Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 247018 times)


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@Sayi regresaste tú también! *cheers*

@Kana gracias c:

edit: se me olvidaron algunos topes *dumbass*

#23: Clare


Clare había citado a Souji en un café tranquilo en  Kanda: su intención era proponerle ir al área de Jimbocho a comprar libros. A pesar de su insistencia durante las vacaciones, el joven no había dejado ver hasta ese momento. La rubia trato de consolarse pensando que ahora que había más personas viviendo en su casa le era más difícil encontrar tiempo libre.
Su último encuentro había sido agridulce, por puro impulso ella había aparecido en su casa sin previo aviso y en un momento complicado para él. Probablemente se debía a su familia *de nuevo* y no a Sheryl, o al menos eso quería pensar. Si Clare sabia su nombre era porque Souji la mencionaba cuando estaba muy frustrado o borracho.

Como fuera, Clare había decidido que no se daría por vencida con Souji.

Aún recordaba cómo se habían conocido un día de Enero en su primer semestre en Hanasaki. Desde que ingresó a la universidad Souji había llamado la atención de varias féminas que no tardaron en organizar un club de fans informal y, sobretodo, en tratar de salir con él. Clare que hasta entonces había estudiado en una academia privada solo para mujeres no comprendió la fascinación por Souji... hasta que tuvo la oportunidad de interactuar frente a frente con él.

Clare y Souji estaban en la misma clase de cálculo. Al inicio él le había sido indiferente e irrelevante, incluso arrogante y a Clare le molestaba mucho cuando llevaba tarde interrumpiendo las clases. Incluso le parecía que era un delincuente juvenil y un vagabundo que perdía el tiempo en su motocicleta. No obstante conforme iba avanzando el semestre Souji demostró que a pesar de su actitud despreocupaba era un buen estudiante y bastante inteligente rompiendo así el estereotipo del sujeto atractivo pero tonto como una piedra. A Clare no solo le toco sentarse frente a él en clase, sino también Souji la había ayudado en algunas ocasiones cuando tuvo dificultades para entender algún problema (aunque la ayuda fue mínima, porque era obvio que Clare era muy inteligente). La cereza del pastel fue cuando les asignaron un trabajo grupal. Fue entonces que Clare conoció a Okita Souji de verdad.

– ¿Clare? – Souji agitó una mano frente a ella  para llamar su atención. La chica parecía estar en un trance.

– ¡S-Souji! – Clare se sonrojó ligeramente al verse descubierta soñando despierta, algo no muy característico de ella.

– ¿Estas bien? parecías muy concentrada en algo.

–No pasa nada- ella se aclaró la garganta. – ¿Tú estás bien? La última vez que nos vimos parecías nervioso.

–Ah no es nada– Souji sonrió y se pasó la mano por el pelo –Supongo que estaba un poco estresado. El semestre anterior fue muy loco, empecé unas semanas tarde y ya no regresé a Rizembool sino logré que Miranda me perdonara.

–Entiendo ¿entonces nos veremos este semestre en Hanasaki?

Souji pensó en las implicaciones que tenía esa pregunta y se detuvo un poco a reflexionar su respuesta pero al final no se le ocurrió nada y solo asintió con la cabeza a lo que Clare sonrió a medias.

–Nunca me disculpé apropiadamente por hacer que te expulsaran de Hanasaki... y lo peor es que Saito se vio envuelto en todo, y él no tenía nada que ver.

–Saito es mi mejor amigo, si el no quiso escapar del problema fue cosa suya– explicó Souji mientras ojeaba el menú –tampoco tienes que disculparte por lo que pasó. Yo andaba de descarriado y bueno... al final iban a haber consecuencias. Yo era el que se merecía el castigo, aunque tú destrozaste el laboratorio con tus celos.

Souji sonrió como un zorro tras el menú mientras el color subía a las mejillas de Clare. En sus 19 años de vida lo que más le avergonzaba era ese ridículo incidente donde se agarró a golpes con otra chica en un laboratorio de Hanasaki que quedó semi-destruido. Miranda y su asistente Ritsu quedaron horrorizadas con las chicas, pero al final Souji logró convencerla de que había sido su culpa y solo él fue expulsado (y bueno, Saito también).

–No es algo de lo que me sienta particularmente orgullosa– admitió ella.

–No te preocupes, tampoco me enorgullece mi primer año en la universidad.

Ambos rieron y llamaron a un mesero para ordenar. Clare no estaba muy segura de a que se debía la actitud tranquila de Souji pero le agradaba el cambio. Ya no era el rebelde que sentía que tenía a todos y todo en su contra. Por como pintaban las cosas Clare pensó que a Souji le quedaría bien el papel de Key.

Charlaron un poco sobre intercambio de ella en Francia durante el semestre anterior mientras les llevaban su comida.  Ambos habían perdido platos sencillos, la idea de Clare era convencerlo para que se quedará a almorzar con ella más tarde y platicarle un poco del tema HiME. Justo cuando el mesero terminó de servir sus bebidas al teléfono de Souji sonó.  No era muy característico de él pasar pegado a su teléfono o ponerse a hablar mientras estaba con otros, pero si la llamada era de alguien importante (como su hermano o su cuñada) él contestaba.

–Discúlpame– se excusó el antes de contestar el teléfono pero no se levantó de la mesa.

“Souji” la voz de una mujer se escuchaba lejana por la bocina del aparato “ahora estoy de compras pero necesito que para la hora del almuerzo regreses a Okami a Hanasaki. ¿No quedamos que la llevarías desde ayer? Tienes que aprender a cumplir tus promesas. Como sea, ahora estoy con Minmay y Kallen en Shibuya, así que tienes tiempo. Y no tienes excusa para no llevarla hoy, ¿me entiendes?”

La participación de Souji en la conversación fue mínima, solo asintió a lo que le decía la chica y le aseguró que haría lo que tendría que hacer más tarde. El tono de la chica era algo molesto, pero también era cálido y familiar, como que fuera alguien muy cercana a Souji. Incluso por sus reclamos afectuosos se podría decir que sonaba como una… novia. Y Souji, lejos de presentar algún signo de enojo por los reproches y órdenes parecía entretenido con toda la conversación.

“Tengo que irme, pero más te vale llevar a Okami hoy.”  Y sin siquiera despedirse la chica colgó el teléfono.

Clare se sintió mal por haber escuchado de manera tan descarada la conversación de Souji, pero tampoco cabía en su asombro como el joven había actuado de una manera tan sumisa. Él siempre había dejado claro con todas las chicas anteriores que las cosas se harían a su modo y cuando él quisiera.

–Perdona– suspiró él resignado a cumplir su tarea del día –No puedo quedarme mucho tiempo. ¿Te importa?

–N-no. Pero entonces iré al grano. La razón por la que te cite para hoy es para hablar de algo delicado. No sé si ya sabes o escuchaste algo pero… hay algo así como una guerra entre Hanasaki y Rizembool.

– ¿Lo de las HiMEs y Rebels? ¿Qué tienes que ver con eso?

– ¿Cómo lo sabes?

–Oye, yo pregunte primero… en fin, es una larga historia. No me digas que Miranda te ha pedido ser HiME.

Clare hizo un gesto afirmativo con la cabeza. En ese momento la sonrisa se borró de los labios de Souji y este entiendo más o menos para donde iba el asunto. No le quedaba duda de que Clare le pediría que fuera su Key; lo que no era posible pues estaba seguro de ser el Key de Sheryl (aunque esta nunca se lo confirmó). Antes de que Clare prosiguiera él tomó las riendas de la conversación. 

– ¿Ya sabes que Aramis es un Rebel?

– Espera ¿¡QUÉ?! – Parecía que aunque ahora era más tranquilo Souji nunca perdió su costumbre de querer llevar ventaja en las conversaciones –Souji si esta es una de tus bromas no es graciosa.

–Es cierto. ¿Por qué bromearía con tu hermano? Aramis es un imbécil y me molesta, no lo metería a una conversación por gusto.

–Hermanastro– le corrigió Clare antes de proseguir. –Con qué razón ha actuado tan raro desde que regresé, se la pasa metido en Rizembool y solo llega a dormir a casa. Siempre está cansado.

–La vida de un Rebel no es fácil. Tampoco la de una HiME… siempre entrenan, tienen que hacer malabares con sus estudios y sus vidas personales. Te sugiero que pienses bien antes de aceptarlo.

–Ya lo decidí. Cuando regresé la directora me cito y me explicó la situación. El lunes que comiencen las clases haré la prueba.

–Sí es tu decisión el respeto– comentó Souji.

Clare ya no dijo nada más, era obvio que él estaba incómodo con él tema. ¿Sería acaso que lo quisieron reclutar como Rebel en Rizembool y tuvo que regresar a Hanasaki a buscar refugio? O acaso… no, Clare aún no estaba lista para afrontar la posibilidad de que Souji ya fuera el Key de alguien.

Continuaron comiendo en silencio por un rato, la atmosfera se había tornado tensa. El teléfono de Souji volvió a sonar, el de nuevo se disculpó y atendió la llamada. Clare no se esforzó por escuchar lo que decía la interlocutora (una mujer, de nuevo) pero fue una conversación breve. Souji colgó y se excusó; ya tenía que irse.

–El lunes… sé que estarás ocupada por ser el primer día y porque harás la prueba HiME pero de ser posible me gustaría hablar contigo en una de las cafeterías en Hanasaki.

–Sí. Yo te llamaré cuando tenga un rato libre.

Tras una despedida algo seca Souji fue a pagar la cuenta y se retiró. Al llegar  al estacionamiento entro al auto de Rangiku (que había tomado prestado para no ir en moto), pero se quedó sentado ahí como un idiota.

De hecho eres un gran idiota Souji” se dijo a sí mismo. Tenía ganas de darse un puñetazo. Y encontrar una forma de regresar al pasado y darle un puñetazo a su yo mujeriego y egoísta. Se suponía que por respeto ese día dejaría las cosas claras con Clare pero no había llegado a nada. ¿Cómo era que cuando intentaba hacer las cosas bien el resultado era precisamente el contrario?


– ¡Argh! Ese Souji es un idiota– reclamó en voz alta después de hablar con Souji por teléfono –le dije que tenía que llevar a Okami a Hanasaki desde el miércoles y ya es viernes.

–Suena a que tienen la custodia compartida de un niño– comentó Minmay bromeando.

–Souji es el último hombre con el que tendría un hijo.

–Igual sí estas en Hanasaki no hay mucho de qué preocuparse, estoy yo para cubrirte– trato de consolarla Kallen. 

–Lo sé, pero ese no es el punto. Sí el promete algo tiene que cumplirlo y Okami es MÍ Child.

–En teoría también es Child de Souji… ¿Qué los Childs no nacen por el amor que le tiene una HiME a un Key? – continuó bromeando Minmay.

Kallen solo se encogió los hombros divertida y Sheryl se pasó la mano por la cara. Minmay tenía razón pero aun no le había contado a nadie sobre el pequeño detalle del nacimiento( ?) de Okami: ella vio a otro tipo y creyó que era Souji PERO NO ERA SOUJI al final. Ese detalle le seguía molestando por más que se dijera que era solo un tecnicismo.

Las tres chicas se encontraban en un centro comercial en Shibuya comprando los últimos insumos para el semestre: cuadernos, lapiceros, marcadores, post it, stickers y cualquier chuchería de las papelerías del lugar.  Por todos lados sentía la emoción del inicio de clases y el lugar estaba lleno.

–Necesito un latte de macha frío– anuncio Minmay después de haber recorrido varias tiendas.

–Yo también– estuvo de acuerdo Kallen –y ya va siendo hora del almuerzo. ¿Qué tal vamos al Starbucks de enfrente a descansar y pensamos que vamos a comer?

Starbucks como era de esperar estaba lleno también pero no les costó encontrar donde sentarse. Sheryl se ofreció a invitarlas a las bebidas y ya de regresó tenía una enorme sonrisa.

–Me ha llamado mi hermana, me ha dicho que podemos almorzar en su casa. Hay alguien a quien quiero que conozcan Y Athos está ahí con Reinhard.

Ante la mención del hermano de Minmay, la rubia y pelinegra se volvieron a ver a Kallen como que si el asunto le concerniera mucho.

–Me parece bien– cedió Kallen ante la presión de las otras. No era  como que tuviera muchas objeciones de todos modos. Rangiku le caía bastante bien, y nunca estaba de más ver al hermano de Minmay.

– ¿Y quién es ese alguien que quieres que conozcamos?
– preguntó Minmay. –¿Algún amigo modelo?

–Es una sorpresa.
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Ni bien terminaron sus compras pidieron un uber con dirección a la casa de Rangiku en Azabu. Al llegar un par de ojos celestes las recibieron con entusiasmo.

–¡Sheryl!

–¡Inojin! – la rubia corrió a abrazar al chico. Aunque Inojin era un primo lejano, era lo suficientemente cercano a Sheryl y Rangiku que lo consintieron desde que era muy pequeño.

–¿Te acuerdas de Minmay? Ella estuvo en la boda de Rangiku y Hijikata. Y ella es Kallen, estudia y vive conmigo en Hanasaki.

Las chicas saludaron al niño y él se presentó. Les explico que  sus primos mayores le habían permitido quedarse con ellos un tiempo y que cursaría el séptimo grado en Hanasaki.

–Gracias por venir chicas, veo que ya conocen a Inojin– Rangiku salió al recibidor para atender a sus visitas. Les ofreció bebidas y les recomendó que fueran al comedor frente a la piscina para refrescarse un poco en lo que acababa con el almuerzo, pero le pidió a Sheryl que le acompañara a la cocina.

Kallen y Minmay se fueron con Inojin al área de la piscina, donde seguro se encontraron con Athos y Reinhard. Sheryl pudo escuchar el intercambio de voces entre todos y al rato Reinhard apareció en la cocina ofreciéndoles ayuda a sus hermanas.

–Puedes ayudar a Sheryl con las bebidas, a llevar vasos y hielo. ¿Supongo que querrán comer afuera?

–No estaría mal. ¿Por cierto donde esta Okami? No me digan que Souji ya la llevó a la universidad.

–No, estaba en el jardín con nosotros. Ya hizo muy buenas migas con Inojin, así que supongo que no solo tienes que dividir su atención con Souji ahora –le comentó Reinhard.

–Menos mal, llamé hace un rato a Souji para pedirle que la lleve a Hanasaki, pero no tiene sentido si estoy acá.

–No te preocupes, yo también llamé a Souji hace poco para pedirle que pasara al supermercado por más refrescos y un par de cosas que Inojin necesita; no debe tardar– les informó Rangiku mientras seguía ocupada en la cocina.
No pasaron ni tres minutos antes de que Souji entrara por la puerta trasera cargado con latas de coca cola y otras bolsas.

– ¿Rangiku para que necesitas shampoo de manzanilla para bebé Johnsons? No me digas que mi sobrino será otro rubio.

El comentario de Souji hizo que Sheryl y Reinhard estallaran en risas, mientras Rangiku le arrebató las bolsas.

–No es para eso. Inojin está de visita– explico la rubia mayor. –Reinhard y Sheryl ¿Por qué no van a dejar las bebidas y regresan? Necesito hablar con ustedes tres.

Los gemelos obedecieron y salieron cargados con latas de coca cola y botellas de agua pura, además de vasos y bandejas hielo. Souji los siguió con el objetivo de darle la bienvenida a Inojin. No tardaron mucho en regresar y Rangiku hizo que los tres se sentaran en la barra de la cocina. Los más jóvenes no pudieron evitar la expectación, ¿podría ser que al fin fueran a convertirse en tíos?

–Primero que nada, NO estoy embarazada si eso es lo que piensan. Pero hay un par de cosas que debo discutir con ustedes. Inojin se va a quedar con nosotros por un tiempo indefinido, sus padres se están divorciando y ninguno quiere hacerse cargo. De hecho nadie quiso hacerse cargo con excepción de Papá que me contó que Inojin está viviendo con él y mamá en Kyoto. Pero al parecer se sentía muy triste y solo viviendo con sus tíos mayores, así que convencí a Pá de que lo enviara. Trátenlo bien y pasen tiempo con él. Esto ha sido muy difícil.

–¿Pero dónde estudiara? – quiso saber Reinhard.

– Pensé que por lo precipitado del asunto tendría que arreglar home school para él, pero tiene sus ventajas tener una hermana HiME y hablé con la señorita Miranda hoy por la mañana para que lo aceptara en la secundaria de Hanasaki.  ¿Sheryl podrías ir a recoger mañana por la mañana su uniforme y libros para que esté listo para el lunes? La señorita Ritsu los tendrá en su oficina.

–Rangiku eres una abusadora de influencias– bromeó Souji.

–Claro– la rubia se cruzó de brazos –Si Sheryl pondrá en riesgo su vida, y posiblemente la nuestra, que valga por algo. Es importante darle a Inojin un ambiente estable, al menos mientras este aquí.

–Pero tú te la pasas trabajando, así que supongo que yo y Souji podríamos turnarnos para atender a Inojin aquí en casa– dijo Reinhard.

–No es necesario porque renuncie a Ikea– les anunció Rangiku. –Esto era lo que también les quería comentar: ya tenía tiempo pensando que quiero dedicarme a la arquitectura al 100%. Así que renuncie a Ikea y planeo abrir un estudio de arquitectura; ya hable con Pá y Toshi y accedieron a ser mis accionistas. Además conseguí que la tía Tsunade se una al proyecto, así que trabajaremos juntas cuando ella regresa de Estados Unidos. Mientras tanto yo me dedicaré a apoyar a Inojin y a registrar la empresa, buscar las oficinas y todos esos detalles. En cuanto esté lista espero contar con su apoyo para que todo salga bien.

Sheryl, tanto como Reinhard y Souji se mostraron entusiasmados con los planes de Rangiku y ofrecieron su ayuda en lo que pudieran.  También les gustaba la idea de tener a la tía Tsunade cerca: era la típica wine aunt con la que siempre te pasabas bien.

El almuerzo no tardó en estar listo y todos comieron afuera. Entre la emoción de la llegada de Inojin, los planes de Rangiku y el inicio del nuevo semestre los jóvenes armaron un plan para llevar a Inojin a un parque de diversiones el domingo para celebrar su llegada y relajarse un poco antes de enfocarse en sus estudios.
« Last Edit: May 31, 2020, 11:19:04 PM by Apple »


Sayi


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Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Vengo con otro fic. Ojalá quepa en un post (...)

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Flashback

Llegó el mediodía. Era un día con el cielo azul despejado, clima caluroso y una brisa fresca que soplaba y mecía el césped del jardín trasero de su casa. Atsushi miró ese paisaje frente a él, aquel amplio espacio donde había jugado y entrenado junto con sus hermanos, aquella solitaria banca bajo la sombra del árbol con un significado especial. Era un paisaje demasiado familiar para él que estaría grabado en sus recuerdos permanentemente, y que no estaría observando por una cantidad indeterminada de tiempo. El niño de nueve años dio un profundo respiro y sonrió rejuvenecido y esperanzando por su futuro retorno a su hogar. Aquel hermoso aunque solitario día marcaba el inicio de su entrenamiento militar.

Después de observar ese último punto en su periplo por la residencia de su familia, se dio media vuelta. Ya no tenía más que hacer en su lista antes de retirarse. Las despedidas con sus hermanos se habían alargado en los últimos días, más de lo que hubiera deseado, aunque con el último desayuno en familia de esa mañana ya se había despedido definitivamente de ellos. Estaba pronto a salir y su padre le acompañaría en su destino durante los primeros días para asegurarse que se acoplara bien a su entrenamiento. Su madre los acompañaría a ambos al aeropuerto y regresaría de inmediato para encargarse de Hirano y Maeda, los Toushirou más jóvenes de un año de edad todavía muy pequeños para kindergarten.

Atsushi siguió con las instrucciones de su padre de acudir a su oficina ni bien terminara. Imaginaba que le esperaba un diálogo con sus progenitores, ya que era un poco temprano. De igual modo, no tenía nada más que hacer. Regresar a su habitación sería contraproducente. Tampoco necesitaba revisar nada. El equipaje lo había tenido listo desde el día anterior.

Llegó a la oficina. Supo desde el inicio que sus progenitores no estaban por observar el imponente escritorio vacío, pero luego de entrar se topó con alguien a quien no había esperado ver. Yagen estaba de pie frente a los ventanales de la oficina, mirando hacia el jardín. Este se dio media vuelta para dirigírsele.

“Es todavía muy temprano, Atsu,” observó el niño, meditativamente. “Aunque supongo que tiene sentido que hayas venido tan pronto. Lo has estado esperando.”
“¿Qué haces aquí, Yagen?” le cuestionó extrañado y alzando una ceja. “Pensé que tenías tus clases avanzadas en Rizembool desde temprano.”
“Recibí un mensaje de último minuto. Mi maestro tuvo un imprevisto por lo cual comienzo más tarde,” se encogió de hombros y desvió su mirada. “Igual, no podré acompañarte, así que pensé me despediría de ti aquí, una vez más.”
“Eh, sí…” él también desvió su mirada. “Había esperado no tener que hacerlo de nuevo…”
“…”

Siguió un silencio incómodo. Era frustrante. Atsushi siempre había sido muy cercano a su mellizo y tenía un sinfín de anécdotas con él. A pesar de su forma reservada y un tanto bromista de ser, Yagen siempre le había resultado un libro abierto y la persona en la que más podía confiar. El vínculo de los dos era uno especial, incluso entre mellizos, uno que sabía perduraría más allá de cualquier conflicto o circunstancia en la vida.

Sin embargo, desde que su padre aprobó sus insistentes pedidos de ir al entrenamiento militar, había percibido cierta distancia e inquietud de su hermano, una que persistía en esas circunstancias, esta vez en los dos. Atsushi siempre pudo hablar con Yagen sobre las cosas más irrelevantes, pero en ese instante no encontraba una sola palabra que compartir. Era un momento amargo y triste, pero tenía que ser fuerte. Estaba decidido a entrenar y cambiar para convertirse en una mejor persona y en alguien digno de sus hermanos, y sabía que su mellizo, entre todos, lo comprendía mejor.



“…no tienes por qué irte,” dijo Yagen, repentinamente, cabizbajo.
“¿Q-qué dices?” Atsushi se sorprendió. Se sintió casi en aprietos por ese comentario que no había esperado de él, y no evitó mirarle con preocupación y tristeza. Era muy extraño oírle resignado a ser sincero, sobre todo si dicha honestidad le ponía en una posición vulnerable.
“Quiero decir… entiendo lo que haces. Sé que este es un sueño hecho realidad para ti. Nunca querría interponerme a eso. Es sólo que… no estoy conforme con esto. Pienso que no es el momento adecuado…”
“Yagen…”
“Supongo… me siento muy triste por tu decisión,” le miró directamente. Su tono de voz seguía tranquilo, pero su ceño fruncido y sus ojos denotaban angustia y hasta súplica. “Somos un equipo. Nosotros nos prometimos que trabajaríamos juntos para ayudar a nuestros padres y ser de apoyo a Ichi-nii y a nuestros hermanos. Queremos ser su mano derecha y sus suplentes y velar por el bienestar de todos. Es una meta que significa el mundo para mí, y lo mismo va para ti.”
“Por supuesto que sí,” afirmó con urgencia.
“Pero te vas, y no sabemos por cuánto tiempo lo harás,” dijo apagado y dubitativo. “Temo que tus motivos de irte sean los incorrectos, que tu distancia de nosotros te lastime, que tu entrenamiento resulte contraproducente y te auto-aísles de los demás.”
“Eh…” seguía sorprendido por esas palabras salidas de la nada.
“Yo… temo lo que esto significa…”
“…” asintió cadenciosamente. Le tocaba mantenerse firme. “Esto es algo que tengo que hacer, Yagen. No he dejado esa meta de lado, pero primero quiero volverme más fuerte. Quiero seguir los pasos de nuestro padre. Él siempre nos ha dicho que esta experiencia le brindó de gran fuerza y valentía…” cerró sus ojos y llevó un puño a su pecho, con solemnidad. “Pienso que es justo lo que necesito. Irme es difícil para mí también, pero estoy cometido a mejorarme. Sabes por qué lo digo…” abrió los ojos y le vio asentir. Frunció el ceño con determinación. “Es por ello que me voy. No intentes detenerme.”

Con sus palabras pudo trasmitir una decisión inquebrantable que informó que no daría su brazo a torcer. Siguió un frío silencio. Este resaltó la inevitable realidad de aquel presente…

“Hermano, escucha…” Yagen asintió mínimamente y le miró con seriedad, borrando la previa vulnerabilidad de su rostro. “Entiendo tu decisión. Sólo quiero recordarte que, sin importar qué suceda, no debes derribarte. No seas duro contigo mismo. No quiero que te vayas porque te sientes desmerecedor de nosotros. Eso no es verdad.”
“Eh…” fue nuevamente sorprendido.
“No te olvides que no eres el único que debe probarse ante los demás. Yo también estoy cometido a crecer y ser responsable. He decidido hacerlo con mis estudios y aprendiendo del ejemplo de nuestros hermanos mayores,” dijo tranquilamente, aunque con la misma decisión. “Haré lo posible por serles de auxilio.”
“…”
“Sólo espero que estés bien con lo que estás haciendo. No te vayas por los motivos equivocados. Si en algún momento necesitas de alguien, sabes que puedes contactarnos,” asintió y bajó su mirada. “Y por favor, cuídate, Atsu.”
“Yagen…”
“Tu bienestar es lo que más me importa.”
“…” asintió y sonrió animado y alentado. “Lo entiendo. Muchas gracias por esas palabras. Sé que no fue fácil decirlas. Y no te preocupes por mí…” dio un suspiro. “Admitiré que todavía me siento en falta por lo sucedido, pero no he tirado la toalla. Quiero ser alguien más fuerte y capaz de mirar a nuestros superiores a los ojos sin sentir remordimientos. Me voy para encontrar mi propia resolución y prometo que regresaré pronto.”
“Bueno…” sonrió con resignación. “Te ves en paz con tus planes. Quizás no tenga motivos por qué preocuparme. Si es así, sólo me queda desearte lo mejor.”
“Confía en mí, estaré bien,” golpeó un puño en su palma y sonrió con determinación. “Espero este desafío con ansias.”
“Heh… tal vez me encuentre un poco celoso de ti,” observó tranquilamente. “Estás yendo a aprender a pelear como nuestro padre. Casi me gustaría ir contigo. Si lo hiciera, estaríamos juntos todo el tiempo.”
“Eso sería muy divertido, me gustaría también,” sonrió frustrado. “Pero tú también has tomado tu propio camino, Yagen. Piensas convertirte en un doctor a nuestra edad. Eso es increíble.”
“Tus planes también lo son, pero sí. Hasta en un lugar como Rizembool piensan que soy prometedor. Me toca poner de mi parte, al igual que tú…” entonces, en medio de los buenos ánimos, los dos se contagiaron de tristeza. “Parece que desde ahora seguiremos rumbos muy distintos, Atsu. No puedo evitar sentir un poco de soledad.”
“Yo también…”
“Pero dijiste que no te irás por mucho, así que esperaré tu retorno,” le aseguró Yagen, sonriendo ampliamente. “Cuando encuentres tu resolución y termines con tu entrenamiento, regresa a casa. Yo estaré aquí y los dos continuaremos con nuestro deseo de ser parte de los herederos de esta familia. Es una promesa.”
“Hehe, claro, lo esperaré con ansias,” asintió con energías.
“Y no sólo seré yo quien te va a esperar,” le aseguró. “Somos una familia, los Toushirou somos leales a nosotros mismos por encima de lo demás. Nunca lo olvides.”
“Por supuesto, sin importar qué suceda, todos somos parte de esta familia y mantendremos nuestros principios. Me aseguraré de tenerlos a ustedes en mis pensamientos.”
“Sé que lo harás, hermano,” asintió. “Me mantendré en contacto contigo. Lo demás depende de ti. Confío plenamente en que lograrás tus metas.”
“Lo mismo digo. Ya no tienes que sonar tan preocupado, para eso tenemos padres,” dicho esto, Atsushi sonrió y levantó una palma. “Lo dijiste muy bien, Yagen. Ni bien regrese, continuaremos con nuestra misión. Lo prometo.”
“Sí,” Yagen asintió y así los dos hermanos chocaron sus palmas en un apretón de manos al nivel de sus rostros, un saludo que solían hacer entre ellos cuando se comprometían a algo o se encontraban con el espíritu elevado.

Fue el comienzo de una vida distinta para ambos, durante la cual las cosas no ocurrirían como las habían previsto. Los dos Toushirou valientes y sobresalientes fueron inconscientes de la odisea que le esperaría a cada uno, una que sería parte de ellos indefinidamente.



Fin del Flashback

Atsushi no evitó pensar en aquel pasaje de su infancia después de verse recordado sobre el mismo por Yagen en pleno camino a ese hospital donde salvaron a Akita. Después del rescate, regresaron a Rizembool y el pelirrosa fue internado. Honebami se quedó a acompañarle y Yagen procedió a revisar los estados de él y de Midare. En medio de todo ello, Atsushi fue dejado en una sala de espera vacía y recluida. La noche ya había caído y el silencio de ese ambiente le impacientaba. Nunca imaginó que le esperaría un sentimiento tan profundo de impotencia ante la presente situación al regresar a casa. Era como si nada hubiera cambiado.

Sin embargo, ello no era verdad. Sabía que demasiado había ocurrido durante su ausencia. La presente situación se había podido resolver, pero una ominosa tensión en el ambiente persistía. A diferencia de sus previas experiencias, no tenía información alguna sobre el enemigo o la situación en particular, y lo temía…

Su ensimismamiento se cortó cuando otra persona llegó. Yagen se apareció con un par de fólderes manila y una botella de agua, la cual de inmediato le extendió.

“Imagino que no te has movido de aquí en todo este tiempo. Ten.”
“Gracias…” respondió con cansancio y frustración. “¿Cómo están nuestros hermanos?”
“Sí…” Yagen sonrió frustrado y tomó asiento al frente. “Nos toca hablar sobre ello.”
“¿Qué sucede?” se alarmó. “¿Ocurrió algo?”
“No, descuida, si bien los dos van a requerir de bastante recuperación, están en estado estable y podrán recobrarse por completo. Aun así, para variar, me toca hablar del diagnosis de dos personas familiares y por quienes nos preocupamos, por más que ellos no tendrían por qué padecer de estos males en primer lugar,” miró los fólders manila sobre su regazo. No necesitaba revisar los estados, pero se concedió de una breve fuga visual antes de cumplir con su función. “Comencemos por Akita. Tú pudiste observar los moretones y hematomas en sus extremidades. Bajo cuidadosa examinación, estas son producto de la inyección de agentes nocivos a su cuerpo.”
“¿Qué vendría a ser eso?”
“Drogas experimentales,” contestó inmutado y con seriedad.
“¿Qué dices?” se quedó frío.
“Hemos realizado un hemograma completo y otras pruebas rápidas y llegado a esa conclusión. Dentro de su sangre se encontraron restos degradados de sustancias químicas ajenas al organismo humano. Los hematomas son el resultado de múltiples aplicaciones en un mismo sitio y de la agresividad de aquellos compuestos inyectables,” dio un suspiro. “Quisiera no tener que decir esto, pero es la verdad.”
“Experimental… ¿q-qué quieres decir, Yagen?” preguntó en shock, con los ojos ampliamente abiertos. “¿Acaso alguien usó a Akita como un conejillo de indias?”
“Precisamente.”
“Imposible…” agachó su mirada al piso, en completo desconcierto.
“Es algo que ocurrió aquí en Rizembool por cómo Akita desapareció en la misma entrada. Experimentos suceden en todo momento y en más de un laboratorio, incluso los experimentos con humanos. Sin embargo, ellos mismos son en su mayoría ensayos clínicos con drogas previamente aprobadas en experimentos in vitro o en animales y bajo el consentimiento de los pacientes. Por supuesto, los propios Rebels son un ejemplo que la experimentación humana en esta institución no siempre se adhiere a las normas y a la ética,” explicó con claridad y manteniéndose objetivo.
“Tch…” Atsushi comprimió sus puños con impotencia.
“…” Yagen decidió no continuar para dejar que su hermano pudiera descargarse. No podía seguir estableciendo los hechos y evitando su ira o una confrontación a menos que él mismo recobrara la compostura.
“¿Cómo es esto permitido? Rizembool tiene a estudiantes que pelean y arriesgan sus vidas, ¿y ahora involucra a personas que ni aceptaron a ser partícipes?” golpeó los costados del sillón que ocupaba con sus puños. “¡Esto es indignante!”
“…”
“¡Quien sea que haya sido, tiene que pagar! ¡No me importa que Rizembool pretenda encubrir este acto! ¡Estoy dispuesto a perseguir esta situación a como dé lugar!”
“Cálmate…”
“¡Puedes actuar como si fuera normal aquí, pero no cambia el hecho que lastimaron a nuestro hermano! ¡No pretendo resignarme a lo que ha ocurrido!”
“¿Insinúas que yo sí?” preguntó el doctor. “Escúchame. Es cierto que Rizembool recurre a experimentaciones humanas, pero este caso en particular, el de un niño visitante siendo secuestrado para ser sometido a pruebas, es impensable hasta aquí. Lastimosamente, sucesos semejantes han ocurrido contadas veces en toda la historia de Rizembool, pero siempre han sido casos extraños o producto de algo adicional. Estoy convencido que Akita fue apuntado adrede por nuestro parentesco. Rizembool siempre ha velado por la seguridad de todos ustedes debido a mi afiliación con ellos, y todos en mi entorno saben que ustedes están fuera de los límites.”
“Pero Akita…”
“Por ello, comprendo que quien apuntó a Akita era alguien que quería ir en contra del status quo y sabía los riesgos que cometía, los cuales implicarían a Rizembool como institución. Sólo por ese hecho diría que fue Junko quien secuestró a nuestro hermano.”
“Tsk, justo pensaba en ella…” frunció el ceño.
“Pero no tenemos pruebas, y luego de una exhaustiva investigación de su historial, ni ella ni sus secuaces se han dedicado a la investigación científica relacionada a lo ocurrido con Akita. Podemos declarar que Junko al menos tuvo que ver con su desaparición, pero no hay indicios que fue ella quien le sometió a la experimentación. Estoy convencido que es otra persona. El mensaje que recibí, por su anonimidad, formato y redacción, también lo implica.”
“¿No podemos cuestionarle?”
“Presiento que sería difícil. Junko siempre podría declarar su inocencia, decir que ella es quien le rescató y que lidió con el culpable bajo medios que garantizaron su anonimidad,” se encogió de hombros. “No vamos a creernos sus cuentos luego de lo que nos hizo pasar, pero tampoco contamos con recursos para contradecirle. Sería riesgoso también pretender antagonizarle más allá, en especial porque hemos forjado una tregua con ella. Si Junko la respeta y no vuelve a apuntar a nuestros hermanos, considero que el daño que sufrimos es un mal que nos conviene aceptar, con tal que nada semejante se repita.”
“…” Atsushi apretó sus dientes, inconforme.
“Es una historia completamente diferente con su agresor, en cambio,” Yagen afiló sus ojos y se inclinó hacia su hermano. “He iniciado una investigación para descubrir de quién se trata. Si damos con esa persona, yo personalmente me encargaré de hacerle pagar por cada una de sus fechorías. Las muestras de sangre, la escena del crimen, hasta las futuras investigaciones de los otros científicos aquí se mantendrán bajo un gran escrutinio hasta encontrar algo remotamente sospechoso. Existe demasiada dificultad en esta búsqueda. Sin embargo, si realmente llego a encontrarle, nos lo pagará desproporcionadamente. Tienes mi palabra, Atsu. Yo tampoco pienso quedarme de brazos cruzados.”
“Yagen…” oír su indignación y las acciones que había tomado le dieron tranquilidad. Pese a ello, le fastidiaba observar nuevamente a esa faceta oscura que había adoptado durante su tiempo fuera, aquella que llamaba como ‘demonio’…
“A pesar de lo sucedido, puedo reportar que los daños físicos ocasionados a Akita no son graves ni durarán por mucho tiempo,” dijo el doctor, dejando su actitud siniestra de lado y volviendo a explicar las cosas con una tranquila objetividad. “Los exámenes de sangre sí indican que su cuerpo se encuentra intoxicado y ha presentado efectos secundarios como temblores ocasionales y mareos. Estos últimos son difíciles de predecir en cuestiones de naturaleza o permanencia, pero él ya se encuentra conectado a suero y limpiaremos su organismo en los próximos días. Seguiremos con más pruebas mañana. Lo más preocupante en su caso es el hecho que ha sufrido una gran impresión y debe encontrarse traumatizado por su experiencia. La medicina no puede borrar lo que padeció, y es ahí que necesitaremos serle de apoyo. Felizmente, como Toushirou, confío que todos y cada uno de nosotros haremos lo posible por aliviarle.”
“Sí, definitivamente,” Atsushi asintió decidido. “¿Y cómo está?”
“Bien. Honebami se ha quedado haciéndole compañía. A pesar de ser un luchador muy peligroso, nuestro hermano mayor es también una persona muy reconfortante,” Yagen sonrió un poco. “Akita no tardó en sentirse seguro por su presencia y se quedó dormido antes que fuera a darle una segunda visita.”
“Al menos ya se encuentra mejorándose,” frunció el ceño con preocupación. “¿Y Midare?”
“Él es un tema distinto. Como Junko nos comentó, previo a su secuestro, Midare había estado involucrado en una pelea entre una HiME con un Rebel y una Princess, de la cual terminó lastimado. Junko no tomó acciones para curarle y sus heridas desmejoraron considerablemente. Las enfermeras ya se han encargado de tratar sus heridas, aunque tiene un esguince en el tobillo izquierdo,” dio un suspiro. “Es uno leve, pero requiere de inmovilización, así que ha sido puesto una prótesis para limitar su movimiento. Comenzará una rehabilitación conforme podamos bajarle la hinchazón y corregir la lesión en los próximos días.”
“…” desvió su mirada. “Ya veo…”
“Aunque la historia no termina ahí, Atsu.”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?”
“He revisado el historial de nuestro hermano y también de las acciones que Junko realizó ni bien se alió con Rizembool durante el verano, y me he topado con una desafortunada coincidencia,” observó el doctor, tranquilamente. “Junko se convirtió en una Princess ni bien pisó Rizembool y planea tomar acciones antagonistas contra una HiME en especial. Por ello mismo, estudió a las personas cercanas a dicha HiME y fue ahí que se topó con Midare. Nuestro hermano ha estado ayudando a esa HiME a entrenar y prepararse para su pelea. En el paseo que Akita y Houchou tuvieron con sus amigos, Midare se encontraba ahí, y fue Junko quien los atacó.”
“¿En serio?” preguntó en shock. “¿Dices que Midare ya se había encontrado con nuestros hermanos? ¿También que Junko le tiene en la mira desde entonces?”
“Sí, lo cual es frustrante. Por su trabajo de Princess es que Junko llegó a Midare antes que yo o que cualquiera de nosotros, dado que Midare recién acaba de incorporarse a Rizembool como un estudiante. Aun así, obviando esa mala fortuna y por la reacción de Midare al vernos, decidí realizar un chequeo mental en nuestro hermano.”
“¿Eh? ¿Chequeo mental?” Atsushi levantó una ceja, desconcertado. “¿Qué es eso?”
“Rizembool posee herramientas para alterar las percepciones de las personas o borrar sus recuerdos, algo que emplea para garantizar su anonimidad. Por motivos de confidencialidad, eso es todo lo que te puedo decir,” explicó sin dar rodeos. “Junko dejó una impresión en la mente de Midare, algo que le hacía sumiso a sus indicaciones, al parecer de manera inconsciente. Por ello, ella pudo mantenerse al tanto de todos los movimientos de Midare y tener un control escondido sobre él,” llevó una mano a su mentón. “Además de orquestar esta tregua con nosotros, Junko decidió que envenenaría a nuestro hermano en nuestra contra, a lo cual Midare fue muy susceptible y creyó en todas sus mentiras.”
“¿Q-qué? ¿Por qué haría eso?”
“Podemos imaginar que es algo que hizo por el simple hecho de querer hacerlo. No es lo más práctico, a decir verdad,” Yagen se encogió de hombros. “Pero, a su vez, tener a Midare en constante miedo y con antipatía a nosotros le permitió mantener más control sobre él. Es más fácil explotar a las personas si puedes llegar a afectar su lado más pasional e irracional.”
“Tch…” comprimió sus puños y bajó su mirada.
“Pero no tienes por qué inquietarte, hermano. Rizembool no es un ajeno a este tipo de tecnología e influencias. Ya lo he detectado y la influencia de Junko sobre Midare ha sido completamente borrada. Te aseguro que no persiste,” afirmó. “Aun así, lo que no puedo reparar es lo que nuestro hermano ahora piensa sobre nosotros. Es nuestra labor enseñarle a Midare que Junko le mintió y que no pretendemos hacerle daño, que nosotros en verdad nos preocupamos por él y hemos tratado de encontrarle por mucho tiempo.”
“…”
“Tomará varios intentos, no soy capaz de predecir su voluntad de abrir su mente y creernos, pero tarde o temprano lo deberá hacer. Somos una familia muy leal y unida y él comparte el mismo espíritu que nosotros.”
“…” desvió su mirada, contrariado.
“…”
“Casi admiro tu frialdad frente a esta situación, Yagen, pero yo no puedo hacerlo…” dijo agotado y derrotado. “…Junko se equivocó al decir que Midare no nos importa… pero no podemos culpar a Midare por llegar a esa conclusión…”
“Atsu, te lo dije previamente. No escuches palabras que no le pertenecen a él,” recalcó con severidad. “No caigas en el juego sucio de esa Princess ni le des el placer de derrotarte. Tampoco puedes perder tu decisión de ayudar a nuestro hermano cuando él más nos necesita. Entiendo que esto te afecte, pero es ahora que debemos ser más fuertes que nunca. Midare necesita de nuestro apoyo y nuestra comprensión,” desvió su mirada también. “No es mi intención pretender darte más que cargar sobre tus hombros. Si tienes dificultades o inquietudes, siempre estoy disponible para oírte. Puedes contar conmigo, no que te guste hacerlo…”
“…”
“Pero es por el bien de Midare y Akita, y el de nuestros demás hermanos, que tienes que mantenerte firme,” dijo volviendo a mirarle. “Te aseguro que ellos dos estarán bien. Se recuperarán, se volverán más fuertes y dejarán este traspiés de lado. No puedes enfocarte en las dificultades porque estas pasarán. Enfócate en serles de apoyo, en el hecho que ellos están de nuevo en casa y a salvo.”
“Tienes razón…” se mantuvo cabizbajo, aunque comenzaba a liberarse del tumulto emocional. “Te has vuelto muy fuerte, Yagen. Casi pareciera que nada puede tumbarte.”
“No es nada,” alzó una ceja. “Nuestros caminos han sido distintos y mis propias experiencias pudieron haberme fortalecido por dentro. No dudo que tú también seas más fuerte que antes, es sólo que lidiamos ahora con tu mayor debilidad.”
“¿Eh? ¿Debilidad?” se confundió y le dirigió la mirada. “¿Te refieres a nuestros hermanos?”
“Heh…” curiosamente, Yagen dibujó una sonrisa perversa en su rostro y llevó una mano a su mentón, con intriga. “Decir que categorizo a nuestros hermanos como tu debilidad, Atsu. Es refrescante. Me estás tildando de un demonio peor al que creo ser…”
“¿Qué tienes con esa reacción?” le miró con incomprensión. “Si te insulté no ha sido mi intención, Yagen, sólo intento entender qué quisiste decirme.”
“Hmhm, lo sé. Tú y Gotou nunca han sido los mejores expresándose, al menos sé que tú no tratas de cuestionarme abiertamente,” dijo con tranquilidad. “La debilidad de una persona nunca lo son otras personas. Es algo personal que llevas dentro. El tema familiar y tu manera de lidiar con nuestros problemas son los que te causan dicha debilidad. Es normal para los humanos sentirnos vulnerables y comprometidos con los más cercanos a nosotros, aunque ello no tiene por qué debilitarnos,” sonrió comprensivamente. “Es por lo que sucedió con Midare que comenzaste a tener problemas enfrentándote a estos temas. No dudo que tu entrenamiento militar te ha convertido en un soldado fuerte y sereno con la habilidad de afrontar conflictos bélicos y situaciones de tensión mejor que la gran mayoría, sin duda mejor que yo, pero tú te has culpado de los sucesos de hace trece años desde entonces, y tus reacciones el día de hoy me han dejado saber que ello no ha cambiado. Es por eso que estás agotado mentalmente. Está bien, no espero que no lo estés, pero te aconsejo que hagas un esfuerzo para recobrarte. Es ahora que nosotros debemos corregir nuestro descuido de aquel día.”
“…” tensó su expresión y asintió apenado. “Tú pareces haberlo sabido, el hecho que me fui de casa por esa culpa…”
“¿Hm? Lo dejé en claro en nuestra despedida,” comentó con curiosidad. “Sin embargo, supe que no me oirías, y a su vez fue tu decisión tomar ese camino. Me preocupo por ti, pero tampoco pretendo gobernar sobre tu vida,” sonrió con nostalgia. “Todos tenemos nuestras limitaciones, aunque ello tampoco nos hace impotentes. Dejé tu bienestar en tus manos y sólo me aseguré de comunicarme contigo. Por cómo te veo, pareces haber estado bien.”
“Sí lo he estado, no tienes que preocuparte tanto por mí. Es sólo que me preocupo por nuestros hermanos, y por lo que le hicieron a Midare, hasta para convencerle que nosotros somos sus enemigos…” se lamentó y entonces se alertó. “Espera, ¿qué vamos a hacer si él se despierta e intenta escapar?”
“Lo intentará hacer, no me cabe duda. De todos modos, por su estado físico e inestabilidad emocional, un sedativo fue aplicado para que pueda descansar el resto del día. Por la prótesis en su tobillo y sus heridas no tendrá mucha movilidad, pero habrá que mantener una vigilia,” asintió. “Lamento decir que ando muy ocupado, así que espero contar contigo para ello, Atsu. Te pido que estés a cargo de Midare.”
“¿Eh? ¿Yo?” se sorprendió.
“Por su desconfianza en nosotros, no pretendo que andes acompañándole todo el tiempo, aunque espero que puedas estar ahí cada vez que necesite algo. Lo mejor sería no asfixiarle con muchos de nosotros, y a su vez hacerle entender que hay una persona que siempre está ahí por él. Espero que ello a su vez sea un inicio para que Midare baje sus defensas y nos dé una oportunidad,” le miró con expectativas. “Imagino que estarás dispuesto.”
“Se trata de nuestro hermano, de todos modos quiero darle mi apoyo,” contestó, aunque pasó a frustrarse. “Pero a su vez siento que no sería el mejor para esto. Tú lo harías mejor que yo. Suenas a que comprendes esta situación a plenitud.”
“Es cierto que te estoy dando un trabajo muy duro, pero no es nada que no puedas hacer. Más bien, tú inspirarías más confianza en Midare que yo. Podrás ser un poco torpe, pero eres honesto y directo. La gente promedio se sentiría más cómoda de lidiar contigo,” se encogió de hombros. “He comenzado a inquietar y apartar a estudiantes de Rizembool sin tener las intenciones de hacerlo. Presumo que es parte de la identidad de demonio que he aceptado en mi persona, ¿qué se puede hacer?”
“…” alzó una ceja.
“Y también, sé bien que has regresado para cumplir tu sueño de ser el ayudante de Ichi-nii y velar por nuestros hermanos. Esta labor es muy distinta a lo que has tenido que hacer en tu vida hasta ahora, pero es necesario que comiences a acoplarte,” asintió convencido. “Tengo grandes esperanzas de ti, Atsu.”
“Yagen…” dijo con leve impaciencia.
“¿Hm? ¿Dije algo malo?”
“Estás actuando como si fueras mi superior, y tal vez comprendas algunas cosas mejor que yo, pero me sigue sabiendo mal.”
“Tienes razón, mis disculpas,” dijo, sonriendo frustrado. “Llevo mucho tiempo sirviendo a las personas aquí como un doctor o un supervisor. No pretendo ponerme sobre un pedestal.”
“No que lo estés haciendo, pero no me parece…” dio un suspiro y agachó su mirada. “Recuerdo el día que me fui, en el cual hicimos la promesa que mi sueño, nuestro sueño, se llevaría a cabo ni bien fuera a regresar.”
“…” sonrió con leve pena. “Tienes razón, eso dijimos. Yo te dije que te esperaría.”
“Entiendo que ya no tienes las intenciones de actuar como uno de los principales herederos de la familia y serle de ayuda a Ichi-nii o a nuestros hermanos.”
“Eso es cierto.”
“…” frunció el ceño con inconformidad, aunque sin intenciones de discutirlo. “Tardé mucho en volver, ¿no es así?”
“Eso no tiene que ver con mi decisión, Atsu. Desde el momento en que decidí convertirme en un doctor y estudiar en Rizembool, mi vida estuvo encaminada en una dirección diferente. No quiero que te sientas mal por eso. Más bien, es mi propia falta,” miró hacia la ventana. “No te esperé por mucho tiempo…”
“Yagen…” era una leve desilusión, algo que venía temiendo por lo que llevaba oyendo de Shinano y los demás que Yagen pasaba muy poco tiempo en casa, pero confirmarlo seguía siendo desalentador.
“Ello no quiere decir que no esperaba verte de vuelta. Estás de regreso en casa, me ayudaste a salvar a nuestros hermanos, ahora te encargarás de apoyarles en su recuperación. Las cosas están en su lugar, luego de tantos años,” sonrió tranquilamente y se cruzó de brazos. “Me siento satisfecho. Todos finalmente podemos verte el rostro y contar con tu presencia. Ninguno de nosotros podría pedir más que eso.”
“No… las cosas no están en su lugar,” declaró con severidad y le miró fijamente. “Yo tampoco deseo decidir lo que vas a hacer, pero desconozco el hecho que quieras desligarte de nosotros, en especial si optas por sumergirte en una institución como Rizembool…”
“…”
“Entre nosotros, tú siempre fuiste quien mantuvo nuestra lealtad familiar fervientemente, y eras el más cometido a velar por todos. Sé que escogiste estudiar medicina porque querías ayudar a las personas. Te conozco y tú nunca querrías darnos la espalda, ni nunca llegarías al punto de menospreciarnos. Luego de todo lo que vivimos hoy comprendo que te encuentras involucrado con Rizembool y que hay algo, seguramente algo que todavía desconozco, que te mantiene alejado de nosotros. Entiendo que no quieras involucrar a los demás, que no es justo para ellos, pero no creas que yo dejaré que te desconectes de nuestros hermanos,” comprimió un puño frente a su pecho y agitó su brazo a un costado. “No te pediré que tomes el rol de un heredero en nuestra familia, ¡pero no permitiré que ni Rizembool ni nadie nos niegue tenerte como un hermano, ni te niegue a ti tenernos a nosotros, ¿has oído?!”
“…” el doctor se impresionó levemente por su intensidad.
“Realmente no quiero actuar como un cómplice, pero es muy probable que no conozca tu situación lo suficiente como para ser cuidadoso. Hoy casi me precipito al investigar y no puedo predecir cómo nuestros hermanos actuarían si se enteraran de cada detalle. Mantendré discreción, pero al menos deberíamos dejarle algunas cosas saber a Ichi-nii. Es importante que nuestro hermano mayor sepa más sobre el lugar donde él y algunos de nuestros hermanos estudian. Aun así…” entrecerró sus ojos. “Tampoco pretendo dejar este asunto por terminado. Tú y Honebami están vinculados a este lugar de locos y desalmados y no permitiré que se hundan. Pensaré en una manera de revelar debidamente lo que he aprendido hoy y de ver cómo ayudarlos a mantenerse a flote. Lo juro.”
“Atsu…” Yagen sonrió rendidamente. “Eres una persona muy amable. Aprecio que te preocupes por mí y por Honebami, pero no tienes que hacerlo. Lo tengo bajo control.”
“Eres tan tranquilo que siempre has podido ocultar tus emociones. Ahora hasta yo tengo problemas leyéndote, pero no hay forma que estén del todo bien,” chasqueó la lengua. “Tsk, la imagen de Honebami descuartizando a ese monstruo casi sin necesidad, como si estuviera cazando a una presa, me perturba…”
“Honebami siempre ha tenido un instinto agresivo. Admito que este ambiente se puede encontrar incentivando su naturaleza, pero estoy al pendiente de él. Podré haberte dicho que yo estoy dispuesto a convertirme en un monstruo por el bienestar de nuestros hermanos, pero nunca dejaría que Honebami tome esa decisión. Tienes mi palabra.”
“Tú tampoco eres un monstruo, o un demonio, o lo que quieras llamarte. Esas denominaciones no son más que excusas. Sé responsable a nuestro nombre, pero por encima de todo, sé responsable contigo mismo,” afirmó con severidad aunque igualmente contrariado. “Tch… sigues condenando las acciones de Rizembool o de esa Princess y teniendo una idea clara y establecida sobre lo que es correcto y lo que no, pero a su vez te has mostrado demasiado ambivalente. Te has adaptado a este lugar en demasía y eso no puede ser nada positivo para tu propia integridad o cordura,” comprimió sus puños con impotencia. “Que hasta digas que las personas aquí borran la memoria de otros o los influencian a su gusto como Junko lo hizo con Midare… cuando todo esto viola los derechos intrínsecos de la humanidad…”
“Es la realidad dentro de Rizembool.”
“Estás muy tranquilo, hermano, ante algo tan horripilante e inconcebible…”
“Pero no es inconcebible, Atsu, y tú deberías saberlo mejor que la mayoría.”
“¿Q-qué quieres decir?” se sorprendió. La mirada fría de su mellizo le pasó escalofríos.
“El condicionamiento es una parte íntegra del aprendizaje, sea por refuerzo positivo de incentivar a los niños con premios, o por la inculcación de doctrinas de parte de grupos extremistas o cultos para reclutar a nuevos miembros. Los militares con frecuencia tienen que lidiar con personas con las cuales nunca podrían negociar, gente a quienes le han lavado el cerebro con ideologías irrefutables. También, a lo largo de la historia, los mismos militares fueron grupos armados y acondicionados con conceptos como lealtad o nacionalismo para cumplir órdenes. Con sólo verte comprendo que esa no ha sido tu realidad, pero debes estar al tanto.”
“…” se quedó frío.
 “Uno puede influenciar y corromper las mentes y almas de personas si sabe sus debilidades, es parte del lado oscuro de la naturaleza del ser humano, presente en la sociedad desde antes que la historia escrita. Sin irnos muy lejos, tenemos el ejemplo de la segunda guerra mundial. El Holocausto fue el causante de la muerte de seis millones de judíos y los responsables de los campos de concentración caminaron hasta la horca con el único lamento de no haber hecho mejor su trabajo,” sonrió con irrelevancia y se encogió de hombros. “Es normal pensar en que se trataba de gente mal de la cabeza o con sed de sangre, y seguramente muchos soldados lo fueron, pero me refiero a los generales y dirigentes. Se puede apreciar que fueron personas cuerdas, eficientes y con un gran sentido de responsabilidad y justicia, uno que en la Alemania Nazi significó que debían eliminar a esa raza de gente sin remordimiento alguno. Ellos eran personas como cualquiera, como tú y yo, cometidos a sus misiones personales e incluso apegados y responsables con sus familiares y personas más cercanas. Ello te deja entender el relativismo de la sociedad, el hecho que los valores y la justicia dependen de la misma.”
“Tch…” sus escalofríos incrementaron. “Yagen… ¿qué demonios estás diciendo…?”
“Pero no debes inquietarte. He tenido que oír y lidiar con asuntos relacionados y por eso te aseguro que lo de Midare es reparable. Será un proceso difícil, nuestro hermano andará con mucho miedo e incertidumbre, pero sus capacidades cognitivas y salud mental se encuentran intactas. Ello es lo más importante. Sólo nos queda ser pacientes y darle nuestro apoyo.”
“Tsk… dime…”
“…”
“¿Acaso tú te ves como uno de esos soldados, como alguien condicionado a seguir órdenes, con un sentido de justicia distinto y dispuesto a seguir con las barbaridades de Rizembool a como dé lugar?” le preguntó seriamente y con leves nervios. “Dijiste que esas personas eran cuerdas, como ‘tú y yo’… me perturba que lo hagas.”
“Suena a algo que Gotou me preguntaría.”
“¿Eh?” ello le confundió. No comprendió por qué mencionaría a su hermano tan repentinamente, pero no tardó en darse una idea al verle sonreír con entretenimiento y maldad.
“Dime tú, Atsu… ¿eso es lo que te parezco…?” preguntó con un tono siniestro. “¿Será ello tu definición personal del demonio en el cual me he convertido…?”
“…” frunció el ceño. Detestaba verle así. Su hermano no era malévolo de naturaleza. “No, yo no te veo así, sólo espero que tú tampoco lo hagas. Maldición, Yagen, ahora eres tú quien no me entiende. Yo sé que eres mucho más despierto. Me he dado cuenta que tú condenas las decisiones de Rizembool, pero a su vez te oyes demasiado resignado, y eso me preocupa. No quiero que llegue el día en el cual te dejen de importar las personas fuera de nuestro círculo familiar, tú que siempre quisiste ayudar a otros.”
“…” borró su sonrisa y le miró atentamente.
“Y no sé qué riña tuvieron Gotou y tú en el pasado, pero si te pones así con él todo el tiempo nunca lo resolverán. Entiendo que te encuentres hablando sobre la situación e informándome sobre lo que ocurre en el mundo, pero no necesito esto ahora. Aquí no importa la realidad…” entrecerró sus ojos y bajó su mirada. “Estamos hablando sobre nuestro hermano, sobre lo que le hicieron y lo que tiene que padecer sin justificación alguna…”
“…” al oír su lamento, Yagen dio un suspiro. “Tienes razón. Lo siento, he sido muy insensible. Estoy acostumbrado a analizar cada situación apartando mis sentimientos personales. Ahora, me corresponde ser un hermano y compartir tu inquietud. También siento mucho todo lo ocurrido, no creas que no lo hago.”
“…”
“Y para aliviar tus temores, por más que ya no desee lo mismo que tú de estar ahí por la familia, no he dejado de ser leal a nuestro nombre, es sólo que pienso que mi rol es uno distinto. Estudiar en Rizembool me ha llevado a convertirme en otra persona y a tener un deber que ninguno de ustedes podría cumplir.”
“¿Qué vendría a ser eso…?” preguntó con extrañeza, cabizbajo.
“Supongo…” sonrió un poco. Si volvía a llamarse a sí mismo un demonio incitaría su ira. “…en alguien que sí puede lidiar con lo que ocurre en Rizembool y en Hanasaki, en alguien que les protegerá y acudirá a su rescate si la situación lo amerita.”
“Tsk… ¿a eso es lo que te refieres cuando te llamas un demonio?” le preguntó, volviendo a mirarle con desapruebo.
“Heh, no había querido decirlo, pero es verdad,” sonrió rendido. “Atsu, no espero convertirme en alguien que llegue a aceptar los crímenes de Rizembool o Hanasaki, pero si tengo que llevar a cabo mi rol, es mi deber estar al pendiente de los mismos. Uno tiene que estar inmerso en una guerra psicológica en este lugar y no dejar que te gane ni se apodere de ti, y ya tengo diez años de experiencia, la mitad de mi vida entera. Por eso no necesito que vengas a auxiliarme. No estoy esperando la ayuda de nadie.”
“…” sus ojos se llenaron de tristeza. Entre todo lo que había oído, eso sonaba lo más honesto y más propio de él.
“Pero incluso si soy un demonio, yo soy el demonio que está de su lado. Por nuestras desgracias familiares, creo que la protección divina nunca ha estado al pendiente de nosotros, así que al menos existiré como un ser de las tinieblas, si es que ello les pueda ser de utilidad,” desvió su mirada. “He visto muchas cosas en Rizembool que me han dejado entender que mi decisión ha sido necesaria. Los humanos son seres moldeables e impresionables, y sumamente egoístas. Son débiles, se dejan llevar, un lugar como este sirve de una tentación difícil de resistir, ya que muchos Rebels y HiMEs son prometidos recompensas a cambio de pelear. Esta verdad repercute en nuestra familia. Nuestro linaje es de extremo valor adquisitivo. En medio de un mar de gente que nos tratarían con normalidad se esconden quienes nos ven como armas e instrumentos.”
“Yagen…”
“Por eso necesito permanecer aquí,” concluyó y sonrió a sí mismo, frustrado. “Parte de mí todavía desea ser alguien que pueda ayudar a los demás, pero si espero mantener mi función y lealtad a ustedes, tengo que elegir mis batallas. Uno no puede salvar al mundo, menos si uno planea convertirse en alguien propiamente antagonista a los humanos.”
“Tsk…”
“Y como dije antes, sí hay pocas personas en Rizembool que dependen de mí. No puedo desentenderme del lugar que ha sido mi hogar por tantos años.”
“…” apretó los dientes.
“No había esperado decirte todo esto, pero es la verdad. ¿No te parece razonable?”
“…no…” Atsushi comprimió sus puños y le miró seriamente. “Suena a que tu situación es compleja, pero nada nunca ameritaría que te rebajes a fechorías. Ninguno de nosotros estaría feliz de que lo hicieras en nuestro nombre. No sé qué hacer ni cómo contestarte, recién acabo de llegar, pero como dije antes, no voy a dejar este asunto como terminado. Estoy cometido a cambiar tu parecer y prevenir que tú o Honebami sigan siendo infectados por Rizembool.”
“Hmhm…” Yagen soltó una leve risa gutural. “Bien, me alegra que lo digas.”
“¿Eh?” se confundió.
“Me alegra que no pienses como yo. Eso quiere decir que tienes un punto de vista correcto, centrado, moral, propio de uno de los herederos de nuestra familia, a diferencia del mío. Por eso sé que tu meta e intenciones de estar ahí por nuestros hermanos son las apropiadas para ti,” Yagen asintió y sonrió con perspicacia. “Nuestros hermanos menores necesitan de tu carácter y tus principios para crecer como personas funcionales y dignas de nuestro nombre. Ahora lo dejo en tus manos, Atsu.”
“…” negó rotundamente. “No, en serio, te juro que no dejaré que las cosas se queden así, que tú quieras degradarte, desvanecerte, y aceptar toda culpa y responsabilidad. Encontraré una solución, lo que sea, algo que te cambie de parecer.”
“…” Yagen le miró con perplejidad y sonrió tranquilamente. “Eres muy amable. Dudo que lo encuentres. Sin embargo, si te vienes con algo, esperaré a oírlo…”
“Hermano…” se apenó. Su mellizo estaba resignado y en paz con su decisión. Sintió un punzón en su pecho, una genuina y profunda preocupación por él.

Entonces, oyeron un sonido que puso fin a la conversación. Atsushi oyó el ringtone de su celular y lo sacó de su bolsillo.

“Te llaman. ¿Quién es?”
“Es Gotou… ¡ah, verdad!” Atsushi se espantó. “Tch, le dije que venía a Rizembool y él me pidió que le mantuviera informado,” se dio un facepalm. “Ahh, se me olvidó…”
“Veo que él sabía sobre esto, no está mal pensado,” comentó el doctor, llevándose una mano a su mentón. “Pero no le contestes.”
“¿Eh?” el otro se vio detenido de hacerlo.
“Tenemos que conversar sobre qué les diremos a nuestros hermanos.”
“Verdad…” miró con cierto remordimiento a esa llamada y presionó un botón al costado para silenciarlo. “Que sea rápido. Gotou me advirtió que si no oía noticias iba a avisarle a Ichi-nii. Es posible que ya lo haya hecho. También estará preocupado por nosotros.”
“Sería lo mejor que Ichi-nii viniera para encargarse de Akita lo antes posible. Sin embargo, ellos no tienen por qué saber sobre mi trato con Junko. Sería mejor que no tuvieran que ver en ello,” observó Yagen, meditativo. “Tampoco quisiera que sepan sobre el rescate de Akita, aunque va a ser inevitable. Akita mismo fue un testigo.”
“No podemos dejar a nuestros hermanos inconscientes de todo, Yagen,” se quejó Atsushi. “Maldición, me pregunto cuántas veces lo habrás hecho…”
“Está bien, entiendo, pero no tienen por qué saber las dimensiones de lo ocurrido,” dio un suspiro. “Podemos ahorrarnos cosas y decirles que una búsqueda de Rizembool dio a conocer el paradero de nuestro hermano, y terminamos involucrados en rescatarle.”
“…” entrecerró sus ojos y desvió su mirada. “Casi lo haces sonar como si Rizembool nos hubiera ayudado. Pero puede ser…”
“Al final lo hicieron llegando y deteniendo a todos los criminales que tú apenas habías derrotado, pero en fin…”
“¿Y qué les decimos sobre Midare?”
“…” lo meditó brevemente.
“No me digas que no pensabas avisarles desde ya.”
“El hecho que Midare ha aparecido ocasionará demasiado revuelo entre nuestros hermanos, y lo último que necesitamos es que lo asfixien, en especial porque cree que somos sus enemigos. Preferiría que todos tuvieran sus ojos sobre Akita por ahora.”
“Entiendo lo que dices, pero estoy en desacuerdo,” afirmó con severidad. “Podemos mantenerlo en secreto de los pequeños, pero al menos le debemos la verdad a Ichi-nii y Gotou. Confío en que no se precipitarán.”
“Vaya, tal vez tengas razón, Atsu…” sonrió rendido. Le tocaba hacer las cosas de una manera distinta. “De ser así…” alzó su mirada hacia el techo, intentando pensar en algún buen pretexto. “Podemos decir que Midare se involucró en una pelea y fue secuestrado por una persona de Rizembool. Yo fui alertado por sospechas de su parentesco conmigo y es por ello que pudimos liberarlo sin sufrir mayores represalias con la universidad. Aun así, Midare ha desarrollado una imagen muy negativa de la familia que nunca conoció, y sigue en shock por los últimos eventos, por lo cual no se muestra receptivo ante nosotros. Ello podría funcionar. ¿Qué te parece?”
“D-demonios…” Atsushi se quedó atónito. “Es extremadamente similar a la realidad pero con detalles claves cambiados, justamente para no levantar sospechas. ¿Cómo puedes venirte con excusas tan creíbles en el momento?”
“Pienso que te has sorprendido demasiado, no es la gran cosa,” se encogió de hombros. “Nuestros hermanos no necesitan saber sobre el intercambio ni la influencia sobre Midare, y la idea de que un estudiante de Rizembool que actúa en contra de su alma mater se vea en grandes aprietos es muy creíble. Es más, es por ese detalle que no puedo esperar que Rizembool recompense los daños que Midare ha sufrido. Nuestro hermano no puede meterse en otras futuras peleas. Mi rol en esta universidad le mantendrá seguro siempre y cuando sólo se limite en entrenar a la HiME que él intenta ayudar y no pelee de su lado.”
“Tiene sentido…” dio un pesado suspiro. “Pareces ser bueno con las mentiras.”
“No creo serlo, aunque sí soy el inteligente entre los dos, Atsu. Tú mismo lo reconociste.”
“…” le miró con reproche y su celular volvió a sonar. “Eh, es Gotou de nuevo.”
“Creo que ya podemos darles la bienvenida,” asintió. “Contéstale.”




Al contestar la llamada, se enteraron que Gotou se encontraba en camino y le acababa de avisar a Ichigo quien estaba en la universidad terminando su última clase del día. Los hermanos se encontraron en el hospital en poco tiempo, donde los mellizos les pusieron al tanto de lo ocurrido tal y como acordaron.

Las noticias sobre Midare no fallaron en sorprender, aunque la prioridad fue Akita ni bien se tocó el tema de su estado de salud. Todos acudieron a la habitación del pequeño pelirrosa. Este ya se encontraba consciente y comiendo una gelatina cuando los demás llegaron. El hermanito se alegró de sobremanera y lloró de felicidad al ver al primogénito, quien se sentó al filo de su cama para abrazarle y tranquilizarle.

Los mayores se quedaron hablando con el pequeño y dándole muchos ánimos durante un buen rato, hasta que Yagen, Atsushi y Gotou se excusaron para ir a visitar al inconsciente Midare en su habitación.

“Ichi-nii… yo también quiero ver a Midare-niisan…” dijo Akita, mientras era abrazado por su hermano. Bajó su mirada, preocupado. “Yo… creo que yo le vi. Midare-niisan tenía mucho miedo… no podía alcanzarle.”
“Akita…” Ichigo le miró atentamente. “¿Cómo así dices que lo viste?”
“Era en una pantalla… o no sé… he estado perdido estos días… no, sí debo haberle visto,” asintió convencido. “¿Midare-niisan se encuentra bien? ¿Cómo está?”
“Tus hermanos me dijeron que también necesita reposar y que está un poco asustado por lo que tuvo que pasar. Pero no te preocupes,” le aseguró el peliceleste, con una sonrisa dulce. “Todos nosotros estamos aquí por ustedes. Por ahora hay que dejarle descansar y luego podremos hablar con él. Tenemos muchas cosas que decirle, ¿no es así?”
“…” asintió. “Quiero contarle sobre el viaje que tuvimos al bosque, que prendimos lámparas en su nombre. Quiero conocerle, escuchar sobre su vida y las cosas que ha vivido, y aprender de él.”
“Todos queremos lo mismo, y se hará realidad pronto,” le aseguró. “Sólo nos toca ser un poco más pacientes. Nuestros hermanos ya nos han dicho que hablarán con Midare y le introducirán a todos nosotros ni bien se recupere, así que por el momento no debemos mencionarle a los demás. Debe ser un poco sorpresivo encontrarse con tantos hermanos a la vez, pero confío en que no tardará en sentirse como en casa,” asintió, sonriendo suavemente. “Midare es nuestro hermano y un Toushirou más. No tardará en sentir el espíritu de unión que llevamos dentro.”
“Sí, entiendo…” asintió y se acurrucó más sobre el pecho del mayor. “Gracias por estar aquí, Ichi-nii. Me siento mucho más tranquilo ahora que has llegado.”
“No hay ningún otro lugar donde querría estar ahora que al costado de mi querido Akita. Soy muy dichoso por tenerte conmigo,” le aseguró, abrazándole con más fuerza. “Me quedaré en el hospital esta noche para acompañarte y asegurarme que en ningún momento te sientas solo.”
“…” Honebami revisó su celular al haber recibido un mensaje. “Es Namazuo. Dice que todos están en camino…”
“Me alegro por saberlo, gracias por la información, Honebami,” dijo Ichigo.
“Sin embargo, Akita se encuentra débil, debería dormirse pronto,” observó el peliblanco. “¿Es prudente que vengan ahora?”
“Por supuesto, todos hemos estado muy preocupados. Un corto saludo nos viene bien.”
“También quiero verlos,” Akita asintió. “Estoy bien, Honebami-niisan. Muchas gracias.”
“…” el peliblanco asintió.
“Ah, por cierto,” Ichigo miró al pelirrosa. “Hoy en la tarde me encontré con un par de tus amigos. Tetora-kun y Midori-kun fueron a buscarme a la universidad.”
“¿Eh? ¿En serio?” se sorprendió.
“Sí, ellos estuvieron buscándome por un buen rato, ni sabían por dónde empezar. Midori-kun parecía muy temeroso de estar aquí,” sonrió con torpeza. “Me apena haberles importunado, aunque a su vez les agradezco. Ellos querían verme para preguntarme si sabía algo sobre ti y me dejaron sus números. Les avisaré, así podrán visitarte muy pronto.”
“Hehe, me encantaría,” sonrió contento. “Y pensar que ellos han pensado en mí…”
“Tienes a mucha gente que te quiere y que se han preocupado por ti, y todos estamos felices de que hayas regresado. Eso refleja la gran persona que eres, querido hermano. Te mereces esta dedicación de parte de todos nosotros.”
“Muchas gracias por tus palabras, Ichi-nii…” volvió a acurrucarse en su pecho y cerró sus ojos. “Creo que tomaré una siesta mientras nuestros hermanos llegan.”
“Adelante, debes estar cansado,” Ichigo le acarició los cabellos y percibió a su pequeño quedarse dormido casi al instante.

Era una dicha indescriptible tenerle de regreso, pero sentía un gran peso en su corazón. Su querido hermano había sido lastimado sin motivos válidos, al igual que Midare. Le entristecía y perturbaba que dos de sus parientes, personas sin animosidad hacia nadie ni culpables de nada, hubieran sido blancos de tanta agresión. Sin embargo, tenía que enfocarse en cuidar de ellos y brindar apoyo y tranquilidad a todos en casa. Se informaría lo más posible de lo ocurrido para cumplir su rol de protector y guardián. No iba a dejar que ninguno de sus hermanos albergue sentimientos negativos ni fueran a ser partícipes de esa guerra, por ningún motivo.


“No sabes cómo me preocupaste, Atsushi. Hubieras podido enviarme un mensaje,” dijo Gotou, en pleno camino a la habitación de Midare. Él y Atsushi caminaban detrás de Yagen por un pasillo en uno de los pisos más altos del hospital.
“Sí, lo siento mucho, Gotou,” se lamentó. “Es que una y otra cosa ocurrieron en sucesión. Ni tuve tiempo de procesarlo.”
“Así que tuvieron que rescatar a Akita. Sabía que ustedes dos se meterían en algo peligroso. Al menos parece que están bien,” dio un suspiro. “Gracias por salvar a nuestros hermanos. Hubiera querido serles de apoyo.”
“Siempre andas ayudando a todos haciéndote cargo de los negocios familiares, ya haces mucho. Yo soy el guerrero, este es mi trabajo.”
“Pero eso no justificaría que no recibas ayuda si puedes recibirla. Recuerda que no estás solo.”
“Lo sé, me lo recordaste antes de que viniera a Rizembool,” asintió. “De no ser por ti tal vez no habría ubicado a Yagen y hubiera ocasionado otro problema.”
“Hm, ya veo que fue Gotou quien te dijo que me buscaras,” comentó Yagen, caminando y sin dirigirles la mirada. “Te agradezco por frenar la inercia de Atsu.”
“Tú también podrías contestar tu celular, Yagen,” observó el pelimarrón.
“Hmhm, suelo hacerlo, esta vez fue una excepción,” sonrió con ironía. “Aunque no habría forma de que lo supieras si tú nunca me llamas. Entiendo tu cerrada perspectiva.”
“U-ustedes…” Atsushi se alertó y frunció el ceño. “Ya, no se peleen. Shinano dice que ya andan en mejores términos, pero igual están peor de lo que pensé.”
“Ah, lo siento, Atsushi, es la costumbre,” Gotou dio un suspiro. “Y tampoco es el momento. ¿Dónde está la habitación de Midare?”
“Acabamos de llegar,” Yagen se detuvo en una puerta y la abrió. “Adelante, pasen.”

Los tres llegaron a una habitación amplia y equipada con tecnología de punta, aunque a su vez acogedora que contaba con una pequeña sala con un par de muebles, una mini cocina y una mesa baja que tenía revistas. Al costado de ese espacio de descanso había unas puertas de vidrio corredizas que llevaban a una pequeña terraza donde había una vista llamativa hacia el resto de la universidad. Midare se encontraba durmiendo en una cama. El rubio estaba vendado en varias partes y tenía su pie herido levantado con la prótesis para inmovilizarlo.

Sus hermanos le observaron en silencio. Por más que los mellizos ya lo habían visto, seguía siendo igual de increíble que la primera vez. Midare estaba de vuelta…

“No quiero ni imaginar en qué lío se habrá metido para estar tan lastimado…” comentó Gotou, apesadumbrado.
“Fuera de su ayuda a esa HiME, no encontré nada más que fuera preocupante en su historial,” observó Yagen, mirando hacia las puertas de vidrio. “Si podemos convencerle de no meterse en ninguna pelea, no creo que tengamos que preocuparnos.”
“Aunque tampoco le conocemos como para saber qué tiene en mente.”
“Eso es verdad…”
“Seguramente le reservaste esta habitación para que esté cómodo, pero tal vez sea un poco excesivo,” observó Atsushi. “El servicio médico es caro. ¿Cuánto nos costará todo esto?”
“No les costará nada. Rizembool me debe muchos favores,” Yagen sonrió profesionalmente. “He pedido una vigilancia estricta dentro del hospital para prevenir que Midare intente escaparse. Tenemos que asegurarnos que se recupere del todo antes de movilizarse.”
“Vigilancia…” Gotou le miró de reojo. “¿Es eso necesario?”
“Lo es. Midare se presentó muy reacio a pedir ayuda y venir con nosotros. Da la impresión que está muy impresionado por lo que ha vivido, hasta para negar el auxilio en su deplorable estado de salud. Es por eso que te pedimos a Ichi-nii y a ti que mantengamos su regreso en secreto,” dijo el doctor. “Bien, ya saben dónde se encuentra. Dejémosle descansar.”

Los tres volvieron al pasillo para retornar a la habitación de Akita ya que en poco tiempo se encontrarían con el resto de los hermanos.

“Ya nos lo prometiste, pero mantennos informados conforme descubran más detalles sobre lo sucedido, Yagen,” dijo Gotou. Él dio un suspiro. “Ver a Midare me ha tranquilizado. Esperaba que estuviera mucho peor.”
“¿En serio?” Atsushi frunció el ceño. “Sigue muy lastimado.”
“Lo está, pero ni bien me avisaste que Midare se había metido en problemas con Rizembool, temí lo peor, hasta que era un Rebel,” sintió escalofríos. “He escuchado muchos rumores de esta universidad. Creo que el hecho que hayan podido salvarle es bastante positivo.”
“Puedes decirlo,” Yagen sonrió un poco. “Aunque de haber sido un Rebel hubiera sido más fácil para mí encontrarle.”
“¿Y por qué lo sería? ¿Tienes algo que ver con los Rebels?” le miró extrañado. “Confío en que ninguno de nuestros hermanos sería capaz de algo semejante.”
“Heh, lo digo porque los Rebels son celebridades aquí y todos terminan reconociéndolos, no es por la apariencia lúgubre que te doy,” se encogió de hombros, entretenido. “Y pienso igual. Ninguno de nuestros hermanos se convertiría en un Rebel, Gotou. Él único cuestionable sigo siendo yo, como bien lo sabes.”
“Yagen…” Atsushi se cruzó de brazos y negó frustrado.
“Ya veo que has estado fastidiando a Atsushi. No eres un demonio, deja de decirlo.”
“¿Hm? Pero si tú me llamabas así,” sonrió con ironía. “Es un ocurrente apodo que uno de mis hermanitos me concedió. ¿No crees que debería honorarlo?”
“Tsk, y no me llames hermanito, Yagen. Compórtate,” le recriminó y le empujó del brazo. Gotou se quedó en blanco al ver a su hermano hacer una mueca de dolor y retraerse. “¿Eh? ¿Qué pasó? ¿Qué hice?”
“Ihh, verdad, estás herido, se me había olvidado,” Atsushi se asustó. “Perdón, Yagen, no debí haberte dejado detrás.”
“No es nada, sólo fue un rasguño,” el doctor miró su brazo indistinto.
“¿Eh? ¿Te lastimaron?” preguntó Gotou, en shock. “¿Cómo así?”
“Un arma blanca, no es importante…”
“¡Sí es importante!” insistió impaciente y bajó su mirada. “Perdón, no lo sabía…”
“…” Yagen parpadeó con leve sorpresa y sonrió tranquilamente. “Descuida, supongo me lo merezco por fastidiarte. Te aseguro que estoy bien. Más bien te pido que no se lo digas a los demás. No quiero que se preocupen.”
“Ustedes dos…” Gotou les miró frustrado. “Si nos han dicho que Midare no está receptivo y prefieren que los demás no sepan sobre él, asumo que es porque realmente tiene una mala impresión de nosotros. Entiendo que los dos se sientan con una obligación especial con él luego de lo sucedido, pero me pregunto si está bien que les dejemos a cargo de esto. Es precisamente por el pasado que temo que sea un trabajo difícil para ambos…”
“Lo va a ser, pero estoy cometido a apoyarle y hacerle entender que puede confiar en nosotros,” le aseguró Atsushi. Cerró sus ojos y llevó un puño al pecho. “Este es el momento en que puedo reparar lo que ocurrió hace trece años y es algo que nos corresponde a Yagen y a mí antes que a ustedes.”
“No, eso es justo lo que no quiero que digas, Atsushi,” recalcó el pelimarrón, con sus manos en las caderas. “Tú no tienes una mayor responsabilidad que el resto de nosotros. Si lidias con esto con la actitud incorrecta sólo te lastimarás.”
“No puedo evitar sentirme así, Gotou, pero no te preocupes,” Atsushi negó y sonrió decidido. “Hoy me hiciste recordar que no estoy solo, que puedo contar con ustedes, y tú e Ichi-nii saben sobre este tema. Si fuéramos a necesitar apoyo, les contactaremos.”
“…” le observó con incomodidad y dio un suspiro. “Eres más necio que yo así que dejaré de insistir, pero sí. Tal y como tú quieres velar por Midare, nosotros queremos velar por ti. Nunca lo olvides,” Gotou asintió y le extendió una mano. Sonrió un poco. “Lo dejo en tus manos.”
“¡Sí, descuida!” le dio un apretón de manos, marcando el trato.
“…” Yagen sonrió para sí y caminó hacia el ascensor. “Regresemos. Los demás deben llegar en cualquier momento.”

De aquel modo, inició la fase de recuperación de los hermanos desaparecidos, una que tendría unas complicaciones adicionales.


Cho

Vengo con otro fic, avanzando el mini arc~

88.1.


La somnolencia comenzó a ceder y Midare despertó de su letargo. El rubio parpadeó desorientado y entrecerró sus ojos al recibir la luz del día que ingresaba por las puertas de vidrio corredizas de su habitación. Vio que estaba recostado sobre una cama de hospital, con sus brazos vendados y su pie lastimado cubierto con una especie de yeso, aunque este parecía de un plástico grueso relleno de una tela aislante. Su cuerpo estaba sumamente débil y entumecido, aunque se sentía cómodo. El descanso le había sido muy necesario…

Entonces, antes de poder procesar su situación, la puerta se abrió y observó a una enfermera. Ella misma, quien había llegado para revisar los aparatos, se sorprendió y alegró al verle despierto.

“¡Ah, finalmente ha despertado!” exclamó con mucho gusto.
“Yo… ¿dónde estoy…?” preguntó débilmente.
“Se encuentra en el hospital de Rizembool. Descuide, usted está bien de salud. Sólo se quedará internado para recuperarse del todo unos días más,” le aseguró mientras se acercaba a su sitio y observaba los instrumentos de la sala. “Ahora que se encuentra consciente ya no necesitaremos monitorear su pulso. Ya es casi la hora del almuerzo, así que le traeremos una merienda nutritiva. No nos tomará mucho tiempo.”
“Ehh, s-sí, gracias…” dijo perdidamente.
“Ah, se van a alegrar. Tus hermanos han estado preocupados por ti,” dijo la enfermera, con la mejor de sus sonrisas. “Espere, iré a avisarles para que vengan enseguida.”
“¿Mis her…?” entonces, todo lo vivido esos últimos días le cayó como un balde de agua fría. Sintió un gran temor y se puso a temblar. “¡N-no, espere!”

Sin embargo, la enfermera ya se había ido. Midare se agarró la cabeza con ambas manos y miró nuevamente a su habitación. Aquel espacioso y placentero cuarto de reposo acababa de convertirse en una cárcel. Con su pie levantado por una banda conectada al techo tampoco tenía movilidad. Antes de siquiera ver cómo librarse, la puerta se abrió. Esta vez no se trató de la simpática enfermera, más bien vio a ese par de hermanos con los que se había encontrado antes de quedar inconsciente.

“Midare, ¿estás bien?” preguntó Atsushi, quien se acercaba. Sin embargo, él se detuvo con Yagen al pie de la cama por cómo el rubio se afligió y tensó al reconocerles.
“¿Q-qué hacen ustedes aquí? ¿Qué quieren de mí?” preguntó con sus brazos pegados a su pecho. Midare miró al doctor y frunció el ceño. “E-eres tú el que me dejó inconsciente, ¿no es así? Sí recuerdo que me agrediste.”
“No tuve opción. Necesitabas atención médica,” dijo tranquilamente. “Tú no hacías más que lastimarte y no estabas dispuesto a oír razones. En fin, como debes haber oído de la enfermera, te encuentras en recuperación y permanecerás internado aquí unos días más.”
“…” entrecerró sus ojos. Ese chico se expresaba con una frialdad que le delataba. “No sé lo que pretenden, pero no me creeré el cuento de que quieren que me recupere. ¡Si se sienten con el derecho de agredirme y llevarme en contra de mi voluntad sé que no puedo esperar nada de ustedes ni de sus hermanos!”
“E-espera, eso no es verdad,” Atsushi dio un paso adelante, preocupado.
“¡No te acerques!”
“¡Tú también eres nuestro hermano, Midare! ¡Por supuesto que nos preocupamos por ti!”
“¡No, yo no tengo hermanos! ¡Nunca reconoceré a una familia que me abandonó!”
“¡N-no digas eso!”
“Párenla, ustedes dos…” Yagen dio un suspiro. “Estamos en un hospital. Esta habitación tiene una buen aislamiento de sonido, pero igual, no es para que se comporten así. No quisiera que nuestro paciente se aflija cuando tendría que recuperar su salud.”
“…” Midare le miró con desconfianza. Ese doctor le observó, inmutado.
“Estás convencido que nuestras intenciones contigo son perversas. Dime, ¿qué te ha llevado a vernos de esa manera?”
“…” comprimió sus puños y miró a sus sábanas. “¿Por qué me lo preguntas? ¿Quieres engañarme? Esa Princess me enseñó la verdad. Me mostró a ustedes vivir felices, completamente olvidándose de mí. Me informó que yo les soy un estorbo, que ni debí haber vivido mi abandono y ahora que me han encontrado piensan borrarme del mapa,” sus ojos temblaron de rabia e impotencia. “Me enferma pensar que vengo de una familia como ustedes que eliminan a los que no quieren… ¡por eso no creeré en lo que me digan!”
“¿Qué dices…?” preguntó Atsushi, en shock.
“¿Por qué crees en las palabras de esa Princess?” continuó Yagen.
“¿Eh?”
“Estamos hablando de la persona que te secuestró después de una batalla en tu momento más débil e indefenso y te mantuvo captivo y en condiciones deplorables. ¿Qué clase de credibilidad tiene esa persona?”
“Tch, eso te lo puedo preguntar a ti,” contestó Midare, molesto. “Ella fue contratada por ustedes. ¿Por qué le dijeron que me diera un trato así?”
“Si ella trabaja para nosotros, ¿por qué te envenenaría en nuestra contra? ¿Acaso eso no haría nuestro supuesto trabajo de eliminarte más difícil?”
“¿Qué estás diciendo?” se estremeció de cólera.
“¡Ahora tú párala, Yagen!” reclamó Atsushi. “¡Aquí no somos los malos! ¡No intentes convencer a Midare de nada tomando ese rol! ¡Midare, tú sí nos importas, te decimos la verdad!” le suplicó. “¡Esa Princess te raptó y nosotros no nos detuvimos hasta llegar para salvarte! ¡Es ella quien quiso lastimarte, no nosotros! ¡Nunca lo haríamos!”
“¡Eso no es verdad!” exclamó. “¡Aun si esa chica no trabajaba para ustedes no cambia el hecho que no les importo! No confío en ustedes, no les conozco, ustedes pueden atentar contra mi bienestar y me niego a oír sus palabras. ¿Por qué tendría que hacerlo?”
“¿Entonces por qué nos molestaríamos internándote aquí en primer lugar?”
“No lo sé, no lo sé, no quiero hablar con ustedes,” dijo desesperado y negando repetidamente. “No les oiré, sé que me están mintiendo.”
“Midare… tú…” musitó Atsushi, desconcertado por su estado de negación e histeria. “Vamos, tenemos que hablar. Nosotros…”
“Pienso que ha sido suficiente, Atsu,” Yagen negó.
“¿Eh? Pero…”
“Tú piensas ser un doctor como yo, así que hay algo que tienes que entender,” le miró comprensivamente. “Tus estudios y experiencia te llevarán sólo hasta cierto punto al momento de tratar a tus pacientes. Hay muchos otros factores que considerar con respecto a la salud de las personas, y en el caso de la salud mental, el tiempo es uno de los más importantes.”
“El tiempo…”
“Ni la lógica ni la empatía ha servido. Midare no nos escuchará y no podemos esperar que lo haga. No te olvides que él es un paciente en este hospital y sus heridas físicas necesitarán días para sanarse. Su estado mental y emocional es igual. Deja que él mismo llegue a sus propias conclusiones. No hay por qué tratar de apurarlo.”
“…”
“…” Midare le miraba con desconfianza y leve temor. A diferencia del otro, el doctor no tenía ningún sentimiento palpable. Casi parecía omnipotente y peligroso… “No sé qué esperan de mí, pero mi parecer no va a cambiar. Yo no soy hermano de ustedes.”
“La verdad es que sí lo eres, Midare, dejemos eso en claro,” observó Yagen, inmutado, dirigiéndosele de frente. “A diferencia de la Princess, no está en mi interés influenciarte o convencerte de nada. Dejarte formar tus propias opiniones y seguir tu propia voluntad es lo que considero lo más digno para ti. Por otro lado, déjame presentarte la verdad. Tú eres nuestro hermano que desapareció hace trece años. Fue un trágico accidente que nuestra familia ha lamentado todos estos años y hemos esperado el milagro de volverte a ver, por más improbable que ello pudo haber sido…”
“Mientes. Ustedes…”
“No te terminado,” espetó con frialdad.
“…”
“Junko Enoshima te capturó para contactarse con nosotros y negociar tu rescate, antes de que nosotros pudiéramos ubicarte. Ella es quien te lastimó y quien te ha convencido sobre una realidad fabricada. Nosotros sí nos preocupamos por ti, y nos gustaría poder reconectar contigo y recuperar el tiempo perdido, además de estar ahí para apoyarte con lo que necesites una vez puedas salir de alta del hospital. Eso es todo,” Yagen asintió. “Eres libre de interpretar mis palabras a tu discreción, pero he sido sincero. Ahora es tu turno de que pienses en todo lo que nosotros y ella te hemos presentado y tomes un parecer. Tienes todavía varios días antes de que puedas ser libre de salir.”
“…” Midare desvió su mirada.
“La enfermera vendrá pronto con tu almuerzo. Asegúrate de comer bien y descansar lo suficiente. Con permiso.”
“Yagen…” Atsushi se extrañó. “¿Te vas?”
“Nos vamos,” corrigió. “Midare necesita respirar.”
“…” miró al rubio, quien seguía mirando hacia las puertas de vidrio obstinadamente, sin intenciones de hablarles. Ello le frustró y entristeció. No tenía de otra.



“¿Sucede algo, Midare-san?” preguntó la enfermera, un poco después, ni bien regresó con una bandeja de comida. La trabajadora estaba confundida al ver al chico mirar la comida con tristeza y desconfianza. “¿No quisieras comer?”
“No tengo hambre…” dijo cabizbajo.
“¿Podría traerte algo más? ¿O quizás preferirías comer más tarde?”
“…no quiero comer nada, perdón…”
“…” la enfermera le miró preocupada. “Puedes no sentirte muy bien, pero te haría bien comer para que puedas mejorarte. Te dejaré la comida. Vuelvo enseguida.”



“¿No debiste haber sido más empático con Midare?” preguntó Atsushi al doctor, mientras ellos caminaban por el pasillo principal de uno de los pisos inferiores. “Ayer mencionaste que tiendes a apartar a otros y si tienes esa actitud impersonal sin duda lo harías.”
“No es el momento para ser más cercanos a él. Tú lo intentaste, Atsu, y sólo causaste que él se sintiera agredido y te rechazara,” observó Yagen, inmutado. “Mi deber ahora es ser la voz de la razón y lo más neutral posible, lo cual por nuestro parentesco sigue siendo difícil. Es la única forma en la cual él podría escucharme y entender la verdad.”
“Pero si está así de obstinado con nosotros, lo que le dijiste no va a ser suficiente.”
“Sin duda no lo va a ser, pero es un inicio. Hay que lidiar con esto por partes. Tenemos que dejar que él acepte su presente realidad antes de seguir con nuestros intentos.”
“…” bajó su mirada. “Me resulta incómodo que lo veas como si fuera un plan de acción.”
“¿Por qué?” le cuestionó con intriga. “Sólo porque lo hago no quiere decir que no me importa su bienestar, más bien es lo contrario. Una estrategia no tiene por qué tildar a alguien como egoísta o maquiavélico. Todos necesitamos un método de actuar ante cada situación, incluyendo a los aspectos más irracionales de nuestras vidas. Esperaría que por tu entrenamiento lo supieras.”
“Pero…”
“Ya no te frustres y no oigas lo que él dijo. Nosotros no le abandonamos y estamos cometidos a hacer lo que tengamos que hacer por su bienestar. Tú seguirás al pendiente de él. Ya te asignaron un cuarto de visitas para que estés aquí por nuestro hermano.”
“¿Qué se supone que debería hacer por él si no he hecho más que ahuyentarle?”
“Tú vas a trasmitirle lo que yo le acabo de decir, Atsu,” le aseguró, sonriéndole. “Las acciones valen más que las palabras y les dan sentido verdadero. Te pediré que no le insistas y no trates de contradecir su parecer. Enfócate en velar por él. Ello valdrá más que todo lo que podríamos decirle a estas alturas,” miró hacia el camino que les esperaba. “Tarde o temprano, Midare comenzará a abrirse y a recibirnos, y será ahí que podrás conectarte con él y hacer que te escuche. Sólo tienes que ser paciente.”
“…sí, entiendo…” desvió su mirada, con reserva. “Me ayudaría si pudieras estar presente.”
“No podré hacerlo mucho, lastimosamente, pero sí me aseguraré de pasar de vez en cuando,” dio un suspiro. “Tengo que regresar a mis deberes, pero antes vayamos a visitar a Akita. Imagino que nuestros hermanos estarán haciéndole compañía.”



Llegaron a su destino y se toparon con Akita quien recibía la visita de Namazuo, Gokotai y Houchou. Los cuatro hablaban amenamente por alguna ocurrencia del hermano mayor, aunque ellos de inmediato pasaron a saludar a los recién llegados.

“¡Hermanitos~!” exclamó Namazuo, poniéndose de pie y abriendo sus brazos. “¡Denme un abrazo!”
“…” ambos le miraron con frustración e impaciencia, e irradiaron un aura de peligro.
“Aw, vamos, sólo quiero engreírles…”
“Ehh, buenas tardes, Yagen-niisan, Atsushi-niisan,” dijo Gokotai, haciendo una reverencia. “Qué bueno que nos encontramos…”
“¡Hermanos!” exclamó Akita, muy contento de verles. “Hehe, estoy feliz que también nos encontremos, aunque Yagen-niisan y Atsushi-niisan han estado viniendo con frecuencia, así que esperaba a que llegaran.”
“Te ves mucho mejor, Akita,” dijo Atsushi, sonriendo con energías y acercándose al hermanito para revolverle los cabellos. “Me alegra que andes ya con un rostro más despejado.”
“Todos ustedes me han hecho sentir mucho mejor, muchas gracias,” afirmó el pequeño.
“También has seguido todas las instrucciones de las enfermeras. Ellas están maravilladas contigo, Akita,” observó Yagen, sonriéndole. Sí se veía mucho mejor y descansado. Sus diversos moretones se borraban con rapidez después de la aplicación de un ungüento especial y una buena nutrición, aunque seguía bajo cuidados y observación en lo que recobraba sus energías y salud.
“Ellas han sido muy buenas conmigo, no podría pedir más,” afirmó contento. “También he recibido muchas visitas. Shinano vino con sus amigos idols en la mañana y Honebami pasó por aquí poco después. Ichi-nii dice que vendrá con Hakata luego del atardecer.”
“Por supuesto que te visitaríamos. Gokotai y yo venimos de frente de la secundaria y te acompañaremos un buen rato,” le aseguró Houchou. “Y eso que tuvimos que soportar la manera alocada de conducir de Namazuo-niisan.”
“Oye, intenté ser más cuidadoso de lo usual,” el hermano mayor hizo un puchero. “Perdonen si les asusto, no es mi intención.”
“Ehh, sí fuiste cuidadoso esta tarde, Namazuo-niisan, en verdad,” dijo Gokotai, preocupado y agitando sus palmas. “Más bien muchas gracias. Siempre nos sentimos seguros cuando estamos acompañados por ti.”
“¡Aw, siempre eres tan dulce, mi Gokotai!” de inmediato le abrazó. “¡Y yo me siento mil veces más feliz en compañía de ustedes!”
“Yagen-niisan, ¿cuánto tiempo más tengo que quedarme aquí?” preguntó Akita, con curiosidad.
“No puedo darte una fecha en particular, pero es posible que te den de alta el lunes, sólo para asegurarnos que te sientas completamente bien,” dijo el hermano doctor, tranquilamente. “Ya te encuentras mucho mejor de un día para otro, aunque sigues necesitando reposo y monitoreo, pero todo está en orden. No te angusties, verás que estos días pasarán con rapidez.”
“Sí, en verdad en ningún momento me he sentido solo. Ichi-nii tuvo razón al decirlo.”
“Nunca permitiríamos que te sintieras solo,” Houchou se sentó a su costado en su cama. “¿Pero estás durmiendo bien?” bajó su mirada, incómodo. “No quiero mencionarlo, pero tal vez estés pensando en lo que pasaste o te regrese a la mente… o tengas pesadillas…”
“Todavía me da miedo, y sí regresan cosas y pasajes, muchos borrosos o que no entiendo…” meditó con tristeza y llevó una mano a su pecho. “Siento algo aquí inquieto, creo que tengo una mínima angustia que no quiere irse, que me hace sensible y nervioso, pero con mis ustedes de mi lado todo eso pasa. Siento que puedo afrontarlo,” asintió y sonrió con los ojos cerrados. “Me siento en casa, renovado, con unas fuerzas y valentía para afrontarlo. Me siento feliz gracias a todos mis hermanos y mis seres queridos…”
“Akita…” Houchou le miró con ojos llorosos. “Lo siento…”
“¿Houchou?” ladeó su cabeza. “¿Por qué te disculpas?”
“Perdón… perdón por mencionarlo, perdón por no haberte dicho sobre el festival… perdón por no haber ido contigo ese día…” el pequeño se puso a llorar. “No entiendo cómo puedes ser tan valiente… yo todavía tengo tanto miedo, pero no he pasado por lo que tú has pasado… ihh, ni debería estar llorando ahora, lo siento, p-pero…”
“Yo también tengo mucho miedo, pero no hay por qué tener miedo ahora, no mientras todos estemos juntos. Ya no llores Houchou, estoy bien, en serio…” le agarró de un hombro.
“Pero…” su hermanito alzó su mirada y notó a Akita sonreír, aunque tenía lágrimas en los ojos.
“Gracias por estar aquí por mí, por acompañarme y decirme cómo te sientes,” sonrió ampliamente, lo cual hizo que un par de lágrimas se derramen. “Me entiendes, me dejas saber que no soy el único con miedo. Muchas gracias.”
“¡Uhhh, Akita!” Houchou le abrazó con fuerza y soltó un llanto mientras el pelirrosa le devolvía el abrazo y también lloraba un poco, pudiendo desahogar la inquietud que llevaba dentro.

Los demás les observaron atentamente. Gokotai lloró en silencio y trató de sacar sus lágrimas casi obsesivamente para no sucumbir a la tristeza, aunque empezaba a fallar por verse inundado de más y más lágrimas cada vez. Al final Namazuo se percató y le abrazó de costado mientras le susurraba que estaba bien que se sintiera así. Yagen observó al par de hermanitos con leve pena, pero a su vez sonreía satisfecho. No era saludable que ellos intentaran ignorar los sentimientos negativos. Tenían que darse una catarsis y sacarlos a flote, lo cual felizmente hacían.

Por su parte, Atsushi les miró con tristeza y un poco de sorpresa. Le indignaba que sus queridos hermanos menores hubieran sido lastimados por aquella innombrable Princess y le frustraba que no era capaz de hacer nada para reclamar justicia, pero a su vez notaba que ni esas malas experiencias les habían quitado el espíritu noble y de hermandad que poseían. Los dos pequeños tenían a toda su familia presente y seguirían adelante gracias a esa unión, una que el propio Atsushi había sentido distante alrededor de una década.

“Perdón…” luego de soltar su llanto, Houchou se soltó de Akita e hizo un puchero. “Se supone que debería venir aquí a animarte y a apoyarte. Siempre eres tú el que me apoya.”
“Estoy bien y me alivia oírte, ya te lo dije,” le aseguró amenamente. “Creo que esto nos ha venido bien. Ehh,” entonces se dirigió a los demás y sonrió incómodo. “Perdonen, no tenían que vernos así…”
“¡No, no, está muy bien!” le aseguró Namazuo con energías y una amplia sonrisa. Él levantó un pulgar. “Lo que necesitamos es que ustedes se expresen y estamos aquí para apoyarnos y entendernos mutuamente. ¡No se ahorren nada conmigo! ¡Soy su hermano dedicado y ocurrente y muy trabajador para ustedes!” corrió donde los dos y revolvió sus cabellos con ambas manos. “Y ustedes unos hermosos petizos a los cuales sólo quiero engreír~”
“G-gracias, Namazuo-niisan, pero arruinas mi peinado…” dijo Houchou, frunciendo el ceño.
“Eh, ya es suficiente, Namazuo, no te pases,” objetó Atsushi, alzando una ceja.
“Ehm, Akita, ¿de casualidad tienes hambre o sed?” preguntó Gokotai.
“Creo que estoy bien,” el pelirrosa ladeó su cabeza. “¿Por qué?”
“Oh, ehh, no es nada…” el peliblanco se retrajo y bajó su mirada. “Es verdad que tal vez comer cualquier cosa te caiga mal, perdón… pero llevamos hablando bastante tiempo. Ehm, podría ir a comprarte algo si deseas…”
“Muchas gracias, Gokotai, pero las enfermeras deben estar por venir para traerme una merienda. Debe ser muy pronto.”
“Uhh, pero va a ser comida aburrida de hospital,” se quejó Houchou con desagrado. “Estoy de acuerdo con Gokotai. Podríamos traerte algo rico de afuera. ¡Ah, o mejor aún! ¡Voy a prepararte galletas caseras así que cuando venga mañana te las daré!”
“Se aprecia mucho el sentimiento, Houchou, pero Akita no puede descuidar la dieta balanceada de su tratamiento por los próximos días,” observó Yagen, con paciencia. “Preferiría que esperes a que él salga de alta.”
“Aw, qué frustrante…” el pequeño se cruzó de brazos.
“…” el doctor sonrió comprensivamente. “Podrían organizarle una fiesta de bienvenida.”
“¡Oh sí, es una excelente idea!” exclamó Namazuo.
“Ehehe, nuestros hermanos se animarían mucho también,” Gokotai asintió.
“¿Una fiesta para mí?” Akita se confundió. “Ehh gracias, pero no es necesario…”
“No hay mejor motivo que celebrar tu salud, Akita,” le aseguró Atsushi. “Mi bienvenida a casa no fue lo mismo sin ti, así que me gustaría mucho que finalmente todos estemos presentes.”
“Entonces me encargaré de preparar muchos dulces y ordenaremos un montón de comida,” declaró Houchou, decidido. “¡Lo celebraremos a lo grande!”

Esa reunión duró un poco más y todos acompañaron a Akita hasta que terminó con su merienda, para dejarle descansar antes de la visita del primogénito ya caída la noche.


Las horas pasaron y Midare había tenido una cena antes de ser dejado solo en su habitación para conciliar el sueño. Era casi la medianoche y el chico yacía echado en su cama en medio de la oscuridad sin poder dormir aún. Se sentía muy inquieto.

Él había querido no comer y negarse a cualquier pedido a manera de protesta, pero la enfermera le hizo la observación que si no comía no sanaría y no serían capaces de quitarle el suero, por lo cual comprendió que al menos le venía bien seguir con su recuperación si es que quería encontrar una manera de escapar de ese lugar. Al terminar la cena y luego de una inspección, finalmente había sido librado del suero, pero su pie continuaba vestido de esa prótesis que debía mantenerse elevada durante esa noche. Ello le dificultaba la labor que tenía de dormir.

Sin embargo, Midare no tenía planes de hacerlo. Por ya no estar conectado al suero y al tratarse de altas horas de la noche, tenía la intención de salir de la habitación para encontrar alguna forma de escapar del hospital y buscar a Tsubasa y Yamanbagiri, quienes seguramente estarían muy preocupados por él. El chico tampoco se sentía cómodo o seguro en su presente situación. Ya había tenido a uno de sus supuestos hermanos visitarle más de una vez para preguntarle si se sentía bien o si necesitaba algo, visitas que duraron poco por su decisión a ignorarle y rechazarle. Estaba siendo observado y mantenido ahí en contra de su voluntad.

Levantó su pie inmovilizado y se libró de la banda. Sólo apoyarlo en el piso le hizo sentir dolor. Podría caminar con lentitud, pero sería muy torpe, aunque no iba a dar marcha atrás. Al menos a diferencia de un yeso, no era pesado, pero tampoco parecía fácil de quitar o romper. Había sido despojado de su arma y su celular, así que no tenía medios para contactar a nadie.

De todos modos, se levantó y caminó con cuidado para acostumbrarse a la prótesis hasta la puerta, desde donde espió el pasillo. Este estaba casi completamente oscuro salvo por una luz auxiliar hacia los extremos y no oía ni veía movimiento. Esperaría un poco para asegurarse…

Mientras tanto, Atsushi estaba sentado en un sillón de una pequeña sala al costado de los ascensores. Él había sido dado una habitación de huéspedes en el mismo piso que Midare, una que por la clase de habitaciones espaciosas estaba destinada a personas de alta categoría y tenía todo tipo de lujos y comodidades. Sin embargo, el pelinegro era ajeno a ese tipo de privilegios y más bien se sentía casi culpable de ocupar una habitación así. Por encima de todo, su preocupación por Midare no le permitía dormir y tuvo que salir de esa habitación para sentarse en un lugar más abierto a manera de despejar sus pensamientos. La quietud de ese piso vacío le servía, aunque también le ensimismaba más.

Recordó la conversación que Akita y Houchou tuvieron en la tarde, en la cual el pelirrosa había aceptado los lamentos de su hermano ya que ambos se sentían igual, y los dos pudieron encontrar consuelo por compartirlo. Había sido un momento de entendimiento tan esperado de su familia y algo que no le causaba extrañeza, pero a su vez, se sentía incapaz de replicarlo. Midare no había hecho más que rechazarle en todos sus intentos.

“¿Qué debería hacer…?” musitó para sí mismo, cabizbajo, con sus brazos apoyados en sus piernas. Su posición delataba el cansancio mental que sufría. “…conectar con Midare, hacerle sentir que es comprendido… ¿cómo puedo hacerlo…?”

Se quedó quieto en plena frustración sin poder venirse con una solución. Velar por él había resultado muy difícil, por más que lo había anticipado. No sabía si eso de dejar el tiempo pasar realmente funcionaría.

Entonces, él fue alertado al oír unos pasos subir por las escaleras. A su vez, oyó que el ascensor se abrió y observó a varios guardias, quienes avanzaron con rapidez y fueron hacia el pasillo principal. Atsushi se alarmó y se levantó de resorte. ¿Algún intruso? ¿Alguna emergencia? Pensó en quizás auxiliar cuando entonces oyó el grito de Midare.

“Tch…” su sangre se heló y corrió detrás de ellos. No tardó en llegar y ver que un par de guardias agarraban al rubio de los brazos para impedirle que siga avanzando.
“¡Suéltenme!” exclamó asustado y agitándose.
“Tiene que mantenerse tranquilo, por favor,” dijo uno de los guardias. Él y su compañero trataban de restringirle con delicadeza, aunque la histeria del chico hacía su trabajo difícil. “No estamos aquí para lastimarle. Sólo tiene que regresar a su habitación.”
“¡No! ¡No quiero! ¡Yo ya no puedo estar aquí!” suplicó tratando de librarse en vano.
“¡Midare-san!” la enfermera de turno se le acercó. “Está bien. Los guardias aquí sólo se aseguran que los pacientes no salgan lastimados. Todos tratamos de velar por usted. Tiene que descansar. Su tobillo sigue lastimado.”
“No, por favor, quiero irme,” suplicó el chico, con los ojos llorosos y muy estresado. Pediría un teléfono, pero todos sus contactos los tenía en su celular extraviado y no los sabía de memoria. A su vez, dudaba que ellos fueran a proveerle de uno.
“Venga, le llevaré de regreso, yo le ayudo a caminar.”
“¡Dije que no! ¡No me toquen!”
“¡O-oigan!” exclamó Atsushi, incómodo. “¡No le restrinjan, sólo lo están asustando!”
“Tú…” Midare le miró con odio. “¡¿Tú estás detrás de esto?!”
“¿Qué estás diciendo? ¡No, no he sido yo! ¡No trates de culparme por todo!”
“Midare-san, le he dicho que es una vigilancia realizada a todos los pacientes,” le recordó la enfermera, con delicadeza y preocupación. “Por favor tranquilícese. Aquí nadie le antagoniza.”
“…” miró a la enfermera con frustración y reserva. Las trabajadoras no habían sido más que amables y pacientes y no parecía que mentía, pero no podía dejar de tener ese recelo.
“Cobardes, les he dicho que le suelten,” dijo Atsushi, afilando sus ojos e invocando un aura intimidante. “¡Háganlo ya!”

Su pedido causó gran impresión en los guardias, quienes intercambiaron miradas y acataron sus órdenes, aunque sin dejar de rodear al casi fugitivo.

“Midare,” continuó el hermano mayor, ahora con un semblante preocupado e impaciente. “¿Qué intentas hacer? ¿Tratabas de escapar de este hospital? ¿En serio?”
“…” el chico le miró intimidado y bajó su mirada. “¿Qué te importa? ¿Por qué tienes que meterte en mi camino? Yo no quiero estar aquí.”
“Sí me importa. Estás herido. Todos aquí venimos a detenerte justamente porque te vas a lastimar más si intentas irte por tu cuenta. Tienes que descansar. Es muy pronto para que salgas de alta. No creas que nosotros dejaremos que te vayas.”
“…” volvió a mirarle en aprietos. Sí, no había forma que fuera a escaparse con todos los guardias rodeándole, pero seguía sintiendo rabia por su impotencia y por el hecho que sus captores le tenían bajo su merced. “No, yo… ya no puedo, ya no puedo estar aquí, me volveré loco… no dejaré que digas lo que tengo que hacer. No tengo por qué oírte.”
“¡Mírate a ti mismo!” exclamó exasperado. “¡Apenas puedes caminar, tienes una pierna inhabilitada y sigues débil! ¡Es ya la medianoche y nos encontramos en Rizembool de todos los lugares! ¡Si sales como estás ahora quién demonios sabe lo que podría ocurrirte!”
“P-pero…” se asustó ante la mención.
“Y maldición, estoy muy preocupado por ti, ¿cómo puedo hacerte entenderlo?” se quejó dándose un facepalm, aunque tuvo que recobrarse de inmediato para no mostrar debilidad. Comprimió sus puños. “Tch, nunca te pediré que hagas algo por mí, pero al menos te debes a ti mismo cuidarte, y estoy seguro que toda la gente que vela por tu bienestar no querría que te expongas a tal peligro. No seas injusto con ellos como para descuidarte de esta manera.”
“…” se apenó. Ese chico tenía razón. Si algo le pasaba sólo le iría a causar más preocupaciones a Tsubasa y no estaba en condiciones de hacer nada por nadie.
“Midare…” Atsushi desistió en su fastidio y se afligió al verle vulnerable. Tuvo el reflejo de acercarse a él, pero el rubio retrocedió y se retrajo con un rostro infestado con miedo. Eso le hizo recordar su presente realidad, en la cual su hermano le temía y odiaba.
“Midare-san…” al ver al joven más tranquilo, la enfermera volvió a acercarse. “Debe descansar. Todo estará bien, se lo prometo.”
“…” Midare agachó su cabeza y asintió mínimamente, para ser llevado de regreso a su habitación. De aquel modo, uno de los guardias se quedó para asistir a la enfermera y los demás evacuaron el piso.

Luego de ese desenlace, Atsushi bajó su mirada frustrado y agobiado, y supo que lo mejor que podía hacer era tratar de desconectarse y conciliar el sueño.




Después de aquella ajetreada noche, llegó la siguiente mañana. Midare fue nuevamente visitada por ambos hermanos.

“Así que intentaste escapar,” observó Yagen, con firmeza e inmutabilidad.
“…” el rubio le observaba inconforme aunque inquieto.
“Por tu actitud no resultó del todo sorprendente, pero te ruego que sigas las instrucciones de las enfermeras al pie de la letra o de lo contrario tu recuperación se prolongará. Podrías hasta lastimarte el tobillo más y causar una complicación.”
“…”
“Ehh, ¿qué tal dormiste anoche?” preguntó Atsushi, rápidamente, en un intento de romper la tensión. Desvió su mirada, incómodo. “Pues… fuera del susto que debes haberte pegado, espero que hayas podido descansar.”
“No tienes que esforzarte…” dijo el rubio resentido y haciendo un puchero. “Me tienen aquí pese a mis reclamos. Seguro que mi estado es lo de menos para ustedes…”
“Oye, no digas eso.”
“Eso no es verdad. Atsu y yo estamos cometidos a cuidarte y permitir que te mejores sin ningún contratiempo. De no preocuparnos por ti, no nos molestaríamos en estar al pendiente de tus necesidades,” observó el doctor, pausadamente. “Es entendible que tu situación de ser transportado de un lugar a otro te ha resultado inquietante y no esperas a ser libre y regresar donde las personas que conoces, pero a todos nos toca tomar una medicina amarga de vez en cuando. Créeme que esto no es fácil para nosotros tampoco.”
“No, no creo eso, o al menos no lo tienen tan difícil como yo,” reclamó.
“Puedes tener razón en tu última observación, pero nadie se dedicaría tanto a atenderte si en verdad no les fueras importante.”
“Ustedes no son mi familia, los desconozco,” bajó su mirada. “Yo tengo a mis amigos. Ellos son a los que quiero ver.”
“Entonces dinos quiénes son y les diremos que vengan a verte,” dijo Atsushi, apresuradamente.
“¿Qué dices?” Midare se sorprendió y desvió su mirada con conflicto.
“No es una mala idea, Atsu,” Yagen sonrió un poco. “Sabemos que ayudas a una HiME a entrenar, aunque si fueras a darnos su información o la información de tus amigos, los tendríamos viniendo al hospital lo antes posible. Estoy convencido que ellos se aliviarían de ver que estás bien.”
“Yo…” fue como si viera una leve luz de esperanza, pero frunció el ceño con impotencia. No podía decirlo. No confiaba en ese par de personas frente a ella. Temía que sus conocidos se vieran con la mira en sus frentes también o terminen en su misma situación. Sobre todo no podía permitir que Tsubasa ingresara a Rizembool a visitarle, no después de lo que ocurrió en la misma noche de su desaparición…
“Midare, ¿qué te detiene…?” preguntó Atsushi.
“No, ellos no tienen que verse involucrados en esto,” negó rotundamente. “No necesito compañía de nadie.”
“Pero…”
“Así que tampoco necesito la compañía de ustedes. Déjenme en paz.”
“No, no hay forma que vayas a estar bien si te dejamos completamente solo,” reclamó impaciente. “Tú eres mi hermano, Midare, y me preocupo por ti.”
“Ya les he dicho que no se los creo.”
“Pues es la verdad, y no te lo dejaré de decir,” le contestó con severidad.
“Si es así, ¿dónde están los demás?” cuestionó Midare, alzando una ceja. “Si en verdad les importo, ¿por qué siempre son ustedes dos? Seguro que traman algo.”
“¿Qué estás diciendo?” Atsushi se quedó frío por aquel nivel de irracionalidad.
“¿Te sientes listo para conocer a nuestros otros hermanos, Midare?” preguntó Yagen, con tranquilidad. “Yo les pedí que no vinieran hasta que te sientas un poco mejor. Por tu manera de comportarte, entiendo a plenitud que la presencia de más de nosotros te caería mal. A su vez, para serte sincero, deseo evitar que nuestros hermanos menores sean recipientes de tu frialdad y antipatía. Ellos son buenas personas, apenas unos niños que han ansiado encontrarse con su hermano perdido por ya muchos años, y que nunca serían capaces de ningún daño a ti o a nadie, sin importar de qué situación estuviéramos hablando.”
“…”
“Pero como he dicho, los conocerás pronto. No hay forma que fuéramos a negarles la dicha de conocerte. Atsu y yo no hacemos más que velar por cada uno de ustedes, para garantizar su salud y bienestar,” sonrió tranquilamente y con leve calidez. “No deseamos más que darte un hogar y permitirte conocer a personas maravillosas que te quieren incondicionalmente. Puedes no confiar en nosotros aún, pero es lo de menos. Sólo queremos lo mejor para ti, Midare.”
“…” se sorprendió un poco. Por un segundo, ese gélido doctor demostró un lado casi maternal y asequible, pero seguía sin sentirse convencido y sin saber qué pensar. Desvió su mirada.
“Bueno,” Yagen sonrió con ironía. “Te hemos entretenido lo suficiente. Las enfermeras vendrán pronto para evaluar tu tobillo. No tardarán en llegar. Vámonos, Atsu.”
“Eh, sí…” este asintió con torpeza. “Ehm, nos vemos más tarde, Midare.”
“…”



“Ahh, si tan sólo nos dijera los nombres de sus amigos…” comentó Atsushi, dándose un facepalm. Los dos caminaban por el pasillo hacia los ascensores. “Quisiera que Midare confiara en nosotros al menos para eso…”
“…” Yagen sonrió. “Sí sé quiénes son. Tengo sus nombres e información disponible.”
“¡¿Qué cosa?!” exclamó en shock, deteniéndose.
“Parte del trabajo de revisar el historial de Midare fue averiguar sobre ellos. Varios se encuentran también involucrados con el conflicto, así que Rizembool ya tenía información previa,” observó y llevó una mano a su mentón. “Es más, la HiME conectada a Midare tiene un amigo en común con Namazuo, y en el cumpleaños de ese amigo hace alrededor de una semana todos la vimos en persona. Es curioso lo pequeño que es el mundo, ¿no te parece?”
“I-increíble…” seguía pasmado. “Eso quiere decir que podemos llamarles.”
“No, pienso que no sería prudente hacerlo aún.”
“¿Eh? ¿Por qué no? Ellos podrían ayudarnos a tranquilizar a Midare.”
“Lo que dices es cierto, pero a su vez prefería no involucrar a otras personas en este asunto, al menos de momento. Midare se alegrará de ver rostros familiares para él, pero por su estado de histeria y gran desconfianza podría verse impulsado a pedirles que le ayuden a huir o a hacer alguna otra acción contraindicada para su salud, y sus amigos serían puestos en una posición incómoda que no sé si sean capaces de asimilar o resolver. Al mismo tiempo, si traemos aquí a personas que él conoce sin su consentimiento seguirá formándose una imagen incorrecta sobre nosotros, y pienso que también podría ser una falta de respeto. Preferiría que Midare mismo decida cuándo él va a querer verles, bajo sus propios términos. Le daré ese poder dentro de esta situación incierta para él,” asintió, convencido. “Cuando desee ser abierto con nosotros como para confiarnos ello querrá decir que su estabilidad emocional también estará lo suficientemente recobrada para no cometer ninguna imprudencia.”
“Yagen…” le miró impresionado, aunque contrariado. “Entiendo lo que dices, pero en verdad quisiera poder reconfortar a Midare…” bajó su mirada, rendido. “Y siento que nosotros no podemos hacerlo, no como esas personas.”
“Todavía no, pero no podemos rendirnos. Por más difícil que sea, Midare se encuentra bajo la impresión errónea que Junko dejó en él y es nuestro deber hacerle descartar esa mentalidad,” afirmó tranquilamente.
“Lo sé…”
“Con respecto a ello, creo que vas por buen camino, Atsu.”
“¿Eh? ¿Por qué lo dices?” le miró, extrañado.
“Los guardias de anoche me dijeron lo que sucedió. Tuviste una confrontación de palabras con nuestro hermano, pero al final Midare te oyó y aceptó regresar a su habitación sin poner resistencia. Ellos me dijeron que tú demandaste que no le agarraran e hiciste que le soltaran, pero tienes que comprender que por más cruel y frío que pueda resultar, el agarre físico es muchas veces necesario al momento de lidiar con pacientes fuera de control,” observó el doctor. “Con frecuencia esos guardias responden ante el comportamiento inadecuado de ancianos con demencia senil en el área de geriatría o a pacientes de diversos cuadros en el área de salud mental dentro de este hospital. Midare no llega al nivel de gravedad de ninguno de esos casos, pero hasta una persona cuerda que se encuentra enferma pierde algunas de sus facultades. Uno no puede razonar bien con los enfermos. Están inmersos en un estado caótico. Se quejarán de todo, les fallará la lógica, se tornarán agresivos ante cualquier impulso e importunarán a todos a su alrededor, muchas veces sin darse cuenta. Está bien ser empáticos con ellos, pero tienes que mantener firmeza en tu trato. Eso es lo que estoy pretendiendo hacer.”
“…”
“Pese a ello, tú pudiste hacerle entender en lo más mínimo que no ganaba nada con esa acción desesperada y le hiciste desistir. Midare te oyó y eso dice mucho, por más que no te parezca todavía,” dijo satisfecho. “Es un buen inicio. Estás haciendo un buen trabajo.”
“Eh… ¿tú crees?” preguntó perdido y no muy seguro. “Ojalá tengas razón. Espero que no ver a sus amigos aún sea una buena decisión… sólo quiero que Midare recobre su tranquilidad.”
“Lo hará, estoy convencido. No puedo declarar que mi decisión es la mejor, pero estoy al pendiente de ustedes, aun si no puedo estar todo el tiempo presente,” Yagen revisó su celular. “Se me hace tarde. Tengo que irme.”
“Sí, yo también tengo algo que hacer. Debo pasar por Hanasaki a procesar unos documentos para mi admisión.”
“Ah, me alegra. La caminata afuera te hará muy bien. Que te vaya bien.”
“Sí, igualmente,” asintió y le sonrió un poco. “Gracias por los ánimos.”



“Ihh…” Midare soltó un leve quejido en lo que una terapeuta palpaba su tobillo.
“La inflamación ha disminuido considerablemente, pero no podemos descuidarnos,” informó y se hizo a un lado para que las enfermeras volvieran a colocarle la prótesis. La doctora observó al rubio con una sonrisa profesional. “Te estás recobrando a buen ritmo. No dudo que podrás salir de aquí en pocos días. Sólo sigue limitando tus movimientos y alimentándote debidamente. Si tienes cualquier duda, dile a las enfermeras que me contacten.”
“Eh, sí, muchas gracias…” asintió y esa mujer se despidió. Una vez aquella profesional con un aura de autoridad se marchó, vio cómo las enfermeras volvían a cubrir su tobillo con vendas y preparaban las partes de la prótesis. “Ehh, e-esperen. ¿Podrían no volver a ponerme ese yeso?”
“Lo sentimos, pero tu tobillo sigue muy sensible. Tiene que sanarse del todo,” dijo una enfermera, sonriendo apenada.
“Y no es un yeso. Es una prótesis hecha con un polímero especial, moldeable y con memoria para ajustarse a cada paciente,” reportó otra enfermera con mucha alegría. “Es mil veces mejor que un yeso convencional. Es ligero, fresco, cómodo, puede abrirse y cerrarse varias veces y evita quejas usuales como la comezón. ¡Rizembool es realmente un lugar increíble!”
“…” se desanimó. Sabía que su herida persistía, pero no le gustaba verse inmovilizado por la prótesis. Todavía no habían desaparecido sus ganas de huir, pero entendía que si salía al pasillo volvería a encontrarse con esos guardias. No sabía qué más hacer…



Cho

88.2.


Poco después, Atsushi llegó a Hanasaki U donde acudió a la oficina de admisiones para revisar el estado de su aplicación y el procesamiento y validación del currículo que había seguido en la academia militar. Al comprobar que todo seguía en orden, agarró unos panfletos sobre futuros exámenes de admisión y el contenido de los mismos y pretendió partir de regreso a Rizembool. Sin embargo, hacia la salida principal de la universidad, se topó con Ibara.

“Oh, ¿Atsushi?” preguntó el pelimagenta, claramente sorprendido.
“¿Ibara? ¿Qué haces aquí?” le cuestionó en shock.
“Quisiera ser cordial y contestarte, aunque pienso que es más sorprendente que tú andes por aquí,” se ajustó las gafas y sonrió decidido. “Yo soy un alumno de Hanasaki desde el inicio del presente semestre. Tú, más bien, acabas de llegar a la ciudad. Oh, ¿o es que piensas incorporarte a los números de esta ilustre tropa estudiantil? ¡Pues me llena de mucha dicha! ¡Resultarás otro miembro prometedor más de mi nueva alma mater!”
“Ehh…” alzó una ceja, frustrado. No era sorprendente evidenciar tanta pomposidad de su manera de ser, pero seguía sin acostumbrarse. “Pues sí, es justo lo que dices. Voy a estudiar mi carrera aquí y empezaré clases pronto. Veo que tú también,” dio un suspiro y sonrió un poco. “Me alegra saber que habrá una cara conocida por aquí, aunque siendo sincero me sorprende que no hayas escogido un lugar como Rizembool por su énfasis en la tecnología.”
“La historia no está escrita aún, viejo amigo. Sólo me encuentro tanteando terreno,” Ibara llevó una mano a su mentón y sus lentes brillaron. “Llegar y enterarme del bizarro ecosistema al que pertenecen Hanasaki y Rizembool me dio la inspiración de conocer lo que sucede desde ambos ángulos. El orden y la prioridad no importa. Me encuentro en pleno reconocimiento del territorio enemigo. Es muy pronto para tomar decisiones realmente significantes.”
“¿Enemigo?” preguntó perplejo. “Casi suena a que estás aliado a Rizembool.”
“Tan rápido a saltar a conclusiones, Atsushi, veo que no has cambiado,” sonrió entretenido. “Pero no puedo dejar que pongas palabras en mi boca,” entonces, Ibara ensanchó su sonrisa y estiró sus brazos a los costados. “¡El enemigo es la sociedad, las personas que se interponen en tu camino! ¡Hasta en una universidad de este calibre tenemos competencia, por lo cual tenemos que velar por nosotros mismos por encima de todo lo demás! ¡Aquello a lo que llamo enemigo no es más que el concepto abstracto de los obstáculos en mi propia trayectoria!”
“Ehh, ya, ya, entiendo, baja la voz,” miró nervioso a los costados. Los demás estudiantes que entraban y salían de Hanasaki les miraban raro y se apartaban de ellos.
“Ah, aunque la última vez que nos vimos andabas en plena emergencia familiar. ¡Mis disculpas por no preguntarte!” exclamó. “¿Cómo está todo en tu círculo? Si te veo andando trivialmente por la universidad y ya de mejores ánimos, sólo puedo esperar que ya todo se haya resuelto.”
“Pues, en su mayoría…” desvió su mirada. “Ibara, ¿tienes un poco de tiempo? Quisiera hacerte un par de preguntas.”
“Menos mal sí vine con tiempo de sobra para no llegar tarde, ¡por supuesto! ¡Estaré contento de atenderte!”
“Vamos a sentarnos por ahí.”

Los dos salieron del tránsito de estudiantes y tomaron asiento en una banca dentro de un pequeño jardín frente a la oficina de admisiones, un ambiente cómodo y bastante desolado pese a la cercanía con la salida principal. Una vez ahí, Atsushi le dio la idea general que pudieron ubicar a su hermano menor con la ayuda de Rizembool al recibir el auxilio de uno de sus hermanos, y evitó por completo hablar sobre temas más complejos, como todo lo relacionado a Midare.

“Suena a que tu pobre hermano menor se vio victimizado injustamente. Me da una gran pena,” Ibara se afligió levemente, agachando su cabeza. “También es un alivio saber que no tuviste que meterte en problemas con Rizembool. Es evidente hasta para mí que no es un lugar al que deberías cruzar de ninguna manera. ¡Ahora ánimos! Tú puedes apoyar a que se mejore dándole tu apoyo incondicional.”
“Sí, eso intento hacer,” asintió y le miró con seriedad. “Con respecto a eso, sobre la ayuda que tú me ofreciste, ¿cuál es el riesgo que yo podría haber sufrido si seguíamos tu plan?”
“Es interesante que me lo preguntes, Atsushi,” observó con curiosidad.
“Presiento que lo sabías mucho mejor que yo.”
“Ah, aquello que dices es evidente,” se encogió de hombros y sonrió con gracia. “Yo soy un ser muy capaz e inteligente. Sabes que a diferencia de ti no temo ensuciarme las manos para llegar a mis metas. Por consiguiente, puedo maliciar y medir cada acción y plan mucho mejor y a mayor alcance que tú.”
“Eso lo sé…” se impacientó. Dentro de la academia militar, Ibara siempre había tenido la fama de una víbora, aun cuando fue un niño. El pelimagenta había resaltado en su manejo de información, estrategias y en sus relaciones interpersonales en vez del campo de batalla, aunque el Toushirou estaba convencido que él era capaz de más de lo que aparentaba al momento de pelear, sólo que nunca había querido llamar la atención de esa forma. “Creo que te conozco lo suficientemente bien, Ibara. No dudo en tus intenciones de haberme ayudado, pero al mismo tiempo quizás intentaste tenderme una trampa. No era el momento para eso.”
“¿Trampa? No, ese es un punto de vista muy cerrado, estimado Atsushi.”
“…” entrecerró los ojos. “Pero no lo estás negando.”
“Aquí entre nos, te estaba poniendo a prueba,” sonrió traviesamente. “Por motivos de hermandad, no pretendo mentirte, así que te seré sincero. Yo sí te fui de ayuda. No creas que todos los videos que te enseñé tomaron poco tiempo de mi horario. La investigación de la desaparición de tu hermano fue un desafío personal, aunque sí te fui una verdadera ayuda y sí pretendía ayudarte a procesar la información de Rizembool que tú ibas a extraer, en caso te animaras a seguir mi plan de acción. ¡Sin embargo!” levantó un índice y afiló sus ojos. “Te recalqué que no te ayudaría lidiando con Rizembool y extrayendo sus datos. Mi plan hubiera funcionado a la perfección si tú contabas con alguien más que te ayudaría a infiltrarte, a borrar tus huellas y a prevenir que Rizembool detectara la invasión a su base de datos. La idea de que tú solo fueras corriendo a Rizembool para llevar a cabo el plan y usaras ese USB extractor sin ninguna garantía ni apoyo es torpe y hasta ridícula.”
“Tch…”
“Siempre fuiste alguien muy afín a pelear y con un instinto de guerrero innato, algo que le debes a tu familia, pero aquí soy yo quien tiene cosas que enseñarte,” ensanchó su sonrisa, lo cual le dio una apariencia amena. “Esto deberá servirte de una valiosa lección. No tendré motivos personales para antagonizarte a ti, aunque aprende a pensar las cosas a profundidad. Te ves despierto, pero si te metes mucho en la mentalidad de soldado, no podrás usar tu propio juicio, y eso es algo que distingue a la gente de una universidad como Hanasaki de la mayoría.”
“Ibara, podría darte un golpe ahora mismo…” dijo entre dientes, comprimiendo sus puños. “Como dije, no era momento para uno de tus trucos. ¡Era una verdadera emergencia! ¡¿Acaso estabas satisfecho con la idea de que yo podría meter en más problemas a mis hermanos?!”
“Espera, cálmate, mi viejo amigo,” levantó sus palmas, con ligera aprehensión. “No tienes que precipitarte. Yo estaba seguro que entrarías en razón con algo o le consultarías a alguien, y eso precisamente fue lo que sucedió, ¿verdad? Al final nada malo ocurrió.”
“Qué fácil es decirlo desde tu posición, eres increíble…” rodó los ojos y decidió dejarlo de lado. Tampoco podía dejar que Ibara se metiera en su cabeza. Era la forma en la cual el pelimagenta siempre había podido debilitar a los demás. A su vez, estaban dentro de la universidad y en la ‘sociedad’, como lo llamaba Ibara. Sí habría repercusiones si intentaba agredirle, aparte que Atsushi era muy responsable con sus habilidades.
“Agradezco tu gran misericordia y tu entendimiento. ¡Te prometo que no volverá a repetirse!” exclamó regresando a su estado anímico positivo. Le dio un saludo militar. “¡Por eso mismo nos considero hermanos en el campo de batalla! ¡Te aseguro que a partir de ahora podrás contar conmigo y no volveré a causarte más problemas! ¡Lo juro! ¡Mi reputación está en juego!”
“No tienes por qué ser tan ceremonioso todo el tiempo, Ibara…” dijo cansadamente.
“Es un aspecto de mi persona que nadie puede borrar,” dijo con orgullo. Ibara le miró con leve gracia. Desde un inicio supo que no había conducido a Atsushi a una verdadera trampa y que incluso si se precipitaba a seguir con su plan, estaba al tanto que este contaba con un hermano en particular que podría borrar su error con la punta de su índice, algo que obviamente no se lo diría. Mientras estuviera en Hanasaki, tenía que pretender ser ajeno a Rizembool… “Oh, pero ahora que lo pienso, ¿por qué escogiste Hanasaki por encima de Rizembool? Si mal no recuerdo, una vez me comentaste que tienes a varios hermanos que estudian en nuestra universidad rival.”
“¿Eh? Pues sí, es por un motivo personal,” Atsushi bajó su mirada, incómodo. “Ahh, sonará muy tonto decirlo, pero tampoco quisiera esconderte nada al igual que tú conmigo…”
“¡Estoy completamente en desacuerdo!” sentenció el cuatro ojos. “¡Mi propia voluntad de ser sincero contigo tampoco tiene por qué incluir cada una de las cosas que me traigo! Y en particular tú sabes lo sabandija que soy,” sonrió con placer. “¿Estás completamente seguro que quisieras ser tan honesto conmigo como yo he dicho que no lo seré?”
“Admiraré tu honestidad, pero créeme que ya lo sabía…” le miró con reproche. “Igual, fuiste honesto con respecto a lo de Akita, y esto en particular no es algo que creo que puedas usar en mi contra. Prefiero que nos mantengamos en buenos términos, Ibara…” dio un pesado suspiro. “Escogí Hanasaki porque voy a estudiar medicina, y tengo un hermano en Rizembool que es un genio y ya muy reconocido en esa área, hasta a nivel internacional. Quisiera que la gente no me comparé con él o tener que andar detrás de sus pasos. Tampoco quiero que me traten de manera especial o me den privilegios sólo por nuestro parentesco. Quiero hacerme un nombre por mí mismo y comenzar de cero en un lugar donde no tengo a ninguno de mis hermanos presentes.”
“Esa no es una razón tonta en lo absoluto. ¡Completamente entiendo tus motivaciones!” Ibara hizo un puño y sonrió alegremente. “¡No existe nada más inspirador que observar a una persona valerse por sí mismo, y confío en que puedes hacerlo! ¡Muchos ánimos, amigo mío!”
“Eh, gracias, me alivia oírlo,” sonrió con tristeza. “Sí me sabe un poco mal no estudiar en el mismo lugar que mis hermanos luego de tanto tiempo sin verles, pero no puedo pensar así…”
“Pero, si me permites, de estar en tu lugar estudiaría otra carrera y tendría otras motivaciones,” admitió el pelimagenta, pensativo. “Tu familia es adinerada y está a cargo de varios negocios, si mal no recuerdo. Te vendría bien estudiar algo relacionado para asegurar tu posición entre los herederos más importantes de tu nombre. A su vez, por más que desees surgir mediante tus propios méritos, no hay nada de malo comenzar desde arriba, en una posición privilegiada, y apuntar hacia las estrellas. Igual, si tú mismo eres quien se esfuerza, valdrá la pena.”
“Supongo no lo veo como algo para mí, y tal vez lo haga más tarde, pero al menos por ahora quiero ganar mis propias batallas antes de apoyarme en mi familia,” confesó Atsushi, con la mirada en el piso. “Y tengo un hermano menor que se ha convertido en la mano derecha del primogénito y que está a cargo de la mayoría de las decisiones mientras nuestro hermano mayor termina con sus estudios en Rizembool. Sí voy a tener una especialización menor en negocios por si en algún momento tengo que ayudarlos, pero ese no es mi camino.”
“Al menos eso suena sensato, ¡y si es así hasta podríamos tomar alguna clase juntos! ¡No sabes la dicha que me da! ¡Suenas a alguien con quien no tendría problemas trabajando si es que el profesor decide darnos proyectos grupales!”
“Oh, ese es un buen punto. Tú eres muy disciplinado, Ibara.”
“Y tú también, por eso mismo lo digo,” entonces, rió entretenido. “Y quién sabe, tal vez pueda convertirte al lado de los empresarios y hacerte cambiar de parecer. Podrías quitarle la autoridad a ese hermano menor que mencionaste.”
“¿Qué cosas dices?” alzó una ceja. “Nunca haría algo como eso. La familia es lo más importante para mí, por encima de todo lo demás. Es como si no lo comprendieras.”
“Vaya, entendería ese comentario de cualquier persona, pero no de ti, Atsushi,” le reprochó. Para variar, Ibara frunció el ceño. “Yo no soy como la mayoría. Nunca tuve una familia ni a nadie que realmente se preocupó por mí. Todo lo he tenido que hacer por mi cuenta,” se encogió de hombros, indistinto. “Estoy convencido que si me caigo muerto uno de estos días nadie ni echará una flor encima de mi cadáver. Tú sabes sobre mis orígenes, o la falta de los mismos.”
“Eh, perdón, Ibara, lo dije sin pensar,” se disculpó incómodo y apenado.
“Pero como sea, tú nunca has dejado de hablar de la muy fantástica y exaltada familia Toushirou a quienes quieres y quienes te quieren de vuelta, y todos en la academia no dejaban de mencionar tu legado. Entiendo que no puedo quitarte ese disco rayado que llevas en tu cabeza,” dijo con leve exasperación y frustración. “Sólo te pido que no te olvides de los maldecidos como yo. Puedes resultar insensible si hablas sin pensar, nos recuerdas que a diferencia de ti, a nosotros nadie nos aprecia.”
“¡Eso no es verdad!” exclamó alarmado, al punto que genuinamente sorprendió al otro. “¡No puedes pensar así! ¡Estoy seguro que hay muchos que se preocuparían por ti si algo te sucediera! ¡Yo lo haría!”
“¿Eh? ¿Qué tienes con esa reacción, Atsushi?” Ibara se extrañó y pasó a sonreír con diversión. “Espera, ¿te preocupé? ¡Hahaha, no me hagas reír! ¡Tendrías que darte cuenta que me divierte no recibir el estima de nadie! ¡Soy un ser despreciable y a mucha honra!”
“¿Q-qué?” le miró desconcertado por su reacción de júbilo.
“Haha, pero ya, entiendo que te toqué alguna fibra sensible con mis palabras, lo siento mucho,” dijo sonriendo apenado. “No deberías exponerte a una víbora como yo mostrando esa inquietud y debilidad. Mis quejas estaban dirigidas a que no me hables sobre importarme algo que tú sabes que no me importa. Pero en fin, sé que a la mayoría de gente le concierne eso a lo que llaman familia, así que me tocará ser paciente con todos ustedes.”
“…”
“Dejando eso de lado, ¿qué traes ahí?” se fijó en los panfletos. “¿Examen de admisión? Venimos de una academia militar muy competente y con estudios compatibles para las universidades. No deberías necesitar tomar un examen así.”
“Pues no, tienes razón. Agarré toda esta información para otra persona, es una larga historia…”
“Está bien, no es algo que tengas que decirme. Noto que andas particularmente ofuscado por algún motivo,” entonces, Ibara se levantó. “Bueno, mi tiempo de sobra acaba de acabarse. Espero que entiendas, pero no puedo seguir llegando temprano si continúo entreteniéndote.”
“Ah, espera,” Atsushi sacó el USB de su bolsillo. “Al final no lo llegué a usar, así que aquí tienes. Te lo regreso.”
“¿En serio?” Ibara se sorprendió y lo recibió. “Interesante. Habría esperado que lo partieras en dos ni bien te diste cuenta que casi te metes en problemas.”
“Sigue siendo tu propiedad y no lo rompería así sin más. Seguramente también es costoso.”
“Tienes mucha razón. Es un aparato de espionaje que pasa desapercibido y no es fácil ni módico de conseguir, aunque no es el único que tengo,” sonrió entretenido. “Bueno, ¿qué más da? Aprecio tu buena voluntad. Eres un buen chico, Atsushi. Quizás demasiado.”
“Ya veo que ni esperabas volverlo a ver…” dio un suspiro. Sin duda se preocupó mucho por algo insignificante en medio de todo el lío, aunque no hubo forma de predecir cuánto lo sería. “En fin, que tengas un buen día.”
“Igualmente,” le dio un saludo militar y una amplia sonrisa. “¡Nos veremos muy pronto en nuestra nueva alma mater! ¡Sigue adelante con el ímpetu que te caracteriza! Assault! Invade! Conquer!”
“Ehh… s-sí…” sonrió incómodo. Así que todavía decía esa frase a todo pulmón y con sus máximas energías. Algunas cosas nunca cambiaban.

Los dos partieron caminos para seguir con sus quehaceres del día. Atsushi salió de Hanasaki y recordó la obligación especial que tenía con Midare. Cuando Ibara se mencionó a sí mismo como un ‘maldecido’, no pudo evitar pensar en el rubio. Se preguntaba si él se sentía de esa forma, como si no tuviera a nadie de su lado…




Continuó una tarde similar a la del día anterior. Midare tomó su almuerzo y su cena proveída por las enfermeras, y de tanto en tanto Atsushi pasó para asegurarse que él estuviera bien y no necesitara nada en particular. El pelinegro no era recibido con una buena disposición y Midare continuaba retrayéndose y desviando su mirada cada vez que lo veía, aunque ya no le ignoraba del todo. Aun así, el hermano mayor procuraba darle su espacio para no saturarle.

Finalmente cayó la noche y era hora de dormir. Al sentirse mucho mejor en energías y verse forzado a reposar todo el día en cama, Midare no tenía mucho sueño que conciliar. Empezaba a aceptar su situación ya que llevaba más de un día internado y las atenciones de las enfermeras siempre habían sido buenas y consideradas, pero igual no quería quedarse ahí bajo las condiciones de otras personas por mucho más.

Esperó a que pasara la medianoche y decidió contemplar su siguiente plan. Midare peleó con la prótesis en vano. Por más ligera y delgada que fuera, esta no iba a romperse ni abrirse. Había visto a las enfermeras usar una llave especial para asegurar puntos clave, así que no tenía ninguna forma de partirla. Seguramente era más compleja de lo que parecía.

De todos modos, no tenía que escapar esa noche. Eso sería algo que revisitaría ni bien tuviera mejores oportunidades. De momento sólo bastaba inspeccionar el punto que el hospital quizás había descuidado: la terraza.

Se levantó con cuidado y caminó hacia las puertas de vidrio corredizas. Abrió una y esperó pacientemente unos minutos, en caso estas fueran a alertar a alguien. Nadie llegó a su habitación, por lo cual se dio el visto bueno de salir. La terraza no era muy grande, aunque lo suficientemente espaciosa para tratarse de una habitación de reposo. Tenía un pequeño jardín en un rincón y una banca parcialmente cubierta por una sombrilla. Lo demás era piso firme de loza que terminaba en un muro bajo con vista al resto de la universidad.

Midare alzó su mirada y tomó un profundo respiro. Se sintió libre y despejado después de tantos días en el interior. Alzó su mirada a las estrellas y se impresionó por la inmensidad del cielo nocturno. Comenzaba a tener un poco de frío, aunque tampoco deseaba regresar adentro. Había necesitado esa pequeña salida, pero tenía que enfocarse en su misión.

Se acercó al muro bajo y apoyó ambas manos sobre este para mirar hacia abajo. Se impresionó por la altura al punto de sentir un breve vértigo. Eran demasiados pisos. Nadie saldría vivo en caso de caer. Miró de un lado a otro. Una habitación aledaña tenía otra terraza, pero había un espacio considerable entre ambas, algo que por su prótesis dudaba poder saltar. A su vez, esas dos terrazas estaban incomunicadas de otras estructuras y el diseño del hospital que estaba cubierto por paredes de ventanas no le daba ni superficie ni tracción para tratar de huir. Frunció el ceño, insatisfecho, y se paró sobre el mismo muro para tener una mejor vista de lo que había debajo de su habitación, en caso pudiera contar con otras terrazas en los pisos inferiores.

Nuevamente, Atsushi no podía conciliar el sueño, y de la nada se encontró a sí mismo deambulando por el piso vacío. El chico estaba cansado, pero dicho cansancio no le permitía descansar. Él estaba fuera de su elemento, con el deber de lidiar con una persona que necesitaba ayuda pero que se negaba a recibirla. No sabía si lo estaba haciendo tan bien como Yagen le había dicho. Tampoco sabía si es que en verdad iba a poder ser un doctor más adelante. Menos estaba seguro si él realmente era un buen hermano, o si debía haber regresado, en vez de tener otra función que haría mucho mejor…

Se detuvo al costado de la habitación de Midare y observó a la puerta con inquietud. Después de lo ocurrido la noche anterior quería revisar que se encontraba bien y tranquilo, pero era muy posible que su visita fuera contraproducente, aparte que su hermano podría estar dormido… No, lo más seguro era que no podía dormir. Atsushi reconocía que de estar en una situación semejante tampoco podría hacerlo con facilidad.

Comprimió sus puños sin estar seguro de lo que hacía y entró. Su sangre se heló al ver la cama desecha y el rubio ausente. Miró a la puerta del baño pero esta estaba abierta y con las luces apagadas. Midare había salido.

“¿Q-qué?” dijo atónito, cuando reparó en la puerta de vidrio dejada junta. Entonces, vio a Midare de pie en el muro, mirando hacia abajo. Corrió para abrirla y salir. “¡Midare!”
“¡¿Eh?!” este se sobresaltó y se giró. De inmediato se sintió en aprietos y miró perdidamente a sus alrededores, como si su subconsciente buscara alguna excusa o escape de su situación. “Tú, eh… ¿qué haces aquí? Es muy tarde.”
“¡¿Qué crees que haces parado en el muro?! ¡Estamos a doce pisos de altura!” le requintó molesto, acercándose.
“¡Ahh, no te acerques!” Midare levantó sus palmas.
“¿Q-qué dices?” se extrañó.
“No… no…” entonces, el rubio se paralizó de pánico y agarró su cabeza con ambas manos. El miedo de morir que Junko le había inculcado acababa de regresar. Midare sintió que acababa de caer en una trampa. Él solo se había puesto de pie en ese muro sin contención, luego de otro intento fallido de huir, y veía a uno de sus captores llegar en el momento preciso para hacerle caerse. Estaba rodeado, no tenía escapatoria. “No… no quiero morir… ¡alguien ayuda!”
“M-Midare, ¡tranquilo!” le pidió y levantó sus brazos para tratar de alcanzarle.
“¡Ihh, no, no me toques!”
“¡Aquí no vas a morir! ¡Déjame ayudarte, te bajaré del muro!”
“¡No creo en ti! ¡Sólo me mientes!”
“¡Deja de agitarte, por favor!”
“¡Aléjate!”

Fue en ese momento que Midare perdió el balance y su cuerpo se hizo para atrás. El rubio sintió sus pies perder el soporte de la estructura y pasó a sentir en una fracción de segundo el efecto completo de la gravedad. Abrió sus ojos a más no poder en shock y completa desesperación. Estaba muerto…

Todo fue demasiado rápido, y en ese pequeño instante de tiempo en que Midare abandonó toda esperanza repentinamente algo detuvo su caída. Regresó a sus cabales y sintió su muñeca siendo apretada a todo dar. Le habían sostenido, estaba colgando peligrosamente doce pisos de altura. Veía sus pies balancearse mínimamente encima de esa imagen terrorífica de abajo. ¿Cómo así?

Alzó su mirada y vio al pelinegro agarrarle con fuerza con una mano, pero él tampoco estaba a salvo. Atsushi tuvo que saltar para alcanzar su mano y luego de sostenerle se agarró del muro con la otra. Pese a ello, su agarre no había sido el mejor y soportar el peso de dos personas era demasiado. El muro de la terraza tampoco se extendía lo suficiente hacia abajo como para pretender treparlo con sus piernas y luego de un par de intentos notó que cualquier movimiento causaba que su agarre en el muro resbalara más y más. No podía mantenerse así ni podía levantarse por su cuenta. Estaba en grandes aprietos.

“Tch…” miraba a su mano temblar y sentía un dolor inmenso de la misma. La aspereza del muro la rasgaba conforme sus dedos fallaban en mantenerle aferrado y poco a poco se deslizaba hacia lo que ya parecía inevitable. Sin embargo, él no iba a soltarse de Midare, por nada del mundo.
“Eh…” el rubio se angustió. ¿Acababa de poner su vida en riesgo para salvarle? Observó que ese chico hacía lo imposible por mantenerse agarrado del muro, pero comenzaba a fallar. Midare tampoco podía poner de su parte al tener ese balcón fuera de su alcance y notar que el más simple movimiento podría terminar en los dos cayendo. Siguieron segundos que se sintieron eternos, que les sentenciaban a una muerte prematura, y por más que Midare quería vivir, por más que no confiaba en su hermano y temía que este fuera a lastimarle, tampoco le desearía la muerte a otra persona. “Ya no más… o-oye… ¿por qué me sostienes?” le preguntó, aterrado. No quería decirlo, pero lo sentía en su obligación. “¡Tú también te caerás si sigues agarrándome!”
“¡No me importa! ¡No te soltaré! ¡No dejaré que mueras!” exclamó Atsushi. Justo en ese momento, sus dedos se deslizaron con brusquedad y llegaron al filo del muro. Ahí el deslice ya fue continúo e imparable.
“…” el corazón de Midare se paró. Ahí se terminaba.
“…no… me rendiré… si muero aquí que sea así…” dijo determinado aunque también empezando a entrar en pánico. “…esperé demasiado tiempo para volverte a ver, Midare. ¡No te abandonaré, no mientras pueda hacer algo por ti!”
“…”
“De…monios…”
“¡…!”

Entonces, su mano se zafó, pero justo en ese momento llegó una persona que sostuvo su brazo con ambas manos y de un fuerte jalón levantó al par por los aires y les hizo aterrizar sobre el jardín de la terraza. Los dos se impresionaron por verse ascender y se cayeron de bruces sobre el piso. Sus cuerpos temblaban y sus corazones latían a mil, pero la frialdad y humedad del césped les brindó tranquilidad. Estaban a salvo…

“Ihh…” Midare abrió sus ojos con pesadez. Su cuerpo estaba entumecido por el susto y su tobillo le dolía un poco luego del aterrizaje. Él vio a Atsushi soltarle, sentarse sobre el jardín y de inmediato acercársele.
“¡Midare! ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?” le preguntó alarmado.
“¿Eh?” el rubio se impresionó. No comprendía por qué su primera reacción había sido velar por él luego de lo ocurrido. Fue ahí que oyó la voz del recién llegado, una monótona y lúgubre…


“Estuvo cerca… llegué a tiempo…” dijo Honebami, inmutado y mirándoles desde arriba.
“H-Honebami…” dijo Atsushi, todavía agitado por lo vivido, aunque verle le permitió dar un profundo respiro. “Ahh… mil gracias… no habríamos sobrevivido sin ti. Fue aterrador… ¿Y qué haces por aquí?”
“Yagen me pidió que hiciera vigilancia. Comprendo que fue necesario.”
“Tú… tú eres…” comenzó Midare.
“Honebami Toushirou…” dijo monótonamente mientras le miraba con sus ojos profundos y vacíos, unos que por las circunstancias y ausencia de luz intimidarían a cualquiera.
“…” precisamente, Midare sintió miedo al observarle y se retrajo. Fuera de ser otro de los hermanos, había algo muy extraño en él como ser humano. Lo podía sentir.
“Pero Midare, ¿qué estabas haciendo afuera?” le preguntó Atsushi, recobrando el fastidio de antes. “No hay forma que puedas escapar por el balcón y menos en tu condición. ¡Podrías lastimarte severamente!”
“Y-yo… yo no intentaba escapar, no, te equivocas…” negó. Era verdad, a medias, ya que esa noche no hubiera podido hacerlo, no mientras tuviera la prótesis.
“Sé que no estás siendo sincero, no puedes engañarme. ¡Esto fue demasiado peligroso! ¡Estamos intentando velar por tu salud y pusiste tu vida en tanto riesgo! Maldición, Midare…” dicho esto, Atsushi apoyó sus manos sobre el césped y miró al mismo con horror e impotencia. “¿…cómo puedo hacer para que me escuches? ¿Cómo se supone que te protegeré si tú mismo no lo haces…? Tch… ¿qué debería hacer? ¿Cómo puedo ayudarte…? ¿Qué estoy haciendo mal…?”
“…” le vio en plena tortura interna y nuevamente no supo qué pensar. Había pensado que estaba en aprietos, que le esperaría una reprimenda, que le culparía por ponerle en semejante riesgo a él también, pero no ocurría en lo absoluto. Ese chico se había olvidado de sí mismo por completo para atenderle y frustrarse por no poder hacer nada…
“…si dices que no estabas escapándote, ¿entonces qué hacías aquí afuera?” preguntó con una voz ida y cansada, y sus ojos cubiertos en sombras. “Quiero entenderte. Por favor, contesta.”
“Yo… yo estaba…” desvió su mirada, incómodo. “Perdón, veía si podía escapar. Tienes razón.”
“…”
“Pero no iba a hacerlo. Supe que era imposible. Sólo me quedé mirando al cielo, no iba a hacer nada más. Me… asusté, la caída fue un accidente…” llevó una mano a su pecho y estrujó su bata. Midare se contuvo de decir más. No sabía ni qué sentía.
“…” Atsushi comprimió sus puños con desdicha. “¿Todavía crees que quiero atentar contra tu vida, luego de esto?”
“¿Eh?” se quedó frío por la pregunta y miró al piso. “No sé qué pensar…” volvió a agarrar sus cabellos. “Te será raro de comprender, pero entiende mi situación. No te conozco, no conozco a nadie aquí, no me han dado opciones… en verdad no sé a quién creer y a quién no. Por supuesto que es normal que tema que alguien quiera hacerme daño. ¿Acaso tú no lo harías?”
“No intentamos matarte…” dijo Honebami, repentinamente. Su intromisión hizo que los menores le observaran. El peliblanco seguía en la misma posición y hablaba con la misma voz cadenciosa y ausente. “Tú has estado con gente de Hanasaki, con gente de Rizembool, has pasado de un lugar a otro, has sido raptado, transportado, has estado inconsciente por un tiempo considerable, te has visto en un estado completamente impotente más de una vez y bajo la custodia de distintas personas… si alguien hubiera querido matarte, ya estarías muerto.”
“…” se tensó y horrorizó ante esas palabras.
“¡Honebami, estás siendo muy duro!” reclamó el pelinegro.
“Es la verdad…” este miró fijamente a Midare. “Nosotros no somos tus enemigos…”
“…” esa frialdad no había resonado bien en Midare. Frunció el ceño. “No por eso tampoco les creeré abiertamente. Hay demasiadas personas malas aquí y ustedes bien pueden ser unos de los muchos. No creas que escucharé tus intenciones de que sea hermano de ustedes luego de lo que me has dicho.”
“No te estoy diciendo que seas nuestro hermano…”
“¿Qué?” Midare se confundió. Vio de reojo que Atsushi estaba igual de sorprendido.
“Espera, ¿por qué dices eso?” le cuestionó, alarmado.
“Tu decisión me trae sin cuidado. No seré yo quien decida lo que harás,” continuó Honebami, sin despegar sus ojos de encima. “No tengo comentarios al respecto. Mi única misión aquí es encargarme que estés a salvo y te mejores,” asintió y cerró sus ojos. “Por más que desconozcas a nuestra familia, eres como ellos, libre de vivir y elegir tu camino. Eso es lo que puedo comprender. Tu bienestar es independiente a tu decisión y yo no soy partícipe de la misma.”
“Eh…” el rubio se quedó en blanco y le vio observarle una última vez.
“Ve a descansar. Es tarde,” luego de dar ese mensaje, Honebami se dio media vuelta y caminó de regreso a la habitación. Con rapidez fue perdido de vista en la penumbra de la noche.
“Lo siento. Honebami ha sido así por bastante tiempo, pero él no tuvo malas intenciones al decírtelo. Realmente no sé qué tiene con ser tan parco en un momento así, pero ha dicho que cuidará de ti. Te aseguro que lo hará,” Atsushi se puso de pie y le extendió una mano. Notó que Midare se hizo hacia atrás. “Oye, está bien, sólo quiero ayudarte a ponerte de pie. Por favor, tienes que ir a dormir, necesitas descansar.”
“…” se sintió en conflicto, pero no pudo contradecirle, no después de lo que acababa de hacer por él. No había forma que un acontecimiento tan cercano a la muerte fuera una farsa. Midare desvió su mirada y extendió su mano. El pelinegro le ayudó a levantarse.

Ambos fueron a descansar por el resto de la noche. La impresión de lo ocurrido les cansó lo suficiente como para poder dormir mientras sus mentes permanecían en silencio.




Llegó la mañana siguiente y, como en el día anterior, Yagen hizo aparición para revisar el estado de Midare. Él y Atsushi fueron a darle una visita.

“Pues…” el doctor negó frustrado. “Enterarme de los sucesos me ha dejado sin palabras. No es algo muy común para mí.”
“…” Midare le miraba con reserva. Había algo siniestro en ese chico que no le gustaba.
“Sin embargo, estás bien. Me siento muy agradecido con nuestros hermanos por haber llegado en el momento preciso para cuidarte,” Yagen miró de reojo a Atsushi. “Gracias por estar tan al pendiente de Midare. ¿Cómo está tu mano?”
“¿Eh? Está bien, no me lastimé aparte de unos rasguños,” dijo este, confundido, y miró su mano vendada con desapruebo. “En serio, no era necesario que me la venden. Prefiero quitarme esto antes que otro de nuestros hermanos lo vea.”
“También pienso que fue innecesario, aunque las enfermeras debieron haber estado muy preocupadas por ti. Aprecio que ellas velen por ustedes dos,” dicho esto, Yagen regresó su atención a Midare. “Tu doctora me informó sobre el estado de tu tobillo. Es posible que podamos quitarte la prótesis antes de lo previsto, pero después de lo de anoche vas a recibir otra revisión para asegurarnos que no haya habido algún daño adicional.”
“Dime…” musitó Midare, bajando su mirada. “¿Cuánto tiempo más tengo que quedarme aquí?”
“Preferiría ver los resultados de hoy, aunque presumo que ya no te falta mucho para recobrarte lo suficiente,” se cruzó de brazos. “Estamos sábado, así que podrías quedarte internado hasta el lunes o martes, mientras pongas de tu parte cuidándote y respondas bien a las terapias que tendrás ni bien te quiten la prótesis.”
“¿Hoy es sábado…?” preguntó el rubio, en shock. Casi una semana había sido borrada de su existencia. El tiempo en cautiverio se le había pasado muy lento, pero a su vez habían sido varios días, demasiados para haber desaparecido sin dejar rastro.
“Pero son buenas noticias, quiere decir que sólo dos o tres días más aquí, eso me alivia,” Atsushi asintió, sonriendo. “Te has recobrado muy bien, Midare. Quiere decir que pronto podremos salir y podrás conocer a nuestros hermanos.”
“P-pero…” Midare se quedó en blanco. Sí había esperado poder salir de ese hospital, pero ahora oír que sería llevado a otro lugar, uno que había querido evitar, le daba terror.
“Te aseguro que te llevarás muy bien con todos, no tienes que temer. En casa todos son muy buenas personas y van a querer apoyarte para que puedas recuperarte por completo. Pero antes que nada, quisiera que finalmente conocieras a Ichi-nii, nuestro hermano mayor,” Atsushi ensanchó su sonrisa. “Verás que es una gran persona.”
“Yo…”
“Y están nuestros hermanitos. Yagen ya te lo dijo, pero todos son muy buenos y amables. Sé que les agarrarás cariño de inmediato y ellos se van a apegar a ti, estoy completamente seguro.”
“…” Midare apretó su agarre de las sábanas.
“También te daremos una gran bienvenida y prepararemos tu habitación para que puedas quedarte con nosotros desde ahora. Tu casa es tan tuya como nuestra, eres nuestro hermano.”
“Espera…” el rubio le cortó y le miró frunciendo el ceño. “Yo no he aceptado nada. ¿Por qué tengo que hacerles caso y vivir con ustedes? Ya tengo un lugar donde pertenezco.”
“¿Eh?” Atsushi se sorprendió. “¿Qué estás diciendo? Eres nuestro hermano, Midare.”
“Tendremos los mismos progenitores, pero nada más. Ustedes no son hermanos para mí,” dijo impaciente y a la vez inseguro. Ya no sentía el impulso de rechazarlos como antes y luego de los cuidados que había recibido consideraba que sus palabras eran malagradecidas, aunque igual estaba en su derecho no aceptar lo que le imponían. Todavía no sabía si confiar en ellos. “Yo no quiero ser parte de una familia porque ustedes creen que debería serlo… ni los recuerdo, sólo una prueba de ADN lo confirmaría, y aun así, eso tampoco sería un motivo válido para mí.”
“Midare…” se desconcertó.
“Sí tenemos dicha prueba de ADN, imagino que ya lo presentías. Puedo enseñarte los resultados si prefieres verlos, aunque no es tu punto principal ahora,” comentó Yagen. El doctor asintió. “Entiendo. Pese a que te ves más cómodo que en un inicio, tú esperas poder recobrarte y regresar a la normalidad, sin ninguna atadura de nadie.”
“Sí, eso espero, ¿por qué tendría que ser mucho pedir?” cuestionó Midare, ofuscado. “Ya me tienen internado aquí. ¿Por qué intentan actuar como si ustedes decidieran sobre mi vida? No habré crecido con hermanos, ¡pero que yo sepa eso no es una familia!”
“¡Espera, Midare, no estamos haciendo eso!” objetó Atsushi, incómodo. “Tú eres nuestro hermano y eres muy importante para todos nosotros. Sólo te decía que todos nuestros parientes van a estar muy felices de verte y te invitaba a que te nos unieras.”
“Pues ya te dije que no los veo como hermanos y eso no cambiará mi parecer. Yo…” bajó su mirada y volvió a comprimir sus puños. El mensaje de Junko regresó a su cabeza, aunque con menos fuerza que antes. Ya no estaba tan seguro si sus acusaciones habían sido verdad, pero la aprehensión persistía. “…yo no me siento cómoda con ustedes, no me siento a salvo aquí. Ya no sé si son mis enemigos o no, pero no siento esta hermandad y menos la sentiré si esperan a que cumpla sus insistencias de ser parte de su familia,” les miró angustiado. “Yo tengo mi vida y mis propios planes, tengo que ayudar a mis amigos, tengo que volver a ellos, y tampoco quiero que ustedes vayan a negarme las cosas que quiero hacer porque están obsesionados con la idea de un hermano que ni creció con ustedes. ¡Yo no soy una muñeca!”
“Mi-Midare…” dio un paso hacia atrás. Atsushi tenía los ojos ampliamente abiertos y negó sin creer lo que oía. “¿Qué dices…? ¿En verdad no quieres relacionarte con nosotros? Tú… ¿quieres desentenderte de nuestra familia y no volver a casa… luego de tantos años?”
“…” el rubio se afligió al verle de nuevo tan afectado como en la noche anterior. Le supo mal observar a su benefactor tan impactado por sus palabras, pero no podía desistir. “Como dije… yo… yo ya tengo un lugar y una vida… ¿podrían no imponerme nada? ¿Podrían dejarme vivir en paz sin tener que estar conectado a ustedes…?”
“P-pero…”
“Está bien,” Yagen asintió.
“¿Eh? ¿En serio?” Midare se sorprendió.
“¡Yagen! ¡¿Qué estás diciendo?!” estalló su mellizo, en shock. “¡No puedes rendirte y pretender abandonar a Midare así! ¡Es nuestro hermano y necesita nuestra ayuda! ¡Midare necesita entender que cuenta con todos nosotros!”
“Si sigues presionándole le harás entender lo contrario, Atsu. Escucha atentamente,” el doctor sonrió con ironía. “Me disculpo ante ti, Midare. Tienes que comprender que nosotros somos una familia especialmente unida y es la lealtad hacia nosotros y a nuestro nombre lo cual nos puede cegar ante tus necesidades. Atsu desea de todo corazón que tú puedas ser nuestro hermano y una persona importante dentro de nuestra familia, en verdad es un deseo que todos nosotros compartimos, pero me toca a mí ser objetivo aquí y darte el espacio y los derechos que reclamas. Tienes toda la razón de quejarte.”
“Eh, sí…” el rubio le miraba atentamente, todavía sorprendido de ser dado esa consideración.
“El concepto global de la familia envuelve a un grupo de personas que nacieron para apoyarse y ser parte de las vidas de sus parientes. Ello incluye un compromiso tácito de velar por ellos y desvivirse por ellos, para a cambio esperar que ellos cuiden de ti y regresen el valor incondicional que tú les das. Sin embargo, tu caso es particular. Como bien has dicho, no nos conoces y no has crecido con nosotros. Midare, no espero que tú te sientas obligado a pertenecer a nuestra familia, pero yo todavía deseo poder velar por tu bienestar. Tienes también a muchas personas que quisieran tener la oportunidad de conocerte y que han ansiado hacerlo por ya muchos años, así que te propongo un trato,” el doctor adoptó seriedad. “Por más que yo no tengo el derecho de decirte qué hacer, te pido que le des una oportunidad a nuestros hermanos, que los conozcas al menos una vez, y quisiera que fueras tú en tu sano y libre juicio y ajeno a prejuicios infundados quien se presente frente a ellos. Permite que mis hermanos puedan hablar por sí mismos. Si luego de eso sigues decidido a ir por tu propio camino, lo respetaremos.”
“…” Midare frunció el ceño y le miró con leve angustia. No se sentía del todo listo para conocer a más de ellos y tenía miedo de caer en algún compromiso que fallaba en considerar, pero a su vez lo que le pedía era razonable. Sonaba a un buen trato para devolverles el favor de cuidar de él y así desligarse de ellos. “Con oportunidad, ¿tengo que vivir con ustedes?”
“Eso depende de ti, Midare.”
“¿Eh? ¿E-entonces… bastaría si ellos vinieran a conocerme aquí?”
“Quisiera que pudiera ser después de que seas dado de alta, aunque considero justo que tú también decidas las condiciones,” Yagen sonrió un poco. “Dejaré que lo pienses y te vengas con tus ideas al respecto. Entiendo que esta opción que te doy es un poco sorpresiva y no sería apropiado si te sientes forzado a aceptar sin tener el tiempo para tomar una decisión consciente y fuera de tu propio juicio y parecer. Como bien has dicho, una familia no existe para imponerse y limitar a sus miembros. Nosotros pretendemos velar por ti, Midare, y si lo mejor para ti es que no nos aceptes y sigas con tu vida sin tu familia entonces será nuestro deber aceptarlo.”
“Yagen, espera…” comenzó Atsushi, asustado.
“Aunque me toca ser sincero y admitir que nos daría mucha tristeza si no tuviéramos la oportunidad de reconectar contigo después de tanto tiempo separados. Sería una pérdida para nosotros y algo que nos costaría aceptar, aunque es por ti que deberíamos hacerlo. Es nuestro deber contigo como los hermanos que Atsu y yo sí recordamos ser para ti.”
“Eh…” Midare le miró con intriga. ¿Ellos le recordaban pese a haber sido tantos años?
“Ah, antes que se me olvide,” dijo Yagen. “Akita nos ha dicho que te vio hace unos días, que estabas restringido y captivo y que él trataba de alcanzarte en vano. Siempre que voy a verle, él pregunta por ti.”
“¿Akita?” preguntó confundida. “¿Él me vio? ¿C-cómo así?”
“…” el doctor dio un suspiro y su rostro se puso serio y solemne. “Akita fue secuestrado al igual que tú y tuvimos que ir a rescatarle. Está internado aquí y recuperando su salud.”
“¡¿Q-qué dices?!” ello alertó al rubio. “¡¿C-cómo está?! ¡¿Qué le hicieron?!”
“Midare, no te agites,” Atsushi levantó sus palmas para evitar que este fuera a ponerse de pie. Entonces, observó a su mellizo de reojo, extrañado. Le parecía raro que le haya dicho eso a Midare, considerando que hasta el momento había actuado a favor de mantenerle tranquilo.
“Akita se está recobrando como tú, pero sigue delicado, de lo contrario le diría que viniera a verte. Por eso, quisiera pedirte como un favor especial que, ni bien te quiten la prótesis, seas tú quien le visite a él. Nuestro hermano menor no va a estar completamente tranquilo hasta que no te vea en persona,” el doctor sonrió con tristeza. “Es recién ahora que nos enteramos que tú y él se conocieron durante las vacaciones de verano, y Akita ha desarrollado un fuerte sentimiento de hermandad hacia ti. Él te ve como a uno de nosotros.”
“Akita…” Midare se afligió y llevó sus manos a su pecho.
“Sólo quiero que le dejes saber que tú estás bien y le animes. Akita estaría muy dichoso por verte nuevamente y yo no podría terminar de agradecértelo. Significaría mucho que lo hicieras.”
“…”
“Ahora cuídate y me dirás tu decisión la próxima que nos veamos. Con permiso.”
“…”



“Yagen,” Atsushi seguía al otro inconforme y molesto. “¿Qué fue eso? ¿Por qué te oíste tan abierto a que Midare se alejara de nosotros? Él ni nos conoce. Si toma la decisión de apartarse luego de tan solo un encuentro con nuestros hermanos sería un terrible error. Yo sé que Midare sería muy dichoso de vivir con nosotros.”
“Me expliqué claramente. Me sorprende que no hayas entendido mis palabras,” dijo el doctor. Este se detuvo y se giró para encararle. “Por más dedicados que seamos con Midare, seguimos asfixiándole. Él fue lo suficientemente cortés como para dejarnos saber cómo se sentía. Si no le damos la opción de decidir y no le demostramos que realmente nos importa su opinión y su voz, él no va a terminar de convencerse que somos personas en quienes puede confiar. Por cierto, la conversación de hoy ha sido mucho mejor que las anteriores,” sonrió suavemente. “Midare ya comienza a confiar un poco en nosotros, sobre todo en ti. Él no quería hacerte sentir mal, por más que no pudo evitarlo.”
“¿Eh?” se confundió. “¿Te pareció?”
“No me sorprende que no te hayas dado cuenta,” dijo con leve entretenimiento.
“A-aún así,” comprimió sus puños y bajó su mirada con desdicha. “La sola idea de que Midare pueda desentenderse de la familia es aterradora…”
“Es una posibilidad y un riesgo que ni yo ni nadie desearía correr, pero seamos sinceros, Atsu,” le observó frustrado. “Si nuestro hermano no quisiera regresar a la familia, ¿acaso le obligarías?”
“…” ello le dejó frío. “Yo… no quiero ni imaginar que eso sería el caso… somos Toushirou… somos leales a nosotros por encima de todo. Siempre hemos sido así y Midare no es distinto.”
“Pienso igual,” Yagen asintió. “A diferencia de mí, tú no consideras que sea una verdadera posibilidad que él nos rechace, pero siendo sincero, me sorprendería mucho que lo hiciera. Como dices, él es nuestro hermano y siempre tendremos un vínculo especial. Ahora que estamos acercándonos a Midare y dándole todo el apoyo y la comprensión, él finalmente podrá librarse de sus prejuicios y conectar con nuestros hermanos. Se dará cuenta que sí tiene un hogar y una familia y no volveremos a estar separados. Estoy convencido de ello.”
“…espero…” dijo preocupado.
“Le di la opción porque realmente merece tener una, y porque así entenderá que sí velamos por él y le estamos escuchando. Es otro paso más para que nos dé una verdadera oportunidad.”
“Tiene sentido…” aun así, Atsushi se entristeció. “Pero no quiero perderle de nuevo…” apretó sus puños. “Midare ha vivido una vida sola y sin saber de nosotros por mi culpa…”
“No fue sólo tu culpa, te lo haré recordar,” le reprendió el doctor, impaciente. “Levanta el rostro, Atsu. No es momento de debilitarte. Tienes el deber de velar por nuestro hermano y reconectar con él. Ya he dicho que lo haremos. No lo perderemos.”
“Sí, perdón…”
“No, no te disculpes…” Yagen se puso a pensar, desviando tu mirada. “Sí has tenido mucha carga sobre tus hombros estos últimos días, y reconozco que no eres la mejor persona para lidiar con este tipo de asuntos, por más cometido que estés a compensar el pasado. Tal vez sería bueno pedirle a Ichi-nii que nos auxilie.”
“Sería bueno… pero tienes razón. Tenemos que escuchar a Midare,” Atsushi se resignó a aceptar esa pequeña posibilidad y asintió decidido. “Si Midare acepta a conocer a los demás, Ichi-nii puede ayudarnos a traerle de regreso a casa. Él podría hacer un trabajo mucho mejor que yo, pero Midare tiene que darnos el visto bueno.”
“Como digas…” sonrió con pena. “Temo estar poniendo demasiado sobre tus hombros. No puedo quedarme mucho tiempo más. Continúo ocupado.”
“Veo que estás cansado también. ¿Cuánto trabajo has tenido que hacer estos días?”
“El presente proyecto está por terminar mañana en la mañana, durante el cual tendré una reunión para presentar mis resultados. No puedo compartir más sobre ello contigo,” en verdad no podía, considerando que se trataba sobre el estudio y procesamiento de la enorme cantidad de datos obtenida durante el ataque de Rizembool al festival. Yagen sonrió incómodo. “No siento que lo merezca, aunque una vez termine con este compromiso, podría quedarme unos días en casa. Por los más recientes sucesos no he podido darte una buena bienvenida.”
“Yo tampoco he podido pasar mucho tiempo con nuestros hermanos, así que espero con ansias para realmente hacerlo,” Atsushi asintió y frunció el ceño. “¿Y qué es eso de que lo merezcas? Yagen, tú también eres nuestro hermano. Me frustra comprender que pasas mucho más tiempo en Rizembool, hasta para dormir aquí.”
“Soy una persona muy ocupada. Ya tienes una idea.”
“Tsk…” sí, y seguramente apenas sabía la punta del iceberg. “Pues no esperes que te voy a dejar aislarte mucho. Cuando Midare y Akita ya tengan el permiso de salir, todos regresaremos juntos. Más te vale que lo prometas.”
“Sí lo haré, les acompañaré al menos en los próximos días. Ellos lo necesitarán,” asintió rendido. “Ahora discúlpame, tengo cosas que hacer. Tú también aprovecha a salir. Una caminata afuera te haría muy bien.”
“Claro, nos vemos luego.”



Cho

88.3.


Fue otro día monótono y tranquilo, y llegó la tarde. Midare estimaba que su almuerzo llegaría pronto, así que estaba al pendiente de la puerta. Cualquier distracción era bienvenida, especialmente porque no había dejado de pensar desde el encuentro de la mañana con su par de hermanos. No sabía ni cómo ordenar sus ideas.

Desde un inicio les tuvo miedo y quiso huir. Esas personas fueron acusadas de ser desalmadas y realmente no importarse por él, al punto de buscarle para hacerle desaparecer de la faz de la tierra, pero ese argumento ya no tenía validez. Le dolía admitirlo, pero el peliblanco había tenido razón. Midare no se había encontrado con nadie que quería matarle. De lo contrario, ya estaría muerto. Tal vez no hubiera despertado de una de sus muchas dormidas.

También estaba el hecho que uno de sus hermanos prácticamente había descuidado su propia vida para salvarle de caer. Su accidente la noche anterior hubiera sido el momento perfecto para que le borraran. Hubiera sido un accidente muy creíble, pero más bien fue rescatado por su familia quienes mostraron más preocupación por él que por ellos mismos.

Y entonces recordaba el mensaje de horror de la Princess diciéndole que no tenía familia y que ellos no le querían, y sentía mucho miedo. Sin embargo, ya no era miedo hacia ellos. Midare estaba convencido que no tenían malas intenciones. Era un miedo a la incertidumbre. No sabía qué pensar. Las palabras ponzoñosas de esa chica le habían llenado de desdicha y desconfianza a una familia de la cual nunca se detuvo a pensar que tenía. Casi temía el poder que su propia familia tendría sobre ella…

…hasta esa mañana, en la cual fue ofrecido la opción de desligarse de ellos ni bien los conociera una vez, bajo sus propios términos. Midare temió a sus hermanos como sus captores y quiso negarse a todas las condiciones que le pondrían. Entre ellas estaba la idea que él tendría que regresar a su familia sin tener la opción de elegir, pero ello ya era inexistente. Ahora tenía el poder sobre la situación y podía retornar a su vida de antes.

Y ahí aparecía un nuevo sentimiento de soledad. No podía creer que se había acostumbrado a ver a Atsushi, ese insistente hermano, yéndole a visitar a cada momento, por más rechazos que le diera. De repente, la idea de esa familia impuesta desaparecía, y Midare ya no sabía si estaba del todo bien en perder el sentido de familia luego de haber sido presentado al mismo. También pensó en Akita, en ese pequeño tan dulce y amable a quien había conocido, en el hecho que él estaba herido y ansiaba verle por más que el rubio no había crecido con él.

¿Acaso, inexplicablemente, empezaba a sentirse en casa con ellos?

Se sobresaltó al verse despertado por la puerta abrirse e ingresó una enfermera trayendo su almuerzo del día.

“Midare-san, hora de la comida,” dijo amenamente y alistó la bandeja para poner su plato y su bebida encima.
“Eh, muchas gracias,” dijo asintiendo, algo confundido. No tardó en sorprenderse al ver que se trataba de un plato muy elegante y una comida vistosa, con varios ingredientes, y una fuente de postre adicional, algo que no parecía propio del hospital. “¿Eh? ¿Este es mi almuerzo?”
“Sí, tu hermano doctor preguntó si tenías que seguir adhiriéndote a una dieta estricta, y como la doctora a cargo de ti le dijo que no, él ordenó un almuerzo de nuestro restaurante de mayor categoría,” dijo gustosamente. “Espero que lo disfrutes. Regresaré más tarde para recoger los platos. Sabes cómo contactarme.”

La señorita se marchó y Midare miró sorprendido a su selección. Estaba impresionado por ese plato tan vistoso y lujoso y por primera vez en esos días realmente sintió ganas de comer. Se puso a degustar la comida y pronto se encontró comiendo con rapidez por el exquisito sabor. Entonces, repentinamente, los ojos del rubio se nublaron de lágrimas y sintió una inmensa tristeza surgir desde su corazón. Tuvo que dejar sus cubiertos sobre la mesa ya que comenzó a llorar. Se sintió ahogado por una enorme desdicha y empezó a llorar con gran fuerza.

La pequeña felicidad de esa comida le sacó de su estado agotado y adormecido y finalmente se permitió sentir, por lo cual su interior comenzó a descargar la avalancha de sufrimiento que había pasado esa última semana. Midare secó sus lágrimas sin parar y soltó alaridos mientras su llanto agarraba fuerza. Se abrazó a sí mismo, sin poder tranquilizarse.

En aquel momento, Atsushi ingresó a la habitación y se sorprendió por lo que veía.

“¡Midare, ¿estás bien?!” exclamó preocupado y acercándose a su costado. “¿Qué sucede?”
“Ihhh… no sé, no sé…” dijo agobiado por su propia tristeza y llevando sus manos a su rostro sin poder parar.
“Ehh…” miró de un lado a otro en aprietos y muy nervioso. “¿Es la comida? ¿Necesitas algo más? ¿Qué puedo hacer por ti?”
“¡Es que… es que… tengo miedo!” negó repetidamente y aspiró entre lágrimas para seguir hablando. “¡No sé qué hacer! ¡No sé qué creer! Ihh… ¡yo… me siento tan solo!”
“No, eso no es verdad…” Atsushi le agarró de los brazos. “Tú no estás solo, Midare. Yo estoy aquí por ti. Por favor, escúchame…” bajó su mirada. “Soy un torpe con estas cosas, pero no puedo verte llorar, se me parte el alma. Yo tampoco sé que hacer o qué decir, pero lo intentaré. S-sólo dime cómo puedo ayudarte.”
“No, no, no eres tú… tú no has sido más que una gran ayuda…” tapó sus ojos con sus manos. “¡No sé por qué lloro, pero no puedo parar! ¡Perdón… perdón…! ¡E-estoy bien…!”
“¡No, Midare, no lo estás! ¡Si lloras es porque no estás bien!” le contestó también comenzando a entrar en pánico. “¡P-pero no te disculpes! ¡Si llorar te alivia entonces puedes llorarme todo lo que quieras! ¡En serio!”
“Pero…” se sobó los ojos y le miró. Midare mostró leve sorpresa. “¿Eh? Pero tú también estás llorando…”
“¿Q-qué dices?” Atsushi se ofuscó y desvió su mirada. Sí tenía lágrimas en los ojos. “N-no, sólo te parece… yo no estoy llorando, nunca lo haría…”
“…” le miró confundido.
“Sólo quiero que estés bien, Midare. Yo no puedo estar tranquilo si mis hermanos no lo están,” dijo mientras cerraba sus ojos y sacudía su cabeza para mantenerse firme. Desvió su mirada. “Pero… tal vez a ti te venga bien llorar ahora. Si es así, ignórame. No sé lo que estoy diciendo.”
“Eh…” le miró detenidamente, sin saber qué pensar, cuando se sorprendió por una tercera persona proveniente de la terraza que hizo acto de presencia y le extendió un pañuelo. Era ese hermano peliblanco. “¿Eh? ¿Qué haces tú aquí?”
“Toma…” dijo Honebami, inmutado.
“…” Midare se impresionó por su ofrecimiento y recibió el pañuelo.
“Honebami… ¿cómo llegaste aquí?” preguntó Atsushi.
“…” el hermano mayor curiosamente sacó otro pañuelo y se lo extendió.
“¡N-no, yo estoy bien, muchas gracias!” se negó agitando sus palmas.
“Mantengo guardia,” informó, haciendo una reverencia. “Con permiso…”

Los dos le observaron confundidos salir por las puertas de vidrio y esconderse detrás de la pared para mantenerse fuera de vista. Atsushi alzó una ceja. Se preguntaba cuánto tiempo llevaba ahí.

“Atsushi…” dijo Midare.
“S-sí, ¿qué necesitas?” preguntó el chico sumamente impresionado ya que era la primera vez que Midare le llamaba por su nombre.
“¿Es verdad que Akita ha sido lastimado?” preguntó cabizbajo y una voz apagada.
“Sí… Akita desapareció de casa y tuvimos que rescatarlo. Él… fue muy lastimado por sus captores…” admitió incómodo.
“Entonces tendrías que estar con él. Akita es un niño lindo e indefenso. Él te necesita mucho más que yo.”
“Eso no es verdad,” negó rotundamente. “Akita nos tiene a todos nosotros. Mis otros hermanos también cuidan de él. Más bien, si no hubiera estado aquí quizás hubieras llorado solo. Eres mi hermano, Midare. Por supuesto que cuidaría de ti.”
“Pero no nos conocemos…”
“No por eso eres menos importante para mí.”
“…”
“Más bien espero que me disculpes por lo de antes. No me di cuenta que te estaba imponiendo que seas parte de nuestra familia, perdón. Eso es algo que no se impone, tú lo sabes bien,” reconoció inquieto. “Es sólo que sé lo mucho que todos hemos esperado para conocerte. Te apreciamos un montón y tengo el presentimiento que tú también nos querrías de vuelta. En verdad sé que tú serías muy feliz con nosotros.”
“…” se sorprendió.
“Pero igual, si decides no reconectar con nuestra familia, quiero que recuerdes que seguirás teniendo a un hermano que estaría dispuesto a todo por ti,” se apuntó a sí mismo y sonrió. “Eso es porque somos hermanos, Midare. Nunca dejaré de decírtelo.”
“…” le miró anonadado y asintió con leve pena. “Gracias… perdón…”
“No te disculpes, es un placer.”




Atsushi se quedó acompañándole mientras comía su almuerzo ya que sabía que Midare necesitaba de la presencia de otra persona, hasta que terminó y la enfermera volvió para recoger los utensilios usados. El pelinegro pidió a su hermano que descansara y se tomara una siesta y de ahí decidió que saldría para dar un corto paseo.

No sabía si realmente había podido hacer algo por Midare. No llegó a comprender del todo por qué había llorado ni si ya se sentía mejor, pero tal vez era de esas cosas sensibles que se escapaban de su entendimiento. En parte esperaba realmente estarse volviendo más cercano a él, aunque a la vez sentía que había tan poco en sus manos. Quería pedir ayuda y desahogarse, pero no era el momento. Necesitaba ser más fuerte.

Salió del hospital aunque no pudo alejarse mucho del mismo al encontrarse con Shinano y Houchou, quienes llegaban para visitar a Akita. Atsushi se inquietó al no haberles esperado y esperó que la tristeza ya se hubiera despejado de su expresión. Trataría de actuar tranquilo y despreocupado pese a no sentirse así por dentro.

“¡Atsushi-niisan!” exclamó el pequeño pelimarrón, dándole el alcance apurado. “¿A dónde vas?”
“Hola, Houchou, qué alegría verte,” le contestó simpáticamente. “Eh, pues, no sé. Ya llevo mucho tiempo adentro. Pensaba darme un paseo por el parque.”
“¡Atsushi-nii!” Shinano intentó darle un abrazo pero el otro lo esquivó. “¡Oye, no te escapes!”
“No actúes como un tonto, Shinano, estamos frente a un hospital,” reclamó frustrado y frunciendo el ceño. “Y ya te dije que no me llames así.”
“Aw, no seas aguafiestas, yo que me alegro por verte,” el pelirrojo hizo un puchero. “¿Y por qué tienes que quedarte en el hospital? Akita no necesita que estés aquí toda la noche.”
“Eh, verás…” desvió su mirada.
“¡Tal vez sí lo necesite!” reclamó Houchou a Shinano. “¡Con Atsushi-niisan presente nadie va a atreverse a hacerle daño! ¡Nuestro hermano lo mantiene vigilado! ¿No es verdad?”
“¿Eh? Hmm, puede ser…” Atsushi se puso a pensar. Sabía que Shinano sospecharía si le daba la razón a Houchou, aunque al menos eso le dio una excusa. “El hospital sí tiene guardias y vigilancia permanente, pero admito que me siento mucho más tranquilo quedándome aquí, en caso Akita fuera a necesitar de alguno de nosotros. Es un alivio para mí también.”
“Atsushi…” Shinano le observó atentamente y se preocupó. Lo notaba, sabía que su hermano estaba actuando muy distante y trataba de pretender estar bien, pero sus ojos le inspiraban desolación. Él estaba cargando con alguna cruz muy grande. Caminó un par de pasos para mirarle de tan cerca que el otro retrocedió.
“¿Qué estás haciendo?” le preguntó extrañado. “Respeta el espacio personal.”
“Pero no te ves bien, hermano. Estás cansado y triste, ¿no es así? ¿Será que estás muy preocupado por Akita?” asintió. “Si es así puedes hablar conmigo.”
“Estoy bien, no me prestes atención,” dijo incómodo y dio un suspiro. “Claro que estoy preocupado, pero todo está bien. Al menos sí puedo decir eso…”
“Aw, pero no puedo verte así,” se afligió. “¡Al menos déjame abrazarte!”
“Ni se te ocurra,” afiló sus ojos.
“Ihh…” Shinano retrocedió un par de pasos con temor. “Ya, está bien… Houchou, tu hermano mayor está muy triste. ¡Dale un abrazo como él te lo dio el día de su regreso!”
“¿Qué?” preguntó el pelinegro.
“¡Entendido~!” canturreó Houchou, quien de inmediato abrazó a Atsushi.
“O-oye, no es necesario…”
“Hehe~ te puedes negar a Shinano, pero no te vas a negar a mí~”
“¡Exacto!” dicho esto, Shinano terminó abrazando a ambos con fuerza.
“Tch, ¡tú suéltame, Shinano!”
“Y como nuestro lindo pequeño te está abrazando también, no me puedes agredir~” canturreó el pelirrojo, sonriendo sonsamente. “¿Verdad que fui inteligente? Houchou es mi pantalla~”
“Uhh, Shinano-niisan, no me llames así,” Houchou le miró con reproche. “Al menos di que soy tu guardián.”
“¡Tienes toda la razón, eres mi hermoso y adorable guardián, Houchou~!”
“Ya, han tenido suficiente. Apártense, por favor,” dijo frustrado y finalmente siendo soltado.
“Pero Shinano-niisan tiene razón, sí te ves apagado,” Houchou lo pensó un poco y abrió su bolso para sacar una bolsita de galletas caseras atadas con un listón de colores. “Toma, hice galletas para Akita y traje un paquete más. Ehm, había pensado comerlas yo… pero tengo más en casa. Tú necesitas energías ya que estás vigilando a nuestro hermano.”
“Oh, eh, gracias pero no tienes que dármelas. Tú las disfrutarás más que yo.”
“Uhh, ¡también quiero que pruebes mis galletas, apuesto a que nunca lo has hecho!” el pequeño se obstinó. “¡Verás que te gustarán mucho!” bajó su mirada. “También… quiero agradecerte por cuidar de Akita y por salvarle en primer lugar… me hubiera gustado ayudarles, seguro fue algo difícil de hacer…”
“No tienes que hacerlo. Somos hermanos, por supuesto que nos ayudamos,” supo que mejor las aceptaba para no hacerle sentir mal y las recibió con una sonrisa. “Muchas gracias, aprecio mucho el gesto.”
“Luego me dices qué te parecieron,” sonrió triunfalmente.
“Pero Akita está bajo una dieta muy rigurosa. Creo que todavía no puede comer dulces.”
“Al menos una sola galleta no le puede caer mal. Es medicina para el alma,” argumentó.
“Sólo sé nuestro cómplice, Atsushi,” Shinano le guiñó un ojo.
“No lo sé, ojalá no le caiga mal. Akita tiene que cuidar lo que come, a diferencia de…”

Su cuerpo se congeló. Casi se le escapa el secreto de Midare. Atsushi vio a sus hermanos confundirse e intercambiar miradas. ¿Cómo se le pudo haber olvidado?

“¿A diferencia de… quién?” preguntó Houchou.
“Ehh, n-nadie, creo que estoy muy cansado…” se dio un facepalm. ¿Por qué no podía venirse con excusas al instante como su mellizo?
“Hmm…” por su parte, Shinano supo que había gato encerrado y volvió a mirarle de muy cerca. “No me engañas. Hablas sobre alguien, ¿no es así? Seguro alguien también internado, ¿verdad?”
“Eh, pues…”
“¡Oh!” Shinano aspiró y se emocionó. “¡No me digas! ¡¿Será…?!”
“Ehhh…”
“¡¿Será que te has enamorado de una bella chica enfermiza del hospital?!” preguntó con grandes anhelos y feliz de la vida.
“¿Ah?” y Atsushi entrecerró los ojos con fastidio. Supuso que adivinar a Midare sería muy difícil, y en parte no le sorprendía que Shinano dijera algo tan estúpido como eso. “Tch, obviamente no es eso, ¿qué tonterías dices? Acabo de llegar a casa. ¿Me ves del tipo que se enamoraría de alguien en tan poco tiempo?”
“Hehe, nunca se sabe, y sé bien que acabas de regresar, pero tal vez ya has tenido un encuentro cercano con una chica única de despampanante belleza y con enormes oppai que te ha cautivado el corazón~”
“Maldición, ten un poco de decencia…” se amargó. La descripción del pelirrojo le hizo recordar a Junko, lo cual le causó terribles cólicos en el estómago.
“¡Pero me encantaría hundir mi cabeza en sus oppai!”
“¡Cállate, ya no inventes cosas!”
“¡Yo también quiero abrazarle sus oppai!” exclamó Houchou, sonriente.
“…” ello fue la gota que colmó el vaso. Atsushi hundió sus ojos en sombras y levantó a Shinano agarrándole de la camisa, elevándole centímetros del piso.
“¡AAHHH!” este gritó aterrado.
“Es una cosa que tú sigas siendo un engreído insolente, pero si te atreves a corromper a nuestro hermano te haré arrepentirte por el resto de tus días, ¿has entendido?” le fulminó con la mirada.
“¡B-bromeaba, no asesines a Shinano-niisan, por favor!” exclamó Houchou, asustado y con lágrimas en los ojos. “¡S-sólo te fastidiábamos! ¡N-nunca haría algo así, lo juro!”
“Ihh, perdón, Atsushi, pero por favor no aterres a nuestro hermanito…” dijo Shinano con miedo, y felizmente fue soltado por el otro. Sonrió incómodo. “Ahh, te has vuelto más aterrador que antes, me aseguraré de recordarlo.”
“¿Estás bien?” le preguntó Houchou.
“Hehe, sí, no te preocupes,” Shinano miró al pelinegro. “Ehm, pero bueno, no sé qué te traes, aunque íbamos a ver a Akita. ¿Qué tal si nos acompañas? Lo que sea que te angustia se puede aliviar si pasas tiempo con nosotros.”
“No lo sé…”
“¡Por supuesto que sí!” el pelirrojo sonrió decidido y le agarró de la muñeca. “¡Vamos, no permitiré que te niegues!”

Así, los tres ingresaron al hospital para pasar un poco de tiempo con el pelirrosa.




Pasaron las horas y llegaron las once de la noche. El día terminaba temprano para Midare en comparación con los anteriores, al ya no tener intenciones de escapar. Él ya dejaba de sentirse como un prisionero. Atsushi acababa de pasar por su habitación para despedirse por el presente día y preguntarle una vez más si necesitaba algo, a lo cual el rubio negó y le aseguró que sí trataría de dormir sin causarle más problemas.

El chico yacía echado en su cama dentro de su habitación con las luces apagadas, aunque continuaba teniendo problemas en conciliar el sueño. Todavía tenía que tomar la decisión que había sido dado, o al menos pensar en sus propios términos. Sentía que era muy pronto para venirse con un trato con condiciones tan definitivas. Sorprendentemente, temía precipitarse y negar ser cercano a personas que realmente sí valían la pena. Ya no tenía motivos para continuar rechazándoles tan obstinadamente…

Percibió que se sentía solo, aunque se preguntó si realmente lo estaba. Recordó la tarde, el momento en el cual desahogó todas sus penas. Atsushi no fue el único que estuvo ahí. El hermano peliblanco se había aparecido desde la terraza, a pesar de nunca haberlo visto entrar por su habitación. La curiosidad le ganó y se levantó con mucho cuidado para caminar hacia las ventanas corredizas. Se abrió caminó, asomó su cabeza y lo confirmó. Honebami Toushirou se encontraba ahí, de pie derecha y rígidamente, dándole la espalda a la pared de ese cuarto, fuera de vista para la gente del interior. Le miró con curiosidad y asombro, pese a que ese chico no le dirigía la mirada y tenía sus ojos inmutables fijos hacia el frente. Casi pensó por un momento que este no estaba consciente de su presencia, o incluso inconsciente con sus ojos abiertos debido a su sorprendente quietud, pero no fue así.

“¿Necesitas algo?” preguntó Honebami, repentinamente, sin dirigirle la mirada.
“Eh,” se sobresaltó un poco y desvió su mirada. “N-no, estoy bien, no quiero incomodarte, es sólo…” se dio cuenta que tenía un montón de cosas que preguntarle. Midare llevó sus manos a su pecho. Necesitaba hablar, y curiosamente ese frío peliblanco le inspiraba una familiaridad que no era capaz de describir. “Ehm… ¿has estado aquí toda la tarde?”
“…” él asintió.
“¿E-en serio?” se sorprendió. “P-pero, en ningún momento entraste a la habitación y no es posible acceder al balcón desde afuera…”
“Es posible para mí.”
“¿En verdad?” se extrañó y volvió a mirar a los alrededores. No había forma. Ningún humano podría saltar desde otro balcón y el resto de estructuras eran de vidrio sin tracción alguna.
“Yo soy distinto a los demás…”
“…” le miró con gran intriga. Realmente era diferente, podía percibirlo. Supo que le decía la verdad, por más increíble que fuera. “Hone…Honebami, ¿verdad? Ehm…” bajó su mirada. “Espero que no tengas miedo por mí. Ya no pienso escapar. Te prometo que no tienes que quedarte a hacer guardia. Estaré bien.”
“…”
“Por favor, me sabría muy mal si tú te quedas vigilándome toda la noche. No hay motivo para hacerlo tampoco.”
“Es prevención…”
“Pero no es necesario…” frunció el ceño, con remordimiento. “No entiendo… yo… yo no he sido más que antagonista y huraño con ustedes… ¿por qué están al pendiente de mí?”
“…”
“No les comprendo… ¿por qué se preocupan tanto por una persona que no conocen, por más que digan que ustedes son mis hermanos?” preguntó con tristeza, cabizbajo. “¿Por qué me cuidan y me mantienen en este hospital y a la vez me dicen que yo no les debo nada a cambio?”
“…”
“No tiene sentido, ¿verdad?”
“Tiene sentido para ellos…”
“¿Eh?” Midare le observó confundido. ‘Para ellos’… “Tú… ¿qué piensas al respecto?”
“No necesitas hablar conmigo.”
“¿Entonces… tú no piensas igual?”
“No tengo comentarios al respecto.”
“¿Será que tú lo ves igual que yo?” preguntó con tristeza. “¿Verdad que no tiene sentido que me ayuden? Yo no soy parte de ustedes. Ellos lo pensarán, pero yo no me siento así…”
“…” Honebami le miró de reojo. “Yo tampoco les comprendo. Sólo sé que ellos son así. Están dispuestos a aceptar a los demás incondicionalmente.”
“…”
“Pero no es del todo malo.”
“Eh…”
“Es la forma en la que son. Es cuestión de los demás aceptarlo,” regresó su mirada hacia el frente. “Yo he sido aceptado por ellos hace muchos años. Soy distinto a todos ellos, pero de algún modo, soy parte de ellos. Estoy cometido a apoyarles en lo que ellos decidan hacer. Por eso estoy aquí.”
“Honebami, ¿acaso tú…?” le miró anonadado. “¿…tú también eres ajeno a esta familia?”
“…” se mantuvo inmutado.
“…” Midare frunció el ceño y abrió la puerta corrediza ampliamente. “No quiero pedirte que hagas algo que no quieres hacer, pero quisiera hablar contigo. Yo… quiero escuchar la opinión de alguien más, y tú eres diferente a Atsushi y el doctor. Lo puedo sentir…” asintió, meditativo. “Tú nunca has intentado decirme nada o convencerme de nada.”
“…” le miró atentamente.
“Por favor…” le suplicó.
“…” el peliblanco asintió pausadamente e ingresó a la habitación.
“Eh, g-gracias…” musitó un tanto sorprendido por su sequedad. Observó al peliblanco detenerse al pie de su cama. “Podríamos sentarnos en los sillones al costado. Sería mejor para una conversación.”
“…” este negó. “Necesitas descansar. Vuelve a recostarte.”

No se hizo de rogar. Midare cerró las puertas corredizas y volvió a cubrirse con las sábanas.

“Pues yo…” desvió su mirada. Era difícil pensar en qué decir. “…estoy pensando en qué decidir, si es que debería conocer a los demás… es lo menos que podría hacer, ¿verdad?”
“…”
“Ahh, ¿por qué me estoy haciendo tantos líos?” preguntó inquieto. “Ya no creo en lo que esa Princess me dijo. No entiendo por qué le tuve que creer en un inicio. Ella seguramente sólo quiere lastimar a Tsubasa-chan y a todos los cercanos a ella, pero sigue siendo un tema tan significante para mí, el conocer a mi familia, el saber por qué no crecí cerca de ellos…”
“…”
“Y ahora que hablé contigo, suena a que tú estuviste en mi posición, que tú sabes qué es ser un completo extraño e involucrarte con gente que está un paso por delante de ti…” Midare le miró con ojos temblorosos. “Siento que hay muchas cosas que no comprendo de ustedes. ¿Dónde están nuestros padres? ¿Por qué son justamente ellos dos quienes andan al pendiente de mí? Tú eres mayor a ellos y Atsushi mencionó a otro hermano mayor… también… ¿cómo así tú también te consideras distinto a los demás? ¿En algún momento fuiste apartado de ellos?”
“…” Honebami cerró sus ojos.
“¿Podrías al menos contestarme estas preguntas?” le miró con súplica y expectativa. Ya parecía que el otro se preparaba.
“Nuestros padres están muertos…” dijo sin dar rodeos.
“¿Eh?” se quedó en shock. “¿Cómo… así?”
“Ocurrió un incendio en una reunión a la cual asistieron. Ellos fueron parte de los fallecidos. Sucedió hace nueve años. Desde entonces nuestros hermanos han estado a cargo de sí mismos.”
“…” se afligió. Ello podría explicar por qué tenía un hermano doctor a temprana edad, al igual que su trato. “No… lo había imaginado.”
“Yagen y Atsushi decidieron estar a cargo de ti porque ellos fueron los últimos que te vieron en el día de tu desaparición…”
“¿Qué?” otra gran sorpresa.
“Ellos asumen responsabilidad a pesar de haber sido muy jóvenes e impotentes como para prevenir que te perdieras en el bosque. Nuestro hermano mayor estuvo de acuerdo con su vocación a cuidar de ti.”
“…” asintió. “Ese hermano mayor suena al líder de la familia.”
“…” volvió a asentir. “Sin embargo, hay asuntos que les corresponden mejor a nuestros hermanos menores. Yagen y Atsushi saben más sobre ti. Ellos, a diferencia de nosotros, te recuerdan.”
“¿Qué quieres decir?”
“Los tres mayores estuvimos con nuestros padres en el incendio y resultamos gravemente heridos,” abrió sus ojos vacíos. “Perdimos nuestra memoria…”
“¿Q-qué dices?” llevó una mano a su boca. “¿No recuerdan su pasado?”
“Tú tampoco pareces recordarnos. Careces de recuerdos o familiaridad con nosotros…”
“¿Es por eso que dices que eres distinto a ellos? ¿Acaso el mayor fue como tú?”
“…” Honebami negó.
“…” le miró con intriga.
“Ichi-nii, Namazuo… ellos dos perdieron la memoria. Sin embargo, ellos no tardaron en reconectar con los demás y volver a familiarizarse, como si el sentimiento de pertenencia hubiera permanecido con ellos. Los dos siguen siendo quienes fueron en algún momento, a cierta medida,” sus ojos adoptaron frialdad. “Yo soy diferente. El Honebami Toushirou de aquel entonces murió entre las llamas de aquel incendio. Yo soy un ser nuevo que surgió de lo que quedó de esa persona. Yo no poseo familiaridad, compatibilidad, pertenencia a ningún lugar. Yo rechacé a nuestros hermanos, menosprecié sus principios, deseché todo aquello que me hace un ser humano y me da empatía a otras personas. Yo no soy como los demás…”
“…”
“Yo soy distinto. Aquel que nació con mi nombre me dejó la imposición de ser parte de una familia que no tiene que ver conmigo, el legado de cumplir con asuntos que no me corresponden personalmente.”
“…”
“Sin embargo, ellos me aceptaron por quien era, por más que no fuera igual a ellos,” miró hacia las ventanas. “Yagen… él me dijo que yo era yo, que no había nadie más semejante a mí y que nadie sería capaz de reemplazarme. Me hizo entender que estaba bien, que no había ningún problema, que yo era su hermano, y que, por todo ello, no necesitaba intentar ser nada más.”
“…”
“…” Honebami alzó una mano hacia la ventana y la miró ensimismado. “Incluso un ser incomprensible y peligroso como yo tiene un lugar dentro de una familia como la nuestra. Sigo sin entenderles, pero… no es del todo malo. Si esta aceptación es lo que significa tener una familia para los seres humanos… está bien. No me desagrada…”
“Hu…manos…” no dejaba de sentirse intrigado y atraído a aquel peliblanco que era su hermano. Tenía un aura cautivadora.
“…” Honebami bajó su mano y volvió a dirigírsele. “¿Alguna otra duda?”
“Ehm… supongo…” bajó su mirada. “Tú que te has sentido ajeno… ¿qué crees que debería hacer? Nuestros hermanos me han dado la elección a conocer a la familia y decidir si ser parte de ellos o partir caminos con ustedes… temo cometer un error… siento que es una decisión que yo no puedo hacer, no con tan poco conocimiento…”
“¿Estás limitado a un único encuentro?”
“¿Eh?” alzó su mirada, sorprendido. “Pues… el doctor dijo que sólo tenía que ser una vez… pero no suena a que tenga que serlo. Él me dijo que me viniera con mis propios términos.”
“…” asintió.
“¿Qué piensas tú al respecto? ¿Cómo fue para ti? ¿Cómo llegaste a la conclusión que los aceptarías como tus hermanos, luego de rechazarles en un inicio? ¿Tú crees que sería una buena decisión para mí también?”
“Tú eres más compatible con ellos que yo. Es evidente.”
“Pero…”
“¿Consideras que la pertenencia a una familia te limitaría? ¿Temes perder algo a cambio?”
“Eh…” desvió su mirada, confundido. “No… no lo sé…”
“Si consideras que ellos son un estorbo para ti sería mejor que no aceptes.”
“N-no es que sean un estorbo, no quiero decir eso,” negó preocupado. “Yo más bien puedo serle un estorbo a ellos, o un peligro. Intento ayudar a una HiME a pelear… ¿eso no es un problema?”
“No creo que lo sea.”
“¿T-te parece?” se sorprendió.
“La unión de una familia parece elevarse por encima de problemas como aquel. Estoy convencido que ellos dirían algo semejante,” negó tranquilamente. “Sin embargo, sí es una responsabilidad adicional, una en la cual tienes que poner de tu parte por el bien de otros, y a cambio te vuelves receptor de lo mismo.”
“Eh…”
“Has sido dado la elección. Depende de ti.”
“…” el rubio se puso a pensar, indeciso. “Una responsabilidad… no puede ser tan simple como eso… creo que todavía hay mucho que no entiendo… quisiera saber más sobre tu experiencia.”
“…” Honebami negó. “No hay mucho que desee compartir, pero sigo sin entender muchas cosas. Asimismo, considero que tú tampoco podrás entender tu posición dentro de nuestra familia si no le das un intento.”
“…”
“En mi caso, nuestra familia me permitió aprender más sobre los demás y le dio un nuevo sentido a mi vida,” cerró sus ojos. “El concepto de la definición de quién eres parece ser uno extremadamente importante, uno que te provee una fortaleza indiscutible, intrínseca, sutil al punto en el cual los humanos la desconocen. Yo siempre ha sido sensible a la misma…”
“…” le miró con curiosidad.
“Conocer a otros trae cuestionamientos al interior y te provee de información y entendimiento. Pienso que mi incorporación a nuestra familia terminó siendo enriquecedora para mi persona. Por ello, pienso que te esperaría lo mismo. Como mínimo, es una experiencia, una que no eres capaz de anticipar, que parece trascender de tu persona, pero no por ello deberías cerrarte,” volvió a mirarle. “La incertidumbre no tiene por qué ser mala ni existe para derribarnos. Si sabemos sobrellevarla, es nuestra mayor aliada. Estoy convencido de ello.”
“…”
“Y la familia siempre estará ahí para ayudarnos cuando nos hace falta el impulso. Nuestros hermanos lo darían todo por nosotros, me lo han demostrado en el pasado. Ahora te toca a ti darles una oportunidad,” asintió. “Podrías terminar como yo, aceptándoles y decidiendo que no está del todo mal.”
“Sí, muchas gracias…” asintió.
“Yo te protegeré. Ve a dormir, no tienes que temer,” hizo una reverencia y caminó hacia fuera.
“Espera,” Midare extendió una mano, deteniéndole. “Parece que no puedo detenerte de hacer guardia. Entonces, al menos, ¿podrías quedarte aquí adentro? Vamos, toma asiento en uno de los sillones. No tienes por qué permanecer tanto tiempo de pie, estarás cansado.”
“Estoy bien.”
“Insisto,” se apenó. “También quisiera compañía. Me siento solo.”
“…” Honebami le observó brevemente antes de acceder y tomar asiento en el sillón más cercano a la cabecera de su cama. Él se quedó mirando hacia el frente.
“Y ehm, puedes dormir en el sillón. Si estás afuera desde la tarde seguramente necesitas descansar como yo.”
“No necesito dormir.”
“Pero no es como si nunca durmieras.”
“…” negó. “No necesito dormir ahora mismo.”
“Bueno, si tú lo dices…” se le hacía alguien curioso a quien no podía comprender, pero no le parecía malo. No había malicia en su manera de ser. Midare se acomodó en su cama y se recostó de costado para encararle. “Muchas gracias por conversar conmigo, Honebami. Lo necesitaba. Gracias por comprenderme. Puedo decir que lo haces.”
“No necesitas agradecerme…”
“…” sonrió un poco y cerró sus ojos. Curiosamente, le comenzó a entrar sueño. “Dime… seguramente tú no sientes una hermandad hacia mí. Soy un desconocido para ti, como tú lo eres para mí…”
“…”
“Pero, ¿crees que algún día podrías pensar en mí como tu hermano?”
“Es posible…”
“Sí, ¿verdad?” se acurrucó en su almohada. “Es extraño. No nos conocemos, no tengo recuerdos de ustedes, pero te me haces familiar… contigo a mi costado me siento seguro, cómodo… como si estuvieras cuidando mis sueños… como si ya no tuviera nada en que pensar… ¿será… lo que la familia significa…?”

No pasaron más de cinco minutos y Honebami oyó un respiro profundo del rubio quien se había quedado dormido. El hermano mayor le miró brevemente y volvió a mirar hacia el frente, manteniendo su guardia…




Llegó el domingo en la mañana. Era poco antes de la siete de la mañana, y pese a ser el día de descanso para la mayoría, Atsushi ya estaba despierto. El chico estaba acostumbrado a un horario temprano por su formación y había pretendido salir a darse una corrida por el parque, cuando inexplicablemente Yagen le envió un mensaje, en el cual le citó con urgencia a su laboratorio. Se puso un poco nervioso por la sorpresiva llamada y se apresuró para hablar con él sin saber qué era lo que le diría. Ya tenía demasiado en su mente y esperaba no tener que lidiar con más.

Sin embargo, al llegar, el doctor le sorprendió con un desayuno que había ordenado especialmente, uno que por ningún motivo era un desayuno normal…

“¿Takoyaki?” preguntó confundido y ladeando su cabeza al ver un par de bandejas con doce takoyakis en cada una que todavía despedían vapor. Miró al otro alzando una ceja. “Yagen, ¿para esto me llamaste?”
“Precisamente, y te agradezco por venir con tanto apuro. De lo contrario se hubieran enfriado,” contestó sonriendo con tranquilidad.
“Ehh, ¿a qué se debe?”
“Shinano me avisó que se encontró contigo ayer y que andabas muy distante e inquieto. También me contó que Houchou te regaló unas galletas caseras con el fin de animarte y darte energías. Ahora me corresponde a mí atenderte y servirte un aperitivo que es más afín a tus preferencias. Nunca has sido amante de los dulces y este desayuno improvisado te será de mucho agrado. Te conozco muy bien.”
“…” miró esos takoyakis con sorpresa y empezó a sentir un hambre que había originalmente ignorado para darse su corrida matutina. Sí lucían apetitosos. “Pero estamos domingo en la mañana. ¿Cómo así conseguiste que los prepararan?”
“Los pedí desde ayer, y el restaurante de la facultad culinaria de Rizembool también trabaja los domingos desde temprano si así lo requieren. No fue mucho pedir,” se encogió de hombros. “Has tenido días muy intensos, Atsu. Realmente has hecho mucho por nuestro hermano por más duro que haya sido. Es hora que te des un gusto personal.”
“…” observó los takoyakis todavía un poco confundido y dio un suspiro. Sus preocupaciones estaban lejos de disiparse, pero apreciaba el gesto. “No tienes que preocuparte por mí, Yagen. Yo estoy bien, ya te lo dije. Igual, gracias por la dedicación.”
“No me debes gracias, hermano. Yo soy más bien quien debería disculparme. Como te dije ayer, en menos de una hora tengo una reunión importante sobre mi presente proyecto y recién me libraré a alrededor del mediodía, así que no podré acompañarte esta mañana a ver a Midare. Les daré el alcance ni bien pueda, pero recuerdo que tú querías ir a ver a nuestros hermanos a nuestra residencia familiar, así que es posible que no nos encontremos más tarde.”
“No sé si podré hacerlo para empezar. Puede que Midare me necesite aquí…” dijo cabizbajo.
“…” Yagen sonrió comprensivamente. “Tal vez ya sea momento de pedirle a Ichi-nii que nos apoye. Hoy viene bien también. Él se encuentra más libre los domingos.”
“Pero no sabemos si Midare está listo.”
“Es verdad, pero en caso de que lo esté deberás avisarle a nuestro hermano mayor. Ichi-nii ya debe andar con muchas ganas de conocerle. Seguramente estará muy preocupado por nosotros, así que tampoco hay que prolongarlo por su propio bienestar.”
“Lo sé, veremos…” suspiró cansadamente. Las cosas se salían de su alcance así que no era capaz de tomar ninguna decisión aún. “Bueno, suficiente preámbulo. Vamos a comer.”
“Ah, antes que me olvide, pedí una bebida apropiada para acompañar el aperitivo,” Yagen abrió otra bolsa y sorprendentemente sacó una porción pequeña de sake y un par de platillos. Sus lentes brillaron y sonrió traviesamente.
“¡¿Eh?!” Atsushi se hizo para atrás por la sorpresa. “¿Has pedido sake?”
“Hmhmhm…” rió por lo bajo. “Todavía recuerdo hace un par de años que me comentaste que te forzaron a tomar en una reunión, y también que le habías comenzado a agarrar gusto. Los dos hemos vivido vidas de adultos desde temprana edad, y te sorprenderías por la cantidad de bebidas alcohólicas que se reparten en convenciones y juntas de negocios. A mí tampoco me dieron opción y admito que tampoco me desagrada…”
“Ehh…” sonrió nerviosamente. “Y-Yagen, ¿qué pretendes? ¿No es demasiado temprano para tomar alcohol? ¿Y acaso no acabas de decir que tienes una reunión importante en un rato?”
“Fufufu…” se cruzó de brazos. “Algo que se perdió hace ya nueve años y seguramente que ni Gotou ni Shinano recuerdan es que nuestro padre era un bebedor empedernido con una gran tolerancia a las bebidas alcohólicas. Tú y yo recordamos verle tomar en los momentos más insospechados y a nuestra madre pedirle pacientemente que se contenga, por más que no recuerdo haberle visto embriagado,” ensanchó su sonrisa malévola. “Y sospecho que nosotros, además de heredar su espíritu de combate, salimos con su mismo gusto y su misma tolerancia.”
“E-ehh…” estaba sumamente perplejo por sus palabras.
“Sin embargo, por las enseñanzas más formales que nuestros hermanos menores han tenido y por el tabú que el alcohol significa en nuestro entorno debido a la adicción de Fudou, no podemos compartir esto con los demás. Sólo pretendo hacerlo contigo, Atsu, ya que tú también lo recuerdas, además que tu propia sociedad te ha introducido a este vicio a pesar que a ambos nos falta un año de edad para ser de la edad bebedora legal.”
“E-en serio, ¿cómo así lo pediste si ni tienes veinte años…?” se quedó en blanco mientras Yagen le daba uno de los platillos y empezaba a servirle la bebida.
“Ignora las formalidades…” dijo suavemente y ni bien se terminó de servir, levantó su bebida. “Que sea nuestro pequeño secreto~”
“…” en medio del shock comenzó a procesar ese inesperado desarrollo y empezó a salir del hoyo emocional donde estaba para encontrar gracia a aquella ocurrencia de su hermano. Atsushi se dio un facepalm y comenzó a reír mientras descargaba energía nerviosa. “¡Ahahaha! ¡¿Qué cosas dices, Yagen?! ¡No puedo creer que has pedido sake! ¡¿Qué rayos te pasa?!”
“Heh, sólo para hacerte recordar quién siempre fue el travieso en la familia,” sonrió con ironía. Se alivió al verle reír después de esos días tan intensos para él. “Ahora sí, a comer.”
“¡Claro! ¡Salud!” exclamó con energías y una amplia sonrisa.



“Ahh… no puedo creer que he tomado sake dentro de un hospital…” musitó con ligera vergüenza mientras subía solo por el ascensor de regreso al piso donde estaba Midare.

Habían pasado poco más de treinta minutos de encontrarse con su mellizo, y por más ‘inapropiado’ que había sido degustar ese desayuno, la comida y compañía le habían regresado a la vida. Sonrió frustrado y agradecido.

Le tocaba cambiar su chip interno y volver a su función de velar por Midare. Al menos el doctor había tenido razón al decir que fue una porción muy pequeña como para resultar en embriaguez. Definitivamente tendría que mantener aquel secreto si es que quería ser un buen hermano mayor y ayudar a Fudou a rehabilitarse, aunque la idea de contar con Yagen como el cómplice de una travesura no dejaba de entretenerle. Algunas cosas nunca cambiaban.

Después de concederse a sí mismo una pequeña golosina, decidió pasar por la habitación donde era un huésped. Tenía las galletas que Houchou le había regalado sin abrir y podía pensar en alguien quien las apreciaría mucho más.


Midare vio el reloj que decía las siete y media de la mañana. El rubio llevaba poco más de quince minutos despierto, pero seguía somnoliento. Él observó el sillón vacío a su costado. Se preguntaba en qué momento se abría retirado el peliblanco, cuando pensó en que quizás había regresado a su puesto al otro lado de las puertas corredizas. La idea le hizo sentarse en su cama y lo meditó un poco, pero antes de animarse a levantarse para comprobarlo, la puerta se abrió.

“Eh, buenos días, Midare. Espero no estar llegando muy temprano,” dijo el pelinegro. Él le extendió la bolsa de galletas. “Es para ti. Son galletas hechas por Houchou.”
“¿Para mí?” preguntó el rubio, recibiéndolas y mirándolas impresionado. “No parecen caseras.”
“Mis hermanos dicen que él es muy bueno con los postres. No las he probado, pero estoy seguro que lo son. No soy de comer muchos dulces, siendo sincero…”
“¿Eh?” alzó una ceja. “¿Acaso él te las regaló a ti?”
“Pues…”
“Si es así tendrías que al menos probar una,” observó. “O le puedes hacer sentir mal.”
“Ehm, supongo…” desvió su mirada en falta e incómodamente.
“…” le observó con curiosidad. Por su reacción y también la de la tarde anterior, entendía que era una persona un poco atolondrada, aunque con buenas intenciones. Midare asintió. “Gracias, Atsushi, lo aprecio mucho.”
“Oh, eh, de nada…” contestó sorprendido por su respuesta.
“Te invito una para que la pruebes. Y pensar que Houchou es bueno con estas cosas,” Midare miró a las galletas y sonrió con torpeza. “Él parece un niño muy lindo.”
“…” se quedó impresionado. Su rostro reflejaba calidez y añoranza al pensar en el pequeño. Era un cambio radical del día anterior.
“¿Eh?” Midare se percató de que le miraba. “¿Tengo algo en la cara?”
“N-no, no es eso, ehm, más bien, hablé con las enfermeras y me dijeron que era posible que te quitaran la prótesis hoy. Esas son muy buenas noticias,” sonrió un poco. “Si es así, podrías ir a visitar a Akita.”
“…” se sorprendió y miró a su pierna todavía con la prótesis. Finalmente podría sacarse ese tan frustrante impedimento.
“P-pero, tampoco quiero forzarte a que visites a nuestro hermano. Eres tú quien tiene que tomar esa decisión, perdón,” dijo cabizbajo y desviando la mirada. “Ahh, seguro ya te has dado cuenta que no soy muy bueno con estas cosas…”
“Está bien, realmente has intentado entenderme todos estos días,” Midare bajó su mirada, apenado. “Yo he sido muy duro contigo, perdóname. En verdad has sido una gran ayuda para mí. Todos ustedes lo han sido…”
“No tienes que disculparte. Sí la has tenido muy difícil…”
“Atsushi, esperaba ver al doctor para responderle, aunque tú puedes darle mi respuesta,” el rubio asintió y le observó decididamente. “No quiero definir ningún trato o limitarme a presentarme una vez. Tal vez no sea justo ni para mí ni para ustedes…” asintió. “Quiero decir, me gustaría conocerles y saber más de mis hermanos. Yo…” lo pensó un poco y sonrió incómodo. “…creo que sí quiero saber qué es tener una familia. Tú no has hecho más que preocuparte por mí hasta para poner tu vida en riesgo, y yo quiero ser parte de algo tan valioso como eso. Dijiste que yo sería muy feliz, y quisiera ver si yo puedo hacerles felices a ustedes también. Al menos quiero tener la oportunidad de ver si eso es posible para mí, por más que no hayamos crecido juntos.”
“M-Midare…” se quedó en shock. “¿Hablas en serio?”
“Sí,” asintió y se retrajo. “Todavía puedo aceptar… ¿verdad?”
“¡Por supuesto que sí!” exclamó el pelinegro. Casi parecía un milagro, pero sus oídos no le mentían. Midare acababa de decirle que sí quería ir de regreso a casa, al menos para poder conocerlos a todos bien y debidamente. Atsushi se apoyó en la cama en lo que procesaba esas sorprendentes y muy bienvenidas noticias.
“Oye, ¿estás bien?” preguntó el rubio, preocupado al verle casi desbalancearse.
“Sí, por supuesto que estoy bien, no podría estar mejor. Midare, eso era todo lo que quería oír, en verdad, soy muy feliz,” el mayor se acercó al rubio y le agarró de los brazos, sin poder parar de sonreír. “Gracias, hermano, muchas gracias por acceder a regresar a casa con nosotros. Todos estarán muy contentos de verte. ¡Sí puedes ser parte de nosotros! Ya lo eres y siempre lo serás. Te aseguro que no te arrepentirás. Nosotros nunca te defraudaremos. ¡Nosotros seremos hermanos para ti y estaremos de tu lado sin importar qué fuera a suceder!”
“S-sí, ehh, gracias…” asintió y sonrió incómodo. Era extraño. Sin duda el otro terminó acercándose mucho, aunque tampoco lo rechazaba. Se le veía muy feliz.
“No me agradezcas, bienvenido a casa, Midare,” asintió, y le soltó y se apartó un poco avergonzado. “Y pues… espero no asustarte con mi reacción…”
“Está bien, está bien,” movió sus palmas. “También… ustedes me dijeron que podían ayudarme a contactar a mis amigos…” bajó su mirada, pensativo. “Tengo un par de amigos en Rizembool quienes seguro no tendrían problemas en venir… sé que me negué antes, pero… ¿podrían contactarles por mí? Realmente querría verlos lo antes posible.”
“Claro, de todos modos. Sólo dime sus nombres y yo le aviso a Yagen para que él los busque,” dijo atenta y rápidamente. “Nuestro hermano es un doctor aquí. Seguro que podría ubicarlos.”
“Sí, muchas gracias,” al final había sido más fácil de lo que pensó. Midare se había quitado el peso de encima, ese miedo y rechazo que la Princess le había enseñado, y volvía a sentir fe y esperanzas en esas nuevas personas en su vida, quienes habían estado al pendiente de su recuperación. Tenía que creer, no podía quedarse paralizado por más tiempo.

Después de esos duros e intensos días, el rubio finalmente se decidió a dar un paso adelante y comenzar otra nueva etapa que le conduciría a una vida distinta, una con más personas y más responsabilidades, aunque a su vez, con mayores recompensas.


Kana


“Debemos detener a Asuka. Sé que quieres que primero sea Liebheart y te entiendo perfectamente. Es la araña que ha tejido toda esta torcida red de manipulación y experimentación genética. Pero, incluso un psicópata como Liebheart sabe cuándo debe ser prudente y esperar. Asuka es mucho más impulsivo y por eso, me temo, que más peligroso. Sin Liebheart, en su lugar quedaría Asuka y eso sería sumamente peligroso para todos. Liberaría su sadismo sin restricciones.”

Era el contenido del mensaje cifrado de Shikishima, empleando el código secreto diseñado por n colaborador. Shikishima resultaba ser el único que podía ver las cosas como él las estaba viendo, pero le intranquilizaba el hecho de que el oriental incluyera a una tercera persona en esto. Según Shikishima, esta persona, “un hacker”, era de confianza y estaba en el mismo modo “develación” que ellos. Esta persona incluso había perfeccionado el lenguaje digital en códigos para ser mandado por menaje de texto indescifrable, sólo entre ellos. Era magnífico, resultaba ser un hacker de primera, pero Cain no podía fiarse así nada más.
Resultaba que durante los últimos años de su existencia la mayor parte de su entorno le ocultaba cosas y buscaban el modo de quitarlo del camino de los grandes inversionistas. Por lo que estaba en su naturaleza no fiarse de las personas.

Meditó sobre el último mensaje de Shikishima. Liebheart a su parecer era más peligroso y sádico. Estaba convencido de ello y por más que Shikishima le indicara lo contrario a él no le cambiaría su parecer. Estaba a conocimiento del porqué de su intransigencia: tenía un tema personal con Liebheart y por eso su firmeza en cuanto a tenerlo como principal objetivo. Pero no puedo obviar la observación sobre Asuka: Su impulsividad y su sadismo coloca en peligro directo a varios por sus caprichos narcisos. Lograba inmiscuirse en temas delicados de los demás con el fin de manipularlos emocionalmente a su conveniencia (digno discípulo de Liebheart) y cuando veía que su mentor estaba ensimismado en sus proyectos, privándolo de proceder a la acción descabellada, Asuka se aliaba a algún otro sujeto igual de torcido que él para poner a las personas en situaciones complicadas.

Volvió a recibir un mensaje en su portátil personal. Lo tenía que leer pronto porque los mensajes por medio del sistema que ideó el hacker se auto eliminaban en pocos minutos sin dejar rastros de contenido.

“Quisiera que me mantengas al tanto de los usuarios al que le emplearán la fase tres: ¨bloqueo cognitivo¨ especialmente si notas el nombre de Kurusu Akira entre ellos.”

Cerró la portátil y la guardó en el maletín que le era inseparable. Ese aparato tecnológico fue diseñado para las agencias inteligentes de seguridad y delitos especiales, su tío Keirean, por extraños motivos, se lo obsequió hace un par de años. Seguramente quería espiarlo de algún modo, pero, increíblemente, ese aparato no estaba modificado para leer sus contenidos. Lo único que pudieron encontrar expertos a los que Cain les pagó para inspeccionarlo fue una especie de GPs que no podían localizar. Al parecer, su tío sólo lo quería mantener dentro de su radar y “controlado” de cierto modo.

Salió de la sala del ala abandonada, se dirigió a Rizembool y cuando estuvo adentro “fingió” salir con un resto de jóvenes que abandonaban su salón al término de la clase. Ir un solo día a la semana a Rizembool era suficiente para su asocialidad. Afortunadamente había conseguido un “permiso” especial para ausentarse de varias clases, tanto por compromisos personales, por salud y una y otra cosa que seguía inventando para ausentarse de Rizembool (lamentablemente, ya no podía “matar” a su abuela por quinta vez, así que la excusa de ausentarse por defunción de un familiar ya no valía)

—Ah, Lancaster. — Asuka venía tratando de acaparar su atención desde un par de metros, pero el Lancaster mayor, como era de esperar, lo ignoró durante todo el trayecto. Tuvo que agarrarlo del brazo para conseguir que le atendiera. El rubio apretó el agarre con la intención de castigar, sonrió levemente al conseguir su atención. —El señor Liebheart te ha estado buscando durante todos estos días. Sabes que tenías que presentarte a prestar tus servicios con él, pero has evitado tu oficio.
—¿Qué oficio? — preguntó, indiferente, pero ciertamente había un minúsculo grado de irritabilidad muy bien disimulado. Asuka le desagradaba.
—No te hagas, Lancaster… Tarde o temprano tenías que ejercer como médico. Es tu profesión, después de todo, ¿para que te gradúas con honores y antes de tiempo si al final no haces nada útil con tal mención? Es tan deprimente que seas así de dejado, no es propio de los tuyos, ¿qué diría tu padre? Algo que tú, yo y el señor Liebheart compartimos es justamente haber sido promovido desde jóvenes de nuestros grados a unos superiores, culminando la universidad a una edad más temprana que el resto de todos estos seres humanos… Deberías sentirte honrado de compartir esa coincidencia. Pero, no, prefieres hacerte el desentendido. ¿Para qué estudias una segunda profesión? ¿También te graduarás y no harás nada? Si es así, mejor te dedicabas al mundo de las finanzas… Parece que a eso sí le pones más atención.
—No puedo cumplir ese requerimiento. — se zafó de su agarre con un movimiento. No toleraba que el otro se le acercara.
—¿Por? — Asuka entrecerró los ojos.
—Jamás he atendido a nadie. Por eso.
—¿Esto es una confesión? Ahhh, yo sé que intentaste auto boicotearte. ¿En serio los traumas con tus padres te han destruido tanto? Por favor, supéralos. Sé que puedes. — le sonrió, angelicalmente.
—…— Cain se mantuvo tranquilo, aunque presentía que los comentarios de Asuka iban más allá de una simple burla como había sido en los últimos días. De aquí a un tiempo Asuka pasó de ignorarlo por completo a tirarle indirectas en la última semana. Era imposible que supiera más allá de sus suposiciones no confirmadas, pero, ¿y si había algo más?
—¿Te lo estás preguntando, cierto? — el rubio mantuvo la sonrisa, luego miró hacia un costado insinuándole que le siguiera hacia las oficinas. —Conversemos, Lancaster. Esto te va a interesar. Es imposible que me ignores de ahora en adelante. Si sabes lo que te conviene, no te atrevas a irte como siempre. — Lancaster siempre lo evitaba. No le era confrontacional como Shikishima, pero lo evitaba y se desaparecía. Ryo Asuka sabía que el inglés desaprobaba su conducta, tan perfecto y engreído que era, no toleraba su “falta de ética y moral” en cuanto a los procedimientos en son de la ciencia. Era la persona más pedante que conocía y eso le hacía querer “desaparecerlo” de la faz de la tierra por lo mal humano que era. Pero suponía que su existencia tenía un propósito en la vida.
Finalmente obtuvo su interés, Lancaster lo siguió y ambos entraron en una de las oficinas de los laboratorios de Rizembool.
—Iré al grano, Lancaster. Sé que tienes muchos secretos, quizá tantos que necesitaré de tres vidas más para descubrirlos todos, pero al menos sé uno de ellos y es uno de los más dramáticos de todos: tu madre está viva y le has mentido a todo el mundo, incluyendo a tus hermanos, sobre su muerte.
El silencio prolongado indicó a Asuka que el otro estaba buscando el modo de negarlo. No era necesario que se esmerara en ello, tenía toda la información que necesitaba.
—¿Qué?
—Ah, supuse que lo negarías…— el rubio soltó un suspiro, apático. —Lo sé todo. Sé que tu madre no murió en ese incendio donde supuestamente tus dos padres murieron. El único que falleció fue tu padre. No quiero imaginar cómo pudieron reconocer ese calcinado cadáver… Debieron de contratar muy buenos dentistas forenses.— Asuka se acarició el mentón, divagando en esa reflexión. —Pero no haré rodeos innecesarios. Lancaster, sé que le has mentido a todo el mundo. A tus hermanos, en especial. Privarlos de su madre… Oh, creo que nadie es tan villano de ir tan lejos. Sé que hiciste que la encerraran en un hospital mental con un diagnóstico de trastorno de personalidad disociativo. Ah, tu madre puede ser una histérica de libro, pero jamás tuvo “otra identidad” pero fuiste tú quien le dio otra identidad y dejaste ordenes explicitas en el sitio donde la abandonaste. Seguro dijiste en su ingreso algo como “Esta paciente tiene un desorden de personalidad, cree que es una mujer adinerada y perteneciente a una familia rica.” Los primeros días, la fuiste a visitar a menudo, ¿cierto?
—…— ¿Cómo sabía tanto? Lo dejaría continuar mientras planeaba mentalmente su defensa o… contraataque.
—La actuación de ser un sujeto empático con tu “paciente” en esos primeros días te dio la coartada perfecta con los demás doctores y enfermeras para que pensaran algo como “la paciente cree que el Dr. Lancaster es su hijo, pobre.” Que astuto. He conocido gente perversa, gente psicopática y gente torcida, pero, Lancaster, tú eres la mezcla de todas esas características juntas. Mentir a ese nivel, engañar a todos e incluso a tus propios hermanos haciéndolos sentir miserables por la muerte de sus dos padres, ¿qué pensarían ellos de ti si supieran este oscuro secreto tuyo? Eres brillante. Seguro que tienes muchas cartas bajo la manga para contrarrestar esto. Sinceramente, te era más sencillo decirles a tus hermanos la verdad: tenías una madre tan obsesionada con tu padre que quemó vivo a su esposo con su amante. Ah, pero tenías que inventarles un cuento de hadas para limpiar la imagen de los dos.— amplió su sonrisa. —¿Quién lo diría? Hace unas semanas yo pensaba que eras un pusilánime tonto e inútil, temeroso de las experimentaciones en los estudiantes y prospectos Rebels. Pero, tal parece, que eres peor que todos nosotros juntos. ¿Cómo así te atreves a pensar que el señor Liebheart es un ser maligno? Claramente, el único malo en esta historia eres tú. ¿No me vas a decir nada? Puedes empezar siendo sincero una vez en tu vida y decirme que no te gusta ejercer como doctor porque la primera vez que lo hiciste… Fue para manipular a las personas y hacer daño a un paciente que, reitero, es tu propia madre. Por eso tu rechazo a ejercer tu profesión, porque faltaste a la ética deontológica de todo doctor y——
—Cállate. — Lo observó seriamente. Cansado de que no parara de hablar.
—No me des órdenes, Lancaster… No soy uno de tus peones. — Asuka se acomodó el cuello de su abrigo, tranquilamente, totalmente despreocupado. Cuando terminó de dejarlo a su gusto, continuó. —En esta situación, yo estoy en calidad de darte órdenes si es que quieres esconder tu secreto. Pero no soy de ese tipo de personas. Para tu suerte, no soy como tú. No me gusta manipular a los demás para sacar beneficios para mí. — giró los ojos. —Sólo te pediré que asistas a la cita con el señor Liebheart. Sólo eso. Si no lo haces, habrá consecuencias.
—No lo haré.
—¿Insistes? Eres agotador… Más asertiva es una estúpida mula que tú y tu obstinación. ¿Para que negar la verdad? Ya te dije que lo sé todo. Si quieres te dicto la localización de donde tienes a tu madre, su nueva identidad y todo lo que quieras… Me lo contó una fuente confiable.
—Liebheart…
—Oh, sabía que lo ibas a culpar. — el rubio sonrió levemente. —No. Él no fue. Incluso él te es más leal que tu propia sangre.
—¿Mi… abuelo?
—Ahá. Qué triste que ni en los tuyos puedas confiar. Fue él quien me contó este increíble secreto tuyo para que “te mantuviera a raya” ha sido muy amable de su parte. — desvió su mirada de su víctima para leer la hora en su reloj de pulsera. —En fin, ambos estamos tarde. Ve con Liebheart si sabes lo que te conviene. Nos vemos.

**
—Ah, joven Lancaster. Qué maravilla ver que sí aceptó mi invitación para participar de estos procedimientos médicos. Siempre he pensado que tienes mucho potencial que usar en el área de la medicina. — Liebheart le sonrió amistosamente cuando reconoció al joven bajo todo el traje clínico de protección que se usa para intervenir quirúrgicamente a un paciente. El tono verde de sus ojos era muy peculiar como para no reconocerle.
—No es voluntariedad.— fugazmente lo miró con rencor, pero su atención se centró en el paciente anestesiado sobre la camilla. Dudó en aproximarse.
—¿Pasa algo?
—Independiente a que me quieran dentro de su juego de manipulación e involucrar mi nombre con el contenido mórbido que significan estas pruebas… Me resulta negligente de mi parte proceder en estas neurocirugías. Jamás he intervenido quirúrgicamente a nadie… Ni siquiera he atendido a un solo paciente. Tampoco tengo especialidad.— los errores no estaban en su idiosincrasia y a lo largo de su vida estos habían sido casi nulos, pero era realista al pensar en la posibilidad de errar si participaba de una cirugía: tenía cero experiencias. No podía negar esa falta de práctica en los procedimientos. Sólo tenía lo aprendido y ejecutado en sus pasantías en el hospital de Inglaterra y Suiza.
—No sea tan crítico. Por lo demás, yo lo estaré supervisando en todo momento. Aproxímese aquí. Sólo siga las indicaciones que le voy dando. Será mi asistente, por lo que no será tan participativo.
El inglés se ubicó a un lado del alemán. Esperó unos minutos prolongados a que Liebheart preparara todo para comenzar, el alemán era muy meticuloso y obsesivo. En tanto, el rubio le iba explicando cómo sería el procedimiento y los resultados esperados. Posteriormente, el momento que habría preferido evitar o al menos prolongar llegó: Liebheart comenzó con hacer una pequeña abertura craneal para modificar los esquemas internos. El momento se hizo más largo de lo que le hubiera gustado. El rubio le indicó que mirara la pantalla donde se proyectaba con zoom como las pinzas iban recorriendo áreas estratégicas de los lóbulos frontales y del sistema límbico para proceder a su modificación.

—Esta pequeña modificación hará que, cuando se dé la señal escogida, los niveles de cortisol se liberen exageradamente, se inhiba la recaptación del ácido y aminobutírico o GABA y provoquen el bloqueo cognitivo a causa de un shock mental y paralización de toda psicoactividad— explicó el alemán.
Cain no podía negar la inteligencia del otro. Era admirable a cierto punto. Sólo que empleaba toda esa inteligencia en algo perverso. Si Liebheart usara todo ese potencial en buscar la cura a las enfermedades más catastróficas estaba seguro que lo lograría, pero, allí estaba, realizando manipulaciones mentales.
Terminado ese “sencillo” procedimiento. Salieron de la sala de operación, se cambiaron los delantales, las gafas antiparras e implementos de protección por unos nuevos para volver a ingresar a una nueva sala de procedimientos quirúrgicos.
—Ahora, quiero que lo hagas tú. — Pidió el rubio. El otro se negó, excusándose nuevamente con su falta de práctica, pero Liebheart tuvo que aconsejarle que lo hiciera y así se evitaría situaciones poco gratas con Asuka. —Debería tener más confianza en usted. Es un buen profesional.
—…— trató de seguir las instrucciones tal como se las iba dictando Liebheart.
—Lo hace bien. —
—…— de hace tiempo que no se encontraba en una situación tan complicada. Por un momento, había olvidado por completo que se encontraba allí por cosas de extorciones (favorecidas por su maldito abuelo) y que estaba vinculándose en contra de su voluntad con cosas de las que no quería saber. Su malestar estaba ahora asociado en hacer las cosas bien. No quería malograr un área cerebral importante de ese paciente.
—No todos son Rebels. Algunos se han ofrecido voluntariamente para llevar el bloqueo cognitivo.
—¿Por qué?
—¿Es demasiado increíble, cierto? Que la gente se ofrezca voluntaria a procedimientos que pueden ser riesgosos. Es como cuando se descubre una nueva vacuna para una terrible enfermedad: te sorprendes la cantidad de voluntarios que se ofrecen para recibirla aun cuando saben que pueden existir efectos colaterales. — sonrió un poco, alcanzándole una herramienta a su “aprendiz” y entregándosela. —Pero hay personas que están muy ilusionadas con el futuro y el poder. Su sensación de ser parte de esto les lleva a ser involucrados a modo riesgoso.
—Ilusos.
—Sí, puede ser. — asintió. Drásticamente cambió de tema. Parecía que su compañero podía concentrarse tanto en el procedimiento como en una conversación. —¿En qué rama de la medicina te gustaría especializarte? Entiendo que ahora estudia Genética Humana, pero sé que lo haces en contra de tu voluntad— Soltó una sonrisa divertida que provocó en el otro una mirada severa. Liebheart sabía el motivo de su malestar: el que estuviera estudiando eso era gracias a él. El que estuviera cooperando en los procedimientos también era gracias a él. —Sólo quiero lo mejor de ti, Lancaster. Me preocupa que un genio como tú se deje estar tanto. El mundo de las finanzas puede ser liderado por cualquiera. El futuro y la ciencia, por unos pocos. El poder está en tus manos. Creo que deber enfocar mejor tus energías.
—Esto no me interesa.
—¿Pero si tuvieras que escoger una rama de la medicina? ¿Serías neurocirujano como yo? ¿O prefieres la Psiquiatría? ¿u otro?
—No lo sé… Nunca lo pensé. — dijo con franqueza. Después de fallar al código moral y ser la peor versión de lo que imaginó de un doctor, se alejó de todo ese mundo para dedicarse sólo a los negocios familiares. Nunca se sentó a pensar en una especialidad médica. No estaba en su futuro puesto que fue extirpado.
—Di lo primero que se te venga a la mente.
—…— siguió manipulando el área límbica del paciente. Esperaba estar haciendo lo correcto.
—Sabes que no va en esa línea. — susurró Liebheart, dejando la pregunta sobre la especialidad para más tarde.
—…— no cruzó mirada con él, sabía de todos modos que el otro había descubierto su intención: modificar otra área para hacer contraparte al bloqueo cognitivo. —No estoy seguro de qué hacer. No lo recuerdo.
—Sí lo recuerdas. Haz memoria. Apuesto que lo harás bien.
—Puedo dañar a esta persona si “pruebo”
—Ten confianza en ti. Si no lo haces tú, tampoco lo podré hacer yo. Será más riesgoso si te retiras y yo tomo las pinzas. ¿No desearas que le pase algo malo a este joven? Yo sé que no. Eres bueno, tanto como persona como por profesional.
Maldijo al hombre a su lado. Era un Psicópata y se sacó al fin la máscara en frente suyo. Usaba su carisma para tener la situación a su favor. Por unos momentos un pensamiento oscuro cursó su mente: agarrar el bisturí cerca suyo y cortarle la garganta a Liebheart. Se liberaría de tantas cosas si éste moría.
Claro, la cámara sobre él en la sala de procedimientos lo delataría como el homicida de Liebheart. Pero podría fingir que padeció un cuadro de psicosis aguda que le hizo pensar que el alemán era un monstruo o algo relacionado y que debía matarlo para salvarse. En la anamnesis familiar, había miembros que a cierta edad tenía episodios (breves) psicóticos: podría usar ese antecedente mórbido a su favor.

Si Liebheart moría, parte de su secreto también lo hacía. No tendría a dos personas sobre él chantajeándolo con uno de sus tantos secretos. Sólo tendría que ver el modo de desaparecer a Asuka también. Su abuelo, sería otra historia.

Eso no soy yo.”
Fue el pensamiento que le conectó nuevamente con el momento. Esos pensamientos tan oscuros no eran suyos. Pese a la imagen que otros tenían de él respecto a ser un tipo frío, macabro y casi villano, jamás mataría a nadie. 
Hizo la incisión donde el alemán le indicó anteriormente. Poco después terminó el procedimiento.
Salieron de la sala, se quitaron los vestuarios e implementos utilizados y se dieron unos minutos de descanso. Cain se sentó en una solitaria silla de espera, al lado de una máquina de café.

—Felicidades. Lo hiciste perfecto. — el rubio le entregó una botella de agua mineral “Fiji” Cain la recibió más no la abrió por precaución de beber un contenido con alguna sustancia que lo pudiera perjudicar. El inglés bajo la mirada, pensativo, centrando su atención en el contenido de la botella mientras divagaba en sus pensamientos. —¿Pasa algo? — parpadeó, confundido.
—Es extraño hacer esto después de tanto tiempo. Ha sido un alivio no errar.
—Te dije que debías creer más en ti. Tienes un futuro brillante en tus manos. — Johan asintió, dándole ánimos. Aún lo notaba un poco distraído. —¿Estás listo para los siguientes pacientes?
—Me siento un poco agotado. ¿Podrías darme unos minutos?
—Oh, no te preocupes. Comprendo bien cómo te sientes. Después de pasar por un momento estresante y que haya salido todo bien, es normal que te sientas fatigado. Por hoy, seguiré yo. La próxima semana programaremos un par más y te volveré a solicitar. Es mejor que ahora descanses.
—Mh— se levantó y esperó que el otro le liberara del todo.
—Ya puedes irte, Lancaster. Descansa. Muchas gracias por tu cooperación. — le sonrió, asintiendo.
Después de ese visto bueno, se retiró del Hospital de Rizembool. Sólo cuando estuvo afuera y al alejarse unas cuadras caminando en inercia, sintió que por fin estaba libre.
—Bastado... — Murmuró en referencia al alemán. Muy atípico a su refinado y correcto lenguaje. Odiaba tener que seguirles el juego a sujetos tan nefastos como esos. El rencor lo inundó desmedidamente, pero no al punto de volverlo un ser impulsivo e irracional. Su mente se enfrió como era de costumbre, pensaría el modo de vengarse de la manera más intensa posible. De Todos.

**
“¿Cómo pudiste contarle a un extraño sobre el destino de mi madre?” le recriminó a su abuelo a través de la video llamada desde su hogar. Apático, aplanado afectivamente y con la severidad que le caracterizaba.
“No me quedó de otra.” El mayor rio divertido, como si se tratara de una atractiva comedia. “No querías cooperar en nada con Rizembool muy en contra de mis indicaciones. Sabes bien que ciertamente estamos vinculados a Rizembool de una u otra manera y conectar con tu brillante carrera es una excelente estrategia. Rizembool es ciencia y futuro, ser parte de sus avances científicos pondrá tu nombre a otro nivel.”
“Como el de un criminal.”
“En muchos años más verán que tus contribuciones han otorgado al humano capacidades y poderes que los convierten en dioses terrenales.”
“No hay futuro.”
“Los Lancaster somos el futuro. Entiéndelo”
Observó la reacción de burla irónica en su nieto. “Quieras o no, es así. Debes hacer lo que te indiqué. También eran los deseos de tu difunto padre. Y antes de que me cortes irrespetuosamente como es tu costumbre, te recuerdo también que tienes una reunión importante con las grandes familias asociadas a nuestro apellido. Yo no estaré para siempre para apoyarte y tarde o temprano te vas a convertir en el líder de la familia. Tienes que, a mi muerte, escoger al próximo socio de la familia que será tu mano derecha.”
“Ninguno de ellos será mi mano derecha.”

“No es momento para ser berrinchudo con tu querido abuelo. ¿Acaso es necesario que te recuerde que, mientras tu padre te despreciaba y marginaba, yo fui quien vio futuro en ti y te apoyó en todo? Deberías ser más consentidor con quien te valoró cuando otros te veían como basura. Sabes cuánto te aprecio, mi querido nieto."
“Ah, sí, siento todo ese afecto de ti hacia mí.”
Giró los ojos, con un tono sarcástico.
“Recuerda la reunión con los socios. Escoge a tu mano derecha entre uno de ellos. Sus fondos son lo que import y…”
Cain le cortó. Suficiente tenía de él y sus “expectativas” Era demasiado temprano para pensar en un socio que sería su leal apoyo. Estaba seguro que ese viejo sobreviviría a él y los terminaría enterrando a todos y nunca llegaría ese momento en que él tuviera el reinado de los Lancaster. Era como el Príncipe Charles o el Duque esperando a que su inmortal madre, la Reina Isabel, muriera para así quedarse con la corona. Ciertamente la vieja Isabel viviría más años que todos ellos juntos.

Despejó su mente de las obligaciones familiares y volvió a pensar en Liebheart y los experimentos. Tendría que encontrar un método químico para contrarrestar los efectos de estados mentales involuntarios y no pensó en alguien más asertivo que la eminencia química que lo ilustró desde pequeño: su tío Vincent. Si bien lo categorizaba como un sujeto que no tenía idea de cómo manejar su vida y estaba bastante perdido, no podía negar esa brillante parte de su tío que lo destacaba entre los químicos más talentosos del mundo. Era increíble que desperdiciara esa brillante mente en ser profesor de una inservible universidad.
Tendría que hacerle una visita y buscar la excusa perfecta para llegar a su objetivo sin que sospechara de él. Lo cual era demasiado complicado ya que de por sí su tío encontraría sospechoso que lo visitara voluntariamente.

Pensó en revisar su buzón de mensajes. Su tío Vincent siempre le mandaba mensajes preguntándole como estaba y otras cosas sin sentido. Quizá si respondía a uno de ellos podía ser la clave para encontrar una manera de acercarse a él sin que fuera dudoso.
Antes de prestar atención a los sin fin de mensajes sin leer de su tío Vincent, notó que le había llegado un mensaje hace pocos minutos de un destinatario desconocido. Al abrirlo, se enteró de que era de Rizembool (seguramente de Asuka) cuyo contenido dictaba la programación de cirugías para el día de hoy y de la próxima semana.
Un nombre entre la lista le resonó, evocando a Shikishima. Copió la información a mano en una hoja con los códigos cifrados acordados con Shikishima, la fotografío y la mandó al “número” de contrabando (el hacker) que era quien traspasaba los mensajes entre él y Shikishima.

Tras terminar ese mensaje para Shikishima, ubicó el número de su tío Vincent y encontró un mensaje que le podía servir para llegar a él. Afortunadamente era una invitación de su tío para visitarlo en su casa. Era de hace una semana, pero supuso que se podía agarrar de eso. Le preguntó si había un motivo en especial. A los pocos minutos Vincent le respondió.

“¿No sabes que tu hermano Arthur está de visita hace una semana aquí?”

—…— Cain permaneció quieto, fijando la mirada en el techo sin un punto en específico que observar. Ni idea tenía de que Arthur estaba en Japón. Si fuera cualquier otro hermano, no tendría mayor reacción, pero el hecho de que fuera Arthur le generaba la sensación de recibir una cubeta de agua con hielo sobre su cabeza. Arthur, precisamente, era el hermano que más lo aborrecía y todos sabían que el trato entre los dos era muy tenso. Ir y aceptar la invitación de Vincent para festejar la llegada de Arthur en Japón sería muy extraño.

No le quedaba de otra. Le respondió que iría a su mansión inventándole que dejaría deberes para Arthur en su estadía en Japón. Seguramente eso intensificaría el malestar de Arthur hacia él pero, ¿qué más daba? 

Para cuando Shikishima leyó el mensaje en su móvil se percató que la hora programada para el usuario “Kurusu Akira” estaba a tope. Se disculpó con las compañeras de clase con las que conversaba y, sin pensarlo dos veces, corrió a toda velocidad hacia el Hospital de Rizembool que, afortunadamente, quedaba cruzando la gran avenida que dividía a la universidad de Rizembool con el hospital de su propiedad.

—¡Shikishima es muy veloz! — exclamaron un par de jóvenes cuando lo vieron correr abriéndose paso entre los estudiantes. —Me sorprende que no sea Rebel.
—Debería estar en nuestro club deportivo. Nos iría bien con un jugador con sus cualidades. — comentó otro chico a un grupo de deportistas.

Si lo conocía bien, seguramente Akira estaría retrasado en su cita y todavía lo encontraría deambulando por los pasillos de la universidad haciendo tiempo. Era astuto, por lo que seguramente sospecharía de esa cita con un doctor para “evaluación médica” pero Shikishima temía que su curiosidad lo llevara a ir de todos modos y cayera preso de una trampa. Podían sedarlo y proceder sin su consentimiento.

“Akira, por favor, aparece ya.”
Pensaba mentalmente mientras corría desenfrenado, llamando la atención de más de un curioso. Corrió por un pasillo, luego por otro y otro, volvió por los mismos por si aparecía por allí y luego subía y bajaba de nivel sin parar de correr. Tenía que encontrarlo y evitar que le implementaran quirúrgicamente la fase tres “bloqueo cognitivo”
La angustia en su pecho era mucho más fuerte que la respiración punzante clavándose a través de sus pulmones, haciendo que la agonía de la falta de aire quedara en segundo plano. Tenía que hallarlo a como dé lugar y sacarlo de allí.
Se emocionó al divisarlo a unos metros de él, caminando al destino que él quería evitar. Fue rápido en darse cuenta que por el lugar circulaban varios estudiantes, pero lo que le preocupó fue ver a unos científicos que eran colaboradores con los proyectos de genética humana.
¿Cómo poder prevenir a Akira sin que fuera sospechoso para el entorno y que estos no alertaran a Asuka o a Liebheart? Pensó en algo rápido, quizá descabellado, pero que, al menos, le daba la excusa perfecta para sacarlo de allí sin levantar mayores sospechas.

—¡Kurusu! — le gritó, finguiendo cierto tono confrontacional.
—¿…Shikishima? — Akira se volteó al escuchar que éste le llamaba. Le causaba extrañeza que Shikishima se dirigiera así hacia él.
—¡Tenemos que hablar! —
—¿…?— parpadeó, arqueando una ceja, muy confundido. ¿Por qué Shikishima parecía estar molesto con él? El pelinegro jamás se enfadaba con él, ni siquiera por cosas graves. O quizá no estaba molesto, sino adrenalinico por ser descubridor de alguna gran verdad. Quizá era eso. Relacionado con Rizembool, por supuesto. En pocos instantes Shikishima llegó hasta él y sorpresivamente lo acorraló contra la pared para mirarlo fijamente a los ojos. —¿Qué… sucede? — le estaba preocupando. Notó que respiraba con dificultad, las mejillas estaban tintadas de un tono rojizo por la falta de aire debido a la carrera y su mirada seguía siendo demasiado intensa.
—Kurusu, tu padre…—
—¿Qué pasa con mi padre? — de su padre no sabía nada desde que se fue de viaje por el mundo con su madre y lo abandonaron.
—Tu padre y mi madre tuvieron un romance en el pasado. Descubrí que… Somos hermanos.
—…—
—Tenemos que hablar…— Shikishima le tomó de la muñeca y lo sacó de allí, aliviado de que el escenario se volviera propicio para ello. Escuchó cuchicheos de los estudiantes quienes quedaron pasmados con la revelación. Era extraño para ellos pensar que el perfecto estudiante estrella de Rizembool tuviera parentesco con aquel chico extraño y casi marginal.

Akira quedó en shock por esa revelación. Jamás se esperaría recibir esa noticia tan impactante y mucho menos sospechaba de algo así. Sintió como su ritmo cardiaco se aceleró, la presión se le bajo y posiblemente sus pupilas se habrían dilatado al estar en ese estado de perturbación. Todo a su alrededor se volvió silencioso e inexistente. No escuchaba más ruido que su propio latir cardiaco. ¿Shikishima y él eran hermanos? Era imposible. Por más que lo pensara. Sus personalidades eran distintas, sus intenciones, por, sobre todo, lo eran aún más. Lo único que se asemejaban era en el tono de cabello, pero nada más. Mientras el de Akira era rizado, el de Shikishima era lacio. Los ojos de Shikishima eran de un tono gris y su piel era de un color pálido intenso muy bonito considerado como el ideal de tono de piel para el gusto japonés. No recordaba mucho a los padres de Shikishima, pero le daba la impresión que el joven se parecía mucho a la señora Shikishima, pero también compartía similitudes con el señor Shikishima, como, por ejemplo, el diminuto lunar debajo de su ojo.
Pero su mente automáticamente comenzó a trabajar en esa posibilidad. Si bien eran distintos estéticamente, compartían bastantes rasgos estéticos que los volvían similares.
No. No quería creerle. Era imposible que fueran hermanos. Aunque sería de un modo u otro algo perfecto y casi normal. Toda su vida, irónicamente, habían sido como hermanos. Incluso de niños, al ser vecinos desde siempre, algunos vecinos pensaban que eran hermanos y confundían la realidad. Tenían la misma edad, y Akira era mayor por un par de meses, pero Shikishima siempre se comportó como su hermano mayor.
¿Por qué estaba pensando en esa teoría ahora? ¿Por qué venían todos esos recuerdos de infancia con él de golpe a su mente? Ahora recordaba que los señores Shikishima y sus padres, siendo vecinos de una villa nueva con casas recién construidas, se volvieron muy cercanos. Su padre no era muy enfático con la gente, pero era amable con la señora Shikishima y más de una vez lo veía ayudándole con las compras y conversando a través del jardín mientras regaban las plantas.
No. No quería pensar en esa situación. Le daba vergüenza inexplicable pensar en su padre y la señora Shikishima. Le incomodaba ver a Ritsu Shikishima como su hermano biológico.

No era justo.

Caviló con la cabeza, mirando hacia el suelo. En algún momento se vio lejos de Rizembool y sentado en una plaza lejos de toda la propiedad de la universidad. Shikishima no le decía nada o eso pensó al no escuchar su voz. Poco a poco comenzó a volver a escuchar los sonidos de su entorno, saliendo de su ensimismamiento.

—Shikishima, si tú y yo somos hermanos…
—Ah, no… Eso… Era una excusa para sacarte de allí.
—¿Qué? — Akira alzó el rostro, mirándolo entre confundido y ofendido.
—Tuve que decir eso para lograr sacarte de allí sin que pareciera sospechoso para los colaboradores de Rizembool. Discúlpame por ser tan dramático hace un momento, pero era lo único que se me ocurrió en tan pocos segundos para evitar que entraras a pabellón.
—¿De qué hablas? Yo tenía una revisión médica…
—Lo sé— asintió. —Pero las intenciones de los médicos eran otras. Tengo… Una fuente confiable que me informó que en esta semana iniciaron con la fase tres de experimentación la cual es llamada “bloqueo cognitivo” donde te instauran un bloqueo cognitivo a través de manipulación mental. Perdón por perturbarte, no quería alarmarte de ese modo, pero no me perdonaría si te pasaba algo. — suspiró, tranquilo y mucho más aliviado. Escuchar las aves aledañas cantar le relajó después de tanto alboroto. —Te explicaré detalladamente todo ahora que estamos lejos del peligro. Resulta que Rizembool est—
—¿No somos hermanos? — le interrumpió, restándole importancia a lo demás.
—No. — negó con la cabeza.
—Ah, es un alivio…— susurró, soltando un suspiro.
—¿No te gustaría que fuera tu hermano? — Ritsu soltó una risita. —Pensé que no era mala persona.
—No es eso. Sólo que sería raro. Eh, ¿cómo lo explico? Siempre hemos sido como hermanos de todos modos, pero sería incómodo que fueramos hermanso de verdad. — notó la mirada confundida y expectante del otro, por lo que argumentó con lo más lógico. —Es difícil pensar en mi padre y tu madre, eh.
—Entiendo. — sonrió, al comprender finalmente. —Sí, supongo que sería algo muy perturbador.
—¿Entonces hiciste todo eso para evitar que me manipularan?
—Sí.
 —Corriste casi todo Rizembool. Seguro muchas personas deben estar fascinadas por tu demostración atlética. No te sorprendas si algún deportista te quiere reclutar para las olimpiadas de las universidades.
—Ah, no, no— el pelinegro alzó ambas manos y negó con la cabeza. —Ya estoy inscrito en las olimpiadas de matemáticas y con eso me basta.
—Ritsu…— Akira parpadeó tratando de no reírse, pero no pudo evitarlo. —¿¡Te inscribiste en las olimpiadas de matemáticas!?
—¿Qué tiene? —
—Una vez Ann me hizo ver con ella una película muy idiota, pero un personaje de esa película para adolescentes dijo una gran verdad: “ser competidor en las olimpiadas de matemáticas es suicidio social”
—Yo pienso que es todo lo contrario. Yo me sentiría admirado de alguien compite haciendo cálculos, hm. — se tocó el mentón, pensativo. —Aunque ese personaje tiene cierta razón. Seguro me verán como un ñoño.
—Lo eres. — Akira suspiró, ya más relajado.
Los jóvenes comenzaron a conversar de otras cosas menos densas que todo lo relacionado con Rizembool y el control mental. Akira nuevamente le agradeció a Ritsu sus esfuerzos y volvió a aconsejarle el replantearse participar en una olimpiada para nerds por el bien de su imagen de popularidad. La tarde comenzó a helar, así que compraron un par de cafés en un carro exprés y optaron por caminar por la gran plaza buscando distraerse un poco antes de volver a la casa de Shikishima.
En algún momento, Shikishima quedó un par de pasos delante de Akira. Mientras Shikishima le conversaba sobre la herbolaría local (no tenía idea como llegaron a un tema tan aburrido) Akira se detuvo en seco al caer en cuentas de un detalle: conocía muy bien a Shikishima y por más arremetida que fuera la situación no se sacaría algo tan ilógico para zafar. Seguro, por muy poco tiempo que haya tenido para buscar la excusa, buscó algo que pudiese justificar a futuro por si alguien le hacía frente.
Akira le agarró del brazo par que se detuviera.

—¿Eh? ¿Qué pasa, Akira?
—Shikishima…— lo observó a los ojos cuando el otro se volteó. El silencio circuló entre ambos, sólo el viento se podía oír en el entorno mientras hacía danzar alrededor de ellos las hojas de los árboles caídos. —Lo de ser hermanos, no lo sacaste de la nada, ¿cierto?
—…—
—¿Cierto? — repitió.
—Jaja, no sé, de verdad que fue algo muy loco y me salió de pronto.
—Dime la verdad. — aseveró, con un tono serio. —Por más incómodo que sea.
—…— Ahora Shikishima era el que guardaba silencio. Bajó la mirada sin romper el agarre de Akira.
—Descubriste algo, ¿cierto?
—Yo… Encontré una fotografía entre los recuerdos de mi madre. Salía ella de adolescente con un muchacho… Al voltear leí el nombre de tu padre en ella, dedicándole un mensaje afectuoso y diciéndole que en algún momento se casarían a futuro.
—Que.
—Lo siento.
—Shikishima, ¿por qué te disculpas? Debió ser súper incómodo encontrar eso y vergonzoso, digo, nuestros padres después fueron vecinos cuando ya estaban casado, jaja…— soltó una risa torpe, para tratar de aliviar al otro que pacería contrariado. Al notar que su expresión no variaba, Akira se preocupó. —Hay… Hay algo más. — dedujo.
—¿Por qué mejor no vamos a casa? — dijo Shikishima, sin apartar la mirada del punto fijo.
—Dime. Tengo derecho a saber. — lo sujetó para que no se fuera. —¿Qué más encontraste? — le exigió.
—Una carta. — pidió con la mirada que le soltara. Akira accedió y ambos se miraron a los ojos después de un momento. —Tu padre le escribía a mi madre preguntándole qué pasaría con ellos. Al parecer, tuvieron un reencuentro previo antes de que tu madre y la mía se embarazaran. Mi madre le respondió que sólo quedaran como amigos por el bien de las familias. — Ritsu metió las manos en los bolsillos de su gabardina. Alzó la mirada al cielo, tranquilo. —Después mi padre se enteró y por eso pidieron el traslado a Noruega donde siguen hasta ahora. — y lo habían dejado a él como dueño de la propiedad donde él y Akira vivían.
—Quizá por eso a tu madre no le gustaba que te juntaras conmigo. Tal vez pensaba en la idea de que pudiéramos ser hermanos.
—No. Creo que te tenía desconfianza porque siempre pensó que serías mal ejemplo para mí. — rio suavemente. —Pero sólo fue un desliz entre ellos. Yo y mi padre tenemos muchas similitudes físicas, es notorio que es mi padre y no el señor Kurusu. — le restó importancia. —Volvamos a casa, tenemos que preparar la tarea para mañana. — una gran ventaja de que Akira viviera con él y estudiaran la misma carrera era la fortuna de que siempre podían trabajar juntos en duplas.
—¿Pero cabe la pequeña posibilidad de que seamos hermanos?
—No lo sé, Akira. Yo lo veo muy poco probable y posiblemente no lo sea. Me cohíbe pensar en lo que pasó entre nuestros padres, ¿podemos dejar esa aventura de ellos en secreto y no hablar de esto por un tiempo?
—Sí, creo que es lo mejor. También me incomoda pensar en ellos como amantes y me da un poco de… ¿asco?— suspiró. 
—Se pasa con el tiempo. — sonrió, divertido por la expresión de su amigo. —Ya verás cómo logras vivir con ello, haha.
—…—
—Ah, Akira… Supongo que debemos fingir esta farsa por un tiempo en nuestra universidad para no levantar sospechas. Habrá muchos curiosos que nos pregunten cosas. Cuando pase un tiempo, diré que descubrimos que no somos hermanos.
—…Okay.

Tiempo después, llegaron a casa y todo parecía normal entre ellos. A modo de mecanismo de defensa habían negado esa vergonzosa revelación y optaron por tomar sus quehaceres cotidianos. En vista de la hora, Shikishima se metió a la cocina para preparar la cena para ambos. Akira prefirió subir a su cuarto y echarse boca arriba en su cama para mirar el techo. Su cabeza colgaba por el borde de la cama y su cabello caía libremente hacia abajo.

Su mente estaba en blanco, pero no precisamente porque no estuviera angustiado por el tema de su padre con la señora Shikishima, sino que se estaba esforzando enormemente para que no viniera ese tema a su mente. Pasaron varios minutos donde estuvo estático evadiendo esa preocupación, pero en un momento ya no pudo evitarlo y pensó nuevamente en la posibilidad de que Shikishima fuera su hermano.

—¡AH! ¡No puede ser! — Akira se llevó las manos al rostro para cubrirlo, giró en su cama de un lado a otro aprovechando de “patalear” ya que nadie lo veía. —Shikishima y yo no podemos ser hermanos. — frunció el ceño. No entendía por qué de pronto le molestaba tanto pensar en esa posibilidad cuando prácticamente eran como hermanos. Lo peor de todo es que de ahora en adelante debían actuar sobre esa temática. Maldijo a Ritsu por meterlo en esa situación y porque ahora estuviera tan campante y tranquilo cocinando.
Se levantó de la cama y bajo las escalares para ir hasta la cocina. Como siempre, Shikishima preparaba todo sin esperar recibir ayuda. Akira entrecerró los ojos, ahora que lo pensaba él nunca ofrecía su ayuda al dueño de casa y de algún modo la evadía aprovechándose de la infinita voluntad del otro.
—Ya casi está listo. Sólo espera un par de minutos.
—Ritsu, quiero ver la fotografía donde salen nuestros padres.
—¿Estas seguro? — le preguntó después de apagar el fuego de la cocina.
—Sí. Creo que eso me perturbará, pero si no doy cabida a mi curiosidad esto me matará.
—Irónico, porque el dicho es “la curiosidad mató al gato” — rio un poco. Akira siempre se le asemejó a un felino.
—Lo sé. — suspiró. —Pero déjame ser morboso y masoquista.
—Está bien. La guardé en un sitio secreto en mi habitación para que no la botaran mis padres. Prepárate mentalmente.
—Lo haré. — asintió. —Si muero en el acto, quiero que te quedes con todas las cosas que he robado.
—Akira, eso es poco digno para mí. — Ritsu articuló una sonrisa, pero frunció el ceño, regañando a su amigo por sus actos pocos morales. Aseguró todo en la cocina y poco después ambos jóvenes subieron al cuarto donde Shikishima le enseñó la fotografía y la leyenda detrás de esta a Akira.






« Last Edit: June 23, 2020, 06:42:38 PM by Kana »


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna!! vengo con un fic <3


Camino a Rizembool…

Momo lucia sumamente preocupado, después de enterarse de la pelea en la que estuvo involucrado Midare y su posterior secuestro, no podía dejar de pensar en él , también le preocupada Mikki porque como se habían criado juntos, eran casi como hermanos, la alegre rubia estaba muy deprimida y se quedó en casa para que Kanata la cuidara

Oniichan estas bien?...-

La suave y dulce voz de su hermanito menor lo sacó de sus pensamientos

Perdóname Gi-chan…-dijo el rubio sonriendo amablemente-

No tienes porque fingir que estas bien niichan…- le tomó de la mano fuertemente- pude haber venido a la escuela por mi propia cuenta…sería mejor que fueras a visitar a Mikki-neechan que debe de estar muy triste y tú como uno de sus mejores amigos tiene que acompañarla

Gi-chan…estarás bien estando solo por el día de hoy? Prometo regresar a buscarte después de clases…-casi a punto de llorar pero se limpió rápidamente las lágrimas-

Si, estaré bien….-dijo sonriendo ampliamente- le diré a Muku que me acompañe hasta la casa, asi que no te preocupes…-

Deacuerdo, iré lo más pronto posible a casa, después de mis ensayos, asi que podrías decirle a Kumon-kun que si puedes quedarte con ellos hasta que yo vaya a recogerte? Ya que nuestras casas quedan cerca…-

No te preocupes niichan y anda con cuidado…-

Momo se fue de la escuela dejando a su pequeño hermano solo, afortunadamente para la familia Oikawa ambos chicos eran queridos en la escuela, Momo porque era un idol que poco a poco era más reconocido por todo el país, mientras que Voyager era un estudiante muy empático que todos le tenían mucho cariño

Paso un par de minutos después cuando llegó Muku junto a Kumon que andaba conversando animadamente con Noa que solo le miraba inexpresivamente pero tenía las mejillas sonrojadas

Gii-chan!!...-Muku era un joven pelirosa con el cabello ensortijado corto,color de ojos azulados y una amplia sonrisa

Muku!!!...-el rubio se acercó corriendo a su amigo- muy buenos días…-observando a Kumon y a Noa-buenos días chicos….-

Kumon era un joven de cabellos morados cortos, ojos de color ámbar y poseía la misma sonrisa amplia y sincerca como la de Muku, después de todos ambos eran primos

Buenos días Gii-chan…- dijo acariciándole los cabellos animadamente-

Buenos días Gi-kun…-la última persona en saludar fue Noa, era un joven de gran belleza, cabellos castaños cortos y ojos de color rojizo, su apariencia era frágil que fácilmente podría ser confundido por una chica-

Bueno ahora que tanto Muku y Noa están a salvo yo iré a Hanasaki para mis clases, me iré apresurando para que no me vuelvan a llamar la atención por llegar tarde-

Gracias por llevarme siempre a la escuela Ku-chan…-sonrio ampliamente Muku-

Nee…Kumon…que tengas un buen dia…-dijo Noa acercándose a él para tocar su pecho- te voy a extrañar mucho…-


Yo también Noa…-dijo sonrojado-

Muku se apresuró para taparle los ojos al pequeño rubio antes de que los jóvenes se dieran un tierno beso, ya que ambos jóvenes eran novios

Después de despedirse de Kumon,el castaño se acercó a sus amigos

Noa esta muy enamorado de Kumon verdad?- dijo el rubio con una sonrisa en sus labios-

Si…-dijo algo avergonzado- aunque sea unos 2 años mayor que yo…hace una semana me pidió que fueramos novios, desde hace tiempo me gustaba mucho pero no sabia que hacer-

Y yo como buen amante del manga shoujo pude ayudarle para que Ku-chan se fije en él y se enamoren, para que vivan su historia de amor…-dijo emocionado- yo también quiero ser el príncipe de la protagonista de un shoujo, cuando sea un actor podré tener

Yo también quiero leer tus mangas shoujo Muku …-dijo el rubio canturreando alegremente-

A todo esto…Momo-san no esta contigo el dia de hoy?-

Fue a visitar a Mikki-neechan porque se sentía triste…-

Es por lo que pasó con su amigo no?...-hablo suavemente Noa- yo también estaría asi de angustiado si alguno de mis amigos desapareciera de esa manera, por eso le pedí a Kumon que nos acompañara, le hubiera dicho a mi primo, pero no quisiera molestarlo…-

Pero que yo sepa Midori-san aún no sabe que te has mudado a Tokyo verdad?...-

No quiero incomodarlo…pero mis padres me han dicho que me tengo que mudar a vivir con él la próxima semana ya que se van a ir de viaje y necesitan que esté acompañado, les dije que quería quedarme contigo y con Kumon pero me dijieron que no…-

Claro que te iban a decir que no porque si son novios no pueden vivir juntos hasta que sean mayores de edad…-

Lo se…pero quería vivir con ustedes…-

Yo te ofrecería mi casa, pero como Momo-niichan siempre anda ocupado me quedo en la casa de Muku hasta que me recojan…pero no es mejor que te quedes con tu primo? Digo si no se ven hace tiempo entonces les hará bien esta convivencia

Tienes razón…además Midori es un buen primo y lo quiero mucho, pero quería estar al lado de Kumon…-

Se nota mucho que quieres a Ku-chan…hacen una hermosa pareja…-

Bueno chicos vamos al salón que comienzan las clases…-Voyager le tomo de los brazos a sus amigos y caminaron alegremente hacia el salón
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En Hanasaki...

Kumon ya había llegado a Hanasaki HS para encontrarse con sus mejores amigos Kobato y Tsubasa que andaban de melosos porque se habían hecho novios

Quien como ustedes que son novios y están en el mismo salón…-suspiro pesadamente el pelimorado- como quisiera que Noa estuviera en Hanasaki y en mi salón…-

Kumon-kun eres un asalta cunas…-dijo la pelicastaña de cabellos largos y con el ceño fruncido-

Para el amor no hay edad Kobato-san…- dijo sonriendo ampliamente-y yo estoy perdidamente enamorado de Noa, pero no puedo hacerle nada más que darle besos hasta que sea mayor de edad…-

No digas esas cosas vergonzosas…-dijo sonrojada- verdad Tsubasa-kun??...-

Tsubasa no estaba prestando atención a la conversación porque empezó a hacer unos planos para su siguiente experimento-

Tsubasa-san no me digas que ya estas preparando tu próximo experimento??...-

Claro que si Ku-chan…-sonriendo emocionado-aunque los sensei me dijieron que debo de hacerlo afuera de los
laboratorios, pero que tengo el permiso para seguir construyendo inventos que puedan ayudar a futuro para la escuela

Eres muy inteligente Tsubasa-san…te admiro mucho…-

Soy una novia muy orgullosa de él …- dijo con las mejillas sonrojadas-

Nuhahahaha y yo estoy feliz de que mi linda novia me apoye…-

Tsubasa-kun…- se lanzó hacia él para sujetarse de su cuello para canturrear alegremente-

Ahora que Kobato-san esta cantando…dinos que paso con la prueba para el coro de la escuela?

Me converti en la voz principal del coro del High School…estoy algo nerviosa pero se que lo haré bien porque cantaré con todo el corazón

Kobato-san tiene una hermosa voz y era obvio que estarías de voz principal, asi todos los alumnos de la escuela se enamoraran de tu bella voz y verán la maravillosa persona que eres…-

Si con eso puedo ayudar  a que la gente se sienta tranquila y no piense en las situaciones que hemos vivido antes entonces seré muy feliz-

Afortunadamente ahora está todo tranquilo y volvemos a vivir como estudiantes normales…-dijo el pelimorado- aunque me dan pena las chicas que son Himes, ellas deben de sufrir mucho…-

Por eso estoy perfeccionando mis inventos para poder ser de ayuda para ellas…-sonrio animando a los dos jóvenes- asi que dejemos de estar pensando en esas cosas y vayamos a clases para que nos cuentes acerca de tu relación con Noa …nuhahahaha-

Siii yo también quiero saber…-dijo curiosa la pelicastaña- aunque seas aún asaltacunas para mi…-

Bueno…entonces les contaré todo acerca de mi lindo novio que espero puedan conocerlo algún dia de estos…-

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En la casa de la familia Shinkai

Miki se encontraba en su habitación abrazando a su almohada observando su celular, Kanata no se encontraba en casa porque se fue con Chiaki a visitar a Tsubasa al hospital de Hanasaki, su hermano le había prometido que si había alguna noticia con respecto a Midare se lo iba a comunicar inmediatamente

Estaba muy preocupada y triste, Midare era para ella como otro hermano más, ya que ambos fueron criados en el orfanato de pequeños y se hicieron los mejores amigos, sabia que ayudaba a una Hime y que obviamente las batallas iban a ser el pan de cada dia, sobretodo si era su maestro y le enseñaba el uso de la espada, pero ahora la historia era diferente ya que no solo había estado involucrado en una batalla sino que fue secuestrado y que habían pasado muchos días y no había señal alguna de él, tenia mucho miedo…no quería recibir una lamentable noticia, tenia que tener fé que todo iba a salir bien

El timbre principal sonó y Mikki tuvo que levantarse porque no había nadie mas en casa, cuando abrió la puerta vio que Momo estaba frente a ella y se abalanzo hacia él

Momo aún no se sabe nada de Midare…ya no puedo estar quieta sin poder hacer nada, tenemos que ir investigar por nosotros mismos para dar con nuestro amigo…-

Pero Mikki-chan sabes que es peligroso todo lo relacionado a las peleas entre HiMEs y Rebels, recuerda que tu hermano mayor dijo que nos mantuviéramos al margen y que nos avisaría, asi que creamos en él y esperemos juntos a que nos den buenas noticias deacuerdo? No te expongas también al peligro por favor?...-le dijo aferrándose a ella-

Tienes razón Momo-chan…Mikki estaba desesperada pero eso ya no más, ahora que estas conmigo ya no me siento tan impaciente

Por algo los tres somos los mejores amigos, tenemos que apoyarnos en las buenas y en las malas…-dijo separándose de ella y dedicándole una cálida sonrisa

Nuevamente el timbre de la puerta sonó, la rubia se acercó a la puerta y volvió a abrir, grande fue su sorpresa al encontrarse con alguien inusual

Mashu-senpai?...-

Mikki-chan…también esta Momo-chan…-dijo la peli púrpura , hija mayor de la familia Kinomoto,se acomodó los lentes que llevaba puesto – recibí un mensaje de Yagen-sensei…para decirles que Midare-kun ya fue encontrado y ahora se encuentra en el hospital de Rizembool-

Dices que Midare ya apareció y esta en el hospital?-dijo la rubia preocupada- pero esta fuera de peligro verdad? Podemos ir a verlo??

Yo también quisiera saber eso? Debe de ser algo delicado para que un sensei te haya escrito senpai

Quizas es porque de entre los conocidos de Midare-kun, yo soy la mayor y estudio en Rizembool, seguro es para cuidar de ustedes y también cuidar de Midori-kun,Tetora-kun y Shinobu-kun  …-

Es verdad, porque tanto Chii-chan y niichan ahora están de visita en el hospital de Hanasaki…-

Y nuestros demás amigos son de Hanasaki…además de que Shinobu-kun pertenece al clan Li se podría exponer solo acudiendo él con los demás chicos…-

Por eso iré yo con ustedes en lugar de Sakura y Syaoran que querían ir a cuidar de Shinobu-kun-

Bueno entonces dejemos de perder el tiempo y vayamos a visitar a Midare por favor Mashu-senpai…-

Deacuerdo iremos a Hanasaki a recoger a Shinobu y los demás para luego ir al hospital

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Mientras tanto en el hospital, después de que los demás Toushiro a excepción de Houchou se fueron del hospital, llevaron a Midare a la habitación de Akita, donde hubo un emotivo reencuentro, ya que el rubio se acercó hacia el pelirosa para abrazarlo cariñosamente, Akita llorando también lo abrazó, Houchou se sentía extrañado ante todo lo que estaba sucediendo, asi que Atsushi se encargó de informarle que el Midare que ellos conocían resultó ser su hermano perdido lo cual le sorprendió mucho y también se lanzó a llorar, Atsushi estaba consolando a sus hermanos y les dio la sorpresa de que sus amigos vendrían a visitarlos, asi que vinieron personas a ambientar la habitación del pelirosa y dejar todo listo para las visitas

Un par de horas más tarde…

Mashu llegó con todos al salón de recepción del gran y moderno hospital de Rizembool

Mientras que todos estaban ansiosos de ver a sus amigos que prácticamente estaban haciendo demasiado ruido

Señorita por favor calme a sus chicos que estamos en un hospital…-habló una de las enfermeras que estaba haciendo su ronda

Lo siento…- dijo haciendo una reverencia, para acercarse a la recepcionista-

Vengo de parte de Yagen Toushiro-sensei , me podría decir donde se encuentran las habitaciones de Akita y Midare Toushiro?-

La recepcionista se sorprendio al oir el nombre de tan importante doctor que se levantó de su asiento e hizo que uno de los guardias que cuidaba el hospital se acercara hacia ellos- Ustedes son las visitas que sensei nos dejó encargado asi que si pueden seguir al joven los llevará a dichas habitaciones…

Tan importante es el sensei?...-dijo Mikki mirando asombrada la medida de seguridad que se tenia para su entrada-

Claro que sensei es importante Mikki-chan, hasta en la cafetería salen algunas entrevistas con él, además la familia Toushiro es una familia respetada por todo el país.-hablo Momo mientras veía como las visitas, doctores y enfermeras los estaban mirando

Que vergüenza…-dijo Midori con ganas de que la tierra se lo tragara porque odiaba llamar la atención –

No te pongas de esa manera Midori-kun!!....-le animo el pelimorado-nos están guiando a la habitación de nuestros amigos para que no nos perdamos, asi que confiemos en ellos-

Shinobu-kun tiene razón Midori-kun!!- hablo Tetora- aneki me dijo que todo rizembool es imponente y que no debemos sentirnos abrumados por eso-

Además tenemos a Mashu-dono que nos va a proteger si pasa algo malo verdad?...-Shinobu se colocó al lado de la hermana mayor de Sakura-

Claro que los protegeré después de todo pertenezco al clan Kinomoto y también se pelear…-dijo con una suave sonrisa-

Finalmente llegaron a la habitación de Akita que se encontraba sentado en su cama, mientras que al lado de él en unos cómodos sillones se encontraban Midare y Houchou, todos los chicos fueron corriendo
hacia sus amigos para abrazarlos

Midare!!!!....-Mikki salto sobre él para abrazarle con mucho cariño- te extrañé mucho, no te vuelvas a desaparecer por favor…-empezo a llorar-

Mikki-chan yo también te extrañé mucho y a Momo-chan también…-extendio su brazo para invitar a Momo

Midare!!...-Momo ya no pudo aguantarse las ganas de abrazar a su amigo que se lanzó hacia ellos para llorar de la felicidad de volver a encontrarse-

Akita nos preocupaste mucho…-dijo Tetora con ganas de llorar pero se aguantó-mira como te fueron a dejar, pero menos mal que estas estable…-acariciandole suavemente los cabellos-

Perdón por preocuparlos Tetora-kun, Midori-kun, Shinobu-kun…-dijo el pelirosa con una calida sonrisa-
Shinobu y Midori le tomaron de las manos con lágrimas en los ojos

Houchou también estaba emocionado porque sus dos hermanos estaban bien, ahora también estaban sus amigos

Houchou-kun es un niño muy fuerte, seguro que tus hermanos también lo saben…-dijo Mashu con una suave sonrisa-

Mashu-neesan!!...-canturreo el pequeño alegremente mientras se acercó a ella para abrazarla-De parte de los clanes Li y Kinomoto esperamos sus prontas recuperaciones Midare-kun, Akita-kun...Sakura y Syaoran querían venir a verlos personalmente pero debido a ciertas circunstancias no pudieron pero les mandan muchos saludos –

Gracias Mashu-senpai…-hablaron los dos jóvenes al mismo tiempo-

Espero que ahora que tienes familia no olvides que tienes una hermana que te quiero mucho Midare-chan…o sino Mikki se pondrá muy triste…-dijo la rubia aferrándose a él-

Como crees que te voy a olvidar Mikki-chan si nos hemos criado juntos, tal vez ahora tenga familia, pero jamas me voy a olvidar de todos los años y los momentos que hemos vivido juntos, para mi siempre serás mi linda y consentida hermana…-dijo sonriéndole- y claro Momo-chan también será un hermano más para mi…-

Ya pensé que también te habias olvidado de mi….-dijo Momo limpiándose las lágrimas-

Claro que no los quiero mucho mucho…-

Aún no puedo creer que Midare-san sea tu hermano Akita, recuerdo que nos comentaste que tenías un hermano perdido y quien se imaginaria que justo era el Midare que fue con nosotros en el paseo donde se conocieron…-dijo Tetora mientras se cruzaba de brazos- es increíble las coincidencias-

Tanto asi que hasta tuvieron que sufrir juntos…-dijo Midori por lo bajo apesadumbrado-

Y por que no me dijieron nada de gozaru?...-dijo Shinobu con el ceño fruncido- yo también soy amigo de Akita-dono y necesitaba saber la verdad…-

Ya te dije el porque no te lo dijimos Shinobu-kun…-dijo Mashu mientras estaba sentada en uno de los sillones mientras acariciaba los cabellos de Houchou que se había quedado dormido en su regazo-

Pero paso nada malo Shinobu…-dijo Akita con una suave sonrisa- ahora estoy bien, para luego volver a reincorporarme en la escuela y poder acompañarlos a los ensayos junto a Houchou-

Es verdad, además nuestros demás amigos están esperando ansiosos tu regreso…-dijo Midori tímidamente- te vendremos a buscar para ir a Hanasaki juntos verdad Tetora-kun?...-

Claro que si-su!!...-dijo el pelinegro con muchos animos-

Gracias chicos…-

Hay algo que me tiene preocupado y quisiera saber si tienen alguna noticia…-dijo Midare para captar la atención de los demás- han tratado de comunicarse con Tsubasa-chan y Yamanbagiri pero no han podido dar con ellos…saben si ellos se encuentran bien…-

Los presentes a excepción de Akita y Houchou que se encontraba durmiendo se quedaron en silencio mirándose los unos a otros

Que sucedió? Ellos se encuentran bien?? Paso algo con su Rebel que era su amigo?? Por favor díganmelo…-

Midare-chan…-dijo Mikki mientras se aclaraba la garganta- Tsubasa-san se encuentra internada en el hospital de Hanasaki, no ha despertado desde el dia en el que desapareciste…-

Que?...necesito ir a verla…-dijo preocupado-

No puedes aún salir del hospital Midare-kun…-hablo Mashu acomodándose los lentes- Ami Mizuno-senpai, una de las doctoras más reconocidas en Hanasaki y en el país esta tratándola, ya verás que se va a recuperar, lo que ella seguro quisiera es que tu estes tranquilo y disfrutes de esta recompensa que te dio la vida…prometo mantenerte informado de su estado de salud y cuando ella despierte seras la primera persona a la cual se comunicara deacuerdo?...-

Esta bien…confiare en ti Mashu-san…-dijo un poco más tranquilo- y Yamanbagiri?

Yamanbagiri-san está estable pero le han recomendado quedarse en el hospital por una semana ya que no se puede mover…-

Por favor Mashu-san también infórmame acerca de su salud deacuerdo?-

Deacuerdo…-

Bueno dejemos de pensar en las preocupaciones y ahora vamos a pedir comida a la habitación para celebrar nuestro reencuentro!!...-dijo la rubia volviendo a animarse-

Pero yo aún no puedo alimentarme con comida que no sea lo que me preparen los del hospital…-hablo el pelirosa- aunque también tengo ganas de comer algo-

Entonces solo por hoy romperemos tu dieta para comer pollo frito de kentuchy!!...-hablo Mikki llamando al delivery-

Ese pollo es rico!! Pide varios baldes para que todos estemos satisfechos…-animo el pelinegro que se acercó hacia Mikki para ayudarle con el pedido-

Espero que Yagen-niisan no venga a visitarnos para que no nos regañe…-dijo el pelirosa con una gota en la cabeza-

No te preocupes Akita-dono yo usaré mis técnicas ninja para traer el pedido sin que nadie nos descubra…-Dijo Shinobu mientras iba camino a la salida-

Espera Shinobu-kun tengo que ir contigo…-Mashu tuvo que despertar a Houchou para poder moverme- disculpa Houchou-kun pero tengo que irme por unos momentos-

Houchou quien recién se levantaba empezó a frotarse los ojos- a donde vas? Puedo ir contigo?-

Vamos a recoger los baldes del Kentuchy para comer todos juntos…-

Vamos vamos!!...-dijo emocionado mientras se colocaba al lado de Shinobu- de paso podemos ir al comedor y comprar unos ricos dulces verdad que si?-

Bueno también iremos a comprar dulces…-dijo la mayor para irse con los más pequeños-

Mikki después de hacer el pedido volvió a aferrarse de Midare mientras empezaban hablando todos animadamente, después de todo el sufrimiento que habían pasado ya era hora de al menos poder disfrutar un poco de la tranquilidad que empezaba a llegar a sus vidas.

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matta ne!!
« Last Edit: June 30, 2020, 12:17:11 AM by Mimi Tachikawa »


Cho

Me caigo de sueño, pero finalmente está...

89.1.


Era alrededor del mediodía el domingo y luego de recibir la decisión de Midare de aceptar reunirse con sus hermanos, Atsushi finalmente pudo darse la libertad de regresar a casa para ver al resto de su familia, con quienes no había tenido tiempo para dialogar fuera del día de su retorno. Midare iba a ser visitado por sus amigos y un poco más tarde Ichigo iría a conocerle para darle la bienvenida a casa. Con ello, el pelinegro supo que su hermano estaba en buenas manos y seguramente pronto los demás irían a enterarse de las noticias de su regreso.

Los sucesos de los últimos días le habían llevado a meditar sobre varios asuntos de su familia, desde el pasado que él no había evidenciado luego del fallecimiento de sus padres, hasta el estado y las actividades de cada uno de sus hermanos. En particular, no dejaba de temer sobre lo que Yagen hacía a espaldas de los demás. Su mellizo se había vuelto más reservado y misterioso de lo que recordaba, y presentía que obtendría una mejor imagen si lo observaba desde el punto de vista de sus otros hermanos. Aun así, dudaba que ellos supieran ni una minucia de lo que él mismo había descubierto durante el rescate de Midare y Akita.

Fue una considerable caminata desde el paradero de metro más cercano al ser una zona de grandes residencias y bajo vigilancia por el nivel económico de los propietarios, pero finalmente regresó a su hogar. Le llamó la atención que había un auto esperando frente al edificio. Lo reconoció como uno de los autos que servían como movilidad para sus hermanos, sea para ir al colegio o por obligaciones formales. No podía imaginar quién estaría por salir, aunque seguramente no tardaría en enterarse.

Ingresó a su hogar y dio un profundo respiro. Salir de aquel hospital había sido el suficiente descanso, pero estar dentro de ese conocido lobby le llenó de tranquilidad. A su vez, se sintió con leve cansancio. Por más cómoda que su habitación en el hospital era, no había nada como estar en casa. No podía esperar para regresar a la normalidad después de tanto tiempo fuera.

Caminó por el pasillo principal hacia su habitación, aunque no avanzó mucho antes de ver a Gotou de pie en pleno pasillo, revisando algo en su celular.

“Oh, Atsushi, qué sorpresa,” observó el pelimarrón, guardando su aparato en su bolsillo. Gotou le sonrió. “Finalmente te apareces. Nuestros hermanos han estado preguntando por ti.”
“Sí, Midare se siente mejor y ya ha aceptado regresar a casa,” dijo despejado, y entonces miró de un lado a otro con leve nerviosismo. “Eh, verdad, no debería hablar sobre esto abiertamente.”
“No creo que nuestros hermanos anden cerca, aunque vamos a una sala de estar. Tengo un poco de tiempo y quisiera que me avisaras qué ocurre por allá.”
“¿Estás yendo a algún lado? Supongo por eso te espera un auto.”
“Sí, no es nada urgente, aunque me salió una pequeña junta con parte de nuestro equipo de trabajo. Sigo temprano así que descuida,” le restó importancia. “Ven, por aquí.”

Los dos acudieron a una de las salas de estar de la mansión no muy lejana a la entrada principal. Una vez ahí, Atsushi le informó sobre su rutina los últimos días y sobre el estado de Midare, además de las intenciones de Ichigo de ir a hablar con él.

“Oír que Ichi-nii te ayudará con esto me alivia mucho, él sabrá qué hacer,” Gotou asintió contento, y dio un suspiro. “Admito que me preocupaste. Shinano me dijo ayer que te había visto muy agotado y extenuado. Espero que no andes haciendo un sobreesfuerzo.”
“Sí ha sido cansado, pero tenía que apoyar a Midare. Él nos necesita, sobre todo cuando regrese. Tenemos que darle la bienvenida,” desvió su mirada. Sin duda no iba a decirle que por poco y los dos se caen doce pisos de altura. “Y pues, ahora que Midare nos ha aceptado, ya no tenemos por qué ocultarle la verdad a nuestros hermanos. ¿No deberíamos decirles? A lo mucho siento que Shinano tendría que saber.”
“Por más que Shinano ya no sea el niño engreído de nuestra infancia, no le considero lo suficientemente tranquilo. Mejor no le digas nada hasta que Ichi-nii tome la decisión, Atsushi,” opinó frustrado. “Y comparto tu parecer, pero si hablamos todos nuestros hermanos correrán de regreso al hospital para conocerle. No sé si Midare necesita eso en este momento. Pienso que mejor hay que dejar que Ichi-nii tome las decisiones.”
“Seguramente sí nos dará el visto bueno ni bien vaya a hablar con él. Puede que hoy mismo ocurra,” Atsushi asintió. “¿Tu reunión va a tomar mucho tiempo? Sería bueno que vinieras con nosotros también.”
“¿Eh?” ladeó la cabeza y sonrió con gracia. “Aprecio que te preocupes por mí, pero no sabría decirte. Igual, les daré el alcance ni bien pueda. No creas que me quedaré muy atrás. Sólo saber que Midare andará acompañado de todos ustedes es suficiente para mí.”
“Sí tú lo dices,” sonrió un poco. “Sí que has crecido, Gotou, casi te desconozco.”
“¿Qué dices?” alzó una ceja.
“En el pasado habrías querido ser partícipe de la reunión obstinadamente. Hubieras protestado si no habría sido posible para ti. Te has vuelto alguien muy centrado y cuerdo, haha,” rió un poco. “Con lo torpe que solías ser…”
“Tch, y veo que tú todavía me tomas el pelo, aunque Shinano a veces me hace las mismas observaciones,” rodó los ojos. “Ya no soy un niño, ¿acaso no lo entienden?”
“Haha, el hecho que lo mencionemos significa eso mismo. Hasta podríamos aprender de ti,” dijo amenamente. “Esto quiere decir que los negocios familiares han estado en buenas manos. Muchas gracias por tu arduo trabajo, Gotou.”
“¿Qué tienes con agradecerme? No lo menciones,” se extrañó.
“¿Es tan raro que lo haga?” le preguntó confundido. “Estoy siendo honesto. No he estado aquí y dudo mucho que lo haya mencionado por teléfono o mensajes, al menos no lo suficiente, así que ahora que estoy frente a ti realmente quiero darte mi apreciación,” asintió y le miró decidido. “Gracias por todo, y quiero que sepas que cuentas conmigo. No seré capaz de hacer lo que tú haces y me tomará tiempo ponerme al tanto de todo, pero también daré lo mejor de mí.”
“…” le miró perplejo, aunque pasó a sonreír frustrado. “Claro, gracias por el ofrecimiento, lo tendré en cuenta. Heh, veo que eso es algo que no ha cambiado de ti. Eres directo y honesto. Supongo tendré que acostumbrarme.”
“¿Acaso no es algo que tenemos en común?”
“Sí, tienes razón,” dio un suspiro. “No te lo tomes a mal, pero estoy tan acostumbrado a pensar en Yagen y en ti como una unidad que a veces me pareces tan indescriptible como él. Los dos solían ser inseparables cuando éramos niños.”
“Haha, habremos sido muy unidos, pero siempre fuimos muy distintos entre los dos,” sintió una fugaz nostalgia. “Aunque no te disculpes. Sí es verdad que entre los dos te hacíamos la vida imposible. Por supuesto que lo recuerdo.”
“Me fastidia que lo recuerdes con añoranza,” entrecerró sus ojos.
“Oh, veo que sigue siendo sensible para ti,” desvió su mirada. “Perdón, sí recuerdo lo pesados que solíamos ser.”
“Siempre fuiste el más decente de los dos, no te disculpes,” resopló. “Pero ya, suficiente del pasado. Hay algo que quería preguntarte con respecto a nuestros hermanos.”
“Eh, claro, ¿qué quieres saber?” preguntó con curiosidad. Se confundió al ver al otro cruzarse de brazos y observarle fijamente.
“Quienes secuestraron y lastimaron a Akita y Midare… ¿son las mismas personas?”
“¿Eh?” se sorprendió e incomodó por ese repentino cuestionamiento. Atsushi se quedó en silencio un momento antes de responder. “Pues… eso parece. Estoy casi completamente seguro que así fue, pero no hay pruebas.”
“Vaya, increíble…” Gotou negó para sí un par de veces y miró a su hermano frustrado y con leve fastidio. “Ya veo. Gracias por confirmar mis sospechas. También gracias por dejarme saber que tú y Yagen nos mintieron.”
“¿Q-qué?” se sobresaltó. “¿Por qué dices eso?”
“¿Escuchaste bien mi pregunta para empezar?” le cuestionó con impaciencia. “Si bien supimos sobre el secuestro de Akita, ustedes nos dijeron que Midare se metió en problemas con Rizembool por actuar en contra de ellos en uno de sus conflictos con Hanasaki. No sé si Ichi-nii habrá decidido comprarse ese cuento, pero desde un inicio me pareció una coincidencia demasiado increíble. Es mucho más probable que lo sucedido a nuestros dos hermanos esté relacionado y ahora tú mismo me lo acabas de decir,” se encogió de hombros. “Shinano tiene razón, estás demasiado agobiado para siquiera pensar en lo que dices, sólo espero que no hayas sido así de distraído fuera de casa.”
“Ahh…” se dio un facepalm. “Verdad, olvidé por un momento que ustedes no habían sabido eso. Y no es que sea distraído. Créeme que yo también soy cuidadoso, pero no siento que tenga que serlo contigo, Gotou. También estuve dispuesto a decirte la verdad a ti, para empezar, sólo no recordaba el pretexto que les habíamos dado.”
“En fin,” alzó una ceja no completamente convencido, pero decidió dejarlo de lado. Gotou frunció el ceño, aunque se ahorró palabras. “Querría hacer muchas observaciones al respecto, pero no hay punto. Dudo que estés dispuesto a decirme toda la verdad. Sólo me gustaría saber a ciencia cierta que nuestros hermanos no van a estar bajo otro peligro semejante a futuro.”
“¿Eh?” Atsushi se quedó en blanco. “Yagen me ha dicho que esto no va a volver a repetirse y que tomará todas las acciones necesarias. También investigará lo más posible de lo sucedido en búsqueda de justicia para nuestros hermanos… yo realmente no sé qué decir, pero estoy seguro que él fue sincero conmigo.”
“Pues, ¿qué me queda creer…?”
“Pero si te has enterado sobre esto, ¿por qué no intentas cuestionarlo más?”
“Lo acabas de decir. Tú no tienes más que decirme. Obviamente no estoy hablando con la persona correcta como para averiguar más de este asunto,” dijo con leve trivialidad aunque frustración. “Lo único que podrías saber de relevancia es si nuestros hermanos estarán a salvo, y al menos sí pareces convencido sobre ello. Tú has cumplido con tu deber de ir a rescatarles y de quedarte en el hospital por estos últimos días para cuidar de ellos. No pediré más, y lo mucho que los dos podríamos hacer es sacar teorías de lo sucedido sin llegar a ningún lado.”
“…” Atsushi desvió su mirada.
“Dicho esto, sé bien que lo que sea que ocurrió tiene que ver con nuestra afiliación con Rizembool, o en particular con Yagen. Tú lo sabrás bien, no dudo que le cuestionaste durante el rescate, y él te habrá explicado algunas cosas que ahora no podrás decirme ni a mí ni a nadie, ya que él ha pedido tu silencio.”
“E-espera, ¿qué estás diciendo?” se alarmó.
“¿Acaso no estoy en lo correcto?”
“Lo estás…” frunció el ceño.
“A su vez, Yagen te habrá convencido que el silencio es lo mejor en este caso,” se puso a pensar. “¿Qué argumentos habrá usado? ¿Habrá recalcado que hablar no ayudaría en nada? ¿Habrá resaltado el hecho que lo mejor es que ni Ichi-nii ni yo nos veamos involucrados en estos asuntos como los responsables en nuestra familia?”
“¡Ya casi hablas como si hubieras estado ahí!” sintió escalofríos.
“Sí que no son tan similares como lo pensé, vaya…” negó. “Son argumentos muy entendibles, pero están mal. Lo que sea que le concierne a cualquiera de nuestros hermanos nos concierne a todos, pero es fácil olvidar eso en medio de nuestros intentos de velar por los demás,” se encogió de hombros y desvió su mirada. “Yo también soy culpable de eso. No sólo les apunto a ustedes.”
“Gotou…”
“Pero en fin, no confío en Yagen, aunque confío en ti. Si en tu juicio tú decidiste que mantener el silencio es lo mejor, lo dejaré en tus manos. Aun así, tú sabes que puedes contar conmigo, tal y como tú me ofreciste tu ayuda.”
“Sí, muchas gracias,” asintió. “Me sabe un poco mal que desconfíes tanto de nuestro hermano.”
“Tengo mis motivos, pero no lo tomes tan a pecho. Sigue siendo mi hermano y me preocupo por él. Eso no va a cambiar,” se levantó. “En fin, quisiera hablar más tiempo, pero el chofer me espera. Siempre podemos seguir más tarde.”
“Eh, sí,” Atsushi también se puso de pie. “Seguro que no estarás muy dispuesto, pero quisiera que me hablaras sobre la pelea que ustedes dos tuvieron. Yo…” bajó su mirada. “…me he perdido de demasiado. Ahora que he regresado se ha vuelto más evidente.”
“…” entrecerró los ojos. “No lo estoy, ¿pero qué más da? Puedes pasar por mi apartamento uno de estos días en la noche. Ahí podemos hablar más tranquilamente.”
“¿Apartamento?” le miró perplejo.
“¿Qué? ¿No lo sabes?” Gotou se confundió. “Tengo un apartamento en Ginza, normalmente estoy ahí. Sólo vengo por aquí en los fines de semana o cuando no tengo mucho que hacer. Allá es mucho más céntrico para mis actividades.”
“Creo que Yagen me informó, pero realmente no estoy seguro…” se puso a pensar y desvió su mirada. “Sí que tienes muchas obligaciones. Siento que no puedas estar aquí mucho tiempo.”
“Es normal, no te preocupes,” negó y alzó una ceja. “¿Qué te traes, Atsushi? Me sorprende verte tan pensativo, delicado y dispuesto a hablar. Habrás dicho que yo he crecido, pero tú lo has hecho demasiado. Ya casi pareces un anciano.”
“¿Qué has dicho?” le miró desde arriba con unos ojos fríos.
“Ya, no es para que me tomes tan en serio,” se frustró. “Eres mayor que yo, así que podría llamarte anciano. Ya vamos a llegar a la edad en la que ser más viejo comienza a tornarse en una desventaja, ¿no es así?”
“Estoy preocupado, Gotou, ¿cómo te atreves a burlarte de mí?”
“Y luego tú dices que yo no aguanto bromas,” Gotou sonrió un poco y le dio unas palmadas en un hombro. “Ya, espabílate. Nuestros hermanos están recuperándose, Midare va a regresar a casa, todos estamos bien. Yo también, por cierto. Ahora eres tú quien necesita darse un descanso, ¿de acuerdo? Puedo ver que esto ha sido pesado para ti, así que deja que nuestros hermanitos te animen,” asintió. “Ellos reaniman a cualquiera.”
“Tienes razón, perdón…” dio un pesado suspiro.
“Está bien, no te sientas mal. Bueno, me voy, nos vemos más tarde.”
“Sí, ve con cuidado.”
“Ah, antes que se me olvide,” Gotou se detuvo de abrir la puerta y le miró seriamente. “Es difícil, pero comienzo a dejar mis problemas con Yagen de lado. En parte pienso hablar sobre ello contigo para continuar superando ese traspiés. Dicho esto, no te atrevas a mencionar a Yagen cuando lidies con Fudou.”
“…” asintió. “Entiendo. Ellos dos no están en buenos términos, ¿verdad?”
“Siempre que se ven terminan en alguna discusión. Ya nos ha tocado a Shinano y a mí evitar que se pongan a pelear varias veces.”
“¿En serio?”
“Bueno, no se puede evitar. Sólo sé que tú pretendes ayudar a Fudou a retornar a sus estudios y dejar su vicio de lado. Fudou es muy reactivo y presumo que se pondría sordo a razones si haces algo que le molesta. Más bien gracias por cuidar de él. Yo nunca he podido hacerlo,” se incómodo. “Me duele admitirlo, pero yo soy igual de reactivo que él.”
“No te preocupes. Fudou es un viejo amigo, por supuesto que querría cuidarle,” asintió y sonrió un poco. “Sé lo que tengo que hacer. Le conozco muy bien, aunque tomará tiempo hacer que me escuche. Igual, muchas gracias por el consejo.”

Los dos se despidieron y partieron en direcciones opuestas. Al estar nuevamente solo, Atsushi se preguntó dónde andarían sus hermanos, aunque mientras decidía qué haría después optó por hacer una parada por su habitación. Ni había terminado de desempacar y darse esa labor le ayudaría a despejar sus ideas.

Sin embargo, ni bien llegó al segundo piso y avanzó en dirección a su cuarto, oyó que le llamaban y se volteó. Vio a Shinano feliz de la vida correr hacia él.


“¡Atsushi-nii~!” exclamó a todo pulmón corriendo con sus brazos estirados hacia él, con claras intenciones de darle un fuerte abrazo.
“…” le miró con desaprobación y le esperó para detenerle al darle un palmazo en su frente.
“¡Déjame abrazarte, por favor! ¡Finalmente estás en casa!” siguió el pelirrojo, quien pese a verse detenido seguía intentando correr hacia él. “¡Soy tu hermanito y quiero que me consientas!”
“¿Acaso ya no estás demasiado grande?” le preguntó frustrado.
“¡Nunca lo estaré! ¡Ya tuvimos esta conversación cuando llegaste hace unos días! ¡Atsushi-nii, ya no seas tsundere, por favor!”
“Tch…” la mención hizo que le agarra el rostro con sus dedos y lo estrujara.
“¡Ihh!” con esa pequeña agresión, Shinano paró su corrida y se agarró la frente con ambas manos. “Uhh, no tenías que ser tan cruel. Tú sabes que soy juguetón…”
“No te refieras a mí con ‘-nii’, ya te lo he dicho. No te considero menor a mí pese a la diferencia de edad,” dijo cansadamente. “Estoy feliz de andar por aquí, pero compórtate, por favor.”
“Siempre fuiste el aguafiestas de los cuatro, Atsushi,” observó haciendo un puchero y mirándole con reproche. “Hasta Gotou y Yagen me permiten unas cosas.”
“No es que te haya visto ser así de pesado con ellos dos.”
“Haha, es que acabas de llegar,” rió feliz e ignorando la frustración en el otro. “Créeme que cuando regresé a casa después de mi año en los Estados Unidos, como ellos dos no fueron a recibirme al aeropuerto los tuve que ir a acosar. Me quedé donde Gotou todo un día y no paré de darle muchos abrazos~ Y hasta me infiltré al laboratorio de Yagen para darle una emboscada~”
“Eh, ¿en serio?” se sorprendió. “¿Y cómo te infiltraste ahí? La seguridad de ese hospital parece casi impenetrable.”
“¡Tsurumaru me ayudó! Hehe, él también fastidia a nuestro hermano y sabe cómo hacerlo.”
“Yagen habrá estado muy molesto contigo,” le miró cansadamente.
“¡Sí, pero le di un fuerte abrazo y no me solté de él durante un buen rato por más empujes que me dio!” exclamó con suma alegría. “Haha, el rostro me dolió todo el día~”
“Uhh…” frunció el ceño.
“¡Y eso que a ellos no los vi apenas un año, mientras que tú llevas casi diez veces más tiempo ausente!” asintió y volvió a estirar sus brazos para tratar de abrazarle. “¡Eso quiere decir que tengo que ser diez veces más acosador contigo!” pretendió abrazarle pero recibió un fuerte chasquido de dedos en su frente. “¡Ihhh, duele!”
“Tsk, comienzo a entender que ellos dos están siendo muy tolerantes contigo. Nos corresponde a los tres enseñarte modales,” le recriminó frustrado. “Hablaré con ellos al respecto…”
“¡No, me gusta ser engreído con ustedes! ¡Y en serio sólo soy así con ustedes tres porque son mis hermanos más cercanos! ¡Eso es porque los quiero mucho!” suplicó juntando sus palmas. “¡Sólo déjame descargar las enormes ganas de verte y apachurrarte que he tenido por bastantes años, Atsushi-nii!” el pelirrojo se asustó al verle unos ojos gélidos. “A-Atsushi, perdón…”
“Eres increíble,” resopló con sus manos en sus caderas. “¿Acaso mis esporádicas visitas no te bastaron?”
“Por supuesto que no, antes de tu regreso te quedaste muy poco tiempo con nosotros cada vez y tenía que compartir tu atención con todos los demás…” desvió su mirada, resentido. “Pero pese a que has regresado no has estado aquí y te has quedado en el hospital.”
“Ha sido una emergencia. Akita necesitaba apoyo.”
“Yo sé que sí…” bajó su mirada. “Y sí te he extrañado aquí estos días, no lo digo por eso. Atsushi, ¿nos estás ocultando algo?”
“¿Eh?” se vio perplejo. “¿Por qué lo dices?”
“Vamos, justamente somos muy cercanos así que te puedo leer bien,” recalcó. “Luego de que me hicieras entender que no tienes un crush con una bella despampanante en el hospital…”
“Tch, párala con eso.”
“…sé que igual hay algo que no quieres decirme,” Shinano frunció el ceño y le miró con súplica. “Por favor, no quiero que te guardes conmigo. Lo que sea que me ocultas te tiene fuera de casa y te está agobiando demasiado. Ahora que estás aquí quiero cuidar de ti, hermano,” bajó su mirada y tocó las puntas de sus índices. “Yo… recuerdo que tú solías cuidarme cuando éramos niños, y nunca he podido regresarte el favor…”
“Shinano…” le observó sorprendido. “Tú realmente has crecido durante estos años. Cuando eras pequeño nunca te molestaste en entender a los demás y buscabas que te engrieran y te hicieran favores todo el tiempo.”
“Uhhh…” Shinano se deprimió y se sentó en el piso en posición fetal, para tocar el piso con un índice en forma circular. “…ese es mi pasado vergonzoso e injustificable. Sé que no tengo ningún tipo de credibilidad contigo…”
“N-no lo digo para desprestigiarte ni nada, espera,” dijo alarmado y sonrió incómodo. “Perdón por mencionarlo tan directamente, Shinano. Más bien lo decía porque me sorprende verte tan atento conmigo. No es algo que hubiera esperado de ti, pero sí he oído de Yagen que te has vuelto muy responsable con los pequeños. Entiendo que has sido un hermano mayor para ellos durante mi ausencia. Me alegro mucho de saberlo.”
“…” pasó a mirarle con ojos grandes e ilusionados. “¿En verdad?”
“Sí, ahora no te deprimas,” le extendió una mano y le ayudó a ponerse de pie. “Y pues, tienes razón. Les he estado ocultando algo. No sé si puedo decir nada aún, pero seguramente pronto se van a enterar, hasta dentro de unas horas. No es nada urgente.”
“¿C-cómo así?” preguntó confundido. “¿Todo está bien?”
“Sí, en verdad lo está, no te preocupes, Shinano,” asintió. “Perdón, no sé si puedo decirte algo. Quisiera hacerlo. Justo veo que eres mucho más maduro que antes, pero no sé… me pidieron guardar silencio.”
“Hmm…” frunció el ceño y le miró con curiosidad.
“Ehh bueno…” se rascó la nuca y desvió su mirada. “Iba camino a mi habitación para terminar de desempacar y ordenar mis cosas. No es nada divertido, pero si quieres puedes acompañarme.”
“¿Eso quiere decir que puedo husmear tus artículos personales?” le preguntó con ojos brillantes.
“…olvídalo,” le miró con desapruebo.
“Pues yo feliz de verte desempacar tus cosas, pero no quiero que lo primero que hagas aquí sea una obligación. Tienes que tomar un poco de aire y relajarte.”
“Lo creas o no, ordenar y limpiar tiene ese efecto para mí,” comentó pensativo.
“Aún así,” Shinano sonrió pícaramente y le agarró de la muñeca. “¡Ven, vamos al jardín! ¡Quiero hablar contigo!”
“¿Eh? ¿De qué quieres hablar?” le preguntó mientras dejaba que lo jalara.
“Hehe, no sé,” Shinano le miró brevemente con una sonrisa sonsa en su rostro. “No me importa de qué hablemos, sólo quiero pasar tiempo con mi querido Atsushi y sentarnos un rato afuera juntos me haría muy feliz. Ya que no me dejas abrazarte al menos dame esto.”
“Eh, claro…” alzó una ceja.

Shinano condujo a su hermano al amplio patio trasero y tomaron asiento en la banca solitaria cercana a un frondoso árbol. Por la hora, la sombra era escasa aunque apenas alcanzaba a brindarles en la banca. Al no saber de qué hablar, Atsushi le comentó que se había topado con Gotou cuando él se retiraba y le informó brevemente sobre lo que habían conversado que no era referente al secreto.

“¿En serio?” Shinano se quedó en shock. “¿Gotou aceptó hablarte sobre el pasado?”
“Sí, ¿por qué te sorprendes tanto?” le cuestionó alzando una ceja.
“Gotou ha sido el más reacio a recordar el pasado, siempre se ha mantenido en el presente, con Ichi-nii, con nuestros hermanitos, hasta conmigo,” Shinano miró al piso haciendo un puchero. “En sí le he acompañado bastante todos estos años y evidenciado varias cosas, pero él nunca ha sido honesto conmigo sobre cómo se siente o qué piensa. A veces hasta sospecho que ni él mismo lo sabe…” miró al pelinegro acercándose más allá del espacio personal.
“O-oye…” Atsushi se hizo hacia atrás.
“¿Puedo acompañarte cuando vayas a hablar con él? ¿Puedo? ¿Puedo?”
“Eh, pues bien por mí, aunque tal vez deberías preguntarle a él también.”
“Si tengo tu bendición y sólo nos concierne a los tres, dudo que se oponga,” sonrió victoriosamente. “Y si se opone le acusaré con Namazuo-nii.”
“Ya veo que le andas pidiendo muchos favores a nuestro hermano,” le miró frustrado. “Namazuo no es nuestro mayordomo. Deja de depender de él. Sin duda no aprobaré que trate a Gotou como ya lo hizo con Fudou.”
“Hehe, está bien, Namazuo-nii sólo es así con Fudou. Él mismo afirma que nunca sería rudo con sus lindos hermanitos~”
“…” entrecerró los ojos. “No por eso deberías menospreciar el hecho que Fudou resultó lastimado por tu culpa.”
“Perdón, no es que quiera hacerlo,” sonrió incómodo. “Pero Namazuo-nii es así. Créeme que llevamos mucho tiempo intentando corregirle, aunque nuestro hermano mayor es un misterio.”
“Es verdad…” rodó los ojos. “También era así antes de perder la memoria. ¿Qué tendrá con el pobre Fudou, en serio?”
“Ojalá lo podamos entender algún día.”
“Sí, y espero que también se corrija a sí mismo. Namazuo es uno de los mayores en nuestra familia. Sólo en pocos años tendrá que ser tan partícipe de los negocios de la familia como Ichi-nii o Gotou…” dio un suspiro y se cruzó de brazos. “Ya voy a incomodar a Gotou demasiado con este tema, así que quisiera que me pusieras al tanto de él, Shinano.”
“Eh, sí, ¿qué quieres saber?” le preguntó con curiosidad.
“Sólo quiero saber qué tiene él en mente para sí mismo. Estoy consciente de lo que tú quieres hacer y cómo te estás preparando para tus metas. Si bien todavía no me pongo a hablar con el resto de nuestros hermanos, sé que será mucho más fácil para mí enterarme, y algunos de ellos todavía están jóvenes y ni en edad para pensar seriamente en su futuro…” alzó su mirada al árbol. “Pero Gotou ha estado en el rol de cuidar los negocios de la familia por ya nueve años. Que yo sepa, él ni ha estudiado en la universidad, ¿verdad?”
“Pues no, a decir verdad,” Shinano sonrió con pena y bajó su mirada. “Desde que nuestros padres fallecieron, él dejó el colegio para dedicarse a esa obligación y sólo completó sus estudios por medio de tutores privados. Realmente se ha sumergido completamente en sus deberes como la mano derecha de Ichi-nii y se ha aislado de todo el mundo. Él parece estar bien y conforme con todo, pero quisiera que al menos estudiara una carrera en la universidad.”
“Pienso lo mismo, le haría bien cambiar de atmósfera.”
“Uhh, pero él no quiere,” frunció el ceño. “Ya me dijo que pensaba sacar un título por internet porque dice que no quiere perder tiempo con la universidad o con clases electivas,” negó repetidamente. “Pues eso no es perder el tiempo. Eso le haría muy bien. Por más que Gotou sea bueno con las matemáticas y los negocios tendría que darse un descanso y ganar otra perspectiva,” Shinano asintió decidido. “Al menos si no nos oye a nosotros, Gotou es leal a Ichi-nii. Me aseguraré que le exija que estudie en una universidad.”
“Eh, entiendo y estoy de acuerdo contigo, pero tampoco hay por qué presionarle demasiado. No es que sepamos bien su posición,” se encogió de hombros. “Debe haber otras formas de lidiar con él…”
“No, no la hay,” Shinano apretó sus puños obstinadamente. “Gotou es muy necio y siempre se va a negar a todo tipo de favores y caprichos. Hay que empujar a gente como él o de lo contrario nunca harán nada por ellos mismos. Hasta cada vez pasa menos tiempo en casa y se queda más en su apartamento. Él necesita lidiar con gente de su edad y ser cercano a nosotros…” el pelirrojo alzó sus piernas a la banca y las abrazó. “Nosotros lo conocemos. Gotou es muy dedicado a nuestros hermanos y querría estar más en casa. Él nos quiere mucho. Por eso no podemos dejar que su vida lo absorba. Él merece disfrutar de este presente tranquilo y próspero que él nos garantizó tanto como todos nosotros…”
“…” Atsushi le miró y pasó a observar el resto del amplio y vacío jardín, meditativamente. “Gotou realmente no tuvo a nadie que lo ayudara por mucho tiempo. Entiendo por qué terminaría aislándose así, y también por qué persiste en hacerlo, y hasta en considerarlo normal. Igual no dudo de que él esté bien. Al menos es fácil leerle el rostro.”
“…”
“Por lo ocupado que está, por más que Ichi-nii le ayuda con esos deberes cuando sale de sus clases, seguramente tiene demasiadas cosas que hacer, así que si queremos sacarle de su rutina tendríamos que hacer un cambio primero. Tenemos que ayudarle de algún modo y librarle de parte de sus responsabilidades. Tampoco podemos demandarle que estudie en la universidad sin ver qué más podemos hacer para apoyarle.”
“Yo sé eso…” le miró curiosamente. “¿Qué sugieres que deberíamos hacer?”
“Para empezar no hay que andar ocultándole nuestras intenciones, Shinano,” le aseguró. “No le gustará, pero Gotou merece saber que queremos que estudie en la universidad. También hay que hablarlo con Ichi-nii para ver cómo podríamos apoyarle con algunas responsabilidades. Recién acabo de llegar y pensar meterme en los asuntos de la familia se me hace un mundo. Siento que no estoy hecho para esas cosas…” dio un suspiro. “Pero igual. Gotou nunca tuvo las intenciones de ser un empresario de niño por más que le ha quedado bien con sus aptitudes. Nos toca a nosotros también poner de nuestra parte,” sonrió animado. “Está bien, no sé qué podemos hacer todavía, pero sólo tener las intenciones es un buen inicio. Ya iremos enterándonos de los detalles y verás cómo le sacaremos de su zona de confort. Tampoco es como si estar a cargo de los negocios sea malo para él. Puede estudiar en la universidad y seguir con sus labores como lo lleva haciendo, pero tienes razón al decir que eso no debe consumirlo y que nosotros tenemos que ser parte. Es también nuestra responsabilidad.”
“Tienes razón,” soltó sus piernas y se sentó apropiadamente. “Yo tampoco no me creo apto para encargarme de los asuntos serios de la familia, pero sí quiero apoyar a Gotou,” le sonrió. “Está bien, lo haremos así. Muchas gracias, Atsushi.”
“No, gracias a ti por estar al pendiente de él. Si no me dices estas cosas yo tampoco me daría cuenta o no lo pensaría mucho.”
“Lo sé, tú eres más despierto que Gotou pero igual tampoco eres muy sensible, aunque puedo ver que has mejorado en eso,” Shinano asintió. “Hehe, y yo también. Antes no me daba mucha cuenta de los demás. En verdad quisiera regresar al pasado y comprenderles a todos ustedes mucho mejor.”
“Ya lo estás haciendo, no te sientas muy responsable por eso,” se encogió de hombros. “Nosotros también deberíamos ser más abiertos, ¿no? Vaya…” Atsushi se frustró y llevó una mano a su frente. “Con lo que he hablado con Yagen y Gotou desde que he regresado es evidente que los dos andan muy ajenos al núcleo familiar, y yo también, no puedo negarlo…”
“¡Eso!” Shinano se puso de pie frente a él y le apuntó acusatoriamente.
“Sh-Shinano, ¿qué haces?” se sorprendió.
“¡Al menos uno de ustedes tiene la decencia de admitirlo! ¡Ya es hora que salgan de sus vidas satelitales y regresen a casa! ¡Todos nuestros hermanitos ansían conocerles como son y fuera de sus roles de hermanos mayores! ¡Y los mayores a nosotros tampoco los conocen del todo bien! ¡Me frustra tener que andar contándoles a todos anécdotas o diciéndoles cómo acercárseles!” hizo un puchero y volvió a tocar las puntas de sus índices entre sí. “O sea, no que sea pesado. Como ya te dije, yo los quiero a ustedes tres mucho mucho pese a que siempre son tan serios y responsables y soy muy dichoso de tener un vínculo especial, pero también quiero que los demás finalmente les conozcan por quienes son. Nuestros hermanitos los admiran y quisieran aprender muchas cosas de ustedes. Me da esperanza saber que has regresado con esas intenciones, Atsushi-nii. Podría usar tu ayuda.”
“Ya te dije que no me llames con nii,” le miró frustrado. “Pero sí, ya veremos. ¿Eso quiere decir que además de andar con los negocios de la familia, Gotou también está lejos de todos?”
“Sí, pero al menos sí pasa mucho tiempo con Ichi-nii precisamente por los negocios familiares, y yo también le doy algunas visitas,” Shinano asintió. “Oh, y Hakata también. Hehe, nuestro hermanito ha nacido para ser un hombre de negocios y desde su infancia siempre quiso seguir los pasos de Gotou, así que se ha vuelto su consentido,” sonrió con torpeza. “Me alegro mucho. Sin duda Gotou lo quiere un montón y sí ha sido un hermano mayor responsable con Hakata, pero a su vez eso ha hecho que nuestro rubiecito se aleje de sus hermanos de la misma edad. Hakata ha seguido estudios avanzados y siempre ha optado por acompañar a Gotou con sus quehaceres por encima de pasar tiempo en casa.”
“Wow, pero es impresionante,” se sorprendió. “Ello explica por qué Hakata ya está estudiando medio tiempo en la universidad. Debe ser muy inteligente.”
“Sí lo es, más bien…” Shinano desvió su mirada con cierta desdicha. “…lo es demasiado. Es más inteligente que yo y muy incontenible…” pasó a sentarse en posición fetal sobre el piso. “…ya se está volviendo en un genio insufrible y no me tiene respeto como su hermano mayor. Y para colmo ha heredado la honestidad brutal de Gotou así que siempre tengo a dos hermanos que me recalcan mis errores y falencias…”
“Ehh, ya, ya, tranquilo,” intentó apaciguarle al agitar sus palmas. “Ya puedo imaginarlo, pero te aseguro que Hakata te quiere como todos nosotros. Si es duro contigo es porque se preocupa por ti y quiere alentarte a que mejores. Estoy convencido de ello.”
“Uhh, bien lo dices tú que también eres duro conmigo…”
“Oye, intento animarte,” frunció el ceño. “Tampoco seas tan engreído, Shinano.”
“Yo sé que también tengo mucho que mejorar, es que quisiera que nuestro hermanito sea más sensible. Por pasar tanto tiempo con Gotou también siento a Hakata muy cercano a mí, aunque él no es el más amable conmigo. Bueno, no tienes que oír mis lamentos…” dio un suspiro. “Más bien es mi turno de oír. Quiero que todos ustedes sean sinceros conmigo y puedan confiar en mí. Es algo que apreciaría mucho.”
“De todos modos. Como tú lo dijiste, tenemos un vínculo especial, ¿no es así?” le recordó amenamente. “Así que ya no te andes desanimando. Ponte de pie.”
“Gracias por oírme,” Shinano volvió a la banca y le miró con reproche. “Pero no creas que he olvidado ese secreto que dijiste que nos estás guardando. ¿En verdad no puedes decirme nada? Hasta has dicho que podríamos enterarnos en cualquier momento. ¿No podrías confiar en mí para darme una primicia?”
“Pues…” dio un pesado suspiro.
“Por favor, te juro que guardaré silencio,” dijo juntando sus palmas.
“…” le miró preocupado, pero terminó asintiendo rendido y miró a los alrededores para asegurarse que no hubiera moros en la costa. “Ya, está bien, pero no digas ni una sola palabra, ¿de acuerdo?”
“¡Sí, lo prometo!” exclamó contento e ilusionado.
“Bueno…” nuevamente miró a los alrededores para asegurarse y de todos modos le susurró al oído. “Hemos encontrado a Midare junto con Akita. Nuestro hermano también está recuperándose en el hospital y he estado cuidando de él…”

Ni bien se lo dijo, Atsushi se apartó y se extrañó de sobremanera al ver a Shinano prácticamente traumado, con ojos abiertos como platos y temblando mínimamente como si fuera algún sobreviviente de una guerra.

“…” este giró su cabeza para observarle en completo shock. “¿Q-qué?”
“Lo que dije…” desvió su mirada, incómodo. Tal vez había sido demasiado para él, sobre todo por tener que guardar el secreto. “No dijimos nada porque él nos tenía miedo y andaba muy herido, pero ya se siente mejor y quiere conocerles, y pues…”
“¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE MIDARE-?!”
“¡Cállate!” Atsushi apenas atinó a restringirle y taparle la boca y se mantuvo firme por más que Shinano se sacudía en pleno estado de histeria. “¡Maldición, Shinano, así no puedo confiarte nada! ¡Tienes que tranquilizarte o no podrás ayudarme a dar las noticias más tarde! ¡Se supone que has crecido en todo este tiempo!”
“¡Hhhhmmmm!”
“¡No te soltaré hasta que dejes de sacudirte!” se quedó esperando a que el otro se tranquilizara y cuando pasó el suficiente tiempo de quietud, le soltó. Atsushi se extrañó al ver que Shinano se cayó al piso de rodillas y se puso a respirar agitadamente. “¿Qué haces? No te asfixiaba. Sé cómo restringir a las personas.”
“…mi asfixia es psicológica, hermano…” dijo con voz de ultratumba y le miró de reojo desde el piso con ojos idos y alterados. “¿Cómo pueden haberme ocultado algo así…?”
“Ya cálmate,” se arrodilló en el piso para estar a su altura. “Tranquilo, ya te dije que todo está bien, que no es nada urgente. Ichi-nii ha ido a hablar con él y estamos esperando que nos dé el visto bueno para avisarles a los demás e irle a ver. Eso es todo.”
“N-no puede ser…” le miró en shock, y entonces Shinano le agarró de los brazos. “¿Es verdad? ¿Es verdad que nuestro hermano apareció?” sonrió con esperanzas y lágrimas en los ojos. “¡¿Me estás diciendo la verdad?!”
“Sí, sí, lo es, te lo juro,” le asintió y sonrió con certeza. “Midare va a regresar a casa junto con Akita. Ahora te pido que le ayudes a sentirse como en casa, pero siento que no va a ser algo difícil. Todos le vamos a atender de ahora en adelante.”
“E-entonces es cierto…” Shinano se secó las lágrimas de los ojos y comprimió sus puños con alegría. “¡Nuestro hermano está por regresar! ¡No puedo creerlo!”
“Sí, pero baja la voz,” volvió a mirar a los alrededores. “Espera a que Ichi-nii nos dé la señal y recién ahí podemos hablarlo abiertamente, ¿has entendido?”
“Sí, lo entiendo,” asintió feliz y se levantó. “Ahh, pero no tengo nada para darle la bienvenida. ¡Tengo que buscar algún obsequio! ¡Iré a mi habitación!”
“No es necesario, Shinano.”
“¡Sí lo es! ¡A mí me gusta engreír tanto como quiero que me engrían!” reclamó y se fue corriendo a la mansión.

El pelinegro le miró con gran incomprensión y dio un suspiro. Se levantó y observó al tranquilo y vacío jardín del mediodía bajo el sol, y no evitó recordar a aquella mañana hace diez años que partió de su hogar. Después de haber sido acompañado de su movido hermano, casi sentía la misma soledad…


De repente, se asustó ya que una persona saltó desde las ramas del árbol y aterrizó muy cerca de él. Se trataba de Hakata.

“¡Atsu-nii, buenos días!” saludó este amenamente. El pequeño traía consigo un libro grueso y portaba audífonos. “Ya te estaba echando de menos nuevamente. ¿Cómo estás?”
“Ehh, b-bien, Hakata. ¿Qué haces por aquí?” le preguntó sonriendo incómodo. Se decepcionó a sí mismo por no haber considerado la posibilidad de que alguien se escondía dentro del árbol, aunque si su hermanito estudioso había estado leyendo y escuchando música quizás no se había enterado de las noticias.
“Estudio. Quería estudiar en un sitio cómodo a la intemperie, así que llevo un buen rato recostado en una rama de este árbol,” dijo, y entonces hizo una expresión de dolor. “Pero el árbol no resultó tan cómodo como lo pensé, y este libro pesa. Se nota que soy muy débil todavía…”
“Pues, yo tampoco me metería a un árbol a estudiar una cosa tan grande, no tienes por qué recriminarte por eso,” sonrió. “Más bien felicidades por encontrar un buen punto en ese árbol. Realmente es un sitio reconfortante.”
“Debe serlo si no vengo con ninguna carga, supongo,” asintió meditativamente. “Atsu-nii, ¿en algún momento ustedes han trepado este árbol?”
“Sí, un montón de veces,” rió un poco. “Haha, qué recuerdos. Durante el día, subía aquí con Yagen y Gotou y en la noche nos subíamos al techo de la casa. Era algo que nos gustaba hacer. También jalábamos a Shinano aunque él le tenía miedo a las alturas.”
“Hmm, eso lo explica…” llevó una mano a su mentón y pensó críticamente.
“¿Qué explica, Hakata?”
“Me toca admitir que yo recién ando aprendiendo a trepar árboles. He estado entrenándome con este en particular,” dijo el rubio, inspeccionando el tronco. “Es que cuando fuimos al bosque en las vacaciones, Yagen-nii era de pasear mucho por el bosque y pasó mucho tiempo en la cima de un árbol inmenso. Él desafió a Shinano a darle el alcance, pero nuestro hermano se lastimó el rostro al intentar subir. Eso me hizo pensar mucho…” bajó su mirada, ensimismado. “Ustedes han trepado cosas fácilmente desde que tenían la mitad de mi edad y a su vez son muy fuertes peleando, mientras que nosotros los pequeños no tenemos ni idea de cómo hacer esas cosas que deberían ser naturales para nuestro linaje…” dio un suspiro, desilusionado. “Shinano nos representó con su torpeza, ¿no es así?”
“O-oye…” se frustró. Ya veía el porqué del lamento del pelirrojo.
“Así que no quiero quedarme atrás. Tengo que ser tan hábil y talentoso como ustedes, Atsu-nii,” declaró frunciendo el ceño. “Tengo que estudiar hoy, pero si puedo hacer dos cosas a la vez como para acostumbrarme a recostarme en una rama y mantener el equilibrio en ella, entonces aprovecho mi tiempo. No puedo olvidar que yo también soy un guerrero.”
“Heh, realmente suenas como uno, Hakata. Me haces muy orgulloso,” sonrió complacido.
“¡¿En verdad?!” ese cumplido emocionó al pequeño.
“¡Por supuesto!” le levantó un pulgar.
“¡Ahh, muchas gracias, Atsu-nii! ¡Significa mucho para mí que me lo digas!” asintió y le hizo un saludo militar. “¡Prometo que seguiré haciendo el mayor esfuerzo!”
“Sé que lo harás, descuida.”
“Y bueno…” Hakata desvió su mirada, incómodo. “Tal vez no debería hablar sobre ese bosque en particular, ahora que lo pienso… es un recuerdo muy triste para ti, ¿no es verdad?”
“E-estoy bien, no te preocupes por mí,” sacudió sus palmas. Atsushi sí se inquietó aunque más por el hecho que justo tocaba ese tema luego del exabrupto de Shinano. “Ehm, ¿de casualidad oíste lo que Shinano dijo hace un rato…?”
“¿Dijo algo en especial?” Hakata le miró, confundido. “Los vi llegar, pero me quedé leyendo y escuchando música, así que no les presté atención…”
“Ya veo…” dio un suspiro.
“Atsu-nii, ¿me pierdo de algo importante?”
“No, no es nada, está bien. Ichi-nii va a tener algo que anunciar pronto, al menos sí puedo decirte eso,” asintió y le sonrió. “Más bien, Shinano me comentaba que te has vuelto muy inteligente y quieres seguir los pasos de Gotou, ¿no es así?”
“Hmm, ya veo que ese Shinano sí me reconoce, pese a todo…” frunció el ceño y llevó una mano a su mentón.
“Eh, ¿tienes algún problema con Shinano, de casualidad?”
“¿Qué? No es eso,” dio un suspiro, frustrado. “Es que ese Shinano siempre anda tratándome como un bebé como si tratara de engreírme o subestimarme. Lo considero una falta de respeto.”
“Sí puedo ver por qué lo tomarías de ese modo, te entiendo…” se apenó. Sin duda no eran las intenciones del pelirrojo pero ya veía que ellos dos eran muy distintos.
“Y pues, sí, quiero seguir los pasos de Gotou-nii y poner de mi parte en esta familia,” asintió contento y sonrió con autosuficiencia, para apuntarse a sí mismo en el pecho. “Soy un genio y estoy decidido a convertirme en un magnate a futuro. Siempre podría intentar hacer mi propia empresa, aunque sería mucho más productivo y considerado que apoyara a los negocios familiares, ¡así que lo haré! Ya estoy estudiando en la universidad para sacar mi título lo antes posible y poder ayudarles a todos.”
“Eso es muy admirable, sin duda lo lograrás.”
“¡Hehe, gracias por los ánimos! Ichi-nii y Gotou-nii tienen grandes expectativas de mí y sin duda no les defraudaré. Al menos…” miró hacia el jardín, meditativo. “Todos nosotros le tenemos una gran fe a Ichi-nii y un respeto inigualable. Él es nuestro hermano mayor y una persona muy sabia y buena, y sé que dirigirá a nuestra familia hacia delante. Aun así…” bajó su mirada. “…a veces creo que el resto de nuestros hermanos se olvida de todo lo que Gotou-nii ha hecho por nosotros. No les culpo. Él mismo nunca se reconoce nada ni intenta aclamar atención, pero incluso si nuestros hermanos no piensan en él, yo le ayudaré en todo lo posible.”
“…” Atsushi sonrió y le dio unas palmaditas en la cabeza.
“¡Ehh!” Hakata se sobresaltó y agarró su cabeza ofuscado. “¿Q-qué fue eso?”
“No eres sólo tú, Hakata,” le aseguró, sonriendo ampliamente. “Shinano y yo también estamos cometidos a apoyarle, justo hablábamos sobre cómo podríamos hacerlo. E igualmente, sé que todos le ayudaríamos si es que él fuera a necesitar de nuestra ayuda. Así que no te preocupes.”
“Hm…” se puso a pensar, todavía confundido por esa fugaz muestra de afecto. “Supongo…”
“Hahaha, has salido igual a Gotou. Tú tampoco eres afectivo y eres muy honesto,” rió un poco.

Los dos regresaron al interior de la mansión ya que el pequeño le avisó que tenía que seguir estudiando. Al ingresar, ambos partieron caminos, aunque Hakata se detuvo y observó al mayor alejarse antes de decidir qué haría.

“Hmm… Midare… no hay duda, eso fue lo que oí… ese grito de Shinano se filtró a través de la música,” lo meditó, entrecerrando sus ojos. “Bueno, Atsu-nii se ve despierto, es bueno que no le dije nada… en fin,” sonrió triunfalmente. Sabía qué hacer. “Pero Shinano nunca ha sido así…”



Atsushi no tardó en regresar al segundo piso camino a su habitación. Pensó en primero visitar a Shinano para asegurarse que se encontraba bien (y que no le había dicho a nadie), pero se sorprendió al ver a uno de los cachorros de tigre de Gokotai dar la vuelta a la esquina y correr hacia él. El pequeño tigre blanco parecía huir con un cepillo en la boca. Detrás de él no tardó en aparecer Namazuo, quien saltó y atrapó al pequeño al lanzarse al piso.

“¡Te tengo!” exclamó el hermano mayor, quien cargó al cachorro y le quitó el objeto. Namazuo comenzó a llamarle la atención de manera juguetona y agitando el peine repetidamente. “Ya te lo dije, nada de huir mientras terminamos de cepillarlos, y este no es un juguete. ¿De acuerdo? No. Es. Un. Juguete.”
“…” el tigre trató de tomarlo con sus patas.
“¡Ya te dije que no!” le resondró y al ver al tigre retraerse, le sonrió y le dio un abrazo. “¡Aww, eres un lindo~! ¡Gokotai irradia su hermosura en todos ustedes! ¡Quiero comerte de un bocado!”
“Namazuo, ¿están limpiando a los cachorros?” preguntó Atsushi.
“¡Oh!” el otro se sorprendió al recién darse cuenta de su hermano, y sonrió con gran dicha. “¡Preciosura~!”
“…” le miró fríamente.
“¡Sí! Gokotai y yo aprovechamos que es domingo para darles un baño y cepillarlos,” le contestó alegremente. “Ya terminamos con lo primero, así que ahora nos toca acicalarlos. ¡Ya que estás aquí acompáñanos!”

De aquel modo, no tardaron en entrar en la sala principal del segundo piso. En esta había una alfombra adicional grande donde Gokotai tenía a sus tigres y pacientemente cepillaba a uno, el cual se dejaba cepillar y se veía adormilado por los mimos. Los otros tres ya estaban acurrucados durmiendo al haber sido completamente limpiados.


Cho

89.2.


“¡Fugitivo atrapado!” exclamó Namazuo. “¡Gokotai, mira a quién más atrapé!”
“¿Qué? No me atrapaste,” Atsushi le miró con reproche.
“¡Ahh, Atsushi-niisan!” Gokotai se sorprendió y se levantó para darle una pronunciada reverencia. “¡Bienvenido, me alegro mucho de verte!” le miró y sonrió. “Ehehe, ¿quisieras ayudarnos a cepillarlos? Sólo nos faltan estos dos, pero te enseño.”
“Estoy bien, les voy a acompañar. Aprenderé al verles trabajar,” Atsushi tomó asintió junto con sus hermanos y vio a los dos encargarse cada uno de un tigre. Observar a esas mascotas dejarse mimar y a los otros tres dormir le hizo sonreír con nostalgia. “Vaya, qué recuerdos. ¿Qué ha sido del primer tigre que cuidaste, Gokotai?”
“¿Eh? ¿El primero?” Gokotai le miró con curiosidad. “Te refieres al que papá me enseñó a cuidar, ¿verdad? Él se encuentra en un zoológico fuera de la ciudad,” sonrió feliz. “Los encargados de él me envían fotos y noticias con frecuencia. Quisiera ir algún día a visitarlo y jugar un poco con él.”
“Siempre me sorprende que nuestro hermoso y sensible Gokotai sea tan buen cuidador de animales. ¡Es todo un encantador de tigres!” exclamó Namazuo con mucha dicha en lo que cepillaba a su tigrecito. “¡Y si te animas a ir a visitarle, totalmente te acompaño! ¡Por supuesto que me acuerdo de él! ¡Es muy especial para mí!”
“Ehehe, Tora-san también te quiere mucho, Namazuo-niisan.”
“Creo que todos nos apuntaríamos, a decir verdad,” Atsushi asintió. Mantuvo su sonrisa, aunque bajó su mirada.
“¿Eh? Atsushi-niisan…” Gokotai le miró atentamente, preocupado. “¿Te sientes bien?”
“S-sí, no es nada.”
“No he dicho nada inquietante para ti, ¿verdad?” se afligió y llevó sus manos a su pecho. “Ehh, perdón, entiendo que muchas veces no quieren hablar sobre el pasado…”
“No es eso y sin duda yo fui quien lo preguntó, así que no sería tu culpa…” Atsushi se rascó su cabeza. “Perdón, Gokotai, sólo pensaba en que ese tigre estuvo con ustedes en tiempos muy difíciles, aunque yo ya me había ido de casa para cuando papá se encargó de él, así que no lo conozco tan bien como ustedes…”
“Igual lo conociste cuando nos visitaste, luego de que papá y mamá…” dicho esto, Gokotai bajó su mirada con tristeza.
“…” desvió su mirada, apenado. “Ahí ando de nuevo, hablando de esas cosas…”
“N-no, está bien, Atsushi-niisan, no me inquieta hacerlo… es sólo…”
“¿Eh?” Namazuo se confundió por ver a sus hermanitos tan retraídos y avergonzados por hablar sobre el pasado. “Oigan, esperen, no se sientan mal. ¿Por qué se incomodan tanto?” soltó al tigre y llevó sus manos a sus caderas. “Los conozco bien. Sé que si se tratara de hablar del pasado no andarían tan tristes. ¿Acaso no quieren tocar el tema frente a mí?”
“¿Eh?” Gokotai se asustó. “Pues…”
“Es parte de la razón en mi caso, Namazuo…” Atsushi dio un suspiro. “Pero más lo digo por el hecho que yo no estuve aquí. Lo lamento mucho…”
“No, ¿por qué te disculparías? Definitivamente no quiero que te disculpes conmigo por eso. Más bien soy muy feliz por tenerte de regreso en casa, te lo aseguro,” Namazuo le sonrió ampliamente, aunque tuvo que agarrar a su tigre, el cual acababa de agarrar el cepillo con su boca. “¡No, tú te quedas aquí! ¿Pensaste que te escaparías de nuevo?”
“Hehe…” Gokotai le miró y sonrió entretenido por su juguetona riña con su mascota.
“Y tú no tienes por qué inquietarte por eso, hermanito,” le aseguró Namazuo. Él sonrió con leve pena. “Sé que en algún momento te habré dicho que no me gusta oírles hablar sobre el pasado, pero ya no pienso así. Por más que no pueda recordar lo que vino antes, deseo saber todo lo que ustedes tienen por compartir,” asintió. “Aparte que tú eres un híbrido, Gokotai.”
“¿Híbrido?” Atsushi alzó una ceja. Miró a Gokotai. “¿Cómo así híbrido?”
“Ehm, es la primera vez que lo escucho yo también…” el peliblanco ladeó su cabeza. “Namazuo-niisan, ¿a qué te refieres cuando me llamas híbrido?”
“Haha, qué lindos se ven cuando se confunden~” canturreó Namazuo, alegremente. “Es un término muy afectivo que se me acaba de ocurrir para llamarte~ Es decir, por más que tú seas uno de los pequeños, tú eres el mayor de todos ellos. Apenas eres un año menor que Shinano. Por eso te llamo como híbrido, ya que también tienes algo de hermano mayor en ti.”
“¿Eh? ¡E-eso no es verdad!” Gokotai se angustió y negó repetidamente. “Y-yo… yo soy débil y asustadizo y enfermizo y muy tímido… nunca he actuado como mayor. Creo que todos nuestros hermanos son más fuertes que yo en muchos aspectos…” regresó a cepillar a su tigre con leve pena. “Tampoco soy el único de mi edad. Akita es mi mellizo menor, pero él se comporta más maduramente que yo y es muy observador. S-supongo él sería más un híbrido que yo… o algo así, no sé si uso el término debidamente…”
“Es un término muy raro y no suena bien…” opinó Atsushi, frustrado. “Pero no tienes por qué desanimarte, Gokotai. Todos tenemos nuestras fortalezas. El hecho que puedas trabajar tan bien con los tigres dice mucho de ti.”
“¡Eso es completamente correcto!” Namazuo levantó un puño al aire y pasó a apuntarle con su índice. “Tienes un alma pura y muy bondadosa y justamente posees una calidez y delicadeza que es necesaria hasta entre todos nuestros preciosos hermanitos. Es verdad que Akita también tiene tu edad y ustedes dos son capaces de recordar algunas cosas del pasado tal y como Atsushi y los demás, pero la razón por la cual te llamo híbrido es por el rol que tuviste hace nueve años…” el hermano mayor sonrió tranquilamente. “Recuerdo que Shinano se encargó de los pequeños y Gotou estaba fuera de casa haciéndose cargo de los negocios familiares, pero fuiste tú quien nos cuidó a Ichi-nii y a mí y nos ayudaste a recuperarnos. Ichi-nii no tardó en ponerse las pilas y regresar a ser nuestro hermano mayor, pero yo sí te necesité y mucho. Es más…” miró al tigre en su regazo y regresó a cepillarle. “Cuidar de estos petizos me recuerda a aquel entonces, a cuando me desperté en el hospital. Mi recuerdo más antiguo…”
“…” Atsushi le observó con intriga.
“Salí de un sinfín de pesadillas que no podía entender, de un miedo terrible de morir y sin saber absolutamente nada de mí ni de nadie. Estaba solo en una sala de cuidados intensivos, cuando entonces oí un ajetreo y muchas enfermeras asustadas,” narró tranquilamente mientras cepillaba al tigre que comenzaba a dormirse. “De repente vi la imagen de un pequeño niño peliblanco con ojos miel y tez pálida encima de mí. Ese pequeño había llorado bastante para cuando se apareció y vino acompañado de un tigre de mediano tamaño… recuerdo que me habló, me llamó por mi nombre… luego se puso a llorar más cuando se dio cuenta que yo no le recordaba…”
“…” Gokotai miraba a su hermano atentamente y con tristeza.
“Aun así, ese intrépido niño no me dejó solo desde ese momento. Vinieron unos doctores para pedirle que se retirara, pero fue ahí que vi su lado más valiente, hehe,” rió con torpeza. “El pequeño les demandó que nos dejaran solos. Su tigre gruñó y los espantó. Con ellos fuera, cerraron la puerta y la bloquearon con muebles. Ahí, los dos se recostaron conmigo en mi cama. Mi querido peliblanco me habló, me dijo muchas cosas. No paraba de llorar, pero me abrazaba y por nada del mundo quería desprenderse de mí. Fue ahí que el miedo y la incertidumbre desaparecieron. Sentí su calidez, su protección, decidí que yo le cuidaría por encima de todo lo demás. Iba a asegurarme que él nunca más sintiera miedo y protegería su sonrisa, porque la primera vez que le vi sonreír…” asintió para sí. “Supe qué era tener a alguien importante…”
“…” Atsushi estaba impresionado.
“N-Namazuo-niisan…” Gokotai tenía ambas manos a la altura de su pecho y sus ojos estaban llenos de lágrimas.
“Haha, ¿por qué te pones a llorar?” le preguntó Namazuo, sonriente. “Es el recuerdo más valioso para mí. Fueron mis queridos Gokotai y Tora-san quienes me rescataron del vacío. Vamos, no puedo proteger tu sonrisa si lloras tan fácilmente.”
“Ihh, no sé por qué lloro… ahh, siempre me pasa con tanta facilidad…” Gokotai empezó a sobarse los ojos, pero las lágrimas persistían. “Perdón, Namazuo-niisan…”
“No te disculpes conmigo,” Namazuo dejó al tigre en su regazo a un costado y se acercó al peliblanco para agarrarle de los hombros y juntar sus frentes. “Te quiero tanto como tú me quieres. Sé que lloras por mí, por ese pasado tan triste. Quisiera regresar a ese momento para consolar a tu yo pequeño y dejarle saber que todo iba a estar bien…” se apartó y le observó cálidamente. “Pero realmente dejaste una impresión en mí. Me dejaste entender sobre la importancia de luchar por nuestros seres más queridos. Ahora que te conozco sigo maravillándome por tu decisión de espantar a todo el personal médico para quedarte a solas conmigo. ¡Hahaha, fue increíble, eras sólo un niño de seis años!”
“Ehhh… yo…” bajó su mirada, sonrojado. “R-recuerdo que tenía mucho miedo… te vi tan perdido, tan asustado… no quería dejar tu lado… temía que si te dejaba nunca más te hubiera vuelto a ver…” sus ojos se llenaron de más lágrimas y su voz se comenzó a partir. “N-no quería eso, temía apartarme de ti. Quise protegerle, y-yo…”
“Ya pasó, no es más que un recuerdo ahora,” le aseguró tranquilamente, abrazándole y apoyando la cabeza de su pequeño en su pecho. “No me fui a ningún lado y nunca lo haré. Yo siempre estaré ahí por ti, Gokotai. Te lo prometo…”
“¡Sí!” exclamó y se puso a llorar en silencio mientras le abrazaba con fuerza.

El abrazo no duró mucho tiempo y Namazuo finalmente le soltó para revolverle los cabellos y sonreírle con dulzura.

“Aww~ creo que esto nos vino bien a los dos~” canturreó contento. “Nunca vas a dejar de ser la cosa más bella en mis ojos~ ahora estate feliz porque tenemos a cinco hermosos cachorros de tigres que engreír y cuidar juntos~ ¡Pero definitivamente quiero ir a ver a Tora-san!”
“Sí, yo también, es parte de nuestra familia,” Gokotai asintió y sonrió con leve tristeza. “Muchas gracias, Namazuo-niisan. Siempre sabes cómo animarme.”
“Lo mismo digo de ti. ¡Eres mi dosis de azúcar~!” dicho esto, Namazuo finalmente se giró al tercer hermano presente. “¡Pero no me olvido de ti! Hehe, más bien perdón, creo que te dejamos un poco de lado con nuestra conversación.”
“Ehh, n-no, no te preocupes,” Atsushi sonrió incómodo y agitó sus palmas. “Me alegro de haber oído sobre lo que sucedió. Siempre supe que Gokotai te había cuidado, pero nunca supe los detalles, ni el hecho que él fue el primero a quien viste. En verdad…” sonrió contento. “Ustedes dos se han apoyado mucho y tienen un vínculo especial. Es genial, en serio.”
“¡Sí que lo es, pero igual yo quiero un montón a todos mis hermanos y los cuidaré de la misma forma que a Gokotai!” exclamó extendiendo sus brazos a los costados. “¡Ojalá todos se dejaran apachurrar con la misma facilidad!”
“Hehe, Namazuo-niisan, no todos lo aprecian igual…” dijo Gokotai, torpemente.
“Lo sé, lo sé. De todos modos, nuestra lealtad es única. Entiendo que somos una familia muy particular y todos sentimos una conexión con nuestros hermanos sin importar qué fuera a ocurrir. Aun así, Gokotai es con quien tengo algo muy lindo y especial. Es quien me anima, a quien abrazo cuando necesito energías. ¡Juro que su cabeza huele a bebé!”
“Ehh, ya, no te pases tanto…” Atsushi le miró extrañado.
“¿Pero sabes? Sospecho que Honebami es exactamente igual a mí, por más que no lo demuestre ni lo vaya a admitir,” Namazuo asintió convencido. “Lo presiento. Los dos tenemos un vínculo de mellizos. Hasta sin recordarlo se me hizo familiar desde la primera vez, así que estoy seguro que lo entiendo tal y como él me entiende.”
“Ustedes dos siempre han tenido algo, pero…” Atsushi se puso a pensar. “¿A qué te refieres con que Honebami es como tú?”
“Quiero decir que Honebami también tiene a una persona muy especial para él y por quien haría hasta lo imposible,” contestó sonriendo ampliamente. “Yagen es quien siempre le ha acompañado y quien le ha forzado a pasar tiempo con nosotros para volver a acostumbrarse a la familia, pese a que Honebami en un inicio no era nada receptivo. He evidenciado lo suficiente para darme cuenta que Honebami le tiene un aprecio especial a nuestro necio y misterioso hermano. Es más, por más que ninguno de ellos sean cariñosos o abiertos, a veces creo que Honebami es mucho más apegado a Yagen que yo a Gokotai.”
“¿Tú crees?” Atsushi ladeó su cabeza. Esa idea le incomodó un poco porque recordó brevemente a aquel orphan que Honebami prácticamente descuartizó luego de ver a Yagen herido…
“¡Pero si se trata de una competencia, no me quedaré detrás!” Namazuo volvió a abrazar a Gokotai con fuerzas. “¡Eres demasiado lindo! ¡No te he abrazado lo suficiente hoy! ¡Vas a tener que soportarme más, querido hermanito~!”
“E-está bien, me gusta que me abraces, Namazuo-niisan,” Gokotai sonrió.
“¡¿Ves lo lindo que eres?!”
“Ehm…” Atsushi llevó una mano a su mentón. “Ahora que lo pienso… Honebami no regresó a casa con ustedes después de estar internado, ¿verdad? Hace tiempo que no pregunto estas cosas, pero creo entender que él recién se apareció con Yagen como un año después del incidente…”
“Sí, hasta tú viniste y te fuiste antes de que conociera a Honebami por primera vez,” Namazuo asintió. “Siempre nos ha parecido un poco raro a todos, pero Yagen nos dejó saber que el incendio había lastimado mucho a nuestro hermano, tanto física como psicológicamente, por lo cual no regresó hasta que fue prudente hacerlo…” dio un suspiro. “Quisiera saber más cosas que ellos dos estuvieron haciendo en su ausencia, pero Honebami nunca hablará y Yagen no quiere ser cooperativo. Siempre desviará el tema.”
“Me da mucha pena pensar en eso…” Gokotai bajó su mirada. “Yagen-niisan… él no tuvo a ninguno de nosotros a su lado… me pregunto… cuánto le habrá dolido que Honebami-niisan no pudiera recordarle…”
“…” Atsushi asintió. “Verdad… no debió haber sido nada fácil para él…”
“Aunque bueno, siempre me han dicho que tú has podido conectar bien con Yagen. Él es tu mellizo. Ojalá puedas conseguirnos algo de chisme con el paso del tiempo,” le dio un guiño. “Y si se pone difícil o pesado, me avisas y yo lo pongo en su lugar.”
“Estoy bien, por favor no seas un bully con Yagen…” Atsushi le miró con desapruebo. “No dudo que puedas hacerte oír si te lo propones, pero si le fastidias de forma incorrecta temo un poco cómo él te respondería.”
“¿Eh? Pero yo no sería un bully con ninguno de mis lindos hermanitos,” le aseguró alarmado. “Sólo quiero lo mejor para todos ustedes, aunque si Yagencito se va a hacer el difícil con uno de sus hermanos mayores hay que enseñarle una lección.”
“Bueno, no me digas que no te advertí…” dio un pesado suspiro.
“N-no se van a pelear muy feo, ¿verdad?” preguntó Gokotai, aprehensivo.
“No creo, no te preocupes, Gokotai,” Atsushi le sonrió. “Sólo lo digo porque Namazuo siempre ha sido muy respondón y supongo que Yagen le daría cuerda.”
“¿Cómo así?” Namazuo se vio intrigado. “¿Yo respondón?”
“Imagino que lo sigues siendo, Namazuo, es parte de tu naturaleza,” comentó tranquilamente. “Cuando te pones serio de inmediato encaras a quien tengas que enfrentar y no te dejas intimidar por nadie. Seguro que varias veces te has enfrentado a Honebami o hasta a Ichi-nii si no estás de acuerdo con ellos.”
“Ehm, pues yo…” se incomodó y desvió su mirada.
“Pues sí, lo he visto algunas veces, aunque sus intenciones siempre son las mejores,” Gokotai asintió. “Ichi-nii también le agradece por cuestionarle. Dice que es muy importante que le critiquen para así ver las cosas con otro punto de vista.”
“Uhh… no quiero que mis hermanitos me conozcan como conflictivo…” dijo apenado.
“Pero no hay nada de malo en eso, Namazuo,” le aseguró Atsushi, sonriente. “Precisamente es importante. Ichi-nii lo ha reconocido y su punto de vista me parece muy cuerdo y humilde, justo como él es. Eso también resalta el hecho que eres nuestro hermano mayor.”
“¿E-en verdad?” se conmovió ante esa observación y sus ojos brillaron.
“Sí, hahaha,” Atsushi rió un poco. “Ahora que lo pienso, de entre todos nosotros, tú siempre fuiste quien le daba la contra a papá y te ponías a renegar con él de vez en cuando.”
“Ohh…” Namazuo estaba impresionado por oír todos esos puntos de vista. “Nunca había oído eso, son noticias para mí…”
“Ah, es cierto, sí recuerdo eso,” Gokotai asintió. “Ehehe, creo que Akita y yo escapábamos si les oíamos discutir.”
“¡Haha, qué gracioso! ¡Te aseguro que Yagen y yo hicimos lo mismo!” Atsushi levantó un pulgar. “Nuestro padre era de temer.”
“¿Hablan en serio?” preguntó Namazuo, atónito.
“Pues sí… papá me daba miedo…” Gokotai bajó su mirada, pensativo. “Pero a la vez… era una persona muy buena por dentro… él fue quien me enseñó a cuidar a Tora-san y a llevarme bien con los animales en general. Todos le tuvimos un gran respeto…”
“Y tú también, antes de que creas lo contrario,” observó Atsushi. “Pero igual, nunca has sido de ahorrarte tu parecer. Y por más que le ponías de malas, sé que él también valoró tu valentía.”
“Increíble…” Namazuo juntó sus manos como si fuera a rezar y asintió conmovido. “Sí, ya veo. Gracias por decirme todo esto. Casi puedo conectar con él sólo por sus relatos. Espero que compartan más cosas conmigo.”
“¡Con mucho gusto! ¡Ahora que ando de regreso les contaré lo que tenga y esperaré a que me pongan al día con todo!”
“¡Sí, sería un placer!” el peliblanco asintió alegremente.
“¡Definitivamente, me estás dando muy buenas vibras, hermanito!” al sentirse tan contento por la conversación, Namazuo no se contuvo más y le dio un fuerte abrazo de oso.
“¡O-oye, suéltame!”
“¡Sólo un ratito, por favor! ¡Muchas gracias por decirme esa anécdota y por reconocerme como hermano mayor a diferencia de ciertos otros hermanos de tu edad!”
“¡De nada, ahora déjame!”

No tardaron en terminar de limpiar a los pequeños tigres y los dejaron darse una siesta. Los hermanos llevaron los artículos que emplearon a la lavandería y Atsushi partió camino con los dos ya que les tocaba darse una ducha después de haberse encargado de las mascotas. Este vio al par irse y sintió una gran paz interior. Había necesitado oír una historia así para recuperar sus propias energías y esperanzas después de la semana tan intensa que había vivido. Sí había algo muy particular en su familia, como Namazuo lo había observado. A su vez se puso a pensar en las observaciones de su hermano mayor con respecto a Honebami. Sabía que había una historia que contar ahí también, aunque predecía que Yagen no estaría dispuesto a hacerlo.


Se dirigió de regreso al segundo piso, pero antes de llegar a las escaleras, se topó con Hirano y Maeda, quienes llevaban un par de bandejas con un set de té y bocadillos recién preparados.

“¡Atsushi-niisan, qué sorpresa!” exclamó Maeda.
“Qué bueno verte de regreso por aquí, ¿cómo está Akita?” preguntó Hirano.
“Ya se siente mucho mejor, si no me equivoco iba a recibir visitas de sus amigos del colegio,” contestó amenamente y pasó a mirar sus bandejas con curiosidad. “¿Qué están llevando? ¿Van a darse una fiesta de té?”
“Podrías decirlo, nos gusta tomar el té a esta hora de nuestros días libres,” Maeda sonrió con amabilidad. “Tenemos más que suficiente para tres. ¿Te gustaría acompañarnos?”
“¿Yo? No tienen que, acabo de llegar…”
“Sería muy grato para nosotros, además que quisiéramos hablar contigo,” Hirano asintió. “Tu presencia es muy bienvenida.”
“Ehh, bueno, si insisten.”

Así, los tres se dirigieron al jardín y Atsushi se sorprendió al llegar a un rincón de la propiedad donde había un pequeño santuario de aves. Luego de pasar por unas paredes de cerco vivo, se sorprendió al toparse con un invernadero circular semejante a una jaula gigante. Dentro de ese ambiente había unos cultivos caseros, algunas jaulas con aves y hacia el centro se encontraba una pileta simple. Al costado de esta había una mesa amplia donde tomarían el té.

El hermano mayor tomó asiento y miró con curiosidad a los alrededores. Era un invernadero que podía cerrarse completamente, pero había varias ventanas en el techo de vidrio abiertas, por lo cual algunos pájaros pequeños de afuera ingresaban para pasearse.

“Aquí tienes, Atsushi-niisan,” dijo Hirano amablemente, extendiéndole una taza de té.
“Oh, gracias, Hirano,” fue despertado de su ensimismamiento. “Este lugar… ¿cuándo lo construyeron? No solíamos tener un invernadero como este.”
“Es algo que pedimos como regalo de cumpleaños, hará hace tres o cuatro años,” Maeda se puso a pensar y sonrió agradecido. “Todo comenzó un día en que encontré a un ave herida y la traje a casa para cuidarla. Desde entonces me ha gustado cuidar de las aves y este lugar viene muy bien para observarlas y darles de comer.”
“A su vez, yo quería intentar plantar algunas cosechas caseras, por lo cual nos pusimos de acuerdo e hicimos este pedido para nuestro cumpleaños,” Hirano asintió, y pasó a frustrarse. “Sin embargo… mi pasatiempo y el de Maeda resultaron un tanto contradictorios.”
“Ehh, a las aves les gusta alimentarse de los cultivos de Hirano, así que me toca mantenerlas en jaulas cuando la cosecha se acerca, como ahora,” explicó Maeda, sonriendo incómodo. “Normalmente prefiero dejarlas sueltas y siempre estoy al pendiente de ellas.”
“¿Ustedes se encargan de todo el mantenimiento?”
“Sí, sólo si hay que hacer alguna renovación como cambiar alguna ventana o hacer mantenimiento a las instalaciones pedimos ayuda al personal de la casa, de lo contrario es nuestra responsabilidad,” contestó Hirano, con certeza. “Pese a nuestro nivel socioeconómico, los empleados sólo están a cargo de la limpieza de las áreas comunes. Ichi-nii y nuestros hermanos mayores siempre nos han exigido estar a cargo de nuestros ambientes como las habitaciones, pertenencias o cuando hacemos uso de la cocina.”
“¡Claro, tiene perfecto sentido!” el pelinegro se animó y sonrió ampliamente. “Es algo que fue igual cuando vivía aquí de pequeño. Mamá nos preparaba la comida y siempre estaba dispuesta a ayudarnos, pero igual no paraba de enseñarnos cómo lavar la ropa y hacer los quehaceres de la casa. Papá también inculcaba la disciplina. Veo que Ichi-nii también ha seguido ese rol,” entonces se detuvo al ver a sus hermanitos intercambiar miradas y sonreírse. “E-esperen…” Atsushi llevó sus manos a su frente, con gran frustración. “Ahh, ¿qué estoy haciendo? No debería hablarles sobre esas cosas…”
“Está bien, Atsushi-niisan. Siempre nos es muy grato oír sobre nuestros padres,” le aseguró Hirano, comprensivamente.
“Hirano y yo seremos los más jóvenes y podremos no haberles conocido, pero sus espíritus siguen siendo parte de nuestra familia,” observó Maeda, quien llevó ambas manos a su pecho y sonrió con tranquilidad. “Nos gusta aprender más de ellos y saber el impacto que tuvieron en todos ustedes porque sus enseñanzas han sido lo que los formaron y lo que ahora imparten en nosotros. Así que no te reserves, por favor.”
“Sí, entiendo…” asintió algo apesadumbrado. Haber compartido esa anécdota con Gokotai le había hecho olvidar el hecho que la mayoría de los pequeños tenían muy escasos recuerdos de sus progenitores. “De todos modos, siento hablar sin pensar, pero me alivia que tengan tanta disposición a hablar sobre estos temas.”
“Por supuesto, nada nos da más gusto que oír sobre nuestros hermanos mayores,” Hirano asintió. “Sobre este tema, ya que estás aquí, quisiera que nos comentaras algunas cosas sobre cómo ustedes crecieron cuando eran niños. Maeda y yo siempre nos preguntamos al respecto.”
“Claro, ¿qué quisieran saber?”
“A nosotros dos siempre nos ha parecido que ustedes tuvieron una infancia muy distinta a la nuestra…” Maeda se puso a pensar, y sonrió inquieto. “Ehh, creo que es evidente que ha sido así por la ausencia de nuestros padres, pero aparte de ello, considero que hay grandes diferencias en el modo en que nosotros y ustedes somos.”
“Los más recientes eventos lo han demostrado,” dijo Hirano, cruzándose de brazos. “Cuando Shinano-niisan fue secuestrado, Gotou-niisan y Honebami-niisan acudieron a su rescate. Ellos tuvieron que enfrentarse a criminales para rescatarle.”
“En el festival, si bien yo estuve a salvo ya que un amigo me resguardó, estuve completamente impotente, pero Namazuo-niisan y Honebami-niisan no tuvieron problemas derrotando a orphans en búsqueda de nosotros. Namazuo-niisan en particular fue capaz de resguardar a tres de sus amigos a pesar de los constantes ataques.”
“Ahora que escuchamos sobre Akita, tú y Yagen-niisan fueron quienes le salvaron de sus captores,” Hirano dio un suspiro. “Me apena bastante. Nosotros somos una familia de guerreros, pero los menores nos hemos quedado atrás y no hemos desarrollado nuestras habilidades. Ni tenemos la serenidad para actuar prudentemente en situaciones de emergencia. Por otro lado, hemos oído de Shinano-niisan que nuestros hermanos mayores solían hasta participar en competencias de kendo de alto nivel hasta con una edad menor a la nuestra. Ichi-nii también es reconocido por Mikazuki-san por tener una habilidad para el combate semejante a la de los Sanjou, quienes están por encima de la mayoría…”
“Por todo esto, tememos que estemos derrochando y dando por sentado el legado de nuestra familia…” comentó Maeda, cabizbajo.
“Entiendo lo que dicen…” Atsushi llevó una mano a su mentón y lo meditó un poco. “La dinámica familiar sí ha cambiado desde que me fui, por lo que he podido ver hasta ahora. Creo que ese cambio se debe principalmente a que ustedes no han sido presentados con el deber de entrenarse como guerreros. Nuestro padre solía ser muy exigente al respecto.”
“Sí parece tener mucho que ver,” Hirano frunció el ceño y asintió. “Maeda y yo con frecuencia notamos que nuestros otros hermanos no se toman las cosas con tanta seriedad como ustedes,” dio un suspiro, frustrado. “Más bien, ellos con frecuencia nos observan muchas cosas. Houchou dice que debemos de romper las reglas y etiqueta. Gokotai nunca está dispuesto a ayudarnos a entrenar tampoco. No creo que le guste hacerlo.”
“Ichi-nii nos ha dicho que somos libres de escoger el camino que queremos y que no tenemos que aprender a pelear como él si no es nuestra vocación,” observó Maeda, tranquilamente. “Y no te sientas mal por las palabras de nuestro hermano, Hirano. Houchou es una persona muy honesta, pero sólo tiene las mejores intenciones. Será que teme que nos estresemos mucho.”
“Por algo tenemos este invernadero, Maeda…”
“Entiendo que nuestros pasatiempos no son compatibles con los de él,” sonrió entretenido y volvió a mirar al pelinegro. “De entre nosotros, Hakata es el único que parece compartir los deseos de volverse más fuerte y cuenta con la disciplina para llevarlo a cabo. Él nos comentó que Gotou-niisan le está entrenando a pelear, aunque piensa que todavía tiene mucho por delante.”
“Hakata también ayudó a Ichi-nii durante el rescate de Shinano, si mal no recuerdo,” dijo Hirano, con leve desconcierto.
“¿Eh? ¿En serio?” Atsushi se sorprendió. “No lo sabía, ¿cómo así?”
“No sabemos los detalles, pero entiendo que le ayudó a rastrear la ubicación de Shinano y se puso en contacto con los yakuzas que nos ayudaron esa vez…” dijo Maeda, alzando su mirada al techo en un intento de recordar.
“Sí, eso fue lo que nos dijeron,” Hirano asintió.
“¡¿Yakuzas?!” se escandalizó. “¿Por qué hubo yakuzas metidos en eso?”
“Oh, uno de los instructores de Shinano resultó ser un miembro muy importante de unos yakuzas muy reconocidos,” dijo Maeda, sonriente. “No tienes que preocuparte, Atsushi-niisan. Él y su hermana se han vuelto muy amigos de Mikazuki-san y su familia. Son buenas personas.”
“Ehh…” miró anonadado a sus hermanitos y se dio un facepalm. “¿Por qué Shinano no me diría esto para empezar? En fin, hablaré con él más tarde…” dio un suspiro y miró a sus hermanitos seriamente. “Entiendo que se sientan así, hermanos, que quieran volverse más fuerte en nombre de nuestra familia y en temer no estar haciendo lo suficiente. Créanme, he estado en una posición parecida. Sin embargo, no tienen por qué pensar de esa manera. Ninguno de nosotros les pediríamos que sean excelentes luchadores y no es algo que podrían ganar de la noche a la mañana. Tampoco quiero que se vean forzados a luchar si no quieren, pero veo que ese no es el asunto con ustedes dos,” Atsushi sonrió y se apuntó. “Ahora que estoy aquí y de regreso en casa, me ofrezco a ser su mentor. Gotou ya se encarga de Hakata, y yo estaría muy feliz de enseñarles lo que ustedes quieran.”
“¿En verdad, Atsushi-niisan?” preguntó Hirano, sorprendido. Él y Maeda intercambiaron miradas y le sonrieron.
“Te lo agradecemos, es casi un sueño hecho realidad,” Maeda asintió y sonrió alegremente.
“Es un placer para mí, hermanitos. Regresé con todos los ánimos de cuidar de ustedes y no hay mejor forma de hacerlo desde mi posición. Seguro que puedo enseñarles algo útil,” declaró con certeza y energías. “¡Confíen en mí!”
“¡Por supuesto! Tengo una fe ciega en tus habilidades, hermano,” continuó Hirano. “Ehm, y si está bien preguntar, ¿cómo solían ustedes entrenar cuando eran niños? Dices que nuestro padre era muy estricto con ello… ¿será que entrenaban a diario?”
“Sí, usualmente teníamos entrenamientos cortos dos veces al día en este mismo jardín. Los fines de semana eran más intensos.”
“Vaya, qué sorpresa,” Maeda se maravilló y sus ojos brillaron. “Es realmente una inspiración. Si aquello fue una rutina con la cual ustedes crecieron, explicaría por qué continuaron volviéndose mejores luchadores con el paso de los años.”
“¿Ustedes fueron entrenados directamente por nuestro padre o Ichi-nii estuvo a cargo?”
“Pues, papá solía entrenar a Ichi-nii, Honebami y Namazuo. Nosotros no siempre recibíamos tanta atención y eran ellos tres quienes estaban a cargo de hacernos practicar, pero igual Yagen, Gotou y yo no nos perdíamos ni una de sus prácticas y estábamos de público,” Atsushi alzó su mirada y sonrió con añoranza. “Por más que nuestro padre intentaba no ser tan brusco con nosotros y prefería que nuestros mayores fueran nuestros maestros, siempre aprendíamos mucho de él y le hacíamos un sinfín de preguntas. Heh, será por eso que Ichi-nii ha resultado ser tan fuerte. Él siempre tuvo las mayores expectativas.”
“Suena bastante intenso, seguramente no sabría comprender cómo solía ser, pero igual Ichi-nii debió haber tenido el suficiente talento para cumplir con lo que se le pedía…” meditó Hirano, cabizbajo y ensimismado.
“Ahora… me pregunto por qué eso se tuvo que perder,” comentó Maeda, sonriendo con leve pena. “Estos entrenamientos además de ser parte de nuestro linaje serían un buen momento para volvernos más unidos y aprender bastante…”
“No lo sé…” Atsushi dio un suspiro y se encogió de hombros. “Es posible que nuestros hermanos no lo hayan considerado tan importante. A su vez…” llevó una mano a su mentón y se puso a pensar. “Shinano fue el único de nosotros que se quedó en casa después de lo sucedido. Por más que él también fue expuesto al entrenamiento, a él nunca le gustó pelear y con frecuencia terminaba pidiéndole a mamá que le excuse. Él también era más pequeño, así que papá no le exigía demasiado. No quiero lanzarle ninguna responsabilidad ya que Shinano nunca ha tenido la vocación de ser un guerrero, pero es entendible que no siguiera con esa tradición. Hmm, sé por Yagen que nuestros hermanos mayores sí han mantenido sus prácticas pese a no recordar el pasado, pero veo que tampoco han querido exigirles.”
“Realmente todos ustedes siempre han sido muy buenos con nosotros y nos han protegido todo el tiempo, pero comienzo a sentir que también debemos poner de nuestra parte,” Hirano asintió y bajó su mirada desanimado. “Tal vez que Hakata tenga el ímpetu de ustedes se deba a lo cercano que es a Gotou-niisan. Él siempre le ha dado mucha atención y puede haberle dado mayores exigencias sin darse cuenta.”
“Es posible, me cuesta pensar en Gotou en el rol de un hermano mayor por el hecho que yo soy mayor a él…” Atsushi alzó una ceja y lo meditó un poco. “Aunque también depende del carácter de Hakata. Eso es algo que no se enseña. Sí es cierto que tener a alguien con un enfoque distinto por encima de ti te pueda permitir desarrollarte de manera diferente, pero no tienen por qué desanimarse,” asintió decidido. “Si necesitan a un hermano mayor que les exija más, entonces me encargaré de ese trabajo. Veo que el carácter de ustedes también es distinto. Por más que sean muy educados y cordiales, percibo un enorme potencial de los dos. Confío en que ustedes tienen el mismo espíritu guerrero que nosotros los mayores, tal y como lo he visto en Hakata, así que me gustaría ayudarles a desarrollarlo a plenitud.”
“Realmente estamos muy agradecidos por tener esta oportunidad, y de igual forma sería bueno que todos nosotros podamos entrenar más a menudo,” dijo Maeda, sonriente. “Es posible que nuestros otros hermanos también lo aprecien y aprendan más sobre nuestro linaje, pero sobre todo, la cercanía que tendríamos a ustedes sería nuestro mayor regalo.”
“Tienes razón, Maeda. Eso siempre será lo más importante. Incluso si yo he estado fuera de casa por tanto tiempo, nunca he dejado de tenerles presente y me han ayudado a seguir adelante,” el pelinegro llevó un puño a su pecho y asintió con determinación. “Comprendo que todos nos sentimos igual en nuestra familia, pero por hablar con ustedes, con Shinano y con Hakata entiendo que en nuestros esfuerzos por cuidarles no hemos sido del todo abiertos. Ichi-nii debe mantenerse lo más atento y cercano posible a cada uno de nosotros, pero él también anda muy ocupado. Sin duda eso es algo que debemos cambiar. Nuestra lealtad no lo es suficiente. Yo espero finalmente deshacer la distancia que he tenido y asegurarme que se sientan en confianza conmigo y no sólo me vean como un hermano mayor,” les sonrió. “Somos una familia y pueden contar con nosotros tal y como cuentan con ustedes. Nuestras edades no nos diferencian.”
“Las experiencias que han tenido a lo largo de los años sí son merecedoras de aprecio, pero entiendo bien lo que dices, Atsushi-niisan,” Hirano asintió. “Poder contar con todos ustedes de un modo más personal es justo lo que necesitamos.”
“De por sí, eres bienvenido a hablar con nosotros también, hermano,” le invitó Maeda. “Sea en nuestras habitaciones o viniendo aquí. Siempre te daremos la bienvenida. También puedes contar con nosotros. No sólo porque eres un hermano mayor quiere decir que tú debas estar al pendiente de nosotros sin esperar nada a cambio.”
“Por más que no sepamos qué podemos hacer por ustedes, daremos nuestro mayor esfuerzo,” afirmó Hirano, sonriendo incómodo. “Aún si apenas podamos ofrecerte de un agradable té y bocadillos como ahora.”
“Hablando de eso, tendríamos que comenzar o si no el té se nos enfriará demasiado,” observó Maeda. “También sírvanse los aperitivos o se echarán a perder.”
“Por supuesto. Tú empieza, Atsushi-niisan.”
“¿Eh? ¿Yo?” él miró la bandeja con leve inquietud. Entre su desayuno de takoyakis, las galletas de Houchou y ahora esos aperitivos se sentía empalagado. No podía esperar a tener más tiempo libre para mantener un régimen más estricto, pero tampoco iba a rechazar la cordialidad de sus hermanos menores. “Pues gracias, lo aprecio mucho.”




Después de un ameno almuerzo compartido entre Midare, sus hermanitos y todos sus amigos, Midare pudo darse un respiro y sentirse muy dichoso por ver a las personas cercanas a él y a su vez conocer a más de sus hermanos apropiadamente. Observar a Akita en mejor estado de salud y reencontrarse con Houchou le dio una gran tranquilidad. Se le hacía todavía increíble, pero a su vez consideró que sí había hecho lo correcto en escoger regresar a su casa.

Con la comida terminada, los visitantes les dejaron descansar y Midare retornó a su habitación mientras Akita y Houchou se quedaron en la habitación del pelirrosa para darse una breve siesta antes de la llegada de los demás hermanos.

Alrededor de una hora después, el rubio finalmente recibió la visita del primogénito de la familia. Él se impresionó al observar a un joven peliceleste de ojos ámbar y con una disposición muy amable y cordial. Este le observó al entrar y le dedicó una dulce y simpática sonrisa antes de acercarse para presentarse debidamente.

“Finalmente nos conocemos, Midare. Me siento muy dichoso,” dijo Ichigo, amablemente. Hizo una pronunciada reverencia. “Mi nombre es Ichigo Hitofuri y soy el primogénito de nuestra familia. Es un gusto conocerte.”
“Eh, sí, igualmente…” dijo todavía sorprendido. Parecía una persona muy buena y noble a simple vista, y casi etéreo en su comportamiento y naturaleza.
“Atsushi me dijo que pensabas regresar a casa con nosotros y conocer a todos nuestros hermanos. Realmente soy muy feliz de tener la oportunidad de hablar contigo, y sé que todos nos sentiremos igual. Te doy la bienvenida, y si necesitas alguna ayuda, estaré más que dispuesto a ayudarte,” sonrió tranquilamente. “Si no es mucho pedir, ¿podría sentarme en el sillón al costado de tu cama? Quisiera sentarme a dialogar.”
“Claro, no hay problema,” asintió y sonrió incómodo. Entonces bajó su mirada. “Más bien podría hacer lo mismo. Estar echado ya se me hace cansado, y me acaban de remover la prótesis…” en medio de su meditación, vio que el otro le extendió una mano. Su hermano mayor se le había acercado y le ofrecía ayuda con una simpática sonrisa.
“Permíteme, te ayudaré a pararte,” dijo con alegría y una voz melodiosa. “Haber pasado tantos días en reposo puede no haber sido lo mejor para ti y quizás sigas un poco débil.”
“Ehh, pues, estoy bien, en verdad que sí… igual gracias…” asintió tímidamente y aceptó su ayuda. Al tomarle de la mano, el rubio notó la firmeza aunque delicadeza del otro, quien le dio un gran apoyo para levantarse sin ninguna brusquedad, como si lidiara con una doncella. Midare terminó tomando asiento en el mismo sillón con Ichigo al costado de su cama.
“Antes que nada, quisiera oír sobre ti, querido hermano,” dijo el mayor. Su sonrisa se contagió de leve torpeza. “Temo que en sus intentos de cuidar por tu salud y pedirte que regreses a casa, nuestros hermanos no te hayan atendido lo suficiente ni se hayan puesto a hablar contigo a fondo,” asintió y cerró los ojos. “Confío en que su silencio se debe a un deseo de velar por ti, no pedirte nada que pudiera ser incómodo y de aceptarte incondicionalmente, pero por más cosas que podamos querer compartir sobre nuestra familia, tú eres una parte muy importante de ella,” abrió sus ojos y miró hacia un costado, sonriendo con leve pena. “También, a diferencia de Yagen y Atsushi, yo soy incapaz de recordarte y me apeno de esa realidad. Quisiera conocerte a partir de ahora.”
“Yo tampoco puedo recordarles a ustedes, está bien,” negó y se puso a pensar con una mano en su mentón y una expresión curiosa. “Hmm, tampoco sé qué podría decirte…”
“Lo que gustes, hermano,” asintió y volvió a dirigírsele con gran atención. “Escuché que eres un estudiante nuevo en Rizembool y que pese a ello estás ayudando a una HiME de Hanasaki a entrenar,” le miró con intriga. “Suena a que tenemos un hermano muy interesante…”
“¡Ehhh!” se alarmó y agitó sus palmas con ligera vergüenza. Era realmente el tema de conversación más extraño como para estar conversando con su hermano mayor por primera vez. “S-siento si me estoy metiendo en problemas o si hago algo que no sería debido. En verdad no quisiera causarles problemas a ustedes ni serles una carga,” bajó su mirada con leve culpa. “Yo… yo he estado todos estos días internado y recibiendo cuidados y protección de ustedes, incluso si en un inicio les rechazaba. Perdón…”
“No tienes por qué disculparte conmigo, Midare,” le aseguró amablemente y sonriéndole con calidez. El chico le observaba como si se tratara de un niño bondadoso y adorable. “Creo que sólo con mirarte percibo tu naturaleza. Eres una persona que desea ayudar a los demás y que está al pendiente de cómo otros se sienten. Estoy seguro que tus deseos de apoyar a la HiME son nobles y que velas por su bienestar. Eso debe ser el caso porque esa HiME es seguramente una persona importante para ti, ¿no es verdad?”
“Sí, lo es…” asintió y miró hacia la ventana, meditativamente. “Cuando conocí a Tsubasa-chan estuve decidido a entrenarle para que pudiera defenderse. La conocí porque ella es una HiME, pero aun así, ella es mi amiga…” sonrió un poco. “En poco tiempo me encontré hablando con ella sobre nuestros gustos, acompañándola en varios momentos. Tsubasa-chan también estaba ahí por mí para escucharle, como una noche en la cual tuve una pesadilla. Yo podré estar poniéndome en peligro como su mentor, pero ella también cuida de mí a su manera, y me siento muy agradecido,” asintió esperanzando. “Por eso, a pesar de lo que sucedió esta semana, quiero seguir de su lado y hacerle entender que ella también cuenta conmigo.”
“Sí, lo entiendo.”
“Eh…” Midare se había olvidado un momento que estaba hablando con el peliceleste y le miró tímidamente. “¿Estás bien con eso? ¿No te opones a mi decisión?”
“¿Cómo podría oponerme a tu deseo de velar por una amiga tan valiosa como ella?” le preguntó con toda naturalidad. Ichigo llevó una mano a su pecho. “Me has conmovido, hermano. Nosotros somos de un linaje de guerreros y entrenamos para desarrollar nuestras habilidades naturales. Sin embargo, sólo el poder y el talento serían desperdiciados si no hacemos uso de los mismos para proteger a quienes nos necesitan y quienes son importantes para nosotros. Quisiera tener el privilegio de conocerle y expresarle mi agradecimiento, también de desearle la mejor suerte posible. Estoy sumamente agradecido con todas las personas cercanas a ti, querido hermano, por el aprecio y la comprensión que te han dado a lo largo de los años. En verdad…” le sonrió con dulzura. “…posees un alma muy buena y estoy seguro que has conocido a muchas personas como tú que han gravitado hacia ti por ser quien eres. Tú te mereces a todos ellos y yo quiero que sigan siendo parte de tu vida, pero también mereces conocer a una familia que te ha querido y ha rezado por tu bienestar por mucho tiempo. Eres alguien muy valioso para mí, Midare, y ahora puedo comprender que mi apreciación por ti quedaba corta. Estoy convencido que tú eres mucho más de lo que apenas conozco sobre ti…”
“…” Midare le observó conmovido y anonadado. El peliceleste destellaba frente a sus ojos por su amabilidad y humildad. Se sentía atraído hacia él. A pesar de recién conocerle, le inspiraba un aire tranquilizador y familiar, como si pudiera confiar en él plenamente. “Sí, muchas gracias, gracias por entender,” asintió y sonrió para sí. “Pienso igual. Yo también quiero proteger a otras personas y hacer lo mejor de mí. Akita y Houchou…” pensó en los dos pequeños y sonrió contento y conmovido. “¿Sabes? Cuando me encontré con ellos en el verano, por más que no sabía que éramos parientes, los sentí muy cercanos a mí, como si los hubiera conocido toda mi vida. Los acabo de ver hace apenas un rato cuando mis amigos vinieron a visitar, y ellos dos son tan lindos y me abrazaron tan fuerte,” sus ojos brillaron y alzó sus puños con un ligero entusiasmo. “Me di cuenta que yo también los quiero mucho. Quiero protegerles y cuidar de ellos. Quiero sentarme con ellos y hablarles y oírles hablar.”
“Me hace muy feliz oírlo,” ensanchó su sonrisa. “También me alegro que hayas recibido visitas. Tus amigos debieron haberse puesto muy felices al ver que te encuentras bien.”
“Sí, me emocioné al verles luego de tantos días, pero también por lo mucho que ellos estaban preocupados por mí. Tengo una gran suerte de conocerlos,” asintió contento. “Miki-chan se puso a llorar y no me soltó durante un buen rato. Ella es muy especial para mí. Los dos crecimos juntos en el orfanato hasta que Miki-chan fue adoptada, pero igual nos volvimos a encontrar, así que es como una hermana para mí. Momo-chan también se conmovió mucho, me hizo darme cuenta que no debí haberme rehusado a visitas. Ellos querían verme tanto como yo,” entonces se detuvo al sorprenderse por hablar con tanta soltura, y sonrió incómodo. “Ehh, perdón, ya estoy hablando sobre ellos pese a que tú no los conoces todavía.”
“No, soy muy feliz de escucharte, Midare,” le aseguró Ichigo con amabilidad. “Noto el cariño que le tienes a tus amigos y me alegro de ser testigo de tu dicha personal. Tal y como tú quieres conectar con nuestros hermanitos, yo deseo lo mismo contigo. Exprésate con toda libertad, por favor, que estoy aquí para atenderte.”
“En verdad, muchas gracias…” sonrió agradecido. Era un chico amable y detectaba su honestidad y dedicación hacia él. “Gracias por tu atención, Ichigo-san.”
“No tienes que ser formal conmigo, somos hermanos,” le aseguró sonriendo con torpeza. “Mi nombre está bien, aunque todos nuestros hermanos me llaman Ichi-nii. Eres bienvenido de hacerlo si así lo quieres.”
“¿Ichi…nii?” ladeó la cabeza y lo pensó un poco. Le dio gracia. “Hehe, Ichi-nii, me gusta cómo suena. Así te llamaré,” rió un poco. “Haha, es curioso. Miki-chan tiene a un hermano mayor muy bueno. Y pensar que ahora tengo uno también.”
“Espero ser el mejor hermano mayor posible para ti, Midare. Te pido que seas honesto conmigo para asegurarme de hacer bien mi trabajo. Tu felicidad y bienestar son lo más importante para mí, te lo aseguro," dijo haciendo una leve venia.
“Yo también espero que tú seas honesto conmigo, Ichi-nii,” contestó amenamente. “Ahora quiero que tú me cuentes algo. Seguro que vamos a hablar un montón de veces, pero no sólo se trata de mí aclamando tu atención. Yo también quiero conocerte.”
“Está bien, haré lo posible para contestarte, veamos…” pensó un poco. “Entiendo que Honebami te dijo un poco sobre nuestro pasado. Seré el mayor de todos, pero no poseo varios recuerdos del pasado. A pesar de ello, mis hermanos lo son todo para mí y estudio para convertirme en el líder de la familia y llevar nuestro nombre hacia delante. Siempre estoy haciendo lo posible para garantizar la prosperidad en nuestro hogar, pero también reconozco que tengo mucho por crecer y aprender para llegar a mis metas,” asintió son solemnidad y una humilde sonrisa. “Sin embargo, ello nunca me desalienta. Cuando regreso a casa y me encuentro con nuestros hermanos, sea el momento que sea, entiendo que todo lo que hago vale la pena. Siento una dicha y una paz que no podía alcanzar de ninguna otra forma.”
“Ichi-nii…” volvió a impresionarse. Hablaba con una persona muy normal y simple pero extraordinaria a la vez, alguien quien al reconocer sus falencias y limitaciones terminaba volviéndose en mucho más que los demás…
“Entiendo por unos amigos cercanos a mí que no suelo ser la persona más desenvuelta sobre mis gustos personales, así que supongo que más detalles de mi persona saldrán a la luz conforme nos conozcamos mejor, querido hermano,” admitió incómodo. “Más bien, he traído algunas cosas que quería enseñarte,” abrió el maletín que había traído consigo. “Estos son unos recuerdos que ni tú ni yo poseemos en el presente, pero que igual son una parte muy importante de nuestra trayectoria y nuestra familia…”
“¿Eh? ¿Sobre qué hablas?” preguntó con gran curiosidad. Le vio sacar un álbum de cuero de apariencia muy particular y fácilmente reconocible. “¿Ese es un álbum de fotos?”
“Gotou, nuestro hermano, posee varias fotos y otras pertenencias de nuestro pasado familiar, y le pedí que me facilitara fotos tuyas cuando eras un niño. Nuestros padres habían tenido un álbum dedicado especialmente a ti,” Ichigo se acercó a su hermano y abrió dicho álbum.

Los dos se asomaron y observaron varias fotos de distintos formatos y tamaños. Ese álbum comenzó con Midare como un bebé que fue creciendo a través de muchas tomas cotidianas hasta llegar a las últimas fotos con el pequeño rubio de cuatro años que no fallaba en sonreír y posar para las fotos, con sus largos y brillantes cabellos siempre en movimiento, y unos ojos azules que destellaban en cada imagen. Al verse, Midare se sorprendió por evidenciar una realidad más allá de la que conocía, pero se sintió extrañamente contento por esa otra versión de sí mismo, ya que a simple vista pudo comprender qué él había sido muy feliz como parte de su familia.

Ambos se quedaron haciendo observaciones sobre las fotos, con Ichigo ayudándole a reconocer a los otros miembros de su familia que aparecían en segundo plano ocasionalmente, y en algunos momentos los dos hermanos se confundían igualmente al no comprender lo que sucedía en una foto en particular, y formulaban ideas sobre la misma. Entre sus ocurrencias, ambos no pudieron evitar ponerse a reír y se hicieron la nota mental de preguntarle a alguien más más adelante.

“Ahh, esos son juguetes muy lindos y me gusta cómo mamá ordenó mi habitación,” observó Midare al revisar una foto de su versión pequeña sentada sobre el piso de su cuarto.
“Tu habitación sigue siendo la misma. Esta se quedó tal y como estuvo, con las empleadas encargándose de limpiarla. Varios de tus juguetes están todavía en una repisa, aunque ahora nos tocará modernizar.”
“¡Igualmente quiero verla tal y como la dejaron, me da mucha ilusión!” dijo emocionado.
“Haha, con mucho gusto, es tu habitación así que es tu trabajo decidir qué haremos con ella,” asintió contento. Entonces, la sonrisa de Ichigo se contagió de leve pena y regresó su atención a su maletín, para buscar algo más. “Gotou también me dio algo que no había esperado, y esto es algo personal para ti.”
“¿Cómo así?” preguntó Midare. Se sorprendió de ver al mayor extenderle un sobre de carta con su nombre escrito sobre la misma. “Esto… ¿qué es?”
“Mamá escribió un mensaje para ti,” explicó pausadamente. “Ella temió que no iríamos a encontrarte mientras estuviera viva así que preparó una carta con anticipación, como un año antes de su muerte.”
“…” lo tomó y lo miró en shock. Las ilusiones de esas fotos y su amena conversación con su hermano comenzaron a desvanecerse al poseer ese objeto en sus manos. Miró su nombre en el frente y la volteó para observar el revés. Este no había sido abierto, pero al pretender hacerlo, el adhesivo cedió sin resistencia alguna, lo cual marcaba la cantidad de años. Midare observó con sorpresa y expectativas el papel doblado dentro del sobre y lo sacó para leerlo. Había un mensaje corto escrito con una letra ordenada y presentable.

Para mi adorado Midare,

Una parte muy grande de mí quisiera no estar escribiendo esta carta, porque si la lees quiere decir que no estoy ahí para darte la bienvenida a casa, pero es por lo mucho que te quiero que necesito dedicarte este saludo. Palabras me sobran, siento que podría contarte de todo y escribirte muchas hojas sin llegar a decirte nada en lo absoluto. Solía hacer eso contigo. Cuando apenas eras un bebé, te mecía por horas de horas y te hablaba, te veía sonreír y me hacías sonreír también. Lo que decía palidecía al amor que sentía sólo con tenerte en mis brazos.

Es por eso que quiero que este mensaje sea corto para trasmitirte lo mucho que te quiero y que siempre te querré, sin importar qué fuera a ocurrir, aun si nunca más ni yo ni nuestra familia fuera a dar contigo. Midare, deseo de todo corazón que a donde sea que te lleve la vida, no dejes de sentir el cariño que todos sentimos por ti. Eres un hermoso rayito de sol con mucho amor que brindar y mucho amor por recibir. Serás una estrella deslumbrante en nuestro firmamento cuando crezcas y afortunados serán quienes te vean brillar cuando termines de crecer.

Si lees este mensaje es porque, por más que yo no esté, tienes a nuestra familia presente a tu alrededor. Muchos de ellos te vieron crecer, pasaron muchas tardes de verano contigo, jugaron junto a ti en la nieve durante el invierno, te consolaron cuando llorabas y compartieron tus alegrías en los momentos más felices. Al menos si yo no puedo presentarme ante ti, ellos trasmitirán mi cariño y te cuidarán en mi lugar, porque ellos también han tenido la dicha de conocer al hermoso y bondadoso hermanito que eres. Y de igual forma, por favor, cuida a tus hermanitos por mí, ¿sí?

Estaré presente dentro de sus corazones. Sé que, algún día, nos volveremos a ver.


Midare bajó la carta con su mano temblorosa, y notó que sus ojos estaban inundados de lágrimas. Iba a guardarla cuando notó que había algo más dentro del sobre, una foto pequeña. La sacó y observó una polaroid de sí mismo sonriendo ampliamente a la cámara y extendiendo un brazo hacia el lente, mientras era cargado por una mujer muy hermosa de apariencia delicada y con una expresión de paz y alegría indescriptibles.

Sus lágrimas corrieron sin parar desde aquel instante. Esa persona irradiaba de felicidad en la foto como si fuera el ser más afortunado de la tierra. Luego de leer ese mensaje tan triste, pero tan lleno de amor, Midare comenzó a llorar amargamente. Se lamentó por ese final tan trágico de esa persona y por la separación del niño que sonreía en la foto de todo lo que había conocido hasta el momento, sólo para regresar muchos años demasiado tarde. Sintió una necesidad incontenible de darle un fuerte abrazo a su progenitora por lo cual llevó la foto a su pecho con todas sus fuerzas.

“¡Mamá! ¡Mamá!” exclamó en pleno llanto. Midare se ahogó en tristeza hasta que Ichigo le abrazó, a lo cual el rubio le correspondió el abrazo de inmediato.
“Está bien, Midare. Mamá sigue con nosotros,” le dijo tranquilamente, compartiendo su tristeza. “Realmente fuimos muy afortunados de haber tenido a una madre como ella y de seguir llevando su calidez a todos lados.”
“…” asintió y se apoyó sobre el peliceleste. Por más que no podía evadir la tristeza, sí sentía paz. Muchas veces había visto a Miki ser consolada por Kanata, y pese a que el chico también había sido muy atento con él, Midare recién podía imaginar cómo se sentía.

Luego del consuelo, Midare guardó la carta y la foto haciendo la nota mental que los atesoraría para siempre. De inmediato pasó a secarse las lágrimas con algo de incomodidad.

“No tienes por qué avergonzarte, hermano. En verdad ha sido un regalo que ninguno de nosotros hubiéramos podido esperar. Eres muy afortunado,” le aseguró el peliceleste, sonriéndole. “Más bien, quisiera pedirte para llamar a nuestros hermanos a que vinieran a visitarte. Ellos lo han estado esperando con ansias.”
“Sí, por supuesto,” Midare asintió y desvió su mirada. “Aunque he llorado mucho, mi rostro estará rojo…”
“Sólo un poco, pero no tardará en despejarse. No te inquietes. También tengo que ver cuándo puedes salir de alta para regresar a casa. Entiendo que Akita ya está mucho mejor, pero hay que vigilar su alimentación,” Ichigo se puso a pensar, pero entonces los dos vieron que la puerta se abrió y Yagen ingresó al cuarto. De inmediato se levantó “Ah, Yagen, me alegro de verte.”
“Buenas tardes, Ichi-nii,” dijo el doctor, profesionalmente y asintiendo. Yagen pasó a mirar a Midare, quien le observó con intriga y luego pasó a desviar su rostro algo inquieto. El doctor sonrió al reconocer que estaba avergonzado, así que decidió con mencionarlo. “No esperaba tardarme tanto, pero mi junta de hoy se prolongó. Espero que hayan podido hablar debidamente.”
“Por supuesto. Midare y yo hemos podido conectar un poco, no podría pedir más,” asintió y sonrió alegremente. “Veo que te encuentras cansado, hermano. Espero que puedas ir a descansar hoy a casa.”
“No sé si será posible, Ichi-nii, aunque ya le prometí a Atsushi para cuando nuestros hermanos salieran de alta.”
“Y hablando de eso, ¿cuál es el pronóstico?”
“Midare todavía no comienza con unos ejercicios terapéuticos, así que estimo se quedará unos dos o tres días más. Con Akita, depende de su próximo chequeo…” dio un suspiro. “Siempre y cuando él no se haya dado un gusto fuera de su régimen.”
“No puedes esperar que nuestro pequeño siga las indicaciones al pie de la letra, Yagen,” Ichigo sonrió con torpeza. “Pero si la terapia y la alimentación es todo lo que falta, pienso que podríamos contratar a especialistas a domicilio, así pueden terminar de recobrarse en compañía de todos nosotros. Sería lo más saludable.”
“Hm, tiene sentido…” el doctor se puso a pensar y sonrió rendido. “Si es así, puedo hablarlo con los doctores a cargo de nuestros hermanos para agilizar su retorno a casa.”
“Me alegro de oírlo,” Ichigo asintió contento y se giró a Midare. “Estás muy pronto a conocer nuestro hogar, Midare. Como sabes, cuentas con todos para lo que necesites.”
“Sí, muchas gracias,” sonrió con leve reserva.
“¿Midare?” el peliceleste se confundió. “¿Te sientes bien?”
“Lo lamento, Ichi-nii,” Yagen se encogió de hombros. “Comprendo que nuestro hermano no se siente muy cómodo conmigo. Es posible que le haya intimidado con mi forma de ser.”
“Ehh, n-no precisamente…” Midare bajó su mirada. “Perdón, yo…”
“No, ya me estoy acostumbrando. Veo que soy así…” dicho esto, el doctor sonrió. “Pero te agradezco por llevarte bien con Honebami. Nuestro hermano también suele alejar a otras personas, aunque ha congeniado bien contigo. Ello sólo indica que eres parte de la familia.”
“Sí, diría lo mismo,” Ichigo asintió. “Y nuestro hermano es una persona muy sensible y atenta. Entiendo que lo has comprendido. Ahora que llamaré a los demás sería bueno buscarle.”
“No creo que sea necesario,” Yagen caminó a las puertas corredizas y las abrió. “Honebami, Ichi-nii desea reunirnos. Ven, por favor.”

Entonces, para sorpresa de los otros dos, el peliblanco ingresó desde la terraza.

“Honebami…” Ichigo se quedó en shock. “¿Has estado tanto tiempo bajo el sol?”
“…” este negó. “Hay un pequeño toldo…”
“Te dije ayer que podías quedarte dentro del cuarto,” observó Midare preocupado. “Debes estar cansado. ¿Quisieras algo de tomar?”
“…” negó lentamente. “Estoy bien.”
“Vayamos donde Akita y Houchou. Sé que querrán verte, Ichi-nii,” observó Yagen. “Y ve llamando a los demás, por favor. No sé por cuánto tiempo Atsu mantendrá discreción.”
“Es verdad, ya no podemos esperar más,” el peliceleste asintió.






La hora del té acababa de terminar y Atsushi acompañaba a sus hermanitos a revisar las hortalizas cuando entonces los demás hermanos presentes ingresaron corriendo al invernadero.

“Ah, bienvenidos,” comenzó Maeda, pero se confundió al verles extenuados. “¿Eh? ¿Todo está bien?”
“¡Los hemos buscado por todos los rincones de la casa!” dijo Hakata. Ajustó sus gafas y apuntó a Atsushi acusatoriamente. “¡Es hora que nos digas la verdad, Atsu-nii! ¡¿Qué es esto de que Midare-nii ha aparecido?!”
“¿Eh?” el dirigido se asustó y miró hacia Shinano.
“¡Ahh, Hakata me engañó, lo siento mucho!” se disculpó inquieto. “¡Me dijo que nos oyó y que ya le habías dicho todo y terminé diciéndole lo que sabía!”
“Sí que no eras de fiar, Shinano…” negó frustrado. “Gotou tuvo razón al decirme que no te dijera nada.”
“¡No digas eso, por favor!”
“¿Midare-niisan? ¿Hablan en serio?” preguntó Hirano.
“¡¿Midare-niisan ha aparecido?!” exclamó Gokotai.
“T-tranquilos…”
“Oye, hermanito…” Namazuo le miró desde arriba con ojos fulminantes. “¿Acaso nos has estado guardando algo tan importante como información sobre uno de nuestros hermanos?”
“Ehh…” se puso nervioso, pero fue salvado por la campana ya que justo el primogénito envió un mensaje a la conversación familiar. Todos pudieron confirmarlo en sus celulares.
“¡S-sí es verdad! ¡Ichi-nii dice que vayamos a conocer a Midare!” exclamó Shinano en un intento de apaciguar a todos. “¿Ven? ¡Sólo teníamos que esperar a Ichi-nii!”
“Increíble, ¿en serio?” preguntó Maeda, quien intercambió miradas con su gemelo.
“¡Vamos cuanto antes! ¡Yo conduzco!” dijo Namazuo apuradamente.

De aquel modo, los hermanos irían a conocer a Midare para darle la bienvenida a casa, después de tantos años.


Eureka

Me faltan topes así que los traeré... luego u_u
edit: topes agregados, nada más, no me pegueeen ;_;

Habrá parte cinco porque soy el lentos (y el detalles sdjkdf)



53.4





Su sentido común le había dicho que tomar otra clase junto a Eureka y Cho no era una buena idea. Y sí, era lógico pensar así, luego de lo que había ocurrido con Biohuertos.

Por obra y gracia de Miranda y algún dios piadoso, Ayame había colocado las calificaciones finales del curso en base a cuánto y cómo crecieron las nuevas papas durante las últimas semanas de clases. Pura suerte, de seguro.

Sin embargo, más allá del trato de sus compañeros y aquel día terrible de limpieza del huerto, la experiencia en general no había sido tan negativa como parecía… y, aún así, Ryoji sabía que no existían garantías de que, de llevar cursos con sus amigas de nuevo, el destino cambiara de alguna forma. Al contrario, luego de enterarse de la posibilidad de que Komaeda y Kokichi estuviesen aliados, esa probabilidad de sufrir a costa de los desmadres de los rebels era muy… grande. La historia estaba destinada a repetirse.

…Y aún así, ahí estaba, sentado esperando el inicio de la clase, mientras conversaba con Osaka.

“¿Ryoji-kun?”

“…Ah.” Ryoji sonrió, perdido en el espacio. Se había desconectado brevemente de la conversación sobre horarios y cursos para ahondar en su crisis existencial. “¿Qué cosa?”
“Nada, decía que andaba muy emocionada con este electivo~” dijo Osaka, muy alegre. “¡Qué bueno que pudimos tomar otro curso juntos!”
“¡Sí, es cierto~!” Ryoji se dio un puñete mental ante su emoción. Porque sí, pese a la crisis existencial que tenía, no podía negar que le divertía pasar tiempo con el grupo. Kashuu, Cho y Osaka se habían convertido en buenos amigos suyos y el Potato Group había sido uno de los highlights más importantes del ciclo anterior. Sin embargo, la preocupación que sentía por los rebels de sus amigas estaba siempre presente. “Pero… no te puedo negar que sí siento algo de preocupación, pese a todo.”
“¿Pese a qué?” Osaka ladeó la cabeza, confundida.
“Bueno, tuvimos suerte con Ayame el ciclo pasado. Nos evaluó en base al progreso de las últimas semanas… pero dudo que pase lo mismo con el profesor de Taller de Audio y Video si los rebels de Eureka y Cho nos atacan de nuevo y afectan nuestro rendimiento.”
“¿Tú crees?” Osaka se mostró pensativa. “Creo que fue sólo por ese ciclo. Además, Cho y Eureka nos contaron que la alianza entre sus rebels terminó. ¡No te preocupes tanto por eso!” Osaka sonrió.

Ryoji contempló la posibilidad de comentarle a Osaka de que sí, efectivamente, Oikawa y Komaeda habían terminado su alianza cuando el primero se convirtió en key de Eureka, pero Kokichi seguía siendo una amenaza para todos y, de lo que había escuchado, había manipulado sin mucha dificultad al rebel de Cho. Eso no le daba ni una pizca de seguridad sobre su futuro o el futuro del electivo, a decir verdad. Lo más probable era que Komaeda y Kokichi se aliaran una vez más y todo terminara como antes.

Suponía, aún así, que no tenía sentido quejarse cuando tuvieron semanas para discutirlo y, principalmente, cuando la idea de llevar otro curso juntos justo había nacido de él. Ryoji había sacado el tema a la luz e, incluso, había sugerido posibles electivos que le interesaran al grupo. El resto, muy animado, había analizado las opciones hasta que terminaron eligiendo el electivo de comunicaciones. Eureka se había ofrecido a ayudarlos a todos con sus conocimientos de las áreas que conformaban el mundo audiovisual y todos habían coincidido en que sonaba divertida la idea de grabar cortometrajes y aprender a hacerlos. El único posible factor en contra que habían encontrado era el tema del presupuesto, puesto que Eureka les había comentado que el nivel de profesionalismo dependía muchísimo del dinero que se invertía en el cortometraje. Esto usualmente implicaba mejor vestuario, mejores actores y mejor utilería. Sin embargo, al tratarse de un curso experimental y libre, no existían tantas restricciones respecto a espacios o a historias, cosa que les permitía ser un poco tacaños con el dinero.

No había, realmente, ningún aspecto negativo, más que bueno, la constante amenaza de los rebels y la sensación de que algo saldría mal por ello. Pero eso de seguro eran los traumas de guerra.

No. Ryoji sacudió la cabeza: sí tenía sentido preocuparse, y, luego de pensarla un poco, no sabía si agradecer o condenar la falta de neuronas de sus amigos, porque era cuestionable que hicieran caso omiso a los riesgos que conllevaba aquella propuesta. 

“¿Ryoji-kun?”
“Ah, lo siento, me distraje de nuevo.” Ryoji sonrió.

Para su suerte, Cho y Kashuu ingresaron al salón, caminando un tanto perdidos hasta que los encontraron entre los alumnos. La llegada de sus amigos lo salvaba de seguir compartiendo sus pensamientos ansiosos, lo que le permitió sonreír despreocupadamente y retomar de nuevo su actitud bobalicona de siempre. Esto se reforzó, aún más, cuando Eureka llegó corriendo al cabo de unos segundos.

“Hola,” saludó Cho, tomando asiento al lado de Osaka. Kashuu saludó a Ryoji y a la prima de su aruji con una leve reverencia de la cabeza y se sentó al lado de su ama.
“Holaaa~ Ah, qué emoción volver a tomar un electivo juntos~” dijo Ryoji.
“Espero que no tengas intenciones escondidas con esa frase,” dijo Kashuu, juzgando a Ryoji.
“¡Pero no dije nada malo, Kashuu! ¡Ya te repetí mil veces que no tengo —ese— tipo de intenciones con Cho!”
“Eso hasta a mí me cuesta creer, la verdad,” comentó Eureka, quien justo acababa de darles el alcance. La HiME tomó asiento en la fila de asientos de en frente, junto a Ryoji. “Porque no te cansaste de insistir los primeros meses.”
“Me alegra haberme manifestado, entonces,” dijo Kashuu.
“…” Ryoji suspiró. “¿Cho?” intentó, haciéndole ojitos.
“…” Cho dudó por unos instantes, hasta finalmente asentir, resignada. “Es cierto. Hace tiempo que no ha insistido con sus manías de Don Juan.”
“¿Ven? ¡Si Cho me da la razón, es por algo!”
“…” Eureka y Kashuu continuaron juzgándolo con la mirada.
“¡En serio!”
“Haha~” Osaka sonrió, divertida. “Quien imaginaría que llevaríamos otro curso juntos~”
“Bueno, pese a lo que ocurrió con el huerto, nos divertimos el ciclo pasado,” comentó Cho.
“Sí, hasta a mí me sorprendió lo entretenido que se me hizo ir a cuidar las papas y turnarnos para visitar el huerto,” dijo Eureka
“Era genial. Hasta nos habíamos dividido los días de semana y todo,” dijo Ryoji.
“Hay algo… que sí me preocupa,” dijo Cho. “Aunque sé que es muy tarde para sacarlo a colación.”
“¿Nuestros rebels?” preguntó Eureka.
“…Sí—”

Cho no pudo terminar de hacer su comentario porque se vio interrumpida por la fuerte voz del profesor, quien optó por empezar la clase en esos instantes. La primera impresión que el grupo tuvo del hombre fue positiva: se veía calmado, paciente y muy amable. Eureka había escuchado que era uno de los productores de un canal local de televisión, así que su experiencia en el medio estaba asegurada. Ese detalle les daba fe de que las clases serían entretenidas y, además, aprenderían mucho de él.

Era cierto que en cursos prácticos como ese, el tutelaje y la guía de los jefes de práctica era crucial para el avance de los alumnos, pero al confiar en el profesor, era imposible para el grupo contemplar siquiera la posibilidad de que los T.A. fueran menos capaces que su jefe. Una mirada rápida a los jóvenes que acompañaban al profesor fue suficiente como para avalar ese pensamiento.

“Espero que, junto a mi equipo, logremos cumplir sus expectativas sobre el curso. Antes de comenzar comentándoles acerca de los ejercicios y el método de evaluación, les presento primero a sus jefes de práctica.”
“Mi nombre es Micaiah Eisner, es un placer conocerlos a todos. Pueden llamarme por mi apodo, Byleth,” se introdujo el primero, un joven de cabellos azulados y mirada calmada. “Estudié Comunicaciones en Rizembool y soy jefe de práctica allí también. Mi campo de especialización es documental, pero también tengo algo de experiencia en ficción y en híbridos.” Ante las caras confundidas que vio entre los alumnos, Byleth sonrió. “Ah, descuiden, todo esto lo entenderán mejor conforme avance el curso,” les aseguró. “Pero bueno. Tengo dos comisiones a mi cargo y espero conocerlos mejor dentro de un rato, cuando vayamos al estudio a mostrarles los equipos.”
“Gracias, Byleth,” dijo el profesor, con una gran sonrisa. “Ahora es el turno del siguiente.”
“¡Mi nombre es Kyojuro Rengoku!” dijo el joven al lado de Byleth. A diferencia de este, Kyojuro se veía mucho más entusiasta y enérgico. “Estoy terminando la carrera de audiovisuales aquí, en Hanasaki. Ando preparando mi tesis pero también soy practicante en una productora de publicidad y me he especializado en ese tipo de producciones. Sean de mi comisión o no, estaré siempre dispuesto a resolver sus dudas~”
“Gracias, Kyojuro.” El profesor sonrió. “Finalmente, Kurapika.”
“Ah, claro.” El último jefe de práctica, un rubio de ojos azules, asintió ante la mención del profesor. “Soy Kurapika Kurta, es un placer.” Kurapika hizo una leve reverencia. “Estudié Comunicaciones en Tokyo U. Actualmente, ando trabajando de freelancer en varios rodajes. Mi rol es de editor y post-productor. Sin embargo, justo por mi trabajo, tengo conocimiento de todo el proceso audiovisual. Espero poder ayudarlos con lo que necesiten,” comentó.

El rubio, curiosamente, se giró hacia el grupo, llamando la atención de Cho, Kashuu y Eureka, quienes no dejaron pasar desapercibida aquella reacción.

“Gracias chicos,” dijo el profesor, voltéandose levemente hacia sus jefes de práctica. “Me siento muy agradecido de que me acompañen, una vez más, en la enseñanza de este curso,” dijo, dedicándoles una pequeña sonrisa. “Ahora…”
“Sí, no se preocupe,” le aseguró Byleth. “Nosotros nos encargamos.”
“Sus jefes de práctica van a terminar de dejar listo el estudio para cuando vayamos en unos veinte minutos,” comentó el profesor.
“Nos veremos en un rato de nuevo, chicos~” canturreó Kyojuro, muy animado. Mientras se retiraban, abrazó por el cuello a sus compañeros de trabajo, y los tres salieron del salón de clases luego de unos breves momentos.
“Ahora, comenzaré comentándoles acerca de los ejercicios que realizaremos a lo largo del ciclo…”

Sin darle más tiempo de reflexión a aquel curioso intercambio, las HiMEs y sus amigos optaron por concentrarse en el resto de la clase, ansiosos por las futuras prácticas en el estudio.








El estudio uno de la Facultad de Comunicaciones de Hanasaki era el más pequeño y antiguo de los tres: había sido el primero en construirse, luego de la inaguración de la facultad hacía casi treinta y cinco años atrás. Sin embargo, su antigüedad no se veía reflejada en los equipos y la utilería: Eureka le había comentado a sus amigos que las cámaras, las luces, los backings y la mueblería de los estudios de su facultad demostraban ser nuevos y bien cuidados. Podía afirmar con seguridad esto luego de apoyar en unas cuantas ocasiones a estudiantes de promociones mayores, que ya habían hecho uso de los estudios en ciclos pasados. Ya que, al igual que Cho y el resto, esta era su primera vez como estudiante en aquel lugar. Después de todo, hasta ese momento, los ciclos que había llevado se habían dedicado exclusivamente a la parte teórica.

El profesor les explicó que formarían sus comisiones y, en compañía de sus jefes de práctica, revisarían los equipos prestados para ese día.

“Oh, vamos a ver las cámaras,” comentó Eureka.
“¿Cómo sabes?” Ryoji se mostró un tanto curioso.
“¿Es por el tipo de maletín?” dijo Cho.
“¡Sí! Esos maletines color crema son de las cámaras,” afirmó Eureka. “Pero faltan los… ah, ahí los traen.”

Personal de la oficina de equipos de la facultad justo ingresaba para dejar tres maletines de trípodes: uno para cada jefe de práctica. Byleth, Kyojuro y Kurapika les agradecieron y los jóvenes se retiraron del estudio, dejando a solas a todos los involucrados en la clase.

“Okay, ahora que ya estamos con todo el equipo necesario, les voy a pedir que se junten con su jefe de práctica. En su horario debe estar el nombre del T.A. con el que se inscribieron,” comentó el profesor. “Armarán la cámara y probarán sus funciones básicas durante el resto de la clase.”
“¿Cuál era nuestro jefe de práctica?” preguntó Osaka.
“¿Creo que Kurapika-san?” dijo Kashuu, un tanto inseguro.
“Ah, eso explicaría esa mirada que nos dirigió durante su presentación…” comentó Cho.
“Sí, es Kurapika-san,” confirmó Eureka, revisando su celular.
“Deberíamos acercarnos a él, entonces,” sugirió Ryoji.

El grupo asintió a manera de respuesta.

En medio del desorden de los alumnos buscando a sus grupos y jefes de práctica, las HiMEs y sus amigos se acercaron a Kurapika, quien se veía un tanto preocupado, por algún extraño motivo. A diferencia del entusiasmo o la calma de los otros jefes de práctica, Eureka y Cho no podían negar el aura de misterio que rodeaba al rubio. Tal vez eran años de lidiar con Rizembool y los rebels, pero no se atrevían a dejar de lado aquellos presentimientos que las aquejaban. Un intercambio de miradas rápido entre ambas fue suficiente para acordar que no comentarían nada al respecto.

Al menos no en ese momento.

“¿Kurapika-san?” preguntó Eureka, ni bien le dieron el alcance.
“Oh, ustedes deben ser los de mi comisión.” Kurapika fue rápido en cambiar su semblante a uno muy calmado. “Es realmente un gusto conocerlos. ¿Podrían presentarse brevemente?”
“Por supuesto.” Cho asintió. “Mi nombre es Cho Tanaka.”
“¡Yo soy Osaka!”
“Mi nombre es Kashuu.”
“Ah, un gusto. Soy Eureka Suoh.”
“Y yo soy Ryoji~”
“Eureka es la única de esta facultad,” comentó Cho.
“¡Sí!” afirmó Osaka. “El resto lo estamos tomando como electivo extracurricular.”
“Es una… curiosa elección de electivo, debo decir.” Kurapika los observó, visiblemente interesado en las motivaciones de sus alumnos. “¿Debo suponer que se conocen de antes? Al menos esa ha sido la impresión que me dieron.”
“¡No te equivocas!” afirmó Osaka, muy feliz. “Somos amigos todos. Los eventos del ciclo—”
“…” Cho se apuró en taparle la boca. “El ciclo pasado ocurrieron ciertos sucesos que nos unieron aún más.”
“S-sí, somos un grupo muy unido.” Eureka sonrió, un tanto nerviosa.
“Mm.” Kashuu asintió.
“…Ya veo.” Kurapika sonrió. “Bueno, estoy seguro de que este curso fortalecerá incluso más su amistad. Después de todo, depende mucho del trabajo en equipo.”
“Es cierto, así nos explicó el profesor hace un rato,” dijo Ryoji. “Cada uno tendrá un cargo y deberá cumplirlo al pie de la letra.”
“Y cada cargo es crucial para el correcto desarrollo del proceso audiovisual,” les contó Kurapika.

En esos instantes, la voz del profesor detuvo las conversaciones de todas las comisiones de prácticas, que así como la de Kurapika, habían optado por introducirse entre ellos para conocer a sus nuevos jefes de práctica y, de ser el caso, conocer a sus compañeros de grupo.

“Ahora que se encuentran junto a sus jefes de práctica, les pediré que revisen el armado de la cámara, con monitor externo y todos los aditamentos necesarios incluidos.”

El alumnado asintió, y cada comisión —en el caso de Byleth, sus dos comisiones— se giraron hacia sus jefes de práctica para aprender el proceso.

En el grupo de Cho y Eureka, Kurapika abrió el maletín con cuidado, mostrando los elementos de la cámara a sus alumnos.

“Esta cámara es de la marca Blackmagic, el modelo es Cinema EF Mount. Tenemos una versión más actualizada en la facultad, pero para este curso, este modelo nos sirve mejor por la simpleza de su uso.”
“Oh, claro, una cámara más compleja sería difícil de manejar para nosotros, que somos principiantes,” comentó Cho.
“Exacto. Y la idea es que empiecen a grabar lo más pronto posible. Pero antes de armarla, primero armemos el trípode.”
“¡Okay!” dijo Osaka, muy entusiasmada.

Kurapika abrió el estuche y sacó el trípode, colocándolo en el suelo. Pareció observar de reojo lo que sus colegas hacían en otras comisiones y, luego, se puso a intentar armarlo por su cuenta. Las extremidades del trípode cedían y se caían, y el rubio se veía un tanto… confundido con aquella falla en el proceso.

“¿Se supone que debe ser así?” preguntó Cho, igual de confundida que él.
“No…” Kurapika negó con la cabeza. “Pero no hay problema, tal vez me he olvidado de algo.”
“¿Cómo así?” Kashuu arqueó una ceja.
“Bueno, les conté que mi trabajo es de edición. No soy de participar en rodajes, y hace tiempo que no veía un trípode así…” explicó, observando las extremidades del trípode con curiosidad.
“Oh, tiene sentido,” dijo Osaka.

Para Cho y Eureka, sin embargo, había algo sospechoso en la torpeza de sus actos.

Aquel sentimiento no las dejó en paz durante el resto de la clase, puesto que Kurapika luchó con el resto de elementos durante el proceso de armado de la cámara. De alguna forma, había logrado que la Blackmagic permaneciera estable en el trípode, prendida y con batería y monitor externos conectados. Aún así, las HiMEs no se sentían convencidas con ello.

La práctica terminó en un abrir y cerrar de ojos. Después de todo, el ejercicio para aquel día había sido muy simple: grabar una pequeña escena para poder aprender a manipular la cámara. Todo había sido muy intuitivo, a falta de explicaciones claras por parte de Kurapika. Sin embargo, se les había hecho divertida la interacción con la Blackmagic, y los más despistados —Osaka y Ryoji— andaban emocionados con el prospecto de la siguiente clase.

Luego de despedirse del profesor y del mismo Kurapika, el grupo salió del estudio con dirección a la via principal de la universidad. Eureka era la única que aún tenía clases más tarde, así que planeaba acompañarlos a todos hasta allí: junto con Osaka y Kashuu, Cho de seguro iría en busca de Roxas y Sora por si aún se encontraban en el campus, mientras que Ryoji, probablemente, se regresaría a la mansión vi Britannia. Eureka había escuchado que, al terminar las vacaciones, Hizumi y Kanone se habían apuntado a tener turnos nocturnos en su trabajo del restaurante, así que veía poco probable que se regresaran todos juntos como sabía que habían hecho el ciclo pasado.

En el trayecto, la HiME revisó su celular y los miles de mensajes de Seven, quien andaba indignado con la falta de chisme respecto a Mama. Luego de rodar los ojos, Eureka aprovechó que andaba al lado de Cho para comentarle sobre temas mucho más importantes, como lo que acababa de sucederles.

“Cho, quería hablarte de… algo.”
“¿De Kurapika-san?” le respondió ella, un tanto bajo, para no llamar la atención de Kashuu y el resto. “Supongo que lo notaste.”
“Sí, me leíste la mente.” Eureka sonrió. “La verdad es que… lo siento sospechoso. Pero, al mismo tiempo, creo que sí puede estar diciendo la verdad. Tal vez trabajar como editor por mucho tiempo ha hecho que se olvide de ciertas cosas…”
“¿Tú crees?” Cho se mostró pensativa. “De ser así, habría practicado antes del inicio de clases.”
“Yo lo veo como cuando montas bicicleta,” comentó Ryoji, asustándolas al meterse en su conversación. “Ah, lo siento, estuve escuchándolas~”
“Kashuu y yo también.” Osaka sonrió.
“Bueno, me explico: lo veo como montar bicicleta. Siento que nunca te olvidas de esas cosas, realmente. Tal vez de algunos detalles, sí, pero onda que se le caía el trípode. Y ni se acordaba de cómo asegurar la cámara.”
“No lo culpo: todo eso de la galleta se veía… curioso,” dijo Eureka.
“Es sólo deslizar la Blackmagic en la base hasta que haga click,” comentó Ryoji. “No es física cuántica.”
“De ahí debes ajustar las perillas chiquitas… pero ese no es el punto.” Cho sacudió la cabeza. “Ryoji tiene razón. Hay algo extraño en él.”
“¡Wah! ¡Cho me dio la razón!” Ryoji sonrió, muy feliz.
“…Y de seguro ya se arrepiente de eso.” Eureka lo juzgó con la mirada.
“Yo estoy de acuerdo en sospechar de aquel joven,” comentó Kashuu. “Siento que nos esconde algo. Debe haber un motivo detrás de su torpeza, pero no logro discernir exactamente qué es.”
“Yo tampoco.” Eureka suspiró. “No creen que sea de Rizembool… ¿o sí?”
“Lo dudo,” afirmó Osaka, muy tranquila. “Se ve muy calmado y buena gente.”
“No sé si deberíamos seguir tus corazonadas, Osaka,” comentó Cho, un tanto preocupada.
“Bueno, no siento que Osaka se equivoque. No lo siento… peligroso,” dijo Ryoji. “La verdad es que no siento que tenga malas intenciones.”
“Mm, es cierto.” Eureka asintió. “Puede que esté escondiendo algo, pero no lo siento… malo. Su aura y sus vibras son positivas.”
“Igual, sería bueno no descuidarnos ni bajar la guardia. No podemos permitir que lo del huerto se repita,” afirmó Cho.
“Sí.” Ryoji asintió. “Pero estamos juntos de nuevo. Estoy seguro de que esta vez las cosas serán distintas, además, porque ya tenemos experiencia. Y si algo pasa, ¿no estamos solos?”
“¡Buen punto!” dijo Osaka, muy animada. “Ya sabremos cómo solucionarlo. Aunque preferiría no tener que limpiar un huerto de nuevo. Pero… fue divertido, a su modo. Mm. ¿Ya no se cómo me siento al respecto?”
“Es cierto.” Cho sonrió ante las palabras de su prima y su amigo. “No estamos solos.”
“Mm.” Kashuu asintió.
“Confío en que sabremos cómo lidiar con eso,” dijo Eureka. “Por mientras, hay que mantenernos alerta.”

El grupo asintió, y la conversación cambió de rumbo rápidamente gracias a las ocurrencias de Osaka y las anécdotas de Ryoji. Las HiMEs pasaron un rato agradable en compañía de sus amigos antes de, eventualmente, partir cada uno hacia sus deberes, o en el caso más suertudo, hacia sus hogares.







“Tiene sentido que sospeches, la verdad,” le comentó Kana, y Eureka asintió.

Era verdaderamente raro encontrarse con alguien específico en el campus si no se planeaba con anticipación, pero las coincidencias sucedían de vez en cuando y Eureka siempre se sentía agradecida con ellas. Camino de vuelta a su facultad, la HiME se había encontrado con Kana, quien andaba libre luego de finalizar sus clases del día. En vista de que Eureka aún contaba con una hora de libertad, su amiga le había ofrecido acompañarla a hacer hora. Kana no podía quedarse hasta las 9, puesto que había quedado en salir a ver una película con Kise, pero una media hora chismeando con Eureka no era mala idea para pasar el rato hasta que Kise llegara a Hanasaki.

Eureka había aprovechado en contarle sobre los sucesos de su reciente clase de audiovisuales. La actitud de su jefe de práctica era muy extraña, pero le costaba pensar que tenía malas intenciones a partir de lo que había tratado con él.

“Sí, pero es… no sé. Es muy raro todo.”
“No te puedo negar. Suena a que tu jefe de práctica no tiene mucha experiencia en el rubro, la verdad. Pero yo supongo que para llegar a donde está, debió aprender lo básico al menos.”
“Exacto, es justo lo mismo que pensamos…” Eureka suspiró.
“Tranquila, de seguro más prácticas con él les permitirá entender su actitud y sus verdaderas intenciones.”
“Gracias, Kana.” Eureka suspiró. “Bueno sería si sólo ese fuera mi problema… pero la verdad es que… tengo otro. ¿Te conté que el club de vóley, Souji y yo grabamos un videoclip?”
“¡Ah, sí!” Kana sonrió. “Fue al poco tiempo que regresamos del viaje, ¿no? No soy mucho de idols, la verdad, a excepción de los Yamada.”
“¿Oh? ¿Te gustan los Buster Bros?”
“No… sabría decirte. No sé cómo verlos realmente, porque los conozco desde hace muchos años. ¿Creo que ni los he escuchado?”
“¿¡QUE LOS QUÉ!?” Eureka saltó de la banca, sorprendida por aquella revelación. “¿Cómo así?”
“Ichiro, el mayor, es el mejor amigo de Kise,” comentó Kana, irritada. “Y justo por ello nuestras familias se han relacionado mucho. Incluso le he hecho de niñera a los menores, Jiro y Saburo.”
“Wow… me sigue chocando lo cerca que estan los idols a veces.”
“¿Por qué lo dices?” Kana la observó, curiosa.
“Ah, bueno. Es que Oikawa es amigo de uno, también. Y también es el ex de una de mis idols favoritas…”
“¿Oikawa estuvo con una idol?” Kana arqueó una ceja.
“…Sí. Aunque en esos momentos aún no había debutado. Lleva como año y medio de carrera, pero es muy popular y buena gente~ ¡Ah, justo ella fue la del videoclip!”
“Oh, ella los convocó, entonces.” Kana sonrió. “Me alegro. Creo que tenían que pagar algo, ¿no?”
“Sí… todo relacionado al ataque de mi rebel al gimnasio. Pero bueno, ahí… conocí a su colega, que es otro de mis idols favoritos.”
“¿Quién? Bueno, dudo conocerlo, pero pregunto por curiosidad.”
“¿Madara Mikejima?”
“Oh, me suena.” Kana sonrió. “No sé dónde lo habré escuchado.”
“Fácil porque la gente anda a la expectativa de su nuevo single. Va a sacar una colaboración con la ex de Oikawa. Ese fue el videoclip.”
“Tiene sentido, entonces. ¿Qué hay con él?”
“Lo he visto dos veces. La primera, estuve ebria. La segunda, fui muy sincera con mis sentimientos respecto a él y pues… escuchó todo. Así que me da una vergüenza increíble tratarlo. Pero bueno, esta segunda vez ha sido hoy. Vino a vernos al campus para pedirnos a mí y a un amigo a que lo ayudemos con un proyecto acá, en Hanasaki.”
“¿Cómo así? ¿Qué quiere hacer?”
“Va a formar un club de canto. Esto en respuesta a unos chicos de la Facultad de Artes Escénicas que lo llamaron para pedirle ayuda, puesto que sentían que no aprendían nada en sus clases de la malla curricular de la carrera.”
“Mm, tiene sentido. La voz es crucial para su desarrollo como actores.”
“¡Exacto! Y Mama se ofreció a ayudarlos. Pero necesita asistentes, porque bueno, sigue trabajando como idol.”
“¿Y te llamó a ti?”
“Sí. No… lo entiendo, la verdad.”
“…” Kana la observó como si le hubieran salido tres extremidades más del torso. “¿No lo entiendes?”
“¿No?” Eureka arqueó una ceja, confundida.
“…” Kana suspiró. “Bueno, tiene sentido. Andas un poco distraída con otras cosas.”
“¿A qué te refieres—?”
“A que—” Kana fue interrumpida por el ringtone de su celular. “Ah, debe ser Kise. Dame un segundo.”

Kana sacó su móvil para contestar y, luego de un intercambio breve de palabras con su hermano, asintió y colgó la llamada. La joven guardó su celular en su cartera y se levantó de la banca, limpiando las arrugas de su falda.

“Debo irme ya,” comentó. “Pero hay que acordar en almorzar durante la semana. Quiero que me cuentes más sobre ese cantante.”
“¿Por qué?”
“Haha.” Kana rio, entretenida. “De seguro habrá más que contarme. Cuídate, Eureka”
“¡Tú también! ¡Y mándale saludos a Kise!”
“Claro~”

Kana le dedicó una sonrisa y le ondeó la mano, para luego girarse y continuar el camino de la vía principal de la universidad. 




“Aw, qué linda tu amiga~” canturreó Seven, apareciendo de la nada por detrás de la banca. “Se ve súper buena~”
“SEVEN”
“Lo siento. Estaba cerca de ustedes pero no quería interrumpirlas~”
“…” Eureka lo juzgó en silencio, mientras el pelirrojo daba la vuelta para tomar el asiento que Kana acababa de dejar libre. “No sé qué pretendes con ese comentario sobre ella, pero olvídate de conseguir su número o cosas así.”
“Wow, me dueles. ¿Sólo dije que era bonita?” Seven fingió indignación. “¡Qué horror! ¡Mira cómo me tratas!”
“Ya, ya.” Eureka suspiró. “Tú de seguro viniste por el chisme, así que vamos directo al grano, por favor. Aunque… me da curiosidad cómo me encontraste.”
“Estás en la banca a pocos pasos de la vía trasversal que da hacia tu facultad. ¿No fue tan difícil?”
“…” Eureka suspiró. “Okay, okay. Bueno, el chisme.”
“Sí~” Seven esbozó una sonrisa de lado. “Mira todo lo que tengo que hacer para que me cuentes. Que no respondiste mis mensajes ni nada.”
“Estaba en clase.”
“¿De aquí a cuando eso te ha detenido de mensajearme?” Seven mantuvo su sonrisa.
“Estaba en una clase… extraña. ¿Te conté que volví a llevar un electivo con mi grupo de biohuertos?”
“Ah, sí.” Seven hizo memoria, alzando la mirada. “Creo que algo de audiovisuales.”
“Mm.” Eureka asintió. “Esa fue mi clase de las seis. Pero… nos pasó algo bien raro.”
“Ohhh~ Eso suena interesante~ Pero no es sobre Mama, así que no intentes escapar y cuéntame lo que pasó entre ustedes dos~”
“Está bien.” Eureka suspiró. “Aunque lo del Taller de Audio y Video era súper entretenido… pero te lo pierdes. Bueno.”
“Eso para después, si alcanza el tiempo antes de tu siguiente clase.”
“No puedo creer que tengo clase a las nueve. Eso es inhumano.”
“¿No es sólo una hora?”
“Claro, ¿pero quién sale de clases a las 10?”
“Yo. Saldré a las 10 los jueves.” Seven sonrió orgulloso, como si aquel fuese motivo de sentirse así.
“Bueno, tú también eres un raro como yo.”
“Eso, o no me gusta levantarme temprano, como tú.” Seven se encogió de hombros.
“…Muy cierto.”
“En fin, lo de Mama. Ahora.”
“…Okay, okay. Conversé con Miranda sobre mis avances como HiME y luego salió lo del club de canto… y bueno, hablé muy bien de Mama. Le dije que me motivaba mucho ayudarlo porque ví que se había esforzado en conseguir lo que quería. Sé que podría tomarse como un capricho, pero siento que Mama no es de esas cosas.”
“A mí también me da la misma sensación. Se ve muy genuino en sus intenciones: siento que realmente quiere ayudar a esos chicos. Es difícil pensar en la posibilidad de que gane algo con todo esto, más alla de un poco de experiencia como docente.”
“Exacto. Mama es súper alocado y todo, pero sé que tiene buenas intenciones. Sus métodos son cuestionables, pero al final del día él sólo quiere ayudar. Y se me hizo imposible rehusarme a eso, porque a mí también me gusta hacerlo.”
“Sí, es cierto.” Seven le sonrió. “Pero no entiendo por qué estamos lovemaileando a Mama de la nada.”
“Ah, sí. Le dije esas cosas a Miranda y… resulta que Mama nos había espiado sin querer, así que las escuchó.” Eureka se tapó la cara, avergonzada. “En el camino de regreso, aprovechó todo eso para recordarme que no debía sentirme obligada a ayudarlo, porque todo era muy repentino y era válido que tuviese dudas al respecto.”
“Cierto, cierto. Aunque te juzgaría por no aceptar, tomando en cuenta que es uno de tus cantantes favoritos y eso.”
“Ese es uno de los aspectos que menos me cuadra, la verdad.” Eureka suspiró. “Y fue eso lo que le dije, que no entendía por qué yo tenía que ser su asistente.”
“Ay, eres una tonta.” Seven esbozó una sonrisa sabelotodo. “¿No te has dado cuenta?”
“¿De qué?” Eureka arqueó una ceja, visiblemente confundida. Odiaba cuando la gente pretendía entender la situación mejor que ella.
“De las intenciones de Mama.”
“¿No?”
“¿Por qué crees que ha hecho todo este circo? Osea, sí quiere ayudar a los chicos de Artes Escénicas, eso no lo niego. Pero… ¿Por qué tú?”
“¿Eso es lo mismo que me pregunto?”
“Es muy obvio, Eu.” Seven suspiró. “Le gustas.”
“…” Eureka lo observó, incrédula, por varios segundos… hasta que irrumpió en carcajadas. “¡JAJAJAJAJA! Wow, como comediante, te mueres de hambre, Seven.”
“Deja de reírte como boba y admítelo.”
“¡Tú eres el bobo!” lo culpó ella, indignada. “¿Cómo le voy a gustar a Mama? Nos hemos visto en dos oportunidades y…” Eureka mostró resignación en su mirada. “…En ambas he hecho el ridículo (…).”
“Piénsalo bien, Eu,” dijo Seven, un tanto serio. “Nejire te metió en esto, pero Mama no tenía por qué acceder a que tú fueses su compañera de rodaje. Tranquilamente pudo haberle pedido que fuese otra chica, ¿no?”
“Fácil no lo hizo para ahorrarle problemas a Nejire.”
“Okay, una vez. ¿Pero venir a pedirte a ti que seas su asistente? No eres la única chica de Hanasaki que conoce, ¿o sí?”
“Pues… si conoció a más chicas de Hanasaki en el after party. Y tal vez conoce a otras desde antes…”
“¿Ves?”
“Eso no explica nada.”
“Es mucha coindicencia. Tal vez no le gustas aún, es cierto. Pero le interesa conocerte y ese es el paso anterior a… bueno, a que le gustes.” Seven se llevó una mano al mentón, pensativo. “¿No crees?”
“…Estás divagando.”
“O tú te estás cerrando a las posibilidades~ En fin, no importa. Más allá de lo que pienses o creas, Mama se delatará por su cuenta. Por los preparativos y todo, pasaremos tiempo con él y ahí notarás si tengo la razón o no.”
“…Te ves muy entusiasmado con esto.” Eureka lo juzgó con la mirada.
“¡Por supuesto! Muero por ver tu cara cuando te des cuenta de que fuiste una boba.”
“…Eso lo veremos.” Eureka le sonrió de lado.







“Se te extrañó en el entrenamiento de vóley,” comentó Oikawa. Souji le esbozó una sonrisa, llevándose una cucharada de helado a la boca.

Ya había anochecido, pero el calor no dejaba de atormentarlos, cosa sorprendente cuando se tomaba en cuenta que ya estaban a un par de semanas de entrar a Octubre.

El clima, sin embargo, era una de las cosas que menos le preocupaban en esos momentos.

“Yo también los extrañé,” dijo Souji. “Pero me alegra que quede intacta la parte de nuestra rutina de inicio de clases que implica comida.”
“Oh, con el día que hemos tenido, por supuesto que sí.” Oikawa suspiró. “Y eso que aún no termina para Iwa-chan y el resto.”
“¿Tienen clase hasta las nueve?”
“Algunos. Creo que Bokuto y Marie hasta las diez. Hemos quedado en hacer hora para no adelantarnos. Oh, y le avisé a Eureka-chan, también.”
“…Eureka, huh.” Souji lo observó, sonriendo de lado para molestarlo sutilmente.
“…Souji-chan.” Oikawa sonaba un tanto irritado.
“Okay, okay, no tocaremos ese tema.”
“…Gracias.” Oikawa suspiró. “Más bien. ¿Qué te tiene tan preocupado a ti? Te veo… un poco ido.”
“Mm…”

Souji agradeció que andaban esperando a sus amigos en un parque no tan cercano a Rizembool. Habían optado por un izakaya popular que quedaba a varias cuadras de allí, para el lado del distrito que daba hacia el campus de Hanasaki. La decisión más lógica había sido esperar cerca del local para ahorrarse algo de tiempo, en vista de que ambos habían salido antes de clases.

Era un lugar perfecto para discutir sobre lo que quería comentarle a su amigo. De andar cerca de Rizembool, Souji dudaba poder haberse sentido cómodo con ello.

“La verdad es que… me preocupa mucho la calma en mi vida en estos momentos,” confesó Souji. “Terminé con Tohru el ciclo pasado y desde esa última conversación que tuvimos, nunca más volví a verlo. No me lo he cruzado nunca en Rizembool… y okay, recién empezamos clases de nuevo, pero la mala suerte está siempre de mi lado y juré que lo vería hoy. Aún así, no pasó nada.”
“Mm. El campus es bien grande, pero siempre se dan coincidencias por ahí.”
“…Exacto.” Souji volvió a llevarse otra cucharada de helado a la boca. “No sé, se me hace muy raro todo. Más que nada porque… bueno, tú conoces cómo es Tohru. Se obsesiona rápidamente y es muy terco. Dudo que se haya rendido así como si nada. Eso y… me preocupan las fotos en redes sociales. Lo bloqueé, pero es amigo de Akechi-san— ¿Te acuerdas de él?”
“Oh, cómo olvidarme. Es otra de las celebridades de Rizembool. Casi pienso que toda la farándula japonesa está en nuestra universidad.” Oikawa suspiró.
“Aw, suenas resignado.”
“¡Por supuesto! ¡Me roban fans!” se quejó, indignado.
“Hehe. Se me hace enternecedor como piensas que puedes competir con ellos.”
“Tú tienes una popularidad similar,” le reclamó Oikawa, irritado.
“…Y sigo sin entender cómo pasó eso.” Souji suspiró. “¿Quieres mi helado?”
“¿No avanzas?”
“No. Me hostigó el limón.” 

“Oh, okay~” Oikawa sonrió. Souji le entregó el envase con helado y la cucharita, y su amigo no perdió tiempo en darle trámite al dulce.
“Bueno, sigo. Akechi-san me tiene en redes y… salgo súper cariñoso con Sho en algunas de las fotos que nos tomamos en el paseo. Felizmente tenemos más cuidado con las fotos que subimos donde salimos sólo los dos.”
“¿¡QUÉ SUBES FOTOS SÓLO CON ÉL!?” Oikawa casi escupe el helado.
“Sí, pero parecemos amigos, no más. ¿No las has visto?”
“No. O tal vez sí, pero para mí es de lo más normal,” contempló Oikawa, pensativo. “¿Me muestras?”
“Claro.” Souji sacó su celular para revisar su Facebook. “El punto es que nuestras fotos en redes me preocupan… pero más me preocupa que nos tomen alguna dentro del campus.”
“Casi suena a que no tienen ningún cuidado.”
“Lo sé, pero es muy difícil.” Souji suspiró. “Nunca imaginé que Sho sería tan cariñoso. Es muy tierno verlo así de enamorado~”
“…Y extraño para la gente que conoce las otras facetas de Sho-chan. No me cuadra en lo absoluto, la verdad.”
“A mí tampoco, hasta que me di cuenta de que sí, cualquier persona puede ser más melosa si se trata de su pareja. Ah, mira.” Souji alzó la pantalla para mostrarle una de las fotos.

Aunque Sho lo abrazaba del cuello, el pelirrojo salía enojado con él, reclamándole algo con un sutil sonrojo en sus mejillas. Por su lado, Souji se reía sin parar, con una sonrisa muy fotogénica producto de la situación.

Era difícil identificarla como una foto de pareja, pero no podía negarse que había cierta química singular entre ambos. Para alguien como Oikawa, que sabía la verdad, era difícil ignorar aquellos pequeños detalles que le daban a entender lo necesario para confirmar la naturaleza de su relación.

Sin embargo, al intentar ver la foto como un extraño, bien podían verse como amigos muy cercanos, para el alivio de Souji.

“Okay, pensé que era algo peor.” Oikawa suspiró, un tanto más tranquilo. “Aunque como los conozco, me es imposible categorizarla como otra cosa que un couple selfie.”
“…Lo que es, realmente, no lo niego.”
“Igual, deberían ser más cuidadosos. Sé que te encanta subir fotos al igual que a mí.”
“Oh, no, no me metas en el mismo saco que tú.” Souji sonrió de lado. “A mí no me sacaron del grupo de Whatsapp por mandar mis selfies a cada rato.”
“Eso es porque NO ME QUIEREN,” lloró Oikawa. “¡Al menos Kise-chan sí me aprecia!”
“Porque Ryota sube la misma cantidad de selfies o incluso más que tú. Estaban destinados a ser amigos.” Souji suspiró.
“Hehe, eso no lo niego~”
“Pero bueno, sí. Me preocupa… lo de Tohru, la verdad. ¿Puedo… confesarte algo?”
“¿Qué cosa?” Oikawa lo observó, curioso.
“Puede que… haya modificado mi horario un poco para no ver muy seguido a Sho en la universidad. No le he dicho nada, pero siento que es un mecanismo para protegernos. Seguimos sin saber quién es el administrador de esa página mía de Facebook, y mientras no se sepa nada, no quiero confiarme de más. Como te dije, puede que suban alguna foto de los dos y Tohru la vea…”
“Ese es el peor escenario. Nunca llegó a confirmar el motivo detrás de la ruptura, ¿no?”
“Que yo sepa, no. Sino, habría ido a buscarle pleito a Sho, y no lo ha hecho.”
“Mm…” Oikawa se quedó un tanto pensativo. “No sé si habrá sido bueno actuar sin consultarle a Sho-chan, pero entiendo tu paranoia, Sou-chan. Adachi-san siempre ha sido un personaje y no me quiero imaginar cómo andará luego de todo lo que pasó entre ustedes.”
“Ni yo, la verdad. Lo peor es que no quiero incomodar a nadie más… así que no he consultado a ninguno de mis contactos si saben algo de él. Akira… ¿Lo recuerdas?”
“¡Claro! El que ganó el concurso de crossdressing. Su traje le quedó muy lindo…” Oikawa se sonrojó levemente.

Souji no se aguantó en darle un lapo.

“Deja de pensar con el p—”
“¡ESTABA APRECIANDO SU VERSATILIDAD!” gritó Oikawa, indignado. “¡Tú también te veías muy lindo! Igual Hiyori-chan. Con razón quedaron en los tres primeros puestos del concurso.”
“…Ah, bueno.” Souji sonrió de lado. “Akira estudia Psicología. De hecho, Tohru ha sido su jefe de práctica. Pensé… en consultarle cómo lo veía, pero no quiero incomodarlo.”
“Awww, no digas eso, Souji-chan~” Oikawa le sonrió, muy sincero. “De seguro estará encantado de apoyarte. Para eso estamos, después de todo.”
“…Gracias.” Souji le devolvió la sonrisa cálida. “Es cierto. Debo confiar más en mis amigos. No creo que sea tampoco una gran carga, a decir verdad.”
“¡Claro que no! Es sólo observarlo y comentarte al respecto. Ni tiene que interactuar con él, ¿o sí?”
“No, no es necesario.”
“¿Ves?”
“Mm…” Souji asintió. “Se lo comentaré más tarde. Tal vez mientras comemos, le puedo mandar un whatsapp.”
“Genial~” Oikawa sonrió, y se levantó de la banca. “¿Te parece si caminamos por un rato? Siento que me voy a dormir si me quedo sentado por mucho tiempo.”
“Wow, debes estar muy cansado.”
“Sí.” Oikawa suspiró. “Las clases, el entrenamiento y la presencia de Kokichi-chan me han quitado años de vida. Y eso que el engendro no causo estragos, esta vez.”
“No cantes victoria aún. De lo que me has contado, ese chico está empeñado en hacerte la vida imposible.”
“…Es cierto.”

Mientras se paraba, el celular del key soltó un par de soniditos, indicando la llegada de un mensaje. Al sacarlo de su bolsillo, Oikawa rodó los ojos al ver el nombre del emisor: Kokichi, por supuesto. Porque el gremlin de seguro tenía oídos en todas partes.

El mensaje, sin embargo, le quitó toda las energías que sentía para hacer rabieta y lo dejó… terriblemente preocupado.

“¿Tooru?”
“Ah… No vas a creer lo que me acaba de contar Kokichi-chan, Souji-chan…”
« Last Edit: February 28, 2021, 12:37:51 AM by Eureka »


Apple

Me quedó algo estúpido ;_;

#23: imágenes antes del desastre


6:00 a.m.

Hajime Saito se consideraba alguien muy metódico y disciplinado. Trataba de no jactarse de eso porque la vanidad no era una buena cualidad según el Hagakure, pero en secreto se sentía orgulloso de ser así. Todos los días trataba de levantarse a las 5:30 a.m. a excepción de ese domingo, pues el día prometía ser exigente y hasta un tipo disciplinado como él debía medir su esfuerzo.

Su rutina normal consistía en levantarse y luego asearse. Preparar un jugo de frutas frescas, una pequeña sesión de estudio de media hora, seguida de su rutina de ejercicios y a continuación se dedicaba a la meditación. Su motto era: "mantener en forma la mente, el cuerpo y el alma". Gracias a eso Souji le había proclamado un neurótico, pero no había más que hacer. No podía evitar ser así.

Gracias a la media hora más de sueño que tuvo, decidió omitir el estudio de esa mañana. De todas maneras mañana comenzaría un nuevo semestre. Tras terminar sus ejercicios y meditación se fue a la cocina a preparar el desayuno a su perfecta cocina impecable, donde no había ningún objeto fuera de lugar y sin catalogar. Todo estaba ordenado en orden coherente y por lo tanto no había ninguna cosa de más; cuando se fue a vivir solo a Tokyo el año pasado se limitó a adquirir solo lo indispensable para su departamento. Tenía la misma filosofía para su alimentación y las únicas ocasiones cuando se permitía comer charatarra era cuando estaba con Souji. Como tenía suficiente tiempo aún se permitió prepararse un elaborado desayuno japonés con pescado asado, sopa miso, arroz cocido, natto, tamagoyaki y vegetales fermentados. No hacía falta el té verde por supuesto.

Para terminar de completar su rutina esa mañana tomo una ducha y con la misma técnica con lo que hacía todo se lavó el cabello, el cuerpo y la cara (en ese orden, como siempre). Lo que más le fastidiaba en la vida era elegir ropa, así que su guardarropa era minimalista compuesto de piezas de colores neutros donde el negro dominaba; para ese día eligió unos jeans y una camiseta negra.

No era ni las 8:30 cuando ya estaba listo para salir. Se suponía que se encontraría en el parque de diversiones con todos, pero se suponía que hasta las 10. Resignado, suspiró y pidió un uber con dirección a la residencia Hijikata para reunirse con Souji, Reinhard e Inojin para ir juntos al parque de diversiones.

Una vez estuvo listo todo tomó sus llaves, celular y billetera. Salió de su departamento y para su sorpresa su vecina de enfrente también iba de salida. No era que él estuviera al tanto de la farándula japonesa pero tenía entendido que ella había sido una cantante famosa que acababa de retirarse y buscó refugio en ese discreto edificio de apartamentos. Hajime apenas la había visto salir de su apartamento y sí mucho le había dirigido un par de palabras. Él era un introvertido y sabía detectar a los de su tipo, además intuía que ella quería estar sola y lo respetaba. A él también le gustaba bastante la soledad. 

Se intercambiaron un par de fríos "buenos días" antes de tomar cada uno su camino esa mañana.


7:00 a.m.

Souji estaba tan profundamente dormido que no sintió cuando abrieron la puerta de su habitación y treparon a su cama. No fue sino hasta que Inojin empezó a saltar en la cama y poner sus manitas en su rostro que Souji pudo despertar apenas.

Bajo otras condiciones se hubiera puesto furioso de que le despertaran a esas horas tan obscenas, pero era Inojin y el niño estaba emocionado por su día en el parque de diversiones con todos sus amigos mayores. Al final se habían enlistado las amigas de Sheryl, Hajime, y los aburridos de Reinhard y Athos (bueno, Hajime era un aburrido también, pero su pecado era expiado bajo el pretexto de que era su mejor amigo).

— ¡Souji! ¡Hoy es el día! ¡Levántate!— Inojin saltaba como un pequeño duende en la cama en un intento por hacer que el mayor el levantara.

— Oi, oi. Lo sé— Souji tomó su teléfono para ver la hora. Era demasiado pronto para levantarse y prepararse. —Inojin, deberías de descansar otro rato. Si nos levantamos ahora para medio día estarás cansado.

— ¿De qué hablas? ¡Ya es TARDE!

Souji suspiro pesadamente al darse cuenta del que el niño no se rendiría, se puso el antebrazo sobre los ojos mientras buscaba las energías para levantarse.

—Con que también te despertó a ti— la voz de Reinhard llegó desde el umbral de la puerta. Souji solo gruñó, ignorando al rubio.

—Eh, Inojin. Vamos a desayunar y a prepararnos.

— ¡SÍ!— Inojin saltó de la cama de Souji para ir tras su primo.

Souji sonrió complacido de poder dormir por lo menos una hora más, pero le llegó la conversación de los dos rubios mientras iban por el pasillo.

"Reinhard ¿Souji no ira con nosotros?"
"No lo sé, supongo que se quedara durmiendo aprovechando que es domingo"
"¡PERO EL PROMETIO QUE IRIA! ¿Crees que si le digo a Sheryl que Souji no ira lo vaya a regañar?"

— ¡Oigan, espérenme! voy a desayunar con ustedes!— Ante la mención de la rubia Souji se levantó de golpe y se fue corriendo atrás de Reinhard e Inojin. Ya Sheryl se había enfadado porque Souji había fallado en devolverle a Okami la semana pasada, si Inojin llamaba para quejarse le sería más complicado aplacar la furia de ella.

Como tenían tiempo de sobra se prepararon un desayuno abundante, cada uno decidió un platillo para esa mañana. Inojin eligió un cereal demasiado azucarado, Reinhard quería pan tostado con tocineta y Souji se quiso lucir preparando tamago fuwa-fuwa. De acuerdo a Inojin cada uno debía preparar su porción y para los demás, incluyendo Rangiku y Hijikata que seguían durmiendo ajenos a todo el caos en la cocina.

Apenas acababan de terminar de arreglarse cuando Hajime se presentó en la casa, antes de lo esperado como siempre. Como ya no tenían mayor cosa que hacer en el hogar Hijikata decidieron irse al parque de diversiones (claro, después de la obligatoria discusión de Souji y Reinhard sobre quien conduciría).


8:00 a.m.

El apartamento de Athos y Minmay era pequeño pero acogedor, como cualquiera en Roppongi. Tenía sus acabados de lujo por supuesto, pero ambos lo habían decorado a su modo y por todos lados habían toques de cada uno logrando una amalgama extraña entro lo francés (Athos) y taiwanés (Minmay).

Los dos hermanos convivían en relativa harmonía siempre y cuando Athos hiciera la mayoría de labores domésticas. Eso incluía el desayuno. Ese día Athos decidió preparar algo ligero que no lo hiciera sentirse enfermo en el parque de diversiones. Había accedido a ir solo porque su hermana, Sheryl, Reinhard y Kallen se lo pidieron. De lo contrario evitaba esos lugares... no soportaba las alturas. Pero no era algo que su hermana o el resto del mundo necesitara saber.

Al final Athos se las arregló para hacer un desayuno muy atractivo de frutas, yogurt, baguettes y ensalada. Minmay quedó encantada, la chica usualmente andaba en alguna dieta porque según ella una futura estrella de Broadway debía cuidar su figura aún antes de ser famosa.

La mañana transcurrió sin ningún evento en particular, a excepción de que a Minmay se le ocurrió ir en un outfit super girly como que sí fuera a una cita. Athos solo podía imaginar que su hermana estaba detrás del hermano de Sheryl o Hajime Saito. Afortunadamente la pelinegra parecía tener cero interés por Souji.

9:00 a.m.

— ¡SHERYL!— Kallen entró a su habitación en la residencia HiME en un estado de pánico. —Nos quedamos dormidas aasds.

La rubia andaba dormida a pierna suelta pero se despertó de un golpe por la conmoción de la otra HiME. Vio su teléfono y se dio cuenta de que tenían una hora para vestirse, comer y llegar al parque de diversiones. No quiso quedarse dormida de más, pero esa mañana una sensación de cansancio y malestar general la invadieron.

— ¡Ugh no puede ser!— la rubia se levantó de la cama y fue a buscar sus cosas para tomar una ducha rápida.

— ¿Oye te sientes bien?

-¿Eh?

—Es que... tienes mala cara.

Sheryl se vio en el espejo de la habitación y en efecto, no lucia bien esa mañana. Se llevó la mano a la frente y le dijo a Kallen: "creo que tengo algo de fiebre". Como no era algo serio y Sheryl no quería decepcionar a Inojin, acordaron en seguir con los planes y buscar Tylenol o algo para la rubia.

Nunca en la vida alguna de las dos chicas se habían bañado y vestido tan rápido. Sin mencionar que decidieron comprar unos jugos y panecillos en las máquinas expendedoras de la residencia para desayunar.  Al final sus esfuerzos fueron en vano porque igual llegaron tarde.

---------

—Oi ¡llegan tarde!

Cuando al fin llegaron al parque de diversiones todos los estaban esperando en la entrada.

—Solo fueron 20 minutos— se excusó Kallen.

—Souji tu siempre andas llegando tarde, no puedes reclamar nada.
 
— ¿Podemos entrar ya? tengo mucho calor— se quejó Minmay.

El grupo fue a la taquilla, donde Reinhard y Souji tuvieron una pequeña discusión sobre quien pagaría el boleto de Sheryl ya que los dos querían hacerlo, que terminó en una demostración de feminismo post-modernista de parte de Sheryl que los ignoró a ambos y terminó pagando su boleto y el de Inojin con *su* propio dinero (al contrario de ambos chicos que estaban usando las tarjetas de crédito proporcionadas por sus padres).


—Esto es una estupidez— se quejó Aramis de nuevo. Aun no podía creer como Loki lo había arrastrado a ese parque de diversiones un domingo antes de iniciar clases. Sino fuera porque Aizen lo persuadió de que era bueno para él pasar tiempo con otros Rebels y su Princess no hubiera accedido.

—Vamos Aramis, relájate un poco. Ya luego podrás entrenar o lo que sea que hagas en tu tiempo libre— le animó Loki.

Aramis solo bufó molesto y se negó a que Loki le invitara a un helado. No le gustaban los helados, ni lo dulce, ni perder su valioso tiempo. Tanto como Mikumo como Sasori estaban serios pero no parecían molestos. Comiendo sus helados y charlando con Deidara parecía como que si estuvieran disfrutando esa salida. 

Mikumo por su parte se la estaba pasando relativamente bien. Desde niña había trabajado como idol y no había tenido el privilegio de tomarse un respiro hasta ese verano; además que nunca había tenido amigos para salir ¿quién hubiera dicho que encontraría compañía en un grupo de bobos de Rizembool? Lo suyo no era ponerse sentimental, pero quería aprovechar el tiempo con ellos. Ese semestre Aizen la había enviado a una misión especial como Princess y tendría que pasar un semestre como alumna de intercambio en Hanasaki.

« Last Edit: June 30, 2020, 09:01:47 PM by Apple »


Sayi

De a puchitos y no me quedo como lo tenía en mi cabeza pero YA TERMINE ESTE FIC Y_Y me siento libreeee me falta un icono tho yeeeee


Episode 29 — Fast Fuse (Part IV)

Calor…

Un bochorno insoportable le rodeaba y, aunque su elemento fuese el agua, Sayi a duras penas podía soportar el sudor que la empapaba, así como el vapor que la envolvía.

Se limpió la frente con una mano y decidió ignorar la sangre que baño sus dedos. El último estallido la había mandado contra un árbol, y aunque al parecer se había partido la cabeza, el golpe no le había quitado la razón o la lucidez… o de lo contrario su papel hubiera terminado aquí.

El área frente a la cafeteria se encontraba abandonada, con unos pocos espectadores manteniéndose a una distancia que consideraran ‘segura’… algo que iba siendo retado en cada ataque del Rebel.

Y a su alrededor yacían escombros— trozos de cemento, metal y vidrio de edificios aledaños. Cableado de un poste cercano y tachos de basura, sillas y mesas… lo que sea que hubiese estado al alcance de la HiME para ser usado como un arma. Y es que no necesitaba a Miranda para concluir que una HiME que manejaba telequinesia como capacidad y agua como elemento debería poder darle una buena pelea a un Rebel que solo parecía manejar fuego.

Debería…
Pero el hecho que el agua debería apaciguar el fuego no había sido verdad. Y es que Sayi no había acertado un solo golpe, o había logrado que su elemento lo controlase. Su contrincante era rápido, excesivamente inteligente y poseía un dominio de si mismo que ella jamás había encontrado en un rival.

Y lo peor… que era brutal en combate. A este punto preferiría la conversación y las sonrisas que acompañaban las peleas con Soujirou …en lugar de esto. Un Rebel con su misión clavada en los ojos y puños que la golpeaban sin misericordia alguna.

Usó su espada para ponerse de pie y balancearse. Estaba agotada de usar su elemento, y eso era visible en las gruesas paredes de vapor que le rodeaban. Había usado todas las técnicas que se le ocurrieron, pero el elemento de su rival no era el fuego que conocía. Era abrasador, llamaradas azules que le quemaban el rostro con solo verle, y por más que intentara abrumarlo con agua… esta se evaporada apenas se acercara a él.

“¿Y te haces llamar la HiME del agua?” Se había burlado de ella “¡Aún te falta mucho por aprender!”

Y lo peor del caso era que su rival tenía tan buen manejo de su elemento, que si el agua no se evaporaba, la dejaba a punto de ebullición y entonces terminaba jugando en su contra. Su pierna derecha había sido quemada, no con fuego pero con agua hirviendo, y Sayi se había visto obligada a no usar más su elemento… la magia HiME con la que más experiencia tenía.

El sonido de las sirenas llegó, seguro por el incendio que su Rebel había ocasionado, y ello volvió a elevar su corazón a mil. La batalla terminaría cuando terceros llegaran, y viendo que se encontraba de pie…

“Hasta aquí llegamos”

Sayi se giró y blandió su espada, pero para su horror, el Rebel la detuvo con su mano. Hoja contra la palma, sangre explotando entre ellos pero él sonriendo.

Espantada, Sayi dejó ir su espada y en respuesta el Rebel le dio una estocada con el puño, mandándola a ahogarse en el suelo. Una patada en la cabeza hicieron que sus orejas zumbaran de dolor, pero antes de soportar una segunda la HiME se hizo a un lado y mandó un bloque de cemento en dirección a su Rebel, en un intento de incrementar su distancia.

El Rebel saltó unos metros y Sayi logró ponerse de rodillas, pero entonces fue envuelta en una llamarada  que la detuvo en su dolor, y un golpe en la espalda la mandó volando contra el ventanal de un edificio cercano. Su cuerpo golpeó una pared y cayó contra el suelo, sus extremidades en espasmos y vidrios con su sangre a su alrededor. Pensó en ponerse de pie, pero sus piernas no le respondieron. El hombro que había amortiguado su caída gritaba de dolor… y se dio cuenta que no podía moverse más.

“¡Adiós, mi HiME!”

Vio a su Rebel en el aire, entrando por la ventana y con su propia espada cual jabalina, listo para darle por vencida. Era la imagen de su muerte.

Sayi cerró los ojos. Y entonces, luz. El rugido de una bestia inundó sus oídos y supo que era su última esperanza.

Entonces perdió el conocimiento.


El Rebel retrocedió ante la imagen de un huargo frente a él. Era un lobo gigante, de pelaje blanco y dientes tan grandes como su antebrazo. Jamás había visto una bestia de ese calibre, con su pelaje erizado y listo para mandarse sobre él.

Su rostro se abrió en una sonrisa, que entonces se volvieron carcajadas.

“Ya estaba por deprimirme, pensando que mi HiME hubiera resultado ser tan débil y aburrida”

Dicho esto, el Rebel apuntó al Child con su dedo índice. Hige rugió en respuesta, esperando el primer conflicto entre ambos al menor movimiento de su contrincante.

Pero una llamarada de fuego envolvió al Rebel, y cuando esta se desvaneció, el joven había desaparecido.

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kana

Para iniciar el mes. Este fic tiene continuación.

La sala de música momentánea e imaginariamente se convirtió en un conservatorio musical donde se escuchaba la interpretación de la pieza de piano que el rubio tocaba para sus dos únicos testigos. Sus finos dedos se deslizaban entre las teclas del piano tocando tanto las blancas como las negras en una sincronía armónica y perfecta cuyo ritmo hacía sentir a ambos oyentes como si una sensación de poder y valentía les inundara, permitiendo incluso que sus mentes divagaran en una imaginería excepcional donde se veían recorriendo las calles de Polonia en aquella Europa de antaño.

Andante Spianato et Grande Polonaise Brillante, Op. 22. En Molto Allegro.

Era imposible no dejarse hipnotizar por la rapidez y maestría con la que el joven dominaba la hermosa pieza de piano compuesta por Chopin, quien creo esa magnífica alegoría musical unos años antes de fallecer a causa de la tuberculosis.

Akira miraba con atención cada movimiento de Slaine mientras el rubio tocaba el piano, tratando de seguirle visualmente la rapidez de los movimiento de sus dedos para una pieza de piano tan rápida y complicada. Era increíble como conocía la canción de memoria, porque, pese a que Slaine mantenía los ojos cerrados, tocó cada pieza a la perfección. Comprendió que el inglés tenía un talento excepcional para la música, algo que no era de sorprender puesto que, si bien el rubio no era bueno con las palabras y las expresiones afectuosas, el pelinegro se pudo dar cuenta podía comunicar a través de la música.
Notó que el rostro del rubio lucía bastante relajado y se arriesgaba a sospechar que incluso se sentía muy a gusto y feliz de estar frente al piano tocando con tanta libertad. Akira pensó que tal vez Slaine no tuvo la oportunidad de tocar un piano durante un buen tiempo, porque se notaba que lo estaba disfrutando.
Por supuesto, cuando la melodía se tornaba más intensa, fuerte y con un ritmo más agresivo y vorazmente lleno de coraje, unas sutiles muestras de intensidad bélica se mostraban de forma casi desapercibida en los gestos del pianista. En especial cuando fruncía levemente el ceño, manteniendo los ojos cerrados.
Shikishima había optado por mantener sus ojos cerrados también, para escuchar de forma concentrada el “concierto improvisado” con el que Slaine los deleitaba. Los sorprendió de buena manera, puesto que no se esperaban que el reservado Slaine se permitiera compartir con ellos sus dotes musicales. Notoriamente, el inglés prefería reservarse esos espacios musicales para sí mismo, sin espectadores. Era notorio por la fineza de sus reacciones cuando Slaine recordaba que Shikishima y Kurusu estaban presentes en el mismo auditorio, en los momentos en que el rubio salía de su ensimismamiento musical.

Finalizó la extendida canción, tan esplendida y majestuosa como si fuese el mismo virtuoso Chopin quien reencarnara en Slaine para volver a tocar sus amadas composiciones musicales. El rubio apartó los dedos de las teclas blancas y se echó un poco hacia atrás, mirando hacia el cielo del salón, meditando y repasando mentalmente si no cometió error durante la interpretación.

—Fue perfecto. — le felicitó Akira, al notar el deje de frustración en el rostro del rubio. Seguramente se estaba cuestionando su propio desempeño. —No había tenido oportunidad de escuchar esta pieza musical antes, quedé totalmente anonadado.
—No sabíamos que tenías todo ese talento oculto en ti, Slaine. — agregó Ritsu, asintiendo y complementando a Akira.
—Mh, mh…— Slaine meneó la cabeza, entrecerrando los ojos y pensando en la canción. —Siento que antes se me daba con mayor fluidez. Me falta práctica. Incluso siento que me duelen los dedos...
—¿En serio? Yo… No soy músico y no podría dar una opinión válida, pero sentí como si estuviera en frente de un profesional. — el de cabellos rizados se acomodó las gafas mientras expresaba su opinión. —¿Estudiaste en un auditorio musical?
—No. — Slaine negó con la cabeza, viendo a sus dos compañeros. Era curioso cómo se dejó convencer por esos dos de tocar el piano para ellos. Todo había iniciado en el tiempo muerto que tenían entre una clase y la espera de una actividad de “la semana de la Psicología” que celebraba la carrera en Rizembool. A Slaine se le ocurrió mencionar que tocaba el piano para pasar el tiempo y no se dijo nada más para que Ritsu y Akira lo arrastraran hasta la sala musical de la universidad. —Primero aprendí con mi hermano mayor… cuando él tenía tiempo. Se sentaba conmigo en el taburete y me enseñaba lo que sabía, así fui aprendiendo y amando el piano. Supongo que me gustaba sentirme considerado por él. Después él ya no contaba con tiempo para enseñarme, pero pagó a un maestro de piano profesional para que me enseñara. De éste maestro aprendí todo lo que sé.
—¿Es decir que nunca fuiste a un conservatorio? Me… Me sorprende, porque dominas muy bien el piano. — Ritsu se había equivocado en una de sus deducciones. Al parecer, Slaine era de ese tipo de “músicos” tímidos y reservados que tenían el don musical innato y que no necesitaban de lo teórico para fortalecerse. Pero, lastimosamente, ese tipo de músicos vivían en el anonimato y jamás permitían que otros escucharan su mágico encanto musical.
—No puedo negar que por mucho tiempo desee postular a un conservatorio musical. Incluso contemplé la idea de dedicarme a ser pianista… Pero supongo que no es lo que espera mi familia de mí.
—Slaine, si amabas tocar el piano debiste dedicarte a ello. — Akira lo observó con seriedad. Le irritaba pensar que alguien tan talentoso dejara sus sueños de lado por sus obligaciones familiares. Lo que más le incomodaba era el hecho de que otros tenían que aprender durante años y con mucho esfuerzo como tocar un par de escuadras y en cambio Slaine lo dominaba a la perfección pero, sin embargo, rechazaba la opción de dedicarse a algo que le gustaba.
—De ningún modo. — Slaine se veía tranquilo pero su seriedad a veces podía hacer creer que era un sujeto demasiado estricto. —Los deberes con los negocios familiares y los compromisos con estos son lo más importante. Mi familia decidió por mí que estudiara esta carrera para, con el tiempo, demostrar que puedo convertirme en Ministro de Salud Mental o que puedo estudiar el perfil psicológico de la competencia y de los aliados o bien aspirar a convertirme en el director de un prestigioso Hospital.
—Bueno, eso también suena bien. — agregó Ritsu. —Tienes tu futuro muy bien planeado. Eso también es admirable.
—Aunque… Sí me puedo permitir tocar para ustedes de vez en cuando. — el rubio suavizó sus expresiones faciales por unas más dóciles. Acto seguido, se sonrojó levemente y desvió la mirada al tener toda la atención de esos dos. —D-Digo, sólo si ustedes quieren escuchar una pieza musical. No es obligación que lo hagan ni nada.
—Yo si quiero. — Shikishima le sonrió, encantado con la propuesta. —Es más, creo que deberías… Que deberías…— miró a Akira y luego de nuevo a Slaine, sonrió divertido al pensar en la reacción cohibida del rubio. —Incribirte en el conservatorio musical de Rizembool.
—QUE
—Eso. Creo que son flexibles con los horarios, teniendo un bloque de tarde noche que no choca con ningún bloque de asignaturas.
—N-no. Estoy bien así. Además, tengo muchos deberes. Dudo que pueda tranzar mi tiempo entre los estudios y la música.
—¿Por qué no audicionas? Están reclutando nuevos músicos y justamente es bastante difícil que se den estos cupos ya que prefieren mantener a sus estudiantes, pero hay varios que se fueron de intercambio estudiantil. El conservatorio musical de Rizembool tiene buen prestigio y tengo entendido que incluso organiza conciertos musicales de importancia. Un pianista de tu nivel sería muy aclamado.
—¡Definitivamente, no! — Slaine hizo una cruz con las manos.
—Yo te voy a inscribir. Quieras o no.— musitó Akira, seguro de sus palabras. —Me lo agradecerás cuando estés allí.
—¡No!— el rubio lo miró consternado. —¡Eso no es justo! ¡Me estarías obligando sin mi consentimiento!
—Me parece una buena iniciativa, Akira.
—¡Shikishima!—
—¿Qué? Generalmente no apruebo las autocracias ni los actos ilícitos de Akira, pero en esta ocasión siento que es una noble causa.
—¿Gracias? — Akira le sonrió a Ritsu.
—Slaine, no quiero que pienses que somos injustos contigo, pero creo que la música y tú son uno solo. Deberías probar, al menos. Si te sientes muy presionado siempre puedes renunciar al auditorio.
—…— el rubio meditó en lo dicho por Shikishima. —Mis familiares no lo aprobarían.
—No tienen por qué enterarse.
—…— ahora Ritsu miraba con desaprobación a Akira.
—Podría usar un seudónimo y una máscara. Pensarán que es un músico excéntrico. — bromeó ligero.
—Eso me complicaría más. — dijo Slaine. —Pensarán que estoy trastornado como el fantasma de la ópera.
—No todas las personas que usan seudónimos y máscaras para ocultar su identidad están necesariamente trastornadas. — sonrió Akira, con un toque de narcisismo personal y jactancia. Nuevamente recibió una mirada sutil de Ritsu, sabiendo que éste reconocía que hacía esa mención por su faceta oculta de ladrón bajo el apodo de “The Phantom” o “The Joker” —Slaine, al menos inténtalo… Es tu oportunidad de volver al piano antes de que te dediques de lleno a tus deberes familiares.
—Tal vez… Podría intentarlo. — meditó el joven. —Pero, sólo si lo mantenemos en secreto entre los tres.
—¿Entonces si va lo de la máscara y el apodo? — Ritsu alzó una ceja, extrañado.
—N-no, eso no… Pero tampoco se lo mencionaré a mi familia ni a nadie. Sólo a ustedes.
—Es adorable como Slaine sólo nos permite a nosotros dos ser parte de sus secretos.
—Ehh…— el rubio soltó un suspiro antes de ver la hora en su reloj de pulsera y comprobar que estaban tarde. Algo que no se perdonaba era ser impuntual. —Chicos, debemos ir a la actividad programada.
Los tres jóvenes salieron tranquilamente de la sala musical cerrando la puerta de esta, luego se miraron entre ellos e intercambiaron risitas cómplices, Slaine negó con la cabeza al intuir que tendría que prepararse para seguirles el ritmo a esos dos. De un segundo a otro los tres corrieron de forma desenfrenada por los pasillos hacia las salas de estudios fotográficos donde seguramente los estaban esperando dado que estaban atrasados en unos minutos respecto a la hora acordada y, por ningún motivo, querían que los dejaran hasta el último a la espera.
—Ya estamos aquí. — anunció Shikishima, quien entró al estudio fotográfico después de Akira.
—Diez minutos tardes.— Mahiru negó con la cabeza en desaprobación por la inesperable irresponsabilidad de Shikishima. El pelirrosa les indicó a los otros tres estudiantes que ya había seleccionado que se mantuvieran en sus puestos hasta que el fotógrafo captara la toma perfecta. —Van a tener que esperar hasta que pasen todos los demás.
—Mahiru, ¿qué haces aquí? — el pelinegro se ubicó a un lado del pelirosa, observando que es lo que hacía exactamente allí. El más bajito no era estudiante de Psicología, tampoco de Fotografía, pero sí era estudiante de Artes Escénicas para aprender todo lo necesario para convertirse en un bailarín profesional y aspirar a algo grande como el Cirque du Solei.
—Estoy tomando un electivo de Fotografía y me han pedido que ayude con la agrupación de jóvenes que se tomaran la fotografía para el anuario de Psicología por la semana de la carrera. No es gran cosa, pero es un plus extra a mis curriculares. — mencionó, desganado y con una expresión de aburrido que nadie se la quitaba. Realmente no quería estar allí y prefería estar practicando sus pasos de baile, pero necesitaba subir de algún modo sus notas ya que estas precisamente eran bastante bajas. —Así que no trates de despistarme para conseguir que te ponga adelante. No tienes privilegios especiales conmigo.
—No iba a hacer eso. — Ritsu embozó una sonrisa de lado, palmeando la cabeza del más bajito. —Pero, ¿no te parece injusto que nos pongas hasta el final de la línea cuando nos atrasamos por tan poco?
—Mmhh, lo siento, Shikishima, no quieras engatusarme con tus encantos. No me vas a hacer cambiar de opinión. Cualquier error que cometa me bajarán las notas y es lo que menos me hace falta.— se cruzó de brazos, obstinado y observándolo con indignación. Suponía que la amabilidad del pelinegro era para conseguir un favor a cambio y era muy iluso de pensar que conseguiría engatuzarlo justo a él. —Así que no me sonrías de ese modo. — enfrentó al más alto. —Ni intentes nada, Kurusu. — amenazó con la mirada al otro.
—Y-yo, ni siquiera dije nada…— Akira fingió tristeza y cohibición por el trato del otro, luego miró al rubio a su lado. —Slaine, ¿nos sentamos a esperar? — al ver que el otro le indicó con la mirada unos banquitos libres, los dos tomaron asiento muy cerca de Mahiru Hinata y Shikishima.
—¿Se van a resignar así de fácil? — Shikishima abrió los ojos grandes en sorpresa por el comportamiento sumiso e inexplicable de Kurusu.
—Hinata es un enemigo muy difícil. — suspiró Akira. —Lo siento, Shikishima.
—¡Yoshino! — Llamó Ritsu al joven pelicastaño cuando lo notó cerca suyo, despistado y desorientado tratando de ponerse al corriente con toda la gama de actividades de los jóvenes de Psicología. —¿Cómo estás? ¿Ya te estás acostumbrando a la carrera?
—Shikishima, hola. — el joven le sonrió amablemente. Sus ojos verdes se fijaron en el resto de compañeros a quienes saludó de forma amigable. A Akira y a Ritsu los conocía de antes porque iban en el mismo equipo de baseball, a Slaine y al muchachito pelirrosa no los conocía bien, pero sabía que Slaine era compañero de carrera y el otro chico lo conocía por sus videos virales en Instagram sobre sus rutinas de danza. —Me estoy acostumbrando de a poco. — contestó a la pregunta. Hace poco se había cambiado de carrera, de Genética Humana a Psicología, puesto que veía incompatible que siguiera en la misma carrera que su ex mejor amigo Mahiro Nakiri. —Es sorprendente como los alumnos de Psicología son una verdadera hermandad y casi un culto entre ustedes. Tienen todo muy bien organizado.
—Je, ¿los alumnos de otras carreras nos ven cómo los tipos psicóticos y drogadictos del campus? — Micha Elhynde, un muchacho de cabellera castaña clara y ojos calipsos, se abrazó del cuello de Yoshino con mucha confianza.
—No puedo negar que algunos los ven como psicóticos viciosos o más bien como psicópatas sádicos que gozan con las debilidades del resto, otros los ven como los niños ricos e intelectualoides y así…— Yoshino le miró a Micha, desde que se cambió de carrera Micha había sido muy amable con él en orientarlo respecto a la carrera, aunque ciertamente era un caso perdido como ser humano. —Pero veo que son una fraternidad muy bien organizada. Mi ex carrera no hace estas actividades que fomentan la unión entre sus alumnos en la semana de la carrera. Es un bonito detalle que organicen un día de la semana de la carrera para sacarles fotografías a los alumnos y hacer una especie de anuario para conmemorar el evento.
—Ciertamente eso debemos agradecérselo al presidente de los estudiantes de Psicología. — Ritsu se colocó la gorra negra estilo tradicional del uniforme de Rizembool. Por ser un día especial, todos los alumnos de Psicología llevaban puesto el poco conocido uniforme de Rizembool con el fin de lucir todos homogéneos en la fotografía de Psicología. —Blaiddyd ha llegado con una palestra de ideas y actividades que mantienen a todos los estudiantes de Psicología muy animados y empoderados. Incluso el ex presidente quedó asombrado de buena manera por como su sucesor está llevando las cosas incluyendo muchos eventos atractivos para otras carreras.
—Sobre todo con la fiesta de Psicología. — asintió Micha, emocionado. —¿Cómo va ese tema?
—Cada vez con más exigencias y novedades, pero vamos por un excelente camino. —
—Mahiru-kun. — Momose Sakurai, quien estaba haciendo de fotógrafo, llamó al pelirrosa. Cuando tuvo la atención del más bajito, le sonrió para apaciguar lo que podría ser una queja descomunal. —No seas malito y deja que Kurusu, Shikishima y Lancaster pasen después de que tome la fotografía a estos tres.
—¡Buuuh, Saku, alguien tiene que hacerles aprender disciplina!
—Hehe, creo que eres el menos indicado para dar ese ejemplo.
—¡Bahw! — se quejó el joven, cruzándose de brazos y haciendo un mohín adorable. —Si nos ponen mala calificación, diré que ha sido todo culpa tuya.
—No pasa nada, te lo aseguro. Shikishima después tiene reunión con el consejo estudiantil de su carrera. Si lo dejamos esperando hasta el final seguramente lo perderemos porque tendrá que irse. Además…— Sakurai observó a Ritsu y a Akira. Micha y Mahiru se le acoplaron con la misma curiosidad, los tres luego se miraron entre ellos y no se atrevían a ser el primero en preguntar, pero luego explotaron al no poder aguantar más el chisme.
—¿¡Es cierto lo de de ustedes dos!? — Mahiru fue el primero en asaltarlos con la curiosidad que se venía guardando desde que los vio, no resistiéndose. —¿Son hermanos? O sea, ni se parecen… Sobre todo, en sus personalidades.
—¿Y eso? — Yoshino era el único confundido de los presentes. Al parecer vivía en otro mundo porque se dio cuenta que era el único descolocado con la información. Incluso notó que Slaine entendía de lo que hablaban, aunque no se involucraba en el tema y prefería bajar la mirada y observar hacia un costado para evitar incomodar a sus amigos.
—Takigawa, ¿hola? — Micha lo miró como si fuera una nueva especie de insecto desconocido. —Todo Rizembool está hablando sobre lo que pasó entre Shikishima y Kurusu el otro día. Aparentemente Shikishima descubrió que Kurusu es su hermano.
—Pero, ¿acaso no tienen la misma edad?
—…— Mahiru, Sakurai y Micha lo miraron con ese silencio incómodo que se crea cuando alguien mete la pata.
—Ehhh, ¿dije algo malo? — Yoshino se sintió fatal al pensar en esa posibilidad.
—Yoshino, tranquilo. No es nada del otro mundo…— Shikishima metió las manos en los bolsillos de su pantalón. —Parece que mi madre y su padre se conocían de antes. Por eso las sospechas.
—Todavía no sabemos si somos hermanos o no— Akira miró a Ritsu recodando que debía seguirle el juego con esa coartada. —Preferiría que pasemos del tema.
—Okay. — Mahiru aceptó dejarlos en paz pese a que moría por el chisme. —Pero tendrán que contarnos sobre esto cuando lo sepan.
—Ma-kun, que curioso. —
—¡Saku! ¡Tú también estabas preguntando por todas partes! — el pelirrosa infló sus mejillas.
—Shikishima, Kurusu, Lancaster, pasen. — indicó Sakurai, guiñándoles un ojo para cuando terminó la última toma del trío de alumnos anterior.
—Gracias, Sakurai. — expresó Akira. Los tres pasaron en frente hacia donde las cámaras apuntaban. Había un banquito solitario y por lo que habían visto en los tríos anteriores dos debían estar de pie con una mano apoyada en el hombro del que debía sentarse en el banquito.
—¿Cómo nos posicionamos? — preguntó Slaine, esperando indicaciones.
—Shikishima, ve tú al medio. — puntuó Akira.
—¿Por qué yo? — Ritsu le observó.
—Porque tú eres el líder del grupo. Debes ir en el medio.
—No me considero ningún líder pero si prefieren que vaya en el medio, no tengo inconvenientes. — les sonrió cuando tuvo la aprobación de los otros dos. —Aunque, Kurusu. — le miró momentáneamente después de sentarse en el banquito. —Parece que el líder eres tú, al dar órdenes.
—Hehe. — Akira negó con la cabeza. —¿Recuerdas la fotografía con Minato en preparatoria? También escogimos que fueras el que iba en el banquito, al medio. Sin duda, eres el líder de nuestras organizaciones secretas.
—¿Gracias?
—Hehh, hermanitos, dejen de parlotear. — bromeó Mahiru, recibiendo un zape de Micha. —¡Ouch! ¡Eso dolió, idiota!
—Disculpen a Ma-chan— rio suavemente Sakurai. —Sacaré varias capturas para que luego escojamos las tres mejores.
Momose terminó de dar indicaciones mientras el trío se posicionaba según lo que les iba aconsejando el joven. Finalizada la sesión fotográfica y escogida las mejores tomas, los tres se despidieron de sus amistades y salieron del estudio fotográfico de Rizembool.
—Tengo reunión con el comité de Psicología ahora, pero, ¿les parece que a la noche salgamos a pasear por la ciudad?
—Me gustaría. — se apuntó Akira. —No tengo nada más que hacer hoy. Le diré a Ann si quiere unirse, será bueno que Slaine conozca más personas aparte de nosotros.
—Ah, Ann. Justo hoy la vi en los pasillos de Rizembool y me preguntó por ti. — Recordó Ritsu.
—Creo que no está demás conocer un poco la ciudad— asintió el rubio. Luego meditó en lo que dijo Akira sobre conocer a más gente y no estaba tan de acuerdo en ese punto, pero dedujo que era cordial aceptar esa amabilidad suya. Justo en ese momento recibió un mensaje en su teléfono, mientras lo leía parecía ensimismarse en su contenido.
—¿Pasa algo? — le preguntó Shikishima.
—N-no, nada. Es un mensaje de mi tío. Dice que hoy organizará una cena familiar ya que uno de mis hermanos llegó hace unos días de Inglaterra y mi otro hermano, el mayor, nos visitará en la mansión de mi tío. Perdón por no poder ir con ustedes.
—Descuida, habrá más oportunidades para salir. — Akira meneó una mano indicándole que se despreocupara.
—Será mejor que me vaya ahora donde mi tío. Nos vemos luego, Akira, Ritsu. — se despidió con una leve inclinación de cabeza y se retiró tan principezcamente como cuando llegaba.
—Slaine es muy educado. Parece un joven noble de los siglos pasados.— festejó Ritsu.
—¿Cuántos hermanos tiene Slaine? — Akira estaba un poco confundido con ese detalle porque Slaine nombraba distintos hermanos. Lanzó esa pregunta mientras comenzó a caminar con Ritsu por el pasillo. Notó que un par de alumnos se fijaron en ellos dos y comenzaron a cuchichear entre ellos, seguramente, chismeando sobre el tema de moda sobre la posibilidad de que ellos dos fueran hermanos. Akira resopló resignado, debía acostumbrarse a esa molesta situación por un tiempo.
—Creo que dos mayores, el que va en Genética Humana, y otro que está en Hanasaki. Luego está este hermano que llegó hace unos días de Inglaterra y también el hermanito menor que dijo que va en la escuela.
—Debe ser caótico ser el hermano de al medio entre tantos hermanos. — ni Akira ni Ritsu tenían idea de que Slaine tenía incluso más hermanos que los que estaban contabilizando.
« Last Edit: July 09, 2020, 12:52:17 PM by Kana »


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