y lo entretuviera en otro lado, como sea, porque a Draken no le interesaba si eso ameritaba que el rubio lanzara de un acantilado a Baji.

“Maldición”

Mikey no sólo le encargó capacitar a a Kana como HiME. También le pidió que ayudara a Baji a alejarse de… las malas juntas que lo llevaban a consumos de sustancias indebidas.
Le estaba pidiendo mucho.

¿Inui? Inui era su propia responsabilidad, porque sólo nació de Draken “rehabilitar” al ex convicto. Y estaba seguro que Mikey sería el más feliz del mundo si renunciara a Inui… Pero a Draken le daba lástima Inui y no sabía por qué.
Quizá porque en serio era como un perro sin amigos. Porque sólo lo vio con Kokonoi y estaba seguro, aunque Inui negara, que el mundo del rubio seguía siendo Kokonoi. Pero ni puta idea del porque ya ni se hablaban.

“Puros pendejos de mentalidad de doce. Todos”

En fin. Ahora tenía a un mosquito igual de testaruda que todos los demás.

—Hoy ganaré. — amenazó Kana a un ausente Inui quien intentaba sacar un tornillo rodado de una llanta. —No me importa cómo, pero ganaré.
—Hoy tenemos mucho trabajo aquí en el taller, Kana… Tal vez otro día. — masculló Draken, frunciendo el ceño.
—…— La HiME, ofendida por la ley del hielo que Inui aplicaba con todos, procedió a lanzarle un M&M a la cabeza.
—…— Draken soltó un suspiro. —Tengo que ir a buscar unos repuestos al centro. No te muevas de aquí. — amenazó a Inui. El rubio alto dejó la herramienta sobre una mesa auxiliar, se quitó el overol y sacudió sus manos. —No quiero enterarme de que dejaste este lugar solo. Vendrá un cliente.
—No sé qué decirle al cliente…— quizá se veía demasiado serio, pero internamente le incomodaba tener que hablar con esa gente.
—Ya te repetí varias veces el diagnóstico a darle. Sólo eso. No digas más. — Estaba tarde, así que se apresuró y salió del taller. Al poco tiempo se escuchó su motocicleta ronronear y en poco el ruido desapareció indicando que Draken se fue.

Perfecto.

—Hey, Inui… Te pago x yenes si vamos ahora a pelear.
—…— Había gente que no entendía cuando le decían que no.
—¿Me ibas a lanzar la llave a la cabeza? — Kana abrió los ojos enormemente al ver el sutil gesto que hizo impulsivamente el rubio. Era increíble que aún mantuviera esos instintos más primitivos.
—No…— Hasta él mismo se había sorprendido de esa observación. Parece que inconscientemente la tipa lo había mantenido cabreado desde hace rato, pero se controlaba por Draken.
—Sí lo ibas a hacer, idiota, pero al último segundo te arrepentiste. No tienes respeto por la gente, ¿acaso tus padres no te enseñaron a socializar en tu primera infancia?
—…—
—Okay, no me importa. — Kana se estaba hastiando de la actitud del rubio. De todos modos, siempre le cayó muy mal. Y ese “caer mal” era en serio. No era como “me cae mal” hacia Baji, quien siempre le sacaba de quicio, pero algo en el interior de Kana la hacía quedarse allí. Con Inui era un “me cae mal porque es raro” —Supongo que te haces el difícil porque te quieres dar importancia… Pero, hoy no esperaré que Draken te ofrezca dinero. — una sonrisa sutil y autosuficiente le impulsó a ir sacando varios billetes y hacer una especie de abanico. —¿De verdad quieres rechazar esto?
—…— el rubio la observó en silencio, con los ojos entrecerrados, sin producir ni un solo gesto, ni un solo sonido.
“Parece un psicópata.”  A Kana le intimidaba Inui aunque no quisiera admitirlo, era frío como Cain pero Cain no era peligroso… O sea, ¿qué le podía hacer Cain a ella? ¿Darle una bofetada con su guante Dior? Pero Inui era de esos fríos que capaz te peguen un martillazo en la cabeza de la nada. Pero, la HiME tenía que demostrar firmeza.

—¿De dónde lo sacaste?
—Vendí unos mangas antiguos y... ¿Por qué me miras así? No es dinero robado. No soy como ustedes— se ofendió. —Son de mis ahorros para una vivienda.
—¿Y prefieres gastarlo así?
—Es cosa mía.
—Vas a perder de todos modos…— hizo el gesto de quitarle los billetes, pero Kana se alejó.
—Ah, por supuesto que no. Te los pagaré al final. No me fío de ti.

Bueno, ¿qué podían hacer un par de inadaptados en un taller mecánico? Kana lo lamentaba por Draken y por toda la dedicación que le daba a su taller, pero no tenía idea de cómo cerrar el portón mecánico. Inui lo cerró y se dio por terminada la jornada laboral de ese día.

Comenzaron a caminar en silencio hasta aquel almacén abandonado donde estaba el “ring” pues no se les ocurría donde más ir. No tenían nada bueno que comunicarse entre ambos así que el camino fue en completo silencio.

—¿Kana? —
—¿…?— la joven se giró al ver quien la llamaba y se encontró con una pequeña chica rubia quien la miraba con curiosidad a ella y su acompañante. —Hola, Historia. — saludó meneando su mano con una sonrisa sutil. —¿Qué haces por aquí?
—Estaba conociendo las calles de Tokyo.
—Hm, es un poco peligroso por aquí.
—Bueno, estaba con… con mi roomie que se supone que conoce más estos lugares, pero se perdió. ¿Qué haces tú?
—Yo…— notó que Historia seguía mirando con curiosidad a Inui y el rubio sólo la miraba de forma vacía. —Esto… Iba con él a… Hm…— ¿cómo explicárselo?
—¿Van… a fumar algo? — La chica se mostró colapsada.
—¡No! Wacala. Claro que no…— Quizá Inui daba esa pinta, pero Kana se indignó de que Historia pensara a si de ella. —Él me… ¿orienta? o algo así. Eso me ayuda en mi desarrollo…— para nada parecía convencida de sus palabras.
—Oh, ¿puedo ir con ustedes?
—Hm, Historia… verás. — pasó una mano por su nuca, incómoda. Historia parecía una chica muy frágil y fina como para ser entrenada por Inui. La destrozaría. No era fácil decirle “Inui no es muy caballero… A mí me dio un puñetazo y me rompió la nariz en el primer entrenamiento. No creo que sea lo tuyo.” ¿cómo ser más sutil? —Inui es… es muy rudo. Estas marcas en mis muñecas y mi cuello me las dejó él.
—…— Historia estaba aún más confundida y un leve sonrojo cubrió sus mejillas.
—¿…?— Kana mantenía la sonrisa en su rostro pero no tenía ni idea de lo que estuviera pensando Historia.
—Jódete…—
—¡Hey! Espera— Kana salió detrás de Inui cuando este lanzó aquel improperio contra ella y se marchó.
—No soy gratis. Si quiere meterse, va a tener que pagar doble.
—¡A-Ah! — La rubia se cubrió la cara, espantada y roja como un tomate. —Y-Yo no sabía que ese era el servicio que daba el joven.
—¿Servicio? ¿Qué servi…?— la peliplateada cayó en cuenta del avergonzante mal entendido. —¡Para nada! ¡No es lo que piensas! Inui no es un prostituto…— Kana se cubrió la boca al decir eso, abochornada. Miró a Inui. —Aclárale la situación.
—….—
—…— Kana se manifestó atónita. —¿Tú…?— el silencio de Inui la hacía dudar ¿Quizá si era prostituto? Eso la dejó en shock
—Si pagan…—
—BASTA
—Las puedo golpear a ambas…
—¿sadomasoquismo? — Historia estaba que colapsaba.
—Jamás. — Kana se puso entre ambos, más que avergonzada. —Historia. Le pago a Inui, es verdad, y técnicamente sí le pago para que me golpee, pero no es lo que estás pensando. Nosotros peleamos a golpes, se supone que eso me ayuda en mi desarrollo como HiME o quizá no. Como sea, sólo quiero ganarle y le pago para enfrentarlo.
—Uff, pensé que era una clase de trabajador de la noche…— suspiró aliviada. —En ese caso, si es para entrenarte como HiME, me gustaría tomar el servicio.
—…— Inui la observó con suspicacia, pero cuando Historia sacó un fajo de dinero su perspectiva cambio. Al parecer, esa rubia no era una pordiosera como la Nakiri. Le quitó el dinero bruscamente. —Sígueme.
—O-Okay. — Historia se intimidó por lo bruto que era.
—Historia, te insisto, Inui es muy rudo. Te puedo decir que me rompió la nariz de un golpe en nuestra primera pelea.
—No importa, Kana. Si quiero ser una buena HiME tengo que volverme fuerte. —las dos HiMEs siguieron al rubio, conversaban entre ellas mientras que el otro mantenía esa expresión vacía.

Sería una larga tarde.
« Last Edit: April 27, 2024, 06:36:10 PM by Kana »


Cho

Esperaba escribir más, pero tendrá que ser cuando me desocupe. Faltan íconos así que volveré luego.

113.1.



“…”

Miró a la pantalla de su tablet con un hastío mezclado de una mínima expectativa. Era una animación que ya había visto una infinidad de veces y para la cual existía el botón de skip en la esquina superior de la pantalla, pero su cansado ser se resignó al agotamiento usual de buscar señales visuales de que, para variar, se sacaría algo que valiera la pena…

Pero no, no hubo signos de valor, definitivamente no le esperó un flip, y recibió un ítem R como en todos los días anteriores.

Ello apenas causó que alzara una ceja y su frustración se apoderó de la insignificante importancia que le había dado a todo el asunto. Su piel pálida como el de un muerto pareció demacrarse. Era increíble lo incómodo que todo ello le resultaba, por más diminuto que se suponía que fuera.

“Ahh…” el peliazul de cabellos largos y ensortijados soltó un pesado suspiro y se frotó los ojos con una mano. Sus párpados guardaron el reflejo de la luz potente de la Tablet en comparación con la oscuridad de la mayoría de su habitación, a excepción de dos pantallas de una computadora gamer en stand-by y una infinidad de botones y luces que indicaban funcionamiento de otros dispositivos. Era en momentos así que se preguntaba si andaba haciendo algo productivo con su tiempo libre, pero a la vez no podía pensar en más que le daría un diminuto sentido de gratificación. “Tch…” arrugó su rostro con repulsión. “…todos dicen que es un juego más f2p pero la falsa esperanza de estos daily pulls gratis causan demasiado daño psíquico. Cualquiera diría que incentivan más al gasto…”

Optó por ni hacer las misiones del día, por más poco tiempo que le tomarían, e ingresó a discord. Nuevamente nada, ningún anuncio. Revisó las múltiples conversaciones del juego en el cual gastaba más tiempo y vio a gente argumentar por enésima vez sobre el meta del juego y el elitismo de los únicos personajes que valían el tiempo de conseguir.

“Eh… tan basic como siempre…” hizo una mínima mueca de desagrado y se encogió de hombros mientras subía a leer. Lo único que le llegaba a los ojos era la toxicidad de pubertos que creían tener la razón, algo que a esas alturas ya no le afectaba. “Pues bien que quieran ‘jugar correctamente’, ¿pero qué tienen estos con insultar a los casuals? ¿O es que acaso creen que todos los waifu lovers no saben cómo maxear a sus dps?” apoyó su tablet sobre el piso donde estaba sentados y negó frustrado. Quizás sí le afectaba en ocasiones. “Y pensar que llegué a este juego por el collab. ¿Tiene algo de malo que haga a estos shafted collab units barrer con todo el contenido pve? Yo pienso que si no juegas con tus faves no vale la pena seguir.”

Terminó por cerrar su Tablet y con esa nueva cantidad de oscuridad agarró su cabeza con una mano. Sentía un latente dolor de cabeza amenazando con comenzar y su mente se encontraba tan saturada que el mero hecho de andar consciente le causaba un daño permanente.

“¿…y qué demonios se supone que haga ahora? Creo que mis ojos necesitaban que apagara esa pantalla… pero me aburro… no se puede hacer nada producente en plena oscuridad…” lamentó en pleno cansancio interno. Aun así, se quedó sentado y cabizbajo por todo un minuto hasta que una de sus pantallas de su computadora cambió el display de protector de pantalla al de una llamada silenciosa entrante. Ese cansado chico notó el cambio de inmediato y apenas estiró su brazo al teclado para contestar. De inmediato empezó una videollamada.

“¡Idia!” dijo otra persona, un pequeño con sus mismas características de una piel alabastro y unos cabellos cortos azules apenas visibles por una capucha, pero a diferencia del mayor, sí parecía poseer grandes ánimos y vitalidad pese a esa rara mascarilla que cubría parte de su rostro. Este pasó a preocuparse un poco. “Me alegro de verte, pero, ¿sigues despierto? Se suponía que debías de quedarte a dormir.”
“No puedo, Ortho, pediste demasiado de mí, si me echo daré vueltas en mi cama…” este sacudió su cabeza casi aturdido.
“Hmm…” el pequeño se puso a pensar. “Pero eso no tiene sentido. No has dormido en ningún momento estos dos días. Deberías de poder descansar.”
“No haber dormido y tener sueño son dos cosas distintas, además me rehúso sin tener tiempo de calidad para mí,” este se impacientó con frustración y desdicha. “Tú has visto que apenas he podido hacer login en todos mis juegos. Ahora no creo que lograré el ranking en el evento que tanto había estado esperando.”
“Pero hay cosas más importantes, nii-san. No descuides tu salud,” le llamó la atención, perdiendo un poco la paciencia. “Y eso que yo salí a hacerte un favor y comprarte el tomo de Shonen Jump para que llegara más rápido. En serio necesitas tratar de descansar.”
“¿Entonces qué haces llamándome ahora?”
“Es una llamada que no hizo ruido ni envió notificaciones y tu protector de pantalla tiene una intensidad de luz muy semejante al de la llamada entrante. Quería ver si de verdad te habías dormido,” declaró frustrado. “Pero también quería reportarte un extraño error que he percibido al hacer la compra de la revista.”
“¿Qué pasó? ¿Pudiste comprar la revista?”
“Pues sí, pero usé todo el sencillo que tenía porque mi eCard no tenía conexión. Y no se trata de un problema del proveedor o internet. Es como si no tuviera ninguna credencial ni información de tarjetas en mi base de datos para empezar.”
“¿Qué dices?” ello causó que Idia se despertara más e incluso se puso de pie. “¿Puedes enviarme el reporte de error? No suena a algo que ha ocurrido en el pasado.”
“Sí, de inmediato,” el pequeño asintió, aunque de inmediato se vio confundido. “Eh, espera, nii-san, tengo un mensaje de error, no puedo enviarte nada.”
“¿Qué?” se alertó más. “Ortho, me has llamado con ese smartphone que te di, ¿verdad? Ello quiere decir que el bug es uno interno de ti.”
“Eh, supongo que sí, lo cual es un problema,” Ortho se preocupó. “Porque por lo ocupado que estabas no pudiste hacerle una actualización y tuve que sincronizarlo con mis propios circuitos, así que no es independiente.”
“Tsk, ¡no puede ser!”
“¡P-pero está bien, porque ya estoy en camino de regreso! ¡Y-y todavía podemos hablar! ¡No te preocupes por mí que conozco la ciudad!”
“Espera Ortho, puedo llamar a que alguien te vaya a recoger, quédate donde estás.”
“No es necesario, yo me encargo, te prometo que regresaré lo antes posible,” en eso, la llamada empezó a entrecortarse.
“¡Ahh, Ortho, ¿me oyes?!” Idia casi se abalanzó sobre su teclado.
“…stoy bi-en…n… vemo-s…”

Fue así que esa llamada terminó junto con un aviso que hubo problemas de conexión.

“¡¿Qué demonios está pasando?!” el mayor agarró su cabeza con ambas manos. “¡N-no puede ser que haya habido un bug tan terrible sin que me diera cuenta! ¡El maldito trabajo me hizo descuidarme! ¡Tenían que ser unos desconsiderados, todos ellos!” negó rápidamente. “No…no, contrólate, lo importante es dar con Ortho ahora. ¡Tengo que ayudarle, sea como sea!”




Era la tarde después de clases y Cho y Tenshi habían quedado reunirse frente al edificio administrativo de la universidad de Hanasaki antes de acudir a su siguiente obligación del día. Las dos pidieron hablar con la directora y fueron a la sala de espera. Sin embargo, la persona que finalmente salió de su oficina resultó ser Fran.

“…” Tenshi frunció el ceño y apretó los labios.
“…” por su parte, Fran alzó una ceja mínimamente. “¿Y bien? ¿Qué les trae por aquí?”
“Buenas tardes, Viera-sensei,” Cho asintió con respeto. “Gracias por atendernos, supongo que la directora se encuentra ocupada.”
“Es correcto. Miranda tenía una junta con los profesores del área de comunicación esta misma tarde con respecto a su presupuesto y otros asuntos de organización. A diferencia de mí, sus deberes sobrepasan los del conflicto con Rizembool…” explicó cruzándose de brazos, con un dejo de impaciencia, como si no fuera necesario decirlo. “Si requieren verla personalmente, pueden pedir una cita en secretaria para otro momento.”
“Pues bien…” la peliazul pretendió marcharse, pero Cho le agarró de un brazo.
“O-oye, espera, Tenshi,” le dijo alarmada.
“Tú dijiste que hablaríamos con la directora, ese fue el acuerdo,” le reclamó la menor.
“Lo sé, pero no será posible, y pienso que es importante que atendamos esto, por favor,” Cho la soltó y dio un suspiro. “Y sinceramente, Viera-sensei es la persona más a cargo de cosas así.”
“Tsk…” tenía sentido, no podía negarlo, pero su amargo no se había ido.
“¿Por qué han venido?” volvió a preguntar Fran, inmutada.
“Es que…” Tenshi tuvo que tragar su fastidio y orgullo. Le miró casi desafiante. “Primero, que te conste que no dejaré de buscar de salvar a otras personas de Rizembool. Realmente creo que debemos de hacer eso… pero, bueno, intentaré ser más responsable la próxima vez…”
“…” Fran le miró desde arriba. “Ello estaba sobreentendido. Lo único que queda es observar tus acciones. Espero que no nos defraudes.”
“Ihhh…” se retorció. Su sutil intento de al menos reconocer parte de su falta para hacer las paces había sido bofeteado al piso tan fríamente. Se hubiera ido si no fuera por la otra HiME. “Tsk, pues ya. Hay… algo que no dije ayer, y Cho dijo que tenía que reportarlo. Es…” bajó su mirada. “Sobre lo que le pasó…”
“…”
“Tsk… mi Rebel me llamó la atención. Ya saben que fue él quien la salvó, pero aparte de sus reclamos, me recalcó algo que había desestimado, que él me había advertido sobre el peligro de ese objeto que Cho agarró, que, si lo hacía, terminaría igual que la chica a la que salvamos, como si esa fuera la razón de que esté en coma.”
“…” Fran llevó una mano a su mentón. “¿Algo más?”
“Pues, no, me había dicho algo así, pero fue en medio de sus sandeces de Rebel insufrible y no creo que haya dado más detalles, nada que pueda recordar…” Tenshi se sobó los cabellos con desesperación. “Ahora seguro te molestarás conmigo por no haber tenido cuidado después de eso, o qué se yo…”
“No soy irracional, Hinanawi-san. Tu Rebel pudo haberse referido a algo más con sus palabras o ello pudo haber sido una mentira. Incluso luego de lo ocurrido a Tanaka-san, no puedes asumir que ello sea verdad. Es cierto que fue un descuido de parte de las dos y que he puesto más peso en ti por motivos ya discutidos, pero información proveniente del enemigo es como mucho un dato que apenas tomar en cuenta.”
“Ya veo…” Tenshi le miró con reserva, no del todo convencida.
“Está en tus manos ver cómo procesar lo que has vivido, no está en mi lugar hacerlo por ti, siempre y cuando pruebes tú y todas las demás que serán HiMEs responsables,” Fran miró también a Cho. “Es bueno que hayan venido a darnos esta información, nunca está de más, atender todo lo ocurrido es una manera saludable de no estigmatizarlo. Si no tienen más que decir, pueden irse.”
“Eh, pues, ojalá sirva de algo para asistir a esa pobre chica,” comenzó Cho, quien desvió su mirada con inquietud. “Si es que no ha sido una mentira.”
“Es algo que podemos considerar y que ya está fuera de sus manos.”
“¿No podemos saber cuál es su estado al menos?” preguntó Tenshi, inconforme.
“…” Fran se dio una pausa como si reservara un suspiro. “Miranda dijo que les dejaríamos saber si hay alguna actualización en su estado, sea positiva o negativa, pero no les dejaremos acercarse a esa persona o a cualquier pariente o allegado. Ello sólo será posible si esa misma joven, una vez despierta, dé su consentimiento o quiera conocerlas a ustedes. Pienso que la directora es muy generosa en dejarles saber más de este caso, pero así será. De momento, esa chica sigue igual, no hay nada que reportar.”
“Entendemos,” Cho volvió a asentir. “Muchas gracias.”

Sin más que conversar, las dos HiMEs se marcharon y caminaron hacia la mansión HiME.

“Tch, qué rabia me da esa mujer, ¿así se supone que aliente a las HiMEs?” se quejó Tenshi en pleno camino. “¿Y en serio yo tenía que decirlo? Tú pudiste haberlo hecho por mí.”
“Realmente creo que fue importante que tú lo hicieras, perdón por ponerte en esa posición,” Cho se disculpó, incómoda. “Pero así es que en verdad lo podemos dejar ir sin más remordimientos.”
“No sé sobre remordimientos…” ella negó repetidamente. Sonaba a alguna linda y sonsa palabrería que Monoyoshi sería capaz de decir, aunque continuaba sintiéndose en falta por lo sucedido y haber ido a reportarlo era una manera de compensar a la otra y ser responsable por todo. “Pero ya, ya nos libramos, como dijiste. Ahora finalmente podremos entrenar esta tarde.”
“Ya las otras deben estar en la mansión HiME,” observó Cho. “No sé si vamos a hacer mucho entrenamiento ya que la convocatoria es en la sala social del primer piso, pero Enmusubi se veía entusiasmada así que esta vez debe ser más que una reunión.”
“Sí, supongo, ojalá no perdamos mucho el tiempo yendo de una a otra hablando sobre nuestras vidas y sabores de helado favorito, creo que ya nos conocimos más que bien en el puerto.”
“Hehe, creo que sí,” Cho no evitó reír con torpeza. Le resultaba algo incómodo bromear sobre ello, aunque no podía negar su propio desdén a ese tipo de actividades repetitivas, aparte que había hecho un buen punto sobre el trabajo que todas hicieron juntas.
“E igual si la junta se acaba con formalidades podríamos ir a rentar un gimnasio libre y entrenar por nuestra cuenta. Sé que Suzuka definitivamente se animaría. ¿No te parece?”
“Eh, podría ser… aunque no creo que hoy vaya a usar mis poderes HiMEs, prefiero continuar con mi reposo de momento,” confesó en aprietos.
“Pues, bueno, claro…” Tenshi alzó una ceja. Por un instante se había olvidado que ella continuaba convaleciente. “Al menos puedes acompañarnos o practicar con espadas o no sé…”
“Sí, podría ser algo así, sería un gusto,” Cho asintió. Todavía le costaba creer que andaba hablando con una de las muchas nuevas HiMEs de manera tan informal. Era una experiencia nueva y algo intimidante, pero a la vez le gustaba sentir más una unión entre HiMEs. Ahora sólo deseaba realmente ser una buena HiME senpai para ellas.



Acababa de terminar otra clase en Rizembool U y Yukko salía acompañada de Mai y Hotarumaru, luego de una prueba sorpresa de matemáticas para la cual no tuvieron anticipación.

“Uhh…” Yukko caminaba cabizbaja y con los ánimos por los suelos.
“¿Qué sucede, Yukko?” preguntó Hotarumaru, atentamente.
“Es evidente,” Mai se mantuvo inmutada. “La dificultad de la prueba pasada he acaba de quitar años de vida.”
“Eh, Mai…” la susodicha sintió más peso sobre sus hombros. Bien podía ser cierto, pero la otra era como siempre muy dura.
“Oh, era eso,” el pequeño asintió y sonrió amenamente. “Lo siento, Yukko, pero el profesor ya nos dijo que lo considerará como parte de la nota por participación, así que no te preocupes.”
“Sí, ese es un consuelo, pero…”
“Igual estaba fácil, por eso vale tan poco,” concluyó Mai. “Entiendo tu angustia, Yukko.”
“Uhh…” una vez más… “Sí pues, si esto que se supone que es fácil, por más sorpresa que haya sido, me resultó imposible de terminar la mitad de ejercicios… creo que es una lenta sentencia de muerte. El semestre pasado lo pasé con notas apenas decentes, y ahora creo que me quedo atrás.”
“Hmm…” Hotarumaru se puso a pensar. “Te puedo seguir ayudando a estudiar como siempre, pero no me considero el mejor maestro, así que podemos ir juntos a tutoría. ¿Qué te parece?”
“¿Tutoría?” Yukko se confundió.
“Sí, Hajime va con frecuencia ya que no siempre se siente bien para asistir a clases,” Hotarumaru asintió. “Sé que hay un edificio aquí en Rizembool dedicado a apoyar a los estudiantes con sus cursos. Si bien no todas las clases tienen mucha disponibilidad de tutores, los cursos como matemáticas suelen ofrecer varios salones y a todas horas,” sonrió. “Yo también podría ir para repasar algunos temas. ¿Qué dices, Yukko?”
“¡Ahh, suena genial, con mucho gusto!” ella sonrió conmovida. Su pequeño amiguito siempre terminaba dándole tanta comprensión y ayuda, lo cual apreciaba un montón. Por algo era un niño tan adorable. “Debo decir que me sorprende que haya esa tutoría disponible. Parece que hay muchos genios aquí en Rizembool.”
“Es por ser una universidad tan demandante que hay bastante ayuda, hasta los genios necesitan apoyarse de alguien en ocasiones,” Mai se encogió de hombros. “Pero es cierto que es difícil de creer. Asumo que en el ámbito de los científicos o los Rebels sí hay competencia más severa, será algo que podríamos preguntarle a Tsurumaru cuando lo veamos.”
“Eh, pero Mai, él no es ninguno de los dos…” observó Yukko.
“Presumo que algo sabrá, aparte que él pasa tiempo con el doctor…” le restó importancia. “Tengo un poco de hambre, ¿a dónde vamos a comer?”
“Podemos ir al food court al frente, aunque hay mucha gente…” Hotarumaru escaneó el área, cuando entonces, le llamó la atención ver parte de una cabellera azul sobresalir entre unos arbustos, una que se le hacía familiar. “Mo…”
“¿Hm?” Mai alzó una ceja y terminó por notar aquella anomalía. “Hay alguien ahí. ¿Lo conoces, Hotarumaru?”
“Pues, si es quien creo que es, sí…” Hotarumaru ladeó su cabeza. “Pero no creo haberlo visto antes fuera durante el día, menos en un lugar tan concurrido.”
“Viendo cómo está oculto casi por completo, puede que sea esa persona.”
“Hm, tienes razón, Mai-neechan, ahora eso abre más preguntas…”
“¿Eh? ¿De qué hablan? ¿Qué ocurre?” la pobre Yukko no había captado lo que les había llamado la atención y miraba perdidamente de un lado a otro. 
“Voy a ver si está bien.”

Hotarumaru avanzó con unos saltitos y terminó agachándose frente a los frondosos arbustos. Por un mínimo movimiento de los cabellos azules, entendieron que esa persona fue sobresaltada por el curioso pelicenizo. De repente, una mano salió de los arbustos para agarrar a Hotarumaru de la camisa y jalarle por completo dentro de las plantas, lo cual sorprendió al par de chicas.

“¡H-Hotarumaru!” Yukko se asustó, quien se acercó con Mai.
“Tal parece que Hotarumaru tuvo razón al reconocerlo,” concluyó la otra.
“…” Hotarumaru también tenía los ojos más abiertos de lo usual por el asombro, pero se mantuvo tranquilo como siempre. Vio entre las hojas al agobiado, pálido y asustado peliazul.
“¡Hotaru! ¡Auxilio!” exclamó este.
“Sabía que eras tú, Idia. ¿Qué sucede?”
“¡T-tienes que ayudarme a encontrar a Ortho! ¡I-Ikari-sensei no contesta su celular y el laboratorio está cerrado y-!”
“Ehh, más despacio, por favor, no entiendo bien lo que dices,” dio un suspiro. Sin duda que algo le haya ocurrido a su hermanito ameritaría su repentina aparición. “Pero primero, salgamos de aquí, es estrecho y tú que eres más grande que yo debes estar muy incómodo.”
“P-pero hay mucha gente y justo pasaba un grupo guiado de visitantes y un par se prendieron de mi cabello e intentaron buscarme conversación,” miró por encima de su hombro como si hubiera algún tercero entre los arbustos que lo asechaba.
“Acabo de llegar y no he visto a tours, ya se fueron,” afirmó. “Vamos, si buscas a Ortho no lo encontrarás aquí, hay que levantarnos.”
“…hai…” aceptó con pesadez. En eso, volvió a sobresaltarse al ver a una chica asomarse entre los arbustos.
“¿Hotarumaru, estás bien?” preguntó Yukko.
“Sí, justo estábamos por salir.”

Fue así que el pequeño salió y le siguió un chico bastante alto con la apariencia de anémico por el color casi muerto de su piel y unas marcadas ojeras. El par de chicas se extrañaron de ver a alguien tan grande y con tanto cabello surgir de entre esos pequeños arbustos. Este chico desvió su mirada y juntó sus manos entre sí con un indiscutible deseo interno de desaparecer.

“Yukko, Mai-neechan, les presento a Idia, es otra persona que frecuenta el laboratorio de Ikari-sensei en ocasiones,” dijo el pequeño. “Idia, ellas son mis compañeras de clases. Son buenas personas, puedes confiar en ellas.”
“Eh… un gusto…” dijo esquivamente. “¿Podemos terminar con esto, Hotaru? Es urgente…”
“Hm,” Mai llevó una mano a su mentón. “Entiendo por qué te esconderías. Quieres que te trague la tierra, pero tu cabello tiene un color muy saturado. Ya veo que el color te domina.”
“¿Qué dices?” este frunció su rostro con disgusto.
“Ehh, ¡p-pero pienso que es genial, ehh…!” Yukko sonrió nerviosa. “¡N-no te lo tomes a mal, tal vez no te guste mucho a ti y puedo entenderlo, pero es casi como si tu cabello brillara!”
“Hm, a decir verdad, a veces lo he visto brillar…” Hotarumaru se puso a pensar.
“O-oye, ¿está bien que menciones eso tan abiertamente?” Idia se agarró los cabellos. “Tsk, yo que ando torturado y ustedes meten el dedo en la llaga.”
“Si es cierto eso que brilla tengo más intriga que antes,” Mai alzó una ceja.
“Tch, no es tu asunto, ¿a quién le importa un cabello freak de todos modos? ¡Hay cosas más importantes aquí! ¡Mi hermanito está perdido! ¡Podría intentar rastrearlo, pero sólo puedo hacerlo desde el laboratorio de Ikari-sensei y no hay nadie ahí!”
“Oh, claro, de inmediato,” Yukko se alarmó. “Lo siento, hay que atender esto.”
“Sí, pero…” Hotarumaru dio un suspiro. “Yo no te puedo ayudar directamente, Idia. Tampoco tengo la llave al sitio, dependo de que haya alguien ahí.”
“¡No puede ser!” el mayor se quedó en shock.
“Pero está bien, Tsurumaru debe andar desocupado así que puedo preguntarle si puede venir a abrirnos la puerta,” el pelicenizo sacó su celular.
“¡S-sí, por favor!” le vio escribirle y esperar por una respuesta más tiempo del que consideraría cómodo. “¡¿Y-y bien?!”
“Todavía no lo ve, pero vamos caminando hacia el laboratorio,” el pequeño asintió. “Descuida, él no tarda mucho en contestar,” entonces, él se acordó de sus amigas. “Pues, siento decirlo, pero no podré acompañarles a comer. Vayan ustedes sin mí.”
“No es necesario, la comida puede esperar,” observó Mai, inmutada.
“Sí, les acompañamos, eh, si es que estamos permitidas de ir,” dijo Yukko.
“Es un laboratorio normal, no hay problema,” contestó el pequeño.
“…” por su parte, Idia les miró con desconfianza. “Creo que sólo se apuntan por curiosidad insana. ¿No pueden dejar de ensañarse con una pobre alma?”
“En verdad son buenas personas, Idia, no te preocupes,” le aseguró el menor. “Entiendo cómo te sientes, pero está bien.”

Yukko sonrió en aprietos. Sí le preocupaba, pero no podía negar que quería ver en persona ese laboratorio del cual tanto había oído hablar, y estaba segura que Mai tenía el mismo punto de vista. En parte, también esperaba ver a Tsurumaru luego de varios días. Ya le resultaba raro no haberse encontrado con él.








Luego de un par de rondas de bocadillos, las HiMEs se encontraban nuevamente en la sala de estar del primer piso de la mansión HiME en la universidad de Hanasaki. Todas estaban sentadas en sillones o sillas y haciendo una media luna para atender a Enmusubi, quien estaba de pie frente a ellas y acompañada de Sohayanotsurugi. El único chico presente miraba distraídamente a un costado, con clara incomodidad de estar ahí y en frente al público, aunque sabía que si intentaba escaparse su compañera mentora lo jalaría de vuelta.

“Buenas tardes a todas, quiero empezar a decir que soy muy feliz de que finalmente nos podamos encontrar en un mismo espacio, y precisamente para comenzar nuestro entrenamiento,” declaró Enmusubi, contenta y a la vez decidida. Ella juntó sus palmas en rezo. “Para las que todavía no han dialogado conmigo, les comento que poseo poderes que considero muy sustanciales para las HiMEs. Es el amor y el espíritu lo que las distingue de cualquier otra persona participando en este conflicto. Aquello puede verse como una debilidad, como si dependieran de otros o como si su fuerza estuviera sujeta a su estabilidad emocional. Pues, ello suena complicado, ¿verdad?” hizo una pausa. La mayoría se mantuvo atenta, pero veía a algunas mostrar una minucia de frustración. Enmusubi sonrió más y levantó un índice, para negar juguetonamente con este. “Pero no es verdad. Habrá momentos difíciles para ustedes, pero el hecho que ustedes puedan sacar provecho y fortaleza de una característica tan humana suena a una bendición para mí, porque es algo que sobrepasa cualquier experiencia o entrenamiento,” entonces, se tomó la libertad de acudir donde Suzuka, quien se extrañó ante la atención, aparte porque Enmusubi la tomó de las manos. “¿No lo crees?”
“Eh, ¿qué haces?” alzó una ceja, extrañada.
“Ya he tenido el gusto de hablar con Norimune y él me afirmó que piensa que el amor es lo más importante en nuestras vidas,” se veía contenta e inspirada. “¿No te parece así? ¿No lo crees?”
“Sí note que sonabas mucho como él con tu discurso,” Suzuka dio un pesado suspiro y recogió sus manos, a lo cual Enmusubi sonrió.
“Hehe, es porque tiene razón, y más aún por tratarse de las HiMEs. Tienes mucha suerte de tener a un compañero de pelea tan cálido,” afirmó y regresó al centro del salón (sin antes jalar a Sohayanotsurugi quien había pretendido irse). “Bien, comencemos de una vez. Les haré una demostración. Ah, Ayesha, ven aquí un momento.”
“Eh, ¿yo?” Ayesha se sorprendió y al ver a la mentora asentir y mover su mano varias veces para llamarla, se puso de pie y acudió a su costado.
“Ayesha y yo nos conocimos en el entrenamiento de Keys, así que ella ya tiene una idea de mi poder principal. Ayesha, por favor extiende tu brazo hacia adelante.”
“S-sí, eh…” ella extendió su brazo derecho. “¿Este está bien?”
“¡Sí, sí! Ahora, todas miren…” Enmusubi alzó ambas palmas a unos centímetros del brazo de la Key, y repentinamente, apareció un lazo rojo atado muy intricadamente sobre la muñeca de Ayesha. Aquello que ella ya había evidenciado en el viaje se manifestó mucho más cuando varios lazos de distintos tamaños y tonos rojizos se dibujaron a partir del moño y expandieron en curvas por todo el aire a su alrededor. Estos desaparecían a alrededor de un metro de distancia.
“¡Ahh! ¡¿Qué es esto?!” exclamó la rubia, asustada.
“Tranquila, no lo debes de temer,” Enmusubi se apartó un poco y le sonrió. “Estos son tus vínculos con muchas otras personas en tu vida. Los lazos siempre están ahí, es sólo que normalmente no los puedes ver.”
“Eh… ¿en serio?”
“Mira a este lazo más grueso y con adornos adicionales,” la mentora apuntó a dicho lazo rojo que levitaba con muchas vueltas por encima de sus cabezas. Enmusubi volvió a poner ambas manos sobre su muñeca. “Quiero que mires hacia dónde se dirige.”
“Sí…” Ayesha apenas asintió y Enmusubi hizo su magia. Así, ese lazo continuó creciendo y formándose, y finalmente, alcanzó la muñeca de Nio.
“¡Oh!” la pequeña miró su muñeca y vio que un moño muy vistoso también se formó en él. Algunas HiMEs también se impresionaron y Kosuzu se asomó a su costado con ojos brillantes.
“Como sospeché, ese lazo más fuerte es el que te conecta con tu hermanita,” concluyó la mentora, con las manos en las caderas y una sonrisa victoriosa. “Ustedes dos tienen un vínculo muy fuerte y si bien tú eres la Key de tu pequeña Nio, puedo ver que las dos comparten esta gran conexión mutuamente.”
“Oh…” Ayesha miró ese lazo que la conectaba con la pequeña. Vio a Nio sacudir un poco su muñeca para observar el movimiento de ese listón incorpóreo que atravesaba su brazo dependiendo de su movimiento, pero nunca desaparecía. “Hehe, qué lindo,” y finalmente, la Key llevó su brazo con el listón a su pecho a manera de atesorar ese momento.
“Hehe…” Cho no evitó alegrarse de ver a su amiga tan contenta y conmovida. Era realmente un alivio que ella había necesitado.
“Pienso que la imagen lo puede explicar mucho mejor que yo, pero aquel es mi poder de los vínculos, los cuales las conectan con todos los demás,” observó Enmusubi, alegremente.
“Eh, sí…” Tenshi alzó una ceja. “En verdad sí necesitamos tu explicación para entender lo que estaba sucediendo. Y pues, es un lindo truco, pero, ¿qué hace?”
“¿Eh?” la mentora se confundió por la actitud impaciente de la HiME.
“La imagen es bonita y todo, pero sí, de todos modos tienes que explicarte, Enmu,” Sohayanotsurugi se encogió de hombros. “Ellas no van a leer tu cabeza.”
“¿Es que acaso no podemos apreciar un momento tan lindo como este sin apuros? Se supone que las HiMEs son sentimentales,” Enmusubi negó. “Bueno, escuchen. Este vínculo entre HiME y Key es la fuente de poder más importante para una HiME. Es vital para su crecimiento y bienestar que lo desarrollen y fortalezcan, y como alguien que puede invocar estos vínculos, les puedo ayudar a trabajar en sus asuntos personales para así formar conexiones más duraderas,” asintió y sonrió decidida. “Pienso que eso les hará crecer no sólo como HiMEs, sino como personas y con mucho gusto lo haré.”
“…ya veo…” Cho asintió intrigada. Definitivamente había cosas que todavía tenía que trabajar con Roxas con respecto al pasado, y podía notar que su hermano se encontraba tan incómodo como ella con la conexión que compartían, especialmente en el campo de batalla, así que era una oportunidad por la cual se sentía agradecida…



Sin embargo, el resto de las demás HiMEs intercambiaron miradas escépticas o perdidas, para de nuevo mirar a Enmusubi.

“Ehh, ¿qué pasó aquí?” la pobre mentora sonrió nerviosa. “¿Qué fue esa reacción? ¿Es que acaso he tocado alguna fibra sensible?”
“Usted está hablando de la fortaleza de conexión con un Key, pero…” Youmu se puso a pensar.
“A ver, a ver…” Sohayanotsurugi dio un paso adelante. “HiMEs, levanten la mano si ustedes ya tienen un Key identificado.”

Cho y Nio levantaron sus manos de inmediato, y como sospechó, nadie más lo hizo, con algunas HiMEs intercambiando miradas por segunda vez.

“Ehh… ¿eh? ¿hablan en serio?” Enmusubi se quedó en shock.
“La idea de tener un Key me inquieta, nunca he tenido que depender de sentimientos para servir a Yuyuko-sama,” dijo Youmu, quien se vio perpleja. “Y Yuyuko-sama me dijo que ella no querría ser mi Key, que yo debo afrontar esto sola, o algo así… ni sé si ello cambiaría el asunto o no…”
“Sí, la idea de ser una miko y tener un Key es un poco contradictoria también…” Reimu se encogió de hombros.
“Tampoco soy de sentimientos, heh, bien pueden servir para algunos, pero más temería tener un compañero Key y caer en un sinfín de desacuerdos con este,” confesó Tenshi, indistinta.
“Eh, pero…” Enmusubi estaba casi horrorizada.
“Lo lamento mucho, Enmusubi-san, pero no puedo pensar si tengo un Key o no,” Tsubasa sonrió incómoda.
“Sí, igual yo,” Saki dio un suspiro y lo divagó con su mirada hacia arriba. “¿Quién podría ser? Por lógica tal vez uno de mis dos hermanos, pero pensar en ellos que están vinculados a Rizembool suena ridículo… y sin duda no podría poner a uno por encima del otro…”
“En mi caso, yo quiero mucho a mis padres, así que ellos tendrían que ser mis Keys, ¿no?” preguntó Kosuzu, con curiosidad. “Pero sí, si sólo es uno, no sé quién sería, aparte que ellos no pueden estar aquí conmigo…”
“Seres cercanos a uno, ¿verdad? Lo de Keys siempre me ha sido alienígena,” concluyó Suzuka frustrada. Ella entrecerró los ojos. “El más cercano es Norimune y él más fastidia que ayuda.”
“Ehh…” la maestra estaba sin palabras.
“Realmente es un lío, dicen que las chicas son más sentimentales que los hombres, pero sí es injusto esperar que ellas sepan esto en pleno campo de batalla. Sólo porque tú eres apegada a tus sentimientos no puedes esperar lo mismo de todos,” Sohayanotsurugi llevó sus manos a su nuca. “Hmm, sé de varios casos de HiMEs de buenas familias y con muchos amigos que no tuvieron Keys o que el Key fue el menos esperado, así que la lógica familiar tampoco tiene sentido.”
“¿En serio?” Kosuzu se asustó. “Entonces tengo que buscarme uno… Sensei, ¿dónde puedo encontrar a un Key, por favor?”
“¡N-no, no es algo que se busca, es algo que más nace de una y que sabrás cuando sucede!” Enmusubi negó y pasó a darse un facepalm sin energías, lo cual confundió a las HiMEs. “Ahh… ¿acaso todas las jovencitas HiMEs son así o me tocó a un grupo con problemas emocionales?”
“Oye, Enmu, te pueden oír…” le regañó Sohayanotsurugi, impaciente.
“…bien dicen que las cosas suceden por algún motivo y quizás yo sea lo que ellas más necesitan ahora, pero… ¡No, no puedo desanimarme!” ella se sacudió y volvió a erguirse y dirigirse a todas con decisión. “Está bien, que no hunda el pánico, que se puede arreglar.”
“Sospecho que tú eres la única afectada, pero en fin…” Reimu dio un suspiro.
“¡Trataremos lo de los Keys y sus sentimientos conforme pase el tiempo! ¡No se preocupen, que tengo otra utilidad que ofrecerles!” les apuntó con un índice nuevamente llena de energías. “Tal y como dije, los vínculos son parte esencial de todas las HiMEs y la fuente de su poder, y si bien el Key es el que provee de más ayuda, ustedes como HiMEs también pueden formar vínculos fuertes y duraderos y apoyarse en los momentos más importantes.”
“Con eso, ¿te refieres a que podemos usar esos vínculos para buscarnos las unas a las otras o algo por el estilo?” preguntó Tenshi.
“Eso sería muy útil,” Youmu asintió.
“Ehh… no. Yo soy la única que podría hacer algo así ya que ustedes no pueden hacer vínculos visibles, pero les ofrezco algo incluso más útil que eso,” Enmusubi sonrió con firmeza. “Y ello se llama sinergia.”
“¿Cómo así?” preguntó Tsubasa.
“Hehehe, es algo muy importante, pero fácil de descuidar ya que no muchos poseen la sintonía que les puedo dar…” comenzó la mentora.
“Básicamente, sus vínculos interpersonales pueden dar lugar a que sus poderes individuales se conecten y así puedan usar magia y técnicas que sean una fusión de las habilidades que tienen,” concluyó Sohayanotsurugi, sin hacer rodeos. “Es decir, pueden combinar el fuego con el viento, o el agua y la electricidad, entre otras mezclas.”
“Espera, ¿en verdad?” preguntó Reimu, sorprendida por primera vez y compartiendo esa impresión con las demás.
“Combinar poderes…” Saki lo meditó.
“Oigan, ¿en verdad esta reunión puede resultar en algo útil?” observó Tenshi, con escepticismo.
“¡Ahh, suena genial! ¡Es como los Tokusatsu pero en vez de unir nuestros robots en uno unimos nuestros poderes!” Kosuzu se entusiasmó y meció en su sitio. “¡Suena increíble!”
“Oye, Sohaya…” Enmusubi miró a su acompañante con un puchero en lo que las HiMEs comentaban las buenas nuevas entre ellas. “¿Tenías que robarme el spotlight?”
“Realmente te estabas echando muchos aires y no llegabas a ningún sitio. Si tienes problemas con mi interjección, puedo irme,” dijo el otro, sin hacerse líos.
“No, tú también eres su mentor así que espero que estés en todas las reuniones,” declaró la mentora petit. “Aparte si las chicas intentan combinar sus poderes y algo sale mal, tú eres más atlético que yo para auxiliarlas. Recuerda que ese es tu rol.”
“Hai, como digas…” se rascó la nuca.
“¿Y cómo podemos practicar estas sinergias?” preguntó Youmu, atentamente. “¿Podemos… comenzar de una vez?”
“Sí pueden, pero les advierto que les tomará tiempo perfeccionarlo o lograr efectos muy fuertes. Ustedes tienen que, primeramente, trabajar juntas y conocerse mejor como personas. Y, además de ello, necesitan entrenar sus poderes y saber acoplarse a un unísono,” Enmusubi asintió. “También hay otra necesidad más, y es algo que les permitirá usar sus vínculos de esta manera,” ella sonrió y sacó una especie de brazalete de hilos rojos semejantes a los lazos en las muñecas de Ayesha y Nio, pero mucho más pequeño. “Les haré estos brazaletes, en los cuales yo pondré mi propio poder para que así puedan entablar la conexión que necesiten, pero eso es algo que tengo que hacer con ustedes presentes, ya que cada brazalete está más que hecho a su medida.”
“¡Ah, es un brazalete muy lindo, muchas gracias!” Nio se levantó y volvió a mirar a los lazos que flotaban en su mano. “Eh, ya pasó un rato, ¿puedes apagar esto por favor?”
“Nio, Enmusubi nos está haciendo un favor,” observó Ayesha.
“No, está bien, admito que me había olvidado,” admitió la mentora, con torpeza. Así, los lazos incorpóreos se desvanecieron con rapidez. “A ver, empecemos con ustedes dos. Como ya se conocen, seguramente podrán sacarle más provecho a la sinergia.”

Fue así que Enmusubi pasó a ser rodeada de las HiMEs en lo que comenzaba a hacer el brazalete. Para ello, invocaba hilos que terminaban por tejerse y materializarse, aunque igualmente la mentora tenía mucho cuidado y dedicación con respecto a los detalles más finos de las formas y nudos presentes en las pulseras.

Cho esperaba pacientemente a que llegara su turno, pero igual esperaría más que las demás ya que dudaba estar en buenas condiciones para tratar de usar su magia. Por la inmersión de las otras en esa nueva actividad, no evitó echar de menos a Kashuu, quien había salido junto con Norimune para conseguirles a todas algo de comida y bebida al término de la práctica.




Eureka

Quería terminarlo bien pero será para el próximo mes x_x






La claridad que surgió en su mente a la mañana siguiente la obligó a pegar el grito al cielo: tal vez cortarse el pelo y decolorárselo hasta llegar al BLANCO no había sido una decisión tan atinada después de todo. Sin embargo, ya era muy tarde para retractarse: no podía pegarse de nuevo los mechones de pelo…

Y pintárselo en ese estado frágil sería perjudicial para lo poco que le quedaba de melena.

Agradecía que su cabello tenía tanto volumen como para fingir que no había perdido kilos de pelo en el terrible proceso de cambio de look, pero le daba pena ver que se aún se le caían algunas hebras cuando pasaba la mano por su cabeza. No le quedaba otra opción que sacrificar las clases de la mañana y el entrenamiento para visitar la peluquería. ¡Era una emergencia! De seguro Oikawa entender—

“¡¿QUÉ TE PASAAA?! ¡PENSÉ QUE SOLO LLEGARÍAS TARDE!” Escuchó al otro lado de la línea. Oikawa la había llamado ni bien le mandó un mensaje escueto indicando que faltaría al entrenamiento por un problema personal. “¡¿TE OLVIDAS DEL CAMPEONATO?!”
“¡Claro que no!” Eureka no pudo esconder su irritación. “¡Pero tengo una emergencia de vida o muerte! ¡No puedo ir! ¡Listo!” Comentó, mientras esquivaba a un par de transeúntes en su camino a la peluquería.
“…” Oikawa guardó silencio. “¿Estás bien? ¿Kokichi-chan hizo algo?” Su preocupación era muy notoria.
“No, no. Todo bien… Ah…” Eureka suspiró. “No puedo contarte. Osea… no tengo que hacerlo. Lo verás de todas maneras. No puedo huir de esto, lamentablemente.”
“¡¿Qué pasó?! ¡Deja de asustarme!”
“Me hice un cambio de look casero… y salió un poco terrible. Bueno, no un poco. MUY terrible…” Eureka se aguantó las ganas de volver a suspirar. “Un amigo me ayudó, pero no es estilista. Tengo que ir a que me perfilen el corte por completo.”
“…¿Quién te ayudó?”
“Ryoji. ¿Por qué?” Eureka se mostró confundida ante su pregunta.
“A-ah, nada. Por un momento pensé que había sido Mama-chan.”
“¿Por qué sería Madara…? ¡Él no sabe nada de esas cosas!” Al darse cuenta que no le debía explicaciones, bufó, indignada. “¡Ay! ¡No me hagas perder el tiempo!” Se quejó, molesta. “Al menos quiero ir a un par de clases de la tarde.”

Sin mencionar que había quedado en almorzar con Kokichi… pero aún no le mandaba el mensaje por Instagram.

“Pero Eureka-chaaan…”
“¡Olvídalo! ¡Arréglatelas por tu cuenta! Descuida… Mañana me verás ahí. Adiós.”

Y le colgó de inmediato.

Mientras se arreglaba los lentes de sol, la HiME guardó su celular en su bolso y aumentó la velocidad de sus pasos para llegar lo más pronto posible a la peluquería.







Para su suerte, Kokichi había accedido a juntarse con ella pese a que le había enviado el DM el mismo día. Y claro, el rebel no le estaba haciendo un favor: iba a invitarle el almuerzo, después de todo. Aun así, apreciaba el gesto de que no fuera tan pesado como para dejarla plantada… Lo que, honestamente, Eureka había pensado que haría al final.

Kokichi no era de hacerle caso así de fácil. De seguro… la sorprendería de una terrible forma cuando llegara el momento del encuentro.

Suspiró. Al menos su cita en la peluquería no había tardado mucho. Solo les tomó una hora y media en asemejarla a un ser humano decente. Sonaba un poco cruel tomando en cuenta el excelente trabajo que había hecho Ryoji, pero la estilista le había dado una forma hermosa al corte que resaltaba mucho su rostro y le había salvado la melena. Sí, le había recomendado varios productos costosos para ayudarla a reparar su cabello, pero Eureka no había sucumbido a la presión de tomar en cuenta sus sugerencias. Tal vez más adelante se compraría la crema para pelo… Adquirir uno de los cinco productos que había mencionado no sonaba tan doloroso para su presupuesto como toda la línea reparadora de aquella marca profesional para el cuidado del cabello.

Eureka deslizó la puerta del restaurante sin muchos ánimos. Estaba cansada y eso que había salido “ilesa” de la batalla del fin de semana gracias a los poderes de Rinne…

Ah, debía agradecerle de nuevo. Ya lo haría más tarde.

Y, si se animaba, podía preguntarle sobre el sába…

“¡¿QUÉ?!” Eureka gritó, indignada, al ubicar a Kokichi en el mar de comensales.

El chico estaba sentado en un cubículo junto a Beowulf… y dos personas más que no podía reconocer del todo desde su posición. Por un instante, contempló la posibilidad de que el chico intentara chantarle el almuerzo de sus invitados, y lo descartó… hasta que recordó de quién se trataba.

La tentación de salir corriendo del restaurante y no mirar atrás bloqueó los pensamientos racionales que intentaban recordarle la importancia de ese encuentro… Pero luego de unos segundos de estar parada en la entrada de aquel local sin musitar palabra alguna, Eureka optó por dejar que la lógica gane esa pequeña batalla interna y, sin más, comenzó a caminar hacia su rebel. Kokichi no demoró en divisarla a lo lejos y le ondeó la mano, muy alegre.

Pinche idiota.

“Hola,” saludó, irritada.
“¡Hola, Eureka-chan~!” Kokichi le sonrió de oreja a oreja. “¡Lindo cambio de look!”
“Pensé que no me reconocerías.”
“Aw, ¿cómo dices eso? ¡Esa mirada asesina es la que siempre me dedicas!” Kokichi rio. “Ya conoces a Beo, ¿no?”
“Yo.” Beowulf le ondeó la mano.
“…” Eureka se giró a observar a los otros dos invitados.
“Ah, espero que no te moleste la amena compañía que traje.”

Eran dos chicos: uno parecía ser extranjero por su cabello rubio y sus ojos bicolores. Estaba vestido con prendas de Gucci y llevaba puestos unos lentes de sol de tinte rosado. Sin duda, llamaba mucho la atención en el local: no encajaba con el resto de comensales y el ambiente tradicional del restaurante.

Por su lado, el otro joven se asemejaba mucho a Kokichi. Aunque su color de cabello y ojos eran distintos, había algo en la forma de su cara y su mirada que le hacía recordar a su rebel. El chico se veía de pocas palabras y parecía un poco aburrido en esos momentos. Ni se digno a mirarla, a diferencia del rubio.

“Él es Aventurine,” dijo Kokichi, señalando al rubio con su mano. “Supuse que te interesaría conocerlo.”
“…” Eureka captó todo al instante. “Un gusto, Aventurine.”
“El placer es mío, linda~” Aventurine le sonrió. “Kokichi me dijo que nos invitarás el almuerzo.”
“¿A ti? Te dejo pedir toda la carta.” Eureka esbozó una sonrisa y se sentó a su lado. Beowulf, que estaba cerca de la pared, gruñó al tener que pegarse para dejarla entrar. El cubículo era solo para cuatro personas, así que debían hacer un par de milagros.
“Wow~”
“Y él es mi primo~” Kokichi señaló al otro chico. “No podía dejarlo solo, así que lo invité a comer con nosotros~”
“Ya te dije que no era necesario…” El joven suspiró. “Me llamó Shiki, un gusto.”
“Yo soy Eureka.” La HiME hizo una leve reverencia. “Lamento que tengas que lidiar con alguien como Kokichi.”
“Je.” Eso le sacó una pequeña sonrisa a Shiki. “Yo pienso lo mismo.”
“¡Dejen de burlarse de mí! ¡Estoy en frente de ustedes!”
“Sí, sí. Pobrecito~” Aventurine le dio un par de palmaditas en la cabeza.
“¡Tú también te burlas a veces!”
“Pero es lo mínimo que puedo hacer para vengarme de ti.”
“¡Exacto!” Le dio la razón Beowulf. “¡No es justo que tú siempre agarres a los demás de punto!”
 
En esos instantes, en medio de la algarabía y las risas, Eureka se percató de un pequeño detalle: ese almuerzo le iba a costar un ojo de la cara.

“Por favor, no pidan mucha comida.”
“¡Pero tengo hambre!” Se quejó Beowulf, indignado.
“¡Tú ni siquiera necesitas comer!”
“¡¿Tú qué sabes?!” Le reclamó, aguantándose las risas.
“…” Eureka estuvo a punto de hacer a un lado a Aventurine para ahorcar al pequeño orphan. “Bueno. Hagan un esfuerzo, al menos.”
“Creo que iré por lo tradicional y pediré un ramen de chancho~” canturreó Aventurine, observando la carta..
“¡Yo también!” Anunció Beowulf, cerrando la suya de golpe.
“Y yo.” Shiki ni había tocado la carta: prefería revisar su celular en medio de la bulla.
“Mm… Yo me pediré de entrada un plato de gyoza~” Kokichi sonrió. “¡Y luego, un ramen de chancho y pollo! Ah, pero hay tantas opciones tentadoras~ ¡Tengo que revisar toda la carta!”
“…” Eureka suspiró. “¿Podemos hablar del tema en cuestión?”
“Sí, sí~ conversa con Aventurine mientras me decido. Y no te preocupes por Shiki-chan~ Él es una tumba.”
“Ni los escucho, la verdad,” dijo el mencionado, sin despegar la mirada de la pantalla de su celular.
“Am… Lamento incomodarte, entonces.”
“Descuida.” Aventurine se cruzó de brazos y se apoyó en la mesa. “Puedes contarme lo que ocurrió.”
“…” Parecía una trampa a simple vista… y Eureka sabía que no debía morder el anzuelo. Pero algo en la mirada relajada del rubio le indicaba que era de confianza. Y más allá de todo, sonaba como que trabajaba al lado de Kokichi dentro de Rizembool. Se veía capaz de asesorarla en lo que deseara. “El fin de semana pasado tuve un encuentro con un rebel. No recuerdo nada de la batalla porque me golpeó la cabeza y perdí el conocimiento. Mis amigos dicen que estuve a punto de morir… y aun así, me siento perfecta.”
“Ajá.” Aventurine asintió.
“Y claro, tiene sentido: uno de ellos tiene poderes regenerativos. Pero… me gustaría saber qué sucedió ese día. No tengo forma de pedir las grabaciones de las cámaras de seguridad de la locación… Pensé en pedirle ayuda a un amigo, pero no quiero preocuparlo. Y además, existe la pequeña posibilidad de que Rizembool haya borrado toda evidencia del suceso. Cerraron la estación por “reparaciones urgentes” y sé que se debe al desastre que ocasionamos dentro de ese lugar.”
“Mm…”

Antes de que pudiera contestarle, uno de los trabajadores del local se acercó a preguntarles si ya estaban listos para pedir. Kokichi se hizo responsable de enumerarle los pedidos de la mesa.

“¿Tú que quieres, Eureka-chan?”
“…Un ramen de chancho, también,” respondió de inmediato. “Y una silla, por favor.”
“Ah, no se preocupe.” El señor le sonrió y se acercó a una mesa libre para sacar una silla y colocarla en la punta de la mesa. “Listo.”
“Gracias,” Eureka aprovechó el momento para cambiarse de sitio. Le daba pena incomodar a Aventurine.

Beowulf, en cambio, le daba igual.

“¿Y las bebidas?” Preguntó el señor.
“Yo quiero una cerveza,” dijo Aventurine. “Bien helada, por favor.”
“¡Yo un jugo!”
“No venden jugos, Beowulf,” le dijo Aventurine.
“¡Ay!… ¡Agua!”
“Yo también,” habló Shiki.
“¿Tú?” Kokichi le preguntó a Eureka.
“Sí, también quiero agua.”
“¡Yo igual!” Kokichi cerró la carta. “Eso sería todo por el momento.”
“¡Perfecto! Les traeré su orden ni bien esté lista.” El señor les hizo una reverencia y el grupo se la contestó con una de su parte.
“¡Gracias!” Kokichi le sonrió y se giró hacia Eureka. “Bueno, sigue con tu relato.”
“Ah, nada. Eso era todo. Quería preguntarles si conocen a algún hacker que trabaje para su institución.”
“Yo puedo ayudarte con eso.” Aventurine le sonrió. “Era justo lo que iba a sugerir hace un rato. El servicio es inmediato y no tendrás que pagarme ni un centavo. Déjame contactarlo…” Aventurine sacó su celular y se dispuso a escribir un mensaje rápido en Instagram. Eureka giró la mirada para respetar su privacidad. “Me dijo que sí. Necesito la fecha, el lugar y la hora del suceso.”
“Fue en la estación Shibuya, el sábado pasado… ¿A las…? no sé. En la noche. A partir de las 10, supongo.”
“Okay… Veremos qué me dice.”
“¿Crees que pueda encontrar los videos por más de que los hayan borrado?”
“Depende de la seguridad de Rizembool,” contó Kokichi. “Hay cosas que hasta a mí me esconden. Una comisión tiene un nuevo proyecto y han hecho lo imposible para guardarlo bajo mil llaves. Ni yo ni algún miembro de mi nivel sabe algo de eso. Dudo que Churin-chan sepa.”
“Sí, no te equivocas.” Aventurine suspiró. “Me intriga… pero ni siquiera sé cuál es el nombre.”
“…Siento que me están tendiendo una trampa,” confesó la HiME. “¿Cómo pueden contarme cosas de su institución sabiendo que somos de bandos opuestos?”
“No vas a poder hacer nada al respecto, Eureka-san,” le explicó Aventurine. “Si Kokichi y yo estamos con las manos atadas, ¿qué podría hacer una simple HiME como tú? Sin ánimos de ofender, por supuesto.”
“Pero… ¿Qué hay del video? Y del hacker. Lo siento, no es común que gente de Rizembool ayude a Hanasaki.”
“Nos vas a invitar el almuerzo,” contó Kokichi. “Y puede que Churin necesite un favor a cambio del que te hará.”
“¿Eh? ¿En serio?” Eureka se giró a mirar al mencionado, confundida.
“Sí~” Aventurine le guiñó el ojo. “Pero no te preocupes. Hablaremos de eso luego.”


Miyu

Ahhh, me faltó poquito para terminar el cap u.u


Capículo 4 (b)

Las chicas pasaron horas probándose vestidos y conjuntos en la boutique de Harajuku, entre tazas de té y algunos bocadillos que las dos dueñas les iban trayendo.

Akeno salió del probador, moviendo la cortina de leotardo pomposa, luciendo un hermoso vestido de satén negro corto, con algunas zonas traslucidas que la hacen verse totalmente seductora.

—¿Qué tal?

Preguntó tímidamente, con su cintura ceñida al traje y su trasero en alto, la rubia aplaudió al verla y rápidamente tomó una foto de ella, quién de inmedisto se puso dura como tronco al sentir el obturador.

—¡Te queda muy lindo! —Rias de un salto fue hacia su mejor amiga y la revisó de pies a cabezas. Ella ya tenía varias bolsas de ropa y accesorios que compró en la tienda—. Pero todos tus vestidos son negros…
—Es un color elegante y seductor —se excuso la otra chica.

Koneko, por otro lado, se había quedado dormida sobre unos de los sofá de la tienda. Se veía más pequeña de lo que es con su sudadera y unos shorts cortitos, la idea de vestirse para ir a beber no llama en absoluto su atención.

Después de pagar por débito sus cosas, las dos mujeres salieron riendo entre ellas mientras las dueñas del local se inclinaban para despedir a las tres muy educadamente. Koneko se muestra reticente al tema de mujeres preparándose para una salida nocturna, aunque logaron que se probara un vestido de corte recto y algo clásico.

—Te lo digo, Tobio y yo casi nos besamos —Akeno iba comentando mientras las tres se dirigen hacia el restaurante dónde Rias había hecho reservaciones horas atrás.
—¿En serio? ¿Cómo? ¿Cuándo? —preguntó parpadeando varias veces, casi dejando caer sus bolsas al suelo.
—Hoy —canturreó victoriosa, estas últimas semanas ambos primos habían tenido pequeños encuentros que los acercó, pero hoy fue simplemente un día perfecto dónde si no los interrumpían ambos se habrían besado—. Nos interrumpió un trabajador de Grigori. Estuvimos taaan cerca.
—Eso es muy desvergonzado —susurró Koneko.
—El lugar se veía extraño, un invernadero en medio de un edificio y los carteles estaban en caracteres chinos —pensó en retrospectiva la pelinegra—. Nombró algo como “Bochu Jutsu”, fue demasiado extraño todo.
—Akeno, espero no estés pensando en —Rias se puso totalmente roja, como sus cabellos, al pensar en lo que haría su amiga si se fuera a quedar a solas con Tobio.
—Ufufu~ siempre tan pura, Rias —dejó escapar una pequeña risa, mofándose de su mejor amiga.

Las tres caminaron por algunas cuadras e intersecciones, hasta llegar a Kyushu Jangara Ramen, el restaurante dónde Rias reservó para almorzar; un sitio de aspecto clásico y familiar, algo pequeño. Las chicas se sentaron en una mesa apartada de los demás comensales y revisaron la carta.


—¿Entonces la relación con tu padre se salvó? —preguntó la pelirroja, ojeando el menú del sitio con cuidado. Debían elegir hasta el tipo de fideos que querían colocar en el ramen.
—Sí, gracias a mi primo —por su parte, Akeno movió la carta un poco, no parecía prestar atención a los dibujos ni nada sino más bien se muestra perdida en sus pensamientos—. Me llevó a hablar con Baraqiel y hoy les llevé un bento a todos. Azazel tenía una gigantografía de él en la recepción de Grigori…

Rias empezó a reír descontroladamente al imaginar a su mejor amiga entrando a la recepción de un lugar tan formal y ver una imagen en tamaño grande de la persona que más detesta Akeno en el mundo… hasta vio la sonrisa galán y triunfadora del líder de Grigori en la foto.


—¡No es gracioso! —por debajo de la mesa le propinó un pequeño puntapié.
—Es que… la cara de asco —continuó riéndose, aún después de recibir el pequeño golpe de Akeno.
—Iré a ordenar —la más pequeña de las tres se levantó de un salto de su asiento y tomó las cartas de las otras dos—. Pediré tres ordenes especiales de natto mugichan, uno un poco picante y los demás dulces, con hongos y extra miso.

La albina fue rápidamente hacia el mostrador y marcó específicamente lo que quería de ramen, tardó algunos minutos antes de volverse a sentar, pues para ella la comida es lo más importante. Las otras dos no fueron sorprendidas por esa acción, probablemente Koneko había estado esperando pacientemente mientras las otras dos hablaban de temas que a ella no le importan en lo más mínimo.

—Aún no puedo creer que la hayas involucrado en todo eso de Hanasaki —murmuró Akeno, viendo a la pequeña de dieciocho años marcando con precisión los tipos de fideos que quería, el postre y la bebida. Apena y alcanza el mostrador.
—Bueno, no creo que haya problema si todas estamos allí —Rias trató de tranquilizarla con una mueca de felicidad, pero eso hizo que la otra se enojara un poco más.
—¿Qué harás cuándo un loco venga desde Rizembool? ¿La protegerás? Ni sabes usar una katana o un palo —con reproche la miró, después de todo ambas sabían que la pelinegra tenía razón.
—El poder del dinero lo hará, contrataré a algunos guardias de seguridad y ya verás —movió el salero sobre la mesa, jugando con los objetos de la mesa algo nerviosa.
—Un sinsentido tras otro —exhaló aire pesadamente la japonesa—. Si fuera tan sencillo, Miranda Lot ya lo habría hecho.
—Pero yo no tendré escrúpulos a la hora de defender a mi querida amiga.

El silencio se hizo presente entre ambas, mientras un tenue olor a caldo caliente y fideos humeantes comienza a llenar el local de ramen. Akeno con el ceño fruncido observó detenidamente los cabellos carmesí y ligeramente ondeados de su mejor amiga, la mirada penetrante y como el cielo de la galesa le hizo entender lo terca que es y suspiró una vez más.

Akeno sabía de sobra que las palabras de su mejor amiga eran ciertas, aún así no podía dejar de pensar en una pequeña de metro cuarenta y tanto peleando en un absurdo battle royale de chicas mágicas.

Rias observó con una sonrisa radiante y cálida a Koneko que volvía con el chef detrás de ella, trayendo los platos de comida que la misma gatita ordenó.

—Gracias por comer en Kyushu Jangara Ramen —el hombre dejó los platos en la mesa y le sonrió, inclinando su cabeza con respeto antes de irse.
—Muchas gracias, se ve delicioso —respondió Akeno, fijándose en los tazones de ramen y el olor que emana. El señor las dejó sola lo más rápido que pudo, para que disfruten de la comida con tranquilidad.

La primera en probar el ramen fue Koneko, quien después de partir los palillos procedió a sacar un trozo cuadrado de carne de cerdo o Kyushu Jangara, la especialidad de la casa, que rápidamente tomó otro trozo y lo degustó sin cuidado. Rias, por su lado, después de agarrar los palillos procedió a tomar unos trocitos de hongos grises que simulaban ser tentáculos y Akeno comenzó a comer lentamente, meditando todo lo que había vivido con sus amigas desde que se conocieron en la niñez.

—Tenía diez años cuando conocí a Rias —el silencio fue cortado por la pelinegra de una coleta de caballo—. Si no fuera por ti, Buchou, no sé dónde estaría.
—¿Te agarró el sentimentalismo? —contestó con una pequeña sonrisa la mencionada.

Las tres estuvieron una hora entre el almuerzo y las pequeñas charlas que iban surgiendo; Rias, al ser miembro de una familia pudiente, había adoptado a las otras dos chicas cuándo más solas y desprotegidas estaban, les brindó una pequeña familia cálida y todo lo que necesitaban para crecer como mujeres independientes y fuertes.


Una vez pagada la cuenta, las tres chicas regresaron al departamento de Akeno que es el más cercano a Ginza, dónde está el bar en que trabaja Tobio como bartender. Las tres chicas ingresaron al departamento y rápidamente comenzaron a llenar el lugar con sus cosas; ya pasaban de las seis de la tarde y decidieron comer un pastel fresa mientras toman café.

La más pequeña del grupo se recostó sobre el sofá del lugar y de panzas arriba comenzó a devorar el pastel, comenzando por la fresa y seguido por la crema de cobertura.

—Falta una semana para que inicie el nuevo semestre —moviendo la cuchara sobre la taza de café, espetó.
—Xenovia y Asia están en Hanasaki, eso hará más fácil que coincidamos todas para ir a tomar algo a Starbucks y al comedor —sopló la cuchara Akeno, bebiendo un sorbo del líquido negro y amargo.
—Tendremos que hacer nuevas amigas y no… novios —tragó pesadamente un sorbo del café. el solo imaginar a las cinco conociendo chicos y teniendo una vida de adultas jóvenes la llena de emoción a la galesa.
—El campus tiene diferentes tiendas de alimentos, estoy emocionada —con tono neutro entró en la conversación Koneko.

Akeno observó las mejillas de la Buchou con sangre agolpada en ellas, la piel de porcelana teñida de un carmín oscuro la hacía lucir totalmente encantadora y de inmediato supo que cualquier chico en que posara su mirada la pelirroja, sería de ella.

—Excepto Narumi —pensó un momento y sin querer lo dijo en voz alta.
—¿Narumi? —preguntó curiosa Rias.
—Gen Narumi. Es nuestro roommates, tiene veintidós años —Akeno le mostró una foto de él en su móvil—. Es un genio infantil y otaku o algo así.
—Tiene cara agria —lo señaló la pelirroja, devolviéndole el celular a su mejor amiga.
—Y lo es —afirmó entre risas la pelinegra.

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—¡Achuuu! —estornudó estruendosamente Narumi, haciendo que sus flecos se movieran de arriba de ambos ojos.
—Narumi, Agriche Roxana quiere verte —un hombre con bata le dijo.
—¿Puedo negarme?
—Roxy se pondrá pensada si no vas —le contestó el sujeto.

Narumi suspiró y salió del laboratorio, perteneciente al área de Baraqiel y Azazel. A él le gustaba estar allí, pues siempre el ambiente era tranquilo y lo dejan hacer lo que quiera a su ritmo, sin demasiadas presiones, a diferencia de los demás departamentos.

—Ah, espera.

Antes que el pequeño genio saliera por la puerta, fue detenido por Azazel, trayendo consigo un ordenador portátil con algunas estadísticas en ella. En la imagen se mostraba los parámetros de Koneko y con ninguna estadística superior, todo promedio a excepción de la velocidad.

—¿Qué pasa? —preguntó Narumi, observando con detenimiento la pantalla.
—¿Qué te parece ella? —preguntó el hombre de barba tupida, que traía la misma bata los demás.
—Azazel —miró sin demasiado interés al líder de esa ala de investigación—. Salud, estamina, velocidad, destreza e inteligencia están bien… el problema es su fuerza física, es demasiado baja y pesa poco para luchar. Si su Rebel resulta ser alguien fornido va a estar en problemas.
—Lo mismo pienso, me puse en contacto con Miranda para buscarle un tutor apenas sepamos las habilidades que obtendrá Koneko mañana.
—¿Por qué tanto interés? —inquirió el otro.
—Es la primera vez que nos dejan participar en este tipo de investigaciones. Ya hemos propuesto cuatro HiMEs y dos fueron rechazadas, también tenemos contactos en Rizembol y estudiantes de ellos en nuestra sede, básicamente somos… —antes de que terminara, fue interrumpido por el menor de los dos.
—¿Traidores? —levantó la mano Narumi.

Azazel carraspeó, casi ahogándose con su propia saliva mientras cierra la portátil.

—¡Neutrales! —apresuró a decir—. Somos neutrales, estamos por el bien de nuestra investigación.
—¿Y eso es? —levantó una ceja, totalmente escéptico a lo que decía su jefe.
 —Aún no lo sé —comenzó a reírse efusivamente, largando saliva en todas direcciones—. Apenas lo sepa te responderé.

El chico salió a los saltitos prácticamente del laboratorio, yendo a tomar el ascensor para poder ir al encuentro con Roxana Agriche. El sitio, Grigori, aún le parecía un misterio; con demasiadas áreas que ni él mismo conocía y gente que apenas se topó una o dos veces y ahora esa extraña palabra y estupidez irreal que eran las HiMEs.

Ingresó al ascensor y lo primero que vio era la extraña y alta figura demacrada que se contorsiona entre la vida y la muerte, después de inspeccionarlo un minuto, rápidamente le dio una sonrisa de gato astuto.

 —¿Beelzebub? Cada día más un cadáver que un ser vivo —lo saludó entrando dentro del ascensor.
—Mi investigación es más importante que andar jugando por los pasillos —respondió sin mucho entusiasmo.
—¿Vas con Roxy? —preguntó Narumi, ojeando una última vez al sujeto, mientras presiona algunos botones.
—Para nada, voy bajando para ver a Rien —negó con la cabeza, aunque apenas se veían sus ojeras marcadas.
—¿Rien? —cuestionó curioso, sacando de los bolsillos del delantal blanco una barra de cereal y comiéndola con avidez.
—Es la encargada de varias cátedras en Ingeniería Biomolecular de Rizembool.

Narumi se sorprendió un poco y abrió sus ojos en el instante que oyó Rizembool, era como si todo estuviera conectado… incluso Roxana Agriche y él estudian allí. Decidió que daría una vuelta por su universidad mañana.

—¿Y eso qué tiene que ver contigo? —preguntó, pues hasta dónde sabía Beelzebub estaba en prácticas de ser un profesional de la salud, específicamente en neurociencia.

Beelzebub se encogió de hombros, el tampoco tenía presente el por qué lo habían llamado e igual estuvo a punto de rechazar el pedido, pero Azazel lo convenció a último momento de que hablara con Rien.

—¿Y tú con Roxana? —preguntó curioso de esa extraña unión de saberes.

Mientras ellos seguían hablando, la puerta del elevador se cerró atrás de ellos y comenzó a descender hasta la planta baja.

—No estoy seguro, me amenazaron con que se iba a poner furiosa la princesa —movió la mano exageradamente, ambos conocían a Roxana y sabían que tenerla de enemiga no era opción.

El aparato se detuvo después de dos minutos de bajada y Beelzebub salió rápidamente del lugar, sin saludar ni darse vuelta para despedirse de su colega. Ninguno tenía asignada un área dónde se encontrasen seguido.

Al pelinegro con aspecto cansino se perdió entre los pasillos, a medida que las puertas metálicas volvían a cerrarse y el silencio volvía a reinar para el restante. Intentó dejar de pensar, aún así los pensamientos volvían uno tras otro atando cabos y dejando más preguntas.

Cuando llegó al piso dónde lo esperaban, tuvo que sostenerse la cabeza con ambas manos y obligarse a avanzar a paso presuroso.

—Es una falta de respeto que llegues media hora tarde —un pelinegro de mirada filosa lo increpó.
—Dion —lo observó de mala gana—. La princesa debe haber aprovechado para tomar su agua de horchata.
—Eso no —fue interrumpido antes de que lo tomara del hombro con fuerza y lo estrellara contra la pared.
—Si vas a estar peleando, vete Dion —una rubia delicada y hermosa, con cabellera ondulada salió de dentro de una sala—. No estoy para juegos, Dion.

La mirada filosa, las pupilas del mismo rojo que la sangre y una sonrisa carmín demasiado astuta le erizó los pelos a Narumi. A regañadientes el otro hombre se fue hacia las escaleras y desapareció lentamente sin despedirse de ninguno de los dos.

—Tu hermano mayor siempre es una molestia —masculló el otro—. Un perro que cree que no tiene collar y le ajusta demasiado la tira.
—Eso lo describe bien a Dion —con una pequeña risa escapándose de sus perfectos labios, ingresó nuevamente al laboratorio indicando a Gen Narumi que la siguiera.

La mujer era todo menos una científica, la primera palabra que se le vino a la mente al genio fue:  manipuladora, de extravagante belleza.

La observó caminar con su larga cabellera miel que cae con ondulaciones por su espalda y trasero; la hacía lucir misteriosa y elegante con la bata de laboratorio blanco que enfunda su pequeño y frágil cuerpo. Pasaron por varias puertas, ella las iba abriendo de par en par, presionando sus largas uñas de color negro mate.

Con la última puerta se giró en noventa grados sobre su propio eje e hizo sonar los tacones aguja de estilo gótico, de una cuerina negra reluciente de la marca Pleaser, lo primero que Narumi observó fue la gargantilla en forma de tela de encaje y las uñas largas y felinas que poseía lo que el denominó como princesa.

Viro sus ojos hacia el sitio; largos ventanales filtran la luz de ocaso poniente y dejan ver siluetas extrañas, como de grandes crisálidas a punto de romperse y traer algo a la vida, algo que a el nunca se le ocurriría ni en sus más locos sueños. Un invernadero extraño, con algunas plantas puestas sin demasiado cuidado y un suelo de gravilla hecho apresuradamente. Aquel sitiono pareció propicio para la vida.

—El maestro Qian quería que te mostrara a mis bebes —con una sonrisa maliciosa volvió a girar y señaló los capullos, ninguno mostraba signos de haber eclosionado aún.
—¿Qué es? —preguntó sin moverse ni un centímetro.
—Mis bebés, las llamo “mariposas del paraíso” —la mueca de la mujer se hizo más pronunciada y un destello de maldad se hizo presente es esa piel de cristal. Movió un poco su cuerpo y con ello unos pendientes rojos sonaron—. No entiendo por qué el maestro Qian quería tu opinión sobre esto…
—No parece algo sensato lo que haces… ¿qué son tus bebes?

Recordó un instante al maestro Qian, un hombre sobrio de abogacía… sin nada que destacar salvo esa extraña y maniática sonrisa que, al menos a él, lo hacia sentir extraño. Según sabía, actualmente estaba trabajando como abogado para una familia importante de corea…

—Nada nuevo. Rizembool me pidió investigar y desarrollar un arma no letal que pueda inducir el sueño en personas que marque como objetivo —comenzó a jugar sin mucho interés con uno de los mechones de su larga cabellera—. Está dentro del marco legal gracias al maestro Qian.
—Lo hablaré con Tobi —con una punzada en el estómago algo le dio mala espina y un gran mal presentimiento.
—Ah sí, fue llamado a Rizembool… algo raro siendo que se graduó de otra universidad.
—Tobi es increíblemente inteligente y con principios bien plantados. No como tú, Roxy.
—Vamos, tengo mis propios motivos para esta mierda.

Lo último que vio Narumi antes de girar para irse del cuarto, fue a la rubia poniendo sus manos como jarras mientras lo observa con una mueca en la que no podía leer los sentimientos o conflictos de la mujer.

—Idiota —masculló Roxana yendo hacia una de las crisálidas, que, en realidad, ya había eclosionado—. Por este motivo hablar con ese tipo es molesto.

Mariposas rojizas comenzaron a revolotear y a batir sus pequeñas alitas cerca de Roxana Agriche, como veinte insectos buscando a su madre para posarse en ella.

—Roxana san, ya está listo el té —una mujer de cabellos cortos y azabaches apareció para indicarle, su mirada se mostraba vacía y con el uniforme de criada.
—Bien, después de alimentar a mis bebés —con una pequeña daga dorada cortó en diagonal la palma de la mano y mientras la sangre fluía las mariposas se comenzaron a agrupar sobre lo que tiñe de rojo su mano.

#####

Una pila de hojas totalmente desordenada se balancea sobre el escritorio de una pequeña habitación o estudio, giró la silla para observar el caos de objetos en cada rincón y algunos objetos extraños que parecían ser souvenirs de viajes hechos alrededor del mundo… aunque en su mayoría eran rocas.

“Esto es aburrido” suspiró en pensamientos Cheng Xiaoshi, hablando mentalmente con su compañero.
“Has hecho un lío todo el cuarto…” con voz impaciente lo retó. “Ponte a trabajar Cheng Xiaoshi, tú quisiste meterte en esta estupidez”.

Comenzó a jugar con un bolígrafo, trazando algunas líneas y haciendo algunos jamo para distraerse, aunque seguramente Tobio no iba a tener idea del significado de ninguna palabra compuesta escrita en caracteres de Corea del Sur y después comenzó a trazar más palabras en chino.

Rápidamente escribió en la agenda personal de Tobio “只会读书的书虫” con un marcador permanente.

“No hagas idioteces, Cheng Xiaoshi” lo volvió a reprender su mejor amigo mentalmente.
“¿Qué idiotez? Mira esta agenda, apenas y si tiene tiempo para descansar… trabajo, trabajo y estudios” suspiró, leyendo algunos papeles para terminar con las encomiendas del día. “Y esta noche está marcado como Black Dog… qué aburrida vida”.
“No todos pierden el tiempo como tú” respondió Lu Guang.
“Aún me sorprende este cuerpo, tiene demasiada fuerza e inteligencia, por ahí siento que va a tomar el control de si mismo. ¿Es posible Lu Guang?”.
“No lo sé, es una idiotez lo que dices” masculló el otro.

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Las chicas ya estaban listas, las tres luciendo hermosos vestidos que encajan perfectamente con sus cuerpos y realzan sus curvas.

Koneko optó por un vestido a cuadros de color mostaza, con un corset negro que realza su pequeña cintura, abajo acompañado por una camiseta blanca de mangas largas y cuello de tortuga. Al lado de las otras dos, que estaban en tacones, ella optó por unos borceguíes negros y largos que la hacían ver muy al estilo Grunge de los noventas, con medias de red oscuras.

—¿Ya has pensado en quién será tu Key? —preguntó Rias a la gatita, toda emocionada por saber si algún chico le llama la atención a su otra mejor amiga.
—No —respondió cortante, girando la mirada hacia la calle.

Las tres se habían montado en el auto de la pelirroja y ya habían quedado en encontrarse a unas cuadras de Black Dog para ir todo el grupo de chicas juntas.

—Nuestro circulo siempre ha sido de mujeres —inquirió Akeno, comprobando que el maquillaje que estaba usando fuera perfecto.

Ella enfundó un vestido Alexander McQueen, en tubo, entallado a si cintura y caderas y con un escote pronunciado y una blusa blanca de mangas anchas debajo. A su costado se abre un poco, con un corte horizontal que deja al descubierto parte de su muslo derecho.  Rias se colocó un vestido Saint Laurent Silk-blend Crepe Draped Strapless Dress con escote en V y algunos accesorios que no destacan tanto como su larga melena rojiza.

—Los chicos nos ponen apodos tontos como “the last girl standing with a ponytail” a Koneko le decían la mascota del instituto y a mí la Reina… cuándo soy el Rey, la posición de Reina siempre ha sido tuya Akeno —apretó las manos en el volante y aceleró un poco más en las calles de Tokio.

—Eso es cierto y Koneko Rook1 —se rió un poco la pelinegra, en realidad esos apodos nunca le molestaron.
—A mi me regalaban muchos dulces —levantó la mano Koneko, entusiasmada mientras recordaba la cantidad de golosinas que recibía a diario.
—Por eso terminaste como perezosa —Rias la miró por el retrovisor.
—¿Qué carrera cursas, Koneko? —preguntó Akeno, doblando la cabeza hacia la parte posterior del carro.
—Ingeniería civil —murmuró la pequeña, desde niña fue buena en cálculos.

Después de media hora de viajar en coche, llegaron hacia la zona de Ginza dónde se ubican bares y sitios elegantes de gastronomía. Las tres se bajaron del coche y después de prender la alarma comenzaron a caminar hasta que vieron a una peliazul agitando sus brazos con fuerza.

—¡Chicas! —gritó con fuerza Xenovia, atrayendo la mirada de los transeúntes que iban pasando al lado del otro grupo de tres chicas.
—Xenovia, nos ven —murmuró Asia, codeándola un poco.
—APURENSEN, LAS BEBIDAS GRATIS NOS ESPERAN —comenzó a gritar alegremente la denominada valquiria solterona. Apodada valquiria por que en el instituto Kuoh enseña la asignatura de historia universal.
—Xenovia, Asia, Rossweisse —Akeno fue directo hacia ellas y las abrazó a las tres juntas.
—Tiempo sin vernos —las saludó con una sonrisa la pelirroja, intentando separar a Akeno del abrazo gigante.
—Hola —sin tono en particular, también las saludó Koneko.

Después de lograr que la japonesa soltara a sus amigas, el grupo de seis chicas comenzó a caminar por las calles del barrio para llegar al bar al que se dirigen.

—¿Entonces Tobio san y tú? —con una mirada aguda, la chica de cabellos cortos y color azul empezó a indagar—. Los celos de Akeno san en WhatsApp eran tan evidentes. ~
—Eso es mentira —Akeno le respondió con un puchero, tomando a su amiga del brazo para caminar a la par.

La primera en preguntar sobre la relación de los primos fue Xenovia, una de las últimas en integrarse a lo que la Buchou denomino “Rias Gremory's Peerage”. Una loca fascinada con las espadas que impone presencia con su belleza física y su fuerza. Su cuerpo tonificado, fruto de años de entrenamiento, se enfatizaba con sus ajustados jeans de cuero negro, que se adherían a sus curvas como una segunda piel, resaltando cada músculo y fibra. La remera corta a juego, que ascendía hasta un poco más arriba del ombligo, revelando un abdomen firme y definido, testimonio de los años que lleva entrando y yendo al gimnasio.
Sus amigas la describen como una mujer pasional, intrépida, que no teme a los desafíos y a las competencias mixtas, leal con sus amigas y siempre dispuesta a defenderlas. Su determinación es algo que todas remarcan y Asia agrega extremadamente pervertida, una deshonra para la pureza femenina y el estar casta hasta el matrimonio.

La peliazul avanzó con sus botas góticas, de suela recta y gruesas, abrazando a la rubia del grupo desde atrás para molestarla.

Asia, por su parte, la describen como una chica sensible, que imparte las oraciones de su religión, tímida pero que quiere ser más dura y recta para corregir los malos hábitos de sus allegados. Por lo general tiene fuertes jaquecas o dolores de cabeza al pensar en Dios, debido a un trauma que sufrió en la infancia.

—Estoy segura que Akeno san honra a sus padres y evita esas extrañas mezclas entre primos —los ojos verdes de Asia la observaron desde atrás, intentando quitarse a Xenovia de encima.

Asia porta su larga melena rubia suelta, cayendo sobre sus hombros con un fino moño de seda rojizo. Aún con diecinueve años se logró vestir de manera modesta y decoro, pues salía de su trabajo par-time como catequista. Parecía que había elegido ese conjunto cuidadosamente con colores sobrios, pero sin llegar a ser aburrida. La falda plisada color bordo a cuadros escoceses se mueve con delicadeza a cada paso que hace; en la parte superior una camisa blanca común y sobre ella un suéter gris que contrasta haciendo el look juvenil.

Después de alejar a Xenovia de encima, reacomodó nuevamente las tiras del cuello de su camisa, que simula ser un moño grande como corbata.

—Eso no importa —declaró Rossweisse dando pequeños saltitos de alegría al pensar en beber gratis—. Lo importante es que no termine como solterona a los treinta… edad que casi cumplo…

La mujer dejó caer sus hombros y suspiró con pesadez, por algún motivo el hecho de no haber tenido novio nunca a sus casi treinta la deprime bastante. Pateó una lata imaginaria con sus mocasines oscuros; en el Instituto Kuoh sus alumnos la llamaban “tragic beauty” desde los tiempos en que Akeno y Rias iban al instituto,

—Claro que importa, está prohibido el matrimonio entre primos —se quejó Asia refunfuñando mientras se aleja de Xenovia poniéndose al lado de Koneko.
—En Japón está permitido si no están relacionados de manera directa —dando un giro mientras camina de espaldas a la avenida habló Rias, su cabello rojizo se ondeó levemente perfectamente sincronizado con la bella sonrisa carmín de sus labios.
—Pero son primos… —volvió a protestar Asia, su mirada se posó un instante en Akeno.
—Es buen partido —aseguró Rossweisse levantando el dedo índice para empezar a enumerar cada cualidad que vio en el bartender de Black Dog—. Sabe cocinar, se graduó en abogacía, es bueno en las tareas domésticas, amable, educado y va al gimnasio a diario.

La pelirroja giró al frente de nuevo y tomó el brazo de Akeno, pues su cara mostraba una mueca indescifrable para cualquiera menos para su mejor amiga de años; entendió de inmediato sus preocupaciones y que si algo surgía entre Tobio y ella probablemente todos los mirarían como Asia.

—Será decisión de ellos —la pelirroja comenzó a correr tomada del brazo de la otra chica y ambas avanzaron a pasos agigantados hacia el bar.

Las primeras en pasar el umbral hacia el bar fueron Rias y Akeno, seguidas por la veloz “valkyrie who never had a boyfriend”, apodada así una vez más por sus estudiantes en Kuoh Academy. La albina se apresuró a pasar por las mesas y el gentío sin prestar demasiada atención a su alrededor y con sus ojos azulados apuntando a la barra dónde inmediato vio a Tobio.

Levantó una mano y las miradas de algunos hombres en el local fueron hacia ella; una mujer a finales de sus veintes y entrando en sus treinta años, elegante, con un largo cabello ceniza cayendo suavemente por su espalda hasta más allá de las rodillas y midiendo un metro setenta y dos. Trajeada con unos pantalones de vestir rectos a la cintura que se ciñen perfectamente al cuerpo curvilíneo de la mujer y un blazer del mismo color combinado a la perfección. Abrió los botones de la elegante chaqueta revelando una blusa simple con una corbata azulada que rápidamente aflojó.

—¡Es viernes, hay que emborracharse! —gritó extendiendo ambas manos hacia Tobio, quién rápidamente le pasó una jarra de cerveza con espuma hasta arriba.
—Rose, bienvenida —sonrió con amabilidad el joven bartender, mirando al resto de chicas que la seguía a la mencionada muy de cerca—. Chicas…

Las orbes azabaches de Tobio fueron directo hacia su prima que llegó a la barra con Rias Gremory, tragó saliva pensando en las palabras que diría después de ese encuentro tan extraño que tuvieron en Grigori en el que casi se besaron.

—Bienvenidas —dijo casi de manera robótica Cheng Xiaoshi en el cuerpo del barman. Sentía los latidos del corazón del hombre acelerar abruptamente al ver a esa mujer descarada y aún así poseía pleno control de sus emociones y una mente clara.

“Este cuerpo simplemente es irreal… como el de esa mocosa” habló mentalmente Cheng Xioashi en su mente para que Lu Guang, su socio, lo escuchara. “En su agenda hace huecos hasta para ir al gimnasio…”.
“No todos se la pasan de vagos como tú. Presta atención y no la cagues”.

—Rezaré para que no caigan en la inmoralidad —con sus manos entrelazadas y los dedos recorriendo suavemente las cuentas lisas de su rosario miró al hombre directo a los ojos, sosteniendo la mirada mientras él no sabia qué hacer.
—¡Es un malentendido! —sentenció fuerte, haciendo que todas pusieran atención hacia su dirección. Akeno sonrió con malicia y sacó levemente la lengua para hacerle burla.
El silenció reinó entre todos ellos, mientras el suave sonido de copas o voces distantes daban paso al final de una canción de casi cuatro minutos. El tiempo se ralentizó ante sus ojos a la vez que observa el ambiente del local; una fina capa de humo de cigarros y personas apurando segundos o hasta terceras copas, observó a un hombre tirarse sobre un sofá de cuero negro y una pareja bailando ante el ritmo pegadizo del blues.

“Yeah I love my baby
Heart and soul
Love like ours won't never grow old
She's my sweet little thing
She's my pride and joy
She's my sweet little baby
I'm her little lover boy”


Al oír la última parte de la canción sintió como la sangre se agolpó de pronto en su cara y un calor intenso comenzó a ser presente en el cuerpo del hombre que hasta hace minutos Cheng alabó por su templanza ante todas las situaciones de estrés máximo.

La voz de Stevie Ray Vaughan, áspera y grave con un toque de acento tejano hizo que el corazón del bartender se parara por unos minutos y después empezara a sentir vergüenza con sus latidos galopando a un ritmo anormal para él junto al punteo ocasional de la guitarra.

—Oh, que justo —apareció Lavinia trayendo una bandeja con algunas copas vacías en ellas—. Pride and Joy de Vaughan va perfecto —soltó una pequeña risa, anticipando los sentimientos de Tobio.

“¿Qué está pasando?” preguntó rápidamente a su compañero.
“Nada, Akeno tiene un grupo grande de amigas y la mayoría son occidentales” habló tranquilamente el receptor. “No te preocupes, falta un último nodo”.
“Afff, estoy cansado de ver tantas personas” gruñó mentalmente, aunque el rostro que el grupo veía era uno suave y algo sonrojado.

Las chicas empezaron a reírse mientras se agolpan en la barra, la primera de ellas fue Xenovia que tomó la carta de bebidas exóticas.

—Quiero algo occidental, suave y con frutas —Asia pidió tímidamente, jugando con sus dedos sin poder mirar al mayor.
—Te prepararé Caipirinha —con una expresión suave y cortes cerró sus pestañas para acentuar su serenidad, haciendo que sus signos vitales volvieran a la normalidad y la piel retomara su color pálido.
—Un la… lam… ble —intentó pronunciar Akeno, marcando con su dedo la pizarra que traía escrita las recomendaciones del día escrita con una aesthetic caligrafía en cursiva y algo minimalista.

Tobio miró hacia la pizarra y sin querer dejó escapar de entre sus labios risas, intentó ocultar los sonidos carraspeando y bajando la cabeza antes de volver hacia su prima.

—¿Bramble? —preguntó para estar seguro que es lo que ella quería.

La chica no supo como reaccionar por lo que atinó a asentir e irse rápidamente hacia la una mesa algo alejada del bar.

—Uno de esos para mí también y leche tibia para Koneko —pidió Rias y una vez Tobio lo anotó en una libreta, se llevó a la menor del grupo a rastras hacia la mesa dónde su otra amiga había ido.
—Quería botanas —exhaló aire Koneko—. ¡Ikuse senpai, trae comida chatarra! —gritó siendo arrastrada entre las mesas del bar.
 —No pidas imposibles —la retó la pelirroja, a quien no le costó nada llevar a la gatita así debido a la diferencia de estaturas—. Recuerda que Tobio está trabajando.
—Y ella es una clienta —agregó Akeno, aún humillada y molesta con su primo por haberle remarcado su error de pronunciación. Aunque en realidad le daba vergüenza haber sido tan torpe frente a su crush.

Una hora después la música vibrante del bar se mezcló con los sonidos propios del bar hacían del ambiente un lugar agitado lleno de risas con las personas hablando, bailando o bebiendo tranquilamente. La presencia de las chicas robó toda la atención del local, no había nadie para ese momento que no las hubiera visto al menos una vez. La energía de ellas parecía contagiosa.

—¿No quieres ir con ellas, Beelzebub? —Lavinia dejó una taza de café humeante con olor amargo y adictivo.
—¿Por qué? —cruzado de piernas y con mirada vacía, sacó un libro del bolso que traía a su lado y lo abrió.
—Azazel estará más tranquilo si te relajas de vez en cuando —la mujer bajó la bandeja de metal y se quedó parada unos minutos, observando las acciones del pasante de Grigori.
 —Es irrelevante —pasó de página en el libro sin mirar a la mujer—. Gracias por el café, vine únicamente por petición de ese sujeto tan molesto e insistente…
—Aza siempre es muy leal con sus empleados y amigos —musitó la mujer con una delicada mueca llena de amabilidad.

Cerca de la vieja rocola las chicas armaron una pista de baile improvisada, junto a las luces tenues de neón que apenas iluminan sus figuras. Xenovia, Akeno, Asia, Rias, Koneko y Rossweisse empezaron a moverse al ritmo de “she's a lover” de Red Hot Chili Peppers; el sonido funk con el bajo de Flea como sonido predominante y la batería de Chad Smith marcando los tiempos con steps “uno, dos, tres” llevando a explosiones de la guitarra de John Frusciante y la voz enérgica de Anthony Kiedis.

“The flower pink on the tree, but if you pick it to see
Will it be wild and free?
You say you wanted a piece
Is it for sale or for lease?
Oh, that's the easy police
(come on down)”


Las seis chicas se movían con pequeños saltos contagiosos, demostrando el espíritu desafiante y libre de la juventud. La mirada de varias personas puestas sobre ellas y lo que hacían, volvían el ambiente festivo y algunos las comenzaron a imitar.

—¡WHAAAA!
Rossweisse con una jarra de cerveza en mano apresuró en tomar un trago y gritar con fuerza, levantando la jarra al aire dejando que la música guiara sus pasos junto a la pequeña multitud que también comenzaron a bailar.

—Buchou sigue siendo tan poco seductora ufufu~ —soltó una ligera risita, guiñando un ojo hacia la pelirroja, que movía sus brazos sin sentido.
—ESO ES MENTIRA —defendiéndose comenzó a mover sutilmente sus caderas, meneando ligeramente ante la sensualidad del rock funk.

Koneko simplemente dejaba que sus pies marcaran el ritmo con fluidez, mientras sus manos sostienen con una mano un plato pequeño con una porción de neri yokan y la otra un tenedor pequeño para cortar, que se mueve como gelatina a su ritmo.
 
—¿Tengo que bailar? —susurró la gatita con una pequeña mancha de la pasta marrón oscura de frijoles en su piel pálida.

—¡Por supuesto! —animada le respondió Xenovia, agarrando las manos de Asia para bailar juntas cuándo comenzó la repetición del “I, oh, I” y “she's a lover”. El rostro de la rubia se debatía entre sonreír o golpear a Xenovia fuertemente.
—No me dejes sola con ella —le suplicó a la albina pequeña, siguiendo los pasos en círculos de Xenovia, moviendo sus rodillas hacia adelante y atrás, girando alrededor de los brazos extendidos de la otra chica.

Akeno comenzó a moverse siendo guiada por el compás de la canción, de manera sensual y con fluidez, bajando sus brazos con lentitud mientras delinea su figura de sirena; buscó la mirada de Tobio quien está detrás de la barra, atendiendo clientes. Las miradas furtivas de ella hacia él se volvían cada vez más intensas y descaradas, las orbes amatistas de ellas fijas en las de su primo, esperando el momento en que la notara.

“Love me, love me
Wake up and hug me
I will be a torrid beast
Well, if you need me, need me
Wake up and squeeze me
Nothin' but a sweet relief
I, oh, I”


El barman, pese a toda la agitación del bar, su concentración admirable hacían de él el trabajador perfecto; aún así una leve punzada por la música sonando de Red Hot Chili Peppers y el tumulto en una esquina del sitio hizo que sus pupilas fueran directo a Himejima. Su presencia bailando de manera seductora lo hipnotizo.

La pelinegra, por su parte, no podía quitarle la atención al porte tan serio del joven y su mirada atenta ahora en ella… Sus labios se curvaron hacia arriba con cierta sensualidad, ambos lo sabían, se estaban viendo de una manera por habitual y cargada de magnetismo que los primos nunca habían sentido. Cada vez que ambos se vislumbran el conrazón de Akeno palpita con fuerza, sin poder creer que logró atrapar la atención de su primo.

Con movimientos sensuales e inhibida con todo su sex appeal a flor de piel seguía danzando, moviendo delicadamente sus brazos hacia arriba y haciendo que desciendan de manera lenta y volviendo a subir sus manos.

“She's a lover x3
She's a lover, unlimited love again
Gotta love her, unlimited love again
She's a lover, unlimited love again
Little lover, unlimited love again”


 Tobio sintió una descarga eléctrica correr por su cuerpo, recorriéndolo lentamente de manera casi tortuosa al verla tan atrevida y provocativa.

“Esto es absurdo” suspiró entre susurros Cheng Xiaoshi, a sabiendas que no era a él a quien Akeno coqueteaba con tanto entusiasmo.

Bajo la cabeza rápidamente para buscar algunas cucharas y adornos que dejó caer al suelo por su falta de experiencia como bartender.

“Love me, love me
Wake up and hug me
I will be a torrid beast
Well, if you need me, need me
Wake up and squeeze me
Nothin' but a sweet relief
I, oh, I”


Cuando levantó la cabeza lo primero que hizo fue buscar a su prima, aquella ropa que se ajustaba como segunda piel a su figura tan curvilínea. Ni las advertencias que le dijeron sobre las mujeres de la familia Himejima lo prepararon suficiente para este momento.

Contemplar como su cabello negro se mece al ritmo de la música y los movimientos de la cadera de ella una fascinación para lo que no estaría preparado nunca, cada giro, cada balanceo lo atraían como un imán.


“Lu Guang” dijo mentalmente, presionando su pecho ante la perdida de aliento.
“No puedo ayudarte. Imbécil” la voz del otro lado totalmente calmo dejo que el silencio invadiera la cabeza de Cheng Xiaoshi. “Ya casi termina esto, falta media hora”.

Su prima debía ser como una ola oscura de sensualidad, con su cabello atado en una coleta de caballo brillante y un cuerpo de caderas anchas y trasero como media lunas que llaman la atención cortando totalmente la templanza del barman.

“Look at you”

La canción “she’s a lover” llegando a su verso final se volvió más penetrante y la fusión armoniosa de Flea, Chad y Frusciante; con la mirada puesta encima de Akeno, no podía apartarla y el final de la canción lo hizo desear continuar lo que dejaron en Grigori… talló sus ojos con un mano intentando apartar esos pensamientos e intentos mezclar con el mixer un cóctel, sin mucho éxito.

“Concéntrate, Cheng Xiaoshi”.
“Es fácil decirlo para Lu Guang” respondió suspirando y apartándose un poco de la barra.

La compostura lo abandonó hacia minutos y el cuerpo de Tobio ya no respondía como quería aquel que lo poseyó.

“I will be a torrid beast
I will be a torrid beast”

Finalmente terminó la condenada canción, tras eso se acercó todo el grupo de chicas a la barra mientras reían y hablan de diversas cosas, empujándose y haciendo pequeñas bromas. Se las veía cansadas, por lo que rápidamente sacó tres jarras y las llenó de cerveza para que bebieran y les colocó hielo, pensó que lo necesitarían, dejando los tragos sobre la barra.

—Chicas, hicieron que el bar fuera un pub —Lavinia se acercó empujando a Beelzebub, incluso él no pudo contra la alegría de la mujer.

Quien la seguía traía una camisa negra y unos jeans del mismo color, totalmente edgy, como si quisiera hacer que sus ojeras combinasen con su outfit. No se fijó en ninguna chica, solo se sentó en una de las sillas de la barra.

—Whisky, por favor —murmuró a Tobio sin cambiar de expresión apática.
—¿Se conocen? —Akeno lo saludó con la mano desde lejos.
—De lejos —respondió rápidamente con tono cansino—. ¿La hija de Baraqiel?
—Sí —asintió, mientras Tobio le dejaba el pequeño vaso de vidrio con Whisky.

La sonrisa del bartender seguía siendo la usual, pero esta vez con la vista clavada en la prima; todo desapareció alrededor de ellos y notó la piel de porcelana perlada por el sudor de haner bailado con tanta energía.

—Prepararé algo amargo para ti, Akeno —continuó con su sonrisa amble y busco algunas bebidas detrás de él, aunque ninguna con alcohol.
—No te preocupes, no tengo sed —le dijo casual, haciendo sus flecos hacia atrás para dejar su rostro descubierto. Las finas facciones del rostro de dejaron ver y el maquillaje que lucía

 Se acerco a ella como autómata y dejó sobre la barra un vaso de agua; percibió un nudo formándose en la garganta al tenerla casi frente suyo.

—¿Estás segura? —le preguntó tratando de mantener la calma—. Hay muchas variedades.
—Nada de eso funcionará. Tiene que rehidratarse y refrescarse, las bebidas isotónicas es lo más efectivo —con el libro una vez en manos habló Beelzebub, sin tocar el whisky que pidió.

Akeno inclinó ligeramente la cabeza hacia el libro del chico que estaba a dos sillas de distancia, sus ojos brillaron con diversión al ver que leía “La Divina Comedia”, Beelzebub no se inmutó ni se apartó, dejó que escudriñara sin prestarle atención.
 
—¿Te gusta? —señaló el libro negro con decoraciones doradas del trabajador del cliente.
—Algo así, está en el canto quinto del Infierno. Es algo curioso —respondió bebiendo tranquilamente del vaso de agua que le dejó y contemplo al bartender con una sonrisa traviesa—. El de los lujuriosos. Allí Dante y Virgilio encuentran a los adúlteros Francesca da Rimini y Paolo Malatesta. ~

Una nueva canción comenzó a sonar en Black Dog, una fusión de rock y pop con sintetizadores. Ninguno de los presentes reconoció a la vocalista y fue totalmente anticlimático para el lugar que, por lo general, el playlist se compone de rock blues y rock.

“Time, it's a hypocritical construct”

—El segundo círculo, aquí es dónde la agonía y el llanto nunca se detiene y es una marea implacable —agregó con aspecto perezoso el otro cliente.
—Injusto si dos personas se aman —resopló Akeno, fijándose en la reacción de su primo que está del otro lado de la barra.
—Así pasa si no obedeces la gracia de Dios —se encogió de hombros.

Tobio parpadeó repetidas veces sin entender la conversación o si había algún mensaje oculto. Cheng Xiaoshi no era un ávido lector.
“The shadows they whisper in your head
I let them linger and you will like it
You're tied on my strings like a puppet
Before you even notice”

“Cheng Xioashi cinco el nodo, ya no veo nada. No hay nada… ¿qué hiciste?” con voz desesperada preguntó en la cabeza como si estuvieran conectados por telepatía.
“Nada, nada. Solo estamos hablando”.

Rápidamente repasó cada momento que vivió en estas doce horas dentro del cuerpo de Tobio Ikuse y había seguido al pie de la letra las ordenes que le dictó Lu Guang. Volvió hacia Akeno y después el único error allí… Beelzebub.

“¿Esta persona?” preguntó Cheng Xiaoshi alterado del mismo modo.
“Estas solo en esto, ya n puedo guiarte, Faltan diez minutos, no hagas nada extraño. Mantente en el personaje”.

“I made a deal with the demons
I crave the feel of true desire
There's nothing real, eventually heading into darkness”

Akeno sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las palabras de la canción de fondo. El ambiente del bar parecía cargado de tensión, como si algo estuviera a punto de desencadenarse. Miró a su primo detrás de la barra, preocupada por su expresión confusa.

—Itoko-san tienes que detener tus juegos conmigo, esos coqueteos son indebidos. Soy mayor que tú, si me provocas no me quedaré quieto como los chicos de tu edad —soltó una verborragia de cosas sin sentido como si fuera controlado por sus emociones.
—¿De qué hablas? —apoyó ambos codos sobre la barra de madera caoba reposando su cabeza entre las manos—. No estoy jugando a nada, primo.

“Admist the thunder I don't care for the consequences
The power to withstand the voltage is too bewitching
Show me the result of my deduction at each time
Nobody can change it or stop it”

“¿Eh?” lleno de confusión, la visión comenzó a hacerse borrosa.
“Ya no queda tiempo, solo deja que fluya” Lu Guang trató de tranquilizarlo.

Tobio parpadeó, como si estuviera luchando por entender lo que sucedía a su alrededor.

—Eso es mentira y lo sabes —la tomó del brazo, haciendo que ella se tuviera que levantar de la silla—. No me tomes por imbécil.
 —Nadie te está tomando por nada —sacó rápidamente la mano del firme agarre del barman—. Si vas a rechazarme, hazlo ahora Tobio.

Akeno frunció el ceño, sintiendo que algo no estaba bien. Sus instintos le decían que debía estar alerta, giró para irse de nuevo con sus amigas que se habían sentado en una de las mesas cerca de uno de los ventanales del bar y de un sofá que Koneko rápidamente se adueñó.
« Last Edit: April 30, 2024, 10:48:28 PM by Miyu »


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Sayi

Estoy aquí, fickeandote 🎵♪ /shakira



Un grupo se detuvo frente a ella… y Sayi observó al hombre portando una banderita caminar hacia la estatua y comenzar a describirla para el grupo que le seguía.

“La estatua de Hachiko fue originalmente creada en 1934, con Hachiko atendiendo la inauguración. Esa estatua sin embargo fue reciclada durante la Segunda Guerra Mundial… y re hecha por el hijo del escultor original en 1948, y desde ese entonces esta aquí”

Sayi se alejó del grupo para no interrumpir al guía. Se preguntaba si la estatua de Hachiko había sido una mala elección como punto de encuentro, pero según Bou, esta era la primera vez que Haru visitaba Japón, así que suponía que un sitio turístico sería apropiado.

“Quizás Ginza hubiese sido mejor…” se preguntó para si misma. Haru venía de una familia con dinero y quizás visitar las tiendas sería más divertido para ella.

“¡Sayi!”

Escuchó su nombre viniendo en la estación, y observó a Haru correr en su dirección. Sayi había supuesto que un chofer o taxi la dejarían en Shibuya, pero al parecer…

“¿Tomaste el metro?” le preguntó Sayi mientras Hagu se agachaba para recuperar el aire.
“Siento… la demora… no sabía que salida tomar...”
"Lo siento, no pensé que tomarías el metro" se disculpó la pelirrosa "Shibuya puede ser confuso si no te has familiarizado con el metro"
"¡Pero el metro de Tokyo es muy eficiente! Cuando decidí venir a Japón, me prometí tomarlo a menudo"

Sayi sonrió. Haru parecía ser una persona muy sincera. Tenía curiosidad como esta tarde juntas iria.

Taikoubou le había sorprendido con la noticia que Haru quería conversar su Sayi, y por su lado, Haru le había sorprendido invitándola a salir un fin de semana para conocerse mejor. Si se tratara de cualquier persona, Sayi estaría ansiosa que la nueva pareja de su ex novio quisiera hablar con ella... pero Haru había sido tan animada y amigable en su correspondencia que sentía que no habían motivos ulteriores, y que realmente quería conocerla.

"¿Tienes algún lugar al que te gustaría ir?" le preguntó Sayi "Bou me dijo que es tu primera vez en Japón, asi que supuse que podriamos caminar por Shibuya Crossing, y de ahi a Harajuku, Omoide Yokocho... y podemos cenar en Shinjuku"
"¡Eso suena excelente! ¿Haraujuku es donde puedes ordenar uno de esos algodones de azucar gigantes?" Sayi asintió "¡Eso estaba en mi lista!"
Sayi sonrió, enorgullecida de su plan "Bueno, ¿entonces que tal si empezamos a caminar? Tengo mucho que mostrarte"

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

llegue xD

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Tsukasa y Tsubasa corrían por toda la ciudad persiguiendo a una joven rubia de dos colas, era la tan temida y famosa “Junko Enoshima” . ¿Por qué la estaban persiguiendo?, pues la razón era que la joven estudiante de Rizembool tuvo un enfrentamiento con el hermano mayor del pelirojo, Marion, del cual salió malherido.

Este acontecimiento sucedió justo en el día en que los hermanos iban a salir a convivir como hermanos lejos de los deberes policiales y estudiantiles, Rosaria no iba a ir con ellos porque tenia una misión fuera de la ciudad.

Cuando ambos se embarcaron a la limosina de la familia, de repente un auto negro se coloco frente a ellos que ocasiono que frenaran violentamente.

Quedate aquí Tsukasa…- dijo el pelirojo mientras salía del auto-

Oniisama, ten mucho cuidado…- le dijo preocupado-

No te preocupes…-saco su arma de reglamento- nada malo me va a suceder

Marion se acerco hacia el auto negro mirando fijamente atento a cualquier movimiento que se pueda realizar dentro de dicho automóvil

Se que te encuentras aquí Junko Enoshima…así que sal de ahí…-

La puerta del automóvil negro se abrió y la joven salió alzando las manos

Me atrapaste querido oficial…-dijo riéndose burlonamente, mientras sacaba como una especie de bazooka señalando hacia la limosina donde el menor de la familia Suou-

Que prentendes hacer con eso?...-

Lo que estas pensando que haré…-

Detente o disparo!! …-dijo el pelirojo mayor visiblemente afectado-

Eso te pasa por entrometerte en mis asuntos…-

Tsukasa!!!...-soltó su arma cuando Junko apretó el gatillo-

La escena ocurrió en cámara lenta, Junko riendo mientras que Marion corría hacia la limosina extendiendo sus manos, al mismo tiempo Tsukasa observó con terror lo que estaba apunto de sucederle, cerrando los ojos para pensar en su familia, y en los Knights a quien consideraba también su familia

Cuando aquel rayo iba a caer hacia él, otro rayo se interpuso en su camino

Justo cuando lo estaba pasando de lo lindo…-suspiró pesadamente, mientras dirigía la mirada hacia la persona que habia echado a perder su plan- cuando no una Hime viniendo a echar a perder la diversión…-

Enoshima Junko…-se escuchó una voz llena de rencor y cólera-

Así que eres una de las Hime antiguas…Kazanari Tsubasa…-

Marion calló al suelo suspirando aliviado, agradeciendo la llegada de aquella joven

Tsukasa-kun te encuentras bien??-

Vio como Tsukasa salía de la limosina junto a Riolu, el child de la peliazul

Tsubasa-neesama…muchas gracias…-dijo con una cálida sonrisa-

Menos mal que llegue a tiempo…-dijo acercándose a su kohai para acariciarle suavemente los cabellos-

Tsukasa menos mal que estas a salvo…-dijo el mayor para acercarse hacia los dos jóvenes pero habían olvidado que

Junko estaba junto a ellos-

Cuando no descuidándose, por que son así de tercas las Himes??...-Junko tenia el arma de Marion y le disparo cerca al corazón –

Niisama!!!...-

Riolu aura esfera!!!...-dijo Tsubasa muy enojada mientras desenvainaba su espada-

El child formo una esfera y la lanzó hacia Junko que logro esquivarla sin mucho esfuerzo

No me sucedió nada…-rio divertida-

Pero lo que no sabia Junko, era que todo era parte del plan de Tsubasa ya que frente a la rubia apareció la Hime que quería rebanarle el cuello, a duras pensas Junko se alejó de ella

Nada mal…nada mal…-

Ven y pelea contra mi frente a frente cobarde…-Tsubasa lucia muy enojada por todo lo que estaba pasando, con una seña le indicó a Riolu que ayudara a detener la sangre que salía de la herida del mayor de la familia Suou, el pequeño child junto sus manos y con el aura esfera empezó a detener la sangre, mientras que al mismo tiempo llegaba una ambulancia
particular que se acercó a socorrer al hijo mayor de la familia

Niisama…-dijo el pelirojo visiblemente afectado-

No te preocupes Tsukasa…gracias a tu amiga estas bien…y eso es lo que mas importa…-

Joven amo no hable mucho, lo llevaremos a la clínica de la familia

Muchas…gracias…-cerro los ojos debido al cansancio-

Tsukasa se quedo observando como se llevaban a su hermano y volteo la mirada hacia donde estaban las dos jóvenes-

Tsubasa oneesama déjame ayudarte!!...-

No te preocupes Tsukasa-kun, yo puedo lidiar contra ella…-

Pero que confianza tienen…-dijo sonriendo divertida mientras que sacó de su bolsillo unas bombas de polvo para lanzar en el piso,  haciendo que los dos jóvenes perdieran la visión momentáneamente , mientras que Junko aprovechó la oportunidad para empezar a alejarse del lugar

Maldición no puedo ver nada…-dijo Tsubasa mientras empezaba a toser-

Se esta escapando…no podemos permitir eso neesama-

No te preocupes…la atraparemos…- con un movimiento de sus manos, las nubes de polvo empezaron a disiparse y ambos vieron como la rubia corría por un callejon

Iré tras ella, tu puedes ir a ver como se encuentra tu hermano…-empezo a correr-

Lo siento neesama pero te acompañaré, no puedo permitir que alguien que haya lastimado a alguien de mi familia se salga con la suya, aunque no tenga habilidades especiales prometo ser de mucha ayuda-

La peliazul le sonrio suavemente- deacuerdo iremos juntos, pero si vez que todo se torna peligroso por favor retírate y
busca un lugar seguro

Esta bien neesama no te preocupes…-

Entonces los dos empezaron a correr para seguirle el paso a la pelirubia-

Volviendo al tiempo actual…

Los dos jóvenes estudiantes de Hanasaki no pudieron alcanzar a la rubia para su mala suerte

Maldición se nos escapó…-dijo Tsubasa mientras empezaba a recuperar el aliento-

Habrá otra oportunidad para atraparla Tsubasa-neesama…-dijo el pelirojo mientras recuperaba también el aliento unos metros más alejados que su senpai-

Tienes razón , ahora vamos a ir a ver a tu hermano mayor a la clínica…-

No te preocupes neesama, mi hermano es una de las personas más fuertes y aunque la bala fue cerca de un órgano vital se recuperará pronto…-

Tsukasa-kun…-se acercó a abrazar a su pequeño de Knights-Tienes razón tu hermano se va a recuperar pronto-
Neesama…tienen que contarme lo que esta pasando con el líder…porque dejo Hanasaki y se fue a Rizembool?? Por que Maria-neesama esta toda alterada en todas las llamadas que he realizado con ella? Tienes que contarme….yo también soy parte de la familia…-

Tienes razón Tsukasa-kun…te contaré todo lo que está pasando…es momento que también compartamos las alegrías y las tristezas juntos…-
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matta nee