Ahh, este fic se suponía que iba a ser corto (...) Bueno, se los debía. *corre*
69.1.
Pasaron los días y llegó el viaje a la playa de los Toushirou. Luego de armarse de valor y prepararse mentalmente para ese paseo, Yukko siguió las direcciones enviadas por Shinano para ir a su casa, de donde partirían. La chica salió temprano, y se frustró al notar que el complejo donde vivían se encontraba considerablemente lejos del paradero del tren más cercano, motivo por el cual llegó cinco minutos después de la hora, aunque al parecer su amigo todavía no estaba listo para partir.
La chica se sintió incluso más incómoda al entrar a ese vecindario de casas lujosas y mansiones, y dio un suspiro al ver que efectivamente su amigo vivía en una de las segundas, de considerables dimensiones. Al menos así, sin importar cuántos hermanos fueran, todos estaban garantizados de tener su habitación individual.
Ella se sorprendió al ver que el pequeño Hakata fue quien le dio la bienvenida, y él de inmediato le llevó al comedor principal de la casa. Ahí, en la cabecera de la larga mesa, estaba Shinano siendo monitoreado por un hermano. El pelirrojo, curiosamente, parecía estar haciendo problemas de matemática con gran incomodidad.
“Aquí está,” dijo Hakata, quien pasó a señalar al mayor. “Ah, y él es Gotou, nuestro hermano mayor. A diferencia de Shinano, Gotou-nii es muy genial y pro.”
“H-Hakata, no digas eso, por favor,” se lamentó el pelirrojo.
“Ehh…” la chica sonrió incómoda y se presentó. “Mi nombre es Yukko Aioi, mucho gusto. Muchas gracias por darme la bienvenida al paseo.”
“Hola Yukko, un gusto también,” le saludó el pelimarrón, amenamente. “Y no, no tienes que agradecerme a mí. Shinano te invitó. Más bien, gracias por llevarte tan bien con él.”
“No es nada. Shinano es muy buena persona y me ayuda mucho en el club de drama,” la chica se animó. Sin duda su amigo tenía una familia muy amable y cálida. “Eh, Shinano, ¿qué estás haciendo?”
“Uhh…” este soltó un alarido en plena labor.
“Oh, ignóralo, ya terminará,” dijo Hakata, encogiéndose de hombros y sonriendo. “Es sólo un poco de práctica antes de las vacaciones,” el pequeño se vio determinado y alzó un índice. “Uno no debe descuidarse sólo porque no está estudiando.”
“Eh, ya veo…” la chica sonrió incómoda. “¿Y dónde están sus hermanos? ¿Cómo vamos a ir todos para allá?”
“Nuestros otros hermanos ya están en camino,” dijo Gotou. “Somos muchos, aparte que ellos salieron prohibitivamente temprano y yo tenía algunas cosas que terminar antes de salir.”
“Aun así, esta vez seremos menos,” Hakata se puso a pensar. “Akita y Houchou fueron invitados por sus amigos del colegio a otro viaje. Se notará su ausencia.”
“Sí, y pues, Yagen y Honebami tienen quehaceres en Rizembool. No sé si llegarán a darnos el alcance en unos días,” Gotou negó.
“…” Yukko se confundió ya que a excepción del doctor no había escuchado de los otros hermanos previamente.
“Pero igualmente seremos un montón,” le aseguró Hakata, alegremente. “Jiji y su familia llegarán un día después de nosotros, y también estará Hotarumaru con sus hermanos. Shinano me dijo que estudias con él, ¿verdad?”
“Hehe, sí, Hotarumaru es un buen chico, me alegra que lo veremos por allá,” Yukko asintió. “¿Jiji? ¿Acaso es su abuelo?”
“Eh, no, es un amigo de la familia y tiene una edad cercana a la de nuestro hermano mayor, pero le gusta referirse a sí mismo como un anciano,” Gotou se encogió de hombros, y pasó a sonreír. “Pero descuida, te presentaremos a todos y puedes contar conmigo para lo que necesites. Te prometo que la pasarás muy bien.”
“Gracias, Gotou,” Yukko sonrió y se impresionó por el aura de hermano mayor que ese ameno chico le trasmitía. Sí confiaba que el ambiente familiar le mantendría cómoda, pese a ser la extraña en ese círculo.
“Oye, Shinano, ¿todavía no terminas?” preguntó el rubio, impaciente. “Ni que te hayamos dado demasiados ejercicios.”
“Uhh, sé paciente, Hakata,” se lamentó el pelirrojo, revisando el ejercicio que se encontraba trabajando. “Son difíciles y tuve que rehacer este por un error aritmético.”
“Error aritmético, vaya,” el pequeño rodó los ojos. “Eso sólo indica que te encuentras oxidado.”
“¿Por qué tenían que obligarme a hacer integrales justo cuando vamos a viajar con Yukko?” preguntó Shinano, mirando suplicantemente a sus hermanos.
“¿Cómo que por qué?” Gotou frunció el ceño. “Te di esos ejercicios hace días y marqué hoy como la fecha límite. ¿Acaso pensaste que el viaje te libraría? Por supuesto que no.”
“Sí, seguro esperó que lo ignoráramos por eso, pero somos más inteligentes que él,” se ufanó Hakata, quien sonrió con autosuficiencia. “Heh, para empezar, esa hoja de problemas sería pan comido para nosotros~”
“Ehh…” la chica se preocupó por su amigo. “Ohh, ¿acaso los tres son buenos en matemáticas?”
“Podrías decirlo, pero también viene de la mano con esfuerzo,” contestó Gotou, con simpleza. “Siempre he estado a cargo de los negocios de mi familia y Hakata ha decidido seguirme los pasos. A su vez, Shinano siempre ha sido cercano a nosotros, así que le viene bien seguirnos la corriente. Las matemáticas son útiles.”
“P-pero no tengo la misma inclinación que ustedes,” observó el pelirrojo. “Quiero ser un modelo. ¿Para qué usaré integrales?”
“Fue alarmante para mí que te intimidaras al ver los ejercicios de Hotarumaru durante nuestro viaje al bosque,” observó Hakata. “Estos ejercicios son regalados en comparación.”
“I-insisto…”
“Pues si vas a ser así, es para que en los certámenes de belleza no contestes tontería y media,” reclamó el pequeño, frunciendo el ceño. “¡Los Toushirou no somos tontos!”
“¡Ihh, no seas malo conmigo, por favor!”
“Aparte que quizás en algún universo alterno estés igualmente relacionado con la economía y fortunas como nosotros dos, por más que te falte masa gris,” Hakata asintió convencido y llevó sus manos a sus caderas. “Así que, como tu mayor espiritual, sólo velo por tus mejores intereses. Deberías agradecerme.”
“No sé a qué te referirás, Hakata, pero es cierto que estamos velando por él,” dijo el mayor.
“Hehe, ¿verdad, Gotou-nii?”
“Ehh…” Yukko dio un suspiro. Quería darle el pésame a su amigo. “Ehm, pero pienso que es genial que seas bueno con las matemáticas, ehh, a mí me resultan difíciles.”
“Creo que mi habilidad se debe más a obligaciones de mis hermanos que otra cosa…” Shinano agachó su cabeza, agobiado. “Estoy cansado. Quizás Mai tenga razón al decir que soy el más Muggle de mi familia…”
“¿Eh? Siempre pensé en ti como Hufflepuff, pero si dices ser Muggle, como gustes,” Hakata se encogió de hombros, indiferente.
“¡N-no quiero ser Muggle!” exclamó Shinano, aterrado.
“¡Entonces termina con esos ejercicios!” exigió el pequeño con severidad, y apuntándole con una regla que recogió de la mesa.
“¡S-sí!” al pobre pelirrojo no le quedó más que continuar.
“Ya, no tienes que ser tan duro con Shinano, Hakata,” Gotou negó y pasó a dirigirse a Yukko con una sonrisa. “Ah, por cierto, nuestra casa allá queda muy cerca de la playa y también es un sitio próspero con varios negocios y actividades.”
“¡Sí, sí, y va a haber matsuris!” exclamó el rubio, emocionado.
“Q-qué bueno…” Yukko sonrió nerviosa. No dejaba de lamentarse por el pobre de su amigo. “Supongo tendrán todo un itinerario.”
“No realmente. Aparte de ir a la playa con todos, cada uno puede darse el gusto de hacer lo que quiere,” dijo Gotou, pensativo. “Oí que habrá un espectáculo de fuegos artificiales mañana en la noche, así que es lo que espero con más ansias.”
“Ah, te preparé un folleto con una lista de cosas que hacer y restaurantes populares que quedan cerca,” dijo el pequeño, quien le dio el tríptico. “Heh, hice uno para cada uno de mis hermanos. Espero que te sea de ayuda.”
“Oh, muchas gracias, Hakata,” la chica asintió y se impresionó. Parecía profesional. “Wow, te has esmerado mucho. Qué hábil eres.”
“Hehe, no fue nada.”
“¡Y-ya!” exclamó Shinano, estampando el condenado papel de ejercicios sobre la mesa. “¡Termine, ¿podemos irnos?!”
“¿Terminaste?” Gotou alzó una ceja con incredulidad e intercambió miradas con Hakata. “¿Seguro que no mientes?”
“¡R-revisa mis respuestas antes de desconfiarme tan abiertamente, por favor!” suplicó. “¡Me están haciendo quedar mal!”
“A ver…” Hakata revisó un pequeño papel que sacó de su bolsillo, y no tardó en dar el visto bueno. “Vaya, sí, terminaste y todas las respuestas son correctas, felicidades.”
“Hm, de una sola, no tuvimos que pedirte que corrigieras nada,” observó Gotou, levemente impresionado. “Bien, entonces podemos ir en marcha.”
“¡¿En verdad?!” Shinano se vio ilusionado.
“Sí, el chofer ya nos está esperando para llevarnos a la estación de tren,” Hakata se encogió de hombros. “Pero pese a esa corrección que hiciste, resolviste los ejercicios bastante rápido y no te equivocaste en ninguno. Quizás no debimos obligarte para empezar.”
“…” el pelirrojo se vio impaciente y aguantó con dificultad las ganas de reclamar.
“Y-ya, tranquilo, Shinano…” Yukko se preocupó.
“Uhh, siento el mal rato, Yukko. Realmente no quería empezar el viaje así,” observó el pelirrojo, frustrado, pero pasó a animarse. “Aunque me alegro mucho que nos estés acompañando. Sé que nos divertiremos un montón.”
“Sí, muchas gracias.”
“Bueno, vamos yendo,” Gotou revisó su celular. “Si nos apuramos, podremos llegar a tiempo al próximo tren.”
“¡Sí, en marcha!” exclamó Hakata.
De aquel modo, los cuatro iniciaron el tan esperado viaje.
…
Era la mañana y una de las playas más cercanas a la ciudad se encontraba bastante concurrida. Cho junto con sus amigos llegaron bastante temprano para reservar un buen espacio y a su vez instalar una serie de sillas y sombrillas rentadas en lo que esperaban a los demás que irían a acompañarles en el paseo.
“¡Ahh, el mar!” exclamó Tomo, echada sobre su toalla bajo una de las sombrillas. Ella se estiró con pereza y alivio. “Ya quiero meterme al mar, pero necesitaba esta sombra~”
“Todavía quedan más por instalar, no seas perezosa,” observó Kashuu, en lo que terminaba de clavar la sombrilla encima de la chica junto con Cho.
“No te quejes, arma parlanchina, les ayudé a cargar parte de los contenedores de comida,” recordó Tomo, dándose un giro para ignorarle. “No esperen mucho más de mí.”
“Hehe, es cierto, Tomo-chan,” Osaka asintió alegremente mientras desdoblaba una silla de playa.
“Hmm, no me gusta que sueltes una risita, me das vibras de la miko,” Tomo le miró con recelo.
“¡Onee-chan, aquí traigo otra!” se reportó Sora, quien regresó corriendo con una sombrilla en sus brazos. “¿Dónde la pongo?”
“Ehm, creo que iría bien por aquí…” Cho inspeccionó otro espacio entre dos toallas ya listas.
“¡Cierto! ¡El sol se moverá con las horas hacia allá, así que este ángulo es el mejor!” el pequeño rubio asintió convencido y clavó la sombrilla con fuerza. “¡Aquí va!”
“E-espera, sería bueno intentar cavar un poco,” Kashuu dejó la previa sombrilla ya instalada y le ayudó con la labor. “Vaya, pero parece que la has podido hundir bien con un solo intento. Heh, nada mal, Sora.”
“¡Haha, muchas gracias!” el pequeño sonrió animado. “¡Mamá es fuerte y mis hermanos son fuertes también, así que Sora quiere ser tan fuerte como ellos!”
“¿Y a dónde se fueron Reimu-chan y las chicas?” preguntó Osaka.
“¿No te acuerdas?” preguntó Tomo. “Reimu y Marisa fueron a comprar bebidas para todos, hasta nos preguntaron qué queríamos. Hm, y hasta tú les diste el dinero, Osaka.”
“¡Ohh, cierto!” asintió impresionada.
“Sí, las dos no suelen tener mucho dinero para gastar tan espontáneamente,” observó Kashuu.
“Youmu fue con ellas y también iba a buscar una sombrilla más. Todavía faltan más personas,” recordó Cho, quien miró a sus alrededores un momento. “Pero no hay señales de Natsume o Tsumugi, y eso que dijeron que llegarían temprano.”
“Hubieran podido ayudarnos con la organización, pero en fin,” el arma se encogió de hombros. “Y aparte de ellos, Ayesha y Nio van a venir. Creo que dijeron que invitaron a unos amigos…”
“¿Amigos?” Tomo se extrañó y se sentó sobre su toalla. “Mientras no sea el Rebel de Cho supongo todo estará bien.”
“Ehh, me aseguré de preguntarle, descuida,” Cho dio un pesado suspiro. A veces le costaba creer que ese par de hermanas tan amables y bondadosas eran cercanas a su Rebel. “Más bien, es un amigo del colegio de Nio y un pariente de este. Me dijeron que son muy buenas personas.”
“Hoho, qué interesante,” Sora se vio intrigado y sonrió contento. “Pero si son amigos de Nio-chan, seguro que son tan divertidos como ella. ¡Sora está convencido!”
“Pienso lo mismo, Sora-chan,” dijo Osaka, asintiendo. “Ah, pero Ayesha-chan me dijo que ellos habían invitado a una persona más, así que conoceremos a alguien más. Hehe, qué divertido.”
“Siempre me sorprende que vivamos como en una colmena,” Tomo rodó los ojos. “En fin, sabía que seríamos mucho al acceder a pasear, aparte así habrá más comida para compartir, supongo.”
“Y luego te quejas de no aparecer en fics,” Kashuu se frustró y le miró con reproche. “¿Acaso quisieras salir de la lista?”
“¡¿Eh?! ¡N-no me amenaces así!” ello inquietó a Tomo visiblemente.
“¿De qué están hablando?” por su parte, Cho ladeó su cabeza.
En aquel momento, las otras tres chicas regresaron. Youmu se puso a instalar la sombrilla que trajo de inmediato, mientras que Reimu y Marisa comenzaron a repartir los pedidos.
“Vaya, lo instalaron rápido,” observó la miko mientras extendía un par de bebidas a Cho y Kashuu. “Gracias por su ayuda, y más bien perdón por la tardanza. Había una fila para la máquina de bebidas.”
“Descuida, fue un placer,” el chico sonrió amenamente. “Aruji y yo sabemos todo el trabajo que tienen en el templo, así que con gusto les hacemos este favor.”
“Más bien diría que nos ayudaron. No soy buena yendo a lugares tan llenos de gente,” confesó Cho, un poco incómoda.
“Tampoco es que haya mucho, pero te viene bien salir más, Cho,” le aconsejó Reimu. “Haha, aunque admito que tampoco soy de ir a lugares concurridos con frecuencia por mis deberes del templo. Que sea un desafío para ambas.”
“Aquí tienen,” dijo una sonriente Marisa en lo que entregaba los pedidos de Osaka, Tomo y Sora. “Menos mal hay un montón de máquinas. Ojalá dure la selección para más tarde.”
“Gracias, Marisa-chan~” canturreó Osaka.
“Ya ansiaba tomarme un merecido jugo,” Tomo se concedió un par de sorbos. “Ahh, esto sí que es vida…”
“¡Muchas gracias por mi gaseosa!” exclamó Sora, quien se emocionó. “¡A Sora le encanta este sabor de Coca Cola! ¡Nunca lo había visto antes en los Estados Unidos!”
“Haha, tampoco lo he visto en los países que he visitado, creo que es exclusivo de aquí,” Marisa le sonrió y se dio la libertad de sacudirle los cabellos. “¡Aw, me encantan tus mechones pintados! ¡Te me haces un lindo terrón de azúcar! ¡Quisiera comerte!”
“¿C-comerme?” el pequeño se vio perplejo un momento.
“Hahaha, sólo bromeo, pequeñín,” la chica rió un poco.
“Bien, creo que son suficientes sombrillas,” observó Youmu, acercándose a los demás. La peliblanca meditaba severamente. “Aunque tendremos mejor idea cuando terminen de llegar todos aquí… o quizás debería traer otra.”
“Tú tranquila, Youmu,” dijo Reimu, quien le extendió su botella de agua. “Si necesitamos más iremos a buscarlas. Date un descanso, siempre andas muy oficiosa.”
“Si Reimu es quien lo dice, quiere decir que sí te viene bien descansar, Youmu,” observó Kashuu.
“Es verdad,” Cho sonrió. “Las dos siempre tienen tantas energías y disciplina, chicas. Realmente son una inspiración para mí.”
“No es nada, aunque admito que sí deberías entrenar un poco más para ser HiME,” observó Youmu, con seriedad. “Eres nuestra senpai, aunque te hace falta mayor profesionalismo.”
“Ehh, sí, es evidente…” la peliceleste se desanimó un poco.
“Eso se verá en su momento, Youmu. No nos agües la fiesta ahora,” observó Reimu, sonriendo incómoda. “Ya, todos tenemos nuestras bebidas. Hay que darnos un breve respiro.”
De ese modo, los presentes se refugiaron del sol debajo de las múltiples sombrillas y dialogaron un poco sobre el presente día y sus actividades durante las vacaciones.
“Ah, entonces Roxas está de visita en la residencia de los Kotetsu,” dijo Youmu, quien se mostró levemente sorprendida.
“Sí, ayer en la noche hablamos con él y parece que todo está yendo muy bien,” dijo Osaka, sonriente. “Hehe, ya cuesta creer que lleva poco más de una semana por ahí.”
“Debe haberse sentido un poco intimidado al llegar ahí, aunque le oí más cómodo,” observó Cho, pensativa. “Me alivia, ya que no había estado muy convencido del viaje.”
“Es entendible. Todavía me cuesta creer que Roxas haya sido el hijo perdido de su familia,” dijo Reimu, sonriendo. “Pero pese a eso, sí que lo deben haber estado esperando.”
“Hehe, aparte que sus hermanos y Horikawa son muy geniales,” agregó Marisa.
“Sí, por eso mismo supe que no debíamos preocuparnos, aruji,” dijo Kashuu. “Quizás Roxas exageró un poco.”
“Kashuu, no digas esas cosas, por favor,” Cho dio un suspiro. Le gustaría saber por qué su arma solía ser tan duro con su hermano.
“Ehm, sí sería intimidante para él porque los Kotetsu son una de las familias superiores de nuestro círculo,” explicó Youmu. “Son antiguos, tradicionales, aclamados y también muy ricos en contactos y recursos. Vendré de un linaje de guerreros, pero mi familia no llega a los Kotetsu ni a los talones. Como Roxas se ha entrenado para ser un kendoka de hace años, seguramente sabía la magnitud de su ahora familia.”
“Sí, Sora lo ha oído de mamá varias veces, y también lo he investigado por mi cuenta,” observó el rubio, asintiendo. “Mis hermanos tienen una familia muy impresionante y son muy atléticos, por eso Sora no se quiere quedar atrás.”
“Vaya, ya comienzan a sonar más importantes de lo que pensé,” dijo Tomo, escéptica. “No pensé que fueran la gran cosa.”
“Sin duda no tienes delicadeza alguna con tus palabras,” Reimu negó decepcionada.
“¿Qué? Al menos soy sincera,” reclamó la exPrincess.
“Yo tampoco lo esperaba, Tomo-chan,” por su parte, Osaka se vio animada. “La próxima les tenemos que acompañar a ver su hermosa residencia familiar y conocer a todos. Roxas ha hablado de ellos amenamente. Deben ser muy buenos.”
“Aun así, suenan a una familia cerrada, y el propio señor Kotetsu nos dejó saber que podría tomar un tiempo antes de invitarnos,” observó Kashuu, meditativo. “En fin, tarde o temprano ocurrirá, seguramente.”
“Sí, no tenemos apuro, sólo espero que Roxas y su familia lo estén pasando bien,” Cho asintió y sonrió un poco. Habían sido pocos días, pero notaba la ausencia de su hermano. “¿Y ustedes cómo están? Seguramente han trabajado sin parar en el templo.”
“Ay, ni me lo recuerdes…” Marisa hizo su cabeza hacia atrás con un rostro de cansancio. “Ha sido un verano lleno de reparaciones, limpieza y reorganización. Reimu no me ha dejado respirar estos días.”
“No exageres, y ya deberías acostumbrarte a mi ritmo,” observó la miko, con leve impaciencia. “Vives y comes gratis en mi templo. Es lo menos que puedes hacer.”
“Sí, sí, lo sé,” dio un pesado suspiro.
“También les he ido a visitar algunos días,” dijo Youmu. “Intento meditar y ejercitarme en ese ambiente, me viene bien…” ella pasó a frustrarse levemente. “Aparte que Yuyuko-sama suele distraerme mucho en casa.”
“¡Ohh, ¿cómo está tu señora?!” preguntó Osaka, emocionada. “Hace tiempo que no la veo.”
“Yuyuko-sama está muy bien. En estas fechas ha estado un poco ocupada con asuntos formales, así que les manda sus saludos,” reportó la peliblanca, asintiendo. “De todos modos, quizás lo mejor sería que no viniera a lugares como este. Puede perderse con mucha facilidad si no ando al pendiente de ella.”
“Haha, seguro que no es para tanto,” Marisa rió.
“Sí lo es, lamentablemente…” Youmu agachó su cabeza.
“Tu señora es muy ocurrente, pero sé que es más despierta de lo que parece,” observó Reimu, sonriendo incómoda. “De todos modos, espero que algún día la lleves a visitarnos. Ustedes siempre serán bienvenidas en mi templo.”
“Es cierto, esa visita queda pendiente,” Youmu asintió. “Muchas gracias, prometo que la invitaré.”
“¡Ah, también hemos sido visitadas por mi hermano mayor!” recordó Marisa, animada.
“¡Verdad que me contaste!” exclamó Osaka.
“¿Eh? ¿Tienes hermano mayor?” preguntó Tomo.
“Creo que hasta lo mencionó cuando encontramos a Marisa como invasora en mi templo,” Reimu sonrió como si lidiara con la persona más ilusa sobre la faz de la tierra. “Heh, es una pena que no te molestes en recordarlo~”
“¡Cállate estúpida miko! ¡Es que todos tienen tantos hermanos que es difícil tenerlo en mente!”
“Hehe, no, creo que eres la única con la dificultad~”
“¡No te burles de mí!”
“Regresando al tema…” Youmu les miró con reproche y retomó la conversación. “Conocí al hermano de Marisa en una de mi más recientes visitas. Parece que también va a ayudarlas con frecuencia, ¿no es así?”
“Sí, mi hermano es buena gente, menos mal,” Marisa se vio aliviada. “Sin su apoyo no sé qué habría sido de mí…”
“Me cuesta creer que tengas un hermano hacendoso, Marisa,” observó Tomo, alzando una ceja.
“Fufufu, eso sí te doy permiso a decir, Tomo~” canturreó la miko.
“¡Ahora no me molesten a mí!” reclamó la rubia.
“Puede que no tengas las mismas energías o vocación de Reimu, pero eres una buena persona, Marisa, y suena a que tu hermano también lo es,” observó Kashuu, sonriéndole.
“Sí, pienso lo mismo,” Cho asintió. “Ojalá lo podamos conocer pronto.”
“Hehe, gracias, necesitaba oírlo,” Marisa se animó y sonrió ampliamente. “Sí, seguro que lo verán por ahí ya que va a estudiar en Rizembool, aun si ese instituto no le va para nada.”
“Cierto, no sé por qué se habrá inscrito ahí,” Youmu negó frustrada.
“Está bien, Youmu, no todos los que estudiamos en Rizembool somos malos,” le aseguró Sora, amablemente. “Maestro y senpai son muy geniales y buenas personas. Pronto podrás comprobarlo por ti misma.”
“Diría lo mismo, pero tu maestro me da raras vibras,” observó Tomo.
“¡Oh, ahí vienen!” de repente, Osaka divisó justo al par de superiores de Sora, quienes caminaban cerca. La exHiME se levantó y agitó su palma para que las ubicaran. “¡Por aquí!”
Los dos les dieron el alcance rápidamente. Cho pudo notar que Natsume se encontraba un tanto fastidiado e incómodo, aunque hacía lo posible para ocultar su estado de ánimo. Él mismo pasó a sonreír al toparse con los presentes.
“Buenos días, lamento mucho la tardanza, hubiera querido llegar temprano para ayudarles,” dijo el pelirrojo, quien se fijó en las tres chicas que no conocía. “Por cierto, yo soy Natsume Sakasaki, es un gusto. Son amigas de koneko-chan, si lo presumo bien.”
“¿Koneko-chan?” Youmu ladeó su cabeza.
“Ehh, supongo te referirás a Osaka o Cho,” Reimu se vio un poco confundida, aunque sonrió cordialmente. “Un gusto también, Natsume. Mi nombre es Reimu Hakurei.”
“¡Y yo Marisa!” exclamó la rubia alzando una palma. Ella de inmediato jaló a Youmu a su costado. “Ah, y esta de acá es Youmu. Es un poquito atolondrada para saludar.”
“No tienes que llamar la atención así, Marisa,” la peliblanca se separó y le miró con leve reproche. Dio un suspiro.
“Hmhm, comparten las mismas energías de sus amigas, como puedo notar,” Natsume se vio entretenido.
“¡Maestro, senpai!” Sora se levantó y se acercó al par de recién llegados. “¡Me alegro de finalmente verles! ¡Esperaba que no hubieran tenido problemas!”
“Sólo unos contratiempos, pero no tenemos que hablar de eso,” dijo el pelirrojo. Este pasó a acariciar los cabellos de su aprendiz. “Imagino que has sido un buen chico y has ayudado a instalar este ambiente, ¿verdad?”
“¡Sí! ¡Sora quiere ayudar a todos y nunca te decepcionará, maestro!” exclamó asintiendo con muchas energías. “¡Es importante seguir lo que otros dicen!”
“Muy bien, pequeño.”
“Ehh, y mi nombre es Tsumugi Aoba, mucho gusto,” se presentó el peliazul, sonriendo incómodo y bajando su voz a manera de no interrumpir la conversación de Natsume y Sora.
“Mucho gusto también,” le saludó Marisa de buenos ánimos. “Según lo que Sorita dijo, vendrías a ser el senpai, ¿cierto?”
“Sí, soy el senpai entre los tres, aunque supongo eso no significa mucho que digamos,” confesó sonriendo con torpeza.
“¿Cómo así?” Youmu se confundió.
“Ya se darán cuenta,” Tomo negó frustrada.
“Me alegro de conocerles. Sin duda Sora-kun vive rodeado de personas simpáticas como ustedes. Es un alivio saberlo,” continuó el peliazul. “Y también les agradezco por la invitación. A Natsume-kun le viene bien salir de su laboratorio y pasear bajo el sol de vez en cuando…”
“También te viene bien, Tsumugi,” observó Kashuu. “Sí que eres una buena persona, pero no tienes que andar considerando a Natsume por encima de ti todo el tiempo.”
“Agradezco la preocupación, Kashuu-kun, pero me encuentro bien,” asintió halagado y sonrió incómodo. “Más bien, puede que el mar sea un poco intenso para mí. Esperaba quedarme leyendo un libro debajo de la sombrilla.”
“Aw, pero sería bueno que te metieras al mar con nosotros, abuelita~” Osaka hizo un puchero.
“A-abuelita…” Tsumugi se confundió ante ese apodo y sonrió un poco. “Verdad que querías llamarme de ese modo…”
“Sí sería bueno que tomes un poco de sol, pero entiendo cómo te sientes,” Cho asintió. “Me gusta mucho el mar, aunque a mí me cuesta estar en lugares con mucha gente. Pero un paseo por la orilla podría ser muy refrescante.”
“Se puede considerar, es cierto,” Reimu asintió. “Puedo ver que no has venido listo para la playa, Tsumugi. Por otro lado, Natsume tiene una gran presencia. El atuendo que tiene es veraniego y va con su apariencia de idol.”
“Haha, sí, se nota que el maestro de Sorita es muy cool,” dijo Marisa, entretenida.
“Pienso que no sé sobre esas cosas, pero incluso para venir vestido de ropas modernas y veraniegas, se ve que son de calidad y buena construcción,” Youmu se puso a pensar.
“Vaya, si hasta tú lo notas es porque tiene un buen look,” Tomo se vio impresionada por la observación de la kendoka.
“¡Sí! ¡Maestro es increíblemente cool, como Sada-chan diría!” exclamó Sora, divertido.
“Ehh…” curiosamente, Natsume se vio un poco en el aire y dio un pesado suspiro antes de contestar. “Ya veo que estoy atrayendo demasiada atención… lo noté en el camino, pero no pensé que sería para tanto…”
“Ehehe…” y, para variar, Tsumugi se vio entretenido. “Es de esperarse de esa confección hecha especialmente para ti, Natsume-kun. Deberías alegrarte.”
“Tsk, no me recuerdes el ajetreo de la mañana,” el pelirrojo entrecerró sus ojos y desvió su mirada con disgusto. “Por eso mismo hemos llegado tarde.”
“Tranquilo, por favor…”
“¿Qué ocurrió?” preguntó Marisa, ladeando la cabeza.
“Como dije, no es algo importante,” dijo Natsume, negando y regresando a sonreír con cordialidad. “Ya estamos aquí, y más bien me gustaría oír sobre ustedes, si no es mucho pedir.”
De aquel modo, las chicas de Hanasaki continuaron hablando con el pelirrojo. Por su parte, Tsumugi se acercó a Cho y Kashuu y observó a su menor cambiar a un tema más agradable.
“Pese a su presentación bastante tranquila, Natsume-kun sigue teniendo impulsos infantiles,” observó Tsumugi, sonriendo. “Hehe, eso me hace alegrarme un poco por él.”
“Cierto, siento que todavía me hace falta conocerle,” observó Cho. El maestro de Sora sí parecía ser alguien complejo y difícil de leer, con distintas facetas. A su vez, la HiME consideraba curioso que el retraído y complaciente senpai de inmediato la buscara para dialogar, aunque era algo a lo que daba la bienvenida, ya que Cho sentía que ambos eran compatibles.
“Con los impulsos infantiles, supongo te referirás a cómo Natsume no quiere conversar sobre lo que pudo haber ocurrido temprano,” observó Kashuu. “Realmente me da curiosidad saber qué andará ocultando.”
“Fue un suceso que será una graciosa anécdota en poco tiempo,” dijo el peliazul, animado. Él miró preventivamente a Natsume para asegurarse de que no les estaba oyendo. “Y, bueno, bajo el riesgo de recibir alguna agresión física, pude ver un lado más adorable de Natsume-kun. Hehe, sin duda es una persona más paciente ante sus otros senpais.”
“Otros senpais… ¿te refieres a Wataru?” preguntó Cho, recordando a aquel ocurrente y expresivo peliplateado del otro día.
“Supongo no duele compartirlo con ustedes dos…”
Flashback
Hace alrededor de hora y media, Natsume estuvo por salir de su laboratorio. Sin embargo, recibió una convocación de manera urgente al estudio de Shu Itsuki. El pelirrojo se extrañó de sobremanera que su especial y parco senpai se dignara a utilizar su olvidado Smartphone para enviarle un mensaje, y acudió de inmediato para ver qué ocurría.
Su breve preocupación no duró mucho tiempo ya que, al llegar al estudio, se topó con la desagradable sorpresa de que su senpai había tenido un atuendo preparado para él, el cual fue obligado a probarse. A su vez, Wataru se encontró presente para compartir aquel bastante inusual momento.
“…” Natsume dio un pesado suspiro en lo que regresaba donde los demás, y miró torturado e impaciente al pelirrosa. “Ya, me lo he puesto. ¿Cuál es el punto de tu convocación, Shu-niisan?”
“Hm,” Shu se vio complacido, llevó una mano a su mentón y sonrió autosuficiente y orgulloso de su propia proeza. “Te queda a la perfección. No lo pude haber conceptualizado mejor. Muy bien, ese será tu traje de hoy. No te atrevas a negarte.”
“¿Ah?” se extrañó y sorprendió. “¿Qué estás diciendo? Si bien no puedo dudar de tu gran talento, tengo mis propias ropas.”
“¡No digas tonterías!” reclamó el mayor con un tono exigente y dominante. Shu pasó a fruncir el ceño y cruzarse de brazos. “Estoy al tanto de tus esfuerzos de preparar tu conjunto de idols con Aoba y aquel aprendiz tuyo y por ello mismo tienes que estar constantemente consciente de la imagen que impartes a tu público en la sociedad. No dejaría que te embarcaras a un lugar tan transitado vestido de esas fachas que trajiste.”
“Siempre resultas ser tan hiriente en tu forma de expresarte…” se lamentó con cansancio.
“Ah~ ¡pero Shu tuvo la mejor idea para ti el día de hoy, precioso Natsume-kun~!” exclamó Wataru, feliz de alegría y juntando sus manos. “¡Palabras no pueden describir lo majestuoso, joven y chic que te ves en ese traje veraniego! ¡Ya casi me dan ganas de echar todos mis planes de hoy al tacho para acompañarte y observarte en toda tu gloria!”
“Tsk, no exageres, Wataru-niisan…”
“Pero pienso lo mismo, Natsume-kun,” dijo Tsumugi, sonriendo. “Eres muy afortunado de recibir un traje de Shu-kun. Como es de esperarse, ha sido confeccionado a la perfección.”
“Tú cállate, insecto. No hablaba contigo,” el pelirrojo le mandó una mirada fulminante.
“Ihh…” ello hizo que Tsumugi se retrajera con leve temor.
“Oh, pero hubiera sido bueno que también le hicieras un traje a Tsumugi-kun,” observó Wataru. “Son del mismo grupo, después de todo.”
“Tch, ese Aoba me trae sin cuidado…” Shu sacudió su cabeza a un costado con un frío y desinteresado desprecio. “Además él mismo es capaz de confeccionar. ¿Y por qué perdería mi tiempo tan inútilmente en alguien desmerecedor de mi genialidad?”
“Ahh, me duele lo crueles que son con el buen Tsumugi-kun…” Wataru dio un suspiro. “¡Ahh, pero entonces puedes hacerme un matching outfit a mí! ¡Quiero verme igualito a nuestro bello Natsume-kun! ¡También quiero saber si consideras que me lo merezco, Shucito! ¡Me haría una tremenda ilusión!”
“¿Quieres que te eche a patadas?” preguntó el pelirrosa con frialdad.
“Uhh, está bien, lo siento mucho, Shu. No debería probar tu buena voluntad.”
“Sinceramente, considerando lo ocupado que sueles estar, ¿por qué usas tu tiempo para hacerme un favor que ni te pedí, Shu-niisan?” preguntó Natsume, mirando al mayor con incomprensión.
“He tenido menos quehaceres esta semana, no que te concierna saber los detalles,” espetó para finalizar esa discusión. “Lo que yo hago con mi tiempo no es de tu interés.”
“Será cierto, pero me estás obligando a usar este traje…”
“Deberías aprovechar tu buena fortuna, Natsume-kun,” le aconsejó Wataru. “Has recibido la oferta de toda una vida por recibir este acto de caridad de nuestro Shu. Mientras tanto, yo y muchos otros de sus clientes tenemos que rogarle de aquí a la luna para que acceda a realizarnos algún trabajo de diseño o confección. Aprovecha este momento.”
“Ya, lo entiendo…” Natsume negó ofuscado y dio un suspiro, para desviar su mirada. “Muchas gracias por el favor, Shu-niisan. Admito que es un honor, por más inesperado que sea. Ahora tenemos que irnos. Se nos está haciendo tarde.”
“Menos mal entraste en razón, joven,” Shu se encogió de hombros. “Pero no puedes irte aún.”
“¿Cómo así?” Natsume se confundió y justo en aquel momento vio a Mika entrar a ese ambiente desde el segundo piso del estudio con un bolso en mano.
“¡Oshi-san, ya lo terminé!” exclamó el pelinegro con suma alegría.
“Te tomó más de lo que te estimé, Kagehira,” observó Shu con severidad. “Natsume estuvo a punto de irse.”
“Hehe, lo siento mucho, Oshi-san. Sólo quería que todos los detalles salieran a la perfección,” Mika asintió y se dirigió a Natsume. “Aquí está, es para ti. Tu bolso de hoy día.”
“¿Q-qué dices?” el pelirrojo se quedó perplejo y no tardó en comprender lo que ocurría. “Shu-niisan, ¿también me hiciste un bolso para la ocasión? ¿Hablas en serio?”
“¿Pensabas que dejaría que mi atuendo estuviera acompañado de ese estropajo antiguo que traes que seguramente tiene restos de reactivos químicos tintándolo y descolorándolo por doquier?” preguntó Shu con gran indignación. “Non! ¡Primero muerto!”
“Ehh… Shu-kun…” Tsumugi se vio confundido y sonrió frustrado. “S-sí suena como tú, pero…”
“¡Ahh! ¡Pero qué maravilla del diseño!” Wataru se emocionó y le quitó el bolso para alzarlo hacia el techo y apreciarlo como si fuera el rey de la jungla. “¡Ahora sé que puedo contar con más que tus maravillosas creaciones de trajes, Shucito!” el peliplateado pasó a darle el bolso a Natsume con fuerza para que el otro se viera forzado a recibirlo. “Amazing!! ¡Sí te queda a la perfección! ¡No, necesito otra palabra para definir la combinación! ¡Ahh, pero es imposible!”
“Espera, Shu-niisan,” Natsume entrecerró los ojos. “Una cosa es el atuendo, pero no esperes que intercambie mi práctica y confiable maleta por otra de tus creaciones. Por encima del diseño, mi maletín tiene todos los compartimentos que necesito.”
“¿Piensas que no lo he considerado?” Shu le miró desde arriba y regresó una mano a su mentón. “Soy mucho más que un confeccionador y he tomado la practicidad del maletín en cuenta. Sin lugar a dudas, es esa utilidad la que contribuye en la belleza de objetos con motivo de ser además del estético. Adelante, ábrela para que veas a lo que me refiero.”
“Pero…”
“Sí, puedes observarla aquí,” Mika se tomó la libertad de abrir el cierre principal y enseñarle los compartimentos. “Hay un espacio para laptop, otro para tablets, también tienes un espacio pequeño con aislante térmico y a prueba de agua en caso necesitas guardar alimentos y bebidas, el cual se puede sellar y remover si hay derrames, y también varios bolsillos con y sin cierres. Hehe, pese a parecer pequeño, mucho puede caber aquí. Oshi-san lo consideró todo a la perfección, como siempre lo hace.”
“S-sí se ve muy útil, lo admito,” Natsume se frustró y miró a Mika con leve pena. “Lamento mucho que Shu-niisan te haya enlistado para que les ayudes con esto.”
“Hehe, no es ningún problema, además Oshi-san trabajó en la mayoría,” explicó el pelinegro, sonriendo ampliamente. “Yo sólo terminé los últimos acabados.”
“Considéralo mis buenos deseos ante tu más reciente proyecto artístico,” dijo Shu, con un rostro inmutable. “De todos modos, tengo mis expectativas sobre ti, y espero que te dignes a presentarte debidamente y ser un adecuado profesional, ¿has entendido?”
“Pienso que lo que nos hace idols es ser fuera de lo convencional, Shu-niisan, pero entiendo…” se encogió de hombros, cansado. Luego de pasada la sorpresa, Natsume sonrió con leve torpeza. No podía quedarse desconociendo aquel gesto de su huraño senpai. “Muchas gracias por los deseos y el bolso, Shu-niisan. Gracias a ti también, Mika.”
“No me lo agradezcas,” al mayor se cruzó de brazos.
“Es un gusto, me alegra que te haya gustado,” Mika asintió, alegremente.
“Ahora sí tenemos que irnos…”
“¡Un momento!” exclamó Wataru. “Es verdad que todavía no hago nada para reconocer tu nuevo proyecto, ¡y definitivamente te lo recompensaré un millón de veces, Natsume-kun!”
“No tienes que, Wataru-niisan…” se impacientó.
“¡Pero considerando cómo eres, necesitas cuidar tu bello cutis del sol!” dicho esto, el peliplateado sacó un pequeño bloqueador de su bolsillo y se puso a aplicarlo en el rostro de su kouhai. “¡Esos rayos ultravioleta son de morir!”
“¡¿Q-qué haces?!” preguntó en shock, pero el otro siguió con su plan pese a resistirse. “¡Déjame!”
“¡Pero mientras más blanquito te veas más bonito serás!”
“¡Y no digas cosas racistas!”
“¡Hahahaha, yo soy inocentemente cómico, Natsume-kun!”
“¡S-suéltame! ¡No quiero mi cara pintada de blanco!”
“¡Un momento!” de repente, Shu se sorprendió y se acercó a Natsume. “¡Pero ni te has acomodado bien la ropa!”
“¿Q-qué dices?” Natsume se confundió y se frustró más al ver a su otro senpai agarrarle de las costuras y asentarle mejor el traje. “¡S-suéltenme ya!”
“¿Cómo puedes ponerte mi especial traje con tan poco cuidado?” se quejó Shu en lo que le acomodaba. “La gente no puede tirarse ropas encima como un animal. ¡Siempre hay que considerar las costuras y los encajes!”
“A ver, a ver, un poquito más por aquí~” canturreó Wataru mientras seguía con su asedio.
“¡Maldición! ¡Déjenme en paz!” exclamó el pelirrojo.
“Ehhh…” Tsumugi sonreía incómodo y tenía una mano débilmente extendida queriendo detener ese momento tan incómodo para su menor, pero sabía que esos tres seres frente a él eran muy especiales e imparables. Sólo le quedaba observar.
“Oshi-san ha esperado este momento para darle sus obsequios a su kouhai,” observó Mika a su costado. “Oh, Tsumu-chan-senpai, ¿también estás yendo? No te ves listo para la playa.”
“S-sí, pero no me asienta muy bien. Estoy yendo para acompañar nomás, Mika-kun.”
“Ojalá sí te animes a meterte. El mar es divertido. ¡Ah!” el pelinegro sacó una bolsita de dulces de su bolsillo. “Ya que vas, déjame regalarte estos ame-chan~ El dulce siempre viene bien.”
“Ohh, ¿seguro?” el peliazul parpadeó perplejo.
“¡Por supuesto!”
“Ehehe, muchas gracias, Mika-kun,” Tsumugi asintió y recibió el obsequio con gusto. Regresó a mirar la escena en lo que Natsume sacudía sus brazos para espantar a sus senpais.
Fin del Flashback
“…” Cho se sorprendió e intercambió miradas con su arma.
“Me cuesta creer a Natsume en esa posición de kouhai consentido en aprietos,” confesó Kashuu, alzando una ceja.
“Hehe, sus senpais son personas realmente fuera de lo común, pero lo estiman mucho, y en el fondo sé que Natsume-kun está muy a gusto con la atención que le dan,” dijo Tsumugi, sonriendo. “También fue un lindo momento. Cuando se le pase el amargo y la frustración sé que lo recordará con anhelo.”
“Diría que tomará muchos años. Se le vio ofuscado cuando llegó,” dijo Kashuu, pensativo.
“Ehh, sí, pasó todo el camino limpiándose la cara…” Tsumugi sonrió incómodo.
“Pero debo admitir que su vestimenta sí le queda muy bien y le hace destacar de los demás,” dijo la HiME. “Y debería fijarme en ese maletín si fue hecho especial…mente…” entonces, la HiME detuvo sus palabras al haber dirigido su atención hacia los demás.
“¿Aruji?” Kashuu le imitó y también se quedó en blanco.
“¿Eh? ¿Qué sucede?” preguntó Tsumugi, quien sintió una muy ominosa mano sobre su hombro. “¡Ihhh!”
“Dime, senpai irónico…” Natsume les había dado el alcance y se expresó con una voz apagada, palabras lentas y sus ojos hundidos en sombras. “¿Podría saber sobre qué hablaban?”
“¡N-N-Natsume-kun, n-nosotros ehh… IIHHH!” el peliazul hizo una mueca de dolor producto del fuerte apretón del pelirrojo sobre su hombro. “¡P-piedad!”
“N-no lastimes a Tsumugi, por favor,” pidió Cho, nerviosa y apresuradamente. “Ehh, sólo nos explicó por qué llegaron tarde ehh… dijo que fueron a visitar brevemente a Wataru y otro de tus senpais, y esa visita se alargó…”
“¿Hm?” Natsume empujó a Tsumugi a un costado a manera de soltarle y observó a Cho neutralmente. “Ya veo. ¿Les dio algún otro detalle?”
“Ehh, n-nada de importancia, creo…” la HiME desvió su mirada.
“Hmhmhm…” el pelirrojo rió por lo bajo y se cruzó de brazos. Finalmente él miró a la chica con una sonrisa perspicaz. “Me considero mucho más inteligente que tú, koneko-chan, así que no intentes engañarme.”
“O-oye, ¿qué quieres decir con eso?” preguntó Kashuu, con cierto insulto en su voz.
“Sin embargo, reconozco tu modestia e intentos de dejar mi incómoda experiencia detrás. ¿Qué puedo decir? Aprecio que no te burles de mí,” dicho esto, Natsume sonrió complacido. “Es un alivio notar que eres una persona mucho más decente que este insecto a mi costado, koneko-chan. Sigamos este paseo sin mayores distracciones, ¿de acuerdo?”
“S-sí, no te preocupes, no lo mencionaré…” Cho asintió, rendida.
“Kotori-chan debería llegar pronto, ¿cierto? La pequeña hana-chan debe andar muy emocionada también…” sumergido en plena meditación, Natsume caminó de regreso hacia los demás.
“Ahh…” ni bien se fue, Tsumugi dio un aliviado respiro y dejó caer sus hombros hacia delante. “Pensé que me haría trizas…”
“Andará molesto, pero no debería referirse a ti así…” Kashuu negó frustrado.
“Ehh, no, está bien. Es normal que me llame así,” dijo el mayor, sonriendo incómodo. “Más bien pienso que tuve suerte, eh, muchas gracias por tu ayuda, Cho-san.”
“N-no, no tienes por qué agradecerme,” la HiME negó y volvió a intercambiar miradas con su arma. Era un poco triste que ese bondadoso senpai estuviera acostumbrado a aquel trato, pese a que compartió la anécdota de la mañana por motivos de añoranza y sin malas intenciones. “Deberíamos juntarnos con los demás.”
“Oh, y es un buen momento, ahí veo a Ayesha y Nio,” dijo Kashuu. Él observó que eran acompañados de unas tres personas. “Y esos deben ser sus amigos… ¿eh? Hay un tipo enorme que viene con ellas…”
“C-cierto, ¿cómo así se conocen?” Cho se impresionó. Era un hombre musculoso de más de dos metros de altura que parecía un fisicoculturista. “S-se ve fuerte e intimidante.”
“¿En serio?” Tsumugi les observó, y se quedó sorprendido. “¿Eh? Él es…”
“¡Ayesha-chan!” exclamó Osaka, quien salió corriendo de la sombra para encontrarse con las hermanas. “¡Me alegro de verlas!”
“Yo también, Osaka,” dijo la rubia, sonriendo con amabilidad. “¿Cómo han estado?”
“Hehe, muy bien.”
“¡Gracias por dejarnos traer a unos amigos!” exclamó Nio, quien jaló a un chico de su edad. “¡Mira, él es Ima-chan de mi colegio! ¡Ima-chan, ella es Osaka, es muy divertida!”
“Mucho gusto, Osaka. Nio-chan me ha hablado de los amigos de su hermana~” canturreó el chico. Se trataba de un niño pequeño y delgado con apariencia ágil, una expresión alegre y tranquila y ojos vivaces. Él tenía orbes escarlatas y unos cabellos cenizos muy largos amarrados en una cola especial. “¡Yo soy Imanotsurugi~! ¡Encantado de conocerte!”
“¡Aw~ eres tan lindo~!” Osaka se enterneció. “También te llamaré Ima-chan, hehe. Perdón, creo que tu nombre es muy largo para mí.”
“Está bien, está bien~” el pequeño se meció en su sitio y pasó a mirar a los demás, quienes se acercaban. “¡Gracias por la invitación!”
“¡¿Ehhh?!” Marisa se extrañó considerablemente y caminó para encontrarse con su hermano. “¿Y tú qué estás haciendo aquí?”
“¿Eh? ¿Marisa? ¿Reimu también?” preguntó Shishiou, en shock. “Qué coincidencia.”
“¿Son hermanos?” Ayesha se sorprendió. “Sí me habías dado vibras familiares, pero no pensé que serían parientes.”
“Hahaha, sin duda lo son. Se parecen un montón,” dijo el hombre alto y fornido que había llegado. Se expresó con mucha gracia y entretenido, lo cual bajó la impresión intimidante que había dado a la mayoría. “Ya había querido conocer a la hermanita de la que tanto nos habías hablado, Shishiou. Hemos tenido suerte.”
“¡Yay! ¡Sí tienes una hermanita muy linda, Shishiou!” Imanotsurugi extendió sus brazos al cielo y sonrió ampliamente. “Hehe, aunque para mí sería una nee-san. ¿Puedes ser mi nee-san?”
“¡Haha, encantada, pequeñín!” Marisa asintió y le revolvió los cabellos.
“Vaya, resultaron ser más numerosos de lo que pensé,” Natsume dio un suspiro y se vio mínimamente agobiado. Entonces, se cruzó de brazos. “Las presentaciones están en orden, pero sé que no hablo sólo por mí cuando me pregunto quién eres tú y cómo vendrías a conocer a los demás presentes…” dijo mientras miraba con expectativa al alto pelinaranja.
“Oye, no seas descortés,” observó Youmu, frustrada. “También eres muy lanzado, considerando su apariencia…”
“Oh, no es que me esté faltando el respeto, está bien,” el mayor sonrió animado y se apuntó a sí mismo con un pulgar. “¡Mi nombre es Iwatooshi! Imanotsurugi y yo pertenecemos a la misma familia y soy como su guardián. Por ello, he tenido el privilegio de conocer a la pequeña Nio y también a Ayesha-dono. Mucho gusto.”
“Hehe, un gusto también, te ves muy agradable,” la miko sonrió animada. Era curioso que utilizara un honorífico tan antiguo pese a su apariencia ruda e intimidante. “Mi nombre es Reimu Hakurei…”
“Ya empezamos con las introducciones, ¿cierto?” preguntó Tomo, cansada. “Bueno, yo soy Tomo…”
“¡Yo soy Sora Harukawa! ¡Encantado!” exclamó el rubio, animado.
“Hola a todos,” saludó Kashuu con una sonrisa certera, al darles el alcance con Cho y Tsumugi. “Mi nombre es Kashuu Kiyomitsu y mi aruji es Cho Tanaka. Es un gusto conocerles.”
“Ehh, sí, un placer,” la peliceleste hizo una reverencia y se notó algo avergonzada de que su arma la haya presentado.
“Ehm…” Tsumugi se vio dubitativo de decir algo.
“¿Hm?” Natsume se extrañó y le miró de reojo. Sabía que su duda en presentarse debía tener algún motivo en particular.
Y terminó por comprenderlo casi de inmediato.
“¡Ohh, Tsumugi!” exclamó Iwatooshi, quien se acercó al otro con una amplia sonrisa. “¡Hahaha! ¡A los años! ¿Qué ha sido de tu vida?”
“I-Iwatooshi-kun, ehh, es un gusto verle,” dijo el peliazul con torpeza y sonriendo incómodo. “He estado bien, espero que tú también…”
“Vamos, no seas tan reservado,” el pelinaranja sonrió amenamente y le dio una palmadita en un hombro que le hizo sacudirse.
“Eh, sí, perdón…”
De inmediato, los demás se confundieron e intercambiaron miradas.
“…” por su parte, Natsume estaba meditativo y con una mano en su mentón. “Hm, ya veo…”
“¿Qué ves, senpai?” preguntó Sora, con curiosidad.
“Esperen, ¿cómo así se conocen?” preguntó Tomo, escéptica. “O sea, medio podemos ver que el hermano de Marisa lo conozca, o que la intrépida de Nio conozca a una variedad de personas, pero este senpai irónico no parece tener nada que ver con este fortachón.”
“¿Qué haces tú llamándole senpai irónico?” preguntó Kashuu, frustrado. “En serio…”
“Ehh, pues…” Tsumugi intentó pensar en algo, pero el otro fue más directo.
“¡Hahaha, no es tanto misterio, pequeña!” exclamó Iwatooshi, animado. “Hace cinco años, Tsumugi y yo…”
“¡E-e-e-espera, Iwatoshi-kun!” exclamó Tsumugi, aterrado y estirando sus palmas hacia el otro. “¡P-por favor, no lo digas! ¡Ehh, p-preferiría ser yo quien lo haga!”
“Oh, veo que no se los has dicho,” Iwatooshi alzó una ceja y rápidamente regresó a sonreír y mostrarse despreocupado. “¡Está bien! No que sea importante. Sólo tienen que saber que nos conocemos desde la secundaria.”
“Hm, la secundaria,” Marisa asintió. “¿Eso quiere decir que ambos estudian en Rizembool? Si no me equivoco, los dos superiores de Sora-chan estudian ahí.”
“S-sí…” Tsumugi bajó su cabeza, torturado.
“Haha, nuestras escuelas sí que son muy cosmopolitas,” la rubia rió un poco.
“Heh, es cierto, he visto todo tipo de estudiantes en Rizembool, y eso que acabo de llegar,” se le unió Shishiou, animado.
“¡Esperen! ¡Paren su coche!” exclamó Tomo. Ella se vio decidida y apuntó a Tsumugi con gran energía demandante. “¡Huelo un fuerte chisme aquí! ¡¿Qué es lo que nos estás ocultando?!”
“¡N-no es nada importante, e-en verdad!” exclamó el peliazul, aterrado.
“Pues, por ser estudiantes de Rizembool, no puedo evitar pensar que es un secreto turbio,” meditó Youmu, ensimismada.
“Ehh, no tienes por qué sospechar tanto de toda la gente de Rizembool, Youmu…” dijo Osaka.
“Hmm, aunque también tengo curiosidad…” observó Sora.
“¡Sí, yo también!” exclamó Nio. “¡Quiero saber!”
“¡Nio, sé más cortés, por favor!” le reprendió Ayesha.
“Uhh, sé que deberíamos respetar el espacio ajeno, pero todos ya me han picado la curiosidad demasiado,” dijo Imanotsurugi, quien miró a su mayor. “¡Iwatooshi! ¿Puedes decírmelo? ¿Puedes? ¿Puedes? ¡Prometo que no se lo diré a nadie!”
“No te pongas así, Imanotsurugi,” dijo el otro, levemente frustrado.
“Vamos, no sean tan malos,” Reimu sonrió incómoda. “¿No ven que el pobre Tsumugi anda torturado? Sean respetuosos.”
“¡Pero quiero saber!” insistió el pelicenizo.
“Ahh…” Iwatooshi dio un suspiro y se acercó donde el pequeño, para susurrarle.
“¡E-espérenme!” exclamó Tomo, quien con Nio intentaron acercarse para oír, pero llegaron muy tarde y el mensaje terminó rápidamente.
“¡Ahh, ya veo!” exclamó Imanotsurugi, feliz de la vida.
“Pero no le digas nada a nadie, ¿de acuerdo?” dijo el pelinaranja.
“¡Sí, mantendré mi boca cerrada!”
“Ima-chan, dinos, por favor,” suplicó Nio, juntando sus palmas.
“¡No~ es un secreto~!” canturreó.
“Tsk, tú ni lo sabías, no es justo,” Tomo se amargó y desvió su mirada molesta.
“Uhh… todos, dejen de hacer tanto afán sobre eso, por favor…” pidió Tsumugi, cabizbajo.
“Hmhmhm…” Natsume rió por lo bajo. “Dejémoslo de lado. Estoy seguro que no se tratará de nada importante, y sí es desagradable andar cuestionando a los demás sobre asuntos que no quieren compartir. Esperaba que mis adorables amigas de Hanasaki fueran más prudentes.”
“Ehh, lo somos, te lo aseguro,” dijo Osaka, asintió.
“Ay, tú cállate,” Tomo le miró de soslayo. “Eres la que no puede guardar ni un secreto.”
“Pues, sí, pero al menos Osaka no anda cazando secretos como buitre como tú,” observó Reimu, cruzándose de brazos.
“¡¿Qué has dicho?!”
“Ehm, por favor…” Cho entrecerró sus ojos, cansada.
“Está bien, aruji, parece que se les están acabando las revoluciones,” dijo Kashuu.
“Dejen de hacer tantos líos. Estamos aquí para disfrutar de la playa,” les recordó Shishiou, mirando a todos con incomprensión.
“Sí, es muy cierto,” Sora asintió. “Sora tiene curiosidad, pero Sora sabe que debe respetar los deseos de los demás, así que no preguntaré.”
“Muy bien, eres un buen chico,” Natsume le sonrió y le revolvió los cabellos. “Me caen muy bien los pequeños obedientes como tú.”
“¡Haha, gracias, maestro!”
“Bueno, ya que estamos aquí, les ayudaré a traer más sombrillas,” observó Iwatooshi. “Haha, sé lo grande que soy, así que falta espacio para que todos quepamos bien.”
“¡Oh, te ayudo!” exclamó Imanotsurugi, con energías.
“Vaya, la próxima mejor ponemos un toldo y fin del cuento,” Tomo rodó los ojos y resopló.
“Hahaha, me da risa imaginarme una playa debajo de un toldo gigante,” Marisa se puso a reír. “Totalmente mata el feel del mar.”
“Ah, traje algunos aperitivos para compartir,” dijo Ayesha. Ella se arrodilló sobre una toalla y comenzó a desempacar.
“Te ayudo,” Youmu se le unió de inmediato.
Poco a poco, Tsumugi vio a los demás distraerse con distintos quehaceres en ese ambiente. Al notarse que nadie le prestaba atención, dio un pesado y aliviado suspiro.
“A veces pareces una verdadera mosca muerta,” susurró Natsume a su costado.
“¡Ihhh!” el peliazul se sobresalto y se vio torturado. “Uhh, Natsume-kun, no me di cuenta que estabas a mi costado.”
“Pero estoy de acuerdo en que no lo compartas de manera tan espontánea,” dicho esto, el pelirrojo rió por lo bajo. “Hmhm, y me da risa pensar que sigo siendo uno de los pocos que sí saben todos tus más turbios secretos, senpai irónico.”
“Ehh…” le miró incómodo.
“Supongo cuento con tu discreción, ¿verdad?” Natsume miró a otro costado. “¿Koneko-chan?”
“Eh…” Cho se estremeció al ver los ojos afilados del pelirrojo, pese a que este sonreía.
“Sin duda no se te escapa nada, Natsume,” observó Kashuu, encogiéndose de hombros.
“Eres una gatita muy atenta de tu entorno, y te gusta prestar atención a los detalles, aunque eso te hace ignorar las cosas las resaltantes y los momentos que otros comparten,” el pelirrojo se encogió de hombros y caminó hacia los demás. “Este es un día tranquilo y de diversión, así que distráete con todos. Descuida, que este supuesto senpai de aquí no les presentará problemas.”
“Hmm…” Kashuu se puso a pensar en lo que Natsume se alejaba. Volvió a recordar el comentario del mismo sobre Tsumugi el otro día. ¿Acaso…?
“Ehh, pues, espero que entiendan si no quiero compartirlo con ustedes…” dijo el peliazul.
“Sí, no te preocupes,” Cho sonrió apenada. “Ehh, no es que haya intentado espiarles ni nada. Sólo temía que te sintieras mal. Ehh, perdón por el mal rato. Tomo puede ser muy insensible a veces, pero no es del todo mala.”
“Le das mucho crédito, aruji,” Kashuu dio un suspiro. “Pero sí, no te lo tomes personal. La juventud puede ser inconsciente.”
“Ehehe, nosotros también somos parte de la juventud. Tal vez deberíamos ser un poco más libres como ellos,” Tsumugi sonrió y se vio un poco animado. “Muchas gracias a los dos. No tienen que ser tan considerados conmigo.”
“No digas eso, eres buena gente, Tsumugi,” le animó el arma.
“Ya que estamos todos aquí, podríamos alistarnos para la playa,” dijo Cho. “Aunque supongo por tu atuendo no has venido con la intención de meterte al mar.”
“Pues, en verdad no, preferiría quedarme a apreciar el ambiente desde la sombra,” confesó el peliazul. “Natsume-kun tampoco es de meterse al mar, pero puede que quiera acompañar a Sora-kun hasta la orilla.”
“Hm, entonces su atuendo especial está de más también, al menos le queda bien,” Kashuu sonrió con ironía. “Tampoco quisiera exponerme mucho al sol, es malo para la piel, pero acompañaré a aruji a donde sea que vaya.”
“Ehh, g-gracias, Kashuu,” Cho sonrió incómoda. No había esperado entrar al mar por mucho tiempo por la cantidad de personas presentes, y sin duda no querría imponerse ante su servicial compañero. “Creo que podemos de momento apreciar el mar. Necesito aclimatarme antes de hacer cualquier cosa.”
“Entiendo, Cho-san. Entonces les acompaño.”
…