Uhh este fic se me hizo eterno, y seguro que el próximo también lo será, pero ya está... *faints*
65.1.
Namazuo abrió los ojos y luego de recordar su ubicación dentro del bosque, sonrió tranquilamente y se desperezó al estirar sus brazos. Pudo oír múltiples cantos de las aves nativas y observó el techo de esa habitación muy cercano a él, al estar ocupando uno de los camarotes superiores. El cuarto estaba teñido de los colores cálidos y brillantes del amanecer que provenían de la amplia y grande ventana entre los dos camarotes. De inmediato se preguntó qué hora era, así que agarró su celular que había descansado a su costado.
“Hmm… ¿recién las seis y media…?” preguntó somnoliento. Dio un suspiro y se sobó uno de sus ojos. “Vaya… ¿por qué me despierto…? ¿Quién habrá dejado las cortinas abiertas…?”
Pensó en que Ritsu no sería capaz de dormir con aquel brillo matutino, por lo cual miró hacia la cama de su amigo a la misma altura, y se confundió al verla perfectamente tendida.
“¿Eh?” ladeó su cabeza. Se asomó para mirar las camas de abajo, pero, de igual forma, Honebami y Ai tampoco las estaban ocupando y también se encontraban tendidas. No había rastros de ellos y no oía indicios de que alguien más estuviera despierto, lo cual le animó a levantarse y ver qué ocurría.
Se apresuró en cambiarse, aunque no dejando ordenada su propia cama, y bajó al primer piso. Ahí pudo encontrar a los tres, quienes curiosamente estaban en plena faena. Ritsu se encontraba friendo pancakes, Ai preparaba sándwiches y Honebami estaba a cargo de un par de enormes tazones de ensaladas de frutas.
“Oh, Nama-kun, ya te despertaste,” observó Ritsu, quien sonrió tranquilamente y un tanto entretenido al notar la confusión del otro. “Buenos días~ ¿tienes hambre?”
“Eh, ¿qué están haciendo?” preguntó ladeando la cabeza.
“El desayuno para los demás, evidentemente,” observó Ai, inmutado y posicionando otro sándwich encima de una de las múltiples torres que había preparado. “Estimo que los demás estarán aquí entre veinte minutos y media hora si es que la agenda del día programada ayer se mantiene inalterada.”
“Mis hermanos suelen ser puntuales, pero podrían demorarse unos minutos adicionales,” comunicó Honebami.
“Sí, lo imaginaba, por algo agregué esos diez minutos a mi estimado…”
“E-esperen, ¿se han levantado temprano para cocinar para todos? ¿Y desde qué horas?” Namazuo miró hacia los sándwiches. “N-no es que tengamos que alimentar a un batallón. ¡Hay como sesenta sándwiches aquí!”
“Son de distintos sabores y algunos están pensados como merienda en medio de las faenas del día, según sus contenidos,” explicó Ai con profesionalismo.
“Fufu, para contestar tu pregunta, yo estoy despierto desde las tres, y eso que me empujé a dormir desde la medianoche, sabes que no duermo de noche,” Ritsu se encogió de hombros. “Hone-kun y Ai-chan han estado acompañándome desde hace aproximadamente una hora.”
“Setenta minutos, para ser exactos,” observó el peliceleste, quien miró al otro de reojo. “Y no recuerdo haberte dado el permiso para dirigirte hacia mí con ese apodo.”
“Fufufu, acostúmbrate…”
“Uhh, vamos, somos un equipo,” Namazuo hizo un puchero. “¿Por qué no me levantaron?”
“No eres eficiente si no duermes bien. Más bien, eres muy perezoso,” dijo su mellizo. “Tampoco nos despertamos mutuamente, y juzgué que dejar las cortinas abiertas era suficiente para llamar tu atención.”
“Y lo fue, ¿ves que está aquí?” Ritsu asintió satisfecho.
“Ya, ya, ¿en qué les puedo ayudar?” se ofreció Namazuo. “¡Ohh, puedo freír pancakes!”
“No, aléjate,” su amigo idol borró su sonrisa y le miró con desconfianza. “He preparado mi mezcla especial y sé por tus hermanitos que quemas hasta el agua. Menos mal le pedí a Hone-kun que preparara y terminara la mermelada antes de que llegaras.”
“¿M-mermelada?” ladeó su cabeza.
“Está reposando en envases de vidrio, pero seguirá tibia para el desayuno,” observó Ai. “Tampoco eres bienvenido en mi estación. Estoy preparando sándwiches con contenidos apropiados tanto para estas horas de la mañana como para después. No pareces del tipo que sabe comer una dieta balanceada.”
“Ehh, no digas eso…” Namazuo sonrió incómodo.
“No lo es,” confirmó Honebami, negando.
“Uhh, hermano, no seas tan cruel…” se deprimió un poco.
“Fufu, y mis pancakes, pese a ser dulces, son bienvenidos porque darán la dosis requerida de azúcar al momento de comenzar el día,” explicó Ritsu, tranquilamente. “El glicógeno de nuestras células se encuentra al mínimo y estamos en necesidad de reabastecerlo para funcionar bien, tener energías y permitirnos reflejos rápidos a estas horas tempranas de la mañana.”
“…” Honebami asintió. “Es conocimiento general…”
“N-no, no me suena a eso…” Namazuo sintió un tic en la ceja. “Vamos, Ritsu-chan, espero este profesionalismo y frialdad de Honebamincito y su amiguito misterioso, ¿pero desde cuándo también sabes estas cosas?”
“Es bueno saber comer bien. Será conocimiento que me ayudará a mantener mi figura en el distante día en el cual me convierta en un idol famoso,” se encogió de hombros.
“Ohh, admito que sí es una buena meta. ¡No te preocupes que sé que lo lograrás con ese espíritu, Ritsu-chan!”
“Claro, gracias~”
“Vaya…” Ai negó, frustrado.
“Si tanto quieres ayudarnos, ve poniendo la mesa,” dijo el peliblanco. “Estamos por terminar las preparaciones aquí.”
“Bueno, pero les pido que me avisen a la próxima. Me gusta ayudar a la gente y estas preparaciones pueden ser divertidas,” dio un suspiro y caminó donde los estantes, cuando en eso oyó varios pasos correr desde arriba. Vio a Gokotai, Akita y Houchou entrar rápidamente y emocionarse por lo que venían.
“¡Ohhh, tantas cosas deliciosas!” exclamó Houchou con sus ojos brillantes.
“Hehe, sabía que había olido el desayuno,” observó Gokotai, sonriendo.
“¡Qué bueno, vamos a comer con mucho gusto!” dijo Akita, animado. “Muchas gracias por preparar el desayuno. ¿Podemos ayudarles con algo?”
“Buenos días~” Ritsu sacudió una palma. “Ya nos encargamos de la cocina, pero pueden pasarles la voz a los demás, y también ayuden a su lento hermano Nama-kun a poner la mesa.”
“O-oye…”
“S-sí, iré a llamar a los demás, y-ya que soy un poco torpe con las vajillas,” Gokotai asintió obedientemente. “Con permiso.”
“Enseguida,” Akita intercambió miradas con Houchou.
“¡Sí, de inmediato! ¡Así comemos cuanto antes!”
“E-esperen, déjenme ayudarles,” dijo Namazuo.
Así, ellos tres comenzaron a agarrar las vajillas y utensilios para alistar la mesa principal y fueron hacia allá con rapidez.
“Comprendo que mi estimado fue erróneo, se adelantaron,” observó el peliceleste, con cansancio. “Hubieran hecho un itinerario que empezara más temprano…”
“Es curioso que te fastidie, considerando que la gente suele celebrar puntualidad y anticipación, Ai-chan,” comentó Ritsu, entretenido y con leve intriga. “Bueno, si andas con ánimos de adelantarte a otros, supongo lo entiendo, aunque no parece ser el caso.”
“Es mi preferencia adherirme a rigurosos planes, aunque sé que es mucho que esperar,” Ai miró a Honebami. “Necesitaré tu ayuda friendo los omelettes. Pronto vendrán los demás. Espero que no sea una inconveniencia.”
“…” el peliblanco asintió. “La ensalada de frutas no tiene urgencia. Es una merienda posterior, debido a que no es bueno mezclar la ingesta de frutas con otros grupos alimenticios.”
“Muy bien, no quería ser descortés como para decirlo, así que me alegra que lo supieras, Hone-kun~” canturreó Ritsu.
En poco tiempo, el desayuno estuvo servido y todos los presentes lo degustaron para así realizar las primeras labores del día.
Después de la primera merienda del presente día, hubo un breve momento en el cual los presentes se pusieron de acuerdo con respecto a la visita que darían al lago hacia el mediodía. Antes de ello, Ichigo propuso a sus hermanos menores realizar un corto entrenamiento en conjunto, por lo cual los llevó al jardín trasero de la casa donde se estaban hospedando. Luego de realizar un calentamiento, tocó el turno de la práctica, y los presentes se agruparon en parejas.
“¡Haa!” Hirano realizó otro ataque a Maeda, quien pese a contrarrestarlo con su propia daga de madera no pudo contenerlo y el arma de práctica se le escapó de sus manos.
“E-ehh…” se impresionó y retrocedió un par de pasos.
“M-Maeda, ¿estás bien?” le preguntó su gemelo mayor, un tanto preocupado por haberle visto sorprendido. “¿Te he lastimado?”
“No, descuida, Hirano,” Maeda sonrió con torpeza. “Es evidente que eres el más fuerte de los dos. No puse mucha resistencia.”
“Me alivia que estés bien,” dio un suspiro. “Pero no tienes que minimizarte así. Tú también puedes pelear como nosotros. Está en nuestra sangre.”
“No tuve la intención de hacerlo, descuida,” asintió. “Y sé bien que la batalla se define por mucho más que la fuerza bruta. Ojalá pueda desarrollar mayor destreza.”
“Por supuesto que sí. Yo espero lo mismo,” le sonrió decidido y asintió. “Sigamos.”
“Sí,” sonrió gustosamente. “Estoy bajo tu cuidado, hermano.”
“¡Aquí voy!” exclamó Houchou, quien comenzó a atacar a Akita con una serie de ataques, pero su hermano mayor pudo leerle y no tuvo problemas esquivándole sucesivamente. “¡Ahh! ¡Ah! ¡Aahhh! ¡¿Cómo puedes esquivarme tan bien?!”
“Eres muy expresivo, Houchou, no es difícil,” observó Akita, quien sonrió certeramente y realizó un contraataque, con el cual paralizó a su hermano al llevar la daga a la altura de su pecho. El pelimarrón se cayó sentado.
“Uhh, me rindo…”
“No te desanimes,” el pelirrosa le sonrió amablemente y le extendió una mano. “Vamos, continuemos. Lo estás haciendo bien.”
“Bueno…” dio un suspiro y se levantó con su ayuda. “Ahh, quisiera regresar al comedor y degustar más de los pancakes del desayuno. Estaban deliciosos…”
“Vamos a preparar pasteles con Ritsu en la tarde, sé un poco paciente,” le recordó.
“Lo sé, lo seré…”
“Ehm… uhh…” Gokotai se posicionó con su daga de madera en mano. “¿A-así?”
“Casi, sólo un poco más de costado,” Namazuo se acercó y ayudó a su hermanito a acomodarse mejor. Le sonrió y dio el visto bueno. “¡Bien! Así serás un blanco más difícil de apuntar y podrás moverte mejor. ¿Qué tal si volvemos a practicar?”
“S-sí,” asintió y luego bajó su mirada. “P-perdón por ser tan débil, Namazuo-niisan… sé que eres muy fuerte y te mereces a un oponente a tu medida…”
“¿Qué cosas dices?” el otro sonrió con gracia y torpeza. Le guiñó un ojo y levantó un pulgar para animarle. “Hehe, yo estoy más que feliz de ser tu mentor y créeme que todo entrenamiento es bueno para uno. ¡Es divertido!”
“Si tú lo dices…” asintió tímidamente.
“Listo~ atácame cuando gustes~” canturreó en lo que volvía a retomar distancia.
“…” Gokotai miró a su daga. “¿S-seguro que no te lastimaré…?”
“Confía en tu hermano. Recibiré todos tus ataques perfectamente,” sonrió con orgullo. “¡Además soy indestructible! ¡Puedes intentar aniquilarme todo lo que gustes! ¡Nada me pasará!”
“¿E-ehh?” ello inquietó al pequeño peliblanco, quien se incomodó y asustó al punto en que sus ojos se llenaron de lágrimas. “¡N-no quiero hacerte daño, Namazuo-niisan!”
“¡Ahh, perdón, Gokotai! ¡B-bromeaba!”
“Listo. Buen trabajo, Hakata,” dijo Ichigo, con una dulce sonrisa.
“Ahh…” el pequeño rubio estaba jadeando luego de una intensa y educativa práctica con su hermano mayor. “Estoy muerto…”
“Has mejorado mucho desde la última vez que entrenamos,” le aseguró el primogénito, poniendo una mano sobre su hombro. “Estoy orgulloso de ti, Hakata.”
“¿Eh? ¡¿En serio?!” aquellas noticias le cayeron mejor que una bocanada de aire, y Hakata sonrió ampliamente y con sus ojos brillantes de emoción. “¡Sí! ¡Pasé el Ichi-nii check! ¡Muchas gracias, Ichi-nii!”
“Haha, no me agradezcas.”
“Gotou-nii me ha estado entrenando y es bastante estricto conmigo,” reportó con gusto. “Me falta un montón, pero me está motivando a dar lo mejor de mí.”
“Me alegro de oírlo. Sí podríamos hacer estas prácticas más seguido,” entonces, Ichigo vio que Honebami se les acercó con unas toallas y un par de botellas de agua. “Oh, gracias, Honebami. Nos vienen bien ahora.”
“Sí, muchas gracias, Honebami-nii,” Hakata asintió y gustosamente recibió ambos objetos. “¿Podrías entrenar junto con nosotros también? Quisiera aprender de ti.”
“…” Honebami negó pacientemente. “Preferiría no hacerlo. Sólo deseo proveerles de lo que puedan necesitar.”
“Confío en tus cuidados, Honebami. Nunca nos lastimarías,” le aseguró Ichigo, con una sonrisa. “Espero que cambies de opinión.”
“…” desvió su mirada.
“Gotou-nii fue a entrenar con Shinano, ¿verdad?” preguntó Hakata.
“Sí, no había el espacio suficiente para que se quedaran, así que fueron rumbo al bosque,” contestó Ichigo. “Espero que no se hayan sumergido mucho.”
“…” Honebami miró hacia el bosque. “Iré a buscarles. Puede que necesiten de algo…”
No muy lejos del área de las casas, Shinano se encontraba en plena sesión de entrenamiento junto con Gotou. A diferencia del otro ambiente familiar y relajado, Gotou no permitía descuidos ni descansos, y se encontraba en un intenso ataque a su hermano menor, quien tenía problemas defendiéndose debidamente.
“¡Ihhh! ¡Estás yendo muy rápido!” exclamó Shinano, asustado mientras hacía lo que podía para parar el asedio del otro, pese a que el agarre en su daga de madera tambaleaba y su porte ya estaba débil e inestable.
“¿Crees que tus oponentes te la dejarán fácil, Shinano?” le preguntó Gotou en pleno ataque. Volvió a impactar el arma de Shinano y giró a un costado. “¡Una apertura!”
“¡AAHHH!” Shinano recibió otro impacto que le impulsó hacia atrás y se cayó boca arriba.
“Vaya, no has estado practicando, se nota,” Gotou negó, con sus manos en las caderas. “Y eso que Shishiou sí sabe pelear bien, si mal no recuerdo. Te pudo haber ayudado.”
“No seas tan malo conmigo, Gotou-nii…”
“¿Y así quieres mejorarte y ser más fuerte?”
“P-pues…” frunció el ceño y desvió su mirada.
“En fin, párate. Todavía tenemos tiempo.”
“¡No! ¡Un descanso, por favor!”
“¿Eh?” alzó una ceja. “Apenas hemos peleado unas tres o cuatro veces.”
“¡Seguro que fueron más, y aun así!”
“Tsk, no te encapriches y párate, Shinano.”
“¡Me niego!” dicho esto, Shinano estiró sus extremidades sobre el suelo y agarró el grass y mala hierba que pudo con sus puños. “¡No me vas a levantar! ¡Ni lo intentes!”
“¡¿Ahh?!” Gotou se sorprendió por la resistencia del pelirrojo, y no tardó en enfadarse. “¡Deja de actuar así! ¡Tremendo engreído!”
“¡Tú no seas un tiránico! ¡Dame diez minutos al menos!”
“¡Olvídalo!” de inmediato se agachó para levantarle.
“¡No, suéltame!” exclamó molesto. “¡Ichi-nii, ayuda!”
“¡No te oye y ni se te ocurra molestarle con tus caprichos!”
“¡No seas abusivo!”
“¡Déjate de disfuerzos!”
“¡No!”
El par de hermanos continuó renegando por un poco más hasta que una tercera persona que había intentado dormitar apoyado en un árbol cercano terminó por dirigírseles.
“Hic… ¡cállense los dos, carajo!” exclamó Fudou, quien lanzó su lata vacía de cerveza a la cabeza de Shinano.
“¡Ihhh!” este lloriqueó y se sentó sobre el piso. “¡No copies a Gotou!”
“Tsk, si bien los aborrezco a ambos en este momento, estoy más del lado de tu hermano…” dijo en voz baja y entrecerrando los ojos. “Hic… para ser un Toushirou esperaría más de ti. Hakata ha estado entrenando con Gotou y no le he visto quejarse.”
“Es cierto,” Gotou asintió y se cruzó de brazos, para mirar a Shinano con reproche. “Él sí está poniendo todo de su parte y promete, a diferencia de ti. Ya veo por qué no te respeta.”
“¡Ahh, no digas eso!” Shinano se quedó helado.
“Heh, a este ritmo parece mayor que tú…” Fudou se encogió de hombros.
“¡No usen psicología en mi contra!” exclamó, y bajó su mirada. “Yo sé que debo esforzarme, pero sean más amables conmigo. Es un proceso, ¿no es así?” hizo un puchero. “Sé que Ichi-nii sería mucho más comprensivo y paciente, pero está entrenando a los pequeños, así que no puedo pedirle atención ahora…”
“Sí, Ichi-nii es más amable, pero no es como si hubiera entrenado con él,” Gotou negó y miró a Fudou de reojo. “Este de aquí ha sido mi entrenador y torturador, y sé que soy más amable que él. No te quejes.”
“Hic… es cierto, a ti te haría trizas…”
“Uhh…” Shinano se estremeció. “Con razón no sabes lo que es piedad, Gotou.”
“Oye, no digas eso,” Gotou negó y dio un suspiro. “Y bien, ¿ya tuviste tiempo de descanso?”
“¡¿Qué?!” el pelirrojo negó repetidamente. “¡N-no, el momento de habla no cuenta!”
“¿Qué vendría a ser momento de habla? No digas tonterías.”
“Seguro que hasta Yagen es más bueno que tú.”
“Heh, no me hagas reír,” Fudou rodó los ojos. “Hic… ese inútil doctor es desagradable y nunca en la vida le he visto entrenarlos a ustedes. ¿Dónde demonios andará?”
“Verdad, pensé que había dicho que nos daría el alcance,” Gotou frunció el ceño. “Tsk, sabía que se iba a escapar de este entrenamiento…”
“Puede que esté dando otro paseo por el bosque,” observó Shinano. “Vamos a buscarle.”
“Sólo dices eso para escaparte también, ¿verdad?” le preguntó el pelimarrón, mirándole con reproche.
“Uhh, ya no quiero entrenar más, estoy al límite, y siento que mañana me dolerá todo el cuerpo.”
“Ya, está bien, por ser la primera práctica lo toleraré,” se encogió de hombros. Shinano también se había puesto revoltoso, así que sabía que no podía empujarle mucho más.
“¡Ya, entonces vamos!” al verse liberado, el pelirrojo se animó y se levantó de resorte. De inmediato se inquietó al notar a su hermano molestarse por sus supuestas energías, pero menos mal que el otro desistió en forzarle.
“Suerte con su cacería…” Fudou se encogió de hombros y se dio media vuelta para regresar hacia los edificios.
“Espera, ven con nosotros,” dijo Shinano.
“Tsk, no tengo ganas de ver a tu imbécil hermano…”
“Vamos, hace un lindo día~” dicho esto, le agarró de un brazo.
“¡Oye, suéltame!” le reclamó, pero el pelirrojo no se rindió y continuó jalándole. “¡Déjame ir, te daré tu merecido!”
“Sh-Shinano…” Gotou se incomodó, pero vio que Fudou se resignó a ser jalado sin pelear pese a sus reclamos. Sin duda sí le tenía un poco de paciencia al pelirrojo, lo cual era un alivio.
Los tres terminaron caminando por el bosque mientras se familiarizaban con el ambiente. Se oían a las aves por doquier y se respiraba un aire puro y refrescante.
“Hehe, es muy agradable,” comentó Shinano, alzando su cabeza y sonriendo en lo que disfrutaba de la brisa del camino. “Deberíamos habernos dado un paseo por el bosque con todos antes de ponernos a entrenar.”
“Lo disfrutaremos también en el paseo al lago, descuida,” dijo Gotou. “Ah, y mantente en el camino. Veo que es un poco accidentado en los costados.”
“Sí, no te preocupes, me mantendré atento,” asintió obedientemente.
“A lo mucho serán desniveles, no son niños como para no darse cuenta…” Fudou se encogió de hombros y sacó una nueva lata del bolsillo de su casaca, para abrirla y tomar un sorbo. “Uhh… ¿cuánto más quieren caminar? Es difícil buscar a alguien así…”
“¿Qué haces trayendo otra lata de cerveza, Fudou?” preguntó Gotou, alzando una ceja.
“¿Qué? ¿Acaso te crees superior a mí como para decirme qué hacer?” preguntó de mala gana y mirándole con molestia. “Hic… ¡pues quiero tomar más!”
“Ehh pero acabas de terminar una, y nee-san desechó varias de tus reservas,” observó Shinano, confundido. “¿No vas a racionarlas a lo largo del viaje?”
“¿Heh?” para variar, Fudou sonrió con ironía. “¿Tan preocupado te encuentras por mi ingesta de alcohol? Hic… hahaha entonces me aseguraré de emborracharme con gusto de regreso.”
“¡N-no quise decir eso!” Shinano se escandalizó. “¡No lo apruebo y temo mucho por tu salud, en verdad! ¡A-además nee-san me mataría, y en serio no te apoyo en esto!”
“Tsk, bromeaba, tonto…” rodó los ojos y tomó otro sorbo. “Pues se me va a acabar pronto, pero hic… uhh no me importa. Mi yo del futuro lidiará con este problema…”
“¿Q-qué clase de respuesta es esa?” Gotou se inquietó por aquella indiferencia del otro. Esa adicción de su parte parecía volverle cada vez más desconectado e irresponsable, pero sabía que no podría hacerle entrar en razón, aparte que temía su agresividad.
“B-bueno…” el pelirrojo también se incomodó, y decidió intentar cambiar el enfoque al asunto. Sonrió animado. “Eso quiere decir que será la primera vez en un tiempo que te veremos sobrio. Hehe, lo esperaré con ansias.”
“Tsk, qué tonterías dices…” Fudou le miró con molestia. “Ni que fuera distinto…”
Esa conversación les llevó a un claro considerable del bosque, cuya belleza y abundancia natural sorprendió a los tres, quienes se quedaron sin palabras y miraron anonadados al paisaje.
Era un campo de gras mediano y flores por doquier que se mecían por una brisa rejuvenecedora. El sol iluminaba ese ambiente a plenitud, lo cual daba la impresión de que se encontraban en un paraje celestial.
“¡Ohhh!” Shinano se sorprendió gratamente, ensanchó su sonrisa y corrió para sumergirse entre la multitud de plantas. “¡Es tan hermoso! ¡Nunca hubiera esperado un ambiente como este! ¡Nuestros hermanitos se maravillarán!”
“Vaya que sí,” Gotou asintió, y sonrió. “Definitivamente los traeremos aquí más tarde.”
“…” Fudou alzó su rostro, lo que hizo que entrecerrara un poco sus ojos al recibir la fuerte luz del sol. Pese a su indiferencia, reconoció que era un ambiente tranquilo y agradable, y pasó a mirar a los árboles que circulaban ese gran espacio. Miró a uno de ellos que era particularmente más alto que los demás, y terminó haciendo una mueca de desagrado. “Tch… tenía que ser…”
“¿Eh? ¿Qué sucede?” preguntó Shinano, confundido, y vio a Fudou apuntar hacia las ramas superiores de ese gran árbol.
“Hic… no somos los primeros aquí…”
En una de las ramas gruesas más altas del árbol pudieron observar a Yagen sentado y apoyado contra el tronco. El doctor se encontraba distraído y no parecía consciente de la llegada de los tres. Ellos se acercaron al árbol.
“¡Yagen!” le llamó Gotou. Finalmente, el doctor se vio despertado de su sueño despierto y miró hacia su menor.
“¿Hm? ¿Qué hacen aquí?” preguntó con tranquilidad, aunque en voz alta para dejarse oír.
“Yo soy quien debería preguntarte eso,” el pelimarrón entrecerró sus ojos. “Íbamos a entrenar a Shinano, ¿o ya lo olvidaste?”
“Mis disculpas, realmente quise venir a darme un respiro, ¿qué puedo decir?” se encogió de hombros y se puso de pie sobre la rama. “Tampoco es como si me necesitaran.”
“¡Yo diría que sí! ¡Especialmente porque Gotou está siendo muy duro conmigo!” exclamó Shinano, extendiendo sus brazos. “¡Yagen, baja y disfrutemos de este bello campo de flores!”
“No gracias, no soy compatible con un pasatiempo así, Shinano,” negó pausadamente y sonrió entretenido. “¿Y qué te hace pensar que sería más misericordioso que Gotou?”
“Obviamente…” Fudou se encogió de hombros y miró a Gotou de reojo. “Parece que tu hermanito tiene amnesia y se ha olvidado de lo mucho que este imbécil te fastidiaba de pequeño. Hic… ¿por qué no se lo recuerdas?”
“Pues, Yagen nunca fue tan pesado con Shinano, pero en fin…” Gotou negó.
“Quieras jugar con las flores o no, baja, por favor,” le pidió Shinano a Yagen. “No debe ser divertido estar ahí tanto tiempo.”
“…” el doctor le miró en silencio por un momento, en lo que tomó una decisión. “Claro. Bajaré si tú subes a mi altura, Shinano.”
“Ehh… ¿eh?” el pelirrojo se intimidó. “¿Qué dices…?”
“En serio, ¿qué clase de pedido es ese?” preguntó Gotou, extrañado.
“Si bien no es un entrenamiento hecho y derecho, deseo ver si Shinano cuenta con la agilidad y destreza suficiente como para trepar este árbol,” observó Yagen, inmutado. “Piénsenlo como el entrenamiento de mi parte.”
“P-pero puede ser mucho pedir, o sea, es un árbol muy alto…”
“Hmm, bueno, es un buen punto,” observó Gotou. “Sí sabes trepar árboles, ¿verdad?”
“N-no hablas en serio…” Shinano se asustó.
“Es un pedido caprichoso… pero ni que fuera difícil…” Fudou se encogió de hombros. “Has lo que quieras…”
“Ehh… p-pero…” dudoso, se acercó un poco más al imponente tronco de ese árbol, y se sintió incluso más diminuto. “¡Ihh! ¡Pero ni puedo alcanzar la primera rama! ¿Cómo subo?”
“No demostraste ser lo suficientemente hábil como para alcanzarla de un salto, pero sólo impúlsate del propio tronco,” Gotou se encogió de hombros. “Hemos trepado árboles de pequeños. Asumo que no te has olvidado.”
“P-pues no eran tan grandes…” frunció el ceño y dio un pesado suspiro. Sabía que los ojos de los demás estaban en él, y parte de sí mismo sí quería intentarlo, así que siguió el consejo de su hermano. Intentó impulsarse un poco antes de posicionar un pie sobre el tronco, pero le faltó inercia y tuvo que retroceder. Ante ello, tomó carrera para volverlo a intentar, pero su pie apoyado al árbol terminó resbalándose hacia abajo y se fue de cara contra el tronco. “¡AHHH!”
“¡Sh-Shinano!” Gotou se preocupó y se acercó al otro. “¿Estás bien?”
“C-creo…” dijo con torpeza y agarrándose el rostro. Pese a ese chasco, quiso intentarlo una vez más, aunque Fudou llegó para jalarle del cuello de su camisa. “¡Ehh!”
“No, detente…” le dijo frustrado y cansado. “Hic… se ve que no sabes lo que haces. Nunca has trepado un árbol con ramas tan altas, ¿verdad? Sólo te lastimarás.”
“Fudou…” el pelimarrón se extrañó por la atención que acababa de darle a Shinano.
“¡M-muchas gracias por tu comprensión!” exclamó el pelirrojo, conmovido y con ojos brillantes. Asintió obedientemente. “Sí, como digas. Gracias por ser tan bueno conmigo…”
“Tch, c-cállate…” Fudou se ofuscó y desvió su mirada. “Sólo no seas un imbécil…” al decir esa palabra, se acordó de cierta persona y se dirigió hacia la cima del árbol. “¡Pues bien, ya tienes a tu hermano con la cara estrellada! Hic… ¿qué más quieres?”
“No es que haya sido mi intención, es una lástima,” Yagen negó, y con toda comodidad volvió a sentarse en la rama que ocupaba. “Avísenme cuando nos toque salir a pasear.”
“¿En serio te vas a quedar ahí?” preguntó Gotou, incrédulo, quien se amargó al no recibir una respuesta. “¡No me ignores!”
“Uhh, no puedo trepar, Yagen, pero baja, por favor,” le suplicó Shinano.
“Heh, esperan demasiado de él…” Fudou se agarró a recoger una piedra y la lanzó hacia el doctor. “¡Sal de ahí, maldición!”
“…” Yagen llegó a agarrar la piedra en el aire y miró a Fudou inmutado, aunque con algo de molestia en su expresión.
“O-oye, ¿estás buscando una pelea?” preguntó Gotou, incómodo.
“No se pongan a pelear, por favor…” dijo Shinano, juntando sus palmas.
“Pues se lo merecería,” Fudou desvió su mirada y tomó un poco más de cerveza. “Uhh… tan insoportable como siempre…”
“Bueno, han arruinado mi meditación,” Yagen negó y volvió a pararse sobre la rama. “¿En algún punto no se les ocurrió que quería un momento a solas en este lugar? Eso es todo.”
“Imagino que habrás estado aquí un buen rato desde ya, además sería bueno que compartieras este punto con los demás, ¿no te parece?” preguntó Gotou, frunciendo el ceño. “Y eso no justifica a que sí tenías una obligación con Shinano.”
“La familia es un compromiso constante, ¿no es así? No puedo negar que tienes razón, Gotou. Creo que este bosque me ha hecho más caprichoso de lo usual,” sonrió con intriga y se reservó mayores comentarios.
“¿Cómo así?” preguntó Shinano, un poco preocupado. Sí podía notar que había algo distinto en la actitud de su hermano.
“No, no te inquietes, Shinano, ya se me pasará,” se encogió de hombros. “Me pregunto si Ichi-nii y los demás continuarán con el entrenamiento…” el doctor llevó una mano a su mentón, y entonces, ante el menor descuido de Fudou, le hizo el ‘favor’ de lanzarle la piedra de regreso, la cual le cayó de lleno en la cabeza.
“¡Y-Yagen!” Gotou se quedó en shock, junto con Shinano.
“¡AHH!” Fudou se agarró la cabeza con su mano libre, y la ira no tardó en manifestársele. Él comprimió su lata casi vacía y le apuntó. “¡Desquiciado! ¡¿Qué mierda te crees?!”
“Tú comenzaste. La próxima no andes armando a tu enemigo…” observó el científico, negando frustrado y encogiéndose de hombros, para así desviar su mirada hacia otra área del bosque, con lo cual denotó gran indiferencia.
“¡Ya te pasaste de la raya!” gritó, y pretendió correr hacia el árbol, pero los otros dos Toushirou le agarraron de sus brazos.
“¡Cálmate, por favor!” le suplicó Shinano, asustado.
“¡No empiecen algo ahora!” dijo Gotou, haciendo un gran esfuerzo para que el otro no se zafara.
“¡Déjenme ir! ¡Alguien tiene que enseñarle una lección a este antisocial!” exclamó indignado y colérico. “¡O si no uno de ustedes vaya a pegarle! Hic… ¡No me importa, pero alguien hágalo!”
“¡Mis hermanitos podrían venir en cualquier momento!” le recordó Gotou.
“¡En serio, y este debería ser un paseo agradable y ameno!” agregó Shinano.
“¡Heh, no me hagan reír!” Fudou miró a ambos de reojo y de forma amenazante. “¡Y juro que les haré pagar a ustedes también si tanto andan defendiéndole!”
“¡N-no digas eso!” Shinano se aterró por esa advertencia.
Entonces, los tres observaron que Honebami acababa de darles el alcance. El peliblanco, por su usual presencia nula, se había manifestado sin ser detectado hasta el punto en que llegó a sus campos de visión. Este se detuvo frente al árbol, y primero observó al distraído Yagen detenidamente, para entonces dirigirse a los demás.
“¿Sucede algo?” preguntó monótonamente.
“Tsk…” Fudou logró zafarse de ambos hermanos con una fuerte sacudida, y miró al recién llegado con ira. “Tu imbécil hermano me lanzó una piedra y se niega a bajar por su cuenta… Hic, ni que te importe…” desvió su mirada. “Siempre vas a estar de su lado, ¿no es verdad?”
“…” Honebami continuó caminando hacia el árbol y se detuvo muy cerca al tronco, donde finalmente llamó la atención del doctor. “Yagen… ¿necesitas asistencia para bajar?”
“…” este sonrió frustrado. “¿Qué haces por aquí, Honebami? Pensé que acompañabas a Ichi-nii y nuestros otros hermanos.”
“He traído botellas de agua para ustedes,” reportó. “Sin embargo, observo que no están entrenando… de todos modos, estoy aquí por si necesitas ayuda…”
“…” Yagen dio un suspiro, y finalmente se levantó, para saltar hacia abajo a otras ramas y aterrizar en el suelo. “Estoy bien,” negó entretenido. “Sé que tú me tomarías en serio, Honebami. No necesito de auxilio en este instante, gracias.”
“…” asintió.
“¡Ahora sí no te vas a escapar!” Fudou desenvainó su daga y se la apuntó.
“¿Todavía quieres pelear? No puedes quedarte amargado toda la vida…”
“¡No tienes ningún derecho de decirlo!” tensó el agarre de su arma y se vio propenso a atacar, pero otro grupo de personas llegó a ese campo desde otra dirección.
“Oigan, ¿qué sucede aquí?” preguntó Tsurumaru, quien acompañaba a Hotarumaru, Aizen y Akashi en plena caminata del bosque. “Ya, ya, no anden peleándose y menos en pleno campo de flores. Está haciendo un hermoso día…”
“La gente joven tiene demasiadas energías…” observó el pelivioleta, quien dio un sonoro bostezo. “Ahh… ya quisiera darme una siesta. El sol da sueño…”
“No hables como si fueras un anciano, Kuniyuki,” observó Aizen, con reproche. “Y deja de dormir a cada rato…”
“Hehe~ este campo es muy lindo,” comentó Hotarumaru, animado. “A Maeda y los demás les gustaría un montón. Hay que avisarles de una vez~”
“Tch… hacen mucho ruido…” se quejó Fudou, quien se sintió descargado por la llegada de más personas. Aun así, miró a Yagen desafiantemente. “¡Pero esto no se quedará así!”
“Como digas…” el doctor negó indiferente.
“Ehh, pensé que se habían puesto a entrenar,” observó Aizen, quien había alzado una ceja al confundirse por la agresividad de Fudou. “¿Qué hacen por aquí?”
“Pues, una larga historia…” Gotou negó sin voluntad alguna de narrar todos los hechos. “Ustedes fueron a pasear por el bosque, ¿verdad? ¿Qué les pareció?”
“Ohh, está muy bonito,” reportó Hotarumaru, con una amplia sonrisa. “Es un bosque muy rústico, lo que lo hace natural, y me he topado con varias aves y mariposas. ¡Ahh, seguro que hay luciérnagas de noche!”
“El hecho que es rústico me ha hecho prestar más atención al camino de lo que quisiera…” Akashi dio un bostezo. “Ya me siento listo para un descanso. Regresamos a las casas…”
“Haha, ya te salvaste de entrenar con tus hermanitos. Este paseo no puede haberte consumido tantas energías,” comentó Tsurumaru riéndose.
“Pero nuestra práctica queda pendiente,” recalcó Aizen, apuntando a su guardián.
“Vamos, sabes que soy medio inservible…” comentó Akashi, sonriendo relajado. “Ojalá uno de los pequeños Toushirou te hagan el favor. Se ven disciplinados.”
“También te vendría bien entrenar, Kuniyuki,” observó Hotarumaru, mirándole con curiosidad. “Quizás el entrenamiento es lo que te hace falta para darte energías. Tiene sentido.”
“Siempre haces difícil que me niegue, Hotarumaru. Eres muy adorable…” confesó y sonrió frustrado. “Ya, podemos entrenar, pero mañana, ¿de acuerdo?”
“Espero que lo mantengas,” Aizen le miró con desconfianza.
“Hai, hai…”
“…” Honebami miró hacia el camino de regreso. “Deberíamos regresar. Puede que hayan terminado con el entrenamiento.”
“Sí, antes que se pongan a buscarnos,” observó Shinano, sonriente. “¡Vamos al lago!”
Al regresar del bosque, todos se organizaron para darse el paseo del día. Hicieron uso de los carritos de golf que rentaron a la entrada para seguir la ruta principal hacia el lago, la cual también era un camino con vistas muy llamativas y varios miradores para tomar fotos. Luego de ese periplo, llegaron al enorme lago rodeado por los frondosos árboles del bosque, donde había varios senderos seguros y de corta duración. En el mismo lago también se ofrecían paseos en lanchas, con lo cual había varias opciones de esparcimiento.
“Hm, se ve lindo,” observó Ritsu con cierta indiferencia en lo que observaba el enorme lago desde el carrito de golf. Entonces, dio un sonoro bostezo. “Uhh… al menos no hace mucho calor y la brisa es fresca. Podré dormir plácidamente.”
“¿Dormir?” Namazuo se confundió. “Has venido todo el camino. ¿Seguro que no quieres aprovechar esta visita?
“Sabes que duermo de día, Nama-kun. Sólo no quería quedarme durmiendo solo,” comentó el idol, sobándose un ojo. “Me siento más a gusto en un lugar con varias personas. Despiértame si algo interesante sucede, ¿sí?”
“Bueno, como digas,” le sonrió y asintió, para entonces girarse a Honebami. “Oye, ¿y cómo así Ai no quiso venir?”
“A él no le gustan los cuerpos de agua,” contestó Honebami, inmutado.
“Ehh…” Namazuo ladeó su cabeza. “Esa es una fobia muy extraña…”
“Es un chico particular, no puedo leerle tan bien como la mayoría…” comentó Ritsu mientras se acomodaba. “Hablamos después…”
“Sí, tú descansa, Ritsu-chan~” su amigo asintió y miró a su mellizo. “Vamos a ver qué están haciendo nuestros hermanitos~”
“¿Estás listo, Akita?” preguntó Maeda a su hermano pelirrosa.
“¡Sí!” este asintió mientras agarraba un block de notas con varios stickers para marcar secciones y un set de lápices de colores. “Espero encontrar varias especies nuevas de insectos.”
“Yo también espero conseguir buenas grabaciones de las aves nativas,” dijo el menor, con su confiable grabadora en su mano.
“Vaya, los dos son muy dedicados,” Aizen alzó sus cejas, con leve impresión.
“Hehe, pienso que es admirable,” Hotarumaru asintió. “¿Podemos acompañarlos?”
“Claro, mientras más mejor,” Maeda sonrió.
“Nos viene bien otra caminata por el bosque, aunque regresemos rápido que quiero subirme a una lancha, ¿sí?” preguntó el pelirrojo.
“Es verdad que ya han paseado por el bosque cerca de las casas,” observó Akita. “¿Qué les pareció?”
“Oh, es muy lindo~” Hotarumaru se emocionó. “Se ve que es muy próspero y hay mucha vida. También encontramos un campo de flores bellísimo~ Tenemos que ir en el camino de regreso.”
“Ah, me encantaría,” dijo Maeda, asintiendo. “Podríamos sugerirlo a nuestros hermanos mayores por si se animan.”
“Seguro que Kuniyuki andará perezoso, aunque sus hermanos mayores sí nos apoyarían,” dijo Aizen, encogiéndose de hombros. “Pero ya, ¡empecemos a caminar!”
“Parece que hemos coincidido con unos tours…” observó Shinano en lo que miraba alrededor del lago. “Las otras personas parecen no estarse hospedando aquí.”
“Pues sí, es una reserva, y las pocas casas son muy costosas…” Gotou se encogió de hombros. El par y Hakata estaban ocupando una banca de un pequeño kiosco donde vendían refrescos. “Este puesto también se puede remolcar, seguramente sólo está aquí por el horario de visitas…”
“Uhh…” por su parte, el rubio estaba parado y estiraba su celular lo más que podía hacia el cielo. “Incluso con toda esta gente y en un espacio tan abierto, no recibo señal…”
“Ehh, deja de insistir tanto, Hakata,” Shinano sonrió incómodo.
“Tampoco nos quedaremos aquí, y no seas tan adicto al internet. No es bueno para ti,” observó Gotou, frustrado.
“Lo sé, Gotou-nii, pero estaba siguiendo el avance de una de las bolsas donde tengo stocks y quisiera ver cómo va…”
“¿Tienes dinero en las bolsas?” preguntó Shinano, en shock.
“Eh, sí, no mucho, aunque Gotou-nii me hizo el favor de inscribirme a un par que había estudiado por un tiempo,” observó Hakata, con gran orgullo. “Heh, tengo buenas esperanzas, pero ahora puedes entender por qué ando preocupado.”
“Ah, Ichi-nii no lo sabe, así que no se lo digas, por favor,” dijo Gotou.
“Pues, entiendo, pero si ha sido una inversión prudente, creo que más bien se alegraría de la inteligencia de Hakata,” comentó el pelirrojo, sonriendo. “No se preocupen.”
“Hm, has hecho un buen punto, para variar,” Hakata asintió.
“¿C-cómo que ‘para variar’?”
“Aunque bueno, no tienes que estresarte por ello, Hakata,” dijo Gotou, quien le sonrió amenamente. “No te quedes aquí. Ve a distraerte con nuestros hermanos. No sales mucho al sol y este tipo de paseos te vienen bien.”
“Podría decirte lo mismo, Gotou-nii…” Hakata le miró con leve reproche.
“¿Eh? ¿Qué sucede?” el mayor se confundió.
“Nada…” desvió su mirada. “Puede que me encuentre distrayéndome con nuestros hermanos justo ahora…”
“¿Qué dices?” frunció el ceño.
“Ehh,” Shinano sonrió comprensivamente al entender los bajos ánimos del menor. “Por supuesto que puedes pasar el tiempo con nosotros, Hakata. Entiende que Gotou-nii no es el mejor dándose cuenta de las cosas y no quiso hacerte sentir mal.”
“¿Q-qué estás diciendo, Shinano?” preguntó Gotou, un poco sacado de cuadro.
“Uhh, ¿cuándo aprenderás a leer a los demás?” le reclamó el pelirrojo. “Hakata quiere pasar el tiempo contigo.”
“Es cierto que la inteligencia de Gotou-nii no se aplica con otras personas, lo entiendo,” dijo Hakata, dando un suspiro. “Pero sí, a ustedes los conozco muy bien y me gusta acompañarles. También siento que son los que me entienden mejor.”
“Eh, lo siento, Hakata,” Gotou asintió y llevó una mano a su nuca. “Sólo pensé que podrías divertirte más con nuestros hermanos. No es como si Shinano y yo estuviéramos haciendo algo novedoso ahora.”
“Sí, y eso está bien. No soy de buscar insectos como Akita o escuchar a las aves como Maeda, o lo que sea que los demás andan haciendo,” declaró Hakata con cierto orgullo mientras se sentaba al costado del pelimarrón. “Esto está muy bien. Tenemos una vista bonita del lago y estamos cómodos en un puesto de refrescos y aperitivos,” sonrió un poco. “Pronto tendremos nuestro viaje a la playa y los matsuri a los que iremos. Estoy guardando mis energías para entonces.”
“Hehe, es muy cierto,” Shinano asintió. “Yo tampoco soy muy compatible al bosque. Ya estrellé mi rostro contra un árbol.”
“¿Eh?” Hakata alzó una ceja.
“Es una larga historia…”
“No quisiera que fueran tan perezosos considerando que soy quien los entrena, pero también ando con ánimos de descansar, luego de la carga laboral que he tenido…” Gotou negó. “En fin, ¿quisieran compartir una fuente de sushi conmigo?”
“¡Ohh!” los ojos de Shinano brillaron y juntó sus palmas.
“¡Por supuesto, Gotou-nii!” exclamó Hakata, emocionado. “¡Muchas gracias!”
“Heh, no hay de qué, es un placer.”
“A ver… llevo uno… ahora simplifico… ¡ah, ya está!” dijo Hirano con ánimos luego de resolver otro ejercicio de matemáticas. “Hehe, creo que me está saliendo más rápido ahora…”
“¿Qué haces estudiando incluso frente al lago, Hirano?” preguntó Houchou, con leve reproche. “Distráete un poco, por favor.”
“Me encuentro bien, Houchou, no te preocupes,” este negó.
“Ehh, está bien que nos distraigamos como queremos…” dijo Gokotai, un poco retraído. Los tres estaban sentados sobre un mantel a las orillas del lago, y tanto Houchou como Gokotai se encontraban alimentando a los patos y peces con migas de pan. “Hehe, son animales muy lindos…”
“Sí, y menos mal el clima está fresco, así se puede disfrutar del lago,” Houchou asintió mientras recibía una agradable brisa. Entonces, unos tres patos se le acercaron un poco. “Oh, ¿todavía tienen hambre? ¡Aquí tienen!”
“Son muy voraces, me pregunto si tendremos suficiente comida…” observó Gokotai en lo que alimentaba a otros. Él miró a sus mascotas, las cuales dormían cerca de él. “Al menos mis tigres están tranquilos. Temía que fueran a espantarlos…”
“Ehm, ¿está bien que los alimenten tanto?” preguntó Hirano, alzando su mirada. “Creo ver más patos que en un inicio…”
“Tú tranquilo, Hirano. Se ven amigables,” observó Houchou. En eso, él notó que Ichigo se les acercó. “¡Ohh, Ichi-nii! ¿Quieres sentarte con nosotros?”
“Me encantaría, Houchou,” dijo el peliceleste, quien se agachó y acarició a su hermanito en la cabeza. “Estoy dando una ronda para ver cómo están todos, y cuando termine me uniré a ustedes. ¿Se están divirtiendo?”
“Sí, es muy agradable,” dijo Gokotai, asintiendo.
“Será aún más placentero si nos concedes tu compañía,” Hirano asintió, contento.
“Eres muy amable, Hirano,” Ichigo le sonrió con dulzura, asintió y se levantó. “Iré a visitar a Gotou y de paso les traeré algo para tomar. ¿Qué se les apetece?”
“¡Oh! Quiero un Kirin, por favor,” pidió Houchou.
“Un té helado, si no es mucho pedir,” dijo Hirano.
“Ehh… un té también, gracias…” agregó Gokotai.
“Entendido, enseguida regreso,” dicho esto, el mayor caminó hacia el puesto de comida que estaba a prudente distancia.
“Es genial tener a Ichi-nii tan al pendiente de nosotros,” observó Houchou, sonriente.
“Hehe, es cierto,” Gokotai asintió. “Te ves muy contento, Houchou.”
“Por supuesto. Nuestro hermano ha andado tan ocupado con la universidad, pero ahora en las vacaciones tendremos muchos momentos en familia,” asintió y frunció el ceño. “Es sólo normal que les pidamos a nuestros mayores que estén con nosotros.”
“Siempre has sido muy directo, Houchou. Ehh…” el peliblanco agachó su mirada. “Podría aprender más de ti…”
“Sólo no te muestres tan asustado, Gokotai. Estamos en familia,” le aseguró. “Ohh, los patos están impacientes, hay que seguir.”
“Ehh, c-cierto…”
“Creo que me salió bien… sí, está bien,” Hirano asintió luego de revisar su respuesta en el solucionario, y alzó su mirada… para ver que la cantidad de patos se había triplicado. “¡¿Ehh?! ¡¿De dónde han salido todos?!”
“Es un bonito sitio, pero le hace falta emoción…” comentó Tsurumaru, apoyado en un frondoso árbol al filo del bosque. “Comprendo que este paseo será demasiado tranquilo para mi gusto.”
“Por mí está bien…” dijo Akashi, quien también estaba apoyado en el tronco, aunque él yacía sentado y parecía propenso a quedarse dormido. Dio un bostezo. “El ambiente, la sombra, la brisa… siento que podría dormirme toda la tarde…”
“Sí es un lugar agradable, me alegra…” Yagen se encogió de hombros y observó a sus hermanos de lejos. Los pequeños que fueron de paseo por el bosque estaban fuera de su alcance, aunque imaginaba que se estaban divirtiendo.
“Últimamente has estado pasando bastante tiempo en casa, debe resultarte agotador,” observó el peliblanco, mirando al doctor de reojo.
“No precisamente agotador, aunque un poco incómodo. Incluso la familiaridad que tengo a mis hermanos puede perderse con el paso del tiempo…” comentó con cierta frustración. “Al menos no es difícil perder el foco en este paseo.”
“Diría que te has estado esfumando un poco más de lo usual, y no sólo eso,” para variar, Tsurumaru miró a Yagen con cierta sospecha. “¿Hay algo en especial en este lugar?”
“¿Hm?” le regresó la mirada, inmutado.
“Me lamento de conocerte mejor que los demás, y sé que andas en las nubes,” negó. “No me sorprendería que tuvieras otro secreto que no estés compartiendo con nadie.”
“A veces me pregunto cuántos secretos tienes, doctorcito…” comentó Akashi al aire, con indiferencia. “Ya no es novedad.”
“Hmhm…” Yagen sonrió con leve gracia. “Dudo mucho que hayamos realmente conversado cuando solías pertenecer al laboratorio de Ikari-sensei, Akashi. Me pregunto cuánto podrías saber sobre mí.”
“Los rumores corren, y el propio Ikari no se reserva mucho dentro de su círculo. Creo haber oído lo suficiente,” dicho esto, el pelimorado se encogió de hombros y le miró de reojo, sonriendo con indiferencia. “En fin, lo único que me importa es que Hotarumaru parece llevarse bien contigo. Tu amabilidad a mi pequeño me deja entender que eres mejor de lo que aparentas, así que no tengo de qué preocuparme.”
“Sin comentarios, aparte de que no deberías dejar que tu hermano menor ande afiliado a un laboratorio de Rizembool por más genio que pueda ser, aunque asumo que no es que puedas evitarlo,” el doctor se mostró frustrado y se encogió de hombros.
“Lo mismo le he dicho varias veces. Pierdes tu tiempo, Yagen,” comentó Tsurumaru.
“Pese a ello, hasta el inflexible de Ikari le tiene estima a Hotarumaru. Todos estamos conscientes de lo hermoso y adorable que es~” canturreó el pelivioleta, quien entonces miró hacia una dirección en particular. “¿Hm? ¿Esos no son tus hermanitos?”
“¿Eh?” Yagen dirigió su atención y observó a Gokotai, Houchou y Hirano comenzar a ser asediados por una horda de patos. Él se vio alerta. “¿Qué está pasando?”
“Detente, estás muy lejos,” dijo Tsurumaru, quien sonrió entretenido. “Y tranquilo, que tus otros hermanos ya andan camino a auxiliarles. Heh, no se pueden subestimar a las aves hambrientas.”
“¡Ahh, ¿qué hacen?!” gritó Houchou, quien estaba de pie y miraba aprehensivo a unos patos parados frente a él que no dejaban de graznar y agitar las alas. “¡Ihh, se me acabaron las migas! ¡Déjenme, déjenme!”
“¡S-suelten mis cosas!” exclamó Hirano en lo que peleaba por recuperar su cuaderno del pico de dos patos. Él se tensó cuando otro le jaló de los shorts. “¡N-no hagan eso!”
¡N-no! ¡No! ¡Ehhh, ¿q-q-qué quieren de mí?!” preguntó Gokotai, quien retrocedía. “¡A-alguien ayúdenos, por favor!”
“¡Hermanitos!” Namazuo les llamó en lo que se acercaba corriendo junto con Honebami. “¡No teman! ¡Ya vamos!”
“¡Apúrense!” les llamó Houchou. “¡Son aves malévolas!”
“¡Ah, no dejen que se lleven mis cosas!” Hirano vio torturado a un pato tomar su cartuchera y sacudirla, lo cual regó sus contenidos.
Los mellizos mayores finalmente les alcanzaron, y mientras Namazuo de inmediato se puso a espantar a los patos que asediaban a Hirano, Honebami tomó una acción más contundente. Este sacó una pistola que había pasado desapercibida hasta ese momento, la apuntó al cielo y realizó un disparo de advertencia.
Ello dejó a los tres pequeños y Namazuo anonadados, quienes intercambiaron miradas. Sin embargo, fue un santo remedio ya que los patos huyeron despavoridos por todas direcciones.
“N-nii-san…” Gokotai se vio intimidado. Vio a Honebami inspeccionar sus alrededores.
“O-oye, ¿qué haces trayendo una pistola…?” preguntó Namazuo, pero entonces la atención de todos se giró a una muy desafortunada paloma que había sido impactada por la bala perdida y que acababa de caer muerta a un par de metros de los presentes.
“…” Honebami, sin perder su inmutabilidad, guardó su pistola y caminó donde la caída. Entonces, el peliblanco mayor se agachó, la recogió con ambas palmas y, sin decir una palabra a nadie, caminó en dirección al bosque donde se perdió de vista. Ante ello, los demás se extrañaron aún más y volvieron a intercambiar miradas confundidas.
“Ehm…” Houchou frunció el ceño y se puso a pensar muy duramente con un puño sobre sus labios. “¿…qué fue todo eso?”
“Ahh, p-pues…” Namazuo sonrió entre incómodo y ligeramente molesto, sin saber qué contestar, cuando entonces vio a Ichigo llegar junto con Gotou, Shinano, y Hakata.
“Hermanos, ¿se encuentran bien?” preguntó el peliceleste inmediatamente. “Oímos un disparo.”
“Ehh, todo está bien, Ichi-nii, muchas gracias,” contestó Hirano, sonriendo amablemente, aunque se vio incómodo con rapidez. “Bueno, en su mayoría no hubo daños. Hubo un ave lastimada.”
“Sí la vi caer. Honebami-nii no debió haber disparado…” Hakata dio un suspiro, y de inmediato se agachó donde los tigres que se la habían pasado dormitando todo el rato. “¡Muy mal! ¡Debieron haber ayudado! ¿Acaso no son depredadores?”
“N-no te molestes con ellos… por favor…” dijo Gokotai, incómodo. “C-cae en mi responsabilidad…”
“No te culpes, Gokotai, supongo no hubiéramos podido predecir esto. Lo importante es que estén bien,” le aseguró Gotou, sonriéndole.
“Sí, y ahora que el susto se acabó, les sugiero que vayamos a comer algo rico al kiosco,” dijo Shinano, haciendo un guiño. “Tienen aperitivos y cosas muy llamativas, ¿se animan?”
“¡¿En serio?! ¡Por supuesto!” exclamó Houchou.
“Muchas gracias, hermanos,” dijo Hirano, haciendo una reverencia. Sin embargo, antes de poder decir más, un par de guardabosques les dieron el alcance.
“Aquí ha sido el disparo,” reportó uno de ellos al otro, quien se veía como su superior.
“¿Qué es lo que ha sucedido aquí?” preguntó este con severidad. “¡La cacería está prohibida en la reserva! ¡Nadie debería tener armas de fuego en primer lugar! ¡Exijo explicaciones!”
“Sí, lo comprendemos,” Ichigo se dirigió al guardabosques con una actitud firme aunque arrepentida. Hizo una reverencia. “Lamento mucho los inconvenientes. Fue una acción desmedida, y deseo colaborar para esclarecer los malentendidos.”
“Uhh, esto tenía que pasar…” se lamentó Namazuo.
“Tsk, y a todo esto, Honebami se fugó y nos dejó con las autoridades,” observó Gotou en voz baja, entrecerrando sus ojos.
“Ehh, estoy seguro que no fue su intención…” Shinano negó, y miró hacia el bosque incómodo. No evitaba preocuparse un poco por su retraído hermano mayor, tanto por su extraña acción de desaparecerse con el ave, como por haber tenido el impulso de disparar en primer lugar. Dio un suspiro y se mantuvo al tanto de la situación al igual que sus otros hermanos.
“Ahh…” mientras tanto, a distancia, Yagen se llevó una mano al rostro. “Increíble…”
“Haha, primero tu fugitivo hermano hace toda una escena y ahora tus pobres parientes tienen que pagar pato,” Tsurumaru rió. “¡Hahaha, lástima que no disparó a un pato!”
“Tsk, cállate, grulla…” el doctor le miró de soslayo, y volvió a observar a su hermano mayor dialogar con el guardabosques. Dio un pesado suspiro. “Uhh… no pensé que debí haber sido explícito con Honebami de que no utilizara su arma en este paseo. Tendré que reiterarle que se limite a momentos de suma urgencia…”
“¿Y bien?” preguntó Akashi al aire, en lo que miraba al doctor.
“¿Por qué me miras?” cuestionó este.
“Tengo la misma duda de a dónde se habrá ido Honebami,” comentó el peliblanco.
“¿Qué les hace pensar que sé lo que mi hermano tiene en su cabeza?” Yagen negó repetidamente. “No estoy completamente al pendiente de él,” se encogió de hombros. “Honebami con frecuencia se sale de mis expectativas, en especial con asuntos menos formales como el presente. Sólo sé que no debe estar satisfecho con haber matado a una paloma. A diferencia de los humanos, Honebami siente empatía con los animales.”
“Hm, las implicaciones de tus palabras son tenebrosas,” comentó Akashi, sonriendo con ironía. “No podría esperar menos de ti, doctorcito, aunque admito que sí me he decepcionado un poco,” dio un ligero bostezo. “…había tenido la impresión que, como tu subordinado, sí tendrías más control sobre él.”
“…” Yagen afiló sus ojos y le observó detenidamente.
“Ya, ya, no se me pongan conflictivos aquí,” se apresuró en decir Tsurumaru, levantando sus palmas. “Ehh, Yagen, no le tomes en serio. Akashi lo trata todo con irrelevancia, y sí sabe sobre ustedes dos, pero te aseguro que no quiso faltarte el respeto.”
“¿Eh? ¿Le falté el respeto a alguien?” Akashi se mostró brevemente confundido, y entonces sonrió con torpeza, para finalmente ponerse de pie. “Vaya, Tsurumaru tiene razón al decir que le tienes estima a tu familia, no que haya pensado en insultar a nadie. Mis disculpas…”
“Supongo esa actitud de tu parte va con tu usual negligencia, Akashi,” observó el científico, manteniendo una muy calmada neutralidad. “Comprendo. Seguramente fue Tsurumaru quien te ha mantenido informado sobre mí.”
“En su mayoría,” se encogió de hombros y alzó su mirada al cielo. “Has decepcionado la impresión de maldad que me dabas, si es que debo ser claro. Heh, creo tener un mal instinto al expresarme, pero digo la verdad. Asumo que podemos ser honestos entre nosotros…” se vio entretenido y miró al científico de reojo. “Hace cinco años, pese a ser más joven, te encontraba mucho más aterrador. Tenías un comportamiento muy amigable, casi infantil, pero extrañamente profesional y gélido. Ahora eres más asequible. Me pregunto qué habrá sido de aquel niño.”
“Ha crecido,” Yagen bajó su intensidad y regresó a su actitud tranquila. Dirigió su atención a su familia, y vio con alivio que su hermano mayor pudo llegar a razonar con el par de guardabosques. Cerró sus ojos y sonrió suavemente. “Estoy muy consciente de mi persona, y podría decir que he madurado. No por eso diría que soy mejor que antes. Soy un demonio, como debes haber oído.”
“Sé que Souza te llama así, más que nada.”
“No es nada que realmente te concierne, Akashi. Simpatizo con Hotarumaru y estimo mucho la genialidad que ha demostrado. Por lo tanto, sólo tengo motivos para llevarme bien con ustedes,” dicho esto, Yagen se puso a caminar y salió de las sombras de los árboles. “Asumo que no nos quedaremos mucho tiempo más. Démosles el alcance.”
“Sí, como digas…” Tsurumaru vio al menor marcharse y sonrió frustrado. “Puedes tomarte sus palabras como honestas, pero es evidente que sigue un poco molesto, aunque ya se le pasará.”
“¿Con ‘molesto’ te refieres a lo que dije previamente?” preguntó el pelivioleta.
“Ahh, creo que pierdo tiempo intercediendo por ti, viendo que no te tomas las cosas en serio,” negó. “En fin, Hotaru-bou y los demás pequeños deben estar por regresar. Vamos a buscarles.”
Alrededor de un cuarto de hora después, los hermanos Yukimitsu se encontraban saliendo de un tour que los había llevado junto con varios visitantes a una lancha que se paseó por el gran lago. Si bien estuvieron rodeados de personas, ese periplo les permitió pasar un tiempo desapercibidos y fuera de la atención de su ameno y efusivo grupo.
“Me pregunto si ellos habrán sido los causantes de ese disparo…” recordó Tharja.
“Hic… por supuesto que fueron ellos,” Fudou se mostró hastiado y tomó un poco más de su cerveza. “…vivimos rodeados de locos…”
“Ten la decencia de no emborracharte entre tanta gente,” espetó impaciente.
“¡Ese es mi puto problema! ¡Hic… tú déjame en paz!” le apuntó acusatoriamente. “¡Hago lo que puedo para sobrevivir!” ante aquel sobresalto, el menor terminó agarrándose la frente con pesar. “Uhh… necesito recostarme…”
“Tsk, es obvio que has tomado demasiado…” su hermana entrecerró sus ojos y desvió su mirada.
“No creo estar lo suficientemente borracho como para soportar a los perfectos…” Fudou miró hacia el kiosco. “Hic… y malditos naturistas que no venden alcohol en la reserva…”
“Ni que lo hubieras podido comprar, eres muy joven para eso.”
“¡Ya te dije que no te metas conmigo!”
“¡Fudou-chan~!” exclamó Namazuo saltando de un pie. Él llegó y apachurró al otro al punto de ahorcarlo. “¡Te llevo buscando una eternidad~! ¡Finalmente los encuentro~!”
“¡Ihh…!” el pobre puso un rostro azul e intentó librarse en vano.
“¿Dices que nos buscabas?” preguntó la mayor, inmutada. Ella se notaba indiferente ante la acción de aquel Toushirou, y más bien parecía observarla con cierta justicia como si su hermanito estuviera recibiendo su merecido.
“¡Sí, nee-san!” Namazuo le miró animado y contento. “Ichi-nii dice que aprovechemos a comer la carta que ofrecen en el kiosco y de ahí vamos de regreso. También mencionó que quizás habrá que salir a comprar más reservas de comida en la tarde, por si te animas.”
“No depende de mí…” ella mostró desinterés, y al escuchar un casi inaudible alarido decidió que había sido suficiente. “Oh, y suelta a mi hermano que lo vas a matar.”
“Ah, okay…” muy obedientemente le soltó y Fudou se cayó como costal al piso. “¡Les va a encantar la comida que ofrecen! ¡Mis hermanitos andan comiendo y están maravillados!”
“…” Tharja miró hacia el kiosco. “Y dime, ¿quién fue el responsable del disparo?”
“Pues, Honebami manifestó un arma y disparó para espantar a unos patos…” dijo Namazuo con gran frustración. Justo en ese momento, vio a su mellizo salir del bosque. “¡Oh, ahí estás! ¡Ven para acá y deja de esfumarte!”
“…” Honebami ladeó la cabeza y se acercó donde ellos. “¿Sucede algo?”
“¿Cómo preguntas eso luego de lo que causaste? Ichi-nii tuvo que responder a unos guardabosques en tu lugar, y no deberías haber traído un arma a este sitio,” recalcó el pelinegro con sus manos en las caderas. “Ahora mismo vamos a comer con todos y te disculpas.”
“…” asintió. “Entendido…”
“Es como si no fueras capaz de comprender la severidad de la situación…” negó frustrado.
“Tsk… había pensado que al menos eras más empático con los animales…” se quejó Fudou, mientras se ponía de pie luego de recobrar su respiración.
“Con el tiempo aprendí a no cuestionar,” Tharja se encogió de hombros y rodó los ojos. “Actúan como chiflados todo el tiempo.”
“Uhh, no pierdas la fe en nosotros, nee-san,” Namazuo hizo un puchero y volvió a mirar a su mellizo. “En serio, nuestros hermanos están confundidos. Hasta Yagen estaba frustrado.”
“Ya veo…” ello causó que Honebami se pusiera a pensar más analíticamente. “Tendré que meditar mis acciones de hoy…”
“Sí, pero no lo digas como si nuestro hermanito fuera el único que te hiciera pensar…”
“Estamos perdiendo el tiempo, vamos,” Tharja negó y comenzó a caminar hacia el kiosco.
“¡Oh, espéranos, nee-san!”
“Namazuo…” dijo Honebami.
“¿Eh? ¿Necesitas algo?” preguntó su mellizo, quien se vio confundido por la poco usual llamada de atención que el peliblanco le acababa de pedir, aunque no duró mucho ya que este se puso a pensar, negó y caminó hacia donde los demás estaban.
“Olvídalo…”
“Ehh, okay…” ladeó su cabeza.
“Hic… ignora a tu hermano raro…” Fudou negó y siguió a los otros.
Todos tuvieron un almuerzo rápido aunque tranquilo, y en poco tiempo regresaron a los vehículos para retornar hacia el área de las viviendas. Ya la mayoría había partido camino y sólo faltaba el último carrito de golf, donde todavía estaban empacando los artículos que habían llevado al lugar.
“Ehh, fue una visita un poco extraña, según escuché,” observó Maeda, sonriendo incómodo.
“Nunca pensé que esos patos podrían ser tan agresivos…” Hirano dio un suspiro.
“Menos mal no asediaron mi bolso de dulces. Ahí habría perdido la cabeza,” comentó Houchou, torturado.
“Los patos no tendrían por qué comer dulces, descuida,” dijo Akita, sonriendo incómodo. “Maeda y yo conseguimos bastante información nueva. Lo podemos revisar en casa.”
“No todos sentimos la misma afinación por sus pasatiempos, pero admito que sí hacen recolecciones impecables,” comentó Hakata, quien acababa de subir una última y enorme canasta junto con Shinano y Gokotai.
“Listo, ya podemos alcanzar a los demás,” reportó el pelirrojo, con las llaves en su mano. “Siéntense de una vez, pequeños~”
“Ehh, parece que a mis tigres les ha gustado la canasta…” observó Gokotai mientras miraba a sus mascotas observarle cómodamente sentadas dentro de aquella canasta en la parte de atrás del carro. “¿E-está bien que vayan ahí?”
“La carga está bien asegurada, como gustes,” dijo Hakata, encogiéndose de hombros. “Y de ahí no se van a mover.”
“B-bueno…” asintió tímidamente y dio una acariciada más a sus mascotas, para sonreírles con dulzura. “Ehehe, esperen un poco, por favor. Casi regresamos a casa.”
Así, los pasajeros terminaron de acomodarse. Sin embargo, justo antes de que Shinano fuera a arrancar, uno de los tigres observó detenidamente a una mariposa cercana que llamó su atención, y saltó de la canasta para seguirla y tratar de atraparla con sus patas. Su persecución lo llevó a sumergirse en unos arbustos, donde no llamó la atención de nadie…
…