Vengo con otro fic. Ojalá quepa en un post (...)
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Flashback
Llegó el mediodía. Era un día con el cielo azul despejado, clima caluroso y una brisa fresca que soplaba y mecía el césped del jardín trasero de su casa. Atsushi miró ese paisaje frente a él, aquel amplio espacio donde había jugado y entrenado junto con sus hermanos, aquella solitaria banca bajo la sombra del árbol con un significado especial. Era un paisaje demasiado familiar para él que estaría grabado en sus recuerdos permanentemente, y que no estaría observando por una cantidad indeterminada de tiempo. El niño de nueve años dio un profundo respiro y sonrió rejuvenecido y esperanzando por su futuro retorno a su hogar. Aquel hermoso aunque solitario día marcaba el inicio de su entrenamiento militar.
Después de observar ese último punto en su periplo por la residencia de su familia, se dio media vuelta. Ya no tenía más que hacer en su lista antes de retirarse. Las despedidas con sus hermanos se habían alargado en los últimos días, más de lo que hubiera deseado, aunque con el último desayuno en familia de esa mañana ya se había despedido definitivamente de ellos. Estaba pronto a salir y su padre le acompañaría en su destino durante los primeros días para asegurarse que se acoplara bien a su entrenamiento. Su madre los acompañaría a ambos al aeropuerto y regresaría de inmediato para encargarse de Hirano y Maeda, los Toushirou más jóvenes de un año de edad todavía muy pequeños para kindergarten.
Atsushi siguió con las instrucciones de su padre de acudir a su oficina ni bien terminara. Imaginaba que le esperaba un diálogo con sus progenitores, ya que era un poco temprano. De igual modo, no tenía nada más que hacer. Regresar a su habitación sería contraproducente. Tampoco necesitaba revisar nada. El equipaje lo había tenido listo desde el día anterior.
Llegó a la oficina. Supo desde el inicio que sus progenitores no estaban por observar el imponente escritorio vacío, pero luego de entrar se topó con alguien a quien no había esperado ver. Yagen estaba de pie frente a los ventanales de la oficina, mirando hacia el jardín. Este se dio media vuelta para dirigírsele.
“Es todavía muy temprano, Atsu,” observó el niño, meditativamente. “Aunque supongo que tiene sentido que hayas venido tan pronto. Lo has estado esperando.”
“¿Qué haces aquí, Yagen?” le cuestionó extrañado y alzando una ceja. “Pensé que tenías tus clases avanzadas en Rizembool desde temprano.”
“Recibí un mensaje de último minuto. Mi maestro tuvo un imprevisto por lo cual comienzo más tarde,” se encogió de hombros y desvió su mirada. “Igual, no podré acompañarte, así que pensé me despediría de ti aquí, una vez más.”
“Eh, sí…” él también desvió su mirada. “Había esperado no tener que hacerlo de nuevo…”
“…”
Siguió un silencio incómodo. Era frustrante. Atsushi siempre había sido muy cercano a su mellizo y tenía un sinfín de anécdotas con él. A pesar de su forma reservada y un tanto bromista de ser, Yagen siempre le había resultado un libro abierto y la persona en la que más podía confiar. El vínculo de los dos era uno especial, incluso entre mellizos, uno que sabía perduraría más allá de cualquier conflicto o circunstancia en la vida.
Sin embargo, desde que su padre aprobó sus insistentes pedidos de ir al entrenamiento militar, había percibido cierta distancia e inquietud de su hermano, una que persistía en esas circunstancias, esta vez en los dos. Atsushi siempre pudo hablar con Yagen sobre las cosas más irrelevantes, pero en ese instante no encontraba una sola palabra que compartir. Era un momento amargo y triste, pero tenía que ser fuerte. Estaba decidido a entrenar y cambiar para convertirse en una mejor persona y en alguien digno de sus hermanos, y sabía que su mellizo, entre todos, lo comprendía mejor.
…
“…no tienes por qué irte,” dijo Yagen, repentinamente, cabizbajo.
“¿Q-qué dices?” Atsushi se sorprendió. Se sintió casi en aprietos por ese comentario que no había esperado de él, y no evitó mirarle con preocupación y tristeza. Era muy extraño oírle resignado a ser sincero, sobre todo si dicha honestidad le ponía en una posición vulnerable.
“Quiero decir… entiendo lo que haces. Sé que este es un sueño hecho realidad para ti. Nunca querría interponerme a eso. Es sólo que… no estoy conforme con esto. Pienso que no es el momento adecuado…”
“Yagen…”
“Supongo… me siento muy triste por tu decisión,” le miró directamente. Su tono de voz seguía tranquilo, pero su ceño fruncido y sus ojos denotaban angustia y hasta súplica. “Somos un equipo. Nosotros nos prometimos que trabajaríamos juntos para ayudar a nuestros padres y ser de apoyo a Ichi-nii y a nuestros hermanos. Queremos ser su mano derecha y sus suplentes y velar por el bienestar de todos. Es una meta que significa el mundo para mí, y lo mismo va para ti.”
“Por supuesto que sí,” afirmó con urgencia.
“Pero te vas, y no sabemos por cuánto tiempo lo harás,” dijo apagado y dubitativo. “Temo que tus motivos de irte sean los incorrectos, que tu distancia de nosotros te lastime, que tu entrenamiento resulte contraproducente y te auto-aísles de los demás.”
“Eh…” seguía sorprendido por esas palabras salidas de la nada.
“Yo… temo lo que esto significa…”
“…” asintió cadenciosamente. Le tocaba mantenerse firme. “Esto es algo que tengo que hacer, Yagen. No he dejado esa meta de lado, pero primero quiero volverme más fuerte. Quiero seguir los pasos de nuestro padre. Él siempre nos ha dicho que esta experiencia le brindó de gran fuerza y valentía…” cerró sus ojos y llevó un puño a su pecho, con solemnidad. “Pienso que es justo lo que necesito. Irme es difícil para mí también, pero estoy cometido a mejorarme. Sabes por qué lo digo…” abrió los ojos y le vio asentir. Frunció el ceño con determinación. “Es por ello que me voy. No intentes detenerme.”
Con sus palabras pudo trasmitir una decisión inquebrantable que informó que no daría su brazo a torcer. Siguió un frío silencio. Este resaltó la inevitable realidad de aquel presente…
“Hermano, escucha…” Yagen asintió mínimamente y le miró con seriedad, borrando la previa vulnerabilidad de su rostro. “Entiendo tu decisión. Sólo quiero recordarte que, sin importar qué suceda, no debes derribarte. No seas duro contigo mismo. No quiero que te vayas porque te sientes desmerecedor de nosotros. Eso no es verdad.”
“Eh…” fue nuevamente sorprendido.
“No te olvides que no eres el único que debe probarse ante los demás. Yo también estoy cometido a crecer y ser responsable. He decidido hacerlo con mis estudios y aprendiendo del ejemplo de nuestros hermanos mayores,” dijo tranquilamente, aunque con la misma decisión. “Haré lo posible por serles de auxilio.”
“…”
“Sólo espero que estés bien con lo que estás haciendo. No te vayas por los motivos equivocados. Si en algún momento necesitas de alguien, sabes que puedes contactarnos,” asintió y bajó su mirada. “Y por favor, cuídate, Atsu.”
“Yagen…”
“Tu bienestar es lo que más me importa.”
“…” asintió y sonrió animado y alentado. “Lo entiendo. Muchas gracias por esas palabras. Sé que no fue fácil decirlas. Y no te preocupes por mí…” dio un suspiro. “Admitiré que todavía me siento en falta por lo sucedido, pero no he tirado la toalla. Quiero ser alguien más fuerte y capaz de mirar a nuestros superiores a los ojos sin sentir remordimientos. Me voy para encontrar mi propia resolución y prometo que regresaré pronto.”
“Bueno…” sonrió con resignación. “Te ves en paz con tus planes. Quizás no tenga motivos por qué preocuparme. Si es así, sólo me queda desearte lo mejor.”
“Confía en mí, estaré bien,” golpeó un puño en su palma y sonrió con determinación. “Espero este desafío con ansias.”
“Heh… tal vez me encuentre un poco celoso de ti,” observó tranquilamente. “Estás yendo a aprender a pelear como nuestro padre. Casi me gustaría ir contigo. Si lo hiciera, estaríamos juntos todo el tiempo.”
“Eso sería muy divertido, me gustaría también,” sonrió frustrado. “Pero tú también has tomado tu propio camino, Yagen. Piensas convertirte en un doctor a nuestra edad. Eso es increíble.”
“Tus planes también lo son, pero sí. Hasta en un lugar como Rizembool piensan que soy prometedor. Me toca poner de mi parte, al igual que tú…” entonces, en medio de los buenos ánimos, los dos se contagiaron de tristeza. “Parece que desde ahora seguiremos rumbos muy distintos, Atsu. No puedo evitar sentir un poco de soledad.”
“Yo también…”
“Pero dijiste que no te irás por mucho, así que esperaré tu retorno,” le aseguró Yagen, sonriendo ampliamente. “Cuando encuentres tu resolución y termines con tu entrenamiento, regresa a casa. Yo estaré aquí y los dos continuaremos con nuestro deseo de ser parte de los herederos de esta familia. Es una promesa.”
“Hehe, claro, lo esperaré con ansias,” asintió con energías.
“Y no sólo seré yo quien te va a esperar,” le aseguró. “Somos una familia, los Toushirou somos leales a nosotros mismos por encima de lo demás. Nunca lo olvides.”
“Por supuesto, sin importar qué suceda, todos somos parte de esta familia y mantendremos nuestros principios. Me aseguraré de tenerlos a ustedes en mis pensamientos.”
“Sé que lo harás, hermano,” asintió. “Me mantendré en contacto contigo. Lo demás depende de ti. Confío plenamente en que lograrás tus metas.”
“Lo mismo digo. Ya no tienes que sonar tan preocupado, para eso tenemos padres,” dicho esto, Atsushi sonrió y levantó una palma. “Lo dijiste muy bien, Yagen. Ni bien regrese, continuaremos con nuestra misión. Lo prometo.”
“Sí,” Yagen asintió y así los dos hermanos chocaron sus palmas en un apretón de manos al nivel de sus rostros, un saludo que solían hacer entre ellos cuando se comprometían a algo o se encontraban con el espíritu elevado.
Fue el comienzo de una vida distinta para ambos, durante la cual las cosas no ocurrirían como las habían previsto. Los dos Toushirou valientes y sobresalientes fueron inconscientes de la odisea que le esperaría a cada uno, una que sería parte de ellos indefinidamente.
…
Fin del Flashback
Atsushi no evitó pensar en aquel pasaje de su infancia después de verse recordado sobre el mismo por Yagen en pleno camino a ese hospital donde salvaron a Akita. Después del rescate, regresaron a Rizembool y el pelirrosa fue internado. Honebami se quedó a acompañarle y Yagen procedió a revisar los estados de él y de Midare. En medio de todo ello, Atsushi fue dejado en una sala de espera vacía y recluida. La noche ya había caído y el silencio de ese ambiente le impacientaba. Nunca imaginó que le esperaría un sentimiento tan profundo de impotencia ante la presente situación al regresar a casa. Era como si nada hubiera cambiado.
Sin embargo, ello no era verdad. Sabía que demasiado había ocurrido durante su ausencia. La presente situación se había podido resolver, pero una ominosa tensión en el ambiente persistía. A diferencia de sus previas experiencias, no tenía información alguna sobre el enemigo o la situación en particular, y lo temía…
Su ensimismamiento se cortó cuando otra persona llegó. Yagen se apareció con un par de fólderes manila y una botella de agua, la cual de inmediato le extendió.
“Imagino que no te has movido de aquí en todo este tiempo. Ten.”
“Gracias…” respondió con cansancio y frustración. “¿Cómo están nuestros hermanos?”
“Sí…” Yagen sonrió frustrado y tomó asiento al frente. “Nos toca hablar sobre ello.”
“¿Qué sucede?” se alarmó. “¿Ocurrió algo?”
“No, descuida, si bien los dos van a requerir de bastante recuperación, están en estado estable y podrán recobrarse por completo. Aun así, para variar, me toca hablar del diagnosis de dos personas familiares y por quienes nos preocupamos, por más que ellos no tendrían por qué padecer de estos males en primer lugar,” miró los fólders manila sobre su regazo. No necesitaba revisar los estados, pero se concedió de una breve fuga visual antes de cumplir con su función. “Comencemos por Akita. Tú pudiste observar los moretones y hematomas en sus extremidades. Bajo cuidadosa examinación, estas son producto de la inyección de agentes nocivos a su cuerpo.”
“¿Qué vendría a ser eso?”
“Drogas experimentales,” contestó inmutado y con seriedad.
“¿Qué dices?” se quedó frío.
“Hemos realizado un hemograma completo y otras pruebas rápidas y llegado a esa conclusión. Dentro de su sangre se encontraron restos degradados de sustancias químicas ajenas al organismo humano. Los hematomas son el resultado de múltiples aplicaciones en un mismo sitio y de la agresividad de aquellos compuestos inyectables,” dio un suspiro. “Quisiera no tener que decir esto, pero es la verdad.”
“Experimental… ¿q-qué quieres decir, Yagen?” preguntó en shock, con los ojos ampliamente abiertos. “¿Acaso alguien usó a Akita como un conejillo de indias?”
“Precisamente.”
“Imposible…” agachó su mirada al piso, en completo desconcierto.
“Es algo que ocurrió aquí en Rizembool por cómo Akita desapareció en la misma entrada. Experimentos suceden en todo momento y en más de un laboratorio, incluso los experimentos con humanos. Sin embargo, ellos mismos son en su mayoría ensayos clínicos con drogas previamente aprobadas en experimentos in vitro o en animales y bajo el consentimiento de los pacientes. Por supuesto, los propios Rebels son un ejemplo que la experimentación humana en esta institución no siempre se adhiere a las normas y a la ética,” explicó con claridad y manteniéndose objetivo.
“Tch…” Atsushi comprimió sus puños con impotencia.
“…” Yagen decidió no continuar para dejar que su hermano pudiera descargarse. No podía seguir estableciendo los hechos y evitando su ira o una confrontación a menos que él mismo recobrara la compostura.
“¿Cómo es esto permitido? Rizembool tiene a estudiantes que pelean y arriesgan sus vidas, ¿y ahora involucra a personas que ni aceptaron a ser partícipes?” golpeó los costados del sillón que ocupaba con sus puños. “¡Esto es indignante!”
“…”
“¡Quien sea que haya sido, tiene que pagar! ¡No me importa que Rizembool pretenda encubrir este acto! ¡Estoy dispuesto a perseguir esta situación a como dé lugar!”
“Cálmate…”
“¡Puedes actuar como si fuera normal aquí, pero no cambia el hecho que lastimaron a nuestro hermano! ¡No pretendo resignarme a lo que ha ocurrido!”
“¿Insinúas que yo sí?” preguntó el doctor. “Escúchame. Es cierto que Rizembool recurre a experimentaciones humanas, pero este caso en particular, el de un niño visitante siendo secuestrado para ser sometido a pruebas, es impensable hasta aquí. Lastimosamente, sucesos semejantes han ocurrido contadas veces en toda la historia de Rizembool, pero siempre han sido casos extraños o producto de algo adicional. Estoy convencido que Akita fue apuntado adrede por nuestro parentesco. Rizembool siempre ha velado por la seguridad de todos ustedes debido a mi afiliación con ellos, y todos en mi entorno saben que ustedes están fuera de los límites.”
“Pero Akita…”
“Por ello, comprendo que quien apuntó a Akita era alguien que quería ir en contra del status quo y sabía los riesgos que cometía, los cuales implicarían a Rizembool como institución. Sólo por ese hecho diría que fue Junko quien secuestró a nuestro hermano.”
“Tsk, justo pensaba en ella…” frunció el ceño.
“Pero no tenemos pruebas, y luego de una exhaustiva investigación de su historial, ni ella ni sus secuaces se han dedicado a la investigación científica relacionada a lo ocurrido con Akita. Podemos declarar que Junko al menos tuvo que ver con su desaparición, pero no hay indicios que fue ella quien le sometió a la experimentación. Estoy convencido que es otra persona. El mensaje que recibí, por su anonimidad, formato y redacción, también lo implica.”
“¿No podemos cuestionarle?”
“Presiento que sería difícil. Junko siempre podría declarar su inocencia, decir que ella es quien le rescató y que lidió con el culpable bajo medios que garantizaron su anonimidad,” se encogió de hombros. “No vamos a creernos sus cuentos luego de lo que nos hizo pasar, pero tampoco contamos con recursos para contradecirle. Sería riesgoso también pretender antagonizarle más allá, en especial porque hemos forjado una tregua con ella. Si Junko la respeta y no vuelve a apuntar a nuestros hermanos, considero que el daño que sufrimos es un mal que nos conviene aceptar, con tal que nada semejante se repita.”
“…” Atsushi apretó sus dientes, inconforme.
“Es una historia completamente diferente con su agresor, en cambio,” Yagen afiló sus ojos y se inclinó hacia su hermano. “He iniciado una investigación para descubrir de quién se trata. Si damos con esa persona, yo personalmente me encargaré de hacerle pagar por cada una de sus fechorías. Las muestras de sangre, la escena del crimen, hasta las futuras investigaciones de los otros científicos aquí se mantendrán bajo un gran escrutinio hasta encontrar algo remotamente sospechoso. Existe demasiada dificultad en esta búsqueda. Sin embargo, si realmente llego a encontrarle, nos lo pagará desproporcionadamente. Tienes mi palabra, Atsu. Yo tampoco pienso quedarme de brazos cruzados.”
“Yagen…” oír su indignación y las acciones que había tomado le dieron tranquilidad. Pese a ello, le fastidiaba observar nuevamente a esa faceta oscura que había adoptado durante su tiempo fuera, aquella que llamaba como ‘demonio’…
“A pesar de lo sucedido, puedo reportar que los daños físicos ocasionados a Akita no son graves ni durarán por mucho tiempo,” dijo el doctor, dejando su actitud siniestra de lado y volviendo a explicar las cosas con una tranquila objetividad. “Los exámenes de sangre sí indican que su cuerpo se encuentra intoxicado y ha presentado efectos secundarios como temblores ocasionales y mareos. Estos últimos son difíciles de predecir en cuestiones de naturaleza o permanencia, pero él ya se encuentra conectado a suero y limpiaremos su organismo en los próximos días. Seguiremos con más pruebas mañana. Lo más preocupante en su caso es el hecho que ha sufrido una gran impresión y debe encontrarse traumatizado por su experiencia. La medicina no puede borrar lo que padeció, y es ahí que necesitaremos serle de apoyo. Felizmente, como Toushirou, confío que todos y cada uno de nosotros haremos lo posible por aliviarle.”
“Sí, definitivamente,” Atsushi asintió decidido. “¿Y cómo está?”
“Bien. Honebami se ha quedado haciéndole compañía. A pesar de ser un luchador muy peligroso, nuestro hermano mayor es también una persona muy reconfortante,” Yagen sonrió un poco. “Akita no tardó en sentirse seguro por su presencia y se quedó dormido antes que fuera a darle una segunda visita.”
“Al menos ya se encuentra mejorándose,” frunció el ceño con preocupación. “¿Y Midare?”
“Él es un tema distinto. Como Junko nos comentó, previo a su secuestro, Midare había estado involucrado en una pelea entre una HiME con un Rebel y una Princess, de la cual terminó lastimado. Junko no tomó acciones para curarle y sus heridas desmejoraron considerablemente. Las enfermeras ya se han encargado de tratar sus heridas, aunque tiene un esguince en el tobillo izquierdo,” dio un suspiro. “Es uno leve, pero requiere de inmovilización, así que ha sido puesto una prótesis para limitar su movimiento. Comenzará una rehabilitación conforme podamos bajarle la hinchazón y corregir la lesión en los próximos días.”
“…” desvió su mirada. “Ya veo…”
“Aunque la historia no termina ahí, Atsu.”
“¿Eh? ¿A qué te refieres?”
“He revisado el historial de nuestro hermano y también de las acciones que Junko realizó ni bien se alió con Rizembool durante el verano, y me he topado con una desafortunada coincidencia,” observó el doctor, tranquilamente. “Junko se convirtió en una Princess ni bien pisó Rizembool y planea tomar acciones antagonistas contra una HiME en especial. Por ello mismo, estudió a las personas cercanas a dicha HiME y fue ahí que se topó con Midare. Nuestro hermano ha estado ayudando a esa HiME a entrenar y prepararse para su pelea. En el paseo que Akita y Houchou tuvieron con sus amigos, Midare se encontraba ahí, y fue Junko quien los atacó.”
“¿En serio?” preguntó en shock. “¿Dices que Midare ya se había encontrado con nuestros hermanos? ¿También que Junko le tiene en la mira desde entonces?”
“Sí, lo cual es frustrante. Por su trabajo de Princess es que Junko llegó a Midare antes que yo o que cualquiera de nosotros, dado que Midare recién acaba de incorporarse a Rizembool como un estudiante. Aun así, obviando esa mala fortuna y por la reacción de Midare al vernos, decidí realizar un chequeo mental en nuestro hermano.”
“¿Eh? ¿Chequeo mental?” Atsushi levantó una ceja, desconcertado. “¿Qué es eso?”
“Rizembool posee herramientas para alterar las percepciones de las personas o borrar sus recuerdos, algo que emplea para garantizar su anonimidad. Por motivos de confidencialidad, eso es todo lo que te puedo decir,” explicó sin dar rodeos. “Junko dejó una impresión en la mente de Midare, algo que le hacía sumiso a sus indicaciones, al parecer de manera inconsciente. Por ello, ella pudo mantenerse al tanto de todos los movimientos de Midare y tener un control escondido sobre él,” llevó una mano a su mentón. “Además de orquestar esta tregua con nosotros, Junko decidió que envenenaría a nuestro hermano en nuestra contra, a lo cual Midare fue muy susceptible y creyó en todas sus mentiras.”
“¿Q-qué? ¿Por qué haría eso?”
“Podemos imaginar que es algo que hizo por el simple hecho de querer hacerlo. No es lo más práctico, a decir verdad,” Yagen se encogió de hombros. “Pero, a su vez, tener a Midare en constante miedo y con antipatía a nosotros le permitió mantener más control sobre él. Es más fácil explotar a las personas si puedes llegar a afectar su lado más pasional e irracional.”
“Tch…” comprimió sus puños y bajó su mirada.
“Pero no tienes por qué inquietarte, hermano. Rizembool no es un ajeno a este tipo de tecnología e influencias. Ya lo he detectado y la influencia de Junko sobre Midare ha sido completamente borrada. Te aseguro que no persiste,” afirmó. “Aun así, lo que no puedo reparar es lo que nuestro hermano ahora piensa sobre nosotros. Es nuestra labor enseñarle a Midare que Junko le mintió y que no pretendemos hacerle daño, que nosotros en verdad nos preocupamos por él y hemos tratado de encontrarle por mucho tiempo.”
“…”
“Tomará varios intentos, no soy capaz de predecir su voluntad de abrir su mente y creernos, pero tarde o temprano lo deberá hacer. Somos una familia muy leal y unida y él comparte el mismo espíritu que nosotros.”
“…” desvió su mirada, contrariado.
“…”
“Casi admiro tu frialdad frente a esta situación, Yagen, pero yo no puedo hacerlo…” dijo agotado y derrotado. “…Junko se equivocó al decir que Midare no nos importa… pero no podemos culpar a Midare por llegar a esa conclusión…”
“Atsu, te lo dije previamente. No escuches palabras que no le pertenecen a él,” recalcó con severidad. “No caigas en el juego sucio de esa Princess ni le des el placer de derrotarte. Tampoco puedes perder tu decisión de ayudar a nuestro hermano cuando él más nos necesita. Entiendo que esto te afecte, pero es ahora que debemos ser más fuertes que nunca. Midare necesita de nuestro apoyo y nuestra comprensión,” desvió su mirada también. “No es mi intención pretender darte más que cargar sobre tus hombros. Si tienes dificultades o inquietudes, siempre estoy disponible para oírte. Puedes contar conmigo, no que te guste hacerlo…”
“…”
“Pero es por el bien de Midare y Akita, y el de nuestros demás hermanos, que tienes que mantenerte firme,” dijo volviendo a mirarle. “Te aseguro que ellos dos estarán bien. Se recuperarán, se volverán más fuertes y dejarán este traspiés de lado. No puedes enfocarte en las dificultades porque estas pasarán. Enfócate en serles de apoyo, en el hecho que ellos están de nuevo en casa y a salvo.”
“Tienes razón…” se mantuvo cabizbajo, aunque comenzaba a liberarse del tumulto emocional. “Te has vuelto muy fuerte, Yagen. Casi pareciera que nada puede tumbarte.”
“No es nada,” alzó una ceja. “Nuestros caminos han sido distintos y mis propias experiencias pudieron haberme fortalecido por dentro. No dudo que tú también seas más fuerte que antes, es sólo que lidiamos ahora con tu mayor debilidad.”
“¿Eh? ¿Debilidad?” se confundió y le dirigió la mirada. “¿Te refieres a nuestros hermanos?”
“Heh…” curiosamente, Yagen dibujó una sonrisa perversa en su rostro y llevó una mano a su mentón, con intriga. “Decir que categorizo a nuestros hermanos como tu debilidad, Atsu. Es refrescante. Me estás tildando de un demonio peor al que creo ser…”
“¿Qué tienes con esa reacción?” le miró con incomprensión. “Si te insulté no ha sido mi intención, Yagen, sólo intento entender qué quisiste decirme.”
“Hmhm, lo sé. Tú y Gotou nunca han sido los mejores expresándose, al menos sé que tú no tratas de cuestionarme abiertamente,” dijo con tranquilidad. “La debilidad de una persona nunca lo son otras personas. Es algo personal que llevas dentro. El tema familiar y tu manera de lidiar con nuestros problemas son los que te causan dicha debilidad. Es normal para los humanos sentirnos vulnerables y comprometidos con los más cercanos a nosotros, aunque ello no tiene por qué debilitarnos,” sonrió comprensivamente. “Es por lo que sucedió con Midare que comenzaste a tener problemas enfrentándote a estos temas. No dudo que tu entrenamiento militar te ha convertido en un soldado fuerte y sereno con la habilidad de afrontar conflictos bélicos y situaciones de tensión mejor que la gran mayoría, sin duda mejor que yo, pero tú te has culpado de los sucesos de hace trece años desde entonces, y tus reacciones el día de hoy me han dejado saber que ello no ha cambiado. Es por eso que estás agotado mentalmente. Está bien, no espero que no lo estés, pero te aconsejo que hagas un esfuerzo para recobrarte. Es ahora que nosotros debemos corregir nuestro descuido de aquel día.”
“…” tensó su expresión y asintió apenado. “Tú pareces haberlo sabido, el hecho que me fui de casa por esa culpa…”
“¿Hm? Lo dejé en claro en nuestra despedida,” comentó con curiosidad. “Sin embargo, supe que no me oirías, y a su vez fue tu decisión tomar ese camino. Me preocupo por ti, pero tampoco pretendo gobernar sobre tu vida,” sonrió con nostalgia. “Todos tenemos nuestras limitaciones, aunque ello tampoco nos hace impotentes. Dejé tu bienestar en tus manos y sólo me aseguré de comunicarme contigo. Por cómo te veo, pareces haber estado bien.”
“Sí lo he estado, no tienes que preocuparte tanto por mí. Es sólo que me preocupo por nuestros hermanos, y por lo que le hicieron a Midare, hasta para convencerle que nosotros somos sus enemigos…” se lamentó y entonces se alertó. “Espera, ¿qué vamos a hacer si él se despierta e intenta escapar?”
“Lo intentará hacer, no me cabe duda. De todos modos, por su estado físico e inestabilidad emocional, un sedativo fue aplicado para que pueda descansar el resto del día. Por la prótesis en su tobillo y sus heridas no tendrá mucha movilidad, pero habrá que mantener una vigilia,” asintió. “Lamento decir que ando muy ocupado, así que espero contar contigo para ello, Atsu. Te pido que estés a cargo de Midare.”
“¿Eh? ¿Yo?” se sorprendió.
“Por su desconfianza en nosotros, no pretendo que andes acompañándole todo el tiempo, aunque espero que puedas estar ahí cada vez que necesite algo. Lo mejor sería no asfixiarle con muchos de nosotros, y a su vez hacerle entender que hay una persona que siempre está ahí por él. Espero que ello a su vez sea un inicio para que Midare baje sus defensas y nos dé una oportunidad,” le miró con expectativas. “Imagino que estarás dispuesto.”
“Se trata de nuestro hermano, de todos modos quiero darle mi apoyo,” contestó, aunque pasó a frustrarse. “Pero a su vez siento que no sería el mejor para esto. Tú lo harías mejor que yo. Suenas a que comprendes esta situación a plenitud.”
“Es cierto que te estoy dando un trabajo muy duro, pero no es nada que no puedas hacer. Más bien, tú inspirarías más confianza en Midare que yo. Podrás ser un poco torpe, pero eres honesto y directo. La gente promedio se sentiría más cómoda de lidiar contigo,” se encogió de hombros. “He comenzado a inquietar y apartar a estudiantes de Rizembool sin tener las intenciones de hacerlo. Presumo que es parte de la identidad de demonio que he aceptado en mi persona, ¿qué se puede hacer?”
“…” alzó una ceja.
“Y también, sé bien que has regresado para cumplir tu sueño de ser el ayudante de Ichi-nii y velar por nuestros hermanos. Esta labor es muy distinta a lo que has tenido que hacer en tu vida hasta ahora, pero es necesario que comiences a acoplarte,” asintió convencido. “Tengo grandes esperanzas de ti, Atsu.”
“Yagen…” dijo con leve impaciencia.
“¿Hm? ¿Dije algo malo?”
“Estás actuando como si fueras mi superior, y tal vez comprendas algunas cosas mejor que yo, pero me sigue sabiendo mal.”
“Tienes razón, mis disculpas,” dijo, sonriendo frustrado. “Llevo mucho tiempo sirviendo a las personas aquí como un doctor o un supervisor. No pretendo ponerme sobre un pedestal.”
“No que lo estés haciendo, pero no me parece…” dio un suspiro y agachó su mirada. “Recuerdo el día que me fui, en el cual hicimos la promesa que mi sueño, nuestro sueño, se llevaría a cabo ni bien fuera a regresar.”
“…” sonrió con leve pena. “Tienes razón, eso dijimos. Yo te dije que te esperaría.”
“Entiendo que ya no tienes las intenciones de actuar como uno de los principales herederos de la familia y serle de ayuda a Ichi-nii o a nuestros hermanos.”
“Eso es cierto.”
“…” frunció el ceño con inconformidad, aunque sin intenciones de discutirlo. “Tardé mucho en volver, ¿no es así?”
“Eso no tiene que ver con mi decisión, Atsu. Desde el momento en que decidí convertirme en un doctor y estudiar en Rizembool, mi vida estuvo encaminada en una dirección diferente. No quiero que te sientas mal por eso. Más bien, es mi propia falta,” miró hacia la ventana. “No te esperé por mucho tiempo…”
“Yagen…” era una leve desilusión, algo que venía temiendo por lo que llevaba oyendo de Shinano y los demás que Yagen pasaba muy poco tiempo en casa, pero confirmarlo seguía siendo desalentador.
“Ello no quiere decir que no esperaba verte de vuelta. Estás de regreso en casa, me ayudaste a salvar a nuestros hermanos, ahora te encargarás de apoyarles en su recuperación. Las cosas están en su lugar, luego de tantos años,” sonrió tranquilamente y se cruzó de brazos. “Me siento satisfecho. Todos finalmente podemos verte el rostro y contar con tu presencia. Ninguno de nosotros podría pedir más que eso.”
“No… las cosas no están en su lugar,” declaró con severidad y le miró fijamente. “Yo tampoco deseo decidir lo que vas a hacer, pero desconozco el hecho que quieras desligarte de nosotros, en especial si optas por sumergirte en una institución como Rizembool…”
“…”
“Entre nosotros, tú siempre fuiste quien mantuvo nuestra lealtad familiar fervientemente, y eras el más cometido a velar por todos. Sé que escogiste estudiar medicina porque querías ayudar a las personas. Te conozco y tú nunca querrías darnos la espalda, ni nunca llegarías al punto de menospreciarnos. Luego de todo lo que vivimos hoy comprendo que te encuentras involucrado con Rizembool y que hay algo, seguramente algo que todavía desconozco, que te mantiene alejado de nosotros. Entiendo que no quieras involucrar a los demás, que no es justo para ellos, pero no creas que yo dejaré que te desconectes de nuestros hermanos,” comprimió un puño frente a su pecho y agitó su brazo a un costado. “No te pediré que tomes el rol de un heredero en nuestra familia, ¡pero no permitiré que ni Rizembool ni nadie nos niegue tenerte como un hermano, ni te niegue a ti tenernos a nosotros, ¿has oído?!”
“…” el doctor se impresionó levemente por su intensidad.
“Realmente no quiero actuar como un cómplice, pero es muy probable que no conozca tu situación lo suficiente como para ser cuidadoso. Hoy casi me precipito al investigar y no puedo predecir cómo nuestros hermanos actuarían si se enteraran de cada detalle. Mantendré discreción, pero al menos deberíamos dejarle algunas cosas saber a Ichi-nii. Es importante que nuestro hermano mayor sepa más sobre el lugar donde él y algunos de nuestros hermanos estudian. Aun así…” entrecerró sus ojos. “Tampoco pretendo dejar este asunto por terminado. Tú y Honebami están vinculados a este lugar de locos y desalmados y no permitiré que se hundan. Pensaré en una manera de revelar debidamente lo que he aprendido hoy y de ver cómo ayudarlos a mantenerse a flote. Lo juro.”
“Atsu…” Yagen sonrió rendidamente. “Eres una persona muy amable. Aprecio que te preocupes por mí y por Honebami, pero no tienes que hacerlo. Lo tengo bajo control.”
“Eres tan tranquilo que siempre has podido ocultar tus emociones. Ahora hasta yo tengo problemas leyéndote, pero no hay forma que estén del todo bien,” chasqueó la lengua. “Tsk, la imagen de Honebami descuartizando a ese monstruo casi sin necesidad, como si estuviera cazando a una presa, me perturba…”
“Honebami siempre ha tenido un instinto agresivo. Admito que este ambiente se puede encontrar incentivando su naturaleza, pero estoy al pendiente de él. Podré haberte dicho que yo estoy dispuesto a convertirme en un monstruo por el bienestar de nuestros hermanos, pero nunca dejaría que Honebami tome esa decisión. Tienes mi palabra.”
“Tú tampoco eres un monstruo, o un demonio, o lo que quieras llamarte. Esas denominaciones no son más que excusas. Sé responsable a nuestro nombre, pero por encima de todo, sé responsable contigo mismo,” afirmó con severidad aunque igualmente contrariado. “Tch… sigues condenando las acciones de Rizembool o de esa Princess y teniendo una idea clara y establecida sobre lo que es correcto y lo que no, pero a su vez te has mostrado demasiado ambivalente. Te has adaptado a este lugar en demasía y eso no puede ser nada positivo para tu propia integridad o cordura,” comprimió sus puños con impotencia. “Que hasta digas que las personas aquí borran la memoria de otros o los influencian a su gusto como Junko lo hizo con Midare… cuando todo esto viola los derechos intrínsecos de la humanidad…”
“Es la realidad dentro de Rizembool.”
“Estás muy tranquilo, hermano, ante algo tan horripilante e inconcebible…”
“Pero no es inconcebible, Atsu, y tú deberías saberlo mejor que la mayoría.”
“¿Q-qué quieres decir?” se sorprendió. La mirada fría de su mellizo le pasó escalofríos.
“El condicionamiento es una parte íntegra del aprendizaje, sea por refuerzo positivo de incentivar a los niños con premios, o por la inculcación de doctrinas de parte de grupos extremistas o cultos para reclutar a nuevos miembros. Los militares con frecuencia tienen que lidiar con personas con las cuales nunca podrían negociar, gente a quienes le han lavado el cerebro con ideologías irrefutables. También, a lo largo de la historia, los mismos militares fueron grupos armados y acondicionados con conceptos como lealtad o nacionalismo para cumplir órdenes. Con sólo verte comprendo que esa no ha sido tu realidad, pero debes estar al tanto.”
“…” se quedó frío.
“Uno puede influenciar y corromper las mentes y almas de personas si sabe sus debilidades, es parte del lado oscuro de la naturaleza del ser humano, presente en la sociedad desde antes que la historia escrita. Sin irnos muy lejos, tenemos el ejemplo de la segunda guerra mundial. El Holocausto fue el causante de la muerte de seis millones de judíos y los responsables de los campos de concentración caminaron hasta la horca con el único lamento de no haber hecho mejor su trabajo,” sonrió con irrelevancia y se encogió de hombros. “Es normal pensar en que se trataba de gente mal de la cabeza o con sed de sangre, y seguramente muchos soldados lo fueron, pero me refiero a los generales y dirigentes. Se puede apreciar que fueron personas cuerdas, eficientes y con un gran sentido de responsabilidad y justicia, uno que en la Alemania Nazi significó que debían eliminar a esa raza de gente sin remordimiento alguno. Ellos eran personas como cualquiera, como tú y yo, cometidos a sus misiones personales e incluso apegados y responsables con sus familiares y personas más cercanas. Ello te deja entender el relativismo de la sociedad, el hecho que los valores y la justicia dependen de la misma.”
“Tch…” sus escalofríos incrementaron. “Yagen… ¿qué demonios estás diciendo…?”
“Pero no debes inquietarte. He tenido que oír y lidiar con asuntos relacionados y por eso te aseguro que lo de Midare es reparable. Será un proceso difícil, nuestro hermano andará con mucho miedo e incertidumbre, pero sus capacidades cognitivas y salud mental se encuentran intactas. Ello es lo más importante. Sólo nos queda ser pacientes y darle nuestro apoyo.”
“Tsk… dime…”
“…”
“¿Acaso tú te ves como uno de esos soldados, como alguien condicionado a seguir órdenes, con un sentido de justicia distinto y dispuesto a seguir con las barbaridades de Rizembool a como dé lugar?” le preguntó seriamente y con leves nervios. “Dijiste que esas personas eran cuerdas, como ‘tú y yo’… me perturba que lo hagas.”
“Suena a algo que Gotou me preguntaría.”
“¿Eh?” ello le confundió. No comprendió por qué mencionaría a su hermano tan repentinamente, pero no tardó en darse una idea al verle sonreír con entretenimiento y maldad.
“Dime tú, Atsu… ¿eso es lo que te parezco…?” preguntó con un tono siniestro. “¿Será ello tu definición personal del demonio en el cual me he convertido…?”
“…” frunció el ceño. Detestaba verle así. Su hermano no era malévolo de naturaleza. “No, yo no te veo así, sólo espero que tú tampoco lo hagas. Maldición, Yagen, ahora eres tú quien no me entiende. Yo sé que eres mucho más despierto. Me he dado cuenta que tú condenas las decisiones de Rizembool, pero a su vez te oyes demasiado resignado, y eso me preocupa. No quiero que llegue el día en el cual te dejen de importar las personas fuera de nuestro círculo familiar, tú que siempre quisiste ayudar a otros.”
“…” borró su sonrisa y le miró atentamente.
“Y no sé qué riña tuvieron Gotou y tú en el pasado, pero si te pones así con él todo el tiempo nunca lo resolverán. Entiendo que te encuentres hablando sobre la situación e informándome sobre lo que ocurre en el mundo, pero no necesito esto ahora. Aquí no importa la realidad…” entrecerró sus ojos y bajó su mirada. “Estamos hablando sobre nuestro hermano, sobre lo que le hicieron y lo que tiene que padecer sin justificación alguna…”
“…” al oír su lamento, Yagen dio un suspiro. “Tienes razón. Lo siento, he sido muy insensible. Estoy acostumbrado a analizar cada situación apartando mis sentimientos personales. Ahora, me corresponde ser un hermano y compartir tu inquietud. También siento mucho todo lo ocurrido, no creas que no lo hago.”
“…”
“Y para aliviar tus temores, por más que ya no desee lo mismo que tú de estar ahí por la familia, no he dejado de ser leal a nuestro nombre, es sólo que pienso que mi rol es uno distinto. Estudiar en Rizembool me ha llevado a convertirme en otra persona y a tener un deber que ninguno de ustedes podría cumplir.”
“¿Qué vendría a ser eso…?” preguntó con extrañeza, cabizbajo.
“Supongo…” sonrió un poco. Si volvía a llamarse a sí mismo un demonio incitaría su ira. “…en alguien que sí puede lidiar con lo que ocurre en Rizembool y en Hanasaki, en alguien que les protegerá y acudirá a su rescate si la situación lo amerita.”
“Tsk… ¿a eso es lo que te refieres cuando te llamas un demonio?” le preguntó, volviendo a mirarle con desapruebo.
“Heh, no había querido decirlo, pero es verdad,” sonrió rendido. “Atsu, no espero convertirme en alguien que llegue a aceptar los crímenes de Rizembool o Hanasaki, pero si tengo que llevar a cabo mi rol, es mi deber estar al pendiente de los mismos. Uno tiene que estar inmerso en una guerra psicológica en este lugar y no dejar que te gane ni se apodere de ti, y ya tengo diez años de experiencia, la mitad de mi vida entera. Por eso no necesito que vengas a auxiliarme. No estoy esperando la ayuda de nadie.”
“…” sus ojos se llenaron de tristeza. Entre todo lo que había oído, eso sonaba lo más honesto y más propio de él.
“Pero incluso si soy un demonio, yo soy el demonio que está de su lado. Por nuestras desgracias familiares, creo que la protección divina nunca ha estado al pendiente de nosotros, así que al menos existiré como un ser de las tinieblas, si es que ello les pueda ser de utilidad,” desvió su mirada. “He visto muchas cosas en Rizembool que me han dejado entender que mi decisión ha sido necesaria. Los humanos son seres moldeables e impresionables, y sumamente egoístas. Son débiles, se dejan llevar, un lugar como este sirve de una tentación difícil de resistir, ya que muchos Rebels y HiMEs son prometidos recompensas a cambio de pelear. Esta verdad repercute en nuestra familia. Nuestro linaje es de extremo valor adquisitivo. En medio de un mar de gente que nos tratarían con normalidad se esconden quienes nos ven como armas e instrumentos.”
“Yagen…”
“Por eso necesito permanecer aquí,” concluyó y sonrió a sí mismo, frustrado. “Parte de mí todavía desea ser alguien que pueda ayudar a los demás, pero si espero mantener mi función y lealtad a ustedes, tengo que elegir mis batallas. Uno no puede salvar al mundo, menos si uno planea convertirse en alguien propiamente antagonista a los humanos.”
“Tsk…”
“Y como dije antes, sí hay pocas personas en Rizembool que dependen de mí. No puedo desentenderme del lugar que ha sido mi hogar por tantos años.”
“…” apretó los dientes.
“No había esperado decirte todo esto, pero es la verdad. ¿No te parece razonable?”
“…no…” Atsushi comprimió sus puños y le miró seriamente. “Suena a que tu situación es compleja, pero nada nunca ameritaría que te rebajes a fechorías. Ninguno de nosotros estaría feliz de que lo hicieras en nuestro nombre. No sé qué hacer ni cómo contestarte, recién acabo de llegar, pero como dije antes, no voy a dejar este asunto como terminado. Estoy cometido a cambiar tu parecer y prevenir que tú o Honebami sigan siendo infectados por Rizembool.”
“Hmhm…” Yagen soltó una leve risa gutural. “Bien, me alegra que lo digas.”
“¿Eh?” se confundió.
“Me alegra que no pienses como yo. Eso quiere decir que tienes un punto de vista correcto, centrado, moral, propio de uno de los herederos de nuestra familia, a diferencia del mío. Por eso sé que tu meta e intenciones de estar ahí por nuestros hermanos son las apropiadas para ti,” Yagen asintió y sonrió con perspicacia. “Nuestros hermanos menores necesitan de tu carácter y tus principios para crecer como personas funcionales y dignas de nuestro nombre. Ahora lo dejo en tus manos, Atsu.”
“…” negó rotundamente. “No, en serio, te juro que no dejaré que las cosas se queden así, que tú quieras degradarte, desvanecerte, y aceptar toda culpa y responsabilidad. Encontraré una solución, lo que sea, algo que te cambie de parecer.”
“…” Yagen le miró con perplejidad y sonrió tranquilamente. “Eres muy amable. Dudo que lo encuentres. Sin embargo, si te vienes con algo, esperaré a oírlo…”
“Hermano…” se apenó. Su mellizo estaba resignado y en paz con su decisión. Sintió un punzón en su pecho, una genuina y profunda preocupación por él.
Entonces, oyeron un sonido que puso fin a la conversación. Atsushi oyó el ringtone de su celular y lo sacó de su bolsillo.
“Te llaman. ¿Quién es?”
“Es Gotou… ¡ah, verdad!” Atsushi se espantó. “Tch, le dije que venía a Rizembool y él me pidió que le mantuviera informado,” se dio un facepalm. “Ahh, se me olvidó…”
“Veo que él sabía sobre esto, no está mal pensado,” comentó el doctor, llevándose una mano a su mentón. “Pero no le contestes.”
“¿Eh?” el otro se vio detenido de hacerlo.
“Tenemos que conversar sobre qué les diremos a nuestros hermanos.”
“Verdad…” miró con cierto remordimiento a esa llamada y presionó un botón al costado para silenciarlo. “Que sea rápido. Gotou me advirtió que si no oía noticias iba a avisarle a Ichi-nii. Es posible que ya lo haya hecho. También estará preocupado por nosotros.”
“Sería lo mejor que Ichi-nii viniera para encargarse de Akita lo antes posible. Sin embargo, ellos no tienen por qué saber sobre mi trato con Junko. Sería mejor que no tuvieran que ver en ello,” observó Yagen, meditativo. “Tampoco quisiera que sepan sobre el rescate de Akita, aunque va a ser inevitable. Akita mismo fue un testigo.”
“No podemos dejar a nuestros hermanos inconscientes de todo, Yagen,” se quejó Atsushi. “Maldición, me pregunto cuántas veces lo habrás hecho…”
“Está bien, entiendo, pero no tienen por qué saber las dimensiones de lo ocurrido,” dio un suspiro. “Podemos ahorrarnos cosas y decirles que una búsqueda de Rizembool dio a conocer el paradero de nuestro hermano, y terminamos involucrados en rescatarle.”
“…” entrecerró sus ojos y desvió su mirada. “Casi lo haces sonar como si Rizembool nos hubiera ayudado. Pero puede ser…”
“Al final lo hicieron llegando y deteniendo a todos los criminales que tú apenas habías derrotado, pero en fin…”
“¿Y qué les decimos sobre Midare?”
“…” lo meditó brevemente.
“No me digas que no pensabas avisarles desde ya.”
“El hecho que Midare ha aparecido ocasionará demasiado revuelo entre nuestros hermanos, y lo último que necesitamos es que lo asfixien, en especial porque cree que somos sus enemigos. Preferiría que todos tuvieran sus ojos sobre Akita por ahora.”
“Entiendo lo que dices, pero estoy en desacuerdo,” afirmó con severidad. “Podemos mantenerlo en secreto de los pequeños, pero al menos le debemos la verdad a Ichi-nii y Gotou. Confío en que no se precipitarán.”
“Vaya, tal vez tengas razón, Atsu…” sonrió rendido. Le tocaba hacer las cosas de una manera distinta. “De ser así…” alzó su mirada hacia el techo, intentando pensar en algún buen pretexto. “Podemos decir que Midare se involucró en una pelea y fue secuestrado por una persona de Rizembool. Yo fui alertado por sospechas de su parentesco conmigo y es por ello que pudimos liberarlo sin sufrir mayores represalias con la universidad. Aun así, Midare ha desarrollado una imagen muy negativa de la familia que nunca conoció, y sigue en shock por los últimos eventos, por lo cual no se muestra receptivo ante nosotros. Ello podría funcionar. ¿Qué te parece?”
“D-demonios…” Atsushi se quedó atónito. “Es extremadamente similar a la realidad pero con detalles claves cambiados, justamente para no levantar sospechas. ¿Cómo puedes venirte con excusas tan creíbles en el momento?”
“Pienso que te has sorprendido demasiado, no es la gran cosa,” se encogió de hombros. “Nuestros hermanos no necesitan saber sobre el intercambio ni la influencia sobre Midare, y la idea de que un estudiante de Rizembool que actúa en contra de su alma mater se vea en grandes aprietos es muy creíble. Es más, es por ese detalle que no puedo esperar que Rizembool recompense los daños que Midare ha sufrido. Nuestro hermano no puede meterse en otras futuras peleas. Mi rol en esta universidad le mantendrá seguro siempre y cuando sólo se limite en entrenar a la HiME que él intenta ayudar y no pelee de su lado.”
“Tiene sentido…” dio un pesado suspiro. “Pareces ser bueno con las mentiras.”
“No creo serlo, aunque sí soy el inteligente entre los dos, Atsu. Tú mismo lo reconociste.”
“…” le miró con reproche y su celular volvió a sonar. “Eh, es Gotou de nuevo.”
“Creo que ya podemos darles la bienvenida,” asintió. “Contéstale.”
…
Al contestar la llamada, se enteraron que Gotou se encontraba en camino y le acababa de avisar a Ichigo quien estaba en la universidad terminando su última clase del día. Los hermanos se encontraron en el hospital en poco tiempo, donde los mellizos les pusieron al tanto de lo ocurrido tal y como acordaron.
Las noticias sobre Midare no fallaron en sorprender, aunque la prioridad fue Akita ni bien se tocó el tema de su estado de salud. Todos acudieron a la habitación del pequeño pelirrosa. Este ya se encontraba consciente y comiendo una gelatina cuando los demás llegaron. El hermanito se alegró de sobremanera y lloró de felicidad al ver al primogénito, quien se sentó al filo de su cama para abrazarle y tranquilizarle.
Los mayores se quedaron hablando con el pequeño y dándole muchos ánimos durante un buen rato, hasta que Yagen, Atsushi y Gotou se excusaron para ir a visitar al inconsciente Midare en su habitación.
“Ichi-nii… yo también quiero ver a Midare-niisan…” dijo Akita, mientras era abrazado por su hermano. Bajó su mirada, preocupado. “Yo… creo que yo le vi. Midare-niisan tenía mucho miedo… no podía alcanzarle.”
“Akita…” Ichigo le miró atentamente. “¿Cómo así dices que lo viste?”
“Era en una pantalla… o no sé… he estado perdido estos días… no, sí debo haberle visto,” asintió convencido. “¿Midare-niisan se encuentra bien? ¿Cómo está?”
“Tus hermanos me dijeron que también necesita reposar y que está un poco asustado por lo que tuvo que pasar. Pero no te preocupes,” le aseguró el peliceleste, con una sonrisa dulce. “Todos nosotros estamos aquí por ustedes. Por ahora hay que dejarle descansar y luego podremos hablar con él. Tenemos muchas cosas que decirle, ¿no es así?”
“…” asintió. “Quiero contarle sobre el viaje que tuvimos al bosque, que prendimos lámparas en su nombre. Quiero conocerle, escuchar sobre su vida y las cosas que ha vivido, y aprender de él.”
“Todos queremos lo mismo, y se hará realidad pronto,” le aseguró. “Sólo nos toca ser un poco más pacientes. Nuestros hermanos ya nos han dicho que hablarán con Midare y le introducirán a todos nosotros ni bien se recupere, así que por el momento no debemos mencionarle a los demás. Debe ser un poco sorpresivo encontrarse con tantos hermanos a la vez, pero confío en que no tardará en sentirse como en casa,” asintió, sonriendo suavemente. “Midare es nuestro hermano y un Toushirou más. No tardará en sentir el espíritu de unión que llevamos dentro.”
“Sí, entiendo…” asintió y se acurrucó más sobre el pecho del mayor. “Gracias por estar aquí, Ichi-nii. Me siento mucho más tranquilo ahora que has llegado.”
“No hay ningún otro lugar donde querría estar ahora que al costado de mi querido Akita. Soy muy dichoso por tenerte conmigo,” le aseguró, abrazándole con más fuerza. “Me quedaré en el hospital esta noche para acompañarte y asegurarme que en ningún momento te sientas solo.”
“…” Honebami revisó su celular al haber recibido un mensaje. “Es Namazuo. Dice que todos están en camino…”
“Me alegro por saberlo, gracias por la información, Honebami,” dijo Ichigo.
“Sin embargo, Akita se encuentra débil, debería dormirse pronto,” observó el peliblanco. “¿Es prudente que vengan ahora?”
“Por supuesto, todos hemos estado muy preocupados. Un corto saludo nos viene bien.”
“También quiero verlos,” Akita asintió. “Estoy bien, Honebami-niisan. Muchas gracias.”
“…” el peliblanco asintió.
“Ah, por cierto,” Ichigo miró al pelirrosa. “Hoy en la tarde me encontré con un par de tus amigos. Tetora-kun y Midori-kun fueron a buscarme a la universidad.”
“¿Eh? ¿En serio?” se sorprendió.
“Sí, ellos estuvieron buscándome por un buen rato, ni sabían por dónde empezar. Midori-kun parecía muy temeroso de estar aquí,” sonrió con torpeza. “Me apena haberles importunado, aunque a su vez les agradezco. Ellos querían verme para preguntarme si sabía algo sobre ti y me dejaron sus números. Les avisaré, así podrán visitarte muy pronto.”
“Hehe, me encantaría,” sonrió contento. “Y pensar que ellos han pensado en mí…”
“Tienes a mucha gente que te quiere y que se han preocupado por ti, y todos estamos felices de que hayas regresado. Eso refleja la gran persona que eres, querido hermano. Te mereces esta dedicación de parte de todos nosotros.”
“Muchas gracias por tus palabras, Ichi-nii…” volvió a acurrucarse en su pecho y cerró sus ojos. “Creo que tomaré una siesta mientras nuestros hermanos llegan.”
“Adelante, debes estar cansado,” Ichigo le acarició los cabellos y percibió a su pequeño quedarse dormido casi al instante.
Era una dicha indescriptible tenerle de regreso, pero sentía un gran peso en su corazón. Su querido hermano había sido lastimado sin motivos válidos, al igual que Midare. Le entristecía y perturbaba que dos de sus parientes, personas sin animosidad hacia nadie ni culpables de nada, hubieran sido blancos de tanta agresión. Sin embargo, tenía que enfocarse en cuidar de ellos y brindar apoyo y tranquilidad a todos en casa. Se informaría lo más posible de lo ocurrido para cumplir su rol de protector y guardián. No iba a dejar que ninguno de sus hermanos albergue sentimientos negativos ni fueran a ser partícipes de esa guerra, por ningún motivo.
“No sabes cómo me preocupaste, Atsushi. Hubieras podido enviarme un mensaje,” dijo Gotou, en pleno camino a la habitación de Midare. Él y Atsushi caminaban detrás de Yagen por un pasillo en uno de los pisos más altos del hospital.
“Sí, lo siento mucho, Gotou,” se lamentó. “Es que una y otra cosa ocurrieron en sucesión. Ni tuve tiempo de procesarlo.”
“Así que tuvieron que rescatar a Akita. Sabía que ustedes dos se meterían en algo peligroso. Al menos parece que están bien,” dio un suspiro. “Gracias por salvar a nuestros hermanos. Hubiera querido serles de apoyo.”
“Siempre andas ayudando a todos haciéndote cargo de los negocios familiares, ya haces mucho. Yo soy el guerrero, este es mi trabajo.”
“Pero eso no justificaría que no recibas ayuda si puedes recibirla. Recuerda que no estás solo.”
“Lo sé, me lo recordaste antes de que viniera a Rizembool,” asintió. “De no ser por ti tal vez no habría ubicado a Yagen y hubiera ocasionado otro problema.”
“Hm, ya veo que fue Gotou quien te dijo que me buscaras,” comentó Yagen, caminando y sin dirigirles la mirada. “Te agradezco por frenar la inercia de Atsu.”
“Tú también podrías contestar tu celular, Yagen,” observó el pelimarrón.
“Hmhm, suelo hacerlo, esta vez fue una excepción,” sonrió con ironía. “Aunque no habría forma de que lo supieras si tú nunca me llamas. Entiendo tu cerrada perspectiva.”
“U-ustedes…” Atsushi se alertó y frunció el ceño. “Ya, no se peleen. Shinano dice que ya andan en mejores términos, pero igual están peor de lo que pensé.”
“Ah, lo siento, Atsushi, es la costumbre,” Gotou dio un suspiro. “Y tampoco es el momento. ¿Dónde está la habitación de Midare?”
“Acabamos de llegar,” Yagen se detuvo en una puerta y la abrió. “Adelante, pasen.”
Los tres llegaron a una habitación amplia y equipada con tecnología de punta, aunque a su vez acogedora que contaba con una pequeña sala con un par de muebles, una mini cocina y una mesa baja que tenía revistas. Al costado de ese espacio de descanso había unas puertas de vidrio corredizas que llevaban a una pequeña terraza donde había una vista llamativa hacia el resto de la universidad. Midare se encontraba durmiendo en una cama. El rubio estaba vendado en varias partes y tenía su pie herido levantado con la prótesis para inmovilizarlo.
Sus hermanos le observaron en silencio. Por más que los mellizos ya lo habían visto, seguía siendo igual de increíble que la primera vez. Midare estaba de vuelta…
“No quiero ni imaginar en qué lío se habrá metido para estar tan lastimado…” comentó Gotou, apesadumbrado.
“Fuera de su ayuda a esa HiME, no encontré nada más que fuera preocupante en su historial,” observó Yagen, mirando hacia las puertas de vidrio. “Si podemos convencerle de no meterse en ninguna pelea, no creo que tengamos que preocuparnos.”
“Aunque tampoco le conocemos como para saber qué tiene en mente.”
“Eso es verdad…”
“Seguramente le reservaste esta habitación para que esté cómodo, pero tal vez sea un poco excesivo,” observó Atsushi. “El servicio médico es caro. ¿Cuánto nos costará todo esto?”
“No les costará nada. Rizembool me debe muchos favores,” Yagen sonrió profesionalmente. “He pedido una vigilancia estricta dentro del hospital para prevenir que Midare intente escaparse. Tenemos que asegurarnos que se recupere del todo antes de movilizarse.”
“Vigilancia…” Gotou le miró de reojo. “¿Es eso necesario?”
“Lo es. Midare se presentó muy reacio a pedir ayuda y venir con nosotros. Da la impresión que está muy impresionado por lo que ha vivido, hasta para negar el auxilio en su deplorable estado de salud. Es por eso que te pedimos a Ichi-nii y a ti que mantengamos su regreso en secreto,” dijo el doctor. “Bien, ya saben dónde se encuentra. Dejémosle descansar.”
Los tres volvieron al pasillo para retornar a la habitación de Akita ya que en poco tiempo se encontrarían con el resto de los hermanos.
“Ya nos lo prometiste, pero mantennos informados conforme descubran más detalles sobre lo sucedido, Yagen,” dijo Gotou. Él dio un suspiro. “Ver a Midare me ha tranquilizado. Esperaba que estuviera mucho peor.”
“¿En serio?” Atsushi frunció el ceño. “Sigue muy lastimado.”
“Lo está, pero ni bien me avisaste que Midare se había metido en problemas con Rizembool, temí lo peor, hasta que era un Rebel,” sintió escalofríos. “He escuchado muchos rumores de esta universidad. Creo que el hecho que hayan podido salvarle es bastante positivo.”
“Puedes decirlo,” Yagen sonrió un poco. “Aunque de haber sido un Rebel hubiera sido más fácil para mí encontrarle.”
“¿Y por qué lo sería? ¿Tienes algo que ver con los Rebels?” le miró extrañado. “Confío en que ninguno de nuestros hermanos sería capaz de algo semejante.”
“Heh, lo digo porque los Rebels son celebridades aquí y todos terminan reconociéndolos, no es por la apariencia lúgubre que te doy,” se encogió de hombros, entretenido. “Y pienso igual. Ninguno de nuestros hermanos se convertiría en un Rebel, Gotou. Él único cuestionable sigo siendo yo, como bien lo sabes.”
“Yagen…” Atsushi se cruzó de brazos y negó frustrado.
“Ya veo que has estado fastidiando a Atsushi. No eres un demonio, deja de decirlo.”
“¿Hm? Pero si tú me llamabas así,” sonrió con ironía. “Es un ocurrente apodo que uno de mis hermanitos me concedió. ¿No crees que debería honorarlo?”
“Tsk, y no me llames hermanito, Yagen. Compórtate,” le recriminó y le empujó del brazo. Gotou se quedó en blanco al ver a su hermano hacer una mueca de dolor y retraerse. “¿Eh? ¿Qué pasó? ¿Qué hice?”
“Ihh, verdad, estás herido, se me había olvidado,” Atsushi se asustó. “Perdón, Yagen, no debí haberte dejado detrás.”
“No es nada, sólo fue un rasguño,” el doctor miró su brazo indistinto.
“¿Eh? ¿Te lastimaron?” preguntó Gotou, en shock. “¿Cómo así?”
“Un arma blanca, no es importante…”
“¡Sí es importante!” insistió impaciente y bajó su mirada. “Perdón, no lo sabía…”
“…” Yagen parpadeó con leve sorpresa y sonrió tranquilamente. “Descuida, supongo me lo merezco por fastidiarte. Te aseguro que estoy bien. Más bien te pido que no se lo digas a los demás. No quiero que se preocupen.”
“Ustedes dos…” Gotou les miró frustrado. “Si nos han dicho que Midare no está receptivo y prefieren que los demás no sepan sobre él, asumo que es porque realmente tiene una mala impresión de nosotros. Entiendo que los dos se sientan con una obligación especial con él luego de lo sucedido, pero me pregunto si está bien que les dejemos a cargo de esto. Es precisamente por el pasado que temo que sea un trabajo difícil para ambos…”
“Lo va a ser, pero estoy cometido a apoyarle y hacerle entender que puede confiar en nosotros,” le aseguró Atsushi. Cerró sus ojos y llevó un puño al pecho. “Este es el momento en que puedo reparar lo que ocurrió hace trece años y es algo que nos corresponde a Yagen y a mí antes que a ustedes.”
“No, eso es justo lo que no quiero que digas, Atsushi,” recalcó el pelimarrón, con sus manos en las caderas. “Tú no tienes una mayor responsabilidad que el resto de nosotros. Si lidias con esto con la actitud incorrecta sólo te lastimarás.”
“No puedo evitar sentirme así, Gotou, pero no te preocupes,” Atsushi negó y sonrió decidido. “Hoy me hiciste recordar que no estoy solo, que puedo contar con ustedes, y tú e Ichi-nii saben sobre este tema. Si fuéramos a necesitar apoyo, les contactaremos.”
“…” le observó con incomodidad y dio un suspiro. “Eres más necio que yo así que dejaré de insistir, pero sí. Tal y como tú quieres velar por Midare, nosotros queremos velar por ti. Nunca lo olvides,” Gotou asintió y le extendió una mano. Sonrió un poco. “Lo dejo en tus manos.”
“¡Sí, descuida!” le dio un apretón de manos, marcando el trato.
“…” Yagen sonrió para sí y caminó hacia el ascensor. “Regresemos. Los demás deben llegar en cualquier momento.”
De aquel modo, inició la fase de recuperación de los hermanos desaparecidos, una que tendría unas complicaciones adicionales.