Uhh finalmente termino, tomó más tiempo del esperado. A preparar el siguiente...
49.2.
El sendero de piedras que siguieron era un camino sucio y descuidado, ya que había partes en las cuales crecían arbustos, o se observaban unas ocasionales y colapsadas barandas. Sin embargo, era un camino simple de seguir al no encontrarse húmedo ni tener pronunciadas pendientes, y no les faltaba mucho para llegar al lago.
Durante el camino, pudieron disfrutar del canto de distintas especies de aves y del buen clima mientras recibían sombra de los frondosos árboles de la zona. Como el sendero era estrecho, todos formaban una fila y se habían hecho pequeños grupos de personas, quienes conversaban entre sí sobre distintas curiosidades o temas de interés.
“El bosque es encantador, aruji,” comenzó el arma, quien pese a verse a gusto dio un suspiro y se encogió de hombros. “No me gustan paseos de este tipo, pero al menos comprendo que no requiere de ensuciarnos ni mucho esfuerzo.”
“Heh, puedo decir que por eso me gusta también,” Cho sonrió entretenida.
“¡Pero ensuciarse y gozar es la mejor parte!” exclamó Marisa, con una amplia sonrisa. “¡Vamos! ¡Eres una HiME y te vendría bien acostumbrarte!”
“N-no creo que sea necesario, gracias…”
“Sin embargo, no es una mala idea,” Youmu alzó su mirada y observó las ramas que se extendían sobre ellas. “Esos árboles son lo suficiente fuertes como para aguantarnos y el terreno que nos rodea no es muy accidentado. Haría bien como un lugar de entrenamiento.”
“Si algún día te animas a organizarlo, te estaría muy agradecida,” dijo Reimu. “Me vendría muy bien un entrenamiento de agilidad y también tan cerca del templo.”
“Sé que eres una buena corredora, pero sí puedo enseñarte algunas pautas sobre cómo lidiar con obstáculos, entre otros,” Youmu asintió. “Y ahora es más importante que nunca por ser HiME.”
“Pero ya somos tres en nuestro grupo. Podemos apoyarnos mutuamente,” dijo la miko.
“Además que cuentan con dos senpais, ¿no?” Marisa miró a Cho.
“Ehh, p-pienso que Youmu me gana en prácticamente todo lo que envuelve ser HiME,” se apresuró a decir la peliceleste, torturada.
“Pero tú posees experiencia y conocimiento, aruji,” le insistió Kashuu, con leve reproche. “No voy a dejar que te rebajes tan fácilmente.”
“Kashuu tiene razón,” Youmu asintió. “Sé que hay muchas cosas que puedo aprender sobre este enfrenamiento de ti.”
“H-haré lo que pueda para ayudarlas…” Cho dio un suspiro. Temía que sus nuevas compañeras tuvieran expectativas muy altas.
“Haha, no te desanimes tan rápido,” Marisa le dio unas palmaditas en el hombro. “Y dije senpais porque yo también puedo apoyar. No seguiré siendo HiME, pero todavía me queda la sazón.”
“Es bueno saber que puedes hacer más que ser polizonte y ayudante de limpieza,” comentó Reimu, con una sonrisa traviesa.
“¡No te burles de tu senpai, miko mala!”
“Uhh, ¿cuánto falta para llegar?” Tomo frunció el ceño, molesta. “¿Por qué mi maldito grupo de amigos no disfruta de un sábado en casa donde ven películas y piden pizza a domicilio?”
“De nuevo, no tenías que venir,” Roxas negó. También se preguntaba qué había hecho que Tomo se juntara con su grupo en vez de seguir a Osaka o a las HiMEs como siempre lo hacía.
“¡Hahaha! Estoy seguro que Mai se anda preguntando exactamente lo mismo,” comentó Tsurumaru, entretenido. “Pero es bueno que salgas y vivas tu juventud mientras puedas.”
“Eso suena raro viniendo de alguien de tu edad,” Tomo le miró con desconfianza. “Ni que fueras un tsukumogami de siglos de antigüedad para hablar de ese modo.”
“Haha, eso fue muy específico, pequeña,” se animó. “Felizmente que no, de lo contrario no sé qué habría hecho con tanto aburrimiento acumulado. Yo personalmente disfruto de estar aquí.”
“Este bosque ha resultado muy agradable,” Horikawa sonrió ampliamente. “Amaría saltar entre las ramas y correr por los árboles.”
“Urashima y tú podrían quedarse haciendo eso todo el día sin aburrirse,” Nagasone sonrió con leve gracia. “Este lugar sí me recuerda a casa. La residencia principal de los Kotetsu está rodeada de bosques, después de todo.”
“Por lo que he oído, suena a que es un lugar grande e increíble,” dijo Roxas, pensativo.
“Espero que puedas ir a visitarlo pronto. Sé que te sorprenderás gratamente,” comentó Horikawa.
“Eso tenemos que verlo con nuestro padre. También depende de ti, ya que el viaje significaría que conocerías a toda la familia,” comentó Nagasone. “Si bien nosotros somos los centrales, tenemos muchos parientes.”
“Cierto…” se incomodó.
“Tú eres el hermano desaparecido por muchos años, ¿no? Ya puedo comprender esa inquietud dibujada en tu rostro,” Tsurumaru se encogió de hombros.
“¿Cómo lo sabes?”
“Tu prima Osaka se lo dijo a todos por Whatsapp. Entre ello y la búsqueda de Horikawa y tu hermano menor por Rizembool pude hacer la conexión,” contestó tranquilamente. “Pero yo que tú no me hago líos. Será raro, pero la familia es sorprendentemente cálida y reconfortante. Mientras menos pienses sobre ir a conocerlos, será mejor.”
“Puede que tengas razón…” Roxas negó al recordar nuevamente lo escandalosa y comunicativa que era su prima, y todavía le costaba creer que los rumores de la revelación no le llegaron antes de que el mismo señor Kotetsu se apareciera frente a él.
“Bien dicho,” Nagasone asintió, complacido. “Mi familia es un poco complicada en ocasiones, pero en el fondo somos muy unidos y hacemos lo que podemos para exaltar nuestro apellido. Por ello mismo, sé que estarán muy contentos de finalmente conocerte, Roxas.”
“Usted también debe tener una familia muy unida,” concluyó Horikawa, dirigiéndose al peliblanco con muchos ánimos.
“¿Yo? Haha, no, lo decía por un tipo que conozco que tiene un montón de hermanos,” Tsurumaru sonrió con ironía. “Cuando pasa tiempo con ellos, es menos desagradable de lo usual, y sé que su familia es muy funcional.”
“Entonces asumo que tu familia no es tan ideal,” Tomo alzó una ceja.
“Tampoco puedo decir eso,” el peliblanco ensanchó un poco su sonrisa, con leve nostalgia. “Es sólo que yo no tengo parientes. Soy el único con mi apellido. Por eso no sé cómo funcionan las familias, aunque observando a otros me puedo dar una idea.”
“¿Eh?” Horikawa se alarmó por esa tan casual revelación de su parte. Intercambió miradas con Roxas, sin saber qué observarle.
“¡Hahaha!” al final fue Tsurumaru quien disipó esa tensión. “¿Qué sucede? ¿Les inquieté por lo que dije? Heh, no es un tema sensible para mí, así que no le presten atención. Sólo olvídenlo.”
“Eres un bicho raro,” dijo Tomo, extrañada.
“No lo puedo negar,” se encogió de hombros con un gesto de humildad, cuando entonces recordó algo y miró a Nagasone. “Oh, ahora que lo pienso, tu familia es esa famosa familia Kotetsu. Recuerdo que tu hermano menor lo mencionó cuando le conocí en su visita a Rizembool.”
“Sí, ¿por qué lo mencionas?”
“El pequeñín pelicenizo que está caminando hacia el frente ha comenzado un entrenamiento con quien vendría a ser tu padre, si no me equivoco,” Tsurumaru miró a Hotarumaru que estaba al pendiente de una incómoda conversación entre Mai y Aizen.
“Oh, recuerdo que el señor Kotetsu me comentó que iba a instruir a un estudiante de Rizembool bajo un pedido especial de un antiguo colega,” dijo Horikawa.
“¿En serio?” Roxas se confundió.
“También me lo dijo, aunque me sorprende que se trate de ese pequeño,” Nagasone se impresionó notoriamente. “Él debe ser un joven muy fuerte y con talento para las oodachis. De lo contrario, mi padre no le prestaría atención.”
“Has descrito a Hotaru-bou muy bien,” confirmó Tsurumaru. “El pobre ha andado a la expectativa de las lecciones ya que tu padre le dijo que iba a probar su valor antes de ser su instructor permanente. Ello parece que lo ha intimidado un poco.”
“A cualquiera lo intimidaría,” el Kotetsu mayor asintió, sonriendo con ironía. “Podría hablar con el pequeño para levantarle la moral.”
“Es muy lindo, ¿no te parece? Su nombre es Kamekichi,” dijo Urashima con muchos ánimos mientras presentaba su tortuga a Yukko, quien había sentido mucha curiosidad. El chico le extendió su mascota con una amplia sonrisa. “Adelante, puedes agarrarlo.”
“¿E-en serio?”
“¡Sí! ¡Verás que es una tortuga muy amigable!” asintió y le entregó a Kamekichi.
“Heh, sí es lindo. Nunca había visto una tortuga en vivo anteriormente.”
“Uhh, te estás perdiendo de mucho,” comentó Osaka, impresionada. “Tienes que aprovechar esta oportunidad única.”
“¡Estoy de acuerdo!” exclamó el rubio. “¡Entonces tienes mucho de qué hablar con Kamekichi! Puedes cuidarlo por un rato.”
“Oh, eh, gracias,” sonrió torpemente. No había esperado recibir esa invitación y se le hacía un poco raro, aunque sí le gustaba poder lidiar con un animal tan tranquilo y dócil.
“¡Es un gusto! Kamekichi también tiene que conocer a más amigos, ¡y qué mejor momento que este paseo con tantas personas!”
“¡Te digo que sí! ¡Estoy muy consciente del mensaje que Aizen Myou’ou tiene que enseñar!” exclamó Aizen al costado de ellos, quien continuaba discutiendo con Mai.
“Eres un pequeño. No sabes lo que dices,” ella negó, inmutada.
“Por favor, no se peleen…” entre los dos, Hotarumaru se veía un poco preocupado.
“¡Soy muy maduro para mi edad! ¡Y también una persona dedicada y espiritual!” el pelirrojo se enfadó más al ver a la otra negar. “¡Oye! ¡No me subestimes! ¡Eres tú la que no sabe!”
“Te equivocas,” le recalcó, mirándole de reojo. “Soy budista. Conozco bien a ese personaje, y pienso que te faltan años para comprenderlo bien y para desligarte de los placeres de la vida.”
“Uhh, vamos, ya no se anden peleando,” les pidió Urashima, un poco desanimado.
“Y tú tampoco eres precisamente desligada, Mai…” Yukko sonrió incómoda. “Andas con el interés de cazar un pato y también te gustan mucho las cosas adorables.”
“Sí, no niegues tus vicios terrenales, Mai-chan,” observó su prima.
“Me avergüenzan …” Mai negó cadenciosamente. “Es cierto, de todos modos, soy una humana imperfecta que no ha alcanzado el nirvana, pero me resultará imposible mientras tenga a seres tan hermosos y adorables como Hotarumaru a mi costado.”
“Mai-neechan…” este ladeó su cabeza.
“¿Qué dices?” Aizen se extrañó. “¿Y por qué andas llamándole nee-chan a esta loca, Hotaru?”
“Me lo pidió,” el pequeño dio un suspiro. “En serio, no se peleen…”
“Necesito el constante recuerdo de la hermosura presente en este mundo y Hotarumaru me está haciendo un gran servicio,” comentó Mai, cruzándose de brazos. “Luego de conocer a sus otros amigos y notar que ellos no son adorables, me siento muy decepcionada de la humanidad. Espero que Hotarumaru tenga a otros amigos tan adorables como él que conocer, pero estoy empezando a entender que pido demasiado…”
“Qué rara eres,” Aizen se encogió de hombros. “Al menos veo que no te has dejado llevar por la apariencia de Monaca y yo tampoco me llevé una buena impresión de Nagisa cuando lo conocí por primera vez.”
“…” Hotarumaru estaba un tanto nervioso al notar cómo su hermano estaba de acuerdo con algunos puntos negativos de Mai.
“Soy lista y despierta, no me engañan con facilidad,” Mai asintió, y entonces miró a Hotarumaru y le revolvió los cabellos. “Pero está bien, porque preciosidades como este pequeño son tan raras como las perlas, y me alegro de haberme topado con una.”
“Hehe, me alegro mucho por ti, es bueno para el alma,” Osaka asintió. “Muchas gracias por cuidar de mi prima, pequeño~”
“Eh, uhm…” Hotarumaru se puso a pensar sin saber qué decir a esas palabras, y su reacción resultó mucho más adorable que hizo que Mai esbozara una pequeña y cálida sonrisa.
“Uhh…” por su lado, Aizen sintió escalofríos. “No andes aprovechándote de Hotaru así, es raro. Ya pareces una pedófila.”
“…” Mai dejó su acción de inmediato y miró al pelirrojo con unos ojos nulos que claramente albergaban un gran odio.
“Mo…” el pelicenizo se sobresaltó.
“¡Ihh!” Yukko se asustó y se escondió detrás de Urashima.
“M-Mai-chan, tranquila, por favor,” Osaka también se alarmó. “Es sólo un niño…”
“Por respeto a Hotarumaru, no te haré nada,” Mai negó y le miró con gran intensidad. “Eres un irrespetuoso, y nada adorable en lo absoluto. Desconoceré tu existencia en mis alrededores en lo posible precisamente por lo tan no lindo que eres, mocoso.”
“Y tú eres una tremenda loca. ¿Qué tienes con todo eso de lindo y adorable?” recalcó Aizen. Los dos terminaron mirándose con odio mientras chispas se originaban en el aire.
“¡Ya dejen de comportarse así!” reclamó Hotarumaru, quien se ofuscó y les llamó la atención agitando sus puños verticalmente. Él hizo un puchero. “¿Por qué no pueden llevarse bien?”
“Mai-chan, sé más amable, por favor…” dijo Osaka, preocupada.
“Se ve que son personas con ideas muy distintas, pero tienen que hacer un esfuerzo en comunicarse,” comentó Urashima, con una sonrisa. “Si siguen peleando tan obstinadamente sólo se van a lastimar a sí mismos. ¡Aparte que yo estoy esperando ser amigo de todos!”
“Hehe, es una buena meta,” Yukko asintió.
“No que no quiera, pero algo me da a entender que esta chica está siendo difícil a propósito,” reportó Aizen, frustrado. “¿Acaso está asociado a eso de que no soy lindo o lo que sea?”
“En parte, pero soy complicada con todo el mundo,” Mai se encogió de hombros, inmutada. “Yo soy más bien amable con las personas que sí pienso son adorables. De lo contrario, no esperes un trato especial de mi parte. Y no te lo tomes personal.”
“Uhh, es difícil no tomárselo personal…” se lamentó Yukko, cabizbaja.
“Por ejemplo, Ayumu aquí presente siempre fue adorable pese a ser un año mayor que yo, y por ello soy más paciente con ella.”
“Eso es cierto~” canturreó Osaka.
“Y tú te ves todavía adorable pese a estar en la universidad,” comentó Mai a Urashima, mientras le miraba juiciosamente. “Sí, pareces un pequeño que irradia positivismo y ama a toda la humanidad. Eso es adorable. Por ello me limitaré a hacer bullying sólo a tu hermano perdido.”
“Ehm, gracias, pero trata de no ser mala con Roxas-niichan, por favor…” el chico sonrió incómodo por esa mención de que era adorable.
“Temo que no vayas a ser amable con el resto de mis amigos tampoco, Mai-neechan…”
“Dependerá de lo lindos que sean.”
“…me da la impresión que tú no me pasarías si no te pareciera adorable…” dijo el pelicenizo con cierto aire de tristeza.
“Te querría menos, como mínimo,” Mai asintió.
“¡Oye, Mai!” Yukko se alarmó por oírle decirlo tan libremente.
“Ehh…” y efectivamente los demás vieron que Hotarumaru se quedó en shock y bajó su mirada movido y entristecido.
“H-Hotaru, no le tomes tan seriamente…” Aizen se preocupó y le agarró de un hombro, para sonreírle un poco. “Vamos, tú eres mucho más de lo que pareces. ¡Todos lo sabemos!”
“¡Bien dicho! ¡Es muy cierto!” Urashima levantó su pulgar.
“Mai-chan…” Osaka frunció el ceño a su prima, quien ya de por sí se notaba mínimamente confundida y afectada por el impacto que sus palabras tuvieron en su pequeño.
“Discúlpame, Hotarumaru,” le dijo. Era evidente que Mai no había hecho el switch de no ser cruel con su cosa adorable favorita. “Eres mi amigo predilecto de la universidad, y no sólo lo digo porque eres adorable. Confía en mí.”
“…” el pequeño le miró afligido y con una pizca de incomprensión, y terminó asintiendo. “No deberías tener favoritos, Mai-neechan.”
“Soy humana, y por ende me es imposible no tener favoritos,” asintió. “Entre tu hermano y tú, tú serías mi favorito, por ejemplo.”
“N-no necesitabas decirlo,” Aizen entrecerró sus ojos.
“Mai-neechan…” Hotarumaru negó, frustrado.
Entonces, todos finalmente llegaron a un espacio abierto a orillas del lago. Dicho cuerpo de agua tenía un tamaño mediano y alongado, el cual recibía un pequeño riachuelo proveniente de una cascada que yacía más adelante. Había plantas acuáticas hacia esquinas, recibía bastante sombra de árboles y se apreciaban muchas aves habitar el ecosistema. También confirmaron que había un grupo de tortugas silvestres, el cual descansaba en piedras que sobresalían del agua superficial en la orilla.
“¡Más tortugas! ¡Qué genial!” Urashima corrió donde ellas y las miró de cerca con ojos destellantes. “¡Ahhh, qué lindas y son de la misma especie que Kamekichi! ¡A jugar!”
“Urashima, no las fastidies, por favor,” le pidió Horikawa, pacientemente.
“Uhh, sabes que esa no es mi intención…”
“Este me parece un buen lugar para armar el picnic,” dijo Reimu. “Tenemos mucho espacio y una buena vista.”
“Estoy de acuerdo, acá podemos desempacar,” Marisa se sacó lo que cargaba de encima, lo cual en su mayoría eran las telas donde apoyarían todo, entre otros utensilios.
“Si bien estoy de acuerdo en este sitio, ¿no creen que es muy temprano para comer?” preguntó Tsurumaru, mientras reposaba lo que había estado cargando a sus pies. “Pienso que tenemos tiempo para dar una vuelta. Todavía no siento hambre.”
“Sí hay varios caminos que seguir, pienso que es una buena idea,” comentó Cho, pensativa. “El camino de la izquierda lleva hacia la cascada, y el de más a la derecha a un mirador natural donde se ve la ciudad. Los caminos de en medio son para continuar por el trayecto en el bosque, y no los conozco, en verdad…”
“Lo mejor sería irnos por lo que conocemos, aruji,” dijo Kashuu con leve incomodidad. “No me gustaría perderme por el bosque.”
“Tampoco podemos aventurarnos mucho,” opinó Youmu. “Sería lo mejor tener un almuerzo rápido para regresar lo antes posible. Si la noche cae antes de llegar al templo, estaríamos en problemas. No habría visibilidad y no sé qué animales viven por aquí.”
“¡Ohh, pero veríamos las luciérnagas!” Hotarumaru se emocionó. “Hehe, son una de mis cosas favoritas del verano.”
“El camino no es muy firme como para caminar en la oscuridad, Hotaru. Otro día vamos a buscarlas,” dijo Aizen. “Aunque tampoco creo que haya mucho que hacer como para arriesgar quedarnos hasta la noche. Sólo estuvimos caminando poco más de una hora.”
“Pero el camino de ida fue pendiente hacia abajo,” dijo Roxas. “De regreso será más pesado y nos tomará más tiempo.”
“Uhh, tienen razón,” Yukko dio un suspiro. “Ya ando cansada de la ida.”
“Como Hanasaki-chan no me sorprendes,” Mai asintió, cruzada de brazos.
“Ya que estamos aquí, sería un desperdicio no pasear un poco más,” opinó Nagasone. “Podemos detenernos a revisar el mapa para asegurarnos de no tomar mucho tiempo.”
“Sí, y también ponemos una hora de regreso o nos podemos distraer,” Osaka sonrió.
Así, la mayoría se sentó encima de las telas puestas sobre el suelo para mirar el mapa y reconocer los senderos disponibles. Por su parte, Yukko prefirió no participar en esa actividad ya que seguía cansada de la ida, y decidió que tomaría ese break para descansar mientras los demás paseaban antes de almorzar. Ella optó por acercarse a las tortugas, y así también apoyó a Kamekichi en la orilla del lago, el cual caminó con mucha lentitud y curiosidad por sus nuevos alrededores. Yukko sonrió. Le gustaba esa mascota tan tranquila y pacífica.
“¡Ohh, excelente idea!” Urashima terminó por darle el alcance. “¡Kamekichi seguramente está muy a gusto por llegar a este lago! ¡Espero que se haga amigo de las demás tortugas!”
“Hehe, veo que te gustan las tortugas.”
“¡Un montón! ¡Son geniales y divertidas y amigables y no pueden ser subestimadas!” exclamó, y levantó un índice para marcar el último punto. “Hablo en serio. Kamekichi es más rápido de lo que parece. A veces no me doy cuenta, pero ha dado la vuelta por una esquina y desaparece de mi vista. Siento que tengo mucho que aprender de mi mascota.”
“Hehe, te llevas muy bien con él, ¿no es así?”
“Es mi gran acompañante y siempre me presta atención y me escucha, además que ya se acostumbró a quedarse quieto en mi hombro. Me tomó tiempo entrenarle.”
“Seguramente…” sí, esa tortuga debía ser muy tranquila ya que el chico se notaba hiperactivo y movido, y cualquier animal se asustaría de estar sobre su hombro.
Entonces, ellos vieron que unas cuatro personas se les acercaron.
“Dijiste que te ibas a quedar a descansar,” dijo Mai a Yukko.
“Sí…”
“Yo me quedo contigo.”
“¿En serio? ¿Por qué?”
“…” Mai volteó su mirada momentáneamente para confirmar que la miko ya se había ido por el sendero que había escogido. “Este es el mejor lugar para cazar al pato. Esperaré el momento.”
“M-Mai…” Yukko frunció el ceño.
“Intenta no dañar este ecosistema, por favor…” le pidió Hotarumaru, quien se notaba un poco incómodo y meditativo.
“Oh, ¿qué sucede?” le preguntó Urashima, sonriente. “Anímate. Una sonrisa en el rostro te queda mucho mejor.”
“Ehh…” entonces, el pelicenizo le miró y volvió a bajar su cabeza, avergonzado. “Perdón, no supe quién eras…”
“¿Eh? ¿De qué hablas?” se confundió.
“Tsurumaru nos dijo que el señor Kotetsu está entrenando a Hotarumaru,” informó Horikawa.
“¡Woah, ¿en serio?!” el rubio se quedó boquiabierto, lo cual apenó más al menor, aunque Urashima rápidamente se alegró. “¡Eso dice que eres muy fuerte! ¡Qué buenas noticias! ¡Hehe, mi papá sólo entrenaría a alguien con verdadero potencial!”
“Es posible que no tenga dicho potencial, todavía tengo que probarme ante él…”
“No te tomes ese desafío tan seriamente,” le aconsejó Nagasone, con un tono fraternal. “Urashima, vamos a dar una vuelta con este pequeño. Tenemos que alentarle un poco.”
“B-bueno, pero…” él miró hacia las tortugas. “Había esperado jugar con ellas…”
“Las tortugas no se van a ir a ningún lado. Es sólo una vuelta,” dijo su amigo.
“Ya, entonces regreso lo antes posible,” asintió y se dirigió a Yukko. “¿Podrías vigilar a Kamekichi mientras no estoy? Espero que mi mascota pueda divertirse un montón.”
“No te preocupes, pensaba quedarme justo aquí,” asintió, comprometida.
“¡Gracias, ahora vuelvo!”
De ese modo, ellos partieron a tomar uno de los senderos del bosque. Yukko apreció el silencio de la naturaleza que le rodeaba y aspiró el aire fresco mientras escuchaba cantos de aves cercanas. Tenía el privilegio de disfrutar de una sombra cortesía de un frondoso árbol y una refrescante brisa. Pese a la interminable escalera camino al templo y el camino para llegar, podía decir que sí disfrutaba del paseo.
“Te ves muy distraída,” comentó Mai, quien estaba sentada en el punto de picnic donde todos habían dejado sus equipajes, en plena acción de cargar su rifle.
“M-Mai, no perturbes esta hermosa escena…”
“Somos depredadoras por nuestra institución, Hanasaki-chan. Ya vendría a ser hora de que te acostumbres a ello.”
“Siento que usas a Rizembool de excusa demasiadas veces.”
“Quizás, pero mis palabras siguen siendo ciertas,” asintió, convencida. “De todos modos, todavía no veo a patos. Tendré que permanecer vigilante.”
“Uhh, no quiero que lastimes a nada, Mai. Piensa en las tortugas.”
“Las tortugas no comen patos. No son mis enemigas.”
“E-ehh… no en ese sentido, sabes a lo que me refiero…”
“…” Mai terminó de cargar su rifle y lo cerró, para entonces mirar hacia las tortugas y verse mínimamente intrigada. “Hablando de ellas, ¿les has estado prestando atención?”
“¿Eh?” en ese momento, Yukko se giró justo para ver cómo todas las tortugas, Kamekichi incluido, se sumergieron en el agua turbia del lago y nadaron hacia las profundidades. “¡AAHHH! ¡EHH! ¡¿Q-qué?!”
“…” Mai dio un suspiro.
“¡I-imposible! ¿Cuándo llegó al agua?” se agarró su cabeza, horrorizada. “¡No puede ser! ¡Kamekichi! ¡Kamekichi!” Yukko vio a una tortuga emerger y dio un suspiro aliviada, cuando entonces vio a otras dos que intercambiaron miradas con la primera y las tres se volvieron a sumergir para seguir nadando. “¡AAAAHHH! ¡Kamekichi, nooo!”
“Llamando a una tortuga como si fuera un perro que obedece,” Mai negó impaciente. “He perdido todo el respeto que te tenía, Yukko.”
“¡No me hagas sentir peor! ¡Y son de la misma especie! ¡¿Qué voy a hacer?!”
Y fue así que el relajante descanso de Yukko llegó a su fin.
Los que iban a pasear por los alrededores se terminaron dividiendo en tres grupos que siguieron caminos distintos. Cho se había animado a visitar la cascada y fue con su grupo usual, más un visitante.
“Creo que comienzo a sentir la garúa, no estamos muy lejos,” comentó Tsurumaru, animado.
“Oh, y quizás también se oye la caída del agua… aunque las aves están cantando muy fuerte como para notarlo…” Osaka se puso a pensar.
“¿Por qué te pones pensativa? Sigamos caminando nada más,” Tomo se impacientó.
“Aruji, ¿por qué nos habrá seguido este extraño?” preguntó Kashuu en voz baja, cerca de Cho. “Sé que se ve pacífico, pero es inesperado.”
“E-está bien, no siento que nos tengamos que preocupar,” Cho sonrió incómoda.
“Espero que tengas razón…” Roxas negó, frustrado.
“Oigan, estaré acompañando a sus simpáticas amigas, pero les puedo oír,” Tsurumaru se volteó para mirar a los tres menos entusiastas del paseo con una sonrisa cansada. “No les culpo por dudar de mí, pero ya me expliqué previamente.”
“Sí, eh, siento las molestias,” Cho hizo una breve reverencia.
“No, descuida, no hablaba sobre ti,” el mayor se encogió de hombros. “Vine porque buscar la catarata suena a lo más divertido que hacer con este tiempo muerto, y quedarme con mis kouhais en el punto de encuentro habría sido muy aburrido, aunque quién sabe si algo interesante ya se encuentra ocurriendo por ahí.”
“Oh, seguro que Mai-chan ya cazó el pato,” Osaka asintió convencida mientras los demás le miraron un poco confundidos.
“O tal vez esa Hanasaki-chan cumplió con su promesa de caerse a algún lado y ensuciarse,” comentó Tomo, indiferente.
“¡Hahaha! Muy cierto, a mi estimada Hanasaki-chan le pasan todas las calamidades,” el peliblanco rió. “Pero también vine porque sigo teniendo mucha curiosidad sobre un arma que tiene vida. Hanasaki se lleva toda la emoción del asunto.”
“No tengo nada realmente interesante que decir,” comentó Kashuu, con leve impaciencia. “Aprecio tu curiosidad, pero aparte de transformarme en un arma y compartir recuerdos con aruji, no tengo nada de especial.”
“¡Ohh! ¡Eso no lo sabía!” Tsurumaru se emocionó y se acercó bastante al arma con ojos brillantes, lo que hizo que Kashuu diera un paso hacia atrás.
“Ya pareces un depredador, detente.”
“¡Hahaha! Perdón, perdón, me es difícil esconder mis ánimos cuando me emociono. Pero en serio, pienso que es muy interesante y único que compartas tanto con tu aruji,” Tsurumaru miró a Cho. “Ya comprendo que tu arma es un compañero fácil de entender y un gran apoyo.”
“Eh, sí lo es,” Cho asintió, sonriendo.
“Bueno, en eso tienes mucha razón,” Kashuu sonrió autosuficiente. “Aruji y yo somos un equipo y juntos lograremos vencer a nuestro Rebel.”
“Siento que se olvidan de mí muy seguido,” Roxas frunció el ceño.
“Oh, ¿qué sucede? ¿Hay una rivalidad entre los dos?” Tsurumaru se vio perplejo y pasó a reírse para molestia del Key. “Hahaha, qué sorpresa. Y yo que pensaba que ustedes eran una linda y unida familia…”
“Ehm, no que sea muy gracioso…” Cho dio un suspiro, frustrada.
“Bueno, siempre va a haber drama contigo, HiME dramaqueen,” Tomo rodó los ojos.
“Tomo-chan, be nice,” le pidió Osaka con una adorable seriedad.
“Sigue cometiendo más transgresiones contra mi aruji y veré cómo expulsarte de nuestro círculo,” declaró el arma, cruzado de brazos.
“Tsk, no arremetan conmigo…” la exPrincess se alarmó mínimamente.
“¡Hahaha, pese a su disfuncionalidad, son muy entretenidos!” exclamó el peliblanco. “Está muy bien, eso me deja saber que sus días no son monótonos en lo absoluto. Me alegro por ustedes.”
“No es tan divertido como lo parece,” comentó Roxas.
“Aun así, les recomiendo que no anden peleando entre ustedes. En esta guerra, ni las HiMEs ni los Rebels tienen muchas personas con quienes pueden contar. Por ello aprovechen que ustedes están del mismo lado,” Tsurumaru sonrió con simpatía. “Son unas buenas personas. Les deseo toda la suerte que puedan tener.”
“Gracias,” Cho asintió. Ella sonrió un poco con leve incomodidad. Pese a que no podía despejar mucho esa imagen de Rebel que se había hecho del peliblanco, era evidente que ese chico no tenía ningún interés en ser un enemigo y era una persona agradable.
“Los deseos se aprecian. Puede que no seas un mal tipo después de todo,” comentó Kashuu, con una sonrisa de aprobación.
“Hahaha, ya les dije que pueden confiar en mí. En verdad soy más simple de lo que parezco,” él hizo una v con sus dedos. “Lo único que tienen que entender de mí es que odio aburrirme, y por ello siempre estoy intentando entretenerme. Por ello mismo les aseguro que sólo tengo buenas intenciones con ustedes.”
“¡Comprendido!” exclamó Osaka, con mucha alegría.
“La diversión también se puede prestar para cosas malas, pero, en fin, no soy la HiME,” Tomo se encogió de hombros.
“Ehh…” Cho miró a la exPrincess de reojo.
“Oh, ¿eso de allá es la catarata?” preguntó Roxas, quien pudo reconocer un poco de la caída de agua ni bien el camino dio una curva. Luego de haber ido en ascenso por un buen rato, finalmente estaban llegando a parte de la cascada y todos se impresionaron.
“¡Lo es, lo es! ¡Vamos, Tomo-chan!”
“Heh, y parece que tiene un tamaño decente. ¡Vamos!” Tomo se puso a correr con su amiga.
“Así que no estaba muy lejos. ¡No se queden quietos!” Tsurumaru se tomó la libertad de agarrar a Cho y Kashuu de sus muñecas y se puso a correr mientras jalaba a los dos.
“E-ehh…” la HiME estaba un tanto mareada.
“¡O-oye, suéltanos!”
“¡Hahahaha! ¿De qué te quejas? ¡Estoy seguro que es la primera catarata que ves!”
“¡Pero no necesitas jalarme!”
“¡Oigan, espérenme!” Roxas se frustró por volver a ser dejado detrás.
Reimu había sido acompañada por sus amigas y Aizen, quien se había interesado en saber más sobre su templo. Después de seguir el camino, empezaban a observar más claros del bosque, lo que debía indicar que no estaban muy lejos del mirador.
“Oh, entonces no eres originaria de la ciudad. Suena a que la tuviste duro,” dijo el pelirrojo.
“En un inicio, sí, pero luego me encontré con Cho y Roxas y ellos me apoyaron bastante,” Reimu asintió gustosamente. “Sin ellos la adaptación habría sido muy dura. Heh, nunca hubiera adivinado que la vida en la ciudad iba a ser tan difícil.”
“Si lo sabes de antemano, no debiste haberme asediado cuando me encontraste viviendo furtivamente en el templo,” dijo Marisa, haciendo un puchero.
“Velo en el punto de vista de Reimu. Nunca se sabe con los invasores,” Youmu negó. “Ella sólo defendía su propiedad.”
“Uhh…”
“Muy cierto, querida Youmu,” Reimu sonrió triunfalmente.
“Hm, y por ello ahora ayudas a limpiar y mantener el templo, ¿no?” preguntó Aizen a Marisa.
“¡Sí! Pese al susto de muerte y a lo explotadora que es Reimu en ocasiones, me terminé adaptando muy bien y es un hogar tranquilo. Claro, estaré lejos de Hanasaki, aunque no me puedo quejar en lo absoluto.”
“Podría decir lo mismo en mi caso,” el pequeño asintió. “Mi casa también es media disfuncional, pero sigo contento de estar aquí.”
“¿También eres de fuera?” preguntó Youmu.
“Sí, llevo unos tres años viviendo aquí. Antes de eso vivía con la familia de mi mamá,” se mostró un tanto nostálgico, aunque sin perder sus constantes energías. “Fue un gran cambio porque son ambientes completamente distintos, pero me gusta estar en la ciudad. He hecho varios amigos en el colegio y Hotaru es un buen hermano. También es mi deber cuidar de él por ser su mayor, ¿no lo creen?”
“Hehe, eres muy lindo por pensar así, pero te apoyo al cien por ciento,” Marisa levantó un pulgar y le dio un guiño.
“Gracias, pero yo no soy lindo,” Aizen comprimió un puño y lo alzó con una sonrisa confiada. “¡Estoy en camino a ser todo un hombre!”
“Lo serás tarde o temprano, no necesitas convencernos,” Reimu le sonrió. “Dijiste que tú sueles visitar muchos templos, ¿no?”
“Oh, sí, cuando era pequeño solía ir mucho con mi mamá. ¡Me encantaban ir a los festivales que organizaban durante feriados o por el verano! ¡No me perdía de ninguno! ¡Dime, ¿hay planes de un matsuri aquí?!”
“¿Un matsuri? Suena a un proyecto ambicioso…” la miko llevó una mano a un mentón mientras lo consideraba. “Es un poco pronto por haberme mudado recientemente… aunque sí tengo recursos económicos y también cuento con una muy voluntariosa trabajadora. Hehe, podría hacer un intento.”
“…” Marisa se agarró de Youmu como quien temía por su vida.
“¡Eso sería genial! ¡Ojalá que lo puedas organizar! ¡Puedes contar con mi asistencia y si puedo ayudar con algo para ello sólo avísame!”
“Gracias por tu ofrecimiento,” Reimu asintió. Justo entonces, ella vio que la luz incrementó considerablemente a sus alrededores y todos pudieron ver que el camino se abrió al mirador que les dio una vista impecable de un lado de la ciudad y otros montes cercanos.
“¡Ohh! ¡Es una excelente imagen!” exclamó Marisa. Ella sacó su celular para tomar unas fotos.
“Sinceramente, los alrededores del templo también prometen mucha tranquilidad. Es ideal para una sesión de meditación,” Youmu sonrió un poco.
“¡Me dan ganas de gritar por si llego a escuchar el eco!” Aizen se emocionó.
“No sé si habrá eco, aunque adelante,” Reimu se encogió de hombros.
“¡Entonces yo también grito!” Marisa se paró encima de las barandas del mirador y el pelirrojo de inmediato la imitó. “¡Ustedes también!”
“Paso, les espero,” la peliblanca desvió su mirada con cierta incomodidad.
“También paso, sólo procuren no caerse, por favor,” les pidió la miko.
“Confía en nosotros,” Marisa asintió.
El par se puso a gritar hacia el amplio escenario que tenían al frente mientras todos apreciaban esa hermosa vista antes de ir de regreso.
Por otro lado, Hotarumaru fue conducido por uno de los caminos que seguía sumergiéndose dentro del frondoso bosque, y llegaron a una parte tan tupida que era un poco oscura y había varias ramas por encima de sus cabezas.
“…” el pequeño miraba perdidamente a esas ramas con suma curiosidad y fascinación. “El bosque es precioso…”
“¿Verdad? Me parece muy tranquilo y tan lleno de vida,” dijo Horikawa, contento.
“Siento unas ganas enormes de aferrarme a una rama y trepar todos estos árboles,” Urashima tomó un gran respiro. “Ahh, este sí es un aire limpio. ¡¿Quién se anota?!”
“Si te pones a hacer ejercicio ahora, no habrá cuándo pararte,” observó su hermano mayor. “Ya quedamos en que veríamos el árbol sagrado que está más adelante e iríamos de regreso.”
“Está bien, si tú lo dices, Nagasone-niichan. Pero tenemos que regresar, ¿de acuerdo?”
“Claro que sí, tú tranquilo. Incluso sería bueno invitar a nuestro padre. Ah, pero él tendría problemas caminando por esta área por su altura. Correría el riesgo de golpearse con ramas.”
“El señor Kotetsu tiene ciertos complejos con su altura, es verdad,” observó Horikawa.
“¿Por qué?” preguntó Hotarumaru con curiosidad, aunque él se retrajo al notar que llamó la atención de los demás. “Ehh, perdón.”
“¡No, no, está muy bien que preguntes!” exclamó Urashima con una brillante sonrisa. “Hehe, suena un poco raro que alguien con la altura de mi papá se acompleje por ello, ¿no? Es que esa altura muchas veces le causa incomodidades. La mayoría de puertas son muy bajas y le he visto chocarse con lámparas de techo más veces de las que he podido contar.”
“…” asintió. “No lo había pensado así…”
“Haha, es raro hablar con tanta soltura sobre ello, aunque él mismo no lo niega,” Nagasone se encogió de hombros y miró al pelicenizo. “Pareces haberte impresionado por él.”
“Sí, no sé cómo ponerlo en palabras…” Hotarumaru lo meditó un poco. “Es que… pienso que es admirable… es muy grande y fuerte y se ve que es una persona imponente…” sus ojos se iluminaron. “Nunca hubiera pensado que tendría la suerte de poder entrenar bajo la tutela de alguien con todas esas características y hasta proveniente de su respetable familia…” bajó su mirada. “No me siento merecedor…”
“No digas eso. Estoy seguro que sí lo eres,” le alentó Horikawa. “El señor Kotetsu ya debe haber visto tu gran potencial con solo conocerte. Él es una persona amable, aunque también sería directo en negarte tutelaje si así lo considera.”
“De todos modos, suele ser un instructor muy severo. Lo sé por experiencia,” continuó Nagasone, quien se vio mínimamente incómodo por algún posible recuerdo del pasado. “Él espera que le des todo tu esfuerzo y te lo tomes con mucha seriedad. Estoy convencido que por ello te dio ese desafío de que le pruebes tu valor. Quiere ver lo cometido que estás en aprender y continuar con la disciplina de pelear con una oodachi.”
“En verdad que lo estoy, es muy importante para mí,” el pequeño asintió rápidamente.
“Y ya de por sí yo sé que lo vales. ¡Todos lo que lo quieren y lo intentan lo valen!” exclamó Urashima con grandes energías. “Así que no te valores menos por no ser de nuestra familia. Más bien demuéstranos que eres tan o más fuerte que nosotros, porque eres fuerte, ¿verdad?”
“…” Hotarumaru asintió. “Me toca aprender más, pero soy fuerte. No deben subestimarme.”
“Eso está muy bien,” Nagasone le dio un par de palmadas en su hombro.
“Puedes contar con nuestro apoyo,” le ofreció Horikawa, sonriendo. “Si algún día desearías entrenar, eres bienvenido a visitarnos. Nosotros muy gustosamente te atenderemos.”
“Ohh, gracias por la oportunidad,” hizo una reverencia. El pelicenizo sonrió un poco. “Hehe, son muy buenas personas, muy cálidos… me recuerdan a mi madre.”
“Las madres son personas muy cálidas, ¿no es así?” Urashima sintió gustosamente. “Pero entre nosotros también podemos tener esa calidez. Como papá te va a enseñar, seremos casi familia.”
“Es una linda idea, me parece bien,” Nagasone asintió. “No me opongo a otro hermanito.”
“Hehe, muchas gracias…” Hotarumaru sonrió ampliamente y se ruborizó un poco mientras mostraba una gran alegría. “Esperaré a entrenar juntos algún día.”
“Por supuesto, cuando gustes,” dijo Horikawa. Aquel pequeño era un niño muy adorable y humilde, y podía notar que en medio de su amable comportamiento anhelaba aquella calidez que había mencionado. El pelinegro esperaba que pudieran proveerle de al menos un poco.
“¡Ya está, así quedamos!” exclamó Urashima, extendiendo sus brazos hacia arriba. “Ya debemos estar pronto a llegar al árbol. ¡Tengo que verlo y de ahí regresar lo más rápido posible para jugar con las tortugas!”
Ellos continuaron caminando mientras esperaban llegar pronto a la meta para ir de regreso.
…
Mientras tanto…
“¡Te atrapé!” exclamó Yukko frenética ni bien pudo atrapar a una tortuga más en pleno nado por el lago. La pobre Hanasaki-chan tuvo que despojarse de su celular y otras pertenencias sensibles al agua para ingresar al lago mientras recuperaba todas las tortugas que podía y las dejaba en la orilla, en busca de Kamekichi. Ello resultó en ensuciar sus ropas (y zapatos ya que al intentar entrar sin estos se llevó con la desagradable sorpresa de que el fondo era pantanoso y lleno de algas) con tal de recuperar aquella tranquila pero escurridiza mascota. La pobre llevó al reptil junto con los otros y los contó. “Ocho… ahh, ¿pero cuántos eran? Ni recuerdo… ¿Qué voy a hacer? ¿Qué tal si eran nueve, o diez? ¡Y ni sé si Kamekichi está aquí! ¡Alguien ayuda!”
En ese momento, ella se estremeció y cayó sentada al piso por oír un sonoro disparo que espantó a muchas aves. Yukko regresó a la vida al escuchar a un animal caer al suelo y giró su cabeza para confirmar sus sospechas.
“Misión cumplida,” reportó Mai quien caminaba hacia el pato que muy oportunamente había caído fuera del lago. Ella lo recogió y lo inspeccionó. “De lleno en la cabeza. Bien, no he lastimado la carne…” miró de reojo a Yukko. “Regresa a lo que hacías.”
“¡M-Mai, por favor, tienes que ayudarme!”
“No me meteré al lago.”
“Ihh, es que, p-pero… ¡ahh ni yo sé si eso es lo que debería hacer ahora! ¡Tiene que haber una forma de diferenciar a Kamekichi del resto!” entonces, Yukko apenas pudo agarrar a una intrépida tortuga que había llegado a la orilla. “¡No! ¡Quédate! ¡No he resuelto nada aún!”
“Quizás esa sea, viendo que casi se escapa,” Mai se encogió de hombros, indiferente.
“¡No es el momento de bromas!” Yukko miró instintivamente hacia el agua al notar un movimiento que resultó ser un pez saltarín y dio un pesado suspiro. “Ni sé cuántas tortugas debería haber en el lago… ¿qué puedo hacer?” se levantó y se acercó para mirar atentamente en busca de otras posibles tortugas, pero no vio nada. Se giró a ver a las tortugas en otro fútil intento de diferenciarlas, y se confundió al ver que Mai había llegado para formar una pirámide con seis de las tortugas. “¿Q-qué haces?”
“…” Mai se encogió de hombros mientras las acomodaba para que no se desarmaran.
“¡Ahhh! ¡No estás ayudando, Mai! ¡No les hagas nada! ¡Y no me ignores que estoy sufriendo!” luego de desahogarse, Yukko bajó su mirada y respiró profundamente. “No puedo… no puedo más… este es mi fin, sólo soy humana… ayuda, por favor…”
…
“¡Wah!” repentinamente, Tsurumaru saltó desde un árbol encima de ellas para asustarlas. Mai se estremeció mínimamente.
“¡AHHH!” por su parte, Yukko se cayó sentada, lo que hizo que volviera a mojarse con la orilla del lago.
“¡Hahahaha! ¡Las logré asustar! ¡No he perdido mi habilidad en lo más mínimo!” el supuesto senpai festejó con muchas energías.
“Deberías saber que no aprecio ser asustada…” Mai dio un suspiro.
“¡Ohh, cazaste un pato! ¡Felicitaciones!” Osaka comenzó a aplaudir y su prima asintió e hizo una v con sus dedos.
“Ihhh…” por su parte, Yukko maldecía y lloraba por su icónica mala suerte.
“¿Qué sucede, Hanasaki-chan?” Tsurumaru se le acercó y le ayudó a levantarse. “Tranquila. Veo que te terminaste cayendo al lago por tus ropas, pero bien trajiste tu muda.”
“Si tan solo fuera eso…”
“¿Qué sucede?” preguntó Cho, con leve preocupación.
“Parece que se hubiera metido adrede por la cantidad de suciedad en sus ropas,” observó Kashuu. Vio que esa chica asintió mínimamente con un infinito pesar.
“Haha, ¿es que acaso no sabes cuál es la tortuga?” preguntó Tsurumaru, riéndose, lo cual causó más desdicha en su kouhai.
“Precisamente,” Mai asintió mientras ajustaba sus gafas. “Es más, no sabemos si Kamekichi está entre estas ocho tortugas o si sigue nadando en las profundidades de este lago.”
“¿Hablan en serio?” Tomo se extrañó. “¿Cómo pudiste dejar que una tortuga se te escape?”
“¡Es más fácil de lo que crees!” exclamó Yukko, quien agarró su cabeza torturada. “¡No sé qué se supone que debo hacer ahora!”
“Uhh…” Osaka intercambió miradas con sus primos y Kashuu. “Pobre kotatsu…”
“Urashima es bien apegado a su tortuga. No sé cómo reaccionaría,” Roxas negó.
“Él es muy amable y seguro entenderá lo que ocurrió, pero…” Cho desvió su mirada.
“Seguramente se deprimirá bastante…” observó Kashuu, con leve pena. “Es una lástima porque es un chico tan alegre…”
“¡Ahhh, no me ayudan!” se quejó Yukko mientras Mai aguantaba unas ganas de reír.
“Haha, ya, ya, cálmate,” le pidió Tsurumaru, sonriendo torpemente. “Ya de por sí, todos debemos reconocer tus esfuerzos en recuperar a la tortuga. En el peor de los casos más tendrán que meterse al lago, pero tú tranquila que hiciste lo que pudiste.”
“Uhh…” asintió sintiéndose un poco mejor.
“No te veo meterte al lago con esas ropas blancas que vistes,” observó Tomo al mayor.
“Haha, por eso dije que ‘más’ se deberían meter. En ningún momento me ofrecí,” confesó, encogiéndose de hombros. “Mantener ropas blancas tan impecables en paseos como este es más difícil de lo que creen.”
“Venir a este paseo vestido así demanda que te ensucies,” dijo Mai, inmutada. Entonces, ella vio al segundo grupo regresar de su recorrido.
“Ohh, Yukko, veo que te ensuciaste,” dijo Reimu, apenada. “¿Todo bien?”
“Uhh…” la dirigida bajó su mirada con un gesto de culpa y se sintió incapaz de explicarse. De todos modos, sabía que alguien más lo haría en su lugar.
“Ella perdió a la tortuga y la ha tenido que cazar en medio del lago. Y ni sabe si es una de todas estas de acá,” comentó Tomo, indiferente. “Así que no es tan inocente como crees.”
“Eres terrible…” Youmu entrecerró sus ojos. “Siento que tengas estas dificultades, Yukko.”
“Tiene que haber alguna forma de diferenciar a Kamekichi,” dijo Marisa. “Si no me apenaría mucho por turtle boy.”
“Horikawa nos vendría bien en estos instantes. Él sabría qué hacer,” dijo Roxas.
“Sí, ese chico mayordomo debe tener la solución, pero la idea sería hablarle sin dejar que Urashima se entere,” observó Tsurumaru.
“Al menos parece que el asunto se puede resolver. Seguramente así será,” Kashuu se encogió de hombros y sonrió un poco. “He visto a Kamekichi por todos lados de la casa y sin supervisión. A estas alturas, ya debe haber una forma de identificarle.”
“Es verdad…” Cho asintió, aunque al mirar a esa pirámide de tortugas e intentar estudiar los detalles de los caparazones de cada una le daba mareos. Sólo un conocedor podría hacerlo.
“Vamos, tengan un poco de fe en Urashima, quizás no tenga problemas reconociendo a su propia mascota, ¿no lo creen?” preguntó Aizen. “¿Y por qué han puesto a las tortugas en pirámide?”
“De nada,” dijo Mai, inmutada. “Soy artista, eso es todo.”
“Hehe, es muy cierto. Mai-chan es artista,” Osaka asintió contenta. “Eso es todo.”
“¿Qué haces dándole cuerda?” Tomo alzó una ceja.
“U-un momento,” Reimu miró a cierto pato que yacía al costado de Mai, y esta por instinto tomó a su presa. “¿Qué es eso?”
“Un peluche,” contestó, inmutada.
“¡No te pases de lista! ¡Te dije que no cazaras aquí!”
“No lo dijiste tan severamente, y no me estoy pasando de lista,” Mai negó con suma paciencia. “Para dar una respuesta tan poco creíble, te estoy tomando el pelo, nada más.”
“Haha, buen punto,” Marisa rió un poco.
“¡Por favor, no quiero que nadie venga a depredar esta área!” exclamó la miko entre molesta y torturada por la idea.
“Muy tarde.”
“Tsk…”
“M-Mai-chan, no hagas enfadar a Reimu-chan, por favor,” Osaka se asustó porque recordaba muy bien ese instante en que Reimu casi arremete contra Marisa cuando la descubrió como inquilina en el templo.
“Ustedes sí que saben levantar los ánimos aquí,” comentó Tsurumaru, entretenido. “Ya tengo la impresión que todo estará bien.”
“Espero… no le den tan poca importancia, por favor…” se lamentó Yukko, sintiéndose ignorada e incomprendida por la mayoría.
“Incluso si la tortuga no está entre las presentes, la encontraremos. Nos aseguraremos de que así sea, puedes confiar en nosotros,” dijo Youmu pacientemente.
“Sí, aparte que suena a una gran actividad en conjunto,” Aizen sonrió con ánimos. “Me divertiría mucho metiéndome al lago y sé que a Hotaru también le gustaría la idea.”
“Hotarumaru es un precioso niño que no debe ensuciarse,” Mai negó. “No lo permitiré.”
“¿Qué haces decidiendo por él?” el pelirrojo le miró extrañado.
“Oh, ahí regresan…” observó Roxas, quien pudo ver que Urashima se había adelantado un poco a los demás e iba a toda carrera hacia las tortugas. Todos se vieron expectativos mientras Yukko sentía que algo apretaba su corazón. Era el momento de la verdad…
“¡Kamekichi!” exclamó Urashima. Este se arrodilló frente a la pirámide de tortugas con una radiante sonrisa. “¡Hehe, se ve que te has divertido mucho! ¡Ven aquí!”
Y, entonces, agarró una de las dos tortugas del segundo nivel de la pirámide, le sonrió con dulzura y se la puso de regreso sobre su hombro sin duda alguna sobre su identidad. Todos intercambiaron miradas y se vieron aliviados.
“…” por su parte, Yukko se dejó caer de costado al piso medio muerta.
“¡Ahh! ¿Qué pasó?” Urashima se preocupó.
“Kotatsu…” Mai llamó su atención. “Tu tortuga, por favor.”
“Eh, sí, aquí está…” se la entregó.
“Mira atentamente,” la cuatro ojos posicionó a Kamekichi junto con las otras tortugas de la pirámide y, con mucha habilidad, empezó a cambiarlas rápidamente de lugar de manera semejante al juego de copas. Ella se detuvo y miró al chico tortuga fijamente.
“Hehe, ¿qué estás haciendo, primita?” Urashima rió un poco y agarró a Kamekichi. “Se ve divertido, pero si lo haces muy seguido el pobre Kamekichi se mareará, ¿no lo crees?”
“Cierto…” ella asintió, miró hacia Yukko y levantó el pulgar a su amiga. “Confirmado.”
“¡Hahahaha! Ya no tenemos que preocuparnos, todos a comer,” anunció Tsurumaru.
“¿Eh? ¿Me estoy perdiendo de algo?” Urashima ladeó su cabeza. Entonces se acordó de un último detalle y se acercó a Yukko. “¡Antes que se me olvide! ¡Muchas gracias por jugar con Kamekichi y darle tanta atención! ¡Te debo una!”
“No… no lo menciones…” Yukko se comenzó a levantar un tanto desposeída. “Tenías razón… no hay que subestimar a las tortugas…”
“¿Qué pasó?”
“Te adelantaste mucho, Urashima,” dijo su amigo, finalmente dándole el alcance.
“¡Horikawa, has llegado para jugar con las tortugas!”
“No, recuerda que tenemos que comer y de ahí irnos.”
“Uhh, pero tú me dijiste que íbamos a jugar,” hizo un puchero.
“Puedes jugar un poco después de comer. Yo paso, estoy bien supervisando.”
“Bueno, si lo dices.”
“Oh, espero que no les hayamos hecho esperar mucho,” dijo Hotarumaru, llegando al final junto con el Kotetsu mayor.
“Acabamos de llegar también, descuida,” Marisa sonrió.
“Hemos tenido un buen timing,” dijo Nagasone. “A comer todos.”
“¡Sí! ¡Muero de hambre!” exclamó Aizen.
Ante ese acuerdo, todos se fueron hacia el punto de picnic para empezar a desempacar toda la comida que habían llevado.
“¡Vamos también!” dijo Urashima a Yukko.
“S-sí, ya voy, vete adelantando…” ella le sonrió incómoda y al verle irse dio un pesado suspiro.
“¿Estás bien?” le preguntó Horikawa, preocupado. “Te ves desanimada y tus ropas están muy sucias. Espero que la tortuga no te haya causado ningún inconveniente.”
“Ehh… pues… ¿d-de casualidad esta tortuga ya tenía antecedentes?”
“Sólo si se descuida, pero no realmente.”
“Uhh… entonces fui yo… se me desapareció en las aguas del lago y me maté buscándola…” se lamentó. “No sabía qué hacer.”
“Siento que ello hubiera ocurrido, pero no tenías que preocuparte. Urashima reconocería a Kamekichi aun si sólo fuera por tacto. Estoy convencido,” Horikawa sonrió. “Y Kamekichi es muy apegado a Urashima también. Es muy probable que hubiera salido del lago para encontrarse con él ni bien le veía.”
“…” ante esa información, Yukko se sentó en posición fetal en el piso.
“E-ehhh… t-tranquila. Siento mucho no haberte dado ninguna pauta antes de irnos.”
“N-no, no es tu culpa…” casi le daba ganas de reclamarle a Urashima, aunque ese chico era muy buena gente y tampoco era responsable.
“Tus ropas están un poco sucias. He traído una muda que puedo prestarte hasta que regresemos al templo.”
“¡Oh, no, está bien, gracias!” sacudió sus palmas. “No quiero incomodar.”
“Insisto,” asintió, sonriendo.
“S-seguro que tampoco me quedaría.”
“Es un buzo, así que es ajustable. Y lo mejor es que no te quedes vistiendo esas ropas sucias y mojadas o podrías enfermarte.”
“Uhh… bueno, muchas gracias, en serio…”
“Está bien, vamos.”
Finalmente, el par también fue donde el grupo para participar en la preparación del picnic y para que Yukko pudiera cambiarse. Con esa pequeña crisis solucionada, todos podrían volver a disfrutar del paseo sin preocupaciones.
…
Pasó un almuerzo muy relajado y ameno en donde todos compartieron anécdotas y curiosidades. La gente de Hanasaki tocó brevemente algunos sucesos ocurridos en el conflicto de hace tres años con énfasis en las ocurrencias de Osaka y Tomo, y Tsurumaru muy voluntariosamente informó de la odisea de Hanasaki-chan como pokeparada, a lo cual Mai se apuntó para dar detalles. Entre esos y otros temas, el picnic llegó a su fin y todos fueron de regreso para concederse una hora del té antes de regresar a la ciudad.
El grupo fue a paso lento por la pendiente del sendero y nuevamente se formaron grupos de conversación, aunque también había quienes caminaban en silencio y disfrutando de un momento de pausa en medio de la naturaleza.
Yukko había hecho ello en la mayoría del trayecto y caminaba hacia atrás del grupo. Ella estaba vestida de un cómodo buzo rojo prestado por Horikawa. Después de pasar mirando a los árboles, miró a algunos de los grupos. Su mirada se fijó en un muy entusiasta Hotarumaru que se había quedado hablando con Nagasone y Urashima con alegría y muy atento a distintas curiosidades respecto a su instructor. Hanasaki-chan sintió que su corazón se enterneció por esa imagen y sonrió encantada. Si bien su pequeño solía ser moderadamente animado y optimista, se le notaba particularmente feliz.
“Hotaru se ve muy contento, ¿no?” preguntó Aizen a su costado al notar que la chica también andaba al pendiente de su hermano.
“Oh, eh, sí, se me hace adorable,” confesó con una sonrisa. “Había estado retraído antes y estuve un poco preocupada por él. Qué bueno que ha podido congeniar bien con ellos.”
“Sí. Frustra un poco que sea tan reservado. En verdad puede llevarse bien con quien sea,” se encogió de hombros y luego sonrió a Yukko con un gesto de aprobación. “También puedo ver que le mantienes un ojo encima todo el tiempo. Gracias por eso.”
“Hehe, de nada. S-siendo sinceros, él me ayuda a estudiar y es un gran apoyo cuando me estreso o deprimo por algo, así que no es que haga mucho por él…” bajó su mirada, avergonzada.
“Hahaha, no me sorprende. No te hagas líos por ello…” desvió su mirada, incómodo. “Él también me ayuda con los estudios, pese a que yo soy su mayor.”
“Uhh no hablemos de edad, yo les gano por varios años…”
“No te deprimas, sólo decía,” le recriminó con leve impaciencia. Él dio un suspiro y alzó su mirada hacia el cielo. “¿Sabes? Es un poco frustrante… Hotaru es el menor de nuestra familia, pero es el más hábil. Hay muy pocas cosas en las cuales le gano, y no creo que ninguna de ellas sea realmente importante. Se supone que soy mayor que él y que debo asistirle, sobre todo ahora que tiene el título del heredero… pero hay tan poco que puedo hacer.”
“…” Yukko se vio un poco impresionada por oír a ese niño tan energético hablar con absoluta sinceridad y sin dar rodeos.
“Pero aun si los dos somos medio inservibles, estamos ahí por él, ¿cierto?” le preguntó volviendo a sonreír. “Por más increíble que el potencial de Hotaru sea, sigue siendo un humano, y sé que valora a su familia y amigos un montón. Todavía frustra que no tengamos mucho más que ofrecerle, pero esa calidad humana no tiene precio ni se puede sustituir. Es por ello que me mudé a la ciudad a dar mi mejor intento, tanto por él como por mí mismo.”
“Lo que has dicho tiene mucho sentido,” Yukko asintió más animada, pero sintió una gran curiosidad por las últimas palabras que el pequeño había dicho. “Ehm… ¿acaso tú no has vivido con Hotarumaru toda tu vida?”
“N-no, no lo he hecho,” Aizen pareció sacado de cuadro y dio un suspiro con cierta decepción. No se había dado cuenta que se le había escapado dicho detalle. Miró de reojo a la chica incómodo y sacudió su cabeza. “Eres una buena persona, supongo no tengo motivos para escondértelo, y quizás sea bueno que lo sepas.”
“¿S-seguro?” Yukko podía notar que era un tema un poco sensible, pero tampoco quería negarse porque la curiosidad le ganaba.
“Sí, qué más da,” la expresión del pelirrojo se tornó apagada y meditativa, y miró hacia el piso. “Nuestros padres están separados por más que sigan casados por motivos económicos. Si bien mi papá reconoció el potencial de Hotaru desde muy temprana edad y se interesó en darle la mejor educación, yo siempre fui relegado. Nunca fui considerado, ni siquiera me dieron el apellido de Rai, y la separación entre mis padres ocurrió cuando apenas tenía uso de razón… por dicho motivo, recién he podido vivir con Hotaru hace tres años… y él sólo ha podido ver a mamá contadas veces en su vida.”
“E-ehh…” sintió que su corazón se estrujaba por esas noticias. “¿Por qué…?”
“Tsk…” Aizen comprimió sus puños. “Mi papá es una persona detestable. Es elitista, gélido, perfeccionista, materialista, apático… él quiere construir a un heredero, no criarlo, y siempre vio a la familia de mi mamá como malas influencias para Hotaru,” desvió su mirada con molestia. “Seguramente eso mismo piensa de mí, no me sorprendería.”
“…”
“Lo peor de todo es que Hotaru nunca ha puesto peros a ninguno de sus superiores, y estoy convencido que está cometido a seguir lo que se espera de él. Luego de vivir en ese infierno toda su vida, es de esperarse que lo acepte como si fuera completamente normal…”
“No puede ser…” se estremeció.
“Yo podía hacerme una idea de lo que sucedía a distancia. Apenas conocí a Hotaru una vez en mi niñez y siempre me preocupé por él. Por eso llegué a estudiar a Rizembool. Menos mal que Kuniyuki convenció a nuestro papá que me dejara. En el presente no vivimos con nuestro papá y tenemos bastantes libertades. Parece que Hotaru le ha inspirado confianza para dejarnos y Kuniyuki también logró convencerle. Nunca sé cómo puede razonar con él…” negó frustrado.
“…” Yukko volvió a mirar a Hotarumaru, quien continuaba prestando atención al Kotetsu mayor y estaba sonriente. La imagen sólo le hacía sentirse más apenada por todo lo oído. También recordaba que Aizen había mencionado ‘calidad humana’, lo cual tenía mucho sentido.
“Te estoy diciendo todo esto porque sé que tú también te preocupas por Hotaru, y porque me pareces una buena persona. Quiero que le entiendas mejor y le sigas apoyando,” dijo Aizen. “Hotaru tiene muchas cualidades, pero carece de carácter y fuerza de voluntad. Espero que ahora que está menos en la mira de mi papá y que tiene tantos amigos tenga la oportunidad de desarrollarse como realmente debería hacerlo. Tú que lo ves en tus clases puedes ayudarle, quizás hasta con más frecuencia que yo.”
“N-no sé lo que alguien como yo puede hacer, pero lo intentaré…” Yukko asintió. “Gracias por confiar en mí, Aizen.”
“Sí, no sé lo que alguien como tú puede hacer, pero vale el intento,” comentó Mai a un costado, inmutada. Ella notó que los dos se sorprendieron ya que no le habían visto y estaban muy alejados como para ser oídos.
“Esta es una conversación privada,” Aizen se amargó.
“Como la denominada ‘Mai-neechan’, me concierne también,” explicó calmadamente.
“Uhhh, Mai… entonces oíste esta triste historia…” Yukko se conmovió y sus ojos se nublaron de lágrimas, aunque se sorprendió de la respuesta de su amiga.
“Ya me estaba imaginando que había algo detrás de Hotarumaru,” comentó.
“¿Eh?”
“Sólo que no supe la magnitud… es lamentable…” Mai mostró una mínima tristeza en sus ojos. “Pequeños preciosos como él tienden a tener muchos problemas, incluso en una familia más funcional. Son tranquilos, cerrados, propensos a ser puestos mucha presión tanto por los mayores como por sus propios contemporáneos… terminan siendo completamente incomprendidos. No me sorprendería que existan más dilemas y facetas en Hotarumaru de las que conoces, Aizen. Seguramente ni él está consciente de ello…”
“…” el pelirrojo alzó una ceja con incomprensión.
“Pese a mis palabras y mi fijación en Hotarumaru como un niño adorable, él sí me importa. Es un buen niño y merece lo mejor,” comentó Mai, mirando al otro de reojo. “No me sorprende que te cause desconfianza, pero estoy siendo honesta, y lamento que esta sea la realidad de ambos.”
“…”
“También aprovecho para disculparme sinceramente por lo que dije cuando nos conocimos.”
“¿C-cómo que sinceramente?” preguntó Yukko, confundida.
“Cuando me disculpé, canalicé la gran tristeza que sentí por observar a mi preciado pequeño tan molesto conmigo, y cumplí con lo que me pidió con tal de evitar una riña con él. No tuvo nada que ver con su hermano,” Mai miró a Aizen. “No te lo tomes personal.”
“¿Qué quieres decir con que no me lo tome personal?” reclamó el pelirrojo, molesto. “¡Suena a que sí quieres tener una pelea conmigo!”
“Pero luego de oírte, entiendo que sí te debo disculpas. Te preocupas por el pequeño y, al igual que él, haces lo mejor que puedes,” Mai negó. “Estuvo mal decir que no tienes nada que ver con él. Ambos poseen el mismo espíritu, son humildes, amigables y sinceros. Comprendo que sí eres su hermano.”
“…”
“Pero no esperes un trato especial de mi parte.”
“Tampoco esperes que te llame ‘nee-chan’ o algo,” se encogió de hombros.
“Y cuidaré del pequeño,” Mai asintió y alzó al pato que había cazado para inspeccionarlo. “A mi manera, claro está.”
“S-sí, sin duda…” Yukko dio un suspiro, con nervios.
El bosque se abrió y finalmente regresaron al templo. Reimu invitó al grupo a las instalaciones.