71.2.
Los hermanos llegaron a la residencia de los Sanjou, y luego de ser recibidos por una criada, se encontraron con Mikazuki, quien los había estado esperando sentado en uno de los pasadizos exteriores de la casa, frente al jardín trasero.
“Ah, ya llegaron,” observó tranquilamente. “Por favor, tomen asiento.”
“Buenos días, Mikazuki,” Ichigo asintió y se sentó a su costado. “Te agradezco por tu invitación. Siempre es un placer dialogar contigo.”
“¡Hola, Jiji!” exclamó Namazuo, animado.
“Haha, lo mismo digo, y hola también, Namazuo,” rió un poco y asintió, para mirar a los otros dos hermanos. “Y sean bienvenidos a este viaje, Honebami, Yagen. Imagino que tendrán mucho que contarnos.”
“Lo dudo mucho,” Yagen negó, y sonrió con ironía. “Mi vida es muy aburrida.”
“Buenos días,” Honebami hizo una reverencia.
“Me alegro de verte, Honebami. Por favor, siéntate a mi costado,” le pidió el peliazul. Le vio de inmediato acatar su pedido y sonrió un poco. “Tu horrendo hermano mayor ha negado el plan que tenía que adoptarte, así que quisiera creerte como mi hermanito al menos en los pequeños instantes que pasamos juntos.”
“…” Honebami se sentó y le miró atentamente. “¿Adopción?”
“Mikazuki, pensé que lo habíamos dejado de lado…” Ichigo se frustró tremendamente.
“Eh, ya, ya, Ichi-nii, no le tomes en serio,” le pidió Namazuo, sonriendo incómodo y sentándose al lado del peliceleste. “De todos modos todos somos una enorme familia y eso es lo que importa, ¿no es así?”
“¡Hahaha!” Mikazuki se rió pausadamente. “Todavía tan predecible, estimado Ichigo. En el fondo eres un ser celoso, ¿no es así? Sin embargo, ello debe derivarse del aprecio que sientes por tus hermanos.”
“Me inquieta que te refieras a mí de aquel modo…” confesó Ichigo, desviando su mirada con desdicha y arrepentimiento.
“Vaya, entiendo que no sólo son tus hermanos quienes necesitan descansar. Date un respiro también. Eres una buena persona sin importar tus defectos. Nadie lo podría negar,” dicho esto, Mikazuki se dirigió a Yagen. “¿No te parece?”
“Los defectos son propios de todos los seres humanos. Sin embargo, yo personalmente considero a mis hermanos mayores como personas con mucho potencial, y por encima de los demás,” dijo el doctor con naturalidad, para mirar de reojo a Namazuo. “Pese a que algunos puedan dejar mucho que desear en ocasiones.”
“No me sorprende tu desdén, Yagen,” el susodicho sonrió comprensivamente y pasó a emocionarse. “¡Más bien estoy feliz de oír eso! ¡En verdad tienes esperanzas en mí! ¡Como tu mayor, no te defraudaré!”
“En fin…” el doctor dio un suspiro. “Sólo vine para saludarte, Mikazuki. Pensaba en ir a dar una vuelta por la zona. Hace ya varios años que no vengo por aquí y me ha dado nostalgia.”
“¿Te vas?” Ichigo se sorprendió. “Pensé que aprovecharías el momento para tomar el té con nosotros y dialogar.”
“Eso es algo que les sienta mejor a ustedes, Ichi-nii. No te preocupes por mí.”
“Desde un inicio supe que harías algo así, pero sigues siendo mi invitado, Yagen,” Mikazuki le observó con una sonrisa, aunque su expresión denotaba demanda. “Tendremos un almuerzo abundante en compañía y espero verte de regreso para entonces.”
“Así será, no me haré de rogar,” asintió y se dio media vuelta. “Con permiso.”
El doctor regresó por donde había venido para retirarse del recinto.
“…” al verle marcharse, Ichigo se apenó y bajó su mirada.
“Siendo un encuentro grato entre nosotros, no quisiera que fueras a concentrarte en lo negativo, Ichigo,” observó Mikazuki.
“Lo sé, lamento las incomodidades, es sólo que realmente me preocupo por él,” dio un suspiro, descorazonado. “Le pedí explícitamente que viniera pese a que ya no nos quedan muchos días con el fin de hacerle pasar tiempo con nosotros y permitirle tomarse un descanso, pero se ha terminado aislándose como es de costumbre.”
“No puedes demandar mucho de él, Ichigo,” le miró a los ojos. “Yagen ya no es un niño pequeño y debes respetar su espacio.”
“…”
“Aun así, el hecho que ha venido pese a su horario y el fin de las vacaciones significa mucho. Es evidente que los tiene en gran consideración. Sólo asegúrate de aprovechar los momentos adecuados, nada más.”
“Oírte hablar tan pausadamente da cierto alivio, Jiji,” comentó Namazuo, animado. “Sólo espero que sea tan simple como dices.”
“Puede que lo sea, aunque tampoco soy yo quien conoce bien a su hermano,” miró de reojo a Honebami, quien tenía su mirada perdida en el cielo despejado. “¿No sería mejor que nos dieras alguna observación? Tú eres quien pasa más tiempo con él.”
“No tengo comentarios al respecto…” dijo con una inmutable tranquilidad, y pasó a dirigirse al dueño de casa. “Mikazuki, para poder disfrutar del té como has mencionado, deberíamos ir a prepararlo. Puedo encargarme de ello.”
“No, tú quédate aquí, Honebami,” le pidió amablemente. “Me anticipé a pedir una infusión justo antes de su llegada, así que estará por venir. Si bien no puedo atender del todo a tu hermano menor, tú sí gustas más hacernos compañía y tomar el té, así que déjame cuidar de ti. No tienes que hacer más que brindarnos tu presencia.”
“¡Sí, bien dicho! ¡Es nuestro turno de engreírte un poco!” exclamó Namazuo, feliz de la vida.
“Estas vacaciones son también para ti, es verdad,” Ichigo asintió y sonrió tranquilamente. Seguía preocupado por Yagen, pero entendía que no solucionaría nada angustiándose, y también le debía atención y dedicación al peliblanco.
“A ver…” en aquel instante, Marisa se encontraba preparando una salsa de arándanos y se encontraba moviendo la mezcla en una cacerola sobre el fuego mientras revisaba su Smartphone. “Creo que todo está bien. No nos olvidamos de nada…”
“Espero que no…” Nagisa se asomó para confirmar que la contextura de esa salsa estaba dentro de lo esperado. “Ya tuvimos que volver a iniciar.”
“Haha, sí, pero todo está bien esta vez,” la chica sonrió entretenida. “Eso me pasa por nunca hacer un cheesecake antes.”
“¿Eh? ¿En serio?” el peliceleste se quedó en shock por esa revelación. “¿Entonces por qué estamos siguiendo tus instrucciones, o haciendo un postre para empezar?”
“¿Y por qué no?” le preguntó la rubia. “Siempre he querido hacer uno de esos deliciosos cheesecakes que uno ve en las pastelerías, pero nunca me animé y ahora que vivo en un templo tampoco tengo el tiempo o la libertad. Menos mal que Jiji fue lo suficientemente amable para conseguirme todos los ingredientes,” alzó un índice y le dio un guiño. “Y de paso es mi manera de agradecerles por la estadía y de divertirme con ustedes~”
“¡Sí, estoy completamente de acuerdo!” Imanotsurugi se emocionó y asintió dos veces. “Me estoy divirtiendo mucho y puede que algún día lo vuelva a intentar en casa.”
“Lo mismo digo, aunque todavía me falta más experiencia,” confesó Hirano, tomando unos apuntes. “No sé si esta masa de galletas se encuentra bien…”
“Yo tampoco, pero se ve lo suficientemente maciza para armar el postre, así que no hay problema,” Maeda sonrió con torpeza. “No cocinamos tan bien como Ritsu-san o Houchou, pero hay que hacer un intento.”
“Sólo así se aprende,” Marisa asintió. “Aww, y espero probar algún día un postre de su hermano. Recuerdo lo frustrado que estuvo en mi visita por esa maqueta que tenía que hacer, pero se nota que es un niño muy lindo, al igual que el algodón de azúcar~”
“Nos gustaría que volviera a visitarnos, Marisa-san,” Hirano hizo una reverencia. “Esa tarde no pudimos encontrarnos, pero sería de nuestro agrado prepararle un té exquisito.”
“En verdad que sí. Tú y tu hermano son siempre bienvenidos,” Maeda sonrió.
“¡Ah, y me avisan para acompañarles!” exclamó Imanotsurugi alzando una palma. “¡Oh, y de paso tú te nos unes, Nagisa!”
“Eh, soy mayormente un desconocido para su familia, Imanotsurugi-san,” el peliceleste desvió su mirada con leve incomodidad. “Sólo me encuentro aquí porque tengo entendido que los demás andan jugando juegos de arcade y otras actividades no afines conmigo. Preparar un postre es mucho más productivo para mí.”
“Sí que no te gusta divertirte,” el pelicenizo le miró con leve incomprensión y volvó a sonreír casi de inmediato. “Pero está bien, lo comprendo, así que hay que aprovechar el momento, y quiero que te sientas cómodo con nosotros. Somos amigos.”
“Eso es verdad, Shingetsu-kun,” dijo Maeda, asintiendo. “Hotarumaru-san suele preocuparse mucho por ti por ser tan reservado y evadir a las personas, así que quisiera velar por ti ahora que nos estás acompañando.”
“Eh, sí, pero dejen de enfocarse en mí,” el chico entrecerró sus ojos y desvió su mirada, ofuscado. “Ya me están haciendo sentir como si estuviera mal…”
“Puedo entender la dificultad de acercarse a otros, descuida,” confesó Hirano, sonriendo incómodo.
“Hehe…” Marisa sonrió y de repente oyó un siseo en su cacerola. “¡Oh, verdad!”
“O-oye, cuidado por favor,” Nagisa se alarmó y se acercó para mirar la mezcla, aunque apenas fue un susto ya que la rubia sólo tuvo que continuar agitándola para evitar que el fondo se quemara. “Ahh, si seguimos así nunca terminaremos.”
“Quizás deberíamos acelerarnos un poco, es cierto,” la chica asintió. “Y la base del cheesecake podría dorarse en el horno.”
“Cierto, debemos ir armándolo,” Maeda asintió y agarró el bowl con la masa de galleta. “¿Dónde estaba el relleno de queso?”
“¡Oh, aquí!” Imanotsurugi saludó a los demás y vieron cómo el chico andaba comiendo un poco de dicha masa. “¡Está rico!”
“¡I-Imanotsurugi-san, no te comas ese relleno!” Nagisa se escandalizó y pasó a mirarle con molestia y reproche. “¿Acaso no tienes consideración por nosotros?”
“No te tenses, apenas probé un poco,” dijo con alegría.
“Ahh, me recuerdas a Hotaru,” dio un suspiro. “Es un peligro tenerle haciendo galletas porque se come toda la masa.”
“V-verdad que comió los restos en nuestro viaje anterior…” dijo Hirano, pensativo.
“Haha, todavía hay suficiente para el postre, ustedes tranquilos,” Marisa rió un poco. “¡Listo! Podemos ir armándolo.”
“Sí, esperemos que salga bien,” Maeda sonrió.
“Ojalá sea del agrado de Ichi-nii…” dijo su gemelo, con cierta duda.
“Hm, Mikazuki-sama no es de comer estos postres, pero quizás haga una excepción,” murmuró Imanotsurugi para sí. “Los demás que andan entrenando en el dojo tal vez sean más abiertos… ¡Ohh!” de repente, el pequeño se acordó de algo. “¡Verdad que sus hermanos mayores iban a venir! ¡Se me había olvidado!”
“Sí, eh, ya deben haber llegado,” contestó Hirano. “¿Por qué preguntas?”
“Hehe, no es nada importante, pero iré a ver,” el pequeño se quitó el mandil y salió corriendo de la cocina. “¡Ya vuelvo!”
“¿Hm?” Nagisa se extrañó, al igual que los demás.
Antes de retirarse de la residencia, Yagen dio una vuelta al perímetro, y pudo observar a los otros mayores de los Sanjou dentro de un dojo junto con Shishiou, en plena práctica. Al haberse dado ese corto periplo por los pasillos exteriores a manera de recordar las instalaciones, el doctor regresó a la entrada para ponerse sus zapatos y salir.
Sin embargo, antes de poder retirarse, oyó pasos apurados acercarse.
“¡Yagen!” exclamó Imanotsurugi, quien se detuvo justo antes de alcanzar la zapatera. Al lograr su cometido de detenerlo, el niño sonrió ampliamente. “Te atrapé~ ¿a dónde vas?”
“Imanotsurugi, buenos días,” le saludó cordialmente. “Percibo que tienes tus energías habituales. Iba a darme una vuelta por la zona. Regresaré para el almuerzo, a pedido de Mikazuki.”
“Hmm, por cómo te desapareciste la última vez que nos visitaste, sabía que intentarías irte,” se puso a pensar, y terminó por sonreír y restarle importancia. “¡Pero eso no importa, está bien! Ya te has vuelto el Toushirou misterioso, y eso suena muy emocionante.”
“¿Eh?” el doctor se confundió y se puso a pensar. “Asumiría que Honebami se merece ese denominativo mucho más que yo.”
“Será otro tipo de misterio…” lo consideró brevemente, aunque pasó a sacudir su cabeza. “¡Pero sí, no importa, no importa! Hehe, sólo me alegro de poder encontrarte ahora.”
“No sabría qué podría hacer por ti, pero soy todo oídos,” dijo el mayor, con amabilidad. “Estoy consciente de lo mucho que cuidas de Hirano y Maeda, y tienes mi agradecimiento.”
“No es necesario agradecernos como familia, por algo tenemos ese vínculo tan fuerte,” dijo animadamente. “Mikazuki-sama me enseñó ese principio.”
“Tienes razón, son palabras muy sabias…”
“Así que, como la familia que somos, tenía algo que pedirte,” el pequeño estiró sus brazos a los costados. “¡Quiero jugar contigo!”
“¿Perdón?” el doctor se quedó perplejo. “¿A qué te refieres?”
“Tú sabes~” Imanotsurugi llevó una mano dentro de su vestimenta y desenvainó su tantou. Mantuvo su sonrisa y buenos ánimos, pero sus ojos se contagiaron de una chispa. “La vez pasada te lo pedí, para que ambos crucemos espadas y entrenemos juntos, como usamos la misma variedad de katanas. ¿Qué piensas?”
“Sí recuerdo ello, y sería apropiado de mí honorar tu deseo, aunque no estoy a favor de utilizar mi tantou real para practicar contra ti, Imanotsurugi,” confesó el doctor, con leve incomodidad. “No quisiera lastimarte por accidente.”
“No me sorprende que me lo digas, pero Iwatooshi me contó que tú y tu hermano peleaban con sus tantous desde que eran más jóvenes que yo,” dijo, llevándose sus manos detrás de la nuca. “¿Cuál es la diferencia ahora?”
“Pues…” dio un suspiro. Así que le habían dicho ese relato… “Atsu y yo no somos un ejemplo a seguir. Fue una gran imprudencia, por algo nos dieron un severo castigo.”
“Pero…” frunció el ceño, con leve súplica.
“Podría considerarlo para algún futuro, pero al ser nuestro primer encuentro, te pido que utilicemos unas tantous de práctica, para conocer mejor nuestros estilos de pelea.”
“¡Está bien! ¿Entonces sí aceptas?”
“Sí, quisiera probar lo fuerte que te has vuelto.”
“¡Qué alegría!” celebró dando un brinco. “¡Entonces vayamos al dojo! Debe andar un poco saturado de gente, ¡aunque estoy seguro que tendremos el suficiente espacio!”
“Con respecto a eso…” Yagen se puso a pensar.
“¿Qué sucede?”
“Imanotsurugi, me enteré que tú te enfrentaste contra una Princess cuando esta atacaba a su HiME, ¿no es así?”
“Ehm, sí, creo que es inevitable que lo hayas oído,” el pequeño sonrió incómodo. “¡Pero te juro que fui muy cuidadoso y no se volverá a repetir! ¡Ten fe en mí, por favor!”
“Sé que tus parientes y mis hermanos ya deben haberte pedido prudencia, pero reiteraré lo mismo. Aunque, siendo sinceros, ese no es el punto que quería hacerte.”
“¿Eh?” ladeó su cabeza. “Entonces…”
“…” sonrió con perspicacia. “No me gusta pelear en ambientes cerrados y con poco espacio. Si tienes tanta habilidad y movilidad como sospecho, te tengo una propuesta…”
…
Luego de perder garrafalmente un juego de conducir carros de arcade, Shinano decidió darse un respiro e ir a la cocina a tomar algo. El pelirrojo se encontraba cabizbajo y miserable al terminar siendo derrotado por la muy talentosa Mai, quien sin mucho esfuerzo volvió a ganarse los aplausos y la admiración de los demás, incluyendo a Hakata.
A manera de no deprimirse, supuso iría a buscar a los demás que se habían ausentado de ese ambiente, a ver qué hacían, pero no tuvo que recorrer mucho puesto a que los presentes ocupaban una muy cómoda y espaciosa sala cerca del salón de juegos donde estaban viendo alguna serie de acción.
“¡Ese es! ¡Ahí está!” exclamó Taikogane a la pantalla.
“¡Ahh, verdad que sí!” el rostro de Gokotai se iluminó. “¡Syo-san se ve increíble!”
“Ese chico sí que tiene toda la pinta de ser un héroe,” comentó Gotou, impresionado.
“Me sorprende que lo conozcan, Gotou-san,” observó Monoyoshi.
“Es amigo de Shinano, si bien entendí. Fue al restaurante en Rizembool donde hago prácticas y me dio una buena impresión,” dijo Mitsutada, amenamente. “Fuera de su gran presencia escénica, es una persona muy humilde.”
“¡Y súper, pero súper cool!” Taikogane comprimió sus puños frente a su rostro y sus ojos brillaron de energía. “¡Esta serie ha recibido tan buenos reviews que quizás la continúen!”
“Haha, ya te vi fascinarte con el show, Sada-bou, ojalá se dé,” Tsurumaru se encogió de hombros y notó al pelirrojo acercarse. “Oh, justo te apareces, ¿verdad que ese es tu amigo?”
“Ah, qué genial que anden viendo su serie de acción,” Shinano sonrió y asintió. “Sí, Syo y yo nos conocemos desde la infancia. Comenzamos a prepararnos para las artes escénicas juntos.”
“Sí me acuerdo de él. Verdad que se conocen de toda la vida,” Gotou sonrió. “Mándale mis saludos cuando lo veas.”
“Claro, Gotou-nii,” asintió y, curiosamente, Shinano se frustró y desvío su mirada.
“¿Eh? ¿Qué tienes?” preguntó el pelimarrón, alzando una ceja.
“Nada, nada…” dijo con leve desaire. Su volado hermano se acordaba de un amigo tan antiguo de él, mientras que por su parte, Shinano acababa de conocer la existencia del pelirrosa. Le tomaría tiempo aceptarlo.
“Hic… ¿y qué te trae por aquí, engreído?” le preguntó Fudou, con recelo. “¿…acaso esa Mai volvió a trapear el piso contigo?”
“Uhhh…” le sorprendió e impactó cómo había dado en el clavo y se sentó en el piso en posición fetal con profunda tristeza.
“¡Hahaha, ya, tranquilo!” Tsurumaru estalló en risas. “Mai me tiene orgulloso de ser su supervisor, no te lo tomes a mal. Sólo es medio troll, pero sé humilde y no se meterá contigo.”
“Uhh, no sé qué tan cierto sea eso…” dijo el pelirrojo, cabizbajo y haciendo un puchero. “Yukko es humilde y la para molestando.”
“Bueno, eso se debe a que sus reacciones son muy cómicas, así que en ese caso no le des motivos para molestarte.”
“Por lo delicado que es este de acá, dudo que ese sea el caso…” Fudou rodó los ojos, frustrado.
“Ehm, Shinano-niisan…” Gokotai se acercó a su hermano y se agachó para consolarle. “Está bien, no tienes que preocuparte. Te aseguro que Hakata te sigue teniendo el cariño de siempre.”
“Ihh…” el pelirrojo miró pasmado y horrorizado a su hermanito.
“¡¿E-ehh?! ¿Q-qué dije?” el menor se inquietó por verle tan incómodo. “¡P-perdón si dije algo que no debía, ehhh!”
“Tsk… sólo le estás haciendo entrar en cuenta lo banal y horrible que es…” concluyó Fudou. “Hic… está bien que lo animes.”
“¡Ahh, ya no sean malos conmigo!” Shinano se agarró la cabeza y exclamó. “¡No puede ser que mis caprichos sean tan visibles! ¡Tal vez sí que no me merezco ser un hermano mayor!”
“Oye, Shinano…” Gotou le miró frustrado e impaciente, y entonces vio a Monoyoshi levantarse y caminar donde el pelirrojo.
“Tranquilo, Shinano-san,” le dijo, dándole el alcance y sonriéndole con comprensión. “No hay nada de malo en querer sentirse apreciado. Más bien, ello sólo refleja lo mucho que tú quieres a tu familia. Sin duda, tienes un espíritu sensible y cálido, para que te encuentres tan afligido.”
“Monoyoshi…” el pelirrojo le miró absorbido por su aire angelical.
“Gokotai sólo quería enfatizar eso mismo, que eres correspondido, así que no te concentres en los detalles,” él le ayudó a levantarse. “Mira la imagen entera, por favor. En verdad tienes mucho de lo que alegrarte.”
“Sí, es verdad,” Gokotai también se levantó y le extendió el tigre que cargaba. “Hehe, toma a Tora-kun. Ellos siempre me animan cuando ando bajo de energías. Y miremos juntos el show.”
“Ahh, son tan lindos, muchas gracias,” asintió, conmovido. “En verdad no entiendo por qué gente tan insensible e inconsciente como Gotou o Fudou son tus amigos, Monoyoshi.”
“No digas eso, por favor,” el pelirrosa sonrió con torpeza.
“Heh, alguien tenía que decirlo,” Fudou sonrió con ironía.
“Tsk, ¿y yo qué hice, Shinano?” preguntó Gotou, fastidiado.
“Vaya, vaya, eres muy bueno, Monoyoshi, pero sí que desentonas con el cool show que estamos viendo,” Taikogane se encogió de hombros. “Mejor repetimos esta última parte.”
“No sobreactúes, Sada-chan. Además ya has visto esta serie muchas veces,” comentó Mitsutada.
“Viendo cómo somos más personas aquí y estamos disfrutando de una serie, iré a traerles algo para degustar,” dijo el pelirrosa, dando una reverencia. “Enseguida regreso.”
“Eh, no, quédate aquí,” Gotou negó y se levantó.
“¿Sucede algo, Gotou-san?” le preguntó, ladeando su cabeza.
“No puedo dejar que te encargues de mi engreído hermano y para variar déjame ayudarte,” dijo, sonriendo decidido. “Así que iré por todo. Tú quédate aquí y no te preocupes.”
“¿Eh? Pero eres un invitado.”
“Eso no importa. ¡Ya vuelvo!” de inmediato partió para bajar a la cocina.
“Oh, no es una mala idea. Debería hacer lo mismo para entretener a todos, para variar,” Taikogane se animó y también se levantó. “¡Tengo que ser tan cool como Gotou, así que le ayudaré! ¡No me tardo!”
“Eh, Sada-chan,” Mitsutada pretendió ponerse de pie y seguirle, pero Tsurumaru fue más rápido y le agarró de los hombros.
“¡Hahaha, tú quédate también!” dijo, sonriendo ampliamente y riéndose. “Deja a Sada-bou volar por su cuenta. Entre ustedes dos ya lo engríen demasiado.”
“Pero…” Monoyoshi se inquietó y se puso a pensar.
“Sada-chan tiene un gran ímpetu. Podría romper algo si no le superviso…” expresó el peliazul, considerablemente preocupado.
“Hic… son muy buenos, ahora siéntense y cállense,” espetó Fudou, impaciente. “Ah, y ese Taikogane se fue. ¿Podemos ver algo más?”
“Ehm, mejor lo pausamos para que no se pierda lo demás…” Gokotai agarró el control para hacer una pausa. De inmediato sintió un abrumador silencio y se confundió. “Oh, eh, tal vez sería mejor dejarlo prendido, ¿verdad? N-no quisiera incomodarles…”
“No tienes que angustiarte, Gokotai~” canturreó Mitsutada, comprensivamente. “Este podría ser un buen momento para hablar.”
“Ah, sí, si me permiten…” Shinano asintió y tomó asiento en uno de los sillones, para sonreír amigablemente. “Entiendo que ustedes los Sadamune conocen a Gotou desde hace años, ¿verdad? Tengo mucha curiosidad sobre cómo se llevan con él, y si podrían decirme algo sobre mi hermano. Gotou no es muy abierto que digamos.”
“Hm, pienso que Gotou-san no ha cambiado en todo el tiempo que le conozco…” Monoyoshi se puso a pensar con la mirada perdida en el techo. “Sigue siendo esa buena persona desde el primer día. Hehe,” sonrió con alegría. “Por ello soy feliz de ser su amigo.”
“Senpai…” Gokotai le miró con curiosidad.
“Eso no es del todo cierto…” Fudou rodó los ojos. “Hic… en el pasado, Gotou era más necio, atolondrado y también quería probarse como un hermano mayor, aunque es algo que deberías saber, Shinano.”
“Bueno, un poco, supongo…” el pelirrojo sonrió incómodo. “Sí era gracioso lo torpe que era a veces, y más bien solía sentirse inferior a Yagen y a Atsushi, y les buscaba retos o peleas, lo cual nunca le salía bien.”
“Por algo tu hermano doctor es conocido como un demonio,” Tsurumaru se encogió de hombros y miró al pelirrosa. “Heh, estoy seguro que tienes muchas cosas que decirnos, Monoyon, pero siempre serás respetuoso y prudente con las personas, ¿no es así?”
“Aparte de algunas anécdotas, realmente no sabría qué aportar,” confesó, sonriendo con torpeza. “Hehe, y me imaginaba que ese era su trato con sus hermanos. Sí le oí quejarse de ellos varias veces, pero en el fondo eso delataba lo cercanos que todos son.”
“No lo conocí en aquel entonces, así que son noticias para mí,” Mitsutada sonrió intrigado. “Si es como cuentan, es sólo evidente lo mucho que Gotou creció para cuidar de los demás. Sin embargo, parece ser muy cercano a ti, Monoyoshi.”
“Gotou-san es un muy estimado amigo, aunque lo dudo, Mitsutada-san,” el pelirrosa sonrió con torpeza. “Él tiene a muchos hermanos cercanos y un espacio en su cálida familia, así que dudo conocerle mejor que ustedes, siendo sincero.”
“Eh, bueno…” Shinano ladeó su cabeza. Oír esas palabras fue un poco inesperado. Realmente parecía que ese pelirrosa tenía la tendencia a minimizarse.
“Pero, eso no es verdad, senpai…” meditó Gokotai, quien se encontraba sentado sobre la alfombra entre los sillones y acariciaba a dos de sus tigres. Él miró a su mayor. “Hoy he podido ver a Gotou-niisan más activo y animado mientras jugaban billar. Él normalmente toma el rol de nuestro supervisor o nos alienta a que hagamos lo mejor que podamos, pero le vi desafiarte y participar decididamente en el juego. Se asemeja a cómo se comporta con Shinano-niisan o Yagen-niisan, pero no es igual, sigue siendo un poco distinto,” sonrió un poco. “Me parece que se divirtió bastante.”
“¿Tú crees?” preguntó el pelirrosa, ladeando su cabeza.
“Y no sólo él,” Gokotai se animó más. “También te ves muy a gusto, senpai. Puedo ver claramente que lo consideras tu amigo, al igual que a Fudou-san.”
“¿Eh? Tsk, no me andes metiendo en tus palabras…” el pelimorado rodó los ojos.
“Y pues… quisiera agradecerte…” el pequeño Toushirou agachó su cabeza y se arrodilló frente a Monoyoshi. “Escuché que es por ti que Gotou-niisan recibió el apoyo que necesitaba luego del fallecimiento de nuestros padres. Quiero agradecerte por tu ayuda a nuestra familia, pero principalmente por la ayuda que le diste a mi hermano, quien más lo necesitó.”
“…” el chico negó y le sonrió amablemente. “No te preocupes. Gotou-san es mi amigo, por supuesto que le ayudaría. Más bien, yo no hice nada muy importante,” cerró los ojos, manteniendo su sonrisa. “Es su hermano quien lo dio todo por ustedes. No sé si sería capaz de igualar todo lo que él realizó.”
“…” Tsurumaru le miraba con intriga.
“Vaya…” Shinano se impresionó. “Tú realmente le tienes mucha admiración a mi hermano…”
“…” Fudou dio un pesado suspiro. “Sí… hic… ya cansa oírle.”
“Hehe, en verdad no sé qué le verás al cabeza hueca de Gotou, pero te lo agradezco mucho,” Shinano asintió, ilusionado. “Sí, me alegro mucho que tenga un amigo como tú. Siempre he estado preocupado de que se haya enfocado demasiado en los asuntos familiares y perdiera el contacto con todos. Más bien, gracias por estar al pendiente de él, y perdón si en algún momento es un insensible o inconsciente.”
“Es interesante que te expreses sobre él de esa forma,” Monoyoshi sonrió incómodo. “Gotou-san siempre me habló sobre ti, Shinano-san. Sin duda, eres muy importante para él, y percibo que el sentimiento es mutuo. Gracias también por la atención que le das.”
“No, no me agradezcas, es normal,” el pelirrojo agitó sus palmas. “Y dime Shinano nomás. Un amigo de Gotou-nii no tiene por qué tratarme con formalidad, aparte que no me gustan mucho.”
“Está bien, lo entiendo.”
“¿Eh? ¿Fue tan fácil?” Fudou se extrañó. “Hic… entonces llámame Fudou. Me enferma que me trates de forma especial.”
“Pero…”
“Tsk, ¡¿qué peros te traes, imbécil?!” estalló, impresionando a los otros.
“Tranquilo, por favor, Fudou-kun…”
“¡Y sigues insistiendo!”
“Ya, cálmate, por favor,” Mitsutada sonrió con torpeza. “Te pido que seas paciente. Tú debes saber que Monoyoshi siempre ha sido formal. También lo es bastante con Gotou.”
“Tch, no lo defiendas, actúa como un tonto,” dijo con recelo.
“A todo esto, ¿tú sabías esa historia, Mitsu-bou?” preguntó Tsurumaru, con curiosidad. “Sobre el hecho que los Sadamune ayudaron a los Toushirou en aquel entonces.”
“Sí, todavía no vivía en la residencia Sadamune, pero siempre he tenido contacto con el heredero y me lo dijo todo,” explicó Mitsutada, amablemente. “Kikkou y yo somos amigos de toda la vida y nuestras familias son allegadas de hace varias generaciones. Es normal que por ello sea tan cercano a los Sadamune, del modo en el cual los Toushirou están afiliados a los Sanjou.”
“Eres una bendición para nosotros, Mitsutada-san,” observó Monoyoshi, alegremente. “Siempre cuidas mucho a Taikogane-san. Te estaré eternamente agradecido por ello.”
“Tu hermano mayor me ha dicho lo mismo varias veces, pero si debo ser honesto, Sada-chan también quisiera que fueran más asequibles con él. Ya le he oído referirse a sí mismo como la oveja negra de la familia, como si se sintiera excluido por ustedes.”
“Pero eso no es verdad. Nuestros padres tienen grandes esperanzas en él, al igual que yo,” observó el pelirrosa.
“Las acciones hablan más que las palabras. Sería cuestión que se lo demuestren,” dicho esto, Mitsutada pasó a frustrarse. “Eh, más bien te lo estoy diciendo a ti. Sé que Kikkou lo ha intentado de distintas formas, pero es como si Sada-chan y él hablaran idiomas distintos. Los dos sí son seres incompatibles…”
“Hehe…” Monoyoshi sonrió incómodo. “Sí sería difícil que se entiendan, tienes razón…”
“Vaya, para que Monoyon lo admita tan abiertamente, ese hermano mayor debe ser todo un caso,” observó Tsurumaru, impresionado.
“Tendrías que conocerlo personalmente, Tsuru-san,” dijo Mitsutada. “No sabría cuándo va a regresar de sus estudios en el extranjero, pero tarde o temprano lo hará.”
“Oh, suena interesante,” Shinano se vio intrigado y miró a Fudou. “¿Tú lo conoces?”
“¿Yo? Hic… no creo,” se encogió de hombros. “Lo vi una vez hace un millón de años… pero ni hablamos. No sé cómo será…”
Justo en ese momento, los dos faltantes regresaron con un par de bandejas, con las cuales traían gaseosas y distintos snacks.
“¡Hola a todos, misión cumplida!” anunció Taikogane, con energías. “Oh, ¿lo pusieron en pausa? Gracias, pero no debían. Lo había puesto principalmente para que ustedes lo vean.”
“Pues, ya le había prometido a Shinano que me sentaría a ver la serie, así que no hay apuro tampoco,” Gotou se encogió de hombros. “¿Y bien? ¿Qué nos hemos perdido?”
“Oh, Mitsutada-san nos estaba hablando sobre el Sadamune heredero,” reportó Gokotai, sonriente. Él juntó sus manos y alzó su mirada al techo con ilusión. “Hehe, me pregunto qué clase de persona increíble será el hermano mayor de mi senpai…”
“Ihhh…” Taikogane sintió escalofríos.
“También tengo curiosidad, siendo sinceros,” Gotou se puso a pensar. “Le vi pocas veces hace ya varios años para establecer las formalidades entre nuestras familias, pero siempre presentó un aura profesional y admirable a su alrededor…”
“Pues sí, Kikkou-san es muy afín a sus deberes y siempre sabe actuar profesionalmente cuando la situación lo amerita,” dijo Monoyoshi, amablemente. “Es sólo que…”
“¿Qué cosa?” preguntó Shinano, confundido.
“Eh, no, mejor conózcanlo ustedes mismos,” reiteró Mitsutada.
“Uhhh…” Taikogane se frustró y agachó su cabeza con un gesto cansado y saturado. “¿Por qué…? ¿Por qué tienen que mencionar a esa abominación en un día tan entretenido…?”
“T-Taikogane-san…” Monoyoshi sonrió preocupado. “No te inquietes, por favor…”
“¿Eh? ¿Por qué dirías eso?” preguntó Gotou, confundido.
“Olvídalo. Micchan dijo que mejor lo conozcan ustedes, y Micchan siempre tiene la razón,” Taikogane se encogió de hombros. “Sólo quisiera que él hiciera justicia a la impresión que te había dado, nada más…”
“Sé que tienes tus diferencias con él, Sada-chan, pero tu hermano no es del todo malo,” le aseguró Mitsutada. “Es importante que le des una oportunidad. Él también es mi amigo, después de todo.”
“Lo sé, Micchan, haré el intento la próxima que lo vea,” dijo resignado. “Quién sabe cuándo será, que hace tiempo no lo vemos.”
“Ahora sería bueno decidirnos en qué vamos a pedir para almorzar, ¿verdad?” preguntó Tsurumaru. “Imagino que cualquier pedido tomaría al menos media hora en venir.”
“Cierto, deberíamos consultarlo con los demás,” Monoyoshi asintió.
Así, el grupo de la sala fue hacia el salón de juegos.
“Ah, y por supuesto, también te perdiste de las veces que fuimos a la playa,” dijo Namazuo, quien estaba en plan de narrar a Honebami lo que habían estado haciendo en el viaje. “¡La primera vez fui a conducir motos acuáticas con los Sadamune y es genial! ¡Ahora quiero aprender a conducir algo en todos los medios!”
“…” Honebami frunció el ceño.
“Ehh… ¿por qué me miras así, Honebami?” preguntó el pelinegro, incómodo.
“Hahaha, simpatizo con tu hermano, Namazuo,” Mikazuki se puso a reír. “No es el único al que le da miedo pensar en tenerte maniobrando maquinaría pesada y peligrosa como una avioneta, si con los autos ya realizas más que un espectáculo,” le miró de reojo. “Creo haber escuchado rumores que tus hermanitos se espantaron cuando ibas a conducir camino al bosque…”
“¿Quién te dijo eso, Mikazuki?” preguntó Ichigo, sorprendido de que supiera ese detalle. “Pese a tus observaciones, Namazuo sí fue educado y considerado con la moto acuática. Gokotai se montó en la misma y no se asustó.”
“Ohh, tendría que felicitarte. Tu hermanito es una persona muy sensible, así que suena a una gran hazaña,” comentó el dueño de casa con leve impresión. “Sin embargo, tu prudencia en tu primer intento no es equivalente a un permanente acato a las reglas. Puede que recién te acostumbrabas al vehículo.”
“Uhh, qué poca confianza tienes en mí, Jiji,” Namazuo hizo un puchero.
“En verdad, las motos no fueron tan difíciles de maniobrar. Hubiera sido de esperarse que Namazuo fuera a dejarse llevar por la experiencia, pero no lo hizo, por eso tengo mucha fe en él,” comentó Ichigo. “Más bien, sería bueno ir todos a intentar ese pasatiempo algún día. Mis hermanitos puede que sean muy jóvenes aún, pero si hay más conductores podrían ir de pasajeros. Sé que lo disfrutarían.”
“Tendrá que ser en otra oportunidad, Ichigo. Estamos por regresar a casa,” comentó el peliazul, meditativo. “De por sí, soy más compatible a algo placentero como una lancha o un velero. Un viejo como yo no disfrutaría tanto de una moto de cualquier tipo.”
“Pero eres un viejo especial, Jiji,” declaró Namazuo, sonriendo decidido. “¡Te verías muy genial como motociclista, sólo tienes que preguntarle a quien sea! ¡Sin duda Tharja estaría de acuerdo!”
“¿Hm?” Ichigo se confundió ya que oyó un breve ajetreo en un arbusto a poca distancia de ellos, pero al no ver más movimiento supuso que se trató de algún ave. “Eh, seguro que sí, Namazuo. Tharja ha demostrado que siente mucha admiración por ti, Mikazuki.”
“Me pregunto qué verá en un anciano como yo, Ichigo,” el peliazul llevó una mano a su mentón. “Me siento halagado por su atención, definitivamente. Más bien, ahora que mencionan ese día en la playa, recuerdo que ella lució una ropa de baño muy atrevida, pero que le quedaba a la perfección,” sonrió con perspicacia. “Uno no evita sentirse atraído a ella…”
“¿Eh?” Ichigo volvió a oír ese arbusto moverse y lo observó detenidamente. Pasó a comprender que había alguien escondido ahí.
“¿Qué sucede, Ichi-nii?” preguntó Namazuo.
“Creo que nos están espiando,” comentó el mayor, incómodo.
“…” Honebami asintió y apuntó a dicho arbusto. “Tharja está escondida en ese punto. Se encuentra ahí desde antes de nuestra llegada. No se inquieten, hermanos…”
“¿Eh?” Namazuo se confundió y miró a su mellizo. “¿Cómo que está escondida ahí y hasta antes de llegar? Ahh, Honebamincito, por favor, sé considerado y reporta esas cosas. Ese sitio no se ve nada cómodo para nee-san.”
“Nn…” el otro le miró con reproche por su apodo.
“Hahaha, lamentablemente, la intrigante Tharja no aceptó mi invitación de unírsenos,” comentó Mikazuki, con torpeza.
“Mikazuki, ¿tú también te diste cuenta?” Ichigo se sorprendió.
“No es la primera vez. La invité a visitarme el día después del matsuri, pero optó por esconderse y observarnos tomando té o interactuando entre nosotros, pese a que recurrí a visitarle a su rincón,” explicó el peliazul. “Así que he decidido respetar su espacio. Puede que sólo se sienta cómoda acercándose con poca gente, o cuando agarre confianza.”
“Hmm…” Namazuo frunció el ceño. “Ahh, la haces sonar como una ardilla.”
“Hahaha, no digas eso, la harás resentirte.”
“Pues, no dejaré que se quede sola,” el pelinegro se levantó y se puso unas pantuflas para caminar hacia dicho arbusto.
“S-sí, me sabe mal dejarla ahí,” Ichigo asintió y siguió a su hermano.
“Vaya, vaya, el ímpetu de los jóvenes…” Mikazuki aprovechó para tomar un poco de su té, mientras veía al par de Toushirou llegar al enorme arbusto, donde una ofuscada Tharja finalmente se puso de pie para mirarles con molestia y hostilidad.
“…” Honebami también observaba la escena con atención. “Ella mantuvo una posición firme, y una resolución de mantenerse en ese punto sin ser incomodada,” cerró sus ojos. “Se encontraba cómoda bajo un comportamiento propio y personal de ella… que mis hermanos pretendan imponer su punto de vista…”
“Suena a que es una falta de respeto de su parte, ¿verdad?” preguntó el peliazul, quien sonrió frustrado. “Sin embargo, ellos no tienen más que buenas intenciones. A ver qué ocurre…”
“¡Nee-san, ven con nosotros!” exclamó Namazuo. “Vamos, hay suficiente té para todos.”
“…” la chica les miraba fijamente, sin saber qué decir.
“Tharja, no es necesario que recurras a espiarnos. Todos somos cercanos,” observó Ichigo, con una genuina preocupación. “Mikazuki nos dijo que te había extendido una invitación. Él quisiera que seas más receptiva también.”
“…ya estoy aquí, es suficiente,” espetó con recelo. “Y estoy bien. Nadie me fuerza a mantener esta distancia.”
“Uhh, pero es un arbusto muy tupido, dudo que puedas ver bien,” el pelinegro se puso a inspeccionar la planta. “¿Y si hay arañas? Ihh, podrían entreverarse en tu cabello.”
“…” la chica le miró con incomprensión. “No me fastidian, me dan igual.”
“¡Wow, te tengo más admiración que antes!” el chico sonrió ampliamente. “¿Entonces si algún día encuentro a una araña y tú estás cerca podría pedirte que la mates, por favor?”
“¿Qué dices, chiflado?” la pelinegra comenzó a perder su paciencia.
“Eh, al menos si no quieres acercarte, ¿podría traerte una taza de té?” preguntó Ichigo, quien sonrió con amabilidad. “Hace calor y es necesario mantenerse hidratados.”
“Puedo encargarme yo misma de eso…” entonces, algo encima del techo llamó la atención de Tharja. Lo observó y se vio impresionada y escéptica. “¿Qué hacen ellos?”
“¿Qué cosa?” Namazuo se giró. “¡Oh, es nuestro hermano! ¡Y está peleando con Imanotsurugi!”
“¿Perdón?” Ichigo se sorprendió y alzó su mirada.
Ellos observaron al par correr con agilidad y gran movilidad en las tejas grises de esa casa tradicional, mientras corrían para atacarse y saltaban a manera de evitarse o posicionarse mejor.
“Vaya, qué sorpresa,” comentó Mikazuki. Él se acercó a los tres junto con Honebami, y sonrió con nostalgia. “Eso me transporta al pasado. Así que los días desafiantes y de adrenalina de tu hermano menor todavía no terminan, Ichigo.”
“Eh…” este se quedó en blanco.
“Supe que le quedaba esa chispa detrás de su actuación de doctor…” comentó Tharja, indistinta.
“…” Honebami miraba atentamente la pelea, y entonces sintió a Namazuo abrazarle de costado.
“¡Mira a nuestro hermanito, se ve que se está divirtiendo mucho!” exclamó contento. “¡Ahh, ahora también quiero pelear contra alguien en el techo! ¡Suena a un desafío de película! ¡Por favor concédeme ese gusto, Honebami!”
“He dicho que no quiero pelear contra ustedes…” comentó inmutado.
“¡Pero se ve tan emocionante!” exclamó y comenzó a zarandearlo.
“Suéltame…” frunció el ceño.
“Namazuo, tranquilo, por favor…” Ichigo sonrió incómodo.
“Hm, veo que Yagen puede igualar las energías y movilidad de Imanotsurugi,” Mikazuki llevó una mano a su mención. “Me sería de mucha utilidad. Necesito a un niñero que le baje las energías a mi joven pariente y él sería perfecto. Quizás hasta podría ayudarle a estudiar…”
“Haha, vamos, mi lindo hermanito no es un sirviente, Jiji,” Namazuo soltó a Honebami y sonrió entretenido. “Y Yagen ni tiene tiempo, ¿cuándo se prestaría para eso?”
“Primero tengo que terminar de formalizar los papeles de adopción de Honebami,” insistió el peliazul, quien miró al mencionado. “¿No sería agradable tener a Yagen en casa todo el tiempo? Sería casi como si los fuera a adoptar a los dos.”
“¿Hm?” Honebami se confundió levemente.
“Mikazuki, ¿por qué reincides?” Ichigo hundió sus ojos en sombra, con fastidio y desdicha.
“…” por su parte, Tharja aprovechó la falta de atención para marcharse.
“Ahh, Ichi-nii, no le tomes en serio,” le pidió Namazuo, preocupado. “Tranquilo, no ocurrirá.”
“¡Hahaha! Esa broma debería haberse vuelto ya vieja, pero veo que no,” Mikazuki se entretuvo en lo que veía al par de luchadores alejarse y salirse de su visión. “Dejémosles divertirse, confío que estarán bien. Juzgo que no falta mucho para el almuerzo, pero el té me ha abierto hambre por unos aperitivos. Honebami, ¿te gustaría degustar algo?”
“…” Honebami asintió. “Suena apropiado…”
“Supuse que estarías con ánimos,” sonrió gustosamente. “Entonces quédate aquí en lo que te consiento, como el hermano mayor espiritual que soy para ti. Vuelvo enseguida.”
“Ya has hecho suficiente sirviéndonos el té, Mikazuki,” se adelantó Ichigo, incómodo. “Yo me encargo, si es posible.”
“Si insistes. La cocina se encuentra donde siempre estuvo,” le sonrió. “Te lo agradezco.”
“Sí, con permiso,” el peliceleste asintió y se retiró con rapidez.
“¡Hahaha!” por su parte, Mikazuki se rió con gusto y sacó su abanico. “Tan predecible es su hermano mayor. Bastaron muy pocas palabras para impulsarle a servirnos.”
“Uhh, Jiji, a veces eres de lo peor,” Namazuo se frustró. “Mejor voy a ayudarle.”
“Adelante,” Mikazuki le miró de reojo en lo que se marchaba, y regresó su atención al Toushirou restante. “Ahora sólo somos tú y yo. Regresemos a sentarnos y degustar el té. Tu modestia y tranquilidad son justo lo que un anciano necesita.”
“…” Honebami asintió. “¿Había necesidad de alejar a mis hermanos?”
“Ninguna,” sonrió entretenido. “Uno no evita querer fastidiar a sus menores de vez en cuando. Sé que tarde o temprano lo comprenderás.”
Ocurrió otro choque de tantous, y ambos luchadores saltaron para alejarse y retomar distancia. Ni bien aterrizó, Imanotsurugi sonrió desafiantemente y corrió a velocidad de manera rastrera para intentar otro ataque. Yagen se mantuvo inmutado y miró atentamente al pelicenizo. El doctor recibió su asedio y paró sus ataques, pero cuando el pequeño pareció tener la fuerza y impulso para empujarle hacia atrás, el pelinegro se abalanzó hacia él con un ataque horizontal que rompió la inercia de Imanotsurugi, y le forzó a retroceder y huir hacia un costado.
“Hehe, ¡pensé que ya te tenía!” exclamó el niño, quien de inmediato se puso en posición de defensa.
“Tendrás que hacer más que eso,” Yagen le miró de reojo desde arriba, con una sonrisa autosuficiente. “¿Te rindes?”
“¡Todavía!” sonrió ante el desafío y volvió a intentar su ataque. Tomó carrera y saltó, para intentar un asedio desde arriba. Su intento en un inicio le salió bien, al forzar al doctor al esquivarle por el piso, pero este se repuso con gran agilidad y contraatacó con la suficiente velocidad y agresividad para hacer a Imanotsurugi esquivarle y retroceder constantemente. Ante ello, el pequeño optó por saltar repetidamente una prudente distancia, al punto que se paró en el mismo borde del techo. Estaba emocionado por esa oportunidad de dar todo de sí contra un buen contrincante y ser tomado en serio, y se preparó para seguir. “¡Aquí voy!”
Sin embargo, al poner presión con sus pies en una teja para volver a correr, esta se quebró y terminó desestabilizando al pequeño. Imanotsurugi sintió el vacío debajo de él y su cuerpo precipitó fuera del tejado.
“¡AAHHH!” él gritó ante la sorpresa.
“¡Imanotsurugi!” Yagen se alertó y corrió hacia él. Tuvo suerte que el niño actuó lo suficientemente rápido para sujetarse del borde con su mano libre, lo cual permitió al doctor alcanzarle y jalarlo de regreso al techo. Al prevenir esa horrible caída, el doctor dio un pesado suspiro. “Estás bien. Eso estuvo cerca…”
“Ehh, hehe, sí, muchas gracias,” el pelicenizo sonrió con torpeza y una mano en su nuca. “No consideré la posibilidad que se fuera a quebrar, perdón.”
“No, más recae en mí, y es cierto que tenemos ese riesgo,” se puso a pensar. “Puede que terminemos dañando este tejado tradicional con nuestra práctica. Aunque tu bienestar está primero. No podría encarar a tus parientes si algo te sucediera.”
“Pero en verdad estoy bien, ¡más bien me he divertido un montón!” exclamó contento. “¿Continuamos?”
“Mejor lo dejamos aquí, da la impresión que fue una buena señal para detenernos,” dijo el doctor, poniéndose de pie. Él le dio el visto bueno al menor. “Por cierto, eres muy fuerte, Imanotsurugi. Tu familia debe estar muy orgullosa de ti.”
“¡Gracias por el cumplido! ¡Significa mucho que tú me lo digas! ¡Pero todavía tengo que volverme tan fuerte como tú!” Imanotsurugi se puso de pie de un salto. “Y espero que esta no sea nuestra única práctica. ¡Tienes que irme a visitar! ¡Ahí tenemos espacio!”
“Claro, lo consideraré,” se encogió de hombros y caminó hacia el área del techo donde sería más fácil bajar. “Cuentas con un bosque más propicio para un entrenamiento a la intemperie.”
“Sí, ¡oh, espérame!” se apuró.
“¡Ya está!” exclamó Marisa con suma alegría, luego de haber terminado de cubrir el cheesecake con la salsa de arándanos. “¡Sólo queda dejarlo enfriar en el refrigerador un rato y listo para comer! ¡Buen trabajo, equipo!”
“Muchas gracias por esta oportunidad, Marisa-san,” Hirano sonrió y asintió.
“Ha sido un gran aprendizaje,” comentó Maeda, animado. “Ahora espero que haya salido decentemente. Las partes tenían buen sabor, pero nos queda probarlas juntas.”
“Yo no me preocuparía, hermanito~” canturreó Namazuo, dándole un guiño. “¡Por la pinta del cheesecake se ve lo mucho que se han esmerado! ¡Soy muy feliz de poder comer su creación! ¿No es así, Ichi-nii?”
“Precisamente,” dijo el peliceleste, sonriendo con amabilidad y calidez. El primogénito acarició las cabezas de sus pequeños. “Es un gran honor para mí, y les felicito. Buen trabajo.”
“¡Muchas gracias, Ichi-nii!” dijeron los dos muy contentos e ilusionados por las atenciones que recibían del mayor.
“Aw, son tan lindos~” Marisa se agarró los cachetes, conmovida, cuando notó a Nagisa pensativo y mirando el cheesecake. “¿Te encuentras bien, Nagisa-kun?”
“Eh, sí, sólo me preguntaba si podría llevarme un pedazo más tarde,” dijo el peliceleste, con cierta incomodidad. “Hotaru gusta mucho de dulces, quizás Aizen también quiera un poco.”
“No veo por qué no, pienso que es una buena idea,” Maeda asintió.
“Seguramente hay más que suficiente, es un cheesecake enorme,” dijo Hirano. “Hmm, aunque me pregunto qué habrá sido de Imanotsurugi-san. Nunca regresó…”
“Conociéndole, habrá ido a entrenar con Iwatooshi, o se distrajo con algo,” concluyó el peliceleste. “De haber estado aquí, podría haberse comido los ingredientes…”
“Haha, yo también, siendo sinceros,” Namazuo rió un poco y sonrió animado. “No, más bien fue a pedirle a Yagen que entrenara con él. Los dos estaban peleando en el tejado.”
“¿Tejado?” Hirano se sorprendió.
“Pero es una superficie irregular, inclinada y liza…” Maeda se preocupó un poco.
“Wow, ¿ese hermano doctor de ustedes también pelea?” preguntó Marisa, sorprendida.
“Sí, nuestro linaje es guerrero y sé que Yagen nunca ha descuidado su entrenamiento pese a esforzarse académicamente,” reportó Ichigo. Él sonrió con torpeza. “Había esperado contar con su compañía hoy, pero me alivia saber que se dedicó a asistir a Imanotsurugi con su entrenamiento en vez de retirarse de este lugar.”
“Sí, Yagen-niisan es fuerte, eso me han dicho mis hermanos mayores,” dijo Hirano.
“Aunque pronto será el almuerzo. Podríamos ir a llamar a los demás,” meditó Maeda. “Eh, iré a buscarlos, y también le pasaré la voz a los que entrenan en el dojo.”
“Sí, voy contigo,” se ofreció Nagisa. Así, los dos amigos salieron de la cocina.
“Vaya, y eso que nos faltaba terminar de limpiar…” Hirano dio un suspiro.
“Ehh, entre los dos podemos, descuida,” la chica sonrió con torpeza. “Más bien, ¿el hermano terrorífico de ustedes está aquí?”
“¿Perdón?” Ichigo se confundió. “Mis hermanos no son terroríficos, ¿a quién te refieres?”
“Seguramente hablas de Honebami,” Namazuo sonrió frustrado y se encogió de hombros. “Sí, pero no te preocupes. Está rodeado de todos nosotros y en verdad es muy tranquilo y lindo cuando le hace compañía a Jiji. No te volverá a mirar feo.”
“¿Honebami-niisan te asustó, Marisa-san?” preguntó Hirano, confundido. “Es verdad que mi hermano mayor suele ser muy reservado y severo, pero no tienes que temerle,” asintió y sonrió cálidamente. “En verdad es una buena persona, sólo es cuestión que lo conozcas mejor.”
“Se nota mucho lo que todos ustedes se quieren. Está bien, tomaré tu consejo, Hirano-chan~”
“Deberíamos ir de regreso, Namazuo,” dijo Ichigo, tomando una bandeja con unos aperitivos. “Si el almuerzo va a ser pronto, no debemos hacerles esperar.”
“De por sí no deberíamos comer aperitivos, pero bueno~” se encogió de hombros. “¡Nos vemos en un rato! ¡Y nuevamente gracias por ese bello cheesecake!”
“…así que se andarán preguntando qué fue de mí,” concluyó Imanotsurugi, quien caminaba con Yagen por el perímetro del edificio. “La comida debe estar pronto, y seguro terminaron el cheesecake sin mí. El tiempo se pasó volando. Tendré que disculparme.”
“Sé que mis hermanos te entenderán si te expresas debidamente,” dijo el doctor. Él se detuvo y alzó su mirada al cielo.
“¿Yagen? ¿Todo bien?”
“No es nada, sólo me corresponde volverte a advertir sobre meterte en peleas ajenas, sobre todo las de la guerra entre nuestras instituciones,” explicó tranquilamente. “Tu oponente es una Princess de mal carácter que recién comienza. No te confíes.”
“Sí me dijeron lo mismo. Entiendo,” el niño sonrió incómodo e hizo una reverencia. “Tendré cuidado, lo prometo. ¿Y cómo así sabes eso?”
“Ni bien oí sobre tu altercado, decidí investigar. Es lo menos que podría hacer,” dicho esto, el pelinegro sonrió un poco. “Y te agradezco por esta pelea. Admito que me divertí.”
“De nada~ lo mismo digo,” sonrió ampliamente. “Mikazuki-sama me dejó entender que eras como yo de pequeño y te gustaban los desafíos, así que sabía que lo apreciarías.”
“Es verdad…” el doctor sonrió con nostalgia. “Atsu y yo éramos de entrenar y retarnos mutuamente, por lo cual me ha resultado agradable. Nuestra conexión y pasatiempos se han perdido con el paso de los años, supongo es parte de crecer…”
“…” le miró intrigado.
“No pensé que este viaje me recordaría a esos tiempos gratamente. Es algo que te debo. Supongo… no hay nada de malo en darse un gusto que ya no le corresponde a uno.”
“¿Por qué dirías eso?” preguntó Imanotsurugi, ladeando su cabeza. “Tu hermano está por regresar, ¿verdad? Cuando lo haga, puedes volver a divertirte con él. ¡Es más! ¡Podemos hacer una pelea los tres, sería muy divertido!” levantó un índice con cierta demanda. “Así que no vayas diciendo esas cosas. Mikazuki-sama recalca que el peor enemigo de uno es uno mismo. No sé si siempre será cierto, pero suena convincente en tu caso, así que no te castigues.”
“…” Yagen se vio perplejo.
“Así que prométeme que tendremos ese encuentro entre los tres, ¿de acuerdo?” le pidió con intensidad, y pasó a sonreír. “¡Hay que aprovechar lo que podamos! ¡Hay que ser felices! ¡Y este es un deseo muy simple de cumplir! ¡En verdad!”
“Está bien, como digas,” sonrió rendido y observó al menor. “Ya veo, eres de ese tipo de persona, ¿no es así? Me recuerdas a Shinano.”
“¿Eh? ¿Cómo así?” Imanotsurugi se confundió más cuando ese distante doctor le agarró de un hombro. Entendió que esa comparación fue un gran cumplido de su parte.
“Tienes el don de conectar con los demás…”
“…” Maeda observó esa escena junto con Nagisa, cuando los dos pretendieron acercarse al par para invitarles de regreso al edificio.
“Maeda,” el peliceleste se detuvo cuando el otro lo hizo y le observó. Su tranquilo y amable amigo estaba sorprendido por ese gesto de su hermano, y pasó a deprimirse. “Ehh, ¿estás bien?”
“S-sí, no te preocupes…” dijo con torpeza. Forzó una sonrisa. “Parece que están yendo de regreso. Mejor vayamos al dojo.”
“Bueno, si lo dices…” Nagisa se preocupó y le tocó seguirle.
“Ahora que lo pienso, Jiji fácil nos envió a preparar estos aperitivos para dejarle solo con Honebami,” comentó Namazuo, mientras caminaba junto con Ichigo.
“Sí es un poco tarde para comer una merienda…” Ichigo se puso a pensar.
“¿Eh?” el pelinegro se extrañó de ver una puerta corrediza mínimamente abierta.
“¿Todo bien, Namazuo?”
“Hm~” el pelinegro dibujó una sonrisa gatuna en su rostro y jaló la puerta para abrirla. “¡Nee-san, te encontré!”
“Ehh…” Tharja se sorprendió e hizo un esfuerzo para no caerse. Luego de recobrarse, miró con rencor al Toushirou menor. “Tsk… déjame, quiero mi privacidad.”
“¿Por qué sigues evadiéndonos, Tharja?” preguntó Ichigo, preocupado. “Mikazuki gustaría de tu compañía, y sólo Honebami se encontraba acompañándolo. Hubieras ido.”
“Sigue siendo uno de ustedes…” la chica desvió su mirada. “No entenderían…”
“Seguramente quieres toda su atención, ¿verdad? ¡Ánimos, nee-san!” le alentó Namazuo, pero pasó a sonreír con miedo al ver a la otra amargarse más con él. “Y-ya, en serio te apoyo…”
“Somos como familia, y sólo te apoyaríamos, Tharja,” le aseguró Ichigo, cordialmente.
“Más bien, los Sanjou les prestan mucha atención, siempre ha sido así…” no sabía por qué perdía su tiempo explicándose.
Mientras tanto, Mikazuki terminaba otro sorbo de té que se concedió, y observó el enorme árbol frente a su sitio mecerse con el viento. El peliazul disfrutaba del clima y la plácida escena, cuando entonces sintió una muy tenue presión en su hombro izquierdo.
“¿Hm?” miró de reojo a su costado para ver que Honebami se había quedado dormido en medio de la tranquilidad, y su cabeza se apoyó en su hombro. Ello le hizo sonreír con gran dicha, y susurró unas palabras. “Trabajando duro como siempre. Dulces sueños, Honebami,” volvió su mirada a lo alto. “Qué alegría…”
Ante ese desarrollo, tanto Tharja como Ichigo se quedaron pasmados y hundieron sus ojos en sombras mientras se carcomían por dentro ante la atención de sus respectivos seres queridos por un tercero indeseado.
“E-ehm…” Namazuo sonrió con miedo y dio un paso hacia atrás. “O-oigan…”
“Ohh, esas auras que les rodean se ven peligrosas,” comentó Imanotsurugi con gran asombro, a cierta distancia.
“…” Yagen les miró con incomprensión y negó. “Y pensar que solía considerarlos como mis superiores cuando era niño…”
“Hehe…” el pelicenizo rió un poco.
El almuerzo se sirvió poco después y todos se juntaron en el comedor para disfrutar de lo poco que quedaba de las vacaciones.
…
Pasaron unas horas y llegó el atardecer. Después del almuerzo, todos se pusieron a ver el primer capítulo de la serie donde aparecía Syo, y posteriormente bajaron para disfrutar de la piscina en la mansión.
Monoyoshi podía escuchar el esperado y entusiasta ajetreo de los demás desde la espaciosa y amoblada azotea. El pelirrosa se entretenía con la espléndida vista de la costa y el resplandor del sol en el mar. Entonces, percibió la llegada de otra persona y se volteó para atenderle.
“Gokotai, ¿qué te trae por aquí?” le preguntó amablemente. “¿Necesitas algo?”
“N-no realmente…” el pequeño traía a uno de sus tigres en brazos, al cual observó. “Mi mascota se había extraviado así que la busqué… y me di cuenta que no te vi por ningún lado, senpai. Ehh, espero que todo esté bien…”
“Lo está, agradezco que hayas venido por mí, y siento preocuparte,” asintió. “Sólo quería apreciar la vista, aunque ya me ausenté mucho. Vamos donde los demás.”
“Sí, yo también me alejé bastante,” Gokotai asintió. “Aunque sí es una vista muy linda. Hehe, puedo ver la alameda desde aquí.”
“Verdad que sí.”
“Senpai…” el menor bajó su mirada. “Estamos por comenzar otro semestre. Yo… en comparación con mis hermanos, siento que me falta mucho por crecer, y que el tiempo que corre lo estoy desperdiciando… sigo muy débil…”
“No tienes por qué sentirte así. Tú siempre das tu mejor intento.”
“Pero…”
“Y siendo sinceros, no eres el único que se siente así, Gokotai.”
“¿Eh?” Gokotai se confundió y le observó. Su mayor le sonreía con dulzura como siempre.
“Yo también quiero superarme a mí mismo y ser más de lo que soy. Es un sentimiento que todos poseemos, y en verdad es algo bueno, pese a lo incómodo que sea,” regresó su mirada al mar. “Nos espera la universidad al final de este semestre. Da un poco de miedo, ¿verdad?”
“Sí…”
“Pero el miedo no tiene el poder de cambiar nada. Es bueno sentirlo, nos mantiene enfocados y al tanto de lo que ocurre, pero no podemos detenernos por el mismo. Por ello debes seguir con firmeza y dar lo mejor de ti,” le miró de reojo. “Eres una buena persona, Gokotai, tienes principios intachables y una familia que te quiere mucho. Tengo grandes esperanzas de ti.”
“S-significa mucho que me lo digas, senpai, muchas gracias,” Gokotai asintió. “Ehh, si puedo preguntar… ¿cuál es tu meta?”
“¿Mi meta?” Monoyoshi alzó su mirada y llevó una mano a su mentón.
“Yo no creo tener ninguna meta, no sé qué estudiar… ni siquiera si entraré a la universidad de Hanasaki o Rizembool…” confesó apenado. “Por ello… me pregunto a qué apunta alguien como tú. Quisiera darme una idea… s-sólo si quieres contestarme.”
“Lamentablemente dudo desear algo práctico o que la mayoría desee,” dijo, sonriendo con torpeza. Observó al peliblanco, con sus ánimos y amabilidad de siempre. “Siento que puedo ser sincero contigo. En medio de las obligaciones de mi familia, deseo crecimiento personal…” juntó sus manos y cerró sus ojos. “Quisiera ser una persona que escucha las voces que no pueden oírse. Quiero comprender a los demás, y extender una mano a los que no piden ayuda. También… quisiera ser lo suficientemente fuerte como para auxiliar a otros, sin importar en qué condiciones se encuentren,” abrió sus ojos, cabizbajo, mientras sonreía con leve tristeza. “Alguien como yo es muy débil y me hace falta convicción. Intento oír lo inaudible y asistir a quienes me necesiten, pero dudo tener el poder de hacer una diferencia por ellos…”
“Senpai…”
“Así que yo también tengo mucho que crecer,” concluyó, sonriendo con torpeza. “Este temor, esta impotencia, supongo significa que sigo siendo muy joven. Por eso, tenemos que continuar creciendo. No estás sólo en eso.”
“Eres muy bueno, en verdad…” Gokotai se contagió de la tristeza del otro. “Para pensar así en los demás… y tratar de sentir lo que ellos sienten, por más solitario que sea.”
“No es nada…”
“¿Cómo así decidiste apuntar a esa meta?”
“…” volvió a girarse, para mirar el mar. Hubo un breve silencio. “…conocí a alguien que es como yo quiero ser. Esté o no consciente de su naturaleza, me enseñó que podemos optar por ser así y ayudar a los demás… es alguien a quien admiro… él oyó mi voz y me rescató, por más que nunca le pedí ayuda a nadie…”
“…” se impresionó. Había todo un relato detrás de esas palabras, uno que no oiría en ese momento. Admiraba a su compañero de clases por aquella resolución a la cual había llegado, luego de recibir esa ayuda que tanto quería esparcir. “Tus palabras son muy ligeras y bondadosas…” sonrió un poco. “Espero poder conocer a esa persona algún día.”
“No es algo que tienes que esperar, Gokotai,” Monoyoshi volvió a dirigírsele y le sonrió simpáticamente. “Porque tú tienes el privilegio de tenerlo cerca mucho más que yo.”
“¿Eh?”
“Eres muy afortunado, nunca dejaré de decirlo,” asintió con alegría. “Vamos donde los demás antes que nos busquen.”
“…” le miró confundido y perplejo, y sólo le tocó seguirle mientras meditaba al respecto.
La tarde continuó y todos disfrutaron de los últimos días del viaje, para recargar sus energías antes del inicio del siguiente semestre.