Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 252316 times)


Sayi

@Apple ha sido lindo verte postear por aquíiii me inspiras a regresar a las andadas tb :_


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~





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Now, let's carry on with those big HiME dreams...

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Vengo con un fic más corto... *respira*

84






Justo después de salir de aquel festival, las HiMEs se despidieron de sus amigos y marcharon directamente a la oficina de Miranda para buscar explicaciones sobre lo que había sucedido con Ayesha. La recepción fue rápida, y luego de que la directora les preguntara si se encontraban bien de aquel sorpresivo ataque, llamó a Fran para asistirle.

La mujer Viera se acercó a Ayesha para mirarle detenidamente, y luego puso una palma sobre su frente. Su propia inspección mágica duró unos largos segundos hasta que retornó a su usual distancia para dar su veredicto.

“Puedo confirmar que carece de recuerdos del ataque,” informó la asistente, inmutada. “Sin embargo, eso sería todo. Aparte de vaciar sus recuerdos, no le hicieron nada más.”
“E-entonces…” Ayesha estaba en shock. “Sí me borraron la memoria…”
“…” Nio, cabizbaja, apretó sus puños.
“¿Está segura, Viera-sensei?” preguntó Cho, con leve súplica. “¿Ya no hay más restos de Rizembool en ella?”
“Lo estoy. No hay ningún residuo anómalo en su cognición. Rizembool no la tiene bajo ningún tipo de dominio ni han pretendido modificarle. Recibió un tratamiento para olvidar lo sucedido, como si no fuera estudiante de Hanasaki. Eso sería todo.”
“Eso es un alivio…” Osaka dio un suspiro.
“Sí, es terrible que le hayan hecho esto, pero al menos se encuentra bien. Rizembool nunca quiso apuntarle personalmente,” observó Hotaru.
“Aun así, me extraña que Rizembool le haya borrado la memoria. ¿No tuvieron alguna relación de las personas de Hanasaki en ese lugar o algo así?” preguntó Marisa, meditativa. “Esperaría más de Rizembool, considerando mis propias experiencias.”
“Pues, nunca nos tuvimos que registrar por nombre al entrar ni nada así. Eso lo habría hecho demasiado sospechoso, tal vez…” Roxas frunció el ceño. “No creo que Rizembool pueda tenerlo todo bajo control a ese modo.”
“Lamentablemente, eso es lo más probable…” Miranda estuvo de acuerdo. “Pese al hecho que la señorita Altugle tuvo su memoria borrada, les pido que se concentren en que se encuentra bien. Eso es lo más importante y el motivo por el cual vinieron de inmediato.”
“Sí, de todos modos, tiene razón,” Reimu asintió.
“Pero…” Youmu frunció el ceño. “Esos de Rizembool siguen siendo unos miserables. Sólo por pretender cuidar de la gente mediante sus juegos mentales y haber evitado fatalidades no quiere decir que pueden hacer lo que se les dé la gana con otros.”
“…” Nio se tensó más.
“Tus reclamos son ciertos, pero estos mismos nublarán tu mente,” observó Fran, pausadamente. “No puedes cambiar a Rizembool con tu indignación. Sólo mantente firme. No haces más que hacerte daño a ti misma, HiME.”
“Tsk… lo sé…”
“Gracias por vernos lo antes posible, directora,” dijo Kashuu, con firmeza y asintiendo.
“No hay de qué, estoy aquí para ayudarles, del mismo modo en el cual ustedes ayudan a todos en Hanasaki,” le contestó con una amigable sonrisa. “Recuerden que es mi deber velar por ustedes.”



“Estoy decidida,” afirmó Nio, levantando su mirada. Su semblante demostraba una gran determinación. “No puedo dejar que esto se quede así. Seré una HiME.”
“¡N-Nio!” Ayesha exclamó horrorizada y todos los presentes de inmediato la miraron en shock. “¡No puedes decir eso!”
“…” la pequeña frunció el ceño aunque se mantuvo firme. “Ya lo he decidido. Perdón, onee-chan, pero esto es personal.”
“¿P-personal?” preguntó Cho, sorprendida.
“Ehh, entendemos que te sientas así, Nio, pero no puedes dejarte llevar por el momento,” le pidió Reimu. “¿No es verdad, chicas?” la miko se extrañó al notar que tanto Marisa como Youmu se vieron incómodas y desviaron sus miradas. “Ahh, chicas, no pueden pretender apoyar a Nio. Es muy probable que no esté pensando con claridad.”
“…me cuesta no ponerme en su posición, Reimu,” admitió Youmu, cabizbaja e incómoda. “Si alguien le hiciera algo semejante a Yuyuko-sama yo tampoco podría estar tranquila.”
“Uhh, yo sin duda no quiero que nadie y menos una niña linda como Nio-chan vaya a pelear como las HiMEs… pero…” Marisa se desanimó. “Pero… es difícil…”
“¿Difícil qué, Marisa?” preguntó la miko, Reimu se extrañó al notar que Marisa no tenía los ánimos de explicarse. Supuso que su actitud estaba arraigada a algo personal.
“Nio, no tienes que precipitarte,” dijo Hotaru. “Si quieres podemos conversarlo con más calma.”
“Sí, voto a que vayamos a tomar algo a una cafetería,” sugirió Osaka, alegremente y levantando una palma. “Creo que todos aquí necesitamos de algo dulce después de lo que pasamos.”
“No, no gracias…” Nio se ofuscó y negó repetidamente. “No me distraigan. He dicho que quiero ser HiME, por favor.”
“Pero tú no puedes ser una HiME,” dijo Roxas, perplejo y asustado por la idea. “Piénsalo un poco. Es muy peligroso y una gran responsabilidad. Cho y las demás se desviven peleando contra sus Rebels y ellas lo tienen difícil a pesar de ser mayores que tú y entrenar juntas. Tú no puedes simplemente saltar al peligro por estar en desacuerdo con algo.”
“Pero… yo…” comprimió sus puños.
“Deberíamos irnos,” dijo Kashuu, pensativo. “Esto ha sido demasiado duro para ti. Necesitas descansar. Déjanos acompañarte.”
“¡Por favor ya no me traten como una niña!” exclamó perdiendo la paciencia. Nio tenía los ojos temblorosos, pero no cedía en su decisión. “Entiendo lo que dicen, es normal que se preocupen por mí. Se los agradezco, supongo, pero si hay algo que yo puedo hacer para impedir que esto vuelva a repetirse, estoy dispuesta a hacerlo. Nunca perdonaré a Rizembool por meterse con mi onee-chan, por más que yo había renunciado a ser HiME desde el inicio,” cerró sus ojos con fuerza y negó rotundamente. “Tampoco olvidaré ver cómo Elise y Hirano, como todos los que los rodeaban, perdieron el conocimiento al mismo tiempo y cayeron regados al piso, ¡como si no importaran nada! ¡No, esto es horrible! ¡No les culpo por llamarles la atención y haberme hecho pasar por todo esto, pero no pueden lastimar a onee-chan!”
“Nio, espera,” Ayesha se puso frente a ella y le agarró suavemente de los brazos, para mirarla de frente. “Ya no sigas.”
“P-perdón…”
“¿Es esto por mí? ¿Dices que quieres ser HiME por lo que me hicieron, para protegerme?” preguntó la hermana mayor, angustiada. “No es necesario, por favor, entiéndelo. La directora ya lo afirmó, Viera-sensei ya lo dijo. Estoy bien, nada me pasó, no quisieron hacerme nada y no lo hicieron tampoco. Y yo me siento bien, en verdad que sí,” le sonrió con torpeza e inquietud. “En serio. Lo único por lo cual temo es que tú te vayas a poner en riesgo, mi Nio. Entiéndelo.”
“…” Nio bajó su mirada con leve pena.
“Aquí no necesito que pelees ni por mí ni por nadie. Nosotras vamos a estar bien si nos mantenemos alejadas del conflicto. No vamos a salir directamente lastimadas. No vamos a tener enemigos personales. Tampoco vamos a tener que pelear para herir a nadie. Yo sé que tú no podrías hacer eso nunca, Nio. Eres una buena chica. Y yo no podría vivir en paz si supiera que soy tu motivo para hacer algo tan peligroso como sumarte a esta guerra, porque te quiero mucho, hermanita. Tú eres mi rayito de sol, mi pequeña damita,” le abrazó suavemente. “Eres mi todo, Nio. Eres lo más importante para mí.”
“Onee-chan…” unas lágrimas se le escurrieron de los ojos.

Los demás observaron al par de hermanas compartir ese abrazo. Todos tuvieron sentimientos encontrados. La imagen inspiraba un gran afecto, una gran tristeza, un lado con frecuencia olvidado de la guerra… tal vez un lado que, pese a estar muy presente en las dos, no estaba siendo del todo prestado atención por una de ellas.

Aquel mensaje fue consolador y valioso, uno que le recordó sobre la persona que significaba lo más valioso para sí misma… sin embargo, no fue suficiente…

“…” Nio agarró a su hermana de los brazos para apartarla con suavidad, y le miró. Estaba más tranquila, pero sus ojos despiertos y seguros seguían ahí.
“Nio…” Ayesha se preocupó. No dejaba de ver cómo su hermanita se salía de sus expectativas conforme crecía. En ese instante, la sintió demasiado lejos.
“Onee-chan, no es sólo por ti. A decir verdad…” miró al piso brevemente antes de continuar. “Cuando la directora me ofreció ser HiME, yo quise aceptar. Siempre he querido ser una HiME y hacer una diferencia.”
“¿Q-qué dices…?” preguntó, aterrada. Llevó una mano temblorosa a su boca.
“Yo… sentí una increíble injusticia en ese lugar, vi a tanta gente siendo perseguida por orphans y yo teniendo que ocultarme porque no podía hacer nada ni por mí misma,” dijo con cierta súplica, buscando que le comprendieran. “Eres mi onee-chan y por supuesto que fue horrible que te hicieran algo a ti, pero no es sólo eso. Sé que en ese lugar ha habido un montón de hermanas de otras personas que la pasaron como tú o hasta peor. Al menos tú tuviste a nuestros amigos vigilándote en lo posible…” volvió a bajar su mirada y bajó sus energías. “Vi de nuevo al Rebel de Youmu. Él supo que tenía el potencial de HiME. Afirmó que Rizembool lo sabe… me dijo que ni él puede asegurarme que estaremos seguras. Ni él sabe lo que Rizembool va a hacer en un futuro, parece que están cada vez peor…” frunció el ceño. “Por eso creo que esto sólo empieza. Rizembool quizás nunca nos vaya a dejar en paz, onee-chan. Sólo…” miró a su hermana preocupada. “No pienses que esto es por ti. Soy yo la que quiere pelear y hacer algo. Esto es personal, es como quiero hacer las cosas. No es tu responsabilidad ni tu culpa. Seré una pequeña pero soy yo quien lo ha decidido. No quiero que nadie más sea responsable por mí.”
“Nio…” Ayesha se acongojó y llevó sus brazos a su centro. Estaba aterrada, pero a la vez paralizada. No se sentía con el derecho de decirle nada. Ya lo había intentado, pero en esas presentes circunstancias era ella misma quien había empujado a su pequeña a tomar esa decisión. Sentía que nada de lo que fuera a decirle la detendría. “Nio… no hagas esto… no quiero que te pase nada, por favor…”
“Yo tampoco quiero que te pase nada, onee-chan. Me aseguraré de que las dos estemos bien,” Nio se movió a un costado para dirigirse a la directora. “Usted fue quien me llamó hace unos días porque puedo ser HiME. ¿Todavía puedo aceptar?”
“…” Miranda intercambió miradas brevemente con Fran. Incluso la directora estaba inquieta y afligida por dicha escena. “Tu potencial sigue igual, señorita Nio. De que puedes, es posible, pero… me sabe mal volver a considerarlo…”
“Depende de ti,” dijo Fran, inmutada. “Es tu decisión.”
“…” Nio asintió.
“E-espera, Nio,” Cho se empujó a avanzar hacia la pequeña y cortar con esa intensa escena que tenía a todos paralizados. “Te ruego que no vayas a tomar ninguna decisión hoy.”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?” preguntó la pequeña, confundida y con leve recelo. “Cho, por favor, no intentes cambiar mi parecer.”
“Yo temo por ti al igual que todos aquí, Nio… pero eso no es lo que estoy diciendo,” en cierta forma lo era, pero si lo admitía la pequeña se cerraría. “Yo también tuve problemas personales al querer aceptar ser una HiME nuevamente. La directora me dio un tiempo para que lo piense y deje mi cabeza decidirse. Quisiera que tú regreses a tu casa a descansar, lo medites un poco más y vuelvas con una respuesta definitiva.”
“P-pero…” ello descuadró a Nio, quien desvió su mirada incómoda.
“Uh, sí, estoy de acuerdo…” Reimu dio un suspiro. Dudaba que la pequeña fuera a cambiar de parecer luego de haberse expresado así, pero al menos era algo. “Pienso que es lo más saludable. Formula tus ideas y convicciones bien antes de actuar. No dejes que sólo el frenesí de lo sucedido hoy te haga tomar una decisión. Puedes andar adelantándote mucho.”
“Hm, un concepto mental puede venirte bien, estoy de acuerdo,” Youmu se cruzó de brazos y asintió convencida. “Es verdad. Es importante de un guerrero adaptarse a la situación con la cabeza fría.”
“…” la pequeña terminó asintiendo con pocas energías. “Está bien, tienen razón. Me tomaré el resto del día para pensarlo.”
“Tómate el tiempo que necesites. Nosotras estamos aquí a disposición de ustedes,” le recordó la directora, amablemente. “No sientas ningún compromiso de nuestra parte.”
“Sí…” la pequeña hizo una reverencia. “Muchas gracias…”



Así, todos se retiraron un tanto en shock por ese inesperado desarrollo. A la salida, fueron a la cafetería donde la pequeña Nio pudo tomar un té y comer un pastel que le regresó un poco la vida. A pesar del estrés, ella pudo liberarse ligeramente y todos se animaron de verle de mejor humor. De aquel modo, las hermanas Altugle se despidieron y fueron a su casa para descansar por la noche en preparación para una nueva semana de clases.




No obstante, la decisión ya había sido tomada. Nio logró sentirse más despejada, pero la idea se quedó en su mente al punto de no descansar bien. Estaba cometida a su palabra y lo meditó de muchas formas, pero siempre llegó a la misma conclusión.

Nio iba a ser una HiME sin importar lo que los demás fueran a decir.

Era el lunes temprano en la mañana, incluso más temprano de lo que siempre se despertaba, pero ello no la detuvo. Lo primero que quiso hacer ese día fue tomar la prueba HiME para hacer de su nueva realidad un hecho.

A pesar de ver a su hermana mayor temerosa y mortificada, aunque sin palabras para disuadirle, Nio no pudo dar marcha atrás. Ya no quería ser esa pequeña que siempre era cuidada por su hermana y sus amigos. Quería poner de su parte y crecer, para así dejar de quedarse atrás y ayudar a los demás.

La recepción de parte de la directora fue simple y directa. Nio fue llevada por Fran a un gimnasio donde se enfrentaría a la ilusión de alguien que conocía. Por medio de dicho desafío haría despertar su potencial y se convertiría en HiME. De aquel modo, ingresó y fue rodeada de niebla y oscuridad. Ya comenzaba a sentir un miedo preventivo, pero no podía desanimarse.

Su silencio no duró mucho y una persona se acercó. Sabía que era dicha marioneta que le atacaría y se volteó para hacerle frente. Sin embargo, por más que supiera sobre su oponente, enfrentarle no se le haría fácil.

“¡Nio!” le requintó la imagen de Ayesha frente a ella. “¡¿Qué estás haciendo?! ¡Tú sabes que no puedes comportarte así!”
“O-onee-chan…” se encogió y sintió en aprietos. Era la ilusión del lugar, pero le seguía transmitiendo el aura de su hermana. Nio sintió que se merecía esa llamada de atención de su parte. De por sí, le costaba creer que su hermana no hubiera pretendido requintarle hasta ese momento. Se tensó y frunció el ceño, pero no supo qué hacer ni cómo hacerle frente.
“Ay, Nio, ya no te pongas difícil, ven,” Ayesha se le acercó, pero Nio retrocedió un paso. Ante esa acción, la mayor le miró sorprendida. “¿Nio? ¿Qué sucede? ¿Acaso me tienes miedo?”
“Ihh…” realmente era como su hermana, pero Nio sacudió su cabeza. “No, esto no es verdad. Tú no eres verdad…”
“¿Qué quieres decir? Vamos, Nio, no te puedo entender,” volvió a acercársele. “Tenemos que salir de este lugar.”
“P-pero…” esta vez Nio falló en apartarse rápido y la marioneta le agarró del brazo. Al hacer esto, agitó a Nio con una fuerza sobrehumana y la lanzó a distancia. “¡AAAHHH!”

Cayó de bruces y sintió un dolor general. Nio hizo un esfuerzo en levantarse y vio a la ahora inexpresiva marioneta correr hacia ella. Era ahora o nunca.

“Suficiente…” comprimió sus puños poseída por una gran molestia y encaró a esa marioneta. Fue entonces que sintió energías aflorar de su interior. “¡No metan a mi onee-chan en esto!”




Pese a haber querido llegar más temprano al colegio para encontrarse con sus amigos, una inesperada congestión vehicular entrando a la ciudad le retrasó considerable. Al menos fue capaz de llegar poco antes del timbre para evitar problemas.

Imanotsurugi se había puesto en contacto con sus amigos por teléfono ni bien tuvo la oportunidad. Felizmente, todos se habían reportado a salvo, aunque supo por Hirano que Nio sí tuvo que enfrentarse a aquel ataque. El pelicenizo se encontraba principalmente preocupado por ella al conocer de su potencial como HiME. Temía que su valiente, aunque sensible, amiga tomara alguna decisión precipitada, y notó cómo ella no había querido hablarle por mensajes. Sin siquiera llegar, tuvo un mal presentimiento.

A pesar de ello, el chico estaba cometido a animarle y hacerle recordar que ella no estaba sola y que no tenía por qué temer, que él mismo se aseguraría de ponerle a ella y a todos a salvo para que el conflicto no tuviera que inmiscuirse en sus vidas.

Pero estaba demasiado tarde…

Entró a su salón y vio a todos sus compañeros del salón rodear el pupitre de Nio en lo que conversaban maravillados. De inmediato se abrió paso entre ellos para presenciar un acto que, a diferencia de los grandes ánimos de todos, le paralizó de pies a cabeza.

“¡A ver a ver! ¡Ahora este!” le pidió otra compañera de clase quien extendió a Nio unas semillas.
“Oigan, la van a cansar,” reprochó Elise, haciendo un puchero.
“Está bien, Elise, no me siento cansada,” Nio sonrió incómoda y aceptó las semillas. Estas reposaron brevemente en su palma y entonces todos las vieron vibrar, romperse, y surgir unas plantas que crecieron con rapidez hasta originar unas flores muy vistosas. Luego de llevar a cabo esa acción, extendió esas flores a la chica que le había pedido el favor.
“¡Muchas gracias! ¡Eres la mejor!” exclamó esta, abrazando a las plantas.
“¡Ahora podríamos tener un pequeño invernadero en el salón!” sugirió un chico.
“¡Yo quiero llevarle unas rosas a mi mamá!” dijo otra chica.

Todos se pusieron a hablar en plena lluvia de ideas con mucha emoción y haciendo bromas. La nueva HiME miraba con leve perplejidad al punto de vista simple de todos ahí, pero les agradecía infinitamente. Necesitaba esos buenos ánimos.

“No puede ser…” musitó Imanotsurugi, a poca distancia.
“¿Eh?” Nio reconoció su voz en medio del alegre bullicio de los demás y le miró. Su compañero la miraba con shock, algo que le retornó a su más fría realidad. “Ima-chan…”
“Eh, buenos días, Imanotsurugi,” le saludó Elise rápidamente. A pesar de ser normalmente la más feliz del grupo, hasta ella se preocupó por su expresión. “Ehm, pues sí, eh…” miró a un costado buscando inspiración y sonrió forzadamente. “Es un poco inesperado, ¿verdad? Pero no te preocupes mucho. Nio aceptó ser una HiME, aunque ella contará con todos nosotros.”
“¿Cuándo sucedió esto?” preguntó el chico, sorprendido.
“Fue hoy, antes de venir a la escuela, temprano…” contestó Nio, incómoda y apenada. “Perdón, Ima-chan. Yo sé que tú no querías que fuera HiME, pero… ya no pude soportarlo más…”
“Nio-chan…” el chico se contagió de su tristeza.
“Seguro que estás molesto conmigo, ¿verdad? Tú que encaraste a la directora por mí…”
“Eh, no, no que esté molesto… sólo temo por ti, todos lo hacemos,” dijo el chico, meditativo. “Es normal… perdón… de haber estado ayer con ustedes, les habría protegido. No habría dejado que nada les pasara.”
“No te disculpes, esto no es tu culpa,” la chica negó y frunció el ceño. “Es frustrante. No pensé que Rizembool haría algo así, pero no puedo dejar que lo vuelvan a hacer.”
“N-Nio-chan…” ello preocupaba aún más a Imanotsurugi. “No sé lo que pasó, debes haberlo tenido muy difícil, pero no puedes quedarte molesta, por favor. Eso sólo te hará daño.”
“Sí, lo sé…” dio un suspiro. “Tomará un tiempo.”

Elise vio a los dos apenarse y bajar sus miradas. Supo que tenía que cortar el silencio.

“¡Vamos, chicos! ¡No ha muerto nadie, nadie se ha peleado aquí! ¡Tienen que animarse!” exclamó ella, alzando sus puños. “¡Ahora contágiense de energías! Esto puede ser un poco distinto a lo usual y sí nos da miedo, ¡pero por algo somos amigos! ¡Mientras nos mantengamos juntos sé que todo estará bien!”
“Elise…” Nio le miró atentamente. “Pero yo…”
“Ya no te sientas mal, Nio,” la rubia se giró al chico. “Sé que estás preocupado, pero no es el momento de apagarte. Vamos, Imanotsurugi, tú eres el que usualmente nos da las energías. Nio necesita de tu apoyo, porque esto no cambia nada entre nosotros, ¿verdad?”
“Eh, sí, es cierto,” el pelicenizo asintió con torpeza. Dio un pesado suspiro para despejarse antes de hablar. “Nio-chan, no quiero causarte incomodidades, y Elise tiene razón. Nosotros somos amigos. Eso no va a cambiar por el hecho que seas una HiME,” dijo decidido y pasó a sonreírle. “Seguramente andas necesitando un fuerte abrazo, ¿no es así?”
“¿Eh?” ello confundió a la pequeña HiME, quien ladeó su cabeza.
“Aw, es cierto,” Elise asintió emocionada. “¡Group hug!”

Así, Elise e Imanotsurugi le dieron un fuerte abrazo. Ello probó retornarle un poco de su vida luego del shock de tomar dicha prueba y tener que derrotar a esa marioneta en forma de su hermana mayor. Ella se apoyó en sus dos amigos a manera de darse un breve y necesitado descanso y dio un respiro profundo.

“Gracias, chicos, en verdad lo aprecio…”
“¡Oigan todos! ¡A abrazar a Nio!” exclamó Elise.
“¿Qué?” preguntó la HiME. Entonces vio a los demás compañeros mirarles y sonreír para correr donde ellos.
“¡Abrazo comunitario!” exclamó una chica.
“¡A apanarlos!” gritó un chico.
“¡E-esperen!” Nio se asustó pero al final todos participaron en ese enorme abrazo casi al punto de asfixiarla. Este felizmente no duró mucho porque justo llegó la tutora del salón.
“¿Qué hacen? Vayan a sus sitios, por favor, la clase está por comenzar,” les reprochó la maestra y así todos desarmaron la aglomeración para regresar a sus asientos.
“Hehe, veo que Luso de nuevo va a llegar tarde,” Elise dio una risita.
“Sí, ¿verdad? Seguro se volvió a quedar dormido,” Nio sonrió entretenida y las dos tomaron asiento en sus sitios adjuntos para continuar hablando al respecto.

Por su parte, Imanotsurugi fue a su propio sitio a poca distancia y observó que el lugar de Hirano también estaba vacío. Se extrañaba que él todavía no hubiera llegado, era casi preocupante.

Él dio un suspiro desanimado y bajó su mirada. Tendría que ahogar sus penas antes del descanso o continuaría preocupando a los demás.


Las horas pasaron y era alrededor de las diez de la mañana. Ayesha aprovechó una hora libre en su currículo para encontrarse con Larsa y Dakki en una cafetería de Hanasaki. Fue ahí que les explicó los más recientes sucesos, los cuales agarró a ambos de sorpresa.

“Con que te borraron la memoria…” Larsa llevó una mano a su mentón y lo meditó.
“Ay, no puede ser, y pensar que a mi hermosa muñequita le han hecho esto,” Dakki se levantó.
“Eh, estoy bien, Dakki, en serio,” dijo Ayesha sonriendo incómoda, aunque se extrañó cuando la otra caminó al costado de su sitio y le dio un abrazo para enterrar su rostro en medio de sus pechos. “¡D-Dakki!”
“Hace tanto que no te abrazo así, mi ricitos de oro, ohohoho~♥” la pelirrosa se puso a reír. “Ahora puedes olvidarte de todos tus males que tu onee-chan está aquí~♥”
“¡E-en serio estoy bien! ¡Por favor, esto es vergonzoso!” le suplicó, aunque la otra no le hizo caso y le apretó con fuerza. “¡HMMM!”
“…” Larsa dio un suspiro mientras recogía su taza de té. “Dakki, suéltale, por favor, la asfixias.”
“Verdad, nuestra Ayesha es tan delicada~♥” Dakki le inmediato la soltó y dio saltitos de regreso a su sitio.
“Uhh, la gente nos está mirando raro…” dijo Ayesha, torturada.
“A pesar de lo que nos dijiste, te ves bien, y tú misma nos has dicho que lo estás,” observó el chico, tranquilamente. “La directora y su asistente coincidieron en lo mismo.”
“Eh, sí…” la rubia volvió a enfocarse en la conversación un tanto perdida y perpleja por la inmutabilidad de su amigo incluso con aquel tema. “Me siento bien. Yo de por sí no tengo nada que reportar…” desvió su mirada, con tristeza. “Sin embargo, Nio…”
“Eso es algo que me duele también,” Dakki le sonrió comprensivamente. “Sabía que nuestra intrépida polluela despegaría del nido rápido, pero este fue un salto sin precedentes. Algunos creerán que cada tutor puede manejar a sus pequeños si se lo propone, pero Nio posee un temperamento muy distinto al tuyo. Aunque bueno, tú eres su hermana, no su mamá.”
“Uhh… es verdad…” se deprimió más.
“Ya, no te lo dije para apagarte~♥” canturreó juguetonamente. “Aunque por más ocupados que estuvimos, tanto Larsa como yo hubiéramos acudido a encontrarnos con ustedes ayer. Les habríamos ayudado a poner muchas cosas en contexto.”
“Realmente no hay mucho que explicar, no obstante,” Larsa negó. “Te borraron la memoria tanto a ti como a varias otras personas para esconder lo sucedido en aquel lugar. Presiento que las objeciones de Nio van más allá de lo que te sucedió a ti, pero parte de lo mismo. Lo que te ocurrió fue la gota que derramó el vaso, fue una injusticia que ella no pudo soportar y por lo cual decidió lidiar con las cosas a su manera. La forma en la cual pretende hacerlo es convirtiéndose en una HiME. Ella fue ofrecida esa oportunidad y es lo único que le dará cierto sentimiento de poder en medio de esta situación que se escapa de sus manos. Es también lo que ahora considera su propia labor y responsabilidad, por lo cual no debes sentirte responsable de su decisión, Ayesha…” dio una corta pausa para dar un suspiro y enseñar una ligera frustración en su expresión. “Sin embargo, este es un punto de vista erróneo al asunto.”
“Tanto Rizembool como Hanasaki continúan funcionando por tener a jóvenes serviles que se identifican con la causa y, al igual que Nio, se lo toman personal,” observó Dakki, con una simpática sonrisa.
“Precisamente. Es incorrecto pensar que uno es responsable de un ataque como el que sucedió el día de ayer. Es también injusto sumarse a la batalla por creer que es algo que se debe a los demás o que es un deber propio de uno. Nio no tardará en darse cuenta que ser una HiME no cambiará en nada su situación ni le dará más poder. Por el contrario, verá que es más impotente de lo que originalmente creyó,” frunció el ceño. “En el momento en que uno se lo toma personal es donde uno pierde y falla. No es la forma de sumarse a una misión o a una causa. El tumulto emocional te quita razonamiento, te debilita, te imposibilita de ver las cosas con una perspectiva objetiva. Uno no puede dejar que un motivo se apodere de uno mismo…”
“Es triste cuando le ocurre a alguien que te importa,” comentó Dakki, manteniendo su sonrisa. “Pero ya es muy tarde para que nosotros hagamos una diferencia, mi querido Larsa.”
“Ehh…” Ayesha miraba anonadada y angustiada al par hablar con una sabiduría que trascendía la compartida por los demás el día de ayer. No tardó en recordar lo arraigados que ambos estaban a Rizembool y al conflicto como parte de sus propios orígenes. Por más que lo hubiera considerado como el motivo principal de verles en ese momento, realmente se salían del montón. Luego de oírles, bajó su mirada consternada. “Nio… realmente debí negarme rotundamente. Por lo que ustedes dicen, Nio sólo se lastimará, pero ya es una HiME… No… ¿qué debo hacer?”
“Es esperado de ti que te hayas hecho amiga del grupo de inocentes de Hanasaki, pero nosotros también somos tus amigos, y tú eres una de mis queridas hijas~♥” canturreó Dakki. “Si tan sólo nos lo hubieras dicho ayer. Por más cordial que Larsa pueda ser, siento que él habría sabido cómo poner a la pequeña Nio en su lugar.”
“Ya no hay punto de hablar sobre lo que pudo ser, Dakki,” objetó el chico, con firmeza. “Nio ya no puede dar un paso atrás en su decisión sin que algo extraordinario ocurra,” desvió su mirada. “Lo cual en su mayoría no serían buenas noticias ni para ella ni para su Rebel.”
“Uhh…” Ayesha apretó sus manos, torturada.
“Pero mírame, Ayesha,” Larsa aclamó su atención. Al recibir su mirada, el chico cerró sus ojos y posicionó una mano sobre su pecho. “Yo estaré ahí por ustedes y les ayudaré en todo lo posible, tienes mi palabra. Por más que no esté de acuerdo con lo que ha sucedido, esto no tiene por qué ser una tragedia. Nio ha escogido uno de los caminos más difíciles, pero si recibe el apoyo necesario, puede crecer mucho más que los demás. Ella lo tiene en su espíritu, nos lo ha demostrado repetidas veces en el pasado.”
“Ehh…”
“No dejemos que este traspiés se quede en lamento. Poseo mucho conocimiento y experiencia de utilidad, y ella no será la única HiME que he ayudado…” dio un leve suspiro. “Pensando en ello, hace tiempo que no me comunico con Tanaka-san. Podría darle algo de apoyo. A su vez, sé que ella les ayudará a su manera.”
“Como siempre, terminas ayudando a más personas de lo que es recomendable para ti, querido Larsa,” dijo Dakki, sonriendo con pena. “Aunque para variar me alegra que te ofrezcas para estar ahí por mis muñequitas. No que me sorprenda, ohoho~♥”
“Muchas gracias, gracias por tu ayuda, Larsa,” dijo Ayesha, aliviada y haciendo una reverencia. “Y-yo tengo mucho miedo, hay demasiado que no sé, tantas cosas que no entiendo… yo… lo siento mucho… siento no ser la hermana mayor que Nio necesita…”
“Como dije previamente, eso no es tu culpa. Tranquilízate por favor,” le aseguró el chico, quien le tomó de las manos a manera de aliviarle. “Has hecho lo que has podido. Nuevamente, me alegro mucho que te encuentres bien a pesar de lo sucedido ayer. Por más impotente que hayas estado, te has mantenido fuerte y recolectada. Ello indica tu fuerza interior. Nio podrá ser más atrevida y valiente, pero tú eres quien tiene la templanza entre las dos. Ella te va a necesitar ahora más que nunca y sé que estarás ahí por ella como nadie más podría estarlo…” le sonrió un poco. “Te lo aseguro, no lo dudes, Ayesha.”
“Sí, sí, tienes razón…” la rubia asintió conmovida. Sonreía y a su vez sus ojos se inundaron de lágrimas. “Muchas gracias, y lo estaré. Ayudaré a Nio como sea posible.”
“Y tienes mis mejores deseos de tu lado~♥” declaró Dakki. Ella regresó donde Ayesha para darle un abrazo de costado. “Pero me toca decirte que no podré ayudarte personalmente. No voy a estar aquí por ustedes.”
“¿Eh? ¿Cómo así?” preguntó Ayesha.
“Me surgió una oportunidad inigualable en Inglaterra, y luego de meditarlo mucho, sería una mala idea no tomarlo,” dijo la pelirroja, quien mantenía su simpática sonrisa. “Por eso me estoy yendo al final de esta semana de vuelta a casa.”
“¿Q-qué?” Ayesha se quedó en shock. “Entiendo, pero me da una pena que te vayas, Dakki. Nos volvemos a ver luego de tantos años. Quisiera que hubiéramos compartido más. Sin duda Nio va a estar muy triste.”
“Lo sé, aunque podemos planear una última salida entre chicas~♥” le acarició los cabellos y le dio un guiño. “Así que como no voy a estar, te doy la tarea de cuidar de Larsa, ¿sí? No podemos dejar que nuestro señorito se aísle como es de costumbre.”
“Ustedes no tienen por qué cuidarme,” Larsa alzó una ceja. “Poseo la ayuda perpetua de Jakob. Eso es todo lo que necesito.”
“Ohohoho~ sabía que te molestaría~♥”
“Ehehe…” Ayesha rió un poco. “Pero sí. Cho siempre me ha dicho que solían estar en contacto durante la secundaria. Seguro estaría feliz de que pasemos más tiempo juntos.”
“Con tal de asistirles, es algo que me tocará hacer, de eso no te preocupes, Ayesha,” contestó el chico, asintiendo. “Hablando de Tanaka-san, ¿no tenías un laboratorio que empezaba pronto?”
“¡V-verdad!” Ayesha se paralizó y revisó la hora. “¡Voy a llegar tarde! ¡Ehh, pero tengo que pagar mis galletas y té!” se puso a buscar su billetera. “¡Ahh, ¿dónde está?! ¡Y ni me acuerdo de cuánto costaban!”
“My treat, muñequita~♥” Dakki le dio un guiño. “Ve a tu clase. Nos comunicamos pronto para ver sobre la salida, ¿de acuerdo?”
“¡S-sí!” Ayesha se levantó e hizo una última reverencia. “¡G-gracias, y perdonen! ¡Nos vemos!”

De aquel modo, la rubia se despidió y partió carrera hacia la facultad de química. Hubo un breve silencio en la mesa, con los dos despidiéndola agitando sus manos y con expresiones cordiales, para entonces adoptar una actitud más frustrada y sombría.

“Hace tiempo que no sentía tanto el deseo de ser Princess y hacer sufrir a Hanasaki…” comentó Dakki, sonriendo con leve maldad y afilando sus ojos.
“…” Larsa miraba su té. Tenía una expresión tranquila aunque seria, pero su acompañante podía leerle bien.
“¿Será que estás igualmente molesto que yo? No te molestaste en hacerme una observación.”
“No culpo a ninguna de las dos por lo sucedido, ellas no sabían cómo tomarse la experiencia…” dio un pesado suspiro. “Tampoco puedo culpar a los demás del todo, pero hubiera querido que como mínimo me avisaran sobre esto. Casi me siento defraudado.”
“Es posible que no te consideren lo suficiente o como parte de ellos para empezar. No puedes dudar que tú eres muy distinto a los demás, por ello fallan en considerarte…”
“Apreciaría si dejaras de tratar de envenenarme en su contra, Dakki,” observó mirándole de reojo, sin perder su inmutabilidad.
“¡Ohohoho~♥ tú sabes que siempre he fallado con eso!” ella se rió con ganas. “¡Eres demasiado bueno con ese grupito!”
“Presumo que ellos se encontraban también en shock por lo sucedido, o cometidos a solucionarlo ellos mismos, así de simple…”
“Se adentraron en el conflicto y se lo tomaron personal, tal y como dijiste que Nio lo había hecho,” Dakki miró sus uñas con insignificancia. “Como es de esperarse de los comunes, perdiendo percepción y lógica tan fácilmente…”
“A quien sí tengo que culpar es a la directora. Nunca antes me he sentido tan defraudado por ella,” Larsa afiló sus ojos. “Las HiMEs desde ya tienen grandes problemas de estabilidad y dominio de sus poderes. En los mejores casos estos crecen con una y son dominados con el tiempo… en el peor, las destruyen,” miró a su acompañante. “Tú y yo fuimos criados y entrenados no sólo en cómo pelear, mas cómo adaptarnos fisiológica y psicológicamente a poderes que tendríamos en el futuro como Rebels y Princesses, desde temprana edad. Incluso en Rizembool, somos una excepción.”
“Aunque Rizembool suele tener una mejor idea de lo que hace en general. Por algo los Rebels y Princesses suelen empezar más fuertes,” Dakki se encogió de hombros.
“En el caso de Nio, no sólo pretenden involucrar a una joven con menos experiencia y crecimiento de lo usual, sino también la escogieron porque al parecer posee un potencial y talento de HiME extremadamente grande,” dio un pesado suspiro y apoyo su frente en sus manos, lo cual enseñó su cansancio mental. “Nio… me siento muy preocupado por ella. Este es un mal pronóstico. Hanasaki ha probado ser negligente con sus HiMEs. Tanaka-san todavía no puede controlar su capacidad y ella fue HiME durante casi dos años en el pasado… Nio, por otro lado, será una bomba de tiempo.”
“Pobre Nio, sin duda no lo había pensado tan a fondo como tú, querido Larsa…”
“Por ello mismo, que Hanasaki decida reclutar a una persona claramente no lista a ser una HiME por su puro potencial y fallando en considerar otros aspectos, me indigna,” levantó su rostro y llevó una mano a su mentón. “Hanasaki se rige bajo la idea de esperanza, de poder derrotar a Rizembool mediante sus estudiantes mágicas y traer la paz a flote. Esta acción… no sé si cabe dentro de aquel concepto o si más bien se iguala a la ambición de Rizembool por el poder, por encima de todo lo demás,” frunció el ceño. “Deseo comprenderlo.”
“¿Comprenderlo?” Dakki alzó sus cejas con leve sorpresa. Sin duda su amigo se sentía comprometido con aquel caso en particular. “¿Acaso estás pensando en ir a hablar con esa directora? Eres un Solidor. Tu nombre no es bienvenido en Hanasaki.”
“Ello no es del todo cierto, Dakki,” le aseguró este, quien esbozó una corta sonrisa. “Incluso le he servido a Miranda indirectamente. He apoyado a varias de sus HiMEs hace tres años, un trabajo que le correspondía a ella.”
“Hmm…” la chica le miró levemente, como si le analizara. Entonces, se encogió de hombros. “Como digas. Ahora mi mayor pregunta es el descuido que Rizembool tuvo como para borrar los recuerdos de Ayesha. Quisiera una respuesta.”
“En eso andamos, Dakki.”
“¿Qué quieres decir?”
“Le pedí a Komaeda que encontrara una respuesta a esa interrogante. Estoy convencido que no fue del todo accidental,” observó Larsa. “Él es un Rebel y estuvo presente, hasta pretendió mantener a Ayesha a salvo a pesar de su rol. Y Komaeda es inteligente y sabe con quién contactarse. Sé que no nos defraudará.”




“Hm, ya veo…” comentó Yagen, quien caminaba por Rizembool camino a otro edificio del campus, acompañado de Komaeda.
“Usted fue el principal encargado de dicho suceso, doctor,” observó Komaeda, dubitativo. “Tal vez sea mucho pedir que esté al tanto de cada caso en particular, pero este error de parte de su equipo me ha dejado inquieto…”
“…” el doctor se detuvo a medio camino. “Sí sé de lo que hablas, Komaeda-kun. Fue un caso presentado a mí en plena labor de borrar los recuerdos de los testigos.”
“¿En serio?” el Rebel se impresionó.
“Las personas a cargo de aquella joven notaron que ella sabía sobre las escuelas y estudiaba en Hanasaki, y se quedaron perplejas ante su conocimiento y reclamos sobre lo sucedido,” contestó Yagen, quien miró al Rebel con una sonrisa profesional. “Tal fue el desconcierto de los técnicos que me llamaron para decidir si borrarle los recuerdos o no,” dio un suspiro. “Lamento decirte que ella fue testigo del personal y todo el protocolo de acción de Rizembool, y por lo tanto no pudimos dejarle irse con su memoria intacta. Ello es información a la cual Hanasaki no debería tener acceso.”
“Ya veo…” Komaeda lo analizó algo impresionado por la simple y directa respuesta de su parte, y asintió. “Le agradezco por contestarme, doctor Toushirou. Intenté sacar una cita con usted, pero me dijeron que no se encontraba disponible. Nuevamente lamento mucho haberle interrumpido en plena faena.”
“Hablarme en plena caminata a mi próxima obligación no es una inconveniencia para mí, descuida,” le restó importancia. “Sería la única forma de acceder a mí por los próximos días. Como debes imaginar, ser el principal dirigente de este suceso me mantendrá bastante ocupado. Justo ando atareado con ello.”
“Por supuesto, tiene todo el sentido.”
“Con permiso, me están esperando,” dicho esto, Yagen siguió en marcha.
“Eh, doctor, espere…” Komaeda no había terminado y siguió caminando al costado de él. “Le agradezco que me haya contestado sin reservas ante este descuido de Rizembool, y por supuesto que no le culpo por la confusión. Sin duda fueron sus trabajadores quienes cometieron el error y le importunaron a usted.”
“Dime lo que tengas que decir, no es necesario que hagas tanto preámbulo,” observó el Toushirou, tranquilamente.
“Lo que quisiera preguntarle es de quién fue el error de apresar a Altugle-san y sumarla a los civiles regulares sin haber sido una de ellos. No sé si usted sepa hasta ese detalle.”
“No, sí lo sé, me aseguré de registrar y revisar cada detalle del ataque,” Yagen le miró de reojo. “Fue Izuru Kamukura quien la procuró. Aquel Rebel también recogió a varios otros testigos, aunque ella fue su único error.”
“Izuru Kamukura…” Komaeda se puso a pensar. “Oh, ¿el Rebel de Youmu Konpaku? Tal vez no debería esperar mucho de él, pero una vez realizó un ataque en presencia de Altugle-san, me sorprende que no la haya reconocido.”
“Ya somos dos.”
“¿Eh?” se sorprendió.
“Izuru es uno de mis más eficientes y profesionales asistentes,” explicó el doctor, con una sonrisa. “Si él tomó la decisión de detenerle para borrarle la memoria, es probable que haya tenido algún motivo alterno, aunque no me he molestado en cuestionarle. Podría hacerlo eventualmente, pero no le doy demasiada importancia.”
“…” Komaeda asintió y frunció el ceño. “Yo sí pienso que es importante. Altugle-san es parte de Hanasaki, su estudio allá le fortalecerá y le hará crecer, especialmente por ser testigo de esta guerra entre nuestras instituciones. Borrarle la memoria contradice su propio camino. Le quita aquel desafío que ella debería afrontar…”
“Me sorprende verte tan preocupado por una estudiante de Hanasaki, Komaeda-kun.”
“Eh, siento si aquello le decepciona de mí. Le aseguro que no pretendo traicionar a Rizembool.”
“No hay por qué ir a extremos, tampoco lo sospeché de ti,” Yagen sonrió con ironía. “Las personas somos relativas y debemos mantenernos leales a nuestras propias convicciones. Sólo lo comenté al comprender esto de ti mismo. No me importa si sientes empatía por alguien de Hanasaki. Como dices, no deseas contradecir a Rizembool y eso es todo lo que a mí me concierne del asunto.”
“Sí, le agradezco,” Komaeda sonrió incómodo y desvió su mirada. “Ando ocupándole su atención ahora que está tan ocupado y usted me extiende aquella empatía. No me siento merecedor de su bondad.”
“Hmhm, no lo menciones, no es que haya dicho nada inconveniente para mi persona.”
“Doctor, ¿podría hablar con aquel Rebel para preguntarle por qué hizo lo que hizo?”
“¿Con Izuru?” Yagen se confundió y se puso a pensar. “Hmm, a diferencia de mí no serías capaz de encontrarle con facilidad…” dio un suspiro. “Está bien, lo consideraré, ni bien tenga el tiempo para facilitarte un encuentro.”
“Sí, muchas gracias,” dijo alegremente.





Llegó la hora del descanso y Nio y sus amigos salieron a compartir una merienda. Ellos se sentaron en uno de los jardines de la escuela mientras le ponían al día a Imanotsurugi sobre lo sucedido en el festival. El pelicenizo oía sus reportes atento y receptivo, aunque era evidente que yacía triste y preocupado porque no pudo estar ahí para serles de apoyo.

A su vez, él había recibido unas noticias preocupantes por su celular entre clases que lo tenían igualmente preocupado por otro tema.

“Y pues, Hirano y yo nos despertamos en la posta médica, así que es casi como si no hubiéramos estado ahí,” Elise dio un suspiro. “Me apena no haberte apoyado, Nio. Lo mucho que pude comprender me lo dijo Leo, y vi un poco del desastre en el camino de salida, pero no fui testigo de nada más.”
“No tienes que disculparte conmigo, Elise, en serio,” le aseguró la HiME, negando y sonriendo comprensivamente. “Sólo me alegro mucho que ustedes hayan estado bien. Más bien siento no haberles puesto a salvo desde un inicio. Aunque, ahora que soy HiME, haré lo posible para serle de ayuda a los demás.”
“Y nosotros te daremos de todo nuestro apoyo,” le aseguró Luso, con energías. “Hm, aunque me pregunto por qué Hirano no quiso venir con nosotros a almorzar. Dijo que tenía que ir a la enfermería, ojalá esté bien.”
“Pues sí, ando preocupado por él, a decir verdad…” confesó Imanotsurugi, dando un suspiro. “Chicos, en verdad siento no haber podido estar ahí. Seguro todavía me estoy perdiendo de demasiado, pero me alegro mucho de que todos estén bien.”
“Sí, nada muy serio nos pasó a nosotros, menos mal,” le aseguró Elise.
“Bueno, excepto…” Luso desvió su mirada. “Lo siento mucho, Nio. Tomaj y yo quisimos protegerla, en serio. Tomaj es muy hábil. Realmente no sé qué pasó…”
“No, no es culpa de ustedes, Luso. Confío en lo que me dijiste,” le aseguró la pelimarrón, quien bajó su mirada. Ella se sentó en posición fetal y miró al piso con tristeza. “Onee-chan… me pregunto si yo en verdad puedo protegerla…”
“No te deprimas, Nio-chan,” Imanotsurugi negó y le agarró de ambos hombros. Al tener su atención, le sonrió con calidez. “Tú quieres mucho a tu hermana mayor, por encima de todos los demás. Estoy seguro que mientras lo recuerdes y la tengas presente, podrás protegerle y salir adelante,” le asintió. “Mientras sigas siendo la linda y dulce Nio-chan que todos conocemos, te podrás desarrollar como una buena HiME que proteja a los demás.”
“¿Eh?” Nio ladeó su cabeza. “Ima-chan, ¿tú lo crees?”
“¡Por supuesto que sí!” él le soltó y pasó a comprimir sus puños con muchos ánimos y energías. “Será muy pronto para decirlo, pero realmente creo que de todas las chicas en este colegio tú eres quien más invoca el espíritu de una HiME. Tienes un corazón muy grande, eres valiente y no te das por vencida. Sólo tienes que siempre tener presente el motivo por el cual estás peleando, y si en algún momento tienes alguna duda, estaremos aquí para ayudarte. ¡Nunca estarás sola, Nio-chan, así que no te preocupes más!”
“Sí, muchas gracias, Ima-chan,” la pequeña asintió feliz y aliviada por finalmente ver a su amigo alegre y apoyándole. “Gracias a todos. Haré lo mejor de mí, no les decepcionaré.”
“Desde ya estás haciendo un montón por todos aquí, no podrías decepcionarnos ni aunque lo intentes,” le aseguró Luso, sonriendo. “¡Somos tus amigos y también tus ayudantes! Imanotsurugi tiene mucha razón. Heh, sin duda no hubiera podido decirlo.”
“¡Sí, en serio~!” canturreó Elise, con alegría. “Finalmente regresas a nosotros, Imanotsurugi. Hemos echado tus ánimos de menos. ¡Tú sí que eres el alma de la fiesta!”
“Hehe, no es nada, Elise-chan,” el pelicenizo sonrió avergonzado y rascándose la nuca.
“Ojalá pudiera tener tu fuerza, Ima-chan,” dijo Nio. “Siempre me acuerdo del paseo a la playa que tuvimos juntos. Tú pudiste meterte en medio de la acción y derrotar a esa Princess pese a no tener poderes mágicos.”
“Ahh, temo haberles sido de mal ejemplo a todos ustedes, a decir verdad…” dio un suspiro. “Pero serás fuerte, Nio-chan, a tu manera. Controlar las plantas es sin duda una fortaleza muy distinta a la mía. Tú harás cosas que yo nunca podría hacer.”
“Aunque por tenerte aquí, siempre podrías enseñar un poco de defensa personal a Nio,” observó Elise. “¡Yo me apunto también! Mi hermano es muy denso como para querer enseñarme, así que lo apreciaría.”
“¿Eh?” ello sorprendió a Imanotsurugi.
“¡Yo también quiero!” exclamó Luso, levantando su palma. “Nunca llegué a aprender nada de combate, pero siempre he querido, así de paso le doy un escarmiento a mi primo cuando este quiera molestarme, hehe.”
“Haha, no seas tan malo con él, Luso,” dijo Nio, riéndose. “Pero sí sería genial, Ima-chan…” entonces, vio a su amigo meditativo. “¿Eh? ¿Estás bien?”
“¡Perdón!” Imanotsurugi juntó sus palmas y agachó su cabeza. “No me opondría a enseñarles algo de defensa personal, pero hace mucho tiempo hice una promesa de no meterme en la pelea de las HiMEs y los Rebels. También siento que es mi responsabilidad como el miembro de una familia de guerreros no prestar mis habilidades para esos fines…” bajó su mirada, apenado. “No que no quiera apoyar a Nio-chan, en verdad quiero hacerlo, pero no de este modo…”

Los demás le miraron atentamente, algo sorprendidos por su repentina incomodidad, aunque Nio asintió y le sonrió.

“Está bien, Ima-chan, entiendo,” dijo con simpleza y buenos ánimos. “Sé que Iwatooshi fue un Rebel y creo que una vez nos comentaste a Elise y a mí que te habías cambiado a Hanasaki para no ser un Rebel tú también. Lo comprendo bien,” asintió y sonrió tranquilamente. “Lo único que quería escuchar de tu parte era que los dos podemos seguir siendo amigos y que tengo tu amistad a pesar de mi decisión. Eso me basta, es suficiente para mí.”
“Nio-chan…” se sorprendió por su resolución, aunque la misma le alivió bastante. “Muchas gracias, me alegro que entiendas. Y sí, por supuesto que somos amigos. Ni Rizembool ni Hanasaki ni nadie podría cambiarlo.”
“Me alegra oírlo.”
“Bueno, supongo postergaré mis prácticas de defensa personal para otro día, pero no hay problema por mi parte tampoco, Imanotsurugi,” le aseguró Elise, quien se confundió al verle levantarse. “¿Eh? ¿A dónde vas?”
“Ya pronto se acabará el recreo, quiero asegurarme que Hirano-chan se encuentre bien,” dijo y luego de recoger sus cosas, se despidió con una agitada de mano, para irse corriendo. “¡Nos vemos en el salón!”

Los tres se quedaron un tanto perplejos al verle irse de la nada, pero no tardaron en regresar a la conversación, en particular a preguntarle a Luso sobre su odisea personal en el festival.


La búsqueda fue corta, e Imanotsurugi acertó al considerar que Hirano estaba almorzando solo en pleno salón de clases. Así fue, y al ingresar vio al retraído pelimarrón sobresaltarse por verse repentinamente acompañado.

“Eh, Imanotsurugi-san…” dijo perplejo y le vio acercársele. “¿Qué te trae por aquí? Ehm, todavía no termina el recreo.”
“Hirano-chan,” el pelicenizo le alcanzó y le dio un fuerte abrazo.
“Ehh…”
“Está bien, sé que lo necesitas ahora, no tienes que decirme nada…” dijo meditativo y apenado mientras mantenía su abrazo. “Mikazuki-sama me avisó por celular. Perdón…”
“Tsk…” el pequeño Toushirou se estremeció y retuvo sus ganas de llorar.

Pasó un corto rato con Hirano explicando los más recientes sucesos en su familia. Además del ajetreo en el festival el día anterior, Akita había salido de la casa en dirección a Rizembool U, pero nunca llegó a su destino, ni regresó a casa. La preocupación en todos sus hermanos era grande y palpable e Imanotsurugi se dedicó a consolarle y darle buenas vibras.

Luego de su desahogo, Hirano le preguntó sobre cómo se encontraba Nio, y el pelicenizo le dio las más recientes noticias, incluyendo la conversación que acababa de tener.

“…” Hirano asintió, cabizbajo. “Me alegra que se encuentre bien. Nio-san lo tuvo más duro en ese lugar que nosotros…”
“Sí…” Imanotsurugi dio un suspiro. “La razón por la cual decidiste aislarte es para no compartir lo que ocurrió en tu casa, ¿verdad? Hirano-chan,” le miró con reproche. “No está bien que te guardes esas cosas. Estás siendo muy duro contigo mismo y tú también necesitas de nuestro apoyo. De no haberte venido a buscar, seguirías lastimándote en silencio. Pues no, no puedo dejar que te hagas eso.”
“Muchas gracias, Imanotsurugi-san, y perdón…” desvió su mirada. “No es como si no quisiera compartir la desaparición de mi hermano. Creo que este tipo de cosas deben ser comunicadas en caso alguien sepa qué hacer o por si lo han visto… es sólo que ayer fue un día muy duro para todos y Nio-san está lidiando con ser una HiME. No quiero serle una carga o preocuparle con algo adicional…”
“No lo eres, Hirano-chan, te lo aseguro,” negó y le sonrió. “Más bien, creo que les haría muy bien a los dos que se desahoguen juntos. Es el momento para que todos estemos unidos. Sin duda yo quiero estar aquí por ti y los demás deben pensar igual.”
“Sí… muchas gracias…” Hirano sonrió débilmente. “En momentos así es difícil recordar que se tiene el apoyo de otros, pero siempre has sido como un superior para mí, Imanotsurugi-san.”
“¡Y tú un bello hermanito, al igual que Maeda-chan!” no se ahorró las ganas y se puso a abrazar a Hirano con más fuerza. “¡Siempre han sido mis petizos y quiero consentirlos un montón!”
“Ehh, gracias, pero es suficiente, por favor…” sonrió incómodo y se soltó. “¿Y tú cómo te sientes, Imanotsurugi-san? Seguramente andas preocupado por Nio-san también.”
“Gracias por preguntar por mí, pero me sabe mal, Hirano-chan,” sonrió frustrado. “Yo no estuve con ustedes ayer. Es más mi deber velar por ustedes, ¿no lo crees?”
“No por eso no nos debe importar lo que sientes,” afirmó. “Luso-san me comentó el viernes que tú te mostraste muy en contra de la idea de que Nio-san fuera una HiME. Ahora también me has dicho que no quisiste ofrecerte como su tutor. Por eso lo digo.”
“Tú sabes que Iwatooshi fue un Rebel, y todos en casa decidimos que yo no lo sería. También me juré a mí mismo que no participaría en la guerra. No quiero lastimar a nadie,” dio un suspiro. “Ahh, es frustrante. No quiero que nada malo le pase a Nio-san y enseñarle a defenderse le ayudaría, pero no es tan simple…” miró hacia la ventana. “No se necesita ser un buen luchador para comprender que la mejor manera de ponerse en riesgo es intentando agredir a otros. Tenemos que ponernos vulnerables para alcanzar a nuestros oponentes. Nio-chan está en un peligro especial porque tendrá que lidiar con un Rebel equipado para hacerle un daño sustancial. Por eso no sólo temo enseñarle a Nio-chan técnicas para lastimar a otros, también me inquieta pensar que ella se expondrá a sí misma por el simple hecho de pelear como yo, aparte que uno puede engañarse a sí mismo y no estar consciente de sus limitaciones… uhh no quiero esa responsabilidad…”
“Entiendo lo que dices, Imanotsurugi-san. Yo no soy tan hábil o fuerte como tú y he notado todo eso…” Hirano dio un suspiro. “Aunque Nio-san va a recibir la ayuda de Hanasaki. Ellos deben ya tener una manera de asistirle, de eso no hay duda.”
“Esperemos que sí… sólo podemos esperar que reciba la ayuda que necesita…” dio un suspiro y sonrió con torpeza. “Ahora me siento un poco mejor, Hirano-chan, gracias por oírme. Sin duda me siento más cómodo hablando contigo. Nos conocemos todas nuestras vidas.”
“Hehe sí, los Sanjou siempre han sido como nuestros hermanos extendidos,” Hirano sonrió un poco. “También me has hecho sentir un poco mejor, te lo agradezco.”
“¿Y cómo se encuentra Maeda-chan?”
“Maeda está bien. Él estuvo consciente durante el ataque pero dijo que se encontró con un compañero de su salón que le puso a salvo.”
“¿En serio?” Imanotsurugi se sorprendió y parpadeó perplejo. “¿Quién será?”
“Ehh, me dijo su nombre, pero no puedo recordarlo…” se puso a pensar y dio un pesado suspiro. “Ahh, ¿qué clase de hermano soy? No recuerdo al benefactor de mi hermano menor…”
“Haha no te tortures, está bien~” canturreó amenamente. “No puedes esperar recordarlo todo y menos en una situación como esa. La próxima que vea a Maeda-chan le preguntaré,” entonces, se puso a pensar con la mirada en el techo. “Hmm, creo que me fui en un mal momento para buscarte. Espero que Nio-chan y los demás no se lo hayan tomado a mal.”
“Estoy seguro que te entienden, más bien yo también tengo que explicarme con ellos,” dijo Hirano. “Cuando regresen al salón nos explicaremos debidamente.”
“Sí, ya no queda mucho del recreo,” asintió. “Mejor los esperamos aquí.”

Los dos continuaron conversando hasta que el recreo terminó y las clases del día se reanudaron.


Mientras tanto, Larsa acompañaba a Dakki la entrada principal de Hanasaki. Después de pasar un tiempo en una biblioteca posterior al encuentro que tuvieron con Ayesha, la pelirroja había decidido que se había cansado del ambiente y decidió retornar a Rizembool.

“No tenías que acompañarme hasta aquí, aunque siempre has sido todo un caballero,” comentó amenamente y con trivialidad. “Aprecio tu dedicación, de todos modos, muchas gracias~♥”
“No tengo nada más de qué encargarme por el momento,” contestó Larsa, tranquilamente. “Y una caminata me viene bien.”
“Por más que digas que no estás atendiendo nada, siempre terminas ocupándote con algún deber. Es cierto que caminar te ayuda a despejarte, así que es gracias a mí que te he dado un motivo de paseo,” le dio un guiño. “Ahora eres tú quien debe agradecerme, ohohoho~♥”
“Supuse que terminarías diciendo algo así, Dakki…” alzó una ceja.
“Ya no te soy sorpresiva, ¿verdad? Eso delata que nos conocemos muy bien,” entonces, sonrió con leve nostalgia. “Todavía tengo el resto de la semana para fastidiarte un poco, pero pronto ya no estaremos en la misma atmósfera.”
“Es cierto, me da pena también,” lo admitió con una sonrisa frustrada. “Pero está bien, pienso que es lo mejor para ti, Dakki. Después de lograr con tus objetivos hace tres años, incluso Rizembool es algo que debería quedarse en el pasado para ti. Tienes mucho más a lo que apuntar de regreso en Inglaterra, por lo cual me alegro por tu decisión.”
“Hmm…” la chica se puso a pensar y llevó un dedo a la base de sus labios.
“¿Dije algo extraño?” preguntó con curiosidad.
“¡Oh, no, para nada, más bien pienso que tienes toda la razón~♥!” exclamó con grandes energías. “Tus comentarios me transportan a varios años atrás, estimado Larsa, incluso antes de que fuéramos Rebel y Princess. Por nuestras familias allegadas a Rizembool siempre fui una sombra. Las mujeres nunca tuvieron un rol importante en nuestras costumbres. Siempre intenté ser mejor que mis parientes y estoy convencida que lo fui, pero nunca lo reconocieron. No fue hasta que te conocí a ti, quien me alentó y creyó en mí ciegamente, que supe que sí podía hacer algo…” ensanchó su sonrisa, con añoranza. “Hace tres años que establecieron a las Princesses y pude demostrarles a todos de lo que estaba hecha, fue que declaré mi habilidad e importancia, y ahora soy tratada como una de las herederas más importantes de mi nombre, aun si ando siguiendo mi sueño de ser una diseñadora de modas. Pero tienes razón, mi etapa aquí ya terminó. Retornar para hacerte compañía ha sido divertido, aunque ya no hay nada aquí para mí. No puedo ser Princess sólo para entretenerme, ¿verdad?”
“Ciertamente me alivia oírte decir eso. No deberíamos prestar nuestras habilidades para lastimar a otras personas, y menos si no tenemos razones alternas.”
“¡Ohohoho~♥ mi yo del pasado hubiera protestado!” rió con ganas, y su sonrisa se contagió de frustración. “Pero me duele, querido Larsa, tener que dejarte, porque es por la conversación que tuvimos con Ayesha que me di cuenta de algo.”
“¿A qué te refieres?”
“Cuando Shin-kun nos avisó que el conflicto regresó y tú decidiste volver, yo de inmediato protesté, porque a diferencia de mi sana curiosidad, tú querías ayudar a tus amigos de Hanasaki, aquellos que te causan problemas y que nunca han hecho nada para merecerte… pero no es sólo por eso. Tú todavía no has dejado esta guerra detrás. Te sientes arraigado a Rizembool, te fastidia cuando la gente de Hanasaki discrimina contra ti por tu apellido, pero igualmente quieres ayudar a otros. Eres alguien bondadoso, aunque también es porque hay algo que no ha terminado para ti. Quisiera saber qué es y ayudarte, pero tal vez sea algo que se escapa de mis manos.”
“Dakki…” Larsa se impresionó por su rara e inesperada honestidad.
“Aunque podría cambiar de parecer,” la pelirrosa sonrió como una colegiala enamoradiza. “Si mi querido Larsa me pide que me quede, con gusto me quedaré de su lado~♥”
“No, nunca me metería en tu camino…” el chico se impacientó.
“Lo sé, ya tengo mi boleto comprado, sólo te fastidio~♥” le dio un guiño. “Nunca me has pedido nada, Larsa, sin duda vendría por ti si lo hicieras. Pero ya que te quedas, te pido que cuides de mis muñequitas por favor. Ayesha y Nio son un par de preciosidades y dos de las muy pocas personas a las que quiero de todo corazón, al igual que tú. Tu experiencia y conocimiento de Rizembool me sobrepasan. Sé que tú podrás cuidarlas debidamente.”
“No te preocupes, Dakki, ya prometí que lo haría. Ellas dos son también amigas mías,” asintió y sonrió un poco. “Te agradezco, no sueles ser sincera con frecuencia. Te echaré mucho de menos y te deseo lo mejor.”
“Ay, pero recién me voy a fin de semana. Te fastidio más tarde, ¿sí?”

Dakki procedió a salir saltando de un pie de regreso a Rizembool, un lugar que marcó el inicio de su camino y del cual se despediría con la cabeza en alto, para continuar con su vida.


Kana


El día llegó y no podía estar más incómoda con el evento.

Asuka y Minako el día anterior estuvieron junto a ellas en una tarde de compras de chicas, ayudándola a seleccionar un buen look e instruyéndola respecto a lo que era favorable decir en una primera cita. Kana, en reiteradas ocasiones, les aclaró que no se trabaja de una cita, pero tanto la pelirroja como la rubia hacían oídos sordos a sus reclamos.
No podía quejarse de todos modos. La tarde anterior lo pasó verdaderamente bien con esas dos chicas con las que últimamente pasaba más tiempo.
Asuka y Minato eran como sus catedráticas en cuanto a lo que respectaba al mundo de las HiMEs. Si bien Kana no era una HiME novata, dejaba mucho que desear y parecía una inculta al lado de de esas dos ex HiMEs.
Agradecida estaba de que Zero Two no estuviera en conocimiento de su desnivel en cuanto al mundo de las HiMEs. La pelirosa la llamaba “senpai” y trataba de aprender de ella todo lo necesario como HiME, viendo a Kana como una verdadera maestra, aunque tuvieran sus arrebatos bilaterales. A Kana se le había subido un poco el ego en esa postura, y no podía evitar regañar y aconsejar a Zero Two como si realmente fuera toda una experta.

Si Zero Two supiera que estaban al mismo nivel…

Pero todos esos pensamientos estaban anulados debido a la angustia del nuevo acontecimiento. Kana era de naturaleza arisca y extraña, la gente no se acercaba mucho a ella y ella se había acostumbrado a esa distancia social la cual sentía muy cómoda. Era atractiva para los chicos, quienes la consideraban fina, dulce y elegante, mostrando prospectos de acercamiento hacia ella por la atracción inicial, pero también la categorizaban como una “kudere” que era mejor admirar de lejos. Algo similar a su prima Erina, salvo que a ésta la llamaban “Hime” dada a su jerarquía superior.

Era increíble que Erina y que incluso ella misma tuvieran esas semejanzas de personalidades heredadas de Azami Nakiri. Pero era un detalle del cual ella nunca se sentiría orgullosa de expresar. 

La reunión se llevaba a cabo en Ikebukuro, lugar escogido por Ichiro puesto que era su territorio y conocía bastantes lugares entretenidos que visitar. La joven lucía un vestido que la hacía ver algo “moe” y el cabello suelto atado levemente con unos cintos. El look de señorita adorable de Kana había traído discrepancias entre Minako y Asuka, pero finalmente la rubia convenció que era lo mejor para Kana porque ella se sentía más cómoda con ese estilo.

El esperar en una de las calles más concurridas de Ikebukuro comenzó a impacientarla. Fue puntual en llegar (y eso fue un esfuerzo enorme, puesto que siempre le pasaban idioteces que la retrasaban en contra de su voluntad) pero Ichiro se estaba tardando más de lo esperado.
Kana sintió que alguien le tocó un par de veces el hombro, al girarse se encontró con Yamada quien sonrió un poco torpe y arrepentido consciente de que había llegado tarde.
—H-Hola. — Ichiro se pasó una mano por la nuca, mirando hacia un costado. —Perdón por ser impuntual. Me salió un inconveniente de último momento y me costó librarme de el…—
—Descuida. — meneó una mano en el aire restándole importancia. Notó que el otro miró hacia un lado y luego a otro como buscando a una persona entre el público. —¿Pasa algo? —
entrecerró los ojos, suspicaz. 
—N-no. —negó con la cabeza. —Vamos. — la condujo hacia la otra dirección.

En el camino Ichiro le fue contando sobre los lugares amenos de Ikebukuro y otras novedades. Kana le escuchaba con atención puesto que realmente no conocía en su totalidad Shinjuku y era un buen momento de instruirse de una localidad de su propia ciudad. Era notorio que Ichiro conocía cada rincón de ese lugar, muchas veces había llevado a Kise para entretenerlo en todos los puntos atractivos de Ikebukuro. Era increible que el egoísta de Kise no le trajera ni un solo obsequio teniendo calles y calles de tiendas donde comprarle un recuerdo de Ikebukuro.

Mientras más escuchaba a Ichiro intentaba conocerlo un poco más. Era raro, sabía de su existencia de hace años porque desde hace mucho tiempo él y Kise eran muy buenos amigos, pero Kana no se había interesado en conocer más al respecto de Ichiro más allá de lo formal.

Sólo sabía que era amigo de Kise, que tenía dos odiosos hermanos menores de los cuales se hizo cargo desde pequeño ya que fueron abandonados por su padre, Ichiro cantaba en un grupo de… ¿hip hop? Hasta allí, nada más sabía.

Pensaba que era el típico sujeto engreído, lleno de cadenas de oro y que se metía en pleitos cada vez que su equipo de fútbol favorito perdía, pero… conforme caminaban y conversaban Kana fue descubriendo que en realidad Ichiro era demasiado… Friki.

Primero comenzó a sospecharlo cuando la llevó a un parque temático NAMCO, “Namja Town” donde todo parecía muy adorable y las luces de multicolores llegaban a dejarla anonadada, pero pensándolo a fondo si resultaba ser todo lo contrario al prospecto que tenía de Yamada.

—Woh, no sabía que te gustaban estas cosas, Yamada-kun. — Kana se sacó una selfie con una persona disfrazada de neko. Luego se acercó alguien disfrazado de un kitsune muy adorable y Kana no desaprovechó la oportunidad de tomarse una selfie con él e integrar a Ichiro. —Quien diría que Kise nos iba a acompañar.
—A-Ah, haha… No digas eso…— Ichiro se rascó la mejilla, un poco nervioso.
—¿Eh? ¿Yamada-kun, pasa algo? Pensé que no tenías piedad en llamar Kitsune a Kise.
—Uh, mejor no digas mucho su nombre porque lo puedes invocar.
—¿Cómo?
—N-Nada. — Ichiro la invitó a seguirla para continuar con el recorrido. Después de un camino un tanto largo donde recorrieron calles llenas de centros comerciales, los dos llegaron hasta otro punto el cual era conocido por ser el “Otome Road” una calle entera dedicada al servicio Otome especialmente para señoritas. —¿Sabías que tu hermano y yo trabajamos un tiempo aquí? — señaló un local de temática Otome. —Yo duré poco, eh. Pero Kise sí se quedó mucho más tiempo, encajaba muy bien con el perfil.
—Seguramente estaba entusiasmado con trabajar para tantas chicas.
—Ahá. —Asintió.
—…— Kana esperó a que Ichiro le ofreciera entrar en uno de los cafés Otome como parte de su recorrido. Verdaderamente deseaba conocer ese tipo de lugares atendidos por chicos guapos.
—Vamos. — sonrió Ichiro, llevándosela a otro lugar.
—E-Espera, ¿no vamos a entrar? — preguntó cohibida, mientras era dirigida hacia otra dirección. El exabrupto de Ichiro la confundió un poco.
—¿Huh? No es mi estilo… Y no creo que sea bueno que entres allí. Digo, tenemos muchos lugares más que conocer que son realmente geniales.
—…— Kana aprovechó que iba detrás de él para mirarlo con rencor. De verdad le hubiera gustado conocer en primera persona la experiencia de ser atendida por un montón de chicos atractivos. “Seguro allí trabaja su novio.” Sonrió malignamente y con un brillo en los ojos cuando pensó en esa hipótesis. —Yamada-kun, ¿eres soltero? — preguntó divertida y fingiendo inocencia, pensando firmemente en que Yamada sí era gay.
—S-si. — asintió con la cabeza, yendo por delante y sin soltar su muñeca para llevarla al sitio que tenía en mente.
—¿Cómo es tu persona ideal? — tal vez podría conseguirle a alguien. Si estaba empeñada en hacer que Henry saliera con Euphemia, ¿por qué no Yamada con un chico?
—…— estuvo tentado en detenerse y voltear a verla, pero tenía una idea fija en su mente y era llegar al lugar que sabía por defecto que le encantaría a Kana. Pero ciertamente la pregunta de la HiME lo perturbaba de sobre manera. Jamás había pensado que ella tuviera esa curiosidad respecto a él, quizá Kana no era tan desinteresada en él después de todo. Siempre pensó que con suerte recordaba su nombre… Pero quizá si había puesto algo de atención en la vida. —Kana, ¿por… qué te da curiosidad?
—Bueno, a Kise le gustan todo tipo de chicas… Pensé que eras de su mismo estilo, pero ahora que hemos conversado un poco más veo que tienes gustos muy distintos a los de Kise.
—…N-no sé qué tipo de chicas me gustan, realmente. No lo he pensado.
—Ahhhh. — Kana sonrió con travesura: no le gustaban las chicas. La volvió a jalar.
—¡Llegamos! — expresó animado, señalando un gran negocio que acaparaba gran parte de la calle. —Estoy seguro de que este será tu lugar favorito.
—QU—— la HiME arqueó una ceja la cual pudo jurar que le tiritó.
—Venden mangas shoujos y de todas las temáticas, novelas románticas en general, comics y artículos anime de lo que tú quieras, los puedes encontrar aquí. Es uno de mis lugares favoritos. ANIMATE tienda es realmente genial. Entremos. — la atrajo con él. —¡Tienen una purikura! ¿nos tomamos algunas fotografías?
—E-espera…— Kana estaba realmente confundida y mareada dejándose arrastras inerte. No pensaba que ella diera la imagen de ser una otaku aficionada a las compras de figuras anime y demás. Sí, le gustaba leer mangas y podría estar orgullosa de confesar que tenía el record de pasar más noches en velas leyendo mangas shounen, shoujo y, por supuesto, yaoi, pero tampoco llegaba al extremo de ser una friki otaku. —¡Espera un momento, Yamada-kun! — le detuvo.
—¿Si?
—¿Crees que soy… otaku?
—¿No te gusta el anime?
—…—
—Pensé que amarías este lugar. — Ichiro parecía confundido.
—¡Yikes! Y-Yamada-kun, me trajiste aquí porque eres un friki otaku y querías usarme de excusa para llegar a este lugar, ¿es eso, ahhh? Dare! Eres todo un astuto. — sonrió, irónica. —Ahora tiene sentido. Jamás hemos sido unidos y ha sido demasiado extraño que de un momento a otro quisieras salir conmigo, seguramente tu plan era usarme para comprar tus gustos extraños…
—¡OE! No soy un friki… Tal vez un poco otaku… pero no un friki pervertido si es lo que tienes en mente. — se defendió, reactivo.
—No pensaba eso último…— negó con la cabeza.
—Disculpa si… te he traído a un lugar que no te gusta. — expresó apenado.
—Descuida. — Kana alzó las cejas. —Si me gustan los mangas. Me vendría bien comprar algunos, ya que se viene el fin de semana y estaré en el templo de Yato y necesito lectura para distraerme de sus infantilidades.
—Genial. — asintió, sonriendo levemente.
Los dos jóvenes comenzaron a recorrer la librería de mangas, cada uno llenando su propia canasta con los mangas que querían leer. En un punto se separaron y cada uno fue por las necesidades y chucherías que querían conseguir o les llamó su atención. Al encontrarse, se sonrieron al ver que los dos llevaban varias cosas. Kana notó un manga shoujo entre las cosas que el pelinegro había acaparado. Antes de que el otro tratara de ocultarlo, la HiME le habló.
—Yamada-kun, ¿sabes? Me agrada esta parte de ti… Pensé. — bajo la mirada, un poco arrepentida y avergonzada de su anterior concepto de Yamada donde lo tildaba poco más de un ebrio vándalo y marginal. —Que eras todo lo contrario. Pero esta parte de ti es agradable. — los dos llegaron a la caja y pagaron sus cosas. Al salir, el pelinegro le volvió a hablar.
—Kana, ¿qué pensabas de mí? — preguntó con curiosidad. —Sé honesta.
—…—
—No me voy a molestar…
—Pues, como Kise comenzó a ser más grosero y buscarse más pleitos desde que te conoció, pensé que eras el amigo delincuente, vago y consumidor de alcohol que intentaba corromperlo. Huh, lo siento. — llevó la mirada hacia otro lado, avergonzada. —¿Tal vez me equivoqué?
—WAIT, ¿Por qué pensabas esas cosas de mi? — preguntó horrorizado por ese concepto el cual se aplicaba más a su despreciable padre. —Es más, por qué todo el mundo se pensaba que yo era así de criminal.
—Bueno, cuando regañaba a Kise por su conducta siempre decía que tenía que acompañarte y que tú eras el de las ideas… supongo por eso te tomé un poco de rencor y rechazo.
—…Ah. — se dio con una palma en la mano. —Entiendo que es tu hermano, pero en realidad yo conocí a Kise así de problemático y aunque se muestre como un animalito inocente y adorable es… diabólico.
—Lo sé, lo sé. — asintió, convencida. —También lo aprendí después de años de porrazos. Pero esa alimaña sabe cómo manipular y engañar…
—Dímelo a mí… Siempre creí en su palabra, pero me estafaba y engañaba mil veces. Ahhhh, todo un Kitsune.— el pelinegro soltó un prolongado suspiro. —Pero supongo que es una alimaña a la que queremos tal y como es…—
—Gracias por preocuparte de él… Creo que nunca tomé en consideración todo el dolor de cabeza que pasaste por su culpa.
—No tienes que agradecer. Es más, mi intención de que saliéramos por la ciudad era en plan de agradecer por todas las veces que cuidaste a Jiro y Saburo… y ellos dos sí son súper insoportables, haha. —
—Bueno, no te lo voy a negar. — sonrió, afirmando las palabras del otro.
—Lamento notarlo hasta ahora todo lo que hiciste por nosotros. A veces incluso abusábamos de tu paciencia y te dejábamos cuidando a todos; Jiro, Saburo, Nene, mientras Kise y yo nos íbamos a divertir.
—Ahhhh, pero esas cosas son el pasado. No es necesario que andes agradeciendo nada.
—De todos modos, esto no termina aquí. Nos faltan lugares por recorrer.
—¿Te molesta si te pido que vayamos a una cafetería? Creo que necesito café con urgencia. No importa si no es Otome.
—Claro. Conozco algunas cafeterías geniales.

En poco tiempo de trayecto, los dos jóvenes llegaron a una cafetería coreana que se encontraba cerca. Kana e Ichiro hicieron sus pedidos mientras seguía platicando.

—Shikishima es fanático del bubble tea matcha. Me pegó el gusto por este té. — Kana le enseñó su té de “burbujas” de tapioka. —Al principio sentí que era extraña la consistencia y no me explicaba como Shikishima era tan adicto a este té, pero ya vez como ahora lo pido yo también.
—Es extraño, pero sí sabe bien. — asintió. Había sido convencido por Kana para que le diera una oportunidad a ese bebestible. —¿No es el mismo Shikishima de Rizembool?
—Ahám. —
—¿Cómo así se conocen?
—Es extraño…— la HiME hizo memoria. —Un día coincidimos en una tienda de té y comenzamos a hablar. Es un chico muy inteligente e intimidadoramente intuitivo… Eg, ciertamente a veces siento que lee la mente. También tiene gustos extraños y le encantan las películas clásicas, así que, como congeniamos en ese tema, salimos de vez en cuando, especialmente cuando ponen películas clásicas en el cine tales como Psycho, the exorcist, the shining, The Sound of Music, Sissi Emperatriz, entre otras. Hehe, pero no le digas que te conté de estas dos última porque va a sentir vergüenza.
—Pensé que sólo era un friki del mundo de Tolkien… Es gracioso que sea integrante de un club de fans dedicado a eso.
—Cada quien tiene sus gustos.
—Hm, hm. — asintió nuevamente, animado. Luego notó cierto detalle que lo perturbó. Tomó el menú que la camarera olvidó y comenzó a agitarlo disimuladamente como espantando algo.
—¿Eh?
—N-nada, una mosca…—
—…— Yamada era extraño, sin duda.
El día se hizo tarde e Ichiro se negaba a que dieran término a su encuentro sin antes visitar tres atracciones más que quería que Kana visitara. La primera incluía justamente dos puntos que quería abordar y era un enorme edificio donde se encontraba el acuario y el observatorio. Los dos jóvenes recorrieron animadamente y encantados el acuario, maravillados con todas las especies que iban visualizando. Se tomaron bastantes fotografías con diversos peses y fauna marina detrás de los cristales. A Kana le gustó particularmente una selfie con peses de arrecifes detrás de ellos, Ichiro se encantó con una donde salía un tiburón asechándoles a ellos dos desde atrás.
Posteriormente subieron al piso donde se encontraba el observatorio y permanecieron un buen tiempo en ese lugar observando en un cómodo silencio la belleza de la ciudad nocturna. Salieron a las calles, las cuales estaban brillantes e iluminadas por letreros y luces de distintos colores lo cual hacía característico a Ikebukuro, allí tomaron unas cuantas fotografías más, divertidos por los juegos de luces.

Finalmente llegaron hasta el Parque Ikebukuro Nishiguchi ya cuando la noche estaba en su esplendor. Después de caminar por el parque los dos tomaron asiento en una de las bancas mientras observaban como una muy suave nevada caía en forma de pluma.
Mirar como la nieve caía resultó ser muy distractor para ambos, quienes se concentraron en verla caer mientras pensaban en sus propios asuntos.

—Kana… Yo quería preguntarte algo.— Ichiro de hace tiempo que tenía en mente preguntar y sabía que Kana podía tener una respuesta ya que era una HiME.
—…—
—Yo siempre me he preguntado si tú…— la observó fijamente a los ojos, ella hizo lo mismo.
—¡AH! — la chica soltó una exclamación cuando sintió un gran exabrupto entre ellos.
—¡DAH! ¡DEMASIADO CERCA! —
—¡KISE IMBÉCIL! — gruñó Ichiro, quien casi muere por la intromisión del rubio.
—¡TSK! — había saltado desde detrás de ellos sentándose en medio de los dos en la banca. Pasó un brazo por los hombros de Kana, abrazándola posesivamente. —¡Más lejos, pervertido!
—¡Qué te pasa, Kise! ¡No soy un degenerado!
—¡Kise! — Kana lo miró enfadada. —¿Qué tienes en la mente?
—¡Estan demasiado cerca y eso no me gusta nada! — se quejó, inflando las mejillas. Como siempre, Kise se comportaba como Kise.
—…— Kana lo miró de reojo. Su hermano usaba gafas de sol de cristales rojos que hacían juego con su vestuario, cualquiera diría que estaba paseando casualmente por el sitio y los encontró, pero Kana intuía que en realidad podía estar equivocada. —¿Nos estabas espiando?
—Ahhhh— Ichiro soltó un suspiro. —De hecho, nos viene asechando desde el inicio… Por eso me demoré. Intentó secuestrarme el muy idiota. Luego en la cafetería me estaba lloriqueando por la ventana…
—Pero si tú mismo fuiste el que insististe en que saliera con Yamada-kun…
—Ara, pero después me arrepentí. Sentí como cuando Judas besó a Jesús para traicionarlo. SI, me vi Jesus Christ Superstar así que soy un conocedor de toda la Biblia y puedo decir con argumentos que me sentí como si vendía a Kana. — la abrazó, y con una pierna empezó a alejar a Ichiro —Fuera, Ichiirinsatanas.
—¿Sabes que ver un musical no te hace un experto teólogo, cierto? — Ichiro lo miró con los ojos entrecerrados.
—De todos modos, ¡Ichiirin! ¿Qué querías preguntarle a Kana, eh? ¿eh? — lo miró inquisidoramente. —¿Me quieres cambiar por ella? ¿es eso? ¿ESO? Ichiirin somos bros. ¡BROS! Y si es otra cosa, Kana no puede ser tu novia, ni lo pienses.
—¡¡Y-Y-Yo no tengo esas intenciones, baka kitsune!! Ya te dije que le quería agradecer por cuidar a mis hermanos.
—¡A mí no me sacas a pasear por soportarlos!
—¡Te he sacado toda la vida y siempre te mandabas cagadas que me dejaban mal parado!
—¡Ichiirin! — le tapó los oídos a Kana, poniendo una expresión de consternado. —¡No es correcto que te refieras así de tu cuñado!
—¡B-basta! — el idol se sonrojó. —¡Siempre dices puras idioteces!
—¿Qué le querías preguntar? ¿eh?
—Kana es HiME, sólo le quería preguntar cuáles son sus poderes. Me llama la atención las HiMEs, son geniales… son como las magical girls de los anime.
—¡ERA SIEMPRE ESO! ¿UNA IDIOTEZ OTAKU? Ay Ichiirin ¿por qué me preocupé tanto? haha. — Kise soltó una carcajada, despreocupándose. —Seguro si me haces preocupar así me volveré viejo joven. Eres tan malo. Ay, para que me preocupo tanto haha. —
—A veces te comportas muy extraño, Kise…— Ichiro lo miró preocupado, con atención.
—¿Estás ebrio o qué?
—KANA— la miró ofendido. —¡Sabes que no bebo ni una gota de alcohol! Soy una eminencia del deporte.
—Lo sé… Eres especial sin necesidad de alcohol.— Kana le dio unas palmaditas en la cabeza a Kise. Miró a Yamada haciéndose un poco hacia delante. —Mi elemento es el magnetismo, por cierto. Mi capacidad es abrir portales, pero no lo manejo bien del todo… y mi arma es una katana.
—Genial. — expresó maravillado. —¿También los tenías la primera vez que fuiste HiME?
—No. Todo cambio. No sé por qué. — alzó los hombros.
—ICHI— Kise lo agarró de los hombros, sacudiéndolo. —Tengo hambre. He estado muriendo todo el día siguiéndolos. Por favor, aliméntame o me voy a desmayar.
—Bueno…
—Yamada-kun, no seas tan complaciente con Kise… Lo tienes demasiado mimado.
—¡AH! ¡Kana eres una pesada! He estado todo el día sintiéndome mal por pensar que te vendí a mi amigo y en realidad eres una persona vil y sin corazón.
—Tsk… Mejor vamos por ramen antes de que Kise exagere más.
—Ahám. — Kana se resignó.

Los tres chicos se pusieron de pie y comenzaron a caminar. Entraron luego en un restaurante subterráneo de ramen casero, comieron y charlaron un poco más divirtiéndose gratamente entre los tres. Evidentemente toda la locura de ese día terminó en un momento digno de enmarcar.
Después de terminar, salieron y caminaron un poco más, alejándose de todo el bullicio de las calles más concurridas y de las personas.

—Yamada-kun, ¿quieres ver mi arma? No me cuesta nada invocarla. Es lo único que manejo, en realidad.
—¡Claro! — dijo ilusionado. Buscaron un sitio donde no fueran visualizados por nadie y esperó expectante la acción de Kana.

La HiME invocó sin problemas su arma y esta apareció. Era una katana larga nodachi, fina y filosa. Le permitió a Yamada tomarla y maniobrarla unos instantes. El joven estaba totalmente encantado y tener dicha arma en su poder lo hacía sentir como un samurái de los tiempos ancestrales. Después de divertirse un buen momento con el arma, se la devolvió a su dueña.
Cuando Kana intentó hacerla desaparecer, en efecto esto se produjo sin dificultar, pero un chispeo de energía alertó a los tres jóvenes.

—¿Q-qué pasa?
—¿Eso no es normal? — Ichiro miró a Kana.
—Nou.
—…— Kise se puso en alerta inmediatamente. Tal vez algún Rebel estaba asechando a Kana y quizá tenía el poder de manipular su arma.

Pero para desconcierto de todos, una figura apareció entre la ráfaga de energía. Parecía ser un joven no muy alto, de cabellera platinada, ojos amatistas y con facciones parecidas a las de un zorro. Por un momento Kise se convenció de que era un Rebel, pero su rostro se le hizo muy familiar. —¿Na-Nakigitsune?
—QUE— Kana se quedó en shock. Era imposible que Nakigitsune, el espíritu de la katana ancestral de los Nakiri se pronunciara en su arma HiME.
—…— Nakigitsune asintió. —¿Nakiri Mahiro?
—…— Kana y Kise se miraron entre ellos.
—¿Alguien me puede explicar? — Ichiro no comprendía nada.
—Nakigitsune es el espíritu que vive en la katana ancestral y heredable de los Nakiri siendo uno de los tesoros familiares más preciados. — explicó Kise.
—E-eh, supuestamente debería ser el espíritu que acompaña a Mahiro-kun para darle el poder a su arma. ¿Qué está pasando? — Kana se tomó el rostro. —¡Ay, no! ¡No puedes ser mi arma! — miró a Nakigitsune —¡Mahiro-kun me odiará MÁS aún! —
—…— el peliplatinado la observó indiferente. —Nakiri Mahiro. — volvió a decir, mirando a Kise.
—¡Ay, no! ¡No me mires a mí! ¡No quiero que Mahiro-kun me odie más, aunque eso es imposible! — agitó las manos en el aire, dando un paso atrás y escondiéndose detrás de Ichiro. Miró a su hermana. —Kana, ¿Qué hacemos? Nakigitsune le corresponde sólo a Mahiro… No puede ser tu arma si él es un Rebel y tú una HiME… puede… ponerse en tu contra como arma.
—Lo sé… Capaz que me apuñale a mí misma en contra de mi voluntad…— suspiró. Miró a su supuesta arma y meneó las manos. —Shuuu, vete. Ve con Mahiro. Está en el distrito Nakiri y seguro te está esperando.
—Kana, esa es la solución más TONTA que he visto en la vida.
—¿Se te ocurre algo mejor?
—…— Ichiro miró a los dos hermanos y luego a ese singular joven. —¿Cómo sabes que no te va a corresponder? De todos modos, eres una Nakiri, debe estar en su sangre el obedecer…
—Puede ser… pero no quiero desilusionar a Mahiro-kun… Seguro se vuelve más diabólico si se entera que el espíritu que toda su vida ha estado esperand le sirve a una Nakiri inferior.
—Y agregar que el tío Azami se las traerá con él y lo tratará de inepto. —
—Nakigitsune-san, ¿puedes volver a tu forma original de momento? Necesito meditar que hacer.
—…— el joven la observó y después de mirarla fijamente obedeció y desapareció por completo.
—Por lo visto, algo de obediencia demuestra. — indicó Ichiro. —Oh, no deja de ser sorprendente. Los Nakiri son realmente una familia muy interesante.
—Ahhh, creo que tendré un dolor de cabeza cuando Mahiro-kun se entere.— Kana acarició sus sienes. —Tengo que ir a meditar y pensar que haré.
—Te acompaño. — ofreció Kise, sabiendo que iba al templo de Yato y no debía dejarla partir sola. —Ichiirin, nos vemos pronto. Cuídate mucho.
—Ustedes igual. Fue un lindo día. — estaba contento de haber compartido con ambos. Especialmente con Kana y saber que no era una simple sombra en su vida. —Adiós, Kise, Kana.
—Adiós, Yamada-kun.
—Puedes llamarme por mi nombre. No hay problemas.
—Ohw, gracias. — Kana le hizo una leve reverencia. —Adiós, Jiro-kun. — se despidió con amabilidad tomando el camino hacia el metro. Kise aguantó la risa hasta que estuvo unos pasos lejos de Kana y soltó una carcajada al ver el rostro en shock de Ichiro.
—¿¡J-J-Jiro!?
—Lo siento, bro, pero Kana es despistada y olvida los nombres con facilidad. Nada personal. Nos vemos♥
« Last Edit: January 23, 2021, 10:49:18 PM by Kana »


Eureka

Hay parte cuatro porque no me quiero jaja
Edito con topes en un rato.


53.3




Regresar a Japón luego de casi dos meses de estadía en Europa se sentía un tanto… extraño, si era sincero consigo mismo. 



Sin embargo, nada era más raro que su propia elección de tomar un par de cursos en Rizembool. El programa de intercambio del consorcio de universidades selectas continuaba siendo una alternativa perfecta para conocer más sobre el resto de instituciones y experimentar sus métodos de enseñanza desde cerca, y Lelouch no podía negar la curiosidad que sentía acerca de la Facultad de Derecho de Rizembool. Resaltaba entre todas por su capacitado equipo de profesores y su vasta biblioteca, pero Lelouch había logrado encontrar información sobre la malla curricular que llegó a convencerlo por completo. Era natural y hasta lógico llegar a la conclusión de postular al intercambio.

Pese a todo, era más sencillo el acto de decirlo que hacerlo. El campus de Rizembool se le hacía extraño y, siendo sincero consigo mismo, sentía que estaba traicionando todo lo que Hanasaki significaba como institución. No le cabía duda de que no se entrometería de nuevo en los asuntos de HiMEs y rebels, pero suponía que existían motivaciones válidas que movían a los alumnos a ser rebels… y no podía evitar la curiosidad que sentía por todo eso.

Aún así, Lelouch contaba con principios claramente establecidos que le impedían contemplar la posibilidad de prestar servicios a la institución rival. No era el momento ni el lugar, y había prometido dejar todo eso de lado luego de terminar con Eureka. El punto de todo era enfocarse en sus estudios y en su futuro, aún a pesar de su propio egoísmo.

Pero eso era también, a su vez, más fácil de decir que de hacer.

“…” Lelouch barajeó la posibilidad de retirarse a la mansión por ese día. No tenía más clases, pero había querido revisar una de las bibliotecas con la intención de familiarizarse con el material de investigación. Sin embargo, aquellos pensamientos de duda le impedían concentrarse del todo.

Dispuesto a regresar a su hogar, Lelouch comenzó a recolectar sus pertenencias. Se apuró en apilar los libros prestados para dejarlos en el carrito del librero, cuando una conversación entre voces conocidas lo detuvo en su sitio.

Con cuidado y escondiéndose gracias a uno de los estantes, pudo divisar a los hermanos Blaiddyd en una de las mesas de estudio. Su volumen de voz era bajo, pero en el silencio sepulcral de la biblioteca, era imposible no escuchar con claridad lo que decían.

“…Dimitri, no tiene sentido. Ya te dijo mil veces que no. No entiendo por qué sigues insistiendo.”
“Es que… sé que lo hace pensando en el yo de hace un año. Y entiendo, es lógico que me rechace en base a eso. Pero ha pasado tanto tiempo… y he cambiado.”
“…Eso es lo que siempre dicen en las películas. ¿Te aprendiste el speech o cómo~?” canturreó Wolfgang, en un tono burlón.
“¡Wolfgang!” le reclamó su hermano, un tanto indignado.
“Ahhh, lo siento, lo siento,” se disculpó Wolfgang. “Pero es que me cansas con el mismo cuento de siempre.”

Lelouch caminó hasta salir de los estantes, revelándose a los mellizos. Dimitri no pudo esconder la sorpresa en su rostro, pero la sonrisa confiada de Wolfgang le indicaba que había estado al tanto de su presencia pese a todo.

“Vi Britannia, qué curioso encontrarte aquí,” lo saludó Wolfgang, haciéndole una leve reverencia con la cabeza. Lelouch le devolvió el gesto.
“Una agradable coincidencia.” Lelouch sonrió. “¿Están ocupados? Me gustaría conversar con ustedes.”
“No hay problema.”

Una sorpresa, sin duda, pero Lelouch no pensaba dejar pasar la oportunidad por su propio recelo.

Los Blaiddyd se levantaron para guardar sus pertenencias y dejar los libros en el carrito del librero. Lelouch aprovechó en hacer lo mismo, y los tres salieron de la biblioteca luego de ello.

“Me habían comentado que estudiabas en Hanasaki,” contó Dimitri, en el camino.
“Mm.” Lelouch asintió. “Pero estoy de intercambio en Rizembool. Actualmente, llevo sólo un par de cursos en Hanasaki.”
“Yo también estoy llevando cursos en ambas instituciones,” dijo Dimitri. “Ciertos aspectos de los cursos de Rizembool están mejor consolidados que los de su institución rival.”
“Opino lo mismo.”
“Sí, justo fue por eso que opté por esta universidad,” confesó Wolfgang. “Pero estoy seguro de que no querías conversar con nosotros sobre mallas curriculares, ¿no?”
“No te equivocas.” Lelouch sonrió. “No tiene sentido darle vueltas al asunto, así que iré directo al grano. Todos andan teorizando sobre la llegada de Dimitri a Japón, y supongo que la curiosidad se me ha contagiado, tomando en cuenta que ustedes y Campbell han llegado en momentos distintos. Lamento ser tan directo, pero… no puedo evitar pensar que están tramando algo,” dijo, deteniéndose en seco.
“Descuida,” le aseguró Wolfgang, dando unos pasos adelante para poder encararlo de frente. “Aprecio tu sinceridad y tu forma directa de tratar a la gente. Encontrarse con alguien así en nuestro círculo social es un privilegio con el que cuento pocas veces. Y, en vista de eso, yo también seré sincero contigo. Ni Dimitri ni yo hemos tenido contacto con Nea.”
“Él… me informó un día que tenía asuntos que resolver en Japón y tomó el primer vuelo a Tokio,” contó Dimitri. “Eso fue a inicios del presente año. Sus padres avalaron su decisión y los míos no mostraron ninguna oposición a ello, así que opté por no darle importancia por un tiempo.”
“Su contacto con Dimitri fue decreciendo con el paso del tiempo hasta cortarse por completo unas semanas atrás. Mi hermano ha venido a Japón a indagar qué ha sucedido con él.”
“…Mm… ¿Es esa la única razón de su viaje?” preguntó Lelouch, curioso.
“…Pues no.” Dimitri suspiró. “Me preocupa Nea, pero más me preocupa—”
“Su ex.” Wolfgang rodó los ojos. “Por no decir que Felix es el motivo principal de su viaje.”
“Oh, cierto, Fraldarius está en Japón junto a Gautier y Von Riegan.”
“Sí, ellos llevan cerca de un año aquí, desde que Claude renunció a la tradición y ha optado por centrarse en su carrera de modelo.”
“Exacto.” Lelouch tomó su mentón, pensativo. “Mm…”
“Entiendo que contemples la posibilidad de que estemos engañándote, Vi Britannia.” Wolfgang le sonrió. “Pero no gano nada con eso en esos instantes. Tengo la certeza de que Nea se ha topado con algo peligroso y no puedo dejar de lado aquel pensamiento. Por eso Dimitri y yo no descansaremos hasta encararlo.”
“¿No pueden buscar qué clases lleva?”
“No está llevando cursos este ciclo. Y tampoco está dictando, al parecer.”
“Eso… lo hace más difícil.”
“Pero tengo entendido que tiene un puesto administrativo, o algo así escuché en su facultad,” contó Dimitri. “Por ahí hemos empezado a buscar información.”
“¿Les molestaría que los ayude en la búsqueda?”
“¿Mm?” Wolfgang se mostró sorprendido. “¿Qué tipo de beneficio te trae?”
“No es ningún beneficio. Tan solo es parte de un mal presentimiento que tengo… Y sería mejor que no estén solos en esto.”
“Tiene sentido. Es muy riesgoso que sólo nosotros estemos involucrados en esto.”
“Exacto. No dejan de ser mis rivales, pero me apenaría pensar en que no podemos dejar de lado esas pequeñas diferencias para prestarle atención a la situación general. Campbell conoce mucha información sobre ustedes y sobre mi familia, y de caer en malas manos, nos afectaría a todos, creo yo.”
“Mm. No me atreví a compartir todo esto con el resto porque lo veía innecesario: después de todo, es un asunto familiar. Pero tal vez tienes razón en lo que propones. Tengo… entendido que Rizembool es una institución despiadada,” dijo Dimitri.
“Lo es,” afirmó Lelouch, sin titubeos. “Y no hay que confiarse, la verdad.”
“Estuvimos pensando en reunirnos con Von Hresvelg y Claude,” comentó Wolfgang. “Sería mejor conversarlo con ellos, también.”
“Sí, es cierto.”
“Mm.” Wolfgang sonrió. “Me sorprende que, pese a la supuesta tirria que le tienes a tus padres, sí valores a tu familia.”
“Creo que el odio que siento por mi padre no es ningún secreto.” Lelouch le devolvió la sonrisa. “Eso no significa que permitiré que mi familia se vea afectada por gente externa. Y eso es justo lo que deseo evitar en este caso.”
“Sabio, sin duda. Me alegra que tus prioridades estén claras.”
“Siempre. Bueno, les agradezco por la oportunidad, pero debo retirarme.”
“Igualmente, debo regresar a Hanasaki. Vi Britannia, ¿caminamos juntos a la salida?”
“No me opongo, por supuesto.”
“Gracias.” Dimitri sonrió. “Okay. Nos vemos más tarde, Wolfgang”

“Sí, no te preocupes por mí, hermanito~” Wolfgang le sonrió a ambos y luego, inclinó levemente la cabeza. “Hasta luego.”

Dimitri y Lelouch lo imitaron, despidiéndolo de aquella forma. Wolfgang caminó en el sentido contrario, perdiéndose entre la gente a lo largo del camino principal de la universidad. Luego de unos breves instantes, Lelouch y Dimitri retomaron el paso, rumbo a la salida de Rizembool.

“Tu hermano… está escondiendo algo,” comentó Lelouch, curioso, mientras caminaban calmados.
“Lo sé.” Lelouch se giró, sorprendido ante aquella respuesta. “Desde que llegué a Japón, he notado que hay algo que no se atreve a decirme. Espero que con el tiempo podamos conversarlo.”
“…Puede que esté directamente relacionado a Nea.”
“Es lo que imagino, sino no sería tan sensible.” Dimitri sonrió. “Me sorprende lo rápido que has podido leerlo, eso sí.”
“Fuimos cercanos cuando éramos pequeños. Y aunque han cambiado varias cosas, algunas permanecen pese a todo.” Lelouch le devolvió la sonrisa. “Sé que tu hermano es igual que mi hermano mayor, intentando guardarse todo para protegernos. Por eso pude reconocer que está haciendo lo mismo contigo.”
“Sí. Yo… también hago eso a veces.”
“Difícil no aprenderlo cuando tu papá y tu hermano hacen lo mismo.”
“…Eso es cierto.” Dimitri rio. “Muy cierto.”







En algún momento de la clase, Maka dejó de prestar atención por completo: no sólo era que sentía cierta tirria hacia el profesor por hacer clase de verdad el primer día —y no sólo revisar el sílabo y dejarlos ir—, sino que su actitud dejada también se debía al cansancio de una noche ansiosa que le había impedido dormir del todo.

Iba a culpar a la lista de responsabilidades que tenía como estudiante y HiME, pero al menos podía contar aún con la tranquilidad de no tener rebel y no tener que preocuparse directamente por la batalla. A lo mucho, lo único establecido y constante eran los entrenamientos con Mari, Kanan y Dia, pero más allá de eso, no tenía más que hacer como HiME.

Sin embargo, su key ya andaba dándole problemas desde hacía una semana, un poco menos. Soul era muy fácil de leer y se notaba a leguas que andaba ocultándole algo. Y pese a su actitud impulsiva de siempre, Maka había intentado ser razonable y darle tiempo, esperando que él se acercara a ella y sacara el tema a la luz. Sin embargo, había sido en vano: la preocupación la carcomía lentamente y cada vez se hacía más difícil morderse la lengua y evitar preguntas innecesarias.

La castaña suspiró, un tanto irritada con todo. Ya estaba a punto de echarse una siesta pequeña para disipar aquellos pensamientos preocupantes, cuando notó a Hizumi a través de las ventanas del salón: el peliverde andaba haciéndole miles de señas con gestos exagerados para llamar su atención. A su lado, Kanone intentaba que se calmara, en vano. Tal parecía que Hizumi no se iba a rendir hasta lograr su cometido.

En esos instantes, supo que sería problemático que el profesor lo notara. Resignada, Maka tomó su celular y se levantó a pedir permiso para retirarse brevemente. El profesor accedió y la HiME salió apurada para darle el encuentro a su amigo.

“¡Makaaa~!” canturreó Hizumi, al verla acercándose a él poco a poco.
“¡Shhh!” Maka se llevó el dedo a la boca a la vez que intentaba callarlo. Una vez los alcanzó, agarró a Kanone y a Hizumi del brazo y los alejó de aquel camino, buscando evitar que su profesor y el resto de sus compañeros de clase los vieran. “¿No te diste cuenta de que pudiste haber llamado la atención de mi profesor?” le dijo a Hizumi, ni bien encontró un lugar tranquilo para conversar con ellos dos. Era un jardín cercano al bosque de comunicaciones, donde muchos alumnos se sentaban a leer, comer o repasar sus apuntes. Habían, incluso, algunos que optaban por dormir tirados en el pasto, a la sombra de un arbol de cerezo o bien tapados por sus casacas para esquivar la luz potente del sol.
“Hehe, es cierto~ pero suponía que tú me notarías antes de meterte en problemas con él.” Hizumi sonrió ampliamente.
“…” Maka solo atinó a golpearlo con el filo de su mano. “Maka… ¡Chop!”
“Ayayayayay qué violentaaa,” lloró Hizumi, refugiándose en el hombro de Kanone. “¡Kanone, ve! ¡Defiéndeme!”
“No soy tu pokémon, Hizumi.”
“¡Eres mi esclavo!”
“Tampoco, lo siento.” Kanone sonrió.
“Ehhhh.” Hizumi entrecerró los ojos, irritado. “Aumentaré más comida a tu deuda, entonces.”
“Luego del trabajo te llevo a comer yakiniku, ¿okay?”
“Wow, me sorprende lo rápido que accedes a mis demandas~”
“No es con ánimos de interrumpir sus troladas pero… ¿Qué hacen aquí?” preguntó Maka, confundida.
“¿Trolad—?” Kanone arqueó una ceja.
“Ah, cierto, yo venía a pedirte dinero.” Hizumi esbozó una sonrisa inocente. “Maka-chaaaan, tú que eres una amiga leal e incondicional… ¿no tienes moneditas como para un sanguchito?”
“…Kanone te alimenta, por lo que acabo de escuchar. ¿Por qué necesitas mi dinero?” Maka se veía un tanto confundida.
“Ah, es que no tengo sencillo y para sacar dinero del cajero tendría que cruzar la universidad,”  Kanone respondió por Hizumi. “Y… estamos un poquito tarde para nuestro turno del trabajo.”
“En taxi la hacemos. Hay tiempo para mi sanguchito.”
“Sí, pero no hay tiempo para sacar dinero del cajero—”
“Okay, okay.” Maka interrumpió a Kanone y, luego, se giró hacia Hizumi. “¿Y tú por qué no tienes dinero?”
“Hehehe~” Hizumi rio, despreocupado como siempre. “Me lo gasté en chucherías.”
“Honestamente, no es nada nuevo.” Kanone suspiró. “Y eso que ahora tienes más mesada.”
“Lo sé.” Hizumi le sacó la lengua. “Pero bueno, no puedo evitar tirarme el dinero en comida y sonseras.”
“¿No te hicieron una intervención y todo?” Maka suspiró.
“Pero ya pasó el tiempo. Old habits die hard, unfortunately.”
“Pues sí. Y esto también es muy desafortunado, porque no te daré sencillo.”
“¿Quéeeee? ¡P-pero Maka-chan!” le lloró Hizumi.
“Puedes pasar hambre por unas horas. Deberías dejar de robarle dinero a tus amigos,” lo sermoneó Maka.
“¡Pero es pedir prestado!”
“¡Pero nunca nos pagas!” le replicó la HiME. “¡Así que más te vale ponerte en onda con eso!” Maka se giró hacia Kanone. “¡Y tú! ¡Deja de engreírlo!”
“…” Kanone suspiró. “Lo siento, ya se me hizo costumbre. Le debo mucho a Hizumi…”
“¿No que casi te mató y eso?”
“Good times.” Kanone rio. “Pero también encontró a mi hermano, me consiguió trabajo y por él no tengo ninguna preocupación en la actualidad.”
“…Huh. Mientras más lo repito, más me es difícil creer que casi pasó eso,” comentó Maka. “Ustedes no lo toman seriamente.”
“Pues lo hicimos en un momento, y ya lo procesamos y conversamos. Por eso estamos tranquilos con ello,” dijo Hizumi, un tanto más reflexivo de lo normal.
“…” Maka sonrió aun a pesar de la sorpresa que sintió por aquel sutil cambio en la actitud de su amigo. Tal parecía que Kanone era una buena influencia en él en otros aspectos. Sin embargo, no servía de nada que lo engriera en cuanto a caprichos, puesto que parecía ser contraproducente. Aunque…
“¿Por qué sonríes como boba?” Hizumi arqueó una ceja, curioso.
“Nada.” Maka mantuvo su sonrisa pese a aquel comentario. Increíble que no le dieran un premio por saber deducir e inferir detalles en cuestión de segundos. “Bueno, te daré dinero.”
“¿Qué?” Hizumi saltó, sorprendido.
“¿No que no le ibas a dar?” Kanone se mostró curioso.
“Pues no. Pero es la última vez que lo haré. Aún si me ruegas, no volveré a hacerte caso,” dijo Maka, sacando un par de monedas de su bolsillo.
“¡Awww, yay! ¡Gracias, Maka!” Hizumi juntó sus manos, emocionado.
“Peeeero antes de la transacción, yo quiero ganar algo de esto también.”
“¡Sabía que eras una bruja interesad—!” Hizumi se vio interrumpido por su amiga.
“¿Saben algo… de Soul?” preguntó, preocupada.
“¿Huh? ¿Qué con él?” Hizumi ladeó la cabeza, confundido.
“¿Pasó algo? Lo he visto normal en la mansión…” comentó Kanone.
“Pues… lo he sentido un poco raro en los entrenamientos con Mari, Kanan y Dia. Siento que me está escondiendo algo, pero no quiero presionarlo de inmediato, así que no le he preguntado nada. Me he impuesto esperar por un par de semanas… y no puedo. La curiosidad me gana.”
“Hm…” Hizumi se mostró muy pensativo al respecto. “Pues es cierto. Está escondiendo algo.”
“¿Sabías, entonces?” preguntó Kanone, curioso.
“Algo. Lo veo menos, a decir verdad. Antes lo veía al rato de llegar del trabajo o en las mañanas. Ahora nos cruzamos muy poco, y cuando lo hemos hecho, lo he visto un poco… ¿ansioso?”
“¿Te ha explicado por qué?” preguntó Maka.
“No, he estado tan cansado por el horario de trabajo que me dieron en verano que realmente no me dieron las energías como para sospechar y preguntarle,” contó Hizumi. “Dudo que mis energías vuelvan, aún cuando ahora tenemos horario part-time, pero si lo veo, lo encararé, lo prometo. Es muy extraño de Soul esconder cosas, así que me da mucha curiosidad.”
“¿No será que le da pena la sutil lejanía que tenemos con Eu ahora? Como él anda viviendo aún con nosotros en la mansión de Lelouch,” dijo Kanone.
“Lo dudo, realmente.” Hizumi se cruzó de brazos, desviando la mirada al sumirse en sus propios pensamientos. “…Aunque he pensado seriamente en toda esa situación, y he llegado a una conclusión.”
“¿Cuál?” preguntó Maka, curiosa.
“Deberíamos… mudarnos fuera de la mansión, Kanone.”
“¿Huh?” Kanone lo observó como si le hubiesen salido dos pares de brazos adicionales.
“Digo. Porque somos más amigos de Eu que de Lelouch, ¿no? Y estamos ahí todos metidos con Ryoji, Soul, las hermanas Lee y tu hermano. Se ve terrible. Siento que la estamos traicionando.”
“Pero eso no es cierto…” dijo Kanone. “Ella misma nos aseguró que no había problema.”
“No sé.” Hizumi se llevó una mano al mentón, aún pensativo. “Creo que lo hace por lo buenita que es, pero en el fondo le duele. A mi me dolería que mis amigos más cercanos sigan viviendo en la casa de mi ex.”
“Nunca has tenido pareja,” comentó Maka, irritada.
“Hablo hipotéticamente.” Hizumi sonrió.
“¿…Tú qué opinas, Maka?” preguntó Kanone.
“…No sabría decirte. La situación es muy complicada… pero si creo que a Eu le ha afectado. Por último, si no optan por mudarse, deberían conversarlo con ella de nuevo y remarcarle que la van a apoyar pese a todo.”
“Es cierto. Habrá que juntarnos con ella en estos días.”
“Mm, suerte con eso.” Maka sonrió. “Hoy no la he visto en clase, though.”
“¿Que no fue a clase?” preguntó Hizumi. “Extraño. De seguro Oikawa la hizo quedarse más tiempo en Rizembool.”
“Mm… Al menos no está sola, que es lo que más me preocupa.” Maka suspiró. “Una ruptura siempre afecta muchísimo.”
“Hablas como si hubieses tenido pareja.”
“¡Ahora me la devuelves!” Maka se quejó y, luego, le dio un golpe en la cabeza. “¡Maka Chop!”
“Ay, no seas resentida, Maka.” Hizumi rodó los ojos. “Que pronto tú y Soul van a salir y se restablecerá el orden del universo.”
“¡¿QUÉ DICES?!”
“¿No es tu key y eso?” Hizumi sonrió.
“¿Los keys no son necesariamente tu pareja? Miranda dijo que también podían ser tu hermano o tu amigo—”
“Y me vas a venir a decir que ves a Soul como hermano.”
“¡…HIZUMI!”
“Hahaha~” Esta vez, Hizumi fue capaz de esquivar el golpe de su amiga. “Pero es cierto. Creo que todo el mundo se ha dado cuenta.”
“¿…Kanone?” Maka le hizo ojitos, suplicándole con la mirada.
“…Lo siento, Maka, pero Hizumi tiene razón. Es un poco sencillo notar cómo te sientes respecto a él… y eso que no te conozco tanto.”
“Pero él no sabe, ¿no?” preguntó Maka… y luego empezó a ahogarse en vasos con agua. “Oh, no. ¿Qué pasa si se dio cuenta y por eso está raro? ¿¡Qué pasa si mañana viene a clase y me empieza a ignorar!?”
“Tranquila, no creo que sea eso,” le aseguró Hizumi, dándole un par de palmaditas en el hombro a manera de apoyo emocional. “No tendría sentido que me esquive a mí también por algo así. Debe… estar relacionado a su origen. Andaba muy interesado en indagar información, así que puede que tenga algo que ver con eso. Pero como te dije, lo encararé ni bien lo vea. Si no lo veo en la mansión, lo acorralaré en los entrenamientos de vóley. Recién empiezan el miercóles, pero dudo no verlo antes de eso.”
“Awww, quién diría que puedes ser de confianza si te lo propones~” canturreó Maka, muy alegre.
“…Como si no te ayudara siempre.”
“…Te voy a partir en trocitos.”
“Antes de que el homicidio comienze, debo avisar que ahora sí estamos tarde para el trabajo,” comentó Kanone, muy tranquilo.
“¡Waaaah!” Hizumi revisó su celular y confirmó aquella información. “¡Es cierto!”
“Bueno, gracias.” Maka lo tomó de la mano para depositarle las monedas en su palma. “Aquí tienes, por tu esfuerzo~”
“…Gracias, Maka.” Hizumi la juzgó con la mirada, mientras guardaba el dinero en el bolsillo de su pantalón.
“Haha,” se escuchó la sutil risa burlesca de Kanone, aún cuando él intentó aplacarla con su mano.
“¿Por qué te burlas, oye?” le reclamó Hizumi.
“Me divierte como has manipulado a Maka, pero aún así, ella sale victoriosa a su manera.”
“Es injusto. Yo también siento que he perdido.” Hizumi suspiró. “Bueno, nos vemos Maka. Hay que quedar en salir a comer con Eu y Soul en estos días~”
“Sería lindo, los extraño a todos. Se lo comentaré a ella primero. De paso me cuenta qué pasó hoy.”
“Sí, porque es curioso que falte…”
“Lo es, realmente. En fin. Cuídense mucho. ¡Ya nos vemos!” Maka les ondeó la mano.
“Bye, Maka.”
“Cuídate, Maka.”

Kanone y Hizumi se alejaron de allí luego de despedirse, dejándola a solas en aquella zona del jardín. Maka regresó con pasos calmados al camino que daba hacia la facultad mientras le daba vueltas a sus pensamientos.

Lo más probable era que Hizumi tuviese razón: de seguro la actitud extraña de Soul estaba relacionada a la incógnita de su origen. Sin embargo, no entendía qué podía ser el detonante. ¿Tal vez había encontrado información relevante que lo había descolocado? O se había metido en problemas por buscar alguna pista relacionada a ello.

Maka sacudió la cabeza, intentando disipar aquellas ideas preocupantes con eso. No tenía sentido ponerse ansiosa desde ya: debía confiar en Hizumi, primero. Además, si no funcionaba, podían encarar a Soul juntos, puesto que ambos eran sus mejores amigos y no cabía la posibilidad de que Soul se rehusara a comentarles lo que había sucedido.

La HiME resolvió que daría un poco más de tiempo al asunto, al menos hasta la semana entrante. 

O hasta que su rebel se aparezca, posibilidad que no podía descartar del todo.







“¡MAMAAAA!” gritó Ryuichi emocionado, al observarlo a lo lejos. A su lado, Seven les ondeó la mano, esbozando una sonrisa.

Madara y Eureka no demoraron en darles el encuentro a medio camino. La rapidez del mánager dejó sorprendida a la HiME, porque Ryuichi se trepó del cantante en un abrir y cerrar de ojos. Era divertido que, al igual que horas atrás, Mama no parecía tener ningún inconveniente con el peso adicional en su espalda.

“¿Qué pasó~?”
“Sí, me da curiosidad por qué se demoraron,” comentó Seven.
“Nos quedamos conversando,” respondió Madara, muy puntual en su información. 



Seven intercambió miradas con Eureka, indicándole que luego le haría preguntas al respecto. Tomando en cuenta lo entrometido, insistente y chismoso que era su amigo, Eureka sólo pudo atinar a asentir. Iba a ser difícil sacárselo de encima, así que era mejor darle el gusto. Después de todo, era mejor tenerlo de su lado que en su contra: Seven era un arma letal.

“Ohhh~~ Okay~” Ryuichi sonrió. “Pero Mama, creo que ya deberíamos irnos~”
“Sí, justo comentaba eso con Eureka-san en el camino. Ya es tarde y ellos deben retomar sus clases. Y yo tengo una entrevista, así que debería apurarme, haha~”
“¿Los acompañamos a la puerta?” ofreció Seven.
“Oh, no te preocupes, Luciel-san.” Madara le esbozó una gran sonrisa. “Entiendo que su clase de las seis empezará pronto. No me gustaría que la pierdan también, así que no se preocupen por nosotros.”
“Sí~ Recordamos el camino al estacionamiento, así que todo bien, haha~”
“Okay.” Eureka asintió. “Entonces, nos vemos pronto,” comentó, doblando su espalda en una reverencia exagerada. Seven no dudó en imitarla, lo que le sacó carcajadas a Madara.
“Haha. ¿Por qué tanto respeto? No recuerdo haberme despedido de ustedes así en la fiesta.”
“Eso fue porque estábamos ebrios y dormidos, Mama,” explicó Seven.
“…” Madara alzó los ojos al cielo, pensativo. “Mm, tiene sentido.”
“¡P-pero más allá de eso, ese no es el punto de este gesto!” explicó Eureka. “A ambos les guardamos mucho respeto y tiene sentido honrarlos—”
“…” Madara dejó a Ryuichi en el suelo para tomar a Seven y Eureka del hombro y obligarlos a erguirse, retomando así la postura vertical que habían tenido hasta hacía unos momentos atrás.

Para sorpresa de ambos, fue Madara quien les hizo la reverencia esta vez. Ryuichi lo imitó, sonriendo de oreja a oreja, mientras tarareaba una canción por lo bajo.

“Mama, no es neces—”
“Soy yo quien debería agradecerles,” dijo Madara, interrumpiendo a Eureka. “Aprecio mucho el apoyo de hoy, sobretodo porque… ¿mi propuesta salió un poco de la naaada? Haha~” comentó, irguiéndose junto a Ryuichi. “Me he sentido muy cómodo con ustedes, más allá del favor que me han hecho. Y, si les soy sincero, me gustaría que nuestro trato fuese de iguales. Entiendo que pueda costarles, pero trátenme como un conocido más. Yo pienso hacer lo mismo con ustedes~” Madara sonrió.
“Yo también~” canturreó Ryuichi. “Mama tiene razón. Puede que su visión de fan idealice a Mama y eso les cause problemas a futuro. Intenten desligar eso de su trato con él en adelante, para que así Mama pueda crecer también,” les explicó, mostrando seriedad de un momento a otro.
“Nunca he hecho de director y voy a necesitar todo el feedback posible. Por eso, quiero que sean muy sinceros conmigo… y eso implica dejar de lado esa faceta de fan que tienen. No… significa que no la aprecie. Pero de ahora en adelante, me gustaría que me vean como uno más del montón. Y si se puede, como un amigo, eventualmente.”
“Es más fácil decirlo que hacerlo, Mama,” dijo Seven, con una pequeña sonrisa.
“Seven tiene razón.” Eureka suspiró. “Pero entiendo su perspectiva. Tiene sentido: si nos dejamos llevar por nuestra admiración, puede que no seamos capaces de criticar a Mama cuando sea necesario. Prometo que trabajaré en eso, pero me va a costar…”
“Exacto.” Seven asintió. “Igual, gracias por comentarlo, Mama~ Creo que no se nos habría ocurrido aclarar ese tema si no lo sacabas a la luz.”
“Su excesivo respeto me hizo recordarlo. Yo fui el que les pedí el favor, yo tenía que hacerles la reverencia. Y aún así… Bueno, no puedo juzgarlos.” Mama sonrió. “Qué buenos chicos son,” comentó, acercándose a ambos a darle un par de palmaditas en la cabeza. “Gracias. Yosh, yosh~”
“Y ahora sí nos vamos~ Porque pronto serán las seis, na no da~”
“¡Ah!” Madara saltó, sorprendido. “¿Cuánto nos demoramos en llegar a la estación de radio?”
“Mm… el tráfico se pone un poco pesado a esta hora. Si nos apuramos, llegamos.”
“Okay, habrá que correr, Sakuma-san.” Madara lo cargó de nuevo en su espalda como si no pesara absolutamente nada. Luego, se giró hacia Eureka y Seven para ondearles la mano a manera de despedida. “Cuídense mucho, Luciel-san, Eureka-saaan~”
“Na no daaa~”

Eureka y Seven observaron cómo se alejaron progresivamente a lo largo del camino principal de la universidad. Al intercambiar miradas, acordaron que mejor sería correr para llegar a sus respectivas facultades antes que discutir sobre lo que acababa de ocurrir, considerando la distancia entre Comunicaciones e Ingeniería y el poco tiempo que les quedaba.

Luego de despedirse, los dos partieron en rumbos distintos, corriendo por sus vidas.

Ya luego podrían conversar más tranquilos. Tal vez, incluso, durante la clase. Pero la prioridad era la asistencia, en esos momentos.






“¿Nii-san?”
“SJLDFKGDFG” Sho se cayó del sofá ante el apodo que acababa de escuchar.

Cada vez se hacía más frecuente y lo estaba volviendo loco. Ken había dejado de llamarlo así en algún momento, cuando pasaron los años y llegó la adolescencia y todo eso. Sho había esperado que se mantuviese así, pero tal parecía que la pelea entre ambos había logrado que Ken retomara el hábito de nuevo. No que se quejara al respecto: le hacía feliz, después de todo. Pero sí lo agarraba desprevenido de vez en cuando, y eso no podía negarlo.

“¿Q-qué pasó, Ken?” Sho sonrió desde su posición en el piso.
“¿Estás… bien?” preguntó Ken, arqueando la ceja. “¿No tienes turno de trabajo en una hora? Juré que sólo habías venido a tomar una siesta antes de ir al café.”
“Yo también. Pero esta serie estúpida me está quitando años de vida y parece que me gusta esa mierda.”
“¿‘Kingdom’?” mencionó Ken, observando el nombre de la serie en la pantalla. “Oh, he escuchado cosas por ahí. Creo que Oikawa-san la ha visto.”
“No me sorprendería.” dijo Sho, y finalmente se levantó del suelo, tomando asiento de nuevo en el sofá. Ken aprovechó su cambio de postura para tomar asiento a su lado. “Oikawa se vería todo el catálogo de netflix si fuera por él.”
“Es cierto. Le gustan mucho las series y películas…” comentó Ken, curioso. “Mm. Bueno. Te iba a comentar que yo voy a regresar a Rizembool en un rato, tengo clase a las 8.”
“¿Tan tarde? Si me esperas, puedo ir a recogerte y nos regresamos juntos a casa.”
“¿Seguro?”
“Mi trabajo no queda tan lejos de Rizembool. Aunque salgo a las once…”
“Oh, no hay problema.” Ken sonrió. “Te espero.”
“Genial.” Sho asintió. “¿Quieres ver Kingdom conmigo un rato?”
“Claro.” Ken sonrió. “Aunque… no voy a entender nada.”
“Nah, no te preocupes. Si quieres te cuento más o menos un resumen—”

El sonido de una notificación lo interrumpió mientras hablaba, y Sho sacó su celular con la esperanza de leer el nombre de Souji en el emisor.

No habían podido verse en todo el día debido a sus horarios y, aunque Sho intentaba hacerse el fuerte comentando que no era necesario ver a tu pareja todos los días, algo en él era sumamente cursi y pegajoso y extrañaba a Souji constantemente. Un día habría sido manejable, pero el conocimiento de que iba a ser difícil verlo durante la semana de ahora en adelante —sí, el problema de los horarios cruzados no sólo se reservaba al lunes— era angustiante.

Sin embargo, no era un mensaje de redes sociales lo que vio en la pantalla de su celular. Era un correo de los administrativos de Rizembool, que tenía como asunto… su labor de rebel.

“…”
“¿Nii-san?”
“……………Ken.” Sho se giró hacia su hermano, muy solemne. “Te quiero.”
“¿Y-yo también?” balbuceó el menor, confundido. “Wow, parece que te golpeaste la cabeza cuando te caíste del sofá.”
“Haha, pensé que bromearías con que me caí de la cuna cuando era niñ— ¡No es el punto!”
“Entonces… ¿Por qué me dices que me quieres?” Ken arqueó una ceja.
“Porque me van a lavar el cerebro los de Rizem—”
“¿Que te QUÉ?” dijo Ken, sorprendido y angustiado. “¿P-por qué lo dices?”
“¡MIRAAAA!” Sho le mostró la notificación del correo. “¡ME VAN A MATAR, KEN!”
“Oh. ‘Asunto: Rebel #75086’,” leyó Ken. “Ese eres tú, ¿no?”
“¡SÍIIII! ¿POR QUÉ ME MANDARÍAN UN CORREO? ¿NO CREES QUE TIENE SENTIDO QUE ME VAYAN A LAVAR EL CEREBRO?”
“Escúchate, Sho.” Ken suspiró. “¿Por qué te mandarían un correo para avisarte?”
“Tal vez ahora mandan advertencias a sus presas.”
“No. Eso no tiene sentido. Y más allá de la falta de lógica en tu argumento, ¿por qué crees que te lavarían el cerebro?”
“¿Porque no he retado a mi HiME más que una vez? Y sí, le gané, supongo, pero fue una vez. Hace… meses. Ah, ya sé, debería preguntarle a Labrys si le llegó el mismo mensaj—”
“Déjame leer el correo.”
“¿Qué?”
“Yo lo leo y te digo qué dice.”
“…Okay.” Sho le extendió su celular, y Ken desbloqueó el móvil para leer el mensaje.


Quote
De: Departamento de Control Rebel <rcp@rizembool.jp>
A: Sho Minazuki <sho.minazuki@rizembool.jp>
Fecha: 07/09/20xx
Asunto: Rebel #75086

Estimado Sho Minazuki,

Le remitimos información sobre el cambio de HiME llevado a cabo luego de la revisión respectiva.

Adjuntamos los datos de su nueva HiME en este correo. Por favor, le rogamos que revise estos datos con el mayor escrutinio posible y que los tome en cuenta para futuros encuentros.


Atentamente,

Departamento de Control Rebel
Rizembool U


>1 archivo adjunto


Ken leyó el correo en silencio, curioso por sus contenidos. Por un pequeño y aterrador momento, había contemplado la idea de Sho del lavado de cerebro. Sin embargo, tal parecía que ese no era el caso.

No quitaba la intriga que sentía, por supuesto, porque era una decisión muy extraña por parte de la institución. No había información respecto al cambio: el correo carecía de explicación alguna, sólo eran palabras bonitas para darle los datos de su nueva HiME.

“¿Ken?”
“A-ah. Lo siento.” Ken le sonrió. “Me quedé pensando.”
“¿¡Y qué dice!?”
“Pues… que te han cambiado de HiME.”
“¿Qué?” Sho arqueó la ceja, confundido. “Eso no tiene sentido. ¿Por qué lo harían de un momento a otro?”
“No lo sé. Tal vez a la tuya le asignaron un rebel más dedicado. ¡N-no que tú no lo seas! Pero tal vez le pusieron uno de esos que matan a sus HiMEs y eso…”
“Pero entonces hay rebels que rinden mejor.”
“De seguro, pero yo tampoco he atacado a mi HiME, Sho. Dudo mucho que sea eso.”
“Bueno, tal vez el cambio de HiME es el primer paso. Y de ahí nos lavan el cerebro… Ah, putamadre, esto me pasa por burlarme de Oikawa, de segu—”
“No. Lo dudo. Si te mandan un correo y todo, es porque aún valoran tu aporte. No… puedo negarte que todo esto se me hace muy raro, eso sí.”
“Porque ES extraño. No he cumplido con mi rol al pie de la letra, deberían botarme, no cambiarme de HiME… Aunque, no sé, ¿tal vez esta nueva HiME es más fácil de vencer?”
“O tal vez es un reto más grande.” Ken se llevó una mano al mentón, pensativo. “De todas formas, será mejor que te cuides, nii-san.”
“Sí.” Sho asintió. “¿Puedes leerme sus datos?”
“Claro.” Ken abrió el archivo adjunto y chequeó los datos de la nueva enemiga de su hermano. “Su nombre es…”







El trayecto al trabajo parecía ser uno más del montón.

De alguna forma, Hizumi había logrado salirse con la suya y acababa de terminarse el pan con pollo que había comprado a última hora antes de salir de Hanasaki. Y todo había ido de maravillas, porque el uber llegó en el momento exacto y según el Waze, llegarían al restaurante en menos de veinte minutos.

A tiempo.

Era sorprendente.

Sin embargo, el trabajo y la puntualidad eran lo último en la mente de Kanone en esos momentos.

“¿Estás bien?” Hizumi rompió el silencio entre ambos.
“¿Mm?” Kanone dejó de revisar sus mensajes de whatsapp y se giró hacia él, curioso. “¿Por qué lo dices?”
“Te veo pensativo,” comentó Hizumi, aún cuando su mirada andaba fija en las calles que se mostraban velozmente a través de la ventana del taxi. “¿Estás preocupado por Eu?”
“¿…Te molestaría de ser así?” Kanone sonrió de lado, mientras guardaba su celular en su bolsillo.
“Tal vez,” le respondió Hizumi, girándose hacia él con una sonrisa burlesca. “Sería un poquito cliché que sigas llorando por ella. Pero no evadas mi pregunta con otra pregunta.”
“Pues sí estoy preocupado por ella, pero eso no es lo que me tiene así de reflexivo.”
“…Mm…” Hizumi lo observó con escrutinio. “¿Entonces?”
“¿Quieres la verdad?”
“Sí.”
“…Okay.” Kanone suspiró. “Por un momento…” empezó, un tanto inseguro. “…Pensé que tu idea de mudanza nos incluía solo a los dos.”
“Oh.” Hizumi abrió los ojos, un tanto sorprendido.
“…Y de ahí recordé a mi hermano.”
“Wow, eres un hermano mayor terrible.” Hizumi rio levemente.
“A veces.” Kanone rio. “Pero no te voy a negar que, luego de pensarlo, me agrada la idea de buscar un apartamento para los tres. Y si Ryoji y Soul quieren venirse con nosotros, mejor aún.”
“Wooow, espera. No podemos mudarnos así de la nada.” Hizumi rio.
“Hace cuarenta minutos no decías eso.”
“Nunca dije que nos mudaríamos juntos…” Hizumi desvió la mirada. “…Pero sí es cierto que no deberíamos seguir en la mansión de Lelouch.”
“¿Entonces? ¿Cuál es el problema con que te de la razón ahora?” Kanone arqueó una ceja, confundido. “No entiendo.”

“Supongo que me da pena dejarlo solo, también,” contestó Hizumi, aún esquivando su mirada.
“…Eres un terrible mentiroso, ¿sabes?” Kanone le esbozó una sonrisa compasiva. “Pero está bien, no pienso forzarte a hablar cuando no quieres. Lo que sí quería comentarte es que lograste engañar a Maka, pero no pudiste hacer lo mismo conmigo.”
“¿Qué?” Hizumi fingió confusión, sonriendo levemente.
“Sé que ya conversaste con Soul. No sé cuánto te ha contado sobre sus secretos, pero estoy seguro de que ya tienes una idea de lo que ha hecho o de lo que va a hacer.”
“Que seamos amigos ahora y hayamos estado viéndonos constantemente por mes y medio no significa que me conozcas mejor, Kanone,” le dijo con una sonrisa alegre, directa oposición a sus palabras.
“¿No fue conmigo que lloraste por tu hermano?” Kanone le devolvió la sonrisa.
“…Eras el más accesible en ese momento.” Hizumi no titubeó.
“Nadie se ha enterado de Yaiba aún, por lo que sé.”
“¿Eso qué tiene que ver?”
“Hizumi, ya aprendí a leerte. No ha sido sólo mes y medio, ya hemos interactuado de mucho tiempo, desde que rescataste a Zushi. Incluso años atrás, cuando éramos enemigos… y te conozco. Sé que estás intentando cerrarte para proteger a Maka, pero yo no soy ella.”
“Eso no significa que tenga que contarte mis cosas~”
“Pero te puede ayudar hacerlo. Tanto sermonean a Eureka con que se guarda las cosas y todos ustedes son iguales.”
“El burro hablando de orejas.” Hizumi le sacó la lengua.
“Sí, no lo puedo negar.” Kanone rio. “Pero llegado el momento, las saco a la luz y las discuto. No quiero herir ni preocupar a nadie, pero guardarse todo eventualmente es un problema mayor que el inicial. Y sé que te puede pasar lo mismo…”
“¿Desde cuándo me das sermones, eh?”
“Hehe.” Kanone rió. “¿No que soy un viejo? Tengo más experiencia que tú.”
“No exageres. Sólo me llevas dos años.” Hizumi entrecerró los ojos, irritado.
“Sólo cuando te conviene, al parecer.” Kanone lo tomó de la mano, aprovechando un descuido de su amigo. “¿Entonces?”
“…” Hizumi rodó los ojos, sin soltarse del agarre. “Okay.”
“Wow, no pensé que sería tan sencillo, haha~”
“…Voy a botarte del taxi.”
“Luego de que me cuentes.”
“Ya, ya.” Hizumi suspiró. “Soul… consiguió que Seven le buscara información en las bases de datos de Rizembool y Hanasaki acerca de… bueno, armas mágicas. Existen investigaciones al respecto en ambas instituciones, pero todo parece indicar que su creador es de Hanasaki. Cosa que es… ¿positiva?”
“Sí, es positiva.” Kanone le dio la razón.
“Peeero indagando más a fondo, Seven encontró que, en la actualidad, hay una familia de herreros que trabaja para Rizembool y que cuenta con una tecnología —muy— sofisticada para su armamento.”
“¿A qué te refieres?”
“Sus armas sirven de excelentes canalizadores de los poderes producidos por el chip. Además, han logrado sincronizarlas con la psiquis del rebel, a tal manera de que estos puedan convocarlas de la nada, justo como las HiMEs. Pero la ciencia no ha llegado tan lejos, ¿no crees?”
“¿Sospechas que hay una HiME involucrada en eso?”
“Hubo, tal vez, porque dudo que siga viva. Esta familia trabaja para Rizembool desde hace varias generaciones. Lo que me queda en duda es cómo siguen utilizando ese poder pese al paso de los años…” Hizumi se mostró un tanto pensativo.
“Entonces… han logrado mezclar la magia de Hanasaki con la tecnología de Rizembool para producir armamento que beneficie a los rebels.”
“Exacto.” Hizumi asintió. “Tal parece que siempre fue una opción, pero la producción es muy costosa, así que son pocos los rebels beneficiados con esto. Por eso nunca escuchamos de ello cuando lo fuimos.”
“Sorprendente, considerando que tenías vara adentro por Kiyotaka.”
“Eh.” Hizumi se encogió de hombros. “Pero sí. Es todo lo que Seven logró encontrar en las bases de datos. No hay… indicio claro de que Soul proviene de todo esto, pero él ya anda conspirando y teorizando en base a lo que Seven encontró. Le atormenta contemplar la posibilidad de que su creadora fue el mismo antecesor de esta familia que se cambió de bando.”
“Pero pudo haber sido otra HiME…”
“Eso mismo le dije. No era la única con aquella habilidad, según lo que nos contó Miranda y lo que leyó al respecto Seven.”
“Mm.” Kanone suspiró. “Suena complicado.”
“Ahí no termina la cosa. Soul quiere… contactar a la heredera de aquella familia. Su nombre es Sakura Nanamine: de hecho, es la chica a la que Rizembool buscaba esa vez que Eureka y Oikawa se metieron en problemas innecesarios.”
“No estoy tan al tanto de ese par, pero sé que siempre se meten en problemas innecesarios.”
“Hehe, es cierto.” Hizumi rio. “Pero bueno. ¿No se si te contaron? El resumen es que había una chica de intercambio y Rizembool no podía localizarla. Era muy valiosa para ellos y no podían perderla, así que asignaron la búsqueda a uno de los comités de rebels que existe. Uno de los encargados de esa búsqueda era el rebel gremlin de Eu, y ella hizo un pacto con él. Encontraría a Nanamine a cambio de que Ouma mantuviera el secreto del nuevo alineamiento de Oikawa.”
“Mm… y bueno, recién se han dignado a buscar quién era Nanamine.”
“Creo que Eureka ya sabía quién era, pero no contaba con toda esta información que te acabo de detallar. Bueno, el tema con Nanamine es que me da mala espina todo eso. Siento que no es de confiar, aún cuando Soul me contó que estaba empedernida en hacerle ver a Ouma que no regresaría a Rizembool nunca más.”
“¿Entonces se transfirió a Hanasaki?”
“Así parece. Yo le he dicho a Soul que lo piense detenidamente… creo que es válida su preocupación por conocer más de sí mismo. Puede que lo ayude a entenderse mejor y eso, a su vez, lo ayudará a desarrollarse como arma de Maka. Pero no vale la pena si es que implica más peligros que ganancias. Ha estado entrenando, así que sí o sí va a mejorar. Ese no es el problema aquí.”
“Pero necesita saber de dónde vino. Eso no se lo puedes negar.”
“¿Estás de acuerdo con su locura, entonces?” le reclamó Hizumi, enojado.
“No, por supuesto que no. Soul se ve más… reflexivo de lo que aparenta, así que confío en él. No creo que vaya a actuar sin antes consultarle a sus amigos más cercanos. Si ya lo hizo contigo, supongo que pronto acudirá a Maka y a Eureka.”
“Y esas dos son la impulsividad hecha persona.” Hizumi suspiró pesadamente. “No sé que le irán a decir, la verdad. Lo único que sé es que todo esto se me hace muy arriesgado. No quiero… que les pase algo malo. Nanamine me da mala espina.”
“Hizumi, no eres precisamente el epítome de la calma y la racionalidad,” le dijo Kanone. “Aunque tu corazonada la valido. Pero no desprecies las opiniones de Maka y Eureka en base a su impulsividad, porque de ahí sales perdiendo.”
“…Tú tampoco eres tan calmado que digamos.”
“Pero no soy yo el que está juzgando a sus amigas en base a eso.” Kanone sonrió.
“…” Hizumi guardó silencio, irritado.
“Me sorprende lo mucho que te molestas conmigo a veces, haha~”
“A mí me sorprende que te la des de viejo sabio cuando eres todo menos eso.”
“Ah, volví a ser viejo.” Kanone sonrió.
“…Lo eres siempre.” Hizumi soltó el agarre en su mano, girándose hacia la ventana. “…Gracias.”
“¿Eh?”
“Creo que si me hizo bien contarte esto.”

“¿Ves? Te lo dije.”

Ambos guardaron silencio por unos instantes.

Kanone dio por cerrada la conversación y contempló la posibilidad de volver a chequear su celular, pero la voz de Hizumi lo detuvo en el acto.

“…Kanone.”
“¿Qué?”
“…No me guardas rencores, ¿no?” preguntó, girándose de nuevo hacia él.
“¿Mm?” Kanone ladeó la cabeza, confundido.
“Es que me sorprende lo mucho que me ayudas pese a todo lo que hice.”
“Creí que ya habíamos discutido y procesado todo lo que pasó años atrás.”
“…Pues sí. Pero a veces me quedo pensando en ello.” Hizumi desvió la mirada. “Siento que no merezco—”
“¿Mi amistad?”
“…Sí.”
“Hizumi, sólo seguías órdenes. No me conocías más allá de lo que Kiyotaka te había hablado de mí y un par de interacciones que tuvimos previamente. No sentías nada por mí: ni pena, ni rabia, ni cariño. Por supuesto que la orden de desaparecerme era de lo más normal para ti.”
“…Pero sabía que eras importante para Eu y Sai.”
“Pero el miedo que sentías hacia Kiyotaka te cegó. No te puedo culpar, porque de haber estado en una situación similar, de seguro le habría hecho caso también.” Kanone colocó una mano en su hombro, con la intención de transmitirle su apoyo. “En serio, no te preocupes más por lo que pasó. Sé que es difícil, pero tranquilo. Estoy aquí y las cosas han cambiado para bien.”
“…” Hizumi lo continuó observando, en silencio.
“No tienes que hacerme más favores para enmendar lo que hiciste. Realmente, nunca esperé que me intentaras retribuir… porque no era necesario. Nunca lo fue, pero igual lo aprecio.”
“…” Hizumi frunció el ceño.
“¿Qué… pasa?”
“Me irritas…” Hizumi suspiró, pese a sus palabras. “…Pero supongo que tienes razón. Aunque nunca hice todas esas cosas para enmendar lo que te hice. Sólo… quería ayudarte. Debió ser difícil estar tantos años sin tu hermano y luego perderle el rastro. No sé por qué la gente piensa que soy tan egoísta, pero sí me gusta ayudar a la gente.”
“A ciertas personas, no más.”
“…A mis amigos, sí.”
“Pero no éramos amigos cuando volví.” Kanone sonrió.
“…” Hizumi sonrió. “Ahora sí te botaré del taxi.”
“Haha~”
“Eres de lo más irritante,” comentó el peliverde, sin descuidar su sonrisa. Kanone juró ver una venita saltándole en el rostro, pese a la poca iluminación del carro.
“Bueno, si esperabas rencor de mi parte, es un poco tarde para ello. Pude haberte resentido cuando éramos más chicos, pero han pasado casi cuatro años. Muchas cosas han cambiado. Ah, ya estamos llegando.”
“…” Hizumi lo observó fijamente por unos instantes… hasta finalmente decidirse por pincharle la nariz.
“QUÉ—Ayayayayay HIZUMIIII” se quejó Kanone, con su voz distorsionada.

“…” El mencionado lo soltó. “Era necesario. Uh, disculpe.” Hizumi observó al taxista por el retrovisor. “¿Podría dejarnos aquí? Descuide, cambiaremos el destino final para que no le cause problemas.”
“Oh, por supuesto.” El taxista asintió.

Hizumi ni le consultó a Kanone al respecto: con toda la confianza del mundo, sacó el celular del mayor de su bolsillo y desbloqueó la pantalla para modificar la información en el app de Uber. Una vez listo, la pantalla del móvil del taxista mostró que habían llegado a su destino final. Sólo tuvo que deslizar un botón para terminar el viaje, puesto que Kanone había pagado con su tarjeta.

Aprovechando la luz roja del semáforo, Hizumi se apuró en salir del vehículo, seguido por su amigo. Kanone aún andaba sobándose la nariz para cuando cayó en cuenta de lo que acababa de suceder: buscó la mirada de Hizumi con la intención de cuestionarle al respecto, pero el peliverde sólo le sonrió.

“Qué raro. A ti no te gusta caminar.”
“Me aburrí. No quedan más que un par de cuadras, así que igual llegaremos a tiempo.”
“…Huh. Pensé que estabas todo preocupado porque habíamos soltado información delicada dentro del taxi.”
“…Hm.” Hizumi se llevó un dedo al mentón, pensativo. “Es cierto. Pero dudo que Rizembool quiera meterse conmigo de llegar a sus oídos.”
“¿Por Kiyotaka?”
“No. Porque saben de lo que soy capaz~”
“…Sounds deadly.”
“It is, maybe!”
“…” Kanone le revolvió los cabellos y se adelantó, girándose hacia Hizumi con una sonrisa. “Bueno, vamos acelerando el paso.”
“¿No que íbamos a llegar a tiempo?”
“Pues sí. Pero quiero tener más tiempo para cambiarme y todo.”
“…Supongo que no me opongo a eso.”

Hizumi no demoró en darle el alcance, y juntos continuaron caminando a lo largo de las pocas cuadras que les quedaban hasta llegar al restaurante donde trabajaban.
« Last Edit: July 22, 2020, 01:59:09 AM by Eureka »


Mimi Tachikawa

Vengo con mi primer fic del mes!!


Tsubasa miró a la pelirosa con una inusual molestia, algo que hizo temblar a la siempre calmada Maria la cual solo atinó a mirar hacia otro lado

Como permitiste que Ousama hiciera esto? Ahora va a estar en un terreno peligroso en el que yo no puedo entrar, si voy a Rizembool para rescatarlo estoy segura de que no saldría viva de ese lugar…aunque eso no me importa mucho porque de todas maneras iré por él-

No lo hagas Tsubasa y por favor cálmate que el doctor me dijo que necesitas descansar un par de días más, no actues impulsivamente…-

Y como quieres que me calme si han planeado muchas cosas a mis espaldas? Por eso nos pusieron esos grilletes a Izumi-kun y a mí no es cierto? Podría imaginarme esa idea solo de Ousama pero Ritsu, Neesan y tu?- se acercó rápidamente hacia Maria-quieras o no de todas maneras iré a buscarlo así que déjame salir…-

No lo haré…-la pelirosa respiró hondamente-se que no vale nada pedirte disculpas ahora porque sientes que te engañamos, pero ahora las cosas son de esta manera y conociendo como son todos de tercos no podrás hacer nada al respecto para cambiar esta situación…pero eso si a este Ritsu le voy a dar de alma cuando lo vuelva a ver…-dijo la pelirosa mientras apretaba fuertemente los puños-

La puerta de la habitación donde se encontraban Tsubasa y Maria discutiendo se abrió

Tsubasa-chan…-Midare había hecho su entrada sonriendo ampliamente pero cuando vio los rostros serios de las dos jóvenes cambio su semblante- todo esta bien?

Midare…-dijo la peliazul- necesito que me acompañes a Rizembool… -miro fijamente al rubio-tienes tu espada a la mano?-

Si…siempre la llevo…-dijo mirándola algo extrañado- pero no deberías de descansar? O ha sucedido algo malo?-

Te lo contaré en el camino…-volvió a mirar a la pelirosa-muchas gracias por todo Maria-san …-

No te vayas Tsubasa por favor…al menos espera a que llegue Rei y venga por ti…-

Llamaste a Rei-san? Acaso el sabia de todo esto?-

No sé si está enterado de todo …aunque dudo que sepa lo de Ritsu, no sabría decírtelo…-

No puedo esperarlo así que por favor espéralo por mí y dile que me disculpe…-

Deja de ser tan terca Tsubasa y descansa, no estás bien física y mentalmente…crees que puedas pelear contra alguien en estas condiciones?-

Claro que puedo hacerlo…después de todo desde pequeña me he criado como una guerrera y no importa en la condición en la que esté…asi que no me quedaré y punto final…-caminando hacia la salida-vámonos Midare…-

No sé qué es lo que está sucediendo pero vámonos …-mirando a Maria- no se preocupe Maria-san yo voy a proteger a Tsubasa-chan, después de todo yo soy su maestro …-guiñándole el ojo alegremente- además ya estoy recuperándome del accidente que tuve…-

Está bien…-suspiró pesadamente-confiaré en ti, estaría más tranquila si también va Yamanbagiri con ustedes…-sacando su celular le mando un mensaje de texto al rubio para que viniera hacia su mansión, afortunadamente para la pelirosa antes de todo este problema le había pedido a la peliazul los datos de sus maestros para comunicarse con ellos a toda hora especialmente con el rubio más alto-

Me comunicaré con él en el camino…-le dijo Midare mientras salía-

Cuando Maria vio que Tsubasa había salido junto a Midare de su mansión, nuevamente usó su celular y llamo por teléfono

Ya está fuera…puedes darle el encuentro y evita hacerle el daño suficiente porque si no me vas a desconocer y pienso hacerte añicos por mas que seas mi mejor amigo…idiota!!!
----------------

Ya lejos de la mansión de Maria; Tsubasa y Midare empezaron a correr, el rubio ya se había enterado de todo lo que había pasado y miraba preocupado el semblante de Tsubasa el cual no era como el de siempre

Tsubasa-chan…no se qué podria decirte en estos momentos, pero creo que me sentiría de la misma manera que tu…-
Perdóname por involucrarte en mi egoísta petición…Midare…también me disculpare con Yamanbagiri-san cuando lo vea…-respiro hondo y gritó- Lucario ven!!...-

Como por arte de magia Lucario apareció corriendo al lado de los dos

Tenemos que recuperar a Ousama lo más rápido posible para que no llamemos mucho la atención…-

Creo que si lo haremos de todas maneras…-dijo el rubio con una gota en la cabeza-ya que estamos llegando a estas horas y que la persona intrusa es una Hime…-

Cuando de repente ambos jóvenes se detuvieron cuando una bola de fuego les obstruyo el camino haciendo que se detuvieran

No puede ser…un ataque?...-dijo Tsubasa mientras extiendo sus manos para materializar su katana-

Midare también sacó su katana que era mas corta que la peliazul, mientras que Lucario se había puesto delante de su ama para protegerla

Quien eres? Muéstrate!!...-grito la peliazul con la vista fija al enemigo que estaría cerca-

Como siempre eres tan perceptiva y lista para pelear mi querida Tsubasa-chan…-

Tsubasa se quedo helada, frente a ella se encontraba exactamente la persona a la cual iba a rescatar y proteger, pero por que la estaba atacando? Que hacia ahora mismo deteniéndola?

Ou…sama…por que?...-dijo soltando su katana, dejando a Midare y Lucario desconcertados-

Tsubasa-chan...quieras o no quieras ahora vas a tener que pelear contra mí, después de todo le pedí a tu exrebel que me cediera su lugar…-

Que acabas de decir? Pero si tu eres mi key??...-dijo aún sorprendida mientras recogia su katana, sabia que la intención de atacar de su Rey era cierto-No se supone que me dijiste que me ibas a ayudar a luchar? Ahora por que el cambio de opinión Ousama??

Bueno tal parece que yo no soy tu key en esta ocasión…otra persona ayudo a despertar tus poderes querida Tsubasa-chan…-

Eh?...Como que no eres mi key?...eso no puede ser…no puede ser!! Esto es una broma…verdad que es una broma??-
Tal parece que si no empiezas a pelear contra ella no te va a creer para nada Leo…- una joven rubia con un top blanco, short corto y chaqueta roja apareció detrás del pelinaranja, sujetando una gran espada- asi que será mejor que la haga reaccionar…si puedo verdad?...-

Hazlo…Mordred!!-extendiendo sus brazos- muéstrale nuestro nuevo escenario!!!-

Ousama…-

Tsubasa-chan!!!!-Midare observo como Mordred se acercaba peligrosamente a su amiga que salto a defenderla con su katana, pero la fuerza de la rubia era demasiada que salio volando golpeándose fuertemente con un árbol

Midare!!!...-Tsubasa reacionó al ver a su amigo volando, dejando por el momento a Leo de lado e ir sobre Mordred-

Maldita!!! Lucario aura esfera!!!...-

Su child se adelantó a su dueña y lanzo su ataque, Mordred giro hacia donde estaba dirigido el ataque y con una patada lo lanzó a otro lado

Que débil…-justo cuando esquivo el ataque de Lucario, Tsubasa se le acercó con su Katana, y sucedió lo mismo que con Midare, la espada de Mordred era demasiado fuerte- y eso que debes de suponer que Leo es más fuerte que yo- con un puñete en el estómago alejó a la peliazul, mientras su espada estaba rodeada de una fuego- con esto terminamos…-

Antes de que el ataque de Mordred fuera de lleno hacia Tsubasa, Yamanbagiri apareció para protegerla

Te encuentras bien Tsubasa?-

Gracias Yamanbagiri-san…me siento bien…- dijo tratándose de reincorporar con cuidado-

No pensé que tu asunto iba a tratarse de esto Mordred…- con un movimiento sigiloso se acercó hacia Midare que se reincorporaba con cuidado- podrás ayudarme a pelear contra ella?-

Si lo haré Yamanbagiri…siendo maestros de Tsubasa no podemos permitir que una recién llegada nos haga caer en vergüenza-

No es tanto recién llegada, es una vieja amiga…-

Nada de vieja…soy tu mejor amiga…aunque ahora estamos uno en contra del otro-dejo de lado a Tsubasa y empezó a prepararse para atacar a los otros dos chicos-solo he venido a saludar…-sonrio ampliamente- pero un buen entrenamiento no está de más-

Tsubasa-chan anda por tu Ousama, ahora que las cosas han cambiado es peligroso y la casa de Maria-san queda muy cerca quizás quiera atacarla…-

Es cierto…la casa de Maria-san esta cerca…no creo que la ataque, pero y si hay otras personas de Rizembool cerca?-
No lo pienses mucho y anda a su encuentro, nosotros estaremos bien…-dijo Yamanbagiri- tu tienes que buscar respuestas a tus preguntas-

Gracias…Midare…Yamanbagiri-san…-la peliazul junto a Lucario fueron hacia donde estaba Leo-

Dudo que tu protegida pueda contra su Rey…- sonrio la rubia emocionada- mientras que no demuestre su verdadero poder no será rival para mi y mucho menos para él…pero ahora me divertiré peleando contra los dos…-

Esta vez me agarraste desprevenido pero ahora pelearé con todo mi poder…-hablo el rubio menor mientras se amarraba el cabello se ponía en modo de batalla –

Por más amiga mia que seas , te dije que si te metias en mis asuntos iria con todo mi poder para proteger a las personas que me importan…-

Y no esperaba menos de mi compañero en muchas batallas…vamos a pelear los tres con lo mejor que tengamos!!...-

Unos kilómetros lejos del bosque, en la mansión de Maria específicamente, la pelirosa estaba visiblemente preocupada porque se escuchaban estruendos y se veian explosiones

Eso no habíamos acordado estúpido Leo…quisiera ir a ayudar a Tsubasa pero no puedo, no tengo el poder necesario, solo soy buena en las artes marciales…que hago? Tengo un muy mal presentimiento de todo esto…maldición le escribiré a Naru-chan y a Ritsu acerca de lo que esta pasando que no me van a dejar cargar con el problema solo a mi, todos estamos involucrados!!!-

Volviendo a la zona de batalla, Tsubasa finalmente había llegado donde Leo se encontraba, el pelinaranja como siempre se desconectaba del mundo para empezar a escribir una nueva composición.

Ousama por favor deja tus necias decisiones y regresemos a Hanasaki juntos…- extendiendo sus manos- no deseo pelear contra ti, no me importa que tampoco seas mi key, por todas las cosas que hemos vivido juntos…por más rebel que ahora seas no puedo pelear …-

Espérame un momento…-dejo un momento su cuaderno de notas, con un chasquido de sus manos un orphan apareció para atacar a la peliazul- No te pienso escuchar ahora Tsubasa-chan hasta que lo puedas vencer, en cuanto lo hagas puede ser que te de una respuesta a tu proposición…-volvió a escribir mientras se sentaba a observar de reojo la pelea-

Así que tengo que vencerte para poder alcanzar a Ousama…-poniéndose en pose de batalla- vamos Lucario…-

Es entonces que comenzó el duelo entre el orphan vs Tsubasa/Lucario, el orphan atacaba y contraatacaba mientras que Tsubasa lo atacaba con la katana al mismo tiempo que Lucario usaba su aura esfera para apoyar a su ama

Es muy fuerte, pero no invencible…Lucario hagamos un ataque en conjunto!!...-Tsubasa usó su velocidad combinada con la velocidad de Lucario, para confundir al orphan que no sabía por donde atacar, es entonces que Tsubasa aprovechó ese momento para lanzar al orphan con su poder del viento cerca de Lucario que con su aura esfera lanzarlo hacia Tsubasa que tenia su Katana posicionada para hacer el ataque final- este es tu final…-con unos cortos saltos hizo un movimiento elegante con la katana para partir en dos a aquella criatura

Veo que ahora si te has puesto más seria Tsubasa-chan, asi me gusta…-sonrio ampliamente el pelinaranja que había dejado su cuaderno de notas a un lado y volvió a coger su espada-podrás estar de la misma manera al enfrentarte contra mi?-

Ousama…- dijo dudando entre pelear o no contra él, pero el pelinaranja no le dio tiempo de pensar mucho porque se lanzó contra ella y la lanzó lejos con una patada en el estómago, ante la mirada atónita de la peliazul que se golpeó contra un árbol-No creo que tenga otra opción más que luchar contra ti…Lucario!!...-

El child se colocó delante de su dueña y empezó a formar su aura esfera para lanzarle, pero debido a las dudas de su dueña la energía no era lo suficientemente buena que no pudo evitar el ataque del pelinaranja que con un movimiento de su espada formó una bola de fuego que fue dirigido hacia ellos y el child a duras penas formó un muro de defensa para evitar un grave daño, dejando al child visiblemente lastimado

Lucario!! Lucario!!...-la pelizul se acercó a él – perdóname por ser una ama débil…-

Eso es cierto Tsubasa-chan…no serás más fuerte y no podrás protegernos con este nivel de poder…hasta Sena es más fuerte que tú y eso es decir mucho…-le dijo mirándole con una inusual molestia- si no peleas en serio contra mi, no me quedará de otra que vencerte a ti aquí y ahora…-

Ousama…- le molestaba le molestaba mucho que su Rey le diga sin titubear que era débil, se estaba comportando diferente a lo que siempre lo hacía o quizás se está comportando como siempre pero que la peliazul se hacía de la vista gorda, ya lo había puesto en peligro anteriormente, ahora estaba contra ella, quizás se lo merecia, quizás Yuto le cedió su lugar como su rebel para poder recibir el castigo que merecia por no ser lo suficientemente fuerte para proteger a los suyos, no quería atacarlo en verdad no lo quería-

Mientras tanto unos metros más lejos, se daba la otra pelea entre Mordred vs Yamanbagiri/Midare, la rubia demostraba toda la fuerza que tenia para atacarlos sin cansancio, Yamanbagiri estaba conteniéndola mientras que Midare también le atacaba, cada cierto momento la rubia liberaba una onda de fuego que los lastimaba, pero ambos jóvenes no se daban por vencidos y seguían peleando

En verdad que ustedes si son muy fuertes, es demasiado divertido pelear contra ustedes…asi que espero que puedan mantener esa fuerza para seguir entreteniéndome-

No te preocupes que tenemos una buena consistencia física verdad Yamanbagiri?...-

Eso es cierto…además estoy muy enfadado contigo Mordred que no voy a permitir que acabe esta pelea y que estes sin ningún rasguño

Los dos jóvenes cambiaron de posición y ahora Yamanbagiri empezó a atacar mientras que Midare repelia todos los ataques

“Tengo que un par de minutos más para dejar de atacar”…-se decía a si misma- “tengo que darle mas tiempo”

---------------


Rei había llegado a la mansión de Maria, la pelirosa le contó todo lo que había sucedido hasta el momento de su llegada
Ahora comprenderás porque estoy preocupada por ellos…tengo miedo de que Tsubasa reaccione mal cuando el tonto de Leo le cuente el secreto que ha tenido guardado por mucho tiempo, asi que tienes que acompañarme a detenerlo, tu siendo el key verdadero de Tsubasa tienes que ayudarla

Creo que debes de calmarte tu también vas a entrar en una crisis nerviosa …-dijo el pelinegro con su usual tranquilidad-Tsubasa tiene que madurar…y le vendrá bien ese remezón para que empiece a pensar por si misma…supongo que te has dado cuenta que solamente se movia bajo la sombra de Tsukinaga-kun, ahora es momento de que rompa esa conexión con él y empiece a pensar en si misma y en lo que realmente desea hacer…-

Odio admitir que tienes toda la razón Rei, pero no crees que pueda tener una reacción contraproducente en ella? No esta bien anímicamente…-

Ella superará su crisis y cuando lo haga, estaremos con ella…asi que ten más confianza en tus amigos y empecemos a planificar los siguientes movimientos

Esta bien…-suspiro pesadamente- tienes razón …debo de tener más confianza en ellos, entonces comencemos que solamente funcionas bien en la noche…-dijo sonriendo suavemente-

Perdona que no sea tan enérgico como Morisawa-kun…-

No hables de Chiaki ahora que no quiero involucrarlo en nuestros asuntos…-dijo sonrojada mirando hacia otro lado-
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Volviendo al campo de batalla

Tsubasa no podía levantar su espada contra su Rey, no podía permitírselo, aunque su Rey este dispuesto a destruirla, era su deber protegerlo, desde pequeña había sido asignada para esa tarea y tenia que cumplirla como ultima descendiente de los Kazanari

Has perdido tus ganas de pelear porque yo soy la persona contra la que te vas a enfrentar…tanta devoción sientes por mi? Tan perfecto e inocente crees que soy Tsubasa-chan? Sabes que desde hace un par de años estoy guardando un secreto?

Secreto?...-

Es un secreto que tiene que ver contigo y tu familia…que estoy seguro que cuando lo sepas cambiaras radicalmente tu opinión acerca de mi…-

A que te refieres que tienes un secreto de mi familia?...-dijo visiblemente alterada- acaso me has estado ocultando algo acerca de ellos? Hay algo que yo siendo parte de los Kazunari no sepa de ellos?-

Recuerdas ese dia en el que toda tu familia fue asesinada?...-

Lo recuerdo todos los días…el dia en el que perdí a todos…-

Pues déjame decirte que no has perdido a toda tu familia…hay un sobreviviente más en tu familia y te lo estuve ocultando desde ese dia…-

No puede ser…-la peliazul se quedó fría por la noticia- hay alguien vivo aparte de mi…y tu lo ocultaste? Como es posible? Acaso no te conmovió mi dolor al ver a todos morir? Alguien esta vivo y no me lo dijiste…-se toco el pecho empezando a temblar- como te atreviste a ocultarme algo tan importante?

El pelinaranja observó el rostro de dolor y decepcion de Tsubasa, pensando en que era lo mejor que se sienta así, por más que ahora le dolia ver esa expresión, tenia que seguir hablando, tenia que hacerla despertar

Lo siento pero era necesario ocultarlo como parte de mis planes…no me convenia que supieras que alguien estaba vivo y no te enfocaras en tu misión de protegerme…-

Lo ocultaste para eso? Para que siguiera protegiéndote? Yo lo hubiera hecho estando con o sin familia…es parte de mi deber…pero aún asi decidiste ocultármelo y ver como sufria, no pensé que fueras asi…Ousa…-tocandose la cabeza- ya no se si pueda seguir llamándote de esa manera-

Tienes el derecho de ya no llamarme de esa manera…ya no somos Knights…ya no estoy en Hanasaki…ahora somos enemigos Tsubasa-chan…-

Dime quien es la persona que ha sobrevivido…-dijo mirándole con recelo por primera vez en su vida-

Tu hermano menor…Mafuyu…-

Mafuyu…esta vivo?...y tu no me lo dijiste? Mi hermano menor estaba vivo y no me lo dijiste?...-empezó a gritar de dolor y cogió su katana para lanzarse hacia él –como te atreviste!!!!....-

Leo esquivaba cada ataque de Tsubasa que estaba lleno de cólera y dolor, aquella peliazul no era la peliazul que conocía, había perdido la cordura ante tremenda confesión, lo había conseguido, había logrado el objetivo con el cual había llegado para presentarse ante ella, por más que sentía dolor en su corazón era lo mejor, era mejor que ahora estuvieran de esa manera enfrentados

Mientras que en la otra batalla, Mordred dejó de luchar, haciendo que tanto Yamanbagiri y Midare se detuvieran sorprendidos ante tal acción

Tal parece que mi trabajo terminó por ahora…Manba-chan…Midare…fue muy divertido pelear contra ustedes, pero me tengo que ir, asi que será mejor que vayan a encontrarse con su Hime ya que esta en peligro- Mordred desaparecio del lugar de combate

Si lo que dice Mordred es verdad tenemos que ir rápido hacia donde esta Tsubasa…-hablo el rubio más alto –

Vamos!!...-dijo Midare al mismo tiempo que sentía que la cabeza le daba vueltas que cayó al suelo desmayado-

Midare!!...-Yamanbagiri se acercó a él para cárgalo en sus brazos, luego empezó su camino hacia donde estaba Tsubasa-

La peliazul estaba fuera de si, atacaba y atacaba sin descanso, pero los ataques eran torpes y no lastimaban al pelinaranja

Aún no tienes la intención de pelear contra mí en serio, asi que será mejor de acabar con esto ahora-

No lo harás hasta que me digas donde esta Mafuyu…-

No te lo diré por ahora…- cuando vio que Tsubasa retrocedio por unos centímetros, él hizo lo mismo y alzó el brazo que sostenia la espada, un circulo de fuego se formo en él- cuando pelees contra mi en serio te lo diré…asi que por ahora toma esto!!-

Lucario estaba inconsciente, Yamanbagiri estaba casi a punto de llegar, asi que Tsubasa no tenia a nadie para
defenderla, utilizo su poder de viento para poder evitar que el ataque fuera al 100% pero igual el impacto le lastimo de sobremanera cayendo al lado de Lucario que había vuelto a su forma de Riolu, por el poco poder que le había quedado a la peliazul que apenas estaba consciente alzo su mano al frente como queriendo evitar que Leo se retirara junto a Mordred, pero las palabras no le salían de la boca, estaba demasiado débil

Yamanbagiri finalmente llego hacia donde estaba y se le acercó

Puedes levantarte?...-

Si puedo…-dijo la peliazul con la mirada algo perdida, observó al rubio que cargaba a Midare que estaba inconsciente,
ella cargo a su child a duras penas, emocionalmente estaba destruida pero ahora lo que tocaba era que todos se recuperaran- vamos a llevar a Midare a un lugar seguro

Creo que eso no se podrá…-

Yamanbagiri y Tsubasa estaban sorprendidos de ver a un nuevo enemigo frente a ellos, este enemigo era conocido por ambos chicos

Enoshima Junko!!!- dijieron los jóvenes al mismo tiempo-

Que divertido ver como amigos de la infancia pelean los unos contra los otros…sobretodo ver el rostro de desesperación de los que fueron traicionados…y como necesito ver más tu rostro de desesperación…he venido solamente para llevarme a un Toushiro muy valioso…-

 Ni creas que te daré a Midare…-dijo el rubio aun con él entre sus brazos-

Están demasiado débiles para enfrentarme…- la pelirosa de dos colas sonrio malévolamente que con un movimiento rápido desaparecio de la vista de ambos chicos, cuando Yamanbagiri se percató de su presencia era demasiado tarde Junko estaba detrás de él con un puñetazo cargado de electricidad hizo que soltara a Midare y cayera al suelo muy malherido

Yamanbagiri-san!!...-dijo Tsubasa que apenas podía moverse mientras sujetaba a Riolu, observo a Junko que tenia ahora a Midare en sus brazos-Enoshima Junko…-dejo a Riolu al suelo para utilizar la poca fuerza que le quedaba- devuelveme a Midare!!!!-

Lo siento pero lo necesito para un pequeño intercambio…ahora no puedes hacer nada contra mi Tsubasa Kazanari…eres una vergüenza para tu familia, tus amigos y para tu hermano menor…pero no te preocupes que yo lo encontraré primero y lo mataré para que seas la única sobreviviente de verdad…-

Maldita!!...-

Jajajajaja apenas puedes moverte….asi que seré buena contigo y te haré el favor de hacerte descansar de tanta tragedia-con su puño cargado de electricidad le dio un golpe en la cabeza haciéndola caer al suelo-

Bueno Midare-chan es hora de comenzar con los preparativos de su intercambio…-

Desapareció de la escena dejando a los otros dos inconscientes
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matta ne!!!!!


Mimi Tachikawa

Vengo con otro fic xDDD y si ando con inspiracion xDDDD


Junko disfrutaba su victoria momentánea, aquel espectáculo del cual había sido una simple espectadora la estremecia de sobremanera, ver a compañeros enfrentarse uno contra los otros . se supone que ella solamente iba a espiar la mansión de Maria para ver que era lo que tramaba con sus demás compañeros,no se esperaba vera Tsubasa peleando, tampoco de que Tsukinaga Leo se había vuelto un rebel y también la llegada de su Princess, se que eran tantas sorpresas de golpe y pues pensó que no era momento de acercarse, sobretodo teniendo a Midare tan cerca de su alcance en plena pelea, si que había sido su dia de suerte

Ahora se encontraba dentro de su automóvil con Midare que yacia inconsciente

No pensé que me encuentro con Yagen seria tan pronto…-sonrio ampliamente- Junko-chan se siente feliz de que sus planes vayan tan rápido…pero claro que este hermoso encuentro familiar tiene que estar teñido de mi hermosa desesperación…como si quisiera entregarlo cuerdo y con ganas de abrazar a sus hermanos, asi si que no…-

Su celular sonó y la persona que estaba en el otro lado de la línea telefónica era Kashu

Y como te fue Junko-chan? Conseguiste todos los datos que necesitabas??-

Mucho mejor que eso Kashu-sensei…parece que vamos a adelantar todo con respecto al secuestro de Akita y el
intercambio de Midare, ya que tengo a nuestro invitado especial entre mis manos-

En serio??? Pero que sucedió?-

Digamos que a Tsubasa Kazanari se le acabaron las alianzas con su Rey y ahora esta de parte de Rizembool, si hubiera visto tremendo espectáculo de desesperación estarías de tan buenos animos como lo estoy yo…-

El diablo esta de tu lado…-rio divertido- y piensas llevarlo a nuestro ambiente de tortura? Preparo alguna especial para él?

No haremos sufrir físicamente a Midare, vamos a trabajar con su mente y ponerlo en contra de sus hermanos, asi que quiero un ambiente familiar con todas las fotos de sus padres y de sus hermanos…-

A tus ordenes Junko-chan…y con Akita? Continuo jugando con él?

Claro que si, necesito también un pequeño encuentro entre ellos…-

Deacuerdo …entonces lo prepararé todo para tu llegada…-

Y como esta Subaru? Todo bien con él, no tiene sospechas de mis continuas salidas…-

Afortunadamente la vida de idol de tu hermano lo mantiene alejado de su casa y siempre llega cansado , asi que ni cuenta de tus salidas, puedes seguir siendo la hermana hermosa y cariñosa ante sus ojos-

Eso me tranquiliza mucho…mi zanahoria favorita debe de estar lo menos involucrado posible, asi que cuento contigo para todo…-

Colgó la llamada

Bueno Midare-chan ya estamos por llegar a tu linda habitación temporal antes de entregarte a tus adorables hermanos a los cuales vas a odiar…-

Ya de regreso a su lugar secreto, dejo a Midare en la habitación que había ambientado Kashuu para el rubio, con un balde agua fría Junko lo despertó

Midare aun estaba visiblemente lastimado y el agua fría lo hizo volver del mundo de los sueños donde estaba tranquilo y sin dolor, ahora se retorcia y temblaba, agradeciendo que estaban entrando a verano que no sentía tanto frio

Donde estoy?...-

Bienvenido a tu hogar temporal Midare Toushirou…-la rubia sonrio ampliamente-

Tu eres?...- tratándose de levantar pero las piernas le fallaban-

Mi nombre es Enoshima Junko-chan…- acercándose un poco a él- y no te preocupes por Kazanari Tsubasa y
Yamanbagiri Kunihiro, ellos están bien dentro de lo que cabe…-

Que has hecho con ellos?...-

Yo no he hecho nada…aún…-rió divertida- deberías de preocuparte mas por ti que por los otros dos…es que aún no recuerdas quien soy?...-

Quién eres?...-tocándose la cabeza-

Yo fui a visitarlos a la playa, donde estabas con tus dos lindos hermanos…-

Hermanos?...yo no tengo hermanos…soy huérfano…-

La rubia le lanzo una toalla para que se secara, cosa que Midare hizo porque no aguantaba el frio, a duras penas podía moverse y parecía que Junko no le haría daño

Claro que tienes hermanos mi querido Midare-chan…-canturreo alegremente- tu eres uno de los hijos de la “prestigiosa” familia Toushiro al cual querían desaparecer del mapa y que yo amablemente me ofrecí a encontrarte, Akita y Houchou son unos pequeños que son inocentes de los planes de tus demás hermanos…que solo quieren lastimarte…-

Que?...-el rubio se quedó frio con la revelación acerca de su origen-yo…hijo de esa familia?...y quieren acabar conmigo?...Akita y Houchou…eso es imposible…-

Tan desesperados estaban de deshacerte de ti que decidieron abandonarte en la calle cerca de un orfanato…aunque tus padres estén muertos, tus hermanos siguieron con la consigna de deshacerse de ti…la luz de la habitación se hizo mas fuerte y alrededor de ella habían fotos grandes de todos los miembros de la familia Toushiro…eres una molestia para ellos…-

Yo no les he hecho nada…-tocándose la cabeza mientras temblaba del miedo que sentía de verlos algún dia- entonces déjame ir para que no me encuentren…no quiero que ellos me encuentren…-

Lo siento querido Midare-chan…pero negocios son negocios y necesito que estes aquí…-con un chasquido de sus dedos apareció un televisor de 50 pulgadas aparecieron videos de cada uno de los hermanos que vivian feliz y tranquilamente- ellos te privaron de esa felicidad…ellos nunca te quisieron … ellos son felices sin ti…- saco un pequeño interruptor que apretó y que causo que Midare entrara en trance, se acerco a él y le susurro en el oído- no te preocupes yo te ayudaré a que odies a tu familia y que no te dejes engañar por ellos-

En la otra habitación donde estaba Akita, había observado todo lo que había sucedido, no podía creer que el hermano que se había perdido estaba tan cerca de ellos, aquel hermano por el cual todos habían deseado volver a verlo, quiso alzar su mano para alcanzar el monitor pero no tenia fuerza alguna, estaba con las piernas amarradas con una soga y sus brazos tenían marcas moradas de agujas donde le habían suministrado todo tipo de drogas, su piel pálida y blanca como la nieve estaba ahora casi morada y sus ojos puros estaban sin vida, solo lágrimas caian de él, lágrimas de dolor e impotencia, también estaba muy asustado deseando que alguien pueda rescatarlo, no tenia ni fuerzas para gritar, estaba visiblemente demacrado con ganas de morirse

Parece que Junko-chan se esta divirtiendo mucho con tu hermano perdido Akita-chan…-acariciandole suavemente las mejillas- gracias a ti he podido descubrir algunos efectos secundarios de las drogas que estoy creando para vender en el mercado negro, lástima que muy pronto tendré que decirte adiós…-inyectándole otra droga en el cuello, sin importarle las lágrimas del pequeño- es algo triste enterarte de la existencia de tu hermano en estos momentos verdad?...-limpiándole las lágrimas-

Akita cerraba los ojos lentamente con la imagen de sus hermanos en la mente, preguntándose si estaban preocupados por él y que tenia que decirles que Midare estaba junto a él, pero ahora nuevamente iba a caer en un mundo de aluciones sin sentido olvidándose de todo lo que estaba alrededor, sentía que era lo único que aún lo mantenía cuerdo en estos momentos

Junko abrió la puerta de la habitación y observó como Kashuu dejaba al pelirosa en la cama que no había sido usada hasta ahora

Ya tengo las fotos de Midare listas y tomadas, claro que también tengo las pruebas de ADN, asi que es hora de enviarle un mensaje a nuestro querido Yagen-kun…-

Pasaron un par de días más después del incidente en la mansión de Maria, donde Midare era sometido a los videos familiares de la familia Toushiro mientras que Junko seguía envenandolo en contra de ellos, al mismo tiempo Kashuu seguía usando a Akita para sus experimentos, le inyectaba drogas, le pasaba electricidad por todo el cuerpo, Junko lo asustaba con dándole de comer por el ojo, pero al final no lo hacia y lanzaba la comida al suelo donde duras penas el pelirosa comia con dificultad

Bueno y llegó finalmente el día del intercambio mi querido Kashuu-sensei, es hora de que te lleves a Akita hacia el lugar donde te dije, mientras que yo me llevaré a Midare al lugar del encuentro …pero ahora lo primero…a enviar el mensaje con todo el texto

“Hello my dear Yagen-kun *emoticón de corazón”

Recuerdas que te dije que iba a avisarte cuando tuviera a Midare-kun en mis manos y te demostrara que es tu hermano de sangre? Pues en este mensaje te adjunto una foto más nítida de él junto a la prueba de ADN obvio que hice las comparaciones  correspondientes, ahora si ya debes de estar más seguro de mis palabras verdad que Junko-chan siempre estuvo en lo correcto? Ah…pero discúlpame en el estado que se encuentra…claro que no es culpa de Junko-chan, lo encontré malherido en una batalla de una Hime al cual estaba apoyando, hice todo lo posible para curarlo pero esta muy delicado asi que tienes que venir muy pronto por él, asi que vamos a tener un encuentro “romántico “ en la noche del dia de hoy en el edificio baldío cerca de Hanasaki te parece? Ahí hablaremos de mis términos para entregarte a tu lindo hermanito perdido, asi que no te demores mucho my Darling

Atte
     
Tu linda Junko-chan *emoticon de corazón* ”


Listo y enviado…-sonrio ampliamente- asi que me despido querido sensei, espera a que deje este lugar para mandarle el mensaje acerca de Akita-kun bye bye…-

Cuídate mucho querida Junko-chan, ya tengo a los “secuestradores” controlados por mí que me están esperando en el lugar de encuentro-

La rubia se retiró al lugar con un inconsciente Midare al lugar donde se encontraría con Yagen, obviamente estaba preparada para alguna sorpresa que podría preparar el pelinegro

Al mismo tiempo Kashuu mandaba el siguiente mensaje claro que con un celular desechable

“Para la familia Toushiro

*Lo primero que mandó fue una foto de Akita en la cama con la mirada perdida, los brazos visiblemente moreteados y con marcas de agujas, las mejillas rojas con sabanas ensangrentadas*

Si quieren encontrar vivo a este hermoso niño no contacten a la policía, porque lo mataremos al instante, están siendo
monitoreados por nuestros hombres, asi que esperen hoy nuestras indicaciones “


Listo…-envio el mensaje y al mismo tiempo lanzo el celular dentro de una lata con agua- es hora de irnos querido Akita-
kun…-

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matta ne


Cho

Con estos fics comienzo un pequeño arc, finally~

85.1.1.


Un día después, finalmente había llegado un día muy esperado por los Toushirou, uno que, a pesar de haber sido anticipado, no sería del todo alegre debido a los más recientes sucesos. De todos modos, Ichigo había convocado a sus hermanos para que regresaran inmediatamente terminadas las clases del día y a su vez había invitado a algunos amigos cercanos.

Tsurumaru había pasado por la secundaria de Hanasaki para recoger a Monoyoshi y luego de una parada en una pastelería cercana ambos acababan de llegar a la mansión de los Toushirou.

“Bueno, aquí estamos,” dijo Tsurumaru, luego de estacionar su auto a un costado, a poca distancia de la entrada principal. Cerró su vehículo y se puso a pensar. “Pero no recuerdo…”
“¿A qué te refieres, senpai?” preguntó Monoyoshi con curiosidad. Él cargaba un pastel empaquetado en sus manos.
“Sé que Ichigo me avisó para venir con anticipación y que esto era importante, pero… ¿qué hacemos aquí nuevamente?”
“Haha, ¿en serio no lo recuerdas, senpai?” el pelirrosa sonrió entretenido. “Pensé que habías estado bromeando.”
“No, en verdad quisiera ser un senpai más cumplido, pero en serio no recuerdo,” admitió sonriendo entretenido. “Ahora tú podrías ser un kouhai obediente y decirme de qué me ando perdiendo, Monoyon~”
“Hmm…” lo pensó un poco. “Pues estamos prontos a entrar. Sé que lo comprenderás ni bien lo veas por ti mismo.”
“Ah, vaya, ya veo que ando siendo una mala influencia para ti si estás con ese plan juguetón de no decirme todo el cuento,” admitió y le revolvió los cabellos. “Pero me haces orgulloso~”
“Hehe, párala, por favor…” dijo sonriendo incómodo y entre risas.
“Está bien, Ichigo es paciente, espero que entienda si su informal amigo no recuerda el motivo de este encuentro,” se encogió de hombros y entonces se quedó en blanco. “Oh verdad, pasé por tu escuela. Hubiera podido hacerle el favor de recoger a su par de polluelos también.”
“Veo que tampoco lo pensaste,” sonrió incómodo. “Yo lo pensé, pero para cuando me desocupé a la hora de salida, Gokotai y Houchou ya habían sido recogidos,” Monoyoshi asintió. “De todos modos, entiendo que el chofer a cargo de llevarles y recogerles del colegio suele pasar por sus otros hermanos, así que asumo que hemos llegado antes.”
“Me alegro de oírlo, así no me siento en falta con el bondadoso de Ichi-nii,” Tsurumaru se puso a caminar hacia la entrada, seguido de su menor. Entonces, su sonrisa se contagio de leve pena. “Asumo que todavía no hay señales del pequeño Akita, ¿no es así?”
“No, Gokotai me dijo que todavía,” Monoyoshi dio un suspiro y miró al piso desanimado. “He visto a Houchou también mortificado por ello, y seguro que los demás andan muy preocupados.”
“Claro, es de esperarse.”
“¿Yagen-san está enterado?”
“Por supuesto, sus hermanos le dejarían saber, por más que este no ha puesto un pie en este lugar,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Ya hizo una búsqueda por la universidad y me pidió que revisara los videos de vigilancia, pero nada. Parece que el pobre de Akita nunca llegó a pisar Rizembool, así que su alcance está limitado esta vez.”
“¿Eh? ¿Honebami-san no puede rastrearlo?” preguntó perplejo.
“No, para variar, un muy mal timing,” dio un suspiro. “Ha habido un problema solar con uno de los satélites de Rizembool, al cual ha tenido que reiniciarse para volverse nuevamente operativo. El mantenimiento durará más de lo que debería para ubicar a una persona desaparecida,” miró de reojo al pelirrosa, y le observó triste y cabizbajo. “Pero no tienes que ponerte así. Recuerda que tú y yo somos invitados hoy. Tenemos que animarles, sobre todo si estamos aquí por algún motivo en especial.”
“Tienes razón, senpai. Quiero serles de apoyo en estos momentos tan difíciles,” asintió decidido. “Muchas gracias por recordármelo.”
“No, más bien siento tener que hacerlo. Siempre eres demasiado bueno con los demás, Monoyon. Tienes que cuidarte a ti mismo también…” entonces, se animó a darle un chasquido de dedos en su frente.
“¡Ihhh!” el pelirrosa soltó un corto alarido. “Senpai… ¿por qué hiciste eso…?”
“Me preocupé cuando Yagen me dijo que te infiltraste en ese festival el domingo pasado,” observó juiciosamente. “No vuelvas a hacer algo tan precipitado como eso, ¿de acuerdo?”
“Ehh, perdón por preocuparte,” hizo una reverencia. “Te prometo que seré cuidadoso.”
“Más quisiera que me contestaras y me dijeras que no lo vas a hacer…” se frustró. “Sí, no soy un buen ejemplo para ti…”
“Ehh, senpai, no es tu culpa, en serio,” sonrió incómodo.

Esa conversación les llevó a la puerta principal. Ahí, un mayordomo les indicó que el heredero se encontraba en su oficina en el primer piso ya esperando a los invitados, por lo cual ambos caminaron en dicha dirección sin necesidad de ser dirigidos. Sin embargo, Monoyoshi se detuvo al llegar a un cruce de pasillos.

“Ah, tengo que llevar este pastel a la cocina,” observó el pelirrosa.
“Verdad, se lo hubiéramos dado al mayordomo. Bueno, te acompaño.”
“No es necesario, senpai,” negó y le sonrió. “Yo me encargo. Sé el camino. Además seguramente Honebami-san se encuentra alistando algo para sus hermanos, así que le ayudaré. Tú ve a encontrarte con Ichigo-san. Les daré pronto el alcance.”
“Vaya, como digas, sé que no te cambiaré de parecer,” sonrió frustrado. “Bien, no te demores.”

Así, los dos se separaron y Tsurumaru siguió el resto del trayecto. Fue al llegar a la puerta de dicha grande oficina que reparó en el hecho que todavía no sabía el motivo de su visita. Esa puerta estaba junta y podía escuchar a Ichigo hablar con alguna persona, y Tsurumaru se invitó a pasar sin necesidad de tocar.

Al final, a pesar de no estar informado, Monoyoshi tuvo razón al decir que lo comprendería ni bien fuera a observarlo…




Se asomó por el umbral para observar a Ichigo sentado en su escritorio y escuchando atentamente a un joven pelinegro de cabellos cortos y ojos grises claros ocupando uno de los sillones opuestos a su puesto. Esta persona tenía un semblante serio y severo. De no ser tan joven, casi parecería intimidante.

“Lo que me dices es preocupante, Ichi-nii, veo que hay varias cosas por atender,” observó ese chico, con una mano en su mentón. Yacía cabizbajo y meditativo. “Me extraña que no se haya hecho nada al respecto.”
“Se ha intentado varias veces, pero ni Tharja ni yo hemos podido conectar con él. Lo siento mucho, Atsushi,” se disculpó el mayor. Pese a sus palabras, Ichigo sonreía cálidamente, casi a manera de agradecimiento. “Me pesa pedirte este favor, pero a su vez siento que eres el adecuado para encargarse de esto. Tú te encuentras comprometido en el asunto, como puedo ver.”
“Hmm… no sé si es eso…” frunció el ceño con su mirada perdida en el piso. Entonces, pasó a desviar su atención con incomodidad. “Es casi como si fuera en parte mi responsabilidad. No quisiera dejar esto desatendido.”
“¿Responsabilidad?” Ichigo se confundió y sonrió animado. “Haha, no, por supuesto que no lo es. Eres más bien el menos responsable al recién haber regresado, querido hermano. Tu vocación a auxiliarnos refleja tu noble espíritu y tu deseo de velar por los demás. Sinceramente, me haces muy dichoso y te lo agradezco de todo corazón. Ojalá sí te escuche a ti.”
“Gracias por tus palabras, Ichi-nii. Y pues, veremos. Yagen no ha tenido nada positivo que decir de él últimamente…” dio un corto suspiro, y entonces finalmente se percató de que un recién llegado los observaba desde el umbral de la puerta.

Tsurumaru se sintió fuera de lugar al tener la repentina atención de los dos y sonrió incómodo.

“Oh, eh, lo siento por entrometerme,” dijo levantando sus palmas. “Parece que hablan de algo serio. Mejor les dejo solos.”
“No te preocupes, Tsurumaru-san, justo terminábamos,” le aseguró Ichigo, amablemente. “Es mi culpa por no percatarme de tu presencia y saludarte debidamente,” dicho esto, se levantó de su asiento y le hizo un ademán de apuntar al sillón al costado de Atsushi. “Por favor, toma asiento. Agradezco que hayas venido tan temprano.”
“Ahh, siempre eres tan cordial, hasta con un pesado amigo como yo,” se rascó la nuca y tomó asiento. Antes de siquiera darle cabida al dueño de casa de hacer las debidas presentaciones, Tsurumaru sonrió animado y se le dirigió. “Creo que comprendo que la reunión de hoy era para introducir a otro de tus hermanitos. ¿Y de qué costilla te lo has sacado?”
“¿Ah?” Atsushi alzó una ceja y le miró confundido.
“¿Costilla?” Ichigo se quedó perplejo. “Siento que te refieres a alguna referencia desconocida para mí, Tsurumaru-san.”
“¡Hahaha, olvídalo! Eres demasiado bueno para atender mi ocurrencia con toda seriedad,” dijo entretenido y pasó a mirar al hermano menor. “Pero es un gusto, hermanito de Ichigo. En su mayoría me caen muy bien todos ustedes. Bienvenido a casa.”
“Eh, sí, gracias…” le contestó todavía escéptico ante su actitud bromista.
“Pero sí, te pareces a un estudiante de la universidad. Ya veo que Shinano no mentía, ¡hahaha!”
“Ehh, todavía no le hemos dicho al respecto, Tsurumaru-san,” Ichigo sonrió incómodo. “Apreciaría si permitieras que Shinano se lo explique. Él temía su reacción.”
“¿De qué están hablando, Ichi-nii…?” preguntó Atsushi, con leve impaciencia. “Siento que me estoy perdiendo de bastante.”
“Puedes conversarlo con Shinano más tarde ni bien se encuentren los dos. Te aseguro que no es nada importante…”
“Oh, ¿es que acaso no te fue a recoger al aeropuerto?” preguntó Tsurumaru, confundido. “Qué extraño. Recuerdo que cuando Shinano llegó con sus dos amigos, casi todos fueron a buscarle al aeropuerto como buena familia de mormones que son.”
“Hmm…” Atsushi alzó una ceja. Empezaba a fastidiarse un poco por su actitud.
“Ehm, Tsurumaru-san, te pido que seas más amable con mi hermano, por favor,” dijo Ichigo, con humildad. “Él mismo nos exigió que no descuidáramos nuestras obligaciones del día de hoy para ir a recogerle, así que sólo fui con Namazuo a recibirle. Nuestros hermanos están en camino. Dicho esto…” el peliceleste sonrió con leve pena. “Yagen no va a venir, lamentablemente. Hubiera deseado que llegara contigo.”
“Haha, ni aunque fuera a asistir habríamos venido en el mismo vehículo, lo lamento, Ichigo,” Tsurumaru sonrió apenado. “Como debes saber, anda especialmente ocupado estos días. Ni yo he podido verlo desde la semana pasada.”
“¿Tú conoces a Yagen?” preguntó el hermano menor, con leve escepticismo. “No pareces un doctor o científico.”
“¡Hahaha y que dios me libre!” rió con ganas y vio al Toushirou quedarse perplejo. Curiosamente, al mencionar a dicho doctor, Tsurumaru casi vio cierto parecido en ese nuevo Toushirou con Yagen. Era como si tuvieran un aire muy similar. “Soy un informático así que he tenido que trabajar con tu hermano a veces, pero no le prestaría mucha atención. Pero ya mucho de él. ¿Qué hay de ti? Acabas de llegar, así que este es tu día. Te ves como uno de los mayores de tu familia. ¿Más o menos en qué estatus estás?”
“¿Qué quieres decir?” le cuestionó frustrado y se giró a su mayor. “Ichi-nii, ¿quién es esta persona? ¿Amerita que seamos informales con él?”
“Te pido que seas paciente, Atsushi. Tsurumaru-san es un amigo cercano que ya nos ha acompañado en varios cumpleaños a unos paseos de vacaciones,” le aseguró Ichigo. “Tsurumaru-san, permíteme contestarte. Atsushi es efectivamente uno de los mayores, después de Namazuo, Honebami y yo.”
“Sin duda tiene la apariencia. Ah, y perdón, hermanito de Ichigo. Sé que suelo dar una apariencia sospechosa, pero no tengo malas intenciones,” le aseguró, sonriendo incómodo. “Y pues, seguro que eres mayor que Shinano.”
“Lo es,” Ichigo asintió.
“¿Mayor que Gotou?”
“También lo es.”
“Hm, entonces sí es uno de los mayores…” Tsurumaru se puso a pensar. “Pero siempre pensé que Yagen era el que venía inmediatamente después de ustedes tres… ¿Entonces será menor que Yagen?” el peliblanco consideró curioso que el par de hermanos intercambiara miradas antes de dar una respuesta. “¿Eh? ¿Qué sucede?”
“Puedes decirlo, aunque Yagen y yo preferimos no disputarlo…” Atsushi se encogió de hombros, indistinto.
“¿Qué?” Tsurumaru se confundió. “Hm, pero Yagen tiene diecinueve, y sé por Monoyon que Gotou tiene dieciocho… ¿cómo cabe otro hermano en medio de ellos dos…?”
“¿Por qué lo meditas como si fuera algo extraño?” preguntó Ichigo, entretenido y ahogando una pequeña risita. “Es simple, Tsurumaru-san. Atsushi y Yagen son mellizos. Por ello los dos se consideran iguales, pese a que Yagen nació primero.”
“Es un empate, siempre lo hemos dicho,” observó Atsushi.
“¡¿M-Mellizos?!” dicha revelación hizo que Tsurumaru se parara como resorte del sillón que ocupaba y mirara en shock y con cierto terror a aquel insospechado nuevo Toushirou.
“¿Eh?” este ladeó su cabeza ante esa reacción.
“¡¿Me estás diciendo que en esta familia hay otro hermano con el gen malévolo del diablo de Yagen, Ichigo?!” exclamó el peliblanco. “¡¿Cómo demonios no supe que Yagen tenía un mellizo todos estos años?! ¡No me pueden dar una sorpresa así!”
“Quisiera que dejaras de referirte a mi querido hermano de aquella manera, Tsurumaru-san,” dijo Ichigo, dando un suspiro. Él pasó a sonreír. “Y es injusto para Yagen y Atsushi que te les refieras con el gen malévolo. Si hablamos de genes, si aquel gen existiera, entonces todos los Toushirou seríamos malévolos como mi hermano, ¿no es así?”
“¡AAAHHH! ¡No me digas eso, Ichigo!” Tsurumaru se espantó y se agarró la cabeza con ambas manos. “Tch, ese Yagen no está aquí pero casi le oigo riéndose de mí en mi mente. Ni estando aquí vuelve a fastidiarme la vida…”
“…” luego de observarle tan torturado y en shock, Atsushi terminó por cambiar de parecer. Él cedió su escepticismo y soltó una leve risa. “¡Pff- hahaha! Ya veo, así que conoces el lado menos formal de Yagen,” sonrió amenamente. “Eso quiere decir que no sólo han trabajado juntos. Más bien, los dos deben ser buenos amigos.”
“¿Eh?” Tsurumaru se extrañó ante su cambio. Dicho joven severo había pasado a mostrar una actitud amigable y sosegada de un momento a otro. Sin embargo, no le sorprendía del todo, ya que Yagen también era de cambiar su disposición según le conviniera.
“Para la persona segura y directa que es mi hermano, siempre ha sido muy reservado, hasta con nosotros. En fin,” Atsushi le extendió una mano y le sonrió con certeza. “Mi nombre es Atsushi Toushirou. Un gusto conocerte.”
“Verdad, ¿dónde están mis modales?” le correspondió el apretón de manos. “Tsurumaru Kuninaga. Bienvenido y pues, no que sea amigo con tu hermano. Más bien me escucharás quejarme de él y maldecirle. Los dos existimos para amargarnos la vida mutuamente.”
“Como digas,” sonrió de lado. “Suena a algo que un amigo de Yagen diría, no me puedes engañar.”
“También pienso que los dos se llevan bastante bien, aunque oírlo de Atsushi confirma mis sospechas,” Ichigo asintió contento. “Como mellizos, los dos saben leerse.”
“Tal vez, pero también nos toca ponernos al día. Ya será cuando lo vea en persona,” contestó el pelinegro, con leve indiferencia. “¿Qué será de mis demás hermanos? ¿Por dónde andarán?”
“Deben estar por llegar… oh,” el peliceleste vio el display de su celular prenderse. “Gotou dice que justo acaban de llegar. Menos mal. Seguramente los pequeños están cerca. Mejor pasemos a la sala principal.”





En aquel momento, Gotou acababa de salir de un uber junto con Shinano y Fudou, quien parecía no estar nada contento de encontrarse ahí. El taxi procedió a irse mientras el hermano mayor miraba a los alrededores.

“Ese creo que es el auto de Tsurumaru, ¿verdad?” preguntó Gotou al aire. “Y pensar que llegó aquí antes que nosotros…”
“¿Qué hace ese chiflado aquí?” preguntó Fudou, de mal humor. “Hic… dijiste que esta reunión era para ver algo de los negocios de la familia. Él no tiene nada que ver.”
“…” Shinano yacía de pie en su sitio y tenía un rostro emocionado aunque se contenía a expresarse.
“Eh pues…” Gotou pareció acordarse de aquel cuento y dio un suspiro. “Ya que estamos aquí, no veo el punto de seguir con esa excusa para que vinieras, Fudou.”
“¿Ah?”
“Shinano, puedes hablar…”
“¡Atsushi-nii ha llegado hoy y nos está esperando!” exclamó Shinano con una inmensa alegría y se abalanzó sobre Fudou para darle un fuerte abrazo. “¡Sabía que se me iba a escapar si decía algo, así que ahora que uber está muy lejos lo puedo confesar!”
“¿Qué dices? ¡O-oye, suéltame!” el pelimorado se puso a empujar a Shinano, pero el abrazo de este era demasiado para él. “¡Maldita lapa que eres tú! Hic… ¡¿por qué me mienten?!”
“Sabíamos que si te lo decíamos, no hubieras querido venir y Atsushi nos pidió que te invitemos a ti y a tu hermana,” observó Gotou. “Tharja vendrá más tarde cuando se desocupe de la universidad, pero tú eres otro cantar.”
“Hic… sólo porque uno de ustedes vanagloriados quiere verme no quiere decir que yo quiera hacer lo mismo,” regañó y finalmente pudo soltarse de Shinano.
“Ihh…” el pelirrojo se sobó la mejilla por donde había sido empujado repetidamente.
“Ya les dije que no le paso ni a él ni a su gemelo malvado, así que me voy.”
“Oye, ya estás aquí, no te cuesta al menos decirle hola,” argumentó Gotou, frustrado.
“¡Ni vine aquí por voluntad propia!” reclamó colérico. “Ya veo que los dos se pusieron de hermanitos sirvientes… hic… pero si se meten en mi camino les daré un escarmiento.”
“Pero Fudou…” comenzó Shinano, preocupado.
“¡Aléjense!”

En ese momento, desde uno de los ventanales de la casa a medio piso de altura, vieron saltar a Namazuo hacia ellos.

“¡Refuerzos!” exclamó este, quien aterrizó al costado de Fudou, lo cargó como costal y saltó de regreso al ventanal para adentrarse a la casa como si nada hubiera ocurrido.

Los otros dos Toushirou se quedaron mirando anonadados esa ventana dejada abierta mientras oían los gritos de Fudou que se alejaban con rapidez.

“Ehh…” Gotou sintió un tic en el párpado. “¿Qué pasó?”
“Pues, le pedí a Namazuo-nii que estuviera en guardia para cuando llegáramos, en caso Fudou se pusiera difícil,” confesó Shinano, sonriendo con torpeza. “Hehe, siempre me da mucha curiosidad el hecho que Namazuo-nii lo trate como una mascota adorable.”
“Eh, claro…” y como si Namazuo fuera Elvira… “No está mal pensado, pero siempre temo que Namazuo vaya a estrangularlo o algo así. ¿Por qué hará esta excepción con Fudou?”
“Creo que hay muchas cosas que no comprendemos sobre Namazuo-nii.”
“Bueno, en eso tienes razón,” resopló y entonces vio la limosina donde venían sus hermanitos llegar al portón de la residencia. “Ah, ya están aquí.”




Ichigo y los demás ya se habían movido a la sala principal de la residencia y Monoyoshi no tardó en aparecer junto con Honebami. Los dos trajeron unas bandejas con varios bocadillos.

“Wow, sí que los han preparado rápido, muchas gracias,” dijo Tsurumaru, quien procedió a comer un pequeño pan.
“En verdad Honebami-san ya lo tenía todo casi listo, sólo le ayudé a traerlo,” observó el pelirrosa, haciendo una reverencia. “Quedan las bebidas y los vasos, ahora vuelvo.”
“Con permiso,” Honebami asintió.
“No, quédense aquí, por favor. Ya nos han ayudado demasiado,” pidió Ichigo, sonriendo incómodo. “Ello puede esperar. Más bien quisiera conversar con ustedes.”
“Sí, y qué sorpresa verte por aquí, Monoyoshi,” dijo Atsushi, amenamente. “¿Cómo has estado?”
“He estado bien, Atsushi-san, seguramente tienes mucho más que decir que yo,” dijo Monoyoshi, sonriendo. “Me sorprende que me recuerdes, a decir verdad.”
“¿Por qué?” el pelinegro le agarró de un hombro y le sacudió. “Por supuesto que te recordaría. Eras el amigo de Gotou cuando todavía estudiábamos en la primaria. También estoy al tanto que le fuiste de apoyo hace años. De por si te agradezco.”
“No, no es nada…” sonrió incómodo.
“Heh, e Ichi-nii tiene razón,” Atsushi soltó a Monoyoshi y se dirigió a Honebami. “Creo que tenemos mucho de qué hablar.”
“…” Honebami le miró atentamente. “¿Por qué?”
“¿Por qué? Porque somos hermanos, por supuesto…” dicho esto, Atsushi le sonrió comprensivamente y de manera casi nostálgica. Dicha expresión fue un tanto confusa para Ichigo y Monoyoshi, aunque Atsushi reservó sus observaciones.
“Oh…” por su parte, Tsurumaru se impresionó al observar a aquel Toushirou adoptar una expresión idéntica a la que Yagen solía tener al lidiar con su hermano peliblanco. Se convenció por completo que eran mellizos, casi podía decir qué era lo que sentía detrás de ese semblante…
“Tsurumaru-san…” Ichigo percibió aquella comprensión en su amigo y le miró intrigado.
“¡Oh, eh, no me presten atención!” ante ello, Tsurumaru sonrió incómodo y agitó sus palmas. “Sólo ando entendiendo que este de aquí sí es el mellizo del diablo de Yagen. Ahh todavía me cuesta asimilarlo,” sonrió con ironía. “¿Y qué van a hacer ahora que han tenido al gemelo malvado incorrecto tantos años encerrado en el ático, ah? Unas bandejas de bocadillos no es suficiente para reponérselo.”
“Senpai, ¿qué cosas dices?” preguntó Monoyoshi, sonriendo.
“¿Y tú sabías que ellos eran mellizos, Monoyon?” le preguntó con las manos en las caderas. “Nos llevamos conociendo un buen tiempo. ¿Cuándo pensabas decírmelo?”
“Me sorprende que no lo hayas sabido, senpai,” observó el pelirrosa. “Y sí lo sabía. Siempre conocí a Yagen-san y Atsushi-san de lejos cuando estaba en la primaria, hace ya más de diez años. No es que sea extraño.”
“Uhh, y ahora me cuesta imaginarle como un escolar cualquiera…” agarró su frente y negó frustrado. “Han sido demasiadas sorpresas por el día de hoy…”
“Si siempre te pones así veo cómo fastidiarías a Yagen,” observó Atsushi, escéptico.
“…” Ichigo miraba atentamente a Tsurumaru y se puso a meditar en silencio.

Entonces, ese ambiente recibió a Namazuo, quien llegó corriendo y depositó no muy suavemente a Fudou en el piso, en medio de todos.

“¡Listo!” reportó Namazuo obedientemente a Ichigo con una certera sonrisa. “Fudou-chan intentó escapar, pero aquí lo traje. Misión cumplida.”
“Uhh…” por su parte, Fudou yacía medio muerto en el suelo luego del golpe por la caída.
“Ah, Fudou-kun,” Monoyoshi se asustó y acudió a levantarle del piso. “¿Estás bien?”
“Vaya, eso debió doler,” Tsurumaru alzó sus cejas, impresionado.
“¿Qué se supone que haces, Namazuo?” y Atsushi se dio un facepalm. “¿Sigues siendo así de impulsivo con él?”
“Aprecio tu ayuda, Namazuo, pero procura ser más cuidadoso con nuestro allegado,” le pidió Ichigo, amablemente aunque visiblemente frustrado. “No es la primera vez que te lo digo.”
“¡Sí, lo tendré en cuenta!” le respondió haciendo un saludo militar.
“…” Honebami se acercó y negó. “Comprendo que las palabras de nuestro hermano no han sido procesadas por ti, nuevamente…”
“Ah… hic… miserable…” dijo Fudou, sentado en el piso, agarrando su cabeza y reclinado con la ayuda de Monoyoshi. Comenzó a orientarse y miró al pelirrosa. “¿Eh? ¿Qué haces aquí?”
“Fui invitado, pero eso no importa ahora,” negó, sonriéndole. “¿Te sientes mejor?”
“Tsk…” pese a la pregunta, desvió su mirada, inconforme aunque ya resignado a su realidad. “Hic… yo que no quería estar aquí…”
“¿Eh? ¿Has tomado antes de venir aquí? Tienes el rostro todo rojo,” observó Atsushi, quien se arrodilló al otro costado de Fudou para estar a su altura.
“Hic… ¿y qué si lo hice…?” dijo cabizbajo y a regañadientes. Fudou frunció el ceño.
“Pues te ves peor de lo que pensé,” confesó el Toushirou, frustrado.
“Tch…” miró en dirección opuesta. “No me importa lo que pienses…”
“¿Qué tienes con esa actitud?” alzó una ceja.
“Te ves sorprendido, gemelo benévolo,” observó Tsurumaru. “Este hermanito de Tharja aquí siempre anda borracho y siempre es antagonista con todos, ¿no? Hasta al bueno de Monoyon no le dedica un trato especial.”
“¿Qué tienes con llamarme así, grulla parlanchina?” le recriminó el pelimorado.
“¿En serio?” preguntó Atsushi a Monoyoshi, incrédulo.
“Supongo que Fudou-kun no es la persona más asequible, pero no es una mala persona,” afirmó Monoyoshi, sonriente. “Pero tú lo sabrías mejor que la mayoría, ¿verdad, Atsushi-san?”
“¿Qué hacen hablando de mí como si no estuviera aquí?” se quejó Fudou, impaciente.
“¿Acaso prefieres que lo digamos a tus espaldas~?” preguntó Tsurumaru al aire.
“Tsk…” chasqueó la lengua y pasó a mirar a Atsushi con desafío y odio en sus ojos. “Bien, ya me viste… hic… ahora no tengo más que hacer aquí, ¿cierto? Dile a tu lunático hermano que me deje en paz para irme.”
“…” ante esas palabras, Atsushi se mostró un tanto sorprendido y en blanco. Dio un pesado suspiro. “Yagen me advirtió que no estarías contento de verme, pero esto es peor de lo que imaginé. Veo que has cambiado un poco, Fudou…”
“Y yo creo que tú sigues igual de tonto, Atsu…” entrecerró los ojos. “Hic… no soy como tus hermanos que se alegran de que estés aquí, ahora deja de mantenerme preso.”
“Pues no me gusta tu actitud, Fudou, seré sincero,” entonces, Atsushi frunció el ceño también y afiló los ojos. “También andas demasiado dependiente de tu adicción al alcohol. Eso no lo toleraré, ¿has oído?”
“¿No lo tolerarás? Hic… ¿con qué autoridad te sientes, miserable?”
“Con toda la autoridad viendo que tú no haces más que comportarte como un niño resentido,” declaró cruzándose de brazos.
“¡¿Qué has dicho?!” Fudou le encaró de cerca.
“Ehh…” Monoyoshi extendió sus brazos en un intento de apaciguar el conflicto, pero Tsurumaru le agarró de los hombros.
“Déjalos, suena a que tienen mucho de qué hablar,” comentó este, con leve entretenimiento.
“P-pero…”
“Me oíste,” continuó Atsushi. “Ya ni puedo imaginar lo frustrante que debe ser para Tharja tener que lidiar con un hermano menor alcohólico como tú.”
“Cuánto derecho tienes tú para hablar… hic…” le apuntó. “¡Tú eres el imbécil que ha estado diez años fuera y no ha hecho nada por sus hermanos!”
“E-esperen, ustedes dos,” dijo Ichigo, alarmado por el conflicto. “No se peleen. Vamos, tenemos que hablar las cosas con calma.”
“No puedo refutar del todo lo que dices, Fudou, pero un argumento ad hominem sólo te sirve para desplazar tu propia irresponsabilidad. No caeré en esa pobre respuesta de tu parte,” entrecerró sus ojos. “No pienses que sólo te ataco. Es en serio, ¿en algún momento te has puesto a pensar en el daño que le estás haciendo a tu hermana? ¿o en el daño que tú mismo te haces?”
“Tsk…” curiosamente, Fudou pareció responder ante esa interrogación. Su agresividad bajó, agachó su cabeza y apretó los dientes. “No me importa, no importa eso… hic… todos saben que sólo soy un insecto…”
“Fudou-kun…” Monoyoshi se afligió. “No, eso no es verdad…”
“Monoyoshi tiene razón, no lo eres…” Atsushi dio un pesado suspiro y se mostró apenado. “Creo que no has cambiado tanto, sigues siendo autocrítico. Pero no tienes por qué estresarte tanto. Estoy aquí y pretendo ayudarte, ¿de acuerdo? Siento si fui demasiado duro de la nada,” él pretendió agarrarle de un hombro, pero Fudou azotó su mano para rechazarle.
“No creas que me has convencido de nada… hic… aprende tu lugar, Toushirou,” dijo a secas.
“O-oye…” Tsurumaru se sorprendió por su reacción.
“Ya me has humillado demasiado, así que déjame irme, ¿quieres?”
“…ya veo…” Atsushi se frustró y se giró a un costado. “Namazuo.”
“Sí, dime,” este asintió.
“No dejes que Fudou se vaya hasta que yo te diga, ¿de acuerdo?”
“¡Entendido!” exclamó dando otro saludo militar.
“¿Q-qué?” Fudou palideció y notó que Atsushi se levantó. “¡¿Qué has dicho?!”
“Espero que no tengas mala memoria…” Atsushi le miró desde arriba con unos ojos intimidantes. “Siempre supe poner a los demás en su lugar, tú fuiste testigo de eso muchas veces, así que sabes a lo que te expones antagonizándome.”

Luego de dar su advertencia, el nuevo Toushirou procedió a la mesa donde estaban los bocadillos. Ichigo le siguió para tratar de razonar con él, acompañado de los otros dos hermanos.

“Demonios…” Fudou estaba cabizbajo como si le hubieran quitado sus energías vitales. “Hic… ¿qué carajos quieren conmigo…?”
“No, creo que estaba mal,” dijo Tsurumaru, asintiendo. “Siempre fueron dos gemelos malvados.”
“Tsk…” el pelimorado apretó sus puños. “Cállate de una vez…”
“Me sorprende que Atsushi-san haya actuado así. Siempre fue más asequible,” observó Monoyoshi, apenado. “Pero no te sientas mal, Fudou-kun. Te acompañaré todo el tiempo que te toque estar aquí.”
“Sin duda Monoyon es uno de los mejores ayudantes que podrías pedir, estás en buenas manos,” Tsurumaru levantó sus pulgares.

En ese momento, ingresaron los demás Toushirou a la sala. Gotou abrió la puerta y los menores se apresuraron para darle el alcance a Atsushi y saludarle.







“¡Atsushi-niisan!” exclamó Maeda, quien saltó a sus brazos.
“¡Oh! ¿Maeda?” este le recibió y le dio un rápido abrazo para mirarlo detenidamente, en shock. “¡Mírate! ¡Cuánto has crecido!”
“Atsushi-niisan, qué alegría volver a verte,” dijo Hirano, al costado de su mellizo, con una sonrisa y lágrimas en los ojos.  “¿Es verdad que has regresado definitivamente?”
“¡Tú también estás enorme! ¡Y por supuesto!” Atsushi asintió y sonrió decidido. “Estudiaré en la ciudad así que estaré disponible todo el tiempo. ¡Me ofrezco a ayudarles en lo que necesiten!”
“¡Finalmente! ¡Esas son excelentes noticias!” exclamó Hakata.
“Sí, en verdad que sí, soy muy feliz,” Gokotai asintió, conmovido y sonriendo, aunque su sonrisa estaba contagiada de una tristeza que había persistido ese último par de días.
“¡Atsushi-niisan!” Houchou finalmente se abrió paso para también darle un abrazo. “¡Qué bueno! ¡Qué bueno que estás aquí!”
“Oh, Houchou,” el hermano mayor retrocedió un paso por la fuerza que el pequeño usó para abrazarle. Este persistió en el abrazo. “Ya, ya, ¿qué te pasa? No te pongas así…”
“Hehe, nuestros hermanitos han ansiado verte por mucho tiempo, es normal,” explicó Shinano, sonriendo comprensivamente. Entonces, el pelirrojo pasó a tocar las puntas de sus dedos. “Y bueno, este momento es de los pequeños, pero luego yo también quiero abrazarte mucho y aclamar tu atención, ¿de acuerdo?”
“¿Acaso no estás muy grande para eso, Shinano?” le miró juiciosamente.
“Uhh, pues eres mi hermano mayor, ¡está en mi derecho!” reclamó haciendo un puchero.
“Vaya, nunca vas a cambiar…” negó y sonrió un poco. “Es un poco nostálgico…”

“¿Eh? ¿Qué haces aquí, Monoyoshi?” preguntó Gotou, confundido.
“Ichigo-san me extendió la invitación. Vine acompañando a senpai,” se explicó sonriente. “Pero deberías ir a encontrarte con Atsushi-san. Hace mucho que no se ven, ¿verdad?”
“Sí, en un momento, los demás ya lo tienen ocupado,” miró hacia sus hermanos reunidos y sonrió animado aunque también frustrado. “Me pesa decirlo. Este no es el mejor momento para su retorno aunque… tampoco nos ha venido mal. Al menos sirve para que los pequeños tengan algo de qué alegrarse…”
“Pues, es verdad…” Tsurumaru les observó. Era un reencuentro agridulce. La alegría inicial, la cual había sido mantenida por los mayores hasta aquel momento, comenzaba a desbaratarse.

“Ihhh… nii-san…” Houchou se puso a llorar. Él agarró a Atsushi de sus brazos y se apartó de él lo suficiente para mirarle al rostro.
“Houchou…” le miró sorprendido.
“Ihhh… Akita… Akita también querría estar aquí…” dijo, apenas conteniendo su llanto lo suficiente para decirlo. “Akita nunca debió haber salido… ¡Ihhh, ¿dónde está Akita?!”

Él lloró con fuerza y desolación desde ese momento. Atsushi volvió a darle un abrazo y acarició sus cabellos mientras dejaba que su hermanito se desahogue con él. A su vez, los otros pequeños también bajaron sus miradas con gran pena y frustración, y algunos, como Gokotai y Maeda, empezaron a llorar en silencio, sin poder contenerse más.

De inmediato, Ichigo, Namazuo y Shinano acudieron para atenderles y consolarles. Honebami los miró a todos desde su punto, sin tomar acción, hasta que Gotou le empujó para unírseles.

“…” Fudou se había quedado mirándoles meditativo.
“Quizás deberíamos dejarles solos,” observó Monoyoshi con tristeza, para entonces sonreír un poco. “Eh, podemos traerles algo de tomar. Ayúdenme, por favor.”
“Sí, no es una mala idea,” Tsurumaru se encogió de hombros.







Los Toushirou tomaron asiento en los sofás de aquella gran sala. Ahí se pusieron a narrar los hechos del domingo hasta donde tenían información. Para variar, había sido un día bastante vacío en la residencia familiar. Aparte de los Toushirou que asistieron al festival de distintas maneras, Ichigo y Gotou estuvieron ocupados con asuntos de negocios, Shinano había salido de paseo con Syo y Natsuki, y Gokotai había ido a la casa de su compañera Saki para trabajar en el presente proyecto escolar. Los únicos en casa aquel día fueron Hakata, Akita y Houchou, con el primero de ellos encerrado en su habitación atareado con sus tareas de la escuela y la universidad.

“Yo fui… el único que estuvo con Akita… todo ese día tuve un mal presentimiento…” dijo Houchou, todavía triste. Él estaba sentado al costado de Ichigo, quien mantenía una mano encima de su hombro. “Akita quería buscarlos a ustedes. Han estado muy ocupados con la universidad, así que pensó que los encontraría ahí… pero… pero no sabía lo del festival… a mí se me había olvidado por completo…” comprimió sus puños y sus ojos se llenaron de lágrimas. “Es mi culpa, ¿verdad? Yo debí habérselo dicho cuando me enteré… debí de detenerle de ir solo… al menos debí haber ido con él. ¿Por qué no lo hice?”
“Houchou, no puedes darte la culpa de todo esto,” le pidió Maeda, preocupado. Miró al piso. “Creo que todos nos sentimos así. Todos hubiéramos querido hacer algo distinto.”
“Tú estabas en ese festival, Maeda. Más bien, tú lo tuviste difícil…” cerró sus ojos con fuerza. “Yo fui quien descuidé a Akita.”
“Pero su salida fue una salida normal, una que cualquiera de nosotros pudo haberse dado. Nunca hubo nada de extraño con ello,” argumentó Hirano, alarmado. “No tienes nada que ver en lo que ha ocurrido, Houchou.”
“¿Entonces qué? ¿Por qué ocurrió esto?” preguntó impaciente. “¿Por qué Akita nunca regresó a casa? Parece que ni llegó a Rizembool.”
“No lo sabemos, hermano, pero apuntarnos a nosotros mismos como los culpables no es la forma en la cual lo entenderemos,” le aseguró Ichigo, tranquilamente. “Hay momentos en la vida que ocurren sin importar lo que intentemos hacer. En nuestra búsqueda por razón o respuestas podemos verternos toda la culpa encima, porque eso es todo lo que llegamos a comprender, pero no está bien. Me duele oírte así. Tú quieres a Akita al igual que todos nosotros y estás muy preocupado por él. Es un sentimiento que nos une…” él llevó su mano libre al pecho y cerró sus ojos con solemnidad. “Todos quisiéramos cargar este enorme peso encima de nuestros hombros. Yo también quisiera llevarme toda la responsabilidad, para evitar que tú o que nuestros hermanos se vean forzados a soportarlo.”
“Ichi-nii…” Houchou le miró anonadado.
“Pero no lo haré, esto no es la culpa de ninguno de nosotros. No podemos lastimarnos en nombre de Akita. Es ahora que debemos de ser fuertes por él y unirnos entre todos para afrontar esta situación,” afirmó. Abrió sus ojos y suavizó su expresión para sonreír al pequeño con dulzura. “No temas, Houchou. Seguiremos investigando lo sucedido y no nos detendremos hasta dar con él y traerlo de regreso a casa. Te lo prometo.”
“Sí, entiendo,” asintió y adoptó determinación en su rostro. De inmediato se secó las lágrimas. “Tienes razón, Ichi-nii. Seré fuerte.”
“Aun así, sabes que puedes apoyarte en nosotros. Estamos aquí por ello mismo,” Ichigo le abrazó de costado.
“Tú no fuiste el único en casa con Akita,” le recordó Hakata, frustrado. “Sé que andaba ocupado, pero eso no me hace menos presente que tú. Aunque Ichi-nii tiene razón. Esto no se trata de aceptar la culpa. Es el momento de tranquilidad y de soluciones. Si nos dejamos llevar nunca vamos a llegar a nada.”
“Sí, es difícil, a veces inevitable, no pensar en cosas aterradoras… también he andado así durante estos días…” confesó Gokotai, abrazando a uno de sus tigres. “Creo que no he sido una gran ayuda aquí, ¿no es así? Pero más bien hay que esperar a que Akita regrese a nosotros. Sé que lo hará, lo seguiré pensando.”
“Por supuesto,” Namazuo asintió, decidido. Él sonrió para amenizar. “No se olviden que somos Toushirou, nuestra lealtad familiar nos traerá a todos juntos sin importar qué suceda, y yo daré todo de mí para garantizarlo, no lo olviden.”
“Así es, Namazuo. Sé que todos aquí nos sentimos igual,” Ichigo asintió.

Después del momento que se habían dado para narrar los sucesos de hace dos días, Atsushi se había apartado un poco para que Gotou y Shinano se dedicaran a ponerle al tanto de la situación, desde un punto de vista más factual.

“De momento no hay ninguna evidencia concluyente…” Atsushi meditaba con una mano en su mentón. “Ya veo…”
“Al parecer las cámaras de seguridad disponibles en la ruta que se cree que Akita tomó para ir a Rizembool son escasas y hay un largo tramo que carece de ellas,” observó Gotou, frustrado. “Lamentablemente, ese tramo llega hasta la universidad.”
“¿Acaso Rizembool no tiene su propio sistema de vigilancia?”
“Pues sí, Ichi-nii dijo algo con respecto a los policías haciendo el papeleo necesario para tener acceso a las grabaciones, y aun así no podían compartir las mismas con nosotros tan abiertamente,” observó Shinano, un poco nervioso. “Con respecto a ello, Yagen ya hizo una revisión personal, y nos dijo que no hay ninguna grabación con Akita aquel día…” desvió su mirada. “Aunque, por cómo me lo dijo, él tampoco está del todo convencido. Dijo que vería si puede hacer más que eso.”
“Los detectives de la policía intentarán otros métodos. Al menos es una investigación abierta y todos ellos desean mantenerla así,” le aseguró Gotou. “Obviamente, de ningún modo dejaríamos que se cierre.”
“Aun así, ya han sido dos días…” meditó el pelinegro, ensimismado.
“…” Shinano le miró preocupado y bajó su mirada. “Sí, ya son dos días…”
“Tsk… lo sé bien… demasiado puede ocurrir en dos días…” Gotou apretó sus puños. “Es demasiado tiempo para una persona desaparecida, en especial si esperamos recuperarle ileso. Frustra que nadie haya reportado nada, y eso que esparcimos volantes y avisos por internet.”
“…”
“Honebami-nii…” Shinano miró a Honebami, quien estaba ocupando un sillón adjunto y miraba a los pequeños siendo animados por Ichigo y Namazuo. “¿Es verdad que no puedes rastrear a Akita? ¿No tienes alguna información?”
“…” este negó pausadamente y le miró con inmutabilidad. “Lo lamento. Esta vez no puedo serles de utilidad…”
“No te preocupes, es frustrante, pero nos ayudaste mucho poniendo a Hirano y Maeda a salvo en el festival,” observó Gotou. “Nosotros también tenemos que poner de nuestra parte… si tan sólo supiera qué podríamos hacer…”
“…lo entiendo, Gotou…” Atsushi se cruzó de brazos. Cerró sus ojos con gran seriedad. “Entiendo este sentimiento de impotencia… también comprendo bien la culpa que Houchou nos acaba de manifestar…”
“Atsushi…” Shinano se sorprendió. No tardó en recordar aquel inapropiado viaje que habían realizado a ese bosque… el lugar de la desaparición de ese hermano del pasado. Ello le llevó a afligirse. “Perdón… este no ha sido un retorno fácil para ti, hermano. Tú y Yagen han tenido que lidiar con esto ya una vez…”
“Eh, Shinano…” Gotou se quedó frío por su honestidad.
“Es verdad, pero no habría hecho más que perder el tiempo fuera de casa si no estuviera listo para afrontarlo,” declaró Atsushi, todavía meditabundo con los ojos cerrados. “Desde ese viaje que ustedes tuvieron, reflexioné con respecto al silencio que Yagen y yo hemos guardado, a manera de no hacerles recordar la desaparición de Midare, por tratarse de un suceso que nosotros dos asumimos como personal, y quisimos responsabilizarnos del mismo.”
“…” Shinano y Gotou intercambiaron miradas.
“Y a cambio dejamos que nuestros hermanos menores crecieran con la mera vaga realización de que tuvieron a un hermano llamado Midare, el cual ni sabían cómo lucía. Les robamos de un conocimiento que ellos consideraron grato durante este más reciente viaje, y a su vez, del aprendizaje de lidiar con la ausencia de un ser querido y fortalecerse luego de ello…” dio un suspiro. “Nuestros hermanos tienen mucho por entender y aprender. Pienso que les hemos resguardado demasiado. Este no será el mejor momento para decirlo, pero en el peor de los casos, ellos tendrán que enfrentar la más dura realidad si no podemos dar con Akita.”
“¡A-Atsushi!” Gotou se escandalizó y miró de reojo para asegurarse, con gran alivio, que los demás no le habían oído.
“Nii-san, no puedes decir eso, por favor,” le suplicó Shinano.
“Es la verdad. No es algo que ninguno de nosotros desea, pero ni Yagen ni yo quisimos aceptar que perdimos a Midare hasta que llegó el momento de regresar a casa sin él…”
“Tsk… es cierto que no sé qué punto de vista tienen ustedes sobre esto…” admitió Gotou, inconforme e incómodo. “Pero no puedes dar este asunto por sentado.”
“¿En verdad crees que lo estoy haciendo? Escúchame, Gotou…” Atsushi finalmente abrió sus ojos, unos gélidos, afilados, capaces de penetrar el alma de cualquiera. “No creas que dejaré un rincón de esta enorme ciudad sin revisar antes de darme por vencido en encontrar a Akita. No he regresado para nuevamente ser un niño impotente. Si la policía nos es inútil, yo me las arreglaré, sin importar qué tenga que hacer, lo juro…”

Ante esas declaraciones, sus dos hermanos le miraron sorprendidos y un tanto aterrados por su inesperada intensidad. Fue ahí que recordaron la resiliencia y fortaleza de aquel hermano mayor que finalmente había regresado a casa…

“Atsu-nii, ¿se te antoja algo de comer?” preguntó Hakata, quien se acercó a ese pequeño grupo.
“¿Eh? Hm, a decir verdad, sí tengo un poco de hambre…” este completamente deshizo su aura de peligro para mostrarse confundido, y terminó por sonreír. “Ah, pero tenemos todavía la bandeja de bocadillos, creo que estoy bien con eso.”
“Pues sí, Ichi-nii siempre nos dice que no debemos desperdiciar la comida. ¡Bueno vamos a comer! De ahí vemos si algo más en la cocina nos llama la atención.”
“Claro, buena idea,” dicho esto, Atsushi acompañó a Hakata a reunirse con los demás.
“¿Q-q-qué fue eso…?” preguntó Shinano con un hilo de voz, mirando pasmado al pelinegro.
“Tch, es igual de bifacético que Yagen,” Gotou le miró fastidiado. “Demonios, han estado la mitad de sus vidas separados y siguen siendo dos gotas de agua. Cómo me molestan.”
“¡Pero Yagen-nii no me da miedo!” exclamó Shinano, quien abrazó al otro de un brazo. “¿Qué tal si los militares nos han devuelto a un hermano asesino con PTSD? ¡Ahh, no quiero!”
“¿Qué cosas dices, Shinano?” alzó una ceja con incredulidad. Entonces comprendió que seguramente Yagen nunca había mostrado su otra faceta a Shinano (o a nadie más en su familia, si se ponía a pensar). Dio un suspiro. “Uhh, en fin, ya te acostumbrarás, y Atsushi siempre ha sido menos paciente contigo que Yagen o yo, así que no lo fastidies, ¿de acuerdo?”

De aquel modo, los Toushirou terminaron congregándose alrededor de las bandejas para degustar la oferta de comida mientras continuaban animándose mutuamente.


En la cocina, Monoyoshi andaba llenando los vasos en las bandejas con unas gaseosas ya previamente separadas. Las preparaciones se estaban terminando y pronto les tocaría regresar al punto de reunión.

“Espero que los hermanos hayan podido tener una buena conversación entre todos,” comentó el pelirrosa en plena faena. “Es difícil comentar al respecto. Realmente se encuentran en una situación muy intensa e incierta, pero se tienen los unos a los otros. Sólo espero que puedan enfocarse en lo más valioso para ellos y no dejarse llevar por las circunstancias.”
“Siempre dices esas palabras de todo corazón con tanta espontaneidad, Monoyon, por algo te me haces tan adorable~” canturreó Tsurumaru. Este le revolvió los cabellos al otro.
“Hehe, senpai, me vas a hacer derramar la bebida…” rió con torpeza.
“Pero no tienes que preocuparte. El buen Ichigo se asegurará de mantener a todos sus hermanitos positivos y con esperanzas,” sonrió con ironía. “Comprendo que a veces le hará falta una voz fuerte o mayor presencia, pero posee el temple y la caridad para cuidar de todos sus pequeños.”
“Pienso que Ichigo-san sí posee lo que dices, es sólo que nunca tiene que recurrir a ello, senpai.”
“Tal vez tengas razón, pequeñín, tú sueles andar más al pendiente de otros que yo.”

Tsurumaru miró de reojo a un costado de la cocina, donde Fudou había tomado asiento en un taburete y estaba mirando inconforme y pensativo a la ventana más cercana. Encontró gracioso pensar que aquel momento era quizás el más conveniente para que este pretendiera escapar y pasar desapercibido, pero era evidente que su mente andaba saturada con otro tema.

“¡Listo!” reportó Monoyoshi con alegría. “Senpai, Fudou-kun, vamos a llevar las bebidas.”
“Enseguida~” canturreó Tsurumaru. “Oye, hermanito de Tharja, ayúdanos con esto.”
“¿Qué tienes con llamarme así…?” preguntó impaciente y enseñando los dientes, aunque sin despegar su mirada de afuera.
“Fudou-kun…” Monoyoshi le miró con curiosidad. “¿Te sientes bien? Has estado muy callado.”
“…” dio un suspiro y se levantó. “Hic… sí, estoy bien, no es nada…”
“También debes estar preocupado por Akita, ¿no es así?” el pelirrosa bajó su mirada. “Tiene sentido. Los Toushirou son como hermanos para ti.”
“Tsk, no son mis hermanos,” desvió su mirada. Hubo un corto silencio. “…y pensar que ese paseo al bosque no fue hace mucho… ese niño estaba tan animado viendo los escorpiones que sus hermanos encontraron…”
“Fudou-kun…”
“Sí, recuerdo eso, no es fácil olvidarse de la imagen mental de los demás polluelos asustados con esos arácnidos,” Tsurumaru sonrió y se encogió de hombros. “Ese Toushirou pelirrosa gustará de recolectar insectos, me imagino…”
“…” Fudou miró al peliblanco con cierta animosidad.
“¿Eh? ¿Qué dije ahora?” preguntó este, confundido.
“Nada… hic… sólo no evito recordar al altanero de Yagen cuando te miro. Él que ni se ha molestado en venir desde que su hermano menor desapareció…”
“Hmm…” Tsurumaru le miró con cierta intriga.
“Por favor, no discutan,” suplicó Monoyoshi. “Es difícil saber cómo otros se sienten o comprenderles del todo, pero estoy seguro que Yagen-san anda preocupado por Akita, al igual que todos los demás. No debemos juzgarlo, Fudou-kun.”
“Tú siempre defenderás a los más miserables, Mono-chan… hic… me enferma un poco que seas tan optimista,” admitió. “Uhh… pero como sea, sólo soy un bicho, ni debería estar aquí…”
“No digas eso, Fudou-kun. En verdad tú tienes más razón de estar aquí que senpai o yo,” le aseguró Monoyoshi, atentamente. Le sonrió un poco. “Has admitido que también estás muy preocupado por Akita. Le recordaste haciendo uno de sus pasatiempos. Lo siento mucho, siento que esto haya tenido que suceder. Yo en verdad quisiera poder hacer algo por todos ustedes, pero por ahora quiero al menos extenderles mi simpatía y serles de un poco de alivio.”
“…” Fudou desvió su mirada.
“Heh…” Tsurumaru terminó por no ahorrarse las ganas de contestarle. El normalmente sereno y bromista peliblanco le observó desde arriba con desdén y una sonrisa sardónica. “Interesante. Así que eras de ese tipo…”
“Eh, ¿senpai?” Monoyoshi se sorprendió.
“¿Qué quieres decir?” le preguntó Fudou con desconfianza.
“Haha, pensarás que estoy loco. Yo que tengo mis propios problemas con ese diablo del cual te andas quejando y totalmente entiendo que te fastidie y que te quejes de él, pero esta vez Yagen ni está aquí y no pierdes la oportunidad para saltar a insultarle, aun si nadie le había mencionado,” observó con intriga. “Ya casi parece un vicio tuyo o una mala manía. Pues, para tu información, él ha movido todo lo posible dentro de Rizembool en búsqueda de respuestas y hasta he tenido que ayudarle en algunas cosas, en vano. Sé que anda extenuado entre este problema en su familia y sus propias obligaciones, y para variar simpatizo con él,” su expresión se aligeró a una sonrisa frustrada. “El diablo anda haciendo su trabajo. Por otro lado, tenemos a un insolente que no ha movido ni un dedo y le juzga antes de informarse sólo porque él no está aquí.”
“Tch, ¿y por qué lo andas defendiendo?” espetó Fudou, enseñando los dientes. “Fuera de las formalidades, lo que él verdaderamente podría hacer es estar aquí con la gente que supuestamente le importa… hic… y él nunca está aquí por nadie.”
“Sí pues, eso me dice mucho de ti, Fudou,” le miró fijamente, con ojos gélidos.
“Tch…” dicha mirada le paralizó. Siempre había sentido rechazo de aquel chiflado amigo de los Toushirou y en ese momento era casi como si pudiera ver parte de lo que ocultaba debajo de su ameno semblante.
“Es gracioso pensar que, pese a tus declaraciones de que no te importa, tú tienes muchas expectativas de Yagen,” observó con curiosidad, llevando una mano a su mentón. “De nuevo, entiendo que todos le juzguen y le critiquen, pero más allá de eso, te estás tomando todo este asunto personal. Lo mismo va para este mellizo que acaba de llegar, ¿verdad?”
“¿Eh? ¿Qué demonios dices?” le preguntó indignado.
“Estás predispuesto a rechazarles y molestarte con ellos porque lo sientes en tu derecho, y así nunca les darás una oportunidad. Qué lástima…” dejó su frialdad de lado para sonreír indiferente y encogerse de hombros. “Ellos siempre estarán mal en tu cabeza porque no son el ideal que esperas que sean. Por cierto, ellos nunca lo serán. ¿Por qué entonces te haces tan mala sangre?”
“Cállate, imbécil…” apretó los dientes. “Tú no sabes nada…”
“…” le miró desde arriba, con cierto entretenimiento. “No, puedo imaginarlo. Presumo saber de dónde viene tu desdén al menos en lo más básico. Ambos son los Toushirou que en su niñez abandonaron a los demás, ¿no es así? No sé qué tendrá que ver eso contigo, pero por si no te has dado cuenta, ya han pasado alrededor de diez años. ¿Qué haces aferrándote al pasado?”
“…” le miró colérico, sin saber qué decirle.
“En especial porque el día de hoy están homenajeando a uno de ellos que sí pretende estar con su familia de ahora en adelante, así que tu desprecio ya no debería venir al caso. Y no te culpo por desconfiar, pero de nuevo…” afiló sus ojos. “¿Qué derecho te da de despreciar a otros…?”
“Senpai, por favor,” suplicó Monoyoshi.
“…” Tsurumaru le miró de reojo. Fue como si se hubiera olvidado de la presencia de su kouhai, quien le miraba con ojos tristes y suplicantes. Se dio un par de segundos para recordar su punto en el espacio, y terminó por sonreír apenado y revolver los cabellos a su menor. “Ah, lo siento, Monoyon. No quiero causar problemas en la casa de Ichigo. Tampoco quiero verte tan preocupado. Ya pasó, ya pasó~” él regresó a su disposición amigable y tomó una de las bandejas. “Mejor voy yendo en marcha. No se tarden en venir.”
“Eh, sí, muchas gracias,” Monoyoshi asintió y así Tsurumaru partió con rapidez. Ni bien él se fue, el pelirrosa se dirigió a Fudou, quien fruncía el ceño y se veía inconforme y ofuscado. “Eh, lo siento mucho, Fudou-kun.”
“¿Ah?” Fudou le miró extrañado y le dio un leve zape en la cabeza. “¿Qué haces disculpándote por ese? Hic… tú no has hecho nada.”
“Eh, pues yo…” este se agarró su cabeza y sonrió incomodo. “Supongo no será tanto por pedir disculpas, más bien, espero que no te hayas sentido mal,” asintió. “Se me hace un poco extraño a mí también. No recuerdo haber presenciado a senpai defender a Yagen-san previamente, pero eso era lo que intentaba hacer, estoy convencido.”
“…” le miró confundido.
“Y pues, pensando en tu situación…” sonrió apenado. “Senpai se ha precipitado en hablar, podríamos decirlo. Yo confío plenamente en todos los Toushirou, aunque nunca hablaría en tu lugar. Puede que tengas varios motivos válidos para dudar de ellos dos y no pienso cuestionarlo, pero al menos sí quisiera que no te aferres tanto al pasado…” ensanchó su sonrisa. Juntó ambas manos a modo de rezar y cerró sus ojos. “Este recuerdo de Akita durante las vacaciones de verano, siento que es algo que podrías compartir con los demás aquí. Desearía que tú pudieras sentirte más cómodo con ellos y dejar tus problemas de lado, al menos si sólo es durante momentos importantes como este. Puedo percibir tus anhelos y el cariño que en el fondo sientes por los pequeños. Tú también quieres que todos estén bien y que este problema se solucione de la mejor manera.”
“Ehh…tsk…” desvió su mirada, incómodo.
“Y por sobre todo, es casi una reunión familiar para ti, Fudou-kun, pero si puedo serte de compañía para aliviar un poco tu inquietud y estrés, para eso mismo estoy aquí,” le aseguró. “Ahora llevemos las bandejas. No debemos tardarnos mucho.”
“Uhh…” Fudou negó frustrado y caminó hacia las mismas, pero se detuvo un momento. Este agarró a Monoyoshi de un hombro.
“¿Eh?” el pelirrosa ladeó su cabeza. “¿Fudou-kun?”
“Hic…” de repente, Fudou le miró de reojo con un aura asesina. “Qué te conste que odio al imbécil al cual llamas senpai…”
“Ehh…” sonrió nervioso.
“Pero…” dio un suspiro y para variar, le sonrió un poco. “Gracias, Mono-chan, por esas palabras. No debería haber nadie que se preocupe tanto por un inadaptado como yo, pero tú lo haces. Lamento las molestias.”
“No tienes por qué agradecer, Fudou-kun. Somos amigos,” afirmó contento.



Cho

85.1.2.



Pasaron unas horas y llegó el anochecer. Los Sanjou llegaron tardíamente, y luego de dedicarse a dialogar con el recién llegado, ellos aprovecharon para esparcirse y pasar un buen tiempo en la residencia de sus amigos. Mikazuki se quedó junto con los tres Toushirou mayores y Tsurumaru para tomar el té mientras que sus parientes llevaron a los Toushirou más jóvenes al jardín, donde se pusieron a jugar con ellos.

“Les agradezco por venir a visitarnos el día de hoy, Mikazuki,” dijo Ichigo, sonriendo con calidez. Él se dio una pausa para observar hacia el jardín trasero por los ventanales de esa sala de té. Se podía apreciar a los demás invitados con los más pequeños inmersos en un juego de vóley. “Les han regresado la vida a mis hermanos. Han hecho de este tan esperado retorno de Atsushi a casa un momento agradable y de confraternidad, a pesar de las presentes circunstancias…”
“Pienso innecesario que nos lo agradezcas, Ichigo. Es sólo natural que vengamos a animarles, en este día tan importante para tu familia,” contestó el peliazul, quien sostenía su taza de té y miraba su propio reflejo en la superficie. “Comprendo que la situación en el caso de tu hermano menor es aún incierta.”
“Sí, lo es…” bajó su mirada.
“…” Namazuo miró a su hermano con preocupación y también agachó su cabeza.
“Estará de más decirlo, pero no hay por qué angustiarse mientras no haya nada que pueda hacerse. De todos modos, cuentan con nosotros para lo que necesiten,” declaró y se dirigió al primogénito con un semblante calmado y receptivo. “No tendremos su apellido, pero nos hemos vuelvo afines con el paso del tiempo, Ichigo. Somos casi como hermanos espirituales.”
“Agradezco tus palabras, Mikazuki…”
“Por ello mismo…” el peliazul sonrió entretenido y agarró de un hombro a Honebami, quien estaba sentado a su costado.
“…” este le miró atentamente.
“Honebami también es un hermano espiritual para mí, es el hermanito que he decidido tener en mi vida y del cual me siento muy dichoso,” Mikazuki pasó a extender su brazo y esta vez darle un abrazo de costado al Toushirou taciturno, quien mostró una pizca de confusión en sus ojos. “Considerando la llegada de Atsushi a tu hogar, no les caería mal dejarme acoger a Honebami. Mi residencia es más grande que la de ustedes.”
“O-oye, Jiji…” Namazuo entrecerró los ojos.
“Mikazuki, ¿cómo te atreves a hacer este comentario durante estas circunstancias?” preguntó Ichigo, claramente molesto aunque cabizbajo y conteniendo su fastidio.
“¡Hahaha, creo que es la única cosa que te fastidia tanto, Ichigo!” Tsurumaru se rió con ganas. “Si te molesta tanto no deberías dejar que tu hermano se siente cerca de Jiji, ¿verdad?”
“Ichigo es demasiado amable para su propio bien, ¿no te parece, Tsurumaru?” preguntó Mikazuki, quien finalmente libró a Honebami y sacó su abanico. “Aunque lo que dices no es verdad. Hay varias maneras de fastidiar a nuestro sensible amigo. Es sólo cuestión de aprender cuáles son. Como su amigo de toda la vida, poseo el armamento adecuado.”
“Oh, muy cierto, sin duda tengo mucho que aprender de ti,” declaró Tsurumaru, impresionado. “¡Esperaré tus enseñanzas, sensei!”
“¡Hahaha!”
“¡Ya, no fastidien a Ichi-nii!” reclamó Namazuo, agitando sus brazos. Él miró a su mellizo. “Y tú podrías ayudarme, Honebami. No te quedes nulo cada vez que esto sucede.”
“…” Honebami ladeó su cabeza. “¿Qué se supone que debería hacer?”
“Sólo necesitas ser tú mismo, Honebami,” le aconsejó Mikazuki, con una radiante sonrisa. “Si prefieres no decir nada en lo absoluto, estaremos contentos con tu decisión.”
“…” este asintió. “Entendido…”
“Ahh, increíble…” Namazuo se dio un facepalm. Entonces, su mirada se deslizó a la ventana. “¿Eh? ¿Ahora están jalando la soga? ¿Trajeron una soga?”
“Haha, fue idea de Imanotsurugi. Hemos traído varias cosas,” contestó el peliazul. “Me siento orgulloso de mi pequeño. Es normal oír de elogios dados a adultos que son buenos con los niños, pero considero que los niños que son buenos con otros niños son incluso más especiales. Creo que a este ritmo, Imanotsurugi también llegará a la vejez cuando alcance mi edad.”
“Ah, nunca lo había pensado, tienes mucha razón, Jiji,” Namazuo asintió animado. “Haha, pero está bien que te siga los pasos,” sonrió gatunamente. “Eres un abuelito muy fuerte y apuesto. Todos quisiéramos envejecer como tú.”
“¡Hahaha! Siempre tienes las más raras ocurrencias, Namazuo.”
“Eh…” Ichigo se giró y observó a sus hermanos competir en dos grupos, mientras los otros Sanjou les alentaban con abanicos. Fue una vista que le enterneció y a su vez le hizo sentir una profunda tristeza. Era posible vivir un momento olvidando todas las penurias, casi deseaba que ello no fuera a terminar para sus pequeños y que pudieran seguir divirtiéndose en compañía de sus seres queridos, pero de igual forma les tocaba regresar a la realidad y seguir adelante, hacia el incierto futuro que les aguardaba…
“¡Waahh!” exclamó Tsurumaru al mismo momento que saltaba encima de la mesa. Su travesura causó que más de una taza fuera botada, y ello terminó sacando a Ichigo de su trance con gran brusquedad.
“Ihh… menos mal que estaba tomando té, pero…” comentó Namazuo, quien ahora se secaba la bebida de su rostro.
“Tsu-Tsurumaru-san…” Ichigo miró al peliblanco sumamente perplejo, aunque sin una pizca de molestia. “¿Qué sucede?”
“Hahaha, veo que te asusté, aunque me desanima un poco ver que no te he molestado,” admitió Tsurumaru, sonriendo con humildad. “Y hasta tu taza no se volcó. Qué estable que fuiste.”
“Mi atuendo pudo haberse arruinado, hubiera sido inconveniente para mí,” comentó Mikazuki sin disminuir sus ánimos. Él fue extendido su taza por Honebami, quien se percató de la acción de Tsurumaru a tiempo y recogió tanto la taza del peliazul como la suya propia. “Ah, muchas gracias, Honebami, eres una gran ayuda.”
“¿A qué se debe esta broma de tu parte?” preguntó Ichigo.
“Como nuestro sensible amigo, no puedo dejar que te aísles así. Ya deja de preocuparte de más,” dijo Tsurumaru, quien se paró sobre la mesa y le apuntó acusatoriamente. Dibujó una sonrisa empática y un tanto frustrada en su rostro. “Date un descanso. No puedo pensar en tanta gente como tú responsable de tantos pequeños seres humanos y con tantas ocupaciones académicas y laborales. Cuando te sientas inspirado a romper un poco con la rutina y, no sé, saltar encima de una mesa de té, pues tienes que hacerlo. ¡Hahaha, créeme, es muy saludable!”
“Ehh…”
“No tiene por qué ser tan literal, pero estoy de acuerdo con Tsurumaru,” Mikazuki asintió. “Te haría muy bien. Es también un mensaje que podrías pasarle a tus hermanos menores.”
“…” Ichigo miró al par y sonrió tranquilamente. “Les agradezco su atención a mi persona, han sido un gran apoyo. Tomaré en consideración esta enseñanza.”
“Hehe, ya me dieron ganas,” Namazuo sonrió. “¡Haz espacio, Tsurumaru! ¡Yo también quiero saltar sobre la mesa!”
“Detente,” espetó Honebami, con una gélida ira. “La romperás.”
“Ihh…” Namazuo se asustó e hizo un puchero. “¿Por qué no puedes ser así con Jiji? Es como si sólo te molestaras conmigo.”

Sus quejas fueron recibidas con buenos ánimos y la conversación continuó.


Afuera de esa sala de té, al otro lado de la puerta cerrada, se encontraba Tharja, quien espiaba esa conversación a través del orificio de la llave. Ella andaba enfocada en su labor cuando un saludo repentino la despertó.

“¡Así que aquí estabas, nee-san!” exclamó Atsushi, de buenos ánimos.
“…” ella se sobresaltó y luego de ver de quién se trataba, pasó a calmarse y a su vez invocar un aura de frustración y cierta desdicha. “Ah, eres tú.”
“¿Hm?” Atsushi se acercó a la puerta y miró por la rendija brevemente. “Oh, Jiji anda ahí, eso lo explica. Sigues con tu crush en él, ¿verdad?” asintió contento. “Yagen me dijo que ya anda prestándote atención, ¡así que felicidades!”
“Tsk…” la chica le agarró de un brazo y lo jaló para alejarse una distancia prudente de esa puerta. “Siempre fuiste el ruidoso de los dos. Nos van a oír.”
“Eh, perdón, no fue mi intención,” admitió incómodo. “Oh, por cierto, ¿no te importa si te llamo nee-san? Creo que ya me acostumbré a hacerlo.”
“Pues…” frunció el ceño. “Está bien, pero no lo hagas cuando tus otros hermanos estén presentes. Algunos de ellos andan tratando de llamarme así y me enferma.”
“Pero está bien que yo lo haga,” asintió. “Hehe, admito que eso me hace feliz. Yagen y yo siempre tuvimos ese privilegio.”
“…” le miraba con leve desconcierto. A pesar de haber sido tantos años, le inspiraba la misma aura que cuando era un niño. Ese chico no parecía haber cambiado en lo absoluto, lo cual le resultaba reconfortante. “Hm, tu hermano me ha dejado de llamar así, no que importe.”
“Qué raro,” alzó una ceja. “Por más formal que sea en su entorno, Yagen es de poner apodos a las personas más cercanas a él.”
“Ya no somos cercanos, no lo hemos sido en diez años. Apenas nos vemos los rostros.”
“Pues…” Atsushi sonrió con ironía. “Eso es muy lógico, nee-san. Así no es como funciona la cercanía. Pero sí, no es importante.”
“…”
“Siento que tengo un montón de cosas que hablar contigo, aunque ahora no es el momento. ¿No hay problema si uno de estos días paso por tu casa?”
“¿De qué quieres hablar?”
“De un montón, preferiría no especificar ahora…” sonrió incómodo. “Muchas cosas pasaron, supongo tendrás un montón que cuestionarme. Y pues… no sé cuánto tenga por decir, pero haré el intento…”
“…” le miró un momento y negó. “No tienes que explicarte ante mí, Atsu.”
“¿Eh?”
“Sí te juzgué por demasiado tiempo, pero mi parecer cambió… bastante reciente, a decir verdad,” dio un suspiro y frunció el ceño. “No eres más que un niño imperfecto e inconsciente como todos los demás. Yo también lo he sido. Dejémoslo así.”
“Eh, sí…” asintió perplejo.
“Pero ahora que estás aquí y que tuviste esa intención de dirigirte a mí…” Tharja bajó su mirada. “Tengo un favor que pedirte.”
“¿Qué cosa?”
“Cuida de Fudou, ojalá te escuche a ti…” apretó los dientes. “A mí no me hace caso.”
“Sí, entiendo…” contestó meditativo. “A decir verdad, Ichi-nii justo me pidió lo mismo antes que todos llegaran y descuida,” sonrió decidido. “Vine con eso en mente. No tenían que pedirme que lo hiciera.”
“…” le miró atentamente.
“Aunque no hemos comenzado de la mejor manera,” dio un suspiro. “Tengo que hablar con él.”





A las afueras de la casa, en el patio trasero, Shinano y Gotou observaban a los pequeños en plena actividad a distancia, mientras conversaban con Monoyoshi y Fudou. El pelirrosa les comentaba el hecho que había un nuevo chico en su salón, del cual estaba a cargo.

“Pues…” Gotou dio un suspiro. “No lo dirás propiamente, pero suena a que es alguien problemático, al menos no parece colaborador. No tendrías por qué estar a cargo de otro alumno, Monoyoshi. ¿Para qué están los profesores?”
“Sí, pero ya sabes que Mono-chan es un caso perdido…” Fudou se encogió de hombros.
“Yo creo que Leo-san es una gran persona, es un presentimiento, y realmente quisiera hacer algo por él si es que puedo hacerlo,” comentó Monoyoshi, alegremente. “Más bien, será otro presentimiento, pero considero que es muy similar a ti, Fudou-kun.”
“¿Eh?” este se extrañó.
“¡Sí! No sabría explicarlo, pero creo que tienen varias cosas en común.”
“¿Qué cosas dices?” resopló y frunció el ceño. “¿Acaso es un desarreglado ruidoso y borracho como yo?”
“Es curioso que justo mencionaras lo que no tienen en común…”
“Si no es así no sé por qué dirías que nos parecemos,” concluyó frustrado. “No tengo más cualidades que ofrecer.”
“Ehm, no que esas hayan sido cualidades para empezar…” Shinano lo meditó un poco. “Oh, ¿entonces tal vez ese chico pelea con las espadas, tiende a apartar a los demás y es muy respondón con otras personas?”
“No sé si llamarlos respondón, pero en todo eso sí se parecen,” Monoyoshi asintió. “Aunque sé que no es precisamente lo que quise decir… ehh…”
“Seguramente andas pensando en otras cualidades, aunque no andes tan al pendiente de los demás, Monoyoshi,” observó Gotou. “Si te causa problemas, estarías en tu derecho de pedir apoyo a tus maestros, o en lo más mínimo podrías avisarme a mí.”
“Pues eso sí…” Fudou negó y entrecerró sus ojos. “Tú te dejas aplastar como un insecto, Mono-chan,” golpeó un puño en su otra mano. “Pero si ese o cualquier otro patán te hace daño, yo le daré un escarmiento, ¿has entendido? ¿No te sumas, Gotou?”
“¿Eh?” el Toushirou se impresionó.
“¡Nii-san, no debes ser un bully!” suplicó Shinano, asustado.
“¿Qué? Pero si yo no dije nada,” contestó Gotou, perplejo. “Sólo pretendo ayudar a Monoyoshi, nada más. Nunca dije que andaría golpeando a nadie. ¿De dónde sacan eso?”
“Tsk, entonces eres un inservible,” Fudou rodó los ojos.
“¡¿Qué has dicho?!”
“Por favor, no se peleen,” dijo Monoyoshi, levantando sus palmas. “Entendí lo que cada uno de ustedes quiso decir, pero estoy bien,” asintió y sonrió agradecido. “Aprecio mucho la atención que me dan, pero todo está bien en el colegio, en verdad. No tienen que preocuparse por mí.”
“Bueno…” Gotou le observó y negó frustrado. “Realmente eres imposible de ayudar, Monoyoshi. Quisiera serte de auxilio, luego de todo lo que has hecho por nosotros…”
“Agradezco tus palabras, lo consideraré, Gotou-san. Sí sé que tengo dos amigos que estarían ahí por mí. Soy muy afortunado.”
“…” Shinano sonrió conmovido al oírle. Él también agradecía que su hermano mayor hubiera tenido un amigo tan bueno y atento como aquel pelirrosa durante esos años, y se sentía en falta de no haberlo conocido hasta las últimas vacaciones. Era evidente lo mucho que Gotou y Fudou lo estimaban, por más que no se encontraban con frecuencia en el presente.
“Uhh, ya no sé qué debería hacer aquí, quiero irme…” se quejó Fudou al aire, impaciente. “Tsk, y quiero tomar… malditos sobrios que no tienen una gota de alcohol en la casa…”
“Ni deberías hacerlo, para empezar, aunque sé que sólo pierdo mi tiempo,” comentó Gotou. “Pero sí te has quedado mucho rato aquí, qué raro. ¿Por qué todavía no te vas?”
“Ehh, Gotou-san…” Monoyoshi sonrió incómodo.
“¿Ah, no lo sabes? El idiota de Atsu le dijo a tu neurótico hermano que no me deje irme,” contestó a regañadientes. “Es un miserable, sólo ha intentado requintarme y reclamarme cosas, ¿y con qué derecho? Tsk, me dan ganas de darle una paliza…”
“Lo siento, Fudou,” dijo Shinano, sonriendo apenado. “Yo sé que me hará lo mismo ni bien me siente a conversar con él. Siempre fue así. Pero te aseguro que sí te echó mucho de menos y se preocupa por ti.”
“Heh, definitivamente no,” se cruzó de brazos. “Además que él ya envió a Namazuo para secuestrarme por la ventana ni bien llegué y este me azotó contra el piso. Obviamente no le importo ni un pepino.”
“Ah, ese no fue Atsushi,” recordó Gotou. “Shinano fue quien le dijo a Namazuo que lo hiciera.”
“¡¿Qué cosa?!” Fudou estalló y miró al pelirrojo con una incontenible ira.
“¡Ah, F-Fudou, e-espera!” se asustó y retrocedió unos pasos.
“¡¿Tú eres el responsable de eso?! ¡Me las pagarás!”
“¡Ehhh, i-iré a jugar con mis hermanitos, nos vemos!” Shinano huyó de ese lugar.
“¡Espera!” pretendió oírle, pero Monoyoshi se interpuso.
“Eh, no le hagas daño, Fudou-kun, estoy seguro que no quiso lastimarte,” dijo el pelirrosa.
“¡Tsk, a un lado, Mono-chan!”
“T-tranquilízate por favor,” dijo incómodo mientras le contenía. “Debes estar agotado, Fudou-kun, vamos a tomar asiento.”
“Demonios…” entrecerró sus ojos, pero se frustró. “¿Tú supiste sobre eso, Gotou?”
“¿Eh? Pues no, Shinano me lo dijo ni bien Namazuo te tomó preso,” confesó el pelimarrón. “Créeme que no hubiera querido hacerte esto, y sé que Atsushi tampoco.”
“Pues… es cierto, suena a algo que el engreído de Shinano haría, tsk… siempre buscando a sus hermanos mayores por favores…” miró hacia el grupo de Toushirou menores y observó a Shinano ya metido entre ellos. “La próxima no se me escapará.”
“Le daré una llamada de atención más adelante,” dijo Gotou, frustrado. “Por favor no te desquites con él.”
“Hehe, creo que antes que todo, tú eres una persona muy honesta, ¿verdad, Gotou-san?” preguntó Monoyoshi, con leve gracia. “Es algo que siempre podemos esperar de ti.”
“¿Eh? Pues…” Gotou se confundió y lo meditó. “Sí, supongo, ¿por qué lo mencionas?”
“Heh…” Fudou sonrió con ironía. “Veo que andas en las nubes, Toushirou. Es por tu honestidad que casi aniquilo a tu hermanito. Mono-chan aquí no andaba dándote un cumplido. Así tarde o temprano matarás indirectamente a alguien, o si no tú morirás si abres tu bocota.”
“¿Qué estás diciendo, Fudou?” le preguntó extrañado.
“No hay por qué irnos a los extremos, Fudou-kun, sí pienso que es una gran cualidad,” aseguró el pelirrosa, asintiendo. Entonces, él se fijó a una banca solitaria a poca distancia. “Ah, ¿por qué no vamos ahí? Es un buen lugar para sentarnos.”

Los tres se acercaron a esa banca, la cual tenía espacio justo para que tres personas la ocuparan cómodamente. Era una banca simple de madera cercana a la estructura de la mansión y adyacente a un frondoso árbol que le daba sombra a determinadas horas del día. Su orientación era opuesta a la residencia y les permitía ver el resto del amplio jardín donde los menores jugaban junto con los invitados.

“…” Gotou tomó asiento al igual que Fudou, y se mostró un tanto confundido. “Es extraño.”
“¿Por qué, Gotou-san?” preguntó Monoyoshi, quien seguía de pie frente a los dos.
“Oh, no es nada, Monoyoshi,” sonrió con torpeza. “Es sólo que hace tiempo que no me siento aquí, nada más.”
“Hm, ya veo,” lo encontró curioso. Esa mención de su amigo le dejó saber que no era una simple banca de jardín, seguramente tenía algún significado o recuerdo especial asociado. El hecho que era una banca tan pequeña para una familia tan numerosa y fuera la única en esa área lo respaldaba, pero no tenía por qué preguntar al respecto. Ni Gotou y ni Fudou estaban particularmente incómodos ahí, así que todo estaba bien.
“¿Por qué no te sientas también, Mono-chan?” preguntó el pelimorado, alzando una ceja. “Tch, no me digas, ¿quieres irte para hacernos algo de comer? No te molestes.”
“Pues, justo acertaste, Fudou-kun,” Monoyoshi asintió con energías. “No les vi comer tanto como a los demás en la sala y han sido unas horas. No puedo dejar que se queden con hambre. Enseguida vuelvo.”
“No creas que te dejaré ser nuestro mayordomo en mi propia casa,” Gotou se levantó. “Te ayudo. Yo sé dónde están todas las cosas en la cocina. Lo vas a necesitar.”
“Pero…”
“Insisto,” le agarró de un hombro y lo condujo hacia la residencia. “Ahora volvemos, Fudou. No tardaremos mucho.”

El pelimorado se quedó solo en ese punto, aunque no se hizo de rogar. Le venía bien estar solo un momento y descargarse. Imaginaba que se desplomaría de sueño ni bien llegara a su casa más tarde, ya comenzaba a sentirse somnoliento…

“¡Esperen!” exclamó Namazuo, quien se acercaba corriendo.
“¡Ihhh!” ello probó aterrar a Fudou en su mero interior, quien se giró y miró con horror a aquel desequilibrado Toushirou. Felizmente sólo fue una falsa alarma ya que este no le había estado apuntando a él.
“¡Yo también quiero jugar con ustedes~!” siguió gritando mientras corría al grupo de pequeños, quienes habían comenzado a jugar carreras con cada pequeño siendo levantado sobre los hombros de los adultos presentes.
“Uhh…” al ver ello, dio un gran suspiro y todo su nerviosismo se desvaneció. Al menos tenía a su peor pesadilla donde podía verlo. Podía seguir despejándose un poco más.




“Oye Fudou…” poco después y por el mismo camino donde había pasado el Toushirou anterior, Atsushi salió del edificio y caminó hacia el pelimorado.
“¿Ah?” este de inmediato entrecerró sus ojos. “¿Qué quieres ahora?”
“Tenemos que hablar…” dio un suspiro. No le sorprendía su actitud, aunque notaba que había bajado sus revoluciones. “Nuestra conversación de antes se fue por mal camino. Por favor, es importante.”
“Tsk…” le miró con desconfianza, pero no protestó y se resignó a oírle. Espero a que el otro tomara asiento a su costado. “¿Si te hago caso, me dejarás irme?”
“¿Eh?” se confundió. “Ah, eso. Justo antes de salir me encontré con Namazuo y le avisé que ya no tenía que limitarte. Haha, es gracioso,” sonrió entretenido. “Él ya se había olvidado que tenía que mantenerte un ojo encima, así que pudiste haberte ido más temprano. ¿Quién lo diría?”
“Miserable,” comprimió sus puños. “¿Ahora te andas burlando de mí?”
“No, no… verdad que andas un tanto antagónico, me pregunto por cuánto tiempo te habrás puesto así…”
“…” se impacientó. “Ya, como sea, igual esperarás hablar conmigo antes de dejarme irme. ¿Por eso es que me detuviste?”
“Siempre podemos hablar en más de una ocasión, Fudou, no necesito la ayuda de Namazuo para eso,” negó y le miró de reojo, con seriedad. “Lo hice para que se te pase la borrachera.”
“¿Eh?” se confundió.
“El alcohol es un depresor que desinhibe a las personas y reduce sus capacidades cognitivas. Lo sé bien, estoy por estudiar medicina,” se encogió de hombros. “No creo que pueda hablarte con toda seriedad ni esperar que me respondas debidamente si hay una droga en tu organismo que te hace descarrilarte. Ya debes andar más sobrio, han pasado unas horas.”
“Tch…” bajó su mirada y apretó los dientes. “Maldito sabelotodo…”
“Fudou… tienes razón sobre mí…” alzó sus ojos al firmamento nocturno. “Soy el hermano que se fue por diez años y que no hizo nada por nadie.”
“¿Eh?” se extrañó. Nunca pensó que lo admitiría tan abiertamente. Le observó. El pelinegro tenía una expresión tranquila y seria, perdida en el cielo.
“No quise negar lo que dijiste antes. Me enfoqué demasiado en recalcar que tu adicción está mal y que deberías dejarla que me precipité y te ataqué directamente. Así que…” dio un suspiro y le miró. “Sí tienes el derecho de reclamarme si yo pretendo hacer lo mismo que tú. Hasta tienes más derecho que yo. Tú has sido mil veces más útil,” sonrió frustrado. “Perdón…”
“…” ello bastó para bajar su nivel de desconfianza. Miró hacia el piso. “Entonces, ¿por qué te fuiste por tanto tiempo…? ¿Por qué no regresaste con el fallecimiento de tus padres?”
“…” mantuvo su sonrisa. “Porque no estaba listo, supongo…”
“¿Qué significa eso?” le miró con incomprensión.
“Seguramente te acuerdas, ¿no? Yo siempre le tuve una gran admiración a mi padre,” recordó con una sonrisa nostálgica. “Él solía narrar varias historias de su tiempo en la academia militar y en los trabajos y misiones relacionados. Decía con frecuencia que gracias a esa experiencia es que se formó en la persona que era. Por eso, yo siempre quise seguir sus pasos, porque esa formación era lo que me permitiría convertirme en alguien tan impresionante como él. Estoy seguro que en su momento compartí mis deseos contigo. Heh, tú y nee-san deben haberse cansado de oírme hablar de eso.”
“Eh, creo…” le miró extrañado ante su uso de dicho apodo.
“Pues… ocurrió aquel suceso en mi familia… ese viaje al bosque donde perdimos a mi hermano… eso cambió mi manera de ver las cosas…” bajó su mirada, sin borrar su sonrisa, aunque esta se contagió de tristeza. “Ya no se trató de convertirme en una persona como mi padre, en esforzarme para crecer y seguir sus pasos…” comprimió sus puños. “Desde esa vez quise volverme más fuerte y hábil, lo más que pudiera ser… para nunca más cometer un error semejante y fallar a mis hermanos.”
“Atsu…” se impresionó. Podía ver su frustración, por más que intentara disimularla.
“Por eso me fui a tan temprana edad. Nunca admití mi punto de vista a nadie, siempre supe que intentarían cambiarme de parecer o detenerme si averiguaban lo que sentía. Supe que no estaba bien ponerme la culpa encima, pero no estaba dispuesto a aceptar lo contrario, aunque…” llevó una mano a su mentón. “Sospecho que Yagen lo sabía. Él trató de detenerme.”
“…” Fudou desvió su mirada.
“De ahí… cuando mis padres fallecieron, yo no estuve aquí, y me tardé mucho tiempo en enterarme sobre lo sucedido. Estaba en un entrenamiento sin comunicación con el exterior. Supongo que los responsables del mismo decidieron no informarme de las noticias hasta mucho después, y cuando lo hicieron, tampoco pude regresar de inmediato. Era un largo viaje que tuve que hacer con los demás de regreso, ni bien terminó la programación…” borró su sonrisa y su rostro expresó una profunda soledad. “Volví por un corto tiempo, como bien sabes, pero ya era tarde. Habían pasado meses desde lo sucedido. Ichi-nii y Namazuo ya habían salido del hospital, los Sadamune ya habían auxiliado a Gotou con los negocios familiares, luego de un terrible inicio en el cual mi hermano no tuvo de ningún mayor a él que le fuera de apoyo. Ni bien llegué, nee-san no quería verme a los ojos, tú me odiabas, Gotou también me odiaba… me lo tenía bien merecido, ¿no es así?”
“…” se quedó helado.
“De todos modos, hice lo posible por ver cómo auxiliar a mi hermano. Ichi-nii y Shinano actuaron como mis mediadores y eventualmente Gotou me perdonó y aceptó lo sucedido. Pero no tardé en sentir que estaba de más. No tenía ninguna utilidad. Ya Gotou tenía a personas trabajando para él e Ichi-nii andaba apoyándole constantemente. Nunca se me dieron los negocios ni era necesario en la dinámica de los dos. En casa también vi cómo Shinano se encargaba de todo y Namazuo también ayudaba en ocasiones… fue ahí que consideré de nuevo el entrenamiento militar, y me di cuenta que yo ya había hecho la elección hace tiempo, que si quería convertirme en alguien útil para ellos no me quedaba de otra que continuarlo y volverme más fuerte, por eso volví a irme, hasta ahora.”
“…”
“Supuse que algo similar habrá ocurrido con Yagen, por cómo no lo vi en aquel entonces y cómo él tampoco regresó para asistir a nadie. Él también pudo haber estado buscando su lugar, su propia utilidad, o al menos eso imagino.”
“Ustedes dos… siempre fueron unos idiotas…” recalcó, pensativo. “No sé cuánto valor haya en buscar algo afuera si estar aquí es lo que más importa… ¿crees que tus hermanos necesitan que seas un guerrero como tu padre?” dio un suspiro. “…yo siempre pensé que ustedes fueron justo lo necesario para sus hermanos, antes de todo esto… no sé qué demonios andabas pensando en aquel entonces…”
“Es que ese es el problema, Fudou,” le miró y sonrió con humildad. “Tú puedes ser lo suficientemente bueno para algo o hasta más, pero si no te sientes así por dentro, eso no hace mucha diferencia. Terminarás en un auto-sabotaje. Creo que eso es lo que me ocurrió. Y ahora… ¿acaso eso no es lo que sucede contigo?”
“¿Q-qué?” se alarmó. “Oye, no estamos hablando sobre mí.”
“Tú pareces que has tirado la toalla, hasta te llamaste a ti mismo como insecto. He estado en tu lugar, sé cómo se siente. Es más, sigo ahí,” cerró sus ojos. “Recién acabo de regresar y tengo la fortuna de que mis hermanos hayan celebrado mi retorno y se alegren de verme, pese a que todavía no he hecho nada por ellos. He pasado años entrenando y alentándome porque todo lo que he hecho ha sido en nuestro nombre, y he regresado determinado a dar todo de mí por mis hermanos, pero mis dudas y temores nunca desvanecerán…” entonces, abrió sus ojos con determinación y se paró con rapidez, con un fuerte porte y una gran aura energética. “Pero ha sido suficiente. He regresado con la frente en alto listo para cambiar las cosas y el rumbo de mi vida. Ya no soy el niño que se fue huyendo de su pasado. Estoy cometido a enfrentarlo. He crecido y me he fortalecido, y ahora quiero compartir lo que he ganado con las personas que significan el mundo para mí.”
“…” le observó anonadado. Era como si ese Toushirou no hubiera cambiado en lo absoluto, a pesar de todo lo ocurrido. Fudou se hizo para atrás al verle dirigírsele con una sonrisa certera.
“Y tú eres uno de ellos, Fudou. Tú fuiste el primer amigo que Yagen y yo tuvimos en nuestras vidas, por supuesto que significas un montón para nosotros. Sé que te decepcioné, realmente he decepcionado a varios, pero he regresado para reparar las cosas,” asintió y miró hacia el grupo que jugaba a distancia. Dio un pesado suspiro. “Tendrás que esperar un poco. Tengo que ayudar a buscar a Akita y traerlo de vuelta a casa. Esa es mi prioridad. Pero, ni bien todo regrese a la normalidad, te ayudaré con lo que necesites. Me aseguraré que tú también te levantes y ya no te llames a ti mismo un insecto,” llevó un puño a su pecho. “Te lo prometo.”
“Atsu…”

A poca distancia, Monoyoshi y Gotou les observaban. El pelimarrón estaba impresionado por el simple hecho que ambos habían podido ponerse a dialogar sin llegar a una discusión. Atsushi estaba de buenos ánimos y Fudou parecía curiosamente receptivo.

“…” Monoyoshi sonrió esperanzando mientras agarraba una bandeja con los bocadillos que habían ido a preparar. “Me alegro mucho. ¿No son excelentes noticias, Gotou-san?”
“Eh, pues…” el otro se rascó la nuca. Dejó la sorpresa detrás para sonreír rendido. “Sí, en verdad que sí lo es. Ya era hora.”

Aquel día marcó la llegada de un hermano más en esa numerosa familia, cuya presencia sería el inicio de varios eventos y desarrollos, muchos más de los que él o cualquiera hubiera sido capaz de anticipar.



Cho

Este en teoría iba a ser un fic separado pero decidí medio unirlo al otro porque me iba a quedar corto (pero igual no me quedó corto (...)).

El final ocurre al mismo tiempo que el final del último fic de Mimi~

85.2.1.


Pasó un día desde su llegada. Ni bien fue informado sobre la desaparición de su hermano menor, Atsushi se puso en contacto con una persona a la que conocía de su entrenamiento militar, alguien con gran conocimiento de informática, un elevado intelecto, y una cantidad desconcertante de métodos y recursos para cumplir sus metas, una persona que podría incluso toparse con algo adicional a lo que los policías habían descubierto hasta el momento. Sin embargo, precisamente por su sorprendente habilidad, se trataba de alguien que el Toushirou nunca pretendería introducir a sus hermanos, por saber que el sólo depender de él era el equivalente a jugar con fuego.

Pese a ello, se encontraba lo suficientemente desesperado por respuestas para deberle un favor y no pudo pensar en otra alternativa alcanzable para él. La vida y el bienestar de Akita estaban por encima de todo lo demás.

Él recibió una rápida y corta respuesta de aquella persona, quien le respondió que lo investigaría en su tiempo libre y le avisaría si se topaba con algo novedoso. Felizmente, le contestó y le invocó a su apartamento al decirle que sí había encontrado grandes noticias.

Atsushi supo desde un inicio que no se trataría necesariamente de noticias de su hermano, ya que ese contacto suyo era conocido por su manera enfática y un tanto exagerada de dialogar, aunque de igual modo estaba por ver que su descubrimiento no sería una pérdida de tiempo.

“Has venido más rápido de lo que pensé, pareciera que conoces esta ciudad,” comentó Ibara con leve frustración, mientras esperaba a que su computadora se prendiera.
“Claro que sí, viví aquí durante mi infancia,” contestó confundido. “¿Por qué lo dudarías?”
“Entonces te felicito, Atsushi, porque la mayoría de niños con las justas conocen la vuelta de la esquina de su casa, ¿no es así? Siempre has sido un caso particular, ¿no? ¡Pues estoy impresionado!” exclamó abiertamente, sonriendo complacido. “Pensé que alguien como tú sería únicamente afín a la guerra, aunque la adaptabilidad es importante si pretendemos sobrevivir en esta tierra de nadie. Temo mucho que te he subestimado, mis más sinceras disculpas.”
“Eh, descuida…” dio un suspiro. Ya se sentía agotado, mejor no le daba cuerda. “¿Qué es lo que quieres que vea?”
“Unas grabaciones de seguridad sería la respuesta corta, pero el asunto es más elaborado como para resumirlo. Son noticias muy grandes y podría darme todo el crédito de ubicar este tan importante hallazgo, aunque no podemos necesariamente celebrarlo como buenas nuevas,” comentó en el aire mientras ponía su contraseña en su computadoras.
“¿Por qué dices eso, Ibara?” Atsushi se alarmó.
“Porque es la verdad, lo lamento mucho,” dijo apenado. “¡Aunque no! Puede que hasta en lo malo se encuentre lo bueno. Precisamente, sólo podemos llegar al fondo del asunto reconociendo todo lo terrible y sabiendo a qué nos enfrentamos. Y tú, estimado amigo, podrías ser alguien capaz de llevarlo a cabo.”
“Suficiente, ve al grano.”
“Sé paciente, no deberías ser descortés si ando haciéndote un favor. Listo, ya cargó por completo,” Ibara abrió un programa de multimedia por un acceso directo y empezó a buscar los archivos más recientes. “Estamos lidiando con un caso de desaparición sin rastros ni restos del desaparecido, por lo cual limité mi búsqueda a aquello que ha servido de información principal para los detectives: las cámaras de vigilancia de la ciudad. Para no aburrirte, te mostraré lo único que te concierne.”

Abrió un documento y le puso play. Este mostró un ingreso completamente desierto y la grabación continuó en la cual el único movimiento significativo era el de unas palomas diminutas caminando por el concreto, hasta que la filmación terminó.

“Esto… ¿qué es?”
“Es la entrada principal de Rizembool U, y la filmación proviene de una cámara de la misma universidad. Es una de las muchas grabaciones utilizadas por la policía para descartar que el desaparecido llegó a su destino,” apuntó a una esquina de su pantalla. “Aquí está documentada la hora. Al igual que este, hay muchos otros videos cortos de este monitoreo en toda la ventana temporal en la cual tu hermano tuvo que haber llegado a Rizembool, asumiendo que lo hizo. Él no fue grabado en ninguna de ellas.”
“…ya veo…” se desanimó al oír esa explicación.
“No, no veas nada aún, Atsushi, sólo te doy el reporte de la policía,” declaró aguantando una leve risa malévola. “¿Acaso quieres quedarte con la historia ficticia que ellos encontraron?”
“¿Qué quieres decir?” se sorprendió. “¿Acaso no es verdad?”
“Ahora nos toca ver este video,” buscó otro archivo. “Tuve que usar algunos artificios para ganar acceso a una única cámara privada orientada en la dirección de interés. Es perteneciente a un local de comida frecuentado por varios universitarios. La cámara no parece haber sido considerada, tal vez ni los policías estaban conscientes de la misma. En fin, revisando la grabación del domingo, encontré esto.”

El video comenzó. Las afueras de la universidad estaban desérticos, con apenas una persona de pie esperando al próximo bus. Entonces, la luz se cambió y un niño solitario comenzó a cruzar camino a Rizembool. La imagen era lejana y carecía gran definición, pero ello no fue necesario para que Atsushi le reconociera. Era Akita, no había duda alguna.

“¿A-Akita?” preguntó desconcertado. Le observó caminar con lentitud, y en ocasiones mirar de un lado a otro de la calle a pesar de la ausencia de autos. El pelinegro sintió escalofríos mientras veía a su hermanito caminar y finalmente salir de la filmación por haber terminado con su cruce e ingresado a Rizembool a través de las rejas… llegado a su destino final, su sentencia… “I-imposible… sí llegó, ¡él sí llegó a Rizembool! ¡P-pero…!”
“¿Y has visto la hora registrada en este video?”
“Eh…” lo observó. “Pero… pero si es la misma hora.”
“Exacto,” le miró fijamente y con una corta sonrisa maligna. “¿Entiendes qué ocurre aquí?”
“E-espera, ¿cómo podemos estar seguros que no hay un error en la hora?”
“¿Qué clase de pregunta es esa?” le cuestionó quedándose en blanco y alzando sus cejas ante esa ingenuidad, y tal vez estupidez, de su parte. “Esta cámara privada está conectada a un sistema central de monitoreo orientado a consumidores regulares con fines de protección en el hogar, o para las pequeñas empresas. No será nada elegante, pero sí es un sistema sincronizado a la hora disponible de internet, y no ha habido ninguna alteración al video que extraje. Sin lugar a dudas, no podemos esperar que una universidad del calibre de Rizembool vaya a tener un error en la hora, ¿no es así? Los propios detectives de la policía lo han usado como evidencia,” frunció el ceño y se ajustó sus gafas. “Pero me frustra, me frustra demasiado que no te enfoques en el simple hecho que viste a tu hermanito ingresar a esa universidad como la prueba definitiva de que las grabaciones de Rizembool no son de fiar.”
“P-pero…” estaba sumergido en shock.
“Ahh, pero temía que no me creyeras, así que te daré mi última prueba,” Ibara mostró cansancio y procedió a regresar al primer video. “Mira el movimiento de estas aves. ¿Notas algo extraño?”
“¿Qué… debería notar aquí?” preguntó dubitativo y con aprehensión. No podía ver nada que le llamara la atención, sólo caminaban mínimamente de un lado a otro.
“La definición no es la mejor, son animales pequeños y presumo que tampoco conocedores de aves, pero si te fijas bien hay un movimiento casi circular y repetitivo en lo que hacen. Es como si fueran parte de algún protector de pantalla antiguo, donde partículas se mueven aleatoriamente pero respetando cierto camino y ciertos límites. Sin darte más rodeos, esta imagen de palomas reales no es más que un ingenioso loop.”
“¿Loop?”
“Es la forma más rápida y eficaz de alterar una grabación, puede hacerse hasta en tiempo real. Los loops son fáciles de hacer en momentos de muy poco movimiento o en ausencia de personas, como lo fue el domingo,” Ibara pasó a abrir otro video. “Este es el video de la entrada de Rizembool por su misma vigilancia que sigue al que te mostré. Observa a las aves.”
“Ehh,” Atsushi prestó atención. “¿De qué hablas? No hay aves aquí…”
“¿No te parece extraño?”
“P-pues…” se puso a pensar.
“Olvídalo,” negó. Le tocaba darle todo su argumento. “Y este de acá…” abrió otro. “Es justo el que lo precede. Vemos las aves aterrizar y asentarse donde las observamos dar vueltas en nuestra grabación de interés.”
“Ya…” alzó una ceja. “¿A dónde vas con esto?”
“Si tomamos este video anterior al espacio en el cual tu hermano tuvo que haber ingresado a Rizembool y tratamos de replicarlo, ¿qué nos va a dar?” Ibara regresó a su escritorio y abrió otro programa relacionado. Abrió el video para edición y marcó una parte específica y corta al mero final del video. “Observa con atención, Atsushi, que ni bien presencies el luminoso mundo de afuera, nunca más podrás retornar a la cueva.”

Hizo play y el resultado fue escalofriante. Las palomas se movieron en dicha forma circular, la misma que observó en el pequeño lapso temporal durante el cual Akita debió haber ingresado a Rizembool y debió haber sido filmado con completo detalle.

“¿Qué…?” sus ojos se abrieron a más no poder. “¿…demonios?”
“…” Ibara ensanchó su sonrisa. “Finalmente…”
“¡¿Qué es esto, Ibara?! ¡¿Qué me estás mostrando?!”
“Un loop. Sin nuestras amigas las palomas, ni yo me habría dado cuenta. Más bien decepciónate de los policías por ignorar un detalle tan pequeño como no ver a las palomas despegar, aunque ellos trabajaron con un rango de tiempo mucho más amplio, y siempre puede haber uno que otro segundo dudoso, pero en fin… ahí está mi obra maestra, ¿impresionado?”
“…” su sangre se tornó fría. “Imposible…”
“Para abreviarte el trabajo, esto significa que tu hermano llegó a Rizembool y alguien en ese lugar le secuestró. No hay ninguna grabación de tu hermano saliendo de esa universidad. Él no lo hizo por su cuenta, y si se retiró, fue dentro de un auto. Ahí sí no puedo ayudarte,” se cruzó de brazos. “Pese a la inactividad a esas horas, hubo un gran movimiento de tránsito en la mañana y cerca de la noche. Rizembool tuvo una actividad ese día, oh, no que tú debas estar enterado.”
“…”
“Andar siguiendo a todos los vehículos se extiende a mi caridad, y si se trata de alguien con intenciones turbias, no serían tan tontos como para exponer a tu hermano a la calle. Las pruebas son nulas y la lista de sospechosos demasiado grande. Sin embargo, tu hermano sí llegó a Rizembool. Alguien ahí modificó la grabación, alguien seguramente con el poder y el acceso a Rizembool, tal vez una persona partícipe en su conflicto con Hanasaki o si no alguna persona con el suficiente conocimiento dentro de esa institución para tomarse esta libertad. Es la pura verdad, no te atrevas a negarlo.”
“…” hundió sus ojos en sombras.
“Con esto sabes bien a dónde debes dirigirte. La policía te será obsoleta. Tu campo de batalla es en Rizembool, los verdaderos culpables radican entre todo su cuerpo estudiantil. Y bien, mi amigo, ¿cuál será tu siguiente acción?”
“Tsk, ¿qué estás diciendo? ¿La policía es obsoleta?” comprimió sus puños y levantó su rostro. “De ninguna manera. ¡Lo primero que hay que hacer es mostrarles este loop y esta grabación!”
“Espera, Atsushi, no es tan simple,” dijo frustrado y un tanto en aprietos.
“¿Qué no es simple aquí? ¡Hay algún criminal suelto que tiene a mi hermano! ¡Él ya lleva casi cuatro días desaparecido! ¡¿Y dices que esa persona tiene vínculos con Rizembool?! ¡Con más razón debemos reportarlos?! ¡Esa universidad es responsable!”
“Por más que no estoy en desacuerdo contigo, hay mucho que debes comprender,” le miró con una sonrisa corta, como si fuera un caso perdido. “¿Todavía no sales de la cueva? Por decirme que tu familia estudia en Rizembool habría imaginado que sabías lo intocables que son.”
“¿Me estás diciendo que ellos encubrirían este crimen?” preguntó escandalizado.
“Precisamente. Verás, en el mejor de los casos, un agente de Rizembool en medio de la policía atenderá tu caso e insistirá en que es inconcluso. Podrían destrozar la evidencia, vaciar los registros de esa cámara particular y negar tus acusaciones como paranoias,” ajustó sus gafas y frunció el ceño. “Y en el peor de los casos, tu denuncia caería en las manos correctas de un policía sano, se armaría un escándalo a baja escala y Rizembool procedería a silenciarte a ti, a tu familia y quienes hayan podido conocer la verdad, para luego, con mucho más dolor que en el primer caso, borrar toda existencia de esta prueba y regresar al anonimato. He hecho mis investigaciones correspondientes. Te sorprenderías de todos los rumores y manipulaciones que esa institución ha generado a lo largo de los años.”
“…” se horrorizó. No podía ser verdad…
“Aquí no peleamos contra los malos, Atsushi. Aquí aprendemos a vivir a pesar de ellos. Pero te tengo buenas noticias. Ni los malos gustan estar en malos términos con sus vecinos. Créeme que ya tienen mucho de qué encargarse,” sonrió con ironía. “Si sabes cómo lidiar con esta situación, no sólo encontrarás a tu hermano, sino que también evitarás mayores complicaciones.”
“Tú…” estaba perdido. Sentía que el mundo se le venía encima. No sabía ni cómo enfrentar esa situación. “¿Qué crees que puedo hacer ahora?”
“Felicidades por no insistir en tus principios de justicia. No puedo estresarte lo suficiente para que no andes divulgando al público lo que te he enseñado. Podemos hacer algo simple, escabullirnos en Rizembool en búsqueda de información relevante a tu caso,” Ibara ensanchó su sonrisa. “Me dijiste que ese hermano tuyo sufrió un ataque personal durante las vacaciones, ¿no es así? Confío en que Rizembool mantiene un buen monitoreo de sus agentes, al menos uno superficial como sus ubicaciones. Si eres capaz de hacerme ingresar a la base de datos de Rizembool, podría acceder a un historial de registros y ubicar a quien coincidió con tu hermano en el día, lugar y hora de su ataque, y con un poco de suerte esa persona tiene que ver con su desaparición. Así de simple.”
“¿Crees que fue alguien de Rizembool también?”
“Presiento que es una gran posibilidad por la dificultad de los agredidos de siquiera reconocer o recordar a su atacante. De todos modos, es una corazonada muy válida. Si estoy en lo correcto, tendremos información personal, aunque limitada, con la cual se podría apuntar únicamente al posible agresor de tu hermano,” dijo decididamente y con una sonrisa complacida. “Es arrastrarnos con el mismo sigilo que los enemigos, jugar bajo sus reglas y aceptar sus condiciones en búsqueda de ganancias sin correr riesgos innecesarios. Rizembool no va a pretender meterse en este asunto siempre y cuando lidies con esto como un asunto personal y no involucres a otras personas.”
“…” tenía sentido. No había garantías que ese agresor sería la misma persona o tendría algo que ver para empezar, pero valía el intento. Era lo único que tenían. “Está bien, entiendo.”
“¿Estás seguro? ¿Deseas adaptarte a mi modus operandi y escabullirte como una serpiente para lidiar con tus enemigos de la manera más baja y despreciable?” preguntó con un tono venenoso.
“No hay nada más despreciable que lo que le hicieron a mi hermano. No puedo permitir que esa persona tenga a Akita bajo su poder ni por un segundo más,” afirmó molesto.
“Entonces, sin más preámbulos…” Ibara abrió uno de sus cajones y del mismo sacó un USB de metal, de apariencia simple, aunque ligeramente más voluminoso de lo usual. “Este es un dispositivo que me permite acceso remoto a cualquier computadora encendida. Lo único que tienes que hacer es acudir a Rizembool, encontrar una computadora prendida de algún personal de alto nivel e introducir este USB. Ni bien lo hagas, seré notificado y extraeré toda la información necesaria para la siguiente fase de la búsqueda.”
“Increíble…” Atsushi miró ese artículo anonadado. “¿Cómo conseguiste eso?”
“Fufufu, es apenas la punta del iceberg para mí, Atsushi,” dijo riéndose por lo bajo, con gran orgullo personal. “Soy un ser casi tan despreciable como aquellos a quienes buscas, a diferencia de que no me ensucio las manos. Ahora tómalo. Te haré saber que hoy estaré trabajando desde casa, pero de mañana en adelante ya no tendré disponibilidad para ayudarte, y sin duda no quieres esperar. Este caso es particularmente delicado.”
“…” frunció el ceño y lo tomó. “Me sorprende que te pongas en riesgo para ayudarme.”
“¡Oh, no, me conoces lo suficiente para saber que yo nunca cometería semejante atrocidad, mi estimado amigo!” dijo con autosuficiencia. “Te ayudo porque sé que no me esperan represalias aun si todo fuera a salir acorde a lo planeado, o fuera a fracasar, el riesgo es igual. Más bien, por si no has leído las letras pequeñas, eres tú quien tiene el trabajo más riesgoso de infiltrarte a una computadora realmente valiosa en Rizembool, y si tú te metes en aprietos, no esperes mi ayuda. Pero, si estás conforme con lo que te digo, no me queda más que desearte buena suerte,” le hizo un saludo militar, con una sonrisa certera. “¡Te saludo! Sólo un soldado tan cometido y valiente podría llevar a cabo esta misión. ¡En marcha!”

Después de esa conversación, Ibara le hizo el favor de pasarle las grabaciones relevantes de la prueba (y recordarle que no las divulgara), y Atsushi fue en marcha hacia esa universidad, todavía meditando lo que iba a hacer.

“Fufufu… te agradezco el desafío de resolver el crimen, fue iluminador…” el pelimagenta le miró correr por la calle hasta que se salió de su campo de visión. “El talentoso Toushirou de nuestro escuadrón no es más que un bebé que aprende a gatear en este entorno. No me importa si haces lo que te digo o no…” se cruzó de brazos y rió por lo bajo. “Ya perdiste desde el momento en que te dejaste seducir por el siseo de una víbora. No que lo esté haciendo, pero podría estar usándote para mis propios fines, ¿verdad? En fin…” se alejó de la ventana y caminó de regreso a su escritorio para cerrar los programas. “Me pregunto si un soldado tan fuerte, aunque tan correcto y justo, pueda sobrevivir en este ambiente tan tóxico. ¿Serás capaz de resistir el veneno… o serás el primero en caer?”




Fuera lo que fuera a hacer, era evidente hacia dónde tenía que dirigirse: Rizembool. Su primer instinto fue llamar a Yagen. Sin embargo, no tuvo suerte, y sus intentos de inmediato le enviaron a la casilla de voz. Probablemente tenía su celular apagado, tal vez se encontraba en alguna reunión o algo similar.

A pleno camino, Atsushi se detuvo en un parque pequeño en medio de un sitio residencial. Presentía que sería inmaduro y riesgoso no considerar siquiera compartir sus planes con al menos uno de sus hermanos, ¿pero con quien? La primera persona en su mente fue el primogénito, pero negó rotundamente para afirmar su decisión de no involucrarle. Ichi-nii era el pilar de su familia, una persona correcta, importante, quien sacaría adelante el nombre Toushirou. Nunca lo metería a un plan semejante al presente y presentía que su hermano mayor sería más propenso a intentar confiar en las autoridades y por ende complicaría más la situación. Debido a todo ello, si este plan iba a terminar por embarrar a alguien, no podía ser él, de ninguna manera.

Y entonces, tuvo un vacío mental. Yagen no le contestaba, aunque seguiría intentándolo, pero tampoco quería continuar sin tener al menos otro punto de vista. Miró a sus contactos, y se topó con Gotou. Lo pensó. Dicho hermano había ganado importancia y autoridad en su familia durante su ausencia, y a su vez, era alguien a quien le tenía gran confianza personal. Seguramente él también compartiría su parecer de mantener al primogénito fuera del mapa, por lo cual le llamó. Dicha llamada fue contestada de inmediato.

“¿Atsushi? ¿Todo bien?”
“Gotou, ¿puedes hablar? Tengo algo importante que decirte.”
“Lo supuse, tú no serías de llamarme sin un motivo especial…” contestó con cierta reserva, como si se anticipara a malas noticias. “Me encuentro en camino a una junta, pero tengo tiempo. ¿Qué ocurre?”

Atsushi se dedicó a explicarle todo lo que Ibara le había revelado, el plan de acción que le había ofrecido, y sus propias intenciones de ir a Rizembool a buscar respuestas. Gotou se mostró atónito y sorprendido, pero confió en la información compartida.

“Tch, malditas ratas…”
“¿Qué piensas sobre lo que pienso hacer?”
“¿Sobre ir a Rizembool? Pues no te culpo. ¿Qué más podemos hacer a estas alturas? Pero no te precipites, Atsushi. ¿Esa persona que te dio toda la información es de confiar? ¿Estás seguro que no te va a tender una trampa?”
“Dudo mucho que fuera a tenderme una trampa por ir allá…”
“¿Acaso él no podría querer algo de Rizembool para sus propios intereses? Si él tuviera planes personales que involucran a esa institución, ¿no crees que sería muy fácil para él incriminarte en caso que algo salga mal?”
“¿Eh?” se sorprendió. No lo había pensado. “Pues…” desvió su mirada. “Es una posibilidad, pero no me importa. Estoy dispuesto a lo que sea por encontrar a Akita.”
“Sí debería importarte, aunque yo no puedo ayudarte con eso,” recalcó con leve severidad. “Escucha, ve a Rizembool, pero no actúes por tu cuenta. Recién estás llegando y este no es un buen momento para hablar, pero ten mucho cuidado. Yo sé que Rizembool oculta demasiadas cosas. Es un sitio peligroso. Según lo que nuestros hermanos me comentaron, ellos parecen haber estado a cargo del ataque terrorista el domingo pasado.”
“¿Hablas en serio?” se sorprendió. ¿Por eso hubo tanto movimiento vehicular ahí ese día?
“Y por los infames Rebels, han demostrado que son capaces de reclutar a todo tipo de personas peligrosas. La idea de buscar información personal sobre el agresor de Akita para lidiar con ellos personalmente no es mala, pero no sabes ni a lo que te expones. Serás un fuerte guerrero, pero tú sólo no puedes enfrentarte el peligro, y menos a enemigos que no tienen tu modo directo y honesto de operar.”
“…” era casi escalofriante notar que hablar con su hermano menor le daba muchos deja vus a su conversación con Ibara, sólo que Gotou sí era alguien en quien podía confiar. Frunció el ceño y se impacientó. “Me dices que vaya a Rizembool pero también que no siga con este plan. ¿Entonces qué esperas que haga? ¿Cómo quieres que resuelva esto?”
“Busca a Yagen. Haz que él te ayude.”
“Ya le intenté llamar y no contesta. Seguiré intentando, pero es posible que no esté disponible.”
“Entonces ve a su oficina. Esta se encuentra en un sótano en el hospital dentro de Rizembool, más allá de un puesto de vigilancia. Yagen ha demostrado tener gran influencia en esa universidad. Hizo que Hakata escogiera sus cursos de este semestre a pesar de las reglas, hasta algunos que no debieron estar disponibles para él. Siento que si le compartes lo que has descubierto, él va a saber qué hacer, a diferencia de ti.”
“…tiene sentido,” se tensó. Sí había pretendido compartir todo eso con él desde un inicio, pero la idea de involucrarle a hacer algo en contra de su propia institución también le sabía mal. Podría tener repercusiones profesionales para él. “Aunque… ¿Yagen debería involucrarse en esto?”
“¿Qué?” preguntó extrañado. “¿Por qué lo dudas?”
“Que un desconocido como yo se meta en problemas ya es demasiado, pero Yagen tiene una obligación que cumplir en ese lugar. Puede ni estar involucrado con esa parte de Rizembool…”
“…” se oyó un pesado suspiro por el otro lado de la línea.
“…”



“¿Tú crees que no lo está?”
“¿Qué dices?” se alertó. Su hermano sonó más serio y grave de lo que conocía de él. “Gotou… ¿tú crees que Yagen tiene algo que ver con los desastres que Rizembool hace?”
“No puedo decir que lo creo, pero tengo grandes sospechas de nuestro hermano. Podría esperar que él de entre todos tuviera algo que ver. Pasa mucho más tiempo allá que en casa, ha sido criado y formado por ellos, ha demostrado ser un genio sin precedentes, Yagen mismo ha dicho que ha sido entrenado a pelear por instructores de Rebels…” dio otro pesado suspiro. “Quiera o no involucrarse, si yo estuviera en el lugar de Rizembool, me aseguraría que una mente maestra y un guerrero como él fuera parte de la cúpula, de eso no hay duda.”
“B-bromeas…” su sangre se heló. No podía creer que lo decía, pero a su vez, no podía refutarle.
“También tengo mis asuntos personales, y mis propias dudas sobre él, pero no tengo por qué hablar al respecto…” hizo una breve pausa. “Soy el único de nuestros hermanos que sospecha de él, y por el bienestar de nuestra familia, pretendo que se quede así.”
“…” casi le dolía que lo dijera como si fuera un hecho. Atsushi estaba al tanto de la duradera enemistad entre ellos dos, algo que al parecer había comenzado a aliviarse hace poco, aunque dudaba que Gotou fuera a sospechar tanto de Yagen sólo por una riña personal. Ya estaba demostrando ser más inteligente de lo que dejaba notar.
“Pese a todo ello, por más de que no quiera confiar abiertamente en Yagen, sí confío en que él es un Toushirou y quiere lo mejor para nuestros hermanos, sin importar lo demás,” afirmó decidido. “Él va a querer recuperar a Akita sano y salvo tanto como nosotros, y nos apoyará con esto. También me hará el favor de parar tu imprudencia y evitar que te precipites. Rizembool es su territorio, deja que él se encargue.”
“Entiendo, Gotou, muchas gracias…” dio un suspiro. Tenía razón, debía al menos ponerse en contacto con Yagen de cualquier modo antes de hacer algo. Fue muy evidente que no había pensado las cosas lo suficiente por su cuenta ni visto más allá que lo presentado por Ibara. Sonrió frustrado. “Me sobrepasas, hermano. Realmente has madurado en todo este tiempo. Gracias, estaría perdido sin tu parecer.”
“¿Qué haces mencionando esto ahora?” le cuestionó extrañado. Hubo otra pausa y su tono de voz se oyó más aliviado y un tanto animado. “Ahora es tu turno de investigar y con un poco de suerte traer a Akita de vuelta a casa. No te excedas demasiado, ¿de acuerdo? Mantente en contacto conmigo y avísame cómo va todo.”
“Sí, por supuesto. Eh, pero por favor no le digas nada a Ichi-nii, o a nadie. Es posible que no lleguemos a ningún lado.”
“Preferiría ver cómo evoluciona todo, pero si no oigo noticias de ti por mucho tiempo, sí tendré que decirle algo a Ichi-nii. No creas que estaremos menos al pendiente de ti sólo porque eres uno de los mayores. Así que, si quieres evitar que me preocupe y que alerte a los demás, mantenme al tanto, Atsushi. Y ten cuidado.”
“Lo haré,” asintió al mismo tiempo de su respuesta.

La llamada terminó. El pelinegro se sintió rejuvenecido. Pese a comprender que por su cuenta sí podría haber cometido una gran imprudencia, se sintió extrañamente acompañado. No estaba solo en su misión. Debía recordar el hecho que tenía a muchos hermanos de su lado que se asegurarían de cubrir sus defectos y darle el respaldo que necesitaba.

Continuó con su camino a Rizembool.



Y llegó, de inmediato fue hacia dicho hospital, el cual no estaba muy lejano a la entrada principal, a esa misma donde su pequeño e inocente hermano había ingresado, y Rizembool había intentado borrar su mera existencia de la faz de la tierra…

El hospital era imponente y rodeado de parqueos y vías amplias para atender a todo tipo de vehículos de emergencia. Era un área gigantesca con apariencia moderna y una infraestructura inteligente y práctica, aunque con gran estilo minimalista. Desde afuera se podía ver múltiples áreas, ventanas simples para cuartos más comunes, algunos ventanales más grandes y hasta algunas habitaciones que parecían contar con terrazas y jardines pequeños. También se veía un gimnasio integrado hacia los pisos superiores, donde deportistas y personas en rehabilitación utilizaban las máquinas que daban hacia la ventana. Por la parte de atrás yacía un parque adjunto con otros pacientes en plenas terapias grupales y algunos internados dándose paseos con la ayuda de terapeutas al pendiente de sus necesidades.

Sinceramente tenía todo y más de lo que uno imaginaría.

Entró por la puerta principal del hospital y lo vio lleno de pacientes y operativo como cualquier otro lugar, a diferencia que la atención era principalmente para personas más jóvenes, tal vez estudiantes con citas para vacunas o chequeos rutinarios. De inmediato se sintió perdido y caminó a una pantalla táctil para ver si ubicaba el nombre de su hermano y su lugar, pero no tuvo suerte. Sabía que su oficina se encontraba en un sótano, pero sólo había datos de doctores y cirujanos hasta el tercero, y él no estaba incluido entre ellos.

Sabiendo que perdería tiempo valioso con esa pantalla, caminó hacia una recepcionista en la entrada para preguntarle.

“Eh, buenas tardes…” dijo meditativo e incómodo. ¿Qué clase de misión estaba llevando a cabo si andaba pidiendo ayuda?
“Buenas tardes, dígame, ¿en qué puedo ayudarle?” le contestó con amabilidad y buenos ánimos.
“Estoy buscando la oficina de Yagen Toushirou. ¿Sabe dónde se encuentra?”
“¿El doctor Toushirou?” se sorprendió por la pregunta y sonrió incómoda. “Lo siento. Yo no estoy a cargo de arreglar las consultas para ese doctor. Si no me equivoco, usted tiene que tramitar una ficha con su respectiva facultad para ver si procede su motivo de encontrarse con él. Él sobre todo es un investigador y ayuda a nuevos estudiantes de medicina como un consultor. Es una persona muy ocupada,” se puso a revisar su computadora. “¿En qué facultad estudia? Puedo darle información hacia dónde debe dirigirse.”
“¿Hablas en serio?” se quedó en shock. Su hermano sonaba extremadamente importante de la nada. Se frustró al recordar su conversación con Gotou. No podía ser. Esa recepcionista acababa de decir que era un consultor, ojalá fuera solamente eso. “Eh, no, no se preocupe. Le agradezco la información, con permiso.”

Caminó por las áreas comunes del hospital hasta que se encontró con el punto de vigilancia, el cual debía dirigir a salas restringidas al acceso no autorizado. Pudo ver unos ascensores hacia el mero final. Supo que por ahí debía ir para encontrarse con Yagen, pero no tenía forma de pasar por ese punto sin un permiso. Por más simple que pareciera, esa parte de vigilancia parecía ser muy moderna y encontrarse bien equipada. Dio un suspiro y optó por salir para intentar llamarle una vez más. Ya su mente se preguntaba si intentaría infiltrarse por otro rincón del hospital, y si su hermano no estaba en su oficina, ¿continuaría con el plan de Ibara? Sabía los riesgos, pero ganas no le faltaban.




Las puertas de vidrio corredizas de la entrada principal se abrieron para que saliera del recinto, y fue en aquel umbral que se topó cara a cara con Yagen, quien acababa de llegar. Ambos se miraron en shock, casi desconociéndose por esa increíble coincidencia.

“Atsu…” dijo el doctor, sorprendido. “¿Qué estás haciendo aquí?”
“Yagen…” se dio un par de segundos para reubicarse y procedió a agarrar al doctor de ambos brazos con fuerza. “Tenemos que hablar, es importante.”
“Tch…” Yagen se tensó y se zafó. “Entiendo, pero mantén tu distancia. No tolero el contacto físico…”
“Es sobre Akita, tengo noticias.”
“¿Qué dices?” preguntó. Afiló los ojos. Presentía que se venía una avalancha. “Ya, sígueme. Te llevaré a mi oficina.”
“Eh,” Atsushi se extrañó de que no le hiciera preguntas en el acto.
“Deberías saber que no puedes hablar abiertamente sobre temas sensibles, nunca sabes quién está escuchando,” le recordó con tranquilidad. “Ven, no te quedes detrás.”
“S-sí…”

Tuvieron un camino silencioso en un inicio. Yagen dio el visto bueno para que dejaran a Atsushi pasar, quien fue registrado por una cámara y recibió un pase temporal de visitante, y así pudieron acudir al ascensor. Este descendió piso tras piso. La cantidad de botones y el tiempo de viaje le informaron al recién llegado que no sólo había tres sótanos en el hospital, en especial porque dicho ascensor sólo servía a los pisos impares.

Después de un tiempo de silencio tensional, el doctor sonrió con ironía. Acababa de aceptar su realidad y la encontraba entretenida. Supuso que trataría de atender a su imprevisto visitante.

“Lamento mucho no encontrarme contigo ayer, Atsu. Como te avisé previamente, he estado muy ocupado con deberes de la universidad,” dijo con una sonrisa tranquila y profesional.
“No tienes que disculparte. Me avisaste de antemano y entiendo que tengas cosas que hacer,” observó el otro, quien se frustró. “¿Acaso nos hemos vuelto tan distantes que sientes que tienes que disculparte ante mí, Yagen?”
“Heh, no es una mala observación. Sólo pretendí comenzar con el diálogo de alguna manera pacífica,” le miró comprensivamente. “Te ves como si el mundo se hubiera precipitado encima de tus hombros. Pienso que eres más despreocupado que yo en su mayoría, pero a su vez sueles dejarte llevar con mayor facilidad,” dirigió su atención a los números de los pisos por los cuales pasaban. “Pronto oiré tu motivo tan importante de venir, pero por mientras espero que puedas mantener la calma por encima de todo. Estás en casa, no lo olvides.”
“¿Eh?” se extrañó. Su mellizo se oía meditativo y parecía que acababa de intentar atenderle a su manera y reconfortarle. Era nostálgico. Yagen siempre había sido sutil. Seguramente no muchos notaban su silenciosa dedicación a otros.

Finalmente llegó al sótano indicado y Yagen le llevó directamente a su oficina. Una vez adentro, Atsushi miró perdidamente a dicho enorme lugar con varias estanterías, algunos instrumentos analíticos y unas cuantas computadoras a un rincón. Tenía muchas preguntas que hacer sobre ese sitio y la utilidad de todo lo que podía ver, pero no era el momento.

“Me sorprende que hayas venido hasta aquí para encontrarte conmigo,” observó el doctor. “Bien, puedes explicarte. Aquí no nos veremos incomodados por nadie.”
“Traté de llamarte, pero no me contestaste.”
“¿Me llamaste?” se sorprendió y sacó su celular. “Ah, lo he tenido apagado. Tuve una reunión con algunos profesores, pero ha sido mi error no volverlo a prender. En fin, tuvimos suerte de encontrarnos aquí en el hospital,” dijo mientras prendía su dispositivo y lo dejaba encima de su escritorio. “Dices que sabes algo sobre Akita.”
“Sí…” asintió y adoptó gran seriedad. “Akita llegó a Rizembool el domingo, Yagen, y fue aquí que desapareció.”
“¿Estás seguro?” alzó una ceja. “¿Por qué lo dices con tanta seguridad?”
“Le pedí el favor a una persona que conozco de la academia militar que buscara información, y él encontró discrepancias en las grabaciones de vigilancia de aquí,” explicó mientras sacaba su celular para enseñarle los videos. “Dijo que la grabación en la cual debería salir nuestro hermano es un loop. Por otro lado, consiguió otra filmación de una cámara privada donde se puede ver a Akita cruzar la calle e ingresar a Rizembool.”
“…” el doctor observó la evidencia con detenimiento y se reservó reacciones. Apenas alzó sus cejas con leve impresión. “Entiendo. Me sorprende que conozcas a una persona con estas habilidades, Atsu, ha sido afortunado en estas circunstancias. Así que…” se puso a pensar. “Akita vino hasta aquí…”
“Tú no estuviste aquí el domingo, ¿cierto?”
“No, tuve un compromiso en otro lado, asuntos de negocios. Ninguno de nuestros otros hermanos estuvieron presentes tampoco.”
“Sí, eso llegué a entender…” bajó su mirada y comprimió sus puños. “¿Por qué tuvo que pasar esto? ¿Qué clase de lugar es Rizembool para que un niño inocente como Akita fuera el blanco de un ataque o un secuestro?”
“…”
“Yagen…” le observó pensativo, con una mano en su mentón. “Es como si ya tuvieras alguna idea sobre todo esto. ¿Tú… sabrías quién podría hacer una acción semejante?”
“¿Hm?” le miró con curiosidad. “No precisamente, pero esta nueva información abre una ventana de posibilidades, Atsu.”
“…” sentía que no había sido sincero con él.

Esa era una pregunta que Yagen no podía responder, tanto por el hecho que no conocía del todo a todos los habitantes en Rizembool, como por la simple verdad que no había sólo una persona de quienes sí conocía que lo haría. Sin embargo, que hayan apuntado a uno de sus hermanos era el factor determinante. De inmediato recordó su reunión con esa nueva Princess en Rizembool, la primera persona en mucho tiempo que había mostrado el más remoto interés en sus hermanos.

Era la única sospechosa hasta el momento, pero no tenía pruebas. Aunque, con esa nueva información, no las necesitaba para dar el primer paso.

“Yagen, ¿qué debemos hacer?” insistió Atsushi, impaciente. “¿Por qué te quedas tan pensativo? ¡Es momento de actuar! Si tienes la más remota idea, lo que fuera, tienes que decírmelo. ¡Tenemos que hacer algo ya!”
“Tienes razón, Atsu,” Yagen se cruzó de brazos. “Agradezco tu información, me ayudará a continuar con la búsqueda. Ahora sólo te pido que seas paciente mientras yo me encargo.”
“¿Qué dices?” preguntó en shock. “¿Piensas encargarte de esto tú solo? ¿Por qué?”
“Porque conozco esta universidad mucho mejor que tú y tengo los recursos para lidiar con la presente situación. No hay punto de darle más vueltas al asunto. Rizembool es un lugar peligroso y tú eres ajeno a este círculo,” negó, frustrado. “Me sabe mal decírtelo, pero bajo estas circunstancias no serías más que un estorbo para mí.”
“…no,” se tensó y frunció el ceño. Encaró al otro. “Bromeas, no hay forma que vaya a dejar esto de lado. He venido hasta aquí para encontrar a Akita y no pienso dar marcha atrás. Entiendo que intentes velar por mí y encargarte de esto tú mismo, ¡pero no quiero ser excluido! ¡Es ahora que mis hermanos me necesitan más que nunca!”
“…” le miró pacientemente.
“Y estamos hablando sobre Rizembool, este lugar que tiene una guerra permanente con Hanasaki, que ha causado tantos daños y destrozos. Siento que ni tú podrías lidiar con todo. ¡Yo puedo ayudarte, Yagen!”
“¿Entonces cuál es tu plan de acción?”
“¿Eh? Tsk…” desvió su mirada. “Entiendo que no tengo un plan de acción muy válido o prudente, y esperaba que tú pudieras iluminarme… Ibara, la persona que me proveyó de estos videos, me dio su propio plan, y era el que pensaba seguir si fallaba en encontrarte.”
“…” se vio mínimamente intrigado. “¿Cuál fue su plan?”
“Él me dio esto,” le enseñó el USB especial. “Si lo conectaba a una computadora prendida conectada a la red de Rizembool, él podría extraer información relacionada al monitoreo de los agentes de Rizembool. Él dijo que era muy probable que la persona que realizó un ataque contra Akita durante el verano fuera la misma o estuviera relacionada a quien estuvo a cargo de su desaparición. Con la información de su identidad, podríamos cuestionarle personalmente.”
“¿Hm? No es un mal plan,” Yagen sonrió con ironía, y le arrancó el USB. “Pero despierta de tu nube, Atsu. Tu aventura ya terminó. Le doy crédito a tu ayudante y bien podría ser un plan de acción a seguir, pero yo tengo mi modo de hacer las cosas. Principalmente…” borró su sonrisa y le miró con frialdad. “…prefiero hacer las cosas a manera de no exponer innecesariamente a nuestros hermanos al peligro. Estás actuando solo y sin alguien que cubra tus huellas. Rizembool sabe que estás aquí y no tardarían en detectar actividad anómala de tu parte. Si te infiltraras en su base de datos sin otra herramienta aparte de este comunicador, estarías completamente vulnerable, y no serías el único que pagaría las consecuencias. Nos involucrarías a todos.”
“Maldición…” comprimió sus puños. Fue otra ligereza que ni llegó a pensar. Al ser presentado ese detalle tan importante, Atsushi casi se desconoce por no haber considerado una manera de pasar desapercibido por Rizembool. Ibara prácticamente lo envió con la más trivial de las advertencias, recalcando que él mismo no estaba en riesgo, pero Atsushi, por más dispuesto que estaba a desvivirse por encontrar a su hermano, realmente no tenía la ayuda de nadie, ya que Ibara especificó que no lo ayudaría. La mención de Gotou de que le estaba tendiendo una trampa de inmediato regresó a su mente. ¿Acaso… lo había hecho?

Yagen le observó de reojo por un momento, y terminó por dar un suspiro.

“Está bien.”
“¿Eh? ¿Qué está bien?” preguntó todavía alarmado.
“No sé qué podrás hacer por mí, pero dejaré que me ayudes,” se encogió de hombros. “Te seré sincero. Tengo una sospechosa en mente. Me ahorraré el trabajo de buscar la información que dijiste, al saber bien de quién se trata…” no estaba convencido, pero comprendía que el otro ya estaba demasiado comprometido para dejar el asunto ir. Era muy necio, y negarle esta oportunidad de ayudar luego de haber regresado después de tanto tiempo sería un trago demasiado amargo para él. Caminó hacia su celular. “No tendré problemas consiguiendo su información para contactarla o irle a buscar. Podrías acompañarme.”
“¿En serio?” se confundió. “¿Tan rápido has llegado a una conclusión?”
“No tengo ninguna prueba evidente, pero tus videos me dan todo el derecho de al menos cuestionarle. Rizembool estaría de mi lado, de eso no hay duda…” Yagen prendió el display de su celular, para notar que había recibido unos mensajes hace un par de minutos, en su mayoría enviados precisamente por Junko Enoshima, la sospechosa.

Atsushi comprendió de inmediato que algo andaba muy mal por observar los ojos de su hermano abrirse ampliamente. Este pasó de mensaje a mensaje con un dedo y se quedó en aquel estado de leve asombro, uno que, por tratarse de él, fallaba en expresar cómo se sentía por dentro. Al no tener explicación alguna, decidió acercarse para observar también qué era lo que Yagen acababa de recibir.



Había pasado una década bajo entrenamiento militar para fortalecerse y llegar a términos con su pasado. Su experiencia en prácticas y en el mismo campo de batalla le condujo a enfrentarse con situaciones de tensión y peligro que hicieron crecer y madurar. Después de esa intensa vida y de rendir honor a su padre y a su linaje, acababa de volver para vivir con sus hermanos y cuidar de ellos haciendo uso de sus facultades especiales a plenitud. Esperaba convertirse en un hermano mayor responsable y en uno de los pilares de su familia.

Sin embargo, nada en su vida entera le hubiera podido preparar mentalmente para lo que estuvo a punto de ver.



“…”

Él se acercó para observar una foto siniestra del pobre Akita tendido sobre una camilla de hospital, con los ojos desorbitados y moretones por los brazos, las únicas extremidades visibles por encima de sábanas ensangrentadas. Por inercia le quitó su celular y leyó el texto advirtiéndoles de no llamar a la policía y esperar instrucciones.

Se quedó mirando esa imagen por alrededor de un minuto más, sin poder comprender la razón detrás o realmente asimilar que aquel era el estado de su hermano. Movió su dedo y se topó con un archivo pdf de letras pequeñas, tablas con números y descripciones en párrafos. Era el resultado de una prueba médica de algún tipo, aunque su nerviosismo le hizo pasarlo sin molestarse a leerlo.

Finalmente llegó a otro mensaje más, uno largo y un tanto redundante con uno que otro emoticón. Comenzó a leer ese incomprensible tono hasta llegar a un nombre que le descuadró por completo. Midare…

Su visión se desenfocó y perdió el hilo al mensaje. No se molestó en leerlo y llegó a la imagen adjunta. De ahí no hubo marcha atrás.

“……”

Vio a un chico de cabellos rubios largos y ojos azules con las extremidades atadas, ropas sucias y rasgadas y varias heridas de distintos tamaños y niveles de gravedad, todas desatendidas y algunas presentando un color morado que indicaban infecciones. Ese joven miraba hacia un costado, atento a alguna fuente de luz como un televisor, con unos ojos extenuados y ojeras marcadas, como si fuera testigo de una calamidad. Por su cansada y agobiaba expresión, daba la impresión que llevaba demasiado tiempo intentando soltarse para huir aterrado y despavorido, pero a su vez empezaba a caer en la desdicha de estar completamente impotente, semejante a la de un animal sentenciado a morir.

“Midare…” Atsushi ni se molestó a regresar al archivo pdf con los resultados de la prueba de ADN. Era su hermano, aquel que habían perdido hace trece años. No tenía duda. Era él. Estaba tan cerca… pero tan inalcanzable… apretó sus puños a más no poder. “Tsk…”
“…” Yagen miraba a esa pantalla con sus anteojos brillando con frialdad. No era frecuente que algo le hiciera sentir tanto odio como en aquel momento.



Era el momento de la verdad.


Kana

Agradecimientos a @Eureka por prestarme a sus personajes ♥
- @Apple me encantan tus nuevos iconos ♥
-Mahiro me quedó bien hdp pero no es malo en el fondo u_u (?)
-Me muero, es el fic más estúpido que he hecho.


"El rescate de Amanda"

Las últimas semanas resultaron ser potencialmente infernales. No sólo tenía que lidiar con el estrés de ser miembro, (y, según a su juicio, el más bello) de Bad Ass Temple, una banda musical que comenzaba a ser bastante popular entre los jóvenes japoneses, sino también afrontar todo el cúmulo de situaciones personales que le generaban una carga adicional de ansiedad.

Una de estas situaciones era tratar de lograr alcanzar los niveles que Kuko esperaba de él y no defraudarlo (como siempre) con sus lloriqueos e inseguridades. Si bien el pelirrojo lo estresaba por ser muy exigente y, a veces (casi siempre) le daba un poco de miedo hacerlo enojar, estaba eternamente agradecido del joven quien le daba una oportunidad en su banda. Pese a todas las críticas, Kuko depositaba algo de confianza en él.

“Kuko es una buena persona…” Pensó para sí mismo.
Inevitablemente articuló una pequeña sonrisita cálida ante el recuerdo de aquel chico.

“Quizá debería decirle… Que siempre me atraso porque…”

No. No podía decirle a Kuko lo que estaba pasando con él. Prefería verlo enojado con él regañándolo por llegar tarde a los ensayos o al templo del pelirrojo antes de que éste se metiera en problemas o se burlara de él por ser tan inepto y dejarse manipular.

Tampoco era como si Kuko se importara en sus problemas personales. Él tenía mejores cosas que atender que escuchar sus dramas.

—Aquí estás. —
—…— Jyushi inmediatamente se tensó. El motivo por el cual sus últimas semanas fueron un verdadero infierno se manifestaba en persona.
—¿Quién te crees que eres para hacer que te busque? No eres nadie especial como para que sea yo el que te localice… Deberías ir a mi encuentro y postrarte ante mi.—
—L-lo siento… Nakiri-san. —
—¿Eh? ¿Escuché bien? — se le acercó al rostro, mirándolo intimidadoramente y posando el perfil de su mano en su oreja fingiendo sordera.
—N-Nakiri-sama— corrigió, disimulando el terror que sentía por ese chico.
—Bien. Está mejor. — sonrió, asintiendo. —Hoy estoy de buen humor así que no tendrás un castigo por tu estupidez. —
—¿Qué debo hacer hoy por usted, Nakiri-sama? — preguntó Jyushi en tono cansado.
—…—
—…—
—¿Acaso no revisaste el mensaje que te mandé?
—…N-no. Mi teléfono se descargó.
—Ahhhhh— Mahiro soltó un suspiro, frotándose las sienes. —¿Qué sentido tiene tener a un esclavo personal si no sabe hacer nada bien?
—¡L-lo siento! ¡No volveré a ser tan tonto! Por favor, no me castigue…
—Eres tan inútil…— entrecerró los ojos. —Supongo que esa cosa horrorosa a la que llamas Amanda tiene merecido que la queme.
—¡NO SEÑOR, POR FAVOR! No le haga daño a Amanda. ¡Se lo suplico! ¡Si quiere me postro ante usted ahora mismo!
—¡HAHA! — El Rebel soltó una carcajada. —¿Qué no tienes dignidad? Mírate, rogándome que no destruya esa porquería absurda.
—A-Amanda es muy importante para mí.
—Ni siquiera es algo bonito…
—Es… Es hermosa para mí y muy importante. Tiene un significado especial…
—Aimono… ¿Eres consciente de que es un estúpido peluche? Que, por cierto, es bastante feo. — Mahiro arrugó la nariz, recordando esa cosa horripilante.
—Por favor… No la destruyas.
—Ahhhh— volvió a suspirar, hastiado. —Seré piadoso. Pero si no tienes mi uniforme de kendo listo antes de la práctica le arrancaré un ojo por tus incumplimientos.
—¡E-estará impecable para usted!
—Bien. — Mahiro sonrió, angelical. A veces Jyushi se perturbaba, ¿como alguien con una sonrisa tan bonita podía ser tan cruel?. Después de dictar un par de órdenes más, el Rebel se retiró a sus asuntos.
—…— sólo cuando el otro estuvo lejos, soltó un suspiro contenido que casi le hace escapar su propia alma. —Tú no sabes lo importante que es Amanda para mi… Jamás has vivido lo que yo he vivido puesto que siempre has estado en la otra vereda, Nakiri-san… Somos tan opuestos…—

El pelinegro fue hasta una de las máquinas dispensadoras y compró un refresco. Era temprano aún como para entrar a clases y por suerte se encontraba en una ala aislada y casi abandonada de Rizembool. Solía ir a ese sitio ya que se sentía más seguro al estar alejado de todos. Si bien amaba su nueva y creciente popularidad y que las y los fans lo alabaran, había momentos en que prefería recluirse totalmente de todos.

La inseguridad y falta de confianza en sí mismo era lo que más odiaba. No podía superar esa gran barrera entre sentirse pleno y caer nuevamente en los temores del pasado. Era una huella que no podía borrar.

Su inseguridad era algo que venía creciendo en él desde la escuela. Esto gracias a que por años fue víctima de bullying de sus compañeros y, al igual que muchos chicos que sufrían esa experiencia, guardó silencio por temor a las represarías.

Mahiro Nakiri no parecía recordarlo en el presente, pero en el pasado había sido uno de aquellos chicos que ejerció acoso hacia él. Tal parecía que el “príncipe” Nakiri había olvidado su rostro y eso era bueno, pero no había olvidado el trato humillante hacia su persona.

Había sido su error reactivar esta conducta en él. Nakiri no lo recordaba, pero eso no significaba que no pudiera abusar de él.
Un día, cuando Jyushi tenía una presentación con su banda por la tarde, llevó a Amanda entre sus cosas y después de clases se fue con ella al sitio que solía visitar para estar solo. Aquel peluche, por tonto que sonara, le daba tranquilidad y le hacía sentir feliz desde la escuela cuando lo pasaba tan mal.
No notó que el heredero Nakiri estaba también por esa ala abandonada y lo descubrió hablando y abrazando a Amanda. Por supuesto, Nakiri aprovechó su descubrimiento, momentos después saqueó el estante de Jyushi y tomó ese peluche. “¿Buscas esto?” le preguntó con esa sonrisa maliciosa cuando encontró a Jyushi buscando con desesperación entre sus cosas. Se burló de él y lo llamó loco por conversar con un peluche, pero cuando vio la necesidad y apego de Jyushi hacia Amanda supo que podía usar aquello a su beneficio.

Desde ese día, Nakiri había secuestrado a su amada Amanda.
Ahora Amanda vivía con Mahiru en el distrito Nakiri desde hace unas semanas. Sólo esperaba que ella estuviera bien.

—Al menos vive con un millonario heredero de un importante clan… Una persona con mucha confianza en sí mismo y totalmente admirable… Lo que Amanda siempre mereció. Sólo espero que no la trate mal y que sus amenazas sean sólo bromas… Quizá… Quizá se la está quedando tanto tiempo porque Amanda lo hace feliz a él también. Ella es muy dulce…. Tal vez logre cautivar ese corazón de hielo. — habló para sí mismo, mirando hacia el cielo y esperando que de verdad Amanda estuviera bien con ese psicópata.
—Ara, Aimono-san, ¡buenos días! Me sorprende verte aquí tan solo y ¡AHHH!
—¡AHHH! — Jyushi le lanzó el refresco al rostro y se cayó al piso de la impresión. No esperaba que Mahiro Nakiri volviera tan pronto para torturarlo. Imploró a Buda (recordando a duras penas las oraciones que Kuku le enseñó) que no lo haya escuchado hablando solo. ¡Dios! Le había lanzado su refresco al rostro, ¡seguro ahora lo masacraría en serio! —¡NAKIRI-SAMA PERDÓN! — se arrodilló y juntó las palmas de sus manos. —¡No quise agredirte! ¿Estás bien?
—S-si. — asintió, sobándose la cabeza. Dado el ataque improvisto había perdido el equilibrio y caído al suelo. —¿Eh? Aimono-san, no es necesario el honorifico. Con ore-sama está bien. — sonrió ampliamente, mirándolo con atención. —¿Estás bien? Perdón por haberte asustado.
—Huh…— abrió los ojos temeroso y confundido. No esperaba esa amabilidad de su verdugo. —T-Tú no eres Nakiri-sama…— pero se parecía mucho y era lógico que se haya confundido. Su tono de voz era algo similar, estéticamente también tenía similitudes, pero ahora que prestaba mayor atención notó que el sujeto frente a él era un poco más alto que Mahiro Nakiri, su cabello rubio era más dorado y sus ojos eran de color ámbar con una forma más rasgada que la de Nakiri.
—¿Le dices Nakiri-sama a Mahiro? — parpadeó sorprendido. —Haha, ¡No es necesario que le digas así a Mahicchin!
—Disculpa, te confundí con él. — miró hacia un costado, avergonzado.
—Normal. Es mi primo pequeño, nos parecemos en algo, supongo. — se puso de pie y extendió una mano para ayudar a levantarse a Jyushi. El otro acepto un poco temeroso. —Soy el grandioso Ryota Kise. Seleccionado nacional del equipo de basket de Japón y la superestrella del equipo de Rizembool. Mucho gusto. — estrechó su mano, animadamente. —Puedes llamarme por mi nombre o, si prefieres, por ore-sama. —
—Mucho gusto…— aquel rubio tenía el ego tan grande como él mismo, pero era muy enérgico y amistoso a diferencia suya. —Yo soy Aimono Jyushi, el integrante más iluminado de Bad Ass Temple.
—Lo sé. Hace un tiempo le pedí a un amigo si podía conseguir un autógrafo tuyo en mi disco. Me encantan sus canciones. Claro, mi amigo odió que le pidiera eso porque son bandas rivales.
—¿Eh? ¿Acaso no será el disco que Yamada me pidió firmar? Parecía bastante envidioso por hacer ese pedido.
—¡Sip! ¡Ichiriin es mi amigo y el que me hizo el favor!
—Ah. Que pequeño es el mundo…—
—Aimono-san, no pude evitar echarte hablar solo. Parecías lamentar mucho la pérdida de alguien llamada Amanda, ¿es una ex novia tuya?
—Ella… es…—
—…¿Huh? ¿Pregunté algo indebido? — Kise se preocupó al ver la expresión dolida e infeliz del otro, quien bajo la mirada.
—¡Amanda es la persona más importante para mí y ahora está con alguien realmente malo! — lloriqueó, notoriamente deprimido. 
—¡V-Vaya, Aimono-san, de verdad la estas pasando mal! — Kise agitó las manos, preocupado por aquel chico. —Si quieres te puedo presentar unas amigas. Estarían feliz de conocerte.
—¡Amanda es irremplazable! No es una amiga de ese tipo. Es una compañera. Es familia.
—Tranquilo, podemos ver cómo recuperarla. — asintió, apretando los hombros del chico, dándole apoyo y consuelo. —Deja que ore-sama se encargue de ello. Soy un experto en recuperar personas amadas.
—¿E-en serio me ayudarías, Kise?
—¡Sip! — asintió, alegremente. —Todo con tal de verte feliz.
—¡AH! — Jyushi se emocionó. —¡Eres bueno, Kise!
—Ai, ai. El mejor de todos, de hecho. — dijo sin nada de humildad. —Bien, ¿a quien tenemos que masacrar para recuperar a Amanda? Estoy dispuesto a todo.
—E-ese es un gran problema…— la emoción del momento le hizo olvidar un pequeño GRAN detalle.
—¿Entonces quieres burlar a tu primo Mahiro para recuperar ese tonto juguete del llorón de Aimono? — Ichiro entrecerró los ojos, hastiado. Todo lo que tenía que ver con ese chico le producía cierto rechazo. Lo encontraba egocéntrico, dramático y un verdadero chicle de Kuku, quien, por cierto, era uno de los mejores amigos de Ichiro pero, gracias a que existía Jyushi ,Kuko casi ni tenía tiempo para juntarse con él por tener que estar soportando los lloriqueos de ese dramaqueen.
—Sí… No contaba con que Mahiro fuera el secuestrador. — Y que la mendiga Amanda no fuera una chica real sino un peluche. —¡Ahhhhh! ¿Por qué me meto en estos líos? — Kise se echó hacia atrás, acostándose en su espalda y mirando hacia el techo. Se tapó el rostro y estuvo unos segundos, estático, preocupando a Ichiro pero luego comenzó a girar de un lado a otro quejándose y pataleando. El movimiento logró que su yukata se desordenara. —¿Por qué tengo que ser tan buena persona! ¡Ahhh! ¡Pero Jyucchin se veía tan triste! ¡Tengo que hacerlo feliz! 
—Eso te pasa por hacerte cargo de idiotas…— Ichiro se cruzó de brazos, metiendo sus manos dentro de las mangas de su yukata. No era de usar trajes tradicionales, pero al visitar ese sitio no tenía más remedio que usarlos. —¿Ya le llamas Jyucchin y todo? — frunció el ceño. Por lo visto Kise se había vuelto más cercano de ese sujeto a tal punto de encariñarse.
—¿Por qué te cae mal Jyushi-chan? Es muy amable y educado. No es creído y pedante como siempre me lo describiste. — se sentó de un movimiento, mirando a su amigo.
—Te digo que es un egocéntrico narcisista y vanidoso que no sabe pensar más que en él mismo. Ah, y un llorón de primera… Ya vez como te engatusó con sus lágrimas… A mi amigo Kuko lo tiene hasta el colmo con sus escándalos y por su culpa Kuko tiene que lidiar con sus lloriqueos y dedicar mucho tiempo a él.
—Oi, suena como si alguien estuviera celoso del nuevo amigo de Kuko. — Kise soltó una risita mientras canturreó aquella oración. Picó la mejilla de Ichiro con su dedo índice, provocándolo.
—Idiota, no es eso… Kuko puede tener todos los amigos que quiera, pero me molesta que estos sean unos aprovechados.
—Ah, entiendo… Antes las personas pensaban que me juntaba con el aprovechado Yamada que seguro quería mi dinero… ¿Ves como los juicios de valores pueden ser tan erróneos?
—…No me vas a hacer cambiar de parecer.
—¡Peeero! ¿Me vas a ayudar? ¿Si? ¿Si? — se aferró a su brazo insistiéndole.
—Supongo que no me queda de otra… Pero no lo hago por Aimono y su… ¿peluche? ¿What the fuck…?  Lo haré para evitarle problemas a Kuko y para sacarte de tus lamentos.
—¡Gracias!
—Ahora…— Ichiro se puso serio, considerando que la situación no era nada fácil. —El tema de tu familia… Estar aquí. — haciendo mención a la mansión tradicional del distrito de los Kise —Ya es complicado y los Kise son una familia menos arisca que los Nakiri… Aún así tengo que pasar por todo un protocolo de aceptación para que me dejen entrar aquí y soy la única persona ajena de los Kise que ha llegado hasta aquí. No quiero ni imaginar cómo pretendes entrar al distrito de los Nakiri, del cual fuiste expulsado, y llegar hasta la residencia de Mahiro para robar a esa cosa…
—Expulsado y todo, soy mitad Nakiri así que quieran o no tengo derecho y herencia a ese trono (?)— Kise se frotó el mentón, pensativo. —Pero no dejas de tener razón en cuanto a que es complicado entrar en el distrito Nakiri incluso para un miembro honorífico como yo.
—Kise, nunca has sido un miembro honn—
—¡PERO no es imposible entrar! Tenemos que armar una estrategia y un grupo de ataque.
—¿Grupo de… ataque?
—Ahám. Los Nakiri y los Kise cuentan con los “Hogo-sha Kakushi” que son un grupo de guardianes centinelas con disciplina samurái que están en todo el distrito resguardando la seguridad del territorio. Literal, no dejan que nadie pase. Los “Hogo-sha Kakushi” de los Kise son un poco más pacíficos y al menos te interrogan antes de atacarte… Pero los de los Nakiri son otro tema.
—…Shit. — Ichiro se pasmó. Para alguien que estaba acostumbrado a enfrentarse con yakuzas era inusual respetar otras figuras, pero los guardianes de los Kise eran personas que prefería mantener de lejos. No quería imaginar a los guardianes Nakiri. —¿Tienes algún plan en mente?
—Tengo pensado pedirle a Mahicchin que hablemos y le diré que sea en el distrito. El problema es que seguro me recibirá en el templo más pulgoso que tiene en su distrito, haha… Nunca me dejaría entrar a su mansión y menos a su habitación. Mahicchin no tiene corazón, prefiere tenerme bajo la nieve antes de mostrarme con su padre.
—¿y tu tío? Quizá él te reciba en su mansión. Recuerdo que dijiste que él no sale mucho de allí.
—Ahám… Puede ser. Pero mi tío Azami no quiere verme en la vida, si me recibe sería en el patio o algo por el estilo y… de noche. Y de noche los Hogo-sha Kakushi son mucho más activos.
—Kise, heh… ¿entonces son ciertos los rumores de que tu tío no sale a la luz del sol?
—Hahaha, esos rumores. — Kise soltó una carcajada, burlesco. —Hay gente que dice que hace rituales de sangre y que tiene más de mil años, otros dicen que ese un oni y lo llaman “Demonio Nakiri” pero en realidad no sale mucho bajo la luz del sol porque su piel es muy delicada… Es sumamente pálido. Demo, eso no significa que no salga de día… Acude a sus reuniones y eventos con normalidad…
—Huh, una vez escuché que era un vampiro y mataba gente en las noches.
—¡Ichiriin, por dios! ¡Hahaha! Está bien que mi tío Azami sea… raro, pero no es ni vampiro, ni demonio ni… marciano. — había quienes incluso le decían extraterrestre. Lo cierto era que, pese a todas sus excentricidades, era un ser venerado entre las familias importantes tal y como si fuera una deidad debido a su peculiar piel pálida y sus ojos completamente negros.  —Ya dejen al anciano en paz.
—Okay. Entonces ves más viable una reunión con tu pesadito primo.
—Cuando baje la guardia le diré algo como “Tengo que ir al baño” y me escabullo a su cuarto y salvo Amanda. El grupo de ataque estará atento por si me derriban en el camino. Tendremos que hacer como si estuviéramos en una carrera de revelos con Amanda pasándola en nuestras manos.
—O podríamos atacar entre todos a tu primo y obligarlo a entregarnos ese juguete.
—No permitiría que le hagan daño a Mahicchin, lo siento. Es un pobre bebé.
—Kise… Tu primo es un bastardo. Le hace bullying a Aimono a quien lo tiene de esclavo humillándolo a diario…quizá que cosas lo ha obligado a hacer. Maltrata a sus compañeros de clase e incluso sus amigos le tienen miedo, es déspota contigo y tus hermanas, es un Rebel nefasto con su HiME y una suma y sigue, ¿y crees que no se merece una golpiza? Yo sería el primero en golpearlo, con gusto.
—Huh…— Kise meditó, mirando las vigas del templo. —Prefiero dejar a Mahicchin fuera de peligro.
—Pero a nosotros que nos masacren los ninjas secretos de “la aldea Nakiri” — Ichiro soltó un suspiro. —Creo que le avisaré a Kuko sobre esto… Necesito gente experta a mi lado.
—¿Eh?
—Sí, seré del grupo señuelo y carne de cañón…
—¡Ichiriin! — Kise se le lanzó a abrazarlo, emocionado. —¿Por qué eres tan bueno?
—Escucha con atención, porque eres un despistado de primera y no quiero que olvides el plan: tú distraes a tu primo, evitas que se meta en la pelea y nosotros distraemos a esos guardianes mientras uno de nosotros, el que sea, pueda lograr entrar en el cuarto de tu primo y tomar el juguete de Aimono. — todavía no podía creer que iban a una misión suicida y violar la privacidad de una familia rica e importante por un miserable peluche que seguro Aimono se lo ganó en una máquina gacha cuando pequeño. —Tu tarea es pensar un tema de conversación que tenga lo suficientemente distraído a Mahiro para que no preste atención a su entorno. — Kise iba a comentarle lo que se le vino a la mente. —NOKISETUVIDAPERSONALNOLEINTERSAATUPRIMO.
—¿Por qué el idiota de Jyushi nos metió a todos nosotros en estas payasadas? Tsk… Debería hacer que limpie todo mi templo… Ah, pero verdad que las últimas semanas no he podido obligarlo a hacerlo porque ha estado obedeciéndole a ése Nakiri. — Kuko se mantuvo de brazos cruzados, molesto por toda la situación. Lo que más le ofendía era que Jyushi no le haya confiado su problema. Estaba seguro de que él habría podido ir a defenderlo de Nakiri y las cosas no hubieran llegado al punto de humillación en el que actualmente estaba Jyushi. Lo miró enfadado. —¿En serio? ¿Todo esto por un juguete?
—Amanda es especial para mi…— dijo cansado. Después de que Yamada lo delatara con Kuko no tuvo más opción que explicarle mil veces al pelirrojo todo lo que había pasado, pero el chico seguía interrogándole una y otra vez. —…— sobre él, ya no sólo sentía la mirada molesta de Kuko desaprobándolo, también tenía la mirada de Yamada quien lo observaba con auténtica reprobación.
—¿Quién invitó a Eminen versión pirata de segunda mano? — Kuko señaló a Satsuki Ito, un chico pelinaranja y de apariencia callejera.
—Oe, enano, ¿quieres que te pise?
—¿Quieres que te patee el trasero?
—Ya. — Ichiro estaba pensando que fue mala idea juntar a esos dos. —Yo invité a Satsuki… Lo odiamos y todo, pero debemos reconocer que sabe pelear bien… Ah— recordó fugazmente cuando él, Kuko y el mismo Satsuki en sus inicios fueron pandilleros mucho antes de ser celebridades de la música. Satsuki era de una pandilla rival y en ocasiones tuvieron unos cuantos enfrentamientos con él. Irónicamente ahora era un rival, pero no de pelea callejera, sino musical. 
—Estos se van a poner a pelear entre ellos. — Jiro soltó una risita, divertido. —¿Apostamos por quién gana?
—Jiro, no les des chispa…— su hermano mayor lo miró con desaprobación. —Lo que menos quería era traerte aquí, pero te pegaste como chicle…—
—Tenía que aprovechar que el odioso de Saburo tenía clases y así yo podía pasar más tiempo contigo, nii-chan. Además, ¿a poco no me veo bien en este traje? Qué bueno que Kise me prestó este traje tradicional de los Nakiri. — El pelinegro dio una media vuelta posando como samurái con aquel traje que sólo un Nakiri podía llevar. —Me queda un poco grande porque es de Kise, pero seguro que paso desapercibido como un Nakiri. Pero, ¿a qué rama Nakiri me pareceré más? A la de Nene-chan, Kana y Kise obviamente no, mi cabello es oscuro a comparación del de ellos. Mh. — trató de pensar en otro Nakiri.
—Le pregunté a Kise qué podías decir si te descubrían. Al parecer, Azami Nakiri tiene el cabello negro, pero no se parece en nada a ti… Pero me nombró a unos primos suyos, Hyakkimaru y Tahomaru, que son Nakiri de la guardia real del distrito. Ellos y sus padres son de cabellos negros. Su madre, incluso, tiene heterocromia. Puedes decir que vienes de esa línea Nakiri.
—Por cierto, volviendo al punto anterior. Ganaría yo, Yamada Jr. — se señaló Satsuki, muy convencido de sus palabras y sin olvidar la apuesta de Jiro. —El oni enano satánico no es rival para mí.
—¿Oni enano? — Kuko lo miró con odio, Ichiro lo sujetó del brazo intuyendo sus intenciones de golpear a ese tipo.
—Repasemos el plan, ¿quieren?—
—Vamos y golpeamos a todos.
—Calma, Kuko…— Ichiro negó con la cabeza. —No es así como así. Bueno, como dije, repasemos el plan: Kise se encuentra adentro del distrito distrayendo a Mahiro. — dicho el nombre, notó que Aimono se estremeció. —Yo, Kuko, Satsuk y Jiroi entraremos y trataremos en lo posible pasar desapercibidos para tratar de llegar hasta la habitación de Mahiro. Si nos descubren, yo, Kuko y Satsuki nos enfrentamos a los Hogo-sha Kakushi. Jiro será el “saqueador” irá hasta el cuarto de Mahiro en busca del… peluche.
—WAIT. ¿Dijiste peluche? — Satsuki recién se enteraba de ese detalle. Hasta donde sabía, sólo lo habían citado para una pelea para medir fuerzas con otros tipos.
—¡Amanda!
—¡Cállate! — le gruñó Kuko, molesto. —Que todavía no puedo creer que estemos haciendo todo esto por un juguete…
—En caso de que logremos conseguir nuestro objetivo, salimos corriendo a la calle donde Aimono y Momo-san nos esperaran en el automóvil para el gran escape. — concluyó Ichiro.
—¿Qué va a pasar con Kise? — preguntó Jyushi, con cierta preocupación por el único ser que se mostró empático de forma verdadera con él. Agradecía la ayuda de los demás, pero era notorio que lo hacían por obligación y de malas ganas.
—Kise tendrá que ver cómo salir de esta. No se preocupen, no es la primera vez que los Nakiri lo expulsan, castigan monetariamente o le hagan la ley del hielo por sus idioteces. De algún modo u otro, los Nakiri con el tiempo se van flexibilizando con él… Quizá porque, quieran o no, Kise, con todo lo tonto que es y todo, es… un posible heredero y representante de este lugar. Supongo que lo prefieren cerca para mantener el imperio Nakiri por muy cabeza hueca que sea. — el pelinegro miró a Aimono. —Deja de preocuparte por Kise. Si yo fuera tú, estaría buscando un modo de afrontar la ira de Nakiri cuando se entere de que tienes a “Amanda” de vuelta contigo.
—Mi pésame. — dijo Jiro.
—…—
—Si Nakiri quiere pelear, que se enfrente a mí y deje a la princesa de lado. — Kuko se dio un par de golpes con su dedo pulgar en su pecho, sonriendo con adrenalina. —A ver si es tan valiente ese canalla.
—Kuko, trata de no meterte con él. Nakiri es problemático, pero no es de ir peleando por la vida… Tiene otros métodos de hacer miserable a las personas.
—A mí ni me va a obligar a usar un traje de Maid con orejas de neko para sacarme fotografías y amenazarme.
—QUE— Ichiro soltó en shock.
—A Aimono lo obligó a hacer el tonto… Así que tiene más que un miserable peluche de rehén. — el pelirrojo volvió a fruncir el ceño, irritado. Después de hacer que Aimono se confesara con él tras presionarlo, logró que le contara todas las peripecias por las que pasó bajo el yugo de Nakiri—Ese sujeto es un degenerado. Debemos conseguir esas imágenes también.
—Ah, no, no. Con Amanda basta. — dijo Jyushi, sonriendo tranquilo y llamando la atención del resto por su inexplicable conformismo. —Las fotografías para mí no son humillantes. Luzco muy bonito con esos trajes… Si Nakiri las sube donde quiera, los fans las amarán y yo tendré muchos likes.—
—CÁLLATE— Kuko le dio un zape.
—¡AH! — la rabia de Kuko le hizo temblar. —¡No me grites así, Kuko! Me asustas…—
—Listo. — Momo apareció frente a ellos, jugueteando con las llaves de su vehículo. —Estacioné cerca y está todo factible para el gran escape.
—Momo-san, gracias por ayudarnos en esta estupidez…— Ichiro se sintió avergonzado de involucrar a Momo en esos temas.
—No hay de qué. Me gusta ayudar. — canturreó. —Pero, me llama la atención de que no invitaras a Sasara en esta aventura. ¿Sabes que en sus tiempos era un buen guerrero? Detrás de esa imagen amigable y casi tontorrona, tienes a un gran contrincante que puedes usar contra los ninjas Nakiri.
—Sasara no me cae…— dijo Ichiro, mirando a Kuko. —Supongo que estamos en malos términos con él desde la última vez que lo vimos y eso fue hace muchos años.
—Hm, quizá tú, yo a veces me texteo con él por Instagram. Aunque termino bloqueándolo al rato porque sus chistes son bien tontos y aburridos…— comentó Kuko. —Lo que me extraña es que no le avisaras de tu plan a ese engendro de Ramuda.
—No puedo. — Ichiro negó con la cabeza. —No quiero meterlo en problemas, él está muy ocupado, además… ¿te das cuenta que Ramuda es el más bajito de todos y que estamos aquí para pelear contra unos cuantos tipos? Esos Hogo-shan Kakushi lo harían puré de una.
—¿Cómo le estará yendo a Kise? — Jyushi miró hacia los muros siempre cerrados del distrito Nakiri. Había escuchado que detrás de esos muros el distrito contaba con muchos templos, jardines, dojos y lugares interesantes que recorrer. Sería perfecto grabar un videoclip estilo visual kei en esos lares.
—Pronto lo averiguaremos…— Ichiro dejo escapar un suspiro, preparándose mentalmente para hacer la estupidez de su vida. Miró hacia el muro que suponía era el blanco débil de todo el distrito. —Kuko, vamos…— tomó distancia alejándose unos metros y corrió hacia el muro con la intención de treparlo. Iba de maravilla y se sorprendía de sus propias capacidades atléticas, seguramente podía ser un brillante guerrero samurái con sus condiciones actuales.
Pero…
—PFFF HAHA—Kuko soltó una carcajada al ver como Ichiro iba todo bien con el salto y todo, pero no llegó a la altura esperada y comenzó a deslizarse por el mismo muro hasta caer a los pies de este. —Bro, eres un iluso… Nunca en la vida vas a poder saltar ese enorme muro.
—¿Qué hacemos ahora? — Jyushi se tensó. Si no lograban entrar nadie rescataría a Amanda y los esfuerzos de Kise serán en vano.
—¿Para qué querías conversar conmigo?
—Mahicchin, hay… varias cosas que tenemos que conversar. —
—…— Mahiro lo miró con los ojos entrecerrados, suspicaz, no se convencía de que su primo Ryota quisiera simplemente conversar con él. Suponía que detrás de ese interés hacia su persona venía la petición de un favor o de alguna estupidez de su tipo.
Los dos primos estaban en uno de los dojos del distrito, ambos usaban trajes tradicionales y estaban sentados de cuclillas uno en frente del otro. En medio, una pequeña bandeja con una tetera con té y dos tazas. Erina les había preparado un suave brebaje.
—Ahhh, ¿no tienen algo de sake para ofrecer? — Kise miró con desilusión el té.
—Deberías agradecer que Erina te preparó una porción para ti… E
—Ahhw, Erina es tan linda…—
—Y no debes beber alcohol. Se supone que eres un representante deportivo o algo por el estilo… Lo que faltaba… tener que conversar con un ebrio.—
—Mahicchin deja de ser tan severo con tu primo MAYOR. Si sigues siendo tan estricto te saldrán arrugas.
—Mi linaje carece de marcas faciales. — se defendió. —Y siendo mi primo mayor deberías dar un mejor ejemplo de tu persona… Eres el hazmerreír y el deshonor de nuestra ilustre familia.
—Daah. — el rubio giró los ojos, agotado —Es como escuchar a tío Azami.
—Soy su hijo… Mi señor padre sólo dice cosas que son dignas de replicar.
—En fin, yo no bebo. Quería sake porque a veces se necesita un poco de fermentado para aflojar la lengua.
—…—
—¿Qué?
—¿No tienes nada en mente para conversar, cierto?
—¡Claro que sí! Quería contarte sobre… Sobre mi pasantía en la NBA
—¿A mí que me importan esas cosas?
—¡Ay! — se tapó la boca, recordando mentalmente a Ichiro regañándolo advirtiéndole que no hablara de su vida porque a su primo no le importaba. —Era… broma. — tomó una de las tazas, hizo una reverencia agradecido por el té y bebió un poco de la infusión. Era suave en el paladar y su sabor era admirable. Le daba una sensación de tranquilidad.  —Sabe bien… Creo que pocas veces he consumido un té tan delicioso.
—Erina, incluso, Kana y Nene son expertas en la ceremonia de preparación de té. Si prestaras más atención a tus familiares y a sus creencias, sabrías que es así. Es increíble el desprecio que manifiestas por tu gente, traidor de tu sangre, quien prefiere adoptar costumbres y gustos extranjeros en vez de validar sus raíces.
—Te equivocas…— dijo con un brillo especial en su mirada y una sonrisa desafiante. —Yo si aprecio y respeto a mi familia, a mi modo “alocado”, tal vez, pero siempre he tenido el corazón de amar y velar por cada miembro… Incluso por ti. “Respetar, honrar y orar por cada uno de los Nakiri, por su protección, bienestar y legado. Con sus acciones puras y consagradas hacia los suyos y la comunidad; la casta Nakiri sea relacionada con la luz de la divinidad” ¿Olvidaste ese mandamiento familiar, Mahiro? Porque… Últimamente siento que tus acciones hacen que el nombre Nakiri sea relacionado con oscuridad.
—¿Qué insinúas?
—Te estás volviendo frío. Insoportable. Cruel. Con el objetivo de ser como tu padre, no te importa dañar a tu propia familia y a las personas que te rodean. Has violado unos de los mandamientos más significativos de la familia.
—…— el rubio lo miró con frialdad poderosa, pero manteniéndose calmo, aunque por dentro estuviera ardiendo en ira.
—Nakiri Mahiro, eres aborreciblemente hipócrita. — amplió su sonrisa desafiante.
—Quien diría que la parlanchina de Nene-chan dijera entre sus tonteras de niña absurda algo que nos pudiera servir. — canturreó Jiro orgulloso de si mismo por ser el gran aporte de esa tarde. Una vez había escuchado a Nene Kise, hermana menor de Ryota, contarle al Kise mayor sobre una pequeña abertura en el muro que servía como “Nijiri-guchi” que comunicaba al distrito Nakiri con el mundo exterior. Por mucho tiempo esa pequeña puerta estuvo sellada pero la curiosidad de Nene llevó a que la muchacha la abriera y curioseara a través de ella.
—Mierda…— Ichiro (y el mismo Jiro) tuvieron ciertas dificultades para entrar por esa pequeña apertura ya que los dos eran muy altos.
—¡No puedo creer que tenga que pasar por una puerta de perro! — gruñó Satsuki.
—Pf, para ti te queda bien. —
—Cállate. Eres el único que no tuvo problemas en pasar por esa mini puerta. — Satsuki miró al pelirrojo con burla.
—De ahora en adelante, ya nadie dirá nada… No podemos ser escuchados. — ordenó Ichiro. —Si cualquiera de ustedes dos se pone a gruñir, los tendré que noquear por el bien de la misión.
—…—
—Jiro, ¿tienes el mapa de la mansión Nakiri que te hizo Kise?
—Nii-chan… ¿De verdad creer que esta porquería me va a servir? — Jiro le mostró un trozo de papel con unos garabatos dibujados con crayones y que parecía digno de un niño de Kinder. Incluso tenía caricaturas y “caritas felices y enojadas” dibujadas en los puntos estratégicos. —¿Por qué tengo que tener cuidado con Matusalén? ¿Quién es ése? Está marcado en el mapa con una carita enojada.
—…— Ichiro maldijo a Kise por su falta de talento para dibujar un mísero mapa (?), se dio con la palma de la mano en el rostro. —Es el líder de los Nakiri. Evítalo…Eh, trata de usar ese mapa, aunque sea nefasto. Seguro tiene… lógica. Ten cuidado, Jiro. Si notas que estás en peligro escapa como puedas. — Miró a los otros dos. —Vamos, nosotros tres tendremos que ser la distracción.
Jiro curvó las cejas, movió la hoja de papel de un lado a otro y se mordió el labio inferior sintiéndose muy confundido con el mapa que le hizo Kise. Tomó aire y soltó un suspiro largo antes de iniciar su misión. Ichiro lo miró con preocupación cuando se fue, deseando que nada malo le pasara a su hermano menor en ese distrito. 
Posteriormente, Ichiro, Kuko y Satsuki comenzaron a avanzar por el gran Distrito Nakiri.
—Esto es como una ciudad entera. — dijo Satsuki, evitando verse fascinado por lo que observaba. —Cuando pueda me compraré un lugar como éste y seré el patrón.
—He escuchado que los Nakiri son ricos y tienen muchos templos a las deidades… Podríamos visitar alguno. También escuché que guardan licor de sake para los Dioses. Si nadie se lo va a tomar, porque ningún Dios va a bajar aquí para beber sake, podríamos…
—No.
—Ahhh, aburrido. — bufó Kuko, mirando hastiado a Ichiro.
—Tratemos de pasar desape——————
Pero no duraron ni unos tantos minutos para cuando los primeros Hogo-sha Kakushi saltaron de los tejados de las construcciones ancestrales rodeándolos. Usaban trajes tradicionales, completamente negros y con máscaras que cubrían su identidad. En total eran cinco. Hicieron un movimiento sincronizado y amenazaron con atacarlos.
—Woh, pelearemos con samuráis de verdad. — expresó Kuko, con cierta emoción.
—Genial. — Satsuki subió sus puños para prepararse para el ataque.
—…— Ichiro se puso a la defensiva también, listo. Quien diría que unas estrellas de la música se enfrentarían a unos “samuráis” para rescatar a un juguete. Sólo esperaba no salir en la prensa por ese motivo.
—A ver… Supongo que debería girar aquí, ¿no? — Jiro se rascó la cabeza, totalmente confundido y tratando de orientarse con el mapa de Kise. —Parece que entré en el ala correcta. Al menos, estoy donde se encuentran los templos más lujosos y refinados. Seguramente uno de estos debe ser la gran mansión Nakiri. ¡Ah! Debe ser como en las películas de los yazuka, ¡la torre más alta debe ser la del big boss!
Jiro volvió a ponerse la máscara y a caminar por aquel lugar. Era enorme y sentía que jamás terminaría de recorrerlo por completo. Por unos cortos segundos cerró los ojos y se dejó llevar por su imaginación: el lugar tenía mucha historia y cientos de cientos de años de existencias, era imposible no imaginarse como un samurái de una era pasada caminando por los lares para vigilar la seguridad de su señor.
—Esa debe ser la mansión… Ah, justo la más complicada de llegar. — observó las interminables escaleras que le daban altura a la mansión. Sin más remedio comenzó a escalarlas sintiendo que eran eternas. Cuando ya llevaba unos veinte minutos subiendo escaleras, notó una distracción hacia su derecha: un templo aledaño dedicado a la oración. —Qué bonito…— susurró al ver que estaba rodeado de flores y plantas. “Supongo que no se darán cuenta si echo un vistazo”
El joven se desvió del camino y entró sigilosamente en el templo. Se impactó al escuchar que alguien estaba orando así que se escondió detrás de una columna.
—Kami-sama, perdona mis pecados. Sé que al ser una Nakiri no debería involucrarme y sé que le prometí a mis hermanos que me alejaría de todo esto, pero no puedo evitarlo… Debo seguir con mi deber. — encendió un par más de inciensos.
—Esa voz…— Jiro se dijo para sí mismo, reconociéndola familiar.  Se retiró la máscara. Parecía bastante afligida por su secreto. Se asomó discreto: quería escuchar su secreto.
—¡Por favor! — la muchachita, quien usaba kimono y un peinado de dos coletas, suplicó insistentemente. —¡Bendíceme en mi deber de HiME y protege a aniki y nee-san! —
—¡QUE! — Jiro salió de la columna, apuntando a esa boba. —¡¿Nene-chan es una HiME?! ¡Hahaha no puede ser! Te aniquilarán en un segundo.
—¿¡J-JIROOOO!? — la peliplateada sintió como una especie de taquicardia se apoderaba de su pecho, tambaleó un poco ante la falta de aire y por poco se desmaya por ser descubierta justo por la persona más idiota en el mundo: Jiro Yamada.
—¡Hahaha que boba, Nene-chan! ¿Cómo se te ocurre ser HiME? O sea, eres minúscula y debilucha.
—¡Shhhh! ¡No lo digas así de fuerte que alguien nos puede oir! — sacudió las manos, jaloneando a Jiro hacia un rincón para esconderse ambos detrás de un biombo.
—Uh…— Jiro la miró fijamente, fingiendo seriedad. —¿Por qué me traes hasta aquí, pervertida? ¿Quieres un momento a solas conmigo e intentarás besarme?
—¡No! ¡Qué asco!
—¡HEY! — refutó ofendido.
—¿Qué haces aquí, Jiro? Es peligroso que alguien que no sea un Nakiri entre. ¿Por qué tienes ese vestuario? ¿¡ASALTASTE A UN NAKIRI!?
—Nene-chan, ¿qué diablos? ¿hasta cuando me verás como un delincuente de la peor calaña? — frunció el ceño. —Estoy en una misión importante.
—¡Tengo que sacarte cuanto antes de aquí antes de que te lastimen!
—Já, sólo dices eso para tratar de despistarme de tu secreto. Lo escuché todo. Eres una HiME.
—¡Shhh por favor! Nadie debe saberlo. Ni siquiera aniki ni nee-san. ¡Por favor, Jiro!
—Ahhw, tendrás que hacer mucho más que suplicarme para que guarde tu vergonzoso secreto. Tendrás que complacerme en todo.
—¡¿QUÉ?!
—¡Mal pensada! — se rió de ella. —Me refiero a que me tendrás que comprar todo lo que quiero y atender a mis pedidos. Ah, y parte por desbloquearme del whatsapp…— entrecerró los ojos.
—…—
—Eso o voy y les cuento a tus hermanos. Ellos estarán agradecidos de que los informe para que actúen sobre ti.
—¡No! — suplicó. —¡Está bien! ¡Haré lo que me pidas!
—¡Perfecto! Parte por desbloquearme. —
—…— Nene sacó su teléfono celular, lo encendió y desbloqueó a Jiro. Le mostró la pantalla. —Ya…
—Ahora, vamos por helado y tú me lo tendrás que pagar.
—¡Pero ni siquiera tengo salario!
—Ay, no sé, creo que se me antojó conversar con Kise ciertas cosas…
—¡Está bien, bribón! — Nene lo miró molesta, lloriqueando.
—Vamos ya.
—…Sólo accederé inmediatamente porque necesito sacarte de aquí. — le tomó de la manga de su traje. —Es peligroso para ti.
—¿Me estás… protegiendo? — Jiro soltó una sonrisita, divertido por las acciones de esa petit. —Igual nadie sabrá que no soy un Nakiri. Tengo el traje.
—Sí, pero aquí son muy observadores… Se darán cuenta de que no perteneces aquí. — condujo a Jiro hacia la salida, miró a ambos lados y se percató de que no hubiera testigos. —Vamos, conozco un escape secreto.
—Si fuera tu esposo, ¿sí podría entrar aquí libremente?
—¡No digas cosas asquerosas!
—¡HEY! Más respeto con el portador de tu oscuro secreto.
—…— Nene le puso un dedo sobre sus labios. —De aquí en adelante ninguno de los dos puede hablar. Conversaremos sobre lo que escuchaste en el templo una vez nos encontremos afuera. Asiente si entiendes.
—…— Jiro asintió con la cabeza. El resto del camino le obedeció a Nene y después de recorrer un largo camino finalmente salieron del distrito Nakiri.
Jiro no recordó ni por un momento que olvidó rotundamente su única misión: buscar a Amanda. No lo recordaría sino hasta muy caída la noche.
—Tsk…— masculló Kuko, sin creer que fueron derrotados por un solo Hogo-sha Kakushi. Ahora, él con Ichiro y Satsuki permanecían sentados y atados en medio de ese grupo. El líder de los Hogo-sha Kakushi, al ver que no eran rivales para ninguno de ellos, ordenó a los otros samuráis que se hicieran al margen y que él se encargaría de esos invasores.
—¿Qué hacen aquí? — les apuntó con el bokken.
—…—
—…— el líder de la guardia dio un paso hacia delante, puso la punta del bokken sobre la frente de Ichiro y le hizo que le mirara. —Les permito hablar, por si no está claro.
—No se te entiende nada con esa máscara… Estás peor que Darth Vader. — amenazó Kuko. —¿Para qué te escondes detrás de ella?
—…—
—El oni tiene razón. Si te crees tan honorable, al menos quítate la máscara y muestra tu rostro. — se le sumó Satsuki.
—No lo provoquen…— murmuró Ichiro.
—…— el sujeto permaneció quieto y en silencio por unos segundos. Luego llevó su mano hasta su máscara y lentamente comenzó a retirársela revelando su rostro: resultaba ser un muchacho joven, de tez muy pálida, ojos color grises oscuros, cabello negro, largo y con un extraño peinado. —Insolentes… Cualquier Hogo-sha Kakushi les habría rebanado la cabeza, pero yo tuve la amabilidad de interrogarlos antes, saltándome todo protocolo. ¿Acaso no saben que dentro del distrito Nakiri el gobierno tiene autorizado ejecutar a los invasores sin cargos por esta acción?
—Escucha, cabeza de cangrejo, no tenemos por qué responderte nada. Sólo pasábamos por aquí y ya, ¿no puedes olvidarlo y punto?
—…— el guardián mantuvo su mirada inexpresiva.
—K-Kuko. — Ichiro lo miró consternado.
—Señor, no permitiremos que le falten el respeto de este modo. — habló uno de los samuráis. —Por favor, permítame darle un castigo ejemplar.
—…— el líder extendió su brazo impidiéndole el paso. —No. Aún…— los miró indiferente. —¿Cuáles son sus nombres y por qué están aquí?
—Ya te dijimos que sólo pasábamos…
—¿Esta es una película o de verdad está pasando que seremos asesinados por gente disfrazada de samurái? — Satsuki miró a Ichiro y a Kuko exigiendo una explicación.
—Soy Ichiro Yamada, él es Kuko Harai y él es Satsuki Ito. Estábamos esperando a Kise Ryota, nuestro amigo, señor del legado Kise, aliado de los Nakiri.
—QUE— Kuko quedó en shock. ¿Ese rubio idiota era heredero de los Kise?
—A nuestro señor Nakiri-sama le tiene sin cuidado lo que suceda con las amistades de alguien que fue expulsado del árbol genealógico de los Nakiri.
—…—
—Hm, si no tienen nada más que decir en su defensa, afronten las consecuencias de sus actos. — se puso en posición de ataque dispuesto a darles azotes con su bokken.
—Estamos muerto…Mascaritas no parece tener corazón— masculló Satsuki. 
—Tahomaru…— un joven delgado, con cabello negro y largo atado en una coleta alta apareció entre los presentes. Tenía los mismos ojos que el otro chico. A diferencia de “Tahomaru” éste no llevaba máscara.
—…— Ichiro, Kuko y Satsuki se le quedaron mirando, su expresión distante era mucho más intimidante que la del otro chico. Los tres supieron que ante ellos apareció el verdugo superior: tenía una expresión de aniquilador, a diferencia de Tahomaru quien sin su máscara incluso parecía un chiquillo casi inocente pese a su inexpresión.
—Detente. —
—…—
—No… Puedes golpearlos.
—No te atrevas a desacreditarme frente a los extraños. Nakiri-sama confía en mi como líder de su guardia. Es mi deber castigar a los invasores.
—Pero…— el joven lo miró, tranquilo. —El día de hoy está consagrado a la paz. No se permiten peleas…—
—¿Qué…?— Tahomaru frunció el ceño y lo miró confundido. Recordó fugazmente la fecha de hoy, donde se disponía ese día como consagrado a la paz y se prohibían las peleas y los castigos una vez al año. —Tsk…—
—Ven. — lo llamó con la mano.
—…— Tahomaru se acercó a él con reticencia, molesto por su presencia.
—Parece que le va a cortar la cabeza por desacatar sus propias normas. Já, que tonto. — se burló Kuko.
—Mátalo por insolente.
—Kuko, Ito, no le hagan enojar más. — Ichiro observó a ese par de samuráis. Los dos parecían muy serios y peligrosos, el mayor parecía ser el chico que llevaba el cabello en una cola alta, Tahomaru había desobedecido a sus propias reglas al darles de golpe anteriormente con su bokken para reducirlos. Ichiro esperaba no ser testigo de un castigo frente a ellos. Si bien el tipo llamado Tahomaru los había, de algún modo, humillado olímpicamente al reducirlos en un chasquido de dedos, no merecía recibir un castigo según la percepción de Ichiro. “Sólo espero que Jiro haya alcanzado el objetivo…” cerró los ojos para evitar ver el desenlace frente a él.
—¡A-Aniue… basta! —
—¿EH? ¿A-Aniue?— Ichiro, Kuko y Satsuki quedaron en shock al ver la acción de ese extraño sujeto.
—Tahomaru…— El joven había tomado cuidadosamente el rostro de Tahomaru con ambas manos a cada costado de su cara, posó su frente sobre la de su hermano y comenzó a frotarla expresándole cariño de esa forma tan extraña.
—…— Tahomaru lo apartó de un empujón. —¡No vuelvas a hacer esta estupidez nunca más! — tomó su bokken y se alejó unos metros acompañado de los Hogo-sha Kakushi. Lo suficientemente lejos para observar y lo prudentemente cerca para esperar a que su hermano mayor desalojara a esos sujetos.
—Deben irse…— dijo éste, inclinándose ante ellos y desatando las cuerdas. —Tahomaru no es una mala persona, pero es muy estricto con sus deberes de guardián.
—¿Quién eres tú? No llevas el traje de los Hogo-sha Kakushi. — preguntó Ichiro. Incluso notó que su yukata era bastante simple.
—No pertenezco a ellos… Soy un Nakiri inferior. Mi hermano es un Nakiri superior y es su líder.— susurró. —Soy guardián al igual que ellos. Pero sin rango…
—Vaya… guardián y todo pareces más amable que Tahomaru. — suspiró. —Me llamo Ichiro Yamada, bueno… ya habíamos dicho nuestros nombres. ¿Puedo saber el tuyo?
—…— el pelinegro dudó unos segundos, manteniendo la mirada clavada en un punto inexistente. —Hyakkimaru.
—¡¿QUÉ?! ¿Eres el legendario Hyakkimaru Nakiri? — Ichiro expresó en sorpresa, casi cayéndose allí mismo.
—Explícate, bro. — pidió Kuko.
—¿En qué burbuja vives, duende rojo? Todo buen conocedor del kendo y las artes marciales sabe que Hyakkimaru es uno de los más fuertes de todo el país. Todo el mundo le tiene miedo y respeto, tanto por su talento como por su extraña y fría personalidad. — explicó Satsuki. —Eh, ¿puedo tomarme una fotografía contigo?
—¿Y yo? — pidió Ichiro.
—Mh…— mantuvo su mirada en la nada misma. Parecía que su mente estaba en otro lado en ese momento. 
—Aniue no gusta de esas co—  Tahomaru se silenció. La expresión de su hermano no era ida sino más bien concentrada. Estaba escuchando algo que nadie más podía escuchar. Hyakkimaru tenía sus sentidos bastante desarrollados en compensación del sentido de la visión que por muchos años fue débil. Tahomaru se puso en guardia.  —Algo pasa en el Kin'yoku-teki dojo. — dedujo después de seguir la mirada de Hyakkimaru. —¿verdad? —
—…— Hyakkimaru asintió levemente. Luego apretó su mano en el suelo y se dio impulso para saltar hacia un tejado y emprender la carrera corriendo por los techos.
—¡Es sorprendente! — alucinaron Ichiro y Satsuki con la habilidad del samurái. Kuko fingió no estar sorprendido (?) pero no pudo evitar seguirle con la mirada.
—¡Ah! ¡Quítame esta cosa! — gruñó el pelirrojo al sentir que los tres eran envueltos por una red muy pesada en forma de malla.
—Quietos. Si rompen esa costosa red les cortaré los brazos. — amenazó Tahomaru. Posteriormente, una especie de explosión se escuchó a lo lejos. —Aguarden allí mientras nos encargamos de este asunto. — imitó a su hermano mayor y se fui corriendo con su grupo de Hogo-sha Kakushi.
—¡Mierda, han descubierto a Jiro! — exclamó Ichiro, desesperado intentando salir de la malla, pero lo era imposible. —¡AH! ¡Tengo que salir de aquí y ayudarlo!
—¡Es imposible escapar de esta red! — Kuko daba patadas y golpes tratando de liberarse.
—¡Quizá si la incendiamos! Tengo un encendedor en el bolsillo.— sugirió Satsuki.
—Idiota, si las quemas nos quemas a todos. — le amenazó Ichiro.
—Hola♥—
—¿R-Ramuda? — Ichiro giró consternado al reconocer la voz del pelirrosa. Este estaba inclinado en frente suyo, mirándolo con curiosidad y acercando su rostro al de Ichiro. —¿Qué haces aquí?
—Ichiro-kun, ¿por qué no me incluiste en tu aventura? — finguió tristeza profunda. —Estoy muy dolido contigo.
—Ah, Ramuda… No quería ponerte en peligro. Me mataría a mí mismo antes de saber que te hagan daño. Este lugar es muy peligroso y todos están locos… Empezando por Mahiro y Tahomaru. Ehw, no creo que sea buena idea usarte para enfrentarlos en una pelea.
—Aww Ichiro-kun eres tan bueno conmigo al preocuparte.— le dio unas palmaditas en la cabeza. —Pero quiero que sepas que puedes contar conmigo en todo momento. Como ha sido desde siempre. Te conozco desde que éramos niños y para mi eres muy importante. Debiste contarme sobre tu plan para poder apoyarte.
—Es que… No quería perjudicarte. Además, ¡es algo súper idiota! Queríamos salvar el cerdo peluche de Aimono que Mahiro Nakiri tiene en su poder. Seguramente lo debe tener escondido en su dormitorio o algo… Para llegar hasta allí teníamos que enfrentarnos a los guardianes y hemos tenido suerte de que hoy sea un día sagrado para los Nakiri porque si no ya nos habrían decapitado.
—Vaya. — Ramuda parpadeó entretenido con todo lo que le contaba. Apretó un puño, emocionado y lo alzó al aire. —¡Yo lo haré por ti! ¡Será divertido! Iré por ese peluche.
—¡NO RAMUDA ESPERA TE PUEDEN HACER ALGO! — gritó Ichiro en vano puesto que el pelirrosa se alejó campantemente a cumplir su misión.
—Quien diría que Jiro fracasaría y tendríamos a otro saqueador en su remplazo. — dijo Kuko.
—Jiro, espero… Espero que ese idiota logre escapar. — no se daría por vencido con la red.
—¡Tahomaru! ¡Hyakkimaru! ¡S-Suéltenme! — gruñó Mahiro, siendo sujetado por los dos hermanos a cada lado.
—Mahiro, hoy… no está permitida la violencia. En esta fecha se consagra el día de la paz en nuestra comunidad…— le dijo Tahomaru, serio.
—…— Hyakkimaru miró a su hermano con los ojos entrecerrados, Tahomaru le devolvió la mirada. Parecía que ahora sí estaba llevando las reglas correctamente.
—Mahicchin, ya cálmate. — canturreó Kise, sentado en el suelo. Hace unos momentos había tenido una batalla de kendo (a la fuerza) cuando Mahiro se lanzó a atacarlo. —No es para tanto.
—¡Me insultaste e insultaste a mi padre!
—Yo, ¿en serio? Ah, lo olvidé. — se rascó con su índice la cabeza. —Seguro estaba “ebrio” como tú siempre dices. Por favor, perdona a tu primo.
—…—
—¿Qué fue lo que dijiste ahora, Kise? — suspiró Tahomaru. No entendía como su primo mayor podía ser tan infantil.
—Pues, que Mahicchin era hipócrita y que quizá tío Azami no tiene verdaderamente los ojos así de negros, sino que en realidad son sus pupilas dilatadas porque consume drogas.
—¡YA! — Mahiro fue apretado de nuevo por sus dos primos.  —…—
—¿Me perdonas, si? —
—¡Lárgate de mí distrito!
—Pero, Mahicchin… No me puedo ir tranquilo si no me perdonas… Vine hasta aquí para estar en paz contigo aprovechando el día sagrado para nuestra familia.
—Ya. Te perdono. Ahora, lárgate…— Hyakkimaru y Tahomaru lo soltaron cuando lo notaron más calmado. —Ahhhh, ¡no! ¡aléjate de mi! — dijo al ver que Kise se le acercaba. —¡Sale!
—Mahicchin, necesitas todo mi amor. — lo abrazó, acariciándole la cabeza.
—¡Kise ya basta! —
—Shhh. — le dio más cariño. —¿Sabes? Sí quería hablar contigo para decirte algo muy importante. Necesito que de verdad me perdones…
—¡Ya te dije que sí!
—¡Pero no por la pelea de ahora! — se apartó de él, para mirarlo. —Mahiro, he estado estos últimos días pensando mucho y… te debo una disculpa por haberte dejado solo cuando éramos pequeños. Fuimos unidos y éramos buenos primos, pero fui egoísta y sólo pensé en mi felicidad cuando abandoné a los Nakiri para buscar mi destino sin pensar en lo que te podía provocar.
—…Ni me importó.
—Lo dices porque quieres hacerte el rudo… Pero sé que te molestó y sé que fui un imbécil. Espero que un día me disculpes en serio. — asintió, sonriéndole. —Creo que ahora si te dejo tranquilo. —
—Kise, tienes que irte. No tienes permitido entrar aquí desde tu…—
—Ya sé, ya sé. Mi expulsión. — cortó a su primo Tahomaru. Alzó los hombros. —Primito, me alegra ver que siges siendo tan recto como siempre. — le dijo a Tahomaru. Luego miró a Hyakkimaru. —¡Hyakki-chan! Eres el alma más inocente que conozco, espero que no cambies. —
—Kise. — asintió al rubio.
—Ya llévenselo, please…— Mahiro meneó una mano en el aire dándole la orden a los otros guardianes.
—Quien diría que Hyakkimaru nos salvaría dos veces…— Dijo Satsuki, aún emocionado. —Qué bueno que retornó antes de Tahomaru y nos quitó esas malditas redes.
—Hyakkimaru es un amor. Pese a que luzca como alguien frío, tiene un corazón muy cálido. — sonrió Kise. El grupo entero ya estaba afuera. —Bahw, que mal que fracasáramos en la misión. Lo siento, Jyucchin. —
—Bueno, la intención es lo que importa. — sonrió levemente.
—¡¿Que pasó con Jiro?! — exclamó Kise al no verlo. —¿¡MURIÓ!?
—¡NO! KISE, mierda.— Ichiro lo miró enojado por esa suposición. Luego frunció el ceño igual de enojado pero por otro tema. —Algo peor: me mandó un mensaje diciéndome que está con Nene-chan en una heladería. El pendejo OLVIDÓ por completo la misión y nos abandonó desde el comienzo. — masculló un iracundo Ichiro.
—¿Le tenías fe a tu hermano? ¿En serio? — Kuku lo miró con lástima.
—¡Pero! Me preocupa Ramuda. Aún no sale. — miró las puertas del distrito Nakiri.
—¿Eh? ¿Yo no lo vi adentro? — Kise alzó las cejas. —¿Y qué haría Ramuda en el distrito? Es más, ¿cómo entró y burló la guardia así de fácil? Eso es… demasiado raro.
—Ahora que lo dices… tampoco me explico cómo. —
—Nosotros no lo vimos entrar por aquí. — agregó Momose, confundido.
—…—
—¿Me invocaron? — Ramuda apareció de la nada sobresaltando a todos.
—¡Estás bien! — exclamó Ichiro, sonriendo con tranquilidad al fin.
—Sip. — asintió, campantemente. Luego miró a Jyushi, sacó a Amanda y se la mostró. —¡Ta-Daa!
—¡Amanda! — Jyushi lloriqueó de felicidad abrazándola emocionado. —¡AHH! ¡Estás bien, Amanda! ¡Estoy tan feliz de volver a verte! — observó ahora a quien se convirtió en su héroe eterno. —¡Estoy tan agradecido de ti! ¡Eres maravilloso! ¿cómo puedo agradecerte?
—¡Nada! — Ramuda sonrió ampliamente. —Reunirte con Amanda me hace feliz y compensa todo. ¡La familia está junta al fin!
—¡Ah! ¡Tú si lo entiendes! — exclamó Jyushi, sin apartarse de Amanda.
—Un momento. ¿Me puedes explicar cómo así alguien como tú venció a la “armada Nakiri” así de fácil y entró en la mansión y robó a ese cerdo?  Explícalo porque no entiendo como nosotros tres fuimos vencidos así de fácil por un tonto cabeza de cangrejo.
—Oh, ¿supongo que tuve suerte? — Ramuda no podía con la cara de shock de Kuko. Sabía que en su mente no podía procesar la imagen de él venciendo al ejercito Nakiri. El orgullo del pelirrojo debía estar por el piso al ser derrotado. Lo que no sabía Kuko era que Ramuda tenía ciertos lazos con Azami Nakiri gracias a Rizembool y el paso para él dentro del distrito estaba, de algún modo, permitido. Así que sencillamente entró, se reunió con Nakiri-sama como era el objetivo y aprovechó de pasar después al cuarto de su hijo Mahiro para tomar a Amanda. —Bueno, final feliz para todos, ¿nos vamos a beber para celebrar?
—¡Ramuda! — lo regañó Ichiro. ¿Cómo alguien tan adorable podía ser tan mala influencia?
—Me parece una buena idea. — asintió Satsuki.
—Sí, me sumo. Necesito olvidarme de esta vergüenza. — se apuntó Kuko.
—¡ES que ustedes no entienden! — presentó a Ramuda con los brazos. —¡No debemos beber con él!
—Haha, aww, Ichiro-kun, ¿lo dices por experiencia?
—¡…!— lo miró pidiéndole cambiar de tema.
—Vamos, vamos. Es momento de celebrar que Jyucchin está con Amanda nuevamente. — dijo Kise, luego miró a Ramuda. —Aunque, me preocupa que Mahiro se entere de que tú tomaste a Amanda.
—Descuida, puedes decirle que nuestras familias son aliadas y seguro su papi se molestará con él si arremete contra mi. — le guiñó un ojo.
—Lo tienes todo fríamente pensando. Me gusta. — asintió el rubio.
—¡Ya, pero no vayamos a beber con Ramuda! —
—Pues ya calenté el motor del vehículo y estoy dispuesto a ser el conductor asignado. — sonrió Momose. Acto seguido, tenía a todos sentados en su vehículo.
—Oe, Jyushi...— Kuko le detuvo agarrándolo del brazo llamando la atención del más alto.
—¿Si?— preguntó abrazando a Amanda.
—La próxima vez que tengas un problemas no dudes en acudir a mi primero... Me burlaré, por supuesto, pero de todos modos te apoyaré y ayudaré... No necesitas guardarte algo tan complicado por tanto tiempo.
—Ah... Kuko, tenía miedo de hacerte enfadar...—
—Ya.— le restó importancia. Poco después los dos subieron al vehículo de Momo-san.
—…— Ichiro miró al grupo, los siguió y sintió lástima de ellos porque no sabían lo que hacían. Suponía que debía llamar al buen Jakurai para que salvara a todos después de beber. Era el único que podía "manejar" un poquito a Ramuda.
« Last Edit: July 09, 2020, 12:34:08 PM by Kana »


Cho

Hola chicas~ vengo con un fic compartido con Mimi. Ella está con este color y yo con el del foro.

Muchas gracias por escribir conmigo, ha sido muy divertido *hugs*

86.1.


Siguieron las instrucciones listadas en el mensaje y acudieron al edificio abandonado, lugar donde se encontrarían con la persona responsable del secuestro y maltrato de sus dos hermanos desaparecidos en búsqueda su liberación.

La revelación de que esa persona tenía a sus hermanos a su merced resultó en un gran shock para Atsushi, quien luego de procesar todas las partes de aquellos mensajes, había adoptado un semblante frío y repleto de una silenciosa y tranquila ira. Su angustia y shock personal sobre la repentina aparición de Midare, si bien seguía presente, fueron puestas a un costado. Él se concentró en su misión a plenitud. Debía mantenerse firme.

Yagen convocó a Honebami, quien les ayudaría con la labor de transportarlos al lugar de los hechos. De aquel modo, los tres partieron en el auto del peliblanco con él sirviendo de chofer en lo que el doctor informaba a Atsushi sobre algunos temas de importancia antes de llegar al encuentro definitivo con Junko Enoshima.

“‘¿Por qué ocurrió esto?’ Debes preguntarte,” dijo Yagen, tranquilamente. Ambos hermanos menores ocupaban los asientos de atrás mientras el auto surcaba la ciudad camino a su destino. “Es un buen punto de inicio. No puedo decir que entienda esta situación a la perfección, pero creo hacerlo lo suficiente.”
“…” Atsushi miraba por la ventana, sin romper su seriedad.
“Me corresponde ser honesto contigo, al menos en lo que considere prudente,” sonrió con leve ironía. No le quedaba de otra, la situación lo ameritaba. Le tocaría ver cómo exponer su estatus sin tocar ningún tema sensible o alarmante. “Presumo que el motivo por el cual nuestros hermanos han sido secuestrados es porque Junko Enoshima desea establecer un vínculo con mi persona y llegar a algún acuerdo conmigo.”
“…” le miró de reojo, frunciendo el ceño. “¿Por qué tendría ese interés?”
“Me sabe mal decírtelo bajo estas circunstancias, Atsu, pero yo soy una persona con grandes responsabilidades y recursos dentro de Rizembool,” dijo con una mano en su mentón, meditativo. “Mi trabajo de doctor y científico durante mi larga afiliación a mi alma mater me ha dirigido a un cargo de líder y supervisor a pesar de mi edad. Ello me brinda de diversas obligaciones, a su vez de facilidades, y la habilidad de dirigir en y disponer de muchos temas,” dio un leve suspiro. “Tuve un previo encuentro con ella, y admitiré que, en aquel momento, ella trajo a flote el tema de Midare.”
“…” entrecerró sus ojos. “Si dices que la conociste previamente, ¿llegaste a hacer algo al respecto? ¿Por qué tuvo que llegar a esto, a que incluso Akita fuera involucrado?”
“Después de dicho encuentro, intenté investigar por mi cuenta para dar con nuestro hermano, pero no tuve éxito. Por más que pueda haber sido una falta alarma, le di la seriedad correspondiente. Creo que me conoces lo suficiente para saber que lo haría.”
“…”
“No fue hace mucho. Ella debe haber tenido esto planeado de antemano y si decidió mencionarlo seguramente ya lo tenía todo bajo control. De algún modo, ya tenía a Midare como parte de sus planes y la suficiente certeza de que no podríamos llegar a él a tiempo. Son suposiciones mías, pero luego de investigar su historial, lo considero muy probable…”
“Yagen,” le interrumpió. “¿Cuáles son tus obligaciones en Rizembool, esas que dices que te dan un puesto alto en ese lugar? Hablamos del secuestro de nuestros hermanos como una especie de chantaje perpetuado por una persona claramente antisocial. No considero que el rol de un doctor normal lo ameritaría.”
“Tienes razón, Atsu.”
“…” tensó su expresión.
“En muchos aspectos, Rizembool no es un lugar normal en lo absoluto. Yo, como un científico y doctor criado y formado por ellos, tampoco resulté serlo,” le contestó sin perder su inmutabilidad. Yagen le miró de reojo de vuelta. “A pesar de haber iniciado como un aprendiz de médico producto de mis propios deseos y los deseos de nuestros padres, mi pertenencia a Rizembool y el mismo ecosistema que me rodeó iba a irremediablemente afectar mi desarrollo,” sonrió con simpleza. “Yo soy un miembro de ese lugar, y mis habilidades e intelecto han resultado útiles y apropiados para muchas obligaciones que Rizembool requirió de mi persona. Mi maestro fue un científico legendario hasta en mi incomprensible círculo y yo he sido dado el deber de llevar su legado hacia delante y seguir con su incansable trabajo. Soy su heredero, esa es una responsabilidad cuya carga e importancia sería incapaz de explicar.”
“Tch…” tenía una muy mala espina de todo eso. Era tal y como Gotou había temido. “No me gusta lo que dices, Yagen. En especial, detesto la forma en la cual lo haces.”
“¿Hm?” le miró inmutado. “Espero que no pienses que minimizo nuestro presente dilema.”
“Hablas con desconexión al tema, normalizas el hecho que Rizembool no es un lugar común y corriente. Ni siquiera te expresas con claridad y evades darme mayores explicaciones. ¿Qué clase de responsabilidades te harían blanco de personas como esta criminal?”
“Es lógico que lo preguntes, pero sí iba a llegar a eso. Entiendo que me estoy demorando.”
“…” se impacientó.
“No te puedo dar muchos detalles con respecto a mi trabajo, pero sí te diré que soy un científico con basto conocimiento sobre varios proyectos y experimentos recientes que se llevan a cabo en Rizembool, al igual que un supervisor en esos temas,” afiló sus ojos. “Lo que aclama atención a mi persona es el hecho que mi trabajo con frecuencia se extiende a experimentos y optimizaciones relacionadas a la guerra con Hanasaki.”
“…” frunció más el ceño con inconformidad, pero esperó a que se explayara.
“Como ya debes tener una idea, los Rebels emplean tecnología para pelear contra las HiMEs. Hay diversos aspectos a desarrollar y Rizembool está permanentemente concentrado en realizar experimentos y avances en la tecnología que utilizan para dichos fines. Así que, yo soy parte de ese grupo de personas que trabajan en innovación y optimización. A su vez, soy alguien a cargo de tomar decisiones y prescindir sobre varios de esos proyectos desde un enfoque logístico y de usuario. Atsu…” dio un corto suspiro y se le dirigió menos de soslayo, a manera de mostrarse humilde e indicarle que no pretendía ocultarle información. “Si bien siempre fue mi propósito ser un doctor para ayudar a las personas, mis presentes obligaciones residen en evaluar la tecnología y las armas de Rizembool y tomar decisiones sensatas sobre las mismas para prevenir que sus manipuladores no sean lastimados ni consumidos por ellas.”
“…” Atsushi alzó una ceja, sin inmutar su expresión severa.
“Como una persona en cargo de supervisor y con el deber de tomar decisiones, presumo que esta nueva Princess en Rizembool espera conversar al respecto, al tener el interés de desempeñarse en este ecosistema bélico. Te informo de todo esto ya que espero que salga a la luz durante nuestra conversación, y es mejor que lo asimilares ahora.”
“Persistes en tu actitud, Yagen.”
“Es posible…” sonrió frustrado. “No es que fuera mi intención.”
“…” cerró sus ojos brevemente y pasó a mirar por la ventana, inmerso en pensamientos. Aligeró su rostro un poco, aunque la frustración se marcó. “Dudo que lo sea. Entiendo que esto es muy normal para ti y no puedo juzgar con lo que tienes que lidiar todo el tiempo, aunque te oyes consciente sobre ello, al menos…” rodó los ojos con leve hastío. “Pero me preocupa. No tengo que explicarte que el conocimiento e investigaciones bélicas son un tema sensible desde la primera guerra mundial, o hasta antes. Sustancias químicas y armamentos fueron preparados para aniquilar a miles de personas en cada batalla, motivo por el cual el tratado al final de la segunda guerra mundial fue de suma importancia para garantizar una sociedad moderadamente pacífica mediante la limitación de mayores desarrollos en el área nuclear,” bajó su mirada. “Aun así, hoy en día vivimos en un estado de tensión. Grupos criminales utilizan ahora la tecnología informática para expandirse, enriquecerse y aterrorizar a las personas. Ha habido también el caso de investigaciones asesinados por agentes de otros países para detener sus propios avances, y siempre existe una amenaza latente con la tecnología nuclear…” entrecerró sus ojos. “Me preocupa… si Rizembool es un lugar tan intocable y omnipotente como parece ser, temo por la escala y el nivel tecnológico que poseen, además de sus planes. Temería que cometieran la imprudencia de iniciar un conflicto armado. O si no, ni llegaría a ello. Su simple conocimiento y recursos bastaría como un precursor a una guerra internacional. Y peor aún, ¿qué se supone que eso significaría para ti y para nosotros, Yagen, si estás remotamente involucrado con todo esto?”
“Son observaciones que han surcado mi cabeza varias veces. Tiene mucho sentido…” mantuvo su sonrisa. “Rizembool no posee el interés de realizar un conflicto a gran escala, al menos no de momento. Ellos no han tomado las suficientes medidas para llegar a ser una amenaza y menos para pretender serlo. Confío en el juicio de las personas en mi entorno, quienes sabrían que es una terrible idea. Hablo según mi parecer al decirte todo esto. No sabré todo, pero creo contar con un buen juicio. Tus preocupaciones son desproporcionadas.”
“…” no estaba convencido. Incluso si lo fueran, continuaba siendo un peligro. “Espero que tengas a nuestros hermanos en mente, Yagen. No vayas a involucrarlos en algo por lo cual son inocentes. Entiendo que no me darás más detalles de tus actividades.”
“Hay muchas cosas que no puedo compartir, aunque te aseguro que soy muy cuidadoso con ello. Mi conocimiento de Rizembool a su vez me permite velar por nuestros hermanos para asegurarme que no se involucren en este conflicto con Hanasaki en lo absoluto.”
“Bien lo dices, pero no es del todo verdad…” comprimió sus puños, frustrado. “Ahora mismo tenemos a dos de nuestros hermanos siendo victimizados. ¿Qué dices sobre ello?”
“…” esa declaración sorprendió ligeramente al doctor, aunque retornó rápidamente a su sonrisa frustrada. “Lo reconoceré. Esta complicación cae bajo mi responsabilidad, aunque tampoco es para decir que es mi culpa.”
“…”
“Pienso que fue algo inevitable, más por el aspecto de la persona con la que lidiamos que por mi cargo en Rizembool…” Yagen le extendió a Atsushi un fólder manila. “Luego de mi primer encuentro con Junko Enoshima, recopilé datos e historial sobre ella. Por su afiliación a Rizembool, no fue difícil de hacer.”
“…” lo tomó y procedió a sacar los varios papeles, los cuales contaban con párrafos detallados y varias imágenes. Atsushi se sorprendió por estas últimas. Casi parecía que estaba viendo evidencia forense de varios asesinatos múltiples. Muchas de esas imágenes parecían sacadas de periódicos o reportes internacionales.
“Ella es una criminal con una larga trayectoria que se extiende fuera de Japón,” explicó el doctor. “Tiene una gran habilidad para manipular e influenciar a las personas y por sus crímenes ha reclutado a criminales menores para asistirle con sus trabajos. Rizembool también la ha calificado como una asesina profesional y una persona que saca provecho y satisfacción personal de sus víctimas, motivos por los cuales fue aceptada como una Princess desde su llegada,” negó. “Es por todo ello que puedo concluir que su decisión de atentar contra nuestros hermanos derivó más del placer personal de cometer dicha acción que de la necesidad de contactarse conmigo. Por su reputación, Rizembool no tendría inconvenientes proveyéndole de lo que necesita si ella fuera a molestarse a realizar las aplicaciones formales necesarias. Podemos concluir que aquella no es su forma de operar…”
“…” miraba a los reportes y distintas series de asesinatos en masa. “¿Dices que Rizembool recluta a personas como ella y les provee de armas a cambio de pelear contra Hanasaki?”
“Sí, eso ocurre, no es un caso aislado,” admitió frustrado. Sólo esperaba que no insistiera demasiado con ese punto. “Debe ser desconcertante, pero la mera existencia de estudiantes dispuestos a atacar y herir a otras personas es un gran indicador que Rizembool debe recurrir a este tipo de individuos para mantener su conflicto con Hanasaki…”
“¡Qué indignante!” arrugó los papeles y golpeó su puño contra el asiento. “Es inaudito… esta guerra no tiene motivo de ser. No, esto no es una guerra. Es una mafia, un grupo armado aterrorizando a la sociedad. No hay otra manera de explicarlo.”
“Es una buena manera de hacerlo, Atsu…”
“Yagen, ¿tú le ves propósito a todo esto?” le cuestionó.
“¿Propósito?” se extrañó. “Esa es una elección de palabra inapropiada, hermano.”
“Tch, ¡¿qué quieres decir con eso?!”
“Si tu pregunta en verdad busca el sentido de esto, estoy de acuerdo contigo. Esta guerra no tiene sentido válido,” afirmó. Yagen le miró intensamente. “Una parte de mí también quiso seguir los pasos de nuestro padre y convertirme en un soldado. Siempre fui afín a la guerra y entrenar mis habilidades con las espadas fue mi respiro durante mis estudios. Sin embargo, nunca sería parte de una guerra que condeno o con la cual no me siento identificado. Va en contra de mis propios principios como un doctor y un consultor.”
“…” esa explicación le calmó. Ya no sabía qué pensar. Yagen alternaba tanto entre explicar y minimizar las cosas que a veces le creía capaz de justificar todos esos desastres, pero no parecía que lo hacía a fin de cuentas.
“Pero tú mismo has respondido el porqué Rizembool hace lo que hace. No se trata de darle sentido a la guerra, mas del propósito de la misma, y el propósito de esta es mantener a Rizembool en este estado de constante evolución científica con la cual puede permitirse creciendo por encima de los demás. A su vez, las personas que busca como sus soldados también tienen sus propias metas y ambiciones, y Rizembool está más que dispuesto a satisfacerles y protegerles si participan en su meta global de mejoramiento. Es un sistema torcido pero uno que le ha servido a Rizembool por ya más de cien años.”
“Cien años…” se quedó en shock. ¿Cien años de guerras y matanzas?
“Aunque, por más que nunca se puede negar ni olvidar el daño que Rizembool ocasiona, hay otro lado de él que es libre e independiente de sus fechorías,” continuó explicando el doctor, objetivamente. “Por cada persona partícipe de la guerra hay muchas más con intenciones de aprovechar la cuna científica que es mi alma mater para formarse como profesionales y ayudar a la sociedad que nos rodea. No todos en Rizembool son malos y no todo lo que se desarrolla ahí tiene fines bélicos. Mis más recientes trabajos han estado enfocados en el desarrollo de sistemas expertos para el área de medicina humana, una tecnología que sí se espera comercializar y esparcir para ayudar al diagnóstico rápido de pacientes. También, a pesar de mi deber de supervisar asuntos de la guerra, tengo la obligación de velar por el bienestar de otras personas. Mi posición es de importancia y muchos dependen de mi trabajo. No podría abandonar todo esto de la noche a la mañana por las acciones de una criminal que se sale de las normas hasta dentro de Rizembool,” afirmó, cerrando los ojos. “Mi posición es más complicada de la que crees. De todos modos, no dejaré que algo como esto vuelva a ocurrir a nuestros hermanos. Te lo prometo…” pasó a mirarle con una decidida frialdad. “Lo juro… pelear por mis hermanos es un motivo que sí considero justificable, y otra transgresión de este nivel me haría utilizar todo a mi alcance con tal de condenar y destruir a quienes osen de lastimarles,” alzó ligeramente su rostro y sus lentes brillaron intensamente. Empezó a hablar en susurros. “…estaría dispuesto a ocasionar esa guerra que tanto temes en nuestro nombre, abandonar mis deseos de velar por otras personas y convertirme en un verdadero demonio. Así me aseguraría que el peor enemigo de todos estuviera del lado de ustedes…”
“Yagen…” esas palabras inspiraron una gran sorpresa en su interior. El mensaje confirmó que su mellizo seguía siendo la persona dedicada a su familia que conocía de toda la vida, pero había algo adicional. Su tono de voz arrastraba una energía siniestra y malévola. Era como si él ya hubiera aceptado ser un demonio para seguir con sus metas. Se preguntaba si ello era producto de la influencia que Rizembool tenía sobre él, la que él mismo había descrito como ‘inevitable’. De todos modos, Atsushi no sería fácilmente intimidado por nadie y menos por una de las personas que conocía mejor. Frunció el ceño con desapruebo. “Eres mejor que esto, Yagen. Me alivia saber que tienes tus prioridades en orden, pero no hay por qué recurrir a lo que dices por el bien de otras personas. Definitivamente no es algo que haremos hoy tampoco. Nuestra responsabilidad y decencia es algo que le debemos a nuestro nombre.”
“Hmm,” Yagen ensanchó su sonrisa, complacido. “Es bueno que pienses así, Atsu. Tengo grandes esperanzas de ti. Tú eres el único de mis hermanos del cual poseo expectativas. Confío que no me fallarás.”
“…” de cruzó de brazos. “Eso es algo extraño de decir, Yagen.”
“Heh, me pregunto por qué lo dirás,” se encogió de hombros y bajó su intensidad. “Pero no es importante. Efectivamente, en este momento no tengo por qué precipitarme a hacer nada insensato, y me alegro que hayas sido tú y no yo quien trajo este tema a flote. Verás, a pesar de la naturaleza de los mensajes enviados por Junko Enoshima y sus secuaces, creo entender esta situación lo suficiente. Ella no espera ningún conflicto en nuestra junta, no que no estuviera preparada para contraatacar. Lidiamos con una Princess, después de todo. Una guerra entre nosotros resultaría contraproducente para ambas partes y desviaría sus intereses de llegar a una tregua con mi persona. Por ello mismo, te ruego que te mantengas neutro durante nuestra conversación, Atsu. Esta es mi reunión. Tú sólo has venido para ayudarme a recuperar a nuestros hermanos. Yo me encargaré de las formalidades.”
“…” dio un pesado suspiro. “Quisiera tener muchas cosas que decir, pero no conozco tu medio como tú lo haces, y priorizaré el bienestar de nuestros familiares. Está bien.”
“Te advertiré que ella es particularmente irreverente e instigadora. Sospecho que intentará burlarse de ti o de nuestros hermanos para incitar una respuesta de tu parte. No caigas en su juego, sólo validarás su comportamiento,” le advirtió, esta vez no muy tranquilo. Yagen observó a su hermano de reojo con leve frustración. “Sé que puedes tomarte las cosas con demasiada seriedad de vez en cuando. Sólo no le respondas.”
“…” se mantuvo inmutado e inmerso en pensamientos por un momento. “¿Todo esto quiere decir que tú terminarás dándole lo que ella busca? ¿Le ayudarás facilitándole los recursos de Rizembool de los cuales eres responsable?”
“Sí, es inevitable,” contestó resignado, aunque tranquilo. “Aunque no pienses que ello cambiará las cosas demasiado. No creo que esto sea de ningún modo tranquilizador, pero un Rebel o una Princess iría a recibir la ayuda de Rizembool para sus fines con el paso del tiempo. Junko Enoshima sólo se encuentra ahorrando las formalidades y cortando su tiempo de espera. Estoy seguro que esto iría a suceder en todos los casos imaginables.”
“…” ‘inevitable’. Esa palabra se repetía demasiado.
“Estate listo, hermano. Ya no nos falta mucho para llegar.”

La conversación se había llevado de una forma tranquila y mayormente objetiva, salvo algunos pareceres introducidos por el doctor en un intento de apaciguar las complicaciones producidas por la propia naturaleza de Rizembool y sus habitantes. Salvo la omisión de algunos detalles de importancia, Yagen se sorprendía por el hecho que había sido bastante honesto con su hermano. La mejor manera de convencer y mentir a las personas siempre había sido mediante el uso de la mayor cantidad de verdad posible.

Por su parte, Atsushi presentía que todavía se perdía de demasiado y conocía a su hermano lo suficiente para saber que el asunto no era simple y que seguramente estaba involucrado en mucho más de lo que admitiría. Pese a ello, le aliviaba saber que Yagen mantenía sus principios y consciencia respecto a Rizembool intactas, aunque seguía preocupándole. Era posible, por más recto y objetivo que su hermano siempre había sido, que dicha influencia de aquel temible lugar comenzara a cambiarle irremediablemente. Ya parecía que había empezado a hacerlo y sabía que era un tema que no podía dejarse desatendido.

La sanidad de las personas era su más valioso recurso con el cual se podría sortear el resto de dificultades. Lo sabía muy bien.

Entonces recordó a Honebami, el hermano mayor de los dos que se había quedado conduciendo todo el camino, completamente ajeno a la conversación. No evitó mirarle con extrañeza. No había forma que no les hubiera oído, pero no fue partícipe en ningún momento. Ello sólo indicaba que Yagen no era el único involucrado, aunque tendría que cuestionarle después. El auto se detuvo al costado del edificio derruido y abandonado.

“Hemos llegado,” anunció el peliblanco.
“Muchas gracias, Honebami,” Yagen asintió. “Quédate haciendo guardia desde aquí. Te llamaré en caso requiramos de tu ayuda.”
“Entendido…”
“Atsu, en marcha.”

A pesar de ser cercano a Hanasaki, ese edificio y los aledaños se encontraban muy descuidados y esas cuadras parecían desoladas y olvidadas. Ellos ingresaron a esa edificación por la entrada principal. La puerta rechinó al abrirse. Vieron las ventanas rotas y una vez adentro lo único que quedaba de lo que alguna vez había sido una residencia era la pintura de las paredes agrietadas y parcialmente derrumbadas en algún punto. No había muebles por ningún lado y el propio piso se hundía en partes. Caminaron un poco buscando a quien se encontraba esperándoles hasta finalmente ubicarle en una vacía sala común.


Junko ensanchó su sonrisa al ver al doctor ingresar. Ella les esperaba cómodamente sentada en un vistoso y voluptuoso sillón rojo escarlata traído para la ocasión, hacia el fondo de la habitación. Encima de ella había también un televisor plasma apagado y agarraba un control remoto con su diestra. La maestra de ceremonias se levantó y extendió sus brazos a los costados a manera de darle la bienvenida e iniciar con el tan anticipado encuentro, aunque no evitó detenerse y mirar con intriga y cierta decepción al hecho que el doctor Toushirou había traído a un invitado.

“Buenas tardes, Junko, si me permites renunciar a las formalidades,” dijo el doctor, tranquilamente. “No te ves muy contenta de verme.”
“¿Quién sería ese?” preguntó con extrañeza y apuntando al otro con desdén. “Sé que sueles andar con uno de tus hermanos ayudantes, pero esa no es su apariencia.”
“Entiendo que no lo conozcas. Atsu es también uno de mis hermanos, hace pocos días regresó a casa,” explicó Yagen. “Y admito que no esperaba involucrar a nadie más, pero tu notificación llegó en un momento inapropiado, así que te pido que seas paciente,” sonrió frustrado. “Ya le he pedido que respete nuestra conversación. Será sólo un observador.”
“…” Atsushi miró a Junko fijamente, con severidad y odio.
“Hmm,” la chica se mostró mínimamente entretenida por ese giro en los planes. “Ah, recuerdo que todavía había algunos de ustedes sueltos por ahí, creo que te recuerdo de fotos. Como sea… ¡ohh, pero sensei!” ella adoptó una actitud juguetona e infantilmente resentida al llevarse sus puños a la base de su rostro. “Junko-chan se esforzó tanto para extenderte una linda invitación sólo a ti~ Junko-chan quería impresionarte y atenderte y ahora esta muy, pero muy preocupada de no poder hacerlo~ ¿Acaso Junko-chan puede reparar esta recepción? ¡Se esforzará!”
“¿Qué demonios…?” murmuró Atsushi extrañado, aunque no cediendo en su seriedad.
“Si tus quejas pretenden reclamarme por este cambio de planes, me correspondería recriminarte antes, Junko,” declaró Yagen, cruzándose de brazos. “Tú fuiste quien comenzó con la vaga mención de Midare, aunque agregaste a uno de nuestros hermanos hace pocos días sin necesidad aparente de hacerlo,” se encogió de hombros con naturalidad. “Por lo tanto, si tú añadiste a uno de mis hermanos a último minuto, no veo por qué debas incomodarte de que haga lo mismo.”
“¿Eh?” esa explicación pintó el rostro de Junko con curiosidad y pasó a reírse. “¡Haha! ¿Es que acaso tienes sentido del humor? ¡Si lo presentas así no puedo refutarlo hahaha!”
“…” Atsushi tensó su expresión.
“Es osado de ti asumir que realizaba una broma, Junko,” Yagen alzó una ceja.
“Ya, ya, toleraré a tu hermanito si dices que no se va a meter en nuestra plática,” dijo con indiferencia y caminando tranquilamente de regreso a su cómodo sofá. Una vez sentada ahí, dibujó una sonrisa traviesa en su rostro. “Y bien, ¿por dónde comenzamos?”
“Tch, ¡¿dónde están nuestros hermanos?!” preguntó Atsushi, no ahorrándose las ganas de mencionar lo más importante en el asunto. Él dio un paso adelante. “¡No creas que negociaremos contigo si no demuestras que están bien!”
“¡Alto ahí, Toushirou!” Junko sonrió malignamente y le apuntó con el control remoto. “No te vayas a olvidar que estás de más. Esta es una linda y emotiva conversación entre Yagen-sensei y yo y no necesitamos palabrería de nadie. Aprende a vivir en nuestro ecosistema, o de lo contrario podrías lamentarlo.”
“…” comprimió sus puños.
“Quién sabe lo que este control remoto tiene para ti, ¿verdad~?” canturreó y presionó un botón.

El resultado fue uno bastante normal, aunque necesario. El televisor encima del sillón se prendió y ambos hermanos vieron la imagen de una cámara de seguridad posicionada en el techo de una pequeña habitación. Esta les enseñó a Midare sentado en el piso. El rubio peleaba para soltar las ataduras que mantenían sus brazos detrás de sus espaldas con desesperación, una lucha claramente inútil. Sus piernas estaban sueltas, pero el estado de salud del chico era tan deplorable que no parecía ser capaz ni de ponerse de pie.

“…” al ver ello, Atsushi tuvo la intención de ir en búsqueda de él.
“¡Atsu!” pero Yagen le regresó a la realidad. “No seas imprudente. Todo en su momento. Primero tenemos que hablar.”
“…” Junko observó animada a ese hermano extra resignarle y volver a mirarle con aquella seriedad que ya igualaba a impotencia en su percepción de él. “La fachada del lugar es como la de este cuarto, ¿verdad? Pues su Midare sí se encuentra aquí, y si conversamos bien y se portan como buenos niñitos, hablaremos también del pequeño algodón de azúcar~ Pero ya todo en su momento, ¿no? Yo también quiero cosas aquí.”
“…” Yagen tenía un mal presentimiento ante su decisión de separar a sus hermanos, especialmente por la forma en la cual los mensajes habían sido enviados, pero si Junko prometía la recuperación de ambos, tocaba el diálogo. “Está bien, soy todo oídos.”


La princess observaba detenidamente a ambos Toushiro mientras volvia a tomar asiento en aquel sillon rojo, observando a Midare

Uhmmm que podria pedir Junko-chan a cambio de Midare-chan?...-rascandose la barbilla- siendo un miembro importante de la familia Toushiro, obvio que tengo que pedir algo que sea equivalente a tan importante tesoro??-Quizas si les pido a su hermano mayor? uhmm como se llama? Ichigo verdad???...aunque no seria muy divertido...estar con Yagen-sensei es mas divertido, aunque tenga el rostro de pocos amigos- dejó su comodo sillon- o quizas lo mato aqui mismo...-observando la mirada asesina de Atsushi- jajajajajaja que divertido es tu hermano extra Yagen-sensei, a Junko-chan le gustan ese tipo de chicos-apretando un puño mientras que la electricidad que estaba formando en su mano formaba una pequeña esfera- dudo que quieras pelear contra mi verdad? Midare y Akita trataron y les fue mal...y creo que solamente Yagen-sensei podria darme batalla...o es que si deseas enfrentarte contra mi?-

Atsu no piensa pelear contra ti Junko y quisiera solucionar este problema cuanto antes, asi que vamos directo al asunto, que es lo que vas a querer a cambio de mis hermanos?

Dudo que no quiera pelear contra mi...se nota sus intenciones de matarme por maltratar a sus hermanos, su vieras lo mucho que sufrio el bello y hermoso algodon de azucar, hasta quizo matarse...su piel hermosa y palida como la nieve ahora esta mancillada...pobrecito de él y que mal por ustedes por no poder cuidarlos, Junko-chan hizo todo lo posible pero creo que se le paso la mano -fingiendo arrepentimiento- uhmmm que podria pedir...uhmm uhmm- dando vueltas como si estuviera en pleno acto de un ballet - ya se lo que quiero...como es tedioso todo el papeleo de la escuela, necesito que inmediatamente elimines los vastos y criminales expedientes de Eno-senpai, el rebel al cual fui asignada y obviamente el mio, tambien quiero tener acceso ilimitado a todo Rizembool y sus recursos, tambien usar los recursos financieros de la familia Toushiro, asi como tambien, los informes e historiales completos, al igual vigilancia las 24 horas del dia a Tsukinaga Leo, Sakuma Ritsu, Sena Izumi, Kazanari Tsubasa, Yamanbagiri Kunihiro, Narukami Arashi, Kagehira Mika, Kinomoto Sakura, Li Syaoran, Daidouji Mayura, Ittoki Otoya, necesito tambien que me consigas una alianza con Kaiba Corp para ser su figura principal-



Yagen alzó las cejas ante la avalancha de pedidos y se puso a pensar.

“Antes que nada, vas a tener que proveerme de un listado de tus pedidos, o de lo contrario no seré capaz de recordarlo,” comentó llevando una mano a su mentón.
“¡Y Junko-chan estaría muy feliz de hacerlo! ¡Lo haré con colores y crayolas y usando un papel perfumado!” exclamó con emoción y dando saltitos mientras miraba al doctor con ojos brillantes sus manos entrelazadas. “¿Quiere decir que sensei le concederá toda la lista de navidad a su estudiante estrella? ¡¿En verdad?!”
“Espero que no pienses que soy el rey de Rizembool, Junko,” dijo, sonriendo con ironía. “Heh, tu manera de ser hace difícil saber cuánto de lo que has pedido ha sido sincero y cuánto no son más que tus ocurrencias.”
“¿Qué dices? No seas así, sensei,” le miró con una cara larga y pasó a mirar al televisor. “Y yo que me he portado bien. Hm, o si no, tendré que quedarme con este muñequito, ¿verdad? Al menos a este ya lo tengo.”
“Si dices esas cosas no vamos a llegar a ningún lugar…” observó Yagen, frustrado y cansado. Podía sentir el aura de ira de su hermano. Sin duda Junko se estaba divirtiendo bastante a costo de la tensión. “A ver, vayamos por partes. Lo de los antecedentes se puede hacer,” se encogió de hombros. “No soy la persona a cargo de los mismos, pero puedo ayudarte con dicho trámite. No sería la primera vez que Rizembool borra antecedentes o de por sí genera nuevas identidades para sus miembros. Es algo que conozco bastante bien.”
“…” Atsushi miró a su hermano de reojo con cierta alarma, cortando la atención que tenía a Junko momentáneamente. Era un tema demasiado controversial, además de la trivialidad con la cual llevaba siendo tratado.
“¿Hmm? ¿Qué pasa?” preguntó Junko, con una sonrisa traviesa e inclinándose hacia Atsushi. “¿Te comió la lengua el gato~?”
“Tsk, cállate…” le contestó este con cólera, conteniéndose.
“Aunque debo decirte que si esperas ganancias monetarias de mi familia, no estaría dispuesto a ayudarte con tus asuntos de Rizembool,” recalcó Yagen, alzando una ceja. “Es uno u otro, y comprendo que lo que te conviene mejor son los recursos en nuestra alma mater. El dinero es algo que poco valor tiene para ti en estos momentos, especialmente si posees a Rizembool financiando tu desarrollo en esta ciudad.”
“¿Eh? No te consideraba alguien avaro, sensei…” le miró desde arriba, meditativa. “Tal vez lo deje ir, pero quiero ver qué más tienes que decirme.”
“En ese mismo rubro, Kaiba Corp es una transnacional de gran renombre y con una reputación casi inigualable. No esperes que pueda mover una vara para darte el dominio de dicha corporación. Si tu pedido iba en esa dirección, presumo que te encontrabas diciéndome una broma,” observó el doctor, sumergido en pensamientos. “En cambio, si lo que deseas es información o la oportunidad de presentarte ante ellos como una nueva asociada o inversora, Rizembool podría darte el apoyo para llevarlo a cabo. Te ves inteligente, podrías hacer un papel convincente,” se encogió de hombros. “Puede partir desde el ángulo de brindarte una identidad falsa con antecedentes muy distintos a los tuyos para así pasar desapercibida y amoldar tu ficha personal a lo que esa corporación encuentre satisfactorio.”
“…” Atsushi nuevamente miró a su hermano, ahora con más nervios por aquella sugerencia.
“¡Oh, es un gran ángulo! ¡Junko-chan anda tomando muchas notas!” exclamó como una pequeña emocionada. “¡¿Qué más qué más?!”
“De ahí…” dio un suspiro. “Si bien poseo gran alcance en cuestión de proyectos, experimentos y manufacturación de Rizembool, no soy capaz de acceder a la entereza de nuestra institución. A su vez, por más que pueda brindarte de proyectos de interés, hay ciertas consideraciones a tomar en cuenta en cada caso. La respuesta sobre el monitoreo de estudiantes posee el mismo relativismo. Sería cuestión de analizarlo.”
“¿Por qué lo dices así?” le cuestionó Junko, de mala gana. “Estamos aquí para hablar las cosas, ¿no? ¿Piensas que aceptaré tus condiciones a medias?”
“Resulta que tendríamos que sentarnos para evaluar a cada persona en particular, debido a sus familias, orígenes, lugar de estudio y rol dentro del conflicto con Hanasaki, asumiendo que poseen uno. Por supuesto, los historiales no son tan complicados de obtener, me refiero a la vigilancia. Ahorrándome palabrería,” Yagen se encogió de hombros y se le dirigió profesionalmente. “Sin necesidad a analizarlo, presumo que podría darte un resultado satisfactorio con respecto a ello y a los recursos de Rizembool, pese a no poder garantizarte todos los proyectos más recientes. A todo esto, ¿qué tienes que decir?”


Uhmm… a ver a ver Yagen-sensei… anotando todo lo que me estas negando y lo que si puedes hacer por mi, podemos hacer este trato…- acomodandose otra vez en su sillón rojo- ya que Junko-chan desea ser un poco benevolente con Midare-chan ya que sus heridas se pueden infectar ya que no han sido tratas como es debido, la Princess que ha luchado contra él es del tipo de la fuerza bruta y posee el mismo elemento que su Rebel… pero bueno dejando eso de lado, comencemos…- sacando del sillón una bolsa de papitas fritas empezó a comer-
Me gusta esa proposición de crear nuevos historiales para Eno-senpai y para mi, no deseo una nueva identidad porque hay varios que saben quién soy… solo quiero que esas personas sepan que puedo salirme con la mía las veces que me sean posibles, y con mi historial limpio puedo empezar con la segunda parte de mi plan…asi que con esta parte estoy satisfecha- observando sus anotaciones y mirando de reojo al hermano extra como había nombrado Junko- Tal parece que estas sorprendido de todo lo que Yagen-sensei puede hacer verdad?... -rio divertida- a Junko-chan le agrada mucho por ese motivo… es tan necesario e importante para sus planes-

No puedes estar sin molestar a los demás…- Atsushi trataba de calmarse ante cada palabra de Junko, era como una víbora buscando el momento para darle una mordida a su victima, tenia que estar lo mas sereno posible, para no arruinar el intercambio, tanto Midare y Akita estaban a pocos metros de ellos, no podía arruinarlo, por mas ganas que tenia de pelear contra la rubia, sabia que era peligrosa y era mejor no volver a tener vinculación alguna

Vamos con el siguiente punto en la agenda, es verdad era un broma acerca de usar sus recursos, no lo necesito, mi hermano y yo nos damos la gran vida debido a mis movimientos desde que era niña, pero tienes razón en que lo que me conviene es usar los recursos de Rizembool, asi que mientras tenga acceso ilimitado de todos sus recursos, asi como los ambientes, personal y especialistas, obviando como tu deseas los nuevos proyectos de la escuela, estará bien para mi- suspirando pesadamente- aunque a Junko-chan le hubiera caído bien darle una ojeada a los futuros movimientos de Rizembool para estar mas motivada a los futuros enfrentamientos, pero ya que…-observó su celular mientras mandaba un par de mensajes de texto-
Veamos el siguiente punto…Kaiba Corp…si bien por ahora no me puedo adueñar de la corporación porque Seto Kaiba está al mando por ahora, lo que yo quiero en si es que puedas conseguir que Kaiba-kun me considere como la imagen exclusiva de su corporación, necesito tener una fachada para poder continuar con mis planes no lo crees? Junko-chan fue una modelo en Estados Unidos, asi que en ese aspecto necesito estar en una empresa de renombre…-observando a los dos Toushiro- que aburridos son, ambos con el ceño fruncido, a Junko-chan no le gusta eso…-
Y por último, el punto el cual no estoy del todo conforme, pero lo podemos discutir a solas, para poder brindarte lo poco que pude investigar acerca de los mencionados en mi llegada a Japón, estos individuos son importantes para mis planes asi que de todas maneras estaremos trabajando juntos en el laboratorio de Yagen-senpai-canturreando alegremente-
Si estas deacuerdo en todo lo que expongo, tenemos un trato y dejaré libre solo a Midare…por ahora…-



“…” Yagen frunció el ceño. “¿Qué pretendes decir con eso? No pienses que este trato involucra únicamente a Midare.”
“Quiero decir que vamos por partes, sensei,” dijo haciendo un puchero. “Yo que me esfuerzo para impresionarte y sacarme una buena nota y tú de impaciente quieres saltarte a los hechos. Tus hermanos son muy especiales para ti, ¿no? Entonces hay que darles la gran atención que cada uno se merece,” Junko saltó de su sillón y apagó la pantalla, para sonreír de oreja a oreja. “¡Ya está! No hay mejor celebración ahora que darles a Midare. Síganme~”

Al finalizar esa conversación, los Toushirou salieron de esa amplia sala siguiendo los pasos de Junko, quien les llevo por los estrechos pasillos de esa antigua edificación. Caminaron hasta que se detuvieron en una habitación cerrada. La chica sacó un manojo de llaves y se tomó su tiempo pasando una por una, como si quitara los pétalos de una flor. Finalmente, agarró la llave correcta para ensanchar su sonrisa con placer y gran anticipación. Se venía un espectáculo que había esperado ver desde el mero inicio de su plan…

La puerta se desaseguró y Junko la empujó para abrirla, a su vez que se hizo a un costado para dejar a los Toushirou pasar.



Aquel acontecimiento resultó peor que el estallido de una bomba para Midare. El chico rubio se sobresaltó por ver la puerta abrirse y sus palpitaciones subieron a mil. Frente a él se manifestaron dos personas, dos de ese grupo de supuestos parientes que tenía, aquellos que le habían abandonado a su suerte y que ahora querían deshacerse de él de una vez por todas…

“Midare…” Atsushi se detuvo frente a él en shock y le observó anonadado, todavía sin creerlo. Era él, no tenía duda alguna. “M-Midare, eres tú…”
“…” el dirigido temblaba mínimamente mientras le miraba con un gran terror y comprimía sus dientes en lo que su pánico interior incrementaba a creces.
“Hermano…” pretendió acercársele, cuando entonces…
“¡N-no me toques!” gritó Midare, con su rostro arrugándose de un incomprensible odio.
“¿Q…qué?” preguntó Atsushi, vacíamente.
“…” Yagen afiló sus ojos.
“Ustedes… ¡ustedes son unos monstruos!” gritó Midare con voz afónica. Este se sacudió sin poder soltarse, lo cual le llenó de angustia. “¡Estaré a su merced, pero no me rendiré! ¡No dejaré que me maten!”
“¿Q-qué estás diciendo? ¡Nosotros no estamos aquí para lastimarte!” reclamó Atsushi, alarmado. “¿Por qué tendrías esa idea? ¡Hemos venido porque finalmente te encontramos! ¡Porque eres nuestro hermano y una persona importante para nosotros!”
“¡No! ¡No les creeré!” negó rotundamente, sacudiendo sus cabellos. Sus ojos temblaron de tristeza y desdicha. “¡Yo no tengo una familia! ¡Nunca tuve a nadie a quien le importo! ¡De haberlos tenido, ustedes no me hubieran abandonado!”
“¡T-te equivocas!” esas palabras le desgarraban por dentro, pero no podía flaquear. Tenía que salvar a su hermano de las garras de esa criminal. “Es verdad que te perdimos, pero no es porque no nos importabas. Tú, Midare, tu eres nuestro hermano, por favor…” se arrodilló para ponerse a su nivel, aunque vio cómo ello sólo le asustó más.
“¡No! ¡Apártate! ¡Aléjate!” gritó histérico y ahora con un miedo primordial, dejando su enojo de lado. Midare estaba convencido que se encontraban atentando contra su vida. Dicho pánico fue el suficiente para que hiciera un sobreesfuerzo y se pusiera de pie. Retrocedió inestablemente dentro de ese cuarto sin salida ni ventanas, con los ojos alterados y desesperados.
“¡E-espera, no te esfuerces!” le suplicó su hermano, preocupado por su bienestar.
“Ihh…” Midare dejó escapar un quejido. Sentía sus piernas acuchillándole, su tobillo derecho le martillaba, uno de sus costados comenzó a sangrar por una herida abierta y peleaba por mantenerse de pie al ni poder balancearse bien. Sus brazos seguían atados a sus espaldas. Pese a todo ello, miró a Atsushi con el ceño fruncido. “N-no vengas, si vienes, juro que… que…” se quedó en blanco. No tenía manera de pelear. Ni podía ponerse a sí mismo en peligro, ello era lo que querían. “J-juro que te arrepentirás. Yo… gritaré, no pararé de gritar… ¡t-te morderé si me tocas! ¡Haré lo que sea con tal que me dejen vivir en paz!”
“¿Qué estás diciendo…?” preguntó en shock. Él notó a Yagen detenerse a su lado.
“No te precipites, Atsu,” le susurró este. “No oigas palabras que no le pertenecen a él.”
“¿Eh?” le miró extrañado, y pasó a evidenciar a su mellizo correr hacia Midare y propinarle un fuerte golpe en el abdomen.

Esa agresión bastó para que Midare perdiera el conocimiento al instante y se desplomara al piso. Ni bien lo hizo, Yagen procedió a desatar las ataduras de sus brazos con toda paciencia.

“Y-Yagen…” Atsushi le miraba consternado. “Midare está en un terrible estado. No debiste recurrir a eso.”
“No había forma de dialogar con él, fue evidente,” dijo inmutado y enfocado en su trabajo. No era el momento de explicar lo que estaba ocurriendo, sólo importaba llevar a Midare a que fuera atendido en el hospital. Yagen finalmente libró a su hermano y lo recostó suavemente en el piso, para dirigirse a Junko. Ella sonreía con gusto. Podía ver que su travesura le había salido tal y como había planeado. “Existe algo cruel en lastimar físicamente a los demás… y algo indiscutiblemente siniestro en lastimarles psicológicamente. Sé que esto es tu culpa.”
“No pueden culparme del todo hermanitos~” canturreó ella. “Yo no soy la que lo extravió y lo dejó a ser pescado por personas como yo. Midare tiene mucha razón. Si tanto lo quieren, ¿por qué no estaba con ustedes?”
“Silencio, Junko,” Yagen le cortó y le miró con frialdad. “No te atrevas a decir una sola palabra más de este tema.”
“Tsk…” Atsushi, cabizbajo, comprimió sus puños.
“…” la chica observó con intriga al doctor. Por primera vez, parecía que había llegado al límite de su paciencia. Ella sonrió con humildad y se encogió de hombros. Sabía bien cuáles eran sus límites como para insistir. “¿Qué más da? Sigamos. ¡Junko-chan todavía tiene a otro Toushirou esparcido que retornar!”
“He accedido a tus pedidos, así que es justo que nos regreses a Akita de inmediato,” observó el doctor, regresando a su inmutabilidad. Fue entonces que Yagen comprendió que no sería tan fácil, ya que Junko sonrió maliciosamente.

No te preocupes querido Yagen-sensei, que no es mucho lo que te voy a pedir por el lindo algodón de azúcar…- rio divertida mientras prendia nuevamente el monitor y ahora se encontraba Akita en una habitación de un hospital, en una camilla no estaba amarrado como Midare porque apenas y podía moverse, su mirada estaba perdida, la piel ya se había tornado algo negruzca debido a las drogas que le habían suministrado, los hombres que estaban con él estaban enmascarados con armas entre sus manos
Esta vez su misión va a ser mas difícil, porque tendrán que ir a un hospital que esta a pocos minutos de explotar junto a su querido hermanito… a que Junko-chan no es genial? Este hospital tiene 15 pisos y en una de las habitaciones se encuentra Akita-kun, obviamente que en cada piso tendrán un par de sorpresas dejadas por su linda anfitriona-guiñandole el ojo-
Una vez que acepten mi proposición empezará a correr el tiempo y tendrán pocos minutos para salvarlo… asi que están listos para escuchar mi ultima peticion?....- suspiro pesadamente se acercó hacia ellos sacando un mapa del hospital donde se encontraba Akita- solo tienen que arrodillarse ante mí y besar mis manos, asi como la princesa que soy- empezó a reir como loca esperando la respuesta de ambos chicos, sabia que se iba a divertir mucho con sus acciones


“Tch, debes estar bromeando,” Yagen frunció el ceño con leve fastidio. “Si Akita se encuentra en tal riesgo y muere por tus planes, no creas que nuestro trato se quedará como está.”
“¿Tan aguafiestas tienes que ser, sensei?” preguntó Junko con ligera incomprensión. “Estaré diciendo la verdad, pero este rescate está lejos de ser imposible, en especial para alguien como tú. Más bien el lindo Akita-kun se morirá si ustedes no son hermanos responsables y se apuran.”
“¡Entonces danos el mapa!” reclamó Atsushi, no ahorrándose las palabras. Él comprimía sus puños a más no poder y se estremecía de ira. “Todo este rato no has demostrado más que ser una persona despreciable e inhumana, y pensar que tampoco te mantienes decente ni durante este trato. ¡Si en verdad no quieres perder lo que has conseguido aquí, deja de dar rodeos!”
“¿Y con qué autoridad hablas, hermano extra? Tú sólo eres un accesorio de Yagen-sensei aquí, aprende tu lugar,” decretó Junko, sonriendo con superioridad y mirándole con desdén.
“¡La vida de una persona vale más que tus estúpidas ocurrencias!”
“¿Entonces qué esperas?” extendió su mano hacia delante. “Ponte de rodillas y besa el revés de mi mano. Si Akita-kun es más importante que tu orgullo, demuéstramelo ahora.”
“Tsk…” apretó sus dientes.
“No haces más que perder el tiempo, Junko,” observó Yagen, cruzándose de brazos. “Utilizas un argumento inválido para pretender humillarnos. Tampoco creas que tenemos por qué rebajarnos a tu pedido.”
“…” sin embargo, Atsushi desistió. Dejó de comprimir sus puños y miró a la chica con seriedad. “¿Te bastará si sólo uno de nosotros lo hace?”
“¿Qué dices?” Yagen se quedó atónito y miró a su hermano. No parecía que mentía.
“¿Oh? ¿El accesorio está queriendo ser útil?” Junko ensanchó su divertida sonrisa. “¡Ya, Junko-chan se encuentra emocionada! ¡Mi corazón de colegiala quisiera ser noticeado por Yagen-sensei, pero tú estás bien! ¡Vamos, vamos!”
“Espera, Atsu…” el doctor quiso detenerle, pero el otro estuvo decidido a llevarlo a cabo.

Frente a sus ojos, Junko observó triunfalmente el momento en el cual Atsushi se arrodilló frente a ella cabizbajo y sumiso ante su pedido. La chica le extendió su brazo y esperó a que el Toushirou frente ella se dignara a tomarla con sus manos y dedicarle el beso de la paz, como había decidido bautizarlo.

Fue entonces que aquella idónea imagen se rompió. Junko pudo sentir una muy esperada animosidad del chico y rodeó dicha mano de electricidad. Sin embargo, en aquella fracción de segundo de manifestar su poder, Atsushi afiló sus ojos y se abalanzó contra ella. Embistió su torso con un hombro para desequilibrarla y con ambas manos tomó dicho brazo para darle media vuelta y estamparla en el piso. Como toque de gracia, él empujó su brazo a su propia espalda, una acción que bastaba para anular a cualquiera, aunque con Junko tuvo el efecto adicional de electrizarla por un par de segundos por la presencia de su propio poder.

“Ihh…” la Princess soltó un doloroso alarido boca abajo en lo que se recuperaba de ese leve shock. Por su parte, Atsushi aprovechó que el impacto le había hecho soltar el mapa para tomarlo y mirarlo detenidamente.
“Por supuesto…” Yagen observó lo sucedido con gran frustración y se dio un facepalm. Ello tenía mucho más sentido que pensar en que su hermano sería tan complaciente con el enemigo, pero seguía siendo frustrante.
“Yagen, no puedo reconocer el área con sólo el mapa, ¿dónde es?” preguntó Atsushi, extendiéndole el papel.
“Déjame ver… ah,” el doctor alzó sus cejas. “Sí me es familiar. Fue clausurado hace unos años. Descuida, no es difícil llegar.”
“Ahh, mi pobre cabello…” Junko se sentó sobre el piso y agarró las puntas de sus dos colas, las cuales presentaban estática con varios cabellos parados y algunos ensortijados. Se le notaba un tanto ensimismada y curiosa ante lo sucedido, como si se hubiera olvidado del dolor. “Ya veo que no eres tan extra como pensé, Toushirou extra.”
“La persona con el arma no siempre es la que gana,” declaró Atsushi, esta vez siendo él quien le miraba de arriba con desdén. “Y estás equivocada si crees que puedes ganarme en un combate cuerpo a cuerpo. No pasé diez años entrenando fuera de casa por gusto.”
“Uhh, eso lo explica…” comenzó a mover su brazo en forma circular. “No me diste ni tiempo para cubrir el resto de mi brazo con electricidad…” luego de decirlo, Junko regresó a sonreír, esta vez desafiada y de buenos ánimos. “¡Hace tiempo que no me derrotan, estoy inspirada! ¡Quiero pelear ahora mismo! ¡No cometeré el mismo error dos veces!”
“Atrévete…” el chico tensó su expresión.
“No, no ocurrirá ninguna pelea aquí, par de imbéciles,” espetó Yagen, impaciente. “Ya, tenemos mejores cosas que hacer ahora. No toleraré más contratiempos.”
“¡Pero Yagen-sensei, si nos estamos divirtiendo!” exclamó Junko con suma alegría, y se levantó del piso de un salto. “¡Serás profesor, pero eres de nuestra edad!”
“Hemos terminado, Junko. Podremos discutir sobre el resto de tus pedidos en otro momento, asumiendo que podamos rescatar a mi hermano,” explicó el doctor, con severidad. “Y está de más decirlo, pero si vuelves a herir e importunar a mis hermanos, no seré sólo yo quien busque represalias contra ti… haré que el propio mundo llueva fuego encima de tu persona…”
“Sí, sí, lección aprendida, no les subestimaré~” sonrió satisfecha. Observar esa puntual aunque intimidante amenaza bastaba para hacerle recordar que no había cometido un error en contactarlo a él. “Váyanse a buscar a su otro hermanito que el tiempo corre, y no se olviden del otro en el piso o con gusto me lo quedo~” sonrió de oreja a oreja con muchos ánimos. “¡Esfuércense!”



Después de esa despedida, Atsushi cargó al inconsciente Midare en su espalda y junto a Yagen salieron rápidamente fuera de ese lugar. Al llegar a la calle, además del auto de Honebami se encontraba una ambulancia ya esperándoles. Al costado de la misma había dos paramédicos esperando a la persona que iban a atender, y además se encontraba Izuru Kamukura presente, junto con Honebami.

“…” Atsushi se impresionó y se detuvo al mirarle. Era una persona de apariencia inhumana que emitía un aura de gran peligro. Sus ojos rojos luminosos le inspiraban rechazo y le daban una mala espina.
“Atsu, no te inquietes por él,” dijo Yagen, inmutado. “Izuru Kamukura es un Rebel de Rizembool y uno de mis ayudantes de confianza. Él está aquí para resguardar a Midare al hospital, eso es todo.”
“¿Qué?” le cuestionó en shock. Todo el rato transcurrido con aquella Princess demente de Rizembool le hizo olvidar por un momento que su hermano tenía una posición tan alta y cuestionable en ese lugar.
“Doctor Toushirou, buenas tardes,” dijo uno de los paramédicos y ambos dieron una respetuosa reverencia. “Hemos acudido lo antes posible. ¿Dónde están las personas que debemos asistir?”
“Buen trabajo a ambos,” Yagen sonrió profesionalmente. “Ha habido un cambio de planes, por lo cual sólo se encargarán de llevar a uno de ellos. Enviaré otra unidad para la otra persona, puesto a que no se encuentra aquí.”
“Entendido,” dijo el otro paramédico.
“Atsu, debes entregarles a Midare.”
“¿Eh? Pero…” el chico se mostró dubitativo y se quedó quieto. Acababa de ocurrir el milagro de que Midare reapareciera y él mismo se encontraba cargándole, y sintió un miedo profundo de volverle a perder nuevamente.
“No podemos llevar a Midare con nosotros, requiere atención urgente. Akita también nos necesita inmediatamente, tienes que entenderlo,” observó objetiva y calmadamente. “Descuida, no existe forma que alguien vaya a atentar en contra de nuestro hermano dentro de mi propio territorio. Hice llamar a Izuru como una medida adicional,” asintió. “Estaremos yendo al hospital ni bien salvemos a Akita, y veremos a Midare nuevamente, te lo aseguro.”
“Sí…” dio un suspiro y tuvo que posicionar a su hermano inconsciente encima de la camilla ya lista y tendida. Los paramédicos le acomodaron y le ataron para mantenerle asegurado y subirlo de una vez a la ambulancia.
“Esta es una acción inútil y contraproducente, doctor…” observó Izuru con su voz de ultratumba.
“…” Atsushi le miró con intensidad. Sonaba como alguien malévolo.
“Heh…” Yagen sonrió con ironía. “Te pido que te ahorres los comentarios ahora. No haces más que inquietar a mi hermano.”
“Tienes mejores cosas que hacer. Estas personas no valen la pena para ti…”
“¿Qué dices?” Atsushi comprimió sus puños. Finalmente se ganó la mirada inmutada del Rebel.
“Tú no entiendes a lo que me refiero, pero es la verdad,” afirmó Izuru. “Yagen Toushirou no debe andar perdiendo el tiempo como un humano cualquiera. Él no es un humano cualquiera para empezar. Son un estorbo, están de más.”
“¡¿Cómo te atreves?!”
“Son órdenes, Izuru,” dijo Honebami, con frialdad y sin dirigirle la mirada a nadie. Pese a ello, los demás le miraron a él. El Toushirou peliblanco siguió hablando con el mismo nivel de desposesión que el Rebel. “Yagen te da cabida a juzgar y decidir por tu cuenta, pero debes seguir adhiriéndote a sus indicaciones,” giró su rostro lentamente hasta mirarle de reojo. “No pretendes desobedecerle, por lo tanto sólo debes seguir con lo que se pide de ti.”
“…” Izuru le miró atentamente.
“Tienes la libertad a expresarte conmigo, aunque ahora no es el momento de hacerlo. Acompaña a la ambulancia y a nuestro hermano hasta que regresemos, esa es tu función ahora,” dijo el doctor, con firmeza. “Agradezco tu respuesta tan pronta. Espero un buen trabajo.”
“No necesitas agradecerme,” dicho esto, el Rebel caminó hacia la ambulancia y también ingresó en ese vehículo. Yagen se despidió de los paramédicos con unas últimas formalidades e indicaciones y de aquel modo la ambulancia partió camino a Rizembool.
“…” Yagen dio un suspiro. “En marcha. Honebami, tenemos un nuevo destino, es donde encontraremos a Akita. Tendrás que llevarnos a aquel lugar.”
“Enseguida,” Honebami asintió.
“E-espera, Yagen…” comenzó a decir Atsushi.
“Lo que necesites decirme, puedes hacerlo en el camino. Vamos de una vez.”



Cho

86.2.


Los tres hermanos partieron hacia el hospital abandonado en busca de Akita. Yagen informó a Honebami sobre la reunión y los más recientes acontecimientos, quien apenas le contestó en frases o asintiendo ocasionalmente, y después de esa información, el doctor se ensimismó con una mano en su mentón y su mirada en el piso. Atsushi se había quedado mirando al peliblanco durante la explicación, y notó que Honebami se mantuvo tranquilo y enfocado en su labor de conducir, completamente inafectado por las noticias. Subirse en el auto había hecho que un montón de ideas inundaran su cabeza, motivo por el cual prefirió quedarse en silencio mientras ordenaba sus pensamientos, aunque finalmente pensó en una pregunta, una muy importante que había dejado pendiente al llegar a su primera parada.

“Yagen, ¿Honebami también está involucrado con Rizembool?”
“…” Yagen le miró de reojo y sonrió frustrado. Le agradeció mentalmente que le hubiera preguntado a él. “La respuesta corta sería sí, pero él no posee los cargos u obligaciones que yo poseo, Atsu. Honebami es mi ayudante y secretario, algo que aprecio por la cantidad de asuntos por los cuales soy responsable. Es por su asistencia que él también está familiarizado con mi entorno, me ayuda a lidiar con personas como el Rebel que acabas de ver, y orienta sus estudios y prácticas a desarrollos que Rizembool podría utilizar para la guerra a su discreción.”
“…” frunció el ceño con más nerviosismo que fastidio. Comenzaba a pensar que no se trataba ya más de aquella trivialidad como si su hermano rindiera poca importancia a las atrocidades que Rizembool cometía. Recordó a lo que Ibara le había dicho sobre aprender a vivir a pesar de los malos. Yagen parecía haber tomado un modo de supervivencia demasiado oscuro y Honebami le seguía detrás. Casi temía que sus dos hermanos se estuvieran hundiendo a pesar de seguir manteniendo sus ideales y conceptos firmes. “Eso quiere decir que Honebami está informado de tus acciones en general.”
“Sí, en su gran mayoría,” Yagen le miró con comprensión. “Entiendo que todo esto te resulte inquietante, hermano. Es por ello mismo que he mantenido mis asuntos en secreto de nuestros hermanos todos estos años. Sin embargo, esta es la vida que me ha tocado vivir. Es el camino por el cual marché…” sonrió con nostalgia. “…desde aquel instante hace diez años, en el cual los dos nos vimos por última vez en mucho tiempo.”
“…” esa mención le contagió de la misma nostalgia y un dejo de tristeza.
“Pareces recordarlo.”
“Sí,” desvió su mirada. “Es difícil olvidarse de una despedida, y nosotros siempre fuimos tan unidos cuando éramos chicos…”
“…”
“Pero…” apretó sus puños. “No creas que Ichi-nii y el resto de nuestros hermanos van a desconocer todo esto para siempre. Está en tu responsabilidad decírselos, Yagen. Ellos no deberían sorprenderse si algo como esto fuera a ocurrir de nuevo.”
“No se va a repetir.”
“Tsk, ¡nadie sabe eso!” reclamó. “¡Y no sólo se trata de ti y tus obligaciones! ¡Eres uno de nosotros! ¡Nos corresponde estar al tanto de lo que haces y saber cómo deberíamos actuar! ¡No creas que estoy dispuesto a verte hundirte y ensuciarte las manos en nombre de Rizembool!” le miró con incomprensión ya que Yagen se mantuvo sonriendo inmutado, como si esperara cada una de esas palabras. “Tch… demonios, Yagen, ¿qué tienes con esa actitud?”
“Lo lamento, Atsu, pero cuando te recriminé que no siguieras el plan de tu contacto de extraer información de Rizembool, lo dije porque es algo que yo precisamente espero evitar. No puedo dejar que nuestros hermanos sepan sobre los roles que llevo en Rizembool. No pretendo tener ningún cómplice. Hubiera querido salvarte de esto también, pero resultó inevitable. Lo mismo digo sobre Honebami…” admitió con humildad y una sonrisa rendida. “Aprecio tu preocupación, es reconfortante saber que cuento con el estima de alguien importante del pasado, para variar…”
“…” se quedó perplejo. ¿Qué quiso decir con eso?
“Pero no puedo dejar que ni Ichi-nii ni los demás tengan algo que ver en lo que estoy haciendo. Ni pueden estar informados al respecto. En el peor de los casos, si algo tuviera que pasarme a mí, si la justicia legal o el karma termina alcanzándome, seré el único quien pague las consecuencias. Y será justo,” asintió y sonrió decidido. “Estoy dispuesto a aceptar lo que venga en mi camino. Yo acepté lo que estoy haciendo, no ustedes ni nadie más.”
“Yagen…” esa resignación de su parte era palpable. Sabía que se estaba perdiendo de demasiado. Su hermano no sonaba como una persona que sólo hacía fechorías. Confiaba plenamente que no era del todo malo, que había mucho por escuchar y comprender, pero a la vez, su mente se quedaba en blanco, sin capaz de procesar nada… “¿Cómo has llegado a todo esto? ¿Qué clase de camino has tenido que tomar?”
“Es difícil explicar y no pretendo hacerlo. Tampoco es el momento.”
“…”
“Y ahora quisiera que no les informaras a nuestros hermanos sobre lo que has aprendido. No hay nada que se puede hacer para cambiar la realidad, espero que lo entiendas,” observó. “Espero mantenerlos alejados de todo esto. Nunca dejaría que fueran a involucrarse con Rizembool sólo por mis conexiones a este lugar. Es peligroso, es cruel, lo sé bien. No es para ellos.”
“Pero tarde o temprano alguien se va a enterar, es cuestión de tiempo. ¿Qué harías entonces?”
“…” dio un suspiro. Su sonrisa persistió. “Veremos cuando eso suceda. No creas que no lo tengo en mente. Siempre los tengo presentes a ustedes y haría lo que sea por cuidarles. Ese asunto se verá en su momento.”
“…” no estaba convencido, no quería ni serle de cómplice en ello, pero le había presentado argumentos que tampoco podía refutar. Miró al espejo retrovisor. “Honebami, ¿qué es lo que piensas de todo esto?”
“…” él le miró por el espejo brevemente y siguió con su atención en el camino. “No tengo comentarios al respecto…”
“¿Q-qué dices?” Atsushi se quedó atónito.
“Ahh…” Yagen se dio un facepalm. “Sólo dile tu parecer, Honebami. No tienes por qué reservarte. No eres completamente ajeno a esta conversación.”
“…” Atsushi miró de reojo a su mellizo. Realmente Yagen andaba mucho más al pendiente de Honebami de lo que había imaginado.
“…” el peliblanco se tomó un tiempo para contestar. “Yo tengo el deber de pelear y proteger a nuestros hermanos para que así ellos mismos no deban hacerlo.”
“¿Eh? ¿Por qué dices eso de repente?” preguntó confundido.
“Del mismo modo, Yagen es quien es porque aquel es su rol, y él a su vez evita que otros deban estar a cargo del mismo. Es el mismo concepto. Esos son los roles que nosotros tenemos.”
“Pero…” se quedó en blanco.
“Siento que no hubiera podido explicarlo mejor que tú, Honebami. Te agradezco,” dijo el doctor.
“No tienes que agradecerme…”
“Esto nos lleva al tema más importante ahora,” Yagen dio un pesado suspiro. “La situación que nos espera con Akita es muy distinta que con Midare. Ahora no podemos entrar en plan de negociar ningún acuerdo. Presumo que esas personas que mantienen a nuestro hermano vigilado están más que dispuestas a lastimarnos y están armadas para dicho fin. Tal vez intenten asesinarnos ante el menor descuido. Ingresar a ese lugar que ha sido preparado para nosotros es equivalente a aceptar caer en una emboscada, pero no tenemos otra opción. Puedo también llamar a refuerzos de Rizembool, pero ello solo podría incitar a esas personas a herir más a Akita o utilizarlo de rehén. Por ello mismo, mientras Akita no esté a salvo, tengo que dejar mi cargo de Rizembool de lado y tomar acciones de una manera distinta.”
“¿A qué te refieres?”
“Ello quiere decir que tengo que jugar bajo las reglas que Junko nos ha puesto…” negó frustrado. “Atsu, tendré que tener la misma disposición de nuestros enemigos,” afiló sus ojos. “Entraré a pelear contra esas personas y matarlos si es necesario.”
“¿Matarlos? ¡E-espera, Yagen, no puedes hablar en serio!” exclamó en shock.
“No nos queda de otra. Estoy decidido a hacer lo que tengamos que hacer por el bienestar de nuestro hermano,” declaro Yagen, borrando su sonrisa y adoptando seriedad. “No poseo el entrenamiento que tú has tenido, pero no soy tan débil como parezco. He seguido nuestro legado de guerreros al pie de la letra, en preparación para momentos como este.”
“Pero si te atreves a matar a alguien sólo generarás mayores problemas. No creas que una acción como esa puede borrarse por medio de tu voluntad.”
“Es como si no hubieras prestado atención a mi conversación con Junko,” Yagen le miró de reojo, con leve cansancio. “Rizembool funciona de una manera muy distinta. Ellos reclutan a Rebels y con frecuencia causan la muerte de personas en Hanasaki, y los externos a las universidades con las justas escucharán leyendas urbanas. Estoy acostumbrado a esto,” asintió y miró hacia el piso. “He convivido con la muerte desde que comencé a estudiar en Rizembool y no sólo como un doctor. He conocido y dialogado con varias personas que murieron en ese lugar. He evidenciado a gente dar su último respiro o ir a una pelea de la cual no regresaron.”
“B-bromeas…” sus ojos temblaron en desconcierto.
“Rizembool es un campo de batalla constante, y al igual que sus otros miembros, estoy dispuesto a darlo todo para ganar, en especial si es por un motivo que significa mucho para mí,” su voz se tornó sombría. “Estoy cometido a convertirme en un demonio, o más bien, ya debo ser uno, y no tengo problemas demostrándolo ahora.”
“Tsk, no hables tonterías, Yagen,” Atsushi se impacientó. “¿Acaso en algún momento has matado a una persona?”
“¿Hm?” el doctor se vio despertado por ese cuestionamiento y le observó con curiosidad.
“Tch…” y entonces Atsushi se quedó frío. La pregunta había sido hecha con apuro y como un reflejo, a manera de rechazar una idea ridícula. Sin embargo, retornó a la constante revelación de la horripilante realidad que rodeaba a su hermano, y lo consideró factible.
“¿Acaso tú lo has hecho, Atsu?” le regresó la pregunta. “Este parece ser un buen momento para sincerarnos, al menos entre nosotros dos, ¿no es así?”
“Yo pregunté primero, contéstame.”
“Hmhm, lo siento,” rió por lo bajo. “No pretendo evadir tu pregunta, aunque quería asegurarme de no ser el único con algo que decir sobre el tema. Puedo contestar primero, no hay problema.”
“…” frunció el ceño, impaciente. “Sí, lo he hecho.”
“…” Yagen alzó sus cejas, mostrando su admiración a su honestidad.
“He pasado años yendo de una misión a otra y asistiendo a civiles o emboscando bases de grupos terroristas y criminales, y me he visto presentado con la horrible decisión de disparar a matar, sea para liberar a un rehén o para impedir que yo o alguien de mi equipo sea eliminado,” confesó Atsushi, inmerso en pensamientos. Él se notaba frustrado e incómodo, aunque tranquilo. “Uno no puede estar bajo entrenamiento militar y sumar sus habilidades a misiones humanitarias sin tener que tomar decisiones mortales en ocasiones. No esperaba tener que decírselo a ninguno de ustedes, pero de entre todos te lo digo a ti, Yagen. Siento que puedo confiar en ti.”
“…”
“Pero es por haber tenido que enfrentar esas situaciones que comprendo ahora mucho más lo valiosa es la vida, y el desperdicio que sería negársela a otras personas,” frunció el ceño. “Sólo porque he tenido que matar no quiere decir que esté dispuesto a hacerlo nuevamente. Es un desencadenante que no desearía ni al peor de mis enemigos.”
“…” Yagen sonrió suavemente. Sonaba a su hermano, de eso no había duda. “Ello explica por qué no tomaste la oportunidad para lastimar a Junko cuando pudiste hacerlo.”
“¿Y qué hay de ti? ¿Has tenido que matar a otra persona?”
“No sé si he tenido que, a decir verdad…” llevó una mano a su mentón y se puso a pensar.
“…” le miró de reojo. Había hecho el suficiente preámbulo para saber lo que iba a contestar.
“Pero sí maté a una persona en defensa propia, hace varios años,” concluyó el doctor. Este dio un suspiro. “No es algo que esperaría recordar en estos instantes, pero hubo una discusión ajena para la cual estuve presente, y me vi involucrado repentinamente. Si no me hubiera defendido, no estaría aquí hablando contigo en estos momentos, y esa defensa le causó la muerte al agresor.”
“…” entrecerró los ojos. “¿Por qué no estaría enterado sobre esto?”
“Rizembool reconoció las circunstancias y me brindó todo el apoyo. Ellos optaron por mantenerlo secreto y estoy de acuerdo. Igualmente, es una verdad que angustiaría a nuestros hermanos y por la cual ellos no podrían hacer nada.”
“…” no dejaba de oír el nombre de ese lugar. Ya le ponía los pelos de punta.
“Es algo que puedo decirte a ti, Atsu…” sonrió frustrado. “Como dijiste, siento que puedo confiar en ti. Hace mucho que no nos vemos, pero es casi como si nada hubiera cambiado.”
“Algunas cosas no han cambiado, pero desconozco tus deseos de ir a ese lugar a asesinar a las personas que mantienen encarcelado a Akita. Tú no habrías dicho algo así en el pasado.”
“Hmhm, tienes razón…” rió por lo bajo.
“Tch, ¿qué hay de gracioso en eso?” les cuestionó con fastidio.
“Ahh…” dio un respiro. Su sonrisa frustrada persistió y se contagió de leve maldad. “Tienes razón, hermano. No puedo dejarme llevar por las añoranzas. He cambiado, no soy la persona que solías conocer…” le miró de reojo con ojos fríos. “Soy un demonio.”
“¿Demonio?” preguntó perplejo.
“En Rizembool uno con frecuencia no tiene opción que a recurrir a lo impensable para seguir adelante,” afirmó sin despegar sus ojos de encima. “Tú has aprendido a valorar la vida luego de tener que enfrentarte a la muerte. Yo comprendí desde esa vez que somos ínfimos, insignificantes, que lastimosamente la muerte es un recurso y que otros no dudarán en dártela si ello les beneficia.”
“Yagen…” Atsushi comprimió sus puños con pesar. “Estás incorrecto. No puedes pensar así. No puedes rebajarte a ese nivel.”
“¿Entonces estás dispuesto a poner la vida de Akita en riesgo sólo porque no quieres lastimar a nadie, en particular a personas que no merecen tu piedad?” el doctor adoptó gran intensidad y entrecerró sus ojos. “No pienso dejar que le hagan algo, ni correré ese riesgo. Le debemos a Akita pelear a nuestro mayor potencial y hacer lo que tengamos que hacer por él.”
“…” le miró atentamente, casi desconociéndole, pero a su vez podía ver a su hermano dentro de esa imagen peligrosa que irradiaba. Era una conclusión a la lealtad que siempre había demostrado a los miembros de su familia, pero una que rechazaba.
“Atsu, sé que sientes lo mismo que yo. De entre todos, tú entenderías mi parecer, mi intensidad, esta impresión que doy que aterraría a otras personas. Tú no me temes. Yo tampoco te temo. Estás consciente de mi deseo de ser un monstruo para proteger a nuestros parientes,” se le acercó para marcar sus palabras. “Tú y yo heredamos la naturaleza de nuestro padre. Nacimos para ser soldados y vivir en el campo de batalla. Es nuestro medio, el aire que respiramos, nuestra mayor compatibilidad, incluso si yo no seguí aquel camino. Es algo que considero absoluto. Por ello mismo sé que puedo llevar a cabo este rescate, pero sólo si estoy dispuesto a eliminar a todos nuestros enemigos.”
“…”
“Hmhm…” rió por lo bajo con la mirada gacha y una sonrisa frustrada. “Esta no es la forma que esperaba darte la bienvenida después de tantos años, pero quizás sea apropiado, como el demonio que he optado ser…”
“…”
“En esta batalla no importan los principios o derechos, y realmente podría usar tu ayuda. Tú entre nosotros fuiste quien siguió los pasos de nuestro padre, quien hoy en día carga su espíritu y su fortaleza. Me pesa pedirte esto, pero necesito que te unas a mí y pelees al igual que yo. ¿Estarías dispuesto a hacerlo? ¿Podrías olvidar tus convicciones y convertirte en un demonio por esta ocasión?”
“Yagen…” aprovechó la distancia acortada por el otro para retroceder su cabeza, tomar impulso y chocar sus frentes a todo dar.
“Tsk…” el doctor retrocedió luego del golpe y se agarró la frente. “Atsu, ¿qué pretendes?”
“Pienso que ya has dicho suficiente,” dijo con pesadez y una mano en su frente por el golpe que también le había dolido. “Suena a que tienes mala memoria, Yagen. Nuestro padre pudo haber sido tan afín al campo de batalla como nosotros, pero él hubiera condenado el solo hecho que te refieras a ti mismo como un demonio. Que quieras que pelee así por ser quien lleva adelante su espíritu es un insulto a su memoria,” entrecerró sus ojos. “Aunque mi golpe va más dirigido a que estás diciendo tonterías. Maldición, se supone que eres el inteligente entre los dos.”
“…” se impresionó levemente.
“Hermano, te entiendo. Comienzo a percibir el tumulto que llevas dentro y la angustia escondida en ti que te está llevando por este camino. Yo nunca te temería y puedo conectar contigo, noto que te hace falta que alguien te encare, será que sigo siendo el único con las agallas de darte la contra, ¿ah?” sonrió con ironía. “Y dices que le debemos a Akita darlo todo por él. Es justo, pero también le debemos decencia y en su nombre no podemos andar asesinando a otras personas simplemente porque estuvieron en el camino. ¿Qué clase de hermanos mayores seríamos si lo hiciéramos?” hizo un puño y se lo llevó a su pecho. “Tienes mi ayuda, pelearé contigo, pero no dejaré que seas un demonio ni seré uno tampoco. Y recuperaremos a nuestro hermano, lo juro.”
“…” le miró con frustración y escepticismo. “Son palabras osadas si no vas a pelear al mismo nivel que nuestros enemigos.”
“Creo ser superior a la mayoría de luchadores que vayamos a encontrar, y no lo digo para ufanarme de mí mismo. Tú tal vez no puedas, pero yo sí, y este rescate lo haremos a mi manera,” declaró con certeza y le agarró de los hombros.
“Te he dicho que no me toques, Atsu…” dijo Yagen, frunciendo el ceño.
“Tendrás que acostumbrarte nuevamente, Yagen, puedes confiar en mí,” dijo y le dio una pequeña sacudida. “Todavía hay mucho que no sé sobre tu situación en Rizembool, pero al menos ahora, cuentas conmigo. Saldremos de esta juntos y rescataremos a Akita sin tener nada que lamentar. ¿Ahora eres tú quien acepta mis términos?”
“…” le miró impaciente y se sacudió para liberarse. Dio un suspiro. “Ya, está bien. Pides mucho de mí. Tampoco puedes garantizar que podamos pelear sin recurrir a extremos, pero te prometo que no mataré a nadie.”
“Bien, me alivia oírte decirlo…” dio un suspiro también para descargarse. “Pero no he venido preparado y con instrumentos. Sólo tengo mi tantou aquí.”
“Nos encontraremos con alguien en el destino. Sé que podrás abastecerte con algo de utilidad.”
“¿Qué? ¿En serio?” preguntó sorprendido. “¿Cuándo tuviste tiempo para llamar a alguien?”
“Le envié un mensaje cuando salimos y nos encontramos con los paramédicos,” contestó el doctor, inmutado. “No podré respaldarme en mi autoridad de Rizembool aún, pero un apoyo como este es indispensable. Si todo sale bien, podremos resguardar a Akita y esta pelea habrá terminado…” negó. “Sólo espero que sea tan simple…”
“Las cosas nunca son tan simples como suenan, pero es posible, estoy seguro,” Atsushi asintió, con seriedad. “Y me alegro que ya no tengas la mentalidad de antes. No creas que hubiera dejado que lo hicieras, Yagen.”



“Ustedes no tienen que pelear…” dijo Honebami, repentinamente. Este seguía manejando y recibió las miradas de los otros dos. “Yo puedo encargarme de todo.”
“Honebami…” Atsushi se tensó. “Recuerdo bien el revuelo que causaste cuando éramos niños y casi mataste a una persona. Shinano también me dijo que estuviste a punto de asesinar a uno de sus secuestradores.”
“Así es…”
“Si te dejamos pelear solo, sé que recurrirás a eso, y no lo puedo permitir…” bajó su mirada, contrariado. Tan enfocado había estado en su mellizo que falló en considerar el hecho que su hermano peliblanco siempre había sido el más peligroso de la familia.
“Aquel es el rol que me corresponde…”
“No… Atsu ya habló y puso sus términos, Honebami,” Yagen sonrió con ironía. “Seré un demonio, pero hasta un ser como yo teme los extremos a los cuales puedes llegar. Tengo otra labor para ti, una que espero no te lleve a exterminar a nadie…”





En poco tiempo, los hermanos llegaron a la entrada del hospital clausurado. Este tenía las ventanas con anuncios de una pronta demolición y su perímetro estaba cerrado con cintas amarillas. El recinto se extendía a lo alto, lo cual por suerte disminuía el ancho de sus dimensiones. A simple vista no parecía que había nadie.

“…” sin embargo, Honebami miró a dicho lugar con ojos fríos. “Hay personas ahí. Los puedo sentir… este lugar emana una sed de sangre…”
“…” Yagen dio un suspiro. “Ya me arrepiento de haberte hecho esa promesa…”
“No somos asesinos, hermanos. Compórtense,” recalcó Atsushi, impaciente. “Dijiste que nos encontraríamos con refuerzos, ¿dónde están?”
“Debe ser aquel camión más adelante,” observó el doctor. “Vayamos.”

Se trataba de un vehículo blindado, semejante a los que transportaban dinero, aunque de apariencia más discreta. Los Toushirou caminaron al vehículo estacionado y vieron al conductor salir del volante. Se trataba de Tsurumaru.

“¿Eh? ¿Tú?” preguntó Atsushi, anonadado. “¿Qué haces aquí?”
“Yo! ¿Te sorprendí?” le preguntó con una sonrisa amena y alzando una palma. “Yagen me ha mantenido al tanto. Vaya, vaya, qué desastre el que tienen servido, no los envidio…”
“No tenemos mucho tiempo, Tsurumaru,” dijo Yagen, con seriedad. “¿Qué has traído?”
“Con el tan rápido aviso no pude alistar nada, aunque menos mal había algunos camiones que fueron usados el domingo todavía abastecidos,” se encogió de hombros. “Así que tomé uno prestado. Luego cuento contigo para no meterme en problemas, ¿sí?”
“…” Honebami procedió a abrir dicho vehículo y descubrió el interior, el cual consistía de un par de bancas con percheros en las paredes donde colgaban trajes antibalas, cascos, maletines y algunos rifles y pistolas.
“¡¿Y nos dices que tú no preparaste nada?!” Atsushi se escandalizó.
“Oye, oye, ¿no eras tú el Toushirou militar?” preguntó Tsurumaru, entretenido. “Debes haber visto mucho más que esto.”
“Se supone que ahora estoy viviendo una vida de civil. ¿Qué hacen ustedes expuestos a todo esto?” le cuestionó y se frustró. “No, no hay tiempo. Mejor no lo cuestiono.”
“¡Haha, sí que te he sorprendido, me alegra!”
“Usar uno de estos camiones fue una buena idea. Al menos esto nos mantendrá protegidos,” Yagen dio un suspiro y sonrió frustrado. “Buen trabajo, para variar.”
“Soy más afín a pelear que a la informática,” dijo con toda naturalidad y vio al par empezar a ponerse los trajes protectores. “Y a todo esto, ¿por qué nunca me dijiste que tenías un mellizo, Yagen? No sabes el susto que me pegué cuando me enteré.”
“Estoy seguro que te lo he dicho, Tsurumaru, ¿de qué hablas?” le cuestionó el doctor, alzando una ceja. “Debió ser una de las primeras cosas que compartí contigo. A lo mucho no lo volví a mencionar.”
“Ahh, será, admitiré que en un inicio no te prestaba mucha atención…” Tsurumaru miró hacia el edificio con cierta indiferencia. “Ojalá puedan derrotarlos con rapidez. Sin duda un certero disparo derribaría a cualquiera, no que tenga que decírselos.”
“Tú tampoco pareces muy en contra de la idea de matar a los oponentes,” dijo Atsushi, con leve desconfianza.
“¿Hm? ¿Van a entrar sin pretender matar a nadie?” Tsurumaru se mostró confundido y ladeó su cabeza. “Es honorable, ¿pero cuán práctico va a ser cuando te metan plomo en la cabeza? Tal vez tú con tu entrenamiento puedas prestarte a esas hazañas, pero Yagen aquí puede quedarse atrás.”
“No dejaré que me subestimes tanto, grulla,” se quejó Yagen, frustrado. “Y sin duda no estoy convencido, pero di mi palabra, y tendré que hacer el intento,” desvió su mirada. “Es cierto que Akita no debería verse expuesto a ni sentirse responsable de una matanza…”
“…” Tsurumaru alzó sus cejas con leve impresión. “Entonces creo que no dejarás que Honebami te ayude, ¿verdad?”
“…” el hermano peliblanco negó cadenciosamente. “Tengo otra misión. Les daré el alcance ni bien termine con ella.”
“Vaya, vaya…” al oírlo, Tsurumaru sonrió frustrado y negó, para agarrar su frente. “Este es un idealismo al cual no estoy acostumbrado. Sólo me queda desearles lo mejor…”
“No lo había esperado, pero comprendo que no nos ayudarás,” observó Atsushi, quien estaba en plena faena de cargar una pistola.
“No, pienso quedarme aquí y asegurarme que ninguna de esas personas se escape o quiera lastimar a quien pueda pasar por los alrededores,” dijo encogiéndose de hombros. “Alguien tiene que hacerlo, pero si se les presenta alguna emergencia con ese hermanito de ustedes, pueden avisarme. Lo importante aquí es su rescate, ¿verdad?”
“Cierto, muchas gracias por el apoyo,” Atsushi asintió y sonrió. “Y tienes mucha razón. Gracias por cuidar el perímetro.”
“De nada, que les vaya bien~” canturreó y movió un par de dedos en señal de despedida.

Tsurumaru se quedó observando a los dos Toushirou menores marcharse camino a la entrada de ese hospital.

“Heh, supongo que sí eras el gemelo benévolo…” dijo, sonriendo con ironía. “Sólo tú habrías podido sacar a Yagen de su idea de aniquilar a sus enemigos. Es la primera vez que lo veo…”
“…” Honebami miraba a sus hermanos alejarse.
“Pero espero que Yagen pueda cuidarse, por el bien de todos…” Tsurumaru miró de reojo a su acompañante. “Ni puedes ingresar con ellos. Esto debe ser extremadamente incómodo para ti. No puedes realizar tu rol perpetuo de protegerle.”
“…” Honebami afiló sus ojos nulos y profundos. “Si Yagen sale lastimado… los mataré…”
“…y pensar que hasta alguien como yo te teme, Honebami,” se encogió de hombros y sonrió tranquilo y entretenido. “Pero descuida. Yagen habrá prometido a su mellizo que no matará, pero no se ha quedado de brazos cruzados,” miró hacia la parte de adelante del camión. No había llegado ahí solo… “Ella se encargará del trabajo sucio el día de hoy…”



“Tsurumaru mencionó que ese es uno de los camiones usados en el ataque del domingo,” observó Atsushi, pensativo. “¿Acaso Rizembool utilizó este arsenal para lastimar a las personas en el festival?”
“No, fue equipo para contener a los orphans. Más bien, con esto protegieron y resguardaron a los asistentes,” informó Yagen, camino a la entrada.
“¿Orphans?” le miró confundido.
“Cierto, no debes saber qué son. En fin, no es importante ahora.”
“…” negó frustrado. “¿Te informaste de ese evento?”
“No en el momento, lamentablemente. Sin embargo, sí he estado al tanto del equipo que tomamos prestado. Nos mantendrá a salvo,” dijo, sonriendo frustrado. “Los somníferos son también compatibles con las personas y funcionan instantáneamente. Descuida, no producirán efectos segundarios en nuestros enemigos. Sólo te recuerdo que uses uno por persona, por motivos de escasez,” se encogió de hombros. “Y bueno, más de uno sí podría inducir a un shock a algunos humanos…”
“Tch, ya me das escalofríos…”
“Sólo digo la verdad…”

Ambos se detuvieron frente a la entrada clausurada. Sin contemplaciones, Atsushi desenvainó su tantou y cortó todas las cintas. Con el camino despejado, ingresaron con rapidez. Era el inicio de la misión de rescate.

El interior delataba que era un lugar abandonado hace varios años por la suciedad y la falta de muebles e instrumentos, aunque había sillas y otros artículos sin valor sueltos y abandonados. Al no tener idea sobre la ubicación de Akita, les tocaba cubrir todo el piso antes de avanzar.

“No será tan basto, pero sigue siendo mucho que cubrir,” murmuró Atsushi, mientras avanzaba con su hermano a través de una sala común donde alguna vez habría habido varias camas. “¿Es posible que Akita se encuentre en el sótano?”
“No lo sabemos aún…” Yagen estaba pensativo. Con un poco de suerte, podría descartar las posibilidades y dar con su verdadero paradero ni bien se encontraran con el primer enemigo.

Y este no se hizo esperar. Al llegar al final de esa sala común, Atsushi empujó las puertas, aunque tuvo que retroceder de inmediato ya que una bala por poco y le impacta. Los Toushirou retrocedieron a la sala, viendo los vidrios de esas puertas dobles estallar por una ráfaga de balas.

“Esto no será fácil, Atsu,” recalcó Yagen. “Nos niega el camino a las escaleras.”
“Lo sé…” miró hacia la puerta. Aparte de los vidrios estallados, vio claras marcas y deformaciones en las puertas por los disparos. “Al menos la puerta nos servirá de un escudo, debe estar revestida. Yo me encargo.”

La empujó nuevamente, lo cual incitó otra lluvia de balas del agresor. Atsushi aprovechó para observar por la rendija en aquella dirección. Había una persona a una prudente distancia instalada con una metralleta y un escudo que le cubría. No iban a poder agredirle con mucha facilidad, además que vieron que una bala finalmente perforó a través de la misma puerta.

Pese a ello, Atsushi afiló sus ojos. Sabía qué hacer.

Luego de aquel empuje, la puerta regresó a su posición normal, y el atacante se mantuvo al pendiente de cualquier otro momento. La paz no duró mucho y esta vez el empuje a las puertas fue grande, con un objeto pasando a través. Ello resultó en un ataque y una silla abandonada terminó perforada en el aire, para desconcierto de la persona.

A su vez, Atsushi dio tres certeros y reincidentes disparos por la rendija de la puerta que perforaron el escudo e hirieron la muñeca de la mano con la cual esa persona operaba la metralleta. El dolor producido por las balas le inhabilitó lo suficiente para que el Toushirou saliera sin riesgos y llegara a patear la metralleta y quitarle el escudo. De inmediato lo neutralizó en el piso.

“¡AHHH!” gritó esa persona, mirándole aterrada.
“Si no colaboras con nosotros te esperará mucho más dolor, miserable,” sentenció con gran severidad. “Habla de una vez. ¡¿Dónde tienen a nuestro hermano?!”
“No… nunca… ¡Nunca!” exclamó este con desesperación y sonrió con júbilo. “¡Junko-sama me ha dicho que elimine a todos los que entren! ¡Primero muerto, hahaha!”
“Tsk…” estaba claramente mal de la cabeza, pero no iba a desistir. “¡Te haré hablar, así que más te vale que colabores!”
“¡Hahahaha ya he decepcionado a Junko-sama y se supone que debo morir aquí! ¡Con gusto lo haré! ¡Y te llevaré conmigo!”
“¿Qué dices?” Atsushi se sorprendió al ver que había una especie de pita que rodeaba su boca, algo muy semejante a una mecha. Esa persona lo agarró con sus dientes y estuvo a punto de jalarlo. No podía ser… “¡D-demonios…!”

Sin embargo, no llegó a concretar su plan porque Yagen le disparó un dardo somnífero y se acercó con rapidez.

“A un lado,” Yagen empujó a su hermano y agarró la frente de esa persona con una mano descubierta. “Tú nos dirás dónde está Akita de inmediato…”
“…” esa persona entrecerró sus ojos por sueño y comenzó a desvanecerse. Sin embargo, al ya no estar apresado, hizo una última acción. Sacó su celular de su bolsillo y lo desaseguró, para soltarlo y caer inconsciente. Yagen de inmediato lo accedió y revisó un archivo abierto. Era un documento con detalles y mapas de ese lugar.
“Yagen, ¿qué es eso?” preguntó Atsushi, sorprendido.
“Aquí está…” el doctor miró a una página y se lo mostró. “Este es el mapa del piso 14. Akita se encuentra en esta habitación en particular.”
“¿E-en serio?” se sorprendió y tomó el dispositivo para revisarlo en shock. Eso había sido demasiado fácil.
“…” por su parte, Yagen miraba a esa persona con indiferencia en lo que volvía a ponerse el guante en esa mano. Era alguien que a su parecer no merecía vivir. Una persona rastrera, sin morales ni misiones personales que se dejó llevar por influencias toda su vida y terminó siguiendo a Junko, para ni siquiera mostrarse de valor útil, sin mencionar todas las fechorías que había cometido. Lo había visto todo claramente al hacer un vínculo con él…
“¿Tú crees que podemos confiar en esto, Yagen?” preguntó Atsushi. “¿No será posible que sea algún tipo de trampa?”
“Es bueno que lo consideres, pero pienso que es verídico,” le contestó completamente convencido. Lo era luego de la acción que había hecho para cerciorarse, aunque no iría a explicárselo a su hermano por obvias razones. “Esto no es algo a lo que podríamos tener acceso bajo estas condiciones, ni el tiempo de acceder a este teléfono por nuestros propios medios. No te culpo por desconfiar, pero pienso que debemos seguirlo. No hay tiempo que perder.”
“Sí…” por la certeza con la cual su hermano hablaba sentía que no podía contradecirle. Atsushi sabía que se perdía de algo, pero iría a confiar en él. Yagen siempre había sido la persona más cercana a sí mismo y ello no había cambiado, ni con las más recientes revelaciones, aún si este parecía encontrarse en un lugar muy distinto al suyo…
“Ahora, para confirmar nuestras sospechas…” Yagen procedió a abrir el saco que el criminal tenía puesto y descubrió un chaleco de explosivos. “Estuvo cerca, Atsu. Menos mal ya no tenemos que recurrir a interrogaciones.”
“Esa persona estaba cometida a morir, entonces…” dijo sorprendido.
“No sé mucho de explosivos, pero si tú puedes quitárselos con seguridad, podríamos armarnos de los mismos.”
“Lo sé hacer, pero es demasiado peligroso,” recalcó con severidad. Atsushi se tomó la molestia de cerrar nuevamente el saco y romper la mecha. “Si no los usamos para matar, su único uso moderadamente seguro es para abrir caminos o tender trampas a vehículos, y no tenemos tiempo ni necesidad para ello.”
“Como digas…” sonrió frustrado. Al menos en ese documento no se detallaba que hubiera otros obstáculos o personas en ese piso. Supuso descuidar esos explosivos era la menor de sus preocupaciones. “En marcha.”





Mientras tanto, Tsurumaru se encontraba mirando hacia el edificio. Había podido escuchar la balacera, pero la misma no había durado mucho. Sólo podía deducir que uno de los dos bandos había caído, y de haber sido los hermanos, tenía la impresión que ya se habría enterado. Miró de reojo a Honebami, quien tenía los ojos cerrados y aguardaba el momento de actuar. El Toushirou mayor parecía tranquilo, pero sus puños comprimidos indicaban que no lo estaba del todo.

En su caso, si bien tampoco estaba contento con la situación, sólo le quedaba confiar en que los miembros de esa familia eran capaces de imposibles, tal y como Yagen lo había demostrado muchas veces, quizás para más mal que bien. El autoproclamado rol de Tsurumaru de vigilar el perímetro había sido una excusa para no entrometerse. Yagen sí le había dicho que avisara a Rizembool, quienes luego de la llegada del doctor habían cerrado las calles cercanas y aguardaban el momento del rescate de Akita para poder acercarse sin inconvenientes, con el fin de contener a esos criminales que atentaban contra la salud de aquel doctor. Todo estaba fríamente calculado, sólo quedaba un pendiente…

…el cual se manifestó ni bien la última persona involucrada salió del camión. Tanto Tsurumaru como Honebami le miraron de inmediato. Era el inicio de la siguiente fase.

La chica de tez blanca alabastro, apariencia lúgubre y elegante, y ojos opacos carmesí cerró la puerta detrás de sí y se quedó levitando mínimamente del piso. Se acercó hacia ellos como si fuera un fantasma.

“El niño Toushirou está en el piso catorce, lo puedo ver…” informó ella, cerrando los ojos y flotando en posición fetal. “El interior de ese edificio está claro. Sé por dónde entrar. Sé cuál ventana me llevará directamente a él…”
“Más rápido de lo que imaginé, es un alivio,” Tsurumaru sonrió con ironía. “¿Y la bomba?”
“Está en el segundo sótano. Es una bomba central en la piscina de la morgue con seis bombas segundarias aferradas a los cimientos más importantes de dicho piso,” dijo ella, con voz monótona. “No sé el tiempo que nos queda, pero debe ser escaso. También hay un guardia resguardando la bomba. Él podría detonarla si se ve amenazado.”
“…” Honebami asintió. Con esa información, el peliblanco partió camino.
“Guardia, ¿ah?” Tsurumaru dio un suspiro.
“No tenemos que preocuparnos por él,” la chica abrió sus ojos y sonrió con entretenimiento. “Estuvo muerto desde el instante que fue asignado a ese rol…”
“Ni aunque vivan volverán a ver la luz del sol. Rizembool se asegurará de hundirlos y condenarlos por el resto de sus días,” Tsurumaru se encogió de hombros, indiferente.
“Ven, si te animas. Aun si no peleas, podrías llegar para ver el final. Presiento que será muy interesante, huhuhu…” la chica rió tapándose la boca e inmediatamente tomó vuelo a toda velocidad al edificio, dirigiéndose a una de las ventanas…



Era como ascender muy lentamente desde las profundidades de un lago mientras su cognición y sensibilidad se recobraban. La angustia y tristeza retornaban desde la falta de sentidos, aunque a su vez era como si siempre hubieran estado ahí. Akita casi sentía que no tenía espacio para otro sentimiento dentro de él.

Su vista estaba borrosa y si movía su rostro sentiría terribles mareos. Podía ubicar sus extremidades tendidas sobre la camilla por su sinestesia. Dolían mínimamente, estaban adormecidas, sentía pinchazos ocasionales, hormigueos, frío, calor, temblores…

Llevaba días entrando y saliendo de un estado inconsciente. No había dejado de tener alucinaciones terroríficas o sin sentido. Se había desubicado temporalmente. Había dejado de procesar dónde o con quiénes estaba. Ya no prestaba atención a los estímulos de afuera. Estos comenzaban a perder significancia. Se confundían entre todas las alucinaciones y sueños que ni era capaz de recordar. Lo único a lo que podía aferrarse era el recuerdo de su familia, y ellos no estaban ahí. Por ello no había punto en prestar atención a nada más. Lo mejor era seguir durmiendo para evitar las pesadillas de cada despertar.

Pero lo sentía, volvía a despertarse. Distinguía figuras aparentemente humanas rodeando su camilla. Las miraba perdidamente, sin pensamientos o análisis en su cabeza. No estaba seguro si eran parte de la realidad o de otra alucinación, pero no importaba. Todo seguía yendo y viniendo. No importaba si las miraba o no. Todo estaba ahí, o tal vez no. Parecía que el efecto de la última droga aplicada en él se desvanecía, así que era un poco pronto para decirlo. Lo mejor era quedarse en ese estado. Si no se movía, esa extraña paz duraría un poco más, quizás lo suficiente para volver a dormir y retornar a otro sueño que no sería capaz de lastimarle…

Fue entonces que la paz se quebró. La ventana de esa sala quirúrgica donde los criminales armados resguardaban al Toushirou estalló en mil pedazos. Unos objetos voladores en forma de máscaras ingresaron y aplastaron al dos de los guardias contra al piso, dejándolos inmovilizados.

“¡¿Quién está ahí?!” exclamó uno de los otros dos guardias. Estos apuntaron hacia la ventana con sus rifles y observaron a una chica flotando por la ventana, quien sonreía de manera lúgubre.
“Fufufu…”

Ambos abrieron fuego, pero justo en aquel instante, una minucia de partícula frente a ella se expandió en otra de esas máscaras, la cual le sirvió como escudo.

“Muchas gracias… por darme motivos para hacer esto…” dijo la chica con un tono venenoso. Ella invocó otras dos máscaras diminutas en sus manos y las lanzó. Dichas máscaras dieron la vuelta alrededor del escudo y volaron hacia los atacantes. Se detuvieron frente a sus rostros, incrementaron su tamaño y se adhirieron a sus caras para comprimirlas.

La pelinegra redujo su escudo al mínimo y llevó una mano a sus labios mientras veía con placer a esas personas desesperarse por el dolor y la asfixia producto de sus armas que no dejaban de estrangularles. De un momento a otro, la constricción aumentó exponencialmente y sus cabezas cedieron y explotaron en una lluvia de sangre para dejar al resto de los cuerpos caer.

“¡M-m-m-monstruo!” exclamó uno de los dos guardias apresados por las máscaras.
“…” mientras tanto, Akita abrió sus ojos como platos. Su visión todavía no le permitía ver detalles, pero la imagen de personas precipitar luego de una lluvia de sangre que le alcanzó a él también era demasiado clara. Su corazón se aceleró. El miedo a morir se hizo presente y le puso los nervios de punta, aunque ni tenía energías para moverse.
“Y ustedes…” la chica miró a los otros dos.
“¡AAHHH!” la máscara que aplastaba a uno de ellos retrocedió y le aplastó con fuerza para dejarlo inconsciente en el acto.
“¡¿Q-q-qué haces?!” exclamó el otro. Su máscara se redujo a tamaño humano y también le apretó el rostro. “¡AAHHH! ¡Auxilio!”
“Hmhmhm, tranquilo…” murmuró, riendo por lo bajo. La máscara comenzó a crecer ramas que empezaron a enraizar en la cabeza de esa persona pese a los intentos desesperados del otro de quitársela. “Tú me serás útil. Ahora deja de pelear,” levitó hacia este y empezó a mover un dedo índice frente a los ojos de la máscara. “Sigue mi movimiento, demuéstrame que puedes ver. Convirtámonos en un mismo ente…”

De repente, esas ramas crecieron con mucha rapidez y formaron una máscara sólida que cubrió toda el área de su cabeza. Este movió su rostro mínimamente a manera de seguir el movimiento del dedo de la chica.

“Buen chico…” con los enemigos derrotados, se levantó en el aire y voló al pelirrosa.
“¡…!” Akita se recogió encima de la cama en posición fetal, agarrando sus cabellos rosas con desesperación y bajando su mirada. Temblaba considerablemente.
“Eres más lindo de lo que pensé, pequeño. Huhuhu…” dijo acercando su rostro al del pequeño y sonriendo con diversión por ver el pánico del chico, quien miraba hacia abajo tratando de no observarle directamente. La pelinegra le agarró del mentón para forzarle a mirarle de muy cerca. “Entiendo por qué algunos querrían lastimarte…”
“S…suéltame…” dijo con un hilo de voz.
“Pero yo no lo haré. Tu dulce rostro sólo me da ganas de acariciarte, arroparte y ponerte en una vitrina de cristal… huhuhu…” su mano ascendió y le agarró de una mejilla. Entonces, se le acercó y le dio un suave beso en la frente. “Si sigues temblando así te lastimarás. ¿Debería ponerte a dormir?” se acercó más a sus ojos de manera desafiante. “¿Debería quizás asimilarte al igual que el otro…?”
“Ihhh…” lágrimas se derramaron de sus ojos. Conocía ese tono maligno y tóxico, lo llevaba escuchando esos últimos días. Los sueños se habían terminado y le regresaba retornar al sufrimiento. Ya no podía soportarlo más.

Fue en eso que oyeron tumulto acercarse.

“En fin…” la pelinegra invocó dos de sus máscaras, las cuales crecieron exponencialmente. Entonces, alzó a Akita y lo depositó dentro del revés de una. “Sé un buen chico. Quédate ahí y espera con paciencia…” ensanchó su sonrisa. “…no que puedas escapar…”
“¡Eh!” él quiso decir algo, pero la otra máscara se cerró frente a él y se quedó atrapado dentro de las dos como si estuviera en el interior de un sarcófago. Segundos después la puerta se abrió y entraron más subordinados armados.
“¡¿Qué está ocurriendo?!” exclamó el líder, quien al igual que sus secuaces se espantaron por ver dos cadáveres decapitados en el piso. Todos se quedaron en shock y retrocedieron un paso, para observar a la pelinegra mirarles con una sonrisa maligna. “¡Lo pagarás!”
“¿Ustedes creen?” preguntó intrigada.

Esa fue la señal de inicio. El criminal asimilado despertó de su trance y usó su rifle para disparar contra sus propios secuaces. Estos gritaron y pretendieron huir, aunque comenzaron a caer por las heridas, sin poder siquiera contraatacar.

“Huhuhu…” siguió riendo con modestia y gusto, con una mano sobre sus labios.
“……” mientras tanto, Akita estaba dentro de la oscuridad total recogido y tapando sus oídos, al borde de la histeria. “Hermanos… ¿dónde están…? Ihhh… por favor…”



Después del primer piso, el resto había sido más simple, aunque les había tocado cambiar de escaleras por una explosión en el octavo piso, algo que pudieron anticipar gracias a la información en el celular del primer oponente. Desde ese punto, predijeron la presencia de criminales y recurrieron a los somníferos para anularlos y continuar con el ascenso.

Los dos corrieron atravesando el octavo piso para dar con el otro grupo de escaleras y luego de sedar a otro atacante que trató de emboscarlos, llegaron a ese punto. Estas escaleras eran secundarias y de escape, por lo cual eran amplias e iban en espiral, y se podía ver a varios pisos hacia arriba y hacia abajo si uno se asomaba por las barandas.

“Finalmente, el camino está abierto,” Atsushi dio un suspiro y frunció el ceño. “¡Vamos!”

Él retrocedió y corrió, para subirse al barandal de un salto y proceder a saltar al siguiente piso y continuar con el trayecto hacia arriba. Yagen le siguió, aunque no tardó en notar que su mellizo era más rápido que él. Ellos comenzaron a distanciarse, y por andar siguiéndole detrás, terminó por llevarse una desagradable sorpresa.

Al llegar al piso once, Yagen pudo ver claramente una grande y pesada esfera de metal con púas volar peligrosamente hacia él. Por estar en el aire no llegó a maniobrar bien, y apenas inclinó su cuerpo para evadirle, pero una de las púas le causó un corte en el brazo.

“Tch…” el dolor le hizo soltar la pistola con somníferos que traía, la cual cayó por el espacio entre las escaleras varios metros hacia abajo. Aquello era de menos, y se enfocó en observar a la persona responsable de ese ataque. Era un hombre fornido, lo cual explicaría la fuerza con la cual había lanzado su arma. Esta se estrelló contra la pared de las escaleras, lo que causó un fuerte impacto que la destruyó parcialmente.
“¡Tú no te me escaparás!” gritó esa persona, quien jaló la cadena de su arma para tratar de barrerle a un costado.

Yagen pudo saltar sin inconvenientes para esquivarle y se puso atento al ver a esa persona recoger su arma. No podía tratar de huir. No tenía a nadie cubriéndole y si llevaba a una persona tan fuerte hacia arriba, sin contar los otros posibles peligros que Atsushi se había salteado en los pisos superiores, sólo complicaría más las cosas. Le tocaba lidiar con ello.

El asedio continuó. A pesar del peso del arma, esa persona era adiestrada para maniobrarla con mucha rapidez. A su vez, los múltiples golpes de esa bola sólida de metal sobre el concreto rápidamente dañaban la propia estructura de esa sección del edificio. Yagen tampoco podía pretender salir del área de las escaleras ya que esa masiva persona ocupaba todo el umbral. De todos modos, siguió saltando y esquivando su ataque en lo que buscaba una apertura.

La situación se complicó ni bien esa arma golpeó contra las escaleras de arriba y causó una lluvia de escombros. El camino para subir se destruía. El doctor afiló sus ojos. Tenía una pistola real escondida, y pese a no querer usarla, quizás no tenía de otra.

Entonces, ese hombre recogió su arma y lanzó otro ataque hacia Yagen, el cual voló cruzando el espacio entre las escaleras. El doctor se alejó al presumir que ese otro golpe ocasionaría otro derrumbe, cuando su atención se dirigió a una persona que acababa de llegar.

Tsurumaru había saltado desde abajo a gran velocidad y se topó cara a cara con esa esfera de metal. A pesar de la sorpresa, el peliblanco sonrió con desafío y con su mano libre se agarró de la misma arma, teniendo cuidado de no tocar las púas. Se impulsó de esa maciza esfera para saltar por encima de esa persona y apuntarle con la pistola de dardos.

“¡Muy lento!” sentenció al momento de disparar. El dardo tuvo un efecto inmediato y ese criminal cayó inconsciente. Tsurumaru aterrizó frente a él y le miró con indiferencia. “Heh, sabía que me resultaría aburrido…”
“Tsurumaru…” Yagen fue a encontrarle, confundido. “¿Qué haces aquí? No esperaba que fueras a involucrarte en esto.”
“Supe que algo andaba mal cuando vi escombros desprenderse del edificio…” se encogió de hombros, sonriendo frustrado. “Si algo te pasa a ti no puedo imaginarme el caos que se originaría en nuestro círculo. Vaya…” dicho esto, Tsurumaru sonrió traviesamente y se dio la libertad de sacudir los cabellos a Yagen. “¡Hahaha, eres un irresponsable! ¡Entre tú y Monoyon ya me andan quitando muchos años de vida!”
“¡Tch, suéltame!” expulsó la mano del otro y frunció el ceño.
“Sin duda esto sería un tanto difícil para ti si sólo cuentas con tu tantou. Serás fuerte, pero todavía tienes mucho por aprender. La próxima no sueltes tu arma…” entonces, Tsurumaru se percató de su brazo herido y se sorprendió. “Oh, esto está mal. ¿Has traído tus vendas? No dejes que Honebami te vea herido.”
“Estoy bien, primero tengo que dar con Akita,” Yagen miró hacia arriba.
“Como digas, pero no descuides tu responsabilidad. Tú eres el único que puede contenerle,” le recordó y sonrió frustrado. “A seguir. Tú ve avanzando. Yo te cubro si hay otro enemigo listo para emboscarnos.”
“Sí…” el doctor dio un suspiro. “Gracias por tu ayuda…”
“No hay de qué, no tienes por qué agradecerme de nada, considerando que nos hacemos la vida imposible,” dijo amenamente, y pasó a sonreír con ironía. “Pero apúrate. Tienes que introducir a esos dos, ¿verdad?”



El camino estuvo despejado, pero Atsushi tuvo que hacer una parada en el piso trece para pelear contra un par de guardias más antes de finalmente abrirse paso. Se encontraba preocupado al oír los fuertes golpes pisos abajo, pero sólo esperaba que su hermano hubiera podido encargarse de ello. Dudó entre regresar por él y seguir, y al final optó por confiar en Yagen. Sin duda Akita era quien más lo necesitaba.

Al llegar al piso catorce tuvo un terrible presentimiento. Para variar, el silencio fue abrumador, pero abrió las puertas de la escalera e ingresó a ese lugar. El atardecer empezaba a disminuir en visibilidad por la falta de luz y se puso alerta. De inmediato revisó el celular del primer oponente y corrió un par de pasillos camino a esa parte del piso. Entonces, al dar una vuelta a la esquina, vio a uno de esos guardias caminar en dirección hacia él.

“…” se armó con su pistola en una mano y su tantou en la otra, pero se detuvo de actuar. Esa persona, pese a encararle, caminaba como zombie y poseía una máscara extraña que le cubría el rostro. Dudaba que fuera siquiera capaz de ver con esta. Atsushi vio que este se detuvo de repente. “¡Ríndete!”

Entonces, ante su grito, ese soldado cayó inconsciente al piso y la máscara que llevaba se separó de él y levitó encima de su cuerpo. El Toushirou vio que detrás de esa persona, hacia el final del pasillo, se acercaba una figura negra levitando centímetros del piso.

“Fufufu…” ella reía entretenida conforme se acercaba con lentitud.
“…” Atsushi sintió un miedo primordial por sólo verla. No parecía humana. “¡¿Quién eres?!”
“Fufufufu…” extendió su brazo y la máscara que levitaba regresó a su mano.
“Tch… ¡r-responde!” tensó el agarre en sus armas, dispuesto a atacar.
“¡Atsu!” felizmente, Yagen llegó a darle el alcance. “No le ataques. Está bien. Ella es una Princess de Rizembool. Está aquí para ayudarnos.”
“¿Eh? ¿Qué dices?” le preguntó confundido.
“Ella vino con Tsurumaru. Llegó antes que nosotros para asegurarse de salvar a Akita sin que fuera a ser puesto de rehén,” le explicó rápidamente. Entonces, recobró su neutralidad. “Que nos dé la bienvenida significa que hizo su trabajo.”
“¿Tú sabías que ella estaba aquí, Yagen?” se confundió. “¿Por qué no me lo dijiste?”
“Porque…” esta vez, la chica decidió tomar la palabra. Ella levitó en el aire y abrazó sus piernas en posición fetal, para sonreír tranquilamente y hablar en tono lúgubre. “Yo soy una muy mala niña. No juego bajo las reglas de nadie. Ustedes pueden querer perdonarle la vida a estas personas, pero eso no tiene nada que ver conmigo,” ensanchó su sonrisa. “He matado a dos, te dejaré saber. También usé a este agresor para dispararle a otros más. Estos siguen con vida, pero a este paso, ¿lo seguirán cuando llegue la ambulancia? Eso no lo sé…”
“¿Qué dices?” Atsushi frunció el ceño. La chica hablaba con gran desconexión y entretenimiento, como si dijera una ocurrencia. “Por más que lidiemos con personas que han cometido crímenes y que intentan lastimarnos, nosotros ni nadie tenemos el derecho de quitarles sus vidas. Cada uno de nosotros somos importantes.”
“¿Así es como lo ves?” preguntó la Princess, con modestia y mirándole intrigada. “Son palabras sanas y consideradas, ¿pero por qué hablas como si fueran absolutas? ¿Por qué crees que nosotros debemos ser los justos cuando nadie se esmera a serlo…?”
“¿Hablas en serio?”
“Esta conversación no va a llegar a ningún lado. No se pondrán de acuerdo,” observó Yagen, quien miró a la chica. “¿Dónde está Akita?”
“Aquí viene…” ella se giró hacia la dirección por donde había llegado y vieron las dos máscaras gigantes levitar y acercarse. Estas se detuvieron frente a los hermanos, se abrieron y desaparecieron. Librado, un desorientado Akita cayó unos centímetros al piso de rodillas.
“¡Akita!” exclamó Atsushi, quien se arrodilló y agarró a su hermanito.
“¿Eh?” oír su voz le despertó a la realidad y alzó su mirada. “¿Atsushi…niisan?” sus ojos sorprendidos se llenaron de lágrimas. “¿Eres tú? ¿E-en verdad?”
“Akita, qué alegría…” de inmediato le abrazó. “Finalmente te encontramos. Hemos estado tan preocupados.”
“¿En… verdad?” preguntó todavía un poco perdido.
“Por supuesto…” Yagen también se agachó y le sonrió con dulzura. “Hemos hecho lo imposible buscándote y no sólo nosotros. Todos en casa han puesto de su parte. Ninguno de nosotros íbamos a parar hasta no dar contigo. Somos Toushirou y la lealtad a nuestra familia va por encima de lo demás.”
“…” el pequeño asintió conmovido y llorando en silencio. “Eh… Yagen-niisan, estás herido…”
“No es nada, sólo un rasguño,” contestó indistinto. “Lo único que me importa es que te hayamos encontrado,” le dio unas palmaditas en la cabeza. “Ahora vamos de regreso. Esto se acabó, ya nada más te pasará…”
“Uhh… ¡hermanos!” el pelirrosa abrazó con fuerza a Atsushi y se descargó en un fuerte llanto. “¡Gracias! ¡Gracias por venir por mí! ¡Yo… yo…!” no pudo continuar hablando. Su mente se nubló por todos los sentimientos y pensamientos que tenía, los cuales se desarmaron para buscar el consuelo que tanto había necesitado. Finalmente podía sentir calidez por dentro y recordar lo mucho que quería a sus hermanos, y cuánto estos lo querían de vuelta.
“Heh, por supuesto que vendríamos por ti, ¿qué estás diciendo?” le preguntó Atsushi amenamente, sonriéndole con energías y acariciando sus cabellos. “Estoy tan feliz de verte, han sido muchos años. No puedo esperar para sentarme contigo y oír todo lo que tienes que decirme. Y descuida, desde ahora estaré con ustedes, ya no me iré a ningún lado.”
“¡Sí!” asintió efusivamente.

Entonces, todos oyeron un remesón que hizo temblar el edificio. Se sorprendieron, ya que Honebami había estado a cargo de desactivar la bomba. Sin embargo, no venía de abajo, más bien del último piso, el superior a donde estaban.

“…” la Princess estiró su mano e invocó múltiples máscaras que les sirvieron de escudo. El techo encima de ellos se agrietó y llovió. Después de aquel derrumbe, un orphan gigantesco aterrizó frente a ellos. Era una bestia gigante y con gran musculatura.
“…” Akita lo miró en shock y no dio más. Se quedó inconsciente.
“Tch… ¿qué rayos es esa cosa…?” preguntó Atsushi, atónito.
“Un orphan, una bestia genéticamente diseñada por Rizembool para servir a los Rebels…” Yagen frunció el ceño y sonrió con ironía. “Y pensar que usarían uno de ellos en mi contra…”
“¡¿Eso es un orphan?!”

Dicho orphan dio un fuerte zarpazo hacia ellos. Los escudos de la Princess impidieron que les alcanzara, pero el resto del manotazo destruyó una de las paredes aledañas.

“¿Saciaron su curiosidad?” preguntó la Princess, con un dejo de frustración en su voz. “Huyan, yo les cubriré.”
“Atsu, llévate a Akita,” dijo el doctor.
“¿Piensas quedarte?” le preguntó su hermano, alarmado.
“No pienso dejar a nuestra ayudante sola.”
“…” la Princess le miró de reojo con leve sorpresa, aunque regresó a ponerse en defensa cuando el orphan dio otro zarpazo. “…si no se van el piso que nos sostiene se quebrará. Es un orphan muy fuerte.”
“Pero…” Atsushi agarró la pistola y apuntó a esa bestia. Para su horror, los dardos fueron incapaces de penetrar su piel.

Entonces, vieron que esa bestia retrocedió y tomó carrera para embestirles. Todos tuvieron que alejarse mientras la chica preparó una barricada de sus máscaras. Estas amortiguaron la enorme inercia del orphan, pero este aún así pudo librarse del impedimento y pretendió abrirse camino. Sin embargo, Tsurumaru llegó y le disparó en los ojos. La bestia chilló y se sacudió, pero la historia no se acababa.

“Vaya… parece que el somnífero funcionará muy lento con él,” dijo sonriendo con ironía.
“No puede ver, es nuestra oportunidad de huir,” dijo Yagen.
“¿Eh? Pero no podemos dejar esta bestia desatendida,” observó Atsushi.
“Hay un escuadrón de Rizembool que sube, ellos se encargarán,” informó Tsurumaru.
“Si es que el somnífero funciona, o estarán igual de fritos que nosotros,” comentó la Princess, con cierta diversión.

La conversación le permitió al orphan ubicar a sus víctimas y pese a la ceguera quiso avanzar hacia ellos. A pesar de ello, la batalla acababa de terminar para él…

“Yagen…” Honebami estaba parado detrás de ellos. Sus ojos nulos y profundos transmitían un inconcebible odio. “Estás herido.”

El recién llegado inclinó su cabeza hacia delante, semejante a un depredador reconociendo a su presa. Le observó acercarse, y se movilizó a una velocidad sobrehumana para regresarle la embestida de antes. A pesar de la diferencia en masa de ambos, el Toushirou le causó un impacto tan severo que el pecho de la bestia se hundió con el inconfundible sonido de varios huesos rotos. El orphan escupió sangre y se arrastró de espaldas hacia atrás.

Se recobró al instante, pero fue capaz de reconocer un inmenso peligro del peliblanco, algo invisible para las personas, y corrió en dirección opuesta con intención de huir. Honebami frunció el ceño y realizó una serie de saltos, impulsándose de las paredes, el piso y finalmente el techo, para patear con basto impulso en la espalda baja del orphan. Ese ataque agrietó el piso y les hizo caerse al inferior. Los demás corrieron para observar el desencadenante desde el cráter.

“…” Atsushi miró con horror a esa bestia sacudirse y chillar incapaz de levantarse. Su hermano le había golpeado en el punto fijo para dejarle parapléjico. Honebami entonces procedió a clavarle sus manos en su espalda y remover costilla por costilla. Finalmente, con el camino abierto, dio un golpe final directo en el corazón. Un géiser de sangre surgió y el orphan quedó muerto en el acto. Pretendió dejar a Akita sobre el piso para saltar donde él.
“Atsu,” Yagen se interpuso.
“¡Oye, oye!” Tsurumaru hizo lo mismo, con grandes nervios. “No te le acerques.”
“…” se confundió al verles alarmados.
“Yo me encargo,” siguió el doctor, quien saltó hacia abajo. “Honebami, estoy bien, no te preocupes por mí. Akita está a salvo. Esta misión ha terminado exitosamente.”
“…” Honebami le miró de reojo. Su rostro y cabellos estaban bañados de sangre, algo que no inquietaría a su superior.
“Viniste en el momento oportuno, buen trabajo,” informó sonriendo profesionalmente. “Regresemos. Llevemos a Akita al hospital. Necesita recuperarse.”
“…” finalmente, el peliblanco se le dirigió de frente y asintió tranquilamente. “Entendido…”
“Bien…” el doctor sonrió aliviado.

Con esa siniestra imagen, el rescate llegó a su fin, aunque el asunto estaba muy lejos de acabarse. Atsushi tragó saliva. No podía comprender el infierno que sus hermanos le ocultaban, tampoco podía imaginar la extensión o gravedad del mismo, pero debía averiguarlo y estar al pendiente, por el bien de su familia y para salvar a ellos dos de las tinieblas.



Siempre y cuando él mismo pudiera mantenerse a salvo de esa oscuridad.


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna!! vengo con otro fic <3 <3

*Por el fic compartido que posteo Cho muchas gracias me divertí mucho fickeando contigo <3 *

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En la casa de familia Nagumo…

Midori fue a la casa de Tetora porque estaba preocupado por el secuestro de Akita, y como en la escuela no podían hablar del asunto para no preocupar a Shinobu que era el único que no sabia lo que sucedido, porque se le pidió a Rinne que no lo hiciera y Houchou tampoco había asistido a la escuela porque se sentía deprimido

El secuestro de Akita Toushirou es algo grave porque están chocando con una de las familias mas importantes y respetadas del país- hablo Semiramis mientras se sentaba en uno de los sillones de la sala- a menos que sea unos secuestradores internacionales expertos en ese tipo de familias o una persona tan loca y confiada que piensa que puede lidiar con esa familia, sobretodo con Yagen Toushirou, una celebridad importante de Rizembool- tomando un sorbo de té-

Neechan todo lo que dices hasta me hace preocupar más…- dijo el pelinegro menor- No pensé que algo malo le sucedería después de los dos incidentes anteriores en los que estuvo involucrado…-

No crees que eso era una señal que algo malo podría pasarle?...-hablo Yuki que estaba sentado al lado de Midori que lucia afectado- como se diría la tercera es la vencida-

No digas eso Yuki-chan!! Es grave lo que esta sucediendo…-se exalto un poco el pelinegro-

Lo se lo se, pero sabes los riesgos que corren los miembros de una familia importante como esa? Hasta son mas frecuentes que los que viven dentro de una familia de Yakuzas…-

Yuki-chan tiene razón Tetsu, tenemos que ver las cosas frias tal cual son…-

Y los sentimientos de sus hermanos?...-Midori finalmente rompió el silencio- me imagino que deben de sentirse muy mal, yo lo haría…mejor dicho yo lo estoy haciendo…Akita-kun es un niño muy amable y alegre, por que tenia que sucederle eso a él? Solo por ser parte de una familia importante?-

Midori-kun….-Tetora apretó el puño fuertemente- yo también me siento de la misma manera…da rabia que no podamos hacer nada para ayudar a buscarlo…-

Midori…Tetsu….- Semiramis se levanto de su sillón y se acercó a Midori para acariciarle suavemente los cabellos-con el hecho de que lo tengan en sus pensamientos es una gran ayuda espiritual, solo queda rezar para que
Akita-kun salga bien librado-

Semiramis-san…-Midori se levantó del sillón- bueno debo de retirarme…-

Yo te acompaño a tu casa…-dijo el peliverde- puedo ir verdad Tetsu? Aneki???

Me sentiría tranquila si lo hicieras Yuki-chan…- dijo el pelinegro-

Yuki-kun es menor que yo…no se porque él debe de ser mi escolta…-suspiro pesadamente el pelicastaño- tan poco confiable luzco???

Si, por eso es mejor que yo te lleve…- el peliverde le jalo del brazo y se fueron de la casa-
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Yuki, había decidido llevar a Midori a pasear por el centro comercial, como alguna manera de animarlo después de la conversación que había tenido, aunque en realidad quería llevarlo a comprar las telas para empezar a crear su ropa y venderla online, de paso que veía las ultimas tendencias de ropa en las tiendas y los accesorios que gustaba comprar, Midori quería irse a su casa porque no se sentía de muchos animos, pero Yuki insistió tanto que no le quedo de otra que acompañarlo

Mira Midori…-señalando una de las vitrinas de exhibición de ropa de hombres- un modelo asi te quedaría muy bien al ser alto y bien formado, en verdad no considerarías tomar una carrera de modelo? Yo podría ser tu diseñador y haríamos un buen equipo-

Por el momento no estoy interesado en modelar, con las justas puedo ser un idol con temática de Sentai Hero como para también lanzarme a hacer eso…-

Pero un idol hace todo tipo de trabajo no es cierto? Entonces ser un modelo no puede ser algo ajeno a ti, asi que le voy a proponer a Chiaki-san para que te busque trabajos de modelos y también les diseñaré los vestuarios de ahora en adelante…tengo muchas ganas de participar con ustedes para que sean unos idols famosos usando mis trajes…eso irá perfectamente en mi futuro curriculum cuando termine la escuela-

No crees que es demasiado pronto para pensar en tu futuro? Aún estas estudiando en el Highschool…-

Lo sé, pero si quiero ser una persona exitosa debo de pensar desde ahora en el futuro…además también estoy estudiando para ser un actor…-

Es admirable que hagas tantas cosas siendo tan joven…dudo que yo pueda hacer algo así como tu-

Solo tienes que proponértelo Midori, no seas tonto, tienes mucho potencial…asi que ayudaré a que resaltes y mucho aunque no quieras…-rio divertido-

Mientras que miraban de reojo que las jóvenes que pasaban observaban emocionadas a la pareja que se veía bien junta, obviamente Yuki se sentía orgulloso de si mismo y claro de su acompañante

No por favor…-suspirando pesadamente- dame un respiro…

Claro que no…ahora que vas a hacer un potencial apoyo, necesito entrenarte correctamente, asi que vamos a comprar un par de productos de belleza para humectar la piel y de premio compraremos los nuevos llaveros con la mascota nueva que ha salido de la marca de los productos de belleza que siempre compro-

Eh?...-los ojos del pelicastaño se iluminaron- y es bonito?

Claro que lo es, tengo buen gusto…-sacó su celular de color rosa y le mostró la foto de un pingüino de color rosa que llevaba un moño fucsia y llevaba un libro entre sus manos-

Es demasiado hermoso!!!...-dijo emocionado- llévame llévame a comprar lo que tu quieras con tal que me den a esa mascota-

Deacuerdo, entonces vamos de compras!!...-

Después de un par de horas alejados de los problemas y entreteniéndose con las compras, finalmente llegaron a la puerta de la casa de Midori

Espero que ya te encuentres bien y dejes de sentirte miserable y con ganas de morir…-hablo el menor cruzándose de brazos-

No tenias que agregar esas cosas Yuki-kun…-dijo Midori con una gota en la cabeza- a veces no puedo con tu sinceridad, pero no puedo negarlo me la he pasado bien que me olvide de todas mis preocupaciones cotidianas, quizás algunas veces debo de hacer esas cosas para que mis preocupaciones no me abrumen y no quiero ser modelo…- dijo suspirando pesadamente-

Eso es bueno de vez en cuando huye de ti mismo y relájate...-le dijo el peliverde con una sincera sonrisa- o sino vendré, romperé la puerta de tu casa y te saco a rastras, y tampoco me daré por vencido en convertirte en mi modelo para que uses mis trajes…ahora si me voy porque Tetsu y aneki deben de estar preocupados-

Lo dudo…tienes una personalidad tremenda…-

No se si lo que dices es algo bueno o malo, espero que sea algo bueno…-dándole una de las bolsas al pelicastaño que era su bolsa de compras- te estaré escribiendo seguido, asi que mas te vale responderme…-

Pero no hemos hecho el intercambio de números? Como te vas a comunicar conmigo?-

No te preocupes que le pediré a Tetsu…- se retiró del lugar

Midori suspiro pesadamente para cerrar la puerta de su casa y apoyarse en ella mientras observaba la mascota de accesorio que había comprado con Yuki-

Yuki-kun es una persona muy peculiar, me gustaría seguir hablando con él…me siento algo cómodo a su lado-
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matta nee


Kana

Un fic corto y sin sentido pero necesario para hacer interaccionar a varios personajes en sus rutinas y esas cosas.

—Y fue así como rescataron a Amanda. —
—…— Sasara se mantuvo en silencio como se había presentado durante todo el relato de Momose. Sin preguntas, sin interrogaciones. Aspiró un poco más de su tabaco, llevó la mirada hacia el ventanal distrayéndose pasajeramente con las luces nocturnas de la ciudad. Soltó el humo. La vida era efímera, a un ritmo demasiado veloz para su gusto e infectada de cosas por hacer que todavía mantenía en un “ya veremos”
—Después todos fuimos a un bar bastante discreto. No puedo creer cuanto pueden beber los chicos. Lo más divertido es que Ichiro llamó a un conocido de Ramuda, Jakurai, para salvar la situación… Al principio me dio la impresión de que era un señor serio, pensé que de verdad iba a calmar las cosas… Pero alguien le facilitó alcohol y esa es otra historia.— Momo estuvo expectante de recibir comentarios de parte del otro, pero no parecía interesado en dejarle un comentario. —¿No vas a comentar nada al respecto? — el de ojos magenta lo miró con impaciencia, un tanto ofendido por la falta de interés de Sasara respecto a la genial historia que le acababa de contar. —Nurude, te he contado la historia del siglo, con samuráis, conflictos familiares, bullying y más de por medio ¿y tú no dices nada? Ahhh, puedo entender si no quieres comentar nada porque Yamada, Harai y tú no tienen una buena relación en el presente… Pero pensé que te iba a dar risa que todos colapsaran por un peluchito…
—Eh, suena tan tragicómico. No sé. ¿Debería darme risa? Es como un mal chiste…—
—Ahhh, ¿Qué pasa contigo hoy? — Momose suspiró profundamente, dando un sorbo a su bebida light. ¡Di algo genial! ¿¡Si!?
—Momo, no sé-que decir. Creo que ésos siguen siendo igual de inmaduros que hace años. Parece que no han avanzado mucho, mh. Que trágico, ni siquiera sirve para hacer un buen chiste de esto. — Además no se atrevía a bromear respecto a la apariencia de “Amanda”. Cuando conoció a Jyushi pensó que Amanda, su peluche amado, era un cerdito adorable y abrazable, pero resultaba ser bastante… horrible. Sasara era burlesco, pero hasta él tenía sus límites y no le dijo nada a Jyushi en aquella ocasión para no herir sus sentimientos. Parecía que todos los demás no tuvieron esa delicadeza con Jyushi por lo que escuchaba del relato de Momo.
—¿Sabes que es trágico? — sonrió divertido, ante su ocurrencia.
—¿Qué hayan arriesgado sus vidas por la versión Frankenstein de Peppa Pig?
—Que estás más distraído en tus divagaciones mentales respecto tu ex en vez de divertirte con esta linda historia.
—¡Nada que ver! — se rezongó, reactivo. El comentario le pilló desprevenido, por lo que fue natural que su conducta se viera un tanto torpe, apagó su cigarrillo de puro impulso e iba a encender otro, pero… sería muy notorio que estaba actuando bajo ansiedad: era un adicto al tabaco, pero desperdiciar uno apagándolo cuando tenía más de la mitad para prender otro daba señales de que estaba evadiendo algo. Dio un sorbo a su trago de gin. Luego otro sorbo más.
—¡He dado en el clavo! — festejó el chico con visos plateados.
—Ya te dije que no. No estaba pensando en mi ex. —
—Yo me refería a tu ex ex. Ya sabes a quien me refiero.—
—… Menos…— curvó las cejas, en una expresión de desagrado al pensar en esa persona. —Estaba pensando en otras cosas… ¡Por supuesto que tengo mejores cosas que pensar en esa persona! Momo, ¿te olvidas que tengo muchos compromisos con mi vida artística? Para que voy a pensar en estupideces…
—Lo triste es que reemplazaste a tu ex con una versión idéntica de él. No sé si reír o llorar.
—¡Basta! Ni se parecían.
—¡Sasaraaa eran idénticos!
—¡Lo importante es que los dos son ex! — recalcó. —Además, es pasado. ¡Ya estoy conociendo a alguien más! — sonrió triunfante.
—A ver, muéstrame. — soltó una risita, imaginando como sería el prospecto de Sasara.
—Sólo hemos salido un par de veces, pero me parece una buena persona. — buscó en su Instagram entre uno de sus seguidores. Se lo enseñó a Momose.
—…— Momo aguantó las ganas de soltar una carcajada, pero le fue inevitable. —¡Otro que sigue siendo igual a tu primer ex! ¡Ya basta, Sasara! ¡Te presentaré a alguien distinto!
—¡Nnh! — tomó su vaso y se bebió todo el gin. —Quiero otro. — llamó al mesero y le pidió un nuevo gin. El joven no tardó en volver con lo pedido, no pudo evitar sonreírle al peliverde al saber de quien se trataba y Sasara le devolvió el gesto cruzando un par de comentarios con el chico que parecía emocionado con que su músico favorito le estuviera prestando atención. Por insistencia de la mirada del jefe de meseros, tuvo que retirarse, pero no sin antes manifestar su devoción por el peliverde. —Que amable sujeto. — sonrió, carismático.
—Ya deja de coquetear con cualquiera que sea amable contigo.
—¿Yo no estaba haciendo eso? — dijo con un tono confundido. Realmente no estaba coqueteando.
—Y creo que deberías dejar de beber tanto gin, ehw, después te dolerá la cabeza.
—Pero no me pasa nada. — ni le hizo caso y bebió de su trago. —Y hoy nos vamos a juntar con los chicos, se supone que nos pusimos de acuerdo para beber hasta distraernos por completo. ¿Acaso no era ese el plan?
—Ahá, pero tú empezaste antes. —
—Tranquilo, Momo, no vayas a pensar que soy un descontrolado como toda esa gente del "escuadrón cerdo". — meneó una mano en el aire, desentendiéndose de ese grupo.
—Ehw, es que te conozco y sé que se te puede pasar la mano.
—¡Mira! ¡Ya llegaron los demás! — saludó alzando la mano para llamar a sus amigos.
—Ahhh, no tienes remedio. — Momo negó con la cabeza.
—Ya llegaron, así que tienes que beber algo de alcohol. No es justo que no lo hagas.
—Ya va. Pediré un mojito. Llama a tu amigo el mesero.
—Uh…— frunció el ceño, por el tono sugerente de Momo. Buscó con la mirada al mesero y lo llamó. Sasara era irremediablemente torpe, aunque se mostrara tan serio.
—Chicos, que emoción que por fin nos podamos juntar.— festejó muy animado Sakurai, un chico de ojos verdes y cabello rosa, quien al acercarse a la mesa saludó a ambos de forma cercana y feliz. Después de saludar a esos dos, apuntó a un chico de ojos amatistas y cabello rubio acaramelado que venía con él. No era conocido por Momo ni Sasara por lo que fue inevitable para ese par mirarlo con curiosidad —¿Se acuerdan que dije que traería a un amigo? ¡Les presento a Asmodeus! Aparte de ser miembro de la familia Morningstar, les cuento la discreción de que es secretamente Ayme. — les cuchichió.
—Asmodeus, es un gusto conocerte. — Momo le sonrió amistosamente. —Me llamo Momose Sunohara, pero me puedes llamar Momo, ya que somos dos Momose hoy presente. — miró a Momose Sakurai. —Y hay un tercero, haha, pero no le gustan estas cosas. —
—Qué curioso que conozcamos a la estrella en ascenso. — Sasara pensó en el juego de palabras entre lo que acababa de decir y el significado del apellido de Asmodeus.
—Woh, me sorprende que conozcamos a “Ayme”. No nos habías contado ese detalle, Sakurai. — dijo Chihiro Kisaki. Un joven pelicastaño que venía acompañado de un muchacho de ojos purpura. Al parecer, se habían topado con Sakurai en la entrada y no necesariamente venían juntos de antes por lo que la sorpresa ante la presencia de Asmodeus fue general. —Me llamo Chihiro Kisaki, él es Akira Shido. — apuntó al joven que lo acompañaba.
—¡Pueden llamarme Asmo! — les guiñó un ojo, animadamente. —Es un gusto conocer a los amigos de Saku. Me ha hablado mucho de ustedes. — Asmo tomó asiento en uno de los sitios libres. —¿Qué beben?
—Yo me pido un mojito, por cierto. — Momo miró al mesero, que acababa de llegar a su lado.
—¿Otro gin? — preguntó el mesero a Sasara.
—Huh, todavía me queda… Pero, sí, por favor, tráeme más. —
—Yo quiero un brandy. — aprovechó Sakurai. Miró a Asmodeus a su lado.  —¿Qué quieres pedir?
—No sé. A ver… Creo que estaré bien con un Cosmopolitan para empezar. —
Akira y Chihiro se demoraron un poco más en revisar la carta y finalmente optaron por compartir una botella de vino. Pronto la conversación comenzó a fluir armoniosamente entre todos, iniciando por Akira quien no pudo evitar echarse flores por su gran estelar en el ballet del teatro principal de Tokyo.
—Era de esperar que me escogieran como la estrella principal. Toda la obra se va a iluminar por mi presencia. — dijo el joven sin un grado de humildad.
—Entonces Akira es bailarín, Chihiro y Sakurai son seiyuu, Momo y Sasara son músicos. — memorizó Asmo. —Creo que voy a pedir otro trago ¡Hola! — llamó de nuevo al mesero.
—Jaja, Asmo, estás muy animado. — notó Chihiro.
—¡Sí! También estoy celebrando. Hoy grabamos el videoclip de “Sinful Indulgence” no puedo creer lo rápido que me he adaptado aquí, haha. —
—Cierto, llevas poquito tiempo desde tu traslado de Europa y ya vas haciéndote tu nombre en Japón. — agregó Sakurai.
—Bueno, además de que soy muy bonito, en Japón a la gente le gustan las personas con mis características. Eso es bueno, porque me estoy haciendo camino en la música, en las revistas de moda y en la promoción de productos de belleza.—
—Asmo vino a Tokyo porque su hermano, un importante empresario y líder de la familia Morningstar, se trasladó hace poco aquí por sus negocios. Según me dijiste, la idea de tu hermano era que lo ayudaras con los negocios familiares, pero tomaste otro rumbo. — continúo Sakurai.
—Eso es cierto. — asintió Asmo, sonriente. —Felizmente, aunque mi hermano sea estricto y exigente, resulta que de todos modos me apoya en todas mis decisiones… Bueno, casi todas, jaja.
—Que interesante. — Momo jugueteó con una hoja de hierba buena de su mojito. La comparó con el color de cabello de Sasara. —Me hubiera gustado tener hermanos, al ser hijo único no viví esa experiencia de contar con el apoyo de un hermano. Felizmente tengo un montón de amigos.
—A todo esto…— Chihiro miró a todos los presentes y pasó su mirada por su copa de vino y consecutivamente por los tragos de sus compañeros. —Somos tan disperso que todos nos pedimos alcohol y no escogimos chofer asignado.
—Ah, pedimos un Uber al final. La idea era beber mucho hoy. — apuntó Sakurai. —¡No siempre tenemos esta oportunidad con todas nuestras responsabilidades! —
—No me gustaría pedir Uber. La última vez, el chofer me reconoció y comenzó a llevarme a otro lado porque quería mostrarme con sus amigos… Mala experiencia. — dijo Akira, sintiendo escalofríos.
—Yo los llevaría en mi vehículo, pero como ven me he puesto a beber. — dijo un sonriente Momo.
—Mh, ¡Ya sé! Le puedo decir a mi amigo Solomon que nos venga a buscar. Aunque…— Asmo miró a Momo. —Tendrías que: o dejar tu vehículo aquí o le puedo decir a Solomon que tome un Uber y que use tu vehículo para trasladarnos. Fácil, él después toma un Uber para irse después de dejarnos a todos.
—¿No es como si utilizaras a tu amigo como sirviente? — Chihiro rio.
—¿No le molesta? Solomon hace muchas cosas por mi— dijo orgulloso de sí mismo.
—No tengo problemas con que nos traslade con mi vehículo, confío en él. — indicó Momo.
—¡Perfecto! Le mandaré un mensaje para decirle que esté atento y no se duerma porque, supongo, nos iremos de madrugada.
—Ahá. Muy de madrugada. — puntuó Sasara.
La noche pasó amenamente entre aquellos jóvenes, quienes congeniaron muy bien ya que compartían similitudes entre ellos y el gusto por las fiestas por lo que no dudaron en intercambiar números con Asmo quien estaba motivado en hacer una fiesta e invitar a sus nuevos amigos para festejar la nueva amistad. Los temas de conversaciones también fluían de uno a otro, saltando de una conversación divertida a una más abstracta y casi sin sentido que al final sacaba carcajadas entre los presentes quien, bajo el efecto del alcohol, a ese punto reían por cualquier cosa.
Afortunadamente habían escogido un lugar especial para la reunión de esa noche, además de ser un sitio discreto, tenía la gracia de que era dirigido para un público en particular y generalmente era gente vinculada al mundo del estrellato o empresarios imponentes.
En algún momento, Sakurai, Akira y Asmo decidieron ir a la pista de baile y bailar entre ellos y quien se acercará. Momo, Sasara y Chihiro permanecieron en la mesa conversando un poco más.
—Creo que me estoy sintiendo un afectado por el vino. —
—Sí, pienso igual. No sé si estás al tanto que llamaste a tu hermano para decirle que lo quieres mucho. — Momo lo miró con una sonrisa en sus labios.
—…Ahhh, siempre se lo digo de todos modos. —
—Pero si le dices eso a esta hora, va a descubrir que saliste de nuevo en la misma semana.
—Hotaru debe estar adormilado, seguro mañana no recordará que hablamos por teléfono. — eso esperaba Chihiro.  —¿Qué hay de ti, Momo? ¿Todo bien?
—¡Sí! — asintió. —Todos mis sentidos están bien. —
—¿Sasara?
—Yo… Creo que paso de este gin…— Sasara miró con tristeza su vaso que tenía un poco menos de la mitad.
—Menos mal, creo que has bebido suficiente. —
—A mí no me hace efecto…—
—Hm…— Momo lo miró por unos momentos. Estaba preocupado porque le había visto beber bastante gin y era un destilado bastante fuerte, pero Sasara parecía estar bien, sin dificultades en el habla ni divagaciones. —Está bien, te creo.
Los chicos retornaron de la pista de baile, se integraron a la nueva conversación e increíblemente la hora se había pasado volando.
—Asmo, creo que mejor le mandas un mensaje a tu amigo… Akira se está durmiendo.
—¡No es cierto! Soy el que tiene más resistencia. — mentira, era el que menos bebió siendo selectivo con el vino, pero al tener una larga jornada laboral evidentemente el poco vino que bebió le estaba causando un efecto de sedante.
—Okay. — Asmo tecleó un mensaje a Solomon, a quien ya le había escrito antes para que estuviera atento. —Me dice que viene en camino.
Unos tantos minutos después, vieron que Asmo le hacía un gesto con la mano a un joven de cabellos plateados, que usaba un traje negro y parecía bastante guapo. El joven se acercó a donde estaba el grupo, después de presentarse como Solomon, los demás se presentaron con él y le agradecieron a favor concedido (?)  posteriormente fueron donde estaba el vehículo de Momo y Solomon apuntó las diversas direcciones en su Waze.
Primero dejo a Sakurai, quien vivía en unos departamentos a unos cuantos kilómetros de la zona céntrica. Después continuó con Chihiro, con Akira, Sasara, Asmo. 
Solomon finalmente condujo hasta la dirección de Momo para dejarlo en su hogar y entregarle su vehículo. Momo le agradeció en nombre de todos y esperó junto a él hasta que el Uber que Solomon pidió llegara para buscarlo.


Asmo llegó a la mansión tarde, como era de esperar. Presentía que Lucifer le recriminaría al respecto, pero había valido la pena salir con toda esa gente puesto que lo pasó muy bien. Por suerte, no estaba suficientemente tarde para realizar su tratamiento de belleza antes de irse a dormir.
Le llamó la atención ver que aún estaba encendida la luz del despacho de su hermano mayor, trató de pasar desapercibido y no ser descubierto por él, pero cuando intuyó de que Lucifer conversaba con alguien a esas horas la curiosidad fue más poderosa y se asomó al despacho del Morningstar mayor. Al aparecer por el marco de la puerta, sintió la mirada penetrante de su hermano sobre él mientras continuaba conversando con otra persona. La otra persona notó que Lucifer miraba a alguien así que se volteó a ver de quien se trataba encontrándose con la mirada asombrada de Asmo.

—¡Oh! No pensé que eras tú, Cain. Hasta creí que mi hermano hablaba con un demonio, aunque, bueno, haha. — lo observó con diversión.
—Llegaste más tarde de lo indicado. — Refirió Lucifer, mirando con desaprobación a su hermano menor.
—Necesitaba distraerme y celebrar. — pese a la mirada de su hermano que le indicaba que se largara, entró de todos modos en el despacho. —¿Qué beben? ¿whisky? Yo quiero.
—Ya bebiste suficiente.
—¿Qué haces aquí tan tarde? — miró a Cain, evitando encontrar la mirada de Lucifer.  —Pensé que no te gustaba socializar, mucho menos hasta tarde. Ahw, pero supongo que si se trata de Lucifer haces tus excepciones.
—Venía a hacer un pacto conmigo. — bromeó Lucifer. —Pero tú lo interrumpiste...
—¿Eh? — Asmo los miró con curiosidad.
—No. — el mismo Lucifer negó. Seguidamente observó a su invitado.  —Ya hiciste ese pacto hace años y me diste tu alma. Supongo que ya no vales mucho…—
—Me retiro. Es tarde.— Cain se puso de pie pero Lucifer le detuvo.
—Descuida, Asmo ya se va. —
—¡¡Oye!! — bufó el rubio.
—Vete a hacer tu rutina de belleza. Luego voy a verte.
—Ahhh, está bien. — dijo resignado. —Pero me tienes que contar que hacía mignon aquí. Buenas noches. — se despidió el joven antes de abandonar el despacho de su hermano.
—Disculpa su impertinencia. Asmo es especialmente intruso. — le hizo un ademán con la mano para que volviera a tomar asiento.
—Hm…— Cain se sentó no sin antes pensarlo un par de veces. —Al menos te obedece.
—¿Qué es esto? El gran señor Lancaster me confiesa indirectamente que tiene dificultades en dominar a sus hermanos menores.
—…— Lucifer era muy intuido. —A veces son testarudos. Obedecen, pero se enfadan. No me molesta que yo sea una figura desagradable y rechazante para ellos, pero no tolero que sean tan tercos. Si obedecieran sin refutaciones, nos evitaríamos el gasto de energía y tiempo innecesario.
—Yo creo que te obedecen y respetan. Pero, como dices, se enfadan internamente y se obstinan haciendo que todos los procesos sean más tediosos de lo necesario. — asintió.
—¿Cómo lo haces con todos tus hermanos?
—¿Mi apreciación? creo que eres demasiado frío y estricto con todos. Lo cual comparto e incluso también lo aplico, pero debes ceder en algo… No puedes ser tan dictador en todo. Estudia cuales son los gustos y situaciones que hacen felices a tus hermanos. Apuesto que ni siquiera sabes cuando están de cumpleaños o qué cosas les gustan.
—…— ¿Eso importaba?
—¿Mi secreto? Es genial ser sádico con ellos, no te lo niego, pero también tienes que tener una faceta sutilmente empática. Una ventaja es apoyarlos en sus gustos. No todos, obviamente, algunos son extremos y nefastos… pero, por ejemplo, con Asmo… Cuando empezó a tener problemas con su… lascivia y excentricidades…— tal vez eran los años de conocer a Cain o bien la intención de querer manipularlo a su favor (lo cual venía trabajando por años y aún no lo lograba) lo que le permitía hablarle con cierta franqueza. —En un comienzo trataba de ocultarme sus cosas, pero cuando me integré a su situación y comencé a apoyarlo, los problemas con él disminuyeron considerablemente y comenzó a ser más cooperador conmigo en cierto punto. — recordó fugazmente muchos años atrás cuando Asmo era un adolescente y no tenía control sobre su propia vida, por supuesto, dejaba fuera de ella a Lucifer puesto que sabía que lo regañaría, pero cuando él comenzó a comprender ciertos gustos… como, por ejemplo, el tema del maquillaje, fue un acierto apoyarlo en sus dinámicas. Inclusive, Lucifer le ayudaba con el maquillaje y le compraba joyas acordes. —Como te digo, lo apoyo en sus gustos pero también le pongo limites. No le puedo permitir traer a todas sus conquistas aquí por respeto a mi y sobre todo a nuestros hermanos menores, pero le permito sus libertades fuera de casa siempre y cuando se cuide. Lo mismo con su motivación por el mundo de la fama y popularidad, si bien difieren con mi intención de que se dedique únicamente a los negocios familiares, le permito esas libertades siempre y cuando siga cumpliendo con el rol familiar. Aún ahora, con toda esa locura por ser vocal de un grupo de visual kei… Está bien que lo haga siempre y cuando no abandone sus obligaciones en la familia.
—Creo que eso no funcionaría en mi caso. No puedo permitirles libertades a mis hermanos... — sobre todo con los que tenía más problemas: Henry, Arthur y los gemelos. Henry era sumiso y obediente por lo que era muy cumplidor y hasta funcional, pero siempre y cuando Cain le tuviera puesto el ojo encima. Si Cain lo descuidaba tan sólo un momento, el rubio se aprovechaba de ello, se ensimismaba y, literal, no hacia nada en la vida más que estar acostado mirando el techo y pensando en lo triste que es el mundo. Arthur era otro tema, era idéntico físicamente a Henry pero por suerte no era melancólico como el mayor sino más bien optimista y enérgico (aunque eso también resultaba tener sus desventajas) muy amable y cooperador con todos, excepto con Cain. Arthur lo odiaba profundamente y no tenía reparos en decírselo por lo que se rebelaba mucho con él y se negaba a obedecer a Cain. Los gemelos Leon y Licht eran especialmente absurdos, por sus salidas de tono y sus exabruptos no parecían ser Lancaster sino más bien cualquier patan franchute. A veces prefería negarlos u ocultarlos antes que presentarlos.
—Tienes a tus hermanos muy estresados con tus exigencias. Tienes que permitirles ser ellos mismos, que te obedezcan en todo, claro, pero que también tengan personalidades propias. No pueden ser todos idénticos al patrón Lancaster. Tú…—
—No te atrevas…— le susurró.
—¿Qué? — Lucifer soltó un suspiro, con actitud pedante. —¿Acaso crees que te diré lo que todo el mundo te dice y tanto odias? No. No te diré que te pareces al ser que más detestas: tu propio padre. No me subestimes, Lancaster. Te iba a decir que tú actúas como un rey tirano sobre tus hermanos los cuales sienten que incluso si se mueren a ti no te afectaría. No puedes esperar que sean cooperadores contigo si sienten que sólo los utilizas. ¿Te aconsejo algo? Aprende de los errores de tus antepasados. Desde los reyes Lancaster hasta sus descendencias: todos han sido fríos y despiadados con los suyos y eso les costó la corona y a muchos la vida.
—Ah…— alzó su mirada verde hacia el techo. —Supongo que no vi esa perspectiva.
—Y sé que no harás nada para remediarlo, pero de todos modos era preciso que te lo indicara. — Lucifer meció el whisky en su vaso. —Por cierto, supe que Barbatos es tu nuevo asistente personal. Me sorprende que aún no lo despidieras.
—Lo contrató mi abuelo… Pero admito que hace las cosas correctamente y no pasa el límite. No pregunta más de lo necesario. Eso es bueno. Aunque…—
—…—
—Sé que está allí por un movimiento de ustedes… Tuyo. De Diavolo…
—Oh, Lancaster… Sigues siendo tan paranoico. — sonrió sutilmente. —Es comprensible, después de todo. Con toda esa trágica vida, infectada por juegos de traiciones desde la gente que más confías, ser criado por padres psicopáticos en una cadena de vidas tras vidas y el hecho de que todos a tu alrededor se mueran. Que seas paranoico era el mínimo resultado.
—…—
—¿Quieres un poco más de whisky? Por cierto, yo no tengo nada que ver con Barbatos. Diavolo lo liberó de sus servicios ya que él está empeñado en ser auto valente y viajar por el mundo para un encuentro consigo mismo. No puedo interferir con eso. De hecho, disfruta a Barbatos mientras puedas, seguro cuando vuelva Diavolo te abandonará para volver con su señor. 
—Ya debo irme.
—Es tarde. Puedes quedarte aquí. Es más, cerraré las puertas con llaves para que no tengas más opción que pasar la noche conversando conmigo y así convencerte de darme tu pobre alma… o lo que queda de ella.
—…—
—Será divertido, puedo invocar unos demonios sexuales. ¿Qué prefieres? ¿chico o chica? ¿o los dos?
—Lucifer, en serio… Deja de ver Sabrina… Te está afectando el cerebro. — Cain entrecerró los ojos, aburrido. 
—Lo siento, no pude evitarlo. La serie de Netflix es muy buena. — alzó los hombros, negando con la cabeza. —¿No quieres quedarte?
—Prefiero irme. Eres como mi Mefistófeles personal y es suficiente de ti por un par de horas.
—Llama a Barbatos. — le sugirió. —Que él venga por ti. Irte solo como alma en pena no es una opción asertiva.
—No necesito un niñero. — refutó, poniéndose de pie. —Es todo. Nos vemos, buenas noches… Si es que duermes. —
—Nos vemos. —

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—¿En serio te pusiste a jugar animal crossing en la switch cuando llegaste a tu casa? — Momo no contuvo la risa ante la confesión. Puso su teléfono en alta voz mientras preparaba su desayuno.
—Sí… Me sentía un poco mareado como para irme a dormir inmediatamente, así que busqué como distraerme: Fue un error. Lo peor de todo es que creo que le hablé a muchos animales estúpidos y uno de ellos jura que nos comprometimos virtualmente. Le dije que no me van los furros… Pero me chantajeo porque supuestamente anoche dije que me vi todos los capítulos de Beastars y que amaba a Haru.
—Pero tengo entendido que sí te viste esa serie y que sí te gusta esa coneja porque la encuentras cute.
—¿Ahh…si? Pero no era para que yo lo publicara con gente que no conozco… Que van a pensar de mí. ¿Al menos no dije que era yo?
—Al menos no le mandaste un mensaje a tu ex.
—…—
—¿No me digas qué…?
—Claro que no. Están todos bloqueados. —
—¿Entonces por qué el suspenso?
—Es que creo que el chico del bar me mandó mensajes y ni sé cómo consiguió mi número. No le respondí nada, pero, no sé, me siento un poco mal por no hacerlo. Tal vez lo hice sentir mal por eso. Me gusta hacer feliz a la gente, no miserable…
—Está bien consentir a los fans, pero recuerda poner límites. Después pueden mal interpretar las cosas.
—En fin, ¿qué sabes de los demás? ¿todos bien?
—Sí, todos bien. Sabes que beben y todo, pero ante todo está la imagen, la disciplina y las rutinas de belleza haha.
—Momo, disculpa, tengo que cortarte, tengo un asunto ahora mismo. Nos hablamos pronto.
—Está bien, que tengas un bonito día. — se despidió de Sasara.

Momo terminó de preparar su desayuno y finalmente lo degustaría mientras se ponía al día con sus redes sociales. La noche anterior había sido muy divertida y grata al encontrarse con sus amigos, todos vinculados al mundo de la fama, y lo que más le agradaba era que, pese a que anoche habían bebido y todo, cada uno de ellos era lo suficientemente responsable para estar intacto y cumpliendo responsabilidades al día siguiente.

« Last Edit: July 25, 2020, 10:23:56 AM by Kana »


Sayi

/fickea in shame

Hay un TikTok MUY ESPECIFICO que quiero recrear sobre postear aquí por primera vez en eones... lo traeré el próximo mes : >
That been said HOLA quería dejar el resto del fic en la parte tres pero no me dio el tiempo, so habrá cuarta parte para cerrar este circo :rene:



Episode 29 — Fast Fuse (Part III)

Ichigo retrocedió, y con ello logró evadir la patada de Yoruichi por poco y dándole en el rostro. Entonces aprovechó la posición de su contrincante y fue a la ofensiva, yendo con su puño derecho a darle en el estómago… pero la morena fue más veloz: Tomó su antebrazo con ambas manos y, usándolo como soporte, no solo detuvo el golpe sino que tiró de él. Aprovechando su desbalance contra el suyo, Yoruichi golpeó su hombro contra su estómago y lo alzó por encima de ella, dejando al rubio golpear el suelo atrás suyo.

Ichigo se quejó apenas su espalda tocó el suelo. Una vez se compuso, abrió los ojos con molestia, reconociendo el techo del gimnasio encima de él. Entonces vio el rostro de su contrincante asomarse con una sonrisa divertida.

“Buen trabajo esquivándome. Y ese no es un cumplido que doy a menudo” le dijo Yoruichi “Aún te falta mucho para derribarme, pero aprecio todo tu esfuerzo”

Indignado, Ichigo se sentó de golpe y se giró hacia la joven.

“Te olvidas que el propósito de estas prácticas no es derrotarte”
“Lo se” le respondió “Pero es divertido decirlo viendo lo mucho que te incomoda”
“Como digas…” el rubio se puso de pie, se sacudió el pantalón y se puso en posición “¿Vamos de nuevo?”

Pero Yoruichi negó con la cabeza y señalo el reloj.

“Lo siento Bruce Lee, pero es mediodía y quedé en encontrarme con unas amigas. Creo que ya tuvimos suficiente por hoy”

Ichigo asintió y, como costumbre, agradeció a Yoruichi por el tiempo prestado. Si bien no le gustaba terminar el entrenamiento en una nota perdedora, no le quedaba de otra más que adaptarse al horario de su tutora de combate: Después de todo, las prácticas con él eran gratis, y Yoruichi había aceptado de pura bondad. Según ella, lo consideraba su contribución a la continua guerra Hime/Rebel, a cambio de mantenerse al margen del conflicto.

“¿Qué es de Sayi y Taikoubou?” le preguntó Yoruichi, mientras organizaba su bolsa del gimnasio “Lo último que supe era que ahora Taikoubou tenía poderes, y que había venido a Hanasaki a ver si había una solución”
Ichigo asintió “Básicamente eso. Y no hay forma de anular o traspasar los poderes, lamentablemente. Bou regresó a China, y aquí cruzamos los dedos que Sayi y Hige no lo necesiten”

Yoruichi observó a Ichigo abrir una botella de agua y tomarla como si acabara de cruzar un desierto. La magia Hime no era falta de ironías: Aquí mismo había alguien entrenando con el deseo de poder ayudar en la pelea… pero por más que entrenara, no había mucho que Ichigo pudiera hacer sin poderes. Y, mientras tanto, la persona elegida para ayudar no quería tener nada que ver con el conflicto, y contaba con poderes solo para esconderlos del resto.

“Ahora que sabemos que es el key quien tiene poderes… ¿aún planeas continuar entrenando?” le pregunto la joven “Te soy sincera: Haz hecho una mejoría increíble, y en combate cuerpo a cuerpo con un enemigo podrías hacer daño. Sin embargo, sin poderes… me temo que siempre estarás en una gran desventaja”
Ichigo sonrió ante la pregunta “No había forma de saber que el Key era el único allegado a la HiME que podía tener poderes. La vez pasada era el Meister, alguien a quien se podía elegir. Quién sabe que pasará de aquí a unos meses…”
“En eso tienes razón”
“Pero si mis entrenamientos te están incomodando por favor dímelo. He aprovechado tu tiempo para yo volverme fuerte, mientras tu tienes tu tesis y graduación en las que pensar”

Yoruichi negó con una mano.

“Nada de eso. Esto es divertido para mí. Si pudiera tener una carrera sostenible con pelea y gimnasia, no estaría preocupada por mis estudios de Sociología” dijo “Y con tal que tus habilidades puedan ser útiles en algún momento, para el beneficio HiME, hace que todo el tiempo invertido valga la pena”
“Gracias Yoruichi”
“Además, me gusta entrenarte. Eres como mi Pokemon”
“ESO NO”

Ichigo no tuvo tiempo de responderle pues su teléfono empezó a vibrar. Yoruichi tomó ello como señal y se despidió. No obstante, lo siguiente que dijo Ichigo impidieron que lo dejara solo en el gimnasio.

“¿Hige desapareció?”

Un sonido fuerte llegó a los oídos de ambos. Con teléfono al oído, Ichigo siguió el ejemplo de Yoruichi y salió del edificio, en búsqueda del causante de la conmoción.

Una torre de humo y fuego se elevaba a la distancia, pero era evidente que había ocurrido dentro de la universidad. No había muchas vueltas que darle al asunto sobre quienes estaban en el centro de ese suceso, considerando lo que Taikoubou venía diciéndole al teléfono.

“Es Sayi” le dijo Ichigo a Yoruichi. La coincidencia era increíble, pero lastimosamente, no muy sorprendente para toda persona afectada por el conflicto entre Hanasaki y Rizembool.

Ambos salieron corriendo en dirección al disturbio. Ichigo esperaba que la desaparición de Hige desde Beijing significara que el Child estuviera en camino para asistir a Sayi.

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way