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The Hunger Games / Re: I Volunteer as Tribute! | Hunger Games Kickstarter
« Last post by Puri on September 02, 2025, 04:11:22 AM »
HOLI ♥

Sobre la idea de fics complementarios: Estaba pensando que más bien podríamos postearlos en el mismo tema principal? I mean, si quiero hacer una escena de flashback sobre mis personajes, creo que eso contaría como "fic complementario", entonces podría ir en el tema principal... No sé qué piensan, jaja. Creo que si los ponemos en el fic principal también sería bueno porque así nos leemos más entre nosotras. Otra idea que tengo, si no es para el fic principal, es que podríamos crear un tema para cada una aquí en el subforo y subirlos ahí. La idea de ponerlos en el patio no me gusta mucho porque siento que si los dejamos ahí, entonces ya no nos leemos y_y no sé qué piensan ustedes.

Sobre la asignación de distritos: Yo creo que podríamos hacer un wishlist y dividirlo en 4 categorías: 1. Sí o sí quisiera tener este distrito, 2. Me gustaría este, pero no me opongo a que otra lo quiera. 3. Me da igual, y 4. De ninguna manera quiero este distrito. Ya de ahí sería un gentlewoman's agreement la selección. Qué dicen?

Sobre el pacing de la historia: Me gusta mucho lo que dice Neko de informar qué toca escribir y luego dar tantos meses para ello. Siento que así lo haríamos de manera más organizada y todas estamos sincronizadas. A eso me gustaría añadir que sería mejor que no pongamos desde ya un límite para el final del fic, sino que vayamos manejándolo a la par que nos movemos. Por ahora, por ejemplo, comenzaríamos con fics introduciendo a nuestros personajes, el distrito, y el reaping. Así que podríamos darnos unos 2 meses y viendo cómo nos va, decidimos el tiempo para el siguiente paso y así.

Idea adicional: Estaba pensando que además del agente del capitolio (el que busca sponsors), también podríamos manejar el personaje del sponsor/s. A mí me gustaría mucho poder jugar con la idea del sponsor vigilando mi trayectoria en los juegos, o incluso añadir que alguno de mis sponsors decide idk abandonarme (?) y sponsorear a otro personaje. Poder escribir desde el POV del Capitolio me gustaría mucho, por eso suelto la idea de manejar también el personaje de sponsor, además del agente.


Y eso es todo lo que quería comentar. Me hace muy feliz ver que se hayan unido a nuestra idea♥ Gracias y_y
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The Hunger Games / Re: I Volunteer as Tribute! | Hunger Games Kickstarter
« Last post by Cho on September 01, 2025, 11:58:06 AM »
Hola chicas, pensaba unirme con un tribute. Ahora tengo que ponerme a pensar.
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Listas y Probaciones / Re: New Probation Time!
« Last post by Cho on August 31, 2025, 11:00:01 PM »

Probaciones pronto.
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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Kana on August 31, 2025, 08:32:42 PM »
Iconos pendientes*

La sala de astronomía de la mansión Lancaster estaba en silencio, apenas interrumpida por el suave crujir del telescopio y el brillo lejano de las estrellas que se filtraba a través de la ventana. Henry, con su cabello rubio como el oro y sus ojos calipso brillando con interés, se quedó mirando por el ocular, pero su atención realmente estaba en Kana. Ella observaba el cielo con una sonrisa serena, sus cabellos platinados ondeando suavemente en la brisa que entraba por la ventana, mientras sus ojos mauve parecían perderse en el infinito. Para el rubio heredero Lancaster, las estrellas eran pequeñas e insignificante al lado del misterio que envolvía a Kana.

—¿Sabes?— dijo Henry en un susurro suave, rompiendo el silencio —Me da la sensación de que nos conocemos de toda la vida. Como si nuestras almas se encontraran en algún lugar de un pasado inconcluso. Quizá trágico, pues siento que es como aquellas historias de hilo rojo que, por lo que sé, no terminan de buen modo.— el rubio sonrió para si mismo —Perdón, a veces digo cosas sin sentido.

Kana giró la vista hacia él, con un brillo de curiosidad y complicidad en sus ojos grandes. —A veces siento que nuestras historias se cruzaron antes, en algún tiempo que no podemos recordar claramente. Como si nuestras vidas estuvieran entrelazadas por un destino mágico y misterioso, que nunca se logró concluir. Como un cuento sin final o algo así.

Henry sonrió, inclinándose ligeramente hacia adelante. —Es extraño. En medio de toda esta... fiesta y los miembros de la nobleza, aquí estamos, en silencio, hablando como si fuéramos totalmente ajenos a todo. Tú eres tan diferente al mundo que me rodea, pero a la vez, tan familiar. No me arrepiento de haber intercedido aquel día que batallabas en Hanasaki contra aquella Princess y te pido disculpa si fui un mal educado al entrometerme en tus asuntos.

—Debo confesarte que hace un tiempo atrás alusinaba mucho con los cuentos de príncipes y princesas, los castillos y la nobleza, pero...— Kana levantó una ceja, dejando escapar un suspiro —Creo que Cain hizo que detestara esa ilusión distorcionada en mi mente demostrándome con su actitud lo frívolo y triste que es el mundo de los adinerados. Pero tú eres muy distinto a ellos. Me siento cómoda contigo y extrañamente familiarizada a tal punto que creo fielmente en que nos conocimos en nuestra vida pasada
—Me siento cómodo contigo, Kana. Como si no tuviera que fingir ser alguien que no soy. Me gusta tu forma de ser y agradezco que seas tan amable conmigo. Puedes ser una chica fuerte y ruda siendo HiME, pero también eres empática y gentil al mismo tiempo.— Henry la miró con ternura y confusión.
—Pero no todo en mí es fuerza.— Kana bajó la vista por un momento, seria frunciendo el ceño por la frustración. —La verdad es que no me siento lo suficientemente fuerte para enfrentarme a los Rebels de Rizembool. Mis poderes se han debilitado, y eso... Me asusta.— le confesó al rubio.
—Tú eres más fuerte de lo que crees. Lo has sido siempre, solo tienes que confiar en esa fuerza. Eres capaz de vencer a tus rivales y salvar a tu gente. Lo sé, aunque no me puedas dar razones concretas.— Henry frunció el ceño, acercándose un poco más. —Mira, eres como aquella estrella.— se la mostró a través del telescopio.

Kana lo miró, sorprendida por la sinceridad en sus ojos. —Gracias, Henry. Tú siempre sabes cómo hacerme sentir mejor, incluso cuando yo misma dudo.— le sonrió.

Se hizo un espacio de silencio cuando Henry le iba enseñando estrellas a Kana y esta prestaba atención. Después de unos momentos, ambos se levantaron y, dejando atrás las estrellas, descendieron las escaleras de la sala de astronomía y volvieron a la mansión, listos para volver a la fiesta. La presencia del uno para el otro había convertido esa noche en algo más que una fiesta de vanidades.

Cuando volvieron a la sala principal del castillo Lancaster, decidieron separarse para no llamar la atención. Henry se fue con sus primo quienes eran idénticos a él en cuanto a la apariencia pero Kana distingue sin problema a Henry de entre tantos Lancaster rubios pues Henry brilla de una forma particular. En tanto, Kana fue a cumplir la misión que la llevaba esa noche a inmiscuirse en el castillo de los Lancaster.

Se cruzó entre algunas personas, todas finas, elegantes y perfectas, y fue hacia el punto sur del salón pero de pronto chocó con alguien y eso la preocupó pues temía ser descubierta. La joven alzó la mirada preocupada, dispuesta a disculparse con el noble con el que chocó.

—...— Cain le alzó la ceja, con copa en mano y sin molestarse en varias su expresión de indiferencia. Dio un sorbo a su trago. —¿Qué haces aquí?
—Iakk...Cain...
—¿Pensabas que no me iba a dar cuenta de que te infiltraste en mi castillo? Nada, absolutamente nada, pasa desapercibido por mi en este lugar. Ni creas que no noté que te llevaste a Henry. ¿Para qué lo quieres ahora? ¿Otra misión suicida que involucra el absurdo mundo de las HiMEs y los Rebels?
—Pues... Si se trata de una misión suicida que involucra el absurdo mundo de las HiMES y los Rebels.— repitió sus palabras, socarrona. —Pero te busco a ti.
—¿Para qué?
—¿Podemos hablar en privado?
—¿No ves que soy el alma de la fiesta? Extrañaran mi ausencia.— dijo con tal sarcasmo que ni Kana pudo contener una risa. —Búscame en el ala superior donde está la biblioteca... Te será fácil llegar hasta allí. Tal veo que tienes el don de inmiscuirte cual roedor en terreno ajeno.— sin más, la dejo de lado engrifándola por sus palabras y se fue a conversar con un socio.
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The Hunger Games / Re: I Volunteer as Tribute! | Hunger Games Kickstarter
« Last post by Sayi on August 31, 2025, 07:47:49 PM »
Yay! Bienvenida @Neko  ✨

La idea de hacer fics complementarios suena súper linda. Yo creo que quedaría mejor ponerlos en el patio, así el proyecto principal se mantiene enfocado en el fic central, pero igual podemos dejar un link/redirect para que quien quiera pueda acceder fácil a las side stories!

Sobre los comentarios, al inicio pensé que cada una abriera su propio tema (como hacíamos antes), pero por experiencia tal vez sea mejor tener un tema general de comentarios para todas, como dices, para que motive más participación.

Puri ya subió el fic inicial (YAY!) Voy a esperar un par de días más y luego arrancamos con la asignación de distritos para quienes se apunten. @Puri @Neko  meanwhile, ¿el standard un tributo masculino y uno femenino para cada una de ustedes, verdad?

BTW, encontré estos dos generadores:

https://brantsteele.net/hungergames/reaping.php
https://simublast.com/hunger-games-simulator/the-reaping/

El único detalle es que no asignan tributos a distritos de forma aleatoria, sino que arrancan directamente con el bloodbath. O sea, tenemos que definir distritos de antemano. ¿Alguna idea de cómo hacerlo de manera justa? ¿Damos nuestro wishlist y ahi sobornamoscoordinamos? :B
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Patio de Juegos / Re: Pride&Prejudice / Chapter III: A London Reverie
« Last post by Sayi on August 31, 2025, 07:30:42 PM »

Una vez estuvo adecuadamente vestida y presentable, la doncella del hotel partió a indagar la disponibilidad del Capitán, a quien Sayi había solicitado tener una audiencia. Mientras aguardaba el regreso de la muchacha con alguna novedad, Sayi no perdió tiempo en usar los pergaminos y la tinta que se le había ofrecido. No sabía si la infortunada noticia de su secuestro se había hecho pública, o si el paradero del oficial Stanfield era conocido; sin embargo, ello no restaba que había dejado Longbourn hace ya día y medio, y no solo su familia estaría preocupada, sino también su tía Miranda en Londres. Para entonces, su misiva ya debería haber llegado a Gracechurch, y su ausencia, sin duda, habría causado sorpresa y desasosiego.

Sayi cerró los ojos y dejó escapar un largo suspiro. Frente a ella, los pergaminos aún vacíos exigían detalles, y por primera vez, estando a salvo en ese hotel, permitió que la vergüenza invadiera sus pensamientos. ¡Que pequeños le parecían ahora sus antiguos problemas! Y cómo un evento tan traumático como un secuestro había bastado para poner las cosas en suficiente perspectiva por el resto de su vida.

El sol ya declinaba hacia la media tarde cuando finalmente terminó de sellar las misivas con cera. Una de ellas dirigida a su primo Albert, pues apaciguar su destino original pareció la prioridad prioridad. Y la segunda, escrita con todo el dolor en su corazón, iba dirigida a su padre. No había excusa para justificar sus acciones, pero si al menos podía velar por el honor de sus hermanas, entonces tenía que esforzarse en explicar la situación, y potencialmente, redimirse a vivir el resto de su vida en arresto domiciliario como la única forma de redención.

Un par de golpes tocaron la puerta y tras recibir el permiso para entrar, la doncella del hotel asomó su cabeza. Su semblante pareció ensombrecerse con algo que parecía reproche y preocupación

“¡Que frío se ha vuelto su habitación, señorita! Discúlpeme por favor” dijo antes de desaparecer en el pasillo. Regresó poco después, tras haber enviado a una criada para hacerse cargo de la chimenea, y volvió a dirigirle su atención “Me tomó mucho tempo coordinar con el secretario de guerra por un momento oportuno para su audiencia con el Capitán Ackerman, pero ya esta todo listo”
“Muchísimas gracias por tomarse tantas atenciones conmigo” le agradeció la peliazul “Le debo a todos ustedes el estar bien, dado a sus grandes cuidados conmigo”

La muchacha sonrió, y en eso se acercó a la cama para recoger el abrigo de su huésped.

“Es usted muy amable, pero por favor no demore, pues el capitán tiene tiempo de verla ahora mismo”

Sayi se puso de pie de inmediato, tomó ambas cartas y permitió que la doncella le pusiese su abrigo.

“Tiene apenas treinta minutos para usted, y después de ello nos toca a todos ponernos a preparar el festín de mañana”

Sayi se estaba poniendo sus guantes cuando preguntó con curiosidad

“¿Festín?”
“Mañana es Nochebuena señorita” explicó la joven con alegría en su voz “El regimiento tiene el día libre, y en la noche, celebraremos con una gran cena. Será nuestra última atención antes de que partan a Bélgica”
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Downtown District / Re: Act 1: Overture
« Last post by Miyu on August 31, 2025, 06:05:20 PM »
Voy a terminar el cap hoy.
Spoiler: no xd



A la mañana siguiente, el sol brillaba con fuerza. Cyan estaba sentada frente a su espejo, cepillándose el cabello. Su pelo largo y de color cian brillaba bajo la luz tenue del sol; cuando terminó de desenredarlo, lo dividió en dos secciones, para tomar el pelo de cada lado de su cabeza y atarlo con una liga, formando dos pequeñas coletas.

Cyan se observó un momento en el espejo y giró la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro, estudiando su reflejo. Asintiendo levemente, satisfecha con el resultado. El peinado le favorecía definitivamente y la hacía ver hermosa y a la moda.

Aquel día era uno normal, con un calor agradable que se colaba por la ventana y Cyan recordó que la esperaban para practicar en el coro del orfanato. Tomó su mochila y salió de su habitación, dejando atrás el espejo y la luz del sol que seguía iluminando el espacio vacío.

A Cyan rara vez le gustaba asistir a esas prácticas, prefería ir con Luo a pasar el rato como cualquier niña, aprender nuevos acordes o cantar canciones de moda.

Suspiró antes de comenzar a caminar por los pasillos del orfanato, el intenso blanco de las paredes le recordaba a un hospital, frío y impersonal, a pesar de los dibujos infantiles que intentaban, sin éxito, darle algo de calor. Hasta los adultos parecían adornos en ese lugar, que rara vez interactuaban con los niños. Cada paso que daba hacia el salón de ensayos era un paso que la alejaba de donde realmente quería estar: con Luo. Su nombre era algo dulce en su mente, un bálsamo contra la monotonía de aquel lugar, de su realidad; él ya no estaba en el orfanato, seguramente estaría haciendo travesuras en la ciudad o andando en los patines con la mejor sonrisa y burlándose de ella por no animarse a escapar un par de horas.
Ella se preguntó entonces cuándo los días serian teñidos de color, como la canción que suelen cantar. Luo era el único que entendía su aversión por el coro, por las reglas, por la estricta rutina de la Hermana Soria. Juntos, se escapaban a la vieja sala de almacenamiento, donde Luo tocaba una guitarra y Cyan cantaba baladas de rock que aprendían de la radio.

Al llegar a la puerta del salón, el sonido de las escalas vocales, dirigidas con rigor por la Hermana Soria, ya se oían como reproche. Cyan se detuvo un instante, apoyando la frente en el marco de la puerta, fría al tacto. Cerró los ojos e intentó imaginar que las voces no eran un ejercicio de disciplina, sino una canción de aquellas que ella y Luo inventaban, aún así no pudo. Eran perfectas, afinadas y vacías.

—Cyan, llegas tarde —la voz de la profesora resonó en el aire, era un tono de reproche—. Por favor, ocupa tu lugar. Hoy trabajaremos en el himno para el festival de la próxima semana.

Asintió en silencio y se deslizó hacia su sitio entre las sopranos. La mirada de la mujer, tras sus gruesos lentes, nunca perdía detalle. Cyan sintió cómo su espalda se tensaba bajo esa vigilancia y abrió la boca para cantar, pero su voz sonó débil, desconectada de su cuerpo. Su mente estaba en otra parte, en una habitación llena de cajas viejas y luz de atardecer, donde una melodía imperfecta sonaba a libertad.

El ensayo fue una sucesión interminable de repeticiones. “Más diafragma, cyan”, “Afilen esa nota, no es un lamento, es un canto de alegría y amor”. Cada corrección le taladraba los oídos y la desanimaba más. Queria escapar.

Por la ventana alta del salón, podía ver un pedazo de cielo azul intenso, del color de su cabello, e imaginó que era el mar. Se visualizó nadando en él, lejos de allí, con Luo esperándola en la orilla con su guitarra y los patines que tanto amaban ambos.

La hora finalizó con un último acorde que la profesora de canto consideró “aceptable”. Las demás chicas se alborotaron inmediatamente, hablando de sus cosas, formando grupos para ir a merendar.

—La práctica de hoy fue más intensa.
—Sí. Se nota que la Señorita está nerviosa por la próxima presentación.
—Igual tenemos a Cyan, a ella vienen a ver cantar.
—Eso da un poco de alivio, no temo fallar.

La risa de las chicas resonaba en los pasillos exteriores y Cyan se encogió en su asiento… quería irse, desaparecer de una vez. 

—Hoy estuviste más apagada —la monja se acercó, acomodando las gafas en el puente de la nariz—. Concéntrate, falta muy poco para el festival.
—… —bajó la mirada hacia las partituras en su falda, nerviosa de que descubriera sus pensamientos—. Sí. Lo siento mucho, hermana.
La mujer exhaló aire pesadamente y se giró para volver al escritorio. Recta y fría, con mira en sus propios objetivos.
—Ve a almorzar —le ordenó y la chica asintió.

Tomó su mochila, recogiendo sus cosas y salió sola, sintiendo el contraste entre el bullicio que se alejaba y el silencio que la acompaña.

En lugar de dirigirse al comedor, tomó el camino contrario, hacia el patio trasero. Allí, escondido tras un viejo roble, había un banco de madera gastada que era su lugar favorito; su refugio. Se sentó y dejó que la calidez del sol, ahora más fuerte, acariciara su rostro y cerró sus ojos.

“Sometimes things may be so tough
Feels like everything is enough
But you can overcome it, use your own gift”


—Oh, ¿practicando sin mí? —su amigo salió de entre los arbustos, extendiendo los patines hacia ella—. Pensé en salir un rato. ¿Qué dices, Santa?

Ella le hizo un mohín, tomando con ambas manos los zapatos con rueditas.

—No me llames Santa, es un apodo estúpido.
—Si te escapas conmigo lo haré. Hehe. ~

La sonrisa de él brillaba más que el propio sol y fue tan contagiosa que la comisura de sus labios se levantó en una pequeña sonrisa.

—Pero no me quiero meter en problemas —susurró, aunque ya se andaba calzando los patines.
—Si no miras al salir por las puertas, no es como escaparte —la señaló y extendió la otra mano—. Aparte nunca te castigarían. Eres el eje de este lugar, Cyan.
—Tonto —susurró, continuando con el puchero en sus mejillas—. Esa lógica funciona con el rey de lo creídos.
—Haha, puede que tengas razón —respondió divertido, tomando la mano de Cyan y obligándola a ponerse de pie—. Así es más divertido, querida Santa.
—Moo, ya te dije que no me llames así.



Entrelazó sus dedos a él.
Bajo sus pies, las ruedas de los rollers zumbaban contra el asfalto caliente que todavía guardaba el calor del día. Luo, con su cabello oscuro rebelde y su piel tostada, apretó la mano de Cyan y señaló con la barbilla hacia la loma que se alzaba frente a ellos.

—¿La saltamos? —preguntó, y su sonrisa era de diversión pura.
Cyan, con su melena cian ondeando como una bandera, sintió el familiar vuelco en el estómago y la adrenalina que sentía a las travesuras de él. Pero la mano de Luo, firme y segura alrededor de la suya, le devolvió un poco de su valor.

Asintió, una leve inclinación de la cabeza, y apretó los dedos en respuesta.
Aceleraron.

El viento le agitó el flequillo sobre la frente y le silbó en los oídos, ahogando todo menos el sonido de sus propias ruedas y la respiración acelerada; la pendiente los empujó, ganando velocidad con cada metro. Los olores del parque se intensificaron: el polvo levantado por sus ruedas, el aroma dulzón de los pinos que bordeaban el camino, el perfume limpio de la hierba recién cortada…
Ese momento era de ellos. Ese instante uno que ambos querían que durara hasta la eternidad.
Sus cuerpos se alzaron, suspendidos en el aire.
El cabello oscuro de Luo se erizo hacia arriba con el aire, al igual que la larga melena celeste verdosa, que se mecía hacia arriba con la fricción.
Aterrizaron con un suave golpe seco, las ruedas absorbiendo el impacto con un traqueteo; Luo soltó una carcajada. La chica se quedó sin aliento, rió también, una risa que le salió sin permiso, liberadora a más no poder.

—Eso fue increíble. Muy inesperado para la Santa —siguieron patinando, sin detenerse ni soltarse.
—… —enmudeció un instante, antes de soltarle la mano y detenerse—. Dijiste que ya no me llamarías así. Mentiroso.
—Oye —movió sus pies alrededor de ella, rodeándola varias veces—. Para ser tan bajita, tienes bastante memoria.
—Eso suena tonto —se cruzó de brazos.
—¿Qué tal si vamos a comer algo? ¿Eso te hará sentir mejor? —volvió a tomar la mano de ella—. Venga, vamos.

Luo siempre lograba arrastrarla hacia los problemas y, de alguna forma, a la felicidad.
Patines, golosinas, comida rápida, cosas bonitas y de moda, la música… todo eso la hacia sentir normal y quien le daba esa normalidad debía ser su amigo.
Después de pedir un par de hamburguesas, papas fritas y refrescos, ambos se sentaron en una banca del parque y Luo señaló hacia un hombre que estaba tocando la guitarra en medio de la plaza, dónde la gente le dejaba algunas monedas en el estuche.

—Hay que intentarlo —los ojos oscuros del varón brillaron con intensidad ante la idea, pues generalmente debía trabajar en el orfanato para ganar algo de dinero a cambio.
—¿Tú crees? —ella tenía la hamburguesa entre sus manos—. No lo sé.
—¡Vamos! No perdemos nada y podemos ahorrar para… —miró hacia Cyan, quería decirle huir de ese lugar, juntos.
—Hmm. Si el Director se entera estaremos en grandes problemas.
Mordisqueó el pan, saboreando el bocado con delicadeza.

La sonrisa de Luo se ensanchó.

—Grandes problemas son mi especialidad, Santa. Además, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Que nos manden de vuelta al orfanato? Ya estamos ahí —dio un mordisco enorme a su hamburguesa, hablando con la boca llena—. Podríamos comprar esos patines nuevos que tanto te gustan. O irnos a la costa, nunca hemos visto el mar.
Cyan miró la guitarra del hombre en la plaza. Las notas eran simples, pero sonaban libres y auténticas, tan diferentes de las partituras rígidas del coro.
—Podríamos tocar nuestras propias canciones —murmuró, casi para sí misma y tragó saliva—. Las que inventamos… “my color”.
—¡Exacto! —Luo chocó su puño suavemente contra el hombro de ella—. Podríamos juntar suficiente para... ya sabes —bajó la voz, aunque nadie alrededor parecía prestarles atención—. El plan.

El Plan. Esa palabra que se oyó entre ellos, cargadas de emoción y, a la vez, tan aterradoras. Era un sueño que compartían y que Luo hizo a detalle en el escondite del almacén: un viaje en tren hacia ninguna parte en particular, un departamento pequeño cerca del mar donde el sonido de las olas ahogaría el eco de los himnos y días enteros para tocar música y ser ellos sin que nadie los regañara por llegar tarde o no hacer lo que les indicaban.

—Tendríamos que ser rápidos —musitó Cyan.
El miedo se apoderaba de su estómago, pero era un miedo distinto al que sentía bajo la mirada de la Hermana; este era eléctrico, prometedor y cargado de emoción—. Y cuidadosos.
—Por supuesto que cuidadosos! Santa, yo tengo todo calculado —Luo sacó de su bolsillo trasero un mapa arrugado de la ciudad, marcado con rutas en rotulador rojo—. He cronometrado los turnos de los guardias, las cámaras junto al muro este están rotas desde hace semanas y sé dónde venden los boletos de tren más baratos.


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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Mimi Tachikawa on August 31, 2025, 05:52:10 PM »
Hoi hoi minna!! vengo fic, he estado jugando mucho Helios Rising Heroes que queria poner algo ghei entre una de mis ships de ese juego xD

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Will un joven rubio de cabellos cortos desordenados, de color de ojos marrones claros, miró al suelo con cierta amargura, el recuerdo de su infancia se filtraba con la misma fuerza que la brisa que entraba por la ventana del salón vacío. El eco de las voces de sus compañeros se desvanecía, dejándolo a solas con aquello que llevaba tiempo guardando en silencio.

-¿Por qué me sigues evitando, Siams? - murmuró para sí mismo, aunque sabía que el dueño de aquel nombre no estaba cerca.

La memoria le golpeó de repente, arrastrándolo hacia atrás, hacia esos días en los que todo había comenzado.

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El cielo estaba gris aquel día, y la lluvia recién había cesado, dejando charcos que reflejaban fragmentos de las nubes. Will tenía apenas ocho años cuando lo vio: un pequeño gato temblaba bajo un banco del parque, su pelaje enmarañado por el agua y los ojos abiertos de par en par por el miedo.

-Pobrecito… -susurró agachándose.

Pero alguien más se le adelantó. Un niño de cabello oscuro y mirada intensa corrió hasta el banco, arrodillándose frente al minino. Sus manos, a pesar de ser pequeñas, lo sostuvieron con cuidado.

-¿También lo viste? - preguntó el recién llegado, con la voz entrecortada por el esfuerzo de tranquilizar al animalito.
Will asintió tímidamente.

-Sí… estaba escondido. ¿Crees que podamos cuidarlo? -

El niño sonrió apenas, como si aquella pregunta hubiera encendido una chispa.

-Claro que sí. Me voy a presentar mi nombre es Siams.- dijo el pequeño observando al pequeño rubio-

-Yo soy Will… mucho gusto.

Y desde ese instante, ambos decidieron llamar al gato Kuro, convirtiéndose en el puente que unió sus mundos. Pasaron tardes enteras alimentándolo, construyéndole una caja de cartón como casa y turnándose para llevarle leche tibia. A través de Kuro aprendieron a confiar el uno en el otro.

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El recuerdo se mezclaba con las risas del pasado.

-Will, corre más rápido o Kuro se escapará -gritaba Siams, con el gato entre los brazos, riendo a carcajadas mientras huían de un guardia que les prohibía entrar al jardín de la escuela.

Will jadeaba, pero lo seguía con la misma determinación que lo acompañaría siempre.

-¡No lo sueltes, Siams! Te alcanzaré… siempre te alcanzaré.

Y así fue durante años. Will lo alcanzaba siempre, no importaba si era una carrera improvisada en el parque o un reto escolar. Siams era su meta, su razón, la presencia que lo llenaba de calidez.

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En la secundaria, sin embargo, algo cambió.

Siams había crecido se habia pintado sus cabellos a unos de color plateados dejando un poco de color negro en las puntas, al igual que sus ojos de color azul estaban ahora de color rojizo, su sonrisa se había vuelto más reservada y los pasillos que antes recorrían juntos ahora lo veían caminar rodeado de otras personas, gente que parecía absorber todo su tiempo. Will intentaba acercarse, pero siempre
terminaba encontrando excusas, evasivas.

-Lo siento, Will, tengo práctica… -decía Siams sin mirarlo a los ojos.

Otras veces ni siquiera se molestaba en inventar algo, simplemente se alejaba, como si la distancia fuera la única respuesta.

Will lo miraba marcharse, con los recuerdos latiendo en su pecho como heridas frescas.

-¿En qué momento dejaste de querer estar conmigo? -se preguntaba en silencio, apretando los puños bajo la mesa del aula.

A veces, en la soledad de su cuarto, se abrazaba a Kuro que ya era un gato adulto y le confesaba lo que nunca se atrevía a decirle a su amigo.

-Siempre lo supe, Kuro… lo que siento por él no es solo amistad. Pero… ¿qué pasa si Siams lo nota y por eso se aleja? ¿Y si nunca vuelve a mirarme de la misma manera?

El gato ronroneaba, sin saber lo que estaba pasando alrededor de él, pero su calor le daba a Will la ilusión de no estar del todo solo.
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Un día, en medio de un receso, Will reunió valor. Se acercó al lugar donde Siams conversaba con otros compañeros, riendo de una forma que ya no le mostraba a él.

-Siams… ¿podemos hablar? - dijo con voz firme, aunque por dentro temblaba.

El aludido lo miró, sorprendido.

-Ahora no, Will, después… - respondió con prisa, alejándose sin darle oportunidad.

La herida fue inmediata. Will permaneció allí, observando cómo la figura de su amigo se mezclaba con el bullicio de la multitud.


-Siempre dices después… pero ese después nunca llega… - susurró, bajando la mirada.

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La memoria lo devolvió al presente.

El aula vacía, la tarde cayendo detrás de los ventanales. Will suspiró, hundiéndose en la silla.

-¿Cómo llegamos a esto, Siams?… si antes éramos inseparables.

El sonido de pasos interrumpió su lamento. Levantó la cabeza y lo vio: Siams, más alto, más serio, con la misma mirada intensa de la infancia pero cargada ahora de una distancia que dolía.

-Will… - pronunció su nombre como si pesara demasiado en su boca.
El aludido se levantó de golpe.

-¿Qué quieres? -preguntó con una dureza que no sentía.

Hubo silencio, apenas roto por el tic-tac del reloj. Siams apretó los labios, sin saber por dónde empezar.

-Solo… quería ver si estabas bien-.

Will rió sin alegría.

-¿Ahora te importa? Después de ignorarme por meses, de alejarte como si nunca hubiéramos compartido nada…-

Siams dio un paso al frente, pero no encontró las palabras correctas.

-No es tan simple…-

-Para mí sí lo es -interrumpió Will con un brillo en los ojos que delataba más dolor que furia. -Para mí siempre fuiste lo más simple y a la vez lo más importante. No necesitaba nada más que estar a tu lado, Siams. ¿Por qué me dejaste atrás?

El silencio se volvió a manifestar.

Siams apretó los puños, como si una parte de él quisiera confesarlo todo, pero se contuvo.

-Porque tenía miedo -susurró -. Porque empecé a darme cuenta de que… lo que sentía por ti no era solo amistad. Y no sabía cómo lidiar con eso.

Will lo miró, sorprendido, sin poder responder de inmediato. El eco del pasado se quebraba y, entre los fragmentos, la verdad al fin aparecía.

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Las memorias de Kuro, de las risas compartidas, de las carreras interminables, se fundieron con el presente.

Will dio un paso hacia Siams, el corazón desbocado.

-Entonces… ¿todo este tiempo…?-

Siams lo interrumpió, bajando la mirada.

-Sí. Y por eso me alejé, porque temía arruinarlo todo. Pero ahora me doy cuenta de que lo arruiné igual.-

El aula parecía demasiado pequeña para contener el peso de aquel instante.

Will respiró hondo, y por primera vez en mucho tiempo, sonrió con la misma sinceridad de su niñez.

-Eres un idiota, Siams… pero al menos ya no tengo que seguir corriendo detrás de ti.

Y al pronunciar esas palabras, sintió que los años de dolor y distancia empezaban a deshacerse, como la lluvia que deja paso al sol después de una larga tormenta.

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Will permaneció de pie frente a Siams, su respiración entrecortada por la oleada de emociones que lo atravesaban. La confesión que había esperado por años aún flotaba en el aire.

Entonces… ¿todo este tiempo me alejaste porque… sentías lo mismo que yo? -su voz temblaba, incrédula, como si temiera que un mal movimiento pudiera deshacer aquel milagro.

Siams desvió la mirada, con el ceño fruncido y los puños apretados.

-Sí… -dijo apenas audible- Porque me daba miedo que al descubrirlo me rechazaras, que dejaras de verme como tu amigo de toda la vida. Preferí poner distancia antes que arriesgarlo todo… aunque ahora sé que eso fue lo que realmente nos destruyó.

Will dio un paso más hacia él, sus ojos brillaban entre la rabia y la ternura.

-¿Y creías que yo estaría mejor viéndote darme la espalda? ¿Creías que no dolía? -alzó la voz, con un nudo en la garganta-Siams, cada vez que me apartabas, yo sentía que estaba perdiendo una parte de mí mismo… porque desde ese día en el parque, cuando encontramos a Kuro, supe que quería estar contigo para siempre.-

El silencio los envolvió, apenas interrumpido por el golpeteo de la lluvia contra las ventanas.

Siams levantó la cabeza, sorprendido por aquella declaración tan clara, tan directa.

- ¿Siempre… lo sentiste? -

Will asintió sin vacilar.

-Desde siempre. Y no me importaba si tú no lo sientes, porque con solo estar a tu lado yo ya era feliz. Pero me quitaste hasta eso… -sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas-. No sabes cuánto recé porque volvieras a mirarme como antes.

Siams retrocedió un paso, con el rostro contraído de culpa.

-Lo sé… y lo siento más de lo que puedes imaginar. Pasaba las noches pensando en buscarte, en contártelo todo… pero el miedo me paralizaba. Me odiaba por dejarte solo, pero me aterraba perderte si descubrieras lo que en verdad sentía.-

Will respiró hondo, y en un arranque de determinación lo tomó de la muñeca, obligándolo a mirarlo a los ojos.

-Pues ya no tienes que esconderte más, Siams. Porque lo que sientes es lo mismo que yo he guardado todo este tiempo.-

La cercanía los dejó sin aire. Siams observó cómo los labios de Will se curvaban en una sonrisa temblorosa, mezcla de alivio y ansiedad. Durante años había reprimido aquel deseo, pero ahora, con la verdad expuesta, no había marcha atrás.

-Will… -su voz se quebró-. Te juro que nunca quise hacerte daño.

El joven rubio negó con la cabeza suavemente.

-Ya no importa, lo único que quiero es que no vuelvas a alejarte de mí.-

Ambos quedaron en silencio, sus respiraciones agitadas llenando el espacio. El reloj del aula marcaba el paso de los segundos, cruel testigo de aquel momento decisivo.

Y entonces, como si una fuerza invisible los guiara, Siams dio un paso al frente. Sus rostros quedaron a escasos centímetros. La tensión era tan densa que cualquier palabra habría resultado inútil.

Fue Will quien cerró los ojos primero, dejando que sus labios buscaran a los de Siams con una timidez contenida. El contacto fue suave, apenas un roce, pero lo suficiente para desatar un torrente de emociones que habían esperado años en silencio.

Siams respondió con torpeza al principio, pero pronto su necesidad lo arrastró a profundizar el beso, sosteniendo el rostro de Will con ambas manos, como si temiera que desapareciera de un momento a otro. El mundo se deshizo a su alrededor: no existían el aula, la lluvia, ni los años de distancia, solo la certeza de que al fin estaban donde siempre debieron estar.

Cuando se separaron, ambos jadeaban, sus frentes apoyadas una contra la otra.

-¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer? -murmuró Siams, aún nervioso por todo lo que estaba pasando ahora mismo.

Will rió entre lágrimas.

-Sí… y no pienso arrepentirme nunca.

El brillo en los ojos de Siams era distinto, ya no había miedo ni dudas, solo la decisión de no volver a perderlo.

-Prométeme algo, Will -dijo con voz firme- Prométeme que, pase lo que pase, seguiremos juntos. Que no importará cuántos problemas aparezcan ni cuánto nos quieran separar… porque esta vez no pienso dejarte.-

Will lo miró fijamente, con el corazón desbordando en su pecho.

-Lo prometo. Pero prométeme tú también que no volverás a huir. Siams, si alguna vez dudas de lo que somos, recuérdame la primera vez que nos conocimos por primera vez.-

-Lo haré -respondió sin vacilar-. Te lo juro.

El eco de esa promesa se grabó en el silencio del aula, como si el tiempo mismo los sellara en un pacto eterno. Afuera, la lluvia comenzó a cesar, y un rayo de sol se coló entre las nubes, iluminando el lugar con una claridad inesperada.

Siams acarició el cabello de Will con una ternura que contrastaba con los años de distancia que habían soportado.

-Te amo, Will… -susurró, como si la confesión pesara y liberara al mismo tiempo.-

El aludido sonrió ampliamente, con lágrimas rodando por sus mejillas.

-Yo también te amo, Siams. Desde siempre, desde aquel primer día.-

Volvieron a besarse, esta vez sin miedo, con la intensidad de quienes saben que los años de silencio ya no tienen poder sobre ellos. Era un beso cargado de futuro, de promesas y de un amor que había nacido inocente y que ahora, después de tanto dolor, era más fuerte que nunca.

Cuando se separaron, Will tomó la mano de Siams y entrelazó sus dedos con firmeza.

-Vamos a empezar de nuevo, ya no como amigos de la infancia… sino como pareja.-

Siams asintió, apretando su mano con fuerza.

Ya en la actualidad…

En un departamento pequeño, pero para Will tenía el tamaño justo de un sueño cumplido. Cada rincón llevaba la huella de la vida en común: los libros de anatomía de Siams apilados sobre la mesa, las tazas de café que Will dejaba olvidadas en la repisa, y las fotografías enmarcadas que guardaban los recuerdos de ambos.

Aquella mañana, mientras se ajustaba la mochila para dirigirse a Hanasaki, Will envió un mensaje rápido a Siams, que ya debía estar camino a sus clases en Rizembool.

"No olvides almorzar, tonto. Te dejé comida en la nevera."

La respuesta no tardó en llegar:

"Lo sé, Will. Gracias… aunque preferiría comer contigo. Te extraño incluso cuando acabamos de despedirnos."

Will sonrió, sonrojándose a pesar de estar solo. El eco de esa ternura lo acompañó hasta el campus.

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Kobato lo esperaba en la cafetería universitaria, agitando la mano con su energía habitual.

-¡Will! Aquí, aquí. -su sonrisa iluminaba la mesa mientras apartaba un cuaderno para hacerle espacio.

Will se dejó caer en la silla frente a ella, suspirando con alivio.

-Gracias por guardarme sitio.-

Kobato lo miró con picardía.

- ¿Y bien? ¿Cómo va la vida de conviviente? Cuéntamelo todo, que muero de curiosidad. -

Will se llevó la mano a la nuca, algo avergonzado.

-No es nada especial…-

-¡No me mientas! – La pelicastaña lo interrumpió, inclinándose hacia él-. Sé que Siams parece frío por fuera, pero tú siempre dices que contigo es diferente.-

Will bajó la mirada, sonriendo con suavidad.

-Es cierto. Aunque ahora está absorto con sus clases en Rizembool, siempre llega a casa y lo primero que hace es preguntarme cómo estuvo mi día. Anoche, por ejemplo, se quedó estudiando hasta tarde, pero aún así me preparó té porque me vio cansado.-

Kobato lo observó con ternura.

-Se nota el amor que sientes por él.-

-Claro, siempre me ha gustado desde que éramos unos niños- respondió Will sin dudar.

La sinceridad de sus palabras dejó un instante de silencio entre ambos.

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Después de almorzar, caminaron juntos hacia la biblioteca.

-Pero dime algo -preguntó Kobato, retomando la charla-. ¿No es difícil que estén en universidades distintas? - Digo, Hanasaki y Rizembool no están tan cerca.

Will suspiró, ajustándose la correa de la mochila.

-Sí, es difícil. Hay días en que apenas nos cruzamos unas horas por la mañana o por la noche. Pero creo que eso hace que valoremos más el tiempo juntos. A veces nos quedamos despiertos hasta tarde hablando de nuestras clases, o cocinamos algo sencillo para cenar y terminamos riéndonos de cualquier tontería. No importa lo ocupado que esté, siempre encuentra un momento para mí.

Kobato sonrió con dulzura.

-Suena a que realmente se aman. -

El joven asintió, mirando el cielo despejado sobre el campus.

-Lo hacemos. Y cada día me convenzo más de que todo lo que pasamos antes, esa distancia dolorosa en la secundaria nos preparó para esto. -

Kobato lo empujó suavemente con el hombro.

-Me alegra verte así. Aunque te advierto como tu amiga, me tienes que invitar seguido a tu departamento, ¿Puedo invitar a mi novio Tsubasa verdad?

Will rió.

-Claro, aunque ambos tendrán que soportar a Siams  mirándolos con su típica desconfianza.-

-Mientras tú estés sonriendo como ahora, no me importa -dijo la pelicastaña con una suave sonrisa-

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Esa noche, al regresar al departamento, Will encontró a Siams dormido en el sofá, los libros aún abiertos a su alrededor. Se acercó despacio, cubriéndolo con una manta.

-Trabajas demasiado… -susurró, acariciando suavemente su cabello.-

Siams abrió apenas los ojos y murmuró medio dormido:

-Will… estás en casa…-

El departamento, pequeño pero lleno de amor, se convirtió en su refugio, donde cada día compartido reforzaba la promesa que habían hecho años atrás: nunca volver a separarse.

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matta ne!!
9
The Hunger Games / May the Odds be Ever in Your Favor
« Last post by Puri on August 31, 2025, 04:24:07 PM »
Los sexagésimos juegos del hambre.

El cuadragésimo quinto desde que había asumido el poder en todo Panem a los 23 años.


No pudo evitar sonreír con cierta mofa en medio de la reunión con el director de los juegos y su comité. Mientras estos hablaban y mostraban sus planes para la arena—un reloj de arena, interesante—, él rememoraba años pasados y a enemigos aniquilados. Todos aquellos que pensaron que jamás lo lograría, que no se elevaría por encima de todos y de todo.

Inclusive ella.

Pero la nieve, cuando cae, siempre lo cubre todo.


Se preguntó mentalmente si es que los diseñadores de los juegos de este año habían tomado su apellido en consideración para la idea central de la arena, la cual era depositar más y más arena cada día e ir matando a los tributos de a poco. Seguramente el director de este año quería quedar bien con él para luego pedir algún tipo de favor… No había nada en el mundo que detestara más que aquellos que creían que podían adularlo.


“Estimados,” habló, interrumpiedo a la joven que estaba mostrando videos con los nuevos híbridos en los que estaban trabajando para soltar en la arena este año. “Hasta ahora, muy buenas ideas todas. Los felicito a cada uno por su aporte.”

Todos a su alrededor comenzaron a sonreír entre ellos y a agradecerle, a la par que se miraban entre ellos con cierto alivio.

“Sin embargo…”

Sus palabras inmediatamente cortaron el buen ánimo de tajo, dejando a todos congelados.

“No puedo evitar sentir cierta curiosidad. ¿Cómo fue que surgió la idea del reloj de arena?”

“Señor presidente,” comenzó el director, quien se veía más animado al darse cuenta de que sólo se trataba de una simple pregunta. “Al tratarse de los sexagésimos juegos del hambre, con el equipo queríamos crear algo especial, y como todos bien sabemos, no hay nada más especial que el hombre que ha otorgado tantos años de paz y estabilidad a la nación.” Dijo todo esto con una sonrisa brillante.

Snow alzó levemente la comisura de sus labios en su dirección, lo cual animó al hombre a seguir hablando.

“No queríamos que fuera algo tan literal, además de que usamos nieve hace un par de años atrás. Por otro lado, el reloj de arena evoca a los años oscuros y al pasado, en donde los distritos se encuentran atrapados de por vida. Un recordatorio de sus crímenes, y la arena cayendo de a pocos, su justicia contra ellos.”

“Qué elocuente.” No pudo evitar soltar una risita, lo cual hizo que todos se unieran a él. “Gran idea, jóvenes.” Todos asintieron y les regaló una sonrisa. El director de los juegos brillaba, parecía no caber dentro de sí con la emoción de tantos elogios por su parte. “Lamento mucho tener que acortar la reunión debido a mi agenda, pero todo lo que he visto me ha dejado muy satisfecho. Les doy permiso de seguir en el camino en el que van y por favor, reunámonos de aquí a dos semanas para ver el producto final. Estimados.”

Se levantó de la mesa y todos le siguieron, asintiendo con sus cabezas y agradeciéndole por su tiempo y esfuerzo.

Antes de que todos terminaran de salir de la sala de conferencias, le llamó.

“Director. ¿Un momento?”

“Por supuesto, presidente.”


No por nada conocía mejor que nadie la importancia del simbolismo en los juegos. La importancia del ritual fundamental de la nación: recordarle a los distritos su pena por su rebelión, pero también darles una esperanza de mejor vida.

No se le había pasado por alto el simbolismo de un reloj de arena. Anticuado, del pasado. Obsoleto. Y el simbolismo de la arena también: áspera, seca Residuos de aquello que en tiempo atrás tuvo vida.

No era un favor lo que quería el director de los juegos. Era un claro mensaje sobre lo que pensaba él (o quienquiera que estuviera detrás, manipulándolo) sobre lo que pensaba de su mandato.

Pero él también sabía mandar mensajes llenos de símbolos a aquellos que sabían leer entre líneas.


Se acercó al rincón de la estancia, donde se encontraba el estante en el que guardaba sus mejores licores.

“¿Una copa?” Le ofreció.





Fic inaugural~
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The Hunger Games / Re: I Volunteer as Tribute! | Hunger Games Kickstarter
« Last post by Neko on August 31, 2025, 01:36:24 PM »


Yooooooooooooooo!! Cuenten conmigo uwu
Estaba pensando que sería interesante si dicen qué se tiene que escribir para el siguiente capitulo (kinda como la lista de arriba?) e igual dar un par de meses como mucho para escribir sobre ese tema desde el punto de vista de nuestros personajes, así vamos avanzando la trama y vamos todas al mismo ritmo.
Si le interesa a más gente se podría hacer un segundo tema para postear comentarios o fics complementarios (o tal vez esos fics podrían ir al patio, no sé).

Bueno, eso ovo que me apunto.
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