Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 246864 times)


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #375: February 27, 2018, 08:25:01 PM »
Segunda parte~ en la escena con el Rebel hice referencia a un fic compartido que se posteará pronto, pueden ignorarlo hasta entonces (?)

53.2.



El reencuentro con el resaltante maestro del pequeño Sora acababa de darse dos días después de haberle conocido, y el dueño del laboratorio les había esperado con algunos bocadillos y mostrándose muy dispuesto y servicial a pesar de su caprichosa personalidad. El pelirrojo mencionó brevemente que esperaba desocuparse durante las vacaciones para iniciar el entrenamiento programado con su discípulo, y además de ello esperaba que todos tuvieran la oportunidad de organizar algo y salir de paseo.

Después de una ligera charla, el científico invitó a los dos pequeños a que se pusieran a jugar juegos antiguos en la Super Nintendo que tenía instalada. Sora se emocionó bastante y apoyó a Nio en un inicio para hacerle familiarizarse con los controles y el tipo de juego.

“A ver… a ver… ¡lo hice! ¡Subí otro nivel!” exclamó Nio, emocionada al poder haber abierto camino en medio de una partida de Ice Climbers. Sus ojos brillaron de emoción y miró a su compañero de juego. “¡Parece que no soy tan mala después de todo! ¡Muchas gracias por ayudarme con esto! Los videojuegos son muy divertidos.”
“Hihi~ Sora se alegra mucho de oírlo,” el rubio sonrió gustosamente. “Normalmente Sora no es bueno para explicar cosas, pero eso demuestra que Nio-chan aprende muy rápido y es muy hábil. ¡Estarás jugando como una profesional en nada de tiempo!”
“¿En verdad lo piensas?” le miró esperanzada.
“¡Sí, sí!” asintió dos veces. “Sora más bien está sorprendido de que esta sea tu primera vez jugando videojuegos porque eres muy natural. ¡Hablo en serio!”
“¡Aww, eres tan lindo! ¡Gracias por los ánimos!” la pequeña asintió gustosamente y chocó manos con el chico, cuando entonces los dos notaron que la partida se acabó. “¿Eh?” ella ladeó la cabeza. “¿Sucedió algo? Espero que no se haya malogrado el equipo.”
“No es eso,” dijo el chico, contento. “Lo que sucede es que el juego tiene límite de tiempo. Tenemos que llegar a la cima antes que se acabe y atrapar al ave.”
“Ohh, no sabía,” la pequeña se mostró intrigada y entonces reparó en lo que había sucedido. “Oh, ehh, me lo tomé muy a la ligera y no presté tanta atención al juego,” ella hizo una leve reverencia. “Siento mucho arruinarte la partida.”
“Hoho…” Sora se mostró perplejo y confundido. “¿Por qué? Aquí lo importante es que lo estés pasando bien y aprendiendo un montón,” él sonrió. “A Sora sólo le importa divertirse, y es muy divertido cuando Sora puede compartir uno de sus juegos favoritos y enseñárselo a alguien más.”
“Bueno, entiendo lo que dices. Es como cuando hablo de las plantas o de la química,” Nio sonrió animada y asintió. “Y sí la estamos pasando muy bien. ¡Comencemos de nuevo! ¡Esta vez sí voy a llegar a la cima a tiempo!”
“¡Haha~! ¡Por supuesto!”

Así, el par continuó jugando con mucha alegría y constantemente intercambiando comentarios o celebrando las hazañas de cada uno. Evidentemente, los dos se divertían un montón incluso si no estaban jugando de manera eficiente.

Mientras tanto, los mayores ocupaban un kotatsu cercano al área de juego y miraban ocasionalmente cómo los pequeños estaban pasando una agradable tarde en pleno juego.

“Aw, mi Nio se ve tan feliz…” Ayesha juntó sus manos y observaba a su hermanita con ojos conmovidos y casi llorosos. “Casi me dan ganas de permitirle tener una consola, pero es muy joven para malgastar su tiempo así…”
“Comprendo bien tu obligación con tu hermanita, kotori-chan, pero es fácil ver que hana-chan es como Sora,” observó Natsume, sonriendo con perspicacia. “Son alegres y obedientes. Sería muy extraño que ella fuera a volverse adicta a los juegos al punto de descuidar sus estudios.”
“E-es posible que suene irracional, aunque al menos de momento preferiría que tuviera permiso de jugar sólo en este sitio… ¡ehh, s-si no es ninguna molestia con usted, por supuesto!” se inquietó. “¡Lo siento! ¡No quisiera imponerle nada!”
“No, está bien. Ustedes son bienvenidos de visitarme cuando gusten, se ven como buenas personas. Sólo les correría si tuviera alguna visita de algún superior o estuviera muy ocupado con algún proyecto, pero les dejaré saber de antemano,” dijo el chico, con una actitud relajada. Él pasó a mirar a Cho “Koneko-chan, ¿qué ha sido de tu prima esta tarde? Me sorprendió no contar con la presencia de eh… Kyoto, si mal no recuerdo.”
“Es Osaka…” ella se confundió.
“Lo dijiste a propósito, ¿verdad?” Kashuu alzó una ceja y observó a aquel pelirrojo verse entretenido y no molestarse en negar la acusación.
“Pues, Osaka quedó con una amiga que ha estado un poco molesta porque la hemos dejado de lado esta semana, aunque realmente esta ha sido una semana muy ocupada para nosotros…” comentó la peliceleste. Recordaba los mensajes que tanto ella como Osaka habían recibido de parte de Tomo quien les reclamaba más screentime. “Espero que pueda venir para la próxima.”
“Ella también me simpatizó, aunque comienzo a entender que ustedes son un grupo más extenso,” Natsume negó. “Si fueran a invitar a alguien más, quisiera que me preguntaran primero. No lo pareceré, pero soy bastante huraño.”
“Sí lo pareces un poco, pero te comprendo,” Kashuu asintió y se encogió de hombros. “Lo más probable es que dos de los hermanos de Sora y un amigo de la familia se pasen por aquí tarde o temprano, al menos para conocerte. Eso sería lo más importante.”
“Suena justo,” se encogió de hombros con indiferencia y volvió a mirar a los pequeños brevemente. Esa escena le inspiró una sonrisa simpática. “Heh, tengo un gran repertorio de juegos de todas las generaciones. Podríamos organizar una noche de juegos tarde o temprano. Koneko-chan, tú eres una gamer, ¿no es así?”
“Ehm, no tanto, realmente. Tengo un hermano que sí es mucho mejor que yo,” confesó Cho. “Aunque sí me gusta jugar si son juegos poco competitivos.”
“Es de esperarse, te ves un poco indecisa y fácil de inquietar,” asintió mientras se expresaba con toda naturalidad, aunque su tan ligero comentario incomodó un poco a la HiME. Natsume sonrió con ironía. “Esa noche de juegos está cada vez más lejana, como puedo ver.”
“¿Por qué?” preguntó Ayesha, confundida. “Suena a un momento muy agradable y algo que usted también disfrutaría. Puede ser cuando usted lo desee. Estamos disponibles.”
“Hmhmhm…” el pelirrojo se cruzó de brazos y rió para sí. Entonces, él miró a los demás con un dejo de perspicacia y una sonrisa ligera. “Si se fuera a organizar un evento así en mis aposentos, yo definitivamente querría jugar con ustedes y participar. Para empezar, sería competitivo, y entre todos ustedes considero que el único que podría hacerme frente a estas alturas es Sora,” él sonrió más amenamente. “Estoy al tanto de sus logros en juegos recientes y también en los antiguos de gran complejidad, y sería muy entretenido para mí enfrentarme a él tanto como un apropiado rival como por ser mi discípulo. Por otro lado, algo que deben saber sobre mí es que, si bien adoro los juegos…” su sonrisa se afiló al igual que los ojos, y los demás se impresionaron e incomodaron por su súbita y aterradora intensidad. “Yo odio perder. Lo detesto, lo aborrezco. No pienso dejárselo fácil a mi discípulo… y a todos ustedes los destruiría por completo…”
“Ihhh…” Ayesha se puso a temblar, y vio al otro retomar su acogedora actitud y sonrisa.
“Así que los espero con frecuencia, para que puedan jugar con mi repertorio y prepararse debidamente para aquella fatídica noche,” dijo con dulzura. “Me haría una gran ilusión.”
“Ehm, aruji…” Kashuu se acercó a Cho y le susurró en el oído. “¿Tú crees que es seguro que dejemos a Sora en manos de una persona como este tipo?”
“Ehh, estoy segura que él sí será responsable como maestro…” le contestó en voz baja, sonriendo nerviosa y con leve duda.
“Lo seré y, nuevamente, puedo oírles,” declaró Natsume. Él volvió a observar a los pequeños y notó que Sora se encontraba dando tips a Nio sobre en qué momento saltar para alcanzar el ave en la cima de la partida. Ello le provocó otra tranquila sonrisa. “Ese pequeño posee un gran potencial y me he mostrado muy interesado en apoyarle a lograr sus metas. Es más, me siento responsable por él.”
“…” Cho se intrigó al percibir una expresión más seria de ese chico en lo que miraba esa partida nuevamente terminarse por falta de tiempo, y a los dos pequeños inmediatamente comenzar desde el inicio.
“Estoy seguro que a estas alturas ya no es misterio para ustedes, pero el mundo del espectáculo es un lugar cruel y despiadado. Pocos de toda la inmensidad de personas que apuntan al estrellato llegan a tener sus cinco minutos de fama, y en la mayoría de los casos, esa oportunidad se da por razones que no tienen nada que ver con el talento de la persona en sí. También, pese al concepto de que el entretenimiento debe ser imaginativo y basto, las agencias, los productores y los directores tienden a buscar a personas con una lista de requisitos muy específica y limitante. Es lo seguro, es lo de moda, es lo que ya se conoce y por lo tanto no hay riesgos. Se entiende. Todos ellos quieren ganar dinero y subsistir en sus vidas,” se encogió de hombros con una gran indiferencia, aunque parecía haber una pizca de indignación en lo que decía, como si él mismo hubiera tenido que lidiar con todo ello previamente. “Sora es un pequeño que promete un montón, pero que se sale de todos los esquemas. Es de una etnicidad problemática, tiene problemas del lenguaje, una personalidad difícil de maniobrar para este medio, su característica sinestesia y, para ponerle sello de oro, posee un cuadro de autismo. Él iba a ser cerrado muchas puertas por más que su propia madre fuera una actriz conocida en su país de origen.”
“Sí, lo que dices tiene mucho sentido. Es una lástima,” Kashuu asintió, con leve pena. “¿Pero es que acaso te interesaste por él para darle una mano?”
“Hmhmhm, ¿quién crees que soy?” preguntó Natsume, sonriendo con superioridad. “Puedo extender simpatía y condolencias más allá de lo que pueda ser capaz de recordar al día siguiente, pero yo no me interesaría en un underdog por el hecho de que es un underdog. Sora ha demostrado un talento en bruto muy difícil de igualar ante mis propios ojos y por ello sé que existe gran promesa en él, y que vale mi tiempo. Donde muchos ven falencias, yo veo potencial, y la sinestesia y forma errática de ser de Sora pueden transformarse en los atributos de un genio con una visión diferente y una manera de expresar e invocar algo que no se ha visto antes. Él va a estar bajo mi tutelaje y también espero que sea un compañero del espectáculo para mí, así que obviamente velo por mis propios intereses.”
“Tiene sentido…” Ayesha asintió y se vio pensativa. “Aun así, puede que usted diga todo eso, pero siento que se ha identificado con el pequeño Sora. Estoy segura que los dos pueden llevarse muy bien y me alegra que se dé esta oportunidad de ser un maestro.”
“El pequeño me cae bien, y es obediente. No pude haber pedido más que eso, kotori-chan,” Natsume sonrió con gusto. “Es propio de ti observar lo bueno en otras personas, ¿cierto? Agradezco esa dedicación que me has concedido.”
“Ehh, sólo decía…” ella se avergonzó un poco.
“Muchas gracias por esta oportunidad, Natsume-san,” Cho asintió. “Sé que esto significa un montón para Sora.”
“No tienes por qué agradecerme, koneko-chan, y quisiera aprovechar la oportunidad para pedirles que no sean formales conmigo, tal y como yo no he sido formal con ustedes…”

Entonces, ellos oyeron ruido en el primer piso del laboratorio, por lo cual Natsume se levantó y se preparó para salir del sótano.

“Oh, espero que nuestra presencia no sea un inconveniente,” dijo Ayesha.
“No, no espero a nadie formal, y ya puedo imaginar quién es,” Natsume negó y se vio hastiado. “Es un chico de la facultad que me molesta a menudo. Ahora vuelvo, acompañen a los pequeños a jugar, por favor.”

Ayesha le hizo caso y se acercó a los pequeños para ver más de cerca ese juego. Sora se alegró de verle y empezó a explicarle la premisa en lo que Nio martillaba el piso encima de su personaje para ponerse a la misma altura del chico. Por su parte, Cho se quedó con Kashuu en el kotatsu y estuvo atenta a oír algo del pelirrojo mientras su arma comía otra galleta distraídamente, cuando los dos pudieron oír una voz que conocían muy bien, y una que invocó una severa indignación en la HiME. Era su Rebel.

“A-aruji, espera, por favor,” dijo Kashuu impresionado al ver a su ama levantarse como resorte y correr hacia el primer piso. Él no tuvo otra opción que seguirle de cerca.



Cho subió las escaleras y observó a Natsume hablar malhumorado con quien efectivamente resultó ser Komaeda cerca de la puerta del laboratorio. Ella comprimió sus puños con gran indignación mientras recordaba cómo el peliblanco había arruinado su tan dedicado trabajo en su electivo durante todo el semestre.

“…ya te lo he ido infinitas veces, chiflado,” recalcó el pelirrojo, cansado. “No pienso actuar de consultor para tus propias fechorías de Rebel. Odio todo el concepto de la guerra, para empezar.”
“Oh, pero usted es la persona más apta y brillante para comprenderme, Sakasaki-kun. Le tengo un gran respeto,” dijo el peliblanco con gran admiración y una amable sonrisa. “No tengo planes inmediatos de actuar en contra de mi HiME porque la vi muy, eh, molesta la última vez, pero debería entrenarme en la química tanto como ella y usted es el mejor candidato de profesor.”
“Pero no lo haré,” declaró con frialdad. “Márchate o te botaré a patadas. Busca a algún profesor leal a Rizembool o lo que sea.”
“Nuestros profesores son de gran categoría, pero ya he dicho por qué usted es de quien deseo aprender…” entonces, el peliblanco notó que era observado y miró hacia las escaleras, para reconocer a su iracunda HiME y su arma. “¡Ohh, Cho, qué alegría! ¡No sabía que eras amiga de Sakasaki-kun! ¿Cómo has estado últimamente?”
“Komaeda…” Cho comprimió sus puños a más no poder y le miró con tal ferocidad que hizo al peliblanco retroceder en shock.
“¿Q-qué pasó? ¿Por qué estás tan furiosa?” preguntó asustado.
“¿Hm?” Natsume alzó una ceja ante lo que observaba. “Koneko-chan, ¿acaso este deplorable ser humano es tu Rebel?”
“¡Oh, lo soy! ¡Es increíble notar que Sakasaki-kun y mi HiME se lleven bien! ¡Como químicos excepcionales, son excelentes noticias!” dijo el Rebel feliz de la vida como si no existiera ningún peligro latente cerca de él. Y, para volver a fallar en la lógica, Komaeda se dirigió a su HiME. “Como imagino que debes saber los atributos de Sakasaki-kun, ¿me harías el favor de hacerle cambiar de parecer sobre el conflicto entre nuestras escuelas? Un ser tan prometedor como él tiene un montón que aportar a la humanidad y qué mejor manera que siendo un Rebel.”
“¿Rebel?” Kashuu alzó una ceja, extrañado.
“Sí, este de acá tiene metido en la cabeza que sería un Rebel formidable,” Natsume rodó los ojos. “Créeme que los beneficios que me han ofrecido para ser un Rebel me tientan, pero grábatelo en tu cabeza de una vez,” él se acercó al Rebel para mirarle con furia. “Yo. Nunca. En la vida. Seré. Un. Mugroso. Rebel. Ahora deja de hacerme perder el tiempo.”
“¿Por qué?” Komaeda se afligió. “Considero que usted tiene todas las aptitudes físicas, académicas y de personalidad para sobrepasar a los ya excepcionales Rebels de la institución.”
“Llamaré a seguridad si no te retiras por tu cuenta.”
“P-pero…” él volvió a mirar a Cho, quien parecía estar cerca de su punto de quiebre. “Por favor, tienes que ayudarme con esto…”
“¡Largo de aquí!” gritó la HiME con rabia.
“E-ehh…” este se estremeció y se alarmó al ver un aura de fuego rodear a la peliceleste. “¡E-espera! ¡¿Qué ocurre?!”
“Retírate o aruji te arderá en llamas,” dijo Kashuu, entrecerrando los ojos.
“Uhh…” Natsume dio un suspiro y, con un movimiento rápido, agarró un extintor cercano y disparó al Rebel brevemente. Este por poco y se estampa contra la puerta. “Tsk, agradéceme que use un inocuo extintor para botarte de aquí. Obviamente no eres bienvenido y no toleraré al Rebel de una invitada en mi espacio…” volvió a apuntarle. “Vete o conocerás mi ira…”

Ello fue suficiente para que Komaeda se despidiera con nervios y se marchara con una actitud como si hubiera fallado a la humanidad sin comprender qué había hecho mal. Ante eso, Kashuu dio un suspiro ya que su aruji no llegó a usar sus poderes HiMEs ahí, pero tanto él como Cho se extrañaron cuando Natsume les apuntó con el extintor.

“Desaparece esa aura o también te rociaré, koneko-chan,” dijo él, con una simpática sonrisa.
“¡S-sí, perdón!” el sobresaltó hizo desaparecer su poder y Cho bajó su mirada, avergonzada y apenada. “Siento mucho mi comportamiento.”
“No te disculpes, a mí también me desespera y ese loco ni es mi Rebel para empezar,” el se encogió de hombros y volvió a poner el extintor a su sitio para acercarse a la HiME con una actitud más comprensiva. “Para que reacciones así, debe haberte hecho algo muy serio.”
“N-no te preocupes.”
“No, es bueno que te expreses. Tienes que sacarte el peso de encima.”
“Está bien, gracias…”
“…” Kashuu alzó una ceja. Le sorprendía que aquel chico se molestara en tratar de tranquilizar a su aruji y dedicarle esa atención, pero sí era lo mejor para ayudarle a desahogarse.
“Ehm… estoy llevando un electivo de huertos en Hanasaki y he trabajado arduamente junto con otra compañera HiME todo el ciclo… pero…” comprimió sus puños. “Nuestros Rebels arremetieron contra todo ese sector caprichosamente y sin realmente buscarnos pelea. Arruinaron nuestro proyecto y los de muchos otros estudiantes… y somos las responsables…”
“Tsk, vaya manera de comportarse. Es injustificable,” el chico desvió su mirada con molestia. “Esta guerra nunca justificaría un juego sucio y psicológico como este. Siento que te haya tenido que ocurrir esto…”
“S-sí… gracias…”
“Aruji, no le prestes tanta atención a tu Rebel. Es un raro que no se da cuenta de las cosas y no vale la pena seguirle la corriente,” dijo Kashuu con leve preocupación. “Mejor vela por tu propia comodidad y paz.”
“Hmhm…” el pelirrojo volvió a reír por lo bajo, lo cual llamó la atención de los otros dos. “Koneko-chan, si por algún motivo no puedes encontrar consuelo en estos próximos días y quieres darle su merecido a tu Rebel, puedes contar con mi ayuda para darle una venganza.”
“¿Eh?” Cho se quedó perpleja.
“¡O-oye, no digas esas cosas!” reclamó el arma.
“Lo digo como alguien que ha sido molestado inútilmente por ese inconsciente Rebel, y hacerle sufrir un poco sería una buena retribución y un bienvenido cambio de ritmo. Oh, pero, por supuesto…” él volvió a sonreír con dulzura. “Se hará sólo lo que tú desees, koneko-chan~”
“Ehh, sí… gracias por el ofrecimiento, lo aprecio un montón…” la HiME asintió, tanto conmovida como inspirada por alguna oculta pero muy presente sed de venganza.
“Vamos, no puedo ser el único cuerdo aquí,” dijo Kashuu, preocupado.
“Regresemos. Quiero ver si la preciosa hana-chan ha logrado llegar a la meta,” dijo el pelirrojo.
“Cierto, espero que sí,” Cho le siguió.
“¡No me ignoren!”

Después de ese extraño intercambio, el grupo continuó disfrutando de una tranquila y animada tarde como si nada hubiera sucedido.


Era cerca del atardecer en Rizembool U, algo que Yagen sabía más por su reloj que por el firmamento al encontrarse dentro del complejo de sótanos donde yacía su laboratorio. El joven científico tuvo que salir momentáneamente de su ambiente para consultar con otro colega instalado en el mismo edificio sobre algunas decisiones referentes a su más reciente proyecto. Con ello concluido, él fue de regreso a su laboratorio para continuar con sus quehaceres.

Al regresar y abrir la puerta, notó que su laboratorio se encontraba más oscuro de lo que lo había dejado, lo cual le dio el mensaje que alguien más había ingresado en su ausencia. Él no tardó en reconocer a Tsurumaru hacia el fondo del ambiente, quien acababa de sacar una lata de gaseosa de un discreto friobar.

“Yo!” le saludó con la lata en mano.
“¿Qué haces aquí, Tsurumaru?” preguntó Yagen, mirándole con desconfianza. “Sabes que no quiero que nadie me distraiga, y me cuesta creer que tú entre todos has venido a verme.”
“Me encontré sin nada que hacer, así que camino perdidamente por estos sótanos,” sonrió con ironía. “Hasta alguien tan tétrico como tú debe reconocer que estos ambientes tenebrosos son muy refrescantes en cualquier momento. Y, en fin, me dio sed así que vine.”
“Tomando mis gaseosas, ya veo.”
“Al menos alguien las toma porque eres demasiado quisquilloso como para tomar algo que no sea agua o infusiones,” se encogió de hombros. “Tan aburrido, Yagen. Así te morirás pronto.”
“No estoy particularmente atado a una vida frívola del modo en que tú lo estás…” dio un suspiro y comenzó a caminar hacia su estación, pasando al costado de uno de sus altos libreros llenos de libros y documentos. “En fin, si no tienes más que hacer que tomar una gaseosa, puedes irte yendo. Necesito soledad para concentrarme.”
“…” de un momento a otro, Tsurumaru sonrió malignamente.
“¿Qué sucede?” Yagen le miró con desconfianza, y no pudo reaccionar ante una persona oculta encima del librero que dio un salto para caer encima de él.
“¡Yagen!” exclamó Shinano en pleno salto. El pelirrojo lo agarró y terminó abrazándole y rodando por el piso con él para amortiguar la caída.
“Tsk, ¡quítate Shinano!” le reclamó el pelinegro, iracundo, mientras trataba de empujarle para que le soltara, pero el pelirrojo estaba encaprichado en abrazarle y continuar molestándole.
“No, me debes por no haberme ido a recibir ayer~” canturreó, abrazándole con todas sus fuerzas por más que su hermano mayor le estuviera empujando el rostro. “Y, por cierto, ¡qué hermoso laboratorio tienes! ¡Es tan espacioso, equipado, moderno y justo a tu estilo! ¡Tsurumaru me hizo un tour y sigo impresionado!”
“Tch…” Yagen miró con ojos asesinos al peliblanco, quien continuaba complacido con esa desagradable sorpresa que se había llevado.
“¿Qué? Tu hermano quería verte y me pidió que le ayudara a infiltrarse. Obviamente, soy muy bueno para esas cosas,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Pero ya, cumplí con mi función y te he visto miserable, así que les dejaré solos. Nos vemos en algún momento, hermanitos~”
“¡Hasta luego! ¡Gracias!” exclamó Shinano, quien por despedirse agitando una mano terminó por ser empujado por el pelinegro.


“…” Yagen observó a Tsurumaru cerrar la puerta detrás de él y recogió los documentos medio doblados que había traído consigo, para caminar hacia su escritorio.
“Oye, ¿estoy aquí y me ignoras?” Shinano hizo un puchero. Oyó a su hermano dar un suspiro en lo que dejaba la carpeta sobre la mesa, y le vio girarse para observarle de reojo.
“¿Qué haces aquí?” le preguntó con cansancio. “Te envié un mensaje diciendo que esperaba ir mañana en la mañana a casa para monitorear la salud de Gokotai. ¿No podías esperar?”
“No se trata de poder o no poder, Yagen. Somos seres irracionales, y como un ser irracional estuve deseando verte por algo que no fuera un quehacer,” dijo el menor, con un tono demandante y levantando un índice. “Vamos, he estado fuera todo un año y muy ansioso de finalmente reencontrarme con la familia.”
“Lo sé, y comprendo que mi presencia ayer hubiera sido de tu agrado. Sin embargo, me encuentro librándome de quehaceres para poder aprovechar las venideras vacaciones,” explicó calmadamente, para así retomar su silla corrediza y volver a prestar atención a su computadora. Ello hizo que Shinano frunciera el ceño.
“Sí, lo comprendes. Tú comprendes muchas cosas, Yagen,” miró hacia la librería donde antes estuvo escondido para observar tantos libros de temas complejos en ciencias y medicinas, además de algunas carpetas saturadas con documentos. Había otras tres largas librerías paralelas con contenidos muy similares, y el amplio ambiente donde estaban era como un sueño hecho realidad para cualquier científico, especialmente de la corta edad del pelinegro. “Incluso con tantos genios en nuestra familia, tú siempre has sobresalido. No existe nada para lo que no seas bueno, e incluso eres sorprendentemente hábil en el aspecto social. Yo sé que nos conoces bien y que sabes cómo pensamos…” dio un suspiro, exasperado. “Y es por ello que no entiendo por qué no fuiste ayer y por qué te mantienes aislado si es que sabes cuánto nos importa tu presencia.”
“…” Yagen se tardó un momento en contestar mientras tecleabla tranquilamente. “Te oyes inquieto, Shinano. ¿Por qué?”
“…” él se impacientó un poco por aquella actitud tan neutra que le dirigía, pero rápidamente se calmó y bajó su mirada. En verdad quería reiterar en que usara su cabeza para que adivinara lo que le molestaba, pero supo que hacer eso no le llevaría a ningún lado. “Yo sólo… les he echado mucho de menos, a los tres… a veces temo que ustedes vayan a desligarse de nosotros…”
“…”
“…realmente temo que se desliguen de mí, como si no perteneciera a ustedes…”
“Sabes que eso no es cierto,” el científico habló con paciencia y calma.
“Supongo que sí, pero a veces no sé qué pensar…” negó, ofuscado. “Gotou siempre me para enviando mensajes y dándome actualizaciones sobre lo que está haciendo, pero también siento que se está volviendo más inaccesible…” sonrió con leve tristeza. “Realmente está madurando mucho últimamente y haciéndose cargo de tantas cosas en nuestro lugar…”
“Bien por él. No esperaría menos de nuestro hermano, aunque oírte decir que está madurando me resulta increíble.”
“Heh, él siempre será nuestro atolondrado hermano, pero sí se ha mostrado como un hermano modelo para los pequeños,” Shinano sonrió más animado ante varios recuerdos del pasado, cuando todos eran niños y no tenían tantas responsabilidades sobre sus hombros. “Y te apuesto que no lo has visto desde la última reunión que tuvimos antes de mi viaje.”
“…” Yagen sonrió con ironía mientras continuaba revisando el documento que escribía. “Gotou y yo no hemos estado en buenos términos desde hace años. Sólo nos vemos cuando tú nos lo pides. No es necesario que lo diga.”
“Espero que eso cambie. Los dos tienen que poner sus diferencias de lado y actuar como adultos. Ya es hora que lo hagan,” observó, para frustrarse y volver a entristecerse. “Se supone que nos debemos apoyar mutuamente y no pienso tolerar más esta distancia entre ustedes dos…”
“…” el pelinegro mantuvo su suave sonrisa.
“…” Shinano se preocupó por aquella tan distante actitud de su hermano y bajó su mirada. “También, ya van años desde la última vez que he visto a Atsushi y él no se comunica tan seguido. Estará muy inmerso en su entrenamiento militar. Obviamente me preocupo por él…”
“Atsu sabe cuidarse a sí mismo y siempre les tiene presente.”
“Estoy seguro de ello,” le miró con leve reproche. “No digas las cosas por decir.”
“No lo digo de ese modo,” se encogió de hombros. “Hace dos días le otorgaron otra condecoración y recibió una cena especial en su nombre.”
“Eh, ¿ehh?” Shinano se sorprendió. “¡E-espera, él no nos dijo nada! ¡¿Cómo lo sabes?!”
“¿Por qué te sorprendes?” Yagen rió por lo bajo e hizo una pausa para mirar a su hermano. “Atsu y yo mantenemos contacto constante. Si no se los dijo debe ser porque no lo consideró lo suficientemente importante o de interés para ustedes. Sabes lo humilde que es.”
“Uhhh…” el pelirrojo frunció el ceño y comprimió sus puños. “Esto era lo que faltaba. Ustedes dos son los más ausentes en la familia y no paran de comunicarse entre sí. Es como si tuvieran una especie de conspiración.”
“Hmhm…” volvió a reír guturalmente. “Es natural. Los dos siempre fuimos inseparables, tal y como Gotou y tú.”
“Estoy seguro que ustedes son más cercanos…”
“También se debe a que los dos tenemos los mismos intereses. A mí me hubiera gustado enlistarme al ejército a tan temprana edad, y cuando Atsu regrese él piensa estudiar medicina. Es por ello que él me cuenta a menudo de sus enseñanzas y entrenamiento, y yo de avances científicos o de mis propias investigaciones,” Yagen se encogió de hombros. “Para variar, puedo hablar sobre mis conocimientos con uno de mis hermanos sin que me ignore o no me entienda.”
“Ohh… no sabía que también quería ser doctor…” Shinano se mostró interesado, y volvió a resentirse y hacer un puchero. “En verdad quisiera saber más sobre ustedes dos.”
“Sí, ¿verdad?” ello fue suficiente pausa y el doctor volvió a ponerse a trabajar.
“Noto que estás desviando el tema. ¿Por qué tanto secretismo?” le reclamó, aunque al no obtener respuesta se frustró y supo que no había punto a insistir. “En serio… ahí deberías darte cuenta sobre por qué me siento tan incómodo con la presente situación…”
“Puedes hablarme al respecto, si tanto lo necesitas,” comentó sin dejar de teclear.
“…” Shinano asintió y se acercó a su hermano. Él decidió tomar asiento en el piso, dándole la espalda a la silla de su hermano mayor, para mirar al suelo.
“Te puedo ofrecer una silla, si estás interesado,” dijo como cortesía, porque ya sabía la respuesta.
“Estoy bien…” él negó y siguió un momento de silencio.

En este, el pelirrojo alzó su mirada a sus alrededores. Observó esos libreros que terminaban a poca distancia del escritorio, el espacio a continuación donde había unas mesas de metal y estantes de instrumentos y utensilios cuidadosamente ordenados. Hasta observó una camilla tendida y lista para ser utilizada. Ello le preocupó un poco, porque imaginaba que Yagen hacía uso de ella con frecuencia en medio de su incansable trabajo, y así evitaba darse un descanso o regresar a casa para conciliar el sueño. Luego vio unas puertas cerradas que parecían conectar con otros ambientes a los cuales no había acudido.

Era un lugar pulcro, casi intangible por su profesionalismo, un tanto incomprensible, y finalmente frío e inaccesible. Shinano casi no sabía si se encontraba ahí para ver a su hermano o para tener una consulta médica, y sentía una extraña incomodidad al estar ahí que no podía expresar en palabras.

Sin embargo, era un sentimiento conflictivo que ya conocía demasiado bien y que le recordaba a ciertos momentos difíciles del pasado que habían marcado la separación con sus otros hermanos.

“Has cambiado, Yagen… bueno, los tres cambiaron un montón…” Shinano sonrió con leve amargura mientras escuchaba aquel despiadado tecleo del mayor. “En verdad pareces todo un profesional, un hábil doctor, un sabio científico... heh, no es por decir que eso es malo. En verdad te esmeraste bastante para llegar a donde estás. Estoy seguro que lo has hecho, por más que no sepa los detalles…”
“…”
“También Gotou… pensar que ha cambiado de ese niño que intentaba imitar a nuestros hermanos mayores y que solía ser muy torpe, impresionable y un poco necio. Él es realmente responsable ahora, a veces le miro y noto que sí puedo tomarle con seriedad,” Shinano rió un poco. “Haha, suena cruel que lo diga de ese modo, ¿no?”
“No…” la voz de Yagen sonaba levemente entretenida. “Pienso igual que tú.”
“Y Atsushi ha aprovechado su entrenamiento para convertirse en una persona fuerte y disciplinada, casi diría que me da un poco de miedo cuando pone su rostro severo. Él también siempre fue muy hábil e imparable, ahora lo será mucho más…” sonrió con tristeza. “Todavía recuerdo cuando los cuatro solíamos jugar o competir de pequeños. No creo haberles hecho competencia en ningún momento, y creo haberme puesto a llorar con frecuencia porque a veces eran muy rudos conmigo, pero siempre terminaba siendo divertido, y ustedes siempre encontraban la forma de volverme a animar.”
“…”
“Aunque puedo aprovechar para recalcar que tú siempre fuiste el más malo, Yagen,” Shinano le miró de reojo con leve reproche. “Por más que hayas sido inteligente y obediente ante nuestros padres e Ichi-nii, tú también fuiste el más travieso de todos y nos metiste en tantos aprietos. Aparte que eras medio bully. Sé que te tenía un poco de miedo.”
“Hmhm~” rió por lo bajo y le miró de reojo con una sonrisa entretenida. “Ya que andamos siendo sinceros, siempre pensé que fuiste insoportable de niño, Shinano. Eras engreído y caprichoso y todo se trataba de ti. Si nadie te daba cumplidos, dabas una pataleta.”
“Oye…” hizo un puchero.
“Al menos…” el pelinegro regresó su atención a la pantalla. “Eso debería dejarte saber que tú también has cambiado. Nunca dejarás de ser un poco infantil, pero ahora sí te pones a pensar en todos y te desvives por ellos. Sin lugar a dudas, te convertiste en el apoyo de la familia que todos necesitamos y puedes enorgullecerte de eso.”
“Supongo…” Shinano abrazó sus piernas y bajó su mirada. El hecho que Yagen le hiciera recordar aquel antiguo rol que se autoimpuso hace tantos años le daba cierto conflicto. “El punto es que… sí hemos cambiado mucho desde aquel entonces, y a veces me da mucha pena pensar en cómo ustedes tres ya no son esas personas que yo conocí ante nuestros otros hermanos. A veces quisiera que pudieran ir a casa y vivir una vida tranquila en compañía de todos nosotros como si el tiempo pudiera retroceder… pero también, me pregunto si no estoy siendo egoísta… después de todo, nosotros cuatro somos los únicos que recordamos el pasado…”
“…”
“…” al decir esas palabras, el hermano menor recostó el filo de su rostro en uno de sus brazos, y miró al piso con tristeza y sumergido en sus pensamientos. “Esas tardes después de clases que pasábamos en el jardín de la casa, algunas noches en las que nos subíamos al techo y nos imponíamos retos con las estrellas… cómo intentábamos entrenar junto con nuestros hermanos mayores y también los pocos momentos que nos pudimos conceder para acompañar a nuestros padres y absorber sus lecciones de vida… recuerdo esa vez en que me perdí en un paseo por la ciudad y me asusté horriblemente. Entonces fue que ustedes me encontraron y me aseguraron que no tenía por qué temer. Que ustedes siempre me ubicarían… que siempre estaríamos juntos, sin importar qué ocurriera…”
“…”
“Y pensar que no puedo compartir estos recuerdos con los demás, y que para ellos el pasado es un tabú que ya han superado y por ende intentan vivir únicamente en el presente…” hizo una breve pausa y sonrió con nostalgia. “¿Sabes, Yagen? Nuestros padres fueron un gran apoyo para mí desde el inicio. Ellos me dejaron saber que yo podía seguir adelante y me hicieron comprender la importancia de mantenernos unidos como familia… es triste, es injusto… sé que han sido nueve años desde entonces, pero todavía los extraño. Todavía me hacen falta… y me duele notar que nuestros hermanos no pudieron conocer bien a esas increíbles personas…”
“…” Yagen detuvo su escritura, y tomó unos segundos antes de contestarle. “Duele pensar en ello, pero es necesario comprender que ellos han tenido una vida distinta, Shinano. Es también un tema sensible por cómo nuestros hermanos mayores no recuerdan el pasado…”
“Lo sé… nunca se los mencionaría a ellos. Sé que tienen sus propios dilemas con ese asunto… les debe inquietar que nosotros hayamos conocido a tres distintos hermanos mayores durante nuestra infancia, por más que no deberían sentirse así…”
“…”
“Pero… si bien muchos de mis deseos son imposibles, ahora en el presente quisiera que al menos todos seamos más unidos,” él levantó su rostro y alzó su mirada hacia el alto techo con un gesto esperanzador. “Somos Toushirou y nos caracteriza la lealtad por nuestra familia, pero ello también viene con la cercanía que existe hoy en nuestra casa. Y yo quiero traerte a ti y a Gotou y a Atsushi de regreso a donde pertenecen.”
“…” Yagen sonrió para sí brevemente. “No me sorprende oír algo así de ti, Shinano.”
“…” esas palabras con aquel tono ligero y rendido del pelinegro bastaron para trasmitirle que su mera decisión no era suficiente. “¿Qué quieres decir con eso, Yagen?”
“Algo que nunca vas a necesitar dudar es aquella lealtad que tanto mencionas. Para mí, lo más importante siempre serán ustedes, por encima de mi oficio como doctor, por encima de Rizembool…” el doctor sonrió con leve frustración ante esa última mención. “Y sé que Gotou y Atsu piensan igual que yo. Sin embargo, si bien pienso que sí ocurrirá una reunión de todos en poco tiempo, no quiero que te ilusiones demasiado. El pasado nunca va a regresar, y nosotros tres nos fuimos de casa hace varios años. Somos los hermanos que debemos y queremos ser para los demás, pero también existimos como seres independientes y tenemos roles que cumplir. Temo que por ello mismo no lleguemos a cumplir tus expectativas.”
“…” nuevamente, esa mención de los roles que tanto le incomodaba… Shinano se expresó con tristeza e impotencia, y volvió a bajar su mirada. “A veces los siento tan lejanos… hace poco Gotou me dijo algo similar a lo que me dices…”
“…”
“Ustedes tres, a diferencia de mí, han logrado tantas cosas. Han madurado un montón, han roto barreras y resaltado nuestro apellido como se lo propusieron… no puedo evitar sentirme como una hormiga al costado de ustedes. Incluso cuando éramos pequeños, ustedes que hicieron tanto por mí… no sé cómo devolverles la dedicación. Quisiera poder hacerlo porque me siento un poco preocupado por ustedes. Las vidas que llevan no pueden ser saludables.”
“No tienes que preocuparte por nosotros. Estamos bien.”
“Aun si dices eso… quiero que dejen de ser esos roles que mencionan, y que sean ustedes como los conozco. Abiertos, cercanos, comunicativos… quiero volver a sentirme parte de ustedes.”
“…”

El lamento del pelirrojo provenía de una historia de hace casi una década. Esta se remontaba a tiempos distintos en un hogar regido por los ideales y bondadosos padres, quienes solían estar muy ocupados para lidiar con todos los asuntos de esa próspera familia de clase alta. Desde temprana edad, los hijos mayores habían sido destinados a seguir los pasos del padre y habían sido instruidos para algún día ser los herederos de esa familia y así apoyar a sus menores. Seguidos de ellos estaban los cuatro hermanos de ‘el medio’, quienes gozaron bajo las atenciones y los cariños de sus mayores. Ellos de todos modos siempre intentaron seguir el ejemplo de sus hermanos mayores y pasar todo el tiempo posible con sus progenitores, con tal de seguir esa lealtad a la familia que les fue inculcada desde los inicios. Los cuatro supieron que les tocaría el momento de cuidar de los más pequeños y educarles cuando crecieran más, y se sintieron cometidos a esa futura responsabilidad.

Sin embargo, a aquella familia le esperó una triste e inevitable tragedia. Las bases de los Toushirou fueron destruidas por completo en un incidente que se había vuelto tabú para todos los hermanos, en el cual los padres fallecieron y los hermanos mayores apenas sobrevivieron y estuvieron convalecientes por mucho tiempo. Ellos, quienes hubieran sido esperados de responsabilizarse por su familia, padecieron de una amnesia total del pasado y ello condujo a que no fueran capaces de ayudar en aquel momento tan crucial, en el cual corrieron rumores de una súbita caída de esa familia con tantos hijos que podría ser devorada por parientes lejanos o previos allegados ni bien se presentara la oportunidad.

Y fue en aquel caos que los cuatro hermanos, incapaces de contar con el apoyo de sus padres o el auxilio de sus venerados hermanos mayores, tuvieron que tomar las riendas de aquella familia quebrada con tal de salvarla de la incertidumbre, por más que los cuatro fueran tan jóvenes y se encontraran en medio de la niñez. Pese a todo, ese rol fue algo que ellos llevaron a cabo con absoluta responsabilidad e hicieron todos los sacrificios posibles. Fueron los cuatro contra el mundo, descorazonados, con dificultades… y los cuatro por separado.

Antes de percibirlo a plenitud, Shinano vio a sus tres hermanos adentrarse al mundo real en un intento de salvar a los demás. Yagen, quien ya había estado recibiendo una educación avanzada y especial de parte de Rizembool, se sumergió dentro de esa institución al punto de desaparecer por un largo periodo de tiempo. Sorprendentemente, esa escuela se apiadó de la situación de la familia y les ofreció apoyo y reconocimiento, aparte de que el nombre Toushirou se volvió allegado a ese lugar que con el tiempo se volvería el alma mater de varios en la familia. Atsushi siguió con el entrenamiento militar que su padre también había seguido en su juventud y fue un recordatorio vivo del linaje guerrero de los Toushirou al demostrar su gran habilidad y disciplina. De aquel modo, también logró más notoriedad a su nombre y fue capaz de atraer a viejos allegados que apoyaron a la familia en esas circunstancias. Luego de ver a ese par abandonar el hogar intempestivamente, Gotou supo que era su deber como el siguiente en edad de quedarse y actuar como el representante de la familia en medio de todos los quehaceres y negocios que le correspondía monitorear. Por más que él contó con asesores y personas de confianza, se vio expuesto a una cruel realidad y grandes presiones que le sobrepasaron por muchos años de madurez, pero que con el tiempo fue capaz de maniobrar.

Por su parte, Shinano no había tenido aquella vocación de tomar acción y se encontró solo y rodeado de sus demás familiares antes de reparar en el rol que quedaba para él. El pelirrojo supo que tenía que apoyar a sus hermanos mayores a recuperarse, y que también debía ser fuerte y optimista para sus hermanitos, quienes eran muy jóvenes e inocentes como para comprender la situación en la que estaban. De aquel modo, Shinano obtuvo el rol de la máscara. Él tuvo que ser feliz, irradiar bienestar y calidez, y apoyar a todos y absorber las penas y tristezas para retornar alegría y consuelo a los demás. Aquel fue un rol pesado y prohibitivo, uno que casi le destruye, pero uno que llegó a cumplir sin titubeo hasta que sus hermanos mayores fueron capaces de reponerse y apoyarle.

Y fue ahí que la familia se recuperó y el primogénito trabajó a la par con Gotou para retomar su deber como el heredero mientras la residencia de la familia volvió a establecer la paz y unión para todos los que se encontraban ahí. Luego de tanto esfuerzo, Shinano finalmente se sintió capaz de apuntar a sus propias metas personales en lo que mantenía sus cuidados hacia sus hermanitos y atención a toda su familia. Lamentablemente, él terminó siendo testigo que sus otros tres hermanos siguieron fuera de casa y nunca regresaron.

Incluso en el presente, casi una década después, con una familia próspera donde los mayores volvieron a tener el liderazgo y los hermanos más jóvenes crecían en un hogar cálido y próspero, esos hermanos continuaban distantes y separados, como quienes habían sido secuestrados por sus roles y sus vidas. Shinano lamentaba grandemente aquel cruel destino que le había distanciado de sus parientes más cercanos y a su vez observaba anonadado a los logros y las resaltantes personas en que ellos se habían transformado, mientras el pelirrojo todavía tenía todo un camino por delante para seguir los mismos pasos y definir su propio destino. Sin embargo, él ya no quería continuar con esa misma distancia que hacía preocupar al resto de la familia. Él había regresado a su hogar para crecer como persona y volver a unirlos a todos, para así declarar que su inquebrantable familia era lo más fuerte en la existencia, y a su vez recuperar lo más preciado que tuvo en su infancia.

No obstante, él temía que el pasado fuera completamente inalcanzable. Sus tres hermanos contemporáneos habían logrado sus idóneas metas y, con ello, terminaron convirtiéndose en seres bastante impersonales que nunca aceptarían apoyo ni confesarían sus debilidades. Ellos continuaban desempeñando sus roles y siendo aquellos hermanos mayores que la vida les impuso que fueran antes de ponerse a pensar en las verdaderas necesidades de su familia en el presente. Ya no se trataba de sobrevivir, mas de compartir, disfrutar y atesorar lo que tenían, y Shinano no sabía cómo hacérselos ver definitivamente.

Era también preocupante notar cómo los más pequeños de la familia seguían ese insano ejemplo de desvivirse en los estudios e incluso adelantarse en los mismos para seguir a esos admirables hermanos y ser un poco cercanos y semejantes a ellos. El pelirrojo quería evitar que esa tradición continuara, y que todos se enfocaran en vivir sus vidas como realmente debían hacerlo, pero en momentos como el presente en el cual se sentía tan desolado e impotente no sabía si había forma de recuperar ese añorado pasado que tanto anhelaba… ese que sólo él y sus otros tres hermanos realmente habían conocido hace ya nueve años…

“…para venir de ti, esas palabras suenan muy inseguras,” comentó Yagen finalmente, rompiendo el largo silencio. “Tú que siempre fuiste tan decidido y seguro de ti mismo…”
“…”
“Y no es justo que digas que tú eres una hormiga en comparación con nosotros. Cada uno tuvo que adaptarse al camino que tomó, y el tuyo fue uno de menos aptitudes académicas, y terminaste haciendo justamente lo que debías: cuidar a nuestros hermanos.”
“…” él no se vio convencido.
“Por ello mismo, también cambiaste. También creciste y te volviste en un pilar de nuestro hogar. Ahora que acabas de regresar y has sido recibido por nuestros hermanos es que deberías notar que el esfuerzo que tú hiciste en el pasado no ha sido en vano. Todos son felices y todos miran hacia delante con ansias y optimismo. Los menores te reconocen como un hermano mayor, y los mayores pueden confiarte sus inquietudes y pedirte favores.”
“…”
“Es más, en medio de todo lo que sucedió, tú eres quien estuvo ahí por los demás. Puedes preguntarle a Atsu o a Gotou, y ellos dos estarían de acuerdo con lo que te voy a decir,” el doctor habló con una voz cadenciosa y neutral. “De todos nuestros roles, el tuyo fue el más importante. Tú eres quien realmente rescató a nuestra familia. Nosotros fuimos secundarios. Gotou no estuvo en casa muy seguido, mientras que Atsu y yo los abandonamos por completo.”
“…” frunció el ceño.
“Por eso es que no deberías verte como inferior a nosotros. Tú deberías enorgullecerte.”
“…” Shinano tembló de pies a cabeza y comprimió sus puños. No tenía palabras para contestar a lo que oía, luego de haberse dado la labor de expresarse ante su hermano anteriormente.
“Shinano…” Yagen sonrió con ironía y alzó su mirada hacia el techo. “Dime… todo lo que te acabo de decir… tú resientes esas palabras, ¿no es cierto? Te indigna oírme, ¿verdad?”
“¿…por qué lo tienes que preguntar?” preguntó con frustración y desdicha.
“Tu temor no va en aquella dirección. Por más inferior que puedas sentirte, sin importar cuánto resalte que no lo eres, tú deseas algo distinto de mí. Lamento decir que yo nunca he sido un buen hermano para ti. Tampoco puedo cumplir con tu parecer de que sí te conozco a la perfección. Te entiendo muy bien, pero me hace falta comprender tus necesidades. Ante ello, debo pedir disculpas, y quisiera que tú también fueras honesto conmigo.”
“…”
“Del mismo modo en el cual te hacíamos llorar de pequeño, ninguno de los tres está del todo capacitado para saber cómo te sientes,” sonrió rendido. “Somos necios y algo torpes, y ahí me toca pedirte ayuda para saber cómo actuar y cómo velar por la familia de un modo en el cual no lo hemos hecho previamente…”
“…” Shinano le escuchó con atención mientras su previa molestia se desarmaba en tristeza. Podía oír a su hermano dialogarle con humildad y atención, algo que normalmente desaparecía detrás de su perfil de científico, y algo que le era nostálgico del pasado.
“Nosotros no podemos ser lo que tú esperas porque ni sabemos qué rol es el que deseas.”
“Suficiente con los roles, Yagen.”
“Me parece bien,” él le miró de reojo, con una suave sonrisa. “Por ello te tocará aguantar a tres impredecibles y caprichosos hermanos en los momentos en que se dignen a aparecer en casa. El pasado no va a regresar, pero al igual que los demás en la familia, te toca esperar por un futuro más brillante. El hecho que el pasado ya no está no es motivo de lamentarlo o de pensar que ha habido una gran pérdida. Las cosas cambian y se adaptan al transcurrir del tiempo, pero hay ciertos conceptos que se mantienen inmutables,” le sonrió con certeza. “Confía en nuestra familia, en la lealtad que todos los Toushirou mantenemos hacia nuestros hermanos. Es este sentimiento lo que nos hará regresar y reunirnos después de tanto tiempo. Y, cuando ello ocurra, nosotros tres necesitaremos de ti para que nos guíes y nos enseñes eso que nos falta y que tanto anhelas de nuestra parte. Confiamos en que lo harás, en que velarás por nosotros, y queremos estar ahí cuando tú también nos necesites.”
“…” el pelirrojo le devolvió la mirada con leve sorpresa y le vio levantarse de su asiento para ponerse a caminar. “¿Eh? ¿A dónde vas?”
“Quédate ahí,” Yagen llegó donde el friobar y le lanzó una lata de gaseosa. Él también agarró una para sí y fue de regreso donde su hermano. “No simpatizo con estas cosas, pero puedo hacer una excepción por hoy.”
“¿Eh?” Shinano miró un poco perplejo a la lata en su mano, y se confundió más cuando Yagen también tomó asiento en el piso, a su costado. “Ehm…”
“Sabes bien que no tolero el contacto físico, así que esto es lo mejor que puedo hacer por ti.”
“S-sí…” asintió con torpeza y bajó su mirada. “No solías ser así de pequeño, pero lo respeto.”
“No quiero que debas sentir que tienes que preocuparte por mí, Shinano. Estoy bien.”
“P-pero…”
“…” Yagen dio un suspiro y desvió su mirada, con frustración y arrepentimiento. “Tampoco quiero que te sientas como si no pertenecieras en nuestro grupo, como si estuvieras solo, o como si te hubiéramos abandonado, porque no es cierto. Tú eres una parte vital de nosotros, siempre lo fuiste y siempre lo serás. En cierta forma, tú nos haces sentir en casa. Los otros dos estarían de acuerdo con lo que te estoy diciendo.”
“Yagen…” Shinano se sintió conmovido por lo que oía, y por observar a su distante hermano acortar la distancia y encontrarse hablando con honestidad y vulnerabilidad.
“Lamento no haber ido al aeropuerto ayer. Perdón por haberte hecho sentir todo esto.”
“Ehh, n-no digas eso, no te culpes por favor,” le pidió, inquieto y agitando sus manos.
“…” Yagen sonrió un poco y levantó su lata de gaseosa. “Bienvenido a casa, Shinano. Te he echado de menos…”
“Eh…” oír esas palabras con aquel gesto de parte de su hermano mayor hizo que el pelirrojo soltara un par de lágrimas, algo que le sorprendió y le hizo inquietarse más. “Ehh… ¿p-por qué…? N-no me prestes atención, y-yo…”
“Heh, no te avergüences,” le miró comprensivamente mientras el otro recobraba la compostura. No era la primera vez que Yagen observaba a su hermano menor tener una reacción semejante y siempre era un indicativo que se había sobrecargado y necesitaba un poco de ahogo. Ello explicaba por qué había recurrido a infiltrarse en su laboratorio ya que, para ser alguien tan caprichoso y decidido, Shinano solía respetar las reglas. “Me has hecho entender que todavía me necesitas. No olvides que te prometí mantenerte un ojo encima hace varios años. Prometí que no te dejaría sentirte triste o solo, luego del fallecimiento de nuestros padres.”
“S-sí…” asintió.
“Así que mi trabajo no se termina hasta que te sientas mejor y ya no sea necesario.”
“Entonces… puedo decir que tal vez nunca va a terminar…” Shinano sonrió con torpeza.
“Bueno, no lo puedo evitar,” Yagen se encogió de hombros. “Nunca he sido el mejor hermano mayor, pero comprendo que tengo una obligación especial contigo, por el hecho que aún hay tanto del pasado que no se ha terminado para ti. Eso significa que tengo que continuar supervisándote, por tu propio bien.”
“Sí,” asintió, sonriendo ampliamente. “Por favor, aunque también espero verte más en casa. Las cosas no son tan simples como lo piensas, porque te aseguro que no soy el único que quisiera hablar contigo más seguido. Nuestros hermanitos quieren conocerte mejor.”
“…” Yagen sonrió con leve incomodidad y desvió su mirada. “No me sorprende. Nuestros hermanos son personas excepcionales. Parece que no tengo opción…”
“…” Shinano pudo notar aquella inquietud en su hermano mayor de acercarse a los demás, como si se le hiciera un mundo, pese a que el pelirrojo sabía lo mucho que Yagen valoraba a la familia y quería encargarse de ellos. Realmente no sabía de dónde provenía ese sentimiento y tendencia a aislarse, y no parecía como si el otro quisiera compartir sus motivos. Era algo que le preocupaba, ya que su persistente distancia había causado ciertos problemas en el pasado…
“No vuelvas a inquietarte, Shinano, puedo verlo en tu rostro.”
“Ehh, n-no te preocupes por mí…” contestó, incómodo. Vio al otro extender su lata a manera de brindar con las gaseosas.
“Por tu inicio aquí en Rizembool,” dijo Yagen, con decisión. “Es tu hora de probarnos lo que eres capaz de hacer y de lucir aquel potencial que nuestros padres tanto recalcaron en ti, el motivo por el cual te reconocieron como el tesoro de nuestra familia repetidamente.”
“Sí, ha llegado mi turno de sobresalir. No te decepcionaré,” Shinano sonrió animado e inspirado, y chocó las latas. “Salud.”

Aquel momento entre los dos continuó con Shinano contando todas sus experiencias en el extranjero, además de hablar sobre sus dos compañeros de viaje y los planes que tenía para el futuro inmediato. Él pudo compartir sus añoranzas y más palpables deseos con mucha dicha y grandes ánimos al haberse despojado de las inquietudes que habían estado guardadas en todo el tiempo que estuvo fuera de casa. Yagen se dedicó únicamente a oírle o darle cortas respuestas y observó aliviado a su hermano pelirrojo retornar a la vida…




Había pasado poco más de una hora y Yagen había retomado sus deberes al estar enfocado en su computadora dentro de su laboratorio. Fue entonces que Namazuo y Honebami llegaron a ese lugar, y el primero se acercó corriendo.

“¡Yagen! ¡¿Cómo has estado?!” exclamó efusivamente mientras corría donde su menor.
“Tsk, cállate, Namazuo,” Yagen le mandó una mirada fulminante que congeló al otro.
“¿Q-qué sucede, hermanito?” preguntó, sonriendo nervioso.
“…” Honebami miró hacia el fondo del ambiente. “Shinano…”
“¿Eh?” Namazuo observó a su gemelo, para notar que el pelirrojo estaba profundamente dormido en la camilla. Eso picó su interés. “¿Qué está haciendo aquí? ¿Le dejaste entrar?”
“No, Tsurumaru lo infiltró. Tendré que pedir que mejoren la vigilancia,” Yagen negó. “Noté que Shinano sigue cansado y con jet lag, así que le ofrecí que tomara una siesta antes de irse a casa. Él dijo que tenía que esperar a Ichi-nii para regresar con él.”
“Oh, ya veo, aunque Ichi-nii todavía tiene como dos horas más y terminará un poco tarde. Yo justo pensaba ir de regreso, así que puedo irme con él,” Namazuo sonrió.
“Procura no accidentarte en el camino de regreso.”
“O-oye…” el pelinegro mayor hizo un puchero.
“Y espérate como media hora. Creo que Shinano está en la mitad de un sueño profundo. Ser despertado ahora no le caería bien.”
“…” Honebami asintió.
“Ehh, yo no sé mucho de esas cosas,” Namazuo sonrió incómodo y miró a su gemelo. “¿En serio no puedes regresar a casa esta noche?”
“He dicho que no,” él negó pausadamente, con paciencia. “Tengo que trabajar en un proyecto. Ikari-sensei espera que termine con unos prototipos para el término de esta semana…”
“Tú también sueles estar muy ocupado. Sabes que nuestros hermanitos se alegran cuando vas a verlos y pasar tiempo con ellos, no lo olvides,” recalcó, para mirar al menor que había regresado su atención a la computadora. “Y no te desentiendas porque también hablo contigo.”
“Te escucho claramente, Namazuo…” Yagen negó con leve frustración. “Shinano me dejó lo mismo en claro. Él espera que me aparezca más seguido en casa. Vino para decirme eso.”
“Es inesperado que él fuera a infiltrarse…” comentó el peliblanco, observando al menor de los hermanos dormir.
“Lo es…” Yagen volvió a hacer una pausa para mirar al pelirrojo, y sonrió un poco. “Se había estado sintiendo solo últimamente. Por el tipo de persona que es y por haber pasado tanto tiempo en el extranjero sin sus hermanos, es de esperarse. Realmente quería hablar conmigo.”
“Por supuesto. Él siempre ha querido ser más cercano a ti, Yagen,” observó Namazuo, animadamente, y levantó su índice con una actitud levemente demandante. “Por eso estuvo mal de tu parte que no fueras ayer a recibirle.”
“Sí, lo he comprendido luego de hablar con él, no necesitas decírmelo…”
“…” Namazuo le observó detenidamente y se sorprendió un poco al notar cómo Yagen observaba a Shinano de una forma casi maternal y empática. A pesar de su distancia, era evidente que su hermanito doctor siempre había tenido una actitud distinta con el pelirrojo y se había sentido más responsable de él.
“Shinano sigue siendo un niño y parece que no va a cambiar pronto…” comentó el científico con leve frustración, mientras supervisaba al pelirrojo. Sonrió rendido. “No me queda de otra que seguir mi deber con él. Shinano ha pasado por mucho, después de todo. Es hora que se sienta en paz consigo mismo y siga adelante…”
“Yagen…” Namazuo se vio impresionado por aquella madurez y decisión de su hermanito, y sonrió un poco. Él esperó lograr sorprenderle al darle un súbito abrazo, pero Honebami le agarró del cuello de su camisa y lo jaló hacia atrás. “¡Ahh! O-oye, Honebami…”
“No fastidies a Yagen, por favor…” le pidió, mirándole con desconfianza.
“¿Qué crees que haces, Namazuo?” preguntó el doctor, entrecerrando los ojos.
“Ehh, ya no voy a hacer nada, en serio,” se rindió y su mellizo le soltó, para agitar sus brazos mientras hacía un puchero. “Uhh, es que estás actuando como un adorable hermanito mayor y quiero apachurrarte por eso, Yagen. No sabes lo feliz que me siento por oírte.”
“Compórtate, por favor. No te avergüences así,” le reclamó. “En fin, deja descansar un poco a Shinano antes de retirarte con él. Puedes quedarte aquí mientras no hagas mucho ruido.”
“Ya que tengo que esperar, iré a comprarles algo para degustar. Vuelvo enseguida,” se ofreció con energías. “¿Quisieras algo, Honebami?”
“…” él negó. “Puedo acompañarte y asistirte.”
“Acepto tu compañía, pero no necesito asistencia. No seas tan formal.”
“Entendido…” asintió, inmutado.
“Tenemos que trabajar en tu actitud,” él negó. “¿Algún pedido, Yagen?”
“No me opongo a un expresso.”
“Uhh, pero eso es tan cargado. Puedo comprarte alguna de esas modernas presentaciones de café con colores chillones, dibujos en la superficie y mucha azúcar. Ahh, me haría una gran ilusión~”
“No me compres nada, entonces…” le miró con cansancio y fastidio.
“Un expresso,” Honebami asintió. “Enseguida regreso.”
“Oye, espérame,” su mellizo se apuró para marcharse con él.
 
De aquel modo, Yagen volvió a trabajar en silencio y se concentró para avanzar antes de volver a verse interrumpido. Comprendía que sus labores se ralentizarían si iba a ser una parte más íntegra de su familia, y tendría que ajustar su horario acorde a ello.

Por la llegada del pelirrojo, le iba a tocar cumplir con sus expectativas y ser el apoyo que al parecer todavía necesitaba, además de volverse más cercano al resto de sus hermanos. Se aproximaban días más amenos y auténticos en la residencia de los Toushirou.

Sin embargo, el doctor no dejaba de preguntarse por cuánto tiempo ese deseo de Shinano podría perdurar antes de lo inevitable…



Y el tiempo siguió con su curso.
« Last Edit: April 03, 2018, 11:49:53 PM by Cho »


Haruhin

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #376: February 28, 2018, 01:53:16 AM »
CAP 15:


El timbre sonó un par de veces de forma incesante, pero Katsuya estaba forcejeando en su despacho con unos cuantos folios de trabajo acumulado en el último tiempo como para salir y recibir a la inesperada visita.
 
“Eu, ¿puedes abrir por mí?” Exclamó con un tono de voz grave. Era increíble el ruido que podía generar entre las paredes vacías de la nueva casa a la que oficialmente se había mudado con su esposa y el hijo de esta. Un espacio en el que esperaba tener una mayor privacidad en pos de afianzar los lazos con su nueva familia.

“Voy, voy.” Asintió Eureka, luego de dejar caer una de las cajas de la mudanza sobre el piso de la sala de estar y se encaminó hasta la puerta. Al abrir, la mujer de cabellos turquesa pestañeó un par de veces con sorpresa, pero rápidamente ablandó su expresión y se hizo a un lado. “Cielo, creo que tienes visita. Vas a tener que dejar lo de tu oficina para más rato.” Mencionó para luego voltear su atención a su visita. “Disculpa el desorden, todavía estamos en medio de desempacar todas las cosas. ¿Quieres que te traiga algo de beber?”

“Claro, me encantaría.”

“¿Mm?” Katsuya se asomó por la puerta de su despacho al escuchar a su esposa. Al acomodarse las gafas, notó a su sobrina mayor tomando asiento en el único sofá de la sala de estar, con una sonrisa y con una llamativa muñequera inmovilizando una de sus manos. “Francamente no esperaba la visita.” Se excusó al acercarse a saludar a su sobrina.
“Lo sé, fue repentino. Pero fui a acompañar a Illya para que fuera a casa de unas amigas y da la coincidencia de que tu casa estaba por aquí cerca y decidí venir a saludar.”
“Es un lindo sitio, ¿no?”
“Me gusta, es espacioso.” Haruhi sonrió. “¿Ao se ha tomado bien todo el tema de la mudanza y eso?”
“Hace el intento, aunque todavía le cuesta. Pero al menos se valora la intención.” Interrumpió Eureka luego de regresar de la cocina con un vaso de jugo para la rubia. “Al menos ahora sí puede convivir con más normalidad con Katsuya.”
“Qué suerte. Conociendo a mi tío, de seguro se estaba carcomiendo la cabeza del estrés con todo lo que le preocupa mantener un espacio con una convivencia sana.” Rió Haruhi.
“Lo hemos superado. La otra vez incluso me pidió que le ayudase con una de sus tareas de la escuela.” Katsuya se cruzó de brazos y miró con las cejas arqueadas a su sobrina. “Más importante por ahora, es que me gustaría saber qué le pasó a tu mano.”
“Me caí el otro día en la facultad.”
“Oh, debió ser una fea caída como para terminar con una lesión.” Dijo Eureka.
“Más o menos. En realidad, fue que no puse bien las manos al caer al piso y cargué todo el peso sobre la muñeca. Pero está bien, ya no me duele tanto desde que fui al doctor el otro día.
“Me podrías haber dicho del incidente Haru, por último te habría acompañado.” Expresó Katsuya con preocupación.
“Nah, no era para tanto. Illya me acompañó y luego nos tomamos un helado antes de volver a la mansión.”
“¿Ella está bien? Lo del incidente en Hanasaki no pasó desapercibido en las noticias.”
“Lo tomó bastante bien, creo que el hecho de estar acompañada por varios de los que estudiamos en Hanasaki en casa le sirvió para poder pasar todo el shock.”
“¿Y tú? ¿Estás bien?” Preguntó el castaño.

Eureka en tanto recogió la caja que había dejado anteriormente sobre el piso. “Los dejo un rato. Quiero al menos terminar de sacar algunas cosas de la cocina que seguro están aquí. ¿Te quedas a cenar, Haru?”
“Si no es molestia no veo el problema.”
“Para nada, siempre eres bienvenida igual que Illya.” Dijo Eureka antes de regresar a la cocina.

“¿Y cómo… has estado?” Katsuya nunca se había caracterizado por ser alguien muy fluido para las conversaciones con sus sobrinas por falta de costumbre, pero la insistencia de su esposa por hacer más cercana su relación con ellas al ser su único tutor legal en Japón le hizo proponerse el mejorar esos aspectos en los que tanto fallaba. Si con Tatsuya ya era complicado, no sabía a qué nivel podría ser capaz de encontrarse las hijas de Komui… pero no creía o más bien, quería creer, que no serían un caso tan serio.

“Fuera de los incidentes, bien. Con hartas cosas que entregar en clases porque estamos cerca de cerrar el semestre…”
“Dime que al menos no has tenido que pasar varias noches sin dormir.”
“Erh- ¿el sueño es para los débiles?” Bromeó.
“Ajá y por eso pareces un panda con esas ojeras que llevas ahora.”
“Si no es por la universidad, es por estar siendo secuestrada constantemente por mis amigos para salir.”
“Oh, a esos sí los recuerdo. Eran… Kashima y un tal Aoba, ¿no?”
“Sí, aunque te olvidaste de Clear.” Rió 
“Ah, tienes razón. Esa vez eran varios en la sala.”
“Fuera de Eureka, mi amiga y  de los Vi Britannia, son mi círculo más cercano.”
“Eso veo. Mientras te encuentres cómoda con ellos, me quedaré tranquilo.”

Haruhi le dio un sorbo a su vaso de jugo para hacer una breve pausa. 

“Pero.”
“¿Pero?”
“También quiero que descanses. Se nota que tu cuerpo te lo está pidiendo.” Katsuya desvió su vista una vez más hacia la mano lastimada de la chica. En silencio comenzó a atar algunos cabos de cosas que le habían estado inquietando desde que su sobrina había iniciado este año en Hanasaki. Estaba el tema de su desmayo, un comentario de su amiga Ryougi respecto a algunas amistades “cuestionables” de su sobrina… y ahora le sumaba la repentina lesión por “caerse” dentro de la facultad. ¿Podría ser posible…? 

Katsuya comenzó a hacer algunas muecas en silencio hasta que la rubia le miró con curiosidad.

“¿Pasó algo malo?” Preguntó Haruhi.
“¿Mm? No, nada. No es nada.” Negó con la cabeza. “Solamente me quedé pensando en algunas cosas.” Carraspeó y volvió a acomodarse las gafas. “Aunque quiero que me respondas una sola cosa con honestidad.”
“¿Y esa cosa sería...?”
“¿Estás segura de que no hay algo que te tenga preocupada más de la cuenta en el último tiempo?”

Haruhi no pudo evitar hacer una mueca. Sintiendo la mirada de su tío juzgándola fijamente tal como si de un interrogatorio formal se tratase.

“Bueno, no puedo negar que hay algo complicado rondando por ahí y-“
“¡Ah, no puede ser!” Se escuchó desde la cocina de parte de Eureka, la cual se asomó poco después por el umbral con una mueca de decepción. “Fue mi culpa. Olvidé que no han venido a revisar las instalaciones de gas todavía. No hay problemas con que llamemos por un delivery para cenar, ¿verdad?
“No, por mi parte no hay problema.” Bien. Tal vez tendría que esperar otro momento para consultar, pero si algo le había quedado claro es que al menos esta vez su sobrina no había descartado que algo le estaba dando problemas.

“Okay~ Pónganse de acuerdo con lo que tengan antojos de pedir y luego buscamos un número para hacer la orden. Ao no es quisquilloso con la comida así que no tendrá problemas con adaptarse a lo que pidamos cundo regrese. Seguiré sacando algunas cosas, pero avisen cuando tengan todo decidido, ¿mm?” Sonriente, Eureka volvió a perderse dentro del comedor. 

Katsuya destensó los hombros restándole importancia, aunque supo que en parte la ocurrencia de su esposa por interrumpir en el momento preciso de seguro había sido para evitar poner a Haruhi -la visita- más incómoda. Realmente su esposa le estaba tratando de ayudar a llevarse mejor con su propia familia.

“Hace unos días llevo un antojo de comer shawarma.” Soltó resignado, dejando la otra conversa para un momento más apropiado.
“Que sea eso entonces. Hace montones que no como uno, podré darle envidia a Illya después por no haber querido acompañarme.” Bromeó la rubia y Katsuya le devolvió la sonrisa.
“Decidido. Ya tenemos menú para hoy.”



Simon dio un disimulado bostezo luego de terminar de limpiar una de las mesas del café. Para su suerte el día de hoy había dado una clientela bastante generosa y ya solamente le faltaba poco más de dos horas para dar por acabado su turno.

Con algo de suerte y si no terminaba muy agotado, quizás iría a visitar a su amigo Leonardo en su casa para matar el tiempo. Su último proyecto del semestre ya estaba entregado y ahora solamente estaba a la espera de las calificaciones finales para saber si había aprobado o no sus materias; podría decir que estaba gozando un poco por adelantado de sus vacaciones.

“Simon, la mesa cuatro.” Le llamó la atención su jefa desde la barra del café para que fuera a atender al cliente recién llegado. Simon no dudó en acercarse cogiendo la carta del local en una mano mientras se acercaba a la mesa en cuestión.

Sin embargo, a medida que terminaba de acercarse la figura alta y de cabello largo que ocupaba solo un asiento ya se le hacía más que conocida. ¿Otra vez ese sujeto ahí?

“Buenas tardes… ¿le ofrezco el menú o tiene algo visto de antes?” Saludó.
“Limonada y un cheesecake.” Contestó Rai de forma seca, como de costumbre. Por supuesto que Simon no habría esperado otro recibimiento de parte de aquel hombre que en algún momento había sido Rebel de Haruhi. 
“Una limonada y un cheesecake… entendido. ¿Algo más?” Simon cogió la libreta de su mandil para anotar rápidamente la orden del albino.
“Cuando termines aquí, debemos hablar.”
“¿Eh?”
“Tu amiga la HiME no está progresando, necesitamos probar algo diferente. Tal vez necesite tu ayuda.”
"No sé de qué tanta utilidad puedo ser pero... si Haru te envió, supongo que podría intentarlo."   


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #377: February 28, 2018, 07:23:01 PM »
Vengo con fic!!!


Finalmente Tsubasa habia llegado a la mansión , frente a ella se encontraban dos jóvenes ambos rubios, uno mas alto que el otro, ademas que el mas bajito tenia una expresión de alegría en su rostro y su rostro era algo femenino para ser hombre, la joven se hubiese sorprendido de verlos si es que Rei no lehubiera por teléfono para decirle que ahora tenia dos maestros para que le ayude a perfeccionar  su técnica con la espada y asi no dar vergüenza en la siguiente batalla, ademas ahora ya no estaba sola porque su child Lucario habia regresado con ella

Waaaa al costado de Tsubasa-san hay una criatura muy increíble…-dijo el mas bajito emocionado para acercarse y mirando a Lucario de un lado a otro-es muy hermoso

Midare compórtate que no es la mejor impresión que le estas dando a Kazanari-san…-hablo el mas alto que tenia extrañamente una capa blanca cubriendo la ropa que llevaba que era un buzo de color rojo-

No se preocupen por eso…-hablo la peliazul- Sakuma-senpai me llamo por teléfono y me dijo que ahora en adelante ustedes vivirán con nosotros como parte de la paga por entrenarme no es cierto? – a la joven peliazul le gustaba ir directamente al grano –

En realidad rechazamos el ofrecimiento de Sakuma-san para vivir con ustedes, cada uno de nosotros tenemos un departamento para vivir asi que no hay mucho problema

Aunque yo si queria quedarme en esta hermosa mansión porque se nota que tienen cosas muy hermosas…-dijo mas bajito que tenia cabellos largos amarrados en una coleta- pero como dice Yamanbagiri-san no queremos ocasionar muchos problemas-

Ya veo, si es algo que ustedes lo han decidido entonces no hay nada mas que hacer…ahora vayamos con las presentaciones que es descortes de nuestra parte no haberlo hecho…mucho gusto mi nombre es Kazanari

Tsubasa…-haciendo una reverencia- mucho gusto

Ahora me toca a mi!!! Mi nombre es Midare Toushiro!! Tengo 17 años!!! Trabajo en muchas cosas y soy un maestro espadachín!! Me gustan las cosas hermosas y brillantes!!Tambien es un gusto de conocerla Tsubasa-san ya que fuiste una exknights y yo amaba ese grupo, algún dia quisiera ser un idol asi como fuiste tu-

La peliazul se sorprendio que el mas pequeño supiera de su pasado como Knigths aunque no era de sorprender ya que su grupo era muy popular en los años en el que estuvieron juntos antes de que ella causara la desintegración

Sucede algo Tsubasa-san?? Dije algo que no debía?

No …para nada-sonrio levemente- solo recordaba esos momentos, gracias por ser fan de Knights lo agradesco profundamente-

Mi nombre es Yamanbagiri Kunihiro, tengo 24 años, también soy maestro espadachín, estudiante universitario en Hanasaki, aun sin decidir que carrera tomar, es mi 1er año en los estudios generales, es un gusto…-haciendo una solemne reverencia-

El gusto es mio Yamanbagiri-san…-devolviendo el gesto-bueno ahora ire a cambiarme y empezaremos con el entrenamiento…o es verdad olvide presentarles a Lucario mi Child, mi historia en Hanasaki es larga de contar asi que solo les puedo decir que es un ser mágico que nacio para protegerme…-

Ya veo…pero Tsubasa-san hoy no hemos venido para entrenar…Sakuma-san nos dijo que el dia de hoy nos vamos a relajar y vamos a comer todo lo que hemos preparado para ti…-

Eh??...-

Antes de venir aquí, Sakuma-san nos dio las llaves de la mansión y dinero para comprar lo que queríamos para prepararle una cena de bienvenida…-hablo el mas alto-

La peliazul se cruzo de brazos sus suspiro pesadamente- típico de Sakuma-senpai…entonces me cambiare y les ayudare con todo lo que falta…-

Midare le tomo del brazo- ahora si Tsubasa-san tienes que contarme todas las historias que has tenido siendo un miembro de Knights, me darias tu autógrafo? Una foto con el traje de ellos puesto? Podrias cantar para mi??-

Eh??...-estaba avergonzada y solamente veía al rubio mas alto que caminaba detrás de ellos en silencio-

Si que se habia encontrado con unas personas peculariares
------------------------


Vivio se encontraba en su habitacion, habia terminado de planificar las presentaciones de 2Wink para el mes ahora que Yuuta ya habia salido del hospital y la agenda ya estaba copada tanto para las presentaciones en distintos auditorios como las demostraciones circenses que ellos usualmente hacían en beneficio de los niños huérfanos, afortundamente se estaban volviendo mas populares y pues como si manager eso le daba mas nivel, pero ahora estaba triste al ver el rostro de tristeza de su hermano, ella lo queria mucho porque los sacó adelante cuando sus padres murieron, dejo todas las cosas que le gustaban por ella, aunque ahora ya empezaba a hacer lo que antes hacia, siempre se le veía con esa semblante de soledad

No se que puedo hacer…-dijo mientras se lanzaba a su cama y observaba el techo-sera que sigue teniendo ese mismo sueño? Será que sigue extrañando a Mika y Shu-san?...si mi Niichan fuera mas sincero podría decirme lo que siente pero lo no es…-suspiro pesadamente cuando el teléfono de celular sono-Bueno?

Vivio-chan!!! Espero no haberte despertado…-


Hola Hinata-kun…no aun no iba a dormir estaba por mandarles toda la agenda de la semana…-

Uhmm ya veo, pero no te estaba llamando para eso, sabes el dia de mañana habrá una oferta de 4 por 1 en el parque de diversiones que queda cerca por mi casa y pues estaba planeando ir con Yuuta-kun y su novia, y pues pensé en ti para que me acompañaras que te parece?-

Quisiera ir, pero no me siento de buenos animos…-

Paso algo?? Cancelaron algún evento?? Yuuta-kun volvió a reprobar en la escuela y no me ha dicho nada?-

No…no es nada que tenga que ver con ustedes, solo es algo personal…-

Asi que es algo personal eh? Entonces seguro que es algo que tiene que ver con Nito-senpai no???-


Como lo...-

Porque el corazón de hermano no me falla…-rio suavemente- uhmm entonces que te parece si mañana en vez de ir al parque de diversiones vamos a tu casa a comer todos juntos? Quizás eso anime un poco a Nito-senpai…-

Gracias por ser considerado Hinata-kun… pero y la oferta del parque??-

Eso no importa porque igual estaremos todos juntos y eso es lo que importa-


Perdonen por la molestia…-

No tienes porque somos amigos también Vivio-san…-Yuuta le quedo el teléfono a su hermano- otra dia podemos ir con o sin oferta asi que iremos a animar a Nito-senpai…-

Gracias Yuuta-kun…Hinata-kun…los quiero mucho…-

Nosotros también Vivio-san…especialmente mi…-

Callate Yuuta-kun…-

Aniki duele duele…-
La comunicación se termino y la rubio rio divertida-

De alguna manera me siento tranquila…- abrazo el celular- gracias Hinata-kun…Yuuta-kun ahora tengo mas animos para poder animar a Niichan…-se levanto de la cama y salio de su habitacion-

------------------

matta ne!!

Mimi-chan
« Last Edit: April 17, 2018, 01:39:40 AM by Mimi Tachikawa »


Mery

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #378: February 28, 2018, 10:56:32 PM »
002.2



Juzgando por la reacción que había obtenido de Alice hasta ese momento, no era difícil para Miranda adivinar que la joven ignoraba mucho en cuanto a la participación de Lacie en Hanasaki y que por lo mismo el tema había llamado su atención, así que consideró oportuno continuar.

“Su madre era unos años mayor que yo y también era bastante reservada.” Explicó Miranda con parsimonia. “Pero había algo que teníamos en común.”

Alice asintió para que supiese que la escuchaba, pero sus ojos seguían puestos en la fotografía en sus manos, ignorando la mirada intranquila que le dirigía su hermano.

“Ella, así como el resto de chicas que ves en esa foto, era una HiME.”
“¿Hime?” Repitió la menor alzando una ceja. “Como en... ¿princesa?”
“No, en este caso el término que empleamos tiene un significado más complejo.” Continuó. “Lo que estoy a punto de contarle podrá parecerle difícil de creer, irreal incluso, pero es cierto y tener esta información le ayudará a comprender mejor el papel que desempeñaba su madre.” Dijo antes de cruzar brevemente su mirada con Glen. “Para empezar, en Hanasaki denominamos HiMEs a aquellas jóvenes que aceptan luchar a nuestro lado, pero no se trata sólo de un acuerdo cualquiera; cada joven debe demostrar ser apta para el cargo y pasar una prueba en la cual se busca que despierte poderes que le serán de gran ayuda en su misión, pues Rizembool, que es el enemigo que enfrentamos, tiene de su parte a los que llamamos Rebels, que son las contrapartes de las HiMEs y a quienes ellas deben combatir.”
“Espere.” Alzó la voz Alice, al fin viéndola a los ojos. “Cuando dice ‘combatir’, ¿a qué tan lejos se refiere que esto puede llegar?”
“Hasta donde sea necesario.” Dijo Miranda sin bacilar.

Entornando los ojos, Alice trató de asociar la imagen que se había forjado de su madre hasta ese día con lo que Miranda describía como una HiME, pero le era muy difícil lograrlo. Al menos, su concepto de mujer elegante y madura no cuadraba mucho con el de una estudiante metida en una guerrilla de colegios.

“Okay... ¿y de qué van estos poderes que tanto menciona?”
“Los poderes pueden presentarse de diversas formas, como elementos tales como el agua y el fuego o habilidades como volar y desparecer, esto varía de HiME en HiME, pero no es lo único que tienen para valerse en batalla.”
“¿Y de dónde proviene todo esto? ¿Es una especie de magia?”
“El origen de los poderes es algo complicado, pero las HiMEs tienen acceso a todo una vez aprobado el examen.”
“¿Todo dice? ¿Acaso hay más?”
“Poderes, armas y un Child.” Asintió Miranda.
Alice frunció las cejas al oirla. "¿Armas? ¿No es eso ilegal? No sé qué pensar cuando dice child.”
“Le aseguro que no hacemos nada en contra de la ley, Alice-san.”
“...Bien, entonces, mi madre era una HiME... y poseía toda esta magia, así como usted.” Dijo Alice tratando de digerirlo. “Usted dijo antes que sabía sobre ella, ¿no? ¿Qué tanto? ¿Qué clase de poderes tenía mi madre?”

Alice la miraba con los ojos llenos de curiosidad, esperanzada en conseguir cualquier clase de información nueva sobre Lacie que pudiese llegar a sus manos. La sorpresa de descubrir que su madre había estudiado en Hanasaki había quedado en segundo plano y ahora su interés estaba en el rol de ésta como HiME y la conexión que aquello podía tener con ella misma al ser su hija.

“Si decidiera intentarlo, podría explicarle todo lo que necesite con mayor calma. De no desear verse involucrada, no sería necesario confundirla con tanta información. Además, comprendo que no es algo que puede asimilarse de un momento a otro. La decisión es suya, Alice-san.”
“Si acepto tomar aquella prueba, ¿me contaría todo lo que sabe sobre Lacie?”
Miranda asintió. “Aunque no es mucho lo que puedo ofrecer, creo que podría serle útil.”
“Gracias, pero ya ha sido suficiente.” Antes de que Alice pudiese decir algo, Glen se le adelantó alzando la voz de imprevisto.
“¿Glen?” Alice lo miró desconcertada.
“Imaginé que esto pasaría.” Siguió él, ignorándola. “Si lo que intenta decir con esto es que Alice debe seguir los pasos de nuestra madre y unirse a esta infinita lucha sin sentido, no crea que estaré de acuerdo, directora.”
Glen.” Lo llamó Alice en un susurro apremiante. “¿Qué haces?”
“Prevenir.”
Alice lo miró con toda la calma que pudo. “No es necesario, todo está en orden.”
“No, Alice, presta atención.” Advirtió él con voz impaciente. “Lo que nuestra madre obtuvo gracias a Hanasaki no fue un don o poderes extraordinarios, sino un boleto sin retorno a una guerra que no tiene ni pies ni cabeza.” Le dijo antes de dirigirse a Miranda. “Misma guerra que, dicho sea de paso, ha tomado más de un par de vidas inocentes en el camino.”

Aquel comentario logró el efecto que Glen esperaba: Alice cerró la boca y sus ojos vacilaron con sorpresa por un instante. Era lo mejor, como hermano mayor debía dejar todo en claro antes de que ella se empezara a hacer ideas en la cabeza sin conocer verdaderamente la realidad a la que se expondría.

“No voy a negar que tuvimos muchas pérdidas lamentables en el pasado.” Habló la directora intercalando su mirada entre ambos. “Es algo que lamento y que siempre tengo presente, pero debo recalcar que cada una de las HiMEs siempre ha contado con nuestro apoyo y hemos hecho todo cuanto ha estado a nuestro alcance para protegerlas en cada etapa.”
“Con eso no basta.” Espetó Glen severamente.
“Concuerdo que en ocasiones nuestros esfuerzos han sido insuficientes.” Aceptó Miranda. “Es por eso mismo que ahora estamos mejorando nuestro sistema.”
“¿Reclutar carne fresca es parte de ello? Deben estar desesperados.” Comentó con desdén. “Aunque en realidad no me sorprende, aquellas que han visto el infierno lo pensarán dos veces antes de lanzarse al campo de batalla. Algunas de ellas incluso aún deben sufrir de trastornos por estrés postraumático.”
“Aquellas que han decidido volver a brindarnos su fuerza lo han hecho voluntariamente.”
“¿Brindar su fuerza o sacrificar su vida? Suena a lo mismo.”
“Errar es humano, Glen.” Dijo Miranda mirándolo pacientemente. “Ya hemos hablado de esto.”
“No en las mismas circunstancias y definitivamente no con mi hermana presente.”
“Es por ello que estamos aquí.”
“Usted quiere guiarse del historial de Lacie para decir que Alice es apta para el puesto, pero nada puede asegurar que los resultados sean similares o si quiera favorables.” Manifestó apático. “No vale la pena tomar el riesgo y no dejaré que convierta a mi hermana en una ficha más en su tablero. Nos vamos.”
“¡Glen, espera!” Alice se apresuró a detenerlo al ver que Glen se ponía de pie. “Aún no he escuchado lo que la directora tenía que decir sobre nuestra madre.” Le recordó. “¡Realmente quiero saber!”
“No seas terca, Alice, no hay nada que realmente necesites saber.” Contestó secamente.

Apretando los dientes con disgusto, Alice se contuvo de reprocharle a su hermano por su comportamiento. Estaba lejos de dejarle una buena primera impresión a Miranda, pero al menos debía intentar salvar algo de su imagen y eso no lo conseguiría enfrentándose a Glen delante de sus narices.

“…¿Tiene algo adicional que darme antes de que me integre a clases el lunes, directora Miranda?” Terminó por preguntar. Incluso Levi, que conocía de primera mano su poca paciencia, se abría sorprendido al escucharla tan tranquila.
“Sí.” Miranda le entregó un folder con algunos papeles. “Encontrará sus horarios, la lista de materiales que han sido utilizados en cada curso hasta el momento, así como datos que le serán utilices al movilizarse por el campus y adecuarse a las clases. Si tiene alguna duda puede volver a verme.”
“De acuerdo, muchas gracias.” Con todo en sus manos, Alice se dirigió a la salida junto a Glen.
“Glen.” Llamó Miranda antes de que abriesen la puerta. “Deja que ella decida por sí misma.”

Glen no volteó a verla y tampoco lo hizo Alice, aunque en el caso de ella fue para evitar un altercado.

“No es necesario que lo mencione.” Respondió Glen y sin decir nada más, ambos salieron de la oficina de Miranda.
 
×××

“Te has excedido allí dentro.” Masculló Alice ni bien tuvieron un pie afuera. “¿Es así como le hablas comúnmente a la directora? Porque déjame decirte que no has sido muy cortés.”
Glen se detuvo para mirarla con seriedad. “Y tú eres más incauta de lo que esperaba.” Dijo sin levantar la voz. “¿Cuántos años han pasado ya, Alice? ¿Cuándo dejarás de precipitarte como una mosca sobre la miel cada que alguien menciona a Lacie?”
“¿Vas a culparme por eso ahora?” Alice sonó ofendida. “Tal vez, si no me ocultaras tantas cosas, yo me hubiese preparado mejor para esto y de paso nos evitábamos el papelón ahí dentro.”

“¿Chicos?” Alexy apareció frente a ellos, mirándolos preocupado y recordándoles así que aún estaban en la dirección.

Alice se hizo a un lado. “No es nada.”
“Aún tenemos que hablar.” Advirtió Glen mientras sacaba su celular. “Le avisaré a mi grupo.”
“Claro que vamos a hablar, pero no tiene que ser ahora mismo.” Le recordó Alice. “Ve con ellos, haré hora por el campus, al fin y al cabo no he visto nada y el lugar es grande.”
Glen la observó sin estar convencido y de inmediato Alexy pasó un brazo sobre los hombros de Alice.
“De hecho, nos vendría bien familiarizarnos con el lugar, especialmente con la ubicación de los salones a los que tendremos que ir el lunes.” Explicó Alexy antes de sonreír. “Ya sabes, decir «me perdí de camino aquí» sólo funciona la primera semana y nosotros llevamos al menos dos mes de retraso.”
“Exacto.” Asintió la menor.
“…Bien.” Glen aceptó y se dirigió a pasos rápidos a la salida. “Te aviso cuando termine.”

×××

Mientras sus compañeros revisaban un punto de sus anotaciones en una de las mesas de la biblioteca, Shinya releyó el mensaje que acababa de recibir. «Se lo ha dicho» era todo lo que Glen escribió, pero no necesitaba más para entender de qué se trataba. No era precisamente un secreto o un tema tabú en Hanasaki, cualquiera que hubiese estado allí hace tres años o conociera a alguien que lo estuvo sabía acerca de las HiMEs.

Bueno, se lo advertí, pensó cerrando los ojos sintiéndose repentinamente cansado.

Conociéndolo, seguramente Glen estaría de mal humor y habría hecho un comentario sarcástico en un mal momento. Shinya tenía el presentimiento de que debería intervenir tarde o temprano.

“Glen ya viene para acá.” Anunció el peliplata a sus amigos dejando el celular a un lado.

×××


Alice exhaló lentamente. “¿Qué quieres ver primero?”
“Pues… creo que hay algo un poco más apremiante en este momento que recorrer la universidad, ¿verdad?”

Alexy los hizo detenerse a penas unos metros fuera del edificio donde vieron a Miranda y, aunque tenía los brazos cruzados sobre el pecho, su rostro se mostraba accesible y paciente. Alice resopló un poco, pero accedió a contarle si encontraban un lugar más adecuado.

“¿Qué pasó?” Le preguntó Alexy luego de que se ubicaran bajo un árbol en lo que dedujeron que era un jardín, el lugar tenía muchas áreas verdes. Los alumnos pasaban o se detenían a descansar, pero difícilmente alguien les prestaría atención.
“¿Desde el inicio?” Alice estiró los brazos para distraerse. “Bueno, recibí una carta de parte de Miranda Lot al llegar, pero no te lo dije porque Glen me la entregó luego de que te bajaste del carro.”
“Oh, ¿con secretitos desde el primer día?” Intentó bromear Alexy alzó una ceja, pero desistió al siguiente segundo. “¿Era algo muy serio?”
“No pensé que lo fuese, pero ahora que sé exactamente a qué se refería la carta, sí, realmente puedo decir que es serio.”

Alice procedió a contarle a su amigo lo que decía la carta, lo que había descubierto al encontrarse con la directora y la intervención de Glen. Alexy conocía tan bien la historia de su familia como ella misma y se mantuvo en silencio mientras hablaba, moviendo en determinados momentos la cabeza para hacerle saber que la escuchaba. Una vez que Alice se detuvo, soltó un suspiro.

“HiMEs, ¿eh?” Dijo el joven con una sonrisa nerviosa, Alice asintió.
“Glen se mantuvo tan misterio sobre todo el asunto de Hanasaki desde que propuse la idea de trasladarme a Japón, poniendo trabas para que me desanimara cada vez que podía...” Sonrió Alice amargamente. “Ahora entiendo el porqué.”
“Él está aquí desde que tenía 15 años, ¿no?” Recordó el peliazul. “¿Finalizando middle school o empezando el high school?”
“Llegó justo en la mitad del año escolar del middle school.”
“No estaría mal indagar por allí qué tanto pasó en esos años.”
“Por lo que entendí, esas chicas han arriesgado sus vidas por mucho tiempo para mantener esta institución a salvo, sin esperar algo a cambio. Incluso mi madre fue una de ellas, Alexy.” Dijo empuñando sus manos sobre su regazo. “Si necesitaba una razón por la cual hacerlo, aún si no conozco casi nada sobre Hanasaki o sus intenciones, ya la tengo: mi madre debió amar este lugar lo suficiente para poner su vida en juego por él y sus estudiantes.” Exclamó mirándolo con los ojos llenos de admiración. “No pude compartir nada con ella en vida, pero ahora tengo esta oportunidad y no sé si algún día vuelva a presentarse algo así.”

Ésa era quizás el detonante de todo, según lo veía Alexy. La madre de Alice había muerto a los pocos días de dar a luz y la culpa de aquello la seguía incluso hasta el día de hoy, incluso si no lo decía.

“Entiendo tu punto, Alice. Pero esto suena muy delicado. Empezando por el asunto de las magical girls... que dejaré de lado porque parece salido de un shoujo mal estructurado y me hace cuestionar la credibilidad de esto.” Añadió soltando un suspiro. "Dijiste antes que algunas personas han muerto a causa de este enfrentamiento.”
“Fue lo que dijo Glen y, para serte sincera, se le veía algo agitado…" Confesó Alice. "Pero no era el lugar ni el momento de hacer preguntas.”
“Alice, si piensas aceptar dar esa prueba, y me da la impresión de que así será” agregó con una sonrisa melancólica “preferiría que lo hicieras por razones propias. Algo que nazca sólo de ti, ¿me entiendes? No lo hagas por perseguir el recuerdo de tu madre. Lo digo de buena fe.”
Alice miró a un lado, pero asintió de igual modo. “Lo sé y apuesto lo que sea que Glen dirá algo parecido. Aunque, a decir verdad, la idea platónica de tener poderes no me es indiferente.”
“Hey.” Alexy tomó sus manos entre las suyas y les dio un apretón. “Sabes que cuentas conmigo, ¿verdad? No importa qué decidas, estaré aquí apoyándote.” Prometió giñándole un ojo. “Para eso están los amigos.”
Alice sonrió sintiéndose más liviana de repente. “Nunca te puedes librar de ellos.” Dijo finalmente mientras rodaba los ojos, ganándose un codazo de parte de Alexy.
« Last Edit: January 27, 2021, 01:41:04 AM by Mery »


Sayi


Hello gals <3

Aviso que a partir de las probaciones de marzo iremos restando del contador a las gheis que cumplan un año sin dejar fic aquí. Son bienvenidas a regresar a postear cuando gusten -3- pero queremos tener la lista al día con miembros activas.

Como siempre, para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






Sayi :: 0 palabras
Shura :: 0 palabras
Kora :: 0 palabras
Deidara :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Isumi :: 0 palabras
Cho :: 68739 palabras
Kana :: 11389 palabras
Eureka :: 13837 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 3164 palabras
Haruhin :: 1644 palabras
Mery :: 2398 palabras
Ekha :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Arence :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Uhh, otro fic en el cual hubiera querido postear una escena más, ¿cuántos llevaré? Lo pondré en el siguiente (...)

54


Después de otra ocupada semana en Hanasaki U, llegó un sábado en la mañana. Lo que hace unos pocos años hubiera significado dormir hasta tarde y tener un desayuno goloso para Marisa, en el presente su realidad había dado un vuelco completo. La disponibilidad de ese día libre la iba a tener esclavizada con el mantenimiento del templo hasta caída la noche, y por vivir en ese templo encima del monte y moderadamente lejos de la civilización tampoco iba a darse un periplo hacia la ciudad para pasear luego de todo el trabajo que le esperaba. Ello había sido pesado en un inicio y ya había renegado sobre su realidad con Reimu, pero poco a poco se acostumbraba y debía aceptar a regañadientes que vivir gratis con todo incluido realmente era una bendición para ella.

Mientras Reimu continuaba con la limpieza en el interior del templo, Marisa había optado por barrer el sendero de piedra que provenía desde las escaleras. De ese modo, pudo disfrutar de la refrescante brisa de ese cálido día mientras los frondosos árboles le brindaban sombra y las aves del bosque le cantaban permanentemente. Era un ambiente que le hacía sentirse a gusto y en poco tiempo aquella faena se sintió como un respiro. Su trabajo de limpiar iba a ser muy largo, pero la presencia de la naturaleza a su alrededor ya había logrado cambiarle de humor.

De repente, ella oyó a unos pájaros volar espantados desde un lado del bosque, lo cual le hizo girarse. No vio nada inmediatamente y alzó su mirada hacia esas aves que no tardaron en ubicar alojo en otros árboles cercanos. Por esa pequeña distracción, fue sorprendida por una persona que salió corriendo del follaje y dio un salto para intentar atraparle, aunque la rubia pudo al menos saltar a un costado para no verse vulnerable.

“Heh, por un momento pensé que te atraparía, Marisa…” dijo el chico, con entretenimiento.
“¿Eh?” la chica tardó un poco en procesar la imagen de la persona frente a ella. No recordaba la última vez que lo había visto en vivo y en directo pese a haber mantenido contacto por internet antes de fugarse de casa, razón por la cual reconocía que este había crecido en todo ese tiempo. Sin embargo, su aura, sonrisa y estilo no habían cambiado en lo absoluto. “¿Sh-Shishiou?”
“¿Por qué te quedas congelada?” preguntó el mayor con un dejo de incomprensión. “¿Finalmente nos vemos y te quedas ausente? Vaya…” se encogió de hombros, sonriendo frustrado. “Y yo que me alegraba de ubicarte.”
“Pues cualquiera se confundiría si un posible depredador sale del bosque así,” le reclamó con un tono resentido e infantil mientras comprimía sus puños. “¡Y no me fastidies!”
“¿Cuántos años han sido? Es sólo normal que haga la mención, pero bueno…” asintió y sonrió entretenido. “Ha sido una eternidad, Marisa. ¿Cómo has estado?”
“Eso podría preguntártelo a ti, que te desapareciste por tanto tiempo.”
“¿Qué hay con esa actitud?” alzó una ceja. “¿Acaso me resientes por ello?”
“Pues…” ella se encogió de hombros y sonrió un poco. “Hehe, no que tenga derecho de hacerlo, ahora que yo soy la fugitiva, ¿no?”
“Sí, justo pensaba eso,” él se vio a gusto y también un poco aliviado de recibir esa respuesta. Le dio un guiño y sonrió ampliamente, como un niño travieso. “Eso sólo recalca que las semillas no caen muy cerca del árbol. Incluso las malas semillas como nosotros.”
“Bueno, no que quiera hacerme ver como mala, pero sí,” ante esas palabras, Marisa sonrió más animada y entusiasta. Era definitivamente él y podía verle risueño, realmente contento y libre de conflictos, a diferencia de cuando había aclamado su independencia tan intempestivamente hace varios años. Ella terminó siendo la que se lanzó al chico para darle un fuerte abrazo.
“¡Ohh!” él se sorprendió y le agarró los hombros por inercia. “¿Marisa?”
“Eres un idiota, un tremendo idiota. No has cambiado en nada,” dijo la chica, quien se expresaba con dicha y alegría mientras frotaba su cabeza sobre el pecho del otro. “Te he echado un montón de menos.”
“S-sí,” el chico le dio unas palmaditas en la cabeza y le devolvió el abrazo, para sonreír con torpeza. “Yo también…”




Pasaron alrededor de veinte minutos y Reimu salió del templo en busca de Marisa. Si bien sabía que la labor que le había dado a la rubia le tomaría mucho más, realmente necesitaba su ayuda para mover unos muebles antes de continuar con la limpieza. La miko caminó por el sendero esperando ver a su rubia amiga perdiendo el tiempo, distrayéndose con algo o descansando por enésima vez, pero conforme caminaba por el sendero se sorprendió de oír que ella estaba hablando feliz de la vida con una tercera persona.

Reimu se intrigó y se acercó pegada a una hilera de bambús para espiar a la chica. Pudo observar que ella hablaba amenamente y con muchas energías con un chico al menos cinco años mayor que las dos, que tenía una apariencia muy similar a la de la rubia. Contaba con cabellos abundantes y rebeldes del mismo color atados en una pequeña cola y hasta tenía una trenza en un mechón al costado de su rostro, similar a Marisa. La mayor diferencia visual entre los dos aparte del género era que el chico tenía ojos grises claros, pero se notaba igual de energético que la otra. Fue entonces que la miko recordó la carta de Marisa sobre su hermano regresando al Japón…

“Oh, ¿pero me parece o has subido de peso?” preguntó la chica.
“¿Cómo te atreves?” el otro se sorprendió y frunció el ceño, para levantar un índice. “¡Estoy sumando masa muscular que es distinto! Estoy tomando mi entrenamiento más seriamente. Más bien yo diría que tú has engordado.”
“¡Ten más respeto!”
“¡Tú ten más respeto conmigo, entonces!”
“¡Eres un chico! ¡Decirte que estás gordo es menor insulto!”
“¡No apliques dobles estándares aquí!”
“Más bien yo me estoy formando en una preciosa y seductora mujer que no necesita de nadie~” declaró Marisa, con una sonrisa de superioridad. “Es sólo normal que suba por modelar mi figura, ¿no te parece?”
“Hmm, no, sigues igual de petiza ante mis ojos.”
“¡Malo! ¡Más bien tú eres el chato aquí!”
“¡Tsk, eso sí que no te lo perdonaré!” Shishiou le apuntó con gran energía e indignación. “¡No puedes andar diciendo que soy enano que es mentira! ¡Deberías saber lo importante que es la altura para un hombre, enana!”
“¡Ahora tú eres quien aplica dobles estándares!” reclamó acercándose con ferocidad. El par se miró con intensidad por un momento, antes de romper con la tensión y estallar en risas. “¡Hahahahaha!”
“…” Reimu se quedó confundida al reconocer que observaba a un par de locos.
“Ahh, pero en serio, me ando ejercitando así que ahora tengo mucha más fuerza que antes,” declaró el mayor, quien agarró a la otra de la cintura. “¡Te puedo cargar sin problemas!”
“¡No! ¡Yo te cargaré primero!” Marisa se resistió al agarre al sostener a Shishiou también de su cintura e intentar levantarle. Los dos se quedaron en ese plan por un corto rato ya que Reimu se animó a salir de su escondite y acercárseles.

“Ehm, ¿qué hacen?” preguntó ella, confundida.
“Ohh, Reimu, nice timing,” Marisa sonrió y los dos dejaron esa rara rutina.
“Tú debes ser la miko que se encarga de Marisa, ¿no es así?” el mayor dio un paso adelante y se apuntó con un pulgar y una actitud segura reflejada en su sonrisa. “Mi nombre es Shishiou, es un gusto finalmente conocerte. Gracias por el apoyo que le das a mi hermanita.”
“Sí, un gusto,” la miko asintió, todavía perpleja por cómo los dos parecían dos gotas de agua.
“Oye, pero sé mejor anfitriona e invítalo al templo para tomar algo,” recalcó su amiga.
“Sólo lo dices para escaparte de tu faena, ¿no?” le miró con reproche.
“¡Haha! Se nota que ya la conoces bien,” Shishiou se puso a reír e ignoró a su hermana hacer un puchero. “Pero admito que no me vendría mal conocer el templo y quizás hablar un poco contigo. ¡Oh, y ya que estoy aquí puedo ayudarles con la limpieza!”
“¿Hablas en serio?” Reimu se sorprendió.
“No pienses que todos en la familia somos perezosos como Marisa.”
“Uhh, ya has dicho mucho…” Marisa se cruzó de brazos y desvió su mirada.
“Bueno, sin lugar a dudas doy la bienvenida a personas no perezosas como Marisa en el templo,” dijo la miko, sonriendo con perspicacia y entretenida por fastidiar a la otra.
“¡Ya! ¡No se sumen en mi contra!”
“Sí, sí, perdón,” el hermano mayor sonrió torpemente y levantó sus palmas en señal de disculpa. “Bueno, vamos. Muéstrenme el camino.”

De aquel modo, los ahora tres fueron de regreso al templo para un breve tour y compartir un rato antes de continuar con la limpieza junto con aquel visitante que se volvería un rostro conocido en ese templo a partir de aquel momento.



Llegaron las once de la mañana y Yagen cumplió con su deber de ir a monitorear la salud de Gokotai, quien continuaba enfermo de una fuerte gripe. Con los tres hermanos mayores fuera debido a distintos quehaceres, los pequeños se encontraban en su residencia aprovechando las horas de la mañana para estudiar y prepararse para los venideros exámenes.

“Eso sería todo,” dijo el doctor, sonriendo tranquilamente al pequeño quien volvía a cubrirse de sus mantas. “Lo único que debes hacer ahora es reposar y te sentirás mejor en poco tiempo.”
“S-sí…” Gokotai tenía sus ojos llorosos y asintió, todavía afligido. Él no tardó en recibir un abrazo de parte de Shinano, quien estaba sentado al filo de la cama.
“Ya pasó, has sido muy valiente,” le dijo con tranquilidad y dulzura. “Pudiste aguantar la inyección sin resistirte ni entrar en pánico esta vez. Te estás volviendo más fuerte~”
“T-todavía me falta ser como los demás…” dijo, cabizbajo.
“Y a todo esto, ¿por qué era necesaria una inyección?” preguntó el pelirrojo al doctor, quien guardaba sus artículos en un pequeño botiquín.
“Sobre ser necesario, realmente no lo es, pero las ampollas son la medicina ante una aflicción viral como la gripe,” explicó, inmutado. “La mayoría de enfermedades de este tipo se van con el paso de los días gracias al propio sistema inmunológico del cuerpo, pero si una persona no muestra mejorías o puede sufrir una recaída, es lo más saludable recurrir a una inyección. Es un concepto muy simple.”
“Sí, entiendo…” Gokotai asintió y bajó su mirada con incomodidad. “¿Existe algo que yo pueda hacer para no enfermarme tanto?”
“Tienes que alimentarte bien y podría recomendarte algunos suplementos,” el mayor le contestó con amabilidad y paciencia. “No sientas que esto es tu responsabilidad o tu culpa. Cada quien reacciona distinto.”
“S-sí, gracias por la ayuda, Yagen-niisan… siento tener que incomodarte…” el pequeño tembló ligeramente con gran pena, cuando entonces se sorprendió de que el doctor cortara su perpetua distancia para revolverle un poco los cabellos. “Nii-san…”
“Está en mi deber cuidar de ti y asegurarme que te sientas bien. Es mi rol como el doctor de la familia, y como tu hermano, y es uno por el cual me alegro y enorgullezco,” le aseguró con una sonrisa, para soltarle. “Ahora es tu turno de reposar. Ni bien te sientas mejor, te toca estudiar y prepararte para el próximo viaje en familia, ¿has entendido?”
“¡S-sí!” asintió con una pequeña sonrisa. “Hehe, lo haré.”
“…” Shinano se animó al observar a su hermano haber sido un mayor apoyo a Gokotai, y se levantó como resorte cuando notó que el pelinegro se preparaba para irse. “Oye, ¿a dónde vas?”
“Tengo trabajos pendientes en Rizembool. Debería regresar cuanto antes.”
“Ya estás aquí, al menos ve a visitar a tus hermanitos. Ellos están estudiando duro.”
“No querría interrumpirles.”
“Siempre es un buen momento para verles, especialmente ahora que nuestros hermanos mayores no están en casa.”
“Namazuo está por regresar. Él salió a comprar la medicina para Gokotai,” le recordó Yagen.
“Lo sé, pero…” el pelirrojo se detuvo al oír unas voces acercarse y los tres presentes en la habitación vieron la puerta abrirse. Maeda y Akita ingresaron junto con un inesperado visitante.
“Gokotai, tenemos visita,” anunció Akita, sonriente. Detrás de él entró otro pelirrosa más alto y unos años mayor, quien había traído su maletín del colegio.
“Buenos días a todos,” Monoyoshi hizo una reverencia y sonrió tranquilamente. “Espero que te sientas mejor, Gokotai. Te echamos de menos en el salón.”
“S-senpai…” el peliblanco se sorprendió y ladeó su cabeza. “¿Qué haces aquí?”
“Monoyoshi-san dice que quiere ayudarte a revisar los últimos temas que han cubierto en clase, para que te pongas al día,” informó Maeda. “Realmente es una gran fortuna de que cuentes con una persona tan bondadosa como un compañero de clase.”
“Es un placer,” contestó el recién llegado, gustosamente. “Gokotai es un querido amigo y he prometido que me encargaré de ayudarle en lo posible. Espero no haber llegado en un mal momento para una sesión de estudio.”
“Pienso que estará bien, sólo vigila que Gokotai no se esfuerce, por favor,” comentó Yagen.
“Ohh, Yagen-san, es una sorpresa encontrarme con usted. Sí, tendré cuidado,” asintió respetuosamente y su vista se posó en el pelirrojo. “Oh, creo que no nos hemos visto anteriormente. Mi nombre es Monoyoshi Sadamune, mucho gusto.”
“Yo soy Shinano Toushirou, igualmente,” le sonrió animado. “Tengo entendido que estás en el mismo año que Gokotai y Akita. Gracias por cuidar de mis hermanitos~”
“No me agradezcas,” negó con una sonrisa gentil. “Soy yo quien se siente afortunado de ser amigo de ellos.”
“Monoyoshi-san es muy inteligente y parte del consejo estudiantil,” comentó Akita alegremente. “Siempre está ofreciendo una mano a todo el mundo y con frecuencia estudiamos junto a él.”
“Senpai siempre está muy ocupado tanto con la escuela como con sus propios deberes dentro de su familia,” agregó Gokotai, quien bajó su mirada con leve remordimiento. Era evidente que el peliblanco sentía gran admiración por aquel compañero al que llamaba senpai, y al mismo tiempo no se sentía merecedor de sus atenciones. “Muchas gracias por venir hoy… e-espero no estar importunando tu horario…”
“En lo absoluto. Me encontraba libre y esperaba estudiar un poco,” le contestó con amabilidad. “Y siempre es agradable pasar tiempo contigo. ¿Hay algún tema en especial que desees revisar?”
“Ehh… f-física, si no es ningún problema…” se avergonzó.
“Ninguno, me vendría bien revisarlo también,” asintió con una sonrisa radiante.
“¡Ohh, ¿puedo unirme a ustedes?!” preguntó Akita.
“Por supuesto, adelante.”
“¡Muchas gracias! Iré por mis cosas.”
“Bien, creo que nos corresponde dejarles estudiar,” dijo Shinano.
“Sí, es hora de retirarme,” Yagen asintió.
“¿Te encuentras todavía muy ocupado, Yagen-niisan?” preguntó Maeda. Él miró atentamente a su hermano mayor y se preocupó un poco. “Veo que estás cansado y trasnochado. ¿No quisieras que te prepare un poco de té?”
“Gracias por el gesto, pero me encuentro bien,” le sonrió un poco. “No tienes que inquietarte por mí, debo continuar con mi labor.”
“Pero antes de eso, Yagen dijo que esperaba invitarles a ir a comprar unos dulces como premio por sus esfuerzos,” anunció el pelirrojo, con una sonrisa pícara. “¿Se animan a salir?”
“O-oye…” el doctor le miró con reproche, pero no pudo desmentir aquella ocurrencia ya que tanto Maeda como Akita se alegraron.
“¿Es verdad, Yagen-niisan?” preguntó el pequeño pelirrosa, ilusionado.
“Pienso que sería el mejor momento para concedernos un descanso,” dijo el menor de los Toushirou con una sonrisa tranquila. “Y mejor aún si podemos contar con tu presencia.”
“Bueno, sí se lo merecen,” Yagen dio un suspiro y sonrió con torpeza. “Vamos rápido, no quisiera entretenerles por mucho.”
“Enseguida,” Maeda asintió. “Tenemos que avisar a Hirano y Houchou cuanto antes.”
“Definitivamente, Houchou se alegrará mucho,” Akita miró a Gokotai. “No te preocupes, te traeremos algo. Oh, y a Monoyoshi-san también, por supuesto.”
“No se preocupen por mí, ustedes diviértanse,” el visitante negó, sonriendo con torpeza. “Te esperamos, Akita.”
“Sí, enseguida regresamos.”

De aquel modo, él junto con Maeda se fueron corriendo para avisar a sus otros dos hermanos, mientras que los dos mayores se despidieron para ir a encontrarse con sus menores.

“Tenías que venirte con ello…” el doctor negó mientras salía.
“Ya te hice prometer que pasarías más tiempo en casa, ¿cierto?” recalcó Shinano, apuntándole acusatoriamente. “No eres el único con planes para más tarde, pero al menos yo también pienso quedarme un poco aquí.”
“¿Hm? ¿Tienes planes?”
“Claro, voy a visitar a Gotou,” dijo sonriente. “Acaba de regresar de su viaje, así que iré a fastidiarle y pedirle que dé más vueltas por aquí. Realmente que ustedes dos necesitan un fuerte jalón de orejas.”
“Mis días libres están por empezar. Pronto pasaré más tiempo en casa, ya hemos quedado de acuerdo en ello.”
“Aun así, sé que me corresponde hacérselos recordar,” se encogió de hombros con leve cansancio. “Y sin duda debo insistir más con Gotou ya que él es tan denso…”

Ellos continuaron conversando, aunque se alejaron lo suficiente como para no ser oídos por el par dentro de la habitación.

“…” por su parte, Monoyoshi se quedó mirando a la puerta cerrada ni bien oyó al pelirrojo mencionar el nombre de aquel otro hermano mayor, y se vio al pendiente de captar lo que pudiera de esa conversación ajena.
“¿Sucede algo, senpai?” preguntó Gokotai, confundido.
“Oh, no es nada, siento distraerme,” el mayor regresó su atención al peliblanco, sonriendo incómodo. “Sólo estuve pensando que tienes una familia muy amplia y unida, y acabo de conocer a otro de tus hermanos.”
“Sí, Shinano-niisan regresó hace un par de días del extranjero,” Gokotai asintió y sonrió con mucha dicha. “Ahora que él está aquí, sé que traerá a mis otros hermanos de vuelta. Yagen-niisan y Gotou-niisan han estado muy ausentes por más que radiquen en la ciudad, pero Shinano-niisan siempre ha sido capaz de pedirles muchas cosas, y él vela por todos nosotros. Por ello, tengo grandes esperanzas…”
“Ya veo…”
“¡Oh, eh, Gotou-niisan es otro hermano mayor! Él vendría a ser un año menor que Yagen-niisan…” se sorprendió un poco. “¡Ah, eso quiere decir que tendría tu misma edad! Hehe, espero que puedas conocerle pronto.”
“Claro, lo esperaré,” asintió gustosamente. “Empecemos, podemos ir revisando otros temas en lo que Akita regresa de su paseo.”
“Sí, muchas gracias, senpai.”

Los dos iniciaron con un pequeño repaso, y se quedaron estudiando calmadamente y disfrutando de la compañía mutua.


Después del encuentro a las afueras del templo, Reimu le dio la bienvenida al hermano de su presente inquilina, y preparó un poco de té y una pequeña bandeja de galletas para así poder conversar un poco con él. El chico se puso a hablar sobre sí con completa libertad y animado.

“Bueno, aparte de mi nombre, no tengo mucho de importancia que decir,” dijo con una traviesa y humilde sonrisa. “Hehe, en el presente me estoy desarrollando como un diseñador de atuendos y accesorios relacionados, y estoy comenzando a ganar cierto reconocimiento. Estudiaré en Rizembool para sacar un buen título, a ver qué más aprenderé por ahí.”
“¡Ohh, qué genial!” Marisa se maravilló. “Entonces sí vamos a estar cerca, y ahora en verdad tengo nuevas razones para volver a visitar Rizembool con mucha frecuencia.”
“Claro, y yo te visitaré a Hanasaki,” le dio un guiño. “Tienes que mostrarme todos los lugares divertidos y los restaurantes de calidad en tu institución, ¿de acuerdo?”
“¡Hehe, por supuesto!”
“¿Hm? Marisa, ¿no sabías lo que estudiaba tu hermano?” preguntó la miko, confundida.
“No, esto es bastante reciente,” la rubia se encogió de hombros con una sonrisa rendida. “Shishiou siempre ha sido un chico rebelde e inquieto y tuvo una adolescencia problemática, así que me sorprende que finalmente se haya decidido por algo.”
“No que quiera que mis años de rebeldía sean lo primero sobre la mesa frente a tu amiga miko, pero no es que pueda esconderlo…” dio un suspiro y de inmediato retomó los buenos ánimos. “Aunque sí, ahora ando tomando estos estudios con seriedad y como mi hermanita se está hospedando en este templo, espero que no haya problemas si vengo a visitar frecuentemente.”
“Pues no, y sin duda no me opondría si tienes la voluntad de ayudarme con la limpieza,” dijo Reimu, sonriendo satisfecha.
“Claro, es lo menos que puedo hacer por tu gran ayuda.”
“Uhh, pero esta miko es una explotadora,” lloriqueó la hermanita. “Es sábado en la mañana y ya iba a limpiar todo el día.”
“Será un poco duro, pero si te estás quedando aquí, no te queda de otra,” Shishiou se encogió de hombros. “Más bien deberías alegrarte mucho de que tienes la posibilidad de vivir en un templo sagrado y hasta colaborar con su bienestar.”
“Oh, definitivamente~” canturreó la miko, sonriendo con superioridad. “Más personas deberían reconocer la gran fortuna que tienes de que una miko como yo te haya recogido, Marisa.”
“Uhh, ya, no te aproveches,” Marisa le miró con recelo.
“¿Y cuál era el plan de hoy?” preguntó el mayor.
“Tengo que limpiar unas habitaciones, y justo necesitaba ayuda moviendo unos muebles, así que has venido en un buen momento,” contestó Reimu. “De ahí puedes ayudar a Marisa con la limpieza del sendero que es de nunca acabar.”
“Entendido,” él dio un saludo militar y se levantó. “¿Dónde están las habitaciones?”
“¡Oye, Shishiou!” Marisa de inmediato le jaló levemente de sus pantalones como una pequeña que demandaba atención. “¡Reimu acaba de servir el té y las galletas! ¡Al menos come!”
“Heh, es verdad, no lo podemos echar a perder,” él volvió a sentarse.
“Sí que no mentías cuando dijiste que no eras perezoso,” la miko se mostró impresionada. “¿Por qué eres tan distinto de Marisa?”
“¿Qué clase de pregunta es esa, Reimu?” preguntó la rubia, malhumorada.
“No sé, sólo somos personas distintas. Siempre hemos sido así,” se encogió de hombros. “No le daría mucha importancia,” sonrió un poco. “Pero tampoco taches a mi hermanita. Ella se comete bastante a una meta cuando se siente inspirada, y ahí es imparable.”
“Ya me estás inspirando más confianza que Marisa, así que te creeré.”
“Uhhh…” Marisa le miró con reproche.
“Haha, veo que las dos se mantienen buena compañía, me alegra notarlo,” él rió un poco. “Y en serio te agradezco por ayudar a mi hermanita. Marisa anda en su fase rebelde y no hubiera podido encontrar otro lugar donde vivir en esta ciudad sin recurrir a nuestros padres.”
“Bueno, como todavía queda un montón de trabajos por hacer, siempre puedo usar un par de manos por aquí~”
“A estas alturas me voy a acostumbrar a ser explotada…” se lamentó la rubia.
“Y también espero que nos puedas ayudar con este lugar y pues…” Reimu se mostró un tanto avergonzada y sonrió como quien trataba de engatusar a su oyente. “Como un templo, necesito a gente que dé apoyos monetarios de tanto en tanto~…”
“Uhh, olvídalo, Shishiou siempre anda misio,” Marisa se encogió de hombros. “Aparte no tienes derecho de pedir dinero así si hace poco te volviste una HiME a cambio del apoyo de Hanasa-AHHH” ella recibió un muy certero golpe debajo de la mesa. “¡Oye!”
“¿En serio?” Shishiou se sorprendió por ese detalle.
“Ehh, s-sí, ahora que Marisa lo mencionó no lo puedo ocultar…” confesó la miko con cierta incomodidad, aunque manteniendo su simpática sonrisa. “Pero no fue sólo por el dinero que acepté. Realmente pienso que Hanasaki hace bien haciéndole frente a Rizembool y hace poco hubo un pequeño altercado en la universidad, así que quiero hacer una diferencia.”
“Me apena un poco que una miko tenga que prestarse para eso, pero entiendo lo que dices,” él negó frustrado. “Espero que te vaya bien. Ya tuve que vivir con la preocupación de que Marisa era una HiME, así que tengo una vaga idea que la experiencia es una gran odisea.”
“Gracias, haré lo que pueda.”
“Y pues, sobre donaciones, no sé si puedes esperar mucho de mí, aunque al menos quiero apoyarlas a las dos ya que deben andar un poco bajas de recursos,” Shishiou sacó su billetera y tomó un billete sin realmente molestarse en mirarlo, para extenderlo a la miko. “Antes de usarlo en el templo, espero que consideres la alimentación y comodidades de las dos, ¿entendido?”
“Ehh, g-gracias…” Reimu asintió y tomó el billete con un gran shock, ya que era uno de diez mil yenes. Incluso la rubia se quedó en shock por esa generosidad.
“¡¿Diez mil?! ¡¿Estás demente?!” requintó Marisa a su hermano. “¡¿Qué haces botando esa cantidad de dinero?!”
“No es botando. En serio, vives en un templo, acostúmbrate…”
“¡Deja de usar el templo como excusa, maldición! ¡¿Qué haces con tanto dinero?!”
“Por mis trabajos más recientes he recibido buenas remuneraciones, aparte que cuento con el apoyo de nuestros padres. El dinero ya no me es escaso, eso es todo,” se encogió de hombros al realmente no considerar ese dato importante.
“¡Ahhh! ¡Tienes que darme un billete así a mí, por favor!”
“¡Marisa, no inquietes a nuestro visitante!” le ordenó Reimu.
“¡Y tú no lo trates tan formalmente sólo porque te dio dinero! ¡AAHHH! ¡El mundo ya no tiene sentido!” reclamó a los cielos.
“Cálmate, por favor,” Shishiou dio un suspiro.
“¡P-pero el dinero…!”
“Es el único de diez mil que tenía. La próxima que nos veamos veré si te doy algo, aparte que Reimu lo usará para ti también.”
“Por supuesto~” canturreó la miko mientras se abanicaba con el billete.
“¡AHHH! ¡No sé por qué no te creo!”
“Bueno, a disfrutar de la merienda,” Shishiou comió una galleta. “¡Ohh, está deliciosa! ¡Ustedes sí que tienen un buen gusto!”
“Hehe, me alegra,” Reimu sonrió gustosamente y al ver al chico enfocado en las galletas y su té, muy disimuladamente guardó el billete dentro de su sostén para mantenerlo fuera de alcance.
“Uhh…” Marisa ya sabía que ni podría pedir compartirlo porque nunca había visto a Reimu en el acto de sacar objetos luego de que los escondiera en ese sitio en particular.

Ellos continuaron con esa pequeña reunión antes de iniciar con las tareas del día.



Siguieron pasando las horas y llegó la hora del almuerzo en el mall de la ciudad con impresionante vista al mar. Después de haber gozado un pequeño refrigerio junto a Cho, Osaka y la señora Harukawa, los cuatro hermanos se pusieron a pasear por las tiendas de ese lugar para continuar con las compras del pequeño Sora, quien conseguía sus últimas necesidades personales antes de despedirse de su mamá. Una vez terminaron con esa lista, los cuatro bajaron las escaleras del mall para llegar a la orilla del mar.

“¡Ohh, playa, playa!” exclamó Urashima, quien corrió a la orilla con gran emoción, acompañado de su hermanito.
“Hmm~ el mar tiene un color muy característico~” comentó Sora, quien se puso a olfatear el ambiente con gran gusto. “¡Sora reconocería este color en cualquier parte!”
“¡Yo también!” el joven Kotetsu agarró a su tortuga y la levantó. “¿No es precioso, Kamekichi? ¿No te dan ganas de nadar? ¡Yo pienso que tendríamos que meternos cuanto antes!”
“Oye, detente por un momento,” le pidió Nagasone. “No hemos venido para el mar ni trajimos una muda de ropa. Iremos otro día a la playa, te lo prometo.”
“Uhh, lo sé, lo sé…” bajó su mirada, un poco apenado.
“Hoho~ pero hay poca gente aquí. Sora hubiera esperado ver un montón por ser un mall,” comentó el pequeño, ladeando la cabeza.
“Hay playas mejor equipadas no muy lejos y esta playa es conocida por tener bastante resaca al estar frente al mar abierto,” explicó Roxas. “Por ello sería un poco peligroso si fuéramos a meternos aquí…”
“¡No hay problema!” Urashima levantó una mano y la comprimió, con grandes energías. “¡Yo tengo bastante experiencia nadando en lagos y ríos! ¡Una corriente no me detendría!”
“¡Eso es genial! ¡Sora es muy atlético y ha nadado en varias playas del pacífico así que también estaría muy bien!” exclamó, imitando el mismo gesto de su mayor. “Pero Sora entiende que tiene que seguir sus indicaciones, y que tiene mucho que aprender de ustedes.”
“Eres un buen chico,” Nagasone le revolvió los cabellos con una sonrisa amable. “Tienes la chispa de Urashima y me alegra notar que también tienes un poco de prudencia. Descuida, que mientras mantengas ese cuidado todo va a estar bien.”
“Hehe~ gracias,” sonrió con gusto.
“Pero hay que ir planeando la salida al mar. ¡Kamekichi y yo morimos por ir!”
“Tendrá que ser después de los exámenes, si no vería a Cho estresada con ello…” Roxas miró al mar y se percató de ese largo rato que había pasado con sus recientes hermanos y lejos de su hermana, quien debía estar caminando junto con Osaka y su madre. Ya comenzaba a adaptarse a ese nuevo entorno familiar y realmente se llevaba bien con su familia aunque seguía sintiéndose un poco fuera de sitio.
“Los exámenes no son algo por lo cual estresarse, pero concuerdo con nuestra hermana,” dijo Nagasone, encogiéndose de hombros, quien sonrió. “Asegúrense de rendir en las evaluaciones y así podemos planear alguna salida, ¿han comprendido?”
“¡Sora comprende!” exclamó. “Sora todavía no tiene evaluaciones, pero se esforzará para ponerse al día en sus clases.”
“T-también me esforzaré, lo prometo…” Urashima sonrió incómodo. “Tendré que volver a pedirle ayuda a Horikawa para los estudios… ¡pero haré lo mejor que pueda!”
“L-lo más probable es que tenga que pedir ayuda para estudiar también…” Roxas desvió su mirada, incómodo.
“Bien, espero buenos resultados de parte de todos,” el mayor asintió, satisfecho.
“Nagasone-niichan, ¿puedo al menos mojarme los pies?” preguntó Urashima, suplicante.
“Ya, está bien, sólo ten cuidado.”
“¡Por supuesto!”
“¡Oh, Sora va contigo!”

De aquel modo, los dos menores inmediatamente se sacaron los zapatos y corrieron hacia la orilla. El frío del mar les chocó brevemente, pero los dos con rapidez se acostumbraron y conversaron felices de la vida, mientras miraban la playa y alzaban sus rostros para observar el cielo y un grupo de gaviotas volando cerca.

“Nos han tocado dos hermanos muy energéticos,” observó Nagasone, quien supervisaba al par con una tranquila sonrisa. Él miró a Roxas. “Espero que pueda ayudarme a cuidar de ellos, tú que vas a estar más cerca de los dos en general.”
“Sí, lo haré…” Roxas asintió. “Es lo menos que puedo hacer por ustedes por habernos apoyado tanto, a Cho, a Osaka y a mí.”
“Somos familia, es sólo lo natural que te apoyemos. Vete acostumbrando.”
“S-sí…” se apenó un poco por aquel frecuente recordatorio que recibía del mayor, aunque Nagasone se veía tranquilo y de buen humor como de costumbre.
“Tanto Sora como tú son nuevos en nuestra dinámica familiar, y Urashima está muy contento de finalmente poder pasar tiempo con ustedes. Sólo concéntrate en disfrutar de lo que tenemos al frente. Lo demás no es tan importante.”
“Tiene sentido,” él sintió al otro darle una palmada en la espalda.
“Así que no te andes sintiendo extraño o pensando de más. Todo es más simple de lo que crees.”

Roxas asintió y sonrió un poco, y ambos esperaron a que sus menores se dieran el gusto de disfrutar de la playa antes de pensar en regresar a encontrarse con el resto del grupo.


Mientras tanto, luego de comprar unos helados, Cho y Osaka llevaron a la señora Harukawa al mirador del mall para observar el mar. Ahí cayeron en cuenta que los hermanos se encontraban pisos abajo en la playa y pudieron ver a los menores disfrutar de las aguas, mientras los otros dos les mantenían un ojo encima.

“Hehe, se ve divertido,” observó la exHiME, sonriendo amenamente.
“Sí…” la madre observó a los cuatro con un visible amor fraternal y sonrió nostálgica. Su expresión tan llena de dicha y tristeza cautivó a las dos chicas, quienes intercambiaron miradas y le observaron detenidamente. “Y pensar que hasta hace poco nunca hubiera imaginado que esta escena sería posible…”
“…” Cho sintió un impulso a querer decirle algo para animarle, pero no tenía palabras.
“Disculpen si me encuentro un poco conmovida,” la señora sonrió con torpeza.
“Oh, no, no, se entiende,” Osaka negó con rapidez. “Es normal que estés tan feliz, y sé que es una situación compleja… ehh… q-quizás no debería decir eso, pero no te preocupes ehh…”
“Hehe, te entiendo, descuida,” la señora se animó y asintió. “También me siento en paz sabiendo que mis hijos tienen a personas como ustedes tan cerca de ellos. El hogar donde viven se siente muy armonioso y acogedor.”
“Lo es, en verdad que su familia es muy amable, y me encuentro infinitamente agradecida con ustedes, y sé que Osaka y Kashuu piensan igual que yo,” Cho sonrió al pensar en su arma, quien ya se sentía muy real y cercano a ella pese al poco tiempo que tenía en sus alrededores.
“Sí, definitivamente, y Horikawa es un gran aditivo también,” Osaka asintió, convencida.
“Sin lugar a dudas, ese joven Horikawa ha sido un invaluable amigo para Urashima. Le debo más de lo que podría imaginar,” dijo la señora con alegría aunque una pizca de tristeza en su voz. “Ah, pero no debería ponerme a pensar en esas cosas ahora, ustedes que han sido tan amables de guiarme por el mall…”
“Está bien…” Cho negó. “Quiero que se sienta cómoda con nosotras, por favor.”
“Muchas gracias,” la madre se dirigió a la peliceleste y no se ahorró las ganas de darle un abrazo.
“Ehh…” la HiME casi tuvo el impulso de decir ‘pero no tan cómoda’ o algo así por ese tan sorpresivo abrazo.
“Del mismo modo, no tengo palabras para expresar el agradecimiento que siento hacia ti por haber cuidado de Roxas todos estos años. De lo que he podido oír, tú siempre has sido su hermana mayor y has velado por su bienestar,” le soltó y le dedicó una sonrisa maternal. “Por ello, me daría gran dicha de pensar en ti como una hija más.”
“Ehh, n-no me agradezca, Roxas es mi hermano, es natural que haya cuidado de él…” Cho estaba un poco avergonzada y desvió su mirada. Recibir ese agradecimiento tan sincero y enternecedor de su parte también le invocó sentimientos encontrados. “Y realmente no he podido cuidar de él como debería. Fui una HiME durante la secundaria, y mi ausencia por ello y otras complicaciones le hicieron daño… realmente no fui el apoyo que él necesitó en ese entonces…”
“Cho…” Osaka se preocupó al oír eso. “N-no digas eso, por favor…”
“Osaka tiene razón, no puedes culparte por ello,” la señora Harukawa negó con paciencia y sin borrar su sonrisa. “Estoy convencida que tus motivos de haber sido HiME fueron sinceros, y realmente es toda una odisea. No olvides que estás hablando con una exHiME. Lo sé.”
“¡Ohh, es cierto!” exclamó Osaka, en shock. “¡Me había olvidado ese detalle!”
“Y-yo también…” la peliceleste asintió, perpleja.
“Heh, creo ya no dar la imagen que solía dar en mi juventud, es entendible,” la señora asintió. “A diferencia de ti, mis motivos no fueron tan justificables. Yo fui una HiME porque quería el desafío de enfrentarme contra un gran contendor, ya que en aquel entonces sin lugar a dudas no era la mujer femenina que soy, y por mis habilidades con las artes marciales. Si bien tuve la suerte que Tarou buscó lo mismo que yo en la pelea, conocí a muchas compañeras HiMEs que tuvieron grandes dificultades, o que de plano no salieron con vida de la experiencia,” ella sonrió decidida. “Por ello mismo pienso que ustedes dos están entre los afortunados. Los dos continuaron con sus vidas, los dos se enfrentaron ante un gran peligro y ante dilemas personales, y ahora que los dos han podido arreglar sus conflictos pienso que tienen una nueva y muy positiva oportunidad.”
“S-supongo que sí…” Cho se sorprendió al oírle decir esas palabras. Tenía mucho sentido y nunca lo habría pensado con anterioridad. Siempre lamentó y maldijo cómo estuvo inmersa en una incómoda guerra fría con su hermano por más de tres años, pero en el fondo sí había sido afortunada y en verdad se encontraba viviendo bajo una más saludable realidad.
“También he podido presenciar con mis propios ojos lo mucho que tú significas para Roxas. Él me expresó su preocupación hacia ti. Dice que teme que te recrimines o te deprimas. La manera en que lo dijo me deja entender que tú estás constantemente en sus pensamientos, y que quiere velar por tu bienestar.”
“N-no me sorprende que diga algo así de mí…” se avergonzó. “En verdad soy un desastre.”
“Hehe, no es para tomárselo así, Cho,” Osaka sonrió incómoda.
“Y también pudo ver lo mucho que Roxas significa para ti. Sé que no debo preocuparme por ustedes, mientras los dos se mantengan en contacto y cercanos, sin lugar a dudas.”
“Sí, así será…”
“Y también aprovechen el hogar con mis hijos, por favor,” dijo mientras veía a los dos salir de la orilla muy contentos y reencontrándose con los mayores. “Esta será una bendición que yo no podré disfrutar con mucha frecuencia.”
“Eh, espero que pueda venir mucho. Se nota que todos están contentos de verte aquí,” insistió Osaka, con un tono de voz suplicante.
“Vendré con más frecuencia de la anterior, espero que así sea,” sonrió rendida. “No sé qué tan frecuente sea ello, entre mis obligaciones y el conflicto con los Kotetsu…”
“…” Cho se preocupó por aquella mención.
“Ehh, n-no le conozco bien aún, pero pienso que el señor Kotetsu también le daría la bienvenida. S-simplemente parece ese tipo de persona…” Osaka bajó su mirada con leve tristeza, al no estar completamente segura y también preguntarse cuál era el punto de vista del líder del hogar con respecto a ese problemático pasado.
“…” pero la señora le sonrió dulcemente, con ánimos. “Puede que tengas razón, Osaka. Yo tampoco puedo decirte cómo se lo ha tomado, ya que no he hablado cercanamente con él desde hace mucho tiempo, pero él siempre fue una persona muy receptiva y empática a pesar de su serio semblante. Extraño los días en los que no me trataba con lejanía, pero al menos estoy feliz de saber que puedo dejar a Sora bajo el cuidado de alguien como él,” ella se vio un poco inconforme. “Aun así… le celo un poco por poder estar tan cerca de todos ustedes.”
“…” la HiME asintió y desvió su mirada. Notaba que aquella señora todavía sentía afecto por el señor Kotetsu y anhelaba el pasado, algo que era un poco incómodo de ver.
“Bueno, parece que ellos están saliendo de la playa. En cualquier momento nos vamos a encontrar,” la señora sacó su celular. “Deberíamos avisar a nuestros cocineros que pronto estaremos regresando.”
“Hehe, sí, así se ponen a hacer los últimos preparativos,” Osaka asintió gustosamente y miró a su prima. “¿No estás interesada en ver con qué nos van a sorprender?”

“En verdad que sí,” Cho sonrió torpemente y recordó con alegría cómo Kashuu declaró que se esmeraría en aprender otra receta y preparar una comida digna de su aruji. La peliceleste comenzaba a sentirse un poco mal por la dedicación y cuidados que recibía de su arma. “Realmente tengo que ponerme las pilas como él y cocinar mejor.”
“Con Horikawa en la casa, estoy segura que eso será muy posible,” la señora asintió.
“¡Sí, yo también me esforzaré!” exclamó Osaka.

De ese modo, las tres salieron de aquel mirador y en poco tiempo recibieron un mensaje de parte de Nagasone para encontrarse en el estacionamiento. Les esperaba la segunda parte del almuerzo en casa y una tarde de tranquilidad antes de que la señora Harukawa tuviera que tomar el vuelo de regreso en la noche. Su corta, aunque provechosa y alegre visita estaba por terminar.


Pasaron varias horas y llegó el atardecer de aquel día. El sol pintó la atmósfera de colores cálidos y veraniegos y una refrescante brisa traía alivió después de una jornada con un calor semejante al verano. De ese modo, las estrellas comenzaban a salir discretamente conforme la oscuridad se hacía presente en el inicio de la noche.

Ese día estuvo lleno de trabajos de limpieza dentro del templo, con Reimu recibiendo ayuda de los hermanos para limpiar las habitaciones dentro del complejo antes del modesto almuerzo que compartieron, después del cual llevó a Marisa y Shishiou continuar barriendo el camino de piedras del templo en lo que la miko continuaba con la limpieza en los interiores.

Una vez Shishiou terminó de recolectar otra bolsa de hojas, ató ese contenedor gustosamente y lo dejó a un costado del camino.

“Listo, otro más,” declaró con ánimos y una sonrisa satisfecha por su largo trabajo, para entonces voltearse donde su hermana, quien había optado por sentarse cómodamente bajó un árbol frondoso en lo que tomaba un respiro. “¿Eh? ¿De nuevo? ¿Tan cansada estás?”
“No me juzgues, tú eres el visitante estrella que recién viene por primera vez y ha donado diez mil yenes,” dijo la chica, cruzada de brazos y con un tono indiferente. “No entenderías mi constante cansancio.”
“No, sí entiendo, siempre has sido así,” el chico se encogió de hombros, pero en vez de renegar dejó su escoba apoyada a otro árbol y terminó tomando asiento al costado de su hermana. “Pero no cae mal de vez en cuando. Heh, no pensé que me tocaría limpiar durante toda mi visita, y ese cielo estrellado merece ser visto al detalle.”
“Oh, excelente observación,” Marisa le levantó el pulgar y sonrió gustosamente, para así alzar su mirada también. Había pasado un buen rato a solas con su hermano y, en medio de diversas bromas y una corta pelea de escobas como si fueran espadas, los dos terminaron contando sus respectivas aventuras y poniéndose al día. Aquello había tranquilizado un poco a la chica, quien pudo detectar que su hermano sí la estaba pasando bien. “Esa familia del chico al que andas ayudando suena muy linda. Qué gracioso que les recibieran en el aeropuerto con una pancarta.”
“Espero que puedas ir a conocerles pronto. Tengo el presentimiento que te llevarías muy bien con ellos. En serio que te hacen sentir en casa,” confesó, sonriendo, y se tomó la libertad de tocar la punta de la nariz de su hermanita con su índice, de manera juguetona. “Los menores son polluelos lindos y animados, y tú eres tan adorable como ellos.”
“¡Yo no soy adorable!” le reclamó agitando sus manos y haciendo un puchero. Eso hizo al mayor reír con ganas. “¡Y no te rías!”
“Dirás que tus aventuras de HiME te han hecho crecer y madurar, pero por más que sí te pueda dar un poco de crédito, sigues siendo una petiza ante mis ojos, y siempre lo serás,” se encogió de hombros. “Aunque sí me has demostrado que puedes cuidarte por tu cuenta.”
“Hmm, bueno, al menos reconoces algo,” ella se cruzó de brazos y le miró con reproche. “Pero tú sí eres quien no ha cambiado.”
“Hubiera esperado que me dieras un cumplido también, yo que me molesté dándote uno…”
“Así no funcionan los cumplidos,” sonrió pícaramente. “Pero en fin ya que andas estudiando una carrera fija y por la cual tienes vocación me hace saber qué sí has crecido un poco,” ensanchó su sonrisa. “Por dentro, al menos…”
“¡Ya te dije que no bromaras con eso!” exclamó colérico y vio a su hermanita reírse con gusto. “¡Hablo en serio!”
“Hehe, no pude evitarlo,” Marisa miró hacia el cielo mientras estiraba sus manos para desperezarse. “Heh… en verdad que había extrañado mucho hablar contigo. Es como si nunca hubiéramos tomado caminos distintos…”
“Sí, ¿verdad? No hemos perdido esta familiaridad,” asintió, sonriendo con nostalgia. “Me alivia, por decir poco.”
“Haha, vamos, no suenes tan dramático,” la menor rió por aquella ocurrencia y dio un fuerte palmazo a su hermano en la espalda, lo cual le sacudió con fuerza.
“Tch, oye, ten cuidado,” él se sobó con una expresión de dolor e incomodidad.
“Ya dijiste que piensas venir más seguido, así que nos veremos un montón, y también hemos intercambiado contactos y todo. Espero presentarte Hanasaki uno de estos días, ¿de acuerdo?”
“Por supuesto, y te guiaré por Rizembool ni bien me familiarice con mi universidad,” al decir esto, Shishiou sacó su celular de su bolsillo y prendió el display para ver la hora. “Oh, mejor me regreso, se hace tarde y me esperan en casa. Además, no quiero bajar las escaleras en oscuridad.”
“Sí, no te lo recomiendo,” Marisa se detuvo a ver el protector de pantalla. “Ohh, ¿qué es eso? ¿El Space Needle de Seattle?”
“Oh sí, fui ahí con Shinano. Tiene una vista impresionante,” comentó Shishiou.
“Seguro que sí. Aww, por estas cosas quisiera no haberme fugado de casa sin haber tomado la posibilidad de viajar…”
“Ya suena a que te aprovechas de nuestros padres…”

Entonces, los dos vieron un mensaje aparecer en esa pantalla, uno que dejó a Shishiou helado y a Marisa en shock, por tratarse de una persona en particular de quien el hermano mayor hizo un gran esfuerzo de no mencionar. Ese fue un mensaje muy simple, pero contundente, y que dejó a Marisa saber que cierto capítulo del pasado en la vida de su hermano todavía no se cerraba…

Seija: leoncito, qué haces?

“Tsk, demonios…” este guardó su celular y se levantó. “Yo que le dije que no me molestara…”
“¿Seija? ¿La bruja?” Marisa se levantó y siguió a su hermano. “¿Qué haces hablando con ella?”
“Ehh, pues…” este había vuelto a tomar su escoba como quien hubiera esperado retornar el instrumento antes de despedirse, pero se detuvo y dio un pesado suspiro. “Tú eres mucho más lista que yo, Marisa. No te puedo engañar…”
“¿A qué te refieres?” le preguntó con tono demandante y sus manos en sus caderas.
“…” negó antes de decir la verdad. “En la mitad de nuestro viaje por Estados Unidos, Shinano y yo nos encontramos con Seija quien estaba radicando ahí, y terminó uniéndose a nosotros.”
“¿Eh?” Marisa se quedó perpleja. “¿Dices que ella de nuevo ha regresado?” pasó a molestarse. “¿Y hasta está en tu círculo y la ves con frecuencia?”
“Sí, es la verdad,” se encogió de hombros. “No quería decírtelo porque sé que las dos no están en buenos términos…”
“Tsk… ¡no lo llames términos! ¡La histriónica es una maldita bruja y te conviene no tener nada que ver con ella!”
“Te aseguro que lo único que nos une ahora es nuestro apoyo a Shinano. Yo sé que son malas noticias, nada más…”
“…” Marisa le miró impaciente y aguantándose las ganas de continuar llamándole la atención ya que sabía que nada lograría si se amargaba con Shishiou por la leve mención de aquella bruja. Más bien, seguramente eso era lo que Seija quería más en el mundo; volver a separarlos.
“Sabía que no te tomarías estas noticias nada bien…”
“¿Y por qué tenías que esconderme esto?”
“Te estoy viendo después de varios años, Marisa. Lo último que quería era que te molestaras por ella que siempre molesta a todos,” confesó, ofuscado y frustrado. “Tampoco pensaba escondértelo para siempre. Sólo por hoy, especialmente porque no quisiera mencionar este problema frente a tu amiga miko.”
“Uhh…” Marisa comprimió sus puños, y terminó desistiendo y descargando su ira en un suspiro. Eran puntos válidos y al menos su hermano también se veía inconforme con aquella problemática chica. Sin embargo… la presencia de esa persona como una persistente y poderosa sombra detrás de su hermano le inspiró una gran impotencia.
“Ahora no te deprimas, lo puedo ver en tu rostro,” observó el mayor.
“Hm…” se cruzó de brazos y desvió su mirada, haciendo un puchero. “No estoy deprimida.”
“Sí lo estás…” Shishiou sonrió con torpeza por notar los intentos de su hermanita de ocultar cómo se sentía. “Perdón…”
“¿De qué te disculpas?” preguntó Marisa, todavía desviando su mirada. “¿Acaso tú mantuviste contacto con ella y le invitaste para que se uniera a ustedes dos?”
“No, obviamente no fue mi interés contactarle y la tenía borrada de todos lados. Apenas recordaba que estaba en los Estados Unidos.”
“Entonces no es tu culpa…” ello disipó la molestia de Marisa, quien deshizo su cruce de brazos y miró hacia el piso. “La tipa esa tiene una obsesión rara contigo, estoy convencida. No tiene nada que ver con querer ayudar a ese chico al que ayudan. No me sorprendería que les hubiera buscado ni bien tuvo la oportunidad.”
“Ya la haces sonar peligrosa…” Shishiou se sorprendió, reacción que impacientó a su hermanita.
“Te he parado diciendo por tantos años que lo es,” recalcó, levantando su índice. “Y como la maldita histriónica ha regreso entonces tengo que mantenerte vigilado. No me fío para nada de ella, es un maldito mal elemento.”
“En verdad me incomoda que se lleven tan mal. Y pensar que ustedes fueron las mejores amigas de pequeñas…”
“¡Ese es un pasado vergonzoso que intento olvidar! ¡Cállate!” exclamó. “Ella que ni sigue vinculada a su familia, me pregunto qué horrible vida le esperará. Y, por ello mismo, espero que tú no vuelvas a ser contaminada por ella.”
“No la culpes por mis decisiones, Marisa.”
“Pues al menos tuvo cierta influencia, de eso estoy segura. Pero, como sea, no hablemos sobre ello,” Marisa decidió dejar el asunto de lado antes de que el mal humor se le incrementara. “Ya que andamos en un tema de nuestras raíces, ¿cómo están nuestros padres?”
“Están bien, más que nada preocupados por ti,” contestó el mayor, quien observó a la rubia retraída por andar preguntando de sus progenitores pese a ser fugitiva. Le sonrió. “Y no que estén molestos contigo o nada, sólo quieren que estés bien y ya les prometí que te echaría un ojo encima con frecuencia.”
“Ellos saben que estoy en este templo, ¿no?”
“Obviamente, si ellos me dieron la dirección,” se encogió de hombros. “Nuestra familia tiene un gran poder y alcance. Estoy seguro que también supieron dónde estaba en cada momento. Ah, y le hicieron una investigación exhaustiva a tu amiga miko y a toda su familia para asegurarse que es una buena persona. Y lo es, descuida.”
“C-claro,” alzó una ceja, pero pasó a reírse. “Haha, casi me dan ganas de decírselo.”
“Seguro se quedaría asustada.”
“Uhh, demandaría más donaciones, antes que nada,” dio un suspiro. “Oh, eh, y antes que se me olvide, por favor no le digas a nadie nada sobre nuestra familia. A Reimu le dije que te estás quedando con unos tíos, eso es todo.”
“Está bien, entiendo que nuestra familia es muy problemática e intimidante, confía en mí,” le guiñó un ojo. “Vamos de regreso que se está oscureciendo más.”
“Cierto, ya tienes que irte,” Marisa sonrió un poco. “Te espero pronto, ¿de acuerdo?”
“Por supuesto,” asintió.

De ese modo, los hermanos caminaron hacia el templo con sus escobas en lo que continuaron hablando y recobrando los buenos ánimos. Ellos continuarían viéndose con gran frecuencia.

Aquel reencuentro marcó el inicio de otra aventura, una que les tocaría compartir.




La luz del sol se había despedido hace varias horas y llegó el momento de que la señora Harukawa tomara el vuelo de regreso a su hogar. Ella estuvo lista desde temprano y pasó un momento en la sala de la casa de sus hijos en grata compañía. Sin embargo, poco antes de ser llevada por su hijo mayor, se apareció el auto lujoso del señor Kotetsu, quien declaró que sería él quien le llevaría, y que les tocaba conversar en privado.

Ello marcó una despedida un poco abrupta de la madre, quien hubiera querido terminar aquel viaje con un tono más positivo, pero también comprendía que no podía ignorar al dueño de casa ni los asuntos que quedaban pendientes con él.

El chofer les llevó por las calles de la ciudad con rapidez y hubo un persistente silencio en la mayoría del trayecto, uno que puso a la señora con los nervios de punta.

Entonces, el señor comenzó a hablar con temas cordiales para romper el silencio.

“He presenciado que todos estuvieron contentos con tu estadía,” comentó, mirándole de reojo. “Espero que ello signifique que tu estancia también haya sido agradable.”
“Lo fue,” asintió, y le miró atentamente, con una sonrisa quebradiza que no tuvo impacto en su acompañante, como lo esperó. “No necesitabas preguntármelo, Tarou. Son pocas las instancias en que puedo ver a mis hijos, y todas son preciosas.”
“Supuse que sería el caso, pero no costó preguntar.”
“Tarou, ¿de qué quieres hablar?” finalmente le preguntó, al notar que no estaban muy lejos del aeropuerto. “No nos queda mucho tiempo antes de llegar a nuestro destino.”
“…” él asintió. “Estoy aquí para recalcar mi compromiso con tu hijo menor. Te prometo que estará bien, y que le cuidaré. Más bien, serán sus hermanos quienes estarán más al pendiente de él por mis constantes obligaciones, pero le acomodaré en lo que sea posible para mí. Estimo que oírlo de mí y en estas circunstancias debería darte certeza de que digo la verdad…”
“Sí es reconfortante…” ella bajó su mirada, sonriendo con tristeza. Realmente no hubo motivo para esperar a que él fuera honesto con lo que sentía sobre el pasado. No debió haberse ilusionado de oírle siendo sincero. “Por favor, cuida de él, de todos…”
“…”
“Realmente quisiera quedarme y ser la madre de debo ser… sólo el hecho de haber venido y pasado días con ellos te debe estar causando problemas con tu familia. Ellos odian el más ligero pensamiento de mi existencia.”
“No tienes que preocuparte por ello. No es algo que te concierne,” negó, con paciencia y su característica inmutabilidad.
“…” ello le hizo fruncir el ceño. Sí debería concernirle, pero ese pasado en el cual fueron una unidad familiar había dejado de existir hace varios años, por su traición, por su debilidad… “Por favor, no dejes que le hagan nada a Sora. Temo que dejarlo aquí, a la merced de esas personas, sea dañino para él. Por favor…” sus labios temblaron. “Él significa el mundo entero para mí.”

Hubo un corto silencio en el cual la señora sintió una gran soledad por ya no contar con ese pequeño rayito de sol al que había protegido toda su vida, ese que le hizo sentirse en casa y todavía como parte de algo luego de haberse escapado de los Kotetsu y haber regresado nuevamente a los Estados Unidos a manera de refugiarse del pasado. La tristeza empezó a ahogarle e inspirarle gran agonía que trató de contener para no ponerse a llorar en ese preciso instante… pero contenerse no iba a ser posible.

“Hay algo que en verdad quiero decirte…” Taroutachi entrecerró sus ojos y miró severamente a su exesposa, quien pudo sentir el peso y frialdad que su tranquila voz acababa de adoptar. “Ese pequeño no es tu único hijo. Es sólo el menor, y espero nunca más oírte decir que es él quien significa el mundo para ti.”
“…” ello le dejó helada y tembló ligeramente, aterrada y un poco sorprendida por aquella declaración tan cortante. “¡Por supuesto que no quise decir eso! ¡Sora es mi preciado hijo, pero lo mismo va para nuestros hijos! Taroutachi… por favor…” ello le hizo quebrarse en llanto. “¿E-en verdad crees que nunca he pensado en todo lo que tuve que dejar atrás? ¿C-crees que no me arrepiento de lo que hice? ¿Piensas que yo vivo feliz todos los días y sin pensar en cómo fui la culpable de destruir a nuestra familia?”
“…” le miró inmutado.
“¿C-crees que no se me parte el alma cada vez que veo lo mucho que Urashima me echa de menos y se alegra de verme… como si yo no fuera la culpable de todo…?”
“…”
“Por favor…” ella lloró desconsolada, intentando contenerse al saber que sólo debía estar incomodando a esas alturas. “Tarou… luego de lo que hice… ¿qué debería hacer? ¿Qué… esperas de mí? ¿Hay… una forma de reponer todo esto…?”
“…”
“No la hay… ¿verdad?” continuó llorando en silencio y empezó a calmarse lentamente, cuando finalmente pudo oír un poco de lo que el señor tenía en mente.
“Tú entiendes lo mucho que nuestros hijos te estiman y cuánto significas para ellos.”
“S-sí, por supuesto.”
“Asegúrate de no dejarles atrás, y de venir a verles,” recalcó pausadamente. “Eso es todo lo que yo quiero de ti. Ellos se preocupan por ti y añoran verte en cada oportunidad. Ahora que estamos instalados en esta ciudad, será más posible. Nada más.”
“…”
“Yo no espero nada más que eso. Es justo. Es lo que deberías hacer como la madre,” declaró y le miró con intensidad. “Cumple con ese tan importante rol que te queda. Yo haré lo mismo a mi manera. Es así de simple.”
“Tarou…” ella se estremeció y asintió con torpeza y gran tristeza.

Lo que le pedía era lo que había esperado hacer en la disponibilidad de su horario. Saber que contaba con el pedido y la bendición de Taroutachi le iba a facilitar sus visitas. Sin embargo, al mismo tiempo, la señora Harukawa comprendió que su previo esposo no quería nada más. Él declaró el rol de madre como el único que le quedaba… y no había más que podía decirse.

Entonces, el auto llegó al aeropuerto, y avanzó con lentitud mientras se acercaba a la zona de embarque de la aerolínea respectiva. Fue ahí que la señora oyó unas palabras más.

“No quiero que te retires con la incorrecta idea de que es solamente tu culpa.”
“¿Tarou?” ella se confundió.
“Los dos les fallamos, como sus padres. No estuvimos ahí cuando debimos y no actuamos correctamente ni a tiempo. No es sólo tu culpa,” recalcó, inmutado. “Sin embargo, a estas alturas, ya no se trata de quién tiene la culpa. Ambos poseemos la responsabilidad y es nuestro deber cumplir con lo que debemos hacer. No lo olvides.”
“Sí…” y el auto se detuvo. La señora vio al chofer bajar para sacar su equipaje, lo que significó que debía marcharse. “Gracias por traerme, Tarou.”
“…” asintió. “Nos vemos pronto.”



De aquel modo, la madre se marchó mientras deseaba de todo corazón que sus hijos pudieran vivir en armonía. El paso del tiempo iría uniendo a los hermanos y a la familia en sí, antes de la llegada de otros asuntos y complicaciones.
« Last Edit: April 03, 2018, 11:52:53 PM by Cho »


Eureka

tenía que dejar esto hace tiempo pero soy un desastre :'c

33.1










Lo que realmente ocasionó que despertara de golpe no fue la algarabía a su alrededor, ni la preocupación por sus clases o por lo que había sucedido luego de la batalla con Kokichi.

Lo que realmente la obligó a levantarse fue algo muy específico.

“¡MI BILLETERA!” gritó Eureka, abriendo los ojos de golpe e incorporándose en la cama. Por unos instantes, las conversaciones en el cuarto mantuvieron su curso, hasta que todos notaron que la HiME se había despertado finalmente.
“…Huh, siempre dices cosas raras al levantarte,” mencionó Hizumi. “La otra vez fue Oik—DFJGLKD” Hizumi se vio interrumpido por Soul, quien lo golpeó en el estómago con su codo.

Un coro de voces la recibió, mencionando su nombre repetidas veces y manifestando su alegría de verla despierta y en buen estado.

Eureka reconoció, progresivamente, a los presentes en la habitación: en los sofás de la estancia estaban sus amigos más cercanos, Hizumi, Soul, Maka y Seven, quienes parecían haber andado discutiendo antes de que Eureka se levantase. Oikawa se encontraba con Morgana en su regazo y todo indicaba que habían estado conversando con Souji antes de prestarle atención a ella.

Tal vez, las dos personas más intrigantes que estaban allí eran Lelouch y Anna. Su pareja yacía en el banco al lado de su camilla, y Anna había jalado una silla para velar su sueño junto a él. Pero ninguno de los dos debía estar ahí: Eureka, según lo que entendía, seguía peleada con Lelouch. Y Anna debía estar en el colegio, a juzgar por la luz natural, que indicaba que era de día. Pero su presencia daba a entender que Mikoto y Totsuka estaban enterados de todo, y de seguro ya la habían ido a visitar en la mañana. Por supuesto, se la habían encargado a Soul, porque Mikoto no confiaba en Lelouch.

Realmente, Anna sólo podía significar una cosa: que los dos volverían. A resondrarla, por supuesto.

Y que su mamá sabía todo, claro.

“Me quiero morir,” exclamó, y se tumbó de nuevo en la cama. El golpe le dolió en lo más profundo de su ser, y se lamentó de su terrible decisión con un chillido.
“¿Por la billetera o por…?” preguntó Lelouch, curioso.
“Porque Mikoto va a venir a matarme en un rato.”
“Ah, cierto, Mikoto dijo que vendrá en unas horas. Él y Totsuka están muy ocupados,” dijo Soul. “Pero Anna se quería quedar, así que acá está.”
“¡¿Tú le dijiste a todo el mundo que yo…?!” empezó Eureka, pero se cortó a sí misma.
“…” Lelouch suspiró. “Ahí vas de nuevo queriendo cargar con todo tú sola.”
“Mm, mm.” Morgana se mostró de acuerdo con Lelouch.
“Eureka…” dijo Anna. “¿Estás mejor?”
“¡Ohhh! ¡Claro que sí!” Eureka asintió. “Ya verás que dentro de poco salgo de aquí.”
“¿Segura? Soul me dijo que llevas días acá,” dijo Anna.
“…Días.”
“Llevas durmiendo cuatro días, Eureka-chan~” canturreó Oikawa.
“…” Eureka quiso indignarse, y de ahí recordó que su muerte se avecinaba. “No importa. Hubiese preferido dormir por el resto de mis días.”
“¿Por qué Eu está tan preocupada por su hermano?” le preguntó Maka a Soul, en voz baja.
“Mikoto siempre la ha apoyado, aún a pesar de todo. Pero lo único que le ha pedido a cambio es que no se sobreesfuerce. Una que otra herida es comprensible. Pero lo de hace unos días… fue demasiado. Por eso sí le avisé sobre esto y no sobre el ataque a Hanasaki.”
“Osea, igual se enteró.” Eureka suspiró. “Sí, los escucho desde acá.”
“Mikoto se enoja cuando ella actúa sin medir las consecuencias,” comentó Lelouch, y luego se giró hacia Eureka. “Y la verdad es que no lo culpo. Yo también… estoy un tanto enojado. Pero no le veo sentido a seguir peleados cuando estás así—” Lelouch se cortó de golpe, al notar que estaban acompañados. “Ah, lo siento. De ahí… hablamos sobre lo nuestro.”
“Mm.” Eureka asintió.
“Ah, pero si quieren hablar, no hay problema,” dijo Maka. “Podemos dejarlos a solas.”
“No, no te preocupes, Maka. Yo debo irme. Tengo clases a las 2. Me di una escapada para venir a verla…” dijo Lelouch. “Pero regreso de nuevo en la noche, luego de mis clases.”
“Está bien. Suerte.” Eureka le esbozó una sonrisa.

Lelouch se levantó de su sitio, para acercarse y darle un beso en la cabeza. Luego de un abrazo con ella y con Anna, se despidió del resto ondeando la mano y salió de la habitación.

Ni bien cerró la puerta, Oikawa y Morgana se levantaron y caminaron hasta tomar asiento al lado de Eureka.

El resto del grupo empezó a conversar sobre Mikoto, debido a que Maka, Seven y Souji no lo conocían. Como el tema giraba en torno a su papá, Anna también se acopló al grupo, dejando su sitio al lado de Eureka.

“Eureka-dono,” le habló Morgana, aprovechando la distracción del resto. “Le comenté a Oikawa, el día del ataque, que Kokichi me daba mala espina. Tenía una presencia… peculiar. La sentí durante el gokon y luego, en la batalla. Lo preocupante es que lo he percibido dentro del hospital en estos días. Me temo que debemos ser precavidos, de todas maneras.”
“¡Tal vez… viene a darme mi billetera!” dijo Eureka, muy emocionada.
“…” Oikawa suspiró. “Déjala, Mona-chan. Eureka-chan aún está un poco tonta por la anestesia, de seguro.”
“¡Oikawa! ¡No entiendes! ¡Ahí tenía el dinero para pagarle a Seven!” le dijo, en voz baja.
“Oh, pero tranquila. No deberías preocuparte por eso. Luciel-chan te va a exonerar de ese pago.”
“Los escuché~ Y no~ Osea, por ese primer trabajo que les hice, normal. ¿Pero quién pagará el hospital~?” les dijo Seven, muy alegre.
“¿Tú? ¿Porque nos quieres?” dijo Oikawa.
“No los quiero tanto, lo siento~” Seven sonrió. “Y Stein cobra caro, por cierto.”
“…Mi mente y mi corazón no desean encontrarse con Kokichi de nuevo, pero mi pobreza sí.” Eureka suspiró. “Necesito mi billetera.”
“¿Britannia-chan no te puede cubrir los gastos?”
“Si estuviésemos en buenos términos, le pediría que me preste…” Las ganas de volver a suspirar se apoderaron de ella, pero Eureka optó por tumbarse de vuelta en la camilla. “Pero creo que sigue molesto. Se le veía enojado, por más de que estoy mal y eso,” dijo, un tanto pensativa.
“Mm… debe ser porque anda preocupado, ¿no?” dijo Oikawa.
“Es que… Uh, bueno, supongo que mejor es contarte. El martes, luego de que me visitaste, tuvimos una discusión. Me recordó que se está repitiendo lo mismo de siempre, que mi rebel es siempre mi amigo pero que de todas maneras me pone en peligro y yo siempre me fio de cualquier forma.”
“¿Y eso es cierto?”
“Sólo pasó una vez, con Kanone,” dijo Eureka, incorporándose de nuevo hasta quedar sentada en la camilla.
“Ah, claro, Hilb— ¿¿QUÉ?!” gritó Oikawa, captando la atención de todos. “Ahhh, no, nada, tranquilos, sigan con sus cosas~” canturreó, invitándolos a continuar con sus conversaciones. Todos se demoraron unos segundos en hacerle caso, pero terminaron haciéndolo de todas formas. “¿Él fue tu rebel?” dijo Oikawa, ni bien dejó de ser el centro de atención.
“¿Sí?” Eureka arqueó una ceja. “¿Por qué te sorprende?”
“Es que… es muy cercano a ti y a Hizumi-chan… Nunca se me pasó por la cabeza que él había sido tu rebel.”
“Lo sé.” Eureka rio. “Sería muy raro si lo viese desde afuera, como tú. Pero ahora es de lo más normal. Como todo eso de que se murió pero regresó y bueno…”
“Tus amigos son muy raros, Eureka-chan.”
“Supongo que eso te incluye a ti también~”
“¡No! ¡Yo soy genial!”
“Eso ni tú te lo crees,” dijo Morgana.
“No, está bien. Yo sé que tanta perfección los deja ciegos, y por eso ya ni pueden darse cuenta de lo que tienen en frente. No hay problema.”
“…” Eureka soltó unas cuantas risitas, y asintió. “Lo que tú digas, Oikawa.”
“Ja~ Bueno, sígueme contando.”
“Ah, cierto. Lelouch… él conoce casi a todos mis amigos, y la mayoría son de Highschool. En ese tiempo, Hanasaki y Rizembool vivían el conflicto al extremo. Fue inevitable que conociéramos rebels de otras HiMEs o cosas así. Fue justo así que conocí a Hizumi, él era rebel de otra HiME.”
“Claro, de Hizumi-chan sí sabía.”
“También me hice amiga del rebel de Haruhi. ¿Creo que te he hablado de ella? Es una de mis mejores amigas de la infancia, estudia en Hanasaki y fue HiME. Bueno, lo es en el presente también…”
“¡Sí! Me hablaste sobre ella antes.”
“Bueno, su primer rebel tuvo un cambio de parecer… para bien, sorprendentemente. Y fue mi entrenador durante los últimos meses de la batalla.”
“Huh. No sabía que podía pasar eso, al revés.”
“¡Lo sé! Me gustaría hablar de nuevo con Nanaya, aunque creo que lo suyo fue simplemente por un golpe en la cabeza. Después de todo, pasó luego de una pelea con su HiME.”
“…” Oikawa suspiró. “Y yo que pensaba que teníamos una posible solución, en el caso de que Kokichi-chan o alguno de su grupo lograra su cometido.”
“¡Mm! Me has hecho recordar. ¿Seven dio con algo sobre Kokichi aquella vez que le pediste información sobre el comité?”
“Nada. Ni Luciel-chan ni Fushimi-chan, ninguno encontró algo sobre los miembros. Ahora sabemos el nombre de uno, y también de Nea-chan, pero sigo sintiendo que no hemos progresado mucho.”
“Y con las heridas que tenemos, peor aún.” Morgana suspiró.
“Lo siento,” dijo Eureka. “Creo que se los dije antes de la pelea, pero lo vuelvo a repetir. Todo esto es mi culpa…”
“Mm, mm. No te preocupes~” Oikawa le sonrió, y haciendo su típica señal de la paz con sus dedos, le otorgó un poco de calma a su amiga. “En serio, Eureka-chan. Tenías las mejores intenciones. Fue riesgoso, pero felizmente todo salió bien. No sirve de nada definir los culpables de esto.”
“Pero… tú…” Eureka desvió la mirada. “El vóley es muy importante para ti, ¿no? Si te hieres de alguna manera que te impida jugar… me sentiría muy mal.”
“¡Eso no pasará~!” le aseguró. “Voy a entrenar hasta el cansancio para poder controlar mejor mis poderes. Y todo saldrá bien, en serio.”
“…” Eureka se quedó en silencio, observando a su amigo. Al cabo de unos instantes, le sonrió, y asintio. “Gracias, Oikawa.”
“¡No hay problema!”

Así como él, Eureka se prometió a sí misma que entrenaría y daría todo de sí para mejorar. Aún le faltaba mucho por perfeccionar, y la batalla con Kokichi lo había dejado muy claro. Después de todo, estaba segura de que no sería la última vez que se toparían con él o con Nea.

Por ello debía visitar a Miranda lo más pronto posible, en busca de un entrenador. Tal vez una exHiME era lo más adecuado, pero no tenía derecho ni tiempo para hacerse la especial. El entrenador que Miranda le asignara de seguro sería perfecto de cualquier manera.

Antes de continuar conversando con Oikawa y Morgana, Eureka hizo una nota mental de llamar a la rectora ese día.

 



   

Era casi imposible encontrar un lugar para juntarse a la hora del almuerzo. La universidad estaba repleta de gente por doquier entre las doce y las tres de la tarde, y darse el lujo de conseguir un espacio en los comedores era muy extraño. Para ello, los alumnos tenían que contar con amigos que salieran de clases temprano, para poder guardarles sitio.

Sin embargo, había un grupo de gente que contaba con ciertos privilegios. Existían comedores reservados para los profesores y jefes de práctica. Incluso, Kokichi sabía que existían comedores para rebels, asistentes y para el personal administrativo, pero por falta de interés (o por comodidad), nunca había preguntado por ellos. Era más fácil colarse a la sala de jefes de práctica, donde Nea siempre paraba durante el horario de almuerzo, que ir y preguntar por aquellos comedores exclusivos.

La familia de Kokichi era muy conocida dentro del personal de Rizembool, tanto que ni los profesores ni el resto de jefes de práctica preguntaban por su presencia dentro de la sala de maestros. Con los aportes que los Ouma daban a la universidad, se entendía el motivo detrás de aquella actitud de complicidad que tenían con él.

Pero parecía que habían ciertas excepciones, puesto que ello le disgustaba a algunas personas, como al mismo Nea.

“Nea-chaaan~” canturreó Kokichi, ni bien ingresó a la sala y localizó a Nea, sentado a unos metros de allí. El aludido rodó los ojos a manera de respuesta.

Era natural que su compañero anduviese enojado con él, puesto que había tenido la oportunidad de acabar con Eureka y Oikawa, pero los había dejado con vida.

Y aunque Kokichi siempre cumplía con lo que le encargaban, admitía que no tenía sentido terminar con ese par así de fácil. Ambos tenían un increíble potencial, y la simple posibilidad de volver a pelear contra ellos le otorgaba una felicidad tremenda.

Kokichi tomó asiento al lado de Nea, y sacó los contenedores de su almuerzo.

“Aún no le he dicho nada a Karasu, por cierto,” le dijo Nea.
“Aww, qué extraño de tu parte.” Kokichi sonrió. “Pensé que habías ido a contarle ese mismo miércoles.”
“No, era más importante para mí encontrar a Nanamine.”
“Ah, cierto. ¿Aún sigues con eso?”
“No entiendes. Nanamine es vital para nosotros. Si su poder cae en manos de Hanasaki, estaríamos en desventaja.”
“¿Qué te hace pensar que, luego de tantos años de apoyo, va a cambiar de bando así como si nada?”
“Hay rebels que lo hacen. Y ella es sólo una ayudante…”
“Pienso que te preocupas mucho por gusto.” Kokichi se llevó un trozo de chicken katsu a la boca. “Nanamine-chan volverá a nosotros cuando menos lo esperes.”
“…” Nea suspiró. “Espero que sí. Y tú, ¿qué piensas hacer con Oikawa y su HiME?”
“Pues… depende de lo que tú vayas a decirle a Karasu-chan~ No serás un bocotas, ¿no?” Kokichi se volteó a hacerle ojitos a Nea.
“¿Por qué los quieres dejar así? Nunca has dudado en reportar este tipo de casos cuando han sucedido antes.”
“Es porque… les agarré cariño.”
“…”
“¡Nishishi~! ¿Te la creíste?” Kokichi soltó una risotada.
“Por supuesto que no, Kokichi. No soy idiota.”
“Eh, qué aburrido~” Kokichi rodó los ojos, mientras se llevaba otro pollo empanizado a la boca. “¿Quieres la verdad? Me divertí mucho durante la pelea.” Kokichi rio, de nuevo. “Y el Child de la HiME es muy poderoso. Realmente pueden llegar a ser un reto para mí… si es que se preparan como se debe. Y bueno, ando sin HiME, así que ir a jugar con ellos de vez en cuando puede aliviar un poco de mi aburrimiento.”
“¿No tienes mejores cosas que hacer?” Nea arqueó una ceja.
“¡Mira quién habla!” Kokichi rio. “Tu HiME renunció, ¿no? ¿Qué harás?”
“Esperaré a ver qué me dicen los administrativos,” mencionó Nea, y se llevó un trozo de carne a la boca. Luego, le dio un sorbo a su bebida, y miró de reojo a Kokichi. “No pienso hacer el trabajo de otros, mientras tanto”
“Ohhh, pero… no sólo voy a pelear contra la HiME de Oikawa-chan. Si lo ves de otra manera, soy su senpai, y tal vez mis futuras batallas contra él le sirvan de entrenamiento.”
“…Le voy a decir a Karasu.”
“¡NOOOOO!” le lloró Kokichi. “¿¡Por qué eres así!? Hago lo que me pidas a cambio de que no buchonees nada. ¡Te lo juro!”
“…Puedes… ayudarme a buscar a Nanamine.”
“¡¿Por qué estás tan obsesionado con ella?” Kokichi pareció darse cuenta de algo en esos instantes. “¡Ah! ¿Te gusta?” le dijo, en tono burlón.
“No.”
“Esa respuesta fue demasiado rápida, oye.” Kokichi suspiró. “Pero está bien. Te ayudaré. ¿Qué sabes sobre ella?”
“Que este ciclo ha estudiado en Hanasaki, por el intercambio que permite el consorcio de universidades. Me dieron el dato de que sus amigos de Derecho le avisaron sobre el gokon del miércoles, por eso fui.”
“Pero Nanamine-chan es súper seria. ¿Por qué iría a un gokon?”
“Para actualizarse, supongo. Ha estado lejos de Rizembool por varios meses.”
“Mm~ En eso tienes razón. En el gokon uno se entera de muchas cosas, si es que tienes suerte…”
“No es por nada que la HiME de Oikawa se arriesgó a ir, pese a la situación.”
“Eureka-chan es muy entretenida~ Es una pena que su rebel sea tan idiota como para no aprovechar la oponente que tiene.” Kokichi suspiró.
“Por eso no entiendo por qué quieres dejarlos en paz momentáneamente. Podríamos lograr que Oikawa se tome a pecho su rol.”
“Sería un poco perjudicial para nosotros. Oikawa es el capitán del equipo de vóley, y ese es uno de los pocos deportes en los que resaltamos frente a otras universidades.”
“¿…En serio?” Nea lo observó, curioso.
“¡Mentira!” Kokichi rio. “Osea, sí, resaltamos en vóley. Pero no me importa ese detalle. Yo sólo quiero pelear contra ese par de nuevo.”
“…Ya decía yo, era extraño que te preocupes por esas cosas.”
“En la vida~ Así que… ¿aceptas?”
“Supongo. Pero si no oigo nada sobre Nanamine antes de finales, le diré a Karasu.”
“What a meanie!” se quejó Kokichi, con lágrimas de cocodrilo. “¡Faltan menos de tres semanas!”
“Ese es tu problema, no mío.”

Kokichi suspiró.

Por unos instantes, se deprimió un poco al notar que le sería difícil encontrar a Nanamine. Si Nea, que contaba con una infinidad de contactos, aún no había dado con ella, era por algo.

Más allá de la dificultad de la tarea, le daba curiosidad saber por qué había desaparecido aquella muchacha. Era cierto que Nanamine era de pocos amigos, pero su misión de infiltrar Hanasaki no era algo fuera del otro mundo. Y aunque debía aparentar que no conocía nada sobre rebels o HiMEs, había llegado al extremo de cortar comunicaciones con Rizembool. La situación, sin duda, era muy extraña.

Pero Kokichi contaba con una ventaja, a diferencia de Nea. Un contacto que era capaz de conseguir información sobre cualquier persona.

Ahora, lo difícil iba a ser convencer a Fushimi de que lo ayudase.






La práctica terminó con la mayoría de sus estudiantes quejándose por el hambre, y aunque Misaki quería hacerles recordar que ellos mismos habían elegido su horario de prácticas, la culpa recaía realmente en él, por decidir que era prudente escoger el horario de once de la mañana a tres de la tarde. Pero era eso o dictar los sábados, y esos días estaban descartados porque su jefe le conseguía trabajos los fines de semana. No era mucho lo que ganaba por grabar una boda, pero le servía de complemento al sueldo de jefe de práctica, que no consideraba tan bueno.

No era suficiente para lo que hacía. Y peor, cuando tenía alumnos como Saruhiko en su clase.

Saruhiko Fushimi era sumamente aplicado. Su proyecto de foto sobre espacios en desuso era maravilloso: Misaki podía ver mediante sus avances que Saruhiko sabía cómo aplicar las técnicas de composición e iluminación que le habían enseñado en las clases. Y por ello, no le costaba nada ponerle las notas altas que se merecía… pero el tema de su vespa seguía pendiente. Cada vez que terminaban las prácticas, sentía los ojos del pelinegro en su nuca, y un escalofrío recorría su espalda al recordar que aún no había podido recolectar el dinero que le debía. El primer mes hizo un mal balance de cuentas, el segundo, se malogró su terma y tuvo que gastar dinero por aquella emergencia, y ese mes… ese mes aún no llegaba a su fin, por lo que no había recibido su sueldo aún. Pero las dos semanas que Saruhiko le habían dado ya habían pasado hacía demasiado tiempo, y Misaki esperaba su inminente muerte. Iba a pasar, después de todo. Unos años antes o unos después no cambiaban tanto.

Excepto que realmente quería formar su empresa dedicada a la grabación de eventos. Y quería seguir tomando fotos. Era su pasión, después de todo. Y tal vez, tal vez… existía la posibilidad de que Eureka…

“Yata-san.” Misaki saltó en su asiento al escuchar la calmada voz de Fushimi. “Ya se fueron todos.”
“A-ajá…” articuló Misaki, con mucha dificultad. Efectivamente, eran los únicos que se habían quedado en el salón. Era el escenario perfecto para un homicidio. Misaki, mentalmente, le dijo adiós a cada una de las personas más importantes en su vida. La imagen de Anna, la hija de su jefe, fue demasiado para él, y hasta sintió que iba a llorar. “¡NO ME MATES, POR FAVOR!” le suplicó a Fushimi, al borde del llanto. “Osea, aún no creo que fui el culpable de lo que le pasó a tu vespa, pero te prometí que te pagaría ese dinero y lo voy a hacer. Solo que… el primer mes hice un mal balance y el segundo explotó mi terma y—”
“No iba a pedirte el dinero,” le dijo Saruhiko, igual de tranquilo que antes.
“¿…Qué?” Misaki arqueó una ceja. “¡Yo ya estaba dándome por muerto!”
“No tienes por qué.”
“No, es que no entiendo, te debo ese dinero hace mil años. Y siempre me miras mal durante las clases… supuse que ya estabas harto.”
“No es como que no tenga dinero para arreglar mi vespa por mi cuenta,” mencionó Saruhiko, evadiendo su mirada. “Pero igual, debes pagarme. Eventualmente. Espero que sea antes de finales.”
“¡C-claro que sí!” afirmó Misaki. “Tengo un par de bodas este fin de semana. Puedo… supongo que puedo quitar un par de cosas de mi presupuesto para darte lo que te debo.”
“…” Saruhiko asintió. “Ese no era el motivo por el que quería hablarte.”
“¿Cuál es?”
“…” Saruhiko se demoró en responderle, pero eventualmente lo encaró. “Ví a tu amiga el día del ataque a Hanasaki.”
“¿Eh?”
“No, nada. Olvídalo.” Saruhiko se dio media vuelta, caminando hacia la puerta.
“¡Espera, Fushimi!”
“…” El aludido se giró de nuevo hacia él, con una ceja arqueada. “¿Sí?”
“¿De quién hablabas?”
“De la chica que salía en la foto de fondo de pantalla de tu laptop. Siempre vemos esa foto en las prácticas porque te demoras en localizar tus presentaciones y fotografías.”
“¡Ahhhh!” gritó Misaki, rojo hasta las orejas. Fue ahí que se dio cuenta de que siempre olvidaba poner en freeze al proyector para no mostrar sus documentos personales.

La foto era un selfie que se había tomado durante un almuerzo en la casa de Totsuka, junto a Mikoto, Anna y Eureka. Extrañaba aquellas reuniones, no eran lo mismo sin la menor de los Suoh.

Pero por más de que eran una especie de tradición, Eureka andaba tan ocupada que ni podía asistir a ellas. Había pasado un tiempo desde la última vez que la había visto.

Recordaba haberle preguntado por el tema de los medios, y habían conversado un par de veces luego de eso, pero nada más que ello. Parecía que el conflicto de las HiMEs le estaba quitando todo el tiempo que antes tenía libre.

“¿Ha-Hablas de Eureka?” preguntó, finalmente. Saruhiko evadió su mirada.
“…Supongo. No sé cómo se llama.”
“Bueno, es la única chica que sale en la foto. Aparte de Anna, que es su sobrina, y dudo que te refieras a ella.” Misaki rio. “Pero uh… ¿cómo la viste? ¿Tú estuviste en el ataque? ¡Ah!” Misaki pareció darse cuenta de algo. “¿¡Estás bien!? No estás herido, ¿no?”
“No, todo bien.”
“Me alegro. Pero dime, ¿dónde la viste? ¿Ella también está bien, espero? No hablamos mucho últimamente, así que me tiene un poco preocupado.”
“Podrías… mandarle un mensaje,” sugirió Saruhiko, con una expresión un tanto irritada.
“Me da miedo quitarle tiempo. Es HiME, y tengo la sensación de que voy a interrumpirla en un momento muy crucial.”
“Las HiMEs no pelean todo el tiempo.” Saruhiko rodó los ojos.
“¿En serio? Ah, no sé nada de esas cosas.” Misaki suspiró. “Pero tienes razón. Probaré mandándole un mensaje. Igual, dudo que le haya pasado algo. Han pasado un par de semanas desde eso y ni Mikoto-san ni Totsuka-san me han mencionado algo al respecto. Lo hubieran hecho, de lo contrario. Eh, disculpa, Fushimi. Gracias por avisarme, eso sí.”
Saruhiko asintió. “Espero mi dinero la semana que viene,” le dijo a modo de despedida, antes de volver a girarse, caminar hacia la puerta y finalmente salir del salón.

Una vez a solas, Misaki sonrió, un poco alegre ante las noticias de Eureka. No podía negar que estaba un tanto preocupado, pero el dato de Saruhiko había sido suficiente como para animarse a mandarle un mensaje por Whatsapp.

Pero había algo que no cuadraba en su historia. Una pregunta que Saruhiko había evadido. ¿Cómo la había visto? Saruhiko estudiaba en Rizembool, y a juzgar por sus escasas amistades, era imposible que hubiese visitado Hanasaki justo por eso.

Sin embargo, por más que intentó dar con una explicación, no encontró algo que lo convenciera.

Dejando eso a un lado, resolvió que lo mejor sería contactar a Eureka… y también preguntarle a Totsuka, por sea caso. Tal vez si su amiga no le contestaba, su jefe sí sería capaz de darle noticias sobre ella.



       


Era complicado para Hizumi y Soul esconder sus sorpresa, y es que en mil años luz se hubiesen imaginado que Maka se podía llevar tan bien con los niños. Anna nunca había sido de hablar mucho, o al menos Soul no recordaba haberla visto como andaba ahora, conversando animadamente con Maka.

Luego de procesarlo, todo se hizo un poco más digerible. Maka era muy alegre, y era natural que le contagiara esas energías a la gente. 

Los tres, junto a Anna, habían salido del cuarto de Eureka para darle un descanso. Souji se había retirado a un compromiso, y Seven tenía que volver a su departamento a continuar con su trabajo, por lo que habían dejado a su amiga con su rebel a solas. Soul estaba seguro de que Eureka necesitaba conversar varias cosas con él, luego de los sucesos del otro día. La batalla con Kokichi había dejado en claro que Rizembool no se había creído su farsa, y debían solucionar eso lo más pronto posible.

Soul suspiró, mientras caminaba al lado de Hizumi, detrás de Maka y Anna. Iban rumbo al café dentro de la clínica, puesto que Anna les había pedido algo de comer.

“¿Pasó algo?” le preguntó Hizumi. “Te ves más preocupado de lo normal.”
“Es por Oikawa y Eureka. Todo sería más sencillo si su rebel renunciase, creo, pero tal vez termina siendo perjudicial para él también.”
“Mm…” Hizumi se llevó un dedo al mentón. “Nada te dice que el siguiente rebel de Eu sea así de humano como él, though.”
“Yo sé… pero me molesta que igual ande en peligro. Se supone que con un rebel como Oikawa, su vida debería ser más calmada. Pero desde que lo conoció… se ha metido en puros líos.”
“Ya suenas como Lelouch.” Hizumi rio. “Y eso que ni te juntas con él.”
“Es que… si Eureka está así, no quiero imaginarme cómo será el caso de Maka,” dijo Soul, y su mirada se fijó en la espalda de su amiga.
“Entiendo que andes preocupado, pero no consigues nada con eso. Mejor confía en ella. Y… bueno, lo que sí o sí debemos hacer es contárselo a Eureka. De seguro será más sencillo para ella contactar a Miranda y conseguirle una cita a Maka.”
“Yo prefería no involucrarla en eso… Siento que ya está lo suficientemente cargada con sus cosas como para que tenga que lidiar con el tema de Maka también.”
“Pero es su amiga, y merece enterarse de esto. Yo creo que se sentiría un poco mal si Maka se vuelve HiME y no está ahí para apoyarla. Eureka sabe cómo es tomar el puesto de un día para el otro. Y como lo hemos hablado con ella, sabes que no hay ninguna garantía de que le toque un rebel bueno. Con mayor razón tiene que contar con el apoyo de toda la gente a su alrededor. Aún así, Maka es fuerte. Siento que estamos dudando mucho de ella.”
“…” Soul suspiró, de nuevo. “No lo sé…”

Hizumi y Soul se detuvieron ni bien notaron que Maka y Anna también habían dejado de caminar. Soul estuvo a punto de preguntarles al respecto, cuando vio que la sobrina de Eureka corrió por los pasillos hasta lanzarse a los brazos… de Totsuka y Mikoto, sus padres.

“Ah.”

Soul saludó con la mano a los dos, y recibió el mismo saludo por parte de ellos. Totsuka se veía muy tranquilo, a diferencia de su pareja: Soul tenía la sensación de que Mikoto destruiría todo de un momento a otro.

Su deber le recordó que debía, al menos, avisarle a su HiME de la llegada de su hermano. Para su mala suerte y la de Eureka, Mikoto se adelantó y siguió su camino. Soul supo en esos instantes que ya era muy tarde, porque en cuestión de minutos, Mikoto llegaría al cuarto de Eureka a darle el sermón de la vida.
« Last Edit: March 22, 2020, 03:40:56 AM by Eureka »


Eureka

Yyyyy parte dos xd

33.2






En algún momento de la tarde, Eureka se encontró a solas con Oikawa y Morgana. Aunque adoraba andar rodeada de gente, debía aceptar que se había cansado un tanto del ruido y la algarabía. Más aún, en momentos como ese, en que debía descansar para recuperarse lo más pronto posible y retomar sus estudios.

Sin embargo, pasar tiempo con su Rebel y su Child no implicaba paz necesariamente. Morgana y Oikawa congeniaban perfectamente: contaban con el mismo sentido del humor y siempre tenían un tema de conversación. Era sumamente extraño, considerando que Morgana era un Child… pero en el poco tiempo que llebaban juntos, había desarrollado hobbies y gustos como Soul. Le gustaba ver series y películas, y también leía en sus ratos libres. Tal vez, justo por ello, es que compartía varias cosas con Oikawa, que también era seguidor ávido de ciertos programas de televisión.

Aprovechando que ambos andaban muy enfocados en su conversación, Eureka se recostó de nuevo en las almohadas y cerró los ojos, con la esperanza de que tal vez, del cansancio, caería rendida eventualmente.

Poco a poco, las voces de Oikawa y Morgana comenzaron a perder claridad y potencia. Eureka sintió cómo poco a poco se dormía…

...Hasta que un fuerte sonido la levantó: la puerta del cuarto se abrió de golpe, y cuando abrió los ojos, se encontró con malas noticias.

Mikoto y Tatara ingresaron rápidamente, dirigiéndose inmediatamente a su lado. Le sorprendió que no hicieran comentarios acerca de la presencia de Oikawa, pero imaginaba que ya habían tratado con él, cuando dejaron a Anna unas horas atrás.

“¡Ah! ¡Eureka-chan!” Tatara esbozó una gran sonrisa, y la abrazó con todas sus fuerzas. “¡Qué alegría ver que ya despertaste! Mikoto y yo andábamos muy preocupados. Soul nos dijo el otro día lo que había pasado y hemos venido de vez en cuando… pero no habían novedades de ti.”
“Disculpen,” dijo Eureka, devolviéndole el abrazo. Por el hombro de Tatara, vio la expresión preocupada de su hermano, y la HiME suspiró. “¿Supongo que… le avisaron a mamá?”
“Sí.” Mikoto asintió. “Quería tomarse la semana libre para venir a Japón y cuidarte pero le pedí que no lo hiciera. La clínica no funciona sin ella.”
“Mikoto le dijo que la mantendría al tanto, así que no te preocupes. Pero prepárate para el sermón que te dará cuando hagan Facetime en estos días~ Bueno, otro además del que te espera de cierta persona...” dijo Tatara, mientras se separaba de ella y miraba de reojo a Mikoto.
“Lo sé, lo sé.” Eureka suspiró. Buscando una manera de evadir aquel sermón, Eureka señaló a Oikawa, e intercambió miradas con su hermano y Tatara. “¿Lo conocen? Porque creo que no los he presentado. Él es Oikawa--”
“Tooru Oikawa. Nos dijo que era amigo tuyo,” dijo Mikoto.

La expresión en la cara de Oikawa suplicaba por piedad, así que Eureka optó por esconder el detalle de que Oikawa era su rebel. De seguro el instinto de preservación de su amigo era lo suficientemente fuerte como para notar que su vida correría peligro si Mikoto se enteraba de ello.

“Sí, es un amigo mío.”
“¡Ah!” Totsuka se llevó una mano a la boca, de la sorpresa. “¿Él no fue el que salió contigo en las noticias? Esa vez, del secuestro, que saliste en un noticiero con Hizumi-chan…”
“…Sí, él nos ayudó a llevar a Zushi con su hermano. Justo…” Eureka intercambió miradas con su Oikawa, y sonrió. “Justo ahí lo conocí.”
“Aún no entiendo por qué me subí al taxi con ustedes, eso sí.” Oikawa rio.
“Eso es cierto, es un misterio.” 
“Le dieron un gran dolor de cabeza a Leorio.” Tatara rio. “Felizmente, parece que el juicio saldrá a favor de tu amigo, Eureka-chan.”
“¿Cómo sabes?”
“Eso me contó Leorio. Pero dijo que todo depende de que Kanone consiga un trabajo estable.”
“¡Eso es genial!” Eureka se mostró muy emocionada, pero su expresión se tornó confundida al procesar lo que había escuchado. “Espera. Tú… ¿Tú conoces a Leorio?”
“¿Sí? Es de mi promoción de Highschool. Y es el asesor legal de mi prima.”
“…Con razón estaba en la boda.”
“Bueno, su tutelado es el mejor amigo de Ao-chan, así que tenía sentido que fuera, de cualquier forma.”
“¿Entonces ustedes sabían que él estaba con Zushi?” preguntó Eureka, confundida.
“Pues no. Yo no soy muy cercano a Leorio, como te conté, estuvimos en la misma promoción… pero no era de mi grupo, entonces nunca hablamos mucho. Y cuando me junto con Eu, nos vemos en cafés cerca de mi trabajo. Nunca me da el tiempo como para ir a visitarla a su casa, así que nunca ví a Zushi antes de la boda.”
“…Ah, bueno. Me hubiera sentido muy idiota si es que ustedes sabían sobre Zushi, mientras que nosotros habíamos estado buscándolo por un par de semanas sin idea de dónde podía estar.”
“¿Quién les dio el dato?” preguntó Mikoto.
“Durante la boda, Kiyotaka le dijo a Hizumi que Zushi era el mejor amigo del hijo de la novia.”
“Huh. Ya no les está dando problemas, ¿no?”
“No, tranquilo.” Eureka le sonrió.
“No entiendo cómo le cae bien a la gente.” Mikoto rodó los ojos. “Tanto que hasta fue capaz de engañar a Ryougi.”
“Mikoto, no digas eso,” le dijo Tatara. “Se nota que se quieren…”
Mikoto suspiró. “Sí, mejor no me meto en donde no me llaman.”
“Sí.” Tatara asintió. 
“¿Y ese gato?” preguntó Mikoto, observando a Morgana.

Su Child se había mantenido estático desde que ingresaron Mikoto y Tatara, con la intención de no delatarse. Pero era imposible creer que Morgana era un peluche, y tal parecía que Mikoto y Tatara sabían que algo andaba raro con él.

“¡E-ES UN PELUCHE!” gritó Oikawa. “Se lo compré para que se sienta mejor. Bueno, no fui yo, tuve que mandar a Souji-chan a que lo hiciera porque yo aún no puedo salir del—”
“Oikawa-chan, no es necesario que la cubras. Sabemos qué es.” Tatara le sonrió. “Tu… Child, ¿no?” dijo, mirando a Eureka.
“…” Eureka suspiró. “Sí, es mi Child.”
“¡Lo sabía!” Tatara sonrió. “Era imposible que dejen pasar a un gato… y, curiosamente, también tiene vendas.”
“…” Morgana se dio cuenta de su error, y bajó la cabeza, derrotado. “Me olvidé de eso.”
“Estás muy despistado, Mona-chan~” canturreó Oikawa.
“Me confié, porque no había problema de que los amigos de Eureka-dono se enteraran de que soy su Child.”
“Bueno, ellos son mi familia, así que no te preocupes.”
“…Uh… ¿Están hablando con el gato?” preguntó Mikoto, con una ceja arqueada. Oikawa y Eureka asintieron.
“Sí, se puede comunicar con nosotros. Para entenderle, deben de darle un par de palmaditas en la cabeza.”
“¡Basta de abusos!” se quejó el Child, pero Tatara se apuró en hacerle caso a Eureka. “¡ASjdfklg!”
“No entiendo de qué te quejas, Mona-chan. Ni que fueran golpes en serio.”
“¡Pero me tratan como un gato! ¡Eso es peor! ¡No necesito mimos!”
“Woah, tenías razón. Ahora lo entiendo.” Tatara sonrió.
“…” Contra todo pronóstico, Mikoto también demostró interés, e imitó a su pareja.
“Me alegra que ahora ustedes también me puedan entender,” dijo Morgana. “…Aunque me gustaría que hubiese otra forma de lograr eso.”
“Eso hará más sencillo el relato que me debe Eureka. Nadie me explicó cómo terminaste así. Soul me dijo que sabía algo, pero me pidió que esperara a escucharte a ti,” dijo Mikoto. “Por lo que entiendo, también estabas con él.” Mikoto señaló a Oikawa con un movimiento ligero de su cabeza. “¿Es tu key?”

HiME y rebel se miraron a los ojos, y compartieron el mismo pensamiento.

“¡NO!” gritaron Oikawa y Eureka, al unísono.
“Ah, tenía la esperanza de que sí. Todo menos él…”
“Sí, todos sabemos la tirria que le tienes a Lelouch, tranquilo,” dijo Tatara, intentando calmarlo. “Pero cuéntanos que pasó, Eu.”
“Uh…” Eureka quería morirse. No tenía idea de cómo explicar todo sin salvarle el pellejo a Oikawa. “Pues… mi rebel… es un amigo mío.”
“¿Quién?”
“S-Se llama… Iwaizumi,” dijo Eureka, e inmediatamente se arrepintió.

Mientras ella sentía que pasaba a mejor vida, Oikawa ya estaba imaginándose cómo moriría aquella noche. No a manos de Mikoto, por supuesto. A manos del aludido: de Iwaizumi.

“Es mi amigo, también,” dijo Oikawa. “Y pues… nos invitaron a un gokon, y fuimos. La cosa es que Iwa-chan uh… pues está siendo perseguido por gente de Rizembool, porque no están de acuerdo con su actitud como rebel.”
“Es que Iwaizumi-dono es muy caballero, muy amable,” dijo Morgana, siguiéndoles el juego.
“¡Sí! ¡Es buenísima gente!” afirmó Eureka.
“¿En serio?” preguntó Oikawa, emocionado. Si a alguien se referían con esas palabras… era a él, de seguro. Porque él era el verdadero rebel de Eureka, no Iwaizumi.

Cuando vio que Eureka asintió, Oikawa sonrió… y recordó que estaba siendo observado por el hermano de su amiga y la pareja de este.

“Claro, sí, claro que es buena gente. Es muy noble, y perfecto. Me gustaría ser como é—”
“Ya, tampoco tanto.” Eureka rodó los ojos, cortando rápidamente a Oikawa. “Dejémoslo en que es muy buena gente. La cosa es que aún no hemos peleado, y eso está perjudicando los planes de Rizembool. Tiene gente que lo persigue, y yo fui al gokon para ver si podía dar con información sobre ellos. Pero se lo escondí a Iwaizumi y a Oikawa.”
“Al final nos delatamos, y uno de los enemigos nos acorraló.”
“Ah, pero antes, Iwaizumi, Oikawa y yo hicimos como que habíamos peleado antes. Queríamos hacerles creer que cuando salimos del gokon, fue para pelear, no para que me salvaran de una situación en la que me metí yo sola.” Eureka suspiró.
“Mm, claro, y por la batalla es que terminaron así. Pero hay dos cosas que no entiendo.” Tatara se mostró un tanto confundido. “¿Cómo Oikawa-chan peleó con ustedes? ¿Y dónde está Iwaizumi?”
“Uh… la habilidad de Iwa-chan es que me puede… eh… me puede prestar parte de sus poderes para apoyarlo, sí.” Oikawa sonrió, nervioso. “Y como él tiene mucha experiencia, salió ileso. Pero lo mismo no pasó conmigo y Eureka-chan.”

La expresión llena de sospecha de Mikoto no les daba buenas noticias, pero no podían hacer nada. Su historia era demasiado extraña, pero tal vez… les creería.

Cuando Mikoto asintió, Oikawa y Eureka sintieron un peso menos sobre sus hombros.

Mikoto se giró hacia su hermana.

“Osea, estás peleando con tu rebel contra gente de Rizembool,” dijo Mikoto.
“¡A-Ajá! Eso mismo. Es irónico, porque pensé que con un rebel tan amable no tendría problemas. De todas formas me persigue el peligro, al parecer.”
“Me alegra que te haya tocado un rebel así.” Tatara miró de reojo a Oikawa. “Gracias por cuidar de Eureka-chan,” le dijo, con una sonrisa.
“A-ah, ¡Pero claro! Iwa-chan y Eureka-chan son mis amigos, así que era lo mínimo que podía hacer,” dijo Oikawa.
“…” Mikoto suspiró. “Entiendo que quieras ayudar a tu amigo. Pero debes tener más cuidado. Por lo que me contaron, perdiste mucha sangre.”
“Sí…” Eureka asintió. “Pero eso es por mi culpa. Debo entrenar más. Aún me falta mucho por mejorar.”
“A mi también,” dijo Morgana.
“¡Y a mí! Y a Iwa-chan~” canturreó Oikawa.
“Espero que tu rebel pueda quedarse en el puesto por más tiempo.”
“Sí, lo mismo digo yo. Le prometí que lo ayudaría sí o sí, pero él juega vóley, así que su condición física debe ser la mejor… y eso me preocupa un poco.”
“Bueno, deberías hablarlo bien con él,” sugirió Tatara.
“Oh, él no tiene problemas con eso.” Oikawa sonrió. “…Al menos eso me dijo,” mencionó, intentando arreglar su error.
“Me alegro.” Tatara sonrió. “Tengan mucho cuidado, por favor. Y lo principal… no se sobreesfuercen.”
“En especial tú,” dijo Mikoto, mirando a su hermana.
“Más tarde pienso llamar a Miranda para conseguir un entrenador. Ojalá pueda ser una HiME veterana o algo así.”
“De seguro te dará el dato de la entrenadora perfecta~” la animó Tatara.
“¡Eso espero!”

La conversación se desvió hacia el tema de sus estudios, y un sentimiento de culpa invadió a la HiME al esconder que no había sido tan aplicada aquel ciclo. No obtendría malas calificaciones, pero habían cursos en los que no se había esforzado tanto y eso se vería reflejado en sus notas de cualquier manera. El único curso al que sí le había puesto algún tipo de empeño era Biohuertos, y es que el cuidado de su planta era más divertido porque implicaba juntarse con el Potato Group. Ver el crecimiento de las plantas de los cuatro le llenaba de un orgullo tremendo.

Pero a diferencia de Biohuertos, en el curso de Fotografía estaba al borde de la muerte. Había perdido cinco días en cama y aún no había podido pedir la colaboración del equipo de vóley para su proyecto final. Sus clases de práctica eran los viernes, así que tenía un par de días para tomarles fotos, pero no sabía si estaría en condición para salir tan rápido de la clínica. Oikawa le había dicho que sí, pero tal vez… el doctor insistiría en que se quedaran un par de días más.

El tiempo se pasó volando, y al cabo de un par de horas, Mikoto y Tatara se despidieron de ambos luego de un último sermón por parte de los dos. Mikoto parecía sumamente tranquilo con el tema, pero insistió varias veces en dejarle en claro a su hermana que era la primera y última vez que le daba tal susto. Igual, demostró que se pondría de su lado y justificaría sus acciones frente a su mamá. Eureka no se cansó de agradecerle varias veces por eso.

Para cuando la pareja se fue, Anna y sus guardianes ya habían regresado al cuarto de Eureka un tiempo atrás, por lo que ellos también escucharon parte de la conversación. Las caras de Hizumi, Soul y Maka fueron gigantes signos de interrogación cuando escucharon la mención de Iwaizumi, a quien Eureka y Oikawa se referían como el rebel de ella. Sin embargo, no mencionaron palabra alguna al intercambiar miradas con Morgana, quien les suplicó piedad.

El universo demostró estar del lado de la HiME cuando su hermano y su familia se retiró, sin mayor percance. Todos soltaron suspiros al unísono, sintiéndose en completa calma ahora que ya no contaban con la presencia de Mikoto.



 


La parte más tediosa de su trabajo era la redacción de informes. Siempre conseguía ponerlo del peor humor posible, pero era parte del procedimiento y debía cumplir con ello de cualquier manera. Sin embargo, su cabeza en esos momentos andaba en otro lado, y tuvo que alejarse del escritorio y salir a tomar un respiro a la calle.

Habían pasado unos días desde aquella conversación que había tenido con su hermano menor. Keith insistía en la existencia de HiMEs y rebels como si realmente fuera la verdad, y hasta le había dado el número de su amiga, la hermana de Hunk. Según él, ella iba a ser HiME muy pronto, y sería capaz de demostrarle que la magia existía y que el culpable de aquel extraño caso de seguro había sido un rebel o alguien involucrado en el conflicto. Era difícil de tragarse todo eso, y aunque llevaba unos días observando el número de Allura Maheswaran en su celular, áun no había sido capaz de llamarla y pedirle una reunión a solas.

En esos momentos, maldecía un poco a Keith. Él debía haberlos juntado, para simplificarles la vida y hacer de todo un poco menos incómodo. Pero no: para él, la más lógica solución había sido darle el número de su amiga y dejarlo a su suerte.

Aún no podía creer que estaba considerando llamar a la joven y preguntarle sobre la existencia de las HiMEs. Era imposible, y muy ridículo para un sargento de la policía… como él.

Y aún así, seguía dándole vueltas al asunto.

Sin querer (o tal vez a propósito), presionó el botón de llamada de casualidad. Aprovechando que había salido de la comisaría, Jason se llevó el celular a la oreja y suspiró.

¿Aló?” escuchó la suave voz de Allura.
“¿Allura? Espero no molestarte. Soy Jason Kogane, hermano mayor de Keith.”
¡Ah! Claro que sí, Jason. Justo estaba esperando tu llamada. ¿Te parece si nos reunimos uno de estos días? Estoy a tu disposición.
“Gracias.” Jason fue rápido en revisar mentalmente su horario de aquella semana: tenía un pequeño hueco de horas el jueves. Esperaba que Allura anduviese libre aquel día también. “Podría ser el jueves en la tarde, o el fin de semana.”
El jueves estoy libre. Pero… quería preguntarte algo. ¿Crees que podamos pedirle a Keith que nos acompañe?
“…” Jason suspiró, aliviado. “Sí, por favor. Justo andaba pensando en ello, también. Ojalá acceda. A veces mi hermano es un poco terco. ”
Debemos convencerlo a toda costa. No es por ofenderlo a usted, eso sí. Es sólo que…
“Es una situación incómoda. No se preocupe. Nos vemos el jueves, entonces.”
¡Gracias! Nos vemos, hasta luego.

Jason cortó la llamada. Se quedó observando su celular por unos instantes, un tanto extrañado.

Con eso resuelto, sintió que podía regresar a terminar con el informe, y caminó de vuelta hacia la comisaría.

Esperaba que su hermano aceptara acompañarlos, eso sí.




     


Las pisadas retumbaron por toda la casa, y fueron el mayor indicador de que algo sucedía con su hermana. Y es que Allura, sin querer, era muy ruidosa con sus pisadas cuando estaba emocionada, nerviosa o una combinación de ambas cosas.

Antes de que pudieran ir a indigar que había sucedido, Allura los sorprendió al bajar las escaleras corriendo, llegando a quedarse sin aliento cuando se plantó frente a ellos. Keith y Hunk dejaron a un lado sus laptops, confundidos.

“¿Allura?” preguntó Keith, confundido. “¿Estás bie—?”
“¡Tu hermano!”
“¿Mi hermano?”
“¡Me llamó! ¡Tu hermano me llamó!”
“¿¡Jason!?” Keith abrió los ojos como plato. “¿¡Pero—¡?”
“Esperen. ¿No que Jason había dicho que no lo haría?” dijo Hunk.
“Exacto. Pero yo sabía que no era cierto. A Jason siempre le gana la curiosidad. ¿Ya quedaron cuándo se van a reunir?” Keith sonrió.
“Respecto a eso… ¿Tienes algo que hacer el jueves?”






   


El día se había pasado volando, y ya era de noche cuando Maka, Soul y Hizumi decidieron que lo mejor sería dejarlos descansar. Eureka se veía muy agotada, y lo mismo sucedía con Morgana y Oikawa, por más de que insistieran lo contrario. Lo cierto era que el tiempo a solas les caía como anillo al dedo, porque necesitaban discutir qué harían ahora. El tema había salido a colación durante el sermón de Mikoto y Tatara, pero prefirieron discutirlo a solas más tarde.

Un par de días atrás, Oikawa había tenido aquella charla con Iwaizumi y Souji, en una de sus visitas. Los dos pensaban lo mismo: lo mejor era seguir guardando apariencias, y sacar a Eureka del puesto de mánager lo más pronto posible. Era la única forma de que el status quo se mantuviese por algún tiempo adicional, al menos hasta que Kokichi le contara todo a Karasu, y este volviera a actuar. Iwaizumi, además, había mencionado que lo mejor para su amigo era renunciar al puesto, pero Oikawa se había negado a ello. Estaba muy involucrado como para abandonar a Eureka, y además, aún faltaba un par de meses para el campeonato. Le había hecho una promesa a su HiME, y no pensaba retractarse.

Después de ver los riesgos a los que la HiME era capaz de someterse por sus amigos, Oikawa no se sentía bien con dejarla a su suerte. Y existía una gran posibilidad de que le tocase un rebel incluso más peligroso de lo que significaba Karasu para ambos.

“Bueno,” empezó Oikawa. “Antes de que me regrese a mi cuarto, quería preguntarte qué haremos… luego de que nos den de alta.”
“¡Sí! Al fin estamos a solas de nuevo, así que debemos hablar de eso. ¿Cuándo nos darán de alta, por cierto?”
“En estos días… A mí me dijeron que mañana en la tarde ya podía regresar a casa. El doctor insistió en que te quedes un par de días más, pero podrías irte conmigo.”
“Sí, lo haré. No pienso pasar un día más acá.” Eureka suspiró. “Volviendo al tema… ¿Qué vamos a hacer?”
“El otro día lo hablé con Souji-chan e Iwa-chan, y me recomendarion varias cosas.”
“¿Qué te dijeron?”
“Me sugirieron que mantuviéramos la farsa, al menos hasta que Kokichi-chan hable. Y que es urgente que salgas del puesto de mánager… sólo te está poniendo en más peligro, después de todo.”
“Pero tú también estás ahí.”
“Sí, eso les dije. Además, aún no le has contado al equipo sobre tu proyecto de fotografía. Supongo que luego de finales estaría bien que renuncies.”
“¡Oikawa! ¡No puedes apoyarla a seguir con esa idea!” dijo Morgana, indignado. “¡Debe renunciar ya!”
“Aún no hay nada dicho, Mona-chan. No sabemos si Kokichi-chan ha hablado. Aunque realmente… si lo hubiese hecho, yo no estaría aquí. Por algo nos ha dado un tiempo.”
“Es cierto.” Eureka asintió. “Es extraño que no haya dicho nada aún. De lo contrario, Karasu hubiese aprovechado estos días para venir y cambiar el parecer de Oikawa fácilmente. Era la ocasión perfecta para ello, porque yo no hubiese podido impedirlo.”
“…” Morgana se mostró pensativo. “Tienen razón. Es extraño. Además, Ouma no se veía tan serio que digamos.”
“Parecía que jugaba con nosotros.” Oikawa suspiró. “Nea-chan también lo sabe, de seguro. Pero tampoco ha dicho nada. Todo es muy raro.”
“Hay que hacer como que los eventos del gokon no sucedieron, y continuar viéndonos sólo como Shinoa y Oikawa. Sólo por precaución.”
“Sí, estoy de acuerdo.” Oikawa asintió.
“A este paso, me voy a morir del estrés,” dijo Eureka. “Lelouch, finales, y Karasu… no tengo descanso, al parecer.”
“¿No piensas hablar con Lelouch-dono?” preguntó Morgana.
“Sí, dijo que regresaría en la noche, así que de seguro vendrá en cualquier momento.” Eureka bajó su mirada, hasta posarla en su regazo. “Me temo que está muy enojado. Justo discutimos sobre eso el otro día, y fui y corrí mil peligros sin pensar las cosas con detenimiento.”
“¿Quieres que le hable?” preguntó Oikawa. “Querías ayudarme, así que puedo decirle eso. No fue por gusto lo que hiciste.”
“Eso no le va a importar. Al menos voy a tener un tiempo para descansar antes de que llegue.”
“Te dejo, entonces.” Oikawa le sonrió, apenado. “Mucha suerte, Eureka-chan.”
“Gracias. Te mando un mensaje cualquier cosa. Descansa, Oikawa.”

Oikawa le sonrió, antes de levantarse de su asiento. Tomó las muletas que había dejado recostadas en la pared, y las utilizó para caminar hacia la puerta. Realmente no sentía que las necesitaba, pero quería dejar una buena impresión en las enfermeras y el personal, para que sintieran que realmente estaba listo para ser dado de alta.

Grande fue su sorpresa cuando abrió la puerta, dispuesto a salir.




   


“¿Yata…san?” Oikawa no entendía lo que hacía el reemplazo de su Jefe de Práctica de Radio justo ahí, en la puerta de la habitación de Eureka… hasta que oyó a Eureka llamando al recién llegado. Cuando volteó, Oikawa pudo ver el momento exacto en que Eureka sonrió al intercambiar miradas con Yata.
“¡Oikawa! ¡Eureka-san! No sabía que se conocían,” dijo Yata, mientras volteaba a sonreírle a él también. Al cabo de unos instantes, el pelirrojo ingresó a la habitación como Pedro por su casa.

Oikawa no cabía en su confusión. No entendía qué era lo que estaba pasando. Se sintió más perdido que nunca unos segundos después, cuando los vio hablando como amigos de toda la vida.

Pero al parecer, no era el único, porque Morgana se veía un tanto perdido también, aún a pesar de saber más que él.

“Disculpa, Oikawa,” dijo Eureka, entre risas. “Él es Misaki Yata. Trabaja en la empresa de Tatara. Lo conozco de hace unos años. ¡Es un fotografo muy bueno!”
“Es… Jefe de Práctica en mi Facultad,” dijo Oikawa.
“S-Sí, de hecho, fui el reemplazo de su T.A. de Radio,” contó Yata.
“Oh, estoy debe ser un poco incómodo para ustedes dos,” dijo Eureka. “Pero… ¿Cómo te enteraste, Yata? Supongo que fue Tatara.”
“Me dijo que no era la primera vez… que en el ataque saliste herida, también, pero no a este nivel. Pero el que realmente me hizo pensar en ti fue uno de mis alumnos. Mencionó que te había visto en el ataque… y sentí que debía contactarte.”
“Aw, qué lindo tu alumno.” Eureka sonrió, enternecida. “¿Cómo así? Yo sólo luché con… Ah. ¿Todoroki-kun?”
“¿Quién? No, mi alumno se llama Saruhiko.”

Oikawa, Morgana y Eureka saltaron en sus sitios al oír ese nombre.

El mundo era un pañuelo. Y aunque lo tenían bien claro, no dejaban de sorprenderse por ello.

“¿Fushimi…chan?” preguntó Oikawa, aguantándose las ganas de convertirse en El grito de Edvard Munch.
“¡Sí! Oh, ¿también lo conocen?” Yata sonrió.
“…Algo… así,” dijo Eureka, un tanto preocupada. “¿Es tu alumno de Fotografía?”
“Sí, está en mi práctica. Es uno de los mejores. Realmente siento su pasión por la fotografía, y por eso le pongo las mejores notas siempre. Ando un poco preocupado porque hace unos meses tuve un accidente con él… Dejé mi scooter estacionado al lado del suyo y se cayó encima del de él, raspando su pintura en el proceso. Desde ahí me ha amenazado con que le pague por los daños pero no he tenido dinero para eso.” Yata suspiró.
“…Yo te recomendaría que le pagues lo más pronto posible, Yata-san,” dijo Oikawa, nervioso.
“¿Tú crees? Yo siento que sí, porque cada vez que terminan las prácticas, tengo la sensación de que me va a matar. Pero hoy fue distinto… Estaba muy tranquilo. Y en vez de que todo termine en homicidio, me habló de ti, Eureka-san.”
“¿Le digo?” le preguntó Eureka a Oikawa, y este asintió.
“Dile, por su bien.”
“¿De qué hablan?”
“Yata… tengo malas noticias,” empezó Eureka. “Verás, el motivo por el que tienes esa curiosa sensación de que vas a morir… es porque Fushimi es un rebel. El día del ataque, me crucé con él y con otro rebel más. Estaba dispuesto a pelear, pero de un momento a otro, cambió de opinión. Eso siempre me dejó intrigada… pero supongo que no quería hacerme daño, sabiendo que te conocía.”
“…Qué”
“Que Fushimi-chan es rebel, Yata-san.”
“¿¡QUÉEEEEE!?” gritó Yata, a todo pulmón. “¡Eso es imposible! Saruhiko es muy tranquilo. Osea, yo hablo de muerte pero es de broma, jaja. No creo que sea capaz… ¿no?” La cara de Yata era de puro miedo.
“Nunca sabes, Yata,” dijo Eureka. “Pero te digo la verdad. Fushimi es rebel, y deberías tener cuidado con él.”
“…Felizmente tengo un par de bodas este fin de semana. Con eso me alcanza para el dinero que le debo.”
“Lo curioso es que… dijiste que se mostró muy tranquilo, ¿no?” dijo Oikawa.
“¿Ajá?”
“Es que Fushimi-chan no es así. Siempre… inspira miedo en la gente. Lo dice la voz de la experiencia.”
“Y yo también digo lo mismo. No es que haya interactuado mucho con él, pero es muy peligroso,” dijo Eureka, de acuerdo con Oikawa.
“Sí, sí. Es difícil acercarse a él. Aunque Sou-chan y Sho-chan son sus amigos… creo.”
“¿Marie no es su prima?”
“Sí, también.”
“…Parece que ustedes lo conocen mejor que yo.”
“No, es sólo que debe mostrarse distinto como alumno,” dijo Eureka. “Y como todos, debe tener facetas distintas para cada situación. Contigo es más calmado, pero con otros rebels como Oikawa… es intimidante— Ah.” Eureka se llevó una mano a la frente.
“¿Oikawa, eres rebel?” preguntó Yata.
“E-EH…”
“Es mi rebel, Yata.”
“¿¡Eureka-chan!?”
“¿¡ES TU REBEL!?”
“Oh, boy…” se escuchó la suave voz de Morgana, quien ya sabía lo que se venía.
“Tranquilos, ambos,” les pidió Eureka. “Sí, Oikawa, ya metí la pata, así que voy a fregarla aún más. Y sí, Yata, Oikawa es mi rebel. Pero como ves, somos buenos amigos.”
“¡Pero—! Mikoto-san y Totsuka-san vinieron a visitarte, ¿no? ¿¡No se enteraron de que él era tu rebel!? Porque de ser así, Oikawa ya no estaría con nosotros…”
“No, le mentimos a ambos. Y por eso esperamos que nos ayudes con eso. No menciones nada sobre Oikawa como mi rebel. No… debí decírtelo, realmente.”
“No le estás causando problemas a Eureka-san, ¿no?” le preguntó Yata a Oikawa, con el ceño fruncido.
“¡No, no!”
“No es por él que ando acá, en la clínica. Es por Rizembool, sí, pero no por él. Pronto te contaré lo que pasó, ahorita ando un poco cansada con todas las veces que he repetido esa historia durante el día. Pero quiero dejar en claro que Oikawa no es malo, así que no vayas a decirle nada a Mikoto o a Tatara, por favor.”
“…Está bien.” Yata asintió. “No diré nada. Sólo porque siento que Oikawa-san no tiene malas intenciones.”
“Gracias, puedo respirar tranquila.”
“Pero… ¿cómo así son amigos? ¿No que los rebels y las HiMEs se pelean a morir?”
“Bueno… hay excepciones.”
“Eureka-chan y yo nos conocimos el día de la boda de Katsuya-san y Eureka-san.”
“¡Ah! ¡El día del secuestro!” Yata sonrió.
“La gente sigue llamándolo así, por lo que veo…” dijo Eureka, un tanto molesta con eso.
“Claro, ahora que recuerdo, Oikawa… tú saliste con Eureka-san en las noticias, ¿no?”
“Sí~”
“Ahh, se conocen desde ese entonces. ¿Y se volvieron amigos?”
“¿No sé cómo pasó? Pero luego de hacernos favores y pactos de paz, por ahí surgió la amistad.” Eureka le sonrió a Oikawa, y él le devolvió la sonrisa.
“Mm, me alegra que te haya tocado un rebel tranquilo, Eureka-san.”
“A mi también. Aunque hay gente que no piensa así.” Eureka rodó los ojos.
“¿Quién?”
“Lelouch. No está de acuerdo… en fin, es todo un rollo. Me dijo que volvería a estas horas para hablar conmigo respecto a la discusión de hace una semana… pero aún no llega.”
“El horario de visitas acaba en un rato,” mencionó Yata, apenado. “Ojalá llegue antes de eso.”
“Sí…”
“Más bien, Eureka-san, los dejo. Deben andar cansados, y yo sólo quería vert— ver s-sí estabas bien, sí, eso. Cuando te den de alta coordinamos para salir o algo así.” Yata le sonrió.
“Claro, Yata.”
“Y le avisaré a la Facultad sobre tu ausencia, Oikawa. No te olvides de llevar tu justificación, para que no te hagan problemas los profesores.”
“¡Gracias!”
“¡Hasta luego!” se despidió Yata.

Luego de una reverencia, salió del cuarto.

“Eso fue… sumamente extraño.”
“Díganmelo a mí,” mencionó Morgana. “Es la primera persona que no hace ninguna pregunta sobre mí.”
“Tal vez alguien se creyó el cuento de que eres un peluche, Mona~” Eureka sonrió.
“Al menos eso es mejor que hacerme pasar por un gato.”
“Pero eres un gato, Mona-chan~”
“¡NO! ¿Cuántas veces debo repetirlo? ¡NO LO SOY!”

Eureka no pudo evitar soltar un par de risitas ante la actitud indignada de Morgana. Su mirada se desvió hacia la puerta, esperando que se abriese en cualquier momento, pero supo en esos instantes que por gusto andaba haciéndose expectativas de algo que no iba a suceder.

Luego de un suave suspiro, Eureka optó por prestarle atención a su Child y a su rebel, en vez de seguir desperdiciando el tiempo en una causa perdida.



   






Regresar a los entrenamientos del equipo de voley probó ser un reto para ambos, puesto que ninguno de los dos podía participar de ellos por expresas órdenes del doctor. Eureka tuvo que aguantarse las ganas de ayudar con la preparación previa al partido amistoso que tenían planificado dentro de una semana. Y, por su lado, Oikawa no podía dirigir el entrenamiento desde las bancas, por lo que se resignó a observar cómo Iwaizumi tomaba el mando en su lugar.

Más allá de eso, lo difícil fue lidiar con las preguntas del equipo. Felizmente, Eureka había pensado en algo desde antes.

"Me robaron," mintió Eureka, un tanto apenada… aunque en cierta manera, Kokichi sí le había robado, por lo que no estaba fingiendo del todo. 

A su alrededor estaba el equipo completo de vóley, con un tinte de preocupación muy claro en sus rostros. Era inusual encontrar que el capitán estaba herido. Era aún más extraño que su enamorada, y la mánager del equipo, se encontrara en la misma situación.

“Oikawa y yo intentamos recuperar mi billetera, pero fue en vano. De haberlo sabido, no hubiésemos reclamado.”
“Si.” Oikawa asintió. “Disculpa, debí reaccionar más rápido…”
“No te preocupes,” Eureka le sonrió.
“Pero están muy heridos,” mencionó Ushijima, confundido. “No entiendo—”
“De seguro los ladrones estaban armados, y por eso terminaron así,” dijo Arakita.
“Mm.” Ushijima asintió. “No había pensado en esa posibilidad.”
“Ahhh, qué pena que les haya pasado eso,” dijo Tendo. Sin embargo, su mirada llena de sospecha le decía algo muy distinto a Eureka.
“¿Por cuánto tiempo les han indicado que deben evitar realizar actividades físicas?” preguntó Sawamura.
“Una semana y media, más o menos,” dijo Oikawa. “Pero me recuperaré en menos tiempo, de seguro. Yo siempre hago milagros~ Y no pienso perderme el partido contra Tokyo U.”
“Eso lo dirá el doctor,” le recordó Eureka. “Yo si demoraré un poco más en recuperarme totalmente, pero buscaré un reemplazo en el caso de que no pueda ayudarlos el día del partido.”
“Sí, mejor. No queremos que te sobreesfuerces.” Kuroo le sonrió.
“Bueno, bueno, suficiente distracción,” dijo Iwaizumi, y dio un par de palmas para llamar la atención de todos. “Debemos aprovechar cada minuto, así que empecemos con el calentamien—”
“¡Espera, Iwaizumi!” le dijo Eureka, evitando también que el equipo regresara a la cancha. Todos se giraron hacia ellas, confundidos. “Quería… comentarles algo antes de que retomen el entrenamiento.”
“¿Es algo bueno o malo?” preguntó Oikawa, curioso.
“Ya lo hablé contigo. ¿Es lo de foto?”
“¡Ahhhh!” Oikawa asintió. “Es que Shinoa-chan tiene que hacer un proyecto de fotografía—”
“Para mi curso electivo,” dijo Eureka, un tanto nerviosa.
“Y vio que podía ser sobre nosotros. Pero quería preguntarnos si estábamos de acuerdo con eso. Nos tomaría fotos de vez en cuando durante los entrenamientos, y supongo que también en el partido contra Tokyo U, ¿no?”
“Sí. Pero no pretendo mostrar algo que no pasa durante los entrenamientos o los partidos. Serán super naturales, así que no los molestaré mucho.”
“…” Iwaizumi asintió, en silencio. “Yo no tengo problemas. Pero hay que oír lo que opina el resto.”
“Estoy acostumbrado a eso,” comentó Ushijima. “Así era cuando entrenaba con el equipo nacional, así que no me incomoda.”
“¡Seremos como estrellas!” gritó Bokuto, entusiasmado.
“Yo también estoy de acuerdo.” Suzuki sonrió.
“Por mí, normal,” dijo Saeran.
“Sí, no te preocupes, Shinoa,” dijo Sawamura. “Creo que todos pensamos lo mismo.”
“Sí,” dijo Arakita. “Nos avisas qué días vas a venir a tomar fotos, y con eso creo que es suficiente.”
“Ah, por supuesto, nos las muestras luego de los entrenamientos,” sugirió Kuroo, y el equipo asintió, de acuerdo con él.
“¡Muchas gracias! Prometo no defraudarlos.” Eureka se alegró al oír que ninguno tenía problemas con su proyecto. “Ahora sí, disculpen. Pueden retomar el entrenamiento.”
“Bueno, ya la oyeron. Regresemos a la cancha,” anunció Iwaizumi.
“¡Okay~!” se escuchó al coro de voces, mientras trotaban de vuelta a la cancha.

El único que se quedó con Oikawa y Eureka fue Bokuto, quien los miraba, muy curioso.

“Shinoa, tengo una sugerencia.”
“¡Dime!”
“¿Por qué no aprovechas que Oikawa es tu enamorado y lo haces el personaje principal de tus fotos?” le dijo Bokuto, con una sonrisa. “¡Apuesto a que te saldrán geniales!”
“…”
“…”

De haber sido otra persona, Eureka le habría transmitido un par de corrientes eléctricas a modo de amenaza.

« Last Edit: May 01, 2019, 06:09:58 PM by Eureka »


Cho

Hola de nuevo, vengo con un fic compartido con Eureka. Como siempre, es muy divertido escribir contigo, gracias por los planes que armamos en conjunto~

En un momento se postea la segunda parte.



La clase de programación acababa de terminar y tanto Oikawa como Komaeda fueron a hablar con Saruhiko, quien ya debía haberles conseguido los horarios de sus respectivas HiMEs. Los dos Rebels tuvieron que apurarse ya que el pelinegro había sido uno de los primeros en retirarse ni bien el profesor levantó la sesión, y lograron darle el alcance a pocos pasos de las escaleras.

“Fushimi-kun, buenas tardes,” le saludó Komaeda, sonriendo. El otro le miró con cierta insignificancia en sus ojos. “Venimos para preguntarle si pudo hacer nuestro pedido…”
“Un momento…” este no hizo rodeos y sacó su celular sin mirar a los dos. “Les pasaré los archivos por correo. Pero antes de hacerlo, espero que tengan sus pagos listos.”
“¡Oh, por supuesto!” el peliblanco se emocionó e inmediatamente sacó una chequera. “Sólo tengo que ponerle la fecha. Lo demás ya está.”
“Ahh…” Oikawa dio un pesado suspiro. Por más que la información era de vital importancia y también algo que había pedido, el pago era la parte más incómoda del trabajo. Tampoco quería imaginar qué ocurriría en el terrible supuesto que Iwaizumi fuera a enterarse de ese increíble gasto (o el simple hecho que se encontraba invadiendo la vida personal de su HiME, para empezar) pero no era momento para dar marcha atrás. Él sacó un sobre y se lo extendió al hacker al igual que su compañero peliblanco.
“…” Saruhiko recibió los dos pagos de una sola y presionó la pantalla de su celular un par de veces. Acto seguido, los Rebels notaron notificaciones de sus respectivos celulares sobre mensajes nuevos. “Ya está.”
“¡Gracias por su invaluable ayuda!” agradeció Komaeda, aunque Saruhiko ya se había dado media vuelta y empezado a caminar hacia las escaleras luego de haber terminado con su función. “Ehh, espere un momento. En verdad quisiera aprovechar este momento para dejarle entender lo importante que es tener a personas como usted del lado de Rizembool. Por más que la labor de los Rebels es el punto central de la guerra, trabajos de apoyo e inteligencia hacen que nuestro lado se fortalezca.”
“Ahorra tus palabras…” el pelinegro negó exasperado y pretendió marcharse, pero notó nuevamente cómo Komaeda volvió a interponerse en su camino.
“Es que digo la verdad,” el peliblanco le sonrió. “Siempre te ves tan sombrío y estresado, cuando realmente tendrías que estar lleno de alegría y orgullo por ser un miembro tan funcional de Rizembool. Es mi mayor deseo que pueda vivir con la dicha que alguien como usted se merece.”
“Tsk…” Saruhiko chasqueó la lengua. Su mirada indicaba que pronto rodarían cabezas y no sería nada bonito, y Oikawa saltó del miedo.
“¡Oookay!” Oikawa agarró a Komaeda de un brazo y lo jaló a un costado. Él sonrió nervioso y habló con una voz ligeramente temblante. “M-muchas gracias por todo, no le tomes en serio. Nos vemos en la próxima clase… ¡o no, como gustes! ¡C-con permiso!”

Oikawa jaló a Komaeda y se fue corriendo con él antes de que aquel temible pelinegro perdiera lo poco que tenía de paciencia. Felizmente pudieron retirarse sin tener nada que lamentar.

Luego de aquel encuentro de alto riesgo que Komaeda no había podido comprender, los compañeros Rebels fueron a una biblioteca donde reservaron un cubículo para revisar los archivos que acababan de recibir.

“Aquí les traigo las laptops que pidieron,” una bibliotecaria dejó las computadoras encima de la mesa y sonrió a los dos. “Por favor, si necesitan algo más, acudan hacia el despacho. Siempre estamos disponibles para la atención a los estudiantes en sus deberes académicos o de Rebels.”
“Entendido, estoy muy agradecido con usted,” Komaeda sonrió gustosamente. Vio a la bibliotecaria asentir y ella se retiró de ese cubículo moderno y espacioso que los aislaba del resto de la biblioteca por paredes de vidrio. El peliblanco inmediatamente desempacó las laptops de sus maletines y las encendió.
“Entiendo que soy un Rebel y eso es importante en Rizembool, pero me cuesta creer la dedicación de los trabajadores aquí hacia nosotros a veces…” Oikawa se veía extrañado.
“No tienes por qué sentirte incómodo, Oikawa-san,” le dijo el peliblanco, de buenos ánimos. “Después de todo, somos los Rebels quienes hacen a Rizembool único y es nuestra gran lucha lo que mantiene a esta institución por lo alto. También tengo grandes esperanzas de ti, así que este trato de la bibliotecaria es completamente justificado,” asintió convencido, y luego desvió su mirada. “En verdad… siento que soy yo quien no lo merece tanto. Realmente alguien como yo debe ser el peor Rebel que existe…”
“No entiendo tu tendencia a rebajarte la moral,” Oikawa se encogió de hombros. “Pese a que sí creo que tengo un gran potencial para todo lo que me propongo, también soy un principiante, así que andamos en las mismas.”
“Es muy amable de tu parte, Oikawa-san, gracias. Ah, deberíamos revisar nuestros documentos. Las laptops ya se cargaron.”

Ellos entraron a sus correos y abrieron sus archivos adjuntos que estaban en formato pdf. Fue bastante simple de comprender, ya que los horarios de las HiMEs aparecieron en un formato de horario de lunes a domingo. Cada clase figuraba ocupando rectángulos según su duración y, en una segunda página, los cursos estaban descritos por aulas, edificios, profesores y reseñas vagas sobre cómo encontrar cada ubicación.

“Vaya, para su carácter, Fushimi sí sabe hacer un buen trabajo…” se dijo para sí Oikawa, en voz baja, mientras Komaeda miraba con gusto y un leve asombro a su propio horario. Claro, por la pequeña fortuna que les había cobrado por sus servicios, era de esperarse.
“Mi HiME se encuentra tomando seis cursos. Y encima de todo ello, ha respondido al llamado de la directora para nuevamente pelear contra Hanasaki,” Komaeda se animó. “Es muy admirable, pero no podría esperar menos de mi contrincante. Ahh, por todos estos méritos, pienso que es ella quien merece vivir al final a estas alturas.”
“O-oye no te andes matando todavía…” Oikawa se extrañó y negó para disipar la incomodidad. El peliblanco no dejaba de sonar muy optimista, amable y como alguien bueno que no debía estar inmiscuido con los Rebels, aunque por algún motivo comenzaba a recibir vibras de que había algo malo en él. “Hm, la mía está tomando tres cursos. Supongo será más complicado ubicarla por eso…”
“Aunque hay que aprovechar la oportunidad que Fushimi-san nos ha conseguido,” Komaeda se asomó a mirar la pantalla de Oikawa. “Tenemos que ver cuál sería el momento más oportuno y estratégico para nosotros. Hasta podríamos ir los dos y apoyarnos nuevamente. ¿Qué te parece?”

El prospecto de tener un compañero rebel y poder planificar estrategias de ataque contra sus HiMEs, aprovechando los horarios que Fushimi les había otorgado, significaba un crecimiento en su desempeño, y Komaeda se sentía un poco orgulloso de sí mismo. Aún le costaba creer lo que sucedía, considerando que no se sentía digno de contar con aquella oportunidad, pero le alegraba de todas maneras. Agradeció a Rizembool, a Fushimi y a su suerte, y se prometió que daría todo de sí para mantener en alto el nombre de su institución.

Por su parte, Oikawa sabía que debía aparentar ser un rebel dedicado. Tal vez nunca tan al extremo de Komaeda, quien se veía sumamente estricto consigo mismo y empeñoso. Pero si Oikawa valoraba su propia vida y su consciencia, sabía que debía actuar ya. El horario había sido algo insignificante en comparación a lo que se venía. Y la propuesta de Komaeda, aunque sonaba un tanto peculiar, podía ser provechosa para no levantar sospechas de parte de la institución.

Sólo temía por los daños colaterales. Y quizá, también temía por el mismo Komaeda, a quien no lograba descifrar del todo aún. Le preocupaba lo que Eureka y su HiME –Cho Tanaka, según lo que leía en el pdf de Komaeda— podrían hacerle, pero, por otro lado, sentía que el peliblanco era capaz de arreglárselas por sí solo.

Aún a pesar de todos los escenarios posibles, era una buena propuesta.

Y se le agotaba el tiempo.

“Sí, me parece que es una buena idea, Komaeda-chan~” dijo Oikawa, y le sonrió. “Habrá que comparar los horarios y ver si coinciden en algún hueco, porque dudo que compartan cursos juntas. Eureka estudia comunicaciones, y… ¿Creo que tu HiME está en otra facultad?”
“Sí, estudia química,” comentó Komaeda. “Es una pena que sea así. Hubiese sido más sencillo si iban a la misma facultad, al menos. Pero creo que es un reto que debemos afrontar de todas maneras. Estoy seguro,” dijo, y empezó a revisar los dos horarios. “de que deben tener algún— ¡Oikawa-san!” se interrumpió a sí mismo Komaeda.
Oikawa se había distraído por unos instantes, y reaccionó inmediatamente. “¿Pasó algo?”
“Mira, ambas llevan Biohuertos,” dijo Komaeda, y le mostró que en ambos horarios, las dos llevaban aquel curso los miércoles en la mañana.
“…No sabía que existía un curso así. ¿Sabes si nosotros también tenemos huerto?” preguntó Oikawa, muy curioso.
“¿Creo que sí? Disculpa, no estoy muy seguro de ello. Pero dudo que no tengamos uno, realmente. Rizembool es una instituci—”

Oikawa recordó un detalle muy importante, y no dudó en interrumpir a su compañero rebel.

“Komaeda-chan, disculpa que te interrumpa. Pero… Hoy es miércoles, ¿no?” Komaeda asintió. “De seguro ya terminaron su sesión hace unas horas. Podríamos ir a revisar el lugar… Darnos una idea de cómo es, para futuras referencias.”
“¡Es una magnífica idea! Qué honor es trabajar contigo, Oikawa-san,” dijo Komaeda. “Creo que debemos revisar los datos que colocó Fushimi sobre la clase. De ahí podríamos ir al huerto.”
“Perfecto,” Oikawa asintió.

Sin embargo, Oikawa no sabía en qué se había metido.

Ni con quién, que era lo más preocupante.



Le sorprendió lo sencillo que fue para Komaeda conseguir una manera de entrar a Hanasaki. Como si lo hiciera a menudo, y fuera algo de lo más fácil. En el camino al huerto, Komaeda le explicó que había diversas maneras de escabullirse entre los alumnos de la universidad, o hacerse el inocente que había perdido la tarjeta de identificación, entre otras estrategias. También le comentó las puertas de la universidad que contaban con los guardias más distraídos, y otros datos de suma relevancia para un rebel realmente dedicado. Cualquier rebel menos él, pero debía cumplir con su rol de todas maneras, y presto atención a la información que le otorgó el peliblanco.

Se perdieron un par de veces en el trayecto al huerto. Por su parte, Komaeda desconocía aquella zona de la universidad. Mientras tanto, para Oikawa era la tercera o cuarta vez dentro de Hanasaki, ya que sólo había visitado a la institución rival en contadas ocasiones: un par de partidos de vóley con el equipo rival y dos coloquios y seminarios. Siempre iba con un lugar en mente, por lo que el resto del campus carecía de importancia para él.

Se maravillaron con el huerto, que contaba con una zona al aire libre y otra zona en interiores, dentro de un inmenso complejo de invernaderos con paredes y techo de vidrio, que facilitaba la filtración de los rayos del sol y la protección de las plantas a temperaturas bajas.

En la zona de exteriores había unos cuantos alumnos, quienes se dedicaban al cuidado de las plantas que yacían en el suelo y en los pallets de madera. Mientras tanto, por la espesura de las plantas colocadas en las paredes de vidrio de los invernaderos, les era muy difícil discernir si contaba con personas dentro de ellos en esos momentos.

“¿Te parece si revisamos por allá?” sugirió Komaeda. Oikawa asintió, pero pareció darse cuenta de un detalle. Aunque estaban a varios metros de distancia, un punto de la puerta en específico llamó su atención.
“¿Ves la puerta de ingreso? Cuenta con un lector de tarjeta especial…” 
“Oh.” Komaeda le sonrió. “No hay problema.”



Komaeda era una caja de sorpresas, no quedaba duda de ello.

Oikawa no entendía cómo podía burlar la seguridad de Hanasaki con tanta facilidad. Su compañero rebel siempre se las ingeniaba para lograr su cometido, aprovechando la confianza que transmitía con su actitud amable y sus sonrisas encantadoras.

Seguía sin comprender cómo alguien así estaba involucrado en el conflicto de Hanasaki y Rizembool, pero suponía que debía tener sus razones.

Un suspiro lo sacó de sus pensamientos, y se volteó a ver al peliblanco, quien se veía un tanto decepcionado.

“No hay rastro de nuestras HiMEs,” comentó Komaeda, observando sus alrededores.

En su mente, Oikawa agradeció a su suerte. Encontrárselas hubiese sido el peor escenario, aunque su compañero rebel parecía pensar diferente.

“Ay, qué pena, entonces supongo que nos regresaremos a Rizembool…”
“Disculpa, Oikawa-san. Tal vez no debería sugerirlo, considerando que no soy el más indicado para hacerlo, pero siento que sería una pena haber venido hasta acá por gusto. Aunque ya tenemos una idea general del lugar, pienso que sería pertinente localizar sus parcelas… Tal vez incluso nos topamos con el profesor, o algo así. Debemos investigar la zona donde llevan a cabo su clase de Biohuertos. ¿Será en este mismo invernadero? ¿En otro?” se preguntó en voz alta Komaeda, y caminó entre los cultivos, revisando las indicaciones de Fushimi en el pdf.

Oikawa lo siguió de cerca, con un mal presentimiento en mente… que se materializó cuando, doblando en una esquina, logró ver a un grupo de personas a lo lejos, en uno de los rincones del invernadero. Divisó a su HiME en compañía de una chica y dos chicos que no conocía… y rogó que la jovencita de cabellos celestes no fuese la HiME de Komaeda.


Eureka

Acá la segunda parte de las potato wars <3 Yo estoy en este morado y Cho en el color normal c:

Y Cho, igualmente~ Es muy genial planear cositas contigo y fickear nuestros desmadres uwu~





“Ihh…” el pelimarrón supo de inmediato que lo mejor sería darse media vuelta para evitar un encuentro muy posiblemente bélico. De todos modos, la razón por la cual se encontraban en dicho sitio había sido para familiarizarse con los horarios de sus HiMEs y sus respectivas ubicaciones… al menos eso era lo que él había comprendido. “Ehm, Komaeda-chan, creo que ya sabemos dónde están sus cultivos en este invernadero.”
“¿Sucede algo, Oikawa-san?” preguntó el peliblanco, quien se le dirigió luego de haber permanecido enfocado en su archivo de pdf.
“N-nada importante, sólo vámonos,” sonrió incómodo. “Pues, ahora que tenemos información de este sitio, podemos ir a buscar sus otras clases y…”
“¡Ohh, pero qué afortunados que somos!” exclamó Komaeda con mucha alegría y dicha luego de regresar su mirada al frente a ver a las HiMEs. “Pensar que un Rebel mediocre como yo tendría la suerte de encontrarse con su HiME este mismo día. Y por tu reacción comprendo que la otra jovencita se trata de tu HiME, Oikawa-san, ¿no es así?”
“B-baja la voz, por favor,” veía que los cuatro todavía no se percataban de sus presencias, así que no estaba muy tarde para dar marcha atrás, aunque se frustró en ver la confusión en el peliblanco.
“¿Por qué te ves incómodo, Oikawa-san? Estoy muy seguro que usted es un Rebel formidable y puedes hacerle frente a tu rival,” comentó el otro con gran seguridad y una extraña pizca de inocencia al encontrarse completamente ajeno a lo que Oikawa pensaba en esos instantes.
“Ehh, pero las dos están juntas y no es un buen momento para encararlas. Nos encontramos en desventaja. V-vamos a planear todo mejor para otra oportunidad…” dijo lo primero que se le vino a su cabeza, lo cual sonaba muy razonable y le libraría de cualquier sospecha ante su decisión de no realizar ningún ataque sorpresa, y menos con otro Rebel. Sin embargo, Komaeda consideró sus palabras y no se vio convencido.
“Valoro mucho tu sabía decisión de analizar las circunstancias, pero personalmente pienso que yo tengo que velar por tu rol como un Rebel excepcional. Por ello tenemos que ir a presentarnos debidamente.”
“¿D-de qué hablas?”
“Está bien, Oikawa-san. Además, tenemos que sentirnos muy agradecidos de que justo nuestras HiMEs sean conocidas y cercanas. Es hora de que nosotros correspondamos sus esfuerzos. Ven, te presentaré a mi HiME.”
“¡Oye, espera!” Oikawa trató de agarrarle de un brazo, pero el peliblanco fue muy rápido y sólo bastaron unos pasos hacia las HiMEs para que los cuatro frente a los cultivos les dirigieran sus miradas.

El capitán del equipo de vóley sintió un gran peso y frustración encima cuando vio que Eureka le miraba con gran extrañeza y reproche.

“Ahh, no sabes lo afortunado que me siento por encontrarme contigo, mi estimada HiME,” comentó Komaeda, con una sonrisa alegre y relajada. “Es un honor, y también me siento indigno de conocer a la deslumbrante HiME de Oikawa-san. Mucho gusto,” dio una reverencia.
“Komaeda-chan, vámonos, por favor,” le pidió con más alarma.
“¿Qué hacen ustedes aquí?” le preguntó Eureka, alzando una ceja. No necesitaba preguntar sobre el peliblanco porque sabía que era el Rebel de Cho tanto por su introducción como por los múltiples comentarios y quejas de parte de la peliceleste. Sí parecía ser un loco de remate.
“¡E-este es sólo un saludo! ¡Ya nos íbamos!” dijo Oikawa con rapidez.
“Pero si apenas hemos comenzado, Oikawa-san,” comentó su ‘cómplice’ con una inocente alegría. “Todavía no les informamos sobre nuestras más resaltantes noticias.”
“Ehm, pues, no sé qué quieres decirle, pero lo que sea que es mejor lo pensamos…” Oikawa ya ni sabía cómo disipar ese momento, pero no quería ponerse a reclamar porque no estaba seguro cómo las otras cinco personas frente a él reaccionarían. Decidió que lo mejor sería irse, ya que Komaeda parecía estar hablando sólo por sí mismo. “Eh, hola Eureka-chan, hola HiME de Komaeda-chan, hola otros chicos. Ahora con permiso.”
“Está bien, no seas tímido,” y, para el lamento de Oikawa, Komaeda terminó por agarrarle del brazo y traerlo hacia sí para anunciar lo que tenía que decirles con la más brillante de las sonrisas. “Debo comentarles que tengo el sumo agrado y dicha de poder trabajar a la par con un Rebel tan resaltante como Oikawa-san, y los dos colaboraremos juntos en nuestras misiones y peleas contra ustedes.”
“E-esperen, ¿en serio?” preguntó Ryoji, impresionado.
“Aruji,” Kashuu afiló sus ojos mientras hablaba de cerca y con voz baja hacia Cho. “Parece que tu Rebel ha encontrado a otro de su especie. Ten mucho cuidado.”
“Sí…” Cho asintió mientras se tensaba.
“Ahh…” por su parte, Eureka negó repetidamente y con suma frustración. Ella podía ver claramente que Oikawa se había metido solito en esa tan incómoda situación por su nivel de nerviosismo.
“¡U-un momento, Komaeda-chan…!”
“Y pensar que alguien de tan poca clase y habilidad podría llamarle la atención a un destacado estudiante que es capitán del equipo de vóley de Rizembool U y muy popular con las damas y la gente en general,” continuó el peliblanco con sus ojos brillantes de una incontenible alegría. “Sí, no veo más que victoria en nuestra alianza. Estoy convencido que los dos exaltaremos a nuestra superior alma mater y defenderemos a Rizembool como la esperanza suprema para la humanidad que es en nuestra sociedad.”
“…” Oikawa sentía escalofríos por esas descabelladas palabras y observaba a Eureka mantener una limpia, aunque muy forzada, sonrisa en lo que ella intentaba no darle un zape o electrocutarlo.
“Y yo haré un gran esfuerzo para encontrarme a su altura, servir ante sus ataques a futuro y velar por que nuestras instituciones sigan cultivando a los mejores del conflicto,” continuó el peliblanco, con mucha alegría y añoranza. “Oikawa-san es mi inspiración por querer conocer personalmente este invernadero y encontrarse con ustedes, razón por la cual me encuentro muy lealmente llevando a cabo sus deseos.”
“¡E-espera, no distorsiones la realidad!” le reclamó su ‘aliado’ en lo que se arrepentía siquiera haber sugerido la presente visita.
“Es más, sé si que nosotros trabajamos juntos y, ustedes, nuestras HiMEs, se ayudan y cooperan, lograremos desarrollarnos como seres muy fuertes al punto en que no importará quién sobreviva al final, porque todos seremos dignos de liderar la humanidad y esparcir la verdadera esperanza.”
“Ehh, Kashuu, ¿este tipo va en serio?” preguntó Ryoji al arma, por lo bajo.
“Sí, así parece,” se encogió de hombros, con hastío. “Sólo ignórale, le faltan varios tornillos.”
“S-suficiente, Komaeda-chan…” dijo Oikawa, quien había intentado llamarle la atención, aunque su grado de nerviosismo y confusión le hizo expresarse con una voz temblorosa.
“¡Por todo esto me encuentro muy feliz y comprendido para variar!” exclamó Komaeda con gran efusividad e incapaz de contener sus rebosantes energías. “¡Y pensar que me encontraría con un Rebel que no perdería la oportunidad de irles a buscar a estos huertos tan solitarios, amplios e ideales para una batalla HiME! ¡Por ello sé que es ahora o nunca!” entonces, repentinamente, Komaeda sacó una granada desde adentro de su largo abrigo, lo cual sobresaltó a todos los presentes, especialmente a Oikawa.
“¡¿Q-q-qué haces con eso?!”
“¡Es genial! ¡Es simplemente genial, Oikawa-san!” comentó el peliblanco a su frustrado aliado con grandes energías. “¡El día ha funcionado a la perfección para tener otra batalla más en nombre de nuestra alma mater! ¡Prometo que no decepcionaré tus expectativas! ¡Hahahahahaha!”
“¡N-no, páralaaa!” gritó mientras agarraba su cabeza con sus manos. No podía comprender qué estaba ocurriendo con su realidad. Al final comprendió que su suerte no le iba a conceder un Rebel bueno y amable de compañero como había esperado al inicialmente conocer a Komaeda.

Al observar ese explosivo en la mano de su Rebel, Cho se puso a la defensiva y miró a su compañera HiME de reojo.

“Eureka, siento decirlo, pero mi Rebel está por iniciar una batalla,” le informó con cierta incomodidad, aunque alerta.
“¿Aquí? ¿Ahora mismo?” la pelilila se encontraba sorprendida, pero no tardó en fruncir el ceño. “Al menos somos dos, descuida.
“Sí, eh, mi Rebel gusta de usar explosivos, así que ten mucho cuidado,” Cho se vio apenada. “Y lamento mucho que te haya tocado un Rebel tan bélico y demente como el mío para aparecerse en medio de los huertos.”
“N-no, no te preocupes por él, veremos cómo lidiar con esto…” Eureka negó frustrada y resopló. Confiaba en que todo se había salido de control por el hecho que Oikawa habría dado cuerda al otro Rebel, pero sabía que en el fondo podía seguir confiando en él. Claro, eso no le quitaban las ganas de estamparlo contra una pared la próxima que estuvieran a solas. “Ah, Ryoji, te aconsejo que te vayas de aquí.”
“¿Ehh? P-pero…” el chico se quedó en blanco. Tenía una clara expresión de temor y leve desconcierto, pero tampoco quería darse media vuelta así sin más. “No sé lo que puedo hacer, pero no quiero abandonarles.”
“Al menos mantén distancia…” Kashuu pasó caminando a su costado para posicionarse al costado de su aruji. “Ah, y puedes ir llamando por ayuda o alertando a la vigilancia.”

El momento no dio para más porque, pese a un fallido intento de Oikawa de disuadir a Komaeda, el peliblanco se animó a dar una ‘inocente demostración’ al lanzar dicha granada a un rincón del huerto. Ahí todos vieron la contundente explosión que voló parte del cerco y puso en peligro a algunos de los cultivos de la clase. Eso último alertó a las dos HiMEs, quienes supieron que tenían que poner fin a ese ataque lo antes posible o de lo contrario el trabajo de todos se echaría a perder.

Claro, decirlo y hacerlo eran dos cosas muy distintas.

“¡K-K-Komaeda! ¡N-no ganamos nada volando la estructura de este lugar!” reclamó Oikawa con un tono de voz agudo por el miedo y desconcierto.
“Oh, comprendo que pude haber sido muy imprudente por esta libertad que tomé, pero mis intenciones fueron puramente de cortesía,” Komaeda sonrió con gran dicha. “Así ellas saben qué esperar de mis ataques y soy considerado con las dos. ¿No te parece apropiado?”
“¡¿Qué dices?!”
“Toma, ayúdame esparciéndolas,” de aquel modo, Komaeda lanzó a Oikawa una granada sin seguro como quien se pasaba una pelota de tenis. El pelimarrón se estremeció y ni bien recibió dicho explosivo sintió tanto temor que lo lanzó a una dirección aleatoria… y así efectivamente hizo grandes daños en un invernadero con techo aledaño a ese huerto. “E-ehhh…”

Cho entrecerró los ojos y lanzó a los dos una llamarada de fuego que ambos con las justas pudieron esquivar.

“¡Fuera del huerto! ¡No se les ocurra hacer más!” amenazó Eureka mientras sus manos se rodeaban de varios torrentes de electricidad.
“Vamos, HiMEs, si todo Hanasaki sabe que nuestras batallas son muy importantes y tienen precedencia sobre lo demás,” dijo Komaeda, muy a gusto. Él volvió a sacar un par de granadas, de buenos ánimos. “Sigamos disfrutando de este tan idóneo encuentro entre HiMEs y Rebels. ¿No te parece lo mejor, Oikawa-san?”
“¡P-pienso que fue suficiente, K-Komaeda-chan!”
“Hm, te ves inquieto,” observó el peliblanco, quien dejó su confusión de lado y sonrió comprensivamente. “Ah, tiene sentido. Las granadas son muy impresionantes para quien no trabaja con ellas. Siento mucho incomodarte tanto por ello. Prometo que yo seré el único que las maneje, ¿está bien?”
“¡E-eso no es!”
“¡Les dije que fuera!” Eureka les lanzó un rayo a cada uno a manera de advertirles. Si bien Oikawa no lo había necesitado para querer esfumarse, Komaeda más bien lo interpretó como una forma de aceptar la presente pelea y lanzó las dos granadas hacia las HiMEs.

Cho no tuvo de otra que lanzar fuego a dichas granadas para hacerlas explotar en el aire y así prevenir que fueran a impactar contra el piso. Ello le funcionó, pero la explosión fue tan fuerte que terminó sacudiendo a todos los presentes. Tanto Kashuu como Ryoji habían ido a resguardar a las chicas, aunque ellos se vieron más afectados por el shock por actuar como escudos.

“Gracias, pero te pedí que no te metas,” le reclamó Eureka, quien se mostraba preocupada por su amigo.
“Vamos, ¿cómo iba a dejar a una chica linda como tú expuesta?” se explicó con una sonrisa un poco torpe al seguir aturdido.
“Ahh, no te vengas con esas cosas ahora.”
“Aruji, ¿estás bien?” preguntó Kashuu a Cho.
“S-sí, aunque te ves mareado…”
“No es nada,” él sonrió decidido. “De todos modos, tengo que convertirme en tu katana. Dejaré de tener este malestar al transformarme.”
“Sí, como digas,” Cho asintió y el chico se esfumó para materializarse en una espada en la mano izquierda de la HiME. Sin embargo, ello había costado a la peliceeleste distraerse un momento.
“¡Cho!” le alertó Eureka, quien vio a Komaeda sacar una granada más y de inmediato lanzarla.

La pelilila se apresuró a lanzar un certero rayo a manera de volver a interceptar el ataque. Sin embargo, justo antes de que el elemento y la granada impactaran, una columna ancha de tierra se elevó del suelo y los absorbió a los dos. La granada explotó y su detonación fue amortiguada por dicha tierra que terminó embarrando a todos, aunque al menos se evitaron los mayores estragos de un estallido tan cercano.

“¿Oikawa-san?” Komaeda se sorprendió por la decisión de su colega de ponerse en el medio de ambos ataques. “¿Qué sucede?”
“Por favor, ha sido suficiente,” le pidió, un poco sorprendido por su perfecto timing, aunque agradecido de haber evitado otra explosión como la anterior. “Komaeda-chan, vámonos de regreso a Rizembool, ehh, luego de todo esto siento que tenemos que hablar…”
“Estoy seguro que un Rebel tan impresionante como tú no tiene por qué explicarse ante alguien como yo,” comentó el peliblanco con gran emoción, lo cual empezaba a incomodar de sobremanera a su ‘aliado’, al comprender que ese trato era parte de su locura. “¡Pero me has dado una gran idea ahora que se me acabaron las granadas!”
“…” no supo por qué temió lo peor. “¿D-de qué hablas?”
“¡Pero claro que estas tierras son ricas en fertilizantes! ¡Y los fertilizantes son ricos en compuestos como nitratos!” sus ojos brillaron de una escalofriante y emocionada genialidad. “¡Y los nitratos son excelentes explosivos!”
“¿…eh?”

Sí, todavía no había terminado. Para gran lamento de todos los cuerdos presentes, Komaeda utilizó sus poderes Rebel para activar las propiedades latentes y explosivas dentro de la tierra, especialmente aquella que rodeaba a las papas. Tanto Eureka como Cho tuvieron que lidiar con muchas diminutas explosiones debajo de sus pies que les obligaron saltar de un lado a otro, incluso en algunos casos teniendo que llegar a un piso que se destruía o deshacía por la predicción de Komaeda de dónde iban a aterrizar. Al pobre Ryoji le tocó treparse a una parte intacta del muro donde pudo huir de las constantes mini-explosiones, y observó a sus amigas HiMEs sufrir por ni contar con el tiempo suficiente para tratar de enviar un ataque al peliblanco.

Por la mayor presencia de compuestos explosivos en las tierras de cultivo, las chicas observaron con gran frecuencia a pobres tubérculos prematuros saltar desde la tierra por dichas explosiones sin que ellas lo pudieran evitar. No había espacios amplios lejos de los cultivos, después de todo. Así, ese hermoso y ordenado huerto comenzó a hacerse un desastre pese a los mejores intentos de las HiMEs, aparte que Komaeda no tenía muchos problemas esquivando los pocos ataques que amenazaban con llegarle.

Oikawa siguió intentando detenerle, y entonces vio a las dos HiMEs que habían sido acorraladas por explosiones que les habían forzado a retroceder y acercarse. Las dos no se vieron y en un salto terminaron por chocar y caerse, y de aquel modo estuvieron sujetas ante la próxima explosión bajo sus pies. Esperando extenderles una mano, Oikawa hizo un poco de tierra levantarse frente a las dos a manera de protegerles de una explosión cercana, pero él no pensó bien en su acción…

“¡Bien pensado, Oikawa-san!” exclamó Komaeda, quien también causó una explosión en dicha tierra que antes les sirvió de escudo. Las HiMEs fueron cubiertas de bastante tierra y recibieron daños leves por ese impacto tan cercano… aunque lo sorprendente para los Rebels fue que algo parecía haberse quebrado dentro de las dos por cómo miraban afligidas y desesperanzadas hacia donde la tierra que Oikawa levantó se había ubicado hasta hace apenas un momento…
“¿Eureka-chan?”
“Imposible…” Ryoji se veía tan en shock como las chicas, quienes bajaron sus miradas y comprimieron sus puños.

Las dos habían terminado por retroceder a ese punto porque fue la posición en el huerto en la cual habían intentado no caer bajo toda circunstancia… pero ni ello habían podido lograr. Al final, los dos Rebels terminaron actuando juntos para destruir ese pedazo de tierra que había significado un montón para las dos.

“Nuestras…” comenzó Cho.
“…papas…” concluyó Eureka.
“Ohh…” Komaeda lo comprendió de inmediato. “Verdad que esas eran sus estaciones, ¿no?” él sonrió incómodo. “Vamos, eran sólo unos cultivos…”
“¡Miserable!” su HiME descargó su ira en una fuerte llamarada que les agarró de sorpresa y logró prender fuego en algunas prendas de los Rebels.
“¡AHH, me quemo!” Oikawa se sacudió su camisa con fuerza para apagarla y tuvo que cubrirse con tierra para ahogar las llamas… para entonces ser brevemente electrocutado. “¡AAHHHH!”
“¡Esto es tu culpa!” le reclamó Eureka, con lágrimas en los ojos.
“¡N-no, espera!” alzó sus palmas, muerto de miedo. “¡Es un malentendido! ¡AAHHH!”

Los dos Rebels pasaron a ser el blanco de la ira de las HiMEs por un tiempo muy corto porque ellos detectaron que sirenas que pertenecían a vigilancia se acercaban al recinto.

“Oikawa-san, esta ya no es una pelea privada,” informó el peliblanco. “Hay que huir.”
“¡S-si tienes una idea soy todo oídos!” exclamó luego de haber esquivado otro rayo letal con las justas.
“Descuida, puedo teletransportarme,” dijo, en lo que se acercaba a su valioso aliado y le agarraba del brazo.
“¡¿Q-qué?! ¡Te hubieras teletransportado hasta acá desde el inicio!”
“Ehh, soy un principiante,” él dio una última mirada a las chicas. “Les deseo un buen día.”

Lo último que los Rebels percibieron fueron los gritos de sus HiMEs en medio de aquel huerto casi completamente destruido, donde con un poco de suerte quedaban apenas un cinco por ciento de las papas todavía con vida.

Eureka y Cho hicieron lo imposible por alcanzarlos con sus poderes antes de que escapen, pero ya era demasiado tarde: Oikawa y Komaeda se habían desvanecido de un instante a otro. Cho comprimió sus puños de la rabia, y Eureka sintió los inicios de una migraña muy intensa, por el estrés y la frustración que sentía.

El invernadero en el que se encontraban había quedado hecho un completo desastre: no era ni la sombra de lo que había sido unos quince minutos atrás. A pocas semanas de las evaluaciones finales, el trabajo de muchísimas clases de botánica y biología, tesis de varios alumnos y por supuesto, el fruto de la labor de la clase de Biohuertos, había pasado a mejor vida. Con suerte y unos pocos alumnos podían contar aún con sus proyectos, pero lo cierto era que la mayoría de sembríos estaban destruidos. Restos de tubérculos, plantas y palets de madera yacían desperdigados por el invernadero, cuyas paredes de vidrio estaban manchadas de tierra. Las plantas más grandes tampoco habían sobrevivido al ataque, y muchas cayeron al suelo por la fuerza de las explosiones aledañas.

Ambas HiMEs no podían hacer más que contemplar, con horror, lo que la batalla había causado en el invernadero.  Lo que sus rebels habían ocasionado con quince minutos de combate. Sin necesidad de comunicarse, imaginaron al unísono las caras de decepción de su clase. Después de todo, el cultivo de papas era el proyecto principal del curso y su crecimiento iba a ser evaluado como examen final. ¿Qué le podrían presentar a Ayame si todo estaba destruido? ¿Qué sucedía con los cursos de otras carreras que también utilizaban el invernadero para sus proyectos?

Kashuu regresó a su forma humana, y junto a Ryoji, observaron entristecidos aquel panorama. Las dos HiMEs suspiraron, e intentaron limpiarse un poco la tierra que les había saltado encima. A lo lejos, observaron que dos de los encargados del huerto corrían hacia ellas, y a unos pasos atrás, estaba Miranda.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca de ellas, los dos encargados las señalaron.

“¡Ellas son las culpables, rectora! Junto a estos dos jóvenes, y otros dos más, son los que ocasionaron todo esto,” mencionó uno de los encargados de aquel invernadero. De lo que recordaban, era un bachiller en biología, que se había dedicado a trabajar en los huertos de Hanasaki.   
“Miranda-san, entiendo que la labor de las HiMEs es un tema muy complicado, pero mire cómo ha quedado el invernadero… No sólo los trabajos de pregrado se han visto afectados. También ha sucedido lo mismo con el resto de proyectos y sembríos. Hemos perdido todo avance en nuestras investigaciones,” dijo el otro encargado. Era un licenciado en botánica en plena investigación para su monografía final.
“…Disculpen,” dijo Cho. Por un lado, la pérdida del trabajo de Biohuertos le dolía, pero también sentía un poco de culpa por sus acciones. Eureka y ella se habían excedido en esos últimos minutos de la batalla. “Nosotras no queríamos llevar la pelea a cabo dentro del huerto, pero se escapó de nuestras manos. Igual, no puedo negar que al final nos dejamos llevar un poco, y por eso también debemos pedir disculpas.”
“Nosotras… intentamos detenerlos, pero luego destruyeron nuestros sembríos y ahí todo se convirtió en algo muy personal,” admitió Eureka. Ella también coincidía con Cho en su punto de vista sobre los hechos.
“Kashuu y yo somos testigos de lo que sucedió, rectora,” dijo Ryoji. “Ellas nunca tuvieron la intención de continuar con la batalla aquí. Sabían del riesgo que suponía hacerlo, y nunca dejaron de tomar en cuenta la presencia de proyectos de otras carreras y cursos dentro del invernadero.”
“Sí, mi aruji y Eureka-san intentaron ser muy cuidadosas,” afirmó Kashuu, de acuerdo con las palabras de Ryoji.
“En serio… no fue nuestra culpa que sus rebels se aparecieran por aquí,” dijo Ryoji.
“…” Miranda suspiró. “Y les creo, no se preocupen. No sería justo considerar que ustedes son las culpables de todo esto.”
“¡Pero lo son, rectora! De no ser por ellas…” uno de los encargados se quejó.
“Tanaka y Suoh hicieron lo imposible por guardar el orden dentro del invernadero,” dijo Miranda. “Su labor como HiMEs es admirable por el simple hecho de hacerle frente a individuos tan peligrosos y andar en permanente riesgo por ello. Entiendo muy bien la perspectiva de ustedes,” dijo, mirando a los encargados. “Y de mi parte, también les pido disculpas por todo. Ustedes no deberían verse involucrados en estos asuntos, pero a Rizembool poco le importa los daños colaterales de la batalla. No puedo negarles nada de lo que han visto. Y tampoco puedo hacer mucho por restaurar el invernadero a la brevedad posible. Pero quédense tranquilos. Aunque agradezco a Tanaka y Suoh por su intención de salvar el invernadero, no pretendo exonerarlas de sus responsabilidades.”
“¿…Qué?” Eureka miró a la rectora, preocupada.
“Espero que se hagan un tiempo para ayudar a la reconstrucción del huerto. En vista de los daños causados, me parece pertinente que les den una mano a los encargados. Van a necesitar toda la ayuda posible para volver a cultivar y sembrar sus plantas y tubérculos.”
“…” Cho y Eureka intercambiaron miradas, y suspiraron. La culpa que sentía no se desvanecería tan rápidamente, pero al menos ayudar con la reconstrucción del invernadero les permitiría redimirse un poco.
“Lo mismo digo de Mochizuki,” dijo Miranda. Ryoji saltó.
“¿Yo?”
“Sería bueno que puedas ayudar a tus compañeras HiMEs. Y claro, Kashuu también.”
“Por supuesto,” afirmó Kashuu.
“De cualquier manera, si existían proyectos muy importantes y los perdieron, podría… contactar a alguna HiME de la naturaleza para que los ayude con ello. Sólo si es realmente urgente,” le propuso Miranda a los encargados.
“…” el más calmado sólo suspiró. “No se preocupe, rectora. Siento que sería algo como forzar el crecimiento de las plantas, y así no le veo mucho sentido a la investigación.
“Entiendo. De todas formas, si lo llegan a necesitar, me pueden avisar,” dijo Miranda. Los encargados del invernadero asintieron. “Debo regresar a mi oficina. Reitero mis disculpas por todo. Hasta luego.”

Los alumnos y las HiMEs se inclinaron a modo de reverencia, y observaron cómo la rectora se alejó hasta salir del invernadero.

“No sé si estén libres ahorita, pero sería bueno que nos apoyen a limpiar hoy. Esa será una de las labores más complicadas,” dijo el biólogo.
“Yo no tengo clases ahorita,” dijo Eureka.
“Yo tengo en un par de horas, así que puedo apoyarlos,” dijo Cho. “Kashuu también está libre,” y su arma asintió.
“Yo estoy libre por el resto del día, así que normal,” dijo Ryoji.
“Perfecto. Pueden ir por sus guantes a la caseta de entrada,” les dijo el encargado. “Vamos a pedir ayuda a los encargados de los invernaderos aledaños y del huerto en exteriores,” y dicho esto, se retiraron, corriendo camino a la salida.

Las HiMEs, Ryoji y Kashuu los siguieron, pero se desviaron hacia la caseta con rastrillos, guantes, gorras y otros instrumentos para el trabajo dentro de los huertos.

“Esto… no se va a quedar así,” dijo Eureka.
“¿Qué dices?” preguntó Ryoji.
“Que esto no se va a quedar así. No voy a dejar que nuestro trabajo haya sido por gusto.”
“Estábamos a pocas semanas de finales…” se lamentó Cho. “Osaka también andará triste por esto.”
“Pobre, ella es la única que no sabe nada aún,” dijo Ryoji.

El grupo regresó a la zona de las estaciones de biohuertos, y se arrodillaron para empezar con la limpieza.

“Cho,” empezó Eureka, y su compañera HiME se giró hacia ella, con una expresión muy decidida. “Tenemos que vengarnos.”
“…Tienes razón,” dijo Cho.
“¿¡E-eh!? ¡Pensé que Cho no estaría de acuerdo con algo tan jalado de pelos! ¿¡Qué piensan hacer!?” exclamó Ryoji, muy indignado.
“Ryoji, no sé cómo estás tan tranquilo. Perdimos nuestras papas. Tantos meses de cuidado para que en quince minutos exploten por los aires. No podemos quedarnos de brazos cruzados.”
“…” El semblante de Ryoji se transformó en cuestión de segundos. “Si necesitan ayuda, cuenten conmigo.”
“Conmigo también,” dijo Kashuu.
“¿Pero cómo nos vengamos?” se preguntó Eureka.
“Debemos planearlo cuidadosamente…” dijo Cho.
“¡Fácil también comparten una clase juntos! Podríamos robarles sus USB’s con trabajos o cosas así~”
“Puede ser,” dijo Cho. “Pero… tal vez tienen algo más preciado que eso. Será cuestión de investigar.”
“Cuenten conmigo para eso~ Yo les ayudaré con la información.” Ryoji les sonrió.

Las HiMEs asintieron, agradecidas. Aún a pesar de las pérdidas de aquel día, encontrarían la forma de vengarse de sus rebels. Por sus papas, principalmente, pero también por todo el estrago que habían causado en los invernaderos de su universidad.

Y por los problemas que tenían con su clase de Biohuertos a raíz de todo esto.


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna!! vengo con el capi <3 :


Ai se encontraba en la puerta de Hanasaki, llevaba una ropa casual, una minifalda de color rosa, una polera de color blanco y con el cabello amarrado en una colet miraba a todos lados, ya era de tarde y no queria estar sola

Espero que no se demore mucho…-miraba de reojo dentro de Hanasaki con la promesa que al dia siguiente iria a tomar la prueba Hime, lo iba a hacer el dia de hoy, pero debido a que se iba a encontrar con un amigo de la escuela lo pospuso para el dia siguiente

Ai-chii!!!...-un joven de cabellos de color negros despeinados y gafas con jean de color negro y polera  de color blanco se acercaba a ella con una amplia sonrisa- perdón por llegar tarde!!

Shiki-kun!!...-dijo acercándose al joven- no te preocupes no hace mucho he llegado, tuve que convencer a mis hermanos para que me dejaran salir-

Me debo de imaginar la cara de Koi-chii cuando le dijiste que ibas a salir sola con un chico…con lo celoso que es…-

Es cierto…-rio divertida- pero cuando le dije que iba a salir contigo se tranquilizo-

Claro porque sabe que soy el mejor amigo de su querida hermanita…-rio divertido- ademas mi querida Ai-chii tiene novio...hablando de él como esta Yuu-chii??-

Finalmente ya le dieron de alta al hospital, pero como 2Wink estuvo de para debido a su culpa tiene ahora una agenda apretada y no nos podemos ver como quisiera…-

Bueno es algo que ambos vamos a pasar también cuando nos volvamos cantantes famosos…-

Eso es cierto…debo de acostumbrarme y dar lo mejor de mi!! Verdad…queria preguntarte Shiki-kun, a que se debe este repentino encuentro? Que yo sepa aun falta una semana para ir al concierto de Sakuma Ritsu-san!!...-

Hehehe eso lo se, pero no es por eso que te llame aunque…-rascandose la barbilla- tiene que ver algo relacionado con él- sacando un dvd- tachan!!! Logre conseguir el 1er DVD del concierto de Knights!!

En serio?!!!...-dijo emocionada acercándose para observar de cerca- y es una versión limitada con todos los extras y eso no?? Como pudiste conseguirlo???-

Hehehe tengo mis contactos Ai-chii…que dices y lo vemos juntos el dia de hoy? Ya compre bocaditos que están en mi casa y los lipsticks y las banderitas…-

Si!!! Vamos vamos!!...-le dijo con ojos brillantes-

Entonces no se diga mas vamos Ai-chii…- le toma de la mano y se van juntos corriendo a la casa del pelinegro-

En la casa de Shiki…

Todo estaba acomodado tal como lo habia explicado el pelinegro, en la sala estaba el televisor con el reproductor de DVD, los bocaditos en la mesita de noche y toda la mercadería de Knights que tenia

Ai se acomodo en uno de los sillones esperando ansiosa ver el DVD

Bueno Ai-chii es hora de comenzar con el concierto!!!

Por fin podre ver el alta calidad a Tsubasa-sama!!! Es tan hermosa y tan femenina, tiene una hermosa voz y es tan seria…-

No por algo es uno de los miembros mas importantes de Knights junto a Izumi-san!!! Los caballeros mas fieles a Ousama!!

Es cierto!!! Es cierto!!! …ademas también están Sakuma Ritsu y Arashi-nee, en realidad todo Knights es genial…todos son tan geniales y tienen un porte elegante en el escenario, espero llegar a ser asi como ellos-

Ai y Shiki se conocieron cuando fueron al lugar donde Knights actuo por ultima vez antes de que desaparecieran, ambos se hicieron amigos al instante al compartir el mismo amor por ellos, ademas de llegar a ser unos cantantes famosos para llevar felicidad a los demás con las canciones

El DVD del evento comenzó y ambos jóvenes miraban atentamente, cada movimiento y cada acción de los 5 chicos a los cuales ellos admiraban mucho, Ai especialmente observaba los movimientos a Tsubasa, al ser la única mujer del grupo se sorprendia de verla siguiendo e ritmo de los chicos sin equivocación alguno, esa expresión seria que se ablandaba en el escenario y esa hermosa voz que coordinaba con las voces de los demás chicos, hacían de la joven una cantante completa

En parte del evento se levantaban y hacían los pasos en el estrecho espacio libre que tenían, se notaba lo mucho que se divertían

La puerta de la casa se abrió y entro un joven de cabellera larga de color negra y amarrada en una coleta, con buzo de color rojo  y una gran sonrisa

Shiki ya llegue!!!

Aniki!!!...-el joven pelinegro de gafas apago el dvd y salio corriendo a abrazar a su hermano mayor- bienvenido a casa!!

Ai se quedo de piedra y se sonrojo ya que los encontraron bailando y era algo vergonzoso para ella que queria ser idol algo raro de por si

Kane-san…- hizo una reverencia sonrojada-

El mas alto de todos se acerco a la joven aun con Shiki abranzandolo para acariciarle suavemente los cabellos-

Jamas te avergüences de las cosas que estas haciendo Ai-chan!! Sobretodo si es algo que te gusta y mucho…-con una amplia sonrisa-

Es verdad…- dijo la joven ya volviendo a estar mas tranquila- que tal le fue en el trabajo-

Como siempre es pan comido, para algunos será un trabajo agotador pero para mi me gusta llevar ladrillos,cementos y materiales de construcción…es un trabajo que purifica el alma-

Por eso te admiro mucho aniki!! Espera que voy a preparar la comida que te prepare especialmente el dia de hoy!!...-

Ai se quedo a solas con el hermano mayor de Shiki

Y ya lograste audicionar para volverte idol Ai-chan??...-

No…aun no lo he hecho, he tenido algunos problemas con eso, pero cuando resuelva algunas dudas que tengo lo hare sin falta …-dijo rascándose la cabeza apenada-

Es bueno que pienses primero en solucionar tus problemas antes de comenzar tu aventura para llegar a tu sueño, porque después no te sentirías del todo comoda haciendo lo que haces, siempre debes de tener la mente despejada y dar lo mejor de todo

En eso tienes razón Kane-san primero voy a dejar todo lo que me preocupa solucionado y luego a comenzar mi camino de ser idol…-

Asi de paso también llevas a audicionar a Shiki que aunque me hable todos los días de querer ser un idol siempre busca un pretexto para no presentarse a las audiciones que le consigo…-

Shiki-kun aunque parece muy animado y desenvuelto para estas cosas es igual de timido que yo, asi que no te preocupes que ambos iremos juntos a la audición me gustaría debutar en el ambiente musical junto a él, Shiki-kun tiene una hermosa voz que no puede ser desperdiciada …-

En eso tienes absolutamente la razón querida Ai-chan y gracias por apoyar a mi querido hermanito-

Y siempre lo hare porque es uno de mis mejores amigos y lo quiero mucho mucho…-

Me alegra saber que estaras ahí para apoyarlo cuando yo no pueda hacerlo…-

Y claro que si estaras para apoyarnos a los dos Kane-san seras el gran beneficiado para ir gratis a todos nuestros futuros eventos y conciertos!!-

Eso si me parece una buena motivicion para apoyarlos-

Aniki con o sin incentivos vas a apoyarnos no es cierto??...-Shiki se acerco a la sala con un gran plato de lasagna y macarrones especialmente hechos para su hermano, ambos platos eran grandes y ondos ya que sabia lo mucho que debía alimentarse para que este fuerte y sano para sus demás trabajos-

Pues claro que si…-rio divertido- solo decía en broma, ya saben que estare siempre ahí para apoyarlos, junto a los hermanos de Ai-chan, el novio y todos los parientes que los vayan a ver-empezo a comer lo que su hermano con tanto esmero le habia preparado- esta delicioso Shiki, como siempre esmerándote en la comida-

Me alegro que te haya gustado…-le miraba con alegría-

Bueno ya me paso a retirar porque después se me hace mas tarde y mis hermanos se van a preocupar por mi muchas gracias por invitarme a ver el DVD del evento Shiki-kun ahora tomare un taxi…-

Eso si no lo puedo permitir, mejor te voy a acompañar yo porque sino me voy a preocupar mucho…-

Deacuerdo Shiki-kun…-mirando al hermano mayor- fue un gusto verte Kane-san espero que nos volvamos a ver denuevo-

Claro que si Ai-chan cuando tu quieras estas bienvenida a volver…-

Ambos jóvenes  salieron de la casa…

Lastima que Ai-chan tenga novio, hubiese sido una linda pareja para mi Shiki…- prendio el televisor y se entretuvo con los programas que daban por ahí-

---------

matta ne!!

Mimi-chan
« Last Edit: April 17, 2018, 01:44:21 AM by Mimi Tachikawa »


Eureka

Adiós, vacaciones u__u

Este fic va antes de las Potato Wars, el fic compartido con Cho~

Mil gracias a Shruikan por compartir conmigo a Alma ;_; él es un rayito de sol


34




Como era de esperarse, se le había hecho imposible a Mari esperar una semana para verlo: después de todo, se habían vuelto muy buenos amigos gracias a sus puestos, y ese año y medio de llamadas de skype nunca fue suficiente para mantenerse al tanto. Por ello, no le sorprendió recibir una llamada de ella el domingo, invitándolo a almorzar con ella, Kanan, Dia y Matt el jueves. Ante el cambio de planes, Adachi se rehusó a acceder, pero en esos instantes el berrinche de su pareja le importó poco: Mari parecía andar con las intenciones de meterse en problemas una vez más y no por nada todo el mundo consideraba a Souji el ‘mom friend’ de sus grupos de amigos. Era su deber impedirles que hicieran cosas estúpidas. 

Pero Souji confiaba en Kanan, al menos hasta cierto punto. De las dos, ella siempre había sido la voz de la razón, aunque a veces se dejaba llevar por Mari. Esto también sucedía con Dia, e incluso Matt, el último miembro de ese grupo de amigos.

Cuando lo pensó con detenimiento, Souji notó lo preocupante que era la influencia de Mari sobre todos ellos.

A través de las lunas del café, Souji pudo localizar a sus amigos con mucha facilidad. Ingresó y caminó hasta quedar frente a ellos, quienes le sonrieron ampliamente al cruzar miradas con él. Los cuatro se levantaron de sus asientos para saludarlo, en especial Matt y Mari, quienes no lo habían visto por un par de años.

“¡Qué alegría verte de nuevo, Souji!” dijo Mari, emocionada. Todos retomaron sus asientos, y Souji tomó el lugar que había estado vacío hasta su llegada. “Supongo que Adachi-san…”
“No, no va a venir. Es un loco de los planes y cuando le dije que querías adelantarte un poco porque faltaba mucho para el sábado me dijo que no iba a hacer un espacio en su agenda para eso.”
“Mm, bueno, se entiende,” comentó Kanan. “Él es T. A., ¿no?”
“Sí, es Jefe de prácticas de un curso en Psicología. Eso, junto con el internado y el seminario de tesis… pues anda un poco corto de tiempo.”
“Aw, bueno, mejor para mí~” canturreó Mari. “A veces Adachi-san es muy… no sé, ¿controlador contigo?”
“Eso me lo han dicho antes, pero no entiendo… Yo no lo siento así.”
“¿Tal vez porque estás acostumbrado?” sugirió Matt.
“Mm…” Souji se mostró un tanto pensativo. “Puede ser. ¡Pero en fin! Cuéntenme sobre ustedes. Esta decisión del viaje ha sido muy repentina, yo juraba que se quedarían en Italia a terminar sus estudios.”
“Nosotros también,” mencionó Matt. “Pero nos llegaron las noticias del ataque a Hanasaki. Si hubiera sido un ataque como los de antes, con la pelea exclusivamente entre HiME y rebel, creo que nos habría preocupado y tal vez habríamos venido a visitar, y eso no más. Pero la muerte de los estudiantes no nos dejó otra opción que regresar para quedarnos.”
“Rizembool… parece que está tramando algo distinto que antes,” dijo Mari.
“Debe ser cierto. Nunca antes los he visto tan empeñados en conseguir rebels a montón,” comentó Souji. “Antes, en Highschool, se entendía que nuestros cercanos se vieran involucrados en el conflicto: éramos alumnos de dos institutos, y las promociones, por más de que eran de ciento y tantas personas, contaban con varios rebels y HiMEs y ellos a su vez contaban con ayudantes. Pero ahora estamos en la universidad… y cada facultad debe tener como seis mil alumnos, o incluso más…”
“Y, aun así, muchas de las personas en nuestros círculos sociales son rebels,” dijo Kanan. “Imagino que te pasa lo mismo, Souji.”
“Sí, justo a eso iba. Es… increíble. Y peligroso, tomando en cuenta la declaración de guerra que dieron en el ataque.”
“Esta vez quieren destruir Hanasaki a toda cosa, ¿no?” dijo Matt, preocupado.
“Así parece.” Souji suspiró. “Y no van a permitir ni un error por parte de sus ‘soldados’. Mi amigo es rebel, pero se ha vuelto muy cercano de su HiME, y Rizembool ya anda detrás de él. Me preocupa mucho ese tema.”
“Tú también deberías tener cuidado, Souji,” le pidió Mari, y luego, suspiró. “Ah. Justo te iba a proponer algo, pero ahora que me cuentas estas cosas, sería muy egoísta de mi parte pedir tu ayuda.”
“¿Qué pasó?” preguntó Souji.
“Verás…” empezó Mari. “Con Matt pensábamos que sería una buena idea crear una escuela de entrenamiento para HiMEs. Algo chiquito, muy cauteloso, cerca de la universidad y del instituto. Estoy segura de que debe haber HiMEs que requieran de nuestra ayuda, sobre todo las más novatas.”
“Hace poco conocí a una HiME que ya había participado en el conflicto de hace unos años, y prometió que nos ayudaría de vez en cuando, pero seguimos siendo sólo Kanan, Mari y yo. Pensábamos pedir que te unieras, pero tomando en cuenta cómo están las cosas…” Matt se veía muy preocupado.
“Podría ayudarlos, pero tengo que velar también por mis amigos rebels. Por más de que… bueno, siempre he sido un tanto neutral con el conflicto, no me gustaría que ninguna parte salga malherida. Como les conté, tengo un amigo perseguido por nuestra misma institución. Y tengo otro más, que ha sido rebel recientemente y me preocupa mucho en qué anda.”
“¿Por qué?” preguntó Kanan.
“No sé nada de él desde hace unas semanas. He intentado contactarlo, pero nunca responde mis mensajes.” Souji suspiró. “Temo que algo le haya pasado. Ni él ni su hermano, y ambos son rebels.”
“Ojalá que no sea nada malo…” dijo Dia.
“Sí, opino lo mismo. Pero lo que quería decirles es que… no se preocupen, pueden contar conmigo también. No creo que pueda ayudarlos regularmente, pero intentaré estar ahí en la medida de lo posible. ¿Ya tienen local?”
“Justo estamos en eso.” Mari sonrió. “Falta un par de meses para poder estrenarlo, pero estamos con los preparativos. Por mientras, si consigo HiMEs interesadas, pienso llevar a cabo los entrenamientos en mi casa. Tengo varios espacios disponibles para ello.”
“¿Lo conversaron con su rectora?”
“Sí, Miranda está de acuerdo con el proyecto,” dijo Kanan. “Nos contó que si o si nos pasará la voz si es que encuentra HiMEs interesadas. ¿Qué tal las HiMEs de tus amigos?”
“Pues de una no sé nada, la otra sí es una amiga mía. No somos muy cercanos, pero es muy buena persona. De hecho… como está ayudando a su rebel, también se ha metido en líos por eso. Hace poco tuvieron una batalla por ese motivo. Hasta hace un par de días, los dos andaban en la clínica.”
“Oh, pero ya les dieron de alta, entonces.”
“Sí, el martes, felizmente.” Souji se mostró muy aliviado con ello. “Sólo espero que los dejen en paz por un buen tiempo.”
“En todo caso, podrías avisarle sobre nosotras.” Mari sonrió. “Estaríamos dispuestas a ayudarla a entrenar, si lo desea.”
“Mm…” Souji asintió. “Es una buena idea, Mari. Le haré saber.”
“¡Gracias!”

La conversación no demoró en centrarse en las travesías de Mari y Matt en la tierra natal de ambos, así como las últimas noticias de Kanan sobre su intercambio en Rizembool, el consejo estudiantil de la Facultad de Derecho donde Dia participaba y los exámenes finales, que pronto se acercaban. Mientras esperaban a que se acercara el mozo, el grupo se actualizó, y a la vez, recordaron varias anécdotas de años pasados. Aquel año en que Kanan, Mari y Souji se habían enfrentado como Key y HiME contra su rebel.

Fue sencillo notar que, aunque había pasado el tiempo y las cosas eran distintas, aquella historia se repetía una vez más, con los rebels y las HiMEs de esta generación. Un ejemplo de ello eran Oikawa y Eureka, lo que le sacó una sonrisa a Souji.


   




“Huh. Esta vez ha venido solo,” mencionó Alma.

Kanda ni se dignó a observar la entrada del café, optando por preparar la orden de cappuccino de la mesa dos. Sabía que Alma lo hacía a propósito: quería sacarle algún tipo de reacción al mencionar indirectamente a cierto cliente que justo acababa de llegar.

Al ser la persona que mejor le conocía, no era sorprendente para él que Alma fuese capaz de distinguir la curiosidad que sentía por el chico de cabellos blancos, por más que intentara esconderla a toda costa.

Odiaba meterse en los asuntos de otras personas, pero desde aquel desagradable primer encuentro, las preguntas habían empezado a formularse por sí solas en su mente. Desde la extraña cicatriz (¿o tatuaje?) en su rostro, pasando por sus cabellos albinos, hasta llegar las montañas de papeles con las que siempre lo veía, Allen (¿ese era su nombre?) era un enigma andante. Imaginaba que, de ser un poco más carismático y tarado como Alma, habría sido capaz de entablar una conversación decente con él en alguna de sus visitas al café, pero a) no le importaba y b) el brote de habas era un pedazo de mierda. Una sola interacción con él había sido suficiente para confirmar eso… pero el universo siempre estaba en su contra, y de alguna u otra forma, la barra se quedaba sin baristas y Kanda siempre era el único disponible para atenderlo.

Ya estaba harto de él.

A su lado, Alma volvió a prestarle atención a los rollos de canela que colocaba en un plato. Soltó un suspiro hondo, mientras realizaba su labor rápidamente.

“¿Cómo se llamaba?” se preguntó en voz alta Alma. “… ¿Alan? ¿Allen?”
“…” Kanda sintió los inicios de una gran migraña.
“Creo que era Allen.” Alma parecía muy seguro de sí mismo. “¿Me irás a contar lo que pasó cuando se conocieron?” le preguntó Alma.
“No.”
“Meanie,” Alma infló las mejillas. “Yo que te quiero ayudar y así me tratas…”
“No necesito tu ayuda con nada.”
“Pero… ¿no quieres hablarle?” Alma se acercó a la ventana que conectaba la barra con la cocina para sacar uno de los platos que recién habían colocado allí. “No me puedes negar que te da curiosidad,” dijo, volviendo a encararlo.
“Que me dé curiosidad no significa que quiera hablarle.”
“Pero pareces disfrutar cuando se acerca a preguntar por algo y solo tú estás disponible…” dijo Alma, y acomodó los platos en una bandeja.
“¿Qué caraj—?” Kanda frunció el ceño.
“…Tendo me contó.” Alma sonrió. “Justo tocaba cambio de turno y Allen tuvo que hablar contigo en vez de él, pero lo vio todo~”
“…Voy a matar a ese pendejo—”
“Por favor, Yuu, podrías ser un poquito más amable con la gente,” le pidió Alma. “Tendo sólo me lo contó a mí. Y sabes que yo guardo muy bien tus secretos~”
“…Eso… no es tan cierto que digamos.”
“¿A quién más se los contaría~?” Alma no pudo evitar reír. “¿A alguna de tus fans?”
“Alma…” la voz de Kanda sonaba muy irritada, y Alma, apreciando su propia vida, decidió que lo mejor era detenerse.

De ahí recordó que Kanda se tomaba muy a pecho todo y que necesitaba relajarse un poco, y reconsideró sus acciones.

“Bueno, no puedes decirme que no intenté ayudarte. Si tú no le vas a hablar, yo lo haré. A mí también me da curiosidad~” canturreó Alma, y le sonrió de oreja a oreja. Kanda intentó agarrarlo del cuello de su camisa, pero Alma fue más ágil y consiguió escapar de su agarre sin dificultad alguna.
“¡Carajo, Alma!”

Alma se giró a sacarle la lengua y guiñarle el ojo, y cuando volteó hacia el lado opuesto de la barra, se deslizó entre los otros dos baristas para salir hacia las mesas de los clientes.

Alma se removió el delantal de mozo y se apresuró hasta quedar a un lado de la mesa de aquel curioso cliente. El joven, confundido, alzó la mirada, y se encontró con una sonrisa cálida.

La suerte de Kanda le hizo llegar en el momento exacto en que Allen le sonreía de vuelta a su amigo.


     


“¡Hola!” lo saludó Alma. “Allen…san, ¿cierto?” preguntó, y cuando dejó de hablar, retomó aquella sonrisa que iluminaba el café como si fuera un sol.

Allen sintió que le cegaba un poco el brillo y la calidez de esta.

Kanda, que estaba acostumbrado a ese tipo de sonrisas, no se inmutó en lo absoluto.

“Sí.” Allen asintió… y su expresión de cordialidad se transformó en odio puro cuando notó que Kanda estaba parado al lado de Alma. “¿Sucede algo?” preguntó, sin descuidar su tono amable… por más irritado que se sentía al andar cerca de Kanda.
“Oh, espero que no te incomodemos con esto. Lo que pasa es que a mí y a Yuu nos intriga mucho tu cicatriz y tus papeles y en general toda tu persona,” contó Alma, muy tranquilo, como si se tratase del clima.

Kanda quiso mencionar el hecho de que Alma también llamaba la atención con sus tatuajes faciales y sus cabellos bicolores, pero prefirió callarlo.

“El detalle es que, como personal, no podemos conversar con los clientes. Nuestra mánager nos mataría. Así queee~” Alma fue veloz en removerle el delantal de mozo a su amigo. Kanda quiso agarrarlo por la yugular cuando lo vio guiñando un ojo. “Yuu conversará contigo por los dos. Yo regresaré a la barra.”
“¡¡¡NO!!!” le lloró Allen, desesperado. Al notar que casi todo el café volteó a mirarlo, Allen tosió en voz alta. “Digo, no… ¿No te puedes quedar tú? Sin ofender a tu amigo,” dijo Allen, y lo último lo mencionó con una mirada de pocos amigos dirigida hacia Kanda.
“Pedazo de mierda, ¿qu—?”
“¡Yuu!” le gritó Alma, enojado. “¡No debes tratar así a los clientes!”
“…” Kanda gruñó por lo bajo, desviando su mirada a un lado.
“…Wow, tú puedes domar a la bestia,” comentó Allen, asombrado, y se tapó la boca cuando notó lo que había dicho. “¡D-Disculpa!”
“¡No te preocupes!” le aseguró Alma. “No creo que Yuu haga rabieta por eso. Al menos, eso espero,” dijo, mirando de reojo a su amigo.

Kanda rodó los ojos, pero se guardó sus comentarios.

“Bueno,” Alma volvió a mirar a Allen. “Los dejo, porque ya vi que los chicos en la barra nos están odiando un poquito.” Alma se giró hacia Kanda, con una sonrisa. “Tienes diez minutos, no los desperdicies~”
“¡Alma! ¡Mierda, regresa!”

Pero ya era demasiado tarde: Alma no se detuvo en su camino a la barra. Aprovechó el trayecto para colocarse de nuevo el delantal alrededor de la cintura. Ni bien llegó a su estación de trabajo, se giró hacia Kanda y Allen, y les sonrió, emocionado y orgulloso de lo que había hecho.

“No voy a darle el gusto,” dijo Kanda, y tuvo la intención de caminar hacia la barra… pero Allen lo tomó del brazo, deteniéndolo. “Suéltame, brote de—”
“No te atrevas. Puedes tomar asiento y, en el peor de los casos, hacemos como que hablamos… pero no te atrevas a regresar a la barra ahorita y decepcionarlo.”
“¿A ti qué te importa?” preguntó Kanda, arqueando una ceja.
“Tu amigo es una buena persona,” comentó Allen, con la mirada en la barra. Alma andaba muy entusiasmado con su trabajo. “Totalmente diferente a ti, por cierto,” dijo, y volvió a mirar a Kanda a los ojos. “Me daría pena que le arruines el día con esto. Te digo todo lo que quieras, luego se lo cuentas y ya está.”
“Alma no se va a deprimir por esto, no hables cojudec—”
“Son diez minutos, Kanda,” dijo Allen, y suspiró. “No te soporto. Tú no me soportas. Pero diez minutos no nos van a matar.”
“…” Kanda chasqueó la lengua, y a regañadientes, se sentó en frente de él.
“…Bueno. ¿Qué era lo que le daba curiosidad?” se preguntó a sí mismo en voz alta. “¿Mi cicatriz? Ah, es un tatuaje. Tengo un primo que decidió desligarse de nosotros y se volvió un tatuador famoso allá en Londres. Yo fui uno de sus conejillos de indias.” Allen rio sutilmente, mientras pasaba sus dedos por su tatuaje. “Mi mamá me pide que lo esconda, porque nuestra familia es de clase alta y muy conservadora. Pero acá en Japón no necesito hacerlo. Acá mi hermano y yo hacemos como nos plazca, felizmente. Aunque a veces debo guardar apariencias… más que nada si trato con socios de mi familia o viejos amigos.”
“¿…Por qué me cuentas todo esto?”
“No te lo estoy contando a ti. En la vida lo haría. Te lo digo para que vayas luego y le cuentes a Alma.”
“…” Kanda se aguantó las ganas de causar una escena en el café. “…Voy por él.”
“¡NO!” le gritó Allen. “Alma quiso que tú te quedes por un motivo en especial. No lo entiendo, la verdad. Tal vez… ¿quiere que nos llevemos mejor?”
“Pero no te conoce. Por eso mismo piensa que uno puede entablar una conversación racional contigo, pero eso es imposible.”
“Yuu—” empezó Allen, pero se tragó lo que iba a decir al cruzar miradas con el mencionado. “Kanda,” corrigió, y vio que Kanda se mostró un poco más calmado. “Estoy intentando ser lo más amable que puedo, pero si no pones de tu parte…”
“No quiero seguir con esto.” Kanda se cruzó de brazos. “Tengo que volver a la barra y…”

Kanda se cortó al encontrar información muy peculiar entre los papeles que Allen había dejado al lado de su té.

Sin una pizca de cuidado, los cogió y empezó a revisarlos. Eran los datos de una alumna de su universidad: una investigación sobre sus poderes y su relación con la física cuántica. Kanda no era, precisamente, la persona más inteligente del universo, pero podía notar que los datos recopilados hacían alusión a una cosa en especial.

A las HiMEs.

“…” Kanda sonrió de lado. Algo similar a alegría afloró dentro de él al confirmar sus sospechas, pero no estaba muy seguro de que ese era el término exacto para describir aquella sensación.
“¡Devuélveme esos papeles!” le exhortó Allen, con el ceño fruncido.
“No sabía que estudiabas en Hanasaki, brote de habas.”
“¡A-LLEN! ¡No es tan difícil!” le corrigió el aludido. “Y sí, estudio en Hanasaki. ¿Por qué?”
“Yo también estudio allí.”
“¿¡Tú!?” Allen lo señaló, sorprendido. “¡Pero si tienes toda la pinta de ser de Rizembool! Eres pesado, tienes esa mirada odiosa, y hasta pareces un—”
“No me insultes. Mi hermano puede ser lo suficientemente idiota como para estudiar allí, pero yo no.”
“Ah, que coincidencia.” Allen sonrió. “Mi hermano también estudia allí. Aun no entiendo de dónde salió eso… yo juraba que iría a Hanasaki. Después de todo, cuando hicimos el intercambio en secundaria, se vino conmigo al Instituto de Hanasaki.”
“Huh. Qué sorpresa. Parece que existe alguien más idiota que tú.”
“¡¿QUÉ ESTÁS—?!” empezó Allen, pero se cortó al procesar las palabras del japonés. En cierta manera, tenía razón: Shiro era más idiota que él. “Bueno, sí, en parte estás en lo cierto.”
“Eso no es novedad. ¿Estudias Física Cuántica?”
“Sí.” Allen esbozó una sonrisa socarrona. “Es mucho para ti, por lo que veo,” dijo, mientras observaba cómo Kanda hacía un gran esfuerzo para comprender los informes que tenía en sus manos.
“No hables estupideces. Entiendo a la perfección lo que has redactado aquí.”
“¿Ah, sí? Entonces cuéntame lo que dice.”
“Las HiMEs están de vuelta, ¿no?” dijo Kanda, sorprendiéndolo. “Imagino que el ataque de hace un par de semanas fue por eso.”
“¿…Eso no era un mito?” dijo Allen.
“No te hagas el idiota conmigo. Sé lo que estoy leyendo, y esta chica es HiME. No soy cojudo.”
“…” Allen concibió la idea de continuar fingiendo ignorancia, pero si Kanda realmente entendía lo que aquellos informes decían, iba a ser muy complicado engañarlo.

Recién ahí notó lo idiota que había sido revisar ese tipo de documentos en un lugar público como ese. En su defensa, nunca esperó que uno de los baristas terminara sentado frente a él.

Allen desvió la mirada, y asintió. “Sí. Estamos en peligro, todos los alumnos de Hanasaki. Parece que Rizembool ha dejado de lado la etiqueta básica.”
“La muerte de esos alumnos fue por ellos, supongo.”
“Exacto,” afirmó Allen, y su semblante se entristeció. “Pero Miranda aún no está dispuesta a anunciar que Rizembool fue la verdadera causa del ataque. Creo que salieron varias explicaciones: una fuga de gas, terroristas, étc., pero aún no ha confirmado nada. Ni con los familiares de las víctimas.”
“Mm.” Kanda asintió.
“Yo… me siento un poco impotente. Me gustaría ayudar de algún modo, pero no encuentro la manera exacta de hacerlo. Además, claro, de apoyar a Kana, la HiME que figura en esos informes…”
“No te metas donde no te llaman, brote de habas. Puede que causes más problemas.”
“¿Tú crees?” Allen se veía muy indeciso. “Es que… no me gustaría que vuelva a suceder algo similar a lo del ataque. Personalmente, no me vi afectado, pero no puedo evitar pensar en los alumnos que perdieron a sus amigos…”
“Eso déjaselo a las HiMEs. No hay nada que puedas hacer si no estás vinculado directamente con una.”
“Sí, pero es muy difícil conseguir esa conexión. Debe haber algo que pueda hacer…”

Por andar muy ensimismados con la conversación, ninguno notó que Alma se les había acercado de nuevo hasta que el joven golpeó la superficie de la mesa con sus palmas y les sonrió a ambos.

“¡Y terminó tu break, Yuu~!” canturreó Alma, muy alegre. “Espero que no hayas desperdiciado el tiempo peleando con él,” le dijo a su amigo. Kanda hizo una mueca de asco.
“Oh, no te preocupes.” Allen le sonrió. “Contra todo pronóstico, Kanda puede sostener una conversación decente conmigo de vez en cuando.”
“Hablas como si hubiésemos interactuado varias veces, brote de habas.”
“…Y ahí vas y la arruinas de nuevo.” Allen rodó los ojos.
“Ah, me alegra que se lleven mejor,” dijo Alma.
“Tú no nos has visto conver—”
“¡Shhh! Nada de quejas. Aprecia los favores que te hace tu mejor amigo,” dijo Alma, y le extendió su delantal. “De vuelta a la barra.” Y le guiñó el ojo.
“…” Aun a pesar de tener que charlar con Allen, Yuu había gustado de aquel tiempo de paz y calma, sin tener que lidiar con los comensales problemáticos que de vez en cuando visitaban el café. “Sí,” dijo Kanda en voz alta, a la vez que soltaba los papeles de Allen y cogía el delantal. Kanda se levantó, y se dispuso a ponerse el delantal de nuevo.
“Nos vemos pronto, Allen-san~” canturreó Alma. “Cualquier cosa nos avisas.”
“Gracias, Alma.” Allen le sonrió.

Alma se retiró con una sonrisa radiante, y detrás de él fue Kanda, resignado a seguir con su trabajo.

Algo muy extraño se apoderó de Kanda, obligándolo a girarse para dedicarle una última mirada a Allen, quien curiosamente, también lo andaba observando, lleno de curiosidad.

Cuando volteó a enfocarse de nuevo en su camino y en lo que le deparaba el resto del día, notó que le era un tanto imposible juzgar al brote de habas. Él también sentía que debía hacer algo. Al menos para proteger a la gente que quería, como el idiota que andaba caminando en frente de él.

Tal vez… luego buscaría alguna manera de hacerlo.

Y, tal vez, esa manera implicaría al pedazo de enigma con quien acababa de compartir diez minutos de su día, pero Kanda esperaba estar equivocado.






Keith temió lo peor cuando Lance se ofreció a acompañarlos a la reunión con su hermano mayor, Jason.

La reunión debía tomarse en serio: no era una junta de amigos de hace mucho tiempo o un almuerzo informal entre conocidos. La reunión tenía dos funciones, principalmente: ayudar a Jason con la investigación de su caso, y ayudar a Allura… a conocer a su futuro key, o algo así. Por más de que Teddie había insistido en que su ‘padre’ estaba vivo aún, Keith no podía ignorar las visiones que Allura le había contado a su grupo. La presencia de Jay en estas no podía ser al azar, más aún si se trataba de su hermano, el policía incrédulo, con poderes sobrenaturales.

Sentía que, de todas formas, no podía descartar la posibilidad de que hubiesen sido trucadas por el rebel de Allura, pero mientras no conocieran al verdadero key de su amiga, Keith estaba decidido a juntarla con su hermano y, de esa forma, hacerles un favor a ambos.

El detalle era que, por estos motivos, la reunión era de suma importancia. Y Lance no era precisamente serio cuando se necesitaba que lo fuese. Podía llegar a ser un bufón, a veces. Por algo se llevaba tan bien con Teddie, con quien compartía el mismo sentido del humor.

Pero cuando ingresaron juntos al restaurante, Keith se sintió en calma. Juntar a Jay y a Allura era su misión, y de no haber tenido a un miembro del grupo consigo, Keith de seguro habría entrado en pánico. Felizmente, de los tres, Lance justo andaba libre esa tarde del jueves y por eso se había ofrecido a ir con él.

“Todo saldrá bien, Keith,” le aseguró Lance, mientras le daba un par de palmadas en el hombro. “¿Qué es lo peor que podría pasar?”
“Que se odien por el resto de sus vidas y Allura se quede sin key.”
“Mira, ahí te equivocas. Si Jason no es el indicado, no lo es. De seguro será… no sé, Hunk. O tú.”
“Lance—”
“Shh, Allura ya nos vio.”

Efectivamente: unas mesas más adelante encontraron a Allura, quien les sonreía a ambos, visiblemente nerviosa. Keith, en su poco entendimiento sobre romance, entendía de todas maneras que esto se asemejaba a una cita a ciegas… sólo que la otra parte (Jay) no estaba enterada de ese detalle. Y tampoco era tan a ciegas, porque ya se habían conocido antes, sólo que el tiempo había pasado y ahora se juntaban por otros motivos. Pero comprendía por qué Allura andaba tan nerviosa. Y no la podía juzgar por ello.

“Hola, Allura,” la saludó Keith, ni bien llegaron a la mesa. “Vine… con paquete.”
“Yo~” canturreó Lance. “Le sugerí a Keith que sería bueno que alguno del grupo los acompañe, por si se vuelve incómoda la situación. Hunk y Pidge están en clase, por eso vine yo.”
“Y no te equivocaste.” Allura suspiró. “De ser distinta la situación, te habría resondrado, pero siento que necesito toda la compañía posible. Espero que no le incomode a Jason, eso sí.”
“Yo también,” dijo Keith. “En el peor de los casos, botamos a Lance.”
“¡Sí!” Lance rio. “¡Hey!” se quejó, indignado, al procesar las palabras de su amigo.

Keith y Lance tomaron asiento al lado de Allura, sin despegar su mirada de la entrada del restaurante. En cualquier momento llegaría Jason… y la ansiedad estaba matándolos a todos.

“¿Te dijo si se iba a demorar?”
“Me mandó un mensaje hace poco,” dijo Allura. “Dijo que llegaba en unos minutos. El tráfico estaba feo o algo así…”
“Okay,” Keith asintió.

Para aliviar un poco la tensión en el aire, Lance comentó acerca de un tema igual de preocupante pero un tanto más mundano: los exámenes finales que los acechaban. Allura agradecía estar a punto de graduarse, porque ya no tenía que lidiar con ellos: sólo debía entregar un par de investigaciones y la estructura final de su tesis junto a la redacción del primer capítulo… que iba en buen camino, o al menos eso decía ella. En cambio, a Hunk y al resto sí les competía dar exámenes finales, y los de ingeniería se caracterizaban por ser muy complicados. Tanto Keith como Lance andaban ansiosos por ellos. A diferencia de los dos, Hunk y Pidge estaban seguros de que rendirían bien.

“La verdad, mi mayor preocupación es Estadística,” comentó Lance. “Sé que soy un poco idiota, pero es preocupante que el curso más sencillo de este ciclo me esté dando tantos problemas.”
“A mí igual.” Keith suspiró. “Ah, ahí viene Jay.”

Allura se giró hacia la entrada en el momento exacto en que el hermano mayor de Keith ingresó al restaurante. No le sorprendió ver que Jason parecía una persona distinta a la que recordaba: se le veía mucho más maduro, aunque también más cansado, de seguro por su profesión. Su semblante estoico era lo único que había permanecido durante los años, al igual que ese característico mechón de cabellos blancos arriba de su frente.

Observando la mirada que Allura le dirigía a Jay, Keith sonrió para sí mismo.

“Puedo acostumbrarme a este trabajo de celestino,” le susurró Keith a Lance.
“Aún no cantes victoria, mullet.”
“Disculpen,” empezó Jason, ni bien llegó a la mesa de su hermano y sus amigos. “Salí tarde del trabajo por un problema con mis subordinados.”
“No hay problema, Jay,” le aseguró Keith. “Bueno, te presento… Lance, Allura, él es Jason, mi hermano mayor.”
“Un gusto,” dijo Jason. Tomó asiento en la silla vacía de la mesa.
“Jay, él es Lance, es uno de mis amigos más cercanos de la universidad.”
“Aw~” canturreó Lance, ganándose una mirada de pocos amigos por parte de Keith.
“Teníamos clase juntos hasta antes del almuerzo, por eso vino conmigo. Espero que no te incomode.”
“No.” Jason le sonrió de lado.
“Y… ella es Allura,” la hermana mayor de Hunk. De seguro se acuerdan el uno del otro. Nos hemos visto todos una que otra vez, cuando Jay iba a recogerme a la casa de Hunk… o Allura iba a la casa a recogerlo a él.”
“Sí, tengo un vago recuerdo de esas interacciones,” dijo Allura.
“Yo también, creo…” Jason se veía un tanto pensativo. “Un placer, Allura. Disculpa si tuvimos nuestras diferencias en el pasado.”
“Sí, no te preocupes. Más bien… gracias por darte un tiempo para venir.”
“¿‘Gracias’?” Jason arqueó una ceja. “Al contrario. Yo debería agradecerte a ti. Si Keith dice la verdad, la investigación del caso que estoy siguiendo daría un giro muy grande. Dudo que los forenses o el resto de mi equipo me crea… pero me encargaré de eso luego. Eres una HiME, ¿no?”
“Sí.” Allura asintió. “Hace poco di la prueba de nuevo.”
“Allura fue HiME hace unos años, como te conté.”
“Mm…” Jason se cruzó de brazos, recostándose un poco más en la silla. “Quién diría que esos mitos terminarían siendo realidad. Pensé que todo era conspiraciones de Keith.”
“Fue justo por Keith que nos enteramos de todo. ¿Creo que tú lo sugeriste?” dijo Lance.
“Sí, junto con Pidge.” Ante la cara de confusión de su hermano, Keith acotó: “Ah, Pidge es otra de mis amigas, Jay.”
“Sí, creo que la has mencionado antes. En fin. Allura.” Jason la miró, decidido. “…Tú crees que… ¿puedas usar tus poderes ahorita? Algo no muy grande, por supuesto. Es sólo para, bueno…”
“Ah, no te preocupes.” Allura le sonrió, y asintió.

Unos segundos de silencio le otorgaron la concentración necesaria como para convocar una pequeña llama de fuego en la palma de su mano. Los hermanos Kogane y Lance se quedaron asombrados, observando con suma curiosidad el poder de Allura.

Lance y Keith compartieron el mismo pensamiento idiota, y extendieron sus manos para tocar el fuego… pero Allura fue rápida y los golpeó con su mano libre, salvándolos con las justas.

“…Okay,” dijo Jason, sin poder dejar de lado su asombro. Allura aprovechó para apagar la llama, todo por precaución. “Entonces… Keith estaba en lo cierto.”
“¡Sí!” reclamó el menor de los Kogane, indignado. “¡Tantas veces te lo repetí y nunca me creíste!”
“Es que Keith, sonaba muy jalado de pelos. Incluso para ti.”
“…Pues sí,” admitió Keith. “Pero ya viste que es cierto.”
“Huh.”
“Tal vez… debimos llevar a tu hermano con Teddie. Al conocerlo, no hay forma de que pueda dudar que los poderes de las HiMEs existen,” dijo Lance.
“¿Quién es Teddie?” preguntó Jason.
“El Child de Allura. Es como… una criatura que nace de—¡LANCE!” Keith se cortó al recibir un codazo por parte de Lance.
“Es una criatura que la HiME puede convocar para apoyarla en la batalla contra el rebel,” corrigió Lance, rápidamente. No podían explicarle quién era el Child realmente… sobretodo tomando en cuenta de que Jason sería el padre de Teddie muy pronto.
“¿Y supongo que debe tener una forma peculiar? Digo, para que hablen así…”
“Oh, peculiar no es nada en comparación a Teddie,” dijo Keith. “Cuando lo conozcas, me entenderás.”
“…O…kay,” Jason parecía andar muy confundido con todo. “Allura, Keith me comentó que tu rebel maneja el fuego, también,” dijo Jason, y Allura asintió.
“Así parece. Sólo pude luchar contra él durante el ataque de unas semanas atrás… y aunque compartimos unas visiones del futuro donde lucharíamos pronto, aún no se ha aparecido de nuevo. Supongo que anda entrenando para nuestra primera batalla.”
“No sé si Keith te comentó sobre el caso que me han encargado. No puedo entrar en detalles, pero sospecho que fue un rebel, por lo que me contó Keith.”
“Todo indica que así es, pero estoy seguro de que Allura te puede ayudar más a fondo con eso.”
“Sí, eso pienso. Pero está prohibido sacar la evidencia fuera de la comisaría, así que tendrías que pasarte por ahí uno de estos días para que podamos revisar el caso a fondo.”
“¿No hay problema con eso? Digo, no formo parte de la fuerza policial.”
“Diré que eres testigo. Yo veo cómo me las arreglo. Pero voy a necesitar tu ayuda de todas maneras.”
“Por lo que me dices… ¿una jovencita de Hanasaki fue hallada muerta?”
“Sí. Eso fue hace un tiempo. Pero ni su familia ni sus amigos han podido otorgarme alguna pieza relevante de información. Llevo estancado semanas, y mis superiores están esperando que cometa el más pequeño error para trasladarle el caso a otro sargento de la comisaría.” Jason suspiró. “Estoy en una carrera contra el tiempo, y como verás, ando… un poco desesperado.”
“No hay problema. El internado y la universidad me tienen como loca, pero supongo que podemos ver cuándo coincidimos.” Allura le sonrió.
“Gracias, Allura. Y a ustedes también,” dijo Jason, mirando a Lance y a su hermano. “No tengo el tiempo suficiente como para quedarme a almorzar con ustedes, pero yo lo invito, de todas maneras.” Y dicho esto, sacó un par de billetes de su billetera. Se los extendió a Keith, quien los cogió, un tanto confundido. “Un gusto, y provecho,” les deseó, levantándose del asiento y sonriéndoles de lado.

En un abrir y cerrar de ojos, Jason ya estaba corriendo fuera del local. Por las lunas transparentes del restaurante, Keith pudo ver cómo su hermano no perdía ni un segundo, subiéndose a su auto muy apurado.

“Eso fue… muy extraño,” comentó Lance.
“Pero al menos todo salió bien, ¿no?” dijo Keith.

Sin embargo, no sabía cómo debía interpretar la mirada perdida de Allura.
 



     


Desde que Sho se enteró de su nuevo puesto como rebel, Souji cada vez lo había visto menos. Parecía que su amigo andaba dedicándose plenamente a su labor, lo que implicaba cumplir al pie de la letra con los entrenamientos que le habían asignado.

En un inicio, Souji pensó que era por sí mismo: tal vez, inconscientemente, quería cumplir con la promesa que le había hecho a Adachi de alejarse un poco de Sho, pero lo cierto era que se estaba volviendo casi imposible encontrar a su amigo. Usualmente paraba junto a Marie y Anemone, pero las dos andaban a solas últimamente, preparando sus trabajos finales en los comedores y ambientes de la Facultad de Diseño. Sho era un completo misterio. Nadie, a ciencia cierta, sabía dónde estaba.

Inmediatamente se le ocurrió preguntarle a Kaneki, pero él era otro misterio andante, puesto que le fue imposible contactarlo o encontrarlo en los lugares donde siempre andaba. Kaworu y el resto tampoco supieron darle pistas sobre el paradero de ambos, y aunque intentó no preocuparse, Souji no pudo evitar la ansiedad que creció dentro de sí mismo.

Pero lo encontró luego de regresar a Rizembool después del almuerzo, sentado en una de las bancas cerca de la Facultad de Derecho, junto a Todoroki y a una jovencita de cabellos claros que no conocía. Ni bien lo divisó, se encontró a sí mismo corriendo hacia él. Souji intuía que el cambio radical entre pasar tiempo juntos todos los días, a no verlo en dos semanas, le había afectado considerablemente, puesto que le había agarrado un tremendo cariño y Sho había demostrado ser un buen amigo en el que podía confiar.

A unos metros de distancia, Souji vio que Todoroki codeó a Sho, como indicándole que le prestara atención.

“Ah, disculpen,” empezó Souji, un tanto incómodo. Un pensamiento muy extraño afloró en su mente al ver a la jovencita una vez más, pero descartó la idea en el acto. “Perdón si interrumpo algo.”
“Oh, Seta-san, no se preocupe,” le aseguró Todoroki. “Minazuki y yo estábamos discutiendo sobre nuestras experiencias como rebels. A mí me acaban de asignar a mi HiME, y—”
“No le cuentes más de lo que tiene que saber, Todoroki,” mencionó Sho. Sonaba irritado, pero Souji no podía entender el motivo.
“¿Qué fue lo que pasó?” preguntó Souji, curioso.
“No es—”

La jovencita tosió, y Todoroki y Sho se giraron hacia ella.

“Ah, lo siento, Labrys,” se disculpó Todoroki. “Seta-san, ella es Labrys Sheridan. Es una alumna como nosotros, así como una de las unidades de combate de los entrenamientos de rebels.”
“Un gusto, me llamo Souji Seta,” le dijo Souji, e hizo una reverencia. Labrys lo imitó: se levantó de su asiento para hacer lo mismo.
“¡Es un placer! He oído un tanto de usted por Sho y Shouto. Me contaron que fue rebel en una ocasión pasada.”
“Descuida, me puedes tratar de tú.” Souji le sonrió. “Y sí, fui rebel.”
“Espero que algún día podamos luchar juntos, Souji.”
“Igualmente. Pero… ¿cómo es que ustedes tres son amigos?” Souji se veía confundido.
“Coincidimos en los entrenamientos a cada rato,” contó Todoroki. “Y nos asignaron a Labrys como compañera y oponente.”
“Ya veo.” Souji asintió. “Gracias a ambos por cuidar de Sho, por cierto.”
“¡¿De qué hablas?!” le preguntó Sho, indignado.
“Mm… ¿no sé? Supongo que Todoroki y Labrys están cuidando de ti. ¿Estoy equivocado?”
“No,” negó Labrys, entre risas. “No te equivocas. Sho es todo un caso.”
“¡Labrys!” se quejó Sho.
“Yo los dejo,” dijo Todoroki, y se levantó de su sitio. “Tengo clase en un rato y debo repasar mis apuntes. Es el último control del ciclo, felizmente…” Todoroki suspiró.
“¡Suerte, Shouto!” lo animó Labrys. “Ah. Espera.” Los ánimos de Labrys cayeron por los suelos de un momento a otro. “Mi clase es después de la tuya, y también tengo control. Debería ir a leer…” Labrys suspiró, y aún en contra de su voluntad, se levantó de su asiento.
“¿Vamos a la biblioteca?” sugirió Todoroki.
“¡Buena idea!” Labrys asintió. “Te veo luego, Sho. Fue un gusto conocerte, Souji.”
“Igualmente, Labrys. Suerte con tu control. Y a ti también, Todoroki.”
“Gracias, Seta-san. Nos vemos.”

Todoroki y Labrys les ondearon la mano a manera de despedida, y se fueron por el camino que los llevaba más rápido hacia la biblioteca central del campus.

Souji se quedó observándolos por unos instantes, pero la curiosidad lo llevó a girarse y cambiar de objeto de atención. Sho sonreía suavemente mientras veía a sus amigos a lo lejos, y por algún extraño motivo, Souji sintió una ligera opresión en el pecho.

“¿Qué pasa?” le preguntó Sho, con una ceja arqueada.

Souji salió de su trance, un tanto ido.

“Ah, lo siento.”
“No. Dime qué pasa. Cuando pones esa expresión idiota es porque tienes una idea igual de babosa en mente.”
“No es importante…” Souji hizo una pausa, y luego suspiró. “Okay, fácil sí lo es. Pero me gustaría hablarlo contigo en otro lado.”
“Okay.” Sho asintió, y se levantó. Caminó sin esperarlo, y Souji sólo pudo atinar a seguirlo inmediatamente.






A esas horas, las luces de los faroles servían de principal fuente de iluminación de aquel ‘bosque’ en el campus, la única área verde de Rizembool U (sin tomar en cuenta los jardines verticales). El lugar había sido la locación principal de los entrenamientos que Souji había compartido con Sho, y pasear por allí le produjo un gran sentimiento de nostalgia.

Pero la situación ya no era la misma de antes. Meses atrás, Sho luchaba por conseguir un puesto de rebel. Ahora… estaba cumpliendo con su rol. Souji aún no sabía si ya había luchado con su HiME, pero no le hubiese sorprendido oír sobre ello, puesto que Sho se veía muy dedicado con ese tipo de responsabilidades.

“¿Entonces? ¿De qué me querías hablar?” le preguntó Sho, confundido, mientras caminaban sin rumbo fijo.
“Ah, no es nada malo. Sólo que… siento que no te he visto en mucho tiempo.”
“El menú de entrenamiento que me han dado es muy pesado. En un inicio quise seguir entrenando junto a ti, pero supongo que ya no me alcanzaban las fuerzas para hacerlo.”
“Mm, no hay problema,” le aseguró Souji. “Imaginé que andabas agotado u ocupado… pero desapareciste muy de repente, y por ello andaba un poco preocupado por ti. Te hablé por Whatsapp y Facebook y no me has contestado… Igual Kaneki.”
“Disculpa…” Sho se rascó la cabeza, desviando la mirada. “Eh… sabía que, si te respondía, me convencerías de vernos y salir, y no quería distraerme.”
“Eso es muy raro en ti.” Souji sonrió. “Pero tiene sentido. Siempre has sido muy dedicado a todo lo que se relaciona a los rebels. No debería sorprenderme.”
“La verdad es que…” Sho se mostró serio de un momento a otro. “No sé nada de Ken desde el ataque. Aquella noche no regresó a la casa, y supuse que había terminado lesionado pero que volvería el día siguiente. Nunca llegó. Pregunté en la Facultad, en la Administración, y nadie me supo dar noticias de él. De ahí me mandó un mensaje diciendo que regresaría pronto, que se había ido de viaje por un proyecto de su carrera, pero no me puedo creer eso. Ken no sería capaz de irse así no más, sin avisarme, sin despedirse.” Sho suspiró. “Pero siempre ha sido un poco reservado con el tema del conflicto. No hemos hablado sobre eso, y él si lleva meses en el puesto, a diferencia de mí… que lo conseguí hace un par de semanas, tal vez un poco más. Si al menos supiera quién es su HiME… podría ir y preguntarle por él, o indagar algo por ahí al menos.”
“¿Has probado pidiéndole ayuda a Fushimi? Puede que lo localice…”
“Intenté, pero no ha dado con nada relevante. Por algún motivo, la seguridad de los datos de mi hermano es mucho más compleja que la del resto de rebels, incluyéndome. Esto me da mala espina…”
“Conozco a alguien más que podría ayudarnos. ¿Estás libre ahorita?”
“¿Sí?”
“Perfecto. Lo llamaré. Tal vez podemos darle una visita.”
“…¿Okay?”

Mientras marcaba el número de Luciel, Souji rogó que el pelirrojo anduviese libe en esos momentos.
« Last Edit: May 01, 2019, 06:12:43 PM by Eureka »


Mimi Tachikawa

Aqui vengo con mi 2do fic del mes!!!

Akita y Houchou Toushirou se encontraban en el centro comercial de la ciudad, ambos buscaban por todas las tiendas algún regalo para su hermano mayor Ichigo en forma de agradecimiento por cuidar siempre de ellos y para también darle animos por sus clases de la universidad,como ambos eran menores y de familia adinerada no estaban muy acostumbrados a salir solos sin supervisión de sus hermanos, el que aprovechaba la situación era Houchou que se compraba todos los dulces que encontraban en el camino

Solamente faltaría una hermosa oneechan para que me mime y me de muchos mas dulces…-decia el pelicastaño de cabellos cortos, polera blanca y pantalones cortos de color negro que tenia una paleta en sus manos mientras que la lamia con emoción-

Houchou recuerda que estamos en el centro comercial para comprarle un regalo a Ichi-nii y si sigues comprando mas dulces no nos alcanzara el dinero para hacerle un buen regalo-

Uhm bueno ya no comprare mas dulces hasta que compremos el regalo a Ichi-nii…-se detuvo y se puso a pensar- aunque aun no hemos decidido que le vamos a comprar

Podriamos regalarle algo que pueda usar todos los días…-

Un reloj…seria buena idea…pero un reloj de chocolate seria mucha mejor idea…-

Es buena idea, pero el regalo tiene que ser para Ichi-nii nada mas porque al final tendría que repartir con todos nosotros…-

Si le regalamos un cuadro con todos nosotros??...-

Ya tiene muchos cuadros de todos nosotros asi que no hay que saturarlo…-dijo el pelirosa mientras seguía pensando-

Alguna camisa y corbata??...-

Esos regalos van para los padres…-

Que difícil es buscar algo para Ichi-nii…-dijo algo frustrado el menor mientras terminaba de comer su paleta-

Es verdad…ya Ichi-nii lo tiene todo…-el pelirosa se rasco la barbilla- ya se que podríamos regalarle...-

Y que es?? Dime dime Akita!! Quiero saber!!-

Hay que regalarle un set de tazas de té…recuerdas que cuando salimos todos juntos se quedo mirando maravillado un set de tazas que tenia como diseño las hojas de cerezo?

Es cierto es cierto!!...aunque el set es demasiado caro, ni con el ahorro de todos nosotros podríamos alcanzan a comprarlo…-

Es verdad es muy caro…pero podemos comprarle solamente una taza…si nos alcanza para eso-

Ya entonces que sea eso, y podemos comprar una cajita de bambu para cubrir la taza y asi pueda llevarlo a todas partes y podemos dibujarle algo bonito como detalle-

Es muy buena idea Houchou…-cuando se escucho ruidos de estomago-

Akita tienes hambre!! Vamos a comer antes de ir a comprar…- le tomo de las manos para caminar a su lado-

Es verdad no hemos comido nada, bueno tu si, pero es mejor comer algo saludable para los dos

En el restaurant Houchou empezaba a comer como niño chiquito mientras Akita le limpiaba a cada rato el rostro que estaba sucio de la comida que comia

El pelicastaño bostezo perezosamente- Tengo sueño Akita, vamos a comprar rápido para ir a dormir …-

Entonces terminemos de comer para hacer las compras y luego iremos en taxi a casa para que puedas llegar a descansar

Yei!!...-dijo el menor para terminar de comer y alistarse para una nueva caminata-

Cuando ambos chicos salieron del restaurant no sabían que unos tipos que parecían de mal vivir estaban que lo seguían, parecía que ninguno de los dos se habia dado cuenta pero Akita si lo habia hecho por lo cual caminaba con mas cuidado para que el menor no se diera cuenta, para no asustarlo

Akita estas bien te veo palido…-

No no es nada…-dijo para tranquilizarlo aferrándose fuertemente de la mano del menor- vamos a comprar la taza para Ichi-nii

Si!!...-

Antes de que entraran a la tienda los hombres que los seguía se acercaron a ellos y los rodearon

Akita…-dijo el menor asustado-

No te preocupes no pasa nada…-mirando a los hombres- que es lo que quieren??

Como es posible que dos hermosos niños estén paseando a estas horas solitos sin ninguna compañía??...-dijo uno de los hombres para jalarle del brazo al pelirosa- aquí estamos nosotros para que pasen un buen rato-

Oiga!! Deje de tocar a mi hermano!! Búsquese a otro hermano…-dijo el menor para jalarle el brazo para que dejara al pelirosa, el hombre lo empujo hacia sus demás compañeros

Houchou!!...dejenlo déjenlo por favor…no lo toquen…-dijo empujando al hombre que lo sujetaba para correr y volver a proteger a su hermano menor-

Pero mira que hermosa es su hermandad…dejaremos a tu lindo hermanito si tu vienes con nosotros-

No lo hagas hermano!!...-

Tu ve a la casa y yo ire con ellos…-

No…-dijo aferrándose al brazo del pelirosa-

Bueno entonces nos quedamos con los dos…-

Cuando los hombres iban a sujetar nuevamente a los dos chicos alguien se interpuso

Oigan son demasiado adultos para molestar a unos indefensos niños no les da vergüenza?...-Arashi Narukami observaba a los jóvenes con cara de pocos amigos, los mas pequeños se colocaron detrás de él

Gracias por ayudarnos onii-chan…- dijo el pelirosa abrazando protectoramente a Houchou-

Pero que lindo muñeco que parece un modelo crees que puedes hacer algo en contra de nosotros-

Quieren intentarlo?…-el rubio alejo un poco a los dos mas jóvenes para esperar al ataque de los hombres a los cuales los dejo caer al suelo de un solo golpe-

Los hombres empezaron a huir despavoridos ante la fuerza del rubio, el joven volteo a mirar a los menores y los abrazo cariñosamente- Se encuentran bien no les hicieron nada malo esos hombres horribles?...-

No…afortunadamente estamos bien…-dijo Akita aun temblando por el mal rato pero tratando de mostrarse calmado para no asustar a Houchou

El menor de los Toushiro de tanto susto se desmayo, el mayor de los tres jóvenes lo coloco en su espalda

Vamos los llevare a su casa…para que no les pase nada malo-

Gracias…esto puedo preguntar su nombre?? Yo soy Akita y mi hermano es Houchou, mucho gusto…-haciendo una pequeña reverencia –

Yo soy Arashi Narukami, pero ustedes pueden llamarme nee-chan…-dijo con sus ojos brillosos lleno de emoción-

Nee-chan?? No seria Niichan??

Pues eso es lo de menos y ahora vamos a su casa que sus hermanos deben de estar bien preocupado por ustedes…-

El menor asintió y se aferro del rubio ya mostrando el temor que sintió al haber pasado tan traumatica experiencia
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Matta ne!!

Mimi-chan
« Last Edit: April 17, 2018, 01:48:47 AM by Mimi Tachikawa »


Kana

@Eureka muchas gracias por los iconos ! <3

#40
05:30 A.M

El cielo tenía aquella tonalidad gris que marcaba el paso de la noche y el inicio del día que tanto le gustaba. Eran las cinco y media de la madrugada, por lo que a esa hora y en esa estación del año comenzaba ya a aclarar. Como cada mañana, Eren había iniciado su rutina de trote desde temprano para mantenerse en forma. Se había puesto su hoodie con capucha y los short deportivos para salir.
A esa hora de la mañana las primeras aves comenzaban a cantar, y mientras corría por el enorme parque de Tokyo el pelicastaño en más de una ocasión alzaba la vista hacia los árboles a su costado para ver como los pájaros iniciaban su día. Era común que a esa hora se encontrase circulando solo. En una que otra ocasión aparecía otro trotador matutino con el cual no transaba palabra pues cada uno estaba enfocado en sus propios pensamientos. Como el cielo aún mantenía esa adormilada tonalidad que daba la sensación de noche, Eren se sentía como un sujeto solitario que se encontraba fuera de su casa muy tarde por la noche pese a que era todo lo contrario.
De pronto, una pequeña llovizna casi inexistente se hizo presente. Eren alzó el rostro hacia el cielo y sintió unas cuantas pequeñas gotas frías tocar su rostro. Por unos segundos se quedó en esa posición dejándose maravillar por ese efímero momento.

—Don't you listen to the never. Keep praying for rain.— Canturreó Eren, volviendo a correr. —Dancing for rain little girl by the drain. Motherless child, rescue rescue. Don’t you listen to the never. Dancing for rain with your doll by the drain. Motherless child, rescue rescue— Cerró sus ojos y continuó corriendo de este modo. —Ahh, me gustaría estar en Irlanda.— dijo para sí mismo, acostumbrado a hablarse solo. La liguera lluvia de la madrugada le había hecho recordar fugazmente su tierra natal. Ese hermoso fiordo de tierra que era cubierto por ese manto magnífico de cielo azul intenso que daba una sensación de que Irlanda era un país mágico.
Ya llevaba algo de tiempo en Tokyo y podría decir que comenzaba a adaptarse, ya socializaba más con los compañeros de universidad e incluso tenía un pequeño grupo de amigos con los que se llevaba muy bien. Desde aquella vez en la fiesta de Rizembool, se había hecho muy unido al grupo conformado por Kaneki, Sho, Souji, Kaworu y Oikawa. De las chicas que conocieron ese día, tanto las dos amigas de Souji que conocieron ese día y como la chica llamada Marie jamás las volvió a ver pero sentía que no había sido un mal momento (pese a que huyó del baile) Pero por otro lado, sus compañeros de profesión no conversaban mucho con él y hasta sentía que lo aislaban pero suponía que era algo normal en el estilo de personalidad de los estudiantes de derecho pues todo es un potencial rival con quien iniciar una competitividad.
—Wonderful, Wonderful.— Siguió cantando. Mientras corría y reflexionaba.
Pero sin duda su mayor dificultad para adaptarse a Tokyo y sobre todo a Rizembool era el tema Rebel. Seguía en el puesto de Rebel aunque no tenía HiME y era Rebel pero no por la pasión que observaba en Kaneki, Sho o Oikawa sino por motivos más ocultos. Actuaba como doble agente inserto en territorio inexplorado y casi enemigo. Si bien era bien valorado como Rebel por haber echo que su primera HiME renunciara en poco tiempo (y maldecía a ese tal Haine por haberse metido en ese asunto y haber quedado Eren como un casi psicópata que lanzó a su HiME a las vías del metro) sentía que de todos modos tenía muchas miradas y presión sobre él, incluso sospechas de los encargados de los Rebels sobre sus verdaderas intenciones.
Y no era menor. Pues llevar el papel de un Rebel era únicamente porque lo habían destinado a ser un infiltrado en esa institución llamada Rizembool para así obtener información privilegiada y ser usada en algunos casos de personas desaparecidas para la institución de policías de investigación internacional de la cual era parte.
Al principio se tranquilizaba con la idea de sacar el máximo de información e irse para entregar lo recopilado y ser promovido a algo mejor que un monigote infiltrado, pero con el tiempo el costaba asumir la posibilidad de abandonar Rizembool y a sus pocos conocidos. Peor aún, ¿Qué opinarían de él esos chicos con los que había hecho buenas migas cuando se enteraran de que en realidad no era Rebel por vocación sino que era en realidad un traidor de Rizembool? Seguramente lo odiarían… Como todos.
Eren soltó un suspiro, frustrado. Había tenido tantos problemas en Irlanda que se había ganado el odio de muchas personas en su propio país. Seguramente Tokyo no sería distinto y eso comenzaba a cansarlo. En el fondo, sentía que no había hecho nada malo… o no había sido el cabecilla de esas acciones. En Irlanda, había tenido un comportamiento complicado porque solía pelearse con todos y terminaba a los golpes (perdiese o ganase en las peleas) y eso había hecho que su tía lo mandara a vivir lejos. Así Eren se había involucrado en, paradójicamente, un sistema de protección y de leyes donde trabajaba con policías que investigaban casos internacionales. Suponía que por un tiempo no estaba mal, siempre y cuando borrasen todos sus antecedentes delictuales. Porque sí, hizo actos de vandalismos y protestas en Irlanda y eso le había manchado su hoja de vida. Siendo detenido más de una ocasión por revuelta pública y daño a la propiedad ajena.
Entendía que cuando Rizembool se enterase de que era un infiltrado y un traidor, los dedos acusadores volverían a apuntarlo y sería nuevamente odiado por muchos.

Don't you listen to the never
Keep praying for rain
Dancing for rain little girl by the drain
Motherless child, rescue rescue
Don't you listen to the never
Keep praying for rain
Dancing for rain with your doll by the drain
Motherless child, rescue rescue

—¡Como si fuera el culpable de esto!— Masculló molesto. Apoyada las manos sobre sus rodillas cuando detuvo el trote y recuperaba el aire.
—Ereni, ¿Estás hablando solo?—
—¿Ah? ¿Eh?— Eren miró hacia esa persona, encontrándose con los enormes ojos azules de una muchacha pequeñita de porte. Se quedó observando a aquella rubia. —Historia, ¿Qué haces aquí tan temprano?—
—Me gusta salir a recibir el día… y el canto de esas aves me recuerda a casa.— Dijo la joven, sonriendo levemente mientras miraba en dirección hacia las copas de los árboles. —Por cierto. ¿Cantabas? Creo que lo haces bien.—
—Mhh.— El pelicastaño se reincorporó. Ignoró el último comentario. —Ehhh, no hablaba solo. Sólo reflexionaba en voz alta… Pensé que nadie me notaría.—
—Parecías absorto en tu mundo. Porque he estado sentada en esa banca hace ya bastante tiempo y te he visto dar tres vueltas alrededor del parque y pasar frente a mi y aunque te llamaba no me escuchabas.—
—¿Estás aquí afuera sola hace tanto tiempo?— El joven frunció las cejas.
—…— La pequeña lo miró a aquellos ojos verdes intensos, que resaltaban con las cejas pobladas y definidas del joven dandole un semblante tan felino que daban hasta ganas de darle una palmada en la cabeza… O repelerlo, como prefería hacer Historia. —Sí. Pero no ha habido dificultades.—
—Sabes que no puedes estar sola. Es arriesgado. ¿Qué tal si aparece uno de los retractores de tu padre y termina por hacerte daño? Se nos ha solicitado rígidamente que velemos por tu seguridad y…—
—Eren, también soy parte de la organización. Es inaceptable que mi equipo de trabajo me proteja indiscutiblemente si he entrado en esta institución para proteger a otros.—
—…—
—Comprendo que Jean Otus haya activado el código… Pero no me siento cómoda conque el foco principal de esta misión se desvíe hacia mi protección. Es egoísta.—
—… Desde que Hanasaki fue atacada y tu vida estuvo en riesgo, es normal que esperes que se active el código de “Dios Salve a la Reina” para proteger a una hija de monarca.— Porque era anormal que alguien de la realeza, en vez de consentir sus funciones aristocráticas, fuese una exiliada política porque su familia real había sido aniquilada en un atentado y ella fuese la única sobreviviente. Más antinatural era que ella se uniera como miembro espía a la organización secreta que la escondía y protegía. Eren le hablaba con seriedad a Historia. Ésta lo miraba con los ojos entrecerrados, serena y sin gesto alguno.
—Ya está amaneciendo, ¿Qué tal si desayunamos en esa cafetería que queda dando vuelta a la esquina?—
—Sería más apropiado si vuelves al departamento y desayunas con Jean Otus
—Eren, no reacciones como si fuera una gran carga para ti mi presencia aquí.—
—¿Eh? No. No es eso.— Eren parpadeó un par de veces, comprendiendo que había tenido una actitud dura con ella. —La última vez recibí una amonestación por no comprobar a tiempo tu estado después del ataque en Hanasaki. Si pasa algo ahora volveran a llamarme la atención siendo tachado de inutil.—
—Eso no pasara.— Historia soltó un suspiro. Comenzó a caminar. —Ven.—
—No tengo ganas para desayunar…— Dijo como excusa para no exponer más a Historia.
—Eso no dice tu estómago.— Ella entrecerró sus ojos, negando con su cabeza pues justo el estómago de Eren comenzaba a hacer ruidos que para ella eran molestos. Quizá todo en Eren le era molesto para ella.
—Uh.— La tuvo que seguir sin objetar más muy a su pesar.
Los dos jóvenes ingresaron en una cafetería humilde, de aquellas donde se puede obtener un buen menú por poco dinero y donde se es atentido por una camarera de mal humor quien mastica su goma de mascar mientras anota el pedido. Se ubicaron en una mesa que daba hacia la ventana, uno sentado en frente del otro. Eren tomó la carta y comenzó a leer en silencio, Historia lo observaba disimuladamente mientras acomodaba unas servilletas en el servilletero a modo de distracción. ¿Para qué demonio Eren perdía el tiempo leyendo la carta? Si siempre pedía café extra cargado, y tostadas con huevo…
La relación entre los dos era complicada. Eren había conocido hace un año atrás a Historia, quien en ese entonces utilizaba el nombre de Krista para ocultar su identidad. Le había parecido una chica adorable y tierna, siendo pequeña de porte y con apariencia angelical instintivamente en Eren se activaron las necesidades de darle protección y amistad. El pelicastaño la cuidaba desde el comienzo, más allá de haber conocido su trágica historia familiar. Pero Krista pasó de ser la chica dulce a tener varios cambios de personalidad para terminar siendo una persona sin personalidad al final de todo. Por este motivo había tenido varios conflictos verbales con Historia Reiss y finalmente ese cariño hacia ella se había desfragmentado. No perdido del todo, pero Eren no sabía como reaccionar a ella.
Por parte de la rubia, asumía que había tenido estos cambios de personalidades gestados por la tragedia de su familia. No había sido para nada sencillo ver a su madre y hermana morir en un atentado efectuado por retractores de su parte. ¿Qué esperaba Eren? ¿Que estuviera siempre animada, feliz y agradecida de él cuando su propia padre fue uno de los retractores de su familia? Sentía rencor hacia él desde siempre, y sabía que Eren no tenía la culpa de los actos de su padre, pero lo odiaba de todos modos. Pero había disimulado ese agrado con una falsa amabilidad hacia él, pero cuando ya no pudo fingir más y comenzó a ser hiriente con Eren este la apartó de su vida como un perro con parásitos. Y es que Eren era la persona con menos tacto que conocía. Ella asumía que sus estados podían ser insoportables, pero al ser hija de reyes los demás eran cuidadosos con ella pero Eren era distinto, apenas descubrió la verdadera personalidad de la rubia se le hizo insoportable y Historia le había recriminado las acciones de su padre y le había expresado su rechazo hacia el mismo Eren. ¿Qué había hecho Eren? Simplemente ser él: Sincero y sin tacto alguno. Le dijo tantas verdades sobre su pobre persona que la hicieron sentir el ser humano más patético, resentido e inservible del mundo. Historia pensó que era fuerte y que le podía contestar pero, en cambio, era frágil como un narciso y se había tornado lábil emocionalmente, llorando por las palabras hirientes de Eren. Este la había mirado molesto en ese entonces y en vez de pedir perdón se fue sin decir más.
Desde ese evento pasó un tiempo en que no se veían ni se hablaban, pero tras intervenciones de Jean Otus comenzaron a hablarse nuevamente aunque ya no era lo mismo. Historia le había pedido perdón a Eren por ser injusta con él, pero Eren le había respondido torpemente y no se disculpó con ella por ser un insensible… Pero la rubia, ya más madura después de que Eren la hiciera reaccionar con esa discusión, entendía que el chico de ojos intensamente verde simplemente era así. No era un desalmado, sino que era su forma maravillosa de ser porque era una persona inmadura pero pura de corazón. Sin maldad.
—¿Estás segura en Hanasaki? Después de lo que pasó quizá seria mejor que Jean Otus te reaccionara otra misión.— Dijo Eren en voz baja.
—Estoy bien. Como sabes en Hanasaki hay un grupo de chicas que nos protegen a los estudiantes. Las conoces… Las HiMEs.— Dijo Historia, cuando parecía que la conversación sería más agradable. Ella le miró con desconfianza y recelo.
—Por favor… No seguirás resentida por lo que pasó con esa chica.— Eres giró los ojos. —Ya les expliqué que yo no tuve nada que ver con ese accidente que ella tuvo.—
—Pero tampoco hiciste nada por evitarlo.—
—¡Historia! ¡Ya te dije que no pude! ¡No pude! ¡Y fue mejor que se largara porque así dejaba de ser HiME y de exponer su vida innecesariamente!— Eren reaccionó colérico. Llamó la atención de la camarera quien, al estar lejos pensó que estaba rabiando porque tenía hambre y se tardaban en llevarle su pedido.
—…— Historia negó con la cabeza, bajando la mirada. —No reacciones así. Nos están mirando.—
—¿¡Y cómo quieres que reaccione si siempre me recriminas!?—
—¡No te he recriminado nada!—
—¡Entonces deja de verme como si fuera un maldito asesino!.—
—¡Tal vez…!— Pero Historia se cayó, porque no quería cometer el mismo error que hace unos meses. Estuvo a punto de gritarle que le era difícil dejarlo de ver como tal después de enterarse del accidente de la HiME de Eren donde él estuvo presente y no lo evito. También quería gritarle en el rostro que le costaba confiar en él sabiendo que tenía ese padre asesino que había planeado el atentado contra su familia. Tenía ganas de enrostrarle que quizá el gen del mal venía de familia pero Eren era jodidamente buena persona que no podía odiarlo y desquitarse con él. Historia se calmó, porque era la más sensata de los dos y porque una reina tiene que mantener la compostura. —Tal vez si conversamos como personas civilizadas, no levantemos sospechas de que ambos somos unos infiltrados en dos instituciones problemáticas.— Dijo apuntando disimuladamente a la camarera.
—Lo siento, no debí exaltarme. Perdón.— Eren bajo la mirada. —Es que sigue siendo un tema sensible para mi.—
—Lo sé. Te pido disculpas por hacerte sentir mal. Sé mejor que nadie que no tuviste que ver con lo que le pasó a esa HiME. Fue ese demente de Haine… ese ex Rebel.— La rubia no pudo evitar mostrarse rechazante hacia los Rebels.
—Tú crees que las HiMEs son… ¿Buenas?—
—No lo sé… Pero al menos creo que son más sensatas que los Rebels.—
—En eso tienes razón.—
—¿Conoces alguna HiME mala?—
—No personalmente. Pero sé de algunas que… terminaron con sus Rebels del peor modo.—
—Uh…— Historia le volvió a mirar a los ojos y le habló con sinceridad. —Espero que no te asignen una persona así. No me gustaría… Que te hicieran daño.—
—¿Eh? ¿Hablas en serio?— Eren sonrió burlonamente. —Pensé que querías verme destrozado por allí. Tirado en el piso.—
—¡Eren, por favor!— Ella lo miró conmocionada. —No vuelvas a decir algo así nunca más.—
—Okay.— Vio que la camarera se acercó con sus pedidos. —Ah, por fin…— Dijo después de que se fuera. —Ya se tardaba de más…— Alzó los hombros.
—¿Ves que tenías hambre? Pero eres testarudo.— La pequeña sonrió levemente. Tomó delicadamente el tenedor y comenzó por probar su pastel.
—Un poco. Por la actividad física.— Justificó él.
—Tal vez debería entrenarme contigo.—
—Mejor que no. Seguro que si Hanasaki encuentra a una chica en forma y con tus capacidades tácticas, terminan por alistarla como HiME.—
—¿Y eso sería malo?— Clavó sus ojos azules en los ojos del otro, prestando atención a cada signo de respuesta de Eren.
—Seria riesgoso.— Dijo con firmeza y preocupación. —Y no me gustaría que te pusieras en riesgo innecesariamente.—
—Lo entiendo…— Historia suspiró.
Cursaron una pausa silenciosa donde ambos prefirieron prestar mayor atención a sus alimentos e infusiones. Un par de personas entraron en la cafetería, seguida de un par más lo que generó más movimiento y vida dentro del negocio lo cual indicaba que la hora cercana al ingreso laboral o académico estaba próxima.
—Eren, quisiera hacer una pregunta que sé que me responderás con la sinceridad que te caracteriza.— Interrumpió Historia el silencio que se había hecho armonioso entre ambos. —¿Puedo?—
—Eh, está bien.— Asintió un poco confundido. Esperaba que no fuera nada muy comprometedor.
—¿Qué opinas de las HiMEs?—
—Yo…— El joven se quedó pensativo reflexionando sobre la pregunta de la rubia. Prefirió dar un sorbo a su café antes de responder. Era una pregunta compleja si lo pensaba bien. —Pues, creo que son personas buenas… Pero que actúan irracionalmente cegadas por una misión sin sentido.—
—¿Sin sentido?—
—Aham. Ahhh, pelear con otras personas hasta matarse a golpes. ¿No crees tú acaso que sea algo irracional?—
—Pues no sé que respuesta darte a eso.— Historia alzó los hombros, muy confundida. —Pero, ¿Y entonces qué opinas de los Rebels?— Le interrumpió antes de que el otro continuara desayunando. Quería respuestas de pronto aunque eso fuese el costo del desayuno de Eren. —Digo, eres uno de ellos aunque en el fondo no… Eh, pero debes tener una opinión más argumentativa  desde el interior de la condición ya que la respuesta que diste sobre las HiMEs corresponde más a una visión afuerina.
—Oye, sé que conozco algo de las HiMEs. No lo digas como si fuera un inculto…— Eren giró los ojos. —En cuanto a los Rebels, tengo la misma opinión sobre ellos que sobre las HiMEs. Gente que actúa desde una extraña manipulación sin un objetivo concreto. Personas que caminan a ciegas en la neblina.—
—Pero tú tienes cercanía con Rebels, ¿Opinas que ellos son personas irracionales y cegadas?—
—¿Qué es esto? ¿Una especie de encuesta para una tarea universitaria?— Soltó un suspiro, cruzándose de brazos.

Keep your ear to the shell, keep your ear to the shell
Stay on the path that leads to the well
There are many take the one that leads to the well, rescue rescue
Keep your ear to the shell, ear to the shell


Eren volvió a quedarse pensativo analizando a las personas que conocía y que eran Rebels. Pensó en Kaneki, quien era un chico demasiado ultra mega dementemente distinto a lo que se espera que sea un Rebel y eso lo hacía un caso especial. Era demasiado bueno para ser cierto. Después estaba el hermano de éste, Sho, quien en su forma enérgica de ser podría considerarse por excelencia para ser un Rebel pero Eren seguía  considerándolo bueno. Lo mismo con Oikawa, lo encontraba algo torpe y disperso para ser un Rebel pero eso no significaba que fuese un malo. En cuanto a Souji y Kaworu, esos dos eran ex Rebels y Eren consideraba que siempre estaban velando por sus amistades. Todos esos Rebels discrepaban de la imagen que seguramente tenía Historia de ellos. ¿Conocía otro Rebel? su círculo social en Rizembool era demasiado limitado como para ir más allá. Bueno, y estaba ese demente psicópata semi perro de Haine… Ése sí era un caso altamente peligroso y por donde se le viera era digno de ser Rebel.

—Historia, así como en Hanasaki con sus HiMEs, en Rizembool hay Rebels que son personas realmente buenas que seguramente están cumpliendo ese cargo por una necesidad superior más allá de la protección que pueden darle a su institución. De los dos bandos hay gente buena y gente mala.
—Ya veo.— La rubia asintió. Al ser una expectante del ataque de los Rebels a Hanasaki cuando mutilaron y asesinaron alumnos injustificadamente, le costaba trabajo pensar en que existían Rebels buenos. Pero tampoco era una persona tan cerrada de mente, al menos no como lo había sido antes, y tenía que aceptar que las palabras de Eren tendrían algún sentido.
—¿Y tú que opinas de las HiMEs? Pareces más cercana a ellas ya que estás en Hanasaki.—
—Ahhh, bueno.— Historia sonrió levemente. —Me parecen personas geniales con una alta disciplina y convicción. Me impresionó ver que para el atentado de Rizembool en Hanasaki ellas pusieron sus vidas en riesgos sin importar lo que pasara con tal de proteger a los alumnos. Creo que en Rizembool, si pasara que Hanasaki los ataca o algo, ellos actuarían desde el principio de atacar a las HiMEs pero no se molestarían mucho en proteger a los demás estudiantes.— Notó que Eren quería rebatirle. Eso le causó una mezcla de gracia y decepción. En cierto punto sentía que Eren se estaba involucrando más con esa gente aunque éste lo negara. —Lo sé, lo sé. “De los dos bandos hay buenos y malos” Me imagino que debe haber una HiME satánica y asesina sin piedad…— Historia puso los ojos en blanco.
—¡Ah!— Eren puso sus dedos índice cerca de su rostro, sonriendo divertido. —He escuchado rumores sobre una HiME psycho súcubo que decapitaba a los Rebels son sus tentáculos después de seducirlos.  ¿O eran tenazas y los fragmentaba? Se llamaba Temari o algo así… Dicen que ahora la convirtieron en una especie de amiibo como unidad de combate auxiliar.—
—¿tentáculos?— La rubia frunció el ceño muy confundida. —¡Eren, las HiMEs con tenazas o tentáculos no existen! Debes dejar de creer en esas cosas.—
—Ah, ya.. Bueno, quizá eso es fantasioso. Pero, debe haber una especie de maldición en esto. ¿Cómo así tengo un compañero llamado Yato que vende amuletos para repeler las vibras de esa HiME? Creo que son patrañas pero ¿Cómo así y le compran y tiene negocio con todo eso?—
—Porque hay mucha gente loca, Eren…—
—Quizá…—

06:00 A.M

Como cada mañana, Sebastian Michaellis iniciaba su día al salir el alba del sol. Ya a esta temprana hora del día se encontraba circulando por la mansión de los Lancaster ubicada en Tokyo. No le pareció dificultoso adaptarse a la nueva vida en Japón ya que felizmente había tenido la oportunidad de tratar con gente de Asia cuando cuidaba al señorito Ciel en la mansión Lancaster en Inglaterra.
Su amo desde sus tiernos años ya había iniciado actividad  comercial teniendo su propio emprendimiento personal y por tanto eso lo vinculaba con personas de distintas partes del mundo. Cuando el joven Ciel fue enviado por su abuelo, Lord Lancaster, a Tokyo para estar en la estadía de su hermano mayor en dicho país, por supuesto que Sebastian fue enviado con él para protegerlo y brindarle todo lo que el joven necesitase.
El hombre de cabellos oscuros, se detuvo frente una enorme puerta y golpeó un par de veces antes de entrar. Cuando abrió la puerta para ingresar notó que el señorito Lancaster aún estaba descansando bajo las sedas de su cama. Se aproximó a la recamara de su joven amo, con cuidado aproximándose a él y quitando con suavidad un mechón del cabello del menor de su frente.
—Amo Ciel, ya es hora de despertarse.— Le susurró con cuidado.
—Hm…— Ciel apretó más sus parpados cerrados, incómodo por ser interrumpido en su descanso. Se giró en la cama y le dio la espalda a Sebastian. —Aún es temprano.—
—Lo es.— Asintió. —Pero es tiempo ideal de ponerse en pie para alistarse y atender sus deberes.—
—…— Ciel lo ignoró.
—Hehe..— Sebastian sonrió divertido. Ciel era un niño después de todo. —Tengo preparada la tina con agua tibia. No se preocupe, señorito, yo lo llevaré con suma delicadeza y le daré el baño matutino.—
—N-No.— Ciel gruñó desde su posición. —No necesito que me asees como a un bebé. Puedo hacerlo solo.— él soltó un suspiro. se sentó en la cama con dificultad. —Yo lo haré, me tomaré mi tiempo, pero lo haré.— Lo miró seriamente. —Te sugiero que vayas a ver que es lo que necesitan mis hermanos. Si bien eres mi mayordomo personal, es indispensable que te comparta con ellos pues ninguno ha contratado un servicio personal y… Son inútiles todos.— Dijo Ciel, sin suavidad.
—Creo que todos ustedes fueron criados como pequeños príncipes.— Sebastian mantuvo su sonrisa traviesa, que daba la impresión de ser un tanto burlona. —Por eso los señoritos Lancaster necesitan de nosotros todo el tiempo lo cual es un honor.— hizo una reverencia. —Cumpliré con su orden, mi señor.—

El mayordomo se despidió con cordialidad de su joven amo y se retiró de la alcoba solo cuando se aseguró de que Ciel se puso de pie. De todos modos le ayudó en ponerse la bata para ir al cuarto de baño.
Como había estado en la cocineria mucho más temprano, fiscalizando que el cocinero que habían contratado, un joven llamado Takumi “Fabrizzio” Aldini a quien nadie le tenía fe por ser un estudiante de gastronomía aún, estuviera preparando cada menú y dieta especial de los Lancaster tal cual como ellos exigían, Sebastian podía descansar en que esa parte del proceso de cada mañana estaba cumplido. Él mismo no le había tenido mucha confianza a ese muchacho de cabellos rubios con un marcado acento italiano pues tenía entendido que era recién un estudiante de Gastronomía Internacional en Rizembool y conociendo lo caprichosos que eran los Lancaster le veía un mal destino. Pero según le había comentado el señor Vincent Lancaster, había sido aprobado después de tener que lidiar con el estrés de la cena que habían preparado para el cumpleaños de Ciel hace un tiempo atrás en esa misma mansión. Aunque Aldini haya recibido el visto bueno y pudiese estar tranquilo con la noticia, de todos modos lo encontraba constantemente estresado. ¨¿Qué pasa si convino mal estas hierbas y no le gustan a los señores?¨  ¨¿Alguno es celiático o está tan enfermo como para tener esas dietas?¨ ¨¡Ah, señor Sebastian, ¡Voy a llegar tarde a mi clase y creo que voy a colapsar con los gritos de la amiga de la señorita Alice!¨ ¨¿Por qué hay pocos empleados en las mansiones Lancaster? Es medio raro…¨ Muchas veces el mismo Sebastian tenía que quitarse sus guantes blancos, remangarse las mangas de su traje oscuro y ayudar al joven muchacho. Afortunadamente Aldini era bueno en su oficio, por lo que no era demasiado trabajo el que Sebastian tenía que hacer.
Como la cocina estaba controlada desde temprano, Sebastian fue a obedecer la orden de su señor: atender a sus otros hermanos. Entendía que Edward estaba de retorno en Inglaterra para  continuar con su servicio militar después de sus breves vacaciones, eso era buena noticia ya que Edward Lancaster era el más complicado de todos. Los otros hermanos Lancaster también se encontraban en Inglaterra, ¿Entonces? ¿El joven Cain? ¿El joven Henry? Entendía que ellos hace poco se habían comprado su propia propiedad para cada uno en Tokyo. Aunque…
El hombre pasó por las alcobas a ver si se había quedado Henry en una de ellas. Ese joven, pese a que su abuelo y su hermano lo obligaban a desprenderse de su familia, seguía quedándose en la mansión principal de los Lancaster en Tokyo. No lo encontró en las alcobas que revisó en ese corredor. Sebastian estuvo a punto de bajar por las escaleras cuando se percató al ver por uno de los ventanales que el señor Vincent Lancaster se encontraba en el jardín analizando sus plantas.
—…— El pelinegro lo observó ligeramente. Vincent Lancaster le parecía un sujeto agradable y sensato, pero sentía que era demasiada responsabilidad para él lidiar con todos sus sobrinos. El señorito Ciel era tranquilo y bien instruido, pero eso no quitase que de vez en cuando hiciera sus ¨berrinches¨ y no necesariamente por ser un niño… Los hermanos mayores tenían la misma conducta. Para Vincent ser ¨la mamá gallina¨ de todos esos chicos debía ser desgastante. —Bueno, lo dejaré un poco más allí antes de avisarle que vaya al comedor para desayunar… Entre que se distraiga con la herbolaria a que se sirva una copa de vino para ¨relajarse¨ prefiero lo primero, kufufu.— Río burlón.
Continuó con su camino pero antes de bajar las escaleras pasó por la biblioteca y tan siquiera asomarse sintió la mirada angustiada de alguien que parecía ser descubierto en el acto más macabro… Era Henry, al fin, escurridizo y evitativo como siempre.
—Señorito Henry, muy buenos días. Que dicha ver que se ha quedado la noche anterior con sus familiares.—
—…— Henry asintió. No sabía si por saludo o por gesto afirmativo. Posiblemente el rubio se sentía demasiado cohibido de ser descubierto en la mansión, dándose a entender que le causaba dificultades quedarse solo en su propia propiedad.
—Como de costumbre, inicia su día más temprano que el resto de sus familiares. Que hermoso sería que el señorito Ciel imitara a su hermano mayor.
—Eh…— Sonrió tímidamente, desviando la mirada. Pensó que Ciel estaba muy bien siendo distinto a él.
—¿Se queda para desayunar?—
—No. Debería irme ya.—
—Oh, está bien.— Asintió.
—Gracias por siempre cuidar de Ciel, señor Michaellis.— Henry se puso de pie y comenzó a caminar hacia la salida. De pronto se vio interceptado por Sebastian quien le bloqueó el camino, éste llevó sus manos a la camisa del rubio. —…—
—Si me permite.— Amablemente, comenzó a acomodarle correctamente el cuello de la camisa, seguidamente le corrigió el nudo de la corbata. —Ya está.—
—Gracias. Justo tengo que estar bien presentable para la exposición del trabajo hoy en clases.—
—¡Henry!— Vincent Lancaster apareció de pronto, algo precipitado.
—¿Si?—
—Aw, que bueno que estás aquí aún. ¿Pensabas irte sin compartir una taza de té con tu tío?—
—No quería importunarlos.—
—Oh, ¡Pero qué cosas dices!— Vincent meneó una mano en el aire, despreocupado. Miró al mayordomo. —Sebastian, ¿sientes que Henry importuna?—
—En absoluto, mi señor.—
—¿Ves? Además no puedes perderte el maravilloso té que Sebastian ha traído desde Sri Lanka. Es una privilegio.—
—Bueno, me quedaré.— Henry asintió.
—Perfecto. Vamos a sentarnos a la mesa mientras esperamos que Ciel y Alice lleguen.—
—Ahám. Y Cain.— Dijo Henry, llegando al lado de su tío.
—¿Cain?— Vincent se vio sorprendido.
—¿El señorito Cain está aquí?— El mismo Sebastian estaba sorprendido de conocer esa noticia. No lo vio ayer y cuando Sebastian hacía sus rutinas nocturnas para espiar que todo estuviera bien, tampoco lo había notado.
—Sí. Se quedó esta noche. Vino a buscar unas cosas pero se le hizo tarde.—
—Oh— ¨y no sabe manejar. Así que no le quedó de otra que quedarse al ver que nadie lo podía llevar¨ pensó Sebastian, recordando lo poco realizados que podían ser los muchachos Lancaster en algunas cosas. ¨Seguramente sabía que si pedía un Uber esto delataría su presencia¨ —Iré a ver si el joven Cain necesita de mis servicios.— Dijo un sonriente Sebastian.
—Lo esperamos en el comedor.— Indicó Vincent, llevándose consigo a Henry.
Mientras Sebastian caminaba al encuentro de los otros Lancaster, recordó tiempo atrás cuando todos ellos eran menores. Recordaba que cada uno de los hijos de Sir Richard Lancaster tenía su propio mayordomo, él siendo desde muchos años el mayordomo exclusivo de Ciel. El mayordomo de Henry, si bien tenía sus diferencias de opiniones con Sebastian, él admitía que aquel profesional había sido bastante fiel y educado con su señor pero el abuelo lo había despedido en la adolescencia del rubio pues fue enviado a temprana edad al servicio militar y el patriarca de la familia consideraba que Henry debía hacerse independiente y fuerte por si solo y que no lograría nada si estaba su mayordomo para sacarlo de apuros todo el tiempo. Después estaba la interminable fila de mayordomos que iban y que venían con Edward Lancaster, al ser el más caprichoso y exigente de los hermanos despedía a diestra y siniestra a los pobres mayordomos e incluso muchos de ellos terminaban renunciado por salud mental al no soportar las humillaciones y vejaciones a las que eran sometidos. Richard, el hermano mayor de los Lancaster, o como prefería llamarse por su segundo nombre: Cain, había tenido un servicial y bien instruido vallet personal quien también era su mayordomo. Esto había sido por años y Sebastian entendía que Cain y Ciel se parecían en cuando a acostumbrarse a una sola persona y no ser tan problemáticos como Edward… Pero a Sebastian le llamó la atención como esa relación de señor y mayordomo que parecía más a pintar a una amistad, había terminado abruptamente en un despido injustificado de parte de Cain hacia aquel joven llamado Riffael Raffit.
Sebastian mismo había ayudado a Riffael a abordar el coche que lo llevó al aeropuerto para volver a su natal Birmingham.
Los señoritos Lancaster estaban cambiando, y Sebastian quería quedarse con ellos hasta ver que esos pequeños reptiles salieran de sus cascarones para ver que clase de semillas de discordias sembraban.
El mayordomo se detuvo frente a la puerta de la alcoba que antes solía ser del hermano mayor de su señor Ciel. Tocó despacio y pidió permiso antes de entrar al no  recibir respuesta. Encontró al joven Cain recostado en la cama, parecía dormido, pero se notaba que se había levantado temprano pues tenía la ropa cambiada y se notaba muy aseado como era de costumbre en él. Seguramente al ser muy temprano aún se había recostado nuevamente y sucumbió al sueño.
—¿Señorito Cain?— No tuvo respuesta. Intentó otra vez. —¿Señor?—
—¿Hmm?— Cain comenzó a despertarse. Poco a poco consiguió hacerlo con dificultad. Notó a ese hombre allí lo cual le incomodó, lo miró levemente sin expresión. —¿Pasa algo?— Pensó que lo requería para un documento o algo así.
—No. Nada.— Le sonrió. —Golpee antes de entrar pero no hubo respuesta. Sólo venía a invitarlo a desayunar con su familia.—
—…— El joven se sentó en la cama, sigilosamente se llevó una mano al rostro cubriéndose su frente.
—¿Está bien.—
—Sí.— Dijo suavemente.
—…—
—Sólo tengo un ligero dolor de cabeza.—
—¿Desea que le traiga alguna medicación del botiquín?—
—Ok.—
—Luce algo pálido. ¿Me permite…?— Se acercó a él para analizarlo de frente. Cain era muy pálido desde niño, pero se le notaba más allí y algo ojeroso incluso. Le tomó la temperatura. —Parece que no tiene fiebre, pero me impresiona que pueda padecer un resfriado. ¿Se inyectó para evitar el resfrío? Entiendo que hay un operativo de vacunación en Rizembool.—
—No me iré a vacunar. No tengo tiempo.— Dijo él, colocándose de pie. —Con la farmacología estaré bien, gracias.— Hizo un gesto afirmativo, sin muchos ánimos, y se fue a encerrar al baño. Un par de minutos después salió listo de su nuevo aseo y vio que Sebastian aún aguardaba. —…—
—Oh, dirá mentalmente ¿Qué hago aquí en vez de ir por el joven Ciel? Pues, el señorito Ciel necesita aún más tiempo para sí mismo cuando no soy yo el que lo viste y alista.—
—¿A Ciel aún lo visten?— Cain alzó una ceja, entre extrañado, rechazante y, a la vez, burlesco de un modo disimulado.
—A veces necesita ayuda, mi señor.—
—Es un niño.— Negó con la cabeza.
¨Sí, y seguramente ustedes son muy maduros.¨ pensó malévolo Sebastian. —¿Nos vamos?—
—Sí.—
Sebastian encaminó al joven Lancaster a medio camino pensando que él no tendría dificultad en llegar al comedor pues conocía donde quedaba. El mayordomo fue por Ciel y felizmente este estaba listo al fin aunque… Sebastian tuvo que quitarle el blazer de la escuela y colocársela otra vez pues estaba al revés (…) después de esto salieron de la alcoba.
—¿Ya terminaron de vestirte, ¨bebé¨?— Dijo de brazos cruzados, apoyada la espalda en la pared, y  con los ojos cerrados.
—…— Ciel miró con autentico odio a esa persona. —¿Qué haces aquí? ¿No tienes tu propia casa para quedarte solo y amargado como te gusta?—
—Hm…— Cain se inclinó un poco hacia su hermano menor quien le miraba con rencor. Lo observó indiferente. —¿Me dices amargado a mi? Irónico…—
—…— Ciel no le bajo la mirada. Estaba acostumbrado a las burlas de Edward porque era un odioso, de los cuidados excesivos de Henry hacia él porque era sentimental pero… Cain era toda una contradicción. Le costaba mucho interpretar a su hermano mayor. Cain con suerte le dirigía la palabra, desde siempre, incluso en su mejor periodo cuando era más ¨sociable y amable¨ tal vez por la diferencia de edad (si bien el otro no era ningún anciano) pero Ciel siempre sintió que el mayor le ignoraba como todo adolescente a un niño y eso persistía. —Sebastian, ¿podrías decirle a este señor que me permita el paso? Si bien sabe, tengo asuntos de negocios familiares que atender antes de asistir a mis clases por lo que ese crucial que no me atrase con su presencia.—
—Veo que te estás convirtiendo en todo un señor.— Estaba al tanto de la educación superior que Ciel recibía y como le estaba yendo bien en sus negocios. —Le felicito, señor conde.— Cain le revolvió el cabello, sonriendo travieso, seguidamente le tocó la punta de la nariz, casi afectuoso como un hermano mayor puede ser con un hermano menor. —Te felicito, pequeño hermano. Has logrado mucho.—
—¿E-Estás bien?—Ciel se apartó un poco de su hermano, mirándolo con sospecha.
—El señorito Cain está enfermándose, señorito Ciel.— Dijo Sebastian, sonriendo enormemente. —Posiblemente esté incubando un virus de resfriado el cual tendrá su eclosión por la noche.—
—Eso explica todo.— Ciel suspiró.
—¿Tengo que estar enfermo para ser agradable contigo?— El mayor volvió a observarlo con su habitual indiferencia y una postura distante, aunque en su tono de voz se notaba que estaba algo ofendido por la reacción de Ciel. —Según recuerdo, eres tú el engendro apático y poco afable. Lo más lógico es que yo me sienta enfermo por tu actitud pseudo madura que tienes en la actualidad…—
—¿Perdón?— Trató de interpretar el rostro de su hermano para entender si estaba molesto con él o lo estaba molestando. Era tan serio que podía definir que Cain estaba siendo cruel con él, pero… estaba sonriendo provocadoramente, por lo que en definitiva lo estaba molestando para alterarlo. ¿Era una especie de prueba impuesta por su hermano mayor? —¿Te parece de dudar que me cause suspicacia tu presencia? Eres el más extraño y distante de nosotros. Cuando eras más niño solías mostrarse como el hermano mayor ejemplar y protector y fingir aprecio por nosotros… y por el resto de la sociedad. ¿Era parte de tu papel en nuestra familia, cierto? Bueno, hoy en día supongo que eres el auténtico tú.— Ciel tomó una breve pausa. —No sé que es más cansador, si el ¨Richard¨ caritativo y participativo de hace unos años o el ¨Cain¨ espectral de ahora.—
—…— Quedó estupefacto por las palabras de Ciel. Mantuvo los ojos abiertos enormemente. Realmente no se esperaba que su hermanito pequeño fuese insolente con él. Con el resto sí, pero con él no. Bueno, tal vez sí lo había descuidado. —Ehhh.— ¿Y qué le podía decir a un niñato de su edad? Contestarle era rebajarse y no contestarle era faltarle el respeto. ¿Desde cuándo Ciel se había vuelto complejo? O bien él no se había dado el tiempo de notar y conocer a su pequeño familiar.
—Jóvenes señores, ¿Les parece si acompañan a su encantador tío en el desayuno?— Interrumpió Sebastian, antes de que su joven señorito terminase desafiando a su hermano mayor sin lograr nada bueno.

A Sebastian siempre le había parecido que Ciel era muy idéntico a su hermano Cain no sólo por el gran parecido físico que los dos hermanos poseían. Siendo ambos de cabellos oscuros, facciones finas y ojos llamativos, guardaban mucha similitud entre ellos. A diferencia del resto de los hermanos los cuales tenían marcados los rasgos Lancaster siendo todos muy rubios y de ojos calipsos. Fuera de lo físico, en personalidad eran muy parecidos ya que ambos eran más del estilo sombrío, solitario y melancólicos en privado versus a su faceta más “integrativa” en lo social para ganar beneficios con sus contactos sociales. Los dos podían fingir muy bien. Por otro lado, para el mayordomo era algo poco usual ver que los dos discutieran. Era Edward, ese engendro del mal, que siempre acosaba al resto para terminar sembrando discordias, y su víctima predilecta siempre era Ciel al ser el más pequeño de los hermanos. Pero Ciel y Cain jamás discutían entre ellos. Solían llevarse relativamente bien.
Entendió entonces que su joven señorito estaba sentido con el mayor de los hermanos Lancaster.
Poco más y Sebastian había terminado llevándolos a la fuerza al comedor. Allí los instaló en sus sillas. Sentados ya se encontraban el señor Vincent, el joven Henry y la señorita Alice que terminaba de mirar asesinamente a Henry aunque este no le haya hecho nada al parecer. Era de esperar que Vincent recibiera a  todos esos críos emocionado y feliz de tenerlos ante su presencia.

Sebastian se ubicó de pie detrás del asiento de su señorito Ciel. Mirando con atención a todos los presentes y curosiando entre los diálogos de cada uno.

07:00 A.M

La llovizna mañanera había empezado a caer a esa hora del día, suave y serena que lograba ser conciliadora del lío mental que la joven tenía. Kana se encontraba observando a través de la abierta puerta corrediza que daba hacia uno de los jardines del templo de Yato, estaba distraída viendo como las gotas de lluvia caían y salpicaban dentro del estanque. Cerró sus ojos por unos instantes para distraerse con ese agradable sonido.
La peliblanca recordó brevemente un pasaje de su pasado, a ella misma usando el uniforme escolar de Hanasaki mientras esperaba que la llovizna de una mañana de otoño terminase de caer. Ella se encontraba refugiada dentro de un Starbuck que permanecía abierto las veinticuatro horas del día y bebía un americano triple a la espera de que la lluvia terminara para poder ir a clases. Se recordó con los audífonos de su celular puestos y escuchando una canción de The Beatles, despreocupada y tranquila. Añoraba esos tiempos, donde si bien tenía la presión de ser HiME desde entonces, no tenía los conflictos que tenía en el presente.
En esos años sólo era HiME. No recordaba que era de su vida anterior más que sus estadías en hogares temporales de residenciales de menores. Por eso lo había borrado y era feliz estando en Hanasaki, donde sentía que estaba su hogar. Tenía a su mejor amigo Cain que la acompañaba a donde fuera aunque las locuras de Kana diferían mucho de las típicas actividades estructuradas y aburridas de Cain. Pero él la acompañaba y respaldaba. Kana tenía su familia, a quienes conocía poco pues su medio hermano Ryouta la contactaba a través de Facebook y Kana prefería no involucrarse mucho. Fuera de ello, todo era tolerable.

¿Qué pasaba hoy en día para que se sintiera con tantas contracciones mentales? Era HiME, como en esos años. Tenía a Ryouta más cerca, pero ahora él estaba cambiando. Cain la había vetado de su vida porque la habían hecho pasar por muerta y cuando despertó de su estado de coma ella no lo contactó. Había perdido tres años de su vida, TRES, estando en un estado de coma. Ahora la habían insertado en la escuela y le estaba costando mucho adaptarse. No porque no entendiera la materia, sino porque sentía que estaba en el lugar incorrecto.
Sentía… Sentía que Hanasaki ya no era su hogar.
Pero si no pertenecía a Hanasaki ¿A dónde podía pertenecer?

—Hey, girl.— Yato apareció en la sala. Consigo traía dos tazas de té recién preparado. —Ten.—
—Gracias.— Kana recibió la taza, tomándola con cuidado. El vapor del líquido caliente le reconfortó al calentar sus frías manos.
—Se supone que tú eres la encargada del té… y de otras cosas en el templo.—
—Lo sé, lo sé. Todavía tengo que pagar el monumento sagrado que destruí hace meses… y el altar milenario que tricé hace una semana… Uh— Se encogió de hombros.—
—Pero bueno, queda mucho tiempo para que termines de pagarlo así que hoy seré servicial contigo porque te mereces un agasajo después de tanto estrés.— Yato se sentó en frente de ella. Contempló la lluvia y se sintió en paz. —Tu amigo el marginal bebe mucho café. No quiere estar conmigo pero anda por allí deambulando en la lluvia con un jarro de café en mano.—
—¿Ya está despierto Mihael?—
—Ahá… De hecho, nos amanecimos jugando playstation hasta que se cortó la luz.— El peliazul bajo su mirada. —Tengo que pagar la luz.—
—Oye, pensé que te iban más las velas y esas cosas de gente vieja que vive en templos.—
—Más respeto.—
—Ahhhh, Yato…— Soltó un suspiro. Bebió un sorbo de té y volvió a hablar. —Creo que debería conseguir un trabajo real y no finguir que repeles espíritus malignos.—
—¡Ese es un trabajo real! Por siglos ha sido el oficio de mi familia.—
—Si trabajaras, no sé, de boletero en el cine… Hasta eso, ganarías más y podrías pagar la luz.—
—Oh, sí. Como si fuera tan sencillo. Además, aunque tuviera cinco trabajos no podría pagar las deudas de tus caprichos.—
—¿¡Eh!?— Kana lo miró con unos ojos enormes.
—¡Claro! El té más caro, el incienso más intenso, pagar tu deuda en la biblioteca porque te quedas con los libros.—
—¡Bueno! Quizá si me liberaras y me dejaras ser más independiente podría trabajar en algo decente en vez de ser una ama de casa aquí en este templo abandonado y pobre.—
—Disculpen que interrumpa su discusión marital…— Mihael apareció en la misma sala. —Pero el agua se está entrando por un agujero del techo del ala oeste.—
—…— Yato inmediatamente miró de modo acusador a Kana.
—Hey, yo no he hecho nada allí.—
—No lo sé, eres la única de los tres que tiene poderes incontrolables.—
—Se pudrió por el moho.— Articuló el rubio.
—Ah, no puede ser.— Yato negó con la cabeza, decepcionado. —Creo que tendré que cambiar el techo. Tendré que faltar a clases hoy para dedicarme a eso.—
—Pero tienes examen.— Kana lo miró seriamente.
—Pero se va a mojar todo.—Argumentó el de ojos azules.
—Mihael podría hacerse cargo de eso. Tú y yo tenemos compromisos en la universidad. Mihael… Es un vago. Tiene más tiempo libre.—
—Oye, yo no me voy a hacer cargo de la manutención de esta pocilga. Yo no pedí venir aquí.— Se quejó el rubio. —Ésta me obligó a que me quedara.—
—¿Y querías que te dejara en la calle en medio de la lluvia? Ni que fuera tan desalmada.—
—HAHA.— Yato soltó una carcajada.
—¿Qué te da risa, idiota?— Mihael lo miró con rencor.
—Es que suena como si Arima hubiera recogido un perro callejero en contra de su voluntad y éste quiere escapar.—
—Hehe…— Kana rio un poco. Pero vio que a Mihael no le causó risa. —Ya, si no quieres hacerlo no lo haces. No queremos que te sientas presionado y te vayas.—
—Debo secundarla. Me agrada que estes aquí.— Yato alzó el pulgar en forma de aprobación.
—A ti te gusta que cualquiera se quede con tal de que esta pocilga abandonada tenga algo de ¨vida¨— Miró con asco de un lado a otro, despreciando el templo.
—¡Otro más!—
—Ok, ok. Voy a arreglar el puto techo, pero no me jodan más.— Mihael puso los ojos en blanco. Luego se largó.
—Hehe, me agrada tu amigo delincuente.—
—Eh, no es un delincuente… Sólo es algo antisocial de vez en cuando.—
—Bien. Como se hará cargo de eso, es hora de que nosotros vayamos a clases.

Kana y Yato terminaron de beber el té y fueron a buscar sus cosas para irse a clases. Bajaron por el bosque juntos y luego cuando llegaron a la carretera cada uno tomó la dirección opuesta que les llevaba a Hanasaki y Rizembool respectivamente.
Después de pasar las primeras dos horas de clase del primer bloque, por fin se podía salir de la sala. Kana se sentía levemente orgullosa de poder haber resistido dos horas enteras en el salón sin escaparse de la clase por sentirse agobiada. Tal vez estaba avanzando en ese aspecto.
Salió a despejarse a los jardines de Hanasaki, a la zona del bosque más alejado específicamente. Había estado dos horas en clases pero no volvería para el siguiente bloque porque ya había sido suficiente. Ella se lanzó sobre la hierba que ya estaba seca tras la llovizna de hace unas horas atrás, miró hacia el cielo y se quedó allí un buen rato contemplándolo. Como la luz comenzaba a hacerle arder la visión, se cubrió los ojos con el antebrazo.
Nuevamente los recuerdos la invadieron, pero al menos no eran tan caóticos como los de los últimos días. Rememorar sus recuerdos pasó a segundo plano cuando pensó fugazmente en su calidad de HiME y que, aún a esas alturas, no tenía Key ni podía controlar sus poderes. La única que le rendía era su arma la  cual podía usar bien. Pero de lo otro, era un asco. Y ni hablar del maldito Child, que suponía que ni existía. “Murió antes de nacer” pensó.
—¡Arima-chan, te encontré!—
—Ohh.— Kana se quitó el entrebazo de sobre sus ojos y miró con pereza al joven peliblanco que la miraba. —Walker, perdón por no volver…— Porque Allen estaba con el compromiso de hacerse cargo de ella y la peliblanca no era fácil de lidiar. —Salí porque me sentía un poco mareada.—
—Ahh, comprendo. Pero sería bueno que, cuando te sientas así, me digas para acompañarte.— Le sonrió confortablemente. Luego la miró con atención, el cabello largo y blanco de la chica estaba esparcido sobre la hierba y parecían rayos de sol. —¿Aún estas preocupada por sus poderes?—
—Así es.— Ella asintió. Se incorporó sentándose. —Y por algo más.—
—¿Qué?— Allen se sentó a su lado.
—Es que… No tengo Key. Quizá por eso tengo más problemas de los normales.— Le confesó. Pese al poco tiempo que conocía a Allen Walker le había agradado un aprecio especial y sentía que podía confiar en ese chico.
—¿Puedo preguntar qué pasó con tu Key de hace años?— Como Allen la venía conociendo más ahora, no tenía idea de su pasado.
—Ekk, él… Se fue. Tenía que hacerse caso de los negocios de su familia y no tenía tiempo para eso.—
—Ohh.— Allen la miró con atención. —¿Tampoco puede venir de vez en cuando?—
—No. Está muy ocupado. Y bueno, no tiene compromiso conmigo… Eramos amigos de adolescentes pero nada tan fuerte al parecer.—
—Lo lamento.— Dijo el peliblanco, pensativo. —Tal vez puede que eso influya pero no es nada insuperable. Puede que en adelante consigas otro Key o bien ser una HiME sin Key. Creo que he escuchado de casos pocos de HiMEs que no han necesitado tener un Key.—
—Eso suena genial.— Abrió los ojos con emoción, abrazando sus piernas. —Como una HiME empoderada.—
—Haha, algo así.— Allen sonrió.
—Ahhh, Allen. Gracias por siempre subirme el ánimo.—
—No tienes por qué agradecerme. Además es un placer. Me gustaría poder ayudarte más, por eso estoy estudiando sobre tu poder y capacidad. Si averiguo algo más te lo diré para que puedas fortalecer las debilidades que tengas. También me gustaría que fijáramos un día más que el jueves para que entrenes. Así observo tus acciones y puedo hacer un estudio sobre consejería para ti.—
—Bueno… Creo que puedo hacer eso.—
—Genial.— Asintió. Luego se puso de pie y le ofreció una mano a su amiga. —¿Volvemos a clases?—
—Está bien.— Aceptó su mano y se levantó. Allen le había trasmitido la tranquilidad que le hacía falta. Ambos volvieron a clases después de aquella reconfortante charla.

16:00 PM

A esa hora el último bloque de clases de Eren había terminado hace una hora y estaba haciendo hora para empezar su entrenamiento de boxeo. Desde la consejería de Rizembool le habían indicado realizar algún deporte que fuese en equipo pero a Eren no se le ocurría uno que realmente le animara y los que le llegasen a llamar la atención estaban sin cupos en sus equipos.
Había escuchado a Oikawa hablar de su club de volley pero se notaba que era un equipo de prestigio porque estaba sobre copado. Entonces, si Eren se unía estaría en la banca por siempre… y no se veía siendo eterno reserva.
Así que de momento aún estaba en el club de atletismo y el de box, tenía que decidir entre uno de los dos porque le quitaban mucho tiempo además de las exigencias de las clases que llevaba pero no quería hacerlo aún.
Cuando se hizo la hora él ingresó en el gimnasio y comenzó a calentar con la cuerda dando saltos rápidos. El entrenador le daba unos consejos y luego éste mismo le indicó que subiera al cuadrilátero a practicar con un compañero de club.

—Jaeger, cubre tu rostro.—
—S-sí.— Respondió con dificultad, evadiendo los golpes de su contrincante. El otro sin duda era muy bueno. Eren hubiera preferido seguir con la cuerda pero ese entrenador siempre lo presionaba a más.
—No seas gallina, Jaeger. ¡Da un maldito golpe que tu compañero no se va a desmayar!—
No es que no quisiera golpearlo. ¡Pero era difícil darle a alguien que era profesional en la disciplina. Por suerte comenzó a lograr llegar a él, pero de un golpe que le atinaba el otro le daba unos tres. Además su rival parecía obsesionado por golpearlo en el rostro lo que hacía que Eren se cubriera más que atacara. Eren estaba enfocado en tratar de darle un golpe en la quijada cuando por la vista periférica notó que desde el público alguien lo observaba con preocupación… Lo cual era muy raro ya que nadie se preocupaba por Eren en Rizembool (…) el joven cometió el error de mirar hacia esa dirección de lleno y fue en eso que el rival, experto en la materia, le acertó un golpe en el ojo izquierdo mandandolo a caer sobre el cuadrilátero.
—¡EREN!— Gritó Historia, llevandose las manos al rostro al ver el tremendo golpe que el otro recibió.
—¡Estúpido Jaeger que no sabes hacer nadad bien! ¡¿Qué acaso no me escuchas los  consejos?!— Gruñó el entrenador, de pie al lado del caído y con los brazos en jarra mirándolo con rencor. —¡Te digo que ataques y esquivas! ¡Te digo que te cubras y pajareas! ¡Inútil!— Luego miró hacia la persona que había gritado. —¿Eh? ¡No se aceptan observadores! ¡Está en el letrero de la puerta!— Movió a Eren con el pie. —¡Jaeger canalla por qué traes a tu novia aquí! ¿Qué no me escuchaste cuando te dijes las reglas del gimnasio donde está prohibido traer novias? ¿Es que acaso no…? ¡BAH! ¿Para que desgasto saliva en ti si no escuchas nada?—
—Entrenador, no se le puede pedir mucho al afuerino. Es un perdedor.— Dijo que chico que lo tumbó. Luego miró que la chica rubia se acercó al cuadrilátero a pesar de los gruñidos del entrenador. —Un momento… ¿El perdedor tiene novia?— Quedó en shock.
—¡Jaeger levántate que estás ensuciando mi piso!— Dijo el entrenador.
—Por favor, dele unos minutos… Recibió un gran golpe.— La rubia se arrodilló a un lado de Eren, tocando su rostro con delicadeza.
—Gracias.— Dijo el chico que era el rival de Eren.
—Auh…— Balbuceó Eren, recuperando la consciencia de a poco. 
—¿Eren? ¿Estás bien?—
—¿Historia?— Dijo abriendo los ojos con dificultad. —¿Qué haces aquí?—
—Hey niñita, ¿No escuchaste cuando dije novias NO? Debes retirarte ahora mismo.
—Ven, bajemos para que pueda verte mejor en casa.—
—Jaeger, ¿Es tu novia? Es muy linda…—
—NNno..— Murmuró con vergüenza. Luego miró con desaprobación a la rubia. —¿Qué haces aquí? Te dije que no vinieras nunca.—
—Niña que… ¡Ah, tampoco me escuchas! ¿Es que nadie aquí me escucha?—
—Señor…— Historia, pequeña y dulce como era, alzó el rostro con esos hermosos y angelicales ojos azules de los que era dueña… Pero no lucía vulnerable y sumisa. Era un témpano de hielo puro. —Deje de gritar de una maldita vez.—
—…— Y todos en el gimnasio se quedaron paralizados. Ese viejo no se callaba con nada y aquella pequeñita lo había hecho quedar petrificado.
—Ven.— Le susurró a Eren. Éste le hizo caso, primero porque ya no quería estar allí escuchando a nadie, segundo porque estaba siendo humillado por todos lados, y tercero… porque si Historia había llegado hasta allí debía ser por algo importante.
Historia le ayudó a reincorporarse y a bajar del cuadrilátero. Ambos se retiraron del gimnasio y salieron hasta las afueras de Rizembool donde se sentaron en una banca. La rubia comenzó a limpiar el rostro hinchado y marcado del chico con un pañuelo y alcohol.
—No tienes por qué venir aquí. Un mensaje de texto bastaba.—
—Te mandé seis… No respondías. Jean Otus quiere vernos y le pedí si podía salir a tomar algo de aire, él dijo que aprovechara de venir a buscarte aquí.— Explicó con calma. —No me interesaba venir a Rizembool, precisamente.—
—Ese irresponsable de Otus.— Eren soltó un suspiro, resignado. —Más le vale que sea algo importante. Vamos.—
Casi una hora después, Eren y Historia llegaron al cuartel del rubio. Jean Otus como de costumbre estaba en su escritorio revisando unos papeles mientras bebía café y fumaba un cigarrillo. Cuando los vio entrar, apagó el cigarrillo por respeto a Historia.
—Señor Otus, aquí estamos.— Dijo Eren.
—Señor Jaeger, su majestad.— Los saludó. Posteriormente se quedó pegado mirando a Eren. —Señor Jaeger, ¿Qué le pasó a su rostro?—
—Entrenando con los Rebels…—
—Ah.— Asintió. —Comprendo.—
—…— Historia se quedó callada. Suponía que para Eren era humillante ser derrotado por un compañero común y corriente de club.
—Los llamé para darles información que es enviada desde la cede principal en Inglaterra. Por favor, tomen asiento.— Indicó ofreciendo los asientos frente a su escritorio. Los dos jóvenes obedecieron. —Refieren que la investigación ha avanzado favorablemente.—
—¿Puedo dejar de ser Rebel entonces?— Interrumpió Eren con ímpetu.
—No. De hecho piden que sigas allí y desarrolles más a fondo tu papel.— Explicó el rubio con su mirada clásica.
—Uh.— Eren se ofuscó.
—Pero,— Continuó Jean. Ahora miró a Historia. —La central pide si se puede hacer una excepción especial. Ellos piden con todo respeto si su majestad puede indagar en Hanasaki sobre las personas que han perdido su vida en Hanasaki y sobre todo las desaparecidas. Si existen HiMEs que hayan sufrido una de estas dos consecuencias o HiMEs que no conozcan sus origenes para ver si existen familiares que las estén buscando.— él la miró con atención. —Está en su derecho si no desea involucrarse. La organización pensó en usted porque es una persona sumamente inteligente.—
—¿Qué? ¿En serio quieren que Historia se involucre? No creo que sea una petición sensata.—
—Lo sé. También cuestioné y rebatí, pero piensan que ella puede aportar bastante. Pero los riesgos son enormes…—
—Quiero ser parte de esto.— Dijo Historia, cien por ciento convencida.
—No. No puedes.— Dijo Eren, encarándola.
—Eren, me están preguntando libremente a mi. No creo que seas el dueño de mi vida para decidir por mi.—
—No. No soy tu dueño pero esto te pone en riesgo y seremos nosotros quienes tengamos que lidiar con eso.—
—No soy tu carga.—
—¡No te estoy diciendo eso!—
—¡Vas a gritarme de nuevo!—
—Niños, no se peleen.— Dijo Jean, con tranquilidad. —Su majestad, escucharé lo que usted me diga y acataré.—
—Gracias.— Ella le sonrió dulcemente. —Jean, primero que todo quiero que me llames por mi nombre. Sin formalidades.—
—Como guste, Historia.—
—En cuanto a la proposición de la organización. La acepto.—
—Gracias.— Asintió.
—Gracias a ustedes.— Historia manifestó.
—…— Eren era el único que estaba molesto con esa reunión.

Wonderful wonderful, wonderful wonderful
Motherless child I am with thee, thou wast never alone
Maybe I'm dirty, maybe I'm unworthy
Motherless child, can you hear me? I will give you a home
Wonderful wonderful, wonderful wonderful
Motherless child I am with thee, thou wast never alone
Maybe I'm dirty, maybe I'm unworthy
Motherless child, can you hear me? I will give you a home
You were never alone
« Last Edit: June 26, 2018, 04:08:59 PM by Kana »


Cho

Hola, vengo con un fic que había planeado hace un millón de años, finalmente llego a este punto de la historia, yay~ *dead* Lo divido en tres partes y he introducido a como cinco personajes en este fic, damn (...)

Icons, yay~ (?)

55.1.




Era otra tarde en Rizembool y los trabajos de investigación y desarrollo continuaban de manera interminable, como sería de esperarse. Sin embargo, la perpetua dedicación de Yagen estaba por verse interrumpida por cuestiones que no se esperarían de él y que yacían fuera de su control.

Aquel inconveniente estaba por afectar de manera indirecta el desarrollo de cierto suceso que iría a ocurrir ese mismo día…

El joven doctor se encontraba en el laboratorio informático de Ikari-sensei para trabajar en el más reciente proyecto interdisciplinario, donde esperaba finalmente terminar con su parte antes de ser capaz de tomar sus planeados días libres, pero todos los presentes podían observar que el agotado y extenuado doctor había contraído una fuerte gripe durante el fin de semana, y hacía lo imposible para mantenerse operativo pese a su deplorable estado de salud.

“Yagen…” Honebami detuvo un análisis de datos que estaba haciendo en su laptop para observar a su hermano menor. Para variar, se notaba un poco preocupado.
“Estoy bien, Honebami. Te he dicho que no te inquietes por mí…” sin embargo, hablar le causó una breve toz que sólo llamó más la atención de los demás.
“Oye, parece que te estás muriendo de tuberculosis o algo,” comentó Tsurumaru, entretenido. “¿Qué haces esforzándote tanto? Obviamente te encuentras enfermo.”
“Tsk, tenemos que seguir trabajando y no pienso dejar que me uses como excusa para que sigas postergando tus responsabilidades,” le miró con impaciencia. “Nos estamos retrasando por ti, como siempre, así que espero que te dediques a lo que tienes que hacer.”
“Te extendía simpatía, no me hagas arrepentirme por ello,” el peliblanco se encogió de hombros.
“Uhh, ¿por qué te encuentras enfermo, Yagen-niichan?” preguntó Monaca, quien movió su silla de ruedas a la estación del doctor para verle de cerca. La traviesa y caprichosa peliverde sí se notaba genuinamente preocupada. “Me parece muy extraño. No recuerdo haberte visto así de enfermo en todos estos años. ¿Seguro que estás bien?”
“Debo decir lo mismo,” agregó Hotarumaru, asintiendo. “Yagen, toma un descanso, por favor. Aquí nadie quiere que tu salud empeore.”
“Si no me equivoco, Maeda me comentó que uno de sus hermanos estaba enfermo de una gripe,” Nagisa se puso a pensar. “¿Será que lo contrajiste cuando fuiste a verle?”
“…” Honebami asintió, inmutado. “Es lo más probable…”
“Dejen el tema de lado, por favor… esto no es serio…” insistió el doctor, quien se notaba incómodo y hastiado por la atención.
“Y pensar que ahora Yagen-niichan tuvo que contagiarse al atender a uno de sus hermanos,” Monaca hizo un puchero, inconforme. “No me parece bien, es injusto que haya ocurrido.”
“Ya, ya, todos sabemos que insistir sólo le hará molestarse con nosotros,” dijo Tsurumaru, con una pizca de entretenimiento, y miró a Yagen fijamente. “Pero déjame extenderte un poco más de simpatía y recalcar que tú nunca te enfermas. Para que hayas contraído una gripe de tu lindo y enfermizo hermanito quiere decir que te has explotado demasiado. Por ello ve a descansar.”
“Tsk…” Yagen no fue capaz de negar las palabras del peliblanco de inmediato y, en aquella pausa, los jóvenes se percataron que el profesor Ikari acababa de salir de su puesto con su maletín de trabajo para ir a dictar alguna de sus clases, no sin antes detenerse donde los demás con tal de hacer unas observaciones.

“Yagen,” el mayor le dirigió la mirada y habló con un tono neutral. El profesor solía mantener al margen de lo que hacían sus estudiantes a menos que tuviera que darles una siguiente instrucción u orden laboral, por lo cual sus apariciones solían acaparar la atención de todos. “No soy de apoyar faltas en responsabilidades, sin embargo, es contraproducente que estés aquí por tu estado de salud. Retírate de inmediato.”
“Pero sensei, todavía no he terminado con mi labor…” a diferencia de los demás, Yagen se le dirigió con mayor respeto y atención y se veía sometido a la aprobación de Gendou.
“Alguien con tu presente salud no rendirá ni hará un trabajo impecable y aceptable. Y, es más, tu presencia aquí podría significar un riesgo de contagio para mis pupilos. Espero una mínima consideración de tu parte con respecto a ello por cómo estás ocupando un área de mi laboratorio,” recalcó con leve severidad. El profesor se veía molesto por tener que estar desperdiciando palabras en algo tan simple.
“Vaya, no puedo argumentar en contra de ello,” el doctor sonrió rendido y se levantó, para hacer una venia a Gendou. “Lamento mucho las incomodidades, seguiré su observación. Iré a reposar en mi laboratorio.”
“Preferiría que salieras de tu ambiente también. Tardarás en recobrarte si sigues trabajando. Es obvio que sin supervisión no dejarías de atender tus asuntos laborales.”
“¡Oh, eso es muy cierto!” Monaca asintió, gustosamente, y levantó su mano. “¡Yo me ofrezco a llevar a Yagen-niichan a mi apartamento! ¡Prometo que le cuidaré, le prepararé sopas muy deliciosas y me aseguraré de que no se esfuerce en lo absoluto!”
“No, tú estás obligada a continuar con tu proyecto. Andas muy atrasada y no toleraré más faltas de tu parte,” le exigió el profesor.
“Uhhh…” la peliverde hizo un puchero. “Pero Yagen-niichan necesita mi ayuda…”
“¿Por qué para variar no vas a tu casa para descansar?” sugirió Tsurumaru al doctor, encogiéndose de hombros. “Tu familia tiene una cómoda mansión con sirvientes y hay varios hermanitos por ahí que gustarían de atender tus necesidades.”
“Preferiría no hacerlo…” Yagen desvió su mirada, con leve fastidio. “Ir a importunarles por mi salud, ¿por quién me tomas?”
“…” Honebami miró a su hermano y se mostró confundido.
“Yo también pienso que es una buena idea,” observó Hotarumaru, quien miraba al doctor con curiosidad. “Sé muy bien que siempre intentas ser el doctor en tu familia, pero si no descansas bien no serás capaz de cumplir con tus responsabilidades. Por favor, Yagen…”
“…” este se mostró en leve conflicto y bajó su mirada.
“No me importan los detalles, sólo ve a descansar y regresa cuando te sientas mejor,” resumió Gendou. “Rizembool te debe varios días de descanso y te anda presionando que los tomes, además que en este presente proyecto sigues más adelantado que Tsurumaru. Ausentarte no causaría mayores retrasos. Aprovecha para tomar un merecido descanso.”
“…” Nagisa observó a su padre atentamente por lo que acababa de decir y se dirigió a Yagen. “Mi padre tiene razón. Nadie ha trabajado y rendido buenos resultados que usted, doctor. Ahora que necesita recuperarse es imperativo que lo haga y sé que su hogar es muy apropiado.”
“Está bien, gracias por la consideración, Nagisa…” asintió y sonrió un poco. Yagen pasó a dirigirse al profesor. “Regresaré lo antes posible, y si usted necesita algún servicio o información, no dude en contactarme.”
“Esperas demasiado de mi parte,” Gendou le miró desaprobatoriamente. “Yagen, entiende de una buena vez que tú eres distinto a mis pupilos. No tienes por qué esperar mis indicaciones ni debería tener que supervisarte o decirte qué hacer. Tú eres el único que fue denominado como el heredero del Dr. Hojo y, como tal, en el presente tienes el mismo nivel de autoridad que yo. Por lo tanto, empieza a actuar como deberías.”
“Sin lugar a dudas, me faltan varios años y experiencia para compararme a ustedes dos. No merezco el elogio,” sonrió con ironía e hizo una reverencia. “Pero no seré una incomodidad para usted desde ahora, se lo aseguro.”
“Ve a descansar y reanuda tus actividades cuando creas conveniente,” Gendou miró de reojo a Honebami con gran desinterés. “Estate al tanto del bienestar de tu superior. Imagino que servirás al menos para ello.”
“Por supuesto,” el hermano mayor hizo una respetuosa venia y todos vieron al profesor retirarse sin tener más que decir, ni siquiera para observar al Toushirou mayor responder a su pedido.

Siguió un silencio un tanto incómodo en aquel laboratorio después de esas crueles pero esperadas palabras del profesor. Yagen se puso a guardar sus pertenencias sin molestarse en reaccionar o hacer comentarios al respecto.

“Vaya, ese Ikari-sensei nunca cambiará. Menospreciándote como si tú no fueras su más eficiente constructor de prototipos,” comentó Tsurumaru, sonriendo con leve simpatía a Honebami. “Pero él no conoce el significado de amabilidad.”
“Ikari-sensei no tiene por qué ser amable,” contestó el hermano mayor, inmutado y completamente inafectado. “Todos tenemos funciones que cumplir y la cordialidad es irrelevante.”
“…” Hotarumaru no se vio convencido por aquella observación y bajó su mirada. “Aun así…”
“Y-yo sé que mi padre es sólo una persona severa, y debe ser necesario para llegar a su nivel seguir con sus expectativas…” Nagisa estaba un poco inconforme. Nunca había entendido por qué varias personas de su entorno, incluyendo a su padre y Monaca, gustaban despreciar a Honebami pese a que él fuera alguien tan eficiente y servicial, y que a su vez exaltaran a Yagen. Casi sentía que se estaba perdiendo de algo. Él bajó su mirada. “Siempre ha sido muy severo conmigo… me pregunto si seré capaz de ser lo que él espera de mí…”
“Nagisa…” el pelicenizo le miró preocupado.
“No seas tan duro contigo mismo,” Yagen terminó de recoger sus cosas y se acercó al peliceleste para sonreírle comprensivamente. “De todos aquí, tú eres el más inteligente y quien siempre da lo mejor de sí. Estoy convencido que podrás lograr más de lo que te propones.”
“S-sí, muchas gracias…” Nagisa asintió un poco avergonzado. “Significa mucho oírlo de ti.”
“Sin lugar a dudas. Me alegro mucho por ti, Shingetsu-kun,” Monaca sonrió ampliamente. “Recibir un cumplido así de alguien tan extraordinario como Yagen-niichan es una bendición,” ella de repente se notó un poco inconforme. “Hmm, pero no me gusta que me quites la atención de mi querido hermano mayor de ese modo. No seas malo…”
“Ehhh…”
“Ya, no lo fastidies, Monaca-chan,” Tsurumaru sonrió entretenido.
“Aunque insisto. El pesado de nuestro profesor acababa de decir que Yagen-niichan se merece vacaciones. Estoy convencida que nunca para de quejarse con nosotros porque somos perezosos o porque nos falta habilidad,” dijo la peliverde, animada. “Bueno, Rai-kun es una excepción porque normalmente no le dice nada bueno ni nada malo, ¡así que eso también es positivo!”
“Quizás, pero no pienso que eso sea muy importante,” Hotarumaru ladeó la cabeza. “Aunque oír a Ikari-sensei decir ‘merecidas vacaciones’ fue un poco extraño.”
“¡Yagen-niichan ha sido reconocido por el explotador!” Monaca alzó sus brazos. “¡Ni bien Yagen-niichan se recupere y regrese, prepararé una enorme torta y un montón de galletas para celebrarlo a lo grande!”
“¡Ohh! ¡Lo esperaré!” los ojos del pelicenizo brillaron de emoción.
“Supongo no me caería mal degustar de tu repostería, Monaca-chan,” Tsurumaru se acercó a la pequeña y le acarició la cabeza. “Siempre has tenido un talento innato para la cocina.”
“Hehe, muchas gracias, Tsuru-niichan,” Monaca sonrió con gran gusto y alegría.
“No anden preparando algo así en mi nombre,” por su parte, Yagen estaba por retirarse junto a Honebami y miró al grupo con desapruebo. “Están haciendo más líos de los que deberían.”
“Usted no se preocupe por estas ocurrencias, doctor,” Nagisa negó. “Por favor, ve a descansar. Espero que se recupere pronto.”
“Gracias por los deseos. Es bueno ver que uno de ustedes sí es más centrado,” asintió.
“De nuevo acaparando la atención de mi onii-chan,” Monaca miró al peliceleste con reproche y cruzó sus brazos para desviar su mirada bruscamente. “Hmph, estoy molesta contigo.”
“Ehh, n-no es mi intención, Monaca-chan…” el otro se inquietó.
“No le tomes en serio,” Hotarumaru dio un suspiro y se dirigió a los hermanos con una sonrisa. “Vayan con cuidado, nos vemos pronto.”

Luego de unas breves despedidas, Yagen salió en compañía de su hermano mayor. Los dos pasarían primero por el laboratorio del doctor para dejar sus instrumentos de trabajo antes de retirarse de la universidad.

El camino entre ambos laboratorios fue un poco extendido como era usual y luego de poner sus pertenencias en orden Yagen observó a Honebami, quien se había mantenido de pie, atento a cualquier indicación de su parte.

“…” el doctor sonrió con ironía. “Te verás tan dispuesto a ayudarme como siempre, pero creo poder leer tus ojos detrás de tu inexpresión, Honebami.”
“…” el peliblanco ladeó la cabeza.
“Estás opuesto a que permanezca en este sitio por más que no desee continuar trabajando, ¿no es así? No me dejarías hacerlo.”
“…” negó brevemente. “Han sido varios años desde la última vez que tu salud estuvo débil. Es mi deber llevarte a nuestro hogar. No te aconsejo siquiera conducir. Yo me encargo.”
“No tengo de otra,” negó, rendido. “Después de todo, Ikari-sensei también insistió.”
“Mi deber trasciende lo que Ikari-sensei pidió de mí. Sus palabras no fueron más que un recordatorio,” comentó. “Debemos ir en marcha, Yagen. No existe motivo para alargar nuestra estancia aquí.”
“Lo comprendo…” el menor desvió su mirada, sonriendo incómodamente. “Sin embargo… tener que importunar a nuestros hermanos de este modo…”
“…” volvió a mostrarse mínimamente extrañado. “¿A qué te refieres?”
“No, no es nada,” negó. “En marcha. Estoy bajo tu cuidado.”
“Entendido.”

Luego de haber recibido suficientes insistencias, Yagen se resignó a descansar fuera de su centro de trabajo y bajar la guardia en lo que se recuperaba de la gripe. Aquello, en aquel presente día, probaría ser una muy inoportuna coincidencia por lo que estaba pronto a suceder.


Llegó el prometido lunes en la tarde, y Yukko se apresuró a salir de su clase para asistir a aquella práctica del club de drama a la cual había sido invitada. Después de que Hotarumaru tuviera que ausentarse de la clase anterior por trabajos en su laboratorio, salir de su grupo prematuramente no había sido una mala idea por cómo Mai y Hajime se la pasaban discutiendo, aunque realmente deseaba que ese par pudiera poner sus diferencias de lado, o que Mai dejara de ser conflictiva, lo cual quizás nunca iba a ocurrir.

Ella llegó al auditorio indicado, el cual tenía las puertas de par en par y a unos pocos estudiantes entrando y saliendo relajadamente. Eso le indicó que se encontraba temprano y que no habían iniciado, y luego de asomarse con timidez terminó ingresando a aquel espacio.

El lugar era muy espacioso y amplio, con su gran mayoría alfombrado para prácticas o ejercicios, aunque hacia el fondo había un escenario donde seguramente se realizaban ensayos más definitivos. Hacia la pared opuesta a la entrada notaba casilleros personales, baños y camerinos de uso libre y ese ambiente contaba con buena iluminación tanto por un sistema de luces artificiales como por unas ventanas grandes pegadas al techo. Yukko se dejó absorber por aquel impresionante ambiente que ese excéntrico senpai seguramente llamaba casa a esas alturas, y le costaba creer que Rizembool pudiera tener tanto presupuesto incluso para carreras más artísticas. Sin lugar a dudas era una resaltante universidad en muchos aspectos…

“¡Hanasaki-chan!” repentinamente, Wataru la sorprendió desde atrás y le dio un tremendo abrazo de oso que le hizo soltar todo el aire que tenía. “¡Qué dicha la mía que hayas venido! ¡Me encontraba esperándote! ¡Ahora todas las estrellas se han alineado y puedo comenzar a llevar a cabo mi plan maestro!”
“¡A…yu…da!” la chica habló en susurros y extendió su mano hacia el frente a manera de pedir auxilio de cualquier persona cercana. Sin embargo, por más que había varios estudiantes presentes y sentados en puntos aleatorios de ese auditorio, todos parecían estar más que acostumbrados a las ocurrencias del peliplateado como para oír sus plegarias. Felizmente, Wataru le soltó, lo cual le hizo caer al piso a respirar profundamente.
“Ay, pequeña, no deberías estar exhausta. ¡Si ni hemos comenzado! ¡Todavía nos quedan dos horas de diversión!”
“Ihh…” Yukko, por enésima vez, se preguntaba si era una buena idea seguirle la corriente y realmente participar en su club.
“No te me quedes en el piso. Si bien siempre me aseguro de tenerlo aspirado e impecable, así no es la mejor manera de empezar el día,” Wataru le agarró de los brazos y la levantó de un jalón como si no pesara nada. Acto seguido, el senpai dio un muy profundo y placentero respiro en lo que movía sus brazos hacia arriba de manera circular. “¡Vamos! ¡Aspira vida! ¡Imita mis ejercicios de estiramiento! ¡Siente tu juventud!”
“Ehhh…” la chica sintió un tic en la ceja y volvió a mirar a sus alrededores para comprobar que nadie les estaba mirando. Ella se sintió una incomprensible cantidad de vergüenza ajena por la forma estruendosa y desinhibida que Wataru se encontraba haciendo estiramientos, pero tampoco sabía cómo negarse a participar en su pedido.

Entonces, ella miró hacia la entrada y observó a un par de chicos ingresar al auditorio mientras conversaban animadamente entre sí. Yukko inmediatamente se sorprendió de ver a ese par por reconocerles de la obra y por notar que parecían ser amigos cercanos, pese a haber sido enemigos en la función.

“¡Oh! ¡Son ellos!” exclamó, en shock.
“¿Hm?” Wataru detuvo un estiramiento de pierna para observar lo que había llamado la atención de la chica y se maravilló. “¡Oh! ¡Por supuesto! ¡Ahora que estás aquí y piensas unirte a mi elenco vas a conocer a Robin Hood y el Sheriff de Nothingham en persona!” él abrazó a Yukko de costado y la llevó consigo hacia ese par. “¡Ven! ¡Déjame presentarte!”



Los dos chicos no avanzaron mucho porque notaron la atención del senpai hacia ellos, y rápidamente se dirigieron a la chica al no haberla visto antes. Yukko se retrajo un poco, pero Wataru rápidamente rompió el hielo.

“Syo-kun, Natsuki-kun, les presento a Hanasaki-chan, mi más reciente recluta,” dijo con un tono juguetón y dio un guiño. “Había esperado dar una introducción más formal ni bien todos llegaran, pero les concedo el pre-estreno porque ella les vio en la última función. ¡Es una fan!”
“¡Ahh! ¡Qué emocionante!” el supuestamente serio y severo sheriff de la obra mostró una gran y rebosante alegría en lo que juntó sus manos y sonrió ampliamente. Él era un chico corpulento y de impresionante altura, incluso varios centímetros por encima del bastante alto Wataru y seguramente el más grande de todos en el club de drama. Pese a esa imponente presencia, ese rubio tenía unos ojos verdes amables y una disposición muy alegre y amigable, y parecía ser una persona sensible y receptiva. Él llevó una palma encima de su pecho y se vio conmovido. “Significa mucho para mí que te haya gustado la función, todos trabajamos muy duro. Mi nombre es Natsuki Shinomiya y es un placer. ¿Cuál es tu nombre?”
“Ehm, Yukko Aioi…” ella ladeó la cabeza, todavía sorprendida por la diferencia de personalidad de aquel chico con su rol.
“¡Ohh, Yukko-chan! ¡Me gusta tu nombre~!” él sonrió maravillado. “Es un gusto tenerte aquí.”
“Hehe, gracias,” la chica se vio más a gusto por encontrarse con alguien con esa amable aura.
“Un gusto para mí también, Yukko,” el otro chico dio un paso adelante con una sonrisa certera. “Mi nombre es Syo Kurusu. Puedes contar con mi ayuda para lo que necesites, ¿de acuerdo?”
“Claro, muchas gracias,” asintió agradecida. Por otro lado, pudo observar que Syo era sin duda el opuesto de su amigo, con el color de cabello siendo lo único que los asemejaba. Syo sí era más afín a su rol de Robin Hood por verse aventurero, seguro de sí mismo y bastante fuerte y confiable, pese a que ese chico era más bien bajo en estatura y un tanto afeminado.
“Syo-kun es tan hermosamente seguro y decidido como siempre,” Wataru secó unas lágrimas ficticias con un pañuelo, conmovido por su menor. “Hará un buen senpai cuando llegue el momento, ¿no es así?”
“Yo también lo pienso, Wataru-chan~” observó Natsuki, sonriendo enternecido. “¡Pero por mientras podemos alegrarnos de lo sumamente hermoso y adorable que es!”
“¡Ustedes cállense!” les reclamó Syo, harto de siempre oír algo semejante de los dos. “¡Yo ya no soy un niño! ¡Y no soy nada adorable!” comprimió un puño. “¡Soy todo un hombre y la gente tiene que aprender a tomarme en serio! ¡Lo debo haber demostrado en la obra!”
“Ehm…” Yukko se animó a comentar al respecto ya que realmente le había gustado la función. “¡Sí creo que fuiste un Robin Hood genial! Me quedé muy impresionada por tu rol.”
“Oh, gracias,” Syo sonrió complacido y asintió. “Significa mucho para mí. Era mi primera oportunidad como un personaje principal en este elenco y espero que me haya ido bien.”
“Hehe, no sé mucho de obras todavía, pero pienso que sí.”
“Yo me considero un genio y te aseguro que eres prometedor, Syo-kun,” Wataru le guiñó un ojo. “Por la aclamación que tuvo la obra, es muy probable que Rizembool nos dé el visto bueno para abrir más funciones en la ciudad, así que puedes esperarlo.”
“¡Eso suena genial!” comentó la chica, impresionada. “Y pienso que sí es un Robin Hood muy carismático y llamativo. También te va como persona porque veo que eres compatible con tu rol. Bueno, esa noche me dio la impresión que eras un poco más alto, pero…”
“¡¿Ehhh?!” ante esa mención, Syo se escandalizó e incomodó, para deprimirse un poco.
“¡Ahh, entiendo cómo te sientes, Yukko-chan!” por su parte, Natsuki se emocionó. “Syo-chan es una cosa adorable y que conmueve un montón. No sabes lo difícil que fue para mí mantenerme en el rol del sheriff, ¡porque cada vez que le veía tomar el rol de Peter Pan sentía tantas ganas de abrazarlo y apachurrarlo por lo lindo que era!”
“¡Detente, Natsuki! ¡Además yo fui Robin Hood, no te vuelvas a confundir!” le reclamó Syo, quien dio un exasperado suspiro. “Tsk, ¿por qué nadie puede tomarme en serio…?”
“Aquí nadie te anda menospreciando, precioso Syo-kun~” canturreó Wataru. “Ya nos has demostrado muchas veces que tú eres capaz de llevar a cabo cualquier papel en el escenario y volverte todo un gigante por tu gran habilidad. Hanasaki-chan está de acuerdo, ¿no es cierto?”
“Ehh, sí, perdón por lo que dije…” la chica se disculpó al comprender que el tema de la altura era una gran incomodidad para el chico.
“Bueno, no es que pueda negarlo. Lamentablemente soy enano, y sin duda más si paro rodeado de este par…” Syo negó para despejar su incomodidad y sonrió con energías. “Pero ya hemos hecho mucho preámbulo, ¿no? Es hora de tu primera práctica, Yukko. Te aseguro que te divertirás un montón.”
“¡Oh, definitivamente!” exclamó Natsuki. “¡Hay que darle la bienvenida a Yukko-chan como se lo merece!”
“¡Síganme los valientes!” Wataru caminó hacia el centro del espacio, lo que causó que los miembros de ese club dejaran de descansar y se sentaran en un gran círculo a su alrededor, lo cual parecía una norma en esa dinámica grupal. Yukko fue invitada por los dos chicos a sentarse con ellos y les tocó oír los anuncios que el peliplateado tenía preparados para todos.

De ese modo, comenzó otra amena práctica en ese unido y activo club de drama.




Pasó alrededor de una hora y Shinano caminaba distraídamente por Rizembool U, así familiarizándose con su alma mater para el semestre que iniciaría una vez terminadas las vacaciones de verano. Era una tarde como cualquier otra, con estudiantes yendo de un lado a otro y le universidad llena de vida y abundancia por doquier. Todo ello hacía al pelirrojo respirar con gran alivio y comodidad. Fuera de extraños misticismos y esos Rebels ajenos a su familia, su futura universidad seguía siendo un sitio cómodo y próspero y sabía que se iba a divertir mucho ni bien comenzara sus actividades.

Él encontró una banca bajo un árbol que estaba disponible y se sentó para darse un descanso y observar a los otros estudiantes surcar su campo de visión inmersos en sus múltiples actividades. El pelirrojo revisó su reloj y estimó que faltaba todavía una hora antes de que la práctica que un par de amigos tenían en su club acabara, así que debía matar un poco más de tiempo. Una vez se encontrara con esos conocidos, se pondría en contacto con Shishiou y Seija, ya que los cinco irían a un pequeño festival a las afueras de la universidad donde se iban a presentar varias bandas de rock, lo cual esperaba con ansias. Sin lugar a dudas, iba a ser muy emocionante.

De repente, una persona se le acercó y le sacó de su ensimismamiento al tomar asiento a su costado y darle un muy leve zape en la cabeza. Shinano se sacudió sorprendido, y observó a alguien que pensó nunca se dignaría de pisar ese lugar.

“¿Qué haces divagando en plena tarde, Shinano?” se quejó el recién llegado, sonriendo. Era un chico de tez pálida y cabellos castaños claros muy alborotados, con un par de mechones de color violeta. Él se notaba energético y decidido, pero también con una actitud pensativa, informal y bastante relajada que no se hacía problemas. “Esperaría verte ocupado con algo.”
“Pues, me sabe mal decirlo, pero te retorno esas palabras,” comentó el pelirrojo, todavía sorprendido de encontrarse con él. “¿Qué haces aquí, Gotou? Nunca hubiera esperado verte por esta universidad.”
“Supuse que vendría a supervisarte,” se encogió de hombros y sonrió a su menor con energías. “Ahora que vas a estudiar aquí, siento la necesidad de conocer este sitio más. Obviamente sigues siendo un niño y siempre ha sido mi responsabilidad cuidar de ti, ¿qué me queda?”
“Heh, admito que me hace feliz oírte decir eso,” Shinano sonrió animado. “Espero que puedas darte saltos con frecuencia. Tengo a nuestros hermanos mayores aquí, pero realmente aprecio mucho que nos podamos ver más seguido. Así también sales un poco de la oficina porque estás casi tan pálido como Yagen.”
“No llego a su nivel de aislamiento, no me compares con él,” negó, frustrado. “Si bien él también debería mantenerte un ojo encima, no confío en que lo haga. Seguramente andará encerrado en su inaccesible laboratorio como siempre.”
“Eh, curiosamente está camino a casa,” Shinano sonrió con torpeza. “Al parecer Gokotai le contagió la gripe y se ha enfermado.”
“¿En serio?” Gotou se sorprendió levemente y alzó las cejas con impresión, para negar y encogerse de hombros. “Así que ese demonio todavía es capaz de enfermarse, qué increíble…”
“Uhh, oye,” el menor infló sus cachetes. “¿Cómo puedes llamarle demonio? Es una falta de respeto para él, y ya te he pedido que te comportes mejor cuando lo veas.”
“Era una broma, ¿por qué me tomas en serio?” se frustró y sonrió con ironía. “Aparte que estoy seguro que Yagen también se reiría si fuera a oírlo. Deja de exagerar, Shinano.”
“Uhh…” de todos modos, Shinano no se vio convencido y bajó su mirada.
“¿Qué dije?” rodó los ojos. “No te pongas así.”
“Ustedes dos siempre me recalcan que no se llevan bien, y pienso que ya es suficiente,” se expresó con leve pena. “Ya han sido varios años desde ese entonces. Quisiera que dejen el pasado detrás. Por más que tú o Yagen se refieran a esta riña con indiferencia o hagan comentarios superficiales, es evidente que siguen en malos términos.”
“Te preocupas de más,” negó.
“No minimices mis inquietudes, por favor,” le miró con reproche.
“Tú lo has dicho, han sido varios años. Créeme que el rencor que sentí hacia Yagen prácticamente ha desaparecido,” confesó con completa comodidad y se encogió de hombros. “Si me expreso con molestia hacia él es por hábito, aparte que los dos nunca hemos estado en los mejores términos, ¿o ya te has olvidado de nuestros pleitos en la infancia?”
“Pues, no, pero…”
“Ya, tú tranquilo,” le agarró de un hombro y le sonrió. “He lidiado con esto hace ya un tiempo y sé que tú deseas volver a traernos a todos de vuelta. Para variar, no me parece mala idea, así que cuentas con mi participación. Ojalá que Yagen también se anime y que sus apariciones a la casa no se limiten a sus obligaciones como doctor o porque le ha tocado enfermarse.”
“Sé que es un poco difícil darle crédito a Yagen…” Shinano sonrió con tristeza, recordando algunos momentos del pasado. Él sacudió su cabeza y se vio decidido. “Pero confío en él. Me prometió que cuidaría de mí y pienso empujarle para romper el hielo de una buena vez. Sé que, si alguien es capaz de traerle de regreso, ese soy yo.”
“Sí, pienso lo mismo,” Gotou miró hacia el frente con indiferencia en lo que el movimiento de varios estudiantes por los caminos de ese parque continuaba indefinidamente. Sonrió un poco. “De todos modos, Ichi-nii se encuentra aquí. Por más que esté siempre ocupado con deberes, él sí ha estado atento a cada uno de nosotros y confío en que cuidará de ti. Él es nuestro hermano mayor y le tengo gran respeto.”
“Heh, siempre, sin duda, y todos sentimos lo mismo,” Shinano asintió. “Pienso igual que tú, aunque tampoco menosprecies a nuestros otros hermanos mayores, ¿de acuerdo?”
“¿Hm?” Gotou alzó una ceja y miró a su hermano. “¿A qué te refieres?”
“¿C-cómo que a qué me refiero?” eso hizo que Shinano sonriera nervioso y frustrado. “Es un concepto demasiado simple, Gotou. Namazuo-nii a veces se siente un poco insultado por cómo nunca le han tomado con seriedad. Soy el único de los cuatro que le trata como mi mayor.”
“No es para tanto,” se encogió de hombros y frunció el ceño. “No es como si le faltara el respeto, pero, con toda honestidad, si él quiere que lo trate como un hermano mayor, debería molestarse en actuar como uno.”
“Pues, cada uno de nuestros hermanos tiene su propia forma de ser… sería mucho pedir de él, creo yo…”
“Sí, aparte que siempre fue un chiflado,” Gotou dio un suspiro. “Me apena decirlo, pero luego del incidente, Ichi-nii es el único al que todavía veo como mi mayor. Obviamente no lo confesaría delante de nuestros hermanos, así que esto es entre nos, ¿de acuerdo?”
“Lo entiendo, descuida,” Shinano asintió y sonrió con tristeza. “Es triste que lo veas así…” pero también sabía que no era el único.
“Namazuo nunca fue material de hermano mayor, aunque al menos solía ser un mayor apoyo, seguramente por nuestra edad en aquel entonces. De ahí…” volvió a dar un suspiro, uno más pesado y exasperado. “Honebami nunca se recuperó del incidente. Él prácticamente se ha convertido en una sombra y busca actuar como un asistente sin mayor fuerza de voluntad o decisión propia. Por más que Yagen lo mantenga supervisado, realmente me preocupa…”
“Lo sé…” el menor desvió su mirada. “Pero ya han sido muchos años. Dudo que vuelva a ser como antes…”
“Cierto, sería bueno que se dé el milagro…” se encogió de hombros a manera de aligerar el tema, y pasó a fruncir el ceño, con cólera. “¡Y ni te atrevas a decir que Yagen y Atsushi son mis hermanos mayores! Ese par de idiotas son unos irresponsables ensimismados y ausentes que solían ser mis torturadores. Imagino que no lo has olvidado.”
“N-nunca lo olvidaría…” Shinano se asustó por ese repentino ataque de cólera de parte de Gotou, lo que le hizo recordar el lado más iracundo y temperamental de su mayor ni bien algo le colmaba la paciencia. Una vez pasada la impresión, sonrió nervioso. “Pero vamos, ya dijiste que habías olvidado el pasado…”
“Tch, ni antes de todo lo ocurrido los vi como mis mayores, así que es otro punto aparte,” desvió su mirada, todavía un poco molesto. “En fin, debo recalcar que un hermano mayor tiene la función y necesidad de ser responsable, cuidar de sus menores y brindar un apoyo o algo en especial a la familia, e Ichi-nii es el único a quien considero por encima de mí. Tú también has dado lo mejor de ti, Shinano, así que hasta te pondría por encima de Namazuo.”
“N-no digas eso frente a ninguno de nuestros hermanos, por favor,” le pidió, incómodo. “Aprecio mucho las palabras, pero en serio. Namazuo-nii podría deprimirse un montón.”
“Eso ya es asunto de él. Tú no te inquietes por sus caprichos,” negó y luego de descargar aquella molestia, volvió a sonreír distraídamente. “Aparte de verte en esta universidad, vine para ver si te encontrabas libre. Tengo que ayudar a Hakata a hacer su entrada y sorprender a nuestros hermanos, y quería que me ayudaras con ello.”
“Oh, verdad,” el pelirrojo sonrió entretenido. “Hakata siempre ha sido muy especial y ha querido llamar la atención de todos. Me pregunto qué tendrá en mente para su aparición.”
“Le dejé en mi apartamento haciendo ideas,” comentó Gotou. “Y nuevamente siento no haber ido a recibirte al aeropuerto. Hakata tenía que regresar prematuramente y no voy a dejar que nuestro hermanito de trece años arregle sus planes de mudanza y viaje por su cuenta. Tampoco quise decírselo a Ichi-nii por temor a que la sorpresa se arruinara.”
“Ya te disculpaste conmigo, y lo entiendo, está bien,” asintió contento. “Hakata siempre ha sido apegado a ti, después de todo, así que debe haber estado muy feliz de recibir tu ayuda. Aunque, por más pequeño que sea, es muy vivo e inteligente. Sé que podría haber lidiado con todos sus arreglos por su cuenta. Deberías dejarle ser más independiente.”
“Sé lo que dices, pero él es exactamente igual a ti, Shinano,” Gotou le miró con leve reproche y cansancio. “Los dos son especiales y tienen altos autoestimas, y por más hábiles que puedan ser, también son un poco ingenuos y sobreestiman sus habilidades. Definitivamente no comenzaré a darle desafíos a Hakata con algo como esto.”
“Heh, tampoco te digo que lo hagas ahora, estoy de acuerdo contigo en vigilarle con la mudanza. Pero bueno, me alegra mucho que seas un buen hermano mayor con él,” confesó con alegría.
“Ichi-nii, Namazuo y tú andan engriendo y supervisando a los demás, así que Hakata que siempre ha querido seguir mis pasos es el hermanito que me queda. Me siento más responsable por él por ese motivo, es normal,” se encogió de hombros y dio un cansado suspiro. “Pero se está volviendo muy inteligente. Algún día me ganará y no le seré de ayuda…”
“Todavía falta para ello, no te tortures…” el pelirrojo se vio entretenido. Gotou siempre había sentido la necesidad de probarse a sí mismo y ser un respetable hermano mayor con tantas ansias que hasta resultaba adorable, por más que en el presente ya no fuera tan evidente. En medio de esa conversación, Shinano sonrió con mucha dicha. “Hehe, realmente quiero que esto ocurra con mayor frecuencia…”
“¿De qué hablas?” el otro le miró confundido.
“Tú y yo hablando libremente como ahora, como solía ser cuando éramos niños, sin que estés ocupado ni absorbido por tantas responsabilidades y papeleos de la familia,” sonrió con torpeza. “Quizás suene a un deseo tonto o caprichoso, pero lo he echado mucho de menos. Siempre me has contagiado tus incansables energías y deseos de seguir adelante, y me gusta creer que yo también soy una buena compañía para ti.”
“¿Eh? ¿Por qué te expresas con tanta incertidumbre?” alzó una ceja. “Vamos, Shinano, si eres bueno para algo es para confiar en ti mismo.”
“Ehm, ¿qué intentas decir con eso?”
“El punto es que sí lo eres. Tú eres mi engreído hermanito y siempre lo serás, y también fuiste mi apoyo en el pasado, así que siempre eres bienvenido,” le sonrió. “Eres el tesoro de la familia, como decían nuestros padres. Nunca lo olvides.”
“¡Sí!” asintió con alegría. “Y pues… realmente quisiera que reanudaras tus estudios y te incorporaras a la universidad. Si te vuelves un estudiante aquí nos veríamos todo el tiempo y pienso que sería muy positivo para ti, así no paras metido y estresado con los asuntos familiares.”
“Pues, Ichi-nii me lleva presionando desde hace un tiempo que lo haga, si debo ser sincero,” confesó con un poco de incomodidad.
“¡Ohh, no lo sabía!” el pelirrojo se animó. Sin embargo, vio aquella resignada y tranquila sonrisa que también era propia de Yagen, y sabía lo que estaba por decirle…
“Yo dejé el colegio hace casi nueve años, Shinano, y recibí educación privada en lo que mi horario lo permitió,” Gotou miró a sus alrededores, sin mutar su sonrisa. “Todo esto que puedo ver ya no me corresponde. Por más que Ichi-nii o cualquier otra persona insista que sería positivo para mí integrarme a una universidad, pienso que no es necesario. Tengo muchos asuntos que atender y ese es mi lugar. Sería bueno que saque un título universitario, pero ahora hasta eso puede hacerse por internet, ¿verdad?”
“¿Por qué dices eso…?” preguntó Shinano, desanimado y bajando su mirada.
“Es la verdad…” Gotou negó. “Venir hasta aquí todos los días, atender clases electivas sin importancia, tener que coordinar trabajos grupales… todo eso es tiempo perdido y que debería ocupar en el rol que le debo a nuestra familia. Sé que la presión me volvería loco. Yo no soy Ichi-nii que puede lidiar con tantas cosas a la vez.”
“Ichi-nii no está tan metido en tus responsabilidades tampoco. No es justo que te compares con él, tú que estás haciendo tanto.”
“Sí, y por ello mismo tengo que seguir. Ichi-nii tiene todavía demasiadas obligaciones como para realmente tomar todas las funciones que le corresponden,” sonrió decidido y se apuntó con un pulgar. “Y yo, como su mano derecha, me aseguraré de apoyarle y hacerle la vida más fácil. Nadie más que yo puede hacer este trabajo. Y no es una obligación. Me enorgullezco de esto.”
“Gotou…” Shinano le miró atentamente, preocupado.
“Y no te desanimes por lo que digo. Estoy bien, en verdad lo estoy. Ya no soy el pequeño que no sabía cómo lidiar con esta carga hace nueve años. Ahora todo está bien,” le aseguró con decisión. Como era usual en él, Gotou transmitió buenas vibras con sus palabras y se notaba una imparable inercia e inquebrantable decisión venir de sí mismo.
“Estoy seguro que sí…” el pelirrojo sonrió forzadamente, pero en verdad le preocupaba. Sí confiaba en lo que su hermano le decía, pero existía ese antecedente del pequeño que se vio impuesto ese rol hace nueve años, y que prácticamente había sacrificado su propia vida desde aquel entonces, hasta el punto de ni desearla de vuelta.
“¿Y bien? ¿Cómo andas de tiempo?” le preguntó.
“Oh, cierto…” Shinano dio un suspiro. “Lo siento, Gotou. Quedé encontrarme con un par de amigos y vamos a ir a un festival de rock por aquí cerca. Ohh, verdad, a ti te gusta mucho ese género, ¿no te animas?”
“Pues, si no tuviera a Hakata en mi apartamento, te acompañaría, pero ya he quedado con él,” negó y sonrió rendido. “¿Qué más da? Ve a disfrutarlo y me dices cómo fue, y si tienes tiempo después date un salto a visitarnos, a ver si nos puedes ayudar.”
“Claro, lo haré,” asintió gustosamente. “Saludos a Hakata de mi parte.”
“Se lo haré presente,” se levantó y se le dirigió antes de irse. “Y no creo que deba decírtelo, pero ten cuidado. Ese tipo de eventos pueden ser un poco turbulentos. Sé cuidadoso.”
“Está bien, no te preocupes,” rió un poco. “Ya suenas a un padre.”

Luego de ese intercambio, los dos se despidieron. Gotou se retiró caminando como cualquier estudiante que deambulaba y Shinano se quedó un poco más de tiempo revisando su celular antes de continuar con su paseo por la universidad para familiarizarse más con sus alrededores.

Sólo faltaba un poco más y una desafortunada serie de eventos iría a dar inicio…




Llegó el término de la práctica en el club de teatro y Yukko se impresionó de notar que nadie había tenido el impulso de empacar sus cosas inmediatamente y retirarse. Como había podido notar, ese elenco de estudiantes actores era muy unido y parecían sentirse a gusto en aquel ambiente, incluso aquellos que no eran del todo fans de la forma extravagante de ser de Wataru. Vio a algunos sentarse en el piso para dialogar, otros continuar con ejercicios de estiramiento, y hasta había uno que agarró una silla y se puso a leer uno de sus libros académicos. Ella sonrió. Realmente daba la impresión que era un auditorio acogedor y seguramente era habitual que siempre hubiera alguien dentro.

“Hanasaki-chan mía, sígueme un segundito, por favor,” le llamó Wataru mientras le hacía un gesto con su índice para invocarla.
“Eh, sí, ¿sucede algo?” le preguntó y vio al peliplateado sonreír como si ella fuera extremadamente adorable.
“Aw~ puedo visualizar tu aura Hanasakiense por esa atención e intenciones de atender mis necesidades~” canturreó con gran alegría. “No, no, sólo quería que compartieras conmigo cómo te había parecido esta práctica. Me dediqué a hacer esos sencillos y amenos ejercicios justamente para que pruebes tus dotes de actuación sin presión alguna.”
“Ehm, pues…” ella se puso a pensar.

Realmente había sido una gran experiencia. Fue una clase muy improv por los temas vagos que Wataru trajo a flote y que todos se vieron impuestos a desarrollar al instante. Yukko se había terminado divirtiendo por más que dudara haber hecho un buen trabajo, pero sin duda se impresionó por la naturalidad de los demás en el club. Ellos no tenían tabús acortando distancias, cambiando entre personalidades contrastantes o imponiéndose ante los otros, a lo cual los demás les correspondían con la misma libertad y comodidad. Sin lugar a dudas, todavía tenía mucho que aprender para llegar al nivel de ellos.

Ella notó que se había quedado en silencio un buen rato y se inquietó un poco, pero vio que Wataru le miraba y asentía gustosamente como si fuera capaz de percibir sus sentimientos.

“Percibo que comienzas a pensar en las proezas de todos los demás, ¿no es cierto?” le preguntó animado y pasó a negar. “Pues no, de eso no se trata. Déjame despejarte esa mínima incertidumbre y declarar que tú efectivamente tienes mucho por delante antes de compararte con cualquiera de mis aprendices,” le dio un guiño. “¿De acuerdo?”
“Ehh…” eso le dio a Yukko bastante incomodidad y bajó su mirada. “¿L-lo hice tan mal?”
“Hanasaki-chan mía, sólo me molesto diciéndotelo para que dejes ese autodestructivo hábito de compararte. Cada quien es una persona y caso distintos, y en este mundo por más que muchos lo asemejen con una carrera, cada corredor tiene su propio camino y tiempo récord que superar,” comentó, encogiéndose de hombros. “Yo puedo ver tu potencial, pese a que todavía ande escondido detrás de la tierra como una elusiva gema en una mina, aunque mientras tú continúes divirtiéndote en estas prácticas y juntando puntos de experiencia entonces podrás relucirte tarde o temprano,” alzó sus brazos hacia arriba, con energías. “¡Serás capaz de reencarnar y convertirte en una brillante e impresionante assassin cross! ¡Te lo aseguro!”
“Ehh, claro…” ella le miró confundida.
“También veo que te llevas muy bien con ese par de mis kouhais que parecen tus senpais, ¿no?”
“Oh, eh, Natsuki y Syo son muy buenas personas,” Yukko asintió animada, y de inmediato agachó su cabeza. “Aunque noto que ellos resaltan de entre todos. Son muy hábiles y también parecen ayudar y apoyar a los demás. E-en verdad me pregunto por qué se molestaron tanto en apoyarme en esta práctica.”
“Uhh, no sé qué visión tienes de nosotros, Hanasaki-chan…” Wataru se lamentó y negó con cansancio, para entonces cruzarse de brazos y encarar a su nueva aprendiz con una leve, aunque imponente severidad. “¡El talento no es justificación ni permiso para que alguien se sienta por encima de los demás! De ser el caso, yo no me molestaría en ser el líder de ese club y apuntaría por mis propios intereses, ¿no lo crees? Tus dos compañeros son también profesionales. Antes de llegar a Rizembool, lo cual ha sido bastante reciente, ellos ya han tenido múltiples trabajos como idols y actores en la televisión, y son virtuosos con los instrumentos musicales.”
“¿Eh? ¡¿EHHH?!” Yukko se escandalizó y se volteó un momento para ver a ese par de rubios que estaban hablando cerca de la salida de aquel auditorio, como si esperaran a alguien. Definitivamente no tenían un aura de ‘gente importante’ por verse tan sencillos y humildes. “¡Ahh, no lo sabía!”
“Fufu, tranquila, mi hermosa summer child~” canturreó mientras le acarició la cabeza. “Eso me deja saber que tampoco conoces mi propia carrera artística, pero es mejor así. Espero que me veas como un senpai asequible, o de lo contrario siento que no podré enseñarte nada.”
“S-sí… g-gracias, supongo… d-deja de acariciarme la cabeza, por favor…” le pidió con leve incomodidad.
“Tendrás que acostumbrarte a mis ocurrencias. Como has sido capaz de ver, soy muy querendón con mis pupilos y no tengo sentido de etiquetas,” le dio un guiño travieso. “Fufu~ es sólo cuestión de tiempo para que me conozcas~”
“C-claro…” las menciones de Mai de que el peliplateado podía ser un posible pedófilo regresaron a su mente.
“Tendremos otra práctica general en unos días, todavía andamos viendo el horario, pero te lo dejaré saber ni bien tenga los detalles,” comentó con alegría. “Y espero que te hayas divertido para así regresar.”
“Eh, claro, sería divertido,” asintió, animada.
“Amazing!!” exclamó con gran dicha. “Entonces te esperaré, Hanasaki-chan mía. Pero antes que te vayas, quisiera darte unos tips de tiendas de ropas para ejercicio, ya que tu atuendo de hoy no es el más cómodo para nuestras prácticas.”
“Ohh, sí, eh, gracias por el dato,” sonrió incómoda. No contaba con mucho presupuesto para andar comprándose ropas de ejercicio para un club extracurricular, pero al menos contaba con ese dinero adicional del Pokemon GO y en verdad le gustaba ese ambiente tan amigable dentro del club de drama. Supuso le dedicaría un poco más de su vocación usual.

Ellos siguieron hablando en lo que Wataru buscaba las direcciones de sus tiendas favoritas para pasarle los datos a Yukko.


Mientras tanto, Syo y Natsuki finalmente identificaron a cierto pelirrojo acercarse hacia el auditorio. Los dos se animaron y el más alto no contuvo su alegría, por lo cual salió corriendo para darle un fuerte abrazo.

“¡Shinano-chan!” exclamó Natsuki, para entonces apachurrarle muy afectivamente. “¡Qué alegría verte! ¡Sigues siendo tan hermoso y dulce como siempre, lo puedo ver!”
“Hehe, digo lo mismo de ti, Natsuki,” el pelirrojo se dejó apachurrar un poco y sobó su rostro sobre el pecho de su amigo. “Eres hasta más grande de lo que recuerdo. Ahh, es reconfortante.”
“Me alegra que lo pienses, Shinano-chan,” le soltó y sonrió con torpeza. “Yo en verdad quisiera ser pequeño y adorable como ustedes, pero me siento a gusto que me aprecies por como soy.”
“Me molesta un poco que digas eso, yo que quisiera ser tan alto como tú…” Syo dio un suspiro, frustrado por su realidad. Él entonces se sorprendió ya que el pelirrojo no se reservó las ganas de abrazarle. “¡O-oye!”
“También te he echado de menos, Syo,” dijo el pelirrojo, contento. “Hehe, y Natsuki tiene razón, ¿cierto? Los dos nos hemos quedado bastante pequeños~”
“¡Suéltame!” el otro se zafó, impaciente. “¡No puedo creer que digas esa barbaridad! ¡Todavía somos capaces de crecer y Natsuki es mayor que yo por dos años!”
“Y mayor que yo por tres, pero estoy seguro que nos corresponde ser más pequeños,” Shinano se vio a gusto pese a que impacientaba a su amigo. “Hehe, me recuerdas a Gotou. Él también tiene un complejo con su altura.”
“Ohh, no recuerdo la última vez que vi a tus hermanos,” Natsuki se emocionó y sonrió con una mano en su pecho gran dulzura. “Tienes una familia hermosa, Shinano-chan, y estoy convencido que ese hermano que describes debe ser tan adorable como tú~”
“No tanto como yo, y quizás lo mejor es que no le digas eso,” sonrió con torpeza. “Heh, perdón, Syo, simplemente los he extrañado. Este año en los Estados Unidos se sintió mucho más solitario de lo que debió ser.”
“Bueno, pero trata de no impacientarme tanto…” negó ofuscado y dio un suspiro, para sonreírle de vuelta. “Pero sé lo que dices. Yo que he vivido en el extranjero sé lo mucho que se echan de menos las cosas, y es genial verte. También vas a estudiar en Rizembool, ¿cierto?”
“¡Sí, empiezo el próximo semestre!” exclamó, emocionado.
“¡Qué alegría! ¡Nos vamos a ver seguido como cuando éramos niños!” Natsuki dio un par de palmaditas. “Ya estamos saliendo al festival de rock, pero igualmente debemos celebrarlo.”
“Me encantaría,” Shinano asintió alegremente.
“Ahora que estás en esta universidad, puedes aprovechar para unirte al club de drama con nosotros,” dijo Syo, sonriendo decidido. “Ha sido una gran experiencia y senpai siempre se viene con más proyectos y obras. Yo me he unido para seguir perfeccionando mis dotes de actuación y en verdad que vale la pena.”
“Te tomo la palabra. Tú que siempre fuiste el mejor actor de los tres sin duda reconocerías el valor y potencial de este club,” observó Shinano, impresionado. “Y ese senpai debe ser una persona muy hábil y respetable.”
“No, no, sólo hábil y talentoso, pero no es alguien que inspira respeto,” Syo se frustró y mostró leve tortura. “Tsk, ser el más joven ahí tiene sus desventajas. Senpai es un pervertido y medio pedófilo que no entiende el espacio personal. Bueno, en eso último se asemeja a ti, supongo.”
“Y-ya veo…” el pelirrojo sonrió incómodo. “Sí veo que no te gustaría algo así.”
“Ohh, pero Wataru-chan es un alma tan cándida y preocupada por todos~” agregó Natsuki, conmovido. “Yo me siento tan dichoso de ser parte de su club, y yo que todavía tengo que pulir mis actuaciones soy muy feliz de contar con esta oportunidad. Shinano-chan, ¿no te animarías a unirte con nosotros?”
“En verdad me están animando un montón, pero no sé si contaré con el tiempo…” confesó, sonriendo con leve tristeza. “He sido contactado por otro profesional aquí en Rizembool, así que dependerá del tiempo que tenga disponible.”
“¿Alguien más se interesó en ti?” Syo se confundió. “¿De quién hablas?”
“Es un idol retirado que fue muy famoso hace unos años. No lo conozco en persona, pero espero que se dé la oportunidad pronto, antes que comience el próximo semestre,” comentó con leve añoranza. “Su nombre es Shu Itsuki, no sé si han oído sobre él.”
“…” los dos intercambiaron miradas con leve sorpresa.
“¿Eh? ¿Me perdí de algo?” preguntó el menor, confundido.
“Sí sé sobre él y he escuchado las historias más impresionantes de aquel personaje,” comentó Natsuki, inicialmente con una sonrisa y tono de voz inspirado, pero él rápidamente pasó a ponerse pensativo e incómodo. “Pero a su vez he oído que es una persona problemática y ruin, y tal vez un poco antisocial… oh, estoy convencido que eso no puede ser cierto, especialmente si se ha animado a entrenar a un alma tan preciosa como la tuya, Shinano-chan, pero espero que no haya ningún problema…”
“También he oído que ese tipo tiene un estudio en Rizembool bien equipado y que hace trabajos de diseños de ropas e indumentarias a pedido,” Syo se cruzó de brazos en lo que hacía memoria. “Si mal no recuerdo, Hibiki-senpai estuvo alardeando con gran dicha que pudo lograr su colaboración para los atuendos de la última obra que hemos hecho, aunque no es como si nosotros realmente lo conozcamos.”
“¡Ohh, buen punto!” Natsuki se emocionó y levantó sus puños con emoción. “¡Nuestros trajes para la obra fueron impecables y muy bien diseñados! ¡Debe ser todo un experto!”
“Tendré en mente sus observaciones. Gracias, chicos,” Shinano asintió, animado. Él también había podido averiguar algunos comentarios negativos con respecto a la personalidad de su futuro instructor, pero asumía que debía estar derivado a su gran habilidad y exigencia. Le tocaba esperar a finalmente conocerle. “Ohh, y no me han hablado sobre la obra de Robin Hood en la que tuvieron los roles protagónicos. Tienen que decirme todo con lujo de detalles, por favor,” sonrió ampliamente, con gran orgullo por sus amigos. “Me dio mucha alegría cuando me enteré que fueron dados papeles tan importantes, y fue una lástima que regresé un día después de la última función. Espero que pueda verlos pronto en el escenario.”
“Tiene que darse, de todas formas,” dijo Syo, con grandes energías. “Y gracias por los buenos deseos, Shinano. Lo mismo digo. Espero poder verte haciendo una aparición y debut en un futuro cercano, y cuenta con Natsuki y conmigo para lo que necesites.”
“¡De todas formas! ¡Sería un honor, Shinano-chan!” exclamó Natsuki.
“Heh, muchas gracias, no tengo nada concreto de momento, pero sé que ya no me tomará mucho más. Ha llegado mi hora,” asintió decidido. “Ahora tenemos que irnos, que Shishiou y Seija nos están esperando. Espero que se lleven muy bien con ellos.”

Ellos estuvieron por irse, cuando entonces Natsuki notó que Yukko salía del auditorio, leyendo ensimismada un pequeño papel.



“¡Ohh, Yukko-chan!” él le pasó la voz con gran efusividad, lo cual le despertó. “Ven, quiero presentarte a Shinano-chan, es un gran amigo de hace muchos años.”
“Oh, eh, s-sí, ehh…” ella se vio un poco desubicada y sacudió su cabeza, para hacer una apurada reverencia. “¡U-un gusto! P-perdón, andaba un poco distraída.”
“Hehe, descuida,” Shinano sonrió gustosamente. “Yukko, ¿cierto? Un gusto también. ¿Acaso también estás en el club de drama?”
“Pues, es mi primer día, y hasta ahora todo bien…” sonrió con torpeza. “Ehm, supongo que tú estás en el club.”
“Shinano acaba de regresar de estudiar en el extranjero y dice que lo pensará,” comentó Syo. “¿Qué estás leyendo?”
“Oh, eh, Hibiki-senpai me pasó unas tiendas donde puedo encontrar ropa para hacer ejercicio,” observó la chica, confundida. “Aunque no conozco bien la ciudad…”
“Heh, si quieres ir de compras con gusto quedamos otro día y te acompaño,” declaró Syo, sonriendo con decisión. “Mis padres son diseñadores famosos y he heredado la habilidad.”
“¿E-e-en serio?” la chica se sorprendió y se retrajo un poco. “T-tampoco quisiera ocupar tu tiempo con esas cosas…”
“¿De qué hablas? A mí me gusta ir de compras y me viene bien porque necesito nuevos accesorios,” observó. “Aparte que es nuestro deber como tus compañeros ayudarte.”
“Eso es muy cierto,” Natsuki asintió, motivado. “Haré lo posible para darte una mano, y después de la compra podemos ir a comprarnos crepes. Me haría mucha ilusión.”
“Ohh, y yo también me animo a acompañarles~” Shinano levantó su mano, sonriente. “Todavía no sé si podré unirme al club de drama, pero de todos modos iré a visitarles con frecuencia,” sonrió simpáticamente a la chica. “Y te me haces muy agradable. Espero que seamos amigos.”
“G-gracias, chicos, en verdad,” Yukko se sintió conmovida casi hasta las lágrimas. Le costaba creer la gran diferencia que era ese ambiente artístico en comparación con su círculo de ciencias de todos los días. Tal vez sí pertenecía más en ese otro espectro de la universidad por sentirse a gusto con esas personas que recién había conocido. Ella asintió. “De acuerdo, me encantaría.”
“Bien~” el pelirrojo le dio un guiño y sacó su celular. “Antes que nada, a intercambiar números, y así vemos cuándo vamos a poder.”
“Podemos hacer una conversación por Line,” dijo Syo mientras abría dicha aplicación.
“S-sí…” de todos modos, Yukko se sentía un poco intimidada por la apertura y desinhibición de los tres, pero era un bienvenido cambio.

Ella dio su número y también registró los de los chicos, y vio a Natsuki pedirle a Syo que llamara algo adorable al grupo en conjunto, pese a los reclamos y la negación de su amigo. Ello hizo recordar a la chica a la semana de orientación en la que había sido dada un grupo de estudiantes asociales por haber entregado su ficha tarde. Por momentos así, ella solía preguntarse cómo hubiera sido su semestre en Rizembool de no haber descuidado su inscripción, pero realmente no podía quejarse. Ella tenía a amigos interesantes y ya familiares en su círculo, además de que Hotarumaru era una bendición de los cielos para ella.

“Ehh, nuevamente gracias,” ella hizo una reverencia. “Perdón, pero tengo que irme.”
“Oh, ¿no tienes tiempo ahora?” preguntó Natsuki, un poco afligido. “Estamos por atender un festival de rock cerca de aquí, y sería muy divertido si pudieras unirte a nosotros.”
“Sería lindo, pero tengo mucho que estudiar. Mañana tengo un par de evaluaciones…” dijo rápidamente la chica. Sus evaluaciones eran simples y con poco valor, y su principal razón para negarse se debió a nunca haber ido a un festival así y todavía sentirse intimidada por la gran y caótica ciudad a la que se había mudado para sus estudios universitarios, aparte que recién conocía al trío. “Ojalá se dé otra oportunidad.”
“Claro, te avisaremos con tiempo para que puedas organizarte,” Syo asintió. “Nos vamos en la próxima práctica, ¿de acuerdo?”
“Sí, hasta luego.”
“Ve con cuidado, Yukko-chan,” dijo Natsuki, sonriendo.
“¡Chau, Yukko!” se despidió Shinano, efusivamente.

De aquel modo, la chica fue hacia el paradero para regresar a su apartamento en lo que los chicos se comunicaban con los otros dos que irían al festival para así ir juntos.



La función de aquella noche estaba pronto a iniciar…
« Last Edit: April 03, 2018, 11:58:48 PM by Cho »