Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 252226 times)


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #705: October 15, 2020, 12:26:35 PM »
92.4.




Yagen miraba al precipicio del acantilado que era cruzado por el puente colgante. A diferencia del verano, había un nuevo puente, uno que había sido necesario en medio de la emergencia que tuvieron esa vez. Realmente, sus familiares nunca debieron volver a pisar aquel sitio. Era frustrante, irritante… casi humorístico de manera torcida.

Sin embargo, el doctor no podía perder su inmutabilidad, no con la persona que tan persistentemente cuidaba de él observándole de atrás.

“¿Se podría saber qué haces aquí, Honebami?” preguntó girándose y encarándole. Yagen sonrió con ironía. “No sueles estar tan al pendiente de mí bajo circunstancias normales. ¿A qué se debe? Sólo puedo imaginar que uno de nuestros hermanos te pidió el favor.”
“…” asintió. “Fue Shinano.”
“Heh, él tiene una forma muy invasiva de preocuparse por otros. ¿Qué puedo decir? Eres bueno haciendo favores.”
“…”
“Aunque…” el doctor alivió su expresión y sonrió tranquilamente. “Gracias, creo que necesitaba tu discreta compañía. Debo mantenerme centrado. Este no es el momento de enojarme…”
“…” Honebami cerró sus ojos.
“Sobre todo, tú nunca habrías estado de acuerdo con este paseo. Ni ahora, ni en aquel entonces.”
“Yagen…” volvió a mirarle. “¿Estás bien?”
“¿Hm?” se sorprendió mínimamente. “En lo posible, lo estoy, no te preocupes,” dio un suspiro. “Siento tener que preocuparte, Honebami. Si me lo preguntas, es porque tienes grandes dudas sobre ello. Sólo diré… que ya pasará. Estaré bien, descuida.”
“…”
“Ahora quisiera pedirte que me dejes solo, por favor.”
“Pero…” mostró una mínima inquietud.
“Quiero despejar mi mente. Sólo espero regresar solo a la casa,” le observó. Lo que parecería neutralidad para los demás realmente contenía inconformidad. “Honebami, si tomo más tiempo del normal en caminar de regreso, puedes venir a buscarme.”
“…” se quedó estático por un momento, pero finalmente dio una reverencia. “Entendido.”
“Te lo agradezco,” el doctor vio a su hermano sumergirse en el bosque. Asumía que regresaría a dar una vuelta por el bosque. Quizás no le dejaría del todo solo y continuaría espiándole a mayor distancia. No podía decirlo, pero no era importante.

Comenzó su retorno. Como ya resultaba usual, con cada paso, cada desnivel, cada vuelta del sendero en el bosque, le regresaba un recuerdo o imagen a su mente. Esa casa que ocupaban había tenido un amoblado distinto y más tradicional, el gastado club social había sido más nuevo, siempre abierto, con más visitantes, y durante la búsqueda de Midare había sido el centro de operaciones de los rescatistas. El trayecto entre las casas y el campo de flores se asemejaba a un jardín ya conocido, uno que había recorrido demasiadas veces, en un inicio como una curiosidad, y luego una y otra vez para intentar ayudar a buscar a su hermano o retornar obstinadamente al campo a ver si Midare había reaparecido.

Seguramente, Atsushi lo veía igual a él. No, estaba convencido que su memoria era mucho mejor y más persistente, por cuánto todo lo vivido le seguía afectando…

Y, aun así, aun siendo capaz de entenderle, había fallado en ayudarle, una y otra vez.




Flashback

Era el momento de regresar. Luego de un arduo trabajo y de contactar a los más especializados rescatistas, se había acabado. A la mañana siguiente, regresarían a casa sin Midare. La búsqueda iría a continuar sin ellos, pero todos los profesionales se encontraban resignados. Ya no quedaban esperanzas.

Esos días habían sido carentes de consuelo. Los dos pequeños no podían dormir y no paraban de lamentarse y alertarse a la más reciente llegada de rescatistas o a las noticias por walkie talkie, pero se rehusaron a irse sin su padre y hermanos. Sólo les quedaba una larga e inquietante noche antes de partir en la mañana. Yagen había bajado a la cocina por un vaso de agua, y al regresar a su habitación, se topó con la sorpresa que Atsushi había salido.



Era obvio. Corrió por el bosque y llegó al campo de flores. Ahí lo vio, sentado, recogido, rendido, cabizbajo, encarando a ese enorme árbol que les sirvió de juez y verdugo, que les recordaba de la existencia del campo de lejos y les daba falsas esperanzas que le encontrarían. Yagen corrió donde su hermano.

“¿Qué estás haciendo aquí?” le preguntó apuradamente. “Atsu, levántate, por favor.”
“No está aquí…”
“…”
“No está aquí, Yagen. Midare no está…” repitió y pasó a golpear el césped y las flores bajo él con ambos puños repetidamente. “Estamos por irnos de regreso. ¿Qué debemos hacer?”
“Atsu…” se sorprendió cuando el otro le agarró de los hombros y le miró con desesperación.
“¡Midare tiene que aparecer esta noche! ¡Si no viene, si no regresa a nosotros antes del amanecer…!” lloró amargamente. “¿Qué va a significar? ¿Qué será de Midare si regresamos sin él? ¡¿Qué podemos hacer, Yagen?! ¡Dime!”
“…” se asustó. No tenía palabras. “Atsu… tenemos que ir con papá y nuestros hermanos…” lágrimas desbordaron de sus ojos. “Hemos hecho todo lo posible. Hay tanta gente que nos ha ayudado. Guardabosques, policía, hasta gente de la zona… t-tampoco sé qué hacer, pero… hay que regresar porque los demás nos están esperando…”
“¡No, yo no quiero irme! ¡No hasta que encontremos a Midare!”
“¡Atsu!”
“¡Es mi culpa! ¡Si yo no hubiera estado aquí nada habría pasado! ¡Midare estaría bien! ¡Yo debí haber ido a correr solo! ¡Si es que alguien tenía que perderse, debió haber sido yo, no él!”
“¡E-espera, no digas eso!”
“Tuvimos que oírle. Ni tú querías correr, yo… yo…”
“¡Atsu!” Yagen se puso firme y le sacudió. “No, tú nunca hubieras querido lastimarle…”
“¡Ese no es el punto!”
“¡Esto no es tu culpa, por favor!”
“Pero…” le miró desconsolado y temblando. “No, no es verdad, sí lo es…”
“Tú… tú no estuviste sólo con Midare. ¿Te olvidas de mí? Yo también estuve ahí, yo también dejé que esto sucediera,” su voz se quebró. Tenía que compartir la culpa, si es que eso le permitiría alcanzarle, haría lo que fuera para no perder a otro hermano más. “Atsu… por favor, no creas que esto cae sólo en ti. No quiero que cargues con la culpa de los dos. No es justo.”
“Yagen, ¿qué dices?” le miró perdidamente.
“Fue tu idea, pero yo participé igual. Se supone que soy el inteligente entre los dos,” sonrió en pleno estado de shock. El temblor de su hermano se manifestaba en él. “Yo me di cuenta que Midare nos siguió, no tú. Yo debí haberle detenido y haberme quedado con él. No sólo cae en ti. ¿No lo ves? ¡Ya no quiero que sigas culpándote!”
“…no, no, ¿qué dices? N-no me confundas, Yagen, no me mientas.”
“Es la verdad… y-y no sé qué va a pasar. Yo tampoco quiero despertarme y que el sol haya vuelto a salir…” cerró sus ojos con fuerza. “Pero va a ocurrir. No podemos mantener esta noche para siempre… aun así… aun si somos responsables por esto, no te olvides que mamá nos espera, que nuestros hermanos en casa están muy preocupados. Lo hemos dado todo por Midare, ahora… por favor… démoslo todo por los demás. Si nos quedamos aquí sin encontrar a Midare, terminaremos descuidando a alguien más. ¡Tenemos que volver, entiéndelo!”
“Yagen…” Atsushi lloró amargamente. “Perdón… perdóname…”
“Perdón, Atsushi…” también se puso a llorar. “Quisiera decirte algo distinto…”



El tiempo comenzó a pasar. Sin embargo, lo sucedido no iría a borrarse. Les dejaría una marca permanentemente.

“¿Estás bien?” preguntó Yagen, mientras atendía una leve herida en el brazo de Atsushi.
“No es nada, no necesitas vendarme. Ni duele… ¡ahh!” ello le costó que el otro le ajustara. “¡Maldición, ¿qué haces?!”
“Eres más descuidado que papá, y eso dice mucho,” le regañó.
“Y tú más preocupado que mamá…” frunció el ceño. “¿Qué haces tan al pendiente de mí?”
“Tú sabes…” desvió su mirada. “Se acerca ese día, y no paras de entrenar. Ya estás muy lastimado…”
“…” miró al calendario en la pared. “Midare cumpliría seis mañana…”
“Puedes hablarme al respecto.”
“No, estoy bien,” retiró su brazo ni bien el otro terminó de vendarle. Resopló. “Soy un guerrero. No puedo andar siendo débil, y de nuevo, no he llegado a volverme más fuerte… no lo suficiente, me falta demasiado…”
“…”



“¿Por qué…?” Atsushi se frustró. “¿Por qué no puedo?”
“¿Le volviste a preguntar? ¿Por qué pierdes tu tiempo?” preguntó su mellizo. “Eres muy joven para el entrenamiento militar. Tampoco creo que sería lo mejor para ti.”
“¿Cómo que no? Mi meta es ser tan fuerte como papá. Le seguiré insistiendo cuantas veces sea necesario,” se puso de pie. “Voy a entrenar. ¿Vienes?”
“Acabas de hacerlo, tómate un descanso.”
“No, yo no puedo quedarme tranquilo,” comenzó a caminar, pero el otro le agarró del brazo.
“¡Atsu!”
“Suéltame,” se sacudió para soltarse. El otro le miró con desapruebo, pero decidió no oírle y siguió caminando.



Ni una fuerte lluvia le podía detener. Con sus padres y hermanos mayores afuera, Yagen no podía sacar a Atsushi del jardín. Este continuaba entrenando solo y completamente concentrado. Fácil ni se había dado cuenta que había comenzado a llover.

Pensó en detenerle, pero se detuvo. De nuevo no haría más que fastidiarle. No le oiría.



“¿Qué dices?” Yagen se quedó en shock. Atsushi mostraba un rostro de alegría y victoria, uno que marcaba su derrota.
“Papá dice que está impresionado con mi desarrollo, por eso finalmente me ha permitido ir al entrenamiento militar,” le explicó animado. “¡Ya era hora! ¡Me ha sorprendido con las noticias, ya que ya habló con las personas de la academia y todos están emocionados de entrenar a un Toushirou nuevamente! ¡Ahora sí seguiré los pasos de papá!”
“…”
“Ya quisiera decirle para que me acompañes, pero tú vas a estudiar para ser un doctor, aunque sería tan divertido si estuviéramos juntos,” dijo y entonces lo vio ausente. “¿Yagen?”
“Ehh…” se frustró. A diferencia de él, su mellizo había nacido con la virtud de no entenderle. A veces le envidiaba. No podía antagonizarle en un momento así. “¿Papá te felicitó? Pues…” sonrió rendido. “Es increíble, él nunca hace eso. Ehm, ¡felicidades, te lo mereces!”
“Sí, gracias…” alzó una ceja. Notaba que andaba apagado, aunque no le dio mucha importancia. Asintió determinado. “Es mi turno de probarme a mí mismo. ¡Voy a volverme mucho más fuerte y seré un gran guerrero capaz de proteger a todos en la familia!”
“Sé que lo serás, no lo dudo…”



Sin embargo, intercambiaría dicha fuerza física por debilidad interna. Aquel día, en el cual Atsushi se culpó por la desaparición de Midare, Yagen percibió que, al intentar alentar y apoyar a su mellizo, le llevó a abandonarse y le condenó a una vida de sacrificio.

Fin del Flashback



Incluso en el presente, luego de hallar al hermano desaparecido en un lugar y circunstancias muy distintas a las del campo de flores, dudaba que el pequeño Atsushi de esa noche fuera libre. Él debía seguir ahogándose dentro de su propia consciencia.

“…” y nada fue más amargo para Yagen que observar a su mellizo nuevamente agachado en dicho lugar, frente al enorme árbol, al igual que hace trece años. Era como si estuviera buscando a un fantasma… Fue a darle el alcance. “Atsu.”
“…” este tomó una pausa. Yacía apoyado de manos y piernas, mirando hacia abajo con derrota. “Soy un idiota, Yagen…”
“…” tomó asiento a su costado. “¿Qué has hecho? Dime, soy usualmente quien te aguanta en tus peores momentos. Sólo puedo imaginar que te dejaste llevar por algo…”
“Tch… detesto que me conozcas tan bien…”
“Siéntate, ya pasó,” sonrió frustrado y esperó a que lo hiciera. Su mellizo miró en sentido contrario. Espero hasta que este comenzó a hablar.
“¿…qué demonios me pasó…?” preguntó confundido y desconociéndose, con suma extrañeza. Cubrió su rostro con ambas manos. “Ahh, soy un desastre. Nuestros hermanos deben estar preocupados por mí ahora. ¿Por qué les lanzaría todo eso?” hizo una pausa y descubrió su rostro. Miró perdidamente hacia abajo con agobio. “…ellos sólo tenían que oír la historia de lo que pasó ese día, algo que tú mismo ya debes haberles dicho… no tienen por qué enterarse de más…”
“Les dijiste que había sido tu culpa, ¿verdad?”
“…sí, tenían que saberlo. Midare merece saber qué ocurrió…” contestó sin energías.
“…” el doctor asintió. “Fue inevitable, Atsu. Que les digas que fue tu culpa desencadenaría tu desahogo. No sé lo que les habrás dicho, pero debe estar relacionado. No te sientes bien aquí, no puedes pensar racionalmente…” sonrió apenado. “Nuestros hermanos deben haber intentado refutarte y sé por experiencia que es una terrible idea. Lo que ocurrió tiene sentido.”
“Tsk…”
“Pero deja de sentirte mal. Estas cosas suceden.”
“Pero…” se agarró la frente con el filo de ambas manos. “¿Cómo les podré mirar a los ojos ahora? Yo…” frunció el ceño. “Ya no puedo estar aquí. Estoy perdiendo la cordura…”
“…” Yagen estaba de acuerdo en que debían irse. Él mismo no se sentía bien, no viendo a su hermano en tal estado. Sin embargo, observaba que, a pesar de su necedad y pánico, se encontraba un poco accesible, para variar. “Atsu, baja las revoluciones y hablemos…”
“¿De qué se supone que hablemos?”
“Tu mente debe estar saturada de muchas cosas. Nunca has querido conversar al respecto, pero estoy aquí para oírte.”
“…” se estresó.
“Mejor yo que los demás. Desahógate conmigo, Atsu. No te olvides que este es un asunto que me concierne a mí también.”
“Perdón, Yagen…” comenzó a bajar su nivel de ansiedad y se mostró triste y apenado. “Vine a buscarte. Puede que te haya molestado antes… no quiero darte más peso.”
“No, conversar me hará bien a mí también,” negó y sonrió comprensivamente. “Sólo sé honesto conmigo.”
“…”



Mientras tanto, Midare llegó al campo de flores acompañado de Gotou y Shinano. Bajo las insistencias de Shinano de ir a buscarles, los tres decidieron hacerlo en lo que dejaron a Ichigo y Namazuo encargarse de los pequeños y los preparativos para el té. Vieron al par hacia el fondo del campo y bajo el inmenso árbol. Si bien Gotou pretendió caminar donde ellos, Midare le detuvo y decidió conducir al par a internarse en los árboles para espiarles.



“…” lo intentaba, pero no podía encontrar palabras. Llevaba tanto tiempo evadiendo el tema que se le hacía un mundo comenzar. El exabrupto frente a sus hermanos había sido más un reflejo que un acto consciente.
“Cuando caminas por el bosque…” el doctor decidió llevar la conversación adelante. “¿…te vienen deja vus del pasado?”
“…” asintió. “Si no es eso, observar objetos o lugares que ya había olvidado me recuerdan a muchas cosas… hasta lo que no está impreso en mi mente regresa…”
“Igual yo…”
“He visto este bosque demasiadas veces en mis sueños…”
“También yo…”
“…”
“…”
“Yagen…” Atsushi recogió sus piernas. “Cuando regresé a casa, apenas hace casi dos semanas, tuve un sentimiento de que las cosas no habían cambiado en lo absoluto. No fue algo malo, o sea, estaba en casa, feliz de verlos a todos, vi a nuestros hermanos felices de verme también. Fuera de la urgencia de buscar a Akita y de comprometerme a dar con su paradero… sentí que a pesar de pasar tantos años fuera nunca había dejado nuestro hogar. Fue reconfortante…”
“…”
“Ahora, este lugar… me da un sentimiento muy semejante, lo cual me aterra…” entrecerró sus ojos en lo que sentía escalofríos recorrer su cuerpo. “Creo que puedo hablar por los dos al decir que nuestros caminos y nuestras metas surgieron de este lugar. Ha sido casi nuestra vida entera desde entonces, y cada esfuerzo que di, cada experiencia, cada avance y creencia de que me estaba volviendo más fuerte y estaba haciendo una diferencia… todo parece una mentira.”
“Quieres decir que te sientes tan vulnerable e impotente estando aquí ahora en comparación con cómo te sentiste hace trece años.”
“¿…acaso se supone que algo haya cambiado…? Debió haberlo hecho, pero…”
“No se siente así…”
“Yagen…” le miró de reojo. “¿También te parece?”
“Podrías decirlo, Atsu,” el doctor alzó su atención hacia el enorme árbol frente a ellos y lo observó contemplativamente y con calma. “Cuando estuve aquí durante el verano, me preguntaba si seguías pensando de esta manera. Veo que es así. Estar en este lugar borra todo el concepto que tengo sobre mí y sobre los demás,” sonrió con leve ironía. “Suelo habitar en Rizembool, un lugar donde poseo grandes influencias y muchas responsabilidades. Si debo lidiar con algo que se escapa de mis manos, igual puedo buscar las conexiones para llevarlo a cabo. Soy capaz de reconocer el poder y alcance de muchos otros en mi mismo ecosistema, y con frecuencia llego a pensar que todos podemos lograr grandes hazañas mientras esté la voluntad. Presumo que tú también tienes observaciones semejantes en ti o en otros en tu entorno por la formación que escogiste.”
“…”
“No obstante, este lugar, este mismo árbol, pone mis pies sobre la tierra,” cerró sus ojos y sonrió tranquilamente. “En el fondo, resulta que nuestra percepción de poder y alcance es una ilusión. La humanidad no contiene a la realidad. Más bien, somos quienes estamos sujetos a ella. Los dos nos sentimos así porque fue en este bosque donde, como niños, nos enfrentamos a lo inevitable. No hubo nada que nosotros pudimos hacer para prevenirlo y solucionarlo. Nuestro padre tampoco pudo hacerlo, ni nadie que nos ayudó. Bajo esas circunstancias, todos fuimos seres semejantes, apenas humanos que se movilizaron bajo la sombra de este árbol incontables veces camino a buscar fallidamente a Midare. Eso sería todo…”
“…” agachó más su cabeza, frustrado.
“No te sientas mal o ahogado por este sentimiento. No te dejes vencer por la incertidumbre. Aprende a vivir a pesar de ella. Atsu, tú nunca ibas a regresar reclamando un poder de certitud y omnipotencia para vencer nuestro pasado. No dudo que te has convertido en un formidable guerrero y alguien de quien nuestro padre estaría orgulloso, pero esa no es la única fortaleza que necesitas. Sólo un ser superior podría sobrevivir con una fuerza tan elemental.”
“…” le observó, contrariado, cansado, apenado… “Tú no te ves agotado como yo… ¿cómo te mantienes tan firme?”
“No puedo decir que lo estoy del todo, Atsu. Estoy enfurecido con la situación, y preocupado por ti, también tengo mis propias reservas sobre todo esto…” admitió bajando su mirada brevemente.
“…” vio un leve dejo de debilidad en su rostro, uno que de inmediato desapareció. Su mellizo había sido capaz de aprender a ocultar sus emociones y manejar su semblante a la perfección durante su tiempo fuera. Le costaba leerle, pero sí creía que no se encontraba del todo bien. “No puedo asumir que tú sí estás bien, es desconsiderado de mi parte. Perdón…”
“No te preocupes,” sonrió entretenido. “Lo creas o no, he aprendido a ser humilde. Reconozco mi impotencia como un simple mortal, que no tengo poder absoluto ante lo inevitable. Este concepto es lo que este campo de flores significa y a lo cual nunca seremos capaces de derrotar. Por ello, entiendo que me corresponde dar lo mejor de mi en los asuntos por los cuales sí tengo poder y aceptar cuando nada se puede hacer.”
“Aceptar…” frunció el ceño, inconforme. “¿Te refieres a resignarte?”
“Precisamente.”
“Eso no es algo que yo esté dispuesto a hacer. Si todos fuéramos a ser pasivos y resignarnos, habría tanto que los humanos no hubiéramos podido lograr a lo largo de la historia. Yo nunca me conformaría con ello.”
“No espero que lo hagas. Veo que no me entiendes,” se encogió de hombros. “Quiero decir que, luego de que todo lo posible haya sido hecho, sea por tomar una actitud pasiva o realmente llevar las acciones al extremo, al encontrarse cara a cara con la imposibilidad del asunto, uno comprenda que aquel fue el destino, que aquello no se pudo evitar, y aceptar esa verdad de la forma más pacífica y saludable posible.”
“…” se quedó ensimismado en una guerra interna entre escuchar las palabras y todavía querer batallar contra ese concepto.
“…y esa reacción saludable incluye aprender a identificar lo que en verdad fue tu responsabilidad, y por extensión, tu culpa.”
“Ehh…” esa vuelta le agarró de improviso. Atsushi se inquietó y desvió su mirada. Todo regresaba a lo mismo. Lo sucedido hace tanto tiempo retornaba de miles formas a su mente y llevaba ese último día ahí sin poder dejar de pensarlo. “Yagen…” tensó sus manos. “Entiendo que digas que has llegado a la conclusión que lo ocurrido no ha sido tu culpa…”
“…”
“Yo no pienso lo mismo sobre mí, me rehúso a rechazar lo que ocasioné y el hecho que lastimé a toda nuestra familia…”
“No me sorprende que lo digas,” comentó con un tono serio e inmutado.
“Entonces, ¿qué tiene que ver lo que me has dicho con mi situación?”
“…” sonrió con leve amargura mientras miraba al árbol. Los recuerdos rondaban la cabeza de su hermano. Esta necedad de él era lo que le plagaba personalmente… “Quiero oír la respuesta personal que le darás a nuestro pasado, los pensamientos con los cuales encararás a lo sucedido. Ni yo ni nadie puede dictar tu resolución, pero espero oírte. Por el hecho que acabas de tener una reacción desmedida con nuestros hermanos, no es algo que debemos ignorar. Siendo sinceros, es un tema que has evadido todos estos años. Atiéndelo, te debes al menos eso.”
“Tsk, ¿cómo se supone que debo atenderme? No tiene sentido…” miró perdidamente al suelo.
“Atsu…” el doctor dijo el nombre de su hermano de manera profunda y marcada, como si surgiera una latente frustración e impaciencia de su interior, pero se contuvo. Al menos uno de los dos debía mantenerse centrado. Aun así, su amabilidad empezaba a acabarse. “Oírte decir eso es lamentable. Nuevamente, no me sorprende. Siempre has sido de negarte todo…”
“…” le miró perplejo y con leve preocupación. No se le escapó el estado anímico del otro.
“Seamos sinceros. Tú fuiste a entrenar por tantos años fuera de casa en busca de ser más fuerte. Tu decisión fue producto en gran parte de lo sucedido en este bosque. Eso es algo que ya conversamos hace unos días.”
“Nunca lo admití en voz alta, pero ya veo que lo comprendiste hasta en ese entonces…” desvió su mirada. “Fudou también…”
“Te conocemos bien, por más que no hayas querido hablar con nadie al respecto, por más veces que yo intenté tocar el tema…” dio un suspiro. “En fin… Tú te fuiste por querer seguir los pasos de nuestro padre y convertirte en un guerrero formidable, digno de nuestro nombre. Desde que puedo recordar, siempre fue una meta tuya, un deseo con el cual naciste. Sin embargo, después de que perdiéramos a Midare, tu prioridad al marcharte y empezar con el entrenamiento lo antes posible fue debido a su desaparición, al hecho que te sentiste en falta con todos y decidiste buscar una forma de redimirte…”
“…”
“¿…no es así?”
“…lo es…” era más fácil admitirlo si alguien más lo decía, pero igual dolía. “Sí lo sabías, por más que lo haya evitado, que no haya querido involucrar a nadie en cómo me sentía…”
“…”
“Yo…” entrecerró sus ojos. Había una resistencia, una constricción en su pecho, una negación a sincerarse, pero estaba rendido y frustrado. No sabía si el desahogo le causaría más alivio que daño a esas alturas, aunque confiaba en su mellizo. Al menos podía ser sincero con él. “…tienes razón, Yagen. No sé si realmente estaba buscando algo… puede que sí, pero me convencí que ese entrenamiento era la solución, tenía que serlo… si hubiera sido alguien como papá nada de esto hubiera sucedido. Habría encontrado a Midare antes de que desapareciera, habría sabido qué hacer… si no, al menos, siendo más fuerte podría evitar que cualquier suceso semejante se repitiera,” comprimió sus puños. “Me decidí a ser el guardián de todos, esa noche antes de regresar a casa sin nuestro hermano. Esa fue mi meta…”
“…”
“Aun si digo esto…” hundió sus ojos en sombras. “…poco después de irme, apenas meses de comenzar mi entrenamiento, nuestros padres fallecieron. No fui informado de inmediato y mi retorno se postergó, pero sí volví lo antes posible con intenciones de ayudar, de hacer una diferencia… pero al llegar, me di cuenta que era muy tarde. Ya nuestros hermanos habían recibido ayuda y se habían organizado, hasta acostumbrado a la nueva normalidad… me topé con una familia donde no había un espacio para mí…”
“…”
“Y fue que me di cuenta que ya había tomado mi decisión de entrenar y ser un guerrero. Mi camino apenas acababa de empezar y tenía que seguir. Tenía que convertirme en la persona fuerte que sería de utilidad a nuestros hermanos. Sólo así podría tener el derecho de volver y de tener nuevamente un rol o algo que ameritara mi regreso, luego de haber estado ausente en un momento tan crucial e importante para todos…”
“…”
“Pero no dejé de posponer mi retorno a casa…” dijo amargamente, cabizbajo. “El entrenamiento no tenía por qué durar tantos años si sólo era una capacitación. Terminé especializándome más, ayudando en misiones y trabajos adicionales que me llevaron fuera del país. No dejé de convencerme que era necesario, que seguía siendo débil… eventualmente me di cuenta que en verdad tenía mucho miedo de regresar, de no haber hecho más que perder el tiempo, de descubrir que no era útil o que fallaría en ser el protector que quería ser…” apretó sus dientes. “…por más que los echaba de menos y quería verles nuevamente…”
“Atsu… suficiente… deja de ser tan duro contigo mismo…” frunció el ceño. Yagen le miró con frustración. “Puedo percibir tu cansancio. No haces más que lastimarte a ti mismo. En tu búsqueda de ser nuestro guardián y apoyo, te has exigido de manera descomunal. Eso ya se acabó,” afirmó y le miró con seriedad. “Estás de regreso. Esto no sólo se trata que tú tengas que ayudarnos a nosotros. Somos una familia y nosotros estamos aquí por ti. Midare también lo está. Nuestro hermano ha regresado. Ya no tienes por qué seguir culpándote por ello.”
“Lo sé, pero no es tan simple, Yagen…”
“Yo sé que no lo es, no me sorprende que lo digas…” dio un respiro al buscar despejarse un poco. “Atsu, sé bien tu punto de vista sobre el pasado, sobre lo sucedido en este lugar, también sobre tu propio camino y tus metas. Ahora dime… esta culpa que llevas cargando por ya trece años, me pregunto si cambiará ahora que nuestro hermano está con nosotros…”
“…” miró perdidamente al piso.
“…” frunció el ceño. Ya sabía la respuesta.
“…que Midare haya regresado… es irreal, es algo que nunca pensé que ocurriría. Si alguien me hubiera dicho que él volvería a aparecer, no lo hubiera tomado en cuenta. Seguramente me hubiera molestado por una asunción tan trivial sobre un tema tan delicado.”
“…”
“Pero está aquí. Nuestros hermanos han podido conocerle, ha congeniado con los pequeños de inmediato y ellos ya lo tratan como su hermano mayor, como si siempre hubiera estado presente,” sonrió levemente, mirando las flores frente a él. “Y todos están felices. No habría podido pedir más que eso. Y yo también estoy muy feliz, en verdad lo estoy…”
“…” ‘pero…’
“Pero…” su sonrisa desapareció. “Por más feliz que pueda estar…”
“Esta culpa no irá a ningún lado… ¿no es así?”
“…” asintió. “No podemos cambiar el pasado. Nada ahora puede hacerlo.”
“Entiendo lo que dices, pero…” se frustró y le miró con severidad. “Por más que haya cosas que nunca podremos borrar, si continúas recriminándote por ellas, no serás capaz de vivir en el presente y actuar como quisieras hacerlo. Puede que no te guste oírlo, pero pese a que Midare se perdió bajo nuestro cuidado, tú has sido importante para su retorno. Me ayudaste a rescatarle y luego pasaste casi una semana cuidando de él. Tal vez no puedes cambiar lo sucedido, pero sí has hecho una gran cosa.”
“No,” desvió su mirada, con fastidio. “Nuestros hermanos me dijeron lo mismo, pero tú sabes la verdad. Yo no fui necesario para ayudar a Midare. Apenas tuve la coincidencia de encontrarme contigo cuando te contactaron sobre el paradero de él y Akita. Si yo no hubiera estado ahí, tú habrías encontrado la forma de buscarles y cuidar de ellos en el hospital. No he sido imprescindible en esto.”
“Heh, no digas tonterías,” Yagen sonrió con amargura. “Bajo esa lógica, ninguno de nosotros lo es, Atsu. Puede que algún otro de nuestros hermanos hubiera cuidado de Midare en el hospital. Puede que le haya pedido ayuda a Honebami o Tsurumaru o alguien más para salvarle. Puede que ni yo hubiera sido apuntado y no hubiera tenido nada que ver con el asunto. Shinano tuvo un inconveniente hace unos meses y ninguno de los dos estuvo ahí para apoyarle. ¿Acaso te atreverías a decir que los esfuerzos de Ichi-nii, Honebami o Gotou no fueron elogiables porque no son los únicos que hubieran podido hacer algo?”
“¿Qué?” se quedó frío y en blanco. Negó mínimamente. “N-no, no digo eso…”
“Sin embargo de inmediato te descartas como alguien que aportó y que cuidó de nuestros hermanos, hasta para quedarte en el hospital por una semana. Tú no nos condenarías como triviales así que espero que tampoco lo hagas contigo.”
“Es que… es distinto…”
“No lo es.”
“¡Sí lo es!” comprimió sus puños y frunció el ceño, impaciente. “Nuestros hermanos están libres de culpa. Ellos no han hecho más que ayudar y actuaron como debieron para evitar que lastimaran a Shinano. En cambio…” se estremeció con la mirada fija hacia abajo. “Tsk, tú lo viste, Yagen. Tú viste a Midare temernos como si fuéramos a quitarle la vida. Estás consciente de que intentó escapar del hospital y nos rechazó múltiples veces por temor a una familia cruel que creía tener,” cerró sus ojos con fuerza. “No quiero ni imaginar la vida que nuestro hermano ha tenido por haberse perdido y por cuánto tiempo tuvo que vivir con ese miedo paralizante. Me aterra siquiera pensarlo. Detesto tener que haber sido la causa de que Midare tuviera que pasar por esto y quién sabe qué más sin haber tenido el apoyo y la calidez de una familia.”
“Atsu, tu responsabilidad nunca se extendería tan lejos.”
“Sí lo haría, y aún si no lo hace, ¿qué importa quién sea responsable por esto?” preguntó mirándole ofuscado y enfadado. Sus ojos temblaron. “Es la verdad. ¡Nuestro hermano tuvo que vivir sin todos nosotros y nadie puede cambiarlo! Por eso… por eso nunca olvidaré lo sucedido en este mismo lugar. No lo puedo dejar ir. Es parte de mi camino, de mi identidad, de la responsabilidad que he aceptado… y algo que cargaré por el resto de mi vida…”
“…”

Siguió un silencio sepulcral. Los tres hermanos que les espiaban se mantenían sumergidos en unos arbustos. Era extraño oír a cualquiera de los dos ser sinceros y un tanto incomprensible entender que Atsushi llevaba tanto tiempo cargando algo tan pesado. Midare yacía consternado por haberle causado tanta preocupación durante su tiempo en el hospital. Por aquel silencio, pensó en salir. Tal vez la conversación había terminado y quería desmentir las ideas de su hermano cuanto antes.

Sin embargo, esperaría un poco más ya que, para sorpresa de los presentes, estaban por escuchar la otra cara de la moneda.



No pudo contener su ira e impotencia por más tiempo. Yagen agarró a su mellizo de los brazos con fuerza.

“Y-Yagen…” se impresionó. Atsushi le vio dirigírsele con ojos fijos cargados de cólera, como si su usualmente tranquilo y paciente hermano estuviera a punto de explotar.
“Tch, esperaba no tener que darte la razón, pero no puedo evitarlo…” estrujó más su agarre. “Sí eres un tremendo idiota, Atsu, por decir esas cosas. Por hacerte esto a ti mismo.”
“Eh…” miró a sus brazos. Empezaba a dolerle un poco.
“En verdad no quería que regresáramos aquí. Considero que por más idioteces que guardes en tu cabeza, eres capaz de funcionar normalmente mientras no tengas que exponerte a lo que precisamente llamé como tu debilidad. Me molesta, me indigna, no había motivo válido por el cual regresar. Este atrevimiento es un insulto, una falta de respeto,” hundió sus ojos en sombras. “Pero quizás Shinano tenía algo de razón. Han sido trece años aunque esto sigue siendo tan fresco como aquella última noche antes de renunciar a la búsqueda. Tal vez sea algo que el tiempo nunca podrá sanar. Será que mi comentario de que sea muy pronto no tuvo validez alguna. Será que en verdad no entiendo esto en lo absoluto…”
“…”
“Y mencionando esa noche… heh, no fui más que un niño irresponsable y erróneo que no sabía qué responderte,” sonrió con amargura. “Decirle a un pobre pequeño que se culpaba de la desaparición de su hermano que enfocara sus esfuerzos en sus otros parientes, y en seguir adelante para no descuidar a nadie más. ¿Qué clase de condena es esa? ¿Acaso seré yo quien llevó a mi propio hermano a abandonarse y abandonarnos por tantos años?”
“¿Q-qué dices?” se congeló y negó rotundamente. “¿D-de dónde vino eso? No es verdad.”
“Cállate, Atsu…” dijo lentamente y con gran intensidad mientras borraba su sonrisa. “Te he escuchado con atención. Ahora te pido que me escuches a mí.”
“…” asintió mínimamente, inmerso en un leve shock.
“Pero ya no soy ese niño impertinente. Ahora que tengo tu atención me toca aclararte la verdad,” le sacudió violentamente. “La desaparición de Midare no ha sido tu culpa. Puedo mencionarte tantos argumentos y detalles que sé que no oirás porque sé cómo funciona tu cabeza, pero lo que ahora necesito de ti es que entiendas que tú eres exactamente igual a todos nosotros. Eres un humano, un simple mortal, fuiste un niño que ni había desarrollado bien el pensamiento moral y estaba a años de comprender el abstracto. Si quieres responsabilizarte de lo sucedido, tendrías que ser un ser superior a nosotros,” apretó sus dientes con ferocidad. “Tch… de lo contrario, sólo estás usando nuestro pasado para castigarte y odiarte, porque eso es lo que estás haciendo… porque tal vez sí deseas ser un dios que pueda asumir todos nuestros errores y protegernos de la incertidumbre,” volvió a sacudirle. “¡Pues nunca lo serás y nunca permitiré que uno de mis hermanos se autodestruya buscando esa meta inalcanzable! ¡Aprende a leer la inquietud y desesperanza de este campo de flores! ¡Entiende que nos sentimos así porque somos impotentes y porque nunca tuvimos el poder de hacer nada! ¡Y yo sé mucho mejor que nadie cuánto te afectó y cuánto te esmeraste para ser de ayuda! ¡Deja de pensar que fuiste alguien que no hizo el suficiente esfuerzo y que tiraste la toalla porque no es así!”
“Y-Yagen…” le miró perdidamente. Sus palabras le llegaban a su interior. Era como si este fuera capaz de leer lo que cargaba y desmantelar el incoherente nudo de conflicto que no había dejado de plagarle.
“Aun así…” al descargar su gran y duradera frustración, volvió a agachar su mirada y hablar con profundidad y resignación. “No te diré que te olvides de lo que sucedió. Tú lo has dicho. Es parte de tu identidad a estas alturas, es parte de la mía también. Hay momentos que nos definen para bien o para mal, pero no estamos sujetos a estos… y es por lo importante y personal que este en particular es que sé con certeza que puedes revertir su efecto en ti y convertirlo en una fuente de poder y seguridad, pero tú eres quien tiene el control, y sólo llegando a términos personales serás capaz de hacerlo…” volvió a mirarle con decisión y firmeza. “…sólo tienes que preguntarle a Gotou o Shinano. Ellos estarían de acuerdo conmigo al decirte que puedes hacerlo. Los tres conocemos lo fuerte que eres, lo decidido que siempre has estado a luchar por lo que crees, el hecho que representas el legado de nuestra familia, lo cual espero que haya sido asumido por ti por identidad y deseo más que por obligación. Te toca ahora disculparte a ti mismo y dejarte sanar y ser la persona fuerte que todos podemos ver en ti.”
“Yo…” miró perdidamente hacia abajo.
“No huyas, deja de huir,” le pidió con urgencia y sacudiéndole un poco para volver a tener su atención. “Ya me has demostrado ser un guerrero muy hábil y fuerte durante el rescate de Akita, pero como dije hace un rato, no puedes sobrevivir con una sola fuerza tan elemental. Un guerrero también necesita estabilidad y te toca sincerarte sobre todo esto. Nos tienes a nosotros, estás en casa, puedes confiar en nuestros hermanos y apoyarte en nosotros… porque tú nunca perdiste el lugar dentro de nuestra familia. Eso fue una ilusión que tu culpa te hizo creer.”
“…” se inquietó y sintió una gran tristeza al oír aquella afirmación. Él mismo no podría habérselo dicho.
“Aquello que dijiste que pudo darte el derecho de quedarte luego del fallecimiento de nuestros padres… aquel rol, aquel propósito, aquel permiso o como quieras llamarlo… eso que tanto buscabas era tu autoestima, porque tú y todos realmente siempre fuimos lo necesario para poner de nuestra parte durante ese momento tan difícil,” negó frustrado y finalmente le soltó. “No te estoy diciendo esto para hacerte creer que debiste haber estado aquí, eso no es relevante, sólo lamento el hecho que todos estos años hayas pensado que tu fortaleza como un guerrero equivalía al valor que tenías para nosotros. No es verdad, nunca lo sería.”
“S-sí…” asintió con torpeza. “Lo sé ahora. Igual… fue muy fácil creerlo…”
“…” comprimió sus puños y le miró impaciente. “Pero en momentos como este te creo capaz de pensarlo. Sigues tan necio como siempre. No cambiarás de parecer con facilidad.”
“…” desvió su mirada.
“…si hablamos de valor, el hecho que todos estos años te hayas prohibido regresar y vernos con tal de ser alguien fuerte en nuestro nombre… ¿cómo se supone que nosotros podamos compensarte por tu sacrificio? Tanto te quejas que no has estado aquí y no has hecho nada por nosotros. Pues bien, ¿qué hemos hecho por ti?”
“Ehh…”
“Tú has hecho este esfuerzo porque te preocupas por nosotros de manera intrínseca. Es evidente que, como una familia, nosotros compartimos este mismo sentimiento. ¿Por qué, entonces, necesitas excluirte? Por más que pienses que tu culpa te haga menos merecedor de nosotros, ¿realmente crees que nosotros dejaríamos de preocuparnos por ti por tus propias ideas infundadas y que nunca compartiste con los demás? ¿Acaso tú te pondrías en la situación de despreciarnos a nosotros como tú temiste que te despreciaríamos?”
“…” frunció el ceño. “No, no tiene sentido. Tsk, sé que no lo tiene…”
“¿Y cómo te sentirías si vieras a alguno de nosotros trabajar incansablemente y lastimarse sin preocuparse por su propio bienestar? ¿Cómo sería si vieras a un ser querido quebrarse frente a ti sin ser capaz de evitar su sufrimiento?” preguntó con desdicha. Hundió sus ojos en sombras. “¿Acaso no te sentirías impotente, incapaz, inútil? ¿…acaso no se te partiría el alma?”
“…” le miró con preocupación. Oía la ausencia y tristeza en su voz. Sabía que hablaba por experiencia propia.
“Aquella noche… luego del incidente… por más que supe cómo te sentías, fui incapaz de hacer lo poco que sí estaba a mi alcance. Lo lamento, Atsu. No pude ayudarte…” apretó sus puños. “Nunca pude hacerte oír razones ni apoyarte debidamente. Terminé siendo más impotente de lo que pensé. Por más que sea un doctor, no puedo ayudar a los demás. Hay muy poco que en verdad soy capaz de hacer…”
“¿Q-qué dices…?” le cuestionó perdidamente. Entonces, tuvo una realización tardía, una que le dejó en blanco momentáneamente. “Yagen, tú… todo este tiempo… tú has estado preocupado por mí, ¿verdad?”
“Heh…” el doctor sonrió con ironía y le miró. A su vez, llevó una mano a su frente en lo que recobraba su inmutabilidad y ordenaba sus emociones de regreso a su interior. “¿Recién te has dado cuenta?”
“…” frunció el ceño y bajó su mirada. “Sí pareces haber estado demasiado preocupado por mí. No tenías que estarlo, yo… perdón…” recordó ese instante en su pasado, ese momento en que se despidió de su mellizo por años, durante el cual Yagen intentó fallidamente detenerle, para entonces declarar que le esperaría. “…te hice esperar demasiado tiempo. Has tenido que cargar con mi ausencia, como si hubiera sido tu culpa…”
“No sería el único que hizo algo semejante.”
“…” se frustró ante esas palabras y ensimismó hasta que vio al otro ponerse de pie y extenderle una mano.
“No me importa el tiempo que te esperé. Lo más importante es que estás aquí, Atsu,” afirmó con una sonrisa. “Quería verte desde hace mucho. Ahora estoy en paz. Sólo hubiera querido darte una mejor bienvenida, hermano.”
“Yagen…” sintió un nudo en la garganta y aceptó su ayuda para levantarse. “Tch…” una gran tristeza se manifestó en su pecho, junto con autodecepción, frustración y fastidio. Sus ojos se nublaron de lágrimas. “Demonios…” llevó sus manos a sus ojos. “Maldición, no es momento de llorar… ¿por qué…? No puedo… no debo…”





Ahí se terminó el momento a solas de los dos, ya que Midare salió corriendo de los arbustos, seguido de Gotou y Shinano. Ello probó sorprenderles.

“¡Ya es suficiente!” exclamó Midare, dándole el alcance a Atsushi.
“M-Midare, ¿qué estás haciendo aquí?” le preguntó en shock. Alternó entre mirar a Midare y a los otros dos. Se incomodó al verles preocupados, con Shinano hasta el borde de las lágrimas.
“…” Yagen había retrocedido un par de pasos por inercia, pero su previa vulnerabilidad había desaparecido por completo y les observó con inmutabilidad y reserva.
“¡Ya te dije que no es tu culpa! ¡Yo no te culpo por lo que ocurrió, en serio!” insistió el rubio, casi desesperado y mirándole con ojos tristes. Sacudió su cabeza. “¡Y no es verdad lo que dices! ¡Habré sido un huérfano, pero he tenido una vida muy linda y conocido a grandes personas! ¡Fuera de lo que esa horrenda Princess me hizo yo he estado bien! ¡Realmente he sido muy afortunado de muchas formas, y volverlos a ver a todos ustedes ha sido otra bendición más para mí! ¡Por favor entiéndelo!”
“…” continuó en shock y le observó comenzar a llorar.
“Sobre todo, tú tuviste que pagar por esa mentira. Yo fui tan malo y cruel contigo, pero nunca me abandonaste…” dijo sollozando. “Hasta pusiste tu vida en riesgo cuando casi me caigo por el balcón… pero no quiero que lo hagas porque creas que me debes algo, o porque te sientes en falta conmigo,” sobó sus ojos con sus puños. “Ihh… no quiero eso, no quiero que te lastimes. Quiero que seamos hermanos como si nada malo nos hubiera ocurrido, quiero conocerte y que te sientas libre de tratarme como los demás. No quiero que me evadas.”
“…”
“Perdón por decirte todas esas cosas, por querer alejarme de ti, perdóname… tenía mucho miedo, no sabía qué pensar…” sacudió su cabeza, intentando parar sus lágrimas. “Me sabe tan mal… pensar que querían lastimarme… cuando en verdad me habían extrañado tanto… no quiero ser el motivo por el cual te haces daño… por favor detente…”
“Sí, entiendo, ya no llores, Midare,” dijo con torpeza y preocupado. Agachó su cabeza, rendido. “Yo tampoco quiero que se preocupen tanto por mí… no quiero darles esta culpa…”
“Entonces prométemelo,” frunció el ceño y le apuntó. “Prométeme que a partir de ahora te cuidarás a ti mismo, que ya no habrá más remordimientos del pasado, que podemos empezar de cero y seguir adelante.”
“Eh…” se quedó en blanco. No lo pensó mucho al ver que su hermano empezó a preocuparse por su silencio. Todavía tenía una resistencia en su interior, pero su previa determinación de ser un guardián ya no le servía si es que por esta terminaría por hacer infelices a los demás. Sería difícil, aunque tenía que intentar cambiar sus motivaciones. Asintió con seriedad. “Está bien, lo prometo. Haré lo posible…”
“Sí,” Midare sonrió esperanzado y sorpresivamente le dio un fuerte abrazo.
“O-oye…”
“Muchas gracias, Atsushi. Gracias por cuidar de mí. Gracias por traerme de regreso y permitirme conocer a nuestros hermanos…” dijo tranquilamente y derramando un par de lágrimas. “Gracias por no rendirte, por más duro que fue para ti…”
“Midare…” se estremeció y sus ojos de nuevo se nublaron de lágrimas. Terminó correspondiéndole el abrazo.

Esa resolución fue una bocanada de aire fresco para todos. El tema podría no estar del todo terminado, pero se acababa de tomar la decisión más importante.



“¡Hermanos!” exclamó Houchou, quien acababa de llegar al campo de flores y corría extenuado hacia ellos. La llegada del pequeño sorprendió a los mayores.
“¿Eh?” Atsushi se asustó y se soltó de Midare. Entró en un leve pánico ya que sabía que tenía los ojos llorosos. No pudo ocultarlo porque el hermanito se dirigió justamente hacia él.
“¡Atsushi-niisan, ¿estás bien?!” le preguntó y se detuvo frente a él para tomar un poco de aire.
“S-sí lo estoy, descuida.”
“¡Pero te fuiste todo triste y no pudimos detenerte, estaba muy preocupado!”
“Ehh…”
“¿Qué haces aquí, Houchou?” preguntó Gotou, confundido. “Pensé que Ichi-nii se iba a quedar con ustedes.”
“Sí, pero me escapé al menor descuido,” hizo un puchero y bajó su mirada con tristeza. “Me sentí muy mal. Tal vez hice una pregunta fuera de lugar, o fui insensible. Ya sé que lo soy con frecuencia…” sus ojos temblaron y volvió a mirar a Atsushi con súplica. “¿Pero estás bien? ¿En verdad, en verdad que sí? ¿No te dije nada malo?”
“No, definitivamente no, en serio,” Atsushi negó y sonrió frustrado. “Ya veo que todos ustedes han estado muy preocupados por mí. Lo siento, creo que he sido un tonto…”
“¿Eh…?” el pequeño se afligió por oírle llamarse a sí.
“Pero estoy bien, olvídalo. Me siento mucho mejor ahora,” le revolvió los cabellos y ensanchó su sonrisa. “Muchas gracias, Houchou.”
“Sí…” asintió mínimamente.
“Hehe, sí has venido en un buen momento~” canturreó Midare, quien le dio un abrazo. “Todo está bien, te lo aseguro. Ahora nos toca continuar disfrutando de este viaje, ¿sí?”

Luego de animar al pequeño, este les comentó sobre su plan de preparar un postre entre todos para más tarde y así inició una pequeña y amena conversación que ayudó a disipar la previa amargura que acababan de desechar.

Shinano quiso ser partícipe en un momento, pero antes de aclamar atención, notó que había un ausente. Se giró y vio a Yagen caminando de regreso. Ello le frustró enormemente, ya que no podía despegar sus ojos de su elusivo hermano ni un segundo sin que este intentara apartarse. De no ser por la inmensidad del campo ya ni estaría a la vista, así que fue a darle el alcance.

“Yagen, espera,” dijo al estar cerca del otro, quien se detuvo.
“¿Necesitas algo, Shinano?” le preguntó inmutado.
“Tsk…” nunca antes había sentido tantas ganas de darle un zape. Comprimió sus puños. “Vamos, no puedes actuar como si nada hubiera sucedido, no después de semejante llamada de atención que le diste a Atsushi.”
“…” sonrió con gracia. “Heh, supongo que tienes razón.”
“Había sido un tema tan profundo y sensible y fallé en darme cuenta,” bajó su mirada. “También fuiste sincero y admitiste lo molesto que estabas por haber regresado, que era una falta de respeto… y sí, creo que lo fue. Perdón, Yagen.”
“Ya te disculpé anoche, olvídalo. Estoy bien,” se encogió de hombros.
“Pero…” le miró preocupado. Su mayor no podía estar tan tranquilo como parecía. Había visto cómo recobró su usual ilegible semblante ni bien salieron de su escondite. Realmente se preguntaba cómo era capaz de hacerlo… “Por favor, Yagen…” frunció el ceño, impotente. “No sólo estamos aquí por Atsushi. No te vayas sin decir nada. Esto también te ha afectado a ti. Mereces que te atendamos.”
“Atsu se encuentra mejor, y como te dije anoche, mis reservas de este lugar eran por mi preocupación con nuestros hermanos,” le recordó con paciencia. “Entiendo que nos oyeron. Mis palabras deben haberlo confirmado, ¿no es así?”
“A-aun así…” no podía refutarlo, pero nuevamente, sentía que su hermano buscaba escaparse y no sabía cómo contenerle.
“…” Yagen sonrió apenado. Supuso lo entretendría un poco. Miró hacia los demás. “Nuestro hermano… esa instancia en nuestra niñez se convirtió en su cruz, lo que definió su camino e impulsó a dejarnos por mucho tiempo. Ambos estuvimos ahí, pero él lo asumió todo como su culpa y se hizo miserable. No es por decir que a mí no me afectó, pero la diferencia entre nosotros fue la interpretación y resolución que le dimos. Yo decidí estudiar, volverme más fuerte y esforzarme para probarme a mí mismo y a nuestra familia que era realmente capaz y haría todo de mi parte para evitar algo semejante. Atsu, en cambio, aceptó su descuido como derrota y se retiró a entrenar antes de volver a ser responsable por otra calamidad, en su punto de vista…”
“…” Shinano se afligió y llevó sus manos a la altura de su pecho.
“Me di cuenta que aquel fue su temor desde un inicio e intenté contradecirle y hacerle cambiar de parecer,” se encogió de hombros. “Lamentablemente, no pude hacerlo. Como un niño, decidí al menos compartir la misma culpa y hacerle entender que no estaba solo ni era el único responsable, que yo también seguía conectado e involucrado con nuestro pasado. No habrá sido lo cierto o lo correcto, pero sabía que nuestro hermano no escucharía razones ni se permitiría piedad. Al menos… estuve ahí por él y le alivié un poco…” sonrió con ironía. “O al menos eso me gusta creer.”
“Ehh…” tuvo una mala espina por esas últimas palabras.
“Pero ahora milagrosamente llegó la única persona que era capaz de hacerle perdonarse y quitarse esa cruz de su espalda…” continuó nuevamente adoptando tranquilidad y sonriendo despejado y aliviado. Observó a los demás conversar nuevamente. “Él finalmente está libre de su propia maldición y espero que puedas ayudarme, Shinano. Enseña a nuestro testarudo hermano a ser honesto consigo mismo y con los demás y a realmente cuidarse. A pesar de tu tendencia a invadir nuestro espacio y cometer algunas imprudencias, eres alguien muy atento y cálido con todos. Eso es algo que él necesita ahora.”
“S-sí,” asintió y le vio darse media vuelta y caminar de regreso. “Espera, ¿y qué hay de ti? Tú también has tenido que lidiar con esto…”
“…el pasado no se borrará y siempre será parte de nosotros. Siempre lo tendré conmigo,” comentó sin dirigírsele, con su atención hacia el camino. “Pero descuida, he aprendido a vivir con ello y estos más recientes eventos también me han concedido un respiro. Te aseguro que es algo con lo cual ya supe lidiar desde hace mucho tiempo…” dio un suspiro y se volteó apenas para mirarle de reojo. “Lo único que me importa es ver a mis hermanos bien, y esta es la primera vez en varios años en que sé con certeza que Atsu lo va a estar. Ello me hace feliz.”
“…”
“Él ya no me necesita…” así, el doctor comenzó a marcharse.
“¿Eh?” nuevamente, sintió una mala espina. “¿A-a dónde vas?”
“A la casa, Honebami debe estar preocupado por mí,” dijo trivialmente. “Nos vemos ahí.”
“Yagen…” se acongojó y bajó su mirada. No había terminado, lo sabía, pero ya entendía que no podía alcanzarle. La presencia de todos le causó cerrarse por completo, así que era evidente que no era la forma de hacerle dialogar.



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #706: October 15, 2020, 12:28:02 PM »
92.5.




Pasaron las horas y llegó la noche. Luego del té, los pequeños se organizaron para preparar el postre, una actividad que hicieron todos juntos en su mayoría, salvo Yagen y Honebami, debido a que el doctor fue a dar una vuelta y el peliblanco acudió a mantenerle vigilado. Gotou acompañó a sus hermanos en un inicio, pero optó por retirarse luego de un rato a continuar con sus propias obligaciones. Si bien Atsushi hubiera querido excusarse, todas las miradas y atención se encontraban sobre él y tuvo que ser partícipe hasta el final.

Por el picnic y la sustanciosa hora del té, la cena no fue más que una leve merienda, algo opcional para quienes tuvieron hambre, y con el postre ya listo y congelándose en la refrigeradora, los hermanos optaron por irse a dormir temprano ya que irían a pasear por el lago al día siguiente.

Gotou fue uno de los pocos que sí optó por comer algo adicional y había sido acompañado por Shinano al primer piso. Al terminar, ambos regresaron a su habitación. Esta tenía la luz apagada y se toparon con Atsushi sentado nuevamente en el borde amplio de la ventana, con la mirada perdida al exterior. El pelimarrón pretendió prender la luz, aunque Shinano le detuvo y de inmediato acudió donde el mayor.

“Atsushi…” dijo al momento en que se arrodillaba frente a él y le observaba de cerca. Se inquietó por ver sus ojos tristes y desolados que continuaban mirando al paisaje.
“…” este dio un suspiro. “Sé que continúas preocupado por mí, Shinano, pero ya deja de estarlo…” comentó rendido y agotado. “Todo este tiempo quise pretender que la manera de solucionar las cosas era volviéndome más fuerte… y hoy terminé por enseñarles mi lado más débil. Al final sólo estaba huyendo de mis problemas. Intenté creer que un guerrero no debía sentirse de esta manera, que mis emociones eran injustificables, e hice lo posible por desterrarlas. Ahh… en verdad soy un desastre…”
“No, no lo eres,” negó rotundamente y terminó abrazándole.
“¡Oye, Shinano!” ello le impacientó e intentó quitárselo de encima, pero al apenas empujarle un poco, desistió. Recordó con leve cargo de consciencia la fuerza que había usado contra él en la tarde y desvió su mirada. “Perdón… fui muy brusco contigo antes…”
“Hehe, sabía que no me expulsarías por ese motivo,” dijo el pelirrojo. Luego de darse el gusto de abrazarle un poco más, se separó y le miró con una amplia sonrisa. “Está bien, ya tengo experiencia abrazándoles y fastidiándoles. Hasta lo hago con Fudou a veces y él sí que no tiene piedad, ¡así que me he vuelto indestructible!”
“Eh…” alzó una ceja. “Claro…”
“Pero ya no te recrimines, por favor. Estoy seguro que no cambiarás tu forma de pensar tan fácilmente, por eso realmente quería que nos acompañaras un rato abajo.”
“Ni tengo ganas de comer algo…”
“Eso sí es raro viniendo de ti. Los dos compartimos el mismo apetito,” Gotou dio un suspiro y se acercó, para también sentarse frente al otro. Desvió su mirada. “Debes sentirte ya lo suficientemente incómodo como para seguir hablando de todo esto. Al menos, nuestros hermanos ya deben haber metido la suficiente lógica dentro de tu cabeza.”
“Podrías decirlo…” volvió a mirar hacia la ventana.
“Aunque sí quiero saber una cosa,” frunció el ceño. “¿Es verdad que arriesgaste tu vida mientras Midare estaba internado? ¿Acaso eso ocurrió?”
“Veo que no estabas enterado…” Atsushi se incómodo. Sólo él, Midare y Yagen lo sabían, y considerando el hecho que los demás no habían sabido la verdad sobre el bosque hasta llegar por completo accidente al mismo durante las vacaciones, no era mucha sorpresa que aquel incidente no hubiera sido comunicado, lo cual seguía siendo curioso ya que no era como si hubiera querido mantenerlo secreto…
“¿Cómo así? ¿Qué pasó?” preguntó Shinano.
“Pues…” le esperaba una reprimenda de parte del pelimarrón, ya lo veía venir. “Midare estuvo al borde del balcón en una noche. Él estaba viendo si podía escapar, lo cual era imposible. Yo justo entré y nuestro hermano se asustó tanto que casi se cae del edificio…” dio un pesado suspiro. “Estuvo demasiado cerca. Yo tuve que saltar para agarrarle y sostenernos, pero si Honebami no se hubiera aparecido para ayudarnos, ninguno de los dos estaríamos aquí.”
“¡¿En serio?!” el pelirrojo se horrorizó.
“¿Saltar voluntariamente desde doce pisos de altura? ¡¿Estás loco?!”
“Ehh, Gotou, baja la voz. Vas a alertar a nuestros hermanos.”
“¡Maldición! ¡Ya veo por qué Yagen había estado tan preocupado por ti!” apretó los dientes a manera de contenerse. “¿Por qué te prestas para esas cosas?”
“¿Qué estás diciendo?” Atsushi se confundió. “Midare estaba cayéndose. Si no lo hacía, no hubiera podido sobrevivir. ¿Acaso tú crees que me hubiera quedado mirándole caer si es que había la remota posibilidad de salvarle?”
“Tsk, sé bien lo que dices y no te puedo culpar por tomar esa decisión del todo, pero apuesto a que detrás de tus intenciones de salvar a Midare, tú te olvidaste de ti mismo por completo,” entrecerró sus ojos y miró al piso con impotencia. “Sabía que era un trabajo demasiado pesado para ti. No debí haberlo aceptado sin estar informado de lo que ocurría. Ya veo que no sólo se trataba de que Midare había formulado una idea negativa de la familia que supuestamente lo había abandonado. Él había sido envenenado adrede, lo cual es muy distinto.”
“Lo sé… igual, no hubo otra manera de hacer las cosas. No podíamos exponer a los pequeños.”
“¿En verdad crees que no lo hubo?”
“¿Eh? Pues…” se extrañó por la pregunta y negó rotundamente. “Tienes razón. Tal vez hubo un montón de formas de cuidar de Midare y hacerle entender la realidad, pero así es como fue y no podemos cambiarlo…” se le dirigió con leve reproche. “Y pese a ese peligro, nada más llegó a ocurrir. Midare estuvo bien, se recuperó y felizmente aceptó conocerlos a todos. No quiero que juzgues el trabajo que Yagen y yo hicimos.”
“Juzgar, ¿dices?” Gotou se dio un facepalm. “Es verdad que ustedes dos tuvieron que lidiar con algo demasiado personal, razón por la cual no estuve convencido de que lo hicieran sin ayuda de nadie más, pero luego de oírles hablar en la tarde, sí tengo algunas cosas que decir. La forma en que cuidaron de nuestro hermano refleja el auto-sacrificio que ambos estaban dispuestos a hacer. De nuevo no fueron del todo honestos ni con Ichi-nii ni conmigo y siguieron un plan que demandó demasiado de ustedes, especialmente de ti ya que tú tuviste que atender a Midare muchas veces más que nuestro hermano. Se negaron a mayores ayudas o vigilancia del personal médico y ello llevó a ese momento de peligro mortal. O sea, Midare permaneció tanto tiempo solo y sin ver a gente que sí conocía y que pudieran servirle de apoyo emocional.”
“Pues, Yagen dijo que hubiera sido irresponsable de nosotros involucrar a otras personas en esto, sobre todo porque Midare hubiera podido tratar de pedirles que le ayudaran a escapar. Yo también creo que traer a otros a abogar por nosotros habría sido terrible si no teníamos credibilidad con él primero,” dijo pensativo, con una mano en su mentón. “También está el hecho que Midare no quiso darnos sus contactos.”
“Por cómo me contestaste, asumo que Yagen ya tenía esos contactos sin necesitar que Midare se los diera.”
“Eh…” Atsushi se impresionó al igual que Shinano.
“¿Por qué lo dices, Gotou?” preguntó el menor, curiosamente.
“No lo sé, siento que no hay mucho que no me sorprendería de nuestro hermano,” Gotou se encogió de hombros. “¿Acaso no tengo la razón, Atsushi?”
“Es la verdad,” desvió su mirada. “Yagen también dijo que sería mejor si era Midare quien nos diera esa información, para así darle algo de control sobre su situación… o algo así…”
“Sí, como digas…” rodó los ojos. “Es otra manera de decirme tu parecer sobre sus amigos abogando por nosotros. Veo que Yagen la tiene fácil al convencerte de cualquier cosa.”
“Eh…” se sintió en aprietos, casi como cuando Gotou le había hecho ver todas las fallas en el plan de Ibara de extraer información de Rizembool. Negó frustrado y agobiado. “Vamos, Gotou, no hables como si nuestro hermano tramara en mi contra…”
“No digo que lo esté haciendo, y esos argumentos tienen algo de razón lógica y son convincentes, pero igual, tengo que el presentimiento que no explican del todo por qué Yagen formuló ese plan de acción para cuidar de Midare. Como sea…” negó librándose de sus teorías, mientras los otros dos intercambiaron miradas perdidas. Finalmente, Gotou bajó su mirada con leve frustración y decepción. “No es que dude de sus intereses, porque sí creo que él tiene las mejores intenciones con nuestra familia. El problema es que pienso que no tomó la decisión más sana. Como dije, la conversación que tuvieron en la tarde fue reveladora. Creo que la última vez que vi a Yagen mostrar tantas emociones fue antes del fallecimiento de nuestros padres…”
“Ya veo que lleva siendo un enigma demasiado tiempo…” comentó el pelinegro, incómodo.
“…” Shinano se afligió. Él podía recordar otro momento más reciente, aunque era un tema aparte. Tenían que concentrarse en el presente asunto, en particular porque quería entender el punto que Gotou trataba de hacer.
“Los dos son un par de imbéciles, nunca dejaré de decirlo…” dio un pesado suspiro. Pese a sus palabras, su rostro denotó tristeza. “Antes que nada, espero que en verdad cumplas la promesa que le hiciste a Midare y no vuelvas a culparte por lo sucedido, porque en serio, esto nunca ha sido tu culpa,” frunció el ceño. “Me fastidió que no dejaras de mencionar a papá como si él hubiera podido prevenir lo que ocurrió. Pues no, ¿acaso no lo recuerdas? Él estuvo aquí con ustedes, tal vez no en el campo de flores, pero es apenas una corta caminata desde esta área y ni él con toda su habilidad fue capaz de solucionarlo.”
“Lo sé…” Atsushi se apenó. “Pero…”
“Y antes que intentes refutarme, quiero hacerte entender algo que ninguno de nosotros sabe, y que a estas alturas nunca lo sabremos,” recalcó apuntándole. “Papá nunca fue una persona descuidada, menos lo sería trayendo a algunos de nosotros como niños a un bosque. Por más que los haya dejado ahí, estoy convencido que tenía al menos alguna certeza de que estarían bien. Tal vez había guardabosques por la zona, quizás había contratado a alguien, yo qué sé, y aún así Midare se extravió. Entiende que hasta los mejores planes fallan en ocasiones. No sé cuántas veces he tenido que tomar decisiones apresuradas e improvisadas con los negocios familiares por más que todo haya sido calculado y con supuesta certeza, con planes alternos o con el visto bueno de economistas que trabajan para nosotros. Es ahí que tenemos que aprender a identificar qué en verdad cae bajo nuestra responsabilidad.”
“Tiene sentido…” después de aquella tarde tan intensa, empezaba a entender poco a poco esas palabras, pero igual le tomaría algo de tiempo internalizarlo por completo. “Yagen me dijo precisamente eso…”
“Y aun así… ese Yagen ha cometido exactamente el mismo error que tú.”
“¿Cómo así?” preguntó mirándole perdido.
“Él se disculpó al decirte que, por más que no aceptó la culpa de la desaparición de nuestro hermano, falló en hacer lo poco que sí estaba a su alcance. Ello vendría a ser prevenir tu propia culpa, es evidente…” negó y miró por la ventana hacia fuera. “Pero eso no es verdad. Tu culpa también estaba fuera de su alcance. Es algo que no le pertenece a él y que nunca sería su responsabilidad. Ni fue quien la causó en ti para empezar. Sin embargo, al igual que tú, quiso apoderarse de una cruz que no le correspondía.”
“Pues…” le miró perdidamente.
“¿No es verdad? ¿O es que acaso Yagen es quien te hizo sentirte culpable?”
“No, definitivamente no,” negó rotundamente. “Tsk, verdad, fue casi lo primero que dijo cuando empezó a llamarme la atención. Se preguntó si él me había condenado… ¿por qué demonios diría algo así…?”
“Es más fácil verlo si no eres tú quien lo dice, Atsushi,” se encogió de hombros. “No puedo decir qué lo llevó a tomarse esa responsabilidad, pero lo ha hecho.”
“Creo que…” Shinano se puso a pensar. “Tiene sentido. Yagen estaba preocupado por ti, Atsushi. Él quería ayudarte, pero no supo cómo hacerlo. Ahora en el campo de flores, me comentó que intentó ver cómo compartir tu sentimiento contigo… supongo terminó sintiéndose tan cometido a velar por ti que pasó a pensar que fue su culpa al fallar serte de apoyo.”
“Eh… pero…” se retrajo, contrariado. “No entiendo…”
“…” Gotou dio un suspiro y miró a un costado con leve incomodidad. “Ya es lo suficientemente malo recriminarse sin piedad por sus propios errores, pero aceptar culpa donde no la hay es incluso peor. No puedes hacer nada para librarte de ello. Eventualmente, la culpa crece, se tuerce y comienza a acaparar más cosas de las que debería. Es algo que te destruye poco a poco. Tú ya querías responsabilizarte de todo lo malo que Midare ha encontrado en su vida. Es ridículo. Yagen te lo observó, al menos ahora espero que sí estés dispuesto a escucharlo.”
“Sí, comprendo lo que dices, sobre todo hice sentir a Midare muy mal por pensar así. Yo también dije algo muy extraño…” dijo para sí, perdidamente. Se impresionó un poco. “Realmente lo has analizado muy bien, Gotou. Me sorprende que hayas podido leernos tan bien.”
“Pues…” alzó una ceja preguntándose qué había querido decir, pero no era el momento de cuestionarle. Negó. “No, te equivocas. No soy muy bueno leyendo a los demás, mi fuerte es la lógica. En verdad… hablo por experiencia.”
“¿Cómo así?” preguntó Shinano, confundido y algo inquieto. “¿A qué te refieres?”
“Fui quien fue dejado a cargo de los asuntos familiares con el fallecimiento de nuestros padres y tuve grandes dificultades. Fueron tiempos muy duros, casi caemos en la bancarrota, y yo como un niño de nueve años sin saber qué hacer y con todo el peso encima, también creí que todo había sido mi culpa…” desvió su mirada. Mostró decepción, aunque curiosamente algo de distancia e irrelevancia al asunto. “Supongo fue una reacción esperada e inevitable. Igual, casi me destruye.”
“…” Atsushi agachó su cabeza. “Tú realmente la tuviste muy difícil, Gotou. Tanto Yagen como yo habíamos dicho que seríamos quienes ayudaríamos a Ichi-nii y a nuestros padres y tomaríamos las riendas de la familia, y al final tú fuiste quien tuvo que hacerlo…” entonces, se confundió cuando el pelimarrón le agarró de los brazos y le miró con cólera.
“No te atrevas, Atsushi, ya veo que comienzas a sentirte mal por eso. No dejaré que te sientas culpable, ¿de acuerdo?” le regañó y le soltó, para mirar hacia fuera. “Es cierto que sí los resentí un tiempo por su ausencia, pero ya no pienso así. Tsk, a estas alturas sólo tengo reservas con Yagen por la forma en que se portó conmigo más que por otra cosa. El punto es que yo recibí ayuda y ya es algo del pasado. Ahora sólo espero que tú puedas perdonarte.”
“…” le miró en blanco, y sonrió un poco. “Gracias por tus palabras, hermano. Creo que me merezco tu desdén un poco, pero no me parece que me critiques si tú también estuviste en mi mismo lugar.”
“¿Eh? Puedo hacerlo, ¿no? Sigue siendo una mentalidad muy poco saludable,” dicho esto, Gotou sonrió frustrado. “Somos hermanos, creo que eso también me hace un tonto como tú.”
“Heh…” se vio animado y regresó su atención al cielo nocturno. Siguió un corto silencio. “Ahora… sólo espero que Yagen se encuentre bien. Todavía no regresa. Han sido horas.”
“Sí…” Shinano bajó su mirada. “Al menos no puede haber ido muy lejos. Honebami-nii no se lo hubiera permitido.”
“¿Sigues dándole trabajos a nuestro hermano, Shinano?” preguntó Gotou, impaciente.
“Ehh, es que…” sonrió incómodo. “Yagen le escucha a él. Siempre trata de acomodarlo y le da un trato especial.”
“Lo sé, pero igual no andes mandando a Honebami, o bien Yagen puede desquitarse contigo.”
“Uhh lo sé…” hizo un puchero.
“Me sabe mal, que él hubiera intentado responsabilizarse por mí…” observó el pelinegro, todavía mirando hacia las estrellas. “De todos modos, sí suena a algo que haría. Me fastidia ni haberlo considerado en su momento. Yo que solía ser quien podía leerle mejor. Ahora no soy capaz de hacerlo.”
“Acabas de regresar y apenas se han visto los rostros. Estoy seguro que todavía puedes, sólo dale un poco de tiempo,” le alentó el pelirrojo. “Además, Yagen ha demostrado que sí confía más en ti y sí te siente cercano.”
“Sí, o sea, te enlistó a que le ayudes a rescatar y cuidar de Akita y Midare, y ahora en el bosque fue sincero contigo. Él nunca lo sería conmigo,” observó Gotou, encogiéndose de hombros. “Los dos fueron inseparables. Eso no desaparecería tan fácil.”
“Supongo que no…” las palabras del par le dieron algo de esperanzas. Luego de los sucesos que ocurrieron a su llegada, comprendía que su mellizo estaba inmerso en un mundo muy distinto al de los demás, y esperaba al menos llegar a entenderle como una vez lo hizo. “Ahh…” se agarró su frente y negó frustrado. “Hoy ha sido un día muy intenso. Creo que por primera vez estoy pensando en todas estas cosas…” dio un suspiro, apenado. “Ahora veo que Yagen estuvo al pendiente de cómo me sentía, pero no se encontró en una posición en la cual hubiera podido hacer algo. Los dos éramos niños, y como siempre, él intentó hacer más de lo que le correspondía. Si yo hubiera sido más honesto con todos, realmente confiado mis pareceres con nuestros hermanos mayores y nuestros padres, seguramente las cosas habrían ido mejor y ambos no hubiéramos tenido que pasar por todo esto…”
“Bueno, no es que se pueda hacer algo al respecto, tampoco lo pienses mucho,” dijo el pelimarrón, tranquilamente.
“Tienes razón…” era un alivio, realmente podía permitirse no sentirse culpable para variar. “Aun así, si bien me marché con este lamento, mi entrenamiento no fue una equivocación. No es como si hubiera sido infeliz o que este haya sido un completo sacrificio. Sí fue una gran enseñanza y algo que siempre quise hacer. Yo escogí este camino para enfocarme en desarrollar mis habilidades de pelea por deseo personal, por el orgullo que siento por pertenecer a nuestra familia. Fue enriquecedor, me ayudó a formarme en otros aspectos. Ahora quiero poder compartir lo que he aprendido con todos.”
“Sí, yo también espero aprender de ti, hermano,” Shinano asintió, animado al verle retomar su usual fortitud.
“Sólo…” luego de expresarse con decisión y convicción, Atsushi volvió a mostrarse triste. “…hubiera deseado que Yagen no se haya preocupado tanto por mí…”
“Entonces díselo,” concluyó Gotou, directamente. “Dile que estuviste bien, que el pasado no llegó a afectarte completamente y que pese a tus remordimientos sí seguiste con la frente en alto. Si le haces entender que te encuentras bien, él se aliviará.”
“Sí, tienes razón,” asintió y regresó su mirada a la ventana. “¿Pero dónde estará?”
“¿Quién sabe? Como te dije en la tarde, también solía irse todo el tiempo en las vacaciones. Tal vez regrese mucho después de que nos durmamos, pero ya vendrá. Por ser noche, tampoco te recomiendo que lo busques.”
“Lo sé. Nuestros hermanos ya andan preocupados por mí. No quiero salir y causarles más inquietudes tampoco.”
“Eh, pero…” Shinano se preocupó. Los otros dos le miraron y se afligió. “Pues… no puedo decir que lo puedo leer bien, pero sí quisiera que hables con él cuanto antes, Atsushi.”
“¿Por qué lo dices?” preguntó confundido.
“Yagen se cerró por completo cuando nosotros nos presentamos a ustedes, pero hablé un momento con él, y me dio un mal presentimiento. Algunas de las cosas que dijo, cómo las dijo…” frunció el ceño. “Me inquieta. No sé por qué, pero creo que necesita que alguien le hable, y yo ya fallé en hacerlo…” negó y le miró decidido. “Pero tú puedes hacerle ser sincero, hermano. Nunca hubiéramos escuchado su fastidio y parecer de no ser por la conversación que tuvieron. También…” desvió su mirada. “Él musitó algo para sí. Dijo que ya no le necesitabas.”
“¿Eh?” se impresionó un poco y negó impaciente. “¿Ahora qué querrá decir con eso? Entiendo que quiso ser responsable por mí y él tampoco es de incomodar a otros… pero esas palabras me confunden. Suena a que quisiera desligarse.”
“Sí, me dio esa impresión, por las cosas que dijo, el hecho que nunca pudo ayudarte, que la aparición de Midare fue lo que en verdad te salvó. Parece resignado a aceptar que él no hizo ninguna diferencia…” el pelirrojo se deprimió. “Y terminó diciendo que ya no era necesario. No me gustó oír todo eso. Él ya es muy distante de nosotros. ¿Acaso quiere estarlo más?”
“Obviamente,” dijo Gotou.
“¿En serio?” preguntó Atsushi. Tanto él como Shinano miraron al pelimarrón con incredulidad.
“¿De qué se sorprenden? ¿Es que acaso Yagen nunca les ha dicho palabras similares?” se encogió de hombros. “Es casi lo primero que me dijo cuando nos vimos luego de su larga ausencia hace años,” entrecerró sus ojos. “Él rechazó toda responsabilidad de la familia, dijo que no pensaba encargarse de nosotros, que no le necesitábamos, que tenía sus propias aspiraciones. En verdad, me sorprende un poco que continúe apareciéndose para viajes familiares o cuando Ichi-nii le pide que venga, pero presiento que sólo es cuestión de tiempo para que termine por separarse de nosotros por completo.”
“¡No, no quiero eso!” Shinano negó asustado. “Yagen es nuestro hermano. ¡Por favor no lo digas como si no fuera relevante!”
“Shinano, baja la voz,” le reprochó y rodó los ojos. “Y no es que no me importe, pero es algo que he asumido hace mucho tiempo. Yo tampoco lo deseo, pero sería el último que podría cambiarle de parecer…” chasqueó la lengua. “Tsk… siempre ha sido insufrible conmigo y me ha tratado con desdén. Definitivamente le trae sin cuidado lo que pienso.”
“…” Atsushi yacía meditativo, con una mano en su mentón. Él fue despertado por Shinano, quien le agarró de un brazo con ambas manos, a manera de súplica.
“Con más razón quiero que hables con él, es importante,” dijo apuradamente y muy inquieto. “Por favor, tienes que hacer algo. Perdón, yo les causé todo esto. Sin duda venir aquí no debe haberle caído nada bien y ahora temo en lo que esté pensando.”
“…” dio un suspiro y se soltó. “Entiendo. Y pues, Shinano, es verdad que venir fue una imprudencia, pero quizás fue necesario…” sonrió rendido. “Será igual a cómo Yagen y yo lidiamos con el caso de Midare. Tal vez hubo mejores formas de hacerlo, pero al menos nos permitió atender asuntos importantes y todo terminó saliendo bien. Ahora no te preocupes.”
“Sí, está bien…” asintió y sus ojos se pusieron llorosos.
“O-oye…” Gotou se espantó un poco. “¿Qué te pasa?”
“Estoy triste, Gotou-nii, no reacciones así,” explicó Shinano mientras se secaba las lágrimas. “Tengo a tres hermanos reservados y necios a quienes quiero un montón y que nunca se abren con nadie. Ahora déjame desahogarme.”
“Sí, está bien, no te digo que no lo hagas…” alzó una ceja.
“Bueno…” el pelinegro se puso de pie. “¿Por dónde le empiezo a buscar…?”






Ganas no le faltaban de reprender a Shinano por pedirle a Honebami que no le dejara internarse al bosque. Si bien Yagen siempre podría refutar dicho pedido, pudo notar que su hermano mayor, pese a su perpetua inmutabilidad, parecía un poco preocupado por él y le sabía mal darle el estrés adicional de ignorar su bienestar y de meterlo en ese asunto. Honebami ya debía estar lo suficientemente incómodo por haberle pedido que al menos le dejara solo, así que optaría por conformarse con su soledad. Ello le llevó al tejado más alto del club social, donde se sentó y pudo darle la espalda a la casa donde estaban los demás. A simple vista no podrían encontrarle.

Vergüenza era la única palabra que se le venía a la mente al pensar en lo sucedido en la tarde. Había perdido la paciencia y llamado la atención a Atsushi, incluso frente a otros tres hermanos que no había podido detectar. Si bien fueron varias cosas que había esperado decirle, había sido una acción innecesaria de su parte. Seguramente sólo había terminado haciéndole sentir peor sin realmente hacerle entender nada. Aun así, a pesar de su imprudencia, sólo podía alegrarse al haber visto a Midare hacerle entrar en razón. Llevaba tiempo esperando a que su mellizo llegara a una resolución más saludable del pasado, y juzgaba que finalmente podría hacerlo. De ser así, ya no tenía que preocuparse por él.

Era un pendiente menos en su lista antes de lo inevitable…

Lamentablemente, esa no era una visita a la casa familiar y se encontraba encerrado en ese bosque por un día y medio más, de lo contrario ya se habría ido. Con las reservas de Atsushi fuera del camino, esperaría verle reintegrarse a la familia, tal vez no de inmediato, pero iría a ocurrir. Como siempre, observaría indirectamente a sus hermanos mediante los reportes de Honebami, ya que él mismo debía mantener su prudente distancia. Que un científico de Rizembool tuviera más que ver con personas inocentes era una gran irresponsabilidad. En parte se sentía mal al pensar que no podría llegar a conocer a Midare como en algún momento lo hizo, pero no por nada había hecho que Atsushi estuviera mayormente a cargo de él durante su recuperación. Midare ya tenía el suficiente involucramiento con el conflicto, y en el lado opuesto al suyo. Al pensar en ello, sintió un leve cargo de consciencia. Había esperado que esa responsabilidad adicional dada a su mellizo le ayudara a disminuir su culpa del pasado, pero efectivamente, estuvo equivocado. No calculó bien la presión que este pudo soportar.

“…” sonrió un poco. Siempre había sido más fácil lastimar que sanar y él se encontraba en ese mundo como un mal que realmente no era necesario. Apreciaba a quienes querían cometerse a la noble carrera de la medicina o cualquier profesión de servicio social. Admiraba la voluntad de esas personas, sólo podía esperar que ellos tuvieran el poder de llevar a cabo lo que buscaban y cuidar de otros. En su caso… ya no se acordaba qué era lo que estaba haciendo. Tal vez no hacía más que esperar a que las cosas se empeoraran, porque iba a ocurrir. La idea del pequeño niño con intenciones de ayudar a otros que una vez fue le resultaba lejana y extraña.

A veces incluso miraba a sus hermanos y debía recordarse que lo eran…

Tuvo una mínima desorientación espacial y temporal. Por un momento dejó de reconocer al bosque y no se acordó con certeza del paseo familiar. También se olvidó del mes del año y asumió que seguían en las vacaciones. Signos preocupantes como tales le resultaban graciosos a esas alturas. Cuando aparecían se sentía perdido, ligero, podía tal vez olvidarse de la gravedad que le mantenía apoyado en el tejado, preguntarse si era momento de despertar o dormir… la sanidad era tomada por sentado por la gente común.

Sin embargo, no tenía el lujo de disfrutar de su desbalance. Descubrió una de sus manos de sus perpetuos guantes y, luego de inspeccionarla, la llevó a su frente. Empleó su maldición para forzar coherencia en sus pensamientos en lo que silenciaba los innecesarios.



Fue casi como si levitara. Cerró sus ojos, comenzó a perder noción de sus sentidos. Necesitaba apagarlos un momento. Percibió silencio y vacío con una tensión inminente y abrumadora. Tuvo que hablarse con suma paciencia mientras se pedía a sí mismo narrar los más recientes sucesos. El proceso duró bastante poco y un mapa conceptual empezó a manifestarse. Felizmente, había sido apenas un desbalance producto del estrés de ese viaje, algo reparable al entender que todo se encontraba en su lugar. Pese a ello, quedaba un pendiente.

Halló en su mero centro un conflicto personal, uno categorizado como injustificable. Poseía una gran indignación dirigida a su familia. El reconocimiento del primogénito no había sido suficiente. Todos al parecer estuvieron bien en regresar a ese sitio pese a saber lo que dicho lugar significaba, y cuán involucrados se encontraban algunos pocos, quienes tuvieron que ser los últimos en enterarse de aquello que más se asemejaba a un complot. En particular, él mismo había sido llevado por ignorancia global durante el verano, y en vez de que los demás entendieran la realidad, no le mostraron el respeto de al menos consultarle el retorno. Había sido falla de Shinano principalmente, pero tampoco podía darle toda la responsabilidad. Sin contar Honebami, fuera de Atsushi, Gotou y quizás Namazuo, nadie pareció haberlo pensado. Tampoco podía asumirlo, pero era la impresión que se había llevado.

Su conflicto contradecía su usual punto de vista con sus hermanos y su rol percibido en su familia. Yagen de inmediato se recordaba su falta de pertenencia en dicho círculo, el hecho que trataba de desterrarse lentamente y que, por extensión, no debía demandarles ninguna consideración. Sería un pensamiento irracional, aunque seguía siendo una imposición personal, algo parte de su propio status quo, y por lo tanto se recriminaba siquiera sentir esa decepción. Podía incluso argumentar que era su culpa por su ausencia, ya que la misma había llevado a los demás a descuidarle. Tenía perfecto sentido.

Surgió una burla de su interior. Podía reírse de sí mismo por los encuentros de sus diversos pareceres al respecto. Todos tendrían razón y sería capaz de convencerse de cualquiera. Ese momento de desconexión y quietud le permitió verles por separado y alcanzar un tipo de tregua. Se permitió la indignación y molestia, ello no tenía por qué importunar a nadie. Sí fue una ligereza y sí podía amargarse como quien reconocía una falla garrafal de otra persona. No había nada de malo en ello. Aun así, él ya no era como los demás, y por lo tanto, no tenía que pedirles que atendieran su fastidio. Nuevamente se recordó la separación que él mismo había marcado. Empezó a desvanecer su maldición cognitiva para retornar a la realidad luego de reclamar su reconocida estabilidad. Al volver a sentir su propio cuerpo, ubicó su mano todavía sobre su frente y percibió la tensión de su rostro. Sonreía ampliamente, con ironía. No podía olvidarse de lo que en verdad era…

“Soy un demonio…” musitó tranquilamente, con los ojos cerrados. Oyó su voz. Sus sentidos acababan de regresar por completo.




“Yagen…” Atsushi estaba de pie a su costado y le miraba con preocupación e incomprensión.
“…” el doctor se sorprendió levemente y alzó su mirada. No pudo sentirle llegar debido a su desconexión. Se le dirigió con un semblante tranquilo y atento mientras volvía a guardar su mano dentro de su guante.
“Tú…” esa sonrisa que el otro había tenido hasta que se percató de su presencia le había dado escalofríos. La frase que le oyó decir parecía ser una especie de reflejo de lo que guardaba en su interior. “¿…acaso dices esas cosas sobre ti aun si nadie te escucha?”
“Vaya…” Yagen sonrió frustrado. “Te ves inquieto, Atsu. Lamento las molestias.”
“Eh…” ¿cómo podía mantenerse tan nulamente tranquilo?
“Vienes para hablar conmigo, lo imagino. Pues, ¿qué más da? Puedes acompañarme.”
“Yagen…” le miró con reproche, pero aceptó la invitación y se sentó a su costado.

Le perturbaba. Ese día había podido verle perder su inmutabilidad, y fuera de observar a una persona impaciente o fastidiada, fue como si se hubiera percatado de pequeños quiebres en su impecable presentación. Pensó en el comentario que Yagen había hecho sobre observar a alguien importante sufrir sin poder hacer nada para evitarlo. Se estremeció. Atsushi temía que ahora él estuviera en ese lugar y que, sin darse cuenta, miraba a su mellizo quebrarse silenciosamente.

Comprimió sus puños. No podía dejar que ocurriera, por nada del mundo.

“¿Hay alguna razón por la cual buscabas la soledad?” preguntó Atsushi, mirando hacia el bosque. “Creo que los demás ya se han ido a dormir. Al menos espero que no te quedes dormido a la intemperie.”
“Heh, ¿me crees tan descuidado?” sonrió entretenido. “El sueño me elude, pero igual regresaría cuando me sintiera cansado. En verdad no debería sorprenderte que desee estar solo. Va con mi temperamento. Es más, tú podrías compartir mi preferencia.”
“…” desvió su mirada. “Luego de lo de hoy, en verdad que sí. No quiero llamar la atención de nadie y me agobio si tratan de hablarme.”
“Si estás aquí debe ser porque lo que te dije te ha causado preocupación,” se encogió de hombros. “Pues, lo lamento, Atsu. Fui muy duro contigo. No era lo que necesitabas. Tampoco quiero que te preocupes por mí.”
“Ya somos dos…” dijo cabizbajo. “Pero… creo que a veces no es tan malo. Y te equivocas.”
“¿Hm?”
“Sí tenía que oír todo lo que me dijiste. Fue necesario…” frunció el ceño. Cerró los ojos un momento y pasó a mirarle severamente. “Y, también, no creas que tú no me has sido de ayuda, porque no es verdad. ¿Por qué te convencerías de eso?”
“…” le miró atentamente.
“Hoy… me sorprendiste. No me había dado cuenta de tu parecer. Me frustra pensar que todo este tiempo yo anduve enfocado en algo que no debió consumirme y en mi propia posición. Mientras tanto, tú más estuviste al pendiente de mí, y yo no te regresé esa consideración. También…” miró perdidamente hacia abajo. “…tú pudiste descifrar lo que cargaba, mis remordimientos, mis pareceres, mis temores, mi irracionalidad de lastimarme por lo sucedido. Me hiciste escuchar todo lo que tuvo que haber sido familiar para mí… creo que nunca antes me había sentido más comprendido, ni por mí mismo…”
“…”
“El hecho que hayamos encontrado a Midare y que este se haya reintegrado a la familia también ayudó a aliviar mi culpa, pero no es lo único. Demonios…” se dio un facepalm. “Todo este tiempo te la has pasado manteniendo el contacto conmigo y preguntándome varias cosas. Ahora que he regresado, veo que ya no andas tan al pendiente de mí. Por la conversación de la tarde, ya veo que has estado preocupado por mí todos estos años…”
“No lo pienses mucho,” el doctor se encogió de hombros, tranquilamente. “Eres un poco cabeza hueca y te enfocas demasiado en tus quehaceres. Si no te hacía recordar de vez en cuando que tienes una familia, fácil hubieras pasado largos periodos de tiempo sin darnos señales de vida. Tampoco es que haya algo extraño en mantenerse en contacto con alguien.”
“Presiento que no has sido así con los demás. Shinano me ha dicho que te has vuelto distante.”
“Shinano no para de enviarme mensajes, es el caso opuesto,” dio un suspiro. “Más bien debería pedirle que me deje en paz.”
“…” ya veía que no podía seguirle la corriente o le haría olvidarse de lo que quería decirle. Mejor iba al grano. “El punto es que no creo que hubiera podido escuchar a los demás si no recibía esa llamada de atención de tu parte. No me había dado cuenta que los estaba involucrando a ustedes, que estaban tan preocupados por mí y que hacía mal al exigirme, ya que sólo les estaba causando incomodidad.”
“Es fácil olvidarse del impacto que uno tiene en otros. No vivimos solos en este mundo, pero con frecuencia no pensamos en los demás al formular nuestros propios caminos. Es algo que ocurre,” se encogió de hombros y le miró con leve escepticismo. “Ahora espero que tu enfoque de atenderte y dejar los remordimientos ir sea por un genuino interés de cuidarte a ti mismo, y no otro intento más de velar por nosotros, Atsu.”
“Eh…” se quedó en blanco un momento y entrecerró sus ojos con leve autodecepción. “No puedo decir que no es en parte mi motivación, pero sí sé que he estado mal. Igual, tomará un tiempo cambiar mi modo de pensar…”
“Es entendible.”
“Ahora…” comprimió sus puños y le miró decidido. “Tú no eres quien me condenó a velar por otros, Yagen. Recuerdo bien esa noche en el campo de flores. Estaba cometido a quedarme ahí sin importar lo que me dijeran para buscar a Midare. Lo que me dijiste me hizo ver que no podía hacerlo, que teníamos a tantos hermanos y que no podía abandonarlos…” bajó su mirada. “Es cierto que terminé dándome una gran culpa y convenciéndome a entrenar e irme para ser más fuerte y no volver a fallarles, pero tú no fuiste parte de esa conclusión personal. Más bien, tú me alentaste, hiciste ver que no estaba solo y tus propias metas de ser un doctor me impulsaron a seguir adelante, por más duro que pudiera ser.”
“…” mostró leve pena. No se le veía convencido.
“Pero he estado bien. Pese a lo sucedido, pese a que me fui y continué huyendo del pasado, sí he podido seguir con mi vida,” llevó un puño a su pecho, con decisión. “No pienses que escogí un camino muy duro, que no he podido vivir conmigo mismo, o que tú tuviste alguna culpa. Eso no dependió de ti. Ya has dicho que soy un cabeza hueca, yo fui quien me convencí de eso,” sonrió con torpeza. “Tal vez Gotou siempre tuvo razón sobre nosotros, Yagen. Somos un par de imbéciles. Nos hemos creído estas cosas que sólo han servido para lastimarnos, por más que no hayamos tenido una verdadera responsabilidad. Y tú también seguiste adelante, hermano. Admito que sí me gustaba recibir tus mensajes sobre tus trabajos e investigaciones de medicina. Eres muy inteligente y un gran profesional. No por nada nuestros hermanos se recobraron en tan poco tiempo.”
“No…” sonrió frustrado y negó. “No fui el doctor principal de cada uno. A decir verdad, justo pensaba que cometí un error. Te di demasiada responsabilidad. Cuidar de Midare se te hizo muy difícil y los dos corrieron un gran riesgo esa noche. Pude haberlo hecho mejor.”
“Eso no importa, todos hicimos lo que pudimos, Yagen. No te sientas mal,” le afirmó seriamente. “Y sinceramente, no hubiera sabido qué hacer sin ti. Yo habré estado más tiempo a cargo de Midare, pero tú me aconsejaste. Me hiciste entender el estado de pánico de nuestro hermano y evitaste que le alterara más en varias ocasiones. Tal vez le habría espantado de no ser por el espacio que le diste.”
“Pues…” sonrió con leve ironía. No podía refutarlo.
“Pero ya, suficiente de roles y formalidades. Midare ya me pidió que seamos hermanos y sé que es algo que todos quieren. No estoy aquí para evaluar cómo funcionamos para los demás. Tú mismo me has renegado por pensar así…” dio un suspiro. Su firmeza se mantuvo, pero le miró con incredulidad. “¿Por qué dirías que no te necesitamos? Tú eres quien condena esa mentalidad, pero es como si sólo buscaras sernos de ayuda.”
“…” cerró sus ojos, manteniendo su sonrisa. “Entiendo que has hablado con Shinano…”
“Con Gotou también. Y pues, a diferencia de ellos, creo saber de dónde vienen tus intenciones de apartarte de nosotros. Vi demasiado en pleno rescate de nuestros hermanos, y apenas presiento que es la punta del iceberg…” apretó los dientes. No podía ni imaginarse todo lo que su hermano había tenido que presenciar para haberse tornado tan ilegible e inmutable. Yagen podría haberle asegurado que no debía de preocuparse por él, que no iría a perder la ‘batalla psicológica’ en la que vivía, pero dudaba que fuera el caso. “Tú quieres mantener a nuestros hermanos alejados de lo que sea que haces en Rizembool. No tengo idea de qué será aparte de lo que vagamente me explicaste ese día, pero debe ser más escalofriante de lo que presumo.”
“…” no se inmutó y siguió oyéndole con los ojos cerrados.
“Tsk…” se sentía incapaz de alcanzarle. Ni sabía qué decirle al respecto. “No sé qué te mantendrá aferrado a Rizembool. Quisiera sacarte de ahí. Soy un ajeno e ignorante al asunto, y si se trata de un lugar tan terrible, hacer algo sólo podría causarnos problemas a todos. Tch… como mínimo, al desconocer el caso, quisiera saber si esta aprehensión tiene sentido.”
“Hmhm…” rió por lo bajo. “Puedes decir que sí…”
“En fin…” tuvo que contenerse de molestarse con él. Su mellizo no respondía o incluso tomaba el pelo a quienes le trataban con fastidio o agresividad. “No puedo hablar sobre eso. No es algo que pueda atender en el presente, aunque no lo olvidaré, pero ahora…” agachó su cabeza con desdicha. “…temo la idea de que algún día decidas abandonarnos y desaparecer. Conociéndote, es algo que harías para resguardarnos, o tal vez porque creas que no eres más que un estorbo para nosotros… si paras llamándote demonio y confirmándolo espontáneamente en voz alta, es algo que ya tienes internalizado, y algo que te haría creer que no nos mereces…” hundió sus ojos en sombras. “No es justo, Yagen. Yo también he esperado demasiado tiempo para volver a verte.”
“…”
“…” el silencio era una especie de confirmación a sus sospechas. “Ahí te puedo preguntar lo que tú me preguntaste. Si tú alguna vez fueras a pensar que eres desmerecedor y que no has hecho nada por nosotros, ¿qué hemos hecho nosotros por ti? ¿Qué he hecho yo para que siempre hayas tenido que ser quien me aguantara y para que hayas estado tan al pendiente de mí? Y yo que fallé en darme cuenta…”
“Atsu…” el doctor abrió sus ojos. Borró su sonrisa y miró hacia el bosque. Le conocía lo suficiente para leer las emociones de su voz. Su hermano estaba afligido.
“Ya sé que no puedo andar culpándome y dándome cargos de consciencia, pero olvidémonos de todo eso. No creo que sea capaz de superar la pérdida de otro hermano y menos si se trata del más cercano a mí. Sin duda no lo aceptaría si fue más que un accidente y el producto de un lugar tan horrible y detestable…” comprimió sus puños con fuerza. “No me atrevo a pensar qué podría llevarte a tomar una elección así. Ni es algo que tú querrías en el fondo.”
“Tranquilo,” le pidió, mirándole de reojo. Si fuera cualquier otra persona, rechazaría sus teorías, pero curiosamente no podía forzarse a hacerlo con él. Lamentablemente, decía la verdad, pese a que no sabía cómo ni cuándo esa separación iría a suceder. Las palabras de su hermano sólo hacían que esa inevitabilidad fuera más difícil.
“No me digas que me tranquilice si es el caso. No haces más que darle validez a mis palabras. Tu silencio no miente, Yagen,” protestó. Alzó su cabeza para dirigírsele con determinación. “No dejaré que suceda. Encontraré la forma de hacerte cambiar de parecer. Tal vez ya no tengas las intenciones de ayudar a Ichi-nii con los asuntos familiares, pero eres nuestro hermano. No nos abandonarás y no permitiré que hagas algo que también te lastimaría a ti.”
“…”
“Sobre todo, no perderé a mi mellizo a Rizembool, me niego a ello,” asintió. “Yagen, no te diré que tú eres necesario para nadie, porque no eres un instrumento. Te mereces más respeto. Aun no sé qué te traes a espaldas de nosotros, pero te conozco bien y nada nunca te invalidaría.”
“…” Yagen le miraba y no evitó sonreír un poco.
“…” se impacientó. “Hablo en serio. Pase lo que pase, no cambiaré mi opinión sobre ti. Eres un iluso si crees que te puedes separar de nosotros. No sería el único que se opondría…” se dio cuenta que caía en una riña, por más que hacia un esfuerzo consciente de no hacerlo. No podía conversar con él de esa manera. Tampoco eran sus intenciones principales. “No, no estoy aquí para pelear, ni reclamarte nada. Olvídalo…”
“Parece que conversar conmigo no te está haciendo bien,” observó tranquilamente. “Desiste, mejor ve de regreso. Les daré el alcance más tarde.”
“No…” negó y miró al cielo. “Me quedaré aquí a acompañarte hasta que te aburras. El silencio y la soledad te harán más bien a ti que a mí, pero sospecho que ya has tenido demasiado. No quiero que te olvides que la compañía también es agradable.”
“Como quieras…” se encogió de hombros. “Que te conste que eres tú quien se anda amargando solo. No estoy haciendo un esfuerzo consciente para molestarte.”
“…” le miró con reproche. “No te sorprendas que la gente se fastidie contigo cuando les rindas poca importancia. Ya veo por qué Gotou para perdiendo la paciencia contigo.”
“Heh, siempre me ha resultado divertido fastidiarle. Es algo que tú también solías hacer.”
“Ya no somos niños, no seas tan malo con él. Gotou parece resentirte.”
“Es inevitable,” sonrió frustrado.
“…” reconoció nostalgia en su expresión. A pesar de la pelea que sus hermanos tuvieron hace años, la idea que Gotou tenía sobre ser menospreciado por Yagen no era verdad. Se perdía de mucho, pero eso sí sabía con certeza. “Eres injusto, Yagen. Nuestro hermano nunca entenderá que sí le importas si no eres honesto con él. Será que todavía puedo leerte un poco.”
“Soy injusto, tienes razón,” admitió con leve entretenimiento. “He decidido ser así con él adrede. No esperes que cambie.”
“Ya veo que te has vuelto un mayor ensarte con mi ausencia,” dio un suspiro. Nostalgia, también la sentía. Siguió un corto silencio, uno que le hizo sonreír rendido, aunque con tranquilidad. “Aun así, por más pesado e insufrible que seas, realmente te extrañé. Sólo hablar contigo me hace darme cuenta cuánto lo hice.”
“Es extraño que llegues a esa conclusión luego de todo lo que he estado diciendo,” observó el doctor, mirando al cielo. “Tal vez tú tampoco tengas remedio.”
“Puede ser…” era una dicha turbia, una que también le invocaba tristeza. Parte de él estaba dispuesta a creer que su hermano realmente desaparecería, que aquel momento no era uno de encuentro, mas de despedida. Sacudió su cabeza y miró al otro, decidido. “Pero eso no quiere decir que me rendiré, Yagen. Tal y como le hice una promesa a Midare, te haré una promesa a ti. Pase lo que pase, te prometo que siempre estaré de tu lado.”
“Atsu…” Yagen le miró de reojo, con desapruebo, y negó. “Aprecio el gesto, pero no deberías hacer afirmaciones tan irresponsables. No soy merecedor de esa dedicación.”
“Te conozco lo suficiente para saber que lo eres. Si piensas lo contrario, tendré que hacértelo recordar,” afirmó y asintió con fuerzas y una firme sonrisa. “Haré que creas en ti mismo. Olvidemos todo lo que ocurre a nuestro alrededor o el hecho que seamos cercanos a un lugar como Rizembool. Tu mera esencia es la de una persona increíble.”
“…” el otro se vio algo incómodo por esas observaciones y dio un suspiro para llevar una mano a su mentón y pensarlo tranquilamente. “…sí me pregunto qué será aquello que nos hace a cada uno de nosotros individuales, ese aspecto irremplazable. No obstante…” sonrió con ironía. “Te aseguro que no soy alguien por quien deberías sentirte cometido a apoyar incondicionalmente.”
“Ahh, quisiera saber de dónde sale esta necedad. De nuevo, acabo de regresar y no puedo hablar sobre las cosas que no sé…” se lamentó. Su frustración le duró poco y pasó a expresarse con seriedad y seguridad. “Aun así, lo que sí sé con certeza es que no me rendiré contigo, porque lo vales, y porque, como dije antes, mi vida no sería lo mismo sin ti.”
“…” mostró cierta sorpresa en sus ojos por su honestidad. Esta se deshizo en fastidio. “Tch, no digas tonterías, Atsu.”
“No lo son. Nosotros fuimos inseparables de niños. Habremos estado separados mucho tiempo, pero todavía eres muy cercano a mí. Te agradezco por siempre andar al pendiente de mí y comentarme cosas a distancia,” sonrió frustrado. “Estoy seguro que en algunos momentos te habré pedido que no seas insistente al cuidar de mí o me habré molestado contigo, pero de igual modo lo aprecio mucho.”
“…”
“Tampoco sé qué sería de mí sin tus observaciones o consejos. Heh, en nuestro grupo de cuatro hermanos, eres necesario. Te aseguro que ni Shinano ni Gotou querrían que te fueras. Nos das balance. Bueno,” se encogió de hombros. “A veces desbalance cuando quieres ser pesado, pero hasta eso es necesario.”
“…” su fastidio empezó a desistir y bajó su mirada, meditativo.
“Y ahora que estoy aquí, quiero ver cómo nos llevaremos con todos y entre nosotros. Seguiremos jóvenes, pero ya somos adultos, ¿no? Eso va a cambiar algunas cosas,” dicho esto, Atsushi rió un poco. “¡Haha, todavía no me creo que me invitaste sake en el hospital! Si tú no estás, ¿con quién compartiría sake? No hay forma que lo haga con Fudou, a él sólo le cae mal.”
“…”
“Siendo sinceros, yo también hubiera querido una bienvenida distinta. Esperaba ver que todos estuvieran bien, que la familia siguiera unida y que pudiera acoplarme a ese status quo luego de cumplir mi servicio militar, ¿pero qué se puede hacer?” preguntó al aire, con una sonrisa apenada. “Pero sería muy caprichoso de mí decirlo. No es como si hubiera podido ayudarles para evitar que las cosas fueran a complicarse.”
“Atsu…” le miró con leve reproche.
“Sí, sí, ya lo entiendo, ya varios de ustedes no quieren que me ande culpando, y realmente no es mi culpa ni la de nadie, sólo decía,” negó tranquilo. “Pero, si hay cosas que tienen que atenderse, con más razón he tenido que regresar. Esta vez sí pondré de mi parte y sí estaremos todos juntos en esto. Al menos,” asintió y le extendió una mano a su hermano.
“…” este la miró, confundido. “¿Qué haces?”
“¿Cómo que qué hago? No pudiste darme la bienvenida en medio de la búsqueda de nuestros hermanos, pero ya lo hemos resuelto. Ahora sí,” afirmó y le sonrió. “¡Vamos, Yagen! Solíamos sacudir nuestras manos todo el tiempo. Estoy en casa, siento la demora.”
“…” le observó perplejo, pero no evitó sonreír rendido. Luego del desahogo, veía a su mellizo alegre y despreocupado, como siempre había sido. Se encontraba bien, a pesar de todo. No podía pedir más que ello… “No veo tus buenos ánimos desde hace demasiado, Atsu. Ello es motivo de celebrar. Qué más da… bienvenido.”

Los hermanos chocaron sus palmas, lo cual terminó en un fuerte apretón de manos. Al realizar ese saludo que los dos habían compartido desde siempre, Atsushi notó algo adicional. Pudo sentir por un momento que su mellizo estrujó su mano un poco más de lo usual. Fue casi como si inconscientemente se hubiera apoyado en él, lo cual duró muy poco. Ello bastó para informarle que su hermano sí debía estar cargando con demasiado, aunque a su vez significaba que había podido alcanzarle, por más mínimo que habría sido.

“Descuida, Yagen, tú no estás solo,” dijo decidido, apretando el agarre. “Nunca lo olvides.”
“¿Ahora de dónde habrá venido eso?” comentó frustrado y se soltó. “Me alegro que te hayas podido librar de tus penurias, pero no me involucres a mí en ello.”
“Te harás el fuerte, pero tú también estás cansado y agobiado como yo. Ya me di cuenta,” dijo frustrado. “Y yo y nuestros hermanos te vimos perder la paciencia en el campo de flores. Ahh,” negó frustrado. “Qué terrible. Luego de esto se harán la idea que somos unos sensibles.”
“Pues…” se ensimismó, aunque no llegó a contemplarlo ya que el otro le dio una palmada en la espalda.
“Haha, bromeo, ¿qué haces tomándotelo en serio?” dijo amenamente. “No creo que te importe mucho lo que otros piensen de ti, pero sí lo haces con la familia, ¿verdad?”
“Ya veo que no soy el único pesado entre nosotros,” le recriminó, frustrado.
“Oye, al menos tú no te pusiste a llorar. Yo sí espero que nuestros hermanitos no se preocupen por mí. Pero…” sonrió aliviado. “Ya no tienen que hacerlo. Me siento ligero. He podido descargar un poco lo que llevaba e iré desahogándome del todo poco a poco. Ahora quisiera que siguieras siendo honesto conmigo y dándome llamadas de atención cuando me las merezca.”
“No creo que deberías pedirme eso, Atsu,” observó el doctor, mirándole juiciosamente.
“Ah, sí, creo que ya me arrepiento de pedírtelo,” frunció el ceño. “Pero igual, cuando quieres ayudar a otros, sabes como hacerlo. Si te pones pesado conmigo, sólo tendré que retornarte el favor, así que ni lo intentes.”
“Heh, creo que me subestimas,” Yagen sonrió entretenido y se levantó. “Creo que ha sido suficiente. Me siento cansado. Vayamos de regreso.”
“Eso fue rápido,” también se puso de pie. “Pero mejor, nos viene bien levantarnos temprano.”
“Comprendo que eres de dormirte y levantarte temprano. No es un mal hábito.”
“Y tú serás mi opuesto, por cómo me dijeron que te ibas al bosque a altas horas de la noche.”
“Casi,” se encogió de hombros. “Me levanto temprano igual. El sueño me evade. Reconozco que rara vez duermo lo suficiente.”
“Eso está muy mal, Yagen. Tú que eres doctor lo sabes bien.”
“Sí, no necesitas decírmelo,” sonrió con ironía. Si tan solo pudiera dormir mejor, tal vez no tendría sus ocasionales desbalances, pero no podía hacer nada al respecto.

Los dos iban a tomar el camino de regreso para salir del tejado, pero apenas se giraron y reconocieron a Gotou y Shinano caminando hacia ellos. El primero le servía de escolta al segundo, quien andaba abrazado de su hermano por un temor de caerse.

“¿Eh? ¿Qué hacen aquí?” preguntó Atsushi.
“Shinano insistió. Yo esperaba dejarles hablar, pero él andaba preocupado,” contestó Gotou, frustrado en lo que se acercaba. Miró de reojo al pelirrojo. “Lo difícil ya pasó, no tienes que aferrarte tanto.”
“Ihh, es fácil para ti decirlo. El techo tiene una pendiente y no soy tan hábil como ustedes,” observó asustado. Ni bien se acercaron más, Shinano se soltó de él y de inmediato fue donde Yagen para abrazarle de un brazo. “¡Hermano!”
“Tsk, ¿qué haces?” se quejó este, quien se resignó a recibirle ya que el otro no parecía seguro de su propio balance.
“Yagen, ¿estás bien? ¡Perdón por venir al bosque, perdón por el mal rato!” dijo mientras le abrazaba con fuerza. El hermanito hasta apoyó su cabeza en su hombro. “¡Por favor no te alejes de nosotros! ¡Eres muy especial, eres nuestro hermano!”
“¿Qué dices, Shinano? ¿Qué hay con esa reacción?” dio un suspiro y miró a los otros dos con reproche. “¿Se podría saber de qué han hablado? ¿Por qué lo inquietan?”
“¿Por qué nos lo preguntas? Tú eres quien le ha estado preocupando,” Gotou alzó una ceja.
“Yo no lo dejé así en la tarde. Apuesto a que le han dicho cosas que le han asustado…” negó. “En fin… justo estábamos por regresar, Shinano. Descuida, me encuentro bien.”
“¿Seguro?” le preguntó con los ojos grandes y curiosos.
“Sí, ahora deja de actuar así. Al menos no me sujetes el brazo con tanta fuerza.”
“¡Pero estamos muy alto!” exclamó abrazándole con más fuerza y cerrando sus ojos.
“Tch…” ganas no le faltaban de expulsarle.
“Ya que todos estamos aquí, les tengo una propuesta,” Atsushi sonrió con energías y miró a Gotou. “¿Recuerdas que me dijiste que querías pelear contra mí?”
“Sí, ¿qué sugieres?” preguntó confundido por sus repentinos ánimos.
“El descanso nos hará muy bien, pero nada cura los males mejor como un poco de ejercicio,” golpeó un puño en una mano. “Comencemos el día temprano con una pelea de todos contra todos. ¿Qué les parece?”
“¿Eh? P-pero…” Shinano le miró intimidado.
“Heh, acepto,” Gotou asintió y sonrió desafiante. “Hora que me enseñes el producto de tu entrenamiento, Atsushi.”
“¡Por supuesto! ¿Qué dices, Yagen?”
“Como digas, sí puede irme muy bien,” dijo rendido. La conversación que acababa de tener le había hecho bien, y fuera de velar por sí mismo, no le costaba entretener a sus hermanos. Le venía bien un corto descanso de sus pensamientos, para variar.
“¡Bien, está decidido!” asintió.
“Eh…” Shinano dio un pesado suspiro. “Por favor no sean muy malos conmigo. Yo apenas puedo pelear.”
“Sólo da lo mejor de ti, Shinano. Ya lo sabemos,” contestó Gotou. Entonces, le miró severamente. “Pero eso no quiere decir que no te lo tomes en serio, ¿de acuerdo? Aprovecha cada momento para hacerte más fuerte. Y no nos temas, somos tus hermanos.”
“Uhh, dices eso, pero ya los veo siendo duros como siempre…” hizo un puchero.
“Ya, ahora a dormir, que nos levantamos con el alba,” dijo Atsushi.
“¡¿E-el alba?!” el pelirrojo se espantó.

Después de ese acuerdo, los cuatro hermanos regresaron a la casa para finalmente conciliar el sueño. Había sido un día pesado y movido, pero pese a las penurias, terminó con un tono esperanzador. El futuro podría ser incierto y lleno de conflictos y temores, aunque estos tal vez no eran inevitables.


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #707: October 24, 2020, 07:20:33 PM »
Para iniciar el mes.

Los primeros días de Ruggie fueron toda una controversia para el grupo de amigos de Nene. La joven HiME no sabía dónde podía alojar momentáneamente a su Child sin que alguien descubriera la verdad sobre éste y, por ende, su secreto de ser HiME, por tanto, estaba totalmente descartado ocultarlo en uno de los templos de los Kise o los Nakiri. Aoi se había ofrecido a alojarlo unos días, pero nada más dejada la propuesta se enteró por la tarde que su tía y sus primos vendrían a quedarse en su casa mientras se mudaban a una nueva casa. Hanako inexplicablemente no se había pronunciado al respecto, pocos sabían en realidad si tenía una casa o vivía debajo de un puente, pero por algún motivo muy sano todos decidieron ignorarlo. Increíblemente Ciel fue el que le dio alojamiento al Child por un par de días, después de los miles de súplicas de Nene quien le rogó que el Lancaster tuviera a Ruggie en una de sus innumerables habitaciones de la Mansión de la orilla del mar donde vivía con su tío, el profesor Vincent Lancaster.
Para Ciel fue todo un desafío esconder a Ruggie en la mansión. Si bien era enorme y cualquier vagabundo podía habitar allí sin que alguien se diera cuenta, su tío Vincent había estado más pendiente de los detalles de la mansión desde que Cain se había vuelto loco con la limpieza del lugar. Tal parecía que Vincent quería mantener el orden al menos por un tiempo por si su sobrino mayor deseaba ir a visitarlo.
Si era descubierto con Ruggie, Ciel podría inventar que era un amigo, pero había dos grandes obstáculos: Uno, nadie le creería que tenía un amigo. Dos, ¿cómo explicaba lo de las orejas de animal de Ruggie?
Finalmente, Nene había optado por traer de vuelta a Ruggie para no poner en evidencia a Ciel. Sin otro remedio, fue a hablar con la directora de Hanasaki y explicarle la situación. La primera solución dada fue inscribir de algún modo no oficial a Ruggie en Hanasaki para justificarlo como estudiante, gracias a esto se le pudo asignar una habitación que le dan a los estudiantes de intercambio. El detalle que debían cuidar era cubrir constantemente las orejas de Ruggie para no levantar sospechas sobre su procedencia. Todo eso podría evitarlo si contaba a todo el mundo que era HiME, pero Nene no estaba lista para ello.

—Nene, ¿vamos por más helado, sí? — Ruggie acababa de terminar con su helado, pero el calor le provocaba desear un poco más. El chico usaba un hoodie blanco con capucha para cubrir sus orejas.
—Sí, me parece bien. — Nene asintió, sonriéndole a su Child. —¿Te divertiste en tu estadía en la casa de Cieru-kun?
—Aham, vive en una mansión muy grande e interesante. Es un lugar bonito… Aunque el enano tiene muy mal carácter y estuve un poco aburrido de mantenerme quieto y escondido. 
—¿L-le dijiste enano?
—¿Yo? — Ruggie se hizo el desentendido. —Creo que te confundiste. — le sonrió.
—Ah, Ciel es un anciano en el cuerpo de un niño. — comentó Hanako, quien caminaba detrás de ellos con las manos detrás de su nuca. Durante todo el camino había estado en silencio.
—Hanako-kun, has estado muy callado en todo el camino.
—Estaba entretenido escuchando las aves cantar aprovechando que estamos cruzando el parque.
—Ruggie, ¿viste… a algún familiar de Cieru-kun?
—¡Sí! Vi varias fotografías con muchos Lancaster. Te sorprenderás, Nene, todos son iguales. A excepción de los pocos que se parecen a Ciel, el resto son fotocopias rubias y de ojos azules.
—¿Pero viste a alguien en vivo y directo?
—Ah, no. Sólo vi de lejos al tío de Ciel, pero me obligó ocultarme para que no me viera.
—Nene-chan está decepcionada porque no viste a Henry, el hermano mayor de Ciel. Lo triste es que ella no entiende que su amor jamás será correspondido.
—¡S-SSSshh! — las mejillas de la joven se tintaron de rosa.
—¿Te gusta el hermano mayor de Ciel? — Ruggie parpadeó confundido. —¿Cuál de todos?
—El rubio más alto. Nene muere por el señor Henry.
—¡No le llames Señor Henry! ¡Lo haces sonar como si fuera un anciano!  ¡Además! ¿Quién dice que no sea correspondido? ¿No ves que Ruggie es rubio? ¡Tal vez sea mi Child con Henry y no contigo!
—¿C-cómo va a ser Child del señor Lancaster si no sabe de tu existencia? Es imposible que sea su Child si él no es tu Key.
—¡Quizá sí es mi Key sólo que no lo sabe aún! Así como todavía no sabe que es mi marido en secreto.
—Nene, parece que te está afectando mucho el calor. Mejor si vamos por más helado. — Hanako sintió un leve tic en su ojo.
—¡Genial! — Ruggie celebró. —Está agradable el sol y me encantan los helados.— alzó la mirada y cerró los ojos sintiendo el cálido tacto de la ola de calor.
—Ruggie, veo que te gusta mucho este tipo de clima. Tal vez podríamos ir a la playa algún día.
—Suena bien, ¿irán más personas? Podríamos jugar todos juntos.
—¡Sí, por supuesto! — Nene lo abrazó del brazo casi colgándose del más alto. Le había enternecido ver lo feliz que podía ser Ruggie con algo tan sencillo.
—…— Hanako los miró celebrar a lo lejos. A veces le daba la impresión que Ruggie no era tan inocente como Nene creía y quizá tenía un doble sentido más desarrollado. ¿Sería que estaba actuando su inocencia o verdaderamente había olvidado todos sus recuerdos y personalidad?
—…— Ruggie ladeó el rostro dándole un vistazo de reojo brevemente a Hanako, la sonrisa que le regalaba a Nene se borró y Hanako pudo sentir que una mirada fría y cortante fue dirigida para él. Eso le generó una extraña angustia.
—¿Qué sabor quieres, Hanako-kun? —
—…Cualquiera está bien. — Dijo el pelinegro saliendo de su ensimismamiento. Ruggie volvió a mirar con felicidad a Nene.
El grupo de jóvenes abandonó el parque y cruzó la calle para entrar a una heladería.

Quizá la gran cantidad de dulces, caramelos y demás porquerías en su helado le causarían un coma diabético, pero no se atrevía a despreciarlo puesto que la joven se había ilusionado un montón al pedirle su “helado favorito”.  En efecto, era su helado favorito, pero de los quince años, al pasar el tiempo las bombas azucaradas comenzaron a hacérsele un poco empalagosa, mantenía el favoritismo por el helado de pistacho con marrasquinos y tapioca, pero le sacaría todo el caramelo y dulces demás y los reemplazaría por más marrasquinos con fondo de licor amaretto.

—¡No me he olvidado de tus preferencias!— festejó la joven peliplateada en frente suyo, con una hermosa sonrisa.
—Le has acertado como siempre, jé…— Si eso la hacía feliz, tendría que aguantarse y comer todo ese empalagoso helado, ¿qué diablos tenía en la cabeza en su adolescencia para tener esos gustos tan extremos?
—Por cierto, gracias por hacerte un tiempo y aceptar juntarte conmigo unos momentos. Sé lo ocupado que estas en el presente con todos tus compromisos y aun así has dejado un poco de tiempo para estar conmigo. Gracias, Sasara.
—No agradezcas nada. ¿Cómo te iba a decir que no? Aunque tenga compromisos, siempre me voy a hacer algo de tiempo para estar contigo cuando quieras. Eres como una hermana menor para mí.
—Lo sé. — Nemu le sonrió asintiendo con la cabeza, feliz. Agradecía que, pese al tiempo y a las circunstancias, el vínculo con Sasara no se haya perdido. La peliplateada untó la cuchara en su helado de fresa y probó un poco. —¿Qué tal ha ido todo contigo? Vi una noticia tuya en uno de esos blogs de farándula donde decía que saliste con unos chicos a un club muy importante. Veo que tienes nuevos amigos.
—Oh, sí. Eso fue hace un tiempo… Bueno, seguramente puedes tener un poco de idea de quienes son puesto que todos son un tanto famosos. Momose Sunohara es un Idol y Momose Sakurai es un seiyuu. El otro chico, Asmodeus, hace poco inició en el mundo de la moda y la música aquí en Tokyo. Quizá no sabes mucho de él porque lleva poco en Tokyo y recién ahora está empezando.
—Asmo es mi compañero de carrera. Sí lo conozco, tiene talento para hacerse notar. Aunque jamás he cruzado palabra con él, llama mucho la atención entre mis compañeros.
—Mh, mh.— Sasara asintió y luego  se quedó unos momentos pensando en ese joven extranjero, sin duda brillaba a donde fuera.
—¿Pasa algo con él?
—No, nada. Sólo pensaba en que tiene una personalidad muuuuy llamativa. Sin duda va a tener mucho éxito en el mundo que quiere alcanzar.
—No has provado tu helado.
—¡Ah, cierto! Es que estaba muy distraído contigo. — probó un poco de helado, la joven seguía mirándolo con atención, ilusionada por creer que aún podía alegrarlo al conocer sus “gustos” Sasara no tuvo otra opción que comer unas cuantas cucharadas más hasta que vio la satisfacción completa en los ojos de Nemu. —Me encanta esto. — mintió. Sentía que se moriría de tanta “dulzura” —En fin, cuando me mandaste un mensaje dijiste que tenías algo importante que contarme y que sólo me lo podías contar a mí. Dime, ¿qué es? —
—Pues…—
—Nemu, ¡¿no me digas que tienes novio?! ¿es eso? — Fue lo primero que pensó y que podía ser tan importante de contar, ya que Nemu, cuando era pequeña, juró que no tendría un novio sino hasta alcanzar todos sus sueños.
—N-no. Eso no. — La cara de Nemu fue digna de retratar. —Es algo mejor, sin duda. Por primera vez siento que mi voz es escuchada y que el poder femenino se está haciendo presente en una sociedad que aún se mantiene muy machista y sobre todo en Rizembool. Estoy convencida que cambiaremos todo el paradigma con esto.
—¿Qué es?
—Sasara, soy Princess.
—¿…Q-Qué? — el joven se mantuvo en un shock momentáneo. ¿Princesa de qué? Pero después de analizar todo el discurso empoderado que dio Nemu previamente era imposible que estuviera precisamente feliz por ser la princesa de un baile o algo por el estilo. —Nemu…— dejó la actitud superficial de lado y su tono fue un poco más serio. —¿No me digas que eres de esas Princess que ayudan a los Rebels?
—Soy una de ella, pero sin duda nuestra importancia va más allá de ser una simple auxiliar de los Rebels. Estoy convencida que tendremos un rol de peso en todo esto, las Princess por fin están ganando el lugar que mere——
—¿Te das cuenta que es demasiado peligroso en lo que te has metido? —
—Tranquilo, estudie antes de dar un sí. Sé que es peligroso, pero nuestra guía nos enseñó bien y sé que puedo ser bastante fuerte.
—Nemu, me preocupa que te pase algo.
—¡Eso no pasará! De hecho, el ser una Princess me hace sentir que por fin puedo depender de mi misma y no correr hacia mi hermano cada vez que tenga miedo. Puedo cuidar de otras, de otros y, por supuesto, si algún sujeto te amenaza o algo iré a ponerlo en su lugar.
—Ya no estoy en ese mundo hace mucho tiempo…— sabiendo que Nemu se refería a su anterior vida como ex pandillero.
—Eres al primero que le cuento esto. ¡Espero que mantengas mi secreto! Porque dentro de lo pronto las Princess daremos una entrada triunfal ya que la mayoría de nosotras además está en el club de porristas. De verdad que me siento muy emocionada con toda esta coalición femenina.
—…— Soltó un suspiro. —Nemu, ¿por qué me cuentas estas cosas a mí? — Sasara apoyó sus brazos y su rostro en la tabla de la mesa, con una actitud derrotada. —Ahora no podré dormir por estar preocupado por ti. Mejor no me decías nada y me dejabas en mi mundo de payasadas.
—Es porque siempre te he considerado como una de las personas más importante de mi vida, como si fueras un hermano mayor y un gran amigo. No importa si ya no estás vinculado a mi familia…— Nemu se guardó comentarios inapropiados, odiaba que su familiar echara de su vida a Sasara. Extendió su mano y acarició el cabello del joven. —Perdóname si te hago preocupar con mi noticia, pero realmente estaba tan feliz y pensé que tenía que contárselo a alguien que realmente estimo.
—Gracias. — vio como una gota de helado se deslizaba por la copa, esperó que su recorrido terminara y después de ello tomó la mano que la joven tenía sobre su cabeza y le dio unas palmadas en ella. —De verdad adoro que tengas tanta confianza en mí e inmediatamente te digo que puedes contar conmigo para lo que sea. Entiendo que ahora puedes defenderte por ti misma, pero si un Rebel se sobrepasa contigo lo partiré en miles de pedacitos. — sonrió un tanto sádico y luego se reincorporó en su asiento.
—Lo sé. —
—Pero, si bien estimo un montón ser la persona a la que le cuentas esto, creo… Que tu hermano merece saber que su hermana querida es una Princess. Yo sé que va a explotar y va a hacer arder el mundo y te pedirá que lo dejes, pero no es correcto que sea engañado o que le ocultes algo tan importante. Tarde o temprano se va a enterar de todos modos. 
—Tú lo has dicho, “Tarde o temprano se va a enterar de todos modos.” Y espero que sea más tarde que temprano. — dijo Nemu un tanto molesta al pensar en su familiar.
—¡Ah, es Nurude-san! —
—¿Eh? — Nemu se volteó y se encontró con un grupo de tres chicos parados cerca de ellos. La chica del grupo era la más emocionada con encontrarse con tal sorpresa. Nemu sonrió enternecida por la reacción de la chica.
—¿P-Podemos tomarnos una fotografía con usted? —
—Ahá, por mi está bien. — Sasara les sonrió.
—Si quieren yo les tomo la fotografía. — ofreció amablemente Nemu al ver que la chica puso el modo selfie. —La cámara de selfie siempre baja la calidad de las imágenes.
—¡Gracias! — Nene la miró con ojos emocionados y le entregó su teléfono. Ella, Hanako y un confundido Ruggie se colocaron cerca de Sasara para la fotografía, todos haciendo el gesto de la v con los dedos.
—Ten, saqué varias para que tengan de donde escoger. —
—¡Muchas gracias, onee-san! — Hanako le hizo una reverencia, anonadado por la belleza de la joven. Recibió un sigiloso codazo de Nene.
—No seas grosero, puede ser la novia de senpai.
—N-no, es una muy buena amiga. Casi una hermana. — aclaró el peliverde inmediatamente.
—Es cierto. — Nemu rio nerviosa. No podía ver a Sasara de otro modo que como un hermano mayor por lo que ese comentario era recibido tal cual… como si a un par de hermanos le dijeran que eran novios y eso causaba cierto rechazo.
—Oh, disculpe senpai. — Nene le hizo una reverencia, disculpándose. —Pensé que podía ser su novia porque tiene las características que a usted le gustan.
—Sí, el color de cabello, el de los ojos…— añadió Hanako.
—…—
—¡Bueno, ya nos vamos! ¡Muchas gracias por todo! — Ruggie se llevó a Nene y a Hanako de allí al notar la incomodidad de los más grandes.
—Woh. — Nemu abrió sus ojos.
—No digas nada. —
—Disculpa. — soltó una risita. —Oye, ¿después de esto tienes algo de tiempo?
—Sí. Tengo todo el día libre. Me escapé de mi grupo porque ya me estaban mareando. Así que todo bien si quieres hacer algo más –quenotengaqueverconserprincess-
—Haha, tranquilo. No te voy a pedir que me ayudes a entrenar o algo por el estilo. Te iba a proponer que fuéramos de compra. Quiero comprar ropa y siempre has tenido buen gusto y consejos para mí.
—¿En serio? — estaba seguro que todos decían lo contrario.
—Claro. — asintió. —¿Vamos ahora mismo? De todos modos, nos queda poco helado y ya se derritió.
—Sí, vamos. Es una lástima que desperdiciemos el helado. — Sasara observó el suyo fingiendo tristeza. “te veo en el infierno, maldito” pensó respecto al helado.

—¿Ruggie? — Hanako se sorprendió de verlo sentado entre unos pilares cerca del templo en ruinas de su familia.  Después de pasar el día con él y con Nene, la HiME se había encargado de acompañar a su Child hasta su habitación para mantenerlo seguro. —¿Qué haces aquí? — Ya era media noche y si bien Ruggie era el más alto del grupo, eso no significaba que no pudiera cruzar peligros.
El rubio permaneció con la mirada nostálgica en el cielo, contemplando las estrellas del cielo nocturno oscuro. Parecía melancólico y a la vez demasiado perdido. Si bien llevaban pocos días desde la aparición de Ruggie, en todos ellos no lo había notado en esa faceta perdida.
—¿Estás bien?
—…—
—¿Ruggie?
—¿Ah…? — salió de su trance, como si en verdad hubiera estado dormido despierto en todo ese momento. Incluso él se vio confundido de estar allí. —¿Dónde… estoy?
—¿No sabes cómo llegaste hasta aquí?
—Recuerdo que salí a caminar después de despedirme de Nene… Pero no recuerdo como llegué hasta aquí. — Bajó la mirada, viéndose las palmas de sus manos muy desorientado. —¿Dónde estoy? — se dijo a sí mismo. —Es como un extraño sueño que se repite una y otra vez… Duermo y llego aquí cada día como si… durante toda mi vida lo hubiera hecho.
—Pero sólo tienes unos días de existencia, ¿lo recuerdas?
—Cierto. — el rubio parpadeó, sorprendido. —Qué extraño.
—Deberías volver a tu habitación de Hanasaki.
—Iré a ver a Nene. Me siento más cómodo cerca suyo. — Ruggie se puso de pie de un salto y caminó hacia esa dirección. Increíblemente las noches anteriores se había escapado de su habitación de Hanasaki y había llegado hasta el distrito Kise en donde se quedó sobre un árbol contemplando a Nene.
—¡Hey, espera! — le reclamó Hanako, celoso de pensar que el Child tuviera esos privilegios, pero en un punto dejo de seguirlo, extendió su mano como si quisiera alcanzarlo, pero lo perdió lentamente, como si fuera una ilusión. —Espera…— susurró para sí mismo. Hanako fue hasta donde Ruggie estuvo sentado y tomó su misma posición, con la mirada perdida, pero hacia el frente donde estaba el monumento a la deidad de ese templo.
Cerró sus ojos y un recuerdo nostálgico invadió su mente. Las imágenes se le presentaron en blanco y negro como si hubieran pasado muchas décadas desde ese recuerdo.

La nieve caía suavemente en forma de plumillas en aquella estación invernal. Un joven estudiante se decidió por ir hasta aquel templo que en esos tiempos brillaba por su fama y veneración ya que se decía que las apariciones de ese templo cumplían los favores y eran los mejores protectores.

El joven tocó las campanas y encendió el incienso para venerar a las deidades del lugar. Después amarró su pergamino en las lianas del tempo y comenzó a orar.

“Pido que me protejas y me hacas exitoso. Quiero ser el mejor, confío en ti. Entrego mi alma a cambio de que me des todo el éxito que merezco.”

—Haaaanako-kun. —
—…Señor. — Hanako guardó su mirada irritada ante la presencia molesta del superior Kurogami. —¿Qué lo trae por aquí a esta hora? ¿Pasó una urgencia?
—Nada. — Yato negó con la cabeza. —Vi que ese joven vino a este templo menor de los Yugi y pensé que podías perturbarte pero veo que manejaste muy bien la situación. Bueno, no tanto… De todos modos se fue sin que te escuchara pero bueno.
—¿Por qué?
—…—
—¿Por qué justo él? ¿Por qué tenías que encadenar su alma a esta aparición? No…No es justo para Nene ser engañada… No… No es justo para mi tener que pasar por esto.
—Hanako-kun, me pediste que redimiera tu propia alma de la oscuridad en que entró por obra tuya y este es el precio. Lamento hacer esto, pero… Es el único modo de que logres la redención porque es esto… lo que has dejado inconcluso en el mundo humano.
—Aaaahhhw, cuidar gatitos habría sido más sencillo. — soltó un lloriqueo. —Usted siempre tiene formas misteriosas de disciplinarme. Un día no se dará cuenta, pero le cortaré la cabeza mientras duerme, cansado de tantos abusos de su parte.
—Gracias por advertirme, pequeño diablillo. — Yato le acarició la cabeza. —¿Ya cenaste?
—No, ¿me invitará a cenar a su templo?
—Sí. Preparé mucha cena hoy y pensé que a mi pequeñito aprendiz le vendría bien una cena nutritiva para su desarrollo. Sólo te pido que ocultes tu presencia de Kana-chan.
—¿Es la hermana mayor de Nene?— Hanako puso una expresión pervertida. —Debe ser la versión bonita de Nene.
—¿Ehhh? Nunca he pensado en eso. — Yato puso un dedo en su mentón, pero luego chasqueó los dedos. —Ah, y nada de irla a espiar a su cuarto. Mi Miko toda inocente compraba sus mangas y manhwas de reencarnaciones y princesitas, pero alguien le metió en su canasta de comprar manhwas boys love y… una aberración llamada omegaverse.
—Seguro esa cara traumática que acabas de poner es porque te entrometiste en sus cosas y leíste esas cosas que te perturban ahora.
—NUNCA debí haberlo hecho. Pero puedes agradecerme que te salvé de ese trauma mental.
—Me da curiosidad.
—HANAKO, NO. —
—Está bien, está bien. — meneó una mano en el aire. —Vamos, aliméntame. Tienes que hacerlo para que crezca como una planta fuerte y sin marchitarme. Ya sabemos qué haces con “las plantas que se te marchitan”
—…No es momento de ser cruel, Hanako-kun.
—Ups. — soltó una risita traviesa.


« Last Edit: October 24, 2020, 07:36:48 PM by Kana »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #708: October 31, 2020, 01:44:23 PM »
Hoi hoi minna aquí les dejo el único fic del mes TeT


Inicio del flashback

Después de la muerte de sus padres, Nazuna se sentía muy deprimido, pero tenia que ser fuerte para que Vivio no se deprimiera al igual que él, ahora solamente se tenían el uno al otro, tuvieron que dejar su casa para mudarse a un lugar mas modesto y que pudieran costear con lo que habían recibido de herencia de sus padres, mientras Vivio se recuperaba del accidente a Nazuna solamente le tocaba buscar trabajos esporádicos para poder mantener a su querida hermana, después de haber renunciado a Valkyrie

En uno de sus trabajos que implicaban vestirse adorablemente para promover una nueva tienda de artículos adorables se topo con Faith que se quedo observándole fijamente

Faith se quito los audífonos que llevaba puestos y se acercó al rubio

Que hace un pequeño trabajando a altas horas de la noche? Voy a reportar este lugar y te llevaré con tus padres

Uhmnyaa no soy un niño…ya tengo la edad suficiente para trabajar, podré no tener un tamaño para los chicos de mi edad pero en verdad no soy un niño…estoy en highschool igual que tu…-observando al joven que llevaba puesto el uniforme de la escuela de Hanasaki-

Uhmm…supongo que deberé de creerte…ochibi-chan…-

No me digas asi!! No me gusta!!! Tengo un nombre y es Nazuna Nito, Nazuna!!!-

Asi que te llamas Nazu…-mirandole de cerca- ahora viéndolo bien eres una persona muy bella, no quisieras salir conmigo?

No no pienso salir contigo…- dijo sacándole la lengua- ahora si me disculpas volveré a mis deberes como trabajador…-se iba a dar media vuelta para irse pero el otro joven lo detuvo y rodeo sus brazos a la cintura del rubio-

No puedo recibir en no como respuesta…vamos sal conmigo y nos divertiremos mucho…-

Uhmnyaaa déjame!!...-le dio una cachetada- eres un tonto…-avergonzado se fue renegando del lugar-

Faith se quedo mirando como se iba, sonrio levemente ya que era la primera vez que alguien le daba una cachetada, ya que como era popular en la escuela, además de ser un DJ en sus inicios todas las personas eran complacientes con él, todos menos Nazuna que lo puso en su lugar

Desde ese momento estuvo detrás de él para intentar ser amigos, cosa que si logró ya que la preparatoria pudo ser su compañero de clases, al igual que se convirtió en compañero de clases de Naru y de Anastassia que era una alumna de intercambio, los cuatro se hicieron muy buenos amigos

En uno de los momentos de almuerzo en el que Nazuna no se encontraba porque había ido a trabajar, hubo una conversación que hizo que el pelinegro tuviese mas interés en el rubio

Nazu-chan debería de volver a los escenarios para que todo el mundo vuelva a oir su hermosa voz…-hablo Naru mientras comia su almuerzo-

Nazuna también era un idol como tu Naru?...-dijo intrigada la joven rusa- no lo sabia, solamente tenia conocimiento que tu pertenecías a Knights pero nada más, asi que nuestro Nazu también fue un idol…me hubiera gustado oírlo cantar…-
Y que paso? Por que dejo de ser un idol?- hablo el otro joven-a que grupo pertenecia?

El pertenecia a un grupo llamado Valkyrie, era un grupo muy popular y sus presentaciones era todo un espectáculo, poco a poco estaban ganando terreno en la industria e iban a salir internacionalmente ya que varias agencias estaban interesados en ellos, pero Nazu tuvo una tragedia familiar justo antes de una presentación muy importante para el despeje de Valky, el grupo poco a poco empezó a caer…Nazu siempre se ha sentido culpable de ser el responsable de la caída de Valkyrie, debido a eso tiene mucho miedo de pisar el escenario y volver a traicionar a los sentímientos de las personas que son importantes para él

Eso es muy triste…-dijo Anastassia- no fue su culpa para nada…como deseo que Nazu vuelva a los escenarios y poder ver su performance, crees que será difícil conseguir los videos donde podamos observar las presentaciones de Valkyrie?...-

Uhmm creo que si lo podría conseguir y lo podemos ver hoy en la noche…-

Yo también quiero verlo, como mi interés por él es genuino quiero también poner de mi parte para que vuelva a los escenarios, si no es dentro de una unidad idol o solista, quiero que con nuestra ayuda recupere el entusiasmo y pueda volver a pararse en el escenario, además quiero poder llegar a verlo en el mismo escenario que yo

Esas son unas hermosas palabras Faith-chan, pero no creo que sea algo fácil ya que Nazu aunque no lo parezca pone el bienestar de los que ama primero antes del suyo, Vivio-chan también desea volver a verlo cantar, asi que los 4 tenemos la difícil misión de hacerlo volver al escenario, puede tomarnos años, asi que hay que estar preparados

Suena como un hermoso proyecto del cual espero poder participar en todas sus etapas…- dijo la joven – aunque tenga que volver a Rusia espero que me mantengan informada –

Lo haremos…-dijo la rubia sonriendo ampliamente- y obvio esta prohibido acosar a Nazu-chan cuando esté en la escuela deacuerdo Faith-chan?

Bueno trataré de no molestarlo mucho…-dijo con esbozando una picara sonrisa-mientras tanto seguiré mejorando mis habilidades de DJ y haré mas presentaciones en vivo para ser mas conocido y poder conseguir palancas para luego introducir a Nazuna a mi mundo…claro que también me enfocaré a prepararme para tomar examen y convertirme en un oficial de policía como mi hermano mayor al cual admiro –

Yo tengo varios conocidos que pueden ayudarte Faith-chan, no por algo pertenecí a Knights y soy una modelo – sonrio Naru emocionada-

Entonces acepto tu propuesta…-

Y yo me encargaré de hacerte popular en mi país cuando regrese a casa querido Faith…-sonrio suavemente Anastasia mientras que todos empezaron a conversar nuevamente-

Fin del flashback

En el momento que Faith seguía coqueteando con Nazuna, llegaron Naru y Anastasia, la joven de largos cabellos plateados se acerco a ellos y de un empujon alejo al pelinegro para abrazar al rubio

Estas bien Nazu? No te duele nada? No se quiso sobrepasar contigo?-

Annie-chin!!...-se dejo abrazar por la exhuberante rusa- no te preocupes no ha pasado nada malo, además se me defender mucho

Que te dije de no molestar a Nazu-chan durante el cumpleaños de Anastassia?...- dijo Naru con una sonrisa pícara-

Que no lo estoy molestando…-se cruzó de brazos mirando a un lado- solo le estaba proponiendo que seamos novios-

Que?? Como se te ocurre proponerle eso? Mi Nazu aún sigue siendo un pequeño conejo…- dijo con tono sobreprotector-

Tenemos la misma edad Annie-chin…-dijo el rubio mas bajito con una gota en la cabeza-

Bueno bueno dejemos de molestar a nuestro Faith-chan y vamos a acomodarnos para ver su presentación, y es una especial verdad?-

Faith-chiin se ha vuelto un DJ famoso verdad? He visto varios artículos relacionados a él y sus exitosas presentaciones-
Y miren toda la discoteca está repleta de gente que está esperando su presentación…- hablo la joven peli plateada con mucho interés-

Bueno ahora que ya están todos reunidos, iré a prepararme…- el joven se alejó de ellos-

Es la primera vez que veré una de sus presentaciones en vivo…-dijo Nazuna avergonzado porque al ser buenos amigos, era una vergüenza que ni siquiera haya ido a sus presentaciones-

Yo si he ido a un par …-dijo Naru rascándose la barbilla- y son muy buenas, sobre todo con la cantante que tiene a su lado…Kyoko-chan tiene una voz super genial –

Ya me emocionaste…-dijo Anastassia-

Las luces de la discoteca se apagaron y la voz del presentador se hizo presente

Ahora con ustedes una presentación especial dedicada a Anastassia por ser el dia de su cumpleaños, el DJ más popular de Japón FaithB y Peaky P-key ¡!!

Los aplausos se sintieron por todo el recinto

Bienvenidos a nuestra presentación especial de cumpleaños!! Mi nombre es Kyoko y mi grupo es Peaky P-key!!! Disfruten de nuestra primera presentación!! Con ustedes “Denran Countdown”

Video musical : #Invalid YouTube Link#

Tanto Nazuna, Naru y Anastassia se quedaron sorprendidos por la presentación, la música, la voz y los bailes todo era perfecto y en armonía que invitaba a los presentes moverse y cantar junto a ellos , ellos también fueron atraídos por la melodía, la expresividad y tono de voz de Kyoko era casi perfecta y se veía que se divertia mucho, Faith también lo hacia mientras animaba al publico a seguir apoyándolos

Todos son geniales…- dijo Anastassia- es un hermoso regalo de cumpleaños…-dijo emocionada-

Naru observo a Nazuna que se había quedado impresionado y emocionado, los resultados de sus años de trabajo habían resultado para el pelinegro, sonrio complacida al ver que su amigo estaba volviendo a emocionarse gracias a Faith Beams

Termino la canción y todos aplaudieron emocionados

Nuestra segunda canción es un cover de una canción de Starish!! Para esta canción queremos que suba al escenario un antiguo integrante de la unit Valkyrie a cual varios hemos admirado y seguimos queriendo aunque no se presenten actualmente , nos referimos a Nazuna Nito-san!!!

Que???...- el rubio de ojos rojizos se sorprendio ante tal peticion y los presentes empezaron a murmurar acerca de que un ex miembro de Valky se encontraba presente y gritaron emocionados-

Y también tenemos a un miembro de la poderosísima unit Knights entre los presentes que también subirá al escenario con nosotros, me refiero a Arashi Narukami-san!!!

Vamos Nazu-chan!!!...-Naru cogio del brazo a Nazuna y lo llevo al escenario-

Vamos chicos!! Ustedes pueden!!- dijo Anastassia muy feliz por esta oportunidad de ver a sus queridos amigos juntos en un escenario

No creo que estén oxidados para cantar con nosotros verdad?...-dijo Kyoko con una amplia sonrisa-

Claro que no …después de todo soy un miembro de Knights, tu que dices Nazu-chan?...-

El rubio estaba avergonzado de estar en el escenario , pero al ver a las personas que gritaban su nombre hizo que en su interior aquel deseo dormido de volver a cantar despertara y con decisión miro a Naru y a Kyoko

Claro que no estoy oxidado y cantaré con ustedes…-

Bueno entonces vamos a cantar!!!

Y la canción empezó a sonar

Video de la canción : #Invalid YouTube Link#

Vivio que se encontraba en una de las presentaciones de 2Wink recibio una alarma la cual miró y se activó un video con la presentación de Faith, observando como su hermano cantaba junto a Naru ambos con una gran sonrisa en sus labios-

Niichan por favor…-dijo con lagrimas en los ojos- gracias por este milagro.
---------------------------------

matta ne!!!


Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #709: October 31, 2020, 09:18:36 PM »
*grito ahogado*

Edito con algunos topes. Ya luego agrego los que faltan ajsdkl


54.3






Eureka habría preferido que los minutos pasaran lo más lento posible.

Habían días en que las prácticas de vóley parecían eternas. No era difícil recordar las ansias que sentía de que terminaran pronto en esas ocasiones. Si tan solo el entrenamiento en el que se encontraba fuese justo como una de esas…

Desafortunadamente, sus deseos no podían combatir contra las manijas del reloj y la teoría idiota del relativismo que sí, tenía razón, el tiempo era completamente relativo a la situación y a la persona. En este caso, a ella y a su necesidad de mantenerse ocupada antes de tener que enfrentarse a la sorpresa de Kokichi.

El reloj marcó la una y el equipo dio por terminado los partidos de práctica y, con ellos, el entrenamiento. Iwaizumi, tomando el mando ante la ausencia de Oikawa, los juntó a todos para conversar sobre los partidos amistosos con otros equipos universitarios en las semanas que venían. Aunque presente en aquella charla, Eureka no podía evitar desviar su mirada hacia la sonrisa burlesca en el rostro de Kokichi, quien la observaba de vuelta sin ninguna pizca de arrepentimiento. De seguro se andaba regocijando en su victoria: manipularla a tal grado de causarle tremenda ansiedad ya era motivo de celebración por si solo. La ‘sorpresa’ podía ser algo tonto o inofensivo, pero dominar su pensamiento a tal grado ya lo dejaba inmensamente tranquilo.

Eureka podía satisfacer, hasta cierto punto, aquellos expectativas de su rebel. Sin embargo, otras preocupaciones rondaban por su mente a la par de la más inminente desgracia. Las sospechas sobre su jefe de práctica, la existencia de Madara Mikejima, su ruptura amorosa y aquel incidente con Oikawa eran temas que aún no habían sido resueltos.

Lo más triste, sin duda, era que faltaban varios días para su siguiente cita con el doctor Jinguji.

“Bueno, nos vemos el lunes a las siete con los que puedan. Desde la semana que viene vamos a empezar a entrenar una hora antes del inicio de clases, así que no se olviden de esos entrenamientos. No serán obligatorios, pero vienen bien tomando en cuenta lo poco que falta para el campeonato,” comentó Iwaizumi, y el equipo asintió. “Cualquier cosa me avisan por Whatsapp.”
“¿Qué fue de Oikawa, though?” preguntó Suzuki, curioso.
“Se quedó descansando en la enfermería. Mama se ofreció a cuidarlo, por eso pude regresar,” dijo Eureka.
“Ah, okay.” Suzuki asintió.
“Eureka-chan, cierto, ¿tienes clases pronto?” le preguntó Arakita. “Para que puedas esperarlo o llevarle sus cosas a la enfermería.”
“Sí, no se preocupen. Yo ahorita lo llamo y acordamos eso. Creo que tenía su celular en su bolsillo… o eso espero.”
“Sino tendrás que ir al tópico o esperarlo,” dijo Daichi.
“Yo no tengo clases hasta las cinco, así que podría quedarme a acompañarla~” se ofreció Kokichi, muy alegre.
“Disculpa, Ouma, pero nadie aquí confía tanto en ti como para creerte.” Daichi sonrió, un tanto incómodo.
“Mm, podrías aprovechar para hacerle daño a Eureka,” dijo Bokuto.
“¡Buaaaaaah!” Kokichi rompió en llanto. “¿Cómo creen que yo haría algo así? Es cierto que es mi HiME, ¡pero prometí que no destruiría el gimnasio de nuevo!”
“Pero las losas son otra cosa.” remarcó Saeran.
“De todas formas, tienes a Rizembool de tu lado. Sólo te llevarías mal con nosotros, y dudo que eso te importe mucho,” dijo Ritsu.
“Nishishi~ Eso no me conviene si es que quiero seguir atormentando a Oikawa-chan y Eureka-chan, ¿no creen?”
“…Es cierto.” Iwaizumi suspiró. “Entonces esperas que creamos en ti.”
“Tranquilos,” habló Eureka. “Yo veré cómo me las arreglo. No es necesario que se preocupen por mí, y aunque suene poco convincente, es cierto que Kokichi no gana nada con iniciar una batalla ahora que se está ganando la confianza de todos ustedes. No cuadraría con sus planes y no lo veo arriesgando todo por algo así.”
“Wow, Eureka-chan, sí que me conoces~”
“…No.” Eureka suspiró. “No te conozco, gracias a Dios.”

La HiME se giró hacia el equipo y esbozó una sonrisa calmada. Para alguien que andaba gritando ahogadamente en su mente, Eureka podía jactarse de sus excelentes habilidades de poder aparentar lo contrario.

O de intentarlo, al menos.

“Vayan tranquilos. Igual, Oikawa regresará en un rato así que no estaré sola. Y siempre puedo correr al tópico a pedirle ayuda… aunque como anda medio convalesciente, no sé qué tan útil podrá ser.”
“Pues haz como que vas a pelear sola,” comentó Iwaizumi. “Porque Kusokawa te va a restar más que sumar, la verdad.”
“…Lo sé.”
“Bueno, suficiente pésame le hemos dado a Eureka. Si alguien quiere quedarse con ella, es bienvenido. Yo pienso hacerl—”
“No, en serio. Tranquilos,” dijo Eureka, cortando a Iwaizumi. “Es mi problema y no quiero causarles más inconvenientes a todos ustedes. Me daría pena que perdieran clases por mi culpa.”
“Pero te puede hacer daño—”
“Tengo a mi Child y estoy de buena salud así que no se preocupen.” Eureka le sonrió a todos. “No pasará nada.”
“…Está bien.” Iwaizumi no sonaba tan convencido de ello. “Entonces, aquí terminó el entrenamiento. Pueden ir a las duchas.”

El equipo rompió formación y varios corrieron a los cambiadores de hombres sin perder ni un segundo. Algunos, como Daichi, Kuroh, Ritsu y Bokuto, le dieron una palmada en el hombro a Eureka cuando pasaron por su lado en el trayecto hacia las duchas. La HiME les agradeció con la mirada, suspirando cansada antes de retomar sus labores como mánager. Mientras se dedicaba a ordenar las botellas y apilaba los chalecos de colores, notó que Iwaizumi andaba parado a su lado y se giró hacia él, curiosa.




“¿Pasa algo?”
“…” Iwaizumi suspiró. “Lamento que vayas a tener que enfrentarlo sola.”
“Aw, descuida.” Eureka sonrió. “No me gustaría que ninguno de ustedes intente cuidarme. Son civiles, lo más probable es que salgan heridos y eso me preocuparía mucho.”
“Sí, se que a Ouma le importa poco a qué institución pertenece quién.”
“Y por eso mismo, deben cuidarse el pellejo. Por eso no puedo culparlos por intentar llevar la fiesta en paz con él. Se que lo hacen para que no existan tensiones dentro del equipo, por más de que la sola presencia de Kokichi hace de todo un poco tenso en sí.”
“Mm. Y está consiguiendo lo que deseaba: nos retrasa considerablemente cuando él quiere, porque… parece tener conocimientos sobre el deporte. El primer día que tuvimos ese partido de prueba contra él para destruirlo, no dejó de verse como un novato con un poco de suerte. Pero el otro día que vino y hoy también, ha demostrado lo contrario.”
“Sólo que ocasiona discusiones idiotas de vez en cuando y eso los distrae.”
“Sí, y a veces juega mal a propósito. No… quiero imaginarme cómo vamos a estar con tu princess como mánager.”
“Eso también me pregunto. No la conozco nada, a comparación de Kokichi que siento que puedo predecir como piensa a veces. Habrá que tener cuidado.”
“Sí.” Iwaizumi asintió. “Bueno, debo correr. Tengo clases de 3 a 7. Espero tener tiempo para almorzar.”
“Yo creo que sí lo logras,” le aseguró Eureka, con una pequeña sonrisa.
“Cualquier cosa me avisas. No tengo problemas en salirme de clases o no comer si puedo ayudarte. En serio no me gustaría que te sientas sola en medio de todo esto.”
“Gracias, Iwaizumi.” Eureka le sonrió, conmovida. “Sé… que te sientes muy contrariado respecto a mí. Porque ayudo mucho y a la vez lo resto con todo mi drama HiME. Pero aprecio que me apoyes pese a todo.”
“No, no es eso. No es tu culpa que Shittykawa se distraiga y sea tarado. Y he visto tus esfuerzos por ayudarnos constantemente, así que con eso basta y sobra para darme cuenta de que te importa mucho el equipo.”
“Me alivia saber eso. Prometo que no voy a dejar que Himiko y Kokichi hagan del equipo como les plazca.”
“Gracias.” Iwaizumi le sonrió levemente. “Estoy seguro de que todos estaremos ahí contigo para apoyarte en eso, también.”
“Mm.” Eureka asintió. “Ahora sí, corre. Descuida, cualquier cosa, te avisaré.”

Iwaizumi asintió en silencio, dedicándole una mirada de preocupación antes de girarse hacia los cambiadores. Conociéndolo, la contactaría más tarde para preguntarle si necesitaba algo. Iwaizumi era un amigo leal y, aunque no eran tan cercanos, Eureka sabía que podía contar con él para lo que deseara.

Luego de ordenar los chalecos y devolverlos al almacén, regresó a la cancha para tomar asiento y hacer hora antes de su muerte. Para su suerte (o falta de esta), los entrenamientos que tenían partidos de práctica implicaban cierto orden en la cancha y eso la salvaba de tareas agotadoras como recoger todas las pelotas. En ese caso, lamentablemente, habría servido como una excelente distración durante aquella media hora de espera tortuosa.

Sentía que, en el fondo, todo esto sería una broma de mal gusto, pero la pequeña posibilidad de que Kokichi la retara a una batalla la tenía un tanto atormentada. Esa también era una perfecta distracción del resto de sus preocupaciones, pero seguía siendo una preocupación más que, por supuesto, no la dejaba tranquila.

Un recuerdo fugaz de calma y tranquilidad en el balneario donde pasaron el cumpleaños de Oikawa la hizo añorar con nostalgia las vacaciones, una vez más. Sin poder hacer nada más que suspirar, Eureka optó por distraerse con su celular mientras armaba posibles escenarios de su futuro en su mente.







Siempre había sentido curiosidad por los sentimientos de Nea respecto a las pleitesías que tenían otros sirvientes con él, cuando estaba claro que él se sentía parte de su grupo. Aún a pesar de la relación sentimental breve que tuvieron Wolfgang y él por medio año, Nea había continuado con su trato respetuoso y distante hasta que, eventualmente, no pudo más con ello.

Wolfgang no podía negar lo mucho que se había divertido con la situación: sus constantes correcciones sobre el uso de su apellido y el inexistente tuteo habían sido momentos kodak que habría querido enmarcar para revisar de nuevo más adelante. Pero debajo de la mofa, estaba clara la tirria que lo invadía al darse cuenta de lo difícil que había sido mostrarle que nunca lo había visto como su sirviente. Nea era un hombre intrigante y más aún cuando dejaba su faceta de sirviente y de mano derecha y pasaba a ser un joven como él, con ambiciones, deseos e intereses propios.

Sabía que, de todos modos, separar a Nea del rol que le habían inculcado sus padres desde niño era, a esas alturas, prácticamente imposible. Y por eso mismo era que el Campbell había llegado a Tokio en busca de una manera segura de ayudar a Dimitri a conseguir sus objetivos.

Aún si esta iba en contra del código moral de su señor.

Nea cruzó el vestíbulo, saludando a los sirvientes con un leve movimiento de su cabeza. Llegó a las escaleras y subió hasta darle el encuentro a Wolfgang, mirándolo de reojo.

“Hey.”
“Debiste avisarme que vendrías,” comentó Wolfgang, sonriéndole de lado. Aún a pesar del ligero tono irritado de su voz, se giró hacia la partición de las escaleras, caminando hasta tomar el lado derecho del camino que daba al ala este de la mansión. Nea lo siguió, subiendo los peldaños sin titubeos ni preguntas. “No es usual que Dimitri almuerce aquí, pero es la primera semana de clases y ya lo ha hecho dos veces.”
“¿Aún no se acostumbra a la comida japonesa?”
“No es eso. Acá lo engríen, que es distinto.” Wolfgang rodó los ojos, aunque la sonrisa en su rostro delataba el cariño que sentía hacia los caprichos de su hermano. “Y su horario es más libre de lo que esperó, por eso se puede dar el lujo de regresar a la mansión, más allá de la hora y media que toma hacerlo,” continuó hablando, mientras ingresaban a su despacho y tomaban asiento en los sofás colocados alrededor de una mesa de centro.

El espacio yacía justo en frente del escritorio pulcro de caoba negra y mármol, una réplica identa del mismo despacho que Wolfgang tenía en su hogar en Oxford. Los libros en los estantes, por supuesto, no eran los mismos, pero verlos allí, ocupando espacio, lo calmaba un poco y lo ayudaba a descartar esa sensación de nostalgia que a veces lo invadía.

Más que su cuarto o que otro ambiente de su hogar, sin duda su despacho era lo que más extrañaba.
 
“En base a eso, pasaría seis horas de su día en el transporte público.”
“Todo por seguir anclado a Oxford, sí.”

Wolfgang rio internamente: difícil burlarse de su hermano cuando él andaba pasando por un tema similar.

“Suena… preocupante.”
“No sé si preocupante es la mejor manera de describirlo,” comentó Wolfgang, acomodándose en el sofá. “Dimitri nunca ha sido tan abierto a la posibilidad de un cambio en su rutina, así que imaginé que se llevaría así de mal con su nuevo entorno. Será preocupante si lo hace más allá del primer mes de clases… pero tampoco me sorprendería. Existen otras posibles explicaciones detrás de eso. Tal vez se liga a su estado emocional.”
“¿Por qué lo dices?” Nea arqueó una ceja, curioso.
“Bueno, te comenté que no eres el motivo principal de su llegada a Japón.”
“Sí. No niego que de seguro siente una preocupación por mí, pero reconciliarse con el señor Fraldarius es más importante para él.”
“…Lo que no va a suceder ni en mil años, pero Dimitri es terco.” Wolfgang suspiró. “Temo que vaya a hacer algo en la gala el siguiente fin de semana.”
“Debo suponer que, para ese entonces, ya habré conversado con él de nuevo.”
“Sí. ¿Quieres algo de tomar?” mencionó, levantándose de su sitio para dirigirse a la vitrina de bebidas.
“Un highball, por favor.”
“…Gracias.” Wolfgang rio. “Creo que eres el único raro como yo que sigue pidiendo highball en vez de whisky puro a esta edad.”
“Prefiero parecer infantil, la verdad.”
“Mi padre sigue juzgándome por ello,” comentó Wolfgang, entre risas. “Y yo sigo pensando que es congruente y válido. No tengo que demostrarle nada a nadie.”

Luego de abrir la vitrina, tomó la botella de vidrio de whisky y un par de vasos. Regresó al espacio de los sofás para dejarlos en la mesa del centro y corrió hacia la puerta del despacho para llamar a uno de los sirvientes. “Tráeme hielo y una botella de ginger ale, por favor,” le dijo al primero que pasó cerca de allí. El joven asintió y se retiró luego de una leve pleitesía.

Wolfgang regresó, una vez más, a su lugar, tomando asiento de nuevo en el sofá y cruzándose de piernas con una expresión pensativa en el rostro.

“He estado pensando cómo justificar tu visita a Tokio sin mencionar el tema de Rizembool.”
“Un reto, sin duda.” Nea sonrió de lado, orgulloso de su metida de pata.
“Sí, a menos de que planteemos que fuiste arrastrado y no nació de tu propia iniciativa… Lo que siento un poco forzado, porque todos sabemos que no harías algo que no deseas.”
“Tampoco era que necesitaba un viaje repentino a Japón.”
“Exacto.” Wolfgang suspiró. “No sé de qué forma explicar tu actuar sin decir la verdad. Y Dimitri es muy perceptivo… tengo la sensación de que será capaz de darse cuenta de todo. De que estamos escondiendo información, de que estás yendo en contra de sus principios, y bueno… de que eres rebel.”
“¿Cuándo vamos a hablar con él?”
“…” Wolfgang sonrió. “Suena como si fuéramos sus padres.”
“Tal vez lo somos.”
“Eso le irritaría, de enterarse.” Wolfgang bufó.

Dimitri de seguro se avergonzaría ante ello, indignándose con lo mucho que su mellizo mayor lo sobreprotegía constantemente. Lo que, en cierta forma, era cierto, pero Wolfgang se sentía orgulloso y calmado con la oportunidad que le daba de cometer errores por su cuenta…

…Como no hacer nada para impedir el problema en que Dimitri se metería al seguir insistiéndole a Felix Fraldarius por más de que el pobre chico le había dicho una y otra vez que no quería regresar con él.

“Pensé en el último día posible antes del viaje, para que no pueda cuestionar mucho.”
“¿Cuestionar qué?”

Una voz familiar interrumpió la conversación, acompañada por la presencia de su portador. Dimitri ingresó al despacho con la botella de ginger ale y la hielera, observando con curiosidad al invitado de su hermano.

“Me alegra que estes bien, Nea.”
“Joven Dimitri…” Nea se levantó para hacerle una reverencia con la cabeza. “Disculpe la falta de contacto. He contado con una serie de problemas y…”
“No te preocupes, Nea. Tenemos tiempo para discutirlos,” comentó, dejando la botella y la hielera en el centro de la mesa. Luego de dedicarle una mirada indignada a Wolfgang, Dimitri tomó asiento en el sofá opuesto al de su hermano. “Y quiero que me digan todo en sumo detalle.”
“…” Wolfgang sonrió de lado. “Por supuesto, hermanito.”







Edelgard se preguntaba seriamente lo que hacía allí, en ese lugar y en ese momento.

Su familia de seguro la juzgaría tremendamente por siquiera contemplar pertenecer a algo tan banal como un club… de porristas, pero lo cierto era que no podía darle el gusto a Claude y renunciar a algo que podía ser productivo de cierto modo. Al inicio había barajeado la posibilidad de destruir a Claude en el acto, pero había terminado encontrándole algo positivo a toda la situación. No era la persona más atlética del universo, tenía algo de resistencia física y de agilidad, pero sabía que esas cualidades no serían suficiente para cumplir con el rol que su amigo le había encomendado y tal vez pertenecer a un club deportivo le ayudaría con ello.

Aún no andaba muy segura de acceder a ello. Aún cuando Claude le había explicado de una manera convincente la necesidad de involucrarse en el conflicto entre Rizembool y Hanasaki para poder llegar al meollo del asunto detrás de la actitud sospechosa de Nea D. Campbell, todo parecía tener más pros que contras. No habían tenido contacto con ninguno de los hermanos Blaidydd y eso les impedía librarlos de la sospecha, por lo que debían suponer por mientras que el heredero de los Campbell buscaba beneficiar a sus amos de alguna forma. La falta de información había motivado a Claude a meterse de lleno en todo el conflicto al conseguir el puesto de rebel y Edelgard no podía quedarse atrás: tenía que moverse por su lado.

Era curioso aquel hilo de pensamiento que la había llevado a verle cosas positivas a ser una porrista más del equipo, pero no podía rehusarse a último minuto, cuando la entrenadora ya había llegado. Se le había hecho difícil reconocerla con estatus a simple vista cuando parecía una alumna más. Edelgard suponía que se trataba de una jefe de práctica o una estudiante en sus últimos ciclos de carrera, porque parecía demasiado joven como para ser una egresada. La chica de cabellos azules, estatura baja y contextura atlética, había llegado a pasar desapercibida entre todas las jóvenes a su alrededor. Sólo la reconocieron como la entrenadora cuando colocó su laptop en una de las bancas cerca del inicio de aquella losa deportiva, prendiéndola para buscar un archivo que de seguro les mostraría en breve.

“Disculpa…” empezó una rubia peinada en dos coletas. “¿Eres la entrenadora del club de porristas?”
“¡Sí!” le respondió la joven, sorprendiéndola al incorporarse de un salto. “¡Wah! Lo siento, debi introducirme primero,” comentó, girándose hacia el grupo de chicas. “Mi nombre es—”
“Perdóname, pero quiero ir al grano,” comentó otra rubia, visiblemente irritada. “Yo vine sólo para aclarar que mi nombre no debió aparecer en esa lista. Yo no voy a pertenecer a ningún club idiota como este y mucho menos bajo el mando de otra alumna de la universidad.”
“Yo estoy de acuerdo,” dijo la rubia de coletas. “Somos muchas las que no hemos entrado por iniciativa propia. Unos amigos pusieron nuestros nombres en la lista de nuevas miembros y hemos venido sólo para rectificar eso.”
“Sí, en la vida sería porrista…” Una chica de cabello corto y negro con un bonito gorro rodó los ojos, irritada al igual que el resto. “No veo la hora de asesinar a Sho, la verdad.”
“Una que lo ayuda y se manda tremenda babosadas…” se lamentó su amiga.
“Yo tampoco estoy de acuerdo, aunque tal vez podría sacarle cierto provecho. Vine un poco más dispuesta a participar, la verdad,” comentó Edelgard, muy sincera.
“Pues me alegra que digas eso,” dijo la entrenadora. “Me presento rápido. Soy Flavia Eisner, pero mi apodo es Byleth. Me pueden llamar como gusten. Es cierto cuando dicen que soy alumna de esta universidad. Aún no me he graduado, me falta terminar mi tesis y estoy llevando un par de cursos para completar con la malla curricular de mi carrera. Por ese aspecto no las puedo culpar, entiendo ese recelo a ser guiadas por una alumna más. Pero justo les había traído un video que tal vez podría motivarlas a quedarse. Antes de mostrarlo, sólo quiero decirles que también es válido que piensen en retirarse. El club de porristas estuvo prácticamente muerto hasta hace poco. No tiene ningún tipo de reputación y bueno, existen varios prejuicios al respecto. Pero vean este video y de ahí deciden, ¿sí?”
“…”

Se formó un silencio entre todas, mientras las posibles miembros intercambiaron miradas. Algunas se veían muy reacias a aceptar siquiera la propuesta de Byleth de ver el video y, con eso, darle más minutos de lo que esperaban invertir en su renuncia al club. Sin embargo, una joven bonita de cabello rojo y mirada alegre rompió la tensión de un momento a otro.

“Yo quiero quedarme a verlo. La verdad es que sí me animé a participar, a mí nadie me inscribió en contra de mi voluntad. Pero como todas andaban dispuestas a renunciar, no quería ser la única que se quedara. Así que bueno, al menos puedo dar mi tiempo para ver el video.”
“Muchas gracias.” Byleth le sonrió. “¿Puedes decirme tu nombre? De hecho, sería lindo si todas se introducen.”
“Pero va a ser por gusto, no nos vamos a quedar—” comentó una joven de cabello platinado y corto, un tanto apenada.
“Igual quiero saber sus nombres y apellidos para poder llamarlas por ellos como debe ser.”
“…Okay, yo empiezo,” se ofreció Edelgard. “Mi nombre es Edelgard von Hresvelg. Soy estudiante de intercambio, vengo de Inglaterra.”
“Yo soy Erina Nakiri,” dijo la rubia más conflictiva.
“Mi nombre es Ann Takamaki,” se presentó la rubia de coletas.
“Soy Nemu Aohitsugi.”
“Mariko Kusumi”
“Anemone Sollel.”
“Soy Izumi Tachibana,” se introdujo una castaña de sonrisa amigable. “Un placer.”
“Yo soy Kasumi Yoshizawa,” dijo finalmente la pelirroja.
“Perfecto, muchas gracias.” Byleth sonrió. “Ahora, no les quito más tiempo. Vean al menos un minuto de este video. Si no les gusta o les interesa, pueden retirarse.”

Más de una puso una expresión de disgusto o de incomodidad, pero el grupo le hizo caso y nadie se movió de su sitio. Al contrario, optaron por acercarse a la pantalla de la laptop para poder ver sus contenidos con mayor cercanía.

Byleth le dio play al video y se sentó al lado de la laptop, viéndolo de reojo: en él, se mostraba la rutina de un equipo de porristas que parecía ser de algún país europeo. Entre las miembros, las chicas pudieron discernir a la propia Byleth, que formaba parte del grupo de jóvenes que se encargaba de las acrobacias más complejas. Era emocionante ver a aquellas estudiantes dando saltos triples y alzándose por los aires con una soltura y una confianza muy profunda en sí mismas y en lo que podían realizar. Todas llegaron a lucirse en algún momento, y sin utilizar pompones o coreografías de baile, llamaron la atención del público con su fuerza y su agilidad para poder realizar semejantes piruetas.

Las chicas se quedaron en silencio por unos instantes, procesando lo que acababan de ver. Byleth ya estaba resignada a agradecerles por su tiempo y despacharlas sin nada más, cuando notó el progresivo cambio en las expresiones de las estudiantes.

“¿Podremos hacer eso?” preguntó Nemu, visiblemente impactada por la rutina que acababa de ver.
“No me molestaría… quedarme, supongo,” dijo Erina, aunque su mirada andaba desviada hacia un lado.
“Creo que alguna de las piruetas no me tomarán tanto tiempo de lograr porque hice gimnasia artística en secundaria…” contempló Kasumi, pensativa.
“Me quedaré,” dijo Marie, sin pensarla mucho. A su lado, Anemone arqueó una ceja.
“¿¡Qué!?”
“¿No te da curiosidad? Si las rutinas son como la que acabamos de ver, quiero ver la cara de tarado que pondrá Sho cuando se de cuenta de que nos ayudó a conseguir una forma excelente de hacer ejercicio.”
“Bueno, es cierto. Yo también siento algo de eso, pero—”
“Si les preocupa la reputación de las porristas, pueden tranquilizarse pensando que podrán cambiarla si es que entran al club y entrenan conmigo,” les aseguró Byleth, con una sonrisa comprensiva. “No dejaré que otras personas subestimen el esfuerzo físico y mental de las porristas, haciéndolo pasar como si sólo se tratase de una barra. Es un deporte y demanda muchísimo de uno.”
“Eso podemos ver,” dijo Ann. “Yo me uniré, suena divertido y quiero ver hasta dónde puedo llegar~”
“Si antes estaba animada, ahora más aún,” dijo Izumi. “Aunque siento que seré la más novata, no he hecho ningún deporte más allá de los calentamientos y ejercicios corporales de mi carrera.”
“Descuida, iremos poco a poco. Estoy apuntando a que nuestra primera presentación sea en un mes: una rutina no tan intensa como la que acaban de ver, pero capaz de dejar boquiabiertos a todos,” dijo Byleth.
“Mm, suena genial.” Edelgard sonrió. “Aunque creo que ninguna estuvo preparada al prospecto de quedarse a entrenar. Yo pensé que sería de las pocas que aceptarían, y me confié con ese pensamiento. No traje ropa para ello.”
“No hay problema,” le aseguró Byleth. “Ahorita mismo podríamos acordar los días de entrenamiento y todo eso. ¿Cómo están de tiempos?”
“Estoy libres los fines de semana, incluyendo viernes,” dijo Anemone.
“Yo igual,” comentó Marie.
“Yo tengo la mayor parte de mis mañanas libres,” dijo Nemu. A su lado, Erina e Izumi asintieron.
“¿Ustedes?” preguntó Byleth, intercalando su mirada entre Edelgard, Kasumi y Ann.
“Me convienen los fines de semana,” dijo Kasumi.
“A mí igual,” comentó Edelgard.
“Yo si ando un poco más ocupada… pero podría hacerme un espacio al menos una vez por semana,” dijo Ann.
“Okay.” Byleth asintió. “Estoy pensando en entrenamientos de 9 a 11 los miércoles y viernes. Podría ser así por las primeras semanas, y de ahí aumentamos o nos quedamos igual dependiendo de qué tan cargadas o no estamos.” 
“Me parece razonable,” dijo Kasumi. “Pero… yo estoy muy emocionada y no creo poder esperar al miércoles. ¿Nos podríamos juntar al menos una vez antes de eso?”
“¡Claro!” Byleth sonrió. “Mi horario es muy libre. Como les conté, sólo estoy llevando un par de cursos y avanzando con mi tesis, así que estoy a su disposición. Recomendaría que también sea en la mañana, siento que la mayoría anda libre a esas horas.”
“Tal vez mejor armamos un grupo de whatsapp para esto,” comentó Erina. “No quiero sonar irrespetuosa o desinteresada, pero sólo pensé en darle unos minutos a esto y me estoy quedando sin hora de almuerzo. Aún así, pienso estar el miércoles a primera hora. ¿Los entrenamientos serán acá, supongo?”
“Sí, acá, hasta que consiga el permiso de usar uno de los gimnasios. Y tienes razón, sería bueno armar un grupo de whatsapp. Creo que podemos coordinar por ahí cuándo y quienes nos reunimos antes de la primera práctica. No es obligatoria, por supuesto, pero podría enseñarles algunas de las cosas que sé hacer y orientarlas por si quieren empezar a familiarizarse con todo antes de los entrenamientos.”
“Oh, eso me suena perfecto.” Nemu sonrió. “¿Quién arma el grupo de whatsapp?”
“Yo no tengo problema con eso.” Izumi se ofreció. “Denme sus números, por favor~”

Las chicas se juntaron a intercambiar números entre todas, cerciorándose de que Izumi las agregara primero para que ella pudiera ir añadiéndolas al grupo de whatsapp. Edelgard y sus compañeras notaron de reojo la mirada conmovida de Byleth, quien las observaba muy feliz. De seguro sentía cierto orgullo por lo que acababa de lograr: al fin podía armar el club de porristas que tanto había querido revivir.

“Byleth,” la llamó Ann. “¡Tú también tienes que estar!”
“¡Ah!” la voz de Ann la sacó de sus pensamientos y Byleth asintió, un tanto distraída. “¡Claro!”

La joven se juntó al resto y se apuró en sacar su celular para intercambiar números con sus nuevas alumnas.

Por su lado, Edelgard sonrió, entusiasmada con lo que se venía a futuro. Las chicas del club de porristas se veían amenas: serían buena compañía y tenía fe de que les iría bien. Sin embargo, lo que más la motivaba era la confirmación de su idea inicial: el club, de todas formas, la ayudaría como entrenamiento.

Aún así, sabía que tenía que buscar a alguien más que la ayudara con temas más específicos. Ser princess implicaba un uso de poderes y armas que ni el mismo Claude sabía cómo funcionaban. Ambos necesitaban un entrenador por ese lado, y sabía que su amigo no estaría interesado en buscar uno.

No dudaba de las habilidades de Claude, pero sí veía necesario algo de orientación en el tema,   por lo que se propuso averiguar sutilmente acerca de ello en el transcurso de los siguientes días. Tal vez, incluso, las mismas chicas del club podrían darle el dato de alguien conocedor, si estaban involucradas en el conflicto.







El camino al punto de encuentro con Himiko parecía más lejano de lo que realmente era: la losa que Kokichi había escogido quedaba a la espalda del gimnasio donde entrenaba el club de vóley, y el trayecto, a lo mucho, duraba un par de minutos. Sin embargo, en la mente de la HiME duró siglos, y para cuando le dieron el alcance a la rubia, Eureka sentía que la vida se había pasado en un abrir y cerrar de ojos.

Tal vez eran mecanismos de defensa internos que querían alergar la espera: quería seguir postergando el encuentro con su princess y con la ‘sorpresa’ de su rebel. Sin embargo, ahí estaban: Himiko vestía igual que siempre, con esas faldas bonitas de colores neones y sus polerones gigantes que la hacían ver más joven de lo que era. Eureka pensaba que, tal vez en distintas circunstancias, le habría interesado mucho conocerla y ser su amiga: se veía amigable y buena persona, con un excelente gusto estético y una apariencia muy linda.

Por supuesto, la realidad no podía estar más lejos de ello.

“Eureka-chan,” la llamó Himiko, como si fueran amigas de muchos años. “¿Cómo estás~?”
“Terrible.” Eureka suspiró. “¿…Pueden torturarme ya? No me hagan esperar más, que ya tuve suficiente con la tensión desde que Kokichi me dijo que tenían una ‘sorpresa’ para mí.”
“Awn, qué aburrida eres.” Kokichi la juzgó con la mirada. “Y yo jurando que me ibas a entretener como mi HiME.”
“…” Eureka le dedicó una mirada llena de tirria absoluta. Kokichi soltó una risotada ante esto, retractándose de sus palabras.
“Okay, tal vez no eres tan aburrida que digamos. Así queeee~ te ganaste un premio~”

Eureka estuvo a punto de insistir en que la comenzaran a torturar o que dieran inicio a la batalla cuando el chasquido de los dedos de Kokichi abrió un portal a un metro de la posición en la que se encontraban.

Un niño de cabellos rubios, saco blanco y pantalones negros y pulcros salió del vórtice en el suelo y se paró en frente de ellos, con los ojos cerrados. Se tomó unos segundos para recuperar el movimiento en su cuerpo y abrió los ojos, observándolos con curiosidad. Eureka sintió un escalofrío al cruzar miradas con el niño: su única neurona era suficiente para llegar a la conclusión de que se trataba de un orphan.

Un orphan con apariencia humana y, de seguro, inteligencia humana también.

“…Oh.”
“¿Te gustó la sorpresa?” dijo Kokichi, emocionado. “Nunca pensé que podíamos crear orphans desde cero. Supuse que estaban predeterminados hasta que pensé en Beo-chan yyy~ aquí está~”
“…Beo,” dijo Eureka, incrédula.
“Beowulf,” corrigió el niño, sonriendo. “Mi nombre es Lugh Beowulf, para ser más precisos. Un placer, Eureka.”
“…Encima me tutea. Oh, dios mío.”
“¡Y eso no es todo! Beo-chan tiene una función principal que te va a sorprender cuando la descubras.”
“¿No dije que pueden torturarme de frente? ¿Qué onda con hacerme esperar más y sufrir?”
“Así es más divertido.” Kokichi sonrió. “¿Pero sabes qué? Mejor no te explico nada.”
“¿Qué cos—?”
“Te iba a decir todo lo que necesitabas saber sobre Beo-chan, pero ya me quitaste las ganas, la verdad. Beo-chan, haz lo tuyo.”
“Mm.” Beo asintió.

El orphan caminó hacia Eureka rodeado de un aura calmada y tranquila, pero la HiME intuyó que atacaría y adoptó una postura de batalla, cargándose de electricidad para defenderse, de ser necesario.

Sin embargo, el niño sólo se colocó a su lado y la cogió del pantalón. Eureka se giró a observarlo, confundida, pero Beowulf no hizo nada más que quedarse allí a su lado, como un niño curioso.

“¿Qué—?”
“Y eso es todo,” dijo Kokichi, muy alegre. “Nos vemos pronto, Eureka-chan~”
“Chau, Eureka-chan~” canturreó Himiko. “¡Hay que salir a comer helados pronto~!”

Eureka observó cómo, progresivamente, Himiko y Kokichi se alejaron de allí, caminando tranquilamente hacia la vía principal que conectaba las facultades y la gran mayoría de áreas y complejos de la universidad. La confusión que sentía le impidió reclamar o preguntar algo más, y sólo atinó a volver a observar al orphan, que sólo la observaba de vuelta con una curiosidad infantil, como si la HiME fuese un nuevo juguete.

En esos instantes, recordó que tenía clases y planes y Madara Mikejima estaba involucrado en todo eso. Ante lo difícil que sería explicar la presencia de Beo frente a personas ajenas al conflicto, Eureka supo que debía deshacerse de él lo más pronto posible. Por ello, lo agarró de la mano e intentó tirar de él para que la suelte, pero el agarre del orphan probó ser más fuerte de lo que creía.

Varios minutos pasaron mientras intentaba y volvía a intentar hasta que recordo que, como HiME, tenía poderes y podía usarlos para algo tan sencillo como espantar a un orphan. Virtió una de sus cargas eléctricas más potentes en la mano de Beowulf, pero el orphan no se inmutó ante esto.

“¿Intentas espantarme?”
“¿Sí? Tengo cosas que hacer y no te ves con ganas de pelear.”
“Tienes razón. No voy a pelear. Pero… no te puedo soltar, tampoco.” Beo sonrió.
“No entiendo.”
“Tengo la orden de quedarme a tu lado de ahora en adelante. Kokichi no dijo nada más que eso, así que debo suponer que no hay otra cosa más que tenga que hacer.”
“Y me alegra, pero no pienso seguir con mi rutina contigo a mi lado.”
“Pues tendrás que hacerlo, porque puedes intentar de mil formas y no te voy a soltar.”
“…”

Oh, esto sin duda era otro tipo de tortura.

Pero Eureka estaba decidida a no dar su brazo a torcer: encontraría la forma de deshacerse del niño, cueste lo que cueste.

O al menos eso esperaba, porque el tiempo estaba en su contra.
« Last Edit: August 26, 2021, 01:35:01 AM by Eureka »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #710: November 06, 2020, 01:01:11 PM »

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~





Sayi :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 26884 palabras
Kana :: 3556 palabras
Eureka :: 5885 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 1765 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #711: November 09, 2020, 07:43:48 PM »
Dejando fic con la misión de llegar a los 10K para la actividad de noviembre~

Aquella jornada en Rizembool los habían citado por listados de Rebels para tener charlas sobre sus progresos. Lamentablemente a Ken le tocó un grupo distinto que Sho, pero tuvo suerte de quedar en el mismo grupo con Eren.

Los dos se ubicaron sentándose cerca el uno del otro en aquella oficina donde los asintos se disponían alrededor de una enorme mesa redonda de vidrio. Algunos Rebels ya estaban allí mientras esperaban que llegara alguno de los líderes del comité de Rebels a preguntarles sobre sus progresos.

Además de Ken y Eren, estaba Mahiro Nakiri quien fue más puntual para la cita y quien se encontraba sentado lejos de ellos (o más bien Eren le pidió a Ken que no se acercaran a él. Ni Eren ni el heredero Nakiri se llevaban bien) escuchando música con audífonos. Los dos prefirieron no molestarlo.
Ken observó a otros dos presentes en la sala de reunión, notoriamente se conocían entre ellos puesto que se intercambiaban palabras y parecían familiarizados el uno con el otro. A Kaneki le dio la impresión que aquellos dos jóvenes eran menores que él, Eren y Nakiri. Incluso se atrevió a pensar que podían ser escolares, pero sería extraño que fueran citados para una reunión de Rebels.

Eren le comentó algo distrayendo a Kaneki de sus observaciones. El pelinegro le asintió sutilmente conectándose con las palabras de su amigo de a poco. Era imposible no notar que el de cabello castaño con el paso de los meses había ido cambiando su apariencia física y ciertos ápices de su personalidad. El cabello lo llevaba un poco más largo y tal parecía que tenía planeado dejárselo crecer sin cortarlo, quizá Sho lo había fastidiado demasiado con aquello de tener “corte de virgo” pero dudaba que Eren lo hiciera únicamente porque Sho lo decía. Eso para él sería como perder.
Más bien a Ken le daba la impresión que Eren se dejó el cabello más largo simplemente porque ya no le interesaba tanto llevar un orden normativo dictado por sus superiores. Afortunadamente en el trabajo hacía el intento de colocar su cabello hacia atrás y se veía un poco menos… desganado.
Su personalidad también había pasado por una metamorfosis. No podía decir que de un día para otro Eren Jaeger había dejado de ser aquel chico explosivo, quien siempre mantenía el ceño fruncido y quien constantemente competía para demostrar ser el mejor. Parecía que esas características todavía se conservaban, pero ya no era tan “gritón” y eso incluso Sho lo había notado.

—¿Kaneki? —
—Disculpa, me distraje…—
—¿Pasa algo?
—Eren, ¿está pasando algo últimamente en tu vida? Te noto más callado y taciturno.
—Ah, ¿estabas pensando en mí? — Eren entrecerró los ojos, con la mirada un tanto desanimada. —No te preocupes, Ken. No pasa nada. Sólo que estoy más cansado por los entrenamientos.
Sin duda, se notaba que Eren estaba trabajando más en su condición física. Su musculatura era firme y había crecido un poco más. —¿Estás bien? — ahora, era Eren el que se preocupaba por su amigo. —Te noto un poco estresado.
—Me preocupa esta reunión. No tengo ningún reporte de mis actividades… No he hecho nada en realidad. — bajó la mirada, complicado. —Creo que no puedo atacar a mi HiME.
—Mhh, supongo que en tu caso es más complicado porque empezaste a llevarte bien con tu HiME. Bueno, y es difícil ir y atacarla cuando ha salido con nosotros en nuestras salidas. — Eren se acomodó un mechón de cabello hacia atrás. —¿Por qué no pides que te cambien de HiME? Tal vez así tu problema se solucione.
—No es eso. — Ken suspiró, aún acomplejado. —Creo que no soy capaz de ir y atacar a ninguna HiME, pero tampoco quiero renunciar a ser Rebel. Gracias a lo que soy he podido tener cualidades que siendo un estudiante normal jamás podría tener. Esto me ha hecho sentir un poco más seguro de mí mismo y con la idea de que puedo defenderme sin necesidad de involucrar a Sho en todos mis problemas.   
—Si quieres… Puedes ir conmigo cuando vaya a pelear contra mi HiME. No irás a atacarla ni nada por el estilo, pero puede decir en el siguiente reporte que me acompañaste y me ayudaste a pelear contra ella.
—Gracias, Eren, pero siento que no podría sostener una historia falsa. Lo siento.
—No te preocupes. Ya veremos cómo resolverlo. Pero, insisto, creo que si te cambian de HiME al menos eso te ayudaría un poco.

La puerta se abrió y entró Akira Kurusu, quien también fue citado en ese horario. Observó a los presentes e hizo un gesto de saludo con el mentón al ver a sus compañeros de trabajo allí. A Kaneki le costaba trabajo aún asimilar que Akira era Rebel.

Tras un par de minutos de breve espera, entró una persona que se identificó como uno de los encargados del comité de Rebels. Posteriormente esta persona le indicó al par de presentes más jóvenes que se presentaran con los demás. El primero en presentarse fue un chico peliazul con ojos color amatista quien se identificó como Towa Kazuki. Posteriormente le dio la palabra a su compañero quien resultaba ser también su compañero de clases por tanto tenían la misma edad. El segundo se presentó como Toya Aoyagi y parecía tener el mismo semblante sereno y reservado que Towa (irónicamente sus nombres también se parecían), aquel nuevo joven tenía el cabello bicolor entre dos tonalidades de azul mientras que sus ojos eran de color gris.

—Tanto Kazuki como Aoyagi son cadetes Rebels, así que desde ahora tienen la orden de seguir a los Rebels ya iniciados para aprender de ellos. Ellos no son los únicos cadetes de este año, así que posiblemente durante sus entrenamientos o en los ataques que realicen a las rivales ellos aparecerán para observar. Es importante que se hagan un tiempo para que les permitan practicar con ustedes. — el encargado miró a los más jóvenes. —¿Por quien quieren empezar?
—Jaeger o Nakiri. — dijeron los dos chicos al unísono casi de forma instantánea. Era como si ya lo hubieran decidido de antes y así había sido, el par de cadetes optaron por esos dos Rebels por el nivel de logro alcanzado. Tanto Jaeger como Nakiri tenían un buen desempeño como Rebels, Jaeger incluso había sacado del mapa a su primera HiME quien huyó a Francia y Nakiri era Rebel desde la escuela ganando en todos sus encuentros. Evidentemente sentían cierta admiración por esos dos.
—Nakiri tiene duelo de kendo esta semana así que estará centrado en lograr una medalla más para Rizembool en esta disciplina y no deben interrumpirlo. Empezaran por Jaeger, él tiene un interesante desempeño como Rebel pese a que es primera vez en el puesto.  La próxima semana acompañarán a Nakiri y así se irán turnando de Rebels. —
—…— Mahiro Nakiri no estaba tan de acuerdo con esa nueva orden porque lo que menos quería era perder tiempo con novatos, pero el hecho de que sintieran cierta admiración por su persona calmó sus impulsos de enviarlos al diablo.
En cambio, Eren parecía contrariado con esa situación: primeramente, porque tendría más gente observándolo y podrían descubrir que era Rebel sólo para sacar información para la policía a cambio de que lo dejaran en paz. Segundo, porque no se sentía especialmente orgulloso por haber hecho que su primera HiME huyera del país aterrada por el acontecimiento de la batalla.

Posteriormente el encargado comenzó a consultar uno a uno por sus desempeños y cuanto habían avanzado. Akira Kurusu no pudo aportar mucho porque aún no le asignaban una HiME y llevaba tiempo sin que le destinaran una lo cual a él mismo le llevó a expresar su extrañeza con el encargado. El sujeto se comprometió en hacer saber a los otros encargados la demora en la asignación de HiME y que traraían en lo posible de destinarle una HiME pronto.
Mahiro Nakiri describió brevemente los encuentros con su HiME, Historia Reiss, a quien despectivamente llamaba “Gaijin”. Parecía poner especialmente atención a las reacciones de Jaeger mientras describía sus ataques como si tratara de descubrir algún indicio en el extranjero que le llevase a sospechar de algo. Por supuesto, fue felicitado por el encargado y éste le indicó que dentro de pronto le tendrían una Princess asignada lo cual no fue del gusto de Nakiri.
Le tocó el turno a Jaeger quien describió escuetamente los encuentros con su HiME, Zero Two, la cual para él seguía siendo una persona insoportable. Sin embargo, fue sincero en admitir que su actividad como Rebel había disminuido y era su Princess la que trabajaba más arduamente así que no podía llevarse los últimos créditos según su perspectiva.
Kazuki y Aoyagi pusieron mucha atención a las palabras de Nakiri y Jaeger, sin duda eran los mejores Rebels de aquella reunión.
Por su parte, Ken no pudo aportar nada y eso generó un silencio incómodo en la sala lo cual se trasmitió en todos los presentes.

—¿Nada? — el encargado lo miró indignado después de una pausa de silencio.
—…— no sabía cómo responderle así que simplemente se quedó callado.
—¿Ni siquiera has estrenado? ¿Por qué no…? Ah, supongo que tu protector te sigue dando licencias médicas para justificarte. — giró los ojos, por la expresión enfadada en su rostro al parecer dedicaría un sermón hacia el joven. Eso inquietó a los demás, a excepción de Nakiri quien tenía una expresión distante.
—Kaneki y yo entrenamos juntos. No sé por qué no lo ha dicho ahora.
—Jaeger no intentes just——
—Le he dicho que nos entrenamos entre los dos— Eren fue tajante con el superior, llamando la atención de todos y especialmente de Ken. Más que sorprenderse por la repentina ayuda de su amigo, le llamó la atención el tono severo que estaba usando hacia un superior cuando hace unos meses era mucho más distinto y tenía una actitud de subordinación hacia ellos evidenciando mucho respeto. —No estoy justificándolo por gusto. Siento que esta situación de reproche es innecesaria, nada más, puesto que Kaneki de todos modos se está entrenando.
—Hablaremos de esto luego. — aseveró mirando a esos dos.
Con aquella situación tensa la reunión terminó y los presentes se pudieron retirar. Ken y Eren salieron juntos, sabiendo que en algún momento les llegaría una citación de los más altos líderes de Rizembool por lo que acababa de pasar, pero no sacaban nada con preocuparse desde ahora.
—Gracias por lo de hace un momento. — dijo Kaneki, desanimado.
—Está bien, no ha sido la gran cosa. — Eren suspiró. —Kaneki… ¿Te puedo preguntar algo?
—Sí.
—Cuando el encargado se refirió a tu protector, ¿se refiere al sujeto que te va a buscar al trabajo?
—…—
—¿Quién es él? Tiene una presencia extraña y misteriosa…
—¿No conoces al señor Liebheart, Eren? — Ken entrecerró los ojos, un tanto molesto por el despiste de Eren. Notó que éste seguía mirándolo con extrañeza. —Es uno de los científicos más admirados del mundo…—
—¿Por qué estás tan vinculado a él?
—Él prácticamente me salvó la vida. Construyó cada pieza de mi cuerpo después de…— el pelinegro parpadeó cuando cayó en cuenta de que Eren no sabía esa parte de su vida, al verlo a los ojos eso se notó más por la sorpresa denotada en los orbes verdes y brillantes. —Disculpa, te estoy hablando de cosas que no tienes ni idea. Perdón por mantenerte tan confundido.
—¿Te pasó algo grave?
—…— Kaneki se tomó unos segundos esperando que un par de alumnos terminaran de transitar. Cuando el pasillo quedó a solas, continuó. —No todos los saben, pero a principios de año tuve un grave accidente donde casi perdí la vida. El daño interno era tan grave que mi pronóstico era únicamente la muerte, ni siquiera podía optar por un estado vegetal. Ningún médico quería tomar mi caso puesto que estaba desahuciado y ya no había nada que hacer. Entonces el señor Liebheart apareció y se ofreció a intervenirme quirúrgicamente sin cobrar ni un yen. Fue una de las operaciones más largas registradas en el Hospital de Rizembool. Gracias a él estoy vivo y no quedé con ninguna secuela.
—Vaya, Kaneki… Lamento lo que tuviste que pasar. — Eren se pasó una mano por la nuca desordenando su cabello, sintiéndose culpable de revivir aquellos recuerdos en el pelinegro.
—Bueno, estaba en coma así que prácticamente no me di cuenta de todo eso. Peor lo pasó Sho quien tuvo que pedir ayuda en todas partes y tuvo que firmar el consentimiento de mi operación donde tuvo que aceptar que, si no salía vivo de la operación, no era responsabilidad de Rizembool. Él tuvo que pasar por mucho durante ese tiempo…— Kaneki reparó en ese detalle y pensó en toda la angustia que debió vivir su hermano en solitario ya que no le pudo contar a nadie lo que pasó Kaneki tanto porque era demasiado delicado como también porque sabía que si Ken se recuperaba le habría pedido que no le contara a nadie sobre lo sucedido.
—Me alegra saber que estás mejor. No sabía que ese tipo era tan importante… Cuando te va a buscar al trabajo nunca se pasó por mi mente que fuera un científico tan respetado. Pensé que era… Una especie de estafador.
—¿Pensabas que el señor Liebheart me iba a secuestrar o algo así? — Ken soltó una risa, haciéndole gracia la imaginación de su amigo.
—Ahhhh, algo así. — asintió, alargando sus palabras con un poco de resignación. No podía decirle a Ken que el idiota de su hermano le pidió que pusiera vigilancia en él ya que notaba que llegaba un poco tarde a casa y con mucho dinero. Quizá qué pensaría Ken si le dijera esa revelación.  —Supongo que tienes tus controles de salud con él puesto que es tu doctor.
—Ahá, de hecho, ahora tengo que ir a su consulta. Disculpa que te deje a medio camino. —
—No te preocupes. Que te vaya bien. — se despidió brevemente del pelinegro al verlo acomplejado por la hora.
Ken llegó por la noche al departamento. La consulta con el doctor Liebheart se extendió y pese a que Ken le insistió que no se preocupara por su situación económica el rubio volvió a darle dinero para que dejara, al menos, un turno y así no tuviera que trabajar y sobre exigirse. Era increíble lo bueno que era el alemán con él. Además, le había aumentado las dosis de la medicación y le dio fármacos de reserva para que no le faltaran.
Entró directo a su habitación, dejo la bolsa con los medicamentos sobre su cama y guardó el dinero en una caja que mantenía escondida en su armario. Sabía que si Sho veía todo el dinero que llevaba acumulado le haría muchas preguntas y no podía decirle que su doctor le daba dinero a cambio de que dejara de trabajar tanto. Seguramente preocuparía a Sho quien inmediatamente imaginaría que Ken nuevamente tenía un problema de salud. Guardó la caja de un sobresalto al escuchar que alguien golpeaba su puerta. No esperaba que Sho estuviera a esa hora en el departamento puesto que juraba que había salido con Souji.

—Sho, pensé que no estabas.
—Mh, llegué temprano porque Souji tiene que repasar unas guías para mañana. — notó la bolsa con la medicación de Kaneki. Sho inmediatamente se sobresaltó al tomarla y notar que eran más.
—Tranquilo, no pienses que es algo malo. El doctor me dio unas reservas para asegurar que tuviera demás en caso de que no estuvieran agotados en la farmacia.
—¿Seguro que estás bien? ¿Hoy te tocó consulta con él? — a Sho le daba un poco de suspicacia aquel doctor porque era extrañamente muy gentil con Ken, pero no podía refutarle nada puesto que ese mismo doctor le había salvado la vida a su hermano cuando todos los demás doctores lo abandonaron.
—Estoy bien, no te preocupes. ¿Vamos a cenar?
—Ah, me toca preparar la cena. Disculpa, todavía no tengo nada listo, pero puedo hacer algo rápido.
—Podemos pedir algo y que nos traigan a domicilio.
—Ken, has estado haciendo eso toda la semana y siento que vas a quedar en banca rota.
—Descuida, me ha ido bien con las propinas y me gusta utilizar mi dinero en agasajarte así que puedes pedir lo que sea.
—Mhhh, me siento abusivo contigo. Puedo aceptar, pero a cambio tienes que prometerme que el resto de la semana yo me encargo de los gastos.
—Okay. Pero ten en cuenta que los viernes siempre subo mi dosis de hamburguesas.
—Lo sé, lo sé— Le acarició el cabello. —Será mejor que te tomes tus fármacos. Estás en el horario.
—Sí, lo haré mientras pides algo. — Ken le paso su teléfono celular con la app de pedidos a domicilios. —Pide lo que quieras.
—Okay. — Sho aceptó en contra de su voluntad. Vio a Ken tomar la bolsa de sus fármacos e ir al baño.

 
Venlafaxina. Nuevamente el señor Liebheart había subido la dosis del antidepresivo para estabilizar su ánimo. Era extraño, porque Ken ya no se sentía depresivo pero el alemán mantenía las dosis altas. Los otros fármacos que le dio con dosis elevadas era los que actuaban como inhibidores del sistema nervioso central y actuaban como sedantes, Ken hace un tiempo que llevaba rechazándolos porque sentía que lo limitaban y le daban sensación de entumecimiento dejándolo enlentecido y somnoliento. Finalmente, las dosis del químico especial producido por la farmacéutica Liebheart se mantenía en la misma dosis y el Rebel lamentó ese hecho puesto que ese químico lo hacía sentir adrenalinicamente bien. Lleno de vida y de poder.

Su mirada se clavó en el coctel de fármacos sobre el mueble del lavamanos. Eran muchos colores y demasiadas píldoras.

—Ken, necesito ayuda con esta mierda. La porquería no me deja cancelar unas cosas que no quiero.— Sho le dio un par de golpecitos a la puerta del baño.
—Ya voy. — Ken sacó el vaso de vidrio del mueble y lo llenó de agua. Metió en su boca las píldoras de la farmacéutica Liebheart, aquellas que le hacían sentir poderoso en todo sentido, bebió agua y las ingirió.

Luego tomó el resto de píldoras, las lanzó al retrete y tiró de la cadena.
Aquello lo venía haciendo hace meses en silencio sin que su hermano o su doctor se enteraran de eso.

Otro secreto que guardaba solo para él era una actividad que venía realizando de hace unas semanas: después de estudiar hasta tarde esperaba a que su hermano estuviera dormido o no estuviera en casa por quedarse con Souji. Entonces Ken salía de madrugada a caminar en un paseo nocturno adentrándose a observar la ciudad en las “tinieblas”
A veces poco se acordaba de sus caminatas, pero llegaba con la sensación de bienestar después de realizada la actividad.


« Last Edit: November 09, 2020, 07:48:13 PM by Kana »


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #712: November 12, 2020, 08:40:49 PM »
Work b**ch fdvdk pero creo que ya me falta muy poco para el logro

—No puedo creer que me hayan convencido de esto. — Slaine soltó un prolongado suspiro, indignado consigo mismo por hacer todo lo contrario de lo que se le había indicado en su pasantía. Supuestamente debía pasar una temporada corta en Rizembool para adquirir todos los conocimientos necesarios para el área de la neuropsicología y abordar una misión encargada por su abuelo, sin distraerse con otras cosas. Pero Akira y Ritsu lo acosaron día tras días sobre su talento con el piano animándolo a audicionar para el conservatorio musical de Tokyo que, al final de todo, el rubio cedió ante sus presiones y terminó por asistir a la audición de piano.
Los tres chicos salieron del conservatorio musical y caminaron por las calles aledañas del perímetro.
—Sólo les pediré que no le comenten nada de esto a mis cercanos. Si se enteran será un deshonor para ellos que no siga las instrucciones que se me han indicado para mi estadía en Japón. —
—Lo mantendremos en secreto, lo juro. — le dijo Ritsu, a modo de promesa.
—No entiendo por qué a tu familia no le gusta que toques piano cuando es maravilloso, pero si te mantiene en calma que no se enteren me comprometo a no decir nada a nadie. — Akira no conocía a ningún familiar de Slaine pero por la descripción que daba el rubio sobre ellos le hacía sentir cierto rechazo hacia los Lancaster. Y como buen fanático de GoT, sabía que el autor se basó en los Lancaster de siglos pasados para crear a los Lannister así que era mejor mantenerse alejados de ellos. Salvo Slaine, parecía ser la excepción a todo el patrón familiar. Tal vez era como Tommen. Sólo esperaba que no terminara lanzándose al vacío como aquel personaje, como resultado de las conspiraciones de su propia familia.
Mientras caminaban por la ciudad se percataron que en el mismo lugar y sorpresivamente se encontraba Minato Arisato frente a una tienda audiovisual. Akira y Ritsu se acercaron hasta el peliazul mientras que Slaine prefirió quedarse un poco atrás, manteniendo su distancia y fingiendo prestar atención a los productos en oferta en la vitrina para cuando estuvo cerca del trio.
—¿En qué estás, Minato? — Ritsu fue el primero en aparecer a un lado de éste.
—Mh, buscaba unos nuevos headphone… Los que tengo se estropearon. — vio que Akira se ubicó a su otro costado. —Ah, los “hermanitos” — bromeó sin chiste al verlos juntos.
—No es gracioso, Minato. — Akira le miró de reojo. Harto de las bromas e indagaciones del resto desde que Ritsu había hecho circular distractoriamente aquel rumor de que eran hermanos con el fin de sacarlo sin levantar sospechas de una intervención del comité de Rebel.
—…— Minato cruzó miradas con Slaine y sólo lo saludó con un gesto distante, conducta que el otro imitó y se mantuvo con la misma distancia hacia el peliazul.
Después de que acompañaran a Minato a comprar lo que necesitaba dentro de esa tienda, caminaron un poco más por las calles hasta que el mismo Minato interrumpió la conversación trivial y se fijó específicamente en Ritsu.
—Shikishima, ¿tienes algo de tiempo? Necesito que me ayudes con unas dudas que tengo sobre algo que para mí es importante… ¿Puede ser en tu casa? En donde vivo… No me puedo concentrar.
—Está bien, no tengo inconvenientes, pero…— seguidamente miró de forma suplicante a Akira.
—Ok… Yo me encargo de comprar café en grano y el té de hojas.— el joven entrecerró los ojos, sabía que las reservas de café de Shikishima estaban al límite y también sabía que éste se moría si no le quedaba el té suficiente para preparar en casa. Era llamativo el como un joven de la edad de Shikishima le tenía tanta fascinación al arte del té.
—Gracias. — junto las palmas de sus manos en gesto de agradecimiento. Se despidió de Slaine y quedó en contactarlo luego para una tarea que tenían junto a Akira para la clase y después de ello se retiró con Minato.
Akira y Slaine en tanto continuaron con su paseo por la ciudad.
—No te agrada Minato.
—…—
—Lo pude notar cuando nos reunimos en la casa de Shikishima y te lo presentamos. Inmediatamente me dio la percepción de que no te simpatizó mucho.
—No sé de qué hablas, Akira.
—Aunque por parte de Minato creo que tuvo la misma reacción. Me da curiosidad por qué tuvieron ese efecto adverso entre ustedes apenas conocerse.
—…—
—¿Y?
—¿Siempre eres tan curioso?
—Mh, mh. — Akira asintió con la cabeza. —¿Y bien?
—No me desagrada aquel chico, pero simplemente no congeniamos. —
—Minato primero tiene que tomar confianza con alguien para ser más amable. A mi me costó bastante ganarme su confianza y siento que aún sospecha de mí. — sonrió brevemente recordando a aquel niño pequeño de cabello azul que parecía más interesado en su mundo interno y evadir el contacto social durmiendo. —Quizá con el tiempo se puedan llevar mejor.
—Al menos nos toleramos. — y ya no tuvo más apreciaciones que aportar.
—¿Qué hacemos ahora? No se me ocurre donde ir.
—Yo… Debería volver a casa. Mi tío sale temprano del campus hoy y seguro quiere que beba el té con él y con mi hermano pequeño.
—Oh, entiendo. Mejor te apresuras en tomar el metro si quieres llegar a tiempo. —
—¿No quieres… acompañarme?
—¿Eh? — Akira no pudo evitar demostrar sorpresa por esa invitación. Slaine era amable y adorable hasta cierto punto, pero incluso era más distante y frío que Minato. Si bien era todo un señorito inglés, era notorio que el rubio evitaba relacionarse con los demás y, en lo posible, mantener su vida familiar y personal en secreto.
—No es una obligación…
—Está bien. Me gustaría ir. Aunque… No tengo la mejor pinta en estos momentos. —
—No necesitas estar formal para acompañarme con mis familiares. — Slaine desvió la mirada buscando la entrada del metro. Podía llamar al chofer de la casa, pero Slaine prefería aprender cómo se tomaba el metro.
—Es por allá. — le indicó Akira, en dirección opuesta. Sonrió disimuladamente al notar que el rubio jamás usó transporte público en su vida.
Después del transcurso en metro donde para el inglés fue toda una novedad. Llegaron a una zona privada y pintoresca donde la gente rica tenía sus propiedades. Para llegar hasta la mansión de la costa debían pedir un Uber o bien caminar, pero ya se estaba haciendo tarde y Slaine era jodidamente puntual para sus compromisos.
Akira se sentía encantado de, por fin, poder conocer la mansión de la costa la cual solía salir en postales y diversas obras de arte. Sabía que los propietarios era una antigua familia inglesa que llegó hace siglos pasados cuando Japón se abrió al intercambio comercial pero tal fue su asombro cuando supo que esos colonos eran familiares de Slaine.

—¿Quieres ir a la sala musical o a la biblioteca? ¿O prefieres ir hasta el borde costero que da a los pies de esta mansión?
—Me fascinaría lo último, si es que disponemos de tiempo.
—Creo que mi tío debe estar alistándose o… quizá olvidó que tenía un compromiso conmigo.
Bajaron por una cuesta y finalmente llegaron hacia el mar que daba a los pies de la mansión. Akira sintió la brisa marina acariciar sus mejillas y el aroma a mar le hizo sentir muy bien.
—No creo que alguien te olvide, Slaine. — dijo en relación a que el rubio arrojó la posibilidad de que su tío haya olvidado el compromiso con él. —Es imposible que eso pase.
—Créeme, es bastante frecuente que te olviden cuando eres el hijo de al medio de una numerosa familia de hermanos. Más si no destacas como ellos. — el rubio fijó su mirada en el océano mientras mantenía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, se veía muy sereno según la apreciación de Akira quien le contempló en silencio.
—No puedo concebir la apreciación de que no seas destacado. De lo poco que te conozco me doy cuenta que eres muy inteligente y que tienes un talento con el piano.
—Nada que no tengan el resto de mis hermanos. Pero… Supongo que es mejor pasar inadvertido, al menos no tengo las grandes presiones que mis hermanos mayores ni tengo la constante sobreprotecciones que reciben mis hermanos menores.
—¡Slaine! —
Los dos jóvenes se voltearon al escuchar que alguien llamaba al inglés. Akira vio a un adulto bastante joven que caminaba hacia ellos a paso apresurado mientras se arreglaba el nudo de su corbata. Su cabello era oscuro, la piel era pálida como la de Slaine y tenía un peculiar lunar debajo de uno de sus ojos. Por algún motivo Akira se esperaba una versión más vieja de Slaine, igual de rubio, pero con una personalidad maligna como algún “Lannister” pero parecía que el patrón de “todos rubios” no se aplicaba en los Lancaster.
Aquel sujeto pareció atento de la presencia de Akira pues evidentemente era un hecho muy novedoso, le sonrió al estar cerca de los dos.
—No sabía que estabas con alguien.
—Tío Vincent, él es Akira Kurusu, un compañero de clases. — le dijo al mayor. —Akira, él es mi tío Vincent el dueño de esta mansión y con quien me quedo temporalmente.
—Mucho gusto, señor Lancaster.
—Es un placer conocer a un amigo de Slaine. — Vincent parecía anonadado por el acontecimiento. Nunca había conocido un amigo de Slaine y eso era todo un privilegio.
—Espero que no te moleste que haya incluido a Akira en la invitación para el té de esta tarde.
—Al contrario, me parece fascinante que tu amigo nos pueda acompañar. ¿Les parece si vamos a casa? El té está listo y se debe gozar de la hoja de té mientras está en su punto exacto.
—Porque es allí cuando se siente con mayor intensidad la esencia del té.
—Exactamente. — Vincent sonrió, maravillado.
—Tengo un amigo que tiene adoración por el arte del té. — informó. —A Slaine también le gusta como él le prepara el té. Algún día Shikishima podría enviarle un poco de sus preparaciones con Slaine para que los comparta con usted.
—Vaya, ustedes son unos jóvenes bastante agradables. Me alegra que mi sobrino tenga tan buenas amistades.
—…— Slaine prefirió mantener la mirada en el mar, un poco incómodo por la emoción de su tío. Le hacía sentir vergüenza que su familiar festejara su cercanía con Akira y Ritsu porque lo hacía ver como un perdedor sin amigos delante de Akira. —Vamos a casa.

La tarde fue de lo más agradable junto a la visita de Slaine. Los Lancaster estaban acostumbrados a su soledad y a sus espacios donde casi nunca incluían en ellos a alguien ajeno a la familia, pero Vincent, afortunadamente, rompía un tanto con el prototipo familiar y estaba enfocado en hacer que sus sobrinos fueran menos exigentes consigo mismos y optaran por una vida más armoniosa armándose de relaciones sociales eficaces y no instrumentales como las de los demás Lancaster.

Vincent sonrió antes de beber un poco de té. Slaine parecía llevarse bien con ese joven y esperaba que conservaran la amistad a futuro. Recordó con algo de nostalgia y bochorno cuando Ciel había llegado a Tokyo hace un poco de tiempo atrás y justo después estuvo de cumpleaños, Vincent le armó una pequeña fiesta en la mansión la cual fue muy desastrosa puesto que invitó a gente que no eran amigos de Ciel y este se sintió avergonzado ya que no tenía ni un amigo. Al menos en el presente se llevaba mejor con Nene Nakiri quien fue la única que sí conocía a Ciel en esa pequeña reunión.
Por lo visto al menos dos de sus sobrinos en el presente contaban con una amistad sana.

Akira disfrutó de una autentica e inglesa “hora del té” y sabía que Shikishima moriría por conocer detalles. El tío de Slaine se le hizo bastante armonioso de llevar y el hermano menor casi ni hablaba, pero tampoco fue un fastidio. Otro detalle que amó de esa invitación, y que por supuesto no se lo diría a Shikishima porque sabía lo que le iba a decir, era todos los objetos de valor dentro de esa mansión.

Si no fuera por Slaine y porque los Lancaster no resultaron ser tan “Lannister” después de todo, ya se habría hecho de algún objeto caro de la mansión.

Tras finalizar la hora del té Slaine se excusó con sus familiares y se retiró junto a Akira para volver a caminar por la costa, ahora ya de anochecer. Los dos recorrieron la costa en silencio mientras disfrutaban del paisaje.

—Akira— el rubio interrumpió el silencio que resultó ser cómodamente compartido por ambos.
—Dime
—¿Qué se siente ser Rebel?
—…—
—Hace poco un Rebel me enseñó sus cualidades, pero no me explicó lo que se siente ser Rebel.
—…— Akira frunció el entre cejo. Sabía que Nakiri no tenía ninguna buena intención detrás de la extraña amabilidad que había demostrado hacia el recién llegado Slaine aquella vez en el Starbucks. —¿Por qué quieres saber eso, Slaine?
—Simple curiosidad…— no despegó su mirada del oleaje negro y oscuro del mar en la noche. —¿No es extraño? Como tantos jóvenes voluntariamente aceptan modificar su genoma humano y convertirse en Rebels para ir contra otras personas. No entiendo el significado de esta “batalla” pero, al menos, me gustaría sentir que se siente ser Rebel. ¿Por qué se vuelven Rebels?
—Lamento que te enteraras de esta extraña circunstancia de Rizembool. Al menos habría deseado que pasara un poco más de tiempo antes de que te hablasen de estas cosas. ¿Qué se siente? — Akira también miró hacia las olas, entrecerró los ojos con una mirada fría. —Depende. Hay quienes sienten que obtienen un poder sin igual y los hace sentir magníficos, otros sienten tranquilidad porque por fin pueden defenderse por sí mismos y proteger a sus cercanos, otros sienten infelicidad porque se ven forzados a tener que entrar en conflicto con gente importantes para ellos, otros simplemente están tan entumecidos en su propio asombro que no asimilan la situación…
—¿Y tú? ¿Quién de ellos serias?
—…— El pelinegro se tomó varios segundos de silencio antes de entregarle la ansiada respuesta al rubio. Finalmente despejó su mirada dejando de mirar el oleaje para centrar sus ojos que, extrañamente tenían un brillo un tanto dorado, y posar su mirada en la mirada calipso del otro. —El que se siente absoluto con el poder.
Slaine fue ahora quien se quedó unos segundos en silencio. Estupefacto por la respuesta de Akira. Luego alzó la mirada al cielo oscuro y pensó en qué más preguntarle a Akira pero llegó a la conclusión de que ya no tenía dudas.
—Va a llover. — comunicó el rubio.
—¿Qué? — Akira se manifestó confundido.
—Es mejor que corramos a casa.
 Los dos comenzaron a caminar, pero cuando Akira notó que Slaine empezó a aumentar el paso hasta la mansión él le siguió el ritmo y en poco tiempo llegaron a la mansión. Se quitaron unas cuantas prendas para no dejar tan mojado el interior de la mansión, entraron a la sala principal y vieron que Vincent Lancaster estaba distraído mirando el fuego de la chimenea.
—Es curioso, no pronosticaba un temporal de lluvia. — Dijo Vincent, extasiado por las llamas del fuego (¿)
—¿Temporal? — Akira preguntó confundido. No había visto en sus noticias que fuera a llover tan intensamente como ahora lo hacía. Estaba en un problema importante puesto que le costaría trabajo volver a casa.
—Joven Kurusu, será mejor que pase la noche aquí. Me temo que si lo dejo ir me sentiría infinitamente negligente.
—Y-yo, no quiero importunarlos.
—No se preocupe, no nos importuna. — se volteó al fin a mirarlos. —Slaine te puede prestar alguna prenda y puedes quedarte en cualquier habitación de huéspedes disponible. Eres bienvenido.
—Bueno, si no es molestia. — el pelinegro hizo una leve reverencia. —Gracias por la amabilidad.

Slaine condujo a Akira al baño principal donde el agua caliente ya estaba preparada en la bañera de mármol. Le dejo unas cuantas toallas y le proporcionó un pijama suyo la cual era nueva. 
Después de que el rubio saliera del cuarto de baño, Akira se quitó la ropa y se metió en la bañera. Se dejó caer suavemente en ella hasta cubrirse del agua por completo aguantando la respiración bajo el agua y escuchando sus propias burbujas de respiración que emergieron. Posteriormente salió a flote y acomodó su espalda en la bañera. La ventana pequeña del baño mostraba un paisaje oscuro y el cristal siendo golpeado por las violentas gotas de lluvia y el viento feroz. Fuera de ello, el silencio abordaba el escenario.

—Akechi sería feliz de estar aquí. Es como las novelas de suspenso que le gusta seguir. Sólo falta…— Akira sonrió suavemente. —Algún asesino en serie. — alzó la mirada al techo y fantaseó con la idea de estar en una historia de detective.

De haber un asesino en la mansión, ¿quién sería? ¿El señor Vincent? ¿el tímido Slaine? ¿El niño Ciel? No podrían culpar a un mayordomo porque parecía que la mansión carecía de sirvientes. Slaine le explicó que a veces un par de hermanos suyos y un amigo de su tío visitaban la mansión así que el número de sospechoso aumentaba.
Se pensó a él mismo en el papel del detective. Quizá sería fácil arrestar al señor Vincent o al amigo de éste, pero ¿y si el asesino era Slaine?
Qué curioso. Porque, aunque fuera una imaginería sintió cierta angustia de imaginarse a él mismo arrestando a Slaine. Por algún motivo, eso generaba tristeza y no se veía capaz. Por suerte, Slaine era el menos probable para el puesto de asesino.

—¿Te gusta esta? ¿O prefieres la que acabas de ver?
—Cualquiera está bien. — Akira se acomodaba el pijama que le prestó Slaine puesto que el rubio era unos centímetros más bajo que él y la prenda le quedaba un poco estrecha.
—…— Slaine iba mostrándole las habitaciones disponibles a Akira. —Si quieres…—
—¿Si?
—Puedes quedarte en la alcoba que tiene vista hacia el mar. Siempre se disputan por esa habitación.
—Pensé que me ibas a decir que me quedara en la tuya para jugar o algo.— Pero suponía que Slaine no era del tipo de chicos que tenía una PS5 en su cuarto y se amanecía jugando con ella.
—N-no. Es bastante simple mi alcoba. Es mejor esta. — Lo guio hasta la habitación del final del pasillo. Abrió la puerta y le mostró a Akira una magistral alcoba digna de un rey. —Esta es muy bonita.
—Sorprendente. — no podía articular palabras.
—Entremos. Creo que esta es la que más te ha gustado. ¿Qué tal? —
—Todas están bien. Pero si te emociona que me quede aquí, me quedaré en esta. —
—Mi tío me pidió que tu experiencia aquí sea grata y por tanto es mi deber darte la mejor ubicación. — el rubio fue hasta el ventanal que tenía las cortinas abiertas. Miró el mar a través del cristal. —Supongo que se aferra desesperadamente a la idea de que seas mi amigo. Por favor discúlpalo.
—¿No lo somos?
—¿Lo… somos? — Slaine parecía sorprendido.
—Pensé que sí. — Akira alzó los hombros, confundido.
—S-sí tú quieres. — el rubio evadió su mirada.
—Yo, sí. ¿Tú quieres? Porque parece que el tema de la amistad entre ustedes es bastante… especial.
—Los Lancaster no tenemos amigos. — el rubio volvió a fijar su mirada distante hacia la venta, escuchando las gotas de lluvia golpear el cristal. —Nos dedicamos tanto a los estudios y a los negocios que no podemos tener tiempo en iniciar y conservar una amistad.
—Perdón, pero eso suena bastante triste.
—No te disculpes. — sonrió un poco. —Es mejor así. En mi caso, suelo aburrir a las personas y muchas veces olvidan mi existencia. — dedicó un par de segundos más para mirar el mar y luego se giró hacia el pelinegro. —Buenas noches, Akira. Nos vemos por la mañana.
—¿Tienes que irte ya? Pensé que podíamos conversar un poco más antes de dormir. Es temprano.
—Mh. — el rubio miró la hora en el reloj de péndulo de la alcoba. Era tan estructurado que tenía una hora temprana para dormir, pero al observar la mirada de Akira le sorprendió de ver interés en una conversación con él. —Está bien. Podemos jugar ajedrez en la mesa de allí o… Ah, voy a encender la chimenea mientras pensamos que hacer.
—Esto es demasiado lujoso. Me siento como un rey.
—¿En serio? Esta mansión es pequeña y humilde. Un día deberías conocer Lancannia en Londres. Es el castillo principal de la familia Lancaster y es hermosa. Allí vivieron los reyes Lancaster en su infancia, otra parte de sus vidas la vivieron en el castillo de Leicester. Seguramente sí te sentirías como un rey en esos lugares. — logró encender la chimenea sintiéndose orgulloso de no tener que pedirle ayuda a su tío Vincent. Los dos jóvenes se sentaron en los sitiales frente a la chimenea.
—Debe ser fascinante ser descendiente de reyes. — Castillo. Slaine hablaba de tener castillos ¿Y así decía que era aburrido?
—Es dicotómico, en realidad. Por un lado, tener “sangre azul” es interesante y te enorgullece, pero, por otro lado, ya sabes la historia de los reyes de la rosa roja… Morían a temprana edad, otros se volvían locos y los demás se mataban entre ellos. — el rubio soltó un suspiro. —Mis hermanos se enorgullecen de los reyes, pero, realmente, a mí me da un poco de vergüenza…
—Sobre todo por el incesto.
—Sobre todo por el incesto. — suspiró de nuevo. —Un momento, ¿cómo sabes esa parte? Generalmente ese detalle es muy rebuscado.
—Bueno… Soy un poco fanático de Canción de Hielo y Fuego. Con Shikishima y Minato leíamos los libros y seguimos la serie, incluso nos volvimos bien ociosos e investigamos los datos más extravagantes y descubrimos que el autor de los libros se inspiró en los Lancaster para crear a los Lannister.
—Supongo que te gustaría saber si los Lancaster pagamos nuestras deudas. — observó de reojo al pelinegro notando ese halo de curiosidad que lo caracterizaba. Slaine suspiro. —Pues, sí, pagamos nuestras deudas.
—Me gustaría saber más sobre los orígenes de tu familia.
—¿En serio quieres saber? — el rubio tenía una mezcla de orgullo y a la vez de vergüenza. —Mejor jugamos ajedrez.
—Podemos hacer ambas cosas. — Akira se puso de pie y en breve volvió cargando la pequeña mesa con el ajedrez sobre esta, posicionándola en medio de ellos. —Cuéntame desde el comienzo. — escogió las piezas negras, dando el primer movimiento. 
—Bueno… Tendrás que disponer de mucho tiempo. — como vio que el otro seguía mostrando el mismo interés, el rubio movió un peón blanco y continuó relatándole a Akira historia ancestral. 
« Last Edit: November 13, 2020, 07:36:57 PM by Kana »


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #713: November 20, 2020, 08:31:10 PM »
Otro.
Edit con iconos e imagen. Me puse como la gente de wattpad a decorar fics :u prometo que sólo será esta vez (?)

—¿Por qué me bloqueó todos mis contactos? — Allen se encontraba en la agobiante tarea de ir desbloqueando contacto por contacto en su teléfono. Era esperable que bloqueara a Lavi instantáneamente pero incluso su hermano Shiro corrió con la misma suerte. Corrección, ahora que buscaba a Lavi entre los bloqueados se dio cuenta que no sólo estaba bloqueado, sino que borrado. Por suerte, Allen se sabía el número del pelinaranja de memoria.
—¿Quién? — Kana le salió en el paso de la nada perturbando a Allen quien casi suelta su celular ante tan inesperada presencia.
—¿M-mi mamá?— Allen le mintió a su amiga, porque no quería arruinar (aún más) la imagen de Cain ante ella. En el mundo absurdo del peliblanco aún tenía la esperanza utópica de que volvieran a ser HiME y Key. Allen sabía cuánto necesitaba Kana a un Key para desarrollar sus potenciales HiME y no quería arruinar la última posibilidad casi viable de que tuviera uno.
—¿Tu… mamá? — Kana alzó una ceja, ingenua. —¿Por qué hace haría eso tu mamá?
—Porque está un poco loca. Sí, muy loca…— guardó su teléfono, ya tendría tiempo y ganas de ir desbloqueando a todos. —¿Me estabas buscando?
—Ahá. — la joven asintió. —Estuve pensando en lo que me hablaste sobre tener Key y lo analicé en profundidad.
—Oh, qué bueno que recapacites sobre recuperar a tu Key. — comentó mientras seguían caminando.
—N-no exactamente. — Kana puso una expresión de rechazo. —Sabes que NO puede ser mi Key. A él no le interesa serlo, a mí no me interesa que lo sea…
—¿Entonces? —
—He conversado con algunas HiMEs y me han comentado que no todas han tenido Key y se han valido bastante bien contra sus Rebels. Así que, en síntesis, no necesito un Key. Únicamente no tendría un Child pero eso no es un gran problema para mí. — alzó la mirada hacia el cielo al mismo tiempo que levantaba ambos hombros. —Supongo que los Childs son como “hijos” o algo así y esas cosas no van conmigo, sorry.—
—¿Cómo que “supones”? Lo dices como si no hubieras tenido nunca un Child.
—¿Es que parece que no lo tuve? La verdad no lo recuerdo, como perdí varias memorias de mi como HiME.
—Si quieres le puedo preguntar, “disimuladamente”, como era el Child que tuvieron como para que tengas una referencia.
—¿Y tú crees que te contará todo con lujos y detalles? Seguramente dirá algo como: “No existió tal cosa, Walker. Ni siquiera en una paradoja.” — la HiME imitó la pose distante de Cain y una voz fría, aunque con un toque caricaturesco agregado por ella.
—Mh… Tienes razón. — Allen no pudo refutar eso. Incluso la imitación era la correcta. —¿Eso me querías contar?
—Sí. Para que estés tranquilo. Sé que te esfuerzas mucho para que me desarrolle como HiME y te preocupa mi pobre desempeño, pero quería decirte que no necesito un Key porque puedo luchar sin un Child y también comentarte que mi Rebel no es el típico Rebel lunático sacado de una película de terror. —
—¿Tú… conoces a tu Rebel?
—Sí. — recién caía en cuentas que no le había contado eso a Allen. —De hecho, él mismo se presentó conmigo y ¿me pidió perdón por ser mi Rebel? Me dijo que trataría de ser lo más correcto posible conmigo.
—¿What? — el peliblanco quedó en un shock temporal. —¿No crees que es muy sospechoso que aparezca tu Rebel y te diga esas cosas?
—Oh, Allen, si conocieras a mi Rebel te darías cuenta que es muy atípico en su rol. Además, es un encanto de persona.
—¿Cómo se llama? — sería bueno saber un poco de él para ver si podía obtener algo de información de este Rebel a través de sus conocidos en Rizembool.
—Ken Kaneki.
—Uh, no me suena. Ni de las investigaciones que tengo sobre Rebels ni de la vida.
—Kaneki es reservado. Creo que es muy tímido para todo, de hecho. Una vez bailó con Eureka y estaba muy nervioso.
—¿hizo QUE? —
—…Ehw, larga historia. — Kana curvó sus cejas, afligida, mientras jugó con uno de sus largos mechones de cabello. Se sintió culpable de no informarle tanto a Allen. No sólo se había olvidado de contarle de su Rebel, sino que también se le olvidó contarle sobre su anécdota con Eureka cuando se infiltraron en una fiesta de Rizembool —Pero parece que Kaneki es inofensivo. En resumen.
—No sé, Kana, no me fiaría de todos modos. ¿Cómo es él?
—Bueno, además de tímido es muy inteligente y preocupado por sus estudios. Incluso su hermano y sus amigos tienen que secuestrarlo para despegarlo de los estudios. Mhh, le gustan las novelas de época. Creo que ¿trabaja? Siempre está ocupado en algo así que ni dedica tiempo a ser Rebel. Es como… de este porte. — Kana midió con su mano en el aire una estatura no muy alta. —Es bajito. Eso lo hace adorable de cierto modo. En fin, a lo que voy es que tal como puedes ver no necesito un Key y por lo visto no tendré mucha actividad como HiME así que no tienes que preocuparte por mí. Pero creo que sí deberíamos ayudar a Zero Two, ella no puede controlar su poder, creo que incluso su Rebel la considera una loca, su Key teme que le haga daño a alguien y hasta hemos hecho “turnos” para cuidar de ella porque es un desastre... Incluso le he pedido en varias ocasiones a Henry que sea parte de los turnos, pero ella no se controla ni siquiera con las almas más puras.
—¿Le pides a Henry que se haga cargo de una HiME? Kana, Henry siempre te va a decir sí a todo. No abuses de él.
—¡N-no abuso de Henry! Jamás podría hacer algo así. Sólo que… siento que es un gran apoyo para mí y de algún modo me siento muy segura confiando en él. Sé que sólo lo conozco de este ciclo, pero extrañamente siento que puedo contar con él.
—QUE
—¿Qué tie--
—¡NO!
—¿¡Que!?
—¡Es que lógicamente toda esa cercanía con Henry puede terminar haciéndolo tu Key! Ya te dije que sería bastante feo que pases de un hermano a otro.
—¡ALLEN! — La joven lo miró ofendida pero no tuvo tiempo de demostrarle su descontento a su amigo puesto que tuvo que cubrirse la boca con su antebrazo al soltar un estornudo.
—¿Estás enferma? — se preocupó por la salud de su amiga.
—Un poco. —pero, dada las circunstancias, no podía contarle como se resfrió. —Pero nada grave.

<Flash Back>

Kana tomó la señal de la vida como un mensaje de optimismo, el día era soleado y magnífico que y le daba la ilusa sensación de que debía tomarlo como algo positivo. Por ello había optado dar un paseo y distraerse de tanta tensión relacionada a los estudios y aprovechar lo bonito que estaba el día. Como hacía calor escogió un outfit veraniego; un short corto y una playera delgada sin mangas y un tapado muy delgado acorde con el clima. 

Iba de lo más bien disfrutando del panorama cuando, como bofetada del destino en una humorada negra, el clima se nublo y en poco comenzó a llover a cántaros tal y como si se encontrara en el clima tropical del caribe: o sea, de pasar de un sol intenso a una lluvia descomunal.
El vestuario de la joven quedó completamente empapado y su cabello largo comenzó a sentirse denso con el peso del agua.
Al igual que las pocas personas que circulaban por el lugar, Kana corrió buscando refugio, pero a diferencia de los otros que entraban en sus automóviles o entraban a sus hogares, Kana no tenía a donde ir al estar muy lejos del templo de Yato y de Hanasaki. Lo más cercano era el departamento de Kise pero dudaba que el rubio estuviera en casa a esa hora por su estricto régimen deportivo y Kana tampoco había llevado la llave que le dio su hermano en caso de querer pasar.

Encontró un pequeño templo cercano y se refugió bajo el techo de este. Se quitó la sandalia que se había roto debido al apuro de caminar rápido con el agua y evitar resbalarse.

—Cómo si mi vida no apestara lo suficiente.— dijo quitándose la sandalia y mirándola con resignación.
—¿Kana?
—…— la platinada se engrifó cuando escuchó aquella voz suave y gentil, reconociéndolo en el acto, pero torpemente deseando que no fuera él. Lo vio al rostro y su bochorno aumentó a mil, sonrojándose por ser descubierta en tan paupérrimas condiciones. —¡Ah! ¿Qué haces aquí, Henry? ¡Qué vergüenza! — Kana se cubrió el rostro, afligida.
—Supongo… Que lo mismo que tú. — Dijo el joven, sereno, sentado en el suelo con las piernas flectadas.
—N-no esperaba que lloviera así de pronto. Lamento que tu paseo también se arruinara.
—Mh. —
—…— se sentó al otro lado del rubio. Un poco más delante de ellos y bajo el mismo techo había un monumento de roca con letras grabadas, lo cual hacía una especie de división ilusoria entre ambos.

La joven imitó la pose del otro y compartió por unos momentos su silencio cómodo. Era extraño no sentirse problematizada en esa condición, puesto que, cuando dos personas estaban juntas sin tener tema de conversación y el silencio reinaba, la incomodidad era lo que imperaba. Sin embargo, el silencio pacífico de Henry le trasmitía cierta paz.
Kana no podía evitar mirarlo a cada instante de forma disimulada. Le encantaba contemplar su perfil, su aire de príncipe de novela de época, su tranquilidad imperturbable. Henry casi siempre le sonreía y era perfecto, pero incluso cuando estaba tan serio como ahora le seguía pareciendo encantador.
Otra mirada sutil le hizo a Kana darse cuenta de que el joven a su lado estaba un poco distinto a cuando lo conoció por primera vez.
Hizo memoria fugaz de aquel día que lo vio por primera vez, también una situación ridícula, cuando Erina, su prima, la atacó en Hanasaki a modo de represaría por la “falta de respeto hacia los Nakiri” allí en la azotea de Hanasaki cuando estuvo a punto de caer había aparecido Henry Lancaster a rescatarla, tan perfecto y caballeresco. 
Sabía que seguía siendo el mismo porque no había pasado tanto tiempo desde aquella vez, pero ahora podía notar que su cabello estaba un poco más largo y podía darse cuenta de que su tono de cabello era más bien un rubio claro en vez de un rubio intensamente dorado.

—¿Te gusta la lluvia? — la joven rompió el silencio.
—Es relajante. Me gusta. — le respondió sin desviar la mirada hacia el frente. —¿Y a ti?
—También. — Kana asintió, sonriendo. —Más que el clima veraniego. Incluso puedo agregar que mi estación del año favorita es el invierno. Aunque no tiene que ver con la lluvia… Ehg, ¿Qué estación del año te gusta más? — no sabía por qué le preguntaba esas cosas a Henry, pero suponía que era porque sabía muy poco de él.
—Me gusta la primavera.
—Ohw, por algún motivo pensé que ibas a decir otoño.
—En la primavera florecen las flores, son agradables, pero, no te equivocas con el otoño. También me gusta bastante. Es lindo ver la tonalidad de las hojas secas en los árboles y como estas caen.
—He notado que te gustan las flores. En la mansión del señor Vincent me di cuenta de que tienes muy bien cuidado su jardín.
—…Puede ser. — Henry se incomodó con esa observación. No era correcto que le gustaran esas “cosas que son una pérdida de tiempo” pero ciertamente le gustaban las plantas y las flores. En otra vida su sueño habría sido tener una florería o algo tan sencillo como aquello.
—Por cierto. Nunca te agradecí por ayudarme aquella vez en Hanasaki. Ni tampoco por las veces que has sido amable conmigo en reiteradas ocasiones.
—No tienes por qué agradecerme. — el rubio le sonrió dócilmente. —Es un placer poder acompañarte.
—…— Y Kana sentía que moría con tanta amabilidad. Aunque, a veces sentía que Henry sonreía amablemente en respuesta automática para hacer sentir bien a los demás a costa de su propio bienestar. No entendía como Cain podía ser hermano de alguien tan puro como Henry. Sin duda, tenía que proteger a ése ángel tan puro de ése desalmado demonio.
—Creo que la lluvia no se detendrá. — se puso de pie y le extendió una mano a la joven. —Tal vez deberíamos correr el riesgo de irnos y arriesgarnos a mojarnos, porque si esperamos que pase la lluvia probablemente pasemos mucho tiempo más aquí. 
—Tienes razón. — y no quería quedarse más en un templo y arriesgarse a romper otra reliquia, recordando que por ese detalle ahora era prácticamente la esclava de Yato en su templo.
Aceptó la ayuda de Henry y se puso de pie. Salieron del refugio, pero antes de que Kana se preparara para sentir la lluvia sobre ella se sorprendió al ver que Henry colocaba su gabardina sobre la cabeza de ella evitando que se mojara por completo.
—No va a evitar que te mojes, pero, al menos, no será tanto.
—¿P-pero, y tú?
—Estoy acostumbrado a esto. No te preocupes. — articuló la sonrisa perfecta que le caracterizaba.

De ese modo, el joven la acompañó hasta el templo de Yato una vez más. Dejandola sana y salva en la entrada del lugar y retirándose pronto.
Por supuesto, Kana se llevó el interrogatorio esperado de parte de Yato al verla llegar con el inglés. Le hizo jurar que no le fuera con el chisme a Allen como la última vez, si es que quería seguir con vida.
<Fin de Flash Back>

Después de que Allen acompañara a Kana a sacar las pocas cosas que ella tenía en la mansión HiME para cambiarse definitivamente al templo de Yato, Allen fue hasta el penthouse de Cain con la intención de indagar un poco sobre el pasado Child que supuestamente tuvo con Kana y para encararlo por la estupidez que había hecho.
Llegó al lujoso edificio, entró y subió en el elevador de cristal marcando el último piso. Era segunda vez que Allen estaba allí (ya que el desgraciado no le daba la dirección exacta y Allen la olvidaba) y como la primera también sintió la sensación de estar subiendo a la torre de los Titans. El elevador se detuvo y él salió de este para dirigirse a la única puerta que había en ese piso. Tocó el timbre y como supuso nadie abrió. Tocó otra vez.

—Si no me abres voy a hacer un show tan dramático que vendrá incluso la policía a ver que es´ta pasando. — dijo hablándole a la cámara. —y sé que a ti no te gusta llamar la atención asi que…— esperó un momento más, viendo que los minutos pasaban. Cuando Allen estuvo a punto de hacer un espectáculo, al final la puerta se abrió y el dueño le hizo pasar. —¿Qué? ¿Estabas escondiendo a alguien y por eso te demorabas?
—¿A quién iba a esconder…?— Cain entrecerró los ojos, taciturno.
—Oh, no sé. ¿Quizá a Lucifer? Últimamente estás TAN raro que te juntas incluso con tus mayores enemigos. — entró en el penthouse e inmediatamente se maravilló por la vista que este tenía hacia la ciudad. —¡Ah, me encanta como se ve todo desde aquí! —
—¿Qué quieres? —
—Sí sabes por qué estoy aquí. No te hagas el inocente, sé que estuviste metiendo tus manos en mi teléfono celular. ¿En serio, Cain? Estábamos llevándonos mejor los últimos días y sales con una estupidez como esa. Incluso bloqueaste a Shiro, a mi madre, y borraste a Lavi.
—No tengo tiempo para tus idioteces. Vete.
—No. Me quedaré aquí hasta que me des una respuesta. — se sentó en un sillón, decidido a no dar su brazo a torcer. Notó que en la mesa de centro había un vaso de whisky a medio beber. Hasta hace muy poco su amigo odiaba el alcohol, pero últimamente veía que sí estaba accediendo al whisky lo que, curiosamente, era lo que más odiaba porque “le recordaba a su padre” pero, tal y por lo visto, Cain estaba haciendo exactamente lo mismo que su progenitor pareciéndose a él cada día más. Irónico, poco a poco se transformaba en lo que más odiaba. —¿No me ofreces algo para beber? — mínimo, necesitaba un trago de eso para pasar la amargura.
—…Te serviré té, pero luego te largas. —
—Ay qué lindo. Me das té a mi mientras bebes whisky. —
—Eso no es mío. — quitó el vaso y lo llevó a la cocina desde donde llamó a un asistente quien subió en poco tiempo y sirvió té para ambos. Sólo cuando el asistente terminó su labor, Cain volvió con Allen.
—¿Por qué bloqueaste mis contactos?
—Si nos estábamos llevando “bien” ¿Por qué yo haría eso de pronto?
—Porque estás enfermo.
—…— el pelinegro le observó con indiferencia absoluta, instándolo a que pensara el por qué. Típico juego de Cain que hacía sentir a otros culpables de sus acciones y cuestionarse si habían hecho algo malo.
—…— Allen recordó el último día que estuvieron juntos, en aquella feria donde compartieron, se distrajeron, jugaron tiro al blanco y nada malo había pasado (a excepción que después se toparon con Kana y Henry en el mismo lugar y eso hizo que los hermanos tuvieran un ambiente tenso entre los dos). Después de compartir ligueramente en armonía, Allen le pasó su teléfono a Cain para que pidiera un Uber mientras él iba por una chaqueta que olvidó. Al volver ya lo había notado extraño. —No sé qué puede ser. — dijo con sinceridad.
—Me agregaste por “Chernobyl”
—…— El chico empalideció de golpe. Olvidó completamente ese detalle. Bromeando con Lavi comenzaron a cambiarle los nombres a sus contactos y él le había puesto así a Cain que era como lo llamaba cuando estaba con Lavi.
—Ya recuerdas…— bebió un poco de té, tranquilo —Ahí tienes tu respuesta. No he hecho nada que no merezcas.
—Cielos, yo…— tomó un poco de té también, afligido. —No pensé que olvidaría volver a cambiar el nombre. Sólo fue una tontera, no era con intenciones de ofender. ¿Me perdonas?
—¿Para qué otra cosa venías? —
—¿Para verte? — vio que el otro lo miró irónico. —Ok, no. No te voy a mentir. Quiero preguntarte algo sobre cuando Kana fue HiME.
—…—
—¡Pero es algo corto y juro que me voy de aquí a encerrarme a mi casa a pensar en lo mala gente que soy por haberte puesto ese apodo, pero por favor necesito una respuesta! —
—Apenas recuerdo lo de ese tiempo.
—Por favor, eres la persona con mejor memoria que conozco y NUNCA pero nunca olvidas nada y por eso eres el más rencoroso de todos. Es súper simple, no quiero estresarte con tanto detalle sólo quisiera saber si cuando fuiste el Key de Kana, ¿ella tuvo un Child contigo?
—¿Un…Child? —
—Ehw, si. — Allen sonrió levemente con el tono de Cain como diciéndole “¿qué diablos?” —Son las criaturas que acompañan a las HiMEs. Varios son animales, otros son humanos que se transforman en animales o… cualquier cosa. ¿Te acuerdas si tuvieron uno?
—No recuerdo nada con esa descripción.
—Ahhh. — Allen suspiró, desanimado, mientras se dejó caer hacia atrás.
—No deberías preocuparte. No creo que ella necesite un Key. Mucho menos un Child.
—¿Tú crees? — lo observó de reojo, aún en esa pose de cansancio que había adoptado. —Es bonito ver que le tienes fe.
—Es experta en las mentiras, manipulación a otros y, si no mal recuerdo, asesinó a su Rebel ¿por qué habría que preocuparse por ella?
—No lo hizo a propósito.
—Deja de preocuparte por ella.— lo dijo en tono de orden.
—¿Qué tiene de malo? Es mi amiga. — y fue primero la amiga de Cain, quizá por eso el rencor.
—No te preocupas así por mí.
—Awh, ¿quieres que me preocupe de ti? ¿Es eso? Pues yo siempre estoy pensando si estás bien y me preocupo por ti. Pero eres tú mismo el que me dice que me largue y te deje en paz. Que no me meta en tus asuntos. — el peliblanco le observó primero con gracia y luego con atención. —Pero, hablando francamente, sí me preocupo por ti sólo que tú no me permites hacerlo poniendo miles de límites. Hace tiempo siento que algo te pasa y noto que ocultas cosas… más de la cuenta.
—…— lentamente desvió la mirada hacia un costado, hastiado. Seguramente Walker saldría con el cliché similar que Vincent ocupaba “puedes contar conmigo para lo que sea. Anda, dilo. Apuesto mi alma al diablo que lo dices”
—Puedes contar conmigo para lo que sea, eres mi amigo… Estaré allí para lo que sea, pero tienes que confiar en mí y dejar de poner tantas barreras.
“Casi” dijo todo como él lo calculó.  —No puedo confiar en ti si a la primera me traicionas.
—Por favor, basta de ser tan paranoico. No todo el mundo quiere hacerte daño, ¡menos yo! — Allen miró la hora en su reloj, bebió el té que le quedaba agradeciendo la delicia de la infusión, se puso de pie y se despidió del pelinegro amenazándolo de que dejara de ensimismarse en su “Torre de Titans” cuando iba hacia la puerta, la voz siempre suave del otro le alertó.
—Era un dragón. — dijo Cain, manteniendo la mirada hacia abajo sobre una pieza de ajedrez suelta que deslizó por la mesa sin interés. —Era suyo. Tal vez no necesitó de mi ni de otro para crearlo. Un dragón no tiene nada que ver conmigo, en cambio con ella es todo lo que la representa. — Fuerte, intenso, poderoso, incontrolable…
—Gracias por la información. — eso le daba nuevas pistas para investigar qué posibilidades tenía su amiga actualmente para tener un Child.
« Last Edit: November 22, 2020, 03:40:35 PM by Kana »


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #714: November 30, 2020, 03:11:59 PM »
Uhh... bueno, ya está... *se desvanece*

93.1.



Era temprano en la mañana y Namazuo y Honebami se encontraban en plena tarea de bajar algunas sillas plegables y sombrillas de los autos para cargarlas en los carritos de golf, en preparación al paseo al lago que darían en unas horas.

“Ah, qué pesado, si tan sólo nos dejaran ir con los autos,” observó Namazuo, en plena labor de asegurar los artículos. Se puso a pensar. “Hm, pero a fin de cuentas sí fuimos en carro una vez. No es que esté prohibido.”
“Lo está. Fue una emergencia,” le recordó Honebami, inmutado.
“Yo sé, yo sé, pero hasta el camino es amplio y no es que nos hayamos cruzado con ningún animal salvaje por ahí,” Namazuo sonrió amenamente. “Hehe, y de encontrarnos con otro oso, ¿no sería lo mejor perseguirlo y atropellarlo con el auto antes de dejarnos masacrar?”
“…” su mellizo le dirigió una mirada gélida que le dio nervios.
“Ya, ya, tú sabes que bromeo, gemelito,” dijo sonriendo incómodo y levantando sus palmas. “Perdón, sólo se me hizo gracioso pensar en eso, pero ni yo querría lastimar a un osito bonito que no quiso cruzarse con nosotros,” le vio seguir de largo e ir hacia el auto por las últimas cosas así que le acompañó. “Puedo entender que sigues mortificándote por lo que ocurrió esa vez. No creas que no puedo leer tu inexpresión. Pero en serio, ya todo está bien.”
“…” Honebami agarró un maletín pequeño, aunque se detuvo cuando el otro también lo agarró de las mismas asas para así forzarle a dirigírsele.
“De por sí gracias por haber salvado a nuestros hermanos esa vez, Honebami,” dijo dulcemente. “Ahora no hay forma que ello fuera a volver a ocurrir. Todos aprendimos algo ese día y sin duda no bajaremos nuestra guardia de nuevo,” asintió y frunció el ceño con determinación, para soltar el maletín y apuntarse a sí mismo en el pecho. “Seremos los gemelos denpa curiosos y raros, pero si nuestros pequeños nos necesitan, de inmediato nos volvemos serios y les demostramos a todo el mundo de lo que somos capaces de hacer. ¡Nunca lo olvides!”
“…” Honebami ladeó su cabeza y le observó con leve perplejidad. “Es extraño…”
“¿Eh? ¿Qué cosa?” preguntó curiosamente y confundido.
“Esa tarde tú estuviste muy frustrado. No comprendo el cambio en enfoque…”
“Eh, pues…” sonrió frustrado y llevó una mano a su frente. “Sí me sorprendiste por la poca falta de lógica y que hayas fallado en reportar ese oso que viste, pero está bien. No pensaste en este como un peligro, aunque ello no te descalifica. Es sólo parte de quien eres y algo que te tuvimos que enseñar,” asintió. “Así que ya no te preocupes por eso. A cambio, eres alguien muy fuerte y muy cuidadoso en muchas otras áreas. También me pones en mi lugar cuando me paso de la mano,” pasó a apuntarle. “Con más razón nos complementamos, Honebami. Seguiremos apoyándonos y cubriendo nuestras falencias personales, así que ya no te preocupes.”
“…” el peliblanco le miró fijamente y en silencio por un periodo considerable de tiempo.
“Eh…” Namazuo se confundió y finalmente le vio dar una formal reverencia.
“Entendido,” dijo inmutado. “Cuento con tu asistencia.”
“Ehh, o-oye, ya, no seas tan formal, vas a avergonzarme, hehe,” rió un poco y le agarró de un brazo. “¡Vamos, Honebami-chan, ya casi terminamos!”
“…” este hizo una expresión de dolor por esa manera en que le llamó y dejó que le jalara.

En pocos minutos su labor ya estaba lista y cerraron los autos para darle una última inspección a la carga en los carritos de golf.

“¡Listo~! ¡Pese a la faena, fue más rápido que la vez pasada!” observó Namazuo con sus manos en las caderas. “¡Excelente trabajo, equipo!” levantó un pulgar a su mellizo, pero este estaba con la mirada perdida hacia el bosque. “Honebami, ¿qué sucede?”
“Todavía no regresan…” comentó distraídamente.
“Verdad que Atsushi jaló a su grupo a entrenar, pero descuida,” sonriendo despreocupado. “Sé que hoy debieron estar de un ánimo mucho mejor en comparación con ayer.”
“No puedes haberlo sabido, Namazuo,” Honebami le miró de reojo. “Te levantaste después de que ellos partieran.”
“Uhh pero tú los viste, seguro que a ti te consta,” hizo un puchero. “Todavía no olvido cómo me dejaste dormir durante las vacaciones pasadas mientras hacías bonding con Ritsu-chan y Ai-chan y los tres eran bellas amas de casa que preparaban el desayuno.”
“No solo recayó en mí. Fue una decisión unánime.”
“Ahh… me duele mucho que me digas eso, hermano…” dijo apesadumbrado e inclinando sus hombros hacia delante en manera de derrota. “Yo también soy un waki. Se supone que soy una cosa preciosa al servicio de los demás…”
“Waki…” Honebami musitó perdidamente al no saber a qué se refería. En ese momento, ellos fueron dados el alcance por Midare y Hakata, quienes habían salido de la casa.
“Namazuo-nii, Honebami-nii, buenos días,” saludó Hakata, sonriente.
“Ya casi está el desayuno, entremos,” dijo Midare, quien traía consigo un delantal con flecos. “¿Eh? ¿Dónde están los demás? Pensé que estaban con ustedes.”
“Atsushi y los demás fueron a entrenar al bosque,” dijo Namazuo.
“¿En serio?” Hakata se sorprendió y dio un suspiro, apenado. “Uhh, ya me perdí el entrenamiento de ayer con Hirano y Maeda. Hubiera querido acompañarles hoy, aunque seguro todavía no soy lo suficientemente fuerte.”
“Hehe, no te sientas mal, Hakata,” le animó Midare, quien miró hacia el bosque y sonrió apenado. “Ayer fue difícil para ellos, aunque que se hayan puesto a entrenar seguro les ha sido muy saludable. Seguramente ya estarán con más ánimos y así sí podrías pedirles que te ayuden a entrenar. ¿Qué tal si vamos a buscarlos?”
“…” Honebami asintió y se puso a caminar. Los otros tres intercambiaron miradas ya que el peliblanco solía ser más pasivo y esperar a que los demás tomaran una decisión.
“Hm…” Hakata se puso a pensar, frunciendo el ceño.
“Sin duda quería ir a hacer eso desde hace rato,” comentó Namazuo, con curiosidad y sonrió gatunamente. “Aw, tenemos a un hermano callado muy adorable. Vamos, vamos, sigámosle.”
“Haha, sí, vamos todos,” Midare rió un poco y fueron en marcha.

Los tres avanzaron por el sendero del bosque. No necesitaron avanzar mucho hasta que oyeron ruido en las ramas de árboles más adelante. Apenas alzaron sus miradas y vieron a Gotou saltar entre varias ramas e internarse en el bosque de inmediato.

“¡Oh, Gotou-nii!” exclamó Hakata, feliz de ver a su hermano, aunque él junto a los demás de inmediato vieron a Yagen y Atsushi avanzar por el mismo sendero e igualmente perderse por el bosque. “Eh… ¿a dónde van?”
“Ah, estos petizos,” Namazuo sonrió frustrado y negó repetidamente. “Se nota que están metidos en la faena. Si no les damos el alcance fácil se quedarían en ese plan hasta el mediodía.”
“¡Se ve muy divertido!” Midare levantó sus brazos con emoción. “Cuando me mejore por completo me encantaría entrenar así. Se nota que los tres saben pelear.”
“Es verdad que tú también, Midare-nii,” Hakata se puso a pensar y terminó sonriendo y asintiendo para dar el visto bueno. “Hehe, sin duda nuestro linaje estaría presente en todos nosotros sin importar las circunstancias de la vida. Eso me da mucho orgullo,” dicho esto, se encogió de hombros. “Aun así, Shinano lo ha desperdiciado.”
“Vamos, no seas tan malo con nuestro hermano, Hakata,” dijo Namazuo, sonriendo incómodo. “No será aguerrido como sus mayores, pero seguramente es más fuerte que tú.”
“Pues he estado entrenando más últimamente, así que espero ya haberle superado,” Hakata frunció el ceño y se cruzó de brazos. “Bien, me tocará retarle a un duelo para ver quién de los dos es el mejor guerrero.”
“Hablando de él, ¿dónde estará?” preguntó Midare al aire, con ojos curiosos.

Ni bien dijo eso, oyeron un pequeño ajetreo en los arbustos y en pocos segundos vieron salir al pelirrojo de entre la maleza. Shinano se notaba agotado, extenuado y tenía las ropas sucias y llenas de hojitas.

“¡Hermanos!” exclamó este quien gateó y terminó por abrazar a Namazuo de las piernas. “¡¿Y-ya se fueron, ¿verdad?!”
“¿Sh-Shinano?” Hakata alzó una ceja y le miró con cierto juicio. “¿Qué haces? Pues, nuestros hermanos ya pasaron por aquí, se fueron hacia allá…”
“Menos mal…” dijo y terminó dejándose precipitar al piso.
“Aw, ya pasó, ya pasó…” Namazuo se agachó para sacudir las hojas de los cabellos de su hermanito y consolarle. “¿Fueron muy duros contigo? ¿Te lastimaron?”
“…más fue el extenuante calentamiento que hicieron, y luego se pusieron tan competitivos que escapé y me escondí en la primera oportunidad que tuve,” dijo cabizbajo como si reviviera recuerdos de guerra. Sacudió su cabeza con fuerza. “¡No estoy hecho para estas cosas! ¡Yo siempre fui el niño lindo engreído por mamá que nunca aprendió a pelear tanto como ellos! ¡Menos podré competir con ellos ahora, les tengo miedo!”
“Está bien, Shinano,” Midare se agachó para llegar a su nivel y le sonrió con energías. “¡Ahora yo puedo enseñarte a pelear! Te aseguro que soy muy paciente y amable y así ya no tendrás por qué escaparte de ellos.”
“Ihh…” Shinano se estremeció y desvió su mirada. “A-aprecio mucho el gesto, pero no es quiera entrenar en primer lugar. No es para mí, pero gracias, hermano…”
“Engreído como siempre, Shinano,” Hakata le miró desde arriba con decepción. “Lo que daría por haber tenido la oportunidad de aprender a pelear de papá.”
“Uhh…”
“Ya, ya, no seas tan malo, Hakata,” repitió Namazuo, sonriendo apenado. “Nuestros hermanos no son tan duros contigo, no puedes imaginarte el mal rato que Shinano de haber tenido.”
“Lo decía más por su actitud, pero está bien…” dio un suspiro.
“Bueno, vamos a encontrarles, ya es hora de desayunar… ¿eh?” Midare se levantó y miró de un lado a otro.
“Midare-nii, ¿qué ocurre?”
“Honebami ya no está aquí.”
“¿Eh?” Shinano se confundió. “¿Honebami-nii vino con ustedes?”
“Seguro les siguió…” Namazuo también se puso de pie y llevó sus manos a sus caderas. “Pues… hermanitos, mejor vayan de regreso. Yo les perseguiré solo.”
“¿Por qué?” Midare ladeó su cabeza.
“Tengo que detener a mi lindo mellizo antes que cometa alguna imprudencia,” dijo con una sonrisa para evitar preocuparles.





La persecución no podía durar mucho más. Nuevamente, Gotou sabía que el par de mellizos que le seguían no pararían hasta derrotarle. En un mundo alterno en el cual Shinano hubiera entrenado a la par con ellos tal vez habría sido una competencia de dos contra dos, pero pese a no ser así no podía acobardarse.

Ubicó una rama más estable donde se detuvo y se giró para encararles y esperarles con su arma lista para atacar. Por más que le esperara la derrota, daría lo mejor de sí.

“Tch, siempre serán parciales, ¡pero no crean que me derrotarán tan fácilmente!” exclamó con severidad.
“Hmhm…” Yagen, quien estaba más cerca, rió por lo bajo. “Ahora nos encaras, Gotou. Veo que has crecido.”

Los dos se encontraron en dicha rama donde chocaron armas. El doctor saltó hacia atrás para tomar impulso de otra y así Gotou tuvo que empezar a retroceder en lo que respondía sus ataques y evitaba que el otro le hiciera perder la postura y defensa. Sin embargo, realmente la tenía difícil. Por más que su hermano habría pasado años estudiando para convertirse en un doctor, sin duda Rizembool le había ayudado a seguir con su entrenamiento.

Se vio forzado a bajar al piso luego al comenzar a perder el equilibrio. Ahí contaba con mayor estabilidad, aunque lo mismo podía decir de su oponente. De todos modos, Gotou sabía que tenía mayores posibilidades de dar un mejor desempeño sobre el suelo, pero por un momento se olvidó que Yagen no era su único contrincante.

Atsushi les dio el alcance y se lanzó a Gotou, quien se sorprendió y con torpeza detuvo su tantou, aunque esa defensa improvisada le desestabilizó y le hizo caerse sentado al piso.

“Tch… tú fácil embistes como un camión, hermano,” observó Gotou, frunciendo el ceño.
“Pero reaccionaste bien, nada mal,” dijo Atsushi, sonriendo complacido.
“Sin duda no tienes oportunidades si vas contra los dos,” dijo Yagen, encogiéndose de hombros.
“Obvio que no, siempre han sido unos abusivos…”
“¿Listo para otra tanda?” Atsushi se puso en posición de defensa.
“¡Oye, espera!” Gotou se levantó y les encaró con fastidio. “¡Bien se divertirán ustedes fastidiándome como tremendos bullies que son, pero tampoco es justo que vayan detrás de mí! ¡Si dos personas andan peleando contra una sólo estamos perdiendo el tiempo! ¡Esto no es tan divertido para mí y ustedes tampoco pelearán a todo dar!”
“Pues es cierto que nos dejamos llevar, hermano,” Atsushi dio un suspiro y sonrió con torpeza. “Lo lamento, Gotou, sí creo que seguí mi instinto. Comienzo a entender poco a poco que sí solíamos ser muy duros contigo.”
“Tsk… ¿acaso es tan difícil de verlo?”
“Aunque por mi entrenamiento, eso de verse atacado por dos personas suena a un gran desafío,” sonrió determinado. “¡Ya quisiera proponerles que traten de derrotarme!”
“Personalmente no me gusta mucho la idea,” Yagen se frustró un poco. “Ello significaría que Gotou y yo tendríamos que trabajar juntos y la sola idea de hacerlo me resulta incomprensible. Creo que ambos nos agotaríamos más por eso que por pelear contra ti.”
“…tampoco quisiera trabajar contigo si puedo evitarlo, pero me fastidia un poco que te expreses a tal extremo…” el pelimarrón entrecerró sus ojos y le miró con desconfianza.
“Ustedes dos…” Atsushi les observó cansadamente y con leve pena. “Ya dejen de antagonizarse, me están preocupando. Con más razón tendríamos que forzarles a cooperar.”
“No esperes que vaya a aceptar si no es necesario,” objetó Gotou.
“A lo mucho que no sea para algo que involucre armas,” comentó Yagen, sonriendo un poco. “No es que puedas confiar en nosotros tan abiertamente, ¿o sí?”
“¿Qué quieres decir con eso?” preguntó Gotou, extrañado. “¿Insinúas que podría lastimarte?”
“Heh, te considero más funcional y correcto que yo. Obviamente, hablaba de mí mismo.”
“¡¿Eh?!” se apartó de él.
“Párenla con esto, no se olviden que estamos entrenando para levantar nuestros espíritus,” negó frustrado. Dicho esto, se dirigió a Yagen. “Y Gotou tiene razón. Todavía no nos enfrentamos y viendo que tú eres quien anda trayendo el conflicto a flote, me toca enseñarte una lección.”
“¿Hm?” Yagen sonrió complacido. “¿Una lección, dices? Admiro tu osadía, Atsu. Eres libre de intentarlo, si es que puedes.”
“Eres un iluso si crees que puedes derrotarme,” sonrió confiado y retomó su posición de defensa. “¡Prepárate!”

Los dos se pusieron a pelear. Gotou se sorprendió un poco por la velocidad y agresividad que usaron. Sin embargo, comenzó a notar que Atsushi tenía mayor maniobrabilidad y fuerza, motivo por el cual Yagen decidió retornar a pelear entre las ramas de los árboles para así buscar darle un ataque sorpresa o emboscada.

Al verse solo, Gotou se impacientó. Sin duda, algunas cosas nunca cambiaban. Si ese par no se esmeraba en fastidiarle, se ponían a competir entre los dos y lo dejaban en tercer plano.

“¡Esperen, par de imbéciles!” exclamó y se puso a seguirles. “¡Peleemos entre los tres o algo!”

Los mellizos corrieron entre árboles aledaños sin perderse de vista entre ambos. El rápido movimiento de ambos se cortó ante el menor indicio de agresión y ambos saltaron para encontrarse en pleno aire. Luego del ataque, saltaron hacia atrás y al recobrarse regresaron a pelear. Yagen vio necesario continuar manteniéndose en movimiento y no acercarse al otro a menos que tuviera algún ataque certero que darle. Su hermano no había declarado con autosuficiencia que ganaría cualquier pelea cuerpo a cuerpo por gusto. Sólo le quedaba mantenerle alejado y esperar a que este descuidara su defensa.

Sin embargo, estuvo tan al pendiente de sus movimientos que no prestó atención a la siguiente rama que le sirvió de piso. Esta resultó más enclenque de lo que había juzgado y bastó que se quebrara para desestabilizarse y caerse hacia atrás. Atsushi se detuvo brevemente al verle caer, pero no tardó en ver que no debía preocuparse ya que Yagen llegó a agarrar otra más abajo con su mano libre y de un simple impulso volvió a levantarse. La pelea continuaba.

Retomaron la corrida por un poco más. Yagen decidió que lo mejor sería no alejarse tanto, y al igual que Gotou, reparó en enfrentarse a una pelea que sabía que perdería. Ganar era lo de menos mientras pudiera tener un desafío digno. Esperó a alcanzar un lugar donde la frondosidad de las ramas le brindó cierto factor sorpresa. Como supuso, Atsushi no era de realizar emboscadas y llegó a sorprenderle, aunque ello no bastó. Su hermano supo defenderse de su ataque sin perder su balance y no tardó en contraatacar. Efectivamente el doctor se acercó demasiado y por más que intentó retomar algo de distancia para formular otra estrategia, el otro no le dio espacio para recobrarse. Volvió a retroceder al punto en que empezó a bajar. Entonces, nuevamente su cálculo le falló y terminó por caerse sentado de una rama baja al piso, pegado a un tronco. Sintió un leve dolor pero comenzó a ponerse de pie en lo que vio al otro saltar en picada hacia él.

“¡Te tengo!” exclamó Atsushi, sonriendo victoriosamente. Al estar de nuevo en el piso, no tardaría en derrotarle.



Fue como un espectro que en menos de un segundo se materializó a su costado. Repentinamente, Atsushi sintió su muñeca derecha, el lado donde portaba su arma, ser estrujada lo suficiente para parar su salto y dejarle colgado en pleno aire. Por instinto, este giró su cuerpo para dar una fuerte patada al misterioso agresor. Al hacerlo, observó con leve sorpresa que se trataba de Honebami, quien estaba parado inmutado en una rama. El peliblanco sólo necesitó levantar su mano libre para parar su impacto.

“…” estaba en shock. Conocía su fuerza y esa patada habría sido imparable para una persona promedio. En cambio, su hermano había nulificado toda su inercia. “Eh, H-Honebami…” se inquietó. “Perdón por atacarte, me sorprendiste… ¡ah!”

Soltó una queja ya que el otro estrujó más su muñeca hasta que este no pudo sostener más su tantou, la cual cayó al piso.

“Honebami…” Yagen se tensó y escuchó a alguien correr. Se trataba de Gotou, quien también estaba sorprendido.
“¡Oye, ¿qué haces?!” exclamó este con leves nervios.
“Tch…” no dejaba de sentir la gran presión en su brazo. “Hermano…”
“¿Qué estás haciendo?” preguntó Honebami a Atsushi, mirándole con ojos nulos.
“Honebami, suficiente,” espetó el doctor, severamente. “No lo lastimes.”
“…” el peliblanco le dirigió la mirada. En ese momento, Namazuo finalmente los alcanzó y se detuvo en una rama al frente de su mellizo.
“¡Honebami, suelta a nuestro hermanito ahora!” exclamó apuntándole acusatoriamente. Pasó a llevar sus manos a sus caderas. “¡No puedes molestarte por un simple entrenamiento matutino y por nada del mundo dejaré que le hagas daño! ¡Déjalo ir o atente a las consecuencias!”
“…” Honebami cerró sus ojos y alzó a Atsushi un poco más para depositarlo en la misma rama en la que estaba de pie.
“Eh…” Atsushi miró al peliblanco perdidamente y luego a su alrededor para notar que los demás dieron suspiros aliviados. Se extrañó y saltó para aterrizar en el piso. “Pues, gracias por preocuparse por mí, pero no tuvieron que hacerlo.”
“Espero que no…” Gotou desvió su mirada. “Ya sabes que Honebami siempre se ha tomado el peligro con seriedad y estos años lo han hecho más impredecible.”
“Peligro…” se quedó confundido, aunque terminó por no pensarlo mucho ya que Namazuo le dio el alcance y le abrazó con fuerza.
“¡Hermanito!” exclamó feliz de la vida mientras lo estrujaba. “¡Menos mal llegué a tiempo! ¡¿Cómo estás?! ¡¿Nuestro brusco hermano te lastimó la muñeca?!”
“¡Oye, suéltame, Namazuo!” se impacientó y lo empujó para apartarse. Luego de recobrar su espacio, dio un suspiro y adoptó una actitud tranquila. “Estoy bien. Dolió un poco, pero no me pasó nada. Se pasará al toque.”
“Me alegro…” Yagen sonrió frustrado y alzó su mirada. “Honebami, acércate,” esperó a que su mayor saltara y aterrizara frente a él. El doctor no cambió su expresión y actitud y se mantuvo paciente y sosegado, aunque atento. “No hay motivo alguno por el cual debas desconfiar de nuestros hermanos. Somos de una familia guerrera y enfrentamientos entre nosotros son usuales. No obstante, ninguno de nosotros nos lastimaríamos. Descuida, Atsu es uno de nosotros. Puedes confiar en él.”
“…” Honebami asintió pausadamente.
“Más bien…” sonrió apenado. “Tu exabrupto quiere decir que te encuentras preocupado por mí, ¿no es así? Lo lamento. Me siento mejor hoy, te lo aseguro. Ahora discúlpate con nuestro hermano, por favor.”
“¿Eh?” Atsushi se confundió por dicho pedido y se extrañó más al ver peliblanco dirigírsele y hacer una leve reverencia.
“Lo lamento,” dijo neutralmente.
“Ehh, no, no, está bien, descuida,” sacudió sus palmas y llevó una mano a su nunca. Sonrió incómodo. “Vamos, somos hermanos, no seas formal conmigo. Heh, me sorprendiste, pero el hecho que andes asegurándote que no nos lastimemos mutuamente va con tu forma de ser, así que lo comprendo.”
“…”
“De por sí, ¡fuiste increíble!” al dejar la confusión de lado, Atsushi se emocionó. “¡Esa rama en la que estuvimos parados tiene poca superficie y aun así pudiste mantenerte de pie por más que me atrapaste en el aire! ¡Ni mi patada te desestabilizó! ¡Eso quiere decir que eres extremadamente fuerte! ¡Ahh, quiero entrenar contigo!”
“Eh…” Gotou se confundió por el enfoque tan despreocupado de su hermano.
“…” por su parte, Yagen sonrió con nostalgia. Su mellizo no había cambiado en lo absoluto.
“…” Honebami mostró leve perplejidad ante los ánimos de su menor.
“Ah, ya somos dos los que queremos entrenar con él, Atsushi, pero mi querido peliblanco nunca quiere practicar con nadie,” dijo Namazuo, desanimado. “Ni siquiera lo quiere hacer con Ichi-nii o Jiji y su familia. Dice que no quiere lastimar a nadie.”
“¿En serio?” Atsushi se confundió y sonrió frustrado. “Ya veo. Supongo que no te gusta ver a personas cercanas enfrentarse entre sí, ¿verdad? Tu abstención explica por qué te tomaste nuestro entrenamiento tan seriamente, pero ojalá algún día te animes a que practiquemos juntos. Habré regresado de un largo entrenamiento, ¡aunque la idea de continuar bajo tu tutela me llena de muchas ganas!”
“…” el peliblanco ladeó su cabeza, todavía perdido.
“¡Aww, ¿ves que tenemos a petizos adorables?!” exclamó Namazuo. Él juntó sus palmas. “Hermanitos~ vengo porque el desayuno ya va a salir. Seguro que ya estará por la persecución que nos dimos. ¡En marcha antes que se pongan a buscarnos!”
“Gracias por el aviso, ya me estaba dando hambre,” Gotou asintió. “Sí que el rato se ha pasado volando. ¿Y qué será de Shinano?”
“Ya estará donde los demás, sabía que se esfumaría al menor descuido,” Yagen se encogió de hombros. “No me preocuparía por él.”
“No paró de quejarse durante el calentamiento. En verdad tengo que forzarle a disciplinarse más y a entrenar seriamente,” Atsushi se puso a pensar con una mano en su mentón.
“Eh, intenten no ser tan duros con él, lo vi muy angustiado,” Namazuo sonrió incómodo. “Ya vamos que el lago nos espera~”








Luego del desayuno y un breve descanso posterior, los hermanos acudieron a dicho lago. Como el atractivo principal del bosque, ese ambiente contaba con varios otros visitantes que disfrutaban de la vista, se daban un breve recorrido por los árboles aledaños o aprovechaban para pasearse con los botes disponibles.

“¡Ah, el mismo kiosco que la vez pasada está abierto!” exclamó Houchou, emocionado. “¡Vamos, quiero comprarme dulces!”
“Apenas hemos estado en el bosque poco más de un día,” le recordó Akita, sonriendo incómodo. “Y tenemos un postre esperándonos en la casa, no lo olvides.”
“Uhh, pero siempre es un buen momento para un dulce,” se cruzó de brazos. “Yo no disfruto la intemperie tanto como ustedes, pero con un dulce y un ramune estaré satisfecho.”
“Si es así podría comprártelos,” dijo Midare, contento. “También me haría bien una gaseosa.”
“¡¿En serio?!” los ojos del pequeño brillaron. “¡Ahh, muchas gracias, Midare-niisan!”
“Ehh…” Hirano se confundió y dio un suspiro. “No sé si deberíamos apoyarle en sus caprichos todo el tiempo…”
“Pienso que no hay nada de malo, y parte de mí quiere también consentirlos a ustedes,” Midare asintió. “¿Tú querrías que te traiga algo del kiosco?”
“Estoy bien, Midare-niisan, muchas gracias,” sonrió incómodo. “Acabamos de llegar. Tal vez se me apetezca más tarde.”
“Eh, yo tengo un poco de sed…” dijo Gokotai tímidamente. “Quisiera ir con ustedes si no es mucho pedir…”
“¡Por supuesto que no, mientras más mejor!” alentó Midare, amenamente.
“S-sí, muchas gracias, Midare-niisan…” dicho esto, desvió su mirada. “Espero que mis tigres estén bien. Me apena haberles dejado en la casa esta vez…”
“Con el lío que nos causaron el viaje pasado, creo que fue lo mejor,” comentó Hakata, con leve frustración. “Al menos esperemos que no hagan un desastre mientras no estamos.”
“Bueno, voy en marcha,” Maeda sacó una grabadora y sonrió ampliamente. “Veré si esta vez puedo documentar las aves con las que me encontraré.”
“Ah, cierto, tengo que alistar mi equipo para recolectar insectos,” Akita revisó su maletín.
“Ihh, no más escorpiones esta vez, por favor…” Houchou se estremeció.
“Haha, sería muy extraño, descuida.”
“Pero aun si los ves no los traigas,” insistió con aprehensión. Los demás hermanos sonrieron con gracia ante su temor.
“No los temo tanto como tú, pero tampoco los quiero ver,” Hakata dio un suspiro y regresó su atención a su libro de economía. Dio un suspiro. “Me pondrían nerviosos igual, yo que dejo de prestar atención cuando estudio.”
“Siempre andas muy dedicado a los estudios, Hakata, es realmente admirable,” observó Maeda. En ese momento, todos los hermanos alzaron sus miradas ya que Ichigo llegó junto con Honebami.
“Ya estoy listo para la caminata, hermanos,” reportó el peliceleste con amabilidad. “¿Quiénes se apuntan?”
“Akita y yo, Ichi-nii, muchas gracias por tu compañía,” Maeda asintió.
“Justo, ya lo encontré,” Akita sacó una caja de madera con compartimientos, junto con un pequeño bloc de notas.
“No tardaremos en regresar,” Ichigo se dirigió a Hirano y Hakata, quienes estaban sentados en un amplio mantel sobre el piso frente a la orilla del lago. “Tan disciplinados y estudiosos como siempre, me hacen muy orgulloso, pero no se olviden de darse un descanso si fueran a cansarse.”
“Por supuesto, no te preocupes, Ichi-nii,” Hirano sonrió y asintió obedientemente. “Gracias por tu atención.”
“Heh, acabamos de comenzar, estaremos bien,” Hakata sonrió con perspicacia. “Disfruten de su caminata por el bosque.”
“…” Honebami miró hacia el lago. “Me quedaré aquí. Mantendré guardia…”
“Cuento contigo, Honebami,” el mayor asintió agradecido. “En marcha, Akita, Maeda.”
“¡Sí!” los dos asintieron con energías y caminaron hacia el sendero del bosque para apreciar la naturaleza y compartir sus respectivos pasatiempos entre ellos.

Midare, Houchou y Gokotai no tardaron en excusarse hacia el kiosco en lo que prometieron traer algo para los demás, y así Hirano y Hakata continuaron con sus estudios. Pasaron unos pocos minutos y Hirano miró hacia el peliblanco, quien se había quedado de pie al costado del mantel.

“Eh, Honebami-niisan,” le vio mirarle de reojo. “Te vas a cansar si te quedas de pie. Puedes sentarte con nosotros.”
“…” Honebami le miró un momento inmutado y terminó por negar. “Estoy bien.”
“¿Seguro?” preguntó confundido y miró hacia el lago. En medio de los botes rentados por los visitantes había uno en particular donde se encontraban los cuatro hermanos faltantes. “Nuestros hermanos fueron rápidos en reservar ese bote,” sonrió con torpeza. “Llegaron con la intención de pescar. Casi ni los vi salir.”
“Sí, se fueron antes de darme cuenta…” Hakata dio un pesado suspiro.
“¿Hakata? Te oyes desanimado,” Hirano se miró atentamente. “¿Acaso querrías haber ido con ellos?”
“Pues, no que tenga la intención de pescar, sí he venido aquí con mi libro, después de todo…” frunció el ceño y lo meditó un poco. “Aun así…”
“Aun así…” el menor ladeó su cabeza y terminó por sonreír un poco. “Ah, quieres pasar más tiempo con nuestros hermanos, ¿verdad? Te entiendo perfectamente.”
“Eh…” se inquietó y le miró con reproche. “Me fastidia un poco que lo digas así, Hirano.”
“¿Por qué?”
“…lo último que quisiera es tener los caprichos de Shinano, ahh…” se lamentó y miró hacia ese bote a distancia. “Sinceramente no veo de qué se para quejando este. Él sí es más cercano a nuestros hermanos mayores. Ellos también le consideran para haberlo invitado a esa labor que no le asienta a él…”
“Sé que no piensas en Shinano-niisan como nuestro mayor, pero realmente lo es,” sonrió incómodo. “No lo digo en el aspecto que tenga alguna especie de superioridad o privilegio, pero él sí recuerda el pasado y compartió con nuestros hermanos mayores antes del fallecimiento de nuestros padres. Es normal que mantenga ese vínculo con los demás, y también me alegro mucho de ello. Así les puede dar el apoyo y la comprensión que necesitan.”
“Tiene sentido…” rodó los ojos. “Pero igual, estamos aquí, y ya sabemos que esa fue una terrible idea de su parte.”
“Hehe, nuestro hermano no es perfecto, y pese a ello se les ve mucho mejor hoy,” rió un poco. “Creo que su familiaridad es lo que le ha impulsado a tratar un tema tan delicado con ellos. Nosotros ni habríamos sabido cómo empezar.”
“Será…” dijo no convencido, aunque con leve indiferencia.
“De por sí, tú sueles pasar más tiempo con Shinano-niisan y Gotou-niisan que nosotros, Hakata. Siempre he pensado que eres afortunado por ello,” dijo amenamente, intentando animarle. “Creo que por eso también tienes cierta ventaja sobre nosotros.”
“Ventaja no suena nada bien…” Hakata dio un suspiro, apenado. “Perdón, Hirano. Tienes razón, paso más tiempo con ellos y aun así ando lamentándome contigo.”
“No te preocupes,” dijo tranquilo. Hirano con el tiempo había aprendido a entender y respetar la distancia que Yagen y Gotou tenían de los demás, aunque ver a Shinano y curiosamente a Hakata tan apegados a ellos al punto de desanimarse por su ausencia le hacía entender que ellos tenían una relación distinta. Seguramente la cercanía a alguien hace desear tenerlos presentes el mayor tiempo posible. Lo podía entender un poco en los días en que el primogénito se ocupaba tanto como para regresar a casa pasada su hora de dormir, pero seguramente era un poco distinto. “Quisiera poder ver a nuestros hermanos mayores cada vez más, y desde que Shinano-niisan ha regresado a casa hemos tenido la oportunidad. Ahora que Atsushi-niisan ha vuelto y Midare-niisan ha reaparecido presiento que nos volveremos cada vez más unidos.”
“Sí hemos pasado por un milagro reciente, es increíble,” Hakata sonrió cansado. Recordó la visita que habían hecho a Mouri en el hospital y en las insistencias de Houchou que se despertaría. Aquel era un milagro que no creía que sucedería, pero muchas cosas a su alrededor se salían de lo normal últimamente. Igual, se mantendría escéptico pese a querer apoyar los deseos de su hermano.
“Ah, y verdad que ahora estás trabajando en un proyecto con Yagen-niisan,” se acordó gratamente. “Si averiguas algo interesante de nuestro hermano, me gustaría mucho que lo compartas con nosotros.”
“Eh, claro, pero no sabría qué decir, ese no es mi fuerte tampoco…” lo pensó un poco, extrañado. “Hirano, ¿acaso tienes curiosidad por Yagen-nii?”
“Creo que todos la tenemos un poco, pero lo digo por Maeda.”
“¿Maeda?” se quedó perplejo.
“Él siempre ha querido conocer mejor a nuestro hermano. Desde que tengo uso de razón siempre ha dicho cómo pese a apenas aparecerse en casa, Yagen-niisan vela por nosotros y es muy leal a nuestra familia,” explicó, sonriendo con tristeza. “Es como si le tuviera una admiración secreta. Aun así, Maeda no quiere acercarse a él. Dice que no puede comparársele, que no es un genio como él ni un buen estudiante como nosotros dos. Creo que se siente un poco desmerecedor.”
“Ehh…” Hakata se extrañó y se hizo un poco hacia atrás. “Eso suena un tanto sorpresivo viniendo de Maeda,” se puso a pensar. “Hmm… y realmente no sé si tiene algo en común con Yagen-nii, es una gran sorpresa. No sabía sobre esto.”
“Maeda siempre anda tan al tanto de las necesidades de los demás que no le gusta compartir sus inquietudes. Creo que sólo lo hace conmigo. Por eso, si pudieras apoyarme con esto, te lo agradecería mucho.”
“Ahh, pues…” el rubio dio un pesado suspiro, torturado. “Aprecio que me tengas confianza para compartirlo conmigo, Hirano, pero tal vez escogiste a la persona incorrecta…” negó. “Seré un genio académico, pero no sé nada de estas cosas.”
“Creo que estamos en las mismas, Hakata, eh, perdón,” sonrió incómodo.
“Está bien, es verdad que lo veré más seguido, veremos…” dicho esto, Hakata reparó en la tercera persona que les acompañaba. Honebami seguía de pie, ahora mirando a los alrededores como si monitoreara la zona. Sería mucho más fácil si el peliblanco, quien pasaba la mayor cantidad de tiempo con el doctor, fuera a ayudarles, pero él nunca se había mostrado apto en aspectos sociables e intangibles.
“Bueno, creo que ya nos distrajimos mucho, a estudiar,” observó Hirano.
“Hm, andas con matemáticas. ¿Necesitas ayuda?” preguntó Hakata. Sonrió confiado. “Al menos eso sí es mi especialidad.”
“Haha, muchas gracias, Hakata, pero no quisiera distraerte. Sé que andas con muchos deberes últimamente. Más bien,” el menor alzó su mirada. “Honebami-niisan…” esperó a que este le dirigiera la mirada. “Si no es mucha molestia, ¿podrías ayudarme a estudiar? Hay algunos temas que no me quedan muy claros.”
“…” este se le dirigió propiamente y asintió. “Entendido.”
“¡Ah, muchas gracias, hermano!” Hirano se alegró y vio al mayor arrodillarse frente a él.
“Heh, ya veo…” Hakata sonrió complacido al ver cómo Hirano no tuvo problemas en ganarse un favor del silencioso hermano mayor. Él mismo no podía usar un pedido así todo el tiempo por ser un niño genio, pero sin duda lo consideraría.
“Eh, un momento,” Hirano terminó dándose cuenta de algo y se vio perdido. “Namazuo-niisan… ¿dónde está? No lo veo desde que llegamos.”
“Verdad, él también se esfumó,” observó el rubio, confundido. “Honebami-nii, ¿lo has visto?”
“…” Honebami regresó su mirada hacia el lago.

Los pequeños intercambiaron miradas y le imitaron…



Mientras tanto, los cuatro ocupando el bote estaban mayormente tranquilos en medio del lago. Atsushi y Gotou tenían sus cañas de pescar en sus manos en lo que esperaban atrapar algún pez mientras sus hermanos les mantenían compañía. Shinano estaba sentado en la parte trasera del bote usando un gran parasol y Yagen ocupaba el otro extremo.

“Ya han sido como diez minutos desde el primer pez,” observó Shinano, mirándoles con curiosidad. “Hay que tener paciencia para este pasatiempo, ya veo.”
“Diez minutos no es nada, Shinano,” dijo Gotou, confundido. “De por sí, me sorprendió que Atsushi pescara uno casi desde el mero inicio.”
“Uno se puede pasar como media hora esperando a un pez, fácil más, aunque admito que yo también me aburro si tuviéramos que esperar tanto,” Atsushi se encogió de hombros y sonrió decidido. “Heh, me gusta mucho más la idea de pescar con un arpón o en un riachuelo con las manos. ¡Eso es algo que amaría intentar!”
“Ihh yo no podría,” el pelirrojo se estremeció.
“Heh, no es una mala idea, yo también podría apuntarme a algo así, al menos lo segundo,” Yagen se encogió de hombros en lo que leía un pequeño libro. “Lo primero sí es algo que les vendría a ustedes dos mucho mejor, Atsu, Gotou.”
“Creo que pescar con un arpón sería demasiado para mí, aparte que es una forma cruel de atrapar la pesca,” Gotou dio un suspiro y alzó una ceja. “¿Por qué no te animaste a pescar? Dudo que ese libro te siga entreteniendo. Ya lo habrás terminado.”
“Tienes razón, pero es un bote pequeño e igual mi entretenimiento no viene de la acción en sí,” el doctor se encogió de hombros y miró hacia el bosque con una tranquila sonrisa. “No salgo con frecuencia y el día me resulta muy agradable.”
“Hehe, digo lo mismo,” Shinano se animó y sonrió radiantemente. “En particular soy feliz de acompañarlos, no preferiría estar en ningún otro lugar ahora mismo.”
“Pero me confunde que hayas traído una sombrilla tan grande,” observó el pelimarrón, observando ese gran objeto que cubría al otro completamente del sol.
“Es necesario. Yo tengo una piel nívea y sensible al sol y por mi futuro como un modelo y una persona famosa tengo que cuidar mi estética,” contestó el menor, agarrándose de una mejilla y mirando a un costado.
“Pero para eso uno se aplica bloqueador,” Gotou dio un suspiro. “Vamos, Shinano, la luz solar también es muy saludable.”
“Sin duda lo es. Te provee de vitamina D y se cree que ayuda al trabajo de la serotonina,” argumentó Atsushi. “Y te has puesto bloqueador, no es que te vayas a quemar.”
“Ah, hermanos…” Shinano abrazó el mango de su parasol y se meció de un lado a otro mientras sonreía contento y agradecido. “Son tan lindos, gracias por estar al pendiente de mí. En serio me dan muchas ganas de seguir sus consejos en contra de mi voluntad~”
“…” los dos intercambiaron miradas frustradas.
“¡Está bien, sólo un poco!” dicho esto, cerró su parasol y lo dejó a su costado. “Si comienzo a sentir mucho calor lo volveré a sacar. ¡Ya, a ver, quiero verles atrapar otro pez!”
“Así no funciona la pesca,” Gotou negó y sonrió rendido. “Bueno, te ves contento. No te reprenderé tu actitud esta vez.”
“Por supuesto que estoy feliz de pasar el tiempo con mis hermanos. No soy el único, sé que todos estamos aquí muy contentos. No nos damos paseos juntos todos los días,” contestó asintiendo convencido. “Más bien, apuesto que Hakata hubiera querido acompañarnos, no lo había pensado,” sonrió apenado. “Tendría que haberle extendido la invitación.”
“¿Hakata?” preguntó Gotou, confundido. “Lo vi llegar con su libro. Aquí no le habría sido tan fácil estudiar.”
“Uhh, no seas tan denso, Gotou-nii,” Shinano comprimió sus puños e infló sus cachetes. “Hakata te admira y siempre quiere aprender de ti. Por si te olvidaste, la vez pasada fue igual. Los tres fuimos al kiosco y él se resintió un poco cuando le dijiste que fuera a pasar tiempo con nuestros hermanitos. Pensó que lo estabas echando.”
“Ehh, pues…” el pelimarrón se inquietó y llevó una mano a su nuca con torpeza. “Creo que algo me acuerdo de eso…”
“Verdad que hablé con Hakata poco después de regresar y me dio esa impresión,” Atsushi asintió y sonrió animado. “Heh, qué bueno, Gotou. Nuestros hermanitos sin duda te respetan y tienes la atención de Hakata. Realmente eres el hermano mayor que quisiste ser cuando éramos niños.”
“Ahh, lo seré, pero sí se me escapan algunas cosas de vez en cuando…” dio un suspiro desanimado y miró hacia la orilla. Apenas podía ver el punto donde Hakata y Hirano se habían quedado estudiando. “No he tenido mucho tiempo para cuidar de Hakata últimamente. Tendría que reponérselo de algún modo…”
“Ehh, descuida, Gotou, no te sientas mal,” Shinano sonrió incómodo y agitó sus palmas. “No fue mi intención. Sólo te lo hacía notar. Y sí le has apoyado estos días. De no ser por ti, Hakata nunca habría llegado a trabajar con Yagen en ese proyecto.”
“Igual no eres el único hermano mayor, cuentas con nosotros,” Atsushi le agarró de un hombro y sonrió ampliamente.
“Pues, es verdad…” Gotou sonrió agradecido. “Lo entiendo, Atsushi, gracias por el apoyo.”
“Yo también, no se olviden de mí,” dijo Shinano, con leve reproche.
“Sí, tú también, Shinano,” asintió animado. “Qué bueno que te animes a sumártenos y a ser un hermano mayor para variar.”
“Pues soy mayor para nuestros hermanitos, pero con ustedes me contento siéndoles de ayuda. Soy el hermanito entre los cuatro, pero les asistiré en lo posible,” explicó sonriente. “Hehe, realmente pasar el tiempo entre nosotros me llena de vida.”
“Nunca vas a cambiar, Shinano,” observó Atsushi, amenamente.

Los tres se vieron animados por esa conversación aunque siguió un breve silencio. Gotou se frustró y miró hacia el doctor.

“¿Y tú qué tienes que decir, Yagen?” le preguntó impaciente y le vio dejar de leer su libro para dirigirle la mirada con neutralidad.
“¿Necesitas algo?”
“¿Ah? ¿Cómo que necesito algo? Estamos afirmando que nos apoyaremos mutuamente para atender a nuestros hermanitos. Ahora te toca hacer lo mismo.”
“Sin duda los tres harán un trabajo muy admirable. No podría esperar menos de ustedes,” dijo tranquilamente y con una sonrisa profesional. “Yo no podré serles de mucho apoyo, sin embargo, como deben imaginar. Mis disculpas.”
“Qué pesado que eres,” le apuntó acusatoriamente. “No te olvides que sí espero que seas un hermano responsable para los pequeños y ahora que Hakata está metido en un proyecto interdisciplinario bajo tu tutela no dejaré que seas irresponsable. Tienes que ser un buen hermano más que antes.”
“Comprendo tus demandas y sí te di mi palabra, pero tampoco concluyas demasiadas cosas,” Yagen se encogió de hombros y sonrió con simpleza. “Shinano mencionó cómo has sido tú quien facilitó que Hakata fuera aceptado para el proyecto a pesar de mi inicial rechazo, así que en verdad mi rol en el esquema fue uno antagónico. No obstante, ustedes trabajaron juntos y pudieron derrotarme,” su sonrisa se contagió de ironía. “Así que buen trabajo, sigan así.”
“Uhh, oye, hermano,” reclamó Shinano, haciendo un puchero. “Yo no lo dije de esa forma.”
“Tch, eres un imbécil por intentar usar lo sucedido en nuestra contra,” Gotou se impacientó. “Maldición, eres un genio, Yagen. ¿Por qué no usas tus capacidades para el bien?”
“Heh, porque soy un demonio,” el doctor se entretuvo por su pregunta. “Ciertamente no diste rodeos y de inmediato saltaste a una pregunta global que sugiere que carezco de bondad alguna. Es de esperarse de ti.”
“Y sigues con eso…” Atsushi rodó sus ojos.
“¡Tú eres el que se tilda de demonio! ¡Si no te has dado cuenta, tenemos a hermanos menores que nos necesitan!”
“En lo que esta conversación respecta, el tema se tocó por tu inseguridad sobre ser un buen hermano mayor para Hakata,” Yagen lo meditó con una mano en su mentón. “Si es así, tu continuación de la conversación luego de recibir el apoyo que Atsu y Shinano te extendieron indica que esperas que yo también te sea de ayuda. Por lo tanto, tú eres el hermanito al cual deseas que ayude, ¿verdad?”
“¿Qué dices?” Gotou se perdió un poco por las vueltas de esa lógica, y se amargó al ver al doctor sonreír entretenido.
“Fufu, ya veo que me pides desesperadamente que te sea de apoyo y te ayude a cuidar a Hakata por más que digas que no me soportas. Te duele mucho admitir que me necesitas, ¿no es así?” preguntó al aire. Miró al otro de reojo, sin borrar su sonrisa. “Me pones en un lugar difícil, querido hermano, ya que tal vez sí tengo un lado de hermano mayor que desea cuidar y enseñar a mi estimado Gotou a ser más sensible y responsable con los pequeños. ¿Qué más da? Siéntate y escucha a tu venerado hermano mayor en lo que comparte su sabiduría contigo.”
“¡Miserable! ¡¿Cómo te atreves?!” Gotou pretendió ponerse de pie y abalanzarse contra el doctor, pero Shinano le agarró de un brazo.
“¡Gotou, tranquilo, no te dejes llevar!” le rogó asustado. “¡Vas a desestabilizar el bote!”
“¡Suéltame, este idiota tiene que pagar!”
“¿Qué haces dándole cuerda a Yagen? No le hagas caso,” dijo Atsushi, quien sonreía incómodo.
“¡Bien se nota que te dio risa, Atsushi! ¡No te pongas de su lado!” reclamó el pelimarrón.
“No lo hago, ya cálmate,” dio un suspiro y se giró a su mellizo. “Ya sabemos que no podemos hacerte participar en la idea, pero ya suficiente lectura,” se tomó la libertad de quitarle el libro de sus manos. “Seguro que lo has traído para desentenderte con más facilidad, pero no dejaré que lo hagas. Al menos moléstate en oírnos.”
“Como quieras,” Yagen se encogió de hombros y sacó su celular.
“Y si ahora pretendes desentenderte con tu celular, lo lanzaré al agua,” le amenazó severamente.
“Heh…” al oírlo, el doctor sonrió con una pizca de malicia y le miró desafiantemente. “Sólo miraba la hora, pero si te atreves a hacer eso, te haré pagarlo caro.”
“Atrévete, Yagen, tú no me intimidas,” Atsushi le regresó la misma sonrisa y afiló sus ojos.
“¡Ihh! ¡Ya, hermanos, estamos en un lindo paseo de paz, no se maten mutuamente!” exclamó Shinano, asustado por el vuelco emocional de ese último par de minutos. Los quería un montón, pero a su vez le preocupaban y frustraban tremendamente.

Sin embargo, nada llegó a pasar ya que Gotou sintió un tirón en su caña de pescar, lo cual llamó la atención de todos.

“¡Ohh, finalmente!” Gotou se impresionó y empezó a rebobinar la cuerda de pescar. “Está poniendo mucha resistencia.”
“Tal vez sea uno grande,” observó Atsushi. Sin embargo, alzó una ceja. “Hmm, pero el jalado parece un poco inusual…”
“Saldrá lo que salga, sólo sigue recogiéndolo, Gotou,” comentó Yagen, indistinto.
“Tsk, cállate, no necesito que me dirijas,” apretó los dientes.
“Heh…” el doctor sonrió con leve maldad. “Que te conste que tú eres quien continuó. Yo ya me había olvidado de la conversación.”
“Ya, no sigas, Yagen. Lo vas a distraer,” dijo Atsushi, sonriendo frustrado.

Gotou siguió recogiendo la cuerda, aunque a pesar de saber que todavía tenía mucho más por rebobinar, notó una sombra que se acercaba a la superficie. Esta incrementó de tamaño considerablemente al punto que los cuatro la miraron con impresión y expectativa. Finalmente, aquel ser surgió del agua con gran fuerza para salpicarles y darles una sorpresa que no fueron capaces de imaginar…





“¡Hermanitos!” exclamó Namazuo, feliz de vida, luego de salir de las profundidades (?) del lago. Extendió sus manos hacia arriba. “¡Sorpresa! ¡Me atraparon!”
“¡N-N-Namazuo-nii!” exclamó Shinano, atónito. Todos dentro del bote se quedaron pasmados y boquiabiertos. “¡¿Qué haces aquí?!”
“¡¿Qu-Cu-C-Cómo demonios?!” Atsushi se inclinó hacia atrás en shock.
“Hehe~” el hermano mayor sonrió contento y orgulloso por su hazaña y pasó a explicarse con energías. “Ustedes se fueron muy rápido ni bien llegamos y me privaron de pasar el tiempo con mis hermanitos, ¡así que los seguí! ¡Vine nadando desde la orilla!” sonrió gatunamente y miró hacia Shinano. “Menos mal tú tenías tu sombrilla abierta, así pude acercarme sin que pudieran verme. Gracias por el favor~”
“Ehh…” el pelirrojo ladeó la cabeza.
“¡¿Hablas en serio?!” preguntó Gotou. Su sorpresa de inmediato se convirtió en fastidio. “¡Tremendo irresponsable! ¡Ni está permitido nadar en el lago! ¡Y hasta estás usando tus ropas de diario!”
“Dime que al menos te acordaste de dejar tu celular en la orilla,” Yagen se dio un facepalm.
“¡Qué curioso! ¡Honebami me mencionó lo mismo justo cuando iba a lanzarme al agua! ¡Y menos mal haha!” rió y se rascó la nuca. “¡Aquí no podría comprar un repuesto!”
“Tsk…” Gotou se estremeció de cólera y comprimió sus puños.
“Eh, ya, tranquilo…” Atsushi intentó apaciguarle y miró a Namazuo frustrado. “Bien pudiste haber rentado un bote también para seguirnos, pero ya. Mejor súbete antes que algún guardabosques te vea.”
“¡Claro, enseguida!” de inmediato, Namazuo se agarró de un costado y se impulsó para subir, pero esa acción causó que el bote casi se vuelque.
“¡Suéltate!” exclamó Gotou.
“Tch, al menos piensa en cómo subir, descerebrado,” espetó Yagen, molesto.
“¡Ahh, no quiero caerme al agua!” Shinano cerró sus ojos con miedo y se hizo un ovillo.

Pasaron unos cinco minutos, y Atsushi pudo facilitar a que Namazuo se subiera al bote haciendo uso de una soga dentro del mismo para evitar cualquier posible percance. Después de subir, el hermano mayor se echó en el mero centro y abrazó el balde con la previa pesca del día.

“Ahh, el sol se siente rico~ podría dormirme~” canturreó con un tono soñador.
“…” a su costado, Gotou temblaba de ira. “Cállate o juro que te sacaré más que el anzuelo. Nos vas a meter en grandes problemas.”
“G-Gotou-nii, tranquilo…” Shinano sonrió incómodo y un poco asustado.
“Está bien, hermanito, dudo que me hayan visto,” Namazuo asintió y miró a Atsushi. “¡Y qué excelente idea de hacer un peldaño improvisado con la soga! ¡Bien pensado!”
“No es nada, he recibido entrenamiento para este tipo de cosas, no que pensé que tendría que usarlo con ustedes…” Atsushi dio un suspiro y frunció el ceño. “Pero sí, entiendo que ya causaron leves problemas la vez pasada. Lo mejor es no empeorarlo.”
“Uhh, pero lo creas o no, no fue mi culpa. Honebami nos ha metido en muchos más problemas aquí,” contestó haciendo un puchero.
“Sigues siendo el más problemático por lo sucedido la semana pasada, aparte que a diferencia de Honebami, tú sí estás consciente de tus travesuras,” sentenció Yagen, cruzado de brazos.
“Aw, lo sé, siento decirlo, definitivamente no quiero quejarme de mi mellizo,” Namazuo se sentó y siguió abrazando el balde. Él pasó a sonreír emocionado. “Cómo me encanta que siempre estés listo a defender a Honebami~ ¡Totalmente te apoyo! ¡Mi serio y callado hermano es un bello marshmallow cinnamon roll that must be protected!”
“Es una lástima que tú no puedas ser callado como él,” desvió su mirada.
“Oye…” le miró con reproche.
“Namazuo-nii, ¿por qué insistes en abrazar el balde?” preguntó Shinano, mirándole con curiosidad.
“Es que soy parte de la pesca, pero yo no entro en el balde, ¡aunque así al menos me solidarizo con mi hermano pez!” contestó alegremente. “¡Soy un pez gato! ¡No lo olviden!”
“Hm, sí recuerdo que eras de decir eso. Te identificas con ese animal,” Atsushi se puso a pensar, haciendo memoria.
“¡Exacto!” exclamó contento y pasó a incomodarse al ver que Gotou no bajaba sus niveles de molestia y le miraba con ojos fríos. “Ehh… y-ya, hermanito, perdón por la sorpresa. Juro que no lo volveré a hacer.”
“¿Es que acaso tenías un motivo válido para nadar?” preguntó el pelimarrón, severamente. “Atsushi ya te mencionó que pudiste haber rentado un bote si tanto querías seguirnos.”
“Si lo pones así en verdad creo que nada lo justificaría,” admitió sonriendo con torpeza. “Pude haberles seguido como dicen, ¿pero saben? Así no podría compartir el espacio con ustedes, ni llamarles la atención.”
“Oh…” Shinano se impresionó un poco y asintió. “Creo que entiendo.”
“¿Qué hay que entender?” preguntó Atsushi, extrañado.
“Se ve que Namazuo y Shinano son el mismo tipo de personas ocurrentes que no piensan seriamente en lo que hacen,” concluyó Yagen, restándole importancia. “No es algo que nosotros entenderíamos igual.”
“No lo analicen mucho, hermanitos. Ya se están poniendo muy serios,” les reprochó Namazuo. Él dejó el balde a un costado y adoptó tranquilidad en su felicidad. “Venía para asegurarme que estaban bien. Ayer fue un día muy duro para ustedes, ¿verdad? Entiendo que no es algo que me concierne a mí de la misma manera, pero sí he estado muy preocupado,” bajó su mirada. “En verdad yo tampoco quería regresar. Tenía miedo cómo se sentirían. Ahora espero que no se estén aislando de los demás…”

Los cuatro le miraron con leve confusión. Era extraño oír el lado más pensativo o melancólico del mayor, quien solía estar enfocado en irradiar alegría y dar esa apariencia despreocupada que no podía tomarse con seriedad. De todos modos, Namazuo no tardó en volver a mirarles y continuar con su amenidad.

“Hehe, no he venido para que se preocupen por mí. Ya que estoy aquí, sólo espero que se encuentren bien, y si necesitan algo, pueden contar conmigo. ¡Saben que pueden hacerlo!” exclamó apuntándose a sí mismo. Entonces hizo un puchero. “Y si no creen que pueden, les haré saber que soy más funcional de lo que parezco. Soy mayor que ustedes.”
“La edad no significa mucho en estas cosas, Namazuo,” comentó Yagen. Pese a su respuesta, el doctor sonrió frustrado. “En fin, no hay más punto de reclamarte por tu más reciente travesura. Aprecio tu atención. Ya no te inquietes por nosotros.”
“Muchas gracias, Namazuo-nii. Tú sabes que yo sí cuento contigo~” canturreó Shinano. El pelirrojo sonrió y asintió. “Te entiendo. Si no venías por el agua y nos sorprendías tal vez no habrías tenido el mismo impacto. De todos modos eso es algo muy necesario para lidiar con nuestros queridos y necios hermanos. Lo sé por experiencia.”
“Haha, lo sabía~” Namazuo celebró juntando sus palmas.
“Ahh, ustedes no tienen remedio,” Gotou se frustró y negó un par de veces.
“Seremos necios pero eso por ningún motivo justifica tu acción, Namazuo…” Atsushi dio un suspiro, cansado. Desvió su mirada hacia el paisaje. “Pues… no hay forma que todo por lo que pasamos vaya a disolverse luego de lo de ayer. Pretendo tomar una actitud más saludable y ya no cargar con tantas cosas del pasado, pero tomará un tiempo. No puedo decir que estoy del todo bien…” hizo una pausa y terminó por sonreír rendido, aunque tranquilo. Miró al mayor. “Pero me siento mejor. Siento un gran alivio. Supongo iré dejándolo ir poco a poco.”
“Tiene sentido,” Namazuo asintió y se animó. “Me alegro de oírlo, Atsushi. Ahora que estás de regreso, mi único deseo es que te sientas en casa y sigas adelante, y sé que lo harás. Puedo ver que eres una persona muy fuerte.”
“Gracias por el cumplido, hermano. Ahora ya no te preocupes,” contestó amenamente. “Igual tú, igual todos. Hay que seguir adelante.”
“¡Por supuesto!” alzó un puño al aire. “¡Entonces vamos de regreso! No quiero que mis hermanitos se aíslen de los demás. Este es un viaje en familia y luego de lo ocurrido ayer, sé que los pequeños amarían pasar el tiempo con ustedes. También sería lo más saludable para ustedes, ¿han entendido?”
“No nos estamos aislando, Namazuo. No tendría sentido, no es que resintamos a los demás por haber tenido que regresar,” dijo Gotou, indistinto. “O sea, si ese fuera el caso, Shinano habría sido el último en acompañarnos.”
“Uhh… en serio lo siento mucho, Gotou-nii…” el pelirrojo se deprimió.
“A decir verdad…” dicho esto, Gotou cedió en su fastidio y sonrió apenado. “Sólo esperaba revivir un poco el pasado. No creo que deba decírtelo a ti, pero los cuatro siempre andábamos haciendo cosas por nuestra cuenta de niños. Sólo quería recordarlo. Para bien o para mal, por más que yo siempre he sido quien ha sido más fastidiado o quien la pasaba peor, sigue siendo algo preciado para mí. Esta pesca y el entrenamiento de la mañana han sido un gran alivio. Me han permitido olvidarme un poco de mis quehaceres y reconectar con mis raíces.”
“Ohh…” Namazuo se impresionó y no fue el único. Era difícil ver al pelimarrón añorar algo y ser sincero al respecto.
“Pero… entiendo,” dio un suspiro y miró hacia la orilla, sonriendo con tristeza. “Por supuesto que nuestros hermanos están preocupados por nosotros, además que les debemos atención. No puedo descuidarles, sin duda no luego de lo de ayer. Todavía podemos disfrutar un poco de nuestros pasatiempos mientras les hagamos partícipes, ¿no es así? Está bien,” recogió su caña de pescar. “Regresemos de una vez.”
“¡N-no, espera un momento!” el hermano mayor se escandalizó. “¡Por supuesto que sí pueden darse un gusto de pescar tranquilamente! ¡Sin duda tú tienes un montón de derecho por todo lo que siempre andas haciendo por nosotros! ¡No estoy aquí para quitarte este pequeño capricho!” dicho esto, terminó dándole un fuerte abrazo. “¡Ahh, hermanito, ya veo que estás feliz y no quiero aguarte la fiesta! ¡Por favor sigue que no te voy a detener!”
“¡N-Namazuo, me estás mojando, suéltame!” le reclamó en pleno abrazo de oso.
“¡Gotou-nii!” Shinano se sumó al abrazo, conmovido hasta las lágrimas. “¡Gracias por dejarnos oír cómo te sientes! ¡Yo también estoy muy feliz por pasar este momento entre nosotros! ¡Te queremos mucho, hermano!”
“¡Te queremos un montón!” afirmó el mayor.
“Tsk, suéltenme los dos…” ya se arrepentía de haberse explicado. Ambos le dejaron ir y desvió su mirada, pero Atsushi le agarró de hombro y le hizo regresar su atención.
“Está bien, que no eres el único con ese parecer. Yo también la estoy pasando bien aquí, y este momento junto con el entrenamiento fueron revitalizadores,” observó con una amplia sonrisa. “Seremos parte de los mayores en casa ahora, pero no todo tiene por qué cambiar. No tienes que estar siempre en el rol del hermano mayor. Por hablar con Hirano y Maeda, entendí que ellos tampoco querrían eso de nosotros. ¡Sigamos disfrutando de este instante un poco más!”
“Eh, sí…” se vio un poco perplejo.
“Haha, no te sorprendas, por supuesto que todos pensamos igual. ¿No es así, Yagen?”
“No es que yo esté participando en esta conversación…” dio un suspiro. “Pero, ¿qué más da? Por algo mencioné que apreciaba salir para variar. Hay pocos momentos así de agradables y esta nostalgia es algo que todos compartimos.”
“¡Sí, definitivamente!” Shinano asintió con los ojos brillantes.
“Es un poco raro oírte decir algo así,” Gotou alzó una ceja.
“Lo sé, no me prestes atención,” el doctor se encogió de hombros y regresó su atención hacia el paisaje. “Pero no hay nada de raro en lo que anhelas. Sería criminal de otros privarte de ello. No está de más decirlo.”
“Claro…” se confundió más.
“Así que sigamos pescando,” concluyó Atsushi, de buenos ánimos. “Namazuo, trajimos una caña adicional por si te animas.”
“Me sabría mal pescar a mi propia especie, pero les acompaño,” dijo sonriendo incómodo. “Yo feliz viéndoles de tan buenos ánimos, así que les haré barra.”
“Sí, yo también,” dijo Shinano.
“Pero antes de que me olvide,” Namazuo miró al doctor. “Honebami anda preocupado por ti. Él no necesita decirme nada para comprenderlo. Creo que es muy evidente.”
“Sí… también lo he notado,” contestó con leve frustración. “Supongo fue inevitable.”
“Lo fue, pero intenta atenderle cuando puedas. O más bien…” sonrió decidido. “Déjale atenderte. Creo que eso le animaría un poco. Así es como se aseguraría que estás bien.”
“Hmm…” lo meditó.



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #715: November 30, 2020, 03:14:13 PM »
93.2.







Comenzó el atardecer y los hermanos regresaron a la casa del bosque para realizar una actividad en conjunto a la cual los pequeños se apuntaron. Ichigo y Midare les instruyeron para hacer omamoris y trajeron consigo varios tipos de tela e hilos para personalizarlos. Así, los hermanitos escogieron sus diseños favoritos y comenzaron a realizar la labor mientras los mayores les supervisaban y ayudaban cuando tenían dudas.

“Coser es más difícil de lo que parece, ya veo…” Hirano dio un suspiro y miró desanimado al lado que acababa de terminar. “No está tan parejo. Tendré que hacerlo de nuevo.”
“Eh, creo que está bien, de todos modos es el revés de la costura la cual vamos a ver,” Maeda sonrió amablemente. “Si lo volteas seguramente se verá mejor.”
“Tal vez tengas razón, pero igual tengo que practicar,” dijo decidido. “Quiero que me quede un buen recuerdo y de buena calidad de este viaje.”
“En eso tienes mucha razón. Lo mismo digo.”
“Sí que no se me dan estas cosas manuales, hehe, creo que ya arruiné mi tela,” Namazuo rió un poco y se puso a revisar entre los pedazos frente a él. “A ver… ¿por cuál puedo ir…?”
“Creo que intentas hacerlo demasiado rápido, hermano,” comentó Ichigo, sonriendo simpáticamente. “Tómate tu tiempo y pienso que sería mejor que practiques un poco antes de volverlo a hacer.”
“¡Sí, Ichi-nii~!” canturreó alegremente.
“Por cierto, ¿qué es de Honebami? Es un pasatiempo que a él le gustaría.”
“No lo sé. Imaginaba que vendría, pero tal vez ha vuelto a darse otra vuelta por el bosque,” dicho esto, Namazuo miró de un lado a otro en esa amplia habitación de sus hermanitos y dio un suspiro. “Pensándolo bien, Yagen no está aquí. No me sorprendería que ande al pendiente de él.”
“Entiendo,” asintió. “Me siento agradecido por su constante vigilia de nuestro hermano. Estoy seguro que Yagen lo aprecia y también lo necesita. Aun así, espero que Honebami se sienta bien, ya que está persistiendo mucho en velar por su bienestar.”
“Sí está preocupado, pero no te inquietes, Ichi-nii,” Namazuo asintió, sonriente. “En el fondo todo está bien y las cosas parecen que han sido puestas en su lugar. Honebami no va a tardar mucho en comprenderlo.”
“Espero que tengas razón…” sonrió algo apenado.
“¡Sí lo tengo, ahora no te preocupes~!” canturreó y le abrazó de un brazo. “Hehe, sigue con el omamori que estabas haciendo. No te distraigas mucho, no seas como yo.”
“Vamos, hermano, no tienes que desprestigiarte,” sonrió incómodo. “Tú también regresa a la actividad. Ya quiero ver tu omamori.”
“Sí, por supuesto~” hizo un saludo militar y regresó a buscar el trazo de tela que más le llamaba la atención.
“¡Ya terminé!” anunció Midare, quien mostró un omamori de color rosa con diseños florales en medio de la mesa que era ocupada por los pequeños.
“¡Ah, qué lindo te quedó, Midare-niisan!” exclamó Akita, sorprendido.
“Sí, excelente trabajo,” Maeda se alegró. “Eres muy habilidoso.”
“No es nada, he hecho manualidades así algunas veces con mis amigos. En verdad es muy divertido,” comentó entretenido. Juntó sus palmas. “¿Qué tal les está yendo? Me ofrezco a ayudarles por si lo necesitan.”
“Gracias, pero ya me rendí,” Houchou dio un suspiro y regresó su atención a su celular.
“Sí que te rindes muy fácil, Houchou,” observó Hakata, quien seguía con su libro.
“¡Oye, al menos yo sí lo intenté a diferencia de ti! ¡No has dejado de estudiar!” le reclamó.
“No es que haya querido coser en primer lugar, no es para mí,” Hakata se encogió de hombros. “Tengo más fe en entrenarme y ser fuerte con tal de protegerme en vez de hacerme un amuleto de la suerte, pero ustedes son libres de hacérselos si les gustan.”
“A veces me preocupa lo pragmático que eres, Hakata,” Shinano dio un suspiro, apesadumbrado. “Yo sí podría usar un poco de ayuda. Quiero hacer omamoris bonitos, pero no me salen…”
“¿Cómo les va?” preguntó Ichigo, quien se acercó junto con Namazuo. El peliceleste se acercó a Akita y le extendió el omamori. “Te hice este para ti, Akita. Espero que te guste.”
“¡Oh, muchas gracias, Ichi-nii!” el pelirrosa se emocionó y lo recibió, para admirarlo. Sus hermanos se asomaron. “¡Está muy lindo! ¡Lo llevaré conmigo a todos lados!”
“¡Ah, qué suerte, Akita!” dijo Gokotai, impresionado.
“Pensaba hacer omamoris a quienes gusten,” Ichigo miró a Hakata. “Dime, ¿te gustaría uno? Quisiera velar por mi hermanito prodigio que ya comenzó con sus estudios de medio tiempo en la universidad.”
“Ehh, pues…” Hakata se vio en aprietos y lo medito severamente. “…en verdad no sé si un amuleto va conmigo… pero…”
“¡Aw, tú sólo déjate querer, hermanito~!” Namazuo le dio un fugaz abrazo.
“E-está bien, Namazuo-nii, no me aprietes mucho, por favor,” aceptó algo torturado.
“¡Después yo también quiero uno, Ichi-nii!” exclamó Houchou.
“Con mucho gusto,” asintió y se dirigió a Gokotai. “¿También quisieras uno? Aunque veo que ya tienes un omamori casi listo. Muy buen trabajo.”
“E-ehh, gracias Ichi-nii, aunque me falta mucho por practicar…” el peliblanco desvió su mirada, incómodo. “No tienes que hacerme uno, pero lo aprecio. Más bien… este es un omamori para Namazuo-niisan…”
“¡Ohh! ¡¿Para mí?!” Namazuo de inmediato se acercó y lo inspeccionó con ojos brillantes y emocionados. “¡Está tan bello y justo tiene mis colores favoritos! ¡Se ve que me conoces un montón, hermanito!” pasó a abrazarlo. “¡Awww Gokotai, gracias por este bello regalo! ¡En verdad no merezco tener a un hermanito tan hermoso como tú~!”
“Ehh, n-no es nada, Namazuo-niisan, siempre eres muy atento conmigo…” Gokotai sonrió y se soltó del mayor. Entonces, bajó su mirada, inquieto. “Es que… también… por lo ocurrido con Fudou-san en el metro, por el hecho que le pudo ocurrir algo a él o a ti… e-espero que este omamori te mantenga protegido y te dé buena fortuna.”
“Gokotai, eh…” Namazuo sonrió incómodo. “¡C-claro que sí, todos estaremos bien! Ehh, más bien siento darte tantos nervios. ¡Verás que este omamori me protegerá y ya no tendré más complicaciones en la vida!”
“Pues…” Hakata frunció el ceño y se puso a pensar. “Bien que Gokotai tuvo buenas intenciones, pero… no sé si deberíamos darle a Namazuo-nii un amuleto de la suerte para que siga metiéndose en problemas.”
“¿Eh?” Namazuo se quedó en blanco.
“Entiendo, ninguno de nosotros quiere validar ese comportamiento…” Hirano asintió. “Queremos desearle salud y bienestar a Namazuo-niisan, aunque temo que se lo vaya a tomar de manera incorrecta.”
“Ehh, hermanos…” Maeda sonrió incómodo.
“Sí pues,” Houchou se cruzó de brazos. “Gokotai, cuando termines tu omamori, más te vale que le des a Namazuo-niisan instrucciones de uso y una buena llamada de atención.”
“¡¿E-ehh?!” el pequeño peliblanco se incomodó e impresionó. “¿I-instrucciones? ¿L-llamada de atención? N-nunca podría resondrarle a nadie, menos a mis hermanos… y n-no quiero hacer eso con un obsequio…” miró perdidamente de un lado a otro “¿Q-qué debería hacer ahora?”
“¡O-oigan, por favor déjenme apreciar este regalo dulce y hermoso de Gokotai!” exclamó Namazuo alarmado y angustiado. “¡Y les prometo que no volverá a ocurrir! ¡Soy un buen hermano mayor, en serio!”
“Ehh, sí, creo que Namazuo-nii ya aprendió su lección, no sean muy crueles…” dijo Shinano, sonriendo incómodo.
“Tú no tienes mucha voz, Shinano,” le corrigió Hakata. “Eres igual de impulsivo que él.”
“Uhh…” el pelirrojo se deprimió.
“Eh, ya, Hakata, no seas muy duro, por favor,” le pidió Akita, sonriendo con torpeza.
“Bueno, sólo decía…” el pequeño rubio dio un suspiro.
“Namazuo y yo ya tuvimos una conversación al respecto. Les aseguro que no tienen que preocuparse más,” dijo Ichigo, tranquilamente. “Ahora por favor sigamos con este momento tan ameno entre nosotros. No hay por qué reincidir en el tema.”
“Sí, recuerden que los omamoris son para velar por nuestros seres importantes. Hay que pensar en eso y ya no caer en riñas,” les recordó Midare alzando un índice. Entonces miró a Gokotai y le dedicó una linda sonrisa. “No tienes que resondrarle a nadie. Sólo sigue con tu obsequio a nuestro hermano. Has visto lo feliz que está.”
“S-sí, así lo haré,” Gokotai asintió.
“Realmente me has tocado el corazón, Gokotai~” canturró Namazuo y este asintió decidido. “Ya está, entonces yo te haré un omamori también. Si me enfoco en hacerle un regalo a mi lindo hermanito sin duda me quedará mil veces mejor. ¡En marcha!”

La actividad continuó con los hermanitos haciendo las manualidades y recibiendo ayuda de quienes tenían mejor habilidad en lo que el primogénito se ponía a preparar omamoris para la mayoría de sus hermanitos.


El doctor imaginaba que la mayoría en su familia estaba inmersa en esa simple y esperada actividad de su parte. Como siempre, no tenía interés en participar si podía evitarlo y luego de pasar un rato con sus hermanos por el paseo al lago, le venía bien un poco de soledad, aunque sabía que no lo tendría tan fácil.

Se detuvo previo a entrar al bosque al detectar aquella sutil presencia que resultaba nula para la gran mayoría. Yagen sonrió para sí y se giró. Honebami estaba a pocos metros de él.

“…” este le miraba neutralmente.
“Continúas negando mis deseos de pasear por el bosque, ¿no es así?” le preguntó casi en un tono juguetón, aunque sin perder su aura de autoridad y firmeza.
“No comprendo cuál es el beneficio de tu reincidencia…”
“Deseo despejar mi mente. La naturaleza es un ambiente agradable y acogedor, que inspira una soledad poco abrumadora. Presumo que tú entenderías lo que digo mejor que nadie.”
“…”
“…” podría mantenerse inmutado, pero Yagen sabía cómo leer su inconformidad. Le sabía un poco mal darle vueltas al asunto que nadie pasaría de alto luego de lo sucedido el día anterior. “…aun así, entiendo que tu vigilia y preocupación, por más que Shinano te haya pedido que cuides de mí, se debe a que este lugar posee un significado especial.”
“¿…por qué has llegado a esa conclusión tardíamente?” preguntó con una mínima duda y extrañeza en su fría voz. “Le restas importancia a un tema importante para ti…”
“Será que no tengo remedio…” admitió el doctor, sonriendo con leve pena. “Lo lamento, Honebami. Sueles ser quien tiene que soportar mi actitud. Quisiera que no lo hicieras.”
“Es mi deber velar por tu bienestar.”
“Aun así, me encuentro bien, te lo aseguro. No tienes que temer por mí,” negó y se le dirigió decidido. “Ya no prestes atención al pedido de Shinano de mantenerme vigilado. A su vez, no temas por mi caminata por el bosque. No iré a ningún sitio riesgoso. Sólo quiero dar un paseo.”
“Yagen…”
“…” borró su sonrisa. Recordó lo que Namazuo le había pedido. Por más que el doctor esperaba librar a su hermano de cargar injustamente con la responsabilidad de velar por él, tal vez su idea era lo mejor que podía hacer por él en ese momento. Dio un pesado suspiro. “Entonces… ¿tienes alguna sugerencia?”
“…” Honebami se mostró perplejo. “¿…qué quieres decir?”
“Me sabría mal pedirte soledad y dejarte si tú mismo no estás conforme. Quiero saber tu parecer, aunque aquello me resulta difícil ya que siempre estás tan cometido a acomodarme,” observó apenado y le sonrió comprensivamente. “Así que quiero oírte. Si tienes una mejor idea que ir a pasear por el bosque, algo que consideres que sería más saludable para mí, soy todo oídos.”
“…” se mantuvo igual de confundido.
“…” el silencio se prolongó un poco más de lo que hubiera deseado. Yagen desvió su mirada. “¿O será que estoy pidiendo demasiado de ti? Mis disculpas, espero no inquietarte más.”
“No tienes por qué velar por mí,” observó el peliblanco. Él bajó su mirada y su tono de voz, el cual se contagió de profundidad y extrañeza. “¿…será que te resulto inconveniente…?”
“Eh, no, no es eso…” de inmediato le miró y negó. Nuevamente, dio un suspiro. No sabía cómo seguir la idea de Namazuo de dejar que el otro le cuidara para disipar su preocupación. Llevó una mano a su mentón y se puso a pensar. “En medio de todo esto sí me has servido de apoyo, lo creas o no. Muchas veces no se necesita más que la presencia de otros… pues…”
“Yagen…” de repente, Honebami levantó nuevamente su mirada. El inexpresivo peliblanco parecía haberse venido con algo. “Sígueme, por favor.”
“Está bien…” esta vez el doctor se vio perplejo. Le vio darse media vuelta y caminar hacia el club social. Sonrió frustrado aunque entretenido. A pesar de que su hermano se salía con frecuencia de sus expectativas, había algo refrescante en no poder predecirle del todo. Era un extraño alivio ser incapaz de anticiparse para variar.


Mientras tanto, Atsushi y Gotou ocupaban la cocina en el primer piso. Ambos estaban en el counter en lo que degustaban algunos bocadillos posteriores al almuerzo.

“Lo que comimos en el lago no fue suficiente para mí,” se lamentó Gotou en lo que inspeccionaba el bocadillo en su mano derecha. Entonces miró a su hermano y sonrió un poco. “Menos mal que compartes mi apetito, así no me siento tan mal.”
“No hay por qué sentirse mal por tener hambre, todos tenemos necesidades distintas,” le contestó de buenos ánimos y con leve gracia por dicha ocurrencia de su parte. “Haha, siéntete cómodo en familia, Gotou. Te apuesto a que cuando nuestros hermanitos crezcan varios de ellos van a compartir nuestro apetito. Más bien me sorprende que los mayores no lo hagan.”
“Creo que Namazuo sí come bastante también, pero no se perdería de la actividad que tienen,” el pelimarrón alzó su mirada, pensativo. “Ichi-nii sin duda es muy formal y discreto y parece que no es así. Y pues, ¿quién sabe de Honebami? Se ha vuelto un misterio.”
“Lo imagino,” sonrió apenado. “Honebami está más reservado de lo que imaginé. En el pasado no habría sido muy difícil leerlo. Supongo que el accidente de hace años le impactó mucho.”
“Supongo…” desvió su mirada.
“Ah, pero descuida. He oído de los pequeños que, aunque lentamente, Honebami ha ido adaptándose cada vez más, ¿verdad? Nos tocará ser pacientes,” dijo amenamente en un intento de animar al otro. “Ahora no te preocupes, que estamos en un paseo.”
“Es cierto, no es el momento de pensar mucho las cosas,” se encogió de hombros.
“Gracias por preparar estos aperitivos, por cierto,” Atsushi asintió con energías. “Están muy ricos y pese al queso, se nota que son saludables. Heh, te has vuelto muy inteligente, un hombre de negocios y hasta puedes hacer algunas cosas por la casa.”
“¿Eh? Pues, no es nada…” se extrañó y alzó una ceja. “¿Por qué me dices todo esto? Es un poco raro recibir cumplidos así.”
“No solíamos ser así de abiertos de pequeños, ¿verdad? Pero no es un cumplido, digo la verdad,” afirmó decidido. “Más bien podría aprender un poco de ti. Yo también tengo que probarme a mí mismo y poner de mi parte.”
“Lo harás, eso no lo dudo,” asintió y sonrió rendido. “Y gracias por tus palabras, pero realmente no es la gran cosa. Nunca lo he sentido así.”
“Sería bueno que te des un poco de crédito por lo que haces por la familia, Gotou,” observó Atsushi, incómodo. “No creas que todo recae en ti o que no mereces nuestra apreciación.”
“Sin duda no quiero oír eso de ti luego de lo que pasó ayer, ¿de acuerdo?” preguntó impaciente.
“Ehh… pues, tienes razón…” cayó en cuenta que no tenía derecho de decírselo.
“Y sí me doy crédito, estoy bien. No me malentiendas,” se encogió de hombros, restándole importancia al asunto. “Creo que cumplidos me dejan notar más mis falencias, y realmente tengo mucho que aprender todavía. Y pues, no creo ser nadie especial. Cualquiera que se esfuerza en hacer las cosas puede llegar muy lejos. Eso es lo más importante para mí.”
“Tienes una buena actitud a las cosas,” comentó sonriendo y dio un suspiro. “Ayer comprendí que demandaba demasiado de mí mismo por el pasado. Podría contagiarme de ti. Sí es irreal querer ser algo más que todos cuando en verdad somos iguales.”
“Es verdad, la idea de ser especial es un sueño de todos, pero si fuéramos distintos a otros, a su vez tendríamos muchas más responsabilidades y estaríamos en un estado diferente y poco compatible. Creo que el verdadero deseo detrás de querer ser único es sentirse feliz y satisfecho con uno mismo, y eso es más una actitud que una hazaña,” afirmó con una sonrisa decidida.
“¡Bien dicho!” Atsushi se emocionó y levantó su vaso de agua. “¡Salud por eso!”
“Heh, salud,” se impresionó un poco por su reacción aunque le correspondió los ánimos y el gesto de brindar. “Estás con mejores ánimos hoy, me alegro.”
“Claro, es gracias a ustedes. Necesitaba oírles,” asintió. “Bien, ahora tenemos que enseñarles esta idea a nuestros hermanitos. Mientras estén contentos consigo mismos, será el equivalente a ser especiales. Tienen que cultivar la fuerza en su interior.”
“Pienso que Ichi-nii está haciendo un buen trabajo para hacérselos entender, descuida,” observó Gotou, aunque volvió a ponerse a pensar. “Hm… pero sí he notado que Hakata apunta a ser alguien especial… a diferencia de la mayoría, él es un genio y sí podría ser distinto a otros, pero sólo espero que eso no se vuelva en una carga para él…”
“Entiendo lo que dices, hay que convencerle que no es así,” asintió atentamente. A su vez, se puso a pensar en su mellizo. “Tal vez podamos decir lo mismo con respecto a Yagen.”
“Tch…” al oír la mención del otro, Gotou frunció el ceño con disgusto y se cruzó de brazos. “Exacto, ¿quién querría ser especial si es que terminarían siendo igual de insufribles que él?”
“¡Hahaha!” Atsushi rió abiertamente. “Vamos, Gotou, ¿sigues molesto por lo del lago? Déjalo ir, no fue tan pesado y eso que Yagen hasta fue algo amable contigo al final.”
“¿Por dónde lo fue?” le cuestionó con desconfianza.
“Ya sé que no lo viste, tampoco quiero tener que hablar en su lugar todo el tiempo…” confesó sonriendo rendido. “Pues, creo que personas como Hakata y Yagen sí se sentirían algo distintos a los demás, y tienes razón al temer que nuestro hermanito lo sienta como una responsabilidad adicional. Conociéndolos, ambos se sentirían así.”
“Sí, eso pensaba…”
“Entonces hay que hacerles entender definitivamente que eso no es verdad. Yo quise imponerme cuidarles por encima de lo demás y por ello no quise aceptar la ayuda de nadie. Ahora quiero evitar que cualquiera de ustedes fuera a sentirse así,” declaró decidido. “Sea por ser más inteligentes o de personalidades distintas o con atributos diferentes, todos al final somos parte de la familia y merecedores de lo mismo. Nuestras diferencias sólo servirán para hacernos más unidos y funcionales como una sociedad.”
“Sería bueno que la sociedad te oyera decir eso, Atsushi. Tienes mucha razón.”
“Heh, yo no he dicho nada, sólo trasmito lo que tú me has dicho,” admitió contento. “Haha, veo que sigues siendo un alentador natural, hermano. Creo que se demuestra muy bien en lo inspirados y animados que Shinano y Hakata son en el presente,” levantó un pulgar. “Muy buen trabajo. Me toca ser igual a ti en casa.”
“Claro, gracias…” dijo algo inquieto.
“Haha, creo que entiendo que no eres bueno aceptando cumplidos,” observó entretenido. “Aunque, si me permites, sería bueno tenerte más seguido en casa. Podrías contagiar a nuestros hermanitos de tus ánimos y estabilidad.”
“Sí, lo intentaré, depende de cuánto trabajo tenga por hacer,” asintió y sonrió un poco. “También me gusta estar en casa en lo posible, y me haría mucho bien.”
“Por supuesto que sí, todos nos sentimos así y verte por la casa nos haría felices, en serio.”
“Pues, gracias, Atsushi…” dijo rendido y agradecido.
“De nada,” le contestó con ánimos. Su gesto de resignarse a alegrarse por sus palabras le resultó muy familiar al de Fudou. Para que su entusiasta hermano fuera receloso a aceptar ese tipo de calidez le dejaba entender que llevaba mucho tiempo fuera de casa, tal vez sintiéndose como un extraño al igual que su amigo. Aun así, sabía que no tendría problemas para cambiarle de actitud. Él nunca había sido una persona difícil o irracional.

Ambos continuaron comiendo los bocadillos y hubo un corto silencio. Atsushi no dejaba de caer en cuenta que su hermano menor había madurado bastante al punto en que podía hablarle como un igual a diferencia del pasado cuando alternaba entre aconsejarle, retarle o burlarse un poco de él por su ocasional torpeza. A su vez, para su pesar, percibía que su mellizo era el que se estaba alejando, como si este ahora estuviera en un nivel o estatus distinto al suyo.

Podría ser en parte por aquella tendencia a considerarse distinto a los demás, como Gotou había observado. Debido a su trabajo en Rizembool e involucramiento cuestionable en la guerra, tenía sentido que sí se sintiera como diferente, en lo más mínimo…

“Oye, Atsushi,” dijo Gotou, despertándole de su burbuja.
“Eh, sí, ¿qué sucede?” preguntó dirigiéndosele. Le notó meditativo y reservado. “¿Estás bien? Te veo inquieto de la nada.”
“Lo estoy, es sólo… no sé si deba decírtelo, pero sería bueno que lo sepas,” dijo cabizbajo y pensativo, para entonces mirarle debidamente con seriedad. “Es con respecto a lo que ocurrió en la mañana, cuando Honebami te detuvo en el aire.”
“Eh, sí,” asintió algo perdido. “Lo he estado pensando un poco, aunque seguramente no de la misma manera que tú,” dijo sonriendo incómodo. “Andaba ideando cómo podría replicar su acción de agarrar a una persona y quedarse parado en una rama sin perder el balance, hasta luego de la patada. Nuestro hermano es mucho más fuerte de lo que parece.”
“Pues…” dio un suspiro. “Sí, no me sorprende tu enfoque. Eres de desafiarte, en particular cuando se trata de entrenar.”
“Me es inevitable, llevo años especializándome en eso,” dijo riendo un poco.
“Con más razón no quiero decirte lo que iba a decir…” se lamentó frustrado.
“No temas cambiar mi enfoque, Gotou. Si quieres decirme algo, sé que es importante o que vale la pena.”
“Está bien,” lo pensó un poco y se aseguró de mirar hacia el pasillo para verificar que se encontraban solos, acción que confundió un poco al mayor. “Creo que todos sabemos que Honebami no se comporta de la forma más normal o correcta. O sea, no le gana a las miles de ocurrencias de Namazuo, pero a diferencia de la falta de juicio de este, hay algo muy extraño en Honebami. Se presentó antagonista ante ti, como si fueras a lastimar a Yagen.”
“Pues sí, creo que sí anda muy al pendiente de Yagen, ¿verdad?” alzó una ceja. Entendía que era apenas el preámbulo.
“No has estado aquí para apreciarlo por tu cuenta del todo, pero sí. Es más, me resulta un poco innatural lo cometido que está a velar por Yagen, pero nuevamente, no de la forma empalagosa que Namazuo trata de cuidar de todos nosotros. Más bien, es como si Honebami le obedeciera y vigilara como si Yagen fuera su superior en vez de su hermano. El trato de este también lo implica bastante.”
“¿A qué te refieres?”
“Yagen para diciéndole qué hacer y explicándose debidamente con él. También hay momentos en que parece darle órdenes, y como siempre, Honebami le responde atentamente,” dio un pesado suspiro. “Me sabe muy mal.”
“Pues… no sé qué decirte, Gotou…” Atsushi miró perdidamente a un costado. “También he notado algo extraño en Honebami, pero no lo puedo juzgar por mi cuenta, no aún. Sí entiendo que desde que perdió la memoria hace años es así. Será que Yagen cuidó de él de esta manera. No sabemos muchos detalles al respecto, es obvio que él no quiere hablar sobre ello.”
“Definitivamente no…” Gotou negó para despejarse. “Pero en fin, no estoy aquí para cuestionarme al respecto. No es algo que podemos atender. Lo menciono porque Honebami pudo haberte hecho daño.”
“Pero al final no lo hizo, estoy bien. Me apretó la muñeca un poco más de la cuenta, pero eso ya pasó, no te preocupes.”
“Lo digo porque Honebami me agredió una vez.”
“¡¿Eh?!” Atsushi se hizo hacia atrás, impresionado. No lo había visto venir. “¿C-cómo así? ¿Cuándo ocurrió eso?”
“Prácticamente cuando Yagen regresó a casa luego de su ausencia, hace ya varios años. Nosotros habríamos sido todavía niños en ese entonces, uno podría pensar que un año no es suficiente para que las cosas cambien, pero realmente tanto cambió en ese tiempo, y presumo que Yagen y Honebami cambiaron aun más que nosotros.”
“…” le observó perplejo y sin saber qué decir.
“Estaba molesto porque lo primero que hizo Yagen fue decirme que no tenía planes de ayudarnos en casa y se desentendió de nosotros, de lo que pasamos, del hecho que nos había dejado tanto tiempo sin siquiera decirnos nada. Yo intenté hablar con él y entender qué le pasaba, pero siguió antagonizándome. Ahí me molesté y le golpeé en la cara…” entrecerró sus ojos con decepción y frustración. “Y ni bien lo hice, Honebami arremetió contra mí y me dio una paliza.”
“Eh…” se quedó frío.
“Le bastó pocos golpes para derribarme y dejarme anulado en el piso con un dolor insoportable. Temía haberme roto algo…” desvió su mirada. “Pero no continuó. Yagen de inmediato le gritó que se detuviera y demostró una autoridad y frialdad que me dio escalofríos. Le dijo a Honebami que no interviniera en sus discusiones en la familia, que no había por qué lastimar a nuestros hermanos. Que ‘era una interacción usual’ o algo por el estilo, no recuerdo bien… por la forma en la que lo dijo, lo sentí como un completo desconocido desconectado de nosotros.”
“…” tragó saliva. “Gotou… ¿nuestros hermanos lo saben?”
“¿Eh? Pues no, no iba a dejarles cargar con esto, aunque sí se lo comenté a Fudou. Ustedes dos son los únicos a los que les he dicho, y presumo que Yagen tampoco lo ha compartido.”
“…” terminada la narración, Atsushi se sorprendió de verle retornar a su actitud indistinta. Fuera de recordarlo, Gotou parecía ser capaz de mantenerse estable con relativa facilidad.
“El punto es que cuando vi a Honebami detenerte, me asustaste un montón. Tenía miedo que fuera a hacerte lo mismo,” dijo con alarma. Frunció el ceño y bajó su mirada. “Tch, y lo peor de todo es que tú ni fuiste antagonista a Yagen. No era más que un entrenamiento.”
“Gotou…” ya veía que su hermano se había desentendido de sí mismo para atender su caso. Sonrió con comprensión y pena. “Tranquilo, Gotou, estoy bien, no me pasó nada. No es justo que no te prestes atención a ti. Heh, gracias por velar por mí, por cierto.”
“Sí que te tomas las cosas con mucha calma, Atsushi…” dijo frustrado aunque ya más tranquilo. “Veo que estás bien, aunque no sólo temo por ti. Honebami me preocupa. No puede actuar así, no puede todavía pensar que no pertenece a la familia, ni en el más mínimo momento…” se apagó un poco y bajó su mirada. “…a veces temo que en ese entonces cuando me agredió, estaba cometido a lidiar conmigo como una alimaña. Por haberse recobrado en un lugar como Rizembool, por estar siguiendo a Yagen, quien también fue inculcado por ellos, a veces no evito pensar que Honebami me vio como alguien a quien eliminar… y temo mucho que haya tenido esa misma actitud con nuestros hermanos si es que estos se presentaban remotamente como enemigos a sus ojos…”
“Pues…” se vio indeciso.

A pesar de la gran impresión que Honebami le había dejado durante el rescate a Akita, no lo había pensado en ese modo. Esa tarde había comprendido que su hermano era una persona extremadamente fuerte, aunque recién caía en cuenta que venía de la mano con el hecho que este no recordaba su pasado y estuvo desligado de su familia y todo lo que una vez conoció al inicio de su rehabilitación. Yagen le había confirmado casi de manera trivial para no preocuparle que el ambiente bélico de Rizembool podría no ser la mejor influencia en él. A su vez, era evidente que Honebami estaba muy enfocado en velar por su mellizo, de manera casi excesiva. Todo ello podría indicar que los temores y las sospechas de Gotou no estaban del todo infundadas.

Aun así, por más que fuera cierto y que no tuviera la mejor idea del asunto aún, tal vez no tenía por qué ser un tema tan serio.

“Supongo… en aquel entonces es algo que podría haber sido el caso, pero estoy seguro que ya no es así,” concluyó Atsushi, convencido. “Él fue muy cuidadoso con Akita y me ayudó a cuidar de él en la semana en que este estuvo en el hospital. Por más que se mantenga serio y distante de nosotros, él también cuida de los pequeños, y no es algo que necesite que le digan que haga.”
“Pues sí…” alzó una ceja con leve escepticismo.
“Y a su vez, no me sorprendería que Honebami con frecuencia tenga que ver a alguien siendo antagonista con Yagen. Creo que entiendo que para cayendo en riñas con Tsurumaru y seguro que Fudou se ha peleado con él más de una vez.”
“Uhh, sí, Shinano y yo tenemos que detener a Fudou o de lo contrario sería un desastre,” se lamentó Gotou con gran pesar. “Este no se controla cuando algo le fastidia. Le conoces.”
“Sí tiene reacciones un tanto fuertes, veo que se ha vuelto más temperamental con el tiempo,” Atsushi sonrió frustrado. “Si Honebami no ha reaccionado ante ellos, quiere decir que se ha acostumbrado a sus presencias. Por eso concluyo que esto se trata de mí. O sea, yo recién acabo de llegar. Seré su hermano, pero Honebami todavía no me conoce.”
“Eh…” Gotou se inquietó un poco.
“Está bien, está bien, no hay nada de malo en eso, tampoco es que me haga sentirme mal, descuida,” le aseguró moviendo una mano para restarle importancia. “No le puedo culpar por reaccionar así, y en el pasado también tenía algo de sentido lógico ahora que meditamos al respecto. En ese momento, Yagen era lo único que conocía y Honebami seguramente había llegado a sentirse identificado con él sin saber cómo reaccionar con otras personas. No hizo más que protegerle, por más equivocado que estuvo. Hoy me apretó la muñeca para desarmarme, pero realmente no me hizo ningún daño. ¿No te parece mucho más recatado?”
“Pero, el Honebami del pasado…”
“Nuestro hermano ha cambiado un poco, pero siento que no en ese aspecto,” dijo tranquilamente. “Si él hubiera visto a alguien meterse con uno de nosotros, no dudo que también se habría puesto atento y agresivo. Ya sabes que él se metió en problemas en una competencia de kendo. Eso fue antes de su amnesia. Aunque ahora sí te conoce. Asumo que no te ha vuelto a agredir, o al menos eso espero.”
“No, fue sólo esa vez…” Gotou le miró con leve reproche. “Pero es un poco irresponsable dejarlo ir, ¿lo sabes? Podría meterse en grandes problemas si sigue actuando así.”
“Eh, lo sé, pero…”
“En fin…” terminó desistiendo. “Sí es un caso aislado e igual todos estamos ahí para corregirle. Tampoco es que podamos manejar este asunto. Sólo quería informarte sobre esto, y me alegro que estés bien.”
“Sí lo estoy. Igual yo y pues… espero que esa golpiza que de hace años no te haya lastimado.”
“Felizmente no fue nada serio o visible. Shinano fácil se habría puesto a llorar si lo hubiera notado. No podía preocuparle así.”
“Entiendo. Shinano se ha vuelto más fuerte que me olvido lo engreído y sensible que solía ser,” sonrió con nostalgia. Con ese relato tenía más dudas con respecto a sus dos hermanos allegados a Rizembool. Quería poder preguntarle a Yagen y evitar que se cierre, aunque por el momento tal vez lo mejor era continuar aprendiendo y observando cosas por su cuenta.

Pensó que ello marcó el final de esa conversación seria entre ambos, aunque hubo otra breve pausa y Gotou nuevamente miró a sus alrededores para descartar la presencia de otros.

“Atsushi, hay algo que quiero preguntarte.”
“Eh, claro…” contestó un tanto perdido. “¿Qué cosa?”




Pasaron unos minutos más y así la actividad prácticamente se había terminado ya que quedó Shinano quien era ayudado por Ichigo. Con los omamoris hechos y entregados a sus dueños, los pequeños se congregaron en la mesa baja a un costado de la habitación para hablar sobre los mismos mientras Houchou enseñaba a Gokotai su partida en su juego gacha favorito e intentaba convencerle a hacerse una cuenta. Midare y Namazuo decidieron bajar a la cocina para traerles algo de tomar.

“Ahh… soy un desastre…” Shinano dio un pesado suspiro mientras se rendía por enésima vez. Agachó su cabeza. “Debí practicar a coser hace años. Me apoyé demasiado de las empleadas arreglando nuestras ropas y haciendo bastas…”
“No te sientas mal, la intención es lo que cuenta, y se nota lo mucho que te estás esmerando,” le alentó Ichigo, sonriéndole con dulzura mientras le ayudaba con otro omamori. “Sólo sigue el ejemplo que te hice y sé paciente. Veo que intentas apurarte.”
“Uhh, es que se está haciendo eterno y no es el único omamori que trato de hacer…” miró el que su hermano tenía entre sus manos con leve tristeza. “Gracias por tu apoyo, Ichi-nii, pese a que has tenido que hacer tantos para nuestros hermanitos. Realmente necesitaba tu ayuda.”
“No hay de qué, con mucho gusto te doy una mano. De todos modos, tú vas a ser quien le dé los acabados finales,” dijo contento. “Eres muy detallista y sensible, así que te van a quedar muy lindos. No dudes en ti mismo.”
“También necesitaba oír tus palabras de aliento…” nuevamente, Shinano aspiró aire para volver a dar un profundo suspiro. “Lo siento mucho, Ichi-nii. Me equivoqué.”
“¿A qué te refieres?” preguntó confundido y mirándole con curiosidad.
“No debimos haber venido. Fue una mala idea. Tal vez nuestros hermanos ya me han perdonado y parece que se sienten mejor hoy, pero igual… puede no haber sido la mejor forma de hacerlo.”
“No te disculpes, Shinano, estas cosas pasan,” le aseguró con amabilidad. “Podrá no haber sido lo ideal, pero no somos perfectos. Estos errores ocurren, y ni bien lo comprendiste, hiciste todo lo posible para repararlo y acomodarles. Te aseguro que tus hermanos entienden bien tus falencias y tus mejores intenciones y ellos por más que se molesten contigo sienten un gran aprecio por ti. Nunca esperarían que fueras infalible y a fin de cuentas son estos accidentes los que nos hacen más cercanos y nos permiten conocernos mejor,” asintió. El hermano mayor irradiaba calidez y positivismo. “Este malentendido y error no te ha descalificado, es un problema menor y algo que se pudo reparar. Más bien, sería injusto que cualquiera de nosotros fuera a decirte cómo pudo haber sido mejor. Personalmente,” ensanchó su sonrisa. “Pienso que las cosas se desarrollaron bastante bien. Permitiste que nuestros hermanos se desahogaran y fueran más abiertos con nosotros y consigo mismos. Sólo sígueles atendiendo y siendo cercano a ellos como siempre lo has hecho.”
“Ichi-nii…” le miró conmovido y asintió a la vez que sus ojos se nublaron de lágrimas. De inmediato se los secó con su muñeca. “Ahh, perdón, no es el momento de ponerme triste. ¿Por qué soy tan propenso a llorar con los problemas? Soy tan débil…”
“Está bien, lloras porque es un asunto muy personal e importante, y lo sientes muy cerca de ti. Eso es porque nos quieres un montón y deseas cuidarnos lo mejor posible,” explicó pausadamente. “No es debilidad, tampoco esperes actuar como otras personas. Deja tus sentimientos salir. Si necesitas llorar un poco, permítelo. Y ya no te tortures más por lo ocurrido. Nuestros hermanos han decidido dejar lo sucedido de lado y se han mostrado igual de atentos y receptivos contigo que siempre. También te toca seguir adelante.”
“Aun así, quisiera que hubiera una forma de pagarles por todo lo que han hecho por mí…” miró nuevamente al omamori en sus manos. “Me pesa decirlo, pero Hakata tiene razón…” frunció el ceño. “O sea, sí soy mayor que él, pero también soy menor que Gotou-nii, Yagen-nii o Atsushi-nii, por más que ellos insistan en tratarme como igual… hasta antes de lo sucedido en el pasado que les forzó a crecer más rápido, siempre fueron mis superiores… me sabe mal no poder darles el apoyo que se merecen…”
“Creo que estás deseando ser alguien que no eres, Shinano. Por favor, no te hagas eso a ti mismo. No seas injusto,” negó un par de veces, manteniendo su sonrisa. “Todos deseamos hacer más de lo que podemos en el presente y tus dudas son entendibles y normales. Te aseguro que yo también reconozco que tengo mucho por aprender y que puedo mejorarme, pero eso no nos descalifica. Es más, nosotros te queremos como eres. Tú eres precisamente la persona que apreciamos tanto y que necesitamos a nuestro lado. Nadie más que tú puede conectar tan bien con nuestros elusivos hermanos y te agradezco por ayudarme a velar por ellos.”
“Ichi-nii…” le miró sorprendido y terminó por recibir unas palmaditas en su cabeza.
“Por eso mismo no te desanimes y sigue adelante con la decisión y energías de siempre, mi querido Shinano. Lo estás haciendo bien, no te detengas.”
“Sí, muchas gracias, Ichi-nii…” fue soltado y sus ojos brillaron de ilusión y alegría. “¡Sí! ¡Me seguiré esforzando!”

Entonces, oyeron pasos y la puerta se abrió. Namazuo y Midare regresaron aunque sin la merienda que habían prometido. Más bien, ambos estaban algo alertados.

“Ichi-nii, hemos oído un piano a lo lejos,” dijo Midare, acercándose. “Namazuo dice que Honebami toca el piano. ¿Es verdad?”
“Lo es. Es cierto que la vez pasada nos deleitó con un par de canciones,” comentó Ichigo, algo impresionado por recién notarlo. “Honebami es demasiado reservado para tomar esa acción por su cuenta. Presumo que Yagen se encuentra con él.”
“Sí, los dos deben estar ahí,” Shinano asintió.
“¡No perdamos más tiempo, hay que ir!” exclamó Namazuo. “¡Todos de pie!”



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #716: November 30, 2020, 03:22:52 PM »
93.3.




Cuando su hermano le había dicho que le siguiera, Yagen temió por un momento que irían de regreso a la casa debido a su propio comentario con respecto a la importancia de la presencia de otros. Sin embargo, no tardó en recordar que su mayor entendía lo que era buscar un corto momento de tranquilidad y privacidad. Así, ambos se encontraban en el segundo piso del club social donde se ubicaba el salón de reuniones con el gran piano.

El doctor se sentó en el borde de uno de los ventanales cerca del instrumento, mientras Honebami tocaba unas suaves y tranquilas melodías. Pasaron varios minutos en ese plan y esa habitación se sumergió en las interpretaciones del peliblanco sin otro sonido de por medio.

Era una soledad acompañada que les despejaba, una difícil de compartir con cualquier otra persona. Los dos llevaban mucho tiempo trabajando juntos, pero era en instante como aquel que podían comprenderse más y dejar sus diferencias de lado.

Era un pequeño respiro que invocaba el hecho que eran simples seres humanos tácitamente, sin necesidad ni agobio de pensar en nada en lo absoluto.

La inmutabilidad se quebró ni bien el doctor tomó la palabra de manera tranquila y sutil para así evitar que el otro se vea forzado a detener su interpretación.

“No recuerdo esta melodía del viaje anterior… comprendo que Ritsu te la ha enseñado durante este semestre,” observó Yagen, quien miraba hacia fuera.
“…sí, me ha enseñado unas melodías más,” contestó el peliblanco, manteniendo su ritmo tranquilo y cadencioso con el piano.
“Ya veo…” sonrió un poco. “Tendré que agradecérselo la próxima que lo vea. Pese a tener un lado complicado y burlón, Ritsu posee la suficiente delicadeza para poder tratarte debidamente. Es un buen amigo de Namazuo y de ti.”
“No le considero un amigo…” dijo meditativo. “Pero… no es desagradable…”
“Entiendo…” cerró sus ojos, tranquilamente. Aquel era un gran cumplido de su parte.
“…” Honebami miró de reojo al otro y siguió tocando un poco más antes de retomar la conversación. “Te ves a gusto. Espero que mi decisión de invitarte aquí haya sido la apropiada.”
“No hay una respuesta correcta, pero sí me has aliviado. Oírte expresarte mediante este instrumento es algo que me llena de dicha a mí también. Agradezco tu dedicación, Honebami. A su vez, premio tu decisión de seguir aprendiendo a tocar el piano. Es un buen pasatiempo ya que veo que le has agarrado un gusto personal.”
“Yo…” musitó perdidamente. Su cadencia incrementó, lo cual reflejó su confusión y meditación.
“No lo pienses mucho,” Yagen apoyó su espalda en el borde de la ventana y recogió un poco sus piernas. Alzó su mirada. “Me siento despejado. Si tan sólo pudiera disfrutar de esta calma permanentemente… sin embargo…” sonrió rendido, aunque satisfecho. “Puedo apreciar lo que tenemos en el presente. No podría pedir más…”
“…” el intérprete enseñó una ligera confusión en sus palabras, y terminó por cerrar sus ojos brevemente. La tranquilidad de su superior se le contagió. Asintió y retornó a tocar sin ya mostrarse reservado y ausente.

Se logró una calma que alivió a aquellos dos por un poco más en medio de ese descanso espiritual que pudieron concederse. Honebami terminó con la melodía y siguió con una más, cuando percibió pasos. Pocos segundos después, los demás hermanos avanzaron hasta el umbral del salón para mirar al peliblanco con asombro y una alegre curiosidad de parte de los pequeños, quienes estaban ansiosos por ingresar y ser parte del público.

Al reconocerles, el pianista se detuvo y se levantó con intenciones de saludarles, pero Namazuo se aventuró y de inmediato fue donde él para darle un fuerte abrazo.

“¡No! ¡Quédate donde estás que estás muy bonito, mellicito!” exclamó feliz de la vida.
“…” Honebami se confundió por su repentina acción.
“¡Esa canción le he escuchado a Ritsu-chan tocar! ¡¿Verdad que te la enseñó?! ¡Por favor sigue tocando más para nosotros!”
“Suéltame…” dijo en voz baja, frunciendo el ceño.
“¡Ahh, no puedo creer que me olvidé que Honebami-nii podía tocar el piano!” Shinano dio saltitos, entusiasmado.
“Honebami-niisan, quisiera poder oírte de nuevo, por favor,” pidió Hirano, respetuosamente.
“¡Sí! ¡Saber que tocas el piano y que el que te enseñó fue nada menos que Ritsu Sakuma me emociona!” exclamó Midare, agitando sus brazos, feliz de la vida.
“…” Honebami se soltó de Namazuo y los miró a todos un momento antes de asentir.
“Son bienvenidos, por supuesto,” Yagen dio unos pasos hacia los demás aunque mantuvo su distancia y sonrió profesionalmente. “De por sí, tal vez debimos haberles invitado antes. Siento la omisión.”
“No te disculpes, Yagen,” dijo Ichigo, sonriendo con torpeza. “Entiendo que Honebami se puso a tocar el piano para ti. Nosotros más bien estamos invadiendo, pero quisiera que podamos disfrutar de un corto momento entre todos, en especial porque este concierto es un verdadero privilegio. Honebami tiene un talento natural.”
“No seré el mejor para juzgar la habilidad musical, pero pienso lo mismo.”
“¡Quiero oír a ver qué más has aprendido a tocar!” dijo Namazuo, con los ojos brillantes. “¡Ya quisiera que Ritsu-chan me enseñe también, pero qué bueno que ambos se acompañen a horas prohibidas de la noche!” dicho esto, frunció el ceño e hizo un puchero. “Pero no te desveles muy seguido, ¿ya? Tú no eres un vampiro como él.”
“No necesito dormir mucho…” dijo tranquilamente. “Y él no es un vampiro…”
“Pónganse a hablar después, por favor, nuestros hermanos esperan,” observó Yagen.

Así, Honebami accedió a tocar las canciones que sabía para sus hermanos y concederles de ese pequeño placer con el cual cerraron las actividades del día antes de la llegada de la noche.



La noche llegó y los hermanos acordaron en ir a dormir temprano ya que estarían regresando a casa en la mañana siguiente. Shinano ocupaba su habitación con sus tres hermanos, pero el pelirrojo estaba en un rincón rodeado de los materiales para hacer omamoris mientras se encontraba terminando su labor. Mientras tanto, Yagen nuevamente se había sumergido en una lectura, esta vez en una Tablet, mientras el otro par miraban al pelirrojo con curiosidad.

“¿Todavía no terminas?” preguntó Gotou, alzando una ceja. “¿Qué tanto haces?”
“Uhh, ya les dije que no chismeen,” dijo apuradamente y estresado, apenas mirando sobre su propio hombro ya que les estaba dando la espalda. “Casi termino, estoy bien.”
“¿Seguro? ¿No necesitas ayuda?” Atsushi ladeó su cabeza.
“Sí, Ichi-nii ya me ayudó bastante…” dio un suspiro. “Aun así me faltó un poco…” entonces, les miró de reojo con reproche. “Y bien sé que Yagen se escapa de estas cosas, ¿pero ustedes no se animaron a hacer omamoris? Nuestros hermanos se divirtieron mucho.”
“Eh, no, no soy de manualidades,” Gotou negó y dio un suspiro. “Tampoco es algo que me interese y me había quedado con hambre del almuerzo.”
“Hakata sí que salió a ti. Él tampoco quiso hacer un omamori,” el reproche de Shinano se apagó un poco y miró hacia el doctor con leve pena. “Pero sí recuerdo que siempre has sido afín a estas cosas, Yagen. ¿Por qué no te sumaste?”
“¿Hm?” el doctor alzó sus cejas con una mínima impresión en su rostro, sin despegar sus ojos de su aparato. “Pensé que ya habías aceptado el hecho que yo me alejo obstinadamente de todos, Shinano. Lo más saludable es que no lo niegues.”
“Uhh, no te pongas difícil, por favor. No quise decir eso…” hizo un puchero.
“No me acostumbro a que seas tan antagonista, Yagen. No seas así,” dijo Atsushi, dando un suspiro. “Shinano parece ofuscado por algo. No le hagas sentirse mal.”
“Ya te acostumbrarás,” Yagen sonrió con ironía y miró a su mellizo de reojo. “Por cierto, entiendo que el entrenamiento militar de nuestro país contempla la enseñanza de disciplinas domésticas. ¿No te animaste a demostrar tu dominio?”
“¿Eh?” Atsushi se extrañó y negó frustrado. “Pues no, o sea, sí tuve que aprender cosas como coser y cocinar pero no me gustan y no me creo el mejor en eso,” desvió su mirada. “Preferiría evitarlo a menos que sea necesario…”
“Heh, entiendo que tu orgullo de guerrero y de un hermano mayor fuerte estaría en riesgo.”
“Pues, si lo dices así, tu orgullo de hermano misterioso y distante también peligró, así que asumo que te ausentaste por eso.”
“Es un buen punto,” Yagen se encogió de hombros, entretenido. “De igual forma, Honebami nos gana a ambos en ambas cosas y él sí es abiertamente doméstico si necesita serlo. No somos más que un par de hermanos complicados, Atsu.”
“No, tú eres el único complicado aquí,” frunció el ceño.
“¿Acaso no es muy tarde para que te pongas así, Yagen?” le reprochó Gotou, impaciente.
“Será. Saldría a darme otra vuelta por el bosque, pero ya me apena tener a Honebami buscándome, y no duele tratar de dormir completo para variar…”
“Al menos le tienes compasión a nuestro hermano. Él debe andar constantemente confundido contigo, me compadezco de él…” Gotou rodó los ojos.
“Heh…” el doctor miró a su hermano de reojo, esta vez con una sonrisa un poco más asequible. Pasó a mirar a Atsushi, aunque curiosamente este tenía un semblante preocupado y miraba hacia la ventana. Le causó leve curiosidad verle repentinamente retraído, pero antes de preguntarle al respecto, Shinano levantó su voz.
“¡Ahh, ya está!” exclamó con dicha aunque frustración. Se levantó y fue donde los tres, para curiosamente arrodillarse frente a ellos y dejar tres omamoris delante de sí. Shinano terminó haciendo una breve venia de rodillas. “¡Me tardé una eternidad, perdón!”
“…” los otros hermanos se extrañaron e intercambiaron miradas, para mirar al menor.
“¡Por favor díganme algo!” Shinano se sentó debidamente y les miró pasmado y con ojos temblantes. Entonces agarró su cabeza con ambas manos. “¡Yo sé, están horribles, ¿verdad?!”
“¿Qué? ¿Por qué dices eso?” preguntó Atsushi, perdido. “Estos omamoris…”
“¿Son para nosotros?” Gotou alzó una ceja.
“¡¿Por qué lo dudas?! ¡Por supuesto que lo son!” exclamó casi indignado.
“Lo son…” Yagen rió para sus adentros. “Las telas usadas reflejan que Shinano intentó personalizarlos acorde a nosotros. Aun así, es de mala educación asumir que nos están regalando algo. Pudieron haber sido para alguien más y él sólo quería nuestra opinión. Shinano podría haberlo dicho abiertamente.”
“Uhh, sí, es verdad…” Shinano miró hacia abajo, extenuado. “P-perdón…”
“Ehh… Sh-Shinano, está bien…” Atsushi se asustó por verlo así y de inmediato tomó uno de color negro con rayas. “Este sería para mí, ¿verdad?” le vio asentir mínimamente. “Haha, gracias, Shinano. Sí está hecho a mi medida.”
“¿Es por esto que estabas inquieto, Shinano?” preguntó Gotou, confundido. Al comprenderlo, sonrió apenado y tomó uno de tonos violeta. “¿Qué haces torturándote por hacernos un obsequio? Heh, nosotros nunca te andamos dando nada a cambio. ¿Más bien no andas quejándote por lo cabezas duras que somos? Gracias por el regalo, es una grata sorpresa.”
“Es que…” dijo Shinano, con la cabeza gacha.
“Ya pasó. Este viaje está por terminarse y ya dejamos el asunto de lado,” observó Yagen mientras recogía el restante, un omamori negro con algunos detalles blancos. “Tu dedicación se deriva del error que cometiste y de tu constante apreciación y preocupación por nosotros, pero ya no te sientas mal. No necesito un omamori, pero agradezco esta dedicación, Shinano.”
“Uhh… son muy buenos conmigo…” se lamentó. Les miró con lágrimas en los ojos y frunciendo el ceño. “Ya demasiado. No es que ustedes no hacen nada por mí, y sí, me siento mal por el viaje y lo que les hice, ¡pero también porque soy un inepto y estos omamoris están horribles!”

Los otros volvieron a intercambiar miradas confundidas en lo que el otro soltaba su berrinche.

“¡Ni bien comenzamos con estos amuletos como una dedicación mutua decidí que se los haría, pero ha sido difícil! ¡Ichi-nii y Midare han hecho omamoris hermosos, hasta Gokotai que no había hecho uno antes le dedicó uno bellísimo a Namazuo-nii!” se secó los ojos, ofuscado. “¡Y de nuevo les causo problemas por más que intenté hacer algo por ustedes! ¡Me he sobrecargado y frustrado como un niño que no puede hacer nada y ahora hasta les lloriqueo! ¡Perdón, ustedes siempre han sido los mejores hermanos para mí, me han aguantado, han hecho tantas cosas por mí, tal vez más de las que estoy consciente! Y yo…” sus ojos volvieron a nublarse de lágrimas y miró al piso. “…no puedo ni darles un omamori decente, y aun así me festejan…”
“Shinano…” Atsushi se quedó frío.
“Cualquier omamori de cualquier templo sería un mejor regalo que los míos…”
“Tonto…” Gotou resopló y llevó sus manos a sus caderas. “Pero ninguna de esas personas sabría que el morado es mi color favorito,” sonrió animado. “Apuesto a que sólo ustedes, Hakata y Monoyoshi son los que saben eso de mí.”
“…”
“Y de todos ustedes, creo que tú serías el único que me haría un omamori, Shinano,” recalcó amenamente. “Y no sólo es el color. Has trenzado la cuerda del omamori. Es un diseño que me gusta bastante, y eso sí que no encontraría en un templo.”
“Gotou…” le miró sorprendido.
“Haha, y nos has hecho omamoris mayormente negros a Yagen y a mí,” Atsushi rió abiertamente. “¡Cualquiera pensaría que estamos malditos!”
“Ehh…” Shinano se impresionó.
“¡Pero son justo afines a nosotros! En serio, me hace feliz pensar que me he ganado esa dedicación de parte de alguien, y mejor aún que sea de uno de mis hermanos,” dijo con certeza. “Ahora no te sientas mal. Pudiste habernos dejado ayudarte. Será un regalo, pero participar en esto hubiera sido bienvenido para todos.”
“Gotou sin duda tiene razón al decir que no todos nosotros le dedicaríamos un omamori como tú…” comenzó Yagen sonriendo entretenido e ignorando las miradas de reproche del susodicho y Atsushi. Pasado el preámbulo, su sonrisa se tornó cordial. “Es por eso que tus omamoris son un gran regalo para los tres. Pienso que todos hemos estado ahí por cada uno de nosotros, y te inquietará pensar que tú no llegas a compensarnos por cuidar de ti, pero te aseguro que tú has hecho bastante por nosotros, varias cosas que seríamos incapaces de replicar. Eso es porque eres alguien sensible, hermano.”
“Eh, s-sí…” asintió conmovido y volvió a secarse las lágrimas. “Gracias a los tres, perdón, me agobié mucho. ¡Ahh, tengo que dejar de llorar, ¿qué me pasa?!”
“Llora nomás, haz lo que te alivie~” dijo Atsushi, sonriendo incómodo.
“Sigues siendo un niño, Shinano. Te frustras muy rápido,” Gotou dio un suspiro.
“Por dedicarte tanto tiempo a nuestros omamoris, presumo que no te hiciste uno,” dijo Yagen.
“Uhh, pues no…” desvió su mirada. “Ichi-nii estuvo muy ocupado ayudándome y haciendo omamoris para los pequeños. Ellos también tuvieron mucho por hacer, pero no es importante.”
“Qué más da…” el doctor dejó su Tablet a un costado y caminó hacia el rincón donde el pelirrojo había estado previamente.
“¿Eh? Yagen, ¿qué haces?” le preguntó el pelirrojo.
“Te haré uno. Suenas a que fuiste excluido y no sería bueno que no tengas un recuerdo del paseo,” así, llegó al punto y se puso a escoger entre los varios retazos de tela regados por el piso.
“¡Oh, espera, te ayudo!” Atsushi de inmediato le dio el alcance.
“¿Acaso no habías dicho que no te gustaba coser?” preguntó su mellizo.
“¡Vamos! Ya viste que Shinano se torturó a sí mismo por horas para hacernos estos amuletos. No hay forma que no le retorne el favor,” contestó amenamente. “Hehe, y sé que si los dos colaboramos va a ser más divertido.”
“Bueno, no me opondré,” sonrió rendido.

Los mellizos se pusieron a trabajar. Gotou se confundió por la decisión, aunque no llegó a decir nada ya que un ilusionado y agradecido Shinano le dio un fuerte abrazo.

“O-oye…” dijo con torpeza, sorprendido. El gesto le descuadró, aunque no tardó en alegrarse por notar que el estado anímico de su menor se había recobrado.




Era temprano en la mañana y mientras los hermanitos terminaban de desayunar y empacar sus cosas junto con Ichigo, Namazuo era ayudado por Gotou y Shinano para subir lo que ya estaba listo en los autos.

Shinano se había dado un pequeño descanso de la faena para sacar su omamori rojo con rayitos aguamarinas y de otros colores. Lo alzó encima de su rostro y lo observó anonadado.

“Ahh… se reluce más con la luz del sol~”
“¿Lo sigues observando?” le cuestionó Gotou, confundido.
“¡Por supuesto~! No puedo creer que Yagen-nii y Atsushi-nii me hayan dado un regalo tan hermoso e inesperado~” dijo feliz de la vida y frotó un cachete en su omamori. “¡Anoche no se veían todos los detalles, pero lo mejor de todo es que ahora tengo un amuleto de protección hecho por dos de mis queridos hermanos! ¡Nunca me separaré de él!”
“¡Sé perfectamente lo que dices!” exclamó Namazuo, luego de cargar un par de maletines en una maletera. Este sacó el omamori que había recibido de Gokotai, el cual portaba como collar debajo de su camisa. “¡Nuestro cinnamon roll me ha concedido de esta condecoración! ¡Yo tampoco puedo creerlo! ¡Sólo quiero darle miles de abrazos más!”
“¡Aw, quisiera decir lo mismo pero si trato de abrazar a ese par corro el riesgo de daños físicos~!” dijo con un tono juguetón y querendón que desentonaba radicalmente con sus palabras. Gotou alzó una ceja.
“Ah, me cuesta creer que soy hermano de ustedes…” dio un suspiro.
“Yo sé que también te pondrías así si Hakata te hiciera un omamori, no me mientas,” dijo Namazuo.
“¿Eh?” Gotou se confundió y se encogió de hombros. “Pues, no es que lo vaya a hacer.”
“¿Al menos te gustó el que yo te hice, Gotou-nii?” preguntó Shinano, haciéndole ojitos.
“Sí me gustó, ya te lo dije,” contestó frustrado. “Y no actúes así. No creas que llamarme como Hakata me llama hará que te trate distinto, Shinano.”
“¡Oye! ¡Te haré saber que yo siempre te llamé Gotou-nii!” le acusó apuntándole, indignado. “¡Más bien debe haber sido Hakata quien lo aprendió de mí!”
“Eh, pues, puede ser, tienes razón…” se extrañó y se puso a pensar.
“Hehe,” Namazuo rió un poco y sonrió gatunamente. “Será difícil, pero a ver si algún día convenzo a Hakata a hacerte algún regalo. Quiero ver cómo reaccionas.”
“No me fastidies, Namazuo. Ya tengo suficiente soportando a Yagen,” reprochó.
“Hai~ hai~ perdón hermanito~” movió una mano para trivializar el asunto. “Puedes no actuar tan efusivamente, pero sé que igual estás muy feliz por el regalo de Shinano. Ustedes hermanitos nos han engreído a los mayores. Los pequeños sorprendieron a Ichi-nii en el desayuno con un omamori que hicieron entre todos y hasta el muy escurridizo de Yagen terminó presentándole un omamori a Honebami.”
“Sí, ni bien terminaron con el mío, Yagen se puso a hacer uno para Honebami-nii,” Shinano asintió, sonriendo con torpeza. “Hehe, le comenté que yo no fui el único que no había recibido un omamori al final, así que se animó a hacerlo.”
“¡Ay me encantó!” Namazuo alzó sus brazos a la altura de su rostro y los agitó con algarabía. “¡Cuando se le pasó la confusión a Honebami por ese inesperado regalo, puedo jurar que vi sus ojos iluminarse más de lo usual! ¡Mi mellizo está feliz y nadie puede convencerme de lo contrario! ¡Su petizo favorito le dedicó un regalo! ¡Eso no se compra con Mastercard!”
“Haha, definitivamente que no,” Shinano se rió por la ocurrencia del pelinegro.
“Vaya ustedes…” Gotou sonrió frustrado y negó.
“Hm, hablando de mi querido mellicito, ¿dónde está?” Namazuo miró de un lado a otro. “Él iba a ayudarnos con esto.”
“Pues sí, lo mismo con Yagen y Atsushi…” dijo el pelirrojo.
“Atsushi me dijo que vio a Yagen irse hacia el bosque, y que lo traería de vuelta,” informó Gotou, encogiéndose de hombros. “Qué pesado para irse con el menor descuido. Los demás no deben tardar mucho en salir tampoco.”
“Entonces Honebami habrá ido detrás de ellos, tiene sentido,” Namazuo dio un suspiro y sonrió rendido. “Bueno, no me preocupo mucho. Yagencito será impredecible, pero no sería responsable. Apuesto a que todo está bien. ¡Ya, a terminar!”
“Sí, enseguida, Namazuo-nii,” Shinano asintió obedientemente y estuvo por seguir al mayor para recoger más cosas, pero vio que Gotou miraba hacia el bosque. “Gotou, ¿sucede algo?”
“Atsushi se veía preocupado…” musitó meditativo.
“Hmm…” Shinano ladeó la cabeza.
“Oh, no, no es nada, olvídalo,” Gotou pareció despertarse y le sonrió. “Continuemos, Shinano.”





Dio un pesado suspiro al reconocer que el bosque se abría para llegar al claro. Atsushi había esperado no tener que regresar a ese campo, pero sabía que Yagen se encontraba ahí. Los ánimos podrían haberse recobrado considerablemente desde la llegada, pero no podía descuidarle. Seguía preocupado por él por un sinfín de razones, las cuales seguían acumulándose.

Un recordatorio había sido la conversación que había tenido con Gotou la tarde anterior, una que no sabía ni cómo interpretar…

Flashback




“Atsushi, hay algo que quiero preguntarte.”
“Eh, claro…” contestó un tanto perdido. “¿Qué cosa?”
“¿Quién es esa mujer de negro que les ayudó con el rescate de Akita?”
“…” Atsushi se inclinó hacia atrás, en shock. Su hermano no había cambiado su severidad en lo absoluto “¿Q-qué… cómo sabes que…? E-espera…”
“…” Gotou dio un suspiro, con leve frustración, para mirarle con reproche. “No es que les esté espiando ni nada, no reacciones así. Akita narró lo poco que recordaba a nuestros hermanos y mencionó a esa persona. Hakata luego me avisó a mí. Por eso te lo pregunto.”
“Y-ya veo…” con tanto que Yagen se traía, no evitaba temer que no fuera el único con secretos, aunque tenía sentido que Akita recordara un poco de esa tarde. También tenía el perfecto sentido que Gotou desconfiara de lo más mínimo que Yagen podría compartir. Se alivió un poco y desvió su mirada con inquietud. “Pues…”
“Por tu sobresalto, supongo que no te molestaste en pensarlo mucho, ¿verdad? Quiero saber cómo era, qué clase de persona parecía ser, si es que puedes ayudarme.”
“Eh, s-sí…” con la sorpresa esclarecida, Atsushi no podía evitar pensar que se perdía de algo, pero realmente no tenía nada que ocultarle. “No es que sepa mucho, o sea…” miró a la mesa con extrañeza en lo que hacía memoria. “Sí, era una chica, tal vez un poco menor que nosotros… y vestía de negro, y curiosamente levitaba y se mantuvo con las piernas recogidas en el aire permanentemente. Tenía como unas máscaras que levitaban a su alrededor y cambiaban de tamaño. Pues…” se sintió sumamente extraño por decir esas cosas sin aparente sentido, pero su memoria no le mentía. Llevó una mano a su mentón. “Si mal no recuerdo, Yagen me dijo que se trataba de una Princess, alguien que había llamado para ayudarnos…”
“…” Gotou estaba sumergido en pensamientos, con los brazos cruzados.
“Ehh, n-no sé si era lo que esperabas saber, yo…” Atsushi le miró incómodo. “Perdón, ni bien recuperamos a Akita y llegamos al hospital, me olvidé completamente de ella. No la he vuelto a ver desde entonces…”
“Será alguien quien obedece a nuestro hermano.”
“Eh, es posible…” Atsushi sintió algo de sudor frío y miró hacia abajo. “Sí me pareció así, ella no tenía consideraciones con nuestros enemigos, pero creo que sí noté que estaba muy al pendiente de lo que Yagen decía… tsk, Yagen me dijo que tiene varias obligaciones y personas bajo su cuidado. Puede que sea una de esas personas…”
“Hm…” alzó una ceja.
“Ehh, eso sería todo lo que sé…” recién se dio cuenta que pensaba en voz alta. En verdad no sabía cómo lidiar con todo el conocimiento reciente que poseía sobre Rizembool, menos qué cosas mencionar a sus hermanos, pero por más riñas que Yagen y Gotou podían tener, eran justo los dos en los que Atsushi confiaría más abiertamente. De todos modos tenían que mantener a Ichigo y los demás lejos de estar remotamente involucrados en el asunto.
“…”
“Gotou…” se preocupó un poco. El otro se mantenía inmutado, pensativo, frunciendo un ceño como quien lo meditaba severamente. No sabía cómo leerle. El hecho que se quedara en silencio le daba una mala espina. Dio un suspiro. “Pues, te puedo contestar lo que sepa y entiendo que quieras saber sobre ese día, pero… ¿hay alguna razón en particular por la cual preguntaste por esa persona?”
“Pues, era la única involucrada que no conozco personalmente,” dijo saliendo de su burbuja. Se encogió de hombros, inmutado y curiosamente tranquilo. “Estabas tú, también Yagen, Honebami y Tsurumaru, pero no evité preocuparme al oír sobre esa chica. Conocemos a nuestros hermanos y a cierta medida podemos confiar en Tsurumaru ya que nos es familiar, pero temía que una persona peligrosa y dudosa hubiera estado en contacto con Akita y en las peores circunstancias. Dependiendo de quién era, el asunto podría no estar terminado.”
“Eh, entiendo, tienes razón…” se quedó perplejo. “No lo había pensado.”
“Pero tú pareces haber juzgado que era alguien que obedecía a Yagen, y si no le prestaste atención, seguramente no hubo ningún problema,” concluyó sin hacerse líos. “Tal vez no seas de analizar mucho las cosas, pero sé que eres capaz de detectar el peligro y las intenciones de otros bastante bien, Atsushi.”
“Tal vez me estés dando mucho crédito, Gotou. Más que nunca me siento como un pez fuera del agua,” admitió sonriendo apenado. “Regresar a casa se está convirtiendo en un desafío. Todavía hay mucho que no sé.”
“No creas que es muy diferente en mi caso, en el de Ichi-nii o de cualquier otro,” se encogió de hombros. “Te irás acostumbrando.”
“Sí, supongo que sí…” dijo con leve desaire. “Igual ni lo consideré mucho. Ni le cuestioné mucho a Yagen… pero pese a eso,” frunció el ceño y se mostró decidido. “estoy seguro que, por más sorpresiva que fue esa situación, Yagen tuvo un buen manejo para garantizar el bienestar de nuestro hermano. Él no le pediría ayuda a cualquier persona,” asintió y sonrió. “Tú también lo dijiste, Gotou. Por más que hay cosas que le cuestionas, sí le confiarías a nuestros hermanos.”
“Eh, sí lo dije…” este se incomodó un poco.
“Así que dudo que nos esté ocultando mucho con esa ayudante de ese día,” dijo Atsushi, animado. “Más bien, podríamos ir a preguntárselo. Tú mismo puedes hacerlo para ya no quedarte con dudas.”
“Eh…” entrecerró sus ojos.
“Ya veo que ni quieres hablarle. No te culpo, es pesado contigo, pero para eso te acompaño. ¿Qué dices? ¿Te animas?”
“No, estoy bien…” Gotou desvió su mirada, con leve fastidio y reserva.
“¿Por qué?” verle retraído le confundió. Sí parecía que le ocultaba algo.
“…” Gotou resopló. Se mostró escéptico. “Estoy de acuerdo con el hecho que Yagen parece querer cuidar a nuestros hermanos a su manera. Nunca les haría daño. Será que admito que él me defendió de Honebami hace años, por más frío que fue conmigo.”
“Gotou…”
“Pero no sé si puedo pegarme a tu optimismo. Más bien, estás demasiado cometido a confiar en todos nosotros y entiendo que tengas esa actitud con Yagen, pero… no sé que tan correcto sea a decir verdad…”
“Eh…” se impresionó y desanimó un poco. “Suena a que no le tienes mucha fe.”
“Desde ya no te cuestioné que anda mandando a una Princess a hacerle un favor personal,” dijo indistinto. “Creo que hay pocas cosas que me sorprenden a estas alturas, en especial de él. El punto es que dudo que hablarle sea algo que nos ayude.”
“Vamos, si hablar es como los humanos nos entendemos.”
“No siempre lo es…” rodó los ojos, cansadamente.
“¿Por qué tienes esa actitud?” preguntó sorprendido. “Gotou, espera, no le regreses el antagonismo a Yagen. Demonios…” frunció el ceño. “No le sigas el juego. Creerás que es la mejor manera de lidiar con él, pero te equivocas. Conociendo a nuestro hermano, si él te ha provocado, darle la razón es justo lo que él espera de ti.”
“No creas que no lo he pensado, pero…” negó. “Lo siento, Atsushi, tal vez algún día te diré lo que tengo en mente.”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?”
“De momento, sólo hazme el favor de mantenerle vigilado. Esta es la primera vez en nueve años que aprendo lo más mínimo de lo que anda haciendo a nuestras espaldas. Yo no puedo hablarle, ni entenderle y estar consciente de sus acciones, pero tal vez tú sí puedas,” sonrió rendido. “Ayúdame con esto, por el bien de nuestros hermanos. A ver si le ves una solución.”
“Gotou…”

Fin del Flashback

No llegó a decirle nada porque justo llegaron Namazuo y Midare para llevarles bocadillos y refrescos a los hermanitos. Poco después se percataron de Honebami tocando el piano y la conversación fue dejada de lado.

Atsushi lo meditó por su cuenta, y fuera de la riña y la necedad de ambos, y el recelo de parte de Gotou, no evitaba pensar que este sí le estaba ocultando algo, lo cual iba en contra de su perpetua impresión de su hermano menor, pero por los más recientes eventos, este había demostrado ser más inteligente y alerta de lo que parecía. Por su parte, Atsushi se consideraba un cabeza hueca en comparación. Le iban a dar un dolor de cabeza.

Sólo podía esperar al día en el cual Gotou le diría sobre lo que ‘tenía en mente’, sea su parecer o tal vez alguna acción…

De momento le tocaba lo que él mismo se había cometido a hacer: velar por Yagen y por Honebami para evitar que Rizembool les consumiera por dentro.




Esta vez fue él quien vio a su mellizo frente al árbol más grande en el extremo opuesto del campo de flores. Yagen ocupaba un espacio en la espaciosa sombra y miraba hacia arriba, con su visión perdida en las ramas frondosas. Atsushi tuvo que surcar el inmenso campo para darle el alcance. Por momentos se detuvo para observar puntos específicos del mismo y nuevamente sintió aquel sutil sentimiento de tristeza, soledad y desesperanza. Reconoció el punto donde sus hermanitos estuvieron haciendo coronas de flores hace un par de días, luego ubicó el lugar donde, hace trece años, se habían separado de Midare. Luego de esa pausa más larga, continuó y se detuvo un momento a poca distancia del otro para inspeccionar el punto donde se había dejado precipitar luego de su exabrupto con Shinano. Ahí se había quedado rendido hasta que llegó Yagen a gritarle y hacerle recapacitar, y luego Midare para afirmarle que el pasado había sido dejado atrás. Sintió una congestión en su pecho, vergüenza, vacío, amargura, pero negó para desvanecer sus males y terminó el resto del camino con la frente en alto.

“Yagen, ¿qué haces aquí?” le preguntó certeramente.
“…” el doctor se giró y sonrió con leve ironía. “Lo mismo podría decirte, Atsu. No tenías que seguirme.”
“Estoy aquí porque tú has venido. Obviamente te lo preguntaría.”
“Como dije, no tenías que seguirme,” repitió pausadamente y con una sonrisa tranquila.
“Yagen…” se impacientó un poco. Le vio girarse de nuevo al árbol y caminar hacia el tronco. El doctor lo palpó con una de sus manos cubiertas en sus perpetuos guantes.
“Me despedía. Espero que nunca más tengamos que regresar,” contestó tranquilamente. “Tú también debes sentir la desolación que este lugar me brinda. Sin embargo, no es del todo malo. Hay gran vida y belleza en este campo, lo consideré cargar la esencia de Midare en las vacaciones de verano. Y, fuera de nuestros asuntos personales, es un lugar impresionante y más grande y longevo que cualquiera de nosotros…”
“…”
“Como lo mencioné hace dos días, me recuerda mi ínfimo lugar en esta tierra, me inspira la energía de la vida, la inevitabilidad de la muerte…” Yagen cerró sus ojos y apoyó su frente sobre el tronco, a la vez de su mano. Mantuvo su sonrisa. “Aquí es que partiremos camino con este árbol que fue nuestro testigo, nuestro amigo, nuestro verdugo… que le depare un mejor destino que el que me puede esperar a mí…”
“Tsk… ¿por qué dices esas cosas…?” preguntó perdido y extrañado. “No esas idiota.”
“Estoy en paz con esta verdad, hermano. Viviré por lo que me corresponda vivir, y aceptaré morir cuando el tiempo se me termine. No te inquietes por mis palabras. Si tendremos la mala fortuna de volver, al menos sabré que este árbol seguirá aquí. De lo contrario… espero que mi ausencia no sea relevante.”
“Yagen…” se angustió.
“Hmhm…” rió guturalmente. “Está bien, tarde o temprano nos tocará descansar. Sólo quería apreciar el vacío de este lugar antes de retornar a la vida. Lo necesitaba.”
“Ehh…”

Atsushi sintió un gran temor. Consideró demasiado posible que ese bosque fuera a reclamar a otro de sus hermanos para sí como lo había hecho en el pasado. Su mano instintivamente se levantó a la altura de su pecho y se extendió débilmente hacia delante. De todos modos, se detuvo. Era un acto inútil. Su hermano estaba frente a él e iría con los demás de retorno a casa en pocos minutos. No necesitaba jalarle de regreso.

Sin embargo, sentía que su espíritu se le escapaba, y su mano física era incapaz de atraparlo. Yagen se le hacía un espectro, su presencia se anulaba, casi podría desaparecer frente a sus ojos si apenas parpadeaba. Bajó su brazo y le poseyó nuevamente ese terrible sentimiento abrumador que casi había olvidado.

Comprimió ambos puños. No… ni su hermano ni nadie necesitaba sentirse así. De nuevo, su mellizo se hundía a sí mismo a voluntad propia. Ese lugar maldito para Atsushi podría no ser el único que le inspiraba dicha desolación a su hermano, al punto en el cual el otro ya se había vuelto dependiente de esa desdicha, mortalidad, temor, angustia…

“Yagen, suficiente,” dijo con fortaleza e impaciencia. “Deja de decir tonterías.”
“…” Yagen ensanchó su sonrisa.
“…” escalofríos corrieron por su cuerpo. Fue igual a esa sonrisa que había evidenciado aquella noche en el tejado. No podía comprender el humor torcido que su semejante reflejaba al verse inmerso en su miseria interna. “Tch… Yagen…”



“Yagen,” repentinamente, Honebami alzó la voz. Él estaba de pie detrás de Atsushi y poseía igualmente un semblante serio y severo. “Es hora de regresar.”
“Honebami…” musitó Atsushi, impresionado por no haberle sentido acercarse. Poco después, percibió al otro despegarse del árbol y dirigírseles con una tranquila y torpe sonrisa.
“Sí, lamento hacerles esperar,” contestó el doctor, sin hacerse líos. “No tenían que venir por mí. Me encuentro bien.”

Atsushi se confundió. Su hermano pudo regresar a sus cabales poco después de oír a Honebami. Yagen había desaparecido su burla y sus bajas energías para retornar a su impecable porte y semblante profesional. Este seguramente estaba listo para presentarse de la mejor manera en cualquier momento, por más que se encontraban en dicho campo prohibido para los dos.

Aun así, ello no era solución alguna. Atsushi temió que en algún momento, pese a lo fuerte que su mellizo siempre había demostrado ser, llegaría el día en el cual sería incapaz de levantarse.



De todos modos, aquel no era el presente, y Atsushi de inmediato condujo a sus dos hermanos a salir de aquel lugar, para retornar a la vida que todavía poseían.


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #717: November 30, 2020, 04:14:03 PM »
Hoi hoi minna aquí les dejo el único fic del mes TwT pensaba escribir más pero estoy en plena mudanza y como mi abuela también esta en casa, me la paso cuidando de ella, asi que ni tiempo he tenido TwT

---------------------------

Después de una divertida y emocionante performance, pudieron tomar asiento y continuar con la celebración por el cumpleaños de Anastasia, invitaron también a Kyoko tomar asiento con ellos

Todos estuvieron maravillosos…-aplaudia aun emocionada Anastasia-hubiera querido subir también a bailar y cantar con ustedes, pero no tengo el talento para hacerlo, pero eso no importa porque disfrute mucho esta hermosa presentación ver a todos mis amigos juntos me ha hecho muy feliz…-

Anastasia-chan…-Naru la abrazó conmovida por las palabras de su amiga-

Y también Faith-chiin hizo un buen trabajo como DJ pudo combinar el mix de las canciones de Peaky P-key con mucha precisión, con razón siempre eres solicitado…-

Que Nazu me haya elogiado me hace muy feliz…-dijo el pelinegro pegándose un poco mas al rubio bajito-

DJ FaithB siempre hace un excelente trabajo cuando nos presentamos con él, parte de nuestra popularidad se la debemos a él, pero lo más importante de hoy además del cumpleaños de Anastasia-san, es que por fin pude conocer a Nazuna Nito, soy una antigua seguidora de Valkyrie y siempre quería conocerte, me sentí muy triste cuando saliste del grupo y siempre quise decirte que fuiste parte de mi motivación para seguir mi sueño y convertirme en lo que soy ahora, y después de compartir el escenario contigo, siento que tengo la suficiente capacidad de pedirte que te unas a Peaky P-key y vuelvas a los escenarios otra vez, que dices aceptas mi oferta???...- dijo con una sonrisa de oreja a oreja-

Nazuna se sorprendió ante tal petición y no sabia que responder – bueno …yo…umnya que difícil no había pensado para nada volver a los escenarios…-

Nazu-chan aprovecha la oportunidad y únete a Peaky P-key, además Faith-chan también estará contigo, ten mas confianza en ti mismo- le animo una sonriente Naru- tu que opinas Anastasia?-

Yo también creo que es una idea excelente…pero el que este Faith a su lado…-se cruzo de brazos- desconfio que quiera poner sus sucias manos en mi lindo Nazu…-

Jjajaja no puedo creer que también te tengan desconfianza Faith-kun…cuando nos unimos en un grupo estaba coqueteando con las chicas…imaginen que hasta quería ligar conmigo…-

Como se te ocurrio hacer eso? No le eres fiel a mi Nazu…-dijo Anastasia inflando los cachetes-mujeriego…-

No pensaba eso de ti Faith-chan…-dijo Naru fingiendo molestia-

Luego todos giraron a mirar a Nazuna que miro a otro lado algo celoso

Pero obvio que todas lo rechazamos…-rio divertida- asi que no te preocupes Nazuna-san …-

Yo no me estoy preocupando por nada …-dijo cruzándose de brazos sonrojado-

Dime , entonces que opinas de mi ofrecimiento? Iremos a la cima y nos divertiremos todos juntos…-

El rubio mas bajo observo la sonrisa amplia de Kyoko, aquella mirada que radiaba confianza y que podría ser el conducto de por fin salir del estancamiento donde se encontraba , todos estaban expectantes a su respuesta

Bueno ya que…después de todo, sabia que algún dia tendría que volver a los escenarios, será un placer trabajar contigo Kyokochin

Igualmente!! …-dijo emocionada-

Es el mejor regalo de cumpleaños en estos últimos años …-dijo alegre Anastasia-fue un buen momento de venir a estudiar a Japón para estar con mis mejores amigos-

Ahora que ya logramos nuestro objetivo es momento de tomar y bailar!!!...-hablo Kyoko-

Siiii bailemos!!...-dijo Naru mientras extendió su mano para invitar a Kyoko y Anastasia para bailar con ella-

Mientras que Nazuna y Faith quedaron en la mesa, cada uno con una copa de vino entre sus manos

No quieres bailar Nazu??...-

No creo que pueda hacerlo por ahora, me siento algo mareado…-dijo con las mejillas rojas, no era de tomar, pero para no desairar el brindis por el cumpleaños de Anastasia tuvo que hacerlo

Es cierto habíamos olvidado que no toleras mucho el alcohol…- dijo el pelinegro sonriendo ligeramente- te ves adorable con las mejillas rojas…-le toco suavemente los cachetes-

Uhmnyaaa deja de hacer eso Faith-chiin …-dijo alejándose un poco para inflar los cachetes enojado-

Dime, ya pudiste superar lo que te sucedió años atrás?...-

El rubio miro hacia el piso y empezó a jugar con sus manos-No se si aún lo he superado, pero espero algún dia poder hablar como antes con Mikachiin y Ohisan…-suspiro suavemente-quiero que me perdonen…-

Tu no tienes porque pedir disculpas Nazu, al contrario ellos deben de pedirte disculpas por que no entendieron lo que te había sucedido…- le dio unas palmadas en el hombro-

Quizas debi de haber tenido el valor de acercarme a ellos y decirles lo que me sucedia, pero no podía pensar en nada y solamente quise irme de ahí junto a Vivio…en verdad que quería continuar en Valkyrie…-

Nazu…-observo como sus amigas se iban  acercar a ellos pero Faith les hizo una señal con las manos para que los dejaran por unos momentos a solas

Nazuna-san se siente bien??- la pelimarron se preocupo al ver la expresión de tristeza del rubio-

Ahora se va a sentir mejor, ya que Faith-chan siempre ha sido su gran apoyo…- dijo Naru sonriendo-

Entonces si era cierto que esta enamorado de Nazuna-san y pensé que lo hacia para sentirse importante…-rio suavemente Kyoko-

No puedo soportar que Faith me quite a mi lindo niño Nazu…-hablo la rusa fingiendo molestia-pero si, es mejor dejarlos solos, entre chicos las penas se llevan mejor-mientras se rascaba la barbilla- y si pedimos algo que comer? Tengo ganas de comer un par de hamburguesas bien servidas…-

Si vamos yo también tengo muchas ganas!!-hablo Kyoko- pero antes de eso quiero que nos tomemos una foto para subirla al instagram…-

Las tres chicas se acercaron a la cámara del celular de Kyoko y posaron mandando besos a la cámara, ni bien la joven pelicastaña subio la foto, los likes no dejan de aparecer

Eres muy popular Kyoko-chan…-

No creo que lo sea tanto Naru-san, pero como es una foto junto a ti, supongo que los fans de Knights alrededor del mundo les encantó, mira hay varios comentarios alabando tu belleza y también de Anastasia-san…-

Aunque sigan pasando los años inactivos, Knights seguirá en el corazón de las personas…-hablo la joven rusa con una sonrisa, asi como Nazu se unio a Peaky P-key , seria bueno que Naru también vuelvas a los escenarios junto a Tsubasa Kazanari-san…vi una presentación suya junto a Maria-san , las tres lo hicieron excelentemente quisiera volver a verlas en un mismo escenario-

Yo también vi esa presentación…-dijo Kyoko- en serio seria genial verlas nuevamente juntas…-

Ahora dudo que pueda reunirme con ellas…hay algunos problemas que cada una tenemos que resolver por nuestra cuenta…-

Espero que sus problemas se resuelvan Naru, pero no estamos aquí para deprimirnos, es mi cumpleaños y la vamos a pasar con una sonrisa…-
-------------------------------------

Mientras tanto en Rizembool

Enoshima Junko se encontraba en el aula del consejo estudiantil, terminando de escribir un par de cosas en su laptop cuando la puerta se abrió y una joven pelirosa de exhuberante figura con ropa de oficinista y con lentes entró primero, luego entro Machi, una conocida y no muy querida por Junko ya que ella sabia que no podía jugar con ella, luego entro un rubio de cabellos cortos y ojos rojizos con una ropa casual de color negro y una polera blanca

Bienvenidos sean a Rizembool…-extendiendo sus brazos- espero que hayan tenido un muy buen viaje

No pensé que Enoshima Junko nos fuera a recibir tan pronto…- dijo la pelirosa de gafas- pero que yo recuerde no perteneces al consejo estudiantil…-rascandose la barbilla- o es que has logrado tener el permiso para hacer estas diligencias…como siempre una chica que siempre esta un paso adelante que los demás-

Koyanskaya verdad?...-dijo la otra pelirosa jugando con sus dedos- Junko-chan siempre consigue lo que quiere...-rio divertida-aunque aún me sorprende que el  Rey Gilgamesh en persona haya decidido venir a Japón, mientras que su país esta hecho un caos-

Dirás estuvo hecho un caos, ahora esta todo normal como siempre lo ha estado, tonta mujer…- dijo el rubio cruzado de brazos- y bien…donde esta Pierre? Me prometieron dármelo si aceptaba venir a estudiar a este país.

Y te lo daré no te preocupes…-hablo Junko sonriendo ampliamente –solo es que tenemos un pequeño problema y ese se llama Seto Kaiba…-

Si no me equivoco Seto Kaiba es uno de los hombres mas poderosos del mundo y  ni siquiera aun es un adulto…-dijo la otra pelirosa-

Además de entre sus guardias cuenta con un miembro del Genei Ryodan…-hablo Machi que había permanecido en silencio mientras escuchaba a los demás conversar-

Pero no creo que sea un problema verdad? Porque tu también perteneces a ese grupo Machi…-hablo el rubio- no por algo te he contratado durante toda mi estadia en este lugar-

Recuerda que yo firmé un contrato en el que yo decido con quien voy a pelear y con quien no, asi que olvídate de que pelearé contra Paku porque no lo haré-

Sabes lo que estas diciendo verdad? Puedo tomar acciones ante tal desplante de parte tuyo…-

Si no quiero hacerlo no lo haré y ya lo habíamos acordado…-

Entonces si yo fuera a pelear contra esa persona tu no te opondrías verdad?

Si es de esa manera no tendría porque meterme en sus asuntos…-se cruzo de brazos-

Entonces perfecto, Rey no habría ningún problema con eso verdad?…-hablo Koyanskaya-

No tengo problema alguno si alguien de ustedes pelea contra esa otra mujer...-

Tienes un par de mujeres muy interesantes de tu lado Rey…-

No por algo las he reunido para estar mi lado verdad? Pero dejemos eso de lado…y dime cuando podré tener a Pierre de vuelta? Claro que podría usar las habilidades de Rebel que tengo pero por mi posición actual no puedo hacerlo…-

De eso me encargo yo, por el momento tendrás que esperar, pero lo que quisiera que hagas es presentarte ante tu HIME y llevarte un tesoro de ella que te parece?-

No soy de seguir ordenes de mujeres impertinentes como tu, pero el pelear con alguien del clan Kinomoto me emociona, después de todo la heredera de ese clan se va a casar con un viejo conocido mio…asi que pelear contra ellos será divertido…y cual es el tesoro que ella tiene?-

En realidad es un tesoro protegido tanto por el clan Kinomoto como por el clan Li…-

Hahahahah eso lo hace mas interesante…y dime cual es ese valioso tesoro que es importante para los dos clanes?
Junko volteo la laptop para enseñarles a los tres invitados, sonriendo ampliamente- Ese tesoro es “Shinobu Sengoku”…-

Continuará...
---------------------------------------------



Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #718: November 30, 2020, 09:23:11 PM »
Gojo y Geto son los únicos que permito que no respeten mi regla de sólo introducir personajes que han sido mencionados antes y/o estan relacionados a otros que ya aparecieron sjdflsflk

No está horny propiamente dicho, pero hablan muchas sandeces y cosas semi-hornys asi que advertencia: la primera escena es alguiiiito picante.





54.4




Se despertó de golpe: un disturbio en la fuerza fue capaz de levantarlo de aquel sueño tan pesado al que había sucumbido. Suguru sentía que había bajado la guardia, por más de que sólo se había tomado unas horas más de descanso. Era extraño: parecía ser un día más de su rutina habitual, pero algo en el ambiente le indicaba lo contrario.

O tal vez tenía mucho sueño aún.

La somnolencia se disipó, eventualmente, y Suguru pudo identificar los ruidos que provenían de la cocina, el sol que se colaba a través de la ventana y… el hambre que lo andaba matando.

Se incorporó en la cama, haciendo a un lado las sábanas para poder pararse de un salto. Recogió la primera prenda que encontró en el piso, una camisa blanca y arrugada que, si mal no recordaba, era de Satoru. Lo dudó, por unos instantes, sin poder hacer memoria de lo que había vestido la noche anterior. El alcohol en sus venas y las doce horas de sueño —¿era más de mediodía?— se habían encargado de freírle las últimas neuronas que le quedaban.

Sus pasos parsimoniosos lo llevaron a la cocina, donde se encontró con un panorama muy familiar: la espalda descubierta de Satoru mientras preparaba panqueques.

Entre las cosas que permanecían a través del paso de los años, estaba el gusto de Satoru por los dulces. Suguru lo recordaba así de goloso —y ladrón— en sus años de secundaria, y tal parecía que esa parte de su persona no había sido dejada atrás.

A diferencia de otras.

“¿Te vas a quedar ahí o cómo~?” le preguntó Satoru, sin encararlo.
“Ya decía yo, qué raro que te hubieras ido sin robarme comida.” Suguru lo juzgó desde su posición en el marco de la puerta.
“¿Cuenta como robar si yo la preparo?” contempló su amigo, tanteando el panqueque con la espátula.
“Igual usas mis ingredientes. Y mi cocina.”
“Awn, Suguru.” Satoru se volteó a sonreírle, inocente. “Si quieres, te puedo invitar.”
“…Está bien.” Suguru suspiró, caminando hasta tomar asiento en la mesa de la cocina. “Curiosa comida para quitar la resaca.”
“Yo no tengo resaca. No tomé mucho ayer.”
“Te terminaste mi botella de whisky.”
“La que habías reservado para una ocasión especial. Y mis visitas siempre son una ocasión especial.”
“…Vienes casi todos los días de la semana.”
“Pero yo soy especial.”
“…” Suguru optó por guardarse sus comentarios. “No importa. ¿Cómo tienes tanta resistencia?”
“Una botella de whisky y un par de cervezas no pueden tumbarme. Tú, por el contrario…” Satoru apagó la estufa y sacó el panqueque de la sartén, colocándolo en el plato junto al resto.
“No debería sorprenderte a estas alturas.”
“¿Tu ingesta de alcohol? ¿O tu falta de resistencia?”

Satoru se dispuso a buscar algo entre las alacenas de la cocina, distrayendo a Suguru con las flexiones de su espalda. Cuando lo vio emocionado por encontrar el envase de la miel, Suguru rodó los ojos, aterrizando de nuevo a la realidad.

“Ando un poco más… estresado de lo normal, supongo.” Suguru apoyó sus codos en la mesa, reposando su mentón en su mano.
“¿Tus alumnos? ¿Rizembool?”
“Ninguno.” Suguru esperó a que Satoru lo encarase para continuar. “Tú.”
“Ouch.” Satoru rio, llevándose una mano al pecho.

Regresó a la mesa con los panqueques embadurnados de miel y una taza de café recién pasado, colocando el platillo de los dulces en medio de la mesa para que Suguru comiera también, si quisiese.

“Hay mejores maneras de decirme que quieres dejar de verme,” comentó Satoru, mientras iba al cajón por los cubiertos.
“No he dicho nada.”
“Bueno, no.” Satoru los dejó en la mesa, y finalmente, se sentó. “Ayer me suplicabas que—”
“…” Suguru lo interrumpió con un pedazo de panqueque en la boca. “No.”
“Hasdjk Hajskd~” Satoru se devoró el panqueque rápidamente, y le sonrió. “Me sorprende que sientas vergüenza.”
“No es vergüenza. Es irritación.” Suguru rodó los ojos.
“Entonces. ¿Por qué te irrito más ahora?”
“Satoru.” El tono de voz de Suguru se tornó un tanto más serio. “¿…Estás tramando algo? Tú nunca haces las cosas sin un objetivo claro. No creo que de la nada te hayas quedado sin ligues.”
“Oh, estás empedernido en hacerme sufrir hoy.” Satoru sonrió de lado. “¿No crees que me gustas?”
“No es eso.”
“Entonces sí sabes que me gustas.”
“No te gusto. Te gusta… el acto. Te gusta defogarte y pasar un buen rato.”
“Eres mi mejor amigo. ¿Arriesgaría una amistad de tantos años por eso?”
“Bueno, nunca hemos tenido una amistad convencional.” Suguru sonrió. Se llevó un pedazo de panqueque a la boca, para probar el arte culinario de su amigo.

No existía labor que Satoru Gojo no pudiese hacer a la perfección.

Sumamente irritante, sin duda.

“Fuiste el rebel de mi HiME.”
“Haha. Y pensar que nos conocimos por eso.” Satoru rio. “Cómo pasa el tiempo~”
“Recuerdo haberme negado a fraternizar con el enemigo. Y aquí estoy, doce años después, aún haciendo lo mismo.”
“Está en tu sangre. Y en la mía. Sólo cambiaron los bandos, ahora.”
“Y no está Shoko.”
“Y no está Shoko. Pero está bien, déjala vivir tranquila. Creo que suficientes noticias impactantes ha recibido al enterarse de la nueva faceta de nuestra amistad.”
“…” Suguru suspiró. “¿Por qué tuviste que contarle?”
“Me preguntó si estaba saliendo con alguien porque una de sus amigas estaba interesada en mí y quería hacer de celestina.”
“Siempre hay alguien interesado en ti.”
“Sí. Pero ahora tengo pareja.”
“…” Suguru se llevó la mano a la boca, intentando aplacar sus risas. “¿Qué?”
“No te rías.”
“¿Acabas de decir algo estúpido y esperas que no me ría?” Suguru soltó una risotada, sin poder ignorar más las ganas de celebrar lo que acababa de oír: Satoru Gojo, casanova profesional, diciendo que tenía pareja.

Y que era él, su mejor amigo.

Tremendo momento Kodak.

“Pensé que íbamos en serio…” Satoru fingió tristeza en su mirada, juntando sus dedos índices en un gesto sumamente ridículo para un hombre de 28 años.
“…Ni en sueños.”
“Nop, pero sí hablo en serio~” canturreó, y se llevó un pedazo de panqueque a la boca. “Si fueras solo un ligue, no te vería en otras ocasiones durante la semana. Y no solo nos vemos para tirar, ¿o sí?”
“…” Suguru desvió la mirada, irritado. “Eh. Eso es porque seguimos siendo mejores amigos.”
“A tu mejor amigo no le chup—”
“SATORU”
“Ya, ya.” Satoru alzó los brazos, rindiéndose. “No sé en qué idioma decirte que ya no somos sólo amigos. Y que no soy solo un ligue porque Suguru, nos vemos muy seguido para eso. Y te conozco de años. ¿Cómo vas a ser un ligue y nada más?”
“Qué tierno.” Suguru sonrió. “No hemos hecho nada de parejas. Por eso no somos una.”
“¿Las parejas tiran? ¿Y salen a comer? ¡Y tienen discusiones idiotas como esta!” Satoru le devolvió la sonrisa.
“No estamos discutiendo.”
“¿Ves? Acabas de darme la contra porque sí. Increíble, sí somos una pareja.”
“Satoru—”
“Sé por qué no quieres aceptarlo,” lo interrumpió, con un tono serio y poco característico de él. “Te da miedo que Rizembool me haga algo. Después de todo, somos enemigos… a ojos de las instituciones. Pero siento que, como instructores, nuestras obligaciones son menos específicas. La confraternidad entre HiMEs y rebels sí afecta directamente al conflicto. Que yo me tire a un instructor rebel de Rizembool y pretenda convencerlo de que sí somos una pareja… es otra cosa.”
“No creo que a tu superiora le agrade que fraternices de esa forma con el enemigo.”
“¿Miranda?” Satoru rio. “Tú la conoces. Me juzgará, a lo mucho, si es que llego a contarle. Porque para ello debo mencionar aspectos de mi vida sexual y eso.”
“Porque es normal llegar a entablar una relación sentimental con tu mejor amigo luego de llevar varias semanas tirándotelo.”
“¡Suguruuu! ¡Que no solo tiramos!” Satoru lo señaló, indignado. “¿Acaso estás pensando en sexo ahora?”
“Un poco. Estás semidesnudo.”
“Oh, te gusta lo que ves~”
“No.” Suguru suspiró. “…Satoru. No entiendo a dónde quieres llegar con esto.”
“Quiero que admitas que a), estamos saliendo, yyyy que b), no te sientas culpable por ello.”
“a) No estamos saliendo, y b), no me siento culpable por ello porque NO estamos saliendo.”
“¿Qué onda con darme la contra en todo, ah?” Satoru se cruzó de brazos, frunciendo el ceño. “¿No te gusto?”
“Te dije que no.”
“Entonces, ¿por qué tiras conmigo?”
“Eres bueno. Listo.”
“Soy bueno cocinando y no te veo rogándome para que te prepare el almuerzo todos los días.”
“Nunca te he rogado. Como si no quisieras.”
“¿Ayer no me suplicast—?”
“Estaba EBRIO”
“¿No lo estás siempre? Incluso, has tenido la iniciativa varias veces. Recuerdo que la primera vez que lo iniciaste fue esa noche que vine luego de una fiesta de profesores en Hanasaki.” Satoru sonrió, muy orgulloso de sus payasadas.

Suguru seguía sin creer que andaban discutiendo sobre la naturaleza de su relación.

Satoru detestaba el concepto de la monogamia. Su amigo era más de ligues de una noche y uno que otro amigo con derecho, lo que en sus años universitarios lo había llevado a consolidar cierta fama de don juan y casanova. Su bisexualidad no había sido sorpresa en lo absoluto, porque desde que lo conocía, Suguru recordaba haberlo visto coqueteándole a mujeres y a hombres por igual.

El problema no era que ambos eran enemigos, o que eran hombres, o cualquier otro tipo de excusa idiota. El problema era que no entendía, del todo, por qué había surgido el repentino y mutuo interés. Era confuso ver a Satoru tan emocionado con la idea de tener una relación estable, pero Suguru sentía que sus propios sentimientos eran más extraños y preocupantes.

El arreglo no era …desagradable. Se había vuelto parte de su rutina y era una excelente forma de quitarse el estrés. Nunca fue un plan maestro para sacar información sobre los movimientos de Hanasaki o de las HiMEs. Tampoco se debía a un interés romántico de años: nunca había visto a Satoru de esa forma. Menos aún, se trataba de algo tan vanal y carnal como una necesidad de satisfacer sus instintos. Suguru, a diferencia de Satoru, era mucho más casto… o algo así.

“Puedo escuchar los engranajes de tu cerebro, Suguru.” Satoru rio. “Deja de darle tantas vueltas.”

Se sorprendió al oírlo más cerca de lo que esperaba. En algún momento de sus crisis existencial, Satoru se había levantado de su asiento y había acortado la distancia entre ambos.

“¿…Te gusto?” probó Suguru, en un intento desesperado de desestabilizarlo.
“Sí.” Satoru acarició su mejilla, con una sonrisa sincera. “Desde hace un tiempo.”

Esa no era la respuesta que esperaba.

“…Wow.” Suguru se permitió mostrar algo de sorpresa en su rostro. “Si ayer me hubieran dicho que Satoru Gojo se me iba a confesar y todo, no lo habría creído.”
“Haha~ sí, suena algo raro viniendo de mí. Pero no debería sorprenderte. Yo inicié esto.”
“Y yo lo permití y lo sigo permitiendo, y eso es lo que más me intriga, la verdad.” Suguru suspiró.
“Está bien. No voy a forzarte a nada.” Satoru le dio un par de palmaditas en la cabeza, irritándolo levemente. “Siento que estoy yendo más rápido.”
“Tiendes a hacer eso, a veces.”
“Mm. Por eso iba a sugerir que fuéramos a tu ritmo. Seré lo que tú quieras.”
“…”

Suguru se levantó de golpe, sorprendiéndolos a ambos. Sus siguientes movimientos, sin embargo, fueron de lo más sutil: una mano en la nuca de Satoru lo atrajo hacia sí mismo y le permitió besarlo sin mucha dificultad. Era una manera arriesgada de confirmar que estaba de acuerdo con lo que Satoru acababa de plantear, pero en medio del beso, Suguru se arrepintió de sus terribles decisiones.

No había nada que Satoru no hiciese a la perfección.

“Espera—” Para sorpresa de ambos, fue Satoru quien se apartó, guardando unos centímetros de distancia entre ambos. “¿Qué significa esto?”
“…Que accedo a lo que dices. Iremos a mi ritmo.”
“¿En serio?” Satoru se iluminó. Suguru juró verle orejas y cola de perro de lo emocionado que se veía. “¿Ves? Tenía razón~ No aceptarías si no sintieras nada por mí.”
“…No hagas que me arrepienta.”
“Okay, okay, me callo.”

Suguru rodó los ojos, aunque sonrió al cruzar miradas de nuevo con él. Haciendo a Satoru a un lado, comenzó su rutina diaria, aún a pesar de iniciarla muy tarde.

La sensación de que algo andaba mal no lo dejó, pero supuso que eventualmente notaría de qué se trataba.

Siempre había sido el más perceptivo de los dos, después de todo.







“¿No me dejarás ni ir al baño?”
“No.” Beowulf le sonrió. “Podría soltarte, pero te esperaré afuera del cubículo.”
“Tienes… forma de niño.” Eureka lo observó, esperando que el orphan entendiera a lo que se refería. “No puedes entrar al baño de mujeres.”
“Sí puedo, no hay nada que me lo impida.”
“¿…Las mujeres que te verán? ¿No te dejarán entrar?”
“¿Y?” Beowulf mantuvo su sonrisa, con la simple intención de irritarla más.

Eureka tuvo toda la intención de soltar, ahí mismo, el grito más largo y frustrado de su vida, pero se contuvo al ver al club de fútbol llegando a la losa donde se encontraba.

La vida era tan injusta.

Odiaba sumirse en nostalgia, pero en una situación así, Eureka no podía evitar extrañar aquellos meses en los que Oikawa había sido su rebel y la situación, aunque complicada, parecían tener solución. Incluso no le incomodaba irse un poco más allá de eso, a aquellos años de tranquilidad al inicio de su carrera universitaria. Tal vez había andado un tanto perdida respecto a su vocación profesional —y, la verdad, seguía igual—, pero optaría por repetir esa crisis existencial a tener que lidiar con este orphan humanizado y pensante que le había regalado Kokichi con muchísimo cariño.

Los poderes de Beo eran un misterio. El orphan se había rehusado a darle información, fiel a las órdenes de su amo, y aquella intriga la iba a matar antes del ataque en sí. Kokichi le estaba dando motivos para acrecentar su ansiedad y se salía con la suya, sin necesidad de retarla a una batalla como cualquier otro rebel con dos neuronas lo haría.

Al hablar de rebels y falta de neuronas, Eureka recordó la existencia de su ex-rebel, y comenzó a caminar hacia el tópico, cargando sus cosas y las de Oikawa. Esperando una batalla, Eureka había aprovechado en sacar todo del gimnasio cuando Kokichi le comentó que ya estaba listo para darle la sorpresa. Ahora se arrepentía de ello, porque para liberarse del peso extra, tenía que encontrarse con su amigo.

Felizmente, con todo lo que andaba sucediendo, el beso y la situación extraña del otro día habían pasado a segundo plano. Ya no se sentía incómoda de ver a Oikawa, aunque sí le jodía tener que hacerlo sólo para darle su morral y su maletín de deporte. Para ella, más relevante era sacarse de encima al renacuajo que no la soltaba por nada y, principalmente, lidiar con el tema de Madara.

No sabía cuál era peor, la verdad.

El trayecto hacia el tópico se hizo más largo de lo usual por el clima: el sol, a esa hora, quemaba con fuerza, aún a pesar de que el verano estaba dando sus últimos suspiros. Eureka intentó ignorar el sudor que empezaba a formarse en su cuerpo y optó por acelerar el paso, jalando a su vez al orphan que la agarraba del polo. Beowulf, a diferencia de ella, no se veía afectado por el calor: el saco blanco que tenía encima debía estar hornéandolo, pero el orphan se veía imperturbable.

Luego de un bufido indignado, Eureka continuó caminando, hasta llegar al fin a su destino.

Las enfermeras se enternecieron al ver al niño, pero la HiME ni les dio la oportunidad de saludarlo: caminó con paso apurado hasta llegar a la camilla de Oikawa.




“¡Eureka-chan!” la saludó Oikawa, muy alegre.

…Verlo tan feliz de la vida sólo agrió más sus ánimos.

“Hola.”
“¿Estás bien? ¿Quién es ese niño?” preguntó Oikawa, confundido.
“Un regalo de Kokichi.”
“Soy un orphan,” contó Beo, muy campante. “¡Mi nombre es Lugh Beowulf! ¡Me llaman Beo!”
“¿…O-orphan?”
“Sí.” Eureka se apuró en lograr su cometido, lanzándole sus pertenencias sin mucho cuidado. “Adiós.”
“¡Espera, Eureka-chan!”
“No.”

Eureka se apuró en girarse hacia los baños dentro del tópico, con la intención de cambiarse de atuendo: estaba impresentable para el almuerzo con Madara y Seven y no permitiría que la situación le quitara más dignidad de lo que ya había conseguido.

Detrás de ella y el orphan, Oikawa andaba pidiendo explicaciones de lo que sucedía. Sin embargo, Eureka tenía el tiempo en su contra. Eso, sumado a la sensación de irritación que la consumía, le impedía siquiera pensar en detenerse a contarle a su amigo lo que acababa de suceder. Aún no estaba tarde, pero arrastrar a un niño a la puerta principal de Rizembool no iba a ser una tarea fácil, precisamente.

“¡Eureka-chan!” Oikawa se interpuso en su camino, obligándola a golpearse contra su pecho. “Está bien, no me expliques nada, pero déjame ayudarte—”
“No—” Eureka intentó empujarlo y hacerlo a un lado, pero la interrupción de Beo la detuvo.
“Yo que tú, aceptaría su ayuda,” sugirió Beo. “Puedo quedarme con él mientras vas al baño.”
“…Ahora sí me das opciones.” Eureka se giró a juzgar al orphan, indignada e irritada a más no poder. “Okay. Tengo que cambiarme así que quédate con él, Oikawa.”
“…Está bien.”

Eureka continuó su camino hasta llegar a la puerta del baño de mujeres. Beowulf la soltó, y se giró hacia Oikawa, tomándolo del polo.

“¿Me puedes contar qué pasa? Sé que eres un orphan, pero tal vez eres algo cordial. Al menos me acabas de dar esa sensación ahorita,” le preguntó Oikawa, curioso.
“Supongo que puedo ser respetuoso si surge la oportunidad.” Beowulf sonrió. “Y no hay mucho que explicarte. Ouma me mandó para atormentar a Eureka.”
“¿Vas a pelear con ella?”
“Eventualmente. Pero me voy a demorar en cargar.”
“¿…Cargar?”
“Mm.” Beowulf se llevó la mano libre al mentón, pensativo. “Algo así dijo Ouma.”
“¿Debo imaginar que no sabes a qué se refiere?”
“No.”
“¿No sabes cómo te cargas? ¿Ni lo que pasará cuando te cargues?”
“Algo malo, de seguro.” Beo se encogió de hombros. “Pero bueno, no tienes de qué preocuparte. Ouma me dijo que sólo estuviera con Eureka. Ella se encargará de esto.”
“Yo soy su key. Tooru Oikawa. ¿Kokichi-chan no te dijo nada de mí?”
“No. De seguro ha preparado algo para ti que no me involucra. Eureka es mi prioridad.”
“¿…No piensas ceder con nada?”
“No. Tengo que cumplir mi cometido.”
“¿…Que es?”
“Cargarme.”

Oikawa suspiró.

Ya entendía por qué su amiga andaba de un humor terrible. Y no podía juzgarla: Eureka tenía todo el derecho de tratar terrible a la gente luego de lidiar con tremendo gremlin. Kokichi de seguro andaba celebrando entre risas donde quiera que estuviese.

La puerta se abrió de un momento a otro, captando la atención de Oikawa y Beowulf. Eureka se había cambiado y producido en poquísimo tiempo, tomando en cuenta que llevaba, máximo, quince minutos en el baño.

Oikawa silbó, sorprendido por la apariencia de su amiga. Eureka podía intentar negar su interés en Madara, pero la vista frente a sus ojos decía lo contrario. Su amiga llevaba un vestido negro floreado casual y unos zapatos cerrados de taco. Un poco más del maquillaje base que se aplicaba a veces, rubor y un labial rosa suave.

Oikawa no recordaba haberla visto tan arreglada en los meses que llevaban tratándose. Ni cuando había estado saliendo con Lelouch.

Huh. Curioso.

“Qué linda estás, Eureka-chan~”
“Uno diría que te vas a una cita,” mencionó Beowulf, sonriendo de lado.
“…” Eureka quiso fulminarlos con la mirada, pero recordó que fruncir tanto el ceño le crearía arrugas. “Hablen lo que quieran, no cambia que es una reunión y por eso estoy arreglada. Nada más.”
“Claro.” Oikawa sonrió, a punto de estallar en risas.

…Sin embargo, el key sacudió la cabeza al recordar que habían temas más importantes que el nuevo crush de Eureka.

“Eureka-chan, dejando eso a un lado… acabo de conversar con Beo-chan y tengo que sugerir—”
“Me vas a decir que no debería ir a ver a Mama, ¿no?” Eureka se cruzó de brazos.
“¿Pueden retirarse?” pidió una de las enfermeras, sacándolos de su discusión. “Veo que ya no necesitan nada del tópico.”
“…Uh… disculpe,” ofreció Eureka.

Oikawa y ella le hicieron una leve reverencia antes de salir del espacio. Una vez fuera del tópico, Beowulf soltó el polo de Oikawa para coger del vestido a la HiME.

“Bueno, retomando… Sí, te iba a sugerir que no fueras al almuerzo,” empezó Oikawa, mientras caminaban sin rumbo fijo. “Es lo mejor. Ni el mismo Beo-chan sabe cuáles son sus poderes. Puede que sea… algo respetuoso en esta versión, pero tal vez tiene otra apariencia un poco más… problemática.”
“Eso debe suponer. Es un orphan, así que de seguro tiene una forma de bestia.”
“¡Hey! ¡Más respeto!” reclamó Beowulf. “No soy una bestia.”

“Pero debes tener una forma de bestia…” dijo Oikawa.
“Mm. Imagino que el nombre ‘Beowulf’ no es gratuito. Pero sólo puedo pensar en ese poema anglosajón antiguo de corte épico,” musitó Eureka, sumida en sus pensamientos.
“Wow, Eureka-chan, sí tienes neuronas~”
“A diferencia de otros, a veces sí presto atención en clases,” dijo Eureka, orgullosa de su pequeña victoria. “Lo único que tengo es que tal vez esté relacionado a lobos. Wulf podría ser wolf… lobo en inglés.”
“El problema está en cómo carga,” comentó Oikawa. “Y qué es lo que carga, exactamente.”
“Mm.” Eureka asintió. “No sirve de nada imaginar su forma final si es que no sé qué hará. Lo más probable es que ataque, pero debo de evitar que llegue a eso. Lo irritante es que Beo no sabe nada… y toda la situación me tiene enojada y ansiosa. Ugh.” Eureka suspiró.
“¿Quieres que te acompañe? No me molestaría perder clases si es para apoyarte.”
“…” Eureka lo fulminó con la mirada. “No.”
“¡G-geh!” Oikawa saltó, un tanto temeroso. “¿Qué pasó? Juraba que estabas de mejor humor ahorita…”
“¿Por qué debería estarlo? Tú te puedes desligar de esto si quieres, pero yo debo lidiar sí o sí con este orphan raro y todo lo que implica. ¡Quién sabe lo que irá a pasar! ¡Yo no!”
“¡Por eso te ofrezo apoyo! Es mejor que tengas a alguien cerca por si algo sucede.”
“Ugh, no.” Eureka hizo una mueca de asco. “Sentiría que me stalkeas, y no gracias.”
“¡Nunca mencioné seguirte de lejos! Pensé que podía ir al almuerzo, también.”
“No.”
“¡Eso fue rápido!” dijo Oikawa, indignado. “¿No estará Luciel-chan también?”
“Sí, pero eso no significa que tú te puedes colar como se te antoje. No tienes nada que ver ahí.”
“…Está bien.” Oikawa suspiró. “Haz lo que quieras. Pero debes mantenerme al tanto. No quiero que te quedes sola y de ahí te quejes de que nadie te apoya.”
“…” Vaya manera de dar en el blanco. “Okay, prometo que lo haré.”
“¿Me dejas acompañarte a la entrada de Rizembool, al menos?”
“…Pensé que estábamos en eso.”

Oikawa bufó.

“Parecen una pareja de recién casados,” fue el comentario súper atinado de Beo.

Por unos instantes, Oikawa juró ver cómo Eureka se convertía en un gremlin morado y lleno de furia, pero tal vez aquella alucinación había sido culpa del intenso calor y de la migraña por el golpe. 
« Last Edit: March 02, 2021, 02:17:38 PM by Eureka »


Apple

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #719: November 30, 2020, 10:22:40 PM »
Apenas logro postear :( /shame

Chapter?: Confrontation: The showdown


Sheryl se preguntaba cómo la persona que tenía enfrente, que asumió era su Princess, era tan habilidosa. Casi tan buena como Aramis.

No le costó mucho reconocerla como una idol- no era como que se conocieran pero Sheryl la recordaba de lejos. ¿Cómo era posible que alguien así hubiera caído en las garras de Rizembool?

Sheryl ya se había hecho una idea sobre los Rebels. Eran raros y pretenciosos, probablemente le estaban probando a alguien (o quizá a sí mismos) su valor volviéndose terroristas homicidas. ¿Por qué alguien con talento y la vida relativamente resuelta se había unido a ese infame grupo?

Poco a poco la pelea había perdido ritmo. Lo que antes era un espectáculo de habilidades se había vuelto una cruda lucha por la supervivencia.

“Las luchas entre mujeres parecen ser más apasionadas, ¿eh?” comentó Deidara al grupo de Rimzembool que observaba desde lejos.

“Hm” vociferó Aramis que no quitaba los ojos de la lucha. Sasori por su parte solo asintió.

“Siento que tiraran las espadas en cualquier momento y comenzaran a lanzar arañazos y tomar del pelo” dijo Loki indiferente cruzando los brazos atrás de la cabeza “A-B-U-R-R-I-D-O~ No puedo creer que estemos perdiendo nuestro último día libre en esto” se quejo.

“Mikumo insistió” comentó Sasori.

“¡Haz que paré!” le gritó Loki a Aramis, casi como una orden. “Tengo hambre y esto se extiende demasiado ¿Ya comprobamos que el suero funciona, no?”

Mientras Loki seguía con sus quejas y ruegos para que Aramis detuviera la pelea, Inojin llegó a donde llevaba a cabo la pelea.

“¡Sheryl!” grito el niño al ver a su prima.

“¡Inojin vete!”

La distracción fue suficiente para que Sheryl perdiera un mal paso. Mikumo aprovechó la situación y, aunque tuvo que dar un par de movimientos torpes, con el mango de su espada golpeó la mano de Sheryl.

Un dolor intenso invadió a la rubia que por un momento pensó que Mikumo le había cortado la mano. Soltó a Falchion y cayó al suelo sosteniendo la mano.

“¡Maldita!” la rabia la invadió y le hubiera gustado vociferar otro par de insultos más ingeniosos pero otra ola de dolor llegó. Sheryl sintió como se le salían las lágrimas. 
En el suelo, sin su arma y con un dolor agonizante estaba a merced de la Princess. Y no solo eso, Inojin estaba ahí a unos pocos metros.

Afortunadamente la Princess ignoró al niño y soltó su espada para tomar la de Sheryl. Vaya que era un arma pesada. Era  impresionante como alguien de porte delgado y delicado como Sheryl podía dar pelea con semejante peso encima. Mikumo sonrió y jugó con varios escenarios en su mente.

Aizen había sido claro: la misión era acabar con las HiMEs. El asesor Rebel no había tenido reparos cuando contaba la historia de cómo acabó con su HiME, frente a su Key, atravesando el pecho con la lanza que era su arma en aquel entonces. Si Mikumo hiciera lo mismo se ganaría la aprobación de Aizen y del consejo Rebel. ¿Que ganaría a nivel personal? Posiblemente nada. O la satisfacción de haber superado sus expectativas propias. Como fuera, la idea le repugnaba un poco también. Manchar sus manos de sangre por Rizembool… ¿podría llegar tan lejos? ¿Y valdría la pena?

“Mikumo dame la espada” Aramis había aparecido a su lado. Su tono era frío y no revelaba ninguna emoción, pero tampoco dejaba espacio a alguna discusión.

“¿Querrá hacerlo él mismo?” se  preguntó Mikumo. Se sorprendió a sí misma cuando le entregó la espada a Aramis sin oponer resistencia.

“¡Sheryl!” a lo lejos se oyeron voces desesperadas. La otra HiME, un tipo rubio y otro castaño veían con horror la escena junto con el niño bobo que distrajo a Sheryl.

“¿Uh? ¿Una ejecución?” Loki no podía apartar los ojos de la escena, fascinado. Era como ver un accidente de tránsito: era trágico pero no podías apartar la mirada. 

Aizen había hablado de matar a las HiMEs antes, pero nunca lo habían pensado enserio.  Pero ahí estaba Aramis, a unos pasos de HiME herida (y probablemente en shock).

La tensión crecía y lo que eran apenas unos segundos se sintieron eternos. Bajo la luz de la luna, entre todo el caos y el calor de finales del verano los ojos de Aramis parecían más distantes.

“Entrena más si quieres sobrevivir y aprende a tolerar el dolor” le aconsejó Aramis a Sheryl mientras lanzaba a Falchion para clavarla en el suelo “posiblemente la próxima vez no seas tan afortunada”.
-------------------------

-----------------------------

“¡Inojin!” la voz de Rangiku inundó la sala del hospital. El niño corrió a los brazos de su prima mayor y comenzó a llorar. El pobre se había aguantado las lágrimas todo el trayecto al hospital. Definitivamente era la experiencia más aterradora que había experimentado.

Reinhard y Souji estaban sentados en una esquina. Sus mentes aún estaban en el parque de diversiones. Aún procesaban lo que habían presenciado y no decían mucho.

“¿Cómo está Sheryl?” preguntó Rangiku angustiada.

“Su dedo índice derecho está fracturado” explicó Reinhard.

“Y está furiosa” agregó Souji.

Rangiku soltó un suspiro de alivio.

“¿Comó pudo terminar una salida al parque de diversiones así?”

“Aparentemente un grupo de Rebels también decidieron pasar el día en ese parque de diversiones y bueno… al parecer Sheryl ahora no solo tiene que lidiar con un Rebel”.

-------

“Oi Mikumo” Loki llamó la atención de la Princess “¿De verdad pensabas hacerlo?”

“¿Por qué no? Son órdenes de Aizen”

“Se lo que ordenó Aizen, pero otra cosa es hacerlo” objetó Loki.

“Yo hablaré con Aizen sobre lo que pasó esta noche” interrumpió Aramis “Ustedes no digan nada”.
« Last Edit: November 30, 2020, 10:40:46 PM by Apple »