Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 250604 times)


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna aqui les dejo un fic <3


En el hospital de Hanasaki…

Maria estaba caminando de un lado para el otro en la sala de espera, estaba muy preocupada no pensaba que el impacto de todas las revelaciones que Tsubasa tuvo iban a afectarle tanto, luego llamaría a Leo para regañarlo, se sentía culpable por no haber sido capaz de detenerlo y evitar que todo esto terminara como lo está haciendo ahora
Maria deja de dar vueltas y siéntate un poco, apenas has comido y no te has querido apartar de Tsubasa…recuerda que Mutsuki-senpai dijo que en cuanto ella despertara nos iba a avisar…-le dijo Chiaki preocupado por el estado de animo de su novia-

La pelirosa suspiro pesadamente y se acercó al lado de Chiaki para apoyar su cabeza en su hombro-Perdoname Chiaki…solo que me preocupa el hecho de que no quiera despertar, se va a cumplir una semana desde que la trajimos al hospital y aunque sus heridas han sido de consideración no despierta…tengo miedo que nunca lo haga y que no haya podido impedir tremendas confesiones que Leo le dijo…-

No te preocupes tanto Maria…-dijo canturreando Kanata- solo está tomándose el tiempo para poder reponerse y enfrentar su realidad…Tsubasa no es de las personas que se deje vencer fácilmente…-

Kanata tiene razón Maria, además como heroína protectora de la escuela no se puede dar el lujo de dudar y luchar contra los enemigos aunque sea el tonto de Tsukinaga…-empezó a reir fuertemente que una de las enfermeras se les acercó para hacerles callar-

Maria rió suavemente sintiéndose un poco más tranquila

Ahora que lo pienso olvidé de mandarle un mensaje a Rei para reportarle el estado de salud de Tsubasa, como es un hombre de la noche se le hace muy imposible venir al hospital-se rascó la cabeza- aunque seguro que debe de estar haciendo sus preparaciones para volver a la actividad ahora que es su key-

Eso es lo que más me sorprende, no pensé que Tsubasa inconscientemente eligió a Rei por encima de Tsukinaga para que fuera su key…-el pelicastaño se rasco la cabeza-aunque debe de ser porque no quería involucrarlo a la pelea.

Todos nos sorprendimos creeme, solo Leo sabía del cambio de key porque no sintió tener los poderes que tuvo cuando lo fue hace unos años atrás…-le dijo la pelirosa-y ahora su Lucario se volvió un pequeño Riolu que también esta inconsciente a su lado, quizás siente lo mismo que su hime…-Maria volvió a suspirar pesadamente-

De repente sonó su celular, Maria vio extrañada el numero porque salía como desconocido, no figuraba en la lista de amistades, tampoco eran de las revistas, televisión y teatro en las que ella participaba, no le quedó de otra que simplemente contestar

Aló?...-

Ha pasado mucho tiempo Maria Cadenzavna Eve…-

La pelirosa se sorprendió al oir una voz conocida, pero que jamás pensó que volvería a oir-

Acaso te ha sorprendido mi repentina llamada que no has dicho palabra alguna?-

Maria volvió a la realidad y frunció el ceño-no creo que sea una coincidencia tu llamada, seguro que estas al tanto de todo lo que esta sucediendo verdad Arjuna?-

Claro que lo estoy, después de todo aún no me he rendido con Tsubasa Kazanari, ahora que el Rey a cual ella protegia la traicionó, es obvio que un verdadero príncipe como lo soy yo puede hacer que su vida de persona normal y de hime vaya de una manera más tranquila, obviamente pienso llevarme a Yamanbagiri Kunihiro con nosotros…-

Y crees que piensas que voy a permitir que lo hagas? …-dijo alterada-además Tsubasa aún no despierta…

Cuando lo haga me la llevare, dudo que quiera estar contigo después de todo lo que le han ocultado, yo no lo estaría…-

Maria se quedó en silencio, después de unos segundos después volvió a hablar – Y como piensas hacerlo? Ni que estuvieras en Japón para mandar a tus guardias y llevártela baja tu insignia de príncipe…-

Acabo de llegar a Japón y estoy camino al hospital, asi que creo que te conviene que Tsubasa pase una buena temporada conmigo…antes de hablar contigo hablé con Sakuma Rei y esta deacuerdo con mi idea-

Que??? Acabas de volver??...-respirando agitadamente – y encima Rei esta deacuerdo con tus planes?...- se rascó la frente visiblemente estresada- por que no me sorprende esto?...pero debo de admitir que es una buena idea que cuando Tsubasa despierte se vaya a vivir contigo…estoy segura que ni querra ver a nadie que este en su circulo de amistad…-

Es lo más probable, asi que te recomiendo que ella no te vea cuando despierte, la vas a alterar y le hará mas mal que bien…-

Lo sé…asi que no me quedará de otra de esperar a tu llegada…Principe…-

Colgó la llamada y dio un suspiro

María te encuentras bien?...-le dijo Chiaki al ver que su novia volvió a apoyar su cabeza en su hombro- quien es Arjuna? Un príncipe?...-

Es algo muy complicado de contar…pero si es un príncipe, además de ser un amigo de la infancia de Leo y mío, se enamoró de Tsubasa al saber que proviene de familia de guerreros, como el también se crió como una persona “guerrera”, la retó y perdió , le propuso ser su prometida pero ella se rehusó porque su rol era la de proteger al heredero de la familia Tsukinaga, Arjuna respetó su decisión pero le dijo que en cuanto se hiciera más fuerte y se volviera un príncipe adecuado para su país, volveria por ella y se la haría su esposa, ya que después de todo siempre supo que estando al lado de Leo las cosas para ella iban a terminar en tragedia…por lo que veo no se equivocó…-suspiro pesadamente-

No creo que haya sido una tragedia del todo…-le dijo Kanata- solo que Tsubasa se olvidó de algo por completo…-empezó a canturrear- creo que estar al lado del príncipe le hará bien…-

Concuerdo con Kanata…-le animo su novio-hay algo que Tsubasa-chan ha perdido al estar al lado de Tsukinaga y todos ustedes, creo que la hará bien respirar otros aires para que no esté tan estresada y alterada como lo va a estar
cuando despierte, tienen que darle su espacio personal…-

Tienes razón…creo que le hará bien estar lejos de nosotros, le escribiré a Naru que no venga y la citaré para vernos en mi casa, cuando llegue Arjuna nos iremos…eso será lo mejor para ella, para que finalmente pueda dar un paso hacia adelante, pero antes acompáñenme a casa de Leo que tengo que darle un par de golpes por todo lo que está pasando
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En la habitación de Tsubasa, la peliceleste parecía que dormía plácidamente, pero Ami se encontraba a su lado anotando cualquier mínimo movimiento, al mismo tiempo que le mandaba un mensaje a Hajime para decirle que llegaría tarde a la casa y que recogiera a Hikari del jardín de niños, acariciaba suavemente los cabellos de la joven inconsciente y se sentía mal por ella

De seguro que lo que te pasa debe de ser grave como para no querer despertar aún pese a que tus lesiones están sanando…espero que puedas despertar pronto…-

Flashback…

Unos 8 años antes

Una Tsubasa de 14 años terminaba de entrenar con su padre, ese dia no asistia a la escuela y finalmente podría volver a convivir con su hermano menor de 7 años Mafuyu, ya que por tradición las mujeres de la familia Kazanari son las encargadas de convertirse en guerras espadachines para proteger al miembro más joven de la familia Tsukinaga, por lo cual no podían tener cercanías con los demás miembros de la familia a excepción de sus padres que la ayudaban con su entrenamiento, asi que la relación con su hermanito era algo distante, por lo cual ambos eran timidos y silenciosos cuando se veían

La peliazul después de asearse y cambiarse a su ropa casual la cual consistía en unos shorts largos hasta la rodilla de color blanco y una blusa corta de color azul, sus cabellos estaban recogidos en una media coleta se acercaba lentamente hacia la habitación de Mafuyu, cuando se encontró frente a frente con su puerta tocó ligeramente, mientras que la puerta se abria lentamente y observó que Mafuyu se encontraba con sus audífonos puestos mientras empezar a tocar la guitarra que Tsubasa le había regalado en su cumpleaños, ella se sentía feliz de que su querido hermano estuviera usando su regalo con tanta dedicación ya que sabia que a Mafuyu le gustaba la música al igual que a ella

Que hermosa melodía estas tocando…-dijo la joven peliazul, mientras se sentaba a su lado-

No te había escuchado entrar Tsubasa-neesan…-dijo el joven pelicastaño mientras dejaba de tocar y se quitaba los audífonos para girar su mirada hacia su hermana mayor-como te fue en el entrenamiento?...-

Fue pesado pero al menos ya estoy asimilando mejor el entrenamiento de nuestro padre, solo que cada vez me canso mucho que ya no tengo ganas de hacer nada más …-

Debo de imaginar lo difícil que es estar viviendo esto…perdóname por no ser de gran ayuda…-

Es difícil, pero no me quejo…-dijo mirando al techo-además aún puedo hacer lo que mas me gusta que es cantar junto a Ousama e Izumi-kun, en ningún momento me has parecido alguna molestia Mafuyu al contrario, eres mi preciado hermano menor que pese a que no nos podemos ver seguido, agradezco de tener momentos como estos para poder pasarlo al lado tuyo…-se apoyó en su hombro-creo que al contrario yo soy la que debo de pedirte disculpas por no actuar como la hermana mayor que necesitas…pero prometo protegerte de cualquier mal para que puedas disfrutar tu vida tranquila como un futuro músico, y yo seré el miembro número uno de tu club de fans…-sonrio ligeramente-

Entonces yo estaré a tu lado como apoyo para que tu también cumplas tus sueños y puedas tener una vida tranquila y feliz neesan…-

Apartir del próximo año asistiré a Hanasaki, finalmente podré ir al instituto que me ayudará a elevar mis capacidades para ser una buena protectora para la familia Tsukinaga…-

En verdad es lo que deseas neesan?...-dijo el joven con voz suave y tranquila-

Es para lo que he nacido Mafuyu…-suspiro pesadamente- tengo que honrar la tradición de nuestra familia

Pero deberías de pensar más en ti misma neesan….-

Quedaron un silencio por un par de minutos ya que no sabían más de que conversar, aunque parecía un silencio incomodo en verdad no lo era ya que ambos estaban felices de tener esos efímeros momentos para los dos.

Después de la tragedia que sucedió con el clan Kazanari, Tsubasa se caminando por toda lo que era su casa, aún no había asimilado lo que había pasado con su amada familia, entró a la habitación que había pertenecido a Mafuyu, cayendo de rodillas empezando a llorar por no haber cumplido con la promesa de haber protegido a su familia y asegurarle la felicidad a su hermano

Perdóname…Mafuyu…-

Luego la Tsubasa actual se encontraba sola dándole la espalda a sus compañeros de Knights y a Maria que se iban alejándose de ella

No se vayan!!!...-la imagen de sus amigos desaparecieron y ella se encontraba sumida en la oscuridad- es todo por que no puedo hacer nada bien verdad? Por eso me lo ocultaron todo? Por eso se van de mi lado? …-la oscuridad empezaba a rodear todo su cuerpo como si fueran cadenas que la apresaban impidiéndole moverse-No quiero quedarme sola otra vez…-

Delante de ella apareció la figura del Mafuyu de la edad de 7 años que le extendia la mano

Ven a buscarme neesan…-

Es verdad…aún estas con vida…-extendio sus manos para alcanzar las pequeñas manos de su adorado hermano

Fin del Flashback

Tsubasa abrió lentamente los ojos observando que alguien sujetaba una de sus manos , esa persona era un joven de tez oscura, cabellos cortos marron oscuro y ojos del mismo color, le miraba fijamente

Arjuna-san?...-

Veo que recuerdas quien soy…-

Donde estoy? Que paso? …-poco a poco recordó todo lo que había pasado y empezó a desesperarse-

Cálmate…alterándote no va a solucionar tus problemas, estoy enterado de todas las cosas que has pasado…-

No sé que hacer ahora…todo mi mundo ha cambiado…-se tocó la cabeza temblando asustada-

Ami que también estaba en la habitación se acercó a la pelizul – Has dormido por muchos días…sientes que te duele algo? Recuerdas lo último que te sucedió?

No siento dolor de nada…y para mi mala suerte si recuerdo todo lo que pasó...necesito saber si Yamanbagiri-san está bien…y Midare-kun? Lograron encontrarlo? Recuerdo que Enoshima Junko se lo llevo y no pude hacer nada por ellos, tengo que ir a buscarlos…-quiso levantarse pero aún estaba débil

No creo que sea la persona indicada para que le preguntes eso…-dijo la peliazul con una suave sonrisa- ahora que ya has despertado haré los trámites para darte de alta…-Ami se retiró de la habitación dejando a los dos jóvenes solos-
Tsubasa giró a ver al príncipe Arjuna- lograste hablar con Maria-san? Puedes decirme que paso con ellos?

Yamanbagiri Kunihiro se encuentra aquí mismo, se esta recuperando de sus lesiones, pero esta fuera de peligro, Midare Toushiro se encuentra en casa de la familia Toushiro bajo su cuidado-

Me alegra saber que ambos están bien…y me siento mal por haberlos involucrado…perdóneme por no recibirlo en las mejores condiciones que usted merece Arjuna-san…ahora mismo aún no sé que hacer con mi vida-

Para eso he venido a Japón Tsubasa Kazanari, apartir de ahora estarás a mi lado…-
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matta ne!!!

Mimi-chan


Kana


Cain bajó del automóvil conducido por Barbatos, su actual asistente personal.  Esperó unos momentos antes de entrar en la mansión donde habitaba su tío Vincent y donde sus hermanos se estaban quedando temporalmente. Mientras se preparaba mentalmente para actuar en base a conseguir el libro de química de su tío Vincent, se permitió unos instantes observar aquella mansión que, en su pasado, también lo había albergado a él durante su primera pasantía en Japón. Casi era imposible no experimentar algo de nostalgia.

Los antiguos Lancaster habían llegado a Japón por el periodo del “Bakumatsu”, para cuando el país oriental salía de su estricto aislamiento característico del periodo “sakuko” siendo la familia Lancaster una de las primeras y pioneras en adentrarse en el “nuevo” Japón, por cortesía incluso del mismo Shogun quien se evidenció maravillado con el intelecto, la elegancia y la etiqueta de éstos ingleses. Por supuesto, la expansión de los Lancaster no sólo intensionó el deseo de complacer al Shogun de tener “gente experta y distinguida” en su país, con ello, los Lancaster llevaron el comercio de las armas, el té, la vestimenta y las joyas, convirtiéndose el propio Shogun en uno de los clientes que más compraba mercancías a esta familia.

Desde entonces, la familia adoptó la ambición de posicionar tierras y empresas del país, logrando acaparar los suficientes bienes para volverse más ricos (de lo que ya eran).

Una de las cuantas propiedades de los Lancaster en Japón era la mansión donde Vincent habitaba actualmente. Dicha propiedad era una mansión que los Lancaster compraron allí por los inicios del 1900, era una propiedad inmensa, ubicada en la costa a orillas del mar, frecuentemente golpeada por las olas cuando había temporada de marejadas y gentilmente abastecida de flora y fauna para los meses más gratos. La propiedad en sí era todo un atractivo visual para los japoneses y los mismos turistas, quienes de vez en cuando captaban alguna fotografía o pintaban un cuadro de óleo sobre tela a lo lejos, admirando el paisaje con la mansión incluida.

Si bien poseía toda esa belleza atractiva, era una propiedad considerada como poco cotizada por los Lancaster puesto que poseían muchas tantas de mayor presupuesto por todo Japón.

A Vincent le gustó la mansión desde pequeño. Desde aquellos viajes de familia cuando acudían a Japón brevemente por cosas de negocios. Naturalmente la escogió como su morada cuando se dedicó a ser profesor en Hanasaki, tanto por el aprecio personal que sentía por la mansión como también aprovechando el plus extra de que, ni su hermano Keirean ni su propio padre, parecían interesados por la propiedad.

Cain pensó brevemente en su pasada estadía en ese sitio. Seguramente fueron buenos tiempos de niñez, en aquellos viajes de paseo a Japón y en aquel intercambio estudiantil cuando todavía no tenía tantos problemas, pero lastimosamente no recordaba nada.

—Sobrino. — Vincent lo esperaba en el antejardín, expectante de la llegada de Cain. Era una total novedad que su sobrino se dignara a visitarlo. Francamente Vincent no recordaba la última vez que había visto al mayor de sus sobrinos. Se sonrió entusiasmado cuando recibió su mirada inexpresiva. Con los años aceptó la personalidad de Cain, ¿cómo no? La metamorfosis de los genes Lancaster era muy clásica en su familia y Vincent estaba acostumbrado a eso. —Me alegra que finalmente vinieras. Pasa. — le invitó con amabilidad. Seguidamente observó al joven que acompañaba a su sobrino. —Mucho gusto, soy Vincent Lancaster. Tú debes ser el nuevo asistente personal de mi sobrino. — le ofreció una sonrisa gentil a aquel peliverde. Sin duda ese joven debía contar con mucha paciencia de ahora en adelante para soportar las exigencias de Cain. Esperaba que su sobrino no lo despidiera de la nada como todos los otros.
—Es un gusto, señor Lancaster. Mi nombre es Barbatos Daskalov. — El búlgaro reverenció al Lancaster mayor. A continuación, hizo contacto visual con Cain. —Si desea algo más, me llama y vendré a usted.
—Puedes retirarte. — le menó una mano en el aire, siguiendo el camino hacia la entrada de la mansión.
—Gracias, Barbatos, eres muy amable. Cualquier cosa que necesite mi sobrino te lo haré saber. — asintió Vincent, curvando las cejas y excusándose sutilmente por su familiar.

Cuando Vincent y Cain entraron, el mayor fue oportuno en recibir la gabardina de su sobrino y colgarla en el perchero. Esto llamó la atención del menor, entendiendo que su tío todavía no se dignaba a contratar personal. La comodidad de la vida “normal” estaba acostumbrando a Vincent a ser su propio servidor. Ambos ingresaron a la sala de estar.

—Bienvenido a casa, Cain. Los chicos están adentro en la sala o… repartidos por el resto de la casa. — Vincent alzó los hombros, sonriendo. No tenía idea donde estaban. En la última semana recibió a casi todos sus sobrinos en la mansión.
Justo en ese instante Arthur, el supuesto motivo por el cual Cain estaba en casa, apareció en la sala. Su rostro dictaba cierta desilusión, Vincent lo llamó captando su atención al estar desconcentrado.
—Sobrino, ¿todo bien? Pareces desilusionado.
—Ah, tío. — negó con la cabeza. —No es nada. Sólo tenía la esperanza de encontrar a Henry en la universidad, pero no lo encontré por ninguna parte.
—Está en Esgrima durante toda la tarde.
—Con razón… Henry es tan admirable y diestro. — no era secreto cuanto admiraba a ése hermano suyo. Era su ejemplo a seguir y el motivo principal por el que estaba en Japón era para estar con su hermano y aprender de él. Quería seguir todos sus pasos.
—Arthur, tu hermano está aquí. — Vincent le hizo una señal con la mirada alertando al rubio.
—Así veo…— el rubio asintió, un poco confundido al verlo. Por algún motivo estaba convencido de que su hermano mayor abortaría la reunión y todavía no se convencía de que asistiera para darle la “bienvenida” —Vaya, Cain… Ha pasado bastante tiempo desde que no te veía. — Arthur pasó una mano por su nuca revolviéndose su cabello. Nunca sabía que hablar con ése hermano suyo tan enigmático y frío. Aparte de que no tenían tema de conversación en común y sus ideales, y valores, eran muy distintos, las pocas veces que se dirigían la palabra era para discutir y pelear. Arthur se llevaba bien con todos sus hermanos, incluso con los gemelos que eran todo un caso, pero con Cain se llevaba muy mal y todos lo sabían. ¿Por qué estaba siendo amable con él? Fácil: porque era empático con su tío Vincent y sabía lo importante que era para el hombre que sus sobrinos llevaran una sana armonía. —¿Cómo has… estado? —
—Mh. — Cain alzó una ceja ignorando a Arthur y a Vincent. Transitó por la sala inspeccionando el sitio. Pasó su dedo índice por la cobertura de la chimenea haciendo un gesto de repudio al sentir el polvo contactar con su piel. Luego fue a unos estantes donde encontró una estupidez que no esperaba hallar jamás. —Esto está aquí desde mi primer viaje a Japón, en las vacaciones de verano cuando tenía seis años. — observó una “tabla periódica” que cuando niño había construido con acrílicos junto a su tío Vincent en aquellas largas tardes de verano. Era viejo, que no servía para nada y que le quedó bastante feo dado que no era experto en manualidades ni en ese tiempo ni ahora.
—Claro, es un lindo recuerdo. Lo hiciste para mí con mucho cariño en tu primer viaje.
—…— y así siguió encontrando “recuerdos” de sus hermanos en toda la sala, dibujos, tonteras, como también periódicos viejos, apuntes por todos lados, desorden, y cosas que no servían para nada. —No puedo creer que me invites aquí teniendo todo este desorden y cúmulo de cosas inútiles. Parece el sitio que habitaría un sujeto con mal de Diógenes.
—¿Qué? — Arthur miró con enojo a Cain. No cambiaba en nada.
—Ahw, pero a mí me gustan todas estas cosas y de verdad que iba a poner todo en orden y por categorías, pero justamente esta semana ha sido demasiado movida…— considerando que, además de cocinar, limpiar y atender a sus sobrinos, tenía que ser responsable en Hanasaki, revisar los exámenes de química de sus alumnos y atender las asesorías de consultas de sus pupilos. —Pero el comedor está muy limpio y Richard vendrá pronto a ayudarme con la cena.
—Es decir… ¿qué el resto de la casa está en la misma condición? — notó que el jardín estaba bien cuidado puesto que su tío, además de una eminencia química, era muy amante de las plantas y la botánica, pero, por lo visto, el resto de la construcción estaba en un estado de abandono. —No toleraré esto. — Si bien no era una propiedad símbolo de los Lancaster, ese lugar debía estar presentable. Sacó su teléfono y llamó a su asistente. —Barbatos, compra un traje de protección de contagios y un escudo facial protector. Te mandaré una lista con útiles de aseo que necesito que traigas contigo. Ah, y necesitaré tus servicios.
—¿Qué vas a hacer?
—Limpiar este lugar, ¿no es obvio?
—Ah, bueno… Pensé que cenaríamos como familia. Cain, no es necesario que limpies. — dijo Vincent, divertido con la situación.
—Cenaremos hasta unas horas. Antes me encargaré de esto.
—Okay, le avisaré a los chicos. Creo que será la actividad familiar de hoy. — asintió Vincent, viéndole el lado positivo. En ese momento, un hombre rubio apareció en la sala cargando a Adele, la hija de Vincent. —Ah, Richard, que bueno que llegas… Necesito contarte algo. — le tomó del hombro y lo sacó de allí para prepararlo mentalmente. Sabía que el rubio explotaría con su petición.
—¿Te das cuenta que llegas a una casa ajena y quieres gobernar? No puedo creer que seas tan insensible con nuestro tío Vincent quien se ha esmerado durante todo el día para recibirte a ti y a mí.
—Si lo ves desde mi perspectiva, estoy haciendo un gran favor. —
—Por esos “grandes favores” es que no te soporto y no tienes a nadie que te quiera. Si no quieres estar aquí puedes irte.
—Arthur, ya estoy aquí… Y tenemos cosas que acordar. — le dijo tranquilo. —Ahora, si no vas a ayudar con la limpieza puedes ir… a ver las flores o algo así. — meneó la mano en el aire dándole a entender que no le estorbara.
—¡Por supuesto que ayudaré! No me quedaré sentado mientras todos trabajan.
—¿Invitaron a Henry?
—¡Claro que sí! —
—Perfecto, llámalo y dile que se apure y que se prepare para ayudar. — tecleó un mensaje para Barbatos pidiéndole una lista de cosas y además trajes para cada hermano –si así lo deseaban- para usar. Seguramente el inútil de Henry quería zafar de eso.
—¡Ya escuchamos la nueva actividad! ¡Están locos! — Leonhard apareció indignadísimo en la sala, encarando a sus dos hermanos mayores. —¡Yo no voy a limpiar! ¡No voy a ensuciar mis manos y llenarme de polvo! ¡Estas son vacaciones! — se cruzó de brazos.
—A mí no me mires mal…— Arthur suspiró. —Yo no fue de la idea.
—¡Cain! ¡No me puedes pedir esto! — le lloriqueó Leonhard. Licht apareció detrás de él. Tampoco estaba entusiasmado con ponerse a limpiar.
—¿Qué hacen los gemelos aquí? — el mayor no se esperaba la presencia de esos dos.
—¿En serio no sabías que estamos de vacaciones en Tokyo por un par de semanas? — Licht alzó una ceja, articulando una sonrisa socarrona.
—No tuve opción. Tuve que recibirlos en Tokyo hace unos días porque el abuelo colapsó con las tonteras de este par en Inglaterra. — Arthur volvió a suspirar, cada vez más derrotado. —No resistieron que yo tuviera un poco de protagonismo con todo este viaje y comenzaron a hacer de las suyas en Inglaterra hasta colapsar a nuestro abuelo y… a todo el mundo.
—¡No era justo que sólo tu viajaras! — le reclamó Leon. Él y Licht se las habían ingeniado para hacer colapsar a todo Londres para que su abuelo los mandara unas semanas a Japón para que sus hermanos mayores se hicieran cargo de ellos. El objetivo era viajar donde estaban Leviathan y Belphegor Morningstar tanto porque extrañaban a esos idiotas y porque, por supuesto, era inaceptable que los Morningstar conocieran Japón antes que ellos. Dentro de la vanidad de los gemelos siempre estaba ser “los primeros” en todo.

Tuvo que salir antes del término de su entrenamiento de esgrima ausentándose súbitamente. Caminó por el jardín de la universidad, se quitó los protectores faciales y la pechera dejándolas caer sobre el césped conforme avanzaba olvidándolos en el trayecto. Clavó la punta de la espada de la esgrima en la tierra y finalmente se hincó en el césped, alejado de todo.
Nada importó en ese momento. Ni siquiera manchar con el color del césped su blanco traje.

No era el hecho de recibir un mensaje de Cain por la mañana reclamándole por no cumplir sus deberes (su hermano se enteró de que en esa semana se dedicó a hacer nada más que mirar el techo de su cuarto. No entendía como lo supo) ni tampoco el hostigamiento que últimamente recibía de las jóvenes de la universidad quienes pasaban los límites e invadían su reducido metro cuadrado acosándolo de un modo poco agradable. Lo colapsó el hecho de haber sido forzado a contestar una llamada de una persona extraña quien lo contactó por medio de su abuelo para conversar sobre comenzar a hacer campaña política.
Esa persona además de ilustrarlo con lo novedoso y lo prometedor que sería una elección en Inglaterra para un puesto político, le aseguraba que una sutil unión a su persona traería beneficios por ambas partes.
Por supuesto su abuelo forzó las cosas, involucrando a aquella mujer a quien el Lancaster mayor consideraba buen partido y futuro para su nieto. Esa insistencia insensata por buscarle prometida lo deprimían.

¿Qué sentido tenía estar unido a alguien que no conocía y a quien no le importaba? El rubio aprendió tempranamente que las personas que se acercaban a él no estaban interesadas en él ni en su bienestar en sí, sino en su potencial económico y lo, notoriamente, manipulable a voluntad que podía llegar a ser con tal de que lo dejaran en paz.

Su mal día estaba lejos de terminar.

—Heeenry♥— le siguió sin importarle que el otro buscara un espacio de soledad. Aprovechó que estaba hincado en el suelo para abrazarse a su cuello desde atrás y apretar su mejilla contra la del rubio. —No escapes de mí, bb. —
—Asmodeus… Podrías…— ni siquiera se quería mover porque sabía que cualquier movimiento sería aprovechado por el otro para intentar quizá que cosa. —¿Darme un espacio?
—Claro. — le sonrió, encantado con sus reacciones. Que el otro se incomodara de ese modo lo provocaba más. Se apartó de él y se sentó a su lado. —¿Estás bien? Parece que algo te perturbó mientras practicabas esgrima. ¿Extrañas a Euphie? ¿Es eso? No puedes evitar que todas esas chicas te acosen si ella no está cerca para usarla como protectora, ¿verdad?
—…—
—Es eso. — Asmo juntó las palmas de su mano al adivinar, al menos, uno de los motivos por el cual Henry escapó. —Ahhhh, todavía no entiendo cómo no te gusta ser amado. Eres el primero que conozco que huye de sus seducidas. Yo a cada corazoncito le doy un poco de mi amor♥ Deberías intentarlo. No está mal probar un poco con las chicas… o— le sonrió lascivo. —En fin. Deberías aprovechar mientras eres bello y joven. Bueno, eres rico también… Supongo que las chicas seguirán intentando contigo incluso cuando seas abuelo.
—Ah. — Henry pensó en esa hipótesis y no hizo más que desear desaparecer. Comenzó a jugar con una flor silvestre en el césped, sin arrancarla, sólo palpando sus pétalos. Si fuera por él, preferiría irse a un lugar aislado, en algún pueblo campestre, y dedicarse a contemplar las flores hasta el día de su muerte.
—¿Dónde está Euphie?
—En clases.
—Ya veo.
—¿No deberías estar estudiando o en Rizembool?
—Ahhh, siempre has sido un aburrido. ¿Qué gracia tiene estar de intercambio si me dedico a estudiar? —

Asmo se echó hacia atrás, recostándose en el césped y observando las nubes circular. Si bien Asmodeus tenía ese comportamiento confianzudo con todo el mundo, con Henry era más justificado puesto que lo conocía de hace años.
Recordó fugazmente los días en Eton College cuando estuvo en el mismo grado que Henry y todos los años que fueron compañeros de clases. Desde ese entonces su perfecto compañero Henry se le hizo un chico muy atractivo y cautivante, además de considerar que era bastante bueno y eso generaba esos insanos deseos de corromperlo, pero, notoriamente y pese a sus miles de intentos, eso nunca se dio. Todavía se le hacía muy raro que alguien tan cotizado como el rubio se mantuviera soltero y sin conocerse de ningún romance que haya tenido. En un tiempo, Asmo había atribuido que salía con Euphie en secreto, pero tras sus indagaciones y su “ojo” en el amor, entendía que ellos se consideraban verdaderamente como amigos (quizá más por parte de Euphie que de Henry) y no los pudo ver como pareja, aunque… La imaginación daba para mucho.

—Henry, si pudieras pedir un deseo ¿qué sería? —
—Yo…No lo sé. Nunca lo he pensado. —
—Vamos. — frunció el ceño, molesto por la falta de interés del otro. —Eres inteligente y sé que te pasas tooodo el día pensando miles de cosas. Algo debes desear. 
—Tal vez no nacer.
—¿Heeh?
—Heh, es broma. — el rubio sonrió para decorar el momento. —Creo que desearía que mi familia esté siempre bien.
—Pf, aburrido. Que básico. — bufó, decepcionado.
—…— Henry lo miró con los ojos entrecerrados. A su juicio era un buen deseo. —Ah, ¿y tú que pedirías?
—Pues, muchas cosas. — el joven se reincorporó, quedando sentado al lado del rubio. —Ser bello y joven por siempre. Que todos me amen, que Lucifer siga manteniéndome haha, mhh, ser famoso. Entre muchas cosas, pero, por sobre todo…— se le acercó para susurrarle. —Desearía hacer un trio contigo y Euphie♥— le contó con tono lujurioso sabiendo que aquel tipo de comentario indignaría al santurrón de Lancaster. En efecto, logró sonrojarlo y provocar en él una expresión de regaño.
—Deja de pensar en eso.
—Bueno. Quizá no un trío, pero sí una interesante noche contigo.
—Basta. Te prohíbo… Te prohíbo que imagines cosas conmigo. Es… Incómodo. De hecho, no quiero que me imagines ni a mí ni a Euphie. Quiero que la respetes.
—Puedo prometerte no molestarte con eso por un tiempo. Pero no puedo prometerte que no imaginaré cosas. — soltó una risita burlesca. —Ahh, Henry, han pasado tantos años y no puedo creer que no quieras nada de nada.
—…—
—Ya. Quizá no conmigo, ¿pero debe existir alguien?
—¿Tú también molestarás con eso?
—¿Heh? ¿Dije algo malo?
—Quizá no todo el mundo quiere estar emparejado…
—Ah, pensé que eras del tipo dependiente emocional de otro… Qué curioso. En fin, pasando del tema, necesito que me ayudes.
—¿Por eso me estas siguiendo desde la mañana?
—Sip. — dijo sin descaro. —Resulta que el maldito de Lucifer me obliga a estudiar una carrera y necesito que me enseñes como cuando íbamos a Eton. No entiendo nada. Si me haces la tarea prometo no molestarte ni acosarte. Creo que es un buen trato.
—No voy a hacer tu tarea, Asmodeus. — lo observó con desapruebo. —No de nuevo. — ya se había hecho cargo de él cuando fueron compañeros en Eton College. Por esa temporada, Henry había sido escogido como presidente de clase y una de sus misiones era hacer que sus compañeros con malas notas subieran sus rendimientos procurando hacer horarios para ayudarlos a estudiar. Uno de esos eternos casos fue Asmo, y Henry, al ver que era imposible que Asmo se concentrara en los estudios, terminó pecando y realizando sus tareas por él para que no lo reprobaran. Enorme error, porque eso hizo que Asmo se acostumbrara a que Henry se encargara de sus estudios.
—¡Lo dices porque ahora no necesitas ocultar tus errores y ya no tienes nada que perder! — le reclamó —Eres un canalla Lancaster, que, como todo político, para hacer brillar su imagen tapan los errores de otro metiéndolos bajo la alfombra mientras están ejerciendo su rol político. En esos tiempos sólo hacías mi tarea para que el profesor no dijera que habías fracasado como presidente de clases.
—Estoy muy ocupado en el presente. Además, creo que eres un mal agradecido. — suspiró. —Sigues reclamándome por pedirte que estudies siendo que es por un beneficio para ti. No eres mi responsabilidad, Asmodeus— por muchos años había deseado decirle eso y ahora se sentía tan libre. Ya estaba. Eso fue tan aliviador.
—¡Está bien! — se agarró de su brazo al ver que sus reclamos no lo convencieron ni mucho menos conmovieron y el otro estaba a punto de ponerse de pie para irse. —No te pediré que hagas mis tareas, pero, por favor, enséñame.
—No.
—¿¡Eh!? — eso fue shockeante.
—Lo siento. Siento que tramas algo.
—¡En serio que no! Lucifer está a punto de congelar mis cuentas si no consigo una buena nota. Te lo pido de favor, como amigo. Prometo que… no te voy a acosar ni nada.
—¿Sin invadir mi espacio personal ni decir comentarios impuros?
—Sí. Lo prometo. Y si rompo con esos acuerdos me… me puedes castigar si quieres. — le sonrió lascivamente al decir esto en doble sentido, recibiendo una mirada de reproche del otro. —¡Disculpa! Es difícil resistirlo. Pero, sí, haré mi mayor esfuerzo.
—Está bien. — Henry suspiró, desanimado. Estaba seguro que cometía un error. —Pero si vamos a estudiar, será en una biblioteca o algo así. No iré a tu casa…— A Henry nunca le gustó la temática “ocultista” de los Morningstar y ciertamente que “alabaran al señor oscuro” lo inquietaba. Por eso no entraba en el palacio de lo profano (¿) menos siendo un creyente de Dios.
—Okay, okay. — Asintió.  —Obedeceré. 
—Tengo que irme. — el rubio se levantó. —Si te quedas en Hanasaki, te pido amablemente que no incomodes a Euphie.
—Siempre tan caballero, eh. — comentó algo irritable. Siguió con la mirada al rubio quien recogía sus cosas. Asmo se dio cuenta de que el teléfono celular del joven estaba en el césped, lo tomó para entregárselo. —…— fue imposible no leer las tiras emergentes con mensajes. La mayoría de los mensajes era de su familia reclamándole cosas e incluso leyó uno que otro insulto. El abuelo y el hermano mayor de Henry eran muy exigentes. Se percató de que Henry lo miraba con un halo de resignación al saber que vio la pantalla. Asmo le extendió el teléfono y se lo entregó. —Ellos no te merecen, Henry. 

—Lamentamos venir sin avisar, señor Vincent. — se excusó Allen, acompañado de Kana. Los dos estaban en el despacho de Vincent Lancaster en su hogar mientras el maestro les terminaba de explicar la formula química que a los dos los problematizaba.
—Descuiden. Siempre me gusta poder ayudar. Más bien, lamento no tener nada preparado para ustedes…— al menos le habría gustado agasajarlos con un té y unas galletas, pero tener el asunto de la limpieza no le dio chance de poder ofrecerles ese detalle.
Mientras Vincent terminaba de apuntar unos comentarios en los cuadernos de sus estudiantes, un odioso ruido se escuchaba desde el segundo piso como si arrastraran algo pesado y finalmente ese algo se cayera estrepitosamente al piso haciendo que tanto Allen como Kana sintieran que el alma se les salía del cuerpo.
“¡Te dije que no me lo podía, Licht idiotaaa!”
“Es tu culpa por ser tan quejumbroso.”

—¿Los gemelos? — Allen alzó ambas cejas al estar confundido ante ese descubrimiento. Hasta donde sabía esos dos se encontraban en Inglaterra.
—Sí.  Los gemelos y el resto de mis sobrinos excepto uno.— Vincent soltó un suspiro. —Pido disculpas por todo ese ruido y polvo por el ambiente. Estamos en día de limpieza y ha sido una actividad tan súbita que los chicos no están del todo felices con ello.
—Vaya. No me esperaba que ellos hicieran aseo.
—La verdad, ninguno de nosotros lo haría si yo contratara personal de servicio, pero pensé que podía llevar una vida de “dueño de casa” con normalidad, sin depender de que otros hicieran mis quehaceres. — el profesor soltó una risita cansada. Intentar parecer de clase media era muy distinto a serlo, más si toda la vida vivió siendo “servido” por otros. —Creo que se me ha ido de las manos.
—¿Necesita ayuda? — preguntó Kana.
—No podría pedirle a una alumna que me ayude con los quehaceres hogareños.
—No es problema para mí. Como que he aprendido a hacer quehaceres desde que me encargo de un templo. Podría aplicarlo aquí. — asintió la peliplateada, convencida de que podía ser de ayuda para ese buen maestro que siempre se mostraba tan disponible para ellos. —Usted siempre tiene paciencia con nosotros y nos ayuda enormemente, creo que me haría sentir mejor conmigo misma si me permite ayudarle.
—Yo también podría ayudar. — ofreció Allen, aunque odiaba esas cosas y sabía que sería más desastroso que colaborador, pero también sentía que debía colaborar. Ciertamente compadecía a Vincent, se notaba que era un buen tío que intentaba tener a sus sobrinos felices pero la situación se le desbordaba. Era como esas… madres solteras adineradas que no saben hacerse cargo de sus ricachones hijos, cuál de todos más desesperante, y que al final terminaba tomándose un Martini con sus amigas en un club fingiendo que su vida era maravillosa.
—Les agradezco mucho, pero de verdad que no podría vivir con ello.
—No puedo concentrarme con tanto ruido. — En ese momento Ciel entró en el despacho de su tío Vincent. El muchacho venía acompañado ni nada más ni nada menos que de Nene Nakiri, tanto hermana mayor como hermana menor se quedaron mirando sorprendidas al encontrarse allí. Nene y Ciel usaban pañuelos en sus cabezas y delantales.
—¿Nene? ¿Qué haces aquí?
—Onee-san, estudiaba con mi compañero de clases.
—No puedo creer que esté usando esto…— Ciel se apuntó a sí mismo, indignado. El delantal tenía un gatito en el centro.
—¿Y ese delantal? — Vincent alzó una ceja, enternecido.
—Yo. — Nene alzó su mano, sonriendo. —Estábamos estudiando para el examen y un hermano de Ciel le pidió que colaborara con la limpieza. Entonces Ciel me ordenó que yo limpiara…— ella miró al muchacho con rencor. Ciel era menor que ella, pero estaba en su grado, por intercambio, y desde que llegó se lo asignaron como encargo, pero Ciel era un mandón engreído que parecía utilizarla como empleada.  —Como él también tenía que ayudar le pasé uno de los delantales que siempre llevo conmigo. — le tocó justo ser semanera de clase, los tenía en su bolso.
—Si Nene está ayudando, me gustaría ayudar también. —
—Onee-san, eres tan admirable. — los ojos de Nene se abrillantaron en adoración a su hermana.
—Creo que no puedo tener argumentos válidos si la señorita Kise ya se encuentra ayudando. — dijo Vincent, derrotado.
Pocos minutos después, Nene, Ciel, Allen y Kana se encontraban en una gran biblioteca ordenando periódicos, libros y apuntes interesantísimos del profesor Lancaster. Parecía que al hombre además de la química le gustaba la filosofía y la historia, manteniendo en su poder muchos documentos respecto al Japón del medioevo hasta el pasar de los años.
—Onee-san, conocí a muchos príncipes hoy. — le chismeó Nene en voz baja a Kana mientras ordenaban periódicos. —Mi príncipe favorito no está aquí, y resulta que es el hermano mayor de Cieru-kun… Pero acabo de conocer a un hermano que es idéntico a mi príncipe soñado. Es tan rubio y alto y hermoso y sus ojos son preciosos como los del Príncipe. No entiendo por qué Cieru-kun es tan distinto… Debe ser adoptado. — le susurró esto último en confidencia.
—Nene, ya hablamos de que no te puedes ilusionar con Henry… Él es mayor que tú. — le respondió Kana quien limpiaba el polvo de los libros de la estantería.
—Lo sé. Pero es tan hermoso y es tan caballero. — cerró sus ojos y puso las palmas de sus manos en sus mejillas, fantaseando con la imagen de él. Ahora que era HiME tenía la gran ilusión de que Henry Lancaster fuera su Key, no tenia idea cómo pero tenía que serlo. Soñar no costaba nada.  —Luego conocí a dos hermanos que son gemelos. Leon y Licht, ellos han sido muy amables conmigo también.
—…— Kana los recordó fugazmente del derbi del rey y acentuó en el detalle de que ellos dos eran de enamorar a las jóvenes. —Mejor te mantienes alejada de ellos.
—Nee-san, si me sigues prohibiendo no podré acercarme a ninguno de los príncipes.
—…— la HiME observó de reojo a aquel mocoso llamado Ciel. Parecía interesado en un juego de ilusionismo que Allen Walker le mostraba y de momento se veía menos despreciable que la vez que lo conoció en el derbi del rey. Era menor que Nene, tenía mal genio evidentemente, pero quizá no era tan nefasto. Se oponía a la idea de que Nene se involucrara con alguno de ellos, pero al menos ese era más aceptable. —¿Qué tal ése? Parece… más humano.
—¿Cieru-kun? ¡Es el que menos me gusta! Es cascarrabias, engreído, mandón, sabelotodo. Y… tiene como dos años menos que yo. Sería… Ilegal. ¡Y con suerte es de mi porte! Le falta mucho por crecer aún para que me parezca atractivo.— la chica puso una expresión de espanto.
Alguien más entró en la biblioteca y a juzgar por todo el traje que llevaba podría tratarse de una especie de sujeto que trabajaba en una unidad de infectología (lo cual era imposible) o alguien con algún grado de TOC. Al ver que la sala estaba ocupada por esos cuatros dudó en entrar o no, pero necesitaba revisar los documentos de allí para encontrar lo que necesitaba.
—¿Quién crees que sea?  Lo vi hace un rato y me dio miedo…— le susurró Nene a su hermana.
—¿Es necesario todo eso? — Allen se acercó a esa persona, notoriamente burlándose de su exagerada manera de afrontar las cosas. Pese que su rostro estaba cubierto no necesitaba verlo para saber quién era.
—¿Qué hacen aquí? — preguntó especialmente mirando a Kana.
—Ah, como que había olvidado que eras inmensamente sensible a la suciedad. — Kana entrecerró los ojos. —Pensé que lo habías superado.
—Pensé que no tenías recuerdos. — o fingía no tenerlos a conveniencia.
—Nee-san, ¿lo conoces? —
—Sí. — suspiró Kana, decepcionada de ella misma. —Éste es Cain. El hermano mayor de todos los chicos que conociste hoy. Fue mi Key por un tiempo…
—¡Eso es sorprendente! — exclamó la más joven, sorprendida de que su hermana tuviera un Key. Entonces supo que su nee-san tenía buen gusto al haber tenido un Key de alta alcurnia (?)
—Es extraño que nosotros estemos aquí limpiando. Pero más extraño es que tú lo estés haciendo. ¿Qué tramas? — Allen intuía que estaba allí por un motivo en especial.
—Necesito desinfectar esta área. Salgan y busquen otro lugar donde limpiar.
—¡Hey! — se quejó Allen. —Eso no es justo. Tenemos todo limpio y organizado aquí. Quieres aprovecharte de nuestro trabajo.
Ciel, Nene y la misma Kana observaron con curiosidad el trato que Allen tenía hacia Cain. No era el típico de respeto o miedo que todo el mundo tenía hacia él. Ni siquiera Ciel se permitía ser confrontacional con su hermano mayor.
Cain no les repitió por segunda vez su indicación y los expulsó de la biblioteca. Inmediatamente comenzó a buscar entre todos los libros y apuntes los escritos que él necesitaba. Debía tomarlos cuanto antes sin levantar sospecha y sin que su tío Vincent se enterara de ellos. Finalmente, después de más de treinta minutos buscando, encontró un papiro enigmático escrito por Vincent donde estaba la clave que él buscaba para contrarrestar los experimentos de Johan Liebheart en base a la química menos conocida.
Se sobresaltó al sentir que alguien más entraba, debía evitar ser descubierto en el hurto (no podía creer que había llegado a robarle a un familiar) tomó los escritos de su tío y los guardó debajo de su traje impermeable, para luego fingir normalidad.

—Ah, aquí estabas. — dijo Vincent, notando a su sobrino, o lo que se suponía que era Cain, debajo de ese traje que ocultaba toda su identidad. —Discúlpame por ponerte en este ambiente, ¿te sientes bien?
—Sí. Todo bien. — hizo como que leía el título de un periódico.
—Tienes todo reluciente en la biblioteca. Increíble, no esperaba verla así. — expresó sumamente maravillado de todo ese orden. —Si bien te estoy eternamente agradecido por hacer que todos colaboren en la limpieza, todavía me parece un poco súbito que hayas aceptado mi invitación. — Vincent se acercó a él y se posicionó a su lado. —¿Realmente todo está bien? ¿Hay algo en que te pueda ayudar?
—No entiendo por qué son tan desconfiados. Simplemente estoy aquí por Arthur. No hay otro propósito. — siguió “leyendo”
—Cain. Si… de verdad te está pasando algo, ¿confiarías en mi para ayudarte? — todavía quedaba en el mayor el antaño recuerdo de aquel niño pequeño y cercano a su tío. En algún punto de la historia, Cain se fue perdiendo y cambiando, pero Vincent pensaba que todavía podía tener su confianza.
—Sí…—
—Por favor, sé honesto. Respóndeme mirándome al rostro. — el tono empleado fue un poco más serio. —¿Me contarás si tienes problemas?
—…— Cain se quitó el protector facial y todos esos implementos. Miró al rostro a su tío y por unos momentos no pudo creer que podía llegar a mentir tanto. Comenzaba a temer en lo que se estaba transformando. —Está todo bien, tío. Si me pasa algo, te lo contaré. Entiendo que puedo confiar en ti.
—Gracias. Eso me da tranquilidad. Estaré siempre para ayudarte. — suspiró, más aliviado.

—¿Qué se supone que es esto? — Kana estaba en una gran alcoba, la cual sólo tenía los muebles básicos, cosas embaladas y se notaba que no había sido usada en años. La luz del sol entraba por la ventana sin cortinas y podía ver las partículas de polvo circular por el sector.
—Parece que este cuarto no ha tenido uso en muchos años. — dijo Allen. Sólo estaban ellos dos ya que Nene y Ciel optaron por ir a limpiar la habitación de junto para adelantar trabajo.
Tanto Kana como Allen comenzaron a limpiar el polvo del lugar. Por suerte no había muchas cosas ni desorden en ese sitio así que no era tanto el esfuerzo que debían hacer. Kana se arrodilló en el piso al encontrar unas cuantas cajas con cosas. Tomó un libro que estaba fuera de una y lo metió dentro de una de las cajas, pero le fue imposible no mirar su interior y, sobre todo, al alarmarse por encontrar algo que se le hizo conocido.
—…— La platinada tomó entre sus manos una antigua fotografía que jamás esperó ver. En esa imagen salía ella junto a Cain, cuando ambos tenían unos catorce años de edad en el intercambio anterior del inglés en Japón. Los dos parecían muy cercanos y sonrientes en la imagen. La nostalgia la invadió súbitamente y sintió como cierta angustia se apoderaba de ella. ¿Cómo llegaron las cosas a terminar tan mal?
—¿Qué es eso?
—Estoy yo y él. — Kana dudó en mostrarle la fotografía a Allen sabiendo que esto le daría material al otro para insistir en que volvieran a ser amigos.
—Es… Increíble. Un sujeto como él no se apega a los recuerdos ni a las personas… Pero ha guardado esta imagen. Creo que sí fuiste importante para él.
—No lo creo. Seguro olvidó esto aquí después de irse. No quiere nada que me recuerde. No sé si te conté que arrojó al mar el anillo de amistad que teníamos.
—¿Mh? — Allen tomó unas cartas de la misma caja. Eran las cartas que Kana le mandaba.
—¿Por qué guardaría estas cosas?
—¿Qué cosas? — Preguntó Cain al entrar. Parecía algo suspicaz con que revisaran sus cosas y más aún al notar que Kana y Allen descubrieron algo que jamás deseó que encontraran. Tomó la imagen y las cartas y las guardó en la caja.
—Oye. ¿Puede ser que tengas sentimientos? — le preguntó Kana, aún confundida por el hecho de que Cain guardara esos recuerdos.
—Olvidé estas cosas aquí. Ya no sirven. — tomó la caja y se la llevó, saliendo del cuarto.
—Seguro que las va a guardar debajo de su cama. — Allen giró los ojos.
—Espero que no insistas en que vuelva a ser mi Key.
—Hehe. —
Kana le dedicó una última mirada molesta antes de ir hacia el ventanal y abrirlo para que entrara aire al cuarto. En ese momento se dio cuenta del hermoso jardín posterior que la propiedad tenía, pero su interés se disparó aún más al ver que Henry se encontraba en el jardín cortando las flores secas.
—Allen, voy a limpiar las malezas. Nos vemos luego.
—Okay. — el otro siguió buscando en las cajas algo que le pudiera servir de chantaje al Lancaster. Por ese detalle es que no se dio cuenta de la desfachatez de Kana.
La HiME salió y recorrió el pasillo pasando por una sala donde había una chimenea. Encontró una imagen desagradable ante sus ojos puesto que vio a Cain lanzando las cartas y la fotografía al fuego de la chimenea. Se retactaba en pensar que ese animal tuviera sentimientos, claramente era todo lo negativo que podía existir en una persona. No entendía como había cambiado tanto en tan poco tiempo.
Cain la observó al notar su presencia, pero en vez de recibir una respuesta ofensiva de parte de la HiME ésta fingió que nada pasaba y salió de la sala, aunque su mirada denotaba malestar por lo visto. Vincent notó que su alumna salió molesta de ese lugar y fue a ver lo que pasaba.
—Creo que no me han contado toda la verdad. Veo que ustedes se conocen de antes.
—No escatimé en detalles, supongo. — Cain alzó los hombros. Acarició la última carta de Kana entre sus manos, dudando si lanzarla o no puesto que era una de las más preciadas en tiempos pasados. La observó fijamente por tiempo prolongado teniendo la intensión de guardarla pero finalmente optó por lanzarla al fuego junto a las demás. Era lo mejor para todos. —Fuimos algo así como amigos en mi primera pasantía. Las cosas no resultaron bien.
—¿Por qué?
—Ella es mentirosa.
—Cain…—
—Y… ¿No has sentido nunca la necesidad de alejarte de las personas porque sientes que si están cerca de ti saldrán perjudicadas?
—Pues…— Vincent se acercó a él y se sentó a su lado, frente al fuego. —Es algo normal en nuestra familia. Alejarnos de la gente que nos importan porque resultan como daño colateral. Es una especie de condena, ya que nos debemos dedicar a ser los mejores todo el tiempo sin enfrascarnos en sentimientos. Los Lancaster somos… muy dañinos, ciertamente. Incluso entre nosotros. Por eso me alejé de Inglaterra. Sabía que, si seguía en el mismo país que mi padre, acabaría matándolo, haha.
—…—
—Y nuestros conflictos entre padre e hijo arruinaron la relación entre nosotros y entre yo y mis hermanos. También afectaban la relación que tengo con ustedes. Por eso era mejor estar lejos.
—Mh. — Su padre siempre le inculcó que todos a su alrededor resultaban dañados a su lado, por eso no debía tener lazos afectivos con el entorno. De a poco alejó a Kana (aunque estaba seguro que gran culpa era de ella), a Walker. Su destino era: o estar completamente sólo, o juntarse con escorias de la misma calaña que él. Porque, por supuesto, sabía que todos los demás tenían la peor imagen de su persona, entonces seguro esperaban lo peor de él. —Tengo que asearme y salir un momento. Volveré para la cena… Traeré vino.
—No puedo permitir que mis sobrinos beban…
—Es para ti. — Cain entrecerró los ojos, sabiendo los gustos de su tío.
Como ya estaba todo limpio en la mansión, Barbatos y Richard se encargaban de preparar la cena y Vincent iba viendo los últimos detalles, Cain pensó que era momento de excusarse una hora. Tecleó un mensaje en su teléfono y fue a asearse.

—Es sorprendente la delicadeza y aprecio que tienes por las plantas. — dijo Kana maravillada, a un lado de Henry, sin dejar de admirarlo. —¿Me puedes enseñar?
—No soy el más calificado para esto, pero tengo un gran respeto por las flores. Me gustan mucho. Tío Vincent tiene estas rosas desde siempre y las aprecio por todo su simbolismo. — le explicó a Kana, divertido por toda la atención que la joven le prestaba. Parecía ser una buena chica sin dobles intenciones como el resto. —No sé si te lo han contado, pero el emblema de mi familia es la rosa roja.
—Oh, no lo sabía. Disculpa mi ignorancia.
—Descuida, no es algo relevante. — cortó un rosa y la tomó entre sus manos. —Decían que era ideal como símbolo para nuestra familia tanto por el fuerte color carmesí como también por sus espinales.  Ten. — le regaló la rosa. —Veo que te gustan mucho las flores. Puedes quedarte con ella.
—¿P-Para mí? — Kana sentía que moría allí mismo. Tomó la rosa y la apretó en su pecho, oliendo su dulzura de fragancia. —Es hermosa. Muchas gracias, Henry.
—No suelo cortar tan hermoso ejemplar, pero eres merecedora de su belleza.
—¿Tú crees? — la HiME no podía caer en su emoción. Era primera vez que le decían algo tan lindo. —Si pudiera darte algo…
—“Si pudiera darte algo…”— Henry repitió su frase, como evocando un recuerdo muy antiguo. Se mantuvo taciturno por unos instantes. —Kana …—
—¿Eh? —
—¿No tienes el presentimiento de…?— Henry tomó el rostro de la joven con ambas manos y se aproximó a ella, apoyando su frente sobre la frente de Kana. Fijó su mirada intensa con sus ojos calipsos sobre los ojos magenta. Esto provocó que Kana se sonrojara completamente, sintiendo que se iba a desmayar en ese momento. —¿qué ya nos dijimos esto?
—Y-yo…— balbuceó, confundida. La cercanía del rubio la hacía sentir en otra época, como viviendo un sueño o un dejà vu. —Siento como si estuviera viviendo un recuerdo del pasado. 
—Heh, debe ser como un dejà vu. — le dedicó una sonrisa antes de apartarse. Seguidamente retiró una hoja del cabello de la chica y siguió cortando las hojas secas de la floresta de rosas. —¿Existirán realmente o sólo es un juego mental?
—¡Creo que existen! — asintió, apretando la rosa. —Son señales. Y conexiones cósmicas.
—¿Señales? — la observó.
—Sí… ¿Cómo explicarlo? — trató de ordenarse mentalmente. No era fácil después del momento recién vivido. Lo peor es que ella seguía nerviosa y Henry estaba muy normal. Pero ambos dejaron esa reflexión de lado cuando vieron a lo lejos a Allen y Cain saliendo de la mansión.
—…— Notoriamente, Henry recibió una mirada hostil de parte de su hermano mayor al verlo con Kana. Antes ya le había “bromeado” con que se quedaba con todo lo suyo, incluido sus amistades. Seguramente eso pasaba por la mente de Cain en esos momentos, pero felizmente parecía que se iba.

—A ver, dime a dónde vas tan bien arreglado.
—A comprar vino.
—¿En serio? No creo que Vincent apruebe eso…— no estaba muy convencido de ello, la verdad. —PERO, debe existir otro motivo detrás de esa elegancia. Eh, ¿vas a salir con alguien? — le picó el brazo, quería sacarle información. —Sabes que quiero que retomes la amistad con Kana, pero no me molesta si te haces de más amigos. De hecho, es lo más sano que te puede pasar. Me pondría incluso feliz de saber que estas consiguiendo nuevas amistades…— ya que no tenía amigos.
—¿Si? —
—Sí. — asintió, hablando con honestidad. —Sé que… Fuiste al cumpleaños de Leila Malcal en Inglaterra y que le regalaste un fascinante collar de tanzanita. Fue un acontecimiento que no pasó desapercibido por el resto y se volvió un rumor emergente. Cain, si estás saliendo con Leila no es malo… Es más, creo que es una buena chica y te hace bien conocer gente. Si sales con alguien deberías contarme.
—Qué bueno que pienses así. — inesperadamente para Allen, Cain le sonrió amablemente. —Gracias.
—Somos amigos. Quiero lo mejor para ti. — pero fue demasiado ingenuo creer en esa sonrisa. En ese instante notó que un automóvil último modelo entró bordeando el jardín trasero, Allen se confundió porque sabía que Leila no manejaba y no esperaba a que Cain tuviera amigos realmente (como para pensar en alguien más), tampoco le parecía coherente que alguien que no fuera un Lancaster entrara con tanta propiedad a la residencia. La persona dueña de ese lujoso vehículo bajó la ventana y saludó con un gesto de mano.
—Ya me voy. Cuídate. — se despidió de Allen, más que satisfecho por la reacción del peliblanco.
—¡¿ES EN SERIO?! ¿¡LUCIFER MORNINGSTAR!? — le agarró del brazo, encarándolo colérico. —De todas las personas decentes o que se acercan a la decencia, ¿tienes que juntarte con ése sádico?
—¿Qué? ¿A poco no me merezco juntarme con escorias como él? De todos modos, todos hablan mal de mí a pesar de que haga mi mejor esfuerzo. Supongo que debo reunirme con adefesios de mi nivel…
—¿Se te olvida que, por culpa del rey “de lo infernal”, la gente comenzó a hablar mal de ti? ¡Ah! ¡Te prohíbo que vayas con él!
—¿Acaso vas a acusarme con Vincent? Ya soy bastante viejo…
—Lucifer es lo peor de lo peor. En serio, ¿cuál es tu manía de hacerte odiar? eres experto en arruinar todo.
—Supéralo, Walker, eso fue hace años.  Y… Lucifer no es tan malo. No encuentro el asunto de tus quejas, yo no me quejo porque te juntas con ése delincuente que tienes por amigo.— se liberó de su agarre.
—¿QUÉ NO TE QUEJAS? — se pasaba la vida y 24/7 quejándose por su amistad con Lavi culpándolo de todas las desgracias propias y del mundo entero. Poco más faltaba que culpara a Lavi del hundimiento del Titanic, de la casi tercera guerra mundial, del coronavirus, y hasta de la caída de los reyes Lancaster y de todas las desgracias existentes.
—Nos vemos.
—¡Idiota! ¡Ven aquí! — le ordenó, pero fue en vano puesto que el otro se fue de todos modos.
—¿Pasa algo? — Kana se acercó a Allen, verlo tan colérico y demandante captó su atención. Pensaba que era la típica pelea de gente rica, pero parecía que Allen volvía a ser el juez de los perjuicios sobre una persona.
—No puedo creerlo. — masculló el joven.
—¿Eh? — Kana observó hacia esa dirección. Vio que Cain se sentó en el sitio del copiloto y parecía exigirle al otro que partieran luego. La HiME hizo contacto visual con el dueño del automóvil, un joven que se notaba que era muy alto, de cabello negro y ojos escarlatas. Éste la notó y le dedicó una sonrisa sugerente a Kana. Ella se crispó, desviando la mirada, avergonzada por la atención de ése extraño.
—¡NO! — Allen se puso delante de ella para taparla. —Seguro esa serpiente te va a hipnotizar como a Eva.
—¿Por qué lo odias? — le preguntó después de que el automóvil partió y se fue.
—¿Te acuerdas cuando me preguntaste por qué de un día para otro Cain cambió tanto? Pues allí está la respuesta: Lucifer Morninsgtar.
—Ya, Allen, no creo que sea como Lucifer.
—No. En serio se llama así.
—¿Me estás…? Ah, no puede… No puede ser. — Kana no era de reírse tan libremente, pero no pudo evitar hacerlo cuando escuchó que en realidad ese era su nombre. —¿Por qué se llama así?
—No sé. Su padre estaba loco como él.
—Pero no creo que sea mal tipo y haya hecho que Cain cambie. O sea, lo viene a buscar y todo. Es amable con él. Yo… Lo atropellaría en su lugar.
—¡Kana!
—¡Es que ni sabes lo que hizo ahora! Pero, en fin, cuéntame por qué tienes ese concepto de… Lucifer…— tuvo que cubrirse la boca para ocultar su risita.
—Te lo resumo. Antes de que Cain viniera a Japón, era el Rey del Eton College y al volver a Inglaterra se encontró que Lucifer se había tomado su reinado (?) entonces naturalmente se volvieron enemigos. Cain siempre fue pesado, pero en ese entonces al menos simulaba ser una persona buena y se controlaba. Al lado de Morningstar, por supuesto que Cain es inocencia retratada… Al final, en cierto punto, Morningstar logró que se aproximaran entre ellos y provocó que Cain se volviera así de idiota.
—Creo que estás exagerando.
—Considera que Cain era un tipo que le gustaban las fiestas de té (?) y escuchar a The Beatles mientras se preparaba para las olimpiadas de química. ¿Te das cuenta? Té y OLIMPIADAS de química. No existe nada más aburrido y nerd que dedicar tu vida a los números. Con Morningstar se descarrió y ya ves que alcohólico es ahora, que hasta se escapa por vino. Y todo el mundo sabe que los Morningstar están interesados en una alianza con los Lancaster ambicionando sus riquezas, no su bienestar.
—Sigo pensando que exageras.
—Tienes que creerme. Lucifer es malo.
—No creo que sea tan malo si tolera al desgraciado ése.
—…— Allen entrecerró los ojos pensando si su amiga en realidad estaba demente. —Sólo aléjate de él, ¿vale?
—Dudo que alguien como él se me acerque. Así que despreocúpate.
—Mh…— no estaba tan seguro, puesto que Lucifer le había echado el ojo y ése siempre tramaba cosas a su favor.





« Last Edit: March 23, 2021, 07:08:35 PM by Kana »


Eureka

AL FIN asjdklf

Le he dado mil vueltas a este fic y ya me harta leerlo y volverlo a leer. Al final terminó teniendo seis partes porque no tengo autocontrol, visiblemente /sigh


53.5





Eureka le dio el alcance a Oikawa y sus amigos ni bien pudo: el izakaya quedaba cerca de Hanasaki, motivo por el que llegó tan solo unos quince minutos después de lo acordado.

A la HiME no se le hizo difícil encontrarlos entre la multitud de gente dentro del izakaya debido a su visible notoriedad, puesto que se trataba de una de las mesas más ruidosas del establecimiento. Muchos de los amigos de Oikawa estaban reunidos allí: Iwaizumi, Arakita, Souji, Bokuto, Anemone y Marie. Al parecer y por lo que había dicho su amigo en la conversación de Whatsapp, aún faltaban un par más —Akaashi y Sho—, pero nadie estaba seguro de que pudiesen asistir. Sho tenía turno nocturno en su trabajo y Akaashi andaba ocupado con las coordinaciones de un trabajo en grupo que ya le habían dejado. Era el primer día de clases, pero sí, ya lo habían dejado. Eureka no cabía en su indignación. Sin embargo, agradecía no haber corrido la misma suerte que el líbero.

“Hola,” saludó ella, ondeando la mano sin mucha energía mientras tomaba asiento al lado de Oikawa. Los chicos detuvieron su conversación para devolverle el saludo, igual de muertos que ella. Había sido un día muy largo para todos, pero al menos ya estaba pronto a acabarse y la ocasión de celebración les quitaba un tanto del cansancio de encima.

Para su suerte, recién andaban revisando las cartas, lo que significaba que aún no habían realizado el pedido y, por ello, podía tomarse su tiempo chequeando qué entremés se le antojaba para compartir ese día.

“Ah, me alegra que hayas podido venir, Eureka-chan,” le dijo Oikawa, mientras el resto retomaba la conversación. Eureka pudo discernir algo sobre una serie de Netflix y cómo muchos argumentaban que era excelente, mientras que otros afirmaban que ni habían podido terminar el primer capítulo.
“Si no lo hacía, sentía que no habría cerrado bien mi día.” Eureka sonrió. “Y quería verte.”
“¿E-eh?” Oikawa ladeó la cabeza, confundido. “Si me viste al mediodía,” comentó, ni bien recobró la dignidad (?).
“No sé,” mencionó Eureka, observando la carta del izakaya. “Pero me quedé con ese pensamiento luego de todo lo loco que me pasó hoy. Usualmente me acompañas en mis aventuras y tonteras. Supongo que te he extrañado.”
“Haha, no me sorprende~”
“No te eches flores así no más.” Eureka lo juzgó por la mirada.
“No puedo evitarlo~ Me hace feliz que digas eso.”
“…”

La gente sin duda andaba muy sincera aquel día, y el pensamiento fue capaz de subirle los colores a la cara. Eureka sólo pudo atinar a esconder su vergüenza con la carta.

“Pero bueno. ¿No vas a preguntarme qué pasó—?”

La HiME se vio interrumpida por la mesera, que colocó una cerveza en frente de ella. La joven le hizo una leve reverencia con la cabeza, la cual fue imitada por Eureka.

“Ah, muchas gracias,” le dijo, y la mesera asintió antes de retirarse.
“Te la pedí, espero que este bien,” le dijo Oikawa.
“Sí, gracias.” Eureka le dio un sorbo a su bebida y esbozó una sonrisa calmada. “Ah, justo lo que necesitaba… Pero no me contestaste,” dijo, volteando a observar a su amigo minuciosamente.
“Pues sí, te iba a preguntar… pero yo tengo noticias antes de eso.”
“¿Buenas? ¿Malas?”
“…Terribles.” Oikawa se veía al borde de una crisis.
“Oiiii, ¿Pueden dejar de ser tortolos y prestarnos atención?” les reclamó Anemone, enojada. “Llevo llamándolos un buen rato.”
“…Tortolos—” Eureka arqueó una ceja.
“Lo siento, Anemone-chan. ¿Qué pasó?” Oikawa observó a su amiga.
“Estábamos pensando en pedir edamame por mientras,” comentó Anemone. “De ahí podríamos dividirnos en parejas y pedir cada uno un aperitivo.”
“¿Por qué en parejas?” preguntó Arakita.
“Porque sino pedimos un montón y nadie come,” dijo Marie. “Así mejor cada plato tiene responsables de que se acabe y entre dos se paga.”
“Pues yo tengo mucha hambre~ Así que me ofrezco a ayudarlos por si no avanzan,” ofreció Bokuto, muy alegre.
“La idea es no desperdiciar dinero,” dijo Anemone.
“Curioso. ¿Y por qué te preocupa tanto eso ahora?” Arakita se veía un tanto receloso.
“Estoy… ahorrando,” confesó Anemone.
“¿Para?” Marie arqueó una ceja, curiosa.
“¿Qué les pasa que están tan preguntones hoy, ah?” Anemone frunció el ceño, enojada.
“Es la curiosidad, Anemone,” dijo Souji, sonriendo levemente. “No eres el epítome del gasto compulsivo, pero nunca te privas de comprarte cosas si deseas. ¿Qué te tiene tan preocupada por dinero?”
“Aw, Souji-chan ya está pensando como mamá,” dijo Arakita.
“Bueno, ya nos adoptó a estas alturas,” comentó Bokuto. “A mí antes que a ustedes, pero sí~”
“¿Eso haría de Sho nuestro papá?” preguntó Marie, un tanto preocupada.
“Lo dudo. Sho-chan es como otro niño más.” Oikawa rio.
“El burro hablando de orejas.” Iwaizumi rodó los ojos.
“Bueno, pero es que Anemone no nos ha dicho por qué ahorra, no se distraigan,” dijo Marie. “Me sorprende que no me hayas contado.”
“Cuando hablo sobre las cosas que quiero usualmente lo arruino todo y nunca las consigo.” Anemone suspiró. “Pero joden tanto que les diré: quiero… una moto.
“¿Una qué?” preguntó Eureka, al no haber escuchado por el diminuto volumen de voz de la pelirrosa.
“Una moto, ya.” Anemone los fulminó a todos con la mirada. “¿Contentos?”
“¿Quieres una moto?” preguntó Souji, confundido. “¿Por qué?”
“Porque sí, ya.”
“…” Marie se quedó observándola, incrédula. “Aquí hay gato encerrado.“
“Sí, hay algo más detrás de todo. No quieres una moto de la nada,” contempló Oikawa, mientras se acomodaba en su asiento, apoyando su brazo en el respaldar del de Eureka.
“¿Te pasó algo?” Souji se veía un tanto preocupado. “¿Cómo vienes a Rizembool siempre?”
“…” Anemone quería que la tierra la tragase. “No me van a dejar en paz, ¿no?”
“Te dejamos en paz si es algo grave y si no puedes hablar de ello,” dijo Souji. “No queremos presionarte.”
“…Es por Tendo,” confesó Anemone, tapándose la cara con las manos.
“¿Por quién?” Souji ladeó la cabeza, confundido.
“¿Qué?” Marie arrugó la cara, sin comprender.
“¿Tendo-chan?” Oikawa era uno más de los perdidos.
“Ay, no, ¿qué te hizo ese estúpido?” Eureka suspiró.
“…Ya hablé lo suficiente, no diré más.” Anemone esquivó la mirada de varios al enfocarla en el techo. “No pienso continuar perdiendo mi dignidad.”
“¡…AH!” Oikawa pareció tener una epifanía. “Osea, recuerdo por qué lo odias, pero no entiendo por qué quieres una moto por su culpa.”
“¿Por qué lo odia? ¿¡Y por qué yo no estoy enterada de esto!?” Marie no cabía en su indignación.
“Babosa, te lo conté el ciclo pasado.” Anemone se llevó una mano a la cara. “A ti y… bueno, Oikawa, que se enteró por sus medios.”
“Es que los encontré besánd—”
“¿¡QUÉ!?” irrumpió el grito sincronizado de varios, sorprendidos por las fuertes revelaciones.
“OIKAWA AHORA SÍ TE MATO—”
“Ah, sí. Recuerdo que Tendo-chan lo comentó a inicios del ciclo pasado. ¿Algo de que por eso no serías nuestra mánager nunca más?” dijo Arakita, pensativo.
“Ah… ya me acordé,” dijo Marie, y asintió un par de veces.
“…Pues no me parece nada malo, Anemone.” Souji le sonrió. “Todos cometemos errores.”
“Tendo es más que un error, though,” contempló Eureka.
“¡SÍ!” gritó Anemone, enojada. “¡Por eso mismo no quería sacar el tema a colación!”
“Sigo sin entender cómo se relaciona a la moto,” comentó Bokuto.
“Sí, mientras más rápido lo escupes, mejor,” dijo Arakita.
“Exacto. Más larga la haces, más nos demoramos todos en retomar esa excelente discusión que iba ganando sobre por qué Kingdom es terrible y ustedes son unos aburridos,” dijo Marie.
“La aburrida eres tú, Marie, que no pudiste terminar ni el primer capítulo—” empezó Bokuto, pero Anemone lo interrumpió.
“Okay. Les contaré todo porque ya perdí la dignidad hace un rato así que qué más da.” Anemone suspiró. En un acto muy veloz, dio un gran sorbo a su cerveza, dejó el vaso en la mesa y suspiró una vez más. “Tendo y yo tuvimos… algo a finales del año pasado y durante las vacaciones de invierno. Oikawa nos encontró una vez en el almacén y—”
“Imagen que, aclaro, quiero borrar de mi mente, gracias.” Oikawa sonrió.
“Sí, yo también.” Anemone rodó los ojos. “Bueno, este idiota era el único que sabía hasta que inició este año y se lo dije a Marie.”
“Ya.” Marie la observó con curiosidad.
“Tendo se ha mudado hace poco a Hatsudai, en Yoyogi… y está como a dos cuadras de mi departamento,” continuó Anemone.
“¿Y?” Arakita arqueó una ceja.
“Lo veo casi todos los días en la estación de Shibuya. Siempre toma rutas parecidas a las mías. ¡ESTOY HARTA!”
“Huh. Curioso. A nadie le ha dicho algo sobre su mudanza,” comentó Oikawa.
“Creo que está cuidando de sus abuelos o de un familiar,” dijo Bokuto. “Y esa casa le queda más cerca de su trabajo part-time. Algo así me dijo Kuroo.”
“Eso explicaría mucho… aunque no lo veo cuidando de otras personas,” dijo Eureka.
“Wow, qué mala eres, Eureka-chan,” dijo Oikawa.
“Es que… no sé. Tendo no es egoísta per se, pero sí es muy convenido. Sólo lo haría a cambio de algo… pero tal vez sí le tiene estima a esos familiares.”
“Bueno, hay mucho de él que no sabemos,” dijo Iwaizumi.
“Y a mí no me miren, que yo tampoco sé.” Anemone suspiró. “Sólo estoy harta de verlo hasta en la sopa.”
“¿Y por qué?”

Para suerte de la pelirrosa, la mesera se les acercó a tomar la orden. Muchos se tomaron unos breves instantes en decidir qué aperitivos pedir junto al edamame para ahorrar un poco de tiempo. Ni bien terminaron de ordenar, la mesera hizo una leve reverencia y se retiró.

“Okay, no nos dijiste por qué—”
“Kingdom,” Anemone interrumpió a Arakita con esa palabra. Inmediatamente, el grupo volvió a la discusión de antes y a intentar sacarse los ojos por sus diversas opiniones.
“¿Por qué crees que le molesta?” preguntó Eureka a Oikawa, aprovechando que el resto andaba muy distraído en probar que su perspectiva era la correcta y que Kingdom era o no era una gran serie.
“Supongo que porque le gusta,” dijo Oikawa, observando a la pelirrosa. “¿No sientes eso?”
“Mm, mm.” Eureka asintió. “Creí que estaba loca, pero gracias por validarme.”
“Oh, no. Lo de Anemone-chan es muy obvio, haha.” Oikawa sonrió. “Y según tengo entendido, es mutuo, pero supongo que todos mis amigos están destinados a hacer el ridículo.”
“No los culpo. El temor de que tus sentimientos no sean correspondidos es… bueno.” Eureka suspiró. “Es terrible. Sobretodo si hay una amistad de por medio.”
“Dímelo a mí.”
“¿Qué?” Eureka arqueó una ceja.
“¿…Qué?” Oikawa la imitó, sudando frío.
“¿…Por qué dijiste eso?” Eureka arqueó una ceja, curiosa.
“¿Porque me pasó varias veces?” respondió Oikawa, orgulloso de su habilidad para fingir calma (?).
“Ah, en Highschool. ¿Lo de la chica que terminó contándote que le gustaba Iwaizumi?”
“Sí… y otras más.”
“Me cuesta creerte. Acá todo el mundo se muere por ti.” Eureka se apoyó en la mesa, observándolo con recelo.
“Bueno, nadie ha dicho que no tenía fans también en ese entonces. Pero un par de chicas me interesaron y no fue correspondido. Por más perfecto que sea, a veces no soy lo que la gente busca.”
“No se si consolarte o pegarte por eso último que dijiste.” Eureka entrecerró los ojos, un tanto irritada. “Si tú mismo dices que eres perfecto, no entiendo por qué no te crees suficiente para alguien. ¿Es por Nejire? ¿Aún te afecta eso?”
“No es eso.” Oikawa suspiró. “¿Te parece si lo hablamos después?”
“¡EUREKA!” gritó Bokuto, interrumpiendo su conversación y sorprendiéndolos a ambos. “¡Dinos que opinas!”
“¿De Kingdom?” preguntó la HiME, confundida.
“¡Exacto!” dijo Anemone.
“Dime que piensas que es terrible, por favor,” le urgió Marie.
“Pues…”

Toda la mesa se quedó observándola, muertos de ansias por escuchar su opinión.

“…No la he visto.”
“Ay, Eureka-chan, ¡qué decepción!” gritó Arakita, irritado.
“¿Cómo así? ¿No te gustan las historias de época?” preguntó Souji, curioso.
“No estoy viendo muchas series últimamente,” confesó la HiME. “Veo el catálogo de Netflix y me aburro buscando algo nuevo. Aunque sí debo admitir que estoy muy enganchada con esos realities idiotas de gente cocinando cosas. Hay una serie de un chef. ¿Niki Shiina? Es tu amigo, Souji.”
“La verdadera pregunta es quién NO es su amigo,” comentó Arakita.
“Oh, Niki.” Souji sonrió. “Lo admiro muchísimo. De pequeño, veía el show de su papá. Me alegra mucho que haya seguido sus pasos… aunque me sorprende que haya decidido ser idol además de aquella profesión.”
“Sí, es una curiosa combinación, pero se ve feliz, pese a todo,” comentó Anemone.
“¿A ti te gusta Niki Shiina?” preguntó Arakita, curioso.
“Me entretiene verlo. Y admito que he intentado hacer sus recetas pero es… difícil.”
“Sí, es mejor sólo verlo. O… ver a otras personas haciendo el ridículo. Como en Nailed It!… la gente hornea cosas bien feas ahí.” dijo Marie, con una sonrisa burlesca.
“¡Oh! ¡Yo también veo ese reality!” dijo Bokuto. “Me alivia saber que hay gente lo suficientemente sonsa como para no poder hornear bien un pastel.”
“…Tú no sabes nada de repostería, Bokuto,” comentó Anemone, observándolo con recelo.
“¡Sí sé! ¡He hecho cupcakes con Souji!”
“Y tú y yo sabemos que Souji hizo todo, Bokuto,” dijo Iwaizumi.
“¡Eso no es cierto!”
“…Lamento decir que lo es.” Souji sonrió.
“Nunca nadie lo dudó.” Marie rio.
“Terrible la reputación que me hacen con sus comentarios.” Bokuto suspiró. “Ya no les invitaré cupcakes.”
“¿Íbamos a preparar cupcakes?” preguntó Souji.
“¡Heeey!” Bokuto se iluminó de un momento a otro. “¡Eso suena excelente! Deberíamos hornear cupcakes de nuevo pronto.”
“Mi horario está horrible, pero podría ser un fin de semana,” le ofreció Souji.
“Souji, ¿tú también tienes un horario feo?” le preguntó Marie. “Porque el mío está terrible.”
“¿No hicimos el mismo horario?” dijo Anemone, preocupada.
“Pues sí. ¿Pero recuerdas ese jefe de práctica que odiamos? Para evitar llevar con él, tuvimos que cambiar mil cosas y ahora tenemos clases hasta tarde y a veces al día siguiente clases súper temprano.”
“Oh, yo he tenido suerte este ciclo con mi horario,” comentó Arakita, muy orgulloso. “Mis clases son en la tarde, en su mayoría. Sólo un día tengo en la mañana.”
“Yo… estoy sufriendo por un tema distinto, la verdad…” Souji suspiró. “No es tanto el horario.”
“¿Debo suponer que está relacionado a Sho, entonces?” preguntó Marie, observándolo curiosa.
“…Sí.” Souji suspiró. “Supongo que soy un poco predecible.”
“¿Un poco?” Anemone soltó una risa burlesca.
“¿Qué pasa con tu horario, Souji?” preguntó Iwaizumi. “Creo que coincidimos en algunas clases.”
“Oh, no, eso me agrada muchísimo.” Souji le sonrió a su amigo. “El tema, como dice Anemone, es por Sho. No creo tener tiempo de verlo durante la semana, más que sábado y domingo. Tal vez… podríamos vernos los jueves si hacemos un esfuerzo inmenso… pero no quiero que se sienta presionado a eso.”
“Bueno, si quiere verte, no le costará hacerlo,” comentó Iwaizumi.
“No es tan sencillo. Su horario de trabajo está bien cargado… Oh.” Souji sonrió de un momento a otro.
“¿Sabes que sonreír así de la nada es bieeen perturbador?” dijo Anemone, un tanto asqueada.
“Nada más perturbador que tu hook-up con Tendo, though—”
“MARIE—”
“Lo siento,” interrumpió Souji. “Es que recordé la terrible idea de Kise de convocarnos al club de básket. Me quejé tanto en su momento, pero ahora que lo veo desde otra perspectiva… esa es la mejor idea que pudo haber tenido. Al menos veré a Sho un par de veces antes de los sábados. Mañana empieza. Wow, qué felicidad~”

“Oh. ¿Se olvidaron de los entrenamientos de básket entonces?” preguntó Eureka.
“…Sí.” Souji rio. “Ah, le mandaré un mensaje con mi descubrimiento~”
“Sin duda, los idiotas se atraen,” comentó Marie.
“Mm.” Iwaizumi le dio la razón, mirando de reojo a Oikawa y Eureka.

Su mejor amigo tuvo que desviar la mirada al encontrarse con la suya, puesto que la vergüenza le impedía encarar a Iwaizumi.

Aquellos gestos no pasaron desapercibidos para Eureka, quien ladeó la cabeza, confundida. Era de esperarse que Iwaizumi supiese el secreto de Oikawa, pero aquella reacción suya era curiosa, puesto que también la había incluido a ella.

El edamame llegó en esos instantes junto a la primera ronda de aperitivos, lo que distrajo a todos, HiME incluida.

Ya luego le consultaría a su amigo sobre eso.







Bordeaban casi las once y media de la noche, pero no sorprendía ver que las calles aún contaban con una considerable cantidad de gente: muchos trabajadores y, estudiantes como ellos, salían de izakayas o restaurantes luego de celebrar una jornada ardua de clases o laburo.   

Se despidieron entre risas y conversación amena, deseándose un excelente ciclo y buena suerte el resto de la semana. Luego, el grupo se dividió rápidamente: los primos se fueron juntos, Oikawa se ofreció a acompañar a Eureka a la mansión HiME y lo mismo sucedió con Iwaizumi y Arakita, quienes compartieron un Uber con Anemone y Marie. En la ruta, la pelirrosa iba primero, de ahí le seguía Arakita, que vivía relativamente cerca de ella, y luego dejaban a Marie en los exteriores de la ciudad. El último de las paradas era Iwaizumi, quien vivía más cerca de Rizembool que todos.

El wing-spiker contempló la posibilidad de que el trayecto de regreso fuera silencioso: todos andaban cansados, puesto que había sido un primer día de clases muy cargado. Iwaizumi hasta se arrepentía un poco de haber accedido a salir con el grupo, porque sentía que esto sólo había empeorado su estado de agotamiento y, definitivamente, no lo ayudaría en nada mañana, que tenía clases a primera hora del día. Sin embargo, Anemone andaba indignada consigo misma, aún dándole vueltas al asunto de Tendo. Por ello, seguía conversando con Marie sobre esto, mientras Iwaizumi, sentado al lado de las chicas, y Arakita, desde el asiento de co-piloto, escuchaban en silencio.

No supo cómo sucedió, pero lo cierto es que se durmió en algún momento del camino, y cuando despertó, estaba a solas con Marie. La joven, sentada a su lado, observaba la ciudad a través de la ventana del taxi. Se veía absorta en sus pensamientos, tanto que Iwaizumi consideró no molestarla. Olvidó, por supuesto, que Marie era muy perceptiva, y sólo cayó en cuenta de eso cuando su amiga se volteó a encararlo.

“¿Te desperté?” preguntó ella, un tanto preocupada. “Te veías cansado así que pensé que sería bueno dejarte dormir.”
“Gracias, pero eso le resta sentido a acompañarte,” afirmó Iwaizumi.
“Descuida, sé que andabas muy cansado por todo lo que ocurrió hoy. Además, andar de niñero de Oikawa debe quitarte muchos años de vida.”
“No me lo menciones, gracias.” Iwaizumi suspiró. “Cada segundo lejos de él me rejuvenece un par de años.”
“Hehe.” Marie rio suavemente. “Es cierto. Las arrugas de tu frente están lisas en estos momentos.”
“¿…Se me marca la frente?” preguntó Iwaizumi, sorprendido.
“Oh, lo siento, pensé que lo habías notado.”
“…Más motivos para matar a Shittykawa, entonces.”
“Juraba que no le darías mucha importancia a cosas así.” Marie sonrió, entretenida con aquel pensamiento.
“…Yo también, la verdad. Pero supongo que me quiero ver… decente, al menos. Y si el tarado ese me causa más problemas, siempre es motivo y excusa para destruirlo.”
“Oikawa —es— un problema andante.” Marie rio… y de ahí suspiró, sorpresivamente. “Me gustaría decir que mis mejores amigos son distintos al tuyo, pero creo que son muy parecidos, aunque a simple vista no quede tan claro.”
“Mm.” Iwaizumi asintió. “Siempre he sentido que me tienes más empatía que el resto por lidiar con Souji desde pequeña.”
“Me alegra que puedas ver a Souji como el idiota que es.” Marie sonrió. “…Porque es un tremendo baboso. Pero no me refería solo a él. Anemone es otra idiota.”
“¿Lo dices por lo de Tendo…?”
“Lo de Tendo es una de las tantas cosas que me demuestran su falta de neuronas. No que yo sea más inteligente o que use más las mías, por cierto. Pero Anemone tiene una terrible manera de lidiar con ciertas situaciones… y odia conversar sobre sus problemas. Por eso hasta me había olvidado de lo de Tendo, la verdad.”
“Y no te dijo nada de lo de la moto.”
“Sospeché, como ustedes. Porque era muy extraño lo… tacaña que se había vuelto de un día para otro. Empezó hace unas semanas, pero hoy con lo del izakaya ya era imposible de pasar por alto.”
“Bueno, no puedo negar que sí la veo comprándose una moto, por lo terca que es.”
“No tiene ni licencia,” comentó Marie. “Pero de seguro luchará por una, todo para evitar hablar con él.”
“No entiendo. Tendo no ha demostrado interés en acercársele de nuevo, ¿o sí?”
“No. Y es justo eso lo que le molesta. Es muy engreída, y le enoja que el tema le siga ardiendo mientras que para él, ya pasó.”
“Bueno, nunca lo he podido imaginar enamorándose de alguien. Tiene sentido que haya sido algo momentáneo y ya. Lo que si me sorprende es la actitud de ella.”
“A mi me sorprende que la crean más… madura de lo que es.” Marie suspiró. “Yo también soy bien… irracional, pero creo que eso queda claro a simple vista.”
“Pues… no todos pensamos así, la verdad,” admitió Iwaizumi.
“¿Qué?” Marie lo observó, sorprendida.
“Siempre te he visto como una de las más cuerdas del grupo. Y das buenos consejos, no entiendo por qué pensarías que eres inmadura o algo así.”
“Tengo… mis motivos. Pero gracias por tus palabras. Supongo que al lado de semejantes idiotas, cualquiera se puede ver decente.”
“…Es cierto.”
“Pero sí, Anemone es mucho más problemática de lo que creen. Yo sólo espero que se deje de niñerías y enfrente el tema de Tendo de la manera más acertada. No va a poder ignorarlo toda la vida.”
“Bueno, tiene tiempo para procesarlo y darle más vueltas. Las prioridades de Tendo están en otro lado, y dudo que se consiga novia pronto.”
“Siquiera sugerírselo la enojaría. Igual, ya hice lo que pude.”
“De eso hablaban antes, ¿no?”
“Sí. Y descuida, ella confía lo suficiente en ustedes como para que no digan nada al respecto.”
“Oh, bueno. Yo me dormí, así que ni sé en qué terminó su charla. Y… no necesito saber, tampoco. Aclaro.”
“…” Marie le sonrió en silencio. “Iwaizumi.”
“¿Mm?”
“…A veces puedes ser bien idiota.”
“…Gracias por validar mi idiotez, entonces,” le aseguró él, sonriéndole de vuelta. “Pero no entiendo por qué me la sacas en cara ahora.”
“Es difícil ignorar lo interesado que estás en el tema. Así que no hay problema con que me preguntes sobre ello. Confío en ti y sé que no dirás nada.”
“Me alegra que así sea, pero no puedo traicionar el pacto que tienes con ella.”
“Te dije que no le importa si escuchaban.” Marie suspiró. “Así que deja de hacerte el digno.”
“…Okay.” Iwaizumi suspiró. “Pero insistí.”
“Y está bien. ¿Qué quieres saber? ¿Lo que hará?”
“Sí. Me preocupa, supongo. Puede que sea lo suficientemente terca para conseguir lo que quiere, pero no sé qué tan buena idea es todo esto.”
“Es una idea terrible. Aunque al menos no es el opuesto y no esta gastando en taxis como loca. Eso sería peor.”
“¿Qué le sugeriste?”
“Lo mismo que tú piensas. Que hable las cosas con Tendo. Necesitan resolver eso, por más de que él ya haya volteado la página. No sé… si es así, realmente. Porque Tendo es un enigma.”
“Eso es cierto. Yo tampoco sabría decirte, aunque sí anda metido en otros asuntos.”
“Sé que se ha ensañado feo con Oikawa y Eureka desde el ciclo pasado.”
“Los ha agarrado de punto. Y encima se ha acercado mucho a Eureka, así que peor.”
“Pero… No está interesado en ella, ¿no?”
“Lo dudo.” Iwaizumi contempló la posibilidad y la descartó, inmediatamente. “Son amigos. La manera en que la trata es muy distinta a como trataba a Anemone cuando ella era nuestra mánager.”
“Me lo imaginaba. Además, se ve que Tendo odia las situaciones complejas y es demasiado perceptivo. Se habría distanciado del tema ni bien notaba que Oikawa está interesado en Eureka.”
“Ese imbécil.” Iwaizumi se llevó una mano a la cara, frustrado. “Sólo espero que sus idioteces no nos hagan perder el campeonato.”
“Descuida, sé que Oikawa sólo tiene dos verdaderos amores: el pan de leche y el vóley.”
“…Así espero. Sino, rodarán cabezas.” Iwaizumi golpeó su palma con su puño, pensando en aquel posible futuro.

Optó por ignorarlo y retomar la situación de Anemone, que hasta le sonaba más sencilla que la de su mejor amigo.

“Pero sí, es cierto. Tendo no se metería en asuntos complejos. Y con todo el circo que Eureka y Oikawa tuvieron de su relación falsa, con mayor razón.”
“Mm.” Marie asintió. “Anemone sentía que tal vez sí estaba interesado en ella, pero me queda claro ahora que no es así. Le tendré que asegurar de nuevo todo esto.”
“¿Lo usó de excusa para negarse a hablarle?”
“Un poco, sí. Pero no iba tan en serio. Eureka le cae bien y nunca ha demostrado ninguna animosidad en contra de ella, así que tenía sentido que… sólo fuese una excusa, como dices.”
“Claro. Me imaginaba.”
“Ugh, todo esto me frustra demasiado. Me molesta motivarla a que lo discuta con él cuando no sé si es mutuo.”
“Al menos la ayudaría a sacarse la espina, creo yo.”
“Sí… pero a qué precio.” Marie se mostró pensativa. “Aunque no pertenecen al mismo grupo de amigos. Eso es bueno.”
“¿Por qué lo dices?”
“¡Pornadataradoquéteimporta!” Marie rehuyó su mirada, avergonzada. “Digo. Por… nada. Supongo que esa situación debe ser más incómoda.”
“Ah, de seguro.” Iwaizumi asintió. “Aún así, creo que mi sugerencia sería la misma, y la motivaría a hablar con la persona. Sé que mucha gente piensa en las consecuencias y que eso puede separar grupos o excluir gente, pero hay temas que no podemos ignorar simplemente por el bien común.”
“Wow, sonaste muy…”
“¿Sabelotodo, tal vez?” Iwaizumi le sonrió, un poco avergonzado.
“No, tienes razón. Sólo… me sorprendió, supongo.”
“¿Por qué?”
“…Sé de alguien que sí tiene ese problema. Lo que has dicho suena como un buen consejo.”
“Me alegra. Espero que le vaya bien, entonces.” Iwaizumi asintió. “…No eres tú, ¿no?”
“¿¡PORQUÉSERÍAYOQUETEPASA!?” Marie saltó, indignada. Aún a pesar de la poca iluminación del carro, Iwaizumi pudo notar que su rostro andaba sonrojado. A veces podía delatarse por sí sola.

Era curioso lo que le contaba, porque no podía imaginarla enamorada de alguno de los miembros de su grupo.

¿Akaashi, tal vez? Era un buen chico: calmado y a veces de pocas palabras, Akaashi era un excelente jugador y contaba con una actitud sarcástica que le divertía muchísimo a Iwaizumi, sobretodo si se lucía junto a los disparates de Bokuto. Servía tenerlo en el equipo, tomando en cuenta que era el único capaz de poner al primo de Souji en su lugar y, además, era un líbero envidiable. Ambos —Bokuto y Akaashi— habían sido excelentes adiciones a la dinámica general, y agradecía su decisión de unirse al equipo el ciclo pasado.

Por su lado, Bokuto estaba completamente descartado, porque era imposible imaginarlo junto a Marie. El chico era su completo opuesto en personalidad y gustos: no les veía nada en común y no tenía que darle muchas vueltas al asunto para afirmar que Marie andaba en mejor sintonía con Akaashi que con él.

Más allá de esas dos alternativas, no veía otra posibilidad. De lo que había escuchado, Marie había motivado a Sho a confesarse con Souji y sabía de lo contenta que estaba con esa relación, entonces no podía ser él.

Y Oikawa… no. No había forma.

Nadie lo tomaba en serio, ni él mismo.

“Sólo espero que no sea Shittykawa,” comentó, neutral.

Iwaizumi había intentado reírse, hasta que recordó un par de ocasiones en Highschool donde se había encontrado en situaciones similares, con un amor no correspondido que andaba interesado en su mejor amigo. Y no podía culpar a las chicas, porque por más de que molestaba a Oikawa constantemente y lo juzgaba por sus terribles decisiones, lo cierto era que su amigo era una buena pareja, muy atento y dedicado con ellas. Un excelente enamorado, hasta donde sabía: ninguna de sus parejas se quejaron de él, más que por el vóley… tema que de seguro sería un problema, también, en su caso.

Porque Iwaizumi no podía quitarse al balón de la cabeza por nada del mundo.

“…” El silencio de Marie lo llevó a pensar que la había ofendido con aquel comentario, pero al girarse a encararla, la encontró aguantándose la risa. “En la vida. Un tacho de basura es más atractivo que él.”
“No te lo niego.” Iwaizumi sonrió, aliviado. “Pero bueno, suerte. Si necesitas desahogarte o algo…”
“Puedo contar contigo, lo sé,” comentó Marie, observando la oscuridad del panorama a través de la ventana.

Ya habían llegado a la zona exclusiva de casonas grandes en las afueras de la ciudad, el vecindario de la familia de Marie.

“Gracias,” continuó Marie, sin encararlo.
“No hay problema.”

Marie no volvió a dirigirle la palabra durante los pocos minutos de trayecto que restaban. Cuando llegaron a su casa, se despidió rápidamente y salió apurada del taxi, corriendo al portón de su casa. Desde el uber, Iwaizumi le ondeó la mano, y Marie le devolvió el gesto, con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

Iwaizumi quiso darle vueltas a la conversación en busca de algún comentario que hubiese influido en la actitud de su amiga, pero en el trayecto de vuelta a casa, el sueño lo venció y frustró su intención de encontrar respuestas a la repentina tristeza de Marie.







Oikawa y Eureka caminaron rumbo a la mansión HiME luego de que todos se dividieran al finalizar la reunión en el izakaya. El key se había ofrecido a acompañarla, argumentando que tenía temas que discutir con ella. Curiosa, Eureka no pudo negarse a aquella sugerencia: ya había sentido que Oikawa andaba guardándose algo, así que era de suponer que se lo comentaría aprovechando el trayecto a Hanasaki.

Luego de contarle sobre su clase de audiovisuales junto al Potato Group y del misterio detrás del nuevo jefe de práctica, Eureka optó por preguntarle directamente sobre el tema que había quedado pendiente.

“¿Y? ¿Qué pasó?” Eureka lo observó de reojo, mientras caminaban lado a lado. Oikawa se tensó brevemente y, luego, soltó un largo suspiro.
“…Kokichi-chan nos visitó en el entrenamiento, justo luego de que tú y el resto se fueran a sus clases.”
“…Huh.” Eureka entrecerró los ojos, sospechando de las acciones de su rebel. “De seguro fue a propósito.”
“Eso pensé… ¿pero no pasó nada, realmente? Lo reté a un partido pequeño y junto con Iwa-chan y Tomo-chan, lo destruimos del cansancio.”
“Eso… tiene sentido. Kokichi es un enclenque. Aunque, sorprendentemente, tiene mucha resistencia como rebel…”
“Supongo que una cosa es tener claro tu objetivo en la batalla. Otra, bien distinta, es saber recibir la pelota y bueno, matar con su altura… debe ser complicado.”
“Eso es mentira. El chibi de Hanasaki no llegaba a metro setenta pero saltaba altísimo.”
“¡Es cierto!”
“Aunque… Kokichi creo que llega con la justas al metro sesenta y cinco.” Eureka intentó burlarse, pero se cortó en seco. “Haha, quise reírme… y de ahí recordé que mido menos que él…”
“Tranquila, Eureka-chan.” Oikawa le sonrió. “Eres linda así.”
“¿…Y a ti qué mosca te picó?” Eureka lo observó, curiosa.
“…H-hehe.”
“No me llenas de cumplidos de la nada.”
“Pero voy en serio, no te puedo imaginar de otra forma. Así como eres, eres bonita.”
“…Oikawa.”
“¡OKAAAY!” Oikawa suspiró. “Puedequetengamosunamánageroficialh-haha”
“¿Qué?” Eureka se detuvo para inspeccionar el rostro de su amigo, en busca de respuestas. Al igual que ella, Oikawa dejó de caminar, dándole la oportunidad de observarlo con más calma. Una mirada en su dirección bastó para notar que andaba sudando frío.

Había hablado tan rápido que lo único legible entre tantos sonidos había sido “mánager” y “oficial”.

“¿Les asignaron una mánager?”
“No creo que la asignaron, la verdad…” Oikawa desvió la mirada, nervioso. “Más como… Kokichi-chan la escogió y movió sus hilos de rata con vara para ponerla donde está…”
“…” Eureka no demoró en hacer las conexiones mentales y, por supuesto, el color se desvaneció de su cara. “¿Himiko… Toga?”
“…Esa misma.”
“Planea destruir el gimnasio de nuevo, entonces. Sólo que con distinta compañía.”
“No, lo dudo. El mensaje que me mandó para darme las noticias se veía muy… ¿infantil? en su burla. Era como que le divertía pensar en la presión que ambos van a ejercer en el equipo. Pero dudo que nos hagan daño. No sé cuán libre sea Kokichi-chan en Rizembool, pero no lo veo capaz de atacar a todo el equipo de vóley y salirse con la suya. Además… no sé si llegaría a hacer algo así.”
“Es cierto. Es un loco, pero… wow. No puedo creer lo que diré.” Eureka suspiró. “Tiene cierto lineamiento moral al que sigue.”
“Mm.” Oikawa asintió. “…Bueno. No estaría tan preocupado si el campeonato no estuviese tan cerca, pero tengo mis motivos, como verás.”
“Descuida. Ya veremos cómo lidiar con esos dos. Himiko tiene una fascinación indiscutible contigo y puede que eso te distraiga, pero ya veré cómo hago para mantenerla ocupada. Podrá ser la mánager oficial, pero sin experiencia, no irá a ningún lado. Y dudo mucho que se quede de brazos cruzados: de seguro querrá ayudar porque estás involucrado.”
“¿Qué tengo que ver yo en todo esto?” Oikawa arqueó una ceja.
“Kokichi alguna vez bromeó con que Himiko quería aprovechar la relación de Rebel-Princess que tenía contigo para acercarse a ti porque le gustabas… Sonaba como una mentira, pero ahora que va a ser la mánager oficial, no podría descartar esa posibilidad.”
“¿No es por Kokichi-chan?”
“Mm-mm.” Eureka negó con la cabeza, rascándose el mentón. “Parece que cada uno actúa por su cuenta, pero como son amigos, los hemos visto casi siempre juntos. Después de todo, nunca hemos tenido una batalla propiamente dicha en contra de los dos.”
“Es cierto. Kokichi-chan prefirió aliarse con Komaeda-chan…”
“¿Ves? Presiento que cada uno se mueve a su ritmo. Pero esta vez han coincidido en sus intenciones: a Himiko le conviene estar cerca de ti… y su presencia me ocasionará problemas, lo que hará muy feliz a Kokichi.”
“…” Oikawa suspiró. “Pensé que todo sería un poco más sencillo ahora que ya no soy tu rebel, pero las cosas siempre se complican.”
“Al menos no me preocupas tanto como antes.” Eureka sonrió. “Rizembool ya no está detrás de ti 24/7. Aunque…” Eureka retomó el paso, aún a pesar de su semblante pensativo. “Tengo la sensación de que volveremos a ver a Karasu.”
“Ya me había olvidado de él,” comentó Oikawa, demorando poco en alcanzarla.
“…Yo también. Kokichi lo opaca por completo. Aún así, es un enemigo del que debemos estar pendiente. No sé qué tan conforme se haya quedado con cómo se dio todo. A simple vista, podrías decir que Kokichi nos manipuló a todos a su antojo, y si es así, dudo que Karasu se haya quedado tranquilo.”
“Quién diría que Kokichi-chan sería así de astuto~ Hasta le ganó a su jefe.”
“Y justo por eso, temo de lo que el jefe se traiga entre manos. De seguro se la agarrará con Kokichi exclusivamente, pero me aterra pensar que quiera insistir contigo para quedar bien con sus superiores.”
“¿Tú crees? La única vez que intentó el proceso, no pudo completarlo porque mi subconsciente se protegió a su manera.”
“…Eso fue raro. Deberíamos investigar al respecto… pero no se quién estará involucrado en esos estudios.”
“Pues Sho-chan sigue siendo rebel. Podría ver por ahí si consigue algún contacto que nos ayude… aunque él es de los más responsables en cuanto a su puesto. No sé qué tanto quiera ayudarme.”
“¿No que no ha atacado a su HiME en meses?”
“…También es un poco distraído. Creo que estar con Souji-chan y reconciliarse con Ken-chan han afectado también la priorización de sus responsabilidades y todo eso.”
“Me imagino.” Eureka asintió. “Su hermano es su vida, prácticamente. Y… nunca lo noté, pero tenías razón. Sho se muere por Souji. En el paseo, era su perrito faldero.”
“Similar a Adachi-san en ese aspecto… aunque mucho más sano, por supuesto.”
“Oh, eso no te lo niego. Souji se ve más tranquilo, también.” Eureka sonrió. “Me alegro mucho por ambos.”
“Mm. Yo también.” Oikawa sonrió. “Pero bueno, dejando eso de lado, le consultaré si nos puede ayudar. Al mismo Souji-chan también… tal vez tiene a alguien por ahí. ¿Siempre me olvido que trata a Fushimi-chan?”
“Uhhh… Siento un escalofrío al escuchar ese apellido.”
“Yo igual, pero sería genial si conseguimos algo de información de su parte. Y no creo que le cueste mucho a Souji-chan: Fushimi-chan es el primo de Marie-chan, así que supongo que Souji-chan ha estado acostumbrado a tratarlo por mucho tiempo.”
“Cierto, Souji y Marie se conocen desde pequeños.”
“Ajá. Le mandaré un mensaje cuando regrese a casa.”
“Sí. Aunque no es tan prioritario, la verdad. Siento que hay algo que debería preocuparme más…” mencionó la HiME, pensativa.
“¿Cómo qué?”
“¡WAH!” Eureka se detuvo de un salto, cayendo en cuenta de la babosada que había cometido horas antes. “Hoy pasó algo terrible.”
“¿Más terrible que Himiko-chan siendo nuestra mánager oficial?”
“…Eso es manejable. Creo. No, esto es peor.” Al observar sus alrededores, encontró que ya estaban a un paso de la entrada a la residencia HiME. “Puedo contártelo por teléfono. Mejor anda pidiendo tu taxi.”
“Te iba… a sugerir… si podía subir y conversábamos un rato…” comentó Oikawa, desviando la mirada.

Verlo un tanto tímido le enterneció y sorprendió al mismo tiempo.

“Nunca supe bien las reglas del dormitorio, pero tengo la ligera sensación de que está prohibido el ingreso de chicos,” comentó Eureka, observándolo con curiosidad. “No eres el poster boy de la responsabilidad y el respeto a las reglas, pero juraría que ibas a preferir regresar temprano a tu departamento para alistarte para mañana.”
“No tengo clases temprano. Mari-chan nos pidió una semana de descanso mientras se adaptaba al nuevo ciclo de estudios, así que también estamos libres de eso. Y los martes no hay entrenamientos del equipo, así que… puedo quedarme un poco tarde.”
“¿Hay algo más que quieres hablar, supongo?”
“…Sí,” admitió Oikawa. “Y no creo que pueda ser por teléfono.”
“…Oh.” Eureka asintió. “Okay, no hay problema.”
“¿Pero tú no tienes clases temprano?”
“No. Mi bloque de clases es en la tarde, al igual que hoy. Tengo clases en la mañana de miércoles a viernes.”
“Ah, genial.”
“Bueno, vamos.”

Eureka lo tomó de la mano, sin darle mucha importancia, y lo guió hacia la entrada.

Las casetas de seguridad, para su suerte, estaban apagadas, lo que significaba que los guardias de turno ya se habían retirado. Eureka soltó a Oikawa brevemente para sacar su llave del morral, tarea un tanto difícil cuando tenía que malabarear con aquel bolso y su mochila de cambio de ropa para los entrenamientos de vóley. Sin embargo, no demoró mucho en conseguir su cometido, y abrió la reja de peatones sin dificultad.

Le parecía curioso que Miranda hubiese implementado un pequeño estacionamiento para las HiMEs cuando lo más probable era que muchas de las que auxiliaban a la causa eran becadas. Existía gente acomodada, por supuesto, pero Eureka no tenía que ir muy lejos para notar que la mayoría de sus amigas HiMEs eran de clase media y no se podían permitir lujos de ricachones… justo así como ella.

Lo cierto era que su familia sí era de dinero. No tanto, por supuesto, como la de Lelouch o los miembros de su círculo social, pero su madre manejaba una red de clínicas importantes en Lóndres y tenía una vida muy acomodada. El tema era que, por supuesto, todo ese dinero no llegaba a ella. Y no se sentía cómoda con demandar más de lo que le daban: nunca había hecho ningún mérito como para merecer algo mejor y por eso, tal vez, era que desistía de la idea de comentarle a su madre sobre la falta de un lugar donde vivir. La mansión HiME era excelente, pero necesitaba su propio espacio. Lo había pensado desde que se mudó, luego de aquella pelea con Lelouch, meses atrás. Lo seguía contemplando ahora, que ya se había acostumbrado un poco a la vida en la residencia comunitaria.

Pero no. De seguro existían gastos más importantes que ese. Alquilar un departamento podía ser costoso, después de todo… A menos de que encontrase roommates.

…Como Oikawa.

“…” Tal vez era buena idea comentárselo en un rato. Primero debía escucharlo, puesto que sonaba un tanto… conflictuado con sus propios temas.

HiME y key caminaron en silencio hasta dar con la entrada principal de la mansión: luego de abrir la puerta con su llave, Eureka y Oikawa continuaron el trayecto hacia la habitación de la joven. Camino que, por supuesto, Oikawa atravesaba por primera vez: nunca antes había entrado a la mansión HiME y menos al cuarto de su amiga. Para su sorpresa, habían sido más las veces que la había visto dentro de la mansión de los Vi Britannia, pese a la actitud celosa de su ex-pareja.

La suerte estaba de su lado, puesto que no se encontraron a nadie en alguna parte del trayecto. En el glorioso momento que entraron a la habitación y la cerraron con pestillo, Oikawa y Eureka tuvieron la misma reacción de soltar suspiros hondos y sincronizados, aliviados con que aquella travesura había sido un éxito.





…Hasta que cruzaron miradas con Morgana, echado en la cama de la HiME mientras jugaba algo en el Switch de su ama.

“Oh, no.” Morgana se veía indignado. “¿Qué creían? ¿Qué yo no iba a estar aquí? ¡Búsquense otro lugar para sus cochinadas! ¿Acaso no tienen decencia?”
“…” Eureka y Oikawa intercambiaron miradas, confundidos… hasta que las palabras de su Child cayeron como baldazos de agua fría.
“¡MONAAAAAA!” el reclamo de Eureka empezó como un grito, pero a la mitad de este, terminó siendo un susurro. Los colores se le habían subido a la cara y sentía que ardía de la vergüenza. Pinche gato malpensado.
“¡Mona-chan, no es lo que crees!” aseguró Oikawa, agitando sus manos en un intento fallido de calmar la actitud del Child.
“Entonces explíquenme que hacen aquí a estas horas,” dijo Morgana.
“Oikawa tenía que conversar conmigo sobre ciertas cosas, y me sugirió hacerlo aquí. Mucha cosa regresar a su departamento, y mañana no tenemos que levantarnos temprano, así que acepté. Listo.”
“Es eso, en serio.”
“…” Morgana, con sus ojos entrecerrados, los juzgó por unos instantes… y luego suspiró. “Eh. Más entretenido hubiera sido que vengan a lo que creía que iban a hacer.”
“¡Gato mal hablado!” lo acusó Eureka, enojada. “¡No entiendo de dónde has sacado esas ideas tan… tan…!”
“Tal vez he estado viendo muchas comedias románticas…” comentó el Child, pensativo. “Pero bueno.” Morgana se estiró brevemente en la cama, y de un salto, llegó al alféizar de la ventana. “Los dejo para que tengan su momento privado.”
“…Que no es lo que parece—”
“Claro que sí.” Morgana soltó unas risitas y, luego, desapareció en un abrir y cerrar de ojos.
“…Bueno, no lo culpo. Desde una perspectiva externa, pudo haberse visto… así,” comentó Oikawa.
“Si esa hubiese sido nuestra intención, dudo que hubiéramos llegado así de tranquilos a la puerta. Ni bien la cerrábamos con pestillo…”
“Ah, claro, el ambiente habría dado un cambio y todo. Nos habríamos besado, supongo.”
“E-exacto.” Eureka se tapó la cara, avergonzada a más no poder. Era demasiado incómodo hablar de esos temas con un amigo. Oikawa podía ser la persona más cercana para ella en esos momentos, pero no quitaba la vergüenza que sentía por la situación. “Lo siento. Ya de ahí le haré pagar por todo esto.”
“Tranquila, Eureka-chan~” le aseguró Oikawa. “No hay problema, en serio. Son cosas que pasan.”
“Dudo que la gente tenga Childs así de problemáticos.”
“Bueno, ni tú ni yo somos santos y puros, así que tiene sentido que haya salido así.”
“…Sí.” Eureka asintió. “Aunque lo malpensado de seguro lo sacó de ti, porque yo no soy así,” comentó, caminando hasta tumbarse al fin en su cama. Eureka sonrió al notar que había calculado perfectamente, sin golpear a su consola en el proceso. Una vez boca abajo, se acordó de los bolsos que cargaba, y lucho por desenrredarse de estos para tirarlos al piso, al otro lado de la cama.
“Haha~ Hablas como si fueras inocente.” Oikawa encontró que la silla del escritorio era su lugar indicado, y tomó asiento allí, también haciendo a un lado sus bolsos. Apoyó sus brazos en el respaldar, observando a Eureka con una sonrisa burlesca.
“¿No lo parezco?” Eureka se giró a observarlo, mientras se daba la vuelta para quedar boca arriba. Apoyó sus codos en la cama, y lo juzgó con la mirada.
“Pues no~ Pero tal vez es porque he tratado mucho contigo en estos meses y ya conozco más o menos cómo piensas.”
“¡Yo no tengo pensamientos así!”
“…No quiero continuar con este tema de conversación, pero te aseguro que sí. Y no hay problema con eso.”
“…No pensé que hablaríamos de castidad aquí, si te soy sincera.”
“Es cierto.” Oikawa suspiró. “Mona-chan sacó a colación un tema curioso… y muy incómodo.”
“¿Supongo que porque eres todo lo contrario al epítome de castidad?”
“¿Qué tan recorrido crees que soy, Eureka-chan?” Oikawa frunció el ceño, un tanto enojado con las palabras de su amiga.
“…Lo siento.” Eureka suspiró. “Creo que… me he ensañado contigo cada vez que sale un tema así.”
“Sí. Se nota.” Oikawa rodó los ojos.
“¡Lo siento!” volvió a repetir la HiME, incorporándose para sentarse en el borde de la cama. “Debe ser una reacción involuntaria… al tema en sí.”
“¿…Eres virgen, Eureka-chan?” Oikawa ladeó la cabeza, confundido.
“Me pregunto cómo sigues vivo luego de ser mi amigo por medio año. Porque cada vez que abres la boca me dan unas ganas de electr—”
“Ya, okay.” Oikawa suspiró. “No hay necesidad de que respon—”
“No soy virgen. Y no es de tu incumbencia, la verdad.” Eureka se tapó la cara, avergonzada a más no poder.

Oikawa dio por finalizada la conversación, hasta que, al cabo de unos segundos, la escuchó murmullar entre sus manos.

« Last Edit: August 26, 2021, 12:48:36 AM by Eureka »


Eureka

Este fic no iba a terminar así haha /c muere


53.6




“¿…Quieres la explicación larga o corta?” dijo Eureka, removiendo sus manos para mirarlo a los ojos.
“¿No dijiste que no era de mi incumbencia?”
“Pues no. Pero tal vez sería bueno que me escuches. Así me entiendes mejor… supongo.”
“…Okay, soy todo oídos.” Oikawa le sonrió. “Espero que no sea que tienes kinks extraños o que te gusta el BDSM.”
“Voy a preparar gato asado mañana porque NO PUEDO CREER QUE ESTEMOS HABLANDO DE ESTO—”
“¡Eureka-chan!” la resondró Oikawa, interrumpiéndola con su llamado.
“…Okay, okay.” Eureka dio un hondo suspiro para calmarse antes de comenzar.

Era difícil hablar del tema, pero entendía que no se sentiría así de cómoda con nadie más que con él. La idea de imaginarse con Oikawa en situaciones controversiales la mataba de la vergüenza, pero confiarle secretos como el que contemplaba contarle… no le causaba incomodidad alguna. Era muy curioso: realmente confiaba en él.

“Nunca… me ha interesado mucho el tema. Recuerdo que a finales de Middle School todas las chicas comentaban sobre ello, preguntándose cuándo pasaría. ¿Pero a mí no me interesaba? Y bueno, cuando llegué de intercambio a Hanasaki y me volví HiME… mis prioridades eran no morir en el intento, más que perder la virginidad o cosas así.”
“Me imagino.”
“Era… difícil para mí pensar en ello. No niego que sentí atracción romántica por Lelouch porque sino… no me verías así de despechada luego de la ruptura.”
“Hey…” Oikawa se levantó para correr a darle apoyo emocional, tomando asiento a su lado y estrujando su hombro. “Está bien, Eureka-chan. Ha pasado poco tiempo. Se entiende.”
“Gracias.” Eureka optó por continuar. “Bueno, sí, me gustaba Lelouch y todo. ¿Pero no quería nada sexual con él? En realidad, nunca he querido nada sexual con nadie.”
“¿Ni conmig—? AYAYAY” Oikawa se interrumpió a sí mismo al sentir las corrientes de electricidad en su brazo. “¡Era una broma!”
“Yo que tú, cerraría el pico antes de lanzar bromas así.” Eureka lo fulminó con la mirada, pero no demoró en volver a enfocar su vista en su regazo, distraída. “…Bueno. Pensé que estaba rota o no funcionaba bien, la verdad. Pero tal vez es que aún no ha llegado alguien que me guste de aquella forma…”
“¿Mikejima-chan?”
“…SJDKLDFJSDF” Eureka volvió a taparse la cara, roja hasta las orejas. “¡¿Por qué creerías eso?!” preguntó, indignada a más no poder.
“Bueno, prácticamente babeaste cuando lo viste entrar el día del rodaje del videoclip. Te observé y dije ‘wow, así de seguro me vería si conozco a Satomi Ishihara’. No te juzgo~”
“La googleé el otro día y no me pareció tan bonita que digamos,” le reclamó Eureka, aún si despegar su rostro de sus manos.
“Oh, no tienes ojo para la belleza, entonces~” se burló Oikawa. “Te apuesto a que medio equipo de vóley está de acuerdo conmigo.”
“Okay, les preguntaremos el miércoles, entonces,” dijo Eureka, removiéndose las manos para retarlo con la mirada.
“Y ganaré~ Y me comprarás pan de leche~”
“No sabía que apostábamos por pan de leche.”
“Bueno, eso es lo que me gusta a mí. ¿A ti que te gusta—? No, espera. De seguro quieres esos muñequitos de las maquinitas al lado del konbini entre nuestras universidades.”
“Me conoces perfectamente~”
“No me olvido de tu repisa llena de figuritas de anime.” Oikawa suspiró. “Fue una gran sorpresa.”
“La vida te da muchas de esas.” Eureka le guiñó un ojo. “Wow, había olvidado que aún se han quedado muchas de ellas en la mansión vi Britannia. Debo ir a recogerlas… pero bueno. Sigamos con tus suposiciones erradas.”
“¿No te gusta Mikejima-chan, entonces?”
“Lo conocí hace poco, Oikawa. ¿¡Cómo me va a gustar!?” le dijo ella, indignada. “Y bajo esa misma premisa, no entiendo cómo todo el mundo jura que le gusto.”
“¿…Le gustas a Mikejima-chan?” Oikawa arqueó una ceja. Su mirada, sin embargo, se veía muy interesada en el tema.
“Ah, no te conté. Es que hoy lo ví.”
“¿¡HOY VISTE A MIKE—!?” Eureka fue rápida en taparle la boca antes de que siguiera gritando. Oikawa la captó, felizmente, porque asintió y no demoró mucho en recuperar el aire y la libertad. “Lo siento.”
“…No hay problema. Pero sí, hoy lo ví. Mejor dicho… me raptó.”
“¿¡Te raptó!?”
“Es lo que hace, aparentemente. Prefiere raptar a la gente para conversar con ellos antes de… bueno, pedirles que hablen con él. Para ser más específica, nos raptó a mí y a Seven, pero sí.”
“¿Eso era lo que me querías contar?”
“No es todo. Hay mucho más, pero aún no terminamos con el otro tema—”
“Oh, no, no. Esto es más interesante.”
“…Eres la primera persona que me dice eso en todo el día.” Eureka rio. “Okay. Mama nos raptó para contarnos a nosotros —y a su mánager— que tenía esta idea de crear un club de música en Hanasaki. Había nacido porque unos chicos de Artes Escénicas le pidieron ayuda con su técnica vocal. Así que quiere aprovechar eso y, también, formar un grupo capaz de sobresalir en baile y canto.”
“¿Y por qué le contó eso a ustedes dos?”
“Pues…” Eureka se aguantó las ganas de suspirar. “Uhhh… quería ayuda con Miranda. Más que eso… necesitaba asistentes, y pensó en nosotros.”
“¿No hubiera sido más lógico que escogiera entre los alumnos que le pidieron ayuda?” Oikawa parecía sospechar un poco de la actitud del idol.
“Es lo mismo que pensé, pero Seven jura que las motivaciones de Mama son muy claras… y quiere… conocerme más. Porque dizque está interesado en mí y es la excusa perfecta para hacerlo.”
“Mm…” Oikawa se mostró pensativo. “Eso no distaría mucho de lo que me contó Iwa-chan el otro día.”
“¿Qué cosa?”
“Luciel-chan, tú y yo… terminamos muy mal luego de la fiesta por el rodaje. Iwa-chan y Souji-chan nos ayudaron a regresar sanos y salvos, pero quien nos dio el aventón a todos fue Mikejima-chan.”
“¿…Mama?” Eureka frunció el ceño, sin entender. “¿Por qué…?”
“Iwa-chan dice que se nos acercó y ofreció llevarte a la mansión HiME porque se sentía culpable de no haberte cuidado. Y bueno, Souji-chan e Iwa-chan desistieron de aquella idea inmediatamente porque no lo conocían lo suficiente. Pero de ahí surgió la opción de que él nos llevara a todos en su Jeep, y los dos no pudieron rehusarse. Pedir un Uber con mil paradas iba a ser un dineral que ninguno tenía en esos momentos. Igual, se dieron cuenta que Mikejima-chan no tenía malas intenciones… los ayudó y todo bien.”
“Sigo sin entender que tengo que ver ahí.”
“Wow, eres bien densa, Eureka-chan.” Oikawa rio. “Está claro que le gustas. O le interesas… o ambas cosas. No se ofreció a llevar a nadie más que a ti, ¿no?”
“Eso puede ser porque fui su co-protagonista en el videoclip.”
“…Oooo porque le gustas.”
“…No.”
“Tal vez como un evento único, tendría sentido que dudes. Pero te ha pagado la terapia, ¿no? ¿Encima de ahí te buscó específicamente a ti para que lo ayudes con el club? Y no tienes experiencia musical, más allá del coro al que perteneciste en Middle School.”
“…Sí.”
“¿Ves?”
“…Lo veo imposible, pero como lo explicas, supongo que tiene algo de sentido.”
“¿Algo?” Oikawa le sonrió de lado. “No puedo creer que pienses tan mal de ti, a tal punto de que veas imposible que un cantante sienta interés por ti.”
“No es eso. Es sólo… extraño. Ya te dije la otra vez, piensa que Mama es Satomi Ishihara y ponte en mis zapatos.”
“Pues sí sería raro. Pero no me voy a oponer, realmente. Tal vez Satomi-chan es muy divertida y congeniamos bien~”
“…” Eureka suspiró. “No estoy para eso, realmente.”
“¿Quién dice que no?” Oikawa mantuvo su sonrisa. “No hay tiempo definido de luto por una relación. Y más allá de lo de Mikejima-chan, te vendría bien despejarte un poco. Estoy feliz de que tengas el club de canto ahora.”
“¿Tú crees? Temía que… te resintieras por ello. Porque puede que pasemos menos tiempo juntos.”
“Eureka-chan, no soy el guardián de tu tiempo y tampoco puedo exigirte estar a mi lado si no lo deseas. Aunque… no me dejes.”
“¿Huh?”
“No me vas a dejar, ¿no?” le lloró Oikawa, haciéndole ojitos de cordero degollado.
“¡Claro que no, sonso!” se indignó ella. “No pienso renunciar a ser mánager. Más aún con lo que me has contado de Himiko… Ya veré cómo arreglo mis tiempos, pero no pienso dejarlo, tranquilo,” comentó, dandole un par de palmaditas en el brazo.
“Me alegra. Se sentiría un poco… solitario sin ti allí.”
“Así me sentiré yo en el club de canto. Estoy acostumbrada a verte hasta en la sopa y no estarás allí.”
“No me ves en tus clases…”
“Pero siempre te veo en las actividades extracurriculares… como el vóley, hasta ahora.”
“…Bueno, debes aprovechar la oportunidad de unas horas sin el grandioso Oikawa-san.”
“…Andas con fuertes problemas de autoestima tú también, ¿o me parece?” Eureka arqueó una ceja.
“…Supongo que un poco, sí.” Oikawa suspiró. “¿Puedo contarte?”
“Claro, eso ni se pregunta.”
“…Siento… una ansiedad terrible por el campeonato, no puedo negarlo,” admitió Oikawa. Su mirada conflictuada le indicaba que sus palabras eran sinceras. “Estamos preparados, pero todo se decide en los amistosos que tendremos con otras universidades. Nos ayudarán a notar nuestras faltas… y me aterra pensar en la posibilidad de que no nos alcance el tiempo para mejorar antes de eso.”
“Hey.” Eureka lo tomó de la mano. “Tranquilo. No estás solo en esto. Tienes un equipo que te adora y te admira muchísimo. Y tú mismo dices que el vóley no es un deporte de un solo jugador. En tu caso, tienes trece. Algunos más experimentados que otros, pero todos muy dispuestos a ayudarte y servirte como gustes. Eres su líder. Y sé que los vas a guiar muy bien.”
“A veces siento que me falta muchísimo para ser digno de ese puesto.”
“No creo que el equipo se quede de brazos cruzados de estar en desacuerdo con la persona ocupando el rol de capitán,” le aseguró Eureka, sonriéndole. “Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero confía más en ti. Y de ser necesario, busca apoyo en las personas que te queremos. No estás solo.”
“…Eureka-chan.” Oikawa soltó el agarre en su mano para girarse a abrazarla, subiendo una de sus piernas en el colchón para acomodarse mejor. La HiME no demoró en rodear su cuello con sus brazos, y juró sentir un par de lágrimas en sus hombros.

Pese a la actitud enérgica, alegre y hasta a veces bobalicona de Oikawa, quedaba claro que la presión que sentía lo ahogaba de a pocos. Eureka valoraba que se sintiera en la suficiente confianza como para contarle sus preocupaciones. Ahora tenía sentido que insistiera en subir a conversar en vez de retirarse a su departamento. Iwaizumi… no era tan comprensivo, a diferencia de ella.

“Gracias,” le dijo Oikawa, separándose un poco de ella para mirarla a los ojos. Eureka le sonrió, mientras deslizaba sus manos para llegar a su rostro. “Me siento un poco mejor.”
“Me alegra. Sé que no puedes quebrarte frente a cualquier persona, y entiendo ese miedo a la vulnerabilidad, pero nunca dudes cuando se trata de mí,” dijo la HiME, y le limpió un par de lágrimas que bordeaban sus ojos. “No voy a juzgarte nunca. Siempre estaré dispuesta a ayudarte.”
“…” Oikawa sólo la estrujó con más fuerza, optando por permanecer en silencio y apoyar su rostro en el hombro de su amiga.

Eureka le dio un par de palmaditas en la espalda, esperando que poco a poco se le pase la crisis. Era comprensible que se aturdiera con tantas responsabilidades: Oikawa no había mencionado nada sobre su deber como key, pero suponía que también le aquejaba la preocupación de no poder estar para ella cuando fuese necesario. Era un buen amigo, después de todo.

“Gracias, Eureka-chan.” Oikawa se separó finalmente, y le sonrió. “Te ganaste… un beso~”

O no, tal vez era un terrible amigo.

“Un… qué” La cara de Eureka era un poema.

…Un poema bien violento, porque se veía a pocos instantes de achicharrarlo con su electricidad.

“Mira, lo pensé bien mientras me comentabas todo… y me di cuenta de que tal vez fue Britannia-chan la causa del problema.”
“¿Lelouch?” Eureka frunció el ceño, aún más confundida y disgustada que antes. “No entiendo—”
“Piensa lógicamente en todo: es normal que ciertos chicos, durante la adolescencia, no sientan interés por… bueno, eso. Pero si llegas a experimentarlo, y tu pareja es terrible, y sólo has estado con él… ¿No tendría sentido que sigas desinteresada en el tema?”
“…Pues sí tiene sentido… creo.” Eureka se cogió la cabeza, preocupada. “ Wow, tal vez las tres cervezas que me empujé me han dejado picada.”
“Oh, no.” Oikawa sonrió. “Estás bieeeen lúcida. ¡No evadas el tema! Escúchame. ¿Mi argumento no tiene sentido?”
“Sí tiene sentido.”
“Ojo que no niego la posibilidad de que tal vez sí seas asexual. Y en serio, no hay problema con eso,” le aseguró el chico. “No he hablado mucho con Akaashi-chan, y la verdad es que odio ser bocotas, pero me tinca que él lo es.”
“…Eres un chismoso. Aunque… huh, tienes razón. Pero espero que no sea que supones eso en base a que es reservado.”
“Ah, no.” Oikawa rio. “¿Es sólo que nunca lo he visto interesado en nadie? Bueno, cuida mucho a Bokuto-chan, pero dudo que sea porque le gusta.”
“Yo también… tendría sentido, entonces.”
“Ajá. Y no hay problema con eso,” le aseguró él. “Si descubres que es así, genial. Peeero puede que mi teoría de que Britannia-chan haya empeorado tu percepción sobre el tema sea cierta.”
“…Mm…” Eureka se llevó una mano al mentón. “No sé.”
“…Se que son grados… diferentes, pero si con un beso consigo afirmarte que Britannia-chan era terrible, no me quedan dudas de que aplica también para el resto.”
“Suena como si hubieras descubierto la pólvora con aquella teoría.” Eureka rio de lado.
“Hey, yo sólo quiero ayudarte. Y me ofrecí porque no pienso que afecte nuestra amistad de cualquier forma. Es sólo un beso, ¿no? Puedo hacer eso por ti.”
“…Supongo. Y la verdad, no creo sentirme más cómoda con otra persona más que contigo.”
“…” Oikawa se sorprendió ante aquellas palabras, pero no demoró en retomar su sonrisa confiada. “Me alegra. Porque encima, soy un experto en estos temas~”
“…Y de ahí te quejas cuando digo que estás bien recorrido.”
“¡Eureka-chan!” Oikawa bufó, indignado. “¿Quieres mi ayuda o no?”
“Sí, supongo.” Eureka se encogió de hombros. “Aunque… más allá de mis problemas, debo admitir que me da curiosidad saber qué tan bueno eres. Por algo debes tener tremendo séquito de fans en la puerta del gimnasio todos los días.”
“…No he besado a ninguna.”
“Pero se debe correr el rumor.” Eureka sonrió. “Ya, bueno, muchos rodeos. Anda y hazlo.” La HiME cerró los ojos.
“…Okay.”
“¿…Estás nervioso o me parece?”
“N-no.”
“Ah, entiendo. Hace tiempo que no besas a nadie. ¿Es porque fuimos enamorados de mentiritas?”
“…Supongo. Sí dije la verdad ese día de la fiesta del rodaje, cuando mencioné que no salí con nadie mientras estuvimos juntos de mentira.”
“…Lo que significa que has salido con alguien ahora,” comentó Eureka, abriendo los ojos.
“Tampoco.” Oikawa se veía muy sincero. “Tengo… ciertos problemas con eso.”
“Bueno. Me besas y de ahí me cuentas. Wow.” Eureka se detuvo en seco, asqueada. “No puedo creer que acabo de pedirte que me beses.”
“¡No es un beso romántico! ¡Ya te dije que es para probar mi teoría!”
“¡Igual! ¡Es súper raro! ¡Tú eres una de las últimas personas que pensé besar en mi vida!”
“Pero ya aceptaste.”
“…Sí.” Eureka suspiró, resignada. “Ya acepté.”
“…Okay, entonces aquí va.”

Eureka volvió a cerrar los ojos, un tanto nerviosa por la situación. Aún no comprendía por qué había accedido, pese a tener varios argumentos válidos a favor de la terrible idea. Sin embargo, Oikawa siempre había sido un enigma y era natural sentir cierta curiosidad por ello. Nejire nunca había sido específica en su experiencia como su enamorada —y no era necesaria, gracias—, pero dudaba que anduviera tan feliz con la relación pasada si es que hubiesen existido problemas entre ambos, más allá del drama de su debut como idol.

Sus pensamientos hicieron cortocircuito cuando Oikawa optó por tomarla de la nuca, atrayéndola hacia él. Eureka permaneció estática, esperando lo inminente, pero le sorprendió sentir una caricia suave en su rostro y el cuidado de su amigo al remover algunos cabellos de su cara. Pese a todo, Oikawa dejaba en claro el cariño que le tenía, evidente en sus gestos y en el trato que tenía con ella.

La mano de su amigo en su rostro la atrajo hacia él y, cuando sus labios se juntaron, la HiME no sintió nada fuera de lo común. Ante esto, Eureka se alegró al confirmar que Oikawa había estado equivocado. Era el simple roce de dos bocas y nada más. Sin embargo, Oikawa entreabrió sus labios, lamiendo el labio inferior de su amiga y subiendo la temperatura en cuestión de minutos. Como un caballero, pidió permiso antes de intensificar el beso, y Eureka se lo permitió, un tanto mareada con el transcurso de los hechos. El contacto la distrajo por completo de sus alrededores, y ante el aturdimiento y el calor, la HiME atinó a anclarse al polo de su key. La otra mano de Oikawa pasó a su cintura, y Eureka juró derretirse allí mismo.

Eran demasiadas sensaciones y muy poco aire, pero si algo le quedaba claro de todo, era que Tooru Oikawa no había alardeado de habilidades inexistentes. Oikawa sabía lo que hacía, y parecía disfrutar demostrarle que tenía la razón. Por su propio bien y por la necesidad de oxígeno, Eureka optó por separarse de él de golpe, sorprendida con lo que acababa de ocurrir. Nada la preparó para la imagen en frente de ella: Oikawa se veía muy despeinado y sonrojado, pero también muy contento con lo que acababa de ocurrir.

Mientras su amigo se limpiaba el labio con una mirada desafiante, Eureka juró verlo atractivo, y concluyó que sus neuronas se habían atrofiado con aquel beso.

“¿Y?” preguntó Oikawa, sonriéndole de lado. Inmediatamente se apoyó en la cama, observándola curioso.
“…Tal vez… tenías razón.”
“Oh, por supuesto. No tenía duda de ello. Soy genial en esto~” canturreó, muy orgulloso. “…Aunque tú no te quedas atrás, por cierto.”
“¿Eh?” Eureka lo observó, confundida.
“Bueno, me seguiste el ritmo rápidamente. Se… sintió bien,” comentó, desviando la mirada, un tanto avergonzado. Eureka sonrió, enternecida, a punto de comentarle al respecto, pero aquel quiebre duró poco tiempo, puesto que Oikawa retomó la actitud confiada de antes en cuestión de segundos. “Lo que me hace creer que sí, Britannia-chan fue el problema.”
“Aún tengo mis dudas al respecto… pero sabes besar muy bien, eso si no te—sDJFKSDjf”
“¡N-NO DIGAS ESAS COSAS ASÍ DE LA NADA!” gritó Oikawa, tapándole la boca para evitar combustionar de la vergüenza.
“¡Pero es la verdad!” le reclamó Eureka, enojada. “¡No entiendo por qué te pones así!”
“Es distinto jactarme a que me lo confirmen… creo.” Oikawa retomó su actitud cohibida, y Eureka sonrió de lado.

Un impulso la llevó a alzar las piernas en la cama para poder arrodillarse en el colchón y encontrarlo cara a cara. Las maldiciones relacionadas a la altura de su amigo se cortaron de golpe en su mente cuando notó que el rostro de Oikawa estaba muy cerca del suyo. Eureka no comprendía el objetivo detrás de sus propias acciones, pero para evitar más confusiones y enredos mentales, la joven optó por darle un beso en la frente y, luego, retomó su posición sentada en la cama, evadiendo su mirada.

“Gracias.”
“¿…No hay problema?” Oikawa la observó, muy confundido.
“Osea, sé que todo esto no te cuesta nada, no—”
“¡Sigo sin entender por qué me atribuyes tan mala fama!”
“Bueno, queda bien claro que tienes más experiencia que yo,” le dijo ella, volteando a mirarlo.
“Oh. Pues sí.” Oikawa sonrió, como si fuese motivo de orgullo (?). “Pero no soy así de… fácil como crees.”
“¿No?” Eureka entrecerró los ojos, juzgándolo sin reparos.
“¡NO!”
“Okay, te creeré.” Eureka suspiró. “Más bien, cerrado esto… ¿Qué era el drama de que ya no puedes salir con chicas y eso?”
“Uh.” Oikawa saltó en su sitio. Esquivó su mirada en un abrir y cerrar de ojos, optando por observar el piso alfombrado del cuarto de su amiga. “Pueees…”
“…No te preocupes. No pienso presionarte si es que no me quieres contar aún.” Eureka le dio un par de palmaditas en el brazo. “Sólo… entré en modo Souji. Porque pensé que tal vez es algo que te hace daño y eso sí no sería nada bueno…”
“Oh, no, nada de eso.” Oikawa volteó a sonreírle. “No me hace daño. Es sólo que soy un tarado.”
“¿Eso no es novedad?”
“¡Eureka-chan!” le reclamó él, aunque terminó riendo con ella. “Tranquila… No es nada malo, en serio. Sólo creo que estoy siendo un poco más tarado de lo normal, eso es todo.”
“Bueno, si necesitas hablarlo o algo, aquí estoy para ti. Cuando gustes. Yyy ahora sí, mejor regresas a tu departamento. Iwaizumi debe andar preocupado o enojado. O… los dos.”
“Los dos, de seguro.” Oikawa rio. “Pero está bien. Acabo de darme cuenta de algo excelente.”
“¿Qué cosa?”
“Tu cuarto da directo hacia la entrada de la mansión. Osea, por la ventana puedo llegar a la puerta… y luego a la reja.”
“Estamos en un segundo piso.”
“¿Soy key? ¿Controlo la tierra?” Oikawa le guiñó el ojo.

Se levantó de un momento a otro, recogiendo sus bolsos para caminar hacia el alféizar y dejarlos a un lado. Eureka, muy curiosa, lo siguió.

Oikawa se tomó unos instantes para concentrarse, y luego de un giro leve de su mano, ambos escucharon el sonido del cemento partiéndose y reformándose. Los dos se acercaron a observar que había sucedido: no era nada más que el joven haciendo unas escaleras improvisadas de concreto.

“Supongo… que sabrás cómo devolverlas a su estado original.”
“Eso veremos, haha~” Oikawa tomó sus bolsos y cruzó el alfeizar de la ventana, llegando seguro al escalón más alto de cemento. “Bueno, nos vemos,” le dijo a Eureka, con una sonrisa.
“Nos vemos.” Apoyada en el alfeizar, Eureka le devolvió el gesto.

Oikawa fue más rápido que ella, y antes de girarse a bajar las escaleras, le robó un beso.

“¡¿QUÉ TE P—!?”
“Shhh, tus compañeras HiMEs están durmiendo,” comentó él, mientras bajaba los escalones.

No hubo técnica, ni caricias, ni nada, pero el contacto la había dejado aturdida como antes. La idea alocada de que tal vez todo estaba relacionado a la magia HiME cruzó por su mente, pero la descartó ni bien afloró en ella por lo ridícula que sonaba.

Es que no tenía sentido.

No le gustaba Oikawa—

“Bye bye, Eureka-chan~” las palabras de su amigo la despertaron de aquel pequeño trance.

Oikawa había terminado de bajar los escalones y ya había devuelto la escalera improvisada a su forma original. Aunque dudaba de las habilidades de su amigo, lo más probable era que sus compañeras HiMEs no contaran con la exigencia y el conocimiento de un albañil profesional. Porque ella tampoco lo tenía. La vereda se veía… decente, aunque había algo un tanto extraño en ella si uno se ponía a observarla con detenimiento. De todas maneras, la poca iluminación a esas horas jugaba a favor de Oikawa, definitivamente.

Eureka sólo pudo a atinar a devolverle la despedida con un leve ondeo de su mano. Andaba confundida y aturdida por los eventos que acababan de transcurrir. Había sido un día demasiado cargado para ella y, al parecer, no dejaba de darle sorpresas cuestionables.

Regresó al interior de su habitación para ordenar sus bolsos, sacando su celular para cargarlo y dejarlo en la mesa de noche y separando la ropa del entrenamiento de vóley para darle una enjuagada rápida mañana en la lavandería de la mansión. En medio de su rutina nocturna, se encontró a sí misma repitiendo en su mente los sucesos más recientes y deteniéndose en el beso, avergonzada consigo misma y con la falta de tino de Oikawa. Sin duda ese chico seguía siendo un don juan, pese a ser su amigo y mayor confidente.

Tal vez existían hábitos difíciles de cambiar.

Luego de un duchazo rápido y un cambio de ropa, Eureka apagó las luces y se echó en la cama, dispuesta a dormir.

Sin embargo, era imposible para ella conciliar el sueño.





Morgana, en esos instantes, volvió a hacer aparición en el alfeizar de la ventana. La HiME le hubiera reclamado de no ser porque no influía en nada su repentina manifestación: no podía dormir por más que quisiese.

“¿Eureka-dono?” tanteó Morgana, intentando ver si estaba dormida.
“Mona… Acaban de pasar cosas terribles.”
“Me imagino. Que Oikawa venga a tu cuarto sólo podía significar algo así.”
“…” Eureka se giró a darle la cara y juzgarlo con la mirada. “No sé qué estás pensando, pero—”
“Oh, no me refería a nada de —eso—. Supuse que si iban en serio, y era algo delicado, significaba que Oikawa andaba atormentado por algo.”
“Bueno, eso es cierto. Lo del campeonato lo tiene un poco ansioso.”
“Pero pasó algo, ¿no?” Morgana sonrió de lado. “Porque sentí un cosquilleo hace un rato.”
“Pinche gato, ¿crees que voy a caer en tus mentiras?”
“¡Que no soy un gatooo!” se quejó él, lanzándose a arañarla, pero deteniéndose justo antes de hacerlo. “…Y no, en serio. Sentí un hormigueo extraño, no estoy mintiendo.”
“…” Eureka se tapó con el cubrecama, intentando esconder su rostro.
“¡Eureka-dono!”
“Prefiero… olvidar lo que acaba de pasar. Lo único que ha conseguido es darme tremenda crisis existencial, así que de seguro no es nada relevante.”
“Lo que acabas de decir no tiene nada de sentido.”
“Mejor. Significa que necesito dormir, y eso haré.”
“¡Eureka-donoooo!”
“…Mona.” Eureka hizo a un lado el cubrecama para poder mirar a su Child a los ojos. “Puede que…”
“¿Que?” Morgana se quedó sentado cerca de ella, observándola con curiosidad.
“…Que naaaaaah.” Eureka irrumpió en carcajadas. “Eso sería sumamente idiota de mi parte.”
“Tú y yo sabemos que no eres tan brillante.”
“Sí, pero no soy tan estúpida tampoco. Así que optaré por preocuparme por cosas más prontas y reales como… Madara Mikejima.” La HiME soltó un suspiro pesado ante esto. “Sí, eso merece mi atención y preocupación, definitivamente.”
“¿Él no es el cantante del rodaje?”
“Sí. El amigo de Nejire. Pueees… ahora soy su asistente. Va a formar un club de música en Hanasaki, para entrenar a unos estudiantes de Artes Escénicas y también para probar su propia habilidad como director.”
“¿…Cómo llegaste a ser su asistente?”
“Excelente pregunta. Mañana te la contesto. Necesito dormir.”

Morgana quiso insistirle al respecto, pero su HiME se veía realmente cansada. Sabía que le costaría conciliar el sueño y no quería atormentarla más ni quitarle más tiempo.

Asintió, en silencio: ya mañana le preguntaría sobre ello.

“Está bien. Mañana me contarás, entonces.”
“Sí. Incluso lo de Oikawa, si es que tengo ánimos y si es que aún me acuerdo. Pero espero no acordarme, Dios mío.”
“Buenas noches, Eureka-dono.”
“Buenas noches, Mona.”

El silencio en la estancia la motivó a seguir dándole vueltas al asunto: tal parecía que su cerebro insistía en torturarla y no iba a dejarla tranquila pase lo que pase.

Lo más terrible fue notar, en un momento breve de claridad, que sus intenciones habían sido muy evidentes hacía un rato.

Había intentado besarlo… una vez más.

Eureka contempló, por unos instantes, la posibilidad de ahogarse a sí misma con la almohada.






“¿Iwa-chan?” preguntó Oikawa, ni bien prendió las luces de la sala de su departamento.

Tal vez Iwaizumi aún no regresaba: había ido junto a Yasutomo a dejar a Marie y a Anemone. Ese uber de mil paradas iba a tomar cierto tiempo en llegar a la zona donde vivían. Más aún, si se quedaban conversando o si alguna de ellas los invitaba a seguirla, como sucedía a veces con Anemone, cuya familia era más leniente con temas de permisos y visitas. Sin embargo, dudaba que se quedaran muy tarde, tomando en cuenta que al día siguiente todos tenían clases. Oikawa sabía que los horarios de la Facultad de Ingeniería eran, usualmente, de turno mañana o tarde, así que probablemente Iwaizumi debía salir temprano al día siguiente.

Ante el silencio sepulcral del departamento y la falta de respuesta, Oikawa concluyó que su amigo aún no había regresado o ya andaba descansando. Ingresó y cerró la puerta tras de sí, sacándose los zapatos sin mucho cuidado y dejándolos en la entrada. Sintiendo el cansancio de un día pesado en sus hombros, se apuró en correr a la cocina por un vaso de agua para iniciar con su rutina nocturna. Llevó sus bolsos a su cuarto, dejó su ropa deportiva del entrenamiento de aquel día en el cesto de ropa sucia y corrió a darse una ducha rápida. Luego de cambiarse, cepillarse los dientes y poner su celular a cargar, Oikawa pudo echarse en su cama, listo para sucumbir al sueño.

En esos instantes, los recuerdos de sus acciones de hora y media atrás lo obligaron a gritar. Se cogió el rostro, muriéndose de la vergüenza por lo que había hecho, a la vez que los colores se le subían a la cara.

¿Cómo Eureka había sido capaz de permitirle tremenda sandez?

¿¡DOS VECES!?

¿¡Y NO LO HABÍA ELECTROCUTADO!?

“¿¡QUÉ MIERDA, KUSOKAWA!?” llegó el grito de Iwaizumi antes que su presencia al cuarto de su amigo. Iwaizumi tumbó la puerta de una patada y apareció, allí, con el ceño fruncido a más no poder y con ánimos de homicidio. “TENGO CLASES A LAS 8, IMBÉCIL”
“¡I-I-IWA-CHAN!” tartamudeó Oikawa. “¡SOY UN TARADO!”
“¿¡Y por semejante revelación has gritado como energúmeno a las dos y cuarenta y cinco de la mañana!? ¿NO TE BASTA CON QUE TE LO RECUERDE TODOS LOS DÍAS?”
“¡Nooooo!” Oikawa se tiró de los cabellos, al borde de una crisis nerviosa. “Es que si supieras la mierda que me acabo de mandar, no creo que me dejarías vivir un segundo más.”
“¿¡LE DIJISTE A MAR—!?”
“¿Cómo le voy a decir a Marie que te gusta si tú fuiste a dejarle a su casa con Tomo-chan y Anemone-chan?” Oikawa arqueó la ceja, confundido.
“B-bueno, pudiste haberlo hecho antes de eso…”
“Marie-chan no es tan buena ocultando información así de importante. Tranquilo, no sabe nada. Es igual de boba que tú.”
“…Y que tú.” Iwaizumi se cruzó de brazos, apoyándose en la pared. “¿Qué mierda hiciste ahora?”
“Hehe~” Oikawa le guiñó un ojo e hizo un gesto de paz con sus manos. “Hice el ridículo con Eureka-chan.”
“¿Le dijiste que te gu—?”
“Oh, no. Peor.” Oikawa sonrió. “La besé~”
“…”
“…”
“…”
“¿Hola?”
“Te voy a descuartizar, tremendo estúpido—”
“¡ESPERA!” Oikawa agradeció que la ira de su mejor amigo no lo cegara al punto de lanzarse a matarlo sin escucharlo antes. “Parece… que no se ha dado cuenta de que me gusta.”
“No, tarado, la besaste como amigo, por supuesto.”
“¡EN SERIO! La situación es más… compleja que eso, pero sí, fue un beso platónico.”
“Oh, ahora los llamas así. ¿Cuántos besos platónicos has tenido entonces?”
“¡…Iwa-chan!” le reclamó Oikawa, indignado. “¿Por qué todos piensan que soy así de fácil?”
“Porque la mayor parte del tiempo lo eres.” Iwaizumi lo juzgó con la mirada. “Aunque…” continuó, un tanto pensativo. “No me puedo quejar, supongo. Nunca has traído una chica al departamento.”
“Hehe, de nada.”
“No es algo que te debería agradecer. Es decencia, tarado.” Iwaizumi suspiró. “Yo tampoco haría eso.”
“¿Aún si fuera Marie—?”
“Termina esa pregunta y te saco la mierd—”
“OKAY, okay.” Oikawa intentó calmarlo con un gesto vago de sus manos. “Pero bueno, sí, parece que no es tan grave como suena.”
“Si Eureka renuncia a su puesto, espero que estes preparado para dar la cara y aceptar tu culpa. Porque no lo va a hacer por Ouma o por otra razón.”
“Lo dudo. Eureka-chan es una sonsa. Te juro que no ha notado nada. Todo bien~”
“Sí, todo excelente.” Iwaizumi rodó los ojos, irritado.
“Bueno, no todo, la verdad. Tengo noticias sobre… el equipo.” Oikawa rehuyó su mirada, un tanto preocupado.

Tal vez lo de Himiko sí era motivo justificado para que Iwaizumi lo cortara en cincuenta pedazos.

“¿Qué otra estupidez hiciste?”
“Bueno, no yo. Kokichi-chan movió sus hilos y nos asignó una mánager oficial… su princess.”
“…Me voy a morir por las canas verdes que me sacas, baboso.”
“Lo siento. Pero Eureka-chan prometió que se encargará de eso, así que no ando -tan- preocupado como pensé que me pondría. Estuve súper cargado en la tarde, pero luego de conversarlo con Souji-chan y con ella, ando mejor.”
“Me alegra que estes mejor. Porque sí, Andas TAN bien que FUISTE Y LA BESASTE.” Iwaizumi se cogió la cabeza y bufó, enojado. “No puedo creer lo insensible e imbécil que eres, Shittykawa.”
“¡PERO JURO QUE TODO BIEN!”
“Bueno, te salvarás mañana, al menos, porque no hay entrenamiento los martes. Pero ya te quiero ver el miércoles, cojudo.” Iwaizumi rodó los ojos una vez más. “Eureka te hará la ley del hielo y se sentirá la tensión en el equipo. Tendo se va a entrometer y Kokichi aprovechará todo para causar más caos. Y nos vamos a distraer del campeonato por TU CULPA. Eres increíble.” Iwaizumi se giró a darle la espalda, con la intención de regresar a su cuarto. “Te advierto. No me vengas a pedir ayuda con ella si es que se resiente por lo que hiciste hoy. Porque ha sido muy egoísta de tu parte aprovecharte de su inocencia y su… bueno, su falta de neuronas.”
“Yo no—”
“…” Iwaizumi lo observó por sobre el hombro. “Te aprovechaste, tarado.”
“No, en serio. Eureka-chan estaba lúcida y todo.”
“Bueno, pero es tarada como tú, entonces, porque sino no andarías tan tranquilo con toda la situación. De seguro le ofreciste practicar cómo besar o algo a ese nivel de ridiculez.”
“…Fue algo así.” Oikawa desvió la mirada, sintiendo un poco de culpa.
“¿¡VES!?” Iwaizumi se frotó las sienes, girándose a encarar a Oikawa una vez más. Pensar en lo tarde que era y las pocas horas de sueño que le quedaban hicieron que unas ganas de matar a su mejor amigo lo invadieran, pero Iwaizumi se calmó a sí mismo con pensamientos positivos, como patear a Oikawa dentro de unas horas, antes de irse a sus clases. “Si eres realmente su amigo, habrías respetado los límites que existen entre ustedes.”
“…Está bien, tú ganas.” Oikawa suspiró. “Sí he sido un poco egoísta. Pero… me aterra perder mi chance.”
“Ah. Mikejima,” comentó Iwaizumi, recordando al cantante. “Entiendo tu preocupación, entonces. Porque ese chico es igual de imbécil que tú, pero al menos es un caballero.”
“¿No me dijiste que cargó a Eureka-chan como un saco de papas?”
“…Más allá de eso.” Iwaizumi pareció dudar por unos instantes. “Se nota que tiene buenas intenciones.”
“Pues es una amenaza real, porque ya empezó a moverse. Va a formar un club de música en Hanasaki y será el director. Eureka-chan lo apoyará como su asistente.”
“Oh, qué bueno. Sé que le gusta cantar, así que le vendría bien eso.”
“¿…Le gusta cantar?” Oikawa arqueó una ceja.
“¿Eres su key y NI SABES ESO?”
“¿¡Y CÓMO TÚ SÍ LO SABES!?”
“Antes del fin de vacaciones, le comenté sobre su voz en uno de los entrenamientos,” dijo, y se cruzó de brazos, juzgando a Oikawa con la mirada. “Me pareció muy bonita cuando cantó al lado de Tomoe, aún a pesar de la diferencia entre ambos y todo. Y me contó que había estado en el coro en Middle School.”
“A mí me contó lo mismo, pero no me dijo que le gustaba cantar.”
“…Se sobreentiende, tarado. Pero le da vergüenza, supongo. Como no ha tenido mucha formación y la única vez que ha cantado frente a nosotros fue en la reunión de Bokuto… tiene sentido que se sienta así. Mikejima la ayudará a soltarse, de seguro.”
“¡Y me va a ganar!” Oikawa infló las mejillas, enojado.
“Eureka no es un trofeo. Y si sigues mandándote estupideces así de egoístas como las de hoy, pues no lo dudes: para fin de ciclo, esos dos estarán.”
“¡IWA-CHAAAAAN!” le lloró Oikawa.
“Uno: te demoraste mil años en darte cuenta de que te gustaba, no jodas. Y dos: déjala vivir, por dios. Que suficiente tiene con soportarte casi todos los días. Si le gusta el cantante, bien. Si te presta atención a ti… sería cuestionable, pero supongo que también bien. El tema es que no la fuerces a nada.”
“No la he f—”
“Bueno, conociéndola, lo que acabas de hacer le ha dado una crisis, de seguro.” 
“No creo. De seguro ya anda durmiendo muy tranquila. Ha sido un día súper largo para ella, de lo que me contó.”
“Y no viste mejor manera de cerrarlo que— Ugh.” Iwaizumi se frotó las sienes. “Me está dando migraña recordar lo que has hecho, tarado. Creo que mejor me voy a dormir.”
“¿Seguro? Te noto… preocupado por algo,” comentó Oikawa.

Era de esperarse, tomando en cuenta los años que se conocían. Oikawa había aprendido a identificar cuando Iwaizumi se quería guardar tribulaciones suyas para evitar cargarlo con sus problemas, pero no servía de nada cuando su rostro hablaba por él. Más allá de aquel enojo que sentía por la sandez que Oikawa había cometido, él sabiá que existía otro motivo detrás de su actitud irritable. Iwaizumi era muy predecible a veces.

¿Tal vez estaba relacionado a Marie? Había sido su primera suposición cuando le contó que había cometido un error.

“Sé que tienes clases temprano, pero podrías contarme… no sé si te deje dormir tranquilo,” le aseguró.
“No, estoy bien,” aseguró Iwaizumi. “Sólo estoy cansado… y me agota más pensar en las tonterías que te mandas.”
“¿Seguro?”
“…Sí.” Iwaizumi se giró para retirarse, pero volvió a detenerse a sí mismo antes de salir del cuarto. “Me enteré… de que a Marie le gusta alguien.”
“Oh. ¡Ya era hora!” mencionó Oikawa, emocionado.
“¿Lo sabías?” Iwaizumi lo miró por sobre el hombro, con ganas de matarlo.
“¿Te lo dije? ¿Como mil veces? Pero no me escuchas nunca.” Oikawa suspiró. “¿No sabes quién es?”
“No.”
“…Wow, Iwa-chan, que yo soy idiota, pero tú te llevas el premio.”
“…” Iwaizumi cruzó la distancia que los separaba para tomarlo del polo y alzarlo, visiblemente enojado. “Dime quién es, Shittykawa.”
“…No.” Oikawa infló las mejillas, irritado. “No puedo hacer la tarea por ti. Porque a mí no me ha dicho nadie, ah. Yo lo noté por mi propia cuenta. No que Marie-chan sea tan inteligente como para ocultarlo con cuidado, porque sus poemas la delat—”
“…Y una mierda, dime.”
“Iwa-chan.” Oikawa le dio un par de golpecitos suaves en las manos, e Iwaizumi lo soltó, tomando asiento al borde de la cama y soltando un suspiro cansado. Cruzado de piernas y contento con su libertad, Oikawa continuó. “Eres bien tonto, no te lo voy a negar. Pero me das pena, así que te libraré de tus males~” Oikawa le sonrió. “Siento que Anemone-chan me va a asesinar si se entera de esto, pero no puedo tolerar verte haciendo el ridículo a este nivel.”
“Habla, mierda, que te demoras mil años en dec—”
“Eres tú.”
“¿…Qué?”
“¡Tú le gustas, idiota!” gritó Oikawa, indignado. “¡Y no puedo creer que no te hayas dado cuenta! ¡Marie-chan solo es tsundere contigo!”
“¿¡Tsund—!? ¿Qué carajos estás diciendo?”
“Que le gustas. Que eres tú.”
“…Déjate de estupidece—”
“Iwa-chan.” La seriedad de Oikawa lo obligó a prestarle atención. “Sólo te pido algo.”
“¿Qué?”
“Si puedes, léete uno de sus poemas. Ahí te darás cuenta de que no miento.” Oikawa le sonrió de lado. “Y ahora sí, puedes irte en paz, demos gracias al señ—”
“…Más te vale que no me estés mintiendo, Shittykawa.”
“¡Por supuesto que no!” Oikawa se veía indignado a más no poder. “¿Crees que bromearía con algo así?”
“…No.” Iwaizumi desvió su mirada a su regazo, un tanto avergonzado. “Pero te encanta joder, así que tampoco me sorprendería mucho que digamos.”
“¡Me dueles!” Oikawa se llevó el dorso de la mano a la frente. “¿Cómo crees que yo sería capaz de hacerte semejante daño? ¡En la vida!”
“Ya, ya.” Iwaizumi rodó los ojos. “Es… difícil de creer, eso es todo.”
“Eso es por tu autoestima baja, Iwa-chan.” Oikawa sonrió.
“Qué raro.” Iwaizumi se levantó de la cama, un tanto sorprendido. “Tengo muchas ganas de cagarte a piñas, pero mis ganas de dormir son más intensas. Supongo que te has salvado por hoy.”
“Hehe, me alegra, porque también estoy cansado. Pero… es cierto lo que acabo de decir, ¿sí? ¡Y no intentes ir a confirmarlo con alguien más, porque me quemarás!”
“…Puedo decir que lo noté por mi cuenta.”
“No, eres muy bobo para tanto ejercicio mental—”
“¡Te parto la—!”
“¡Espera, espera!” Oikawa se protegió con sus brazos, pero tal parecía que Iwaizumi no mentía al decir que el cansancio se había apoderado de él y primaba sobre cualquier otra cosa, porque no le llegó ningún tipo de ataque. “Puedes… preguntarle a Souji-chan, si quieres. Sé que es su mejor amigo y todo, pero de seguro anda igual de harto de las vueltas que le dan al asunto.”
“…Okay. Le preguntaré a Souji mañana en clases.”
“Si puedes no mencionarme, sería genial.” Oikawa le hizo una señal de paz y le sacó la lengua, guiñando el ojo. “Pero si es necesario, está bien.” El castaño suspiró. “Es alguno de los favores que te hago como mejor amigo tuyo.”
“…Una de las maneras en que me pagas todas las COJUDECES que haz hecho desde que te conocí y por las que he tenido que pagar yo, gracias.”
“¿…En serio soy tan pesado?” Oikawa le hizo ojitos de cordero degollado.
“No tienes ni idea.” Iwaizumi caminó hacia la puerta del cuarto de su amigo, rindiéndose al fin ante el cansancio. “Bueno, te cuento que me dice Souji mañana. Duerme ya, que de ahí vas a estar llorándome todo el día con que te mantuve hasta tarde.”
“Aww, tranquilo. Fue por culpa de ambos.” Oikawa sonrió. “Prometo no culparte ni nada.”
“…Sí, claro. Buenas noches,” mencionó Iwaizumi, ondeándole la mano. Ni esperó una respuesta, porque de un momento a otro, desapareció en el pasillo, dejándo a su amigo a solas.

Oikawa no necesitó revisar su celular para confirmar que era demasiado tarde para seguir despierto, pero agradecía la oportunidad de haber conversado con su amigo y haberlo ayudado… o al menos eso esperaba, porque Iwaizumi era terrible cuando se trataban de temas relacionados al romance. Existían dos posibilidades: o sería demasiado evidente en su conocimiento, o se negaría hasta escuchar las palabras proviniendo de los labios de su amiga. Cosa que no veía tan difícil de suceder en un futuro próximo, tomando en cuenta que Marie era más aventada que él.

Ni bien se dio cuenta de que, pese a todo, les había dado un empujón tal y como Eureka le había planteado un tiempo atrás, Oikawa se arrepentió de sus terribles decisiones. Por unos instantes, pensó en irse a dormir así sin más, pero optó finalmente por mandarle un mensaje escueto a Eureka, contándole justo lo que acababa de hacer.

Esperó, luego de enviarlo, que las cosas entre ellos no hayan cambiado luego de lo que había pasado esa noche. Era difícil de predecir, tomando en cuenta que a Eureka llevaba conociéndola casi medio año y aún no le encontraba sentido a más de la mitad de sus acciones. Era una loca, de ideas peores que las suyas y de actitud muy cuestionable, pero Oikawa no podía negar que se dejaba querer. Tenía una chispa muy brillante y era muy fuerte, pese a todo lo que le ocurría. Era comprensible que gente como Madara se interesara en ella, y Oikawa alababa el gusto del cantante. Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse así sin más.

Oikawa soltó una risa pequeña al notar que andaba declarándole la guerra a… nadie. No había vuelto a interactuar con Mikejima luego del rodaje, y era poco probable que se lo cruzara de nuevo en un futuro cercano. Aún así, estaba seguro de algo: tenía que hacerle llegar ese mensaje. Porque con el tiempo que él y su amiga empezarían a pasar a solas, iba a ser riesgoso mantenerse al margen. Al recordar que Luciel también había sido arrastrado al asunto del club de música, Oikawa supo que debía comentárselo. Sin embargo, esa conversación podía esperar a mañana. Andaba demasiado cansado como para seguir usando el cerebro, y lo mejor era dormir lo más pronto posible.

Luego de levantarse a apagar la luz, Oikawa se echó en la cama, tapándose con las sábanas y mirando el techo, distraído.

Antes de dormirse, un chispazo de claridad le permitió entender que Eureka había querido besarlo de nuevo cuando le agradeció por todo.

Eso fue capaz de relajarlo, y no demoró mucho en caer rendido al sueño.
« Last Edit: July 24, 2020, 02:27:30 AM by Eureka »


Sayi


Episode 30 — Torment

Ichigo observaba a las enfermeras preparar los electrónicos e intravenosas, y cómo entre ellas alternaban conversación con el doctor a cargo. Mientras las veía dejar la habitación y las maquinas a punto, el rubio no podía dejar de pensar en las palabras de Soujirou, hace tantos meses atrás.

“Y si Rizembool viene a vengarse, no me sorprendería que sea un enemigo formidable. Sobretodo cuando se trata de derrotar a una de las HiMes que triunfaron la última vez”

Su advertencia había resultado cierta… pero por más consejo que el ex-Rebel les hubiese dado, nada pudo haberle preparado para lo que tenía frente a él: Y es que se había olvidado de la angustia de verla en mal estado, siendo rescatada de un destruido campo de batalla. La incertidumbre de esperar fuera de una sala de operación, de los hospitales, sedativos, y el sonar del monitor cardiaco…

Sentado a su lado Hige se encontraba ido, perdido en sus pensamientos. Ichigo no sabía si el Child se había visto afectado por su re aparición desde Beijing, pero sino hasta que se cubrió el rostro con las manos fue que el rubio entendió que era lo lo que le afectaba.

“Si no hubiera sido por ti…” Ichigo puso una mano en su hombro “Hige, llegaste a salvarla en el momento justo”
“Si tan solo hubiera llegado un poco antes…”

En ese momento la puerta de la habitación de abrió, dándole paso a las enfermeras seguido por el doctor. Apenas el último dijo que la paciente se encontraba estable, Hige entró corriendo a la habitación, dejando a Ichigo a conversar con el doctor.

Entre quemaduras, puntos en la cabeza, la clavícula derecha y una costilla rotas… lo que más pesó por sobre el estado de Sayi era la inflamación en su columna. Y es que si bien eso apaciguó el temor que hubiera perdido las piernas permanentemente, no se sabía cuánto tiempo iría a demorar hasta recuperar movilidad de ellas.

Y, considerando que su Rebel podía atacar en cualquier momento, el que Sayi no pudiera moverse era una enorme desventaja de la que dudaba pudiera salir nuevamente librada.

El doctor se excusó, e Ichigo volvió a mirar a través de la ventana. Child observaba a su HiME descansar con una expresión compungida, y el rubio pensó que lo mejor quizás sería dejarlo solo por unos minutos.

“¿Cómo se encuentra Sayi?”


Kenshin Himura, el tutor de Sayi, observaba a su protegida y a su Child desde el exterior de la habitación. Ichigo procedió a darle un resumen rápido de la situación de su amiga.

El pelirrojo entendió la gravedad del asunto… sobretodo de la temporal inmovilidad de sus piernas.

“¿Qué podríamos hacer?” se pregunto Ichigo, parte de él esperando una respuesta del tutor. Kenshin observaba las máquinas conectadas a la pelirrosa, y formó una línea con los labios.
“Me parece que lo mejor sería que se alejara de Hanasaki”
“Alejarse… ¿fuera del país?”
“De preferencia de una manera que no pueda ser detectada. Aeropuertos y aduanas dejaría un rastro que Rizembool podría trazar” continuó el pelirrojo “A un lugar escondido, de alguna manera, no conectado a ninguno de nosotros. De lo contrario, me preocuparía que el Rebel vuelva a reincidir ahora que ella no puede moverse”

Ichigo pensó en la casa de campo de su padre, pero Kenshin tenía razón— conociendo lo ingeniosos que eran en Rizembool, su Rebel podría encontrar fácilmente la dirección.

“¿Tienes un lugar de mente?”
“No lo sé. Hay mucho por evaluar, pero lo mejor sería conversarlo con Miranda” pensó Kenshin en voz alta “…pero primero habría que preguntar qué opina Sayi”

Apenas las palabras dejaron su boca, Hige alzó la voz, llamando la atención de ambos.

“¡¿Mami?!”

Al entrar en la habitación, el monitor cardiaco pitaba a toda máquina. Sayi seguía con su cabeza reposada en la almohada, pero sus ojos inyectados de sangre saltaban en todas direcciones. Arrastraba sus manos sobre las sábanas, intentando incorporarse a pesar de la inmovilidad de sus piernas.

Respiraba como si acabara de correr una maratón entera, y parecía sumida en un pánico que ellos no veían a su alrededor.

Ichigo la tomó de una mano y Sayi lo apretó como si su vida dependiera de ello.

“Sayi, cálmate por favor… estás a salvo, estás en un hospital” su amiga intentaba decir algo, pero la falta de aire solo le dejaba gemir, eventualmente cayendo en llanto.

Una enfermera entró rápidamente seguida de Kenshin. La mujer evaluó sus pupilas y rápidamente preparó una inyección para tranquilizarla. Mientras Sayi caía en los efectos de la medicina, su respiración se calmó, y su mirada se tornó vacante hasta apagarse de nuevo.

Sus dedos se habían quedado sujetando su mano, por lo que Ichigo no la dejo ir. La puerta de la habitación volvió a abrirse, pero esta vez fueron Izumi, Kano y Tsukino quienes abordaron la habitación, e Ichigo agradeció que se hubieran perdido del espectáculo que acaba de presenciar.

El rubio pensó en la sugerencia de Kenshin y supo que tenían que hablar con Miranda lo antes posible. Pero en su opinión, por más recluído que fuera el escondite y por más rápido que mejorara de sus heridas, era evidente cuál era el daño que Sayi no superaría en un tiempo cercano.
« Last Edit: July 30, 2020, 06:52:04 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Hoi hoi aqui dejo el 2do y ultimo fic del mes:


En la cafetería cerca de Hanasaki

Mao se encontraba en una de las mesas que daba lugar a la ventana mientras usaba su laptop mientras redactaba un par de documentos para enviar a distintas productoras para futuras presentaciones de Trickstar, mientras esperaba a su acompañante, se veía visiblemente estresado, después de enterarse de que en plena celebración del cumpleaños de Ritsu , este mismo decidio decirle a sus compañeros que se había vuelto un rebel y justo en el momento de la llegada de su amiga Hime Tsubasa, tenia ganas de darle un lapo en la cabeza, pero debido a sus distintas obligaciones no había podido ir a Rizembool para visitarlo, observo su celular y ya era la hora de que su acompañante hiciera aparición
Segundos después una joven de cabellos largos largos de estilada figura entraba tímidamente a la cafetería, vestia una blusa blanca corta y una falta negra que cubria sus rodillas, miró por todos lados y cuando vio al joven pelirojo sonrio tímidamente y se acercó a él

Perdóname por llamarte de repente Mao-san…-dijo haciendo una reverencia-

Ya te dije cuando hablamos por teléfono que no es molestia Rinko y comprendo también por que no te has comunicado primero con tus primos…-dijo sonriendo suavemente con una gota en la cabeza-ha pasado muchos años desde la última vez que te he visto en persona, has crecido mucho, me alegra que estes bien de salud…-

Es verdad no nos hemos visto en años, y cuando ibas con Ritsu-kun a la reunión familiar, yo me enfermaba por eso no coincidíamos…-dijo un poco mas aliviada sentándose al frente del pelirojo- a mi también me alegra saber que Mao-san se encuentra bien…-

Bueno vayamos al grano para que no se te haga tarde…quieres que te acompañe a Rizembool verdad?-

Si por favor…es que no conozco a nadie más además de Minato-san que conoce la escuela, pero ella ahora esta ocupada escribiendo canciones para nuestra banda…y no quiero molestarla…-

Estas en una banda? No hay duda que todos los Sakuma menores tienen madera para ser músicos …-rio divertido-

Eso dicen todos los de la familia, que los menores nos hemos dedicado a la profesión de músicos …-dijo avergonzada- aunque no creo ser tan popular como son Rei-kun y Ritsu-kun, los conocen por todo el mundo, sobretodo a Rei-kun…me hubiera gustado estar mas tiempo con ellos, pero no soy muy abierta ni siquiera con mi familia…-dijo temblando ligeramente- ahora que voy a vivir aquí hasta me da pena pedirles quedarme a vivir al lado de alguno de ellos…-

No tienes porque sentirte apenada, son tus primos verdad? Asi que es casi su deber quedarse contigo, eres la menor asi que minimo deben de consentirte, quizás Sakuma-san si lo haga pero Ritsu es muy consentido asi que dudo que te consienta-

Cuando eramos niños a mi siempre me gustaba consentir a Ritsu-kun, aunque fuera la menor siempre le preparaba pastelillos y tocábamos el piano juntos…traje muchas cosas para él que espero darle el dia de hoy…- dijo señalando una maleta grande color negro que había dejado a cuidar afuera de la tienda-

Este Ritsu siempre se sale con la suya…-con una gota en la cabeza-no creo que todo sea para Ritsu verdad? También habrán recuerdos para Sakuma-san no es cierto?...-

Si también hay recuerdos para él…-sonriendo tímidamente- también hay para ti Mao-san…solo que como acabo de llegar no he podido sacar nada…-mirando su celular- acabo de recibir un mensaje de Rei-kun…dice que me espera en la noche y que puedo quedarme a vivir con él todo el tiempo que quiera…-dijo emocionada- ahora si puedo pedir que me manden a traer mi piano eléctrico –

Vez que te dije? De Sakuma-san si lo hubiera esperado, Ritsu debe de estar durmiendo sin haber visto siquiera sus mensajes de texto…-

Eso es cierto…hace una semana le escribí y no me respondio…-suspiro pesadamente- pero lo comprendo, ya que como a él le gusta dormir en el dia y estar despierto en la noches, a mi me gusta mucho ensayar junto a mi banda después de clases y en las noches me gusta conectarme online para jugar…-

No me sorprende…he visto que tu twitter tiene más de un millón de follow solo porque tu avatar del juego RPG más popular del mundo está siempre entre los dos primeros lugares-

No es que sea tan viciosa…solo juego un par de horas en las noches…-dijo avergonzada- pero también la banda de rock donde pertenezco es muy popular, hasta pudimos cantar el ultimo opening…asi que no solo invierto mi tiempo en el juego- rio nerviosamente-

No te estoy juzgando …-rio divertido- solo que tu familia me parece tan inusual , pero de alguna manera hacen lo que desean hacer y todo les sale bien…-dijo con leve tono de envidia-

No se si les pasa a los demás, pero en mi caso me ha costado mucho poder interactuar con otras personas en los juegos de RPG, asi como poder unirme a la banda donde pertenezco ahora, tuve que salir un poco de mi cascarón para poder hacer lo que más me gusta junto a otras personas que ahora son mis amigos…asi que poco a poco uso mis fuerzas para poder salir adelante por mis propios medios…-sonrio suavemente-

En verdad que los primos se parecen…-dijo el pelirojo con una gota en la cabeza-

Hablando de primos creo que ya es hora de ir a Rizembool para ver a Ritsu-kun…-

No creo que haya necesidad…-dijo Mao señalando a la entrada de la cafetería, cuando vio que Ritsu entraba todo desganado y bostezando perezosamente-

Ritsu-kun!! Ha pasado mucho tiempo…-sonrio ampliamente-

Uhm?...-Ritsu se quedo pensando por un par de segundos para luego señalarla- tu eres Rinrin…-

Te pusiste a pensar unos minutos para recordar a tu prima??...-dijo el pelirojo suspirando pesadamente-

Maa-kun…tengo sueño y poco a poco proceso lo que veo alrededor, además es de dia…mi visión no esta al 100%....- dijo queriéndose lanzar sobre Rinko pero Mao lo detuvo asi que se colgó de él- me extrañaste??...-

Hace un par de horas hemos hablado por Messenger, además tengo unas ganas de gritarte por todas las cosas que me contaron sucedieron en tu cumpleaños…-jalo al pelinegro para sentarse junto a él-es que no puedo dejarte solo ni siquiera en tu cumpleaños para que cometas ni una burrada??...-

Mari-chan ya me llamó la atención que ya no quiero que nadie más me grite…-bostezando- además es algo entre nosotros dos y Rinrin no debe de enterarse…-

De que no me debo de enterar?...-dijo la pelinegra cubriéndose la boca sonrojada- no me digan que…-

Es todo lo que tú te imaginas…-dijo el pelinegro sonriendo pícaramente-

No digas esas cosas Ritsu…-hablo avergonzado el pelirojo-

Es que acaso no es cierto?...-

Ritsu solto una suave risa

Claro que no es cierto, sabes cómo es tu primo de molestoso…-con una gota en la cabeza-

Y me trajiste algún recuerdo Rinrin??...-

Siii, te traje muchas cosas y también a tu her…-cuando vio que Ritsu había cambiado su semblante se quedó en silencio temblando

No asustes a tu prima de esa manera…- dijo Mao suspirando pesadamente- nunca vas a cambiar cuando se trata de tu hermano verdad??...-

No quiero saber nada del tonto de mi anija Maa-kun…- solo a su mejor amigo le perdonaba que le mencionara al innombrable-

Bueno entonces dejemos de hablar de cierta persona y bueno …-Rinko respiro hondo y luego habló- espero que el dia de hoy puedas estar junto a mi todo el dia antes de que me vaya a cierta casa a quedarme un por una temporada…-

Uhm?...-el pelinegro bostezo con flojera- no te aseguro que este despierto en todas las horas, pero puedo quedarme a tu lado, pero tendrás que cargarme o dejarme dormir en tu regazo…-

Claro que Rinko no hará lo segundo pero tampoco lo primero…asi que ahora que ando un poco libre de deberes iré con ustedes…estas deacuerdo con eso?...- mirando a la joven-

Por mi no hay ningún problema, al contrario me sentiría feliz de estar con los dos, asi nos podemos divertir más y le podemos dedicar un par de melodías a Mao-san por su amabilidad para con la familia no te parece Ritsu-kun? Traje mi teclado eléctrico y si buscamos un lugar donde haya un piano podemos tocar juntos…-sonrio tímidamente-

No quería hacer mucho esfuerzo…pero bueno como será para Maa-kun acepto gustoso…ahora vamos a comer los dulces para poder irnos de aquí que no me gusta mucho la luz y me da sueño.

No tienen por qué tomarse las molestias pero me encantará saber cuánto a mejorado Ritsu en el piano, por hoy no hablaremos de otra cosa que no sea música luego te reprenderé…-

Rinrin gracias por venir e impedir que Maa-kun me haga daño…-

No se aún de que hablan pero me alegra ser de ayuda…cuando vayamos a tu casa debo de entregarte toda la mercaderia limitada que pude conseguir de Mao-san, ademas del dakimakura que querias y que se agotó al instante...-

Rinrin eres la mejor...-dijo jalando a Mao del brazo- asi que tendras que darme tu autógrafo para todos los productos limitados

No me busques Ritsu porque sino rompo mi promesa y te voy a regañar por las estupideces que has hecho ultimamente influenciados por tus senpai...-

Bueno bueno al menos el Dakimakura si?...-

Esta bien...solo eso ...y Rinko deja de conseguirle cosas mias ...- dijo avergonzado con ganas de que la tierra se lo tragara-

Despues de todo directa e indirectamente Mao siempre estaba involucrado con la familia Sakuma,habia algo que no le habia dicho a Ritsu y estaba seguro que Maria tampoco le habia contado y era del estado de Tsubasa, y claro la aparicion de Enoshima Junko, corroborando sus muy temidas sospechas y que por el momento se mantendrá al margen por la seguridad de sus amigos.

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matta ne!!

Mimi-chan


Cho

Ahh sufrí escribiendo este fic, el arranque fue complejo, pero ya está *cries*

90.1.



Había pasado alrededor de una semana desde la llegada de Atsushi a su hogar, y si bien en su perspectiva había sido otra semana más del montón, estaba consciente que él y su familia habían experimentado unos de los momentos más cruciales e importantes de sus vidas. Desde la desaparición de Akita y lo sucedido en el festival el mismo día, para terminar con el increíble y todavía misterioso desenlace en el cual no sólo rescataron a Akita, sino también reapareció Midare después de estar perdido por trece años, esos últimos días eran demasiado incomprensibles para siquiera ponerse a pensar en ellos.

Fudou se sintió cansado de tan solo imaginarlo y terminó por volver a cubrirse con sus mantas, para intentar tratar de darse una siesta que realmente no necesitaba. Para él habían sido otros días más del montón sin nada nuevo que contar y sin lograr nada en particular, y pese a sentir un ligero cargo de consciencia cada vez que recordaba su permanente inacción y aislamiento de la sociedad, a su vez no envidiaba a esos hermanos de esa familia aparentemente perfecta que también fallaba en serlo. Enfrentarse a tantos ajetreos y mantener tantas cosas bajo control era demasiado aterrador.

Entonces, en otro intento fallido de dejar de pensar en eso, no evitó pensar brevemente en Atsushi, en cómo se sentía al haberse reencontrado con su hermano perdido. Sabía lo duro que aquel pasado había sido para él, y enterarse por medio de su hermana que este estuvo a cargo de Midare por varios días le dio un sabor amargo en la boca. Tenía sentido que lo hubiera hecho ya que era algo predecible de él, pero a su vez tildaba a sus hermanos de insensibles por haberle dado una responsabilidad tan grande y tan difícil desde su posición.

Después de ese análisis, se recordó a sí mismo que no era más que un externo a esa familia. Se ofuscó. El hecho que andaba pensando tanto le hizo recordar que no había tomado nada de alcohol ese día pero ni energías tenía de salir a buscar, en parte porque siempre se le complicaba al no ser de la edad legal. Se reprendió por andar preocupándose por asuntos de otros y decidió obstinadamente a darse una siesta para nuevamente vaciar su mente.

Su inacción no duró mucho porque oyó su puerta abrirse. Se hizo el dormido. Debía ser su hermana, así que no tenía por qué prestarle atención. De todos modos, si ella estaba con las ganas de hacerle la vida imposible no podía hacer nada para evitarlo.

“Oye tú…” comenzó la chica con su tono impaciente y hastiado. Efectivamente, Tharja le miró desde el umbral con desaprobación. “Levántate, quiero hablar contigo.”
“…”
“Sé que estás despierto. Ponte de pie o te haré pararte por las malas.”
“Tsk, ¿qué quieres?” se giró para mirarle entrecerrando los ojos. “¿Por qué me pides que me levante? Ya estás aquí. Dime lo que tengas que decirme.”
“Apuesto a que ni has almorzado. Vamos a la cocina.”
“Pues no, pero desayuné a las dos de la tarde, ¿qué esperas?” se rindió y se sentó sobre su cama para seguir dirigiéndose a su hermana con el mismo recelo. “Serán las cinco o seis, así que es muy pronto. ¿Y qué haces viniendo a verme? Seguro que acabas de regresar,” le miró juiciosamente. “¿Tan poca estima te tienes como para hablar con tu disfuncional e insoportable hermano ni bien llegas a casa?”
“Tch…” le miró con hastío. “Deja de decir estupideces así. Sal de tu habitación.”
“¿Por qué?” frunció el ceño. “¿La casa se está incendiando? A menos que algo muy importante esté ocurriendo no tengo por qué oírte,” volvió a entrecerrar los ojos, esta vez con sospecha. “Seguro que te traes algo.”
“¿No se te ocurre que para variar quiero que tengamos una conversación civilizada?”
“…no…” le miró con más sospecha y hasta se estremeció un poco. “Uhh, ¿qué te traes, nee-san? Ya casi me estás asustando. Los dos somos escorias de la sociedad.”
“No estoy aquí para darte la razón, así que ponte de pie. Hay algo que quiero que veas.”
“¿Qué cosa, maldición?” insistió ofuscado.
“Hazlo ya…” le miró desde arriba con un sumo odio. “O te daré un escarmiento.”
“Ehh…” sintió ligera aprehensión y dio un pesado suspiro.

Fudou se levantó y caminó hacia la sala tal y como su hermana le insistió que lo hiciera. Era muy extraño que ella le siguiera, casi como si se estuviera asegurando de que no escapara. Su mal presentimiento incrementaba, pero en fin, no iba a poder darle la contra.

Sin embargo, no tardó en escuchar una voz en particular que conocía muy bien. Shinano estaba hablando con alguien en la sala a la cual casi llegaba. Se detuvo antes de entrar para oír y espiar qué ocurría, pero su hermana le empujó para obligarle a entrar.

“Aquí está,” reportó la hermana mayor, indistinta. Ella vio a Atsushi y Shinano rodeando un kotatsu, quienes vieron a Fudou caerse sobre el piso.
“¡Muchas gracias!” exclamó Shinano, contento.
“Eh, g-gracias…” por su parte, Atsushi se incomodó al ver al pelimorado caerse de bruces. “¿Estás bien, Fudou?”
“Tch…” Fudou se levantó y primero se dirigió a su hermana. “¡Maldición, bruja, ya había aceptado salir! ¡Ni que me fuera a escapar!”
“No, estoy segura que igual lo pudiste haber hecho,” dijo ella inmutada y cruzándose de brazos. “Además hay algo disfuncional e insoportable en ti que me hace querer agredirte, ¿acaso no es verdad? Tú mismo lo dijiste.”
“Sabía que me tendías una trampa…” comprimió sus puños.
“Ehh, ya, no se peleen,” pidió Shinano sonriendo incómodo y juntando sus palmas. “Vamos a sentarnos todos y conversemos. Por cierto, ¡qué genial que tengan un kotatsu en todas las estaciones del año!” el pelirrojo sonrió contento y se abrigó más con la manta. “¡Nunca me di cuenta lo necesario que es! ¡Estoy decidido! ¡Voy a tener mi kotatsu personal dentro de mi habitación permanentemente!”
“Más es desidia el que no lo guardemos, pero sí viene bien,” Tharja desvió su mirada. “Me da frío en las noches.”
“¡Exacto, a mí también!”
“Eh, hay que concentrarnos en el tema,” recordó Atsushi, frustrado. “Fudou, por favor toma asiento. Siento que nuestra llamada haya resultado en que cayeras.”
“…” este alzó una ceja y se rindió a sentarse. “No te disculpes por la bruja. Siempre andamos peleándonos. Pero ya, ¿qué hacen ustedes dos aquí?”
“¡Atsushi-nii tiene unas noticias muy grandes que compartir contigo!” exclamó Shinano, emocionado. “¡Verás que es algo muy genial para ti!”
“Deja que yo hable, Shinano, y no me llames así,” dijo su hermano cansadamente. Esperó a que Tharja también se les uniera y dirigió su atención hacia Fudou. “Debes acordarte de la conversación que tuvimos el día en que regresé. Te prometí que te ayudaría a poner tu vida en orden ni bien las cosas regresaran a la normalidad en mi hogar,” asintió decidido y le sonrió. “Lo prometido es deuda, Fudou. Es por eso que estoy aquí.”
“¿Eh?” se extrañó y se hizo un poco para atrás. Su sorpresa duró poco y le miró extrañado. “¿Qué estás diciendo, Atsu? Tus dos hermanos desaparecidos acaban de salir de alta ayer si no me equivoco. Midare acaba de aparecer. ¿Qué haces buscándome a mí?”
“Es verdad, pero he estado acompañando a Midare por varios días, y ahora que vi que se lleva muy bien con los pequeños y con todos en general, decidí que podía dejarle. Lo mismo digo de Akita,” asintió animado. “Ellos no me necesitan ahora, así que he venido para hablar contigo, precisamente porque tengo algo para ti que no puede esperar.”
“¿Q-qué cosa?” el mal presentimiento le regresó y vio al otro poner un panfleto encima de la mesa. Pudo reconocer el emblema de Hanasaki en el mismo.
“La semana pasada fui a mi futura universidad para ver el estado de mi papeleo para ingresar, y ahí me informé sobre un examen de admisión extraordinario,” explicó con energías. “Acaba de comenzar un semestre, pero por la gran cantidad de estudiantes de intercambio e internacionales en Hanasaki, están dando una última oportunidad a que postulantes se sumen a este semestre.”
“E-espera…” Fudou se quedó en shock. “¿Insinúas que esperas que tome ese examen?”
“¡Sí, precisamente!”
“¡B-bromeas, ¿cierto?!” se levantó asustado y con sus ojos abiertos como plato.
“Oye, tranquilo, toma asiento, Fudou.”
“¡No puedes esperar que yo tome un examen a una universidad tan repentinamente!” exclamó entrando en pánico. “¡¿C-cuándo sería?! ¡¿Como en dos semanas?!”
“Pues sí, justamente en dos semanas.”
“¡Estás loco de remate!”
“Eh, Fudou, no te angusties…” le pidió Shinano, con torpeza.
“¡Es que esto es imposible! ¡¿Ustedes creen que estoy en condiciones de tomar un examen?!”
“Atsu me lo comentó por teléfono, y fuera de mis deseos de fastidiarte, no creo que sea imposible para ti, Fudou,” comentó Tharja, mirando a su hermano de reojo. “Tú no eres tan tonto como lo pareces y puedes ponerte al día. Es así de simple.”
“¡Maldición, sí me tendiste una mugrosa trampa, bruja!” le apuntó acusatoriamente.
“Fudou, ¿por qué le llamas bruja a tu hermana? Tharja se preocupa por ti,” dijo Atsushi.
“¡Tú no te metas! ¡No creas que me forzarás a hacer esto!”
“Espera, no te desorbites, tenemos que hablar.”
“¡Me rehúso! ¡No sé qué piensas hacer para ayudarme o lo que sea, pero que yo recuerde no acepté nada en lo absoluto!”
“Vamos, no te pongas difícil.”
“¡Estoy en mi derecho!” dicho esto, Fudou falló en notar que su hermana sacó sus piernas del kotatsu y realizó una patada de barrido en el piso para hacerle caerse hacia atrás.
“…” la chica miró a su hermano adolorido por haberse dado un golpe en la cabeza y se encogió de hombros. “Es imposible razonar con él cuando se pone histérico. Ya está, háblale.”
“N-nee-san…” a Atsushi se le escapó el apodo por el shock que compartía con Shinano, y de inmediato acudió donde Fudou. “O-oye, Fudou, ¿estás bien? Esa caída fue muy fuerte.”
“Tsk… ¿qué quieren todos ustedes de mí?” dijo agarrándose la cabeza. “D-demonios…”
“Tranquilo, entiendo que sea sorpresivo, pero no creas que te estoy poniendo mucho sobre tus hombros, tenemos que hablar al respecto,” dijo pacientemente y le ayudó a reincorporarse para retornar al kotatsu. Dio un pesado suspiro al ver a su amigo mirar a su hermana con odio y procedió a explicarse. “No quiero presionarte, aunque pienso que el hecho que tú tomes esta prueba, sin importar lo que fuera a salir, sería muy positivo para ti.”
“…” el pelimorado no se vio convencido. “No, seguro me jalan y nunca en la vida querré volver a pisar ese lugar.”
“No hay ninguna represalia por tomar un examen. Es normal que los postulantes intenten ingresar ciclo tras ciclo y universidades como Hanasaki tienen alta demanda,” se encogió de hombros. “Así que no te hagas líos…”
“N-no, con más razón debo hacerme líos…” dijo intimidado. “Sólo me estás haciendo darme cuenta lo imposible que es para mí. Debo tener competencia de gente que se lleva preparando meses para esto. ¿Qué se supone que esperas?”
“Está bien, ya te lo dije. Lo que espero es que aproveches el tiempo que nos queda y simplemente tomes ese examen. Esa acción de tu parte te va a hacer muy bien,” afirmó convencido. “Fudou, espero que entiendas que tarde o temprano te tocará ingresar a una universidad a seguir con tus estudios. No tiene por qué ser ahora, pero si no comenzamos a ocuparte con actividades provechosas, más difícil será más adelante. Aunque no te preocupes, porque cuentas con todos nosotros.”
“…” desvió su mirada, inconforme. “¿Y por qué Hanasaki? Ese sitio es muy popular y costoso.”
“Nuestra familia cubrirá todos los gastos, así que no te preocupes. Somos allegados y es lo menos que podemos hacer por ti,” Atsushi asintió y se apuntó a sí mismo. “Además lo escogí porque así los dos estudiaremos en el mismo lugar y estaré ahí para apoyarte. Luego de estar tantos años fuera, nada me haría más feliz que ayudar a uno de mis amigos.”
“Ehh…” se inquietó un poco y le miró con recelo. “Dices que no importa que desapruebe, que no va a haber ningún otro compromiso o represalia luego de eso.”
“Pues no, nadie te va a castigar, pero sé por Gotou que has recibido educación en casa hasta el año pasado, así que imagino que con una revisión de cursos te deberás acordar muy bien de todo,” dijo amenamente, y se confundió al ver al otro retraerse más. “Ya, pero no lo digo para hacerte sentir mal. Tengo fe en ti al igual que tu hermana. Si fuera completamente imposible ni lo sugeriría para empezar, e igualmente te apoyaré sin importar qué ocurra.”
“¿Y qué te hace pensar que me dedicaré a estudiar para esto? ¿Por qué confías en mí si yo bien podría ni hacer un esfuerzo?”
“¿Qué tienes con esa actitud conflictiva?” alzó una ceja y terminó por sonreírle con comprensión. “Seguro que no comenzarás con los mejores ánimos, pero te conozco. Cuando decidas dar lo mejor de ti, lo harás, te esforzarás. Por eso mismo siento que es una gran oportunidad.”
“Tch…” bajó su mirada a la mesa, donde miró ese panfleto. El mundo se le venía encima de un momento a otro, pero curiosamente no se sentía demasiado presionado. No era el fin del mundo ni le estaban pidiendo nada irracional… “Ya… como digas… a ver si es posible…”
“¿Eh? ¿Aceptas?” preguntó Shinano, sorprendido.
“Sí, pero no esperen nada de mí. Ya verán que sólo les hago perder el tiempo…” se retrajo y miró a un costado hacia el piso. “…no sé por qué les estoy oyendo…”
“¡Qué genial!” por su parte, Atsushi se alegró de sobremanera y se tomó la libertad de abrazar al otro de costado.
“¡A-Atsu, ¿qué haces?!” exclamó Fudou en shock y muy incómodo.
“¡Verás que no te arrepentirás! ¡Cuentas conmigo para prepararte! ¡En el panfleto está un listado de todos los temas a cubrir así que verás que es pan comido!”
“¡Ya, pero suéltame!”
“Ya, no te aflijas,” le liberó y asintió decidido. “Ahora a ver los temas y evaluar cómo puedo ayudarte a estudiar. Estoy aquí para comenzar con eso desde hoy.”
“¿Q-qué dices?” se pasmó nuevamente.
“Hehe, Atsushi siempre ha sido muy responsable, ¿no es así?” preguntó Shinano, sonriendo con torpeza. “Sin embargo, estoy muy feliz que te hayas animado y también estoy aquí para apoyarles. Aunque bueno…” tocó sus índices entre sí. “No soy el más estudioso tampoco. Sólo podría tratar de apoyarles con las matemáticas…”
“Sé que Gotou y Hakata te ganan a creces en eso y no destacas en los otros cursos,” Fudou se le dirigió con escepticismo. “¿Entonces qué haces tú aquí?”
“Pues, Shinano no estaba como parte del plan, pero él insistió en venir y no quiso dar su brazo a torcer, ¿qué puedo decir?” Atsushi se encogió de hombros. “Sí nos puede ayudar para levantarnos los ánimos, al menos.”
“¡Verán que soy bueno con eso!” exclamó el pelirrojo, contento. Alzó un puño hacia el techo. ¡Ustedes pueden~!”
“Tengo entendido que el estudio durará por los próximos días, ¿verdad?” preguntó Tharja.
“¿Eh?” Fudou se alarmó más.
“Claro, muchas gracias por darme el visto bueno a quedarme a dormir al menos las próximas tres noches,” contestó Atsushi, sonriendo y sacando un sleeping bag de debajo del kotatsu. “Ichi-nii está viendo si podemos irnos de paseo para el fin de semana, pero ni bien regresemos seguiremos con el estudio antes de comenzar mis clases en Hanasaki.”
“¡¿Tres días?!” preguntó el pelimorado, aterrado.
“¡Sí!” dicho esto, Shinano también sacó un sleeping bag.
“…” ello hizo que Fudou se olvidara de su sorpresa y le mirara con desconfianza. “¿Y por qué tú quieres quedarte aquí? ¿Acaso estás acosando a tu hermano?”
“¡Es que Atsushi-nii lleva casi una semana en el hospital cuidando de Midare a nuestras espaldas y ahora que regresó a casa vuelve a irse a otro lado! ¡Quiero pasar más tiempo con mi hermano mayor a quien no veo desde hace demasiado!” reclamó agitando sus brazos.
“Shinano, deja de avergonzarte…” Atsushi se dio un facepalm. Quizás debió haberse negado desde un inicio.
“No me opongo a que ambos se queden, pero los sleeping bags fueron innecesarios,” dijo Tharja, trivialmente. “Tenemos una habitación de huéspedes y un sofá cama,” miró a Shinano con desapruebo. “Y tú eres un engreído. Ningún sleeping bag te acomodaría.”
“Aw, admito que tienes razón, nee-san, así que gracias por el ofrecimiento,” dijo el pelirrojo sonriendo apenado.
“No me llames así,” espetó la chica.
“Uhh…”
“En fin, comencemos,” Atsushi retornó su atención al panfleto.

De aquel modo, los presentes revisaron los temas y de paso ingresaron a una página listada en ese folleto para ver una lista más detallada. Fudou inicio un repaso de temas un tanto oxidados en su cabeza a regañadientes y con pocas energías, mientras Shinano les acompañaba y en algunos momentos ayudaba a Tharja a prepararles algo de tomar. Era el inicio de un estudio que iría agilizándose, aunque a su vez se volvería más cansado.



Pasó la noche y llegó el día siguiente. Los estudiantes de la secundaria de Hanasaki se encontraban en medio del descanso. Gokotai acompañaba a Tsubasa y Saki y los tres conversaban mientras salían del edificio donde se ubicaba su aula para tomar su almuerzo en uno de los jardines del colegio.

“¿Podemos ir hoy? ¿En verdad?” preguntó el pequeño peliblanco, emocionado.
“Hoy día no tengo reunión en el consejo estudiantil, así que me encantaría,” contestó Tsubasa con una brillante sonrisa. “Pese a que Hanajima-san todavía tiene mucho que estudiar para reponerse de las notas del semestre anterior, esa heladería ofrece muy buenos postres y a todos nos vendría bien.”
“Puedes parar tus comentarios, Tsubasa,” comentó Saki, quien sonreía tranquilamente y con ligero orgullo. “Si sigues podrías incentivarme a volver a reprobar.”
“Tal vez hayas podido pasar los exámenes de subsanación, pero aun si lo hiciste va a repercutir mal en tu historial, y estamos por graduarnos,” le recordó con cierto juicio en su voz.
“Te he dicho varias veces que espero a esos exámenes porque son más fáciles que los primeros,” se encogió de hombros. “Y a diferencia de ti, mi futuro no es el más brillante. Pasar por subsanación es la menor de mis preocupaciones.”
“¿Eh? N-no digas eso, Saki-san,” Gokotai negó repetidamente con leve preocupación. “Tú también tienes un gran futuro por delante. Estoy seguro de eso.”
“…” la chica le miró con un mínimo dejo de sorpresa y se frustró un poco. “Siempre me olvido que me tomas con seriedad, Gokotai. Perdón,” se encogió de hombros. “Es evidente que una estudiante común como yo no se compara con nuestra presidenta de clase con notas estelares, pero tampoco me preocupo de mi futuro. Estaré bien.”
“Eh, ya veo…” el pequeño ladeó su cabeza y se puso a pensar. “Yo también soy un estudiante normal, así que entiendo… no tengo mucho que prometer…”
“No te desanimes, Gokotai, ya que a Sadamune-kun y a mí nos consta lo mucho que siempre te esfuerzas en las clases,” le alentó Tsubasa, quien pasó a mirar a su amiga con leve reproche. “Ahora le estás haciendo preocupar. Piensa un poco más en las cosas que dices, por favor.”
“Entiendo…” rodó los ojos. “Cambiando de tema, ¿vas a invitar a tus hermanos?”
“¿Eh?” Gokotai desvió su mirada con tristeza. “Quisiera, pero Akita y Houchou siguen muy inquietos por todo lo que ha ocurrido, así que van a regresarse a casa ni bien terminen las clases. De todos modos, voy a ir a probar el helado de ese lugar, y si es muy rico me aseguraré de ir con varios de nuestros hermanos,” asintió y sonrió un poco. “Si todos nos organizamos y les acompañamos, ya no van a sentir miedo.”
“Quizás sea lo mejor también. Tu hermano estuvo en el hospital así que necesita cuidar mucho lo que come mientras tanto,” comentó Tsubasa meditativamente.
“Ehh…hehe, es verdad…” Gokotai sonrió con torpeza. Él mismo fue testigo que el pelirrosa no había sido del todo prudente con ello, aunque igual recobró su salud como previsto.

Los tres caminaron un poco más cuando entonces se toparon con un grupo de chicas al inicio de uno de los jardines del colegio. Les dio curiosidad al comprender que ellas espiaban algo en particular y se asomaron para observar a Monoyoshi y Leo conversando en una de las bancas.

“Eh…” Gokotai se confundió al ver que había otro grupo de chicas rumoreándose a distancia. “Siento que me pierdo de algo…”
“Nunca he aprobado la actitud de las chismosas del colegio, pero creo que todos en clase nos hemos confundido de que ellos dos parezcan llevarse bien de la noche a la mañana,” Saki alzó una ceja. “No que ese chico nuevo de la clase se vea más receptivo, pero considerando cómo rechazaba a Sadamune-kun, es extraño.”
“Sadamune-kun me comentó desde un inicio que esperaba conectar con él al sentir que podía serle de ayuda,” Tsubasa sonrió frustrada. “Temía que fuera a ser muy insistente con él, aunque incluso pudo con él.”
“Hmm…” el peliblanco les observó. Tal y como Saki había dicho, el rubio no cambiaba en su actitud distante y parca, pero estaba teniendo una conversación fluida con Monoyoshi, quien le sonreía, asentía a lo que decía y le contestaba atentamente.
“En fin, es asunto de ellos,” Saki miró hacia el camino que les esperaba. Sonrió con ironía. “De todos modos, fue divertido ver a todos en clase y hasta la profesora sorprenderse cuando presentaron ese proyecto de la semana pasada.”
“Casi parecían amigos y son muy buenos oradores,” Tsubasa asintió sonriente. “No sé qué les habrá conectado, pero da la impresión que hacen una buena dupla.”
“Creo que ha sido por lo sucedido en el festival…” musitó Gokotai.
“¿Hm?” Saki se confundió e intercambió miradas con Tsubasa.
“¿Cómo así?” preguntó la otra, curiosamente.
“Ehh, o-o sea…” el pequeño se retrajo al darse cuenta que lo había dicho en voz alta. “Ese día Hirano y Maeda fueron al festival y acompañaron a la hermana menor de Leo-san. Sé por mis hermanos que el lugar estuvo en cuarentena y que Leo-san y senpai fueron en rescate de su hermanita. Hasta se infiltraron para buscarla…”
“¿En serio?” preguntó Saki, ligeramente impresionada.
“Sí, por eso podrían haberse familiarizado más entre ellos…”
“Vaya, no me sorprende de Sadamune-kun, él siempre busca problemas en nombre de otras personas, aunque al menos hubiera querido que me lo dijera,” comentó Tsubasa, sonriendo rendida. “Pienso que tienes mucha razón, Gokotai. Un suceso como tal los haría más unidos,” observó brevemente al par de chicos. “Y de paso nos deja saber que nuestro nuevo compañero es más razonable de lo que parece. Seguramente apreció la buena voluntad de Sadamune-kun.”
“Eh, sí, creo que sí,” el pequeño Toushirou asintió y sonrió un poco. “Me alegra. Senpai es una buena persona…”
“¡¿En verdad eso pasó?!” preguntó una de las chicas curiosas.
“¿E-eh?” Gokotai se sobresaltó y tanto él como sus dos amigas no tardaron en notar que ese grupo de estudiantes les habían rodeado. El peliblanco se sintió nervioso por la atención y bajó su mirada. “S…sí… mis hermanos que estuvieron ahí me dijeron…”
“¡Lo sabía! ¡Ellos dos son unos príncipes~!” canturreó otra chica, muy emocionada, llevándose sus manos a los cachetes.
“¡Me sorprende de oír que algunos de nuestros compañeros de clases estuvieron en ese ataque!” exclamó otra chica, atónita. “¡Pero si alguien pudo haberlo hecho y encarado el peligro de ese lugar sin duda alguna serían ellos!”
“Son nuestros paladines de la justicia,” dijo otra conmovida, con sus manos sobre su pecho. “Y Leo-san es tan buen hermano mayor para cuidar tanto de su hermanita…”
“Ahora si tan sólo pudiera prestarnos esa atención a nosotras…” se lamentó una chica con un tono soñador.
“…” Saki entrecerró sus ojos. “Me avergüenza oírlo.”
“No por eso deberían espiarles, chicas,” dijo Tsubasa, pacientemente. “Recuerden darles el espacio y dejarles disfrutar de su descanso. Ustedes también deberían aprovechar el tiempo para comer sus almuerzos.”
“Estamos bien, Hanekawa-san,” contestó una de ellas, de buenos ánimos. “Nuestros almuerzos nos esperan en el salón.”
“Iremos a almorzar pronto, es que esta vista es inigualable,” dijo otra chica, alegremente. “Y pensar que los dos príncipes del salón se harían amigos.”
“¡Sólo chicos del mismo calibre lo harían, sin duda!” agregó una más. “Ambos son tan apuestos y a su vez distantes por más cordial que Sadamune-kun se presente. Espero que podamos conocerles cada vez mejor.”



“Ehem…” repentinamente, todos se sobresaltaron ya que el propio Leo se acercó a todos con evidente impaciencia y fastidio. “¿Qué se supone que hacen?”
“¡Oh, eh, L-Leo-san, buenas tardes!” saludó una de las chicas dando una reverencia, a lo cual sus amigas le imitaron.
“¿Qué quieren?” preguntó el rubio de mala gana.
“S-sólo pasábamos por aquí y les vimos y pensábamos en saludarles…” comenzó otra chica algo nerviosa y desviando su mirada.
“Pues ya me vieron,” el chico alzó una ceja. “Así que si no tienen más que decirme, les pido que se retiren. Estoy intentando terminar mi almuerzo y me distraen.”
“E-espera, Leo-san, no seas descortés…” dijo Monoyoshi, incómodo.
“Tú apártate,” espetó y volvió a mirar a su público indeseado. “Nos vemos en clase.”
“¡S-sí, lo sentimos!” dijo otra chica y así ese grupito se marchó despavorido de regreso al salón.

Después de espantar a esas chicas, Leo miró de reojo a sus alrededores y notó a transeúntes y un grupo más discreto de chicas desviar sus miradas y retraerse. Entrecerró sus ojos con gran frustración y fastidio. Cuando decidió estudiar en Japón no había esperado todo ese drama.

“¿Y ustedes?” pasó a preguntar Leo, de mal humor.
“Ehh…” Gokotai se asustó y se escondió detrás de las chicas.
“No tienes por qué reaccionar así, Benoit-san,” dijo Tsubasa, con cierto reproche. “Sólo pasábamos por aquí. Ya estamos en marcha.”
“Pues tú si te ves más decente que esas chicas,” el joven se encogió de hombros. “Como dije antes, llámame por mi nombre. No me acostumbro a que se dirijan a mí por mi apellido.”
“No quiero incomodarte, pero es una etiqueta social aquí que lo hagamos,” insistió la presidenta de la clase, con una simpática sonrisa. “De igual forma, no te dolería ser más amable. Tal vez no se comportaron bien, pero nuestras compañeras no tienen malas intenciones.”
“De todos modos irán dándose cuenta que no eres tan príncipe azul como lo creen,” dijo Saki, encogiéndose de hombros.
“Siento juicio en tus palabras…” se quejó el rubio, mirándole con desconfianza.
“No tienes por qué interactuar conmigo,” continuó cruzándose de brazos y desviando su mirada. “Yo tampoco soy la persona más carismática y no pretendo serlo contigo.”
“¿Huh?”
“¡E-ehh, no se peleen, por favor!” suplicó Gokotai, intimidado.
“Ya es suficiente, ustedes dos,” Tsubasa negó y se puso en medio de ambos. “Ambos están convencidos de sus pareceres personales, pero no por eso tienen que ser descorteces,” puso sus manos en sus caderas. “Ustedes dos se están lastimando mutuamente, así que pongan sus diferencias de lado y discúlpense.”
“Tsubasa…” Saki le miró de reojo.
“¿Lastimando?” preguntó Leo, perplejo. “No pretendo lastimar a nadie. ¿Por qué dices que lo hago, presidenta?”
“…” Gokotai ladeó su cabeza.
“Veo que no te has dado cuenta, Leo-san,” Monoyoshi sonrió un poco. “Estoy seguro que esas no son tus intenciones, pero debes comprender que la honestidad en demasía es hiriente.”
“¿Acaso tengo que conformarme a ser falsamente complaciente?” le cuestionó con cierto juicio.
“…” Saki dio un suspiro y miró a su amiga de reojo. “Ha hecho un punto válido, Tsubasa. Esperas mucho de mí con este chico.”
“Quiero decir que hay maneras de decir las cosas,” observó el pelirrosa con amabilidad. “Según lo que puedo apreciar, tu forma de dirigirte a nuestros compañeros de clase ha sido inapropiada, en especial porque ellos tres no se encontraban espiándonos. Perdón por decirlo, pero sería bueno que lo reconozcas.”
“…” dio un suspiro, rendido. “Tienes razón en eso,” asintió y se dirigió hacia ellos con seriedad, sin desistir en su frialdad. “Me corresponde admitir que estuve mal de tratarles así, lo siento.”
“Eh, está bien, no te preocupes…” musitó Gokotai cabizbajo al no saber si esas disculpas eran para él.
“Ya, lo aceptaré…” dijo Saki, con leve desaire. “Tsubasa tiene demasiado sobre sus hombros y no quiero darle más motivos de preocuparse por nuestro salón…”
“No te preocupes por mí, es mi interés ayudar a todos aquí,” la presidenta de la clase se vio complacida y asintió. “Sin más que decir, continuaremos con nuestro camino.”

Después de ese corto aunque resuelto altercado, los tres siguieron hacia su destino para finalmente comer sus meriendas.

“Tsubasa-san, fuiste increíble,” observó Gokotai, con admiración. “Tú en verdad supiste cómo solucionar ese momento. Hehe, y senpai también te fue de gran ayuda. Todos en verdad somos muy afortunados de contar con los dos en la clase,” hizo una reverencia. “Muchas gracias por tu arduo trabajo.”
“No tienes por qué agradecerme, pequeño,” la chica sonrió amablemente. “Nuestro compañero de clase es una persona muy obstinada, pero reconozco que no es una mala persona. Sadamune-kun parece haberlo comprendido y ha podido conectar con él para dialogarle así. Tal vez Sadamune-kun sea muy pasivo, pero es con su apoyo que pude arreglar la situación.”
“Ustedes dos necesitan unas vacaciones. Nuestros compañeros se aprovechan de su buena voluntad,” observó Saki. “Ya casi le he agarrado antipatía a nuestra profesora por poner tanto sobre sus hombros.”
“Creo entender que Benoit-san piensa lo mismo que tú, Hanajima-san,” Tsubasa sonrió entretenida. “Tal parece que ustedes son más parecidos de lo que crees.”
“Espero que estés equivocada…” dijo con leve frustración.

Luego de ese intercambio finalmente llegaron a la sombra de un árbol frondoso donde procedieron a disfrutar de lo que quedaba del descanso.



Pasaron un par de horas luego del mediodía… y muchas más desde el inicio del estudio de Fudou la tarde anterior.

“…”

El pelimorado estaba cabizbajo y miraba vacíamente y con gran extenuación a un libro de matemática sin ser capaz ni de focalizar su visión. El estudio impuesto había comenzado doloroso para luego tornarse algo más tolerable… y al ser despertado temprano en la mañana para retomarlo perdió toda la vocación de hacer un esfuerzo. Por inercia y un leve sentimiento de obligación y culpa se impulsó a hacerlo, pero no podía seguirle el hilo a los temas. Empezaba a agobiarse y darse cuenta que era imposible para él…

Entonces, Shinano llegó con una bandeja de refrescos y galletas.

“¡Les traje refrigerio~!” canturreó amenamente.
“Oh, gracias, Shinano,” Atsushi se alertó y dejó el periódico de lado, para entonces observar a las galletas y fruncir el ceño.
“¿Eh? ¿Hay algo mal, nii-san?” preguntó el pelirrojo, tomando asiento frente al pelinegro.
“No me llames nii-san, para empezar,” negó y le miró con leve reproche. “El refresco nos viene bien, pero estas galletas son muy energéticas y deberíamos almorzar pronto. Tharja nos está preparando un almuerzo que no deberíamos desperdiciar.”
“Pienso que hay suficiente espacio en nuestros estómagos para todo,” asintió contento. “Y estas galletas son tan ricas que también son terapéuticas. ¡Son alimento para el alma y les darán más energías para estudiar!”
“¿Qué dices?” alzó una ceja con escepticismo. “Ni que lo necesitemos,” entonces oyó el quiebre de una mina y se dirigió a Fudou para ver que este acababa de poner tanta tensión en su lápiz mecánico que había echado a perder su carga. “¿Eh? ¿Fudou?”
“¡Ohh, ¿estás bien?!” preguntó Shinano, acercándose al otro.
“…no puedo…” musitó este al borde de una crisis nerviosa.
“¿Cómo que no puedes? ¡Por supuesto que sí!” le alentó con una sonrisa. “Está bien, ya te serví refresco y galletas. Date una pausa.”
“¿Ah? ¿Todavía no has terminado con el primer ejercicio del capítulo?” preguntó Atsushi, extrañado. “Pero si esto es fácil.”
“Oye hermano,” el pelirrojo le miró con molestia. “No es el momento, shh.”
“E-en serio… les digo que no puedo. Me rindo…” dijo sin vida restante en su voz.
“Vamos, esa no es la actitud que deberías tener. No te andes derrotando así sin más,” insistió el Toushirou mayor.
“¡Dije que no puedo me rindo!” Fudou empujó el libro para apartarlo de sí.
“¡C-cuidado!” Shinano con las justas pudo retirar la bandeja de la mesa que casi es empujada.
“Fudou, ¿qué te pasa?” Atsushi se impresionó. “No te puedes rendir. Tienes que estudiar en la universidad. Hay que aprovechar este examen que se avecina.”
“Pides demasiado de mí, maldito perfeccionista,” le contestó con una de molestia e inquietud. “Lo sé, lo sé, me tocará estudiar tarde o temprano, ¡pero no tiene que ser este semestre y menos dar un examen de admisión tan improvisadamente! ¡Entiende que algunos de nosotros no tienen tu insana meta de proponerse a imposibles ni la capacidad de llevarlo a cabo! ¡Dame un semestre de preparación, maldita sea!”
“Oye, tranquilo,” levantó sus palmas. “Como te dije, sólo lo sugerí porque sí te creo capaz de hacerlo. No te agobies todavía que apenas comenzamos.”
“¡Tampoco esperes que vaya a resistir dos semanas de esta inquisición de tu parte!” se agarró los cabellos con ambas manos. “¡No, no puedo, cierro los ojos y veo números negativos y potencias y esas malditas integrales que aborrezco! ¡Ni siquiera es el único tema que tengo que estudiar! ¡Para colmo es para una universidad de alto nivel con estudiantes destacados que están mil veces mejor preparados que yo! ¡Es demasiada presión!”
“¡Y-ya te he dicho que no se trata de eso!” dijo Atsushi, algo asustado por el estado anímico del otro. “Puede ser un desafío pero creo en ti y no hay ninguna consecuencia si no pasas esta vez. Cálmate, Fudou, no es para que te comportes así.”
“No sé en qué demonios estaba pensando cuando acepté ayer… y no, sí hay consecuencias,” el pelimorado se levantó y le miró intensamente. “Pero tú no entiendes… ustedes estúpidos y perfeccionistas Toushirou no entienden lo que es ser como yo.”
“¿Qué estás diciendo?” le miró perdidamente, cuando entonces vio a Tharja ingresar.
“¿Tan poco te duró el estudio? ¿Por qué haces bulla?” preguntó la chica a su hermano menor. “Sé útil y pon la mesa del comedor. El almuerzo está por salir.”
“Tch…” Fudou comprimió sus puños. “Ni en mi casa me dejan en paz… ¡pues bien, ya me cansé! ¡Me voy de aquí!”
“Ehh, pero estamos por almorzar,” dijo Shinano, inquieto.
“¿De dónde salió eso?” preguntó Atsushi, quien también se levantó. “¿A dónde vas?”
“No lo sé, no me importa, donde sea que no tenga que verles los rostros,” caminó hacia la salida.
“¡No, eh, espera!” Shinano se puso en su camino. “Creo que sería mejor que te quedaras…”
“¡A un lado!” pero Fudou lo empujó y se abrió paso.
“¡Fudou!” Atsushi agarró a su hermano para evitar que se cayera, aunque el pelimorado no le oyó y siguió hacia la puerta.

Fudou se puso sus zapatillas y una casaca que estaba en el perchero y salió de la casa. Estaba determinado a irse sin importar qué le dijeran. Salió de su hogar y caminó la corta entrada para llegar al muro que daba a la calle…

…entonces, detectó que había una persona apoyada en el muro exterior justo a su costado y le miró. Se trataba de Namazuo.

“Eh…” Fudou le miró en shock y con un miedo primordial. Aquel Toushirou mayor le devolvió la mirada con una expresión extremadamente neutral y juiciosa a la vez. El pelimorado no podía ni concebir cómo aquel impredecible pelinegro se encontraba en la propia entrada de su casa. “¿Q-qué… carajos…?”
“Fudou-chan,” Namazuo frunció el ceño y llevó sus manos a las caderas. “¿Te estás escapando?”
“Eh… ¿qué haces aquí…?” le preguntó con recelo y temor.
“¡Fudou-chan, se supone que tienes que estudiar!” recalcó inclinándose hacia él. “No seas un mal chico. Regresa adentro.”
“N-no,” frunció el ceño. “No te metas, no es tu asunto. Déjame en paz.”
“Pues no, muy mal, y resulta que sí es mi asunto,” negó con su índice. “Estoy aquí para impedir que te escapes, así que intentémoslo de nuevo. Regresa a tu casa.”
“¿Q-qué?” se quedó perplejo y pasó a ofuscar. “Tch, maldición, Shinano…”
“A la una, a las dos…”
“¡No, ustedes no me van a obligar!” estalló colérico. “¡Y tremendo lunático que eres por ponerte de guardia y pretender decirme que hacer! ¡Me harté! ¡Me voy! ¡Me rehúso! ¡No creas que me cambiarás de parecer!”
“Ah… ¿ves, Fudou? Eres un niño problema. ¿Por qué no te comportas más buenito como todos mis hermanitos?”
¡Yo no soy tu hermano y ni que todos ustedes fueran santos!”
“Ya pues,” Namazuo sonrió con desafío y golpeó un puño en su otra mano. “Me toca enseñarte una buena lección.”
“N-no te atrevas…” Fudou le vio caminar hacia él. “¡Aléjate!” empezó a retroceder con precaución. “¡No creas que no pelearé contra ti! ¡N-no te tengo miedo!”
“Hehe,” rió un poco y pasó a observarle desde arriba con una sonrisa traviesa y maligna. “Eres muy lindo, ¿no, Fudou-chan~?”
“Ihh…” se le acabó la valentía y Fudou tuvo que saltar para evitar que el otro le atrapara. Comprendió que tenía que huir o de lo contrario no sabía lo que ese desenfrenado Toushirou iba  a hacerle. “¡Déjame en paaaaz!”

Apenas unos segundos después, los otros tres salieron de la casa para observar de lejos a Fudou huyendo por su vida con Namazuo siguiéndole y tratando de atraparle repetidamente.

“¿Namazuo?” preguntó Atsushi, perplejo. “¿Qué hace aquí?”
“Pues…” Shinano sonrió incómodo. “Supe que tarde o temprano Fudou se pondría difícil, así que le pedí a Namazuo-nii que hiciera guardia por nosotros…”
“¿Qué?” su hermano se frustró tremendamente y se dio un facepalm. “Creí habértelo dicho el domingo. No andes mandando a nuestro hermano así y sé más considerado con Fudou. ¿Por qué le has dado un trabajo que involucra que Namazuo se quede tanto tiempo bajo el sol?”
“Tenía entendido que iba a almorzar con nosotros igual,” comentó Tharja, encogiéndose de hombros con gran indiferencia.
“Sí, de todos modos,” el pelirrojo asintió.
“¿Qué? Tharja, ¿tú también lo sabías?” Atsushi se extrañó. “¿Por qué no me lo dijeron?”
“Uhh, es que te hubieras opuesto y Fudou sí me da miedo…” Shinano hizo un puchero y tocó las puntas de sus índices entre sí.
“No podemos dejarles solos. Realmente dudo que Namazuo se contenga con él.”
“Déjalos, Atsu. Ya están muy lejos, no los alcanzarás,” dijo la mayor tranquilamente.
“P-pero…”
“Aparte había esperado ver esto,” Tharja dibujó una sonrisa perversa en su rostro. “Fudou no es más que un dolor de cabeza. Es bueno que al menos me provea de entretenimiento…”
“Ah,” dio un exasperado suspiro y negó repetidamente. “Están arruinando lo que intento hacer.”




Inició una alocada persecución por esas calles residenciales camino a una zona más comercial. Fudou esquivaba y corría en zigzag, pero sabía que su torturador tarde o temprano le atraparía si se limitaba a eso. Tenía la estación más cercana de tren como su meta, un lugar no muy lejos de su casa, aunque a pesar de estar corriendo, por la presente amenaza dicho camino se le hacía interminable.

Presintió que estaba en la mira, así que le tocó abrirse camino en medio de dos señoras transeúntes. Con una rápida mirada hacia atrás vio que efectivamente ello frenó al pelinegro, pero no podía confiarse. Aceleró lo más que pudo.

Giró la esquina y le esperó una calle demasiado larga. Corrió y por un momento se puso a pensar en qué línea de tren iría a tomar, aunque su pequeña distracción mental le costó caro.

“¡Te tengo!” exclamó Namazuo, llegando a jalarle de parte de su larga cola de cabello.
“¡AAHHH!” Fudou se hizo hacia atrás, pero atinó a alcanzar un tacho de basura y se giró para estampar al otro con el mismo. Namazuo por inercia tuvo que soltarle para agarrar el recipiente y así el pelimorado volvió a ganar una pequeña e importante delantera. Siguió corriendo con el corazón latiéndole a mil después de haber estado tan cerca de ser atrapado, cuando entonces vio por su vista periférica varios contenedores pequeños de plástico que valoraban. Una botella personal hasta llegó a impactarle en la cabeza. “¿Q-qué? ¡Oye, idiota, no ensucies la calle!” gritó colérico, y cuando miró hacia atrás le tocó agacharse de emergencia ya que el propio tacho de metal estuvo muy cerca de embestirle. “¡AAAHHH!”
“¡Casi te derribo~!” gritó Namazuo con energías y se puso a correr en picada.
“¡T-tremendo loco!” Fudou también aceleró y finalmente llegó al final de dicha calle.

Usó el poste en la mera esquina del cual se agarró para girar. Ello le hizo chocarse con otro transeúnte y apenas le alcanzó a disculparse de pasada para continuar corriendo. Fudou oyó con frustración a esa persona exclamar asustado, muy probablemente por chocarse con el otro, pero no podía detenerse por este sujeto. Observó que el cruce que le tocaba, el cual era de una calle más transitada y con semáforo, estaba pronto a tornarse verde para los vehículos. Nuevamente hizo un sobreesfuerzo para acelerar y cruzó con los últimos segundos, para ver la luz roja por encima de él apenas pisó el otro lado de la pista. Fudou confirmó muy rápidamente que Namazuo no había llegado a cruzar, ya que este estaba a distancia del cruce, y los carros arrancaron, lo cual le cortó la vista. De todos modos, no podía confiarse.

Regresó su mirada hacia el frente al chocarse con un señor, quien le reprochó por su rápido andar, y luego de una fugaz disculpa siguió corriendo. Tenía que perderse y de inmediato entrar a la estación de tren para asegurarse de salirse del campo de visión del otro. Le faltaba menos de una cuadra cuando entonces vio a personas caminar en sentido opuesto al suyo impresionarse y alzar sus miradas hacia la hilera de edificios bajos a su costado. Les imitó y su sangre se heló al ver a Namazuo correr en la cima de esas estructuras por encima de aquel pequeño bloque comercial y saltar de azotea en azotea sin problemas.

“¡No te escaparás!” exclamó el Toushirou, quien aprovechó una serie de balcones para bajar peligrosamente hacia él.
“¡Aléjate, engendro!” le gritó espantado.

Justo antes de ver al otro descender de regreso al piso, Fudou alcanzó la entrada del metro y se deslizó por los barandales. Ni había considerado cuál tren tomaría y se sentía muy perdido. Al final perderle de vista no había sido tan sencillo como había deseado y sólo podía apuntar a algún tren que estuviera listo para recogerle. La densidad de personas en las escaleras de la estación le forzaba a ir en zigzag mientras buscaba perdidamente algún anuncio que le dijera sobre los horarios de trenes, y al final se resignó a tomar la conexión más cercana. Dicho metro pasaba cada tres minutos, y con un poco de suerte coincidiría con su llegada, o al menos eso era lo que deseaba.

Y fue así. Fudou vio el tren detenerse ni bien llegó al lector de pases y corrió para pasar por la seguridad. Felizmente llegó a tomarlo y segundos después de entrar, las puertas comenzaron a cerrarse. El cansado y extenuado pelimorado se agarró de uno de los soportes del metro para respirar profundamente, casi a punto de sentir sus piernas fallarle. El transporte comenzó a partir lentamente al cierre de las puertas y oyó la voz automática que anunciaba la siguiente parada.

Podía despedirse de esa estación…

O eso pensó.

La luna más cercana a él de ese vagón estalló en mil pedazos con un intrépido Namazuo aterrizando frente a él. Tanto Fudou como todos los demás pasajeros se espantaron y soltaron un grito por aquel invasor.

“¡AAAAHHHH!” sus ojos se abrieron como platos. “¡D-demente!”
“¡Te atrapé!” exclamó el pelinegro quien se abalanzó para darle un abrazo de la muerte.

Sin embargo, falló y Fudou saltó a un costado, para entonces saltar de regreso a la plataforma por la luna rota. No pasó ni medio segundo y dicha parte del tren ingresó a mayor velocidad dentro del túnel rumbo al siguiente paradero.

“…” incluso Namazuo se sorprendió por lo que acababa de ver, y este dio un suspiro para sonreír con resignación. “Una fracción de segundo más tarde y se abría estancado entre el metro y la pared del túnel, qué peligroso…” en eso, reparó en que todos a su alrededor le miraban con terror y sonrió incómodo. “¡Ehh, h-hola todos, perdonen, no les haré daño, lo prometo!”




Luego de completar con otro día de clases, los estudiantes de la secundaria de Hanasaki se encontraban saliendo por la puerta principal poco después de la última campana. Como siempre, Leo era uno de los primeros en salir y era acompañado por Monoyoshi.

“Es desconcertante…” musitó Leo para sí.
“¿A qué te refieres, Leo-san?” preguntó el pelirrosa, con curiosidad.
“Sobre el tema que discutíamos durante el descanso,” dijo cansadamente y encogiéndose de hombros. “Como bien entiendo, estás lo suficientemente familiarizado con Rizembool para comprender que muchos Rebels toman dicho rol bajo la promesa de grandes recompensas.”
“Pues, dudo que sea algo que pocos sepan…” se puso a pensar con la mirada hacia arriba.
“Lo sea o no, es algo que demuestra la ideología de ese lugar. Es más evidente si lo comparamos con Hanasaki,” miró levemente a sus alrededores, donde los grandes ánimos y despreocupación de sus compañeros contrastaba con su forma de ser. “Las HiMEs aceptan su rol a manera de salvar a los demás miembros de Hanasaki de la amenaza de Rizembool, y pese a ser también ofrecidas beneficios dentro de la institución, su misión y decisión tienden a ser principalmente altruistas. En Rizembool lo que más vale es la ganancia propia. Ellos han aceptado que sus acciones suelen ser perversas, aunque los beneficios van por encima de sus principios.”
“Tiene sentido, pero por ser un tema tan sensible, creo que sería cuestión de analizar cada caso en particular, ¿no es así?”
“Pienso que juegas tu rol de neutral demasiado si intentas mostrarte tan ambivalente todo el tiempo,” le miró con leve juicio, aunque su escepticismo no duró. “Pero bueno, si hablamos de personas con nombres y apellidos, sí es cuestión de conocer sus situaciones personales. No hablo sobre ello, no obstante. Me refiero al hecho que Hanasaki y Rizembool se presentan de manera muy distinta a pesar de ser demasiado similares.”
“Por como lo has expuesto, Hanasaki busca detener la amenaza de Rizembool y proteger a las personas, ¿no es así?” preguntó el pelirrosa, amablemente.
“Por como lo he expuesto, ¿ah?” volvió a mirarle de reojo, esta vez con una sonrisa sardónica. “Es como suena, tienes razón, pero esta posición de los héroes es la imagen que Hanasaki ha asimilado. No excuso a Rizembool, pero su opuesto y su cura no es Hanasaki, o de lo contrario la guerra ya habría terminado, o Hanasaki habría dejado de existir. Quizás en algún momento Hanasaki fue el que intentó detener a Rizembool, pero el lugar donde estudiamos y que conocemos ya no es ese ideal, si es que en algún momento lo fue, ¿no lo crees?”
“Nunca pretendería juzgar a Hanasaki por sus dificultades en lidiar con Rizembool. Ellos han demostrado ser un enemigo formidable. De todos modos, comparto tu parecer en algunas cosas,” Monoyoshi asintió y sonrió con tristeza. “La guerra siempre ha sido dirigida por Rizembool. Son ellos quienes traen los cambios y el conflicto y Hanasaki apenas se limita a responderles. Un fin al conflicto debería involucrar algo fuera de la guerra. Pienso que es lo más lógico visto desde un punto de vista más humano, aunque tampoco es algo fácil de llevar a cabo.”
“Sin embargo, es algo que no debería pasar desapercibido ante los ojos de una institución que inculca la importancia de ser mártires a jóvenes idealistas… incluyendo a esa amiga de Elise…” Leo entrecerró sus ojos con amargura. “Y yo pensé que Hanasaki era remotamente redimible en algún momento. Ahora sólo me recuerdan al texto del Gran Inquisidor de Dostoevsky. Vivimos en una sociedad donde los conceptos más intangibles como la bondad y la justicia le pertenecen a aquellos que tienen poder. Hanasaki es su propia iglesia que dicta el bien absoluto a sus seguidores, unas chicas cegadas por su doctrina que morirán al fin de sus días y ante el juicio divino reclamarán que lo hicieron todo bien y demandarán su descanso perpetuo como si la razón les perteneciera. Esta razón es el arma de Hanasaki, aquella con la cual engatusan a las personas y las alimentan en sus frágiles y necesitados egos. El sentido de lo correcto es un bien con el cual los humanos pueden dormir al llegar la noche. Es una recompensa más inmaterial que las ofrecidas por Rizembool, pero es un premio semejante en naturaleza.”
“Es una forma de ver las cosas.”
“¿Te parece que me hace falta considerar algo, Monoyoshi?” le cuestionó con atención.
“Estoy seguro que lo has considerado mucho mejor que yo, Leo-san,” contestó sonriendo incómodo. “A lo que dices sólo puedo reincidir en que no podemos juzgar del todo a Hanasaki como institución. Fuera de ello, me es inevitable tener un enfoque más personal. Por debajo de las cabezas de Rizembool y Hanasaki, tenemos a los Rebels y las HiMEs que caen en el conflicto por las razones equivocadas. Los Rebels sucumben a su debilidad, las HiMEs también. Algunos Rebels podrían tener una meta más justificable, algunas HiMEs desean desde el fondo de su corazón acabar con el conflicto,” asintió y sonrió con calidez y tranquilidad. “No podemos pretender que ellos representan la voz del inquisidor que reclama su autoridad ante al salvador. Muchas personas que nos rodean nunca caerían en la malicia de exigir un poder mayor al de la misma creación. Confío en la decencia de las personas de reconocer sus propias falencias, por más que no vayan a cambiar…”
“Pienso que les das demasiado crédito,” le miró frustrado, alzando una ceja. “Aun si fueras a estar en lo cierto, ellos son seres fallidos.”
“Ellos son seres humanos.”
“La humanidad es una excusa barata, siempre lo he pensado,” resopló y siguió un corto silencio. Leo dejó pasar su fugaz fastidio y desvió su mirada. “En fin, es cierto que hablando de personas en particular, es más difícil de comprender la situación. Sí pueden haber HiMEs y quizás Rebels a quienes podría entender…”
“Es muy posible, si es que terminamos por conocerles,” Monoyoshi asintió, sonriendo. Finalmente llegaron a la salida y se detuvo fuera de las rejas. “Bueno, aquí partimos. Mándale saludos a Elise de mi parte, por favor.”
“Nunca he entendido eso de mandar saludos por otros,” dijo cansadamente. “Asumo la verás en cualquier momento. Sería mejor que tú le des dicho saludo.”
“Es verdad, podría enviarle un mensaje,” dicho esto, sacó su celular.
“¿Qué?” el rubio se indignó. “¿Te hablas con mi hermana?”
“Elise es una pequeña muy amable y carismática. Más bien es ella quien busca conversar conmigo todo el tiempo,” reportó Monoyoshi, amenamente. Miró su pantalla y rió un poco.
“¿Eh? ¿De qué te ríes? ¿Qué pasa?” preguntó con aire demandante.
“Haha, no es nada, sólo me pasó un meme,” dijo riendo con torpeza, mostrándole la pantalla. “Es muy ocurrente, ¿no es así? Elise me comentó que tú no apruebas recibir ese tipo de mensajes, pero te haría bien. Siempre viene muy bien un poco de humor.”
“Tch, no se pongan a chismear entre ustedes, qué fastidio,” se ofuscó.
“No es mi intención, siento las molestias,” hizo una reverencia. “Bueno, no te distraigo más. Nos vemos mañana, Leo-san.”

Los dos se despidieron y caminaron por la vereda en direcciones opuestas. Monoyoshi escribió un pequeño saludo a la hermanita de su compañero de clases y siguió con su andar. Cerca del final del gran perímetro del colegio, el pelirrosa se distrajo saludando con una mano a unas chicas que se despidieron de él. Pretendió seguir, pero una mano proveniente de los arbustos al costado de la vereda le agarró del brazo y le jaló para sumergirlo en ese frondoso jardín.


“Ihh…” Monoyoshi soltó un leve quejido por caerse sentado al piso en medio de los arbustos. No tuvo tiempo para inspeccionar sus alrededores por su cuenta ya que un par de manos le agarraron de los brazos y le agitaron con gran urgencia.
“¡Monoyoshi!” gritó Fudou, con un rostro alterado y aterrado.
“¿F-Fudou-kun?” preguntó desubicado.
“¡Tienes que esconderme! ¡Los Toushirou intentan matarme!” exclamó sin dejar de sacudirle.
“¿Perdón?” el pelirrosa le miró fijamente y sonrió nervioso. Después de la conversación lógica y fría que había tenido con Leo, le resultó incomprensible oír unas palabras tan pasionales e irracionales, aunque por tratarse de Fudou sabía que debía haber algún trasfondo entendible. Tomó los brazos de su amigo para soltarse. “Tranquilo, Fudou-kun. Te prometo que no dejaré que nadie te lastime. Explícame qué es lo que ocurre, por favor.”
“Tch, el maldito lunático de esa familia me ha estado persiguiendo y con las justas pude escapar, pero no sé por cuánto tiempo lo habré perdido,” dijo cabizbajo y hablando con estrés e inquietud. Bajo ese estado cualquier cosa podría asustarle. “Demonios, y me he arriesgado demasiado viniendo hasta aquí. Hay otros tres de su especie que asisten a este colegio.”
“Ehh, comprendo que hablas de Namazuo-san…” dijo sonriendo incómodo.
“¡Sí, ese desalmado! ¡Ese estuvo a punto de matarme!”
“¿Pero qué ocurrió?”
“Ahh…” se agarró la cabeza con ambas manos. “Todo comenzó con Atsu y Shinano apareciéndose en mi casa ayer para decirme que hay un examen de admisión extraordinario a Hanasaki U dentro de dos semanas y quieren que lo tome…”
“¡Ohh!” Monoyoshi se sorprendió y sonrió ampliamente levantando sus pulgares. “¡Me parece una excelente idea, Fudou-kun! ¡Qué buenas noticias! ¡Sé que puedes hacerlo!”
“¡No lo son! ¡No te vuelvas cómplice, maldito!” le requintó dándole un zape.
“Ihh…” se agarró su cabeza con pesar.
“¡Esos imbéciles invaden mi casa, enlistan a mi nee-san para torturarme y cuando quise irme a dar una vuelta me lanzaron a su neurótico hermano a cazarme y traerme de regreso! ¡El demente cree que yo soy indestructible o algo!” negó repetidamente y regresó a agarrarse la cabeza. “No puedo… no puedo regresar a casa. No puedo estudiar, no estaré listo, y no puedo hacerles entender lo contrario. Necesito un refugio hasta que me dejen en paz.”
“Ya, está bien, entiendo,” Monoyoshi le tomó de los brazos y le sonrió amablemente. “Suena a que has pasado por algo muy duro y es evidente que no te sientes bien, así que con mucho gusto te invito a quedarte conmigo. Te prometo que te ayudaré a reparar esta situación y no dejaré que te lastimen,” asintió. “Ya no te tortures más. Vamos de frente a mi casa.”
“…” Fudou le miró con ojos asustados y se quedó quieto un momento mientras procesaba que contaba con su ayuda. Entonces, bajó su mirada ya libre de la tensión con cierto cargo de consciencia. “Gracias… perdón por esto…”
“No es nada, soy feliz de ayudarte,” le aseguró amenamente y se puso a pensar. “Hmm, debemos irnos cuanto antes, ¿no es así? No vives muy lejos de aquí. Bueno, hay un paradero del metro a una cuadra. Nos acercará buena parte del camino a mi casa.”
“¡N-no, no podemos hacer eso!” exclamó en shock.
“¿Eh? ¿Perdón?” Monoyoshi ladeó su cabeza.
“¡N-no, ya no más metros, por favor no! ¡Ahí es donde el miserable casi me mata! ¡Si no hubiera reaccionado tan rápido no habría vivido para contarla! ¡Y-y conociendo lo obsesivo que es seguro que está en camino y-y-…! ¡Ihhhh!” entonces, el rostro de Fudou se tornó azul y casi desfallece hacia atrás de no ser porque el otro le sostuvo.
“¡Fudou-kun!” dijo agarrándole. “Está bien, llamaré a un uber. Vamos al paradero de bus para que nos encuentre más rápido,” asintió. “Listo, ese es el plan. Ahora de pie. No deberíamos quedarnos entre los arbustos demasiado tiempo.”

Monoyoshi salió del arbusto y ayudó a Fudou a ponerse de pie. Varios otros estudiantes que pasaban les miraron con gran incomprensión y el pelirrosa se limitó a sonreír y saludar a quienes conocía con una mano. Luego de esa salida, procedieron a caminar, aunque entonces oyeron una voz conocida.

“¡Ah! ¡Fudou-san!” exclamó Gokotai con alegría y sorpresa. El pequeño peliblanco salía acompañado por Saki y Tsubasa.
“¡Ihhh!” el dirigido se espantó y de inmediato agarró a Monoyoshi de la muñeca para huir con él.
“Fudou-kun, tranquilo, sólo es Gokotai…”
“¡Es uno de ellos! ¡Apuesto a que es el señuelo y su hermano anda asechando!”
“Ehh…” sonrió incómodo y dejó que el otro lo jalara.
“¿Eh?” Gokotai ladeó su cabeza con gran confusión al ver a los dos correr. “¿H-hice algo malo?”

Sus amigas intercambiaron miradas y varios alrededor se mostraron igual de perdidos.



Cho

90.2.



El día siguió avanzando y Cho y Ayesha asistieron a una clase de lectura dirigida por la profesora Astrid Zxes. La temática estuvo relacionada a la próxima práctica de laboratorio que tendrían la siguiente semana, lo cual no era un tema muy difícil. Esa lectura de menos de una hora de todos modos terminó abruptamente bajo decisión de la profesora.

“En fin, tengo como otros quince minutos más para ser redundante con ustedes, pero creo que son bastante listos para entender lo que tienen que repasar por su cuenta,” dijo girándose a su público de estudiantes de pregrado con leve indiferencia muy característica de ella. “Ah, pero a la entrada del laboratorio les tomaré una prueba para asegurarme que sí leyeron las fichas de seguridad de todos los compuestos químicos que usaremos junto a los instrumentos. Quien no pase no hace ese paso desaprueba de inmediato, ¿han entendido? Ninguno de nosotros queremos que vuelvan a usar el balón incorrecto para la reacción como la vez pasada e inundemos el laboratorio con amoniaco. Graciosos se creen, ¿no?” oyó a algunos reírse y rodó los ojos, aunque no se vio particularmente molesta. “En fin, apuesto a que recordarán ese detalle técnico mejor que el resto del laboratorio. Les sirvió de aprendizaje, me imagino. Bueno ya, son libres, vayan a comer o hacer algo antes de su próximo curso. Pero antes que me olvide,” la profesora miró fijamente a Cho y Ayesha con un aura demandante. “Ustedes dos no se van a ningún lado. Tengo que hablar con ustedes.”
“Ehh, s-sí, profesora,” dijo Ayesha intimidada, y tanto ella como Cho asintieron. Los demás estudiantes les miraron con curiosidad, ya que no podían pensar en algún razón para que fueran puestas en la mira.
“Listo, para los demás, nos vemos en la práctica.”

Los otros estudiantes evacuaron el salón, la mayoría de inmediato aunque algunos estudiantes se quedaron para hacerle unas preguntas cortas a la profesora. Las dos estudiantes citadas esperaron a que sus compañeros de clase se retiraran. Durante la espera, Cho vio que Kashuu se asomó por la puerta y se animó a entrar al ver el salón vacío.

“Aruji, ¿sucede algo?” preguntó el arma, confundido. “¿Por qué siguen adentro?”
“No sabemos, pero la profesora quiere hablar con nosotras,” contestó la HiME, confundida.
“Hmm, me pregunto si desconfía de que vaya a romper el equipo esta vez…” meditó Ayesha, con incomodidad.
“Aun si fuera así, no tendría por qué decirnos que nos quiere ver después de clases,” Cho dio un suspiro. “Ella haría alguna broma relacionada con la torpeza de Ayesha o mi lentitud en medio de la clase y todos se reirían como siempre…”
“Suena a que tienen a una profesora que se ensaña con ustedes,” Kashuu frunció el ceño.
“Pues, no es sólo con nosotras, en verdad Astrid es muy sincera e informal. Hasta cuando le toma el pelo a alguien lo hace con buenos ánimos. No es que quiera hacernos sentir mal,” comentó Ayesha, sonriendo nerviosa. “Más bien esto parece serio.”
“Sí…” Cho miró a la profesora hablar con el último estudiante que la había esperado. “Se le ve de mal humor hoy. Hasta el recuerdo de ese laboratorio con el amoniaco lo dijo casi exasperada. No sé por qué querría hablar con nosotras hasta para terminar temprano.”
“Hm…” Kashuu alzó una ceja y vio a la profesora despedirse del estudiante.
“Como te dije, en el capítulo doce de ese libro lo cubren bien, revísalo,” dijo Astrid al chico que caminaba a la salida. “Ah, ¿y puedes cerrarme la puerta?”
“Eh, claro, muchas gracias,” ese chico se vio perplejo pero siguió con su pedido y así los presentes se quedaron encerrados dentro de ese auditorio.

Las sospechas de la peliceleste sobre el humor de la profesora fueron ciertas. Astrid apoyó ambas palmas sobre su escritorio, lo cual causó un fuerte sonido que asustó un poco a Ayesha. Luego de ello, afiló sus ojos y miró al par de chicas con una ira extrema.

“Ya, díganme,” dijo con una ira lista a estallar. “¿Cuál de ustedes dos es la responsable de que una pequeña de trece años se convierta en una HiME?”
“¿Eh?” Ayesha se afligió y bajó su mirada. “¿Se… enteró?”
“¡Sí, maldita sea, me he enterado al igual que la gran mayoría de la facultad de la universidad y un sinfín de estudiantes chismosos!” gritó volviendo a estampar sus dos palmas sobre la mesa. “¡Maldición, sé que no tenías muchas esperanzas si tu compañera de laboratorio es una chica que salió viva la vez pasada y ha vuelto a ser HiME contra todo uso de razón, pero pensé que al menos tú eras la cuerda! ¡Y estamos hablando de tu hermanita, por el amor de RNG!”
“Ehh…” Cho frunció el ceño, confundida por varias cosas (quizás un poco más por el mero final de su oración que lo demás).
“¡Y tú no estás fuera de esto!” Astrid se le dirigió hecha una fiera. “Por más loca que tú eres al menos deberías tener decencia con otros seres vivos, ¡sobre todo con una maldita niña! ¡Si tanto te crees como la protectora de Hanasaki o lo que quieras debiste haberlo evitado! ¡¿Es que acaso la directora te ha lavado el cerebro o eres descerebrada de naturaleza?!”
“Espere un momento, no insulte a mi aruji,” dijo Kashuu dando un paso adelante.
“¡Tú cállate, aquí no hablamos con los duendes!” le gritó la pelinegra.
“¡¿Ahh?!” el arma se escandalizó y pasó a molestarse. “¡¿Acaso me veo como uno?!”
“Kashuu, eh, no te metas por favor…” pidió Cho, frustrada e incómoda.
“Ya, tenemos tiempo así que quiero que me cuenten cómo así esta tragedia ha sucedido,” Astrid se cruzó de brazos. “Bien, espero sus explicaciones y no se atrevan a mentirme.”

Ayesha tomó la palabra y le puso al tanto de la oferta de Miranda a Nio, el hecho que ella en un inicio se había negado, y luego del ataque ocurrido en el festival, en el cual la propia Ayesha tuvo su recolección de los hechos borrada de su mente, motivo por el cual Nio se decidió a pelear contra Rizembool a manera de reclamar justicia y para detener otros ataques a futuro. La maestra no se vio más tranquila luego de la narración y manifestó un persistente tic en la ceja.

“…” ella se puso a golpear la mesa con uno de sus índices repetidamente. “Ya… veo que tuvieron un interés de detenerle, hasta para atrasar su decisión final un día… tal vez esta pequeña siga convencida de su meta de ser HiME hasta ahora… ¡pero igual! ¡No las excusaré!” apuntó a Ayesha. “¡Tú eres su guardián legal, su protectora, su persona más cercana y su voz de razón!” pasó a apuntar a Cho. “¡Y tú eres la que sabe sobre la locura que es esta guerra y el hecho que es demasiado peligroso, en especial para alguien de su edad!”
“Lo sé, lo sé bien…” Ayesha miró al piso con ojos llorosos. “Lo siento mucho…”
“No, no, aquí nadie se disculpa. Esto no es algo que se pasa con un ‘lo siento’,” negó impaciente y llevó una mano a su frente. “Ahh… no podemos quitarle a la pequeña su magia así sin más. Las HiMEs no son dadas de baja con facilidad, siempre son por causas muy extremas o raras. Tu hermanita es una HiME y no hay nada que puedes hacer para remediarlo ahora.”
“Eh…” hundió sus ojos en sombra.
“Realmente no lo hay… sé que debí haber sido más firme con Nio, más que pedirle que lo pensara hasta el siguiente día,” Cho desvió su mirada, incómoda. “No debí esperar que una pequeña fuera a tomar una decisión sensata en ese estado emocional y luego de tan poco tiempo de lo sucedido sin recibir la consejería necesaria…”
“…” Astrid dio un pesado suspiro con leve desaire. “Pues… tal vez esperé demasiado de ti en la posición en la que estuviste. Pese a que sí creo que pudiste haber dicho algo más sensato, a su vez tú eres sólo una amiga de su hermana sin una verdadera voz para convencerle. De todos modos, eso de que ella espere un día hubiera sido el suficiente tiempo para desanimarla si es que acudían a personas con un punto de vista más frío o mayor experiencia que ustedes dos,” frunció el ceño. “Creo entender que esa tarde en la cual rompiste el globo al término del laboratorio fue cuando le ofrecieron ser HiME.”
“Eh, sí…”
“De habérmelo dicho yo me habría encargado personalmente de sentarme con esta niña para hacerle entender la realidad, y también lo habría hecho luego del ataque.”
“Yo… yo no… no sabía que hacer…” Ayesha negó y dio un paso hacia atrás. “Perdón… yo fallé en mi deber…”
“Sí, no te lo negaré, hay que ser sinceros aquí,” Astrid se encogió de hombros. “Pero no estoy aquí para humillarles más de lo que ya están. Entiendan que mi llamada de atención es para que no vuelvan a cometer un error semejante y que recurran a mayor ayuda la próxima vez. Igual sigo decepcionada de cómo esto ha sucedido.”
“En verdad todas nos sentimos así. Nuestras amigas HiMEs piensan igual…” admitió Cho.
“Ahh, y eran más de una HiME y nadie pudo evitarlo. Quisiera jalarles las orejas a todas,” Astrid rodó los ojos. “En fin. Es sorprendente que bastó la decisión de la pequeña sin permiso de un mayor, aunque bueno, Hanasaki lleva un siglo escondiendo esto de los padres sin perjuicios legales. Veo que ni una niña menor estaba a salvo de eso. La hora está por terminar y hay otra clase en este salón, así que iré al grano,” puso una palma sobre la mesa. “Fran es quien me informó sobre todo esto y me pidió que les ayude. Dice, obviamente, que la pequeña Nio necesita toda la ayuda posible, así que me toca serles de mentora más allá del laboratorio. Ya saben que no soy la mejor profesora, pero cuentan conmigo, ¿de acuerdo?”
“¿Eh?” Ayesha levantó su mirada llorosa y le miró perdidamente. “S-sí, gracias, pero… ¿cómo así nos ayudaría? ¿Usted pelea?”
“No, pero tengo experiencia,” se encogió de hombros y procedió a guardar su material educativo. “Soy exHiME.”
“¿Perdón?” Cho se sorprendió e intercambió miradas con Kashuu.
“Ello te quita credibilidad si pretendiste criticar a mi aruji,” observó el chico, con cierto juicio.
“No me conviene decirlo, ¿no es así? En fin, el secreto ya no importa y es mejor sacarlo a flote,” Astrid sonrió con ironía. “Pero es por haber sido HiME que sé lo horrible que fue. Yo no pertenezco a la generación de suertudas de tu ‘aruji’ que ficticiamente ganaron a Rizembool y que vivieron en su gran mayoría. Tengo una experiencia más cruda sobre esta guerra como una previa HiME más antigua, y aparte de eso soy una profesora de química orgánica con conocimientos en biología. Nio ha demostrado poderes de la naturaleza, ¿verdad? Sólo por eso le convendría aprender algunas cosas de mí.”
“S-sí, tiene todo el sentido…” Cho se cohibió y bajó su mirada. Lo que había dicho tenía mucha razón, el hecho que su ‘generación de HiMEs’ no podía comprender las historias de sus predecesoras que sí tuvieron que llegar a desencadenantes más terribles… “Muchas gracias por su apoyo. No esperaba esta ayuda.”
“Créeme que no lo hago por ti, ni por Ayesha, pero ya no me queda de otra que darles una mano a las tres,” la profesora asintió con determinación. “Lo hago porque deseo proteger el bienestar de una inocente loli que merece vivir. ¡No permitiré que Rizembool haga daño a otra loli importante para la sociedad!”
“¿L-loli?” preguntó Ayesha, algo impresionada por la energía que provenía de la maestra.
“Eh, ¿qué clase de profesora se supone que eres?” por su parte, Kashuu entrecerró sus ojos. Rizembool casi parecía tener intereses menos sospechosos con Nio que ella.
“Así que otro día las citaré para que vengan con la niña y así poder hablar con ustedes,” dijo la pelinegra, encogiéndose de hombros. “No esperen mucho de mi parte, pero al menos les daré alguna dirección ya que las dos se ven perdidas en el espacio, y más lo estará la HiME en cuestión. No se llegó a evitar que pelee para Hanasaki, así que no la decepcionen y traten de ser responsables con ella.”
“S-sí, de todos modos, así será,” Ayesha hizo una reverencia. “Lamento mucho todo este problema, pero le agradezco de todo corazón por su ayuda. Deseo todo lo mejor para mi Nio y confío en usted.”
“Bien, ahora pueden irse, yo también tengo cosas que hacer.”

La conversación terminó y las dos salieron para darse una rápida merienda antes del inicio de la siguiente clase. Esa conversación, pese a hacerles recalcar sus faltas en cuidar de Nio, les inspiró ya que tenían otra persona más quien les sería de ayuda. Tenían que ver qué harían por la pequeña lo antes posible y comenzar de una vez. Al menos ya entendían que no estaban solas.




Luego de la huida ante el avistamiento de un Toushirou, Fudou fue llevado por Monoyoshi a su casa, lugar que serviría como su refugio temporal. El pelimorado fue dado la bienvenida por su amigo y también las muchas sirvientas que trabajaban en la enorme residencia de los Sadamune. Todos se mostraron muy cordiales y contentos de saber que sería un inquilino y de inmediato le facilitaron una habitación de huéspedes cercana a las habitaciones de los señoritos.

Por el agotador estudio y ser forzado a estudiar desde temprano, sin mencionar la increíble persecución que acababa de vivir, Fudou sucumbió al sueño y optó por tomar una siesta. Ya fuera de su casa y sin presiones encima no tardó en quedarse dormido y se despertó un par de horas más tarde, un tanto desubicado aunque mucho más despejado.

La pulcritud y claridad de esa habitación junto con la quietud de esa residencia en una zona tranquila a las afueras de la ciudad le dieron una ligera soledad y de inmediato se preguntó dónde estaría su amigo, por lo cual salió a buscarlo.

Había una sorprendente ausencia de personas en aquel lado de la residencia. El sol comenzaba a ponerse y la iluminación todavía no había sido prendida. A pesar de conocer muy bien ese lugar y haberlo visitado varias veces, seguía resultándole intimidante. El pelirrosa era tan humilde y servicial que con frecuencia se olvidaba del hecho que era otra clase de ser humano.

Sus intenciones de buscarle fueron olvidadas ni bien Fudou llegó a una habitación en particular. Reconoció unas puertas dobles y vistosas y su latente adicción al alcohol le hizo ingresar. Dicha habitación era un bar, un lugar hecho a medida de Mitsutada, el amigo de la familia que les visitaba con frecuencia. Como el nombre lo indicaba, había una elegante barra con vasos e instrumentos de todo tipo, y varias vitrinas con los tragos más vistosos y costosos imaginables. Sin embargo, Fudou notó interesante que el display usual al aire libre se encontraba completamente vacío, y más bien otros displays secundarios cerrados con puertas de vidrio aseguradas estaban abarrotados. Dio un suspiro.

“Ese Monoyoshi, a veces me olvido de lo listo que es…” dio un suspiro con una mezcla de fastidio y culpa. Sabía muy bien que no debía estar ahí, pero no había podido evitar el impulso. En eso, oyó que las puertas dobles se balancearon, algo que le inquietó, pero no vio a nadie. “¿Q-quién está ahí?” miró al resto de aquel bar pero nada le llamó la atención. Optó por ignorarlo y luego de una mirada más hacia las inalcanzables vitrinas, decidió retirarse.



“¡Sorpresa!” exclamó Taikogane, saltando por debajo de una de las mesas del bar.
“¡AAAHHH!” Fudou se cayó sentado al piso.
“¡Hahaha, juraba que me descubrirías, pero no fue así!” declaró el peliazul entretenido y orgulloso, con ambas manos en sus caderas. “¡Tendré mucho que aprender para compararme con Tsuru-san, pero voy por buen camino!”
“Sólo eres tú, demonios…” desvió su mirada con nervios.
“¿Eh? Fudou, ¿estás bien? ¿Por qué te ves tan perdido?” preguntó alzando una ceja, extrañado.
“Pensé que… no, nada…”
“Hmm, ese Monoyoshi sí dijo que habías llegado agotado y que no te fuera a hablar hasta que te despertaras…” se puso a pensar, aunque rápidamente pasó a sonreír con energías. “¡Pero ya estás despierto, así que hola! ¡Qué sorpresa que vengas, pero siempre eres bienvenido!” le extendió su mano y le ayudó a ponerse de pie. “Y de todos los lugares en nuestro hogar, ¿qué haces aquí?”
“Ehh…”
“¿Te perdiste?” le preguntó con curiosidad.
“Tch, no seas tonto,” frunció el ceño. Simplemente no quería admitirlo. “Ehm, creo que me atrajeron las puertas, son distintas al resto de la mansión.”
“Oh, es muy cierto,” Taikogane sonrió alegremente y miró a sus alrededores con dicha e inspiración. “Micchan es el mejor, ¿verdad? Él fue quien tomó todas las decisiones de diseño cuando quisimos obsequiarle este espacio y le quedó espectacular. ¡Ah, justo Micchan va a venir más tarde! ¡Podríamos pedirle que nos prepare unos tragos!”
“Eh…” Fudou se sorprendió y bajó su mirada con conflicto.
“¡Claro que sí! ¡Micchan es muy cool y sus tragos son tan cool como él! ¡Te aseguro que te encantará lo que te prepare! ¡Hasta podrías pedirle alguno en especial!”
“¿E-en serio?” sus ojos se iluminaron y miró al peliazul con un anhelo infantil, pero entonces se despertó brevemente. “N-no, espera, ¿qué estás diciendo? ¿Y acaso tú tomas? Eres menor que yo y ni eres legal.”
“¿Eh? Y yo que pensé que tú eras cool como para entenderlo y romper las reglas, Fudou. Hasta te vi con sake en las vacaciones,” ladeó su cabeza. “No que tome, pero Micchan a veces me prepara tragos muy pequeños,” sonrió ampliamente. “A diferencia de los adultos aburridos, él dice que no hay nada de malo en que uno tome socialmente y quiere enseñarme a tomar responsable, aun así sólo es en ocasiones especiales. También le prepara cocteles a Monoyoshi, pero ya le conoces,” se encogió de hombros, frustrado. “Él siempre rechaza y me repite demasiado que tome con moderación, es tan uncool…”
“Oye…” le miró con leve reproche.
“Pero tampoco nos dará la contra, así que tú no te preocupes por él,” le aseguró con ánimos. “¡Ya está! ¡Tendremos nuestra fiesta dentro de este bar!”




“Lo siento, Taikogane-san, pero no podemos hacer eso,” dijo Monoyoshi, quien acababa de llegar. Él sonreía como siempre y traía consigo una bandeja donde llevaba un refresco y un platillo con bocadillos. “Fudou-kun tiene problemas con el alcohol y es nuestra obligación como nuestro huésped velar por su salud. Justo venía a buscarle para proveerle de bocadillos que son tanto saludables como deliciosos.”
“¿Eh? ¿Problemas con el alcohol? ¿En serio?” el peliazul se extrañó y alzó una ceja. Pasó a mirar a Fudou, quien desvió su mirada.
“Ya veo que lo primero que hiciste cuando llegamos y me despachaste fue asegurar todo aquí, Mono-chan,” comentó este, entre frustrado e incómodo. “Aprovechaste que estaba distraído.”
“Mi prioridad fue permitirte que descanses debidamente, Fudou-kun. Estás un poco trasnochado y te llevaste un gran susto. Guardar las cosas aquí es lo de menos,” le aseguró amablemente y apoyó la bandeja sobre el counter del bar. “Ahora no te sientas incómodo, por favor. No te culpo por venir a este bar. Toma asiento y come un poco. Debes haberte perdido del almuerzo.”
“…” observó la bandeja. Su primera reacción había sido de reproche hacia su amigo por haber desconfiado de él, pese a haber tenido razón de hacerlo, pero fue recordado de las buenas intenciones del otro por encima de pensar mal sobre él. Dio un pesado suspiro y le miró con cierto juicio. “¿Acaso has estado caminando por tu casa con una bandeja buscándome?”
“No te busqué mucho, descuida,” asintió. “Taikogane-san, hay suficientes bocadillos para los dos, puedes degustarlos también.”
“Eh, sí, gracias, pero…” Taikogane miró frustrado a esa bandeja y miró a su mayor con el mismo juicio del pelimorado. “¿Por qué siempre haces esto? Tenemos un montón de empleadas que están felices de atendernos.”
“¿Eh? ¿Hice algo malo?” el pelirrosa se quedó perplejo.
“Ahh, olvídalo, nunca me entiendes,” se impacientó y se resignó a tomar un bocadillo. “Igual gracias, pero mejor los compartimos entre los tres, ya que Micchan seguramente llega más tarde y nos preparará algo mucho mejor.”
“O-oye,” Fudou se quedó frío por aquel ‘agradecimiento’ del menor.
“Ohh, Mitsutada-san viene a visitarnos, qué buenas noticias,” Monoyoshi se alegró.
“¿Eh?” el pelimorado miró al otro con desconcierto.
“¿Verdad? Hoy termina su turno temprano en el restaurante así que dijo que le alcanza el tiempo para darse un salto por aquí. Y tú trajiste a Fudou así que seremos cuatro,” festejó el peliazul. “Más bien ahora que dices que Fudou tiene problemas con el alcohol, seguro que Micchan puede enseñarle a tomar con moderación.”
“Así no es como funciona, Taikogane-san,” Monoyoshi sonrió incómodo. “A Fudou-kun no le cae bien tomar, así que es mejor que no lo haga. Una de las cenas saludables de Mitsutada-san serían mucho mejor para él que cualquier otra cosa,” entonces, el pelirrosa desvió su mirada con leve inquietud. “Pero Mitsutada-san también es un visitante. No podríamos incomodarle con este pedido tan repentinamente.”
“¿Qué cosas dices? Micchan estaría feliz, estoy seguro,” afirmó confiado. “Él no es un extraño a nosotros, Monoyoshi.”
“Bueno, sí tú lo dices…”
“Y tú tampoco lo eres, Fudou, nos has venido a visitar muchas veces,” Taikogane se le dirigió. “¡Hay que hacer algo divertido! ¡De haber sabido que venías por una pijamada había ido de compras, pero no importa! ¡Tenemos una Switch y un montón de juegos!”
“Eh…” Fudou le miró confundido y desvió su mirada. “No es que haya venido con esa intención… ¿y por qué irías de compras?”
“Hehe, no te inquietes, Fudou-kun,” Monoyoshi asintió. “Taikogane-san tiene mucha razón. Eres un buen amigo y un poco de entretenimiento te haría muy bien. Aprovecha tu estadía en esta casa para sentirte cómodo.”
“¡Ahora a comer o estos aperitivos se enfriarán!” el peliazul agarró otro más y los degustó.

Los tres se quedaron compartiendo la merienda y luego de terminarla fueron hacia la sala principal de la casa para entretener al improvisado huésped.





Pasaron cerca de dos horas y Mitsutada hizo aparición. Curiosamente, el amigo de la familia había llegado luego de hacer compras en el supermercado y tenía el interés de prepararles una deliciosa cena. Su misión fue temporalmente detenida ya que acudió a la sala para saludar al par de hermanos y al inesperado visitante del día.

“Esta es una gran sorpresa, Fudou,” dijo el peliazul mayor, impresionado. “Sé que sueles avisar antes de venir. ¿A qué se debe?”
“Al parecer los Toushirou intentan matarle o algo,” mencionó Taikogane sonriente y mirando al techo como si dijera una inocente curiosidad. “¿Cómo es eso de que Namazuo te persiguió y te obligó a saltar de un tren en movimiento? ¡Suena tan cool!”
“Cállate imbécil…” el pelimorado miraba al piso torturado y todavía un poco inquieto. “Tch, no debí habértelo dicho…”
“¿Perdón?” Mitsutada parpadeó sorprendido.
“Ehh, pues, fue algo así,” dijo Monoyoshi, sonriendo incómodo. “Fudou-kun fue puesto a estudiar y cuando él quiso irse y darse un descanso, Namazuo-san le persiguió y hasta se metió al metro por una ventana. Realmente fue muy peligroso. Fudou-kun pudo haberse chocado contra una columna, con otra persona o hasta dentro del propio túnel…”
“Ese fue el riesgo, maldición…” Fudou se agarró los cabellos. “Salté y por la inercia me choqué de costado contra la pared final de la plataforma… s-si saltaba un segundo más tarde me daba de cara contra el túnel y el espacio entre el túnel y el metro es mínimo… no hubiera sobrevivido…”
“Qué terrible, me alegro de que te encuentres bien,” el mayor asintió y se le acercó. “O al menos eso parece. ¿No te lastimaste?”
“Eh, no, estoy bien…” dijo levantando sus palmas a manera de evitar que se preocupen. “Más es el susto, pero si no huía ese neurótico sí me habría hecho pedazos. No sé qué tiene contra mí…” dio un suspiro y desvió su mirada. “Por eso estoy de estorbo hoy…”
“Más bien, es evidente que eres bienvenido aquí,” Mitsutada le sonrió amenamente. “Tus amigos se alegran mucho de que estés aquí y nos venía bien tener un invitado. ¿No es así, Sada-chan?”
“¡Completamente, Micchan!” el Sadamune menor exclamó con mucha dicha. “No tengo un compañero de videojuegos y me ha gustado enseñarte a jugar Splatoon. ¡Y tengo muchos más juegos que tienes que conocer!”
“No es que sea muy bueno con ellos, este ha sido suficiente…” dio un suspiro y le miró con impaciencia. “No me importa entretener al señorito de esta casa, pero este no es mi fuerte,” se encogió de hombros. “A Gotou le gustan los videojuegos. Mejor avísale a él cuando ande libre.”
“Hehe es verdad,” Monoyoshi sonrió. “Gotou-san me dijo que de vez en cuando va a arcades para distraerse.”
“¡Ohh, no es una mala idea! ¡Hace mil años que no voy a uno!” Taikogane se emocionó y comprimió sus puños. “¡Claro, le escribiré para que me avise cuando puede! ¡De paso tengo a un amigo que también le encantan los videojuegos! ¡Podemos ir varios! ¡Micchan ¿verdad que te animas?! ¡¿Verdad que sí?!”
“Haha, creo que paso, Sada-chan,” el mayor sonrió incómodo. “Puedo compartir los juegos que tienes aquí, pero un arcade sería demasiado. No es un pasatiempo a mi medida.”
“Bueno, ¿qué más da? No te puedo obligar. Es cierto que tienes un aura muy cool para andar entrando a arcades con menores,” se encogió de hombros y se dirigió al pelirrosa con un aura demandante. “Pero tú no tienes excusa alguna. Vas a venir con nosotros, ¿has entendido?”
“¿Eh?” Monoyoshi se sorprendió y ladeó su cabeza. “¿Por qué, Taikogane-san?”
“Tú nunca haces nada divertido y siempre te niegas a jugar a juegos aquí,” reclamó el menor, apuntándole acusatoriamente. “Sin duda no podrías negarte si vamos en un grupo grande. Le diré a Gotou que te obligue si no me escuchas a mí.”
“Ehh, procura no involucrar a otras personas, por favor,” dijo sonriendo con torpeza. “Más bien siento que no se divertirían mucho si estoy siendo una incomodidad y si están al pendiente de mí. También estoy en el consejo estudiantil así que tengo muchos deberes.”
“Si con deberes te refieres a nuevamente quedarte a limpiar el último día antes de las vacaciones porque otros chicos no quisieron, entonces definitivamente no lo apruebo,” le resondró. “Deja de ser tan uncool, Monoyoshi. Así la gente no te respetará.”
“Eh pues…” Monoyoshi sonrió incómodo y desvió su mirada.
“Un momento,” Fudou se extrañó y se dirigió a su amigo. “¿Eso pasó?”
“Eh, sí, mis compañeros me dijeron que ya habían hecho planes y no podían quedarse. Está bien, no fue un inconveniente para mí.”
“Tsk…” chasqueó la lengua. “¿Es que acaso a todos ellos se les estaba muriendo la abuelita esa tarde o qué?”
“No sabría decirlo, pero sería una coincidencia muy extraña…” el pelirrosa se puso a pensar.
“Entonces…” Fudou apretó los dientes y golpeó un puño en su otra palma. “¿Quiénes son esos vividores para darles un escarmiento?”
“¿Eh? E-está bien, Fudou-kun, no fue un problema en lo absoluto,” dijo inquieto y levantando sus palmas. “Cálmate por favor, no intentes hacer algo que podría meterte en problemas.”
“Me toca estar de acuerdo con Taikogane y hacerte recordar que no dejes que se aprovechen de ti. No eres un tonto como para no darte cuenta que la gente usa pretextos, así que tampoco te dejes llevar por lo que te piden.”
“Eh, sí…” asintió un poco impresionado por su severidad.
“Ahora…” Fudou  dio un suspiro y se giró a Mitsutada. “¿Acaso no has educado a tu hijo?”
“¿Perdón?” el dirigido se quedó perplejo. “¿Qué quieres decir?”
“¿Cuántas veces habré escuchado a Taikogane llamarle uncool a su hermano? Y bien tú te quedas quieto y no le reprochas. Eres decente, así que si lo ignoras debe ser demasiado normal a estas alturas, ¿no?”
“Eh, espera Fudou, Sada-chan no es mi hijo,” sonrió incómodo. “Ya Tsuru-san ha hecho esa broma demasiadas veces…”
“Hm, pero siempre pienso que tiene mucho sentido,” comentó Taikogane con una mano en su mentón y sumergido en pensamientos. “Me parezco más físicamente a Micchan que a mi familia y siempre he sido más compatible con él. Puede ser…”
“No puede ser, no es que tengamos tanta diferencia de edad, Sada-chan,” le recordó amablemente. “Y sí te lo he dicho muchas veces. No puedes hacer ese tipo de comentarios a otras personas, puedes herir los sentimientos de otros. Recuerda siempre llevarte bien con los demás. Ahora pídele disculpas a tu hermano.”
“No me hizo sentir mal, está bien,” dijo Monoyoshi, sonriendo incómodo.
“¿Eh? Pero no es que haya tenido malas intenciones,” Taikogane frunció el ceño, confundido, aunque se rindió y se dirigió al pelirrosa con leve frustración. “Ya, perdón, no ando diciendo que tú seas uncool, sólo que haces un montón de cosas que son muy uncool, y por más que te corrijo nunca me haces caso. O sea, podrías ser un chico popular si te lo propones. ¿Por qué prefieres ser un santito todo el tiempo?”
“Ehm, pues…” Monoyoshi se confundió y se puso a pensar. “No sé sobre lo que dices, en verdad…” sonrió ampliamente. “Sólo me gusta ayudar a los demás, así de simple.”
“Ahh, pues no está mal, pero no puedes ser tan obstinado a eso,” se dio un facepalm. “Te me haces tan uncool…”
“Oye tú…” Fudou frunció el ceño.
“Sada-chan, lo has vuelto a decir,” observó Mitsutada, dando un suspiro. “Debes comportarte.”
“¡Ah, lo siento!” el peliazul menor se inquietó y juntó sus palmas. “Creo que es un reflejo. En serio no tengo malas intenciones, tienen que creerme.”
“Está bien, Taikogane-san,” Monoyoshi asintió sonriente. “Te creemos. Tú siempre te esmeras en ser tan ‘cool’ como Mitsutada-san. Creo que es un modo de vida para ti, así que sueles enfocarte en eso y esmerarte a serlo. Es sólo que yo no soy así personalmente. Es por eso que me dices esas cosas, ¿no es así?”
“Te estoy diciendo que podrías ser cool si te lo propones,” Taikogane le miró con reproche y negó repetidamente. “Ahh, pero nunca nos entendemos. A veces siento que no podemos hablar.”
“No tienes por qué decir eso, Sada-chan,” Mitsutada sonrió al encontrar a su pequeño protegido adorable. “Siempre he notado lo distintos que son, pero es hablando que uno comienza a comprender a los demás. Tienen que seguir comunicándose. Es algo que espero de los dos.”
“Lo sé, Micchan, haré el esfuerzo,” Taikogane puso sus manos detrás de su nuca y desvió su mirada. “Al menos Monoyoshi es más razonable que nuestros padres,” entrecerró sus ojos. “…y no es repulsivo como cierta otra persona a quien no quiero mencionar.”
“Vamos, no seas duro con él,” el mayor sonrió incómodo.
“Ah, se hace tarde, lo mejor sería comenzar a cocinar,” observó Monoyoshi. Él hizo una reverencia y les sonrió. “Me pondré con eso. Ustedes quédense aquí a distraerse, por favor.”
“¿Qué dices? ¡Oye!” Taikogane le reclamó pero el otro se retiró con rapidez. Ello causó que el Sadamune menor comprimiera sus puños y le siguiera fastidiado. “¡Micchan es el que va a cocinar y es algo que podemos hacer todos! ¡Y no vuelvas a tratarnos como un criado! ¡Oye, vuelve para acá, te estoy hablando!”
“Puedes ver que esto es algo de todos los días…” dijo Mitsutada, sonriendo incómodo y mirando en la dirección en la cual los hermanos se habían ido. Su sonrisa se contagió de leve frustración. “Nunca he tenido problemas cuidando de Sada-chan, pero Monoyoshi siempre ha sido de mantener mucha distancia. Sada-chan se siente un poco frustrado con él por su forma de ser y sé que ha intentado conocerle mejor a su manera, pero los dos no parecen congeniar bien…” dio un suspiro. “Me siento un poco mal. Yo tendría que estar al pendiente de ambos ante la ausencia de sus parientes.”
“No, no eres tú…” Fudou desvió su mirada. “No es que haya intentado lanzarte la responsabilidad, no es que seas un sirviente de ellos. Ambos son casos aparte.”
“Sin embargo, Monoyoshi es mucho más receptivo cuando tú nos vienes a visitar,” dijo animado. “Te agradezco por estar al pendiente de él, y por permitirnos hablarle en momentos como este. Lo último que quisiera es que Sada-chan se tome la distancia de sus parientes como si él no les fuera importante. Temo que ya se esté convenciendo de ello…”
“…”
“Bueno, no podemos quedarnos atrás. Yo soy el cocinero entre nosotros,” el peliazul asintió y sonrió con torpeza. “Lamento que tengas que escucharme decir todo esto, Fudou. No quisiera que te preocupes demasiado por ellos. Desde ya tú eres muy apreciado por ambos y haces bastante por los dos. Ellos siempre están muy contentos de verte.”
“Taikogane no es el único que se siente como dices,” dijo sin dejar de desviar su mirada.
“…” mostró ligera sorpresa ante su repentino comentario.
“Y por cierto, sólo hice la mención porque conozco a Mono-chan,” dio un suspiro. “Él lo negará para siempre, pero sí se siente mal por comentarios como los de Taikogane. Tienes razón. Los dos no son compatibles y no se conocen bien.”
“Ya veo…” se cruzó de brazos. “Te agradezco que me lo dejes saber. Hago lo que puedo, pero la cortesía de Monoyoshi también me resulta difícil de leer. Tsuru-san es quien puede hacerlo mejor cuando se aparece por aquí y también sabe hacerle ser más social. Creo que es algo que ustedes tienen en común.”
“Tch, no me menciones a ese miserable…” rechinó los dientes.
“¿Acaso tuvieron alguna discusión?” preguntó perplejo.
“Olvídalo,” rodó los ojos. “Por cierto, ¿de quién hablaba Taikogane cuando mencionó que alguien era repulsivo?”
“Ah, del hermano mayor de ellos dos, es un poco complicado…” Mitsutada sonrió apenado. “Pese a la distancia que Monoyoshi mantiene, Sada-chan sí se lleva bien con él. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo del mayor. Son hasta menos compatibles, aunque presiento que él sí podría llevarse bien con Monoyoshi.”
“¿Por qué Taikogane se referiría así de uno de sus hermanos?”
“Preferiría que tú mismo lo conocieras. Debe estar por regresar al Japón durante este semestre. Es mejor que hagas tus propias impresiones sobre él.”
“Hmm…” alzó una ceja pero no lo cuestionó. Por algo lo diría.

Así, fueron a darle el alcance al par de hermanos.


Llegó la noche y junto con este las noticias de lo sucedido entre Fudou y Namazuo. Shinano acababa de darles la información relevante y las represalias a Atsushi y Tharja.

“¿Dices que Namazuo rompió una luna de un metro en movimiento y se metió en problemas con las autoridades?” preguntó Atsushi, atónito. “¡¿Q-cu-c-cómo es esto posible?!”
“Uhh…” el pelirrojo dio un pesado suspiro. “Gotou me escribió para decirme que él e Ichi-nii de inmediato fueron a solucionar los problemas y evitaron manchar sus antecedentes, pero tuvieron que pagar los gastos de daños además de una multa y ahora Namazuo-nii está vetado de usar transporte público terrestre por un año. Justo andan regresando a casa…” agachó su cabeza. “Qué lío, me apena que nuestros hermanos hayan tenido que pasar por todo esto. Me siento un poco mal…”
“¡Por supuesto que deberías sentirte más que un poco mal!” exclamó el mayor repentinamente.
“¡Ihh!” Shinano se estremeció e intimidó al ver al otro inclinarse hacia él con ira.
“¡Tú eres quien llamó a Namazuo sabiendo muy bien sobre su errático comportamiento con Fudou y ocasionaste esto!”
“¡P-p-pero esa no fue mi intención!”
“¡Lo haya sido o no es algo que debiste haber considerado como mínimo!” le agarró de los hombros.
“¡AAHHH!” cerró sus ojos.
“¡Sólo porque tú no estuviste ahí y no fuiste quien realizó esa acción no quiere decir que debes desentenderte del asunto! ¡Si tanto habías esperado la ayuda de Namazuo con Fudou al menos no debió haber sido con ese rol de guardia y debió haber estado con nosotros adentro! ¡Ni que nos hubiera ayudado pero prácticamente le lanzaste adrede a que hiciera lo que hizo!”
“¡Lo siento, lo siento! ¡Piedad!” suplicó desesperado. “¡Gotou ya me dijo que tiene que resondrarme y seguro que Yagen hará lo mismo! ¡No me lastimes, por favor!”
“Tch…” chasqueó la lengua y le empujó para atrás al momento de soltarlo. “Ponte a pensar más en las cosas y deja de depender tanto de nuestro hermano. Todo esto pudo evitarse y más te vale que no vuelva a ocurrir. Igual tendremos que hablar con Namazuo pero tú no te libras de lo ocurrido, ¿has entendido?”
“Sí, perdón…” bajó su mirada.
“Pobre Fudou, el susto que debe haberse llevado con todo esto,” Atsushi negó repetidamente, cruzándose de brazos.
“Fufufu…” por su parte, Tharja miraba a un costado mientras reía por lo bajo con leve maldad. “Infiltrarse a un metro en movimiento por la ventana… hay una escondida maldad en medio de su inocencia… la cara que debió haber puesto Fudou, fufufu…”
“Eh…” Shinano se extrañó. “N-nee-san… ¿lo encuentras divertido?”
“Ahh…” Atsushi dio un suspiro. “Tharja siempre ha sido un tanto perversa, no me sorprende su reacción. A veces creo que Yagen sacó su sentido del humor.”
“Fuera de bromas, no tenemos que preocuparnos por el borracho,” la chica se encogió de hombros. “Está en la casa de los Sadamune. Su amigo me avisó.”
“Oh, ¿Monoyoshi?” preguntó el pelinegro, sorprendido. Se puso a pensar. “Interesante… suena a que Fudou habrá acudido a él. Para que lo haga quiere decir que le tiene confianza.”
“Hehe, es un buen chico, me cae muy bien,” Shinano sonrió. “Temía que fuera a meterse en problemas por otro lado o buscara alcohol, aunque el hecho que su primera reacción haya sido encontrarse con él me alivia.”
“Sí, lo mismo digo,” dijo Tharja, desviando la mirada. “Al menos por estar ahí sé que no anda con su vicio. Cada vez que toma se pone demasiado revoltoso y ahí podrían despedirse de su intento de tomar el examen.”
“Ya veo…” Atsushi bajó su mirada. “Dime, Tharja, ¿tú crees que le hice sentir mal a Fudou cuando estuvo estudiando?”
“Seguramente fuiste muy exigente con él. Siempre has sido demasiado perfeccionista que a veces te falta consideración con otros, sobre todo porque no todos son como tú,” comentó con leve indiferencia.
“Fue evidente que Fudou estaba teniendo problemas con los ejercicios de matemáticas y lo minimizaste,” Shinano dio un suspiro. “Ahh, eres igualito a Gotou. Él me hace lo mismo. En sí no es algo que me molesta de él, es bueno mejorarse y sentirse incentivado, aparte que los dos son buenos maestros…” sonrió un poco, pero rápidamente hizo un puchero. “Sí me molesta cuando Hakata me corrige, en cambio. Él es un poco insufrible, aparte que soy mayor que él.”
“Hakata es un niño genio. Es por pensar en él como tu menor que él tampoco te dirige mucho respeto, obvio,” comentó la chica, rodando los ojos. “Igual, los genios suelen ser insufribles.”
“Hmm… sí recuerdo a Yagen decirme con frecuencia que prestara más atención a los detalles…” Atsushi dio un profundo suspiro. “Pero más bien me he quedado pensando en lo que Fudou dijo antes de irse. Él dijo que sí había consecuencias si no pasaba, que yo no entendía, que nosotros los Toushirou no podríamos entenderle.”
“…” Tharja le observó.
“¿Por qué diría algo así?” preguntó mirando a la mesa, extrañado. “Fudou siempre ha sido como un hermano para mí y pensé que él nos veía así también… ¿por qué…?”
“Es porque no son nuestros hermanos, Atsu,” explicó la mayor, tranquilamente.
“¿Eh?” se alertó y le miró inquieto. “¿Qué dices?”
“Es la verdad. Habremos sido cercanos desde nuestra infancia, pero siempre ha habido una brecha entre nosotros. Fudou y yo en muchos aspectos somos inferiores a ustedes. Por los arreglos en nuestras familias dependemos de ustedes en economía y hasta en presentación. Si fueran otros tiempos, seríamos sus subordinados.”
“N-nee-san…” Shinano se quedó frío.
“Tú no tienes el permiso de llamarme así, compórtate,” espetó la chica.
“Pero…” frunció el ceño y se entristeció.
“Fudou se siente como inferior a ustedes, pero es algo que rechaza y presumo que los resiente por esa verdad. Yo no me hago tantos problemas como él,” se encogió de hombros. “Es como son las cosas y como fueron desde hace muchos años. Ustedes son como mi familia, pero tampoco lo son en verdad.”
“No estaremos vinculados por sangre, pero sí somos familia. Yo al menos puedo decir que los siento así, y sé que no soy el único,” declaró Atsushi, con firmeza y llevando una palma a su pecho. “Los motivos que has dicho no tienen por qué invalidar mis palabras.”
“¿Cómo es eso de que dependen de nosotros?” preguntó Shinano.
“No espero que lo sepas ya que no estás a cargo de esas cosas,” dijo Tharja, encogiéndose de hombros. “Nuestro linaje siempre fue uno asociado al de ustedes, aunque en las últimas generaciones perdimos nuestra riqueza. Nuestros padres llegaron a la bancarrota y los suyos terminaron por darnos una mano para encargarse de lo poco que nos quedaba. Eso no ha cambiado. En verdad no tengo ni idea qué será de ese arreglo. Con la muerte de nuestros padres perdimos autonomía total.”
“La habrán perdido de momento, pero eso no se va a quedar así,” le recordó Atsushi.
“¿Cómo así?” el pelirrojo ladeó su cabeza.
“Supongo de eso ha partido tus intenciones de hacer que Fudou ingrese a la universidad, ¿no es verdad?” le cuestionó la chica.
“No negaré que es en parte por eso, pero ahora es lo de menos para mí,” el Toushirou mayor desvió su mirada con incomodidad. “Ichi-nii recalcó que Fudou está a un paso de ser legal para comprar todo el licor que pueda querer. También lleva mucho tiempo sin hacer nada y conociéndole no debe estar nada feliz consigo mismo. Tengo que sacarle de ese círculo vicioso de intoxicarse y sentirse fatal…”
“Ehh…” Shinano frunció el ceño. “Estoy completamente de acuerdo con eso. Fudou ya no debería andar así. Ahora, eh… ¿alguien podría decirme de qué arreglo hablan?”
“Fue un arreglo hecho entre nuestros padres, algo que se mencionó en el testamento de mi papá a manera de recordatorio. Ustedes Toushirou están obligados a velar por nuestra formación y educación y preparar a un nuevo heredero de nuestra familia que pueda encargarse de lo poco que nos queda. Hasta entonces son ustedes quienes se encargan de lo que nos corresponde.”
“Ohh, ya veo, no lo sabía…” el menor se impresionó. “¿Eso quiere decir que vas a ser una heredera a futuro para hacer renacer el nombre de tu familia? ¡Pienso que es genial! ¡Siempre has sido muy inteligente y hábil y sé que muchos te respetarían!”
“Te he dicho que no me llames así,” recalcó la chica, frunciendo el ceño. “Ya comprendo a Atsu cuando se queja contigo por ese mismo motivo. Qué pesado que eres…”
“Uhh, pero hablo en serio,” insistió. “Sé que tú e Ichi-nii serían muy buenos aliados como los herederos de nuestras familias.”
“Pienso lo mismo, Shinano, pero ni Tharja ni yo tuvimos en mente que ella sería la heredera,” dijo Atsushi.
“¿Eh? Entonces…”
“Nadie nunca nos dijo quién de nosotros dos tenía que ser, pero sinceramente nunca me ha importado ser la heredera de la familia. No es algo que me acomodaría ni una obligación que me gustaría tener. Tampoco es algo para lo cual nos sentamos y tomamos una decisión,” puso un codo sobre la mesa y apoyó una mejilla sobre su mano. “Desde el inicio siempre pensamos que Fudou sería el mejor para eso. Lo creas o no, es algo que le importa en demasía, y seguramente algo que a su vez es demasiado pesado para él.”
“Eh…” Shinano se preocupó y bajó su mirada.
“Si bien nunca lo hablamos, Fudou de niño siempre había esperado cumplir con las expectativas de sus padres y tenía mucha fe en sí mismo…” comentó Atsushi, con tristeza.
“Era muy diferente…” la chica desvió su mirada. “Ha pasado por demasiadas desilusiones a lo largo de los años. Ha perdido su autoestima. Me fastidia verlo ahora y pensar en cómo solía ser…” entrecerró sus ojos. “Actúa como una criatura asechada y mal herida…”
“Lo siento, Tharja…” se disculpó Atsushi con pesar. “En ese entonces le había dicho que estaría de su lado…”
“No te disculpes…” ella negó. “No eres el único aquí que le ha defraudado. Yo tampoco pude cuidar debidamente de él…”
“V-vamos, no se desanimen, por favor,” dijo Shinano, tratando de alentarles. “Ya no hay punto de pensar en lo que ocurrió en el pasado. Puede que comentar todo esto sea desalentador, pero conversarlo significa que queremos hacer algo al respecto, ¿no es así? Eso es muy bueno, ¿verdad?” sonrió un poco y bajó su mirada. “Atsushi, con respecto a lo que Fudou dijo de que tú no lo entiendes… creo que quiso decir que él teme fallar el examen y las expectativas de todos. Luego de oírles estoy convencido que es por eso. Si estuviera en su lugar, también me daría miedo…” llegó ambos brazos a su pecho y se acongojó. “Puede que crea en mí mismo para algunas cosas, pero también hay otras en las que reconozco que me falta un montón, y si no sintiera a todos nuestros hermanos de mi lado, también temería el sólo fallar algo que en teoría no tiene consecuencias…” asintió cabizbajo. “El reunir una pequeña esperanza y darlo todo, tal vez sabotearse por tu falta de confianza… y luego fallar… da miedo, ¿verdad?”
“Shinano…” Atsushi se impresionó y dio un suspiro. “Tiene todo el sentido, ¿y quién soy yo para presionarle? Debería haberme dado cuenta de su inseguridad, yo que he estado en ese lugar. He pasado tanto tiempo afuera para entrenar y volverme una persona fuerte y alguien que no fuera a defraudar a nuestros hermanos. Me decidí a eso luego de la desaparición de Midare…” sonrió amargamente. “Y ahora que nuestro hermano regresó, luego de toda esa semana, casi siento que todo lo que he hecho no hizo ninguna diferencia…”
“Hermano…”
“Pero no puedo pensar así, y sin duda no dejaré que Fudou lo haga,” frunció el ceño y asintió decidido. Entonces, volvió a frustrarse. “Pero él ya se escapó. ¿Ahora qué hacemos?”
“Dale esta noche. Le habrán intimidado, pero no creo que vaya a darse por vencido luego de una primera desilusión. Sólo deja que se le pase el fastidio de todo esto,” dijo Tharja, indistinta. Ella miró al pelirrojo. “Debo admitir que me has impresionado. No pensé que le habrías comprendido tan bien.”
“En su momento no lo hice, siendo sincero,” Shinano sonrió con torpeza. “Todavía me falta aprender a leer mejor a las personas, y la personalidad conflictiva de Fudou me dificulta comprenderle, pero ahora veo que hay mucho detrás de su manera de ser. Oh, y nee-san, concuerdo con Atsushi. Habrá diferencias entre nosotros, pero somos familia. Yo también los siento como parte de nosotros y quisiera que los dos algún día se sientan igual.”
“Ya sé que no puedo cambiarles de parecer, así que no les responderé. Sí espero que dejes de llamarme así, sin embargo,” insistió la chica, impaciente.
“Pero no es justo,” Shinano hizo un puchero y agitó sus puños. “Escuché a Atsushi llamarte así. ¿Por qué él sí puede y yo no?”
“Eso no te importa,” se cruzó de brazos y miró en dirección opuesta. “Tú que eres un niño caprichoso aprende a respetar los caprichos de otros.”
“Uhh, no me parece…”
“Déjalo ir, Shinano, no es la gran cosa,” dijo su hermano, frustrado. “Yagen y yo hemos estado al cuidado de Tharja cuando éramos niños. Es algo que tú no recuerdas. También solíamos ser cercanos a Fudou. Por eso la llamo nee-san.”
“Me duele oírte decirlo con tanto derecho, hermano…” se lamentó y entonces pasó a animarse. “Ah, pero Yagen seguro ya no la llama así, ¡por lo tanto puedo tomar su lugar y hacerlo!”
“¿Acaso los apodos tienen cupos o algo?” alzó una ceja. “Deja de ser engreído, Shinano.”
“¿Y por qué todavía están aquí?” les cuestionó la mayor, extrañada. “Fudou se fugó y obviamente no va a volver más tarde. Pueden ir de regreso donde sus hermanos.”
“Eh, pero pensé que aceptaste que nos quedáramos,” Shinano se confundió. “Perdón, ¿hicimos algo mal?”
“Sólo me parece raro,” frunció el ceño. “Si no tienen nada que hacer aquí, pueden irse, eso es todo. Aparte no es que tenga tantas cosas en la cocina como para servir a invitados.”
“Oh es un buen punto, mil disculpas,” Atsushi se levantó y sonrió. “Pero descuida, nee-san. Ahora mismo voy al supermercado a comprarte un montón de comida y provisiones. Es lo menos que podemos hacer por tu hospitalidad.”
“Es verdad, me apunto,” Shinano asintió con energías. “He ido de compras por víveres varias veces así que confía en mí.”
“No, no les estoy pidiendo que lo hagan,” la chica se ofuscó. Ella apretó los dientes y sus ojos se cubrieron con sombras. “Tch, sí que son unos sonsos, todos ustedes. Si alguien les está botando no deberían ser tan complacientes…”
“Es que no nos estás botando, te conozco bien,” el pelinegro sonrió entretenido. En algún momento se habría confundido o incomodado por esa actitud conflictiva de la mayor, pero su mellizo le había enseñado a notar que ese comportamiento de su parte más partía de sus propias inseguridades que por tener problemas con los demás. Era algo que compartía con su hermano. “Nos gusta estar aquí y compartir contigo e ir de compras al supermercado es sólo un agradecimiento de nuestra parte,” levantó un pulgar. “Porque tú eres la mejor nee-san que podríamos tener.”
“No digas cosas así…” desvió su mirada, avergonzada.
“Hehe, sólo es la verdad.”
“Ohh…” Shinano se quedó anonadado. Sus ojos se pusieron a brillar. “Atsushi-nii, t-tú…”
“¿Eh? ¿Qué cosa?” este se extrañó y le miró de reojo.
“¡Tú eres un hermanito muy hermoso!” exclamó conmovido y con ambas manos en sus cachetes. “Ahora quiero poder ser un hermanito tan lindo como tú~”
“Tsk…” ante ello, puso un rostro frío y molesto. “Cállate, no me gusta que me llames con ‘nii’ pero detesto que te atrevas a llamarme hermanito. Ten más respeto.”
“E-ehh…” Shinano sonrió con miedo.
“Tienes una mirada ruin, Atsu. Veo que el tiempo sólo la ha hecho más fría,” comentó Tharja, quien sonrió sombríamente. “Me entretiene ver que tienes algo de oscuridad en tus ojos, pero asustas a tu hermano. No te molestes por sus tonterías.”
“No tienes mucho derecho de decirlo considerando que tú agrediste a Fudou ayer, pero entiendo…” Atsushi dio un suspiro. “Bueno, lo prometido es deuda. Voy a ir de compras.”
“No, iba a ir mañana en la mañana. Podemos ir los tres si así prefieren. También es tarde y puede que no encontremos buena selección o buenos precios,” revisó su celular y alzó una ceja. “No quiero ponerme a cocinar, pero a ver qué puedo hacer.”
“Ehh, podemos pedir a domicilio. Yo invito,” Shinano asintió. Sonrió ampliamente. “Así comemos algo rico y fácil en compañía. ¡Y mañana voy a pasar un tiempo muy lindo en compañía de Atsushi y mi nee-san que quiero que me noticee!”
“…” la susodicha se rindió y optó por pincharle y jalarle de un cachete.
“¡Ihhh, duele!” exclamó agitando sus brazos. “¡Lo siento, lo siento!”

Ellos continuaron compartiendo espacio y no tardaron en llamar para pedir una cena. Había muchas cosas por atender y solucionar, pero los ánimos estaban altos. Para variar, no parecía imposible cambiar las cosas.

...


Cho

90.3.


Pasaron unas horas y luego de la cena llegó la hora de ir a descansar al tratarse de un día de semana. Si bien Fudou no asistía a clases, por el cansancio no le venía mal tratar de dormir temprano. Aun si no fuera a poder, tampoco tenía el interés de salir fuera del perímetro de la habitación de huéspedes que había sido dada. No se sentía con el derecho de hacerlo.

Por la quietud de esa mansión, sus oídos se saturaron de vacío. Recordó dolorosamente que llevaba demasiado tiempo sobrio. No podía vivir así consigo mismo. La consciencia le carcomía, le llegaba el temor de que el tiempo se acababa, se sentía invadido de incertidumbre… iba a ser difícil para él conciliar el sueño esa noche.

Entonces, oyó que tocaron la puerta. Por el gesto y el simple hecho de verse atendido a esas horas podía imaginar que se trataba del pelirrosa. Fudou frunció el ceño y abrió la puerta.

“¿Qué quieres?” le cuestionó extrañado e impaciente. Era precisamente Monoyoshi, quien llegaba con una manta adicional en sus brazos. “Estamos en tu casa, no tienes que tocar.”
“Pienso que tocar una habitación va más allá de cortesía, Fudou-kun,” argumentó el otro con una simpática sonrisa. “Puede que sea un mal momento para atenderme si entro sin avisar, ¿verdad? Podrías estar cambiándote.”
“Tch, como sea,” rodó los ojos. “¿Qué haces aquí?”
“Me preguntaba si quizás el aire acondicionado te era un poco frío, así que traje una manta adicional por si la necesitabas,” dijo extendiéndole dicho cobertor. “Este te gustará. Si quieres, hasta puedes llevártelo.”
“Eh, no, gracias…” dio un pesado suspiro. “Desde ya tuve que aguantar a Taikogane seleccionar una pijama para mí y pienso que ese es suficiente regalo. ¿Qué hacen con pijamas libres para regalar en primer lugar y de mi talla?”
“Hehe, parece que tú y Taikogane-san comparten la talla, y él suele tener un armario muy amplio y con muchas cosas nuevas. Taikogane-san estuvo muy contento de darte el obsequio, así que no lo pienses demasiado,” se asomó a manera de ver el interior de la habitación. “De por sí, ¿te dieron el set de baño? Espero que hayas tenido lo necesario para el aseo personal.”
“Eso también. ¿Qué hacen siendo tan serviciales?” negó repetidamente. “Y estoy bien. El aire será un poco frío pero no me da de frente y de por sí hay otra manta en esta habitación. No tienes por qué incomodarte. Más bien, son más de las once. Ve a dormir. Mañana tienes clases.”
“Descansaré bien, no te preocupes por mí,” dicho esto, el rostro ameno y amable del pelirrosa se contagió de ligera tristeza. “¿Podría entrar un momento? Quisiera hablar contigo.”

El pelimorado se extrañó, pero se rindió y le dejó pasar. Vio al pelirrosa apoyar la manta en el borde de su cama y luego se quedó de pie mientras miraba a la habitación. Casi daba la impresión de que buscara algo en el vacío.

“¿De qué quieres hablar?” le cuestionó Fudou, alzando una ceja, al ver que el otro no había iniciado una conversación.
“Sólo… me quedé un poco preocupado por ti,” confesó regresándole la mirada y sonriendo con torpeza. “Venía para ver cómo estabas y oírte en caso quieras decir algo.”
“¿Eh?” se confundió. “Estoy bien, Mono-chan. O sea, no olvidaría fácilmente lo que me ocurrió en la tarde… uhh, espero no tener que ver a ese Toushirou loco en los próximos días.”
“Entiendo…”
“Fuera de eso, tú, tu hermanito y el amigo de ustedes han sido muy amables conmigo, no es que tenga que decirlo,” frunció el ceño. “Así que, por favor, ya no te preocupes por mí. Me sabe mal que lo hagas, en especial en estas circunstancias.”
“Hm,” llevó una mano a su mentón. “Ya veo.”
“…creo que no lo ves,” entrecerró sus ojos. “No vas a dejar de hacerlo, ¿verdad? Vienes hasta aquí por tu obstinación y sigues tratándome como si fuera una celebridad, cuando ni debería estar como huésped tan repentinamente.”
“Pero eres un huésped porque tú me pediste que te escondiera, y es sólo normal ayudar a un amigo cuando te necesita,” dijo el pelirrosa, amenamente. “Taikogane-san también ha estado muy feliz de verte. Nuestros padres no nos permiten muchas visitas, en especial a él, así que nos ha venido muy bien verte.”
“¿Eh? ¿No les permiten visitas?” Fudou se extrañó. “No sabía eso.”
“Hace unos años, Taikogane-san invitó a toda la gente de su promoción e hicieron un desastre,” Monoyoshi sonrió nervioso. “Nuestros padres se molestaron un montón así que ahora nos prohíben fiestas y evalúan cada caso de quienes nos visitan. Pero está bien. Tú y Gotou-san han sido aprobados por ellos. Mitsutada-san es un amigo de siempre, así que es parte de la familia.”
“Ahh, ese niño…” se dio un facepalm. Sabía que ni podía imaginarse las locuras que habría hecho ese día. “¿Y en qué momento se supone que me evaluaron a mí?”
“Hehe, no es importante.”
“Creo que sí lo es…” le miró con desconfianza. “En fin, ya debes ver que estoy bien, ¿y quién sabe? Quizás los Toushirou le pusieron una correa a su hermano o lo que sea. No tenías que verme y menos preocuparte. Ustedes no han sido más que ayuda…”
“No, sí tenía que venir, me lo acabas de decir,” asintió convencido.
“¿Qué?” se impresionó.
“…” ensanchó su sonrisa. “Lo sabía. No te sientes bien ahora, Fudou-kun. Da mucho miedo, ¿no es así?” regresó su atención al vacío. “El final del día… la noche…”
“Eh…”
“Te sientes nervioso, impotente… te sientes culpable con nosotros y desmerecedor…” bajó su mirada. “Eres nuestro amigo, Fudou-kun. No quisiera nunca que te sintieras así.”
“…” desvió su mirada. Con frecuencia le era desconcertante lo bien que su amigo le leía. “¿Y qué…? Tampoco tienes que preocuparte por eso. Iré a dormir y me olvidaré de todo.”
“No sólo es eso, Fudou-kun…” Monoyoshi negó y regresó a mirarle. “Me dijiste que Atsushi-san te había dicho para que estudies para tomar un examen de admisión. Es una imposición muy repentina y fuerte. Seguramente quisieras hablar al respecto, así que estoy aquí. No quiero convencerte de nada, sólo quiero escuchar lo que piensas y cómo te sientes. Puede que necesites de alguien que absorba lo que ahora da vueltas dentro de tu cabeza.”
“Uhh…” dio un suspiro extenuado. “Es precisamente lo que ahora intento evitar, pero… está ahí, pegado en la parte de atrás de mi cabeza…”
“Lo imagino…” Monoyoshi se sentó al filo de la cama. “Soy todo oídos.”
“Eh, no… de todos modos no es que quiera hablar al respecto…” se incomodó y retrajo. Negó y su mirada se sacudió a manera de ubicar un escape psicológico. “No es algo que se pueda analizar o discutir…” agachó su cabeza. “Tsk, igual va a tener que ocurrir, si no es ahora, será después. Ha sido una sorpresa, pero a su vez era algo que no podía evitar. Se supone que ni debería tratar de evitarlo…”
“No es que quiera cuestionarlo, pero por tratarse de ti, todos deberíamos darte la atención que te mereces. Como mínimo, debes sentirte libre de comunicar cómo te sientes al respecto.”
“No…” comenzó a caminar en círculos frente al otro, ensimismado en el piso. “Ustedes no tienen por qué oírme. Soy un ser caprichoso, incorrecto… soy sólo un insecto… no soy más que un estorbo a mi hermana y una carga a los Toushirou… y pese a saberlo nunca dejo de ser un inservible y me molesto cuando ellos intentan ayudarme. No tengo derecho de demandarles más atención, y menos a ti que te estoy incomodando…”
“Sabes bien que no lo haces, Fudou-kun.”
“Tch…” frunció el ceño y finalmente caminó hacia la pared al costado de la cabecera de su cama, donde tomó asiento en el piso. Continuó con la mirada gacha. “Pero debería molestarte, Mono-chan, deja de ser un tonto… ni debería estar aquí… yo que tendría que ponerme a estudiar bajo pedido de todos los que están por encima de mí… en vez de eso me estoy aprovechando de la amabilidad de un amigo para huir de mis responsabilidades…” recogió sus piernas. “Lo sé bien, estoy consciente de mi descaro en cada pequeño momento, pero no dejo de hacerlo…” hundió su rostro en sus rodillas. “Ni que fuera un ignorante… no merezco esto…”
“Ahora mismo eres un invitado, Fudou-kun, un amigo que nos ha animado la tarde y la noche, y nos alegramos mucho de que estés aquí,” dijo Monoyoshi, tranquilamente. “Ya no te digas esas palabras frías a ti mismo. No tiene sentido alguno que lo hagas. Fuiste a buscarme porque necesitabas de alguien, lo cual está bien. No te sientas mal por necesitar ayuda.”
“Pero… yo…” se quedó en blanco, aunque su angustia interna había encontrado un pequeño desahogo. Fudou vio que el otro se levantó, caminó hacia él y se sentó en el piso a su costado. Le miró de reojo, impaciente. “¿Qué haces?”
“Te acompaño,” le dijo, sonriente.
“¿Por qué tienes que sentarte en el piso? No seas ridículo.”
“Pero tú estás sentado igual.”
“Eso lo importa,” volvió a apagarse. “Yo soy una escoria. Tú no deberías actuar así. Tú no eres alguien como yo…”
“¿Qué es lo que se requiere para ser alguien como tú?” preguntó mientras abrazaba sus piernas.
“Tsk…” desvió su mirada.
“Estás triste, Fudou-kun. Lo sucedido hoy ha sacado muchas cosas a flote para ti, lo puedo ver en tu rostro…” asintió para sí, con leve tristeza. “Son en momentos como este, justo antes de dormir y de aceptar que otro día ha terminado, que te atormentan más. Lo sé, yo me siento como tú muchas veces. Es uno de nuestros momentos más débiles.”
“…”
“Sin embargo, no tiene por qué serlo. La noche es también un momento de reconciliación, de reconocer que hicimos lo que pudimos, de evaluar nuestro camino, de celebrar nuestros logros y comprender nuestras fallas. De aceptarnos a nosotros mismos y entender que somos imperfectos, y que eso está bien,” Monoyoshi asintió, esperanzado. “Está bien porque no siempre tenemos que dar nuestro mayor esfuerzo ni alcanzar nuestras metas. Al final, mientras podamos vivir con nosotros mismos y seamos capaces de perdonarnos, estaremos haciendo algo bien.”
“Mono-chan…”
“No puedo desaparecer cómo te sientes. El que más tiene control sobre ti siempre serás tú mismo. Quiero que entiendas que no tienes que ser nada que tú no eres, y si te sientes mal por no ser la persona que tú crees que otros esperan de ti, creo que eso no tiene mucho sentido,” negó rotundamente. “Sería injusto que otros te impongan ser algo que no eres en el presente. Estoy convencido que los demás, por más deseos que tengan de ti, nunca desearían exigirte nada irracional. Ellos desean tu bienestar, al igual que yo.”
“Mono-chan, no es tan simple…” dijo derrotado, sin levantar su mirada. “Nos conocemos ya muchos años. Tú sabes sobre mi pasado, sobre mis responsabilidades, cómo se supone que yo debería ser quien va a resurgir el nombre de mi familia… pero resulté no ser más que una broma, un insecto. Nunca he hecho nada bien.”
“Eso no es verdad.”
“Tsk, sí lo es…” comprimió sus puños. “Hace nueve años, cuando Gotou se vio impuesto el rol de encargarse de los negocios de la familia, él dejó el colegio y comenzó a desempeñar esa obligación con la ayuda de consejeros de tu familia. Yo también me retiré con el plan de educarme y comenzar con la preparación para ser un heredero… pero no pude, fue demasiado estrés. Mis estudios fueron aligerándose, postergándose, ni quería volver a pisar la escuela y terminé la secundaria estudiando desde casa… no quería ni enseñar mi rostro a la sociedad…”
“…” le observó preocupado.
“Si es que en algún momento pude, ahora ya no es posible. Soy un maldito alcohólico que ni puede mantenerse sobrio por mucho y que rechaza a todos los demás. Me da pánico salir, detesto encararme por quien soy y por lo que he hecho,” abrazó sus piernas con fuerza. “Cuando los miro a ellos, a esa familia perfecta que tanto se preocupa por mí, a todos ellos que también tuvieron sus problemas pero que tienen el futuro asegurado…” hundió sus ojos en sombra. “A Gotou, al niño al que vimos romperse hace años por la presión que tuvo que aguantar, sin nada que yo pude hacer para evitarlo…”
“Fudou-kun…”
“Y que ahora es reconocido como un joven empresario que pudo sacar a su familia adelante. Él lo tuvo mucho más difícil que yo… tch…” apretó sus dientes. “Incluso se encargó de los asuntos de mi familia por los cuales yo debía de preocuparme. Le fui una carga adicional a todas las demás… y aun así, él se levantó e hizo lo esperado de él…” su voz se quebró y sus ojos se alteraron por un horror dirigido a su interior. “…y entonces me miro en un espejo, y me pregunto… ¿qué hay de malo conmigo? ¿Acaso yo nací fallado? ¿Acaso estaba destinado a fracasar?” se agarró su cabeza con ambos brazos. “¿Acaso yo no valgo la pena…?”
“Detente, por favor,” le suplicó y negó rotundamente. “Nada de eso es cierto. Fudou-kun, todos creemos en ti. Sabemos que eres una gran persona y que posees mucho potencial. Es por eso que te presentaron esa oportunidad de tomar el examen. Estoy convencido.”
“No importa, no importa lo que otros crean de mí…” negó repetidamente. “Ya no quiero saber más, ya he reconocido que es imposible, que he perdido el tiempo, que soy un irresponsable y quebrado bueno para nada. Tome el maldito examen o no, lo fallaré como siempre he fallado todo lo que intento. Ya me rendí, ¿por qué otros pretenden confiar en alguien como yo? ¿Es que no pueden ver quién soy en realidad?”
“Tú no te has rendido, Fudou-kun. Si fuera así, todo esto no te estaría torturando a este nivel,” le aseguró su amigo, con tristeza. “Lo que sucede es que tienes mucho miedo. Es normal tenerlo, está bien, no tienes por qué recriminarte. Tampoco puedes compararte con los demás,” bajó su mirada. “Gotou-san lo tuvo muy difícil, pero él no estuvo solo. Los dos le apoyamos, su hermano mayor le apoyó, él tiene una familia muy unida que le hizo sentirse acompañado y también es muy bueno en las matemáticas y la economía. No puedes compararte porque tu caso es muy distinto al de él.”
“Incluso si eso fuera verdad, soy un desadaptado incorregible que se volvió adicto. Ni me he comportado como una persona decente estos años… ni siquiera quise regresar a la escuela y ser responsable como para seguir mis estudios… ni puedo decir que he hecho lo más mínimo porque eso no es verdad. Es por eso que no merezco las consideraciones de otros.”
“Te equivocas,” Monoyoshi le agarró de un brazo y le hizo soltarse la cabeza. “No puedes pensar que nosotros nos merecemos las cosas por alguna hazaña o cumplimiento. Todos los seres de la faz de la tierra merecemos apreciación y respeto por el simple hecho de existir, y tú eres alguien muy apreciado,” le sonrió. “No sientas que es tu responsabilidad o culpa. Es un sentimiento que inspiras en muchos de nosotros por ser quien eres, porque te conocemos y eres mucho más de lo que tú reconoces. Te lo aseguro.”
“…” le miró en blanco y se extrañó al ver que el pelirrosa le abrazó de dicho brazo y se apoyó en él. “Eh, ¿qué haces, Mono-chan?”
“Si tan sólo hubiera una forma de hacerte ver cómo otros de ven…” dijo sonriendo y cerrando sus ojos. “Eres alguien con mucho potencial, Fudou-kun, nunca dejaré de decírtelo. Desde que éramos pequeños, tú fuiste mi hermano mayor. Siempre me sentí seguro contigo. Tú me comprendiste y cuidaste de mí. Es por eso que eres alguien muy importante para mí.”
“…” le observó con incomprensión y volvió a bajar su mirada. “¿Qué dices? ¿Acaso tú no tienes un hermano mayor?”
“Tendré un hermano mayor biológico que es alguien bondadoso si llegas a tratar con él, pero esa persona es un desconocido para mí en su mayoría,” dijo tranquilamente, sin borrar su sonrisa. “Tú eres el hermano mayor que escogí y a quien conozco bien. Dudo conocer a otra persona que pueda entenderme del modo en que tú lo haces. Hehe, aunque senpai también parece hacerlo.”
“Tsk, esa grulla,” rodó los ojos.
“Ahora no quiero que sigas lamentando todo lo que ha ocurrido. Toda tu vida, todos tus momentos, quiero que los atesores, que los pongas en una vitrina mental, los mires sin presión ni remordimientos, y que sigas adelante para ver qué es lo que te espera,” acomodó su cabeza en su hombro. “Todo el pasado es parte de ti y hay muchas cosas maravillosas en medio de lo más triste. Fudou-kun, ahora con tu presente situación, con el examen de admisión y las expectativas de tu familia extendida, lo único que quisiera pedirte es que hagas lo mejor para tu persona.”
“¿Y qué vendría a ser eso?”
“Que veles por tu felicidad, sea cual sea tu decisión,” le soltó y le miró con una radiante sonrisa. Monoyoshi le agarró de ambas manos. “Yo te apoyaré dependiendo de lo que decidas hacer, pero necesitaré de tu ayuda. Prométeme que te cuidarás y que te pondrás primero por encima de tus responsabilidades. Mientras tú te sientas bien, lo demás podrá solucionarse. No tienes por qué comenzar tus estudios este semestre si te sientes indispuesto. Estoy seguro que todos entenderían, y si te inquieta, podría estar ahí contigo para hablarles.”
“No es que tengas que estar ahí, Mono-chan…” se incómodo. Agachó su mirada y regresó su semblante triste. “Gracias… y perdón…”
“¿Perdón?”
“…” miró a sus manos, las cuales eran sostenidas por su amigo. “Cuando no pude con la presión hace años… cuando fallé en tratar de ser un heredero… debí haber regresado al colegio… Perdón, Mono-chan… te abandoné. Te dejé solo en ese lugar tan horrible para ti sin una verdadera razón.”
“Me di cuenta que mencionaste lo de la escuela más de una vez, ¿es porque te sientes en falta conmigo?” negó y apretó el agarre de sus manos mientras le sonreía. “Tú siempre cuidaste de mí, Fudou-kun y también tuviste tus problemas ahí. No me quedé en esa escuela por mucho tiempo más y sé que regresar para ti tampoco hubiera sido positivo,” bajó su mirada con tristeza en sus ojos. “Parte de mí sí hubiera querido que estudiáramos juntos en Hanasaki, pero por más que no ocurrió, nunca te dejé de ver. Siempre me exigiste a practicar con las espadas y has venido varias veces para ser mi mentor. Realmente eres muy bueno en eso. A su vez eres amigo de Taikogane-san y te llevas muy bien con él. Es algo por lo cual me siento agradecido,” sonrió con torpeza. “Puedes ver todo el tiempo que no nos entendemos bien y Taikogane-san parece desaprobar muchas cosas sobre mí, así que aprecio que los dos sean amigos.”
“Uhh…” Fudou dio un pesado suspiro y se soltó. Frunció el ceño. “Será difícil de creer a veces, pero ese niño no tiene malas intenciones, en serio. Sólo es brusco e inconsciente, pero si no se llevara bien contigo ya lo sabrías.”
“Hm, ya veo…” Monoyoshi ladeó su cabeza y le miró con curiosidad.
“Tch, no, no te puedo decir eso a ti,” el otro rechinó los dientes y le agarró de los brazos para marcar sus palabras. “Tu hermanito sí te estima, ¿de acuerdo? No te dejes llevar por sus comentarios rudos. Seguramente Taikogane te resiente un poco porque siempre lo tratas con formalidad y no eres abierto con él, pero los dos se llevarían mucho mejor si te expresaras más. Tal vez te esté pidiendo mucho, pero dale un esfuerzo.”
“Eh, sí, entiendo…” respondió un poco perplejo.
“Espero que realmente lo hagas, sé que es difícil sacarte el chip de la cabeza.”
“Gracias por cuidar de mí, Fudou-kun, no que sea el momento…” sonrió con torpeza y se soltó. “Hehe, te ves de mejores ánimos, espero haberte aliviado al menos un poco.”
“Eh, sí, supongo…” desvió su mirada. Casi se olvidaba de sus líos por un momento.
“¿Estás listo para ponerte de pie?”
“No tenías por qué imitarme, Mono-chan, es sólo algo tonto que tiendo a hacer,” entrecerró sus ojos. “Hay algo indescriptiblemente cómodo al sentarse en el piso…”
“A decir verdad, a mí también me gusta. Me siento así con frecuencia dentro de mi propia habitación,” admitió contento. “El suelo es firme, te da un sentimiento de estabilidad.”
“Puede ser…”
“Es reconfortante en los momentos en que uno se siente más débil. Te brinda una pequeña pausa. Sólo no te olvides de levantarte cuando el momento termina,” dicho esto, se puso de pie y ayudó al pelimorado a hacer lo mismo. “Creo que tuvimos una buena charla, pero no llegué a escuchar tu promesa.”
“¿Promesa?” alzó una ceja.
“Que te pongas a ti primero, antes de todo lo que te toca por hacer, ya que nada valdría la pena si tú no estás bien. ¿Me lo prometes?”
“Sí, sí, lo prometo…” contestó frustrado y pasó a mirarle con reproche. “Ahora ve a dormir, Mono-chan. Ya te has quedado demasiado tiempo despierto y mañana tienes clases. Ni tú puedes funcionar bien si no descansas como deberías.”
“Sí, enseguida,” asintió como un niño cumplido. “Hehe, gracias por tu atención. En verdad eres como mi hermano mayor.”
“Ya párala con eso que nadie te cree,” le recriminó. “Es obvio que tú eres más responsable y no nos parecemos en personalidad ni en apariencia. Hasta eres más alto que yo.”
“Hmm, ese es un comentario extraño, Fudou-kun,” llevó una mano a su mentón y se puso a pensar. “Pensé que Gotou-san era el único que tenía un problema con su estatura…”
“¿Qué?” le miró atónito. “No, sólo lo digo para hacer mi punto, ¿de dónde salió eso?” dicho esto, rió con ironía. “¡Pfft, hahaha, me recuerdas lo insufrible que ese Gotou era con crecer más! Heh, ni el modesto de Mono-chan puede ignorar ese detalle.”
“Eh, ¿dije algo mal?” Monoyoshi se preocupó. “No quisiera burlarme de Gotou-san, no lo dije con ninguna mala intención, sólo…”
“Lo sé, no te incomodes,” después de reírse un poco, Fudou sonrió con una sonrisa sosegada. “El hecho que lo menciones sin pensarlo significa que confías en mí. Heh, y por más que Gotou se fastidiaría si te oyera decir eso, pensaría igual que yo. Los amigos estamos para fastidiarnos, te caería bien darle un intento de vez en cuando.”
“Sí, si tú lo dices…”
“Ahora a dormir. Yo también tengo que hacerlo, ando con sueño,” negó y sonrió frustrado. “Y gracias, Mono-chan. Tú también estás pendiente de mí a tu manera y sí necesitaba hablar con alguien ahora. Te lo agradezco…”
“No es nada, me alegra saber que te serví de apoyo,” se alegró e hizo una reverencia. “Buenas noches, que descanses.”
“Hai, hai, no seas tan formal…”

Así, el par se despidió y Fudou no tardó en recostarse. Era extraño. Por más que esa conversación no había resultado en una decisión de su parte o en algún cambio en su presente estado, se sentía despejado y capaz de perdonarse al menos esa noche.  Se quedó profundamente dormido antes de darse cuenta.




Tuvo un sueño corrido hasta algún punto temprano en la mañana. Fudou abrió los ojos al sentir que alguien había entrado a su habitación, pero supuso que estaba alucinando y se cubrió más con el edredón para volver a dormir. Entonces…

“¡Fudou, buenos días!” gritó Taikogane quien saltó encima de él. “¡Levántate!”
“¡Ihhh!” este fue aplastado.
“¡No seas perezoso, el desayuno está listo!”
“Tch, ¡quítate de encima!” se amargó y de una patada lanzó al peliazul a un costado, para entonces abalanzarse hacia él. “¡¿Cuál es tu maldito problema?!”
“¡F-Fudou, tranquilo!” Taikogane se asustó y retrocedió estando sentado en el piso.
“¡Fudou-kun, espera!” en ese momento, Monoyoshi llegó corriendo y levantó sus palmas para apaciguarle. “Perdón por ese despertar. Sé paciente con Taikogane-san, por favor.”
“No te disculpes por el niño,” renegó, entrecerrando los ojos.
“Ah, no quería fastidiarte, Fudou, es que es importante,” Taikogane dio un suspiro y se levantó para sonreír con muchas energías. “¡Es que Micchan nos sorprendió y vino para prepararnos un delicioso desayuno para honorar tu visita! Monoyoshi dijo que mejor te dejáramos descansar, ¡pero nada te caería mejor que uno de los deliciosos desayunos de Micchan! ¡No puedo dejar que te lo vayas a perder!”
“Ihh, qué ruidoso eres,” Fudou hizo una mueca de dolor.
“Eh, no tienes que acompañarnos si no quieres, Fudou-kun,” dijo Monoyoshi, sonriendo incómodo. “Le puedo pedir a las empleadas que te preparen un desayuno más tarde.”
“No, está bien…” dio un suspiro y se levantó con gran pereza. Pasó a mirar a Taikogane con molestia. “Es difícil no despertarse luego de una sacudida así. Tch, si hubiera traído mi tantou ya te habría atacado…”
“Ehh, sí… lo recordaré para la próxima…” el peliazul sonrió con nervios y llevó una mano a su nuca. “Perdón, no quiero que me mates como reflejo…”
“Pero los acompaño antes que se vayan a la escuela, y aprovecharé el desayuno de Mitsutada,” dijo resignado. “Si él se molestó en venir tan temprano, no puedo dejarle plantado, qué más da. Puedo dormir después del desayuno…”
“Claro, no hay problema,” Monoyoshi asintió.
“Good thinking!” Taikogane le levantó ambos pulgares. “Además dormir con el estómago satisfecho es mil veces mejor. Ahh, quién como tú que te quedas a dormir. Quisiera acompañarte todo el día, ¡pero regresaré lo más pronto que pueda! ¡Ahora a comer!”

Así comenzó un nuevo y brillante día que contagiaba de positivismo a los tres.


Al mismo tiempo, en la casa de Tharja, la chica se encontraba tomando su café matutino en lo que desperezaba y caminaba por los pasillos. Era temprano y por la ausencia de ruido asumía que el par de hermanos continuaban dormidos, aunque llegó a las puertas corredizas que daban al pequeño jardín de atrás y notó que Atsushi se encontraba ahí haciendo shadowboxing.

Se acercó a la puerta para espiarle. No era algo que le sorprendía de ese Toushirou disciplinado, ese niño que en algún momento fue cuidado por ella y que pese a siempre haber estado orientado al entrenamiento físico nunca le había dado una apariencia seria. Lo que tenía frente a ella era distinto, ya que el joven poseía un semblante firme, seco y enfocado en su actividad. Realizaba movimientos rápidos, limpios y fuertes a la vez que comunicaban un gran dominio corporal. Tampoco continuaba siendo un chico delgado, pálido y casi escuálido como su mellizo al contar con una mayor masa muscular y apariencia saludable. Sintió una mezcla de sentimientos, principalmente nostalgia y tristeza. Se dio cuenta que mucho tiempo había pasado…

Entonces, el Toushirou se detuvo al sentirse observado, se dirigió a la mayor y le sonrió con calidez y alegría al mismo tiempo que disipaba su aura de soldado.

“¡Nee-san, buenos días!” exclamó agitando una palma.
“…” se confundió ante dicho cambio, pero su saludo le dio cierto alivio ya que no muchas cosas habían cambiado en realidad. Caminó hacia él. “Entrenando, ya veo…”
“Sí, no sabía si podía trotar por tu vecindario, así que sólo hago calentamiento en el jardín, si no hay problema,” dicho esto, Atsushi miró su taza y frunció el ceño. “Espera, ¿estás tomando café? ¿Has comido algo más con esa bebida? Nee-san, el café puede ser muy irritante para tu sistema digestivo y no es la mejor forma de comenzar con el día.”
“He aprendido a depender de él. Fudou tiene el alcohol y yo el café, obviamente soy el menor de tus problemas,” se encogió de hombros. “No me fastidies, ya sé lo quisquilloso que eres.”
“Sinceramente me sabe mal corregirte a ti, nee-san, pero al menos trata de tomar el café con algo adicional y no exageres la cantidad,” dio un suspiro. “Bueno, ya que estás despierta puedo ir a preparar un desayuno. A ver qué tienes de ingredientes.”
“¿No deberíamos esperar a que tu hermanito se despierte?” cuestionó alzando una ceja.
“No sé cuánto tiempo más Shinano dormirá, siempre ha sido engreído,” se encogió de hombros. “Lo vi hecho un ovillo en su cama. Asumo que no querrá levantarse aún.”
“De por sí no debiste haberle dejado apropiarse de esa cama,” observó impaciente. “Es una cama muy amplia. Los dos hubieran podido dormir ahí sin problemas.”
“Heh, descuida, nee-san, el sofá cama fue suficiente para mí,” le aseguró con una sonrisa y entonces desvió su mirada con incomodidad. “Y Shinano es muy invasivo. Recuerdo las mil veces que se acurrucaba a Gotou cuando dormía y si alguien se me trepa así intempestivamente tal vez le daría un puñete por inercia.”
“Fufufu…” la mayor dibujó una sonrisa traviesa en su rostro. “No me molestaría verte golpear a alguien, Atsu. Debes ser muy fuerte a estas alturas…”
“Eh, no, no lo digo como si quisiera hacerlo…” le miró con leve juicio. Sonaba a un comentario de Yagen, sin dudas.
“Pero quizás sí debamos comer,” Tharja recapacitó y revisó su celular. “Si luego de esto vamos al supermercado, quisiera un poco de tiempo antes de asistir a mis clases en Rizembool…”
“Bien punto,” asintió. “Entonces déjanos a Shinano y a mí encargarnos de Fudou… siempre y cuando él esté dispuesto a vernos. ¿Cómo estará hoy?”
“Asumo que mi hermano tendrá la decencia de no querer importunar más a su amigo,” comentó la chica, alzando su mirada hacia el cielo como quien hacía memoria. “A Fudou sí parece importarle mucho ese amigo, y este a su vez le es de gran apoyo.”
“Ya veo…” se puso a pensar. “Monoyoshi no sólo es amigo de Gotou. También ha estado apoyando a Fudou durante mi ausencia, si lo entiendo bien…”
“Así parece. Es un chico ocupado y un tanto reservado, pero sí se lleva bien con mi hermano, por más que este sea un lío…” comentó con leve desaire. “El borracho tiene suerte de tener a alguien así al pendiente de él. También sabes que los Sadamune son unas de las familias más ricas a nivel internacional. Al parecer tienen una mansión enorme a las afueras de la ciudad que es como una hacienda, donde hasta tienen establos y caballos.”
“¿Eh? ¿En serio?” se sorprendió.
“Supongo. Fudou me lo dijo y no veo por qué tendría que mentirme,” dijo con indiferencia y cruzándose de brazos. “Así que será verdad, ¿yo qué sé…?”
“No que dude lo que dices, sólo es sorprendente…” Atsushi sonrió incómodo. “Suena a que Monoyoshi ha estado al pendiente por esos dos, justo a quienes debí haber ayudado personalmente hace varios años. En verdad le debo demasiado…”
“Fuera de la ayuda que ese chico les ha dado, lo más importante es que estuvo ahí y es el amigo de ambos,” dijo Tharja, miró hacia otro lado con leve fastidio. “Se notará a leguas mi poca importancia material, pero lo que más necesitaron fue de alguien, independientemente de la ayuda que les dio.”
“Sí, tiene perfecto sentido…” Atsushi bajó su mirada.
“…” luego de su comentario, la chica cayó en cuenta que acababa de lanzarle tácitamente una llamada de atención por su ausencia sin haber tenido esas intenciones. Se frustró. Ya estaba dicho y había sido mucho silencio como para contradecirse.
“Nee-san…” el pelinegro dio un suspiro y se le dirigió con un semblante serio e incómodo. “Hay algo que quiero saber. Se lo pregunté a Ichi-nii, pero él no supo darme una respuesta, así que tal vez tú tengas una mejor idea…”
“¿Qué cosa?”
“Pues…” se retrajo. “Es un poco sensible, pero, ¿sabes en qué momento Fudou comenzó a tomar? Quisiera entender por qué cayó en ese vicio, si es que ocurrió algo en particular que le hizo recurrir a eso, o si fue un motivo más trivial…”
“…” se lo merecía. Ese chico inconscientemente le había hecho una pregunta tan hiriente como el comentario que ella le había dado. Tharja se abrazó a sí misma y sus ojos se cubrieron en sombras.
“Ehh, nee-san,” se alarmó. “No tienes que responderlo. P-perdón, no quiero hacerte sentir mal.”
“No, es justo. Puedo ver que lo preguntas porque te preocupas por Fudou y quieres entenderle,” dijo con una tangible desdicha. “Pero me queda admitir ante ti que yo tampoco tengo idea alguna sobre cómo así él comenzó a tomar.”
“Eh…” se extrañó y ladeó su cabeza.
“Imagino que fue progresivo, pero hubo un tiempo durante el cual ni yo estuve al pendiente de él por andar tan ocupada con mis estudios. Cuando regresé a casa, era demasiado tarde,” Tharja tensó el agarre de sus manos en sus brazos. “Estudié en Hanasaki hasta hace cinco años. Como mujer, no pude estudiar con los demás en Rizembool en un inicio. Ese último año en Hanasaki mis obligaciones me forzaron a vivir ahí, lejos de todos. Le descuidé y él tenía varias inseguridades en aquel momento. Después de mi estadía en Hanasaki, cuando cambié a Rizembool y retorné a la casa, él ya tenía ese problema y se había vuelto en la persona huraña y conflictiva que ahora conocemos.”
“…” se inquietó.
“Pero era peor. Al menos el tiempo le ha bajado las revoluciones y le ha vuelto menos agresivo. Igual, Fudou nunca ha querido hablarme sobre sus problemas,” Tharja negó y miró más allá del perímetro del patio. “Cuando le pregunto cómo así comenzó con su vicio, él le resta importancia. Dice que en algún momento probó alcohol y su problema se desencadenó. Menciona que él es un insecto y que fue inevitable.”
“…” sintió escalofríos y le observó desconcertado. “El hecho que Fudou ni quiera hablar al respecto me preocupa, es como si no confiara en ninguno de nosotros…”
“No precisamente.”
“¿Eh?”
“Cuando regresé a casa y me topé con su estado, Monoyoshi se aparecía con frecuencia para visitarle, prepararle algo de comer y estar al pendiente de él. Más de una vez lo vi traerlo de regreso a casa y velar por su salud,” se soltó y pasó a sobar uno de sus brazos con su mano opuesta, un gesto que comunicaba gran torpeza e incomodidad. “Al parecer alguien no se olvidó de él y pese a su vicio, no le abandonó…” hundió sus ojos en sombras. “Me desagrada pensar en eso… me hace sentirme como una hipócrita por algún momento haberte juzgado a ti y a tu hermano por dejarnos detrás, cuando yo hice lo mismo con mi hermano menor…”
“Ehh, no, no digas eso, nee-san, tú nunca tendrías esas intenciones,” dijo incómodo y alzando sus palmas. “No quiero hacerte sentir mal. Sé que Fudou no te recriminaría por eso…”
“Tienes razón, por más desagradable que se ha vuelto, nunca lo ha hecho…” ello no le hacía sentirse mejor, ya que al conocerlo asumía que el odio de su hermano estaba dirigido hacia dentro. “El punto es que, si alguien tiene una remota idea de qué le ha ocurrido, tal vez sea ese chico. Fudou le tiene un trato especial y le he visto sonreírle honestamente. Él sí parece confiar en su amigo.”
“Eh, si es así podríamos preguntarle.”
“¿Crees que no lo he intentado? Monoyoshi me dio una respuesta similar y más ambigua. Me hace pensar que tampoco lo sabe, pero no estoy muy segura de eso…” ella terminó rodando sus ojos, rendida. “Olvídalo, sólo es una corazonada. Aun de ser el caso, puedo ver que es un buen chico y le debo que cuide tanto de mi hermano, me guste o no su silencio…”
“Hmm…” empezaba a comprender que ayudar a Fudou sería más complicado de lo que había previsto. Atsushi realmente quería pedirle ayuda a Yagen, quien sabía mucho mejor cómo lidiar con otros, pero por la evidente riña de su mellizo con el pelimorado no podía considerarlo. “Si es verdad que Monoyoshi sabe algo, trataré de ver si puedo hacerle hablar, aunque tampoco soy cercano a él, tomaría un tiempo…” pese a la incertidumbre, asintió determinado. “Pero aun así, todo esto se resolverá, y sé que contamos con él. Sólo tengo que hacerle recordar a Fudou que él también cuenta con nosotros.”
“Puede que no sea tan difícil ahora que estás aquí, Atsu.”
“¿Eh?” se confundió. “Por lo que dijiste antes, sonaba más complejo.”
“Cuando te apareciste con el plan del examen de admisión, no te tomó mucho hacer que mi hermano acepte. Pese a esfumarse, te oyó, y da la impresión que no es del todo huraño contigo,” asintió más tranquila. “Tal vez se esté acordando del pasado en el cual fueron amigos y confíe un poco en ti.”
“Espero que así sea, nee-san,” sonrió agradecido por sus palabras. Él también pudo resolver un poco sus preocupaciones. “¡Así será! Me aseguraré que Fudou deje su problema de lado y finalmente comience a poner su vida en orden. ¡Te lo prometo!”
“…” asintió.
“Bien, ahora a preparar el desayuno,” Atsushi caminó hacia la puerta.
“Antes de eso…” Tharja desvió su mirada, indecisa. “No sé si deba decírtelo…”
“Eh, ¿qué cosa? Sabes que puedes confiar en mí.”
“…” se ensimismó. Era un secreto que nunca se atrevería a admitir a los Toushirou, por más que el más siniestro de ellos ya lo sabía. Pese a ello, sentía que podía confiar en su mellizo también. “Yo… hace cinco años… durante mi estadía en Hanasaki…”



“¡Buenos días!” exclamó Shinano, sorprendiendo al par. El pelirrojo saltó fuera de la casa y les miró con ojos brillantes y sus puños apoyados en sus cachetes. “¡Ha sido un buen despertar aquí con mi hermano y mi nee-san! ¿Preparamos el desayuno?”
“Shinano, ¿te despertaste temprano?” le cuestionó el pelinegro, confundido.
“¿Por qué me preguntas eso?” Shinano le miró con incomprensión. “No seré tan funcional como tú, pero también tengo que atender clases. Por supuesto que no puedo quedarme durmiendo todos los días hasta tarde.”
“…” al oírle, Atsushi entrecerró sus ojos cansadamente. “Si tanto mencionas tus clases, ¿por qué estás aquí?”
“Está bien, Syo está tomando notas por mí,” asintió contento y sin preocupaciones. “Ni bien recuperemos a Fudou, te prometo que regresaré a clases. Sólo quiero asegurarme que todo se va a arreglar.”
“Pese a que tú fuiste el responsable de todo,” observó Tharja con cierto juicio. “Como sea, a preparar el desayuno. Oh, y no me llames así o te quedas sin comida.”
“Uhh, no seas mala…” hizo un puchero.
“Ehh, nee-san, espera,” Atsushi le detuvo (completamente ignorando la mirada recelosa de su hermanito engreído).
“No es nada importante. Será en otro momento,” Tharja negó y fue hacia el interior. No lo diría frente al pelirrojo, y pensándolo bien, su llegada fue muy oportuna. Si Atsushi se enteraba, lo más probable era que Fudou también, y sería una distracción y preocupación innecesarias en el momento en que tenían que ayudarle a retomar su educación. Su pasado no era relevante.

Los tres fueron a la cocina para prepararse algo de comer con lo cual comenzarían el día.




Pasaron las horas y luego del desayuno, Fudou regresó a su habitación. Ya el sueño se le había pasado en su mayoría, y para variar su reserva de sentirse a gusto en un lugar ajeno le sirvió puesto a que apenas tomó una siesta de dos horas antes de rendirse y levantarse. Sabía que si se esmeraba en dormir muy probablemente se sentiría peor al fin y al cabo.

A pesar de la ausencia de los señoritos, la mansión continuaba movida, con mucamas y trabajadores por doquier acomodando, limpiando o haciendo mantenimiento. Se dio un recorrido por las instalaciones y miró la televisión un corto rato, pero luego salió hacia el vasto jardín de atrás. Pasó por la enorme piscina adjunta al edificio, cruzó unos pequeños aunque llamativos jardines, y finalmente se topó con la amplia planicie de césped que se mecía con el viento y que conducía hacia los establos y los frondosos árboles hacia el fondo que delimitaban la propiedad.

En ese punto, ya había dejado de oír el movimiento y sentir la presencia de otras personas. Sólo percibía la brisa suave y refrescante, y el calor tenue del sol, junto con el soplar del viento en sus orejas. Fue casi un espejismo, una llegada al edén, una liberación de su perpetua cárcel de cuatro paredes que era su habitación, aunque pese a estar fuera de su nido ese lugar ya familiar no le resultaba inquietante. Fudou se detuvo en un solitario árbol a mitad de camino para recostarse en su sombra y ser arrullado por la simple y esencial naturaleza a su alrededor.

Se confundió ya que dicha pausa terminó por convertirse en una siesta de casi una hora. Después de sentir una leve frustración por su pereza, recordó la conversación que había tenido con Monoyoshi el día anterior, sobre el hecho que debía estar dispuesto a perdonarse y aceptarse cada traspiés. Sonrió con frustración. No se arrepentía de ese descanso adicional, y casi se sintió ridículo por haber pensado en recriminarse una simple siesta. Su estado anímico estaba mucho mejor que la noche pasada, y se sintió conforme en resignarse a concederse el presente para sí.

Finalmente llegó a los establos. En aquel lugar vivían algunos animales de granja además de unos caballos. Estos primeros, como era usual, fueron los que le llamaron la atención, y caminó hacia uno de ellos. Lo miró de cerca al tomarle del mentón y observar sus enormes ojos frente a los suyos. De repente, se vio interrumpido ya que justo llegó un trabajador del establo.

“Oh, Fudou-sama, ¿qué le trae por aquí?” le preguntó aquel amable anciano, quien vestía con ropas del oficio y traía un balde con varios artículos de limpieza.
“Eh, buenos días,” de inmediato se alejó del caballo y desvió su mirada. “Nada en particular. Sólo ando esperando a que los señoritos regresen de sus clases y pues…”
“Sí, por supuesto, no quiero cuestionarle. Siempre le veo a gusto por aquí y estoy seguro que a los animales también les gusta encontrarse con usted. Es bienvenido,” el señor dejó su balde sobre el piso para ponerse a abrir la puerta de la jaula del caballo. “Pero de entre todos los animales que tenemos aquí, a usted le gustan mucho los cabalos, ¿no es así?”
“Sí, supongo,” contestó en un inicio perplejo, aunque Fudou rápidamente miró al caballo el cual estaba al pendiente de él y no evitó sonreírle y volver a acariciarle la nariz. “Me gustan mucho sus ojos, son buenos chicos…”
“En verdad lo son…” el anciano se impresionó gratamente. “Me parece que el día de hoy se encuentra de un humor especial. Espero que su estancia aquí le esté siendo de su agrado.”
“Ehm, claro, de todos modos…” se avergonzó un poco y bajó su mirada. “Todos aquí siempre son demasiado amables conmigo, realmente no sé cómo reponérselos…”
“No diga eso, por favor, si los señoritos Sadamune siempre están muy felices de verle a usted, en particular Monoyoshi-sama. Todos somos dichosos de tratar con los amigos cercanos de nuestros prometedores jóvenes,” le aseguró tranquilamente. “Bueno, quisiera hablar, pero me toca cepillar a los caballos y darles de comer.”
“Sobre eso…” le detuvo y a su vez se detuvo a sí mismo. Recordó que nuevamente tenía tiempo que gastar y optó por seguir su instinto sin hacerse más líos mentales. “Le puedo ayudar. Recuerdo una vez en que Mono-c…Monoyoshi me enseñó a cepillarles y quisiera intentarlo de nuevo, si no es una molestia…”
“Por supuesto que no, encantado,” sonrió agradecido. “Me vendría bien la compañía.”
“Heh, creo que a mí también,” su sonrisa se ensanchó.

Así pasó el resto del tiempo de espera. Atendió a esos caballos que a su vez disfrutaron del cepillado, les sirvieron comida, y luego también puso de su parte para atender a otros de los animales. De aquel modo, el encargado del establo se excusó para reparar una parte de una valla en lo que Fudou terminaba con la última labor de darle de comer a los conejos. Estos mismos vivían en un corral al nivel del piso no muy lejos de otra entrada de los establos. Eran varios, y luego de verter toda la comida en sus comederos, se limpió el sudor en la frente y se sentó en un rincón de ese corral.

Ver a los curiosos conejos correr, saltar, y alternar entre comer y beber era relajante. Le hizo pensar en más de una de sus visitas, durante las cuales mientras Taikogane andaba ocupado sacando a un caballo para cabalgarlo o alistando una de las cuatrimotos guardadas, Monoyoshi prefería meterse a la jaula de los conejos para acariciarlos y revisarlos uno por uno a manera de asegurarse que estaban bien de salud. Ese par de hermanos siempre había demostrado ser opuestos. No dejaba de preguntarse cómo hacer para que pudieran entenderse…




“¡Fudou!” exclamó Taikogane, repentinamente. El peliazul saltó para pasar la puerta y aterrizó estruendosamente en medio del corral. Los conejos huyeron despavoridos hacia los rincones, algo que el Sadamune más joven no notó. “¡Finalmente regreso! Dime, ¿me extrañaste?”
“¿Quieres darle un paro a estos animales o algo?” le cuestionó alzando una ceja. Momentos como aquel le hacían pensar que tal vez no había forma en que esos hermanos se entendieran.
“¿Qué? No, por supuesto que no, si son tan lindos,” tomó al conejo más cercano y lo abrazó. “Además Monoyoshi los cuida en demasía. Si algo les fuera a pasar quizás se moleste…” ello le hizo alzar su mirada, meditativo y escéptico. “Hmm, pero creo que es imposible molestarle…”
“¿Eh? ¿Nunca lo has visto molesto?” alzó una ceja, incrédulo.
“¿Tú lo has hecho?”
“Olvídalo,” rodó los ojos y sonrió con ironía. “No es fácil molestarle, pero sí ocurre, así que no te aguaré la sorpresa.”
“Suenas casi malévolo…” se extrañó. “Pero tengo curiosidad ahora…”
“Sólo espero que no le lastimes a sus conejos,” se encogió de hombros. “O algún otro ser vivo, ya que hablamos al respecto…”
“Vamos, no es que sea tan problemático, Fudou, no seas injusto,” Taikogane le extendió el conejo y sonrió enseñando los dientes. “¿Verdad que es bonito? Siempre me han gustado mucho, aunque temía que tener un gusto tan de niña me haga uncool, si soy sincero. ¡Pero está bien, porque Micchan que es muy cool dijo que no hay nada de malo!”
“¿Acaso necesitas permiso de ese ‘Micchan’ para todo lo que haces?” preguntó casi espantado por la fijación del otro en seguir los pasos del amigo de la familia.
“¿Pero puedes creer que hay lugares en el mundo donde la gente se los come?”
“¿Ah? ¿Y qué tiene eso que ver con todo lo demás?” le cuestionó perdido. No había duda. La mente de ese peliazul andaba a mil por hora como de costumbre.
“Hehe, en verdad me espantó cuando lo oí el otro día,” contestó igual de sonriente. “Ahora no se lo digas a Monoyoshi porque seguro se mortificará.”
“No, presumo que ya sabría algo así…”
“Uhh, pero suficiente de bromas…” entonces, el rostro de Taikogane se puso azul y miró al piso. “…Micchan me lo confirmó y se puso a hablarme sobre el tipo de carne que es, como se les degüella y la mejor manera de cocción…” se abrazó a sí mismo. “¡Ihh, no necesitaba saberlo!”
“¡Y-yo tampoco, no lo compartas conmigo!” Fudou se inquietó y le miró con desconfianza.
“¡Está bien, porque es Micchan y él nunca mataría a nuestras mascotas!” exclamó alzando sus brazos a los costados, para entonces apuntar al pelimorado. “¡Fudou! ¡Vengo a buscarte porque tengo algo muy importante que mostrarte! ¡Regresemos a la casa!”
“¿Eh? ¿Qué cosa?”

Los dos (más un conejo de cortesía) se apresuraron de regreso hasta la espaciosa sala principal de la mansión. Ahí había un paquete de correo enorme esperándoles.

“¡Ta-da! ¡Esto llegó el día de hoy!” exclamó el peliazul señalando al paquete con ambas manos. “Genial, ¿no? Impresionante, ¿no?”
“¿Qué? ¿Te compraste otra cuatrimoto?”
“¿Sabes? Justo estaba pensando que debería conseguirme un modelo más reciente, ¡me leíste la mente!” le apuntó victoriosamente.
“…” y Fudou le miró con cansancio. “Bromeaba, no que el paquete fuera tan grande. ¿Qué te has comprado ahí?”
“¡Son cosas que escogí ayer en la noche para ti!” exclamó emocionado. “¡Es todo un conjunto playero y accesorios para que así puedas meterte a la piscina!”
“¿Qué?” preguntó atónito y vio al otro abrir la caja rápidamente.
“¡Mira! ¡Aquí están las sandalias!” las lanzó hacia él y siguió lanzándole todo lo que sacaba. “¡Un sombrero! ¡Toalla! ¡Ropa de baño! ¡Snorkel! ¡Patas de rana! ¡Lentes de sol! ¡Camisa veraniega! ¡Maletín! ¡Y mira!” Taikogane agarró una prenda con ambas manos para enseñársela con gran orgullo.
“¡¿Qué?!” por su parte, Fudou se espantó. “¡¿Una capa?! ¡¿Me has comprado otra maldita capa?! ¡Maldición, no derroches tu dinero!”
“¡Haha, no es derroche si te quedan muy bien! ¡Ya veo que a los dos nos va el estilo y también son colores precisos para ti!” dijo animado. “¡Me aseguraré de continuar alimentando tu armario de estos fashion statements de ahora en adelante!”
“Tch, ridículo…” rechinó los dientes. No podía decir que la capa que el niño le había regalado durante el verano le había sido inútil, ya que Fudou la había colgado encima de sus cortinas para que su cuarto fuera más oscuro de noche, pero solamente por ese motivo. “¿Y qué es eso de meterme a la piscina? No, ya mucho estoy haciendo como inquilino. ¿Y acaso necesitaba un tonto snorkel para eso?”
“Pues no, pero no quería comprar el set incompleto…” lo meditó con curiosidad.
“No haces sentido alguno, pero me niego, no me meteré.”
“No, sí te meterás porque te haría bien hacer ejercicio,” insistió el peliazul. “Micchan y yo pensamos que es lo mejor para ti.”
“¿Se creen mis padres o algo? No me convencerás,” se cruzó de brazos.
“Sí lo harás.”
“Que no.”
“¡Que sí!”
“¡Que no porque no se me da la gana y no me puedes obligar!”
“¡Que sí porque tú eres cool y te verás mucho más cool con todas mis compras encima!”
“¡No las aceptaré!”
“Ahh, si quieres ser así…” Taikogane dio un suspiro e, inesperadamente, cubrió al otro con la capa nueva y se abalanzó contra él.
“¡Suéltame! ¡Suéltame, maldito! ¡Me vas a asfixiar!” exclamó el otro en el piso tratando de quitarse al niño de encima. “¡Me las pagarás! ¡Te mataré! ¡Te juro que lo haré!”



“¿Por qué…?” preguntó Fudou con su mirada baja llena de horror, al estar usando todas las cosas que Taikogane le había comprado. Luego de verse forzado a aceptar, ellos estaban frente a la piscina, con sus respectivas pertenencias descansando en unas sillas de playa, y el curioso conejo husmeando unas plantas cercanas.
“Te queda mejor de lo que pensé,” Taikogane le estaba tomando fotos con su celular.
“¡¿Ah?! ¡Bórralas o lanzo tu aparato al agua!”
“¡Tranquilo! No las pondré a las redes sociales, ya aprendí mi lección,” dijo sonriendo incómodo. “Ya, pon la capa en tu silla porque es lo único de todo lo que te compré que no debería mojarse.”
“¿Y por qué sigo con esto encima?” se cuestionó pero fue obediente y puso la capa dentro del maletín. Entonces tomó asiento. “Ya, estoy aquí, pero no quiero darme un baño.”
“Oye, está bien que quieras ser modelo Instagram, pero no seas aguafiestas como para no meterte a la piscina,” dijo con leve desaire.
“¡Tú querrás ser modelo con tantos estúpidos selfies que te tomas!” estalló y se cruzó de brazos con obstinación. “No, me quedo aquí. Ya te he entretenido demasiado.”
“Sabía que te pondrías así…” Taikogane volvió a dar un suspiro derrotado y fue a su sitio. Una vez guardó su celular en un contenedor seguro a prueba de agua, levantó un objeto hasta el momento oculto debajo de la silla; una pistola de agua.
“¿Eh?” Fudou se alarmó y terminó empapado de pies a cabeza. “¡Ahhh, Taikogane, idiota!”
“¡Ahora no tienes excusa!” declaró volviendo a dispararle.
“¡Párala! ¡Que la pares!”
“¡Hahaha!” este corrió para ingresar a la piscina sin dejar de disparar al otro.
“¡AAAAHHH! ¡Ya verás!” así, Fudou perdió la paciencia y entró a la piscina para alcanzarle.

El invitado no tardó en alcanzarle y quitarle la pistola para ser él quien disparara al otro como represalia. Taikogane no paró de reírse y continuó lanzándole agua con sus manos a pesar de verse en desventaja. Algunas mucamas se asomaron por las ventanas para observar gustosamente al señorito divertirse tanto.

“E-eh, ya, Fudou, no cargues la pistola, por favor,” pidió Taikogane, alzando ambas palmas y sonriendo nervioso. “En serio, fue divertido pero ya duele un poco.”
“¿Y crees que no me dolió a mí? Todavía ni estamos a mano.”
“Sólo bromeaba, y te metiste. ¿Verdad que viene muy bien…?” dijo intentando razonar con él, aunque al final fue salvado por la campana.




“¡Oigan!” llamó Monoyoshi a los dos con ambas palmas para acentuar su voz. “¡Les traje algo de tomar!”
“¿Mono-chan?” Fudou se extrañó e intercambió miradas con Taikogane. “¿Ya estaba aquí?”
“No lo estaba cuando yo llegue,” se encogió de hombros y ambos salieron de la piscina para alcanzarle en una mesa alta cercana. “Ah, gracias, justo una limonada era lo que necesitábamos.”
“¿Por qué alzaste tu voz?” preguntó Fudou. “No sueles dirigirte a otros así.”
“Es un poco vergonzoso, ¿verdad?” el pelirrosa sonrió incómodo. “Sólo intentaba ser un poco más ‘cool’, como dice Taikogane-san,” llevó una mano su mentón. “Hmm, pero debo tener todavía mucho por aprender…”
“Sí te falta mucho, pero admiro tu espíritu,” Taikogane sonrió y levantó un pulgar. “Buen trabajo, ahora sigue así.”
“Sí, muchas gracias,” hizo una reverencia.
“Uhh…” el hermanito negó. “No es para que reacciones así…”
“Oh,” entonces la atención de Monoyoshi se dirigió al conejo y fue a recogerlo. “Oye, ¿qué haces tú aquí?” lo cargó y se puso a revisarle las patitas y las orejas. “¿Estás bien?”
“Taikogane quería traer uno, nada más,” Fudou se encogió de hombros.
“¡Ohh, Monoyoshi! ¡¿Tú crees que este conejo sepa nadar?!” preguntó Taikogane comprimiendo ambos puños con emoción.
“Pues, la natación es un instinto de supervivencia en animales así que los conejos nadan, pero…”
“¡Genial! ¡Ahora me gustan más!” le quitó el conejo y lo alzó por encima de su cabeza. “¡Entonces lo lanzaré a que nade!”
“¡E-espera, Taikogane-san!” Monoyoshi se alarmó y le quitó la mascota para abrazarla. “Digo que saben nadar, pero los conejos son iguales que los gatos y a la mayoría no les gusta el agua y la evaden a todo costo. En particular, un conejo puede entrar en shock si son lanzados al agua tan abruptamente, así que ten cuidado, por favor.”
“Eh, ya veo, casi hago algo horrible, perdón…” Taikogane sonrió inquieto. “No pensé que el agua les hiciera daño.”
“Son un poco delicados, aunque sí hay conejos a los que les gusta nadar, pero no son muy comunes,” dijo el pelirrosa. “Será una diferencia de temperamento, supongo…”
“¡Entonces hay que traer a todos los conejos y esperar a ver cuáles saltan a la piscina!”
“Eh, no, seguro que ninguno ni querría meterse,” dijo Fudou, frustrado. Miró de reojo a Monoyoshi. “Lo hubieras dejado en que no les gusta el agua. Ahora temo por tus conejos.”
“Ehh…” este sonrió incómodo y en eso oyeron una notificación de celular.
“Oh, es el mío,” Taikogane sacó su dispositivo y lo revisó. “¡Ah, Micchan llegó! ¡Voy a darle la bienvenida, ahora vuelvo!”

Con el peliazul fuera del mapa, Fudou prestó atención a su vaso de limonada y tomó un sorbo.

“Veo que te estás divirtiendo, Fudou-kun, me alegro,” dijo Monoyoshi, sonriente.
“Eh, pues, ha sido relajante,” desvió la mirada y entonces notó que el otro miraba la pistola de agua que traía consigo. Chasqueó la lengua y la lanzó a la piscina. “Tsk, sólo me defendía. Taikogane fue quien comenzó con eso.”
“Hehe, está bien, no hay nada de malo si te divierte,” asintió con cierta determinación. “Entonces para la próxima compraré otra pistola para que cada uno tenga una.”
“No, no tienes que hacer eso, Mono-chan…” se frustró. Dio un suspiro y sonrió cabizbajo. “¿Sabes? Es extraño…”
“¿Qué es extraño?”
“Sólo estar aquí… me hace creer que sí puedo salir adelante… me hace pensar que sí existen esperanzas… y pensar que viniendo aquí no ha cambiado mi situación en lo absoluto… es ridículo, ¿verdad?”
“No lo es,” Monoyoshi negó y asintió alegremente. “Lo más importante es tener esa fe. Confío plenamente en que puedes hacerlo y nada me da más dicha que oír que tú lo crees también. Hehe, qué alegría~”
“…” le miró y sonrió agradecido. Le debía al pelirrosa más de lo que podía decir, pero este siempre estaba feliz de verle y de ayudarle. Su usual remordimiento sobre el apoyo incondicional de su amigo, para variar, no se manifestó, y se permitió sentirse afortunado de conocerle. “En verdad… no sé qué sería de mí sin ti, Mono-chan. Muchas gracias por todo.”
“Lo mismo digo, gracias por cuidar siempre de mí.”
“Así que…” llevó una mano a su nuca. “Lo intentaré, trataré de tomar ese examen…” miró hacia la pradera. “Todavía me da nervios, no sé si puedo hacerlo, pero…”
“Está bien, eso no me importa,” Monoyoshi negó y le miró con urgencia. “Te ayudaré con los estudios, estaré de tu lado mientras necesites de alguien. Recuerda que no estás solo y no tienes por qué hacerlo solo. Siempre contarás conmigo.”
 “Sí…” ello le regresó una sonrisa resignada. “Igual aquí, si necesitas algo, nunca dudes en llamarme. No te olvides que les daré un escarmiento a esos chicos que te dejaron limpiando el salón el último día de clases.”
“N-no tienes que hacer eso, Fudou-kun,” se inquietó. “No fue un problema, en serio.”
“Hai, hai, es una broma,” le restó importancia. “Pero alguien tiene que cuidarte. Será, te aceptaré de hermanito. Siendo sinceros, sí te veo como el hermanito que nunca tuve, Mono-chan.”
“…” al oír ello, Monoyoshi se sorprendió y sonrió con una indescriptible alegría. “¡Sí, gracias!”





“¡Yo también quiero adoptarte de hermanito!” exclamó Shinano, corriendo con los brazos abiertos hacia Monoyoshi.
“Oye, compórtate,” le recriminó Atsushi. “Él es dos años mayor que tú.”
“¿Eh?” Fudou se confundió al ver al par y observó a Taikogane ingresar con Mitsutada. Tal parecía que les habían estado espiando. “¿Q-qué hacen ustedes aquí?”
“Monoyoshi nos avisó que estabas aquí y dijo que hoy seguramente te sentías mejor para hablar con nosotros,” le contestó Atsushi.
“¡De por sí, me fascina las ropas que estás usando!” el pelirrojo se conmovió. “¡Me tienes que pasar la marca!”
“¡Claro, te la recomiendo!” Taikogane sonrió victoriosamente.
“…” Fudou miró a Monoyoshi con fastidio. “Te anticipaste a mi resolución. Esa no es la clase de ‘hermanito’ que quisiera tener.”
“Eh, espero no hacerte sentir mal, perdón,” dijo sonrió con torpeza. “Sólo tuve una corazonada.”
“Fudou, perdón…” Atsushi se le acercó, apenado. “Creo que fui muy duro contigo y no traté de entender lo difícil que iba a ser para ti, pero te prometo que no volveré a cometer el mismo error. Sólo queremos lo mejor para ti y te daremos todo el apoyo que necesites.”
“Sí, no te disculpes…” desvió su mirada. “Supongo también fui muy agresivo e intentaré expresarme mejor. Es cierto que eres un cabeza hueca a veces.”
“Oye…” sintió un tic en la ceja.
“Pero gracias por el esfuerzo que haces, Atsu,” dijo y sonrió un poco. “Puedo decir que te preocupas por mí.”
“…” realmente un día en ese lugar le había hecho mucho bien. Podía ver a un poco de su yo del pasado. Ello le animó. “¡Por supuesto! ¡Somos amigos, ni lo menciones!”
“Y más te vale que Namazuo no vuelva a meterse en esto.”
“Claro, ni necesito decirlo.”
“No, prométemelo,” sus ojos se alteraron. “A ti no te lastima así que no entiendes.”
“Sí, lo juro. Si algo semejante vuelve a ocurrir, Shinano pagará las consecuencias.”
“¿Qué?” preguntó esté, asustado.
“Ya, lo acepto.”
“¡Ahh, no me lastimen, lo siento! ¡Prometo que me portaré bien!” suplicó el pelirrojo, pero su atención se tornó al conejo. “¡Ohh, qué bello! ¡También quiero un conejo de mascota!”
“Son muy lindos,” Monoyoshi se lo extendió. “Tenemos un corral lleno de conejos.”
“¡Tengo que verlo!” Shinano se maravilló y abrazó ese conejo, para mirar a Atsushi con ojos suplicantes. “¿Puedo?”
“¿Por qué me lo preguntas a mí?” le cuestionó impaciente.
“Haha, me alegro mucho por ustedes, las cosas se han solucionado,” concluyó Mitsutada. “Iré a prepararles una merienda en un santiamén, en honor a Fudou.”
“Eh, no tienes que hacerlo…” este se avergonzó un poco.
“¡Sí, y cuando pase su examen le compraremos un armario y escritorio lleno de cosas cool!” declaró Taikogane.
“¡De todos modos!” Shinano se sumó.
“¡Oigan, no se atrevan!”

Los ánimos se mantuvieron en alto y todos procedieron a celebrar la mera decisión mientras se olvidaban de la incertidumbre. El paso más importante acababa de hacerse.


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Editare después x_x estoy muerta

Confrontation part 1


La mañana había transcurrido en relativa tranquilidad. Gracias al buen clima y a que afortunadamente no había tanta gente el grupo pudo disfrutar de las atracciones del parque de diversiones. Para medio día el sol había alcanzado su punto más alto, calentando todo implacable y haciendo que la mayoría de personas buscara refugio bajo la sombra de los árboles o en las cafeterías y kioskos del parque.

-Vaya, el verano está por acabar pero sigue haciendo mucho calor- se quejó Minmay mientras tomaba asiento.

-Supongo que es preferible eso a que llueva. Creo que Inojin se la está pasando muy bien- le comentó Kallen sentándose frente a ella.

El resto habían ido a comprar bebidas o helados, Minmay y Kallen de habían quedado apartando el lugar en la cafetería.

-Sí, está muy contento. Tengo entendido que se lleva bastante bien con los padres de Sheryl pero vivir solo con adultos puede resultar aburrido para un niño de esa edad. Tuvo suerte de que sus padres accedieran a dejarlo vivir con Rangiku y su esposo.

-Cierto, es bastante afortunado.

-Me hubiera gustado tener familiares así de pequeña. Recuerdo haberla pasado muy mal cuando mamá y papá se divorciaron. No fue tan malo porque tenía a Athos conmigo, pero él tuvo que pasar solo el primer divorcio de mamá...

Kallen reflexionó un poco las palabras de Minmay. Le costaba trabajo imaginar lo que era tener un padre y convivir con él. Por supuesto no era normal imaginar que hubiera pasado si sus padres hubieran sido un matrimonio normal y se hubieran divorciado; todo eso eran conceptos muy foráneos para Kallen.

-A mí también me hubiera gustado tener familiares así, en casa solo éramos mamá y yo- reconoció Kallen -los Matsumoto parecen ser muy buenas personas.

-Oh sí. El papá de Sheryl es Rangiku en versión masculina. Su mamá es un poco más seria pero igual de generosa. A pesar de que es médico siempre apoyó a Sheryl en su carrera de modelo.

-Ya veo.

-Desde que era muy pequeña la mamá de Sheryl la consintió bastante. La carrera de Sheryl comenzó a los 13, pero lo del modelaje despegó cuando ella tenía 15- explicó Minmay. -En ese entonces era muy complicado comunicarse con ella... se la pasaba trabajando. Incluso hubo un año en que la única forma que la pude ver fue por las portadas de las revistas.

-Ahora entiendo porque se me hizo conocida la primera vez que la vi...- observó Kallen -¿Oye tú y Sheryl se conocen desde hace mucho?

-Desde que tenemos 10. Nos conocimos en el campamento de verano donde un agente reclutó a Sheryl. Era un campamento para idols. No sólo nos enseñaban a modelar, aprendíamos sobre baile, canto y actuación.

-Suena muy genial.

-Eh... supongo que lo fue. Admito que probablemente era solo algo para sacarle dinero a los padres, en realidad tonteabamos la mayoría del tiempo. Pero tuvimos una maestra de canto muy interesante, creo que fue lo único que valió la pena de ese campamento.

-Ya volvimos ~ ¿De que hablaban?

Sheryl puso las bebidas de sus amigas frente a ellas y el resto se les unió instantes después con helados y otros snacks.

-Le estaba comentando a Kallen como nos conocimos.

-Ah, en esa bobada del campamento

-Oye ¿te acuerdas de la maestra Ranshe?

-Por supuesto, era la única que enseñaba algo útil. Además era muy linda y cantaba muy bien.

-Que a-b-u-r-r-i-d-o- bostezó Souji. Sheryl que estaba a su lado le dio un codazo -¡Ouch! Solo quiero saber que vamos a comer.

-Creo que es un poco temprano para almorzar- observó Athos. 

-Estoy  de acuerdo. Pero por si acaso podríamos ir al food court del parque dentro de un rato. Hay varias cadenas de comida rápida ahí y cada quien podrá pedir lo que quiera- sugirió Reinhard.

Todos estuvieron de acuerdo, pero el más emocionado era Inojin.

-¡Quiero  pizza! ¡Y un hot-dog! ¡Y hamburguesa con papas fritas! ¡Y ramen!

-Guarda tus ánimos hombrecito, no querrás vomitarte todo en los juegos.

-Además podemos cenar aquí también, hoy cierran hasta tarde porque tendrán un show de juegos artificiales- le informó Hajime.

El niño de nuevo estalló en júbilo y anunció sus planes para el menú de la cena. Los demás solo podían preguntarse como los niños tan jóvenes son tan energéticos.
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Volvieron a los juegos y atracciones un rato más hasta la hora del almuerzo donde Inojin hizo cumplir su palabra y ordeno todo lo que se le antojo sin dejar una miga. Los más grandes ya se sentían más cansados y se sintieron agradecidos de que la energía del niño pareció bajar después del almuerzo. Para ese entonces ya habían subido a la mayoría de los juegos, dejando para el último las atracciones más tranquilas como el carrusel o la rueda de la fortuna. Y por supuesto, la casa embrujada.

Para cuando llegaron a la casa embrujada el sol había comenzado a bajar, y el ambiente se había oscurecido un poco además de que el calor bajo considerablemente.  La famosa casa embrujada del parque de diversiones tenía la fama de ser realmente aterradora y grande, además de que aparentemente estaba embrujada de verdad. Gracias a eso, la atracción siempre tenía una fila considerablemente larga.

A Kallen no se le daba mucho el tema de los fantasmas y casas embrujadas, así que no estaba particularmente emocionada por entrar y mucho menos por hacer una fila tan larga para entrar a un lugar donde seguramente la pasaría mal.  Mientras los demás conversaban entre ellos ella se debatió sobre abandonar la idea de entrar y esperar a todos a fuera. Mientras observaba a las personas salir realmente asustadas del lugar le pareció reconocer a alguien entre los que estaban al frente la fila a punto de entrar.

No era como que ver a alguien con el pelo rojo y largo fuera algo fuera de lo común en Tokyo pero… le pareció ver a su Rebel entrar a la atracción donde ella y sus amigos también estaban a punto de entrar.
 
« Last Edit: August 01, 2020, 08:21:46 PM by Apple »


Sayi


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~





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Now, let's carry on with those big HiME dreams...

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kana

Es un fic bastante malo pero tenía que dejar algo para pasar el mes.


El ciclo universitario había iniciado hace poco por lo que se podía decir que relativamente sus tiempos estaban más ligueros ya que no tenían exámenes programados y si es que los tenían no estaban tan densos en materia al recién estar comenzando, pero de todos modos los tiempos libres eran poco y encontrar tiempos libres que coincidieran con los de compañeros de otras carreras resultaba ser una tarea bastante complicada.
En un fortunio de la vida, Akira, Minato y Ritsu lograron encontrar un bloque de horario muerto entre sus estudios y sus respectivas responsabilidades así que aprovecharon aquella instancia para ir a un local que les causó curiosidad después de que Shikishima lo descubriera a través de redes sociales.
Después de un arduo camino donde, en más de una ocasión, perdieron el rumbo, finalmente llegaron a la dirección del local el cual quedaba rodeando una pequeña y atractiva plazoleta. Los chicos ingresaron a “The Alley LuJiaoXiang” y se ubicaron en una de las pocas mesas libres.
La casa de té y cafetería era un negocio bastante llamativo, empezando por su logo de un gran reno astado, pasando por la carta con un sin fin de té exclusivos y el mismo ambiente que daba la sensación de estar en un lugar mágico en medio de un bosque futurista.
—Increíblemente nos demoramos más de treinta minutos buscando este local… Mh, ¿sí están consciente de que nos saltaremos la próxima clase? Considerando en tiempo en que se demoren en tomar el pedido y en que consumamos lo nuestro… Más el retorno.
—Basta de cálculos…— Akira entrecerró los ojos, observando a Minato un poco cansado. El chico peliazul era un astro de las matemáticas, pero ya había sido suficiente con escuchar sus cálculos matemáticos sobre la ingeniería y arquitectura de las construcciones de los edificios aledaños a las calles que iban transitando. —Pero, tienes razón. — no podía obviar esa parte.
—Yo creo que sí alcanzamos a llegar a nuestro próximo bloque. No hace falta fallar a las clases. — Ritsu trató de convencerse de su visión utópica, pero ni él mismo podía confiar en ello. No le gustaba la idea de faltar a ninguna clase, pero tampoco le gustaba la idea de beber té de prisa considerando el respeto que le tenía a ese bebestible.
—De verdad, Shikishima, que faltar a una clase no es ningún pecado.— insistió Minato.
—Mh, no sé si Adachi-senpai se tome bien que faltemos a su presentación. Se supone que hoy el maestro otorgaría su horario para que el superior nos entregara directrices. —
—A Adachi no le importa si vamos a su charla o morimos por allí. Ni lo va a notar, de todos modos. — expresó Akira de modo despectivo. Del minuto uno que se enteró de que Souji había terminado con ese sujeto, Akira no tuvo reparos en mostrarse abiertamente feliz con ese acontecimiento. Tanto así, que cada vez que podía se reunía con Souji y lo instaba a “recuperar” su vida perdida. Por supuesto, los tiempos de su amigo eran tan complejos como el del resto de sus amistades, pero era increíble lo mucho que se distanciaron desde que Souji había iniciado una relación sentimental con Adachi. Akira incluso dejo de tener contacto por redes con Souji, en un modo de evitarle a su amigo malestares sabiendo lo celoso que era Adachi con Souji. —Me alegro que ya no esté con Souji.
—Sí, nos has dicho un montón de veces. — Minato suspiró. —Incluso hiciste un brindis con una copa de vino en mano cuando salimos a un pub y nos contaste esa noticia.
—Me habría encantado ser el responsable de esa ruptura. Así habría dicho en aquella ocasión con la copa de vino en mano “Dile a Adachi, quiero que él sepa que fui yo.” Tal cual fueron las últimas palabras de Lady Olena Tyrell — el pelinegro embozó una maligna sonrisa que denotaba cuanto seguía disfrutando la situación. Eso preocupó a Ritsu que, sólo en ese momento, había apartado la mirada de la fascinante carta de diversos té.
—Eres siniestro…— Minato lo miró con los ojos entrecerrados. —Pero, también me alegro de que hayan terminado… Adachi era demasiado posesivo.
—Que bueno que ya no existe en su vida.
—Esperemos que Souji lo tenga bloqueado. Incluso yo noto que se ve más “libre” — y para que Minato pusiera atención a esos detalles tenía que significar mucho.
—Dejen al pobre en paz. — Pidió Shikishima, abogando por el despedazado Adachi. Era un poco injusto que sus amistades gozaran con su infortunio.
—Mh, es entretenido reírnos de su desgracia. — aseguró Akira.
—…— Ritsu miró a Minato esperando que no estuviera de acuerdo con las palabras de Akira pero se sorprendió al verlo asentir. —…—
—Lo siento, pero en esta ocasión estoy de acuerdo con Kurusu. 
—El único aquí que no ve a Adachi como el chiste que es Shikishima.
—Ehw, mira esta cantidad de sabores. — Instantáneamente Shikishima olvidó la pequeña defensa al jefe de prácticas de su carrera para centrar toda emoción a lo que leía. Los otros dos no pudieron evitar encontrar gracia en que el tema pasara a segundo plano.
—De todos modos, espero que llegue el día en que pueda chocar una copa de vino con la copa de Souji brindando por esto. — le murmuró a Minato.
—Dudo que Souji brinde por algo así…Pasando a otros temas, ¿cómo conociste este lugar, Shikishima?
—Sigo la cuenta de Instagram de un Morningstar, creo que se llama Leviathan y es fanático de los bubble tea y desde que llegó a Japón ha estado posteando los locales donde venden bubble tea y la publicación sobre este lugar me llamó la atención. — mientras narraba la anécdota, apareció una persona para tomar los pedidos de los chicos. Cada uno se tardó un poco más en hacer su pedido al ser tomados desprevenidos en medio de una charla, al final Minato optó por uno que parecía más sencillo, Akira por un té especial que sonaba demasiado dulce y Ritsu por matcha chai Green con tapioca, para probar el mismo que “Leviathan” había publicado en su Instagram.
Retomaron momentáneamente la charla, pero esta misma fue interrumpida cuando la mesera volvió con sus pedidos. Al dar la primera probada, inmediatamente el trío concluyó que valió la pena todo ese trayecto a pie para encontrar el negocio y, sin duda, ameritaba tomar su tiempo para disfrutar del té, aunque eso significara perder una clase.
—¿Cómo está Minako? Hace tiempo que no sabemos nada de ella. — Preguntó Akira, extrañando la presencia de la joven y recordando con algo de nostalgia como años atrás tenían más contacto por medio de Minato.
—…— Minato se demoró en dar una respuesta. Francamente, él tampoco tenía muchas novedades sobre su hermana más allá de que le iba bien en Hanasaki. —No lo sé.  No la veo hace un tiempo.
—Vamos, es tu hermana. ¿Cómo no vas a tener novedades de ella?
—Está ocupada.
—O la evitas. — comentó Ritsu, después de dejar de prestar atención y admiración a su té.
—Son ideas erróneas que tienes.
—Mh, me llama la atención la relación de hermanos que ustedes tienen. Minako parece estar muy interesada en ti, pero tú pareces evitarla. Nunca entendí por qué.
—Cada uno está ocupado en sus estudios… Supongo que es simplemente eso.
—Deberíamos organizar una salida entre todos. Invitar a Minako, Akechi, Souji. — propuso Akira.  —Hace tiempo que no salimos todos. —
—N-no…— Minato descartó esa idea.
—…— Akira miró a Minato con reparo. Era lógico que el peliazul no quería incluir a su hermana en sus salidas. Minako solía ser afectuosa y efusiva con Minato en público y eso incomodaba al peliazul.
—Y creo que todos los nombrados están muy ocupados con sus estudios. — insistió Minato. —Shikishima, ¿tú tienes tiempo para salir esta semana?
—Ehw— Shikishima no se había sentido aludido al no ser nombrado por lo que le pilló de improvisto la pregunta. —Creo que esta semana estoy algo ocupado con los preparativos para la fiesta de la carrera.
—¿Ves? Todos están algo ocupados.
—No creo que yo sea un todo, exactamente. — sonrió Shikishima. —Pero, supongo que varios estamos complicados con nuestros deberes.
—Dudo que alguien pueda salir contigo, Akira.
—…— Akira soltó un suspiro. —Tal vez invite a Slaine. Apuesto que no puede negarse. Él no me dirá un no a mí. No como ustedes…
—Slaine es como mil veces más responsable que nosotros. — dijo Shikishima.
—Lo sé, pero también es el más iluso y lo puedo convencer con cualquier mentira para que acepte ir conmigo.
—Eso no está bien, Akira. —
—¿Ése es el europeo que llegó a sus clases?
—Oh, cierto… No te hemos presentado a Slaine. — recordó el de ojos grises. —¿Quieres conocerlo?
—No es como si me importara…
—Ah, bueno.
—Pero ayer escuché que tocaba el piano en la sala de música. Es… curiosidad.
—¡Minato también se dio cuenta de su talento! — festejó Shikishima.
—Eso aumenta las posibilidades que lo inscribamos a la fuerza a las audiciones del conservatorio musical de Rizembool. — Akira asintió.
—Ahá. —
—¿No deberían preguntarle a él primero si quiere? —
—Minato, ¿no deberíamos preguntarle primero a Minako si ella quiere juntarse con nosotros en vez de que tú descartes esa opción por ella?
—…— Minato miró con los ojos entrecerrados a Akira. Su comentario era absurdo, pero evidentemente no podía refutarlo. —Hagan lo que quieran, pero después no se quejen si aquel chico los margina de su vida por entrometidos. — miró a Shikishima. —Por cierto, ya no hay posibilidades de que lleguen a clases. El estudiante estrella de Rizembool ha faltado a una clase por primera vez en años.
—Minato, ¿por qué me maltratas a mi cada vez que Akira te hace molestar?
—Porque, aunque la mayoría de las veces estás en desacuerdo con él, aun así, lo válidas y lo excusas. Tienes la culpa de que sea tan engreído y sin límites.
—¿Ehhw? No es como si Akira fuera mi hijo. — rio sutilmente.
—Ni como si Shikishima fuera mi hermano mayor. — ahora, Akira mostraba una postura más seria. —Mejor cambiamos de tema…— sugirió el pelinegro. Los otros dos estuvieron de acuerdo y comenzaron a conversar de otras temáticas aprovechando el tiempo libre. 





Sayi


Episode 31 — Dancing with the Devil

Ichigo levantó la mirada de su historieta cuando se percató que el cuarto se había sumido en silencio. El televisor ya no mostraba imagen alguna, pero él no había escuchado el reclamo por cambiar la cinta. Entonces se giró hacia el sofa y vio que Sayi se había quedado dormida, arropada con la frazada que Hige le había puesto encima.

El rubio caminó hacia el televisor y ubicó el VHS. Expulsó la cuarta cinta y colocó la quinta. Ichigo sabía que apenas Sayi se despertara querría continuar con las aventuras de Candy, una vez esta hubiera regresado al hogar de Pony tras la muerte de su querido Anthony.

En cuanto la HiME estuvo estable tras el brutal ataque de su Rebel, tanto Ichigo como el resto de su familia habían concordado que el plan de Kenshin sonaba como el más seguro: Esconder a Sayi en un lugar remoto, fuera de alcance para Rizembool, a que recuperara la movilidad de las piernas y se preparara antes de regresar a Hanasaki. Miranda Lot había sido de tremenda ayuda, y tras muchas llamadas y encuentros con terceros, habían encontrado una casa inconexa a todo allegado a Sayi. Y lo mejor: escondida en las montañas, suficientemente perdida en bosques japoneses para desaparecer del radar de su Rebel. O al menos, eso esperaban todos.

No había riesgo a escatimar sin embargo, y para evitar ser seguidos, solo un grupo pequeño había acompañado a la HiME: Hige, Ichigo y Kenshin— quien muy amablemente había acomodado su horario para proteger a su pupila. Y aunque los refugiados fueran solo cuatro, y hubieran llegado por diferentes medios para no levantar sospechas, no bastaba con estar alejados de la civilización para sentirse a salvo: Había que cortar con todo equipo que pudiera delatar su ubicación.

Era por eso que llevaban ya ocho días sin acceso a sus celulares, y con solo un Nokia de los años 90 únicamente para recibir una llamada de Miranda en caso de emergencia. La antigüedad del celular hacían de su señal no localizable por nadie, y aunque era perfecto en su situación, no proveía el entretenimiento al que los más jóvenes estaban acostumbrados.

Pero la casa donde se encontraban si contaba con un VHS, junto a una colección tremenda de series de los 70 y 80— por lo que Sayi se había visto atrapada primero en Versailles no Bara, y ahora con Candy Candy. Ichigo le hacía compañía mientras se ponía al día con las más de 100 historietas que se había traído a cuestas, mientras que Hige… habiendo jugando suficiente gusanito en el Nokia, se había aburrido fuera de sus cabales— lo suficiente para empezar a acompañar a Kenshin en sus caminatas y practicas de mindfulness. Eso si no estaban entrenando.

La inflamación en la espalda de la HiME había bajado un poco, y Sayi había recuperado cierta movilidad. No la suficiente para ponerse de pie, pero siendo asistida podía dar unos pocos pasos. Los ataque de ansiedad habían disminuído también, en parte gracias a la medicación, pero su efecto secundario era el letargo y el sueño por lo que aún no había retomado sus entrenamientos. ‘Hay que dejarla descansar’ había dicho Kenshin, restándole importancia ’Cuando se sienta más estable nos preocupamos por la ofensiva, pero por ahora lo importante es que se recupere.’

Sayi parecía haberse sumido en un sueño profundo, cortesía de la medicación, e Ichigo aprovechó para prepararse algo de comer.

Se asomó por las ventanas en la cocina, la cual daba una amplia vista a la única entrada entre la frondosa vegetación. No había señal de Kenshin ni Hige, quienes hace unas horas se habían excusado con la intención de entrenar cerca al río. Ichigo supuso que le tocaría empezar a preparar la cena, pero cuando estaba por retirar los ingredientes del refrigerador optó por asomarse a ver si Sayi se había despertado.

Aún no había entrado a la sala cuando sintió una brisa pasar por si, y notó que la luz del atardecer brillaba con mucha fuerza.

Cuando entró a la habitación, sintió su corazón detenerse del susto.

Había una persona sentada junto a Sayi.


Era Soujirou.

El castaño se giró hacia un petrificado Ichigo con una leve sonrisa, como si hubiera estado con ellos todo ese tiempo.

“¿Que…?” balbuceó el rubio.

Soujirou bajó la mirada hacia Sayi, aún dormida, quien no tenía idea que su ex-Rebel llevaba minutos sentado junto a ella, acariciando su cabeza con una mano. La HiME respiraba hondamente.

Entonces, acomodó su cuello hacia el castaño, dejándose acariciar tras la oreja. Parecía un gato, contento con una pequeña muestra de afecto.

“Pobre Sayi”

Ichigo lo tomó de la muñeca, obligándole a detenerse.

“¿Qué estás haciendo aquí?” le preguntó en voz baja, mordaz como una serpiente.
“Estaba por la zona y quise ver como estaba mejorando” le respondió “Tranquilo. Rizembool tampoco sabe que estoy aquí.”

Ichigo lo dejó ir. Mil preguntas corrían por la cabeza del rubio. ¿Cómo les había encontrado? ¿Qué era lo que planeaba hacer? Pero sobretodo…¿acaso podía confiar en él? Toda la historia entre ellos le decía que no, pero al mismo tiempo, había sido Soujirou quién le había advertido a Sayi a que no retomara su rol como HiME, ya que su nuevo rival podía ser sumamente peligroso. Y cuánta razón había resultado tener.

Soujirou se puso de pie y camino hasta la pila de cassettes vistos al lado del VHS. Entonces, su mirada se poso en la silla de ruedas al lado del sofa. Ichigo había ido a ocupar el sitio donde Soujirou se había sentado, con tal de evitar que volviera a acercarse a su amiga.

“¿Ha podido mover sus piernas?” le preguntó al rubio. Ichigo tensó los labios en una linea “Ya te dije que no vengo de parte de Rizembool. Todo lo que me digas queda conmigo.”
“¿Por qué te interesa saber?”
“¿Qué clase de pregunta es esa?” respondió, casi riendo “Pues porque me interesa ella”

Ichigo lo miro confundido, sin saber qué hacer de sus palabras.

“Miranda hizo un excelente trabajo con este lugar. Hasta a mi me costo un poco encontrarlo”
“¿Rizembool la esta buscando?”
“Lo están. A Rizembool les gusta tener a sus HiMEs siempre localizadas, pero no creo que se estén preocupando mucho”
“¿A qué te refieres?”
“Ella no se va a esconder para siempre. Lo saben ellos, lo sabe ella, lo sabemos tu y yo” respondió, y para sorpresa de Ichigo, lo siguiente pareció decirlo con pena en la voz “Pero considerando la ventaja que tiene su Rebel, y el estado en que quedo su HiME, parecen muy seguros de cuál será el resultado final”

Sayi continuaba durmiendo, ignorando de las palabras del ex-Rebel. A su lado, Ichigo sentía el peso de su declaración. ¿Cómo podían ganar una ventaja sobre un combatiente tan fuerte? ¿Tenía alguna debilidad que podían explotar? Cualquier dato que pudieran tener podría ser la diferencia entre vida y muerte.

La pregunta salió sin que pudiera pensarla dos veces.

“¿Sabes si hay algo que se pueda hacer?”

Por primera vez desde que lo conocía, Soujirou se vio sorprendido por sus palabras. Una pequeña risa incrédula anticipó su respuesta.

“¿Acaso quieres mi ayuda?”

Ni siquiera él se creía lo que había salido de sus labios. Pero sí, quería su ayuda.

“Al inicio, tu lealtad me parecía dedicada a Rizembool, pero lo que has compartido con nosotros me hace pensar que antes que nada eres leal a tu propia agenda.” dijo el rubio “Y no me parece que quieres ver a Sayi muerta”

Soujirou miró a su ex-Hime una vez más, y luego a Ichigo.

“Pues no. Tienes razón.”

A Ichigo le hubiera gustado que Sayi hubiera despertado para escuchar esas palabras. Quizás y hasta se hubiera sanado milagrosamente.

“Yo puedo conseguir información, pero no se si pueda conseguir información que le sea de ayuda”
“A este punto, lo que sea que consigas valdrá la pena escuchar” respondió el rubio “Mejor a no tener nada”

Soujirou sonrió, y sin prometer nada camino hacia la ventana por la que había entrado. Ichigo sintió como si hubiera hecho un pacto con el diablo.

El castaño hizo una reverencia antes de marcharse.

“Espero que Sayi se mejore pronto.”
« Last Edit: August 30, 2020, 10:57:02 PM by Sayi »

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Pensaba escribir mas pero se me fue el tiempo xDDd asi que aqui les dejo un fic corto

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Mayura, Otoya y Kuro se encontraban en la sala de la casa de la familia Daidouji sentados y sorprendidos frente a Belldandy y Gaku que se encontraban tomados de la mano y sonriendo el uno al otro como una pareja enamorada o al menos a eso quería tratar de parecer Gaku ya que su ceño fruncido no parecía querer salir de su rostro

Vas a tener una hermana menor …-

Eh???...-la rubia se sorprendio mucho y se sonrojo avergonzada- pero mamá…tu y Gaku-san…apenas iban un par de meses como novios…y ahora voy a tener una hermanita…-se cubrió el rostro emocionada-

Muchas felicidades Belldandy-san y Gaku-san en esta nueva etapa…-dijo el pelirojo mientras calmaba a su novia evitando mirarla porque aun no estaba acostumbrado del todo a su nueva y exuberante apariencia…-

Con razón me parecía últimamente raro el olor en Belldandy y era porque una nueva vida estaba dentro de ella…-dijo Kuro suspirando pesadamente-yo con tal de seguir teniendo comida y un techo donde vivir estoy contento con la
nueva integrante

Supongo que debes de estar sorprendida por la noticia Mayura, pero sabes que como adulta tomo mis propias decisiones y mi encuentro con Gaku ha sido parte del destino que unio nuestros caminos, nos enamoramos y producto de ese amor ahora tendrás un hermano o hermanita-

Se que no es el orden por el cual debieron de pasar, pero pasó…asi que esperamos tu aprobación para dar el siguiente paso y casarnos, no lo hacemos por nuestro hijo, sino lo hacemos porque queremos estar juntos, y asi tener la familia que tanto tú como Belldandy siempre lo han deseado…-

 Gaku-san…-dijo la rubia sorprendida, al mirar el rostro serio y lleno de confianza de Gaku comprendio que era la persona indicada para cuidar de su madre, ya que antes de que volvieran a estar juntas, había sufrido mucho y ella merecia toda la felicidad del mundo y ella no estaba ahí para juzgarla- claro que puedes casarte con mi mamá y ser mi padre…-dijo emocionada acercándose a él y tomándole de las manos- se que nos cuidarás bien a todos y espero que también Tenn venga a vivir con nosotros…-

Quieres que también Tenn viva con nosotros? Es que acaso sabes que…-

La rubia asintió con un movimiento de la cabeza

Entonces es un alivio no tener que ocultarlo…-dijo la pelicastaña suspirando aliviada-

Es que acaso también lo sabias mamá?...-

Si, Gaku-kun me lo contó todo porque ahora que vamos a tener una vida juntos le pedi que no guarde ni un secreto-

Y no estas molesta ni nada por el estilo mamá? El hecho de que papá te haya ocultado que tenia un hijo fuera del matrimonio?...-

Belldandy cambio su suave semblante y empezó a temblar, Gaku le tomo de la mano fuertemente

Mamá estas bien??...-

Veras Mayura…hay algo que tengo que contarte…con respecto a tu verdadero padre…-

Mi verdadero padre? Es que acaso Keichi no era mi padre?...a que te refieres con eso?...-dijo la rubia sorprendida-

Mayura…será mejor que dejes que tu mamá te cuente…-le dijo su novio –

Otoya-kun tu sabias algo de esto?...-

No , pero quiero que te calmes para no alterar a tu mamá, recuerda que tu hermana o hermano esta dentro de ella…-
Tienes razón…-observando a Belldandy- perdóname mamá, ahora ya estoy tranquila,puedes contarme lo que esta sucediendo por favor?

Deacuerdo te lo contaré…-

Es asi que Belldandy le dijo toda la verdad a Mayura, desde que conocio a la mamá de Hajime, a Keichi y se volvieron mejores amigos, cuando se volvió Hime, cuando conocio a Tsubaki y comenzaron sus desgracias, mientras que Mayura oía todo lo que su mamá le contaba se sentía tan mal, en verdad había sufrido mucho pero hizo todo lo posible para protegerla hasta que la separaron de ella, quería llorar, quería odiar a su verdadero padre, pero no lo haría por el bienestar de su madre y el suyo no lo haría, lo que si iba a hacer era abrazar a su madre y agradecerle todo lo que había hecho por ella y lo hizo, la abrazo fuertemente y dejo que su madre se descargara entre sus brazos

Tenn-kun no tiene la culpa de todo lo que ha pasado, asi que me gustaria que tambien fuera parte de nuestra familia se puede verdad?

Claro que si hija, ahora que no hay secreto entre todos, Tenn-kun puede vivir con nosotros...-

Ahora solamente falta que él quiera...-dijo Gaku cruzandose de brazos- además tambien debemos de asegurar la seguridad de Nanase Riku...-

Nanase Riku? recuerdo haberlo visto en el hospital cuando estaba internada, es una buena persona...-dijo Mayura algo intrigada por la mencion de aquella persona-

Pues hija Nanase Riku-kun es el hermano gemelo de Tenn-kun por consiguiente tambien es tu medio hermano...-

eh?...-

Fueron separados de pequeños, pero Tenn siempre iba a ver a Riku, por lo cual sabiamos donde se encontraba y con quien estaba, pero hace poco dejamos de tener contacto con ellos...-

Entonces eso puede ser obra de Rizembool- dijo la rubia preocupada- tenemos que investigar y dar con Riku-kun...quiero tener a mis dos hermanos juntos...-

Lo haremos, Tenn ya se esta ocupando de eso, y estoy seguro que con tus talentos como Hime podremos dar con él lo mas pronto posible...-

Kuro-kun...Otoya-kun me apoyaron no es cierto?-

Sabes que siempre contaras con mi apoyo...-dijo su novio sonriendo suavemente-

Que me queda, estaré en el frente de pelea junto a Flaffy...-observando al child que dormia placidamente-

Entonces no se diga más, iremos a buscar a Riku-kun, mientras que mamá estará bajo la proteccion de Gaku-san...manos a la obra- dijo la rubia decidida a dar con el paradero de su hermano-

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En la gran mansión de la familia Ujigawa

La hija mayor de la familia Medb, una chica de buen ver, cabellos largos de color rosa y una sonrisa maliciosa miraba atentamente su celular

Hay tantos chicos apuestos que quieren salir conmigo que aún no termino de organizar mi horario- rio divertida- las desventajas de ser bella…-mientras se tomaba un selfie lanzando un beso para sus fanáticos- mientras sean mis burros de carga y cumplan todos mis caprichos todo bien…-

Nunca cambias Medb-neechan, sigues siendo tan despreciable como siempre…-

Dijo un pequeño de cabellos cortos lilas, con la misma sonrisa maliciosa de Medb que estaba escribiendo un par de canciones

Mi lindo y hermoso Shuu, has aprendido tanto de tu bella hermana que hasta estas casi a la par conmigo, aunque claro aun te falta mas para superarme…-dejo su celular y se acercó a su hermano- asi que vas a tener una presentación con tu banda?

Si lo tendré en Rizembool, gracias a Junko-neechan…-

No me digas que estas aliándote con esa perra engreída de Junko Enoshima? Como la detesto, se cree la más hermosa e inteligente del mundo,pero ahora que apartir de este semestre asistiré a Rizembool va a ver que yo soy mucho mejor que ella que se habrá creido…- cruzándose de brazos- y tu que andas haciendo tratos con ella?

Es un secreto neechan, pero será algo divertido que hará que también pueda utilizar a mi banda para cumplir con mis objetivos…- rio divertido- después de todo el mundo solo esta existiendo para ser mi patio de juegos personal…y debo de agradecer todas las oportunidades que me dan…-

Uhm…-cruzandose de brazos- conociendo a Enoshima Junko debe de haber un truco por ahí, debes de estar atento a sus movimientos hermanito que no quiero que salgas lastimado pequeño demonio-

Supongo que va a ser un uso mutuo, asi que por mi estoy bien que piense que me esta utilizando, por ahora tendremos una batalla de bandas con Roselia y quiero humillar a la esa chica genio llamada Minato, nuestras bandas son muy populares, pero obvio quiero romper nuestra igualdad –

Tan ambicioso como tu querida hermana…mi lindo Shuu seras todo un ikemen cuando seas grande y tendrás al mundo a tus pies, ambos seremos la cabeza de la familia y dominaremos a todo el mundo …claro que aun van a pasar años para que nuestros planes se concreten y obvio sacrificar a muchos inocentes…por ahora comenzaremos por Rizembool, iremos a divertirnos un rato en ese lugar, has oído de las historias de Hanasaki y Rizembool? Pues estoy dispuesta a participar en la diversión que nos pueda causar esos conflictos…y supongo que te van a reclutar para que también seas parte de esto…-

Ya lo hicieron neechan….ya lo hicieron…-

Me lo imaginaba mi hermanito con un gran talento por delante…lo sabia, ahora si vamos a prepararnos para el gran impacto que causaremos en Rizembool- rio divertida-

Nuestro momento ha llegado…-
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matta ne!!!


Cho

Uhh a tiempo... *faints*

91.1.




Comenzó otro día en Rizembool. Era temprano para la mayoría de estudiantes, quienes todavía no comenzaban con sus clases y se encontraban desayunando en las cafeterías de la universidad.

“Han sido muchos días desde que no nos vemos,” dijo Shinano, quien compartía mesa junto con sus amigos. El pelirrojo andaba de grandes ánimos. “Hehe, he estado muy ocupado con mis hermanos, pero ya debo regresar a la rutina. ¿Cómo han estado?”
“Hm, no mucho que decir,” Mai se encogió de hombros. “Como el enfoque ha sido acaparado por ti, nosotros bien pudimos habernos ganado el premio nobel o muerto detrás de cámaras y aparentemente no hubiera importado.”
“¿Eh?” ladeó su cabeza.
“Pero mira, el hospitalizado sigue entre nosotros, así que no es como si alguien se hubiera muerto en realidad.”
“Oye, ¿por qué siempre me llamas así?” reclamó Hajime, impaciente. “Y deja de decir esas cosas para instigar a otros.”
“Hehe, yo pienso que Mai-chan es una chica muy creativa,” dijo Natsuki, sonriendo conmovido. “Comienzo a entender que es su forma peculiar de darnos atención.”
“No, definitivamente es una troll, no seas tan paciente, Natsuki,” dijo Syo, frustrado.
“Eh, en verdad he tenido mucha curiosidad sobre cómo han estado,” dijo Hotarumaru, con ojos curiosos y asintiendo. “¿Todos están bien? No he visto a Yagen por el laboratorio de Ikari-sensei en más de una semana, así que habrá estado ocupado.”
“Con mucho más que su familia, pero en fin, estamos aquí para atender al hermanito,” dijo Tsurumaru, sonriendo con simpleza. “¿Decías, Shinano? Para descuidar tus estudios debes haber tenido mucho que hacer.”
“Sé que me pesará ponerme al día después, menos mal Syo ha tomado notas por mí, muchas gracias,” dio un pesado suspiro y sonrió con torpeza. “Pues, no hay muchos detalles que debería compartir con ustedes, pero luego de un par de sustos con mis hermanitos, hemos tenido una reunión entre nosotros y dos hermanos más volvieron a casa,” la simple mención le hizo ensanchar su sonrisa y agarrarse los cachetes como si fuera una niña enamoradiza. “Hay algo especial en verme rodeado por mis seres queridos que me llena de mucha dicha sin importar qué suceda, y tenerlos en casa es el mejor regalo que me pueden dar,” entonces, Shinano soltó sus cachetes y comprimió sus puños a la vez que sonreía con determinación. “¡Bien! Ahora más que nunca tengo energías de sobra. ¡Tengo que dar lo mejor de mí este semestre!”
“Hehe, siempre te pones muy feliz en compañía de tus hermanos. Me alegra que todo esté bien,” dijo Yukko, sonriente. Ella misma no podía entender cómo sería tener un hermano al ser hija única, pero por las reacciones de su amigo sonaba a ser una gran cosa ya que Shinano con frecuencia irradiaba felicidad al apenas mencionarles. Por otro lado, no evitaba notar cómo este se volvía un tanto infantil y caprichoso en ocasiones por aquel tema. Al ser un chico tan atento y carismático Yukko con frecuencia se olvidaba que era tres años más joven.
“Ehehe, realmente me había asustado cuando oí que Maeda estuvo en ese festival de hace casi dos semanas, pero si todo ya está bien, es un gran alivio,” observó Hotarumaru.
“¿Quién imaginaría que eso ocurriría? Me hace preguntarme si en algún momento nos veremos involucrados en un atentado así,” meditó Syo, alzando su mirada. Él chasqueó la lengua. “Tsk, y pensar que hay gente de Rizembool con tan poca preocupación por otros.”
“No por justificarlo, pero realmente no es nada nuevo,” dijo Tsurumaru, encogiéndose de hombros. El peliblanco se notaba cómodo y de buenos ánimos como era de costumbre, pese al tema. “Será a menor escala, pero las HiMEs tienen que lidiar con este tipo de ataques todo el tiempo. Igual, comparto el sentimiento de que no tengamos que pasar por esto. A diferencia de las HiMEs, ninguno de nosotros se apuntó a la guerra.”
“Tampoco podemos decir que las HiMEs tienen que aguantar a Rizembool,” Syo le miró con incomprensión. “Suena a que ellas sólo aceptan para prevenir que gente salga lastimada.”
“Algunas se suman porque es trending, pero en fin,” Mai estaba poniendo su cañita en su leche chocolatada en cajita. “Imagino que Rizembool paga a Tsurumaru una millonada como genio informático, así que no esperes mucha empatía de su parte.”
“¡Hahaha, créeme que no me pagan mucho!” se rió con ganas. “Pero sí llevo por Rizembool varios años, así que me resulta inevitable no darle tanta importancia. Llevo siendo testigo del conflicto mucho más tiempo que ustedes,” levantó una palma y sonrió incómodo. “Ah, pero lo siento si dije algo insensible, no fue mi intención. La rivalidad entre las dos instituciones es mala y dañina sin importar desde dónde lo veas.”
“Tienes razón en eso, estoy completamente de acuerdo,” Hajime asintió y desvió su mirada con fastidio. “Ahora alguien dígale eso a Komaeda. Él cree que tiene razón de ser y es lo que lleva a Rizembool adelante o algo así. Tch, ese loco…”
“Supongo no lo vemos hoy en el desayuno porque están teniendo problemas maritales,” comentó Mai, poniéndose a tomar su leche.
“¡Deja de fastidiarme con eso!” estalló el otro.
“Ehh, Hajime, tranquilo por favor…” le pidió Yukko, sonriendo incómoda.
“Espero que la guerra pueda terminar de la mejor manera. No quisiera ver a nadie sufrir, me haría muy triste, así que le deseo lo mejor a todas las HiMEs y los Rebels,” dijo Natsuki, tranquilamente. Él pretendió comenzar con su postre, aunque le llamó la atención ver a Hotarumaru pensativo. “¿Hotaru-chan? ¿Estás bien?”
“Mo-” él se sorprendió y alzó su mirada con curiosidad y algo perdido. Su alerta se bajó y se mostró un tanto resignado. “Sí, estoy bien, sólo ando pensando en lo que me toca hacer hoy.”
“¿Cómo así?” Shinano ladeó la cabeza.
“Ah, verdad,” Tsurumaru le revolvió los cabellos al pelicenizo. “Hoy es que finalmente vas a ver a tu maestro de espadas. Has estado muy ansioso por eso, ¿no es así?”
“Hm, con ansioso, supongo que es del tipo negativo,” observó Syo, algo preocupado por el pequeño. De inmediato negó y apretó un puño para dirigírsele con una animada sonrisa. “Pues nada de eso. Es tu turno de entrenarte y hacerte más fuerte y demostrar todo lo que tienes por ofrecer. Te aseguro que todo irá bien si le pones muchas ganas.”
“Pienso igual, tiene todo el sentido,” Hajime asintió. “Y pues, por nuestras clases es obvio que puedes hacer de todo, Hotarumaru, y pelear debe ser una de tus especialidades por lo mucho que te gusta. No deberías preocuparte.”
“Sí, supongo…” el pequeño dio un suspiro. “Lo siento, no quiero incomodarles, sólo temo que mi maestro no sienta que tiene nada que enseñarme. Espero no decepcionarle…” bajó su mirada. “Nunca he tenido a un maestro con tanta fama como él y siento que realmente podría aprender mucho de él y volverme muy fuerte,” la simple mención le llenó de energías y comprimió sus puños frente a su rostro, aunque ese repentino surgimiento de espíritu le duró poco y volvió a mirar a su bandeja con desaire. “Uhn… si alguien como él cree que no puede enseñarme mucho, será que no soy tan bueno como lo pensaba…”
“Ohh…” Yukko se afligió por observar a su lindo amiguito tan apagado. “No, no puede ser, no es verdad. Estoy convencida que eres muy fuerte. ¡Sí, tienes que serlo!”
“Si un maestro te dice algo así y luego te rechaza apenas conociéndote, no es alguien que valga la pena,” dijo Mai, tranquilamente y agarrándole de un hombro. “Tú valdrías el esfuerzo de cualquier maestro, estoy segura de ello. Ahora no te sabotees a ti mismo. Siempre andas seguro de tus aptitudes, y ese espíritu te llevará lejos.”
“Mai-neechan…” el niño le miró anonadado. Frunció el ceño y asintió. “Es verdad, no puedo andar desanimándome todavía. Haré lo mejor que pueda,” miró a todos y sonrió tímidamente. “Hehe, muchas gracias, necesitaba oír sus palabras.”
“Somos felices de oírte, Hotaru-chan, te deseamos muchos éxitos,” dijo Natsuki sonriendo ampliamente y uniendo sus palmas. “Verás que lo harás.”
“Tienes que mantenernos al tanto, ¿de acuerdo?” dijo Shinano.
“Sí, eh, entonces mejor voy en camino,” el pequeño se acordó de la hora y se vio perdido brevemente. “Perdón por irme tan pronto, pero tengo que hacer un trabajo donde Ikari-sensei. También quisiera entrenar antes de mi primera clase del día.”
“Adelante, nosotros también deberíamos ir en marcha,” dijo Hajime, contento de verle más decidido. “Nos vemos dentro de un par de horas.”
“Qué bueno que tú no tengas que tomar ese curso de programación, Hotarumaru…” Yukko dio un pesado suspiro. “Es tan lioso y difícil y dudo altamente que vuelva a usar la programación fuera de las clases…”
“Heh, Hotaru-bou ya es un experto, así que eso que te tortura no sería más que pan comido para él, Hanasaki-chan,” Tsurumaru le dio un guiño a su kouhai. “Será aburrido, pero es más simple de lo que crees.”
“Lo es, pero nuestra Hanasaki-chan tiene una inclinación menos afín a nuestro ecosistema de Rizembool y por lo tanto no posee la misma compatibilidad,” Mai se encogió de hombros. “No que sean nuevas noticias…”
“Uhh…” la chica se desanimó e hizo un puchero.
“Ya, estás siendo muy dura con ella, compórtate,” Syo frunció el ceño.
“No te preocupes, Yukko, otro día podemos quedar y te enseño programación,” dijo Hotarumaru con una sonrisa. “Bueno, con permiso. Que tengan un buen día.”

Todos se despidieron del pequeño y con su partida el grupo comenzó a separarse.

“Verdad, la clase de programación está un poco lejos de aquí, mejor nos vamos,” dijo Yukko, mirando a su celular.
“No les quedaría mal darse una corrida, pero mejor sean personas más disciplinadas que su estudiante asesor,” dijo Tsurumaru, sonriendo con gracia. “Si se esfuerzan me harán pensar que he hecho algo bien con ustedes.”
“Casi me dan ganas de contradecirte,” dijo Mai, inmutada.
“Haha, puede que lo haya dicho con esas intenciones, aunque si bien no puedo confiar en ti, nuestra Hanasaki-chan nunca nos decepcionaría,” este miró a Yukko y levantó sus pulgares. “¡Así que muchos ánimos!”
“S-sí, como digas,” Yukko alzó una ceja, perdida. Le llamaba buenita como esa usual. En verdad también tenía ganas de contradecirle. Pasó a mirar en la dirección por la cual Hotarumaru se había marchado. “Espero que a nuestro amigo le vaya bien. No quisiera que se llevara una gran desilusión por esto…”
“Sí pues…” Tsurumaru sonrió con leve pena y le imitó en su atención. “Entre todas sus labores con la universidad, el entrenamiento siempre ha sido su desahogo. Sinceramente me sabe un poco mal verle preocupado hasta con eso.”
“…” Mai asintió y se puso a pensar. “Veré si puedo hacer algo al respecto.”
“¿Cómo así?” le cuestionó Hajime.
“Tengo contactos, no me subestimes,” se ajustó sus gafas.
“Espero que puedas. Hay que esforzarnos por nuestro lindo amiguito, Mai-chan,” le alentó Natsuki, esperanzado y juntando sus manos en rezo.
“Ese es el espíritu,” dijo la chica, tranquilamente.
“No sé si decirte que confíes en lo que dice. Ni sabemos qué andará tramando, Natsuki,” Syo alzó una ceja.
“Pienso que Mai siempre tiene las mejores intenciones con Hotarumaru, así que no hay por qué temer, Syo,” opinó Shinano, amenamente. Asintió pronunciadamente. “Ojalá así sea, lo dejamos en tus manos.”
“Descuiden,” ella negó y se levantó con bandeja en mano. “Ahora les dejaremos disfrutar de su largo desayuno como estudiantes relajados de artes escénicas que son. Ustedes no saben los sufrimientos de la vida.”
“Oye Mai,” Hajime le miró con reproche.
“¿Qué has dicho?” reclamó Syo.
“¡Hahaha, ignora a mi kouhai, por favor!” dijo Tsurumaru, riéndose. “Por mi parte, yo también seré relajado y veré qué hacer por ahí. Tenía la impresión que debía encargarme de algo, así que una caminata tal vez me refresque la memoria.”
“Ehm, espero que no sea nada urgente,” Shinano sonrió incómodo. “Procura no fastidiar mucho a mi hermano.”
“Si se tratara de un trabajo con Yagen te aseguro que él ya me habría enviado muchos mensajes, más bien te pido que le digas que no sea tan incisivo,” se encogió de hombros. “En fin, los dejaré ir. No lleguen tarde.”


De aquel modo, la mayoría se despidió y en la mesa quedaron Shinano, Syo y Natsuki.

“Me alegro de saber que todo está bien ahora en tu familia,” dijo Syo, abriendo su botella de jugo de naranja. Dio un suspiro. “Cuando me pediste que tomara notas por ti este último par de días, temía que algo más hubiera sucedido.”
“Ehh, en verdad he faltado sin razones muy justificables, sólo quería acompañar a Atsushi-nii y ver qué estaba haciendo,” confesó Shinano, sonriendo incómodo. Entonces, su sonrisa se alivió y se contagió de leve tristeza. “Pero sí, por lo sucedido con mis hermanos, es normal que te hayas llevado esa impresión, perdón. Han sido días un poco aterradores.”
“Lo imagino, pero ya estás aquí con nosotros y todos tus hermanos están muy bien,” le recordó Natsuki, amablemente. “Syo-chan y yo siempre te hemos sentido como nuestro hermano menor, así que puedes contar con nosotros para lo que necesites.”
“Hehe, me alegro mucho de oírlo, soy afortunado de tenerlos a ustedes,” sonrió contento. A diferencia de los demás, por la familiaridad que les tenía, Shinano sí les había mantenido más al tanto de todo lo sucedido, incluyendo el hallazgo de Midare y otros detalles de importancia.
“¿Y es verdad que vas a ir de paseo con tus hermanos este fin de semana?” preguntó Syo.
“Sí, justo ando comunicándome con Ichi-nii al respecto. Ya todos nuestros hermanos lo saben para prepararse. Pensamos salir el viernes en la tarde, justo después de clases.”
“¡Ahh, qué emocionante!” Natsuki se emocionó. “Realmente es el mejor momento para que todos se unan y también para conectar mejor con tu hermano reaparecido. Te deseo un hermoso paseo, Shinano-chan.”
“Muchas gracias, Natsuki.”
“Eh, ¿seguros que es una buena idea?” Syo se extrañó. “O sea, entiendo las ganas, pero creo que dijiste que un par de tus hermanos fueron internados al hospital hace pocos días. ¿Ya se encuentran bien?”
“Claro que sí, ya salieron de alta y Yagen dio el visto bueno,” contestó con los ojos brillantes. “Midare ya ha recuperado sus energías y un terapeuta revisó su tobillo y verificó que está bien para movilizarse con cuidado,” sonrió traviesamente. “Y Akita lleva comiendo comida chatarra desde que estuvo internado por más que debía cuidar su dieta. Sin duda mi familia es muy fuerte físicamente y nos tenemos a todos para apoyarnos,” en eso, borró su sonrisa y desvió su mirada con inquietud. “Lo único es que estoy poniéndome de acuerdo con Ichi-nii para el viaje y tenía una idea al respecto, justamente porque Midare nos va a acompañar. Pienso que es importante y que sellará nuestro pasado en el cual nos vimos separados de él… aunque no sé si haría lo correcto al tomar esta decisión.”
“¿A qué te refieres?” preguntó Natsuki. “Hmm, ¿acaso piensas regresar al mismo bosque donde tu hermano se extravió?”
“¿Eh?” Syo se quedó helado. “E-espera, no puede ser. Acaban de ir a ese lugar y fue un tema sensible, Shinano. No te precipites.”
“Lo que más me preocupa es que Midare se sienta mal al respecto. Oí de Atsushi-nii que Midare estuvo un tanto receloso en un inicio, así que no quisiera que se lo tomara a mal.”
“Si ese es tu temor, podrías hablarlo con él,” Natsuki asintió y sonrió un poco. “Es tu hermano, ¿verdad? Sólo pregúntale cómo se sentiría al respecto y estate abierto a sus sugerencias. Entiendo que quieres honorarle, pero seguramente apreciaría mucho si le dices para planear este viaje juntos.”
“¡Ah, tiene mucho sentido!” Shinano se emocionó. “Sí, completamente. No puedo pensar que todos mis hermanos mayores son necios y distantes como el trío con quienes soy cercano. Midare se ve más asequible y se está llevando muy bien con nuestros petizos, así que tal vez pueda darme algunas ideas. ¡Muchas gracias, Natsuki!”
“De nada, ya quiero saber con qué se van a venir,” el cuatro ojos sonrió gratamente y puso ambas palmas sobre su corazón. “Me enternece ver lo dedicado que eres a tus hermanos. Pese a querer ir a ese lugar, presiento que todo estará bien. Tus hermanos conectarán contigo.”
“Espero que así sea.”
“Sin duda hablar con ese hermano tuyo será muy importante, pero no te olvides de los otros,” le aconsejó Syo, todavía escéptico. “Por más que tu hermano perdido pueda tener algunas reservas, seguramente más de uno va a sentir algo parecido sobre ese bosque. No te dolería hablar con cada uno.”
“Pues, en la tarde me veré con Midare y algunos petizos, hablaré con ellos,” lo meditó un poco y dio un cansado suspiro. “De ahí, mis tres queridos hermanos fácilmente protestarán, pero creo que si Midare no tiene ningún problema, ellos lo entenderán,” hizo un puchero. “Ellos no querrían tocar ese tema ya más y no les gusta ser abiertos con los demás en la familia, así que tal vez necesiten ser empujados a ir al bosque. De lo contrario, puede que nunca lo conversemos como deberíamos.”
“Veo por dónde vienes, pero igual, sería bueno que lo consultes, o háblalo con el mayor de todos ustedes, recuerdo que es una persona muy cuerda,” Syo dio un suspiro. Ya veía a su amigo ponerse obstinado y decidido a su misión, y sabía que no le cambiaría de parecer. “En verdad me estás sorprendiendo un poco, Shinano.”
“¿Eh? ¿Cómo así?” preguntó confundido.
“Sueles ser considerado y suave con aquellos cercanos a ti, pero con estos hermanos en particular te has vuelto demandante.”
“Eh, supongo…” se vio perplejo por su observación.
“Hehe, creo que eso me deja saber lo cercanos que los sientes de ti, Shinano-chan,” observó Natsuki. “Sin duda los conoces bastante bien para hacer esos comentarios de ellos.”
“Espero no estar siendo demasiado duro, aunque ellos también lo son conmigo y quiero cuidarles. Tan sólo deseo que puedan comprender la importancia de este paseo en familia. Ya es hora que ellos también sean más comunicativos con todos.”
“Pues, sólo me queda desearte lo mejor,” Syo sonrió rendido. “Quizás tú sí los conozcas lo suficiente como para saber qué es lo que haces. Y de por sí, me alegro mucho que hayan podido reencontrarse con tu hermano. Ojalá lo llegue a conocer pronto.”
“Me encantaría. Cuando tengan una oportunidad, están invitados a mi casa,” dijo el pelirrojo, animado y asintiendo con energías. “Sólo avísenme de antemano para prepararles muchos bocadillos y darles una apropiada bienvenida.”
“Ah, yo definitivamente llegaría con un montón de dulces también. Quiero invitarles a tus hermanitos los postres de una pastelería muy hermosa que el otro día descubrí en la ciudad,” observó Natsuki, con su mirada perdida en las nubes. “Ahora tengo que acordarme dónde estaba dicho lugar… o cuál era su nombre…”
“Ya te he dicho que anotes los nombres de lugares de interés, Natsuki,” Syo se lamentó. “No siempre estoy acompañándote.”
“…” Shinano sonrió entretenido por la dinámica usual de sus amigos. A pesar de los días aterradores luego de la desaparición de Akita, su vida comenzaba a regresar a la normalidad. Felizmente, el status quo no había cambiado y ya todo estaba en su lugar. Sólo podía desear que las cosas se mantuvieran así por mucho más tiempo.



Mientras tanto, faltaba apenas unos minutos para el inicio de clases en la secundaria de Hanasaki. Gokotai acompañaba a sus dos compañeras de clases con quienes acababa de encontrarse. Los tres iban camino a su salón.

“Un paseo en familia les vendrá muy bien, me alegro que se tomen el tiempo para hacerlo,” dijo Tsubasa, amenamente. “Aunque es un poco imprevisto. No sé si un fin de semana sea el suficiente tiempo para que salgan de la ciudad.”
“Eh, sí, creo que mis hermanos comentaban que podríamos faltar el próximo lunes o algo así,” Gokotai lo meditó y pasó a preocuparse un poco. “Sólo espero no perderme de nada muy importante en las clases.”
“Tsubasa te tiene cubierto con los apuntes,” dijo Saki, sin hacerse problemas, y pasó a sonreír al pequeño. “Tú sólo entretente con tus hermanos. Es algo que ustedes necesitan.”
“Eh, sí…” asintió y miró a la otra chica con incomodidad. “Pero…”
“Hanajima-san ha hablado con mucha libertad sobre mí, ¿no te parece?” comentó la presidenta de la clase de manera simpática y con picardía en su sonrisa. Tsubasa se dirigió a la pelinegra. “Si piensas que el pequeño Gokotai-kun va a necesitar de apuntes y crees que ya los tiene asegurados, en vez de enlistarme a mí, ¿qué tal si tú eres quien le prestas los tuyos?”
“A veces creo que tienes demasiadas expectativas de mí, Tsubasa,” Saki sonrió tranquilamente, con ligera ironía. “Te confieso que a veces ni sé qué he escrito en mi cuaderno, o quizás he pasado la hora haciendo garabatos. A menos que quieras que nuestro amigo aprenda mi forma desorganizada de ser, te pido que veles por su alma perdida.”
“Tendrías que pasar menos tiempo alardeando sobre esas cosas, no está bien que te de gracia,” recalcó frustrada.
“Ehh, n-no se tienen que pelear por mí,” dijo el peliblanco, algo inquieto y al pendiente de las dos chicas. “E-está bien, si tengo que repasar las clases por mi cuenta, haré el esfuerzo. Ustedes siempre me ayudan bastante.”
“No es que sea un problema en verdad, con gusto te ayudaré,” le aseguró Tsubasa, simpáticamente. “Sólo ando recordando a Hanajima-san que también tiene que hacer un esfuerzo. Sin duda es algo que podría aprender de ti.”
“¿Eh?”
“Si sigues con esos comentarios seguirás haciéndole sentirse incómodo,” observó Saki, encogiéndose de hombros. Ella pasó a mirar al pequeño. “¿Han decidido a dónde van a ir?”
“Pues no,” Gokotai bajó su mirada, pensativo. “Shinano-niisan me dijo que pensaba confirmarlo hoy. Tal vez nos lo diga más tarde. Y ehm, muchas gracias por la ayuda, Tsubasa-san. Espero que tú y Saki-san también puedan darse unas vacaciones. Les vendrían muy bien.”
“No hace poco hemos reanudado las clases, sería muy pronto para eso,” dijo Tsubasa. “Es más bien el semestre que tenemos que tomar más seriamente, así que me encuentro bien.”
“Tan trabajadora como siempre,” Saki dio un suspiro. “Por mi parte, no soy de salir. No puedo pensar en un viaje que me haga sentirme cómoda o aliviada. No hay nada mejor para mí que retornar a mi habitación después de estar fuera de casa.”
“Bueno, es verdad que sí es algo muy reconfortante…” musitó Gokotai, considerándolo.
“Igual, mi hermano mayor anda ocupado también con clases como un jefe de práctica…” cruzó sus brazos y desvió su mirada. “Por otro lado, mi hermanito…”
“¿Sucede algo con él?” preguntó Tsubasa, atentamente. Ella pudo detectar preocupación en su amiga quien solía ser buena para ocultar sus emociones.
“No, no es nada, prefiero no hablar sobre ello,” dijo con frustración. “No ahora, al menos.”
“¿Todo está bien?” preguntó el peliblanco.
“Sí, eso espero, no lo piensen mucho,” frunció el ceño con autodecepción. “Ni debí haberlo mencionado. No quiero que se inquieten por mí, por favor.”

Los otros dos intercambiaron miradas. Tsubasa pensó en insistir y cuestionarle, aunque justo se encontraron con Monoyoshi en el camino. El pelirrosa traía una caja con algunos documentos.

“Oh, buenos días,” dijo el chico, alegremente y haciendo una reverencia.
“Buenos días, Sadamune-kun,” Tsubasa le correspondió el respetuoso saludo. “Veo que estás llevando algunos documentos del consejo estudiantil.”
“Sí, lamentablemente esta tarde no podré asistir, así que pensaba avanzar con algunas cosas en lo posible,” explicó sonriendo con torpeza. “Siento mucho tener que darte trabajo adicional.”
“Está bien, nos avisaste con la suficiente anticipación, y de por sí sueles cubrir por otras personas, así que es entendible. No te preocupes,” le aseguró decidida. “Creo que me comentaste que esperabas ayudar a uno de tus amigos en sus estudios, ¿no es así?”
“Sí, realmente ese es el motivo.”
“Asumo que es el amigo con el cual te vimos hace un par de días,” dijo Saki, sonriendo entretenida. “Fufu, hay algo muy refrescante en ver a un chico de nuestra edad huir despavorido luego de ver a Gokotai.”
“Ehh…” Monoyoshi sonrió incómodo. “Fue una situación algo complicada…”
“Gokotai nos lo explicó al día siguiente. Siento mucho que tu amigo se haya pegado tal susto,” comentó Tsubasa, negando frustrada. “Me gustaría recriminarle por haber actuado así y haberte involucrado, aunque realmente no puedo juzgarle.”
“Es verdad que no he visto a Fudou-san desde entonces, ¿se encuentra bien?” preguntó Gokotai, algo inquieto. “Siento mucho que Namazuo-niisan le haya hecho pasar por eso. Ya le he pedido se que comporte con él.”
“Fue una impresión muy fuerte en ese momento, pero no algo que duró, no tienes que mortificarte más, Gokotai,” le aseguró el pelirrosa con una dulce sonrisa. “Fudou-kun se encuentra bien. Además cuenta con la presencia de Atsushi-san en estos momentos. Confío plenamente en que ya se siente mucho mejor.”
“Eso espero,” el pequeño asintió. “Verdad que Atsushi-niisan ha pasado varios días fuera de casa nuevamente… ehm, bueno,” juntó sus palmas. “Como los vas a ver, por favor dales mis saludos y les deseo una buena sesión de estudio.”
“Por supuesto, se los haré saber,” asintió. “Igualmente puedes contactarles. Tu hermano es una persona muy atenta y presiento que le gustaría oír de ti.”
“S-sí, tienes razón…” Gokotai se vio algo inseguro.
“Creo entender que ese es tu hermano que regresó hace poco tiempo,” dijo Saki. “Si bien no siempre estoy al tanto de lo que hacen mis propios hermanos, viene bien saber sobre ellos. No tienes que ser modesto.”
“Tienes mucha razón, Hanajima-san,” Tsubasa sonrió animada. “Oh, aunque estamos a punto de iniciar con las clases. Hay que apurarnos.”
“Verdad, tengo que entregar estos documentos,” dicho esto, Monoyoshi hizo una reverencia. “Nos vemos en la clase. Con permiso.”

De aquel modo, comenzó el presente día de clases.


Después del desayuno, Hotarumaru fue de frente al edificio donde se situaba el laboratorio informático de Ikari-sensei. Hablar con todos le había subido las energías y se recordó que no debía estresarse, en parte porque todavía tenía toda la mañana para prepararse mentalmente antes del próximo encuentro con su maestro.

Luego de haber terminado con el pendiente en el laboratorio, procedió a salir para el gimnasio más cercano donde tendría una pequeña práctica solitaria previa a su primera clase. Si se mantenía ocupado, su entrenamiento de la tarde no le haría más líos mentales y podría desempeñarse tal y como debía.

Sin embargo, pese a sentirse todavía con tiempo para prepararse, al llegar a la salida del edificio, se topó cara a cara con el señor Kotetsu, quien acababa a ingresar.

“¡…!” Hotarumaru se plantó y le miró en shock.
“¿Oh? No esperaba verte tan temprano,” comentó el mayor completamente inmutado, apenas alzando una ceja con curiosidad ante la coincidencia. “Saldrás del laboratorio de Gendou.”
“Eh, s-sí, vengo de ahí, pues…” desvió su mirada. Las palabras se le escapaban. No era frecuente en él verse intimidado y se avergonzaba un poco de sí mismo. Quería preguntarle qué hacía ahí a esas horas, aunque ni podía formular sus pensamientos, pero al final el otro fue capaz de adivinar su incógnita.
“Quedé encontrarme con Gendou, realmente no es por nada en particular, sólo me pongo al día sobre lo ocurrido en aquel festival, aunque no es nada que llegue a concernirme,” dicho esto, Taroutachi asintió y se movió a un lado, como si se saliera del camino del menor. “Tú debes tener cosas que hacer, así que te dejaré seguir. Gendou tiene grandes expectativas de ti.”
“Ehm, sí, supongo…” asintió, cabizbajo.
“Nos veremos más tarde.”
“E-espere,” le detuvo algo inseguro sobre tocar el tema, pero la espera le había impacientado e inquietado un poco. “Con respecto a lo que conversamos la vez pasada.”
“Dime.”
“…no, no es nada, lo podemos ver más tarde…” frunció el ceño e hizo una rápida reverencia al sentirse en aprietos. “Perdón por incomodarle, con permiso.”
“…” Taroutachi apenas atinó a asentir nuevamente y el pequeño salió corriendo del edificio. Se quedó mirándole en blanco y se puso a meditar. “La vez pasada…” llevó una mano a su mentón y alzó su mirada de manera perdida. “¿De qué habíamos hablado?”

Sonaba a que había sido un tema importante, por lo cual lo contemplaría. Estaba en su deber atender a su nuevo aprendiz debidamente, siempre y cuando lo recordara a tiempo.





Las clases del día terminaron y varios de los hermanos Toushirou se juntaron para ir de visita a un lugar al cual no esperaron regresar en mucho tiempo. Shinano y Midare se encontraron con los tres hermanitos que estudiaban en la secundaria de Hanasaki y se dirigieron al hospital dentro de la universidad de Rizembool. Ahí se toparon con Hakata y los seis fueron dirigidos por una enfermera hacia otra área del hospital que todavía no visitaban, una donde había salas de casos y tratamientos a largo plazo.

“Verdad que hace mucho tiempo que no lo vamos a visitar, me sabe un poco mal,” confesó Houchou, frunciendo el ceño. “Y eso que vinimos varias veces la semana pasada…”
“También me hubiera gustado verle, aunque no sabíamos dónde estaba y Yagen-niisan me dijo que podríamos hacerlo ni bien me recuperara por completo,” observó Akita, pensativo. Sonrió a su hermanito. “Pero está bien, ya todos estamos aquí, no hay que sentirnos mal.”
“Me hace darme cuenta que hace mucho que no le vemos. Antes estaba en otra sección del hospital,” Gokotai miró a los costados. “Creo que han remodelado todo…”
“Es verdad, no recordaba el camino que estamos tomando,” dijo Shinano. Él miró a Midare. “Eh, y perdón por hacerte regresar al hospital luego de lo ocurrido. Entiendo que no te sientas muy cómodo por aquí.”
“Estoy bien, Shinano, hacia el final de mi estadía aquí ya me sentía muy cómodo,” le aseguró el rubio, sonriente. “No te inquietes por mí. De todos modos, es algo que hubiera querido hacer,” se puso a pensar. “Hmm, en todo el tiempo que estuve internado, nunca imaginé que tendríamos a otro hermano aparte de Akita y de mí en el hospital…”
“Sí, lo mismo digo…” Hakata bajó su mirada, apenado. “Yagen-nii tiene su laboratorio en el subterráneo y estoy viniendo a visitarte en ocasiones… y aun así fallé en pensar en nuestro hermano estando aquí. Recién lo voy a ver junto con ustedes…”
“…” Shinano vio al pequeño desanimarse y hubo un incómodo silencio entre todos, algo que se decidió en romper. “Ehh, pero no hay problema, Hakata. Todos lo vamos a visitar ahora y nos aseguraremos de venir con frecuencia para hacerle sentirse acompañado, ¿no es verdad?”
“Sí, me gustaría,” Gokotai asintió tímidamente.
“También tenemos que traer a los demás. Ichi-nii debería acompañarnos cuando pueda,”  dijo Houchou, decidido.
“Me hubiera gustado ver a Yagen-niisan hoy,” comentó Akita, cabizbajo. “Él me visitaba con frecuencia cuando estaba internado…”
“Yagen-nii dijo que tenía algunos asuntos pendientes, te entiendo,” Hakata dio un suspiro y entonces sonrió autosuficiente. “Pero está bien, porque él me confió el acceso a esta zona del hospital, así que conmigo podemos venir cuando queramos.”
“Uhh, eres afortunado de que Yagen-nii te dé esa labor, ya me estás haciendo sentir celos,” dijo Shinano, desviando su mirada.
“¿Eh?” Hakata alzó una ceja y le miró con desaprobación. “¿Cuántas veces te ha dicho que no puedes llamarle con ‘-nii’, Shinano?”
“¡O-oye, tú no puedes recriminarme por eso!” exclamó asustado.
“Y me dio la autoridad porque nos vemos con mayor frecuencia y porque estoy más familiarizado con esta universidad y este hospital que ustedes. No se trata de que Yagen-nii te menosprecie, sólo estuve aquí para ayudarles con la visita de hoy, ¿verdad?” comentó encogiéndose de hombros y con toda la naturalidad del mundo. “Vaya, Shinano, por algo siempre digo que yo soy mentalmente mayor que tú.”
“Uhh, no digas eso, hermanito…” el pelirrojo se deprimió.
“Ya, no se peleen, por favor,” Akita sonrió incómodo.
“Sí, ya casi llegamos,” les recordó Houchou. “Y hay que estar de buenos ánimos.”
“Eh, pienso lo mismo, sí,” Gokotai asintió. “No queremos que nuestro hermano se incomode.”
“Pues…” Shinano dio un suspiro y sonrió con torpeza. “Tal vez no sea del todo malo. Creo que nos sentimos en familia si somos sinceros todo el tiempo, ¿verdad?”
“¿Eh?” Hakata alzó una ceja y le miró como si le desconociera.
“Oh…” el peliblanco le miró sorprendido y pasó a sonreír. “Ehehe, es cierto, Shinano-niisan.”
“Hmm, puede ser,” Houchou asintió para sí. “Entre todos sabemos que Hakata siempre te reclama un montón de cosas así que no hay por qué ocultarlo.”
“Uhh…” ello volvió a deprimir al pelirrojo.
“Haha, no seas tan malo, Houchou,” Akita no evitó reírse.
“Ehh, no lo dije con malas intenciones, perdón…”
“Hehe…” Midare también lo encontró gracioso. Podía ver lo cercanos que eran todos sus hermanos y lo mucho que se querían.

Finalmente llegaron a su destino. La enfermera les hizo pasar a una habitación personal y reducida en tamaño, donde apenas había una silla para un visitante. Frente a ellos estaba una cama ocupada por un niño quien yacía profundamente dormido. El pequeño tenía una tez pálida y cabellos verdes claros, y estaba conectado a una máquina que monitoreaba su estado de salud.

Luego de que la enfermera les dijera cómo contactarle, los seis visitantes fueron dejados solos. Ellos observaron al paciente en silencio un momento antes de acercársele.

“Es muy lindo, ¿también es uno de nuestros hermanos?” preguntó Midare.
“Sí, justamente por lo adorable que es te puedes dar cuenta,” contestó Shinano, amenamente. “¿Verdad que tenemos los petizos más hermosos?”
“Hehe, sí, hasta el momento así me parece. ¿Y cuál es su nombre?”
“Mouri…” dijo Houchou, quien se había arrodillado en el piso para apoyarse en la cama. Él miraba a su hermano dormido con curiosidad y algo de pena. “Mouri y yo somos mellizos. Tal vez no vengamos a visitarle muy seguido, pero cada vez que llegamos y lo miro, es como si no hubiera dejado de verle…”
“Me pasa igual. Es que es nuestro hermano,” dijo Akita, quien se acercó a Houchou y le agarró de un hombro. “Sin importar cuánto tiempo pase, nunca dejaremos de sentirnos cercanos. Sólo tenemos que esperar a que Mouri despierte y regrese a casa.”
“Sí, eso espero…” Gokotai bajó su mirada con tristeza.
“¿Qué fue lo que le sucedió?” preguntó Midare, confundido.
“Pues, hace unos años le dio una fuerte gripe…” recordó Shinano, sonriendo con tristeza y mirando al piso. “Es un poco inconcebible pensar en que esa es toda la historia, pero Mouri no se llegó a recuperar y tuvo una recaída que le resultó en su presente estado…”
“Cuadros virales nunca deben ser subestimados, especialmente en niños,” informó Hakata, alzando un índice. “Mouri había tenido otros problemas de salud y su sistema inmune estaba muy debilitado para cuando se enfermó…” dio un suspiro y desvió su mirada. “Y él nunca quiso preocupar a nadie, así que se calló que se sentía mal. Cuando le llevamos al hospital y nos enteramos que sufría de meningitis, era demasiado tarde.”
“Fue tratado y controlaron la infección, pero terminó en coma, y su prognosis no es la mejor…” el pelirrojo entrecruzó sus dedos y miró sus manos. “Ha pasado mucho tiempo y no hemos recibido noticias de que se está recuperando…”
“…” Midare se preocupó ante el relato y se entristeció. “Perdón, debió haber sido muy duro.”
“No, no te disculpes, es algo que tenías que saber, Midare,” le aseguró Shinano, sonriendo incómodo. “Más bien siento haberte traído aquí tan pronto, pero es bueno que le conozcas.”
“Uhh, si Mouri está todavía con vida y recibiendo atención en el hospital, es porque se puede despertar y recuperar,” declaró Houchou obstinadamente y haciendo un puchero. Se puso de pie y encaró a sus hermanos. “No hay forma que le vayamos a olvidar o que nos demos por vencidos si él continúa peleando, así que no hay que hablar negativamente. Hay que creer en él.”
“Houchou…” Akita se sorprendió y se sobresaltó un poco cuando su hermanito le miró.
“¡¿No es verdad?!”
“Eh, pues…” el pelirrosa sonrió. “Sí, tienes toda la razón, Houchou. Nos toca venir a alentarle y continuar esperando a que despierte.”
“Sí, tenemos a Midare-niisan de vuelta, así que podemos esperar a Mouri también. Realmente lo espero,” Gokotai asintió, esperanzado. “Y cuando ocurra, le daremos la bienvenida y le haremos una gran fiesta.”
“Por supuesto, y yo me encargo de los dulces,” Houchou sonrió triunfalmente. Akita y Gokotai le sonrieron, entonces pasó a mirar a Midare y Shinano quienes asintieron con aprobación, aunque al mirar a Hakata, se impacientó al ver que este revisaba su celular. “¡Oye, este es un momento importante, no te desentiendas!”
“¿Eh? ¿Sobre Mouri despertando? Pues sí, ojalá que lo haga,” dijo algo perdido y guardando su celular en un bolsillo.
“¡No, sí lo va a hacer! ¡Ahora ve y discúlpate con él!”
“¿Disculparme?” se frustró. “Yo también quiero ver a nuestro hermano, Houchou. No creas que no es así.”
“¡Entonces tienes que ayudarnos a planear su fiesta de bienvenida a casa!” se le acercó y le jaló de un brazo.
“¿Q-qué haces?”

Los hermanitos se pusieron a hablar con ánimos renovados, e incomodidad de parte de Hakata, quien decidió seguirles la corriente. Los dos mayores les observaron a cierta distancia.

“Espero que suceda. Después de la cálida bienvenida que todos me dieron al salir del hospital, me encantaría tener la oportunidad de homenajear a otro hermano,” comentó Midare, con ojos brillantes y una amplia sonrisa.
“Hehe, me alegra mucho oír eso,” Shinano asintió y miró a los pequeños. Su sonrisa se contagió de leve tristeza al ver a Hakata un tanto fuera de lugar. “Aunque no hay muchas esperanzas. Yagen nos explicó que la meningitis le causó daño cerebral. Incluso si se recobrara lo suficiente como para despertarse, no sería el mismo.”
“Oh, ya veo…” Midare le observó con ojos curiosos y bajó su mirada. “Ojalá sí sea posible que despierte. Han sido muchos años, ¿no?”
“Sí,” miró hacia el peliverde durmiente. “Ha seguido creciendo estando internado en el hospital, pero no podemos decir que ha podido vivir estos años… y Hakata como el genio que es debe estar mucho más informado de su estado que yo. Será por eso que no se muestra tan esperanzado como nuestros otros hermanitos.”
“Tiene sentido…”
“Ah, pero no vinimos aquí para desanimarte, Midare, siento decirlo,” comentó con rapidez y dándose un facepalm. “Ojalá que Houchou tenga razón y sí se dé el milagro. Sólo quería que vinieras a conocerlo,” sonrió frustrado. “Por ahí leí que los pacientes en coma sienten cuando son acompañados, así que es bueno acordarnos de él.”
“Está bien, si somos hermanos, no sólo debemos acompañarnos en las buenas. Aprecio mucho que seas sincero conmigo,” le aseguró Midare, decidido. Él juntó sus palmas y sonrió. “Igual siento lo mismo que Houchou. No podemos rendirnos. Es posible que nuestro hermanito despierte, y cuando lo haga, todos estaremos ahí por él, sin importar cuál sea su caso.”
“¡Sí, definitivamente!” asintió emocionado. En eso, Shinano se acordó del tema que tenía que discutir con su hermano y miró a los pequeños para asegurarse que no les prestaban atención. “Eh, Midare, tengo que hablar contigo. ¿Podemos salir de la habitación?”
“Sí, no hay problema,” ladeó la cabeza aunque no se negó.

Los dos salieron al pasillo y se detuvieron a un par de metros de la puerta. El largo pasillo de habitaciones se encontraba solitario, lo cual les permitiría conversar sin interrupciones.

“¿Sucede algo?” preguntó el rubio. Le observó con curiosidad. “Te ves un poco nervioso…”
“Eh, estoy bien, es que justo pensaba en el paseo en familia que estamos por tener y estaba decidido en nuestro destino…” dio un suspiro. “Aunque no sé si sea una buena idea, en especial para ti, por eso quería consultártelo.”
“¿Para mí? ¿Por qué lo dices?”
“Pues…” sus nervios incrementaban. Tal vez Syo había tenido razón al decirle que no lo hiciera, pero seguía convencido en que era lo mejor para así poder dejar el pasado atrás. “En las vacaciones de verano pasadas, todos fuimos de paseo a un bosque, el cual resultó ser el lugar donde te perdimos hace trece años…”
“Sí, Akita me habló al respecto…” Midare bajó su mirada y su tono de voz se apagó. “¿Acaso el lugar al cual te gustaría que fuéramos es ese mismo bosque?”
“Eh, sí…” le miró atentamente, preocupado. Podía ver que su hermano tenía algún tabú al respecto, aunque ya estaba dicho, así que le tocaba explicarse. “Realmente no quiero hacerte sentir mal, Midare, perdón. Es precisamente por ser ese lugar que quiero que todos vayamos ahí, para declarar que ese pasado ya no existe porque tú estás con nosotros y porque nunca más volveremos a separarnos,” desvió su mirada. “También Yagen y Atsushi tienen sus propios problemas con lo que ocurrió en aquel entonces. Temo que todavía no lo hayan dejado ir y conociéndoles nunca estarían dispuestos a conversarlo con nadie. Este fin de semana se supone que debe ser de unión, pero si no estamos dispuestos a afrontar los problemas, temo que no lleguemos a lograr nuestra meta principal.”
“…” asintió. “Entiendo…”
“Midare…” le miró preocupado. El normalmente alegre y amigable rubio seguía ensimismado y con sus ojos cubiertos en sombras.
“…” Midare se estremeció por dentro. Luego de la semana que tuvo en el hospital durante la cual se vio acompañado por Atsushi y comenzó a entender poco a poco que la Princess le había engañado, había tenido la oportunidad de conocer mejor a sus hermanos de sangre y llegó a conectar con los pequeños que eran muy cálidos y abiertos con él en todo momento. El rubio se sentía en casa y pese a recién estar de regreso y tener mucho más por conocer de todos, podía reconocerlos como sus hermanos. Sin embargo, el hecho que poco después de su reintegración irían a visitar el lugar donde había desaparecido le regresaban los temores infundados que la Princess había sembrado en sus pensamientos. No pensó que volvería a sentirlo, pero percibía miedo en su pecho ante la idea de que, quizás, intentarían desaparecerle…
“Ehh, Midare,” Shinano se le acercó y le agarró de los brazos.
“Eh,” ello bastó para despertarle y miró a su hermano con leve shock.
“Está bien, veo que te sientes muy incómodo. No tenemos por qué ir a ese lugar,” le aseguró. “Siento siquiera sugerirlo. Justo quería hablarlo contigo porque sé que es un tema muy sensible para ti…” le soltó y bajó su mirada, arrepentido. “Lo siento mucho…”
“N-no, está bien, ehh, mi cabeza se fue volando un rato, pero no te preocupes por mí,” Midare sonrió incómodo y agitó sus palmas. No tenía intenciones de desconfiar de sus hermanos y menos de compartir lo que esa Princess le había hecho pasar, al menos no con sus hermanos menores. “Admito que ir a ese lugar me da un poco de miedo, pero nuestros hermanitos se expresaron con mucha dicha y quizás si voy con todos no tenga ningún problema,” dicho esto, le miró comprensivamente y sonriéndole, aunque fruncía el ceño con inquietud. “Pero sigue siendo un poco incómodo, ¿no te parece? Yo tengo algo de reserva, aunque también tienes que pensar en quienes se acuerdan de ese suceso.”
“Ehm, los únicos que estuvieron ahí y lo recuerdan fueron Yagen y Atsushi…” Shinano se puso a pensar.
“Sólo porque ellos son mayores que nosotros y muy fuertes no quiere decir que no sea algo sensible para ellos, ¿verdad?” preguntó con naturalidad. “Entiendo lo que dijiste, pero no les pongas mucho encima de sus hombros.”
“Lo sé, pero tampoco quiero que ellos se queden cargando el peso de lo sucedido, y realmente quiero que entiendan que todo está bien y que podemos ir de paseo a ese bosque y pensar en el pasado sin ya más remordimientos…” se explicó aunque volvió a retraerse. “Uhh, pero tal vez sea muy pronto para darles un empuje si tú también te sientes mal. Y no quiero obligarte a hacer algo que no quieres hacer, Midare.”
“Ya te dije que estaré bien si todos me acompañan, en serio,” le aseguró animadamente. En eso, su expresión se tornó curiosa. “Ya que justo hablamos sobre nuestros hermanos, ¿sabes si Atsushi está ocupado con algo o si se siente mal?”
“¿Eh?” se sorprendió. “O sea, está ayudando a Fudou con sus estudios. En eso ha estado, así que es por eso que no lo hemos visto en casa. Oh, y Fudou es un amigo de la familia, seguro lo conocerás pronto,” Shinano asintió y frunció el ceño. “Pero que digas que se siente mal… ¿por qué lo preguntas?”
“Sabía que estaba ayudando a alguien fuera de casa, aunque, luego de salir del hospital y vivir con todos ustedes, siento que lo he dejado de ver, o más bien…” alzó su mirada al techo. “Las pocas veces que se aparece, es como si tratara de pasar desapercibido… hm…” llegó una mano a su mentón. “Nuestros hermanitos no lo creen así, hasta Hirano y Maeda me comentaron que el otro día se detuvo para ayudarles con un entrenamiento… así que temo que Atsushi me esté evitando.”
“¿Evitando?” preguntó el pelirrojo, sorprendido. “No, no hay forma. Eso no va con nuestro hermano en lo absoluto.”
“Me preocupa un poco, a decir verdad…” Midare sonrió con tristeza. “Cuando él y Yagen me rescataron y me llevaron al hospital, en un inicio no confiaba en ellos y creo haber sido muy duro con ambos, en especial con Atsushi… temo que le haya hecho sentir mal o que se sienta en falta conmigo, lo cual no tendría sentido,” bajó su mirada. “Él fue muy atento todo el tiempo. Quizás tendría que disculparme con él.”
“…” se quedó en blanco. No podía concebir que su hermano mayor fuera de evitar a las personas, aunque si Midare tenía razón y él se sentía en falta por lo del pasado, tal vez tendría mucho sentido. Ello podría explicar por qué se fue al entrenamiento militar hace varios años, lo cual le preocupaba. “Pues…” desvió su mirada mientras trataba de pensar en qué decirle. “O-o sea, no creo que tengas que disculparte, Midare. Realmente no es necesario. Somos hermanos y todos nos apoyamos, en serio,” sonrió incómodo. “Tampoco puedo decir cómo se lo tomaría Atsushi si te disculpas con él, pero sí sería bueno hablar con él y dejarle saber que él es muy importante para nosotros…” su sonrisa desistió y se dio un facepalm. “Ahhh, pero es tan denso y tan quisquilloso para esas cosas. Ya le veo reclamándome y jalándome de una oreja, aunque quizás sea más amable contigo.”
“Hehe…” rió modestamente.
“Pero si crees que te evade, con más razón quisiera ir a ese lugar. No quiero que se quede el gato encerrado por más tiempo. Atsushi también acaba de regresar a casa y tenemos que hacerle sentirse cómodo y bienvenido.”
“Si te parece que es lo que deberíamos hacer, entonces te apoyo, Shinano,” Midare asintió. “Tú lo conoces mejor que yo así que confiaré en lo que decidas.”
“Espero haber tomado la mejor decisión al respecto, muchas gracias,” sonrió incómodo. Le acababa de decir lo mismo que Syo, lo cual no le hacía sentirse del todo seguro. Podía decir que conocía a su hermano mejor que la mayoría, pero tanto él como Yagen seguían siendo misterios para él. “Ahora que has aceptado, tengo que avisarle a Ichi-nii así podemos reservar la casa dentro del bosque donde nos quedamos la vez pasada.”

Apenas dijo esas palabras, la puerta de la habitación de Mouri se abrió y salieron los hermanitos curiosos y extrañados.

“¿Sucede algo?” preguntó Houchou, confundido.
“No es nada, todo está bien,” le aseguró Midare con una brillante sonrisa. “Sólo nos poníamos de acuerdo para definir nuestro destino para el viaje del fin de semana.”
“Oh, ¿ya saben a dónde vamos a ir?” Akita les miró con ojos curiosos.
“Vamos a ir de regreso al bosque que visitamos en las vacaciones,” contestó Shinano, alegremente. “¿Qué les parece?”
“¿Eh? ¿En serio?” Gokotai se sorprendió e intercambió miradas perdidas con los otros pequeños.
“Pero, ¿deberíamos?” preguntó Akita, algo incómodo.
“Midare-niisan, ¿estás bien con eso?” Houchou se acercó a su hermano mayor con preocupación.
“Lo estoy, Houchou, no te inquietes,” Midare ensanchó su sonrisa y le acarició los cabellos. “Shinano me lo preguntó justamente para asegurarse que no hubiera problemas. Ya me dijiste que fue un lindo paseo así que me daría dicha si ahora lo puedo compartir con todos,” juntó sus manos y miró esperanzado hacia arriba. “Quiero ver ese campo de flores con mis propios ojos.”
“Es un lugar muy lindo, también me gustaría volverlo a ver, ya que tú también quieres ir, hermano,” Gokotai sonrió y asintió. “Será un paseo muy lindo.”
“A ver, esperen,” Hakata fruncía el ceño inconforme y se dirigió a Shinano. “¿Acaso Ichi-nii tomó esa decisión? ¿Nuestros hermanos mayores están informados sobre esto?”
“Pues, fui yo quien le pidió a Ichi-nii decidir el lugar al cual íbamos a ir y él decidió confiar en mí. En verdad lo tenía elegido hace un par de días, pero no estaba seguro así que quise hablarlo con Midare por si también quería ir,” Shinano asintió. “Pero él y yo nos hemos puesto de acuerdo así que ahora mismo le diré a Ichi-nii para que hagamos los contactos y reservemos la casa en el bosque.”
“Ajá, como lo sospeche…” el rubio cuatro ojos negó extremadamente frustrado.
“Ehh, ¿qué sucede, Hakata?” Shinano sonrió incómodo. “¿No quieres regresar?”
“Pues…” se cruzó de brazos y desvió su mirada. “Me alivia saber que tuviste la decencia para preguntarle a Midare-nii qué le parecía y al menos por su parte no hay ningún problema, pero obviando ese tema y el tema del oso que nos atacó y que casi nos hace perder a dos de nuestros hermanos, ¿acaso crees que todos estaríamos de acuerdo?”
“Ehh…” literal se había olvidado del oso, pero sabía que ese encuentro era uno en un millón. “¿A-acaso no quieres ir, Hakata?”
“No se trata de mí. No podemos negar que es un lindo bosque y esa casa fue muy cómoda pese a no tener internet. Me refiero a que, si bien Ichi-nii te ha dado su voto de confianza, igual veo que te meterás en problemas con alguien más.”
“¿T-tú crees?” se asustó al punto de dar un paso hacia atrás. “¿Será que Atsushi se va a molestar conmigo?”
“Hm, no hablaba de Atsu-nii, aunque seguro que igual,” se puso a pensar. “Me refería a Gotou-nii. Él va a estallar cuando se entere. Ya lo conozco.”
“Ehm…” se retrajo, aunque de inmediato se despertó al ver al pequeño sacar su celular. “¡E-espera, no le digas! Q-quiero ser yo quien hable con él,” dio un pesado suspiro. “Si crees que Gotou se va a molestar, dolerá menos si soy quien se lo dice…”
“Bueno díselo cuanto antes, porque a este ritmo viajaremos en menos de dos días,” Hakata guardó su celular. “Vaya, siempre andas fastidiándole la vida a Gotou-nii. Piénsalo un poco la próxima vez, ¿de acuerdo?”
“Uhh, ¿por qué siempre eres tan malo conmigo, hermanito?” hizo un puchero y tocó las puntas de sus índices entre sí.
“No se peleen, por favor. Nos toca tener un paseo muy lindo con todos. Lo espero con ansias,” dijo Midare, agitando sus puños con alegría. “Y Shinano está intentando hacer esto por nuestros hermanos, Hakata, para así dejar nuestra separación detrás. Trata de no ser muy duro con él.”
“No estoy de acuerdo con su forma de hacer las cosas, pero esta bien,” se encogió de hombros.
“Ahora vamos todos a tomar unos helados para hacer las paces y desear por un muy lindo paseo,” dijo Midare. “Pero antes hay que despedirnos de Mouri.”
“Sí,” Shinano asintió. “No les podré acompañar por mucho porque iré donde Fudou a ver cómo andan,” frunció el ceño. “Ehh, y supongo me tocará decirle la verdad a Atsushi ahí.”
“Ah, le das muchos saludos a Atsushi-niisan,” dijo Akita.
“Sí, y reclámale que pase más tiempo en casa. Es casi como si no hubiera regresado,” Houchou se cruzó de brazos, impaciente.
“Lo haré, pero en el viaje lo tendremos secuestrado así que estará ahí sólo para nosotros,” contestó pícaramente.
“Hm…” Hakata no evitó fastidiarse nuevamente. “Quizás Ritsu tenía razón al llamarte stalker.”
“¡Ahh, piedad, por favor!” se escandalizó el otro.

Los hermanos regresaron a la habitación para despedirse del pequeño durmiente y así salieron del hospital a compartir un helado dentro de la universidad.