Oh dios mío estreno página nueva
26.2“¿…Minazuki-kun?”
Sho despertó de su trance, sacudiendo la cabeza y acomodándose en la silla. Se aguantó las ganas de darse un puñete a sí mismo por lo irresponsable que era al portarse así en plena entrevista con uno de los supervisores de Rizembool que estaba directamente relacionado con el comité de selección de rebels.
Y es que la revelación del día anterior había sido demasiado como para dejarla pasar. Por más de que intentaba olvidarse de eso, volvía a su mente y no lo dejaba descansar.
“Eh, disculpe,” dijo Sho, sin mirarlo a los ojos.
“Estuve llamándote por unos minutos. Parece que estás distraído por algo.”
“Uh… ¿clases?” ofreció Sho, arqueando una ceja.
Narumi rio. “Esperemos que eso no influya en tu rendimiento como rebel.”
“…” Sho se quedó en silencio, hasta que le cayó como baldazo de agua fría. Se incorporó en su asiento, sin creer lo que acababa de oír. “¿Qué? ¿Voy a ser rebel?”
“Sí,” El mayor ordenó unas rumas de papeles, y luego, se reclinó en su silla, a la vez que continuaba: “Tu rendimiento en la batalla de prueba demostró que tienes las aptitudes, pero te falta control. Para esto, hemos preparado un menú de entrenamiento especializado junto a una de las unidades de combate de la universidad.”
“¿Unidades… de combate?” eso nunca lo había escuchado antes.
“Son AI’s creadas especialmente para funcionar como la princess de un rebel en el conflicto. Como sabrás, en esta primera etapa, sólo los rebels estarán en las filas de ataque, así que estas unidades carecen de propósito por el momento. Hemos visto conveniente que, para que no pierdan el ritmo, practiquen con rebels que necesitan también entrenar, como ellas.”
“…No entiendo, ¿no que antes las sacaban de Hanasaki?”
“Pues aún se pretende que varias princess salgan del alumnado, aunque esta vez será del mismo Rizembool. Pero los científicos querían probar cómo cambiaba la dinámica de la pelea si la princess carecía de sentimientos. Parte del cuerpo científico cree que las mujeres, por sus emociones, son más propensas a cambios de humor y esto podría afectar su performance. Por mi parte, siento que eso está errado, y de hecho, me parece más una excusa que una explicación para no permitir que mujeres sean rebels y justificar su tema de las princess, peeero, no me meto en donde no me llaman.”
“…Ajá,” Sho había perdido el hilo en medio de la explicación. Y aunque quería buscar excusas para su actitud, la verdad era que no le interesaba mucho aquel tema de conversación. Él sólo quería saber cuándo empezaba. Aunque tenía una duda… “¿No vale que esté entrenando ya con alguien más, no?”
“¿Con quién?” Narumi se mostró muy interesado.
“Souji Seta. Un exrebel.”
“Ah, Souji,” Kiyotaka sonrió. A Sho no le sorprendió en lo absoluto que hasta él, Narumi, un supervisor de rebels y alto mando del sistema, lo conociera. Estaba sentado que más del ochenta y nueve porciento de la comunidad universitaria conocía a Souji. Cada día, sin embargo, sentía que ese porcentaje iba en aumento. “Ese chico es estupendo. Junto con su pareja, Adachi, son parte del grupo de los rebels que mejor rindieron en el conflicto pasado,” dijo, y Sho rodó los ojos ante la mención de Adachi. “¿Cuánto tiempo llevas entrenando con él?”
“Unas semanas.”
“Puedes continuar con eso, pero tienes como requerimiento asistir una determinada cantidad de veces a los entrenamientos con la unidad de combate.”
“Oh, okay,” Sho asintió.
Narumi le extendió un sobre de manila que yacía en su mesa. Sho lo agarró, y a la vez que revisaba sus contenidos, Kiyotaka empezó a explicarlos: “Dentro están tus itinerarios de entrenamientos, la cartilla de beneficios y la nueva tarjeta de identificación que te otorga el comité.”
“¿Cuándo empiezo?”
“Aún no se te ha asignado una HiME. Esos datos te llegarán en el transcurso de la semana. Por mientras, debes ir al Departamento de Sistemas e Informática de la universidad, para que te puedan colocar el chip, conozcas las zonas de entrenamiento y la AI que será tu compañera de prácticas. En los sótanos de ese edificio están escondidas varias zonas del cuerpo científico de Rizembool.”
“¿Eso debo hacerlo en estos días?”
“Exacto,” Narumi le sonrió. “Bueno, eso es todo. Felicitaciones, Sho Minazuki. Rizembool te agradece por tu disposición, y esperamos que tu rendimiento sea óptimo,” y se alzó, extendiéndole la mano. Sho también se paró, y la estrechó por unos breves momentos.
“Gracias,” respondió por inercia. “Uh… ¿dónde queda el Departamento de Sistemas?”
“Por la facultad de Ingeniería de Telecomunicaciones.”
“…Okay,” Sho hizo una reverencia rápida, y luego, salió del despacho con destino a los laboratorios. En el camino, no pudo evitar mandarle un mensaje a su hermano y a Souji, contándoles las noticias.
Prometía ser un buen día.
De haber crecido junto a Hunk y Keith, Pidge sentía que la situación actual hubiese sido pan de cada día para el grupo, durante su infancia y adolescencia.
Allura estaba parada en frente de ellos, de vez en cuando daba unos pasos de un lado a otro, mientras que los cuatro andaban sentados en el sofá principal de la sala de los Maheswaran. La actitud tranquila de la mayor se había disipado completamente al encararlos a los cuatro: parecía que un switch dentro de ella se había activado y su versión ‘hermana mayor decepcionada’ se había activado.
“¿Por qué no me preguntaron en vez de jugar a los detectives?” preguntó Allura. Sonaba muy calmada, pero a juzgar por las expresiones de Hunk y Keith, Pidge intuía que era el tono que usualmente usaba cuando estaba molesta y quería que rodaran cabezas. Lo más pertinente era ser cuidadosos a la hora de responderle.
“Uh…” Lance empezó, pero no se le ocurrió nada, así que cerró la boca, derrotado.
“Estábamos preocupados,” dijo Hunk. “Parecías otra persona desde ese domingo, y sabíamos que no nos ibas a decir nada si te preguntábamos acerca del tema. Siempre haces lo imposible por protegernos de todo, a mí y a Keith. Pero ya no somos sólo dos,” Hunk miró a Lance y a Pidge. “Y además, has dejado de ser sólo mi hermana para pasar a acoplarte al grupo. Con mayor razón no nos quieres involucrar.”
“Eso está, en su mayoría, acertado,” dijo Allura, y luego, suspiró. Sentía que el tema de conversación la estaba haciendo envejecer más rápido de lo normal. “¿Cómo supieron que estaba relacionado a las HiMEs?”
“Pidge y yo justo hablábamos de eso un día,” contó Keith. “Es un rumor, hay un grupo de whatsapp dedicado a confirmarlo y… nos pareció raro, cuando recordamos la muerte de tu amigo y tu desvinculación del arco y la flecha. Por algo, también, te alejaste de tu grupo de secundaria.”
“Esa muerte podía ser el detonante de que mi grupo se separara. No tenía que estar relacionado a las HiMEs, realmente.”
“Sí, pero… tu amigo era de Rizembool. Hunk apenas recordaba su nombre, pero fue suficiente para buscarlo en la base de datos de la universidad. En Hanasaki no figuraba como exalumno, pero en Rizembool sí,” dijo Pidge.
“…!”
“Sospechamos que ese amigo que perdiste fue tu rebel,” dijo Lance. “No tenemos pruebas, pero es una idea que surgió luego analizar los pocos datos que teníamos.”
“Ahora, podíamos habernos equivocado, porque todo era demasiado perfecto como para ser cierto…”
“Pero me delaté cuando hablé con Keith,” Allura suspiró.
“Exacto.”
“Ehh… fácil lo hice inconscientemente. Porque sí quería contarles todo, pero… a la vez tenía miedo de que quisieran meterse a ayudarme. Ya van a entender por qué.”
“Ok, entonces. Cuéntanos, por favor.”
Allura tomó una bocanada aire, y luego la botó de a pocos. “Okay.”
Tomó asiento en el sofá en frente de ellos. Demoró unos segundos en calmarse lo suficiente como para poder empezar a relatar su experiencia como HiME.
“Fui una HiME en secundaria. Para ese entonces, estaba en el club de arquería, y éramos muy cercanos del de Rizembool. Usualmente nos juntábamos los fines de semana para pequeñas competencias entre ambos grupos, y a veces salíamos a comer. Ahí me hice amiga de varios chicos, entre ellos Kuro Shido. A los meses me convocaron para ser HiME, y bueno, ahí no te dicen quién es tu rebel, sino que luego de un tiempo él sólo se presenta.”
“Y era Kuro,” dijo Lance.
“Exacto. Me quedé helada. No podía creer que justo él tenía que ser mi rebel. Quise renunciar, pero justo por ese tiempo, varias chicas perdieron la vida en el conflicto, y me sentí culpable. Ellas habían optado por pelear aún a pesar de todo. Yo, ni bien me encontré con un bache en el camino, ya quería rendirme.”
“¿Qué hiciste?” preguntó Pidge.
“Luché. Kuro, por más de que nos conocíamos, era otro en el campo de batalla, así que no me quedaba de otra que tomarlo en serio. En algún momento, su máscara se quebró y confesó que ya no quería pelear conmigo. Había intentado desvincularse emocionalmente del conflicto para poder luchar sin importarle lo que me pasara, pero me tenía mucho cariño como para hacerlo. De ahí, continuamos con unas batallas más, con otro tono, por supuesto. Seguíamos siendo amigos, así que nos cuidábamos entre nosotros, pero llegó el punto en que Kuro me propuso renunciar. Sin embargo, a los días, algo muy raro sucedió.”
“¿Qué pasó?”
“De un día para otro, su mentalidad dio un giro de 180 grados. Lo que habíamos hablado días antes, ese pacto que habíamos hecho… sentí que se olvidó de todo eso. Su único objetivo era vencerme, y para ello, dejó el club, los estudios y todo. Era otra persona. Pero en una batalla, todo salió mal, y… yo…” la voz de Allura se quebró, y el grupo actuó rápidamente al verla a punto de llorar: se levantaron y rodearon la mesa de cristal para alcanzar a Allura y abrazarla todos juntos. “Lo siento, d-debo terminar de contarles…”
“No te preocupes,” le dijo Keith.
“Sí,” habló Pidge. “Esto es muy duro para ti…”
“No, está bien,” dijo Allura, entre sollozos.
“¿Alguno de tu grupo de la universidad lo sabe?”
“Nadie. Sólo una chica del antiguo club de arquería de Hanasaki, pero a eso llegaré luego,” Allura los estrujó de vuelta, y cuando todos se separaron, se limpió la cara con la manga de su chompa. Por seguridad, Keith, Hunk, Lance y Pidge se quedaron sentados a su lado.
“Bueno. Luego de eso, hubo un funeral. Kuro había sido cercano a todos, y su ausencia se hizo notar... nos chocó tanto que nos distanciamos mucho entre todos. Nadie podía con la pérdida de Kuro, ni yo misma. Me concentré en mis estudios para distraerme un poco del tema, y pasó el tiempo… Ah, cierto, apoyé a varias HiMEs ese año, pero mi labor como HiME terminó con la muerte de mi rebel. Me quisieron asignar otro, pero me negué a aceptar. No estaba preparada emocionalmente para seguir con la pelea.”
“Allura, tengo una pregunta,” dijo Hunk. “¿Tu arma no fue el arco?”
“Sí, pero fue un arco especial que podía convocar cuando yo quería.”
“Preguntaba porque el arco que conservas no se veía tan usado que digamos.”
“Ese sólo lo usé para el club,” contó.
“Y… ¿qué es lo que pasó en estas semanas?”
“Hace tres años, Rizembool perdió. Las HiMEs lograron destruir los centros de operación y todo tipo de tecnología que poseían. Pero… ese domingo recibí una llamada de Garnet, una superior del club de arquería y amiga de varios años. Me contaba que habían reclutado a su amiga, Rose, y que le parecía pertinente que le contara mi experiencia para sacarla de la duda. Como a ustedes, le dije todo lo que pasó. A la semana, me llamó para conversar y nos reunimos a solas.”
“Disculpa que te quite tiempo de nuevo, Allura,” Rose le sonrió. “Te pedí un café, por cierto.”
“Gracias,” dijo Allura. Justo en esos momentos, el mozo de la otra vez, Kaneki, se les acercó con una bandeja, y dejó los cafés en la mesa. “Oh, gracias.”
“Gracias, Kaneki.”
“De nada. Me avisan si desean algo más,” el joven se fue luego de esbozar una pequeña sonrisa.
“¿Supongo que te decidiste?”
“Sí,” Rose parecía sumida en sus pensamientos, mientras le echaba unas cucharadas de azúcar a su café. “Fui una vez más a hablar con Miranda. Me contó que, esta vez, los keys tienen el potencial de desarrollar poderes y participar del combate.”
“¿En serio?” Allura se mostró muy sorprendida. Imaginaba que el poder de las HiMEs había evolucionado de tal forma que había una retroalimentación entre el key y la HiME. Era un desarrollo que sería muy beneficioso para ellas en el combate. Por lo que Rose le había contado, del bando de Rizembool, sólo estaban los rebels, así que tener dos combatientes iba a ser muy provechoso.
Esta vez, no se pensaba retomar la asistencia de princess, o al menos no estaba en los planes de Rizembool por el momento.
“Sí, pero el problema es que yo ya sé quién sería mi key. Y por él no puedo participar de esta pelea.”
“¿…Quién?”
“Mi hijo, Steven,” contó Rose. “De ninguna manera sería capaz de ponerlo en riesgo… Sé que a los rebels poco les importa quién es su contrincante, y estoy segura que ese será el caso con Steven. Y por más de que lo proteja, yo… no sé qué haría si algo le pasa. Tengo la ayuda de Pearl y Garnet, pero no me quiero confiar. No quiero ni pensar en un escenario hipotético en el que acepto. Está descartado totalmente desde que me enteré de que los keys podían desarrollar poderes a futuro.”
“¿Ya hablaste con Miranda?”
“Sí, hace unas horas fui a dejarle en claro mi postura. Por supuesto, al enterarse de mi inconveniente con el potencial de los keys, lo aceptó sin ninguna queja. Me agradeció, de todas formas, por haberlo considerado.”
“Mm,” Allura asintió.
“Le conté, también, sobre la perspectiva de una HiME que había vencido a su rebel… y mencioné tu nombre. Miranda me pidió que te hiciera presente sus saludos.”
“Oh, okay,” Allura sonrió. “Entonces, Garnet y Pearl ya no tienen de qué preocuparse.”
“Sí,” Rose suspiró. “Te llamé para agradecerte por tu ayuda, la verdad. Tu experiencia me hizo ver lo peligroso que realmente era este conflicto. Y luego, lo de Miranda fue lo que me convenció totalmente. Por ello, puedes elegir lo que quieras del menú, Allura,” dijo, con una sonrisa. “Es mi forma de agradecerte por todo.”
“¡Ah! No, no te hubieras molestado.”
“Insisto…”
“Okay, si tú lo dices,” Allura rio, y cogió el menú que había quedado a un lado de los cafés.
“Eso no puede ser todo,” dijo Pidge.
“No, aún falta,” dijo Allura. “Ahí quedó el tema de Rose, y por unos días, me olvidé de todo el asunto. Pero Miranda me llamó ese fin de semana.”
“Ella es la rectora, ¿no?”
“Sí, y también es la encargada de las HiMEs.”
“Ah…”
“Me lo veía venir desde hace tiempo, desde que me enteré de que el conflicto se había retomado. Estaba claro que me llamarían eventualmente para pedirme que volviera a participar.”
“Por eso andas tan preocupada, ¿no?”
“Exacto… siento que debo, pero a la vez no estoy completamente segura de ello. Miranda confía en mis habilidades, pero no me siento muy estable como para participar. Por más de que traté mi depresión y ahora estoy mucho mejor, lo de Kuro aún me duele.”
“Ya no tienes amigos en Rizembool, ¿o sí?” preguntó Pidge.
“No. Pero no quiero tener que… no quiero herir a nadie.”
“Allura, yo creo que todo esto te chocó más porque no pudiste compartirlo con nadie en su momento. Según lo que entiendo, tus amigos del club y del instituto no sabían que eras HiME,” dijo Lance.
“Ajá,” afirmó Allura. “Sólo Garnet, que de vez en cuando me apoyó… pero nunca pude hablar bien sobre lo de Kuro con nadie, ni con ella.”
“Ahora nosotros lo sabemos,” dijo Hunk.
“Y si uno de nosotros es tu key, podemos ayudarte,” dijo Lance. “Keith sabe artes marciales.”
“Ese es otro tema, realmente. No sé quién pueda serlo…” confesó Allura.
“Como te digo, de ser alguien del grupo, podríamos apoyarte.”
“Sé que le tienes una tirria a Hanasaki y a Rizembool, pero esta vez no estarás sola,” ofreció Hunk.
“Hanasaki no es el que tiene la culpa… Rizembool sí. Porque estoy segura de que algo le hicieron a Kuro, algo debieron hacerle para que cambie totalmente. Sino, podríamos haber renunciado… y él aún estaría aquí.”
“…” todos guardaron silencio por unos breves momentos.
“Allura, ¿y si te queremos ayudar, por más de que nadie de aquí sea tu key?”
“Es muy riesgoso… saben que los rebels tienen poderes.”
“Pero si somos cinco contra uno, podríamos hacerle cargamontón.”
“Igual, si no están preparados, podrían estar en peligro,” Allura suspiró. “Parecen muy empeñados en que yo vuelva a ser HiME. ¿Por qué?”
“Uh… nos da curiosidad.”
“Es muy peligroso, ¿acaso no lo he dejado claro?”
“Somos un poco idiotas,” Pidge sonrió. “Creí que sabías eso.”
“…” Allura suspiró. “Sí, me doy cuenta.”
“Al menos di que lo pensarás,” dijo Keith.
“En todo caso, cuentas con nuestro apoyo de cualquier forma,” Hunk le sonrió.
“Gracias,” Allura los miró a todos. “Quiero un tiempo a solas, así que los dejo. Pero en serio, gracias por escucharme. Era algo que quería sacar de hace mucho tiempo, y ahora que ustedes lo saben, me siento un poco mejor.”
“Discúlpanos por hacer tanto problema por eso, y por invadir tu privacidad, más bien,” dijo Hunk.
“No. Eso ya no importa,” Allura sonrió. “Los veo luego, chicos.”
Allura se paró y les revolvió los cabellos a los cuatro. Al parecer, ciertos hábitos eran difíciles de cambiar para ella. Los miró, enternecida, y luego, caminó hacia las escaleras que daban al segundo piso.
Una vez subió, todos intercambiaron miradas.
“Yo creo que no deberíamos involucrarnos,” dijo Hunk. “Lo que nos ha contado… me ha dado miedo.”
“Y Allura se ve muy afectada por lo de su amigo. Yo no podría cargar con semejante cruz, la verdad,” dijo Pidge.
“A mi me emociona todo el asunto,” dijo Lance. “Pero sí, sería muy insensible obligarla a volver a ser HiME luego de que nos ha contado sobre su pasado. Ella es la de la última palabra.”
“Sí. Sólo podemos apoyarla en su decisión,” dijo Hunk. “Pero la ví medio dudosa…”
“Lo ha estado pensando desde hace tiempo. Fácil esta conversación la ha ayudado a darse cuenta de que no está sola.”
“Ajá,” Keith asintió. “Pero bueno, habrá que esperar…”
“Por cierto, ¿vamos a ir a la clase de las 3?” preguntó Lance.
“Yo digo que sí…” dijo Pidge. “Pero si tomamos taxi entre todos. No quiero ir en tren…”
“¿Tienen para el taxi?”
“Sí, creo.”
“Entonces vamos.”
“Eeeeeh…” Lance se desparramó en el asiento. “Yo pensé que la charla nos duraría tanto que al final nos resignaríamos a no ir.”
Keith le extendió una mano, luego de pararse. “No te quejes y vamos.”
Lance rodó los ojos, pero tomó la mano de Keith y se alzó. Pidge y Hunk los imitaron, y todos caminaron hacia la puerta de la entrada.
El punto de encuentro con Akechi no estaba tan lejos de la facultad de Psicología, por lo que Adachi y Souji llegaron allí en poco tiempo. Era un comedor al aire libre, lleno de mesas circulares de madera y rodeado de uno de los pocos jardines de Rizembool. Al lado derecho había una fila de hornos microondas, para que los alumnos pudieran calentar sus almuerzos sin dificultad. El ambiente calmado, junto con la vista del jardín, hacían del lugar uno de los más frecuentados por el alumnado de Rizembool.
La hora de almuerzo había pasado, por lo que en esos momentos, el comedor se encontraba medio vacío. No les fue difícil divisar a Akechi, quien se encontraba tipeando en su laptop a unas mesas del lugar donde se encontraban. Al parecer, él también los vio al mismo tiempo, y les saludó con la mano. La pareja caminó hasta alcanzarlo.
“Souji, qué grata sorpresa~” Akechi sonrió. “Adachi no me dijo que nos acompañarías hoy.”
“Espero que no te incomode…” dijo Souji.
“No, al contrario, qué genial que estés aquí,” le dijo Akechi.
“Ah, me alegro,” dijo Souji. Él y Adachi tomaron asiento frente a frente.
Goro Akechi era uno de los pocos amigos de Adachi que no formaban parte del círculo social de Souji. Él y su pareja se habían conocido gracias a los cursos de inducción de la universidad, cuando ambos ingresaron a Rizembool U. Se volvieron amigos, finalmente, porque compartían varios cursos: sus carreras se relacionaban.
Por su parte, Souji lo conoció al año y medio de eso, por el tiempo en que Adachi inició su rol como mentor. Akechi estuvo presente en varios de sus entrenamientos, apoyándolos a ambos. Según lo que les había contado, él también había sido rebel como ellos dos.
“Nos demoramos por mi clase,” dijo Adachi. “Me quedé hablando un rato con un par de alumnas. Disculpa por eso.”
“No hay problema,” comentó Akechi, mientras se alejaba de la pantalla de la laptop. “Yo también me demoré con unos asuntos en la comisaría, así que normal.”
“Genial. Ya vuelvo, voy a calentar mi comida,” dijo Adachi, y dejó sus cosas en la mesa, para irse sólo con el termo de su almuerzo.
“¿Qué tal el trabajo, Akechi-san?” preguntó Souji, mientras sacaba sus cajas de bento.
“Pesado,” Akechi suspiró, cerrando su laptop e imitando a Souji. “Hay un superior que se jacta de su posición y consigue los mejores casos. Antes de que lo trasladaran a mi departamento, Narumi y yo eramos los preferidos del Mayor. Llegó Kogane y no sé cómo se lo ganó, pero nos dejo sin nada. A Narumi igual le dan casos decentes por su rango, pero como soy tan joven y no tengo el mismo rango que el resto, no me toman tan en serio y me dejan los más aburridos. Hay dos colegas de mi edad que se han adaptado, y prefieren trabajar bajo Kogane, pero yo no,” Akechi frunció el ceño. “Hace meses que no soy detective primario en una investigación. Soy el secundario de Narumi desde hace mucho tiempo… me frustra un montón.”
“Ese Narumi del que hablas es Kiyotaka Narumi, ¿no?”
“Ah, sí. Ese mismo. El Sargento Narumi está en todos lados, la verdad.”
“¿Sigue trabajando acá, también?”
“Claro,” Akechi se llevó un empanizado de langostino a la boca.
“¿En el comité de selección?”
“No exactamente,” dijo Akechi. “Es un supervisor… no sé de qué, pero de algo. Y también vela por el comité. Su opinión es muy valorada e influyente. Pero al final, él no es el que elige quién es rebel y quién no.”
“Ah.”
“¿Por qué preguntas?” Akechi se veía un tanto curioso.
“Es que tengo un amigo que quiere ser rebel… ¿Sho Minazuki?”
“Oh, disculpa. No lo conozco.”
“No te preocupes,” Souji le sonrió. “Él tiene mucho potencial, pero falló la prueba. Parece que ahora el sistema define que los que se postulan deben pelear entre ellos. El ganador de cada batalla es el que termina siendo rebel.”
“Sí, algo así. Supongo que él no pasó.”
“Ajá. Pero quiere volver a intentar… le dije a Tohru que le avisara a gente del comité si podía, pero tal vez sea más eficiente pedirle a Narumi que él mismo intervenga.”
“¿Qué hablas? A él fue a quien le dije que tomara en cuenta a Minazuki,” Adachi ya había regresado, y parecía estar al tanto de lo que hablaban. Tomó asiento de nuevo, y se dedicó a sacar sus envases del termo.
“¿En serio?”
“Si es así, ten por seguro que él va a ser rebel. Como dije, la opinión de Narumi es muy valorada por el comité.”
“Narumi trabaja contigo en la comisaría, ¿no?” dijo Adachi.
“Sí,” Akechi suspiró. “Es uno de mis superiores. Justo le contaba a Souji que trasladaron a otro detective de alto rango a mi departamento, y está llevándose los mejores casos. También es Sargento, como Narumi. No sé cómo ha conseguido que el Mayor esté de su lado.”
“Qué jodido.”
“Estoy seguro de que es por mi edad… mientras más joven eres, menos te toman en serio.”
“¿Aún a pesar de tu fama?” preguntó Souji y Akechi rio.
Akechi era muy famoso en las redes sociales y la televisión. Por ser uno de los detectives más jóvenes de su comisaría, le habían hecho un reportaje un par de años atrás, y con ello llegó a volverse muy popular. Su carisma y su buena apariencia habían jugado a su favor, y hasta tenía un club de fans en la universidad y fuera de esta. Adachi decía que era igual de insoportable que Souji, porque Akechi también tenía ese don de conectar fácilmente con la gente y todo el mundo hablaba de él.
“Sí, sólo soy el poster-boy de la comisaría, nada más,” dijo Akechi. “Mis colegas no le dan importancia a eso. De hecho, creo que al Mayor le molesta que salga tanto en los medios…”
“Pero no estás violando ninguna regla con eso, ¿no?”
“No, pero lo ven poco profesional. Nuestros testimonios deberían limitarse sólo a las noticias de casos muy relevantes.”
“Mm… no entiendo, si nunca dices nada realmente vital de los casos, sólo hablas un poco de ellos y cuentas el progreso de los más recientes…”
“La policía se cierra mucho con eso, la verdad,” Akechi suspiró. “Yo pienso que ayudo un poco a destruir el estereotipo de policía rígido que la sociedad aún tiene en mente. Desde que empecé a salir en medios, siento que las personas se acercan con más frecuencia a denunciar delitos y cosas así.”
“Inspiras mucha confianza,” dijo Souji.
“Algo así. Pero es lo que yo he visto, así que no estoy muy seguro de eso. Igual, si lo menciono, el Mayor no lo tomará en cuenta a menos de que le muestre una investigación al respecto…”
“Podrías hacerla,” sugirió Adachi.
“Por más de que te tome tiempo, sería genial demostrarle que lo que haces no es por gusto.”
“Mm, tienes razón. Creo que intentaré, al menos.”
Una tonada pop se escuchó por lo bajo, y Souji se dio cuenta de que era su celular el que estaba sonando. Lo sacó del bolsillo de su pantalón, y revisó rápidamente de qué se trataba: era un mensaje de Minazuki, contándole que la cita con el encargado había ido muy bien, y que ya era rebel. Souji sonrió.
“Akechi-san, tenías razón. Mi amigo ya es rebel.”
“¡Ah, qué genial! Espero que le vaya muy bien,” Akechi sonrió ampliamente.
“Ugh,” Adachi rodó los ojos. “Ahora se va a poner más insoportable por eso.”
“Gracias, Tohru,” dijo Souji. “No pensé que lo ayudarías, si te soy sincero.”
“Tanto me pediste que lo haga…”
“Es cierto,” Souji rio.
“Ustedes no quieren volver a ser rebel, ¿no?” preguntó Akechi, muy curioso.
“No hay tiempo,” se quejó Adachi. “Estoy igual que tú.”
“Ah, con trabajo y clases, entiendo. ¿Y tú, Souji?”
“Estoy muy cansado porque ando llevando seis cursos, y encima, estoy entrenando a este chico del que te hablé.”
“Oh, qué genial que lo ayudes con eso.”
“De paso no pierdo el ritmo,” dijo Souji, y miro a Adachi. “Tú también vas a entrenar a un rebel, ¿no?” y sonrió de lado. Adachi frunció el ceño.
“Sí…”
“¡Oh! Qué dedicados son~ ¿A quién entrenarás tú, Adachi?”
“A… otro amigo de Souji.”
“Es el capitán del equipo de vóley.”
“Oh, creo que sé de quién hablan… ¿Oikawa, si no me equivoco?”
“Sí, ese,” Souji sonrió. “Su HiME es una amiga mía y sé que puede vencerle si él no empieza a entrenar ya. Por ser novato, ya perdió un mes y medio en eso. Por lo que le pedí a Adachi que me ayude con él.”
“…Y te odio.”
“Es muy tarde para arrepentirte,” Souji sonrió. “Ah, debería contarle esto a Oikawa… disculpenme un segundo.”
Souji se levantó de la mesa, y se alejó hasta llegar al jardín. Allí, marcó el celular de Oikawa, y esperó a que le contestara.
No sabía cómo reaccionaría a las noticias, pero esperaba que no le molestara tanto el cambio de planes. Era un favor, pero Souji le había prometido que cumpliría, y no quería fallarle de ninguna forma. Además, cabía la posibilidad de que, ahora que Sho era un rebel, su crecimiento mejorara más rápido por las propias batallas con su HiME. A diferencia de Eureka, no sabía quién era la HiME de Sho: existía una gran posibilidad de que se tratara de alguien más decidida a pelear a costa de todo.
“¿Aló, Tooru?”
“
Hola, Souji. Soy… Shinoa.”
“Eureka, ¿cómo estás?”
“…” Eureka suspiró. “
Soy muy obvia, ¿no?”
“Jaja, un poco~” La había sacado por la voz. Pero el comentario sobre el secuestro que Oikawa había hecho durante la persecusión policial de la fiesta era lo que realmente la había delatado. “Pero ese día de la fiesta, el que te delató fue Oikawa.”
“
¡Lo sabía!”
“Hablando de él… ¿Está por ahí?”
“
Dame un segundo. Está en pleno entrenamiento,” Souji escuchó como Eureka se alejó del celular para llamar a su amigo. Unos gritos más, y el celular pasó a las manos de Oikawa.
“
Yooo, Souji-chan~”
“Tooru, te tengo noticias importantes.”
“
Antes que nada… metí la pata de nuevo. Le dije a las chicas de mi club que estoy saliendo con Shinoa-chan.”
“¿Qué? …Pero Shinoa es Eureka.”
“
Sí,” Oikawa suspiró. “
No sé que pasó, la verdad. Nos acorralaron y preguntaron por qué estabamos a solas en el gimnasio. No se me ocurrió más que decir eso. Pero bueno, luego me di cuenta de que era muy provechoso. Así no levantará sospechas del equipo ni de Iwa-chan si es que paramos juntos a cada rato.”
“Eso es porque se están volviendo amigos y no porque son HiME y rebel, Tooru.”
“
…¿Eh?”
Souji rio. “Los rebels y las HiMEs no se llevan tan bien como ustedes dos. No es algo que pasa… sólo se encuentran para las batallas. Pero es la mánager de tu equipo, y salen a comer y pasan tiempo juntos.”
“
Osea que… he complicado todo por gusto.”
“Sí~ Pero no importa. Ya es muy tarde para retractarte. Gracias por avisarme, estoy seguro de que si lo hubiera oído en alguno de los entrenamientos o las salidas, me hubiera quedado helado.”
“
Justo por eso quería decirte, eres el único que sabe sobre ella.”
“Ajá. Igual, espero que no estés bajando la guardia. Sigue siendo tu HiME, después de todo. De hecho, quería hablarte de los entrenamientos.”
“
¡Wah! No, no te preocupes. Sé que andas muy ocupado con Sho-chan, así que no hay problema.”
“No, es mi error. Debí darme cuenta de que el que mucho abarca, poco aprieta. Pero ya te conseguí a alguien más, al menos por un tiempo. Adachi va a suplantarme hasta que yo vea que Sho ya no necesita entrenar más conmigo.”
“
¿Pero Adachi-san no me odia?”
“No, claro que no. Creo que de mis amigos, eres el que mejor le cae,” y no era mentira: Adachi se llevaba bien con Oikawa, por más de que a veces este le sacaba de sus casillas. “Sino, no te hubiera dejado dormir en su departamento.”
“
Ah, esa vez. Cierto… Mm, okay. Sólo espero que no le moleste lo novato que soy…”
“Yo estuve alguna vez en tus zapatos, y nos fue muy bien. No te preocupes.”
“
Gracias, Souji-chan~”
“De nada. Por cierto, me enteré de que Sho ya es rebel. Si lo ves, felicítalo.”
“
¡No te creo! Qué genial, se lo merece~ Debemos acordar una salida con Kaworu-chan y el resto para celebrarlo.”
“Pero dentro de un par de semanas, porque dudo que quieran repetir lo de este fin de semana que acaba de pasar,” Souji rio.
“
Souji-chan, tú eres el que terminó peor.”
“…Ah,” Souji suspiró. “Sólo que… no me acuerdo de nada.”
“
Eso es por el jäger,” Oikawa rio. “
Bueno, te dejo Sou-chan. Tengo que seguir con mi entrenamiento.”
“Suerte. Nos vemos, cuídate.”
“
¡Cuídate~!”
Souji regresó a la mesa, y al cruzar miradas con su pareja, sonrió de lado.
Era muy tarde para él: iba a ser niñero, una vez más.
“Ya le dije a Oikawa que tú lo ayudarás a entrenar.”
“…” Adachi se llevó una mano a la frente. “…No entiendo cómo termino accediendo a todo lo que me pides.”
“Eso se llama amor, Adachi,” dijo Akechi, sonriéndole.
Adachi gruñó, rendido.
Akechi y Souji se miraron. No pudieron contenerse ni un segundo más, e irrumpieron en risas.
Llegó al Departamento de Sistemas luego de perderse mil veces, puesto que se encontraba en una zona de la universidad a la que nunca había ido. Para los de diseño, los edificios que pasaban la facultad de Arquitectura eran zona desconocida, puesto que por los trabajos y los implementos que necesitaban, siempre andaban por su propia facultad y las aledañas que contaban con tiendas de útiles y materiales (como la de Arquitectura, por ejemplo).
A simple vista, el Departamento de Sistemas era un edificio más: como el resto de construcciones de Rizembool, crecía en altitud, con 6 pisos y una franja de jardines verticales en la fachada. Ingresó luego de observarla por unos instantes, y se dirigió al counter de la entrada.
“Eh… Soy rebel,” dijo, en voz baja. “¿A dónde tengo que ir?”
“TI, por favor,” le pidió la secretaria.
Sho sacó la tarjeta de identificación del sobre de manila que tenía en las manos. La secretaria asintió al verla, y le señaló los asensores. “Es el piso -10.”
Sho sólo le hizo caso: caminó hacia el asensor, y al ingresar, presionó el botón del piso al que quería ir. Luego de unos instantes llenos de ansiedad y emoción, los exteriores del asensor se hicieron transparentes, y le permitieron ver un inmenso laboratorio que se extendía por todo el sótano del edificio. A juzgar por el resto de botones en el panel a pocos metros de él, habían incluso más pisos debajo. Era una mini-ciudad subterránea.
“TI,” le pidió un científico ni bien las puertas se abrieron. Estaba parado al lado de una pequeña consola con una pantalla y un lector de tarjeta. Sho se acercó hasta deslizar su TI. La consola se iluminó de verde, y el científico asintió. “Sígueme, por favor.”
“Uh… ¿cuándo puedo empezar a pelear?” le preguntó Sho, caminando detrás de él.
“Aún no te han asignado HiME. Lo más probable es que sea luego del ataque planeado a Hanasaki.”
“¿Ehhh? ¿Hay un ataque?”
“Sí,” el hombre dobló en una esquina, y luego, caminaron por un pasillo. Todas las puertas estaban cerradas, por lo que no podía ver qué sucedía dentro. “Pero no te preocupes por eso ahora,” el científico se detuvo en frente de una habitación. Abrió la puerta, y le pidió a Sho que ingrese.
Era una pulcra estancia de paredes blancas, igual de deprimente que los interiores de un hospital. Habían dos camillas en el centro, junto con unos utensilios en una mesa de ruedas. Al otro extremo del cuarto, podía ver un lavabo y varios estantes y cajones.
“¿Estás enterado del proceso?”
“No, realmente.”
“Sólo debemos inyectarte la tecnología. Por la anestesia, no sentirás nada, pero inmediatamente caerás inconsciente por un par de horas. Ese es el tiempo que demora en adaptarse a tu cuerpo.”
“Mm,” Sho asintió. “Estoy listo, entonces.”
Unas enfermeras ingresaron para prepararlo: Sho tuvo que colocarse boca abajo en la camilla.
Pensó que sería capaz de durar durante la operación, pero la inyección de la anestesia lo privó en cuestión de segundos, y perdió el conocimiento.
Cuando volvió en sí, se percató del cambio de estancia: estaba en una sala inmensa, llena de camillas de reposo. La ausencia de ventanas, sin embargo, hacía del lugar un ambiente un poco más tétrico.
No tuvo tiempo de observar sus alrededores, porque hubo algo que captó su atención inmediatamente: la persona que se encontraba en la camilla aledaña a la suya, revisando su celular calmadamente.
“¡¿Todoroki?!” Sho no cabía en su asombro: juzgando por la reciente marca en su nuca, él también era un rebel.
“Buenas tardes,” lo saludó el taciturno muchacho de cabellos y ojos bicolores. No había oído mucho de él luego de la fiesta de la facultad de derecho, donde Todoroki puso su casa para la celebración de inicio de ciclo realizada por el comité estudiantil de su facultad. Como todas las fiestas de derecho, había sido un éxito rotundo, aún a pesar de los estragos causados por unos rebels borrachos y el completo desmadre que ocasionaron los invitados. Si bien recordaba que él y el grupo que se había formado ese día ayudaron al anfitrión con la limpieza, dudaba que la ostentosa mansión de Todoroki haya quedado intacta luego de esa fiesta. “Nos encontramos en los lugares más bizarros, Minazuki.”
“No esperaba que tú quisieras ser rebel.”
“Fui uno de los convocados, de hecho. No quise acceder en un inicio porque tengo un amigo en Hanasaki que le preocupa mucho el conflicto… pero me convenció la charla con uno de los encargados. Me da curiosidad el límite de nuestros poderes.”
“Lo haces por… ¿investigación?”
“Sí. Ni bien se torne muy peligroso, renunciaré,” Todoroki tocó la cicatriz en su nuca. “…Según el personal, la cicatriz se borra en unos días.”
“Ah.”
“¿Tú por qué querías ser rebel?”
“Era algo que yo y mi hermano acordamos en hacer juntos… Postulamos al mismo tiempo, pero sólo él consiguió el puesto.”
“Pero finalmente lo conseguiste.”
“Sí…” Sho hizo una pausa muy breve. “¿…Tú también tienes que entrenar con las unidades de combate?”
Shouto asintió. “Así lo establece el itinerario que me dieron. Oh, tu morral está ahí, por sea caso,” y señaló a una mesa apoyada en la pared de en frente, donde estaban su morral y el sobre. Además, al lado, estaba la mochila de Todoroki.
“¿Hace cuánto estás despierto?”
“Unos veinte minutos. La enfermera me dijo que regresaría en breve para llevarnos a la zona de entrenamiento.”
“…Espero que se apure, porque me aburro,” dijo Sho. “Y… ¿has intentado convocar poderes?”
“Sí,” Shouto dejó su celular en la camilla para alzar ambas manos. En una se formaron pequeños cristales de hielo, mientras que de la otra emanó una pequeña llama de fuego. “Supongo que debo practicar para poder producir más intensidad… y poder controlarlos mejor.”
Sho observó su mano derecha. Por más que intentó, nada salio de esta.
“…Estuve a punto de quejarme de los entrenamientos con las unidades de combate pero siento que los necesito,” dijo Sho, derrotado.
“Yo igual.”
La puerta se abrió de golpe, y una enfermera ingresó con prisa. Al notar que ambos estaban despiertos, caminó hacia ellos.
“Ah, al fin,” dijo Sho.
“Síganme, por favor.”
Sho y Todoroki se levantaron de sus respectivas camillas, y recogieron sus cosas antes de salir de la habitación junto a la enfermera.
La patrulla se detuvo a unos metros del callejón, hasta estacionarse al lado de la vereda. Jason apagó el carro, y luego, él y los mellizos Takakura salieron de este y caminaron hacia las cintas policiales que sellaban el pasaje.
Las luces de otras patrullas pintaban de tonalidades azules y rojas las paredes de la tétrica escena que, si bien era un espectáculo en las aburridas vidas de los transeúntes y civiles que pasaban por ahí, en el caso de Jason Kogane, formaba parte de su día a día.
Como le divertía saber que el mocoso de Akechi andaba verde de la envidia, y justo por casos como el que tenía en frente. Había sido difícil, pero su influencia parecía haber llegado al Mayor antes de lo que esperó. Hasta el otro sargento tuvo que ceder: Jason estaba destinado a recibir los mejores casos y nada ni nadie podía cambiar eso.
En el trayecto a lo más profundo del callejón, varios oficiales lo saludaron, y hasta reconoció a un par de forenses con los que siempre trabajaban. Jason y sus subordinados se detuvieron en frente del cuerpo, y uno de los policías se le acercó.
“Buenas noches, Sargento,” lo saludó. “Detectives,” y miró a los hermanos.
Los tres asintieron en silencio, observando los alrededores, hasta que posaron sus ojos en la sábana negra en el piso, que delineaba los contornos del cuerpo.
Kanba fue el primero en hablar. “Los detalles, por favor.”
“El cuerpo fue hallado hace media hora por uno de los vecinos del edificio aledaño,” el oficial se agachó para levantar la sábana. Se trataba de una joven, en sus veinte, con quemaduras de segundo grado y cortes por todo el cuerpo. Una herida profunda atravesaba su pecho, y las laceraciones que portaba habían sangrado hasta secarse en su ropa.
Shouma inspiró aire y desvió la mirada a un lado, ignorando las arcadas que sintió al ver a la chica. A su lado, Kanba rio.
“La misma reacción de siempre,” comentó, entre risas. Jason se le sumó.
“Rookie, no hay nada que hacer. Shouma, deberías aprender de tu hermano.”
“¡No es mi culpa que no tenga estómago para esto!”
“No entiendo cómo te metiste a la fuerza policial, entonces,” comentó Jason.
“Exacto,” dijo Kanba.
Jason se agachó, hasta arrodillarse al lado del borde de tiza que habían dibujado alrededor de la chica. Se quedó contemplando cada detalle de la escena, y volvió a alzarse al cabo de unos segundos.
Jason se giró hacia los Takakura. “¿Qué opinan?”
“Hay laceraciones que me parecen muy bizarras,” dijo Shouma, y señaló a una en el cuello de la víctima. “Los bordes están quemados. Es como si el arma del asesino fuese un cuchillo ardiendo en llamas. No tiene sentido.”
“Sí. La mayoría de quemaduras tienen la forma de cada corte,” confirmó Kanba.
“Si lo notan, sus brazos y piernas tienen cicatrices de quemaduras y cortes parecidas a las más recientes. Parece que no sólo se limitan a su muerte, sino que fueron recurrentes antes de esta,” dijo Jason.
“El médico forense nos explicará acerca de eso,” dijo Kanba.
“¿La han identificado?” le preguntó Jason al oficial.
“Nao Shiraishi, estudiante de derecho de la Universidad Hanasaki. Su tarjeta de identificación estaba entre los documentos de su billetera. Toda la evidencia la llevaremos a la morgue, podrán revisarla junto a la autopsia.”
“Okay,” dijo Jason, y se giró hacia la entrada del callejón, caminando rápidamente.
“¿No hay nada relevante acerca del lugar?” preguntó Shouma, a la vez que lo seguía junto a Kanba.
“Acá no murió,” dijo Jason. “No hay sangre en el piso.”
“Oh, cierto,” dijo Shouma.
“Debemos ir a hablar con su familia y su círculo de amistades.”
“Eso tendrá que esperar a mañana… primero, la autopsia,” dijo Jason. Al pasar, por el lado de dos oficiales, les habló: “Trasladen el cuerpo a la morgue lo más pronto posible. Necesito el reporte, máximo en una hora.”
“Entendido,” dijeron al unísono los dos oficiales.
Jason y los Takakura llegaron a la patrulla, y se subieron en cuestión de segundos. Por las ventanas, observaron cómo los forenses y algunos oficiales llevaban el cuerpo en una camilla.
“¿Por qué tan apurado?” preguntó Kanba, curioso. Jason no era de tomarse su tiempo con los casos, pero ese día parecía particularmente empeñado en avanzar a una velocidad mucho mayor que la normal.
“Tengo el ligero presentimiento de que si no solucionamos esto ya,” Jason prendió el motor. “Narumi y Akechi van a apoderarse de este caso.”
“¿Por qué? Te lo dieron a ti,” comentó Shouma.
“Sí,” Jason retrocedió un poco para salir del lugar en el que se habían estacionado. “Pero cuando son asesinatos, el Mayor hace caso omiso a las preferencias a la hora de distribuirlos. Este es uno de los casos que típicamente le da a ese par.”
“¿Por qué lo dices?”
“Las víctimas siempre son estudiantes. Siempre,” dijo, mientras se abría paso en la avenida. “Por eso debemos actuar ya.”
“Te seguimos, Kogane,” a través del diminuto espejo central de la patrulla, Jason pudo notar lo decididos que se veían sus subordinados.
“Perfecto,” Jason sonrió de lado.